\i W ífií mi ,i!i €a pistaría dineral g tíatural Df 3nDias- HISTORIA GENERAL Y NATURAL DE LAS INDL\S, r ISLAS Y TIERRA-FIRME DEL MAR OCÉANO , EL CAPITAL GONZALO FERMNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, PRIMER CRONISTA DEL NUEVO MUNDO. publícala la real academl\ de la historia, COTEJADA CON EL CÓDICE ORIGINAL, ENRIQUECIDA CON LAS ENMIENDAS Y ADICIONES DEL AUTOR, É ILUSTRADA CON LA VIDA T EL JUICIO DE LAS OBRAS DEL MISMO D. JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS, Inilividuo de Número de dicho Cuerpo , (laledrálieo de Ampliación de la Lilcratura Española en la Lniversidad de esta ('óile, ote PRIMERA PARl'E. LIBRARY NEW YORK BOTANICAt. OARDEN. MADRID. IMPRENTA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. 1851. -t I. A SU AUGUSTA PROTECTORA, LA REINA DOÑA ISABEL II, KX TESTIMONIO DE PROFUNDA GRATITU'O LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. ADVERTENCIA. 'as. Desde que recayó en la Real Academia de la Historia el cargo de cronista mayor de Indias , ha mirado este Cuerpo como una de sus principales obligaciones la de atender, por cuantos medios tieiic á su alcance, al esclarecimiento de la historia de aquella rica parte del globo. La publicación de los historiadores primitivos, cuyas obras no han salido á luz , ya por no ser consideradas como verdadero ob- jeto de logro por los que al trálico de libros se dedicaron en siglos anteriores, ya por no haberse conservado reunidos los códices en que se conlenian, llamó viva- mente la atención de la Academia , dedicando á este propósito sus tareas. Entre los escritores á quienes daba preferencia , la merecieron especial los que habien- do vivido largo tiempo en el suelo del Nuevo Mundo , aparecían revestidos con la autoridad de testigos de los acontecimientos que narraban ; debiendo por tanto ser reputadas sus obras como irrecusables testimonios de la conquista, glorioso tim- bre de las armas españolas , que en vano intentaron anublar la emulación y la en- vidia. Tres fueron las obras que mas directamente excitaron el celo de la Academia: la Historia general y natural de Indias , escrita por el capitán Gonzalo Fer- nandez de Oviedo y Valdés, primer cronista de América; la Historia de Indias de don fray Bartolomé de las Casas , y la Historia de Nueva España , debida á fray Bernardino de Sahagun. Difícil era en verdad el decidir cuál do estas pro- ducciones debia darse á luz primero, especialmente respecto de las historias de Oviedo y de las Casas: la importancia de ambas obras, bien que dirigidas á fin distinto, y la fé que merecían sus autores, quienes pasaron la mayor parte de su vida en aquellas comarcas , ejerciendo no pequeña influencia en los negocios pú- blicos, hacian con razón vacilar á la Academia, que se inclinó por último á en- cabezar la Colección de Jásloriadores de Indias con la general y natural de Gonzalo Fernandez de Oviedo, atendiendo principalmente al orden cronológico, entre otras poderosas razones. Mas no se levantó por esto mano de los trabajos relativos á la Historia de Indias del Obispo de Ciudad-Real de Cbiapa. Ni eran entre tanto de poco bulto las dificultades que presentaba la adquisición de los manuscritos de Oviedo : dividida su //ísíorm general en cincuoiila libros, cuyos diez y nueve primeros, aunque publicados por el autor en 150,") ' , hablan recibido después de sus manos grandes adiciones y enmiendas, era empresa punto NEW YORK i En la primera edición de la primera parle do la Bisloria general de Indias so incluyó lambion parle (y no el lodo, como generalmente se hacreidn) del libro de los Naufragios , úlliino de los ciacuenla que dejó Oviedo cscrilos. Como so advorlirá en su lu- gar, se imprimió lambien en 1oo7 el libro XX , pri- mero de la segunda parle, únieo de osla y de la ter- cera que ha visto la luz pública. VI ADVKRTMNCIA. menos que imposiltlc h di' ((hiiiiIoImi' la so^iiinla y Icrcci'a parlo, loilavia iiiódl- las , por ignorarse el paradero de los lihros (pie de una y oira i'all altan. Manifes- taba no obstante el dilineiile don ,íos('' Vivare/. Haena, en sus Hijos ilustres de Ma- drid, (pie en 1775 liabia dado comisión el manpiés de la Sonora, secretario del despaclio de Indias, á don Francisco Cerda y Rico, oficial de la misma secreta- ría, para (pie, encontrados ya en poder d(d mar(pi(!!s de los Trujillos y en la bi- blioteca Colombina algunos libros de los no publicados, ampliara sus investiga- ciones al descubrimiento de los restantes. Baeua declaraba por Vdlimo que cá ex- cepción del libro XWIII, noveno de la segunda parte, «todo se bailaba copia- do, comprobado y en disposición de imprimirse, » cuando dio á la eslampa su Dic- cionario histórico ^. Pero si esta noticia de tan erudito biógrafo parecia allanar los trabajos de la Academia , pedidas las copias de Cerda al Ministerio de Gracia y Justicia de Indias , solo pudo averiguarse que en una memoria del referido litera- to constaba babor este dispuesto que se entregasen al arcbivo de dicbo Ministerio los cuatro volúmenes de la líisloria general de Indias que tenia recogidos , los cuales ó babian desaparecido, ó nunca se hablan entregado. Quedaban en piólos obstáculos que se oponían al logro de los deseos de la Academia , habiendo solo obtenido de sus prolijas averiguaciones los últimos nueve libros de la segunda parte, que se custodiaban en la biblioteca Colondiina. No descansaba , sin embargo , la comisión (pie enlendia en estos trabajos res- pecto de la primera parte de la líisloria de Oviedo, cuyas adiciones tenia ya re- cogidas pora su uso el docto académico don Juan Bautista Muñoz, empeñado en la plausi!»le empresa de escribir la Historia del Nuevo Mundo. Mas no pudien- do estos apuntamientos satisfacer por una parte á los celosos individuos que for- maban la expresada comisión , y escaseando por otra de dia en dia los recursos con que la Academia contaba para dar cima á estas investigaciones , hubieron de suspenderse al cabo las relativas á la publicación del Oviedo , bien que sin re- nunciar en manera alguna cá la esperanza de realizar un proyecto, cuya utilidad era umversalmente reconocida. Dos hechos vinieron por fin á colmar hasta cierto punto las esperanzas de la Academia: el señor don Miguel Salva, su individuo de número y bibliotecario de la palriuionial de S. M., manifestaba al Cuerpo (pie existían en la citada biblio- teca, en dos gruesos volúmenes, los ocho primeros libros de la segunda parte y los doce de que la tercera se compone , los cuales fueron luego facilitados, de orden de S. M., á petición de la Academia. Casi al mismo tiempo venian á su poderlos códices originales , que legados á principios del siglo XVII por el Maestre-escuela 2 Ignórase el fundamenlo que pudieron Icner irió don Francisco Cerda y Rico en poder del mar- los autores de la Biograpliic Univcrsellc awicniíe el qués los dos tomos primero y tercero , copias anli- modcrne para asegurar que en 1783 liizo el mar- guas del original de la Casa de Conlralacion de qués de los Trujillos una edición completa de la Sevilla. De ellos sacó Cerda el traslado, de que habla Historia general y natural de Indias de Oviedo. Baena; pero el marqués no dio á luz la Historia, Esta noticia , trasmitida después por Brunel, aunque que lampcco lenia completa, y aunque so dispuso de con alguna reserva , no podia apoyarse en las pa- real úideu la publicación de la recogida por Cerda, labras de Baena , quien solo aseguraba (juc descu- no llegó esto siquiera á emprenderse. ADVERTENCIA. VII (lo la catedral de Sevilla, don Andrés Gaseo, á la Casa de Contratación, y ad- quiridos después por don Luis de Salazar, hablan pertenecido al monasterio dcMon- serratc, á quien heredó aquel erudito cronista con su copiosa y rica librería. Pero si el traslado délos referidos libros merecía toda fé, por haber sido hecho bajo la vi- gilancia del mencionado Maestre-escuela ; si los códices originales, retocados y aña- didos por el autor, aunque lastimosamente mutilados de algunas hojas, eran el mas seguro comprobante de los trabajosya verificados, y la mas clara guia de los que era necesario emprender, todavía no fué posible dar por completa h Historia general y natural de Indias , pues que ni en la copia ni en el autógrafo existia el li- bro XXVIII, que no pudo tampoco encontrar Cerda, según el testimonio de Bae- na. Nuevas diligencias se hubieron de practicar por tanto, á fin de llenar aquella laguna, no pudiendo ser mas satisfactorio el éxito que ha coronado estos esfuer- zos. El libro XXVllI, con algunos capítulos del anterior, do que antes no se te- nia noticia, se ha encontrado, pues, entre otros papeles procedentes del extin- guido archivo de jesuítas , en un tomo en folio do cuatrocientas treinta fojas, siendo indudable, por la identidad de la letra, que fué desglosado en otro tiempo del traslado hecho por el Maestre-escuela de Sevilla, traslado que perteneció, an- tes de pasar á la biblioteca de S. M., á la del conde de Torre-Palma \ Con estos seguros datos no era ya tan difícil llevar á cabo los trabajos, tantas veces interrumpidos , y confiados ahora exclusivamente al celo del académico de número don José Amador de los Piios. La comprobación de los libros antes reco- gidos, asi como la copia y cotejo de los nuevamente hallados, han exigido arduas y prolijas tareas , que terminadas sin embargo en breve tiempo , dieron á la Aca- demia la seguridad de que podía sacarse á luz la primera parte de la Historia general y natural de Indias, tan completa y autorizada como es hoy posible, logrados afortunadamente los originales. Para suplir las cortas lagunas que en estos resultaban, se ha tenido presente la edición do 1555, la cual ha pare- cido mas auténtica y segura que la de 1547, no solamente por haber cui- dado de ella el mismo autor , sino tandúen por no hacer este mención alguna de la segunda en los MSS. , á que daba la postrera lima en 1548, según se ad- vierte en muchos pasages de la Historia, y va notado en la Vida y escritos de Oviedo. Extremado ha sido el esmero que se ha puesto en esta edición, procurándose que no desmerezca del concepto, formado respecto de la Historia general y natural de Indias por cuantos escritores la mencionan. La Academia, no solo ha creido que se debia atender á conservar con sumo cuidado la dicción de Oviedo, sino tam- bién su pecuhar ortografia. La variedad que se observa en el autógrafo, rcspcc- 3 Asi consta en la última hoja del primer volú- presa en la nota con que terminan puesta de mano nien ; pero atendiendo á las noticias que dá Baena de Antonio Gaseo , sobrino y amanuense del Macs- de los dos tomos que poseia el marqués de los Tni- tre-escuela , se viene en conocimiento de que son jillos, y considerando que los dos gruesos volúme- unos mismos los referidos lomos, pareciendo pre- ñes de la biblioteca patrimonial de S. M. , que lene- bable que de la del marqués do los Trujijlos pasaran rao á la vista, son copias antiguas délos códices á la librería del conde de Torre-Palma, de la Casa de Contratación de Sevilla , según se ex- VIII ADVERTENCIA. to de la escritura de algunas voces , ha obligado no obstante á deducir la regla general del mayor número de ejemplos; pero á pesar de esto, ha sido tal el res- peto tributado al autor, que aun en las numerosas citas italianas y latinas que hace, se ha guardado suortograíia, consultando con frecuencia los códices y las edi- ciones mas antiguas de los autores por él alegados; pues que habiéndose valido de manuscritos é impresos contemporáneos , no parecia oportuno despojar á su Ilisloria de este matiz de antigüedad, que tanto la recomienda á la estimación de los discretos ^. La Academia ha deseado, en una palabra, no apartándose un ápice del códice original y conocida por él la ortografía del autor, que solo el papel y los tipos fuesen modernos. La importaticia de esta y las demás producciones de Gonzalo Fernandez de Ovie- do , cuya infatigable pluma se consagró exclusivamente á los estudios históricos, exigia que se diesen al público algunas noticias de aquellas útilísimas tareas, des- conocidas en su mayor parle aun de los que se precian de eruditos. A tal pro- pósito cumple sin duda el trabajo que sigue á esta Advertencia, encomendado también al señor don José Amador de los Rios, quien recorriendo paso á paso los acontecimientos principales de la vida del primer cronista de Indias, señala oportunamente las vicisitudes que padece, y observa el contraste que presentan estas con sus empresas literarias, ofreciendo por último el juicio de todas las obras, cuya autenticidad está reconocida, y mas detenidamente el de la Historia general y natural de Indias. Al fin de la tercera parte, última de la misma obra, ha parecido conve- niente poner un glosario de las voces americanas usadas por Oviedo, las cuales, ó se han aclimatado y hecho frecuentes en nuestra lengua , ó pueden servir de nor- te para intentar algún ensayo respecto de los numerosos dialectos ó idiomas que hablaban los indios, al verificarse la conquista. En la parte de este trabajo relati- va á las ciencias naturales , se ha consultado , para mayor ilustración , al labo- rioso y entendido académico de la Real de Ciencias, don Mariano de la Paz Graells, gcfe también del Museo de Historia natural, y catedrático de la Facul- tad de Filosofía do la Universidad de esta Corte. Igual servicio ha prestado á la Academia el no menos celoso profesor don Manuel Maria de Caldo , quien ha en- tendido con un esmero digno de todo elogio en la comprobación de las plantas y animales, cuyo diseño presentaba Oviedo, cuidando al propio tiempo de obtener la mayor fidelidad en los grabados. Con tales modios ha contado la Academia : la publicación de la Historia ge- neral de Oviedo comienza, pues, á realizar el proyecto años há concebido, abrigando esta Corporación la lisongera esperanza de llevar felizmente á cabo la Colección de Historiadores de Indias. 4 Lo mismo so ha lioclio respcclo de los nombres la milicia , sino también respecto de las letras , cu- propios y geo írálieos , que ó lia modificado ya el yo mas iniporlante instrumento es la lengua de ca- uso , ó han toinado después carta do naturaleza en da pueblo. Los irrefragables testimonios del progre- nuestro suelo. Las liistori.is escritas en los pasados si vo desarrollo de una nación se encuentran ma- siglos no deben solo considjrarse como monumen- yormenle en la historia de su lengua, tos de civilización respecto de la política, la toga ó VIDA Y ESCRITOS DE GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDES. I. Estado político de Castilla á fines del siglo XV.— Conquista de Granada.— Descubrimiento del Nuevo Mun- do.—Renacimiento de las letras. — Esludios clásicos. — La Reina Católica alienta y estimula los trabajos históricos. — Crecido número de cronistas de su reinado. — Gonzalo Fernandez de Oviedo.— Su patria y cali- dad.— Su educación. — Preséntale en la corte el duque de Villalicrmosa. — Conoce en Granada á Cristóbal Colon. — Forma el proyecto de escribir la historia de sus expediciones. — Su amistad con los hijos de aquel héroe. — Predilección del principe don Juan hacia Oviedo. — Muerte del príncipe. — Peregrinación de Oviedo por Italia. — Su trato con los mas celebrados pintores. — Su amistad con Ponlano, Serafín del Águila y Sanna- zaro. — Visita á Roma. — Entra al servicio de don Fadrique de Ñapóles. — Vuelve á España. — Su casamiento y primera viudez. — El Rey Católico le eiige para el servicio del duque de Calabria. — Su segundo casamiento. — Pretende llevarle á Italia por su secretario el Gran Capitán. — Alístase en la expedición de Pcdrarias Dávila. — Es nombrado Veedor de las fundiciones del oro de la Tierra-Firme. — Parle al Nuevo Mundo. — Contraste que ofrecen á su vista la cultura de Europa y el estado de las Indias. JliNTRE los ingenios o.spafiolos que deben sn educación y fama al glorioso reinado de los Reyes Católicos , merece sin duda lugar señalado Gonzalo Fernandez de Oviedo, cuya vida activa y laboriosa, cuya acrisolada lealtad y generosa constancia están revelando el espíritu de aquella felicísima era, en que parecía levantarse la nación española de un sueño profundo , para conquistar entre todos los pueblos el mas elevado asiento. Grandes males habían afligido á Castilla durante los turbu- lentos reinados de don Juan II y Enrique IV , cuando plugo á la Providencia asentar en el trono de los Alfonsos á una niuger, dolada de corazón niagnáninio y claro talento , á quien estalta reservada la noble empresa de curar tan liondas heridas. Ceñía Isabel en 1474 la corona de sus mayores, y cinco años adelante heredaba Fernando , su esposo , el cetro de Aragón , formándose de esta manera un solo pueblo de aquellos dos poderosos reinos, hasta entonces rivales. ^acía la administración, á su advenimiento, en un caos espantoso: era un vano nombre la justicia , y ni la hacienda reconocía otro sistema que el antiguo y re- probado desorden de los almojarifes , entregadores y recogedores judíos , ni el Consejo de los reyes ejercía su influencia legítima en los negocios públicos , ni lograba por último ser respetada en todas partes la magestad real , con grave des- doro V menoscabo de la corona. Clamaban los mieblos por salir de tan ansustio.sa X VIDA Y ESCRITOS servidumbre, y aquellos dos príucipcs, que no desconocían los peligros que les rodeaban , comprendiendo que la única senda de salvación era la acertada organi- zación del Estado , acometieron tan ardua tarea llenos de aliento y do esperanzas. La creación de los Consejos Supremos de Castilla, de Aragón, de Hacienda y de Estado, dictada en 1480, deslindando todas las atribuciones de la administra- ción, vino por una parte á manifestar la firme voluntad de los Reyes y á descu- brir por otra la extensión de a(piella política previsora , constante é inflexible, (|ue debia someter al elemento monár(|uico cuantos elementos sociales liabian bas- ta entonces existido en completo divorcio. Sujeto ya el pais á tan saludable como severo régimen, volviéronse los Reyes Católicos á la conquista de Granada, empresa en alto grado meritoria, y olvi- dada en los anteriores reinados entre el tumulto estéril de las discordias civi- les. La sorpresa de Zabara, llevada á cabo por Muley Hacen el siguiente año de 1481, rompiendo las treguas asentadas con los Reyes de Castilla, ofreció á estos justa ocasión de acometer aquella guerra santa, de donde debia salir puiiíicada de sus antiguos extravíos la nobleza española, fuerte y poderoso el trono, respetada y temida la nación ibera entre todas las gentes. Diez años fueron menester , no obstante , para postrar del todo el poderío de la media luna , sacando uno á uno (según la feliz expresión del Rey Católico) los granos de aquella codiciada Grana- da. Al cabo lograba Isabel ver cumplida su esperanza, recibiendo el dia 1 de enero de 1492 las llaves de aquella poderosa metrópoli: la luclia comenzada en Cobadonga ocbo siglos antes babia terminado; y aquel trono vacilante y desau- torizado en 1474, aparecía ya vigoroso y robusto, ostentando en sus gradas una nobleza leal, aguerrida y sumisa , y un pueblo magucánimo, feliz é independiente. La Providencia que asi premiaba los nobles desvelos de la Reina Católica, qui- so también coronar la purísima fé de sus creencias, poniendo á sus plantas el vasto imperio de un Nuevo Mundo. El ilustre y no comprendido piloto, que babia men- digado en vano el favor de las cortes extrangeras, el sabio Cristóbal Colon, lo- graba al fin ser oido por Isabel, y á poco tiempo cortaban naves españolas las mas remotas é ignoradas regiones del Océano. Colon volvía un año después á la corte de los Reyes Católicos, para ofrecerles las primicias de aquel inmortal descubri- miento , que despertando el espíritu aventurero de los españoles , abría ante sus ojos un nuevo teatro de bazañas y victorias, brindándoles al par con inauditas ri- quezas. No había espirado aun el siglo XV, cuando la misma nación que, encer- rada por los Pirineos y rodeada por ambos mares, consumia todas sus fuerzas en restaurar su libertad y salvar la religión de sus mayores, tremolaba también sus estandartes en el centro de Europa, preparándose de esta manera á las grandes conquistas que en los primeros años del siguiente siglo la bicicron dueña de Na- varra y Ñapóles y le allanaron las costas del África , engendrando en la mente de Carlos I el pensamiento de la monarquía universal, tan constantemente acariciado por Felipe II '. i Para prueba de que el pensamienlo de la los reyes, sino que habla cundido también entre los monarquía universal no solamente era abrig;ado por ejércitos españoles , copiamos aqui las siguientes li- DE GON. FERN. DE OVIEDO XI ¡Mas si lograron los Reyes Católicos levantar en esta forma á la nación ibera del abatimiento en que yacia, borrando para siempre de España el imperio mahome- tano, no menores esfuerzos los debieron las ciencias y las letras, aletargadas du- rante el infausto reinado del último Enrique. La corte de don Juan II, si fué triste espejo de flaquezas políticas, encerró no obstante cuantos elementos de cultura se hablan elaborado en no remotos tiempos: imitáronse en ella las obras del arte tos- cano, ilustrado por tan altos ingenios como Dante y Petrarca; sintióse el renaci- miento de la poesía lemosina, halagada en Aragón por Juan II y don Enrique de Vi- llena ; y comenzaron finalmente á ser cultivados los estudios clásicos con predilec- ción y esmero. La Reina Católica que, miraba el ocio como fuente de vicios, no tuvo por completa la grande obra que estaba realizando, sin apartar á sus magna- tes y caballeros de los frecuentes peligros, á que los expoma su interminable hol- ganza. Para conseguir tan plausible intento, procuró atraer aquella desvanecida juventud á la honesta ocupación de los estudios, considerados al cabo como auxi- lio y complemento de la milicia ^; y reanudando las tareas literarias que ilustra- ron la corte de su padre, alcanzó la gloria de ceñir á su frente la inmaculada aureo- la de restauradora de las letras. Daba Isabel la preferencia á los estudios históricos, y admirando los grandes hechos y varones de la antigüedad, ardia en el deseo de reconocer en su nativa lengua á los historiadores latinos, anhelando saborear al propio tiempo las bellezas que habian sembrado en sus inmortales obras los Hora- cios y Cicerones. La voluntad de la Reina, superior siempre á todo obstáculo, triunfó tandjien en esta ocasión, siendo ella la primera que acometió con firme empeño la larca de aprender la lengua del Lacio', y trayendo á España los mas insignes humanistas que en Italia florecian, para fomentar aquellos estudios. A su ejemplo quiso unir el de su fiunilia: Pedro Mártir de Angleria y los hermanos Geraldinos recibieron el honroso encargo de dirigir la educación de los infantes de Castilla, tarea que mas adelante compartieron respecto de la primera nobleza con el neníenos docto humanista Lucio Marineo Sículo. Los duques de Guimarens y Villahermosa, el primogénito del duque de Alva, don Pedro Fernandez de Velasco, don Gutierre de Toledo y don Alfonso Manrique, siguiéronlas huellas de la Reina y ncas , lomadas del mismo Oviedo: cEI qiial (César) ))ha scydo digno, mcdianlo la divina clemencia (que nle hizo merecedor de sus buenas venUiras y nucs- )ilras) de ser señor de tan valerosa naseion , para )iqiie veamos al présenle, como se vee, la bandera ude España celebrada por la mas victoriosa , acala- »da por la mas gloriosa, y amada por la mas digna »de ser qnenda en el universo. Y assi nos enseña »el tiempo é vemos palpable lo que nunca debaxo iidel cielo se vido hasta agora en el poderío é alta umagestad de algiind principe cripsliano ; y assi se "debe esperar que lo que está por adquirir y ve- )inir al colmo de la monarcliia universal de nues- )'tro Qcsar, lo veremos en breve tiempo debaxo de ))su yugo y obediencia. Y no digo solo esto por los «infieles; pero ni de los que se llaman cripstianos, «si dexarcn de reconosccr por superior, como de- «ben y Dios tiene ordenado, á nuestro (¡lésar; pues ))le sobran osados milites y gentes y no le han de «faltar riquezas que les reparta, assi de sus grandes «Estados de Europa y África , como destotra mi- «tad del mundo que comprehende sus Indias« (//¿sí. nat. y gen. de Ind., lib. Vi, cap. 8). 2 Pedro Mártir de Angleria: Opus epislolarwn, epist. 115. 3 Hernán Pérez del Pulgar decía á la Reina con este propósito: «Mucho desseo saber cómo «va V. A. con el latín que aprendeys: dígolo, Sc- «ñora, porque hay algund latín tan zahareño que »no se dexa tomar de los que tienen muchos nego- «cios ; aunque yo confio tanto en el ingenio de «V. A. que, si lo tomays entre manos, por soberbio «que sea, lo amansareys, como habeys heclio con «otros lenguajes» (Letra XI, año t4t!2). XII VIDA Y ESCRITOS (Je los príncipes, y dieron muy en breve inequívocas pruebas tic su amor ú las le- tras, amor que arraigó también cu el pecbo ile las mas ilustres dauíis castellanas, entre quienes se distinguieron, con las dos bijas del conde de Tendilla, doña Lucia de Mcdrano y doña Francisca de Lcbrija, las cuales emularon dignamente la lama ya adquirida por doña Beatriz de Galindo, maestra de la Reina Católica. Brillante fue el resultado que tan decidida protección produjo en la república de las letras, tomando un vuelo inusitado todos los estudios: la teología y la ju- risprudencia, la filosofía y la literatura, la elocuencia y la bistoria, apoyándose poderosamente en la filología, recibieron ardiente culto, preludiando asi los glo- riosos dias del gran siglo que no en balde es llamado entre nosotros Siglo de oro. Prodigioso es verdaderamente el número de los importantes trabajos llevados á cabo cuesta felicísima época, no cabiendo pequeña parte en tan extraordinario movimiento á los cultivadores de la bistoria; y digna es por último de señalado aplauso la esclarecida coborte de ingenios que dedicaron sus plumas á ilustrar, en vida, el inmortal reinado de los Reyes Católicos. En esta edad y en esta corte nace, pues, se educa y florece Gonzalo Fernan- dez de Oviedo, quien animado de la mas viva gratitud, consagra su vida entera á la memoria de aquellos Soberanos y al servicio de sus descendientes. Acaricia- do en su juventud por amiga suerte ; expuesto en su virilidad á los golpes del in- fortunio, y condenado á llevar siempre una existencia laboriosa y vagabunda, nos presenta Oviedo en sus numerosos escritos la mas evidente prueba de lo que al- canzan la actividad y el buen deseo y de lo que pueden la voluntad y la constancia. Impulsado por estos poderosos móviles, todo lo observa y examina, todo lo pre- gunta é inquiere, todo lo escribe y guarda en sus memoriales, que á donde quie- ra le acompañan desde la puericia, y que, aun á riesgo de la vida, logra salvar, como otro César, ora en el paso de hondos torrentes y caudalosos ríos, ora en el centro de inaccesibles boscages, ya en medio de abrasadores desiertos, ó ya final- mente en las desconocidas sirtes del Océano. Su talento observador y reflexivo, su amor profundo á la verdad y el religioso culto que á la bistoria tributa , le po- nen la pluma en la mano: para Oviedo nada importa la magnitud de la empresa: contando siempre con la firmeza de su voluntad, si tiene por útil y meritorio el objeto de sus vigilias, nada le arredra al emprender sus proyectos, nada le des- anima ni abate en mitad de sus tareas, reproduciéndolas una y otra vez con infati- gable tesón y levantado esfuerzo. Gonzalo Fernandez de Oviedo, si no aparece á nuestra vista como el mas elocuente y docto intérprete de la grande era que de- jamos bosquejada, es por tanto el mas vivo reflejo de los instintos y de las espe- ranzas de aquella nación, que no cabiendo ya en los patrios confines, inundaba al par la Europa, el África y la xVmérica, aguijoneada siempre por el estímulo de la gloria, y prodigando siempre la sangre y las hazañas. Oriundo del valle de Yaldés en las Asturias de Oviedo , nació Gonzalo Fernan- dez en Madrid en agosto de 1478 ^, sin que nos sea dado señalar el nombre de 4 Refiriendo el mismo Oviedo una pendencia que acaeció en Barcelona, el año de 1493, enlrcdon DE GON. FERN. DE OVIEDO. XIII su padre. Su calidad de hidalgo, de que se pagaba mucho y hace frecuente alarde en sus escritos, ha sido no obstante causa de sospecharse que pudo serlo ó ya Fer- nando de Oviedo, regidor de Madrid, ó ya Juan de Oviedo, secretario en 14GC de don Enrique IV '. Dá mayor consistencia á esta fundada conjetura la circuns- tancia de traer Gonzalo Fernandez en algunos pasages de sus obras la autoridad de su padre , como testigo presencial de varios sucesos, acaecidos en la corle y pa- lacio de don Enriíjue , donde al -parecer asistía mas obligado que devoto *. Mas no puede dejar de llamar la atención el silencio que guarda Oviedo sobre su fami- lia, cuando le vemos tan solícito en instruir á sus lectores en cuanto á su calidad V servicios concierne. Sea como quiera, es cosa averiguada que entró á servir desde su niñez en casa de don Alfonso de Aragón , segundo duque de Yillahermo- sa, sobrino del Rey Católico y hermano de don Juan de Aragón, duque de Luna. Era el de Villahermosa uno de los magnates que mayor empeño habian mostrado en el cultivo de las letras , según queda advertido ; y prendado del buen natural é inteligente viveza de Oviedo , crióle con especial afecto , procurando iniciarle en los estudios, y despertando en su corazón aquel inextiguible amor á los gran- des hechos que se relleja vivamente en todos sus escritos '. No liabia cumpli- do Gonzalo trece años, cuando el mismo don Alfonso, deseando labrar su fortuna, le sacó de aquella escuela de Minerva y de Marte , que este nombre dá Oviedo á la casa de ambos duques, y le presentó en la corte de los Reyes Católicos, don- de obtuvo el nombramiento de mozo de cámara del príncipe don Juan , con el suel- do ó quitación de 8,000 mrs. anuales y título firmado por la misma Reina *. Iñigo López de Mendoza y otro caballero , prosigue de esta manera el diálogo que sostiene con otro per- sonage: «Seiieno : Que años habriades vos eslon- wces?... Alcaide: Yo nací año de 1478 y esto fue »año de 1493 ; habría algo mas de 14 años. Sereno: iiEdad era essa para quedaros en la memoria lo que i)hays dicho. Alcaide : Mejor me acuerdo de lo que »aveysoydo quédelo que há pocos dias quepassó.» {Bal. y Quinq., Bibliol. Nacional , Cod. Y. 59, folio 602). En el capítulo XXIX del lib. VI de la I.' Parle de la Hisl. gen. y nat. de Ind. dice el mismo Oviedo , ha- blando del año 1548 : «Una cosa diré aqui que aun- ))que he setenta años , ele ;» y después anadia: é los compli en el mea de agosto en que estoy; pero esta cláusula que subrayamos , fu(' después borrada por él, aunque puede leerse fácilmente en el original. (Real Aoad. de la Hist., Cod. de Salazar, tom. I, fo- lio 181, enmendado 128). 5 El secretario Juan de Oviedo , era Señor de Casasrubios del Monte , y habiéndose declarado por la Beltraneja , le fueron confiscados sus bienes por los Reyes Católicos, luego que vencieron cslos al do Portugal y á los parciales de doña Juana. El señorío de Oviedo fué donado á Gonzalo de Chacón, favorito de los Reyes, de quien le hubieron después sus he- rederos , saliendo por tanto de sus primitivos posee- dores. Acaso por no despertar estos desagradables recuerdos, calló Gonzalo conslanlemenle el paren- tesco que tenia con Juan de Oviedo, mostrándose por el contrario muy adido á los Reyes Católicos. 6 Oviedo escribe: uOy decir á mi padre que se wavía hallado en Segovia en aquella sa^on , donde »el rey don Enrique el IV estaba é la reina doña wJohana, su muger , etc.» {Bat. y Quinq. , 111 Bat., dial. 28). Y en otro lunar: ((Yo oy á mi padre que »lo vio (estando en la corle) y conoció á Barrasa» (Quinq., I." Parte, Est. 12, fol. 204. Cod.orig. de la Bibliot. Nacional , Ff. 104). 7 Narrando CH'iedo el famoso desafio del capi- tán Benavides y el comendador Urquillas , acaeci- do en Zaragoza , escribe : «Sópelo tan menuda- «menle porque la villa de Cortes en Navarra era ea »essa sacón de doña Leonor de Solo, duquesa de «Villahermosa , mi señora , madre de don- Alonso »de Aragón, duque de Villahermosa, mi señor, »que me crió , a! qual yo serví antes que sirvies- )),se al príncipe don Juan.» {Bal. y Quinq., Y. 59, fo- »lio 457.) En otra parle decía: «Porque el duque »de Villahermosa , el segundo duque, era su hcr- »mano (de don Juan de Aragón, duque de Luna) y «me avia criado» {Bal. y Quinq. 187 vto.). 8 Hablando de los mozos de la cámara del principe don Juan , y apuntando los nombres de todos, se pone Oviedo en el úllimo número, diciendo: XIV VIDA Y ESCRITOS Tonia onloncos el príncipe trece años de edad, piios (pío liahia nacido en junio de 1478, dos meses antes que Gonzalo; y esta favorable circunstancia, á que se agregaban el abierto genial y la reverente solicitud del mozo, fué causa de que le prefiriese don Juan entre todos sus servidores, asistiendo Oviedo y tomando parte en sus lecciones durante el dia, y entreteniéndole en los ocios de la nocbc con la lectura de los bistoriadores y moralistas. Dos años contaba Gonzalo al servicio del principe, cuando abatido y quebran- tado el imperio de los granadles, rindióse aquella poderosa metrópoli á los es- fuerzos de Isabel y de Fernando. Procuraban los Ueyes que el príncipe don Juan lomase enseñanza, como beredero de ambas coronas, en los ejemplos de la go- bernación y de la guerra : era la conquista de Granada la mas difícil cnqiresa que en mucbos siglos acometieron las armas españolas; y el Rey Católico, que en el otoño de 1490 babia ya armado caballero al príncipe ante los muros de aquella opulenta ciudad, asentado el cerco y fortalecidos los reales en el siguiente año, quiso que asistiese al ejército la Reina Isabel con todos sus bijos, á fin de quitarla última esperanza de salvación á los sarracenos. Siguió, pues, la corte Gonzalo Fer- nandez de Oviedo , y todavía en su adolescencia , tuvo la fortuna de conocer alli los mas ilustres varones que á la sazón florecían en España, y de presenciar los mas lieróicos becbos, que iba ya recogiendo cuidadosamente, formando asi el in- apreciable tesoro de sus obras ^. Conoció alü también á Cristóbal Colon, pobre y oscuro mareante , á quien la Providencia encaminaba á Granada, para ofrecer á la Reina la mas alta ocasión que ban visto las edades. Oviedo, que se prendaba de todo lo grande y extraordinario, no le perdió de vista desde aquel momento; y enterado con diligencia de su pasada vida, apuntaba cuidadoso todos los contra- tiempos que en la córtele sobrevenían. La rendición de Granada, en que hicie- ron intervenir los Reyes Católicos al príncipe don Juan , puso término á tan peli- grosas dilaciones , partiendo al cabo la feliz expedición de la isla de Saltes el 5 de agosto de 1492, no sin que Oviedo formase el decidido propósito de escribir su bisloria '*'. «Tenían on mi tiempo 8,000 mrs. de quitación y »i2,000 en la despensa , que por tercios de quatro )icn qualro meses les pagaban, en dineros, cada fíun año.» (Off. de la Casa Real de Cast. . Bibliot. Nacional, Cod. T. 88; Quinq. , íll." Parí. , Est. 23.) Prescolt , Irwing- , Ticknor , Ternaux y oíros es- crilores exirangeros asientan que fué page , ya del principe don Juan , ya de los Reyes Católicos : se- mejante error, á que (al vez dio origen el mismo Oviedo, diciendo que se había encontrado page nni- (hacho en la conquisla do Granada {Hist. gen. de In- dias , I.' Parte, lib. lí, cap. 7) , queda enteramente desvanecido, cuando se advierte que esta frase solo determina la tierna edad que entonces tenia, siendo muchos los pasages de sus obras en donde hace relación del oficio que en la cámara de don Juan desempeñaba (.frf. á los Off. de la Casa Real: Hist. ¡¡en. delnd., lib. VI, cap. 8). Debe sin embargo advertirse que el destino de mozo de cámara era nuevamente creado, cuando se concedió á Oviedo, siendo considerado como cargo de distinción , pues que se exigia la nobleza. i 9 Al mencionar Gonzalo Fernandez la toma de Granada, el descubrimiento del Nuevo Mundo, la expulsión de los judíos y la herida del Rey Católi- co , escribe: « Assi que, no hablo de oydas en nin- Dguna deslas quatro cosas sino de vista, aunque »las escriba desde aquí , ó mejor diciendo , ocur- «riendo á mis memoriales, desde el mismo tiempo «escripias en cIIosd (Hisl. Gen. y Nat. delnd., 1." Par- te, libro 11, cap. 7). 10 En el prohemio que puso Oviedo al Suma- rio de la Natural Historia de las Indias, decía, dan- do al César noticia de sus trabajos literarios : «Todo «lo qual y otras muchas cosas desla calidad muy «mas copiosamente yo tengo escripto y está en los DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XV Echados los cimientos á la gobernación del nuevo reino y arrojados de España los judios, partieron entre tanto los Reyes Catolices de Granada la vuelta de Ara- gón, llevando en su conipañia á las infantas y al príncipe don Juan, sus hijos. En Zaragoza pernianccioron algunos meses, hasta que en el de octubre se encami- naron á Barcelona, donde estuvo el Rey á punto de ser victima de la traición ó de la demencia. «Viernes, siete dias del mes de diciembre (escribe Oviedo, les- »ligo ocular del hecho), un villano natural del lugar de Rcmensa del Principado »de Cataluña, llamado Juan de Cañamares, dio en Barcelona una cuchillada al »Rey Católico en el pescueco, tan peligrosa que llegó á punto de muerte: del »qual traydor fué hecha muy señalada justicia, no obstante que seguud paresció, él «estaba loco é siempre dixo que si le matara, que él fuera rey»". Aun no conva- lecido de la herida, tuvo don Fernando nueva ocasión de admirar la clara previsión de la Reina Católica, respecto de la existencia del Nuevo Mundo. El ilustre ge- novés, tenido antes por loco, llegó cá Barcelona en abril del siguiente año, pre- sentando á los Reyes larga y brillante muestra de las riquezas que la desconocida América atesoraba: en pago de tan extraordinario servicio, no solamente alcanzó las mayores honras, conforme á las capitulaciones asentadas, sino que obtuvo la gracia, por él solicitada, de que sus hijos fuesen recibidos en el m'miero de los pages del príncipe '*. Era esta favorable coyuntura á los planes de Oviedo, que solo contaba quince años, y ñola desaprovechó por cierto: el respeto que Cristó- bal Colon le habia inspirado , se convirtió en acendrado cariño para con sus hijos. Distinguido por el príncipe , fué á Oviedo fácil empresa el iniciarse en la amistad de los jóvenes Diego y Fernando, inquiriendo de su padre por este camino cuanto ha- bia sucedido en aquel viage, cuyo fruto era el descubrimiento de tan peregrinas re- giones. Mas aunque muchacho, habia ya aprendido Gonzalo que no delie la verdad histórica recogerse en una sola fuente , y á fin de comprol)ar los hechos que apuntaba, procuró informarse también de los hermanos Pinzones, y en especial de Vicente, con quien desde entonces sostuvo amistosa correspondencia ". Esta «originales y chrónica que yo escribo desde que tu- iive edad para ocuparme en semejante materia, assi ))de lo que passó en España desde el año H90 has- )>la aqui, como fuera della» (Historiad, primit. de las ¡nd. occid , por don Andrés Gonz. Barcia, lomo 1). En el capítulo 30 del lib.L y último de la III.'' Parle de la JHst. Gen. y Nal. de liid. escribía después: «Doy 7)(á Dios) infinitas gracias por la misericordia que «conmigo ha usado , pues sin elegancia de cir- «cunloquios ni afeytes ni ornamentos de relhórica, «sino llanamente ha dexado llegará tal estado esta General y Natural historia de Indias, confomie a «verdad , la qual há que continúo desde el tiempo «que estas partes se descubrieron por el primero al- «mirante don Chripstóbal Colom, año de 1492 hasta «el presente de 1348; y pueshá einqüenta años que «en esto entiendo, creer se debe que es historia«. ^ i Historia General y Natural de Indias, I.° Par- te , libro II , cap. 7. 12 (iMas como era prudente hombre (Cristóba' «Colon) luego que á España fué con las nuevas del «primero descubrimiento, suplicó á los Reyes Ca- «thólicos que oviessen por bien q le sus hijos el «príncipe don Juan los rescibiese por pajes suyos... «E assi el príncipe don Juan tracto bien á estos sus «hijos y eran del favorescidos é anduvieron en su «casa hasta que Dios le llevó á su gloría en la cíb- «dad de Salamanca año de 1407» {Hisl: Gen. y Nal. de lid. , I." Parte , líb. III , cap. G). 1.3 Narrando lo ocurrido en los primeros viages que hizo Colon á las Indias , dice Oviedo: n Allende i'de lo que , fuy informado dellos é otros del primero «camino, assi como de Vicente Yañez Píncon, que «fué uno de los primeros pilotos de aquellos tres her- «manos Pincones, de quien queda hecha mención; «porque con este yo tuve amistad hasta el año de 1)1514 que murió» (tfisí. Gen. y Nal. de //k/., I. "Par- le, lib. II, cap. 13). XVI VIDA Y ESCRITOS juiciosa comlucla, digna de odad madura , lia sido no okslanlo causa do (|uc algu- nos escritores tengan á Oviedo por sospechoso , en cuanto á la historia de Colon se refiere ". Dispuesta entre tanto la segunda expedición del ahnirante, soli- citaron seguirle nuichos criados de la casa Real, amigos ó conocidos de Gonzalo, á quienes rogó que le comunicasen cuanto hallaran digno de memoria. En este mismo año de 141(5 conoció y trató en Barcelona á don Frey Nicolás de Ovan- do '', comendador de Lares, que en íoOl fué nomhrado gohernador de la Isla Española, cuya capital recibió de sus manos considerables aumentos. Restituyóse en {\d\ la corte á Castilla, y con ella Gonzalo Fernandez '^ de quien don Juan, su señor, se mostraba de dia en dia mas aficionado. Concerta- das entre tanto las bodas del príncipe y de la princesa Margarita, hermana del archiduque de Austria, determinaron los Reyes Católicos en WM) ponerle casa v rodearle de la juventud mas ilustre y de los mas experimentados caballeros. Oviedo, que no habia salido aun de la esfera de mozo, logró entonces que el mis- mo príncipe don Juan le encomendase, con titulo firmado de su mano, la custodia v llaves de su cámara, cargo de que se manifestó aquel honrado y satisfecho". 14 Washinglon Irving en su Vida y viages de Cris- lóbil Colon (Apéndice n.° 28), no lilubea en aseg^u- rar que Jio debe confiarse en la historia de Oviedo en materias relativas al almirante, suponiéndole, como al pilólo Hernán Pérez Mateo, parlidario de los Pin- zones. Para desvanecer esla idea ofensiva á Oviedo, cuya sinceridad y afecto á Colon se reconoce desde las primeras lineas de su obra, nos bastarla citar las siguientes palabras: «Godos son y españoles los »que estas nuestras Indias hallan)n , vasallos de »V. M. y de la corona real de Castilla , guiados por «la industria de aquel memorable almirante primero »dellas, don Chripstóbal Colom , cuya memoria no «puede avor fin , porque aunque todo lo eseripto y »por escrcbir en la tierra perezca , en el cielo se per- xpcluará tan famosa historia... De cuyos suboeso- »res deste almirante, me paresce y es razón que i/quede un continuo y perpetuo acuerdo en vuestra "Sagrada Magestad y en todos los reyes de Castilla, wpara honrar y gratificar y conservar la subcesion de »Colom y su casa y sostenerla y aumentarla y esli- wmarla, como joya propria y ornamento de sus rey- anos , pues fué causa de tantos bienes y que Chrips- ))lo y su fé cathólica en estas Indias se sirviesse y Jiaumentasseí) {Hisl. Gen. y Nal. de Ind., II. "Parle, lib. I, Proh.). Quien de esta manera habla ¿podrá te- nerse por sospechoso ?.. Pero Oviedo, sobre quien se ha querido echar el borrón déla ingratitud, es el primer escritor que tiene la gloria de haber conside- rado á Colon acreedora que se le erigiese una estatua, y no de cualquier manera, sino una estatua de oro. c( Por cierto (dice) aquella estatua llamada holosphi- yiraton y la otra de Leonino, que fué el primero de )ilos hombres que en el templo de Delphos puso á ))si mismo una estatua de oro macico, muy mejor la «meresce don Chripstóbal Colom , primero descu- obridor ó inventor destas Indias y primero almiran- »le deltas en nuestros tiempos ; pues no como Leo- »nino, que mostrando el arte oratoria allegó el oro »de su estatua , sino como animoso é sabio náula »é valeroso capitán nos enseñó este Nuevo IMundo, ))tan colmado de oro que se podrían aver fecho mi- wllares de estatuas, etc.» [Hist. Gen. y Nal. de In- dias ,1.' Parle ,\\h. VI, cap. 8). Necesario ha sido que trascurran tres siglos para que se tribute á Co- lon el homenage (y mas humilde ciertamente) que Oviedo le pretendía rendir á mediados del si- glo XVI. Mas si quedase todavía duda del entusias- mo con que habla siempre de Cristóbal Colon , oi- gamos la declaración que hace en otra de sus obras, respecto del descubrimiento de las Indias: «El qual «servicio (exclama) hasta hoy es uno de los mayo- «res que ningún vasallo pudo hacer á su príncipe y «tan útil á sus reinos , como os notorio: y digo tan «útil, porque hablando la verdad, yo no tengo por ■¡¡castellano ni buen español al hombre que este ndesconosíiessen (Suin. delaNat. Hist. de las Ind. Proh.). 15 Bal. y Quinq.,BM\ol. Nacional, Cod. K. 130, fol. 383 vuelto. 16 OfpQios de la casa Real de Castilla. Biblíol. Nacional , Cod. 205, fol. 3. 17 i(En Almazan, año de 1496, se le dio casa «al príncipe don Juan , mi señor , porque los que »de antes de esso le servíamos, estábamos asenta- «dos en los libros de la Reyna Cathólica , é nuestros «títulos firmados de S. A. é no del príncipe.» Y en otro lugar: «También tuve las llaves (de la cáma- «ra) en los postreros días de la vida del principe» (Officios de la casa Real de Castilla.— Quinq., 111." Parle, Est. 23). Hablando también Oviedo de un collar de oro encontrado en Almazan en 1496; DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XVII En marzo de 1497 aportó á Santamlcr la hija del emperador Maximiliano, en la misma armada que liabia llevado á Flandes á la infanta doña Juana , desposada ya con Felipe. Saliéronla á recibir el Rey Católico y el príncipe con numeroso y lu- cido acompañamiento: proponíase don Juan festejarla galante y rendido, y tuvo por discreción el presentarse á su vista, ostentando entre atrevido y recatado la cifra de su nombre. Fió la ejecución de este proyecto á Gonzalo de Oviedo, el cual go- zaba ya reputación de entendido en las artes del diseño ; «y cómo se satisfizo de »la cifra, que estaba de letras antiguas mayúsculas latinas, le dijo: — Di, Oviedo, «¿entiendes lo que dicen essas letras que vas dibuxando?.. A lo cual le respondió Gonzalo: «Señor, piensso que dicen Margarila. Estonces el príncipe se sonrió, y »dixo: Pues mira, guárdate del diablo; no lo digas ni enseñes á bondjre delniun- »do '*». Esta escena, que por una parte descubro la inocente galantería de don Juan, basta por otra para darnos á conocer el aprecio íntimo que hacia de Gon- zalo. Avistáronse al fin los dos príncipes en Reinosa, y veláronse en Burgos en los primeros días de abril, con las mayores fiestas y regocijos que jamás se vieran en España: las mas generosas damas y los mas poderosos magnates compitieron, según el mismo Oviedo nos refiere, en la pompa y gala de sus joyas y atavíos y en la magnificencia y numeroso séquito de sus casas, como quienes procuraban hacer público el placer de sus corazones por tan deseado acontecimiento ". Breves fueron, por desgracia del suelo español, tantas alegrías y esperanzas: el príncipe don Juan, que apenas contaba diez y nueve años, adoleció en Salaman- ca de tan aguda fiebre, que le acabó en trece días, espirando el 4 de octubre, cuando no se habían terminado aun los regocijos en algunas villas y ciudades de los reinos. Hondo sentimiento produjo en todas tan infausto suceso , y mayor que- branto causó entre los fieles servidores del príncipe, cuya brillante corte se des- vaneció como por encanto, acogiéndose unos al retiro de la clausura,* muriendo otros de tristeza y partiendo otros á extrañas regiones, para buscar tal vez en la guerra el fin de sus días. Gonzalo Fernandez de Oviedo eligió el último partido. «Mi descontento (dice) me llevó fuera de España á peregrinar por el mundo, «habiendo passado por mí muchos trabaxosy nescessidades, en diversas parles dis- wcurriendo, como mancebo, á veces al sueldo de la guerra y otras vagando de unas «partes y reynos en otras regiones ^'*. » Anduvo asi por toda Italia , teatro en aque- llos dias de las proezas de los tercios castellanos y de la pericia del Gran Capitán; y guiado siempre de los saludables avisos que en la infancia había recibido , huyó cuidadosamente de los malos y viciosos , procurando el trato de los buenos é ilus- tres. Ni le abandonó tampoco su grande afición á los estudios: su amor á la pin- tura le acercó á Vinci, Ticiano, Michael Angelo y Urbino, príncipes de aquella encantadora arte : su inclinación á las ciencias y á las letras le indujo á salici- precisamento en los dias en que se dio casa al prín- 18 Bat. y Quiíiq. Bibliot. Nacional, Cód. K. 81 cipe, dice: «Yo luve esle collar en mi poder, por- fól. 56. «que luve las llaves de la cámara del príncipe» 19 fíat, y Quinq. — Hist. Gen. y Sat. de Ind., {Hist. Gen. y Nat. de Ind., 1." Parle , libro VI, capí- III.' parle, lib. X, cap. 6. tulo 8). 20 O'iinq. . III." Parle, Est. 23, Ff. 106, fol. 48. TOMO I. ü XVllI VIDA Y ESCRITOS lar la aiiiistail del docto Pontano, y (h los no menos celebrados ingenios Serafín del Águila y Jacobo de Sannazaro , padre de la poesia bucólica italiana ^' : su predilección á los trabajos bislóricos le impulsó á estrechar relaciones con lodos los hombres señalados en armas , notando cuanto veia , y encomendándolo ya á la memoria, ya ala pluma. Oviedo no desaprovechó pir tanto un solo dia, du- rante su permanencia en Italia ; y para hacer mas fecundas sus tareas , se dio al estudio de la lengua toscana , enriquecida por tantos y tan esclarecidos escrito- res , buscando al mismo tiempo y adquiriendo los libros que mas convenian á su propósito , algunos de los cuales conservó hasta los últimos años de su vida ^^ Tres habia pasado desde la muerte del príncipe don Juan sin permanencia ni rumbo seguro, ya alistado en las banderas españolas, ya al servicio del duque de Milán, ya en el palacio del maríjués Francisco de Gonzaga, cuando publicado en 1500 el jubileo, lomó la vuelta de Roma, con intento de ganar, como católico, las indulgencias concedidas á los fieles por el Sumo Pontífice. Conoció alli á don Anto- nio de Acuña, que servia entonces en la cámara de Alejandro VI, y que lanío figuró veinte años adelante en las comunidades de Castilla ^•, presenció las desavenencias y sangrientos choques ocurridos entre los suizos del duque Valentín y los cuerpos españoles que militaban en la guardia del Papa ^*; asistió al famoso duelo de Fer- rer de Lorca y el castellano de Arche, donde se reprodujo fielmente uno de aque- llos desafios , narrados con frecuencia en los libros de los Amadíses y Esplandia- nes *^; y depositando lodos estos hechos en sus curiosos diarios , partió para Ñapóles, terminada ya la cuaresma. Solicitó, al llegar á esta corle, entrar al servicio del rey don Fadrique , de quien fué bien recibido y tratado , creyendo con esto repa- rar la inolvidable pérdida del príncipe de Castilla. «Pero como me estaban (dice) »olros trabajos esperando, reservados en mi poca ventura , siguióse que el siguiente »año aquél buen rey perdió su reyno, dividiéndole España y Francia ^".>) Era el reino de Ñapóles desde siglos anteriores blanco de la política francesa, que habia encontrado siempre insuperable barrera en el esfuerzo de los españo- les. Codiciaban ahora su posesión , alegando cada cual privilegiado derecho, el rey don Fernando y Luis XII; y temerosos de empeñarse en nuevas guerras, ó ya reconociendo la necesidad de reunir sus fuerzas contra el turco , enemigo formi- dable de la cristiandad, resolvieron, al asentar las paces, que el Abruzo y la Cam- paña quedase por el de Francia , con título de rey de Ñapóles , y se llamara el Católico duque de la Pulla, con el señorío de Calabria. Despojado en tal manera el desdichado don Fadrique , no faltaron consejeros que le incitaran á la vengan-, za , proponiéndole que trajese en su ayuda contra los cristianos, que asi le vili- pendiaban, las temidas armadas del turco; pero aquel infeliz príncipe rechazó in- 21 ()"i«9-> I-" Parle, Est. 4i, fol. 103. «punto mi tiempo » {Quinq., 111} Part., Est. 22). 22 «Discurrí por toda Italia, donde me dito- 23 Relación de lo subcedido en la prisión de »do lo que yo pude á saber é leer y entenderla len- Francisco de Francia , etc. — Cod. X. 227, fol. C9 Dgua toscana , y buscando libros en ella , de los vto. «quales tengo algunos que ha mas de 53 años (es- 24 Quinq., III. " Part., Est. 43, fol. 74. ucribia en el de 1333) que están en mi compa- 23 Quinq., III. ° Parí., Est. 23, fol. 48 y sif. »ñia, desseando por su medio no perder de lodo 26 Quinq., Ib. DE GON. FER. DE OVIEDO. XIX dignuilo intento semejante , declarando que en nada tenia la corona , si había de ser recuperada á tan infame precio ^''. Resignado con su desgracia , reunió al fin don Fadrique la Real lamilia en la cámara de la Reina viuda , y con lágrimas y sollozos les manifestó su dolor é infortunio , despidiéndose tiernamente de lodos. «Aquesto (escribe Oviedo) turó bien cuatro horas, y de alli se salió el rey, y al «tiempo que salia, como yo estaba en la puerta y le servia en la cámara, díxo- «me: Oviedo, la Reyna , mi hermana, quiere que vais con ella, y yo os lo » mando por amor mió ; porque se le ha ¡do su guardarropa á los franceses (que ))ba veynte é cinco años que la sirve desde que la criaba), y quiere que ten- ))gais su cámara, porque os criasteis en la del señor principe de Castilla, llaceldo »assi, que todo parará en bien, y presto volveremos todos á Ñapóles. Lo que yo nsenlí con la misma angustia de la muerte, é hincado de rodillas, le supliqué «que oviesse por bien que yo fuesse á morir donde S. M. fuesse. É él dixo : Ha- »ced lo que yo digo: que aunque vais con la Reyna, mi hermana, no me de- ))xais de servir ^*.» Mientras el triste D. Fadrique embarcaba los restos de aquel naufragio político, para refugiarse en la isla de Isela , la princesa doña Juana , que pocos años antes ceñía la corona de Ñapóles ^^ , partía de esta capital con toda su servidumbre en siete galeras , que al mando de don Iñigo López de Ayala había enviado el Gran Capitán, para que la llevase á Sicilia. Iba Oviedo en su compañía, y arri- bada á Palermo aquella escuadrilla en los primeros días de agosto de 1501, permaneció al servicio de la Reina por el espacio de diez meses , tiempo en que procuró cultivar la amistad de Gonzalo Fernandez de Córdoba , no descuidando el acaudalar sus memoriales, ya con la relación de las hazañas de lan ilustre cau- dillo, oídas de su propia boca, ya con peregrinas noticias de aquella celebrada isla, ya finalmente con la narración de los sucesos, do que era testigo. En mayo de 1502 se dal)a nuevamente á la vela la reina doña Juana , dirigiéndose á la ciudad de Valencia, á donde llegó en el término de ocho días, teniendo el placer de estrechar alli en sus brazos á su anciana madre , que había salido á recibirla. Pasados algunos meses , dio Oviedo cumplida cuenta de la cámara , puesta á su cuidado , y con licencia de doña Juana , se despidió de su servicio , encaminán- dose á Madrid , su patria , no sin locar antes en Zaragoza , ciudad en que á la sazón se hallaba, teniendo Corles, el Rey Católico ^''. 27 Después de dar noticia de este consejo, del cual disuadió al rey don Fadrique con muy cristia- nas razones don Frey Luis Garrapho, caballero de la Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusa- len , dice Oviedo : « Bien creo que pocos chronis- »tas han hecho memoria de esta calhólica é sánela «determinación del rey don Federique: ni os mara- «villeis , letor , que yo tan puntualmente os la haya «contado y sabed que servia en su cámara de «ayudante de cámara , é uno era yo de los que «guardábamos la puerta mas próxima á su real per- «sona coy muy bien lo que en aquel consejo se jilractó y os tengo dicho» [Quinq. , II.° Part., Est. 34, Cod. Ff. 20ü, fol. 73 vio.). 28 Epilogo Real y Pont. , edad VI. Reyes de Ña- póles, Bibliot. Nacional, Cod. orig. S. 33, f. 376 vio. 29 La Reina doña Juana , que era sobrina del Rey Católico , habia sido esposa de Fernando II de Ñapóles, muerto sin hijos en 1490: sucedióle en el trono su tio don Fadrique, último rey de aquella di- nastía. 30 El erudito don Joseph Alvarcz Bacna, en sus Hijos ilustres de Madrid, tomo II , pág. 3od, se ex- presa del siguiente modo, al dar nolicia de estos XX VIDA Y ESCRITOS Llegado á Mailrid , de donde faltaba mas habia de cinco años , enamoróse de Margarita de Vergara , una de las mas hermosas mugeres que ovo en sii lienipo en el reino de Toledo , con la cnal contrajo matrimonio mas mancebo y con menos hacienda que fuera menester , pnosto que frisaba ya en los veinte y cuatro años, gastados en servicio de magnates, príncipes y reyes ". Corta fué no obstante su ventura : apenas contaba diez meses de casado , cuando sobrevino á su esposa tan azaroso parto , que hubieron de extraerle el feto en pedazos , quedando tullida y expirando al poco tiempo entre agudos dolores '^. Grande amargura produjo en Oviedo aquella desgracia , que aun recordaba cuarenta y cinco años después con lágrimas y suspiros "; y despechado de su mala suerte , volvió de nuevo al ejer- cicio de las armas. Ofrecióle ocasión oportuna la entrada que hicieron por el Ro- sellon los franceses, rotas las paces de 1500. Pusiéronse los enemigos sobre Sal- sas en número de veinte mil combatientes, mandados por el mariscal de Bretaña; y defendida aquella fortaleza por don Sancho de Castilla, general déla frontera, fue- ron rechazados bizarramente en cuantos asaltos intentaron. Urgia , sin embargo, socorrer el castillo , y concertado el Rey Católico con don Fadri([ue de Toledo, á quien tenia confiada la guarda del Rosellon , corrió contra los franceses , que to- mados entre ambos ejércitos , huyeron precipitadamente , aunque superiores en número, dejando en poder de los españoles artillería, municiones y bagage. Cupo á Oviedo parte en esta singular victoria de nuestras armas , obtenida en oc- tubre de 1505 "; y terminada en tan breves dias aquella amenazadora campaña, siguió la corle del Rey Católico , quien habia ya resuelto aprovecharse de su fide- lidad en otro linage de servicios. La acertada política del Gran Capitán, que por aquel tiempo tenia allanadas casi toda la Pulla y la Calabria, le habia aconsejado apoderarse de Tárente, donde se for- tificaba el primogénito de don Fadrique. Pocos meses tardó esta ciudad en recibir las banderas españolas, procediendo tan afortunado caudillo de tal manera que el mis- sucesos, (artículo de Gonzalo Fernandez de Ovie- wpocos meses después que ove dado cuenta de la do (a) de Valdés): «Habiendo muerto en la flor de su «cámara , con licencia de la reina , mi señora , fuy «edad el año de i496 el príncipe (don Juan) , pasó «á Madrid, mi patria» (Quinq., III." Parte, Est. 23: »á servir (Oviedo) á Federico , rey de Ñapóles , en Bat. y Quinq. Y. 59. fol. 4ü2 ). Oviedo no fué , pues, »donde estaba en d507; y despedido de alli , volvió guarda-alhajas de la reina Germana, sino de la rei- »á España , y fui- guarda de las alhajas de la reina na doñaJuana de Ñapóles. El error de Baena lia si- «Germana y del Rey don Fernando.» Ni el príncipe do, no obstante , seguido por los autores del Diccio- don Juan murió en 1496, pues que se casó en abril nario universal de Hiat. y Geog., tom. V, pág. 457 de 97, ni Oviedo pasó á seivir desde luego, como {Madrid, \a%). Baena supone , al rey don Fadriqí.e , ni estaba en 31 Ilist. Gen. y Sat. de Ind., 1.' Parte, lib. VI, Ñapóles en 1307 , ni fue guarda de las alhajas de la cap. 38. — Quinq. , III." Part. Est., 23. reina Germana. Los dos primeros hechos quedan 32 Hist. Gen. y Nal. de Ind. , I." Parle, lib. VI, plenamente ilustrados en las notas que anteceden: cap. 38. respecto de los dos siguientes, bastarános copiar las 33 Ib. palabras textuales de Oviedo, conlo cual no quedará 34 «Yo estuve essa noche en el campo , y tuve ya duda alguna de las equivocaciones en que Alva- «creydo que, segund la dispusicion de aquel passo rez Baena incurre : «En el mes de mayo de 1502, »eslrcclio , en que los franceses estaban entre la »en otra armada, tornó á navegar la Reina , mi se- «montaña y los estagnos de agua salada, que po- ))ñora , y dentro de ocho dias fuymos en España, «eos franceses salieran de alli con las vidas » Bat. y »cn Valencia del Cid , donde estaba su madre (la Quinq., Y. 59 , fol. 383 vto.— Off. de la Casa Real »re¡na doña Juana, hermana del Rey Católico), y de Castilla. £.203). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XXI mo don Fernaiulo ile Aragón ísoliciió pasar al servicio de los Reyes Calólicos. No titubeó el Gran Capitán en acoger el ofrecimiento del duque de Calabria , como tjuieii le babia provooiHlo ; y baciéndole en nombre de los Reyes las mas lisongc- ras promesas , dio orden á Juan de Conebillos para que en una galera le llevase á España. Llegó el íluque á Madrid, donde á principios de 150Ó fué recibido por Isabel y Fernando , como hijo de rey ; y el Católico , (pie daba todo su valor á tan feliz conquista , procuró rodearle de caballeros é hidalgos de su entera con- fianza , poniendo con este propósito los ojos en Oviedo, en quien demás de la loaltad tantas veces proliada , concurria la circunstancia de haber ya servido al duque en casa del rey, su padre '^. De esta manera volvió Gonzalo Fernandez de Oviedo á verse Hgado á la corte de Esiiaña, abandonando su proyecto de la mihcia. La llorada muerte 'de la Reina Isabel, ocurrida en noviembre de \WÍ, vino entre tanto á ser fecunda ocasión de disturbios y desavenencias, llevando al Rey Católico al extremo de pretender echar por tierra con sus propias manos el edifi- cio de la unidad política, levantado por él á tanta costa. Fiel se mantuvo Oviedo, en medio de aquellos trastornos, al Rey Fernando , quien aficionado á sus eslu- dios y erudición, le insinuó en Toro, donde hacia Cortes en 1505, el deseo de que recogiese y compilase cuantas noticias concernian á los royes de España des- de los tiempos mas remolos '". Consagró Gonzalo Fernandez todas sus vigilias á este intento, el año de liJOo de la Natividad de Nuestro Señor, »conosciendo que el Serenissimo Rey don Fernan- »do, Vde tal nombre, vuestro abuelo, desseaba una Mcopilacion semejante». Y al final de la misma obra dice: «Este trabaxo..., como en oira parle tcn- »go dicho , comencé estando el Rey Cathúlico don «Fernando, V de tal nombre, en la cibdad de Toro, »haciendo alli Corles, año del Señor de l.'jOaaños» (mi. del Esc, Cód. orig. (I-j- 7). XXII VIDA Y ESCRITOS );nio OvuHlo}por ol Rey Calólico por general, pura volverá Italia el Gran Capitán, «el qiial ipiiso servirse de mi de secretario. Y para yr con él y ponerme en orden, xvendi parle desso cpie tenia, porque en lo demás mi nniger, viviendo, atendies- »se la iorliina de and)Os: y en caballos y armas y ataviar mi ¡¡ersona y criados, »o-asté lo que no cobré, y fuy á Córdoba, donde fuy del Gran Capitán graciosa- >'mente acogido y le escrebi algunos meses, basta (jue de alli se partió para yr á xLoxa desdeñado y gastado y despedido de la jornada. Y yo con su licencia me volví ))á la corte del Rey Calbólico , gastada mi bacienda y perdido el tiempo ; porque á »mi no me estaba á propóssilo la yda á Loxa, ni de comencar á servir al Gran «Capitán ni á otro señor de España» ". No babian trascurrido mucbos meses desde que se restituyó Oviedo <á la corte, cuando decretada por el Rey Católico la expedición de Pedrarias Dávila, deter- minóse á pasar con él á las Indias, ganoso de reponer su malparada bacienda. Alistóse con este intento entre los bidalgos que tomaban parte en tal empresa, di- rigiéndose luego á Sevilla, donde debia bacerse el grueso de la gente para la ar- mada. En aquella capital permanecieron los expedicionarios todo el resto del año de 151o y parte del siguiente, tiempo en que falleció Juan de Queicedo que iba proveido en el oficio po del puerto de SanU'icar de Barramed?, domingo^ ))de Carnestolendas año de 1514, y después que la nnao capitana estaba quatro ó cinco leguas en la «mar , saltó el tiempo al contrario y hubo de dar la «vuelta: la postrera nao que salió del puerto, era «aquella en que yo yba , y aun quedaba otra surgi- »da en que el contador Diego Márquez estaba , que «nunca se quiso desamarrar Y cómo los piloto» «del rio habian dcxado yr las naos fuera en la mar «y se habian tornado á Saniúcar en sus barcos, y la «mar andaba brava, forzosamente hizo tornar el «liempo el armada al rio ; y la nao en que yo yba, «assi como avia salido la postrera hubo de entrar la «primera, y al entrar por la barra , dio ciertos gol- «pes en tierra y nos hubiéramos de perder por falla DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XXHI Hasta aquella época liabia recorrido Oviedo las mas ilustradas cortes de Euro- pa , conociendo y tratando en ellas á los hombres eminentes que en la república de las ciencias y las letras florecian. Roma, Florencia y Ñapóles babian excitado su admiración con la multitud y brillo de sus monumentos, gloria de las artes que en aquel privilegiado suelo aspiraban á eclipsar la fama de Atenas. La corte de Castilla , acaso la mas poderosa del continente, con sus espléndidas fiestas, con sus vistosas justas y torneos, le babia familiarizado al fausto y la opulencia. Cami- naba ahora, guiado de su desgracia, á las desconocidas regiones de América, don- de en lugar de los sabios le estaban esperando gentes bárbaras y salvages; en lu- gar de las suntuosas ciudades, inmensos y abrasadores desiertos; en lugar de la magnificencia y lujo de las cortes, la desnudez, el hambre y la miseria. ¡Contras- te singular por cierto el que debia presentarse á su vista!.. Pero si aparecía vio- lenta la comparación entre la cultura del mundo antiguo y del nuevo mundo , no menos peregrino era el desusado espectáculo que iba á desplegar á sus ojos aque- lla rica y varia naturaleza , virgen todavía á la codicia de los hombres y á las espe- culaciones de la ciencia. Todo habia de ser nuevo para Oviedo dentro de breves meses, excitando poderosamente su imaginación, despertando con mayor fuerza aquel indefinible deseo de examinarlo y anotarlo todo y avivando al par el propó- sito ya concebido en 1492 de escribir la historia de las Indias. Hombres, religión, ritos, tradiciones, costumbres, todo era distinto en América de cuanto en Euro- pa conocía, no habiendo mayor conformidad en los árboles, plantas, flores y ani- males que poblaban los bosques y estendidas llanuras. Mas no era Oviedo en aque- lla armada el único español que debia con el tiempo contarse en el número de los .soldados historiadores, mas celebrados por su pluma que por su espada: en ella, y tal vez en el mismo barco, iba también Bernal Diaz del Castillo, quien ya en edad madura, llegó á poseer, en premio á sus servicios, una de las mas pingües enco- miendas del reino de Méjico. Al tomar partido bajo la conducta de Pedrarias Dávila, se hallaba Bernal Diaz apenas entrado en la primera juventud: Gonzalo Fernandez de Oviedo rayaba en los treinta y seis años: el primero falto de experiencia, mo- zo no formado todavía, comenzaba entonces su carrera, sin que alcanzara vali- miento alguno entre aquellos conquistadores: aleccionado el segundo en la gran- de escuela de Italia y protegido de la corte , llamábale á intervenir en los nego- cios de la conquista no solamente su pericia de soldado, sino también la obliga- ción de su empleo. «depilólo; y quiso Dios ayudarnos por su miscri- «donde aviamos salido» (Hisi. Gen. y Nal., lI."P.ii- wcordia y que quassi pendiendo de un bordo por le , lib. X , cap. 6). »el agua surgimos dentro del rio Guadalquivir , de XXIV VIDA Y ESCRITOS II. Próspero viagc de Oviedo.— Su arribo á Sania María. — Su desembarque en el Darien. — Codicia y tiranía del Pedrarias. — Desolación del Darien. — Resuélvese Oviedo ú volver á España para quejarse del gobernador de Castilla del Oro y del Obispo. — Prelendon ambos ganarle. — Parte Oviedo de la Tierra-Firme. — Póiionle es- pías el Pedrarias y el Obispo. — Los oficiales reales de Sanio Domingo le encargan la conduela de los quinlos de la Corona. — Preséntase Oviedo en la corle del rey Católico. — Muerte de este monarca. — Resuélvese el Vee- dor á pasar á Flandcs , i>ara querellarse al nuevo Rey, — Remítele este á los gobernadores de España. — Pensamiento político de Cisneros sobre el gobierno de las Indias. — Retirase Oviedo á su casa de Madrid. — Venida del rey don Carlos á España , y vuelta de Oviedo á la corte. — Su desavenencia con el licenciado Bartolomé dé las Casas. — Torna Oviedo á la Tierra-F^irme bien despacbado. — Muerte del gobernador don Lo- pe de Sosa y desconsuelo del Veedon — Recibenle el Pedrarias y los suyos con encubierta enemistad. — Aban- dona el Pedrarias la ciudad del Darien.— Resuélvese Oviedo á protegerla. — Es nombrado Teniente del Gober- nador.—Pierde su segunda muger.— Su gobierno.— Tramas de sus enemigos.— Destituyele el Pedrarias de la tenencia. — Su nombramiento de procurador del Darien. — Intentan sus adversarios asesinarle. — Residencia de Oviedo. — Castigo del asesino.— rOviedo se embarca secretamento para España. tlocha á la vela la annaila de Pedraria.s Dávila , arribó á los nueve dias á la i.sla de la Gomera , donde .se gastaron veinle en abastecerse de lo necesario , tornando luego cá la mar con tan próspero tiempo, que el 5 de junio tocó en la Dominica, y llegó el [1 al puorto do S.i;ita Marta , en que comenzaba la gobernación de Cas- tilla del Oro. Mandó alli el Pedrarias sillar en tierra parle de la gente , y con ella á Gonzalo Fernandez de Oviedo (quien demás del oíicio de Veedor, llevaba el car- go de escribano general) , y abuyenlados los indios quo en la costa pretendían es- torbar el desembarque , lomó posesión de aquellas regiones , en nombre de los reyes de España. Estendido el oportun) auto que autorizó Oviedo, dio el Pedrarias orden que entrasen trescientos bombros la tierra adentro, para reconocerla ; y como traia prevenido que no Tucsen maltratados los indios, sin que primero se les hiciera el requerimiento ordenado por el Rey Católico y rompiesen ellos las bos- lilidades, cupo á Gonzalo Fernandez la obligación de leerles, no sin grave ries- go de su persona, aquel intrincado y estéril formulario '. Solo alcanzaron los es- pañoles á conocer en esta entrada la fiereza y brío de aquellos naturales y el géne- ro de flechas herboladas con que herian á sus enemigos. Vuelto el Pedrarias á las naves el 15 del mismo junio , entró el 50 en el golfo de Urabá ^ , surgiendo al siguiente dia en el puerto de Santa Maria del Antigua , donde fué recibido y pues- to en posesión de la justicia y gobierno por Vasco Nuñcz de Balboa , no sin que á poco empezaran á sentirse los rumores de rompimiento , que á vueltas de mil 1 Advertido Oviedo del poco fruto de aquel re- wmos algund indio en una jaula, para que despacio querimiento, poco inteligible aun para los doctos en nlo aprehenda y el señor obispo se lo dé á enlen- tflologia , dijo á Pedrarias, después de terminada «der» ( Hisl. gen. y nat. de Ind. , 11." Parle, lib X, la refriega : «Señor, parésceme que estos indios cap. 7). »no quieren escuchar la Iheologia de este requerí- 2 Quiuq. , III." Parte, Est. 23. — Ilisl. gen. y «miento , ni vos tenéis quien se lo dé á entender: nal. de Ind., III.' Parte, lib. X, cap. 8: III.' Parle, xiiiande Vuestra Merced guardallo hasla que tenga- lib. 18, cap. 3. DE CON. FER. DE OVIEDO. XXV contradiccioües y mudanzas costaron la vida á este célebre descubridor y valiente soldado. No Iiabian pasado muclios meses , cuando trocada la codicia del Pedrarias en crueldad y la crueldad en tiranía , llegó á s:^r aborrecido, tanto de los españoles que tenian poblada la villa del Darien , como de los que con él vinieron. Subió juntamente la imprevisión y mal gobierno basta el punto de acabarse los basti- mentos que se trageron de España, sin que se pensara en reponerlos; y aban- donado el cultivo de los campos, y presa los maizales de borrible langosta, fue- ron aquellos pobladores afligidos por el borrible azote del bambre , viéndose obli- gados, para salvar las vidas, á desamparar en gran número la misma tierra, don- de reinaban antes la paz y la abundancia. «Mucbos de los que fueron en aquella «armuda (escribía Oviedo algunos años después) buyeron de la tierra, y algunos »se volvieron á España , é otros se passaron á estas nuestras islas Española , é «Cuba, é Jamáyca, é Sanct Joban ; é en espacio de siete ú oclio meses eran mas »los muertos é ydos que los que quedaron en la tierra. Y en aquellos que vinieron »avia tanto descontentamiento, que ninguno estaba de su voluntad , y aun el go- »bernador y obispo y oficiales desampararan la tierra , si con buena color é sin «vergüenza lo pudieran bacer '.» Cansado Oviedo de presenciar tantas injusticias, crueldades y tiranías como el Pedrarias y los suyos ejecutaban , asi en los indios como en los españoles, formó la bidalga resolución de volver á España, para dar noticia de todo á su rey, y vivir en tierra mas segura para su conciencia y vida. Procuró estorbárselo el Pedrarias, obligándole á bacer residencia , como escribano general que era en nombre del secretario Lope de Concbillos ; mas publicada aquella por el espacio de sesenta dias , y no resultando queja alguna contra Ovie- do , bubo de acudir , aunque en vano , á los bálagos y promesas , temeroso de qm:í el Rey Católico fuese informado de cnanto en el Darien pasaba. Tuvo igual recelo el Obispo don fray Juan de Ouevedo , pastor mas dado á la codicia que á la práctica de las virtudes evangélicas y al cuidado de sus ovejas , y acudió tam- bién á ganar en la última bora la voluntad de Oviedo, quien se vio de pronto erigido en arbitro entre aquellos dos poderosos rivales. Cargáronle ambos d(^ cartas para el Rey y su Consejo, declarándose mutuamente contrarios á la bue- na gobernación de Castilla del Oro , y rogáronle uno y otro que asi lo manifes- tara al Rey Fernando, en lo cual no tenia por qué violentarse Oviedo , pues que tal era el motivo que á Espiuia le traia. Partió al fin de la Tierra-Firme á prin- cipios de octubre de 1515, lleno su corazón de enojo contra el Pedrarias y el obispo , bien que enriquecida su mente con la observación y estudio de aquellas regiones, cuyos inaccesibles boscages y estensos lagos habia recorrido , y acau- dalados sus memoriales con la relación de las entradas y conquistas becbas en aipiel período , y la descripción de las peregrinas costumbres de los indios *. 3 Ilist. gen. y nat.de Ind-, II.'' Parle, 1. X,c. 9. ))que ■yban á aquellas enlradas (las expediciones 4 I.° Parle, lib. III, cap. o y 12. — Lib. V, c. \. — »que se iiacian desde el Darien), los quales torna- I.il). VIII , cap. 28. « Yo proveia los escribanos del "dos dellas , me cnlregaban los prüocsos é dilig-cn- »illZ^^ldo del sobernndor v del alcalde niavor v los wcias (itic avian lieclio los capilaMcs; y sabia lo que TÜ.MÜl. j . . ^ XXVI VIDA Y ESCRITOS Dudosos quedaron lanío el Gobernador como el Obispo de la disposición con que Oviedo liabia escucliado las quejas de audjos, y para asegurarse de su con- duela, resolvieron, cada cual por su parle, enviar una persona (jue espiara todos sus pasos y pendrara, si fuese posible, sus inlcnciones. Designo el Pedrarias con este propósito al capitán Rodrigo de Colmenares, soldado mas diestro en lides cortesanas que en campales refriegas, y nond)ró el Obispo á fray Diego de Tor- res, provincial de la Orden de San Francisco, muy señalado por su astucia y por su facilidad en disponer todo género de intrigas. En una misma caravela salieron los tres del Darien , no pasando niucbos dias sin que Oviedo conq)rendiese el ob- jeto de la expedición del capitán y del fraile. Juntos y amigos fueron, no obstan- te, basta la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española, donde se detuvo Ovie- do algunos dias, para recoger ciertos millares de pesos de oro que el tesorero Mi- guel de Pasamonle y los oficiales reales de aquella Isla enviaban al Rey Católico. Encomendáronle al mismo tiempo el mando de la nave que debia conducir aque- llos caudales , y dióle ademas el tesorero , para que al Rey los ofreciera en su nombre, seis indios caribes y otras tantas indias mozas, con treinta papagayos^ seis panes de azúcar, labrada en la Española, y quince ó veinte trozos de cañafis- tola; presente mas precioso en verdad por lo peregrino que envidiable por lo es- pléndido ^. Faltó paciencia al capitán Colmenares para esperar á Oviedo, y dioso luego á la vela , aprovecbando la partida de ciertas naves que volvian á España: no asi el franciscano Torres, quien abroquelado en el convento de su Orden que en la ciudad de Santo Domingo ya existia, averiguó entendido cuanto hizo Ovie- do, resuelto á seguirle en la misma caravela que él mandaba. Larga y trabajosa fué la navegación que lucieron, tardando setenta y cinco dias desde Santo Domin- go á la isla de la Madera , donde bubo de quedarse en tierra el religioso Torres, á causa del recio temporal que alli les sobrevino. Embarcado, sin embargo, á pocos dias en otra caravela , y no pudiendo resistir mas las molestias de tan pe- noso viage, pasó de esta vida, cuando tocábalas costas españolas, entrado ya en la babia de Cádiz. Seguia Oviedo entre tanto su derrota á España, y llegado á Sevilla en los pri- meros dias de diciembre, encaminóse sin dilación alguna á Plasencia, ciudad en que á la sazón se bailaba el Rey Católico. Tenia este determinado pasar á la ca- pital de Andalucía, á fin de reponer su quebrantada salud en aquel templado suelo ; y aunque recibió contento al antiguo mozo de cámara del príncipe don Juan, holgando mucho de las cartas y nuevas que le traia, asi como del presente «en sus viages avian hecho , por fé de los escribn- wnos, que yo avia enviado con cada capilan» (Hisl. gen. y nal. de Ind., 11." Parí., lib. X, cap. 9). y ((Pocos dias antes quel Calh(Jlico Rey don Fer- wnando pasasse desla vida, le Iruxe yo á Plasen- ))cia seys indios caribes, de los flecheros que comen »carne humana, seys indias mocas, la muestra del »acúcar que se comencaba á hacer en la Isla Espa- uñola , cañafistola y treynta papagayos» {Sum. de la Nat. Hist. de Ind., cap. 31; Colee, de Barcia). ((Me dio (el tesorero Miguel de Pasamonte) cartas (! ))Cr('dito y envió seys indios (i seys indias muy bien «dispuestos , ellos y ellas caribes , y muchos papa- Hgayos y seys panes de acucar, y quince ó veynle «cañutos de cañafistola , que {\x¿ el primer acucar y «cañal'istola que el Rey vido de aquestas partes y »lo primero que á España I'ul'» {Uist. gen. y nat. de Ind., 11." Parte, lib. X, cap. 11). DE GONZ. FERN. DE OVÍEDO. XXVII (l(í los indios caribes, azúcar, cañafisLola y papagayos, no quiso entonces oirle en las cosas que á la gobernación locaban , mandándole que diera al secretario Concbillos memorial de cuanto conviniese proveer, y que compareciera en Sevi- lla, donde seria oido y despacbado. Pidióle Oviedo licencia para visitar de paso á su familia, y dirigióse sin mas tardanza á Madrid, sabiendo en esta villa la muer- te del Gran Capitán, y llegándole dentro de breves dias la infausta noticia del fallecimiento de don Fernando , acaecido el 25 de enero ". Acaso bubiera bastado este fatal suceso para desanimar á cualquiera otro que en lugar de Oviedo se encontrara; pero resuelto, como estaba, aponer enmienda en los males de la Tierra-Firme, determinóse á partir para Flandes, con el inten- to de informar á don Carlos de todo cuanto tenia pensado decir al Rey Calólico. Estábanle en esta navegación reservados nuevos trabajos : embarcado en Porluga- Icte y arrojado por una borrasca á la costa de Laredo, tornó á probar fortuna, sin mas favorable éxito, pues que ya en mitad del camino, se vio forzado á dar la vuelta á España, no pudiendo tomar puerto basta la Coruña, desde donde le lle- vó su piedad á visitar la casa del Apóstol Santiago. «Dentro de tercero dia (escri- )>be) tornamos á la Coruña c nos embarcamos é seguimos la via de la canal de Flan- «des, y estando ya dentro della, nos dio tiempo contrario é nos sacó fuera ; ó con »mucho trabaxo é mayor ventura podimos lomar las islas de Gorlinga , y en una »dellas estovimos ocho dias, haciendo vida peor que la de las Indias, porque no »avia alli sino una forlaleca, ruinada y yerma, del rey de Inglaterra y qualro ó ))CÍnco chocas pajicas, é no tales como los buhíos de acá (de América) con mu- »clio. Con todo avia vino; pero tan caro y mas que aqui le bebemos. Tenian un «poco de harina, de que hecimos unas tortillas que cocimos en el rescoldo ó )>cenica : otra cosa de comer no la teníamos ; pero avia conejos é algunos balleste- »ros de la nao mataron algunos. Y en esta penitencia estovimos ocho dias ó diez, «esperando el tiempo; é viamos desde alli la isla de Inglaterra é seys ó siete lu- «garcs: é si por caso no pudiéramos aferrar aquellas isletas, fuéramos la vuelta de «Irlanda é pudiera ser que dende á un año no volviéramos á Flandes ^.» Cesó por último tan recio temporal, y aprovechándose del buen tiempo, pudieron to- mar tierra en Calés, encaminándose desde alli á Bruselas, á donde llegó Oviedo mediado ya el mes de agosto. Fué en esta capital bien recibido por don Carlos, quien enterado de su deman- da, ordenó al gran Canciller de Borgoña que le oyese; pero no atreviéndose este á proponer resolución alguna en asunto tan arduo como peregrino, dispuso el nue- vo rey que se diera orden á los gobernadores de España, los cardenales don fray Francisco Ximenez de Cisneros y Adriano de Ulrecht, para que examinasen el memorial por Oviedo presentado. Ordenaba también don Carlos, satisfecho de la conducta de esto leal vasallo, (pie se le pagasen los gastos, ocasionados en tan largo viagc, y que fuera igualmente gratificado por sus buenos servicios. Dióse 6 Mariana, ir!st. gen. de K!:pafía,\\b. XXX, cap. A IOS.— ///sf. r/cn. y nal. de Ind., U." Viwlc, lib. X, 27. — Carla de Oviedo, fecha 2o do oclubro -IüG?; capíUilo H. fíeal Acad. dclallint., Colee, de Muñoz , knii. 81, 7 llist. gen. y nal. de Ind. ni stipra. XXVIll VIDA Y I-SCRITOS Oviedo por conloiilo con oslo (l('s|)acliD, y cuando se preparal)a para volver á Castilla, deparóle la suerle al capilan Uodrigo de Colmenares, que se disponia landjien á dejar á Bruselas, remitido, como él, á los gobernadores di; España. Ha- llábalo Oviedo enfermo y menesteroso, y olvidando en aquel momcnlo la causa de su venida á Europa y su privanza con el Pedrarias, dolióse de su infortunio, llevándole consigo á Castilla y socorriéndole con mano generosa. Poco mas de tres dias duró esta vez la navegación (|uc antes liabia costado á Oviedo cuatro meses de trabajos y peligros *, no pareciendo sino (|ue el mar se ablandaba á sus ruegos, avivando asi la esperanza que le babian becbo concebir la conocida rectitud y acrisolada experiencia de Cisneros. Mas dominado este gran político por el |>ensamienlo de someter á un nuevo régimen la administración y gobierno de las Indias , enviando á aquellas parles los priores gorónimos de la Me- jorada , San Juan de Ortega y Montamarla ^, aunque puso Oviedo en sus manos la cédula del rey don Carlos y el memorial de las cosas del Darien , no obtirvo respuesta ni despacbo alguno , viendo con profundo dolor cuan infructuosos ba- bian sido lodos sus esfuerzos , para remediar los males que á la Tierra-Firme afli- gian. «Yo les di á aquellos reverendissimos Cardenales (exclama) la remisión y «memorial que be dicbo , y les supliqué que me oyessen , como el rey , nuestro )>señor , lo mandaba ; pero nunca fuy dcllos respondido ni oydo , ni despacbado en «cosa que tocasse á aquella tierra , ni á la paga é gratificación que Su Mageslad «mandó bacerme ; y assi la tierra se quedó con sus trabaxos y otros que se aug- «mentaron cada dia , y yo con los mios , y con mas de dos mil castellanos me- «nos que gasté en aquellos viages. ¡Sea Dios servido de todo *"!» Hasta aqiti las quejas de Oviedo. Pero no fueron los gobernadores mas accesibles á Rodrigo de Colmenares, quien advertido del poco efecto de los pasos del Veedor, y cansado de seguir inúlilmente la corte , quiso tentar fortuna por otra via, y abandonando los negocios del Pedrarias , se pasó al reino de Ñapóles. Tal fué el término (juc tuvieron aquellas negociaciones, en que animaba á Oviedo el noble deseo de la prosperidad de las ludias , y babia movido á los procuradores de Pedrarias y de Quevedo el interés particular de sus patronos ó la esperanza del propio en- grandecimiento. 8 (lEsíuve en esle camino quassi qualro meses ))c¡on de lo niismo al gran Clian do Borgoña , é fuy »é gaslé é trabaxé mas que si dos veces viniera «remitido al cardenal don fray Francisco Ximenez; «desde Sevilla á esta cibdad de Sancto Domingo : á «y porque no se lo remitieron á él solo, nunca quiso ))la vuelta torné , desde Gelanda á Portugalele , en »oyr nada , y porque estal)a ya puesto en enviar «tres diasi) (Hist. Gen, y Nat. de Ind. , ut supra), «ciertos frayles liierónimos, que nunca salieron de 9 Estos priores eran fray Luis de Figiicroa, fray «osla cibdad (Santo Domingo) ni entendieron cosa Alonso de Santo Domingo y fray Bernaldino de Man- «de la Tierra-Firme. ¡Mandó Vuestra Mageslad que zanedo ( Hist. gen. de la orden de San Gerónimo, «yo fuesse gratificado é se me pagassen mis gastos; por fray José de Sigüenza, 111." Parto, lib. I, cap. 2S). «pero tampoco se liizo esso como lo oiro: y porque •10 Hist. gen. de Ind., 11." Parte, cap. ii. «Yopre- «no me anduviesse diciendo verdades, quédeme con «sumí un tiempo de avisar á Vuestras Mageslades «avor perdido el tiempo , que fueron quassi tres «de muchas verdades, y hallé vivo al Rey Cathólico, Bai'ios , y con mas de mili é quinientos ducados de »de gloriosa memoria, en tiempo que si viviera mas, «mi hacienda gastados en caminos» {Carta al Real «yo'piensso que fuera muy servido délo entender; Cons. de Ind., fecha. 2o de octubre de 1537. Colee. «c murió dendc á poco , é fuy á Flandcs , é di reía- de Muñoz , tom. 81, A. 108). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XXIX Perdida ya la de alcanzar juslicia , y despechado del poco fruto de sus pretcn- siones, se retiró Gonzalo Fernandez al seno de su familia , resuelto acaso á re- nunciar para siempre al bienestar que le habia brindado América. Pero teníalo dispuesto la Providencia de otro modo. En setiembre de 1517 aportaba el nuevo rev á Villaviciosa de Asturias , y el cardenal Cisneros salía á recibirlo hasta Roa, donde le llegó un correo de don Carlos, mandándole que no pasara adelante. Fué este un golpe mortal para el octogenario arzobispo , que afligido , al verse trata- tado con semejante desden , cayó en tan hondo abatimiento , que expiró el 8 de noviembre del mismo año , tildando la posteridad con la nota de ingrato al prin- cipe , á quien habia conservado ilesa , en medio de los mayores contratiempos, la corona de sus abuelos. Andaba por este tiempo en la corte don Diego Colon, pleiteando con el fiscal del Consejo de Indias sobre los privilegios concedidos á su padre é invalidados por el acuerdo de Cisneros ; y llegado don Carlos á Cas- tilla , ya fuese en odio al mando del cardenal , ya por amor á la justicia , resti- tuyó á don Diego en las prerogativas del almirantazgo , y ordenó que volviesen á España los priores gerónimos. Alentado con esta determinación, dejó Oviedo su retiro , en el cual no habia por cierto desperdiciado el tiempo , aumentando y or- denando sus diarios , mientras ponia en castellano el peregrino libro de don Cía- riballe , que dos años después dio á la estampa en Valencia ". A principios de 1518 se presentó , pues, de nuevo en la corto con el mismo empeño que en 1515 le habia traido de América ; y aunque no existia ya el obs- táculo de los priores, gastó otros dos años con igual fortuna, hasta que en 1519 logró en Barcelona ser oido y bien despachado. Mas no sin que su natu- ral franqueza y desenfado le atrageran para lo porvenir duras é irreconciliables ojerizas. Hallábase en aquella populosa ciudad por el mismo tiempo el licencia- do Bartolomé de las Casas, procurando la gobernación del rio y provincia de Cu- maná en la Tierra-Firme : dolíase este clérigo , como se dolia Oviedo , del mal tratamiento que los indios recibian, y llevado de un celo verdaderamente evan- gélico , habia venido , como Oviedo , á querellarse y buscar el remedio de tantos males. Pero las Casas se apartaba del Veedor de las fundiciones del oro en que solo pedia este para el Darien un gobernador experto y justificado y un obispo que , ageno de codicia , pensara únicamente en reglar la conducta de sus cléri- gos, mientras pretendía aquel que se echaran de las Indias gobernadores, capi- tanes y soldados ; comprometiéndose á conservar la tierra de Cumaná en el ser- vicio y poder de los reyes de Castilla , sin mas aparato que unos cuantos ccnlc- i\ Es notable la aversión que manifestó después que dexassen de leer Gonzalo do Oviedo á los libros de caballería: no con- y también de se vender tentó con anatematizarlos en diferentes pasages de la essos libros de Amadís , ele. Hist. gen. y nat. de Ind. , como fabulosos y nocivos á la verdad, les dedica algunos recuerdos del mismo En la Estanza 10 do la III." Parle de las mismas género en los Off. de la Casa Real, exclamando en la Quiíiquagenas Iruona do nuevo contra los libros de Estanza H de la I." Parte do las Quinquarjcnas: caballería, cuya lectura debia eslar entonces en su mayor fuga. Sancto cons_ejo seria XXX VIDA Y ESCRITOS nares de sencillos lahiadores >, unos ciiiciicnlii cal»all(M'os de cruces rojas, (|uc sirviendo á los indios de escudo, amparasen Uunhien á los (jue dehian ciiUivar los campos '"^ Todo lo confiaba las Casas de la mansedumbre y natural bondadoso de los indios: Oviedo, que conocía su fiereza y que tenia inequívocos testimonios del terrible efecto de sus (leclias berboladas, lodo lo esperaba por el contrario de la prudencia de los gobernadores y capitanes, de la continencia y abnegación del clero, de la ausencia absoluta de los legistas, y finalmente de la disciplina de los soldados y de la morigerada conducta de los pobladores. Todo esto creyó logra- da el Veedor, respecto del Darien, con la nnierle del obispo Quevedo '^ y con el nombramiento de don Lope de Sosa , que debia reemplazar al Pedrarias en la go- bernación de Castilla del Oro; pero teniendo la doctrina del licenciado las Casas por aventurada y peligrosa á la quietud de las Indias, y no pudiendo consentir, como soldado, que se metiese a tratar del oficio de la conquista persona tan poco experimentada en aquel género de guerra , se opuso franca y enérgicamente á la pretensión del clérigo, manifestando que en lugar de convertir los indios, como pensaba , era aquello llevarles armas á su propia ¡ierra para fjue matasen á los cris- tianos Í7idefensos. La contradicción de Oviedo , á que se arrimó el voto de los con- sejeros de Indias y la opinión de cuantas personas respetables babian pasado al Nuevo Mundo , ofendió en tal manera al licenciado las Casas , que no solamente le vio desde entonces con declarada aversión , sino que ni aun después de su muerte llegó á perdonarle la ofensa de no baber pensado como él , respecto de la conquista. Bartolomé de las Casas triunfó, sin embargo, de sus opositores, merced al favor de Laxao y los privados flamencos ", viniendo al poco tiempo á mostrar la malha- 12 Oig'amos al mismo liccnciadü Barlolomé do las Casas narrar estos hechos , replicando á Oviedo y á Gomora, respecto de los misiüos: «Lo que en »esto hay (dice) es que para que los indios de aque- ))llas tierras (Cumaná) que lan escandalizados y mal- Mlralados estaban (hasta entonces no se habían re- iibelado) crcyessen y no pensassen que les avia ))dc faltar palabra por parle del rey nuevo que avia Dvcnido á reynar á Castilla, como muchas veces se »les avia quebrantado la fé y palabra en lo que les «prometían los españoles; paresciólc al clérigo que wassi como avia de certificar de parle del rey cosas «nuevas , como eran que avia sabido los escándalos ))y daños que avian roscibido y le avia pesado mu- ))cho dello , y que por tanto enviaba ú c'l para que »dende en adelante no luvíessen temor alguno que «les avia de suceder agravio de los pasados y que »cl los avia de defender; que assi convcrnía que «moslrasse el clérigo y los einqüenla que para ca- »balleros avia do escoger, ser gente nueva y dife- «renle délos pasados, y por aquella señal todos los «eonosciessen. Y porque no tuvo lugar de señalar »los einqüenla, como por la historia se ha visto, no «dio la cruz a alguno : él se la puso, etc.» (Ilist. gen. de Ind., lib. III, cap. lüfl). i3 «Don fray Juan de Quevedo (escribía el Vee- dor, refiriéndose al año de líilO) era llegado á Es- «paña , el qual me escribió que le atendiesse en la «corle, y assi lo hice, porque me holgara yo mu- ))cho de decir en su presencia lo que avia dicho «en Flandes é en el Consejo : c llegó á la corte , y «desde á muy pocos días murió cerca de Barce- lona«. {Ilist. gen. y nal. de Ind., 11." Parle, lib. A', cap. 1 1). 14 «Quedaron también (observa las Casas) hu- «miilados Gonzalo Hernández de Oviedo y los de- «mas que avian partido entre sí la tierra que al clé- «rigo se avia encomendado , mayormente Oviedo, «que por ser tan del obispo, pensaba tener en el ne- «gocio mas parte» {Ilist. gen. de Ind., lib. III, capi- tulo 141). El obispo Fonseca era proiccior del Pedra- rias, y Oviedo habia venido á denunciar las arbitra- riedades y tiranías de este. ¿Cómo, pues, habían de ser tan amigos el Veedor y Fonseca?. . . Barlolomé de las Casas añadía en otro lugar, hablando do sus pa- trocinadores : «Tornado avia el rey á aquellos rey- «nos , y con él eran venidos los caballeros y priva- ))dos que lo avian favorescido ( al clérigo ) ; y cslo «paresció después , porque los mismos , desque su- «píeron lo que le avía suoedido (su perdición y de «los suyos en Cumaná), lo escribieron que tornasse «allá (á la corte), y que lernía mas favor para con c) «rey que antes avía tenido; y el mismo Papa Adria- «nolambicn le mandó escribir; sino que llegaron las DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XXXI díula suerte de los que osaron seguirle, el lundanienlo de los temores de Oviedo ". Había este solieitado entro tanto la gobernación de la nueva provincia de Santa Marta, una de las tres en que acababa de ser dividida Castilla del Oro, obtenién- dola sin otra dillcullad, en pago de sus largos servicios; pero deseando como las Casas, que cesaran las violencias cometidas contra los indios, pidió, llegado el momento de las capitulaciones, que se le concedieran cien bábitos de Santiago, los quales liabian de recaer en otros tantos liijosdalgo de conocido y antiguo lina- ge . Proponíase Oviedo por este camino que fuesen los indios bien tratados y redu- cidos á la fé católica, poblándose la tierra de hombres de honra xj de buena casia, los cuales con esperanza de los bábitos y beneficios á ellos anexos, mirasen con amor la provincia y curasen de su prosperidad, como de cosa propia *^. A esta de- manda se opusieron algunos consejeros de Indias , declarándola perjudicial á los intereses y dignidad del trono, puesto que podria llegar á bacerse en aquellas parles muy poderosa la Orden de Santiago , y no estaban aun muy lejanos los tiem- pos en que era temida de los reyes su inlluencia. Pero Oviedo, que ó no alcanza- ba entonces la fuerza de estas razones políticas , ó creía firmemente que era aque- lla la única manera de lograr la fácil conquista y quieta posesión de tan belicosas regiones, insistió en su propósito, renunciando por último la gobernación de San- ta Marta, luego que bubo de convencerse de que no venia el Consejo en conceder la petición de los bábitos. Mas si no quedó en esta parte enteramente satisfecbo de la corle, dábanle motivo para no tener queja las diferentes cédulas que respecto del Darien Iiabía alcanzado. Nombrado ya gobernador Lope de Sosa , procuró quitarle el estorbo del consejo de los oficíales reales, y obtuvo la conqietente cédula para que gobernase solo: convencido de que la insaciable codicia de los mismos oficiales era causa de ve- nalidades , vejaciones y escándalos , logró que se les vedara lomar parte en lodo género de grangerias; sabeedor por experiencia propia de que la ninguna respon- sabilidad de los quilatadores del oro daba ocasión á continuos fraudes, Iiízo que se expidiera cédula real, para que no tuvieran hs puntas ni q\ toque, sin fianzas. Ninguna ley reconocía la casa de fundición del oro, y quedó por su celo sujeta á previsoras ordenanzas , gozando al mismo tiempo de amplios fueros : quejáronsele los pobladores del Darien del crecido derecho de almojarifazgo y recabó la fran- quicia de cuatro años para toda la tierra: parecíales, finalmente subido el diezmo del oro de las minas, y tuvo Oviedo la fortuna de reducirlo al quinto en el espacio de cinco años. Regidor perpetuo de Nuestra Señora del Antigua, escribano gene- ral de la provincia, receptor por S. M. de las penas de Cámara; he aquí los car- gos y mercedes, que en desagravio de los pasados sinsabores, se concedieron á fines de 1519 al Veedor délas fundiciones del oro de la Tierra-Firme"; man- dándose al mismo tiempo á todos los adelantados y gobernadores de las Indias Hcarlas qiiandoyanopodia dclcrminarde si» {Hist. 10 Ilist. gen. y nat. da Ind., U." Parto, I. VIF, gen. de Ind., lib. III, cap. dS9). c. 1 y 4. Vi Véase el cap. 5 del lib. XIX de esla 1.= par- 17 Ib. [\? Parlo, lilj. X, cap. lí. le de la IIM- gen. y nal. de Ind. XXXII VIDA Y ESCRITOS que le ilioscn relación verídica de sus hechos, á fin de que pudiera dar cima á la Historia General, (jue lenia comenzada. Disponíase va á dejar la corte, donde se hallaba coiiírrcfíado todo lo mas ilustre de España, para l'elicilar al nuevo Uey de romanos, á tiempo que IIcító á Barcelona la noticia de haber de^follado el Pedrarias, como traidor, y coníiscado sus bienes al adelantado Vasco Nuñez de Balboa. Exagerados por el Gobernador los crímenes que á esle alentado descubridor y sus cómplices se achacaban , y abultadas por demasías riquezas que se les suponían, pues (pie hubo de creerse en la corle que pasal)an de cien mil pesos de oro, expidió el Consejo de Indias cédula á favor de (íonzalo de Oviedo, para que tomara cuentas y cobrase los bienes de aquellos sentenciados "; mandando por otra, dada en Mohns del Rey el 24 de diciembre, que se le abonaran 15,000 mrs. para ayuda de los gastos de su pasage y el de su familia *'. Despachado en esta forma, partió por último de Barcelona, y ve- nido á Madrid , dispuso lo conveniente para el viage , en que debian acompañarle su muger, dos hijos y ocho criados^. Con esta pequeña comitiva salió de Madrid por marzo de 1520, embarcándose en Sevilla á principios del siguiente abril en la caravela del maestre Pedro Rodríguez , y dirigiéndose á la Gran Canaria , en busca del nuevo gobernador Lope de Sosa, que había tenido antes el mando de aquellas islas. Supo alli Oviedo que esle celoso caballero iba ya adelante con los oficiales de justicia que al Darien llevaba, y tornóse luego á lámar, para seguir- le, logrando tan próspero viento que, habiendo locado en la isla de Santo Do- mingo , donde le detuvo ocho dias un inesperado y poco gralo accidente ^' , arri- bó al puerto de San Juan en la noche del 24 de junio. «Halle alli (escribe) otra ))nao, déla qual supe la muer le de Lope de Sosa, cjue yo sentí en el ánima, por- «que me hallé é tuve por mas preso que si me viera en tierra de moros; porque »en la verdad yo había procurado y hecho todo lo que en mí fué para que Pedra- »rias fuese removido. E no me engañé en ello, ni me desembarcara, si no hiera ))por mi muger é hijos; pero cómo no pude hacer otra cosa, atendí á me enco- «mendar á Dios y esperar su socorro: que otro no lo lenia -^'>. De esta manera, cuando iba á recoger el fruto de sus largos trabajos, cuando daba por realizada la salvación del Darien, veía desvanecidas todas sus esperanzas, encontrándose en situación mas comprometida y arriesgada que en 1515. Mas ya estaba jugada la suerte, y no era posible volver un paso atrás: Oviedo envió el siguiente dia un criado suyo al Pedrarias para noticiarle su arribo ; y al saberlo, dispuso el gobernador que salieran á recibirle el bachiller Diego del Cor- 18 Informe dado por Oviedo al Consejo de In- do en 1S20 á la Tierra-Firme, y hallándose en dias en 1324 sobre Pedrarias y su gobierno {Real aquella ciudad alojado en una posada, en cuyo cor- Acad. de la Hist. , Colee, de Muñoz. A. 103). ral habia algunos de los referidos manzanillos, co- 19 Esla cédula fué obedecida por el tesorero mieron sus dos hijos de las almendras y purgaron Malicnzo en 2 de marzo de 1520. {Real Acad. de la lanío que cayeron desmayados, llegándose á dudar Hist., Colee, de Muñoz, tom. 8a). de sus vidas {Hist. gen. y nal. de huí., 1." Parle, 20 Ced. de 2í de Diciembre, ut supra. lib. X, cap. 4). 21 Al describir Oviedo los manzanillos ponzoño- 22 ///*(. gen. y nal. de índ. , W.' Varíe , lib. X, sos de la isla de Sanio Uomingo, refiere que vinien- cap. 14. DE GON. FERN. DE OVIEDO XXXIII ral y Diego de Maldonado , para asegurarle de su benevolencia y amistad, mani- festándole que holgaba mucho de su llegada , y que le honraria y ayudaria como á propio hijo ú hermano *'. Con esta seguridad, aunque no sosegado del lodo, saltó Gonzalo Fernandez en tierra , dirigiéndose inmediatamente á la ciudad , pa- ra visitar al Pedrarias, quien pasó en cambio á la posada en que la muger del Veedor se habia hospedado , á prodigarle toda clase de corteses cumplimientos. Presentó después Oviedo las cédulas y provisiones del Real Consejo de Indias, y aunque se dio el Pedrarias por servido de la relativa á su gobierno, que no se ha- bia por cierto ganado para él ; aunque Diego del Corral y los regidores , cuvos nombramientos perpetuos llevaba, manil'estaron no poca sorpresa a vista de tales mercedes, no solamente esquivaron el dar á Oviedo las gracias por ellas, sino que ni aun le satisficieron los derechos del despacho de los correspondientes tí- tulos. En tanto los oficiales reales , á quienes se cerraba el camino del logro, prohibiéndoles lodo linage de grangerias , recibieron al nuevo regidor, si no con abierta ojeriza, al menos con poco disimulado desvio. Estas ostensibles muestras de desafecto causaron en Oviedo hondo disgusto , confirmándole hasta cierto pun- to en sus recelos ; y añadiéndose á tísdo la desgracia que dos meses después de llegado al Darien le sobrevino, perdiendo uno de sus hijos, que apenas contaba ocho años, estuvo muchas veces ilclcrminado de tomarse á España en la misma nave que le huhia llevado, y lo hubiera sin duda puesto por obra, si la necesidad y la vergüenza no se lo estorbaran. Pero si hasta entonces solo hablan dado el gobernador y los oficiales leves indicios de su encubierto enojo, bien pronto vino su conducta á poner á Ovie- do en el trance de arrostrar públicamente su enemistad y malquerencia. Era Santa Maria del Antigua cabeza de Castilla del Oro, y en tal concepto habia pro- curado el Veedor que recayesen sobre esta ciudad las franquicias v mercedes otorgadas por la corte; pero ya porque no convenia al Pedrarias ni á los oficiales la vigilante fiscalización de Oviedo, quien reclamaría en todo caso el ciunplímien- lo de las reales provisiones , ya porque en odio á Vasco INuñez de Balboa inten- tara el gobernador despolilar aquella comarca , ó ya en fin porque urgía á unos y oíros recoger los despojos de la costa del Sur, para ponerlos en salvo, antes que viniese otro gobernador de España; resolviéronse á trasladar á Panamá el asiento de la gobernación, reduciendo casi á la impotencia al Regimiento del Darien, pues que el tesorero Alonso de la Puente y el contador Diego Márquez eran regidores perpetuos de los nombrados á solicitud de Oviedo. Requirió este á Pedrarias, ma- nifestando los daños, que al procomunal y al servicio de los Reyes con semejante determinación se ocasionaban; mas no bastaron reflexiones para retraer al gober- nador y oficíales de un intento, á que los inclinaba su insaciable codicia. Pedra- das dejó por su teniente en el Darien á Martín de Estete, hombre de ninguna experiencia en letras ni en armas, casado con una ciiada de doña Isabel de 11o- badilla, muger del mismo Dávila. 23 Ut suvra TOMO I. 5 XXXIV VIDA Y ESCRITOS Kl resiiUado de csla desacertada resolución no pudo ser mas falal al Darien: al- zóse la tierra con los desafueros de Esleto, y viéndose reducidos los españoles casi al recinto de la ciudad, comenzaron á abandonarla, temerosos por una parle de comproineler sus haciendas, y llamados por otra de los nuevos repartimientos que en Panamá les hacia el Pedrarias. Pero asi como iba creciendo el número de los que desamparaban la tierra, asi se aíirmaba Oviedo en la determinación de protegerla , y mientras los mas llegaban hasta el punto de arruinar las casas alli labradas, se empeñaba en fabricar para sí una tal y tan costosa que ninguna has- ta aquel tiempo habia en la Tierra-Firme como ella ^\ Entre tanto llegó á Pana- má el oro recogido en la parle del poniente, y deseando el Pedrarias fundirlo y (¡uin- tarlo, mandó á Oviedo que se presentara en aquella ciudad á ejercer su oficio, saliendo con este intento del Darien en agosto de 1521. No quiso el Ayuntamiento perder esta ocasión de reclamar la observancia de las últimas reales cédulas y provisiones que hablan ya caido en desuso, y para este efecto dio á Gonzalo de Oviedo poder bastante, seguro de que no habia de faltarle resolución en seme- jante demanda. Asi sucedió por cierto: verificada la fundición y sacado el quinto de la corona, requirió el Veedor nuevamente al Pedrarias, haciéndole responsa- ble de todos los males que aquejaban al Darien y declarando, en nombre de su Ayuntamiento, que por su causa se despoblaba y perdia aquella ciudad, la mas principal y rica de cuantas existían en la Tierra-Firme. Tomó Oviedo testimonio público del requerimiento, y disponíase ya á tornar al Darien, cuando escogitado el medio de comprometer y arruinar al Veedor , cuya integridad y firmeza de carác- ter tanto le ofendían, le propuso Pedrarias Dávila hacerle su teniente, con lo cual se daría la ciudad por contenta y se sostendría la tierra , puesto que él no podía por entonces abandonar aquellos mares. No desconoció Oviedo el lazo que se le armaba ^*, y aunque dudó primero si aceptaría cargo , en que no era posible ganar mucha honra, acordándose de que aquella ciudad se despohlaria enteramente , yper- deria él su hacienda, si no habia quien de ella se doliese, se resolvió al cabo á ser- vir la tenencia, en nombre de S. M., reservándose siempre sus oficios de Veedor de las fundiciones. Regidor perpetuo y Receptor general de la real cámara y fisco. A principios de noviembre del mismo año volvió, pues, al Darien, hecho ya capitán de aquella comarca, donde le estaban aparejados nuevos quebrantos. Aco- metida su muger de aguda fiebre, durante su ausencia, apenas llegó á tiempo pa- 24 «Yo hice una casa en la cibdad de Sánela nMaria del Antigua del Darien que me cosió wmas de 1 ,500 pesos de buen oro , en la cual se pu- wdiera aposentar un príncipe, con buenos aposen- »los allos é baxos é con un hermoso huerlo de mu- nchos naranjos é oíros árboles , sobre la ribera de »un gentil rio que pasa por aquella cibdad» (Hist. Gen. y Nat. de ¡nd., 1." Parle , lib. VI , cap. i). «É «assi como otros la desamparaban (á la ciudad del «Darien) comencé yo á labrar é dexé la traza é di- «neros á mi muger para que hiciese mi casa» (Hist. Gen. y Nat. de Ind., IV Parle, lib. X, cap. 14). 25 «En la hora que se me dio la provisión (dice wOviedo) por la qual avia de gobernar aquella cib- »dad é ser capilan de aquella provincia, dixo Pe- ndrarlas á algunos que por mi mal avia tomado «aquel cargo; y assi fué ello, porque mi condición »de hombre libre no pudo comportar cosas feas ¿ «torpes» (Uist. Gen. y Nat. de tnd-, ut supra). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XXXV ra cerrarle los ojos, siendo imponderable la tristeza que produjo en él tan impre- visto acontecimiento. «Con el dolor de pérdida tan triste para mí (exclama), «transportado é fuera de sentido, viendo muerta á mi muger que yo amaba mas »que á mi, estuve para perder el seso, porque demás de tan dulce compañia v ser »mi desseo vivir en el estado matrimonial, como cristiano, no era acostumbrado á ))las mancebas que mis vecinos tenian y aun algunos duplicadas*®.» Rendido, no obstante, aquel justo tributo al amor conyugal, pensó Oviedo en las cosas de su tenencia, con el firme propósito de cortar de raiz los envejecidos abusos y castigar severo los crímenes que diaria é impunemente se cometían. Persiguió, pues, á los amancebados; probibió los juegos de naipes, mandando quemar por mano del pre- gonero todas las barajas que se encontraron en la ciudad ; castigó á los blasfemos; amonestó y multó á los escribanos públicos para que se abstuvieran de sus fraudes y rapiñas, y defenitíó bajo graves penas que se maltratasen las mugercs indias, cargándolas como acémilas; adoptando otras disposiciones no menos acertadas *^, que si bien merecieron la aprobación de los bombres bonrados, comenzaron á grangearle el aborrecimiento de los malos y viciosos. A tal punto los habian lleva- do la impunidad y falta de justicia de las pasadas gobernaciones! Mas si solícito se mostró el Veedor en cuanto á la moral y á las buenas costum- bres tocaba, no desplegó menor actividad en cuanto á la prosperidad material se referia. Después de concertar la mayor parte de las diferencias que sobre deudas existían entre los vecinos, poniendo de su casa mas que palabras, para avenir y amistar las partes ; después de establecer de su propia bacicnda el abasto de car- ne para la ciudad; y finalmente, después de baber sometido la limpia del oro á régimen menos duro, procuró abrir pacíficamente el comercio con los indios cari- bes , logrando en pocos meses que armasen á su ejemplo no pocos vecinos del Darien piraguas y caravelas , para segundar su industria ; con lo cual se recogieron en la ciudad mas de 50,000 pesos de oro, sin riesgo alguno de los españoles y con beneplácito de los indios. Pero al mismo tiempo que estas nuevas exaspera- ban en Panamá la codicia y saña del gobernador y los suyos , ofrecíales la justifi- cación de Oviedo frecuentes ocasiones para desautorizarle y malquistarle. No ba- bia delincuente que se acogiese á Panamá, que no obtuviera impunidad completa: no liabia penado (pie apelase de las sentencias del Veedor, que no lograra ser ab- suelto y premiado con heredamientos y distinciones. Por esta senda se víó en breve personalmente odiado de cuantos malbecbores vagaban por aquellas partes, sin que le sirviese de escudo el asentimiento de de los buenos *\ Y no fueron por 26 Ib. 27 Una de las ordenanzas mas provechosas á la ciudad y provincia del Darien, fué sin dúdala que hizo Oviedo para exterminar los tigres que in- feslaban aquellas comarcas con grave daño de los g-anados, oblcniondo el mejor resullado de este acuerdo. Al (¡ue presentaba la cabeza de un tigre, se le daban cuatro y cinco pesos de oro {Surn. de la Nat. Hist. de Ind. , cap. ii : Hist. Gen. y Nat. dernd.,l.' Parle, libro XII, capitulo 10). 28 a Junto con esto (escribe Oviedo hablando ))de su gobernación) fuy temido juez, por no haber «disimulado los pecados públicos , ni dexado de ha- »cer justicia , aunque templada fuesse; é cada uno ))saliia que no tenia nada en mí para se quedar sin »pena é moderada corrección, si culpado fuesse: ))de lo qual no poca indignación contra nn' formaron «algunos, porque al que yo castigaba, si apelaba, XXXVI VIDA V KSCRITOS ciorto los clérigos, que tan siioUos aiidiihan dosilo la prolacia de don fray Juan deQucvedo, los que menos odio nioslraron contra el Veedor, no pudiendi) sufrir que un soldado osara amonestarles y reducirlos á prisión, para que se apartaran de los escándalos carnales y de las vedadas rapiñas. Juan l*erez de Zaldiiendo, deán de Santa Maria, hombre de pocas letras y de menos honestas costumbres, to- mando por suvas las ofensas del clero, en el cual contaba deudos muy cercanos, V (>ristóbal Muñoz , escribano á quien Oviedo pcrseguia, como Receptor del lisco, fueron, pues, los cabezas de aquella especie de facción que contra él se levantaba, ai;!mada de profundos é inestinguibles rencores, y que solo podía darse por satis- fecha con su ruina y muerte. Brevemente salieron á plaza los tenebrosos planes que contra el Veedor se fra- guaban. Alzados en los bosques y montañas desde las entradas del bachiller Cor- ral y la tenencia de Estete, negábanse los caciques de Bea, Corobari y Guaturo á acudir con sus rentas al fisco y á los comendadores, llegando á tal extremo el desprecio de los cristianos, que dio el primero cruel muerte al capitán Martin de Murga, quien, desoyendo los avisos de Oviedo, y fiado en las promesas del caci- que , habia osado penetrar en el interior con otros cuatro españoles, que fueron asimismo alevosamente asesinados. Quiso el Veedor lomar enmienda de aquel desacato, recelando que la impunidad ensoberbeciera á los caciques, y dispuso luego que el capitán Juan de Ezcaray, con hasta cuarenta hombres, fuese á cas- tigar aquella ofensa y rebelión de los indios. Mas cuando ya se apercibian para salir los españoles del Darien , fué esta resolución públicamente contradicha por el bachiller Corral , que acordado con Zalducndo y Muñoz , y deudo cercano de los caciques de Bea y Corobari ^, procuraba por una parte evitar la perdición de los indios, labrando por otra la de Oviedo. Inútiles fueron los esfuerzos de este para que la expedición por él acordada, partiese contra el cacique de Bea: el deán , el escribano y el bachiller trabajaron de manera que los cuarenta soldados que antes se habian ofrecido voluntarios para la interpresa , llegaron á amotinar- se contra su capitán , quien presentándose á Oviedo le dijo : « Señor , espantado «estoy de tanta mudanca como hay en esta cibdad, porque ayer todos estaban »de buen propóssito , y en esta noche passada han mudado la voluntad y paresce «que los llevan á la horca, é no veo hombre en dispusicion de ir conmigo '"». Disimuló el Veedor, forzado de la necesidad, aquella abierta rebelión, no sin que diese orden para procesar y descubrir á los promovedores de ella; y cómo resul- tara ser uno de los principales el bachiller Corral , á quien los testigos cargaron de otras muchas culpas, temeroso de que hallara absolución en el tribunal del Pedrarias, determinóse , con el acuerdo del licenciado Sancho de Salaya, que iba »le absolvía el gobernador y le daba dineros» (//¿sí. que Oviedo habla tomado de castigar á los caciques Gen, y Nat. de Ind., 1.^ Parle, Wh. X, cnpresenc'a, dixe que bien parescia que lodo aque- «sado , y dixo que quando avia procurado de vivir ))llo era fabricado por el doahD (Utsupra.). «conmigo, era por me matar durmiendo ó como me- 33 Refiriendo Gonzalo Fernandez la confesión «jor le parescicsse » (Hist. gen. y nal. de Ind. , li- de Simón Bernal , se expresa asi : «Confesó su de- bro X, cap. 19). DE GON. FERN. DE OVIEDO. XXXlX Mgaba, porque me páresela que era buena persona aquel, para quien me pedia la «vara del alguacilazgo. Y en csle instante llegó por detras el Simón Bernal con ))un puñal luengo y muy alilado, aunque Iraia otra espada ceñida, é dióme una »gran cuchillada en la cabeca y descendió cortando por debaxo de la oreja sinies- )>tra é cortóme un pedaco grande de la punta é huesso de la quixada y entró hasta (¡media mexilla , é fué tan grande é honda la herida que me derribó é dio conmi- »go en tierra; y al caer dióme otras dos cuchilladas sobrel hombro izquierdo; é »todo tan presto que antes que el alcalde le viesse ni yo me reconosciesse , era «hecho lo ques dicho. Y el malhechor echó á huir la calle adelante, no querién- ))dose acoger á aquella iglesia, á par de donde estábamos (porque si alli se entrá- wra, fuera preso), sino fuesse á la Iglesia Mayor, donde el deán y otros clérigos, ))sus amigos é valedores le aiendian, para le favorescer, como lo hicieron. Assi «cómo cay en tierra atordido, dixe: Vcilgame la madre de Dios; y miré atrás é «vile aleado el puñal, é dándome priessa á levantarme, dixe: ¡Oh Iraxjdor! ¿por- »qué me has maerlo?... E puse mano á la espada que tenia ceñida debaxo de una «loba cerrada que tenia vestida, tomando el pomo por encima de la ropa, medio «sin sentido, é tal que no conosci bien al que me hirió por la turbación de la vis- »ta.... E estando de esta manera herido, me llevaron á mi casa é pedí á mucha «priessa un confesor, porque conosci bien el peligro en que estaba : é venido un «barbero cirujano, cómo me vido, no me queria curar, é dixo que para qué avia »de curar un hombre muerto; é con importunación de los que alli estaban, me cu- »ró , sin esperanca de lodos los que me vieron que pudiesse vivir tres horas. E yo «no sentí la cura ni hablaba : é desde á mas de cuatro horas que estaba curado é «echado en la cama, volví á tener algund sentido é torné á pedir el confesor, é «me confesé é dixe por auto ante un escribano que perdonaba, é perdoné á quien »me avia muerto é á todos los que en ello avian seydo, porque Dios me perdo- «nasse á mí , pues se puso en la cruz por mi redempcion y de todos los peca- «dores» ". Con asombro de sus enemigos que le daban por muerto , sanó en breve el Veedor de las heridas, no sin que en lo mas recio de su dolencia protestara ante el escri- bano Pedro de Rojas que habia ido al Darien á publicar la primera residencia del Pedrarias , para que si no podia presentarse en ella al tiempo señalado, no se si- guiera perjuicio á sus intereses ni á los del fisco, pues que subían á 10,000 pesos de oro los cargos que contra el gobernador formulaba. Restablecido al fin, vióse á poco sujeto á juicio de residencia , la cual fué pregonada en el Darien por Juan de Carvallo , á quien hizo el gobernador su teniente , porque sabia que no era de- voto del Veedor, el cual le habia multado y perseguido por varios delitos. Diez mil pesos de oro exigió Carvallo de fianzas á Gonzalo Fernandez de Oviedo, para seguridad de su persona, no pareciendo sino que, al estrecharle de este modo, se procuraba incitarle á la fuga ; pero cómo no podia allegar aquella suma tan cre- cida, ni se tenia tampoco por culpado, dejóse echar grillos dentro de su propia 34 Ib., cap. 17. XL VIDA Y ESCRITOS casa , qiiodando oii ella reducido á prisión , liasla que viéndolo flaco y enfermo, es ofreció el mismo teniente á (juitarle los hierros, obligándolo en cambio á deposi- tar 1,000 pesos de oro, con la pena de pagar otros 5,000, si (¡uebranlaba la clausura. Venido por último el juez de residencia, que lo era el licenciado Juan Uodri^uez de Alarconcillo, contestó Oviedo victoriosamente á todos los car- gos que se le hacian , siendo de ellos absuelto, cou no poco despaclio de sus ene- migos, quienrís después délo pasado, osaron todavía pedirle en nombre del bachi- ller Corral sesenta marcos de oro, en desagravio de los perjuicios que le habla causado en su hacienda, con remitirlo á España. Nada se atrevió á fallar Alarcon- cillo sobre este punto, y ya fuese por seguir la justicia, ya porque el bachiller Corral se hallaba en la corte, acordó enviar esta causa al Real Consejo de Indias, asi como otro proceso, instruido <á solicitud de una muger, <á la cual mando Ovie- do azotar y sacar los dientes, como perjura ^'. Vagaba entre tanto por aquellos contornos cl asesino Simón Bernal, echado por Zalduendo y sus amigos de la iglesia (que no otro pago tienen los traidores) y sentenciado por los alcaldes del Darien á ser mutilado de la mano derecha y del pié izquierdo. Oviedo que en ol primer momanto le perdonó generoso, agraviado de nuevo por la conducta de sus enemigos, mostróse parte en la causa, y acudió para que le hiciera justicia al juez Alarconcillo, quien atendidas las graves cir- cunstancias del crimen, revocó aquella sentencia de los alcaldes, fallando el pro- ceso en rebeldía y condenando á Bernal al último suplicio , con perdimiento de sus bienes. Supo luego el asesino cuanto ocurría, y mas sañudo contra el Vee- dor, juró darle muerte en su propia casa; pero traíale la Providencia por este camino á pagar todos sus delitos, pues avisado secretamente de su intento, no solo desbarató Oviedo todos sus planes , sino que resuelto á apoderarse de él, para lo cual obtuvo el mandamiento oportuno , dióse tales trazas , que le encon- tró al cabo, metido dentro de una pipa, en cierta nave que iba á hacerse en aquel instante á la vela para Janiáyca. No dejaron cl deán y sus consortes de moverse para impedir que le sacaran del Darien, pero sin fruto alguno: con- ducido á la villa de Acia, confesó plenamente su crimen, con lo cual dio Alar- concillo sentencia delinítiva, confirmando la de los alcaldes de Santa María del An- tigua, que fué sin mas ejecutada, á los ocho meses no cabales de cometido el ase- sinato. Simón Bernal murió á los tros días en la Ccárcel, á donde le volvieron para el pago de las costas ^°. No habían trascurrido veinte y cuatro horas de la ejecución, cuando tuvo Oviedo nuevo aviso del género de amistad que el gobernador le profesaba. Noti- cioso este de que Bernal había sido apresado y de que era Alarconcillo el juez de la causa , envió á toda prisa un corroo , mandándole que se inhibiese de ella , y .35 Esta mugfiT habla dclalado á su marido co- pilulo 19 del libro X, de la 11." Parle, que ya hemos mo asesino, sin probarle el crimen de que le acu- cilado repelidas veces, y al cual reniilimos á los lec- saba {Ib., cap. -JS). lores; no creyendo oportuno recargar estos pasages 36 Oviedo rclii're menudamente lodas las cir- con la repetÍLÍon de aquellos pormenores , sin que cinislancias de la prisión de Simón Bernal en cica- lográramos tampoco dar mas interés á este escrilo. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XLI avocándola á sí , como juez y autoridad suprema oii aquellas parles. Tarde vi- no sin embargo esta diligencia , bien que el mensagero traia andadas cuarenta leguas en poco mas de diez y seis horas ": cuando llegó á la villa de Acia, ha- lló al licenciado y á Gonzalo de Oviedo, que saliendo de misa, pasaban casual- mente delante del palo en que se veian clavados el pié y la mano del asesino , y (pie era por cierto el mismo, donde pocos meses antes se contemplaba con asom- bro la cabeza del ilustre descubridor Vasco Nuñez de Balboa. Mandó Alarconcillo leer públicamente aquella orden del Pedrarias, y declarando en el acto que se apartaba del proceso , en cuanto al descubrimiento y castigo de los cómplices, pidió Oviedo testimonio de esta declaración, protestando en debida forma contra el procedimiento del gobernador, á quien hizo responsable de los daños y perjui- cios que se le ocasionaran, los cuales montaban ya á dos mil pesos de oro. Mas perdida toda esperanza' de justicia, cansado de sufrir persecuciones, y expuesto á cada instante á nuevas asechanzas, resolvióse Oviedo á recurrir al Real Consejo de Indias , y recogiendo secretamente parte de su hacienda y toda su familia (que ya habia contraido nuevo matrimonio), se embarcó el o de Julio de 1525 en el mismo bergantín que le trajo del Darien, y pretestando dirigirse al ¡Nombre de Dios, torció el rumbo hacia la isla de Cuba, alejándose de aquellas costas, teatro de sus trabajos y desgracias , con el mismo deseo y la misma esperanza que en 1515. Pero no habian sido estériles aquellos tres años para sus empresas literarias: en medio de las penosas tareas de sus oficios ; entre el cúmulo de contratiempos que le sobrevinieron ; enfermo , perseguido y despechado , hallaba siempre Ovie- do placer y contentamiento en sus tareas históricas, siendo verdaderamente pro- digioso el tesón con que las proseguía y el fruto que óblenla de sus vigilias. Cuan- do se embarcaba en el puerto de Acia , era acaso su mayor cuidado el de poner en salvo sus numerosos manuscritos , entre los cuales contaba ya la crónica y vi- lla de los Reyes Católicos, que insertó después en su Cattllogo llcal de Castilla y la Ilisloria general y natural de Indias, comprensiva de todos los acontecimientos acaecidos hasta el año de 1525, en que se hallaba ^^ 37 Replicando cl mensagero de Pedrarias Dávila al licenciado Alarconcillo que al recibir la orden del gobernador, le reprendió por haber llegado larde, creyendo que se habria dormido en el camino, dijo: <(S¡ me he dormido ó no mande Vra Mrd. que se )inic dé por (estimonio á qué hora llego aqui; por- ))que pueden ser tres ó quairo horas que amáneselo »á después de vísperas parlí de Panamá» {¡¡ist. gen. y nal. delnd., 11/" Parte, lib. X, cap, )9). 38 Cuando en 1523 presentaba Oviedo al empe- rador Carlos V el Sumario de la Natural Historia de las indias , decía , hablando de sus trabajos lite- rarios; «Distinguiendo la crónica y vidas de los Ca- nthólicos Reyes don Fernando y doña Isabel, de glo- «riosa memoria , hasta cl fin de sus días , de lo que «después de vuestra bienaventurada sub9es¡on se ))ha ofrescido». Estas palabras de Oviedo han dado TÜ.MÜ I. sin duda motivo á que el erudito anglo-amerlcano Mr. George Ticknor tenga por obras distintas y es- peciales las Crónicas no completas de los Reyes Ca- tólicosy de Carlos V; pero debe advertirse que estos trabajos forman parte, según queda notado, del Ca- tálogo Real de Castilla, en que so ocupaba Oviedo desde 1503. Al final del Sumario observa: uYo he «escrito en este breve sumario ó relación lo que de «aquesta Natural historia he podido reducir á la «memoria y he dexado de hablar en otras cosas niu- «chas, de que enteramente no me acuerdo ni tan al «propio, como se pudieran escrcbir, ni expresarse tan «largamente, como están en la General y natural nhistoria de Indias , que de. mi mano tongo cscrip- «ta... lo qual tengo en la cibdad de Sancto Domingo «de la Isla Española, ctc.« {Ilisíoriad. primit. de las Ind. occid., por don Antonio González Barcia , t. 1), ü XLll VIDA Y ESCRITOS 111. Peligroso viaije de Oviedo. — ■Preséntase en la corle. — Su acusación conlra el Pedrarias. — Conlradiccioii del hachillcr Corral y doña Isabel de Bobadilla. — Ofrécele el Consejo de Indias la gobernación de Sania Marta. — Pichúsala y obtiene la de Carlagena. — Trabajos literarios do Oviedo. — Destitución del Pedrarias. — Pedro de los Ríos. — Vuelve el Veedor á la Tierra-Firme. — Halla despoblado el Darien. — Residencia del Pedrarias. — Indemnización de Oviedo. — Muerte de Juan Pérez Zalduendo. — Invasión de Rodrigo Bastidas en la goberna- ción de Cartagena. — Renúnciala Oviedo y pásase & la de Nicaragua. — Es nombrado el Pedrarias gobernador de esta provincia. — Intenta Oviedo retirarse á su casa. — Residencia de Pedro de los Rios. — Las ciudades de Panamá y Santo Domingo cnvian á Oviedo como procurador á la curto. — Llega á España. — Éxito de su procuración. — .Nómbralo el César cronista de las Indias. — V'uelve al Nuevo Mundo. — Es elegido alcaide de la fortaleza de Santo Domingo. — Dánle sus poderes para la curte la Audiencia y el Regimiento de esta ciu- dad.— Salisfaclorio efecto de su nueva procuración. — Impresión de la 1." Parte de la Historia general y natural de Indias. 1^1 0 bien se liabia dado á la vela Gonzalo Fernandez de Oviedo , para buscar en España la jusücia que se le negaba en el Nuevo Mundo , cuando aquejado de agu- das y continuas fiebres, y demagrado por las dolencias anteriores, llegó á tal punto de abatimiento, que todos cuantos le servían desconfiaron de su vida. Agregábanse á esto las frecuentes borrascas que en aquella travcsia le aíligieron, siendo tan recios los vendábales que embravecían las ondas y coiubatian la cara- vela (poco segura ademas por ir comida de la broma), que á cada momento te- nían delante de sus ojos el abismo. «Finalmente (escribe el mismo Oviedo en su vlibro de los Naufragios ) , nos vimos en tanto peligro, que de liora en liora cspe- «rábamos la muerte; y yo mas que otro , porque demás de lo que be dicbo, yba «muy enfermo, tanto que queriendo un marinero aprovecbarse de un serón de «esparto que alli estaba debaxo de un colcbon, en que yba yo cebado, le dixo un «criado mió: iS'o tomes el serón : que ya veys quel capitán está muriéndose , y «muerto, no bay otro en que envolverlo y ec!:ar'o á la mar. Lo que yo oy y en- «tendí muy bien; y asentóme en la cama enojado con mi criado, ó dixe : Saca «e»se serón de ahy y dásele á esse bombre : que no me tengo de morir en la «mar , ni querrá Dios que me falte sepoltura en su sagrada Iglesia. Y desde essa «bora tuve alguna mejoría '». Doliente y trabajado aportó Oviedo á Santiago de Cuba, donde se bailaba á la sazón el adelantado Diego Velazquez , quien no solo le recibió afectuoso , sino que viéndole en tan lastimero estado, le bospedó en su propia casa, baciendo cuanto estuvo de su parte para que se repusiera de su enfermedad , y festejándole genero- so. Quince dias permaneció el Veedor en compañia de Velazquez, logrando en este tiempo reparar algún tanto su quebrantada salud, y aprovecbando aquella propicia ocasión, para recoger noticias y relaciones sobre el descubrimiento del Yucatán y la 1 Hist. Gen. y Nal. de huí, III.» Parte, libro XII, proh. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XLI!I expoilicion (le Juan (le Grijalva: cuando ya se disponía á parlir , rogóle encare- cidamente el adelantado que llevase al César las nuevas de aquel descubrimiento hecho á su costa , encargo que recibió gustoso el Veedor y que desempeñó fiel- mente, como hombre agradecido ^. En la misma caravela (que habia ya ven- dido en Cuba) pasó á la Isla Española con todos los suyos, deseml)arcando en el puerto de la Yaguana, desde el cual se encaminó por tierra á la ciudad de Santo Domingo, en que halló al almirante don Diego Colon, apercibiéndose para ir á España , á donde el Emperador le habia llamado. Mucho celebró don Diego la llegada de su antiguo y cariñoso amigo , cuyas desventuras supo indignado con- tra el Pedrarias y sus secuaces ; y después de prodigarle todo género de cuida- dos , avudándole á establecer su casa y familia en aquella ciudad, le brindó con su propia caravela, de que era maestre el experimentado piloto Juan López Ar- chuleta, saliendo juntos del puerto el 16 de setiembre de 1525. Pero si difícil y trabajosa habia sido la navegación que trajo Oviedo desde Acia hasta Santiago de Cuba , no mas bonancible fué el viage que en compañía de don Diego Colon hizo á España. Pocos dias navegaron con próspero tiempo: asaltados en mitad del Océano por súbita borrasca , en vano procuró el diestro Archuleta defender aquella pequeña nave de la furia de los vientos y de las olas. Arreciaba por momentos la tempestad, faltaban las fuerzas á los cansados marineros, crujia ]>or todas partes la mal segura caravela, y saltaban las ondas de banda á banda, llenando de pavor á Colon y á Oviedo , quienes juzgaron llegada en aquel instante su última hora. Ya hablan arrojado a! mar parte del mas precioso cargamento; ya el maestre, abandonado el tiinon, habia declarado la necesidad de alijar hasta de la ropa , encomendándose todos al Hacedor Supremo , cuando plugo á este di- sipar los vientos y aquietar las aguas, tornando la esperanza y la alegría al pecho de aquellos afligidos españoles que pocos minutos antes se lloraban náufragos '. Libres de tanto peligro, y favorecidos por amigas brisas, avistaron al fin con jú- bilo extraordinario las costas de la península ibérica , montando la barra de San- lúcar el 5 de noviembre , y dirigiéndose luego á Sevilla , emporio entonces de las artes y del comercio. No se detuvo Gonzalo Fernandez de Oviedo en esta ciudad muchos dias : no- 2 Guando narra Oviedo la cxpcdiciotí de Juan de Grijalva , se expresa, respecto de este punto, en los sig-uienles términos: «Y como he dicho en el li- )>bro II dcsta I." Parte , pues Su Magostad manda »que me den relación verdadera todos sus gobcrna- »dores de las cosas destas Indias, esto tengo yo sig- «nado é por testimonio que me fué dado por el te- wniente Diego V'elazquez , passando por aquella isla wFernandina el año de mili é quinientos é veynle c «tres ; c yo llevé este testimonio á España, ásu rue- »go, para dar noticia destc descubrimiento suyo ó ))de oirás cosas á la Qesárea Magostad» (//¿sí. gen. ynat. de Tnd., I.' Parte, lib. XVII, cap. -17). 3 Curiosa es por cierto la circunstancia que re- fiere Oviedo de esta peligrosa navegación en el ca- pítulo 4." de su libro de los Naufragios, último de la General historia: «En una nao (dice) en que yo me "hallé el año de mili é quinientos é veynte é tres «años en el mar Océano, de la qual era maestre Juan «López de Archuleta que hoy vive, yéndonos ane- wgando é quassi perdidos, alijando de la ropa y car- ))ga, yba un mancebo, criado del almirante don ))Diego Colom , durmiendo y roncando tan descan- «sadamente como si estoviera en Toledo. Llamábale Delalmirantede quandoenquando, y decíale:— Sanc- ))la Cruz (que assi se llamaba), ¿no veos que nos anc- Dgamos?... ¿Por qué no despiertas, Iraydor, y te «encomiendas á Nuestro Señor?... Ye! mancebo res- «pondia y dccia:— Señor, ya lo veo.— E inconli- «nenti tornaba á roncar)). XLIV VIDA Y Kscnrros licioso allí ih ([lie el César Icnia su corle en Vi loria para alenlar las operacio- nes del ejército, (pie bajo la conduela del Condeslalde don Inij^o Fernandez de Vclasco, se hallaba sobre Fuenle-Uabia , fortaleza de (pie se apoderaron ios l'ran- cescs durante los disturbios de las Comunidades , se dirií>ió á aíjuella ciudad, nio- vido no solamente por el deseo de librar la Tierra-Firme de la opresión del l*e- drarias, sino aguijoneado también por las graves ofensas personales que de sus manos babia reci!)ido. Fn Burgos encontró al Real Consejo de Indias (pie se pre- paraba á trasladarse al lado del César, siendo tal la impaciencia (pie le a(piejal)a por representar sus querellas, que tuvo á mal agüero aquella partida. — Siguió, no obstante, á los señores del Consejo ((pie no habia de vencer el desaliento á quien sobraban la voluntad y la constancia) , y resuello á pasar la plaza de im- portuno basta ser oido , llegó á Vitoria á principios de 1524 *. Pero cunq)lióselc su esperanza mas fácil y prontamente de lo ([ue pensaba : servíale la ilustre me- moria del principe don Juan de prolector escudo, y abriansele á su nombre, co- mo al influjo de misterioso talismán, las puertas de magnates y prelados: el mis- mo César , que ya en Bruselas y Barcelona babia oido de su boca las quejas contra el gobernador de la Tierra-Firme, y que recordaba complacido su leal- tad para con el principe , su lio , luego que bnbo de enterarse del propósito de su venida , no solamente previno al Consejo que le biciese justicia , sino que le concedió en su cámara especial audiencia. Oviedo expuso al Emperador y á su Real Consejo lodos los trabajos y persecuciones que babia padecido desde su par- tida de Barcelona en 1520, y presentando los poderes que Iraia de la ciudad del Daricn, pidió, en nombre de la misma, nuevo gobernador para aquella desventu- rada provincia. Ordenóle el César, oida su demanda, que presentase al Consejo por escrito su relación y querellas contra el Pedrarias, lo cual verificó el Veedor inmediatamente , como quien veia lograda la ocasión de que su rey supiera las vejaciones, inbumanidades y tiranías, de que era víctima tan rica y vasta región del Nuevo Mundo ^. i Don fray Prudencio de Sandoval , en su His- toria del Emperador Carlos V, 1." Parte, lib XI, páir. 2í (Amberes d68l) , dice;, aludiendo á las no- ticias que trajo Oviedo de la Tierra-Firme : (.Vinié- ronle también (al Emperador) carias y relaciones de las navegaciones y conquistas de Indias , assi de las tierras y provincias de la Nueva España, como de Tierra-Firme y Nicaragua y otras parles della, que en aquellos dias se hablan conquistado, trayendo los naturales al conocimiento del verdadero Dios, como lo escriben Gonzalo Hernández de Oviedo y otros dotos y curiosos coronistas». (Véase también el ca- pítulo 20 del lib. X de la II." Parle de la Hist. gen. y nal. de Ind.—Bat. y Quinq., K. 130, fol. 3 vto.) 5 He aqui como empieza Oviedo esta importan- te relación: «Al tiempo que béselas reales manos >ide Su Magostad, le dixe cómo yo le servia de «■Veedor en Tierra-Firme, dó es gobernador Pe- ndrarlas , é que venia desde allá á dar noticia á Su nMagestad de cómo aquella tierra está perdida é ))destruyda é robada, é lian passado épassan en ella "muchas crueldades , de que Dios é Su Magestad se wdessirven é la tierra se pierde , seycndo , como en ))la verdad es , lo mejor de lo descubierto ; é todo westá escondido é ocultado á Su Mageslad y su Con- Dsejo.... E dixome Su Mageslad que a Vras. Mrds. ))hablasse é dixesse todo aquello que sabia é me "parcsciesse de las cosas de aquella tierra , de don- »de vengo , para que Vras. Mrds. se informassen , »é que Su Magestad lo mandarla luego remediar é «proveer, como conviniesse. E cumpliendo con el «mandamiento de Su Magestad é con lo que debo ))á su real servicio y á mi consciencia, digo, etc.». {Arch. gen. de Siman., Patr. Real, Arca de Indias, leg. 7. — Jteal Acad. de la Hist. , Colee, de Muñoz, tom. 76, A. 103). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XLV Duros eran en verdad los cargos que formuló Oviedo conlra el Pedrarias; pues no solamente le negaba en su informe las cualidades mas precisas para la gober- nación, tildándole de flojo, inconstante, codicioso, díscolo y sembrador de ciza- ña (con lo cual habia sido causa de continuas desavenencias y escándalos), sino que le acusaba también de injusto, arbitrario, cruel, venal é liipócrita, declarán- dole como usurpador, é inobediente al rey y á su Real Consejo. Pero estas caliíi- caciones lejos de ser hijas del enojo que el Veedor atesoraba en su pecho, ve- nian hasta cierto punto comprobadas por la simple exposición de los sucesos, á que se referia. Apandillado el gobernador con los oficiales reales, que á su ejemplo abandonaron el Darien, ni liabia obedecido las cédulas de 1519, permitiendo en contrario el tráfico inmoral , en que aquellos se ejercitaban y admitiéndolos a su consejo; ni remitido á España los (plintos de la corona, protestando gastos ex- traordinarios ®; ni guardado las provisiones reales en el repartimiento y trato de los indios, haciendo violenta y falaz aplicación del requerimiento ordenado por el Rey Católico '. Y si consintió, débil ó mal intencionado, que los oficiales rea- les maltrataran á los indios, mudando á su placer los repartimientos, con lo cual crecían por demás sus haciendas y la del mismo Pedrarias; si toleró que su pri- ñio, el capitán Gaspar Morales, pasara á cuchillo trescientos de aquellos desdi- chados , sin perdonar edad ni sexo , cebando asi su desenfrenada rapacidad ; si dejó impune la alevosía de Renito Hurtado, el cual vendió como esclavos los indios de carga que le diera, baja seguro, el cacique de Careta; si no castigó la inhumani- dad de Pedro de Cárdenas que asó por su placer dos mugeres indias de encomien- da; y si apadrinó finalmente al capitán Francisco de Medina y á otros muchos desalmados que, sobre saltear y aperrear indios caribes, osaron también vender en pública almoneda no pocos de los que habían ya recibido las aguas del bautismo; no mas humano y justo se mostró con los españoles que ó se oponían á su volun- tad y de los suyos ó no se doblaban fácilmente á la lisonja. Acusábale asimismo el ofendido Oviedo de haber tomado para sí las islas de Olo- que y Terarequi ó (lelas Perlas, pertenecientes ambas á la corona, haciendo en ellas inmoderado logro, sin participación legítima de la real cámara y en daño de todos los pobladores, á quienes vedó allí la pesquería. Pero si debió este cargo 6 Es sobre manera iniporlanle', para ilustrar la hisloria de la conquista, lo que en la /?e?acíOíi hecha por Gonzalo Fernandez de Oviedo de los males causados en Tierra-Firme por el gobernador Pedrarias se dice, respecto de la inversión de cau- dales : « Las pagas que se le hacen ( al gobernador) »do gente serian excusadas , pues ninguna tiene ni )>la hay para ninguna nescessidad, por razón de las «dichas pagas; é assi hácense copias vanas , é por «aquellas libra el contador é paga el tesorero: é sc- nria n-.ejor, ya que las ovicsse de llevar, dárselo de «salario que por esta via : que parescc ques untarse «la cebada su dueño ; é dessotra manera seria mer- (iced é sonarla mejor el salario , seyendo mayor». 7 Las palabras de Oviedo son en esta parle har- to significativas: después de recordar el objeto que el rey don Fernando se propuso, al disponer que se hiciera á los indios el requerimiento , de que lleva- mos hecha mención arriba , observaba: «Esto se «ha fecho desta manera: que primero eran sallea- »dos, é después de presos é atados se les leia ; é «con esto eran dados por esclavos é repartidos ú «vendidos. E nunca hasta hoy se ha fecho ni guar- «dado la fuerza del dicho requerimiento ; é para ver «si esto es assi , llamen o tomen un indio que me- «jor entienda nuestra lengua , é vorásc que ninguna «cosa entiendo del requerimiento «. XLVI VIDA Y ESCRITOS llamar sérianioiilo la atención ilcl Coiisojo de Indias, no era por cierto menos gravo el qnc i'iilniinaha el Veedor de las fundiciones del oro en las sif>uientes pala- bras: «Entre las culpas (pie halló (el i'edi-jirias) á Vasco ¡Nnñez, para le degollar, ))cs aver lomado el dicho Vasco Nuñcz una marca de las con que marcan el oro, »á su suegro Verdugo, (pie era Veedor de la dicha Tierra-Firme (que creo que )de llaman Silvestre); poro no obstante esso, envió el dicho gobernador Pedrarias »desde Panamá al Darien por un cuño de los que tenia el Veedor Gonzalo Fcr- wnandez de Oviedo, ó lo tuvo en su poder el tienqio quele pareseió é lo pudo hacer, ))é marcar pudo el oro que le paresciesse, abscondidamente». Y no menos re- prensible aparecia el Pedrarias en la Relación de Oviedo, respecto de las cosas del esclarecido y malogrado descubridor del mar del Sur: ya desde su llegada al Darien habia obligado á este á venderle su casa por menos dinero del que valia en renta; y cuando después de degollado, se apoderó de sus bienes, en nombre del fisco, repartió los indios que le (piedaban entre doña Isabel de IJobadilla, su mu- ger, y los criados de esta, separándolos asi del grueso de la hacienda del adelan- tado, la cual puso en poder de Martin de Estele. Aquellos ponderados cien mil pe- sos de oro que en Barcelona despertaron con razón la solicitud del Real Consejo de Indias, vinieron á quedar reducidos á la insigniíicante suma de tres mil, que diezmados de nuevo por el administrador y los escribanos del proceso, dieron por último resultado dos mil castellanos *, pagados principalmente en recibos y otros ¡¡apeles, lo cual bastaba sin duda á poner en claro la integridad de los oficiales y apadrinados del gobernador de Castilla del Oro '. Mas para que el ruido de estas violencias y rapiñas jamás llegase á la corte de España, negábase astutamente el Pedrarias á permitir que saliera de la Tierra-Firme español alguno que no se le confesara parcial , ofreciéndose á decir maravillas de su gobierno : á tal extre- mo llegaron la arbitrariedad y la impudencia , que se apoderaba de cuantas car- tas iban y venian de las Indias , á fin de que por ningún camino fuera en la corte conocida su conducta '". Oviedo, cuyo principal deseo , aunque personalmente injuriado, era la salva- ción del Darien , terminaba su Relación, proponiendo al Real Consejo de Indias los medios, que en su juicio debian adoptarse para evitar la ruina de aquella desdi- 8 Tenia cada castellano el peso de un adarme, y fué establecido en América por los primeros con- quisladores, para el cobro y paga del oro , compu- tándose por el valor de dos pesos y medio de Es- paña ó dos pesos fuertes de América, y equivalen- te á un escudo de oro del doblón de á ocho antiguo (Alcedo , Dice. Geog. Hist. de las Iiid. occ, lom. V, pág. 48 del Voc. de las voc. prov. de la Am.). 9 Oviedo , que habia ejercido el cargo de Re- ceptor de las penas de Cámara, y que tuvo ademas el especial de tomar las cuentas de los bienes de Vasco Nuñez, deciaen su Jtelacion al Consejo: Étal «maña se dio el dicho Estete é escribanos , que el ))é ellos se llevaron de los dichos tres mili caslella- ))nos mas de los mili dellos , pagando solamente »con papeles, c sin cobrarlos ni pagar en dineros». 10 í(E tómanse las cartas é no se dan á quien »\an, é las que de allá vienen, tómanse porque Su ))¡VIagestad ni su Consejo no sepan verdad: c assi »no osan escribir ni avisar de cosa que allá passe». Tales son las palabras con que denunciaba Oviedo en su Relación tan inaudito abuso , á que anadia el Pedrarias , para mas oprimir y obligar á los espa- ñoles, el de apoderarse de los instrumentos púb'i- eos, que convenían á sus codiciosos intentos: el Veedor escribía: « Algunas eseripturas é registros «originales que él quiera tener en su poder, es nes- Bcessario que se le den; porque el que gelas impi- )>de, no se halla bien dello; é si dá conoscimienlo «dellas, es de muy mala gana ó no lo dá.u DE GOiNZ. FERN. DE OVIEDO. XLVII diada comarca: «Assi que (cscribia) para lo de Tierra-Firme conviene que Su "Magostad delermine una de descosas, y son: perderlo ó ganarlo. Para perderlo, «ninguna cosa se podria buscar, ni penssar, ni proveer mejor que dexarlo oslar ))de la manera que ello se está : c para ganarlo é atajar tantos daños é dar orden «cómo Dios ó Su Magostad sean servidos ó la tierra remediada, liase de proveer «quel é fin prencipal del servicio de Dios é del Rey é que sea amigo de justicia é bombre «para trabaxar por su persona é non de sobrada cobdicia, ni cargado de bijos, é ))de edad convenible para el seso é para los trabaxos. E que este tenga, dó quiera «que estoviere, una ó dos personas de buena consciencia é letras; é que por su «persona visite ambas costas, ó los pueblos dellas; é si nescessario fuere (que si «es é mucho), torne á tomar las residencias á los jueces passados, -que no serán de «poco inleresse para la "hacienda de Su Magostad: é que demás desso, tenga siem- «pre en el Darien un teniente que sea persona de letras é buena consciencia , que «admiiiislre justicia en la costa y pueblos del Norte, c otro en la costa é pucl)los «del Sur.» Tal era el bello ideal de Oviedo, que no pudo ver realizado en tantos años de contradicciones y desgracias ". H Despucs de conocer las persecuciones que padece Gonzalo Fernandez de Oviedo por de- fender la ciudad y provincia del Darien de las injusticias del Pedrarias y de los suyos; des- pués de nolar los principales cargos que le diri- ge en la enérgica Relación presentada al real Con- sejo de Indias , no se comprende cómo se ha con- fundido el nombre de Oviedo entre los asoladores de la Tierra-Firme y los desiruelores y despoblado- res del Darien por un escritor coetáneo suyo, que le dirige sobre este punto severos y formidables cargos. Bien se advertirá que hablamos del licencia- do Bartolomé de las Casas. «Que Oviedo (dice) ha- )iya sido participe de las crueles tiranías que en «aquel reyno de la Tierra-Firme que llaman Casti- «11a del Oro se han hecho desde el año catorQe que «fué no á gobernallo, sino á destraillo Pedrarias, «hasta este de diez y nueve , confiésalo el mismo é «véndelo al rey por servicios sefialados». Oviedo no confiesa tal, ni podia confesarlo; pues que en ISlo habia dado la vuella á España para de- nunciar , como lo hizo , aquellas tiranías , sobrevi- niéndole todo lo que dejamos referido en la 11.^ Par- le de este escrito , hasta que á fines de 1519 lo- gró derribar, aunque sin fruto, al Pedrarias, de quien le hace las Casas ayudador y cómplice. Lo que Oviedo confiesa, cuando habla de sí, y no respecto de los cinco años desde 1S14 á 1519, sino refiriéndose al tiempo en que tuvo la tenencia del Darien , es que se ocupó cuando convino asi en el desempeño de sus oficios , como en la conquista y pacificación de algunas partes de aquella tierra, con las armas sirviendo á Dios y al su Rey, como su ca- pitán y vassallo (Prohcmio del libro 1, de la I." Parlo déla Ilist. Gen. y Nal. de Lid.). El obispo de Ciudad Real de Chiapa, añade sin embargo: «Llamaba también sus indios los repar- «limienlos que tenia sojuzgados con las violen- Dcias y entradas que se han referido arriba, en las nquales y en los robos que por ellas se hacian, tenia «Oviedo su parte, como la tenia Pedrarias que des- Hgobernaba la tierra, y los otros oficiales del rey «con el Sr. obispo«. Mas adelante proseguía las Ca- sas : «Solo vido (Oviedo) y se halló y participó en «las tiranías y deslruycion de aquella Tierra-Firme «cinco años que en ella estuvo , según queda dicho, «de los males y perdición que hizo é ayudó á iiaccr, «concedémosle que será muy cierto testigo ; mas )>no dice él ni decía cosa dellos , sino en quanto «fuere de infamia y en detrimento de los indios y «en excusación y justificación de sus crueldades y «de sus consortes, y ambición y cudicia« {Hist. Gen. de las Indias , libro III, capítulo 141). Una ob- servación sola bastará para desvanecer todas estas acusaciones: Oviedo llegó á la Tierra-Firme en ju- nio de dolí, y no pudiendo sufrir los desmanes del Pedrarias y del obispo , se partió para España en octubre de 1515. ¿Cómo, pues, si estaba en Es- paña y representando contra ellas , ejerció en el Darien aquellas ominosas tiranías en los restan- tes cuatro años? Por cierto que si Oviedo hubie- ra sospechado que tan reverenda persona , como las Casas , le habia de acusar con tal dureza y agru- ra por haberse expuesto á mil peligros, desafiando y arrostrando en tantas ocasiones la saña del Pe- i!rarias y de los suyos , habría sin duda desmayado en el meritorio intento que le trajo á España dos veces , y que le movía en 152í á fulminar tan seve- ros cargos contra el gobernador de Castilla del Oro. Lejos, pues , de disculpar las crueldades é injusli- XLVIII VIDA Y ESCRITOS Mediado el mes de marzo de \T)'-l'i , (rasladó el Emperador á Burgos su corle, cuyos pasos siguió el Veedor, resucito, como (¡slaha, á que se le liicicsc justicia. Pero al mismo tiempo que expoiiia aiile el Real (lonsejo de ludias los cargos ya indicados contra el Pedrarias v los suyos, csforzábinse doña Isal»(d de Pohadilla v el bacliiller Corral en contradecirle, procurando dar á entender al mismo Consejo que seria grave inconveniente, para la conquista y posesión de aquellas regiones, remover de su cargo al gobernador, cuya pericia é inteligencia eran grandemen- te ponderadas. Andaban en todo el oro y las perlas de la Bobadilla, la cual, como sobrina de la célebre marquesa de Moya, bailaba entrada en todas partes, y no ha- cian menor efecto las gestiones del astuto bachiller, quien demandaba personalmen- te á Gonzalo de Oviedo , para que le pagase los daños producidos en su hacienda con el extrañamiento de Santa Maria del Antigua; acto que calificó el Real Conse- jo de arbitrario, condenando al Veedor en cien mil maravedís, por no haberle remitido, como debiera, al tribunal superior del Pedrarias. Abstei>iase, sin em- bargo, el Consejo de absolver á Diego del Corral de los delitos castigados por Ovie- do; y mientras enlendia en proveer lo mas acertado, respecto de la gobernación de Castilla del Oro, mandaba que, tanto el Veedor como el bachiller, se presen- taran en tiempo oportuno á dar sus descargos ante el juez de residencia, que de- bía pasar á la Tierra-Firme '^. Pero no desmayó Oviedo por este contratiempo, que le acarreó mas bien su lealtad que su injusticia; y si halló castigo d jnde bus- caba premio , no por eso se dio por vencido. Iba entre tanto muy despacio el principal asunto que le habia traido á España; cias, de que habla las Casas, fué el mayor y mas constante anhelo del Veedor el que llegaran á oidos del rey y de su Consejo : esta gloria , puesto que lo es, nadie puede disputársela , pues contra todo gé- nero do declamaciones , aparecerá siempre la irre- sistible fuerza de los sucesos y el irrecusable testi- monio de los documentos que, como la Relación, he- cha por Gonzalo Fernandez de Oviedo , de los ma- les causados en Tierra-Firme por Pedrarias , son bastantes á destruir cualquiera acusación mejor fun- dada. Lo notable de todo esto es que un hombre, como don fray Bartolomé de las Casas , que vio á Oviedo en Barcelona en iSI9, ignorara ú olvidara tan fáciluiente todos los hechos sobre que habia de recaer su terrible censura. Que esta , por injusta é infundada que fuese, habia de producir nuevos errores , lo prueba la lectura de los artículos biográ- ficos de Oviedo que se han escrito fuera y aun den- tro de España. Los autores de la Biographie uni- verselle ancienne el moderne (lom. XXXII, pág. 310 y ii) ignorando cnleramcnto las circunslanoias de la vida del Veedor, llegaron hasta el punto de lan- zar contra él el siguióme anatema: «L'abominable ))lyranie d'Oviedo envers ees iiisulaires, diminua »considerablement Icur nombre en tres peude temps; ))Clpour se juslifier des cruautésqu'il exercait envers jieux, il eut la mauvais loi d'avancer dans ses es- )< crils que les haitiens etainl disolus, mochants et Bcn lout dignes de rextermination». Esta calumnia, á que da lugar el suponer que Oviedo fué al Nuevo Mundo como Director de las 77iinas de Santo Domin- go, no se hubiera indudablemente fornmlado, sin la Injusta y arbitraria acusación de las Casas, quien no se atuvo á la verdad de los hechos , como debiera, para condenar á Oviedo aftírafo; pero propagado el error sin correctivo alguno , asientan en nuestros dias otros escritores , y entre ellos Mr. Ternaux, las mismas ijnposturas manifestando que «¡7 parait que sa cruaiitc fit pcrir un grand nombre d' indigénes» (Bihliothéque américaine , París, 1837). Lástima es que escritores españoles , curándose poco de la verdad histórica , hayan repelido sin otro examen, que Oviedo señaló su administración , como intenden- te de Ilayti, con exacciones violentas, ¡/que para jus- tificarse, calumnió átoda la población india (Diccio' nario univer. de Hist. y Geog., Madrid, 1848, to- mo V, pág. 457). Lo que en realidad sucede desgraciadamente, es que por ignorancia de unos y por interesadas miras de otros, se ha calumniado sin miramiento alguno al Veedor de las fundiciones del oro de Tierra-Firme en un asunto, en que su conducta le hace digno de verdadero elogio. 1-2 lüsl. Gen. i/A'aí. delud., II." Parte, lib. X, cap. 20). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. IL y aunque no apartó la vista de las cosas do América, volvióse al cultivo de las le- tras para no consumirse en la ociosidad y esparcir el ánimo, fatigado en el labe- rinto de querellas y demandas, réplicas y ratificaciones. Escribió entonces la Respuesta á la Epístola moral del almirante de Castilla , obra en que bosquejó de mano maestra el estado de las costumbres, considerando su corrupción como priiuMpio y raiz de los males que afligian al Estado ; recogió en sus diarios las no- ticias del portentoso descubrimiento del cstrecbo de Magallanes, cuya relación oyó al valeroso capitán é ilustre piloto Juan Sebastian del Cano ", que acababa de dar la vuelta al mundo ; y cuando partió el Cé'sar para Valladolid con el propósito de asentar en aquella ciudad las capitulaciones del matrimonio del rey de Portu- gal y de la infanta de Castilla, doña Catalina , babia logrado ya el laborioso Vee- dor reanudar sus antiguas relaciones literarias,, disponiéndose de este modo á completar las noticias de los acontecimientos que habían acaecido en Europa , du- rante su ausencia en el Nuevo Mundo. Pocos meses hacia que Gonzalo de Oviedo moraba en Valladolid , cuando re- cibió una prueba inequívoca del aprecio con que el presidente del Consejo de Indias miraba su lealtad, bien que no hubiera podido absolverle de la fal- la por él cometida en el negocio del bachiller Corral, excediéndose de sus fa- cultades. Llamado el Veedor al seno del Consejo, supo allí de boca del car- denal de Sevilla que pedia la gobernación de Santa Marta, renunciada por él en Barcelona, el capitán Rodrigo de Bastidas, y que rehusaba el Consejo con- cedérsela hasta conocer su voluntad, pues como antiguo criado de la real casa, debía ser preferido á otro alguno. Mas recordando Oviedo que entre los capítulos por él presentados, cuando solicitó aquella provincia, pedia cien hcábitos de la •Orden de Santiago, aunque agradeció tan singular fineza, ya por no juzgar decoroso el desistir de semejante demanda, ya porque realmente la creyera necesaria á sus planes, insistió de mievo en la pretensión, negándose á aceptar tan honroso cargo, sin su otorgamiento *'. Pero no era posible que el Real Conse- jo de Indias concediera en 152'! lo que en 1519 había negado como perjudicial á los intereses de la corona: razones de alia política le aconsejaban lo contrarío, y reprobando la insistencia de Oviedo, mandó que no se hablase mas en el asunto de los hábitos, con lo cual hubo de recaer en el capitán Rastidas la gobernación de Santa Marta. Arrepentido tal vez ó deseoso de borrar el mal efecto que en el Consejo produjo aquella especie de repulsa, se aventuró Oviedo á tentar fortuna, solicitando la tercera gobernación de Castilla del Oro, apellidada de Cartagena, comarca puesta al Occidente de la encomendada al Bastidas y no menos rica , por la abundancia de sus metales y por la feracidad de sus campos. Escasa resisten- cía encontró en el Real Consejo esta nueva pretensión , bien que estaba muy re- ciente la negativa de Oviedo: sometiase ya este á las condiciones ordinarias im- puestas á los (lemas capitanes y pobladores, y merced á esta circunstancia obtuvo finalmente los títulos y despachos de gobernador y capitán general de Cartagena, 13 0<"'«7-, in'I'arl.,Esl. 6. 14 //ísí. (íen. de /íif?., II." P;iile, lib. VII, cap. 3. TO.MO I. 7 L VIDA V I-SCP.ITOS aprobadas por el César las oporlunas capilulaciones ". Pero al mismo qno asi cu- raba do sus propios asnillos, no so mosiró manos solicito on los ([lu; la ciudad del Daricn le tenia cncoinoiulados: profniídamcnlc convencido de (pie era ialal para la Tierra-Firme la permanencia en ella del Pedrarias, estaba , pues, resuello á soste- ner su acusación, no dejando la corte hasta derribarle de nuevo, por mas que do- ña Beatriz de Bobadilla apurase en contrario todos sus recursos. Combatido el César de rebeldes fiebres, trajo en el otoño del mismo año su cor- le á Madrid, con ánimo de restablecerse y pasar el invierno en esta villa. Daba aquí Oviedo mayor calor á sus pretensiones, deseando poner termino á tantos sin- sabores y disgustos, como le ocasionaban, cuando los prósperos sucesos de la guer- ra de Italia vinieron á despertar su amor patrio, ministrándole copiosos materiales para sus proyectos históricos y empeñándole en nuevas tareas. En abril de 1525 llegaba á Madrid la fausta noticia de la victoria de Pavía y prisión de Francisco I, siendo este monarca traido á la corte de España á los pocos meses, y puesto bajo la custodia de Hernando de Alarcon en la famosa torre de los Lújanos. Oviedo, en quien tan vivo entusiasmo causaban siempre los triunfos de las armas castella- nas, concibió desde luego el patriótico proyecto de consignar aquel extraordinario y glorioso acontecimiento; y siguiendo paso á paso los que sobrevinieron durante la prisión del rey Francisco, desde su llegada á Madrid hasta su matrimonio con la reina viuda doña Leonor , escribió la curiosa Relación de todos aquellos sucesos, haciendo en ella frecuente alarde de la amistad y favor que entre los grandes y principales cortesanos alcanzaba *^. • Convocadas en tanto Cortes generales del reino en la ciudad de Toledo, se vio el nuevo gobernador de Cartagena obligado á trasladarse á aquella metrópoli, don- de habia fijado también su residencia el Real Consejo de Indias. De vencida lle- vaba ya las cosas del Darien, á tiempo que llegó á la corte el segundo presente que desde Méjico enviaba Hernán Cortés al Emperador, dando pábulo tan des- lumbradoras riquezas á la murmuración y á la envidia ". Pera Oviedo, que si aun i 5 IHst. gen. y nat. de Ind. ul sujyra. i6 Es notable verdaderamenle la facilidad con (¡110 Oviedo lograba ingerirse en lodas parles, con- Irayendo amistad con lodos los personagos que por su experiencia en las cosas de la corle ó de la mi- licia , podían conlribuir con sus relaciones á sus co- losales proyectos hislóricas. — No bien liabia llegado á Madrid Rodrigo de Peñalosa, portador de la nue- va de la victoria de Pavía , cuando se contó Ovie- do en el número de sus amigos, adquiriendo noticias circunstanciadas de la batalla y traslados de las car- las , que el Marqués de Pescara y la reina Luisa de Francia dirigían al Emperador. Lo mismo sucede con todos los acontecimientos que en esta Relación comprende: en octubre de i'óTá entraba en Toledo el Gran Maestre de Rodas, Felipe de Ladíslan: Ovie- do ganaba á los pocos días el afecto de uno de los cuarenta caballeros que le seguían, y recogía en sus memoriales la narración del asedio y pérdida de aquella isla. De esta manera es, pues, como se com- prende que pudiera atesorar tantas y tan peregrinas noticias sobre los principales sucesos de su tiempo, y asi también es fácil apreciar las siguientes pala- bras del mismo Oviedo respecto á los mencionados en esta relación: «Desde el mes de diciembre de «1523 que yo llegué (á la corte) de España, vinien- ))do de las Indias, hasia el año de 1H26 que el Em- «perador, nucsiro Señor, partió para Sevilla, yo Dresidí en la corle de Su Magestad, y pude bien ))ver c considerar algunas cosas c passos de lo que Dsubcedió en aquellos tres años, como lo tengo di- ))cbo , porque con mucba diligencia procuré de in- iiquirirlo». [Relac. de lo subf. en la prisión del rey Francisco de Francia, etc., Bibliol. Nacional, có- dice X, fol. 81 vio.) \1 Hisl. gen. y nat. de Ind., III. " Parle, líb. Vil, capítulo 33. DE GONZ. FERiN. DE OVIEDO. LI no sabia todo el precio de las hazañas do Cortés, conocia por experiencia propia los grandes trabajos y penalidades de América , oyó enojado las mnrmuraciones cortesanas, qne lejos de abatir sn ánimo, engendraron en su pecho el deseo de examinar de cerca y qnilalar los sucesos de tan prodigiosa conquista. No podia esto llevarse á cabo desde Esiiaña , por lo cual activando el despacho de los negocios de la Tierra-Firme, pensó de esta manera apresurar sn viage; mas no era llegada lodavia la hora de triunfar de doña Isabel de Bobadilla y sus valedores , quienes oponian la mas constante y vigorosa resistencia á los tiros de Oviedo. Procurába- se á la sazón en el Real Consejo de Indias poner en claro el tratamiento que á los americanos debia darse , cosa en que personas de alta virtud y ciencia anda- ban discordes, y que por tanto llamaba seriamente la atención del César. No eran por cierto los religiosos que en el Nuevo Mundo moraban los que mas avenidos se habian mostrado en esta parte: prontos á defender hoy lo que ayer era por ellos vituperado , ofrecían en su conducta el misero contraste de la soberbia y fía- (pieza humana, manifestando en aquel fácil trocar de opiniones que no era siem- pre el amor del prógimo ni la caridad evangélica el móvil de sus acaloradas dis- putas. Oviedo fué también llamado por el Consejo de Indias á dar, bajo juramento, declaración sobre asunto de tanta importancia , y aprovechando esta coyuntura pa- ra ratificarse en cuanto tenia expuesto sobre el mal tratamiento délos indios, con- denó á los cristianos , que pensando solo en enriquecerse , los oprimían cruelmen- te, asolando y despoblando vastas regiones, sin curar de su conversión y ense- ñanza. No sospechaba que esta noble conducta habia de atraerle, aun después de muerto, enemistades y anatemas *^. 18 El obispo de Chiapa decia sobre esle punió en mas de lo juslo las variables opiniones de los domi- su Historia general de hidias: «Se cegó también nicos y franciscanos de la Isla Española , cosa que «(Oviedo) por la permisión divina cá que diesse eré- ni afirma ni contradice el obispo de Chiapa , debió »dilo á los que le referían mentiras y él (amblen de manifestar lo mismo que tenia dicho en su Relación Dsuyo las dixesse, sin creer que las decia; y con contra Pedrarias, para no contradecirse y desacre- wcsla ceguedad dixo en el libro 111 , capitulo C." de dilarse ; y al referirlo en el lugar alegado , da a ))su primera parle historial, que dos veces que se entender de una manera inequívoca que reprobaba ))halló en Caslilla , en el año veynte y cinco y en el aquel dar y lomar de pareceres, de los cuales re- xde Ireynla y dos, por mandado del Consejo de las sullaba unas veces que los nidios no carecían de al- «Indias le fué lomado juramento de loque senlia ma , á semejanza délos demás hombres, y oirás jidcstas gentes y que habia depuesto que eran llenas que no eran seres racionales. Oviedo escribe, des- ude aiomáiaciones y c/eiicíos í/ í?iw)-sos srcncroí; de pues de referir el llamamicnlo del Consejo: «Assi ¡¡culpas y que eran ingratissimos y de poca memoria «que, yo me rcniilo á eslos religiosos dolos, dcs- ny menos capacidad; y', si en ellos hay algún bien, »pues que estén acordados: y entre tanto eslé so- mos en tanto que llegan á la edad adolescente, por- wbre aviso quien indios tuviere para los tratar co- nque entrando en ella, adolescen de lanías culpas y »mo á próximos é vele cada cual sobre su conscien- Dvicios que son muchos dellos abominables : y que »cia». Mas adelante prosigue : »Para mí yo no ab- »si en aquel mismo dia en que juró, él estuviera en «suelvo á los chripsiianos que se han enriquescido «el articulo de la muerte, en verdad (dice él) aques- «ó gozado del Irabaxo deslos indios, silos mal- ulo mismo dixera. Eslas son sus palabras». (Lib. III, «Iraclaron ó no hicieron su diligencia para que se cap. 142.) Oviedo no dice en el lugar citado ni en «salvasen».— De donde y de toda su historia se de- olra parte alguna que pronunció anie el Consejo de duce cuan injusla y gratuita es esla acusación, Indias las palabras que las Casas le atribuye: como en que no se descubre por cierto aquel espíritu que apreciador imparcial de las coslumbrcs , capacidad debe animar á quien busca solo la verdad, con el fm é inclinaciones de los indios apunla las buenas y noble y sincero de esclarecerla ; pues que se alri- las malas cualidades que en ellos descubre; pero buye á Oviedo hasla la fórmula de una declaración cuando se présenla al Consejo , respetando ocaso que absolulamcnle se desconoce. Las Cr.sas reunió 111 VIDA Y ESCRITOS Al cabo loo-raba ol nuevo gobornudor de Cartagena salvar la Tierra-Firme de la Urania del Pedrarias: el Real Consejo de Indias consultaba al César su des- liturion, desi'niando para sucederle á un caballero de Córdoba, liauíado l*edro de los Uios, cuya antigua nobleza y buen nombre bicieron concebir al Veedor las mas balagíieñas esperanzas. Mas despacbado y pronto para volverse á América, vino á detenerle en Toledo una obligación nueva respecto del Soberano " : ba- biale este manifestado el deseo de conocer las cosas del Nuevo Mundo, y Ovie- do, para quien semejantes indicaciones eran supremas leyes , babiendo dejado en Santo Domingo sus memoriales y minutas -" , acudió á su prodigiosa memoria pa- ra complacer á su rey , presentándole al poco tiempo el Sumario de la Natural Historia de las Indias , que fué impreso en Toledo por mandado del César en lo'20 ^'. A principios del mismo año fuese el Emperador á Sevilla, para cele- brar sus bodas con doña Isabel de Portugal , siendo recibido en aquella populosa metrópoli con extraordinaria pompa y regocijo. Tuvo alli Oviedo la satisfacción de ver nombrado gobernador de Castilla del Oro á Pedro de los Rios , á quien ofre- ció luego su amistad y servicios ; y empeñado mas que nunca en seguir su justicia contra el Pedrarias y los suyos, se embarcó el oO de abril en la misma caravela del nuevo gobernador, donde bailó acaso al bacbiller Diego del Corral , (pie se di- rigia á la Tierra-Firme , en cumplimiento de lo ordenado en Burgos y Valladolid por el Real Consejo de Indias. Salidos á la mar, tocaron en la Gomera el 31 de mayo, y tomadas alb las co- sas necesarias , prosiguieron su viaje , haciendo escala en la isla Dominica , don- de se detuvieron tres dias , para reparar una de las caravelas que iba lasti- mada y abastecerse de agua y leña , no sin tener algunas ligeras escaramuzas con los indios -^. El 50 de julio arribaron por último al Nombre de Dios, pose- sionándose alli de sus oficios el gobernador Pedro de los Rios y su alcalde mavor, el licenciado Juan de Salmerón , que iba también nombrado juez de residencia. No habia este comenzado á ejercer su ministerio , y ya el bachiller Diego del Corral , que durante la navegación se mostró reconciliado con Oviedo , presen- lodas las calificaciones adversas á los indios que habia hecho Oviedo, y con ellas formó la supucsla declaración , de que solo él puede ser responsable en el tribunal de la Historia. Véase, en prueba do todo lo dicho, el cap. C del lib. III do la I.'" parle de la Gen. y Nal. Hist. de India i. i9 Al final del proemio que puso al Sum. de la Nat. Hist. de las Ind., decía: «Pero porque ya «estoy despachado para volver á aquella tierra é yr ,iá servir á Vuestra Majestad en ella, si no fuere »tan ordenado lo que aqiii será contenido ni por lan- »ta regla dicho, ele.» De mal de aquella cibdad , y loóle mucho á Panamá y "assi le sacó de alli y en público é secrelo pro- Dcuró con los vecinos que se fuessen á Panamá y »á Acia , diciendo que alli estaban perdidos y que "no avia alli indios que les pudiessen dar , é que en "las otras poblaciones los avia , é lodos estaban ri- "cos, é que él los enriquesceria mas: é volvióse á "Panamá él y el obispo. Desde á dos ó tres meses «adelante se despobló el Darien por el mes de sep- "liemlire del año de 1324... é quemaron (los indios) "la mayor parte de aquella cibdad , y enire las oirás «casas la niia , que era tal como en oira parle be d¡- "cho , en la cual y en mis heredades y hacienda «perdí mas de seys mili castellanos" [Hist. (jen. y nal. de Ind. , 11.'' Parle, lib. X, cap. '.2). No sa- bemos, pues, á qué atribuir los errores de Baena, que sigue en parlo un docto escrilor de nuestros dias , diciendo: «En tot9 se hallaba de teniente de "Pedrarias Dávila en el Darien , donde hizo dislin- "guidos servicios" (Navarrele, Colee, de Viag. esp.y lomo I, Inlrod.). Mas sea cual fucic el origen de eslas inexacliludes , no nos es dado dejarlas sin el oporlnno cnrreclivo. l.IV yin A Y ESCRITOS poniéndole varias demandas personales, qno asccndian á la crecida suma de 8,000 pesos de oro , lo cual redujo al Piídrarias al extremo de buscar intercesores para con el Veedor , q lien resentido de las injiu'ias pasadas, y receloso de que hu- biera sido participante en los consejos del Zaldiu'udo , se resistió por algún tiempo á las súplicas de sus amigos. Deseaba, sin embargo, poner término á tan enojosas contiendas , y viniendo finalmente á concierto, fué indemnizado por el Pedradas con setecientos pesos de oro y dos marcos de perlas, precediendo formal juramento de que no hahia sido en dicho ni en hecho ni consejo para que el Veedor fuese asesinado "'. Como prenda de seguridad común , y para evitar nuevas que- rellas, celebróse entre ambos cierta concordia, autorizada por escribano público, en la cual se imponia la multa de 2,000 pesos de oro al que primero la quebran- tase -". Mas si levantaba mano de las cosas del Pcdrarias, no desistia Oviedo de la acción que contra los cómplices de Simón Bernal le correspondía ; y cuando ya se preparaba á pedir justicia contra el deán, para lo cual habia Iraido de España es- pecial provisión del Consejo, plugo á la Providencia librarlo de estas nuevas al- tercaciones con el fallecimiento de Juan Pérez Zalducndo -''. Terminadas asi aquellas desavenencias , pensó Oviedo en disponerse para partir á Cartagena , y con este propósito rogó á Salmerón que le recibiese las cuentas del resto de los bienes del adelantado Balboa, entregándose del corto alcance que á favor del fisco resultaba. Ocupábase en esto con la mayor diligencia, cuando lle- garon á Panamá las nuevas de que Rodrigo de Bastidas , enemistado con el Vee- dor por cartas de malos terceros , habia saqueado la isla de Codego , apoderándo- se de quinientos indios , los cuales fueron vendidos en Cuba , San Juan y la Espa- ñola. Mucho enojo causó en el de Cartagena esta conducta del gobernador de Santa Marta, que asi atrepellaba los mandatos del César, invadiendo el territo- rio de agena gobernación , y maltratando tan impíamente á los indios que á otro estaban encomendados. Era ya imposible, después de aquel atentado, el reanudar la resfriada amistad del Bastidas ; y aunque habia gastado parte de su hacienda en apercibirse para la jornada , se dirigió Oviedo al Emperador y á su Consejo de In- dias, quejándose amargamente de tan desleal proceder, y renunciando al propio tiempo la gobernación de Cartagena, cuya comarca se habia puesto en armas con aquel incalificable rebato -^ Despedido asi de semejante empresa, tornó Gonzalo Fernandez de Oviedo á ejercer el cargo de Veedor de las fundiciones del oro, 23 Uist. Gen. ij Nat. de Ind., 11. ■' Parle, Hb X, Dlraicion» (Ilist. gen. y nal. de Ind., ut supra) _ cap. 2Í. 28 Después de referir Oviedo la invasión qiiehi- 20 II). zo Rodrigo de Bastidas en la provincia de Carlagc- 27 n Quedábame (dice Oviedo) mi recurso con- na , añade: dComo yo supe aquesto en la cibdad do »lra aquel deán ; c yo llevaba provisión para que "Panamá, escrebi á Sus Magoslades é á los señores wfuessc con el oydo á juslicia: é quando en ella qui- »del Consejo Real de Indias , quoxándome de Bas- ))se entender, se murió , é quiso Dios que lacuen- «(idas; ó despidiéndome de la gobernación, supli- »ta que yo pensaba pedirlo, la diesse allá ante su di- i.qué que la diessen á quien fuesse su servicio, aun- "vina Magestad, á lá cual plega averie perdonado: »que avia gastado dineros, comencando á aparcjar- «qne en verdad él me hizo mucbo daño, y como era wnic. E a.ssi enojado, alcé la mano de la negocia- oliombre idiota y sin letras, él se movió por consejo i.'cion» {líisl. gen. tjnat. de íiid. , II. ° Parle, l¡b. Vil, »de aquel bachiller Conal , para me hacer matar á cnp. .S). DE GON. FERX. DE OVIEDO. LV (lo que aun no se liabia despreiulido, y deseando salir del teatro de sus desgraeins é inlbrtuitios , pasóse á la gobernación de Nicaragua , que desempeñaba enton- ces su deudo Diego López de Salcedo , permaneciendo alli sin contratiempo algu- no , basta que vino á inquietarle de nuevo la presencia de Pedrarias Dávila -®. Mucho trabajó y logró la Robadilla en el Consejo de Indias desde abril de 152G; pues que no solo bizo olvidar el mal efecto de los cargos, fulminados por Oviedo contra su esposo, sino que, aun sin terminar la residencia de su gobernación de Castilla del Oro, se le proveyese en la de Nicaragua, con daño y mengua del Sal- cedo. Ofendió á este sobremanera tan desusado acuerdo (leí Consejo, y aun- que pudiera resistir su ejecución , atendiendo á que no era todavia espirado el tiempo de las capitulaciones, entregó el oficio al Pedrarias, quien al verse de nuevo en el mando , olvidó la concordia de Panamá , molestando al Veedor , en odio del Salcedo, con nuevos disgustos y quebrantos. Escarmentado de las desave- nencias pasadas, y advertido de que iba la edad aumentando la codicia y tiranía del octogenario gobernador, resolvióse Oviedo á vivir lejos de él; y recorriendo los ciudades de Granada y León y las poblaciones de Guacama, Teocatega, Ma- nagua, Matinari y otras mucbas, procuró completar de esta manera sus estudios y observaciones sobre los árboles, plantas, aves y animales de la Tierra-Firme, no perdiendo de vista el examen de los inmensos y pintorescos lagos de Xaj'agua y de Lenderi, ni los maravillosos volcanes del Masaya ^*'. Seis años se babian cumplido desde que dejó Oviedo su familia en la Isla Es- pañola , sin que entre tantos afanes tuviese el consuelo de estrecbar ni una vez en sus brazos á sus tiernos hijos. Pasaba ya de medio siglo su existencia, y apagado algún tanto en su pecho aquel espíritu aventurero que animó su juventud, reco- nocía la necesidad del sosiego que solo puede á esta edad encontrarse en el ho- gar doméstico; volviendo por tanto todas sus miradas á la ciudad de Santo Do- mingo, á donde le llamaba el cariño de sus hijos y de su esposa. Resuelto, pues, á dar la vuelta á Panamá , á fin de recabar de Pedro de los Ríos la oportuna li- cencia para realizar su intento , embarcóse en el puerto de la Posesión á fines de mayo de I5'29; pero si daba el deseo alas á su imaginación, sobreviniéndole eternas calmas en mitad del Océano , veíase siempre á igual distancia de Pana- má , adoleciendo al cabo de penosas cuartanas , que hubieron de poner en riesgo su vida. Dentro del golfo de Orotiña reconoció el maestre Juan Cabezas que no ofrecía la caravela seguridad alguna para proseguir la navegación, dado que el 29 Hisl. gen. y nal. de Iiid. , 11." Parlo, libro X, »llos muclio humo , y en algunos üompos fuego, é cap. 25). »liay innumerable acufre por aquella (ierra , ó rios 30 En carta dirigida por Oviedo al Emperador, «é arroyos cállenles que salen de los dichos mon- en il de julio de 1539, fechada en Sanio Domingo, «les^ assl como de uno queslá cerca de la ciudad manillesla que el dia de Santiago de i 529 (25 de ju- «de León , dos leguas á par de la laguna grande, é lio) observó por el espacio de cuatro <á cinco horas «otros Iros montes qucslán juntos queso llaman Ma- el monte é fuego de Massaya, ó otro dia siguiente vio Dribios» (Real Acad. de la IJisl. , Colee, de Muñoz, el lago de Lenderi que era cosa de mucha udmira- loni. 81, A iOS.—Ilist. gen. y nal. de Ind.. III," Par- ci'oM. Después añade: uEstá en Mcaragua csse mon- te, lib. IV, cap. -i). ))le de Massaya; mas hay otros montes que sale de- LVI VIDA Y ESCRITOS viento so movióse; y lor/ados á Iívavav lici'ra oii el |)ii(M'Io do Posossi, no sola- monlo onconlraron comido por la broma ol limón, sino landiioii podridas dos la- Idas del costado de la caravcla , siendo verdad(!ramenlo milagroso ol que no so liii- ])ieran sinnergido en el mar, dnranlc la travesía de cÍími lognas rpie llevaltan an- dadas. Reparado el barco , mas bien por la industria del piloto (pie por los medios que el arte le prestaba , diéronse de nuevo á la vola , llegando á Panamá á los cinco meses de babor salido de la Posesión, sin (¡uo bubiora triunfado Oviedo de las tenaces fiebres que lo persiguieron en lodo a([nol tiempo y que le molestaron algunos meses después mas de lo que deseara ^'. No sospecbaba el Veedor que babia de enoonlrar en Panamá (rocadas las cosas de la gobernación de Pedro de los Uios en la Ibrma en que estaban. La insacia- ble codicia de su muger, doña Catalina de Saavedra, y la excesiva blandura de su carácter fueron causa do que menudearan las (piejas elevadas al Real Consejo de Indias, acordando esto enviar, para que le tomase residencia, al licenciado Antonio de la Gama, ol cual ba])ia aportado á Panamá pocos dias antes que Ovie- do. Ün año duró la residencia do Podro do los Rios, quien no creyendo justas las resoluciones de la Gama, partió luego déla Tierra-Firmo, para seguir su dorccbo ante el Real Consejo, dejando en el Nuevo Mundo á la avarienta doña Catalina. Disponíase con esto ol Veedor á pasar á la Isla Española , cuando el Regimiento de Panamá que tan claras pruebis tenia de su hidalga entereza , temiendo el favor que gozaba Podro de los Rios , le suplicó que aceptase sus poderes para represen- tarlo en la corte, demanda á que luibo de ceder no sin repugnancia, pues que harto ya de arrostrar sin fruto enemistades de poderosos , solo ambicionaba vivir pacificamente en el seno do su familia ^'. Al fin se embarcó Oviedo en los postreros dias de setiembre de 1550, haciendo escala en Santo Domingo, para dar un abra- zo á su esposa ó hijos, y arribando prósperamente á la península ibérica á me- diados de diciembre del mismo año. Ardia por este tiempo en Alemania el fuego de la protesta, amenazando consu- mir con sus llamas todo el Imperio; y deseoso el César de poner término á tan crudas disensiones, procuraba, cual principe católico, reducir con su presencia á los partidarios de Lutero: ardua y dificilísima empresa, cuyo éxito buho de librar- 31 Hist. Gen. y A'ai. de Lid. , I." Parlo , cap. 2. III. " Parle, lib. L, prohem. 32 En carta escrita al César por el Picgimienlo de Panamá en 30 de junio de lo33 , se hacia refe- rencia á este cargo de Oviedo, diciendo: (iHemos «suplicado otras veces con Gonzalo Hernández de «Oviedo y oíros, á quien dimos poderes, varias co- ))sas, etc.») (Pieal Acad. de la Hist., Colee, de Mwloz, lom. 79, A lOG). En la carta que dejamos citada del mismo Oviedo se aludia á !a misma procuración con estas palabras : «Después venido ala Española \ «enviado procurador á la corle por las cibdades de «Sánelo Domingo y Panamá , estando Vuestra Ma- «gcslad en Ralisbona, etc.« Pero donde no deja du- da del objeto con que le diú sus poderes la ciudad de Panamá es en la Ilist. gen. y nal. de Indias : di- ce asi: «De alli (de Nicaragua) torne á Panamá, «donde estuve mas de un año, en el qual tiempo «hizo residencia Pedro de los Piios , porque se die- «ron del é de su nuiger lanías quexas en el Pieal «Consejo de ¡as Indias , que no le turó el officio «tros años.... Y en la verdad no dio la cuenta , co- »mo á él conviniera, é fuesse á España en segui- «miento de su justicia ó dexó alli a su muger. E por «ruego de aquella cibdad, como yo estaba para me «venir á osla de Sanólo Domingo, después que vol- »ví de Nicaragua á Panamá , fui importunado que «fuesse á España y acepté el poder, etc.» (11." Par- tí', lib. X, cap. 2o). DE GO.XZ. FERN. DE OVIEDO. LVII se por úlliino á la suerte de las armas, (loljornalja enlrc tanto en España la Empe- ratriz doña Isabel, asistida de don Juan Tavera, arzobispo de Santiago y presi- dente del Consejo de Castilla , varón cuyo gran talento y extremada prudencia le liabian conquistado, con el amor de los reyes, el respeto de la mucliedumbre. En Ávila se bailaba la corte, á tiempo que Pedro de los Rios y Gonzalo Fernandez de Oviedo llegaron de América, dirigiéndose entrambos á aquella ciudad, animados de diverso propósito. Solicitaba el primero ecbar por tierra los cargos que contra él aparecían : deseaba el segundo que aprobase el Consejo las sentencias del licen- ciado la Gama; y para salir adelante con su intento, comenzó cada cual sus tra- bajos, acudiendo al auxilio desús antiguos valedores. Traia Oviedo mejor causa, y no era en consecuencia de extrañar que obtuviese también mejor fortuna : vista la residencia de Pedro de los Rios por el Consejo, no solamente fué destituido de la gobernación de Panamá, sino que se le condenó á pagar á la real cámara cierta suma de pesos de oro, prohibiéndole que volviese al Nuevo mundo '^ Cumplido en tal manera el objeto de la procuración de Panamá, trató el Vee- dor con igual diligencia de obtener el favorable despacbo de los asuntos locales que á su paso por la Isla Española le encargó el Regimiento de Santo Domingo. Habia recogido en esta ciudad parte do los apuntamientos, que desde 1505 tenia liecbos para formar la conq)ilaciou que en Toro le encargara el rey don Fernando; y mientras alcanzaba la resolución de aquellos negocios, dedicóse asiduamente al exámeny coordinación de sus minulas y memoriales, dando por resultado de sus largas vigilias la primera parte del Catálogo Real, que conqirendicndo desde la población de España basta los reinados de don Juan II de Castilla y don Juan II de Aragón, logró ver terminada en 50 de abril de 155'"2, delarando al propio tiempo que solo le faltaba sacar en limpio las dos siguientes ^*. Apre- tábale entre tanto el deseo de poner término á sus peregrinaciones, y érale con- trario á la salud el clima de España, acostumbrado ya á la templanza de Améri- ca ^*: movido de ambas causas, á que se agregaba su avanzada edad, determinó- se á renunciar la plaza de Veedor de las fundiciones del oro de la Tierra-Firme, suplicando al Consejo que se dignara proveerla en su hijo Francisco González de 33 Ib. 34 «É lo acabé (el Catálog-o Real de Casulla) en DMedina del Campo el postrero día de abi-il de mili ó nqulnientos é Ircinla y dos años: plega a Jhesu- »Chripsloqiic á su servicio y alabanza y para gloria »y honor de España sea lodo lo queslá dicho y que »me dexe sacar en limpióla 11. "y III. " Parle, pues que ))lo mas que en ellas se conliene cslá escriplo por mi »en mis mili memoriales; porque en la verdad hay «muchas cosas que ver en lo que ha passado desdol Drey don Johan II de Casulla y don Johan II de Ara- Dgon, donde aquesla parle se concluye hasla el Hllempo présenle» (Cúd. del Escorial, Ibl. 427). 3.^ En el mismo Catálogo Real (fol. 13 vuel- to) , decia: «Desde el año passado de mili (' c(ui- iinienlos c catorce hasta el presente de mili é cpii- TOMO I. »nientos é treinta y dos años, yo he servido á los nCalhólicos Reyes passados ó sirvo á Sus Mages- wlades y lengo al présenle mi muger é hijos en naquella lierra; y en este tiempo hé ydo y tornado «Ires veces y passado seis el gran mar Océano, y «con la ayuda de Dios , pionsso tornar <á aquella «patria nueva á usar el oflicio que allá tengo de «Veedor de las fundiciones del Oro. Y piensso ya «acabar de esta vez , volviéndome Dios á mi casa, «mis caminos y peregrinaciones en ella , assi por- «que mi edad no pide ya mas romerías , romo por- «que España no me seria á mi propósito c salud tan «convinientc , por los temporales della é desconvi- «niencia del verano con el invierno , de los qualcs «exiremos las Indias carecen.» 8 LVIII VIDA Y ESCRITOS Valdés, joven que á la sazón contaba escasamente veinte y tres años. Mas no solo obtuvo Gonzalo Fernandez de Oviedo la gracia (|ne para su liijo liabia pedido: pagado el gobernador del Consejo de su incansable laboriosidad y justo aprecia- dor de sus obras, propuso al César el nond)rauiiento de cronista gíMicral de Indias para Gonzalo, pensamiento que mereció la aprobación del rey, manihuido que, co- mo hombre constituido para reposar, descansase ya en su casa, recoligiendo y escri- biendo con mayor sosiego la comenzada bisloria de aquellas regiones '*. Seme- jante distinción, que le restituia al seno de su familia, apartándole de la azarosa vida que basta entonces babia llevado, colmaba todos sus deseos y esperanzas. (Contento y satisfecbo volvió, pues, al Nuevo Mundo en el otoño de ISM, siendo recibido con singular aprecio por el Regimiento y ciudad de Santo Domingo, cuyos encargos babia desempeñado con boma suya y provecbo de sus nuevos conciudadanos. Bien pronto bailaron estos ocasión de manifestarle su gratitud y afecto. A prin- cipios de enero de 155." pasaba de esta vida Francisco de Tapia, alcaide de la fortaleza de aquella ciudad; y mientras era designado por el César nuevo teniente, pusiéronla en manos de Oviedo los oficiales reales y magistrados de la Audiencia, seguros de que no desagradarla esta resolución á la corte ^''. En efecto; restituido á España el Emperador, confirmó por cédula de ^25 de octubre del mismo año el nombramiento becbo en Oviedo, concediéndole todas las prerogativas y dere- cbos que babia gozado el Tapia ^'. Con igual i'eclia le escribia el mismo Soberano, resolviendo las dudas manifestadas por él en carta de 17 de mayo, sobre la for- ma en que debia remitir al Consejo los cuadernos de la Historia General y Nalu- 36 Dando Oviedo noticia de su renuncia del em- pleo de Veedor y nombramienlo de cronista escribe: «Desde el año de mili é quinientos é catorce hasta »el que passó de mili e' quinienlos é treinta y dos, Mservi al Rey Calhúlico , don Fernando y á la Ca- «thólica é Sereníssima rcyna, doña Joliana , su «hija y á la (¡lesárea Mageslad, nuestros señores, »de su Veedor de las fundiciones del oro en la «Tierra-Firme; y Su Magostad queriendo que mi hi- »jo , Francisco González Valdés , lo sirva en el mis- «1110 ofligio , le hizo merced del, por mi renuncia- ))cion é suplicación: y mandó que yo, como hom- nbm consliluido en edad para reposar, descansasse «ya en mi casa, recoligiendo y escribiendo con mas «reposo , por su Real mandado , eslas materias é «nuevas historias de Indias» {Hisl. Gen. y Nal. de »Iml., 1." Parle, lib. VI, cap. 8). 37 El Piegimicnto de Sanio Domingo decia al Emperador, en carta escrita á 2ü de enero de 1533, sobre osle punto: icMurió Francisco de Tapia, le- «nicnte do la forlalcca desla cibdad, y su oriicio he- ))mos depositado en Gonzalo Fernandez de Oviedo» {Real Acad. de la Hisl. , Cülcc. de Muñoz , t. 79, A. 196). El mismo cronista declaraba , al referir este hecho, lo sigiiienlo: aEl qual (Francisco de Tapia) «murió el año que passó de mili é quinienlos é «treinta y tres , y en tanto que la Qesárea Mageslad »proveyesse de alcayde de esla forlalcca , los oydo- »res desta Audiencia Real é los oflleiales que Sus »Magestadcs aqui tienen, la depositaron é pussie- «ron en poder del capitán Gonzalo Fernandez de «Oviedo y Valdés, vecino desla cibdad , auctor é «chronisla desla historia, como antiguo criado de la »casa real» (fftsí. (/en. »/ nat. de Ind.,!." Parle, li- bro IV, cap. I). 38 En carta , dada en Monzón á 23 de octubre de 1533 , decia el Emperador á Gonzalo de Oviedo, respecto de la tenencia del caslillo de Santo Domin- go, las siguientes palabras: «El depóssito que en «vos se hizo de la forlalcca dessa cibdad , en tanto «que mandáramos proveer della á quien fuéremos «servido, me parcsce bien; y con esla fecha os man- »do enviar cédula, para que durante el tiempo que «la luviércdes, se haga con vos lo que se hacia con «el alcayd:' Tapia, en la paga de vuestro salario y «de la gente» (Real Acad. de laHist., Colee, de Mu- ñoz , lom. 91, A. 118). Desde esto tiempo debe, pues, ser considerado Oviedo como tal alcaide, sien- do verdaderamente extraño que, tanto el erudito Baena como el respelable Navarrele , aseguren que no fué nomljrado para este oficio hasta el año de lb3o. DE GON. FERN. DE OVIEDO. LIX ral de Indias , obra á que se liabia consagrado desde su vucUa á Sanio Domingo con singular empeño ^*. Mandábale el monarca al propio tiempo que enviase en el primer navio, que para España sabera de la Isla , el cuaderno ó tratado, donde se proponía demostrar, según tenia ofrecido, que pertenecieron las Indias en la antigüedad á los reyes de Iberia ; empresa que acometida por Oviedo con menos razón que patriotismo, despertó en aquellos dias el enojo de Fernando Colon, y le atrajo después la ojeriza de los eruditos ^''. Pero no se pierda de vista, para comprender lo que la opinión de Oviedo significaba, el móvil que le impulsó á formularla, fundándose en la inoportuna autoridad de Aristóteles, Ensebio, San Isidoro , el Beroso y Teófilo de Ferrara. Habíanse levantado entre España y Por- tugal graves contiendas sobre la línea divisoria de la conquista que á uno y otro reino pertcnecia en las Indias: nada se concluyó en la junta mixta de Badajoz, celebrada en 1524, y "mientras los reyes de ambas naciones temían ó esquivaban el rompimiento , bacíansc españoles y portugueses cruda guerra , con no peque- ñas vejaciones de los naturales y daño propio. Al fin se asentaba que des- de las islas de Cabo Verde y las Azores , trescientas leguas al Occidente, se ti- rase una linea de polo á polo , quedando asi definitivamente dividido el imperio de aquellos desconocidos países. Mas insistiendo los portugueses en que les correspondía todo lo del Oriente , designado á los españoles , exasperó esta pre- tensión el patriotismo de Oviedo á tal punto, que para corlar aquella especie de nudo gordiano, concluyó asegurando que las Indias se hablan sabido y poseído an- tiguamente por los rojes de España ". Las pruebas que alegaba para convencerlo, ni eran tan sólidas como pretendía , ni bicieron tampoco valedera en la corle aquella opinión , que severos bisloriadores calificaron después de vana , dañosa y Usongcra ''^. Justo es reconocer, sin embargo, que no podía ser mas sana ni pa- triótica la intención de Oviedo. Laudables fueron en tanto sus esfuerzos para poner la fortaleza , cuya guarda se le había confiado, en verdadero estado de defensa. Habíala recibido en com- 39 El Emperador escribía: « Vi lo que me decís gun él mismo refiere (Nota 36); llamándonos por »que se os mandó que cada año envíasedes al núes- tanto la atención el ver la seguridad con que Alvarcz »tro Consejo Real de las Indias un traslado de todo Baena y después el sabio Navarrete asentaron que ))lo que tenéis cscriplo y de lodo lo que fuéredes fué electo', para desempeñar aquel cargo, después ))acrescetando , y que mas creéis que se os mandó de i 333. Lo notable de todo es que tanto en el enca- »por daros á entender que en lo que escribíades no bezamicnto como al final de la I.^ parte de la Histo- »haya dilación , que no porque Nos ni nuestro Con- ria gen. y nal. de Ind., publicada en 1533, se in- ))sejo queramos ver cada año una misma cosa, si titula Oviedo cronista délas cosas de las Indias , lo »con lo que se acrescenlare avcis de enviar también cual no vieron ú olvidaron sin duda aquellos íipre- ))lo primero. Y porque nuestra intención os verlo ciab!cs escritores , cuando creyeron que se lo lialiia »que hasta aqui ha pnssado , y que se continúe lo conferido después de dicho año tan honorífico oficio. «porvenir, me suplicáis sea servido que quanlo á lo 40 Ilisl. del Alm. de las Ind., don Cristóbal Co- nde hasta aqui , lo enviéis de una vez, y que se va- Ion , escrita por su hijo don Fernando. — Historiad. ))ya acrosecnlando lo que subrediere ; y parésccme primit. de las huí. Occ, lomo 1, p%s. 8 y 9, co- )>bien que, como decís, lo vays enviando como fué- lumnas 2." y 1." «redes escribiendo, sin lomar á enviar lo que una 41 Ilisl. gen. y nal. de Ind., ]." Parle, lib. II, ca- wvez oviéredes enviado» {Colee, de Muñoz , lo- pilulos 2, 3 y 8. mo 91, A 118). No queda duda de ningún género de 42 Véase la nota de la pág. 13 de esta I." Parte, que Oviedo era tal cronista desde el año 1532 , se- LX VIDA Y ESCUITÜS píelo ahaiidnno: sin armas, sin niiinicioiios ni pólvora , ini'ilil Imlñcra sido inlon- tar la resistencia en caso de asedio, el cual no liahria lani|)oc() podido ser nniy dinadero, pues que se carecía en el caslillo del agua necesaria para soportarlo. Oviedo reparó los unn'os, limpió y hari'eó los fosos, se aliaslcció de municiones y de armas, ahrió en la esplanada mi ancho algibc, y llamó á la fortaleza mi lom- hardero acreditado, á quien señaló el salario de 20,(500 nu's. , sueldo superior al (pie disfrutal)a él mismo como alcaide ■*'. Nada omilió en suma pai'a hacerse dig- no de la coiilianza de sus compatriotas y de su rey, sin dolerse jamás de su ha- cienda, qué como su vida, estaba pronta á gastarse en servicio de la república ^. Alentaba todos estos trabajos con tesón comparable solo al afán con que dedica- ba sus vigilias al cumplimiento de sus obligaciones, comocronisla, cuando los inau- ditos desmanes y tiranías de Garcia de Lerma, gobernador de Sania María, vinie- ron á llenar de escándalo al Regimiento y Audiencia de Santo Domingo, alte- rando la no gozada paz que tanto codiciara Oviedo. Noticioso este de las quejas y formidables acusaciones que contra el Lerma fulminaban, asi los propios como los extraños, habíale escrito en 1555, para apartarle con tiempo de la senda (pu- le llevaba al despeñadero; mas no hicieron efecto alguno aipiellos amistosos avi- sos, siendo cada dia mas frecuentes y terribles los crímenes, de que se le culpaba. Ni fueron por cierto inas dicaces las amonestaciones de la Ueal Chancilleria , la cual ordenó por último que se le formara el oportuno proceso, de que resultaron probados lodos los robos, desacatos y maldades anles denunciados, sentencián- dole á pagar al tisco gran suma de pesos de oro. Era, pues, necesario acudir al Consejo de Indias, para que se impusiese al rebelde Lerma, la pena á que le hizo acreedor su torcida conducta; y el Regimiento y la Audiencia de Santo Domin- go volviéronse al par al cronista, para suplicarle que admitiese los poderes del primero y el crédito de la segunda, demanda á que cedió Oviedo, vencido del noble deseo de libertar aquella comarca de tan ominosa tiranía ".. Partido para España , arrilió á Sevilla en el verano de 1554, á tiempo que disponía Gerónimo de Ortal su expedición para el descubrimiento del Orinoco ^''; y llegado á la cór- 43 Curiosos son los pormenores que en caria de 31 de mayo de 11)37, dirigida al Emperador, daba Oviedo sobre el piden por él establecido, en el pago de salarios de los que servían con el en la forlaleza de Sanio Domingo: «Mi salario (observaba) es de »veynte mili nirs. y el del lombardcro veynle mili Mseyscienlos: el qual nunca tuvo alcayde alguno en «esla, sino yo, llevándose los dineros: é llamaban ))lombardero á un negro, lo qual yo no (engo de nliacer; pues de seys hombres otros, que se pagan »á once mili seyscientos mrs. cada uno , no hay «hombre que por ellos quiera eslar en la fortalera, «ni pueden sostenerse con ellos en ninguna parle. »Y para suplir aquesto págalo mi hacienda, porque «ninguno tengo sin le dar de comer demás del di- wnero , y á lo menos básele de dar á cada hombre »una carga de ca<;abi cada mes, que vale cada una »un peso de oro, que son doce pesos en un año... E «tengo demás desso quatro negros á la continua en «casa : que si por estos no hiesse, no me podría va- «ler, que en ninguna cosa de ni¡ hacienda enticn- «den , sino en traer agua á la forlaleca los dos de- »llos de la otra parle del rio, y en dos caminos se les »va el dia , porque el agua del algibe es fecha cal y «no para beber, etc.» (Real Acad. déla Hist., Colee, de Muñoz, tom. 81, A IOS). 44 En la misma carta de 31 de mayo de 1537 anadia : «Concluyo con que lo que tongo es lo que «me da de comer, y deslo lo mas gasto en servirá «vuestra Magostad; y assi gastaré lo que me que- «dáre de la vida é do la hacienda». 43 llisl. gen. y nal. do /híL, 11." Parte, lib. VII, cap. 8. 4(j Id. id. lib. V, cap. 7. DE GON. FER. DE OVIEDO. LXI le , que se hallaba á la sazón en Valladolid , expuso ante el Consejo las causas de suviage, presentando el proceso y sentencia contra elLerma, y logrando que se designara al oidor Rodrigo Infante, para que le tomase residencia de todos sus ac- tos. Garcia de Lerma murió al poco tiempo, agoviado ])ajo el peso de sus críme- nes, sin que satisficiese las fuertes y numerosas demandas de sus agraviados, en- tre quienes se contaban los oficiales reales, lanzados por él del territorio de San- ta Marta. No quiso Oviedo desaprovechar el tiempo ni el viage , y terminada la primera parte de la lüsloria general y nalural de hulias , presentó al Consejo los últimos cuadernos por él escritos, solicitando su examen y aprobación, á fin de darlos luego á la estampa con los anteriores. Pero los grandes sucesos que á principios de 15Ó5 turbaron la paz de la cristiandad, fueron sin duda causa de que no vie- se cumplidos sus deseos tan pronto como apetecía. En Í28 de febrero saha el César de Madrid con el intento de dar calor á los grandes aprestos navales que se hacían en el Mediterráneo contra el poder de Barbarroja, permaneciendo la familia real en aquella villa , donde recibió el cronista nuevo Icstimoníü de la predilección con que se recordaban sus antiguos servicios. Deseaba por entonces el Emperador que el príncipe don Felipe se criase y sirviese como se habia criado y servido el primogénito de los Reyes Católicos; y con este propósito dio orden á su partida para que , oyendo á los mas ancianos caballeros de Castilla que fiorecieron en la corte de aquellos Soberanos, se estableciese la casa del príncipe. Muchos perso- nages fueron consultados al intento, contándose entre ellos el respetable conde de Miranda, don Juan de Estúñiga y Avellaneda ; pero remitiéndose todos á Gon- zalo Fernandez de Oviedo, cuya intimidad con el principe don Juan y cuva ex- traordinaria memoria eran imiversalmente elogiadas, mandóle llamar don Felipe, á fin de ipie informara á su ayo, don Fernando de Estúñiga, del orden y etiqueta establecidos para la casa del malogrado príncipe de Asturias ". Informó Oviedo, como se-lc ordenaba, escribiendo una breve relación, donde consignó el régimen y forma del servicio y cámara del hijo de Isabel la Católica, y abrigó desde en- tonces el pensamiento, que realizó doce años mas tarde, de componer el pre- cioso tratado de los Officios de la casa Real de Castilla "**. Y no permanecia tampoco ocioso respecto de las demás tareas literarias por él emprendidas; declaraba en ISo^i, al concluir la primera parte del Calálogo Real, que tenia ya entonces acopiados los materiales y aun estendidas las miiiu- 47 «En el año de 1o3ü en esla villa de Madrid, ))donde yo nasi;í (dccia al príncipe don Felipe) me «hallé al lienipo que el Emperador, nneslro Señor, "parliú dcsdella para cl'etuar la gloriosa empresa »de Goleta c de Túnez en África.... é dende ádos ó wlres dias que Su Magostad era salido de aqui , me iienviü á llamar Vuestra Altera, para que yo infor- xmára á don I'"ernando de Stúñiga, Comendador ma- )>yor de Castilla, su ayo, é le dixesse lo que me «acordasse de la orden que se tuvo en la casa é ser- » vicio del príncipe don Juan , mi señor; porque sc- Bg-und el Comendador mayor estonces me dixo, la «voluntad del Qésar l'uc que Vuestra AKeca se crias- Dse é sirviesse de la manera que se crio é sirvió ol ¡ipríncipo, su tio ; é que por la información que el uComendador mayor tenia, todos aquellos con quie- ))ncs liabia liablado, inquiriendo lo que en este caso «se debía saber é inquirir, se avian remilido á mí ¿ »con ellos el conde de Miranda, don Juan de Slú- ))»iga ó Avellaneda, su hermano, etc.» {Off. de la Casa Real dcCast., Inlrod.) •i8 Introd. á la II. ^ Parle do los mismos. LXII VIDA Y ESCRITOS tas (lo la sogiinda y tercera parle ilc este impnrtanle monumenlo liislórico; v en 1505 se (leleniiiiiaba á darle cima, coinplelaiitlo la rela( ion de los principales aconteciinienlos, desde la nmerle de don Jnan II iiasta el año de 157)4, en (pie la cristiandad celebraba el advenimiento de Panlo III á la silla apost(')lica *". Daba á la segunda parte el titulo de Epilogo Ueal de Castilla, y apellidaba la tercera con el de Epilogo imperial y pontifical, formando de este modo la historia general de los reyes de España, emperadores y ponlilíces romanos que basta aíptella edad Iiabian florecido. Aprobada entre tanto en todas sus parles la primera de la Historia gene- ral y natural de Indias, y obtenido el privilegio del Consejo Real para su impresión, encaminóse Gonzalo Fernandez de Oviedo á Sevilla, donde á fnies de setiembre vio terminada la edición de aquella obra , en que llevaba ya invertido el largo pe- ríodo de cuarenta y tres años de no interrumpidas vigilias. El efecto que la His- toria general produjo no pudo sor mas universal ni üsongero : poníanse en ella de manifiesto los grandes misterios de aquella naturaleza tan rica y espléndida co- mo desconocida por los sabios del antiguo mundo; dábanse peregrinas noticias so- bre la religión, los ritos, las costumbres de aquellos hombres, cuya existencia se habia puesto constantemente en duda ; explicábanse las prodigiosas virtudes de aquellos árboles y plantas jamás sospechados por los naturalistas; hacíanse pinto- rescas descripciones de aquellos lagos, rios y montañas, en cuyo seno se escon- dían tantos y tan maravillosos tesoros; y ponderiibasc finalmente el extraordi- nario esfuerzo de aquellos primeros navegantes, que luchando con las olas en mi- tad del Océano, habían logrado arrancar de las tinieblas la existencia de un mun- do , llevando á tan remotas regiones los católicos estandartes do Castilla. Las ciencias filosóficas y naturales, la medicina, la cosmografía, la náutica y aun la milicia acudieron á la Historia general de Indias para pedirle enseñanza, logran- do al poco tiempo ser traducida en las lenguas toscana y francesa , alemana y tur- ca, latina, griega y arábiga, honra hasta entonces no alcanzada por obra alguna moderna, y de que el mismo Gonzalo Fernandez de Oviedo se manifestó des- pués altamente satisfecho "". 49 Oviedo escriljia en el mismo Epiloíjo: «Dosdc nel primer año que tuvo principio el rcyno de Espa- ))ña hasla esle del iiaseimicnlo de Cliripslo de mili c oquinienlos é Ireynla c cinco , en que este Epitono »y sumaria relación se escribe, son passados tres »mill é seplecientos años». En otra obra decía, alu- diendo á esta seg-Linda parte de! Calálogo fíeal: <(Y nsu (¡Cesárea Majestad se quiso servir de aquel trac- ))tado , que era de quinientas ó mas hojas de marca «real , y dcsta mi mano y letra; y alli dixc lo que vi »y alcance de aquella bendita Reyna á su nielo, el »año de mili ¿ quinientos é treynta y cinco , al «tiempo que Su Magostad Calliúlica se partió para «AlVica, quando lomó lodc Goleta y Túnez» {Qu'mq., III.' Parte, Esl. -10). 50 Hablando el mismo Oviedo del efecto que produjo la publicación de la primera parte de su //('«/. (jen. y nal. de íitd. , aseguraba que aquel li- bro oslaba ya en lengua toscana , y francesa, c ale- mana, é latina, é griega , ó turca, c arábiga, di- ciendo: aunque yo la escrebi en castellano (II." Par- le, lib. XIV, cap. bí). DE GON. FERN. DE OVIEDO. LXIII IV. Torna Oviedo por la quinta vez al Nuevo Mundo.— Envidia de Gaspar de Asludillo.— Muerte desastrosa de Francisco González de Valdés.— Aparición de piratas en los mares de América.— Proyecto de forlilicacion de Oviedo.— Repara el castillo de Santo Domingo.— Ármale de gruesa artillería.— Emigración de los españoles al Perú. Funestos resultados para la Isla Española. — Procura Oviedo promover , con su ejemplo , el desar- rollo de la agricultura.— Enlermedad peligrosa que en 1541 padece. — Intenta volver á España.— Suspende su viage por mandado del César. — Alonso López Cerralo.— Sus arbitrariedades en el gobierno de la Isla Es- pañola.—Es nombrado Oviedo procurador contra el Cerrato. —Llega á la corte.— Diticullades y obstáculos de su procuración.— Retírase á Sevilla , mientras el capitán Alonso de la Peña pasa á Alemania, en busca del César.— Entrégase á las tareas literarias.— Vuelve a la corte sin fruto alguno, respecto de los negocios públi- cos.—Restituyese á Sevilla.— Carla del infanle don Fernando.— Llega Peña de Alemania , ya depacbado.— Peligros y disgustos do Oviedo en Santo Domingo. — Dedicase exclusivamente á los trabajos bislóricos. — Remite al principe don Felipe las Ouinquagcnas.—Ma\brd\e el Regimiento nuevamente su procurador. — Último viage á España. — Comienza la impresión de la segunda parle de la Historia de Indias.— Sa nuicrie. Ocho veces había atravesado Oviedo la vasta extensión del Océano, cuando en 1555 dio á luz la primera parte de la Uisloria General y Natural de Indias *: im- primíase el 50 de setiembre el último pliego, y con igual fecha dirigía la dedica- toria al cardenal don frey García Jofre de Loaysa , no sin que recordara en ella su cargo de procurador, pidiendo para las Indias prolados doclos y de buena casta, y jueces inlcyros y enemigos de codicia. Al fin daba en aquel invierno la vuelta á la Isla Española, arribando al puerto de Santo Domingo sin contratiempo alguno el H de enero del siguiente año de 155G ^, siendo recibido por la Audiencia y Regimiento como quien tan cumplida cuenta liabia dado de la procuración , ya atendiendo al bienestar de sus conciudadanos, ya promoviendo cuantos medios lavorccían el aumento de población en aquella ciudad é Isla, Había con este propósito suplicado y obtenido del líeal Consejo de Indias cédula i Todos los escritores que ban dado noticias de Gonzalo Fernandez de Oviedo aseguran de una manera que no parece dejar entrada á la duda, que habia cruzado á su muerte, acaecida en d557, ocbo veces las vaslas llanuras del Océano; y sin embargo incurren en manifiesto error, cuando esto asientan. Oviedo, que en 1 535 publicaba la primera [lar- te de su Uisloria general y ¡lalural de Indias, se- gún queda apuntado, decia en el proemio de la misma, con este propósito: «Yo acumulé lodo lo que «aqui escribo de dos mili millones de trabaxos y wncscessidades y peligros en vejnte é dos años é »mas que bá que veo y exporimonlo por mi persona «estas cosas , sirviendo á Dios é á mi rey en estas «Indias , y aviendo ocho x;cccs passado el grande nmar Océano». Después del año citado de 1535 hizo Oviedo los cuatro viagcs, de que damos noticia en esta IV." p.irle, siendo por tanto inexacto el supo- ner que solo habia pascado el mar Océano por odio veces; error en que hubo de caer el erudito Baena, si- guiendo la autoridad de Quintana, Gil González, el P. Sarmiento , don Nicolás Antonio , Pinelo y don Lúeas Cortés (cuya preciosa Biblioteca publicó con su nombre Gerardo Herneslo), quienes por no haber podido tal vez examinar las obras MSS. del Alcaide de Sanio Domingo , se atuvieron , sin mas examen , á lo que habia él mismo dicho de sus viages en 1535. 2 Refiriendo Oviedo la desgracia de Simón de Al- cazaba y el mal efecto de su expedición á las regio- nes australes, dice: «Yo hablé en esta cibdad (Santo «Domingo) á estos que escaparon deste viaje y ar- «mada de Simón de Alcacaba, y su hijo era moco de »ti-e(;e ó catorce años; donde allegué á los once dias «del mes de enero de mili é quinientos é treynfa y «seys, tornando yo de España, después de la prime- «ra impression do la primera parle dcsta Historian (11.» Parle, lib. lll", cap. 3). LXIV VIDA Y ESCRITOS y merced de 00,000 maravedís por vida para el primer vecino de Sanio Domingo que en una sementera cogiese cien lauegas de Irigo', y era asimismo porlador de Giras gracias y privilegios, encaminados lodos á igual lin: pues (pie (d (lescid)ri- mienlo y con([uisla de otras regiones, despertando con sus liípu'zas la codicia d(! aquellos liabiíantes, comenzaba ya á despol)lar las feraces comarcas donde primero asentaron su planta los españoles. .Alas si el llcgimicnto v la Audiencia quedaron salislecliüs de la conducta del Alcaide, no laltaron liondjres envidiosos y desal- mados que intentaran malípiislarlc con los moradores de Sanio Domingo y con la corte de España , lildándole de haber procurado únicamente su provecho , y decla- rando como ilegilinias las dietas que durante su residencia en la península habia disfrutado ■*. Pero eslas quejas que osó elevar al mismo César el V(\edor de las fundiciones Gaspar de Asludillo, lejos de producir el efecto que este se proponía, solo contribuyeron á poner de relieve la hoiu-adez de Oviedo, acarreando al Aslu- dillo la jusla animadversión y desprecio que merecía por sus lorpezas. A lal punió llegaron eslas, que dos años después dirigían al Emperador el almiranle y regi- dores de Sanio Domingo las siguienles palabras: «Gaspar de Asludillo es hombre «bullicioso y de mal vivir. Fué á essos reynos poco monos (pie desterrado , y luvo »raaña para venir de veedor de las fundiciones, veedor del Audiencia y regido- »res, Ires ofíicíos que con cada estaría contento qualquíer vecino honrado. El eslá «procesado por varios delíclos y .sentenciado á desdecirse públicamenle ó ser «traydo á la vergüenza; cosas que hacen infame. Por cierto fraude en quilalar «el oro, mandó V. M. llamarle preso á esse Real Consejo y que el officío de vee- «dor del Audiencia no lo luviesse y se dcposítasse en el Alcayde Gonzalo Fer- «nandez de Oviedo; pero no falta quien le sostiene. Suplicamos á V. ]M. provea «sus oflicios en otras personas dignas: que es afrenta para los buenos un tal liom- «bre en semejantes empleos. Iláse casado Ires veces con tres mngeres, sacadas de lugares púlilícos»^. Tal era en suma el detractor de Oviedo. La favorable acogida que alcanzó en el Consejo de ludias la Ilisíoria general y el éxito extraordinario que obtuvo en la república de las letras, eran en lanío para el Alcaide nuevo y elicaz estímulo, alentando mas y mas sus tareas hislórícas, que iban Lomando cada día mayores dimensiones. No salisfecho de lo publicado, dedicóse desde su llegada á la Isla Es¡)añala á ilustrar con peregrinas é iniporlanles adiciones aquella primera parle , enriqueciéndola al par con la narración de los 3 Juan Ramos , escribano de núiiioro de la eiii- cmbarg'oá aplicarse (.Jít/í. gen. de Jnd., Cart.,l. 2-í). dad de Sanio Domingo, que informaba en 31 de -í Asludillo dceia, baldando de la procuración de mayo de lo37 al Real Consejo de Indias sobre la Oviedo: «La cibdad poco provccbo ovo , é se le de- necesidad de fomentar cficazmenle en la Isla Espa- ))bicran mandar volver los mili pesos que llevó de- ñola la agricultura , decia enire oirás interesantes »lla mal llevados. Es mi enemigo , y fatígame de razones: «Para aumento de población en esta is- >jüií11 modos con relaciones y pleitos » (Arch. gen. Illa, seria lo principal que se cogiese pan y vino. En de liid., Cari., leg. 24). ))lo de las viñas se dá orden cómo dentro de poco (o) Este importante documento , cuya fecba es )>liaya cantidad de vino. En lo del trigo dio V. M., de 20 de julio de 1o38, está firmado por el Almi- )>á suplicación de Gonzalo Fernandez de (_)vicdo, ranle y los regidores Diego Caballero , Francisco "cédula baciendo merced de 30,000 maravedís por Dávila, Alonso de la Torre y Alvaro Caballero )>vida al primero que en una semeolcra cogiese cien (Pycal Arad, de la líist. , Colee, de Mriñoz , lomo 81 , «bancgas». Esta imporlanle concesión no llegó, sin A ÍOS). DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXV aconlccimiontos que succsivaniculc acaccian y llcgaLaii á su iiolicia. Ni descuidó tampoco la prosecución de la segiuula y tercera , valiéndüsc de la real cédula que imponía á gobernadores y adelantados el deber de comunicarle las relaciones de los nuevos descubrimientos , con lo cual ensancliaba inscnsiblenienle el circulo de sus tareas, bien que alejaba de esta forma el dia de la terminación de las mis- mas. Consaurábasc á tan laudables estudios con admirable constancia, cuando recibidas por él las relaciones de los descubrimientos y conquistas del mariscal Diego de Almagro, bailó en aquel peregrino 'documento la triste nueva de la de- sastrosif muerte de su liijo. Scguia Francisco Fernandez de Valdés el ejército de Almagro, como veedor de la Tierra-Firme, oficio bcredado de su padre; y afli- gidos los expedicionarios del banibrc y del frió , tornábanse desde Cbile la vuelta de Catama, arrostrando, en tan largo y penosísimo camino todo linage de tra- bajos y privaciones , ya trepando inaccesibles montes , ya atravesando inmensos desiertos , ya salvando con esfuerzo maravilloso pestilenciales pantanos. Llegaron al rio de Arequipa, enlrado el mes de noviembre tle 1550, é iba tan bincbado y furioso, que apenas osaban pasarle los mas valientes nadadores, temiendo con razón el mariscal que llegara á desbaratársele del todo la gente con aquel grande é inesperado peligro. Y no fué pequeña su amargura, en medio del ge- neral sobresalto, al contemplar la catástrofe del veedor, que arrebatado de im- proviso por la impetuosa corriente , lucbaba en vano para ganar la opuesta orilla, desfalleciendo al calió y desapareciendo entre las olas. Imponderable sentimiento asaltó á Oviedo al recibir en tan extraña manera aquel terrible golpe, contras- tando solo la magnitud de su dolor con la piadosa conformidad cristiana que des- plegó en tan duro trance. Contaba Francisco Fernandez de Valdés la edad de veinte y siete años, y dejaba, al morir, dos buérfanos en poder de su padre, quien no gozó tampoco en su vejez el consuelo de verlos crecer ambos á su lado, pues que á los pocos dias de sabido el desastre del veedor , pasó á mejor vida el lujo varón de este, cuando apenas rayaba en los cinco años ®. Pero si estas desgracias afligieron bondamcnte el ánimo de Oviedo, pagado ala naturaleza el indispensable tributo, buscó en las tareas de la milicia la paz y sosie- go interior que esta vez le babian negado las vigilias históricas, si bien jamás pudo abandonarlas. Entregábanle en 1552 el castillo de Santo Domingo casi desmante- lado y destruido, y procuró entonces con singular esmero fortificarlo: en 1535 exponía la necesidad de su armamento al íleal Consejo de Indias , y juraba en o Al lererir Oviedo ni paso del rio de Arequipa, dice : (i Se aho;,'ó en él el desdichado Francisco de «Valdés, veedor de Tierra-Firme , hijo de! capilan «Gonzalo Fernandez de Oviedo , chronisla dcsla Gc- »ncral historia de Indias; porque pueda mas al Dpropóssilo dolerse con los demás, y le quepa lanía «parle deslas desavenliiras. Y porque su dolor no wfuesso sencillo , le quedaron un niño c una niña, «hijos del veedor: c desde á pocos dias después que «supo la desventurada niuerle del Iiijo aho^-ado, le TOMÜ 1. «llevó Dios el nielo en edad de cinco años en csla «cibdad de Sánelo Domingo de la Isla Española. «Bendito sea Dics por lodo!... Y aunque, seyendo «como soy hombre pasible , y la falta de tales deu- «dos no puede dexar de lastimarme, sin duda la nia- «yor pena que siento es llevar Dios aquel mancebo «en la llor de su edad de vcynte é siete años, con «tal manera de muerte, elc.« (IHsl. Gen. y Aa'. de //,(Z., III. "Parle, lib. IX, cap. C). LXVI VIDA Y ESCRITOS manos del doctor Deliran, decano del mismo, que solo pedia lo necesario ': des- de su vuelta á la Española ni un solo dia dejó de atender al reparo de la fortale- za, aguijoneándole en semejantes faenas la aparición de algunos piratas que, amenazando la seguridad de aípiellas tierras, comenzaban ya á infestar los ma- res de Occidente. Tal acontecimiento, que difundió en América grande alarma y sobresalto , despertó en el Alcaide de Santo Domingo una actividad, prodigiosa ; y no contento con solicitar de nuevo para su castillo la artillería de gi'ueso calibre que desde 1555 tenia pedida *, reprodujo ante el Consejo el proyecto de fortifi- car las islas y costas de la Tierra-Firme, levantando en el Nombre de Dios,* Puerto Belo , isla de Bastimentos, embocadura del Cliagre, Cartagena, Santa Marta, es- trecho de Magallanes y otros muchos puntos de no menor importancia , respeta- bles fortalezas que pusieran tan ricas y dilatadas comarcas al abrigo de los corsa- rios , haciendo asi temida y respetada en todas parles la bandera española '. Ni olvidaba el celoso Alcaide la necesidad de formar algunas escuadrillas que anduvie- ran reconociendo la mar constantemente, á fin de restituir la confianza á los mer- caderes, que no osaban ya salir de los puertos '", y de evitar al propio tiempo todo género de violencias y pillagc. Mas aunque proponia Oviedo un plan vasto de for- tificación, segundándolas instancias hechas por él los años pasados, no perdia de vista que era su principal deber la custodia y defensa del puerto de Santo Do- mingo, insistiendo una y otra vez en sus leales reclamaciones ". Ilabia sido cau- sa la impericia ó el abandono de sus predecesores de que al lado del castillo se fabricaran algunos edificios, los cuales, sobre cerrar el puerto á la fortaleza, im- pedían el que pudiese jugársela artillería, para defenderlo de cualquiera agresión extraña. No titubeó, pues, el Alcaide en proponer la demolición de aquellas ca- 7 En caria de 31 de mayo de 1537 decia Oviedo citados, eran Puerto-Rico, San Gorman é isla de la al Emperador, respecto de este punto, «Al liem- Mona, donde podian tener fácil abrig-o los saltea- ))po que estuve en la corte de Vuestra Mages- dores y piratas : hablando de la isla de San Juan »lad , el dotor Beltran , uno de los mas antiguos observaba que deberían levantarse varias fortalezas »de su Real Consejo de Indias, en presencia de en toda la costa del Norte, procurando que fuesen «todos los del Consejo, porque yo dixe en cierto de mas efecto que la comenzada á fabricar en Puer- nmeniorial la nescessidad questa casa tenia é tiene to-Rico , de la cual afirmaba que aunque ciegos la ))de armas é municiones , me tomó juramento para edificaran, no la pudieran poner en parte tan sin wque , só cargo del , dixesse las cosas mas nesces- provecho. «sarias , porque no se liiciessen gastos excesivos, ¿ 10 «En este punto que escribo esta carta están »yo dixe, só cargo de juramento , lo que me pares- »en este puerto quatro naos cargadas, que lo que Mciü que no se podia excusar , é lo proveyeron» «llevan vale sobre cinqüenla qüentos, é no osan sa- {Real Acad. de la Hist. , Colee, de Muñoz, tom. 81, wlir á la mar, porque hay nueva que andan ciertos A. 108). »navios de franceses por aqui cerca». 8 En la misma carta , citada en la nota anterior, H Cuando en 1533 estuvo Oviedo en España, escribía: «Ydo á Sevilla, los oficiales de la Casa de no solamente manifestó al Real Consejo de Indias "contractaeion me dieron creo que cinqiienta duca- cuanto habia hecho ya en beneficio de la fortaleza, »dos, de que yo compré ciertas laucas é laneones, cuya tenencia le estaba encargada, sino que le ex- »é hice hacer veynte barriles de pólvora é otras co- puso repetidas veces la necesidad de artillar y mu- »sas de las que vuestro Real Consejo proveyó; c nicionar dicho castillo, á fin de evitar cualquier »dexé hacie'ndose quatro plecas de artillería para rebato. Sobre este punto son dignos de consultarse »esta casa , y hasta agora ninguna cosa de todo ello los dos extensos Memoriales de Oviedo que se »se ha traydo , ni tengo una arroba de pólvora». conservan originales en elArcIi. Gen. de Ind., Gob. 9 Los puntos que, en concepto del Alcaide, de- de la Española , legajo 3, núm. 1. bian fortificarse en aquellas islas , ademas de los ya DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXVIl sas, levantadas por algunos magistrados de la Real Cliancilleria '^, ponderando cuerdamente los peligros que amenazaban la ciudad é isla , si no se acudia pron- tamente al remedio. Nada proveyó sin embargo el Consejo en cuanto Oviedo so- licitaba, teniendo acaso por exagerados los temores, que muy en breve justi- ficaron las correrías becbas en 15Ó7 y 58 por los piratas franceses, con grave escándalo de aquellas tierras y notable perjuicio de la corona. Pasado ya el es- panto de semejantes excursiones , y reconocida por el Alcaide la oportunidad de sus demandas, escribía al Emperador sobre tan importante asunto en los siguien- tes términos: «Lo que conviene, ante todas cosas, es que Vuestra Magostad mande )'labrar de hecbo esta fortaleca en la punta adelante de donde agora está doscien- «tos pasos, é que le quede todo su sitio franco é libre dende la casa del dotor ))Infante basta la mar — é que en la otra punta del rio se baga una muy buena «torre, donde esté constante vela é media docena de tiros — Ilecba la fortaleca ))é torre ¿será por esso guardada esta isla?... Digo que no; porque no es menor «falta que en otras partes della, en especial en los puertos prencipales , assi co- »mo en la villa de Acua é en la Savana é en Puerto-Real é en Puerto de Plata é ))Otras partes, haya fortalecas é recabdo en ellas; porque está visto que si una ar- »niada do propóssito viniesse é se assentasse en qualquiera de los puertos, ¿quién "les excusaría después de se enseñorear de parte de la isla y bacer guerra?» " El Real Consejo de Indias mandó por último proveer de artillería gruesa el casti- llo, cuya tenencia estaba confiada á Gonzalo de Oviedo '*, sin que en lo demás diese muestras de aceptar sus avisos, quedando por tanto expuestos aquellos rei- nos á la rapacidad extrangera, que no escaseó desde entonces linage alguno de asecbanzas. Aumentaba también todos estos peligros la numerosa emigración de los pobla- dores que al reclamo de las riquezas del Perú, abandonaban tanto la Isla Espa- cola como la de Cuba y San Juan, volando tal vez en busca de una muerte segura, puesto que las discordias de Almagro y de Pízarro , traían yermadas y sangrientas tan felices regiones. Reconocíalo de este modo el Alcaide de Santo Domingo, y ya 12 «Vuestras Magoslades (dccia el Alcaide en 31 npuede aprovecharse del arlilleria, como podría, ))de mayo de 1S37) hicieron merced al licenciado «quilando las dichas casas. Apercibo dello á Vues- wEspinosa de cicrlo solar dentro de los solares de la «tras Mag'estades, é digo que aunque las manden lo- «fortalcca, é no se le debiera dar ni él pedirlo, por- «mar é pagar á sus dueños , conviene mucho á su »que está la casa que en el solar que digo se ha «real servicio». (Real Acad. de la Hisl., Colee, de «fecho muy perjudicial, e' es padrastro ella é otra Muñoz, lom. 81, A 108.) iide un clérigo para esta casa de Vuestras Magesta- 13 Carta de 24 de mayo 1538, Colee, de Muñoz, »des. Me dicen que una vez las mandaron derribar iil supra. ))é después cesó é se mandó otra cosa: yo digo á 14 «En el año de 1538 mandó la Cathólica Ma- 1) Vuestras Magestades que quien les informárequc no «gestad proveer de artillería gruesaé muy hermosa «se deben quitar ó derribar las dichas casas , no mi- «esta fortaleca suya que está á mi cargo, é se Iru- »ra bien vuestro real servicio, ni quiere qucsta casa «xcron culebrinas de á seplenla quintales é mas «sea lo que ha de ser ó no lo entienden los que tal «cada una, de bronce, é cañones de cinqiienta é cin- «dixeren. Ya el licenciado las vendió; é suyas ó »co, é medias culebrinas de a quarenlaé algo me- «agenas , é aunque fuessen mías , no dcxaria de de- «nos», (llist. gen. y nat. de bul., I." Parle , lib. VI, «cir la verdad; porque (piilan gran parte de la vista cap. 5.) «de la mar é entrada del puerto á esta forlale9a é no LXVIÍI VIDA V ESCUITOS ([lie no le (>ra dado ovilar lo primoro, movido do su lealtad ó liidal^iiia, liahia pro- curado reslahlecer la aul¡<^na auiislad é iuleligoncia enlrc atpiellos coiKjiiislado- res, moslrándoles cuan errados aadaban en sus odios, con los cuales labraban lorpcnienle su perdición, al rayendo sobre sus cabezas la indignación de su rey y el desprecio de los buenos '^ Pero ningún electo produjo esta patriótica solicitud en el ánimo empedernido de aípielios capitanes, y Oviedo se creyó en consecuencia obligado á dar noticia al Real Consejo de ludias de los escandalosos crímenes, ([ue inundando de sangre española el imperio de Atabaliba, arrebataban al comercio y ala agricultura innumerables brazos, ofendiendo la moral y relajando todos los vín- culos sociales con tan pernicioso ejemplo. Cundieron, pues, á tal extremo los males de América y en especial de la Isla Española, ya afíijida por el azote de los piratas, ya mermada por la furia de la emigración , ora abandonada de sus pastores , ora desamparada de sus jueces, que después de baber clamado Oviedo por la vuelta del prelado, solicitando la creación de un procurador mayor de la ciud;(d, el nom- bramiento de cuatro jurados y la conservación del fiel ejecutor, oficio que se ha- bla suprimido con poco acuerdo ^^ exclamaba en esta forma, dirigiéndose al Cé- sar el 24 de mayo de 1558: «La justicia de Vuestra Magestad ni se hace ni se »cumple , en especial en esta isla é cibdad , donde nunca se paga cosa que se )>deba ni se castiga ladrón que baya, porque la Audiencia está sola con un solo oy- »dor, viejo y heredado en la tierra y en el officio». Y no mas grata perspectiva presentaron los negocios de la Isla Española en los siguientes años , que gastó el Alcaide en la prosecución de sus trabajos históri- cos ", sin apartar la vista de los cuidados de su tenencia, promoviendo al mis- mo tiempo cuantas mejoras agrícolas le aconsejal)a su talento observador y le inspiraba el deseo de la prosperidad de sus compatriotas. Poseía Oviedo á ori- llas delHayna, rio que pasaba á tres leguas de Santo Domingo, uno de los mas pingües heredamientos de aquellas rilieras; y deseoso de alentar con el ejemplo los esfuerzos de los pocos labradores que el descubrimiento del Perú y Nueva Espa- do En caria escrila en Sanio Doming'O el 23 de octubre de -1037 , dando cuenla al Real Consejo de Indias de las desavenencias de Almagro y Pizarro, observaba Oviedo: «Yo he cscripto á estos capila- i>nes lo que me paresce y qnánla razón ternán ))Vras. Mrds. de los mandar ordenar, sino se orde- Hnáren, y que miren muy bien quien los conseja y ))que por ningund inleresse ni pasión no se apar- ))len de la paz ni den causa en un pelo en que Vues- » Ira Magestad sea deservido : é héselo escriplo muy ))á la verdad é mis cartas lo dirán , é como amigo »quc los he Iractado é tuve hacienda antes quellos »y no tengo nescessidad de ninguno dellos ; y »piensso que si me creyeren que ellos acertájan, ))y téngolos por hombres que no erraran en la vo- «luntad ni en la obra el servicio de Vuestra Ma- «gestad , si malos consejeros no los hicieran errar». Lo mismo repelía en carta de 9 de diciembre do aquel aTio) Real Ac. cicla Hist. C. de Muñoz, t.8l,A. IC^')- 16 Cria de O de diciembre de lo38. Colee, de Muñoz , !í/ supra. 17 Al retocar el capítulo 7 del libro IV de la I.'' Parle, decia el Alcaide de Santo Domingo: «Aquí Dllcgué con esta materia, quando esto se escribía ))cn limpio en fin de marco de 1539». En el capítu- lo 20 del libro VI de la 11." Parle observaba: «Ya ))todo lo que en estos Iraclados se acrescentárc «desde aqueste año de 1341 años ó poco antes, ha de «ser á la jornada, segund las cosas subcedieren y ))lleg;;ren á la noticia del chronisla, hasla la impre- ))sion deslas liistorias'). Al final del capítulo IG del libro V de la misma parle , apuntaba: «Aquí llegó wesla historia en el mes de agosto de IK45 añosi). De donde claranieníe se deduce que no dejaba Oviedo de acrecentar sus trabajos hislóricos sobre las Indias , prosiguiéndolos con admirable constan- cia, según observaremos adelante. DE GONZ. FER:-;. de OVIEDO. LXIX ña iiabia dejatlo cu la Isla, ensayaba el cullivo de cuantas plantas, frutas y cerea- les juzgaba provecbosos, lograjulo con frecuencia los mas satisfactorios resulta- dos'*. Divertía de esta manera los ocios de sus oficios, siendo al par consultado de los capitanes y descubridores i|uc pasaban por aquella ciudad en demanda de la Tierra-Firme, cuando á principios de IHil vióse acometido de aguda y penosa enfermedad, poniéndole á los bordes del sepulcro y dejándole tan flaco y que- brantado que bubo menester, para fortalecerse, de larga y esmerada convale- cencia ''. rieslablecido ya algún tanto y temeroso de no poder dar á la estampa, si le asaltaban de nuevo las fiebres, la segunda parle de la Hisloria General de in- dias, conchuda en aquella sazón, solicitó licencia del Emperador y su Consejo para venir á España con propósito de publicar lo escrito, obteniéndola tan cumplida y pronta, como deseaba; pues que el éxito alcanzado por la [irimera parte hacia apetecible la impresión délas siguientes, en que deberían referirse maravillosos descubrimientos y portentosas conquistas. En 1.° de marzo de 1542 escribía Oviedo al virey de Nueva España, don An- tonio de Mendoza, á quien tenia pedidas relaciones de lo ocurrido en aquellas par- les, rogándole que se sirviese remitírselas antes de mayo, á fin de utilizarlas convenientemente en la edición que preparaba. Mostrábase el Alcaide resuelto á no tornar á las Indias hasta dejarlo lodo impreso ^"; y apercibido para el viage, bien que no tan pronto como al virey habia manifestado, solo aguardaba ya el dia de la partida, cuando recibió tres cartas del Emperador, concebidas en unos mis- mos términos, las cuales bastaron á desbaratar por entonces todos sus proyectos. Avisábale el César desde Monzón, en 50 de agosto, de haber roto la guerra con España el rey Francisco I , invadiendo los Estados de Italia , y amenazando en- trarse en la Península por la parte de Perpiñan , al propio tiempo qiuí infestaba el Mediterráneo con sus armadas y las de Barbarroja, su aliado, y alentaba á los protestantes de Alemania, llamando al turco sobre Ungría. Preveníale en conse- cuencia que atendiese con el mayor cuidado y vigilancia á la custodia del castillo que le estaba encomendado y á la defensa del puerto y ciudad de Santo Domin- go , mandándole que suspendiese su intentado viage , lo cual verificó Oviedo , co- mo obediente y fiel vasallo , dedicándose desde aquel momento á reparar las forti- ficaciones, á lin de que no le tomase desprevenido cualquier desagradable acon- tecimiento -'. Grandes temores combatieron el ánimo del Alcaide, durante esta 18 Hist. Gen. y Nat. de Ind., ]." Parle, lib. Vil, cap. i. 19 Hist. Gen. y Nat. de Ind., \.= Pail., lib. 1V_ cap. 2y. 20 Dirigiéndose OvicJo al virey de Méjico en la fecha cilada ledecia, hablando de su hisloria: «Yo »lengo liecneia del Emperador, nuestro señor, pa- »ra llevar á Su Mageslad Calbólica lo cscriplo , y »es muy desseado en España é fuera dclla; y ando «alistando mi partida , y espero con ayuda de Nues- »lro Señor que será en todo el mes de mayo ; y no «piensso volver acá hasta dejarlo todo ¡mpresso» {Ilist. Gen. y Nat. de Ind., II." Parle, lib. XIV, cap. 53). 2t (tEslandopara parlirnie (escribe), rescebi tres »letras de un tenor ó duplicadas de la Calbólica "Mageslad, fechas en Monzón de Aragón, á los ))troynta de agosto del año que passó de mili é (|ui- «nienlos é quarenla y dos, en las qiialos me man- iidó que tuviesso el cuidado y vigilancia que Su ))Mageslad de m¡ persona confia é como soy obli- ))gado, en la guarda c fortificación desla fortaleza de »la eibdad de Sánelo Domingo , que á mi cargo es- ))lá , en que yo resido en su real scrvÍ9Ío; porque LXX VIDA Y ESCRITOS nueva giiorra, on que iban á reproiliieirse las anliol)ernacion de Cartagena; pero aiuKpie apareciese interesado, eran tantas v tales las prendas del Obispo, y se habia consagrado con tan esmerada so- licitud á labrar la felicidad de sus feligreses , que bien merecía disculpa la sana intención del Alcaide. Al cabo plugo á la Providencia alargar los dias del Arzo- bispo, restituyendo la esperanza perdida á los moradores de la Isla Española, que veían en la muerte del gobernador su total ruina. Todo el año de Irh)^ lo pasó, no obstante, el Ilegimiento de Santo Domingo en sú- plicas y demandas dirigidas al (Consejo de hulias, y encaminadas á evitar (|ue se des- poblara lotalmente la Isla Española, considerada solo como escala y factoría de las regiones últimamente descubiertas en la Tierra-Firme. Unió Oviedo su voz á la de sus compañeros no con mayor fortuna que en los años anteriores, y cansado al fin de tan inútil y larga poríia, pensó en restituirse á España, deseoso de terminar sus dias en el suelo donde había nacido. Mas no quiso impetrar esta gracia de la corte, sin conquistarla primero con sus merecimientos ; y en aqnella edad , cuando pare- cía que le hubiesen ya abandonado las fuerzas intelectuales, emprendió una de sus mas preciosas obras, capaz de arredrar por su extensión ó importancia á quien se encontrara en la virilidad mas entera. Proponíase en este peregrino tratado, que dividió en tres partes, corregir las costumbres de la jnvcntud, presentando á su vista heroicos ejemplos, dignos de ser imitados; y dándole el título Quinquagenas, recogió en ellas lodo el fruto de su nestoríana experiencia, poniendo al mismo tiempo en contribución sus apuntamientos, diarios y minutas. Admirado sin du- da el mismo Oviedo de conservar á los setenta y siete años el vigoroso alien- to de la juventud, bacía gala de su ancianidad en diferentes pasages de di- cha obra, manifestando de paso su perseverancia en los trabajos históricos: «Entended, letor (exclama), que hcá dias que en estas y otras materias escribo y »hablo, y no desde ayer, sino sin muelas y dientes me ha puesto tal exercicío. «üc las muelas, ninguna tengo, y los dientes superiores todos me faltan, y un »pelo en la cal)eca y la barba hay que blanco no sea , y en septenta y siete años »constíluido, vivo hasta que el Señor de la vida sea servido. Y desde el año de mili «é quatrocíentos y noventa, seyendo de doce años, page muchacho, hiy llevado ))á la corte de los Serenissimos é Cathólícos Reyes, don Fernando y doña Isabel de «inmortal memoria, y empecé á ver y conoscer la caballeria y nobles y principa- rles varones de España» ". El Alcaide de Santo Domingo que escribió, tanto esla )i Alemania é en aquellos sus Eslados qv.e por olli Gen. y Nat. de Ind., U." Pane, \\h X!V, cap. 54). iiliene, le liió Dios los buenos suIji;osos que en la 46 Real Acad. déla ¡list. Col. de Muñoz, lo- Dsegunrla parle que ocrelii úc\ Cathálogo ñeal de nm 87, A. W'i. nCaslilla desde el cap. IV adelanlc podrá ver, en- 47 Quinq., III." Parte, Est. 22. ülenderé cunoseor quien sanojuiHo lavierc" (//.'ií. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXXIX como todas las (lemas obras que salieron de su pluma, sin salario ni remunera- ción alguna, dirii>ia al principe don Felipe la primera parte de las Quincjuagcnas en 10 de enero de 1555 ^*, dando íin á la tercera en l'i de mayo de 155(» ''^. Al rcmiiirla, rogaba al lieredero de Carlos V que se dignara mandar verla y examinar- la, á !in deque se imprimiera y sirviese de correctivo á los libros de apócrifas lecturas. Pero al mismo tiempo que de esta manera procuraba grangearse la benevolencia del principe , acudía al Real Consejo de Indias para suplicar que en gracia de sus largos servicios, se le admitiese la dejación que liacia de la tenencia del castillo, que gobernaba desde loo'i , señalando para que le reemplazara á su yerno Rodrigo de Bastidas, deudo muy cercano del obispo del mismo nombre. Propicio el Conse- jo á esta demanda del cronista , quien babia por otra parte alegado, para retirarse á España, la necesidad de dar á la estampa la Ilisloria general de Indias, conce- dió á Bastidas la alcaidía de Santo Domingo, dando á Oviedo licencia para que pasase á la península y conservara el carácter de regidor de aquelL) ciudad, lion- ra que agradeció sobremanera, mostrándose de ella satisfecbo basta la muerte ''''. Preparábase ya á emprender el último viage, cuando reconocida por el Regi- miento la conveniencia de bacer guerra á los indios caribes, que andaban orgu- llosos con la emigración de los españoles, resolvióse en 10 de abril á dar á Ovie- do sus poderes, para que alcanzase la oportuna licencia del Consejo, encargo que desempeñó con la eficacia por él acreditada en las pasadas procuraciones, obte- niendo la provisión solicitada ^'. A principios de junio de 155G se alejaba, pues, el cronista de aquellas regiones, donde tantos trabajos y amarguras babian entur- biado los sueños de su felicidad, y donde tanto babia estudiado y aprendido, ga- noso de conumicarlo á los demás bombrcs. Perseguíale, al separarse de tan pri- vilegiado suelo, el sentimiento de baber lucbado en vano para vencer los obstácu- 48 Al final de la dedicatoria , dirigida al prínci- pe don Felipe, se lee: « Fecha en la muy noble y »muy leal cibdad melropolilana de Sánelo Domin- »go de la Isla Española del mar Océano... y acaba- ))da de cscrebir dia de Sanct Pablo , primero lier- «mitaño , á diez dias del mes de enero de mili é «quinientos é cinqüentay cinco años de la Natividad »de Nuestro Redemptor, de mi propia y cansada »mano y seyendo coniplidos sóplenla y siete años »de mi edad». 49 La UI.* Parte de las Qainquagcnas termina con estas palabras: « Acabé de escrebir de mi mano este ))famoso Iraetado deja nobleca de España, domingo «primero de Pascua de Pentecostés, XXIV de mayo ))de iüüG años. Laus Deo. Y de mi edad 79 años.» Asi está en el códice autógrafo que existe en la Bi- blioteca Nacional, lanías veces cilado; pero Oviedo hubo de padecer aquí involunlario error, pues que luibiendo nacido en agosto de 1478, solodebia cum- plir en igual mes de 1üo6 los setenta y odio años de su vida. Debe, no obstante, llamar la atención lo que sobre su edad liabia dicho un año antes en la dedioaloria de las mismas Quinquagenas , según sé advierto en la nota que precede: de donde se infiere, á ser cierto que en 10 de enero tenia ya cumplidos los setenta y siete años , que nació en los primeros dias de este mes y no en agosto, como expresamente ha- bla dicho en la Historia general de Indias. De todas estas dudas nos hubiera sacado la partida de bau- tismo del mismo Oviedo, que hemos buscado en las parroquias de Santa Maria y San Pedro de esta corle con la mayor diligencia, bien que inúlilmenle, por no existir en dichas iglesias libros de asientos an- teriores á los años de 1550 y 52, según nos mani- festaron los encargados de uno y otro archivo. 50 En 4 de mayo de 1558 solicitaba Rodrigo de Bastidas , yerno de Oviedo , la plaza de regidor que habla desempeñado este hasta su fallecimiento Era entonces Bastidas alguacil mayor de la Audiencia, en nombre de Francisco de Rojas, menor de edad, á quien el rey tenia hecha merced de aquel cargo. 51 Arch. gen. de Ind. , Gobierno de la Isla Es- pañola , Icg'. II , núiii. 13. LXXX VIDA Y ESCRITOS los que so oporiinn á la prosporidail de sus compnlrio(as , y dolióiuloso tíol aíialí^ micMilo en (pie la Isla Española se veia postrada, iba á prestarle el úllimo servicio. En aquella licrra tan querida dejaba íiiialiueiile las únicas prendas de su cariño: á ella se volvían por lanío las miradas de aquel buen padre y lioiu'ado ciudadano, que caminaba á buscar su lumba en el suelo ]ialrio, donde descansaban lambien las cenizas de sus mayores. Oviedo llegaba á España en el oloño de 1550, llenándose de admiración, al sa- ber los grandes aconlecimienlos que estaba presenciando el antiguo mundo: el vencedor de Italia, el valeroso domador de los turcos, el debelailor de los galos, verdes lodavia los lauros de Alemania , depuesta la púrpura y grandeza , vivia re- tirado en el monasterio de Yuslc , y cansado ya de triuiiíar de los reyes de la tier- ra, ambicionaba solo el perdón de sus culpas, conquistando la eterna bienandanza. Sorprendió á Oviedo este maravilloso cambio, temiendo Uú vez que pudiera ser contrario á la realización del único proyecto que en su ancianidad abrigaba, el cual se reduela á dar á luz la ¡lisloria general y nalural de Indias corregida, au- mentada y mas exornada , según tenia prometido en diversos pasages de la mis- ma ^^ Guiado de esta idea, se encaminó á Yalladolid, donde á la sazón se bailaba la corte, gobernando estos reinos la princesa doña Juana, bermana del rey don Felipe , y presentados al Consejo los poderes de Santo Domingo y los cuadernos de la bistoria, mientras lograba el despacbo de su procuración, obtenía el per- miso para dar á la estampa aquella oltra , concebida en los primeros albores de su juventud, compuesta en medio de los vaivenes y azares de su larga vida, y ter- minada á las puertas del sepulcro. Con aquella fé y singular constancia, que ba- bia sido siempre norte y sosten de todas sus empresas, acometió, pues, Oviedo la de imprimir la Hiüoria general , comenzando por el libro vigésimo de la misma, primero de la segunda parte ; pero estaba decretado por la Providencia que no gozara en vida de la fama que le auguraban sus escritos. Apenas impreso el ex- presado libro, se vio asaltado de tan agudas fiebres que, postrando su cansada aunque vigorosa naturaleza , le acabaron en breves dias, suspendiéndose por tanto la impresión de la Historia general, que ba permanecido inédita y desconocida en parle, aun de los eruditos, basta nuestros tiempos. Gonzalo Fernandez de Oviedo, mozo de cámara del principe don Juan, soldado en Italia y familiar del rey don Fadrique, secretario en España del Gran Capitán Gonzalo Fernandez de Córdoba, veedor de las fundiciones del oro y mas adelante regidor y teniente del Darien en la Tierra-Firme, gobernador electo de la provincia de Cartagena, primer cronista de las Indias, alcaide de la fortaleza y regidor de Santo Domingo ^' pasaba en Ya- 52 En el proemio del lili. I de !a II.' Parlo de la bien que sin aumenlar el número de los cincuenta Hist. Gen. haLiia escrilo: k No se dcxarán (las (res libros, en que tenia divididos sus trabajos. ))parles) do continuar c crescer en algunos libros 53 Gonzalo Fernandez de Oviedo fué también ))quc están pendientes lo que se supiere paraelloen tesorero del 1 ¡20 que de las entradas pertenecía á ))mis dias , ni de acresccntar mas libros en la 1er- la redención de caulivos , cargo que desempeñó «cora parlo sobre el número ya dicho de linqüenla, desde el año de 1528 (Real Acad. de la Dist , Co- ))si yo lo viere o supiere, no dexando de creer que lección de Muñoz, lom. 70 , A iOC'). ))cl tiempo los bará mas». Asi sucedió en erecto, DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXXXI llatlolid de esla vida en el eslío de 1557, cumplidos ya los setenta y nueve años. Ni la confianza de sus compatriotas en el Nuevo Mundo, ni la predilección de la corte fueron bastantes á engendrar en su pecho bastardas ambiciones , contento siem- pre con la niediania en que la suerte le habia colocado, y aspirando solo á con tribuir con sus esfuerzos á labrar la felicidad de aquellos países, que despertaron en su imaginación desde la infancia pacificas esperanzas de gloria. Doce veces cruzó Oviedo con este propósito el Océano ^^ : las ciudades del Darien , Panamá y Santo Domingo, mirándole como su libertador, acudieron constantemente á su lealtad, para que las sacase de los mas grandes conflictos: la Real Cliancilleria de la Isla Española , primera audiencia de las Indias , no se desdeñó tampoco de in- vestirle con su representación y poderes, coronando siempre el éxito mas favorable las esperanzas de todos, Y entre tantos y tan difíciles cargos que le trageron in- quieto y errante, poniendo á prueba el temple superior de su alma, vino á sor- prenderle la muerte con la pluma en la mano, no menos infatigable que en los negocios públicos, en sus colosales tareas literarias. Obras de Oviedo y juicio cn'lico de las mismas. — Sus principales caracleres , como historiador. — Catálogo cronológico de sus escritos. — El liljro de don Clariballe. — La Respuesta á la Epístola moral del Almirante. — La Relación de lo sucedido en la prisión do Francisco L — El Sumario de la Natur.al Historia de las Indias. — El Catálogo Real de Castilla. — El libro de la Cámara Real del príncipe don Juan. — Reglas de la vida espiri- tual.— Las Batallas y Quinquagenas. — El libro del blasón. — El libro de los linages. — Las Quinquagenas. — La Historia general y natural de Indias. — Juicio de la misma. — Opiniones de don fray Bartolomé de las Casas, respecto de la historia de Oviedo. — Si deben seguirse por la crítica. — Veracidad y honradez de Oviedo.— Conclusión. i\cabamos de trazar la vida del capitán y primer cronista de las Indias, Gonzalo Fernandez de Oviedo y Valdés, dejando en ella comprobado cuanto expusimos al dar principio á este bosquejo, no menos difícil por su novedad (puesto que solo se tenían vagas y muy escasas noticias de tan apreciable escritor) , que importante en la historia del Nuevo Mando, por los cargos que desempeña Oviedo , y mas que todo por el noble tesón con que defiende aquellas maltratadas comarcas, procuran- do su prosperidad y la de sus pobladores, mientras era tal vez acusado de los críme- nes en ellas cometidos. Réstanos, pues, dar razón individual de sus escritos, ta- rea en que habríamos de encontrar no menores dificultades, si nos atuviéramos al juicio de los críticos y biógrafos , que sin el examen de sus numerosas obras, 54 En pago de los servicios extraordinarios de cumpliendo lo que advierte el mismo en la Histo- Oviedo le concedió el Emperador por mejoramienlo ria general, con estas palabras: «Las qualcs armas de sus armas las cuatro estrellas polares , para que «estarán en fin deste Iractado , porque es escriplo él y sus sucesores las ufasen con las antiguas de »en estas parles , donde tantos Irabaxos padcscen Valdés, en la forma que manifiesta el escudo, pues- dIos hombres que vocn estas estrellas é donde yo he lo al final de la pr.'fíenle edición y publicado por «gastado lo mejor de mi vida». (I." Parte , lib. II, Oviedo en la de ioj'-j; de donde lo hemos tomado, ' cap. 12). TOMO I. 1 1 LXXXII VIDA Y ESCRITOS se han propuesto darle á conocer ou la república de las letras. Mencionados ya los trabajos á que el Alcaide de Santo Domingo consagre) sus vigilias, en medio de los sinsabores y afanes que amargaron su existencia; reconocidas en parte las cau- sas que le inq)ulsaron á emprender aípiellas largas tareas, y fijadas por último las épocas sucesivas en que logra llevarlas á cabo, l'ácil nos será establecer un orden severamente cronológico , desechando al par las obras que sin fundamento algu- no se le han atribuido, y reduciendo á sus verdaderos límites las (pie sin mayor criterio se han dividido en dos ó mas tratados, con mengua de su importancia literaria y ofensa del mismo Oviedo ^ Inútil nos parece el advertir que la mayor parte de las producciones de este laborioso cronista son historiales , cuando en la exposición que llevamos hecha queda esto plenamente demostrado. Solas dos obras, ambas traducidas, dejan de pertenecer á este linage de esludios, á que le inclinaban el espíritu de su época y el ejemplo de la afortunada corte en que pasa 'su juventud y logra su ense- ñanza. Como indicamos oportunamente, aquel inusitado movimiento que reci- bieron de manos de la Reina Católica las artes y las letras, aquella protección tan eficaz como ilustrada que en nuestro suelo alcanzaron los ingenios mas señala- dos de Italia, no podían menos de excitar el noble estímulo de los naturales, quienes al mismo tiempo que levantaban su corazón á las mas arriesgadas em- presas, procuraban consignar las glorias de sus reyes, legando su grata me- moria á los siglos venideros. Ningún soberano de Castilla encontró jamás entre sus vasallos tantos y tan doctos cronistas como Isabel y Fernando : Alonso de Pa- lencia, Diego Rodríguez de Armella, Fernando del Pulgar, Andrés Bernaldez, Mosen Diego de Valera , Antonio de Nebrija , Juan Ramírez de Lucena y tantos otros, como en aquel reinado florecieron, dedicando sus plumas á celebrarlo, co- nocidos y respetados por Oviedo , vinieron con sus obras á encender dentro de su pecho aquella poderosa y vivaz llama, que solo pudo apagar el soplo de la muerte. Llevado de semejante impulso, funda Oviedo su erudición histórica en el estudio de las obras hasta su tiempo dadas á luz, y entendido en las lenguas francesa, fla- menca, alemana, toscana y latina ^, no solamente se nutre con la lectura de los i Es por cierto digna de toda censura la conduc- ta que han seguido algunos escritores extrangeros, llevados sin duda de las suposiciones de los erudi- tos respecto de este punto. Los autores de la Bio- graphie universelle ancienne el moderne, teniendo tal vez noticia de que so habia dado lugar entre los escritores cíe" /Uoí'io gálico ala relación que hace Oviedo en su Hisloria general y natural de Indias de las aplicaciones del árbol guayacan ó palo santo, fueron al extremo de suponer, con el testi- monio de otros biógrafos , no mas verídicos , que habiendo adolecido en Ñapóles de la citada enfer- medad el año iül3, solicitó Oviedo pasar á la isla de Haití, sabiendo que en ella existia el remedio de su dolencia. Añádese también que, vuelto á España, se dedicó á curar las siñlílicas , dándose tan buen arte que aumentó en breve considerablemente su fortuna. No creemos necesaria la refutación de estas mal fraguadas imaginaciones ; pero tampoco nos ha parecido conveniente el callarlas , porque siendo hijas de los errores en que los eruditos han caido, muHiplicando sin criterio alguno las obras de Ovie- do, justifican plenamente nuestro aserto, que ve- remos después comprobado en la exposición de las que realmente salieron de "^u pluma. 2 Al dar noticia el mismo Oviedo de las largas vigilias empleadas. en una de sus obras, exclama- ba: «Dcsseandü rccoliegir lo que en muchas y muy «difusas, prolijas y largas chrónicas y de gran di- Hversidad está derramado, las quales con mucha Bdiligencia y trabaxo he buscado y con mucha di- wficultad hallado , assi en la lengua latina, como en DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXXXIII autores patrios, sino que acude también á poner en contribución los que en los citados idiomas escribieron. Pero la principal fuente de la erudición histórica de Oviedo está en su propia experiencia: dotado, según ya dejamos advertido, de un talento observador y reflexivo , colocado en mitad de los graves acontecimien- tos de su tiempo; en contacto siempre, ya con lo mas ilustre y autorizado de la corte española, ya con los mas valerosos capitanes de la conquista del Nuevo Mun- do, nada se oculta á su vista penetrante, contribuyendo á enriquecer sus tareas, cuya variedad y extensión excitan hoy la admiración de los discretos. Aquel espí- ritu de investigación que le anima, llega sin embargo á degenerar no pocas ve- ces en nimia curiosidad, sacándole del terreno de la elevada consideración histórica, para llevarlo ala exposición de recónditas noticias y pormenores, ágenos alguna vez de la situación y aun del carácter mismo de sus escritos. Mas esta es preci- samente la índole especial de las obras de Oviedo : apoderado de. un hecho , ja- mas perdona la ocasión de rodearlo de todas las circunstancias con que ha llegado á su noticia: tratando de un personage-, no olvidara tampoco el referir todos los acontecimientos que sobre él ó su familia tiene recogidos: pintando una situación, no omitirá el ilustrarla con numerosos ejemplos que no siempre son oportunos, bien que muy pocas veces dejarán de ser curiosos y peregrinos. Semejantes observaciones que nos ministra la lectura de las obras de Oviedo, ma- nifiestan claramente cuál es el mérito principal de sus escritos. En ellos están bosquejadas la grande época de su juventud y la no menos gloriosa para las armas españolas de su edad madura; pero no con el pincel atrevido y vigoroso de quien abraza de una sola mirada toda la extensión y magnitud del portentoso cuadro que tiene delante, sino con el detenimiento y esmerada tibieza de quien, por no «nuestra vulgar castellana y en la francesa, flamen- tanlo se señaló en el conocimiento de las humanida- »ca y alemana, etc.» {Epü. Real de Castilla, proh.) des , como discípulo' de Pedro Márlir ; distinguido y De estas breves lineas se deduce sin violencia de preferido después por el príncipe don Juan, de cuya ningún género que era el Alcaide de Sanio Domin- educación clásica participó , según va advertido, y go entendido en las expresadas lenguas, y parlicu- dedicado por último al estudio de las crónicas, es- larmente en la latina, lo cual se halla demostra- crilas en su mayor parte en el idioma del Lacio, de- do con usura en sus numerosas.produceioiies. Sin jase de tener nociones de aquella lengua, que se embargo, un escritor contemporáneo suyo, que no babia llegado á poner de moda en la corte de los leerá muy devoto, lo acusa de presuntuoso y ar- Reyes Católicos. Y si estas observaciones persua- rogante, por figurarse «que sabia algo, cómo no su- den que no es tan fundada, como debiera, la poco "piese qué cosa era latin , aunque pone algunas au- piadosa acusación de las Casas , no parece de mas «toridades en aquella lengua, que preguntaba y pesóla circunstancia deque Oviedo anduviese siem- wrogaba se las declarasen á algunos clérigos que pre importunando á los cliírigos para que le traduje- «passaban de camino por aquella ciudad de Santo sen las autoridades que cita; porque ni es posible que «Domingo para otras partes». Y el mismo autor ase- tuviese conslanlemenle amano tales traductores, lia- gura mas adelante que el ejemplar de Plinio, de biendo escrito en tan diversos puntos (cosa que pa- que Oviedo se valia , no estaba en latin sino en los- recio olvidar las Casas), ni es de creer que en su vi- cario. (Ilisl. Gen. de Ind. , \\h. 111, cap. 142.) da errante y agitada se valiese de terceros para re- Pero esta acusación literaria, heclia por don fray coger dalos y noticias de la multitud de obras que Bartolomé de las Casas entre otras muchas , relati- cita en las suyas, siendo palpable que sabia qué co- vas á las tiranías que achaca al Veedor de las fun- sa era latin , pues que leia, extractaba y citaba diciones del oro, pierde toda su fuerza, al conside- oportunamente obras latinas. A la verdad que la rarla inoportunidad con >,.ie se formula; siendo por ojeriza, mostrada por las Casas contra Oviedo, fué otra parle iricreiblc que un hombie educado primero esta vez mas lejos de lo que el mismo Obispo había en la casa del joven duque do Villahcrmosa , quien imaginado. LXXXIV • VIDA Y ESCRITOS aloanzar la sul)linic entonación del conjunto, so goza y entretiene en perfilar me- nudamente lodos los pormenores , juzgando acaso trasmitir de esta manera con mayor fidelidad los objetos que se ofrecen á su vista. Asi Oviedo, aunque se llena de entusiasmo, al recordar los grandes sucesos que lia presenciado, aunque com- prende instintivamente su importancia, rara vez se levanta á la esfera de las altas consideraciones políticas, careciendo por tanto á sus ojos los liedlos que examina de aquella precisa trabazón y natural armonía, alma de la historia. Mas no le culpe- mos hoy de lo que ni estaba en su mano alcanzar, ni alcanzó tampoco ninguno de sus coetáneos: cuando florece Oviedo, si bien son ya en parte conocidos los grandes mo- delos de la antigüedad clásica, no ha logrado todavía la imitación echar tan pro- fundas raices , que pueda ser bastante á sacar los estudios históricos del círculo estrecho de las crónicas. Si un ingenio tan esclarecido, como el rey don Alonso el Sabio, aspiró desde el siglo XIII á levantar aquellos estudios de la consi- deración particular á la apreciación general de los hechos , empresa en que ni lo- gró todo el fruto por él deseado, ni halló después afortunados imitadores; si du- rante el reinado de don Juan 11 no fallaron escritores que, como Pablo de Santa María y su hijo don Alonso de Cartagena, Uodrigo Sánchez de Arévalo , Alfonso Martínez de Toledo, Fernán Pérez de Guzman y otros no menos afamados, inten- tasen generalizar las crónicas ; no por eso podrá decirse que había nacido entre nuestros mayores, cuando Oviedo recibe enseñanza, aquel espíritu verdaderamente crítico, que guia en el siglo XVI la pluma de nuestros grandes pensadores. Co- locado Oviedo entre los infatigables cronistas de Isabel y de Fernando y los doc- tos historiadores de Carlos V y Felipe II, no se remonta, como Ocampo, Mora- les , Garibay y Zurita , á la investigación filosófica de los heclios , procurando qui- latarlos justamente y probarlos en la piedra de toque de la verdad : incapaz de fallar á ella , admite como demostrados los sucesos que halla consignados en las crónicas de los pasados siglos, y todo su afán y anhelo consisten en atesorar no- ticias para esclarecer con nuevas autoridades los puntos y materias de que trata. Este respeto excesivo, de que se aparta sin embargo en las cosas por él conoci- das personalmente , le lleva á menudo al extremo de seguir los incalifi-cablcs er- rores de las falsas crónicas respecto de los tiempos primitivos, yendo tan adelante su candor que se atreve á fundar sobre tan quebradizos cimientos opiniones pro- pias , las cuales han de parar naturalmente en lo absurdo *. Pero aunque la crítica de nuestros días advierta y tilde en las obras del Alcaide de Santo Domingo esa falla de miras generales y esa sobra de credulidad, achaque harto común en su tiempo, no por eslo se crea que son aquellas merecedoras del desprecio ó del olvido. Nada hay mas curioso é importante respecto de las cos- tumbres y trages de sus conlemporáneos; nada mas vario, nada mas rico respecto de la vida interior y aun de la vida púldica de aquellos guerreros que, postrando en Granada la media luna , domeñaron ea Ñapóles el orgullo de Francia y asora- 3 Véase cuanto en la página LIX del presente caps. 2, 3 y 8 del lib. II de la I." Parle de la Ilist. ensayo dejamos apuntado respeclo á la posesión de Gen. y ¡S'aL de Ind. las Indias por los primilivos reyes de E^paña, y los DE GO.NZ. FER. DE OVIEDO. LXXXV hraron con el alíenlo de su peclio los ignorados confines del Nuevo Mundo. Bajo oslo punto de visla (necesario es confesarlo) merecen las vigilias de Oviedo la mayor consideración y alabanza : sus numerosos escritos presentan , acaso en calculado desorden * , toda clase de noticias y materiales, cuya utilidad es ya tiempo de que sea reconocida por los estudiosos. En aquel vasto depósito y copioso arsenal ha- llará el anticuario preciosos dalos para valorar los usos y costumbres de nues- tros abuelos, y encontrará el artista seguro guia para evitar, respecto de los tra- ges, armas, muebles y paramentos, los groseros anacronismos con que afea á menudo sus producciones: alli el historiador verá ilustrados los hechos dudosos y aprenderá .otros muchos no ponderados ú olvidados lastimosamente por los demás historiadores, y comprenderá también el filósofo las relaciones que existen entre las costumbres, las creencias y los sentimientos de aquella sociedad, pudiendo ex- plicar (armado de esta antorcha) las bases que la constituyen y los resultados ma- ravillosos de sus colosales empresas. lié aqui cómo el estudio de las obras de Gonzalo Fernandez de Oviedo , lejos de contrariar los grandes fines de la ciencia histórica, no puede ser mas fecundo ni importante para ella, principalmente cuando se trata del felicísimo reinado de Isabel la Católica, y del no menos brillante de Car- los V. Esta época, con tanta diligencia estudiada por los escritores extrangeros de nuestros dias , y cuyos recuerdos no podrán menos de enaltecer en todo tiempo los pechos españoles, habrá de recibir nueva luz de los escritos de Oviedo, consagrados exclusivamente á su esclarecimiento. Las obras debidas al Alcaide de Santo Domingo , tanto origmales como tradu- cidas, son, pues las siguientes: I. «Claribalte: libro del muy esforzado é invencible caballero de Fortuna, pro- "priamente llanindo don Claribalte que segund su verdadera interpretación quiere de- »cir don Félix ó bienaventurado, nuevamente emprimido y venido en esta lengua «castellana : el qual procede por nuevo y galán estilo de hablar por medio de Gon- »zalo Fernandez de Oviedo, alias de Sobrepeña S vecino de la noble villa de Ma- »drid». Este libro de caballería, que tradujo después de la primera vuelta del Nuevo Mundo, durante su retiro en la expresada villa, fué impreso (fol. got. á 2 col. 4 Oviedo asentaba lo siguiente respecto de la amenidad y variedad de la lectura: mo castos, vanidades como mundanos y reputación como religiosos. Assi que, la «Iglesia sirve á ellos y c"llos ú la carne, y la carne al demonio '**«. Oviedo apos- trofaba después á los principes cristianos con no menos vigor , ecliándoles en cara su disipación y tiranías ; y desplegando á menudo todas las galas de la verdadera elocuencia, llegó por este escrito á merecer en su tiempo el dictado de docto ". III. «Relación de lo subgedido en la prisión del Rey Francisco de Francia des- «que fué traydo á España, y por todo el tiempo que estuvo en ella hasta que el Em- «perador le dio libertad y volvió á Frangía, casado con Madama Leonor, hermana »del Emperador Carlos Y, Rey de España: escrita por el capitán Gonzalo Fernandez ))de Oviedo , alcayde de la fortalega de la cibdad de Sancto Domingo de la Isla Es- «pañola , y coronísta de la Sacra Cesárea Magestad del Emperador Carlos V y de la iiSereníssima Reyna doña Johana , su madre » ( 1o2o ). Esta relación, contenida en un tomo en 4.° de 165 folios y letra al parecer de fines del siglo XVI ó principios del XVII, con la marca X. 227, mas bien que á dar cuenta de lo ocurrido en la prisión del rey Francisco I , se dirige á narrar cuanto en la corte sucede en todo aquel tiempo. En esta parte aparece Oviedo como un exactísimo y veraz testigo , mereciendo por tanto ser consultado por los eruditos é bisloriadores, para apreciar las caballerescas y gallardas costumbres de nuestros abuelos, y aquel bidalgo espíritu que los animaba, en medio del la- mentable desborde , de que se duele el mismo Oviedo en su Respuesta al Almi- 9 Cap. IV de la Respuesta. 10 Cap. Vil de id. di En el códice que dejamos mencionado se ha- lla expresada esta calificación , del siguiente modo; «Epístola moralque el señor Almirante de Castillaen- »vió á un hombre docto, con su respuesta'). De don- de naturalmente se deduce que tal era el concepto formado entonces sobre el mérito de la Respuesta de Oviedo. Después de terminada esta , se encuen- tra en el mismo códice un poema, compuesto de se- tecientos cuarenta y cinco versos de arte menor, con este título : « Obra nuevamente compuesta sobra el naufragio que á la armada del invictissimo é ca- thólico sei'ior el Emperador y rey , nuestro señor, le subfedió en la conquista de Argel en el mes de sep- tiembre del año 1541». El carácter de la letra de este opúsculo, muy parecida á la de Oviedo, fué sin duda causa de que el erudito don José Var- gas Ponce sospechara {Real Acad. de la Hisl., Colee, do Vargas Pon., tomo 3, B. 2)4) que pu- do ser obra del Alcaide de Santo Domingo. Mas como este se hallaba , al verificarse la expedi- ción de Argel, en la Isla Española, y el autor del poema referido habla como testigo de vista , no parece dejar duda de que no fué escrito por Oviedo. Después del naufragio de Argel hr.y en el indi- cado volumen oiro poemita sobre el saco de Roma, acaso debido al mismo autor del precedente. xxxvm VIDA Y I-SCRITOS rante. La Itclacion de ¡o sitbrcdido en la prisión del Rey Franñuco es por olrn parle el mas duro capiliilo de acusación eoulra a(|ii('l moiiarca , pues que aí^asa- jado , servido al exlremo, y cuidado ron la mayor solicilud durante su peligrosa enfermedad, según menudamente relierc el Veedor de las fundiciones, falló lue- go á su palabra de caballero , olvidando lanías y tan singulares finezas *^. IV. «Oviedo : de la Historia natural de las Indias, ó Sumario de ¡a Natural Histo- vria de las Indias» [Vó^'ó]. Este repertorio, dirigido principalmente á dar á conocer al Emperador las cosas de América, se halla dislribuido en ochenta y seis capítulos, en los cuales, des- pués de tratar de la navegación de España á las Antillas y de los naturales de estas islas, asi como de sus costumbres y manjares, pasa Oviedo á describir los indios de la Tierra-Firme, bosquejando también sus ritos, costumbres y ceremonias, y exponiendo las peregrinas noticias que habia recogido sobre los animales, aves é insectos, árboles, plantas y yerbas de lan distantes regiones. Terminada es- la parte , que tanto interés ofrecía entonces á las ciencias zoológica y botánica, menciona Oviedo las minas de oro de la Tierra-Firme, y mostrándose entendido en el laboreo de ellas, pondera sus riquezas, describiendo, por último, la pes- quería no menos envidiable de las perlas, que tanto abundaban en aquellos mares. El Sumario de la Natural Historia acaba inoslrando el camino de la mar del Sur, y descubriendo al César la facilidad de acudir por el estrecho de Maga- llanes al comercio y contratación de las Malucas. Dado á la estampa por la vez primera en Toledo, según en olro lugar advertimos, fué traducido á la lenfvua latina por el docto Urbano Chauvelon, logrando en toda Europa el aplauso de los eruditos , y reimprimiéndose últimamente por don Andrés González Barcia en el to- mo í do los Ilísloriadorcs primitivos de las Indias occidentales ". i 2 La ¡-01(101011 (le lo sub^cdido en la prisión del rey Frangisoo se halla comprendida en los 122 pri- meros folios del códice cilado: desde el 223 co- mienza otra relación distinta, la cual trata de la guerra y famoso sitio de Ñapóles de 1328 , abrazan- do desde el saco de Roma liasla la lernii nación de aquellos memorables sucesos. Este discurso no puede en modo alguno aUibuirsc al primer cro- nista de las Indias, quien en el folio 88 de la Re- lación de lo subcedido , etc., se expresaba en los si- guientes términos: (iComo la tiisloria ha satisfecho «hasta la coronación de la Qesárea Magestad del Em- Mperador é Rey , nuestro señor , queda agora de sa- Mllsfacer á los oíros subeesos é cosas que en los «quatro años siguienles ocurrieron.... c porné una «relación que en Roma se escribió é se envió al se- «reníssimo Duque de Calabria.... por el doctor ]\li- Mcer May, embaxador por Su Magostad -en la corte «romana y uno de los del Consejo de Aragón, per- Msona grave é digna de crédito. La dala de su caria "fué en Rnma, i.' de octubre de 1 j32». La relación de Micer May está escrita con soltura y no carece de elegancia, mereciendo por otra pártela estimación de los eruditos , por la veracidad que loda ella rcspiía. Í3 El autor del diccionario de los flijus ilustres de Madrid, asienta que es esta producción de Oviedo una <(relacion sumaria de su Historia de In- dias,') erior que ha dado sin duda motivo á que el distinguido escritor anglo-americano Mr. George Ticknor se adelante á decir que «en 1q2o, hallándo- se (Oviedo) en Toledo, ofreció á Carlos V un Suma- rio de la Historia do la Españolan (Ilislory ofSpa— iiish Litoralurc, tom. 1, Período II, cap. VI, Londres, 1849). Ni Oviedo comprendió en el Sumario, de que tratamos, la relación de los hechos militares y polí- ticos de la conquista, como en la Ilis'oria general, ni menos se atuvo al territorio de la Isla Española, pun- to que en I o2o no podía conocer lo bastante para es- cribir su historia, pues que solo habia estado de paso en aquella comarca. Conocedor entonces délas cosas de la Tierra-Firme, se refiere principalmente á lan DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. LXXXIX V. « Cíithálogo Real de Castillo , y do todos los Reyes de las Españas é de Nápo- j>les y Secilia , é de los Reyes y señores de las casas de Francia , Austria , Holanda y «Borgoña: de donde proceden los (pialro abolorios de la Cesárea Mageslad del Em- «perador don Carlos, nuestro señor: con relagionde todos los Emperadores y Sucumos BPonlífices (jue han subcedido desdo Julio César, que fué el primero Emperador, y «desdel Apóstol Sauct Pedro, que fué el primero Papa, hasta este año de Chripsto »dii MDXXXIl irnos n (y 1335). Esla obra, conocula también coiicl líliilo de Ilisloria general de Emperadores, Pontífices, /iVi/cs, etc., es una de las mas aprcciabies de Oviedo, tanto por su extensión, como por su importancia: consérvase en la Biblioteca del Escorial, es- crita toda de mano del mismo autor, y señalada con la marca h-j-7. Consta de cua- trocientos cincuenta y un folios, inclusos los veinte y cuatro que ocupa el índice y se halla compartida en cinco divisiones, con los siguiente títulos: 1." «Calhálogo de los Reyes de Castilla y del antiquísimo origen del castillo de «sus armas: de donde procedieron todos los Reyes de las Españas, copilado por Gou- »zalo Fernandez de Oviedo y de Valdés, y dirigido á la Sacra, Cesárea, Real é Ca- «thólica Magostad del Emperador de los cbripslianos, nuestro Rey de las Españas : é )>del origen é subgesionde todos sus (piatro abolorios, con relagion de todos los Em- »peradores y Summos Pontifices.» á." «Colnpnas de las estirpes é casas reales de Castilla é de León é Aragón é "Navarra, é Núpoles é Portugal é de Borgoña é Flandes, é Holanda: é assi mismo la «conseqüenQÍa imperial de.sde Julio César hasta el Emperador, nuestro señor, donCár- »los V de tal nomijre; é concluirse hú con los Summos Ponlíiices desde el glorioso «Apóstol Sanct Pedro hasta el Papa Clemente Vil que hoy vive, nuestro Sancto » Padre.» 3." «Sumaria relagion del Cathálogo de los Reyes de Frangía para traher á con- «seqüencia las casas é Estados de Austria é de Borgoña é Flandes é Holanda é Habs- "burgia, que de la dicha casa real de Francia descienden, que son los solares é abo- -'lorins paternos del Emperador don Carlos, nuestro señor.» 4." «Epílogo imperial de los Césares desde Cayo Julio César, el primero dellos, »hasta la Cesárea, Sacra é Cathólica Magestad del Emperador rey don Carlos V de «tal nombre, nuestro señor.» o." «Sumaria relación del Cathálogo de los Summos Pontífices del glorioso trono »é silla apostólica, dende el Apóstol Sanct Pedro, espojo y vicario primero en la «Iglesia de Dios, é sus subgesores hasta nuestro muy Sancto Padre Clemente VII que »al presente es Papa de toda la monarchia é religión chrípstíana» '^. vastas provincias en cuanto se contiene en el referi- «hay desde el mar del norte á la mar auslr;il que di- do Sumario , empleando solo los siete primeros ca- «ceii del sur,» es el que (¡ucdc ofrecer ali,'un inlc- pí!ulos en hacer una breve reseña tanto del asiento res político. ¿Por qu<' hombres de tan señaladas y moradores de Hayti , como de algunos de sus prendas y erudición incurren en tamaños errores?., mantenimientos y aves, y destinando el octavo á Don Nicolás Antonio no hace mención de esta obra dar una liíjerísima idcade la isla de Cuba. Todo lo en el artículo de Of/erfo (Vid. Bibliot. Hisp. nova, demás se refiere al eslu • y Rodrigo la perdió ^'^ Hablando el primer cronista de las Indias de por sentencia divinal, '°'' «"'«res que habla consultado , para componer y Colom la enriquescíó; ^' Catálogo Real, observaba : -Epilogando , pues , y pero su fama inmortal «concordando la diversidad é variedad de lo que Carlos Quinto se la dio »niuy difusamente he hallado en las Chrónicas de «España , assi en la que llaman General Historia, ))Como en las que antiguamente escribieron el Arzo- Despues de esta estrofa puso Oviedo la siguiente «bispo don Rodrigo y el Ubispo de Tuy y el Bnr- nota, á que hemos aludido ya en oira parte: «gense y el Obispo de Falencia, y en la que inler- « Paulo, Papa III de tal nombre, subcedió á Cíe- »pretó del arábigo Abembique y en las que moder- wmente Vil. No se puso su relación , porque agora unamente han escripto y copilado Hernando del Pul- Den el mes de septiembre deste pressenle año de «gar y Mossen Diego de Valera y el Palentino y »mill é quinientos é treynta y quatro años fué «Antonio de Lebrixa y el Sieulo y otros historiado- «assumplo á la silla apostólica. Plega á Dios que »res modernos destos nuestros tiempos , todas las »sea por bien é para su sánelo servicio.» — Des- «quales y otras muchas he visto para copilar este pues de esta advertencia y pasadas tres hojas en nEpilotjon (Proh. del mismo, Cod. S. 33 de la Bi- blanco , comienza la labia de las cosas y nom- blioleca nacional). DE GOiNZ. FERiN. DE OVIEDO. XCI reas. No rcciljioron las deOvicdu poca ilustración con el auxilio de los árboles ge- nealógicos que emplea para esclarecer sus investigaciones y explicar los entron- ques de la casa real de Castilla con las de Francia, Ñapóles y Alemania, punto prin- cipal á donde se encamina; pudiendo asegurarse por último, que el Catálogo Ueal de Castilla es el tratado mas complelo de la historia de España y de sus relaciones con los demás Estados de Europa , do cuantos hasta fines del primer tercio del si- glo XVI se escribieron. Completa esta preciosa obra el E\>\]o()o Real , Imperial y pontifical , que parece formar la segunda y tercera parte del Calcdogo , y comprende desde el reinado de don Juan II de Castilla y don Juan II de Aragón hasta el año de 1555, en (|ue Oviedo lo dio por terminado , según dejamos en otro lugar advertido ". Insertó en el Epilogo la crónica de los Ueyes Católicos que tenia escrita en 1525 **, y abra- zó asimismo la relación del reinado de don Carlos, añadiendo, ya en los últimos años de su vida , la de los hechos memorables á que dio cima el Emperador en su campaña contra los sectarios de Lulero. Digno de la mayor estima es el Alcaide de Santo Domingo en esta parte del Catálogo , donde aparece como autor original y testigo de vista de la mayor parte de los sucesos que narra, siendo verdadera- mente sensible que por la índole misma de su proyecto no se extendiera á bos- «piejar con mas detenimiento el reinado de los Reyes Católicos. Curiosos y pere- grinos son no obstante los datos que recogió sobre las rentas reales de Castilla, tanto ordinarias como extraordinarias fá que se agregaban las de los maestrazgos (!c las Órdenes militares incorporados á la Corona y las de Indias), cuya suma total ascendía á 2.250,000 ducados. Y no son menos interesantes las noticias que J7 Debemos advertir aqui , para mayor ilustra- ción, que Oviedo debió sin duda variar, después del año 1532, en que presentó eii la corte la I.' Parte del Catálogo Real, el plan que, al concebirlo, liabia tra- zado. En el prohemio de dicha I.' Parte dccia: oLa ¡ipressente es dende el primer rey de España hasta «fin de la vida de don Johan 11 ; é la segunda ha de »serdél hasta elpressente , y la última de las casas ))illustres y generosos varones que debaxo de vues- ))tro señorío y servicio militaron)). Se vé, pues, que el primer pensamiento de Oviedo fué incluir en el Catálogo Real las casas y hombres célebres de Cas tilla, pensamiento que realizó mas adelante en otra obra , que habremos por tanto de considerar como natural complemento del Catálogo. 18 Si el examen del Catálogo Real no bastase á dejar probada esta observación , las frecuentes de- claraciones de Oviedo sobre el plan de dicha obra y el recuerdo de que desde el año de 1503 se ocupaba, por mandado del Rey Católico, en recoger los datos que utilizó en ella, ¡serian suficientes á disipar toda duda sobreesté punto. Y sin embargo, ya sea por- que no sellan reconocido estos datos, ya porque la segunda parte del Catálogo Real se ha considera- do como obra distinta, es lo cierto que los escrito- res que dan razón de las de Oviedo , tomando esla especie de don Nicolás Antonio , ponen entre ellas un Memorial de algunas cosas de la Coránica de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel y de la Coránica del Emperador don Carlos. Esto ha- ce el erudito Baena, y á esto se inclina el anglo- americano Ticknor, según queda apuntado en otro lugar de este bosquejo; pero el circunspecto don Nico- lás Antonio, de qui n lomó el primero la noticia, no solamente comprendió el Catálogo y Memorial refe- ridos en un mismo párrafo de su biblioteca, sino que manifestó la dudas que tenia respecto de este punto, diciendo después de poner el titulo delme/nonaZ: «Cujus initium est.ut suppetal unde cum catalogo, si "vcnit ad manus, conferre possis: fícynando en Casti- lla el rey don Enrique IV, etc.» (Bibliot. Nova,tom.l. pág. 555). Tan legítima y racional duda de aquel docto bibliólogo se convirtió después en una afirma- ción, que hoy rechaza la crítica, ilustrada yacen el examen del mismo Catálogo. Lo que de todo se de- duce es que de las obras de Oviedo se hubieron de sacar, á trozos, diferentes traslados , poniendo c.i- da copiante al que extractaba el título que mejor hubo de parocorle, lo cual veremos mas adolanle conlírniado, al di-.r cuenta de las fíatallas y Quinqua- (jcnas y de la Historia i/acrul y natural de Indias. XCII VIDA V ESCRITOS trae Oviedo sobre las rentas ilo los coinentladores de las expresadas Órdenes, do los cabildos y prelados, de los ^raiidi's y mayorazgos, y liiialmenle de los monas- terios y conventos; conlrihiiyciido lodos estos dalos csladistieos ;i diirnos la mas cabal idea de a(|nella nobleza y clero, <|mc lanía [unle ab^anzaban en la gober- nación del Estado '". VI. «Libro de la Cámara Real del príogipe don Juan y offigios de su casa é ser- vicio ordinario» (1o4G y 1o48). De este curioso tratado existen , l;inlo en la biblioteca del Escorial , como en la patrimonial de S. M., en la Nacional y en la de la Ueal Academia de la Histo- ria varias copias, sacadas en diferentes tiempos. En la biblioteca patrimonial de S. M. se conserva, no obstante, el ejemplar anlógrafo, de (¡ne liabla el erudito Baena, bien que no pudo escribirse, como babrán tenido ya ocasión de notar los lectores, en 1540, según este biógrafo supone. Conocido el objeto de Ovie- do al componer tan interesante libro, fácilmente se comprenderá (pie ba de ser un precioso deposito de noticias relativas á la vida interior de la corte del prín- cipe y aun de los Reyes Católicos, lo cual basta para recomendarlo grandemente á la estimación de los estudiosos. Oviedo , que recordaba complacido aquellos pri- meros dias de su juventud , procuró completar en las Adiciones ci Ls Officios la idea que se proponia dar de aquella corle , en donde tan bien avenidos se mostra- ban el fausto y la opulencia con la sobriedad y la economia ^". Vil. «Reglas de la vida espiriüial y secreta theologia». [Sevilla, por Üouiingo de Roberlis, 8.°, 1548). . Traducida por Oviedo esta oljra meramente ascética, y dada á luz por rl mismo, según queda ya anotado, movióle su desgraciado éxito á lanzar contra sus coetá- 19 El resullado (olal, que ofrecen los dalos esla- del sereníssimo príncipe don Juan, de gloriosa me- dislieos que en esle lugar del Epílogo présenla Ovio- moría, priniogcnllo heredero délos muy allos é Cn. do , es el siguiente : Reñías de la corona 2.230,000 Ihijlicos Ptcyes don Fernando y doña Isabel , heclio ducados: rentas de los grandes 1.728,000 ducados; por Gonzalo Fernandez, de la cámara de" Su Alle- id. de mayorazgos 9b), 000 ducados; id. del clero za en Í3í7». 4.° ((Officios de la Casa Real de Casli- superior secular 1.490,000 ducados; id. de los mo- lia , por el capilan Gonzalo Fernandez de Oviedo y nasterios y conventos (noeomplelos) de León y Cas- Vald(?s)). s.° «Tratado de la Cámara Real del prin- lilla 900,000 ducados. La razón individual de estas cipo don Juan , los officios de su casa y servicio or- rcnlas no puede ser mas curiosa ¿ interesante. diñarlo , compuesto por Gonzalo Fernandez de Ovie- 20 Muchas son las copias que hemos examinado do y Valdí^s , su mozo de cámara y llaves». Otras del Libro de la Cámara Real del principe : solamente tantas copias hemos registrado en la Biblioteca pa- en la Biblioteca Nacional se conservan cinco trasla- trimonial de S. M. , advirliéndose en ellas como en dos con los siguientes títulos: 1.° (¡Gobierno y offi- las de la Nacional y las dos que se custodian en la nos de la eassa del principe don Juan , hijo de los Real Academia de la Historia que los Irasladadores Reyes Cath(íilicos don Fernando y doña Isabel; por han variado á su placer el título que le puso Ovie- Juan (Gonzalo) Fernandez de Oviedo, su mozo de do, no siendo mas fieles respecto del texto. El có- cámara , 1548». 2.° «Libro de la Cámara Real del dice original que dejamos citado, regalado á Cár- principe don Juan y officios de su casa y servi(;¡o los IV por don Antonio Pisón , según expresa Bae- ordinario , compuesto por Gonzalo Fernandez de na, forma un tomo en 4.°, marcado S. 2, esl. G., Oviedo y Valdés». 3." «Instrucción de la Casa Real plut. G. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. XCIII neos la acusación de que so pagaban estos de los libros perniciosos y mundanos mas que de los útiles y religiosos; pero esta acusación no puede con justicia rccai r de lleno sobre una época en que se leian con avidez las obras do fray Luis de Granada, y era escuchada con entusiasmo la inspirada voz del venerable Cray Juan de Avila, apóstol de Andalucía. Sin embargo, como lu) ha sido posible li.d)er á las manos ejemplar alguno de esta traducción de Oviedo, parece acertado el sus- pender aqui lodo juicio sobre ella. VIH. « Batallas y Quinquagenas , escripias por cl capitán Gonzalo Fernandez de Oviedo , criado del príngi|)e don Johan, hijo de los Reyes Catliólicos, y coronisla ma- yor de las Indias, del Emperador Curios V » (1350). Aunque el Alcaide de Santo Domingo no bubiese escrito mas que esta obra, bastarla ella sola para conquistarle lugar señalado entro los primeros gcnealogis- las españoles. Trazadas en el Culálogo Bcal las ascendencias del monarca , no tuvo por terminada tan ardua tarea sin presentar igualmente cuantas noticias ba- b¡a atesorado, durante su larga vida, sobre las casas ilustres de España y los generosos varones que bajo los estandartes del César militaron. Tal fué el pensa- niienlo que dio vida á las Batallas y Quinquagenas; pero Oviedo, para quien este propósito era solo una ocasión de bacer gala de sus csquisitas investigaciones bistóricas y de su no vulgar experiencia , pretendió emular los esfuerzos de los esclarecidos autores de los Claros varones y las Generaciones y semblanzas, til- dándoles de parcos ó mal contentadizos, por el corlo número de los personagcs incluidos en sus obras ^V La de Oviedo «está dividida, según observa el erudito »Clemcncin , en Batallas, Quinquagenas y diálogos enlre el Alcaide, que es el »autor, y un tal Sereno, que le pregunta de ordinario y da ocasión á ([ue so rc- «fieran la bistoria , prosapia, armas, rentas y divisas de alguno de los pcrson.a- »ges notables de España y á veces de toda una familia. Con este motivo, apenas 21 Oviedo decia, despuosde acliacará los Iras- ladadores 6 trasquiladores de las minutas ú orig-inal de Hernando del Pulgar , lo siguiente: «Pero olvi- iidar á muchos me paresoe mayor delicio é incom- oporlaljle, é hacer un quadernillo ó libro muy bre- Dve, é llamarle de ios Ciaros raroncs é no hablar »sino de veynle é siete personas , esto es lo que yo »no sé disculpar; y algunos de aquellos no c'aros ni )iaun limpios de todo esto... E en esse rnesmo error, »quanto al poco número, incurrió Hernán Pcroz de »Guzman, señor d,e Batres , puesto que no diú lilulo »de Claros varones á su obra....; pero esta muestra «llamaba en su Adición el doctor Loreneo Galindoz ))de Carvajal Claros varones , y contados con el rey »don Henrique y la reyna doña Cathalina, su mu- ))ger, é el infante don Fernando que ganó á Ante- »quera y fué rey de Aragón y con el rey don Juan II »é hasta parar en el condestable de Castilla , macs- »lre de Sancliago don Alvaro de Luna; en todos »los que memora y escribe son Ireynta y Iros ])er- Hsonas é capítulos breves : por manera que ambos «tractados de essos auclores son sesenta , menus «uno ; y hasla aqui tenemos vos é yo ciento diez é «nueve y no avenios cscriplo la quarta parle de «nuestros dias». Y después añade : «Por uno de los »que puso Pulgar, pudiera yo poner Ireynta... no- «solros porncmos mas de Irescicnlos castellanos, si )ila muerte no me ataja», {fíat,, y Quiuq., Y. aO, fol. 1 13 vuelto.) Pero Oviedo perdía de vista respec- to de Hernando del Pulgar que no es lo mismo cía- ros que poderosos varones, y que aquel distinguido escritor aspiró á presentar únicamente beneméritos, mientras el alcudia también á la antigüedad y lim- pieza de linage : Pulgar juzgaba como un crítico: Oviedo escribia mas principalmente como un genea- logista: debiendo laiubien tenerse presente que los reinados en que llorcce , fueron mas fecundos en grandes hombres que los anteriores. XCIV VIDA Y ESCRITOS ))hay suceso pequeño ni grande del liíiinpo de los Royes Católicos y de los anos «inmediatos de que no se haga mención, con tal nudlilud de relaciones parli- »culares, anécdotas y noticias de todas clases, que es un verdadero tesoro pa- »ra la historia de aquellos tiempos; y como escrito por un testigo de vista tan "lidedigno, adquiere mas derechos á la estimación y aprecio de los curiosos» **. Tan clara idea de las Batallas y Quinquagenas , dada por aquel docto acadóunico, no ha sido parte á estorbar que distinguidos historiadores de nuestros dias for- men sobre ellas equivocados juicios , confundiéndolas con las Quinquaijenas es- critas algunos años después, siendo en verdad notable que, aun procediendo equi- vocadamente, casi todos hayan seguido á Clemencin, al quilatar el mérito de tan importante obra ^. Lástima es que no exista de ella ningiui códice completo, lo cual hizo mani- festar al autor del docto Elogio de la Hcina doña Isabel , que no liai)ia apariencias de que Oviedo la concluyese enteramente, conforme al plan que so habia propuesto. 22 Memorias de la Real Acad. de la Hisl., to- mo VI, ilusl. 10, págs. 123 y 24. 23 Mr. W. Prescotl, icspelable escritor anglci- amcricano , que en su Historia del reinado de ío? Reyes Católicos da algunas noticias de Oviedo y sus obras , y reconoce en las Batallas y Quinquagenas el mérito que realmente tienen , creyendo sin Juila describir esta obra , inserta el titulo de las Quin- quagenas de que hablaremos después, añadiendo para completar la idea de las Batallas la nota final que pone el Alcaide de Santo Domingo en la ter- cera parle del códice autógrafo de dichas Quinqua- genas. Después añade : «Esta curiosísima obra es! á »escr:ta en torma de diálogos, en los cuales el in- ))lerlocutür principal es el mismo autor : contiene una Mnolicia muy completa y ciertamente prolija de las oprincipales personas de España, de su linage, ren- »tas y armas, con un caudal inagotable de anécdo- ))las de la vida privada». Y mas adelante prosigue: ((Ademas de los tres tomos en folio que existen en ))la Biblioteca Nacional de Madrid , de que se sacó ))la copia que tengo en mi poder, Clemencin, que «elogia con exageración esta obra, como propia pa- )ira ilustrar el reinado de Isabel , cuenta otros tres, ))dos existentes en la biblioteca particular del rey y ))uno en la de la Academia». A la verdad que Pres- cotl ha debido ser torpemente engañado por quien le remitió la copia que dice tener en su poder, para incurrir en tales inexactitudes : de otra manera seria imposible el que diese razón de una obra, apropián- dole el titulo y atribuyéndole citas sacadas de olra. Si no creyésemos en su probada honradez y veraci- dad , todavía pudiera sospecharse que solo vio , y muy de prisa, loque dejó Clemencin escrito, puesto que este docto académico habló de ambas produccio- nes de Oviedo y copió el titulo y algunos fragmentos líelas Quinquagenas , sin atribuidos á las B ¡tallas v.\ menos confundir ambas obras. Pero si Prcscolt, escritor que solo hizo mérito de esta obra inciih'u tal" mente, merece alguna censura , por haber caido en semejante desliz, mas culpable nos parece Mr. Geor- ge Ticknor, quien tratando de propósito estas ma- terias , escribe en su Historia de la literatura espa- ñola, ya citada: «La olra obra notable de Oviedo «(solo lleva examinada Ticknor la Hist. gen. de Ind ) wfruto de su ancianidad , está consagrada á los afec- dIuosos recuerdos de su pais nativo y de los honi- obres dislinguidos que habia conocido en él. Inlilú- ))!ala Las Quinquagenas , y consiste en una serie de "diálogos en que con poco método y orden , da m¡- »nuciosas noticias de las principales familias que fi- Hguraron en España en tiempo de los Reyes Cató- xlicos y Carlos V , mezcladas con anécdotas y es- Dpecies que no sin cierta oslenlacion de vanidad "propia pueden pasar por unas memorias de su lar- )>ga y atareada vida. Por el diálogo sobre el Carde- wnal Jiménez y por oíros, parece que se ocupaba »en esta obra el año de 1545 ; pero la fecha que cita "mas en estas conversaciones imaginarias, es la de "1550; y al fin de ellas declara terminantemente »que concluyó las Quinquagenas en 24 de mayo de "1556 , á los 79 años de edad." Oviedo no declara en las Batallas y Quinquagenas, obra de que habla aqui Ticknor, semejante cosa: donde lo dee/ara ter- minantemente es en las Quinquagenas que tenianun objeto distinto , como notaremos en su lugar corres- pondiente. Una de dos: ó estos apreciables escrito- res han examinado las Batallas y Quinquagenas de que intentan dar noticia, ó no: si lo primero ¿por qué confundirlas tan lastimosamente con las Quin- quagenas?... S\ lo segundo ¿por qué aventurarse á dar razón de ellas?... Y dado este último caso ¿por qué no siguieron á Clemencin, que hizo mención de ambas producciones de Oviedo de una manera clara y distinta?... DE GONZ. lERN. DE OVIEDO. XCV atendiendo á la avanzada edad en qnc se hallaba -*. En la biblolcca Nacional se conservan tres códices, señalados con las marcas Y 59, K 81 y K 150, de don- de hemos lomado muchas de las noticias empleadas en este bosquejo , parecién- donos indudable que con el examen comparativo de estos y de los dos manuscritos de la biblioteca patrimonial de S. M. y el que se guarda en la Academia, habrá de venirse en conocimiento de lo que realmente ha llegado á nuestros días de las Batallas y Quinquagenas ^. 24 Los temores del eiilendiflo Clomencin pare- cen quedar juslüicados, cuando leemos en las Quiíi- qvagenas: «Hánine aprovechado mucho para salir "oon eslc Iraclado ó Quinquagenas oirás que escri- dIjÍ mas largamente, diaiog-ando de la nobleza y ca- nsas principales de España, eñque digo sus funda- »dores é rentas é armase sus genealog'ias é sushis- Blorias é casos intervenidos á aquellos de quien alli Htracto (en quairo gruesos volúmines); y en cada MCasa, de quien Iracto, comicneo por el señor della «que yo vi, y dialogando se traen á conseqüencia »los aseendienlcs y descendientes. Obra en que yo »he gastado mucha parte de mis dias y noches y no ))he acabado por dos cosas : la una porque he te- Dnido esperanca de yr á morir á España, para per- «fecionar algunos passos en lo moderno do aquellas «cosas que se tractan en la 111." Parte de las Quin- nquagenas dialogales : lo olro que me ha detenido es Huna promesa que hizo el coronista Florian Docam- »po , donde dice en su prohemio de la primera parte »de la Crónica de España... que Iractará entre otras «cosas una relación de las parentelas é linages de «España, etc.» {Quinq. , III. " Parle, Esl. 22). No deja, pues, duda esta confesión de Oviedo de que, s¡ en JbSO daba la úllima mano á las Batallas y Quinquagenas , el año de 1335 ó 56, en que escribía la III. ° de las Quinquagenas no dialogales, tenia determinado retocar y aun añadir alguna parte de aquellas , siendo probable que no consiguiera termi- narlas , pues que pasó de esta vida á poco tiempo de su vuelta á España , muy ocupado por otra parte con la Historia general de Indias. 23 El crudilo don Nicolás Antonio, y con mayor seguridad don José Alvarez Baena , atribuyen á Oviedo una obra titulada: Memorial de la vida y ac- ciones del cardenal don fray Francisco A'imencz de dañeros, asegurando ambos que se conservaba en el colegio de San Ildefonso de Alcalá. Don Nicolás Antonio manifestaba que de esta producción del Al- caide de Sanio Domingo se habian aprovechado Alvar Gómez de Castro, en su historia latina de Cis- ncros y el franciscano fray Pedro de Quintanilla en su Archetipo de virtudes, refiriéndose al Archivo Complutense que puso Quintanilla al final de su obra. Deseosos nosotros de apurar la verdad de eslos asertos , hemos registrado cuantos papeles se con- tienen entre los documentos, de que se valió Alvar Gómez de Castro y dejó al colegio de San Ildefonso, para que se guardasen en su archivo {refera tiio- numenta.... scriniis comptuteiisis Scholce aserrando tradidit), y solo hemos encontrado algunos extrac- tos sacados , según se expresa , de la Historia de Oviedo , nombre que lleva también el Catálogo fíeat, según queda oportunamente advertido. Los extrac- tos indicados tratan del inquisidor Lucero y de lo que toca á los presos de Córdoba , y déla desembar- cacion del rey don Carlos. Ni en los índices antiguos ni en los modernos , que se custodian en la Llniver- sidad de esta corte , á donde se trasladaron la libre- ría y archivo del colegio de San Ildefonso , hay no- ticia de que existiera el indicado Memorial , pare- ciéndonos que el error de don Nicolás Antonio , á quien copió Baena , proviene de lo que fray Pedro de Quintanilla dice en su Archivo Complutense. Las palabras de este laborioso franciscano son las si- guientes : (í Dejó (Oviedo) una relación ó memoiial «en nuestros archivos de la última gobernación del «siervo de Dios, etc.« (pág. 77, edic. de Palermo, 1633). Pero de este testimonio de Quintanilla no es posible deducir lógicamente que Oviedo escribió una obra separada y dislintadel diálogo sobre el cardenal Cisneros, inserto en las Batallasy Quinquagenas, ni menos que le dio el título citado por don Nicolás An- tonio y por Baena. Aun cuando el autor deL4/-c/¡c/i";)o no aludiera con la expresión dejó en nuestros archivos á la generalidad de los del reino, refiriéndose á los de la orden de San Francisco á que el cardenal había pertenecido , tampoco se podrá sacar en claro que hablaba del colegio de San Ildefonso de Alcalá , por- que entonces se hubiera expresado en otros términos mas particulares. No existiendo en el archivo del ex- tinguido colegio , ni constando de sus índices nesto que de las familias ilustres de España, apuntando al "aquellos son de arte mayor de once ó doce síla- par las armas que á cada cual correspondían , na- »bas, é aquestos mios son de arle conum é baxo de tural parece por tanto que puedan formar estos dos «siete é de ocho sílabas ; pero el nombre se aplica tratados parle de una sola obra. Nuestra observa- "aqiii á la respondencia seijunda rima , como tengo clon no pasa , sin embargo , de ser una congelura wdicbo : é los versos de los poetas alegados é los de mas ó menos fundada. «aquellos que aquel estilo siguen , los llaman tereia 27 Oviedo, que sin tener verdaderas dotes poé- nrima, como es notorio entre la nascion italiana é ticas, quiso también despuntar los aceros de su in- »en especial en la toscana lengua que es de las vul- genio en el lenguage de las musas , decia respecto wgares italianas la mejor». {Quinq , I."Parle,Est. 4.) del estilo común y nuevo , empleado en sus versos: 28 Prohemio á la I." Onintuagena. TOMO i. 1 -.i XCVIII VIDA Y ESCRITOS entrada á las proezas debidas á las ilustres matronas castellanas , bien puede ase- gurarse ([uc son las Quinquageiías dignas del mas alto aprecio , bailando en ellas abundante motivo de estudio cuantos se consagren al de la bistoria de nuestro suelo, ya civil, ya mibtar, ya religiosa, ora política, ora literaria. Los códices originales de esta importante y curiosísima obra, escritos de mano del mismo Oviedo, se custodian en la Biblioteca Nacional, signados con la mar- ca Ff. 104, 105 y 100, siendo al parecer los mismos que poseía el dn([ue de Medina de las Torres, cuando don Nicolás Antonio compuso su Bibliolheca JSova ^'. XII. «Historia General y Natural de las Lilias, Islas y Tierra-Firme del mar Ogéano» (1-j3o y 1557). Llegamos á dar razón de la obra mas acariciada ^ por Oviedo durante su larga vida y á la cual parecen agruparse todas las ([ue produce su fecundo ingenio, sien- do al propio tiempo el principal objeto de las presentes tareas. La Historia Ge- neral , que no conocida del todo , ba bastado á colocar el nombre de su au- tor entre los bistoriadores clásicos de Indias '' , ya que se ha logrado completar- la, no solamente merece la estimación de los doctos, por ser la primera que so- bre el Nuevo Mundo se escribe , sino por haberse trazado y llevado á cabo en medio de los mayores contratiempos y en aquellas mismas comarcas que hollaban por vez primera plantas españolas. Bajo este punto de vista será difícil encontrar en la república de las letras otra producción, que ofrezca mayor interés ni pre- sente mas espontaneidad y frescura. Sorprendido Oviedo por el magnífico espec- táculo de aquella poderosa y pintoresca naturaleza, todo excita su curiosidad, todo despierta su entusiasmo, impulsándole á su contemplación y estudio. Si hu- biera nacido poeta, habría cantado á la manera de Ercíila la belleza y templan- za de aquel cielo, la casi fabulosa riqueza de aquellas ele vadísimas montañas, el curso magestuoso de aquellos anchurosos ríos, la furia de aquellos desatados tor- rentes, la portentosa variedad de aquellos gigantescos árboles y peregrinas plan- tas, la vistosa copia de aquellas aves matizadas de mil colores, la bravura de aque- 29 Después fie poner el titulo , aunque no com- pleto délas Quinquagenas , decin: «Cujus exein- »plar, ut videtur, antiquis conseriptum superiorls Hsaeculi characteribus miniarioquc opere distinctum »adservarl lego in bibliothcca excellentlssimi , dum Min vivis esset , ducis Medinaí-Turrium , idque tri- »bus voluminibus divisum (Bibl. Noi'a, tom. I, pág. 353). 31 Don Martin Fernandez Navarrete, Colección de Viages espaíwles , tom. I , intr., pág. 7o. 30 Para prueba de esta observación bastará ad- vertir que terminadas en io^a las tres partes que han venido á nuestras manos, pensaba Oviedo aña- dir una cuarta , para recoger todos los sucesos que iban llegando á sus oidos : «Todo lo que tengo yo «escripto de la General y Natural historia de las )i/«(Z¡a.s , yslas y Tierra-Firme del mar 0(i'ano lo ))he dedicado á la Qesárea Real Mageslad del Em- Dperador rey , nuestro señor, cuyas son. Digolas »tres partes , en que hay cinqüenta libros, que se «yrán imprimiendo en tanto que yo la qiiarta escri- »bo , porque es hisloria corrieulo mas larga que mi Hvida» (Quinq. I.'' Parte, Proh.). No queda, pues, duda en que, ya celoso de su obligación como tal cronista, ya inclinado naturalmente á estas inves- tigaciones, nunca apartó Oviedo la \ ista de la His- toria de Indias , empresa en que , aun cargado de años, mostró el mismo tesón que en su virilidad ha- Ijia desplegado. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. IC líos animales que poblaban las selvas, y finalmente las agrestes y singulares cos- tumbres de aquellos hombres, que tan admirable contraste presentaban con los moradores de Europa. Pero Oviedo, á quien no concedió la Providencia ni el mcns divinior ni el os magna sonalumm, dotado de un talento de observación comparable solo á su exquisita diligencia, sino prorumpe en ardorosos cantares, se aplica á la investigación y detenido examen de cuantos objetos le rodean, y ya siguiendo el ejemplo de Plinio, ya procediendo de propia autoridad, observa, com- para y analiza toda clase de fenómenos, procurando comunicar á sus lectores la mas completa idea de ellos. El Alcaide de Santo Domingo, que no podia someter sus especulaciones á los principios de las ciencias naturales, porque aunen el es- tado en que estas se encontraban en el siglo XVI, no le era dado alcanzar sus misterios, si no logra. establecer ima clasificación severa de los árboles y plantas, de las aves y animales, asi terrestres como marinos, de los metales y piedras preciosas que atesoraba el suelo de América, atiende sin embargo á su individual descripción, señalando menudamente sus formas y perfiles, y apuntando al mis- mo tiempo las virtudes medicinales de cada planta ó insecto, sin omitir tampo- co en esta útil y nueva tarca las calidades nocivas de cuantos objetos menciona. Y si este tributo paga el Veedor de las fundiciones á la naturaleza, rectifi- cando á menudo los errores de los doctos '^, no llaman menos su atención las cos- tumbres de aquellos naturales. Ora revelando sus creencias religiosas y ciegas su- persticiones, ora bosquejando sus ceremonias, matrimonios, duelos y funerales, ya apoderándose de sus tradiciones trasmitidas de padres á hijos en sus bailes y poesías, ya pintando sus juegos y diversiones públicas, pretende Oviedo darnos á conocer aquellos pueblos, cuyos muebles, trages, joyas y armas inquiere y es- tudia prolijamente, sin omitir la descripción de sus grangerias y mercados, ni me- nos olvidarlas continuas y feroces guerras que entre sí mantenían, en las cuales usaban de toda astucia y crueldad, mostrándose pintados de mil colores para cau- sar mayor espanto á sus enemigos. Ni calla el primer cronista de las Indias las groseras pasiones y abominables vicios de aquellos moradores, anhelando para ser tenido por imparcial y verídico, poner de manifiesto las buenas prendas que en ellos descubre, bien que se muestre á menudo condolido de que los aviesos instintos de la barbarie llegaran á estinguir en sus corazones los generosos afec- tos y dulzura que parecían ostentar en la infancia. Estudio tan oportuno y aun necesario, cuando se iban á presentar frente á frente dos razas distintas, en di- verso grado de cultura, abriendo naturalmente las puertas á !a relación de la conquista, prueba de una manera incípiívoca que no desconocía Oviedo las prin- cipales condiciones de una historia , destinada á patentizar á Europa cuanto en- 32 Véase el cap. IV del lib. XV de la I.° par- de vista: Pedro Márlir , seguía las relaciones de los le y otros varios pasages , en que reclifica las primeros conquisladores , que ni podian tener la inexactitudes del docto latinista Pedro Márlir de experiencia de quien liabia consumido su vida en Angleria, cometidas en su libro ZJe Orie noi'o, res- las Indias , ni se habían dedicado de propúsilo al pecio de las propiedades de las plantas y árbo- estudio de aquella rica y varia naluraleza, como lo les que describe. Oviedo hablaba como testigo hizo el primer cronista. C VIDA Y nsCRlTOS corraba oii su seno ol Nuevo Mundo. Mas ya fuera porque procurase dar á su Iccluní aipiella diversidad, lanías veces por él apclocida, ya ponple la misma fa* liga é irregularidad con cpie recihia los dalos, le impidiese sonlelerlos íi un plan maduro é iiiallerablc; es lo cierlo que la crítica de nueslros dias, al par que aprecia y agradece lan interesanles inquisiciones, echa de menos cierta cohe- sión y armonia en la exposición de las costumbres de los indios, no hallando mavor enlace en la narración de los descubrimientos y conquistas , que ni se re- fieren siempre en orden cronológico , ni guardan entre sí la conveniente relación para que pueda comprenderse sin dificultad su influencia recíproca. Pero en cambio de esa vaguedad é incertidumbrc del pian seguido por Oviedo, lo cual es causa de que se detenga á veces demasiado al dar noticia de los suce- sos, mientras pasa oirás rápidamente por ellos, no puede menos de llamar la atención el noble afán con que procura, en medio del cinnulo iniuenso de infor- maciones y diarios contradictorios que llegan á sus manos, inquirir la verdad de los hechos, borrando una y mil veces de los libros ya terminados aquellas rela- ciones que, por sospechosas ó apasionadas, no le inspiraban confianza ^. Ni po- día suceder otra cosa en los primeros momentos de la conquista, en que abulta- ba la imaginación lodos los hechos, y donde quiera fingía el deseo portentos y maravillas, brindando á capitanes y soldados con una felicidad , que se trocaba con frecuencia en amarga desventura. Grande era por cierlo la empresa de Oviedo, el cual no titubeaba en manifestar que le «fallaría el tiempo é la pluma é las manos é la eloqüencia... para concluir «una mar tan colmada de historias»; pero ni carecía de la perseverancia verdadera- mente heroica que se había menester , para llevarla á cabo , ni se hallaba tampo- co desprovisto de aquellas dotes que recomiendan los historiadores á la estima- ción de los doctos. Doliéndose de que la ciega codicia de los españoles los arras- trara á una perdición segura, reprueba la insensatez de los capitanes que sin pe- riciani conocimiento alguno de los países, adonde conducían sus soldados, entra- ban en porfiada lucha con la misma naturaleza, acabando su miserable vida en medio de la insurrección , y dejando entregados á la desesperación mas horrible 33 Sobre esle punto escribía el Alcaide de San- «caneen mas claridad en la historia que entre ma- lo Domingo: «Una de las cosas que a mi me «nos tcng-o; pues se me vienen á ellos avisos é inte- »lian dado mas fatiga , buscando informaciones é «ligencias para polir é perlecionar algunos passos "inquiriendo otras materias, no ha seydo tanta la «notables que atrás quedan escriplos, segund fuy »que siento en escribirlas todas de mi mano , aun- «informado é que hasta aqui no eran bien entendi- »que passan de tres mili pliegos de papel los que he «dos en parles, por haber seydo no perfetos ni aten- "borrado y emendado y reescripto una é dos é «tos consideranleslos que me dieron nolieia dellos... «mas ve^es, quando me han fatigado algunos torpes «Y como solo Dios es el que sabe y puede entender «y otros groseros y otros apasionados y otros ver- »á todos , yo como hombre podria ser engañado ó «dadores, entre los quales diversos relatores he «no tan al proprio informado como conviene ; pero «andado midiendo é averiguando é atendiendo al «oyendo á muchos , voy conociendo en parte algu- «verdadero discurso que sigo en las cosas donde «nos errores , é assi voy é yré emendando donde «soy ausente é constreñido á creer á otros ó á qui- «convenga mejor distinguir lo que estuviere dubdo- «larles el crédito por mi eslimativa« {Hist. Gen., «so é desviado de lo derecho». Lo mismo declara 11." Parte, lib. XIII, cap. 3). En el siguiente bbro, en otras muchas parles, ponderando las dificuKa- cap. 54, anadia: «En verdad paresee que Nuestro des é inconvenientes con que luchaba para llevar á «Señor permite que mis ojos no se cierren é que al- cabo tan ardua empresa. DE GONZ. FERN. DE OVIEDO. CI á los que, engañados de sus palabras, osaban seguirlos. Indignado conlra los que, sembrando la cizaña entre los españoles, atcndian únicamenle á su logro, mien- tras ensangrentaban con bandos y motines el suelo donde apenas Iiabian asentado su dominio, señala la presencia de los legistas y doctorcscomo una de las mayores plagas y calamidades del Nuevo Mundo: condenando al propio tiempo la soltura de aquellos clérigos y religiosos que, olvidados sus votos de castidad y pobreza, es- candalizaban con sus vicios y excitaban con su mal ejemplo la codicia y torpeza de la muciiedumbre. Animado de un celo verdaderamente evangélico, afea y re- prende la dureza de los que maltratábanlos indios, truena contra la crueldad de los que por aumentar sus bacicndas los fatigaban y consumian, y acusa enérgica- mente á los que, ñdtando á la piedad cristiana é injuriando la humanidad, hacian ostentación de tiranos, ensañándose alevosamente en los indefensos y rendidos. Oviedo, que no podia ser indiferente al entusiasmo que despertaban en los espa- ñoles las colosales empresas llevadas diariamente á cabo por un puñado de héroes; que, aun siendo testigo de tantas proezas, se mostraba no pocas veces sorpren- dido á vista de aquel indomable esfuerzo ; y que veia en todas partes el dedo de la Providencia, guiando los estandartes de la cruz, atribuye á justo castigo del cielo los desastres que sobrevienen á los capitanes que llevaban delante de sus banderas el exterminio, y aun admitido el derecho de conquista, vé cumplida la ley de la expiación en cuantos , abusando de las armas , las manchaban por lujo ó lasmovian por repugnante fiereza. Tales son los principios á que se ajusta el primer cronista de las Indias en la Historia general que examinamos. Pero ni la severidad de sus juicios, ni la digni- dad de que á menudo se reviste, anhelando apartar de la conquista del Nuevo iMundo los pocos borrones con que osó manchar la codicia aquellas brillantes pági- nas de gloria, fueron bastantes á libertarle de las acusaciones de otro historiador coetáneo, cuya manera de enjuiciar conocen ya los lectores. Don fray Bartolomé de las Casas, varón digno por otra parte de respeto, que movido de santo y cris- tiano celo se liabia constituido en procurador de las Indias, no solamente le con- funde entre los que oprimían y asolaban aquellas comarcas, sino que apurando el diccionario de las injurias, le prodiga los títulos de «infamador, temerario, falso, wembaydor, inhumano, hipócrita, ladrón, malvado, blasfemo y mentiroso», de- clarando su Ilisloria general como sospechosa , y llegando al extremo de asegurar que solo había «escrito fuera de aquello del Darien, por relación de marineros ó wdcsoladores». Mas no advertía que aun en la historia de Castilla del Oro por él aprobada, deponía la verdad de los hechos contra tan airada censura ^^ Oviedo es- cribía como historiador, no como panegirista; y al bosquejar las costumbres de los indios, al mencionar sus sacrificios y ceremonias, al tratar de sus vicios y viilu- des. ni le aconsejó su imparciaUdad que los absolviese de la nota de antropófagos, 34 Respecto de los sucesos del Darien, baslará el primer cronisla de las Indias, pueden consiillarse recordar solamente cuanto en la 11." yin." Parte de los capítulos 23, 141, 142, 1Í3, 144, 145 y 139 del este bosquejo llevamos notado: respecto de las libro III de la ííisíoría de /ndios, escrita por el mis- acusaciones que lanza el Obispo de Chiapa contra mo las Casas. cu VIDA Y ESCRITOS ni creyó justo ocullarsus sangriculas idolalrias, ni le pareció tampoco digno el disculparlos del vergonzoso crimen de sodomía por ellos cometido. Pero si con- «¡"•nócn su historia lodos estos hechos, no por eso dejó de apiadarse de aquellos hombres, (pie desposeidos de la luz del Evangelio, habian yacido hasta entonces en tan profunda oscuridad, aspirando á sacarlos de la barbarie que asi los rcba- j:d)a y envileeia. El obispo de Ciudad Real de Chiapa no escribia como historia- dor: dominado de un pensamiento nolilc y humanitario, bien que exagerando su aplicación de una manera inusitada, solo tenia por norte de sus escritos la alaban- za de los indios, á quienes ansiaba sacar déla servidumbre, mirando por tanto con honda ojeriza cuanto se oponia á su proyecto ^'. Mas no era solo esto loque le exaliaba respecto del Alcaide de Santo Domingo: en 151Í) se hablan encontrado frente á frente el sacerdote y el soldado en el Real Consejo de ludias: el sacerdote pasó después á América para realizar el nuevo plan de conquista por él ideado, teniéndola desgracia de llevar al matadero aquellos hu- mildes labradores, entre quienes pensaba repartir las cincuenta cruces rojas otor- gadas por el Consejo. El soldado que lialña predicbo aquella catástrofe, escribió des- pués la historia de tan desventurada expedición , tratando tal vez con excesiva dure- za al licenciado, que acogiéndose al ri'liro del claustro, procuró ponerse á cubierto de la indignación que habia levantado su crédula inexperiencia. Oviedo, que en 1555 tenia ya conocimiento de que el dominico las Casas escribia también sobre la historia de América, mientras le motejaba ásperamente por haber tomado oficio <¡ue no sabia, le invitaba á que diese á luz sus trabajos, de esta manera: «Dicen que »él (las Casas) escribe por su passatiempo en estas cosas de Indias y en la calidad »de los indios y de los chripstianos que por estas partes andan v viven; v seria »bien que en su tiempo se mostrasse, porque los que son testigos de vista lo apro- wbassen ó respondiessen por sí. Dios le dé su gratia para que muy bien lo ha- «ga, etc.» ^^. Algunos años adelante abandonaba las Casas la clausura v volvía á la corle con determinación de reducir á práctica su proyecto: el Alcaide de San- 3o Las Casas va lan lojos en este empeño, que no titubea en'alribuii- con creces á los españoles los vicios que Oviedo y lodos los historiadores primiti- vos del Nuevo Mundo señalan en los indios. Hablando de sus mentiras decia: «Y cerca desto, como también »lienen experiencia de infinitas mentiras de los es- jipañoles y que nunca les han guardado fé que les "prometan ni verdad , hay dichos de Indios dignos ))de considerar. Preguntando españoles á indios , y lino una vez acaesciú, sino mas, si eran chripstia^ »nos, respondió el indio: Si, señor: yo ya soy po- )>quilo chripstiano (dixo él) , porque ya saber yo ))un poquito mentir: otro dia saber yo muclio » mentir y seré yo mucho chripsliano». Esto, sobre ser altamente ofensivo y contrario al carácter nacio- nal, pone solamente de manifiesto el punto á que conduce la exageración de una idea, aun siendo tan plausible como la que invocaba las Casas (cap. 144). La jiluma se resiste á descubrir hasta el exiremo que llega el Obispo en este género de disculpas: veamos, no obstante, como al rechazar las declaraciones he- chas por Oviedo , respecto á las preocupaciones y vicios de los indios , deja caer sobre los españoles la injuriosa sospecha de que tuviesen participación en ellos : « Si le decian (los que en virtud de cédu- ))la real daban relaciones al Alcaide) que eran (los «indios) idólatras y sacrificaban diez hombres, «añidia que eran diez mil , é imponiéndoles abomi- «nables vicios que ellos (los que informaban áOvie- ))do) no podian saber sino siendo participantes ó hcómplices en ellos , etc.» (cap. 141). El Obispo ol- vidó que existían mil medios, más honestos por cierto, para averiguar tan reprensibles torpezas, sin que hubiese nunca necesidad de acudir á semejantes argumentos. 3G Hist. Gen. y Nal. delnd., L' Parle, lib. XIX, cap. o, ed. de Sevilla. DE GOiNZ. FERN. DE OVIEDO. (.111 lo Domingo, que escribia á la sazón la segunda parle de su historia, fué invitado por el obispo don Rodrigo de Bastidas, á solicitud del ya electo de Cliiapa , para que modificase la relación qie liabia hecho de lo ocurrido á este en Cumaná con SUS pardos mí/iícs; pero desdeñando Oviedo dar satisfacción semejante, manifesló al obispo Bastidas que debia don fray Bartolomé sacar á luz su historia , pues (|ue estaban en parte donde se podria fácilmente probar la verdad de todo ^''. VA Obis- po las Casas no solamente esquivó el salir á la liza que Oviedo le ofrecía, sino que habiendo fallecido nueve años después que el Alcaide, en cuyo tiempo hubo de escribir el libro III de su historia, dispuso que no se diese esta á la estampa sino mucho tiempo después de su muerte. No era por tanto el único motivo que agitaba contra Oviedo la phima de las Ca- sas el celo evangélico que le impulsaba á solicitar la libertad de los indios, aun á costa de lanzar la esclavitud contra los negros del África, tan dignos por ciei- lo de excitar la caridad cristiana como los moradores de América ^. Ni podia tampoco ser esta la causa de su destemplada agrura, cuando el Veedor de las fundiciones del oro, si no acudia como religioso á la enseñanza y doctrina de los indios, se habia empeñado, como cristiano, en su defensa hasta el punto que lle- vamos en otro lugar referido. Las Casas se dejaba, ya en su vejez, arrastrar del enojo que abrigó desde su juventud contra el primer cronista de las Indias, sin considerar que aquella misma piedad y dulzura que tanto recomendaba á los cris- tianos, debian moderar su lenguaje para darle la autoridad que ambicionaba. IVro si duras parecen bajo este punto de vista las calificaciones con que designa á Ovie- do y su historia, mas notable es lodavia el considerar el poco fundamento con que procede: todas las relaciones, todas lascarlas, todas las historias que han lle- gado á nuestra edad del tiempo de la conquista , lodos los monumentos pertene- cientes á los antiguos americanos que estudia hoy y explica la ciencia arqueológi- ca, dan razón de sus costumbres y preocupaciones, confirmando de una manera irrefragable las observaciones de Oviedo, quien apelaba también al testimonio de los monumentos para apoyar su relación, buscando en la historia de la gentilidad disculpa á tan lastimosos errores ^'. Por qué, pues, tanta destemplanza en perso- 37 Ib., H." Purle, lib. XIV, cap. 54. 38 Hé aquí el lamenlable fruto de la exagera- ción de un senlimienío altamente noble y generoso. Las Casas , para quien la servidumbre de los indios era un crimen , no reparaba en que los negros de Álrica eran tan hombres como los americanos , y pedia para ellos la esclavitud, como único medio de salvar á sus prole¿;idos. Tan familiar llegó á ser en él esta idea , que la hizo triunfar al cabo , no con- tentándose con admitir la esclavitud de los negros, sino reconociendo también la de los sarracenos aprisionados en las guerras. Hablando de los indios que tenia Oviedo encomendados en la Tierra-Firme, dice: «Aquellos esclavos no eran cierto los que he- ))redó de sus padres , ni los prendió en la batalla de ))los moros de Berbería , ni eran negros , porque Honlonces ningún negro traer a estas Indias se per- xmilia» (cap. 141). Por manera que el Obispo de Chiapa, que se apoyaba en el Evangelio para im- pelrar y defender la libertad de los indios , daba por bien empleada la esclavilud en oíros hombres, como si el Salvador del mundo no hubiese expirado en la cruz por todas sus criaturas. 39 Para prueba de las irrefragables que Oviedo lenia de los vicios contra natura de los indios, bastará eilar aquí lo que él mismo refiere acerca de los abominables simulacros de aquel nefando aclo que Iraian pendientes del cuello , asi hombres como mugeres: «Yo vi uno de estos joyeles del diablo, oque pesaba veynle pesos de oro, hueco, vaciado »é bien labrado , que se ovo en el puerto de Sanc- »ta Marta en la costa de Tierra-Firme año de mili ))é quinientos é catorce, quando allí tocó el armada wquel Rey Cathólico envió con Podraiias Dávila , su CIV VIDA Y ESCRITOS na tan califirada, tratándose de la averiguación y probanza de semejantes he- chos?.. Tan frágil y dele/nahle es el barro que vestimos (¡iie no puede resistir al soplo de la contradicción, sin (pie lo cpiiebrc el golpe de la ira. Oviedo, que en todas partes protesta decir verdad, parecia ya en 1555 adivinar la enemistad (pie se le preparaba, cuando al hablar de las falsas historias decia: «(Líbreme Dios de tamaño delicto (de la mentira), y encamine mi pluma á que «con verdad, ya que el buen estilo me falte, siempre diga y escriba lo que sea «conforme á ella y al serviíjio y alabaní^a de la misma verdad, (pie es Dios , «nunca me desacordando de la propriedad y costumbre que tiene la (^orra para »passar el hielo: la qiial..., quando quiere passar los rios ó lagunas heladas, ja- »más lo ha(:e sino quando va ó viene al pasto. E porque es animal de muy sótil »oyr, anl(>s que passe , pone la oreja sobre el hielo, y de atpiclla manera arbitra »qué tan gordo está , y si es sufií^iente para sostenerla á cuestas, y passa sin pe- »ligro. Pues desta manera sé que no se hundirán mis traclados , porque passan )'por la puente de la verdad , ques tan re(3Ía y poderosa que sosterná y perpetuará «mis vigilias, que son en alabaní^a del Hacedor... Yo no escribo por passar estos «hielos de los murmuradores sin causa, sino porque voy al pasto de la obedien(?ia »é voluntad que tengo de servir á Dios en ello y á mi rey, por cuyo mandado me «ocupo en esto; y de aqui arbitro y entiendo que puedo passar seguro y sin calumnia «quanto á la medula y fructo de escrebir lo cierto» '"'. Hasta aqui Oviedo. Mas no se crea por esto que la Historia General carece de inexactitudes y errores, hijos unos do la vaguedad misma de las relaciones que , no los marineros , como en desprecio de su autor dice las Casas, sino los adelantados y gobernadores le remilian , y causados otros por el extraordinario entusiasmo que despertaban en los españoles los fenómenos que diariamente se ofrecian á su vista. En cuanto no se ocultó á la del Alcaide de Santo Domingo , necesario es confesar que resaltan en su narración tanta naturalidad y sencillez, tanto candor y frescura, que no es po- sible dudar de la exactitud de lo que entonces niega ó afirma. Háse hablado generalmente de su estilo y lenguaje, tildándole de bajo y ras- trero ; y aunque no es Oviedo uno de aquellos escritores que empeñados en le- vantar la lengua castellana á la elevación con que aparece en las obras de fray Luis de Granada , Fernán Pérez de Oliva , Ambrosio de Morales, Juan de Avila v «capitán general, á Caslilla del Oro: é cómo se hIiuxo á montón el oro que alli se tomó c lo lieva- »ron después á fundir anle mi , como oficial real "veedor, lo quebré con un martillo é lo machaqué «por mis manos sobre un tas ó yunque, en la casa »de la fundición en la cibdad del Darien» {Hist. Gen. y Nal. de Ind., I." Parle, lib. V, cap. 3). Véase, pues , como no habia necesidad de participación ni complicidad alguna para saber semejantes aber- raciones , confirmadas por desgracia en otros mil monumentos. 40 Proh. del lib. XVIII de la I.= Parte de la Hisl. Gen. y Nat. de Ind. — Oviedo repite en otras muchas partes que fallando «á su pluma la gracia y ornu- xmenlo de palabras, le da por guia á Dios , á quien Dpidc que le favorezca, nunca desacordándose que el "Santo Job dice: Mientras tura mi aliento en mi y el «espíritu de Dios en mis narices no hablarán mis la- «bios maldad , ni mi lengua pensará la mentirán. (Proh. del lib. VI de la I.° Parle.) Tan firme era en esta parle su honradez que exclama, al narrarlas sangrientas enemistades de Almagro y Pizarro: iiSülamente quiero acordar al Ictor que be seplenla «años é que iodo el dinero que ambos adelantados llovieron no bastaría á hacerme escrebir mentira (si «yo sé que lo os) ni á dexar deponer aqui la verdad i)(si no la ignoro). (Proh. del lib. IX de la III.'' Parle.) DE GONZ. FERN. DE OVEDO. cv tantos otros como ¡lustran con sils nombres el siglo XV¡, todavía debe advertirse que merece el aprecio de la crítica, por la soltura y pintoresca variedad de su frase, que sabe á menudo salpicar de lumbres y matices, bien que ese mismo empeño le conduzca involuntariamente al defecto contrario á la sencillez y exce- siva llaneza, de que so le acusa. La pedantería que alba alguna vez el estilo de Oviedo , no proviene sin embargo de afectación en su lenguaje : cuando se deja llevar de aquel irresistible deseo que asalta á casi todos sus coetáneos , preten- diendo ostentar una erudición no sazonada , entonces altera de pronto el aspecto de la frase , é intentando levantarla , llega al extremo de tropezar en la bincliazon y oscuridad que tan lejanas aparecen siempre de la claridad y lisura con que ex- pone los liechos. Pero si pudiera tal vez presentarse algún ejemplo que acre- «litííra, mas que el mal gusto de Oviedo, la inexperiencia y poca sobriedad de su erudición , menor trabajo seria necesario emplear para señalar multitud de pasages, en que no solamente se muestra correcto y esmerado, sino que raya también en los límites de la verdadera elocuencia. Oviedo, aunque mas instruido que el común de los escritores populares de su tiempo , no puede en modo alguno clasificarse entre los eruditos que le echaban en cara el no haber compuesto la Historia general de Indias en la lengua de Horacio y de Virgilio '"'. Escribía para ser entendido de todos; narraba las glorias de su nación; sabia que era tenida la castellana por la mejor de todas las lenguas vulgares "*', y no quiso privar á los es- pañoles del conocimiento de las inauditas proezas á que sus compatriotas daban cima en el distante suelo del Nuevo Mundo. Llegamos , pues , al término de nuestra tarea : destinadas las cuatro partes precedentes á bosquejar la vida del primer cronista de las Indias, hemos pro- curado presentarle cual en la historia aparece ; luchando siempre con nuevos infortunios, y condenado siempre á llevar una existencia errante y laboriosa. Acaso será difícil encontrar en la república de las letras quien, en medio de tan- tos sinsabores y dolorosas vicisitudes, haya consagrado mas largas vigilias al estu- dio: testimonio irrecusable de esta verdad son las obras que sumariamente de- jamos examinadas. Su importancia histórica, superior sin duda á la literaria , no .solamente las recomienda á la estimación de los hombres entendidos, sino que es- tá exigiendo el que se pongan en manos de todos, pues que todos hallarán en ellas utilidad y enseñanza. No se obtendrá poca de la publicación do la Ilisloria general de Indias. Fruto de sesenta y cinco años de observaciones , encierra 40 El Alcaide de Santo Domingo dedica el ca- pítulo 30 del lib. XII, último de la líist. Gen., á res- ponder á los que, preciados de doctos, le tildaban de no haberla escrito en latin. Oviedo les decia que debieran acordarse «que Moyseny David y los oíros ))escriptores y sánelos prophelas que escribieron la «vieja y sancta Scriptura, en su propria lengua es- wcribieron , y Sanct Malheo en su lenguage hebreo »su sancto Evangelio y el bienaventurado Sanct Pa- ))blo escribió en su lengua malcrna la Epístola que TOMO I. «escribió a los hebreos , porque mejor fuesse dellos «entendido; y en fin esta es regla universal: que to- «dos los escriptores caldeos, hebreos, griegos y «latinos en aquella lengua escribieron en que mas «pensaron ser entendidos y en que mas aproveeha- «ron á sus proprios naturales». El buen sentido de Oviedo triunfó por fortuna de la pedantería de los seudo-latinos do su tirnipo. 41 El primer cronista de Indias decia , con cier- ta vanagloria, dando razón de su estilo y lengua- 14 CVI VIDA Y ESCRITOS inuUilud de noticias y hechos , ó entcramenlc desconocidos , ó no muy generali- zados aun entre los eruditos , cuyo conocimiento vendrá á ilustrar por tanto los estudios históricos , á que parecen inclinarse los mas distinjj;uidos escritores de nuestros dias. iNo le auguramos sin einhargo el extraordinario éxito (pie en 1555 obtuvo la primera parte, traducida á tantos idiomas como el mismo Oviedo nos refiere *'^ , inserta en parte por el sabio geógrafo Juan Bautista Ilauíusio (con (Miieii mantuvo su autor larga correspondencia) en el lomo III de sus Navegacio- nes, y extractada por los mas sabios médicos de Italia, para enriquecer las biblio- tecas de los escritores señalados en tan útil como benélica ciencia". Han pasado ya tres siglos, durante los cuales se han hecho muchas y muy proliiudas investi- "■aciones sobre las cosas de América , imponiéndose al mismo tiempo á los que se consa"Tan al cultivo de la historia mas estrechas condiciones, y aspirando osla dificilísima ciencia á mas elevados fines ; pero aunque la Historia (jcncral y natural de Indias no satisfaga hoy todas las exigencias de la critica, siempre presentará á nuestra vista el maravilloso efecto que en nuestros abuelos produjo el espectácu- lo de un Nuevo Mundo, y descubrirá á los extraños mil ignorados tesoros ^\ je : «Si algunos vocablos exlranos c bárbaros nqiii «se hallaren , la causa es la novedad de que se Mirada ; y no se pongan á la cuenta de mi roman- )>ce: que en Madrid nascí y en la casa real me edu- ))qué , y con gcnle noble he conversado , y algo he nleydo, para que se sospeche que avré entendido »mi lengua caslellana , la qual de las vulgares se atiene por la mejor de todas» (Proh. del lib. I de la 1.' Parte de la Hist. gen. y nal. de Ind.). 42 La traducción que mas boga ha alcanzado en la república lileraria , y que ha llegado á nuestras manos , os la francesa , dada á luz en loo6 con este titulo: «Histoire naturelle el general des Indes, is- »Ies el lenes fermes de la grande mor Occane , 1ra- »du¡le du caslillan en francés par Jean Poleur. Pa- iiris, ISIJG, parMichel Vascosan». Don Nicolás An- tonio cita esta traducción , fijando su publicación en el año de 1533. 43 La importancia que los mas distinguidos mé- dicos dieron desde la aparición de la L° Parte de la Historia general de Indias á los capítulos en que Oviedo trataba de las virtudes medicinales del gua- yacan y palo sanio, insertándolos en las mas selec- tas colecciones de Scriptores de morbo gálico , ha sido causa de qne el nombre del primer cronista de Indias ocupe también en la Historia de la medi- cina un puesto distinguido. Muchos son los escrito- res extrangcros que al dar noticia del origen y de- sarrollo de las enfermedades venéreas, presentan ol testimonia de Oviedo, como autoridad bastante para resolver la enmarañada cuestión de si existían en el antiguo continenlo desde tiempos remotos, ó so propagaron á Europa con el descubrimiento del Nuevo iMundo. Entre los nacionales han tralado en nuestros dias esta cuestión don Antonio Her- nández Morejon en su Historia bihliográ [ica de la medicina e.' hoy viven rovvn de aqueste descubrimiento, é de donde ovo noticia destas tierras este primero descubridor deilas , estando tan iacónitas ó apartadas de todo lo que Tiiolomeo é otros cosmógraphos escribieron. Pero no daré en este caso mas crédito (ni tanto) á lo que el vulgo ó algunos quisieron afir- mar; porfiando que desta tierra é mares otro fue descubridor primero , como á lo que la misma obra y el^ efecto del dicho almirante consintieren. Porque en la ver- dad , aunque otra cosa se pudiesse presu- mir de los contrarios indicios ó fábulasv para estorbar el loor de don Chripstóbal (jolom, no deben ser creydos. Suya es esta gloria , y á solo Colom , después de Dios, la deben los reyes de España passa- dos é cathólicos, é los presentes y por venir. Y no solamente toda la nas(;ion dé- los señoríos todos de Sus Magestades; mas aun los reynos extraños , por la gran- de utilidad que en todo el mundo ha re- dundado destas Indias, con los innumera- bles tesoros que de ellas se han llevado é cada dia se llevan , é se llevarán en tanto que haya hombres. CAPITULO II. Del orig'en é persona del almiraníe primero délas Indias, llamado Chripslóbal Colom , ¿ por qué via ú manera se movió al descubrimiento deilas , segund la opinión del vulgo. iluieren algunos defir que esta tierra se supo primero grandes tiempos ha, y que estaba escrito é notado donde es , y en qué paralelos; é que se avia perdido déla memoria délos hombres la navega- ción é cosmographia destas partes , y que Chripstóbal Colom , como hombre leydo é docto en esta sgiengia , se aventuró á des- cobrir estas islas. E aun yo no esto fuera desta sospecha , ni lo dexo de creer, por lo que se dirá adelante en el siguiente capítulo. Mas porque es bien que á hom- bre, que tanto se le debe, pongamos por principio é fundador de cosa tan grande como esta , á quien él dio comiengo é in- dustria para todos los que viven y des- pués del nos vinieren; digo que Chripstó- bal Colom , según yo he sabido de hom- bres de su nasf ion , fue natural déla pro- vingia de Liguria, que es en Italia, en la qual cae la cibdad é señoría de Genova: unos difen que de Saona, é otros que de un pequeño lugar ó villaje, dicho Nervi, que es á la parte del levante y en la costa de la mar , á dos leguas déla misma cib- dad de Genova; y por mas cierto se tie- ne que fue natural de un lugar dicho Cu- gureo , gerca déla misma cibdad de Ge- nova. Hombre de honestos parientes é vida, de buena estatura é aspecto, mas alto que mediano , é de regios miembros^ los ojos vivos é las otras partes del ros- tro de buena proporción : el cabello muy bermejo , é la cara algo encendida é pe- coso: bien hablado, cauto é do gran in- genio , é gentil latino, é doctíssimo cos- mógrapho; gracioso, quando queria; ira- cundo , quando se enojaba. El origen de sus predesgossores es de la cibdad de Pla- gencia en la Lombardia , la qual está en la ribera del rio Pó , del antiguo é noble linaje de Pelestrel. Viviendo Dominico Colom, su padre, este su hijo, seyendo mancebo é bien doctrinado , é ya salido de la edad adolescente, se partió de aque- lla su patria, é passó en Levante, é an- duvo mucha parte ó lo mas del mar Me- diterráneo, donde aprendió la navega- DE INDIAS. LIB. II. CAP. II. iZ cion y exercigio della por experiencia; é después que algunos viajes fizo en aque- llas partes, como su ánimo era para mas extendidas mares ó altos pensamientos, quiso ver el grandíssimo mar Océano, ó fuesse en Portugal. E allí vivió algún tiempo en la cibdad de Lisbona, desdo la qual é de donde quiera que estuvo siempre, como hijo grato, socorría á su padre viejo con parte del fructo de sus sudores; viviendo en una vida assaz limi- tada, é no con tantos bienes de fortuna que pudiesse estar sin assaz nesfessidad. Quieren de^ir algunos que una carave- la que desde España passaba para Ingla- terra cargada de mercadurias é bastimen- tos, assi como vinos é otras cosas que para aquella isla se suelen cargar (de que ella caresge é tiene falta), acaesfió que le sobrevinieron tales é tan forzosos tiem- pos é tan contrarios, que ovo denes^es- sidad de correr al poniente tantos dias, que reconosgió una ó mas délas islas des- tas partes é Indias ; é salió en tierra, é vi- do gente desnuda déla manera que acá la hay , y que cessados los vientos ( que con- tra su voluntad acá le truxeron ) , tomó agua y leña para volver á su primero ca- mino. Digen mas: que la mayor parte de la carga que este navio traía eran bas- timentos é cosas de comer, é vinos; y que assi tuvieron con qué se sostener en tan largo viaje é trabajo ; é que después le hizo tiempo á su propósito y tornó á dar la vuelta , é tan favorable navegación le subgedió, que volvió á Europa, é fue á Portugal. Pero como el viaje fuesse tan largo y enojoso , y en especial á los que con tanto temor é peligro forjados le hi- cieron , por presta que fuesse su navega- ción , les turaría quatro ó ginco meses ( ó por ventura mas ) en venir acá é vol- ver á donde he dicho. Y en este tiempo se murió quasi toda la gente del navio, é no salieron en Portugal sino el piloto, con tres ó quatro ó alguno mas de los mari- neros , é todos ellos tan dolientes, que en breves dias después de llegados, mu- rieron. Dícese junto con esto que este piloto era muy íntimo amigo de Chripstóbal Co- lom , y que entendía alguna cosa de las alturas , y marcó aquella tierra que halló de la forma que es dicho, y en mucho se- creto dio parte dello á Colom , é le rogó que le fifiesse una carta y assentase en ella aquella tierra que había visto. Dígese que él le recogió en su casa, como ami- go, y le hizo curar , porque también ve- nía muy enfermo ; pero que también se murió como los otros , é que assi quedó informado Colom de la tierra é navega- ción destas partes , y en él solo se resu- mió este secreto. Unos digen que este maestre ó piloto era andaluz ; otros le ha- cen portugués ; otros vizcaíno ; otros di- fen quel Colom estaba entonces en la isla de la Madera , é otros quieren defir que en las de Cabo Verde , y que allí aportó la caravela que he dicho , y él ovo por esta forma notigia desta tierra. Que esto passase assi ó no, ninguno con verdad lo puede afirmar ; pero aquesta novela assi anda por el mundo entre la vulgar gente de la manera que es dicho. Para mí yo lo tengo por falso, é como dige el Augusti- no : Melius esl dubilare de ocultis , qiiam litigare de incertis. Mejor es dubdaren lo que no sabemos , que porfiar lo que no está determinado. 14 HISTORIA GENERAL V NATURAL CAPULLO IIL Eli que se Irada dola opinión que cl auelor é coronistadesla Natural é General Historia de laa India!: tiene I/orea de avcrsc sabido y eseriplo por los antiguos, dónde son eslas Indias , ó cómo v con qnicii lo ¡irucba. JCiii fl precedente capítulo so dixo l;i opinión que el vulgo tiene^crca del des- cubrimiento doslas Indias : agora quiero yo decir lo que tengo creydo desto , ó cómo á mi paresfer Cliripstóbal Colom se movió, como sabio é docto é osado varón, á emprender una cosa camo esta, deque tanta memoria dexó á los presentes é ve- nideros; porque conosf ió , y es verdad, (fue estas tierras estaban olvidadas. Pero liallólas escripias, ó para mí no dudo averse sabido é posseydo antiguamente por los reyes de España. E quiero decir lo que en este caso escribió Arislótilcs, el qual dige que después de avcr salido por el estrecho de Gibraltar liáfia el mar Atlántico , se dif e que se halló por los car- taginenses, mercaderes, una grande isla que nunca avia seydo descubierta ni habi- tada de nadie , sino de fieras é otras bes- tias ; por lo qual ella estaba toda silves- tre y llena de grandes árboles ó rios ma- lavillosos é muy aparejados para navegar por ellos , muy fértil é abundosa en todas las cosas que se pueden plantaré nasfer, é nasfidas, cresger engrande ubertad; pero muy remota é apartada de la tier- ra firme de África y por muchos dias de navegación. A la qual, como Ilegassen al- gunos mercaderes de Gartago , como por ventura movidos de la fertilidad de la tierra é por la clemencia del ayro, co- mencaron allí á poblar é assentar sus si- llas , ó pueblos é lugares. Por lo qual mo- vidos los cartaginenses é su Senado, man- (daron pregonar só pena de muerte , que ninguno de ahy adelante á aquella tierra ossase navegar ; é que á los que avian ydo á ella los matassen , por razón que era tanta la fama de aquella isla é tierra, (jue si esta passasse á otras nasgiones que la sojuzgassen ó á otro de mas imperio que los cartaginenses , rebelaban que les seria muy gran contrario é inconveniente contra ellos é contra su libertad. Todo esto que es dicho, pone en su re- pertorio fraterTeophilus deFerrariis, Cre- monensis, Vil(e regiilan's sacri ordinis pre- dicatoruin, siguiendo lo que escribió el Aristótiles : De admirandis in natura au- dílis. Esta es gentil auctoridad para sos- pechar que esta isla que Aristótiles dife podría ser una destas que hay en nuestras Indias, assi como esta Isla Española, o la de Cuba; ó por ventura parte de la Tierra-Firme. Esto que es dicho no es tan antiguo como lo que agora diré; porque segund la cuenta de Ensebio , üe los tiem- pos, tres(?ientos é cincuenta é únanos antes del advenimiento de Clirispto , nuestro re- domplor, fueron Alexandre é Aristótiles . Pero en la verdad, segund las historias nos amonestan é dan lugar que sospechemos otro mayor origen de aquestas partes ; yo tengo estas Indias por aquellas famosas islas Hespéridos (assi llamadas del duodé- cimo rey de España, dicho Héspero). Y pa- ra que aquesto se entienda é ¡¡ruebe con bastantes auctoridades, es de saber que la costumbre dolos títulos ó nombres que los antiguos daban á los roynos é provinfias, procedieron después de la división délas lenguas é la fundación de la torre do Ba- bilonia; porque entonaos todas las gen- tes vivían juntas, é allí fueron divididas é se apartaron con diferentes lenguajes é capitanes, prosupuesto como es verdad, que todas las gentes se desparcj-ioron é sembraron sobro la tierra como la Sacra Escriptura nos lo acuerda en el lugar de DE INDIAS. LIB. II. CAP. III. II susso alegado. Di^e Isidoro (íi'í/i/m.lib. IX, cap. II): que los assirios ovieron nombro de Assur, é los de Lidia de Lido; los he- breos de Heber ; los ismaelitas de Ismael: de Moab deseendiorou los moabitas; de Amon los amonitas ; de Canaam los ca- naneos; de Sábalos sábeos; deSidoalos sidonios ; de Jebus los jebuseos ; de Co- mer los gaalatas y galos ; de Tiras los tra- ces; del rey Perseo los persas; los cal- deos de Caseth, hijo de Nacor, hermano de Abraham; los fenicesde Fénix, herma- no de Cadmo ; los egipcios de Egipto, su rey ; los armenios se dixeron assi de Ar- menio su rey , que fué uno de los com- pañeros de Jason; los troyanos de Troo, su rey ; los sicionios de Sicion, su rey; los archadios de Archadio su rey , hijo de Jú- piter; los argivos do Argo; los macedo- nios de Emacion, su rey; los do Epiro do Pirro su rey , hijo de Achiles ; los lacede- monios de l.acedemon, hijo de Júpiter; los alexandrinos de Alexandre Magno, su rey, que edificó aquella cibdad de Ale- xandria ; los romanos de Romulo su rey, que edifico la cibdad de liorna : é assi á este propósito se podrían decir otros muchos que el mismo Isidoro trae á conseqüengia en el lugar de susso ale- gado. Esta costumbre quedó desde los pri- meros capitanes ó caudillos que, como dixe de susso, se apartaron en diversas lenguas desde la tierra de Senaar, que es adonde se edificaba aquella torre de Ba- bilonia. Pues conforme á esto sabemos por Beroso ', que Hibero, segundo rey de España, hijo de Tubal , dio nombre al rio Ilebro, donde las gentes de aquella ribera se dixeron hiberos; é según el mismo Beroso dige, Bi'igo fué el quarto rey de España, del qual so dixeron los brigos; é créese que corrupto el vocablo é poniendo por b ph se dixeron phri- gios los del reyno de Frigia, que después se llamaron troyanos de Troo, su rey : de lo qual se colige aver ávido su primero origen los troyanos de los brigios hispa- nos. Porque di^'e Plinio (lib.V, c. XXXIII) que hay auctores que escriben que de Eu- ropa fueron los brigos, de quien fueron nombrados los phrigios ; pues luego bien se diga de susso que los de Frigia é tro- yanos ovieron de España su fundamento é principio. Tornando á nuestro discurso, segundel mismo Beroso, digo que Híspalo fué no- veno rey de España , y este dio nombre al rio Hispalis , ó á Sevilla, que es la mis- ma Hispalis, é los moradores de su ribe- ra se dixeron híspalos , que fueron gen- tes venidas de Scithia ; los qualcs truxo consigo Hércoles, como lo dife el arzo- bispo don Rodrigo. El qual Ilispalo se cree ser hijo del dicho Hércoles Libio (no del fuerte ó thebano que nasQió quasi se- tecientos años después). Al qual Ilispalo subgedió Hispan, de quien so dixo Espa- ña. Y este Hispan fué nieto de Hércoles Li- bio susso dicho , que fué , según Beroso dif e, antes que Troya se edificasse dos- cientos é veynte é tres años, é mili é seto- cientos é diez antes quel Salvador del mundo viniesse. Y assi como deste tomó i Cuanto refiere Oviedo en este capílulo rela- tivo á cosas de España en tiempos tan remotos, de- be tenerse por fabuloso , especialmente lo que funda y apoya ea la autoridad de Beroso, de cuyo libro di- ce Mariana {Hist. Gen. cleEsp., lib. I, c. 7) , que fue ocasión de hacer tropezar y errar á muchos : libro (añade) compuesto de fábulas y mentiras... sin sa- ber bastantemente disimular el engaño. Por esta cre- dulidad censuró con mucha acritud cslc pasage de Oviedo don Hernando Ck)!om , aseg'urando que in- terpretó mal el texto de Aristóteles (Vida del Jim., c. IX). El cronista Antonio de Herrera en sus Dis- cursos {Disc. XV, pág-. 2GÍ) impugnó muy de pro- pósito el sistema ú opinión que adopló Oviedo , y dice que este escribió desde la Española al Consejo de las Indias, ofreciendo enviar la prueba de que aquella isla habla sido poseída antiguamente por los reyes de España ; que el Consejo conlcsló que hol- garía de ver la averiguación que ofrecía, y queja- más pareció; y que después lo tocó en su Uisloria 16 HISTORIA GENERAL Y NATURAL nombre España, so creo qiic (anibion se ndiiiliró de los otros nueve reyes primeros de sus nombres dellos.Assi que este fué el décimo rey ih; España. Cuenta el arfo- Lispo don Rodrigo que Mérceles susso di- cho truxo consigo á Atblante , que fué cerca de los tiempos de Moysen. El qual Atlilanledife Beroso que no fué mauro, si- no italiano; y ({ue tenia un hermano llama- do Ilespei'o , segund (jue escribe Iliginio. Al (pial llércoles Libio dexó porsub^essor y heredero en España; é reynó, segund Be- roso dice, diez años, porque el Atblante italiano lo echó del reyno, é lu liizo yr á Italia , como dige el dicho Higinio; é por esto prueba él que Italia y España se di- cen Hesperias desterey Héspero, y no de la estrella , como Ungen los griegos. Este rey Héspero quiere Beroso que co- mengase á reynar en España, subfediendo á Hércoles egipcio , antes que Troya fues- sc edihcada ciento é setenta é un años, é antes que Roma fuesse fundada seys- <,;ientos é tres , que seria antes que nues- tro Redemptor fuesse vestido de nuestra carne humana mili é seysfientos é cin- cuenta é ocho años. Assi que por lo que tengo dicho queda probado que las pro- vincias é reynos tomaron antiguamente los nombres de los príncipes é señores (jue las fundaron ó conquistaron , ó po- blaron , ó heredaron cuyas fueron. Eassi como de Hispan se dixo España , é des- pués , mudado el nombre , de Héspero se llamó Hesperia , assi de todos los demás se colige que las tierras, donde rey naron, lomaron los nombres de aquellos reyes que las posseyeron. Ávido aquesto por cierto presupuesto, volviendo á lo que aquí hace á nuestro caso , digo que de Héspero duodécimo, rey de España como está dicho, se nombró Hesperia. Dice el Abulensis (lib. III, cap. LXXIX) sobre Ensebio De los tiempox , que fueron tres Alhlanles; uno de Archadia é otro de Mauritania , que vulgarmente llamamos Marruecos , y que Héspero fue hermano deste segundo , y que ambos passaron en África á la parte de Occidente en tierra de Marruecos, é que el uno dellos tuvo el cabo de África contra Occidente , y que el otro tuvo las islas cercanas , que llaman las islas Fortunadas , é los poetas las lla- man Ilespérides, nombradas de Héspero. Mas yo creo quel Tostado se engañó en pensar que los poetas dicen Hespéridos á las Fortunadas ó de Canaria , ni tampoco los historiales ; porque dice Solino ( capí- tulo LXVni , De mirabilibiis mundi) estas palabras: Ullra GorrjadesJIesperkhim Ínsu- la} sunt, sicut Sebosus afirmal, dierum qua- draginla navigatione in Íntimos maris sinus receserunl. Estas Gorgades, según Tho- lomeo é todos los verdaderos cosmógra- phos, son las que agora se llaman de Cabo Verde generalmente , y en particu- lar se dicen por los modernos isla de Ma- yo , Buena Vista, la de la Sal , la del Fue- go , isla Brava, etc. Pues si desde las Gorgades en navegación de quarenta dias están ó se hallan las Hespéridos , no pue- den ser otras , ni las hay en el mundo, si- no las que están al hueste ó poniente del dicho Cabo Verde , que son las de aques- tas nuestras Indias; las quales están dere- chamente al Occidente de las Gorgades, y de nescessidad se han de hallar en los qua- renta dias de navegación, ó en poco mas o menos tiempo , como Seboso dice ; é assi Colom las halló en el segundo viaje que hico, volviendo á estas partes , quando reconosció la isla Desseada , é Mariga- hnte , é las otras islas que están en aquel paraje, como en su lugar se hará particu- lar mención. Y en lo que dice Seboso de quarenta dias de navegación , está muy general, tratando no solo de la Española , sino de tuvo siempre llenera por vana, dañosa y lisomje- todas las Indias Occidentales ; ])cro esta opinión la ra , como procuró dcmoslrarlo en el citado Discurso. DE INDIAS. LIB. II. CAP. III. V hicii medido é considerado el camino, é si agora acaesge navegarle algunas veges en menos tiempo , puédelo causar el ser mejores los navios, é los hombres mas (íxpertos é diestros agora en el navegar que en aquella edad ó sagon que él lo dixo. La isla Desseada , que se d¡\o de suso está derecliamente al Occidente del Cabo Verde é de las islas Gorgados, que Solino |)or Seboso testifica ; é hay desde la isla de Sanctiago, que es una de las mas occiden- tales de Cabo Verde (ó Gorgados) hasta la Desseada seysgientas leguas pocas mas o menos. Es de tanto crédito esto, que di- te Solino , que conformándose con él, quasi lo mesmo dife y escribe Plinio (lib. VI , cap. XXXI ) , aprobando la mis- ma opinión é auctoridad ; pues dige que Estacio Seboso pone desde las Gorgades hasta las Hespérides navegación de qua- renta dias, de lo qual se colige quel Tos- tado inconsideradamente dixo que los ])oetas llaman Hespérides á las islas For- tunadas (é si los poetas tal tienen, ellos se engañan como en otras cosas muchas); porque desde las Gorgades á las Fortuna- das no hay sino doscientas leguas ó menos, lo qual no seria navegación de quarenta dias , como los auctores de suso alega- dos difen. De manera que los poetas nj tuvieron por las Hespérides sino á estas islas de nuestras Indias , quanto mas (|ue dige Isidoro (lib. XIV, cap. VI, Elhiin.): Hespcridum insulce vocuke á chilate Hespe- ride, quce fiuntin finibus Maurilaiiue, sunl enim ultra Gorgades sitce sub Alhlanteum lil- tiis in intimis maris finibus, etc. No dis- crepa esta sentencia con lo que se toco de suso de Beroso , alegando á Higinio, que Athiantc y Héspero fueron hermanos, é no de .Mauritania , sino de Italia ; y deste Héspero se dixo Hesperia, España, é no de la estrella, y que Italia y España deste rey se nombrassen Hesperias. E assi digo yo que, pues tuvieron á TOMO I. Mauritania , que aquella cibdad quel Isi- doro dige ( llamada Hespéride ) que dio nombre alas islas Hespérides (que fue si- tuada en el fin de Mauritania) , está claro que la fundaría é nombrarla assi el mis- rey Héspero , y que él daria también su nombre á las dichas islas ; pues dige assi mesmo que las islas Hespérides son ultra Gorgades, en los fines de los íntimos mares, y en esto se concuerda con los auctores suso dichos é con Selwso ; é por tanto las mismas islas Hespérides son estas islas de l?s Indias de España. ítem; Ambrosio Calepino en su tractíido de dictiones latinas é griegas dige assi: Hespérides apcUatce sunt Hesperi, fratris Athiantis : las Hespérides son llamadas é se nombraron assi de Héspero , hermano de Athlante. De forma quese entiende de tan verdaderas é auténticas auctoridades que las Hespérides están en navegíicion de quarenta días al poniente de las Gorga- des ó islas de Cabo Verde , que son las mismas, como los auctores que he dicho quieren. E assi como España é Italia é aquella cibdad, que se dixo en Mauritania, se nombraron Hespéridas y Hespéride de Héspero , rey duodécimo de España , assi las islas que se dicen Hespéridos , é (jue señalan Seboso é Solino , é Plinio é Isi- doro segund está dicho , se deben tener indubitadamente por estas Indias , é aver seydo del señorío de España desde el tiempo de Héspero , duodécimo rey della, que fue , segund Beroso escribe , mili é seysgientos é ginquenta é ocho años antes quel Salvador del mundo nasgiesse. Y por- que al presente corren de su gloriosa Na- tividad mili é quinientos é treynta é ginco años, sígnese que agora tres mili é giento é noventa é tres años España é su rey Héspero señoreaban estas islas ó Indias Hespérides ; é assi con derecho lan anlí- quíssimo , é por la forma que está dicha, ó por la que adelante se dirá en la prose- cución de los viajes del almirante Clirips- IS HISTORIA GENERAL Y NATURAL tiihíil (ioloiii , volvió Dios osle sefiorio á España á cabo do tantos siglos. E paresfe i|iR', coiiio cosa que fue suya, quiere la di- \ ina jiistiria f[uo lo haya tornaflo á sor 6 lo sea perpóluaiuoulo, cu ventura délos bien- aventurados ó Cathólicos Reyes, don Fer- nando ó doña Isabel , que ganaron á Gra- nada e^ Ñapóles , etc. ; en cuyo tiempo ó poi' cuyo mandado descubrió el almirante, don ChripstóbalColom, este Nuevo Mundo ó parte tan grandíssima del, olvidada en el universo: la qual después, en tiempo de la Cesárea Magostad del emperador, nuestro señor, mas largamente se ha sa- bido ó descubierto, para mayor amplitud de su monarchia. Assi que, fundando mi inten(,'ion con los auctores que tengo ex- presados , todos ellos señalan á estas nuestras Indias. E por tanto yo creo que conforme á estas auctoridades (ó por ventura á otras que con ellas Colom po- dría saber), se puso en cuydado de bus- car lo que halló, como animoso experi- •mentador de tan ciertos peligros é lon- guíssimo camino. Sea esta ú otra la ver- dad de su motivo : que por qualquier considera(;ion que el se moviese, em- prendió lo que otro ninguno hizo antes del en estas mares , si Jas auctoridades ya dichas no oviessen lugar. CAPITULO IV. Que (rada como Cliripslóbal Colom Tiie el que moslró á navegar los españoles por las alturas del sol é Hurle , c de cómo fué á Porliigal ó otras partes á buscar quien le ayudasse al descubrimiento desdas Indias, é le favoreseiesse para ello , é cómo ovicron noticia de su persona los Calbólicos Reyes, don Fer- nando é doña Isabel, por cuyo mandado hizo este descubrimiento. JliS opinión de muchos ( é aun la razón lo enseña é amonesta que se crea ) que Chripstóbal Colom fue el primero que en España enseñó á navegar el amplíssimo mar Océano por las alturas de los grados de sol y norte. E lo puso por obra; por- que hasta él , aunque se leyesse en las escuelas tal arte, pocos (ó mejor dicien- do ninguno) se atrevían á lo experimen- tar en las mares ; porque es sf ienf ia que no se puede exeryitar enteramente, para la saber por experiencia y efecto , sino se usa en golphos muy grandes é muy desviados do la tierra. E los marineros é pilotos é hombres de la mar hasta enton- ces arbitrariamente hafian su ofigio, se- gund el juicio del nauta ó piloto ; pero no j)untualmente ni con la razón que hoy se hace en estas mares, sino como en la mar Mediterránea , y en las costas de Es- paña é Flandes , y en toda Europa y Áfri- ca, é restante del mundo, donde no se apartan mucho de la tierra. Mas para na- vegar en demanda de provincias tau apartadas, como estaslndias están de Es- paña, é servirse el piloto de la razón del quadrante, requiérense mares de mucha longitud é latitud, como aquestas que hay de aqui á Europa ó á la Especieria que tenemos al poniente de la Tierra-Firme destas Indias. Movido, pues, Colom con este desseo, como hombre que alcancaba el secreto de tal arte de navegar (quanto á andar el camino) , como docto varón en tal sciencia,'ó por estar cc'tificí'do de la cosa por aviso del piloto que primero se dixo quo le dio noticia desta oculta tier- ra en Portugal , ó en las islas que dixe (si aquello fué assi); ó por las auctorida- des que se tocaron en el capítulo antes deste , ó en qualquier manera que su desseo le llamasse; trabajó por medio de Bartolomé Colom, su hermano , con el rey Enrique ^11 de Inglaterra (pa- dre de Enrique YIII que hoy alli rey- na) que le favoreseiesse 6 armasse para descobrir estas mares occidentales; ofre- DE INDIAS. LIB I. CAP. IV. 19 ciéndose á le dar muchos tesoros en acresQentaraiento de su corona y Esta- dos , de muy grandes señoríos é reynos nuevos. Informado el rey de sus con- sejeros , y de personas á quien él come- liú la examinacion desto ; burló de quanto Colom degia , ó tuvo por vanas sus palabras. El qual no desconfiado por esto , assi como vido que alli no era aco- gido su servigio , comentó á mover é tractar la misma negociación con el rey don'Juan, segundo de tal nombre en Por- tugal ; é tampoco ñó del , aunque ya era Colom casado en aquel reyno , é se había hecho natural vassallo de aquella tierra por su matrimonio. Pero por esso no se le dio mas crédito , ni el rey de Portugal quiso favoresger ni ^ayudar al dicho Colom para lo que degia. De ma- nera que determinó de irse en Castilla; y llegado á Sevilla, tuvo sus^ inteligencias con el ilustre y valeroso don Enrique de Guzman , duque de Medina-Sidonia ; y tampoco halló en él lo que buscaba. E movió después el negocio mas larga- mente con el muy ilustre don Luis de la Cerda , primero duque de Medina Celi, el qual también tuvo por cosa fabulosa sus ofrecimientos, aunque quieren degir algunos que el duque de Medina Celi, ya queria venir en armar al dicho Colom en su villa del Puerto de Sánela Maria , y que no le quisieron dar licencia el Rey é Reyna Cathólicos para ello. Y por tanto, como no era tan alto señorío sino para cuyo es , fuesse Colom á la corte de los sereníssimos é Cathólicos Reyes, don Fer- nando é doña Isabel ; y alli anduvo un tiempo con mucha nesgessidad é pobrera, sin ser entendido de los que le oían , pro- curando que le favoresgiessen aquellos bienaventurados reyes y le armasen al- gunas caravelas, con que en su real nom- bre descubriesse este Nuevo Mundo , ó partes incónitas del en acjuella safon. Y como esta empresa era cosa en que los que le escuchaban no lenian el concepto é gusto, ó esperanza que solo Colom te- nia del buen fin de su desseo , no sola- mente se le daba poco , mas ningún cré- dito, y aun teníase por vano quanto de- gia. Y turóle quasi siete años esta im- portunación, habiendo muchos ofresgi- mientos de grandes riquezas y Estados para la corona de Castilla. Pero como traía la capa rayda (ó pobre), teníanle por fabuloso y soñador de quanto degia é ha- blaba ; assi por no ser conosfido y ex- tranjero y no tener quien le favores^iesse, como por ser tan grandes y no oydas las cosas que se proferia de dar acabadas. Ved si tuvo Dios cuydado de dar estas Indias cuyas son ; pues rogados Inglater- ra é Portugal con ellas , y los duques que he dicho , no permitió que alguno de aquellos reyes tan poderosos , ni los du- ques tan ricos que dixe, quisiessen aven- turar tan poca costa, como la que Colom les pedia ; para que descontento de aquellos príncipes, fuesse á buscar los que halló tan ocupados , como i'i la sagon estaban , en la sancta guerra de los mo- ros del reyno de Granada. Ni es de maravillar si tan Cathólicos Rey é Reyna , movidos á buscar ánimas que se salvassen (mas que tessoros y nuevos Estados , para que con mayor ocupación y cuydado reynassen) acordaron de fa- voresfer esta cmpressa y descubrimien- to. Ni crea ninguno que esto se podía escusar á su buena ventura ; porque no víó ojo , ni oyó oreja , ni subió en cora- gen de hombre las cosas que aparejó Dios á los que le aman. Estas y otras muchas venturas cupieron en aquellos buenos reyes nuestros , por ser tan ver- daderos siervos deJesu Chripstoydesseo- sos del acresgentamiento de la sagrada religión suya. Y por tanto la voluntad divina les dio notigia de Chripstóbal Co- lom ; porque el mismo Dios mira todos los fines del mundo , y vé todas las co- 20 HISTORIA GENERAL Y NATURAL sas do (i(>h;i\o del ciclo. V (jiuindo llegó la llora (jiic (an grande negociación se concluyesse, fué por estos términos. En aqii(>l tiempo que Colom, como di- xc, andaba en la corle, llegábase á casa de Alonso de Qnintanilla, contador ma- yor de cuentas de los Reyes Calliolicos 'el qual era notable varón y desseoso del acres(,enlaniiento y servicio de sus re- yes) , y mandábale dar de comer y lo nesgessario por una compasibilidad de su pobreca. Y en este caballero halló mas parte é acogimiento Colom que en homljre de toda España, ó por su res- pecto é interfession fué conestido del reverendíssimo é ilustro cardenal de Es- paña, arf;obispo de Toledo, don Pedro González de Mendoza, el qual comentó á dar audiencia á Colom, é conos^ió del ([ue era sabio é bien hablado, y que da- ba buena rafon de lo que dec^'ia. Y túvo- le por hombre de ingenio é de grande habilidad ; é concebido esto , tomóle en buena reputación, é quísole favoresfor. Y como era tanta parte para ello, por medio del cardenal y de Alonso de Quintanilla fué oydo del Rey é de la Rey- na ; é luego se principió á dar algún cré- dito á sus memoriales y peticiones, é vino á concluirse' el negogio, teniendo los Reyes Cathólicos cercada la grande y muy nombrada cibdad de Granada, año de mili é quatrocientos é noventa é dos años de la Natividad de nuestro Redemp- tor. Y desde aquel real é campo aque- llos bienaventurados príncipes le despa- charon á Colom en aquella villa, que en medio de sus exércitos fundaron, llama- da Sancta Fé; y en ella, y mejor difien- do en la mesma sancta fé , que en aque- llos corazones reales estaba, ovo prin- cipio este descubrimiento. Nd contentándose aquellos sanctos príncipes con sola su empresa é con- (fuisla sanctíssima que entre las manos Icniaii, con que dieron iiii á la subjecion de lodos los moros de las Españas (don- de lial)ian estado en despecho y ofensa de los chripstianos desde el año de siete- fientos y veynte que la Virgen parió al Salvador, como muchos auctores cncon- lórniidad escriben); jiero demás de re- ducir á España toda á nuestra catliólica religión , propusieron de enviar á buscar este otro Nuevo Mundo á plantarla en él, por no vacar ninguna hora en el ser- vicio de Dios. Y con este sancto propó- sito mandaron despachar á Colom, dán- dole sus provisiones y fédulas reales, pa- ra que en el Andalufia se le diessen tres caravelas del porte y manera que las pi- dió, y con la gente é bastimentos que convenia para viaje tan largo , y de que ninguna cfi'tinidad se tenia mayor que el l)uen celo é sancto fin de tan crips- tianíssimos príncipes; en cuya ventura é por cuyo mandado tan grande cosa se comencaba. Y porque avia nescessidad de dineros para su expedición , á causa de la guerra, los prestó para facer esta primera armada de las Indias y su des- cubrimiento, el escribano de ración, Luis de Sanct Ángel. Y esta primera capitu- lación é assiento que el Rey é la Royna tomaron con Colom , fué en la villa de Sancta Fé, en el real de Granada, á diez y ocho de abril de mili é quatrocientos noveuta é dos años , la qual pasó ante el secretario, Juan de Coloma. E fuéle confirmada la dicha capitulación por un real privilegio , que le fué dado desde á trece dias que se contaron treinta de abril en la cibdad de Granada del dicho año de noventa é dos. Y con este des- pacho partió Colom donde es dicho y fuesse á la villa de Palos de Moguer-, donde puso en orden su viaje. DE INDIAS. LIB. II. CAP. V. 21 CAPITULO V. Del primero viaje y descubrimieiilo de las Indias, hecho por don Chripstúbal Colom , primero descubri- dor dellas, por lo qual diifnamenle fué hecho almirante perpetuo destas mares ¿ imperio de las hidias deslas partes. vJydo aveys cómo y do qué manera é por qué rodeos vino Cliripstóbal Colom á ser, conosgido de los Reyes Catliólicos, don Fernando y doña Isabel, estando sóbrela cibdad de Granada con sus exércitos : é como le mandaron despachar y le dieron sus provisiones reales para ello , y se fué á la villa de Palos de ^loguer para princi- piar su viage. Debeys saber que desde alli principió su camino con tres carave- las : Ja una é mayor dellas llamada la Ga- llega ; y las otras dos eran de aquella vi- lla de Palos, é fueron bastecidas y ar- madas de todo lo nesgessario. Y segund la capitulación que con Colom se tomó, avia de aver después una decena parte en las rentas y derechos que el rey oviesse en lo que fuesse por Colom descubierto ; é aSsi se le pagó todo el tiempo que él vi- vió , después que descubrió esta tierra , é assi lo gozó el segundo almirante, don Diego Colom, su hijo, é assi lo goza don Luys Colom, su nieto, tercero almirante que al presente tiene su casa y Estado. Antes que Colom entrasse en la mar algunos dias, tuvo muy largas consulta- ciones con un religioso llamado fray Juan Pérez, de la Orden de sanct Francisco, su confessor; el qual estaba en el moneste- rio de la Rábida (que es media legua de Palos hágia la mar). Y este frayle fué la persona sola de aquesta vida , á quien Co- lom mas comunicó de sus secretos ; é aun del qual é de su sgiengia se dige hasta hpy que él resgibió mucha ayuda é buena obra , porque este religioso era grande cosmó- grapho. Con el qual estuvo en el raones- teri(;, que es dicho de la Rábida, algund tiempo , y él lo fizo yr al real de Grana- da, quando se concluyó su despacho y en- tendió en ello. Y después se fué Colom al mesmo monesterio y estuvo con el fray- le comunicando su viaje é ordenando su alma é vida , y apercibiéndose primera- mente con Dios y poniendo como cathó- lico en sus nianos é misericordia su em- presa, como fiel chripstiano , y como ne- gogio en que Dios esperaba ser tan ser- vido por el acresgentamiento de su repú- blica chripstiana. Y después de se aver confessado, resgibióelsanctíssimo sacra- mento de la Eucaristía , el dia mesmo que entró en la mar ; y en el nombre de Je- sús mandó desplegar las velas y salió del puerto de Palos por el rio de Saltes á la mar Océana con tres caravelas armadas, dando pringipio al primero viaje y des- cubrimiento destas Indias, viernes tres dias de agosto, año del nasgimiento de nuestro Salvador de mili y quatrogientos y noventa é dos años, con la buena ven- tura, efectuando este memorable hecho movido por Dios , el qual quiso hager á este liombre arbitrario é ministro para tan grande é señalada cosa. Destas tres caravelas era capitana la Gallega, en la qual yba la persona de Co- lom: de las otras dos, la una se llamaba la Pinta, de que yba por capitán Martin Alonso Pingon ; y la otra se degia la A7- ña , é yba por capitán della Frangisco Mar- tin Pingon , con el qual yba Vigente Ya- ñez Pingon. Todos estos tres capitanes eran hermanos é pilotos é naturales de Palos , é la mayor parle de los (jue yban en esta armada eran assi mismo de Palos- 22 mSTOUIA GENERAL Y NATURAL Y serian por lodos liasla fienlo y veynte liiiniliii's; con his (¡nali's , después que oslas tres caravelas se dieron á la mar, tomaron su derrota para las islas de Ca- naria , que los antiguos llaman Fortuna- das. Las quales estuvieron mucho tiem- po que no se navegaban ni se sabían na- vegar, basta que después en tiempo del rey don Juan, segundo de tai nombre on Castilla, seyendo niño y debaxo de la tutela de la sereníssima reyna doña Ca- talina , su madre , fueron halladas é tor- nadas á na\egar é conquistarse estas is- las por su mandado é Ugengia , como mas largamente se escribe en la Chrónica del mcsmo rey, don Juan segundo. Después de lo qual muchos años, Pedro de Vera, noble caballero de Xerez de la Frontera, é Miguel de Moxica , conquistaron la gran Canaria en nombre de los Cathólicos Re- yes, don Fernando y doña Isabel , y las otras , excepto la Palma y Tenerife , que jior mandado de los mesmos reyes las conquistó Alonso de Lugo , al qual hicie- ron adelantado de Tenerife. Esta gente de los canarios era de mu- cho esfuerzo , aunque quassi desnuda y tan silvestre , que se dige é afirman al- gunos, cjuo no tenian lumbre ni la tuvie- ron hasta que los chripstianos ganaron aquellas islas. Sus armas eran piedras ó varas , con las quales mataron muchos chripstianos hasta ser sojuzgados é pues- tos, corno están, debaxo de la obediencia de Castilla , del qual señorío son las di- chas islas. Y están doscientas leguas de España las primeras ; é la isla de Langa- roíe é la del Fierro á doscientas é qua- renta ; por manera que todas ellas se in- cluyen en espacio de cinqüenta ó cinco ó sossenta leguas pocas mas ó menos. Y es- tán assentadas desde veynte é siete has- ta veynte é nueve grados de la línea equi- nocial á la parte de nuestro polo ártico: la última isla dellasó mas occidental está del hueste al leste con el cabo de Boja- dor en África , é á sessenta é cinco leguas dé!. Son todas estas islas fértiles é abun- dantes de las cosas nescessarias á la vida del hombre, y de muy templados ayres. Pero ya de la gente natural que avia, cuan- do fueron concjuistadas hay poca , mas todas están muy pobladas de chripstia- nos. E allí , como en lugar apropiado y para la navegación al propósito , llegó Colom, continuando su primero descubri- miento destas Indias, con las tres carave- velas que tengo dicho, ó tomó allí agua é leña é carne é pescado ó otros refres- cos , los que le convino para proseguir su viaje. El qual efectuando con su ar- mada, partió de la isla de la Gomera á seys dias de septiembre de aquel año de mili é quatrocientos é noventa é dos años, é anduvo muchos dias por el grande mar Océano, fasta tanto que ya los que con él yban comencaron á desmayar é quissie- ran dar la vuelta; é temiendo de su ca- mino, murmuraban de la sgiencia de Co- lom y de su atrevimiento , é amotinába- sele la gente é los capitanes , porque cada hora crescia el temor en ellos é men- guaba la esperanga de ver la tierra que buscaban. De forma que desvergoncada- mente é público le dixeron que los avia engañado é los llevaba jterdidos ; y que el Rey y la Reyna avian hecho mal é usa- do con ellos de mucha crueldad, en fiar de un hombre semejante, é dar crédito á un extranjero que no sabia lo que se decia. E llegó la cosa á tanto que le certifica- ron que si no se tornalta, le farian vol- ver á mal de su grado, ó le echarían en lámar, porque les páresela que él estaba desesperado , é decían que ellos no lo cjuerian ser, ni creyan que pudiesse sa- hr con lo que avia comencado; y por tanto á una voz acordaban de no seguir- le. En esta sacón é contienda hallaron en la mar grandes praderías (al paresger) de hiervas sobre el agua, é pensando que era tierra anegada é que eran perdidos DE liNDIAS. LIB. II. CAP. V. 23 doblábanse los clamores. Y para quien nunca avia visto aquello sin dubda era cosa para mucho temer; mas luego se passó aquella turbación, conosfiendo que no avia peligro en ella, ponjue son unas hiervas que llaman salgazos, y se andan sobre aguadas en la superficie de la mar. Las quales segund los tiempos é los agua- jes subgeden , assi corren é se desvian ó allegan á Oriente ó Poniente, ó al Sur, ó á la Tramontana; y á ve^cs so hallan í'i medio golpho, é otras veces mas tarde y lexos ó mas ^erca de España. E algunos viajes acaesfe que los navios topan muy pocas ó ninguna dellas , y también á ve- tes hallan tantas que , como he dicho, pa- resgen grandes prados verdes y amari- llos ó de color jalde , porque en estas dos colores penden en todo tiempo. Salidos pues deste cuydado y temor de las hiervas , determinados todos tres ca- pitanes ó quantos marineros allí yban de dar la vuelta, é aun consultando entre sí de echar á Colom en la mar , creyendo (jue los avia burlado ; como él era sabio é sintió la murmuragion que del se hacia, como prudente , comengó á los confortar con muchas é dulges palabras , rogándo- les que no quissiessen perder su trabajo é tiempo. Acordábales quanta gloria ó provecho de la constangia se les segui- ría, perseverando en su camino: prome- tíales que en breves días darían fin á sus fatigas 6 viaje con mucha é indubitada prosperidad ; y en conclusión les dixo que dentro de tres dias hallarían la tierra que buscaban. Por tanto que estuviessen de buen ánimo é prosiguiessen su viaje , que para quando degia , él les enseñaría un Nuevo Mundo é tierra , é avrian concluy- do sus trabajos é verían que él avia di- cho verdad siempre , assi al Rey é Rey- na Cathólicos como á ellos ; ó que si no fuesse assi, higiessen su voluntad y lo que les paresgiesse , que él ninguna dubda te- nia en lo que les degia. Con estas palabras movió los corago- nes de los enfiaquegidos ánimos de los que allí yban á alguna vergüenza, en es- pegial á los tres hermanos capitanes pi- lotos que he dicho; é acordaron dehager lo que les mandaba , y de navegar aque- llos tres dias é no mas, con determina- ción y acuerdo que en fin dellos darian la vuelta á España, sí tierra no viessen. Y esto era lo que ellos tenían por mas gierto ; porque ninguna) avia entre ellos que pensassoque en aquel i)aralelo é ca- mina que hacían, se avia de liaUar tierra alguna. E dijeron á Colom que aquellos tres dias que él tomaba de término é les asignaba, le seguirían; pero no una hora mas, porque creían que ninguna cosa de quantas les degia avia de ser gierta; y en una conformidad todos, rehusaban pasar adelante, digiendo que no querían morir á sabiendas , y que el bastimento y agua que tenian no podía bastar para tornarlos á España sin mucho peligro, por bien que se reglasen en el comer é beber. Y como los coragones que temen, ninguna cosa sospechan que pueda afloxar sus fa- tigas, en espegial en exergigio de nave- gación y semejante , ningún momento cessaban en su murmurar, amenagando á su pringipal capitán é guia. JNí él tampoco reposaba ni cessaba un punto de confor- tar é animar á todos á la prosecugion do su camino ; é quanto mas turbados los vía , mas alegre semblante él mostraba, esforgándolos é ayudándolos á desechar su temerosa turbación. E acjuel mesmo día que el almirante Colom estas palabras dixo, conosgió realmente que estaba gerca de tierra en semblante de los celajes de los cielos; é amonestó á los pilotos (juc si por caso las caravelas se apartassen por algún caso fortuito launa de la otra, que passado aquel trange corríessen há- gia la parte ó viento que les ordenó, para tornar á redugirse en su conserva. E co- mo sobrevino la noche, mandó apocarlas 24 HISTORIA (iE.\ERAL V NATl'líAI> volas y i{ue corriesson con solos los Irin- (juclos Laxos ; é andando assi, un mari- nero do los que ybanen la capitana, na- tural de Lepe, dixo : I timbre!., tierra!.. E luego un criado de Colom , llamado Sal- cedo, replicó diciendo: «Esso ya lo ha di- cho oí almirante, mi señor;» y encontinen- ie Colom dixo: «Ralo ha que yo lo he di- cho y he visto aquella lumbre que está en tierra. » Y assi fue: que un jueves , á las dos horas después de media noche, lla- me) el almirante á un hidalgo dicho Es- cobedo , repostero de estrados del Rey Cathülico, y le dixo que veía lumbre. Y otro dia de mañana, enesclaresfiendo, y á la hora que el dia antes avia diclio (^olom , desde la nao capitana se vido la isla que los indios llaman Guanahani , de la parte de la tramontana ó norte. Y el que vido primero la tierra , quando ya fue de dia, se llamaba Rodrigo de Triana, á on?e dias de octubre del año ya dicho de mili é quatrofientos y noventa y dos. Y de aver salido tan verdadero el almiran- te, en ver la tierra en el tiempo que avia dicho , se tuvo mas sospecha que él es- taba certificado del piloto que se dLxo que murió en su casa, segund se tocó de suso. Y también podría ser que viendo determinados á quantos con él yban para se tornar, dixesse que si en tres dias no viessen la tierra se volviessen , confiando (jue Dios se la enseñarla en aquel térmi- no que les daba, para no perder trabajo é tiempo. Tornando á la historia, aquella isla que se vido primero, segund he dicho, es una de las islas que di^en de los Luca- yos ; y aquel marinero que dixo primero que veia lumbre en tierra , tornado des- pués en España, porque no so le dieron las albrif;ias, despechado de aquesto, se pasó en África y renegó de la fé. Este hombro, segund yo oy de^ir á Vifente Yañez Pinfon y á Hernán Pérez Matheos, (jue se hallaron en este ¡irimero descu- brimiento, era de Lepe, como lie dicho. Assi como el almirante vido la tierra, hincado de rodillas é saltándosele las lá- grimas de los ojos del extremado placer que sentia , coraengó á de(;ir com Ambro- sio y Augustino : Te üeum kmdamus , Te Dominum confitemur, etc.; y assi, dando gragias á nuestro Señor con todos los que con él yban , fue inextimable el gozo que los unos y los otros hafian. Tomábanle unos en bragos, otros le besaban las ma- nos , é otros le demandaban perdón de la poca constanfia que hablan mostrado. Algunos le pedian mercedes é se ofres- (,ian por suyos. En fin , era tamaña la leti- cia é regofijo , que abrazándose unos con otros, no se conosgian con el pla(;er de su buena andanza; lo qual yo creo bien, porque sabiendo como sabemos los que agora vienen de España é los que de acá vuelven allá que el viaje é camino es seguro y cierto, no tiene comparación otro plager con el que resgiben los que ha dias que navegan, quando ven la tier- ra. Ved qué tal seria el de los que en tan dubdosa jornada se hallaron, viéndose certificados y seguros de su descanso. Pero aveis de saber que por el contia- rio difen algunos lo que aqui se ha dicho de la constancia de Colom , que aun afir- man que él se tornara de su voluntad del camino y no lo concluíe, si estos herma- nos Pintones no le hicieran yr adelante, é diré mas , que por causa dellos se hizo el descubrimiento , é (¡ue Colom ya fiaba y quería dar la vuelta. Esto será mejor remitirlo á un largo pro^esso que hay entre el almirante y el fiscal real , donde á pro é contra hay muchas cosas alegadas, en lo qual yo no me entremeto; porque como sean cosas de justicia y por ella se han de decidir, quédense para el finque tuvieren. Pero yo he dicho en lo uno y en lo otro ambas las opiniones : el letor tome la que mas le ditare su buen juyfio. Tardóse el Almirante en llegar desde las DE INDIAS. LIB. II. CAP. VI. islas de Canaria hasta ver la primera tierra que he dicho treinta é tres días; pero él llegó á estas islas, primeras que vido , en el mes de octubre del año de mili é quatrofientos é noventa y dos años. CAPITULO VI. Cómo el almirante descubrió esta Isla Española, é doxó en ella treinta é ocho chripstianos en tierra del rey ó cacique tíoacanagaii , en tanto que llevaba las nuevas del descubrimiento primero destas parles ; é cómo volvió á España en salvamento. Jlin aquella isla que he dicho de Gua- nahani ovo el almirante é los que con él vban vista de indios é. gente desnuda , é allí le dieron noticia de la isla de Cuba. E como paresgieron luego muchas isletasque están juntas y en torno de Guanahani, comentaron los chripstianos á llamarlas Islas Blancas (porque assi lo son por la mucha arena), y el almirante les puso nombre las Princesas, porque fueron el principio de la vista dcslas Indias. E ar- ribó á ellas , en especial á la de Guana- hani, y estuvo entrella y otra que sedige Gáyeos; pero no tomó tierra en ninguna dellas, segund afirma Hernán Pérez Ma- iheos , piloto que hoy dia está en esta cib- dad de Sancto Domingo , que dif e que se halló allí. Pero á otros muchos he oydo degir quel almirante baxó en tierra en la isla de Guanahani é la llamó Sanct Sal- vador , ó tomó allí la possession ; y esto es lo mas gierto y lo que se debe creer dello. E de allí vino á Baracoa, puerto de la isla de Cuba de la vanda del norte ; el qual puerto es dogo leguas mas al po- niente de la punta que llaman Mayci; é allí falló gente , assi de la propia isla de Cuba, como de las otras que están al norte opuestas , que son la isla Guanahani que tengo dicho, é otras muchas que alli hay, que se llaman islas do los Lucaijos gene- ralmente todas ellas , no obstante que ca- da una tiene su propio nombre y son mu- chas; assi como Guanahani, Caycos, Ju- meto, Yabaque, Mayaguana, Samana, Guaninia, Yuma, Curatheo, Ciguateo , Ba- Tü.MÜ I. hama (que es la mayor de todas), el Yu- cayo y Nequa , Habacoa é otras muchas isletas pequeñas que por allí hay. Tornaudo á la historia, llegado pues el almirante á la isla de Cuba donde he dicho, saltó en tierra con algunos chrips- tianos , y preguntaba á los indios por Ci- pango, y ellos por señas le respondían y señalaban que era esta isla de Hayti, que agora llamamos Española. E creyendo los indios que el almirante no acertaba el nombre , decían ellos: Cibao, Cibao! , pen- sando que por degir Cibao degia Cipan- go ; porque Cibao es donde en esta isla Española están las minas mas ricas y de mas fino oro. E assi el almirante con las tres caravelas , guiado por los indios, de los quales algunos de su grado se entra- ron en los navios, se embarcó en aquel puerto de Baracoa de Cuba , é vino á es- ta isla de Hayti , que agora llamamos Es- pañola , y de la parte ó banda del norte surgió en un muy buen puerto , é llamóle Puerto Real. Y á la entrada del tocó en tierra la nao capitana , llamada la Galle- ga, é abrióse; pero no peligró ningún hombre : antes muchos pensaron que ma- ñosamente la avian hecho tocar, para de- xar en la tierra parte do la gente, como quedó. E allí salió el almirante con toda su gente , é luego vinieron á habla é con- versación con los chripstianos muchos in- dios de paz de atjuella tierra, la qual era del señorío del rey Guacanagari (que los indios llaman cacique, assi como los chripstianos decimos rey), con el qual se 26 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tralu luego la paz c amistad. Y él vino á olla muy de grado , y se vido con el al- mirante y los chripstianos muy doméstica- mente é muy continuo, y se le dieron algu- nas cosas de poco valor (entre los chrips- tianos, pero de los indios muy estimadas), assi como cascabeles, alfileres, agujas é algunas cuentas de vidro de diversas co- loros ; lo qual el cacique é sus indios con mucha admiración contemplando, mostra- ban apreciarlo y estimar, y holgaban mu- cho de que algo assi se les daba , y ellos traiau á los chripstianos de sus manjaies é cosas que tenian. Viendo el almirante que aquesta gente era tan doméstica, paresrióle que segu- ramente podria dexar allí algunos chrips- tianos para que en tanto que el volvia á España apreudiessen la lengua é cos- tumbres desta tierra. Efigo ha(;'erun cas- tillo quadrado, á manera de palenque, con la madera de la caravela capitana ó Ga- llega, que es dicho que tocó al entrar del puerto, é con faxina é tierra lo mejor que se pudo fabricar en la costa á par del puerto éarra^ifesdéi, en un arenal. E dio orden el almirante á treynta é ocho hom- bres, que allí mandó quedar, de lo que avian de hager en tanto que él llevaba tan prósperas nuevas de su descubri- miento Á los Reyes Cathólicos, é tornaba con muchas mergedes para todos, ofres- giéndoles complidos galardónese los que assi quedaban. Y nombró entre aquellos por capitán á un hidalgo llamado Rodri- go de Arana , natural de Córdoba , á man- dóles, que le obedesgiessen como á su per- sona. Y para si aquel muriesse en tanto que él volvia, señaló otro , é para después del segundo nombró otro tercero ; de for- ma que nombró dos para después de los dias del primero. Y dcxó con ellos á un maestre Juan, girujano, buena persona: é amonestó á todos que no entrassen la tierra adentro, ni se desacaudillasson, ni dividiessen, ni tomassen mugeres, ni diessen pesadumbre ni enojo alguno á los indios por ningún caso , en quanto possi- ble les fuesse. Y como se perdió la nao capitana, passósse el almirante á la ca- ravela llamada la Niña, en que yban Frangisco Martin é Vicente Yañez Pingon. Mas como de la quedada de aquesta gen- te no le plugo al capitán de la otra cara- vela Piula, llamado Martin Alonso Pin- gon, hermano de estos otros, contradí- xolo todo quanto él pudo; é degia que era mal hecho que aquellos chripstianos quedassen tan lexos de España, seyendo tan pocos, é porque no se podrían pro- veer ni sostener y se perderían. Y á este propósito dixo otras palabras, de que el almirante se resabió, y sospechóse que le quisiera prender; y el Martín Alonso, con temor que ovo desta sospecha, se salió á la mar con su caravela Pinla é fuese al puerto de Gragia, veynte leguas al leste ú oriente apartado del dicho puer- to real. Y en tanto que el almirante tar- dó en la obra que dixe de aquel castillo, súpose de los indios de la tierra, donde estaba el Alonso Martin é la otra carave- la; é luego los otros dos hermanos Pin- gónos que estaban con el almirante, pro- curaron de le recongiliar é volver á la gragia del almirante, é acabaron con él que le perdonasse. Y él lo figo assi por muchos respectos, y en esi)egial porque la mayor parte de quantos hombres de la mar tenia, eran parientes é amigos destos Pingónos hermanos y de una tierra , y es- tos tres eran los mas pringipales. Y assi como le perdonó, le escribió una carta muy generosa, como en el caso con venia, é mandó que at[uel puerto se llamasse puerto de Gracia , é assi se nombra hasta agora. E los indios que llevaron la carta volvieron otra, respondiendo Martín Alon- so al almirante é teniéndole en merged el perdón ; é assi se congertaron para que en gierto dia el Martin Alonso, desde don- de estaba con aquella caravela, y el al- DE INDIAS. LIB. II. CAP. VI. 27 mirante con la otra, se fuessen á juntar en la Isabela , é allí saltaron todos en tier- ra muy conformes. Aquel assiento de la Isabela es en la misma costa diez é ocho loí^uas ó poco mas al leste de Puerto Real. No fué poca maravilla para los indios ver cómo por las cartas los chripstianos se entendían ; y llevábanlas puestas los mensajeros en un palillo, porque con te- mor é acatamiento las miraban , y creían que cierto tenían algún espíritu é habla- ban, como otro hombre por alguna dei- dad é no arte humana. - Juntos el almirante é su gente, y que- dando los treynta é ocho hombres donde se dixo, tomaron agua y leña y lo que mas pudieron de los bastimentos desta tierra, j)ara que mas les turassen los que les que- daban de los que truxeron de Castilla ; é salieron de la Isabela , el qual nombre el al- mirante puso á aquella provincia é puerto en memoria de la Cathólica Reyna, doña Isabel . E desde allí ambas caravelas fueron á Puerto de Plata , el qual nombre le puso el almirante ; é después fueron á puerto de Samana ^assi llamado por los indios). E desde Samana, que es en esta Isla Espa- ñola de la banda del norte, tomaron estas dos caravelas su derrota para Castilla con mucho piager, encomendándose todos á Dios é á la buena ventura de los Cathó- lícos Reyes de España , que tan grandes nuevas esperaban, aunque no confiados de la scieugia de Colom, sino de la mi- sericordia de Dios. E llevó deste camino el almirante nueve ó diez indios consigo, para que como testigos de su buena ven- tura besassen las manos al Rey é á la Reyna , é viessen la tierra de los chrips- tianos é aprendiessen la lengua , para que quando aquestos acá tornassen , ellos é los chripstianos que quedaban encomen- dados á Goacanagarí y en el castillo que es dicho de Puerto Real, fuessen lenguas é intérpretes para la conquista é pagifi- cacion é conversión destas gentes. Eassi como Dios, nuestro Señor, fué servido que estas tierras se descubriessen , y que pa- ra hallarlas oviese seydo próspera é acer- tada la navegación deste primero viaje y en breve tiempo; assi tuvo por bien é permitió que fuesse favorable la vuelta, é llevó en salvamento este primero descu- bridor destas Indias á España. E fué á reconosf er las islas de los Acores , é á quatro días de margo de mili é quatro- gíentos é noventa y tres entró en Lisbo- na, desde donde se fué al puerto de Pa- los, adonde se avia embarcado quando comengó esta jornada , é no estuvo des- de que partió desta isla fasta que en Cas- tilla tomó tierra sino gincuenta días. Pe- ro estando ya gerca de Europa , por tor- menta, se apartarou launa caravela de la otra, é corrió el almirante á Lisbona y el Martín Alonso á Bayona de Gahgía. E después cada navio destos tomó su ca- mino para el río de Saltes, é do caso en- traron en un mismo día ; y entró el al- mirante por la mañana é la otra caravela llegó en la tarde. E porque se tuvo sos- pecha que por las cosas passadas el al- mirante faria prender al Martin Alonso Pingon, salióse en una barca del navio, assi como entraba á la vela , é fuesse don- de le paresgió secretamente, y el almi- rante luego se partió para la corle con la grande nueva de su descubrimiento. Y como el Martin Alonso supo que era ydo fuesse á Palos á su casa, é murió desde á pocos días, porque yba muy doliente. Tardó el almirante en reconosger la primera tierra destas Indias en las islas de los Lucayos , segund he dicho , desde que de España partió quassí tres meses, y en volver á España y en lo que acá se detuvo otros tres , y en todo estuvo en la venida é vuelta seys meses, diez días mas ó menos. Tornando á la historia , digo que des- pués que Colom salió en Palos ccn los in- dios que llevaba destas islas, de ks qua- 28 HISTORIA GENERAL Y NATURAL les uno se lo avia muerto en la mar , to- mó los soys que yban sanos , é dexó allí dos o tres que estaban dolientes, é fues- se á la corte de los Catliólicos Reyes á darles cuenta de su prosperidad, é de lo que Dios acresgentaba en los reynos é se- ñoríos de Castilla : la qual nueva no se esperaba en tan breve tiempo, porque en la verdad fué cosa de admiración, se- gund lo que después tardaban otras naos é caravelas en venir é volver desde acá hasta que esta navegación se fué mejor entendiendo. E aun hoy que se sabe me- jor , seria assaz dos navios andar lo que a(|uellos anduvieron en tan breve tiem- po ; puesto que , como digo , agora está la navegación entendida, y estonces la an- duvieron á tiento , é con la sonda siem- pre en la mano , é apocando las velas de noche, y en recelo, como lo suelen hacer los que son prudentes é sabios pilotos, quando descubren y van por mares que no se saben ni han navegado. En esto que á los hombres de la tier- ra é que no han cursado la mar no les parescerá por ventura bien , ó no tan sa- broso de mi obra , tengan respecto á que yo escribo para los unos é los otros , é tome cada uno lo que hace Á su gusto ó propóssito, é lo otro déxelo para cuyo es. Que bien veo que los hombres de la mar me culparían , si no pusiesse é apun- tasse lo que es para ellos ; y los caballe- ros y gente exercitada en la tierra que no entendieren algunos términos de la navegación , con que me conviene dar cuenta destas cosas de la mar, passen ade- lante: que aquello no les impide lo demás. CAPULLO VIL [•c qinlro cosis notables en ol año de mili é qualroeienlos y nóvenla e dos años; é de qiiando el al- iniranle don Chripstúbal llegó á la corte de los Reyes Calhálicos, don Femando é doña Isabel, ó de las mercedes que le ficicro'n, después que volvió á España del primero descubriraicnto délas Jndias; é la racon porque se debe creer que en estas parles fué predicado el Evangelio por los api)sloles ó por al- sruno dellos. \_jon menor auctoridad enseña el que habla las cosas que oyó, quel que dice las que vio. Esto Sanct Gregorio lo dice sobre los capítulos catorce é quince de Job ; mas yo no lo traygo aquí á conse- (jüencia solamente por los que aquestas cosas do Indias las han escripto desde España por oydas, sino dígolo porque hablaré aquí de las de España desde las Indias. Mas hay en ello lo uno'é lo otro; porque aunque vivo acá, vi lo que acaesció acullá ; y porque no es fuera de mi propósito , digo que fué muy notable en España el año de mili é quatrocientos é noventa é dos años. En el qual á los dos dias del mes de enero tomaron los Cathólicos Reyes , don Fernando é doña Isabel , la muy nombrada é gran cibdad de Granada. El mismo año, en fin de ju- lio, echaron los judíos de sus reynosi El mismo año viernes, siete dias del mes de deciembre, un villano natural del lu- gar de Remensa del Principado de Cata- luña , llamado Juan de Cañamares , dio en Barcelona una cuchillada al Rey Ca- thólico en el pescuero , tan peligrosa que llegó á punto de muerte: del qual traydor fué hecha muy señalada justicia, no obstante que, segund paresció, él esta- ba loco , é siempre dixo que si le matara, que él fuera rey. Y en aquel mesmo año descubrió Colom estas Indias, é llegó á Barcelona en el siguiente de mili é qua- trocientos é noventa é tres años, en el mes de abril, é falló al Rey assaz flaco, pero sin peligro de su herida. Aquestos notables se lian traydo á la memoria, para señalar el tiempo en que DE INDIAS. LIB. II. CAP. VII. 29 Colora llegó á la corte, en lo qual yo liablo coüij testigo de vista, porque me hallé paje rauchacho en el gerco de Gra- nada , é vi fundar la villa de Sancta Fé en aquel exército , é después vi entrar en la cibdad de Granada al Rey é Reyna Cathólicos, quando se les entregó; é vi echar los judíos de Castilla y estuve en Barcelona, quando fué ferido el Rey, co- mo he dicho; é vi allí venir al almirante, don Chripstóbal Colora , con los primeros indios que destas partes allá fueron en el primero viaje é descubrimiento. Assi que no hablo de oydas en ninguna des- tas quatro cosas , sino de vista ; aunque las escriba desde aquí, ó mejor dicien- do, ocurriendo á mis memoriales desde el mismo tiempo escripias en ellos. Vol- vamos á nuestra historia. Después que fué llegado Colom á Bar- celona, con los primeros indios quedes- tas partes a España fueron ó él llevó, é con algunas muestras de oro é muchos papagayos é otras cosas de las que acá estas gentes usaban ; fue muy benigna é graciosamente resfebido del Rey é de la Reyna. E después que ovo dado muy lar- ga é particular relación de todo lo que en su viaje é descubrimiento avia passa- do , le finieron muchas mercedes aquellos agradesfidos príncipes é le coraencaron á tractar corao á hombre generoso y de Estado, é que por el grand ser de su persona propria tan bien lomeresgia. xMas á mi paresfer (só la protestación por raí hecha en el prohemio ó libro I) , di- go que en aquestas nuestras Indias justo es que se tenga é afirme que fué predi- cada en ellas la verdad evangélica , y primero en nuestra España por el apóstol Sanctiago , é después la predicó en ella el apóstol Sanct Pablo , como lo escribe Sanct Gregorio '. E si desde nuestra Casti- lla se cultivó acá é transfirió la noticia del Sancto Evangelio en nuestros tiempos, no Cessa por esso que desde el tiempo de los apóstoles no supiessen estas gentes salvajes de la rederapcion chripstiana é sangre que nuestro Rcdemptor , Jesu Chripsto, vertió por el humano linage: antes es de creer que ya estas generacio- nes é indios destas partes lo tenían olvi- dado; pues que //; omnem tcrram exivil somis eorum , et i¡i fines orbis terree ver- ba eorum. Conforme á lo que es dicho del psalraista David ^, dice Sanct Gre- gorio sobre el capítulo diez y seis de Job estas palabras : la Sancta Iglesia há ya predicado en todas las partes del mundo el misterio de nuestra Redemp- Cion. Assi que, estos indios ya tuvieron noticia de la verdad evangélica y no pue- den pretender ignorancia en este caso: quédese esto á los teólogos , cuya es esta materia. Pero quiero decir, que puesto que de nuestra sancta fé cathólica acá oviessen ávido noticia los antecessores destos indios, ya estaba fuera de la me- moria destas gentes; y assi fué gran- díssimo servicio el que á Dios hicieron ios Reyes Cathólicos en el descubrimien- to destas Indias. Y grande fué el mérito que adquirió nuestra nación en ser por españoles buscadas estas provincias, é tantos reynos de gentes perdidas é idó- latras , por la industria y en compañía , y debaxo de la guia del primero almirante, don Chripstóbal Colom, reedificando é tornando á cultivar en estas tierras tan apartadas de Europa la sagrada passion é mandamientos de Dios y de su Iglesia ca- thólica; donde tantos millones de ánimas gozaba, ó mejor diciendo, tragaba el infier- no ; y donde tantas ídolotrías é diabólicos sacrificios y ritos que en reverencia de Satanás se facían muchos siglos avia, ges- sassen; y donde tan nefandos crímenes y pecados se exercilaban, se olvídassen. i Moralium , I¡b. XXXI, cap. XXXVll. 2 Psalm. XVIll. :»o llISTOHIA GENKRAL V NATURAL En esto se podría dec^ir t;in(o (juc cu muchas Iiistorias no se pudiesse acabar de relatar los niérilos do los Reyes Catlióli- cos, don Fernando é doña Isabel, y de sus subcessores, por la continuaí^ion del sáne- lo (;elo y obra para la conversión destas gentes. Porque en la verdad , por su real voluntad y expressos mandamientos é muy continuado cuydado , siempre han proveydo en el remedio de las ánimas destos indios, y en el buen tractamiento dellos. Y si en este caso algo ha fallado, os á causa de los ministros; y no tiene la culpa otro sino el que acá viene por gobernador ó perlado , y en esto se des- cuyda; pero no tura mas su negligencia de quanto tarda de llegar á noticia de (]ésar ó de su Real Consejo de Indias, donde luego se provee con grande aten- ción en el reparo y enmienda, como con- viene. Vo en la verdad la principal causa de li) que en este caso puede haber mal subcedido , ó no también efectuádose co- mo fuera racon , tampoco la quiero dar á los oficiales ó ministros de tan sancta é pia obra , como es doctrinar esta ge- neración de indios ; sino á ellos mismos, especialmente por su incapacidad y ma- las inclinaciones; porque es cierto que son muy raros é aun raríssimos aquellos que en tanta multitud dellos perseveran en la íé : antes deslican della , como el granico de las puntas de las lancas. Es menester que Dios ponga en esto su ma- no, para (¡ue assi los que enseñan como los enseñados, aprovechen mas que has- ta aqui. Vuelvo á la historia. Seys indios llegaron con el primero almirante á la corle á Barcelona, quando he dicho; y ellos de su propria voluntad ó consejados, pidieron el baplismo, é los Cathülicos Reyes por su clemencia se lo mandaron dar; é juntamente con sus Altecas, el sereníssimo príncipe don Juan, su primoge'nito y heredero, fueron los padrinos. Y á un indio que era el mas principal dellos, llamaron don Fernando de Aragón, el qual era natural desta isla Española é pariente del rey ó cacique Goacanagari. E á otro llamaron don Juan de Castilla, é á los de demás se les die- ron otros nombres , como ellos los pidie- ron, ó sus padrinos acordaron que se les diesse, conforme á la Iglesia Cathóli- ca. Mas á aquel segundo que se llamó don Juan de Castilla , quiso el príncipe para sí y que quedase en su real cassa, y que fuesse muy bien tractado é mira- do , como si fuera hijo de un caballero principal, á quien tuviera mucho amor. E le mandó doctrinar y enseñar en las cosas de nuestra sancta fé , é dio cargo del á su mayordomo Patino ; al qual in- dio yo vi en estado que hablaba ya bien la lengua castellana , é después dende á dos años murió. Todos los otros indios volvieron á es- ta isla en el segundo viaje que á ella hi- zo el almirante ; al qual aquellos gratís- simos Príncipes Cathólicos hicieron seña- ladas mercedes , y en especial le contir- raaron su previlegio en la dicha Barcelo- na á veinte é ocho de mayo de mili y quatrocientos é noventa é tres. Y entre otras, de mas de le hacer noble é dar tí- tulo de almirante perpetuo destas Indias á él é á sus subcessores , por vía de ma- yoradgo , y que todos los que del depeu- diessen , é aun sus hermanos , se llamas- sen don , le dieron las mismas armas rea- les de Castilla y de León , mezcladas y repartidas con otras que assi mesmo le concedieron de nuevo ; aprobando é con- firmando de su auctoridad real las otras armas antiguas de su linaje. E de las unas é las otras formaron un nuevo y hermoso escudo de armas con su timbre é divisa, en la manera é forma que aqui se contieneyse vee patente. (Lám. 1, fig. 1.) Un escudo con un castillo de oro en campo de goles ó sanguino con las puer- DE INDIAS. LIB. II. CAP. Vil. 31 tas é ventanas azules 6 un león de púr- pura ó morado en campo de plata con una corona de oro , la lengua sacada , é rampante , assi como los reyes de Casti- lla ó de León los traen. Y aqueste casti- llo é león han de estar en el chieph ó ca- bera del escudo ; en la parte dereclia , y el león en la siniestra ; y de allí abaxo las dos partes restantes del escudo todo han de estar partidas en mantel , y en la par- te derecha una mar en memoria del grande mar Océano : las aguas al natural azules y blancas, é puesta la Tierra-Fir- me de las Indias , que tome quasi la cir- cunferencia deste quarto ; dexando la parte superior é alta del abierta , de ma- nera que las puntas desta tierra grande muestran ocupar las partes del mediodía é tramontana. E la parte inferior, que sig- nifica el Occidente , sea de tierra conti- nuada , que vaya desde la una punta á la otra desta tierra ; y entre aquestas pun- tas lleno el mar de muchas islas grandes é pequeñas de diversas formas; porque esta figura , segund está blasonada en este quarto , es do la manera que se pueden significar estas Indias. La qual tierra 6 islas han de estar muy verdes é con mu- chas palmas é árboles , porque nunca en ellas pierden la hoja sino muy pocos; é ha de haber en esta Tierra-Firme muchos matices é granos de oro , en memoria de las innumerables é riquíssimas minas de oro que en estas partes é islas hay. E por esta pintura , si el letor no quedó bien informado de lo que se tocó en el primero capítulo , lib. II , de la grandeza é forma del assiento de la Tierra-Firme, lo podrá algo mas claramente entender, é yo tornaré á difinir estas armas de que agora se tracta. E digo que en el otio quarto siniestro del escudo hay finco án- coras de oro en campo azul , como insig- nia apropriada al mismo oficio é título de almirante perpetuo destas Indias ; y en la parte inferior del escudo las armas do la prosapia del linage de Colom, convie- ne saber ; un chieph ó cabeza , ó parto alta de goles, vel sanguina, é de allí abaxo una banda azul en campo de oro; é sobre el escudo un baúl de Estado al natural , de ocho lumbres ó vistas , con un rollo y dependencias azules é de oro, y sobre el baúl por timbre é gimera un mundo redondo con una cruz enfima de goles , y en el mundo pintada la Tierra- Firme é islas, de la manera que están do suso blasonadas ; é por defuera del escu- do una letra en un rótulo blanco , con unas letras de sable, que dicen: Por Castilla é por León nuevo mundo halló Co- lom. Assi mismo por respecto del almiran- te, hifieron los Reyes Cathólicos adelan- tado desta isla Española á don Bartolomé Colom , su hermano ; y le hicieron otras grandes mercedes, que por evitar proli- xidad aqui no se difen , como mas lar- gamente paresge por su previlegio real que le concedieron , é yo he visto algu- nas veges. CAPITULO VIH. Del segundo viaje quel almirante primero, don Chripslóbal Colom, liizo desde España á esla isla de Hayfi ó Española , c de cómo halló muertos los cripslianos que avia dexado en tierra del rey Guacanag-ari , é de la eonccssion qucl Papa Alexandrc VI hizo destas Indias á los Reyes Cathólicos, don Fernando é doña Isabel, é sus subccssorcs en los reynos de Castilla y de León. Y del descubrimiento de las islas de los indios flecheros , llamados caribes , é otras cosas notables. ¿iluién hay que no sepa que dio el Se- y que crió las ánimas de los hombres pa- ñor las cosas terrenas para nuestros usos, ra los suyos , como nos lo recuerda Sanct 32 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Gregorio ? ' Assi pues , conforme á es- to , los bienaventurados Reyes don Fer- nando ó doña Isabel , desseando que las úaimas dcstos indios fuessen pa- ra Dios , mandaron quel almirante don Chripstóbal Colora volviesse á esta isla de Hayti ó Española con una muy buena ar- mada, en que vinieron algunos caballe- ros é hidalgos de su casa real é otros no- bles varones ó hombres de claros linajes, desseosos de ver esta nueva tierra é las cosas della. E ovicron primero aquellos sanctos príncipes la merced ó congession destas ludias por el Summo Pontífige, assi porque con mas justo título su sancto propósito S8 efectuasse (que era ampliar la religión chripstiana, como siervos de Dios), aunque para esto no tuviessen nes- gessidad , tomaron ligengia é título del vicario de Christo , á quien ellos siempre con fiel coraron tuvieron obediencia , co- mo por ser estas mares é imperio de la corona é conquista de Castilla, é averse solamente los Cathólicos Reyes don Fer- nando é doña Isabel ocupado en este memorable é sancto exergigio; quanto mas que por lo que tengo dicho , ya mu- chos siglos antes fue este señorío de los reyes de España. Y assi el Papa dio al Rey é Reyna é sus subgessores en los rey- nos de Castilla y de León estas Indias, é todo lo demás , fabricando una línea de polo á polo , por diámetro desde gient leguas adelante de las islas de los Agores y de las de Cabo Verde , y desde allí discurriendo al poniente todo lo que en el mundo se hallasse, de que no tuviesse actual possession algún príngipe cripstia- no. Después de lo qual, fue convenido é assentado entre España é Portugal que desde las dichas islas que dixe de suso, tresgienlas é setenta leguas dellas al Occi- dente, se higicsse una línea de polo á po- lo , é lo que quedasse entre esta línea é la que se dixo primero fuesse de Portu- gal; y de aqui los portugueses interpre- tan que les queda todo lo del Onente, en lo qual se engañan. De manera que conforme á la bula ó donagion apostólica, hecha á Castilla é á los Reyes della, se comprehenden todas las islas de la Espe- gieria é de Maluco é Rruney , donde se coje la canela , con toda la Espegieria é lo demás del mundo , hasta tornar por el Oriente á la línea primera que se dixo del diámetro , significada á las gient le- guas de las islas de los Agores ó de Cabo Verde. Y esto, como he dicho, cae en la parte assi congedida á los Reyes Cathó- licos , de gloriosa memoria , é pertenesge ú la corona de Castilla. Pero porque estas cosas están aproba- das por el vicario de Dios é de la sagra- da Iglesia , no es nesgessario degir otra cosa,s¡noqueyohevístoun treslado,auc- torizado y signado, de la Bula apostólica, la dala de la qual dige : Datis Romee apud sanctmn Petrum, anno Incarnationis Do- mÍ7ii millessimo quadricjentessimo nonages- simo tertio, qiiarlo no7ias maü , pontifi- catus nostri anno primo. Pues conforme á lo amonestado por el Sancto Padre en su bula é donagion apostólica, gerca del cuy- dado que se debe tener en la conversión de los indios , vinieron religiosos, perso- nas de aprobada é sancta vida é letras; en espegial fué escogido para esto fray Buil , de la Orden de sanct Benito , natu- ral de Cataluña. Al qual el mismo Sancto Padre dio pleníssimo poder para la ad- ministragion de la Iglesia en estas partes, como perlado é cabcga de los clérigos é religiosos que en aquesta sagon acá pas- saron , para el servigio del culto divino é conversión destos indios. E truxeron los ornamentos é cruges é cáliges é imagi- nes , é todo loque era nesgessario para las iglesias é templos que se higiessen. Y en i Libro XXXI, capitulo X, sobre cl capilu- lo XXXIX de Job. ÜE INDIAS. LIB. II. CAP. VIII. r>3 la Ijula siisodiclia apostólica amonestó é mandó el Papa, en virtud de sancta obe- diengia al Rey é á la Reyna , que envías- sen para lo que es dicho á estas In- dias buenos varones é temerosos de Dios, doctos y expertos para instruiré enseñar los habitadores destas nuevas tierras en la fé cathólica y en buenas cos- tumbres , con la debida diligenria que para tan sancta é ardua cosa convenia. E assi conforme á esta araonestaf ion del Summo Pontífice é al sancto gelo que los Calhólicos Reyes "tuvieron , para complir por su parte loque en ellos era, en coniplimiento de lo que es dicho, buscaron en todos sus reynos tales per- sonas como eran ncsgessarias , assi de eclesiásticos como de seglares. E con una muy hermosa armada é lucida é no- ble compañía de gente , qual he dicho, se partió el niesmo año el almirante de la corte, desde la cibdad de Barcelona para la provin^^ia de Andalucía ; é llega- do á la cibdad de Sevilla, comentóse allí á juntar la gente , é las naos é caravelas en la bahía de Cáliz para esta flota. Des- de allí , hecho su alarde é dada la orden é derrota á cada capitán é á los maestres é pilotos para su viaje, con la buena ventura salió con su armada á la vela, miércoles veynte é cinco días del raes de septiembre de mili é quatrof lentos y no- venta y tres años. Y al quarto del alba soltó las velas la nao capitana é lo mis- mo hicieron todas las otras naos y cara- velas , que eran por todas diez y siete ve- las en que avia mili y quinientos hombres de hecho, muy bien adorerados y provey- dos de armas é municiones y bastimen- tos y de todo lo nesgessario ; la qual gente vino al sueldo real. Y en esta ar- mada vinieron personas religiosas y ca- balleros é hidalgos y hombres de honra y tales quales convenia para poblar tier- ras nuevas y las cultivar sancta y recta- mente en lo espiritual ó temporal ; v co- TÜMO I. mo por tan chripstianíssimos príncipes proveydo , muchos criados de su casa real, yá todos los mas de los pringipales dellos los vi y conoscí. Y algunos al pre- sente hay vivos en estas Indias y en Es- paña, aunque son ya muy pocos los que quedan dellos. Tornando la historia al camino, digo que el almirante como mas diestro en la navegación , por la experiencia del pri- mero viaje , truxo mas derecha é justa su derrota en este segundo. Y la prime- ra tierra que iialló ó reconosrió fué una isla que él nombró, assi como la vido , la Desseada ; conforme al desseo que él y todos los de su flota traían de ver la tier- ra. Y assi mismo se vio luego otra isla, é llamóla Marigalanle , porque la nao ca- pitana en que el mismo almirante venia se llamaba assi : é puso nombre á todas las otras islas que están en aquel para- ge de norte á sur , ó de polo á polo; con- viene á saber, á la parte de la tramon- tana, primera é mas cercana isla, Guada- lupe , la Barbada , el Aguja , el Sombrero é otras ; é mas coreanas á ella , el Ane- gada, desde la qual al poniente están muchas ísletas que llaman las Vírgincs, é mas adelante está la isla Boriquen (que agora se llama Sanct Juan, la qual isla es muy rica é de las mas notables , co- mo se dirá adelante en su lugar). A la parte austral de la dicha isla Desseada, la mas próxima á ella es la isla Domini- ca, á la qual el almirante nombró assi, porque en domingo fué vista. Y los 7b- dos Sánelos es otra isla , y mas al me- diodía está Maiinino: la qual han queri- do algunos chronistas decir que era po- blada de amaconas , é otras fábulas muy desviadas do la verdad , como parcsge por sus tractados, é se ha después ave- riguado por los que avernos visto la isla y las otras de su parage ; y es todo falso lo que destase ha dicho quanto á ser po- blada de mugeres solamente, porque no ni iiisioüíA (;i:m:hai, y natliíai. loes ni so sahe (|iR' jainas lo luesse. Hay otras islas por allí , assi como Sonda Lu- na , Saiict ('hrip.slóbal , los Harhados y oirás que no lia^'on muclio al caso , por- que son iiHiclias y pequeñas. Pero quan- do se (liiía del descubrimiento de la Tier- ra-Firiue, se dirán otras que hay entre áijueslas que he nombrado; é la costa de Tierra-Firme destas que he dicho é otras (jue están con ellas, assi como ¡Abuqucijra, á la qual los chripstianos llamamos Sancta ("ruz ; c el clironista Pedro Mártir la llama Aymj '. Y las de al par della todas ó las mas estaban pobladas de indios ni;';'!ieros lla- mados caribes, que en lengua de los in- dios quiere derir liravos é osados. Estos tiran con hierva tan pestífera y enconada que es irremediable , é los hombres que son heridos con ella, mueren rabiando é haciendo muchas vascas é mordiéndose sus proprias manos é carnes, desatina- dos del dolor grandíssirao que sienten. Y quando alguno escapa, es por sobrada dieta, é d¡Iigen(;ia de algunas medicinas apropriadas contra ponzoña, de las quales hasta agora acá se veen pocas que apro- veclien. Pero lo mas gierío quando algu- no sana, es por ser fecha la hierva de mu- cho tiempo , ó por faltarle alguno de los materiales poncoñosos, de que es com- puesta , como adelante se dirá ; porque en diversas partes, diversa manera de hacer esta hierva tienen los indios. Estos floclieros destas islas que tiran con hier- va, comen carne humana , excepto losde la isla de Boriquen. Pero demás destos de las islas, también la comen en muchas partes de la Tierra-Firme, como se di- rá en su lugar. Y aquesto mismo difo Plinio ® que hacen los antropópliagios en Scythia : el qual anctor dige assi mismo ^ (¡lie demás de comer carne humana, be- Jjen con las cabecas ó calavernas de los hombres muertos, y que los dientes con los cabellos dellos traen por collares; y destos tales collares he yo visto algunos en la Tierra-Fií'me. Tornemos á nuestra historia é camino: (pie para lo que se toca de suso é de otras criminales costumbres de los indios en su lugar se dirá mas largamente. Digo pues assi: que reconoscidas estas primeras islas Desseada y las que están mas gercanas á ella, passó el almiranteé su armada, prosi- guiendo su viaje, éntrelas unas é las otras, después que ovieron tomado agua en una dellas: é ydos adelante, reconosf ieron la isla de Boriquen, que como se dixo de su- so, es agora llamada Sanct Juan . E aquesta es la mayor isla de las que hay en aquel pa- raje é mas principal , de cuyo sitio é me- dida é assiento é gente , y de lo que hay desde España fasta ella y á las que tengo dicho, se fará especial mención en su lugar, quando convenga. E no entienda el letor, como han querido afirmar algunos que han cscripto estas cosas de Indias , que todas estas islas que he nombrado, las descubrió el almirante en este segundo viaje ; por- que aunque halló la Desseada é las que, viendo aquella, era forcadoque assi mis- mo se viessen, por ser tan propincas unas con otras; después, andando el tiempo, se hallaron é se conquistaron por diversos capitanes , y se descubrieron las mas de- llas por la continuación de la navegación destas mares. Tornando á nuestro propósito é cami- no , digo que después que passó esta ar- mada de la isla de Boriquen ó Sanct Juan, vino á esta de Hayti, que llama- mos Española , é tomó puerto en ella el mes de deciembre del mesmo año de mili ó ([uatrorienlos é noventa é tres años, en Puerto de Plata, que es de la banda del Norte. E desde alli fué por la costa al)a- i F.n sil primera decafla, ea|). 11. 2 I.ih. VI, cap. XVII. 3 I.ib. Vn, cnp. II. DE INDIAS. LIB. II. CAP. VIH. 3;; xo al Occidente ala Isabela, é de allí |)a- sóá Monte-Chrispto , donde señoreaba el rey Goacaaagari, que es á donde agora se llama Puerto Real. La qual tierra pos- éela ua hermano suyo, á quien él avia dado aquella provingia ; é alli avian que- dado los treynta é oclio hombres que dexó el almirante en el primero viaje, quando descubrió esta tierra éisla; á los quales todos avian muerto los indios, no pudiendo sufrir sus exgessos, porque les tomaban las mugeres é usaban dolías á su voluntad , é les hagian otras fuergas y enojos , como gente sin caudillo é desor- denada. E avíanse apartado unos de otros, uno á uno é dos á dos, é quando mas tres ó quatro juntos, por diversas partes la tierra adentro por donde que- rían , continuando su desorden ; ó como los indios los vieron assi divisos é se- parados , acordaron de los matar, des- confiando de la vuelta del almirante é creyendo que no avian de volver jamás otros chripstianos: é assi acabaron aque- llos pocos que entre ellos estaban des- partidos, dándoles enojo. También fué la causa ser naturalmente la gente desla tierra de poca ó ninguna prudencia , por- que nunca tienen respecto á lo porvenir. Murieron aquellos treynta é ocho chrips- tianos , segund después se supo de los mesmos indios , por lo que es dicho y porque no quissieron estar quedos en el assiento que el almirante los avia dexa- do. El qual, como fué certificado de la verdad, se volvió á poblar en la Isabela; é hizo alli un pueblo de la genle que Iruxo, que co;no se dixo dj suso serian mili é quinientos hombres, é puso nombre á aquella fibdad Isabela, en memoria de la sereníssimaéCathólicaUey na doña Isabel. Aquesta fué la segunda población de chripstianos que hubo en las Indias é se fundó en esta isla de Hay ti (que agora llaman Española). E hasta el año de mili é quatrocieutos é nóvenla é ocho luru aquella república, porquel primero pue- blo que ovo fué aquel de los treynta y ocho chripstianos que quedaron del pri- mero viaje ; é desde la laabela se passo después toda aquella vecindad á esta cibdad de Sancto Domingo, como ade- lante diré. Pero porque de la culpa de los antiguos que supieron destas islas (si son las Hespérides , segund yo creo por lo que al principio en el segundo capítulo se dixo) no nos alcance parle, por n;» escrebir la forma de la navegación , an- tes que á mas se proceda, será bien que se diga esto, para que en ningún liempí) se pueda ignorar ó perder este camino; el qual se navega de la manera que en el siguiente capíiulo será declarado, con- forme á la verdad de las alturas del sol é norte é de la regla de las modernas car- tas y experimentada cosmographia. CAPITI LO IX. I>el viiije que desde España se hace para eslas ludias, é de la manera é lunna i|ue se tiene en la navega- ción , é del árbol maravilloso de la Isla del Hierro, qae es una de las islas Fortunadas, (jue agora llaman las Canarias. HiU la cibdad de Sevilla tiene el empera- dor rey de España, nuestro señor, su real casa de Contractagion para estas Indias, é sus oficiales en ella; ante lus cuales las naos é caravelas, genle é m('rcaih''rias, é todo lo que á estas partes viene, se registran é visitan. E con su licencia, la gente se embarcan con los capitanes é maestres en el puerto de la villa de Sant- I.úcar de Barranieda, donde entra en el 36 llISTOaiA GENERAL Y NATI IlAL mar Orúaiiu el riu de C.iiacUilquivir, que los anliguos llamaron Bólis, del nombre do 15elt) , sexto rey de España , segund alirma Beroso. E desde allí siguen su viaje para las Islas de Canaria , que los cosmógraphos llaman Fortunadas, que son estas: Lanrarote, Fuerte Ventura, (¡ran Canaria, Tenerife, la Palma, la Gomera, el Hierro; de las quales liage re- lación Solino en aquel su tractado de Mirabilibus Mundi , é mas copiosamente Plinio, aunque no pone tan particular- mente, como hoy sabemos, aquel miraglo de la Isla del Hierro, la qual él llama Onibrio. Y porque es cosa mucho de sa- bor, diré lo que en esto he entendido de algunas personas fidedignas, é aun por- que es notoria cosa. La Isla del Hierro no tiene agua dulce de rio, ni fuente, ni lago, ni poco, y es habitada, é todos los dias del mundo la provee Dios de agua folestial, no llo- viendo. La qual le da desta manera. Ca- da dia del mundo , desdo una hora ó dos antes que esclarezca hasta ser salido el sol , suda un árbol que alli hay, é cae por el tronco del abax.0, é de las ramas é ho- jas del muclia agua; estando continua- mente en aquel tiempo una nube peque- ña ó niebla sobre el árbol , fasta quel sol, dos horas después del alva ó poco me- nos , está encumbrado, é la nube desapa- rcsfe, y el agua cessa do caer. Y en el tiempo que es dicho, que pueden ser quatro horas poco mas ó menos tiempo, en una balsa ó laguna hecha á mano pa- ra esto, allégase tañía agua al pie del ár- bol, que basta para toda la gente que en aquella isleta vive , é para sus ganados é bestias. La qual agua que assi cae , es muy excelente é sana. Esta isla y la de la Gomera son del conde don Guillen Peraca, vassallo de sus Magestades. E todas las otras finco islas de las Cana- rias ó Fortunadas, son do la Corona real do Castilla, excepto la que llaman Lan- garote que es de un caballero de Sevilla, llamado Fernandarias de Sayavedra. Es- ta del Hierro es pequeña isla , ó yo la he visto ya tres ve^es, viniendo á estas lu- dias. Está leste al hueste con el mar pe- queño que llaman en África, puesta al Occidente en veynte é siete grados é medio de la etiuiuo^ ial , de la banda de nuestro polo ártico. Tornando al viaje deste camino de nues- tras Indias, digo pues que de una deslas siete islas, en espegial de Gran Canaria, ola Gomera, ó la Palma, (porque están en mas derecha derrota y al propósito, é son fértiles é abundan de bastimentos, y de lo que conviene á los que esta lar- ga navegaí;ion hacen), toman alli los na- vios refresco de agua é leña, épan fres- co é gallinas , é carneros é cabritos , ó vacas en pie, é carne salada é quesos, é pescados salados de tollos é gaUudos é pargos , é de otros bastimentos que con- viene añadirse sobre los que las naos sa- can de España. Aquel espacio é golpho de mar que hay desde Castilla á estas islas, se llama el Go/yj/io (/e /as Yeguas, á causa de las muchas deltas que alli se han echado. Porque como es tempestuo- so mar , en mucha manera mas que desde alli adelante hasta las Indias, é de mas peligro, acaesgió en los pringipios que esta tierra se poblaba, que trayendo los ganados é yeguas desde España, todas las mas dolías se quedaron en aquel gol- pho, por tormentas, ó por se morir en el viaje ; y de ser tan dificultoso de pas- sarlas, comencaron los hombres de la mar á llamarle el Golpho de las Yeguas. E assi se le puso este nombre é se ha quedado con él, porque las que llega- ban vivas hasta las islas de Canaria , las tenían por navegadas ó puestas en salvo. Mas también pudieran llamarle el golpho de las vacas, pues no murieron menos que de las yeguas de la mcsnia ma- nera. DE INDIAS. LIB. II. CAP. IX. 37 Tardan desde España hasta estas is- las las naos ocho ó diez dias poco mas ó menos comunmente. Y llegados alli han andado dogicntas é ginqüenta leguas, (digo hasta la del Hierro) , porque desde aquel paraje tomamos nuestra derrota pa- ra estas partes. Y á vista desta isla se si- gue el camino en demanda de la isla Desseada , ó de alguna de las que se di- xo en el capítulo antes deste que están en su paraje; é lardan veynte é finco dias poco mas ó menos, hasta ser con la tierra de las islas, llamadas La Dessea- da, Todos Sanctos, Marigalante, Gua- dalupe, ó la Dominica, ú otra alguna de las próximas á estas, segund el tiempo les hage , ó como es prudencia del piloto en saber guiar su navio; puesto que ha acaesgido algunas veges passar las naos de noche ó por tiempos forgosos adelan- te, ó por estar gerrado el horigonte, discurrir entre estas islas, sin ver alguna dellas hasta dar en la isla de Sant Juan ó en esta Española, ó en la de Jamáyca (que agora se dige Sanctiago que está mas al poniente), ó por caso en la de Cuba, que es la mas occidental de todas las que tengo dicho. E algunas veges por culpa ó desventura de los pilotos ó marineros ha ávido navios que en nin- guna de todas estas islas han tocado , é se han passado de largo hasta la Tierra- Firme, y los menos destos se salvan. Mas hagiéadose el viaje con piloto bien enseñado é diestro (de los quales ya hay muchos), siempre los mas reconosgen á una de las primeras islas que tengo di- cho. E hasta alli se navegan desde las islas de Canaria setegientas ó ginqüenta leguas (aunque en algunas cartas do na- vegar ponen algo mas y en otras me- nos); pero desta cantidad que he di- cho de setegientas é ginqüenta leguas, poca puede ser la diferengia. Desde alli hasta llegar á esta cibdad de Sánelo Do- mingo do la isla do Ilayli 'f[uo agora lla- mamos Española) , navegan otras giento é ginqüenta leguas. Assi que desde España hasta aqui hay mili é giento é ginqüenta, ó mili é dosgien- tas leguas poco mas ó menos. Esto se- gund las cartas de navegar que agora se tienen por mas córrelas é mejores que las passadas; porque en otras solian poner mili é tregientas leguas , y en algunas mas. Pero como cada dia se va mejor enten- diendo este camino , los mas tienen que aqueste viaje es de mili é dosgientas le- guas poco mas ó menos. Mas á causa del nordestear é noruestear de las agujas, as- si en el arbitrar este defecto de la aguja do marear, como por las continuas mu- dangas de los tiempos é corrientes de las aguas, muchas mas leguas se andan en este camino de lo que es dicho, las mas veges para venir á estas partes , é muchas mas á la vuelta, para volver á España; porque es otra derrota é navegación la que se hage para yr desde acá á Europa, como aqui diré. Tárdanse desde España á esta cibdad de Sancto Domingo comunmente treynta é ginco é quarenta dias , no tomando los ex- tremos de los que tardan mucho mas ó lle- gan muy mas presto do lo que he dicho; porque yo no digo sino lo que las mas ve- ges acaesge. En la vuelta van desde aqui á Castilla en ginqüenta é ginco dias pocos mas ó menos, puesto que el año de mili é quinientos é veynte ó ginco , estando la Cesárea Magostad en la cibdad de To- ledo , fueron dos caravelas desde aques- ta cibdad de Sancto Domingo hasta en- trar en el rio de Sevilla, en veynte y ginco dias. Pero no so ha de lomar desto lo que raras veges contesge , sino lo que es mas ordinario, pues los extremos no son de seguir. También solian tardar las naos en volver á España tres y quatro meses, por- que porfiaban á hager el camino é derrota que para acá avian Iraydo. E assi algu- nas veges peligraban ó se tardaban do- 38 HlSroHlA Cl-M'HAL V .NATURAL blado lieinpo; lu qiial agora está iiipjor cntLMidido, é como mas diestros los pilo- tos en esta navegación , corren los navios la vuelta del Norte, é van en demanda de la isla Bermuda ((¡uc también se llama la Garga] que está en tre\ nía é tres gra- dos, é algunas ve^-es la veen é oirás no. Pero quando en esta altura se hallan las naos , dexan la derrota que hasta alli lle- vaban la vuelta del Norte, é corren al leste la via del Oriente, porque esta isla está del leste al hueste , como Alamor en África ; é desde Agamor á Sanct-Lúcar, donde entra Guadalquivir en la mar , hay ochenta leguas poco mas ó menos. Esta manera de navegar mostró la experien- cia , porque después que los navios se ponen en los treynta é tres grados , son quassi ordinarios los vientos norueste é norte, con que van mas ayna que por es- totra via que acá vinieron las naos. Aque- lla isla que se di^'e la Bermuda ó la Car- ca, he yo visto á tiro de lombarda della, estando puesta la proa de la nao á ella é corriendo ya en ocho brabas de fondo. Es isla pequeña é créese que está despobla- da ; é yo yba determinado de hager salir alli diez ó do^e mancebos con sus armas y que echassen media docena de puercos y puercas de los que llevábamos para nuestro matalotaje ó bastimento , para que alli se criassen é hif iessen carne para que en algún tiempo sirviesse. Y estando apa- rejando de echar el batel fuera de la nao para lo que es dicho, faltónos el tiempo al contrario de mi propóssito, algo es- forcado, é fizónos desviar la vuelta de nuestro camino. Es tierra que no es alta aunque tiene un lomo mas alto que toda la otra tierra; y hay muchas gaviotas é otras aves de agua por alli, y muchos pe- xes voladores , de los qualcs se dirá en su lugar. Tiene aquestos dos nombres, porque la nao que la descubrió se llamaba la Gar- ra, y el capitán que alli yba se áe(;\s Juan Bermudez, el qnal era natural de Palos. Muchos peligros acaes(;ieron en los principios ó primeros años (|ue estas In- dias se hallaron, assi al venir acá como volviendo á bastilla, como en esta otra navegación de Tierra-Firme, ó cada dia acaescen cosas de notar á los que nave- gan. E porque ovo cosas señaladas de que miraglosamente escaparon algunos, de- cirse há algo desto adelante en el libro úllinio, ponjue no se interrompa la ma- teria deste camino de España. El qual afirman todos los que muchas ve^es le han andado , é son hombres que han ex- periencia en las cosas de la mar, que es la navegación del mundo mas segura en- tre quantas se saben del mar Océano. Desde aquesta Isla Española aíraviessan las naos que de aqui parten , ó en esta (ierra tocan para Tierra-Firme, en siete y ocho y diez dias y en mas , segund á la parte donde van guiadas ; porque la Tier- ra-Firme es muy grande , y hay diversas navegaciones ó derrotas para ella. Y por- que aun no es tiempo para hablar en su descubrimiento, quiero guardar esto para lo decir adelante en su lugar proprio. So- lamente digo en este caso , que quien desde la isla del Fierro , de quien queda fecha mención (que es una de las siete Fortunadas ó de Canaria, y tan notable por su agua), fuere en demanda de la costa ó Tierra-Firme, y á buscar aquel gran rio llamado Marañon (que está en ella), fallará á la Tierra-Firme y aquella costa, navegando seyscientas leguas ó menos, como mejor lo podrá entender quien fue- re curioso por la moderna y experimen- tada cosmographia destas Indias. Pues Tholomeo , antiguo é cierto cosmógrapho, no habló cosa alguna de la Tierra-Firme, é lo que se dixo de Aristóliles é Solis no é Plinio é Isidoro, en el capítulo II deste libro, aquellas auctoridades islas Hespérides dicen, y en islas hablan y no en Tierra-Firme. A lo que yo alcauco (¡50 enmienda de los que otra cosa oviereii DE LNDIAS. LIIJ. II. CAP. IX. 39 leydo), para mí bien creo que el almirante primero, don Cliripslóbal Colom, no co- mengó este descubrimiento á lumbre de pajas ; sino con muy encendidas ó claras auctoridades é verdadera noticia destas Indias. Pero porque no quiero ser ávido por corto, diré dónde están estas islas é tierras nuevas , quando hablare en qual- quiera parte dellas. Y satisfaciendo particularmente lo que toca á este camino, digo que los que su- pieron medir, hallarán que la isla Des- seada (que es laprimerí\en cuya deman- da las naos vienen de España é hagen su derrota para estas Indias), está en catorce grados de la línia equinocial, á la parte de nuestro polo ártico; é las de demás á ella próximas, todas están en nuestro ho- rizonte deste mismo polo : algunas á los lados de la Desseada hágia mediodía , y dellas á la parte septentrional, segundque ya las tengo nombradas en el cap. IV, deste lib. II. Esta Isla Española de la parte que mira al austro, y en especial en esta cibdad de Sancto Domingo , dista de la equinogial diez y ocho grados, é á la par- le ó costa del Norte está en veynte grados é algún poco mas en alguna parte, y en otras mucho menos, por las entradas que la mesma tierra desta isla tiene, ensan- chándose y encogiéndose conforme á la proporcioné figura suya. Assi que desde diez y ocho hasta veynte es la mayor la- titud della ; de forma que podrá ser el anchura treynta é siete leguas, é de lon- gitud tiene giento y veynte leguas ó cien- to y treynta poco mas ó menos. De las otras islas de demás y de la Tierra-Firme, en sus proprios lugares é historias mas me deterné. Alguno de los que bien entienden la cosmographia y la disputan y enseñan complidamente, estándose en la tierra, y no sabiéndola por vista y experiencia, di- rán que he dicho un grande error en esta plática desto viíije, porque dixe queja isla del Hierro, donde se apunta é prin- cipia esta derrota, está en veynte y siete grados y medio , é que la isla Desseada es la que las naos vienen á buscar prime- ro, y que está en catorce. Y que esta Isla Española, por taparte del mediodía, y esta cibdad de Sancto Domingo están en diez y ocho grados , é que lo mas an- cho desta isla por la parte del norte está en veynte grados ; de forma que paresce que á lo menos se abaxan quatro grados mas de lo que conviene, para tomar esta isla, por lo menos. Y cada grado do nor- te á sur ó de polo á polo tiene diez y siete leguas é media. Assi que setenta le- guas se aparta del paralelo desta Isla Es- pañola, dexándola á la parte del norte^ y es assi verdad. Pero quien , después que toma los diez y ocho grados, no se abaxa hasta los catorce , erraría mucho en ello, después que ha navegado veynte días con mediano tiempo. Porque sin tomar- los, yria por los diez y ocho á dar en las islas que llaman las Vírgínes , ó mas afue- ra ; é allí hay muchos baxos é peligrosa entrada entre las islas. E si se fuesse en diez y nueve ó en veynte, por ventura por poco de tiempo contrario é por los defectos del aguja de marear (que se di- rán en el capítulo siguiente) , no tomaría esta isla , é por las corrientes yria á dar en las islas de los Lucayos, ó en la de Cuba , como hizo el almirante en su pri- mero viaje. E para excusar muchos in- convenientes é peligros , é porque el em- bocamiento de las islas es mas segura entrada en los catorce grados hasta quin- ce, tiénense á este número, procurando siempre que sea de quince abaxo; por- que después de entradas las naos por tal paralelo entre las islas de la Desseada é la que llaman el Antigua é las que por allí hay, lo demás que resta del camino, á causa de las corrientes , muy presto se anda, é toman á plager esta isla. Esto que he dicho no so puede aprcn- 40 HISTORIA GENERAL Y NATURAL der en Salamanca, ni en Boloña, ni en Paris, sino en la cátedra de la gisola, que es aquel lugar donde va puesta el aguja de navegar, é con el quadrante en la mano ; tomando en la mar ordinaria- mente las noches el estrella , é los dias el sol con el astrolabio. Porque como dice el italiano: altro volé la tabla que tovalla blanca, digo yo que otra cosa quiere tam- bién la navegación que palabras ; porque aunque los manteles estén blancos, no co- merán los convidados con solo esso, ni porque uno estudie la cosmographia ó la sepa muy mejor quel Tholomeo, no sa- brá, con quantas palabras están escripias, navegar hasta que lo use. Ni el que Ice medicina curará, como debe, al enfermo hasta que experimentado sea para catar el pulso, é por él entienda los paroxis- mos é términos que se deben proveer en la dolengia. Y dcssa misma manera el pi- loto diestro, mirando el pulso de su gi- sola , que es aquella calamita mixta en el aguja, le enseña el norte, y el quadrante su altura, y el astrolabio la del sol; é su experiencia le acuerda cómo ha de tem- plar las velas é gobernar sus marineros é gente , y la sonda le enseña las hondu- ras. E criado desde paje en la mar, qué- dale el ofigio tan fixo, quanto le basta su natural; porque aunque pequeños entren en el arte, no salen todos pilotos, ni quan- tos estudian no llegan á ser graduados de doctores. Pero puédese tener por cosa muy averiguada que el que no se cria en la mar desde muy pequeño pajegico, nun- ca salió perfecto marinero. Con esto con- suena un proverbio cortesano que suelen degir los curiosos: el que no fué paje, siem- pre huele á acemilero. Quiero degir, que assi como desde niños se han de criar los pajes, hijos de los buenos, en la corte é palacio para ser valerosos é bien cria- dos é gentiles cortesanos, é no tener par- te de grosseros, assi los que han de ser marineros aprobados, es menester que en tierna edad comiencen á padesgerlos tra- bajos de la mar, para no desmayar ni es- tar acobardados en el tiempo de los afor- tunados ó peligrosos naufragios, é para que salgan diestros pilotos. Y esto baste quanto al camino, y quanto al segundo viage quel primero almirante fizo, conti- nuando este descubrimiento, é quanto á la verdadera navegación destas mare.s desde Europa. CAPITULO X. llel i:rp-:v<^r y menguar rlol mar Medilerráiico y del mar Océano; en qué parles cros^e y mengua, eomo ol Mediterráneo , y en qué costas mucho mas. 4 ues se ha movido la plática del exer- C-i^io de la navegación é destas mares de acá, no es cosa para dexar en olvido, ni de pequeña admiración , lo que agora di- ré , que he visto de la mar Océana en el fluxo ó refluxo de su cresger é menguar; porque hasta agora ningún cosmógrapho ni astrólogo, ni hombre experto en las cosas de la mar, ni algund natural de mu- chos, á quien lo he preguntado, me han satisfecho ni dado rafon conveniente de la verdadera causa que pone en efecto lo que mis ojos muchas veges han visto , y es el misterio aqueste. Muy señalada cosa es el estrecho tan famoso de Gibraltar, donde están aque- llos dos montes que los fabulosos grie- gos dixeron que Ilércoles Thebano abrió, llamados Calpc o Ábila, dexando el uno en África y el otro en Europa , para que el mar Mediterráneo se comunicasse con el Océano. Desde aquella puerta, siguien- DE liNDlAS. LIB. II. CAP. X. 41 do al Levante en todo lo que el mar Me- diterráneo é Adriático, y Egeo (y los otros que son miembros ó partes de aque- lla agua toda que desde Gibraltar al Le- vante hay salada entre África é Assia é Europa desse mar Mediterráneo), no eres- ge, ni mengua la mar comunmente mas ni menos de lo que en Valengia é Bar- celona é Italia ; y quando algo mas de lo ordinario sale, es poco espacio mas por algunas señaladas tormentas. Pero Qes- sando aquellas, tórnase á su orden é tiem- pos ordinarios del invierno y del verano. Desde el estrecho afuera este mar Océa- no cresfe é mengua mucho en la costa de África é Europa , como lo han visto ó veen cada dia los que miran la mar por la costa del Andalugia y Portugal , é Ga- ligia , é Asturias y las Montañas , é Viz- caya, é Guipúzcua, éNormandia, ¿'Bre- taña, é Inglaterra, y Flandes, y Alema- ña y todo lo demás opuesto al Norte ; de tal forma que es sin comparación ó en grandíssima manera mas lo que el Océano cresge donde he dicho. Digo mas , que por el mismo mar Océano (desde donde mas cresge de las partes que he dicho), partiendo en una nao , é llegando á las islas de Canaria , assi en ellas como en las islas que he dicho destas Indias , y en quanto he tractado dellas hasta el capí- tulo presente, y desta parte acá de la Tierra-Firme se ha fecho mengion , y en todas las costas della que miran al Norte, en mas de tres mili leguas, nocresfe ni mengua el agua de la mar mas ni me- nos de lo que en Bargelona é dentro del estrecho mar Mediterráneo. Y desta mis- ma manera en esta Isla Española y en la de Cuba , y en todas las otras destas mares, conforme al mar de Italia : que es poquíssimo, á respecto de lo que el gran- de mar Océano cresge en las costas de España é Inglaterra é Flandes, etc. Noten bien los letores todo lo que está dicho, para que se comprehenda mejor lo TOMO 1. que agora se dirá. No obstante lo que de suso es apuntado, digo que este mis- mo mar Océano, en la costa que la Tier- ra-Firme tiene opuesta al Mediodía , ó parte austral , en la cibdad de Panamá é desde alli á la parte del Levante ó Po- niente de la misma cibdad éde la isla de las Perlas (que los indios llaman Terare- qui) y en las islas Taboga ó Toque , é todas las otras que llaman de Saiicl Pablo é las demás de aquella mar del Sur al Poniente, en mas de trescientas leguas que yo he navegado por aquellas costas, cres- Ce é mengua tanto la mar, que quando se retrae, paresge que se pierde de vista en algunas partes. Pero sin duda son dos leguas ó mas las que se aparta en luga- res algunos, desde la cibdad de Panamá é por la costa occidental della. Esto he yo visto muchos millares de veges. Otro notable maravilloso en la mesma materia , é de lo que mas se deben los hombres maravillar, y es al mismo pro- póssito de lo que está dicho. Desde la mar del Norte á la del Sur , en que tan gran diferencia hay en el cresger é men- guar de la mar, hay poco camino de costa á costa, atravesando la tierra desde la cibdad del Nombre de Dios que está desta parte de Tierra-Firme mirando el Norte, hasta la cibdad de Panamá, que está al opósito en la misma Tierra-Firme, miran- do el Sur; porque no hay mas de diez y ocho ó veynte leguas de través, é por donde el sol las anda no debe aver do- ge, porque la tierra es muy áspera é montuosa. De manera que, pues todo lo que es dicho de ambas costas de Tierra- Firme es un mismo mar Océano , cosa es aquesta para contemplar y especular los que á semejantes secretos son inclinados y dessean entender cosas é secretos de tanta admiración. Con algunas personas de grandes le- tras he todo aquesto platicado : no me han satisfecho, ó porque no lo alcangan, 42 HISTORIA (".l'.NKHAL V íNATLHAI, i) jionjuc no so lo lio sabido dar á on- Icndor ó no lo han olios como yo visto. Pero para mí, yo me satisfago , acordán- dome que el qne estas cosas de admira- f;ion permite, sabe obrar estas y otras incomprensibles maravillas que al enten- dimiento humano no se conceden sin es- pecial gracia. Yo he puesto a(pii esta quis- tiun , como testigo de vista : de la absolu- ción della no he sido digno hasta agora; mas en la verdad mucho holgaría de verla decisa. Visto he en Plinio lo que di^e * afirmando que en muchas maneras cresfc ('■ mengua la mar; mas que la causa del sol é de la luna procede. E da para ello ciertas rabones de los cursos destos dos planetas: é también difo que los cresgi- miontos del mar Océano son mayores que aquellos del Mediterráneo; y para ello d'iQQ que lo puede causar ser mas animoso en el todo que en la parte, ó porque su grandeza mas esparcida , sien- ta mas la fuerza del planeta , \a qual se jiuede mas extender, é trae á su propó- sito otras rabones. Y en el mismo li- bro segundo de su Natural Historia ^ dice que en algunos lugares fuera de ra- tón cresfe ó mengua la mar, porque los planetas no nasfon á un mismo tiempo en todas las tierras; y que por esso in- terviene que el cresger de la mar no es de una manera. Mas dice que la dife- rencia está en el tiempo y en la forma: assi que en algimas partes hay una espe- cial natura (3 movimiento , assi como en la Isla de Euboea, en la qual siete veces al dia va é viene la mar, é tres dias del mes está firme , que son el séptimo é oc- tavo é noveno dias de la luna. Esto que dige Plinio , de que aqui se ha iiecho memoria , é lo que mas en esta materia por él se tracta, cosas son muy no- tables. Pero yo no tengo por cierto que el sol y la luna sean la causa de la grandís- sima diferencia ([ue dixe que hay en el crosgeré menguar de la nuir en la cibdad del Nombre de Dios é costa del Norte de Tierra-Firme , á respecto de lo (jue eres- ge é mengua en la cibdad de Panamá ó sus costas australes en la mesma tierra; habiendo tan poco camino de la una cib- dad á la otra. ¡Ni tampoco me satisfago (|ue diga PUnio que los cresgimientos del Océano sean mayores que los del Me- diterráneo mar, porque no dixo en par- te [)art¡cularigando , sino expressa é ge- neralmente en todo el Océano , por las ragones que él lo funda ; pues el mucho crescer y menguar en España el mar Océano, y el poco menguar en las In- dias, en estas islas é costa del Norte de Tierra-Firme , todo es en una mar , y la mesma océana es assi la de Panamá y sus costas, donde tanto cresge y mengua, como tengo dicho. Ni tampoco me satis- fago que él diga que lo causa no nasger los planetas en un mismo tiempo en ca- da pais ó tierra,- ni le congedo que la diferengia esté en el tiempo. Mas creo que está en la forma , é aver en algunos lugares una espegial natura ó movimien- to , no como él presume que acaesge en la Isla de Euboea , porque lo que della él escribe también lo tengo por incom- prehensible al ingenio humano; y pienso que es nesgessario ser alumbrado de arri- ba el que esse secreto alcaagare. Si co- mo él dige , siete veges al dia alli cresge y mengua la mar, y que tres dias del mes está firme, cosaos maravillosa!.. Es- ta Isla Euboea es en el mar Mediterráneo é Arcipiélago , la qual escribe que fué desapegada ó divisa de Boecia é que la mar hizo este apartamiento ; é también dige que la isla de Secilia la despegó la mar é la dividió de la Italia '. Pero por- 1 I.ib. II , cnp. XCIX. 2 Cap. C. 3 I. ib. Ilf, cap. VII. DE INDIAS. LIB. II. CAP. X. 43 que dixe de suso que yo creo que está en la forma , é aver en algunos lugares ó partes del mundo una especial natura, no lo entiendo yo como Plinio lo pen- saba ; mas diré lo que pienso ó sospe- cho deste secreto, y es aquesto. Desde el estrecho que en la Tierra- Firme descubrió el capitán Hernando de Magallanes (del qual en su lugar será hecha mas particular mengion), hay des- de la boca é punta del, llamada Arci- piélago del Cabo Desseado hasta Pana- má, por la parte austral (medido por una regla derecha ó un hib) mas de mili le- guas, las quales serán muchas mas, quan- do la costa sea descubierta de todo pun- to, á causa de las puntas y ensenadas que harán la mar é la tierra (de nesf essi- dad) , de donde grandíssimos secretos se esperan alcanzar é descobrir. Este es- trecho tura fiento é diez leguas de lon- gitud, ó tiene dos ó tres leguas ó fasta seys é poco mas ó menos en algunas partes de latitud en todo él ; de forma que en una canal tan grande é tan estre- cha , é de tierras altíssimas , como se diQO que hay en ambas costas deste estrecho, de creer es que las aguas que por alli entran á la mar del Sur, que corre- rán con extremada velocidad é ímpe- tu. E assi lo oy defir al capitán Juan Sebastian del Cano, que entró por aquel estrecho con la nao Victoria, é fué á la Especiería , corriendo al Poniente, é volvió por el Levante. Assi que anduvo aquella nao todo lo que el sol anda en aquel paralelo , como se dirá en su lugar; é lo mismo oy á Fernando de Busta- mente é á otros fidalgos que en la misma nao fueron é vinieron. Estos fueron los primeros españoles é hombres que hasta agora se sabe aver hecho tal camino é aver bojado el mun- do. E poco há lo entendí mas particu- larmente de un clérigo, sacerdote de missa , que después en otro viaje é ar- mada passó por el mismo estrecho, lla- mado don Juan de Areygaga. Este estre- cho está en f inqücnta é dos grados é medio, allende delaequinofial, en el otro polo antartico , é al opósito de nuestro hemispherio ; y la cibdad de Panamá es- tá en ocho grados é medio desta parte del equinofio, á la vanda de nuestro polo ártico. Y enfrente de Panamá, é por sus costas al Poniente hay muchas islas de luengo á luengo de la costa algunas (ger- ca de la Tierra-Firme, é algunas algo mas desviadas); por el assiento de las quales é su forma dellas é de la Tierra- Firme , pienso yo que se causan las gran- des corrientes, y que aquella disposición de la mar y de la tierra es la causa de tan grandes cresfientes é menguantes. A esto se puede degir, que quando vi- niendo de España á estas Indias, topamos las primeras islas, Marigalante, la Des- seada é las que están en aquel paraje, que son muchas en espacio de fiento rin- qiicnta leguas de Norte á Sur (é toman desde las que se llaman las Vírgincs, fasta el golpho de la Boca del Dragón é costa de Tierra-Firmo) , cómo alli no se causan tan grandes corrientes é men- guantes, como en esta costa austral. Esto tiene fermosa é natural respuesta. La (¡nal es , que todas estas islas desta par- te de Tierra-Firme que digo, las toma el mar Océano de través; y assi passan las aguas con monos resistencia entre ellas, é hay mas lugar de exalacion ó ex- pirar, sin tanto contraste de su curso. Mas las islas de la mar austral están opuestas en longitud, leste al hueste al luengo de la costa de Panamá; é assi naturalmente resisten á la fuga é ímpetu de las aguas que deben venir, de nesge- sidad, del dicho estrecho de Magallanes. E assi entre aquellas islas é la Tierra Fir- me, desta causa me paresfe á mi que son mayores las corrientes , é por con- siguiente el crcscer c menguar de la mar HISTORIA GENERAL Y NATURAL es allí tan extremado, como de suso se dixo. Esto por la forma é assiento de las tierras; é assi me parcsfe á mí que de aqui nasge la espcgial natura que esto causa, ó mejor diciendo (si esto no es la raQon dello), será aquella causa de las causas, que es el mismo Dios, que assi le plugo ordenarlo. Quanto mas que para lo que yo ignoro en este caso , me des- culpa Aristótiles con su muerte; en la qual yo no le pienso imitar, investigando estos secretos : del qual escribe Joliannes Yalensis' que en Gregia, á par de Ni- groponte , queriendo Aristótiles inves- tigar la causa del fluxo é refluxo del mar, é no pudiendo considerar ni en- tender la causa suficiente de lo que veía : Ex indignatione alloquens aquam, ail: Quia notí possum capere te, capias me; el se precipilavit é siibmersit. Quiere degir que enojado, se echó en la mar, dicien- do: Pues no te puedo comprehender. comprehendeme tú á mi, é assi se aho-^ gó. Por lo qual concluye San Gregorio Naf ianreno : quod sapientia mundi, slulti- tia est apitd Deiim. Y conforme á estas auctoridades, ningún sabio se debe eno- jar por lo que no alcanza; sino tomar dello lo que tuviere Dios por bien de le comunicar é hager capaz para lo com- prehender ; é desso y de todo darle siem- pre loores é creer que le es todo posible, y él sabe lo que fage é para qué efecto. Pero porque de suso se dixo quien son los que tienen que Aristótiles hizo tal fin, digo que otros escriben que no fué él el que se echó en la mar , por no entender el fluxo é refluxo dolía, sino Euripo philósopho: qualquiera que haya sido, erró , y assi errarán los que quisieren in- vestigar las maravillas de Dios y alean- garlas por su seso, sin intervenir la gra- fía espegial del mismo fagedor dellas. CAPITULO XI. Del iiordeslear d noruoslear de las agujas de marear, é de las mudancas de la estrella del norle, é de las quatro estrellas que llaman el crucero del Sur ó de la linia del diámetro. "ixe en el quinto capítulo que las agu- jas del marear eran defetuosas é nordes- teaban é noruesteaban; y porque este trac- tado no solamente puede ser útil á los que han conosgimiento destas cosas , mas también puede aprovechar á los que nun- ca vieron la mar, avisando á los hombres que aquesto nunca oyeron, y deleytan- do á los que dessean entender cosas ra- ras y de semejantes efetos, digo assi. Las agujas de marear están cebadas é compuestas con la virtud é medio de la piedra calamita (que vulgarmente en Cas- tilla llamamos piedra yman) , de la qual y de sus propriedades hagen gran men- gion los naturales , é la nombran por di- versos nombres; porque demás de los dos que he dicho, la llaman magnete, ematite , siderita y heraclion. Es de di- versas espegies ó géneros esta piedra; una es mas fuerte que otra , é no todas las calamitas son de una color ;é la mejor de todas es la de Ethiopia , la qual se ven- de á poso de plata. Tienen todas las ver- daderas calamitas grande eficagia en la medigina,paramuchas enfermedades. Mas hablando solamente en lo que aqui fage á nuestro propóssito de las agujas del na- vegar, cebadas con esta piedra , ellas en- señan á los que navegan el proprio lugar i De rcgimme vilce humana: de Arist. el ejus mnrtc , cnpiliiln XXf. DE INDIAS. LIB. II. CAP. XI. 45 del polo nuestro ártico, ó tramontana (que también se llama Norte) , en qualquier tiempo é hora é momento del dia ó de la noche , assi estando los cielos claros y se- renos, como ofuscados é nublosos, por qualquier caso de tormentas ó lluvias. E aunque de dia no vemos la estrella mas propinca del polo , que vulgarmente lla- mamos Norte (puesto que no lo es) , ó que la noche sea de tales nublados que tam- poco parezca el estrella, siempre el agu- ja , á causa de la mixtura ó virtud que tiene por la calamita con que está com- puesta, nos señala el polo, é por alli se gobiernan los pilotos é mareantes é to- dos los que usan el exergicio de la na- vegación. Dixe de suso que la estrella que lla- man Norte no lo es; é assi lo digo, si pen- sáredes que por ella se entiende el polo ó axis, ó que es fixa, porque en la ver- dad el polo es otra cosa, y á aquel tiene respecto la piedra calamita é las agujas cebadas con ella , porque la estrella que vemos es movible é no fixa. Pues que es- tando las estrellas que llamamos las guar- das (dé essa misma tramontana) en la ca- bera , está la estrella debaxo del polo tres grados ; y quando está en el pie , es- tá la estrella tres grados sobre el polo, assi que de Norte á Sur se mueve tres gra- dos. Estando las guardas en el brago del leste , está la estrella debaxo del polo grado y medio; y estando en el brago del hueste está la estrella grado é me- dio engima del polo ; assi que de Oriente á Occidente se aparta grado é medio de la forma que he dicho. Estando las guar- das en la línia del nordeste , está la es- trella debaxo del polo tres grados é me- dio ; y estando en la línia del sudueste, está la estrella otros tres grados é medio encima del polo. Y estando las guardas en la línia del norueste, está la estrella debaxo del polo medio grado; y al opó- sito estando las guardas en la línea del sueste, está la estrella encima del polo medio grado. Por manera que pues to- das estas mudanzas é desvíos fafe la es- trella , no es ella el polo , ni es fixa, ni seria medida fierta para los navegantes. Pero como es la que está mas gerca del polo, hánse de advertir todas estas mu- danzas desta estrella, pues que el pro- prio polo no se puede ver , atendiendo á la constangia que la calamita é aguja por su respecto tienen , mirando fixa é perpe- tuamente en el polo invisible. E assi al- canzan los hombres diestros en estasgien- gia ó arte de navegar el camino que lle- van, concertando el aguja con el Norte, y por las alturas del y del sol , cotejan- do las unas con las otras, conforme á la regla de la declinación del sol. Y por es- tos avisos llevan concertado su camino. Todo esto es para hombres que usan este exergigio de la mar mas aplacible letura que á los que en ella no se ocu- pan. Pero quanto á la dificultad que dixe que padesgen las agujas , ó mejor digien- do, el entendimiento de los hombres (pues ellas nos enseñan lo que agora diré), crée- se que el diámetro ó mitad del mundo, ó línia que atraviessa de polo á polo, cru- zando la equinogial, passa por las islas de los Agores , porque nunca las agujas están derechamente é de todo punto fi- xas en perfigion de medio á medio del polo ártico , sino quando las naos é ca- ravelas están en aquel paraje é altura. Y quando de alli passan hágia estas partes occidentales, noruestean bien unaquarta, quando mas se desvian de alli. E passan- do ala vuelta para Levante, desde las di- chas islas de los Agores, nordestean otra quarta, quanto mas se alexan. Assi que aquesto es lo que quise degir, quando to- qué esta dificultad de las agujas, para nuestro propóssito. Quiero degir otra cosa muy notable, que los que no han navegado por estas Indias no la pueden aver visto , salvo los íg HISTORIA GENERAL Y NATURAL que fueren en demanda de la equino(,'ial, ó estuvieren á lo menos en veynle é dos grados poco mas ó menos della. Y es que mirando á la parte del Sur, verán que se alfan sobre el horizonte quatro estrellas en cruz [Lám. 1, firj. 2) que andan al derredor del circulo de las guardas del polo anlárlico , de la forma que están en esta figura puestas : las quales la Cesá- rea Magestad me dio por mejoramiento de mis armas, para que yo é mis subtes- sores las pusiéssemos juntamente con las nuestras antiguas de Valdes , aviendo respecto á lo que yo he servido en estas partes é Indias é primero en la casa real de Castilla, desde que ove trefe años; porque en tal edad comengé á servir en la cámara del sereníssimo príncipe don Juan , mi señor de gloriosa memoria, tio de la Cesárea Magestad , ó después de sus dias á los Reyes Cathólicos, don Fernan- do é doña Isabel, de inmortal recorda- ción, é después á sus Magestades. Las quales armas estarán en fin deste tracta- do , pues que es escripto en estas partes, donde tantos traijajos padesgen los hom- bres que veen estas estrellas , é donde yo he gastado lo mejor de mi vida. Toqué esta particularidad de las estrellas, por- que son muy notable figura on el cielo; en el qual hay otras innunu'rahlos (jue se veen [)oco antes dcilas , al paresger há- gia el ártico; y de alli discurriendo la vista á la parte austral, verán el cielo tan lleno de estrellas, como está sobre Espa- ña en diferentes intervalos ó figuras , que no se veen ninguna dellas desde España ni desde parte de toda la Europa, ni en la mayor parle de Assia ni África , sino fuere passando de los veynte é dos gra- dos del polo ártico , aliaxando el número dcllos á la parte del polo antartico, yen- do hágia la equinogial, ni se pueden ver en todo el tr()pico de Cáncer. Tornando á la historia , tiempo es que se diga por qué causa los indios é gente del rey Goacanagari mataron en esta Isla Española á los chripstianos, que el j)rinie- ro viaje dexó en ella el almirante, don Chripstóbal Colom ; é cjué gentes falló en esta tierra , hasta que adelante se conti- núen las otras cosas que á la historia con- vienen , para que después con mas aten- gion se escriban los animales é aves é árboles é fructas é mantenimientos que los indios tenian para su sustentagion , é las otras cosas que higieren al caso de la historia. CAPITULO XII. Délo que hico elalmiranle, don Chripslúbal Colom, después que supo que los ludios avian niuerlo los- cbripslianos que dexó en esta Isla Española el primero viaje ; é como fundó la cibdad de la Isabela é la forlalcza do Sánelo Thomás, é como descubrió la isla de Jamáyca, é vido mas parliculariiienle la isla é costa de Cuba, é de las primeras muestras de oro de minas que se llevaron á España. Uicho se han el primero y segundo viajes que el almirante, don Chripstóbal Colom, fizo á estas islas é Indias, y cómo en el primero camino dexó treynta y ocho hombres en tierra del rey ó cagi- que Goacanagari. Aquellos chripstianos escogió que le parogieron de mejor tien- to y esfuerzo ; pero como conosgia la fra- gilidad desta humana vida, dexó tantos. porque si algunos muriessen, otros que- dassen que él puJiesse hallar quando volviesse ; y también para que fuessen parte para corregir y enmendar los unos á los otros, si entre ellos algún exgesso se cometiesse. Y no dexó mas de aquellos, porque tenia negessidad de los que le quedaban en los navios, para volverá Es- paña , y porque esta gente le párese ió DE INÜIAS. LIB. II. CAP. XII. muy doméstica y mansa. Assi que para fronteros ó ha^er guerra no quedaban, ni el pensamiento del almirante fué que los indios tal tentarían, segund su manse- dumbre, porque si él esto sospechara, no los dexára. Pero para lenguas é soste- nerse en paz eran muchos , é f ierto para aquello bastaran diez ó do?e, é no avia de dexar mas, ó avian de quedar doscien- tos, y él no los tenia. Finalmente su in- tención erró menos en los mandar que- dar, que ellos mismos en no se saber conservar y estar bien ordenados. Con todo esso, el almirante les hizo muchas amonestaciones, é dióles la orden que debian tener, para se conservar entre aquestas gentes salvajes. Prometiéndoles muchas mercedes, partió con ellos assi de los bastimentos, como de todo lo de- mas que él pudo darles para su vestua- rio. Dexóles armas, de las quales les exortó que no usasen en ninguna mane- ra , sino siendo muy forjados , y no sien- do jamás los agressores; y encomendó- los, quanto mas aficionadamente lo supo mostrar, al señor de la tierra Goacanaga- ri, al qual dio assi mismo muchas cosas, porque mejor los tractasse é favores- fiesse. Y quedó por capitán con esta gente, como tengo dicho, un buen hi- dalgo , natural de Córdoba , llamado Ro- drigo de Arana, é assi mismo quedó con ellos otro hombre de bien, llamado Maestre Juan, gentil cirujano. Pero co- mo los mas de aquellos hombres que assi quedaron, eran marineros, y estos tales es gente sobre sí, é tan diferentes de los de la tierra , como lo es su oficio , muy pocos dellos ó ninguno ovo capaz para lo que el almirante los quería : que era saberse comportar 6 regirse entre los in- dios é aprender la lengua é sus costum- bres , é comportar los defectos é bestia- lidades que en los indios viessen. Mas en la verdad , hablando sin perjuycio de algunos marineros que hay hombres de bien é comedidos é virtuosos , soy de opinión que por la mayor parte en los hombres que exercitan el arte de la mar, hay mucha falta en sus personas y enten- dimiento para las cosas de la tierra ; por- que demás de ser por la mayor parto gente baxa y mal doctrinada , son cob- diciosos é inclinados á otros vicios , assi como gula, é luxuria, é rapiña, é mal sufridos. E como no cupo en los que Co- lom dexó en esta isla alguna parte de prudencia ni vergüenca, para se sostener, obedesciendo á los preceptos de tan pru- dente varón, ni quisieron estar quedos donde él los avia dexado , dieron mala cuenta de sus personas, ó no dieron ninguna, pues no les quedó vida pa- ra ello. Luego se supo de los indios cómo aquellos chripstianos les hacian muchos males é les tomaban las mugeres é las hijas étodo lo que tenian, segund lo que- rían hacer. Y con todo esto , vivieron en tanto que estuvieron quedos é acaudilla- dos ; mas assi como se descomidieron con el capitán que les quedó y se en- traron la tierra adentro , pocos á pocos y desviados los unos de los otros, todos los mataron sin que alguno quedasse. Sú- pose assi mismo que la elecion de los dos capitanes que el almirante mandó que quedassen, para después del prime- ro, fué mucha causa de su separación, porque segund los indios decian, cada uno de los otros quiso ser capitán. E assi co- mo el almirante se partió para España, comoncaron á estar diferentes é dividir- se, c cada uno dellos quiso ser la cabeca y el principal ; y la señoría de muchos no es útil en los hechos de guerra , segund dice Livio *. E assi ovo lugar su perdi- ción por sus diferencias, y no teniendo l Decada I , liliro IV, cnpituln XXIII. 48 HISTORIA GKNERAL V .NATURAL vn nada íi los indios, de dos en dos, c tres en tres, ó pocos juntos se despar- tieron en diversas partes ; usando de sus ultrajes en tal manera, que los indios no lo |>odiendo ya comportar , é durmiendo unos é otros descuydados, dexando las armas, ó cpiaudo mejor aparejo se falla- lia, á todos les dieron la muerte, sin que ninguno dellos quedasse. E como el al- mirante volvía consigo algunos de los indios que avia llevado á España , entre ellos uno que se llamaba Diego Coiom, é avia mejor que los otros aprendido é hablaba ya medianamente la lengua nuestra; por su interpretagion el almi- rante fué muy enteramente informado de muchos indios y del proprio rey Goaca- nagari, de cómo avia passado lo que es dicho, mostrando este cagique mucho pesar dello. Pero muy mayor le sintió el almirante, el qual después de se aver gertificado desto , desde á pocos dias que estuvo en Puerto Real, se vino á una pro- vingia desta isla, é fizo alU una cibdad que nombró la Isabela. Desde aquella partió con dos carave- las el almirante á descobrir, y desó en esta Isla Española por su teniente é go- bernador á don Diego Colom, su herma- no , entre tanto que llegaba don Bartolo- mé Colom , adelantado y hermano suyo assi mismo , que avia quedado en Espa- ña , c venia de Inglaterra á buscar al al- mirante. Y dexó al comendador, Mossen Pedro Margarite, por alcayde de una for- talega que el almirante avia mandado hacer en las minas que llaman de Cibao [que son las mas ricas desta isla, á par de un rio que llaman Jauico) , assi como se tuvo notigia dellas; en las quales se cogieron algunos granos de oro por los españoles, porque los indios no lo sa- bían coger, si no se lo hallaban engima do la tierra. Y también los españoles no tenian aquella esperiengia que los anti- guos asturianos, é lusitanos, é ealleíjos tuvieron antiguamente en este exergigio de las minas en las provingias que he di- cho en España , de donde los romanos tan grandes tesoros ovieron. Esta forta- leza fué la segunda que ovo en esta isla, é alli fué el comendador Mossen Pedro Margarite primero alcayde della , é lla- máronla Sancto Tilomas ; porque como estaban en dubda del oro, é quisieron ver y creer, cómo desto fueron gertificados los chripstianos, quiso el almirante que la fortaleza se llamasse como he dicho. Pero en aquel pringipio no se sacó sino poco oro , con el qual envió el almirante en giertos navios al capitán Gorvalan. Y este hidalgo llevó las nuevas del oro ó minas ricas de Cibao á los Cathólicos Re- yes, don Fernando é doña Isabel, por lo qual le higieron mergedes , aunque otros quieren degir que el que primero truxo las muestras del oro á España , por man- dado del almirante, fué el capitán An- tonio de Torres, hermano del ama del príngipe don Juan , de gloriosa me- moria. Assi que hallado el oro, el almi- rante puso en efeto su camino é salió de la Isabela, y con él otros caballeros, é los que le paresgió que convenia llevar en dos caravelas muy bien armadas é proveídas. En tanto que él yba á des- cobrir, se siguieron muchos trabajos á los chripstianos que aquí quedaban como se dirá adelante ; y aquel mesmo año de noventa y quatro se perdieron en la Isa- bela quatro navios, uno délos quales fué la nao capitana llamada Marigalante. Deste viaje descubrió el almirante la isla de Jamáyca, que agora se llama Sanctiago, hasta la qual hay desde la parte mas occidental desta isla (que es la punta del Tiburón) veynte é ginco le- guas. Pero la verdad es que el almirante llamó el pringipio ó parte mas oriental desta isla, cabo de Sa?Kt Raphael, é al cabo último é mas occidental de la isla llamó cabo de Sanct Miguel; al qual ago- DE INDIAS. LIB. II. CAP. XII. 49 ra algunos ignorantes de la verdad le lla- man el cabo del Tiburón. Tornando áJa- máyca , digo que está aquella isla en diez y siete grados de la línia equino^ ial : tie- ne de longitud finqüenta leguas ó mas, é de latitud veinte y finco; pero primero que el almirante la descubriesse, fué á la Isla de Cuba , é vido sus costas mas particu- larmente que quando la avia descubierto en el primero viaje : la qual agora se lla- ma Isla Fernandina , en memoria del Sereníssimo é Cathólico Rey, don Fer- nando, de gloriosa memoria. Esta isla creo yo que os la que el clironista Pedro Mártir quiso intitular Alpha, a; é otras ve^es la llama Juana ; pero de tales nom- bres no hay en estas partes é Indias isla alguna. Y no sé que le pudo mover á la nombrar assi ; pero pues destas islas adelante se ha de tractar mas espef ifica- damente, basta lo que en esto está ya dicho. CAPITULO XIII. Que Iracta de los trabajos y guerras que passaron los chripslianos que quedaron con don Diego Colom é con el adelantado don Bartolomé Colom en la villa de la Isabela, en lanío que el almirante fué á dcscobrir desde alli, y de lo que acaosciú con eiorlas tórtolas al alcayde Mossen Pedro Margarile en la forlaleca de Sancto Tilomas, y de la población é fundamento de aquesla cibdad de Sánelo Domingo , adonde el almi- rante tornó, después de aver descubierto á Jamáyca é otras cosas, etc. vluando el almirante primero partiíj de la cibdad de la Isabela , dexó por su te- niente é gobernador desta isla , é con to- da la mas gente de los chripslianos á don Diego Colom , su hermano , entretanto que venia , como después vino , el ade- lantado don Bartolomé Colom, su her- mano. Aveis de saber que como luego que se pobló aquella cibdad y el almiran- te repartió los solares para que los espa- ñoles figiessen, cotuo Iiifieron, sus casas, é les señaló la§ caballerías é tierras para sus heredamientos; viéndolos indios que esta vegindad les avia de turar , pesóles de ver el propóssito de los chripsíianos. E para escusar esto é darles ocasión que se fuessen desta tierra, pensaron un mal ardid, con que murieron mas de las dos partes ó la mitad de los españoles , é de los proprios indios murieron tantos que no se pudieran contar. Y esto fizóse de forma que no se pudo entender ni reme- diar , porque como eran tan nuevos en la tierra los chripslianos, no caían en el tra- bajo en que estaban, ni le entendieron; y fué aqueste. Acordaron todos los indios TOMO I. de aquella provincia de no sembrar en el tiempo que lo doblan hafer, é como' no tuvieron mahiz, comiéronse la yuca, que son dos maneras de pan , y el principal mantenimiento que acá hay. Los chrips- lianos comiéronse sus bastimentos ; é aquellos acabados, queriéndose ayudar de los de la tierra que los indios acos- tumbran, no los tenian para sí ni para ellos. Y desta manera se caían los hom- bres muertos de hambre, en aquella cib- dad los chripslianos ; y en la fortaleza que es dicha de Sancto Thomás, do esta- ba el comendador IMossen Pedro ]\Iarga- rite, también por la misma nesf essidad se le murió la mitad de la gente, é por toda la tierra estaban los indios muertos á cada parte. El hedor era muy grande y pestífero : las dolencias que acudieron sobre los chripslianos fueron muchas, allende del hambre ; é desta manera los indios efectuaban su maldesseo, que era, ó que los chripslianos se fuessen huyen- do por falta del bastimento, ó que se muriessen, si quedassen, no lo teniendo. Los indios que escapaban, metíanse la tier- 50 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ra adentro é desamparaban la conversa- ción de los nuestros, por les hager mas daño é yr á buscar de comer por otras provincias. En este tiempo de tanta nesgessidad se comieron los chripstianos quantos perros gozques avia en esta isla, los quales eran mudos que no ladraban, é comieron tam- bién los que de España avian traydo , é comiéronse todas las ludias que pudie- ron aver , é lodos los quemis , é otros animales que llaman mohuy y todos los otros que llaman coris, que son como gazapos ó conejos pequeños. Estas qua- tro maneras de animales se cagaban con los perros que se avian traydo de Espa- ña; é desque ovieron acabado los de la tierra, comiéronse á ellos también, en pa- go de su servicio . E no solamente dieron íin á estos cinco géneros de animales de quatro pies , que solamente avia en esta isla; pero acabados aquellos, se dieron á comer unas sierpes que se llaman yvatia, que es de quatro pies , de tal vista que, para quien no la conosgc, es muy espan- toso animal. Ni perdonaron lagartos, ni lagartijas , ni culebras , de las quales liay muchas é de muchas maneras de pintu- ras, pero no ponzoñosas. Assi que, por vivir, á ninguna bestia ó animal de quan- tos he dicho perdonaban ; porque quan- tos podian aver yban al fuego , é cogidos ó assados, no faltaba á su nesgessidad apetito para comer estas cosas tan ene- migas de la salud é tan temerosas á la vista. De lo qual y de la humedad gran- díssima desta tierra, muchas dolengias graves é incurables á los que quedaron con la vida, se les siguieron. Y desta causa aquellos primeros españoles que por acá vinieron, quando tornaban á España algu- nos de los que venian en esta demanda del oro, si allá volvían, era con la misma color del; pero no con aquel lustre, sino hechos azamboas é de color de agafran ó tericia ; é tan enfermos que luego ó des- de á poco que allá tornaban so morian, á causa de lo que acá avian padesgido, é porque los bastimentos y el pan de Es- paña son de mas regia digestión que es- tas hiervas é malas viandas que acá gus- taban , é los ayres mas delgados é írios que los desta tierra. De manera que aun- que volvían á Castilla, presto daban ün á sus vidas, llegados á ella. Padcsgieron mas estos chripstianos, pri- meros pobladores desta isla , mucho tra- bajo con las niguas , é muy crueles dolo - res é passion del mal de las búas (porque el origen dellas son las Indias), é digo bien las Indias; assi por la tierra donde tan natural es esta dolengia , como por las indias mugeres destas partes. Por cuya comunicación passó esta plaga á algunos de los primeros españoles que con el al- mirante vinieron á descubrir estas tier- ras, porque como es mal contagioso, pudo ser muy possible. Y destos, después do tornados en España é aver sembrado en ella tal enfermedad, deahy passó á Italia y á otras partes, como adelante diré, sin desacordarme de hager relagion particu- larmente, donde convenga, de onge cosas notables que en este capítulo se han to- cado , que son ginco animales de quatro pies , conviene á saber : perro , hutia, quemi, mohuy, cori; é assi mesmo se dirá de la yvana , que es una serpiente tam- bién de quatro pies. Y no olvidaré las lagartijas, culebras , lagartos, que hay en esta tierra ; é diré de la passion de la ni- gua , é de la dolengia aborresgible de las búas , con que se dará cuenta de las onge cosas do suso tocadas. Assi que , continuando lo que prometí en el título deste capítulo XIII , digo que al tiempo que en la Isabela los chripstia- nos padesgian estos males que he dicho, é otras muchas nesgessidades (que por evitar prolixidad se dexan de degir), es- taba el comendador Mossen Pedro Mar- garite con hasta treynta hombres en la DE INDIAS. LIB. II. CAP. XIII. 51 fortaleza de Sancto Thomás, en las minas de Cibao , sofriendo las mismas angustias que los de la Isabela ; porque también les faltaba de comer é tenian muchas enfer- medades , é padesgian aquellos trabajos á que están obligados los primeros po- bladores de tierras tan apartadas , é tan salvages é dificultosas para los que tan lexos dellas se criaron ; é por estas cau- sas los que en esta fortaleza estaban se murian, é de cada dia eran menos. Por- que para salir de la fortaleza eran pocos: dexarla sola, era mal caso: la lealtad de aquel caballero era la que debia : el al- mirante estaba fuera de la isla en el des- cubrimiento que he dicho : los que en la Isabela estaban con el adelantado don Bartolomé, tenian tanto trabajo que no se podían valer : los indios avíanse ydo la tierra adentro los que querían ó podían escapar de la hambre ; de manera que, estando este alcayde é su gente á tan fuerte partido , vino un dia un indio al castillo (porque segund él dcfia, el alcay- de Mossen Pedro Margarite le páresela bien y era hombre que no hafia ni con- sentía que fuesse hecha violencia ni enojo á los indios é naturales de la tierra), é truxo este indio al alcayde un par de tór- tolas vivas presentadas. E siéndole dicho al alcayde, mandó que lo dexassen subir á la torre donde él estaba , é subido el in- dio le dio las tórtolas , y el alcayde le dio las gracias y la recompensa en fiertas cuentas de vidro que los indios en essa saC'On presgiaban mucho, para se poner al cuello. Y el indio ydo muy gozoso con su sartal , dixo el alcayde á los chripstianos que con él estaban en el castillo , que le paresgia que aquellas tórtolas eran pocas paYa comer todos dolías , é que para él solo ternia que comer aquel dia en ellas: todos dixeron que él doria bien , é que para todos no avia nada en aquel presen- te, y él podria passar aquel dia con las tórtolas é las avia mas menester, porque estaba mas enfermo que ninguno. Enton- dixo el alcayde : «Nunca plega á Dios que ello se faga como lo def is : que pues me aveys acompañado en la hambre é traba- jos de hasta aqui, en ella y en ellos quiero vuestra compañía, y paresgeros, vivien- do ó muriendo, fasta que Dios sea servido que todos muramos de hambre , ó que todos seamos de su misericordia socorri- dos.» Edigiendo aquesto, soltólas tórto- las , que estaban vivas , desde una ven- tana de la torre, é fuéronse volando. Con esto quedaron todos tan contentos é hartos , é como si á cada uno de los que alli estaban se las diera ; y tan obligados se hallaron por esta gentileza del alcay- de para sofrir con él lo que le§ viniesse, que ninguno quiso dexar la fortaleza ni su compañía, por trabajo que tuviesse , Estando pues en tanta nesgessidad los chripstianos , por la continuación destas fatigas é dolencias que he dicho , y por- que para ser complidos sus males no les faltasse ningún afán , sobrevinieron mu- chos vientos del norte (que en Castilla se llama giergo), y en esta isla es enfermo; é moríanse no solamente los chripstianos, pero como es dicho los naturales indios. No teniendo ya otro socorro sino el de Dios , él permitió su remedio ; y este fué la mudanza de la cibdad de la Isabela, donde estaban los españoles avecindados. Y para esta trasmigración acaesfió que un mancebo aragonés, llamado Miguel Diaz , ovo palabras con otro español , é con un cuchillo dióle ciertas heridas ; é aunque no murió dellas, no osó atender, puesto que era criado del adelantado don Bartolomé Colom, é ausentóse de temor del castigo , é con él siguiéndole é fa- ciéndole amigable compañía c¡nco ó seis chripstianos (algunos dellos porque avian sido participantes en la culpa del delito del Miguel Diaz, é otros porque eran sus amigos). E huyendo de la Isabela fuéron- se por la costa arriba hacia el leste ó HISTORIA GENERAL Y NATURAL lovaule, é bojáronla hasta venir á la i)ar- le del Sur, adonde agora está aquesta cib- (ladde Sánelo Domingo, y en cslo asien- to pararon , porque aqui hallaron un pue- blo de indios. E aqui tomó este Miguel Díaz amistad coa una cagica , que se Ha- mo después Catalina, é ovo en ella dos fijos, andando el tiempo.^ Pero desde a poco que aqui se detuvo , como aquella india principal le quiso bien, tratóle co- mo amigo que tenia parte en ella, é por su respecto á los de demás , é dióle noti- cia de las minas que están siete leguas de esta cibdad, é rogóle que figiesse que los chripstianos que estaban en la Isabe- la (que él mucho quisiesse) los llamasse é se viniessen á esta tierra que tan fértil y hermosa es , é de tan excelente rio é puerto ; é quella los sosternia é daria lo que oviessen menester. Entonce este hom- bre , por complacer á la cagica , é mas porque le paresgió que, llevando nueva de tan buena tierra é tan abundante , el ade- lantado por estar en parte tan estéril y enferma le perdonaria , é pringipalmente porque Dios queria que assi fuesse é no se acabassen aquellos chripstianos que quedaban; acordó de yral adelantado, é atravessó con sus companeros por la tier- ra , guiándole giertos indios que aquella su amiga mandó yr con él fasta que lle- garon á la Isabela , que está g incuenta leguas desta cibdad poco mas ó menos. E secretamente tuvo manera de hablar con algunos amigos suyos , é supo que aquel hombre que avia ferido estaba sa- no ; é assi osó ver al adelantado su señor é pedirle perdón, en pago de sus servicios é de la buena nueva que le llevaba de aquesta tierra é de las minas de oro. Y el adelantado le resgibió muy bien y le perdonó , é figo las amistades entre él é su contendor. Y después que le ovo oido muy particularmente las cosas desta pro- vingia é desta ribera, determinó de venir en persona á verla, é con la compañia que leparesgió,vino aqui y falló ser ver- dad todo lo que Miguel Diaz avia dicho, y entró en una canoa ó barca de las (]ue tienen los indios, é tentó este rio llama- do Ocama , que por esta cibdad passa , é hízolo sondar é tentó la hondura de la entrada del puerto , é quedó muy salisfe- cho y tan alegre como era razón : é fué á las minas y estuvo en ellas dos dias é cogióse algún oro. E desde allí se volvió á la Isabela, é dio muy grande plager á los españoles todos, después que les ovo dicho lo que avia visto por acá ; é dio luego orden cómo la gente toda viniesse con él por tierra á este asiento, é man- dó traer por la mar lo que allá tenian los chripsiiauos en dos caravelas que tenian; é llegó á este puerto , segund algunos digen , domingo dia del glorioso Sancto Domingo, á ginco dias de agosto , año de mili é quatrogientos y noventa é quatro años. E fundó el dicho adelantado don Bartolomé aquesta cibdad, no donde ago- ra está , por no quitar de aqui á la cagi- ca Catalina é á los indios que aqui vivian, sino de la otra parte deste rio de la Oga- ma , junto á la costa y enfrente desta po- blagion nuestra. Pero inquiriendo yo é desseando saber la verdad porqué esta cibdad se llamó Sancto Domingo , digen que demás de aver allí venido á poblar en domingo é dia de Sancto Domingo, se le dio tal nombre, porque el padre del primero almirante y del adelantado , su hermano , se llamó Dominico , y que en su memoria el fijo llamó Sancto Domingo á esta cibdad. Desde á dos meses é medio pocos mas ó menos dias , vino el almirante é los que con él avian ydo á descobrir ; é llegado á esta cibdad, envió luego á saber si era vivo Mossen Pedro Margante, é mandó por su carta que él é todos los que con él oviesse se viniessen para él é dexassen la fortaleza en poder del capitán Alonso de Hojeda , que fué el segundo alcayde DE INDIAS. LIB. II. CAP. XIII. 53 della, é assi lo higieron. Y llegados aquí, se repararon todos por la abundancia é fertilidad de la tierra, é cobraron salud. Después que todos fueron juntos , co- mo nuestro común adversario nunca se cansa ni gessa de ofender é tentar á los Heles, sembrando discordias entre ellos, anduvieron muchas diferencias entre el almirante é aquel padre reverendo, fray Buyl. Y aquesto ovo principio, porque el almirante ahorcó á algunos, y en espe- cial á un Gaspar Ferriz , aragonés , é á otros agotó; é comengó.á se mostrar se- vero é con mas riguridad de la que so- lia, puesto que aunque fuesse ragon de ser acatado , y se le acordasse de aquella grave sentengiadel emperador Otto: pe- reunte obsequio imperium quoc/ue intercidit; que dige : si no hay obediengia no hay señorío ; también dige Salomón ' : univer- sa delicia operit charitas. Pues si todos los delictos encubre la caridad, como el sabio dige en el proverbio alegado , mal hage quien no se abraga con la misericordia, en espegial en estas tierras nuevas, don- de por conservarla compañía de los po- cos , se han de dissimular muchas veges las cosas, que en otras partes seria de- licio no castigarse. Quanto mas debe mi- rar esto el prudente capitán que otro nin- guno, pues está escripto : constituyé- ronte por cabdillo , no te quieras ensalgar; mas serás en ellos assi como uno de ellos. Auctores son destas palabras sanctas Sa- lomón ^ ó Sanct Pablo ^ El almirante era culpado do crudo en la opinión de aquel religioso , el qual , como tenia las veges del Papa , ybale á la mano ; é assi como Golom hagia alguna cosa que al frayle no paresgiesse justa, en las cosas de lajus- tigia criminal , luego ponia entredicho y hagia cessar el ofigio divino. Y en es- sa hora el almirante mandaba cessar la ragion, y que no se le diesse de co- 1 Prover. X. 2. Ecclesias. cap. XXXII, vers. I. mer al fray Buyl ni á los de su rasa. Mossen Pedro Margante é los otros ca^ balleros entendían en liagerlos amigos é tornábanlo á ser; pero para pocos dias. Porque assi como el almirante hagia al- guna cosa de las que es dicho , aquel pa- dre le yba á la mano ó tornaba á poner entredicho ó á hager gessar las horas é ofigio divino , y el almirante también tor- naba á poner su estanco y entredicho en los bastimentos, é no consentía que le fuessen dados al frayle , ni á los clérigos ni á los que los servían. Dige el glorioso Sanct Gregorio *: Nunca la concordia puede ser guardada, sino por sola la pa- giengia; porque continuamente nasge en las obras humanas por donde las ánimas de los hombres sean de su unidad é amor apartadas. A estas passiones respondían diversas opiniones, aunque no se publi- caban ; pero cada parte tuvo manera de cscrebir lo que sentia en ellas á España, por lo qual informados en diferente ma- nera los Reyes Calhólicos de lo que acá passaba, enviaron á esta isla á Juan Agua- do, su criado (que agora vive en Sevi- lla). E assi se partió con quatro caravelas é vino acá por capitán dolías, como pa- resce por una cédula que yo he visto de los Reyes Catholicos , hecha en Madrid á ginco de mayo , año de mili y quatrogien- tos é noventa é ginco; é por otra cédula mandaron á los que estaban en las Indias que le diessen fé y creengia , la qual do- gia assi: «El Rey, la Reyna: caballeros y escuderos y otras personas que por nues- tro mandado estáis en las Indias , allá vos enviamos á Juan Aguado , nuestro ropos- tero, el qual de nuestra parte os fablará. Nos vos mandamos que le dedes fé y creengia. De Madrid á nueve de abril de noventa é ginco años. Yo el Rey — Yo la Reyna;» y de Fernand Alvarez, secreta- rio, refrendada. 3 Hcbre. XXIII. i Lib. XXI, cap. XVII sobre el cap. XXI de Job. 01 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Este capitán fizo pregonar en osla Isla Española osla creongia, y por ella todos Jos españoles so le ofnvjieron en todo lo que les dixcssedeparlcde los Reyes Ca- thólicos : é assi desde á pocos dias dixo al almirante que se aparejasse para yr á España , lo qnal él sintió por cosa muy grave, é vistióse do pardo, como frayle, y dexóse cresger la barba. Esta vuelta del almirante á España fué año de noventa é seis, en manera de pre- so , puesto que no fué mandado prender; é mandaron llamar el Rey y la Reyna á fray Buyl , é á mossen Pedro Margarite, é fueron á España en la mesma flota : é assi mcsmo el comendador Gallego , y el comendador Arroyo , y el contador Ber- nal de Pisa, é Rodrigo Abarca, é Micer Girao , é Pedro Navarro , que todos es- tos eran criados de la casa real ; y lle- gados todos en España, cada uno se fué por su parte á la corte á besar las ma- nos á los Cathólicos Reyes. E aunque por cartas desde acá , y después perso- nalmente allá , oyeron á fray Buyl é otros quexosos , é fueron aquellos bienaventu- rados príncipes informados de las cosas del almirante (é por ventura haciéndolas mas criminales de lo que eran), después que á elle oyeron, aviendo respecto á sus grandes servigios , é por su propria é real clemengia, no solamente le per- donaron , pero diéronle licengia que tor- nasse á la gobernación destas tierras. E mandaron que continuasse el descubri- miento de lo restante destas Indias, y en- cargáronle mucho aquellos Chripstianis- simos Reyes el buen tractamiento de sus vassallos españoles y de los indios , y que él fuesse mas moderado é menos riguro- so, como era razón. Y el almirante assi lo prometió, no obstante que los mas de los que de acá fueron, fablaron mal en su per- sona. De lo qual no me maravillo, aun- que él no tuviera culpa alguna ; porque como á algunos de los que á estas partes vienen , luego el ayre de la tierra los des- pierta para novedades é discordias (que- es cosa propria en las Indias), assi natu- ralmente están los indios é gentes natu- rales dellas muy diferentes de continuo; é no sin causa por este pecado é otros muchos que entre ellos abundan, los ha Dios olvidado tantos siglos. A esto también de las discordias que entre los chripstianos ha ávido en los tiempos passados , ó primeros años que acá passaron, dieron mucha ocasión los ánimos de los españoles que de su incli- nación quieren antes la guerra que el ogio , é si no tienen enemigos extraños, búscanlos entre sí, como lo dice Justino; porque su agilidad é grandes habilidades los hagcn muchas veges mal sofridos. Quanto mas que han acá passado dife- rentes maneras de gentes ; porque aun- que eran los que venian vassallos de los Reyes de España , ¿quién congertará_ al vizcayno con el catalán, que son de tan diferentes provingias y lenguas? Cómo se avernán el andaluz con el valengiano, y el de Perpiñan con el cordobés , y el ara- gonés con el guipuzcuano, y el gallego con el castellano (sospechando que es portugués) , y el asturiano é montañés con el navarro? etc. E assi desta manera no todos los vassallos de la corona real de España son de conformes costumbres ni semejantes lenguajes. En espegial que en aquellos pringipios, si passaba un hombre noble y de clara sangre , venian diez des- comedidos y de otros linajes obscuros é baxos. E assi todos los tales se acabaron en sus rengilias. Máscemela cosa ha seydo tan grande, nunca han dexado de passar personas pringipales en sangre é caballeros é hi- dalgos que se determinaron de dexar su patria de España, para se avegindar en estas partes , y espegial y primeramente en esta cibdad , como sea lo primero de Indias, donde se plantó la sagrada reli- DE INDIAS. LIB. II. CAP. XIII. 55 gion chripstiana, como se dirá mas ade- lante. Mas porque me paresgeque se me podría notar á descuydo dexar de de- gir dos plagas nuevas que los chripstia- nos, en este segundo viaje del almirante (entre otras que he dicho é muchas que se dexan de degir), padesgieron; las diré en el siguiente capítulo, porque fueron de mucha admiragion é peligrosas. Y una dellas fué transferida con esta vuelta de Colom á España, y de allí á todas las otras proviugias del mundo todo, segund se cree. CAPITULO XIV. De dos plagas ó passiones notables y peligrosas que los chripstianos é nuevos pobladores dcstas Indias padesíieron é hoy padcsccn algunos. Las quales passiones son naturales deslas Indias, é la una della» fué Iranslerida d llevada á España, y desde allí á las otras partes del mundo. ± ues que tanta parte del oro destas In- dias ha passado á Italia é Frangia , y aun á poder assi mcsmo de los moros y ene- migos de Espaila , y por todas las otras partes del mundo , bien es que como han gogado de nuestros sudores, les alcange parte de nuestros dolores é fatigas, por- que de todo á lo menos por la una ó por la otra manera, del oro ó del trabajo, se acuerden de dar muchas gragias á Dios. Y en lo que les diere plager ó pesar, se abragen con la pagiengia del bienaven- turado Job , que ni estando rico fué so- berbio , ni seyendo pobre é llagado im- pagiente : siempre dio gragias á aquel soberano Dios nuestro. Muchas veges en Italia me reia, oyendo á los italianos de- gir el mal francés , y á los frangeses lla- marle el mal de Ñápales ; y en la verdad los unos y los otros le agertáran el nom- bre, si le dixeran el mal de las Indias. Y que esto sea assi la verdad , entenderse há por este capítulo y por la experiengia grande que ya se tiene del palo sancto y del guayacan , con que espegialmente esta terrible enfermedad de las búas mejor que con ninguna otra medigina se cura é gua- resge; porque es tanta la clemengia di- vina , que adonde quiera que permito por nuestras culpas nuestros trabajos, allí á par dellos quiere que estén los remedios con su misericordia. Dcstos dos árbo- les se dirá en el libro X, cap. II: ago- ra sépase cómo estas búas fueron con las muestras del oro destas Indias , desde aquesta isla de Hayti ó Espailola. En el precedente capítulo dixe que vol- vió Colora á España el año de mili é qua- trogiontos é noventa é seis, é assi es la verdad : después de lo qual vi é hablé á algunos de los que con él tornaron á Cas- tilla, assi como al comendador Mossen Pedro Margarite, é á los comendadores Arroyo é Gallego , é á Gabriel de León é Juan do la Vega , é Pedro Navarro , re- postero de camas del príngipe don Juan, mi señor, é á los mas de los que se nom- braron, donde se dixo de algunos criados de la casa real que vinieron en el segun- do viaje é descubrimiento destas partes. A los quales y á otros oy muchas cosas de las desta isla , é de lo que vieron é pa- desgieron y entendieron del segundo via- je, allende de lo que fui informado de- llos , é otros del primero camino , assi como de Vicente Yañez Pingon , que fué uno de los primeros pilotos do aquellos tres hermanos Pingónos, de quien queda hecha mengion; porque con este yo tuve amistad hasta el año de mili é quinientos é catorge que él murió. E también me in- formé del piloto Hernán Pérez Matlieos, que al presente vive en esta cibdad, que se halló en el primero ó tergero viajes que oG HISTORIA GENERAL Y NATURAL i'l almirante primero don Cln-ipstóbal C.o- lom fizo á estas Indias. Y también he ávi- do notigia de muchas cosas desta isla de dos hidalgos que vinieron en el segundo viaje del almirante, que hoy dia están aqui y viven en esta cibdad , que son Juan de Rojas é Alonso de Valengia, y de otros muchos , que como testigos de vista en lo que es dicho, locante á esta isla y á sus trabajos, rae dieron particular relación. Y mas que ninguno de todos los que he di- cho el comendador Mossen Pedro Mar- garitc, hombre princ^ipal de la casa real, y el Rey Cathólico le tenia en buena es- timación. Y este caballero fué el que el Rey éla Reyna tomaron por principal tes- tigo , é á quien dieron mas crédito en las cosas que acá avian passado en el segun- do viaje de que hasta aqui se ha tracta- do. Este caballero mossen Pedro andaba tan doliente é se quexaba tanto, que tam- bién creo yo que tenia los dolores que suelen tener los que son tocados desta passion, pero no le vi búas algunas. E desde á pocos meses, el año suso dicho de mili é quatrocientos é noventa é seis, se comentó á sentir esta dolencia entre algunos cortesanos; pero en aquellos principios era este mal entre personas baxas é do poca auctoridad , é assi se creia que le cobraban, allegándose á mu- gares públicas , é de aquel mal tracto li- bidinoso ; pero después extendióse entre algunos de los mayores é mas principales. Fué grande la admiración que causaba en quantos lo vian , assi por ser el mal contagioso y terrible, como porque se morian muchos desta enfermedad. E co- mo la dolencia era cosa nueva , no la en- tendian ni sabian curar los médicos, ni otros por experiencia consejar en tal tra- bajo. Siguióse que fué enviado el gran capitán Gonzalo Fernandez de Córdoba á Italia con una hermossa y gruessa arma- da, por mandado délos Cathólicos Reyes, é como su capitán general, en favor del rey Fernando, segundo de tal nombre en Ñapóles , contra el rey Carlos de Francia, que llamaron de la cabega gruessa; y en- tre aíjuellos españoles fueron algunos to- cados desta enfermedad, y por medio de las mugeres de mal trato é vivir se co- municó con los italianos é franceses. Pues como nunca tal enfermedad allá se avia visto por los unos ni por los otros, los franceses comencáronla á llamar mal de Ñapóles, creyendo que era proprio de aquel rcyno ; é los napolitanos , pensan- do que con ios franceses avia ydo aquella passion , llamáronla mal francés , é assi se llama después acá en toda Italia; por- que hasta que el rey Charles passó á ella, no se avia visto tal plaga en aquellas tierras. Pero la verdad es quede aquesta isla de Hayti ó Española passó este tra- bajo á Europa, segund es dicho; y es acá muy ordinario á los indios , é sábense cu^ rar é tienen muy excelentes hiervas é ár^ boles é plantas, apropriadas á esta y otras enfermedades, assi como el guayacan (que algunos quieren decir que es hebe- no) y el palo sancto, como se dirá, quan- do de losárboles se tractare. Assi quede las dos plagas peligrosas que los chrips- tianos é nuevos pobladores destas Indias padescieron é hoy algunos padescen, que son naturales passiones desta tierra , esta de las búas es la una , é la que fué trans- ferida é llevada á España é de allí á las otras partes del mundo, sin que acá fal- tasse la misma. Assi que, continuando el propóssito de los trabajos de Indias, dí- gase la otra passion que se propuso de las niguas. Hay en esta isla y en todas estas In- dias, islas é Tierra-Firme el mal que he dicho de las búas , y otro que llaman de las niguas. Esto de las niguas no es en- fermedad, pero es un mal acaso; por- (juo la nigua es una cosa viva é peque- ñísima , mucho menor que la menor pulga que se puede ver. Pero en fin es DE LNÜIAS. LUÍ. 11. CAP. XIV. género de pulga, porque assi como ella salta, salvo que es mas pequefia. Este ani- mal anda por el polvo, é donde quiera que quisieren que no le haya , háse de barrer á menudo la casa. Éntrase en los pies y en otras partes de la persona , y en especial las mas ve^es en las caberas de los de- dos, sin que se sienta aasta que está aposentada entre el cuero é la carne , é comienra á comer de la forma que un arador é harto mas; y después, quanto mas allí está, mas come. De manera que como acuden las manos" rascando , este animal se da tanta priessa á multiplicar allí otros sus semejantes, que en breve tiempo liare muchos; porque luego que entra el primero, se anida é ha^e una bol- silla entre cuero é carne tamaña como una lenteja, é algunas como garbanzo, llena de liendres , las quales todas se tor- nan niguas. E si con tiempo no se sacan con un alfiler ó aguja , de la forma que se sacan los aradores , son malas ; y en especial que después que están criadas (que es quando comienzan mucho á co- mer), de rascarlas se rompe la carne y despárvense de manera que si no las sa- ben agotar, siempre hay en qué enten- der. En fin , como en esto tampoco eran diestros los chripstianos , como en el cu- rarse de las búas, muchos perdían los pies por causa de estas niguas, ó á lo menos algunos dedos dellos , porqtie des- pués se enconaban é ha(,ian materia , y era nesgessario curarse con hierro ó con fuego. Pero aquesto es fácil de se reme- diarpresto, sacándolas al principio; pero en algunos negros bocales son peligro- sas , porque ó por su mala carnadura , ó ser bestiales é no se saljer limpiar, ni de- cirlo con tiempo, vienen á se mancar de los pies, é assi otros muchos que se quc- xan. E yo las he tenido en mis pies en estas islas y en la Tierra-Firme , y no me paresgc que en hombres de racon es cosa para se temer, aunque es enojo on tanto que tura , ó está la nigua dentro ; mas fá- cil cosa es sacarla al principio. Yo tengo averiguado, é assi lo dirán las personas que tienen experiencia en sacar estas ni- guas, que es menester tener aviso, quan- do las sacan, para las matar; porque al- guna vez, assi como con el alfiler ó aguja la descubren, rompiendo el cuero del pie, assi salta y se va la nigua como una pul- ga. Esto acaesfe si há poco que allí en- tró ; y por esto se cree que la que entra en el pie, después que ha hecho súmala simiente, se va a.ssi como vino á otra parte á hacer mas mal, ó por ventura por sise despide del pie, después de haber de- xado en él una mala enxambrc de innu- merable simiente y generación. TOMO I. Coinienca d lüJi'o tercero de la Natural y general historia de las Indias. PROHEMIO. Hin este tercero libro se Iractará de la guerra que los chripslianos tuvieron y el capitán Alonso de Hojeda, en nombre del almirante don Crijistóbal Colom , con el rey Caonabo, y de su prisión é muerte: y de las victorias que ovo el adelantado don Bartolomé Colom, hermano del al- mirante , contra el rey Guarionex é otros catorce caciques ó reyes que con él se juntaron ; é cómo se apartó Roldan Xime- nez, con algunos chripstianos de su opi- nión, de la obediencia del almirante y adelantado. Y también se dirá del terce- ro viaje y descubrimiento del almirante primero; quándo halló y descubrió parte de la gran costa de la Tierra-firme, é descubrió la isla de las Perlas , llamada Citbagua. Y de la gobernación del almi- rante , y qué reyes y señores principales avia en esta isla , y del gran lago de Xa- ragua , ó de otro lago que hay en las sierras é cumbres mas altas de esta isla; y cómo é con qué armas peleaban los in- dios, y qué gentes son los caribes é fle- cheros. E decirse há también de la mira- glosa y devotíssima cruz de la Vega , y de la venida del comendador Francisco de Bobadilla , el qual envió preso en gri- llos á España al almirante é á sus herma- nos, el adelantado don Bartolomé é don Diego Colom. Y por qué causas se murie- ron los muchos indios que ovo en esta isla Española , y de la venida del comen- dador mayor de Alcántara, don frey Ni- colás de Ovando , é partida del comen- dador Bobadilla , que se ahogó en la mar con muchos navios é gentes é mucho oro, y de la buena gobernación del comenda- dor mayor. Y cómo el ahuirante viejo é primero, don Chripstóbal Colom, fizo el quarto viaje é descubrimiento en estas hidias; quándo descubrió á Veragua é otras provincias de la Tierra-Firme, é de su muerte después en España. Y cómo se mudó esta cibdad de Sancto Domingo adonde agora está; é de la nobleza é particularidades desta cibdad é isla; y de las villas é poblaciones , é otras cosas con- cernientes é nescessarias á la prosecución de aquesta Historia Natural, como se verá mas particularmente en los capítulos si- guientes. DE INDIAS. LIR. III. CAP. I. 59 CAPITULO I. Que Irada de la guerra que tuvo el capilan Alonso de Hojeda con el cacique Caoiiabo , y de su prisión é muerle. E, iii el segundo libro se dixo cómo des- pués que el comendador, Mossen Pedro Margarite, dexó la fortaleza de Sancto Thomás , mandó el almirante que la tu- viesse el capitán Alonso de Hojeda , é le fizo alcayde della , é dióle f inqiienta hom- bres para que la guardasse , porque esta- ba en parte que importal)a mucho , assi para lo que tocaba á las minas ricas de Cibao , como para la reputación é fuerza de los chripstianos. Mas como el almi- rante fué partido para España , los indios con soberbia , y en espegial Caonabo de cuyo señorío era aquella provincia, no eran contentos de aquel nuevo señorío é vecindad de la fortaleza: é determinado el Caonabo é los ciguayos (que assi se lla- maban los flecheros indios de la costa del norte en esta isla) , acordaron de dar en la fortaleza y quemarla , ó ponerla por el suelo, si pudieran. E con mano armada, é seyendo mas de ginco ó seis mili hombres, gercaron aquel castillo, é tuviéronle en mucho aprieto hasta treynta dias , sin de- xar salir de la fortaleza á algún hombre dellos. Pero como el alcayde era ma- ñoso y esforzado caballero , resistió á los contrarios de tal forma , que al cabo del tiempo que he dicho, desviaron su cam- po , é como gentes salvajes y no guer- reros, se descuydaron é dieron lugar que este alcayde higiesse mucho daño en ellos. E como era hombre mañoso é de mucha solicitud, continuó la guerra de todas las maneras quél pudo , assi con las armas, quando convino, como con las as- tucias é cautelas que suele aver en los capitanes de experiencia. E no obstante que en la continuación de la guerra mu- rieron algunos chrijistianos, muchus fue- ron los indios que mataron, é al cabo fué preso Caonabo con mucha parte de los suyos principales; puesto que se dixo que Hojeda no le avia guardado la seguridad que el cacique decia que le fué prometi- da, ó no lo aviendo entendido Caonabo. Por manera que desta prisión de Caonabo .se causó la paz é subjccion de la isla to- da ; pero como Caonabo tenia un herma- no , hombre de mucho esfuerce é bien quisto de los indios, luego se juntaron con él todos los de su señorío: el qual, no olvidando la prisión de su hermano, acordó de lo yr á redemir con fuerza de armas, llevando prosupuesto de tomar todos los chripstianos que él pudiesse pre- sos ; creyendo que después á trueco de- llos podria aver é rescatar á su hermano Caonabo, é libertar assi mismo otros in- dios principales que con él estaban pre- sos en poder de los chripstianos. E juntó mas de siete mili hombres para esto , y los mas dellos flecheros ; é ordenadas c'u- co batallas, se pusieron bien cei'ca de los españoles, el capitán de los quales, Alon- so de Hojeda, con algunos de caballo é con la gente que él pudo sacar de la for- taleza, dexándola guardada, é con alguna que el adelantado don Bartolomé le avia enviado en su socorro (que por todos no eran trescientos hombres), peleó contra ¡os indios. E quiso Dios favorescer los nuestros é darles victoria , é assi como los ginetes dieron en la delantera ó primera batalla de los indios, los pusieron en hui- da, porque ovieron mucho espanto de tal novedad, é nunca avian visto esta manera de hombres á caballo pelear con ellos ni con otros. E assi fué hecho mu- cho estrago en los contrarios , é fue pre- r,() IlIííTORIA GExM'HAL Y NATLHAL so su principal caudillo, hermano de Cao- nabo, y otros iHUclios indios. Este dia lizo Ilojoda el olieio de valiente soklado y esforrado caballero, é no menos pru- dente capitán. Después que este cacique ó rey fué pre- so y su hermano, acordó el adelantado don líartolomé de los enviar á Es¡)aña con otros indios, algunos de los principales prisioneros; porque le paresfió que en esta isla seria mucho inconvinientc tener al dicho Caonabo deteiiidn, ni doxarle en la tierra , assi por ser tan principal se- ñor en ella, como ponjue siempre avria novedades á su causa , ponjue era hom- bre de mucho esfuerzo c sabio en la guer- ra . Y en dos caravclas que estaban pues- tas para España , mandó el adelantado que los llevassen ; (¡ero assi como Caona- bo é su hermano supieron que avian de yr al Rey é á la Reyna Calhólicos , el hei - mano se muri(') desde ;i jiocos dias , y el (Caonabo, entrado en la mar, desde á po- cas jornadas que navegaron también se murió; y desta manera quedó pacífica toda la tierra deste Caonabo por los chrips- lianos. Y su muger Anacaona, hermana del cacique Behechio (que era señor en la parte occidental hasta el fin de aquesta isla), se fué de la tierra de su marido, á vivir en la de su hermano, á la provincia (|ue llaman de Xaragua; é allí fué tan acatada é temida por señora, como el mes- mo Behechio. De esta Anacaona se dirá adelante, porque fué grande persona y en mucho tenida en estas partes , por ser muy valerosa y de grande ánimo é inge- nio : é sus cosas desta muger fueron no- tables en bien y en mal , como se dirá en su luííar. CAPITULO II. lie la balalla ó vicloria quo ovo el adelanlado don Barlolomé contra el rey Guarionex é oíros calorec caciques ó reyes , ¿ cómo se aparló Roldan Ximenr'Z de la obediencia é conipañia del adelantado don Bartolomé é del almirante primero. 'inisi en el tiemí» que el cerco se te- nia por Caonabo contra el cai>itanHojeda (segund algunos digen), ó después que fué descercado ( segund otros afirman ) , el cacique Guarionex convocó todos los in- dios ó caciques que él pudo, é se juntaron mas de quinge mili hombres para dar so- bre el adelantado don Bartolomé é los chripslianos que estaban con él en la cib- dad de la Vega é por aquella comarca. Porque, como tengo dicho, los indios se yban enojando desta vecindad de los chripstianos , é no querían por ningún caso que permanesfiesen é qucdassen en la isla, assi ponjue su señorío no fuesse turbado ni aniquilado , como les paresgia que se les yba aparejando , como porque sus ritos é fcrimonias é vigios no pares- cian bien á los chrijislianos, é derian mal dellos. Y también porque les paresfió el tiempo aparejado para su mal propóssito, á causa de los pocos chripstianos que avian quedado en la tierra toda , assi por las enfermedades é trabajos passados que he dicho, como porque antes que viuies- sen otros de nuevo con el almirante que de cada dia se esperaba, pudiessen excluir é acabar los que parescia que tenian ya alguna noticia déla tierra, é podrían ser aviso é mucho provechosos, ó parte para les poder dañar , en compañía de los chripstianos que de nuevo viniessen. Y para exccufion dcsto, juntado su exérci- to, movieron á buscar los chripstianos. El adelantado , certificado de lo que es dicho , no esperó ni quiso atender á se hacer fuerte en aquel pequeño pueblo ni dar causii á que de noche le pegasson DE INDIAS. LIB. 111. CAP. II. 01 fuego ó le f ercassen en él ; si no como buen caballero é diestro capitán , salió al campo é transnochó ó anduvo tanto que llegó cerca del real del rey Guarionex, ó á la segunda guarda , ó quasi á media no- che con hasta quinientos hombres (entre sanos y enfermos) , dio con tanta furia é ímpetu animosamente en los enemigos por dos partes, que los desbarató. Y co- mo los indios eran gente salvage é de- sarmada é no diestra en la guerra á res- pecto de los chripstianos, mataron muchos dellos, é los demás fueron presos, puesto que muchos escaparon por la escuridad de la noche . Pero fué preso el mismo rey Guarionex con otros catorce reyes ó ca- ciques , los mas principales que en esta batalla se hallaron , la qual fué cerca de donde es fundada la villa del Bonao. Fué aíjuesta victoria tan señalada cosa y de tanto favor para los chripstianos, que de mas de aumentarse su crédito y esfuerzo en la reputación é memoria de los indios, dio causa á que gessáran en sus ruinda- des é rebeliones : é comencaron á ser mas domésticos é á se comunicar mas con los chripstianos é á desechar los pensamien- tos de la guerra; puesto que en la ver- dad la gente de aquesta isla es la que de menos ser é esfuerzo se ha visto en to- das las Indias é islas é Tierra-Firme , é la que mas quieta é sossegada manera de vivir tenia, no obstante que, como tengo diciio, no faltaban algunas guerras é dis- cordias entre estas gentes; pero no tan continuadas é sangrientas como en otras partes. Tornando á la historia , es de saber que después (¡ue el adelantado ovo este ven- cimiento, paresQióIe que seria mucha cau- sa, para perpetuar la paz é amistad entre los chripstianos é los indios, soltará Gua- rionex con los mejores partidos que él entendiesse. E assi so dio orden en ello é fué libre. De ahy adelante hagia buen acdgiiiiicnld é Iraclaba bien á los chrips- tianos en su tierra, quando por ella pas- saban ó á ella yban. Otros digan que en esta batalla no se halló Guarionex , si no su gente ; é que yba por su capitán ge- neral el cacique Mayobanex , y que este fué después con otros suelto; pero que continuándose la guerra, aviaseydo presa la muger de Guarionex , é que por rede- mirla, avia venido de paces éáser amigo de los chripstianos. Después que estas victorias ovo el ade- lantado , páresela que se le avia trocado la condición , porque se mostró muy ri- guroso con los chripstianos de allí ade- lante , en tanta manera que no le podían sofrir algunos , en especial Roldan Xime- nez que avia quedado por alcalde mayor del almirante. Al qual el adelantado no hacia la cortesía ó tractamiento que él pen- saba ser merescedor, ni el Roldan con- sentía que en las cosas de la justicia fues- se el adelantado tan absoluto como que- ría serlo ; y desta causa ovieron malas palabras y el adelantado le tracto mal, é segund algunos dixeron , puso ó quiso poner las manos en él. Por lo quél se in- dinó de manera, que con setenta hombres se apartó de su compañía y se entró la tierra adentro , aleado y desviado de la conversación de los chripstianos , prego- nando é diciendo las sinrazones que el adelantado y el almirante avian fecho (ó que él por su enojo les quería imponer) . E con determinación de no se apartar del servicio de los Reyes Cathólícos, el dicho Roldan facía sus protestaciones para no estar debaxo de la gobernación del al- mirante ni del adelantado en ningún tiempo , como nunca lo quiso después es- tar: sí no fuesse á la provincia de Xara- gua á la tierra é señorío del rey Behe- chíü , é por allá anduvo y estuvo fasta que después algund tiempo, vino á gober- nar esta isla é tierra el comendador Fran- cisco de Bobadilla , como se dirá ade- lante. G2 HISTORIA GKNKHAl. V NATURAL CAPITULO 111. Oiie Irada de lo que en esla isla passó, en lanío que el almiíanle fué á España ; ¿ del Icrcero viaje e' descubrimiento quél hizo, quatido halló la costa (é grandíssima parle del mundo incógnita) llamada Tierra- Firme g-eneralmerile , donde muy grandes reynos c provincias se incluyen, é de cómo descubrió assi- niismo la isla de Cubagua , donde es la riquissima pesquería de las perlas, é de otras islas nuevas que halló, y del subi;csso de todo ello, con otras cosas adérenles á la historia. /1.SSÍ como el almirante ostuvo algunos dias en la corte de los Cathólicos Reyes, satisfaciendo á las quexas ó informacio- nes que contra él avian dado fray Biiyl ó otros, é fué con clemencia oydo y ab- suelto, como se dixoenel segundo libro; diósele ligen^ia que tornassc á la gober- nagion destas tierras , é mandáronle con- tinuar el descubrimiento dellas. Y para lo poner en efecto , partió de la baliia de Cá- diz en el mes de marf o del año de mili é quatrogientos é noventa y seis (aunque algunos di^en que era en el año de no- venta é siete de la Natividad de Jesu- Chripsto, nuestro Redcniptor) , é salió á la mar océana con seis caravelas , muy bien armadas é proveydas de bastimentos é de todo lo nesgcssario para su viaje. E después que llegó á Canaria, envió las tres caravelas á esta isla Española con basti- mentos é alguna gente; y él siguió su camino con las otras tres caravelas que le quedaron, la vuelta de las islas que lla- man entre los vulgares islas de Antonio, é agora se digen de Cabo Verde , que son las mismas que los antiguos nombraban las Gorgades. Y desde allí corrió con sus na- vios al sudueste bien fiento é finqilenta leguas: é tomóles una gran tormenta é púsolos en tal nesgessidad que cortaron los másteles de las mcganas, é aliviaron mucha parte de la carga y se vieron en grandíssimo peligro. Pero esta tormenta que digo Hernán Pérez Matheos, piloto que hoy está en esta cibdad de Sancto Domingo, no fué assi , segund dige don Fernando Colom, hijo del almirante, que allí se halló, el qual afirma que fué de calmas é calor tanta , que las vasijas se les abrían y el trigo se podria; y les fué nesgessario alijar é arredrarse de la equi- nogial , é corrieron al huesnorueste é fue- ron á reconoscer la isla de la Trinidad, el qual nombre le puso el almirante, por- que llevaba pensamiento de poner á la primera tierra que viesse la Trinidad. E assi, quando vido la primera tierra firme é la dicha isla, vido tres montes á un tiem- po ó cercanos , é luego puso á aquella isla por nombre la Trinidad , é passó por aquel embocamiento que llaman la Boca del Drago , é vióse la Tierra-Firme é mucha parte de la costa della. Pero co- mo es de flecheros caribes , y la isla que he dicho assi mesmo, é tiran con hierva inrremediable , y es gente muy fiera é salvaje , no pudieron aver lengua con los indios, aunque vieron muchos dellos en sus piraguas é canoas en que navegan, de las quales é de su forma se dirá ade- lante ; y también vieron gente en tierra . Está aquesta isla en nueve grados á la parte de nuestro i)ol() ártico de la banda que tiene esta isla háfia el sur ó medio- dia , é de la que tiene mirando al sejtlen- trion ó norte, está en diez grados. Tiene de latitud diez y ocho ó veynte leguas poco mas ó menos, é de longitud veynte é ginco ó algo mas. La tierra que está opuesta á la parte del sur desta isla en la Tierra-firme, se llama el Palmar, porque allí vieron é hay grandes palmares. Y mas al levante, la costa arriba, está Rio Sala- do i é porque queriendo tomar agua en DE INDIAS. Lili. III. CAP. III. 63 él, Ic iiallaron muy salobre, dio causa que el almirante assi le nombrasse. Al po- niente dcsta isla de la Trinidad está la puntado las salinas, en Tierra-Firme, diez ó do(;'e leguas , y entre aquesta punta é la Tierra-Firme (aunque también la mes- ma punta es tierra firme) , está un gol- plio al qual el almirante llamó la Boca del Drago (porque pares^e algo la figura deste embocamiento boca de drago abier- ta) , dentro del qual hay muchas isletas. Y desde la punta de las salinas, que está en diez grados de la equino^ ial , discur- rió el almirante por la costa al poniente, é reconosf ió otras islas y púsoles nombre los Testigos , é á otra isla llamó la Gene- rosa. E vio otras muchas islas que por allí hay : é fué adelante y descubrió la rica isla llamada Ciibagua , que agora llama- mos la isla de las Perlas , porque allí es la principal pesquería dolías en estas In- dias. E junto con ella está otra isla muy mayor , é mandóla el almirante llamar la Margarita. La isla de Cubagua, ó de las Perlas, está quasi finqüenta leguas al po- niente de la punta de las salinas que se dixo de suso. Esta es una isla pequeña que terna de Qircuyto tres leguas poco mas ó menos , é desde ella á la Tierra- Firme hay quatro leguas á la provincia que se dige Araija. E allí descubrió los Testigos, que son isleos, é isla de Páxa- ros y otras islas. Y passó el almirante con sus tres caravelas la costa de Tierra-Fir- me al poniente, é halló la isla de Poi-e- gari , que está veynte é siete ó treynta leguas de Cubagua. Y mas adelante des- cubrió otras islas que se llaman los Ro- ques, y la isla de la orchilla , que se di- ge Yaruma, donde hay mucha cantidad della, segund fama. Esta isla está doge le- guas de otra que también descubrió el almirante mas al hueste, que se llama Co- ruf^ao. E assi mismo descubrió otras mu- chas islas é isleos, hasta que llegó al Cabo de la Vela. Y porque allí se vio una gran canoa ó piragua de indios que yba á la vela , púsole nombre á aquella tierra el Cabo déla Vela, en Tierra-Firme. Desde el qual cabo á la dicha punta de las sa- linas é Boca del Drago hay giento é ochen- ta leguas poco mas o menos ; é desde aquel Cabo de la Vela atravessó el gol- pho que hay entre Tierra-Firme é aques- ta isla Española, é vinoá esta cibdad que en aquel tiempo estaba de la otra parte deste rio. Está aquel Cabo de la Vela nor- te sur con la isla Beata , que es una is- Icta gerca desta isla de Hayti ó Españo- la, al poniente desta cibdad treynta é gingo leguas. Assi que aqueste fué el ter- cero viaje é descubrimiento que hizo el primero almirante destas Indias. Mas por- que se dixo de suso que en Cubagua ha- lló la pesquería de las perlas , y es cosa tan notable é rica , degirse há de qué manera supo que allí las avia , quando en particular tractáremos desta isla. CAPITULO IV. De lo que el adclanlado don Barlolonié fizo, en tanto que el almirante fue á España hasta quiU tornó ¡i esta cibdad, después que descubrió parte de la Tierra-Firme; é de la gobernación dil almiranle hasta su prisión , é de los reyes ó señores que avia en esta isla. JCin el capítulo de suso se dixo el ter- gero viaje del ahniraute don Chripstóbal Colom hasta que volvió á esta cibdad de Sancto Domingo. Es agora de saber que en tanto quél estuvo en España y en el descubrimiento de parte de la costa é tierra grande é firme , y de las otras is- las que se dixo en el capítulo pregeden- le, no venían navios de España ni de acá yban á ella , é como los que avian ydo 64 HISTORIA GE.NKHAL V NATUUAI. (le ara r(»n el ;iliiiirante é antes sin él ('■ avian padosfido los trabajos que se lian dicho, é yl)an enfermos c j)o])res é de tan mala color que pares(;ian muertos, infamóse mucho esta tierra é Indias, é no se hallaba gente que quisiesse venir á ellas. Por fierto yo vi muchos de los que en aquella sagon volvieron á Castilla con tales gestos , (jue me pares^e que aun- que el Rey me diera sus Indias, quedan- do tal como aquellos quedaron , no me determinara de venir á ollas. Y no era de maravillar, si tales quedaban algunos, si- no cómo pudo vivir ó escapar hombre de todos ellos, mudándose;! tierras tan apar- tadas de sus patrias , é dexando todos los regalos de los manjares, con que se cria- ron, y desterrándose de los deudos é amigos , y faltando las medic^inas ; é por otras causas é nesfessidades que no se podrían acabar de expressar sin prolixa relación. Y cómo faltaba ya la gente, é no dexaban de yrse á España si no los que no podian ó por falta de navios , é de la vuelta del almirante ninguna certi- nidad se tenia , estaba ya quasi perdida esta tierra , é tenida por inútil y con mu- cho temor los que acá estaban. Esin du- tla se perdieran, sino fueran socorridos de aquellas tres caravelas que vinieron de España con gente , que dixe que el al- mirante envió desdólas islas de Canaria, é truxeron mas trescientos hombros sen- tenciados é desterrados para esta isla, los quales llegaron en tal sagon , que assi los tales como los que los truxeron, juntados con essos pocos que acá estaban , fue- ron causa que la tierra no se despoblas- se é se sostuviesse ; pues los chripstianos no osaban ya salir desta cibdadnipassar el rio para esta otra parte ó costa del. Y puédese afirmar que por este socorro fué restaurada la vida de los que acá esta- ban , é se sostuvo y no se perdió total- mente esta isla , porque entre aquella gente ovo muchos hombres valientes y especiales personas. E assi luego los in- dios descercaron la cibdad de la Concep- ción de la Vega é á osla cibdad é su for- taleza (estando de la otra parte deste rio , donde primero fué fundada) , é los indios perdieron la esperanca (jue tenian de ver la tierra sin los chripstianos. En especial viendo desde apoco tiempo des- pués venir al almirante con otras tros ca- ravelas é muy buena gente en ellas , de- xando ya descubiertas las islas y parte de la Tierra-Firme é las Perlas , segund se dixo en el capítulo antes do aqueste. El qual llegado á esta cibdad , que estaba (como he dicho) , de la otra parte deste rio enfrente do donde agora está , halló al adelantado, su hermano, é á los otros chripstianos que con él estaban on paz; pero no muy contentos algunos dellos por la ausencia do Roldan Ximenez , é con las murmuraciones que suelo avor en esta tierra ; porque quedaban algunos aficionados ó inficionados de las passio- nes viejas del tiempo de frey Buyl. Mas todos obedescieron é rescibieron al al- mirante con alegre semblante, y le die- ron la obediencia como á visorey é go- bernador que en nombre de los Cathóli- cos Reyes venia. Y exerciendo su oficio é gobernación como él mejor podia, nun- ca faltaron quexosos de sus obras , por- que les parescia que assi como favores- Cia é ayudaba á unos, assi ofendía ó maltrataba á otros. Angélico ha de ser el gobernador que á todos contentare é mas que humano, porque unos hombres son inclinados á vicios, é otros á virtudes: unos á trabaxar y exercitar las personas, é otros al reposo é quietud : unos á des- pender , é otros á guardar ; y unos á una cosa, é otros á otra. E assi ol que go- bierna no puede contentar á tantos gé- neros de inclinaciones , porque unos quieren la guerra é robar y no poblar la tierra , si no darle un repelón y volverse DE INDIAS. LIB. III. CAP. lY. G3 donde le esperan , y dcssea acabar sus días: otros que querrían lo contrario y assentar é arraigarse , no les dan con qué ni los favoresfen. E assi como son di- versos los fines de los hombres, y tan difífil cosa entenderlos , assi el que go- bierna es menester que tenga especial ventura y favor de Dios para ser amado; no obstante que niuclio está en la mano del que puede mandar para que le quie- ran bien los gobernados. E si uno estu- viere dessabrido, muchos estarán satisfe- chos con que solamente tenga tres co- sas : reto en las cosas de justi(;'¡a; liberal, é sin codigia. Volvamos á nuestra his- toria. En esta sa(;'on dio orden en fundar, ó mejor diciendo, reformar la cibdad de la Concepción de la Vega é la villa de Sanctiago é la villa del Bonao. Estas tres poblacj'iones hizo el almirante pri- mero , don Chripstóbal Colom , en esta isla , é primero que todas ellas la cibdad Isabela , de la qual se passó la gente á dar principio á esta cibdad de Sancto Do- mingo , como se dixo en el segundo li- bro. Y estando las cosas en este estado, tornó el almirante don Chripstóbal en España; y los Reyes Cathólicos, tenién- dose por muy servidos del, le confirma- ron otra vez sus privilegios en la cibdad de Burgos á veynte é tres dias de abril de mili é quatrogientos é noventa y siete años. Mas porque, para lo que se espera pro- seguir adelante en la historia, convie- ne que se diga qué reyes ó príncipes te- nían el señorío desta isla de Hayti , que agora llamamos Española, digo que aquí ovo (segund yo supe de los testigos que tengo alegado , é por las memorias que yo he copilado desde que en Barcelona, año de mili y quatrofientos é noventa y tres , vi los primeros indios é á Colom en la corte de los Reyes Cathólicos), ginco prefetos ó reyes, que los indios llaman caciques , que mandaban y señoreaban TOMO 1. toda la isla ; debaxo de los quales avia otros ca^-iques de menor señorío, que obedesfian á alguno de los ginco princi- pales. E assi todos cinco eran obedesci- dos de los inferiores que mandaban , ó eran de su jurisdif ion é señorío , é aque- llos menores venían á sus llamamientos de paz ó de guerra como los superiores ordenaban , é mandálianles lo que que- rían. Los nombres do los finco eran es- tos: Guarionex, Caonabo, Behechío, Goa- canagari, Cayacoa. Guarionex tenia todo lo llano é señoreaba mas de sessenta le- guas en el medio de la isla. Behechío te- nía la parte occidental é la tierra é pro- vincia de Xaragua , en cuyo señorío cae aquel gran lago de que en adelante se dirá. El cacique ó rey Goacanagari tenia su señorío á la parte del norte , donde y en cuya tierra el almirante dexó los trcyn- ta y ocho cliripstianos , quando la prime- ra vez vino á esta isla. Cayacoa tenía la parte del oriente desta isla hasta esta cib- dad é fasta el río de Ilayna , é hasta don- de el río Yuna entra en la mar, ó muy poco menos ; y en fin era uno délos ma- yores señores de toda esta isla, é su gente era la mas animosa por la vecindad que tenia de los caribes. Y aqueste murió desde á poco que los chrípsiianos comen- Caron á le hacer la guerra ; é su muger quedó en el Estado , é fué después chríps- tíana, y se llamó Inés de Cayacoa. El rey Caonabo tenía su señorío en las sier- ras, y era gran señor y de mucha tierra. Este tenía un cacique por su capitán ge- neral en toda su tierra , é la mandaba en su nombre , que se decía l'xmatex; el qual era vizco ó visojo, y era tan Aa- liente hombre que le temían todos los otros caciques é indios de la isla. Este Caonabo casó con Anacaona, hermana del cacique Behechío , é seyendo un ca- ribe principal , se vino á esta isla como capitán aventurero , y por el ser de su persona se casó con la susodicha , é hizo 66 IIISTOIUA GEM:1{AL y NATIRAL sil principal assienlo donde agora esU'i la villa de Sanct .Iiuiii do la Maguana, ó sofiorcó (oda aquella provincia. Nunca avia ni acaes^ian guerras ó di- ferencias entre los indios desta isla sino por una destas tres causas : sobre los términos é jurisdif ion , ó sol)re las pes- querías, ó ({uando de las otras islas ve- nían indios caribes flecheros, á saltear. Y ({uando estos extraños venían , ó eran sentidos, por Touy enoniigos é diferentes que los príncipes o principales caciques desta isla estuviessen , luego se juntaban y eran conformes, y se ayudaban contra los que de fuera venian. CAPITULO V. Que liada del lago de Xoragua, y de oiro lag-o que cslá en las sierras é cumbres mas altas desla isla, y de la forma de la gente que en esta isla se halló, é con qué armas peleaban; y qué gente son los ca- ribes flcclieros, y de la Santa Vera Cruz de la Concepción de la Vega. O uioro aquí declarar qué cosa es el la- go de Xaragua , y qué tal es el que está en las cumbres c sierras mas altas de aquesta isla, é quién son los indios cari- llos que nombré de suso, é todo lo que contiene el título deste quinto capítulo, porque todas estas cosas son muy nota- bles. El lago de Xaragua comien(;'a á dos leguas de la mar, ferca de la villa de la Yaguana; é dícese de Xaragua, porque assi llaman los indios á la provincia en que él estt\. Extiéndese al oriente, y en algunas partes tiene de ancho tres le- guas, y en todo lo demás es de dos y de una legua , é algo mas é menos. Es sa- lado assi como la mar, porque es un ojo que se hace é sale della , puesto que en algunas entradas de ríos é arroyos es dulce. Hay en él todos los pescados que hay en la mar, excepto vallenas é otros de los muy grandes : é aun también hay tiburones que son bien grandes , é otras muchas diferencias de pescados, é mu- chas tortugas , que llaman los indios hi- coteas. Y en el tiempo que esta isla es- tuvo muy poblada, estuvo poblado por toda la costa este lago de todas partes. El año de mili y quinientos y quinge, yo anduve por toda su longitud , y hallé mu- chos indios que á par deste lago vivian en muy hermosos asientos. Terna este la- go , desde donde está mas gerca de la mar fasta donde osla mas metido en la tier- ra, diez y ocho leguas; y es de muchas pesquerías , á causa de lo qual era muy ¡joblado , porque el pescado es el man- jar á que los indios son mas inclinados. El otro lago, que dixe que está en las cumbres é sierras de aquesta isla , es una gran novedad é cosa muy notable para mirar en ella ; y aunque en esta isla hay algunos que hablan en él , pocos son é muy raros los que le han visto. Y llega- do al cabo esto, solo uno he visto que mas se deba creer , porque es buena per ■ sona y hoy vive y es vecino desta cib- dad de Sancto Domingo : el qual dige que en tiempo de la gobernagion del co- mendador mayor, don frey Xicolás de Ovando , y por su mandado , este hom- bre y otros chripstianos fueron á aquellas sierras altas, donde nasge el rio de Nigao, en espegial adonde vivía el cagique Biau- tex, que estaba al pie de la sierra mas alta : hasta el qual cagique ó asiento hay desde aquesta cibdad de Sancto Domin- go quinge ó diez y seys leguas , é por aquella parte no se puede subir á la di- clia sierra , porque está allí tan áspera y derecha que no es possible subir arriba. Pero por la otra parte, á la banda del norueste, este hombre, llamado Pedro DE INDIAS. LIB. III. CAP. V. G7 de Lumbreras, subió á ver esle lago , é con él otro hidalgo, llamado Mexia, ó con ellos hasta seys indios gandules é bien dispuestos ; pero quando fueron f crea de la altura se quedaron el Mexia é los in- dios , assi como comentaron á oyr el ruy- do que en lo alto sonaba. E como esto vido Pedro de Lumbreras , dixo al Mexia que por qué no andaba , y le respondió que porque de cansado é muerto de fi'io no podia yr adelante; y él por esto no dexó de proseguir su camino , aunque muy cansado é con mucho frió, por la altura grande que hay en aquella monta- ña. E ya que avian seguido por un rio que hay entre aquellas sierras, que se dife Pañi, y que el rio seguia otra via é se apartaba por el través, siguió Pedro de Lumbreras por la Cuesta Rasa que lla- man, que está de la parte que he dicho del norueste ; é llegó muy cansado é des- mayado quasi á la sumidad é mas alta parte de las cumbres, é descansó allí un poco, no desando de se encomendar á Dios, segund el mucho espanto que avia tomado del estruendo que andaba en lo alto. E porfió por subir arriba, y llegó has- ta en fin de todo lo que se pudo subir, por un camino muy dificultoso é que con mucho trabajo se pudo andar; y llegado allá, vido una laguna que á su paresger dige que seria de tres tiros de ballesta en luengo ó longitud , é ternia de ancho la tergia parte de lo que he dicho. Y es- tuvo mirando este lago tanto espacio quanto se podrían degir tres credos. Di- fe Pedro de Lumbreras que era tanto el ruydo y estruendo que oia, que él es- taba muy espautado , é que le paresgia que no era aquel estruendo de voces hu- manas , ni sabia entender qué animales ó fieras pudiessen hager aquel horrible sonido. En fin que como estaba solo y espantado, se tornó sin ver otra cosa. Yo le he preguntado si avia llegado al agua, é si era dulge ó salada , y él me dixo que no llegó á ella con doge ó quince passos, y que visto lo que es dicho , Pedro de Lumbreras se tornó en busca de aquel Mexia é de los indios que avia llevado. Assi que esto es lo que mas se sabe de aqueste lago , del qual hay derramadas por esta isla muchas novelas que yo no creo , ni son para escrebir sin mas gerti- ficafion dellas. Vengamos á los caribes flecheros. Es- tos viven en las islas comarcanas, y la principal isla desta gente fué la isla de Boriquen, que agora se llama Sanct Juan, é las otras cercanas delia , assi como Guadalupe, la Dominica, Matinino y Ci- buqueyra , que agora se dige Sancta Cruz, é las de aquel paraje. E de aquellas ve- nían en sus canoas con arcos y flechas á saltear por la mar , é á hager la guerra á la gente desta isla de Hay ti. Son aquellos flecheros mas denodados é valientes que los desta isla, porque solamente avia en ella flecheros en una parte sola ó provin- cia que se dige de los Ciguayos, en el señorio de Caonabo; mas no tiraban con hierva ni la sabian hager. Créese que estos antiguamente vinie- ron de alguna de las islas gercanas de los flecheros , que hay muchas , como he di- cho ; y por la antigüedad avian olvidado su lengua y hablaban la desta tierra, aviendo dexado la suya. E si esto no es por aventura, para se defender de sus enemigos , aprendieron á usar sus armas mismas: los que son caribes tiran con hierva é muy mala. Mas yo tengo quasi por naturales armas, ó por las mas anti- guas las flechas. Aunque digo Plinio ' que el arco y las saetas halló primero Scy- the , hijo de Júpiter , otros digen que las saetas las halló Perseo , hijo de Perseoj pero yo tengo que es muy mas antigua i Libro vil, caiiiliilo I.Vl. 68 HISTORIA GENERAL Y NATURAL (juc lo que diye í'linio el arco y las fle- chas ; pues que Lamech , el qual fue pa- dre del palriarcha Noé, en la primera edad lualó á Caiui con una flecha ó saeta (juo 1(> lini. Aver miierlo Lamech á Caim él lo confiesa ' ; pero no di^e con qué ar- ma. Mas en aquel Suplemento de chróni- c'físdife que engañado Lamech por un mo- chacho, le tiró con el arco: y aquella Chró- nica theulónica , (|ue Iracta desde el prin- cipio del mundo, di^e assi: Camqiie Caim confcctus esseL sénior , el ínter fructifera aliquando sederet , á pronepote suo Lamech, Ipil senectuiis vitio cecus faclus, ditin vena- lioni insisteret,pueri diictoris siiasii credens Caim fcram , sagita occisus fiiit. Por las quales auctoridades digo que las flechas ó saetas son las mas antiguas armas de todas , ó quasi naturales , y como tales naturalmente pudieron estas gentes sal- vages venir en conocimiento deltas. Tornando á nuestro propósito, digo que la color desta gente es lora : son de me- nor estatura que la gente de España co- munmente ; pero son bien hechos é pro- porcionados , salvo que tienen las frentes anchas é las ventanas de las nariges muy abiertas, é lo blanco de los ojos algo turbio. Esta manera de frentes se lia^e artificialmente; porque al tiempo que nasfcn los niños, les aprietan las ca- beras de tal manera en la frente y en el colodrillo, que como son las cria- turas tiernas , las hacen quedar de aquel talle, anchas las cabegas delante é de- tras, é quedan de mala gracia. Andan to- dos desnudos é no tienen barbas, an- tes por la mayor parte son lempiños. Las mugeres andan desnudas, é desde la cinta abaxo traen unas mantas de algodón fasta la mitad de la pantorriüa; é las cacicas é mugeres principales hasta los tobillos : las tetas é lo demás , desde la cinta arriba, está descubierto. Este há- Itito trayaii las (juc eran casadas ó ha- bían conoscido varón ; pero las doncellas vírgines ninguna cosa trayan destas mantas ((jue llaman naguas) sino de lo- do punto toda la persona desnuda. Hay algunas de buenas disposiciones : tienen muy buen cabello ellas y ellos, y muy negro é llano y delgado : no tienen bue- nas dentaduras. Después que los chripstianos vinieron, tomaron de su conversación alguna ver- güenza estas gentes, é pusiéronse los indios unas pampanillas , que es un pe- dazo de lienzo ó de paño tamaño como una mano , delante de sus vergonzosas partes; pero no con tanto aviso puesto, que se les dexe de ver quanto debrian encobrir. Pelean con macanas los indios de esta isla , que son unos palos tan anchos co- mo tres dedos ó algo menos, é tan luen- gos como la estatura de un hombre con dos filos algo agudos; y en el extremo de la macana tiene una manija , é usaban dellas como de hacha do armas á dos manos: son de madera de palma muy recia y de otros árboles. Plinio dige^que los africanos fueron los primeros que fi- Cicron batalla contra los egipcios con macas de leña , las quales se llaman pha- lange : lo qual me paresge que es lo mosmo que las macanas, no obstante que los latinos llaman phalange al esqua- dron de gente de pie, puesta en orde- nanca. Y deste nombre phalange tam- bién hay una araña ponzoñosa, y el latino dice assi mismo phalanga sive palanga por la palanca ; y esto es lo que quiere decir Plinio , y á lo que paresce la macana ó arma destos indios. Assi mismo pelean con varas arrojadizas como dardos , é al- gunas mas delgadas que dardos y agu- das las puntas, que para entre gente desnuda son assaz peligrosas, é aun pa- i üiinesis, capilulo IV. 2 Lilj. Vil, caí). L^'í- DE INDIAS. LIB, III. CAP. V. 69 ra donde no fallaron buena resistencia; porque las que son do i)almas, desgra- nan, después que han herido: que es ma- dera muy cruda, hilosa y enconada, é se quiebra fácilmente, tomándola de tra- vés : en fin , que es leña que sobre ser muy refia se desgrana , é salen rajas del- gadas della , que son peores después que la llaga principal, fasta sacarlas. Quanto á la sancta Vera Cruz de la ribdad de la Congepgion de la Vega , es de saber que el segundo viaje que el al- mirante don Chripstóbal vino á esta isla, mandó á veynte é tantos hombres que fuessen á cortar un buen palo derecho y alto é bien hecho. Elos mas de aquellos, á quien lo mandó, eran hombres de la mar, é fué con ellos Alonso de Valencia que hoy vive en esta gibdad ; é cortaron un árbol gruesso é redondo, é de lo mas alto del cortaron un tronco que atra- vesaron habiéndolo cruz , la qual será de diez é ocho ó veynte palmos de alto. Afir- man muchos é tienen por cosa pública é cierta que ha hecho miraglos después acá, y que el palo desta cruz ha sanado á mu- chos enfermos; y es tanta la devogion, que los cripstianos en ella tienen que hurtan muchos pedazos é astillas della, assi para llevar á España como á otras partes: y es tenida en mucha veneración, assi por sus miraglos , como porque en tanto tiempo como estuvo descubierta, jamas se pudrió ni cayó, por ninguna tormenta de agua ni viento, ni jamas la pudieron mover de aquel lugar los in- dios, aunque la quisieron arrancar, tiran- do della con cuerdas de bexucos mucha cantidad de indios; de lo qual espanta- dos ellos la dexaron estar donde agora está , como avisados de arriba ó del cie- lo de su deydad. Y como cosa sancta y á ellos de mucha admiración , no osaron porfiar en la arrancar de donde estaba, antes viendo como los chripstianos tie- nen en la cruz mucha reverencia , ó acordándose que aquella alü hincada no eran bastantes tantos hombres á la me- near ni quitar de aquel lugar, la mira- ban con acatamiento y respeto y se hu- millaban á ella de ahy adelante. CAPITULO VI. De la venida del comendador Francisco de Bobadilla á gobernar esta Isla Española , é de cómo envió preso en grillos al almirante don Cliripslóbal Coloni y al adelantado don Bartolomé ¿ don Diego, sus her- manos, con él ; é de los muclios indios que ovo en esta isla y las causas por qué se murieron ó son quasi acabados. JlLstuvo el almirante en esta goberna- ción hasta el año de mili é quatrocientos noventa y nueve que los Cathólicos Re- yes don Fernando é doña Isabel muy enojados , informados de lo que passaba en esta isla y de la manera que el al- mirante don Chripstóbal Colom é su her- mano el adelantado don Bartolomé te- nían en la gobernación, acordaron de enviar ¡)or gobernador desta isla á un caballero, antiguo criado de la casa real, hombre muy honesto y religioso , llama- do Francisco de Bobadilla , caballero de la orden militar de Calatrava. El qual llegado á esta c'ibdad , luego prendió al almirante é á sus hermanos el adelanta- do don Bartolomé é don Diego Colom, y los fizo embarcar en sendas caravelas, y en grillos fueron llevados á España y entregados al alcayde ó corregidor de la Cibdad d(( (^ádiz , hasta tanto que el Rey é la Reyna mandassen lo que í'uesse su 70 HISTORIA GENEUAL Y NATLRAL servicio ^erca de su prisión y méritos. Quieren de^ir (jue ;il comendador Hoba- dilla no lo mandaron prender al almi- rante, ni avia venido sino por juez de residencia, é para se informar del alza- miento de Roldan ó sus consortes ; pero en fin , mandándoselo ó no , él prendió al almirante é sus heniianos é los envió á España. Y quedó en el cargo y gober- nación de aquesta isla este caballero 6 la tuvo en mucha paz é juslifia fasta el año de mili é quinientos y dos años, que fué removido y se le dio lifeufia para tornar á España , aunque no fué su 'ventura de llegar á Castilla. E assi como este caballero llegó á es- ta isla, luego el Roldan que estaba apar- tado del almirante , escribió al comen- dador, é se vinieron él é los otros cbripstianos que con él esíaban en la provincia de Xaragua, á le servir y estar en la obediencia que debian á los Reyes Cathólicos, cuyos vassallos eran. Y este Bobadilla envió muchas quexas é in- formaciones contra el almirante é sus hermanos, sinificando las causas que le movieron á los prender; pero las mas verdaderas quedábanse ocultas , por- que siempre el Rey é la Reyna quisieron mas verle enmendado que maltratado. Pero diré lo que entonces algunos le oponían, para culparle. Degiase que avia querido tener secreto el descubrimiento de las perlas, é que nunca lo escribió fasta que él sintió que en España se sa- bia ; é avian ido á la isla de Cubagua cier- tos marineros llamados los Niños , é que aquesto lo hafia á fin de capitular de nuevo. Degian assi mismo que era muy soberbio é ultrajoso é que tractaba mal a los servidores é criados de la casa real, é que mostraba ser absoluto , é que no obedescia de las cartas é mandamientos de sus Reyes, sino aquello quél quería, é que con lo de demás dissimulaba é ha- cia su voluntad. Todo esto cuentan otrus de utra ma- nera , é dicen que la muestra de las pri- meras perlas que se ovieron , la envió el almirante á los Reyes Cathólicos, luego que las descubrió, con un hidalgo dicho Arroyal; y lo mas cierto de todo fué que nunca faltaron en el mundo mur- muradores y envidiosos. Y como esta tierra está lexos de su rey, é los que acá vienen son fijos de diferentes pro- vincias é contrarios desseos é opiniones; assi siéntenlas cosas diferenciadamente. Unos con buen celo del servicio de Dios y del Rey, paresciéndoles que el almirante usaba absolutamente en la justicia y en todo lo demás, aunque la voz fuesse en nombre de los Cathólicos Reyes, no qui- sieran tanta riguridad^: otros por diver- sos fines ó passiones , pintáronle de la! manera con sus cartas, que por orde- narlo assi Dios, se efectuó la prisión del almirante é de sus hermanos, é los lle- varon á España segund he dicho. A esto dio mucho lugar la poca paciencia del almirante y estar muy mal quisto y en possesion de crudo. Llegado en España, assi como el Rey é la Reyna lo supieron, enviaron á mandar que lo soltassen á él é á sus hermanos é que se fucssen á la corto , é assi lo ficie- ron. E assi como fué suelto el almirante, fué á besar las manos al Rey é á la Reyna, é con lágrimas refirió sus desculpas lo mejor que él pudo: é después que le oyeron, con mucha clemencia le consola- ron é le dixeron tales palabras que él quedó algo contento. Y como sus servi- cios eran tan señalados, aunque en al- go se oviesse dessordenado , no pudo comportar la Real Magostad de tan agra- descidos príncipes que el almirante fues- se maltratado; é por tanto le mandaron luego acudir con todas las rentas é de- rechos que acá tenia, que se los ha- blan embargado é detenido, quando filé preso. Pci'o nunca mas dieron lu- DE INDIAS. LI13. III. CAP. VI. gar que tornasse al cargo de la gober- nación. Mas como era prudente hombre , lue- go que á España fué coa las nuevas del primero descubrimiento , suplicó á los Reyes Catliólicos que oviessen por bien que sus hijos el príncipe don Juan los regibiesse por pajes suyos. Los quales eran don Diego Colom , hijo legítimo ó mayor del almirante, é otro su fijo don Fernando Colom que hoy vive. El qual os virtuoso caballero ; y demás de ser de mucha nobleza, é afabilidad, é dulye conversagion, es doto en diversas sgien- gias , y en espegial en cosmographia ; ó de quien la Cathólica Magestad hago cuenta méritamcnte como de tan buen criado y servidor, porque losservigios del almiran- te, su padre, assi lo piden. E assiel prhi- gipe don Juan tracto bien á estossus hijos, y eran del favoresgidos, é anduvieron en su casa hasta que Dios le llevó á su glo- ria en la cibdad de Salamanca, año de mili é quatrogientos noventa y siete años. Assi que tornando á la historia , des- pués que el almirante fué perdonado, no le traclaron menos bien el Rey é la Reyna que primero ; é como era sabio , procuró por todas las vias que él pudo de tornar á la gragia de aquellos buenos príngipes, y que le diessen ligengia de volver á es- tas Indias. Pero como eran muchas las quexas que ovo contra él, no lo pudo acabar tan ayna ; y en tanto gobernó es- ta isla el comendador Bobadilla fasta el año de mili é quinientos y dos, segund he dicho : en el qual tiempo se sacó mu- cho oro en las minas desta isla, porque avia muchos indios que andaban en ellas, sacándolo para los cripstianos é para los Reyes Catliólicos, que (amblen manda- ban tener sus proprias hagiendas é gran- jerias en su real nombre. Todos los indios desta isla fueron re- partidos y encomendados por el almiran- te á todos los pobladores que á estas par- tes se vinieron á vivir ; y es opinión de muchos que lo vieron é hablan en ello, co- mo testigos de vista, que falló olalmirante, quando estas islas descubrió, un millón de indios é indias ó mas, de todas edades, ó entre chicos é grandes: de los quales to- dos é de los que después nasgieron, no se cree que hay al presente en este año de mili é quinientos y quarenta é ocho, quinien- tas personas entre chicos é grandes que sean naturales é de la progenie ó estirpe de aquellos primeros. Porque los masque agora hay, son traydos por los chripstia- nos de otras islas ó de la Tierra-Firme, para se servir dellos; pues como las mi- nas eran muy ricas , y la cobdigia de los hombres insagiable, trabajaron algunos excesivamente á los indios : otros no les dieron tan bien de comer como convenia; é junto con esto, esta gente de su natu- ral es ogiosa é vigiosa , é de poco traba- jo , é melancólicos, é cobardes, viles é mal inclinados, mentirosos é de poca memoria, é de ninguna constangia. Mu- chos dellos, por su passatiempo, se mata- ron con pongoña por no trabajar , y otros se ahorcaron por sus manos proprias , y á otros se les recresgieron tales dolengias, en espegial de unas viruelas pestilengia- les que vinieron generalmente en toda la isla , que en breve tiempo los indios se acabaron. Dieron assi mismo gran causa á la muerte desta gente las mudangas que los gober- nadores é repartidores Agieron de estos indios ; porque andando de amo en amo é de señor en señor , é passando los de un codigioso á otro mayor , todo esto fue unos aparejos é instrumentos evidentes para la total difinigion desta gente, é pa- ra que , por las causas c(uo he dicho ó por qualquiera dellas, muriessen los indios. Y llegó á tanto el negogio , que no sola- mente fueron repartidos los indios á los pobladores, pero también se dieron á cíi- r2 HISTORIA GENERAL Y NATURAL bulleros ó privados, personas aceptas y que estaban gerca de la persona del Rey Cafliólico , que eran del Consejo Real de Castilla é Indias, é á otros. Cosa en la verdad no para sufrirse , porque aunque eran personas nobles y de buena congien- f ia , por ventura sus mayordomos e fato- res que acá andaban con sus indios, los hagian trabajar demasiadamente por los desfrutar para los de allá é de acá. Y co- mo eran personeros é ministros de hom- bres tan favoresf idos , aunque mal hicies- sen , no los osaban enojar. Por cierto ningún chripstiano habrá envidia de la hacienda que assi se allegasse. Ni tam- poco fue de todo punto la final perdición de los indios lo que es dicho ; sino per- mitirlo Dios por los pecados de los des- comedidos chripstianos que gozaban de los sudores de aquestos indios , si no los ayudaron con su dotrina, de manera que conosgiessen á Dios. Y' no tampoco se de- xaron de juntar con esto, para la permis- sion divina que los excluyó de sobre la tierra, los grandes y feos ó inormes peca- dos é abominaciones destas gentes sal vajes é bestiales; al propósito de los quales qua- dra bien é conviene aquella espantosa é justa sentencia del soberano y eterno Dios * : Vídens aiitem Deus quod multa ma- lilia hominum essel in térra, el cuneta co~ fjUalio coráis intenta esset ad malum omni tempore, pcenüuit eum quod Iioniinem fecis- set in térra. E assi con justa causa dixo: Poenitet enim me fecisse eos : «Pésame de haber hecho al hombre sobi'o la tierra.» De que infiero que no sin grande misterio tuvo Dios olvidados tontos tiempos estos indios , é después quando se acordó de- llos conforme á la auctoridad de suso, viendo quanta malicia estaba sobre esta tierra toda, é que todas las cogitafiones de los corazones destos en todos tiempos eran atentas á mal obrar, consintió que se les acabasen las vidas, permitiendo que algunos inogentes , y en espcfial ni- ños baptizados se salvassen, é los de de- mas pagassen. Porque en la verdad, se- gund afirman todos los que saben estas In- dias (ó parte dolías), en ninguna pro- vincia do las islas ó de la Tierra-Firme, de las que los chripstianos han visto hasta agora, han faltado ni faltan algunos sodo- mitas , demás de ser todos idólatras , con otros muchos vicios, y tan feos, que mu- chos dellos por su torpeza ó fealdad no se podrían escuchar sin mucho asco y vergüenza , ni yo los podria escrebir, por su mucho número ó suciedad. E assi de- baxo de los dos que dixe muchas abomi- naciones é delictos é diversos géneros de culpas ovo en esta gente , demás de ser ingratíssimos é de poca memoria é menos capacidad. E si en ellos hay al- gún bien , es en tanto que llegan al prin- cipio de la edad adolescente ; porque en- trando en ella, adolescen de tantas culpas é vicios, que son muchos dellos abomi- nables. Assi que estos tales hombres, co- mo dice el Evangelio ^, en los fructos de- llos los conoscereis. Todo esto se ha platicado é disputado por muchos religiosos é personas de aprobadas letras é mucha conciencia, assi de los moncsterios é hábitos que acá hay de Sánelo Domingo, é Sanct Fran- cisco , é la Merced , como de la regla del apóstol Sanct Pedro ; é muchos perlados é grandes varones en España han bien trillado esta materia, para assegurar las conciencias reales cerca del tractamiento destos indios ; é assi para poner remedio en sus ánimas é que se salvassen , como para que sus personas é vidas se sostu- viessen. Y especiales é muchos manda- mientos é provisiones reales se han dado para los gobernadores é ministros de su justicia é sus oficiales ; pero yo veo que ^ Génesis, cap. VI, vers. V y VI. 2 Matli. VIL DE INDIAS. LIB. III. C.4P. VI. r3 ninguna cosa lia bastado para que esta gente infelige no se haya consumido en estas islas, scgund he dicho. Y desta cul- pa no quiero señalar á ninguno de los que acá han estado ; mas sé que lo que los frayles dominicos degian lo contrade- cían los franciscos, pensando que lo que aquellos porfiaban era mejor ; y lo que los franciscos amonestaban, negaban los dominicos ser aquello tan seguro como su opinión. Y después andando el tiem- po, lo que tenían los dominicos lo defen- dían los franciscos ; y -lo que primero alababan los franciscos, ellos mismos lo desecharon y lo aprobaban entonces los dominicos. De forma que una misma opi- nión é opiniones tuvieron los úneselos otros en diversos tiempos; pero á la con- tinua muy diferentes en cada cosa de to- das ellas : quiero decir , que en lo que los unos estaban, nunca los otros vonian en ello en un mismo tiempo. Ved como acer- taría á entender esta cosa quien la escu- chal:a , ó á qual parte se avia de acostar el lego que avia de escoger lo que mejor fuesse para su conciencia , viendo que lo de antaño era el año venidero malo , é lo malo tornaba á ser alabado. Y estas cosas son peligrosas , no tan solo á los que nuevamente vienen á la fé, pero aun á los que son cln'ísptianos castizos po- drían poner en muchos escrúpulos ; pues vían que los unos frayles no los querían oyr de penitencia, sí no dexaban ú los in- dios, é los otros padres religiosos de la contraria opinión los oyan é daban los sacramentos. Yo digo lo que vi. Esto no quiero tan- to hacerlo de la cuenta ó culpa de tan buenos religiosos como ha ávido ó hay en esta isla é Indias, como de la propria infelicidad é desaventura de los mismos indios y (mejor digiendo), este secreto es para el mismo Dios, que no hage cosa injusta , ni permite que estas cosas de tanto peso sean sin misterio grande. Ni TOMO 1. es de pensar que los religiosos todos , ni alguno dellos, dirían cosa que no pensas- sen ser buena é qual convenia á la buena reformación y seguridad de las concien- cias de los chripstianos, 6 por evitar la perdición de los indios. Ni quiero exten- derme á mas en esta materia ; porque yo ya me he fallado dos veges en España á jurar por mandado de los señores de Consejo Real de Indias lo que rae pares- Ce é siento del ser é capacidad dcstos in- dios é de los de Tierra-Firme (qiianto á aquellas partes donde yo he andado ) : é la una vez fue en Toledo , año de mili c quinientos éveynte y cinco, y la otra en Medina del Campo el año de mili é qui- nientos y treinta é dos años: é assi lo juraron otras personas señaladas, é cada uno creo que miraría su conciencia en lo que dixesse , atento lo que le fué pre- guntado é mandado por aquellos señores que declarasse. Y en verdad que si aquel mismo día ó dias en que lo juré yo estu- viera en el artículo de la muerte , aquello mismo dixera. Assi que yo me remito á estos religiosos dotos, después que estén acordados : y entre tanto esté sobre aviso quien indios tuviere para los tratar como á próximos , é vele cada qual sobre su conciencia. Aunque ya en este caso poco liay que hacer en esta isla y en las de Sanct Juan, é Cuba, é Jamáyca, que lo mismo ha acaescido en ellas, en la muerte é acabamiento de los indios que en esta isla. Y agora que son acabados, podrán estos padres religiosos , como avi- sados de la experiencia que tienen de las cosas que aquí han passado , mejor deci- dir é determinar lo que conviene hacerse con los otros indios que están por sojuz- gar en aquellos muchos rcynos é provin- cias de la Tierra-Firme : que para mí, yo no absuelvo á los chripstianos que se han enriquescido ó gozado del trabajo destos indios , si los mallractaron ó no hicieron su diligencia para que se salvassen. Ni 10 74 HISTOlllA GENERAL Y NATURAL quiero pensar que, sin culpa de los indios, ios avia de castigar 6 casi assolar Dios en estas islas , seyendo tan viciosos é sacri- ficando al diablo, é habiendo los ritos é feriinonias que adelante se dirán. E por- que decirlas todas seria cosa imposible, diré algunas de las que á mi noticia éde otros muchos son notorias, é por aquello se podrá entender lo demás, quando á esta materia volvamos. CAPITULO VIL l'c la venida del comendador mayor de Alcáiitnra, don ficy Nicolás do Ovando, el qual gobernó esta isla, é de la parlida del comendador í'ranci^co de Bobadilla , el qual con loda la Hola so perdió en la mar con mucho oro , é del aviso que dio el almirante al comendador mayor, para que no dcxasse salir la ilota dcste ^ulcrlo, como hombre que conoscia la disposición del tiempo. E por no le creer ni dexar entrar aqui, se per- dió el armada é mucha gente. sereníssima Reyna que solamente sus vassallos passassen á estas partes é no otros algunos, si no fuesse por les facer muy seiialada merced ; é assi se guardó fasta el fin del año de mili c quinientos é quatro que Dios la llevó á su gloria. Mas después el Roy Cathólico, gober- nando los rcynos de la sereníssima Rey- na doña Juana, su fija, nuestra señora, dio ligencia á los aragoneses é á todos sus vassallos que passassen á estas partos con oficios é como le plugo. Y después la Cesárea Magostad extendió mas la li- cencia, é passan agora de todos sus se- ñoríos é do todas aquellas partes, é vas- sallos que están debaxo de su monar- chia. Partió pues el comendador mayor des - de España, año de mili é quinientos y dos años , é llegó á esta cilxlad de Sancto Domingo á quince de abril de aquel año, estando poblada esta vecindad de la otra parte deste rioOcama. E luego fué obedcs- cido por gobernador ; y el comendador Bobadilla, que lo avia seydo, dio orden en su partida , porque los Reyes Cathóli- cos le removieron del cargo é le dieron licencia que so fuesse á España, tenién- dose por muy servidos del en el tiempo que acá estuvo, porque avia rotamente é como buen caballero hecho su oficio en todo lo que tocó á sn cargo. E assi se partió para Castilla en la flota é armada la sacón que el comendador de La- rez , don frey Nicolás de Ovando, de la Orden é caballería militar de Alcántara, passó é esta cibdad é isla, no era co- mendador mayor de su Orden : que des- pués estando acá, vacó la encomienda ma- yor de Alcántara por muerte de don Alonso de Sanlillan, y el Rey Cathólico lo envió el título é merged de la enco- mienda mayor al dicho comendador de Larez que acá estaba algunos años avia. Y por tanto no le llamaré en todo lo que del se tractáre sino comendador mayor. El qual, por mandado del Rey é Reyna Cathólicos, vino á esta isla con treynfa na- ves é caravelas é muy hermosa armada, ó vinieron con él muchos caballeros é hi- dalgos é gente noble de diversas partes de los reynos de Castilla é de León. Porque en tanto que la Cathólica Reyna doña Isabel vivió, no se admitían ni de- xaban pasar á las Indias sino á los pro- prios si'ibditos é vasallos de los señoríos del patrimonio de la Reyna, comoquie- ra que aquellos fueron los que las Indias descubrieron, c no aragoneses, ni cata- lanes , ni valencianos , ó vasallos del ¡la- trimonio real del Rey Cathólico. Salvo por especial merced , á algún criado é persona conoscida de la casa real se le daba licencia, no seyendo castellano; porque como estas Indias son de la coro- na é conquista de Castilla , assi queria la DE INDIAS. LIB. III. CAP. VII. /O en que avia venido el comendador ma- yor; mas como avian sacado mucho oro, llevábanse en aquel viaje sobre qien mili pesos de oro fundido é marcado , é algu- nos granos gruesos por fundir, para que en España se viessen. Porque aunque ya otras veges se avia llevado oro para los Reyes Cathólicos é de personas particu- lares , nunca hasta entonces en un viajo avia ydo tanto oro juntamente, fundido é por fundir y en algunos granos señala- dos , entre los quales yba un grano que pesaba tres mili é seys»ientos pesos de oro; é al paresger de hombres entendi- dos y expertos mineros , decían que no tenia de piedra tres libras , que son seys marcos , que montan trescientos posos. Assi que descontado lo que podria aver de piedra , quedaría el grano en tres mili é trescientos pesos de oro , y era tan grande como una hogaza de Utrera. Y porque dixe en la memoria que escribí en Toledo , año de mili ó quinientos 6 veinte y cinco años , que este grano pe- saba tres mili é doscientos pesos , é aque- llo se escribió sin ver mis memoriales , é teniéndome atrás de lo que pudiera degir en muchas cosas , ahora digo , pues es- toy donde hay muchos testigos vivos que vieron aquel grano , que pesaba algo mas de tres mili é seysgientos pesos, segund que dixe de suso, con piedra é oro. El qual halló una india de Miguel Diaz , del qual se dixo que fué causa que esta cib- dad se poblasse aqui de la otra parte des- te rio ; é porque este tenia compañía con Francisco de Garay, quedó el grano por entrambos , é sobre lo que montó el quin- to que pertenesgió al Rey , sacados los derechos , se les pagó la demasía , é que- dó el grano para el Rey y la Reyna ; é llevándole en aquella armada, se perdió. Y era tan grande, que assi como la india que le halló lo enseñó á los chripslianos mineros, ellos muy alegres acordaron de almorzar ó comer un lochon bueno c ¡ior- do, é dixo el uno dellos: «Mucho tiempo ha que yo he tenido esperanza que he de comer en platos de oro, é pues deste grano se pueden hacer nnichos platos, quiero cortar este lochon sobre él. » E assi lo hizo ; é sobre aquel rico plato lo co- mieron, é cabia el lechen entero en él , porque era tan grande como he dicho. Tornando á la historia , partió el co- mendador BobadíUa en fuerte hora é con mala ventura, é con él Antonio de Tor- res, hermano del ama del príncipe, que era capitán general de la flota en que el comendador mayor avía venido. Y estan- do para partir, acaesgió que uno ó dos días antes que el armada salíesse deste puerto , llegó el almirante primero don Chripstóbal Colom con quatro caravelas, que venia á descobrir por mandado de los Reyes Cathólicos , é traya consigo á don Fernando Colom , su fijo menor. Y como llegó á una legua deste puerto de Sancto Domingo, envió allá el comenda- dor mayor un batel con ciertos marine- ros , é créese que estaba avisado de su venida é aun prevenido para que no en- trasse aqui. Y como el almirante sintió es- to , envió á decir al comendador ma- yor que pues no quería que entrasse en lo que a^ ia descubierto , que fuesse como lo mandaba : que él no pensaba que de aquello se servían los Reyes Cathólicos; mas que le pedia por merced al comen- dador mayor que no dexase salir el ar- mada deste puerto, porque el tiempo no le paresQÍa bien , y quél. se yba á buscar puerto seguro , pues aqui no le fallaba ni le acogían. E assi se fué con sus carave- las á Paerlo Escondido, que es en esta isla á diez leguas desta cibdad de Sancto Domingo , en la costa ó banda del sur al occidente , é allí estuvo hasta que passó la tormenta que adelante diré. Y después de passada, atravessó desde allí para la costa de Tierra-Firme , é descubríci lo 7G IIISTUIUA GENEHAL Y NATURAL (jnese diiá atk-laiile en su lugar. Otros vo el almirante hasta que passó la tor- turen que se fué á Arua , é que allíestu- menta. CAPITULO VIII. Be lo que dL-scibrieron en la costa de Tierra-Firme los capitanes Alonso de Hojeda y Rodrigo de Bastidas. n el tieiiq)0 que estuvo en España el almirante primero, se siguió quel capitán Alonso de Hojeda, con el favor del Obispo don Juan Rodríguez de Fonseca , que era prin';ipal que entendía en la gobernación destas Indias, vino ú doscobrir por la cosía de Tierra-Firme, é truxo su derro- ta á reconosQer debaxo del rio Marañan, en la provincia de Paria, é llegó á tomar tierra ocho leguas encima de donde ago- ra está la población de Sancta Marta ,' en una provin(;ia que se defia Cinla. Y era allí cac^'ique uno llamado Ayaro, el qual quedó de pages é muy amigo de los chripstianos , al qual después tomó por engaño, é no bien faciéndolo, otro capitán dicho Cliripstóbal Guerra. Esto fué año de mili é quinientos y uno. Pero no fueron solos eslos armadores; porque el capitán Rodrigo de Bastidas corrió desdel cabo de la Vela (donde el almirante avia lle- gado quando descubrió la cosía de Tier- ra-Firme) , é passó adelante al poniente, como se dirá en su lugar. Porque sin cul- pa mia no podría callar lo que á mi no- ticia ha venido de lo que señaladamente ha hecho cada uno en estas partes que sea digno de acuerdo; por tanto digo que Rodrigo de Bastidas salió de España año de mili é quinientos é dos con dos cara- velas desde el puerto ó bahía de la cibdad de Cádiz, á su costa é de Juan de Ledesma é otros sus amigos ;é la primera tierra que tomaron fué una isla, que por ser muy fresca é de muy grandes arbo- ledas , la llamaron Isla Verde , la qual is- la está á la banda ó parte que hay desde la isla de Guadalupe hágia la Tierra-Fir- me , é cerca de las otras islas que en aquel paraje hay. E de allí levantados estos navios, fueron por la costa de la Tierra-Firme , é platicando con los indios en diversas partes della , ovieron hasta quarenta marcos de oro , é discurrieron por la costa, la via del poniente, por de- lante del puerto de Sancta Marta desde el cabo de la Vela , é por delante de rio grande. Y mas adelante descubrió el mismo capitán Rodrigo de Bastidas el puerto de Zamba , é los Coronados , que es una tierra, donde todos los indios della traen muy grandes coronas. Y mas al occidente descubrió el puerto que llaman de Cartagena, y descubrió las islas de Sanct Bernaldo é las de Baru , é las que llaman islas de Arenas , que están en frenío é cerca de la dicha Cartagena. Y de ahy passó adelante é descubrió á Isla Fuerte , que es una isla llana dos leguas de la costa de Tierra-Firme , donde se fafc mucha sal é buena. E mas adelante está la isla de la Torliuja : esta es muy pequeña é no poblada : é mas adelante descubrió el puerto del Cenú , y passó mas adelante é descubrió la punta de Ca- rihana, que está á la boca del golpho de Vrahá, y entro dentro del mismo golpho é vio los isleos ó farallones que están en la otra costa frontera junto á tierra en la provincia del Darien. Y como allí llegó, acabó de descubrir las fiento é treynta leguas que he dicho , poco mas ó menos, que hay desde el cabo de la Vela hasta allí. E quando el agua fué de baxa mar, hallóla dulge en quatro bragas donde pu- do estar surgido, é llamó golpho Didre aquel que se llama de Vrahá ; pero no vi- do el rio de SanctMuan , que también le DE INDIAS. LIB. III. CAP. VIII. llaman Rio Grande , que entra por siete bocas ó siete bracos en el dicho golpho, el qual es causa que se torne dulge en la jusento ó menguante el agua de la mar; y en mas espa(,"io de do^c leguas de luen- go é otras quatro é cinco y en partes seis de ancho que hay de costa á costa , den- tro en el dicho golpho do Vrabá ; de lo qual y del dicho rio se dirán mas parti- cularidades adelante, porque yo he esta- do algunos años en aquella tierra En es- te viaje yba por piloto principal Juan de la Cosa , que fué muy ex(;elente hombre de la mar. En aquel golpho estuvieron estos ar- madores algunos días, é como los navios estaban ya muy bromados é facian mu- cha agua, acordaron de dar la vuelta é atravesaron á la isla de Jamáyca , donde tomaron refresco. Y de alli fueron á la isla Española , y entraron en el golpho de Xaragua, ó allí perdieron los navios que no los podían sostener: é salió la gente en tierra , é fuéronse á la cibdad de Sancto Domingo , donde fallaron al comendador Bobadíila , que ya tenía preso al almirante. E también prendió al di- cho capitán Bastidas, porque habia res- catado con los indios de la misma isla Española, y envióle preso á España en el mismo navio quel almirante fué lleva- do ; porque la una prisión é la otra fue- ron quasi á un tiempo. Pero luego el Rey é la Reyna le mandaron soltar, é por es- te servicio que fué grande é fecho á pro- pria costa del mismo capitán Rodrigo de Bastidas é otros sus amigos, como he dicho , los Cathólicos Reyes le Agieron merged de ginquenta mili maravedís de juro de por vida en aquella tierra é pro- vincia del Darien. Todo lo que descubrió Bastidas en este viaje fasta la punta de Caribana es de indios flecheros é de la mas regia gente de la Tierra-Firme, é tales son desde el cabo de la Vela al oriente fasta la punta de las sahnas é Bo- ca del Drago ; o todo lo quel primero al- mirante avia descubierto en Tierra-Fir- me. E tiran en toda la dicha costa é islas della con hierva muy mala é inremedia- ble; é si hay remedio, los chripstianos no le saben. En su lugar se dirá de qué ma- nera ó con qué materiales fagen los in- dios esta pongoñosa hierva ; é por no me detener agora en esto, tornaré al ahni- rante é á su descubrimiento. CAPITULO IX. Outí Iracta de cómo se perdió el armada con el comendador Bobadilla, é del último viaje é descubrimiento que tizo el almirante don Chripslóbal Colom en la Tierra-Firme. icho tengo, en el capítulo Vil deste libro, cómo el almirante llegó gerca del puerto desta cibdad, viniendo de Es- paña para yr á descubrir lo que descu- brió en su último viaje de la Tierra-Fir- me , yendo á buscar el estrecho quél de- gia que avia de fallar para passar á la mar austral; en lo qual so engañó, por- que el estrecho quél pensaba ser de mar, es de tierra , como so dirá adelante. Pe- ro no le fué dado lugar por el comenda- dor mayor para que entrasse en este puerto desta cibdad de Sancto Domin- go: por lo qual después el almirante en- vió á avisar quel tiempo estaba de ma- nera que le paresgia quel comendador Bobadilla , é la armada que con él esta- ba aparejada para yr á España , en nin- guna manera debia partir desta cibdad; mas como no se le dio crédito, subgedió dello lo que aquí diré. Y el almirante, como prudente nauta, se acogió á Puer- to Escondido; é passada la tormenta, tiró su camino para el descubrimiento de la 78 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Tiorra-Firme ; ó. cómo ya él tenia noticia quel capitán Rodrigo do Bastidas avia descubierto hasta ci golpho de Urabá (que está en nueve grados é medio , la punta de Caribana , que es á la boca de aquel golplio) , passóse adelante á des- cobrir la costa de Tierra-Firme mas al poniente; lo qual en este capítulo se di- rá , porque no quiero olvidar la muerte del comendador Bobadilla é del capitán de la flota, Antonio de Torres, hermano del ama del príncipe , lo qual passó des- ta manera. Partieron estos caballeros de aqueste rio é puerto desta cibdad de Sancto Do- mingo, por no aver lomado el consejo del almirante. E salida el armada á la mar, ocho ó diez leguas de aqui, didles tal tiempo que de tre\ nta naos é caravelas no escaparon mas de qualro ó cinco , é dieron al través todas las de demás por estas costas , é muchas se hundieron c las tragó la mar, que jamás parcsfieron, é anegáronse mas de quinientos hombres, entre los quales eran los mas prinrjpalcs los que tengo dicho , é assi mismo aquel Roldan Ximenez que se avia algado con- tra el almirante é adelantado, su herma- no; é se ahogaron assi mismo otros gen- tiles hombres hidalgos é muy bueno gen- te. E allí se perdió aquel giano de oro que dixe que pesaba tres mili é seysf len- tos pesos, con mas de otros gient mili pe- sos de oro y otras muchas cosas : assi que fue muy gran pérdida y mala jornada. El almirante, como conosgió el tiem- po, recogióse al Puerto Escondido, el qual nombre él le puso ; é desde allí, assi como fué passada la tormenta , atra- vessó la vuelta de la Tierra-Firme , é no corrió riesgo, segund paresfió por el efe- to ; porque descubrió debaxo de lo que tengo dicho que costeó Bastidas, segund yo oy á los pilotos Pedro de Umbría é Diego Martin Cabrera , é Martin de los Reyes, y á otros que se hallaron en ello, lo que agora diré. El almirante fué á re- conosfer la isla de Jamáyca, y de allí passó y fué á reconoscer ol caijo de Hi- gueras y las islas de los Guanaxcs (una de las quales se dige Guanaxa) , y fué á Piiciio de Honduras, á la qual tierra lla- mó é puso nombre Punía de Caxincs; ó de allí fué al cabo de (írarias á Dios , y tiró la vuelta del levante la costa arriba de Tierra-Firmo, y descubrió la provin- cia é rio de Veragua , é passó á otro rio grande que está mas al oriente, é llamó- le rio de Bclcn. Este está una legua del rio que los indios llaman Ycbru, que es el mismo de Veragua (la qual se cree que es una de las mas ricas cosas que hay en todo lo descubierto); y de ahy subiendo la costa al oriente, llegó á un gran rio, é llamóle rio de Lagartos. Este es el ([ue agora los chripslianos llaman Chagre, que nasfo gerca déla mar del sur, aunque viene á fenesgcr en la del norte, épassa á quatro leguas de Panrmá. Y de allí dis- curriendo, llegó á una isla que está junto á la cosía de la Tierra-Firme, é llamóla isla de Bastimcníos , é á Puerto Bello , é de allí passó por delante del Nombre de Dios ( el qual nombre puso después á aquel puerto el capitán Diego de Kicue- sa, como se dirá en su lugar). E passó el almirante al rio de Francisca é al puer- to del Betretc; ó de allí subió hasta el golpho de Secalira , ó llamóle golpho de Sancl Blas; ó subió mas por la cosía has- ta las islas de Pocorosa, ó allí llamó el almirante á aquello el Cabo del Mármol. Por manera que deste camino, que fué el último quel almirante fizo á estas par- tes , descubrió de la Tierra-Firme QÍento é noventa ó doscientas leguas de costa, poco mas ó menos. E desde allí atravessó á la isla de Ja- máyca, la qual está del cabo de Gracias á Dios la vuelta del nordeste gient leguas. E allí se le perdieron los dos navios, que los trava va niuv cansados é bromados; DE INDIAS. LIB. 111. CAP. IX. 79 é de quatro que avia llevado , el uno de- xó perdido en el rio de Yebra (que es en la provincia de Veragua), y el otro le de- xó en la mar, porque no se podia lener sobre el agua; porque en aquellas costas de Tierra-Firme, como hay muchos 6 grandes ríos, assi hay mucha broma en ellos, é presto se pierden los navios. Pero ea treynta diasque atravessaron fué á reconosger la tierra de Oinoha^ja, que es en la isla de Cuba de la banda del sur, quasi al ñn de la isla , donde ago- ra está poblada la villa do la Trinidad : é desde allí fué á Jamáyca, donde, como es dicho, perdió los otros dos navios , é dio con ellos f abordando en la costa don- de aa;ora dicen Sevilla. E desde allí dio notigia de su venida al comendador ma- yor, que estaba en esta cibdad de Sáne- lo Domingo , con una canoa que envió do indios , y en ella á Diego Méndez , su criado , que es un hidalgo , hombre de honra, vegino desta cibdad, que hoy dia vive. El qual se atrevió á mucho, por ser la canoa muy pequeña, é porque fágil- mente se trastornan en la mar tales ca- noas , é no son para engolfarse ninguno que ame su vida , sino para la costa c gerca de tierra. Pero él, como buen cria- do é hombre animoso , viendo á su señor en tanta nesgessidad , se aventuró é de- terminó é passó toda la mar que hay des- de aquella isla á esta con las cartas del almirante, para quel comendador mayor le socorriesse y enviasse por él. Por el qual servigio (que en la verdad fué muy señalado, quanto se puede encaresger) el almirante siempre le tuvo mucho amor, é le favoresgió : é sabido por el Rey Ca- thólico le hizo mergedes, é le dio por ar- mas la misma canoa, por cxemplo de su lealtad. E sin dubda en aquellos pringi- pios meterse un hombre en la mar con sus enemigos, seyendo como son tan grandes nadadores y en barca ó passaje tan peligroso é ingierto , fué cosa de gran- de ánimo y de señalada lealtad é amor que á su señor tuvo. Y cómo el comen- dador mayor vido las cartas del almiran- te , envió luego una caravela á saber si era verdad , é para ver do la manera que estaba el almirante é sentir la cosa , é no para lo traer. Pero el Diego Méndez com- pró un navio de los dineros del almirante é bastecióle y envió por su señor , en que vino á esta isla, en tanto quel Diego Mén- dez fué á Castilla á dar noticia al Rey é Reyna Cathólicos de lo quel almirante avia fecho en aquel viaje. No es razón de dexar en siiengio lo que al almi- rante intervino en aquella isla, después de aver enviado á Diego Méndez á esta, como es dicho, á dar uotigia de su que- dada allí, porque es cosa memorable y para ser notado lo que agora dfré. Es de saber que assi de los trabajos que su gente é marineros avian passado en este descubrimiento, como en aver passado por tan diferentes regiones é coq tan malas comidas é falta de reposo , avia muchos enfermos ; é los que estaban sa- nos se le amotinaron, inducidos á ello por dos hermanos que allí yban, llama- dos Fraugisco de Porras , capitán de un navio de aquellos , é Diego de Porras, contador de aquella armada: los quales tomaron todas las canoas que los indios tenían , é pubhcaron que el almirante no quería yr á Castilla , porque les avia di- cho que esperassen la respuesta de Diego Méndez y que enviasse navios que los llevassen á todos. Pero ellos, mal acon- sejados , no queriendo obedesger su man- dado , se fueron é metieron en la mar, pensando atravessar é venir en las ca- noas á esta Isla Española; é aunque mu- chas veges lo tentaron, no pudieron salir con su intención : antes porfiándolo, se anegaron algunos de los compañeros que á estos seguían; por lo qual acordaron los que dellos quedaron, de volver donde el almirante quedaba , con determínagion 80 lllSTüKIA GK.NEUAL Y NATURAL de le tuiíiai- los navios que le oviessen venido. Mas en lanío que los aleados é desobedientes entendian en lo que es di- cho, cobraron salud los que avian que- dado enfermos y en compañía del almi- rante, aunque eran pocos en número. Y como fué entendida la raalifia, mandó el almirante al adelantado don Bartolo- mé , su hermano , que saliesse al campo á resistir el mal propóssito de los contra- rios: é peleó con ellos é los desbarató é venf ió é mató tres ó ([uatro dellos, é otros muchos quedaron heridos. E aquesta fué la primera batalla que se sabe aver ávido entre chripstianos en estas partes é In- dias; y el Francisco é Diego de Porras fueron presos. Antes que esta batalla é diferencias subgediessen , como los indios vieron que los que estaban sanos de los chripstianos se avian ydo é dexado al almirante , é que los que con él avian quedado eran pocos y enfermos no les querían dar de comer ni otra cosa alguna. E viendo es- to el almirante, hizo juntará muchos de los indios é dixoles que si no le daban de comer á él é á los chripstianos, que tuviessen por gierto que avia de venir muy presto una pestilencia tan grande que no quedasse indio alguno dellos, é que por señal desto é de la pestilencia é vertimiento de sangre que avria en ellos, verian tal dia (que él les señaló), é á tal hora, la luna hecha sangre. Esto dixo él , porque como era gentil astrólo- go, sabia que avia de ser eclipse de la luna, quando les avia dicho. Llegado pues el tiempo, como vieron los indios eclipsada la luna , creyeron lo que el al- mirante les avia dicho , é muchos dellos fueron, dando vofes é llorando, á pedir perdón é rogar al almirante que no cstu- viesse enojado ; é diéronle á él é á los que con él estaban quanto querían é avian menester de sus mantenimientos , é sirviéronle muy bien. En aquesta manera de vida trabajosa estuvo el almirante é los chripstianos que le quedaron un año, durmiendo é habitando en los navios que estaban al través, anegados hasta la cubierta dentro del agua de la mar junto á tierra, é dentro del puerto donde agora está la villa de Sevilla, que es la principal po- blación de aquella isla. E alli cei'ca fué la batalla que es dicho , y el puerto se dice Sánela Gloria. Passado lo que es di- cho , llegó la caravela que Diego Méndez envió por el almirante ; y quando se em- barcaba en ella , lloraban los indios por- que se yba , porque pensaban que él é los chripstianos eran gentes celestiales. Llegado el amirante á esta cibdad de Sancto Domingo , estuvo algunos dias descansando aqui; é festejóle el comen- dador mayor, é túvole en su posada, fasta que después se partió el almirante en los primeros navios que fueron á Es- paña á dar cuenta al Rey Calhólico de lo que avia fecho en este su postrero des- cubrimiento de parte de la Tierra-Fir- me. E de aquel camino después que vol- vió á Castilla , como ya era viejo y en- fermo é muy apassionado de gota , mu- rió en Valladolid , año de la Natividad de Chripstü de mili é quinientos y seis años , en el mes de mayo , estando el Rey Cathólicoen Villafranca de Valcacar, á la sacón quel sereníssimo Rey don Felipe é la sereníssima Reyna doña Juana, padres de la Cesárea Magestad, nuestros seño- res, venian á reynar en Castilla. Assi que muerto el Almirante donde he dicho, fué llevado su cuerpo á Sevilla al moneste- rio que está de la otra parte del Guadal- quivir, llamado las Cuevas, de la Orden de la Cartuxa, é alli se pusso en depósi- to. Plegué á Dios dele tener en su glo- ria'... porque demás de loque sirvió álos Reyes de Castilla, mucho es lo que todos los españoles le deben ; porque aunque en estas partes han padescido é muerto DE INDIAS. LÍB. III. CAP. IX. 81 muchos dellos en las conquistas é pa^i- ficagion destas Indias, otros muchos que- daron ricos é remediados; é lo que me- jor es, que en tierras tan apartadas de Europa, é donde el diablo era tan servi- do é acatado, le hayan los chripstianos desterrado della , é plantado y exer^ itado la sagrada fé cathólica nuestra é Iglesia de Dios en partes tan remotas y extra- ñas é do tan grandes reynos é señoríos, por medio é industria del almirante don Chripstóbal Colom. Y que demás desto, se hayan llevado é llevarán tantos te- soros de oro, é plata, é perlas, é otras muchas riquezas é mercaderías á Espa- ña: por lo qual ningún virtuoso español se desacordará de tantos benefirios co- mo su patria resg'ibe ú han resultado, mediante Dios, por la mano de aqueste primero almirante destas Indias. Al qual subfedió en su título , é casa y Estado el almirante don Diego Colom , su hijo : el qual casó con doña Maria de Toledo , so- brina del ilustre don Fadrique de Tole- do, duque de Alva, de buena memoria, fija de su hermano don Fernando de To- ledo , comendador mayor de León en la Orden militar de Sanctiago. En la qual ovo el almiradte don Diego Colom al almirante don Luys Colom , que des- pués heredó su casa y Estado y al pre- sente lo tiene, é ovo otros fijos en esta señora. CAPITULO X. De la gobernación del comendador mayor, don Frey Nicolás de Ovando, é de cómo se passó la vecindad desla cibdad, que eslaba de la olra parle del rio, adonde agora eslá, y de las iglesias y perlados dolías que ha ávido y hay en esta isla Española, c de los edificios desta cibdad de Sánelo Domingo y otras cosas nolablos desta Isla. Jl erque en la segunda parte destas his- torias se continuarán los descubrimientos de los particulares armadores , solamente digo que el año de mili é quinientos y quatro Juan de la Cosa é otros sus con- sortes passaron con quatro navios á la costa de la Tierra-Firme, y en ella y en algunas islas cargaron de brasil y esclavos. En el qual tiempo también otro capitán, llamado Chripstóbal Guerra, armó é passó á la Tierra-Firme á extragar lo que pudo ; y del mal subcesso de los unos é los otros se dirá en su lugar convinien- te: é assi mosmo de la desventurada muerte del capitán Diego de Mcuesa, y del primero descubrimiento de la mar del Sur, hecho por Vasco Nuñez de Bal- boa, y del mal fin c nombre con que acabó sus dias. Pero porque todo esto es del jaez de la segunda parte de la Natu- Tjy.O I. ral é general historia dcslas ludias, de- cirlo he donde mejor quadre é sea mas conviniente la relación dello. E por tan- to volveré á esta Isla Española é cibdad de Sancto Domingo , donde llegó el co- mendador mayor, don Frey Nicolás de Ovando (estando la población de la otra parte deste rio), á los quince del mes de abril de mili é quinientos y dos años, é so fué el comendador Bobadiila con la armada, segund os dicho, é aquel mismo año vino el almirante don Chripstóbal Colom á fafcr el descubrimiento do Ve- ragua é parte de la Tierra-Firme ; é apor- tó después en Jamáyca, do quedaron sus caravelas perdidas, é vino aqui en el mes de septiembre de mili é quinientos y quatro años. Pero lo gierto es que el al- mirante vino el mismo año é desde á poco licnipo que el comendador mayor 1t 82 HISTORIA GENERAL Y NATURAL acá estaba, porque en los mismos navios quél vino, se tornaba á España el comen- dador Bobadiila; é aquellos se perdieron y)or no aver tomado el consejo del almi- rante, segund lo he dicho. Assi que, tornando á la historia , digo que después que ahy llegó Colom, veni- do de Jamáyca , ovo una tormenta que los indios llaman hwacun á los dofe dias del mes de septiembre que derribó todas las casas é buhios desta cibdad , ó la mayor parte dellas. Mas porque des- pués, passados algunos años, ovo otras dos tormentas ó huracanes mayores de que mas largamente se dirá adelante, no diré aqui mas en esto del huracán. E ya esta cibdad la avia hecho passar donde agora está el comendador mayor; é de alli adelante se comentaron á edificar é labrar casas de piedra é de buenas pa- redes y edificios. Pero yo no le pienso loar aver passado aqui la cibdad, ni averia quitado de la otra costa ó ribera deste rio, donde primero fué fundada; porque en la verdad de nesfessidad se- ria mas sano asiento é vivir del otro ca- bo que de aqueste, porque entre el sol é aquesta cibdad passa el rio de la Of a- ma ; é assi las nieblas de la mañana , lue- go quel sol aparesce, las derriba ó trastor- na sobre esta cibdad. Demás de aqueste defeto, que es muy grande, el agua de una muy buena fuente, de donde se pro- vee la mayor parte desta poblagion, está en frente della de la otra parte del rio, é los que no quieren beber de los pocos que no son buenos, ó no hacen traer agua de otras partes lexos, van alli por agua. E como este rio es muy hondo, no tiene puente ; é á esta causa , aunque hay una barca ordinaria que la cibdad paga é tiene para passar á quantos quisieren yr ó venir é atravessar el rio á pie ó á ca- ballo, es menester tener un esclavo ó mas otros mocos ocupados solamente en proveer la casa de agua de la dicha fuente. Assi que grande inconveniente es también; mas dio lugar á esta inadver- ten(,ia del comendador mayor ser muy possible traerse el agua á esta cibdad desde un rio que se llama Hayna , que está á tres leguas de aqui , de muy bue- na agua é pueden facer que venga á la plaga desta cibdad é á todas las casas que aqui hay : con lo qual seria una de las poblaciones muy buenas del mundo, é assi cessaria el defeto del agua. E tam- bién pudo caussar la mudanza deste pueblo que siempre los gobernadores nuevos quieren enmendar las obras de los passados, ó dar forma cómo se ol- vide lo que los antecessores cu el oficio obraron, para escuresger la fama del que passó. Pero con estos inconvinientes que he dicho desta cibdad, tiene otras cosas bue- nas. Lo primero está aqui una iglesia ca- thedral, cuya erección se fizo por el Ca- thólico Rey don Fernando é la sereníssi- ma Reyna doña Johana , su fija , nuestra señora ; y el primero obispo delia fué don fray Gargia de Padilla, de la Orden de Sanct Francisco , el qual no passó á estas partes , porque vivió poco después que fué obispo; y el segundo fué el maestro Alexandro Geraldino. Este fué romano é buen perlado y de sana intenfion. El ter- cero obispo desta sancta iglesia é obispa- do de Sancto Domingo, que hoy tene- mos , es don Sebastian Ramírez de Fuen- te Leal , presidente que fué de la Audien- cia Real que aqui reside, el qual es assi mismo obispo de la iglesia de la cibdad de la Concepción de la Vega, en esta misma isla de Hayti ó Española , que está treynta leguas la una cibdad de la otra. Mas para que mejor se entienda la unión destas dos iglesias é obispados, es de sa- ber que quando fué hecho el primero obis- po desta cibdad, fray Garcia de Padilla, fué hecho el primero obispo de la cibdad de la Concepción de la Vega, don Pero DE INDIAS. LIB. III. CAP. X. 83 Suarez de Dega. Y aqueste fué el primero obispo que passó á esta isla é á las lu- dias destas partes ; é después de los dias de aquel, no proveyeron de obispo de la Vega á otro alguno. Y estando vacantes ambas iglesias , la de la Vega en este su primero obispo, don Pero Suarez de De- ga, é aquesta de Sancto Domingo en su obispo segundo, que fué el maestro Ale- xandro Geraldino, la Cesárea Magestad quiso unir entrambas iglesias cathedi'ales debaxo de una mitra é solo un obispo, á causa que, seyendo dos perlados, era poca renta , é juntas las iglesias, es buena co- sa. E assi proveyó Su Magestad de per- lado en quien entrambos obispados estu- viessen ; y este fué fray Luis de Figueroa, prior del monesterio de la Mejorada , de la Orden de Sanct Hierónimo,quees una legua de la villa de Olmedo. Y estando las bulas concedidas é despachadas por el Pa- pa el año de mili é quinientos é veynte y quatro, antes quel despacho viniesse de Roma, murió el cleto en el monesterio su- yo que he dicho de la Mejorada; é la Cesá- rea Magestad después desto hizo la misma merged, quel mismo eleto tenia, á don Sebastian Ramírez de Fuente Leal, obispo que hoy tenemos, en el qual fueron unidas ambas iglesias en un perlado , é la pre- sidengia desta Real Audiengia é Changi- lieria que aqui reside. Y después que en esta cibdad estuvo un poco de tiempo, le mandó la Cesárea Magestad que passasse á la Nueva España con el mismo cargo de la presidengia, para reformar aquella tierra. Y esto baste quanto á los perlados, é fablemos en la propria iglesia: la qual, de mas de tener las dignidades é canóni- gos é ragioneros que conviene , é todo lo demás congerniente al servigio del culto divino , es muy bien ediflcada en lo que está fecho, é acabada, será sumpluosa é tal que algunas de las calhcdrales de Es- paña no le harán ventaja; porque es de fermosa c fuerte cantería , de la qual hay aqui assaz canteras ó veneros de piedra junto á la cibdad, en la costa deste rio, quanta quieren. E assi está aquesta cib- dad tan bien edificada , que ningún pue- blo hay en España, tanto por tanto, mejor labrado generalmente, desando aparte la insigne é muy noble cibdad de Barge- lona; porque demás deste aparejo grande que he dicho de la piedra, é toda la bue- na cal que al propóssito de la fábrica es menester, hay muy singular tierra para tapiería , é iiágeuse tales tapias que son como muy fuerte argamassa. E assi hay aqui nuiy buenas é muchas casas pringi- pales , en que cualquier señor é grande se podria aposentar ; é aun algunas do- lías son tales que en muy buenos pueblos de los de España he yo visto la Cesárea Magestad aposentado en casas no tales, quanto á la labor dellas, y en muchas que en sitio é vista no se igualan con estas. Es aquesta cibdad toda tan llana como una mesa, é al luengo della, de norte á sur, passa el rio de la Ogama, que es navegable , hondo é muy hermoso á cau- sa de las heredades é jardines é labran- gas que en sus costas hay, con muchos naranjos é cañafístolos é arboledas de fruc- ta de muchas maneras. A la parte que esta cibdad tiene el mediodía, está lámar batiendo en ella , de forma quel rio é la mar gercan la mitad ó mas parte desta cibdad. E á la parte del poniente é del norte está la tierra , donde se extiende mas la poblagion do hermosas calles é nuiy bien ordenadas é anchas , é tiene de parte de la tierra muy hermosos pra- dos y salidas. En conclusión , que en vis- ta é asiento y en lo que es dicho no hay mas qué pedir; puesto que no está tan poblada ni de tanta vegindad como estu- vo el año de mili y quinientos é veynte é ginco , quando yo fize relagion á su ma- gestad desta cilxlad en a([uel Smnario re- porlorio que escrebí de cosas de Indias, á causa que todo lo desta vida sana y Si HISTORIA GENERAL Y íNATLRAL adolcsfo; ó luuelios que se li;in lialladü ricos so han ydo á España, é otros á poblar en otras islas é á Tierra-Firme, porque desde aquí se ha descubierto é poblado é proveydo siempre lo mas de las Indias, como desde cabega ó madre ó nndridora de todas las otras partes dcs- tc imperio. También han sido causa de se aver ydo mucha gente de aquesta isla las grandes nuevas que en diversos tiempos han venido de los descubrimientos nue- vos del Perú é otras partes : é como los hombres son amigos de novedades 6 des- saaa presto enriquesger , muchos dellos (en especial los que ya estaban aqui asen- tados) han acertado á empobresger, por no reposar. El puerto desta cibdad es dof e ó quin- ce pasos de tierra, donde surgen las naos; é las casas que están en la costa del rio están assi cercanas de los navios como en Ñápeles , ó en el Tíber de Roma , ó en Guadalquivir en Sevilla é Triana. Y en quatro bracas do agua, tan cerca como he dicho , surgen naos grandes de dos gavias , y otras algo menores se allegan tanto á la tiorra que echan una plancha, é sin barca, por la plancha, botan en tier- ra las pipas é toneles, é también toman la carga. Hay desdo donde surgen las naos hasta la boca de la mar ó comiendo de la entrada del puerto, tiro é medio de escopeta o poco mas; y entrando en el rio dentro á par del puerto está un cas- tillo assaz fuerte para la defensión é guar- da del puerto y de la cibdad : el qual cdi - ficó el comendador mayor don frey Ni- colás de Ovando en el tiempo de su go- bernación. Pero porque no se olvide tan señalada particularidad, ni pierdan las grafías los que las meresgen por prime- ros edificadores , digo quel que primero fundó casa de piedra 6 al modo de Es- paña en esta cibdad , fué Francisco de Garay, é después del frey Alonso del Vi- so, de la Orden ó caballería de Calatra- va, y el tercero fué el piloto Roldan, en las Qualro Calles, y el quarto fué Juan Fernandez de las Yaras : después y tras los que he dicho, se principió la fortaleza é se fizioron otros edificios , é se hacen é labran cada dia por el gran aparejo de los materiales que hay para la fábrica. CAPlTliLO XI. Da lu ve;iUija y difereii'.'ia ((ae el aujlor pone de esla Isla Española á las islas de Secilia é Inglaterra : é las razones que para ello expresa. ion conozco que toda comparación es odiosa para algunos de los que escuchan lo que no querrían oir; é assi acaesferá á algunos letores segilianos é ingleses con este mi tractado , en especial con lo que podrán ver en este capítulo , en el qual torno á defir lo que he dicho y escrito otras veges , y es : que si un príncipe no tuviesse mas señorío de aquesta isla sola, en breve tiempo sería tal , que hif iesse ventaja á las islas de Scgilia é Inglaterra; porque lo que aqui sobra á otras provin- cias haría muy ricas. Y porque he puesto la comparación en dos islas de las ma- yores y mejores de los chripstianos , ra- zón es que diga qué me movió á poner la comparación en ellas. Díxelo, porque aquellas dos islas é ca- da una dellas son muy ricas é notables reynos, é porque son muy conosci- das. Díxelo, porque esta Isla Española es donde hay muy ricas minas de oro, é muy abundantes, é continuas, que sola- mente se enflaquescen, quando los hom- DE INDIAS. LIB. bres dexaii de exergitarse en ellas. Dí- xelo, porque aviendo venido en nuestro lienipo las primeras vacas de España á esla isla, son ya tantas, que las naves tornan cargadas de los cueros dellas ; é ha acaesf ido muchas veges alancear tres- í;ientas ó quinientas dellas , é mas ó me- nos , como plafc á sus dueños , é dejar en el campo perder la carne, por llevar los cueros á España. Y porque mejor se en- tienda esto ser assi , digo quel arrelde de carne vale á dos maravedís. Díxelo, por- que assi mismo se truxeron las primeras yeguas del Andalugia , y hay tantos ca- ballos 6 yeguas, que han valido á qua- tro é á tres castellanos, é una vaca paridera un castellano, y un carnero un real. Yo digo lo que he visto en esto de los ganados, é yo los he vendido de mi hacienda en la villa de Sanct Juan de la Maguaua á este presfio é menos. Deste ganado vacuno ó de puerco se ha hecho mucho dcllo salvaje; y también de los perros é gatos domésticos que se truxe- ron de España hay muchos dellos bravos por los montes. En esta isla hay tanto algodón que la natura produce , que si se diessen las gentes á lo curar y labrar, mas é mejor que en parte del mundo se baria. En la isla del Xio , que es en el archipiélago la principal que tienen genoveses, es una de sus mas principales riquezas é gran- gerias el algodón , y aqui no curan de- 11o. Hay innumerable cañafistola en esta isla ; y muy hermosas arboledas della , y en gran cantidad continuamente se car- ga para España é otras partes , y es muy buena é vale el quintal á quatro ducados y menos. Hay tanto adúcar, que entre los ingenios que muelen ó los que se la- bran (que molerán presto) , hay en sola esta isla veynte ingenios poderosos , que cada uno dellos es muy rico y hermoso heredamiento ; sin otros trapiches de ca- ballos. E continuamente van las naves CAP. XI. 8j cargadas é rnuchas caravelas con adúcar á España, é vale aqui el arroba á duca- do y á peso y á menos , y es muy bue- no ; y las mieles y sobras que del adúcar acá se pierden é se dan á los negros é tra- bajadores, serian en otras partes un gran tesoro. Hay en estas islas mucho brasil: é non curan dello, por no trabaxar en irá lo sacar é cortar en las sierras que llaman del Baoruco , é porque hay otras cosas muchas en que ganar y emplear el tiem- po, sin tanto trabaxo é con menos costa. Hay excelente color de acul y mucho, aunque acá lo estiman poco; puesto que no es menos bueno que el que nuestros pin- tores llaman de acre. Hay muchos y muy grandes montes é boscajes de los árbo- les del guayacan , que puesta esta made- ra ó leños del en la playa del puerto des- ta ribdad, vale el quintal á sesenta mara- vedís é á vef es á real de plata ; é hay en muchas partes del mundo donde vale á dos é á tres reales la libra: é yo lo he visto vender en Medina del Campo á dos reales la libra, y aqui es tenido en poco por la mucha abundancia que hay dello, y es muy excelente y maravilloso árbol, por las grandes curas y diversas enfer- medades que con este palo se curan é con el agua del. Todas las cosas que se siembran é cultivan en esta isla, de las que han venido de España , las mas se dan é han multiplicado muy bien. En lo que di- xe de los ganados hay hombres é ve- ginos desta cibdad de á siete y de á ocho y de á diez y doge mili caberas de vacas , y tal de á diez é ocho ó veydte mili cabegas é mas , y aun veynte y fin- co é treynta y dos , y si dixere quarenta y dos hay quien las tiene : que es una dueña viuda, honrada liijadalgo, llamada Maria de Arana, niuger de un hidalgo que sedé- ela Diego Solano, (jue ha poco tiempo que murió. Y porque quando la primera vez se imprimió esta primera parte, dixe quel señor ol)ispo de Venezuela , (pie 8G HISTORIA GENERAL Y iNATURAL agora lo es de Sanct Johan, don Ro- drigo de Bastidas , tenia diez é seys mil! caberas dcste ganado , digo que ai pre- sente en este año de mili é quinientos é quarenta é siete años tiene veynte é gin- co mili caberas ó mas de vacas. De los carneros y yeguas iiay mucho ganado assi mismo. De los puercos se han algado é ydo al monte tantos, que andan á grandes rebaños fechos monteses salva- jes , assi dcllos como de las vacas , por- que los pastos son muchos é muy ordi- narios. Las aguas muy buenas: los aires templados y el verano y el invierno de tal manera , que hay poca diferencia en todo tiempo de los dias á las noches : y el tiempo del invierno es sin frió , é la calor del verano no es demasiada. Y la isla es grande, donde se pueden bien ex- tender los ganados ó las gentes con sus labrangas , porque boja su circunferencia de aquesta isla tresgientas é ginquenta leguas , pocas mas ó menos, costa á costa terrena, é aun algunos digen quatrogienlas. En esta isla se han fecho innumerables naranjos é gidras é limas é limones dul- ges é agros, y es tan bueno todo que lo mejor de Córdoba ó Sevilla no le hage ven- taja , é haylo siempre. Hay muchas higue- ras é granados, é solamente se han dexado de dar en esta tierra las fructas é árboles de cuesco : é aunque podrá alguno degir con verdad que hay olivos dentro en esta cibdad, é algunos dellos hermosos é gran- des , digo que es assi ; pero son estériles, porque no llevan otra fructa alguna, sal- vo hojas. Hay muy buena hortaliza assi de lechugas é rábanos y berros , como de perexil é culantro é hiervabuena é gebo- lletas é coles de las que llaman llantas ó vergas napolitanas é abiertas , como de los repollos gerrados ó murgianos. Há- gense también las berenjenas que les es tan natural é á su propóssito esta tierra, como á los negros la Guinea ; porque acá se hagen muy mejor que en España , y un pié de una berenjena tura dos y tres años éraas, dando siempre berenjenas. Flá- gense también los fesoles que es muy grande su abundangia, y es muy gentil legumbre (estos se llaman en Aragón ju- dias). Hágense buenos nabos algunas ve- ges, é zanahorias é muchos pepinos. Hay melones de Castilla muy buenos é la ma- yor parte de todo el año : é lo mismo ha- gen los higos, que la mayor parte del año los hay pocos ó muchos como los melo- nes; pero en su tiempo ordinario son mayores é mejores. Poco tiempo há que por la diligongia de un vegino desta cib- dad se han fecho muchos cardos: como cosa nueva los vendió bien ; pero des- gragiados é amargos é aparejados para los codigiososde beber, porque á la ver- dad este manjar ó granjeria no es tal acá, como en las tierras frias de nuestra Es- paña, ni los nabos é las zanahorias. En conclusión que todas las cosas que he dicho que se truxeron de España, aquellas se dexan de hager é multiphcar de que los hombres se descuidan é no curan ; porque el tiempo que las han de esperar, le quieren ocupar en otras gran- jerias gruesas é de mas provecho é para enriquesger mas pronto (y en espegial los que en estas partes no tienen pensa- miento do permanesger ni quieren desta tierra, sino desfructalla é volverse á sus patrias) , dánse á la mercaduría ó á las minas, ó á la pesquería de las perlas, é á otras cosas con que presto alleguen ha- gienda, con que se vayan. E por tanto ningunos ó muy raros son los que quieren ocuparse en sembrar pan ó poner viñas , porque los mas que por acá andan , tie- nen esta tierra por madrastra (aunque á muchos hales ydo muy mejor que en su propria madre). Pues no se piense que, si falta pan é vino de Castilla, que es por culpa de la tierra: se ha probado algunas veges el pan é se ha hecho naiy bien ; é assi mis- DE INDIAS. LIB. III. CAP. XI. 87 luo las libas como se puedo ver en muy buenas ubas de muchas parras que hay en esta cibdad : é aunque no se liubieran traydo de Castilla los sarmientos, muchas ubas de parras salvajeses hay en la isla é dellas se pudieran plantar y enxerir: que assi se cree que ovieron principio todas las del mundo. Quanto mas que yo vi en el mes de hebrero del año de mili é quinientos ó troynta y nueve, que un vef ino desta cibdad higo sacar de la pia- fa una canasta de ubas de un majuelo ó viña nueva que tiene en la ribera de Nigua, quatro leguas y media ó finco do aqui; é se vendieron á dos reales de pla- ta la libra hasta en quantia de nueve ó diez pesos de oro , y este fue el mismo de los cardos que se dixo de suso. Assi que las ubas é pan que faltan en la tier- ra, es á culpa de los moradores della. Por manera que la comparación que toqué de aquellas tan famosas islas, por lo que está dicho, se puede muy bien ver y entender quánta ventaja esta nuestra Isla Española les hage á entrambas, é á cada una de- llas , examinadas todas las particularida- des dichas é otras muchas mas que se podian decir. Avia en esta isla de suyo , que no se truxeron de España ni de otra parte, mu- chas buenas hiervas como las de España: que acá por los campos ellas se hagen sin industria de los hombres, como lo podrá ver el letor en el libro IX desta his- toria, porque alli se tracta esta materia. Dixe de suso que vale el arrelde á dos maravedís de la vaca en esta cibdad, ó todas gentes no entenderán qué cosa es arrelde ni qué presrio es el maravedí, si no fuero español el que lo leyere. Y para que esto se entienda, digo que un dine- ro ó jaqués de Aragón , ó un dinero de Italia es un maravedí é medio, é un qua- Irin romano es tanto como un maravedí, é quatro cavaluchos de Ñapóles valen lantn quanto un rnaravcdi ; y una arrelde es peso de quatro libras, é cada libra es peso de diez é seys ongas. Y desta ma- nera seré entendido de los italianos é de otras gentes muchas, por lo que he dicho; é conoscerán quán barato vale aqui la carne , puesto que es de las mejores que puede aver en el mundo. Gallinas como las de Castilla no las avia ; pero de las que se han traydo de España, se han fe- cho tantas que en parte del mundo no puede aver mas; porque raras veges sale huevo falto de quantos se echan á una gallina de los que ella puede cobrir con sus alas é cuerpo. Assi que, generalmente yo he tomado lo que hage al caso de mi comparación y desta isla é cibdad é de la iglesia principal della, que está con su clero é dignidades é canónigos é ra- cioneros é capellanes bien doctada. Assi mismo hay en esta cibdad tres mo- nesterios, que son Sanct Francisco é Sanc- to Domingo é la Merced: los quales por la orden que los he nombrado assi son antiguos , ó primeramente fundados ; é to- das tres casas de gentiles edificios, pero moderados é no tan curiosos como los principales de España , aunque el de la Merced no está acabado; pero su principio es muy suntuoso é se cree que será el mejor edificado. En estos raonesterios digo (hablando sin ofensa de ningún mo- nesterio de quantos hay por el mundo de aquestas tres Órdenes), que hay en estos de aqui personas de tanta religión é gran exemplo que bastarían á reformar todos los otros monesterios de otros muchos reynos, porque son sánelas personas y de gran doctrina. Hay assi mismo un muy buen hospital, bien edificado, é doctado de buena renta, donde los poloresson cu- rados é socorridos , en que Dios es muy servido. Hánse fecho agora nuevamente unas escuelas para un colegio (donde se lea gramática é lógica, é se leerá philo- sophia é otras sciencias), que á do quiera seria estimado por gentil edificio , é cada 88 HISTOHIA GKNERAl, Y NATIHAK dia se ennobles^e mas esta cibdad en edi- ficios de casas é las iglesias é raoneste- rios, é fortalezas continuamente edifican. Reside en esta cibdad la corle de la Audiencia é Clian^illeria real , debaxo de cuyajurisdigionno solamente está aques- ta isla Española , pero todas las que he dicho están con mucha parte de Tierra- Firme. Reside aqui assi mismo el señor almirante don Luis Colom , duque de Veragua é de las islas é bahia de Cere- baro, marques de la isla de Jamáyca, nie- to del primero almirante, don Chripstóbal Colom, que descubrió estas partes, é hi- jo del segundo almirante, don Diego Co- lom. Desde aquesta isla han salido la mayor parte de los gobernadores ó capi- tanes que han conquistado é .poblado la mayor parto de lo que los chripslianos poseen en estas Indias , como se dirá mas largamente en sus lugares é partes que convengan ; pero tomando exemplo é principio é dechado en la industria del primero descubridor deste nuevo mundo (ó parte tan grandíssima del). Assi que, tornando á mi propósito de la compara- <,ion fecha desta isla con las do Ingla- terra é Sefilia, á consecuencia de lo qual he traydo todo lo que está dicho, digo assi mismo que no se han acabado de degir otras particularidades desta tierra que se podrán notar de los capí- tulos adelante escriptos, porque aqueste no sea prolixo, é aun porque la breve- dad del tiempo no ha dado lugar á sa- berse otras cosas muchas que adelante se sabrán. E porque la orden no se per- vierta é vaya reglada , assi en lo que to- ca á los árboles, como á los animales, é al pan é agricoltura de la propria isla , é á otras materias é particularidades de medigina, c de los ritos ó gerimonias, 6 costumbres desta gente de Indias; y en especial desta isla, de que agorase tracta, liay mucho masque decir é notar, allen- de do lo que está dicho y escripto hasta aqui. Por tanto iré distinguiendo é parti- cularizando lo que hasta el tiempo presen- te ha venido á mi noticia ; y porque toda comparación semejante suele ser odiosa, é algunos querrán responder por su mis- ma patria, é podrá decir el inglés que no se debe admitirlo que digo, en per- juicio de su isla, que de tantos tiempos es habitada de reyes, é príncipes, é gente noble é belicosa, é tan fértil, é rica é poderosa , écon otras muchas par- ticularidades y exgelengias que se le pue- den atribuir; assi como dos arzobispa- dos , Cantuarensis et Evoracensis ó diez y nueve obispados, é fincpicnta cibdades, é la principal dellas Londres, que es una de las famosas de la chripstiandad, é giento é treinta y seis villas é sesenta y tres provincias , é ducados , é señalados barones é príncipes debaxo de la admi- nistración é señorío de un rey tan po- deroso é de tantos reyes descendiente, po- drán decir que quarenta años después de la destruicion de Troya fué su fundación inglesa , y que por tanto debe pregeder á todas las otras islas. Podrá decir el se- Ciliano que ovieron su origen de los ibe- ros é de Sicano su capitán , del qual se llamó Skania , al qual subgedió Siciilus, Neptuni fiUits , é que es copiosa de exce- lentes cibdades, antiquíssimas é nobles, assi como Mecina , Siracusa , Palermo é otras , é de muchas villas , é varones muchos, de títulos é gente noble, é fer- tilíssima de pan é vino, é todo lo que es menester para el uso de los hombres; é situada en el coracon de Europa ; é assi á su itropósito traerán á su Diodoro Sí- culo é otros auctores aprovados que largamente han escripto en su favor, é por tanto dirán que ninguna otra isla le debe preceder. Ninguna cosa desas é de otras muchas que se pueden decir en loor de Secilia é de Inglaterra , no con- tradigo; pero ha de considerar el letor, que todas esas cosas hacen á mi propós- DE INDIAS. LIB. III. CAP. XI. 89 sito, pues desde tantos siglos aquellas islas están pobladas de gente de razón é con corte de príncipes é Reyes tan señalados, como en la una y en la otra ha ávido: que tanto mas se delte estimar nuestra isla, pues siempre ha estado en poder de gente salvage é bestial , é que su prin(;'ipio se puede contar desde el año de mili é quatrogientos é noventa y dos años que los primeros chripstianos aqui vinieron con el primero almirante don Chripstóbal Colom , que en este de mili ó quinientos é quarenta y sigte son ginqüen- ta é cinco años; y en tan breve tiempo estar las cosas desta isla en el estado que es dicho , háse de tener en mucho é atri- buirse á solo Dios , é á la buena ventura de los Reyes Cathólicos de España , y al invictíssimo Emperador don Carlos su nieto, nuestros príngipes, é á la diligen- cia é virtud de sus milites y vassallos castellanos, con cuya industria é armas se ha poblado , é mediante nuestro Señor, siempre se va mas ennoblesfiendo. Pas- semos á las otras cosas de nuestra his- toria. CAPITULO XII. De la gobernación del comendador mayor de Alcántara, don Frey Nicolás de Ovando, c' de las parles de su persona y rectitud, é de las poblaciones é villas que hizo c fundó en esta Isla Española. wuien oviere continuado la legión des- le tractado , visto avrá que queda dicho que el año de mili é quinientos é dos de la Natividad de Chripsto , nuestro Salva- dor, llegó á esta cibdad de Sancto Do- mingo de aquesta Isla Española (que aun estaba de la otra parte del rio) el co- mendador mayor de Alcántara , don Frey Nicolás de Ovando , y también avrá sa- bido cómo se fué y se perdió con el ar- mada el comendador Frangisco de Boba- dilla , que primero avia gobernado esta isla. Por tanto dígase agora qué persso- na fué este subgessor en la gobernagion, y qué manera tuvo en el cargo ó ofigio en tanto que acá estuvo. Por gierto, se- gund lo que á muchos testigos fidedi- nos he oydo, é á los muchos que hoy hay que digen lo mismo , nunca hombre en estas Indias le ha fecho ventaja , ni mejor exergitado las cosas de la buena gobernagion , y tuvo en sí todas aquellas partes que mucho deben estimar los que gobiernan gente ; porque él era muy de- voto é gran chripstiano, é muy limosne- ro é piadosso con los pobres: manso y TOMO I. bien hablado con todos; é con los des- sacatados tenia la prudengia é rigor que convenia : á los flacos é humildes favo- resgia é ayudaba , é á los soberbios al- tivos mostraba la severidad que se re- quería aver con los transgressores de las leyes reales. Castigaba con la templanga y moderagion que era menester; é te- niendo en buena justigia esta isla, era de todos amado é temido. E favoresgió á los indios mucho ; é á todos los chrips- tianos , que por acá militaban debaxo de su gobernagion, tracto como padre, é á todos enseñaba á bienvivir: como caba- llero religioso y de mucha prudengia, tuvo la tierra en mucha paz é sosiego. Quando á esta isla llegó , halló la tier- ra pagífica , salvo la provingia que lla- man Higuey; y en breve tiempo la alla- nó é hizo justigia de los rebeldes y cul- pados. Después, siendo avisado que la cagica Anacaona , muger que avia seydo del cagique Caonabo, con otros muchos cagiques tenían acordado de se algar é apartar del servigio de los Reyes Cathó- licos, é de la amistad de los chripstia- 12 90 HISTORIA GENERAL Y NATUR^VL nos , é dejar la paz que tenían con ellos é matarlos en la provincia de Xara- gua c sus comarcas; prendió muchos de- llos, é á mas de quarenta caciques, me- tidos en un buliio , les hizo pegar fuego é quemáronse todos. Y también se hizo justicia de Anacoana, é passó assi : que teniendo el comendador mayor inforraa- gion de la traición acordada el año de raill é quinientos y tres , fué con septen- ta de caballo é doscientos peones á la provincia de Xaragua, que estaba eu lo secreto aleada , por consejo de Anacaona, la qual para ello estaba confederada con otros muchos cagiques. E certificado desto el gobernador , mandó que un domingo los chripstianos jugassen á las cañas; é que los caballeros viniessen aper^ebidos , no solamente para el juego , mas para las veras é pelear con los indios assi mismo, si conviniesse , é assi se hizo. Aquel donaingo después de comer, es- tando juntos todos aquellos cagiques é principales indios de aquella comarca confederados, dentro en un caney ó ca- sa grande , assi como la gente de caba- llo llegó á la plaza , llamaron al comen- dador mayor , para que viesse el juego de cañas; al qual hallaron que estaba jugando al herrón con unos hidalgos, por dissimular con los indios é que no en- tendiessen que de su mal propóssito él tenia aviso ; é luego vino aUi aquella cacica Anacaona é su hija Aguaymota é otras mugeres pringipales. E Anacaona dixo al comendador mayor que ella ve- nia á ver el juego de cañas de sus caba- lleros chripstianos ; é que aquellos cagi- ques que estaban juntos , lo querían assi mismo ver é le rogaban que los higiese llamar. E luego el comendador mayor les envió á degir que viniessen alli; é dixo que primero los qucria hablar é darles giertos capítulos de lo que avian de hager; é mandó tocar una trompeta y juntóse toda la gente de los chripstia- nos é hicieron meter á todos hs cagi- ques en la posada del comendador ma- yor, é alli fueron entregados á los capi- tanes Diego Vclazquez é Rodrigo Mexia Treillo ; los quales ya sabían la voluntad del comendador mayor, é higiéronlos atar todos; é súpose la verdad de la traygion, é fueron sentenciados á muer- te. E assi los quemaron á todos dentro en un buhio ó casa , salvo á la dicha Anacaona que desde á tres meses la mandaron ahorcar por justígia. Y un so- brino suyo , que se llamaba el cagique Guaorocaya , se algo en la sierra que di- gen Baoruco, ó el corñendador mayor envió á buscarle é hagerle guerra giento é treinta españoles que andovieron tras él hasta que lo prendieron é fué ahorca- do. Después de lo qual, se hizo la guerra á los indios de la Guahava é de la Sa- vana é de Amigayahua é de la provingia de Guacayarima , la qual era de gente muy salvage. Estos vivian en cavernas ó espeluncas soterrañas é fechas en las peñas é mon- tes : no sembraban , ni labraban la tierra para cosa alguna, é con solamente las fructas é hiervas é rayges que la natura de su proprio é natural ofigio producía, se mantenían y eran contentos , sin sentir nesgessidad por otros manjares , ni pen- saban en edificar otras casas, ni aver otras habitaciones mas de aquellas cue- vas, donde se acogían. Todo quanto te- nían , eso que era de cualquier género que fuesse , era común y de todos , exgepto las mugeres , que estas eran distintas , é cada uno tenía consigo las que quería ; é por cualquiera voluntad del hombre ó de la muger se apartaban , é se congedian á otro hombre , sin que por eso oviese gelos ni rengíllas. Aquesta gente fué la mas sal- vaje que hasta agora se ha visto en las Indias. En esta guerra estuvo con gente de pié é de caballo seys meses el capitán Diego DE INDIAS. LIB. III. CAP. XII. 9< Velazqiiez hasta el mes de hebrero de mili é quinientos é quatro qiie se acaba- ron de conquistar las provincias que es dicho, é assi quedó pacífica la isla. El castigo que se dixo de suso de Ana- caona é sus secazes fué tan espantable cosa para los indios , que de ahy adelan- te assentaron el pié llano, é no se rebe- laron mas : y en memoria de aquesto , y para que aquella provincia estoviesse en paz , fundó allí una villa el comendador mayor que se llamó Sa7icla Maria de ¡a Vera Paz , gerca del lago grande de Xa- ragua , en la qual villa "yo estuve el año de mili é quinientos é quinge; y era muy gentil pueblo é de gente de honra , y avia en él muchos hidalgos, y porque es- taba desviado del puerto y de la mar, se despobló después , y se passó aquella ve- gindad á otra villa que fundaron á par de lámar, que se llama Sánela María del puerto de la Yaguana. Antes desto avia fundado esta cibdad de Saucto Domingo, donde agora está, y passó la poblagion della aqui ; la qual en esa otra costa ó parte del rio estaba pri- mero, é hizo labrar esta fortaleza, y dio la tenengia della á un caballero , su so- brino , llamado Diego López de Salgedo; é repartió y dio los solares deste pueblo é hizo hager la traga del como está. E fundó el hospital de Sanct Nicolás desta cibdad ; é dotóle de muy buena renta que hoy tiene en los mejores edifigios de ca- sas de renta que hay en esta cibdad : la qual renta han acresgentado otras limos- nas de personas devotas. Fundó assi mis- mo el comendador mayor de Alcántara la villa que se llama la Buena Ventura , que está ocho leguas desta cibdad. Fundó la villa de Sancl Juan de la Maguana en la costa del rio de Neyva , que es quasi en el medio desta isla á la parte de las sier- ras , quarenta leguas desta cibdad , y otras quarenta está del puerto de la Yaguana ó villa de Sancta Maria del Puerto. Fun- dó la villa del Puerto de Plata , la qual está quarenta é quatro leguas desta cib- dad en la costa del norte. Fundó á Puer- to Real en la misma costa , que es adon- de el primero almirante, quando descu- brió esta isla, dexó los troynta é ocho hombres, que falló muertos quando volvió el segundo viaje. Fundó la villa de Agua, que está veynte é quatro leguas desta cibdad, y es buena cosa por los ingenios de agúcar que hay en ella y en su comar- ca. Fundó la villa de Lares de Guahaba; fundó la villa de Higuey ; fundó la forta- leza de la villa de Yaquimo ; fundó la vi- lla de la Sabana. Por manera que fizo es- ta cibdad de Sancto Domingo y su forta- leza y otras diez villas de chripstianos, segund tengo dicho; porque las que el primero almirante, don Chripstóbal Co- lora , fizo é fundó , fueron aquella primera poblagion de los treynta é ocho chrips- tianos, donde quedó por capitán Rodrigo de Arr;ua , la qual se llamó la Navidad , é fué el primer pueblo cathólico en esta isla ; y después en el segundo viaje que vino fundó la cibdad llamada Isabela, de donde ovo pringipio esta cibdad, quando estuvo del otro cabo deste rio. Porque alli truxo la gente de la Isabela el ade- lantado don Bartolomé Colom, hermano del dicho almirante , como en otras par- tes está ya dicho. Fundó assi mismo el al- mirante primero la cil)dad de la Congop- gion de la Vega é fundó las villas de Sanc- tiago y del Bonao. Mas porque los Cathólicos Reyes , don Fernando y doña Isabel, siempre des- searon que estas tierras se poblassen de buenos , pues de todo lo que tiene buen pringipio se espera el fin de la misma ma- nera, entre los proprios criados de sus casas reales , de quien mas conogimiento y experiengia tenian , escogían y los en- viaban á esta isla con cargos é ofigios, porque se ennoblesgicssen y oviessen pringipio y mejor fundamento y origen 92 HISTORIA GENERAL Y NATURAL las poblaciones della , y prin^ipalmenlc esta cibdad , no de pastores , ni salteado- res de las sabinas mugares , conio los ro- manos finieron , sino de caballeros y per- sonas de mucha hidalguía é noble san- gre, y aprobados en virtudes y chrips- tianos perfetos y castigos, que están en la otra vida, y otros que al presente es- liin y viven en esta cibdad y en las otras poblagiones desta isla. Y porque esto tu- viesse mas cumplido efeto , tenían aque- llos príncipes en la memoria aquella auc- toridad de Sanct Jlatheo ' que di^e : Non potesl arbor mala bonos fructus faceré. Pues porque no puede el mal árbol haf er buen fructo, como di(;e el Evangelista, y por- que un poco de levadura corrompa toda la masa, segund dige el apóstol Sanct Pablo -, mandaron el Rey y la Reyna ex- presamente que en Sevilla sus oficiales de la casa de Coatractagion ( que alli residen para el proveimiento é tracto destas In- dias ) , no dexassen passar á estas partes ninguna persona sospechosa á nuestra sancta fé cathólica (en especial hijos ni nietos de quemados ni de reconciliados), y assi se ha guardado y guarda ; é si por caso algunos hay de los tales , échanlos de la tierra. Y assi por este cuy dado de los Gathólicos Reyes, como por los lin- dos desseos y valerosos ánimos de los mismos españoles , han passado á todas las Indias deste imperio muchos caballe- ros é hidalgos y gente noble, y se han avecindado en esta isla , y en especial en esta cibdad de Sancto Domingo y en las otras islas y Tierra-Firme. Dixe aquesto á propóssito que cada uno de los dos gobernadores , el comendador Francisco de Bobadilla , y el comendador mayor de Alcántara, don frey Nicolás de Ovando , eran caballeros é hombres prin- cipales y de limpia sangre , y con cada uno de ellos , é antes con el primero al- mirante y después, vinieron otros mu^ chos hombres de linage é personas seña- ladas y prudentes y de grandes habilida- des , para los oligios y cargos reales é administración de la justicia , é para la conquista é pacificación é población des- te mundo oculto, que acá estaba tan ol- vidado é lexos de Europa é de Assia é África. E demás de las personas que en algunos capítulos quedan nombradas, é de las que se nombraren, quando conven- ga por sus obras é méritos, digo como tengo dicho que de los criados proprios y conoscidos en la casa real se solían ele- gir é proveer para los oficios destas par- tes. E assi vino Miguel de Passamonte, criado antiguo del Rey Calhólico, por te- sorero á esta cibdad, en el mes de no- viembre del año de mili é quinientos y oclio ; hombre de auctoridad y experien- cia en negocios, docto é gentil latino, honesto ó apartado de vicios. Y es opi- nión de algunos que nunca conosció mu- ger carnalmente, aunque passóde aques- ta vida constituido en edad ó bien viejo. Este fué mucha parte para la buena go- bernación desta isla, assi en el tiempo que la gobernó el comendador mayor , como después hasta que este tesorero murió; porque siempre tuvo mano en la hacien- da real y en las cosas de la gobernación, porque en todo se le daba parte é lugar, por mandado del Rey Catholico , con quien tuvo tanto crédito que bastó á ser causa de parte de los trabajos del segun- do almirante don Diego Colom , assi por su mucho crédito como por cosas quel tiempo ofresció, de lo qual se dirá algo brevemente en el lugar que convenga á la historia é orden della. Assi que este tesorero fué en la verdad proprio oficial de tan alto Rey , y como han de ser los que en semejantes oficios é cargos eslo- vieren. Y assi con enviar á estas partes, i Cap. vn. 2 Prima ad Corint. V. DE INDIAS. LIB. III. CAP. XII. 93 seguud he dicho , los Reyes CathóUcos y después la Cesárea Magestad, personas conosgidas se hafe mejor su servicio, y quando no son tales, ni el suyo ni el de Dios ( que es lo que mas se avia de mi- rar). Y aquesto ello mismo se dige, quan- do es digno de enmienda. Volvamos al comendador mayor, que por bueno é reto que fué no le faltaron trabaxos ; pues que estando en pagífica paz é común concordia de todos los chripstianos é pobladores destas partes, halló é tuvo tantos murmuradores como el primero almirante ; y revolviéronle de tal manera con el Cathólico Rey ( seyen- do ya la CathóUca Reyna yda á la gloria), que le quitó el cargo y le envió á llamar. Y en la verdad no por deméritos suyos, sino porque ninguna cosa ha de estar lar- go tiempo en un ser en esta vida ; puesto que lo que aquel caballero aqui estuvo fué harto menos de lo que acá le qui- sieiwn é fuera menester. A su yda dio mu- cijia^ causa esta fortaleza de Sancto Do- mingo , é la cobdif ia que della tuvo Cliripstóbal de Tapia , veedor de las fun- digiones del oro en aquesta isla , criado que avia seydo del obispo de Badajoz , don Juan Rodríguez de Fonseca , que en aque- lla sagon (desde España) gobernaba es- tas Indias, é fué de aquesta manera. Assi cómo el comendador mayor labró esta fortalega de esta gibdad , dio la tenencia della á un su sobrino, llamado Diego López de Salcedo , buen caballero ; é cómo el veedor Chripstóbal de Tapia vi- do fecha esta fuerga , escribió al Obisjjo, su señor , é fuéle fecha mcrgcd de la tc- nengia, por su favor. E quando presentó el títuto al comendador mayor obedesgió la provission , é quanto al cumplimiento, dixo quél ¡nformaria al Rey Cathólico, é en fin se haria lo que su Alteza fuesse servido. De manera, que no le admitió al cargo ó alcaydia; y escribió al Rey cómo aquel era veedor é le bastaba el ofigio que tenia , sin que se le diesse la fortaleza ; é por tanto respondió el Rey, suspendiendo la merged de la tenengia, por quel comendador mayor alegaba quél la avia fecho é que tenia merged de las tenengias de todos los castillos é fuergas en tanto quél gobernasse ; y que el Rey no debia innovar aquello ensuperjuigio, pues le avia muy bien servido. Después estuvo preso el veedor Tapia en la misma fortaleza, por algunas pala- bras que dixo contra el comendador ma- yor ; y cómo el negogio era proprio é to- caba á él é á su sobrino , Diego López de Salgedo, á quien tenia encomendada la fortaleza , mandó á su alcalde mayor, el ligengiado Alonso Maldonado , que oviesse informagion de los desacatos é soberbias palabras mal dichas del veedor, Chripstóbal de Tapia, contra él , é higies- se justigia. El qual dicho alcalde mayor, fecha la pesquisa , le envió con ella á España remitido : pues cómo en aquel tiempo era el obispo, don Juan Rodriguez de Fonseca, todo el todo de las cosas destas Indias , el qual solamente con el secretario Lope Conchillos proveya las cosas destas partes , y ambos eran priva- dos y personas muy aceptas al Cathólico Rey , aproveclió poco lo quel comenda- dor mayor escribió ó altercó sobre este caso. E assi, por industria del veedor Chripstóbal de Tapia é del obispo , se tu- vo forma que un trinchante suyo , quél avia criado, llamado Frangisco de Ta- pia, hermano del dicho veedor, fuesse proveydo de alcayde desta fortaleza con un buen repartimiento de indios , é assi vino acá con el título de la alcaydia. Poco antes desto avia fecho merged el Rey Cathólico al secretario Lope Conchi- llos de la escribanía mayor de minas ; y mandó que todos los que fuessen á sacar oro, llevassen una gédula firmada del te-- nicnte que en este ofigio toviesse Con- chillos y de los otros ofigiales del Rey, so 94 HISTORIA GENERAL Y NATURAL graves penas ; é que por aquella ligcngia ó gédula se le diessen á Conchillos tres tomines de oro , que son giento y sesen- ta y ocho maravedís, é otros derechos de todo lo que se registrasse é de los navios que saliessen desta isla : é fasta entonces dábanse las fédulas de minas de vaidc é graciosamente. E demás des- to, mandóle el Rey dar pierios indios de repartimiento al secretario Conchillos, por razón del oficio de la escribania ma- yor de minas. Quando se presentaron las provissiones, obedeciólas el comendador mayor ; mas quanlo al complimiento su- plicó é suspendió la ejecución dellas, pa- ra lo consultar é informar al Rey; é dió- le á entender quanto porjuigio era tai impusifion é derechos en una tierra tan nueva. E el Rey oyólo é suspendió la co- sa por entonfes , é reraitiósela al mismo comendador mayor, y tassó las tales li- gengias en la mitad de los giento é sesen- ta y ocho maravedís , é quedaron en tres reales de oro, que son ochenta y quatro maravedís, para el mismo secretario Con- chíüos ; pero siempre el comendador ma- yor tuvo sospecha que no le avía de ser buen amigo el secretario Conchíllos , por le aver fecho perder la mitad de lo que primero se le avia mandado dar por aquellas Ugengias. Y assi por estas dos ocasiones, el obis- po por sus criados los Tapias , y el se- cretario Conchillos por sus derechos, cre- yó el comendador mayor que ambos avian sido mucha parte para quel Rey removiesse , como removió , del cargo desta gobernagion al comendador mayor, y se diesse á don Diego Colom , segundo almirante é primogénito heredero del pri- mero almirante, descubridor destas Indias, don Ciiripstóbal Colom ; porque andaba importunando al Rey que le diesse el cargo , conformo á sus privilegios y ca- pitulafiones que su padre avia feclio con los Gathólicos Reyes, quando descubrió estas partes. Y el Rey , assi por esto, co- mo porque el duque de Alva, don Fadrique de Toledo , su primo , era la mas acepta persona al Rey que avia en sus reynos, é favoresQÍa al almirante don Diego, por- que era casado con su sobrina , doña Ma- ría de Toledo , hija del comendador ma- yor de León, don Fernando de Toledo, bastaron estas cosas para quel comenda- dor mayor de Alcántara fuesse quitado de la gobernación. Porque en la verdad, se tenia por gierto que ninguna cosa oviera que en aquella sagon el duque de Alva pidiera con alguna color de justicia , que le fuera negada ; porque no tan solamen- te el Rey le amaba por el deudo grande que avian, pues las madres fueron herma- nas, hijas del almirante de Castilla, don Fadrique Enriquez; mas allende de ser el Rey y el duque primos hermanos , el año de mili é quinientos é seys años , quando el Rey don Phelipe, de gloriosa memoria, é la sereníssima Reyna doña Johana, nues- tra señora, padres de la Cesárea Magestad, vinieron á heredar é reynar en Castilla, por fin de la Cathólica Reyna doña Isa- bel , ningún deudo , ni amigo , ni vassa- 11o tuvo el Rey Cathólico en aquellos tra- bajos é mutación de estado , tan propin- quo ni tan determinado en le seguir é servir como fué el dicho duque de Alva; y por esta razón era muy agepto al Rey. Porque aunque entonces salió de Castilla y se passó á sus reynos de Aragón , é fué á Ñapóles , assi como llevó Dios después al Rey don Phelipe en el mismo año de mili é quinientos y seys , la Reyna doña Johana , nuestra señora , por sus passio- nes y enfermedades, no quiso ni pudo gobernar sus reynos , é siempre dixo que quería que los gobernasse su padre; y á su ruego é suplicación de todos los pueblos principales de Castilla y de León , el Rey Cathólico volvió á España, y tornó á tomar la gobernación de los reynos de su hija. E cómo el duque de Alva se avia tan bien DE INDIAS. LIB. III. CAP. XII. 93 señalado en su servigio , siempre le amó y le tuvo gerca de sí , y le hizo muchas mercedes á él é á sus hijos é deudos. Pues cómo el almirante don Diego Co- lom se casó con doña Maria de Toledo, que como es dicho era sobrina del Rey y del duque , assi por este respecto co- mo por satisfacer á la demanda del al- mirante é á los sen'igios de su padre el Rey Cathólico, le proveyó y mando venir á esta isla ( y passó é vino aqui con su muger), é mandó al comendador mayor de Alcántara que se fuegse á España. E assi se hizo, no sin pensar que el obispo don Juan Rodríguez de Fonseca , y el se- cretario Lope Conchillos le avian ayuda- do á echar de aqui, por lo que es dicho. Ni tampoco salió desta tierra sin mucho sentimiento de la mayor parte de quan- tos en ella vivian ; porque ( como se ha dicho en otra parte ) era muy gran varón de república é muy reto : honraba á los buenos , como era razón ; é á los de me- nos calidad era muy manso y gracioso, é á todos los que bien servían , favores- gia y ayudaba ; é á los indios haf ia muy bien tractar, é assi era muy amado de todos en general. En conclusión, fué tal gobernador, -que en tanto que haya hom- bres en esta isla, siempre avrá memoria dél; porque veo que todos los que en él hablan de los que le alcanzaron é vieron, hoy en dia le sospiran é digen, que por la propria infelicidad desta tierra , salió de- lld , cuya partida fué muy llorada y sos- pirada algunos años. Otra cosa notable se me acuerda de aqueste caballero ; por- que segund es pública y notoria y loable, era imposible olvidarla ; y es quél tenia muy buena renta. E assi desso quél tenia, como comendador mayor de la Orden militar é caballeria de Alcántara, como de los salarios que con esta gobernación llevaba , tenia ocho mili ducados de renta en cada un año ó mas, segund yo lo supe de Diego López de Salgedo, su sobrino, y de otras personas que gerca del estu- vieron. Estos despendió él de manera que lo que medró en esta tierra con el cargo que tuvo fué quinfc cesas de pie- dra que hizo, muy bien edificadas, en la calle desta fortaleza desta cibdad en am- bas haceras ; é las seys que están juntas de la una parte, dexó á los pobres del hospital de Sanct Nicolás , quél fundó ; é las otras nueve dexó á su Orden é con- vento , como buen religioso. E quando se ovo de partir desta cibdad , le pres- taron quinientos castellanos para su ca- mino ; porque de no ser cobdicioso , gas- tó quanto tenia con los pobres é nesges- sitados, por heredarse en el cielo, donde se cree que está por la clemencia de Dios y sus buenas obras , que fueron ta- les , que no dan lugar á sospechar lo con- trario. Tornando á la historia , digo que de la subcession de la gobernación desta isla, que passó del comendador mayor en el almirante segundo don Diego Colora , se tractará en el libro siguiente, con otras cosas , que para aquel libro son anexas á la continuación de la historia. Este es el quarto libro de la Nahiral y general historia de las Indias , Islas y Tierra- Firme del mar Océano. El qual Iracta de la gobernación é trabajos del segundo almi- rante , don Diego Colom , é de otros jueces é justicias que ha ávido en esta Isla Es- pañola hasta el presente tiempo ; é de otras cosas convinientes al discurso de la historia. PROHEMIO. r ues que es ya tiempo que se dé con- clusión á las cosas de la gobernación é gobernadores que ha ávido en esta cib- dad de Sancto Domingo é Isla Española é sus anexos , é hay hasta el presente; fecho aquesto, passaremos á las otras cosas que serán de mas agradable re- creación á los letores. Y por tanto diré en suma , primero y en pocas hojas , en este libro quarto lo que falta de explicar destas tales materias, por llegar alas que son de admiragion é de grandes nove- dades, no oydas jamás. E para esto diré aqui la venida á estas partes del almi- rante segundo , don Diego Colom ; é to- carse han las mudangas que ha ávido en la gobernagion desta isla é otras hasta el tiempo presente. E diré lo que alcange de la persona é méritos deste segundo al- mirante y su muerte ; y de la subgesion de su hijo , don Luis Colom , tergero al- mirante y agora nuevamente duque de Veragua é de la Bahia é islas de Cereba- ro, marqués de Jamáyca, por nueva con- gesion y merged perpetua de la liberali- dad de la Cesárea Magestad del Empera- dor Rey, don Carlos, nuestro Señor. E degirse há quándo ovo pringipio el Au- diengia é Changilleria real que reside en esta cibdad de Sancto Domingo , y tam- bién se hará memoria de la venida de los reverendos priores de la Orden de Sanct Hierónirao á esta isla, é lo que higieron; é no dexaré en olvido otros juegos que ha ávido en la misma Real Audiengia é los que hay al presente. E continuarse há la narragion de otras cosas nesgessarias á la historia. DE INDIAS. LIB. IV. CAP. I. 97 CAPITULO I. Donde se Iracla de la venida del segundo almiranlc, don Diego CoUmi, á esla olbdad de Sánelo Do- mingo, puerto de la Isla Española, é de las mudaneas que ha ávido en la gobernación della é oirás cosas. J_Jíxose en el libro precedente que el año de mili é quinientos é seys vino á reynar en Castilla el serouíssimo Rey, don Phelipe , é cómo el mismo año le llevó Diosa su gloria. Digo pues assi, que tor- nando á Castilla desde Ntipoles el Catlió- lico Rey don Fernando á gobernar los reynos della por la sereníssima Reyna, doña Joliana, su hija (nuestra Señora), intercedió don Fadrique de Toledo, du- que segundo de Alva, para que el Rey le diesse esta gobernación al almirante don Diego Colom; é aun antes que el Rey Cathólico partiesse de Ñapóles para Es- paña, se la otorgó por sus cartas, segund yo lo oy decir al mismo almirante , estan- do en Hornillos la Reyna doña Johana, nuestra Señora , desde á pocos meses que estaba viuda. E ^essó la venida de don Fernando de Velasco (tio del condestable de Castilla, don Bernaldino de Velasco), al qual pocos días antes que el Rey don Phelipe passasedesta vida, se la avia con- cedido esta gobernación. Assi que, des- pués que el Rey Cathólico acordó de ad- mitir al segundo almirante, é ovo por bien que acá pasasse , llegó á esta cib- dad de Saucto Domingo con su muger la vissoreyna , doña Maria de Toledo , á diez dias de julio, año de la Natividad de Chripsto de mili é quinientos é nueve años , muy bien acompañado ó su casa poblada de hijosdalgo. E con la visso- reyna vinieron algunas dueñas é donce- llas hijasdalgo , é todas ó las mas dellas que eran mocas se casaron en esta cib- dad y en la isla con personas principales é hombres ricos de los que £tcá estaban, porque en la verdad avia muciía falta de TO.MÜ I. tales mugeres de Castilla; é aunque al- gunos chripstianos se casaban con in- dias principales, avia otros muchos mas que por ninguna cosa las tomaran en ma- trimonio, por la incapacidad é fealdad dellas. E assi con estas mugeres de Cas- tilla que vinieron, se ennoblesció mucho esta cibdad, é hay hoy dellas é de los que con ellas casaron hijos é nietos , é aun es el mayor caudal que esla cibdad tiene é de mas solariegos , assi por estos casamientos, como porque otros hidalgos é cibdadanos principales han traydo sus mugeres de España. E cslá ya esta cib- dad aumentada en tan hermosa repúbli- ca , que es cosa para dar muchas gracias Á Dios ; acordándonos que donde el dia- blo era tan solemnicado sea Jesu-Chrips- to en tan breve tiempo alabado é servi- do, con tal cibdad é con los otros mora- dores chripstianos de la isla é pueblos della. Volviendo á nuestro propóssito , digo que assi como el almirante salió de la nao , vínose á possar en la fortaleza des- ta cibdad de Sancto Domingo, donde el alcayde , Diego López de Salcedo , que á la sacón la tenia, fué causa que el al- mirante se entrasse , no porque le dexa- se él entrar en ella de su grado, pero su descuydo dio lugar á ello ; porque estan- do fuera de la cibdad quando llegó el al- mirante y la casa no bien guardada, ni estorbándolo alguno , se entró en esta for- taleza con su muger é criados. En la qual sacón estaba en la isla, la tierra adentro, apartado desta cibdad el comendador mayor , al qual no pesó poco desque su- po que el almirante estaba en la forlalc- 98 niSTOniA GF.NKHAI. V NATI RAL za. V llegado á esta cibdail , vónuí era prudente , mostró que liolgaha de la ve- nida del almirante c obedesfió lo que el Rey Catliólico le mandaba, que era que se fuesse para él á Kspaua, á le dar cuenta de las cosas de acá ; é assi se partió de esta cibdad por el mes de. septiembre del mismo año de mili é quinientos y nueve. Francisco de Tapia, criado del obispo Fonsecay su hermano el veedor, Chrips- tóbal de Tapia , venían ambos con el al- mirante y muy encargados á él por el obispo; é desde á pocos dias que aqui llegaron, presentó el Francisco de Tapia ol título é merged que traia de la tenen- cia y alcaydia de esta fortaleza. Pero di- látesele el entregamiento della , y fuéle dado aviso al Rey Calhólico de cómo el almirante se avia entrado on la fortaleza; é envióle á mandar, só graves penas, que luego que viesse su real mandamien- to, se saliesse fuera é la entregasse al te- sorero, Miguel de Passamonte, para quél loviesse esta casa hasta tanto que el Rey ]iroveyesse lo que fuesse su servicio. E assi el almirante , vista la voluntad é man- dado del Rey, luego se salió de la forta- leza y la entregó al tesorero, y se fué á possar á la casa de Francisco de Garay. K desde á finco ó seys meses que el te- sorero Passamonte tenia esta fortaleza, la entregó , por mandado del Roy , al al- cayde Franrisco de Tapia, estando aun el almirante en la casa de Francisco de Garay , su alguacil mayor qne fué en es- la cibdad, del qual adelante será feclia mas particular mención. Assi que, Fran- cisco de Tapia quedó pacífico alcayde en la tenencia de esta fortaleza , é le fueron dados doscientos indios muy buenos con ella , allende del salario , con que después fué rico. El qual murió el año que passó de raill é quinientos é treynta y tres años. Y en tanto que la Cesárea Magostad pro- veyesse de alcayde desta fortaleca, los oydores desta Audiencia Real é los oficia- les (pie Sus Magcstades aquí tienen la depositaron é pusieron en poder del ca- pitán, Goncalo F'ernandez de Oviedo y Valdés , vecino desta cibdad, auctor ó chronisla desta Ilisturia, como en antiguo criado de la casa real ; al qual después la Cesárea Magestad le hizo merced de la tenencia desta fortaleza , é la tiene al presente como su alcayde. Tornando al propóssito primero, digo (jue el comendador mayor siguió su ca- mino , é con él el licenciado Maldonado, su alcalde mayor; el qual , segund la pú- blica voz é fama de su persona é obras, fué uno de los mejores jueces que han passado á las Indias: é assi como era hi- jodalgo é virtuoso, assi administró su oficio rectamente, siendo amado, temido y acatado. No fué tirano cobdicioso, ni dexó de hacer justicia , assi en el tribu- nal como fuera del, é á doquiera que se le pedia ; tanto que en las calles é can- tones por do yba, avenía é concertaba las partes y deshacía los agravios y excusaba las contiendas en quanto podía , sin dar lugar á gastos de papel y tinta ; la qual con otros jueces suele doler é costar mas que la sangre de los descalabrados. Lle- gado cl comendador mayor á España, fuesse á Madrid , donde halló al Rey Ca- tliólico , año de mili é quinientos é diez años, ol qual lo rescibió muy bien é mos- tró aver holgado de verle, é le tracto con mucha urbanidad é placer. Porque, demás de ser mucha la bondad y clemencia del Roy, ora el comendador mayor su criado antiguo, é de la Cathólica Reyna ; la qual por caballero virtuoso y bien acostum- brado , le puso en el número de aquellos primeros caballeros que los Royes Ca- tliólicos escogieron en todos sus rcynos, para que sirvíessen al príncipe don Johan, su hijo primogénito y heredero , é que tovíesse á par de su real persona ca- balleros experimentados, virtuosos y de buena sangre. Y este comendador mavor DE LNDIAS. LIB. IV. CAP. I. 99 fué uno de aquellos escogidos que terca del estovieron fasta que llevó Dios al prín- cipe Á su gloria ; y era entonces comen- dador de Larez. Assi que, ydo de acá en España , aunque él sospechaba que el obispo Fonseca ni el secretario Couchi- llos no le avian de ser amigos, por las causas que están dichas, no fué por eso mal acogido del Rey: antes después que le ovo bien oydo é se informó del de to- do lo de aquestas partes, se dixo muy público que le avia pesado al Rey por le aver removido del cargo, porque acá le echaron luego menos é le lloraban mu- chos. E si no se muriera, desde á poco tiempo después que de acá fué, se creía que el Rey le tornara á enviar á esta tier- ra, por la nesgessidad que ovo de su persona, con mayores poderes por las co- sas que después subí'edieron. Concluyendo en las cosas del comen- dador mayor, continuaré el subgeso de las del almirante don Diego Colom, que en la verdad fué buen caballero é cathó- lico; mas no le faltaron trabajos en el tiempo que gobernó esta tierra , ni falta- rán á los que la gobernaren , por todas estas causas que agora diré. Lo primero, de aqui á España hay muchas leguas , é suélese degir que de luengas vias etc.; y aunque fuesse mas corto el camino, el dia de hoy, por nuestros pecados, anda ofendida é olvidada la verdad en la ma- yor parte de las lenguas ; y aunque se quieran escudriñarlas verdades, no hay tiempo para saberse lo cierto dellas; y quando algo se sabe en Castilla , que re quiera proveerse, quando acá llega lo proveydo es tarde, y el que queda lasti- mado, nunca suelda su dolor. Lo otro, porque como su padre descubrió esta tierra , no han faltado en ella alicionados á él é á sus subgesores (en espegial de aquellos que por su mano fueron gratili- eados); y cómo subcedió la gobernación después del primero almirante en el co- mendador Francisco de Bobadilla, y des- pués en el comendador mayor de Alcán- tara , don frey Nicolás de Ovando , é to- vieron servidores é amigos que de su ma- no é por sus buenas obras les quedaron obligados, é aqueste segundo almirante truxo otros criados é amigos que se alle- garon á su casa , á los quales gratificó y encomendó buenos indios é los favores- gió; de todas estas mezcladas volunta- des se fundaron muchas passiones, é en- gendróse una conten(;ion desvariada é vana, é dieron á entender al Rey Calhó- lico que en esta cibdad é isla avia par- tialidades , en que los unos se mostraban señaladamente por servidores é aficiona- dos al almirante, don Diego Colom, é que los que á estos repugnaban , se llamaban del Rey. Y daban á entender los unos é los otros, por sus cartas, lo que lesparesria. Resultó desto que assi cómo el almi- rante era visorey , é las justicias eran puestas por él , é los repartimientos de los indios por su mano repartidos, acor- dó el Rey Cathólico que en esta cibdad de Sancto Domingo so pusiessen fiertos letrados, é que estos se Uaraassen jue- ces de apelación, é conosciessen, como superiores , é se apelase del almirante é de sus tenientes é alcaldes mayores , é de otras justicias qualesquier, para los tales jueces. Parescióle al almirante que sus poderes é previlegios se le limitaban por los tales jueces, é quexábase desta compañía ó superioridad que le ponían; é sobre estas cosas subcedieron otras de tal forma, que él envió á pedir residencia sobre los tales jueces, é á quexarse de tan nuevo oficio en su perjuicio. Y ellos también y el tesorero, ¡Miguel de Fassa- monte , le armaron de tal manera que el Rey Cathólico envió á mandar al almi- rante que fuesse á España ; y estuvo allá algún tiempo , en el (fual negoció poco é gastó mucho. En la (jual sacón vino por juez de residencia, para tomar cuenta al 100 HISTORIA GliNERAL Y NATURAL li?enf ¡ado Marcos de Aguihir, alcalde ma- yor del almirante é ;'i sus oficiales, el li- ^■enciado Jolian Ibafiez de Iharra ; el qual desde á pocos dias (jue aquí estuvo mu- rió él , y el secretario Cávala que con él venia á entender en aquellos negogios. Y por la muerte de Ibarra vino después, año de mili é quinientos y quince, el li- ^enf iado Cliripstóbal Lebrón ; el qual por la ausencia del almirante y por cosas que subcedieron , tomando la residen^ ia , es- tuvo un tiempo quasi absoluto en la go- berna(,'ion. \ lo que á esto dio después mas oportunidad , fué que desde á poco tiempo después que el almirante llegó á la corte, llevó Dios al Rey (^atliólico , año de mili é quinientos y diez é seis años. Antes que adelanté se proceda , es bien que se escriba (é avian de ser las letras de oro) de un diclio que dixo la Cathólica Reyna, doña Isabel, de la ca- lidad desta tierra é gente della; porque con este dicho tan grande é natural phi- lüsophia acabaré de fundar mejor lo que dixe de suso, expressando las causas, por donde nunca han de faltar trabajos á los que gobernaren en las Indias. E lo que dixo aquella sereníssima Reyna fué aquesto : Quando el primero almirante, don Chripstóbal Colom, ovo descubierto estas Indias , estando un dia dando parti- cular razón al Rey é á la Reyna de las cosas destas partes, dixo entre otras co- sas ó particularidades, que los árboles en esta tierra, por grandes que sean, no me- ten hondas debaxo de tierra sus rai^-es, sino poco debaxo de la superficie. Y assi es la verdad , porque allende de aquella corteza ó temple que tiene la superficie del terreno {que puede ser medio estado ó poco mas), poquíssimos y raros árboles lle- gan las raices un estado de hondo; porque alli adelante , ó antes hallan la tierra seca é cáhda, quanto mas ahondan; y cómo en lo alto está húmeda, en aquello poco se sustentan los árboles é se extienden é multiplican é esparcen tantas raices ó mas (pie tienen ramas; pero, como es dicho, no entran en lo hondo de la tier- ra. Verdad es que el árbol de la caña- fistola solo en estas partes llega hasta el agua con las raices ; pero tales árboles no los vido Colom ni los avia desta ca- ñafístola , hasta que andando el tiempo, se comentaron á hager de las pepitas de la cañafístola que se truxo para medegi- na , no obstante que en la mayor parte de las Indias hay cañafístolas salvajes, como se dirá en su lugar. Assi que tornando á la historia, cómo la Reyna oyó lo quel almirante avia di- cho , preguntóle que á qué atribula el no meter los árboles sus raiges en la tierra, sino tan poco como degia ; y él replicó que cómo en estas Indias llueve mucho é hay muchas aguas naturales que tiemplan la haz é superficie de la tierra , que aque- llo era la causa que los árboles , con po- ca hondura, se extendiessen en raiges é no las metiessen en la calor de lo muy baxo de la tierra , que de nesgessidad ha- llarían en lo hondo , por estar en tal cli- ma esta tierra ; é por esso avia de ser mas caliente en lo hondo é quemar las raiges que allá baxassen : las quales sin- tiendo esto, naturalmente se extendían por donde esta misma naturaleza las guia é les conviene extenderse, para su nutri- miento. Después que la Reyna le ovo es- cuchado, mostró averie pessado lo que avia oído , é dixo estas palabras : E?t es~ sa tierra, donde los árboles no searraüjan, poca verdad y únenos constanria avrá en los hombres. Por gierto quien conosgiere bien estos indios, no podrá negar que la Reyna Cathólica habló lo que es dicho, sino como masque philósopho natural, y no adevinando , sino digiendo la misma verdad y como passa. Porque esta gene- ragíon de los indios es muy mentirosa é de poca constangia , como son los mu- chachos de sevs ó siete años, é aun no DE INDIAS. L1I3. IV. CAP. I. lOi iiui constantes. E assi creo yo que á al- gunos chripstianos se les ha pegado har- to desto, en especial á los mal inclina- dos ; porque otros muchos hay do mucha prudencia y los ha ávido en estas partes; mas también han venido otros acá de tal suerte que bastaran para revolver á Ro- ma é á Sanctiago , como lo suelen dcfir los vulgares. Que se deba creer lo que di- go de los indios , pruébasse porque la ex- periengia é obras de algunos lo mostra- ron, y por los mestizos, hijos de chrips- tianos é de indias; porque con grandís- simo trabaxo se crian é con mucho ma- yor no los pueden apartar de vigios é malas costumbres é inclinaciones á algu- nos. Y para lo que apunté que han pas- sado acá algunos que no debieran venir, esso se comengó á remediar por los Ca- thólicos Reyes é su Real Consejo , en pro- curar que los que á estas partes viniessen, fuessen personas escogidas. Y assi sede- be pensar que no se moverían ni darían lugar á semejantes mudancas tan Cathó- licos Reyes , como los passados , ni la Cesárea Magestad después por ligeras in- formagiones, ó dañadas voluntades de particulares , sino con muy pensado é sa- no acuerdo é determinación , assi en la mudanga que se hizo del almirante pri- inero como en las de demás; puesto que como los reyes son hombres , pueden er- rar como hombres : en espegial que la mayor infeligidad ó mas ordinaria que se atribuye al ceptro real , es que pocos le digan al príngipe la verdad , é que si le fuere dicha, que no la crea. Esta desven- tura anda tan junta con el reynar, como la misma corona real. Pero hay en esto otra cosa de mas poderío que á lo que es di- cho contrasta , por donde se crea que to- do aquesto ni está en mano de los hom- bres ni en descuido ó infeligidad total de los príncipes; pues que no se puede negar aquella auctoridad del sabio , que dige ' que el coragon del rey está en la mano del Señor, nuestro soberano Dios. E assi ave- nios de tener por gíerto que estas cosas de tanta importangia para la fé é para la re- pública chripstiana, é donde tantas gentes de indios han de ser gobernados ó indus- triados , que todos los errores ó acerta- mientos , que en los gobernadores é go- bernados ha ávido, que no es sin per- misión é causa oculta ; é para mí yo assi lo pienso, só mejor enmienda. No me quiero detener mas por el presente en aquesto. Volviendo á la historia, digo que es- tando las cosas desta isla en el estado que está dicho, como llevó Dios á su gloria al Cathólico Rey don Fernando (su nieto el príncipe don Carlos, nuestro se- ñor , estaba en Flandes ) , mandó en su testamento el Rey que gobernasse á Castilla é León é sus reynos el cardenal don fray Frangisco Ximenez de Cisneros, argobispo de Toledo , en tanto quel prín- gipe , nuestro nuevo Rey é Señor , é sub- gessor de los reynos de España , venia á tomarla possesion della: el qual luego que supo la muerte del Cathólico Rey , su abuelo, no solamente aprobó la goberna- gion del cardenal , pero envióle de nue- vo muy mas bastante é pleníssimo poder para la administragion é gobernación de sus reynos y Estados, en tanto que su Alteza venia á España . 1 Cor rcgis in manu Domini : Provcrb.^ cap. XXI. 102 iiisTouiA (;i;.M<:iuL y NAiruAi. CAPITULO 11. Kn que so Irada do la persona (• grand ser del cardenal, don l'ray P'rancisco Xinienez de Qisneros, arcobis- po de Toledo, gobernador de Kspafia; y de algunas cosas que en su lieuipo subcedierou ; é cómo por su mandado, vinieron á gobernar estas Indias tres padres reverendos, priores de la Orden de Sanct llierúninio, ¿ con ellos el licenciado Alonso Quaco , c otras cosas notables. Hil cardenal don frey Francisco Ximenez de Cisneros, arzobispo de Toledo, fué gran varón, y lo que le turó el cargo de la gobernación de los reynos de Castilla y de León (que fué después que llevó Dios al Rey Catliólico , don Fernando, que por su testamento lo mandó, en tan- to que su nielo el Rey don Carlos venia á España), y hasta que murió, lo hizo tan bien, que tuvo en paz los reynos, aun- que se coraengaron algunas novedades é asonadas de gentes , en especial sobre el prioradgo de Sanct Johan en Castilla y en León , en la possession del qual esta- ba don Diego de Toledo , hijo del duque de Alva. E pedíalo é llamábase prior don Antonio de Stúñiga, hermano del duque de Béjar; y estos dos duques, el uno por el hijo y el otro por el hermano , tenian competencia, é comentaron á tomar las armas de la una é de la otra parte. Pero el frayle cardenal, se dio tal recabdo en su ofifio de gobernador real , que no les convino á los unos ni á los otros llegará rompimiento , ni osaron ha^er cosa que al Rey despluguiesse.E el cardenal se apo- deró del prioradgo , y le tuvo de su ma- no en nombre del Rey hasta que su Alte- za , después que vino á España , concer- tó á ambos priores é partióles la renta é vassallos de aquel estado é dignidad ; é al uno dio lo del reyno de Castilla é al otro lo del reyno de León , con tal regres- so y aditamento, que muriendo el uno, se tornasse la parte del tal defuncto al que vivo quedasse dellos. E assi intervino después ; porque murió el prior don An- tonio de Stúñiga , é quedó en todo el prioradgo don Diego de Toledo. Dexemos aquesto , é tornemos á nues- tras Indias , las quales , assi como los otros reynos , estaban á cargo del carde- nal ; y en aquella misma sa(;on estaba en la corte de España el almirante don Die- go Colom , negociando lo que le conve- nia , é también avia procuradores por es- ta cibdad de Sancto Domingo é Isla Es- pañola. Pero cómo el cardenal, desde mucho tiempo antes, tenia larga noticia de las cosas dcstas partes, acordó para el bien dellas de buscar tres religiosos de la Orden de Sanct Ilierónimo , personas de grand auctoridad é letras é de aproba- da vida ; y enviólos á esta cibdad de Sancto Domingo , con muy bastantes po- deres para gobernar las Indias. Estos re- ligiosos fueron fray Luis de Figueroa, prior del monesterio de la Mejorada, que está á una legua de Olmedo; y aqueste fué el mismo que dixe (en el libro ter- cero) que murió estando oleto é conce- didas por el Papa las bulas para la unión deste obispado de Sancto Domingo y del obispado de la cibdad de la Concepción de la Vega , y lo enviaba la Cesárea Ma- gestad para estas dignidades é obispados, como obispo de ambas iglesias, é por presidente desta Real Audiencia; pero atajóle la muerto , y por ventura fué me- jor para su ánima , que es de creer, por- que era tenido por sancta persona : é mu- rió el año de mili é quinientos é veynte é quatro. Mas como de suso dixe, él avia acá passado primero por mandado l)í< INDIAS. LIB. IV. CAP. II. 103 del cardenal , el año de mili é quinientos e diez y seis años, juntamente con los otros dos religiosos que con él vinieron, iguales en el poder é gobernación : que fueron fray Alonso de Sancto Domingo, prior del monesterio de Sanct Jolian de Ortega, que es á quatro leguas delacib- dad de Burgos; y el otro fué fray Ber- naldino de Manganedo , prior de Monta Marta , que es á dos ó tres leguas de Ca- mera. Y llegaron á esta cibdad de Sancto Domingo poco antes de pasqua de Navi- dad del año de mili é quinientos é diez y seis años, é apossentáronse en el mones- terio de Sanct Francisco. Y notaron mu- cho que estando en maitines con los frayles franciscos, la noche de Navidad, ovieron tanto calor que sudaron. Y aquel dia á comer les dieron los frayles ubas frescas y higos acabados de coger de las parras y higueras; las quales fructas y ca- lor son acá comunmente en tal tiempo; cosa jamas oyda ni vista en los reynosde España ni en toda Europa. Aunque se loe, segund dife el maestro Olchod en la glos- sa que liizo sobre la Esphera, (jue tenien- do un sancto varón en Inglaterra un de- monio apremiado en cierta clausura, y desseando el demonio verse libre de aquella prisión , prometió á aquel sancto hombre la noche de Navidad de le traer higos frescos de las Indias , si le libcrtas- se de aquel encerramiento en que estaba. E assi con esta condición libertado el de- monio, en muy breve espacio de tiempo le truxo los higos frescos que le prometió; de lo qual aquel sancto varón quedó muy maravillado, conjccturando la grand tem- planza de tiempo que avria donde se avia cogido tal fructa, con la diferencia é rigor del frió que en cl mismo tiempo era en Inglaterra , donde era natural; creyendo que tierra tan templada y en tal tiempo era muy propinqua y gercana al paraiso terrenal. Pero no creo yo que los higos serian deslas nuestras Indias, por- que no los ovo en ellas hasta que de Es- paña se truxeron las higueras : ubas bien podria ser , porque assi en esta isla como en otras y en la Tierra-Firme son natu- rales. Tornando al propósito de la venida destos padres reverendos, que como he dicho, vinieron por visoreyes é gober- nadores dcstas partes, enviados por el cardenal de España, que á la sagon presi- dia con los Consejos Reales en la gober- nación de todos los reynos de España, por su Magostad ; el qual con muy íntimo desseo de proveer é remediar las muchas querellas y agravios que destas partes yban (de que continuo se qucxaban los vassallos españoles y los naturales tam- bién destas Indias) , eligió en toda la Or- den de Sanct Hierónimo estos tres reli- giosos que es dicho , para en todo lo que conviniesse al estado de la tierra é buen tractamiento é conservación de los in- dios, naturales destas partes todas de nuestras Indias , islas é Tierra-Firme del mar Océano, é para que snpiessen las passiones de acá entre los chripstianos, é lo pusiessen é toviessen en todo concier- to. De manera que en lo de adelante se acertasse é proveyesse, como al servicio de Dios, nuestro Señor, mas conviniesse, y para que laconsciencia del Rey se satisfa- ciesse é la tierra se remediasse. Con estos padres religiosos fué elegido por juez, en las cosas do la justicia civil é criminal, el licenciado Alonso Cuaco, el qual estando ya acá los padres hierónimos , llegó á es- ta cibdad desde á poco tiempo, en cl si- guiente año de mili é quinientos é diez é siete años, á ocho de abril, miércoles de la semana sancta. Al tiempo que los reli- giosos llegaron , como en aquel tiempo la muerte del Rey Cathólico era reciente, los jueces de apelación que aqui residían, que ya se llamaban oydores, é su audi- torio ya se decia Audiencia Real , é otras personas dcsta cibdad principales, qui- 104 IIISTOKIA GENERAL Y NATURAL siérunse informar ile la venida do aque- llos padres hieróninios (nunca vistos en estas parles hasta entonces ) , é de los po- deres que trahian ó á qué venian ; y ellos como prudentes, mostraron el poder que les era dado, y luego fué obedesgido. E comentaron á entender en sus ofigios y cargos, hasta en tanto que el liren- (.•iado CmxQO vino pocos meses después, como es dicho. Lo qual assi mismo causó mas admiración , porque llegado é pres- sentado en las casas del cabildo desta cibdad con sus poderes, maravilláronse mucho, é aun dio temor á algunos, vien- do que en el despacho de los negogios é pleitos civiles é criminales avia de aver brevedad ; é que segund la forma destos poderes, se avian de acabar é feucsger aqui, sin apelación ni otra dilación para Su Mageslad en los reynos de España , y para que tomasse residencia á los oydo- res, que eran á la sagon los ligenfiados Margelo de Villalobos , é Jolian Ortiz de Matiengo , é Lúeas Vázquez de Ayllon , y que también la tomasse á todos los otros gobernadores, juegos é justicias; é para que tomasse cuenta é ragon á todos los ofigiales de Su Magostad y escribanos de minas , é otras personas que oviessen te- nido cargos é ofigios en todas estas par- tes , é con muy cresgido salario. Por ma- nera quél fué por el cabildo resgebido é obedesgido para en todo lo contenido en sus poderes ; é comengó luego á enten- der en las residengias de los oydores é de los otros jueges é justigias é goberna- gion , é hizo sus progessos é los cerró é sentengió. Hizo hager algunos edifigios públicos; reparó los caminos é cargóles que estaban abiertas , ó no como conve- nian, é proveyó juntamente con el regi- miento desta cibdad, cómo oviesse una barca de passaje (que hoy hay para el rio é puerto desta cibdad para la otra banda della ) , con otras obras públicas y provechosas á la república. La gobernagion destas quairo personas por la forma que es dicha, fué asaz buena lo que turó , y aquellos padres lo higieron lo mejor que Dios les dio á entender; pero también entendieron en remover indios. El remover los indios ha seydo una cosa de las mas peligrosas que acá ha ávido para la congiengia de los gobernadores: lo que estos padres en este caso higieron fué sancto , porque los quitaron á todos los caballeros y privados, á quien el Rey Cathólico avia mandado darlos, y no los dexaron á ningún ausente , é diéronlos á los pobladores é veginos de la isla: é hi- giéronlos redugir en pueblos , á causa que les fuessen mejor administrados los sacra- mentos estando juntos , é fuessen infor- mados de las cosas de nuestra sancta fé. Sobre este servigio de los indios ha ávido muy grandes altcrcagiones en derecho en- tre íiimosos legislas, é canonistas é iheó- logos, religiosos , é perlados de mucha sgiengia é congiengia ; digiendo si deben servir ó no estos indios, é si son capages, ó no: é si esos á quien se encomiendan los tienen con buena congiengia, ó no; é con qué calidades é limitagionesse deben ad- mitir, ó congederse tal tutela. Pero cómo han seydo muy diferentes en las opinio- nes en esta disputa , ningún provecho se ha seguido á la tierra ni á los indios. Ha- llaron estos padres hierónimos grandes quexas por causa de un repartimiento ge- neral que Rodrigo de Alburquerque, primo del ligengiado Luis Capata (que á la sagon era el mas pringipal en el consejo del Rey) , avia fecho con paresger del tesorero Mi- guel de Passamonte : este Rodrigo de Alburquerque era vegino de la cibdad do la Congepgion de la Vega en esta isla, é con favor del dicho Ugengiado ovo pro- visión del Rey Cathólico para repartir los indios con paresger y voto del tesorero Miguel de Passamonte, y con facultad de poder enmendar otro repartimiento que avia fecho antes el almirante, don Diego DE INDIAS. LIB. IV. CAP. IT. 105 Colom. Pero tantas é mas quedas resul- taron desta enmienda, como de lo que el almirante avia primero fecho é repartido; y en la verdad esto es de calidad que del postrero repartidor de los indios ha de aver mas quexas , aunque sea mejor mirado que lo primero ; porque el mudar la costumbre (y espofial en los indios); es cortarles la cabega , é assi quedó la tierra muy dagnificada en toda esta isla. Y cómo estos padres hierónimos eran ser- vidores de Dios, pensando do lo enmen- dar, lo remendaron, é pussieron los in- dios en pueblos (quitándolos de sus asien- tos): que fué harto daño, porque todos estos remedios resultan en mayor perdi- s-ion de aquesta gente. Porque cómo los chripstianos vian tantas mudanzas é no avia seguridad que les avian de turar los indios y dejárselos, ó los trabajaban de- masiadamente , ó no los tractaban como los tractáran , si no temieran estas revo- luciones que tan á menudo se hacian. E aunque algunos comedidos é cathólicos lo higiessen bien, otros los desfructaban é acosaban de manera (con excesivos tra- bajos é de otras formas) que presto se morían. Pero assi cómo se redugieron á pue- blos, les sobrevinieron unas viruelas tan pestilengiales, que dexaron estas islas é las otras comarcanas, Sanct Johan, Ja- máyca é Cuba asoladas de indios, ó con tan pocos, que paresgió un juigio grande del cielo. Débese creer que la inlengion de aquellos tres religiosos hierónimos fué sánela , é yo assi lo tengo por gierto; porque quitarlos á los caballeros é pri- vados ausentes fué sanctíssimo , é si al- gunas mudanzas higieron ó proveyeron, fué con gelo caritativo, por aprovechar á los mismos indios, y que mejor é mas tiempo se sustentassen. Esi los quitaban á los señores é caballeros que se estaban en España , gogando destos sudores dí- gitos é sirviéndosse dellos, por mano de criados é de cobdigiosos mayordomos, dábanlos estos padres á los veginos é po- bladores de la isla , é á los que avian pagificado é conquistado la tierra é la poblaban. Pero esta gente destos indios de sí misma es para poco , é por poca co- sa se mueren ó se ausentan é van al monte; porque su pringipal intento (é lo que ellos siempre avian hecho antes que los chripstianos acá passassen), era comer, é beber, é folgar, é luxuriar, é idola- trar, é exerger otras muchas sugieda- des bestiales; de las quales é de sus ri- tos é gerimonias se dirá en su lugar ade- lante. CAPITULO III. De cómo la Ces5ároa Magcslad dio l¡9encia pn derla forma al almiranifi don Diego Colom , que lornassft á esta cibdad de Sánelo Domingo é IslaEspañola, é otras cosas. 'espues que el Rey don Carlos , nues- tro señor, vino en buena hora á España, el año de mili é quinientos é diez y sie- te , é fué después en el de diez é nueve elegido por Rey de los romanos é futuro Emperador (la qual nueva supo Su Ma- gestad en la cibdad de Barcelona) , esta- ba alli el almirante don Diego Colom, TOMO I. entendiendo en su despacho , é litigando con el fiscal real sobre sus prehcmmen- gias é previlegios. E sin desgidirsse la causa, le dio Su Magestad ligengia el año de mili é quinientos y veynte en la Coruña , desde donde Su Magestad se embarcó á la sagon para volver á Flan- des : é por aquella ligengia volvió el al- 1 00 IIISTOiUA GKNEIUL Y NATlItAL mininlc don Diego Coloni á esta cibdad enfierta forma, el qual estaba en Espa- ña desde el año de mili é quinientos 6 qninfo, finco años avia. Pero non obs- tante su venida , todavía quedó esta Au- diencia como real Chanfilleria en su prelieminencia é superioridad, y de la misma manera se despachaban ya los ne- gocios que á ella concurrían , como ago- ra lo liaren , aunque después acá se le ha traydo el sello real. Poco antes avia el Emperador, nues- tro señor, enviado á llamar á los padres hierónimos que se fuessen á España ; é assi lo hicieron algunos meses antes que el almirante aqui volviesse, teniéndose Su Magostad por muy servido dellos en lo qué tocó la gobernación: porque en la verdad aprovecharon mucho é dieron industria (conque se aumentaron los in- genios de afúcar desta isla) , en tavoroscer á los que los fundaban , é ayudaban á los buenos vecinos , é los allegaban , como personas notables é de buen celo é sancto propósito. Pero es de saber que quando continuaron estos religiosos y el licenciado Alonso Cuaco esta jurisdicion é gobernación , acaesció que estos pa- dres llegados á esta isla , é informados de los graves daños é muertes que so- brevenían á los indios naturales destas partes (que estaban encomendados á ca- balleros é perlados que residían en Es- paña é que tenian favor, é aun algunos dellos á cargo los negocios del Estado destas partes); porque cómo los indios eran tractados por criados é mayordo- mos de los tales caballeros, y por ellos desseado el oro que se cogia con las vi- das destos indios é gente miserable , es- crebian á las personas principales de acá é á sus mayordomos que les enviassen oro; y cómo todos los principales ofi- ciales de acá eran favorescidos de aque- llos señores, el fin de todos ellos era ad- quirir, y enviar y rescebir oro, por lo ([ual se daba oxcessivo trabajo 6 mal traclamiento, á esta causa, á los indios; é morian lodos ó tantos dellos, que de los repartimientos, que cada qual tenia en número de doscientos é trescientos indios, brevemente este número era consumido y acabado, é tornado á rehacer de los otros indios que estaban encomendados á los casados é vecinos destas partes. En manera que los repartimientos de los pobladores se yban diminuyendo, é los de los caballeros acrescentando; y de los unos y de los otros , todos morian con el mal traclamiento : que fuá potíssima causa para grand parte de su total des- fruicion é acabamiento. Pues cómo los caballeros fueron certificados de cómo los padres hierónimos les avian quitado los indios, enviaron luego á la Cessárea Magesíad (que á la sacón aun estaba en sus señoríos de Flandes é no era venido á España), é díxosse que ganaron cierta cédula ó provission , enderescada al li- cenciado Cuaco, para que él conosciesse desta causa é restituyesse todos los in- dios que se les avien quitado á los caba- lleros ausentes, y que primeramente les estaban encomendados. Pero ello no se hizo, ni se les restituyeron; porque in- formado el Rey de la verdad , ovo por bien lo que estaba hecho; é aviendo res- pecto á no dar causa para que aquella miserable gente é indios que á los caba- lleros de Castilla estaban encomendados, con el mal tractamiento que les era he- cho, en muy breve peresciessen , si les fuessen restituidos. Como Su Magestad lo mandaba, sobreseyó el licenciado en la execucion de las provisiones á él diri- gidas, é informó á Su Magestad de lo que acerca dosto passaba , é de cómo los mas destos indios se avian quitado á personas que avian seydo conquistado- res en esta isla, y estaban casados é avecindados en ella , é que los tenian é tractahan como á hijos; é cómo después DE LNDIAS. LIB. IV. CAÍ'. III. 10"; que les fueron quitados y puestos en po- der de los mayordomos de los caballe- ros, y que no tenían respecto á mas de sacar oro para enviar á Castilla á sus señores [que yba teñido con la sangre des- tos indios), todos ellos peresgian, y los españoles , cuyos fueron , sin ellos que- daban destruidos, é desamparaban la tierra ; é la población de acpiesta isla so destruía é desminuia. De lo qual per- lificado Su Magestad , tuvo en mucho servicio lo hecho, é disimulo en la im- portunación de los que pedian los in- dios. Pues cómo esto llegó á notigia de los caballeros, sintiéronlo muclio por perder gran cantidad de oro , que en cada año con el trabajo destos indios les era envia- do ; y por esto tuvo creydo el ligengiado Cuago que no faltaron en España soligi- tadoros para ser removido del cargo. E vino proveído para le tomar residencia el ligengiado Rodrigo dePigueroa, hom- bre asaz astuto y no poco cobdigiosso, segund después paresgió por los cargos que en su residencia le fueron feclios é probados (como adelante se dirá). Assi que, llegado á esta isla, el año de mili é quinientos y veynte, con las informacio- nes que traia de España contra el licen- ciado Cuaco, halló acá muy graud parte para le destruir en algunos de los prin- cipales desta isla. E comencóse la resi- dencia, é apercibiéronse en ella todas las cibdades é villas desta isla é de las otras comarcanas , é fuéronle puestas muchas demandas é acusaciones civiles é criminales, é de muy excesivas cantida- des ; pero él se dio tan buen recabdo en la defenssa de su limpiecaque finalmen- te todos los pleitos conclusos, con otros muchos que se dexaron de seguir, so sentenciaron por el licenciado Rodrigo de Figueroa en favor del licenciado Cua- co; aunque iué muy perseguido de los criados é servidores de aquelles caballe- ros, á quien se avian quitado los indios, como ya se dixo (con acuerdo de los pa- dres hierónimos), en no se los querer tor- nar, el licenciado Cuaco, mandándolo Su Magostad (por mas le servir). Y es de saber que el licenciado Figueroa fué pe- dido ¡)or los enemigos de Cuaco, y es- cogido como persona muy rigurosa para que lo destruyesse ; y aunque él vino con intención de no le perdonar alguna cosa ó culpa, por venial que fuesse, nunca pudo ni ovo lugar de le ofender por la retitud que avia usado en su oficio. Estando las cosas en estos términos, y el licenciado Cuaco viéndose entre sus émulos é personas , que por lo que ten- go dicho é casos que resultan contra los buenos jueces que administran justicia, en alguna manera como desfavorescido y sin cargo, aunque con mucho favor de todos los pobres y de aquellas personas á quien avia administrado justicia en sus pleitos é causas ; é viendo aun á otros muchos que tomaban las piedras en las manos contra él , á exemplo de nuestro iledemptor \ ascendióse de todos ellos é pasóse á la Isla de Cuba, con poder que le dio el almirante don Diego Colom, para la gobernar ; en el qual oficio se ovo, como adelante se dirá en el lugar que convenga. Assi que ydo el licen- ciado Cuaco á Cuba , quedó absoluto en la gobernación desta isla aquel juez de residencia, llamado el licenciado Ro- drigo de Figueroa, el qual no dexó de qué se le pudiesse dar gracias en quanto acá estuvo, puesto que no le turó tanto el cargo como él ([uisiera. Yo passé por esta cibdad, el año de mili é quinientos y veinte, yendo á la Tierra-Firme , é su- ])e de los desta cibdad, é aun de algu- 1 JoIj, cap. VIH. 108 IJISTÜRIA GEiNEKAL Y NATURAL nos lie los pringipaltís della , que era juez muy perjudicial c cobdigiosso ; ó dixe á quieu esto me degia , que por qué no daban noticia de aquello á Su Mages- tad , para que lo raandasse remediar , é fuéme respondido estas palabras: "¿Có- mo nos han de creer , que nosotros le pedi- mos?» Luego bien dixe de suso que avia seydo juez granjeado é pedido por apas- sionados contra Cuago. Y assi este juez, como conosgia él de sus obras que no avia de permancsger en el cargo (jue te- nia, recogió todo el oro é perlas que él pudo asir, é fuesse á España (ó mejor diciendo hiriéronle yr, porque su cobdi- fia era insaciable, é su conversación no de juez que se debiesse comportar); porque después que en esta cibdad le fué tomada residengia é le pusieron muchas demandas en ella , é acusaciones crimi- nales, fué condepnado en muchas de ellas é apeló para el real Consejo de In- dias, que reside en la corte de Su Ma- gestad, é alli se vido su residencia: de la qual resultó una sentengia contra él, pronunciada en la cibdad de Toledo, año de mili é quinientos é veynte é ginco, bien rigurosa é fea; condenándole en quatro tantos de cohechos é robos que avia llevado en esta cibdad de Sancto Do- mingo é en esta Isla Española, con otras condenaciones de penas pecuniarias , no bien sonantes, é privándole de tener oficio de juzgado real. La qual senten- cia original yo vi é ley firmada de los señoies del Consejo Real de Indias en aquella misma sacón en Toledo ; des- de donde este licenciado se fué á Se- villa en fiucia de un amigo suyo , natu- ral de Camera , de donde era : el qual gobernaba la casa del duque de Medi- na Sidonia , y este se llamaba el comen- dador Alonso de Sotelo, el qual le me- tió por letrado de la casa é estado de Medina Sidonia, donde murió desde á poco tiempo. CAPITULO IV. En que se Irada la rebelión de ¡os negros e' del caslig-o que el almirante, don Diego Culom , hizo en ellos , etc. ué un caso de mucha novedad en esta isla , é principio para mucho mal (si Dios no lo atajara) la rebelión de los negros; y no seria razón que cosa tan señalada se dexase de escrebir , porque si se callasse la forma de cómo passó, también se ca- llarla el servicio que algunos hombres de honra de aquesta cibdad en ello hicieron. Y' porque esta culpa no se me pueda dar, ni se crea (jue queda por mi de inquerir la verdad del fecho , diré lo que en este caso he podido saber de personas que en ello pussicron las manos; y tenga por cierto el que lee , que si algo se dexa de decir , que será por falta de los que informan y no del que escribe. Assi que, diré lo sustancial deste movimiento y al- teración de los negros del ingenio del al- mirante, don Diego Colom: que por sus es- clavos fué principiado este alcamiento (y no por todos los que tenia); é diré lo que del mismo almirante é de otros caballe- ros é hombres principales supe desta ma- teria; y es aquesto. Hasta veynte negros del almirante, y los mas de la lengua de los jolophes, de un acuerdo , segundo dia de la Natividad de Chripsto , en principio del año de mili é quinientos é veynte édos, salieron del ingenio é fuéronse á juntar con otros tan- tos que con ellos estaban aliados en cier- ta parte. E después que esíovieron juntos DE INDIAS. LIB. IV. CAP. IV. 109 hasta quareata dellos , mataron algunos cliripstianos que estaban descuydados en el campo , é prosiguieron su camino para adelante, la via de la villa de Agua. Sú- pose luego la nueva en esta cibdad , por aviso que dio el li(;enciado Chripslóbal Lebrón que estaba en un ingenio suyo; y sabido el mal propóssito é obra de los negros, luego cabalgó el almirante en se- guimiento dellos, con muy pocos de ca- ballo y de pié. Pero por la diligencia del almirante é buen proveliimiento desta Audiencia Real, fueron tras el todos los caballeros é hidalgos , é los que ovo de caballo en esta cibdad é por la comarca; y el segundo dia después que aqui se su- po, fué á parar el almirante á la ribera del rio de Nigao , é alli se supo que los negros avian llegado á un hato de vacas de Melchior de Castro , escribano mayor de minas , é vegino desta cibdad , nueve leguas de aqui; donde mataron á un chripstiano, albañir que estaba alli la- brando , é tomaron de aquella estancia un negro é do^e esclavos otros indios, c robaron la casa ; y hecho todo el daño que pudieron, passaron adelante, hagien- do lo mismo y pesándoles de lo que no se les ofresgia, para hacerlo peor. Después que en el discurso de su viaje ovieron muerto nueve chripstianos, fue- ron á asentar real á una legua de Ocoa, que es donde está un ingenio poderoso del ligeníjiado Cuago , oydor que fué en esta Audiencia real ; con determinación que el dia siguiente, en esclaresgiendo, pensaban los rebeldes negros de dar en aquel ingenio é matar otros ocho ó diez chripstianos que alli avia, é rehacerse de mas gente negra. E pudiéranlo hacer, porque hallaran mas do otros f;iento é veynte negros en aquel ingenio ; con los qualcs si se juntaran, tenian pensado de yr sobre la villa de Agua y meterla á cu- chillo y apoderarse de la tierra , juntán- dose con otros muchíjs mas negros (¡uc en aquella villa hallaran de otros inge- nios. E sin dubda se juntaran á su mal intento , si la Providencia Divina no lo remediara de la manera que lo remedió. Assi que, llegado el almirante á la ri- bera de Nigao , como he dicho , é sabi- dos los daños ya dichos que los negros yban haciendo por el camino que lleva- ban, acordó de parar alli aquella noche, porque la gente que conélyba reposasse, é los que atrás quedaban le pudiessen al- cancar, para partir de alli otro dia al quarto del alba , en seguimiento de los malfechores. Es de saber que entre los que alli so hallaron con el almirante es- taba Melchior de Castro, vecino desta cib- dad , al qual avian fecho en su hacienda y estancia el daño que se dixo de suso; é cómo le dolia su proprio trabajo (de- mas é allende del general de todos que se aparejaba), acordó de se adelantar con dos de caballo , sin degir cosa alguna al almirante ; porque creyó que si le pedia ligencia , no se la daria ni le dexaria yr tan solo adelante, quedando el 'almirante é gente donde es dicho. E secretamente se salió del real é fué á su estancia é hato de sus vacas , y enterró el albañir que alli avian matado los negros, é halló su casa sola é robada: alli se juntó con él otro chripstiano de caballo, é determinó de yr adelante: é desde alli envió á degir al al- mirante que él se yba en seguimiento de los negros con tres de caballo que con él estaban, y que le suphcaba que le euvias- se alguna gente, porque él yba con deter- minación de entretener los negros, en tan- to que los chripstianos con su señoría lle- gassen , puesto que él y los que con él yban eran pocos. Sabido esto por el al- mirante le envió luego nueve de caballo é siete peones, los quales le alcangaron; é juntados con Melchior de Castro, fue- ron por todos doge de caballo , é siguie- ron á los negros hasta donde es dicho que estaban. Entre esta gente de caballo IllSTOUIA GE.NKHAL V .NAlLHAL que el almirante envió á tenor compañía á Melchior do Castro , para detener los ne- gros rebelados, fué el prinripal Frangis- co Dávila , YOf ino desta c'ibdad ((jne ago- ra es uno de los regidores della) ; 6 pro- siguiendo su camino, al tiempo que el lugero del dia salia sobre el horizonte, se hallaron á par de los negros: los quales, assi como sintieron estos caballeros , se acaudillaron é con gran grita, fechos un esquadron, atendieron á los de caballo. Los caballeros , viendo la batallf. apare- jada , sin atender al almirante por las causas que es dicho, é no esperar que los negros se juntassen con los de aquel ingenio, determinaron de romper con ellos , é embragaron sus daragas, é pues- tas sus langas de encuentro , llamando á Dios y al apóstol Sanctiago, todos doge de caballo fechos un esquadron , de po- cos ginetes en número , pero de animo- sos varones, estribera con estribera, á rienda tendida, dieron por medio del ba- tallón contra toda aquella gente negra, que los atendió con mucho ánimo para resistir el ímpetu de loschripsiíanos; pe- ro los caballeros los rompieron, épassa- ron de la otra parte. Edoste primero en- cuentro cayeron algunos de los esclavos; pero no dexaron por esso de juntarse en- continente, tirando muchas piedras é va- ras é dardos, é con otra mayor grita aten- dieron el segundo encuentro de los ca- balleros chripstianos. El qual no se les dilató, porque no obstante su resistencia de muchas varas tostadas que laucaban, revolvieron luego los de caballo sobre ellos con el mismo apellido de Sanctia- go, é con mucho denuedo dando en ellos, los tornaron á romper passando por me- dio de los rebelados : los quales negros, viéndose tan emproviso apartados unos de otros é con tanta determinación é osa- día de tan pocos é tan valientes caballe- ros acometidos é desbaratados , no osa- ron esperar el tercero encuentro , que ya se ponía en execugion. E volvieron las espaldas, puestos en huyda por unas pe- ñas é riscos que avia gerca de donde este vencimiento passó , é quedó el campo é la victoria por los chripstianos , é allí tendidos muertos seys negros, é fueron heridos dellos otros muchos; y al dicho Melchior de Castro le passaron el brago izquierdo con una vara y quedo mal he- rido. E los vencedores quedaron allí en el campo hasta que fué de dia , porque como era de noche y muy escura é la tierra áspera ó arborada en partes, no pu- dieron ver á los que huían , ni por don- de yban ; poro sin se apartar del mismo lugar donde esto avia passado , hizo lla- mar Melchior de Castro, por voz de un vaquero suyo; al negro é indios suyos que le avian robado los negros de su es- tancia ; é luego cómo conosrieron la voz del que los llamaba , los recogió é se vi- nieron todos, porque estando ahy gerca escondidos entre las malas é de oírle é conosgerle en la voz se aseguraron , y se fueron é su señor con muclio plager. Assi como fué de día claro , Melchior de Castro é Francisco Dávila é los otros pocos de caballo que en este trance hon- roso se hallaron, se fueron al ingenio del licenciado Alonso Cuaco á reposar. E lle- gó el almirante , é la gente que con él yban aquel día quasi á hora de vísperas; y de lo que hallaron fecho todos los chripstianos dieron muchas gracias á Dios, nuestro Señor, por la victoria ávida: porque aunque estos negros rebelados no eran de mucho número , yban encamina- dos con su mala intención é obra donde dentro de quince días ó veynte, no yén- doles á la mano , fueran tantos y tan ma- los de sobjuzgar, que no se pudiera ha- cer sin gastarse tiempo y muchas vidas de chripsiianos. Sea Dios loado por el buen subceso desta victoria, que en cali- dad fué grande. El almirante mandó á Melchior de Cas- DE INDIAS. LIB. IV. C\P. IV. 111 Iro que se viniesse á esta cibdad de Sáne- lo Domingo para que se curasse , como lo hizo; y quedando el almirante en el campo, hizo buscar con tanta diligencia los negros que avian escapado de la ba- talla y eran culpados, que enginco óseys dias se tomaron todos, é mandó hager justicia deilos é quedaron sembrados á trechos por aquel camino, en muchas hor- cas. Pero como los qne escaparon de la batalla se avian metido en partes áspe- ras, fué nesgesario que los siguiesse gente de pié , de la qual fué por capitán Pero Ortiz de Matienfo, el qual los siguió é peleó con ellos é mató á algunos é pren- dió á aquellos, de quien se hizo la jus- ticia que he dicho. Y en la verdad este hidalgo se ovo como muy varón en esto, segund la dificultad é aspereza de la tier- ra, donde los alcanzó é desbarató á los fugitivos. Por manera que la diligencia de Melchior de Castro, mediante Dios y el esfuerzo del v de Francisco Dávila, que fué en su ayuda é socorro , por ca- pitán, como es dicho, de aquellos ocho caballeros que juntados con Melchior de Castro lodos fueron doqe de caballo, sa- lió el vencimiento á tan buen fin é vic- toria, como es dicho, y el castigo ovo perfecta execugion por el animoso exe- cutor que siguió los negros é mató parte deilos é prendió los restantes, para colo- callos en la horca é horcas. Y fecho este castigo , el almirante se tornó á esta cib- dad : en lo qual él cumplió muy bien con el servigio de Dios y de Sus Magestades y con quien él era ; y desta manera que- daron los negros que se levantaron pe- nitenciados, como convino á su atrevi- miento é locura , é todos los demás es- pantados para adelante y certificados de lo que se hará con ellos, si tal cosa les passare por pensamiento , sin que se tar- de mas en castigarlos de quanto se tar- dare la ventura suya en descubrir su mal- dad. CAPITULO V. De cómo el almiranlc don Diego Colom volvió á España , por mandado de la Cesárea Magostad , y de có- mo el licenciado Lúeas Vázquez de Ayllon , oydor desla Audiencia Real, fué á cierla gobernación de Tier- ra-Firme, donde murió, y de cómo se han subcedido oíros jueces c oydores en esía Real Audiencjia , c oirás cosas que locan á la hisloria. "icho se ha de a manera que el almi- rante segundo , don Diego Colom , vol- vió á esta cibdad de Sancto Domingo, donde estaban por jueces en esta chanci- lleria é Audiencia Real los licenciados que primero se dixo , llamados Marcelo de Vi- llalobos, Johan Orliz deMatienco, Lúeas Vázquez de Ayllon, é Chripstóbal Le- brón , que estaba ya rescebido por oydor. E cómo no faltaron contiendas entre el almirante é los oydores sobre las cosas de la jurisdicion , fué el licenciado Ayllon á España , assi sobre eso , como sobre sus negocios proprios , é á procurar cierta gobernación é descubrimiento en la Tier- ra-Firme, á la banda del norte (que no debiera). E Su Magestad le hizo merced de la capitanía general é gobernación , é le dio el hábito de Sanctiago. Y después que estuvo en la corte é hizo allá rela- ción de las cosas de acá , envió Su Ma- gestad á llamar al almirante , don Diego Colom, porque avian ydo algunas que- xas del , y de quien el almirante mas enojo y quexa tenia era del licenciado Ayllon, porque creia que le avia fecho daño con sus informaciones , seyendo mucho su amigo. Y assi se partió dosla 112 HISTORIA GENERAL Y NATURAL cibdad de Saocto Domingo á diez y seys dias de sepliombro de mili é quinientos c vcynlo c tres años. Llegado en España, se fué á la corte del Emperador, nuestro señor, á donde llegó el año siguiente de mili é quinientos ó veynte é quatro, en el mes de enero , estando Su Magostad en la cibdad de Vitoria. E luego el almi- rante comenzó á entender en sus pleytos é negocios, hasta que Su Magestad, des- pués, en el año de mili é quinientos ó veynte y finco, se partió de Toledo para Sevilla; y al tiempo que el almirante partió de Sevilla para la corte, que fué en el mes de diciembre de mili é qui- nientos é veynte é tres , en la misma sagon venia el ligengiado Ayllon para Sevilla de camino para esta isla. Y ve- nido aqui , hizo después aquella su ar- mada para aquella su gobernación que he dicho ; de donde nunca volvió , y mu- rió allá desde á poco tiempo que llegó con otros muchos , que de mal conseja- dos le siguieron , después de aver gasta- do mucha parte de su hacienda. Y^ en la verdad él se ocupó en lo que le complia no meterse, porque aqui estaba rico é honrado , y era uno de los oydores desta Audiencia Real que en esta cibdad reside, y de los mas antiguos en ella; é no conten- to desto , buscó la muerte para sí é para otros , de la manera que mas particular- mente se dirá en la segunda parte desías historias; porque destos descubrimientos de la Tierra-Firme hay muchas historias y cosas que notar , las quales se reservan para en su lugar , y quando lleguemos á ellas se dirá de cada una en particular lo que convenga en sus lugares proprios, porque son cosas que tocan á la segunda parte desta General y natural Historia de hidiOfS ■ Tornando al propósito de los jueces, digo que ydo el lif enciado Ayllon , que- daron residiendo en esta Chancilleria por oydores los licenciados que primero di- xe, Villalobos , MatienQo, é Lebrón ; é no desde á mucho tiempo fué á España el li- cenciado Matienco , é le proveyó Su Ma- gestad de oydor en la Nueva España. Desde á poco tiempo murió el licenciado Villalobos; por manera que quedó esta Audiencia con solo el licenciado Lebrón. Desde á poco fué proveído por oydor el licenciado Alonso Cuaco , del qual tengo dicho que vino á esta cibdad con los pa- dres hierónimos, á quien tomó residen- cia el licenciado Figueroa ; y hecha aque- lla , fué por gobernador á Cuba, en nom- bre del almirante; y desde aquella isla passó á la Nueva España ; y en el camino se perdió en las islas de los Alacranes , y de allí escapó miraglosamente é prosi- guió su camino ; y Hernando Cortés le dio cargo de la justicia de la Nueva España; y estando allá gobernándola , fué preso y traydo á la isla de Cuba, á hacer allí re- sidencia del tiempo que allí fué juez , é la gobernó ; é dio tal cuenta de sí como adelante se dirá , donde se tractará de muchas cosas notables que por él passa- ron en el último libro cJc los Infortunios y naufragios. Assi que por su retitud é servi- cios é persona la Cesárea Magestad, como gratíssimo príncipe, informado de la ver- dad , y viendo que á su real servicio con- venia que tal juez aqui en esta Real Au- diencia assistiesse , como hombre que tanta experiencia tenia de las cosas des- las partes , se quiso servir del por su oy- dor, é le mandó aqui residir: hasta la qual elección de su persona passaron por este caballero muchas desaventuras y tra- baxos , y grandes experiencias de su pa- ciencia. . . . Después de lo que es dicho , entró por oydor el licenciado Gaspar de Espino- sa, en lugar del licenciado Villalobos. Este vino assi mismo por juez de resi- dencia, la qual tomó á los oydores é á las otras justicias, é fué un tiempo abso- luto é solo en la gobernación, aunque no DE INDIAS. LIB. IV. CAP. V. 113 bien quisto de algunos, puesto que assi mesmo otros degian bien del. Y no me maravillo de cosa que oyga defirdejuez en estas partes ; porque demás de ser so- lo Dios el que podría contentar á todos, siempre en las tierras nuevas son peligro- sos semejantes ofigios , assi para el cuer- po, como para el ánima. Passada la re- sidencia, quedaron juntamente en esta Real Aaudiengia los ligenf iados Lebrón y Cuago y Espinosa ; pero desde á poco tiempo se passó á vivir á la Tierra-Fir- me , donde tenia giertos" indios de repar- timiento , que le servían, desde que allí avia seydo alcalde mayor de Pedrarias Dávila, en la provincia que llaman Cas- tilla del Oro , como mas largamente se dirá, quando de aquella tierra se tráete y escriba. Ido Espinosa donde he dicho, entró en su lugar en esta Audiencia el doctor Rodrigo Infante , é porque ya era muerto el ligenfiado Chripstóbal Lebrón, entró en su lugar el licenciado Johan de Vadíllo , que estaba en esta cíbdad de Sancto Domingo desde el año de mili é quinientos d veynte y Qinco , entendien- do en las cuentas y debdas de la hacien- da real; y estos tres oydores, conviene saber, licenciado Cuaco, doctor Infante, y el licenciado Johan de Vadíllo , residie- ron en esta Real Audiencia , é goberna- ron esta isla é otras , conosciendo de las apelaciones de mucha parte de la Tierra- Firme , juntamente con el muy reverendo é noble señor el licenciado , don Alon- so de Fuenmayor , presidente por Sus Magestades, que llegó á esta cibdad en el tiempo que adelante se dirá: el qual al presente es obispo desta Sancta Iglesia . CAPITULO VI. i»el subcosso é vida del segundo almirante , don Diego Colom, después que volvió á España é llegó á la corte en la cibdad Vitoria, é hasta que murió en la Puebla de IMontalban, é otras cosas, concer- nientes al discurso desta historia. Uicho se ha cómo el almirante segun- do, don Diego Colom, fué por mandado de la Cessárea Magostad á España ó lle- gó á la corte en el mes de enero del año de mili é quinientos é veynte y quatro, estando el Emperador, nuestro señor en la cíbdad de Vitoria; é allí entendió luego en sus negocios é pleytos con el fiscal real (que de tiempo atrás pendían), lodo el tiempo que Su Magestad é su Consejo Real de Indias estuvieron en aquella cibdad, é después en la de Bur- gos, é después en Vallad olid, ó después en Madrid , é últimamente en la cibdad de Toledo hasta el año de mili 6 qui nientos é veynte y seis, que Su Magestad se partió de allí para Sevilla. En la qual sacón el almirante avia adolescído é es- TÜ.MO 1. taba ya muy enfermo é flaco : é con todo su trabajo é indispusicion, partido Su Magestad , se quisso ir tras él , é acor- dó de hager su camino por Nuestra Se- ñora de Guadalupe. Y dos días antes de su partida, le dixe que me parescia que no acertaba en ponerse en tan largo ca- mino , estando tal como estaba, é assi se lo dixeron otros sus ómigos é servidores, consejándole que , pues estaba en Tole- do , donde no faltaban médicos singula- res ni medicinas , é las otras cosas que conviniessen para se curar, que no se fuesse en manera alguna , porque su mal no se aumentasse; y que se estoviesse quedo , hasta que convalesciesse é to- viesse salud. E respondió que se sentía mejor, y que en peussar que yba hacia M4 HISTORIA GENERAL Y NATURAL las Indias, do cslabau su muger ú lujos, y en yr á Sevilla la corte , le paresgia que estaba ya sano ; y que él se queria yr por nuestra Señora , Sancta María de Guada- lupe, porque esperaba que ella [e daria esfuerzo para tal jornada; y que en su bendita casa queria tener novenas, y desde ella yrse tras el Emperador, nues- tro señor. Y aunque le fué replicado, estorbándole su partida, no aprovechó, porque avia de ser su fin , donde Dios lo tenia ordenado. E assi continuando su voluntad , determinó de ha?er su camino, é partiósse de Toledo un miércoles, veyn- te y uno de hebrero de aquel año de mili é quinientos é veynte y seis , y en una li- tera ó andas llegó aquel dia á una villa de don Alonso Tellez Pacheco , que se llama la Puebla de Montalban (que es á seis leguas de Toledo). E alli le aquexó luego el nial de tal manera , que el jue- ves siguiente ordenó su ánima, como ca- thólico chripstiano , el qual se avia con- fessado é comulgado el dia antes , que fué el mismo que de Toledo partió ; y el viernes, que se contaron veynte y tres de hebrero, á las nueve horas de la noche, espiró con mucha contrición é acuerdo, dando gracias á Dios Nuestro Señor, é con grandíssima paciencia é atención encomendándose al Redemptor é á su gloriosa Madre , dio el espíritu á Dios; y assi se debe creer que su ánima fue á la celestial gloria. E quiso Nuestro Se- ñor que para su consolación é ayudarle á bien morir , se hallassen quatro religio- sos de la Orden de Sanct Francisco con él; porque desta religión era muy de- voto , y estos estuvieron alli acordándo- le lo que á su salvagion convenia hasta la última hora é punto. Assi cómo espi- ró , sus criados tomaron su cuerpo é lle- váronle á Sevilla al monesterio de las Cuevas, de la Orden de Cartuxa, é pus- siéronle alli en depósito, junto al cuerpo de su padre , el almirante primero don Chripstóbal Colom. Desta manera que es dicho acabó el almirante , don Diego Co- lom, esta misserable vida. E subcedió en su casa é título , su hijo mayor don Luis Colom , tercero almirante en este Estado é casa suya. CAPULLO VIL Pe la subcesion del tercero almirante deslas Indias, llamado don Luis Colom, é de cómo su madre, la vireyna, fué á España á seguir los pleitos que su marido el almirante, don Diego Colom, traclaba con el fiscal real sobre sus privilegios; y de cómo vino por presidente á esta Audiencia Real el obis- po de aquesta cibdad de Sancto Domingo e' de la Concepción de la Vega, don Sebastian Ramírez de Fuenleal. \_j ómo en esta cibdad se supo la muer- te del almirante , don Diego Colom , lue- go se llamó almirante su hijo mayor don Luis Colom , que á la sagon seria de po- co mas de seis años , ó no los avria. Y pocos días antes avia venido á esta isla por juez de residencia , el licenciado Gaspar de Espinosa , como tengo dicho, y en tanto que aqueste juzgado le turó él gobernó aquesta isla ; y después , co- mo en otra parte queda dicho , se pas- só á la Tierra-Firme. A algunos plugo de su yda y otros le quisieran para mas tiempo ; pero esto es común cosa á los que son gobernados : aborrescer á quien los manda é dessear nuevos jueces, é assi no le fallaron los murmuradores que tovieron otros que gobernaron antes que él , como no faltarán á los presentes y venideros. En aquel tiempo estaba aquesta Sanc- ta Iglesia sede vacante, y mucho antes DE INDIAS. LIB. IV. CAP. VII. 11o assi mismo el obispado de la cibdad de la Concepción de la Vega, é la Cessá- rea Magestad avia fecho merced de ara- bas , debaxo de una mitra , al reverendo padre , Fray Luis de Figueroa , prior de la Mejorada, de la Orden de Sanct Hie- rónimo , é murió estando eloto , é aun como tengo dicho, estando concedidas á despachadas las bulas. E por su fin acordó Su Magestad de proveer de am- bas dignidades é obispados, é de la presidencia desta Real Audiencia é Chan- CÜleria al licenciado do.n Sebastian Ra- mírez de Fuenleal (del qual assi mis- mo se dixo en el precedente libro) , por persona conviniente para lo espiritual é temporal; é para que el servicio de Dios é de Sus Magestades y el bien des- tas partes, muy bien se mirasse, assi por su buena conciencia d letras, como por su grande experiencia. E assi Su Mages- tad, como estaba bien informado de su persona é obras, le escogió é envió á esta cibdad , donde residió , exercitando sus oficios , como buen pastor para las ánimas, é buen presidente é gobernador para todo lo demás. Pero cómo las cosas de la Nueva Es- paña tenian mucha nescessidad de se ordenar é bien gobernar, envióle á man- dar Su Magestad que fuesse allá , como presidente de aquella Audiencia Real que reside en la gran cibdad de México, pa- ra la justicia de aquellas partes é reynos; é assi mismo tuvo ambos obispados. Pe- ro assi cómo llegó aqui, desde á poco tiempo salió desta Audiencia el licencia- do, Gaspar de Espinosa, porque él mis- mo diz que lo avia suplicado ; pero la verdad dello fué que en Tierra-Firme tenia en la gobernación de Castilla del Oro un cacique é buenos indios que le servían , desde el tiempo que él avía en aquella tierra seydo alcalde mayor de Pedrarias Dávila. E los de aquella go- bernación se quexaban é decían que Sus Magestades no debían consentir quel li- cenciado Espinosa ni otro alguno que cstoviesse ausente, tovíesscn indios; por manera que se fué á vivir á la cibdad de Panamá , donde le servia el cacique Pa- cora é su gente é indios , é llevó allá su muger é hijos. E después quel Perú se descubrió, passó allá, donde murió en demanda deste oro que á muchos mas ha quitado las vidas en estas partes , que no remediado ni hartado. Tornando al nuevo almirante, digo que assi como la vísoreyna, doña María de Toledo , supo la muerte de su mari- do el almirante don Diego Colom, é le ovo mucho llorado é fecho el sentimien- to é obsequias semejantes á tales per- sonas (porque en la verdad esta señora ha seydo en esta tierra tenida por muy honesta y de grande exemplo su perso- na é bondad , é ha mostrado bien la ge- nerosidad de su sangre); determinó de yr en España á seguir el plcyto que su marido tenia sobre las cosas de su Esta- do con el fiscal real , y llevó consigo á su hija menor, doña Isabel, y al menor de sus hijos , llamado don Diego ; y dexó en esta cibdad á su hija mayor, doña Phelipa (la qual era enferma é sancta persona) y al almirante don Luis, y á don Chripstóbal Colom, sus hijos harto niños. y cómo la víreyna fué en España, desde á pocos días , casó la hija menor que consigo llevó, doña Isabel Colom, con don Jorge de Portugal , conde de Gelves, é alcayde de los alcácares de Sevilla. Llegada á la corte, halló ydo al Emperador á Italia á su gloriosa corona- ción en Boloña, é por la ausencia de Su Magestad, ovo de residir é atender á sus pleytos é negocios en la corte de la Emperatriz , nuestra señora , de gloriosa memoria , solicitando á los señores del Consejo de Sus Magestades en los nego- cios del almirante don Luis, su hijo. E 116 HISTORIA GEiNERAL Y NATURAL Su Magostad la tracto muy bien, é la favoresfió, é fué rcsfcbido don Diego Colom, su liijo menor, por page del se- reníssimo prín(,'ipe , don Phelipe, nues- tro señor, é mandaron Sus Magestades dar quinientos ducados de ayuda de costa en cada un año al almirante , don Luis , en las rentas reales de aquesta isla. Pero porque para la segunda impres- sion desta primera parte ó historia, vamos añadiendo y enmendando lo (|ue le com- pete y el tiempo va obrando, digo que esta señora visoreyna, continuando su buen propóssito é siguiendo la jus(i(;ia que pretendía por parte de sus hijos , li- tigando como quien ella era, ¿acordando á César, después que volvió de Italia, el grande servicio, é no como él otro ja- más fecho á principes, como lo hizo el pri- mero almirante , vino esta pendencia á so concertar. E el Emperador, nuestro se- ñor , descargando las reales conf;icnf ias de sus padres y abuelos y suya , como gratíssimo príncipe, hizo al almirante, don Luis, duque de Veragua é del golpho é islas de Qerebaro en la Tierra-Firme, é dióle la isla de Jaimiyca con mero y mix- to imperio é título de marqués della; é domas deso , le hizo merced de diez mili ducados do oro do contado en cada un año, situados en las rentas reales é de- rechos desta Isla Española , é el alguaf i- ladgo mayor desta cibdad, con voto en el regimiento dolía é confirmación del oli^io do almirante perpetuo destas In- dias, assi en lo descubierto como en lo que está por doscobrir. E todo lo que os dicho con título de mayoradgo perpetuo entera é indivisiblemente para el dicho almirante é sus subí'ossores , sin que se pueda enagonar ni salir de sus legítimos herederos. E domas desso, mandó Su Magostad dar de merced un qiiento de maravedís de renta en cada un año on sus derechos reales, por todos los días de sus vidas, ó doña María é doña Johana Co- lom , hermanas del almirante, para ayuda á sus casamientos, é oirás mercedes. E diii Su Magostad el hábito de Sanctiago á don Diego Colom , menor hermano del almi- rante , con f ierta renta en aquella Orden militar. Lo qual todo fué negociado ó concluido con la dil¡gen(;ia do tan buena é prudente madre , como ha seydo la vi- soreyna á sus hijos , á quien sin dubda ellos deben mucho ; porque aunque esta satisfacion pendiesse de los méritos é ser- vicios del primero almirante , mucho con- sistió el efecto destas mercedes y su con- clusión en la solicitud desta señora , é en su bondad é buena gracia , para lo saber pedir é porfiar. A lo qual ayudó asaz el mucho é cercano debdo que la visoreyna tiene con Sus Magostados ; porque su pa- dre della y el Rey Cathólico fueron pri- mos , hijos do dos hermanas , ambas hi- jas del almirante de Castilla, don Fadrique Enriquez. Luego que se ovo dado el assiento que es dicho en los letigios del almirante, ca- só la visoreyna á doña Johana Colom, su hija con don Luis de la Cueva , hermano del duque de Alburquerque tercero ; el qual don Luis fué capitán de la guarda de la persona de César é muy acepto á Su Magostad, é muy valeroso caballero. Tornando á la gobernación desta isla é Audiencia Real , digo que ydo el obispo presidente á la ISueva España , segund he dicho , posó á muchos dolió , é á otros plugo; porque los unos no le quisieran tan justo , y los otros le quedaron des- soando ; y sirvió tan bien en aquel cami- no on las cosas de la Nueva España, que pocos le loan al presente, por las orde- naciones ó parescor que dicen que dio de quitar los indios á los conquistadores, de que han resultado é ávido muchas no- vedades en aquella tierra : lo qual , me- diante la prudencia del visoroy , don An- tonio de Moudoca, avisado Su Magos- Í)E INDIAS. LIB. IV. CAP. VII. Í17 (ad de la verdad, lo proveyó de manera que , revocando algunas cosas de las que el obispo dexó en su tiempo , aquellas tierras se han remediado y mucho asse- gurado. Con que después que Su Mages- tad hizo visorey dellas al señor don An- tonio de Mendoza, mandó ir al obispo á Castilla, le hizo merced del obispado de León , é le hizo su presidente de la Real Audiencia é Chancilleria que reside en la villa de Valladolid, por ausengia del qual ydo de aqui , quedó esta Audiencia real de Sancto Domingo con los tres oydores que he dicho , el ligenf iado Alonso Cua- go, é el doctor Rodrigo Infante, y el li- renriado Johan de Vadillo : los quales después gobernaron esta isla, con par- te de la Tierra-Firme , como personas de experiencia é letras , é tales como con- viene ser en tan alto ofigio é tribunal, residiendo en esta cibdad de Sancto Do- mingo hasta los catorge de diciembre de mili é quinientos é treynta é tres años, que llegó á esta cibdad el muy reveren- do é noble señor, el lifenfiado Alon- so "de Fuenmayor, por presidente de Sus Magestades en esta real Chancilleria, don- de fué resgibido al oficio é gobernación, é presidiendo con los oydores que es di- cho. Desde á algún tiempo por la tiranía de Garfia de Lerma, gobernador en Tierra-Firme de la provincia de Sancta Marta , fué allá por mandado de Sus ^Ja- gestades, á le castigar el doctor Infante; é después que tornó aqui desde á poco tiempo, murió. El ligengiado Vadillo fué á tomar residencia á Pedro de Heredia, gobernador de Cartagena, é quedó esta Audiencia con el presidente é el ligengia- do CuaQO, hasta que el postrero día del mes de mayo del año que passó de mili c quinientos é treynta y ocho años, llegó á esta cibdad el ligengiado Alonso de Cer- vantes , al qual envió Su Magostad por su oydor en lugar é por fin del doctor Infan- te. Después de lo qual, á los trege de margo del año siguiente de mili é qui- nientos é treynta y nueve, llevó Dios al ligengiado Alonso Cuago, é quedó esta Audiengia con el señor presidente é con el ligengiado (Cervantes, hasta que Su Magos- tad proveyesse á otro, é que volviesse Va- dillo, ó quien Su Magostad fuesse servido. Aqui llegué con esta materia , quando esto se escribía en limpio, en fin de margo del año de mili é quinientos é treynta é nueve : en el qual tiempo se tenia avi- so que Su Magostad Cesárea avia fe- cho merged al señor presidente, el ligen- giado don Alonso de Fuenmayor, de los dos obispados desta isla, como los tuvo el presidente passado (que son el de aquesta cibdad y el de la cibdad de la Congepgion de la Vega), méritamente. Dios le dé gra- gia para ambas administraciones, porque assi como son diversos los gladios espi- ritual é temporal , assi es menester muy mayor cuidado , y con mas trabaxo y ve- la la administragion para quel clero é los seglares se conserven. Pero como Dios ha de ser la guia , él le dará á este señor el favor que conviene , para que en todo agierte ; pues que es letrado é de buena casta, é naturalmente noble persona, é goloso del servicio de Dios é de Sus Ma- gestades. Después de lo ques dicho , vino por oydor de Sus Magestades desta real Audiengia el ligengiado Guevara, en lugar de Cuago, é torn(j Vadillo de Tierra-Firme. Mas porque es tiempo de passar á otras materias de dulge legión é de muchos se- cretos de naturaleza, acábesse lo que que- da por degir de aquesta isla , que son co- sas notables é no dignas de preterir ni dexar en olvido. E para dar mas parti- cular razón de lo que atrás se tocó del agúcar, quiero degir como ovo origen en esta isla, antes que passemos á otras par- ticularidades, pues que aquesta es una de las muy importantes é ricas grangerias destas partes , y aqui mayor que en nin- guna proviugia de todas las Indias. H8 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO VIII. Que Iracla de Iss ingenios é trapiches de acucar que hay en esta Isla Española , y cuyos son y de quá manera ovo principio esta rica grangeria en aquestas parles , y primero en esta isla. i iiGs aquesto del adúcar es una de las mas ricas grangcrias que en alguna pro- vincia ó reyno del mundo puede aver, y en aquesta isla hay tanta é tan buena y de tan poco tiempo acá assi exerfitada ó ad- quirida; bien es que aunque la tierra ó fertilidad della, y el aparejo grande de las aguas é la dispusigion de los muy grandes boscajes de leña para tan gran- des y continuos fuegos, sean tan al pro- póssito (como son) para tales haciendas, que tanto mas sean las gragias y el pre- mio que se debe dar á quien lo enseñó é puso primero por obra. Pues todos tuvie- ron los ojos gerrados hasta que el bachi- ller Gongalo de Velosa, á su propria cos- ta de grandes y excesivos gastos , se- gund lo que él tenia , é con mucho tra- bajo de su persona, truxo los maestros de agúcar á esta isla , é hizo un trapiche de caballos é fué el primero que hizo ha- cer en esta isla adúcar ; é á él solo se de- ben las gracias, como á principal inventor de aquesta rica grangeria. No porque él fuesse el primero que puso cañas de agú- car en las Indias , pues algún tiempo an- tes que él viniesse muchos las avian puesto é las criaban é fagian mieles de- ltas ; pero fué , como he dicho , el pri- mero que hizo acucar en esta isla , pues por su exemplo después otros hicieron lo mismo. El qual, como tuvo cantidad de caña , hizo un trapicho de caballos en la ribera del rio de Nigua, é truxo los ofi- ciales para ello desde las islas de Cana- ria, é molió é hizo acucar primero que otro alguno. Pero la verdad desto inquiriendo , he hallado que dicen algunos hombres de crédito é viejos , que hoy viven en esta cibdad , otra cosa , é afirman que el que primero puso cañas de acucar en esta isla fué un Pedro de Atienca , en la cibdad de la Concepción de la Vega , y que el al- caydc de la Vega, Miguel Ballester, na- tural de Cataluña, fgé el primero que hizo acucar. E afirman que lo hico mas de dos años antes que lo hiciesse el bachiller Ve- losa ; pero junto con esto dicen que lo que hizo este alcayde fué muy poco , é que todo lo uno é lo otro ovo origen de las cañas de Pedro de Atienca. De ma- nera que de la una é de la otra forma, esto que está dicho es el fundamento ó principio original del acucar en esta isla é Indias ; porque deste comience que á ello dio Pedro de Atienca, se multiplicó para llegar esta grangeria al estado en que agora está , é cada dia se aumenta y es mayor, puesto que de quince años á esta parte algunos ingenios han quebrado é se deterioraron por las causas que en su lugar se dirá ; pero otros se han perficio- nado. Tornemos al bachiller Velosa é su trapiche. Assi como por aquel se fué mejor en- tendiendo esta hacienda, juntáronse con él el veedor, Chripstóbal de Tapia, é su hermano el alcayde desta fortaleza, Fran- cisco de Tapia, é todos tres hicieron un ingenio en el Yaguate , legua é media de la ribera del rio de Nicao ; é desde á al- gún tiempo se desavinieron , y el bachi- ller les vendió su parte á los Tapias. Des- pués el veedor vendió la suya á Jolian de Villoría , el qual después la vendió al al- cayde , Francisco de Tapia , y quedó en solo él este primero ingenio que ovo en esta isla. Como en aquel tiempo ó prin- cipios no se enteudia tan bien, como con- DE INDIAS. LIB. IV. CAP. VIII. 119 venia, la nesQessidad que tales hariendas tienen de muchas tierras y de agua é le- ña é otras cosas que son anexas á tal gran- geria (de lo qual todo alli no avia tanto, como era menester) , despobló el alcay- de , Francisco de Tapia, aqueste inge- nio , é passó el cobre ó caldereras é pe- trechos é todo lo que pudo á otro mejor assienlo en la misma ribera de Nigua, á cinco leguas desta cibdad, donde basta quel dicho alcayde murió, tuvo un muy buen ingenio , é de los poderosos que hay en esta isla. Porque no se repita muchas veges lo que agora diré , ha de notar el letor en este ingenio para todos los otros por este aviso , que cada ingenio de los poderosos é bien aviados , demás é allende de la mucha costa é valor del edificio é fábri- ca de la casa , en que se hafe el agúcar, é de otra grande casa en que se purga é se guarda, hay algunos que passan de diez é do?e mili ducados de oro é mas, hasta lo tener moliente é corriente. Y aunque se diga quince mili ducados no me alargo , porque es menester tener á lo menos continuamente ochenta ó fient negros é aun giento é veynte é algunos mas, para que mejor anden aviados; é alli ferca un buen hato ó dos de vacas de mili ó dos mili ó tres mili dellas que co- ma el ingenio ; allende de la mucha costa de los ofigiales é maestros que hagen el agúcar, y de carretas para acarrear la caña al molino ó para traer leña, agente continua que labre el pan é cure é riegue las cañas, é otras cosas nesgessarias y de continuos gastos. Pero en la verdad el que es señor de un ingenio libre é bien aviado, está muy bien é ricamente here- dado ; é son degrandíssima utilidad é ri- queza para los señores do los tales inge- nios. Assi que, este fué el primero ingenio que ovo en esta isla ; é es de notar que hasta que ovo agúcares en ella, las naos tornaban vagias á España , é agora van cargadas della é con mayores fletes de los que para acá traen , é con mas ganangia. Y pues esta hagienda se comengó en la ribera del Nigua , quiero decir los demás ingenios que están á par del mismo rio. Otro poderoso ingenio hay en la misma ribera del del rio Nigua que es del tesore- ro, Estovan de Passamonte, é sus herede- ros, que es uno de los mejores é mas po- derosos desta isla , assi en editigio como en lo demás , de muchas aguas é montes y esclavos y todo lo que le conviene : el qual está siete leguas desta cibdad. En la misma ribera de Nigua, mas baxo del que se dixo de suso , está otro inge- nio muy bueno que hizo Frangisco Tos- tado , á seys leguas desta cibdad , que quedó á sus herederos , é es muy gentil hagienda é tiene todo lo que le es nes- gessario. En esta misma ribera de Nigua hay otro ingenio de los mejores é mas poderosos desta isla , el qual está gerca de la boca de la mar, á quatro leguas y media desta cibdad de Sánelo Domingo: el qual es del secretario , Diego Caballero de la Ro- sa, regidor desta cibdad; heredad en la verdad mucho de ver y de presgiar , assi por su assiento, como por otras calidades que tiene. Engima de la ribera de Nigua , en el rio que llaman Yaman, ocho leguas desta cibdad , está otro gentil ingenio , que hi- zo Johan de Ampies, ya defunto , factor que fué de Sus Magostados y regidor des- ta cibdad ; el qual es agora de doña Flo- rengia de Avila é de sus herederos del dicho factor. Otro ingenio y de los mejores desta isla, tiene el duque almirante, don Luis Colora. Pero porque esta grangeria de agúcar é ingenios della se comengó en la ribera del rio Nigua, por degir todos los que hay en ella, é otro que con ellos con- fina, que son los ginco de suso nombra- MO HISTORIA GENERAL Y NATURAL dos, no se puso el del almirante al prin- cipio, como es razón que, en todo loque toca á Indias, preceda su persona á todos, pues que quantos tienen de comer en ellas é lo han ganado con ellas le deben el primero lugar; pues su abuelo fué cau- sa de todo lo que en estas partes se sabe 6 lo enseñó é descubrió para todos los que lo gozan. Pero como he dicho, por llevar la materia ordenada , fué nesges- sario hablar primero en el ingenio del al- caydc , Francisco de Tapia , ó tras aquel proseguir en lo que está dicho; y porque quando este del almirante se hizo, ya avia otros ingenios en esta isla. Aqueste fun- dó y edificó el segundo almirante , don Diego Colom, á quatro leguas desta cib- dad , donde digen la Isabela Nueva ; y después su muger la señora visoreyna, doña María de Toledo, lo passó donde agora está , que es en mejor assiento é mas ^erca desta cibdad, desde el qual en tres ó quatro horas , este rio abaxo , en barcas traen el at^úcar, é lo meten en las naos : que es muy gran calidad é ventaja á quantos ingenios acá hay. Otro ingenio fundaron los licenciados Antonio Serrano , regidor que fué desta cibdad , é Francisco de Prado , que des- pués fué del contador, Diego Caballero, regidor que fué desta cibdad , y al pre- sente, por nueva merced de la Cesárea Magestad, es mariscal desta isla. El qual, como acordó de se yr á España , desam- paró el dicho ingenio é se perdió ; por- que como fué fundado por letrados le- gislas y de semejante materia el Bartulo no les dexó algún documento , erraron el artificio ; porque ni comprehendieron las calidades que avia de tener tal grange- ria, ni sus bolsas eran bastantes para la sostener ni aviar el ingenio. Quanto mas que por la incomoditad del assiento , era la costa mayor que la ganancia ; é cómo el segundo señor desta hagienda la en- tendió mejor , la desbarató después que se aprovechó de lo que pudo della , assi de los negros é vacas , como de parte de los pctrcchos, y como prudente, quiso mas perder la parte quel todo. Otro ingenio se fundó á tres leguas desta cibdad , y un tiempo se pensó que fuera muy bueno , porque assi lo mostró é molió cantidad de acucar; pero también fué fundado sobre leyes, gerca de la ri- bera de Hayna. El qual edificaron el li- cenciado Pero Vázquez de Mella y Este- van Justinian , genoves ; y después de la vida del uno é del otro, quedó á sus he- rederos, é se perdió á causa del ace- quia é agua que le faltó, é porfiando ala tornar é traer del rio de Hayna , se gas- taba mucho tiempo é hacienda. E assi acordaron los herederos departir las tier- ras é los negros é las vacas é petrechos é todo aquello de que se podian aprove- char, é dexaron el cxercicio del acucar por no se acabar de perder en tal gran- geria é compañia. Pero después Juan Baptista Justinian le tornó á reparar é quedó con la casa é ha fecho en ella un trapiche de caballos, en que al presente se muele acucar é cada dia será aumen- tado é rica hacienda , si le dan recabdo de caballos. Otro ingenio fundó Chripstóbal de Ta- pia , veedor que fué de las fundiciones del oro en esta isla é regidor desta cib- dad , ya defunto : el qual quedó á Fran- cisco de Tapia , su hijo , á quatro leguas de aquesta cibdad , donde dicen Itabo, que es un arroyo. E después de los dias de Clu-ipstóbal de Tapia , su hijo Francis- co de Tapia no lo pudo sostener é lo des- amparó, porque era mas la costa quel provecho : assi que este ingenio se per- dió, como los susodichos. Tienen otro muy gentil ingenio los he- rederos del tesorero , ¡Miguel de Passa- monte , el qual está en la ribera del rio Nicao , ocho leguas desta cibdad de Sáne- lo Domingo ; é es uno de los mejores des- DE INDIAS. LIB. IV. CAP. VIH. 121 ta isla y de los que pernianescen : le po- demos contar por el octavo ingenio. Alonso de Avila , contador que fué en esta isla por Sus Magestades, 6 regidor desta cibdad , hizo otro muy buen inge- nio, áocho leguas desta cibdad en la ri- bera de Nigao ; el qual quedó á su hijo y heredero, Estevan Dávila, ó á su her- mana, é es muy gentil harionda. Otro muy buen ingenio fundó é tiene Lope de Bardegia, vegino desta cibdad: el qual está en la ribera de Nigao , á nue- ve leguas desta cibdad de Sancto Domin- go, y es de las muy buenas haciendas que acá hay desta calidad. Otro ingenio , y de los mejores de to- da la isla y de los muy poderosos , fundó el ligengiado Cuago, oydor que fué por Sus Magestades de la Real Audiencia que en esta cibdad reside : el qual está en el rio y ribera que llaman Ocoa, diez é seys leguas desta cibdad de Sancto Domingo; y es una de ías buenas haciendas destas partes, y quedó después de los dias del ligengiado á su muger, doña Phelipa, é á dos hijas suyas , llamadas doña Leonor é doña Emerengiana Cuaco, con otros muchos bienes é haciendas. Y es opinión de algunos (que de aquesta grangeria son diestros) que solo este ingenio, con los negros é ganados é petrochos é tierras é todo lo á él anexo , vale al presente so- bre ginqücnta mili ducados de oro , por- que está muy bien aviado. Eyo le oy dc- gir al Ugenriado (^.uaco que cada un año tenia de renta con el dicho ingenio seys mili ducados de oro ó mas , y aun pen- saba que lo avia de rentar mucho mas adelante. El secretario, Diego Caballero de la Rosa , demás del ingenio que se dixo de suso que tiene en la ribera de Nigua, tiene otro muy bueno á veynte leguas desta cibdad , en termino de la villa de Agua : el qual ingenio está en la ri- bera del rio llnmndo Cepicepi , y es TOilO I. muy gentil heredamiento é provechoso. Jácome Castellón fundó otro muy buen ingenio en término de la villa de Acua, en el rio ó ribera que llaman Bia, á veyn- te é tres leguas desta cibdad de Sancto Domingo ; é después que fóllesgió Jáco- me, quedó el ingenio é todos los otros sus bienes á su muger, doña Frangisca de Isásaga , é sus hijos; y es muy buena ha- cienda é provechosa , no obstante que no ha andado este ingenio assi aviado como convenia, por la muerte de Jácome de Castellón. Fernando Gorjon , vegino de la villa de Agua, tiene otro ingenio de agúcar en la misma villa , veynte é tres leguas ó veyn- te é quatro desta cibdad de Sancto Do- mingo : el qual heredamiento es muy útil é provechoso á su dueño , é de mucha estimagion. Un trapiche de caballos hizo en la mis- ma villa de Agua el chantre , don Alonso de Peralta , dignidad que fué en esta sancta iglesia de Sancto Domingo, é des- pués de sus dias quedó á sus herederos. Los tales edificios no son tan poderosos como los de agua, pero son de mucha costa , porque lo que avia de hager el agua, revolviendo las ruedas, para la molienda de agúcar, lo hacen las vidas de muchos caballos que son nesgessarios pa- ra tal exergicio ; y esta hagienda quedó á los herederos del chantre é á Pedro de Heredia, gobernador que es agora en la provingia de Cartagena en la Tierra- Firme. Hay otro trapiche de caballos en la misma villa de Agua que es de un hom- bre honrado, vegino de alli, que se lla- ma Martin Gargia. En la villa de Sanct Johan de la Ma- giiana, quarenla leguas desta cibdad do Sancto Domingo , hay otro ingenio po- deroso , que es de los herederos de un vegino de alli, que se llamó Johan de León, é de la compañía de los alemanes 16 122 IlISTOniA GENERAL Y NATL^HAL Velfaros qnc conipiíj lii inilad doslt' in- genio. En la misma villa de Sancl Jolian de la Magiiana, está o(ro muy l)ueno ó po- deroso ingenio que fundaron Pedro de Yadillo, y el secretario Pedro de Ledes- ma y el bacliiller ^íoreno, ya defunfos; y quedó á sus herederos , y es muy gen- til ó rica hacienda. Onf e leguas desta cibdad , á par de la ribera é rio que llaman Caniy , hizo ó fun- dí) Jolian de Villoría, el viejo, un muy buen ingenio , ó su cuñado IHerónimo de Agüero , ya defuntos : la qual hagienda quedó á los herederos de ambos, é assi mismo á los herederos de Agostin do Bi- Tialdo, ginoves, que tiene parto en este ingenio assi mismo. El mismo Johan de Villoría hizo é fun- dó otro ingenio de los muy buenos des- ta isla, en el rio é ribera que llaman Sá- nate , voynte é quatro leguas desta cib- dad de Sancto Domingo, en término de la villa de Iligney : el qual quedó des- pués de sus dias á sus herederos é á doña Aldonfa de Agebcdo, su muger, y es rico heredamiento. El lirenriado Lúeas Vázquez de Ayllon, oydor que fué en esta Audiencia Real de Sancto Domingo, éFrancisco de Ceballos, ya defuntos, edificaron un muy buen ingenio é poderoso en la villa de Puerto de Plata, que es quarentay finco leguas (lesta cibdad en la banda é costa del Norte : la qual hacienda agora tienen al presente sus herederos. Dos hidalgos naturales de la cibdad de Soria , que se llaman Podro de Bar- rionuevo é Diego de Morales , vecinos de la villa de Puerto de Plata, hicieron otro muy buen ingenio en aquella villa; y es muy genlil heredamiento. En la misma villa de Puerto de Plata hicieron (é hay) un buen trapiche de ca- ballos , Francisco de Barrionevo, gober- nador que fué de Castilla del Oro, é Fernando de Illiescas, vecinos de aque- lla villa, y es nniy buena hagienda. lín la misma villa de Puerto de Plata tienen otro trapiche de caballos , Sancho de Monesterio , húrgales , y Johan do Aguillar; y es muy gentil heredad. En la villa del Bonao , diez é nue- ve leguas desta cibdad de Sancto Do- mingo , está oiro buen ingenio de adú- car, (pie tienen los hijos de Miguel Jo- ver, catalán, é Sebastian de Fonte, é los herederos de Hernando de Carrion; yes buena ha(;ienda. El ligengiado Chripstóbal Lebrón , oy- dor que fué en esta Audiencia Real , hi- zo otro ingenio en un muy gentil y pro- vechoso asiento, diez leguas desta cib- dad de Sancto Domingo , á donde dif en el Árbol Gordo : el qual heredamiento es muy bueno , é quedó á sus herederos. Otro buen ingenio avian principiado en la ribera del rio Quiabon , á veynte é quatro leguas de esta cibdad de Sancto Domingo, Hernando de Carbajal é Mel- chiur de Castro , en un muy gentil assien- to ; pero este edificio f essó , porque es- tos deshicieron la corapañia , é porque se les hizo lexos, ó porque les paresfió que la costa era mucha hasta le tener aviado : en fin no permanesfió. Por manera que , resumiendo la rela- ción destos ingenios é ricos heredamien- tos de acucar, hay en esta isla veynte ingenios poderosos molientes é corrien- tes é cuatro trapiches de caballos. E hay en esta isla dispusicion para edificar otros muchos, é no se sabe de isla ni reyno alguno, entre chripsiianos ni in- fieles, tan grande é semejante cosa des- ta granjeria del afúcar. E continuamen- te las naos que vienen de España, vuel- ven á ella cargadas de agúcares muy buenos; é las espumas é mieles dellos que en esta isla se pierden y se dan do gracia, harían rica otra gran provincia. Y lo que es mas de maravillar deslas DE INDIAS. LIB. IV. CAP. VIH. 12;$ gruesas haciendas, es que eii lieiuijo de muchos de ios que vivimos en estas par- tes, y de los que á ellas passaron desde treynta é ocho años á esta parte, nin- gún ingenio destos hallamos en estas In- dias , y que por nuestras manos é indus- tria se han fecho en tan breve tiempo. Y esto baste quanto al arúcar é ingenios dellc; y no es poco gentil notable para la comparación que hif e poco antes des- ta Isla Española é su fertilidad , á las de Se^ilia é Inglaterra. Otros ingenios hay , -aunque son po- cos, en las islas do Sanct Jolian ó Ja- máyca, é en la Nueva España, de los quales se hará memoria en su lugar con- viniente. El presepio que vale al presente aqui en esta cibdad de Sancto Domingo es un pesso , y á tiempos algo mas de un pesso é medio do oro, é menos, leal da- do, por cada arroba de veynte éginco li- bras, é las libras de diez é seis ongas. Y en otras partes desta isla vale menos , á cansa de las otras costas é acarretos que se han de pagar hasta lo conducjir al puerto , en este año de mili é quinientos é quarenta y seis años de la Natividad de Chripsto , nuestro Redcmptor ; con lo qual se da Un á este lüjro quarto , porque la historia se continúe en otras co- sas desta Natural é general historia de Indias. Este os el quiíilii libro de la primera parte de la Natural y General historia de las Indias , Islas y Tierra-Firme del mar Océano : el qiial tracta de los ritos ó ferimonias é otras costumbres de los indios, é de sus idolatrias, é vicios, ó otras cosas. PROHEMIO. E n el libro tercero desta Natural His- toria se expresaron algunas causas por qué se acabaron é murieron los indios de aquesta isla Española , y también se repitió algo de la misma materia mas adelante en el primero capítulo del quar- to libro, hablando en la calidad destos indios. Y porque mejor so entienda que esta culpa é castigo está principalmente fundado en los delitos é abominables cos- tumbres c ritos desta gente , se dirán al- guna parte dellosy de sus culpas en aques- te libro quinto. Por lo (pial fácilmente se puede colegir la retitud de Dios, é quáu misericordioso ha seydo con esta gene- ración , esperando tantos siglos á que se enmendassen. Pues ninguna criatura de- xa de conosQcr que hay un Dios todo- poderoso, y por tanto dice el psalmista: "los ciclos recuentan la gloria de Dios , c las obras de susmanos denuncian el firma- mento '. Quanto mas que, como en el se- gundo libro dixe, que la Sancta Iglesia ya tenia en todo el mundo predicado en todos las partes del el misterio de su redempf ion ; pues estas palabras dixo Sanct (?iregorio Magno , doctor de la Iglesia '^, el qual tomó el pontificado é silla de Sanct Pedro , año del Señor de quinientos y noventa, é la tuvo é go- bernó catorce años ^; y Francisco Pe- trarcha en aquella Summa que escribió de las vidas de los Summos Pontífices, dice que Gregorio tuvo la silla apostó- lica trece años y seis meses é diez dias. Sigúese que subió Sanct Gregorio al cielo , año de seyscientos é quatro ; y aunque el postrero año de su vida se acabara de predicar en todas las partes del mundo (como él dixo) el misterio de la redempcion nuestra , han passado des- pués hasta que Colom vino á estas par- tes (año de mili é quatrocientos y no- venta y dos años) ochocientos é ochenta y ocho, y después que vino Colom á es- tas Indias , é passaron los chripstianos á ellas, corren hasta el presente año de mili é quinientos y quarenta é ocho, otros c¡n- qiienta y seys años mas, que serian no- vecientos é quarenta y quatro años des- 1 Coeli enarraiit gloriain Dci el opera niaiimiin rjiis anunüant firmanienluin (Ps. XVIFI). 2 Morales, lili. XIIl, cap. X. ;i Kusebio, De teniporilms. DE INDIAS. LIB. V. CAP. I. 425 pues de Sanct Gregorio. Y por tanto es- tas gentes dobrian ya de aver entendido una cosa en que tanto les va (como es sal- var sus ánimas) , pues no han faltado ni faltan predicadores ó religiosos pelosos del servicio de Dios, que se lo acuerden, después que las banderas de Cliripsto y del Rey de Castilla passaron acá , puesto que lo tuviessen olvidado , ó que de nue- vo se les tornasse á enseñar. Pero en fin, estos indios (por la ma- yor parte de ellos), es nasgion muy des- viada de querer entender la fé cathólica; y es machacar hierro frió pensar que han de ser chripstianos , sino con mu- cho discurso de tiempo , y assi se les ha paresfido en las capas (ó mejor diciendo) en las caberas : porque capas no las traian , ni tampoco tienen las caberas como otras gentes ; sino de tan resgios é gruesos cascos, que el principal aviso que los cripstianos tienen , cuando con ellos pelean ó vienen á las manos , es no darles cuchilladas en la cabera, por- que se rompen las espadas. Y assi co- mo tienen el casco grueso, assi tienen el entendimiento bestial y mal inclina- do, como se dirá adelante, especifi- cando algunos do sus ritos c ^erimo- nias, é idolatrías, é costumbres, é otras particularidades que al mismo propóssi- to ocurrieren é yo tuviere noticia deltas hasta el tiempo presente. Y aunque es- to se haga é note en aqueste libro, no se dexarán de dcQÍr algunas cosas de las acrimonias é ritos, con otros, á don- de quadren en otras partes destas his- torias. CAPITULO I. Que Irada do las imágenes del diablo que teniaii los indios, é de sus idolatrías, c de los areylos c bayles canlando, c la forma que tienen para retener en la memoria las cosas passadas que ellos quieren que queden en acuerdo á sus subcesores y al pueblo. X or todas las vias que he podido , des- pués que á estas Indias passé , he pro- curado con mucha atención , assi en es- tas islas como en la Tierra-Firme , de sa- ber por qué manera ó forma los indios se acuerdan de las cosas de su principio é antecesores , é si tienen libros , ó por quálcs vestigios é señales no se les olvi- da lo passado. Y en esta isla, á lo que he podido entender , solos sus cantares, que ellos llaman areylos, es su libro ó memorial que de gente en gente queda de los padres á los hijos, y de los pre- sentes á los venideros , como aqui so di- rá. Y no he hallado en osla generación cosa ontrollos mas antiguamente pintada ni esculpida ó de relieve entallada , ni tan principalmente acatada é reveren- ciada como la figura abominable ó des- comulgada del demonio, en muchas é diversas maneras pintado ó esculpido, ó de bulto con muchas caberas ó colas c difformes y espantables é caninas é feroges dentaduras, con grandes colmi- llos , é desmessuradas orejas , con en- cendidos ojos de dragón é feroz serpien- te, é de muy diferenciadas suertes; y ta- les que la menos espantable pone mucho temor y admiración. Y ésles tan sogiablc é commi , que no solamente en una par- te de la casa le tienen figurado , mas aun en los bancos, en que se assientan (que ellos llaman duho), á significar que no está solo el que se sienta, sino él é su adverssario. Y en madera y de barro y de oro, é en otras cosas, quantas ellos pueden , lo esculpen y entallan , ó pintan regañando é fcrocíssimo, como quien él 126 IllSTOKlA GENKUAL Y NATURAL es. Al qual ellos llaman fcmí, y A este tienen por su Dios, y á este piden el agua , ó el sol , ó el pan , ó la victoria contra todos sus enemigos y todo lo que dessean ; y pienssan ellos que el remi se lo da, quando le plage ; é aparesfiales fecho fantasma de noche. E tenian ficr- tos hombres entre sí que llaman buhili, que servían de auríspiges ó agoreros ade- vinos; é aquestos les daban á entender que el gemí es señor del mundo é del cielo y de la tierra y de todo lo demás, y que su figura é imagen era aquella tan fea como he dicho , y muclio mas que se sabrá penssar ni decjir ; pero siempre di- ferente, y como la hacían en diversas maneras. Y estos gemís ó adevinos les degian muchas cosas , que los indios te- nian por giertas , que vernian en su fa- vor ó daño : é aunque muchas veges sa- líessen mentirosos, no perdían el crédi- to , porque les daban á entender que el Cemí avia mudado consejo, por mas bien suyo ó por hacer su propria voluntad. Estos , por la mayor parte , eran grandes hervolarios é tenian conosgidas las pro- piedades de muchos árboles é plantas c hiervas; é como sanaban á muchos con tal arte, teníanlos en gran veneragion é acatamiento , como á sanctos : los quales eran tenidos entre esta gente como en- tre los chripstianos los sagerdotes. E los tales siempre traían consigo la maldita fi- gura del gemi, é assi por tal imagen les daban el mismo nombre que á ella, é los degian remies, allende de los degir buhi- tis. E aun en la Tierra-Firme, no sola- mente en sus ídolos de oro y de piedra y de madera , é de barro , huelgan de poner tan descomulgadas y diabólicas imágenes , mas en las pinturas que sobre sus personas se ponen (teñidas é perpe- tuas de color negro , para quanto viven, rompiendo sus carnes y el cuero , jun- tando en sí esta maldita efigie) , no lo doxan do hacer. Assi que , como sello que ya está inqiresso en ellos y en sus coragonos, nunca se les desacuerda averie visto ellos ó sus passados, ó assi le nombran de diverssas maneras. En esta Isla Española remi , como he dicho , es el mismo que nosotros llama- mos diablo; é tales eran los que estos in- dios tenian figurados en sus joyas, en sus moscadores, y en las frentes é lugares que he dicho , é en otros muchos , como á su propóssito les paresgia, ó se les an- tojaba ponerle. Una cosa he yo notado de lo que he dicho y passaba entre esta gen- te : y es que el arte de adevinar ( ó pro- nosticar las cosas por venir ) y quanlas vanidades los gemios daban á entender á esta gente , andaba junto con la medigi- na é arte mágica; lo qnal paresge que concuerda con lo que dige Plinio en su Natural historia ^ , confesando c[uc, bien que sea el arte mas fraudulento ó enga- ñoso de todos, ha ávido grandíssima re- putación en todo el mundo y en todos siglos. Ni so maraville alguno aquesta arte aver adquirido tan grandíssima auctori- dad , porque ella sola abraga en sí otros tres artes , los quales sobre todos tienen el imperio de la vida humana. Porque príngipalmentc ninguno dubda este arte aver venido de la medigina , como cosa mas sancta é mas exgelente que la me- digina , y en aquesta forma á sus promes- sas, muy desseadas y llenas de halagos, averse juntado la fuerga de la religión. E después que aquesto le subgedió , juntóse con esto el arte matemática, la qual pue- de mucho en los hombres , porque cada uno es desseoso de saber las cosas futu- ras é por venir, é creen que verdadera- mente se puedan entender del cielo. Assi que, tal arte aviendo atado los sentidos i l'lin., lib. XXX,cap. I. DE INDIAS. LIB. V. CAP. I. 127 (Je los homl)res con tres ñudos, lia llega- do á tanta sublimidad ó altura, que aun hoy ocupa la mayor parto de la gente , y en el Oriente manda á rey de reyes ; 6 sin dubda allí nasció en la región de Persia, y fué el primero auctor deste arte Zo- roastres , en lo qual todos los escriptorcs concuerdan. Todo esto que he dicho es de Plinio ', á propósito de lo qual dice Isidoro en sus Ethimologias que el prime- ro de los magos fué Zoi'oastres , rey de los batrianos '•'. Por manera que en estas partes de nuestras Indias muy extendida está tal vanidad , é junto con la medigina la traen y exerí^^itan estos indios, pues sus médicos print^ipales son sus sacerdo- tes adevinos , y estos sus religiosos les administran sus idolatrías y gerimonias nefandas y diabólicas. Passemos á los areytos ó cantares su- yos , que es la segunda cosa que se pro- metió en el título deste capítulo. Tenían estas gentes una buena é gentil manera de memorar las cosas passadas é anti- guas ; y esto era en sus cantares é bay- les, que ellos llaman areylo , que es lo mismo que nosotros llamamos baylar can- tando. Dige Livio que de Etruria vinieron los primeros bayladores á Roma , é orde- naron sus cantares , acordando las vof es con el movimiento de la persona. Esto se hizo por olvidar el trabajo de las muer- tes de la pestilencia , el año que murió Camilo ; y esto digo yo que debia ser co- mo los areijlos ó cantares en corro destos indios. El qual areyto hacían desta mane- ra. Quando querían aver plager, cele- brando entre ellos alguna notable fiesta, ó sin ella por su pasatiempo , juntábanse muchos indios é indias (algunas veces los hombres solamente, y otras veces las mugeres por sí) ; y en las fiestas genera- les , assi como por una vicioria ó venci- miento de los enemigos , ó casándose el cacique ó rey de la provincia, ó por otro caso en que el placer fuesse comunmente de todos , para que hombres é mugeres se mezclassen. E por mas extender su alegría é regocijo , tomábanse de las ma- nos algunas veces, é también otras tra- bábanse braco con braco ensartados , ó assidos muchos en rengle (ó en corro assi mismo), 6 uno dellos tomaba el oll- Cio de guiar ( ora fuesse hombre ó mu- ger), y aquel daba ciertos passos ade- lante é atrás, á manera de un contrapás muy ordenado, é lo mismo (y en el ins- tante ) hacen todos , é assi andan en tor- no , cantando en aquel tono alto ó baxo que la guia los entona, é como lo hace é dice, muy medida é concortada la cuenta de los passos con los versos ó palabras que cantan. Y assi como aquel dice, la moltitud de todos responde con los mis- mos passos , é palabras , é orden ; é en tanto que le responden , la guia calla, aunque no cessa de andar el contrapás. Y acabada la respuesta , que es repetir ó decir lo mismo que el guiador dixo , pro- cede encontinonte, sin intervalo, la guia á otro verso é palabras , que el corro é lodos tornan á repetir; é assi sin cessar, les tura esto tres ó (piatro horas y mas, hasta que el maestro ó guiador de la dan- Ca acaba su historia ; y á veces les tura desde un día hasta otro. Algunas veces junto con el canto mez- clan un alambor, que es hecho en un madero redondo , hueco , concavado , c tan grueso como un hombre é mas órne- nos , como le quieren hacer ; é suena co- mo los alambores sordos que hacen los negros ; pero no le ponen cuero , sino unos agujeros é rayos que trascienden á lo hueco , por do rebomba de mala gra- cia. E assi , con aquel mal instrumento ó i riin., lili. X\X, cap. I. 2 Isiil. Elhim. , liliro VIIÍ, rniiíliilo i.\, De maijis. Mdfjori.m frbr.vs Zoroaster, rcx fíalria- finruni. 128 HISTORIA GENERAL Y NATURAL sin él , en su cantar (qual es diclio) di- gen sus memorias é historias passadas , y en estos cantares relatan de la manera que murieron los caciques passados , y quántos y quáles fueron , é otras cosas que ellos quieren que no se olviden. Al- gunas vef es se remudan aquellas guias ó maestro de la danra ; y mudando el to- no y el contrapás, prosigue en la misma historia, ó dif e otra (si la primera se acabó) , en el mismo son ú otro. Esta manera de bayle paresco algo á los cantares é dantas de los labradores, quando en algunas partes de España en verano con los panderos hombres y mu- geres se solazan ; y en Flandes he yo visto lo mesma forma de cantar, baylan- do hombres y mugeres en muchos cor- i'os , respondiendo á uno que los guia ó se anticipa en el cantar, segund es di- cho. En el tiempo que el comendador mayor don frey Nicolás de Ovando gober- nó esta isla , hizo un areyto antel Ana- caona, muger que fué del cacique ó rey Caonabo ( la qual era gran señora ) : é andaban en la danca mas de trescientas doncellas , todas criadas suyas , mugeres por casar ; porque no quiso que hombre ni muger casada ( ó que ovicsse conos- rido varón ) entrassen en la dan^ a ó areyto. Assi que tornando á nuestro pro- pósito , esta manera de cantar en esta y en las otras islas (y aun en mucha parte de la Tierra-Firme) es una efigie de his- toria ó acuerdo de las cosas passadas, assi de guerras como de pa^es , porque con la continuac^ion de tales cantos no se les olviden las hazañas é acaesgimientos que han passado. Y estos cantares les quedan en la memoria, en lugar de libros de su acuerdo ; y por esta forma resgitan las genealogías de sus caciques y reyes ó señores que han tenido , y las obras que hicieron , y los malos ó buenos tempora- les que han passado ó tienen; é otras co- sas que ellos quieren que á chicos é grandes se comuniquen é sean muy sabi- das é fixamente esculpidas en la memo- ria. Y para este efecto continúan estos areytos , porque no se olviden , en espe- cial las famosas victorias por batallas. Pero en esto de los areytos, mas ade- lante (quando se tráete de la Tierra-Fir- me) se dirán otras cosas; porque los de esta isla, quando yo los vi el año de mili ó quinientos é quince años , no me pa- resgieron cosa tan do notar, como los que vi antes en la Tierra-Firme y he visto después en aquellas partes. No le parez- ca al letor que esto que es dicho es mu- cha salvajez , pues que en España é Italia se usa lo mismo , y en las mas partes de los chripstianos (é aun infieles) pienso yo que debe ser assi, ¿Qué otra cosa son los romanges é canciones que se fundan sobre verdades, sino parte é acuerdo de las his- torias passadas? A lo menos entre los que no leen, por los cantares saben que estaba el Rey don Alonso en la noble cibdad do Sevilla, y le vino al corazón de ir á fercar Algefira. Assi lo dice un romange, y en la verdad assi fué ello : que desde Sevilla partió el Rey don Alonso Onceno, quando la ganó, á veynte é ocho de margo, año de millé Iresficntoséquarentaé quatroaños. Assi que ha en este de mili é quinientos é quarenta é ocho dosgientos é quatro años que tura este cantar ó areylo. Por otro romange se sabe que el Rey don Alon- so VI hizo cortes en Toledo para cumplir de justigia al Cid Ruy Diaz contra los con- des de Cardón; y este Rey murió prime- ro dia del mes de julio de mili y ciento é seys años de la Natividad de Chripsto. Assi que han passado hasta agora quatro- gientos quarenta é dos años hasta este de mili é quinientos é quarenta é ocho, y antes avian seydo aquellas cortes é riep- tos de los condes de Carrion; y tura hasta agora esta memoria ó cantar ó areyto. Y por otro romange se sabe que el Rey don Sancho de León , primero de tal nombre DE INDIAS. LIB. V. CAP. I 129 envió á llamar al conde Fernán González, su vassallo, para que fuesse á las cortes de León : este rey don Sancho tomó el reyno año de nuevcfientos é veynte é quatro años de la Natividad de Chripsto, é reynó doce años. Assi que, murió año del Redemptor de nuevegientos é treynta é seys años: por manera que ha bien seysgientos doge años este do mili é qui- nientos é quarenta é siete que tara es- te otro areyto ó cantar en España. Y assi podriamos degir otras cosas muchas semejantes y antiguas en Castilla; pero no olvidemos de Italia aquel cantar ó areyto que dice : A la mía gran pena forte dolorosa , atlicla é rea divisenint vostem mea ' et super eam miserunl sorle. Este cantar compuso el sereníssimo rey don Federiquc de Ñapóles, año de mili é quinientos é uno , que perdió el reyno , porque se juntaron contra él , é lo partieron entre sí, los Reyes Cathólicos de España, don Fernando é doña Isabel , y el rey Luis de Francia, antecessor del rey Frangisco. Pues haya que tura este cantar ó areyto de la partición que he dicho quarenta é siete años este de mili é qui- nientos é quarenta é ocho , é no se olvi- dará de aqui á muchos. Y en la prisión del mismo Rey Francis- co se compuso otro cantar ó areyto que diga: Rey Francisco, mala guia desde Francia vos Iruxisics ; pues vencido é presso fuistcs de españoles en Pavía. Pues notorio es que esto fué assi é passó en efecto , estando el Rey Francis- co de Frangía sobre Pavia con todo su poder, é teniendo gercado é en grand nesgessidad al invengible é valeroso ca- pitán, el señor Antonio de Leiva, que por el Emperador Rey, nuestro señor, la defendía, é soycndo socorrido del exér- gito imperial de César ( del qual era vi- cario é pringipal capitán el duque de Borbon , é juntamente en su compañía se halló Mingo Val, caballerizo mayor é vi- sorey de Ñapóles , é el valeroso marqués de Pescara , don Fernando de Avales é de Aquino, é su sobrino el marqués del Guasto é otros exgelentes milites) un viernes veynte é quatro de hebrero , dia de Sancto Mathias apóstol, año de mili é quinientos é veynte é cinco, el proprio rey de Frangía fué preso , é juntamente con él todos los mas pringipales señores é varones, é la flor é la caballería é po- der de la casa de Frangía. Assi que, can- tar ó areyto es aqueste : que ni en las historias se olvidará tan gloriosa jornada para los tropheos y triumphos de César y de sus españoles, ni los niños é viejos de- xarán de cantar semejante areyto, quanto el mundo fuere é turare. Assi andan hoy entre las gentes estas é otras memorias muy mas antiguas y modernas , sin que sepan leer los que las cantan é las resgi- tan, sin averse passado de la memoria. Pues luego bien hagen los indios en osla parte de tener el mismo aviso , pues les faltan letras, é suplir con sus areytos é sustentar su memoria é fama; pues que por tales cantares saben las cosas que ha muchos siglos que passaron. En tanto que turan estos sus cantares é los contrapases ó bayles, andan otros indios é indias dando de beber á los que dan- gan , sin se parar alguno al beber, sino meneando siempre los pies é tragando lo i Asi eslá escrilo en el original , y de este mo- do conciertan el consonante del segundo y tercer verso: sin embargo , se halla falsificada lastiniosa- TÜ.MO I. mente la índole do la lengua latina , atropellandose la concordancia que debe ligar las voces vcstcw, mcam y eam. Tampoco debe decir soric, sino sortcs. 17 130 HISTOHIA GENERAL Y NATURAL que los chin. Y esto que beben son cier- tos bevrages que entre ellos se usan , ó quedan, acabada la Tiesta, los mas dellos y deltas eiubriagos ó sin sentido, tendidos por tierra muchas horas. Y assi como al- guno cae beodo , le apartan de la danga é prosiguen los demás ; de forma que la misma borrachera es la que da conclu- sión al areyto. Esto quando el areyto es solemne é fecho en bodas ó mortuorios ó por una batalla, ó señalada victoria é tiesta; porque otros areytos hagen muy á menudo, sin se emborrachar. E assi unos por este vigió , otros por aprender esta manera de música , todos saben es- ta forma de historiar , é algunas veges se inventan otros cantares y dangas se- mejantes por personas que entre los in- dios están tenidos por discretos é de me- jor ingenio en tal facultad. La forma quel alambor , de que de suso se hizo mengion, suele tener es la que está pintada en esta figura [Lámina 1 .^ fig. 3.^ y 4."): el qual es un tronco de un árbol redondo , é tan grande como le quieren hager, y por todas partes está gerrado, salvo por donde le tañen , dando encima con un palo, como en atabal que es sobre aquellas dos lenguas que quedan del mis- mo entre aquesta señal semejante [lámi- na \-^,fig- o."). La otra señal, que es co- mo aquesta (Z,ámí"/ia 1.°, fig. 6.°), es por donde vacian ó vacuan el leño ó atambor quando le labran ; y esta postrera señal ha de estar junto con la tierra , é la otra que dixe primero de suso, sobre la qual dan con el palo ; y este atambor ha de estar echado en el suelo , porque tenién- dole en el ayre no suena. En algunas par- tes ó provingias tienen estos atambores muy grandes y en otras menores de la manera que es dicha , y también en al- gunas partes los usan encorados, con un cuero de giervo ó de otro animal (pero los encorados se usan en la Tierra-Firme); y en esta é otras islas, como no avia ani- males páralos encorar, teníanlos atam- bores como está dicho. Y de los unos y de los otros usan hoy en la Tierra-Fir- me, como se dirá adelante en la segunda parte, quando se tocare la materia misma ú otra, donde intervengan atambores. CAPÍTULO II. De los tabacos ó ahumadas que los indios acostumbran en esta Isla Española é la manera de las camas, en que duermen. u. I saban los indios desta isla entre otros sus vigios uno muy malo , que es tomar unas ahumadas, que ellos llaman tabaco, para salir de sentido. Y esto hagian con el humo de gierta hierva que, á lo que yo he podido entender, es de calidad del bele- ño ; pero no de aquella hechura ó forma, segund su vista , porque esta hierva es un tallo ó pimpollo como quatro ó ginco pal- mos ó menos de alto y con unas hojas anchas é gruesas, ó blandas é vellosas, y el verdor tira algo á la color de las ho- jas de la lengua de buey ó btiglosa (que llaman los hervolarios é médicos). Esta hierva que digo, en alguna manera ó gé- nero es semejante al beleño , la qual to- man de aquesta manera : los cagiques é hombres pringipales tenían unos palillos huecos del tamaño de un xeme ó menos de la groseza del dedo menor de la ma- no, y estos canutos tenian dos cañones respondientes á uno , como aqui está pin- tado (LáHí/íia 1.^, fíg. 7.^), é todo en una pieza. Y los dos ponían en las ventanas de las nariges é el otro en el humo é hier- va que estaba ardiendo ó quemándose; y estaban muy lisos é bien labrados , y que- maban las hojas de aquella hierva arrebu- DE INDIAS. LIB. V. CAP. II. 131 jadas ó envueltas do la manera que los pajes cortesanos suelen echar sus ahuma- das : é tomaban el aliento é humo para sí una é dos é tres é mas veges , quanto lo podían porfiar, hasta que quedaban sin sentido grande espagio , tendidos en tierra, beodos ó adormidos de un graveé muy pessado sueño. Los indios que no al- canzaban aquellos palillos, tomaban aquel humo con unos cálamos ó cañuelas de carrizos, é á aquel tal instrumento con que toman el humo , ó á las cañuelas que es dicho llaman los indios tabaco , é no á la hierva ó sueño que les toma (como pensaban algunos). Esta hierva tenian los indios por cosa muy presgiada, y la cria- ban en sus huertos é labranzas para el efeto que es dicho ; dándose á entender que este tomar de aquella hierva é zahu- merio no tan solamente les era cosa sa- na, pero muy sancta cosa. Y assi cómo cae el cagique ó pringipal en tierra, tó- manle sus mugeres (que son muchas) y échanle en su cama ó hamaca , si él se lo mandó antes que cayesse ; pero si no lo dixo é proveyó primero, no quiere sino que lo dexen estar assi en el suelo hasta que se le passe aquella embriaguez ó adormegimiento. Yo no puedo penssar qué plager se saca de tal acto , si no es la gula del beber que primero liagen que tomen el humo ó tabaco , y algunos beben tanto de gierto vino que ellos hagen , que an- tes que se zahumen caen borrachos; pero quando se sienten cargados é hartos, acu- den á tal perfume. E muchos también, sin que beban demassiado, toman el tabaco, é hagen lo que es dicho hasta dar de es- paldas ó de costado en tierra , pero sin vascas, sino como hombre dormido. Sé que algunos chripstianos ya lo usan, en espegial algunos que están tocados del mal de las bitas, porque digen los tales que en aquel tiempo que están assi trans- portados no sienten los dolores de su en- fermedad, y no me paresge que es esto otra cosa sino estar muerto en vida el que tal hage : lo qual tengo por peor que el dolor de que se excusan , pues no sa- nan por eso. Al presente muchos negros de los que están en esta cibdad y en la isla toda, han tomado la misma costumbre, é crian en las hagiendas y heredamientos de sus amos esta hierva para lo que es dicho , y to- man las mismas ahumadas ó tabacos; por- que dicen que, quando dexande trabajar é toman el tabaco, se les quita el can- sangio. Aqui me paresge que quadra una cos- tumbre viciosa é mala que la gente de Tragia usaba entre otros criminosos vi- gios suyos, segund el Abulensis escribe sobre Ensebio De los tiempos*, donde di- ge que tienen por costumbre todos , va- rones é nuigeres , de comer alrededor del fuego, y que huelgan mucho de ser embrlagos , ó lo paresger : é que cómo no tienen vino , toman simientes de algunas hiervas que entre ellos hay, las quales echadas en las brasas, dan de sí un tal olor que embriagan á todos los presentes, sin algo beber. A mi paresger esto es lo mismo que los tabacos que estos indios toman; mas porque de suso se dixo que quando algún pringipal ó cagique cae por el tabaco, que lo echan en la cama, si él lo manda assi hager , bien es que se diga qué camas tienen los indios en esta Isla Española , á la qual cama llaman hamaca', y es de aquesta manera. Una manta tcxida en partes y en par- tes abierta , á escaques cruzados hecha red , porque sea mas fresca , y es de al- godón hilado (de mano de las indias), la qual tiene de luengo diez ó doge palmos y mas ó menos y del ancho que quieren que tenga. De los extremos desta manta' 1 Abulensis, lib. IIT, cap. 168. 132 HISTORIA GENERAL Y NATURAL eslán asidos , é penden muclios hilos de cabuya ó de henequén (de los quales hilos so dirá adelante en el capítulo X del li- bro Vil]. Aquestos hilos ó cuerdas son postizos é luengos, é vánse á concluir cada uno por sí en el extremo ó cabos de la hamaca, desde un trancahilo (de donde parten) , que está fecho como una empulguera de una cuerda de ballesta, é assi la guarnesQcn, asidos al ancho de cor- nijal á cornijal, en el extremo de la ha- maca. A los quales trancahilos ponen sen- das sogas de algodón ó de cabuya bien fechas ó del gordor que quieren : á las quales sogas llaman Iiicos, porque hico (juiere de^ ir lo mismo que soga , ó cuer- da ; y el un hico atan á un árbol ó poste y el otro al otro , y queda en el ayre la hamaca , tan alta del suelo como la quie- ren poner. E son buenas camas é limpias, é como la tierra es templada, no hay ncs- fessidad alguna de ropa engima, salvo si no eslán á par de algunas montañas de sierras altas , donde haga frío : é como son anchas é las cuelgan floxas, porque sean mas blandas , siempre sobra ropa de la misma hamaca, si la quieren tener en(;'ima de algunos dobleces della. Pero si en casa duermen , sirven los postes ó estantes del buhio, en lugar de árboles, para colgar estas hamacas ó camas : é si hage frío, ponen alguna brasa sin llama debaxo de la hamaca, en tierra ó por alli gerca, para se calentar. Pero en la verdad al que no es acostumbrado de tales ca- mas, no son aplacibles, si no son muy anchas; porque están la cabeza é los pies del (pjc duerme en ellas, altos y los lomos baxos y el hombre enarcado, y es que- brantado dormitorio ; pero quando tienen buena anchura, échanse en la mitad de- llas de través, y assi está igual toda la persona. Para en el campo, y en espegial don- de oviere arboledas para las colgar, me paresge que es la mejor manera de ca- mas que puede ser entre gente de guer- ra; porque es portátil, é un muchacho se la lleva só el brazo , y el de caballo por caparazón ó coxin de la silla. Y en los exérgitos no serian poco provechosas en España é Italia é otras partes , porque no adolosgerian ni morirían tantos, por dor- mir en tierra en los inviernos é tiempos tempestuosos. Y llévanlasen estas partes é Indias los hombres de guerra dentro de unas gestas con sus tapadores ligeras, que acá se llaman havas , y en otras partes destas Indias se dicen patacas, segund se dirá adelante, las quales hagen de los bihaos, é assi van guardadas é limpias; é no duermo la gente en tierra tendidos, como en los reales de los chripstianos se hage en Europa ó África é otras partes. Y si acá esto no se higiesse, por ser la tierra tan húmeda , seria mayor peligro este que la misma guerra; é si la he sa- bido dar á entender, esta cama es desta manera que aqui está pintada. [Lám. 1.', fio- 8-1 CAPITULO III. De los nialrimonios de los indios , é quánlas mugeres tienen ; en qué grados no toman niugeres, ni ias conoscen carnalinenle ; c de sus vicios é kixuria , é con qué manera de religiosidad cogían el oro, é de la idolatría destos indios, é oirás cosas notables. laáse dicho en el pregedente capítulo la forma de las camas de los indios des- ta Isla Española : dígasse del complimien- lo dellas que es el matrimonio que usa- ban , puesto que en la verdad este acto que los chripstianos tenemos por sacra- mento , como lo es , se puede degir en estos indios sacrilegio , pues no se debe DE IiNDIAS. LIB. V. CAP. 111. Í33 áeqiv por ellos : los que Dios ayunta no los aparte el hombre ' ; pues ante se debe creer que los ayunta el diablo , se- gund la forma que guardan en esto; y como cosa de su mercadería, los tenia im- puestos de manera que en esta isla cada uno tenia una muger é no mas (si no pe- dia sostener mas); pero muchos tenian dos é mas, y los caciques ó reyes tres ó quatro é quantas querían. El cacique Behechio tuvo treynta mugeres proprias, ó no solamente para el uso é ayuntamien- to que naturalmente suelen aver los ca- sados con sus mugeres; pero para otros bestiales é nefandos pecados, porque ei cacique Goacanagari tenia giertas muge- res, con quien él se ayuntaba, segund las viveras lo hagen. Yod que abomina- ción inaudita, la qual no pudo apren- der sino de los tales animales; y que aquesta propricdad é uso tengan las vi- veras escríbelo el Alberto Magno : De proprietatibus rerum ^, 6 Isidoro en sus Ethlmologias *, y el Plinio * en su Natural Historia, y otros auctorcs. Pero muy peo- res que viveras eran los que las cosas ta- les hagian , pues que á las vívoras no les concede natura otra forma de engendrar, é como forzadas vienen á tal acto ; pero el hombre que tal imitaba, ved si le viene justo lo que Dios le ha dado, donde tal cosa se usó ó acaesció. Pues si deste rey ó cacique Goacanagari hay tal fama, claro está que no seria él solo en tan nefando é sugio crimen ; pues la gente común lue- go procura (y aun todo el reyno) de imi- tar al príncipe en las virtudes ó mcsmos vicios que ellos usan. Y desta causa sus culpas son mayores é dignas de mayor punigion , si son inventores de algún pe- cado ó delicio ; y sus méritos y gloria es de mayor exceleugia é premio , quando son virtuosos los que reynan ; é dando en 1 Ouos Deus conjunxit , homo non separct. Malh. 19. 2 De proprictalib. rer. lib. III, cap. 100. SUS mesmas personas loables exemplos de virtudes, convidan á sus subditos á ser mejores, imitándolos. Assi que, lo que he dicho desta gente en esta isla y las comarcanas es muy pú- blico , y aun en la Tierra-Firme , donde muchos destos indios é indias eran sodo- mitas, é se sabe que alíalo son muchos dellos. Y ved en qué grado se presgian de tal culpa , que como suelen otras gentes ponerse algunas joyas de oro y de pres- giosas piedras al cuello , assi en algunas partes destas Indias traian por joyel un hombre sobre otro , en aquel diabólico é nefando acto de Sodoma , hechos de oro de relieve. Yo vi uno destos joyeles del diablo , que pessaba veynte pesos de oro, hueco, vaciado é bien labrado, que se ovo en el puerto de Sancta Marta en la costa de Tierra-Firme, año de mili é qui- nientos é catorge , quando alli tocó el ar- mada quel Rey Cathólico envió con Pe- drarias Dávila , su capitán general , á Cas- tilla del Oro; é cómo se truso á montón el oro que alli se tomó , é lo llevaron después á fundir ante mí, como ofigial real veedor de las fundiciones del oro, yo lo quebré con un martillo é lo macha- qué por mis manos sobre un tas ó yunque en la casa de la fundición, en la cibdad del Darien. Assi que , ved si quien de tales joyas se prcsgia é compone su persona , si usa- rá de tal maldad en tierra , donde tales arreos traen, ó si se debe tener por cosa nueva entre indios : antes por cosa muy usada é ordinaria é común á ellos. Y assi aves de saber que el que dellos es pa- fiente ó toma cargo de ser muger en aquel bestial é descomulgado acto , le dan luego ofigio de muger é trae naguas , co- mo muger. Yo querría, quando en algún passo so 3 Isid. lib. XII, cap. 8. 4 Pli. lilj. X, cap. 02. ni- HISTORIA GENERAL Y NATURAL toca algan nombre, extraño á nuestra len- gua caslrllana, salisfa(,'orlo sin passar ade- lanto, por ol contenlamiculo del que lec; y á este propóssito digo que las naguas son una manta de algodón que las muge- res desta isla, por cobrir sus partes ver- goncosas , se ponian desde la finta basta media pierna, revueltas al cuerpo; é las mugeres principales basta los tovillos : las doncellas vírgines , como be dicho en otras parles, ninguna cosa se ponian ó traian delante de sus partes vergoncosas, ni tampoco los bombres se ponian cosa alguna ; porque, como no saben qué co- sa es vergücnca , assi no usaban de de- fensas para ella. Tornando á la materia deste pecado abominable contra natura, muy usado era entre estos indios desta isla ; pero á las mugeres aborresfible , por su intc- resse mas que por ningún escrúpulo de conciencia , y aun porque de becho avia algunas que eran buenas de sus perso- nas , sobre ser en esta isla las mayores bellacas é mas deshonestas y libidinosas mugeres que se ban visto en estas Indias ó partes. E digo que eran buenas ó ama- ban á sus maridos , porque quando algún cacique se moria, al tiempo que le en- terraban , algunas de sus mugeres vivas le acompañaban de grado é se metían con él en la sepoltura ; en la qual metían agua é carahi consigo (que es el pan que comen) é algunas fructas. Llamaban los indios desta isla athebeane nequen la mu- ger hermosa é famosa que viva se en- terraba con el marido; mas quando las tales no se comedian , aunque les pesas- se, las metían con ellos. E assi acaesció en esta isla , quando murió el cacique Behe- chío (grand señor, como se dixo en su lugar) que dos mugeres de las suyas se enterraron con él vivas, no por el amor que le tenían ; mas porque de enamora- das del no lo bacian de su grado, for- gadamente é contra su voluntad las me- tieron en la sepoltura vivas , y cumplie- ron estas infernales obscíjuias por obser- var la costumbre. La qual no fué general en toda la isla, porque otros caciques, quando morían, no tenían essa forma; sino después que era muerto , le faxaban todo con unas vendas de algodón texi- das, como ci'ip'ias de caballos, é muy luengas, y desde el pié hasta la cabera lo envolvían en ellas muy apretado, é bacian un boyo é allí lo metían, como en un silo, é poníanle sus joyas é las cosas que él mas presriaba. Y para esto en aquel boyo , donde avia de ser sepulta- do , hacían una bóveda de palos, de for- ma que la tierra no le tocasse, é asentá- banlo en un duho (que es un banquillo) bien labrado , y después lo cubrían de tierra por sobre aquel casamento de ma- dera é rama ; é turaban quince ó veynte días las endechas que cantaban é sus indias é indios hacían, con otros muchos do las comarcas é otros caciques prin- cipales, que venían á los honrar. Entre los quales forasteros se repartían los bie- nes muebles del cacique defunto , y en aquellas endechas ó cantares rescitaban las obras é vida de aquel cacique, y de- cían qué batallas avia vencido , y qué bien avia gobernado su tierra, é todas Jas otras cosas que avia hecho , dignas de memoria. E assi desta aprobación que en- tonces se hacia de sus obras, se formaban los areytos é cantares que avian de quedar por historia, sogund ya se dixo de los areytos en el capítulo primero deste libro. Mas porque se ha fecho memoria de Anacaona, que fué la muger mas prin- cipal desta isla en su tiempo, es bien que se sepa que toda la suciedad del fue- go de la luxuría no estuvo solamente en los hombres en esta tierra , puesto que fuosse en ellos mas abominable. Esta fue una muger que tuvo algunos actos seme- jantes á los de aquella Semíramis, reyna de los asirios, no en los grandes fechos DE INDIAS. LIB. V. CAP. III. 13: que de aquella cuenta Justino \ ni tam- poco en hagcr matar los muchos, con quien se ayuntaba, ni en liager traer á sus doncellas paños menores en sus ver- gonzosas partes , como de aquella reyna escribe Johan Bocagio ^.Porque Anacaona ni queria sus criadas tan honestas , ni des- seaba la muerte á sus adúlteros; pero queria la moltitud dellos , y en muchas suciedades otras libidinosas le fue seme- jante. Esta Anacaona fue muger del rey Caonabo y hermana del rey Behecchio: la qual fue muy disoluta; y ella y las otras mugeres desta isla , aunque con los in- dios eran buenas ó no tan claramente lu- xuriosas , fácilmente á los chripslianos se congedian é no les negaban sus perso- nas. Mas en este caso esta cagica usaba otra manera de libidine , después que murieron su marido y su hermano, en vida de los qualos no fue tan desvergon- zada; pero muertos ellos, quedó tanobe- desgida é acatada , como ellos mismos ó mas. Hizo su habitación en la tierra é se- ñorío del hermano, en la provincia de Xa- ragua, al poniente é ün desta isla, é no se hafia mas de lo que ella mandaba ; por- que puesto que los cafiques tenían seis é siete mugeres é todas las que mas que- dan tener, una era la mas principal ó la que el cagique mas queria , y de quien mas caso se hagia , puesto que comiessen to- das juntas. E no avia entre ellas rengi- lla ni diferencia , sino toda quietud é igualdad , ó sin rifar passaban su vida debaxo de una cobertura de casa é junto á la cama del marido : lo qual paresce cosa imposible , é no congedida sino so- lamente á las gallinas é ovejas , que con un solo gallo é con un solo carnero mu- chas dellas, sin mostrar gelos ni murmu- rar, se sostienen. Pero entre mugeres os cosa rara , y entre todas las nagiones de la generagion humana, estas indias é la gente de Tragia guardan tal costumbre; ó parésgense estas dos maneras de gen- tes en muchos ritos é cosas otras, como mas largamente adelante se dirá , porque aunque entre los moros é otros iníie- les en algunas partes usan tener dos é tres é mas mugeres, no gesan entre sí sus envidias ó murmuragiones é gelos, con que dan molestia al marido é á sí mesmas. Assí que, tornando á nuestra historia, entre las muchas mugeres de un cagique siempre avia una singular que pregedla á las otras, por generosa ó mas querida, sin ultrajar alas demás ni que elladesesti- masse ni mostrasse señorío , ni lo tovies- se sobre las otras. E assi era esta Ana- caona en vida de su marido é hermano; pero después de los dias dellos fué , co- mo tengo dicho, absoluta señora é muy acatada de los indios ; pero muy desho- nesta en el acto venéreo con los chrips- tíanos , é por esto é otras cosas semejan- tes quedó reputada y tenida por la mas disoluta muger que de su manera ni otra ovo en esta isla. Con todo esto, era de grande ingenio , é sabia ser servida é acatada é temida de sus gentes é vassa- llos, é aun de sus vegínos. Dixe de suso que las mugeres desta isla eran continentes con los naturales, pero que á los chripstianos de grado se congedian ; é porque salgamos ya desta sugia materia, me paresge que quadra con esto una notable religiosidad que los in- dios guardaban en esta tierra , apartán- dosse de sus mugeres , teniendo castidad algunos dias: no por respeto de bien vi- vir ni quitarse de su vigío é luxuria , si- no para coger oro ; en lo qual paresge que en alguna manera querían imitar estos in- dios á la gente de Arabia, donde los que cogen el engienso (scgund Pliuío) ', no i Justino, lili, II. 2 Johan Bocaclo , De las iHust. mugeres. \ Plin. lib. XII, cap. XIV. <36 IIISTOniA GENERAL Y NATURAL solamente se apartan de las mngeres, pe- ro enleramonte son castos é inmaculados del coyto. El almirante don Clnipstobal Colom, primero descubridor destas par- tes , como cathólico capitán é buen go- bernador, después que tuvo noticia de las minas de Cibao , é vio que los indios cogían oro en el agua de los arroyos é rios sin lo cavar , con la f erimonia é re- ligión que es dicho, no dexaba á los chripstianos ir á cojer oro , sin que se conlessassen c connilgassen. Y de^ia que pues los indios estallan veynte dias pri- mero sin llegar á sus mugeres ( ni otras) é apartados dellas, é ayunaban, é defian ellos que quando se vian con la muger, que no hallaban el oro; por tanto que, pues aquellos indios bestiales hacian aquella solepnidad , que mas razón era que los chripstianos se apartasen de pecar y confessassen sus culpas , y que estan- do en gracia de Dios , nuestro Señor, les daria mas complidamente los bienes tem- porales y espirituales. Aquesta santimo- nía no plagia á todos, porque degian que quanto á las mugeres, mas apartados es- taban que los indios, los que las tenían en España; é quanto al ayunar, que mu- chos de los chripstianos se morían de hambre é comían rayges é otros malos manjares , y bebían agua ; y que quanto á la confession, que la Iglesia no los cos- treñía sino una vez en el año por Pascua de la Sancta Resuresgion , é que assi lo hagian todos é algunos mas veges; é que pues Dios no les pedia mas , que le de- bía al almirante bastar lo mismo é de- xarlos buscar su vida, é no usar con ellos de tales cautelas. E assi lo atribuían á otros fines , que por aventura seria bien possíble no le passar por pensamiento; pero á los que se confessaban é comul- gaban no les negaba la licencia para ir á coger oro ; mas á les otros no les consen- tía ir á las minas : antes los mandaba cas- ligar, sí yban sin cxpressa ligengia suya. Del reyno ó cagicado é Estados destos indios he seydo de muchos informado que se heredaban é subcedían en ellos, é venia la herencia al hijo mayor de qualquíera de las mugeres del señor ó cagique ; pero sí después que tal hijo he- redaba, no avía hijos, no venía el Esta- do al hijo de su hermano , sino al hijo ó hija de su hermana, sí la tenía ó tuvo; porque decían que aquel era mas gierto sobrino ó heredero (pues era verdad que lo parió su hermana) , que no seria el que paríesse su cuñada, y el tal seria mas verdadero nieto del tronco ó mayoradgo. Pero si el cacique moría sin dexar hi- jos ni hijas, é tenía hermana con hijos, ni ellos ni ellas heredaban el cagícado, si había hermano del cagíque muerto que fuesse hermano de padre, sí por el padre venía la hacienda ; y si venía por la ma- dre, heredaba en tal caso el pariente mas propínquo á la madre, por aquella vía que procedía ó venía la subgessíon del seño- río ó liacienda. No paresge esto mucha bestialidad ó error , en especial en tierra donde las mugeres eran tan deshonestas é malas, como se dixo de suso. Los hom- bres, aunque algunos eran peores que ellas , tenían un virtuoso é común come- dimiento é costumbre, generalmente en el casarse; y era assi, que por ninguna manera tomaban por muger ni avían agesso carnal con su madre , ni con su hija , ni con su hermana , y en todos los otros grados las tomaban é usaban con ellas , siendo ó no sus mugeres ; lo qual es de maravillar de gente tan inclinada é desordenada en el vicio de la carne. E á tan bestial generación es de loar tener esta regla guardada inviolablemente , y si algún príncipe ó cagique la quebranta, es ávido por muy malo é comunmente aborresgído de todos los suyos é de los extraños. Pero entre algunos que tienen nombre de chripstianos en algunas partes del mundo se habrá quebrantado algunas DE INDIAS. LIB. V. CAP. III. 1.3': veges, y entre judíos é gentiles no me- nos , como se prueba en la Sagrada Es- criptura con Amon y Thamar , su herma- na *. Suetouio Tranquilo dife assi en la vida de Cayo Calígula : Cuín ómnibus so- 7'oribus suis stupri consuetudinem fegü *; é en aquel Suplementum chronicarum dige que el emperador Cayo Calígula usaba con dos hermanas suyas , y de una do- lías ovo una hija que también la forgó el mismo padre. La hija le perdona Ensebio, é dige que Cayo con sus hermanas ovo ayuntamiento é las desterró á gierlas is- las ^. Y en el mismo Suplimento de chró- nicas se escribe hablando de la gen- te délos parthos que, dexando aparte la debida castidad, usaban los naturales usos con sus propias hijas é hermanas é otras raugeres en debdos estrechos é á ellas conjuntos * ; pero en este caso uno de los mas malos príncipes, de quien se escriben tales exgesos, es el emperador Cayo Ca- lígula , de quien de suso se hizo memoria; y quien mas particularmente lo quisiere saber , escuche á Suetonio Tranquilo, que escribió su vida, é mire lo que dife •"'. El Tostado sobre Ensebio De los tiempos ® dige, alegando áSolino en el Polihystor, que los que no tienen leyes algunas, no usan de matrimonio , mas son todas las mugeres comunes , como entre los gara- raanthas, que son ethiopgos; y el mismo Tostado , alegando á Julio Celso , dig'e aver seydo en otro tiempo costumbre en- tre los ingleses que seys dellos casassen con una muger juntamente. Esta costum- bre no la aprobara en estos tiempos nues- tros el rey Enrique VIH de Inglaterra: antes pienso yo que la mandara él guar- dar al contrarío. Pero no hablemos en los extraños, pues que hoy viven algunos en nuestra Espa- 1 Regum II, cap. XIII. 2 Suplementum chronicarum ,\\h. VIII. ,3 Ensebio, De temporibus. 4 Swplementmn chronicarum , lib. Vil, TOMO i. ña, ó son naturales della , é yo he visto é conosgido dos destos, y aun tres , que cada uno dellos se casó con dos herma- nas; y destas siempre moria la primera ante que casassen con la segunda : y tam- bién he visto dos hermanos casados con una muger , siendo vivos todos tres; y también he visto un religioso de la Orden militar de Calatrava , que es la misma del Cistel , después de ser muchos años pro- fesso, que dexó la Orden que tenia é lomó la de Sanctiago é una muger casada , ó aviendo ávido hijos de su marido, le dexó é tomó el mismo hábito de Sanctiago, é se casó con el otro comendador que dixe que primero fué de Calatrava. Pero para estas cosas tan recias é raras veces usadas, in- terviene una lifengia é auctoridad del Summo Pontíflfe , Vicario de Chripsto, que todo lo puede dispensar : lo qual él con- siente, quando le es fecha tal relación que por muy legítimas causas énesgessarias, é por evitar otros mayores daños, aprueba los tales matrimonios. Y assi creo yo que lo avrá fecho con los que yo he visto; pero plega á Dios que hayan dicho verdad á Su Sanctidad, porque él siempre dige aquel fial, clave non errante. Pues luego no es tanto de maravillar , si entre esta gente salvaje de nuestras Indias de España ovo los errores que he dicho. Mas en esso poco que yo he leido , la gente que á mi me paresce ser mas con- forme á estos indios, en el uso de las mu- geres, son los de Tragia ; porque escribe el mismo Abulensis ^ que cada hombre tiene en aquella tierra muchas mugeres, é que aquel se tiene por mas honrado que mas mugeres tiene ; é que las rau- geres destas que mas aman á sus mari- dos, vivas se echaban en el fuego, quando quemaban el marido dcfunto { como ei'a H Cap. De libidine cjus cwn ómnibus soro- ribus. C Abulensis , lib. 111, cap. iOfi. 7 Abul. ,lib. III, cap. 107. 18 las IllSl'OniA GENERAL Y NATUHAL su cnsluiiilirc (|neiiiar.se los cu(M'J)os de los hombres en aquella tierra después (|ue inorian. V la que esto no liacia era tenida por niuger que no habia guarda- do castidad á su marido , pues ya tengo dicho que en estas nuestras Indias de su grado se enterraban vivas algunas muge- res con sus maridos , siendo ellos muertos. Y en el capítulo siguiente dif o este mismo auctor que esta gente de Tra?ia sacrifica hombres de los cstrangeros , é que con las calavernasde los muertos harón vasos pa- ra beber sangre humana é otros bevrages. Isidoro en sus Elhimologias ' di^e que esto es mas fabuloso é falso (¡ue no ver- dadero ; lo qual yo pienso que él no dub- dára , si supiera lo que hoy sabemos de los caribes en estas islas é de la gente de la Nueva España , é de las provingias de Nicaragua, ó de las provingias del Perú, é aquellos que viven en la Tierra Eirme, debaxo de la equinogial é gerca de alli, assi como en Quito , é Popayan , é otras partes muchas de la Tierra Eirme , donde es cosa muy usada sacrificar hombres, ó lan común comer carne humana como en Erancia , é España , é Italia comer car- nero é vaca. Quanto mas que en esto del comer carne humana digePliuio ", que entre los sgithios hay muchas generagiones ([ue se substentan de comer carne humana, é que en el medio del mundo , en Italia é en Segilia fueron los gíclopes ó estrigo- nes que hagian lo mismo , é que nueva- mente de la otra parte de los Alpes en Erangia (ó á la banda del Norte) sacrifi- caban hombres. Pero dexemos esto del comer carne humana é un hombrea otro, para en su lugar adelante: que desto en la segunda parte, quando se tráete de la Tier- ra-Eirme, hay mucho que decir; é volva- mos al error de los indios en esto de las mugeres. Digo que se podrían traer á conseqüengia otras generagiones de gen- tes lan culpadas en esta materia , y aun- que entre chripstianos no es de buscar tamaño dclicto, no dexo de sospechar (juc i)odria averse cometido por algún temerario desacordado , ó apartado de la verdadera fé cathólica; y por esta misma razón estoy mas maravillado destos indios salvages que tan colmados de vigios es- tan, no averse errado en esto de las mu- geres, ayuntándosse con las madres ahi- jas ó hermanas, como en las otras sus culpas que es dicho. Ni tampoco se ha de pensar que lo dexaban de hager por algún respecto virtuoso , sino porque tie- nen por cosa gierta y averiguada los in- dios desta isla (y de las á ella circuns- tantes), que el que se echa con su ma- dre , o con su hija , ó hermana , muere mala muerte. Si esta opinión, como se dige, está en ellos fixada , débese creer que se lo ha enseñado la expiriengia. Ni es de maravillar que los indios estén me- tidos en los otros errores que he dicho, ni que incurran en otros mas los que des- conogen á su Dios Todopoderoso y ado- ran al diablo en diversas formas é ídolos, como en estas Indias es costumbre entre estas gentes ; pues que, como he dicho, en muchas cosas é partes pintan , y entaüan, y esculpen en madera y de barro , y de otras materias hagen un demonio que ellos llaman rcmi , tan feo é tan espantable como suelen los cathólicos pintarle á los pies del arcángel Sanct Mi- guel o del apóstol Sanct Bartolomé ; pero no atado en cadenas, sino reverengiado: unas veges asentado en un tribunal, otras de pies, y de diferentes maneras. Estas imágenes infernales tenían en sus casas en partes y lugares diputados é obscuros que estaban reservados para su oragion: é alli entraban á orar é á pedir lo que desseaban, assi agua para sus campos y heredamientos , como buena simentcra, i Isidoro, lib. IX, cap. 11. 2 riia., lib. Vil, cap. 2. DE INDIAS. LIB. V. CAP. HI. i;ío é victoria contra sus enemigos ; y en fin alli pedían é ocurrian en todas sus nesf c- sidades, por el remedio dellas. E allí den- tro estaba un indio viejo que les respon- día á sabor de su paladar, ó conforme ala consultación habida con aquel, cuya mala vista alli se representaba : en el qual os de penssar que el diablo, como en su mi- nistro, entraba é hablaba en él; y cómo es antiguo estrólogo, debíales el dia que liabia de llover , ó otras cosas de las que la natura tiene por ofifio. A estos tales viejos hafian mucha reverencia , y eran entre los indios tenidos en grand reputa- ción, como sus sacerdotes y perlados; y aquestos eran los que mas ordinariamen- te tomaban aquellos tabacos ó ahumadas que se dixo de suso , y desque volvían en sí decían si debía hacerse la guerra ó di- latarla; é sin el parescer del diablo (habi- do de la forma que es dicho), no empren- dían , ni hacían cosa alguna que de im- portancia fuesse. Era el exercício prin- cipal de los indios desta isla de Haytí ó Española , en todo el tiempo que vacaban de la guerra ó de la agricoltura ó labor del campo, mercadear é trocar unas cosas por otras, no con la astucia de nuestros mercaderes , pidiendo por lo que vale un real muchos mas , ni haciendo juramen- tos para que los simples los crean ; sino muy al revés de todo esto y desatinada- mente, porque por maravilla miraban en que valiesse tanto lo que les daban como lo que ellos volvían en prescio ó trueco; sino teniendo contentamiento de la cosa por su passatiempo, daban lo que valia ciento por lo que no valia diez ni aun cinco. Finalmente, que acontesció ves- tirlos y darles los chrípstianos un muy gentil sayo de seda ó de grana , ó muy buen paño, é desde á poco espacio, pas- sado un dia ó dos, trocarlo por una agu- jeta , ó un par de allilercs : é assí á este respecto todo lo demás barataban , y lue- go aquello que avian ávido lo tornaban ¡í vender por otro dis|)arate semejante, va- liendo ó no valiendo mas ó menos prés- elo lo uno que lo otro; porque entrellos el mayor intento de su cabdal era hacer su voluntad , y en ninguna cosa tener constancia. El mayor pecado ó delicto que los indios desta isla mas aborrescían é que con mayor riguridad é sin remisión ni misericordia alguna castigaban , era el hurto ; é assi al ladrón por pequeña cosa que hurtasse, lo empalaban vivo (come di- cen que en Turquía se hace), é assi lo de- xaban estaren un palo ó árbol espetado, co- mo en assador, hasta que alli moría. Y por la crueldad de tal pena pocas veces acaes- Cia a ver en quien se executasse semejan- te castigo; mas ofresciéndosseel casso, por ninguna manera , ni por debdo ó amistad era perdonado ni disimulado tal crimen; y aun quasi tenían por tan grande error querer interceder ó procurar que tal pena fuesse perdonada ni pronuitada en otra sentencia, como cometer el mismo hurto. Ya se desterro Sathanás desta isla : ya cessó todo con cessar y acabarse la vi- da á los mas de los indios , y porque los que quedan dellos son ya muy pocos y en servicio de los chrípstianos o en su amistad. Algunos de los muchachos y de poca edad destos indios podrá ser que se salven, sí creyeren é liaptízados fue- ren , como lo dice el Evangelio *. Assi que, salvarse han los que guardaren la fe cathólíca, é no siguieren los errores de sus padres é antecessores. Pero ¿que di- remos de los que andaban aleados algu- nos años liá, seyendo chrípstianos, por las sierras é montañas con el cacique don Enrique ó otros principales indios, no sin vergüenza ó daño grande de los, i i\Iarcuiii, cap. XVI. — Qui crodiilcril ol liapli- coiid/iiinaljilur. zalus fLicril , salvus fri( : qui vero non crcdidei'il, HO mSTOUIA GliNEHAL Y NATURAI. chripslianos é voriaos (¡esta isla? Mas porque aqueste es un passo notable é re- quiero particularizarse, tractarse ha la materia en el capítulo siguiente, para que mejor se comprehenda el origen desta rebelión é á qué íin la truxo Dios con la clemencia de la Cesárea Magestad de. Emperador Rey, don Carlos, nuestro se- ñor, é por la prudencia de su muy alto é Real Consejo de Indias. CAPITULO IV. De la rebelión del cacique Enrique é la causa que le movió para ello , é de la rebelión do los negros. XLntre otros caciques modernos é últi- mos desta Isla Española ovo uno que se llamó Enrique , el qual era chripstiano baptizado , y sabia leer y escrebir , y era muy ladino é hablaba bien la lengua cas- tellana. Este fué desde su niñez criado é doctrinado de los frayles de Sanct Fran- cisco, é mostró en sus principios que se- ria cathólico é perseverarla en la fé de Chripsto. Después, seyendo mancebo, se casó , é servia á los chripslianos con su gente en la villa de Sanct Johan de la Maguana , donde estaba por teniente del almirante , don Diego Colom , un hidal- go llamado Pedro de Vadiilo, hombre descuydado en su oficio de justicia, pues por su negligencia , ó poca prudencia, se siguió la rebelión deste cacique : el qual se le fué á qucxar de un chripstia- no , de quien tenia celos ó sabia que te- nia que hafer con sumuger, lo qual este juez no tan solamente dexó de castigar, poro demás desso tracto mal al querellan- te é túvolo presso en la cárcel , sin otra causa, porque quiso complacer al adúl- tero. Y después de aver amenazado é di^ cho algunas palabras desabridas al Enri- que, le soltó; por lo qual el cacique se vino á querellar á la Audiengia Real que en esta cibdad de Sancto Domingo resi- de, y en ella se proveyó que le fuesse fe- cha justigia : la qual no se le hizo, porque el Enrique volvió á la misma villa de Sanct Johan remitido al mismo teniente Pedro de Yadillo , que era el que le avia agraviado, é le agravió después mas, porque le tornó á prender é le tracto peor que primero. De manera que el Enrique tomó por partido el sofrir, ó á lo menos dissimular sus injurias é cuernos por en- tonces, para se vengar adelante, como lo hizo en otros chripslianos que no le tenian culpa. Y después que avia algunos dias que este cacique fué suelto, sirvió quieta é sosegadamente hasta que se de- terminó en su rebelión é alzamiento ; y quando le paresfió tiempo , el año de mili é quinientos é diez é nueve, se fué al monte con todos los indios que pudo re- coger é allegar á su opinión , y en las sierras que llaman del Baoruco é por otras partes desta isla anduvo quassi trege años. En el qual tiempo salió de través algunas veges á los caminos con sus indios é gen- te é mató algunos chripslianos ; é robán- dolos , les tomó algunos millares de pe- sos de oro ; y otras veges algunas , de- mas de aver muerto é salteado á otros, hizo muchos daños en pueblos y en los campos desta isla, é se gastaron muchos millares de pesos de oro, por le aver á las manos, é no fué possible hasta que Dios lo permitió. Porque él se dio tal recabdo en sus saltos, que salió con todos los que hizo , por la poquedad de aquellos que lo avian de remediar; pues está claro que quando estaba esta isla próspera de in- dios (y eran tantos que no se pudieran contar), no aviendo sino trescientos es- pañoles en esta tierra, ó menos, los des- DE INDIAS. LIB. V. CAP. IV. i4; Iruian é sobjuzgaban por continuas ba- tallas y rencuentros; é estando poblada de chripstianos, anduvo este Enrique é otro capitán indio , llamado Tamayo , ai- gados é con poca gente, hafieudo muchos daños, salteando é quemando pueblos é haciendas de los chripstianos é matando hombres con sus acechanzas. Quiero defir que era la causa desto. Quando los chripstianos, seyendo pocos, venf ian é destruían á los indios (que eran muchos) , dormian sobre las daragas ó rodi'Ias con las espadas-en las manos , y estaban en vela con los enemigos. Quan- do Eririquillo hagia esas cosas , dormian los chripstianos en buenas é delicadas camas , envueltos en grangerias de asa- car y en otras en que las personas é me- morias andando ocupadas , no les dexa- ban libremente entender en el castigo de los indios rebelados con la atención é di- ligencia que se requería : é no se avia de tener en tan poco, en espegial viendo que cada dia se yban é fueron á juntar con este Enrique é sus indios algunos negros; de los quales ya hay tantos en esta isla, á causa destos ingenios de agúcar , que paresfe esta tierra una efigie ó imagen de la misma Ethiopia. Por gierío si el almirante , don Diego Colom, el año de mili é quinientos é veyn- te é dos años, no fuera tan presto en el remedio de la rebelión de los negros que en aípiella sagon desde su ingenio é ha- gienda se principió, como se dixo en el libro precedente , pudiera ser que fuera nesgessario roaquistar esta isla de nue- vo é que no dexáran chripstiano á vida, como lo tenian pensado, ó aun como lo yban poniendo por obra los negros alga- dos. Para lo que tocaba á la rebelión del cagique Enrique, la Cesárea Magostad é los señores de su Real Consejo de Indias, viendo que las armadas é gastos que esta cibdad é isla avia fecho contra él eran muchos é de ningún provecho , enviaron gente de guerra con el capitán Frangisco de Barrionuevo (que después fué gober- nador en Castilla del Oro, en la Tierra- Firme], para que higiesse la guerra á este Enrique. E aun después que aquella gen- te llegó , un pringipal indio ó capitán del Enrique , llamado Tamayo , hizo giertos saltos é daños é mató un chripstiano é á otro cortó la mano derecha é lo dexó vi- vo; é al mismo pobre soldado le oy yo degir después que quando fué preso, é el Tamayo mandó á otro indio que le cor- tasse la mano, porque tuvo compassion del de verle muy mozo (que á mi pares- ger quando yo le vi sin la mano podría aver diez é seys ó diez é siete años) , él le rogó que no le cortassen la mano de- recha , sino la ezquierda ; é el Tamayo le dixo assi: «Bachiller soys: agradesged que no os matan é aved pagiengia.» Pero estas altcragiones de los indios es poco ó ningún temor para los chripstianos en la verdad, é tienen remedio, é muy pres- tóle tuvo este algamiento, quando de he- cho se quiso remediar; porque Su Ma- gostad Cesárea envió á mandar que de su parte se le diesse seguro á este Enri- que é á los otros indios que con él esta- ban rebelados , para que redugiéndose él y ellos á su real servigio, fuesse perdo- nado y bien tractado ; é no queriendo ve- nir á su obediengia por bien de paz, le fuesse fecha la guerra á fuego é á sangre muy en forma ; de manera que no faltas- se el castigo á proporgion de sus méri- tos. Y aquesta Audiengia Real entendió luego en ello, segund Su ISIagestad se lo mandó , con esperanga del buen subgeso que nuestro Señor dio en ello; y lo que se siguió se espegificará en el capítulo si- guiente. Pero porque dixo de suso que de no aver fecho justigia á este cagique el te- niente Pedro de Vadillo, subgedió su re- belión (assi es notorio en esta isla) , pa- resgerá al que esto oyere que por mis pa- 14á HISTORIA GENERAL Y NATURAL labras queda atiiicl liidal.qo (jhli.i^'ado á alguna culpa , digo que ya la que él luvo (en a(iucste caso) él lo ha pagado; por- que tiene Dios cargo de punir é castigar los que los jueces del suelo dissimulan y no castigan , y aun á las veges se executa su divina sentencia en los mismos jueces, como le acontesgió á este : que yendo desde aquesta cibdad á España en una nao, entrando por la barra ilel lio Gua- dalquivir, á par de Sanct Lúcar, se per- dió la nao en que yba , y él y el maes- tre Francisco Vara y otros muchos se ahogaron y con mucha riqueza ; y assi es- cotó este juez la sinrazón fecha al ca- cique Enrique. Dios aya piedad de su ánima y de las de aquellos que alli pa- descieron. Tornando á lo que se propuso en el titulo (leste capítulo IV, creer se de- be por lo que está dicho que los indios desta isla lonian otros muchos mas ritos (' (.erimonias de las que de suso se han apuntado ; pero como se han acabado , é los viejos é mas entendidos dellos son ya muertos, no se puede saber todo total- mente como era. Masquanto á la justifi- cagion que dixe de su fin é acabamiento, quando so Iractáre de la Tierra-Firme en la segunda parto destas historias, se di- rán muchas mas cosas é abominaciones de sus ritos é ferimonias é idolatrías; porque en aquellla tierra he yo gastado mas tiempo, y hay mucho mas que es- crebirdella; porque es grandíssima tier- ra é de diverssas lenguas é costumbres é habitada de gentes muy diferentes en su manera de vivir. CAPITULO V Del subceso de la rebelión del cacique Enrique, que después se llamo don Enrique , porque assi lo nom- bró Su Majestad en una caria que le envió , y de cómo el capitán Francisco de Barrionuevo se vido con él, e' fué reducido al servicio de Sus Mageslades, y se asentó la paz con él y sus indios. orque en los capítulos de suso se ha dicho cómo Su Magostad envió al capi- tán Francisco de Barrionuevo á esta isla, para requerir á Enrique que se redugies- se á su real servigio , ó se le higiesse la guerra á fuego y á sangre , y no con la tibiez é espagio de antes; digo assi que esta Audiengia Real, visto el manda- miento de César, quisso tomar el pares- ger de las personas principales desta cibdad, é se juntaron para platicar en la forma que se debia tener en la pagilica- gion ó guerra de aqueste cagique Enri- que. Y después de so aver consultado, se acordó que el mismo capitán Frangis- co de Barrionuevo , fuesse primero á ten- tar la paz , é si no se pudiesse aver, que se usasse de los remedios de las armas; porque primero fuesse ante Dios fecha esta diligengia en justificagion de la con- giengia de la Cesárea Magestad y de sus vasallos para todo lo que subgediesse, y que las muertes y daños que redundas- sen de la guerra, no se pudiessen im- putar ni atribuir á los chripstianos. Y pa- ra este efecto partió de aquesta cibdad de Sancto Domingo á buscar al Enrique á los ocho de mayo de mili é quinientos é treinta é tres años en una caravela, con que salió del puerto de esta cibdad é con él treinta é dos hombres chripstia- nos é otros tantos indios para les ayudar á llevar las mochilas; y fué por la costa abaxo desta isla al poniente, por la ban- da del Sur, de puerto en puerto. Y porque la caravela no podia ir muy junto á tier- t)E INDIAS. LIB. V. CAP. V 143 la , llevaba por la costa un batel con gente, y llegó á la villa de Yaquimo baxo de las sierras del Baoruco , y en todo el camino no halló rastro alguno, ni liuino, ni indicio de que so pudiesse presumir dónde se pudiesse hallar este cafiquo é su gente. E inquiriendo esto por la cos- ta, entrando en la tierra é volviendo á la mar muchas ve^es , gastó en esto dos meses de tiempo ; o al cabo , habiendo un día salido en tierra , subió por la cos- ta de un rio, é halló una estancia de in- dios despoblada de gente; pero avia en torno della comida de conucos (que son labrangas de indios) , é no consintió que se tomasse cosa alguna por no alterar: que bien entendió que los indios de aquella estangia debian ser idos á pescar ó á cagar, ó montear, ó donde les con- viniesse. Y visto esto, se tornó á la mar ó acordó de enviar por giertas guias á la villa de la Yaguana ; é traydas estas , en- vió un indio dolías con una carta al mes- mo Enrique (porque aquella guia degia que sabia donde estaba) , y este indio nunca mas tornó, ni so supo quo se hi- zo. Y cómo vido el capitán que esta guia ó lengua no tornaba á cabo de veynto dias que la avia enviado , acordó de ser él mismo mensajero é yr en persona con otra guia que le quedaba; ó con treynta hombres chripstianos fué á buscar es- te cacique adonde aquella india degia f[ue Enrique tenia sus labrancas é que le hallarian. E habiendo caminado tres dias y medio, hallóse una labranza; é andan- do á buscar agua para beber , hallaron quatro indios, los quales so tomaron to- l oro, al qnal piiohlo ó rio dan un mis- mo nombro, dicho CoUuj. Ha ávido alli y hay mucho exergif io ea sacar oro ; pero porque deslo se dirá adelante mas parti- cularmente como se saca , diré primero de los otros metales que hay en esta isla, allende del oro ; porque en lo que es de menos estimación mas breves sean las pa- labras, y en lo que tan desseado es en el mundo se diga algo , y no tanto quan- to la materia es cobdif iosa á los hombres. II. Cobre hay en esta isla, c muchos lo han hallado muchas veT;'es , é aun di- ^en que es rico; pero ha^en poco caso de tal grangería, porque seria grande er- ror dexar de buscar oro é sacarlo (sa- biendo que lo hay), por buscar cobre, se- yendo tan grande la desigualdad del presgio y provecho que de lo uno á lo otro se sigue. Eassi, desta causa ninguno se quiere ocupar en tal exer(;'if ¡o , como es el sacar del cobre. Basta para lo que hafe aquí al proposito é verdad de la historia, que lo hay y mucho. III. Han querido decir algunos que hay hierro en aquesta isla; pero yo no lo he visto ni lo aürmo. He oydo decir á Lope de Bardef i , que hoy es vecino desta f ibdad, é uno de los honrados y he- redados que acá hay, el qual afirma que se halló en la ribera del rio Mgao y que él hizo en su presencia fundir la vena del hierro , y se hizo , é quél lo tuvo por fierto (si no fue engañado del que lo fun- dió): lo qual yo no dexo de creer, por- que la malicia de los hombres es mucha. Y también no quiero parar en esto , ¡jor- que en España no está muchas leguas Vizcaya apartada de Asturias é Galicia, y en Vizcaya hay mucho é innumerable hier- ro , é en Asturias é Galif ia ovo grandís- simas minas é muy ricas de oro, segund Plinio é otros auctores famosos nos lo acuerdan ; y no creo que lo dexa de aver al presente , si se buscasse en Asturias. Yassi podría sor que, aunque liav en esta TOMO 1. isla mucho oro , que no faltasse hierro; pues que el maestro que acullá \í(\qc es- tas é otras mayores é naturales cosas , y tan diferenfiadas, esse mismo tiene cargo de las de acá, é lo ha^e todo, segund y dónde como es su voluntad. Diré yo aqui un indicio de la riqueza é abundangia del oro de Asturias ( en algún tiempo ) que vino á manifestarse en Al- macan, el año de mili é quatrofienlos é noventa é seys años , estando ¡os Reyes Cathólicos y el sereníssimo príncipe don Johan, su primogénito (mi señor), y la sereníssima reyna doña Johana , nuestra señora (madre de la Cesárea Magostad), que entonces era archiduquesa, y todas sus hermanas ; pocos dias antes que de aquella villa se partiesse el Rey Calhólico para la frontera de Francia (por la guer- ra de los franceses), y la Reyna y el prín- cipe y sus hermanas para Laredo á em- barcar el Archiduquesa, para la llevaren Flandes, donde fue aquel mismo año, acaesgió en Asturias de Oviedo que un pastor que guardaba ganado, andando en el campo , se halló en un monte ás- pero é lexos de poblado un collar de oro ó cerco de una piega todo, á trechos qua- drado é á trechos torcido y los extremos del vueltos para se asir el uno con el otro [Lám. 2." [kj. 3.°), tan gordo como el dedo menor de la mano. Y era tan grande, que tenia palmo é medio de través : pessaba algo menos de quinientos castellanos , ó diez marcos de oro finíssimo de ducados. Este collar envió el corregidor de Oviedo á la Reyna Cathólica, la qual le dio al príncipe , porque se avia hallado en su principado de Asturias : el qual principa- do, en la misma villa de Alniacan, pocos diasantes, conlascibdadesde Salamanca, y Toro, y Camera , y Logroño, y otras vi- llas é fortalezas, dieron el Rey é la Reyna al príncipe, é le apartaron su casa por sí. Yo tuve este collar en mi poder , porque tuve las llaves de la cámara del prínci- 23 178 niSTOlUA GENF.RAL Y NATI RAL pe; y vi que se phUicó on esa sacón (jiie se debían de buscar ó labrar las minas de Asturias. Y sus padres le exhortaron a! Príncipe que lo raandasse ; porque de- más de lo que está escripto , paresgia que aquel collar era un despertador para ello, y que donde tal gollar se halló ó se usó, que era por la abundanria mucha del oro que hay en tal tierra. Para hombre el co- llar era grosero: antes se pensaba que fue fecho para algún animal , lo qual al- gim tiempo usaron grandes varones. A lo menos de César, dictador, se escribe que á muchos giervos hagia poner un co- llar de oro, en que avia escripto : «Noli me tan(j''rc , quia Ccesaris sum '.» E an- daban libres , que no los ossaba ninguno tocar. Esto quiso aplicar Petrarca en aquel soneto que comienza ^: Una candida cerva sopra Hierba verde ma parve. . . é prosiguiendo dice: Nessnn mi (occhi , al bel eolio dinlorno Scripto liavea. . . Plinio dife que se hallaron fiervos de Alejandre Magno con sus collares cient años después, é que habiéndoles cresgi- do la carne encima, estaba cubierto el collar 3. Si este collar que yo digo que vi en la c"ámara del Príneipe , é le tuve en las manos algunas veges , fue de algún cier- vo ú otro animal , no lo sé. Leido he que Serlorio en España traia una fierva blan- ca, é daba á entender á la gente que le degia lo que avie de hager , é adivina- ba *. Valerio Máximo escribe que Quinto Sartorio traia por las ásperas montañas de Lusitania en España una fierva blan- ca, é degia é daba á entender á aquellas gentes idiotas é simples que la cier- va le amonestaba lo cpio debia hager é obrar, etc. ^. Infiero de aquí que Lusita- nia é Asturias son en España lo uno é lo otro, é en ambas provincias ovo mughas minas de oro : é assi mismo podría ser tal collar de aquella cierva de Sertorio. Pero dexadas las congeturas aparte, el efeto es que el collar yo le vi , é que se halló en Asturias de Oviedo , donde Pli- nio dice de las ricas minas de Lusitania é de Asturias ®, como mas largo adelante se dirá; y tornemos á nuestra materia. IV. Muy antigua cosa es el uso de los metales é del oro á los hombres en el mundo, segund los historiales en confor- midad escriben. Dice la Natural Historia de Plinio "^ que Cadino hallo el oro é la manera de fundirlo en el monte Panges: otros dicen que Thoas é Aclys en Pan- chaya ; ó el sol , hijo del Océano , al qual Gelio atribuye la invención de la medicina. Todo esto es de Plinio en el lugar alegado. A Moysés mandó Dios que tomase el oro é la plata de los hijos de Israel, para la edilicacion del tabernácu- lo *. Y" también Joseph, quando en Egip- to mandó henchir de trigo los costales de sus hermanos , hfeo poner en la boca de cada costal la pecunia , y en la boca del saco del menor hizo meter su copa de pla- ta, y el prescio del trigo que los hermanos avian dado por ello: antes de lo qual el mesmo Joseph avia seydo vendido por los mesmos hermanos suyos á los ismaelitas, portreynta dineros argénteos ó de plata. Assi que el oro é la plata é metales anti- qníssimamerite están en uso de los hom- bres, y en mucha y continua contracta- Cion , dando con ello valor á las otras cosas del comercio de las gentes. Servio, rey, fue el primero que acuñó el cobre. 1 Francisco l'hiladelpho , comenlador del Pe- trarca. 2 Francisco Pelrarca , Sonol. CLVI!. 3 Plin.j lib. VIH, cap. 32. 4 Plin. , n( supra. S Valerio , lib. IV , cap. 2. C Plin., lib. XXXIII, cai>. 4. 7 Plin. , lib. Vil, cap. 50. 8 E\odi DE INDIAS. LIB. VI. CAP. VIII. 179 segiind Tliimeo (Plinio lo dice *] y an- tes en Roma se usaba grosero ó uo poli- do, é fue la primera imagen una pecas, id est una pécora ú oveja ; por lo qual la moneda acuñada fue llamada pecunia. Dexeraos las historias passadas , é vol- vamos á la que tenemos presente , pues que aquesto del oro es un paso en el qual los cobJigiosos pararán con mas atengion que á otra particularidad é se- creto de los que aquí se tracta ó refiere esta Natural y general historia de Indias. Mas los hombres sabios y naturales aten- derán á esta legión, no con otra mayor cobdigia ó desseo que por saber é oyr las obras de natura ; y assi con mas des- ocupación del entendimiento , avrán por bien de oyrme (pues no cuento los dispa- rates de los libros de Amadís , ni los que dellos dependen). Antes muchos virtuo- sos é cathólicos esperarán esta legión, no teniendo, ni juzgando en el oro ma- yor provecho que para dar gragias á Dios, en aver criado tan exgelente é per- fecta cosa , como este metal; y tanto mas de mayor presgio y valor, y mas res- plandegiente loor y estimagion, quanto mejor é mas sabia é sanctamente fuere despendido. Porque el oro que no es bien gastado , y está en poder de mez- quinos y avaros , no es de mas provecho que el que está escondido debaxo de tierra, y que nunca el sol lo pudo ver. E assi como esta tierra (nuestra madre universal) se rompe y abre por diverssas partes, é agiertan á topar en sus entra- ñas é interiores las venas de oro los hombres, assi quando las lujadas de la persona del guardador avariento comien- gan á se deteriorar é romper , acabándo- se el curso de su vida , agiertan á salir las monedas ocultas de que nunca osó aprovecharsse el miserable que las ayun- tó. Quiero degir que he visto en estas Indias grandes allegadores deste oro, é por no lo despender bien, han acabado en mucha miseria, ó se les fué de las ma- nos, como rogio ó sombra, é aun sus vidas tras sus dineros. Pues por qual- quier fin que el letor me quiera escu- char , quiero que oygan y sepan de mi en todo el mundo quán riquíssimo im- perio es aqueste destas Indias, que tenia Dios guardado á tan bien aventurado Emperador , como tenemos, é á tan lar- go é liberal destribuidor de las riquegas temporales , é que tan sabia é sancta- mente son por su mano despendidas , y empleadas en tan cathólicos y sanctos exergigios y exérgitos, para que con mas oportunidad é abundangia de teso- ros hayan efeto sus altos penssamientos é armas contra los infieles y heréticos enemigos de la religión chripstiana. E para que los extraños vean, y de todo punto entiendan (assi como está gierto é notorio) que á España la docto Dios de animosos , y valerosos y altos é muchos varones ilustres y caballería, y de tanta noblega y multitud de hidalgos; y co- munmente á todos los naturales della los hizo Dios de tanta osadia, é los consti- tuyó de tanta expcriengia en la militar disgiplina , y con tanta determinagion y esfuergo de virtuosa é natural inclina- gion , como todos los auténticos é an- tiguos é modernos historiales escriben é se vé palpable. E no sin causa dixo Livio por nuestros españoles : «fero^-issima gen- te son, porque pienssan que ninguna vida es loable sin las armas.» Y sin que se busquen las auctoridades de los passados , los ojos de los hombres que hoy viven lo han visto é sabido , para lo poder testificar , é notar, é verificar por los invictos reyes passa- dos de nuestra España, é por los Cathó- licos Reyes don Fernando é doña Isabel (nunca vengidos é siempre vengedoresj l Pliii.Jilj. XXXIII, cap. 3. 2 Tilo Li\ ¡o, IX'cada priiiipia, lib. l\', caii. XV. 180 IIISTOUIA GKM'HAI. Y NATURAL que ganaron ú Granada, Ñapóles, Na- varra é Btigía, é otros reyuos, é descu- brieron este Nuevo Mundo destas Indias, y por los tropheos y triunplios de la Ce- sárea Magestad del Emperador Rey, don Carlos , nuestro señor : el qual ha seydo digno , mediante la divina clemencia (que le hizo merecedor de sus buenas ventu- ras y nuestras), de ser señor de tan vale- rosa nasfion, para que veamos al presen- te, como se vee , la bandera de España celebrada por la mas victoriosa, acatada por la mas gloriosa, temida por la mas po- derosa, y amada por la mas digna de ser querida en el universo. Y assi nos' ense- ña el tiempo é vemos palpable lo que nunca debaxo del fielo se vido hasta agora en el poderlo é alta magestad de algún príncipe cliripstiano ; y assi se de- be esperar que lo que está por adquirir y venir al colmo de la monarcliia univer- sal de nuestro César, lo veremos en bre- va tiempo debaxo de su geptro ; y que no faltará reyno , ni secta, ni género de fal- sa creencia que no sea humijliada y pues- ta debaxo de su yugo y obidienfia. Y no digo solo esto por ios infieles; pero ni de los que se llaman chripstianos, si de- xaren de reconoscer por saperior, como deben y Dios tiene ordenado , á nuestro César; pues le sobran osados milites y gentes, y no le han de faltar riquezas que les reparta, assi de sus grandes Es- tados de Europa y África, como desta otra mitad del mundo que comprehenden sus Indias. ¿Puede ser cosa mas clara y visible para verificación de lo que digo de su potencia y tesoros que averie dado sus capitanes y gente en la mar austral des- tas Indias (en un dia solo), el año de mili é quinientos é treynta y tres , con la pri- sión del rey Athabaliba, quatrofientos mili pesos de oro de valor, en oro é pla- ta de solo su quinto, é quedar un millón é seiscientos mili pesos de oro de valor, en solos estos dos metales, j)ara partir entre los pocos españoles que allí se ha- llaron? Y ved (|uán pocos en número fue- ron estos chripstianos, que el caballero cupo á nueve mili castellanos de oro de parte, é tal ovo que á quince é veynte é finquenta mil!, si era capitán; y el mas mínimo infante á pié, á .tres é á quatro mili pesos de oro de parte, sin muchas é muy ricas é presgiosas esmeraldas, co- mo so dirá mas particularmente en su lugar, en la tergera parte destas histo- rias. ¿Quálsacode Genova?., quál de Mi- lán? quál de Roma? quál prission del rey Francisco de Franc;ia? quál pressa ó despojo grande del rey Mote^uma en la Nueva-España?.. Ya todo lo de Cortés pa- resce noche con la claridad que vemos, quanto á la riqueza de ía mar del Sur; pues que el rey Athabaliba tan riquíssimo, é aquellas gentes é provincias, de quien se esperan é han sacado otros millones muchos de oro, hacen que parezca poco todo lo que en el mundo se lia sabido ó se ha llamado rico, en comparación de lo que vemos en gente , que ni tiene saetas con hierva, ni saben qué cosa es pólvora, ni otros remedios ópetrechos de guerra, para se defender ni ofender. Assi huyen de un caballo aquellas nasglones, como el diablo de la cruz. Por esta isla aportaron tinajas de oro que mis ojos vieron y otras muchas co- sas é piezas de gran peso y admiración, nunca oydas ni escriptas ; y á España se llevaron muchas (y grandes tesoros) en Se- villa , é las vieron tantos que no se terna por dudoso , ni es fábula ó novelar de grafia lo que digo , ni lo que adelante se dirá en esta materia de las cosas de la Tierra -Firme, é tierra é mares australes en la tercera parte desta Historia Gene- ral. \ es noli^rio que al tiempo que Cé- sar quisso partir de la villa de Madrid, en principio de marco de mili é quinien- tos é treynta é cinco años, para juntar DE INDIAS. LIB. VI. CAP. VIII. <8f su armada y exérgitos en Barcelona con- tra los infieles africanos, llegaron á Se- villa quatro naos, que otra carga no lle- llevaron sino oro é plata , en que avia sobre dos millones de pesos de oro de valor en estos dos metales. Pues ya se sabe que antes avia ydo el capitán Her- nando Picarro con otra nao cargada de oro é plata. Pues el año de mili é qui- nientos é treynta é ocho años , el arma- da de César (de la qual era capitán ge- neral el comendador Blasco Nufiez Vela) sábese que de Su Magestad é de perso- nas particulares llevó otro millón y qui- nientos mili pesos ó mas de valor en oro é plata, allende de otras muchas naos ricas que han ydo á España, desde el tiempo que Atliabaliba fué preso á esta parte. Solo una cosa quiero apuntar y no la olvide el que lee ; y es que assi como ií todos quantos en el mundo han escripto semejantes materias faltó el objeto , y no pudo ningún escritor hallar tanto que degir, como él supiera relatar ó notificar en verdadera historia ; assi por el opós- sito es á mi historia la falta que tiene mi lengua y habihdad. E faltará el tiempo, é la pluma é las manos é la eloqiien- gia, no solamente á mí ; mas aquellos fa- mosos poetas , Orpheo , Homero , Hesio- do, Píndaro, no pudieran bastar á tan encumbrada labor. Ni allende de los poetas, los mas eloqiientcs oradores pu- dieran concluir una mar tan colmada de historias, aunque mili Cigerones se ocu- paran en esto, á proporgiou de la abun- dantíssima é quassi infinita materia des- tas maravillas é riquezas que acá hay é tengo entre manos que escrebir. Mas es- pero , siendo Dios servido ó supliendo él mis faltas, degir y expressar en la segun- da y tergera partes destas historias, todo lo ([ue dolías se deba referir, á inui;ho contentamiento de los hombres de doc- trina , y á buen gusto de las otras gentes. Y para entonges quedarán estas cosas del Perú , pues son del jaez é historia de la Tierra-Firme ; y por las señas que he dado desta victoria que ovo el comen- dador , Frangisco Pigarro , gobernador del Perú por Sus Magestades, se le acor- dará al lelor de buscar lo demás en la tergera parte , quando se tráete del Perú é mar del Sur. E no ha seydo descon- veniengia lo que aqui se ha tocado , pa- ra traer á mi propóssito los tesoros de nuestro César, é el aparejo que Dios le ha dado , para quitar algunas soberbias señaladas en el mundo , é ponerle en la paz é justigia que por su mano todos los fieles y cathólicos chripstianos esperan conseguir é gogar. Porque á la verdad el mundo ha estado de manera que los me- nos sabian á qual opinión se allegassen de las de Ileráclito é Demócrito. Mas qué digo yo? Los que en esta dubda estaban , eran los cargados de años y de mas prudengia, porque en los tales, aunque las cosas subgediessen de qual- quier manera , supieran conformarse con el tiempo; pero por la mayor par- te prevalesgia la opinión de Heráclito , é pocos se rcian como Demócrito '. Esto bastaba para los doctos; pero porque es- cribo en Indias , y no menos para vul- gares ó no leidos, digo que Heráclito philósopho fué de Epheso, cibdad en Assia , é por continuo estudio , sin maes- tro, fué singularíssimo varón; é cómo De- mócrito de continuo reia de la estulticia ó locura de los hombres, assi por el opóssito Heráclito lloraba, movido ácom- passion de la misseria humana; é viendo las malas costumbres de sus cibdadanos, habitaba en los montes en soledad. Quiero degir que como este oro es cob- digioso, en tanto que turó la discordia i I'iúgciics Laercio , libro IX. 182 lUSrOHIA GENERAL Y NATUllAL eiitre Espafia é Francia , vinieron acá al- gunos cosarios, al olor destas riquegas: algunos arorlaron á llevar dineros ó oi'o para liavellos ricos con la hacienda de algunos descuidados , y otros se perdie- ron por acá en esa demanda y dexaron las vidas, y aun allá en su Bretaña é Normandía no les íaltaron trabajos, has- ta que plugo íi Nuestro Señor que se con- cluyó la tregua, é subgedieron las vistas entre la Cesárea Magostad é el clirips- tianíssimo rey, Francisco de Francia, mediante la intercession é auctoridad de nuestro muy Sancto Padre, el Papa Pau- lo III de tal nombre , vicario de Chrips- to. Y assi plagerá á Nuestro Señor que la paz se conserve é aumente; pues en ella consiste el bien de todos los fieles , por- que de la guerra Dios se dessirve é su Iglesia é república padesge : y desta de hasta aqui bien se puede responder lo que Sophonisba respondió á Petrarca, como él lo d'iQe en un terceto , por estas palabras: Et ella: allro vogl'io che lu mi mostré S' África piaiisc; Italia non ne rise: Domandatcno pur riiistorie vostre '. V. Tornemos á nuestra historia , y diré de qué forma acá se coge este oro por nuestros españoles, que á la verdad no es con la facilidad que los franceses lo pensaban llevar ; sino con mucho tra- baxo , é con ía ventura que Dios da á cada uno. Yo dixc en el libro III de un grano de oro que pesó tres mili é seys- cientos peso^ de oro , que se perdió en la mar, é se avia hallado en esta isla; y esto solo debe bastar para que se crea que donde aquel crió Dios, no le hizo solo ni se le acabó el poder, ni el arte á la natura en aquel grano , ni deja de aver grandíssima cantidad de oro. Pero por- que quiero satisfacer, en lo demás pue- do yo ser creido é testificar en esta ma- teria mas que otro ; pues (jiu; desde el año de nuil é quinientos é catorce hasta el que passó de mili é quinientos é treyn- ta y dos serví al Rey Cathólico , don Fer- nando , y á la Cathólica é sereníssima Reyna doña Joliana, su hija, y á la Ce- sárea Magostad, nuestros señores, de su veedor de las fundiciones del oro eu la Tierra-Firme. Y Su Magostad , querien- do que mi liijo, Francisco González de Valdés, le sirva en el mismo oficio, le hizo merced del por mi renunciación é supli- cación; y mandó que yo, como hombre constituido en edad para repossar, des- cansase ya en mi casa, recoligiendo y escribiendo con mas reposso por su Real mandado estas materias é nuevas histo- rias de Indias. Y desta causa sé muy bien y he muchas veces visto cómo so saca el oro é se labran las minas en estas Indias: y porque esto es en todas ellas de una manera , é yo lo he hecho sacar para mí con mis indios y esclavos en la Tierra- Firme , en la provincia é gobernación de Castilla del Oro ; é assi he entendido de los que lo han cogido en estas é otras islas que se hace de la misma forma; pues que es común el arte é general, de- cirlo he aqui en este libro VI (que yo Hamo de los depósitos), por no lo repetir después en otras partes. VI. En muchas riberas é partes desta Isla Española se halla oro , assi en las sierras é rios que llaman de Cibao (rio muy famoso en esta isla por la riqueza de su oro ) , como en el Cotuy , de los quales de suso se hizo mención. Y tam- bién se saca en las minas que llaman de Sanct Chripstobal , y en las minas viejas é otras partes ; pero no acostumbran co- ger el oro á do quiera que se halla , á causa de ser la costa grande que en ello se pone de bastimentos é otros aparejos, i Tiiumplio de Amor, cap. II. DE INDIAS. LIB. IV. CAP. VIII. 183 assi como de las compras de los esclavos, y herramientas y bateas, y otras cosas; sino donde haya tanto que se supla la costa y sobren dineros , y sea tal la ga- uangia, que puedan medrar los que en este exergigio entienden. Porque de ha- llar oro poco ó en cantidad visia, se está la diferencia ; y lo poco en muchas par- tes lo hallan, y si se siguiese lo poco, mas seria perder tiempo y dineros , que no hallarlos. Este oro no es do quiera que se halle tan lino ni igual de ley que no tonga mas ó menos quilates de bondad , si en diver- sas partes se coge , aunque sea lo uno é lo otro de un mesmo rio, ó que haya sa- lido de un mesmo nasfimiento ó minero. No hablo aqui en el oro que se ha ávido por rescates, ó en la guerra, ni en lo que de su grado ó sin él han dado los indios cuestas islas ó en la Tierra-Firme; porque esse tal oro ellos lo labran é lo suelen mezclar con cobre ó con plata , y lo aba- xan, segund quieren, é assi es de dife- rentes quilates é valores. Mas hablo del oro virgen , en quien la mano mortal no ha tocado ó hecho essas mixturas, como adelante diré en el progesso desta mate- ria. Y a veis de entender que este oro vir- gen se halla en los rios del agua y en las costas dellos y en el monte y en las que- bradas y en savanas , como agora lo iré parlicularicando c distinguiendo cada co- sa destas por su parte. Y tenga el que lee memoria que digo que se halla el oro en una destas tres maneras : en savana, ó en arcabuco, ó dentro del rio é agua. Ya podría ser que el rio ó quebrada o arroyo estén secos é hayan mudado su curso, ó por qualquier causa que sea, les falte agua; pero no por eso dexará de aver oro, si por alli lo ovo en el curso que tuvieron las aguas. Llaman savana los indios , como en otro lugar lo tengo dicho , las vegas é cerros é costas de ri- beras , si no tienen árboles , é á todo ter- reno que está sin ellos, con hierva ó sin ella. El arcabuco es boscaje de árboles en monte alto ó en lo llano : en fin , todo lo que eslá arbolado es arcabuco. Y en qualquiera destas maneras que se halle el oro , tienen la orden que agora diré para lo sacar. Los hombres mineros , expertos en sa- car oro, tienen cargo de alguna quadrilla de indios ó esclavos para ello (suyos ó ágenos, andando por su proprio interes- se é hacienda suya , ó por su soldada con ellos). Y este tal minoro, quando quiere dar catas para tentar é buscar la mina que ha de labrar, si las quiere dar en sa- vana ó arcabuco, hace assi. Limpia pri- mero todo lo que eslá sobre la tierra de árboles ó hierva ó piedras , é cava con su gente ocho ó diez pies ( y mas y me- nos en luengo), y otros tantos (ó lo que le parosgc en ancho), no ahondando mas de un palmo (ó dos igualmente); y sin ahondar mas, lavan todo aquel lecho de tierra é cantidad que ha cavado en aquel espagio que es dicho , sin calar mas baxo. Y si en aquel peso de un pal- mo ó dos halla oro, sigúelo; é sino, des- pués de limpio todo aquel hoyo , ahonda otro palmo , é lava la tierra assi igual- mente, como hizo la que sacó del prime ro lecho ó cata primera. E si tampoqo en aquel peso no halla oro, ahonda mas é mas por la orden que he dicho , palmo á palmo , lavando toda la tierra de cada le- cho (ó tiento de cata), hasta que llegan á la peña viva abaxo. E si hasta ella no topan el oro , no curan de lo buscar mas alli, é vánlo á buscar á otra parte. Mas donde lo hallan en aquella altura ó peso, sin ahondar mas en aquella igualdad que se topó el oro , lo siguen ; é si el oro va para abaxo, assi mismo van tras él, é con- tinúan su labor hasta aver labrado toda la cantidad de la mina : la qual ya tiene estal)loscida cierta medida, é Iiay orde- nanzas reales que declaran el terreno é ÍSV HISTOIUA (ÍKNKHAL Y NATUHAL cantidaJ de la mina é territorio de cada nna on la suporíigie de la tierra. E de aquella UK'dida adentro, que es en quadra ó quassi , puedea para abaxo ahondar quanto quisieren. Ovo un tiempo diez ó ocho pasos en quadra por mina , é tam- bién en otra sa^on ovo veynte , é mas é menos ; porque esto se liage por orde- nanzas que hay para ello , é no son mas perpetuas de quanto le plage al que la justicia gobierna. E como conviene, se- gund el tiempo, assise acorta ó alargad compás que debe tener la mina. Pero assi cómo uno halla la mina , es obligado á los ofigiales reales notificarlo , y en especial al veedor y ante el escribano mayor de minas , porque se le mida é señalen la mina con estacas , 6 le pongan límites, porque otros puedan tomar minas á par de aquel primero que la descubrió. E aquel terreno que tiene ó le cabe á la mina , no puede otro alguno entrar ni to- car en él, para sacar oro, sin cometer hurto é incurrir en otras penas que se executan sin alguna remission. Mas alli, á par donde se acaba ó passa la raya do la mina del primero descubridor, luego desde alli adelante señala é hinca esta- cas , é toma otra mina hacia la parte que quiere juntarse con la primera , el que primero viene. Y aun aqui quadra bien el proverbio que dige: «Quien há buen vecino , luí buen malino; » porque aquel descubridor primero avisa al que quiere ayudar é tomar por vecino , é apossen- tarlo á par de sí. E comunmente las mas veges, quando la mina es rica, lo suele ser la que es su vecina , aunque no sea en tanto grado ; y también acaesfe que abierta á ser muy mas rica que la .pri- mera. También se ve muchas vefes que uno coge mucho oro en una mina , y en la que está á par della no se halla grano. Una de las cosas en que se ven palpables las venturas de algunos hombres é quán diferenciadas son , es en esto de las mi- nas; porque acontes^'o (jnc hay dos, ó tres y seys y diez é mas minas en un término ó costa de un rio (ó quebrada) y sacar lodos buen oro : é avrá entre ellos uno que, auníjue tenga mas é mejor gente , no saca ni topa oro alguno , ó muy poco. Y por el contrario, se ve as- saz veges que uno solo halla harto oro, é muchos otros alU cerca no cogen algu- no, ni lo hallan, como poco há acaesgió en la isla de Sanct Johan á un Fulano de Meló, portugués, que sacó en poco tiem- po gingo ó seys mili pesos de oro, y mu- chos mineros otros que cogían oro alli á par del , no lo sacaban , aun para pagar la costa que harían buscándolo. Dexe- mos esto : que ninguno ha de ser mas rico ni mas pobre de lo que Dios tiene ordenado; y por ventura los que menos oro cogen , son mejor librados ; porque les guarda Dios otras riquezas mayores á los que con su voluntad se conforman é le aman , é quieren conosger. Estas minas de savana ó halladas en tierra, siempre se han de buscar cerca de algún rio ó arroyo ó quebrada de agua, ó laguna ó balsa ó fuente, donde el oro se pueda lavar é limpiarlo de la tier- ra. Díxe de suso que se ha de lavar la cata de la mina un palmo ó dos en hon- do : no se ha de entender que ha de ser dentro de aquel tal hoyo que se hígiere en la cata é propria mina: que si allí, dó se cava la tierra, se lavasse, mas sería ha- ger barro ó lodo que otra cosa. Pero toman aquella tierra poco á poco fuera de la mina , é llévanla al agua ó arroyo donde se han de lavar, é alli purgan ó limpian la tierra con el agua, é ven si hay oro en las bateas (que son gierto ícstrumcnlo con que la tierra se lava) , é para lavar esta tierra é labrar la mina hacen assi. Po- nen ciertos indios á cavar la tierra en la mina dentro , é aquello llaman escopetar (que es lo mismo que cavar); é de la tierra cavada hinchen bateas de tierra , é DK INDIAS. LIB. VI. CAP. Mil. 185 otros iadios toman aquellas bateas con la (ierra é llévaulas al agua, en la (jual es- tán assentados las indias é indios lavado- res; é vacian aquellas bateas que truxe- ron en otras mayores que tienen los que lavan en las manos , é los acarreadores vuelven por mas tierra, en tanto que los lavadores lavan aquella que primero so les truxo. Estos que lavan por la mayor parte son mugeres indias ó negras; por- que el ofií^io del lavar es do mas impor- taní'ia é mas sgiente y de menos trabaxo que el escopetar ni que acarrear la tier- ra. Estas mugeres ó lavadores están as- .sentadas orilla del agua, é tienen las piernas metidas en el agua hasta las ro- dillas ó quassi, segund la dispussiciondcl assiento é del agua ; é tienen en las ma- nos sendas bateas assidas por dos assas ó puntas que tienen por assideros, y des- pués que en la batea tienen la tierra que se les trae de la mina para lavarla, mue- ven la batea á balanges , tomando agua de la corriente con cierta maña é faci- lidad é vayven que no entra mas can- tidad de agua de la que el lavador quie- re , é con la misma maña é arte , y en- continente que toma el agua , la vacian por oiro lado é la eclian fuera; c tanta agua sale quanta entra, sin que falte agua dentro, mojando é deshaciendo la tierra. La qual se va á vueltas del agua (¡ue se despide de la batea ; é robada poco á po- co la tierra , llevándola tras sí el agua, como el oro es pcssado , váse siempi'o al fondo ó suelo de la batea , 6 como queda de todo punto la batea sin tierra é queda ol oro limpio, pénelo el lavador á parte, é torna á lomar mas tierra é lávala, .se- gund que os dicho, etc. E assi continuando esta manera ó la- bor, cada uno de los que lavan saca al día lo que Dios es servido , segund á él plage que sea la ventura del señor de los indios ó gente que en tal ha^'ienda y exer- 5ÍQÍ0 se ocupan, liase de nolar que para TOMO 1. un par de indios que laven son menester dos personas que sirvan en traerles tier- ra , é otros dos que caven o escopeten ó rompan la tierra é hinchen las bateas de servicio ( porque assi se llaman, del servi- QÍo aquellas bateas, en que se lleva la tierra desde los que la cavan hasta los que la lavan). Estos indios cslan en la ocupación del oro , sin los otros indios é gente que ordinariamente atienden á las heredades y estan(;ia, donde los indios se recogen á dormir y genar, y tienen su habitación é domicilio : los quales andan en el campo, labrando el pan y los otros mantenimientos, con que los unos y los otros se sustentan y mantienen. Y en aquellas tales esíangias é moradas hay mugeres continuamente que les guisan de comer y hacen el pan , y el vino (donde lo hagen de mahiz ó del cacabi), y oirás que llevan la comida á los que andan en la labor del campo ó en la mina. De ma- nera (jue quando se pregunta á uno que quántas bateas tiene de lavar en la mina, y responde que son diez , aveis de en- tender ordinariamente que el que tal al- canca tiene ginqüenta personas de traba- jo, á razón é respecto de. cinco personas por batea de lavar, non obstante que con menos cantidad de gente algunos las traen ; pero esto que he dicho se entien- de quanto á lo convinienle é nesgessario para andar las bateas bien servidas {Lá- mina 2.", ffj. í.')- Sácasse oro de otra manera en los rios é arroyos ó lagunas de agua ; y es desla forma. Si es laguna, procuran de la ago- tar, siendo pequeña y que se pueda ha- ger; y después labran y lavan aquella tierra del suelo y cogen el oro que en ella hallan , segund se dixo de suso. Pe- ro si es rio ó arroyo el que se ha de la- brar, sacan el agua de su curso , 6 des- pués que está seco, en medio de la ma- dre, por donde primero yba el agua, assi como lo han xanuirado !(|ue en Ion- 4S6 HISTOIUA GENERAL Y NATURAL g;ia o eslilo de los que son mineros plá- ticos quiere (legir agotado , porque xa- murar es agolar) , hallan oro entre las piedras y hoqnedados y resquicios de las peñas, y en aquello que estaba en la ca- nal de la madre ó principal curso del agua, por donde primero ybo el rio ó arroyo. Y á las veges , quando una madre destas abierta á ser buena, hállasse muclia canti- dad de oro en ella; porque agierta algunas veros á lo echar la corriente en hoyos, donde no lo pudo llevar el agua adelante. Háse de tener por gierío (segund pa- resge por el efecto ) que la mayor par- te del oro nasce en las cumbres é ma- yor altura de los montes; pero críasse y ongéadrassc en las entrañas de la tierra; é assi como lo pare ó echa fuera de sí, por la abundancia de la materia en las cumbres , las aguas de las lluvias después, poco á poco, con el tiempo lo traen y aba- xan á los arroyos y quebradas de agua que nascen de las sierras; non obstante ([ue muchas veces se halla en los llanos que están desviados de los montes. E ((uando esto acaesge , todo lo circunstan- te es tierra de oro , é se halla mucha cantidad por todo aquello. Pero por la mayor parte é mas continuadamente se halla el oro en las haldas de los gerros y en los rios mismos é quebradas, porque ha mucho tiempo que se recoge cuellos. Assi que, por una destas dos maneras que lie dicho se saca el oro comunmente en estas Indias. También se halla algunas veges que la vena del oro no corre al luengo para se hager lo que es dicho en las minas de tierra ó fuera del rio; sino para abaxo, hacia el centro derechamen- te ó en soslayo, baxando en unas partes mas que en otras, y esto no es muy dis- forme de lo que está dicho , porque el oro , aunque salga por la supcriigie , no nasge alli , sino en las interiores é secretas |)arle5 de la tierra. Y en tal caso hágense las minas en forma de cavernas é pozos ó cuevas, y siguiendo el oro , vánias apun- tando, ponjue son peligrosas é cubiertas debaxo de la tierra; é suelen hundirse al- gunas veges é matar la gente que las labra, é destas ha ávido hartas en la Isla Española. VII. Dcsta forma que se ha dicho en el párrafo de suso debieran de ser las minas que antiguamente y muy riquísimas ovo en España, segund Plinio escribe ': el qual digo que debaxo de tierra los que buscaban el oro apuntaban ó ponian cuen- tos é columnas de madera para sostener las cavas; é dice (¡ue los montes estériles de España, los quales ninguna cosa produ- gen, son fértiles de oro. Dige mas, que los españoles en Asturias é Galigia é Lusitania sacaban veynte mili libras de oro cada año ordinariamente, y afirma assi mismo que daba la mayor parte dello Asturias. E ma- ravillado Plinio de aquesto , dige que no se halla en alguna parte del mundo, don- de semejante abuudangia de oro oviesse turado tantos siglos. Pues donde tanta cantidad de oro se sacaba no es mucho que sospeche yo que aquel collar de oro que dixe que se halló en Asturias, fuesse de la gierva de Sertorio , ó de alguno de los g.iervos de Julio César, que también residió un tiempo en España. Assi que, segund el auctor alegado , minas mas ri- cas avia en nuestra España que acá en estas Indias é en nuestra Isla se han vis- to. Quanío mas que allende del oro avia, é hoy hay en España muchos mineros de plata y se saca en gran cantidad: c sin eso , otros mineros ricos tiene de hierro, é acero , é colores , é alumbres , é már- moles fuertes, é alabastros (de que gran- des tesoros se multiplican); no solamente para la cámara é hagienda real de la Ce- sárea Magestad, mas assi mismo para muchos caballeros particulares , sus vas- i Plinio, libro XXXlII. cniíiliilo 4. DE INDIAS, un. VI. CAP. Ylll. 187 salios , cuyos son algunos mineros de los que tengo dicho. Para mi opinión yo tengo á España por una de las ricas proviagias que hay en el mundo ; é para colmar sus riquezas quiso Dios darle por hayieuda accesoria esto- tras riquezas de nuestras Indias. Mas por- que yo no tracto aqui de lo de allá (que aquesto por el mismo Piinio ', y Eslra- bon 2, é Trogo Ponipeyo (cuyo abrevia- dor es Justino ^ , é Solino De mirabilibus mundi"), é aquel glorioso doctor Isidoro en sus Elhimologias ^, é todos los auclo- res auténticos que en España hablan, está escripto muy verdadera é complidainen- te) ; sino de las cosas que en estas Indias hay , que yo he visto y veo , é quantos acá vienen no lo ignoran, tornemos á nuestra historia del oro. Digo que quan- do se labra alguna ribera de rio ó que- brada , ó en el mismo rio , dentro en las madres (segund es dicho) , siempre los que lo sacan masbaxo (digo el aguaayu- so) lo hallan mas fino, tanto que en me- dia legua que estén unos lavadores mas baxos que otros , tiene un quilate ó mas de ventaja é fineza ; porque quanto mas corrido es el oro, tanto mas alto y de mas subida ley es. Pero los que lo sacan mas alto , el rio arriba , andan mas gerca de los nascimieutos del oro , y cogen mas comunmente en cantidad : de lo que se colige que ese espacio que corre es en mucho tiempo é años , para subir el qui- late é refinarse mas. Y que esto sea assi verdad (aunque no hay nesgcssidad de auctoridades agenas , en lo que acá se ve cada dia , é yo he visto innumerables ve- qes], el mismo Phnio ^ dige que por gol- pearse el oro en el curso del rio , se afi- na y pule. Hay otra cosa que es mucho de notar ; y es que como so coge el oro sin averie tocado el fuego , estando assi i I'ü., lib. XXXIII, cap. 4. 2 Es(rabon, lii). III. U Ju.^liiio, lib. XXXXIV. virgen, mas hermoso é lindo color é lus- tre tiene que después que por los hom- bres es fundido é labrado : de lo qual se comprehende claramente , y nos enseña natura , quánto mas perfectas son sus obras que las que arliligio humano menea y exergita. Para que se entienda y crea que el oro nasge en lo alto , y que se abaxa después á lo baxo , hállase un in- digio muy evidente que testifican los car- bones de la leña, y es aqueste. El carbón se dige que no se pudre debaxo de la tier- ra; y yo assi creo que es verdad por es- pegial propriedad suya, ó á lo menos si no es en el de todas maderas , tengo por cierto que en algunas hay este previle- gio, porque acaesge labrando algunas minas en las haldas de algún monte (ó en el comedio ú otra parle del) , é rom- piendo la mina en tiena virgen é avien- do ahondado quatro ó giuco estados é mas y menos, se hallan allá debaxo , en el pesso que hallan el oro , carbones, y antes que topen con él algunas vcges. Y esto es en tierra que se juzga por vir- gen , é lo está assi para se romper é ca- var; é están los tales carbones tan fres- cos , como si el dia antes de hallarlos se mataran del fuego : los quales no pudie- ron alU nasger ó entrar, segund natura, sino en el tiempo que la superligie de la tierra, do se hallan, estaba en el pesso que los carbones, después entre el oro, ó allá debaxo se hallan; y dcnibándolos el agua de lo alto vinieron á parar é que- dar allí. E cómo después llovió otras innu- merables veges (como es de creer) , cayó de lo alto mas y mas tierra, hasta tanto que en discurso de muchos años é siglos fué cresciendo la tierra, que el agua llevó sobre los carbones , aquellos estados ó cantidad que hay al pressente que se la- bran las tales minas , desde la superfigie 4 Solino, cnp. .31. 3 Isld., lib. XIV, cap. 4. 6 Pli , bb. XXXlli, c.ip. i. iSS lilSTOHIA GENERAL Y NATURAL hasta (loiiile se topan esos carbones. Aver alli ba:va(Jo los carbones de la manera (jiio ho (Jicíia , se prueba assi mismo , por- que yo he visto en Tierra-Firme , seyen- (lo veedor de las fundiciones del ore, traer anlo mí dos mineros (en diversos liempos) dos fai'fillos ó anillos de oro la- brados de los que suelen traer las indias ó indios en las orejas, redondos como anillos : los quales se avian sacado é ha- llado , á vueltas del oro virgen debaxo de la tierra ea mas de dos ó tres estados; los quales no podian alli aver entrado, sino de la forma que entraron los carbo- nes , como es diclio. Desto se puede pre- sumir que los tales zarcillos ó anillos (pues eran labrados ) so perdieron en algún tiempo muchos siglos antes, é las aguas coa el discurso de los años los pusieron debaxo do la tierra, donde se hallaron. Y cómo el oro no so corrompe, estaban cn(ei-os, é de tan buen lustre como si aquel mesmo dia se acabaran de labrar, ú yo los tuve ambos anillos eu mi poder. Dixe de suso que quanto mas ha corrido el oro desde su nasfimiento hasta donde en el rio se halla, tanto mas está liso y pulido y de mas (juilates é fino en ley: assi digo por el contrario que quanto mas ferca se halla de su vena ó nascimiento, y viendo venido al rio, tanto mas crespo é áspero es é de menos quilates é valor «jue tuviera aviendo corrido, segunil es dicho : é mucho mas se menoscaba é mengua al tiempo que se funde é mas agro está , é mas fuego é carbón ha me- nester é mas tiempo para lo fundir que no lo ques mas fino. Y assi como en di- versas partes se saca el oro , assi es de diversos quilates, é mas alto ó baxo uno (pie otro, é pocas ve^es ó ninguna lo de ima proviugia es como lo de otra, en peso é valor, é color, é bondad. Ylll. Algunas veges se hallan granos grandes y de mucho pesso sobre la tier- ra, y á vef.es debaxo della , y el mayor de todos los que hasta agora en aquestas Indias todas han visto los chripslianos, fué el que tengo dicho que se perdió en la mar, al tiempo que se ahogó el comen- dador Bobadilla, é otros caballeros, é mucha gente, quando se perdió la flota (pie desta isla yba á España , como se di- xo en el libro III, cap. VII : el qual pes- saba tres mili 6 seysgientos pessos. Lo qual siPlinio supiera, y de otros muchos granos que yo he visto que se han halla- do de la misma manera, mejor dixera por estas Indias lo que dixo en favor de Dal- macia, por estas palabras: a Es rara feli- rklad que se halle el oro en la superficie de: la tierra , como de próximo intervino en la Datmariu en el prinnpio de Ñero, donde cada dia xe fuitdiun rinqiícntalibras, ele. *. Recogiéndome á nuestra historia, digo que yo vi en esta cibdad de Sancto Do- mmingo, año de mili é quinientos é quin- ce , en poder del tesorero , Miguel de Passamonte , dos granos de oro, que el uno pessa!)a siete libras, que son septe- (;ientos castellanos, y el otro cinco, que son quinientos castellanos de oro , de veynte é dos quilates y medio; y en la Tierra-Firme he visto otros muchos gra- nos de (;icnto é doscientos, é trescientos castellanos , é algo mas y menos , é ha- llados assi mesmo sobre la tierra. Pero muchas ve^es he visto gocarse mucho mas los mineros y señores de las minas con el oro menudo que con el granado; por- que es la mina mas turablo é abundante é se saca mas oro della que de la que parescc el oro en granos. E haylo algu- nas vef;es tan menudo é volador que es menester juntarlo con el azogue. Y pues que los extranjeros no sabrán , leyenda aquesto, (pié peso es el del castellancr que acá en Indias debimos un peso , di- l riin,, lih. XXXlil, cp,¡i. i. DE LNDIAS. LIB. VI. CAP. VIH. i 89 go que un peso ó un castellano es una misma cantidad, que pesa ocho tomines, e un ducado pesa seys; de manera que el peso monta é tiene una (punía parte mas de peso que el ducado. IX. Un notable grande se me ofres- te, que muchas veres me han dicho hom- Ijres muy expertos en sacar oro ; y es que ha acaesgido yr siguiendo la veta ó vena del oro por la via que él camina en las in- teriores de la tierra ó peña; é tan delga- do como un iiilo, ó un aUiler, é donde halla alguna hoquedad para, é hincha to- do aquello hueco, ó concavidad, é alli se iiage el grano gruesso , é passa ade- lante por los poros de la tierra ó peña por donde la natura le guia; y acaesge to- marle el minero en aquel viaje que lleva (ó por do corre el tal oro debaxo de tier- ra) , é hallarle tan blando como gera blan- da, é torcerle tan amorosa é fácilmente entre los dedos, como gera quassi líqui- da , y en el punto que le da el ayre se on- dú resge. X. Pues hasta aqui se ha traslado de las minas del oro , y demás desso se ha dicho al propóssito del oro todo lo que mas me ha paresgido que se debia escre- bir; quiero antes que passe la historia adelante á otras materias (como en lugar apropiado á esta), degir como los indios saben muy bien dorar las plecas é cosas que ellos labran de cobre é de oro muy baxo. Y tienen en esto tanto primor y exgelengia , y dan tan subido lustre á lo que doran , que |)aresre que es tan buen oro, como si fuesse de veynte é tres qui- lates ó mas , según la color en que que- da do sus manos. Esto hagen ellos con giertas hiervas , y es tan grande secreto que qualquiera de los plateros de Euro- pa, ó de otra parte, donde entro chrips- tianos se usasse é supiesse, so ternia por riquíssimo hombre , y en breve tiempo lo seria con osa manera de dorar. Este no- table no pertencsce á esta isla ni oti'as de las comarcanas; porque no se liagc sino en la Tierra-Firme, é allá se vé mucha cantidad de oro baxo dorado de ja manera que he dicho; pero por sor al propóssito , quise hager aqui mengion desta particularidad (en este libro de los depósitos). Yo he visto la hierva, é indios me la han ensoñado ; pero nunca pude por halagos , ni de otra forma sacar de- llos el secreto , é negaban que ellos lo hagian, sino en otras tierras muy lexos, señalando al Sur o parte meridional. XI. No es cosa para quedar en ol- vido lo que intervino á tres labradores que vinieron á esta Isla Española, natu- rales de las Garrovillas, que quisieron experimentar su fortuna : los quales sa- lieron de España en compañía en una nao, é llegaron á esta cibdad de Sánelo Domingo en tiempo que el comendador mayor de Alcántara gobernaba esta isla . E venidos aqui, assi como se desembar- caron , pidieron luego una gédula que los ofigialos del rey daban , para yr á sacar oro (porque sin esta ligengia nin- guno puede yrlo á buscar), é con esta fué- ronse á las minas nuevas que están á siete leguas desta cibdad. Y después que alli ostovioron ocho ó quinge dias , ca- vando é como hombres de poca expe- riengia trabajando en buscar oro, sin aver hallado alguno, estando un dia muy arrepentidos do su venida acá , y sentados debaxo de un árbol á merendar y tomar un poco de aliento y roposso, para volver á su exergigio ; comengaron á haiilarensu venida á esta liona, con- doliéndosse de sí mismos y expresaban sus cuytas, como lo suelen hager los hombres baxos y de poca suerte é ruin ánimo , que no saben comportar callando sus fallas é miseria é se remiten á la len- gua. El uno degia que avia vendido los> bueyes de su labranga , con que traba- jando, sostenía su pobreza en Castilla, é vivia tan bien como otro labrador de loS' 190 HISTOHIA GENERAL Y NATURAL de su tierra. El otro con la luesma pas- sion acudía, diciendo que avia vendido el dote de su muger é lo que él tenia, con que en una ncscossitada (pero ro- possada vida) se sustentaba con su mu- ger é hijos, y que se via desterrado de- 11a y dellüs, y sin esperanza de volver á donde los avia dexado en muclia pobre- ra, á causa de su ausengia. El tergero no sentia menos dolor que entrambos ; é también daba de sí la mesma quexa que los otros, diciendo que para qué avia nasfido é otros desvarios tales; é des- pués que ovo dicho mas querellas contra sí que sus compañeros, por aver venido á esta tierra , comenc^ó á blasfemar é ma degir á Danao, que fué el primero que de Egipto condufió naves en Grecia ', por- que primero navegaban las gentes con vigas ó maderos atados juntamente , lo qual fué invengion del Rey Erithra en el mar Roxo ; y no loando á Jasson , que digen que fué el primero que usó nave luenga, escupía contra Amocle, inven- tor de las galeas triremes ; vituperaba los cartagineses , inventores de las galeas quinque-remi ; injuriaba á los feniges, por aver enseñado la navegagion, ob- servando el curso de las estrellas, con todos los otros que tal arte aprendieron; é sobre todos oraba mal siglo á Colom que el camino destas Indias enseñó. Y después que se hartó de hablar desati- nos, tornó en sí con un poco de mas ánimo , viendo que sus lameníacíones eran por demás é comengó á consolar á sí é sus compañeros, é degia que «e/i lina hora no se avia ganado Zamora, y que Dios es grande , y lo que no avian hallado, él se lo daría, quando le plu- guiesse, para que se volviessen á sus tierras á descansar é consolar á sus mu- geres é hijos, é alegrar á sus parientes é amigos. E á este propóssito hablando, y los otros y él á menudo Suspirando en- ternesgidos sus ojos , y aun con algunas lágrimas acompañados, vido uno dellos, á mas de veynte passos de donde esta- ban, relugir por el sol un grano de oro, y levantóse digiendo: «Aun podría ser que se nos quítasse este rencor.» Y fué donde lo guió la claridad de la rever- veragion que el rayo solar hagia en el oro, é halló un grano de quince ó veyn- te pessos de oro , é comengó á saltar de plager , besándole y dando gragias á Dios. E sus compañeros acudieron á parti- gipar de la mesma alegría , é miran- do á una parte c á otra, hallaron otros 1- muchob granos mayores é menores. Y por no me detener, digo que sobre la superficie de la tierra y escarvando, co- mo hombres menos diestros que ven- turosos, se descalgaron giertas botas ó borgeguís, é hinchéronlos de gra- nos de oro en que avía quassí tres mili castellanos ó pessos de oro é vinieron á esta cibdad, no gessando de rogar á Dios por el ánima de Colom , é bendi- gíendo el arte de los marineros y de quien primero se quexaban. É dieron notigia desto al comendador mayor, que era gobernador como he dicho; pero fué quando no lo pudieron encobrir, porque las minas estaban ya acotadas por el rey. Y como estos hombres eran de gerca de su tierra del comendador mayor , quí- solos ayudar, é no llevar por el rigor por([ue gogassen de su ventura , pues Dios se la avia dado : antes los favores- gíó aquel buen gobernador, el qual con toda esta cibdad ovieron extremado pla- ger con la nueva y efeto de tan ricas minas; porque hasta entonges no se avia visto tanto oro, junto con tanta facilidad y brevedad, allegado assi. Y no se pudo acabar con estos hombres que quisiesseu i I'iin., lib. Vil, cap. LV]. DE INDIAS. LIB VI. CAP. VIII. 194 sacar mas oro, ni estar mas en la tierra; é como eran villanos, é gente de cor- tos pensamientos, paresciéndoles que con aquello que tenian eran muy ricos y fue- ra de nesf essidad , y que era mucho mas de lo que meregian sus personas, en la misma nao que avian venido, se tornaron á España. En estas minas sacó después el licen- ciado Becerra, médico vegino destacib- dad, finco ó seys mili pesos de oro, é después se tomaron aquellas minas por el rey; y como eran nasQÍmientosdeoro, sacáronse muchos millares de pesos de oro para los Reyes Cathólicos. Dio causa esta nueva que en breve tiempo (por lo que en España predicaron estos de las Garrovillas ) viniessen muchos labradores é otros hombres de mas calidad á esta isla á experimentar su dicha. E muchos flellos murieron en la demanda , é tam- bién otros ha ávido remediados que se hi- cieron ricos ; porque en fln no sacan to- dos oro con igual ventura : que á unos paresfe que se les va el oro á la mano y de otros huye , como suele acaesger en otras cosas de haciendas , en que los hombres entienden. E con esto que he dicho me paresge que he complido con lo que toca á los metales desta Isla Espa- ñola , después que haya dicho lo que he sabido y es notorio en lo de la plata: de lo qual en la primera impression deste tracta- do passe con silencio , por no estar certi- ficado que la avia en esta isla. Agora digo que en las minas del Cotuy se ha hallado c se han fecho algunas piezas é vasos ó ropas della en poca cantidad ; pero en ofeto se halla é la hay , y muy buena, é al pressente algunos veginos se ocupan con su gente é negros en la sacar é en cantidad. Pues he seydo largo en este capítulo porque la materia lo sufre, y era nesfes- sario hacerse assi , quiero acordar al que me oye que, como prudente letor, quiera colegir deste capítulo y lo que contiene, qué grandíssimo tesoro avrá ydo á Espa- ña desta isla y de las otras que están po- bladas de chripstianos y de la Tierra- firme ( después que estas tierras se des- cubrieron ) en oro puro é virgen , sin aver en otra nascion alguna ( primero que en españoles) entrado. Y no tan solamente para los reyes de España (cuyo es este imperio é riquíssimo señorío), sino mu- cho mas para sus vassallos é subditos, (porque el rey no lleva sino el quinto de sus derechos , y en algunas provincias por hacer merced á sus vassallos no lle- va sino diezmo ó menos); allende de los muchos quintales de plata que del Perú é de la Nueva España se han llevado , y sin innumerables marcos de perlas y al- jóphar, y sin otras granjerias grandes é de mucha importancia que hay en estas tierras , de que tantos provechos resultan en el mundo todo. Por cierto aquella es- tatua llamada Holosphiraton ' , y la otra de Leonino , que fué el primero de los hombres que en el templo de Dclphos puso assi mismo una estatua de oro ma- C¡ca (que fué en la septuagéssima olim- piade ) , muy mejor la meresce don Chiipstóbal Colom , primero descubridor é inventor dcstas Indias , y primero al- mirante dellas en nuestros tiempos ; pues no como Leonino que, mostrando arte oratoria , allegó el oro de su estatua , si- no como animoso é sabio nauta é vale- roso capitán , nos enseñó este Nuevo Mundo , tan colmado de oro , que se po- drían aver fecho millares de tales esta- tuas con el que ha ydo á España y con- tinuamente se lleva. Pero mas diño es de fama y gloria por aver traydo la fé ca- thólica donde estamos , é á lodos estos indios en que por la gracia de Dios, nues- tro Señor , cada dia se aumenta la reli- f Plinio, libro XXIII, capiUilo 4. 192 HISTORIA GEM'.RAL Y NATUUAL Ition chripsiiana. Ved de quánto inérilo ^ inmortalidad es el nomhn» ú áiiiiiia de aquel, cuya industria fué prinripio de tanlo bien. CAPITULO IX. Gomo oí historiarlor prueba quo en oirás parles del mundo so usaron los sacrificios de malar hombrea é ofrescorlos (enire los anligiios) á sus dioses , y en muchas parles assi mismo se acosliiiiibró comer carne humana , y al présenle se hace en muchas parles de la Tierra-Firme deslas Indias y en algunas islas. HiU muchas partes de la Natural Historia de Plinio dice que comen los hombres carne humana * , assi como los antropó- phagios, que son gente de los s^ythas. y el mesmo auctor di^e questos antropó- phagios, ó comedores de carne humana, beben con las cabegas de los hombres ó calavernas ; y que los dientes , con los cabellos de los que matan , traen por co- llares , segund que escribe Isigono Niren- se. Esta gente dige Plinio que habitan diez jornadas sobre Borístenes. Estos collares tales he visto yo muclias veges al cuello á algunos indios en la Tierra-Firme ; en la qual , en muchas par- tes della , comen carne humana é sacri- fican hombres é mugeres é niños, é en todas edades, y también la comen en las islas cercanas á estas, de quien he Irac- tado. Y donde puntualmente se sabe yes ordinario tal delicto, es en la Dominica y la de Guadalupe y Matinino y Sánela Cruz y otras por alli comarcanas. El Tos- tado (alias Abulensis) sobre Eusebio De los tiempos^, tractando de las costumbres de la gente de Tracia , dife que entre otras cosas, las quales son mas fabulosas que verdaderas destos de Tragia, es una que á los extrangeros que ellos prenden, los ofresfen á sus Dioses , matándolos é habiendo dellos sacrificio, etc. Pero en Tierra-Firme, sin fábula ni ficfion, sino con mucha verdad , se puede testificar lo mismo; y porque de suso dixe que Plinio en muchas partes de su historia tracia desta materia, tráela en el libro XXVIII, hablando de las mediginas de hombres é de animales grandes, é dige que en esta materia quiere comengar del hombre, bus- cando en él la utilidad del hombre, bien que grand dificultad en esto haya, é dige assi: «Beben los pueblos la sangre de los gladiatores [id est de los esgremidores ó acuchilladores) , para huyr del mal ca- duco (ó gota coral que comunmente de- ginios) , puesto que nos dé no poco hor- ror ó espanto, quando vemos que las fie- ras en el mesmo teatro la beben» ^. Este t-'atro era un lugar diputado para los jue- gos, donde los gladiatores se mataban combatiendo, é también otros animales. Assi que, prosigue este auctor é dige: «Mas aquesta mesma sangre digen aver mas eficagia contra el morbo ya dicho ó enfermedad , si se bebe caliente , chupan- do la herida del hombre (aun no muerto), é el ánima juntamente con la sangre ; lo qual sea lígito aver dicho con ánimo mas feroz , que no es el ánimo de todas las fieras. Algunos buscan la medula ó tué- tanos de las piernas, y elgelebro, id est, los sesos de los pequeños niños de teta. E muchos hay de los griegos que han des- cripto el proprio sabor de cada miembro humano, ninguna cosa olvidando hasta las cortaduras de las uñas , como si juz- gassen que sea ó paf zea sanidad tornar- se de hombre fiera é digno de enferme- 1 Pli., lib. vil, cap. 2. í Abul.,iib. III, cap. 108. 3 Pli., lib. XXVlll, cap. 1. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. IX. 19:5 dad é no de gracia de raedigina : lo qiial no se ha^e sin gran degepfion ó engaño, si no aprovecha. Es esgelarada ó malva- da cosa mirar solamente las interiores del hombre , luego ¿quánto mas será comer- las?» Todo lo susodicho es de Plinio en el lugar alegado , y caso que dixesse de suso chupar el ánima con la sangre, vis- to es que la ánima no se puede chupar ó es inmortal, é Plinio no lo ignoraba. Pe- ro como hombre , á quien no satisfácela, ni agradó talmede^ina, dige que, pues es maldad mirar las interiores partes del hombre, que será mucho mas, sin com- paración , comerlas. Y donde tracta lo que es dicho, toca otras cosas muchas á este propóssito , en que no me quiero detener, ni aqui lo di- xera, sino para que se entienda que no solamente los indios son los culpados en esta culpa; y lo que tocare á ello, yo lo diré mas largamente en la segunda parte y tergera desta Historia natural de Indias, assi quando se tráete de Nicaragua é Na- grando , é de la Nueva España , como de otras provincias , donde tal crimen se ha exergitado. Solamente lo truxe aqur para complir con el título deste sexto libro de los depósitos ó diversas materias ; porque no le falte aquesta, que tan diversa é apar- tada es de todas, y muy usada entre los indios caribes, é los que llaman choro- tegas, y otras nasfiones destas gentes sal- vages é crudos. E no sin causa permite Dios que seandestruydos; é sin dubda tengo que por la moltitud de sus delictos los ha Dios de acabar muy presto , si no toman el camino de la verdad , y se con- vierten; porque son gente cruel, y apro- vecha poco con ellos castigo, ni halago, ni buena amonestación. Son sin piedad, é no tienen vergüenza de cosa alguna: son de péssimos desseos é obras, c de ninguna buena inclinación. Bien podria Dios enmendarlos; pero ellos ningún cui- dado tienen de se lo suplicar , ni de se corregir ni enmendar para su "salvación . Podrá muy bien ser que los que dellos mueren niños, se vayan á la gloria, si fue- ren baptizados; pero después que entran en la edad adolescente muy pocos des- sean ser chripstianos, aunque se bapti- zon ; porque les pare.-ce que es trabajosa orden, y ellos tienen poca memoria é assi quassi ninguna atención en lo que les con- viene, é quánto les enseñan , luego ó muy presto se les olvida. Bien puedo decir yo y otros aquesto : que los avenios criado á algunos destos desde niños, é cómo llegan á edad de conoscer mugcres , ó ellas conoscen á ellos carnalmente, dán- se tanto á tal vicio, que ningún bien, ni otra cosa tienen en tanto prescio , como este pecado de su libídine, é usar de crueldad ; é assi los va pagando Dios, conforme á sus méritos. ¿Mas qué diremos que en el medio del mundo , ó lo mejor del que es Italia y en Secilia, fueron los que llamaron cí- coples y los lestrigones? Y también de la otra parte del Alpe se sacrificaban hom- bres , segund Plinio escribe '; y en Fran- cia ovo talcostumbre, é Tiberio, empe- Tj-ador, se la quitó, como el mesmo auc- tor lo acuerda. Y no menos culpados fueron en esto los ingleses ; y porque no puedan decir los unos ni los otros que yo se lo levanto , quiero decirles las pa- labras puntuales que escribe Plinio, ha- blando en el arte mágica, y en estos dia- bólicos sacrificios : «En el año de septe- Cientos é cinqüenta é siete después de la edificación de Roma, en el consulado de Cornelio Léntulo y de Publio Licinio Crasso , fue hecha una deliberación en el Senado, en que se mandó que ningún hombre fuesse sacrificado , é por un cier- to tiempo no se celebró abiertamente tan TOMO I. 1 ni., lib. VII, cap, 2. 2g 194 HISTORIA GENERAL Y NATURAL prodigioso sacrificio ; mas en Francia se sacrificaba hasta nuestro tiempo (que fue hasta el tiempo de Plinio). Empero Tibe- rio Qésar quitó esta generación de ade- viuos é médicos ; pero ¿qué diré yo que aquesta arte passó el mar Ogéano é llegó á Inglaterra é alli fue gelebrada con tan- ta ferimonia, que páresela que los in- gleses lo avian enseñado á los de Pcr- sia? etc. '« Esto que he dicho dife Pli- nio , y no yo ni otro , de quien franceses ni ingleses sospechen que les levantan esta mala é infernal costumbre que en algún tiempo sus antepasados usaron. Passemos á las otras cosas de nuestra Historia General de Indias : que quando sea tiempo , mas puntualmente se dirá dcsla materia en las provincias que en tal delicto han participado , é se usó ó usa tamaño crimen. CAPITULO X. Que Irada de la diversa costumbre que en eslas parles (¡encn los gallos é los capones en el canlar ó tomar las gallinas , é assi mcsmo los gatos en sus ayuntamientos , lo qual no es como lo usan en Europa , etc. Xjos gallos en España é otras partes mu- chas de los chripstianos (é aun assi pien- so yo que en Europa toda y en la mayor parte de lo que se sabe) cantan á media noche y quando quiere amanescer, é aun algunos é los mejores cantan tres veges ó en tres partes de la noche ; conviene á saber : la primera después que es de no- che dos ó tres horas, é la segunda pun- tualmente á media noche , y la tercera é última vez cantan un quarto de hora an- tes de la aurora , ó que quiera amanes- Cer. Esto es muy común á quantos quisie- ren mirar en ello. En estas nuestras In- dias hacen su oficio ó cantar de otra ma- nera ; porque algunos dellos cantan á prima noche, ó dos horas después de anochescido, y otra hora antes que ama- nezca, ó sea de dia; pero nunca á me- dia noche. Otros cantan á la primera guarda ó vigilia, é no cantan mas en al- gún otro tiempo de la noche , hasta que otro dia se pasa , é tornan á cantar á aquella misma hora que suelen. Por ma- nera que, como tengo dicho, unos can- tan la primera é última vez ó una dellas, é nunca jamás á media noche, é los mas. por la mayor parte , acá cantan hora é media ó dos antes que el sol salga ó pa- rezca en el horiconte; é otros, ó los mas, algo mas cerca del dia, é no lo dexanni Cessan de cantar de rato en rato , hasta que el sol es salido é levantado sobre el horiconte mas de una lanca, al parescer. Los capones acá tienen la misma orden que los gallos en el cantar ; é aunque los capen , no dexan la mayor parte dellos de cantar, como si no los caponaran, aunque su canto no es tan regio ni claro como el del gallo. E demás desto , no dexan , porque les falten los granos , de tomar las gallinas, como el gallo ; y sin aver gallo visto las gallinas , ponen hue- vos, de la conversación ó compañía de los capones. Esto se ve en esta tierra, y yo lo quise experimentar en esta forta- leza : é pollas que se crian sin que vean los gallos, teniéndolas aparte é criándose con los capones , han fecho lo mismo, de la manera que lo tengo dicho. Mas dí- Cenme estas mugeres de mi casa é otras, á quien lo he preguntado, que los tales huevos no valen nada para echar las ga- llinas, ni sacan pollos con ellos. i Plin. , lib. XXX, cap. I. DE INDIAS. LIB. IV. CAP. X. 195 Quanto á los gatos , digo que en Espa- ña é Frangía, é Italia, é Segilia, é todo lo que yo he visto de Europa é de Áfri- ca , quando ellos andan en gclo é los lla- ma la natural inclinación para sus ayun- tamientos , es en el mes de hebrero por la mayor parte , ó quinge dias antes ó después del tal mes ; y en todo el otro tiempo del año están apartados de luxu- ria, y no se toman, ni por pensamiento, ó muy rarísimas veges se podría ver otra cosa. En estas Indias guardan los gatos otra costumbre : la qual es obrar en to- dos los meses y tiempos del año , y es con menos voges é gritos que en Europa: antes por la mayor parte callando , y no enojando los oydos de los vcginos , han sus ayuntamientos. Por gierto (para mí á lo menos), quando estudiaba de noche, ó por mi recreación leía en España , mu- cho aborresgimiento y enojo me daban los gatos , al tiempo de sus pendencias ó amores ; pero acá , como he dicho , or- dinarios les son todos los meses y tiem- pos para sus ayuntamientos, é sin gritos ni voges. Y asi se han multiplicado mu- cha cantidad dellos y se han ido al mon- te, ó por esos arcabucos ó boscajes, y se han hecho salvajes; porque hallan mu- chos ratones é lagartijas que comer y en que se geben; y assí olvidan las casas é nunca vuelven á ellas. E lo mismo han hecho los perros , de los quales hay tan- tos en esta isla , que hagen mucho daño en el ganado. Pero la experiengia ha mostrado el remedio que aquesto tiene, y es que después que el gato ó el perro son de tres ó quatro meses é antes , cór- tanles las orejas, y sosiegan en casa, por- que sí salen al campo, éntraseles el rogío de las hiervas y el agua en las orejas , ó lloviendo, é ésles mucho sinsabor; é assí acójense á lo cubierto, é no se van al monte. CAPITULO XI. De un monstruo que ovo en esía Isla Española en el tiempo que se escrebia en limpio esta Historia Na- tural, de dos niñas que naseieron juntamente pegadas, en esta cibdad de Sánelo Domingo; c cómo fue_ ron abiertas, para ver si eran dos ánimas é dos cuerpos ó uno. Hil Antonio Sancto, argobispo de Flo- rengia , en la tergera parte de su histo- ria , describiendo el año de mili é tres- cientos é catorge, dige que aquel año en el territorio del valle de Arno , nasgió un muchacho con dos cabegas, y fué lleva- do á Florengia á Sancta María de la Es- cala , y que á cabo do veynte días mu- rió '. De lo qual yo comprendo que pues á aqueste sancto varón (é por tal canonigado, é puesto en nuestros tiem- pos en el cathálogo de los sanctos) le paresgió que con las otras sus historias era bien hager mengion de lo que en su tiempo acaesgió , que no será ' fuera de mi propóssito y Natural y general historia de Indias hager mengion yo de otro monstruo que en ellas se vido, en el tiem- po que yo escrebia estas materias ; pues que lo vi , y es cosa muy notable é dig- na de ser sabida en el mundo , porque una obra de natura, y que raras veges acaesge, no quede en olvido. En espe- gíal que del nuevo monstruo que yo aquí escribo , se deben alegrar los que lo vie- ron , y los que aquesto leyeren en que- dar gertíücados que subieron dos ánimas al gielo á poblar aquellas sillas que per- 1 El Ant. de Florencia, lib. III, § 7, en la tercera parle de su hist. I9G HISTORIA GENERAL Y NATURAL (lió Liififer y sus socages. Pues dos ni- ñas que junlas nasgicron , ros(,'ibieron el sacrauíenlo del baplisino , confoniie á la Iglesia , é vi\ iei'oii ocho dias naturales, de tal forma compuestas , sin fealdad ó defecto asqueroso de los que natura sue- le mostrar en los monstruos humanos, dexaron grand admirayion á quantos las vimos. Allende de lo qual eran tan bien proporcionadas estas criaturas, que cada una dellas fuera muger hermosa , vi- viendo, si no estuvieran assi junlas. Viniendo á particularicar el caso , di- go que en esta cibdad de Sancto Domin- go de la Isla Española , jueves en la no- che, diez dias de julio de millé quinien- tos é treynta é tres años, Melchiora, muger de Jolian López Ballestero , veci- no desta cibdad, naturales de Sevilla, parió dos hijas junlas, pegadas la una con la otra, de la manera que adelante diré: las quales luego otro dia siguiente por la mañana yo las vi, juntamente con la jus- ÜQ'm ó algunos regidores, é otras perso- nas principales, y muchos vecinos nues- tros y otros forasteros y estantes en esta cibdad, é algunos religiosos é personas sgientes. Y estando la madre en la cama, presente su marido , á contemplación de los que he dicho , desenvolvieron aque- llas criaturas ; y desnudas, vi que estaban desde el ombligo arriba pegadas por los pechos hasta poco antes de las tetas; de forma que ambas tenian una vid , ú om- bligo común y solo para las dos. Y de alli arriba pegadas las personas hasta los estómagos ó poco mas alto ; pero des- tintas las tetas, é los pechos é todo lo demás de ahy arriba , con cada dos bra- gos é sendos pesqüecos é cabegas gra- ciosas y de buenos gestos. E del ombli- go abaxo estaban separadas cada una por sí ; pero este ayuntameiento no era de derecho en dereclio, sino algo ladeado, como adelante diré. Cómo las ovicron desenvuelto é quitado de las faxas , co- mengaron ambas á llorar , y después quando las cubrieron , calló la una, y la otra todavía lloró un buen espagio. De- gia su padre que, assi como nasgieron, las avia hecho baptizar á un clérigo , y que á la una llamaron Johana é á la otra Melchiora; é á cautela dixo el clérigo, bapligada la una (quando baptizó la otra): «Si no eres baptizada, yo te baptizo.» Porque él no se supo determinar si eran dos personas 6 ánimas, ó una. Siguióse después á los diez é ocho dias del mes é año ya dichos , que á cau- sa que la noche antes estas niñas ó monstruo estaban muertas , sus padres vinieron en consentimiento de las abrir; y puestas en una mesa, el bachiller Johan Camacho, óptimo girujano , en presen- gia de los doctores de medigina , Her- nando de Sepúlveda é Rodrigo Navarro, las abrió con una navaja por á par del ombligo, é les sacó todas las interiores; é tenian todas aquellas cosas que en dos cuerpos humanos suele avcr, conviene á sabor : dos asaduras , é sus tripas des- tintas é apartadas, é cada desriñones, é dos pulmones , é sendos coragones , é hígados, é en cada uno una hiél, ex- geptü que el hígado de la una é de la otra estaban juntos y pegados el uno al otro ; pero una señal ó línia entre ambos hígados, en que claramente se paresgia lo que pertenesgia á cada una parte. E assi abiertas estas criaturas, paresgió que el ombligo ó vid que en lo exterior era uno al parcsger, que en lo interior é parte de dentro se dividía en dos caños ó vides , é cada una dellas yba á su cuer- po é criatura , á quien pertanesgia , aun- que por defuera , como he dicho , pares- giosse uno solo. E desde la dicha vid paraabaxo estaban estas niñas distintas, é apartadas una de otra por sí , en vientres y caderas é pier- nas é todo lo demás que puede tener una muger tan perfectamente , como si DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XI. 197 cada una esloviera por sí suelta y sepa- rada. Y desde la vid ó ombligo para arriba estaban pegadas las personas has- ta la boca del estómago ó poca cosa mas; é cada una tenia dos tetas, é la mayor de las niñas tenia por el costado derecho mas pegada la persona que por el siniestro á la otra niña. Assi que, la parte derecha de la mayor con la sinies- tra de la menor estaban mas allegadas é juntas que por la otra parte ó costados; mas muy distintas y enteras conosfida- mente cada una por sí. Y en lo demás y desde donde las costillas se juntan so- bre la boca del estómago para arriba, estaban asidas hasta medio pecho, é lo demás suelto 6 apartado é destintos sus pechos y bracos é cuellos é cabegas, sin faltar en las manos é pies ningún dedo, ni uña , ni otra parte particularidad al- guna á ninguna destas criaturas. Pre- guntando al padre desta monstruosidad á qué hora avian fallesgido sus hijas, dixo que la noche antes á media hora antes que anochesgiesse avia expirado la ma- yor, é que desde á una pequeña hora ex- piró la otra , y que otro tanto tiempo an- tes avia nasgido , y mostrádosse primero la mayor antes que la segunda nasfies- se. De forma que tanto vivió en esta vi- da, fuera del vientre, la una como la otra: é todo lo que vivieron fueron ocho dias naturales de la forma que es dicho. Fué preguntado si estas criaturas en el tiem- po que vivieron , si mostraban alguna di- ferencia en el alimentarsse, y en los otros sentimientos é obras : dixo que algunas vef es la una lloraba y la otra callaba ; é aquesto yo lo vi, quando la primera vez á mí é á otros muchos se enseñaron ó las vimos, como he dicho de suso. E di- xo mas: que algunas veges dormía la una y la otra estaba despierta, y que quando la una purgaba por baxo ó hagia orina, que la otra no lo hagia,y que también acaesgia hacer lo uno y lo otro en un tiempo ambas criaturas, é á veges se an- ticipaba la una de la otra. Por manera que muy claramente se conosgia ser dos personas é aver alli dos ánimas é di- verssos sentidos, aunque no las abrieran; pero después se verificó mas, seyendo abiertas. E assi la una con nombre de Johana é la otra de Melchiura , passaron desta vida á la gloria g elestial , donde plega á Nuestro Señor que las veamos. Yo las vi, como he dicho vivas, é las vi abrir después de muertas : é paresgeme que es muy mayor notable ó admiración é caso menos veges visto , ni oydo que el que se tocó de suso que escribe el Anto- nio de Florencia, y lo uno y lo otro para dar gracias á Nuestro Señor é notificarsse á los presentes y porvenir. CAPITULO XII. De alg-unas fuentes en general , y de una en especial , que eslá en la mar , al poniente desta isla , cerca de la isla de la Navaca. Jin esta materia de las fuentes é lagos é ríos hay mucho que decir , y por mu- cho que yo escriba no será tanto como lo que escribió Plinio en el segundo libro de su Ilisloria natural ' , ó el Isidoro en aquel tractado de sus Ethimologias, De di- versitale aquarum * ; é bien pudiera yo hacer un libro distinto, é no fuera el mas breve de los desta mi Natural y general Historia de las Indias , ni de menos admi- l Plin. , lib. II, cap. 2. 2 Isid.,lib. XIII, cap. 13. 198 IIISTOHIA GENERAL Y NATURAL ragion que otros. Mas cómo cu las ¡nir- tes é provingias ó islas del discurso destas Iiistorias. yo lio oscripto algunas cosas ea particulares lugares destas fuentes , ó ha- ré lo raesmo en la segunda é tergera par- te , quando se tráete de la Tierra-Firme, no hay nesgessidad de libro particular para solo este efecto. En el libro II, ca- pítulo IX, escribo de aquella fuente é árbol maravilloso de la isla del Fierro, que os una de las de Canaria , y en el li- bro XVII, capítulo VIH, escribo de una fuente de betún que hay en la isla de Cu- ba ó Fernandina , y en el libro XIX, ca- pítulo II , escribo de otra fuente de betún ó cierto licor que hay en la isla de Cu- bagua, ó isla de las perlas, que cada una destas fuentes en su espegie é manera son maravillosas y muy notables. Agora diré de otra fuente que está en la mar, cerca de la isla Navara , al poniente des- ta Isla Española , la qual novedad cabe é quadra muy bien con el título deste sexto libro de los depósitos. Esta isla Navaga es una isla despoblada é pequeña , é está en el camino é mar que hay entre aques- ta Isla Española é la de Jamáyca ( alias Sanctiago ) , é á doge leguas de la una é de la otra , poco mas ó menos : la qual dista de la línia equinogial algo menos de diez é ocho grados y medio. A media le- gua desta isla Navaga dentro en la mar, hay giertos baxos, é allí en ellos, deba- xo del agua de la mar, viéndose á ojo las piedras y el suelo, entre aquellas pe- ñas bien un estado de hondo en el agua salada , se levanta engima del agua de la mar un golpe ó caño de agua dulce do muy buena agua (lo qual es cosa mucho de ver y de maravillar, y de las raríssi- mas obras de la natura); y es mas gruesso aquel caño ó golpe de agua que el brago de un hombre , y levántasse tanto esta agua dulge sobro la otra agua salada , que se puede muy bien coger la dulge. Yo no la he visto; mas quando esto escribí, es- taba en esta cibdad un cibdadano honra- do, nuestro vegino, hombre de crédito é antiguo, que se llamaba Esteban de la Roca, que testificó averia visto é estado á par della, é bebido de la mesma agua; y fué uno de los hombres á quien en es- tas partes se daba mucho crédito , el qual passó desta vida después que la primera vez se imprimió esta primera parte desta Natural Historia de Indias. Y después en el año que passó de mili é quinientos é quarenta y uno fui informado de muchas fuentes semejantes (ó quassi) á esta de la Navaga, que solevantan é surgen é es- tán dentro de la mar, é la horadan é sa- len fuera sobre el agua salada á borbo- llones , como mas largamente podrá el letor verlo en el tractado particular que habla de las cosas de la gobernagion é provincias de Yucatán, en. el lib. XXXII, cap. II: que son cosas muy notables lo que dexo de dogir aqui, pues que des- tas fuentes é de las otras que de su- so se apuntaron está adelante mas par- ticular relagion, en sus proprios nasgi- raientos. CAPITULO XIII. De una fuente caliente que passa debaxo de un rio dulce é frió en la isla Dominica : la qual el auctor ha experimentado, é estado dos veces alli , donde vido lo que en este capítulo dice. Jr ues se ha movido la materia, quiero traer á la memoria del lotor otra fuente, sobre que muchos hombres suelen passar é pissarla sin la ver. Assi que, es invisi- ble é puédese tocar, la qual está en la isla Dominica; y esto no lo testificaré por otro auctor alguno, sino por la expcrien- gia mia propria , lo qual es desta mane- DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XIII. 499 ra. Dicho tengo en otras partes que la isla Dominica es una do las islas de los indios caribes , la qual dista de la equi- nofial catorge grados desta parte de la línia hágia nuestro polo ártico , y en la parte del poniente della tiene una baliia buena y un muy buen rio que llaman el Aguada, donde los mas navios que á esta Isla Española vienen de Castilla, quando alli tocan, toman aguas; mas muy sobre aviso é con las armas en la mano, por los indios bravos caribes que en aquella isla hay. Yo estuve en tierra dos dias y me- dio é dormí dos. noches á par deste rio que digo , el año de mili é quinientos é catorge, quando tocó alli el armada, con que el gobernador Pedrarias Dávila con dos mili hombres ó mas, passó á la Tierra- Firme: después de lo qual, el año de mili é quinientos é veynte é seys, estuve otra vez en el mismo puerto , é salí en tierra é estuve quassi un dia entero á par del mismo puerto en este rio del Aguada, quando passó á Tierra-Firme el goberna- dor Pedro de los Rios, subgessor que fué de Pedrarias en la gobernación de Castilla del Oro ; y ambas veges vi y experimen- té loque agora diré. Este rio, alli donde entra en la mar, será de veynte passos de ancho, poco mas ó menos , y en lo mas hondo del, que es alli á la boca , no lle- ga á los sobacos (donde es mas hondo)- é junto á la costa ó tierra á la parte del norte está tan caliente debaxo del agua, que baxando la mano é tomando un puño de arena, paresge que toma hombre otro tanto rescoldo ó geniza muy engendida, quassi á no se poder sufrir. Eassi está el agua muy caliente alli debaxo hasta un palmo ó poco mas sobre la arena ; y la otra agua que el rio trae por desuso es fresca é buena, é tan gentil agua de be- ber, como la hay en todas estas Indias. Por manera que alli debe responder al- gún arroyo ó caño de agua caliento : lo qual yo creo bien, porque hasta tresgien- tos pasos ó menos de alli apartado, en la misma costa de la mar é hágia la banda aparte que he dicho del norte, está un arroyo caliente que no se puede beber; é gerca de aquel un estaño ó lago tan vuel- to é turbio que paresge de color de una lexia amarilla: é debe ser todo aquello mineros de agufre é ageche , de que se puede sospechar que progeden todas aque- llas aguas calientes. Yo probé á meter una calabaza debaxo de aquel rio frió, bien tapada é la destapé alli debaxo don- de se sentía que estaba aquel calor é are- na caliente é tomé en ella alguna de aque- lla agua, y la tapé allá abaxo porque al subir no se mezclasse con la fria , é salió tan caliente que no se podía quassi sofrir en la boca. E púdose muy bien experi- mentar lo que he dicho, porque alli do esto hay , es orilla del rio , y donde está no mas honda el agua que poco mas de hasta la rodilla. Este rio es de oro, é yo lo he catado , quando la última vez en él estuve , é vi giertas puntas de oro , y se cree que debe ser muy rico. Es de gente que no está conquistada y es tierra muy áspera la de aquella isla , é muy ger- rada de árboles y palmares en lo que de- lla he yo visto á la costa de la mar, y quanto della se paresge ; mas como ten- go dicho, destas materias de las fuentes se dirá mucho mas en los libros é partes donde se escriban las cosas de la Tierra- Firme. 200 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XIV. De otro depóssilo ó nolable quel auclor pone aquí on este libro V[, por sor cosa no usada ni visla en otra parle, sino en una isla pequeña ó muy junla á la licrra de Gilolo en la Especiería , liasla que ven- ga su licnipo de hablar y escrebir lo de aquellas parles : en la qual ¡sleta no hay almendros algunos, é se hallan innumerables almendras, sin que las lleven alli ningún hombre humano, ni navio por in- dustria de las gentes : lo qual es de aquesta manera. H Lay una isleta en la Espcfieria, cerca de Gilolo, metida en lámar, yes peque- ña é de muchas arboledas de las que na- tura produce ; mas ningún almendro hay en ella ni otia frucla útil al uso de los hombres , ni alli la llevan por mar algu- nos navios. Y sobre no aver, como di- go , almendros , se pueden coger almen- dras á hanegas ó costales llenos. Y lo que es mas de maravillar es que si hoy las cogen todas, mañana, digo otro siguien- te dia, hallan muchas mas. E son inago- tables en el tiempo que tal fructa hay en las otras partes , donde nascen é hay almendros. Esto podria pares^er fábula compuesta ó cosa tenida por imposible y es vista por nuestros españoles; é sélo de los mismos que han estado en aque- llas partes, y han comido muchas vc^es de las mismas almendras en la misma is- leta. La qual está un grado é algunos mi- nutos de la línia equinofial á esta parte hágia nuestro polo ártico , segund fui in- formado del capitán Andrés de Urdane- ta , natural de Salvatierra, en la provin- cia de Guipuzqua, é de Martin de Islares, natural de la villa de Laredo. Estos dos hidalgos passaron á la Espegieria en el armada quel Emperador, nuestro señor, envió con su capitán general, el comen- dador Fray Garcia de Loaysa , de la Or- den de Sanct Johan de Rodas, el año de mili y quinientos é veynte é finco ; y es- tovieron allá algún tiempo é son perso- nas de crédito é que dan muy puntual ra- 2on de lo que vieron , é del subg esso de aquella armada, como mas largamente se dirá en la segunda parte, quando se tráete de aquella materia. Preguntándoles yo de qué manera pas- saban o yban aquellas almendras á aque- lla isleta (pues defian que en ella no nasf ian , ni avia almendros ni otros ár- boles que tal fructa Uevassen), diéronme una respuesta que se dexa creer y enten- der ; é que en España se vee no en al- mendras, mas en bellotas lo que quiere pares^er á esto. Y es que innumerables palomas torcazas comen aquellas almen- dras quando están quajadas, é encima de la cascara tienen aquella otra cubierta verde é digisten con la calor de su bu- che aquella primera corteja verde, é no pueden gastar la cascara ques dura : é pássanse de noche á dormir á la isleta grandíssiraas bandas destas palomas, é tullen ó echan por baxo esas almendras, gastada , como he dicho , la primera cu- bierta ó corteja. E cómo son tantas, des- piden tanta fructa desta que traian en el papo , que me certificaban este capitán é el Martin de Islares que á costales se po- dían coger estas almendras cada dia. Y preguntando yo si eran propriamente al- mendras como las nuestras de España, me replicaron que no eran verdaderas almendras , mas que tenian mas semejan- za con ellas que con otra fructa alguna de las de Castilla en el sabor é en la ma- nera de la cascara é dureza della , salvo que son muy mayores. E assi como es passada la noche, luego en esclaresfien- DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XIV. 20 < do, se van las palomas de la isleta é van á se pasrer í\ la tierra grande de Gilolo; ó quando el sol se va á poner , se vuel- ven á dormir á la isleta que es dicho. CAPITULO XV. De una ave ó páx.aro extremado y mucho cosa de ver, queslo capitán Urdaneta, de quien so hizo men- ción en el capitulo do suso, lo dio al chronista é auclor destas historias, del qual no le supo el nombre. JtLscribiendo yo en limpio estas historias de la primera parte para la segunda im- pression , se siguió que aportó á esta cib- dad de Sancto Domingo , el adelantado de Guatimala , don Pedro de Alvarado, en compañia del qual yban el capitán An- drés de Urdaneta é ^lartin de Islarcs; porque segund el adelantado degia, pen- saba armar aquel mismo año en la mar del sur , para la China é otras partes ; y estos liidalgos , como dixe en el prece- dente capítulo , han estado algún tiempo en la Espegieria , ó son personas de buen entendimiento , é los comuniqué esos dias que en esta cibdad estuvo el adelantado. Y yo holgué mucho del conosglmiento de tales personas; porque este capitán, de- mas de entender muy bien el arte de la mar é las alturas , hablaba bien ; y como sabio , daba á entender qué cosas son aquellas tierras é islas é Espegieria é lo que vido en aquellos años ó tiempo que por allá anduvo. E sin dubda de su ex- periencia é persona se cree quel Empe- rador ha de ser muy servido ; y el ade- lantado , efectuándose su armada , puede resfebir grandes avisos , para donde él piensa yr ó enviar sus navios. Este capitán me dio un plumage ó pe- nacho que es mucho cosa para ver é loar á Dios que le crió ; y es un páxaro ó ave, quél no supo ni su compañero Islares nombrarle, ni yo tampoco sabré descri- bir ni dar á entender su lindeza é extre- mada pluma de todas las que en mi vida he visto , é la mas galana é polida '. En fin, es cosa mucho mas para la ver que no dispuesta para comprehenderla por mi relación, porque sin duda me paresge que es la cosa de quantas yo he visto que mas sin esperanza me ha dexado de saberla dar á entender con mis palabras. Defian estos hidalgos que esta ave é otras, co- mo ella , son muy estimadas entre aque- llos príncipes é personas principales de la India de la Espegieria ; é que vale allá el uno de estos páxaros ginqüenta é ses- senta ducados ; é que de otras tierras muy lexos los llevan assi enteros muertos é adobados é conservados con su pluma, sa- cada la carne, que debe ser poca, porque él es menor que un tordo; é es entre aque- lla gente una mercadería muy presgiada é rara, é si no son los reyes é capitanes ó personas de mucho ser, no las alcan(;'an otros ; y aunque algunos las puedan pa- gar , no se las osaran poner por penachos sino las personas que he dicho. Esta es una ave , á lo que yo puedo comprehen- der, del tamaño de un tordo ó mas que un zorzal ; pero como está seco é sacada la carne, parescc menor. Mas assi se me figura á mí que podría ser estando vivo, é antes mas que no menos. Su plumage prin(;'ipal del cuerpo é cola es de un muy hermoso é lindo color leonado , é la cola es de hasta diez plumas derechas é tan luengas, como un xeme : y do engima del nasf;imíonto do la cola tiene otras dos plumas de quatro palmos de luengo , ó i Llámase esto páxaro Mamiecu diatki, lo qual supo después el auclor, como lo hallarás en la TOMO I. segunda parto, libro XX, capítulo I, 26 202 HISTORIA GENERAL Y NATURAL donde son mas gruesas (qucs en su nas- gimiento é poco mas adelante), son de la grosera de un alfiler de los gruesos, é de allí liasla el caito ó extremos se van adel- gazando que paresecn dos hilos, y son leonadas escuras que vuelven al negro color. E tentadas entre los dedos, son as- períssiuias, como sierra; é no tienen pelo ninguno como otras plumas , sino ^erca do los nasgimientos é poquito ; ó toda la otra longitud deltas áspera , é delgadas, como digo : que cada pluma destas dos paresge un hilo. El pocho y el lomo es, como he dicho, leonado, é de los pies no sé dar qüenta porque no los tiene: verdad es que tentando con los dedos, se paresgen ó se sienten dos tocongitos de huesos, de donde debian formarse las piernas é pies. La cabera es tan grande, como de un tordo , é la pluma della ama- rilla que tira á color naranjado ; y el papo es verde dorado de muy extremada é linda color; y un ílueco de pluma muy espesa é corta que pares(;'e poco mas alto que un terciopelo y muy negro, de donde nasge el pico , el qual es tan grande co- mo de una picaba y derecho y avivado. Las alas son lo que no sé discantar ni aun relatar llanamente; y no son de ma- nera que á mi paresfer sea posible ques- ta ave vuelo, porque aunque cada ala tiene muchas plumas é de dos palmos y medio ó mas luengas, é cada una dellas tiene aquel pelo ó pelos que las otras aves tienen apretados para retener el ayre, son en estas raros é apartado cada pelo de otro, como los dientes de un peync es- carpidor y muy delgados y sotiles, y ca- da pluma dellas tiene la canal ó lomo de cabo á cabo leonado. E los pelos que le acompañan (que digo que son ralos como escarpidor) son blanquíssimos, é cada pelo ó pelico destos blancos es otra plumica delgadíssima , de manera que paresge que guardan cada pluma la forma de las ho- jas de los heléchos , que es una hoja con muchas iiojas menores. Y estas plumicas sotiles se van dcsminuyendo , quando lle- gan al extremo de aquel lomo principal ó leonado sobre que está armada cada pluma. Hay otras plumas en cada ala é mas afuera (donde suelen las otras aves tener las plumas que se llaman cuchillos), y estas son de la manera ó hechura de las (jue he dicho ; pero son de una color de amarillo mixto con blanco, de manera que juntas paresgen y muestran mas el color jalde , y cada una por sí parcscen quassi blancas. En conclusión, yo confieso que no avrá pintor que lo pinte, por lo que he dicho; pero leydo esto á par del páxaro, se me figura que he dicho algo ; y assi lo he escriplo mirándole, y dando gracias á Dios questas aves crió. Para mí yo la tengo por la mas extremada en su plu- mage é gentileza de todas las que yo he visto , y de la que mas me he admirado. Ella es de tal artífice y mano hecha que se puede y debe creer que no se le aca- bó el arte en esta : ni sus obras puede pintor ni escultor ni orador expresar tan al natural, ni perfectamente dar á enten- der ingenio humano, como ellas son. Concluyo con que á la Cesárea Mages- tad, quando mejor vestido ó armado puede estar para mejor mostrar su exgelente dispusifion en una muy pringipal y so- lemne fiesta, bastarla tal penacho para en compañía de todo el oro é perlas é piedras prefiosas del mundo. Y á la ver- dad yo me atreviera á servir á Su Ma- gestad con este páxaro ó plumage , sino que del mismo capitán que me le dio en- tendí que avie traydo otros, con que sir- vió á César, ó están en su cámara. Y por- que no sé lo que tardaré en llegar con mi historia á la Espegieria, quise poner con los otros depóssitos en este sexto libro lo que he dicho deste páxaro ; y aunque se quede aquí, no será inconveniente, por- que no se impidan las otras cosas de mas calidad, quando dellas se tráete. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. M. 203 Después de escriplo esto, he visto gier- tos retratos de Suluruan Otoman [rex tur- coriim) con una gelada á manera de tiara, de quatro coronas de oro con muchas é muy ricas perlas é piedras presgiosas , y encima por penacho en la cumbre della, un páxaro destos ó tal , como lo he pintado, puesto por penacho : de que se colige que, pues un príugipc tan grande alli le puso , que la estimación que he dicho de suso , es válida é mucho mas y mas en Turquía. Este páxaro di yo después á un amigo mió que passo por esta cibdad é fué al Perú. Assi que, se puede decir que des- pués de muerto, anduvo é voló ó navegó mas que mientras fué vivo este páxaro, sin comparación. Después , en el mes de septiembre de mili é quinientos é quarenta y tres , vino á esta cibdad de Sancto Do- mingo de la Isla Española un hidalgo por- tugués, comendador de Chripstus, é tru- xo otro páxaro tal como el que tengo di- cho , é lo dio á un su amigo, llamado Melchior de Torres, que aquí vive. E aqueste comendador def ia muchos cuen- tos é particularidades notables deste pá- xaro ó aves semejantes , que eran cosas que se pudien dexar de creer : en espe- cial que do^ia que estas aves sallan del paraiso terrenal, las quales creo quél ni vio salir de allá ni quien se lo dixo. Este degia que avie estado en Calecut é en la Espegieria , de donde avie traydo este páxaro é le ovo muerto , como avria el capitán Urdaneta los ques dicho. CAPITULO XVI. De cierta goma ó cola de árboles que hay en la gobernación de Nicaragua en la Tierra-Firme , é de cicrlo eneienso de la provincia de Venecuela. r arescerle ha al letor desvariada cosa la manera apartada é tan diferente del progeder de unas cosas en otras en los capítulos deste libro YI , segund sus gé- neros. Ved lo que se acaba de escre- bir en el pregedente capítulo de la extre- mada hermosura é plumas de aquel pá- xaro de la Especiería, y que he salta- do á hablar agora de una gierta goma que aqui se dirá. Mas si al letor se le acuerda de lo que dixe en el prohemio ó introdugion deste libro, paresgerle ha (juel descongierto es congierto é buena orden , para que ninguna cosa se olvide de aquellas que se deben escrebir; y por tanto llamo yo á este libro el depossüario ó archivo de depóssitos. Hay en la gobernagion de Nicaragua una provingia que se llama Sa/íe6a, don- de los chripstianos tienen una buena vi- lla ó cibdad que se nombra Granada , la qual está junto á la laguna grande , que los indios llaman Ayaguaho ó los chrips- tianos la llaman Mar dulge. Alli hay unos árboles que echan una goma que paresge anime blanco ó engienso , é huele muy bien ; é puesta al fuego se derrite, é der- retida es muy singular cola para pegar cosas quebradas , assi como platos é es- cudillas ; é aun para entalladores es sin- gular , é suelda muy Lien , é están mas seguras las piegas por las partes que se ovieron soldado con la dicha goma, que por otra ninguna. En la provingia de Veneguela en la Tier- ra-Firme hay giertos árboles que echan gierta goma de sí é la tienen en muchas partes sobre la cortega , que paresge na- tural engienso , é assi huele como en- gienso, quemándolo. E acostumbran los indios en aquella fierra, quando algún señor ó indio pringipal se muere, que 204 HISTORIA GENERAL Y NATURAL queman deslo eiifienso ó goma j)or per- fume , é le meten en la sepoltura en una (;'Osta alguna cantidad dcste engienso; é cúmo los cliripstianos saben que en muchas partes de la Tierra-Firme los ca- ^•iques é indios principales se suelen en- terrar con su oro é joyas , andando en esta demanda, lian hallado en algunas sopolluras algunas esportillas destas con aquel enc^ienso, é aunque ha mucho tiem- po que alli se metieron , no está dañado ni corrompido. CAPITULO XVII. Del hiinio que los indios sacan en la provincia do los Cliondales en la g-ubeinacion de Nicaragua , é haqen dól tea para carbón , é linla para pintar los esclavos : el qual carbón ú polvos del llaman los indios tile. H/n esta Isla Española y en algunas par- tes de la Tierra-Firme hay pinos natura- les , como los de España ; y en la gober- nación de Nicaragua , entre los indios chondales , en aquellas sierras hay pina- res. E una de las grangerias en que se exergitan, es sacar de la tea de los pinos un humo, de que hagen unos polvos, assi como los que sacan los plateros del olio para debuxar, é envuelven este polvo (ques como un carbón muy molido), en unas hojas de biulios , é hafen un bollo tan luengo como un palmo é mas , é gruesso como la muñeca de un brago : é segund os la cantidad doste polvo ó hu- mo , assi tiene el presfio. E llévanlo al tiánguez , ques el mercado donde se jun- tan los indios é indias en sus plagas para mercadear é sus contractagiones ; é alli baratan este polvo por otras cosas ó por almendras, ques su moneda común. Y el efeto para que es aqueste polvo, es para herrar indios por esclavos con aquella invención que á sus amos les paresge , y también para se pintar por gala otros. Este polvo es negríssimo , é llámasse en aquella lengua tile. La manera de usar del es cortando con unas navajudas de pedernal la cara ó brago que quieren herrar sotilmente, co- mo entre cuero é carne , é lo cortado polvorizarlo con este humo, assi fresca la cortadura, é por cima embarrarlo con el humo , é en breve es sano , é queda la pintura negra é muy buena, é es perpe- tua la pintiu'a para los dias que vive el que assi es herrado. Pusse esto aqui con los otros depósi- tos ; pero no entendáis , letor , porque se dixo de suso embarrado , que lia de tener barro ó ponérsele, sino del mismo humo henchir de aquel polvo todo lo pintado, por engima, é dexarlo assi estar, sin lle- gar á ello, ni lo lavar hasta que por sí mismo se despida : é si lo quisiéredes limpiar sea lavándolo de suso desde á ginco ó seys dias que se pintó , é liviana la mano ; porque de ahy adelante que- dan üxas las figuras é pintura que es dicha. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XVIII. 20o CAPITULO XVIII. Por el qual se prueba que las poncoñosas viandas é cosas que á los hombres sou nocivas é moríales , son á otros animales en estas partes é Indias útiles é provechosas é grato mantenimiento. JLjn el libro VII, capítulo II , se Ifactaiá de la yuca , é de quán bastante muerte es para los hombres, si comen el fructo de- 11a , assi como está en el campo , ó si gustan el fumo della. E en aquesta nuestra Isla Española cómenla las \ acas y los ra- tones, y aun mas de la que querríamos; pues nos destruyen las heredades é nin- gún daño á tales animales haf e , por mu- cha que coman della. En el capítulo VI del libro XXI de la segunda parte se tracta de la hierva con que los indios flecheros se exerfitan en la costa de Tierra-Firme , que es irreme- diable ; é uno de los mas potentes ma- teriales que en ella echan , es el fumo de aquellas manganillas de que se tracta en el libro VIII, capítulo XII desta primera parte ; é no obstante eso , como mas lar- go lo escribo , en el capítulo VI del li- bro XXI , podéis ver , letor , que no ma- tan á los cangrejos estas manganillas, é matan los cangrejos que las han comido al hombre que cométales cangrejos. CAPITULO XIX. De una novedad notable y contraria en la prospectiva á la mayor parte de lo que nos enseña la vista en las mas partes del mundo. ÍTj.uy común es á nuestra vista que lo que está lexos paresge menor mucho que lo que es la cosa. En la provincia de Ve- nezuela , en Tierra-Firme , que la Cesá- rea Magestad tiene encomendada en go- hernafion á los Alemanes Vejgaj-es , hay lo que agora diré en contrario de lo que se dixo de suso, en gierta parte de aque- lla provingia, donde desde lexos las co- sas parescen mucho mayores de lo que son; y es desta manera. En el camino que hay desde la cibdad de Coro , yendo al cabo de Sanct Román , que los indios llaman á aquella provincia Parcujuana, es un cabo que sale á la mar veynte y finco leguas ó mas , y en el pring ipio es do an- cho una legua pequeña , é váse ensan- chando algo mas, pero en poca canti- dad, é tiene de longitud ocho leguas ó nueve. La mayor parte destas leguas ó tierra lava el agua de la mar, quando son aguas vivas ; y después quel agua se ha quitado , queda aquella tierra quel agua bañó muy llana é lisa , é desocupada de hierva é piedras é otra cosa alguna, é tan escombrada é limpia , como está un pliego de papel muy bien tendido ; é que- da la arena blanqueando un poco , como salitrales ó tierra tocada de sal. Cosa es maravillosa lo que diré. Vinien- do un hombre por el camino , si acaso otro viene al opóssito por el mismo cami- no ó llanura , tanto quanto la vista puede devisar, en comenfándose á paresf er , le paresfe al que mira quel que viene es tan grande como un mástel de una nao. Y es verdad que se multiplica la cosa al pares- fer, ora sea hombre, ó caballo, ó pie- dra , li otra cosa que vean de aquella manera y íurnia que se multiplica lasom- 206 HISTORIA GENERAL Y NATURAL bra , quando se quiere poner el sol ( por el suelo) quos mucho mayor la sombra que señala (pie la cosa que es). E assi se aumenta é paresge mayor en aquella lla- nura ques dicho, la cosa en grandeza; y esto tanto os á la mañana, como á medio dia, é en qualquier tiempo é hora del dia. E quanto mas la cosa se ve de le- sos , paresge mucho mas alta , é quanto mas á ella se acerca hombre, tanto me- nor paresfe. Esto se ha mirado y experi- mentado de muchos con toda atención, por cosa muy notable. E passando esta llanura, la tierra se ensancha en mucha cantidad , é liay mon- tes é arboledas é cuestas é valles, é alli la cosa no paresfe sino como en otras partes. En tre^e de julio de mili é qui- nientos é quarenta años, ante el reve- rendíssimo señor, el señor presidente de la Audiencia é Chanfillería Real que re- side en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, el licení^iado, don Alonso de Fuenmayor, obispo desta cib- dad, lo juraron en mi presencia, segund está dicho, Alonso de la Llana, mer- cader natural de la cibdad de Burgos, é Franfisco Nuñez, natural de la cüjdad de Plasenfia, estantes en esta cibdad; 6 di- xeron (pie era verdad lo que es dicho, é que ellos lo avian visto muchas veges ser assi. E después sin essos testigos, lo dif;en otros muchos que lo han visto é experi- mentado, é entre ellos Lázaro Bojarano, vecino desta nuestra cibdad , hombre de honra é digno de crédito, que há poco que estuvo en aquella tierra, dice lo mis- mo. E aunque acaesge, queriendo burlar á alguno que no lo sabe, yendo su ca- mino adelante , dejar un sombrero en tierra ó liafor poner una piedra no ma- yor que un palmo, sin que el novigio en la tierra lo vea; é desque están aparta- dos un tiro ó dos de ballesta, volviendo la cabeca atrás, paresfer que es un Imito tan grande como un buey ó un caballo ; é cómo la tierra es rasa é no aver visto al passar cosa ninguna, ha^en sus apuestas sobre ello, diciendo: hombre es, ó caba- llo es, ó piedra es; é volviendo á ver la cosa, yrse ella en la vista resumiendo é achicando , hasta quedar en su ser é ta- maño, veynte veges menor ó mas de lo que les avie paresgido desde lexos. CAPITULO XX. De la hierva que los indios de Nicaragua llaman yaat, é en la gobernación de Venecuela se dice hado , y en el Perú la llaman coca, é en otras parles la nombran por oíros nombres diversos , porque son las len- guas diferenlcs. ilLcostumbran los indios de Nicaragua é de otras partes , donde usan esta hierva yaat, quando salen á pelear ó quando van camino, traer al cuello unos ca- labacinos pequeños ú otra cosa vacua en que traen esta hierva seca, curada é quebrada, hecha quassi polvo, é pónense en la boca una poca della , tanto como un bocado, é no la mascan ni tragan; é si quieren comer ó beber, sácanla de la boca é pónenla á par de sí sobre alguna cosa que esté limpia, é entonces paresge lo que paresgen las espinacas cogidas. Quan- do han comido é vuelven á caminar, tor- nan á la boca la misma hierva ; porque demás de ser gente mezquina é sufia , es cosa esta que la estiman entre sí, é es buen rescate para la trocar ó vender por otras cosas, donde no la alcanran , ni la hay: é trayda assi en la boca, la mudan de quando en quando de un carrillo á otro. El eleto della es que disten los in- DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XX. 207 dios questa iiierva les quila la sed y el cansancio; y jiintamento con ella usan 5¡erta cal hecha de veneras é caracoles de la cosía de la mar , que assi mismo traen en calabacitas; é con un palillo lo revuelven é meten en la boca, de quando en quando, para el efclo ya dicho. E aunque totalmente no les quite la sed ni el cansancio, di^en ellos que se quila, ó mucha parle dello , é que les quita el do- lor de la cabera é de las piernas : é están tan acostumbrados en este uso , que por la mayor parle todos 4os hombres de guerra é los monteros é caminantes é los que usan andar al campo, no andan sin aquesta hierva. En la provincia de Yene- cuela é otra parte la siembran é cultivan é curan con mucha diligencia é cuydado en sus huertos , 6 cogen la simiente de- 11a , é después cogen las hojas é en ma- nojos las secan d guardan. Eecha unos tallos ó vastagos tan altos como tres ó quatro palmos ó poco mas, assi como los bledos ó malvas ; pero esos asti- les ó vastagos, cogida la hoja, ques el fruclo, échanlos por ahy; é difen que si la comiessen ó tragassen que los mala- ria : antes ella sirve á tener húmeda é fresca la boca é la lengua é sin flegma; pero quando la dexan, se enxuagan bien la boca é lo echan, porque no les quede cosa alguna della. Sé de vista que co- munmente essos indios, á vueltas de sus provechos ó virtudes desta hierva é de aquella cal , aunque sean mancebos los que la usan, tienen malas dentaduras de sufias é negras , é podridas muchos dellos. CAPITULO XXI. De las minas nuevameiile halladas en la isla Fernandina , por olro nombre llamada primero Cuba, donde se ha descubierto cierta vena de metal que es oro, c plata é cobre. UjI año passado de mili é quinientos é quarenta se publicó que en la isla Fer- nandina , alias Cuba, se descubrió cierta vena é minas nuevamente halladas por un hidalgo natural de ¡Medellim, en Ex- tremadura, vecino de la villa de ', en aquella isla, llamado Vasco Porcallo de la Cerda : la qual vena ó metal dicen que es de tal manera, que en un quintal de tal materia salen quince libras de cobre muy bueno, é doce oncas de muy fina plata, é quince pessos de oro fino. Y es el venero ó minas desto en grandíssima cantidad en una montaña: por manera que es cosa de muy grand riqueza, lo qual no afirmo ni conlradigo hasta quel tiempo mas manifieste esto. Pero ya es- tamos siete años adelante é la nueva é fama de lo que es dicho, tornósse si- lencio é cayó en olvido, como cosa in- cierta, á lo menos en mucho menos que se avia dicho. i En el original se halla en blanco el nombre de esta villa, siendo ya imposible el averiguarlo , por la poca importancia de la mina que descubrió el hidalgo Porcallo de la Cerda. 208 HISTORIA r.F.NERAL Y NATIRAI. CAPITULO XXII. 5iie Iracta de Ingente llamada chacopati , á la qual los españoles llaman magueyes, los qnales nunca beben en toda su vida, sino alguna vez ó raríssimamente. E n la Tierra-Firme, ferca de la pro- vincia de Araya , hay una gente á la qual los españoles llaman agoreros , á causa de fierta fructa assi llamada; y cerca desta gente hay otra que llaman magueyes, á causa de gierta planta que llaman maguey, que es muy útil en aque- lla tierra, como mas largamente se dirá en el lib. XI, cap. XI. E aquesta gente magueyes llaman los naturales de aque- lla tierra chacopati: aquestos despencan aquella hierva , é la cabega ó cepa della cuégenla é hacen (;ierto manjar de assaz substancia , con que se sustentan , é de las hojas sacan el gumo por sudor de fuego á manera de destilarlo; é aquel licor be- ben aquellas gentes , porque agua nunca la ven ni la tienen, salvo de la mar, que no se sufre bebería. Caresfen de rios, que no los tienen , ni fuentes , ni lagos, ni pocos , ni en toda su vida beben agua, excepto quando llueve : que alli acaesfe muy pocas vef es en el año , é algunos años no llueve poco ni mucho. Mas quan- do alguna vez llueve , é en algunos ho- yos de la tierra se hagen charcos , beben alli algunos destos indios, como lo haria un perro ó otro animal, topando aquella agua acaso ; pero no porque les pene ni tengan cobdigia del agua, por estar, como están, criados é habituados ano la beber jamás. Assi que, la costumbre está con- vertida en natura ó su natural en la cos- tumbre. Estos indios de los chacopati é otros de aquellas comarcas, quando la luna está eclipsada, júntanse contra ella é tíranle muchas saetas, creyendo que está enojada contra ellos, é que los ha de destruir á ellos é todos sus bienes: por lo qual luego dan orden en trocar ó cambiar quanto tienen, é lo baratan unos con otros , porque son de opinión que, mudando las cosas do un dueño á otro, las aseguran élas apartan de aquel peligro que tenian ó esperaban de per- derlas, si aquesto no higiessen. E aun van de unos pueblos á otros, á ha^er los mismos cambios é truecos con sus vecinos é con quien pueden, hasta que no les queda jo- ya ni otra cosa sin baratarla: el qual cambio , assi como en castellano se dice trocar , é en la lengua desta Isla Españo- la se dige serra, en lengua destos ma- gueyes ó chacopati el trocar quiere de- q'iv itchibican. CAPITULO XXIII. En el qual se Iracta un depóssito ó nueva manera de culebras poneoñosíssimas , que hay en la isla Mar- garita, que las llaman de los cascabeles, é otras vivoras ó culebras que les quieren imitar con un casca- bel, d muy poncoñosas en la provincia de los Alcázares. H/n tanto que llega el tiempo de hablar en las cosas de la isla Margarita , en el lib. XIX é cap. XIV, quiero poner aqui un depóssito ó acuerdo, para mi memoria, de unas culebras de la mas extrema manera de ponzoña que nunca oy ni leí peor DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXIII. 209 animal, y es assi. En la isla Margarita hay linas culebras pongoñosíssimas que dentro de tercero dia muere aquel á quien muerden, é se le saltan ó rebientan los ojos de la cara al herido. Son pinta- das ; pero mirada assi á primera vista ó desde lexos toda junta, paresge que tira su color a pardo , porque aquellas sus pinturas son escuras é no se ven , sino desde gerca della. La mayor de aques- tas culebras es de ginco ó seys pies de luengo, é de ahy para abaxo. Tiene esta serpiente en la cola ó fineo ó siete ñudos redondos ó destintos, que paresgen que están como ensartados: é quando anda este animal, suenan como proprios é ver- daderos cascabeles sordos, el qual soni- do paresfe que la benigna natura (y me- jor diciendo Dios) con su misericordia le dió,paraaviso de los hombres humanos, porque se guarden della, oyendo aquellos cascabeles. Muy menos cruel fuera su veneno si, en picando, matara inconti- nente, que quedando penando aquel que muerde el espagio é tiempo que es dicho para perder la vida en el término que digo, é perdiendo los ojos é sin remedio de alguna medegina. Esto es como eslá dicho é visto por muchos testigos de vista , é aun en esta nuestra cibdad de Sancto Domingo hay hombres de honra é dignos de crédito que dello dan testi- monio, y que algún tiempo han seydn vecinos ó estantes en aquella isla Mar- garita. Otras culebras hay en la provin- cia de los Alcázares, en la Tierra-Firme, con un cascavel é una uña en el extre- mo é fin de la cola , muy ponzoñosas é inremediable su herida , como mas lar- gamente podrá el letor verlo en el li- bro XXIII, cap. VII, en la segunda par- le destas historias. CAPITULO XXÍV. Eli que se Iracta otro depóssilo para mi memoria, que perlenesce al l¡b. XIX, rio dos animales que hay en la isla deCubagua, imo de tierra é olro de agua, y es de aquesla manera que aqui se dir.i é cada cosa dellas muy notable. Lay en la isla de Cubagua unas arañas muy chiquitas en su tamaño , pero el do- lor que causan á quien muerden , es tan grande que no tiene otra comparación igual , sino la que se dirá de otro animal de agua; y si turase la passion que cau- san estas arañas , no seria mucho que el que está herido ó picado della desospe- rasse y él mismo se matasse, por afloxar su pena muriendo , por no atender tan cruda passion. Pero no hay en este pe- ligro mayor remedio ni consuelo que la esperanza y experiencia que ya se tiene de llegar al término en que gessa su fati- ga, para ser libre el que assi está trabaxa- do ; porque en tanto que el dolor perse- vera, las vascas v trabaxo que padcsgen, TO.MO I. sin se afloxar ni mitigar la pena por cosa alguna , es cosa incomportable , sin que pueda comer, ni beber, ni repossar un punto el paciente hasta el dia siguiente á la propria hora que fué picado. Y quando ha ccssado el dolor, queda tal el que ha padesgido que en dos ni tres dias no puede tornar en sí ni á su pri- mero estado , puesto que deste mal nin- guno muere. Hay un pescado ó animal en la mar, que no es mayor que un dedo pulgar de la mano y pintadillo de pecas é rayas blancas é otras amarillas, c lláma- se talara; y al que pica en el agua, co- mo acaesge algunas veges picar á algún indio , el que está herido hage tantas vas- cas é siente tan grandes dolores, é pas- 97 210 HISTORIA GENERAL Y NATURAL sion incomportable, como lo que se lia dicho que sienten los picados del arana que de suso se dixo, sin ressar hasta otro dia siguiente que el agua de la mar está en el mismo ser menguante ó cresfiente que estaba, al tiempo que picó este ani- mal. De forma que tura aquolla passion é dolor del un animal ó del otro veyn- te é quatro horas naturales puntualmen- te, sin que aproveche remedio alguno en el que está lastimado , hasta que pas- se el tiempo que es dicho ; é aquel com- plido , ningún peligro hay en ninguna destas dos cosas. CAPITULO XXV. De los juncoso palmas que, llevados á España c á otras parles por el mundo, sirven de báculos ó bordones para los hombres de auctoridad é para los viejos é hombres ancianos, é aunque en muchas parles de las In- dias los hay é se nasccn de por si, cuónlase aqui dónde los crian c siembran é cullivan, é para qué cfelos. v^osa es común, ó que en muchas partes de las Indias so halla, esta manera de bor- dones ó báculos que en España los llaman juncos de las Indias ; y destos yo diré largamente, en el libro X y capítulo VIII de la primer aparte, lo que ha^e al caso de su forma y manera questos juncos son. Pero no se dirá alli una cosa que á mi notifia ha venido pocos dias há, y que aqui escrebiré , porque aunque há tantos años que vivo en Indias , nunca lo supe hasta el año que passó de mili é quinien- tos é quarenta y uno , y no pensaba yo questos juncos se cultivaban ni hafian en parte alguna con diligencia humana , sino del proprio oficio de la natura donde á su propóssito fuesse. Y salido yo de una enfermedad que en el año que he dicho tuve , de que quedé muy flaco y con nes- C-essidad de un báculo hasta convalesger, un amigo mió é vegino me pressentóuno destos juncos para mi propóssito, hombre digno de ser creído ; y me dixo que lo tenia desde que se halló con el capitán Diego de Ordaz é Gerónimo Dortal en el descubrimiento del gran rio de Iluyapari, donde á los indios es común é ordinaria cosa en el pueblo, que llaman ellos A7-va- cay, plantar ó sembrar é coger estos jun- cos. Y el efeto principal para que son é en lo que se sirven dellos, es para levan- tar las falcas ó costados de sus canoas, juntando unos á par de otros, muy bien ligados; y assi hajen cresger en alto las paredes ó costados de sus navios ó ca- noas , porque son muy á propóssito é úti- les para ello, assi porque son ligeríssi- mos , como porque de ninguna otra ma- dera ni ligaron podrían hacerlo tan pres- to ni que mejor ni tan bueno fuesse, como de los dichos juncos. Y entre aquella gente es una buena mercaderia é rescate é muy nosgessaria para los que navegan en canoas, para haberlas de mayor porte é sin detrimento de la canoa. Y esto bas- te aqui quanto los juncos , pues que co- mo es dicho , en el lugar alegado estará relatado lo demás. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXVI. 211 CAPITULO XXVI. En el qual se Irada un notable que es razón que por cosa memorable se pongfa en esle libro, para que me- jor se entienda la abundancia de la carne que hay en esta Isla Española y la que se mala cada dia que es de carne ordinariameiile. líSta cibdad de Sancto Domingo no lle- ga á seysfientos veginos al presente, que es el año de mili é quinientos é qua- renta y ocho en que estamos , é ya tuvo mas vecindad ; pero nunca estuvo tanto edificada. Y cómo quier que es poca po- blación , se matan cada dia quarenta no- villos é vacas en la carnesgeria que se pessan, é con la carne del rastro llegan á finqüenta reses un dia con otro , y vale el arrelde á dos maravedís : que es cada arrelde dos libras de á diez éseys ongas. Matan é cómense en esta cibdad treynta é treynta é cinco carneros cada un dia, é vale el arrelde á diez é seys maravedís. Métanse é péssause al mismo presgio cada un dia veynte terneras. Métanse é pés- sanse cada dia diez ó qIoqc puercos, ó vale el arrelde á veynte maravedís. Assi que, son por todas ciento é diez é siete cabegas destos quatro géneros ó forma de ganados ó pocos menos, é aun á ve- ges mas de lo ques dicho : la qual can- tidad no hay pueblo en España , por grande que sea , en que tanto ganado se pesse. Y como en otras partes la his- toria lo acuerda , es mucha cantidad la que del ganado vacuno se mata é alan- cea en el campo, é se deja perder la carne , por salvar los cueros para los llevar á España, é por aprovecharse del sebo. CAPITULO XXVII. En el qual se tracla de las dos especies ó maneras de esmeraldas que se han hallado en laTierra-Firmc, de las quales se han llevado muchas en cantidad , de diversas estimaciones d prescios, c aun asaz deltas de mucho valor han discurrido por Europa d otras partes del mundo, que destas nuestras Indias se han trans- portado, por muchos reynos, en tanta manera que la grande abundancia é número dellas ha fecho dismi- nuir el valor de tales gemmas. l^n aquel tractado De proprieíaíibiis re- rum ' están escripias muchas y grandes propriedades y virtudes de la esmeralda, y entre otras dige que acresgienta las ri- quezas é da hermoso hablar é guarda de la gota coral : quando es colgada al cue- llo guarda la vista, é la conforta quando es flaca. Restriñe los movimientos de- lectables de los luxuriosos , é restituye la memoria perdida, é vale contra las fan- tasmas é las ilusiones del demonio : apa- cigua las tempestades é estanca la san- gre , é vale á los adevinos , como se dige en el Lapidarlo. Con qualqaiera cosa de las ques dicho queste auctor , ó mejor di- ciendo la experiencia , me haga verdad de la esmeralda, me paresce que no hay dinero que so le iguale. No hay aspecto de alguna color mas jocundo , é como miramos de voluntad las hojas verdes é las hiervas , tanto mas de grado vemos las esmeraldas , porque ninguna cosa ver- de es mas verde que ellas, en su compa- ración : é son entre las gemmas o piedras 1 I.ib. XVI, cnp. S7. 212 HISTORIA GENERAL Y NATURAL prcsgiosas las que liiaclieo los ojos é no los cansan : antes quando son cansados, por aver mirado otra cosa, los recrean. Ni tienen los ojos mas agradable restau- ragion para aquellos que entallan las gem- mas, porque con aquella verde lenitud ó halago mitigan el cansancio, é assi mis- mo hagen ver por mas luengo espagio, dando, por reflexión, su color al ayre cir- cunstante. Nerón miraba las batallas de los gladiatores en una esmeralda. E son de doge maneras: ó las deSgithia sonnobilíssiraas, denominadas de la tierra donde nasgen , é ninguna otra es mas dura ni con menos vicios : é las balria- nas , como son próximas á las ques di- cho , assi les son en el loor iguales ; y di- gen que se recogen en las conjunturas de las piedras , pero que son menores que las sgithias. En íin , después que ha di- cho Püiiio de otras cspegics de esmeral- das , concluye que las egipgias tienen el piingipado'. Dige mas: algunas no se deben horadar, porque son de perfeta bondad, é por esso quieren mas aynaha- ger de aquellas cilindr'i que gemma ó piega, como aqui se dirá, que no piedra engastada, porque en las tales es suma- mente alabada la longura. Algunos creen ([ue nasgen angulosas ó esquinadas, é (¡ue sean mas gragiosas horadándolas, ])orque se les quita la medula de la blan- cura , é con el oro que se les pono se cas- liga é enmienda la causa de la transpa- rengia é bágesse mas densa é perfecta. Todo lo dicho es de auctoridad del auc- tor alegado , y muchas mas cosas escribe en su último libro de la Nalural Historia, tractando de las esmeraldas. Isidoro en sus Ellümologias sigue en la mayor parte de lo ques diclio al Plinio. Este sancto doctor, declarando en sus Ethiinolofjius'^ este vocablo é figura de celindro , la pin- ta é pone assi. Cilindrus est figura quadra- la, habens superius semicirculum insoli- dum, Ha [Lámina 2.°, fg. 5.°): pero yo no lomo por tal figura lo quel Plinio dixo de suso, sino por lo que lo toma el Antonio de Lcbrija en su Vocabulista [Cilindrus, i, por coluna ó cosa rolliza en luengo); pero dexadas estas opiniones aparte , digo que en esos ni en otros auctores no he hallado particularidad que sea totalmente tan satisfactoria en esta materia é nasgi- niiento de las esmeraldas, como lo que han visto nuestros españoles (y he com- prehendido de las esmeraldas destas nues- tras Indias): diré mi paresgeren ello, re- mitiéndome del todo á los que con mas experiengia é curso las han tractado. Y di- cho lo que he oydo, y dada relagion de lo que he visto , ocurran los lapidarios á su experiengia é doctrina , é sírvanse desto en lo que fuere á su propóssito. En el libro XXVI, cap. XIII, se hallará adelante escripto lo que entendí de dos capitanes, mis amigos, é personas co- nosgidas é de crédito , é también lo supe de otros que assi mesmo vieron sacar es- meraldas en la gobernagion del nuevo reyno de Granada, donde nasgen é está la mina dolías. Y también hallares, letor, en el libro XXXXVI, en el cap. XVII, otra espcgie de esmeraldas muy desemejantes en su nasgimiento , porque las primeras que digo están en la provincia de los Al- cágares, en la jurisdigion del cagique So- miinloco ó de otro que se llama Tena , é las que dixe del libro XXXXVI son en Puerto Viejo , en el Perú , las primeras, esto es, en la jurisdigion de Somindoco: é de la misma forma se hagen en tierra del Tena , y aun estas eran las mayores é mejores ; pero por gierto terremoto se hundió aquel monte ó parto, donde en Tena sacaban esmeraldas. Sácanse en una sierra cavando, é después sueltan el agua que tienen para ello retenida en l Plin. , lilj. úllimo, cap. G. 2 IsiiJ., lili. XVI^ cap. 7. De viridioribusyciniins. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXVII. 213 charcos ó pozas que hagen, quando llue- ve, é con ella lavan la tierra de la peña cavada, é cómo el agua la roba é lleva, descúbrense é paresfen las esmeraldas. Estas todas son prolongadas, como cañu- tos por la mayor parte , pero mariros é de seys ángulos é caras 6 muy duras, puesto que participan asaz de una trans- parencia cristalina. Destas me lian dicho algunos testigos que por experiencia lo han visto , en especial el capitán Gómez de Corral, quel fuego no las corrompe (á las que son limpias dellaa), éaun se ofres- fia á lo experimentar en mi presencia. Mas aun quél tenia muchas esmeraldas, yo no quise aceptar tal prueba , porque no pensasse que ponia en dubda sus pala- bras ; y también le oy decir que las que limpias no eran, se rompian con el fuego. De las segundas esmeraldas que dixe de suso en el lugar alegado que se crian en el Perú (libro XXXXVI), en guijar- ros ó piedras como marmoleñas , en las entrañas ó interiores de los guijarros ó piedras semejantes, digo quel nascimien- to dellas , hasta el tiempo pressente , á los españoles oculto es; y tengo creydo que debe ser muclia verdad assi , porque soy informado de hombres de crédito que me han dicho c otros me han escripto que ellos las han hallado dentro de tales pie- dras. Y con esta mi opinión é verdad es conforme una esmeralda que yo uve destas, é la tuve un tiempo fecha una cuenta redonda d horadada, assi como se ovo de los indios, que en parle della pa- resgia piedra cristalina ó especie de gui- jarro blanco transparente , y en otra par- te della mostraba ser muy fina esme- ralda y que se podia sacar della una ple- ca, digna de un anillo para un príngipe ó señor grande. Con la qual tuve otra es- meralda en una sortija ó anillo engastada que me costó doscientos é cinquenta pes- sos de oro , é no la diera por quinientos: é si no oviera tanta abundancia de esme- raldas (que de las dos provincias que he dicho han resultado é ilevádose á Espa- ña), yo estimarla la mia en mas de mili pessos de buen oro ; porque de mas de su limpieza ó hermosura es gran pieza é quassi tamaña como la mitad de la uña del dedo mas gruesso de la mano de un hom- bre , é es gruessa asaz , segund su gran- deza. Estas últimas llaman de Puerto Vie- jo, porque alli venia la contractacion de- llas, antes que los chripstanosganassen la tierra , é por aquella comarca se han ávi- do. Mas sospéchase questas esmeraldas se hallan en la tierra é señorío del caci- que Tangarala , é de cerca de un gran rio assi llamado ; en la costa del qual se pobló la cibdad de Sanct Miguel, ques á seys leguas de Puerto Viejo, questá desía parte ó promontorio de Sanct Loren- Co , algo mas de un grado de la otra parte de la línia equinocial : de manera que las primeras que están de esta parte en los grados que he dicho, se deben llamar es- meraldas de Somindoco , é las que están del otro cabo, que son las últimas é me- jores , se deben llamar de Tangarala, en tanto que mas noticia sea dellas. Y por mas me certificar de lo que he dicho, hice labrar á un lapidario italiano, llamado Roco, la cuenta que he dicho que tuve redonda, y aun dos cuentas esme- raldas ; y se sacaron piezas en toda per- fec¡on y verdor, y también sacó este la- pidario de las mismas cuentas algunas esmeraldas , no tan finas , é otras piezas blancas de las mismas cuentas. Cosa es que para mí fué nueva vista é satisfato- ria de lo que tengo dicho de suso. He traydo aqui esto á conseqüencia de los depóssitos diversos ó materias diferen- tes de que tractaeste libro VI, porque me paresce que lo que he dicho de las esme- raldas es notable , pertenesciente á este lii)ro , assi para considerar las diversida- des quel Plinio é otros auctores escriben de tales gemmas, como porque ningún 214 HISTORIA GENERAL Y NATURAL auctor he hallado que de vista pueda tes- tificar cosa tan al propóssito é bastante de las esmeraldas, como lo que longo di- cho : de las quales se han llevado muy ricas piezas á España , é de mucho valor, de la una é de la otra parte que he dicho que se han hallado en estas Indias. Para mi opinión yo tengo en mas estimaf;ion las segundas esmeraldas, de que he trac- tado , que llaman de Puerto Viejo ó de la Nueva Castilla, ó como digo de Tanga- rala , non obstante que puntualmente no se sabe hasta aqui , que estamos en el año de mili é quinientos é quarenta é ocho, su nasfimiento, aunque algunos sospe- chan é otros creen que son de la costa del rio de San Johan , que es f erca de Puerto Viejo , é está aquel rio en dos gra- dos é alguna cosa mas desta parte de lalí- nia equinorial. Pero porque las que llaman de Granada ó de los Alcázares ó Somin- doco ó Tena ó Bogotá , mejor lo enten- dáis, letor, digo quel nuevo reyno de Granada se dio por nombre á aquella pro- vincia por los chripstianos que la descu- brieron ; é otros le llaman los Alcázares. El mayor señor de la provincia se degia Bogotá ; é á la parte de Bogotá háf ia el norte, está el cacique Tena, do se solian sacar las ricas é mejores esmeraldas. E á la parte de Bogotá , háf;ia mediodía , está la otra mina de esmeraldas en tierra del cacique Somindoco : assi que de la una mina á la otra hay veynte leguas, é en medio de ambas minas estaba aquel gran señor, llamado Bogotá, é todas tres par- tes están quassi en triángulo, é es un va- lle hermoso é fértil; para subir al qual siempre se va encumbrándola tierra poco á poco desde muchas leguas, como quien fuesse desde Sevilla á Burgos; é assi con- cluyen nuestros españoles que lo han vis- to , que hasta llegar al dicho valle ó se- ñorío del Bogotá, se va la tierra al(;'ando c se passan muchas é altas sierras. Y esto baste quanto á las esmeraldas. CAPITULO XXVIÍI. En que sumariamenlc se tracln un depóssilo, quo mas largamente se podrá ver en sus lu2;ares apropri- dos, é donde la natura en estas Indias lia mostrado é produce alg'unas fuentes é nascimienlos de betuní de diversas maneras. JL ráctase en el libro XVII , cap. VII , de una fuente ó minero de betum que hay en la isla de Cuba , alias Fernandina , que es cosa muy notable ; pero no nueva en el mundo, porque como al letor constará por lo que alli puede leer, otras fuentes tales escriben auctores graves é de cré- dito que hay en otras partes. Pero como este libro VI es de depóssitos , é paresge que conviene que haya en él una rela- ción de la generalidad ó particulares no- vedades de las cosas que en estas Indias se descubren , parésgeme que aquesta de los veneros ó manantiales ó fuentes de betum no se debe preterir ni dexar de re- ferirse aqui por cosa muy notable. E digo assi que hasta el pressente tiempo del año de mili é quinientos é quarenta y dos sabemos que hay talos betumes ó licores, señaladamente en aquestas partes que agora diré. En la isla de Cubagua, que también se llama de las Perlas ; en la isla de Cuba , alias Fernandina , está otra fuen- te ó venero de betum; en la Nueva Es- paña hay otra en la provincia de Panuco, é otras dos fuentes hay en la punta de Sancta Elena, que la una dellas es como perfecta trementina. Otro lago de belum está en la provincia de Venezuela : otro pozo hay de betum en la gobernaf ion del nuevo reyno de Granada , en la tierra de los indios bravos, que llaman Panchos. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXVIII. 215 Assi que hasta el pressente se saben en estas nuestras Indias siete fuentes ó ma- nantiales de betum; é muy diferentes los unos de los otros, de los quales todos nuestros españoles, ó de la mayor parte dellos , se han aprovechado para brear navios , non obstante que segund lo que de los indios se ha podido saber , son apropriados tales licores á muchas pas- siones, é son medicinales, como se di- rá en sus lugares é partes apropriadas, quando en cada parlo ó isla , donde es- tán, se tractáre su historia mas puntual- mente. CAPITULO XXIX. Peí temblor de la mar, é del fundamenlo ó lierra qu.c debaxo della está juníamente , ó en un instante tem^ blor de ambos elementos. on las cosas del mundo y de la natura tan grandes é de tanto valor é soberana in- vostigafion para los despiertos ingenios, que ningún buen entendimiento las puede oyr ni considerar sin grande goco é deleta- QÍon del espíritu inteletual. Y aun no son poco provechosas en los cathólicos varo- nes , pues á los tales y aun á los infieles causan una ocurrengia de memoria que los lleva al Hacedor y causador de todos los bienes y de todo lo creado y elemen- tado para darle gracias y loores de sus maravillas ; porque como dijo David: "Señor, no hay otro semejante á tí '.» Cierta cosa es, que manifiestamente yer- ra aquel que á la natura le da gracias, ni se maravilla de cosa que obre , sino á solo aquel que la ordenó é compusso de tal manera , que ella pueda naturalmente obrar aquello que , por acaesger raras veges, nos paresge milagro. Una cosa diré aqui que, aunque hé setenta años, nunca antes avia llegado á mi notigia se- mejante acaescimiento , y al presente el capitán Johan de Lobera , que está en esta cibdad ó puerto de Sancto Domingo, me ha dicho , y también lo dige un maes- tre de una caravelallamadoJohanes, na- tural del condado de Vizcaya, é ambos testifican avcrse hallado en lo que aqui se dirá. Después quel adelantado don Pe- dro de Alvarado , viniendo de Castilla, passó por esta cibdad é llegó á la Tierra- Firme é gobernación de Honduras , envió al dicho capitán Johan de Lobera con tres navios á estas islas. E después que se hi- gieron á la vela en la Tierra-Firme é na- vegaron para venir aqui, dióles tiempo contrario é hízolos andar temporigando muchos dias: é la víspera do Sancta Ca- thelina, veynte é quatro de noviembre de mili é quinientos treynta é nueve años, á causa quel tiempo no abonangaba para seguir su viaje , estaban todos tres navios apartados uno de otro é puestos al payro, por no se derrotar ni perder lo que avian caminado , é hallábanse quarenla leguas ó mas apartados de la gran costa de la tierra é de donde avian partido. El norte ventaba mucho siete dias avie, sin gessar un punto, que en esto estaban aguardan- do la mudanga del tiempo; y esperando otro mejor tembló la mar , é assi creyeron que lo hizo la tierra que debaxo de sí te- nían. Esto fue entre las onge é las doge horas de la noche , y de tal manera , que todos los de los navios pensaron que avian dado en algunos baxos, y ocurrie- ron á las sondas c no hallaron suelo ; y espantado del caso el capitán Johan de i Domine, non esl similis lui. Paralip. , cap. i' 21G HISTORIA GENERAL Y NATURAL Lobera, se hizo á la vela, atinando á los faroles que cada navio tenia, para se re- coger ó entender, é arribó con la nao capitana sol)re un navio de los de la con- serva por hablarle, é preguntó á este reiaestre Jolianes (cjuc assi mismo al pre- sente está en esta cibdad) que qué le pa- roscia que debian hacer, y el maestre le dijo: «Señor, no sé qué hagamos ; ha- berse há lo que vuestra mer(;'ed manda- re.» Entonces el capitán, Johan de Lo- bera , replicó é le dixo : « ¿ Paré^'eos que debemos arribar la vuelta de Tierra-Fir- me?» E el maestre respondió que le pa- resgie que lo debian hager, pues que la mar ya no los sofria , que habia tembla- do, é el tiempo estaba muy metido en su contraste. E assi acordaron de arribar, é fueron la vuelta de tierra, é caminaron lo que les quedaba por passar de aquella noche, é el dia siguiente todo de Sánela Cathelina é la noche con mucho norte, é el otro dia adelante por la mañana llega- ron al cabo de Higueras. E salidos en tierra supieron que en la misma safon que passó lo que está dicho de aquel temblor , tembló assi mismo mucho la tierra de aquella provincia , é se siguió grandíssimo daño en las heredades é en el campo. Paresfióme notable cosa é dina de ponerse entre las diversidades de co- sas queste libro VI ti-acta , puesto queste maestre Johanes dige que otra vez le acaesgió lo mismo en Levante en el ar- chipiélago; é caso que á marineros no sea oculto esto , para mí ha seido cosa nueva oyrlo, y assi será á otros muchos, en ospefial á los que no han tanta noli- fia de las cosas de la mar ; porque mo- verse allá debaxo della la tierra é temblar en tanta hondura, como aquellos navios tenian debax:o de las quillas, é sentirlo de tal manera que les paresgió avian to- pado en rocas ó dado al través, caso para espantar é no de poca contempla- ción é admiración es á los que lo oye- ren. Bien sé que escribió Plinio ' que tiem- bla la tierra variamente é haf e maravillo- sas operaciones; porque algunas veges derriba los edificios, é otras, abriéndose la tierra , los traga : otras veces echa fue- ra alguna altura ó muela de territorio: otras ve^es rios ; otras fuego é cálidas fuentes, é alguna vez revuelve el curso de los rios. El terremoto es acompañado de sonido , el qual paresge ó mormurio ó bramido ó grito humano ó rumor de ar- mas , segund la calidad de quien lo res- fibe é la forma de la caverna de donde sale ; porque en la via estrecha es ronco, é en la torcida riboraba , y en lo húmido ondea, y muchas ve^es sin terremoto se oye el sonido. Ni en una misma manera se conmueve la tierra ; mas ó tiembla ó alanza el abertura que hafc el terremoto. Alguna vez queda mostrando lo que ha tragado, é otras veges se rehinche, de ma- nera , que ninguna señal queda de las cibdades ó tierras sorbidas. El mismo auctor alegado dige, antes de lo ques di- cho , lo que sigue : «Yo estimo no ser dubdoso que los vientos son causa de los terremotos: ni jamás tiembla la tierra, si la mamo está quieta é el ayre tranquilo, quel vuelo de las aves no se sostenga, porque es removido todo espíritu que le lleva. Ni jamás hay terremoto sino quan- do el viento es rincluso en las venas de la tierra ; porque assi es el terremoto en la tierra, como el tronido en la nube, ni es otra cosa el abertura de la tierra de lo ques la nube, quando al salir del rayo se abre , porque el viento encerrado quiere salir á lugar libre ^. » Aplicando lo ques di- cho de Plinio á nuestro propóssito é á lo que los testigos alegados difen que les subgedió, cotejado lo que tan alabado auc- tor escribió desta materia en su Natural l riin., lib. II, cap. 82. 2 Plin., lib. II, cnp. 81. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXIX. sr historia , veo (¡iie no se conforma con nuestro caso ; porque pues Plinio dige que jamás tiembla la tierra si la mar no está sosegada y el aire tranquilo , y es- tos otros contestes digen que la mar an- daba muy alta y el viento muy excesivo é grande , é la noche toda con muchos truenos é relámpagos é tiempo tempes- tuoso; muy diferente es é desviado lo quel Plinio dige de lo que nuestros testigos afirman. Assi como no supo este caso, es de creer que hay otras muchas parti- cularidades quel no alcangó, é quel mun- do nunca gessará de enseñar novedades á los que vivieren , y mucho mas en es- tas Indias que en otras partes ; porque los secretos dellas están menos entendi- dos ni vistos con tanta experiencia por los chripstianos é hombres de sgiengia seme- jante. CAPÍTULO XXX. De un depijsilo é nuBva manera de atabales é alambores é hasta agora nunca oydos ni vistos, cxcrplo en Zisca, capitán herético de los bohemos heréticos. u n depóssito se me ofresce de una nue- va manera de atabales que en la parte austral destas nuestras Indias se han ha- llado y visto , lo qual en la continuación destas historias estará mas largamente escripto en sus lugares apropriados, assi quando se tráete de la gobernagion de Popayan en el libro XLV, como en el li- bro XLVI de la última parte destas his- torias. Mas por ser cosa muy notable ha- ger los hombres atabales, ó ser los hom- bres atabales, degirse ha aqui en suma lo que en esto passa : é diré primero una cláusula del testamento del herético Zis- ca, capitán muy señalado délos heréticos de Bohemia, porque quiere paresger á lo que los indios hagen en algunas pro- vingias (no lexos sino muy gerca) de la línia del equinogio. Escribe Eneas Silvio Picolomineo , natural de Sena , cardenal (le Sancta Sabina, en su Ilisioria de Bohemia * , que seyendo herido de pesli- lengia en un castillo, llamado Priscovia, el herético capitán Zisca , por permisión de Dios (segimd se debo creer) , mu- rió aquel aborresgible monstruo, cruel, espantable, enojoso, contra el qual , no bastando poder humano, bastó para ma- talle solo el dedo de Dios. Digen que Zisca, estando enfermo, fué preguntado dónde le enterrarían, é respondió que le desoUassen después de muerto, y echa- sen la carne á las aves é bestias , é del cuero higiessen un atabal, é le llevassen ante sí, como capitán , quando fuessen á pelear, é que en oyendo los enemigos el son del atabal, huirían. Lo que con este tal atabal se con- forma en las partes que he dicho des- tas nuestras Indias es lo que agora di- ré. Quando fué preso Atabaliba, prín- gipe muy poderosso é rico , huyó un capitán suyo de Caxamalca ó desde su real de Atabaliba, con ginco ó seis mili indios, é algósse con la provingia de Quito , é traia unos hijos de Ataba- liba que allá estaban. E Atabaliba es- tando preso, envió por ellos á un herma- no suyo, y este no queriéndoselos dar, le mató é le hizo sacar todos los huesos por giorta parle, quedando el cuerpo en- tero é lo hizo atabal: de tal manera, que la una parte del atabal , ó mejor digien- do atambor, eran las espaldas, é la otra TO.MO I. i Uh. III. 28 2i8 HISTORIA GENERAL Y NATURAL parle era la barriga. E curada la cabega, é piernas, é pies, é brazos, é manos, é lo restante del cuerpo estaba entero co- mo preñado é fecho atabal ó atambor co- mo es dicho : lo qual hizo por asegurar su lirania , é por atemorizar á otros á quien amenazaba que no le seyendo obe- dientes , los convertiria en semejantes alambores. Estando en esta cihdad de Sáne- lo Domingo de la Isla Española el ca- pitán Sebastian de Benalcágar , quan- do yba á su gobernagion de Popayan , el año que passó de mili é quinientos é qua- rcnta , yo platiqué con él algunas veges, como con hombre que se avia hallado en la conquista de las provincias de Quilo é Popayan , é de aquellas partes austra- les é señoríos de Atabaliba. E cómo ha muchos años que nos conosf emos é somos amigos, como tales, sociablemente é de grado me informó de muchas cosas que yo desseaba certificarme ; y entre otras le pregunté por el atabal ó alambor que es dicho , y me dixo que él avia visto el mesrao atabal , é que era muy gran ver- dad aver assi passado como es dicho. Y me dixo mas: que lo tal es cosa muy usa- da en aquellas partes, é que vido en una población pringipal, llamada Lile, que es en la gobernación de Popayan (la qual está en dos grados y medio desta parte de la línia equinocial), en solas tres casas seyscientos é ochenta atabales se- mejantes al que es dicho. E aquestos ta- les instrumentos de música los hacen de los enemigos que vencen ó pueden aver; é quanto mas valeroso es el capitán ó señor de aquellos que en aquellas partes tienen señorío , tanto es mayor el núme- ro que tiene de tales atabales , é es un gran testimonio de su esfuerce é cruel- dad, de lo qual muchos se prescian. Y ningún atabal de los que de otros ani- males se hacen , les aplace , ni otra músi- ca han por tan suave é grata á sus ore- jas, como aquesta. E assi quando hacen sus arcytos é fiestas, esos atabales se ta- ñen, é los tienen por un muy excelente ornamento de su Estado, é por grande auctoridaddesu potencia. Ved,lelor, qué Cerimonias les dá á entender el diablo, que son grandeza é de honrosa reputa- ción , porque cada dia crézcala república infernal é no falten homecidios , con que se vierta sangre humana, é se ofrez- ca al demonio en sacrificio : de lo qual él se huelga mucho, como mas largamente lo dice el Tostado, exce- lente doctor , relatando las causas por qué Busiris sacrificaba los exlrangeros, por hacer placer ó servicio á sus Dio- ses, é porque le prosperassen en Es- tado ». CAPITULO XXXÍ. De una propricdad délos ganados ferca de la linia equinocial , que es cosa muy notable. V/uito está cinco ó seis leguas (segund fui certificado del capitán Sebastian de Benalcácar y do otros), de la otra banda ó parte de la línia equinocial , á ochenta leguas de Popayan, de tierra doblada; é Popayan está en dos grados y medio des- ta parte de la equinocial, é el rio que llaman Angasmayo parte los términos de Quito é Popayan . Cosa es maravillosa que los ciervos é ganados que están de la parte de Quito no passan el dicho rio á estotra parte, aunque por muchos va- 1 Abul. sobre Eusebio Z)e los tiempos ,\ib. II, cap. 461. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXXI. 219 dos que tiene lo podrían hager, ni los que nasgen é están destotra banda tam- poco atraviessan el dicho rio para la otra parte hágia Quito. Otra cosa notable quie- ro referir aqui , la qual supe assi mismo del gobernador Benakácar , el qual me certificó que los fiervos en la provincia de los Alcafares (hágiaSancta Marta) son chicos, é hágia la parte de Levante son grandes , no estando mas de un pequeño monte en medio. Estas cosas é secretos de la natura, son ocultas las causas, puesto que los efetosson vesibles. Assi como en Sigoro ', isla donde no entran perros, é llevándolos de otras partes, va- gabundos se andan por la ribera é se mueren , en muchas parles de la Tierra- Firme , assi como en Sancta Marta é en Nicaragua é en el golpho de Orotiña, todos los perros que son naturales de la tierra no ladran (de los quales yo he vis- to muchos); pero los nuestros que han lle- vado españoles ladran, como lo suelen ha- ger en España. Tcnupsisambri, provincia es de Assia, donde todos los animales de quatro pies son sin orejas , é assi mismo los elephantes^. Quién puede saber ni con- jecturar la causa por qué una gente de la India llamada pandora , la qual habita en los valles , vive doscientos años , y en la juventud son canos, y en la vejez tienen el cabello negro? * O por qué en otra par- le nasgen los hombres con cola pelosa é son velogíssiraos , é otros con tan gran- des orejas que cubren todo el cuerpo con ellas? Estas cosas , como dige PU- nio, ó otras semejantes, produge la na- tura de la generagion de los hombres, las quales á ella dan juego y á nosotros nos parescen miraglos. Y assi mismo se ven en los otros animales las diferen- gias que se han dicho de suso, é otras que no se pueden acabar de escrebir, sin prolixidad. Pero , como mi intento no es degir las que por otros auctores están es- criptas, sino las que en estas nuestras Indias vienen á mi notigia, que son nota- bles , he traydo á conseqüongia las que truxe aqui del Plinio , para que el leíor se acuerde que esta materia es grande, é que en otras partes del mundo hay assi mismo otras muchas cosas, de que se pueden tanto ó mas maravillar los hu- manos, como de las que se han dicho destas Indias , y assi tengo por giertas las unas é las otras. CAPITULO XXXIÍ. De los vasos hechos de cabecas de hombres ; y tráctase aqui en especial de uno que luvo el gran prín- cipe Alabaliba, é de lo que dio por un gato , é de lo que dio á un español por causa de un gavilán. LJ n depóssito (y aun tres) porné en esto capítulo XXXII, en tanto que llega la his- toria á su tergera parte ó volumen, donde se tractará de las co?as del gran príngi- pe ó rey Atabaliba. Y porque ha pocos dias que tengo notigia de un tractado nuevamente escripto por un caballero de Sevilla, llamado Pedro Mcxía, é á su li- bro llama Silva de varia lerion, no se puede negar que el auctor es docto y su obra provechossa , y el estilo no menos- elegante que subido en quilates de mu- cho valor; y conozco yo de su ingenio y letras que bastan á esa obra é otra mayor. Mas diré dos cosas aqui, antes que diga- 1 Plin., lib. VI, cap. 28. 2 Plin., lib. VI, cap. 30. 3 Plin., lib. VII, cap. 2. 220 IIISTüUIA üli.NKHAL Y .NATUKAL los Ires depóssitos (jue ofrcsgl de suso: la primera es que! nombre ó título del libro me pares^-e muy bien acomulado é puesto muy al proprio é qual le debe te- ner un volumen semejante; porque assi como en él se tractan muchas d diversas cosas, é en la silva ó bosques son dife- renciados los árboles é plantas que pro- dugen, é los animales é aves que en ellos habitan ése crian, assi le dio el nombre, conforme á la traga é materias que en su mente (del escriptor) estaban ya elegidas y notadas y bien vistas por él, para que desechando ó desviando la prolixidad de los originales (como prudente copilador), cogiendo la flor de tantas é tan suaves memorias é de tan notables legiones, viés- semos en breves renglones lo que muchos é grandes volúniiues contienen. La se- gunda cosa que me ocurre, ó en que este nuevo tractado Silva de varia lecion me ha dado causa de hablar en su loor y en el primor de su auctor, es averie topado su industria un nombre que paresge pe- regrino ó no visto antes y solo , y en la verdad es muy usado , porque como dice el sánelo doctor Isidoro en sus Elhimolo- (jias\ quiero decir que esa varia legión tiene otro título é nombre proprio, y es Comentarios; y assi lo que escribió César, tlictador, se llama Comentarios de César, porque sumariamente escribió sus pro- prios fechos. Y esto que yo escribo en este libro VI de la Natural Historia de Indias , el mismo y proprio nombre que se le puede dar, es Comentarios ; puesto que assi como este caballero, Pedro Ale- xia, huyendo del proprio nombre, dio á su obra otro tan proprio como el mismo, é la llamó Silva de varia ¡en'on , assi yo quando intitulé este sexto libro , por no le llamar Comentarios, le nombré Libro de lus Depóssitos. Y lo que tuve escripto del \ Commentaria dlcla , quasi cum mente. Siiiit eniminterprctationcs, ul commentajuris, commenla Ecangelii. \ain quinjuid breciler componitur, com- se imprimió el año de mili é quinientos é treynta é ginco años, y después se ha acresgentado en él todo lo que esta se- gunda impresión tiene mas que la prime- ra , que es mucho , y cada dia puede ser mas; porque estos tractados ó comenta- rios son de calidad que nunca faltará qué recoger para recreagion de los hombres que dessean saber y no se apartan de tan loable y virtuoso exergigio, como es leer, con tanto que esa ocupagion sea en li- bros provechosos y verdaderos y no pa- negyricos, ín cujas compositione homines midtis mendaciis adulantur , como el mis- mo Isidoro en el lugar alegado lo dige. Tornando al primero propóssito de los depóssitos, digo que en el capítulo IX deste VI libro dixe algo de lo que escribe Plinio de giertos vasos, que los antropó- phagios usan , que hagen de las cabegas de los hombres que matan, y dige estas palabras: «Los antropóphagios y come- dores de carne humana ó de hombres (de los quales avemos dicho) , están diez jornadas engima de Borísthenes , é beben con las cabegas ó calavernas de los hom- bres, é los dientes con los cabellos traen por collares , segund escribe Isigono '■'. Muchas cosas se hallarán en estas mis historias de Indias, por donde se deba creer la maldad destos indios en el co- mer carne humana. Mas por un vaso que he sabido que tuvo aquel gran príncipe Atabalida , se puede creer lo demás : el qual era la cabega de su hermano , la qual vagiados los sesos é interiores par- tes della muy bien , y de dentro muy li- sa, y el brocal de su gircunferengia he- cho de oro muy bien labrado é íino , te- nia el cuero superior con los cabellos muy llanos é negros y curados, de manera que estaban muy lijos en este vaso, con quel Atabaliba bebia en las fiestas; y era mcntarium dicilur ; quod vero elongatur, erpositio nominatur. Lib. VI., cap. 8. 2 Plin., lib. Vil. cnp. 11. DE irsDIAS. LIB. VI. CAP. XXXII. 221 iiiia de las mas presciosas joyas de su cá- juara é tesoros y de mas reputagion. El segundo depóssito es, que entre los españoles que se hallaron en la prisión de Alabaliba, uno dellos tenia un gato des- tos caseros: é acaso un dia yido el Ata- baliba como tomó un ratón, y holgóse tanto de verlo, que rogó al dueño del gato que se lo diesse , é dióle por el gato mas de mili pessos de oro ; y de ahy adelan- te, quando queria aver placer, traíanle ratones, ó él soltaba el gato ó los toma- ba, é era para él una caga de mucho porte é risa. Quanto al tergero depóssito , es de sa- ber que un hidalgo de los del exérgi- to del gobernador, don Frangisco Pi- garro, tomó un gavilán é hízole manso, é cagaba con él gergetas é tórtolas é otras aves : y ver aquesto fué para Alabaliba una cosa de que él se maravilló , é diso que los hombres que tal sabian hager é enseñar á las aves é domarlas, que todas las cosas del mundo les eran possibles é sabrían ser señores del mundo , pues ha- gian alguagiles para tomar las aves. Y en veges le dio á aquel hidalgo, por causa del gavilán , mas de dos mili pesos de oro , é queria que aunque se le oviesse dado, lo tuviesse é curasse aquel gentil hombre que lo avia hecho , é que cada dia se lo truxese delante de sí. E se hol- gaba mucho de lo ver, é le hizo luego hager unos cascabeles de oro é guarnes- gerle como ave de tan gran príngipe , que á la verdad lo fué muy grande é tan va- leroso, como en su lugar se dirá, quando se tráete en la tergera parte de la con- quista de la Nueva Castilla é de aquellas partes australes. Y no fué pequeño de- licto matar un señor semejante, y en es- pegial por la forma que lo mataron. CAPITULO XXXIII. De las mugeres que en las Indias viven en repúljücas é son señoras sobre sí, á imitación do las Ama- cenas: é púnense aqui dos depóssilos hasla que en la segunda parle de la General historia ilegücmos á los proprios lugares é provincias, donde tales mugeres habitan , d alli se diga mas copiosamente lo que en esto hay que escrebir. í linos é Escolopytho fueron desterra- dos de su patria'; losquales, llevando consigo gran moltitud de mangebos , se passaron á Capadogia á par del rio Ter- modoute, é tomaron los campos Temis- girios , é alli acostumbraron á robar á los veginos; mas después los pueblos los ma- taron. Las mugeres, viéndose desterradas é viudas, tomaron armas, é primero de- fendiendo su tierra é hagiendo guerra, osaron por maravilloso exomplo de todos los tiempos, hager su república sin mari- dos ; desechando los veginos por no se casar, porque no seria llamado matrimo- nio, sino servitud, é assi se reglan, des- pregiándose de tener marido. E á tal que no paresgiesse que la una tenia ventaja á la otra, mataron á aquellos que avian quedado en casa , é higieron vonganga de los muertos maridos con la muerte de los vivos. Después por fuerza ávida la paz, á tal que no faltasse su generagion, co- mongaron á luxuriar con los veginos, ési nasgian algunos hijos varones, matában- los, é las hembras exergitaban en sus costumbres, no teniéndolas en ogio ni en el arte do la lana ocupadas , sino en ar- mas é en caballos é caga; é quando eran pequeñas, quemábanles la teta derecha, á tal que no les diesse estorbo al tirar con 1 Justino, lili. 2ái HISTORIA GENERAL Y NATURAL el arco , por lo qual las llamaron ainano- nas. Estas ovieron dos reynas , Marpesia é Lampedo, etc. Este fue el origen de las que ama- ponas se llamaron, segund mas larga- mente lo escribo Justino en la Abrevia- ción de Trofjo Pompeyo , é llegó su estado á ser muy grande. Otra cosa me mara- villa mas que lo ques dicho , porque esas amagonas conservaban é aumentaban su república , con aver ayuntamiento con hombres en giertos tiempos; pero repú- blica de hombres sin aver ayuntamiento con mugeres é vivir castamente é turar é ser siempre mayor su pueblo , esto es de mucha mas admiración , y sabido el caso es muy posible , segund Plinio lo escribe, el qual dice, hablando del lago Aphállide, desta manera: «En la ribera del poniente está la gente de los esenios, los quales huyeron en todo de los malos: es gente en todo el mundo maravillosa; viven sin mugeres é sin alguna libídine, sin pecuina. No vienen á menos, porque de tiempo en tiempo van á vivir con aques- tos aquellos que, cansados por la adversa fortuna, siguen las costumbres de aque- llos ; por lo qual há muchos siglos que tura aquella gente , entre la qual ninguno nasge. ¡Tanto les es fértil á ellos el tedio ó enojo de la vida de los otros!» ' Todo es del auctor alegado. Al propóssito de lo que está dicho en ambas particularidades, diré quanto á los depóssitos que ofrescí de suso dos notables memorias de mugeres. Y es la primera, que andando el gobernador Ge- rónimo Dortal en la Tierra-Frme, hallaron él é los españoles en muchas partes pue- blos, donde las mugeres son reynas ó ca- gicas é señoras absolutas , é mandan é gobiernan é no sus maridos , aunque los tengan ; y en especial una , llamada Oro- comay, que la obedesgen mas de treynta leguas en torno de su pueblo , é fué muy amiga de los chripstianos. E no se servia sino de mugeres , y en su pueblo é con- versagion no vivían hombres, salvo los que ella mandaba llamar para mandarles alguna cosa ó enviarlos á la guerra, como mas largamente se dirá en el libro XXIV, capítulo X. Quando el capitán Ñuño de Guzman é su gente conquistaban la Nueva Galigia , tovieron nueva de una población de mugeres, é luego nuestros españoles las comengaron á llamar amagonas. Anti- gipósc un capitán llamado Cliripstóbal de Oñate á suplicar al capitán Ñuño de Guz- man, su general, que le higiesse merged de aquella emprcssa é pagificagion de aquellas amagonas: é el general se lo congedió , é fué con su capitanía en bus- ca dellas , é en un pueblo en el camino fué muy mal herido é otros españoles descalabrados de giertos indios que les salieron al encuentro , á causa de lo qual este capitán y los que con él yban, no passaron adelante. E llegado alli el ge- neral, pidióle la empressa el maestre de campo, llamado el capitán Gongalo López, para yr al pueblo de las mugeres , é otor- góselo : é quiso después el mismo gene- ral ver estas mugeres, é llegados allá sin resistengia, entraron, con su grado, en el pueblo do viven , llamado de Cigualan (llámanle assi porque en aquella lengua desa provingia quiere degir Ciguatan pueblo de mugeres), é á los españoles dié- ronles muy bien de comer é todo lo nes- gessario de lo que tenian. Aquella repú- blica es de mili casas é muy bien orde- nada ; é súposse dellas mismas que los niangebos de la comarca vienen á su cib- dad quatro meses del año á dormir con ellas , é aquel tiempo se casan con ellos de prestado é no por mas tiempo , sin ocuparse en mas de las servir é conten- tar en lo que ellas les mandan que hagan i Plin., lib. V, cnp. iH, DE INDIAS. LIB. VI. GAP. XXXIII. 223 de (lia en el pueblo ó en el campo ; c las noches dáales sus proprias personas é camas : en el qual tiempo cultivan é siem- bran la tierra de mahizules y legumbres, é lo cogen é lo ponen en las casas, don- de han seydo hospedados. E complido el tiempo ques dicho , ellos todos se van é vuelven á sus tierras, donde son natura- les; y si quedan esas mugeres preñadas, después que han parido envian los hijos á sus padres , para que los crien ó hagan dellos lo que quisieren ; d si paren hijas, retiénenlas consigo ó criánlas para au- mentación de su república. Tienen tur- quesas é esmeraldas en cantidad é muy buenas. Pero el proprio nombre no es Ciguatan de aquella cibdad, como de su- so se dixo , sino Ciguallam, que quiere degir pueblo de mugeres. De las otras sus particularidades se dirá mas por extenso en el libro XXXIV, cap. VIII. Yo me quise después en España informar del mismo Ñuño de Guzman, cerca desto destas mugeres, porque es buen caballero y se le debe dar crédito; é me diso que es burla, é que no son amazonas, aunque algunas cosas se decían destar sobre sí; é quél passó adelante é tornó por alli , é las halló casadas, é que lo tienen por va- nidad. Digo yo que ya podrie ser que, pues las halló casadas, fuesse en el tiem- po desos sus allegamientos ; pero dexe- mos eso, é passemos adelante. Pues yo he complido con los dcpóssitos que he dicho , quiero dogir Qerca de lo que se dixo de la gente de los esenios, de quien Plinio escribió lo ques dicho. Y porque no os maravilléis, letor, deso, os traeré á la memoria otras generaciones de gentes que vos y yo y otros muchos avernos visto semejantes, que se aumentan é viven muchos tiempos há, sin compañía de mugeres; y aun assi mismo os acordaré de otras congregaciones, que viven é per- severan y nunca faltan , de mugeres que viven sin compañía de hombres, para lo qual digo assi. Demás de lo que Sanct Isidoro di- ce en sus Elhimologias ', ya sabemos quel convenio se toma por el lugar don- de muchos concurren ; y assi entiendo yo que muchos conventos é lugares hay que todos son de hombres religiosos y viven sanctamente sin compañía de mugeres : y muchas mugeres y conven- tos dellas que están sin hombres , y se sostienen largos tiempos há, como lo tes- tifican los benitos é bernardos é car- tujos y las otras sanctas órdenes de reli- giosos por sí é religiosas por sí. Y assi debieran de ser esa ó esas comunidades de los esenios , los quales pone el auctor ques dicho en parte de la Judea ; y judíos castos debieran de ser; pero no de la sanctidad ni bondad de las comunidades ó conventos de religiosas ó religiosos chripstianos, que como aquellos, huyendo de los malos é pecadores mundanos, se apartan é encierran á servir á Dios, é viven ellos sin mugeres y ellas sin varo- nes, é castamente y en toda honestidad. E no vienen á menos, porque de tiempo en tiempo van á vivir en tal compañía aquellos que se cansan de la adversa for- tuna , é quieren servir á Dios é dexar el mundo , é hacen profession con los que antes tomaron el hábito de la religión; por lo qual há muchos siglos é tiempos que permanece tal gente , sin que entre ellos ni ellas nazcan otras criaturas; por- que les es de mucha fertilidad y excelencia el apartamiento de las costumbres de la gente seglar. Y quando, por industria é so- licitud del diablo, alguna incontinencia é feo pecado so comete por algún profeso, ni le falta arrepentimiento ni penitencia al propóssito de su deUto y para remedio de su ánima. Passemos á los otros depóssitos. 1 Civesvocatique inunum coeuntesvwat,etutila mmeset ornntior pnl et lulior. Elhim. , Vih. W,c. 4. 224 HISTORIA GENERAL Y NATUIUL CAPITULO XXXIV. T>c Iros dcpóssiloa é oíros laníos animales vislos en la Tierra-Firme , los dos dellos en la provincia de Pa- ria , y el tercero en muchas parles de la Tierra-Firme. Pi linio , hablando en los animales de agua , diga que la torpédine tocada con un asta ó verga, aunque sea desde le- xos della , ha^e atormentar qualquier fuerte ó valiente brago é á todo veloce pié para correr ' ; pero no dige este auc- tor la forma deste animal. Y nuestros es- pañoles que en estas Indias le lian topa- do, no le sabían el nombre; pero digcn su forma é manera. E assi este depóssito se- rá mejor entendido 6 el animal conosfi- do, de lo qual se tractará mas largamen- te en el libro XXIV, cap. XIII, donde hallareis , letor , que en el rio de Huya- pari se tomó un pescado como morena, pintado, tan gruesso como la muñeca del braco de un hombre, é tan luengo como quatro palmos : é toraósse con una red , é sacado en tierra , en tanto questuvo vi- vo , tocándole con una langa ó espada ó un palo , quanto quier que apartado esto- viesse quien le tocaba , en el instante da- ba tanto dolor en el braco , é lo atormen- taba é adormesfia con tal dolor, que convenia presto soltarle. Esto probaron muchos españoles , é tantos se quisieron informar deste secreto , que apretando el pescado habiendo la experiencia, le ma- taron , é después que fué muerlo se mu- rió tal propriedad con él, é no daba algún dolor ó empacho á quien le tocaba. Otro animal hay en la Tierra-Firme en muchas partes della, que son unas zorrillas de tal hedor que es incomportable. Son de color bermejo é de mal pelo , é tamañas como una pequeña raposa ó garduña ; y si passa este animal á barlovento , quel viento passe por él é después toque al hombre , aunque esté desviado un tiro ó dos de ballesta, le comunica un grandís- simo é aborresc^ible hedor: é da mucha pena , porque paresge que penetra la per- sona hasta las entrañas, por espacio de una octava parte de una hora, é mas é menos , segund la distancia , ó como es- te animal está arredrado. Acaesge, topán- dole en el campo, alcancarle los perros; pero pocas veges le matan, porque en dándole un alcance , dá de sí aquel hedor tan grande, y de tal manera, quel perro se aparta del atónito é aborresf ido y mi- rándole mal contento : é revuélcasse en tierra por desechar de sí aquella infigion hedionda que le ha pegado, é váse á buscar el agua, por desechar aquella pes- tilencia; y esto le tura algunos días. Y quando alguno de pié ó de caballo le to- ca con la langa , sube súbito por el asía el hedor , é inficiona el brago é el hom- bre é la ropa , é suelta luego la langa é escupe, é vasca, é no se le quita aquel hedor é asco por algunos días , ni le sabe bien lo que come; é es menester fregai é sahumar la langa muchas veges é la ro- pa, para desechar aquella mala infigioné hedor : é assi mismo la silla del caballo queda con la misma infigion , é el caba- llo pierde el comer por algunos días, co- mo mas largo se escribirá en su tiempo, en el lugar alegado. Un animal pequeño hay en la provin- gia de Paria, del qual assi mismo se dirán mas particularidades en su lugar, en la segunda parte destas materias; pe- ro sola una cosa, la mas notable del, quise poner en este depóssito ; y es que la corriente del pelo la tiene al contra- Plin., üb. XXXII, cap. i. DE liNDIAS. LIB. VI. CAP. XXXIV. 225 rio de los oíros animales , j)orque pas- sáiulole la mano desde la cabera has- ta el liu de la cola es á redropelo é se le levanta, é llevando la mano al contra- rio, desdo la punta de la cola hasta el ho- cico, se allana el pelo. Duerme todo el dia, si no le recuerdan para darle á comer, é vela toda la noche sin parar , buscando que coma, y anda silvando. Lk'uaanle los indios de la costa de Paria bivuna. El pescado llamado accipensier solo entro to- dos los otros tiene vueltas las escamas ai revés, hacia la boca '.Por estas varieda- des es hermosa la natura, é quiero algu- nas veges conformar las cosas de la mar con las de la tierra , assi como la torpé- dine con las zorrillas que se dixo de su- so, é el accipensier con la bivana. El mismo auctor escribe que f iertas cabras tienen el pelo contra la cabera ó al con- trario ^, que es lo mismo que dixe arriba del animal bivana. Como en otras partes lo he prometido , todas estas cosas ó de- póssitos estarán mas copiosa é largamen- te relatadas, en sus lugares é provincias é libros apropriados. CAPITULO XXXV. De una nueva manera de arma ofensiva que usan cierta g'enle del Rio de Paranaguacu , que oíros llamaii Rio de la Piala, c Uámanse los guáranlas. or impossible cosa tengo poderse sa- ber ni alcanzar todas las maneras quel arte njüitar tiene é usan las gentes en sus guerras, assi para defenderse de los ene- migos , como para ofenderlos : y assi como ignoramos las nasciones extrañas, assi nos son ocultas sus costumbres en la guerra y en la paz. Aqui se poma un de- póssito, en tanto que llegamos al Rio de la Plata, é es para mí muy nueva cosa la que diré , y assi creo que lo será á otros mu- chos que mas que yo avrán visto é oydo. Tengo averiguado con muchos testigos de vista , que ciertos indios que en el Rio de la Plata se llaman los guaranias usan cierta arma , y no todos los indios son liábiles para ella sino los que he nombra- do : ni so sabe si este nombre guarania es del hombre ó de la misma arma , la qual exercitan en la caca, para matar los ve- nados , y con la misma mataban á los es- pañoles, y es dosía forma. Toman una pelota redonda de un guijarro pelado, ta- maño como el puño, é aquella piedra átanla á una cuerda de cabuya y tan luenga como ci'iq'Lienta pasos é mas ó monos, é el otro cabo de la cuerda átanlo á la muñeca del braco dereclio, en el qual traen revuelta la cuerda res- tante holgada, excepto quatro ó cinco pal- mos deila, que con la piedra rodean é traen alrededor, como lo suelen hacer los fundibularlos. Mas assi como el que tira con la honda , rodea el braco una ó dos veces antes que salga la piedra , estotros la mueven alrededor en el ayre con aquel cabo de la cuerda deque está asida diez ó doce vueltas, para que con mas furiosidad é fucrca vaya la pelota: ó quando la suelta , en el instante ex- tiende el indio ol braco , porque la cuerda saiga libremente, descogiéndose sin algún estorbo. E tiran tan cierto co- mo un diestro ballestero , é dan adonde quieren á cinqüenta pasos é mas é me- nos, hasta donde puede bastar la traylla: é en dando el golpe, va con tal arte guia- da la piedra , que assi como ha herido da i Plin., lib. IX, can. TOMO I. 2 Plin. , lib. VIH, cap. (H. 29 226 IlISTOniA GENERAL Y NATURAL muchas vueltas la cuerda al lioiahre ó caballo que liiere , é trábasse con él de manera en torno de la persona ó bestia á quien locó, que con poco que tira el que tiene la cuerda atada al bra? o , da en el suelo con el hombre ó caballo, á quien ha herido ; y assi acaban de molar al ({ue derriban , muy á su salvo del calador ó milite que tal arma usa. Dixéronme por Qierla cosa experimentada ó vista, que entre mas de dos mili hombres que á aquella tierra l'iicron con (il capitán ge- neral , don Pedro de Mendoza , entre los quales avio muchos sueltos é mañosos, ninguno se halló que supiesse tirar aque- llas piedras , segund los indios, aunque innumerables veges muchos españoles lo experimentaron : ni lo acertaron á haf er, como mas larga^mente lo escribiré en el libro XXIII , en el capítulo VI , en que esto é otras cosas de aquella tierra aus- tral estarán escripias. CAPITULO XXXVI. De una avo de rapiña ó múnsduo de las aves, que caca en la tierra c pesca en la mar é en los rius. 'e todas las aves que yo he visto ó ley- do que son de rapiña, ninguna me ha dado tanta admiración como una que se porná aqui en este depóssito , y de quien mas largamente estará escripto en el li- bro XIV, capítulo VIII. En las islas des- te nuestro golpho hay ciertas aves que los españoles las llaman acores de agua, y yo llamo á tal ave monstruo entre las aves. Ni he visto ni oydo ni leydo otra su semejante ni tan notable entre todas las de rapiña , y muchas vcf es se ha visto y es notoria en esta nuestra Isla Española y en la de Sanct Johan é otras islas. Yo no la he visto; pero supe lo que agora diré de Pedro López de Ángulo é del ca- pitán Johan de León é del adelantado Johan Ponge de León é otros que la han visto cacar en la tierra é pescar en la mar, é la han tenido en sus manos: los quales contestes me certificaron ques del tamaño de una gavina , é el plumaje quassi de aquella manera , como blanco mezclado de pardo, y el pico como de gavina é mas agudo. Mantiénese de ca- gar en la tierra y de pescar en el agua. Tiene el pie izquierdo como de ánade ó pato, é con aquel se sienta en el agua quando quiere , é la mano derecha es como de un gran agor ó de un sacre ; é quando los pescados salen cerca de la superficie del agua, déxase caer de alto donde anda volando, é con aquella mano de presa apaña algún pez, é á veges se va con él á lo comer sobre un árbol, é otras veges se está assentada en el agua con el pie que tiene como palo, é come su pescado, ó se lo va comiendo en el ayre, volando. En la tierra se geba de al- gunas aves pequeñas , é quando esas ó el pescado no puede aver , toma lagartijas, con que satisfago su hambre. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXXVII. 227 CAPITULO XXVII. De una nueva forma que tienen los indios do la gobernación de la Nueva Castilla en adobar é preparar el pescado c hacerlo cecial sin le cebar sal alguna. ríjste depóssito ó nueva legión me pa- resge ques una cosa no oyda ni vista an- tes ni escripia de otra provincia alguna de la forma que en la costa de Sanct Mi- guel, en la Nueva Castilla, los indios adoban el pescado é lo .liaren regial, sin le echar sal ; y es desta manera. Abren el pescado é cavan en tierra hasta un palmo en hondo , é cúbrenlo alli de tier- ra, é está assi enterrado í'inco ó seis dias. é á cabo dellos sácanlo curado, ó sale mejor quel muy buen pescado ferial de Galigia ó Irlanda , é tan enxuto ; é se tiene después assi todo el tiempo que quieren. Esto se liare donde he di- cho, en la qual (ierra nunca llueve; 6 á donde adoban é curan el pescado , co- mo está dicho , es apartado de la cos- ta de la mar ginqüenta pasos mas ó menos. CAPITÍJLO XXXVIII. En el qual se Irada un caso peligroso é experimentador de la grandíssima habilidad que tuvo un veci- no en la cibdad de Panamá en nadar, y fué de tal manera que salvó su vida, donde hubiera muy po- cos en el mundo que doxáran de ser ahogados , si lo mismo les acaeseiera. JCin el capítulo XXXII hige memoria de aquel nuevo tractado que un caballero docto ha escripto , llamado Silva de varia lecion , y en la verdad á mi gusto es una de las que mas contentamiento me han dado de las que he visto en nuestra len- gua castellana. Y entre las otras gentile- zas y admirables casos que han passado hage memoria del nadar de un hombre, de donde le paresge que tuvo origen la fábula del pexe Nicolao *; é trae áconse- qilenfia algunas historias de grandes na- dadores, y en especial de un hombre lla- mado el pege Colan , natural de la cibdad de Cathania enSefilia, éde oíros, como lo podres ver letor en el tratado que he dicho. Y estoháseydo causa para acordar- me de poner aqui un depóssito, en tanto que llegáremos al libro XlIIdesta parte pri- mera de la General historia de las Indias, porque alli en el capítulo XII lo entien- do escrebir mas largo. Supe, y fué assi verdad, que á un hombre de bien llamado Andrea do la Roca , vecino de la cibdad de Panamá , le acaes^ió un caso que me hace pensar que en el exergigio del nadar dexó á este hombre experimentado y aprobado por el mayor nadador que hoy vive, ni ha habido grandes tiempos ha. A mi paresger todo lo que aquel caballe- ro Pedro Mexía escribe en su Silva de varia lc{ion de aquellos grandes nadado- res que alli pone , todo es poco en com- paración de lo que agora diré; porque de nadar un hombre por su [)larer ó por nesfessidad, hay niuclia diferencia á lle- varlo atado é arrastrando debaxo del agua por la fuerca de un grandíssimo animal i Silva ¡levarla IcQion , cap. i^, 1 ¡larlo. 228 IlIStOUIA Gl'M'.iíAi- Y ISATL'IÍAL luarítiino , que los tales son do tanta ve- lo^'idad, que n¡ni;un ligero caballo ó cier- vo en la tiíM-ra no están suelto ni ligero. ■\'isto yo he muchas ve^es en ese grande mar Ogéano yr una nao cargada de todas velas é con mar bonanca é largo ó recio viento , é tal (¡ue en un día puede andar (;icn leguas é mas , ó andan los tiburo- nes, é los marraxos, é toñinas, é los do- rados é otros pescados á par de la nao , ó le dan muchas vueltas en torno, é andan tanto é mas mucho que la nao , quauto un hombro muy ligero correrá mas que un niño de tres años; y me paresfe que es mucho mas, sin comparagion, lo que tales pescados corroa mas que las naos, por muy veleras que sean. Pues ávido esto por máxima , oyd, letor, un caso que en esta materia del nadar es muy extre- mado y para espautar; y muciios son al presente cjue saben lo que agora diré, y que ellos y yo conosf emos á este Andrea de la Roca : el qual, como hombre de la mar, tenia cargo, como mayordomo, de andar mirando los indios de la pesque- ría de las perlas en la isla de Terarequi, que es en la costa de la mar del Sur , á quince leguas de Panamá. Un dia por su placer quisso yr á pescar, como otras ve- fes, por harponar algún buen pescado desde una canoa, é vido una raya ó man- ta é tiróle el harpon con una buena as- ta é hirió la manta : la qual incontinente con la mayor presteza que decirse puede, viéndosse herida se metió para el pro- fundo del agua , é el cordel del harpon saliendo tras el pescado con el mismo ím- petu , desastradamente se asió de tal forma al un pié del Andrea, que le arre- bató é llevó tras sí fuera de la canoa; ó arrastrando le llevó la raya apartado de la canoa mas de una legua. E en aquella legua se puede decir que nadó mas de quinge, porque muchas veges le metió la raya ginqüenta é gien bragas debaxo del agua ; é tuvo tanto esfuerco é aliento é sentido, (pie como era man- gebo regio é grandíssimo nadador, se supo asir del cordel , para que el pié pu- dicsse, afloxando algo la cuerda, sacarle del lago en (jue yba asido. Pero á lo que en esto se pudo alcangar , scgund el jui- gio de los mas, fué que cómo el harpon se travo bien con los huesos de la raya, é la herida bastó á la matar, en aquel es- pacio que corrió arrastrando al pescador, ella desangrada , se dibilitó é afloxó des- pués su curso, é él tuvo lugar de se des- asir é dexar la cuerda. Yo tengo por mas gierío (jue su maña ni su habilidad del ni de otro no bastara , para dexar de se aho- gar, si no fuera socorrido de la Madre de Dios, á la qual segund él mismo me dixo después, se encomendó tan devo- tamente , como su nesgessidad lo reque- ría. E de donde sacó el pie del cordel á la superfigie del agua subió mas de treynta bracas, é se fué nadando hágia donde vido su canoa mas de una legua apartada del con sus indios, los quales le recogieron desde á mas de dos horas después que la raya le sacó della. Esto passó el año de mili é quinientos é diez y nueve donde es dicho. Y porque podrá paresger dubdosso á muchos poder estar un hombre debaxo del agua tanto tiem- po, y en espegial con tanta nesgessidad é trabaxo , platicando yo con él en esto, me dixo que mas de veynte veges entró debaxo .del agua é salió engima. Pero á muchos es público en aquella tierra que todas las veces que este hombre quería estar una hora debaxo del agua, lo hagia; mas cómo yo no lo he visto, aunque le he tractado é le conozco, no quiero, en esto del tiempo de estar debaxo del agua, persuadir al letor que lo crea ni que lo diibde. Mas scyendo, como es verdad, lo que está dicho , por ahy se debe enten- der la habilidad que este hombre tenia cu tal excrgicio. La manta ó raya me dixo que era ton grande, como un repos- DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XXXVIII. 229 tero que estaba colgado en casa del go- Ijernador Pedrarias Dávila, donde está- bamos , qiiando él me informó de lo que es dicho, el año de mili é quinientos ó veyntey uno, en la dicha cibdad de Pa namá : que por lo menos podria tener dos Taras y media de ancho y tres de cayda, que son quarenta 6 quatro pal- mos en gircuyto; y assi por esta gran- dor grande destas rayas , les quitan los marineros su nombre é las llaman mantas. CATIPILO XXXIX. De dos cosas notables de Margarita de Vergara-, muger que fué del historiador destas materias: la una que nunca escupió, é la otra que en una noche se lomó cana, seyendo muy rubia é hermosa muger é de veynlc é sois ó veynte é siete años. ;:yendo esta Silva c/e varia Jcrion que escribió el noble á muy enseñado caba- llero Pedro Mexía, honroso varón á su nasrioné patria, de la muy noble cibdad de Sevilla , de donde es natural , é de cla- ra é generossa sangre , pero despertador de trabaxos mios (que aunque algunos son passados no pueden salir de mi me- moria en tanto que el ánima estoviere en esta mi flaca é pecadora persona), y es- tos se regentaron, quando leí el capítulo XXYIII de su tractado ' , ó topé alli cómo Antonia, hija de Druso Romano, que en toda la vida nunca escupió. Esto aunque mucho tiempo há é mas de quarenta y finco años que lo leí la primera vez, é muchas después en Plinio, nunca lo tuve por tan giorto como después que me casé con Margarita de Vergara, de la qual oso dofir, porque hoy viven muchos que la conosgieron, que fué una de las mas hermosas mugeres que o-n su tiempo ovo en el reyno de Toledo y en nuestra Ma- drid: la qual, demás de su buena dispu- sifion corporal , fué tan acompañada de virtudes, que el menor bien que tenia, fué la hermosura exterior, en que á todas sus vcfinas hizo ventaja viviendo. Y có- mo Dios la quisso doctar para la gloria, en qno por su missericordia confio que ella está por sus méritos , assi por falta de los mios, la llevó á la otra vida para que yo quedasse en esta sin ella, por un caso que adelante diré, que ni puedo hablar en él sin lágrimas, ni dexar de sospirar por ello en quanto yo viva. La auctoridad que este caballero Pedro Mexia dife en su tractado, téngolayopor de Plinio', y assi comoOtavia nunca es- cupió, asi mi Margarita lo mismo. Y por- que su padre é otras personas me lo di- xeron , yo estuve todavía dudoso é sobre aviso en tanto que Dios me la prestó, que fueron algo mas de tres años , y nun- ca yo ni otra persona de mi morada la vido escupir. Vengamos á mi desventura y suya , y á la fin que hizo , é á las súbi- tas canas que le vinieron, y esto también ha acaesgido á otras personas. Y en es- pecial me acuerdo que don Diego Osorio fué preso en Sevilla é puesto en la torre del Oro, é dixéronle ó él creyó que otro día le avian de cortar la cabera, por mandado de la Rcyna Cathólica, doña Isabel ; y aunque era mancebo y sin te- ner cana alguna , en una noche se le tor- naron los cabellos y barbas tan blancos, como un armiño. Esto es muy notorio, é yo lo vi , porque antes que fuesse preso le conosfí, y me hallé en la corte paje é 1 Sí7í.'c7 (le varia legión , I parle. 1 Pliii. , lib. Vil, cap. 29. 230 HISTORIA GENERAL Y NATURAL muchacho, é le vi después suelto ó ca- no , por lo qual so ponia una cabellera é se haf ia la barba á menudo : ó ha muy poco tiempo que murió sirviendo de maestresala á la Emperatriz, nuestra se- ñora , de gloriosa memoria , estimado mucho por buen caballero ó sabio. Mar- garita mia después que nos casamos , se hizo preñada , é á los nueve meses vino á parir un hijo; é fué tal el parto , que le turó tres dias con sus noches , é se le ovie- ron de sacar , seyendo ya el niño muer- to : é para tener de donde lo asir , por- que solamente la criatura mostró la parte superior de la cabeca, se la rompieron é vaciaron los sesos , para que pudiessen los dedos asirle, y assi salió corrompido é hediondo, é la madre estaba ya quassi finada. El caso es que ella vivió, aun- que estuvo seis ó siete meses tollida en la otros tales en muger dosla vida eran muchos é tan largos cama , muriendo é penando. Mas en aque- lla trabajosa noche , postrera de su mal parto , se tornó tan cana ó blanca su ca- bera, que los cabellos que parcsfianmuy fino oro se tornaron de color de fina plata. Y en verdad mis ojos no han visto porque que siempre traia una parte del trancado doblada, porque no le arrastrassen por tierra, y eran mas de un palmo mas luengos que su persona , puesto que no era muger pe- queña , sino mediana y de la estatura que convenia ser una muger tan bien propor- cionada y de hermosura tan complida co- mo tuvo. Y porque ni yo la sabria loar á su medida , ni lo demás seria al propós- sito de nuestra historia , passemos á las otras cosas que competan á este li- bro VI. CAPITULO XL. De un depóssito notable c memoria de las cinco naos mas famosas que en el mundo , desde su principio hasla nueslro tiempo, se saben , é son de todas las que ha ávido las mas nombradas. HiSto que agora se dirá, tengo yo reser- vado para tractar dello en la segunda parte desta general historia en el li- bro XX é en el capítulo III. Pero para con- tinuación deste libro de los depóssitoses apropriado y conveniente notable hacer- se memoria de las mas famosas naves que en el mundo ha ávido y de que mas memoria se hace; y hallo yo que son cin- co las principales é que á todas las otras preceden hasta nuestro tiempo. La pri- mera es aquella arca que mandó Dios á Noé que hiciesse, donde con su muger d sus tres hijos é tres nueras escaparon del diluvio universal y general , con las qua- les ocho personas fué restaurado el lina- ce humano '. Desta arca ó nao se nota su grandeza é forma é navegación é su artificio divino , pues cpie fué fecho por mandado de Dios, para el efeto ques di- cho , y por tanto es la mas noble y la que precede á todas las otras. La se- gunda nao fué aquella de Jason , en la qual fué á la conquista del vellocino del oro , la qual victoria consiguió por medio de los amores de Medea -. La ter- cera nao fué aquella que hizo Sosi, que otros llaman Sisore, rey de Egipto, cu- ya grandeva fué de dosgientos é ochen- ta cobdos de luengo , de madera de ce- dro, dorada por defuera toda y por de dentro plateada , la qual dedicó al Dios de Thébas. Desta se nota su grand magnificencia é riqueza ; pero no su na- 1 Génesis, cap. VI d Vil. 2 Mclham. , lib. VIL DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XL. 231 vegagion é viages , pues en eso no lia- blan '. La quarta nave famosa llamo yo á aquella en que el almirante primero des- tas nuestras Indias, don Cliripstóbal Co- lom descubrió estas partes é islas, llama- da la Gallega, do la qual se hizo mención en el lil^ro II, capítulo V destas historias; de la navegación de la qual se ha segui- do plantarse la fé é religión chripstia- nas en nuestras Indias. La quinta nao famosa digo ques aquella nao Victoria, en que el capitán Johan Sebastian del Cano bojó ó circuyó el- mundo; é es la que mas luengo viage hizo de todas quantas se sabe que hayan navegado has- ta nuestro tiempo, desde que Dios hizo el mundo; pues fué á la Espegieria é islas de Maluco, é passó por el famoso estre- cho de Magallanes, c fue la via del po- niente hasta !a dicha Especiería , é carga- da deila, volvió por la via del Oriente é tornó á España. Assi que, anduvo todo lo que en la gircunferengia é redondez del mundo alumbra ó corre el sol , por aquel paralelo ó camino questa nao hizo: lo qual fué cosa que nunca fué escripta ni vista ni oyda antes ni después, hasta el tiempo pressente.^ Y esto baste quanto á este depóssito, porque mi propóssito es en este variar de historias que siempre se comprehenda en ellas algo del jaez de nuestras Indias. CAPITULO XLI. En el qual se tracla un caso notable del amor que una india tuvo á su marido , c cómo rogó con muchas lágrimas al auelor deslas liislorias que perdonasseá su marido(al qual mandó ahorcar), é que ahorcassen á ella. Y pónense otras comparaciones al propóssito del amor excessivo que unas personas han mostrado con otras. ifí algunas partes destas historias he dicho quán gratas me son las compara- ciones que por buenos auctores yo puedo aplicar ó son al propóssito de lo que es- cribo. Aqui quadra muy bien el intenso amor y entrañable que escribe Valerio Máximo ^ del amor de los casados , donde cuenta que en la casa de Tiberio Graco fueron tomadas dos serpientes ó culebras, la una macho y la otra hembra ; y los adevinos le certificaron que si dexaba yr al macho y mataba la hembra , que Cor- nelia su nuigor morirla desde á pocos días ,' é que si mataba el macho y dexa- i Diodoro , lib. II. 2 En la margen derecha del códice original , y al fin ya de este capitulo, se lee la siguiente nota, cu- riosa ó importante , por referirse á la primera nave que dio la vuelta al mundo : «Esla nao Victoria estuvo varada en tierra en Se- villa en la güerta de las Atarazanas del rey : y allí la vide el año de mili é quinientos ó ochenta , que se fabricaban barcas , para la jornada de Porlu- ba yr la hembra , quél moriría muy pres- tamente. Él tuvo en mas la vida de su muger que la suya misma , é assi mandó matar el macho y dexar la hembra , y por tanto no sé si Cornelia fué mas bien aven- turada, en tener tal marido , que desdi- chada en lo perder : é concluye el auctor alegado que murió Graco desde á poco é su muger quedó viva. Sanct Augustin es- cribe que un amigo suplicó é demandó á un príncipe que le matasse con su amigo quél mataba *. Estando yo por capitán é juslifia en la cibdad de Sancta María del Antigua gal: delta han quedado algunos pediizos vivos.» So ignora quien pudo ser el aulordc esla peregri- na noticia : por el carácter de la letra se advierto, sin embargo, que hubo de escribirse la preinserla nota muy á fines del siglo XVI ó á principios ya del XVII 3 Valerio Max., lib. IV , cap. VI. Del amor de los rasados, i Aug., lib. VIH de las confisiones, cap. 6. 232 IIISTOIUA GENERAL Y NATURAL del Darien, el cacique de Vea é sus in- dios mataron al capitán IVIartin de Mur- ga, á quien estaban encomendados é le servían , é sobre seguro é buena amis- tad fengida , assi al capitán como á otros chripstianos, los mataron estando co- miendo , aviéndoles mostrado mucho amor é fechóles buen acogimiento. E des- de á pocos dias se rebeló otro cacique de la comarca, llamado Guaturo, é se confe- deró con los malfechorcs , é tenían acor- dado de venir sobre aquella cíbdad, é que- marla , é matar á todos los chripstianos que allí vivíamos. Este cagique do Guaturo tenia un capi- tán que se llamaba Goncalo , y era bap- tizado, aunque no de buena voluntad, segund parosfió por el odio que en su pe- cho tenia con el nombre chripsliano ; pero era muy valiente , é el cacique no hacía mas ni su gente toda de lo qucste capi- tán Gonzalo quería é mandaba. Y cómo yo tuve noticia de su rebelión , salí á bus- carlos , como mas largamente se dirá en la segunda parte, en el libro XXIX , ca- pítulo XVI. Y dime tal recabdo, que los prendí con parte de su gente en una sier- ra muy áspera donde oslaban aleados ; é en un monte que llaman el rorro de Btie- na-vista , fué ahorcado aquel capitán Gon- zalo , porque era en un paso é gerca de las lagunas de Vea , donde avian muerto al capitán Martín de Murga é otros espa- ñoles , que con él padesgieron. Y al tiem- po que se estaba fijando la horca, la mu- ger de aquel capitán Gongalo , con mu- chas lágrimas, me estuvo rogando que ahorcasse á ella y perdonasse á su mari- do. Y desque vido que yo negué su pe- figion é la justicia se executó en él , co- mengó á me rogar é importunar mucho, é díxo que, pues no avia querido hacer lo que me avia pedido , que á lo menos le congediesseque en la misma horca que- dasse ella con su marido ahorcada de la una parte, é quede la otra pussiesen dos hijos que tenían muchachos de ocho hasta diez años , é que á par della se pussíese colgada una niña de gínco ó seys anos, su hija. E cómo vido que yo respondí que no se avia de hager, é que ella ni sus hi- jos no tenían culpa ni avian fcclio i)or qué muríessen (y en la verdad, yo qui- siera que este indio filera tal, que so pensara que avría enmienda en él; pero los españoles que allí se hallaron , todos degían que con la muerte de aquel so aseguraba la tierra), assi como la lengua ó intérprete le dio á entender lo que yo degia , é que no quería que esta mugerní sus hijos muríessen como ella dccia , ni les fuesse fecho mal , cessaron sus lágri- mas é limpíósse los ojos é díxo : "Capí- tan, sábete que yo consejé á mí marido que higiesse rebelar al cacique y que ma- tasse á todos los chripstianos, y que yo tengo mas culpa que todos , é mi marido en todo se consejaba conmigo é no hagia mas de lo que yo le decía.» Y como su desseo era morir é no querer vida sin su marido , é conosgí que ella se levantaba aquello por complir su desseo é dar al diablo su ánima, no quise venir en aque- llos partidos, é proseguí mi camino dan- do la vuelta para el Darien , donde se hifo la misma justicia del cacique , con lo qual se aseguró la provincia. Pero es de notar que, después que aquella mu- ger vido que no pudo conseguir sus pe- ticiones, tornó á sus lágrimas primeras; é visto que los indios de aquella entrada yo los mandé repartir entre los españo- les que en esto se hallaron , cómo se dio cargo á dos hidalgos que hiciessen el re- partimiento, cupo la india é su hija á un compañero , é los muchachos sus hijos á otros, entonges la madre, dando gritos, vino á mí é me díxo estas palabras : «¿Tú, señor, no me dexiste que yo ni mis hijos no teniamos culpa? Pues si eso es assi, ¿por qué me quitas mis hijos é los das á otros, é los apartas de mí?» Entonges DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XLI. 233 yo tuve forma cómo ella é sus hijos é hija quedassen con un dueño y en un buen ve- ginodeaqueliacibdail, porque fuesscn bien tractados. Grande amor fue el que mos- tró tener esta muger á su marido ; y co- mo ella lo dixo muchas vcfcs , el que te- nia á sus hijos no era por averíos parido ni ser su madro, sino por averíos engen- drado su marido, á quien ella tanto amó. Tornando á Valerio Máximo, y alo que dice que los adevinos le pronosticaron de las culebras , pues la vida consistía en el soltar y no malar , y la muerte del ó de su muger, en la quál quissiese matar, yolas soltara ambas, si los auríspices no dixeron que forjadamente avia de morir el uno de los dos, y que aque- lla elegion de quál dellos seria estaba en su determinag;ion. Pasemos á otras cosas. CAPITULO XLII. De un notable depóssilo , é comparación de las crescjcnles y menguantes del rio de Huyapari con el Nilo. j_lel rio Nilo escribe Isidoro en sus Ethi- mologias * , que inunda é riega la tierra del Egipto é la ha^e fecunda. Lo mismo dige en su Natural H/.síoy/a ^Plinio,éque assi es por su causa fértil el Egipto , c quesegund sus cre(;'ientes, assi es el año mas ó menos abundante ó estéril. Un de- póssito quiero aqui poner de otro rio que liay en estas nuestras Indias muy pode- roso , que es muy semejante en sus cres- gientes al Nilo : do lo qual yo he visto é hablado á muchos testigos de vista que digen lo que aqui diré, y aun algunos dellos están en esta nuestra cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, hom- bres de crédito. Pero mas largamente se tractará esto en el libro XXIV de la se- gunda parte destas historias, en el capí- tulo III , donde so hago mengion del gran rio llamado Iluijapari , é de lo que por él navegai'on nuestros españoles con el ca- pitán Diego de Ordaz : el qual cresge é mengua veynte estados ó bragas , c co-* mienga á cresger en el mes de mayo é lo continúa hasta el mes de octubre , é de ahí adelante abaxa menguando por la misma orden hasta el mes de mayo. Assi que, cresge seys meses é lunas é otros tantos mengua ; en tal manera , que una nao en que fueron con la cresgiente la dexaron en un estero junto al dicho rio, é después la hallaron en seco mas de dos leguas y media dentro en tierra , en una savana ó campo que apenas se paresgia la nao entre la hierva ; y para llegar hasta alli avia ydo por engima de los ár- boles, y desde ella, subiendo el rio arriba, cogían la fructa dellos é cortaban ramas para poder passar. Quando este rio cres- ge, anega los campos de ambas costas, hasta muy gerca del pueblo llamado Ar- vacay. E quando mengua el rio van los indios tras el sembrado hasta que está en su curso; é desque va cresgiendo, van ellos comiendo desde lo postrero que sembraron , hasta venir á lo que está á par ó mas gercano do sus casas. E assi usan de las simientes en su agricoltura, como ven que les conviene é deben ser tardías é tempranas en sus géneros , se^- gund el tiempo que tienen é les queda pa- ra gogar dolías. Y por imitar mas este rio al Nilo, se crian é hay en él muchos la- gartos ó cocatrires de veynte pies ó mas de luengo ; é llamólos cocatriges, porque mandan é mueven tan fácilmente la man- i Isidoro, lilj. XIII, cap. 21. TOMO I. 2 Plin. , lib. V, cap 10 30 234 HISTORIA GENERAL Y NATURAL díbula al(a como la baxa. Olías inuclias tk- sabor é son anexas á las liistorias cosas se dexan aquí de dc^'ir desle rio, de la segunda parle é proprias del li- para en su lugar, que son nniy dignas bro XXIV. CAPITULO XLIII. En el qual se Irada de la diversidad de las lenguas dcslas Indias , islas c Tierra-Firme del mar Océano. u n caballero llamado Pedro Mexía, na- tural de la cibdad de Sevilla , de noble progenie y varón docto , que al presente vive, en un su tractado intitulado Silva, de varia lerion , pone un capítulo , y es el XXV de la primera parte, y dige cómo al principio del numdo todos los hom- bres hablaban una lengua , y quál lengua fue esta, é por qué vino la confusión de las lenguas , c qué tal é dónde fue la tor- re de Babilonia ; é que si dos niños se criassen, sin les hablar nada, quál lengua se cree que hablarían. Y de todo lo ques dicho da suficientes y verdaderas raco- nes y aprobadas auctoridadcs con la Sa- grada Escriptura é otros auctores graves y auténticos en lo que dige. Bien he vis- to yo lo que en esta materia se tracta en el Génesis ' quél alega , y assi mismo lo quel Isidoro en sus Elhimologias nos acuerda, donde dige: «Linguarum diver- sitas exorla csl in o'diftcatione larris, post diluvium ^.» Y afirma este doctor sancto, que fue una sola lengua la que todos los hombres hablaron antes de la fundagion de quella torre de Babilonia ; y muchos auctores tienen quel número de las len- guas fue septenta édos, con que se divi- dieron los hombres en aquel edifigio é torre que labraban, ó desde alli se ex- tendieron, por el número ques dicho, en otras tantas quadrillas ó capitanías , como fueron las dichas septenta y dos lenguas. Sanct Augustin dige que la lengua pri- mera antes del diluvio fue hebrea, é que aquesta quedó en el número de las otras en la división ques diclia , é permanesgió en los progenitores de Heber, del qual se llamaron hebreos '. Dcxemos todo esto: que para el de- póssito que este capítulo es á mi propós- sito, solamente es este número de septen- ta é dos lenguas , de las quales , segund la verdad lo permite , ovieron origen to- das las que al presente hay en el mundo, que me paresge á mí que son inconta- bles, assi por la distengion en que el Isi- doro las va discantando é particularizan- do en sus Elhimologias, en el libro IX de suso alegado, assi como la hebrea é lati- na é griega, ática, dórica, jónica, eolia, prisca, siria, caldea, puesto que estas dos últimas consuenan con la hebrea, por- que le son veginas. Dige mas este doc- tor ••: quedestas septenta é dos lenguas se hinchieron, cresgiendo, todas las provin- gias é las tierras, assi de hebreos como de caldeos é batrianos é scithas é ethio- pios é egipcios é áfricos é fénicos é sido- nios , etc.'': que me paresge que es mucho mas número quel de las septenta y dos lenguas. Pero puesto que para excluir ó desechar mi opinión (quanto á ser el nú- mero que al presente hay en el mundo muy mayor é incontable) , quieran degir que todas essas lenguas que exgeden ó son mas { Gen. , cap. XI. 2 Elhim., Lib. IX, cap. I De linguis geniium. 3 Augusl. , De civitate Dei. Lib. XVI, cap. H. 4 LXXII lotidemquc ling-ua: per Ierras esse cco- perunl, queque, crescendo, provincias el Ínsulas inipleverunl. Elliim., lib. IX, cap. II. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XLIII. 235 (le septenta y dos son miembros ó partes que desgienden ó son ramos dellas; assi como la lengua italiana ó la castellano, que son descendientes é salidas de la len- gua latina ¿qué podremos defirálas len- guas tan diferenciadas é apartadas unas de otras que hay en estas nuestras Indias, donde no se entienden mas ni tanto los indios de una provincia con los de la otra de lo que se entiende un vizcayno con un tudesco ó con un arábigo? Cosa es maravillosa que en espacio do una jor- nada de finco o seys leguas de camino y próximas y vecinas unas gentes con otras, no se entienden los unos á los otros in- dios, como mas largamente por estos tractados é General historia de Indias po- dres llenamente, letor, informaros, y po- déis creer que, segund la innumerable ge- neración destos indios , estas diversida- des de sus lenguas lian seydo las princi- pales armas, con que los españoles se han enseñoreado destas partes, juntamente con las discordias que entre los naturales dellas continuamente avia. Porque de otra manera imposible cosa fuera, á mi ver, aver podido sobjuzgar c traerá la obediencia é á la unión de la república chripstiana tanta parte destas generacio- nes en tan apartadas regiones de nuestra Europa. La primera lengua con quel pri- mero almirante , don Chripstóbal Colom, descubridor destas partes, topó, fué la de las islas de los Lucayos, é la segunda la de la isla de Cuba , y la tercera la de esta isla de Ilayti ó Española, de las quales ninguna se entiende con la otra. Esto en el primero viage y en el segundo quel al- mirante hizo alas Indias. Después, quan- do descubrió la gran costa de la Tierra- Firme é de los caribes, topó é vido otras lenguas muchas é muy diferentes entre sí, assi como las de los caribes flecheros é otras naciones que alli hay, diferentes en las lenguas y en los ritos é cci'inionias é en sus creencias é costumbres, en tanta manera y en tantas partes, que lo que está visto hasta el tiempo presente es incon- table, y lo que está por ver é saberse es muy á la larga , é para que los venideros tengan mucho mas que escrebir de lo que yo he podido comprehender destas ma- terias. En la lengua que llaman de Cue- na , que es gran provincia , hay muchas diferencias de vocablos ; y sin esa len- gua, de lasque yo he visto por la Tierra- Firme hay lengua de Coyba , lengua de Burica , lengua de Paris , lengua de Ve- ragua, Chondales, Nicaragua, Choro- tegas , Oroci , Orotiña, Guetaros, Ma- ribios, é otras muchas que, por evitar prolixidad, dcxo de nombrar, é porque mas por extenso se hallarán en estos mis tractados. Las quales todas pienso yo que son apartadas del número de las septen- ta y dos (puesto que creo que de al- guna ó algunas dolías ovieron princi- pio) , y también no dubdo que muchas, después de la torre de Babilonia hasta agora, se han inventado é acrescentado por los hombres , y que les es natural esa invención, como lo dice Pero Mexía en el capítulo alegado de su Silva, que los ni- ños paresce que con nuevos vocablos pi- den é quieren sinilicar algunas cosas: y aun como lo vemos entre la gente rús- tica que los aldeanos paresce que usan otro lenguagc diferenciado de la gente cibdadana, de donde son sufráganos. Pues si los rústicos domésticos con su rubs- ticidad , y los niños con su inocencia , y aun los mudos con sus señas , se esfuer- Can á ser entendidos por nuevo lenguage ó apartado y diferente, de pensar es que los que tienen habilidad é los hizo Dios de altos ingenios, que avrán constituido nuevas formas de hablar, para ser enten- didos y entenderse con los suyos, y para que no los entiendan los extraños ó sus adversarios; y de aquesto han resultado las cifras y nuevos caracteres é vocablos, para huyr de las cautelas ó asechancas de 236 HISTORIA GENERAL Y NATURAL los enemigos, ó p.ira aver vicloria dellos é enseñorearlos. Y cómo la malicia do los humanos sea tan grande y el mundo lleno dellos y della, de pensar es questa gente in- lícl , y en quien el demonio ha seydo señor por tantos siglos , les haya ense- ñado con el tiempo , goraudo de tan- tas ánimas, essas diversidades de lengua- ges, hallando aparejo tan manifiesto é abierto para los engañar, é estando estas gentes tan faltas de defensas hasta nueá- Iro tiempo, en (jue Dios los ha querido so- correr con la lumbre de su sagrada fé, en la qual plega á él que siempre se au- mente la religión chripstiana. Y esto bas- te quanlo á las lenguas de los indios, assi tocado en general , pues que como quise sinilicar desuso, mas puntualmente se hallará en esta General Historia de Indias, en sus discursos é partes apropriadas á esta materia. CAPITULO XLIV. De ciprios capitanes memorables en el mundo por el mucho valor de sus personas, y todos ellos tuertos. I^omo en otras partes deste libro VI ó de ¡os depóssisos he dicho y fecho men- ción de un tractado nuevamente copila- do y escripto por el muy enseñado y doc- to caballero , Pedro Mexía , natural de la poderosa é insigne cibdad de Sevilla , el título del qual es Silva de varia lerion; yo hallo quel mismo nombre podemos dar á este, en que yo tracto destos depóssitos é historia de Indias. Y porque entre las co- sas que aquel caballero memora de cosas notables , que de una misma manera acaesfieron, mas en unos lugares que en otros y á unas tierras y hombres , como mas largamente lo expresa, toca fiertos capitanes ó dige assi: «Fueron excelentes capitanes Anibal Cartaginés, y el rey Phelipe, padre de Alexandro , y el rey Antígono, padre do Demetrio , é Sertorio romano, é Viriato español, y en nues- tros tiempos Federico, duque de Urbino, é aun algunos dellos se paresfieron en las condiciones y maneras en la guerra, y en una cosa quisieron ser todos igua- les : que todos fueron tuertos é perdieron el uno de los ojos por desastre. Y tam- bién los pudiera hager siete, si se ha de dar crédito á aquel tractado intitulado Su- plemenlwn chronicarum \ el qual dice que Ligurgo, príncipe de Lagedemonia , pro- hibía en sus leyes que no se tuviese mu- cha solicitud en allegar riquezas; y por esto dicen algunos que todos los ricos se levantaban contra él, y resfibió dello muchas injurias, de manera que le saca- ron un ojo. Assi que, si Ligurgo fué tuer- to, no sé cómo le olvidaron, pues que fué uno de los señalados varones del mundo. » A este propóssito de tuertos , digo yo que pudieran muy bien memorar con los gran- des capitanes tuertos que ha dicho este auctor, á otro nuestro español, igual á ellos en la desdicha, que perdió el un ojo en una batalla , de que quedó vengedor, el qual es el adelantado , don Diego de Almagro . Pero á los seys famossos tuertos que es dicho , este seteno hizo mucha ventaja en dos cosas, en especial: la una, que passó mayores y mas exgessivos traba- xos que ninguno de los que dicho en sus empressas, y las comportó é se ovo en ellas, como valcrosso capitán , aunque fueron de mayores peligros é nesgessida- i Lib. IV. DE INDIAS. LIB. YI. CAP. XLIV. 237 des en estas Indias que las que Catón en África experimentó ; y la otra, en que pregedió y hizo ventaja á los que es di- cho y á otros , fué en que su liberalidad é franqueza fué tan grande que jamás consintió que se le passasse dia, sin haf or mercedes (después que tuvo possibilidad para haberlas) , ni que hombre alguno del mundo se partiesse del descontento, si menester avia su socorro : é aun sin se lo pedir, era tan continuo en el dar, que contaba por perdido el tiempo en que no se le ofrosgia ocassion -para repartirlo que tenia con sus milites é amigos prcs- sentes é aussentes, é con todos aquellos que él podia ayudar. E dexados los re- yes aparte, que pueden é suelen dar Es- tados é provingias é vassallos á quien los sirve é les plasge , con los quales yo no le pienso comparar en algunas parti- culares é grandes mergedes, assi co- mo las que hizo el rey don Johan, II de tal nombre en Castilla , á don Alvaro de Luna (que le hizo condestable de Castilla é maestre de Sanctiago, é le dio muchas villas é castillos para él é sus herederos); é el rey don Enrique IV, su hijo , que hizo á don Johan Pacheco marqués de Villena é maestre de Sanc- tiago , é á don Beltran de la Cueva du- que de Alburquerque é conde de Le- desma , y assi podria dcgir de otros príngipes que higieron señores á otros; pero torno á dcgir que en una cosa este adelantado me paresge que á los modernos é antiguos hizo ventaja en lo que dio de contado á muchos en oro, é plata é joyas, é mas ordinariamente , esso que la vida le turó , después que, como he dicho, él tu- vo que dar. Y digo después que tuvo, porque yo le vi pobre compañero é sin oro ni plata, é después sus cosas subge- dieron de manera que él é su compañero el adelantado , don Frangisco Pigarro, lle- garon á tanto que en el mundo no se sa- bia , ni pienso que avia otros dos varo- nes (que reyes no fuessen), tan ricos , ni que tanto oro é plata pudiessen dar á quien les pluguiesse : y de estar en sus personas tan diferentes y desproporgio- nadas voluntades y condigiones tanto quanto fueron amigos y conformes , se- yendo pobres , tanto y mas fueron ene- migos en su prosperidad , y el uno tan escaso como el otro liberal. Assi median- te sus diferengiasymalas lenguas de ter- geros que entre ellos se mezclaron, el uno y el otro higieron malos fines, como la historia mas largamente lo contará en la torgera parte destas materias , donde quadrarán mas al propóssito los subges- sos de cada uno dellos. Lo que aqui se ha dicho, solamente lo truxo ámi memo- ria el número de los tuertos que el auc- tor susodicho hizo de scys varones no- tables, y porque este adelantado sin dubda alguna es muy digno de poner- le en el número de tan señalados ca- pitanes é príngipes tuertos por el se- teno ú octavo. Y dado que la infelici- dad de su muerte fué causada por sus enemigos , é mas por envidia que por culpa ni méritos de su persona, mu- rió como cathólico con pregón de justi- gia muy injusta , y sin ser juez para con- donarle quien le dio la muerte que des- pués han otros escotado , y aun se espe- ra que alcanzará á mas personas. £38 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAriTULO XLV. De rierlos notables que el historiador pone aqui en dopússilo, hasta que en los libros c partes que con- venga se escriban mas largamente, que son semejantes á lo que muchos auclores han locado, y uno en especial de las guáranlas, que es arma nunca vista ni usada en otras partos, sino donde el auctor la pone en estas Indias : ninguno luí escripto de tal arma. ÍTJ.uy á mi gusto ha scydo un Iractado que se dií^'c Silva de varia lerion, que po- co tiempo liá salió impreso por la vigilia é diligencia del docto é noble caballero Pedro Mexía, el qual dife en la segunda parte, cap. XXIV, que un Dionisio, hijo de Júpiter y deProserpina, fué el prime- ro que domó toros, según Diodoro Sícu- \o\ é que según Plinio, en su Natural His- toria ^, filé Eriges, natural de Alhenas, é otros tienen que Triptolemo. Y á este propóssito dige Pedro Mexía qu(^ no de- bió ser uno , sino que el ingenio y nes- gessidad humana en diversas partes lo halló é imaginó: de manera que unos fueron inventores en unas partes y otros en otras , y assi dige Trogo Pompeo ' que Abides , rey que fué de España , comen- tó á domar toros é á arar con ellos. To- do esto dige este caballero alegando los auctores que es dicho. Parésgeme tan bien su opinión, endcgir que en diversas partes fueron diversos los auctores ó in- ventores, que no solamente lo creo en lo que dige, mas assi lo tengo creido en otras cosas ; y ó este mismo propóssito quiero yo degir aqui lo mismo cu lo que escriben de los inventores de las fre- chas y de las hondas. Y no quiero creer á Plinio ■* que dige que Scythe, hijo de Júpiter, halló el arco y las saetas, y otros las atribuyen áPerseo, hijo de Pcrseo, y que el dardo con amiento le inventó Etholo , hijo de Marte. Las velas , dige i Diod., lib. IVéV. 2 Plin., lib. VIÍ, cap. ¡56. 3 Just., lib. XLIV. assi mismo Plinio, "que halló ícaro pa- ra navegar, é el árbol y entenas Dé- dalo. Yo veo que en estas nuestras Indias, que no es menos antigua tierra en su croagion , ni mas moderna gente que esos inventores que se han nombrado de suso en muchas , partes acá son comun- mente frecheros los indios , y no se pue- de probar ni se debe creer que lo apren- dieron de Scythe ni de Persco. É assi mismo tiran muchas varas con amientes, y aun algunos señores los traen de oro é otros de plata, y no lo aprendieron de Etholo. Y assi mismo los indios en algu- nas partes usan en sus navios ó canoas é piraguas traer árboles é entenas é ve- las , sin que los haya enseñado ícaro ni su padre Dédalo. Vegegio ^ dige, que los de Mallorcas fueron inventores de las hondas , y assi mismo lo dige Isidoro en sus Ellúnwlogias'^, que los de las Islas Ba- leares fueron inventores de la honda, que son los mismos mallorquines. Yo veo que en muchas partes destas nues- tras Indias, es común arma la honda, y no se podria probar, ni tampoco es de creer que tal exergigio le supieron acá de los de Mallorca. Mas tengo por gier- to que de aquella arma llamada guara- nia , que los indios usan en las comar- cas y costas del rio de Paranaguagu, (alias rio de la Plata) , nunca los chrips- tianos la supieron ni leyeron , ni los mo- 4 Plin., lib. VII, cap. 44. 5 Veg., lib. I, cap. 16. § Lib. XVIII, cap. 10. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XLV. 239 ros la alcanzaron , ni los antiguos ovie- ron della noticia , ni se ha oydo ni visto otra en todas las armas ofensivas tan dificultosa de exerf itar; porque aun don- de los hombres la usan , los menos son hábiles para la exerger. Y pues ya se di- xo su forma, y qué cosa son estas guá- ranlas en el capítulo XXXY , no quiero tornarlo aqui á repetir , por no cansar al letor con una misma lec^'ion. CAPITULO XLVÍ. De un notable mucho de notar de la mudanca de los tiempos en esta cibdad de Sancto Domingo é Isla Es- pañola, y aun en las otras partes dcstas Indias que se han poblado de los chripstianos. JCiStas tierras que los_ chripstianos en estas Indias han hollado , habitándolas (como es notorio á todos los que ha al- gún tiempo que por ellas andamos), puesto que desde el año de mili é qua- trogientos noventa y dos hasta este de mili é quinientos quarenta y ocho , no son mas de ginqüenta é seys años ( y yo vi á Colom , primero almirante y descubridor destas partes, y á los mas de los prime- ros pobladores , digo de los principales hombres que acá passaron estonces , y aun do los que han venido después con cargóse ofifios mas señalados); muy tro- cadas las veo en aquellas provincias por donde yo he andado, y cada dia lo están mas , en quanto á los temporales del frió y de la calor, y cada dia, quanto mas van c mas corro el tiempo , tanto mas templada ó menos calor hallamos ; y en esta opinión todos comunmente los es- pañoles , que algún tiempo por acá vi- ven son conformes, é lo digen. Yo he platicado con algunos hombres doctos y naturales sobrestá materia, y en lo que concluyen es que assi se va do- mando y aplacando la región y riguridad della con el señorío de los españoles , co- mo los indios y naturales hombres y ani- mabas , y todo lo demás desta tierra ; y es muy natural y razonable cosa y evi- dente que assi sea, porque como esta tierra es humidíssinia, y no era assi ho- llada ni abierta , sino muy arborada y emboscada , y con tanto curso de años poseída de gente salvaje , siempre se au- mentaban los boscajes , y sus caminos eran como sendas de conejos, ó muy ra- ros avia que caminos fuessen. Sus edifi- cios de pocas maderas , para agotar tales espesuras : ningunos ganados tenian por grangeria , y si algunos avie en la Tierra- Firme era solamente en el Perú de aque- llas ovejas grandes, de que hage mención el libro XII, cap. XXX. Mas después que la palabra evangé- lica (desde el tiempo que digo) acá fué repredicada, han seydo tantas é tales las grangerias y edificios y la moltitud de los ganados, que se ha abierto y desabahado é tractado de tal manera la tierra , y en especial esta isla , que co- mo solian hallar las maderas para fabri- car los templos é casas á par desta cib- dad , es menester agora traerlas de do- Ce y mas leguas y con mucha costa. Pero dexemos esta manera de madera; si no que de la común para el fuego ha sey- do tanta la que han gastado y gastan los muchos ingenios de acucar , que no se puede creer sin lo ver; y como la solian tener á la puerta , agora la van á buscar lexos , é cada dia la han de buscar y ha- llar mas apartada do los ingenios é casas del acucar. Los ganados , en especial el vacuno , son poderosos animales , é sus alientos é grandes rebaños rompen el ay- re é le aclaran é abren mucho los vapo- 210 HISTORIA GENERAL Y NATURAL res, y hay , como he dicho en otra parte, hombres en esta cibdad de á veyntc é veynte ó finco mili caberas de aqueste ganado, y do aqiii para abaxo de quince é doce é diez mili ; y assi abaxando , de tal forma qiiel qne tiene mili c dos mili ca- ])e(;'as, quassi no le cuentan ni han por del número de los que se llaman ricos de ga- nado. Y demás de lo doméstico, es in- contable el ganado que se ha hecho sal- vaje, assi de vacuno como de puercos y caballos (de que hay assi mismo mucha cantidad doméstico) que todos estos dis- curren por unas parles y otras. Allende de lo qual las otras haciendas y hereda- mientos del campo de los vecinos de la cibdad é de todas las villas é poblaciones desla isla, donde hay todo loques dicho, hallan estos que en esta materia platican que es mucha causa de adelgazarse los ayres é purificarse , y de domarse la tier- ra, como antes dixe. Dice Plinio ' hablan- do en el obelisco de Campo Marcio , por donde los romanos conoscian en la som- ]jra las horas del dia , estas palabras: •iMaUio, matemático, acrescentó encima una pelota dorada , en la qual summi- dad la sombra se recogiesse en sí mes- ma , segund los varios é diversos incre- mentos , los quales echa la mas alta par- le : lo qual como dicen entendieron de la similitud de la cabeca del hombre. Aquesta observación del dia, do treynta años acá , no muestra la verdad ; ó por- quel curso del sol no sea aquel mismo, mas que se haya mudado por alguna ra- zón del cielo , ó porque la tierra univer- salmente se haya alguna cantidad movi- do de su centro , como yo oygo, que aun en oirás regiones se comprehendc.» Todo lo dicho es do Plinio. Al propóssito desta mudanca, aplicando lo ques dicho con los temporales de aquestas nuestras Indias, quiero decir en este capítulo un notable. que aunque no es para todas las gentes ó gustos de los que no leen, ó no son dados á la conlemplaríon de las cosas natura- les, me paresce á mí ques un passo para mirar é atender en él con espíritu sotil, y aun de los avisados ó expertos en el estudio de los movimientos celestes; pues que yo y otros que somos faltos dessas le- tras y curso de cstrólogos , lo vemos aquí continuar y aumenlarse de dia en dia mas y mas : y es que de los tiempos atrás después questas partes chripstianos las conosccn (ques breve dilación) hasta el presente , hay mucha diferencia, y tanta, que quassi ya aqui en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española no traemos menos ropa acuestas que en Es- paña traeríamos o allá se trae ; y en los meses de octubre y de noviembre, que hay aguas y corre el viento norte, no sabría mal el cani^rro algunos días á quien lo toviesse , ni otro en forro de los que en el invierno en Castilla se usan; puesto que aqui vivimos diez é ocho gra- dos desta parte de la línia equinocial , é no menos. Y no solamente en esta cib- dad, pero en la Tierra-Firme en Nicara- gua , queslá en trece grados, y en la cib- dad de Panamá, questá en ocho y medio, es grandíssima la diferencia de cómo es- taba aquella tierra quando se comencó á poblar de españoles á cómo está agora: y lo mismo digo de la cibdad del Darien , de como la hallaron el adelantado Vasco Nuñez de Valboa y el bachiller Enciso y los que allí se avecindaron primero, á có- mo estuvo después, quando se despobló el año de mili é quinientos é veynticuatro, y avíasse comencado á poblar el año de mili é quinientos y nueve. Assi que en quince años que fué tractada estaba tan mudada y trocada, que era muy grande la diferencia y aun la salud de los veci- nos mucho mas asegurada , como la ex- i Plin.,lib. XXXVI, cap. 20. DE INDIAS, un. VI. CAP. XLVII. 24Í periengia lomosíróá losquevimoslounoy desde el año de mili é quinientos éailor- lo otro; y aunque yo no me hallé al prin- ge hasta que fué despoblada, por mi mal y Cipio , oy á ios primeros, é puedo testificar de otros muchos. Sea Dios loado por todo. CAPITULO XLVII. r>e oierlos aves que no ponen mas de un huevo , y hay muchas dolías. 0 me paresge ques de poner en olvido un notable depdssito que aqui se poraá, hasta que mas largamente en un capítulo especial se diga en el libro dirigido á las aves. Ni para los que no lo han visto se- rá de poca admiración oyr que hay aves que no ponen mas de un huevo : de las quales nuestros españoles vieron é co- mieron muchas en la isla de Sancto Tho- mé , como mas largamente adelante , en el libro XX de la segunda parte destas historias, en el cap. IIÍ, se escribirá, quando se tráete del viaje de la Especie- ría. Y sin dubda es gran novedad, por- que por la mayor parto y mas común y mas generalmente las aves ponen dos huevos ó muchos , digo de aquellas que no son domésticas, sino que en cierto tiempo se anidan para aumentar su ralea ó generación , assi como las palomas é otras aves que andan pareadas , é como los papagayos; porque aunque estos é las palomas andan en bandas é muchas en compañía , alli, aunque sean muchas ó pocas, siempre andan de dos en dos ma- cho é hembra. Otras aves hay que ponen mas y mas huevos uno á uno y en diver- sos días, y llegados á cierto número crian sus hijos , assi como las golondrinas y los tordos y vencejos é otros. É otras aves hay que multiplican mas é sacan de una ni- dada muchos, assi como las perdices y aun nuestras gallinas caseras , ánsares é ánades. Pero poner solo un huevo é no mas, é aquel sacarle no lo he oydo sino de las que he dicho de la isla de Sancto Thomé y de otras tjue hay en esta nuestra Isla Española que los indios las llaman papayrios. Estas que llaman papaycio, son aves noturnas, y las que primero se di- xo de la isla de Sancto Matheo, no son no- turnas; pero las unas é las otras son aves de agua é que se mantienen de pescar, y son de patas semejantes á las ánades o ansarones, pero como es dicho deseme- jantes en sus crias; porque los ánsares 6 ánades ponen muchos huevos uno á uno, é después que han acabado de poner, sa- can sus pollos, como las gallinas é los pa- vos é otras muchas aves que guardan tal costumbre ó manera en su aumentación; mas poniendo un solo huevo, no lo he oydo jamás sino de aquellas aves de la isla de Sanct Matheo y destas que he di- cho que hay en esta nuestra Isla Espa- ñola. Tü.MO I. 31 242 IIISTOIUA C.KM'.RAL Y NATIUAL CAPITULO XI.MII. F.ii que se Irada del rcmediu (|iio nuevamcule c de poco licmpo acá es hallado para curarse las heridas de las flechas con hierva, con que tiran los indios , que hasta saberse este secreto era incurable, é por la ma- yor parle lodos ó los mas morían , como por estas historias está probado. E dijese la manera, por donde la cleinciicia divina permitió qucstc remedio se supiesse. Lios ([lio lian loydo , no tern;'m por cosa nueva en los sueños avorso notificado c rovclado mticlias cosas qu(> después (^1 tiempo , saliendo verdaderas, les dio auc- toridad. Esto de muchos tiempos está es- cripto, assicomo del sueño de Hccuba, que soñó que paria un fuego que (iiiemaba Á Troya, é estaba preñada de su hijo Pi'i- ris': é assi fue él suficiente ticon para la ruina de Troya , pues por aver robado á Helena, nniger del rey Menalao, se mo- vieron los prín(,:ipes de Grecia para su destriiifion. Assi mismo del sueño del rey Astrage se escribe ^ que soñó que del cuerpo de su hija é lieredera nas^ie una parra ó sarmiento , cuyos pámpanos ha- rían sombra á todalaAssia. Y sus adevi- nos, interpretando este sueño , le dixeron que significaba que su liija parirla un hijo ([ue le avia de quitar el reyno , y assi se cumplió ; porque Ciro, su nieto, le quitó el reyno, como mas largo lo escribe Jus- tino en la Abrevia^mi de Trogo Pompeijo. Quandoovo de nasfer el Dante, famoso poeta, su madre soñó que estaba en un verde é florido prado á par de una fuen- te cristalina , c que debaxo de un laurel paria un hijo, el qual, con los granos é fructa de tal árbol é con el agua de aque- lla fuente, un tiempo se criaba, é en bre- ve cresgia é era pastor; é queriendo to- mar de las ramas del laurel , caia é súbi- to se levantaba, no hombre, mas con- vertido en pavón. Este sueño interpreta Johan Bocafio, y mas largamente Cris- toforo Landino en el comento que higo sobre la comedia del Dant(>; y dige quel pastor se (Mitieude por la j)hilosóphica é theológica doctrina , é las plumas del pavón por el ornado poema del Dante , ó la fuente é el lauro por la encumbrada é alta poesía. Y desto no se debe maravi- llar ninguno , porque muchas veces é en varias regiones é siglos han acaesfido prodigios que han pronunciado la exce- lencia de alguno que eslé por nasfer. De Marón se lee que su madre, una noche antes que le pariesse, soñó que paria un ramo de laurel , é que en breve tiempo cresgia lleno de flores é fructa'. También se lee en la historia del glorioso Sáne- lo Domingo, cómo su madre soñó estan- do preñada del que paria un perro, man- chado blanco é negro, con una hacha ar- diendo en la boca ; y la pronosticación ([ue con obra resultó de su sueño , fué la predicación deste sancto doctor , lumbre é resplandor de la fé cathólica , é funda- dor de la sagrada Orden de los Predica- dores de la verdad evangélica contra la heregía é apostasía. É el perro se en- tiende por la fidelidad queste animal tie- ne en excelencia sobre todos los otros animales iiTacionales con su señor, y la Color del blanca y negra , denota el há- bito desla religión: lo blanco signifi- ca la limpieca é castidad, é lo negro la firmeca é constancia de la cathóli- ca perseverancia que en la chripsliana república este bienaventurado tuvo, é i Chron. Troyana: Dares, phrigio; Diclis, grie- go: Homero. 2 Just. , lil). 1. 3 Xrisloplioro Landino. DE INDIAS. I.IB. VI. CAP. XLVIII. 2í:í la que tienen lodos los que le siguen. Mas lo que aqui paresfc que quadra con lo que propuse primero del remedio con- tra la hierva , es el sueño de Alexandre Magno, del qual dige Quinto Curtió ' que, combatiendo con los del reyno de Sambi, aquellos trayan las espadas enlosicadas, é al que herían, moria súbito ó muy pres- to , sin poder los médicos comprender la causa , siendo la herida ligera ó pequeña. Herido assi Tholomeo, estaba Alexandre con mucha pena por ello, porque le que- ría mucho , y aun porque se sospechaba que era su hermano , é hijo del rey Plic- lipo. Vencido Alexandre de un sueño pro- fundo, quando despertó, dixo que en vi- sión le paresfió la imagen de un dragón , el qual traía en la boca una hierva é se la daba para el remedio del venino, é re- feria la color é forma de la hierva , é afir- maba que laconosgeria, sí le fuesse tray- da ; la qual se halló, porque muchos la buscaban , é hízosela poner sobre la lla- ga , é súbito le quitó el dolor , é en bre- ve tiempo sanó. En el mismo caso habla Justino^, é dige que, arribando Alexan^ drc á la cibdad del rey Ambigoro , aque- llos cibdadanos fabricaron saetas avele- nadas, y usando dellas, entre otros he- ridos fué Tholomeo herido de tal mane- ra, que ya paresQÍa que era muerto; é que le fué enseñada al rey Alexandre (dormiendo) una hierva para el remedio del venino, la qual venida, enconlinen- te, fué Tholomeo librado; con tal reme- dio fué salva la mayor parte del exér- ^'íto de Alexandre. Aunque estos auc- tores paresfc que discrepan en la ma- nera de la historia , ambos concluyen quel aviso , por donde este remedio de tal hierva se supo , fué el sueño de Ale- xandre. Pues de otro sueño de un hidalgo, nuestro español, quiero yo poner aquí un notable que me paresge que procedió de la misericordia divina; pues que hasta se saber lo que aqui se dirá , han peli- grado é son muertos muchos españoles con la hierva de los indios flecheros, lla- mados caribes , y los que han padesgido, por la mayor parte murieron, hagicndo vascas é rabiando , mordiendo sus pro- prias manos é bra^'os, é muy cruelmen- te. Y este bien y socorro que Dios ha en- viado para esto, se supo desta manera. Estando el año que passó de mili é qui- nientos é quarenta años en la isla de Cu- bagua un hidalgo, natural de la villa de Medina del Campo , llamado Garfia de Montalvo , hijo de Juan Vaca, goberna- dor que fué de Elche é otras villas en el reyno de Valencia , por el duque de Ma- qucda, soñó una noche que le avian da- do un flechado los indios caribes , y que estando assi herido y creyendo presto perder la vida , como otros quél avia vis- to moiir assi heridos, avia tomado por remedio de se echar en la herida polvos de solimán vivo, é soñaba que estaba assi atada la pierna: é muy temeroso, en- comendándose á Nuestra Señora, Sancta María del Antigua, despertó con mucha alteración , tanto que los que le vieron assi, le preguntaron que qué avía é qué temor era aquel que tenia , c se allega- ron á él, para le esforzar é ayudar á de- sechar su espanto. É el Montalvo, retor- nando en sí , como se vido sin herida é conosfió que de aquel sueño era su tur- bación , comcnró á dar gracias á Dios é á su bendita Madre, é contó lo que avia soñado , é dixo quél proponía de probar aquel remedio con el primero que viesse herido de la hierva , porque en su ánimo tenia assentado (¡ue sanaiia (jiiien assi se curasse. Y segund yo fui informado de per- sonas de crédito , y en especial de un re- verendo V devoto religioso , llamado frav l lli-sl. Alcx. Magii. , lih. IX. 2 Jusl. , lilj. XII. 214 IIlSTüUIA GE.NEUAL Y NATURAL Aiidrós de Valdés , de la Orden de señor Sanct Frauyisco , digno de entero crédito y de muclios años mi conosQido , que me escribió desde la misma isla , donde en ossa saf on residía , que aquel iiidalgo so- ñó lo ques dicho tres ve(;'es, que para el remedio de la hierva era bueno el soli- mán ; y que después passó el mismo Mon- lalvo á la Tierra-Firme, é flecharon los indios á un compañero de los que con él yban , é abriéronle el ílcchago é fregá- ronle la herida con solimán; y escapó. É está ya tan experimentado este remedio, que, assi como en Castilla acostumbraban los soldados, en el tiempo de la guerra de los moros, traer alriaqueras contra la ponzoña de la hierva (vedegambre), assi agora acá los que siguen la guerra con- tra aquellos indios fleclicros, traen con- sigo solimán molido. E dícoame algunos que han visto curará heridos, después de aquesta revelación ó sueño de Montalvo, que ninguno peligra, si es socorrido pres- to ; y que la forma de la cura es que le chupan la herida presto, todo lo possible, é le abren el golpe un poco mas y le hin- chen la llaga de polvo de solimán molido, é se la atan é le ponen al enfermo do esté apartado é guardado del ayre: é ha de tener dieta , y dentro de quatro ó cinco dias le sale de la herida una raiz, como uña ó un callo , é después aquel hoyo que queda se encarna é se cura , como otra llaga ó común herida , é presto queda sin lesión alguna. Por manera quel solimán ataja é haye que la poncoña de la hierva no progeda adelante en su rigor, sino que torne atrás é se resuma é convierta en aquella uña, é que ninguno que herido sea, peligre, excepto si no fuesse herido en el vientre ó hueco del cuerpo, donde no se pudiesse efectuar el remedio é cura ques dicho. É ya los hombres que siguen la guerra donde hay flecheros, andan tan confiados en esta raedigina, que no tienen en nada la pongoña de esa hierva. Cosa haseydo muy notable, é lo es, para dar infinitos loores á Dios, por tan señalado socorro y merged, como ha hecho á los chripstianos en mostrarles á se curar en esta tan difi- cultosa guerra y peligro tan manifiesto é de tanta importangia , que oso degir que después del almirante , don Chripstóbal Colom, que fué el primero descubridor destas nuestras Indias , no ha passado á ellas otro hombre mas útil para la con- scrvagion de los chripstianos é milites dosta conquista, como Gargia de Montal- vo y su sueño ó revelagion, digiendo me- jor. Mas por tanto las gragias á solo Dios se den é á su misericordia, de cuya bon- dad é clemencia ha resultado notoria- mente tanto bien, porcjue, como dige el reverendo maestro en santa theologia, Pedro Ciruelo, en aquel calhólico trac- tado que escribió en reprobagion de las superstigiones y hechicerías': los sueños vienen á los hombres por tres causas, es á saber: natural, moral y iheologal , y destas tres la última es la que aqui hage al propóssito , de la qual dige que la theo- logal y sobrenatural es, quando los sueños vienen por revelagion de Dios ó de al- gún ángel bueno ó malo, que mueve la fantasía del hombre y le representa lo que le quiere degir. Desta manera dige la Sagrada Escriptura que en la ley vieja Dios hablaba á los profetas, quando dor- mían -; y el Evangelio dige que el buen ángel de Dios aparesgia entre sueños á Joseplí , esposo de la Virgen, Madre de Jesu-Chripsto, nuestro Redemptor, é des- pués aparesgió á los Reyes Magos, dur- miendo ellos , y los avisó para que no tor- nassen al rey Heredes^: y el diablo, entre i Reprobación de las supersticiones y hcchice- riíis, 11 parle, cap. G. De los sucíios. 2 Nuiíicri , cap. 12. 3 iMalh., cip. 2. DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XLVIII. 245 sueños, habló al gran nigromántico Balan, para que fuesse á maldecir y encantar al pueblo de Dios '. Y de la misma manera habla en sueños á los nigrománticos y adevinos que tienen pacto público ó se- creto con él , y les revela muchas cosas, para ipie adevinen lo que ha de venir. La diierengia que hay entre estas dos mane- ras de revelaciones es aquesta. Que en la revelación de Dios ó del buen ángel no se hage mengion de cosas vanas, ni acacs- ge muchas veges, sino por alguna cosa de mucha importancia y que pertenesge al bien común del pueblo de Dios, y con la tal visión queda el hombre muy certi- ficado que es de buena parte , porque Dios alumbra el entendimiento del hom- bre y le certifica de la verdad. Mas en los sueños de los nigrománticos y adevi- nos no hay tal certidumbre , y vienen mu- chas veces y sobre cosas livianas y que- da el hombre cegado y engañado del dia- blo. Todo lo diclio es del maestro Ciruelo alegado de suso. Por manera que redu- ciendo la sentencia desto á nuestro caso, podemos decir que fué revelación de Dios ó del buen ángel la de nueslro Men- tal vo. Passemos á otras materias, y desta nin- guno se descuyde, para que si nescessidad le ocurriere, se sepa aprovechar de lo que aqui tengo escripto , ó para ayudar con este aviso á quien lo oviere menester, pues será caridad muy bien empleada en- tre chripslianos. Después de aver escripto lo ques di- cho , hallándome en España , en el mes de noviembre de mili é quinientos é qua- renta y siete, yo me informé del mis- mo Garría de Montalvo , é me dixo ser verdad é aver seydo el mesmo queste remedio del solimán enseñó , é que sub- Cedió de la manera que está dicho por la voluntad é misericordia de Dios. CAPITULO XLIX. En que se traclan diversas é peregrinas hislorias é malcrías que lian ocurrido en parles muy apartadas, é han tenido con otras en muy desviadas provincias mucha conformidad é semcjnnca ; y de ser las unas anliquissimas están olvidadas á los que no leen, y las que agora se ven tales, parescen nuevas, sin lo ser en el mundo. Tócanse ündas e' sabrosas lecioncs en este capítulo, c tales que diirán mucho contentamien- to á los lelores. n este depóssito se dirán algunas co- sas que parescerán nuevas , y yo las cuen- to por viejas y olvidadas. Quadran en parte á nuestras materias de Indias ; y aunque en la verdad algunas ternán se- mcjanca ó imitación de otras que fuera de España y de nuestras Indias han acaes- Cido , no es de maravillar, por la anti- güedad del tiempo que passó desde que las primeras passaron hasta que se en- tendieron las segundas. Assi como lo que se cuenta de la lealtad é cathólico co- medimiento que usó el infante don Fer- nando (que ganó á Antequera), con el niño rey don Johan (el 11 de tal nom- bre en Castilla) , su sobrino : que quando murió el Rey don Enrique III , hermano del dicho infante, en Toledo, quedó su hijo , el príncipe don Johan, de ei'ad de veynle meses, é si quisiera el infante su tic pudiérase hacer rey de Castilla; y ninguna contradicion toviera, segund es- taha bienquisto é muy amado, por el va- lor é gran ser de su persona. Y no pudo la cobdicia tanto obrar en él como su lealtad ; y sali() por Toledo , muerto el i Xunicji, cap. 22. 24G IHSTOKIA GENIÍHAL Y NATUIIAL rey , con el pendón real , di(,'iendo á vo- í'es: «Castilla, Castilla por el rey don Jolian , mi señor '.» El qiial niño estaba en Segovia con la reyna doña Callialina, su madre, como mas largamente las chró- nicas del rey don Enrique é don Julián lo cuentan. El caso fué peregrino y á prín- í'ipe chripstiano conviniente ; pero muy semejante á la lealtad que usó Ligurgo, príní^'ipe de los lafedemonios, que muer- to su hermano, el rey Polidete, los lafc- denionios tovieron creydo quél se hiciera rey; mas cómo la reyna quedó preñada, non obstante que le consejaron que se bi- fiesse señor, é que fué por la reyna, su cuñada, requerido que la tomase por mu- ger, é que ella baria de manera que la preñez no saliesse á luz, nunca su buen propóssito se mudó. Antes cómo Ligurgo oyó lo que la reyna decia , como pru- dente disimuló y le dixo quél bolgaria de casarse con ella; pero que no queria que pusiesse su vida en aventura , exortán- dola á que tuviesse pagienfia basta que pariesse , é que él ternia manera para que lo que nasfiesse fuessc muerto en secre- to, é sin peligro dclla se podría bacer su voluntad. Con esta esperanza templó la exgelerada locura é infame é cruda peti- ción de la reyna , é puso guardas é aviso secreto sobre ella , para que cómo paries- se, fuesse tomada la criatura, porque no higiesse en elLa alguna maldad tan cruel é desbonesta madre. E assi cómo llegó el tiempo, parió un bijo , el qual luego fué llevado delante de Ligurgo, que estaba comiendo con ciertos señores principales de aquel señorio, é cómo le vido, tomó el niño en brazos é dixo: «Lacedemonios, nascido es nuestro Rey.» E abaxóse de la silla real , é inclinándose al niño con mu- cho acatamiento, le puso en ella é nom- bróle Carilao , de lo qual todos los fir- cunslaules fueron muy alegres , loando la grandeza é justicia del ánimo de Ligurgo. Caso que como temeroso de Dios é catbó- lico príncipe el infante don Fernando to- viesse mas razón de usar tan virtuoso é memorable acto é de tan inmortal acuer- do , no dexaré de creer quél oviese ley- do lo que aquel gentil higo para imitarle. Pero esa legión no bastara, si no estovie- ra en sus entrañas perfigionada su leal- tad , por falta de la qual muchos se ha- llaran en aquel tiempo (y no menos en este), que pusieran la vergüenza y el áni- ma á todo riesgo , como lo han fecho otros antiguos y modernos, por verse se- ñores de menores Estados , quanto mas podiéndose hacer rey de Castilla , donde tantos reynos é señoríos se incluyen. Passemos al esfuergo de los magedo- nios , de los quales se escribe ^ un caso muy notable ; y es que yendo contra ellos los iírícos é los de Tragía , los pussieron en tan extrema nesgcssidad que eran cons- treñidos de huyr, siendo muerto su rey: y en el mayor peligro cresgió su ánimo é tomaron el hijo do aquel rey que esta- ba en la cama, é pussiéronlo contra los enemigos , é pelearon con tanto esfuer- go, que aunque les faltaba el favor é ayuda real del rey defunto, mataron é vcngieron é echaron de la tierra todos sus adversarios, con victoria del nombre raagedonío. A esto me paresge á mí que pode- mos comparar (y aun anteponer), la lealtad é gloría de los caballeros é hi- dalgos é memorable república de la cib- dad de Avila, en nuestra España, y digo assi. En el tiempo que el rey don Alon- so, Vil de tal nombre en Castilla (rey assi mismo de Aragón), yerno del rey don Alonso VI que ganó á Toledo , por- que fué cassado con su hija doña Urraca, ) rijrúnica del rey don Enrique III: Chrónica del rey don Jolian II. 2 Siipplemcntiim Clironicaruin , lib. IV. DE INDIAS. LID. VI. CAP. XLIX. 241 reyna de Castilla, la qual primero avia seydo muger del conde don Rcmon de Tolosa, é avia ávido en ella un hijo que assi mismo se dixo Alonso VIII, ' el qual era muy niño é estaba en Avila; é queriendo el padrastro apoderarse de él é de la cibdad, fué contra Avila , pi- diendo que le obedesf iessen por rey. La cibdad respondió que ella tenia rey: é porque el aragonés , é aun muchos de los castellanos que seguían su opinión, de- gian que el rey niño era muerto , pusso gerco sobre aquella cibdad con mucho ri- gor; é los (;'ercados pidieron término para selo mostrar, con que levantasse el gerco que tenia sobre Avila, é que si dentro de dos messes no mostrassen al niño é rey, que le entregassen la cibdad é le diessen la obediengia. É el rey de Aragón assi prometió de lo complir por su parte, é los de la cibdad dieron en rehenes sesenta caballeros de la flor é mas escogidos de Avila. E luego los gercados con este asien- to, enviaron secretamente por su rey á la Nava , donde lo criaban ; é recogido en la cibdad , dixeron al rey de Aragón que si les volvia sus rehenes, le mostra- rían al rey niño, con tanto que no ovies- se fuerza ni fraude, sino que asegurado el campo , estoviessen de tres á tres ca- balleros ó hasta trescientos por trescien- tos. É cómo el rej de Aragón vido que no podria hager su voluntad é que sus cau- telas eran entendidas, hizo matar los re- henes, é mandó que vivos en calderas fuessen cogidos parte dellos , en un lugar que por tan señalada crueldad hasta el pressente tiempo , desde entonces , se lla- ma las Hervenrias ; donde desde la cib- dad pudiessen ver los que padesgian , é los cercados oviessen mas espanto. E otra parte de las rellenes reservó para los combates é llevarlos atados en la delan- tera, creyendo que assi tomaría la cib-' dad; pero no dexaron los gercados en el combate de matarlos: lo qual visto, el rey de Aragón, levantó el gerco con de- terminagion de tomar otros pueblos de la comarca é destruir la tierra. Entonges los de Avila enviaron á Blasco Ximeno , ca- ballero muy señalado por su esfuergo, para que reptasse al rey de Aragón, por cruel é quebrantador de su palabra, pues les avia assi muerto sus rehenes. Con es- te caballero fué un su sobrino édel mismo nombre, é hallaron al rey en un lugar que se llamaba Diaricgo [ é ahora se di- ge Sanct Johan de la Torre), é Blasco Xi- meno le dixo desta manera: «Si algund rey debe ser reptado por fealdad que co- meta, la cibdad de Avila, é yo en su nombre, riepto á vos , el rey de Aragón, don Alfonso, por lo que aves fecho é co- metido contra vuestra palabra é seguri- dad que distes é no guardastes : é soys obligado de hager la enmienda á la cib- dad de Avila, é debéis dar un caballero ó dos ó mas, quantos quisiérodes, hasta tresgientos, é otros tantos dará la cibdad de Avila por su parto , que con armas iguales harán bueno lo que digo : é los matarán, ó echarán del campo, ó harán confessar con sus bocas, rindiéndose, vuestra notoria culpa ; y desto hago les- i El autor se aparlaaquidela cronología mas ge- neralmente seguida por nueslroshisloriadores, admi- tiendo en el número de los reyes do León y Castilla á Alfonso de Aragón, cuyo malriinonio con áoñn Urraca fué causa de escándalos y trastornos. Con- viene advertir , para inteligencia de los hechos nar- rados por Oviedo en este capítulo , que el nieto de Alfonso VI , coronado Emperador en las ciudades de León y Toledo (de donde vino á esta última el título de Imperial), se halla comunmente desig- nado por nuestros cronistas ¿ historiadores con el número Vil y no con el VIH , que llevó Alfonso, el de las Navas de Tolosa. El respeto dchido á la opi- nión de Oviedo, nos retrae de introducir aqui en- mienda alguna, debiendo advertir, no obstante, que habiendo señalado primero al Emperador con el número Vil, alteró después este, por juzgar sin du- da que tal era el mas exacto modo de contar los royes de León y Castilla , conocidos con el nombre de Alfonso. 248 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ligos á lodos los que dolante de vos , el rey de Aragón, me oyen.» El rey aten- dió todo lo que es dicho; mas resgibió tanto enojo de oyrlo , que aunque avia dado lifenQÍa para que aquel caballero liifiesse su embaxada , con mucha ira los mandó matar. Estonces el caballero mangebo echó mano á la espada, pensan- do matar al rey, porque vido que sus caballeros habían é ponian por obra lo que les era mandado , é cargaron tantos sobrél que allí le hicieron pcdacos. E en tanto que en esto se ocupaban, el tio se pudo apartar de allí é subió en su ca- ballo, pensando salvarse; pero alcanrá- ronle, porque salió de Cantiveros ai tra- vés un hermano del rey de Aragón é otros caballeros para le ataxar é pren- der. E cómo Blasco Ximono conosfió que no podia yrse , volvió la cara é ade- resfó de yr contra el hermano del rey, é matóle , é alli mataron al mismo Blasco Ximeno. Y en memoria deste fecho, se pusso ahy una piedra que llamaban el hi- to, la qual estuvo mucho tiempo á don- de aquel caballero fué muerto : é cada un año yban alli los caballeros de Avila é ju- gaban cañas é daban de comer á todos los pobres que ende se hallaban, en me- moria é por obsequias de aquel buen ca- ballero, su patriota. Después en el tiem- po que en Avila fué corregidor Bernaldo de Mata, que yo conosfí, se pusso alli una cruz en forma de humilladero, en- tre Cantiveros é Ilontiveros. Deste Blas- co Ximeno quedaron otros caballeros sus desgendientes, é dellos descendió Vasco Ximenez , al qual fué fecha merced de Navalmorcuende por el Concejo de Avi- la , é fué confirmado el privilegio por el rey don Alonso XI que ganó á Algcci- ra. Assi que, se ha de colegir de lo que está dicho, como mas largamente se pue- de ver en la Chrónica del rey clon Alonso VIH, el qual se mandó llamar Empe- rador, que los de Avila le criaron, épor lo tener seguro, en tanto ([ue fué niño, le pussioron en aquella sumptuosa é gran torre llamada el riniorro de la iglesia mayor. E ordenó aquella cibdad que pa- ra sus gastos le diessen de cada yunta (que labrasen de tierra), tres gelemines de trigo ; é quedó esta costumbre , é donde adelante lo llevaron assi los otros reyes que subcedieron en Castilla, hasta que fué fecha merged desta renta á las mon- jas de Sanct Clemente de Avila , é des- pués so passó á Sancta Ana, de lo qual tienen previlegio, é hoy dia cogen aque- lla renta é se llama las quartiilas. Des- pués este rey don Alonso VIH confir- mó á Avila sus previlogios é alcaydias é ofifios, é por excolenfia de su fidelidad, mandó que se llaraasse Avila del liey, é dióles que truxese la cibdad por armas la figura ó torre del dicho rimorro de oro en campo de goles vel sanguino , con un rey que tiene puesta su co;ona é un geptro real en la mano , parado á una ventana de aquel gimorro, donde á él le tovieron é criaron , desde la qual lo mos- traban públicamente, para que viessen que ora vivo contra lo que publicaba su padrastro, el rey do Aragón. E también les dio previlegio que aquesta cibdad pudiesse dar vasallos é jurisdigion, é que la cibdad presentasse é el rey é reyes, sus subcessores, confirmasen tales mer- cedes. De aqui resultó que viéndose los de Avila tan honrados , muchos doxaron sus apellidos (aunque eran nobles é an- tiguos) é se llamaron de Avila , como al prcssente se llaman los caballeros de las dos mas principales casas de aquella cib- dad , lo qual les confirmó el rey don Sancho el Desseado. Muchas cosas gene- ral é particularmente se pueden decii" con verdad, en loor de los caballeros é hidalgos de Avila ; mas parésgeme que basta lo dichoque aqui se ha traydo, pa- ra comparación de lo que hicieron los magedonios con su rey niño, como de DE INDIAS. LIB. VI. CAP. XüX. 219 suso se liizo mciiyioii. Passemos á otras cosas que serán loable recreagioa [lara los que se quissieren ocupar en las saber é oyr con alenfion. Ocurren á mi memoria dos notables 6 antiquíssimas historias, y como se ha di- cho de las que quedan de suso escripias, assi las que agora escribiré tienen con- formidad en aliruna manera. Dice Livio ' que Tarquino Superbo, rey de los roma- nos, teniendo guerra con los de la cib- dad de Gabina, é no los pudiendo sob- juzgar, acordó por fraude é una nueva manera de cautela , de conquistarlos. Y para esto, congertósse con uno de sus tres hijos, llamado Sexto, el qual se fué a Gabina , fingiendo que huía de la cruel- dad de su padre, é que se y ha á valer con el socorro é favor de aquella cibdad. É tales palabras habló contra el rey , su padre , é tal compasión le tovieron , que demás de le dar crédito, le higieron su capitán general ; é él hizo la guerra con- tra su padre , moslrándosse valerosso en las armas, é de mucha prudencia é buen consejo en los fechos que emprendía. É con mucha liberalidad repartía los des- pojos é ganancias que se adquerian en los recuentros é escaramuras contra ro- manos; de manera que en breve tiempo fué muy acatado é querido de los de Ga- bina : é quando le paresgió que era tiem- po, envió un mensajero á Roma al rey, su padre , dándole aviso cómo él tenia Ga- bina á su voluntad , é que viesse io que quería que se higiesse. Estonges Tarqui- no no respondió palabra al mensajero, porque no se fió del , sino entrósse en un corralejo que estaba de dentro su apos- sento, é mostrando que penssaba en la respuesta: é tras él se entró el mensajero, é el rey con un palo que tenia en la mano, iieria é abatia á ticirra las mas altas ca- begas de ciertas papávoras ó dormideras que avia en el corralejo, é andaba pascán- dosse sosegado é sin dcgir cosa alguna. É el mensajero no le pidió respuesta , c se volvió á Gabina é contó á Sexto lo que avia dicho á su padre é lo que avia vis- to, é dixoque le avie paresgido cpiel rey no avia querido responder, por ira ó ene- mistad ó de soberbio. Sexto entendió bien aquella respuesta muda , é comenzó á buscar causas injustas contra los prin- gipes Gabinos , acusándolos falsamente por los infamar é enemistarlos con el pueblo menudo , é á muchos condenó á muerte, é á otros higo malar públicamen- te, é á otros, de quien no podia hallar causa para que muriessen , los higo ma- tar secretamente , é muchos huyeron o hígolos pregonar: é los bienes de los unos é de los otros repartió al pueblo menudo, la qual gente plebea con este ardid ni sentían el engaño , ni la perdigion de su cibdad, la qual despojada de consejo é de hombres de aucloridad , Sexto la en- tregó á su padre, el rey Tarquino, sin con- tradigion alguna. A este propóssilo se dirá aqui otra cosa que en España intervino al rey don Ramiro de Aragón '*, el monge , el qual fué professo de la Orden de Sancl Be- nito y de orden sacro, é por faltar los subgessores en la silla real de aquel rey- no, como persona á quien el geptro ve- nia de derecho , fué compclido por el Papa , é por la obedicngia ageptó la go- bernagion é corona real , año de mili é giento é diez y nueve años de la Nativi- dad de Chripsto, nuestro Redemptor. Pe- ro como desde muy muchacho entró en la religión ques dicha , fué muy cathólico chripstiano en todas sus cosas, é inoraba las desenvolturas é profanidades, de que los legos é gente del palagio se presgian; i Tilo Livio, (li'tNcila \.\ libro 1, (m|iÍIii1o lU.MU 1. { Cliiónira dol ivy don U.-umÍio do Araron , el iiionse. 2o0 HISTORIA GIvNERAI, Y NATURAL ó por esto ora tenido por i;i-osei'o ó en poca osliinafion de sus prinripalcs varo- nes é subditos. É acaesfió que queriendo dar lina batalla á los moros, é que estíi- l)an ya las banderas para se mover ó tra- var el lecho de las armas, le pusieron una daraga en la mano siniestra y una lanca en la derecha, é él preguntó que con qué avia detenerlas riendas del ca- ballo, pues tenia ambas manos ocupadas: é un caballero, burlando, lo dixo que con la boca ; é assi tomó las riendas con los dientes , é batió las piernas é arreme- tió , entrando con mucho denuedo en la batalla , de la qual é de los enemigos in- fieles fué vencedor. Assi por esto, como por otras cosas, cómo sabia poco del arte militar, burlaban del los suyos, como de inhábil. Estonces él, viéndose muy es- carnecido, escribió una carta con un men- sajero al abad de Sanct Ponf e, que le avia criado é era hombre de buen seso é asaz prudente , pidiéndole su paresQer é con- sejo. El abad, leyda la carta, entróse en \m huerto con el mensajero, é con uncu- chillo comen^'ó de cortar por el pié las mayores é mas altas hiervas (otros dicen (pie las coles mayores), é desque esto ovo fecho, por un buen espacio de hora, di- xo: "Tornaos al rey, vuestro señor, é de- ^ilde que se esfuerce con Dios siempre é le sirva : que yo y estos religiosos siem- pre hagemos oragionpor él.» El mensaje- ro se tornó al rey é le dixo quél avia (lado su caria é no le traía respuesta , é contóle lo quel abad avia fecho en c| huerto. E esto entendió el rey que era muy prudente respuesta , é luego envió á llamar á todos los principales señores é caballeros del reyno de Aragón para la cibdad de Huesca, habiéndolos saber quél queria hagcr una campana, con su conse- jo dellos, que la oyesen en toda Aragón. Estas sus cartas fueron muy reydas; pero juntáronse é vinieron á donde el rey es- taba, é entró con ellos en una sala secre- ta , donde tenia gente armada , diciendo que qucria tomar sus votos uno á uno; é el que entraba no salia, porque luego le era corlada la cabe(;a. V desta forma higo degollar (jiiinco grandes de aquel reyno; é puestos en torno á la redonda , hechos un corro, liiro llamar á los hijos é here- deros de los que assi estaban muertos, é (líxoles: «Catad ahy la campana que avrés oydo decir (pie yo avia de hager, que so- nase en todo Aragón é aun fuera de mi reyno : yo he complido mi palabra; é lo misino digo que será fecho de vosotros, si no fuéredes muy leales é obedientes.» E de alli adelante fué este príncipe muy acatado é servido de chicos é grandes en todo su reyno, por el consejo de aquel abad ques dicho: el qual yo creo bien (pie avia visto á Tilo Livio, é que tenia bien entendido cómo se avia de curar aquel menosprecio que del rey don Ra- miro hasta alli se avia fecho. Este rey fué hijo del rey don Sancho de Aragón é de la reyna doña Sol, hija del Cid Ruy Diaz , é hermano del rey don Alonso é del rey don Podro, re- yes de Aragón , de los quales este mon- go fué el derecho subcessor. Y no es de maravillar que,á vueltas de la fray lia, le quedassc parte del ánimo de tan va- liente é invicto capitán , como fué el cancto Cid Ruy Diaz, su abuelo. Veis aqui, señor letor, cómo tienen semojan- fa las vergas ó hiervas altas quel abad de Sanct Ponce cortaba con las papáveras ó hamapolas quel rey Tar(piino derribaba en el corralejo, delante del mensajero de su hijo. Sexto Tarquíno. Otro notable quiero aqui poner , que muchas voges heleydo en Valladolid, que ni nio paresce muy cathólico epitaphio, ni dexa de paresger aqueste que diré de don Pero Niago á otro que se puso en el sepulcro de Sardanápalo , último rey do los asirlos, y es desta manera. En la igle- sia de Santistevan , en la pared por de DE INDIAS. I.IB. VI. CAP. XLIX. 2o i fuera de la iglesia , está iin bulto de un caballero, que yo no sé quién fué, y es muy notado por un epigrama ó letrero que tiene, y diye assi: Yo soy don Pero Niñero que en lo niio me yago: lo que comí ¿ bebí gocé; el bien que fice, fallé: lo que acá doxé, no lo sé. Muchas interpretaciones se podrian de- fir, discantando lo ques dicho, en que no me quiero ocupar por remitirlas al prudente letor; y diré solamonle á mi propóssito que muchos siglos y aun mi- llares de años antes, scgund se escri- be de Sardana palo ' , rey de los asirlos (hombre corrompedor de todas las mu- geres) , le halló Harbage, su capitán é lugarteniente general, en medio de mu- chas é deshonestas mugeres , vestido de brocado é una cadena de oro al cuello, hilando en hábito de muger: de lo qual desdeñado aquel su capitán, Irado gier- ta conjuración contra su señor, é veni- dos en efeto á la examinagion é deter- minación de las armas, assi como la ba- talla se coraencó , fué vencido é puesto en fuga el rey Sardanápalo; ó entróse en un gran monte , é allí se quemó de su grado con muchas riquezas, é mandó que fuessen escriptos ciertos versos so- bre sus cenizas é sepulcro, cuya sen- tencia, sogund Tulio, dicen assi: «Yo he ávido aquello que he comido, y de la lu- xuria he alcancado abundancia : las otras cosas quédense ^. « Por cierto muchas ve- ces he mirado en aquel don Pero Mi- yago ó Niago , é me paresge mas aquella su memoria de gentil que de fiel ni ca- thólico ( só enmienda de quien mejor lo sintiere). líe traydo esto á la i;jemoria del pro- póssito que al principio se dixo, que al- gunas cosas parescen nuevas, porque son muy viejas é olvidadas. Por tanto dexemos las comparaciones ó depóssitos que no tocan á nuestras Indias, é pón- ganse aqui algunos que son del jaez des- tas partes ; pues á los que por acá han andado, les parescen nuevas, y en Espa- ña y otros reynos también serán por ta- les tenidas , y darles he yo á cada una dellas sus semejantes , desta manera. Uieu, rey de Israel, mató septenta hi- jos de Acab^, cuyas cabecas, con las de otros sus parientes , liico poner sobre sendos palos , hincados en tierra. La se- niojanca de tales cabecas, assi puestas á manera de trofeos , en muchas partes lo usan los indios en la Tierra-Firme, don- de yo he visto innumerables puestas en árboles é palos en torno de las casas de los caciques é señores principales: é pre- guntándoles de quién son tales cabe- Cas, dicen que de los enemigos é hom- bros que ellos han muerto, como mas largamente en muchas partes dcstas his- torias, y cu especial en la segunda é ter- cera partes desta General historia estará mas copiosamente dicho. Aquel Suplemento de chrónicas dice * que los hombres de Chipre teniaa por costumbre de enviar las mugeres vírge- nes á la costa de la mar , paia que los navegantes que alli aportaban usasen con ellas carnalmente; y desta manera ofres- cian á Yénus el voto de su perpetua cas- tidad , como mas largamente lo escri- be Johan Bocacio en aquel su tracta- do , que intiluló de las Ilustres mugeres; donde particularmente escribe de Yé- nus, y dice que desta manera ganaban alli las mugeres los dotes para se ca- sar. Esta costumbre usan en algunas pro- vincias de la Tierra-Firme las muge- res , y en especial en la provincia de i Supleinenlum Clironicurum , lib. IV. 2 Tullo Cicerón, en sus Quistioncí lusculanas- 3 Lib. IV de los Reyes, cap. 10. i Supk'UK'iiluin Chionicarum, lib. 1 1. 252 lííSTOUlA GEN'ERAL Y NATURAt. Nicaragua , donde yo estuve, é lo cn- londi de los mismos indirs é indias, y vi que la ques mas mala de su persona é que con exerfifio libidinoso gana su dolé, cssa tienen sus padres é aun los otros in- dios pir de mas gentil habilidad, como adelante lo escribiré mas largo en el li- bro XLIl, en el cap. VII, por abreviar aquí la Icfion é passar á otras materias. Atribuyen los antiguos á Baco ' la in- ven(^-ion de hacer el vino , é di^en assi mismo quél mostró á ha^er la fcrbe^a á los alemanes ; pero quien quissiere saber mas por extenso del vino é de sus pro- priedades é diferencias é diversos géne- ros, lea en Piinio*, puesto que en la ver- dad Noé fué el inventor é plantador de la viña después d_l diluvio , como la Sagra- da Escriptura lo dice ^. Pero á lo que yo pienso, los indios, para invención desús vinos, ni oyeron á Plinio ni á Columela, ni á CresQentino ni otros auctores, ni han visto la auctoridad que de suso toqué del Génesis : ni tampoco estas gentes hacen vino de ubas , aunque las tienen salva- jes y muchas ; pero hc'igenlo del mahiz y de la yuca , ques el pan que comen en algunas provin(;'ias , y en otras de miel é agua , y en partes algunas de pierias ci- ruelas é pinas, é otros vinos ó bevrajes de otras maneras, como mas largamente, por esta General Historia , podríi ser el lelor informado. Y este vino en unas par- tes lo llaman chicha y en otras por otros nombres, porque hay muchas y diversas lenguas. Trúxose esto á conseqüencia de aver en estas partes muchas cosas que en alguna manera imitan á las de los chrips- tianos é gentes de Europa bien acostum- bradas. Atribuyen la invención de los espe- jos á Esculapio , hijo de Apoline *. Tam- poco ovieron menester lus indios esta invención , ni aprender de otras gentes á lia^er espejos ; porque de margarita los hafea muy excelentes en la Nueva Es- paña é en otras partes de la Tierra-Fir- me; é en el Perú acostumbraron los indios principales á hacer una plancha ó lámina del tamaño é peso que querían el espejo, de muy fina é cendrada plata, en que se miraban; y aun pienso que son de los mejores de todos , porque vi algunos des- tos que digo. De la invención del sacar la pie- dra é hacer muros, hace Plinio inven- tor á Trason®; pero la manera de los muros , assi de tierra como de piedra é de ladrillo , muy común y ussada é anti- gua es en el mundo. Pero la que en al- gunas partes é pueblos de la Tierra-Fir- me han visto nuestros milites españoles, es cosa muy extraña é notable , como por estas mis historias se puede ver en algu- nas poblaciones, muradas de uno é dos é mas liencos ó cercas de árboles grosíssi- mos, sembrados é puestos á mano, apar- tados el uno del otro quatro é cinco é seys pies é mas é menos. É aquellos, assi como van crescicndo, los van limpiando, para que suban é crezcan derechos , é en discurso de tiempo é años engordan é se hacen poderosos é tan al propóssito, que no dexan vaqüo alguno entre un ár- bol é otro , é assi juntos en su circunfe- rencia, hacen una muralla que, á mi ver, es la mas fuerte que pensarse puede , si toviere mediocre compañía de defens- sores. Dice Plinio ^ que la fábrica de la ma- dera la inventó Dédalo , é assi mismo la sierra para la aserrar. Mas otra manera de aserrar un hierro se ha hallado en es- tas partes , y aunque sea una gruesa án- 1 Siiplemonluní Chronicarum , lib. III. 2 Plin. , lib. XXIII. 3 Coepilque Noe , vir agricola, exercere lerram, el plaiilavil vincam. Oibcnsquc vinum, incbrialus csl. Génesis, cap. IX, vers. 20 (5 21. 4 TuWo , De Natura Deorum. o Plin., üb. Vil, cap. 5';.- fi riiii. , iil supra. m INDIAS. LIB. VI. CAP. XLIX. 2;í3 cora 'cosa maravillosa diré); pues que! indio con un liilo de algodón ó de liene- (¡uen ó cabuya corta qualijuiera liieno, y esto les ha enseñado la nosfesidad para corlar los grillos ó cadenas, en que algu- nos chripslianos los han aherrojado ó puesto en prisiones. É háse averiguado (juc, dándoles tiempo, toman un hilo de los que he dicho , é aquel muévenle so- bro lo que quieren cortar, echando sobrél arena menuda, poco á poco, alli donde la cuerda lude: ó assi cómo comienra a corlar é ser caliente el hierro, le trancan, como cortarían un nabo ; é assi cómo se va rogando el hilo, lo mejoran enconti- nente, poniéndolo sano. Cosa es probada é vista muchas vefcs en la Tierra-Firme. Segund quiere Plutarco en la vida de Thoseo , este fué el primero que dividió en Athénas los hidalgos é gente noble de los otros hombres populares é artesanos, é les enseñó otras buenas costumbres , con- vinientes al político uso é de mucha uti- lidad á su república. Pero á estos indios, acá tan desviados de todo lo escripto, ¿quién diremos que les mostró todas esas diferencias en sus repúblicas , guardadas con tanta humildad á sus superiores é con tan perseverante costumbre? Yo sos- pecho que la natura es la guia de las ar- fes, é no sin causa suelen defir los flo- rentinos en un su vulgar proverbio: «Tuto il mondo é como á casa nostra.» Y assi me paresfe en la verdad que, de muchas co- sas que nos admiramos en verlas usadas entre estas gentes é indios salvajes, mi- ran nuestros (jos en ellas lo mismo ó quassi que avernos visto ó leydo de otras nasgiones de nuestra Europa é de otras partes del mundo bien enseñadas. En con- seqüenria de lo qual se escribe que Dira- chio ü Durafü ', alias E|)idauro (cibdad de venegianos , ) del qual nombre mismo hay otra cibdad en Acaya , en que es- tuvo ó eslá un templo hermosíssimo en honor de Esculapio , é alli los romanos siendo fatigados de pestilencia tres años, leydos los libros délas Sebylas, hallaron que por otro remedio alguno no podrían sanar, é que la última señal de su salud era llevar á Roma á Esculapio , cuya es- tatua era en forma de serpiente; y de aqui se me ha puesto en la memoria (se- gund el curso grande de la idolatría des- tos indios,) que en honor deste Esculapio debía ser aquella memoria de la casa del gran príncipe Atabaliba , en el pueblo de Caxaraalca, dentro de la qual eslá una sierpe muy grande de piedra , como mas por extenso se dirá en la tercera parte destas historias, en el libro XLVI, capítulo Vil, donde se tractará de la pris- sion de aqueste príncipe. Y el que dub- dare desla mi sospecha, acuérdesse quel mismo demonio que mostró á idolatrar los antiguos , esse mismo es el maestro quessa misma condenada idolatría ha sembrado entre aquestos indios; y el mas antiguo simulacro ó imagen del diablo es aquesta de la sierpe , en figura de la qual fueron engañados nuestros primeros pn- drcs, como mas largamente lo manifiesta la Sagrada Escriptura ^. Y aquesto baste para probar el intento ó propóssito del in- troito deste capítulo XLIX. Passomos á otras materias , puesto que en estas que aqui he escripto muchas cosas se podrían añadir, que se dexan por evi- tar prolixidad; porque el pasto de la legión, assi como en la mesa del príngipe es ador- nomento y auctoridad la diversidad de los manjares , y gran ocasión para des- pertar el apetito del paladar las diferen- gias dulges é agras é mezclados sabores, assi ai que lee acresgíentan la persevc- rangia de la legión los diversos discursos i Sup|jlciiieiiliim , lib. 111. 2 Scil ol scrpnis pial oallidior cimclis aiiiiuaii- Iüjus lorrie, r|i!;i' fcceral rioniirnisUctis, ele. GóiiPsis, crtp. 111. 254 msTOHiA gem:i{al y natural é novedades ([iie la historia Irac con- cliar ó leer faljtilosas vanidades , del sigo. Y cslo es nna do las causas ([iie ([iial delicio van desviados los que en hafcn pecar á los oydos y enlendi- historias veras é honestas son exerci- inicntos que se acostumbran á escu- lados. CAPITULO L. De los depossitos deslo libro, en que se recuenta un caso muy noiable qun acaesció en una placa de la pro- vincia de Nicaragua, estando alli el auclor destas liistorias: la qual iiialcria loca al arle mágica é brujos in- dios llamados texoxes , é atrae á conseqücncia otras transformaciones de hombres en animales que escriben algunos t,uclores graves ; y lo que en lalcs casos se debe creer. Iluiero dar fin á estos depossitos con uno que estará adelante mas extenso es- cripto, en lo que toca á Indias, en el li- bro XLII, capítulo VII, donde en la pro- vincia de Nicaragua acaesció un caso de que yo é otros quedamos maiavillados; y aun en el instante me acordé de aquello que en la Sagrada Escriptura se loe, quando dixo Saúl á los suyos que una rauger avia spírilu philónico, é disfraza- do, fué á ella é le pidió que susgitasse a Samuel , é lo hizo: é Samuel le diso (ó aquella sombra) lo que lo avia de interve- nir *. Por manera , que concluye alli que Samuel vino por'induslria de la phitonisa éledixo á Saúl el mal subceso que le avia do venir; por lo qual di(:e Isidoro ^ : Fcr- tiir el qiicedam maga famosissima Circe, quce socios Ulyssismutavit iii bcsiias, etc. Y mas adelante el mismo doctor sánelo dice: (Jtiid phira'! Si credere fas esl , de Pijthonisa, ut prophelce Samuelis animamdc inferi abditis evocarct, el vivorum jn-O'scnlarct conspecli- hiis, si iamem aniniam prophelce fnissc cre- damus, el non alicpiamphanlasmalicam illu- sionem Satance fallada /'ac/flJH. Todoes del doctor alegado. El gloriosso Auguslino, hablando en esta materia , dice que des- pués que los griegos destruyeron á Tro- ya, dercUnfpienles, el ad propria remeanles, dircrsii.vYMiTO es un árbol el mas conoscido en el mundo para quien una vez le ovie- re visto ; porque sus hojas tiene quassi redondas , é de la una parte están ver- des é de la otra de una color que pares- fe que están secas ó como cliamuscadas; é assi aunque esté entre mucha espessura de árboles, se conosge y es muy diferen- giado entre todos ellos. Echa una fructa morada prolongada é tamaña, como el trecho que hay en un dedo de coyuntu- ra á coyuntura ; pero no tan gruessa co- mo el dedo , sino poco mas que un cañón de una pluma de un buytre. De dentro es blanca como leche é gumosa , é quando se come, es aquello de dentro como leche é C'Umosa , mas espessa que leche y pe- gajosa. Estos árboles en esta Isla Espa- ñola é otras llevan esta fructa , como he dicho. En la Tierra-Firme esta fructa del cavmito es redonda é tamaña como una pelota de jugar á la pelota chica ó poco menor, y esta es la diferencia que hay en esta fructa de aqui á la de los caymi- tos de la Tierra-Firme : en lo demás el árbol é la hoja é todo lo que es dicho, es de una misma manera. Fructa es sana é de buena digestión , y en estas plagas de Sancto Domingo se vende harta della en el tiempo que la hay. La madera de este árbol es recia é buena para labrar, si la cortan en menguante é la dcxan algunos meses curar, é que no se labre verde, segund digen carpinteros é los maestros de tal arte. Una propriedad tienen las hojas deste árbol muy singular, y es que aquella parte dolías que paresge seca (é no lo es), sino leonada, es algo vellosa , é á quien con aquella parte se acostumbrare á estregar los dientes , se los limpiará , é páralos muy blancos. CAPITULO IV. Del árbol llamado higiiero. El acento de la letra w ha de ser luengo , ó de espacio dicho , de manera que no se pronuncien breve , ni juntamente eslas Ircs letras gue, sino que se detenga poquita cosa enire la u y la e, é diga hi..gu..ero. Digo eslo, porque el lelor no entienda higuero, ú higuera de higos. iGL'Eno es árbol grande , como los mo- rales de Castilla é mas é menos. La fruc- ta que llevan, son gierta manera de cala- bagas redondas é algunas prolongadas: é las redondas son muy redondas , de las quales los indios hagen tagas é otras va- sijas, para beber é otros servigios. El palo ó madera deste árbol es regio é bueno para sillas de caderas y de las pequeñas, ó para fustes de sillas ginetas é otras co- sas. Es flexible ó correoso é fuerte, é paresge en el pelo , después de labrado, granado ó espino. La hoja deste árbol es luenga y estrecha , é lo mas ancho della es en el extremo ó en la punía, é desde ella va disminuyendo para abaxo al pe- gón , donde está assi asida , como aqui la debuxo. Comen los indios , aviendo nesgessidad , esta fructa , digo lo de dentro della , lo qual es de la misma manera que la calabaga quaxada , quando está verde : curándolas v sacándoles lo £9G HISTORIA GENEHAI. Y .NATURAL de dentro , para lia(;er algún vaso de la higuera, le queda al (al vaso el lustre é manera de calahafa, é no son otra cosa sino calabaras de la forma ó género que lie dicho. Esta fructa ó calabazas son tan grandes las mayores, como una olla que quepa dos adumbres c mas de agua , é de alli para abaxo hasta no ser mayores que un puño gerrado ; é assi hagen della sus vasijas del tamaño que lo sufre la gran- deza de cada una. Estos árboles son co- munes é ordinarios en esta y en todas las islas é Tierra-Firme destas Indias. Mas porque en algunas provincias los vasos que desta fructa ó calabazas se hagen, son preciosos é lindos, y demás desso hay otra diferengia misteriosa en las hojas, ó en la primera impression prometí de lo degir en la segunda parte desta Historia General de Indias , paresgiéndome des- pués que es mejor que estas materias es- ten juntas , dixe en el prohemio deste libro VIH que en él diria lo que tocasse t'i la Tierra-Firme. Y cumpliendo mi pa- labra , digo que la común hoja del hi- güero es luenga y estrecha , y lo mas an- cho della es en el extremo ó fin de la hoja , é desde alli va disminuyendo para abaxo al pegón do está asida , segund se dixo de suso, é aqui se ve patente en esta [Lám. 3.° fuj. 3.*). Mas hay otros hi- güeros en la Tierra-Firme diferenciados, no en el fructo , ni en cosa de lo ques dicho , sino solamente en la hoja , ques desta manera [Lám. •i-'' pg- 4-°), hecha una cruz cada una hoja , como aqui yo la he debuxado ; porque me paresge un notable muy señalado, en que paresge el testimonio de la Cruz, é que no la han podido ignorar estas gentes. Estos árboles higüeros que tienen las hojas todas fe- chas cruges, be yo visto en la provingia de Nicaragua , é señaladamente en Na- grando, donde está la cibdad de León, ó otras partes de aquella tierra ; y maravi- llado yo destas hojas , cogí algunas para las mostrar en España, como las mostré, y aun al pressente están algunas dellas en mi poder. Pero donde he dicho hay mu- chos árboles destos, y alli en Nicaragua llaman á este árbol f/uacal , y los vasos presgiosos de las higueras se hallaron en el Darien y en el golpho de Urabá, con sus asideros ó asas de oro en éstas Iiigüeras, y ellas tan lindas , que sin dubda ni re- proche se podia dar de beber con las tales higueras á qualquier rey poderoso. Y estas venían por aquel rio grande de Sanct Johan , que entra en el golpho de llrabá, por via de comergio. CAPITULO V. Del árbol llamado xagua, y fie su fnicla y de la tiiila que se haec della A.AGUA es un árbol hermoso y alto , y he visto hager del y he tenido hermosas as- tas de langas, tan luengas é gruesas como las quieren hager: es madera mas pessa- da que el fresno, y muy común en esta isla é otras y en la Tierra-Firme. Son árboles altos é derechos é de la forma de los fresnos ; hermosos en la vista , é las astas que se hagen son de linda tez é co- lor entre pardo é leonado sobre blanco. En esta isla, aunque hay árboles destos, no son tantos ni tales , como en Tierra- Firme, en la provingia de Cueva ó Casti- lla del Oro , para hagerse las astas que he dicho. Echa una fructa tan grande como dormideras, é muy semejante á ellas, salvo en las coronillas, que la xa- gua no las tiene. Es buena de comer qnando está madura é sagonada ; de la qual fructa se saca agua muy clara , con DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. V 297 la qual ios indios é indias se lavan las piernas, é á veges toda la persona, guan- do sienten las carnes floxas del cansan- cio. É también por su plafer se pintan con esta agua, la qual, demás de ser su propria virtud apretar é restringuir poco á poco , se torna tan negro todo lo que la dicha agua lia tocado, como un fino é polido azabache , ó mas negro : la qual tinta porcosa alguna no se puede quitar, sin que passen quinge ó veynte dias ó mas ; é muchas ve^es lo que toca en las uñas, nunca dexa de ser negro hasta que se mudan , ó cortándolas poco á poco, como van cresgiendo é se acaba de mu- dar toda , si una vez la dexan enxugar en el agua de la xagua después de pues- ta: lo qual yo he algunas ve^es probado, porque los que en Tierra-Firme avemos andado en la guerra, ó trabaxado en aquellas partes', á causa de los muchos rios que se passan , es muy provechosa la xagua para las piernas , porque como he dicho, aprieta. Suélensse hager burlas á mugeres, ro- blándolas descuydadamente con agua de xagua, mezclada con otras aguas oloro- sas ; porque desde á poco les salen mas lunares de los que querrían , é la que no sabe el secreto ó de qué causa le proce- den las tales manchas, pénenla en con- goxa de buscar remedios; todos los qua- les son dañosos é aparejados mas para se quemar é desollar el rostro ó pecho, do estovieren tales mancillas ó lunares, que no para guaresgor dellos, hasta que hagan su curso é passen los veynte dias, seguud dixe de suso , é poco á poco por sí misma se vaya quitando la tinta. Quando los indios han de yr á pelear, en la Tierra-Firme, píntanse con esta xa- gua é con la bixa, que es otra pintura roxa á manera de almagre (pero mas fi- na color de roxo). Y también las indias se afeytan, quando quieren bien paresger, con la una ó «Con entrambas colores; y en la verdad á mis ojos poco mejor pa- resgen que diablos, quando assi están afeytadas ó ellos pintados. Y demás de ser la bixa pegajosa , mezclan con ella cier- tas gomas, porque pegue mejor, y huelen mal y á los indios les es grato aquel olor. CAPITULO VI. De la bixa. Esle no es árbol , sino planta ó arbusto, c por sí mismo é de la natura produgido , como son todos los que he dicho , y también los plantan los indios. JDiXA. Este es arbusto ó planta, produ- cido de sí mismo por industria é obra de la natura, como todos los que he dicho. Pero fambion este é los otros los plantan los indios, quando quieren; y puse aqui este, porque vino á propóssito de la pin.* tura de los indios con la bixaé la xagua. Esta planta ó bixa hay en esta é las otras islas é en la Tierra-Firme, é son tan al- tas como estado y medio de hombre, ó poco mas ó menos. Tiene la hoja quassi de la manera del algodón , y echa unos íructos en capullos que quieren parescer TOMOl. á los del algodón , salvo que por de fuera tienen un vello grosezuelo, por ciertas venas que de fuera señalan los aparta- mientos ó partes que de dentro tiene el capullo , dentro del qual están unos gra- nos colorados, ó roxos, que se pegan como cera ó mas viscosos; é de aquellos hacen unas pelotas los indios con que des- pués se pintan las caras, é lo mezclan con ciertas gomas, é se hacen unas pinturas como bermellón fino , 6 de aquella color se pintan las caras y el cuerpo, de tan buena gracia que parescen al mismo dia- 38 S9$ HISTORIA GENERAL Y NATURAL blo. É las indias ha^en lo mismo, qnando quieren liager sus fiestas é areytos ó bay- les , y los indios, quando quieren pares- ger bien , ó quando van á pelear , por paresger feroges. Después aquesta bixa es muy mala de quitar hasta que passan muchos dias; mas aprieta mucho las car- nes é digen que se hallan muy bien con ella , é aun tiene un bien ó sirve á los in- dios en esto: que quando están assi pin- tados , aunque los hieran , como es la pintura colorada é de la color que le sale la sangre , no desmayan tanto como los que no están pintados de aquella color roxa ó sanguina; y ellos atribúyenlo á la virtud de la bixa, é no es sino por ser assi de color sanguina , con la qual no paresge tanta la sangre, como se paresge en otro indio que no estéembixado. Ella es pintura que, demás de sfí mal paresger, no tiene buen olor, á causa de las gomas ó cosas con que la mezclan. Mas para pelear é mostrarse feroges en la batalla se pintan de tal color; y no debemos mucho maravillarnos de aquesto , pues los ro- manos, quando triunphaban, yban en el carro en silla dorada, con vestidura pal- mada y el rostro tinto de roxo, á ¡mita- gion del elemento del fuego. Assi lo dige Chripstóphoro Landino ' en la exposigion ó comento que hizo á la Comedia del Dante. De manera que estas gentes salva- jes de acá ya tovieron á quien imitassen en Roma, con estas desvariadas pinturas; y no solamente los romanos antiguos tu- vieron tales costumbres , pero los britá- nicos ó ingleses mas complidamente, pues todos solían teñirse con cierto ungüento de color bixio ó colorado, porque daba mas horrible aspecto en el combatir. Assi lo escribe aquel grand Julio César en sus Comentarios ^: é aun otros vigios escribe destos ingleses de tanta é mas admiragion que los errores de los indios, pues dige el mismo Qésar que diez é dore dellos tenian una muger común, mayormente hermanos con hermanos é padres con hi- jos ; é quando los hijos nasgian, eran te- nidos por de aquel que primero avia to- cado la esposa. Por gierto peores cosas ó semejantes , ó ninguna cómo esta he oy- do degir de gente del mundo, ni he ley- do ni visto tan extraña é salvaje costum- bre en alguna generagion de todo lo que se ha usado ó usa en el mundo. — Torne- mos á la historia de Indias. Digo que es- ta bixa es color estimada acá entre estas gentes desta isla é otras muchas en la Tierra-Firme, para los efetos que tengo dicho. CAPITULO VII. Del árbol llamado guafuma ¿ de su frucla. Ijuaguma es un árbol grande que echa una fructa como moras, é quassi es la ho- ja como la del moral, pero menor. É ha- gen los indios un bevraje desta fructa que engordan con él como puercos ; é para esto, echan la fructa en agua é de aquella, mezclada con esta fructa majada. se hage aquel bevraje , y en pocos dias, usándolo, se paran gordos los indios, é aun los caballos, quando lo quieren be- ber, porque otros no lo quieren. La ma- dera de aquestos árboles es liviana mu- cho , é de ella hagen los indios en la Tier- ra-Firme los palos ó bastones de carga, \ Chripstóphoro Ivandino , sobre el canto XXIX del Purgatorio de !a Divina Comedia. L'oaieiilarios de Qcsar , libro V. DE INDIAS. LIB. VIH. CAP. VII. 299 como se dirá en su lugar , ó como lo di- xe en el libro precedente, capítulo IX. Este árbol es cornun en todas las Indias: digo común , porque se halla en estas is- las y en la Tierra-Firme , y es uno de los mejores árboles ó leña que se puede ha- llar , para hager pólvora muy buena : lo qual yo he experimentado para la muni- ción desta fortaleza de la cibdad de Sáne- te Domingo , y polvoristas que muy bien lo entienden, digen que ninguna madera hay tal en todo lo que han visto como esta, para ha^er una pólvora la mejor que pueda ser , aunque se haga del salge de Alemania, ni de sarmientos ni vergas de avellano. CAPITULO VIII. Del áibol llamado guama é de su frucla. VJíü.uiA es un árbol grande é de la mas común é abundante madera que hay en esta Isla Española , é de la que mas se gasta, á causa de los cocimientos de las calderas en que se cuege el agúcar en los ingenios ; porque es madera, de que se halla mucha cantidad é grandes árbo- les é de buena lumbre , é no pesada ó mala la lumbre ó resplandor de ella, ni refia de comportar á la cabega. Su fructa es como unas algarrovas anchas é mayores que las de España é quas- si del sabor dellas. Los indios las so- lian comer, y aun los chripstianos, con nesgessidad. Yo la he visto muchas ve- qes esta fructa y la he probado ; pero parésgeme ques mas para los gatos mo- nillos que no para hombres. Hay la assi mismo esta fructa é árboles en otras is- las , y en la Tierra-Firme : tiene den- tro de aquellas vaynas que hage unos granos tamaños como avellanas, cubier- tos de una poca de carnosidad blanca é de buen sabor, é una pepita mas inte- rior; mas aquella pepita no se come, por- que amarga. CAPITULO IX. De los árboles é fructas llamados hicacos. H-iCACO es un árbol que en la hoja quie- re paresger mucho al madroño, y muy desemejante en la fructa. El árbol no es mayor que el del madroño : la fructa del hicaco es unas manganas pequeñas : al- gunas son blancas é algunas coloradas ó roxas, é otras quassi negras. No es de las muy buenas fructas , ni tampoco es mala, ni dañosa. El cuesco es grande, segund la poca cantidad del fructo (porque es poco lo que hay que comer), é háse de despe- gar royendo bien , é por tanto no es buen manjar para las engias. Aquella poca car- nosidad que tiene de comer es blanca mucho , é nunca se despega tan presto que no sea menester volver á ello, quassi; rumiando, para despojar el cuesco. La tez desta fructa ó cortega tiene alguna simi- litud con la piel de la cara de las monas; porque por moga que sea la mona pa- resgc vieja en las rugas , y assi las man- ganas destos hicacos ó fructa siempre es- tán llenas de rugas por frescas quesean. Son buenos los hicacos para íluxo de vientre, y es árbol salvaje este y todos los que he dicho en este libro VIH, na- 300 HISTORIA GENERAL Y NATURAL tíllales en esta é otras muchas islas y en la Tierra-Firme; y ellos se nas^en por sí, é hiiiclien parte tic los boscajes é sel- vas , aunque algunos dellos también se cultivan, é hombres que se dcleytan de toda agricoltura, los labran é hádense de mejor frucla. Son amigos estos árboles del ayre de la mar , é por la mayor par- te siempre se hallan ferca de la costa de la mar, ó no muy desviados della; y assi se hafen en tierras muy livianas ó are- nales. CAPITULO X. Del árbol llamado yaruma c de su frucla. 1 ARüMA es un árbol muy grande é á manera de higuera loca , é tiene muy grandes é trepadas hojas , mayores que las de las higueras de España, é quié- renles imitar en la hoja. Echan una fruc- la tan larga , como un dedo de la mano que paresge lombriz gruessa: é es dulge esta fructa , é es tan grande este árbol como un mediano nogal , é algunos des- tos árboles son tamaños, como nogales grandes. La madera no es buena, porque es liviana é hueca é frágil. Estimaban mucho los indios aquestos árboles é de- gian que eran buenos para curarsse de las llagas: loqual yo no he visto experimen- tar , como otras cosas que se dirán en su lugar , ni he dexado de oyr á chrips- tianos, hombres de crédito, lo que he di- cho , é loándolos, é aun í^ertificándome que ellos lo avian experimentado en sus perssonas. E digen que es como un cáus- tico , é que majados los cogollos tiernos de las puntas de las ramas deste árbol, los han de poner sobre la llaga, é aun- que sea vieja, le comen la carne mala, é la ponen en lo vivo é sano é la desenco- nan , é continuándolo , la encueran é to- talmente sanan la llaga. Hombres hay en esta cibdad fidedignos que afirman ha- berlo hecho assi é sanado. Arboles son estos de que hay muchos, assi en esta isla como en otras muchas, é en la Tierra- Firme, é son de buena sombra é gentil paresrer. Las hojas son por la una parte verdes, é de la otra tienen una color de pardo claro que quiere paresger blanco. CAPITULO XL Del árbol llamado macagua, é de su frucla é madera. ÍTJ..vc.\GUA es un gentil é grande árbol. Su fructa es como aceytunas pequeñas: el sabor es como de gerefas. La madera deste árbol es muy buena para labrar: tiene la hoja muy verde é fresca. É por- que muchos de los árboles destas partes se paresgen en la hoja, dexo de decir en algunos qué particularidades tienen en las hojas, salvo en los que las tienen ex- tremadas, ó muy diferentes de los otros. Porque mejor se entienda , quiero degir que en estas Indias hay millones de ár- boles que tienen las hojas muy semejan- tes, é de la manera que el nogal, salvo que ó son mayores ó menores, ó algo mas ó menos anchas, ó mas gruessas ó delgadas , ó mas ó menos verdes ; é de- baxo desta generalidad se paresgen mu- chos árboles unos á otros , non obstante lo qual , los hombres del campo que trac- DE INDIAS. LIB. VIII. GAP. XI. 301 tan estas cosas, los saben destinguir é conosger, ó en la cortega ó espessu- ra de las hojas , ó en la fructa , ó en la flor é otras particularidades, en que se apartan é diferencian é se dan á co- nosger. CAPITULO XII. Del árbol ai'iífta é de su extremada frucla. i\f UBA es árbol gentil é grande : su frucla es extremada ó apartada de todas las que yo he visto: sabe á germeñas, y sale della tanta leche {é muy pegajosa) que para la comer han de echar la fructa en agua é alli estrujarla entre los dedos, para que no se pegue á los labios. Y es aquella leche, como la que les sale á los higos verdes por los pegones, é aun mas enojosa; y echándosse , como he dicho en agua, y estrujando el fructo ó expri- miéndole , luego aquella leche se despi- de ó se cae en el agua, é es de muy gentil gusto la fructa. Estos árboles son grandes y es una de las mejores made- ras que hay en esta Isla Española , é mas regia é fuerte; y también los hay en otras islas muchas y en la Tierra-Firme. CAPITULO XIII. Del árbol llamado guiabara , que los chripstianos llaman uvero. Uvero llaman los chripstianos al árbol que los indios llaman guiabara. Este es buen árbol é de gentil madera , en espe- cial para hager carbón para los herreros é plateros é otros ofigios ; y cómo son árboles copados y extendidos en ramas y no derechas, aunque son gruessas y es regia la madera, no son para fábricas de casas, sino para tajones ó gepos de carnigerias é otras cosas, porque vigas ni alfarxias no se pueden sacar destos árboles. Es la madera muy semejante á la del madroño, é assi colorada; pero es mas regia. La fructa son unos ragimosde unas uvas ralas desviadas unas de otras, é de color como rosado ó moradas é bue- nas de comer, aunque el cuesco que tienen es muy grande, segund el tamaño de las uvas ó granos é lo poco que tie- nen que comer; é los mas gordos son como avellanas con cascara. Tienen la hoja de la manera que aqui está debuxa- da [Lám. 3.°, fig. 5.°), la qual por ser tan diferente é señalada hoja entre todas las otras , la pusse aqui. Es la mayor ho- ja destas como un palmo de ancho ó algo mas, é de ahy abaxo menores. En el tiempo que en esta isla é otras , é aun en la Tierra-Firme, se continuaba la guerra, cómo no traian los chripstianos á la ma- no el papel é tinta , servíansse destas hojas, como lo higieran de papel é tinta. Esta hoja es verde é gruessa , é tan gor- da como dos hojas juntas de yedra ; é las venas son coloradas ó moradas é delga- das, é con un alfiler ó un cabo de agu- jeta se puede escrebir lo que quissieren en estas hojas del un cabo é del otro, es- tando verdes 6 cortadas del árbol aquel dia : é las letras paresgcn blancas rascu- ñadas é tan diferentes de la tez de la ho- ja que queda entre las letras , que es muy legible é clara letra la que en ectas hojas assi se hage. É assi escripias las hojas, en- 303 HISTORIA GENERAL Y NATURAL viábanlas con uu indio, donde los espa- ñoles so las mandaban llevar ; é va bien escriplo de una parto é otra sin que se horade la hoja. Aquellas venas que tienen , aunque el lomo de enmedio que subgede derecho del pegón es al- go groseguelo, las otras ramas ó ve- nas todas son delgadas, y do manera que no dan empacho ni estorbo al es- crcbir. CAPITULO XIV. Del árbol llamado copey, en las hojas del qual pueden assi mismo esciebir. t_jopEY es un árbol muy bueno é de gentil madera , é tiene la hoja assi como se dixo en el capítulo de suso del árbol guiabara ó uvero. Mas el copey es mayor árbol mucho , é la hoja menor que la del guiabara; pero es mas gruessa doblada- mente é mejor, ó mas apta para escrebir en ella de la manera, que tengo dicho en el capítulo antes deste, con un alfiler ó un cabo de una agujeta: é las venas destas hojas son mas delgadas é no empachan tanto, al escrebir, como las de suso. Y en aquellos primeros tiempos de conquista desta é otras islas hagian los chripstianos naypes de las hojas del copey, para jugar con ellos , é se perdían é ganaban asaz dineros con tales naypes , por no tener otros mejores, y en estas hojas debuxa- ban los reyes y caballeros é solas é pun- tos, é todas las otras figuras é valores que suele aver en los naypes , como j^o pinté aqui estos finco oros [Lámina 3.', figura 6." ). Y cómo son gruesas estas hojas , sufríen muy bien lo que en ellas assi se pintaba; y el baraxarlas, des- pués que las quadraban é hagian nay- pes, no las rompia. La fructa deste ár- bol no la he visto, aunque he visto muchas veges las hojas é los mismos ár- boles. CAPITULO XV. Del árbol llamado gaguey é su fructa. tjAGCEY es un árbol que echa una fruc- ta, como higos , y no mayor que avella- nas ; y de dentro es como un higo de Castilla, blanco, é lleno de unos grani- ces mcnndíssimos y de buen sabor. Este árbol , aunque su madera no es de las buenas, no es inútil, porque de las cor- tecas del se hafian en el tiempo passado sogas é cuerdas por los indios é aun los chripstianos , é assi mismo alpargates, quando les faltaban los de cáñamo ó no venían de Castilla : y aunque viniessen, eran harto buenos los que se hagían de las cortejas destos árboles, é turaban mucho. La verdad es que ninguna cosa cria natura supórflua ó sin algún prove- cho, y si para unas cosas no sirven otras, es por no saberlas aplicar. DE INDIAS. LIB. VIH. CAP. XVI. 303 CAPITULO XVI. Del árbol que los indios llaman cibucán é de su frucla. l^iBUCAN es un árbol de los buenos que hay en estas partes , el qual tiene la hoja como saire , y echa una fructa como ave- llanas blancas , é de dentro della tiene menudíssimos granitos que paresgen lien- dres; pero aunque la comparación sea tal, ó estos granitos sean como sal tan me- nudos, como he dicho , la fructa es dulge: é si la comparación paresge fea, díxelo assi, porque algunos le llaman á este man- jar la fructa ó árbol de las liendres. Su madera deste árbol es asaz buena , é son árboles frescos é que paresgen bien. No ha de entender el letor por este nombre ribucan que es aquella talega ó prensa en que se exprime la yuca, para hager el pan cagabi, este árbol, ni hecha del; porque como estos indios eran cortos é lo son de vocablos, de una misma manera llaman diverssas cosas. Ved en esto qué tiene que hager ó qué similitud la talega ó prensa, en que se purga é escúrrela yuca, rallada para hager el pan cagabi, con este árbol , ó qué tiene que hager aquel ani- mal maldito é menor que pulga que se entra en los pies , llamado nigua, con el rio Nigua. Y no es de maravillar, si entre estas gentes salvajes hay tales faltas en la lengua, pues que el portugués al cuchillo llama faca, y á una hacanea assi mismo le llama faca; y el castellano, por honrar á una dueña y degir que es sabia, la llama cuerda , é también llama cuerda á una de un arco ó ballesta, ú otra cuerda común. Y aun , si queremos buscar entre otras lenguas é gentes, se hallarán los mismos defectos: non obstante lo qual, la lengua y lenguas de los indios son brevíssimas. Ydixe lenguas, porque son muchas é muy diferentes unas de otras. CAPITULO XVIL Del árbol guanábano é su frucla. tjíuANABANO es uu árbol de gentil pares- Cer, hermoso, grande é alto árbol, é su fructa hermosa é grande , como melones en la grandeza , porque son tamañas las guanábanas, y verdes; é por de fuera tie- nen señaladas unas escamas, como la pi- na, mas lisas aquellas señales é no le- vantadas, como las de las pinas. Es fructa fria é para quando hage calor , é aunque se coma un hombre una guanábana en- tera, no le hará daño. El cuero ó corteja es delgado , como el de una pera , ó poco mas , é la fructa é manjar de dentro es como nafas, ó manjar blanco al pares- qer , porque hage alguna correa. Esta comida ó manjar se deshace luego en la boca, como agua, con un dulgor bue- no ; y entre aquella carnosidad hay asaz pepitas grandes, como las de las calabacas, pero mas groseguelas, de color leonadas escuras. Son , como he di- cho , altos é grandes é hermosos árbo- les , é muy frescas é verdes las hojas, é quassi de la hechura de la hoja de la li- ma. La madera es razonable; pero no recia. 304 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XVIII. Del árbol llamado hanon ó su rriicta. llANON es un árbol, el qual ó su fructa tienen mucha semejanza con el guaná- bano , de que se tracto en el capítulo an- tes deste. En grandeza del árbol , y en la hoja y en el talle y fagion de la fruc- ta, é en el paresger , como en la carno- sidad é pepitas, se paresgen en gran ma- nera , salvo en dos cosas; y pues no pinté de suso la guanábana , en esta figura se comprende ella y el hanon [Lámina 3/, fíg. 7/). Pero el hanon es la fructa muy mejor, aunque es muy menor; y á mi gus- to mucha ventaja hage en el gusto el ha- non á la guanábana , aunque á algunos oygo contradegirme , ó porque tienen mas avinado el gusto que yo , é lo gustan con mas apetito , ó por ventura tienen mas áspero el paladar , ó sienten con mas ha- bilidad que yo estas diferengias. Bien es verdad que yo mas amistad he tenido con la fructa que con la carne , ni otros man- jares. La guanábana es verde, y el ha- non es amarillo , y assi tiene la una fruc- ta como la otra las escamas y el manjar de dentro, aunque á mi paresger no tan aguanoso como la guanábana, sino algo mas espesso es lo que se come , é de me- jor gusto , como he dicho , si no me en- gaño. La madera deste árbol es como la del de suso, pero de poca estimagion, allende de la fructa , por la qual los in- dios en sus asientos é heredades los es- timan é tienen por de los mejores árbo- les que ellos tienen. CAPITULO XIX. Del árbol llamado guayabo é su fructa. El A GUAYABO es un árbol que los indios presgian, y hay mucha cantidad destos árboles en esta é otras islas é en la Tier- ra-Firme, y es fructa de buen olor é sa- bor é paresge bien , é la madera es bue- na. Hay muchos guayabos salvajes ; pero son menores que los que se cultivan, en lo qual tienen mucho cuydado los indios. Son tan grandes árboles estos, como los naranjos; pero mas ralas é despargidas las ramas , é la hoja no tan verde , ni tan grande ; algo mayor que la del laurel y mas ancha , é mas gruessa , é mas levan- tadas las venas. Son de dos espegies; mas todos los guayabos llevan una ma- nera de pomas, ó manganas, prolonga- das algunas, é otras redondas. Unos ár- boles destos echan esta fructa colorada, rosada por de dentro, é otras son blan- cas ; y de fuera las unas y las otras son verdes , ó amarillas , si las dexan mucho madurar: y porque estando muy madu- ras no son de tan buen sabor , é aun hín- chense de gusanos, cógenlos algo ver- des. Son algunas tan gruessas, como gran- des camuesas, é menores también; y aunque estén verdes por de fuera, hay al- gunas de tal género que no dexan de es- tar maduras por esso. Son de dentro ma- gigas , é divididas con gierta carnosidad en quatro quartos ó apartamientos ataja- dos de la carnosidad , que es la que está en el gircuyto de la misma fructa: y en aquellos quarterones está la carnosi- DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XIX. no.") dad desta fructa, que hay dentro de- llos , llena de unos granillos duríssimos y tráganse, y es buena fructa y de bue- na digestión ; é son buenas para el flu- xo del vientre, é restriñen , quando se comen no del todo maduras, que es- tén algo durillas, para que gesse el iluso del vientre. Entre aquellos granos que lie dicho é la corléela tiene la carnosidad tan gruessa como un cañón de afúcar ó me- nos , segund son grandes é pequeñas , é de la misma carnosidad son aquellos ata- jos , é lo que está entrelLos; mas los gra- nillos están dentro de los quartcrones. Llámasss esta mangana ó poma guayaba, porque el árbol se llama guayabo : cada guayaba tiene una coronilla de unas ho- jitas pequeñas que fácilmente se le caen. La cortega desta fructa es delgada , co- mo de una pera ó germeña , é assi se monda. Es árbol de buena sombra é gen- til madera para muchas cosas menudas, é no para vigas , ni estantes , ni alfar- xias , porque las ramas y el tronco son desviados é torgidos. Tiénesse acá esta fructa por buena , y es común en muchas partes destas Indias , y mejores en unas provingias que otras, puesto que por los montes é boscajes se hallan estos ár- boles ; mas los que son salvajes, son pe- queños é la fructa pequeña. Hay gierto género de guayabos que huele la flor dellos como jazmines ó mejor , é quiere paresger la llor á la del agahar, puesto que no es tan gruessa la del guayabo. Los indios ponen estos árboles en sus heredamientos , é lo mismo hagen los chripstianos ; mas quien no ha acostum- brado á comer tal fructa , no se agrada- rá della, hasta que la continúe, por cau- sa de los granillos: que es menester que se vegen á tragailos con los otros traba- jos de estas partes ; pero este no lo es, sino buena fructa. Son árboles que pres- to envejesgen , é cómo passan de seys años son viejos, é la fructa lo enseña, porque es menor cada año é se va dis- minuyendo en la grandega dolía ó apo- cándose, é aun el sabor siempre se em- peora é hage mas áspero : é por tanto son de reponer ó plantar otros nuevos gua- yabos, y en buen territorio; porque es árbol que reconoge mucho la buena tier- ra y agradesgido en su fructificar , se- yendo bien cultivado , y pocas veges se hage bien en las tierras delgadas. CAPITULO XX. DpI árbol mamey é de su fiucla, llamada assi mismo mamey. M.. Lajiey es uno de los mas hermosos ár- boles que puede aver en el mundo , por- que son grandes árboles é de muchas ra- mas é hermosas é frescas hojas , é de lin- do verdor c copados é de buena gragia. Son tan grandes, como nogales de Espa- ña é menores; mas las ramas no tan despargidas como nogal , sino mas reco- gidas. La hoja es del tamaño de la del nogal, ó mas , y de la fagion que aquí está debuxada {Lám. 3.*, fig. 8.'), y es mas verde de la una parte que de la otra , é mas gruessa que la del nogal , é tan luen- TOMO I. ga, como un palmo de longitud, é á pro- porgion la latitud ó anchura; pero del talle que aquesta que aqui está figurada. La fructa deste árbol es la mejor que hay en esta Isla Española : es de muy buen sabor é echa su fructa redonda ; ó muy redonda , por la mayor parte , é alguna algo mas prolongada ; mas en lo general todos tiran á redondo, y algunos debaxo desta regla se descompassan é tienen bu- rujones, en espegial los que no son de un cuesco, sino demás. Háylos tan grandes como dos puños é como un puño é meno- 3'J 300 HISTORIA GENRRAL Y NATURAL res. La corlega es como leonada ó algo áspera é somojanlc á la corteja de las pe- radas, pero mas dura ó mas espessa. Al- gunos fiuctos destos tienen un cnesco é otros dos, é algunos tresjuntos; pero des- tintos en el medio del pomo ó fructo ma- mey, á medida do pepitas cubiertas con una telilla delgada, é aquellas pepitas de la color ó tez de una castaña mondada. E aun cortándolas, son assi como castañas oslas pepitas ó cuescos en la carnosidad, V tan semejantes á castañas que no les falta sino el sabor; el qual estas pepitas ó cues- cos tienen amarguíssimo, como una hiél: ó sobre ella, como he dicho, est/i una te- lilla delgada, entre la qual é la corteja pi'iraera está una carnosidad de color leo- nada ó quassi, que pende en amarillo , é sabe á melocotón ó duraznos , ó es de mejor sabor , salvo que no es tan fumo- so como el durazno, ni huele assi. Esta carnosidad que hay en esta fructa entre la pepita é la corteja es tan gruessa co- mo medio dedo, poco mas ó menos (en los mayores) , é en otros menos , sogund es grande ó chico el mamey. En esta mes- ma fructa é árbol del mamey hay mucha diferencia en diversas partes é regiones destas Indias, y en la primera impression referí la materia, para quando hablasse en las cosas de la Tierra-Firme. Agora que es llegado el tiempo d que esta primera parte enmendada é acrescentada se reim- prime (é también la segunda é tercera), llame paresrido que porque las materias anden juntas, que se pongan de manera que el Ictor no ande á buscar mis pro- mesas; sino que cada género de cosa ten- ga junta la materia , é assi en aquesta del mamey digo que en esta é oirás islas ios hay de la manera que está dicho de su- so , pero hay otros. En la provincia de Bórica, donde aques- tos árboles hay en mucha cantidad, é cada mamey es como un melón , ó como la cabera de un hombre é menores , 6 tienen mucho mas que comer que los destas islas, é es mejor fructa. Rorica es en la gobernación de Castilla del Oro, en la costa de la mar del Sur, mas al po- niente de Panamá, quassi c'cnt leguas: mas adelante al poniente en la provingia de Nicaragua, hay mucha copia destos árboles, é muy grandes (y de la misma manera los hay en estotra costa, en la provingia é gobernación de Honduras): é la fructa es mejor que todos los mame- yes ya diclios ; porque cortada una taja- da, quien no supiere lo que es, sin la ver partir de la fructa , viéndola fecha taja- das en un plato , juzgarla há por carne de membrillos, de lo de Valencia muy bue- no , aunque no sabria tanto al agúcar; pero tiene un sabor presgiosso é cordial, é para tenerse en mucho. La madera es muy hermosa , é gruessa mucho ; mas tura poco tiempo , é no es fuerte ni para ede- figios ni fuera dellos, porque estos árbo- les se envejesgen presto é se pierden é secan é es menester plantallos de nuevo, si quieren gogar do tales árboles , porque no passan de doge ó quinge años en su bondad. En Nicaragua llaman los indios al mamey rapot , é á otra fructa que alli hay que los chripstianos llaman nísperos, llaman los indios de Nicaragua niimonra- pol: la qual yo tengo por la mejor de to- das las que he visto en las Indias é fuera dellas, como largamente lo diré adelante en el capítulo XXII deste VIII libro. É hay assi mismo en la misma provingia de Nicaragua otra fructa que los nuestros es- pañoles llaman giruelas sin lo ser, é los indios la llaman ccocoí , de la qual se trac- tará en el siguiente capítulo, porque aquella y estos mameyes son apropria- dos á las llagas en gierta manera ; é alli se dirá de qué forma vino á mi notigia tal secreto , lo qual yo supe de quien lo tenia experimentado. La pepita del ma- mey, secada al fuego é molida, se saca della gierto licor , como ageyte ó man- DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XX. 307 teca , é es muy buena para guisar de co- mer con ella , la qual se cuaja ó se hiela como manteca , y es muy cordial , é sír- vense della algunos cliripstianos, que la saben sacar do la manera que he dicho. Pero háse de moler primero , é puesta al fuego, sale aquella manteca ú olio della, y estos cuescos estando secos, los raen ó echan aquello que se raspa dellos en las llagas é las curan muy bien. CAPITULO XXI. De los árboles que los cliripslianos llaman ciruelo en la provincia de Nicaragua, ¿ de su frucla, de la qual hacen buen vino é otras parlieularidades : el qual árbol los indios llanmn xocot. A-OCOT es un árbol en. la provincia de Nicaragua , de la fructa del qual los in- dios hacen muy buen vino , c los chrips- tianos llaman á estos árboles ciruelos, é á la fructa ciruelas. Mas en la verdad, á mi juigio, no lo son, sino hobos colora- dos; porque en todo é por todo el árbol é la fructa es como lo que tengo dicho y es- cripto del hobo, excepto questa fructa os colorada é tiene un poco de mas carno- sidad quel hobo. El cuesco es el mismo; el árbol é la hoja el mismo , é assi la pierde en cierto tiempo. El vino que desta fructa se hace, es mediocre é se tiene un año , y á mi parescer es mejor que la cidra de mancanas en Vizcaya. Y pues he dicho que son hobos estos ciruelos ó xocotes, quédame de decir un notable grande deste árbol. Estando yo en la provincia de Nicaragua el año de mili é quinientos é veynte y nueve años, se si- guió que un martes, dos dias de hebrero de aquel año, dia de la Purificación de Nuestra Señora la Virgen Sancta María, un religioso de la Orden de Sancto Do- mingo, llamado frey Diego de Loaysa, bapticó á un cacique señor de la placa é gente de Ayalega , que estaba encomen- dado é servia á un hidalgo, llamado Gon- Calo de los Rios, é fué padrino en este baptismo del dicho cacique el capitán Goncalo de Badajoz : é pusiéronle nombre á este cacique don Carlos ; c assi mismo se baph'caron muchos niños é algunos viejos de aquella placa de Ayatega , que son de la lengua de Nicaragua. Este ca- cique algund tiempo antes tuvo guerra con otros indios de la lengua de los chondales, é en cierta batalla ó recuen- tro le desbarataron sus enemigos é le de- gollaron é dexaron por muerto : lo qual se le páresela bien en la garganta rom- pida, é parescia que estaba con mu- chas costuras é señales de la degolladura, por la qual él decia que se le salia lo que comia. É paresce ser que , aunque le cor- taron la orgánica é otras interiores par- tes de la garganta é le dexaron sus ene- migos por muerto , sus indios recobraron su cuerpo por fuerca darmas, é lo lleva- ron herido como es dicho , é sin le coser cosa alguna , le llevaron quassi muerto á la dicha su placa: é quitada la corteca en un pie ó tronco de un ciruelo destos, ras- caron aquello que entro la flor ó tez de la corteca é el árbol hay , no tocando en la madera sino en la yema de la dicha corteca hasta la madera recia , é de aque- llas raspaduras le echaron en la herida, é con aquello soldó é sanó; é decía él que avie algo mas de tres años que avia passado lo ques dicho. Yo le vi é hablé, é estuve á su baptismo é comí aquel dia en aquella placa, con aquel reverendo pa- dre é con el Goncalo de los Rios é el contador, Andrés de Cereceda é el capi- tán, Goncalo de Badajoz. É el cacique que he dicho se bapticé de su grado é hacia 308 HISTORIA GK.NERAL Y NATURAL bapt¡v;ir los que lie dicho de su gente, é allí se contó é tracto lo que tengo di- cho , é assi lo deria ol mismo caf ique ó otros de sus indios que lo vieron. É de- fian mas por cosa muy fierta : que la misma propriedad questos giruelos tienen para el mismo caso , tiene el árbol dicho mamey, si de la misma manera que es di- cho se rae, é que obrará lo mismo. Por (jierto oydo el caso, era cosa para espantar verle al cacique la garganta é los hoyos é burujones que tenia, por donde le avien degollado , como él é otros de sus indios principales lo contaban. Estos ciruelos é las feybas é los que digo que pierden la hoja, son pocos. Mas estos ciruelos la acaban de ecliar en todo el mes de ene- ro, ó ea tanto que la desecha, se hinche é carga de fructa, é están ya maduras las ciruelas é quassi comidas, quando el árbol echa la hoja : é viene esta fructa la primera en el mes de abril , é tura dos é tres meses. É algunas destas giruelas son amarillas , pero la mayor parte son coloradas. Ilácese assi mismo buen vi- nagre destas ciruelas, ó buena salsa verde con ellas é con las hojas del a\i. CAPITULO XXII. Del árbol que los ehripsliados llaman níspero, al qual los indios ile la provincia de Nicaragua llaman niunotx- capot, ¿ su frucla excelente. M, LuNOxgAPOT es un árbol grande como un nogalada muy linda é recia madera, é la fructa es tan grande ó mayor que ca- muesas , é de aquel talle , prolongada é también redonda; é la color es como pardo ó leonado , algo asperilla , pero delgada como de una mancana , é assi se monda. La carne es leonada é tiene las pepitas leonadas, é tamañas ó mayo- res que las de la calabaca : la hoja del árbol es como de peral , mas puntiaguda é algo menor. Esta fructa llaman los es- pañoles nísperos, sin lo ser , porque pa- rcscen algo en la color al níspero. En el árbol nunca maduran , é cójenlos quan- do están grandes, tan duros como pie- dras , é maduran como las servas , po- niéndolos sobre paja , é aun sin ella, metiéndolos en un cántaro ó en una olla de barro , é desde á ocho ó diez dias ma- duran. Esta fructa es la mejor de todas las fructas , á mi juicio, é otros muchos dicen lo mismo ; porque es del mas lindo sabor 6 gusto que se puede penssar, é yo no hallo cosa á que se pueda comparar ni que se le iguale. En metiéndola en la boca , tan presto como el diente la sien- te, encontinente que entre la dentadura se comienca á partir , al momento sube un olor á las narices é cabeca , quel al- galia ó almizque no se le iguala , y este olor ninguno le siente ni huele sino el mismo que come la fructa. Tiene tal di- gestión , que aunque se coman muchos nísperos ó fructa desta, ningún empacho ni pessadumbre dan mas que si no los oviessen comido. En aquella provincia de Nicaragua esta fructa está en poder de los indios de la lengua de loschorotegas. En Un, con esta fructa, ninguna de las que yo he visto en las Indias ni fuera dcllas en toda mi vida , se le iguala en el gusto, y en lo que tengo dicho desta frucla ; é la misma fructa é árboles hay en la gobernación de Honduras , que es en la costa del Norte en la Tierra-Firme. DE INDIAS. LIB. VIH. CAP. XXIII. 309 CAPITULO XXIII. Del árbol llamado ácana, é de su l'ructa del misino nombre. i\c,\x.\ es un árbol grande, ó la hoja quassi como la del peral : la fructa es ta- maña como un huevo é de aquella he- cliura , é huele muy bien , como una ca- muesa , é assi está amarilla é tiene el cuero ó corteja delgada. El sabor es como proprio queso; y aun si mucho se trae en la mano, huele á queso, é es buena fructa é de buena diges- tión. CAPITULO XXIV. De las parras salvajes de aquesla Isla Española , é otras islas é de la Tierra-Firme. 'onde se hizo mengion de los árboles é plantas traydos de España, dixe que avia en esta cibad de Sancto Domin- go, muchas parras é que llevan buenas uvas; y assi es la verdad, é las hay en los heredamientos, é en muchas partes é pueblos dosta isla, que se truxeron los sarmientos de Castilla. Allende desso digo que , assi en esta isla como en las otras deste golpho y en la Tierra-Firme, hay muchas parras salvajes é que llevan buenas uvas tintas, de las quales yo he comido muchas veges (digo buenas para ser salvajes). Y estas parras es cosa co- mún averias en estas Indias, é assi creo yo que de tales parras ovieron principio todas las uvas, do quiera que las hay, é que es planta común en el mundo , y esto no se debe dubdar; y pues la na- tura proveyó en dar en estas partes esta planta, de creer es que la tierra es há- bil para ellas, y que serian muy buenas si la industria de los hombres las ayu- dassen é supiessen nuestros agricultores entender lo que conviene para cultivar- las, segund los climas ó regiones en que acá están. En esta tierra no se engepan, como en nuestra Castilla en el reyno do Toledo ; mas súbense en alto abracadas á los árboles, y piensso yo que se harian muy buenas heredades dellas de la for- ma que en Italia, en el reyno de Ñápeles, ponen los vinos grecos é parrales dellos, arrimados á los salfes é otros árboles; é aun en Bargelona é Cataluña he yo visto algunos destos parrales ó viñas sobre ar- boledas. Mas en Campania (que es lo que agora se llama tierra de labor, en el reyno de Ñapóles), hay muy buenas vi- ñas é uvas destos parrales gerca de aquella cibdad , como de las de Averssa, é Capua, é Sorrento, é Soma, é otras muchas partes de aquel reyno , y en Lom- bardia é otras partes de Italia. Quiero degir que se harian bien acá esas viñas alias con las proprias plantas ó parras de acá, sabiéndolas curar ; porque yo he vis- to acá en las Indias un pié de una parra destas tan gruesso ó mas que el brago de un hombre regio, é no tengo dubda, ni dexo de creer, que donde la natura de su offigio produge estas cosas semejantes, que mejor se harán, ayudando en ello los hombres , por el rogar é otras diligen- gias que los hombres alcangan de los se- cretos de la agricoltura, assi como elen- xerir, el podar, el estercolar, excavar é regar á sus tiempos , y otras cosas muchas 310 IlISTÜlllA GlíNEUAL Y NATURAL que se podrían elegir, conforme á la doc- trina del Cresfontino ' y de Columella ^, íjuo largaineule Iraf ló desta materia , é Tlioopiírasto en sus Tractados de las plan- tas ^ , ó aun Virgilio en sus Geórgicas *, é Plinio en su Natural Historia ^ , é otros muchos auctores graves . Y sin dubda la culpa de no aver acá muy buenas viñas, ni está en la planta, ni en la tierra tal defecto, sino en la industria humana, é floxedad de los hombres ; pues vimos en esta Isla Española que el almirante don Diego Colom tuvo una viña , de donde á espuertas ó canastas se traían las uvas, y él estaba muy puesto en esta granjeria, é cómo fué á España , ó por descuydo de sus mayordomos, ó no andar su dueño en ello, se perdió. Y antes que el almi- rante (en la isla de Jamáyca) tuvo otra viña un hidalgo llamado Antonio de Bur- guíllos , é dióse tanto á ella que la truxo á tales términos , que le dio uno ó dos años en cada esquilmo dos ó tres pipas de buen vino ; é cansósse el agricultor é la viña también, é perdiéronse él é ella: él en descuydarse de otras granjerias mas provechosas é giertas, por entender en esta, é la viña porque no fué entendida. lia poco tiempo que en la plaga de esta cibdad se vendieron muchas libras de uvas asaz buenas, á dos reales de piala (que son ochenta é ocho maravedís) cada libra; y digo muchas , por ser la cosa nue- va , é en una hora ó dos se liifíoron nueve ó diez pesos de oro del presQÍo destas uvas , y se vendieran muchas mas , si las oviera. Estas se truxeron del ingenio de Nigua , del secretario Diego Caballero de la Rosa , con la industria del qual se ha fecho una gentil viña é gran Je en aquel su heredamiento: é tiénese espe- ranza questo se entenderá mejor cada dia; y en verdad el secretario é todos los que en estas cosas tales se exergitan , son de loar é dignos de mergedes, é buenos po- bladores. É no seria poco bien para esta cibdad é toda la isla que tal hacienda se substontasse é permanesgicsse ; porque una de las cosas que acá es mas nesge- ■ saria (y de continuo gasto) es el vino , y por maravilla baxa el arroba de un peso de oro, que son quatrogientos é cinqüeu- ta maravedís. Passemos á otras materias y dexemos el vino á estos taberneros, que mas ganan en ello que los mercaderes flo- rentinos en sus brocados ó telas de oro. CAPITULO XXV. De las car^amoras de aquesta Isla Española é otras parles. iTluchas gargamoras hay de las de Es- paña en esta Isla Española y en las otras islas de acá y en la Tierra-Firme ; y caso que como es assi verdad, estas no se puedan contar j)or árboles en España é otras partes de Europa , no lo dexan de ser acá, porque tienen mas gruessos tron- i Crescentino , lib. IV. 2 Columella , lib. III , cap. 2. 3 Theophraslo, lib. II. eos é ramas, é se levantan mucho mas que las de Castilla, é no se pueden de- xar de juzgar por árboles, segund su gran- dega.Las gargamoras é fructa que llevan, es como las de Castilla , aunque menores é del mismo sabor é no menos espinosas las ramas é de la misma hoja. 4 Georg , lib. II. 3 Plin. , lib. XVH. DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XXVI. 311 CAPITULO XXVI. De los cardones en que nasce la frucla que llaman pitahaya. V iTAiiAYA es una fructa tamaña como un puño f errado poco mas ó menos, y esto es su común grandeva. Nasfe en unos cardos muy espinosos y extremados á la vista , porque no tienen hoja , salvo unas ramas ó brazos luengos que sirven en lugar de rama é de Jiojas: ios quales son de quatro esquinas, é mas luenga cada rama ó braQo destos que una bra- rada de un liombre, y entre esquina y esquina una canal, y por todas las es- quinas y canales, á trechos nasgidas unas espinas fieras y enconadas, tan luengas como la mitad de un dedo mayor de la mano ó mayores , de tres en tres y de quatro en quatro espinas. Y entre es- tas hojas ó ramas, que son tales co- mo es dicho, nas^e esta frucla llama- da pitahaya, la qual es coloradíssima co- mo un carmesí rosado , é quiere sig- nificar escamas en la cortega, aunque no lo son, é tiene el cuero gruesso, é aquel cortado con un cuchillo (que fágilmen- te se corta), está por de dentro llena de granillos , como un higo ; mas esos es- tán mezclados con una pasta ó carnossi- dad que ella y ellos son de color de un fino carmesí : é toda aquella mixtión de los granillos é lo demás todo se come, y lo que toca , lo para lan colorado como lo suelen hager las moras, é mas. Es sana fructa ó á muchos les sabe bien ; pero yo escogerla otras muchas antes que á ella. Hageenla orina loque las tunas, aunque no tan presto ; pero desde á dos horas que se comen dos ó tres dolías, si orina el que las comió, paresfe verdadera san- gre lo que echa. No es mala fructa ni da- ñosa y es de buen parescer á la vista. Los cardones, donde nas^'on estas pitaha- yas, es cosa fiera é do mucha salvajez la forma dellos : los quales son verdes é las espinas pardas ó blanquiscas, y la fructa colorada, como he dicho ésegundaquila he debuxado [Láin. 3.% fig. 9.^). Para sa- car una pitahaya de donde está nasgida, no hadeserapriessani sin buen tiento é buen cuchillo , porque aquellos cardos son jun- tos, espesos y muchos y muy armados. Otras pitahayas hay, ni mas ni menos ellas y los cardos como las que está di- cho de suso , sin discrepar en cosa alguna ni en el sabor, sino solamente en la co- lor; porque estas otras son amarillas y lo de dentro es blanco lo que se co- me é los granillos son negros , y es- tas tales no hagen hager mudanga en la orina. Yo he hecho tinta de las prime- ras y escripto con ella, y es de exge- lente color entre morado é carmesí claro. CAPITULO XXVII. Pe unos cardos altos c derechos mayores que Inacas de armas (é aun como picas luengas), quadrados y espinosos, á los quales llaman los chripstianos cirios , porque parecen cirios ó hachas de cera, excepto en las espinas é altura dellos : los quales llaman los indios de Vcnecuela dactos. JLios cardones que los chripstianos lla- man girios en esta isla, haylos assi mis- mo en otras muchas y en la Tierra-Fir- me. Estos son una manera de cardos muy espinosos é salvajes , que no hay en ellos parte de donde se puedan tocar, sin muy 312 HISTORIA GENERAL Y NATURAL fieras espinas , non obslanle que la na- tura se las pone por orden ó A troclios unas de otras con mucho concierto ó compás repartidas en su compusigion. Ellos son muy verdes é tan altos como una lan^a de armas, é algunos como una pica , é otros muy menores , é tan grue- sos como la pantorrilla de un hombre, que ni sea gruesa ni delgada. ]\as(;'en juntos é muy derechos, como aqui en esta hoja los he querido significar [Láni. 3."/)^/. 10.") en este debuxo é pin- tura dellos. Llevan estos cardos una frucla colorada, como un carmesí, del ta- maño de una nuez, dulce é buena de co- mer, llena de innumerables granillos é muy coloradíssima , é tiñen los labios é las manos lo que alcanza el gumo della. No es fructa para dessear, ni es de mal gusto ni se dexa de comer, quando está madura é bien saponada. Estos cardones , después que han cres- su liiicla , la qiial en la provineia de Veiief'ucln en la Tierra-Firme se llama comoho. i ues se ha dicho de los cardones ó qi- rios en el capítulo do suso , ó primero dixe de otros cardos de las pitahayas, parésgeme que, como en lugar apro- priado, es bien que se diga aquí de otros cardos que llaman tunas, é la fructa que echan tiene el mismo nombre. Y porque adelante, en el libro X, se dirá del árbol de las soldaduras, tened, letor, memoria destas tunas, porque tienen mucha seme- janga las hojas destos cardos con las del árbol que digo : ni estoy fuera de opinión que estos mismos cardos se convierten en aquellos árboles; é ya que aqucsso no sea , porque en la verdad la fructa es muy difercngiada , mas en la vista dan á entender que han algund debdo , por la semejanga grande que se tienen en las hojas y en las espinas. Estos cardos ó tunas llevan unos muy donosos higos (que es su fructa) largos é verdes , é algo en partes colorado por defuera el cuero dellos , é tienen unas coronillas hundidas, como las níspolas de Castilla. É de dentro son coloradas mu- cho , que tiran á rosado , llenas de gra- nillos como los verdaderos higos , é assi: es la corteja de aquesta fructa como la del higo, ó poco mas gruessa. Son de buen gusto é de buena digestión , c vén- denlos en la plaga destacibdad continua- mente, por buena fructa. Los cardos en que nasgen, tienen las hojas algo redon- das é muy gruessas y espinossas , 6 por los cantos y en lo llano dellas á tre- chos están sus fieras é enconadas pun- tas tres ó quatro ó mas juntas , y assi repartidas en su número en muchas parles essas espinas. Y es tan gruessa la TUMO i. hoja como la mitad o tergora parle del gordor de un dedo de la mano de un hombre , ó cada hoja es tan grande como una mano (abiertos é tendidos los dedos), é algunas menores, porque vancresgien- do , é de una hoja nasgen otras en los cantos , é de la otra otras , é assi se van arborando é levantando estos cardos ó tunas hasta ser tan altos como hasta la rodilla , ó tres palmos de altura, poco mas ó menos. Y en esta manera de se yr au- mentando en la forma del cresger, y en las mismas hojas y espinas, é en se yr con- virtiendo las hojas en ramas, paresgen al árbol de las soldaduras que dixe de suso. Llamé donosa esta fructa , porque co- miendo ginco ó seys higos destos, es tal burla para quien nunca los ha comido, pa- ra le poner en mucho cuydado é temor de la muerte , sin aver en ello peligro al- guno; y como hombre que lo he probado, diré lo que me acaesció la primera vez que comí estas tunas : que en verdad yo diera quanto tenia por hallarme donde me pudiera consejar é confesar mis cul- pas, é comunicar espiritual é temporal- mente lo que convenia á la salud de mi ánima é de mi persona é inquerir el re- medio para la vida, y fué desta manera. El año de mili é quinientos é quinge , vi- niendo yo de la Tierra-Firme á esta gib- dad de Sancto Domingo , después que me desembarqué en el lin desta Isla Españo- la , viniendo por la provingia de Xara- gua , venían en mi compañía el piloto Andrés Niño é otros compañeros; y cómo algunos dellos eran mas plálicos en la tierra que yo, é conosgian esta fructa, comíanla de buena gana, porque en el 40 3J4 HISTORIA GENERAL Y NATURAL campo hallábamos mucha dolía. \í yoco- mengé á les hager compañía en el man- jar, ó comí alfínnas dolías , ó supiéronme bien ; y quando fué hora do parar á co- mer, apéamenos de los caballos á par de un rio, en el campo, ó yo apartóme á verter aguas , ó oriné una gran cantidad (le verdadera sangre ( á lo que A mí me paresgia), y aun no osé verter tanta (juanta pudiera ó me pedia la nesf ossi- dad , pensando que se me podría acabar la vida de aquella manera ; porque sin dubda creí que tenía todas las venas del cuerpo rompidas, é que se me avia ydo la sangre toda á la bexiga, como hombre sin experiencia de la fructa , é que tan poco alcanraba á entender la compusig ion é orden de las venas , ni la propriedad de las lunas que avia comido. É cómo que- dé espantado é se me mudó la color por mi miedo , llegósse á mí el Andrés Ni- ño (el qual fué aquel piloto que so per- dió después en la mar del Sur en el descubrimiento del capitán Gil Gongalez de Avila , como se dirá en su lugar), el qual era hombre de bien é mi amigo , é queriendo burlar conmigo , díxome : «Se- ñor, parésgeme que tenéis mala color. ¿Qué tal os sentís? ¿Duéleos algo?» Y es- to decíalo él tan sereno é sin alteragion, que yo creí que, condoliéndosse de mi mal, degia verdad. Respondíle assi: «A mí no rae duele nada ; mas daria yo mi caballo é otros quatro por estar en Sancto Do- mingo é gerca del licenciado Barreda, que es gran médico ; porque sin dubda yo debo de tener rotas quantas venas ten- go en el cuerpo.» É dicho esto, él no pu- do encubrir mas la risa , y porque me vi- do en congoxa (y á la verdad no era po- ca), replicó riyéndosse: «Señor, no te- máis: que las tunas hagen que pensseis esso, y quando tornéis á orinar, será me- nos turbia la orina con mucha parte, y á la segunda ó tercera vez no avrá nada desso, ni avreis menester al ligcngiado Han oda que decís , ni avrá causa que deys los caballos que agora prometiades.» Yo quedé consolado y en parte curado, aimque no del todo, hasta que entre los de la compañía vi (¡uo avia mas novi- cios espantados de la misma manera , y que estaban en el mismo trabaxo. Y des- de á poco vimos por la experiencia que Andrés Niño degia la verdad ; é yo me hallé tan ufano como si oviera salido del mayor peligro desto mundo , porque nun- ca desseé morir con nombre de gula , ni como vigióse : antes muchas veges dexé de comer, teniendo grande nesgessidad, por no comer algunas cosas que he visto en estas partes que comían otros hombres. Assi que , volviendo á nuestro pro- póssito , la burla y la fructa es mucho do- nayre, é no de poco espanto para quien no ha experimentado esta fructa de las tunas, de las quales en muchas partes desta isla están los campos llenos ; é con estos cardos vardan en esta cibdad las paredes de los corrales de las casas é de los huertos [Lámina 3.', figura 1 1 .^). E no dexan de dar alli sobre las tapias su fruc- ta, echando primero unas flores amari- llas é después las tunas , y prenden como grama , é son peores mucho que los cam- brones de España é de mas enconadas espinas. En las otras islas de Sancl Johan, é Cuba , é Jamáyca he visto assi mismo estas tunas ó cardos y en otras islas, y es cosa común en estas Indias. Las hojas son verdes , é las espinas pardas , é la fructa qual tengo dicho. Quando la co- men, tornan los labrios é las manos, en todo lo que alcanga el gumo dolías, como lo suelen dexar las moras de Castilla , é tarda tanto en se quitar aquella color de donde se ha pegado , é aun mucho mas que la tinta de las moras. Esta fructa y aun el cardo en q>ic nasgo, se llama co- moho en la províugía de Voncguela , é es mondándola como una mora : tiene buen sabor , é en aquella tierra los indios ha- DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XXVIII. .315 fen vino desta fructa destas lunas ; pero este comolio es mas sabroso mucho que las tunas , y como es dicho es Unaje de tunas , sino que son menores que las des- ta isla é mejor sabor. Y el vino ques diciio, es tinto, de la color de vino tinto de uvas. CAPITULO XXIX. Dft la frucla que llaman managua. %J na fructa que se dige managua ha ve^ nido nuevamente á mi noticia en esta Is- la Española, la qual es salvaje é no cul- tivíida sino por la diligencia natural de los elementos , que no menos cuydado y arte obraron en esta que en las otras co- sas ó plantas naturales destas Indias. Es- ta es una fructa muy pequeña; pero no sin admiración, porque su vista es gra- ciosa é paresgen germeñas chiquitas no mayores que pelotas de arcabuges é assi redondas: son verdes é nasgcn en unas ramas, apartada cada rama por sí é cada una libre. Quiero degir que el árbol es la rama é la rama sola el árbol, é no mas alta cada rama dellas que im brago ten- dido de un hombre, de tres ó quatro pal- mos de luengo , derecha , y paresge un mimbre. Son estas fuctas dulces é de buen sabor al gusto , é su hoja es como la de los mimbres é olivos, pero juntas ó gercanas unas hojas de otras en dos hi- lados ú órdenes continuadas en cada ra- ma: é su verdor es muy gentil, é son al- go menores estas hojas que las del lau- rel; é entre aquellas hojas á los nasgi- mientos dellas, nasgen estos granos ó fructa cada uno por sí en aquella verguita uno mas alto que otro, quatro, é ginco, é seys , é mas é menos en cada pié ó ver- gua. El sabor desta fructa es muy mejor que de uvas moscateles é muy semejante á ellas en el gusto [Láin. 3.", fig. 12."). Un notable hay desta fructa experimen- tado é visto por muchos; y es que estos granos ó fructas , después que maduran, se caen en tierra , é aquellas son las me- jores é mas sagonadas, é saben muy me- jor que las que con la mano se quitan de la rama : é quando ellas están para se caer, provee natura que la hierva to- da que está en torno desta rama ó pie desta fructa , se agosta é seca un palmo en torno para que cayga en lo limpio é desocupado. Fructa es muy presgiada en esta isla , quando la hallan ; porque como he dicho, es de muy gentil é suave sabor é muy delicada al gusto , é muy sana é digna del plato del mas alto príngipe de la tierra. CAPITULO XXX. Dol árbol llamado cacao, ¿algunos le llaman cacaguate , é su frucla é bevraje é aceite. E cómo su fruc- la en algunas parles sirve por moneda é se hallan por ella ledas las cosas que enlro los indios se Iraclan , é oirás particularidades dcslos árboles. El árbol, llamado cacao ó cacagual, no es árbol destas islas, sino de la Tierra- Firme. Hay estos árboles en la Nueva España é en la provingia de Nicaragua 6 otras partes. Pónesse aqui porque estén juntas las materias, como en otro lugar lo tengo dicho; y este es el árbol de todos el mas presgiado entre los indios, y su .•?(G UlSrolUA GllNKUAL Y iNATUiJAl. tesoro. Y los cariíjiiesy señores que al- canzan estos árboles en sus heredamien- tos, liénenlos por muy ricos calachunis ó príncipes, porque al principal señor llaman ca/«r/íH/H' en lengua de iNicaragua, que es lauto como degirle rey, y tam- bién se llama íeyle, que es lo mismo que calachuni ó rey. El árbol en la madera é corteca , ó hoja , es ni mas ni menos que naranjo, é de la misma tez é frescor é grandeva , exgepto que las hojas del na- ranjo en su nasgimiento d pegón tienen una manera de coraí'on pequeño , é de aquel se funda la hoja. Esos corazones faltan á la hoja del cacao , é en lo demás es assi la una como la otra. Mas porque yo desseo mucho la pintura en las cosas de historia semejantes, 6 que en nues- tra España no son tan usadas, quiero aprovecharme della para ser mejor en- tendido, porque sin dubda los ojos son mucha parte de la iuforma(;:ion destas co- sas , é ya que las mismas no se puedan ver ni palpar, mucha ayuda es á la plu- ma la imagen dellas. Y assi á este pro- póssito, quiero aqui debuxar estos árbo- les como yo supiere haberlo [Lám. 3.", /?(/. 13." y 14."), porque aunque no vayan tan al propóssito, como yo querría, bastará la significación del debuxo y mis pala- bras para que otro los sepa poner mas al natural. Echan por fructa unas major- cas verdes é alumbradas en parte de una color de roxo, ó son tan grandes como un palmo é menos, é gruesas como la muñeca del brago ó menos é mas á pro- porción de su graudega. De dentro son laagigas, como una nuez, quando se quaxa ó como una calabaza ó higuera , é en aquella pasta ó cantidad quaxada hay quatro órdenes de almendras de alto á baxo; assi que cada magorca tiene veyn- te é treynta almendras ó mas é menos. É assi como va madurando la fructa , assi se va cnxugando aquella carnosidad que está entre las almendras, é ellas quedan sueltas en aquella caxa, de donde las sa- can después é las guardan é tienen en el mismo presgioé estimación que loschrips- tianos é otras gentes tienen el oro é la moneda ; porque assi lo son estas almen- dras para ellos, pues que por ellas com- pran todas las otras cosas. De manera que en aquella provincia de Nicaragua, un conejo vale diez almendras destas, é por quatro almendras dan ocho pomas ó nísperos de aquella exgelente fructa que ellos llaman ímmonfajooí: y un esclavo va- le giento, é mas 6 menos almendras des- tas , segund es la piega ó la voluntad de los contrayentes se conciertan. Y porque en aquella tierra hay mugeres que dan por prescio sus cuerpos , como entre los chripstianos las públicas meretrices y -viven desso (éá tal muger llámanla r/i/a- tepol , que es lo mismo que degir mere- trix ó ramera), quien las quiere para su libidinoso uso, les dá poruña carrera ocho ó diez almendras, como él é ella se con- ciertan. Quiero, pues, degir que ningu- na cosa hay entre aquella gente, donde esta moneda corre , que se dexe de com- prar é de vender de aquella misma ma- nera que entre los chripstianos lo suelen hacer con buenos doblones ó ducados de á dos. Y aun en aquellas almendras hay sus fraudes para engañar unos á otros, é meter entre alguna cantidad dellas, las falsas é vanas: y esto hácesse, quitándo- les aquella coriccica ó cascara que tie- nen aquellas almendras, como las nues- tras, é hinchándolas de tierra ó de otra cosa , é cierran aquel hollejo tan sotil- mentc que no se conosce , é para enten- der el engaño el que las rescibe , quando las cuenta , pássalas una á una 6 póneles el dedo (index) ó próximo al pulgar so- bre cada una , é por bien que esté embu- tida la falsificada, se entiende en el tacto, é no está tan igual como la buena. Destas almendras los señores é pringipales hagen cierto bevraje , como aqui se dirá , que DF INDIAS. LIB. VIH. CAP. XXX. 317 ellos tienen en mucho : é no lo nsan sino los poderosos é los que lo pueden ha? er, porque la gente común no osa ni puede usar con su gula ó paladar tal bevraje; porque no es mas que empobreger adre- de é tragarse la moneda ó echalla en don- de se pierda. Pero los señores caiachunis é varones principales úsanlo , por([ue lo pueden hacer, é les dan tributos destas tales monedas ó almendras, demás de las tener de su cosecha é heredamientos. É deste bevraje é otros servicióse medici- nas é propriedades deste cacao se dirá adelante algo ó lo que yo he podido com- prehender. Pero quiero primero degir de la mane- ra que crian ó cultivan estos árboles, co- mo cosa que tanto presfian , y es assi. Que después que los han plantado en la tierra que les paresce que es fértil é á su propóssito , en sitio é agua alli cerca para los regar á sus tiempos ordinarios; y puestos por sus liños é en compás é des- viados unos de otros diez ó dore pies, porque mejor se alimenten del terreno; porque crescen é cópanse de tal manera que debaxo dellos todo es sombra é el sol no puede ver la tierra, sino en pocas partes éntrelas ramas. Y porque acaesge que algunos años el sol los suele abuchor- nar é escaldar de manera que el fructo sale vano ó no quaxa é se pierde, para remedio desto, tienen puestos entre estas arboledas otros árboles que alli llaman los indios yaguaguyt, é los chripstianos de la madera negra, que crescen quassi al doble que los del cacao é los defienden del sol é les hagen sombra con sus ra- mas é hojas , é los van mondando é qui- tando los bracos é ramas, como van cres- Ciendo para que suban derechos á este propóssito : los quaies árboles son de tal natura, que viven mucho mas que los del cacao é nunca se pudren ni caen , é es una de las mas fuertes maderas que se saben. Estos echan muy hermosas flores, digo los de la madera negra, é como ro- sadas é blancas á manogitos, como el hi- nojo , é huelen bien, é su fructo son unas arvejas que echan unas lentejas algo meno- res que los altramuces y duríssimas : nun- ca pierden la hoja é son árboles que los indios prescian, assi para lo ques dicho, como para hacer sus cercas á sus here- dades , é para la madera de sus casas ó bullios , porque dicen ellos que ni perece ni pudre en tiempo alguno. Yo deshice una casa de sacrificios en Nicaragua , un quarto de legua ó menos fuera de la cib- dad de León , en la placa del cacique Mahomotombo, queme servia; é por qui- tarlos de aquellos ritos é sacrificios é ce- rimonias diabólicas , quitábamosles aque- llos templos quellos llaman en la lengua de Chorotega , de la qual generación es aquella placa é gente, teyopa, que quie- re decir lo mismo que casado la oragion. Y hice llevar á León los postes de la ma- dera , que todos eran desta que he dicho de la negra, é hice en mi casa una ca- balleriza para mis caballos : é queriendo yo saber del cacique é los viejos quién avien hecho aquel templo é casa , decian que eran passados muchos años ; é por lo que se podia comprehender eran mas de ciento é muchos mas , é estaba la ma- dera que estaba debaxo de tierra , que era mas de un estado de hondo , tan ver- de é fresca como si estonces se cortara, élas hachas saltaban é se desportillaban, labrándola. Muchas veces me acuerdo por esta madera de aquella Arca foederis del Testamento Viejo * del leño llamado se- tim, la qual era imputrible, é de la mes- ma madera fué fecho el altar del Señor. Yo no sé si esta madera negra de Nica- ragua es setim ; mas sé que los indios- tienen por cosa gierta que nunca se pu- 1 Exodi líber, cap. XXXVir. :^i8 HISTORIA GENERAL Y NATURAL dre niperesQC, si no la queman; é assi lo dií^'on ellos. En esta Isla K^ípañola pien- san que es la misma la que llaman cor- bana, en lo qual no me afirmo. Tornando á la fructa del coco ó cacao ó cacagual , porque de todas tros mane- ras le nombran, digo que quando lo co- jan é están saQonadas las almendras del, es de hebrero adelante: é hasta en fin de abril se cogen aquellas majorcas ó vay- uas en que se crian , é después que sacan las almendras de alli, pónenlas al sol al- gunos ratos del dia para que se curen , é para lo beber tienen esta forma. Tuestan aquellas almendras, como avellanas, muy tostadas , é después muélenlo ; é cómo aquella gente es amiga de beber sangre humana, para que este bevraje parezca sangre, échanle un poco de bixa , de for- ma que después se terna colorado : é mo- lido el cacao sin la bixa, paresge de color pardo. É después que está muy bien mo- lido en una piedra de moler, passado é remolido quatro ó giucoveges, echándo- le un poco de agua al moler, hágese una pasta espesa , é aquella massa guárdasse fecha un bollo: é quando lo quieren beber, hade haber passado, despuesque se molió, quatro ó finco horas á lo menos para es- tar bueno , é mejor desde la mañana á la noche , é mejor está para otro dia ; é assi se tiene ginco óseys dias é mas. É aque- lla pasta tiéndensela por los carrillos é barba é sobre las nariges que paresf e que van embarrados de lodo ó barro leona- do, é alguno muy roxo porque mezclan bixa con ello : é después que lo han assi tendido ellos é las mugeres , aquel pien- san que va mas galán que mas embarra- do va ; é assi se van al mercado ó á ha- Cer lo que les conviene , é de rato en rato chúpanse aquel su ageyte, tomándolo po- co á poco con el dedo. Ello á la vista de los chripstianos paresge y es mucha su- ciedad; mas á aquellas gentes ni les pa- resge asqueroso ni mal fecho ni cosa inú- til, porque con aquello se sostienen mu- cho, é les quita la sed é la hambre é los guarda del sol é del ayre la tez de la ca- ra. É difen los indios quel que ha bebi- do el cacao en ayunas, que aunque aquel dia le pique alguna víbora ó culebra ve- nenosa, de las quales hay muchas en aquella tierra, que ningún peligro de mu(!rto corre. Para beberlo echan ¡i la cantidad de treynta almendras molidas un quartillo de agua , é deslíenlo en ella con la mano, trayéndolo al rededor, como puchefilla ; é desfecho en aquella agua en una higuera ó tafa , toman otra ó el vaso en que lo quieren beber c pónenle vacio en tierra, é teniendo en las manos la higuera, en que está desleído el cacao, échanlo á chorro desde dos palmos de alto, ó poco mas ó menos, en el vaso que estaba vagio en que lo han de beber: é levanta una espuma alta por gima , é assi lo beben , é paresge que bebe hom- bre currapas, é por tanto paresí'C asque- roso al que no lo ha bebido. Mas al que lo usa, parésgele bien, é es de buen sabor é saníssimo bevraje: é quedan los labros é en torno de la boca parte de aquella espuma, é quando es colorada que tiene bixa, paresge horrenda cosa, porque pa- resia sangre propria: é quando no la tie- ne, paresfe pardo, é de la una é otra ma- nera es súfia vista. Pero hállanla muy provechosa los chripstianos , é los indios se prestían mucho deslo, é lo tienen por estado é señorío, é difen que es la mejor cosa del mundo é mas dina de estimación, ítem: toman el cacao (en la provin- cia deNicoya, é en la isla de Chira, é deude adelante donde lo alcanzan) , é tuéstanlo mucho, segund de susosedixo, é muélenlo en una piedra muy limpia con un poco de agua , c hagen una pella de aquella pasta como el puño , después que quatro ó finco veges ha seydo molido ó passado por la moledera. É una india tie- ne puesta una olla de hasta dos adumbres DE INDIAS. LIB. VIH. CAP. XXX. 310 c media ó (res que quepa, y echa en ella un poco de agua que aun no sea canti- dad de medio quarlillo della ; y échese alli la dicha pella molida fecha pasta del dicho cacao , é con una caña delgada de un cai'rizo tráyganlo á una mano é á un son ó compás en un tenor , sin afloxar ni dar prisa , sino como es dicho é no con furor, porque se daña, ni con tan poco cspagio que se pegue é queme. É el fuego sea lento é dul^e de una mane- ra hasta el fin , que sea brassa é no lla- ma , é cómo se va cociendo, hirviendo, assi se va espessando , é assi han de yr echándole muy poquita agua, de quando en quando. Esto ha de ha^er una india, é otra ha de ser la que esté moliendo al- mendras : é cómo la moledera haya fe- cho otra pella de la ala que niege la olla, échela como la primera sobre lo que primero entró á cogerse; é desta manera hagiendo siete ú ocho pellas , se puede gastar en esto un tergio de gelemin de almendras en todo el cacao que entra en la olla, que siempre ha estado hirviendo, é megiéndolo con la cañuela é echando agua poco á poco. De manera que assi en el agua, con que se molió, como en la que se le echó , al cogerse , echen é gasten dos agumbres é poco mas de agua. É acabado de echar toda la massa, está co- giendo unquarto de media hora, ó la oc- tava parte de una hora, hasta que se es- pesa : é estongps quítanlo del fuego é déxanlo enfriar hasta que quede tibio ó algo mas caliente que tibio. É estando assi, toman una venera ó una cuchara , é de aquella massa assi cogida ochan can- tidad de una traviesa de mano, que po- drán ser ginco ó seys cucharadas , en una higuera grande que quepa agumbre y me- dia de agua poco mas ó menos : é sobre aquella pasta ó magamorra hinchen la higuera grande de agua , é luego se subo el ageytede suso épónenla sobre un ger- co texido de palmas (que son como aque- llos de alaton que usan poner, en Flandes, en la mesa sobre que ponen los platos ó escudillas con el manjar caliente, por- que no queme los manteles). Enton- ges la india , muy lavadas las manos, pone la palma sobre aquel ageyte é pé- gasele á ella , é de la palma escurre lo espeso en un bote ó vaso, do quieren po- ner este ageyte ó licor presgioso : el qual alli después se hiela é enduresge desde á ginco ó seys horas, é se para colorado de la color de la bixa, si se la echaron al moler , é si no la echaron , está amarillo de color de oro. Quando los indios prin- gipales é los señores beben deste cacao cogido , es poco á poco , de manera que ninguno da sino un trago ó dos, si es pringipal : é si mas diesse en presengia del señor calachuni , sería ávido por vi- gioso 6 mal comedido. El calachuni ó teyte da tres ó cuatro tragos, é pénese de aquel graso por los labrios é toda la barba , é paresge que está untado con agafran desleydo grueso , é reluce como manteca. Este olio es sancta cosa para mu- chos males é dolencias é llagas. La ex- periengia que desto tengo es que , yen- do yo por tierra, desde León de Nicara- gua á la provingia do Nicoya , en una jornada de aquellas paré á dormir junto á la costa de la mar , un dia á puesta de sol ; é cómo pensé madrugar el dia si- guiente, quise ver antes que anoches- giese el dia que alli llegué , un paso es- trecho por donde avia de pasar á caba- llo, porque aunque madrugasse á prose- guir mi camino, lo oviese visto : é están- dolo mirando sobre una peña, en que ba- tía la mar , vino una ola que me pares- gió que me podria embestir, é salté pres- to á un cabo por me apartar , é la peña era brescada é tenia puntas, é yo estaba descaigo ; é salióseme el zapato del pie é di en una punta do la peña é abrióme el pie quassi desde los dedos al calcañar 320 HISTORIA GKNKRAL Y NATURAL por medio do la planta , y quedó muy mal herido y á mas de sesenta leguas, por andar del camino despoblado hasta Nicoya , é sin ^'irujano ni otro remedio sino el de Dios , salióme mucha sangre, é víme tal , que yo creí que de muerto ó perder el pie y quedar muy coxo no po- día escapar. Estando en este trabaxo, acordóme que un criado mió ó dos ne- gros é giertos indios mios llevaban un tocino ó dos salados para el camino , ó en el cobertor de una olla de cobre hi^e echar un poco de aquel togino del lardo é freyrlo bien , ó con aquello híleme que- mar bien la llaga , que tenia en partes un dedo ó mas de hondo ; ó aunque se res- tañó algo la sangre (después de me aver salido mucha), no fuó de todo punto. Es- tonces una negra mía dixo que, pues los indios degian que aquel a^eyte del cacao era bueno para llagas ó yo lo llevaba, que me pusiesse dello , y assi lo hif e : ni tenia otra cosa con que curarme , ó der- retido un poco, maxaba unas hilas, ó de cabo á cabo llena la llaga deltas, ponia encima otros paños mojados en lo mismo. Siguiendo mi camino ó llevando la pier- na colgada, anduve desta manera mas de sesenta leguas hasta Nicoya , donde descansé diez ó doge días ; ó á cabo de veynte ó g.inco estaba perrada ó sana la llaga , ó yo sin aver tenido acídente al- guno. Mas quedóme en medio de la planta una durega ó bulto levantado, tan grueso como una avellana , ó no podía andar sin bordón, ó en tocando con aquello en tierra sentia mucha pena c dolor, ó andaba, poniendo de aquel pie solamente la punta ó coxqueando. El pa- resf er de mis amigos era que me pusies- se á discreción de médicos é girujanos, los quales no perderían nada conmigo ni yo ganara nada con ellos : acordé de no lo hager ni dexar de traer alli puestos continuamente paños untados en aquel ageyte ; y plugo á la Madre de Dios que á cabo de sesenta dias ó pocos mas que fuy herido , estaba desfecha ó resolvida aquella carne que alli se avie añudado, ó ninguna señal me quedó en el pie mas que si nunca alli oviera ávido mal algu- no. Por cierto yo diera de buena gana quinientos castellanos, por verme assi sano como me dexó este olio ; y assi doy infi- nitas gracias á Nuestro Señor: que su missericordia usó conmigo esta piadad, é acaso llevaba aquel poco de ageyle; pero llevaba mas de dos hanegas de aquellas almendras , é en una isla que se dige Pocosi , que está en el golpho de Orotiña, las hice hager todas ageyte á aquella negra mia que lo sabia muy bien liager. É aun después llevé parte dello á España , é en Avila di una redomica dello á la Emperatriz, nuestra señora , que en gloria está ; é preguntándome Su Magos- tad si era bueno para llagas , dixe lo que he dicho que sabia por cxperiengia. Molido el coco ó cacao é cx)gido con un poco de agua, se hage exgclente aceyte para guisar de comer é para muchas cosas; é acuerdóme que en la plaga que llaman Mambacho estaba alli un italiano, buen compañero é amigo mió, llamado Nicolá, é en este camino passé por alli antes de me aver acontesgido lo ques dicho, é me dio muy bien de genar á mí é á mi gente mucho pescado é huevos, é guisa- do todo con este agcyte : é preguntán- dole yo que de dónde avia aquella man- teca , me dixo que no era manteca , sino deste agcyte del cacao, é que para heri- das era exgelente cosa , é lo avia él ex- perimentado algunas veges, estando heri- do, é que en qualquier mal ó dolor ó granos ó hinchagon ó postemas á todo aprovecha; lo qual yo creo muy bien, por lo que vi en mi pie. Y pues se ha dicho de suso algo largo del cacao, quiero que no se dexede degir otra forma de sacar el agcyte del que se usa en Tabaraba é Cheriqui é por aquella DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XXX. 321 tierra, y esdesta manera. Toman aquellas almendras é tuéstanlas ; y no se les puede dar otro nombre mas proprio que almen- dras, porque assi son, como las almendras de los almendros de Castilla, salvo que no son tan luengas , poca cosa , é al paresger perfetas almendras son; pero gustadas assi enteras , son algo amargas , é lirada aquella coscarica delgada que tienen, co- mo la almendra mondada ó hollejo , no están enteras , é ábrense por partes sin parescer que se rompe, sino que se des- pega una cosa de otra , é assi i)ares5e que es como de cosas juntadas unas con otras. Quando están quaxadas en aquellas ma- jorcas en que nasfon , algunos indios co- men la maforca é las almendras junto, quitando á la majorca la ccvlega con tan- to gordor, como una pluma de escrebir, é se comen lo restante. Yo lo he probado: á mi paresfer no es buen manjar ni sa- broso, aunque los indios le loan por cosa muy sana. Assi que, tornando al propós- sito , tostadas las almendras , móndanlas de aquella cascara delgada , é muélenlas dos ó tres veges sin gota de agua alguna: antes de su propria humedad está asaz líquida la pasta, é en tanto que se muele, ponen á un fuego dulce y lento una ollica que quepa una adumbre de agua , poco mas ó menos, é hinchen de buena agua limpia la olla hasta las dos partes: é des- pués que ha hervido un poco despacio, echan el cacao en ella (questá molido como es dicho), écon una caña delgada ó un palito muy limpio menéanlo al rede- dor, hasta tanto que levantando el pali- llo ó caña una ó dos é mas veges, se vé questá cogido después que ha hervido bien; é vésse que está cogido en que en el palillo ó caña no queda nada pegado del cacao , que sale limpio , ó todo esta líquido é cogido ó corre, como agua. Fe- cho aquesto , dan con la caña en medio de la masa ú olla, para abaxo, golpes pa- sico, como para que se abra ; é por alli sale arriba luego el ageyte , é con una cuchareta sotilmente cójesse poco á po- co , guardando que no coja el cacao con el ageyte , porque el ageyte es la flor é virtud pringipal, é lo que ya queda del cacao es agessorio é de menos valor. É assi aquello que se coje con la cuchara, se pone aparte. Después que desta forma que he dicho se ha sacado lo mas que ha seydo possible , langan en una higuera, que está aparte fuera del fuego con agua limpia, el dicho cacao, después de saca- do del el ageyte , la mitad ó el tergio ó quarta parte del cacao , ó en otra é otras higueras lo demás ; é revuélvenlo , é lue- go se sube sobre el agua el ageyte que quedó , que no se pudo sacar con la cu- chara, é aquello bebido , assi fecho aquel caldo , es exgelente é saníssimo. É si quieren sacar aquel ageyte, que como di- cho es, avia quedado, toman una pluma sotilmente , é á de suso cójenlo lo mejor que pueden; porque luego se pega á la pluma, andando sobre aguado, é sacuden la pluma donde lo quieren recojer , é se despide della el ageyte, é vuelven por lo demás. Pero esto no sale tan limpio del agua é del cacao, como lo que primero se dixo ; é el agua ó cacao que queda , sa- cado el ageyte, bébese ees muy saníssi- mo. En ayunas vale contra pongoña, é tienen los indios por averiguado que aviéndolo bebido aquel dia , si son pica- dos de víbora ó de otra serpiente, es cu- rable la tal mordedura. Yo tengo por ave- riguado para mí , segund la mordedura de las culebras cortas es pongoñosa, que ai tergero dia é antes muere el que es mor- dido della : que deben ser tiros ó áspides mas gierto , segund lo que se escribe dei áspide, ques culebra menor que la víbo- ra, é la una é la otra pongoñosíssimas : é contra esse é todo venino tienen los in- dios por bastante remedio el cacao. TOMO I. 41 322 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XXXI. Del árbol Ikiinado paco o su frucla. i ACÓ, en la lengua de Cueva, en Castilla del Oro , quiere def ir esclavo ; mas en Nicaragua é en las islas del golplio de Orotiüa é en otras partes es una fructa tamaña como un puño gerrado é algo ma- yor , prolongada é de color pardo , é también de color verde ; pero la fruc- ta destos árboles que tiran al color ver- de es mas redonda é paresce membri- llo. La corteja es del gordor de la grana- da ; pero mas blanda mucho , é aquella quitada, tiene una carnosidad envuelta en una estopa que se está pegada é no se quita del cuesco: é mordiendo en él, sá- casse la carne, é queda aquella estopa pe- gada en el cuesco é de punta. Y también quando la cascara se quita, sale algo de la carnosidad sin el estopa. Esta fructa es dulfe é de buen sabor , é sana , é es fria. El cuesco es muy gruesso ; de manera que lo que hay que comer es muy poco, é él no se paresge con aquella estopa. Los árboles desta fructa no son menores que los nogales de España, é la hoja es del talle de la del nogal , pero muy me- nor. La madera é sombra destos árboles es muy buena: Hámasse el arbólela fruc- la un mismo nombre , ques paco. El que llamé cuesco desta fructa no lo es , sino pepita ; é aquella estopa está pegada en una cascara regia é coma nerviosa , é dentro de aquella está una pepita grande que la ocupa toda , la qual tiene paresger de castaña inxerta mondada , ó como son las pepitas de las peras de Tierra-Firme. Esta pepita no es de comer , porque es duríssima é amarga , é los indios no la tienen por cosa buena ni nesgessaria , ni la comen esta pepita , salvo la fruc- ta que es dicho paco , ó léanla de sana. CAPITULO XXXII. Del árbol tembixque é su frucla, alias lembate. J. EMBiXQUE es un árbol , é no de los que dexan de estimar los indios en la provin- gia de Nicaragua ; antes lo presgian por su fructa. Son árboles medianos é frescos, y echan unos capullos redondos , é par- tidos ó divididos por parte de dentro , é en cada apartamiento de aquellos una pe- pita redonda é blanquíssima, algo mas gruessa que piñones, é de aquel tamaño, é cubierta con una cascara negra é del- gada, é aquella quitada es muy mejor al gusto que los piñones de Castilla. Mas hánsede comer pocos dellos, porque dan dolor de cabega, é entre los chripstianos se aprovechan dellos é los confitan : é no es menester comer cantidad, porque cau- san fluxo de vientre , é aun con dolor de tripas; mas comidos una dogena ó dos dellos, no incitan á hager cámara, ni co- midos en el pringipio del pasto. También los hay en algunas islas é en otras partes de la Tierra-Firme. DE LNDIAS. LIB. Vlll. CAP. XXXllI. 323 CAPITULO XXXIII. Del árbol que en esla Isla Española llaman papaya, y en la Ticrra-Fhme los llaman los españoles los Sil- gos dcljnastuerco, y en la proviníia de Nicaragua llaman á lal árbol olocoton. rLn la costa del poniente de la Tierra- Firme , partieuilo del puerto del Nombre de Dios , la costa abaxo , en la provincia de Quebore é en Veragua é en las islas de Cerebaro é en otras partes de aquella costa, hay unas higueras altas y dere- chas é de solo un pié derecho é sin ra- mas, é en lo alto echan unas hojas tre- padas é mas anchas mucho que las de las higueras de Castilla, con unos pegones largos de media bra^a ó mas: é la fructa que llevan son unos higos tan grandes como melones, é menores assi mismo, los quales nasgen pegados en el tronco principal de la higuera en lo alto della é en cantidad, é tienen la cortega ó cuero delgado , é todo lo demás es de una car- nosidad espesa, como la del melón (aun- que no tan magiga). Es de buen sabor é córtasse á revanadas, como un melón; y en el medio deste higo ó fructo tiene las pepitas , las quales son menudas y ne- gras y envueltas en una manera de ma- teria é humor de la forma que lo eotan las de los membrillos, aunque mas viscosas, é son tanta cantidad esas pepitas , como un huevo de gallina , é mas é menos, se- gund la grandeza del higo. É aquellas pepitas se comen é son sanas y del mis- mo sabor ni mas ni menos que mastuer- go , é el higo es dulge sin las pepitas ; y por esto los chripstianos llaman en la Tierra-Firme á esta fructa higos del mas- tuerzo. É donde primero los hallaron fué en tierra del cagique Quebore , donde los hay tan grandes como ollas medianas ó como grandes melones de España ; é un hidalgo, llamado Alonso de Valverde, en cuya encomienda oslaba aquel cagique de Quebore , los llevó estos higos al Darien, donde los chripstianos los sembraron de aquellas pepitas é en otras muchas par- les, é se truxeron á esta é otras islas é se han fecho muy bien, é aqui los llaman papayas, é sin los llevar á Veragua é otras partes de la Tierra-Firme , los hay é muchos ; é en la gobernagion de Nica- ragua llaman esta fructa olocoton , é una provingia hay entre la provingia de Na- grando é la provingia de Honduras que se dige Olocoton, donde hay muchas des- tas higueras. Pero donde mayores se han visto estos higos es en Quebore , puesto que en Nicaragua é Tegoatega é otras partes hay grandes é muchos destos hi- gos. Estas higueras hagen un pié ó tron- co, gruesso como un hombre por la gin- tura , é mucho mas é menos algunas , é derecho sin rama alguna: é estos que son solos, sin echar ramas, son los que mas viven deslas higueras; pero hay otras de la misma fructa que después quel pié ha subido un estado de un hombre ó mas en su altura, echa otras ramas una ó dos é tres , é algunos hasta seys , é de este nú- mero abaxo y derechas para arriba é no tendidas ni trastornada á parte alguna si- no para lo alto , siguen é cresgen mucho mas altos que langas de armas , é algu- nos como dos langas. La cortega deste árbol (al qual yo tengo mas por planta que no por árbol) , es gruessa como un dedo, é lo de dentro ó madera del es tierno é fofo , é el coragon es hueco de alto á bajo, é si dan en el árbol con una espada , para probar su fortaleza de cada golpe corta un palmo o mas, porqués muy fofo ; é de qualquier golpe pequeño que 32 i IlISlülUA GKNEHAL Y NATÜUAL se le dé, se seca. Estos vastagos que as- si echan derechos, eclian en la cumbre unas liojas, muchas con luengos pegones é no ramas , ó cada hoja os de dos palmos ó mas de ancho, trepada ó gentil é ver- de; é el astil que desdel árbol i'i ella tiene, es de tres é quatro é cinco ó aun seys palmos luengo , é los higos que he dicho nasgen de las ramas (digo hojas) paraaba- xo, pegados en el árbol altos asidos de sus pegones, y también por aquel tronco abaxo. Estos higos se forman de giertas rosas blancas que primero echan estas hi- gueras. É cómo un vastago destos echa todos los higos que ha de echar (é aque- llos maduran), sécase aquel tallo.ó vasta- go que no echa mas fructo , é los herma- nos hagen lo mismo, uno no mas el si- guiente año, é sécase; é el otro año si- guiente el que nasgió mas tarde, hage lo mismo ; é assi si ginco ó seys hijos su- ben de aquel tronco , tantos años viven por la orden que he dicho , llevando uno dellos su año é no dando fructo los otros, sino en aquel año que le cabe la vez. É complida la tanda de todos , todo el ár- bol é tronco pringipal se secan, y aun an- tes quol postrero muera, los hermanos (jue han eciíado , están secos , é los (jue no han llevado están verdes é echan hojas, é no fructa , sino por la orden ques di- cho ; é ponen los indios de la simiente otros antes que aquellos se acaben. Los que con solo un pié se crian é no echan hijo alguno destos, viven tanto como los hijos todos del otro género que he dicho, éen ginco ó seys años, siempre cada año lleva estos higos; pero cada año los da menores , é al sexto año menudos é no buenos , é de alli adelante no vale nada é se pierde. Madura esta fructa en el ár- bol é no juntamente , sino uno á uno ; é acaesge estar uno maduro é amarillo co- mo gcra , é los otros todos verdes é du- ros. Algunos destos higos son redondos, é otros son prolongados, é la higuera que los echa redondos, no echa alguno luengo; ni la que los echa luengos, nin- guno echa redondo , porque son distintas naturas é castas desta fructa; mas en el sabor é en todo lo demás, todos son una misma cosa. ' • ■. CAPITULO XXXIV. Del árbol llamado tembixgue ó de su úucla en la Tierra-Firme. D e suso en el capítulo XXXII se trac- to del árbol é fructa temhixque , é aqui se tractará de otro que aunque se quieren paresger en el nombre, son muy diferen- tes. Tembixque es un árbol grande, como un gran nogal é muy verde, é la hoja como de laurel ; mas esta es mas verde é mas ancha , é en los asientos é pueblos de indios de Nicaragua, en espegial en Tegoatega é Guagama é otras plagas , los indios ponen en sus casas estos árboles, porque son de muy sana sombra é quie- ren paresger hayas, salvo que son mas copados. Su fructa es algo mayor que las ageytunas gruessas ó gordales de Sevi- lla, é aun como nuegcs pecjueñas; é es- tas son verdes é tienen el hollejo como de giruela ó poco mas gruesso. E cuegen esta fructa , é cogida la comen, é es buen manjar sano é dulge, é tiene de dentro un cuesco liso, como una ageytuna de las pequeñas , é dentro de aquel cuesco una pepita dura é amarga. DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XXXV. na CAPITULO XXXV. Di'I árbol caoba é su í'rucfa. .Hín la provingia de la Nueva Castilla, que por error el vulgo llama Perú , por- que ignora la verdad (porque el Perú es mucho mas acá , é la Nueva Castilla es aquella donde fué señor Atabaliba , aquel grand príngipe de quien tantos tesoros se han ávido, é en cuyo señorio está por go- bernador de la Cesárea Magestad, el mar- qués, don Francisco Pizarro); alli, pues, en aquel señorio hay giertos árboles que el árbol é la fructa se llama coaba; el qual árbol es grande é gruesso é de muy regia madera. La hoja déles como la del ginjol que en Castilla llaman serval. La fructa que hage es tan luenga como dos é aun tres palmos de luengo é gruessa como la muñeca del brago de un hom- bre, ó poco menos. El manjar que tiene dentro es una pasta dulge é de buen sa- bor é gumosa , é á trechos tiene cuescos que quieren paresger havas verdes, é entre cuesco é cuesco hay un buen bo- cado de aquel manjar ó fructa, que es muy buen pasto. É estos fructos quieren paresger garrovas, sino que son mu- cho mayores que garrovas , como es di- cho. Es fructa sana é que los indios de aquella tierra la tenian é presgiaban por muy buena fructa, é los chripstia- uos no la tienen en menos estimagion, porque demás del gusto , es prove- chosa. CAPITULO XXXVL De los ciruelos é ciruelas de doblados cuescos que hay c-n la Tierra- P'iruie, en la Tierra Austral. rLn la Tierra Austral , en la provingia é gobernagion de la Nueva Castilla, que por la Cesárea Magestad gobierna el marqués, don Frangisco Pizarro, hay giertos árboles que los españoles llaman giruelos de dos cuescos : los qtiales son grandes árboles, é su fructa es propria- raentecomo giruelas, é cada una dellas tiene dos cuescos ; é cómenlas los indios ó los chripstianos assi mismo, aunque son de un sabor menos que bueno, é la carnosidad desta fructa pégase á los dientes. En fin , no es manjar para des- searle , y en espegial ios devotos de Ba- co, porque el vino sabe mal, siendo be- biilo tras esta fructa, aunque el vino sea muy bueno ; pero con sus tachas, la co- men los que no tienen otra mejor. CAPITULO XXXVII. I>cl árbol llamado hicoinas ó de su friicla en la Tierra Auslral. icoMAS es un ái'bol grande é hermoso en la Tierra Austral é gobernagion de la Nueva Castilla (de la otra i)arte de la lí- nia ('([uinogial): el qual lleva una fructa (jiie ([iiierc paresger mucho á los mem- brillos de la provingia de Castila del Oro, 326 HISTORIA GENERAL Y NATURAL assi en los cuescos , divididos en fres o pítulo XXII). Esta fmcta diclia liiconias es quatro parte's, como en lo demás (de los de buen sabor lo que dclla se come é quales membrillos se dirá mas larga- sana, é hay mucha della en aquellas mente en el siguiente libro IX , en el ca- partes'. CAPITULO XXXVIII. Del árbiil UaniuJo yaguaifuy , que los chripslianos llaman de la madera negra, en la Tierra-Firme é pro- vin9Ía de Nicaragua. I AGUAGUYT es la mejor madera é mas fuerte que se halla en grandes partes : el qual árbol é su fructa é flores é otras par- ticularidades suyas , se dixeron en el ca- pitulo XXX , donde se tracto del cacao ó cacagual , para defensa del qual se ponen estos árboles del yaguaguyt , y por esso no hay aqui mas que degir del de lo que alli se dixo. Es árbol imputribile, porque el tiempo no le corrompe, aunque mu- chos tiempos é años esté só tierra ni fuera della : es duríssimo é tan pesado que no se sostiene sobre agua, sino luego se va á fondo, como si fuese de piedra é de fierro. Pússele aqui. porque me pares- ció que so le haeia sinrazón á él (é aun á raí) en le dexar entre renglones é no memorado por sí aparte, aunque como he dicho, parezca que donde se tracto del está como a^essorio para aquel efeto de defender del sol é ayre el cacao. Pero aunque esso sea assi , este es el mejor ár- bol que se sabe para postes , que en es- tas parles llaman estantes , é para hayti- nales en los edificios de las casas; é aun- que los chripstianos le llaman en Nicara- gua madera negra , no lo es , sino berme- ja como leonada, é el coragon della es negro , que par'esge propriamente en esso al guayacan. CAPITULO XXXIX. De una l'rucla que llaman yaguaraha , é nasce en unos cardones, é olra que se di^e ayoreros. JLia mayor parte de la isla do Guba- gua es un boscaje , g errado de unos car- dones altos de estado y medio ó dos, tan gruessos como la pantorrilla de la pierna. Estos en gierto tiempo, cada año, llevan una fructa de dos maneras de for- ma de higos; los unos colorados ó roxos, é los otros blancos : los colorados tienen la simiente muy menuda, como de mos- taza é llaman los indios á esta fructa ija- (juaraha. Es muy buena al gusto é sano mantenimiento ó fresco , y en el cardo. en que nasge, está cubierta esta fructa de espinas á manera de castañas, é quando madura , cáense las espinas é ábrese é ({uedan como higos. El otro género de fructa, en cardones de la misma manera, os de fuera verde é quieren paresger dá- tiles (pero son mas gordos), é lo de den- tro es blanco, é la simiente como grani- llos de higos: é quando se comen, que están bien saponados, sabe ó sube á las nariges un olor de almizcle ó mas suave. A esta fructa llaman los máio?, agoreros. \ Digno es de nolarso que el aulor suprimii'i en esle lugar el capilulo XXXVIII, en que Iralaba délas encinas é bellotas que hay en la provin<;ia é ¡lobcruafion é sus anexos de Nicaragua , porque, como el mismo expresó al margen , en otro libro estaba dicho é mas largamente. DE INDIAS. LIB. VIII. CAP. XL. 327 CAPITULO XL. De la fructa llamada macao. HiO la isla de Cubagua y en la Margari- ta hay una fructa que llaman macao, que quiere paresger á las castañas en el sa- bor, é es tamaña como agufeyfas. Esta fructa tiene el cuesco duro , é cuégenlo é rauélenlo en piedras , ó hágese un pan que sabe á bellotas. CAPITULO XLL De la fructa llamada cutipris. O. 'tra fructa hay en la isla Margarita que se llama cutipris que sabe á uvas mosca- teles , é es tamaña como las uvas grues- sas que en el reyno de Toledo llaman jahenes. Esta fructa tiene un cuesco pe- queño, é engima de todo un hollejo; é no hagen daño, aunque coman mucho desta frucla. CAPITULO XLII. De la frucla llamada chuare, o otra que se dice pauxi. XI ay otra fructa en la isla de la Marga- rita que se llama chuare, que es como higos pequeños de Castilla: é otra hay que se dige pauxi que es de diversos ta- maños, é son como giruelas. CAPITULO XLIIL Del árliol llamado mamón é de su fructa, déla qual , faltando el mahiz, hacen pan los indios en tiempo de hambre. Er iU la provingia de Veneguela, en la Tierra-Firme, hay muchos árboles tan grandes como gentiles laureles, y muy semejantes á ellos en la hoja. Esta mane- ra de árbol llaman alli los indios mamón. La fructa del es tamaña como una nuez: tiene una cortega verde , tan gruessa co- mo el canto de un real de plata ó un quarto desta moneda, que vale quatro maravedís; y después de quitada essa cortega , tiene una carnosidad algo agrá y no de mal sabor. El cuesco es tan grande como una avellana , y de muchos cuescos destos, tostados emolidos, hagen pan los indios para comer en tiempo de hambre : y assi mismo de otros cuescos de otras fructas salvajes lo hagen, y se mantienen con él y se remedian en sns 328 HISTOHIA GENERAL Y NATURAL nesgessidades, falüíndoles el nuiliiz c los curan deste proveimiento sino en lieni- olros manteniniienlos, poniiie como no pos de nesgessidad. es de buen sabor, annque es sano, no CAPITULO XLIV. Del árbol llamado cimiruco >• (le su frucfa. Hin la Tierra-Firme, en la provincia é gobernación de Veneguela , hay unos ár- boles pequeños, de ocho ó diez palmos de alto poco mas ó menos. Llámanse ri- mirucos : tienen la hoja como giruelo : la fructa que produgen , es como geregas , é tan semejante é ellas, que puestas ambas fructas en un plato , no juzgarán los que lo vieren sino que es todo una cosa , ex- gepto que el gimiruco no tiene cuesco como la gerega , sino dos ó tres pepitas Es fructa de muy delicado é aplagible sa- bor, é sabe un poco á membrillos. Cójesc esta fructa dos veges en el año. Este es el libro noveno de la primera parte de la Natural y general historia de las Indias, islas é Tierra-Firme del mar Océano: el qual tracta de los árboles salvajes. PROHEMIO, 1^0 resgibais , señor letor, cansancio ni pena, si me detuviere en daros cuenta de algunas particularidades de los árboles salvajes desta Isla Española , é otras is- las , y de la Tierra-Firme ; pues para que vos seays informado y satisfecho y que mi tiempo sea bien gastado en esto , assi conviene ; especificando los que dellos son útiles para los edifjgios é otros ser- vicios é provechos del hombre. Y tam- bién se debe assi ha^er , aunque yo me detenga , pues que qualquicr cosa ó par- ticularidad que se diga de las cosas de natura , es para mucho mirar é conside- rar en ella el poder inmenso y exfelen- (;ia de Dios , de cuya voluntad proceden todas las cosas criadas , é la forma é la diferencia de las unas á las otras, é la compusicion ó hermosura ó efetos tan apartados é distintos unos de otros. Unos árboles hace de muciía altera é con mu- chas ramas é fructas ; unas dulges , oti'as agras, otras olorosas, otras amargas. A otros sin hojas, la mayor parte del año desnudos ; ó los que ac;' en estas parles hay nunca las pierden, ni dexan dcstar cubiertos dellas, sino son muy pocos en Tü.Mü 1. número y género . Y lo que mas es de es- pantar , es que ninguna cosa vemos in- útil ni que dexe de ser nesgessaria , sal- vo aquellas, de que los hombres ynoran sus secretos y la fuerga de la natura en ellas , ó para qué son apropriadas todas estas cosas. Lo que yo dixere en este caso, será muy poco, en comparación de lo que se ha de degir é saber con el tiempo ade- lante ; mas esforzarme he á escrebir lo que he podido entender é alcangar des- tas materias é natura de historia. Digo que en general los árboles que en estas Indias hay es cosa para no se poder ex- plicar, por su moltitud ; y la tierra está tan cubierta dellos en muchas partes , é con tantas diferencias y desemejanga los unos de los otros, assi en la grandega como en el tronco é las ramas é cortegas y en la hoja y aspecto , y en la fructa y en la flor , que ni los indios naturales los conosgen , ni saben dar nombres á la mayor parte dellos, ni los chripstianos mucho menos , por serles cosa tan nueva é no conosgida ni vista por ellos antes. Y en muchas parles no se puede ver el 42 ;)30 niSTOniA GENERAL Y NATURAL fiólo desde dobaxo destas arboledas (por ser tan altas y tan espossas é llenas de rama), y en muchas partes no se puede andar entre ellas ; porque demás de su espessura , liay otras plantas ó verduras tan texidas y revueltas é de tantos espi- nos é bexucos é otras ramas mezcladas, que con mucho trabaxo é á fuerga de pu- ñales y hachas es menester abrir el ca- mino. Y lo que en esto se podria degir es un mare magno é oculto ; porque aun- que se ve , lo mas dolió se ynora , por- que no se saben , como he dicho , los nombres á tales árboles , ni sus proprie- dades. Hay algunos dellos de muy buen olor é lindeca en sus flores, c olorosa la madera ó cortejas: otros de innumera- bles é diversas formas de fructas salva- jes , que solamente los gatillos monos las entienden é saben las que son á su pro- póssito. Otros árboles hay tan espinosos é armados , que no se dexan tocar con mano desnuda : otros de mala vista é salvajes : otros cargados de yedras é bexucos é cosas semejantes : otros llenos de arriba abaxo de cierta manera de hi- los , que paresge questan cubiertos de lana hilada , sin serlo. Los unos tienen fructa é otros están en flor, é otros co- miengan á brotar ; é assi como son de diversos géneros , assi gogan del tiempo en diferente manera, é se ve todo junto en una sagon é en qualquier parle del año. Y por tanto, dexaré aquesto, por- que desta infinidad de géneros é multi- tud de diferencias, con el tiempo se yrán entendiendo muchas cosas que al pres- sente no se saben : ni hay olra cosa mas entendida que la grandega é hermosura destas florestas é boscajes (quanto á la vista); pero sin entenderse sus proprie- dades y virtudes , sin las quales no es- tan , pues ocupan la mayor parle desta tierra. Con todo esso, aunque há pocos años que los primeros chripstianos vinie- ron á estas parles ( pues mis ojos vieron é conosgieron los primeros , é yo vi mu- chas vegcs al primero almirante don Chrisptobal Colom , y á su hermano el adelantado don Bartolomé Colom , y al piloto Vigente Yañez , é á otros de los (pie con él vinieron en el primer viaje é descubrimiento desta tierra), no me ma- ravillo de lo que no se ha podido alcan- gar, sino de lo mucho que se sabe é tie- ne notigia en tan poca edad. É assi, á este propossito diré aqui de algunos ár- boles y exgelentes maderas , de que ya los españoles tienen uso é conosgimiento para sus labores y edifigios y servigio, que acá se tienen por salvajes ; y llamo yo salvajes á los que no son de fructa para se poder comer, ni son cultivados por la industria do los hombres ; porque de los que dan fructa para los paladares humanos , ya se dixo en el pregedente libro, aunque también aquellos son los mas dellos cultivados de la natura, ma- dre y maestra de la agricoltura , y no con sudores de otro hortelano ni agrí- cola. Todavía os acuerdo , letor , que no os tengáis por satisfecho en esta materia (ni en las pasadas) ó que están por degir desta primera parte é sus libros , hasta que después leays la segunda y tergera partes desta General y Natural historia de Indias, en las quales se tractará de las cosas de la Tierra-Firme. Mas por no di- latar , y porque la esperanga sea mode- rada y no se atienda para saber lo que en este tiempo está sabido en estas In- dias , me paresge que será bien que lo que tocare á estos árboles salvajes se ponga aqui en este libro; digiendo en qué tierra ó provingia los produge natu- ra, porque la materia esté junta é no desmembrada, ni la segunda ni (ergera parte deslos libros la dividan, con tanto que á cada región se le dé lo ques suyo. DE INDIAS. LIB. IX. CAP. I. 331 CAPITULO I. Del árbol que cu esla Isla Española liauíau espino los carpiulcros , é de qué se sirven del. Hil espino clesta Isla Española, de que mieslros carpinteros é entalladores se sirven, es buen árbol é provechoso, é de nuiy buena madera ref ia é blanca , que tira algo al color amarillo , de la manera é tez qucl granado, ó mejor, ó como lindo naranjo. Sírvensse desta madera en esta tierra en muchas cosas de su arle , assi como para hager sillas de caderas é tam- bién de las pequeñas, que á mi mejor me paresgen que las de Granada : é hagen fustes para sillas ginctas, ó guarniciones de puertas é ventanas , é cosas semejan- tes , donde la tabla no haya de ser ancha ni el madero muy luengo é derecho ni muy gruesso , ¡morque este linage de ma- dera no es para ello, sino para lo que se ha dicho é otras cosas tales. CAPITULO IL ric los pinos que hay en esta Isla Espafiola, semejantes á los pinos de España, que no llevan pinas sino vanas. ÍTj.uchos pinos naturales hay en esta Is- la Española , grandes y pequeños , todos inútiles en el fructo , pues que no llevan pinas sino vanas é muy chiquitas. Esta es muy buena madera , aunque acá no usan della por estar lexos , y aun porque no es tan dulge ni tal como la de los pi- nares de Castilla, é tiene mucha mas thea é ñudos é mucha salvajez é grand olor de la resina , é mas enojoso quel de los de España. La hoja es la misma; mas es mu- cha mas , é la corteja por el consiguiente es tal como la de los de Castilla. Y en todo son perfetos pinos los de acá; pero no tan altos, ni tan gruessos, ni tan dere- chos como los de tierra de Cuenca ó Val- sahin,éde otras partes de España, don- de el pino es presciado. También hay pi- nos en la Tierra-Firme , en la goberna- ción de Nicaragua , en la tierra é sierra de los chondales, é también en la Nueva España é otras provincias. Llaman los in- dios desta Isla Española á este árbol ó pi- no coaba , é sírvense mucho del en los ingenios del agúcar desta leña , donde la tienen cerca, para farol ó candiles con que se alumbran de noche para las ma- drugadas, para moler las atareas é exer- gicios que se hagen antes que sea de dia. CAPITULO III. De los nogales desta Isla Española. Oay en esta isla en los montes bravos como en la fineta , assi á prima vista, son c selvas é montañas algunos nogales gran- como los de España, exgepto que las ddí- , que assi en la vista ó olor ('• luija, nuoges dcslos de acá no son perfetasni 332 HISTORIA GENERAL Y NATURAL despiden la fnicta , ni se pueden comer sino á nesgessidad ; peroren aquella tier- ra del norte donde se perdió el capitán Púnipliilo de Narvaezésu gente, tiénense por buena fructa , é en aquella costa se- tentrional donde la pueden aver, digen estos agrícolas é personas que lo entien_ den que, si se iuxiriesscn, serian muy buenos ó perfetos nogales , assi en la fructa como en todo lo demás, porque en la verdad estos son nogales salvajes. La madera dellos es muy buena. CAPITULO IV. De las palmas que liay en esla Isla Española y en las otras deslc golpho y en la Tierra-Firme. J^as palmas que hay en esta Isla Espa- ñola é sus diferengias seria larga cosa de- cirse, porque son muchas é de diversas hojas é fructas, é cuescos, é qücntas, que lleva de muchas suertes ó formas. Unos tienen las hojas de la manera que las pal- mas de los dátiles , é aunque estas no llevan dátiles, son buenos los palmitos ó cogollo de la gima dellas, quando son ba- xas ó no han cresgido mucho. Hay otras palmas que también son buenos los pal- mitos, seyendo pequeñas; y estas no eres- gen mucho , é cada una dellas hage tres diferengias de su tronco en esta manera. El primero de la allega de toda ella, que comienga desde tierra , es duro asaz : el segundo tergio hasta las hojas, es mas gruesso que el primero tergio, é mas verde é liso, y paresge que está preñado (como los tallos de lasgebohas, donde tienen la simiente ó gebollino ) ; y el ter- gio postrero es la copa de sus hojas . Es- tas echan unas conteguelas (é no buenas) por fructa , y en aquel tergio segundo ( ó de en medio) crian muchas veges los pá- xaros carpinteros (de los quales será fe- cha mengion en el libro XiV en que ade- lante se tracla de las aves desla isla), porque halla mas aparejo en este árbol ((ue en otro, y es menos duro para hager su agujero ó nido entre el tronco ó más- tel destas palmas. Entre las otras palmas hay un género dellas que los indios llaman inanaca , la qual palma es tan gorda como una pipa é mas , é menos : su hoja es como la pal- ma de los dátiles, é en altura es mucha. Echa un ragimo de fructa tan grande, como un muchacho de tres ó quatro años , é los granos deste ragimo es cada uno como un hobo pequeño ; y porque me entien- dan mejor ( donde no hay hobos ) digo que es tamaño como una ageytuna de las gordas de Sevilla ó mas ; y desque está maduro , es amarillo. Estos ragimos están muy apretados de la manera que suele estar un ragimo de uvas muy apretadas. Tiene esta fructa engima tanta carne como un hobo é es algo mas espessa é muy dulge é muy amarilla la carne, tanto que los puercos que la comen un mes ó dos, se les tor- nan las carnes tan amarillas como la mis- ma fructa. Y de aqui progedia que en los pringipios de la conquista desta isla, cómo faltaban los mantenimientos de Es- paña , é aunque no faltassen, se daban al- gunos españoles á esta fructa, é se les paraba la cara é la persona muy amarilla; y los que destos tales volvían á España, llevaban los gestos tales , y de tal color, como el azafrán ó terigia y peor, segund sedixo en el lib. II, cap. XIII. Tiene es- la fructa unas briznicas que se entran entre los dientes, é tiene cada gra- no un cuesco del tamaño de unas almen- dras que hay pequeñas y algo redondas; ó partido aquel cuesco, tiene dentro una DE INDIAS. LIB. IX. CAP. IV. 333 pepita, que quitándole una tclica muy del- gada de que está vestida , es muy dulge é sabrosa: ó los indios, é aun los chrips- tianos, la comen, quando la pueden aver, con pan caf abi , y eu esperial las muge- res la comen imiclio. Tienen estos raci- mos engima una vestidura de gordor de dos dedos é algo menos, segund el ta- maño é grandeva suya : é quando la fruc- ta quiere madurar, ábrese aquella vesti- dura ó caxa en que está , é quando está ya bien madura la fineta , cáeselo esta cu- bierta que tiene, é es tamaña como una batea de lavar é aun mayor, ó como una buena caldera é menores algunas , é á veges son tales que caben media hanega de mabiz. En una villa desta isla, que se llama Salvatierra de la Savana , tienen al- gunos veginos estas vasijas por medidas de media hanega , é á veges acaesge achi- carlas por ajustarías con la media Iianega é medida real. Llámanse estas bateas ó me- didas tales mctnahuecas , é turan sirvién- dose dellas dos ó tres años, que no se quie- bran , aunque la echen ó caygan de un tejado bien alto. É assi ellas no caen de poca altura (quando las despide la palma donde nasgieron), sin se quebrar alguna dellas, porque son todas briznas é Ilegi- bles, é pares^e que están compuestas de nervios ó correosas. Hay de aquestas pahuas en término de aquella villa mas de diez leguas de término, donde e;i los tiempos passados tenian los veginos de la Savana muchos hatos de puercos con este pasto desta fructa, con que engor- daban mucho tales anim.ales , ó se les pa- ra la carne amarilla é sabrosa mucho mas que de otras palmas. Assi mismo gerca de aquella villa é del Este al Hueste con ella está una isla que se llama Tabaque, en la qual iiay innumerables palmas des- tas de la manaca. Cada palma echa tres é quatro é algunas ginco racimos desta frucía que tengo dicho. Está la isla Ya- baque Qti:ca de la tierra desta Isla Espa- ñola , á media legua ó al oriente de la puncta de Sanct ;\!iguel , alias del Tibu- rón , de la parte del Sur veynte leguas ó pocas menos. Finalmente en esta is- la Española hay ocho ó nueve maneras de palmas, é como he dicho, no llevan fructo sino qüentas ó cuescos en diferen- tes maneras, excepto las que se han fe- cho de los dátiles y las que llaman ma- naca; pero de las mas de todas son bue- nos los palmitos, exgepto de las negras que son otras, las quales son delgadas y espinosas, é no mas gruessas que astas de langas : y estas llevan unos cuescos que paresgen cocos con tres agujeros , é tamaño cada coco destos como una nuez pequeña ó menores. De las pahuas que se diso primero , es buena la madera para pocas cosos, assi como para caxas de agúcar é para cubrir casas, al modo de los indios é de poca costa. Y porque no volvamos á esta materia de las palmas, ni se busque en otra parte, sino que se halle en este capítulo lo que le com- pete, digo que en la Tierra-Firme y en esta Isla Española ó la de Sanct Johan é en la de Jamáyca , por industria de los chrips- tianos, hay muchas palmas en las cibda- des é villas c heredamientos, que de los cuescos de los dátiles que se truxeron de España fué su origen , é la fructa que acá dan es tal como se dixo en el libro pregedente, capítulo I. Mas en la Tierra- Firmo, allende de todas las maneras de palmas que es diciio, de que hay innu- merables en diversas partes, hay otras palmas que son bien altas y de buenos palmitos, é llevan por fructa unos cocos, no mayores que las ageytunas cordobe- sas, é alparesger assi son como el coco, sin la estopa, sino solo el cuesco con los tres agujerillos que le hagen paresger al mono (cocando); y son estos cocos menu- dos y magigos é no sirven de nada los cuescos por sí, después de desnudos. Es- tos cuescos están vestidos de una cober- n34 IllSrOHIA GENERAL Y NATLIHAL lura como los escaraiiiuxos du España , ó entre esta corteja é el cuesco, liay poca carnosidad y essa es amarilla, c los in- dios no se sirven deste manjar ni le co- nosgen ; mas como se han traydo negros bógales á estas partes de España é Gui- nea é las islas de Cahoverde é otras mu- chas provingias , para servigio de los chripstianos, entre ellos hay algunos que presgian mucho este manjar é digen que lo tienen en su tierra por muy pringipal mantenimento. É majan entre piedras es- tos cocos hasta que quedan en los dichos cuescos , é de aquella cortega colorada c carnosidad amarilla , que primero dise, sale un gierto licor muy bueno é grues- so que paresge ageyte é por tal se sirven dello en sus guisados é manjares: é al tiempo del molerlos, les echan un poqui- to de agua, é salida dicha grossega é ageyte , del otro gumo restante que que- da mas claro, se sirven del como de vi- no é es muy buenbevraje. Estos cocos ó fructos nasgen amontonados y espessos en un ragimo como los dátiles. É á los negros que aquesto comen é hagea este ageyte é vino que es dicho , preguntán- doles yo de qué tierra eran naturales, degíanme que de una provingia que se Mama Ambo. É otros muchos negros no curan de este manjar ni le conosgen tampoco, como los indios, en algunas partes de la Tierra-Firme ; pero en otras algunas los comen cogidos , é yo los he comido desta manera é otros muchos chripstianos : é son buenos é de buen gusto , exgepto que tienen unas hilas co- mo estopa entre aquello que se come, que es algo enojoso ó empachoso al comer: la qual estopa unos la echan ó escupen, é otros no dexan de lo tragar todo, sin que daño se les siga. Hay otras palmas altas é muy espino- sas, las quales son de la mas esgelcnte madera que puede ser, y es muy negra la madera y muy pessada é de lindo lus- tre , y no so tiene sobre agua este leño ó madera, que luego se va á fondo, llá- gense della muy buenas saetas é virotes é astas de langas ginetas é picas; y digo picas, porque en la costa del Sur, delan- te de Esquegua é Urraca , traen los in- dios picas de aquestas palmas, muy her- mosas é luengas. Y donde pelean los in- dios con varas tiraderas, tamañas como dardos, aguzadas las puntas, las tiran á sus contrarios, é passan un hombre é aun á veges una rodela ; é assi mismo hagen macanas para pelear , é qualquiera asta ó cosa que se haga de esta madera es muy hermosa , ó para hager clavegímba- nos ó vihuelas ó qualquier instrumento de música que se requiera madera es muy gentil; porque de mas de ser duríssima, es tan negra como un buen azavache, ó de lindo é polido lustre como el hébano. Pero junto con esto tiene que las varas que los indios tiran destas palmas , hi- riendo á un hombre desgranan é son peo- res de sacar aquellas raspas o astillejas, é mas dañosas que la misma herida. Otras palmas hay en la Tierra-Firme é en algu- nas islas , en espegial en la que llaman la Phelipa, la Gorgona é otras, é llámanlas pixabay , é echan unos ragimos como de dátiles , que son de comer é hágese buen vino dellos , é es gentil bastimento. Otras palmas hay assi mismo en la Tierra-Fir- me que llevan unos ragimos grandes de unas endrinas negras, mas gruessas que avellanas con cascara, é de dentro tienen un poco de carnosidad agrá, pero de buen sabor , é un cuesco muy duro : el qual tostándok?, se quiebra, é de dentro tiene gierta pepita no de mal sabor. Los ne- gros comen mucho esta fructa, é los in- dios é los chripstianos con nesgessidad, porqués de poco mantenimiento é mucho estorbo : é essos ragimos tienen grumos ó gajos como los de uvas, 6 el pringipal ragimo acaesge ser tan grande, como im muchacho do tres años. DK INDIAS. LIB. IX. CAP. IV. 335 Oirás palmas hay en Tierra-Firme , y en especial en las islas del golpho de Oro- liña , que se llaman cañaspalinas. Son muy espinosas é cada una nasfe por sí ó mu- chas juntas, á manera do cañaveral , pero destintas, cada una sola en sí , é espesas é tan gruessas como astas de langas gine- las poco mas órnenos, éde aquella altura ó menos de una lanfa , ó desde el pie hasta lo alto no tiene hoja, é á trechos tiene unos ñudos como caña , é son magizas é negras é espinosas. La hoja es de palmas, salvo que las hojas de cada penca son mas ra- las , é solamente las tienen en la gima. Hágense deltas muy gentiles bordones liara traer en la mano los viejos é hom- bres de auctoridad , aunque la madera es pessada. La fructa destas cañas palmas es desta manera : en lo alto , como he di- cho , echan unas hojas grandes é tendi- das como las palmas abiertos los dedos, pero mas rala la hoja de cada penca , é por el lomo de la penca está llena de es- pinas, é también en aquellos ñudos que primero dixe , é por todas ellas están de alto abaxo llenas de las mismas espinas negras, é delgadas é muy enconadas, si pungan, é dan mucho dolor. É en la cum- bre de la cañapalma nasge un tallo co- mo este ó racimo gruesso , el tallo como un dedo ó menos, é en cabo de aquel salen siete ú ocho é mas é menos tallos ó ramos mas delgados, llenos de dátiles: ó hablando mas al proprio de lo que pa- resgen, son como bellotas gruessas , por- que cada una tiene un vasillo como la bellota , é destas muchas juntas á par unas de otras. Estas abren los indios, ó aun algunos chripstianos á veges, por fal- ta de comida, é machúcanlas entre dos piedras, ó con pequeño golpe se abre la cortega por tres partes ó mas por lo alto, é tiene dentro un cuesco, tamaño como (le una ageytuna gruessa é muy duro , ó en la punta del dicho cuesco tres hoyos como los cocos: é es duríssimo ó mari- go , ó entre aquel cuesco é la cortega hay un poco de carnosidad agradulge , ques lo que se come desta fructa , la qual los indios han por buen manjar. Mas si co- men mucho della, deja grande ardor en los labrios por mas de deshoras, é no hagen buen pecho ni estómago : ni tam- poco es fructa enojosa al tiempo que se omen estas bellotas ó dátiles; antes son apetitosas , y con el trabajo é nesgessi- dad en el campo, los chripstianos han por bueno este manjar, quando le hallan, si les faltan los otros mantenimientos. Otras palmas hay que se llaman cocos la fructa deltas , é este es un género de palma grande , é la hoja de la misma ma- nera de las palmas de los dátiles, excep- to que difieren en el nasgimiento de las hojas , porque las de los cocos nasgen en la vara de la palma de la manera que es- tan los dedos de las manos, quando la una con la otra juntadas seentretexen, é assi están después mas despargidas las hojas. Estas palmas ó cocos son altos, 6 hay muchos dellos en la costa de la mar del Sur , en la provingia del cagi((ue Chi- man , ó muchos mas en la que llaman Bó- rica , é muchos mas que en ambas partes en una isla del golpho austral que está en mar á cient leguas ó mas de la costa del Perú: la qual, segund yo supe del piloto Pedro Corgo, que en ella ha es- tado , dige que desde Panamá hasta ella hay dosgientas 6 treynta leguas, 6 que desdel puerto de la Possession de Nica- ragua hasta la misma isla hay giento é treynta leguas. Estos árboles ó palmas echan una fructa que se llama coco, que es desta manera [Lám. 3.', /?el árbol ú planta con que se sueldan las quebraduras ó cosas rompidas en la persona del homl)ro. H. lay en esta Isla Española unos árboles que son comunes é hay muchos dellos en estas islas é muchos en la Tierra- Firme : los quales son espinosos c tales, que al paresger ningún árbol ó planta se puede ver de mas salvajez, é segund la manera suya no me sé determinar si es árbol ó planta. Hage unas ramas llenas de unas pecas anchas é disformes ó feas de muy mal paresger é talle , é muy gruesas y espinosas ; las quales ramas fueron primero hojas é pencas cada una dellas, é de aquella hoja ó penca nas- gieron otras, é de las otras, otras. É des- tas pencas endures? idas , ó en tanto que se enduresfcn, procrean otras alongán- dose, é de las otras, otras, é de penca en penca se convierte en rama. Final- mente, es de tal manera este árbol, que tengo por dificultoso poder darse á en- tender por escripto , é seria nesf essario pintarle de mano de tal pintor, é de tan apropriadas colores , que por la vista se comprehendiesse lo que por las palabras no creo que es possible entender ningún absenté, tan al proprio como de otros árboles se entiende , por ser tan desse- mejante de todos, que otro nombre me paresge que no hay tan al propóssito de su salvajez y extremos nunca oydos ni vistos (en otras partes), sino monstruo del género de los árboles. Machacadas las pencas deste árbol, quitadas las espinas primero , é tendido lo que assi se machacare en un paño de lieng o , á manera de emplasto , é ligada con ella una pierna ó brago quebrado, después que primero se hayan cougerta- do los huessos rompidos , lo suelda é jun- ta é afixa tan perfetamente , como si nun- ca se quebraran, si bien se congiertan pri- mero los huessos de las tales quebradu- ras. E hasta que ha hecho su operagion está tan asido el emplasto ó medegina ya dicha con la carne, que es muy dificul- toso é penoso despegarlo ; pero assi co- mo ha curado é fecho su buena opera- gion , luego por sí mismo se aparta é desecha el emplasto de aquel lugar, don- de lo avian puesto. Destos mismos árbo- les hay muchos en la provingia de INica- ragua en la Tierra-Firme , y echan una fructa colorada , brescada , tamaña como una ageytuna gruesa, de color de un muy fino carmesí; é tiene unas espinas por engima toda ella, como vello, quassi invisibles por su sotilega y delgadez , y énlranse por los dedos, quando hombre las toma en las manos. É dosta fructa en aquella tierra las indias hagen gierta pas- DE INDIAS. LIB. X. CAP. I. 363 la é córlanla en pedagos quadrados, (an delgados como una alcorza, é tamaños como una uña del dedo, y envueltas en algodón , porque no se quiebren , las sa- can á las placas y á sus mercados á ven- der, y es cosa estimada para se pintar con esta color los indios é indias. Y es exce- lente color de carmesí muy bueno, é al- guno dello declina á color rosado ; y es mejor color para se afeytar las mugores, que la que en Italia é Valencia ó España y otras partes usan las que quieren emen- dar, ó mejor diciendo, r.emendary estra- gar la imagen ó figura que Dios les dio. Destas piezas ó pastillas desta color he yo experimentado muchas en debuxos é pinturas, por mi placeré por ver si es co- lor turable ; é hallo que es excelente pin- tura, porque en algunas cosas pintadas en papel yo la tengo puesta mas ha de seys años, y está hoy mejor é mas viva la color que el primero dia que se assen- tó. Y téngolo por mucho, porque se tem- pló con agua clara é sin goma ni alguna otra diligengia de las que los pintores suelen usar, para templar sus colores, an- tes que las labren. Es muy semejante es- te árbol en las hojas á los cardos, con que en esta cibdad bardan las paredes de los corrales de las casas, ó como las hojas de las tunas, que son los mismos cardos, de quien se dixo en el libro VIII, en el capí- tulo XXVIII. Estos árboles no cres^e el mayor dellos mas alto que dos estados ó poca cosa mas de la estatura de un hom- bre: la color del tronco es pardo áspe- ro , é los bracos é ramas assi mismo, é los extremos dolías , que son las hojas, están algo verdes. É algunas na^en por el través , donde quiere de nuevo princi- piarse otra rama en la misma hoja ; pero todas las hojas, como he dicho, son muy espinosas, como las lunas, é assi mismo las ramas. Pero con mi mal debuxo por- né aqui la forma que tiene este árbol , si lo supiere ha^er , para que juntamente con lo que dél tengo dicho, mejor se pueda entender é considerar [Lámina 4." , figu- ra 2."). É si esto no bastare, digo que quien desde esta cibdad de Sánelo Do- mingo desta Isla Española fuere á la villa de la Yaguana, ques al poniente é parle occidental desta isla, hallará destos ár- boles muchos en el mismo camino real , ó ha de passar á par é junto con ellos de nesfcssidad, sin se desviar del camino antes que lleguen á las vegas é cumbres del puerto del rio Halibonico, é desde alli viniendo á esta cibdad, en muchas partes. CAPITULO IL Del árbol llainado (¡uayman , con que se cura ci mal de las búas. Oos árboles hay muy notables y exge- lenles en estas islas é aun en la Tierra- Firme; porque assi como es común el mal de las búas en todas estas partes , quiere la misericordia divina que assi sea el re- medio comunicado , é se halle para cu- rar esta dolencia. Pero aunque en otras partes se halle esta enfermedad , el origen donde los chripstianos vieron las búas, y experimentaron é vieron curarlas y ex- perimentar el árbol del fjKntjacan fué en esta Isla Española. El otro se llama palo sancto, y este hay en la isla deBoriquen, llamada agora por los españoles Sanct Johan ; é quando della se hable, se dirá del palo sancto. Assi que, tornando al guayacan, yo le he visto en esta y en otras islas , é también en la Tierra-Firme en la provingia que los indios llaman Nagran- do. Y pues en esta Isla Española ovieron los españoles conocimiento deste árbol, póngnlo aíjMÍ , aunque en otras parles se 364 IIISTOIUA GENERAL Y NATURAL li;il|p ; V quiero dorir lo qno es muy no- torio, assi eu las ludias coiuo en muchas partes del mundo , donde le liau llevado tras la misma enfermedad para remedio deila. É liay tantos árboles guayacanes en estas Indias, que pienso yo que son menos los pinos de tierra de Cuenca , é aun todos los otros de España, en núme- ro. Es árbol aqueste muy excelente , é in- numerables vefes experimentado , assi en estas partes como en Europa, é donde de acá se ha llevado para esta temerosa en- fermedad de las búas: (la qual en Italia, como en otra parte he dicho , llaman el mal francés, y en Francia el mal de Ñá- peles) ; y en España y en otras partes del mundo se han visto muy grandes curas que ha iiecho este árbol en hombres que de mucho tiempo estaban tollidos é he- chos pedamos de muy crudas llagas, y con extremados dolores. Y es esta una enfermedad do las mas desesperadas é notables é trabajosas del mundo , segund es notorio á los que desta plaga son to- cados, é mejor pueden por su experien- gia los tales testificar della; é á los que Dios por su clemencia ha librado de se- mejante dolor, es espantable tal passion. Entre los indios no es tan regia dolencia ni tan peligrosa, como en España y en las tierras frías: antes estos indios fágilmen- le so curan con este árbol . La qual cura es subjecla á mucha dieta é á beber del agua que hagen, cogiendo este palo en ella, sin la qual dieta él no aprovecha, antes daña. Poca nesgessidad hay que aqui se expresse la manera de cómo este remedio se exergita, porque es ya muy notoria é común cosa saber usar deste palo , é también porque donde se dixere del palo sancto de la isla de San Johan, se dirá mas largo, pues lo uno é lo otro se cuece de una manera é lo toman de la misma forma. Y están tan diestros ya en España, como acá, para aprovecharse dos- te remedio; poro es do tener aviso en que se procure que el palo sea fresco, quanto mas pudiere serlo. Digo fuera de las Indias , porque en ellas cada dia se puede aver é cortar del campo ; mas en España é fuera destas partes han de bus- car el mas grueso, porque se seca mas tarde , é acá se ha de procurar el mas delgado , porque esté mas tierno é purga- tivo. Cúranse deste mal tan fácilmente los indios, como en España de una sarna, y en menos le tienen, y ésles muy común. En aquesta isla es famoso el guayacan que se trae de una isleta que llaman la Bea- ta , que está en la costa desta isla é ger- ca dolía, é otros quieren otro, é como les plage, lo escogen. Tiene este árbol la cortega toda manchada de verde , é mas verde é pardillo color, como suele estar ó paresger un caballo hovero ó rodado. La hoja del es semejante á la del madro- ño ; pero esta es menor é mas verde , y eclia unas cosas amarillas por fructo , que parescen como si dos altramuges juntos el uno al otro estuviessen asidos por los cantos. Es madero muy fortíssimo é pe- sado mucho, é tiene el coragon quassi negro sobre pardo ; é demás de sus vir- tudes sírvense del en muchas cosas , assi como en los dentellones de las ruedas de los ingenios é trapiches del agúcar y en otras cosas. Mas porque la pringipal vir- tud deste madero es curar el mal de las búas , é dixc que la forma de cómo se toma lo diria donde se hable del palo sancto, diré aqui otra regepta, segund lo lie visto acá usar, puesto que de suso me pensé escusar de hablar en la cura ; y es assi. Toman astillas delgadas deste palo, é algunos le hacen picar menudo , y en cantidad de dos agumbres de agua echan media libra del pab ó algo mas , écuege hasta que mengua las dos partes, é quí- lanlo del lluego é reposase; é después bebe el pagionle una escudilla de aquella agua p;ii" la mañana en ayunas veynte ó DE INDIAS. LIB. X. CAP. II. 365 treynta dias ; pero de veynte abaxo no ha de dexar de beber esta agua ( el que quiero quedar bien curado). Y en aquel tiempo guarda mucha dieta, é no come carne ni pescado, sino passasé cosas se- cas é poca cantidad, salvo solamente lo ([ue baste á sustentar , y algún rosquete de vizcoclio; y entre dia han de beber de otra agua cogida con el mismo guajacan. E desta manera he yo visto sanar á al- gunos enfermos , pero sin llagas: é han de estar en lugar muy guardado de todo ayre en tanto que se toma esta agua , y aun algunos dias después no se ha de alargar en salir mucho á partes desabri- gadas: ni tampoco lo que para esto con- viene no lo digo tan particularmente, co- mo toman este palo ó agua del algunos, sino como yo le he visto acá hager donde es mas fresco el árbol. El que tuviere nesgessidad no se cure por lo que yo aqui digo ; porque esta tierra es muy diferen- te de la de Europa , é acá es menester grandíssima diligencia para so guardar del ayre el enfermo de tal passion ; é muclio mayor cuydado debe de aver en se esconder de los ayres, donde son mas delgados é sotiles é la tierra fria. Y no debe el enfermo salir por ningún caso de una cámara muy guaidada de todas par- tes é abrigada; é á mi paresger el que en España se oviere de curar con este palo, ha de guardarse y estar mucho sobre avi- so , assi en lo que digo que no le dé ay- re, como en la dieta. Pero ya es tan usa- do este trabaxo en tantas partes , que es- tán los hombres diestros en la manera que se ha de tener, para usar deste reme- dio. Y no es aqueste solo con el que los indios sanan é se curan ; porque son muy grandes hervolarios é conosgen muchas hiervas, ó tiénenlas experimentadas para esto é para otras muchas dolengias. Está averiguado que este mal es conta- gioso, é que se pega de muchas maneras, assi en usar el sano de las ropas del que está enfermo de aquesta passion, como en el comer c beber en su compañia o en los platos c tagas con que el doliente come ó bebe; y mucho mas de dormir en una cama é partigipar de su aliento 6 sudor; é mucho mas aviendo cxccsso carnal con alguna muger enferma deste mal , ó la muger sana con el hombre que estuviere tocado de tal sospecha; tórnanse las per- sonas, de Sanct Lázaro, égaphos, é có- mense de cánger. Y en estas partes é In- dias pocos chripstianos , é muy pocos di- go , son los que han escapado deste tra- bajoso mal que hayan tenido partigipa- giou carnal con las mugeres naturales desta generagion de indias ; porque . á la verdad es propria plaga desta tierra , é tan usada á los indios é indias como en otras partes otras comunes enfermedades. Pero yo he visto algunas veges á indios, en espegial en la Tierra-Firme, que en sintiéndose mal de aquesta enfermedad, con poca sospecha delia , luego continúan á beber del agua cogida con este palo, é á guardarse del uso de las mugeres por muchos dias ; porque digon ellos que ellas son las que tienen cargo de repartir é co- municar este dolor y enfermedad, y en espegial en la provingia de Nicaragua, donde hay muy exgelente guayacan, assi en la provingia de Nagrando , como en otras partes de aquella tierra. 366 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO IlL Del árbol del bálsamo que llaman en esla Isla Española, donde aqueste licor se lia hecho primero que en otra parte alguna. riay en esla isla en muchas partes unos árboles, de que se lia?e este licor que acá llaman bálsamo, puesto que no lo es, ni dexa de ser excelente mede^ina. Estos árboles no son de linda vista , é quieren paresger algo á los perales de Castilla en la grandeva ó tamaño de la altura; mas la hoja no es assi sino como la que tienen los granados, pero muy mas del- gada. Tiene este árbol un pié é á ve^es dos é tres é mas juntos, como en algunas partes las higueras é granados é otros árboles , é los troncos é ramas paresge á la vista que están secos , pero las hojas verdes é frescas ; é no se encopa , si no suben derechas las ramas. É los indios le llaman á este árbol goaconax , y es assi como thea en el alumbrar : é porque ar- de muy de grado , van los indios de no- che á pescar con tifones desta leña , y en rajándole, huele bien, pero no á los in- dios : antes les aborresce su olor. Hay mucha cantidad por los montes é bosca- jes destas islas y de la Tierra-Firme des- tos árboles , é no son menos que en Es- paña las enginasó pinos, en número. Es- te secreto deste licor que acá llaman bál- .samo , sin lo ser , é que se hage del árbol que he dicho, se publicó por parto de Antón de Villasancta , vecino que fué de esta cibdad de Sancto Domingo, el qual segund yo he oydo defir á algunas per- sonas, lo alcancé é supo de su muger que es india é natural de aquesta isla. E otros digen que el que aqueste licor enseñó fué un médico, gran philósopho italiano , que passó á estas partes el año de mili é qui- nientos é quinge. Yo le conofí é vi en esta cibdad|, llamado Codro, el qual después murió en la Tierra-Firme, en la costa de la mar austral, gerca de las islas de Corobaro é del Puerto de Punuba; hombre en la verdad de grandes letras, de humanidad é muy sabio y experimen- tado en cosas naturales, é que avia anda- do mucha parte del mundo , y el desseo de ver estas Indias le truxo á morir en ellas. Pero sea el inventor de aqueste bálsamo artificial qualquiera que haya seydo : que el que lo publicó é gogó del interese primero , fué este Antón de Vi- llasancta, al qual la Cesárea Magestad del Emperador Rey, nuestro señor, hizo mercedes por ello. Tornando, pues, á lo que hage al caso, digo que hay ya mu- chos hombres en esta isla que saben ha- ger este bálsamo, el qual segund algu- nos afirman se hage de trogos pequeños destos tales árboles , que cogidos en agua, sale dellos un licor como ageyte ó mas espesso, de color de arrope claro : é usan del para las heridas frescas é cuchilladas ó langada , ó qualquier otra herida re- giente, porque ininediale restaña la san- gre , y no se ha visto , ni se sabe otra co- sa mediginal que tan presto suelde é gierre la llaga. Y hánse visto muy gran- des experiengias deste bálsamo en heri- das muy grandes y mortales , y halas sa- nado é curado muy bien é brevemente, é mitiga el dolor de las tales heridas. E afirman muchos que aprovecha á otras grandes é graves enfermedades , de las que se suelen tener por incurables. Pero en esto yo me remito á los que lo han experimentado, porque yo no lo he visto usar ni cxerger; mas á muchos que lo han probado he oydo grandes loores DE LNDIAS. LIB. X. CAP. III. 36' desle bálsamo 6 de sus operaciones. También he oydo á otros blasfemarlo é degir que es peligroso donde no se sabe aplicar, en especial en aquello que tiene mas esgelenf ia, que es en lo de las heri- das frescas, porque suelda muy presto, y en el ferrar de la llaga ó herida quie- re mucho tiento , ó no me maravillo que esto sea assi. Porque tanto pan puede comer uno que le haga mal provecho : é tanto vino puede beber un hombre que se embriague é adolezca; mas tomando templadamente estas cosas, sustentan la vida. De manera que los extremos todos son dañosos é no caresgen de vigió é todo lo que es medicinal requiere mucha experiencia , en especial en cosas que nuevamente vienen á noticia de los hom- bres é que son poco usadas : quanto mas que las complisiones no son unas para probar los remedios que há poco tiempo que se usan , ni todos los médicos en- tienden de una forma las dolencias , ni quieren sanar tan presto, como podrían al- gunas veges, ó quando querrían, no son á tiempo sus consejos que aprovechan. Har- to es que se tiene por gierto en la común opinión del vulgo que es muy provecho- so licor este bálsamo , si del saben usar. Sácase assi mismo desle palo gierta {igua por otro cogimiento que acá saben algunos , que es muy apropriada á todos los humores é malos, causados de frialdad. Pero desta agua ui del bálsamo yo no me quiero extender á mas; pues hay aqui mu- chos que por experiencia pueden hablar mas largo en ello, y porque está prohi- bido que ninguno lo haga ; porque este Villasancta dio á entender en España que daria á Su Magestad un gran tesoro con este bálsamo, y está mandado, só graves penas, que ninguno lo haga, é aqueste se murió, sin complir lo que prometió. Pero yo digo lo que es público: c quanto al tesoro que avia de dar , no se efetuó. En verdad si mi paresger se tomasse , ni Su Magestad pornia tal entredicho en cosa, de que tanto bien podría resultar, ni de- xaria de mandar lo hager á quantos qui- siessen, é después repartirlo por todos los que lo oviessen menester; pues que para el rey no pueden faltar otros inte- resses mayores para el acresgentamiento de sus rentas. Estas cosas de raedegina todas son dubdosas para mi opinión. Con todo, quiero arrimarme á lo que dige Plinio ' de la medegina y de los secretos do- lía. La calamita ó piedra yman tira á sí el hierro , é por el ajo lo suelta ó pierde ó desecha. La sangre del cabrón rompe el diamante, el qual de ninguna otra fuerga puede ser vengido. Y en el fin del prólogo del libro XXI dige el mesmo auc- tor, que la natura ninguna cosa ha pro- dugido sin alguna oculta causa. Y esto se debe assi creer por lo que cada dia se ve de las cosas experimentadas ; porque muchas deltas que poco antes que venga la nesgessidad se despregian , quando aquella llega, unas quitan el dolor, las otras mitigan el calor, ó otras corrigen la sed ; ó assi al propóssito ponen tal re- medio en el enfermo, que osfuergan la persona é reparan la vida. ¿Quién halló tan incónitos secretos, como los que do suso apunté de Plinio , que de una pie- dra tan maravillosa y exgelenteé de tan- tas propriedades, como tiene la calamita (sin la qual los marineros no son mas quel giego, á quien falta quien le adiestre), una cosa tan vil, como un ajo, le haga fuerga? ¿Quién topó tan grande admiragion é se- creto de tan escondida propriedad de na- tura, que agertó á experimentarla sangre de tan vil animal, como el cabrón, para que rompiesse tan presgiosa y constau- tíssima fortalega, como la del diamante, i Plin., lib. XX, cap. I. 368 IllSTOHIA (^.K.NKRAL Y NATURAL al qual el fuego no quebrauta ni otro ele- nienlo oinpere? Todas cslas cosas sospe- cho yo que se af erlarun á entender aca- so , é por dispensación de arriba é con el tiempo. É assi soy de opinión que en esto que llaman bálsamo [é no lo es, sino algún licor bueno) que falta mucha parte de la experiencia á los que con él han de curar, é aquesta se ha de aprender tam- bién acaso , porque en dar mas ó menos en la cantidad, ó en la calidad, con que topa donde ha de obrar , podrá hager lo que hacen las manganillas, con que se purgan algunos en estas partes , que á unos hagen provecho é á otros mucho daño. En fin yo hallo que un sastre, antes que aprenda el oficio , quiebra é pierde muchas agujas, é lo que peor es, extraga algunas ropas: é un hombre de armas, antes que sea diestro , da muchas cay- das é pierde muchas langas é otras rom- pe de través. Pero el sastre paga lo que hurta ó extraga, y el hombre de armas aprende con su peligro proprio ; mas un médico , antes que sepa curar é se pue- da degir maestro , es peor que una pes- tilencia: é si un hombre da una bofetada á otro , mándanle cortar la mano ó dar otro castigo de escarmiento , y la justi- cia iguala essas y otras injurias. Pero en la medegina está ciega é su rigor no se teme, pues que un médico ó cirujano, aunque mate á muchos , no tienen pe- na ni les dexan otros de dar dineros. Yo me he detenido algo en esto desle árbol, de que se hage este que acá llaman bál- samo artificial , é mas pudiera decir del, segund me han informado, é aun segund lo que yo he visto de sus efetos á pro é á contra ; pero no quiero que nadie se cure por mis palabras , ni desseo tal cré- dito en medecina , pues que no la estu- dié ni es de mi profession ni exercicio, sino de los que viven, probando á curar ó á matar. Del bálsamo verdadero, Plinio ' é otros auctores muchos han escripto , é no liay nescessidad aqui de hablar en él, pues los efetos del buen bálsamo son apropriados á otras cosas muy apartadas de las que con este licor artificial se cu- ran ó quieren algunos curar. CAPITULO IV. De los mancfinillos de las avellanas para purgar. P aresce cosa de notoria contradicion llamar á este árbol mancanillo é llevar avellanas , pues que no consuenan el ár- bol ó su nombre con la fructa; pero es- tos son errores del vulgo. Y cómo los chrisptianos primeros que á estas partes passaron los llamaron mancanillos, hánse quedado con el nombre improprio, é dan avellanas ó una fructa que paresce mu- cho á las avellanas, después de monda- das. Pero hablando mas á lo cierto, yo no lo tengo por árbol, sino por planta; y el mayor dellos es de alto catorce ó quince palmos, poco mas ó menos. Nómbrase entre los arbustos ben , según quieren nuestros boticarios ó especieros ; y este es el que acá le dan los doctores de me- dicina y hervolarios chripstianos. Echan unas hojas que quieren parescer algo á las del cáñamo , pero mayores y mas fres- cas; y entrellas echan unos íluecos como el hinojo , donde echan la simiente , pero colorados, y en aquellos hacen unos ca- pullos redondos, y por eslo los llamaron 1 Pliii., lib. XII, cap. 26. DE INDIAS. LIB. X. CAP. IV. 369 manzanillos. Pero estos capullos están divididos é cubiertos con una ligera ó delgada cascara, dentro de los quales es- tán unas pepitas blancas , tres ó quatro en cada capullo, las quales en el sabor ó blancor son como buenas avellanas , ó aun mejores ; pero en las obras son las que agora diré. Ellas no son para lodos estómagos , porque yo vi en esta cibdad una dueña que se purgó, ó á lo menos quisiérasse purgar , con esta fructa é no pudo, aunque se comió nueve avellanas destas, é ninguna mudanza hifo su vien- tre , é assi se lo oy jurar á la misma. Di- go mas, que vi en Valladolid, año de mili é quinientos y irege, que avia ydo Á negogiar con el Rey Cathólico, un Jolian de la Vega , veedor que fue en esta isla de Cuba , el qual vino á estas {¡artes con el almirante primero, año de mili é qua- trogientos é noventa y tres; é cómo era de los primeros pobladores, tenia bien ex- perimentada esta fructa en sí y en otros, ó avia llevado destas avellanas, porque degia que se hallaba el muy bien con ellas, quando tenia nesgessidad de se purgar: é á quien él daba alguna dellas era como SI le pressentára una cosa muy presgiosa. Ofrescióse queadolesrió alli un mancebo, su sobrino ó pariente, que él queria traer acá, é para le purgar, le dio la mitad de una destas avellanas, é vacióle de tal ma- nera que no le quedaron las tripas en el vientre, é dentro de veynte horas órne- nos, se murió. Al qual Johan de la Vega yo vi llorar el sobrino é lo que avia apren- dido ó experimentado destas avellanas. Quiero inferir lo que signifiqué de- Has en el capítulo antes deste , é digo que á algunos estómagos ó personas no empecen ni aun los mueven estas avella- nas, é á otros hagen purgar tanto que los matan ó les causan tanta corrupción que los ponen al cabo de la vida. Y tam- bién he visto á otros muchos purgar mo- deradamente, c les hacen muclio prove- TUMO 1. cho ; mas porque esta medic^ina es vio- lenta, ha de aver mucho tiento é conside- ragion en usar de ella , é por tanto los que toman estas avellanas genan primero una buena gallina é se hartan , é después desde á una hora ó mas toman una ave- llana ó media, segunda cada uno paresge que le conviene. En fin esta purga ó for- ma de se purgar los hombres se apren- dió de los indios , é para este efeto po- nen en sus huertos y heredades estas plantas, é aun hoy en esta cibdad las hay en muchas casas de chripstianos. Pero en la mia en mis dias no la avrá , porque el año de mili é quinientos é veynte , lle- vando á mi muger é hijos á Tierra-Fir- me (desde donde avia ydo por ellos), pas- sé por esta cibdad, y en una possada, donde estuve avia en un corral unos man- ganillos destos: é cómo los niños son go- losos é comen todo lo que hallan , y el mayor dellos no avia ocho años , comie- ron quantas ellos pudieron alcangar des- tas avellanas ó hallaron caydas (porque después que están maduras, lágilmente se rompen aquellos palillos ó pegones de que están asidas é caen en tierra, puesto que las avellanas se sostienen dos é tres años sin se romper). E desde á poco co- mengaron los muchachos á purgar tanto que gayeron en tierra desmayados é co- mo muerto.j , é aun assi crey yo que me avia quedado sin hijos é que no vivieran: é fueron socorridos de Dios, é dieseles ageyte, para vomitar, é otros remedios con que presto fueron ayudados, é quiso nuestro Señor que escaparon , é no poco fatigados y flacos para algunos dias. Dando conclusión á esta materia, digo que en los pringipios que estas avellanas comengaron los chripstianos á probar y experimentar en sus personas, has- ta agertar á medir sus estómagos con la cantidad que avian de tomar des- la fructa, ovo hartos burlados é otros aprovechados, porque nuestros médicos i 7 370 HISTORIA GENERAL Y NATURAL no las conosfian ni las sabian aplicar. gian, ó aun desde España envían por Aí^ora ya inuclios las piden claspres- ellas. CAPITULO V. De las plantas del algodón desla Isla Española. iVlucho algodón hay salvaje en esta Isla Española ; é assi raesmo en los hereda- mientos hay algunas matas puestas á ma- no , y esto es mejor que lo que está por los campos, é mas blanco é de mas altas plantas , é alguno cresfe estado é medio ó dos , y engépase , é assi se continúa en dar su algodón, sin que curen mas dello. Pero cómo en esta isla no se dan á lo la- brar ó cultivar , no se ha^e tanto como en el tiempo de los indios, que tenian mas cuydado dello. Los chripstianos no so ocupan en esta grangeria , aunque es muy buena, é se aumentarla tanto quan- to quisiessen, assi como en la Tierra-Fir- me, donde hagen ordinarias hagas de- llo todos los años , é lo siembran é lo cojen. Pero aquello es baxo en compa- ración de lo de aqui, aunque también he visto allá destas matas altas ; é por tan- to lo que mas se puede defir del al- godón quedará para la segunda parle desta Natural y (jcneral Historia de In- dias. CAPITULO VL De las higueras (le infierno que hay en esta Isla Española. lúas higueras que llaman de infierno son muy comunes en todas estas islas y en la Tierra-Firme. Estas entre los médicos é boticarios y hervolarios se llaman tárta- gos ó cataputia mayor. No sé yo qué pro- priedades en la medegina se tienen; pero en cantidad hay tantas destas higueras acá , que ocupan mucho , é no querrían tantas en el campo , ni mucho menos en esta cibdad , é aun dentro en los corrales de las casas , é á do quiera hay acá mu- chas deltas. CAPITULO VIL De las cañas y carricos desla Isla Española. Vjañas hay muchas en esta isla, mafifas é gruesas, como astas de langas ginotas muchas dellas, é mucho mas altas que picas luengas asaz dellas; pero como he dicho son todas magigas, é son buenas para los edificios de los buhios de los in- dios, é aun para muchas cosas se sirven dellas los chripstianos. Estas son comu- nes en esta isla y en todas las Indias des- tas partes. Las tierras, donde nasgen estas cañas, son fértiles é muy buenas para sem- brar en ellas el pan ó mahiz de los indios, é para hacer conucos de todas las otras cosas é labranzas que ellos cultivan é siembran. É assi mismo hay nuichos car- ritos en los lagos é padules y en muchas DE INDIAS. LIB. X. CAP. VII. 371 costas de algunas riberas desta isla. Es- tos son delgados, como los cálamos, ó destos bagen flechas los indios caribes, ú con estos adornan las casas ó las encañan é bagen labores muy gentiles sobrepues- tas é de manera que paresgen muy bien. Pero no son de aquellos cálamos buenos para escrebir , aunque hay algunos de aquellos , pero pocos, en esta Isla Espa- ñola. CAPITULO VIH. De loa juncos que Iiay en esla Isla Española. lay juncos en esta isla como los de Es- paña , pero menores mueho , y estos en las costas de algunos lagos y estancos. Pero hay otros que en España llaman juncos de la India , que en Castilla é otras partes los hombres viejos y de edad traen por bordones é algunos por auctoridad, que son de tres esquinas , gruesos é otros mas delgados é muy ligeros. Estos, aun- que allá los llaman juncos, no lo son ; é páselos aqui, para quitarlos deste error á los que assi los nombran ; pero en la ver- dad no son sino hojas de gierto género de palmas que hay acá, en estas y en las otras islas destas Indias, é muchos mas en la Tierra-Firme. Paresgióle á alguno llamarlos juncos, porque en lo mafifo destos bordones quieren paresger á los juncos en aquella forma del leño , ó lo que es; pero estos, que como digo, yo veo que se llaman en España juncos , son acá palmas , é nasgen estas hojas desde el pié , é muy altas , é muchas juntas , é no se hage árbol grande, sino un gir- cuyto grande destas hojas. Y estos tallos de enmedio de las hojas ó el lomo dellas es estos bordones ; é desde bien alto de tierra este tallo echa las hojas, como la palma. Háylos muy gruesos , é los delga- dos se llevan á España para aquellos bá- culos de los hombres ancianos ; pero muy mas gruesos los hallarán que dos é tres de los que llevan c muy ligeros ó de po- co peso. Este es el libro iindéfimo de la primera parte de la Natural y General htsloria de las Indias, Islas y Tierra-Firme del mar Océano: el (¡nal Iracta de las hiervas é simientes (pie se triixeron de España á esta Isla Espaíioia , é de otras que acá se hallaron ó suii naturales destas partes, é otras cosas convinicntes á la historia. PROHEMIO. unque en lo que hasta aquí se ha es- cripto se haya fecho mengion de algunas cosas de las que en este libro onceno se (ractáren ó tornare í\ explicar con mas or- den , súfrese por la continuación de toda esta Historia natural, porque donde se to- có algo de lo que se volviesse á repetir, fué al propóssito de lo que alli se tractaba, é no se tornará aquí á dcf ir tan desnudo que no trayga consigo mas relación de la mesma cosa , y para mas información del que lee, y porque no se previerta el estilo destas materias. El primero capítulo será general é de aquellas hiervas é simientes que de España se truxeron á esta Isla Española, en los principios que por los chripstianos se conquistó é pobló; é de- girse há quales de ellas se hagen é au- mentan é hay ordinariamente. Dicho es- to, se Iractará de las otras hiervas cpie en estas partes se hallan ó son acá natu- rales , é en parte ó de todo punto algu- nas semejantes á las de Castilla. Última- mente se dirá de algunas plantas é hier- vas medeginalcs y provechosas que la natura produge en esta é otras islas c en la Tierra-Firme ( asignando á cada una su proprio lugar ó tierra donde se crian), que no las hay en nuestra España ó allá no se sabe dellas. Y notificaré las pro- priedades que á mi notigia ovieren veni- do dellas , expresando los remedios á que son apropriados , y de que se tiene expe- riengia ; todavía con la protestagion que en otras cosas de las que he tractado protesté y aqui quiero protestar. Y es que en la continuagion desta Natural y gene- ral Historia de Indias siempre se yrán des- cubriendo y acresgentando muchas nove- dades é secretos, assi en las cosas por mí escriptas , como en otras particularidades é nuevas plantas é hiervas quel tiempo é la natura nos yrán cada dia manifestando. Lo qual todo se porná en sus proprios lu- gares, no negando á cada cosa, de que se tractáre , la patria donde nasgieren , en- tanto que yo pueda hagerlo é la vi- da me acompañare, para que con mas géneros de diversas materias mas gra- gias se den á Dios nuestro Señor, que todo lo hage é de todo le somos deb- dorcs. DE INDIAS. LIB. XI. CAP. I. 373 CAPITULO !. I>c las hiervas ó plantas que se lian Iraydo tío España á esta Isla Española c á oirás parles dcslas Indias, é qnáles hacen acá simientes é quáles no. 'e Castilla se han traydo pepitas de melones, é destos hay muchos é buenos quassi todo el año é en su tiempo y sa- gon hay muchos mas ; pero pocos ó mu- chos, no folian lo mas del tiempo é hacen muy buena simiente é no. hay nesgessi- dad de la traer de Castilla. ílánse traydo pepitas de pepinos é ha- gense muy buenos: é la simiente que hagen es muy buena é hay mucha , é no hay nesgessidad de traer ya simiente de Castilla para ellos, porque acá hay mucha. Hiervabuena , la qual en algunas par- les la llaman hierva sancta, y en otras se dige menta : esta se hage muy bien acá 6 la hay todo el año , é no hay nesgessidad de la de Castilla , porque prende muclio é donde se engepa, se conserva y au- menta. Verenjenas: destas no es menester traer mas simiente dellas, porque acá les es tan natural, é á su propóssito esta tierra, como á los negros la Guinea, por- que acá se hagen muy mejor que en Es- paña , y un pié de verenjena tura dos é tres é mas años, dando siempre verenje- nas , é las unas están pequeñas c las otras mayores é otras están en flor. Yo he vis- to algunos pies de verenjenas muy mas altos que la coman estatura de un hom- bre. En fin se hagen mejor que en parte alguna de España. Pésoles : estos se hagen acá muy bien y es muy buena legumbre: dánsc en grand abundangia; ¡lámanse en Aragón judias y en mi tierra arvejas luengas. Destos tampoco hayjiesgessidad de traer mas simiente , porque en estas islas y en la tierra-Firme se cojon muchas hanegas cada año; y en la provingiadc Nicaragua son naturales de la misma tierra é hay grandíssima cantidad de hanegas dellos cada año é de otros fésoles de otras ma- neras é de colores diferengiados é otras legumbres, como havas ó mayores. Appio : esta hierva se truxo de España é hayla en muchas parles é casas desta cibdad é en los heredamientos; é no hay nesgessidad de la traer mas de España, porque se hage muy bien, é como enge- pa una vez gerca de algunas agequias, é donde tenga agua, no falta appio. Qaviras : también se truxeron de Cas- tilla , las quales son aquellos cardones verdes é gruesos, de que hagen elagíbar: é dánse muy bien acá, é háylas por las casas é heredamientos en mucha canti- dad, é avria quantas mas quisiessen en estas partes , dándose á tal manera de grangeria. Culantro : esta simiente se truxo de Castilla é grana acá , é hágese muy bien, é no hay nesgessidad de traer la simiente, si se quieren dar á ello. De las cosas que se renuevan, trayendo la simiente de España , diré lo que tengo entendido; porque aunque granen, no es buena la simiente. Cogombros se han fecho en esta isla de la simiente que se truxo de Castilla, y la que acá echan no es buena , y hay nesgessidad de la renovar. Lechugas hay muy buenas y quassi todo el año de la simiente que se trae de Castilla, porque la que acá echan, ni es buena ni grana bien. Rábanos hay Inicuos y quassi en toda 3 / t HISTORIA GENERAL Y NATURAL tiempo ; pero mejores un tiempo que otro, y la siinionlo qtiohariMi no os bue- na é es menester renovarla é traerla de Castilla. Berros hay en esta cibdad é isla, con la misma dificultad que es menester reno- varse ; y son pobres acá de hojas aunque son buenos. Perexil se hage muy bien ; pero no grana, é es menester que se trayga la simiente. Cebollas : de la simiente de Castilla se haf en ; pero no tales como las de Casti- lla ni tan grandes, é las que acá nasgcn mejor se pueden llamar g^ebolletas é ge- bollones, é no granan acá, é es menes- ter traerse la simiente de Castilla. Coles ó vergas de aquellas que llaman llantas: estas son de la forma de las de Ñapóles (pero no son tales estas) ; y tam- bién hay repollos, que se digen vergas murgianas, é hágense aqui muy bien ; pero es menester que para se continuar, se trayga la simiente de Castilla. Nabos: essos son acá buenos ó malos, como agierta la simiente que para ellos se trae de Castilla ; pero acá no tienen tal sabor, como en España, ponjue en fin quieren tierra fria , non obstante que alguna vez agiertan á ser tan bueaos co- mo ios de Somosierra, si la simiente es muy buena. Canahorias liagense acá; pero no tales como en Castilla, ni granan , ó son agua- nosas é desgragiadas. Romerachas es una forma de rayges salvajes que paresgen rábanos: las qua- les yo comí en Roma é Ñapóles é otras partes de Italia , y aqui assi mismo muy buenas las he comido. No granan aqui, é por esso ha mucho que ya no las veo en esta isla. Cardos se han hecho assi mismo en esta cibdad, é no buenos ni maduran bien , y amargan harto ; pero quando los hay no faltan comedores para ellos, ni los dexan de loar algunos por caros que cuesten. Mas en la verdad ellos son de mala gragia é para poca estimagion. Agelgas : también se trae la simiente de Castilla é se hagen muy buenas en es- ta cibdad ; pero para se continuar siem- pre, es menester que la simiente se re- nueve, porque no grana acá. CAPITULO II. De las hiervas que hay en esta Isla Española , que son como las de España é que acá las avia , antes que los chripstianos passasen á estas partes, é son naturales de la tierra, é no se truxeron de Castilla. rimeramente hay chicoria , ó ckoria; gerrajas que llaman los hervolarios ros- trum porcinum; verdolagas ó perlulaca; berbena ó verbena ; hiervamora ó sola- trum; llantén, al qual los médicos lla- man planlago; pan y quesillo, alias bur- sa pasloris; altamisa , alias maíricaria; escudete, alias nenúfar; albahaca ú ozi- miim gariophioJatum , alias basilipo ; len- gua cerval ó scoloprendia ; culantrillo de pogo ó capUlus Veneris; poleo ó politri- qtie politricum; doradilla ó ceteraquc; diantos ó adiantos; poleo montesino, /)o- ligiwn agreste; persicaria ó herva macula- ta; malvavisco ó aJtea; polipodio ó poli- podium; muérdago de roble , aunque nas- ge acá sobre otros árboles, ó viscusquer- ci; abrojos de mar ó tribulus marinus. Ble- dos, ó bletinn; salvia ó lilifagus; granos de amor ó milium solis; juncia redonda ó ciperus; trébol hidiondo ó irifolittm Icpo- rinuni. Todas estas hiervas hay acá, se- gund lo he entendido de nuestros boti- carios ó hervolarios é vo he visto las mas DE INDIAS. LIB. XI. CAP. II. iyo dellas en estas Indias. Demás de las que he dicho, hay assi mismo é son acá natu- rales , como en España, heléchos muclios y de muchas maneras en el tamaño de- Uos, hasta tanto que algunos árboles hay que paresgen deste género ó á lo menos de su hoja ; manganilla de la misma ma- nera de Castilla y de las mismas flores y olor; garfas do las mismas de España y de otras muchas maneras , é algunas mas gruesas y de diferentes flores , y algunas dellas de muy buen olor; escaramujos de los mesmos que hay en Castilla roxos y de la mesma hoja ; marruvios , pero no huelen bien é son mas altos que los de Castilla ; tornasol ó girasol ó helitropia, mas no son machos que no echan aque- lla fructa ó granos, de que se hage la tinta aguí, para iluminar las letras cardinales que suelen hager los que escriben libros de letra redonda ó formada ; malvas co- mo las de España quassi ; pero digen es- tos boticarios que en sus efetos son per- fetas malvas ; mastuergo é culantro : es- tas dos hiervas tienen el mismo sabor que el mastuergo é culantro de Castilla; pero son de otra manera de hojas mucho mas anchas y las del culantro algo es- pinosas. CAPITULO III. De la hierva que los indios llaman y, é de sus utilidades é propriedad. SLn esta isla é otras en la Tierra-Firme, en muchas partes é en grandíssima can- tidad, hay una hierva que se llama y, la qual es muy común é hay mucha abun- dangia della, é los campos llenos. En al- gunas partes nasge por sí mesma sin in- dustria ni trabaxo de los hombres : hage una rama luenga, como la correhuela ó la yedra , é quassi de aquella hechura tiene la hoja , salvo ques muy delgada la de la y. Esta es muy gran pasto y bueno para los puercos é los engorda mucho , y es á su propóssito tanto é mas que en España la bellota , porque en sus rayges hallan mucho gusto é mantenimiento. En algunas partes se purgan los hombres con ella , en espegial en la Tierra-Firme un tiempo , é yo la vi tomar en la cib- dad del Darien á algunos chripstianos ; é es tan segura , que se puede dar á un niño ó á una muger preñada , porque no es violenta ni para mas de hager retraer al doliente tres ó quatro veges á la pur- gagion. Tómasse desta manera. Majan mucho esta hierva , é el gumo cuélanlo con un paño de lino limpio , é porque pierda aquel verdor ó sabor húmedo de la hierva , échanle una onga de agúcar á una escudilla della que quepa hasta qua- tro ó ginco ongas , é bébela en ayunas, ó no ha de dormir el doliente hasta que haya purgado. É aunque no le echen agúcar, no amarga ; pero si no hay agú- car, échanle un poco de miel á la canti- dad ques dicho : é sin lo uno ni lo otro se puede tomar. Yo vi loar mucho esta manera de purga á los mismos que la avian tomado. Tiene aquesta hierva unas gentiles flores , á manera de campanillas , de quatro dedos é mas luengas é de la misma hechura que se dixo de las del bexuco , donde del se tracto , salvo que las del bexuco son blancas y estas son aguíes, de una muy fina é linda color. Hierva es que en esta isla y en las oirás de aqueste golpho é en muchas partes de la Tierra-Firme la he visto y en mucha can- tidad, como he dicho, los campos llenos della sin se poder ver la tierra , porque 376 [IISTORIA GENERAL Y NATURAL ella en sí es esposíssiina y eclia tanta jor se euticniJa, acordé do la i)intar aqiii rama, qtic todo lo cubre; y porque me- como ella es al proprio (L(í?h. 1." ¡uj. ^."]. CAPÍTULO ÍV. De la planta ó árbol que I. XII. ele. (Ad Caíalas, .4). 0 Josué, cap. IV. 388 IIISToniA GENERAL Y iNATURÁL Moyssen, estando en el desierto, queen- viasse á ver é considerar la tierra de Ca- naain , é de cada tribu fué una espia , é íí cabo de (juarcnta dias volvieron con la rcla^'ion '. Todas estas historias sagra- das , assi las llguras como lo figura- do, se dá á entender á estas gentes sal- vajes que tan olvidadas é apartadas es- taban de la Iglesia cathóiica. ítem; doge años turó el triunvirato de Octaviano é Lépido é Marco Anthonio ; é des- pués que quedó todo el señorío en Oc- taviano ^ é fué monarca en el universso, entre los años de su imperio, fué doce dellos pacíflco señor del mundo, quando mandó escrebir el número de todos los mortales á él subjetos ^ : en el tiempo de la qual paz universal é tranquilidad del género humano nasfió el Redemptor *, para nuestra redempfion ; y en esta sa- cón estuvo doge años ^errado el Delu- bro (ó teinphim pacis ^), donde se guar- daban las armas é municiones é pe- trechos de guerra de los romanos ; é en el tiempo que las puertas de aquel tem- plo estaban abiertas, avia guerra. Por manera , que infiero deste número duodécimo, que es hermoso é sancto é diño de no olvidarle algún cathólico, é que qua- dra al libro de animales ; pues que estas gentes destas Indias, aunque racionales y de la misma estirpe de aquellas ocho per- sonas de aquella sancta arca 6 compañía de Noé, estaban ya fechas irracionales y bestiales con sus idolatrías y sacrificios y cerimonias infernales, y gocaba el dia- blo de sus ánimas tantos siglos liá ; y por medio de la real silla de Castilla é bien- aventurados Reyes Cathólicos, don Fer- nando V de tal nombre, é de doña Isa- bel , de gloriosa memoria , é de la Cesá- rea magestad del Emperador Rey , don Carlos, nuestro señor, su nieto, y en virtud de la doctrina y armas de sus ín- clitos españoles espirituales é tempora- les (ó eclesiásticos é seglares) , esta doc- trina evangélica de los doge apóstoles se ha exercitado y traydo á estas partes con la industria é guia del Espíritu Sancto, cuyo ministro é adalid fué el memorable don Chripstóbal Colom , primero descu- bridor destas Indias. É assi continua- mente se han convertido y convierten estos indios á Dios, é se van encorpo- rando en la república chripstiana, sin ce- sar ni dexar perder tiempo en tan sancto exercicio con estos animales racionales, ayudándolos á conoscer á Dios é á sal- var sus ánimas. Y entretanto que los re- ligiosos é perlados assi se aplican á tan sanct? obra , é la gente de guerra á do- mar é sobjuzgar los inobidientes é ingra- tos á Dios é fugitivos de tan alto conos- cimiento , quiero yo ocuparme en la re- lación destos otros animales irracionales, para que con lo uno y lo otro y quanto esta General Historia contiene , se puedan dar muchas gracias á Dios , si el letor no fuere descuydado ; pues que el leer no ha de ser para el gusto de leer ó entender co- sas nuevas, sino para alabar y mejor co- noscer al Criador é causa de todas ellas. 1 Numeri, cap. XIII. 2 Suelonio Tranquilo. 3 Luce , cap. II. i Ox\d.,\\b.l, De fastis. 5 Danthc , canto VI ilc la III. " cántica. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. I. 389 CAPITULO I. ['el animal llamado hulia. i\via en esta Isla Española é en las otras (leste golplio comarcanas á esta, un ani- mal llamado India, el qual era de qualro pies, á manera de conejo , pero algo me- nor é de menores orejas, é las que tiene este animal é la cola son como de ratón. ftL'.tábaulos con los perros pequeños que los indios tenían domésticos , mudos que no sabian ladrar ; y muy mejor los caga- ban los cliriptianos con los perros lebre- les é galgos é sabuesos é aun gozques c podencos de los que se truxeron de Es- paña. Sonde color pardo gris, segund testifican muchos que los vieron é co- mieron , é los loan por buen manjar ; d al pressente hay en esta cibdad de Sánelo Domingo y en esta isla muchas personas que lo digen. Destos anima- les ya no se hallan , sino muy raras ve- Qes. CAPITULO IL Del animal llamado quemi, é de su forma. Vr t'KMi se llama otro animal de los des- la Isla Española , el qual yo no he visto, ni al pressente se hallan , segund muchos afirman. Este es un animal de quatro pies é tan grande como un podenco ó sabueso mediano; y es de color pardo como la hutia , é del mismo talle ó ma- nera, excepto que el quemi es mucho mayor. Muchas personas hay en la isla y en esta cibdad que vieron é comieron es- tos animales é le aprueban por buen man- jar ; mas en la verdad , segund lo que se ha dicho y se sabe de los trabases é hambres que los primeros pobladores passaron en esta isla , presumirse debe que lodo lo que fuesse de comer les pa- resgeria entonces muy bueno é sabrosso, aunque no lo fuesse. CAPITULO IIL Del animal llamado inohuy. iTioncY es un animal algo menor que hutia: la color es mas clara y assi mismo es pardo. Este era el manjar mas pres- gioso ó estimado en mas de los caciques é señores desta isla ; é la fagion del muy semejante á hutía , salvo que el pelo te- nia mas grueso é regio (ó tieso) , é muy agudo é levantado ó derecho para suso. Yo no he visto este animal; mas de la manera que tengo dicho , muchos digen que es assi , c en esta isla hay muchos hombres que lo vieron é comieron é loan esta carne por mejor que todas las que es dicho. 390 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO IV. Del animal llamado cori. ^ORi es un animal de quatro pies é pe- queño , del laniaño de gagapos medianos. Paresgen estos coris espegie ó género de conejos, aunque el hogico le tienen á ma- nera de ratón, mas no tan agudo. Las orejas las tienen muy pequeñas, é tráen- las tan pegadas ó juntas continua ó natu- ralmente , que paresge que les faltan ó que no las tienen. No tienen cola alguna: son muy delicados de pies é manos, des- de las junturas ó corvas para abaxo : tie- nen tres dedos é otro menor, é muy soti- les. Son blancos del todo, é otros de todo punto negros , y los mas manchados de ambas colores. También los hay bermejos del todo, é algunos manchados de blanco é bermejo. Son mudos animales é no eno- josos é muy domésticos , é ándanse por casa é tiénenla limpia é no chillan ni dan ruydo ni roen, para hager daño. Pasgen hierva, é con un poco que les echen, de la que se les da á los caballos, se sostie- nen; pero mejor con un poco de cagabi é mas engordan, aunque la hierva les es mas natural. Yo los he comido é son en el sabor como gagapos, puesto que la carne es mas blanda é menos seca que la del conejo. Hartos hay al pressente aqui y en otras muchas islas y en la Tier- ra-Firme : en espegial en la provingia de Veneguela son muy mayores de lo ques dicho é quassi tamaños como conejos; pero mas salvajes que los ques dicho de suso , é el pelo como bardas. CAPITULO V. De los perros que ovo en esta Isla Española é los que hay al pressente. Jl erros gozques domésticos se hallaron en aquesta Isla Española y en todas las otras islas que están en este golpho (po- bladas de chripstianos) , los quales cria- ban los indios en sus casas. Al pressente no los hay : é quando los ovo, los indios tomaban con ellos los otros animales to- dos, de quien se ha hablado en los capí- tulos de suso , y eran estos perros de to- das aquellas colores que hay perros en España , algunos de una sola color é otros manchados de blanco é prieto ó bermejo ó bargino ó de las colores é pelo que sue- len tener en Castilla. Algunos bedijudos, otros sedeños , otros rasos ; pero los mas destos acá son entre sedeño é raso , y el pelo de todos ellos mas áspero que le tienen los nuestros, é las orejas avivadas é á la lerta, como la tienen los lobos. Eran todos estos perros aqui en esta é las otras islas mudos, é aunque los apaleassen ni los matassen, no sabian ladrar: algunos gañen ó gimen baso, quando les hagen mal. Los españoles que vinieron con el almirante primero, en el segundo viaje que higo á esta isla, se comieron todos estos perros, porque morían de hambre é no tenían qué comer; pero manjar es pa- ra no desecharle los que le tienen en costumbre. En la Tierra-Firme, en muchas partes della , é en la Nueva España , los hay en grand cantidad ; é donde yo los he visto es en la provingia de Sancta ^(larta algunos , y después vi muchos en DE INDIAS. LIB. XII. CAP. V. 30 í la gobernación de iNiearagiia , y he co- mido de algunos dellos y es muy buen manjar; y á la verdad de aquel que yo comí fueron dos ó tres bocados é no pens- sando que era perro. É llegué donde fiertos amigos comian de uno muy gor- do é muy bien assado é untado ó larda- do é con ajos, é no me supo mal: antes de ver aquellos compañeros que yo con buen gusto é aliento entraba en ello, uno dellos dixo : «Señor, no será malo que nos llevemos de aquí algunos perros des- tos, pues que también 05 saben.» En la verdad á mí me pessó de averio comido é no comí mas: ni dexara de comer has- ta que se acabara ; pero pues mas no pu- do ser de averio comido , como quien lo ha probado , digo que me supo bien é que quissiera que me avisaran mas tarde. El caso es que todos los españoles que lo han probado, loan este manjar é dÍQcn que les paresQe no menos bien que cabritos. En aquella provincia de Nicaragua ha- blan la misma lengua que en la Nueva España, é al perro llaman oduIo, y destos xulos crian muchos ; y quando alguna fiesta principal se hace entre indios , co- men estos perros por el mas prcsfioso é mejor manjar de todos, é ninguno come la cabega, si no es calachuni ó teyte, id est rey ó persona la mas principal del con- vite: la qual traen guisada sin quitar de- lia ni desechar sino solamente los pelos, porque el cuero é los huesos y todo lo de- más está fecho de manera, en un gierto po- taje, que paresge masamorra ó de polea- das ó un almidón. Y si el caciqueó aquel señor no la quiere, después que él ha co- mido alguna cosa de la cabega (assi gui- sada), él la dá de su mano al que quiere mas honrar de los convidados. Quanto al no ladrar estos perros, se- yendo cosa tan natural á los gozques é perros de todo género , es grande nove- dad , aviendo respecto á los de Europa é de las mas partes del mundo. Mas aques- tas diverssidades é otras hace natura en diverssos animales é climas; é cómo dixo un poeta moderno que yo conoscí en Italia (é muy estimado en aquella sacón), llamado Seraphin del xiguila , en un so- neto ó versos suyos , hablando de las co- sas naturales é diferentes ofetos: Per Iropo variar, natura i' bella. Por tal Alaria r es hermosa la natura. Assi que en diversas regiones diferen- ciadas y extrañas cosas se hallan é se producen en un género mismo de ani- males. É conforme al silencio destos perros, yo hallo escripto porPlinio * que en Cirene son mudas las ranas, é que llevadas de aquella tierra á otras partes cantan; y en la isla de Seripho dice el mesmo auctor que las cigarras son mu- das, é sacadas de alli é puestas en otras provincias, cantan. Acordándome yo aver leydo esto , quisse probar si es- tos perros mudos, sacados de su tierra, ladrarían en otra; y assi llevé desde la provincia de Nicaragua hasta la cibdad de Panamá , que es bien trescientas le- guas la una provincia déla otra, un per- rillo destos y alli también estuvo mudo: é quando me partí para España, hurtá- ronmele, el qual yo avia criado y era muy doméstico. Y que en Panamá fuesse mudo no es de maravillar, porque todo es una costa é tierra firme , é como he dicho , en aquellas partes todas y en es- tas islas los perros naturales dellas son assi mudos. No avia en esta isla ni en las deste golpho otros animales algunos de quatro pies y de pelo, terrestres, sino estos cinco géneros é diferencias de los que he dicho , excepto ratones , de los quales avia muchos é hay mas de los que avriamos menester. 1 Plin, libro Vlll, ea[)iliilo CC. 392 HISTORIA GE.NEllAL Y NATUUAL CAPITCLO VI. De ios mures ó ratones de oquesla Isla Española ¿ destas Indias. Inquiriendo estas materias, hallo quion rae diga é se acuerde que en el tiempo que vino don Chripsióbnl Colom , prime- ro almirante, á descubrir esta isla é lu- dias, avia en estas partes ratones, de los quales hay muchos en estas partes todas, ó á lo menos en todo lo que yo he visto destas Indias. Y assi creo que también los debe averen las mas partes del mun- do, y assi lo verian los que aqui vinieron el año de mili é quatrogientos é noventa é dos con el dicho almirante; porque los ratones no es casta que ha menester si- miente , non obstante que entre los rato- nes haya de ambos sexos masculino é femenino, é que por el coyto ó ayunta- miento se multipliquen, pues que aun- que falten é se mueran todos los que hay dellos en el mundo , no faltarán tales ani- males ni sus semejantes. Por tanto no se ha de creer que los dexaba de aver en esta y otras islas é en la Tierra-Firme, como los hay, antes que los chripstianos acá passasen; y no podria dexar de ser assi, porque se pueden engendrar é se hacendé corrupción alguna, fecha en los elementos. Esta quistion mueve é deter- mina largamente el Abulensis en aque- llos sus comentos sobre el Ensebio De los tiempos ' ; y assi avernos visto y vemos esta enojosa casta en abundancia en es- tas islas destas mares dei norte é en las del sur ó partes australes y en la Tierra- Firme destas Indias , assi en el campo ó montes, como en los pueblos é partes habitadas. É lo mismo digo de los topos é sus semejantes é de las abejas é abis- pas, é moscas, é tábanos, é mosquitos é otras animalias á estas conformes , ó gu- sanos é sanguijuelas, etc. Temerse debe esta generación de los ratones en el cam- po , porque continuamente se aumenta, é las muchas cañas de agúcar en esta is- la es mas á su propóssito que ellos al nuestro. De los topos hay poquísimos en esta tierra é no oygo quexarse á nadie de tal generación, ni Dios aqui la permita, pues dice Plinio ^ que sobre todos los animales es numeroso el parto de los to- pos; bien que alegando á Aristótiles, di- ce que los soldados de Alexandre afii'man que la generación del topo no es por coy- to, sino por lamer, é que una parió cien- to é veynte. Volvamos á nuestra historia. CAPITULO VII. De la serpiente ó animal llamado y..u..ana, del qiial género avia é liay muchas en esta isla. X-iSte es un animal que assi en esta Isla Española , como en otras muchas deste golpho é en la Tierra-Firme, hay muchos deste género. En la primera impression desla primera parte le puse en el li- bro XIII , que tracta de los pescados , en el capítulo III , y agora me paresció po- nerle en este que tracta de los animales terrestres, non obstante que, segund la opinión de muchos á entrambos libros se ^ Alnil., lih. I, cap. <28. 2 Plin., lib. X, cap. C5. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. Vil. 393 puede aplicar , porque imiclios liombros hay ([ne no so saben delerminar si esle anima! es carne ó pescado , é como cosa neutral, la atribuyen al uno y al otro gé- nero, assi de los animales de la tierra, co- mo de los del agua , porque assi se aplica al un elemento como al otro, é en cada uno dellos se exer^ita é continúa su vida. Llámase yuana , y escríbese con estas fin- co letras, y pronunciase y, é con poquís- simo intervalo u é después las tres letras postreras ana, juntas ó dichas presto : assi que, en el nombre todo se hagan dos pau- sas de la forma ques dicho. Digo que se tiene por animal neutral, é hay conten- ción sobre si es carne ó pescado , porque anda en los rios é por los árboles assi- niismo ; y por esta causa una vez me pa- resgió , como he dicho , que le debia po- ner, como le puse, en el libro XIII (en la primera impression) con los animales de agua, y agora me ha paresgido ponerle aqui con los terrestres , pues conforme á las opiniones de muchos, en ambos géne- ros se compadesce ; y aun assi usan del en estas partes , comiendo este animal en los dias que no son de carne, assi como viernes é sábado, é la quaresma, é otros dias prohibidos por la Iglesia. Mas de mi opinión é paresfer, yo le avria por carne: lo qual no digo para que ninguno dexe de seguir su voluntad, y principalmente la del perlado y lo que la Iglesia ordenare. Este es una serpiente ó dragón ó tal animal terrestre ó de agua , que para quien no le conosge es de fea é espanto- sa vista é extraño lagarto , grande é de quatro pies; mas es muy mayor que los lagartos de España , porque la cabera es mayor que el puño ó mano gerrada de un hombre , é el pescuego corto , é el cuerpo de mas de dos palmos é otros dos en redondo , é la cola de tres é quatro palmos luenga. Estas medidas se han de entender en los mayores animales destos, é muchos dellos tienen las colas cortas, no sé yo si es por se las aver cortado é mordido unos á otros , ó si por caso las mudan; porque Pliniodige ' que lascólas de las lucertolas, id est lagartijas ó lagar- tos, les nasgen quando se las cortan, é lo mismo á las sierpes ó culebras. De la grandeza ó tamaño destos animales que he dicho , para abaxo se hayan tan pe- queños como chiquitas lagartijas : tienen por medio del espinago levantado un gor- ro encrestado á manera de sierra ó espi- nas, é paresge en sí sola muy fiera. Tie- ne agudos dientes é un papo luengo é ancho que le va é cuelga desde la barba al pecho, como al buey ; y es tan callado animal, que ni grita , ni gime, ni suena, y está atado á do quier que le pongan, sin hager mal alguno ni ruydo diez ó veynle dias é mas, sin comer ni beber cosa alguna. Mas si se lo dan también come un poco de cagabi ó hierba ó cosa semejante , segund digen algunos ; pero yo he tenido algunos destos animales ata- dos en mi casa algunas vegcs, é nunca los vi comer, é los he fecho aguardar é velar, é en fin no he sabido ni podido entender qué comían, estando en casa , é todo lo que les dan para que coman, se está entero : en el campo no sé cómo se alimentan. Los bragos, é pies, é manos, é piernas , é las uñas , todo esto es como de lagarto, é luengas las uñas, pero flacas é no de presa. Es en tanta manera de ter- rible aspecto, que ningún hombre se aven- turaría á esperar este animal, sí no fuesse de grande ánimo, é á comer del ninguno, si no fuesse de mal seso ó bestial (digo no conosgiendo su ser é mansedumbre é buen gusto). Quando estos anímales son gran- des, paresgen en lo que agora diré á los bueyes de Inglaterra, que estando vivos, tienen los quadriles salidos é paresgen TOMO [. i Plin., lib. XI, cap. 40. 50 39Í IlISTOniA GENERAL Y NATURAL . muy flacos, é desollados están gordos: assi la yuana que, eslando viva, paresge flaca , é después de muerta c desollada está gordíssima é con mucha manteca, é después que la quartean ó parten, cada pedago deste animal bulle ó está palpi- tando quatro ó finco horas é mas , é aun echada á cocer hasta que la olla comien- za á hervir , ó si la asan , liasla que en el asador se comienza á asar. Y deste indi- í'io forman su opinión los que quieren es- forf arsse á porfiar ques pescado , porque las hicoteas , ques gierta manera de ga- lápagos, é las tortugas hagen lo mismo. Estos animales, quando son pequeños, passan por encima del agua los rios é los arroyos, é dánse tan grandíssinia prisa á menear los brafos é piernas, quel agua no tiene tiempo para impedirlos ó hager calar abaxo ; y esto les tura é hagen sien- do pequeños, como lagartijas pequeñas y delgadas, é desque van cresgiendo, pas- san los rios á pié tierra, por debaxo del agua , porque no saben nadar é son pesa- dos. Crian en la tierra é gerca de las ri- beras é arroyos , é son tan continuos al agua, que como tengo dicho, hagen dub- dar á los hombres si los ternán por carne ó pescados. Este animal, tal qual he dicho é tan feo é espantable, es muy buen man- jar é mejor que los conejos de España muy buenos xarameños; y digo de la ri- bera de Xarama, porque pienso yo que son de los mejores del mundo todo. Có- mo los chripstianos se mostraron á co- mer estos animales , eran entre ellos muy estimados, é al pressente lo son é no los desechan ni dexan de dar dineros por ellos. Solo un daño les atribuyen (que yo ni contradigo ni apruebo), del qual he oydo que algunos se qucxan, y es que digen que los que han seydo tocados del mal de las búas, quando comen deste ani- mal yuana, les torna á tentar aquella do- engia , aunque haya algún tiempo que estén sanos. Yo he comido estos anima- les en la Tierra-Firme algunas veges, y muchas mas en esta cibdad, y aun me los traen por la mar desde la isla de la Mo- na, donde hay muchos , que es giuqüen- ta leguas de aquí , y es muy buen manjar; y como experimentado, quiero avisar á quien esto leyere en estas partes (si in- dios faltaren , como faltan), de la mane- ra é arte que han de tener para guisarlos huevos de la yuana , porque hallarán por verdad que queriendo hager una tortilla de los huevos (ó freyrlos como los que digen estrellados ) no se podrá hager con ageyte ni manteca, porque nunca sequa- jarán ; mas echando agua en lugar de ageyte, se quajan é guisan. Esto es cosa probada é gierta , é otro indigio para por- fiar á sabiendas los que menos entienden queste es pescado, é tan amigo del agua, que se conforma mas con ella que con los materiales de la tierra ; pero esto es fal- so ó no degir nada , pues que todos los pescados ó los mas dellos se guisan é fricn con ageyte. Acaesge poner una yuana quarenta é ginqüenta huevos émas, é son buenos é de buen sabor, é tienen yemas é claras, como los de las gallinas, é la cascara es delgada , é los mayores dellos son como nueges é menores é redondos. El chronista Pedro Mártir ' digo que estas yuanas son semejantes á los cocodrilos del Nilo, en lo qual él se engañó mucho, y á semejantes y notorios errores están obligados los que en estas cosas escriben por oydas ; porque estas yuanas no son mayores animales de lo que tengo dicho: los quales he yo visto (innumerables) des- de menores que un dedo hasta ser tan grandes como de suso se declaró , y de las pequeñas he visto muchas passar por engima de los arroyos é rios, seyendo chi- quitas, é también por debaxo del agua i Pedro Mriilir, di'c. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. MI. 39o seyendo mayores, en íili^nnos arroyos; y como he dicho, las he comido muclias ve- tes. Y los cocodrilos son muy grandes animales é de muy dileren^iada forma é manera é color, é en otras muchas parti- cularidades , porque segund el glorioso doctor Isidoro, en sus Elhimologias, de la color amarilla ó jalde es dicho cocodri- lo*: el qual sancto auctor di^e assi mismo que los cocodrilos son del rio Nilo, ani- mal de quatro pies , en tierra é en agua grandes é poderosos *. Esta grandega no se puede comparar con animal tan pequeño como la yuana, tampoco como en el color; pues que el cocodrilo, que es amarillo ó jalde (que significa el crocco colore que Isidoro dife), no consuena con la yuana , que comun- mente es de color pardo , é algunas dellas son algo verdes. Quanto mas que para no creer por ningún caso questas yuanas sean cocodrilos, basta degir el mismo Isidoro, en el libro alegado, del coco- drilo , estas palabras: «Solo este animal mueve la mexilla alta ' . » Y la yuana no tiene tal propriedad , ni mueve sino la mandíbula baxa , como todos los otros animales. Mejor agerlára Pedro Mártir digiendo que son cocodrilos, ó espegie dcllos , los grandes lagartos de Tierra- Firme, con los quales tienen mas seme- janza, como se dirá en su lugar; pues que no tienen lengua los unos ó los otros, é como el cocodrilo , mandan la mandíbula alta , é son grandes animales. Hablando Plinio del cocodrilo, dige assi*: "El cocodrilo nasge en el Nilo : bestia de quatro pies en tierra y en agua : es no- civo : ningún otro animal terrestre se ha- lla sin lengua, sino este solamente: muer- de moviendo la mexilla alta , é no la do abaxo, é há los dientesen forma de pey- ne, é cresge mas que diez é ocho gomi- los ó cobdos , é hage los huevos tan grandes como los del ánsar.» Assi, lo ques diclio del cocodrilo , como lo que mas se podria degir del , quadrará mejor en el capítulo, donde se tractáre de los lagartos de Tierra-Firme, que no aqui; é alli se hallará cómo los lagartos , en lo ques dicho , no pueden ser sino los mis- mos cocodrilos, ó los cocodrilos los mis- mos lagartos de Tierra-Firme ó de su género. Si aqui me he alaigado tanto, ha seydo para desengañar á los letores de la opinión de Pedro Mártir. Pero no es esto solo en lo que sus decadas se apartan de lo gierlo en estas cosas de In- dias, porque Pedro Mártir no pudo desde tan lexos escrebir estas cosas tan al pro- prio como son é la materia lo requiere; ó los que le informaron , ó no se lo su- pieron defir, ó él no lo supo entender. Por gierto en las señas que de suso se apuntaron del Plinio en los cocodrilos, las mismas se pueden compreliender en los lagartos de la Tierra-Firme, porque son de quatro pies , y en tierra y en agua nogivos é fieros , é no tienen lengua , ó mandan la mexilla alta é tienen los dien- tes como peyne. Pero no son estotros de tanta grandeva como Plinio dige , por- que de innumerables dellos que yo he visto, el mayor tenia veynte é tres pies, é no dubdo que otros haya mayores. É los huevos son del tamaño que los de las ánsares, é yo los he comido muchas ve- ges, é aun pagándolos á real de plata; é no tienen yema , que todos son clara. Codro, pliiiósopho italiano, supiera bien escrebir estas materias, que vino á ver estas cosas y acabó su vida en tal exergi- gio y era docto: el qual murió en una do las islas de Ccbaco , que son en la costa i Crocodilus í'i croceo colore dicliis. Isid., Ellii- molog. , lib. XII, cap. De piscibus. 2 Quadrupcs in Ierra el in aquis valens, longi- liidinc plerumquc viginli cubitorum. Isid., ul stipia. 3 Soliis ex aninialibus supenorcm maxiilam mo- veré diciliir. Isid., ul siipra. 4 Plia., lib. Vlll, cap. 25. 30G HISTORIA r.EiNERAL Y NATURAL de la mar del Sur, corea de la provincia é puerto de l'unuba. Esle dofia que los lagartos de Tierra-Firme que lie dicho, eran cocodrilos. Mas en la verdad , es- totros animales yuanas muy diferentes son del cocodrilo , y en ninguna cosa á él semejante. Esta que aqui yo debuxé, como supe hacerlo ( Lám. 4.^, fig. d.'), 6 deseé imitar su figura , quiere alguna cosa paresfer á este animal , y aquesta forma tiene. Y con todo su mal parcs- fer, digo ques muy buena vianda cogida ó assada , y hánla de coger c guisar de la misma manera que una gallina ; y con sus especias éun pedago de togino y una berf a no hay mas que pedir en este caso para los que conosgen este manjar. Y fiambre es muy singular y sano, y deste paresger se hallarán muchos hombres en- tre los españoles que por estas partes andan. Quando están gordos estos ani- males, sácanles mucha gordura ó grasa de las interioras , é guárdanio , porque es muy bueno para hiuchagones de pos- temas; y derritiéndolo en una sartén so- bre el fuego é echándolo en una escudi- lla á enfriar, é frió guardándolo en una re- domica de vidrio , siempre se está líqui- do, que no se espessa ni quaxa, é es muy bueno para lo ques dicho. El hígado destos animales cogido es bueno é de buen manjar , ó es negro é cspesso é sano é de buena digestión ; é quando se echa por la cámara digirido, es tan negro como fina tinta , é para poner en cuydado al que no lo sabe. Mas en fin , nu trae ni causa algún inconviniente. Teniendo escripto lo ques dicho , me truxeron dos animales destos de los ma- yores , y del uno comimos en mi casa y el otro hige guardar atado para lo enviar á Venegia al magnífico Miger Johan Bap- tista , secretario de la Señoría, é estuvo en el palio desta fortaleza de Sancto Do- mingo alado á un poste mas de quarcnta dias , que nunca comió de cosa de quan- tas se le dieron ; y dixéronme que no co- mían estos animales sino tierra , y yo hige que para su matalotaje, le meliessen un quintal della en un barril, porque en la mar no le faltase. Y espero en tanto que esto corrigiendo estos Iractados que vernán naos para saber si llegó vivo á España, é con qué mantenimiento. Pero llegado en España el año de mili é quinientos é quarenta é seys, supe del que truxo aquel animal , que se le murió en la mar. CAPITULO VIIÍ. De las sorpienlcs ú culebras y lagarlijns é lagartos dcsla Isla Española y odas parles. Innumerables son las lagartijas que hay en esta Isla Española é en todas las otras islas deste golpho é del austral en la Tierra-Firme destas Indias; y en esto hay tanto que degir, que si particularmente se oviesse de escrebir , seria un progeso para nunca acabarle. Uáylas verdes é otras pardas é otras quassi negras, é mas verdes unas que otras , é algunas de co- lor quassi jalde , é otras de color leona- do. E assi como son diferentes en colo- res, son en el tamaño desconformes é mayores é menores unas que otras, pues- to que todas son pequeñas. Unas son pin- tadas é otras rayadas ó listadas de dife- rentes labores é colores , é de cada gé- nero hay muchas. Otras, quando se pa- lan á mirar á hombre , sacan del papo una cresta ó telilla redonda é colorada, é llénenla de fuera, estando paradas, ó quedas; é alentando, la cojen é encubren é dcscojon é la sacan é tornan al papo, quando quieren, ó se van. Otras hay algo mayores que las comunes lagartijas de DE INDIAS. LIB. XII. CAP. VIII. 397 Espafia , dos é aun tres veges mayores; pero no tan grandes como los lagartos de Castilla. Dexemos esto de las lagarti- jas, porque es cosa muy común ó incon- table ó quassi in infinilo, é passemos á hablar en las serpientes, que es lo mismo que culebras : é no es breve la materia ni para acabarse en mis dias, si de todas las que en las Indias hay se dixesse , lo uno por ser innumerables, é lo otro por- que yo ni otro no las ha visto ni puede ver todas; mas diré de algunas lo que me acordare avcr especulado é notado dellas. En esta isla hay muchas é de muchas maneras ó pinturas é tamaños, y es co- mún opinión de los veginos dosta isla, na- turales della , é aun de todos los espa- ñoles que há mas tiempo que por acá vi- ven, que no son ponzoñosas. Viniendo yo de la Tierra-Firme á esta isla, el año de mili é quinientos équinge, passé el rio de Neyvaen una balsa de ca- ñas, gerca de donde aquel rio entra en la mar muy poderoso é ancho, é yban diez ó doge indios nadando en torno de la bal- sa, guiándola. Quiero degir aquesto como passó, porqués bien que los chronistas que desde España escriben las cosas de las Indias sepan que tan lexos andan de en- tenderlas (ni entenderse ellos mismos), quanto tienen apartados los ojos de ver las cosas de acá. Y que si yo no passára por alli no pudiera ver una culebra ó sierpe que hallé en esta otra parte en la costa de la mar, al pié de la sierra que llaman de los Pedernales: la qual yo me- dí y tenia mas de v^eynte pies de luengo, é lo mas grueso della era mucho mas que un puño gerrado: é debieran averia muer- to aquel dia ó pocas horas antes, porque no hedia y estaba fresca la sangre della, que le avie salido de tros ó quatro cu- chilladas que tenia. Tales culebras son de menos pongoña que otras en estas partes; pero son de mayor temor á quien las mira. Miguel Johan de Ribas, natural de Qa- ragoga de Aragón, factor que fue de Sus Magestades en Castilla del Oro , é yo ve- nianios juntos, é otros españoles pocos; el qual, assi como yo , passó en aquella balsa ó barca peligrosa. Y pues que el caso lo ha traydo á conseqüengia, bien es que se diga de qué forma era este pas- sage , é quán al revés de las puentes ó barcas que hay en el mundo é que otras gentes usan. Digo que eran seys ó siete hages de cañas juntas é atados conbexu- cos (que sirven en esto mejor que lo ha- rían muy buenas cuerdas) , é sobre aque- llos hages fecho un gerco quadrado de otros hages de caña, tan grueso como un hombre, ala redonda de las primeras ca- ñas. De manera que en la mitad de este arlifigio quedó un espagio quadrado de seys ó siete pies , en que yo yba asentado, y al rededor nadando aquellos indios que he dicho que guiaban la barca (ó balsa mal compuesta) , porque se lo pagué é les di algunas cosas de las que ellos pres- giaban, pero de poco valor. Estos indios eran de un cagique que vivia alli á la cos- ta, llamado Alonso de Ovando, á los quales repartí anguclos para pescar , é giertos cuchillos , é al cagique le di una camisa. Avia en la anchura del rio quas- si un tergio de legua por donde le atra- vesé de la manera que he dicho, é algu- gunos indios é indias quel factor ó yo traíamos de la Tierra-Firme , cómo pas- saban nadando é se cansaban por ser tan ancho el rio , asíanse para descansar de las cañas de la balsa , é quanto los indios del cagique ayudaban tanto los otros es- torbaban. El factor avie passado primero é estaba ya desta otra parte é volvieron la balsa por mí , é de aquellas dos veges que atravesó el rio no estaban las cañas tan bien atadas como al pringipio; é assi por esto como por lo que he dicho, don- de yo venia asentado me daba el agua quassi á la giuta, porque para entrar ella 398 HISTORIA GENERAL Y NATURAL entre las cañas, no avia cosa que se lo pudiesse estorbar, é cómo todas las ca- ñas son acá magigas ó cargaban los in- dios é indias cansados , siempre se yba hundiendo mas esta balsa. Traia yo alli del secretario Lope Concbülos, ó de en- comiendas de personas particulares é míos, mas de tres mili pesos de oro, fun- dido en barras , los quales yo pensé al- gunas vcges que avian de quedarse en el rio ; é porque assi no acaesgicsse (antes que eu la balsa entrasse), até todo el oro en un liengo muy bien é díle muchas vueltas con un regio bolantín (ó cordel), é dexé un cabo de doge ó quinge bragas, con pensamiento que en caso que la bal- sa de todo punto se hundiesse , tomaría yo el oro ó le daria á uno de aquellos mas regios indios que mejor nadassen, para que lo sacasse , ó soltarlo para que se fuesse al suelo é quedasse el cordel por señal é boya con un palo que yo le avia atado al cabo. É yo yba descaigo y en camisa , é bien atadas las haldas é las mangas della , para nadar, si me convi- niesse. Quiso nuestro Señor, por su cle- mengia, que passamos todos en salvo, aunque con harto peligro é cansangio, porque la corriente del rio era mucha é nos abatia é pusso quassi á la boca de la mar: assi que, muy mojado todo lo que llevaba é mis papeles é memoriales (de que no me pesaba poco), arribamos des- la otra parte del rio. Esto subgedió por- que de enojado de aver estado ginco dias esperando, estuve tres ó qualro leguas mas arriba en la costa de aquel rio , y en aquel tiempo siempre cresgió é no nos atrevimos á passar el vado en los caba- llos y enviólos con mis criados, porque me dieron á entender que aquel cagique tenia canoas é que él me passaria mu- cho á mi plager: é por falta dellas ovie- ra de ser tanto mi pesar, que no me quedará vida para el arrepentimiento y error que avia fecho. Passados, pues, desta otra parte halla- mos la culebra grande, donde es dicho, é subimos la sierra de los Pedernales , que es muy áspera, é estovimos dos dias y me- dio en la passar, é dormimos dos noches en ella , sin hallar agua ni tener que co- mer sino cangrejos, de los quales avia mu- chos é buenos, el qual manjar no es para gente asquerosa ni delicada; é al tergero dia llegamos á la villa de Agua. Desta ma- nera se han de enseñar á escrebir los que han de relatar estas cosas de Indias. En verdad, si los trabajos que por mí han pas- sado hasta averias aprendido ó visto (esso que dellas sé) aqui se dixesscn , doblado seria el volumen de tales historias, é no querría mejor premio de mis fatigas que saberlas tan bien degir, como los he sabi- do sufrir por la clemengia y misericordia de Dios : el qual muchas veges me ha fecho tan notoria mcrged de la vida , mi- lagrosamente , que si yo assi bien la su- piesse explicar, bien sé que serian mas gratas é de mas admiragion estas mate- rias á quien las leyesse. Tornando á lo que se propuso en el título deste capítulo, seré breve en todo ello porque en las cosas de la Tierra- Firme hay mucho mas que degir en se- mejantes géneros de cosas. También hay en esta Isla Española y en las otras sus veginas ó comarcanas y en las de es- te golpho, culebras que son verdes, é delgadas é muy pongoñosas , con las qua- les hagen los indios caribes la hierva con que tiran las flechas. Estas tales cu- lebras se cuelgan de los árboles por sí mismas, asidas á las ramas con la cola, é desde alli al que passa le pican ó muerden do quiera que pueden herir, é son muy malas y enconadas. Destas tales dige Plinio ': «es una sierpe llamada ja- 1 l'liii., lib. VI c:ip. 23. DE LNDIAS. LIB. XII. CAP. VIH. 399 culo, id esl dardo, porque está sobre los árboles, é desde aquellos se arroja ó lanfa, como un dardo. Y porque toqué de suso en la hierva de los flecheros caribes, no se ha de entender que con toda la pon- zoña destas culebras se hage aquella pes- tilente hierva; sino con este é otros pon- zoñosos materiales , como en su lugar se- rá mas largamente declarado. Hay assi mismo otras culebras pardas é otras no muy verdes é mayores que estas que se dixo de suso de la hierva , mas no están en fama de tan malas -y ponzoñosas, puesto que yo no creo que hay culebra alguna sin pongoña en algún tiempo del año. Otras culebras hay muy mayores que la que primero dixe (que hallé muer- ta al pié de la sierra de los Pedernales), segund he oydo degir á muchos; pero no se quexan dellas ni hagen mal. Los in- dios todas las unas é las otras comian é avian por buen manjar, excepto aque- llas verdes delgadas, las quales ellos buscan con diligencia para las matar é perfigionar con su mixtura aquella diabó- lica hierva, con que untan las flechas (digo los indios que son caribes). El año de mili é quinientos 6 treynta y ocho entró una culebra en esta fortaleza é se pusso sobre un tiro de artillería , é vídola acaso uno de los artilleros desta casa é fué á su cámara por una espada, é llegó con la mejor manera que él pu- do, é la culebra tenia aleada la cabera con un palmo del pescuezo , é de un re- vés le cortó la cabega con parte del cuello. É el dia antes avia amanesgido muerto un perro grande desta fortaleza, é se creyó que la culebra le avia muerto; é yo la mandé abrir é se le hallaron treynta é tantos huevos, como yemas de huevos de gallina, é todos eran una ye- ma. Tenia de luengo siete pies é medio, é era tan gruesa como la muñeca del braco, é pintada; pero porque esta mate- ria es longuíssima , si aqui se dixesse, acuerdo de remitir lo que do ella queda, que es mucho, á sus proprios lugares, pues sabemos que aquel golpho que lla- man de las Culebras está lleno dellas , é la isla de la Margarita tiene las que lla- man de los cascabeles é en otras partes hay otras : é quando á ellas llegue, di- ré lo que oviere entendido de aquesta materia. Mas acuerdo al letor que lea en el libro XXIII, capítulo VII, lo que allí verá de otras culebras ó viveras del Rio de la Plata que son tan malas é ponzoñosas ó peores que todas las otras. CAPITULO IX. De los animales terrestres que se truxeron de España á esta Isla Española, de los quales acá no avia alguno dcllos. MLjn esta Isla Española ni en parte al- guna destas partes no avia caballos , é de España se truxeron los primeros é primeras yeguas, é hay tantos que nin- guna nesgessidad hay de los buscar ni traer de otra parte : antes en esta isla se han fecho é hay tantos hatos de yeguas é se han multiplicado en tanta manera, que desde aquesta isla los han llevado á las otras islas que están pobladas de chripstianos , donde los hay assi mismo en mucho número é abundancia ; é á la Tierra-Firme , é á la Nueva España , é á la Nueva Castilla se han llevado desde aquesta isla, é de la casta de los de aqui se han fecho en todas las otras partes de las Indias donde los hay. É ha llegado á valer un potro ó yegua domada en esta isla tres, ó quatro ó ginco castellanos, ó pesos de oro, é menos. 400 HISTORIA GKNRRAL Y NATURAL Délas vacas digo lo mismo, en qiianto á ser ya innumerables, pnes que es no- torio que en esta isla hay muy grandes hatos é vacadas c vale una res un peso de oro , é muchos las han muerto é alan- feado, perdiendo la carne de muchas do- lías, para vender los cueros y enviarlos á España, é cada año van muchas naos cargadas destas corambres. É hay honi- bres en esta cibdad y en la isla de á dos, é tres, é quatro, c finco, é seys, é sie- te, é ocho , é nueve é diez mili cabecas deste ganado é muchas masen cantidad. Público es que la viuda, muger que fué de Diego Solano, tiene diez é ocho ó veynte mili caberas deste ganado ; y el obispo de Venezuela, deán desta Sancta Iglesia de Sancto Domingo, tiene veynte é finco mili caberas ó mas, como lo dixe en el lib. III, cap. XI, y deste número abaxo hay señores de mucha cantidad deste ganado vacuno. Ovejas setruxeron é carneros, de que se ha fecho é hay asaz ganado deste género. De los puercos ha ávido grandes hatos en esta isla , é después que se dieron los pobladores á la grangeria de los acuca- res, por ser dañosos los puercos para las haciendas del campo , muchos se dexa- ron de tales ganados ; pero todavía hay muchos, é los campos están llenos de salvagina , assi de vacas é puercos mon- teses, como de muchos perros salvajes que se han ydo al monte é son peores que lobos é mas daño hacen. É assi mis- mo muchos gatos de los domésticos, que se truxeron de Castilla para las casas de morada , se han ydo al campo é son in- numerables los que hay bravos ó cimar- rones , que quiere dcf ir en la lengua desta isla fugitivos. Hay assi mismo mu- chos asnos en esta isla de la casta de los que se truxeron de España , é muías ó machos que se han criado ó se haf en muy bien ac;i ; pero porque de todas es- tas cosas se ha dicho en particular, é yo no soy amigo de referir una cosa mu- chas veges, baste lo que está dicho destos siete géneros de animales que acá se truxeron de Castilla , porque las muías é los machos acá se acresQcntaron de la mixtión de los asnos é yeguas. Y como en otra parte de la historia dixe, torno á degir ó acordar al letor que vale el arrelde de la vaca en esta cibdad á dos maravedís : la qual arrelde es de peso sesenta é quatro oncas ; é mátanse cada dia que es de comer carne en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española. Hánse traydo conejos blancos é prietos á esta cibdad, é algunos hay en las casas de algunos vecinos particulares ; pero no es grangeria útil, por lo que se ha visto de su aumentación en las islas de Canaria, é naturalmente son dañosos en los hereda- mientos. E si ocurrimos á lo que está cs- cripto , ya se halla averse en España des- habitado una cibdad por el escarbar é moltitud de los conejos , segund escribe Plinio '. Cabras se han traydo de España y de las islas de Canaria y de las de Ca- bo Verde, é algunos hatos hay deste ga- nado, é las que mejor acá prueban son las pequeñas de Guinea é de Cabo Verde é aquellas islas; pero deste ganado no hay mucho en estas islas. Pero de los otros géneros que dixe de suso, assi co- mo yeguas é caballos , vacas, é ovejas é puercos, llenas están esta isla é la de Sanct Johan, é Cuba, é Jamáyca é mu- cha parte ó poblaciones de españoles: tie- nen de todos los unos é los otros en la Tierra-Firme, é en especial en la Nueva España , en mucha cantidad de los unos é de los otros, y cada dia se aumentan do quiera que los chripstianos pueblan. I Pliiiio, lib. Vlir, cap. 29. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. X. 401 CAPITULO X. De los anímalos que en la Tierra-Firme llaman los cspafioles tigres , é los indios los nombran en rüvorsa manera , segund la lencrua de aquellas provlneias , donde los liay. JCjn el proliemio ó introdugion tiesto li- bro XII dixe que después que oviesse di- cho de los animales que los españoles bailaron en esta isla , y de los que se tni- xeron ú ella desde España, é oviesse di- cho otras cosas , diria de los animales, de quien uo se habló en la primera impres- sion que tuvo esta primera parte de la General Historia de Indias, y que se ha- llan ó hay en ella. Y para cumplirlo assi, escribiré primero aquellos animales de que yo di noticia particular en aquel bre- ve traclado que á la Cesárea Magestad diriüfí V escrebí en Toledo el año de mili é quinientos é veynte y seys ; y tras aque- llos diré de los que mas ovieren después venido á mi memoria ó vista hasta el tiempo pressente. Y será el primero del tigre, ques un animal que, segund los an- tiguos escribieron, es el mas veloQíssimo de los animales terrestres. Isidoro en sus Ethimologias dige : «El tigre se nombró assi por su veloge huyda , y el rio Tigris se nombró assi por su velocidad, y los persas é medos assi nombran á la saeta. Y á aquella bestia destinta de varias man- chas , é en su virtud é velocidad admira- ble, le dan el nombre del rio Tigris, por- que es el mas rapidíssimo é corriente de lodos los rios. '« Este rio Tigris, segund Justino , nasge en Armenia con poca agua, etc. ^. Plinio' dige que la pantera é el tigre, por la variedad de las colores é diversas manchas son quassi diferentes de todos los otros animales , porque las i Tigris vocatur , proplcr velocem fugam. Ha enim nominaat persre el medi sagillam, Est enim bestia variis dislincla nmculis , virliilc el velocitale mirabilis, ex cujas nomine ílumen Tiicris appellalur, qund is rapidissimus sllomniura tluviorum. (Klbim., TüAlÜ I. otras fieras han una sola color , segund su espegie. Los primeros españoles que en la Tier- ra-Firme, en la provincia de Cemaco é en el Darien , vieron aquellos animales que en aquella tierra los indios llaman ochi, llamáronles ellos tigre : los quales son tales, como aquel que en la cibdad de Toledo el año susodicho dieron al Em- perador, nuestro señor, enviado de la Nueva España. Tiene la hechura de la cabega como león ú onza ; pero mas grue- sa , é ella y todo el cuerpo é bracos é piernas pintado de manchas negras unas á par de otras , perfdadas de color ber- meja, que hagen una hermosa labor ó congierto de pintura : en el lomo y á par del mayores aquellas manchas , é vánse disminuyendo hágia el vientre y los bra- cos y cabega. Este que allí se Iruxo era pequeño é nuevo , é á mi paresger podria ser de tres años ó menos; pero háylos muy mayores en Tierra-Firme. Yo le he visto mas alto que tres palmos y de mas de finco de luengo , é son muy doblados é regios de bragos é piernas, é muy ar- mados de dientes é colmillos é uñas , é en tanta manera fieros , que á mi pares- ger ningund león real de los muy gran- des es tan fiero ni tan fuerte. Pero creo bien que los leones son mas denodados y de mas esfuergo. Estos ochís ó tigres, ó mejor digiendo panteras (porque les falta la ligerega del tigre que so alegó de suso, y estos no tienen coyunturas en las pier- lil). XII, cap. 2.) 2 A cujus montibus Tigris fluvius modiis primo incrcmentis nascilur. (Jusl. , lib. XLII.) 3 Plin., lib. VIII, cap. 17. 5t 102 IIISTOHIA GKNKHAL Y NATURAL lias postreras é van á saltos), hay imiclios tlellos en la Tierra-Firme , ó comen á mu- chos indios, ó son muy dañosos. Mas co- mo he dicho , yo no los avria por tigres, viendo lo que se escribe de la ligere(;a del tigre é lo que se ve de la torpe^^a de aquestos ochís , que ligios llamamos en estas Indias. Verdad es que , segund las maravillas del mundo y los extremos que las criaturas mas en unas parles que en otras tienen , segund las diverssidades de las provincias y conslelafiones donde se crian, ya vemos (|ue las plantas que son nogivas en unas partes, son sanas ó pro- vechosas en otras , como la yuca, que en estas islas mala é en la Tierra-Firme es buena frucla. Y por esto di^e Sanct Gre- gorio ' que las hiervas que sustentan á unos animales, matan á otros. También se vee que las aves que en una provincia son de buen sabor, en otras partes no curan dellas ni las co- men. Los hombres en una parle son ne- gros , é en otras provincias son blancos, 6 los unos é los otros son hombres. Y aun estos ochís ó tigres que son quales he di- cho é tan hermosos en la piel, en la Tierra-Firme en la provincia de Cueva é otras, digo que de los mismos hay en INicaragua, é también los hay negros, en especial ^erca de la laguna de Cofabolca lamosa, é ferca de Salteba é por alli. Y no es de maravillar de lo que Plinio di- ce ^, que los leones solamente en Siria son negros. Ya podria ser que los tigres assi mismo fuesscn en una parte ligeros, como escriben, y que en la Tierra-Firme, de donde aquise habla, fuessen torpes y pesados. Animosos son los hombres y de mucho atrevimiento en algunos rejnos, é tímidos é cobardes naluralmcnle en (ílros. Todas estas cosas é otras muchas que se podrían degir á este propóssito, son fáciles de probar é muy dignas de creer de todos aquellos que hen leydo ó han andado por el mundo , á quien la propria vista avrá enseñado la experien- cia de lo que es dicho. A estos tigres ú ochis los matan fácil- mente los ballesteros, desta manera. Assi cómo el ballestero sabe donde anda al- gund ligre destos , vale á buscar con su ballesta é con un can pequeño ventor ó sabueso ( é no con perro de presa , por- que al perro que con él se ahorra, le mata luego , que es animal muy armado de grandíssima fuerfa). El qual ventor, assi como da del é lo halla , anda alrededor ladrándole é pellizcándole é huyendo , y tanto le molesta que le hace huir é en- caramar en el primer árbol que por alli está , porque el ligre de importunado del ventor, se sube á lo alto é se está allí : é el perro al pié del árbol ladrándole, y él regañando, mostrando los dientes, tírale el ballestero desde á do^e ó quince pasos con un rallón y dale por los pechos, y vuelve las espaldas huyendo, y el ligre queda con su trabaxo y herida , mor- diendo la tierra é los árboles. É desde á dos ó tres horas ó el otro día siguiente torna allí, é con el perro luego le halla donde eslá muerto é lo desuella ó trae al pueblo, porque el cuero es muy gentil ó la carne no es mala y el unto es muy provechoso para muchas cosas ; por[[ue demás de ser bueno para arder en el candil , es sano para guisar de comer, como buena manteca , é para aplacar qualquiera hincharon é postema. El año de mili é quinientos é veynle é dos años los regidores que éramos de la cibdad de Sánela Maria del Darien hefi- raos en nuestro cabildo una ordenanca, en la qual prometimos quatro ó finco pesos de oro al que matasse un tigre des- tos, y por este premio se mataron muchos dellos en breve liempo, de la manera i Mor. c. 6 1. src. el c. de Job38. 2 I'liii., l¡b. VIH, cap. 17. DE INDIAS. LIB. Xli. CAP. X. 403 que está dicho , é con gepos assi mismo. Para mi opinión dicho he lo que siento de ser ó no ser tigres estos ochis ; mas sea qualquiera de los que se notan en el número de la piel maculada, ó por ven- tura otro nuevo animal que assi mismo la tiene y no está en la cuenta de ios que están escriplos, porque de muchos animales que hay en Tierra-Firme, y en- tre ellos aquestos que yo aqui porné (ó los mas dellos), ningund escriptor de los antiguos hace memoria dellos, como quier que están en provincias que igno- raban, é que la cosmographia del Tho- lomeo ni de otros auctores no se lo acor- daba ni lo dixo , hasta que el almirante don Cripstóbal Colom nos la enseñó. Co- sa por gierto mas digna é sin compara- ción capagissima de memoria é grande que no fué dar Hércoles entrada al mar Mediterráneo en el Ogéano , pues los griegos hasta él nunca le supieron ', é de aqui viene aquella fábula que úiqe que los montes Calpe é Ábila (que son los que en el estrecho de Gibraltar, el uno en España y el otro en África , están enfrente uno de otro ) eran juntos , y que Hércoles los abrió é dio por alli entrada al mar Ogéano , é puso sus columnas en Cádiz é Sevilla^, las quales César mérilamente trae por devisa con aquella su letra de Plus Ultra. Palabras en verdad á solo tan universal Emperador, é no á otro príngipe alguno convinientes , pues en partes tan apartadas de donde Hércoles llegó (é donde después ningund otro príngipe ha llegado), las ha puesto su Ce- sárea Magestad. Y pues Hércoles tan po- co navegó , como de Gregia hasta Cádiz hay, y por esso los poetas ó historiales digen que dio la puerta al Ogéano , sin dubda la memoria de Colom de mas alto premio es y muy sin comparagion el mé- rito y ventaja que á Hércoles tiene. Vol- vamos á nuestra materia. No de"i:aré de Iraor aqui á memoria del lelor lo que se siguió de aquel ochi ó ti- gre que vino á Cé>ar, para acordar á los hombres que no aprendan offigios bestia- les ó de conversación de bestias fieras é indómitas. Al tiempo queste animal llegó á Toledo, pocos días antes ó después se muiió un león pardo que César tenia con que cacaba, y esta caga, aunque es rara y de príngipes, no es cosa nueva ni tan provechosa ni aplagible, como de aucto- ridad é significar una grandega que es mas apropóssito de un cagador é de sus salarios que de otro ninguno. Y cómo se murió aquel león, quedó vaco el offigio, y el leonero, por no perder su ragion é qui- tagion, suplicó á César que le higiesse merged de aquella guarda é administra- gion del tigre, ofresgiéndose de le doc- trinar é amansar é enseñar á cagar tan domésticamente ó mas que lo hagia con el león pardo ; y Su Magestad se lo conge- dió, y este cagador lo llevó á su posa- da , en una huerta fuera de Toledo , por- que las reglas que avia de enseñar á aquella bestia eran bestiales é para fue- ra de la cibdad. Mas en la verdad él se pudiera ocupar en otra cosa mas útil y de menos peligro á su persona, porque aquel tigre era nuevo é cada dia avie de ser mas regio é fiero é doblársele la ma- ligia. Con todo, por su buena industria, este cagador ó maestro desta nueva caga de tigres le avie ya sacado de la jaola é le tenia muy doméstico , alado con muy delgada cuerda, é tan familiar que yo me espanté de que assi lo vi ; é por salir de dubda el capitán Pamphilo de Narvaez é yo é otros hombres que estábamos en aquella sagon en la corte sobre negogios de Indias , fuimos á ver esta raanscdum- i PliiK, lilj. III, Prolioiiiiü. 2 Isid. Klliim. , lüjiu .\l\' , c:ip. 7. I'iiiiiiii>íiio Mt'la , !)(• silu orbis. \auAo A mico S,mio(m , Traijo^ (lia Mcdcu. iOV inSTOI^lA C.I'NERAL Y NATURA!, bro del ligie. Y (-(imo aquel que k; doc- Irinaba, eiileiulió que aviemos visto estos animales en estas Indias, quísose inl'or- mar de nosotros de la genealogía ó plá- tica destas bestias, y cúpome á mí la ma- no de responderle : y yo le dixe que en- tre quantos españoles á estas partes avian passado, que eran muchos millares de hombres , no sabia que alguno dellos oviesse contraído tanta amirif;ia con nin- guno deslos ochís ó tigres , como él tenia con aquel , y que por esso era él de mas mérito en tenerle tan pagífico é benívo- lo ; pero que lo rogaba que no fiasse del, que era mala bestia, é que dicsse gragias á Dios que le avie librado del pardo que se avie muerto , é diesse essotro tigre al diablo, y que no durmiesse con él, de una puerta adentro de noche ni de dia, ni de- xasse de estar en vela , porque sin dubda me páresela que ya le vía muerto , ó que á bien librar, le avia de poner en tra- baxo , é que yo no alcanraba otra cosa de la condición destos tigres. Estonces él , riyéndose é no paresgiéndole que yo meresfia gracias por tal consejo , llegó- se al tigre, é trayéndole la mano por el lomo, defia: "Esle é mi filiólo, é un anrolo >■ lo farro far miraciile; anri vorjUo andar in la India e parlar rinque ó se>j de quisti j)iu picolini é iiocjlio que César havia una caczia de Imperator , e voglio que mi diauno .slato.u Quiere degir esto quel cagador di- xo en su lengua lombardesca : Este ani- mal es mi hijo é es un ángel é yo le haré hager miraglos; antes quiero yr á las In- tlias é traer finco ó seys deslos mas pe- ([ueñilos , é quiero que Qésar tenga una caga de Emperador , é quiero que me dé un estado. Pues cómo yo y los que allí estábamos, vimos su contentamiento, los unos le loaban su buen deseo y los otros callaban ; y yo, como vi que des- variaba, óvele compasión, é dixe: «Dios lo haga, como vos lo desseais; pero loda- A'ia 05 acuerdo que no liéis desta bes- lia , porque vos penssais quél agrades- ce lo que le enseñays , y esso é! no lo ])uede aprender sin dicta; y él pienssa que os engaña á vos en sofrir la ham- bre , para que quando mucho le aqueje é no le deis de comer, confiado vos de su amistad , os lleguéis á rascarle, como agora lo hageis, y él os haga pedagos. Creedme, dixe yo, é cortadle las uñas, é aun sacádselas de rayz, é aun todos los dientes y colmillos : é no creáis que se las dio Dios , para que vos le deis á comerá horas diputadas, porque nunca alguno de su linaje comió en tinelo ni llamado con campana á la tabla , ni tuvo otra regla sino devorar , é crueldad á na- tura, é queréislo vos hager observante. \'o os prometo que si vivimos un año que ó vos ó el tigre aves de ser muertos; y perdonadme , que en verdad que os hé lástima." Mis palabras no le supieron bien é dixo quél me rengragiaba , pero quél sabia muy bien aquel offigio. Como yo no tenia nesgossidad de le aprender, nos fuimos riendo de su desatino. Y en la verdad yo quedé confiado que aquella amistad avie de durar poco , por([ue aun quando el calador le rascaba, el tigre no sé qué se degia regado ó murmuraba en- tre dientes. Finalmente que no passaron ociio días después, quando entrelíos ovo no sé que desacuerdo sobre sus liciones, y el tigre le oviera de matar al maestro, é lo tracto de manera que si no fuera so- corrido, le matara. Desde á poco tiempo el tigre se murió, ó su maestro le ayudó á morir , lo qual creo yo mas. Y en la verdad tales animales no son para entre gentes, segund son feroges é indómitos á natura. Y no tengo por menos bestiales que á los mismos tigres quien pienssa ha- cerlos mansos. Y pues deslos animales se ha tracta- do, diré un caso que en el Nombre de Dios acaesgió con un tigre deslos, que sin dubda es cosa notable. Andaba por DE INDIAS. LIB. XII. CAP. X. 405 alli un tigre, y entraba de noclie en el pueblo é mataba gallinas é perros é oíros animales, é aun indios mansos, ó ha^ia mucho daño, é armáronle con una alfa- prima é de manera quél cayó en el lafo, é quedó colgado por un brago extendido alto , é apenas llegaba con los pies al suelo. É cómo fué preso, dio un brami- do , al qual acudió toda la gente , é ya estaban en vela: ó con una ballesta regia, desde ú ocho ó diez pasos , un buen ba- llestero diüle con un rallón é meliósele hasta las plumas; é cómo se sintió heri- do, dio otro bramido é un tirón, (jue oviera de derribar una viga , de dó pen- día la soga que le tenia ; é diéronse prisa á tornar á armar la ballesta , é tiráronle Ires ó qualro langones, é ni ellos ni la saeta no le pudo passar aun el cuero: que assi cómo le dieron unas dos saetadas, se caían las saetas é los langones en tierra. É de tal manera se armó el tigre, que si el primero tiro no (que aquel le tomó desapercibido), ningund otro le en- tró ni le higo daño ; pero por aquel se desangró é se le acabó la vida. Esto fue año de mili é quinientos é veynte y cin- co , y todo aquel pueblo lo vio é es no- torio. Y esto baste quanlo á los tigres de Tierra-Firme, que los indios llaman ochis en la lengua de Cueva , y en la de Nica- ragua se dige teguan tal animal , é assi en diferentes provingias diferengiada- mente los nombran. En muchas partes se han visto des- pués , é hay estos animales desta é de la otra parte de la Unía del equinogío, don- de los españoles han andado , assi como en el nuevo reyno de Granada ó señorío del príngipe Bogotá , é también en las costas del famoso rio de la Plata , alias de Paranaguagu [Lám. 4.", ftg. 10.°). CAPULLO XL Del aiiinirtl fteoí-jquelos chripsliaiios llaman dantas, y algunos los llaman vacas en la Tierra-Firme. ijos españoles en la Tierra-Firme lla- man danla á un animal que los indios le nombran beori (en la provingia de Cueva), y diéronle este nombre , á causa que los cueros destos anímalos son muy gruesos; pero no son dantas. Antes en los nombrar assi es tan improprio el nombre, como lla- mar al ochí tigre. Estos beorís son del la- maño de un begerro de un año, los mayo- res. El pelo es pardo escuro é algo mas espesso quel del búfano , é no tiene cuer- nos, aunque los llaman vacas algunos. Son de muy buena carne , aunque es algo molligia mas que la de la vaca de Espa- ña. Los pies deste animal son muy buen manjar é muy sabrosos, salvo ques me- nester que cucgan veynte horas ó mas (quiero degir que estén muy cogidos), porque tardan en se coger. Alas estando tales, es raonjar para darle á qualquiera que huelgue de comer una cosa de muy buen gusto é digislion. Matan estos beorís con perros, é después que están asidos, ha de socorrer el montero con mucha diligencia á alcangar el beorí , antes que se entre en el agua , sí por allí gerca la hay ; porque después que se entra en el agua , rio ó laguna , se aprovecha do los perros é los mata á grandes bocados. É quando le toman apartado del agua, no tiene tanto cuydado de morder ni defen- dersse , como de huir al agua. Mas des- pués que en ella entra, hage lo contrarío; é acaesge llevar un brago con medía es- palda á gergen de un bocado á un le- brel , é á otro quitarle un palmo y dos del pellejo, assi como si lo desollasen. É yo he visto lo uno é lo otro , lo qual 406 HISTORIA GENERAL Y NATURAL n-) imrcn tan á sii salvo fuera del agua. Hasta agora los cueros dcstos anima- les no los saben en estas partes adobar, ni se aprovechan dellos los chripstianos, porque no se dan á ello ; pero son tan gruesos ó mas que los del búfano , y no creo que serian menos buenas las bardas ó cubiertas destos cueros de beoris para caballos de gente darraas , que todas las que pueden haberse en Ñapóles, ó donde mejores se liagen. Estos animales se la- men muy á menudo las manos, como eí oso, por alguna especialidad ó gusto que en ello hallan , é assi también las manos de los osos son de muy buen sabor : é yo vi en Mantua quel marqués Francis- co de Gongaga hagia en su palacio criar c engordar osos pequeños , é vi en su mesa tractarse este manjar por cosa pres- fiada , é aun le he probado alli é no me supo mal, y aun tengo por mejores las manos del beorí que las del oso. Do los pies no se hage caso para los comer, los qualcs é las manos tiene hendidos dos veces, assi que es de tres uñas cada uno: la cola es muy corta ó las orejas compli- das(Lrtm. 'i-.' ficj. M."). CAPITULO Xll. De Fos leones rasos que hay en la Tierra-Firmo, en la gobernación de Casulla del Oro, assi en la cosía del Norte , como en la del Sur é en otras parles. jeones hay en la Tierra-Firme reales, jiero son rasos , que en todo paresgen lebreles grandes escoceses, exgepto que son muy armados é sin barbas ni bedi'as algunas. Ni son tan denodados como leo- nes de África : antes son cobardes é hu- yen (puesto que tal propriodad es común á los leones, que no liagen mal, sino los persiguen é acometen) '. Málanlos balles- teros de la manera que se ha dicho que matan á los ocliís ó tigres , porque assi se encaraman en árboles. Donde yo los he visto es en la gobcrnagion de Castilla del Oro, en Tierra-Firme, en la costa del Norte ó en la del Sur ; ó son de co- lor leonado , é matan á los indios, qiian- do los toman solos. CAPITULO XIIL L)el cato cerval. Ijato gerval es animal fiero é de la ma- nera y hechura y color que los gatos par- dillos pequeños, mansos domésticos, que tenemos en las casas, para la guerra de los ratones. Mas estos gervales son tan grandes ó mayores que los tigres ú ochís, de quien se tracto en el capítulo X , y es el mas feroz animal que hay en la Tierra-Firme, y del que los chripstianos mas temen , porque es mas ligero de lo- dos los que por allá hay ó se han visto, y muy osado. En la Nueva España y otras partes deslas Indias los hay. Yo vi el año de mili é quinientos y quatro uno destos gatos muerto á par é al pié de la peña de Amboto en Vizcaya, el qual deslicó de una breña rasa é murió del golpe que dio abaxo. É aunque lie visto muclins l¡- 1 Plinio, ú\>. VIH, cap. 10. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. XIII. 40'; gres en las Indias ú ocliis , é muchos leo- nes reales en España ó Italia é Flandes, en espegial en Gante , en el palacio de César, vi uno muy fiero é viejo el año de mili é quinientos é diez y seys ; mas en todos ellos no he visto animal de tan fieros colmillos é dientes é uñas, como era oí que he dicho que vi junio á la peña de Amboto. Acá en estas Indias los hay muy fieros donde he dicho; assi co- mo en la tierra del gran príncipe Bogo- tá , que los españoles llaman Nuevo Rey- no de Granada : é son de muy hermoso pelo é para ricos enforros de señores é altos hombres de Estado, é los indios es- tímanlos mucho. CAPITULO XIV. De los Icones pardos. lacones pardos hay en Tierra-Firme, bermejos é pintados de manchas negras de la manera ó forma que los he visto traer en la cafa al rey Luis de Frangía é otros prín(^ipesen Italia, ó como aquel que tuvo la Cesárea Magestad, que so murió en Toledo, del qual se hizo men- ción en el capítulo X, de los tigres, y como los que hay en África : é son ve- loces é fieros; mas ni aquestos ni los leones rasos yo no sé que hayan fe- cho mal á chripstianos, ni que lo ha- yan acometido á hager, como los ti- CAFITULO XV. Pe las raposas de Tierra-Firme. lAaposas hay en la Tierra-Firme, en las gobernaciones de Castilla del Oro é en otras , en ambas costas del Norte é del Sur , é son bermejas ; y otras hay tan ne- gras como un terciopelo muy negro , 6 son muy ligeras é maliciosas, é algo me- nores que lasdeEspaña: y parésfemeque, aviendo cantidad dótales pellejas, que se- ria muy buen enforro el que destas rapo- sas se hiciesse , sabiéndolas bien adobar. CAPITULO XVL De los lobos de la Tierra-Firme. ijobos he visto en la gobernación de Castilla del Oro y en la de Nicaragua, é son bermejos é malos é comen algunos indios. É en muchas partes de la Tierra- Firme los hay, en especial en la costa adentro del rio de la Plata, muy grandes é mayores que grandes alanos: é tienen el pelo como de vaca, é los dientes co- mo de perro , é son muy armados de col- millos, é toda la noche andan , dando mu- chos ahuUidos que ponen terror grande á quien no ha acostumbrado á los oyr. IUSTOiíIA GKNERAL Y NATURAL CAPITULO XVII. Do l;is ooirillas hiilioinliis do la Tiorra-Finiir H. lay linas rorrillas en la Tierra-Firme on muclias partes é provingias que tie- nen muy pésimo hedor, aunque passen bien desviadas de hombre, si el vien- to viene de háfia ellas. É porque ya se dirá destc aborresfible animal é su propriedad é la causa por qué los cala- dores ó monteros le dexan é se apar- tan de asco, en el libro XXIV, capí- tulo XIII lo hallará el letor mas larga- mente, para donde rae paresge remiti- llo , porque alli se tracta de tres anima- les muy notables, y es aqueste el uno dellos.' CAPITULO XVIIL Perros gozques en la Tierra-Firmo. JLlicho tengo de los perros gozques de la Tierra-Firme que los hay en muchas partes que no ladran, é son mudos é muy buenos para comer y de todas colores de perros ; y también los ovo en esta Isla líspañola é en las otras deste golpho. Y cómo lo he dicho en el capítulo Y deste libro XII y alli lo puede aver visto el le- tor, si desdel pringipio se ha querido informar de los animales destas parles, por tanto uo hay nesgessidad de lo re- petir aquí. Y también hay muchos de los que se truxeron de España , é muchos dellos se han algado é fechóse salvajes é andan en los montes é son muy da- ñosos. CAPITULO XIX. Do los ciervos que hay en la Tierra-Firmo , c gamos á coreos semejantes á los de España. E, jn la Tierra-Firme, en muchas partes della , assi como la gobernagion de Cas- lilla del Oro é Veneguela é Sancta Marta é Cartajena é Veragua é Honduras é en la ¡S'ue\'a España é en la costa austral é en la Xueva Castilla , hay muchos giervos é gamos é corgos ni mas ni menos que los de Castilla, é los indios señores é priu- gipales son grandes monteros é los cor- ren é montean é matan con langas é ojeos é con flechas é también con gepos é otras maneras. É se presgian de tener muchas * También dá Oviedo en el capítulo XXXIV del liliru VI ó de los Depósitos curiosas noticias de es- la', ZMrrilla<: y de los otros dos animales que en este cabegas de tales animales en sus plagas é casas de sus assientos: en espegial en la provingia de Nicaragua hincan unas cañas luengas é muy gruesas ( que en aquella tierra hay), é en cada caña po- nen cabegas destos animales con sus cuer- nos, á demostragion de Estado. Estos gier- vos en Nicaragua se llaman marat , é no son muy ligeros, porque están vegados á vivir en paz, é esperan mucho. Y caso que algunos indios é señores sean mon- teros, hay tantos y tantos giervos que no lugar menciona. En el libro XXIV , quinto de la se- gunda parlo , á que se remite, las amplia notable- mente. DE INDIAS. LIB. XII. CAP. XIX. 409 se pueden agotar ni los acosan tan de hecho que parezca que los fatigan ni es- pantan. En el golpho de Orotiña hay islas y todas ellas tienen muchos giervos. Toda esta salvagiua es de muy buena carne, y en todo tiempo del año, en es- pecial en esta provincia de Nicaragua y en León de Nagrando , ques la principal cibdad de aquella gobernación. De los cueros destos animales hagcn los españo- les muy buen calgado de gapatos é bor- ceguíes, é vaynas de espadas, é cueros de sillas despaldas para assentar, é para cubrir sillas ginetas é otras cosas ; é de lo mismo hacen las suelas del calcado , é turan bien , si no lo mojan. CAPITULO XX. Que Iracta de los puercos nioiUeses de la Tierra-Firme, en diversas provincias. iTluchas é grandes manadas de puercos hay naturales de la Tierra-Firme, y en Castilla del Oro, en la provincia de Cueva, los llaman chuche , é los indios en otras provincias lo llaman baqiiira: é como an- dan en manadas juntos , no osan acome- terlos los otros animales , puesto que uo tienen colmillos; mas muerden muy re- ciamente é matan los perros á bocados. Estos puercos son algo menores que los nuestros é mas peludos ó cubiertos de cerdas ásperas: tienen el ombligo en medio del espinaco , y en los pies trase- ros no tienen dos pecuñas, sino una en cada pié , é quando se embravescen ó es- tán enojados, baten las quixadas ú hogico tan apriessa, como suelen las cigüeñas so- nar el pico, dando tabletadas : en todo lo demás son como los nuestros. Qnando los chripstianos topan alguna manada de- Uos , procuran de se subir sobre alguna piedra ó troncón de árbol, aunque no sea mas alto que tres ó quatro palmos: é des- de alli, cómo passan , con im langon hiere dos ó tres é los que mas puede , é socor- riendo los perros, quedan algunos dellos desta manera muertos. Son muy peligro- sos, quando assi se hallan en compañía, si no hay lugar desde donde el montero los pueda herir, como es dicho. Algunas ve- ces se hallan é se toman algunos lecho- nes, quando las pueicas se apartan á pa- rir ; é tienen muy buen sabor, é hay mu- chedumbre deste ganado salvaje. CAPITULO XXI. Del oso hormiguero en Castilla del Oro y en otras partes de la Tierra-Firme. O. 'so hormiguero es un animal que en muchas partes de la Tierra-Firme se ha- lla, en especial en Castilla del Oro. Es á manera de oso en el pelo , é tienen corta la cola, 6 aquella tiene pelos encima é debaxo della , é no á los lados de la mis- ma cola : é paresgen mucho á los osos de España , excepto en la cabeca , porque tienen el hogico muy mas largo ; pero TOMO 1. pequeña boca, é un agujero por do sa- can la lengua, tan grande como una espa- da de espadar lino , é quassi de aquella hechura; é son animales de muy poca vista. Témanlos muchas veces á palos , é no son nocivos , é fácilmente los perros los alcancan, é los matan , si con diligen- cia no los socorren los monteros, porque no se saben defender ni tienen armas pa- 52 HO HISTORIA GENERAL Y NATURAL ra ello , aunque rauordcn algo. É híiUanse lo mas con(ínuamen(o fcrca de los hor- migueros (le torronteros, que liaren fierta generaí'ion de hormigas muy menudas é negras , en las campañas é vegas rasas, que no hay árboles , donde por destin- to natural ellas se apartan á criar fuera de los bosques, por recelo deste animal: el qual , como es cobarde é desarmado, siempre anda entre arboledas é espessu- ras , hasta que la hambre é nesgessidad ó el desseo de apasgentarse destas hormi- gas le hagen salir á los rasos, á buscarlas. Estas hormigas hagen un torrontero tan alto como un hombre, é poco mas, é al- gunas veges menor, é grueso como una arca ó caxa cortesana ; é á veges como una pipa, é duríssimo como piedra (é paresgen estos tales torronteros majanos ó cotos que dividen ó señalan términos). É debaxo de aquella tierra duríssima de que están fabricados, hay innumerables [Láin. hf ,f\g. 1.") ó quassi infinitas hor- migas muy chiquitas, que se pueden co- ger á gelemines quebrando el dicho tor- rontero : el qual de averse mojado con la lluvia, é tras el agua aver sobrevenido la calor del sol , algunas vcges se resquie- bra é se hagen en él algunas hendeduras ó crietas, pero muy delgadas. Y digo tan delgadíssimas, que un filo de un delgado cuchillo no puede ser mas sotil. É pares- ge que la natura les da entendimiento pa- ra hallar tal manera de barro estas hor- migas, que pueden hager aquel torronte- ro ques dicho , tan duríssimo que paresge una muy fuerte argamasa : lo qual yo he experimentado , porque los he fecho rom- per é derribar, é no pudiera creer sin verlo la durega que tienen, porque con picos é agadones é barretas de fierro son muy dificultosos de deshager , y por en- tender mejor este secreto , en mi presen- gia se han derribado algunos. Lo qual, como es dicho, hagen las dichas hormi- gas para se guardar de aqueste su adver- sario ú oso hormiguero , que es el que pringipalmentc se debe gebar ó substen- tar deltas , ó les es dado por su émulo , á tal que se cumpla aquel común prover- bio que dige: no hay criatura tan libre á quien falte su alguagil. Este que la natura le dio á tan peque- ño animal, tiene esta forma para usar su offigio en las escondidas hormigas, como ejecutor de su muerte : que se va al hor- miguero que es dicho, é por una hende- dura ó resquebrajo, tan sotil como un fi- lo de espada, comienga á poner la lengua, é lamiendo humedesge aquella hendedu- ra por delgada que sea; é son de tal pro- priedad sus babas é tan continua su per- severangia en el lamer, que poco á poco hage lugar y ensancha de manera aque- lla hendedura que muy descansada ó an- chamente é á su voluntad mete é saca la lengua en el hormiguero, la qual tiene longuissima é desproporgionada (segund el cuerpo) é muy delgada. Después que la entrada é salida tiene á su propossito, mete la lengua todo quanto puede por aquel agujero que ha hecho é éstase assi quedo grande espagio ; é cómo las hor- migas son muchas é amigas de la hume- dad , cárganse sobre la lengua grandís- sima cantidad dellas é tantas que se po- drían cojer á almuergas ó puños : é quan- do le paresge que tiene hartas é es tiempo, saca presto la lengua, resolviéndola en su boca é cómeselas, é torna por mas. É desta forma come todas las que él quiere é se le ponen sobre la lengua. La carne deste animal es súgia é de mal sabor; pero como las desaventuras é nesgessida- des de los españoles en aquellas partes en los pringipios fueron muchas é muy ex- tremadas, no se ha dexado de probar á comer; pero háse aborresgido tan presto tal manjar , cómo se probó por algunos chripstianos. Estos hormigueros tienen debaxo á par del suelo la entrada á ellos, é tan pequeñíssima que con dificultad se DE INDIAS. LIB. XII. CAP. XXI. 411 hallaría , sino fuesse viendo entrar é salir algunas hormigas ; pero por alli no las podria dar el oso , ni es tan á su propós- sito para ofenderlas, como por lo alto, en aquellas hendeduras, segund que está di- cho. Otros animales hay en este offigio de comer las hormigas de la misma manera; é ¡lámanlos assi mismo los chripsí/a/ios oso hormiguero en los aUos é tierras de Bogo- tá que los españoles llaman la Nueva Gra- nada é otros la tierra de los Alcá^^ares '; pero estos otros osos hormigueros tie- nen colas é bien negras ,. é por esto creo yo que es otro género de animales. Mas como es dicho , su offigio ha dado causa de les dar el mismo nombre á los unos que tienen los otros. También los hay en la provincia de Vcneguela , y alli son es- tos animales de mucha fiierga, tanto que ha acaesQido derribar á un hombre de caballo y raaltractarle ; y en el año que passó de mili é quinientos é quarenta y uno, estando en aquella tierra el reve- rendo señor obispo D. Rodrigo de Basti- das , fué muerto un oso destos é le ha- llaron las canillas de los bracos é de las piernas mágicas, lo qual yo supe del mis- mo obispo ^. CAPITULO XXII. De los conejos ¿ liebres. i^onejos é liebres hay en la Tierra -Fir- me en muchas partes della y en Castilla del Oro, en la lengua de Cueva: tienen el lomo é pelo como de liebre , ó lo de- mas es blanco assi como el vientre é las hijadas ; é los bragos é piernas son algo pardicos , y á mi paresger estos tienen mas parte de liebres que de conejos, aunque son menores que los conejos de España. Témanse las mas veges, quando se queman los montes, y assi mismo con lagos. Mas en Nicaragua hay muchos conejos assi como los de España, de los quales yo he comido muchos , é los in- dios los salan é tienen mucho tiempo assi en gegina, para quando les ñilta la carne fresca. É assi mismo hagen muy buenos tasajos de venados é los tienen mucho tiempo : é assi mismo es buena gegina de los perros que llaman xulos é ellos crian para comer , é que tienen en casa é los estiman mucho. E estas geginas usan por mercaderia, porque tienen abundangiade todos estos animales. CAPITULO XXIIL De los animales encubertados. ijos encubertados son animales mucho de ver y muy extraños á la vista de los chripstianos y muy diferentes de todos los que so han visto en otras partes del mundo y en estas, y á ninguno se pue- 1 Todas las palabras y silabas que van subra- yadas se han suplido , siguiendo el sentido del tex- to, por cslar el códice original rolo en esta parle. den comparar sino á los caballos encu- bertados. Estos son animales de quatro pies, é está cubierto todo de una cober- tura ó pellejo de una sola concha duríssi- ma , de color pardo claro , é por debaxo 2 Hallándose corlado medio renglón del ma- nuscrilo original, no es ya posible suplir del lodo las últimas palabras de este capitulo. 412 HISTORIA GENERAL Y íNATUIUL de aquella concha salen las piernas 6 la cola , é en sii lugar salo la cabega é pos- ciiefo. Finalmente, es do la manera que un corsier con bardas , é del tamaño de un perrillo gozque ó podenco pequeño. La cola es de mas de un palmo é al ca- bo muy delgada , ó el hocico luengo , é las uñas hendidas dos veges , de manera que le queda fecho tres partes cada pié ó mano, é la uña de enmedio es algo ma- yor que las otras, é todas tres agudas : é con aquellas cavan tan apriessa, que ha de ser gran cavador el peón que cavare tan- to como este animal yrá minando en tier- ra sana, aunque allí ninguna cueva ten- ga , por poco coraieneo ó agujero que halle principiado. Es animal que hage su habitafion en torronteras éen lo llano, é cavando, como es dicho, con las manos, ahondan sus cuevas é madrigueras de la forma que los conejos las suelen hager. Son excelente manjar é témanlos con re- des, é algunos matan ballesteros, ó las mas vefcs se toman, quando se queman los campos, para sembrar ó por renovar los hervajes para las vacas y ganados. No hagen mal é son muy cobardes. Quitán- doles aquella concha, están muy gordos é quassi lo mas dellos cubiertos de grasa ó manteca sobre la carne: é porque to- man mucho la sal, é sin ella son muy dulces , no los comen sino salados de un dia antes, porque no echándoles sal, son tan gordos que empalagan ó dan fastio; pero es buena carne {Lám. 5.*, fg. 2.'). Yo los he comido algunas veges , é son mejores que cabritos en el sabor, é es manjar sano. No podría dexar de sospe- charse, si aqueste animal se oviera visto donde los primeros caballos encuberta- dos ovieron origen , sino que de la vista destos animales se avia aprendido la for- ma de las cubiertas para los caballos de armas. CAPITULO XXIV. Del aiiinuil que en Castilla del Oro llaman perico-ligero los cspoñoles, y en otras partos se llarna la pereza. i ERico-LiGERO llaman en la Tierra-Firme á un animal el mas torpe que se puede ver en el mundo, é tan pcsadíssimo y tan espacioso en su movimiento, que pa- ra andar el espafioque tomarán ginqüen- ta passos, ha menester un dia entero. Los primeros chripstianos que passaron á la Tierra-Firme, quando ganaron el Darien en la provincia de Cueva , como vieron á este animal ( acordándose que en España suelen llamar al negro Johan Blanco, por- que se entienda al revés; , le pusieron el nombre muy apartado de su ser, pues seyendo espagiosíssimo, le llamaron lige- ro, y en la provincia de Venezuela le lla- man la pereza. Este es un animal de los extraños , y que es mucho de ver por la desconformidad que tiene con todos los otros animales. Será tan luengo como dos palmos, quando ha cresgido todo lo que ha de cresfer, y muy poco mas desta mesura será, si algo fuere mayor. Meno- res mucho se hallan , porque serán nue- vos. Tienen de ancho, medido á la redon- da, quassi tres palmos: tiene quairo pies y delgados , y en cada mano é pié quatro uñas largas, como de ave, é juntas; pero ni las uñas ni las manos no son de mane- ra que se pueda sostener sobre ellas , y desta causa , y por la delgadez de los bragos é piernas é pessadumbre del cuer- po , trae la barriga quassi arrastrando por tierra. El cuello del es alto é derecho é todo igual, como una mano de aimhirez que sea de una igualdad hasta el cabo, ó como un cuello de calabaza seguido , sin DE INDIAS. LIB. XII. CAP. XXIV. 413 hager en la cabera proporción ó iliferen- (.ia alguna fuera del pescuezo. É al cabo de aquel cuello tiene una cara quassi re- donda , semejante á la de la lechuda , y el pelo proprio : hage un perfil de sí mis- mo como rostro en fircuyto, [)Oco mas prolongado que ancho, y los ojos son pe- queños y redondos , é la nariz como de un monico, é la boca muy chiquita; é mueve aquel su pescuezo á una parte é á otra , si mueve el cuerpo , porque la ca- bera é el cuello todo es una cosa, é no se puede mover sino junto, é paresge atontado. É su intención, ó lo que paresge quél procura é apetesge, es asirse de ár- bol ó de cosa por donde se pueda subir en alto : é assi las mas \eqes que los ha- llan á estos animales, los toman en los ár- boles, por los quales trepando muy es- paciosamente, se andan colgando é asien- do con aquellas luengas uñas , que á este propóssito son mas que para andar por tierra. El pelo es entre pardo é blanco quassi (como el pelo del texon) , é no tie- ne cola. Su voz es muy diferente de to- das las de los otros animales del mundo (y de noche solamente suena), y toda la noche en continuado canto do rato en rato , ó con medida de pausas, cantando seys puntos uno mas alto que otro siem- pre baxando, assi que el mas alto punto es el primero , é de aquel baxa, disminu- yendo la voz ó menos sonando , como quien dixesse la... sol. . . fa. . . mi. ..re., iit. . assi este animal dige ha... ha... lia . . . lia . . . ha... ha... Y tanto quanto tarda en can- lar estos seys puntos, otro tanto espacio ó pausa calla, é torna á cantar en el mis- rao tono é medida otra vez é á callar , ó por esta orden pasa la noche toda en esta su música. Sin dubda me paresge que , assi gomo dixo en el capítulo pre- cedente de los encubertados, que seme- jantes animales pudieran ser el origen ó aviso para hager las cubiertas á los ca- ballos , assi , oyendo aqueste animal el primero inventor de la música , pudiera mejor fundarse para le dar pringipio, que por cosa del mundo é mas al propóssito. A Tubal Caim, hijo de Lamech, atri- buye Josepho la invengion de la música, é otros digen que los pueblos de Arcadia con cañas largas y delgadas fueron los primeros que hallaron el canto. Laergio dige que lo halló Pitágoras , philósopho. Pero este animal perico-ligero, antes le llamara yo perico-músico , pues que nos enseña por sus seys puntos la... sol... fa... mi... re... ni...; y aunque la pro- nungiagion todas seys veges sea ha... ha... ha... ha... ha... ha..., el tono es diferente é justamente un punto mas baxo cada una de sus voges. Y como he dicho, esta su música exergita de noche y nunca de dia ; y assi por esto como porque es do poca vista é le ofende la claridad, me paresge animal noturno ó amigo de es- curidad ó tinieblas [Lám. 5.', fig. 3.^). Algunas veges que tómanoste anímale lo traen á casa , se anda por ahy de su espagio , é por amenaga ó golpe ó agui- jón no se mueve con mas prestega de lo que sin fatigarle él acostumbra moverse; é si topa algún árbol , luego se va á él é se sube á la cumbre mas alta délas ramas é se está en el árbol ocho y diez y veynte días, é no se puede saber ni entender lo que come. Yo le he tenido en mi casa, é lo que supe comprehender de aqueste ani- mal os que se debe mantener del ayre : c desta opinión mia hallé muchos , porque nunca se le vido comer cosa alguna , sino volver continuamente la boca hágia la' parte quel viento viene, mas á menudo que á otra parte alguna ; por lo qual se conosge quel ayre le es muy grato. Y á esta mi opinión procedió que uno des- tos animales que yo tenia se soltó un dia con una cuerda que tenía á un pié é se subió en un árbol, dentro en casa, é dióse talos vueltas con el cabo de la cuerda á las ramas (¡el árbol , quél no pudo dexar 4li HISTORIA GENERAL Y NATURAL ito , porque he oydo degir que el pito cria assi. Hay muchas ánsares de passo bravas y es el passo dallas por def iem- bre. Muchos páxaros hay acá de los que en España andan por ios sotos, é cantan bien (que no les saben acá los nombres), é también liay ruyseñores que en el canto son cosa de oyr y de umy dulge melodía, aunque no hagen tantas diferencias, como los de España, en el cantar. Hay innume- rables cuervos marinos, é los esmerejo- nes son de todas raleas. Hay aberramias; pero las destas Indias tienen el plumaje de color encarnado y el pico no tan luen- go, como las de Castilla. Todas estas aves, de que he hecho mengion en este capí- tulo, son naturales en esta isla, assi como en España, é todas ellas las hay en estas islas, y en la Tierra-Firme estas é otras muy mas en abundancia. CAPITULO III. De las aves que se lian Iraydo de España, que en esta isla é Indias no las avia. H ánse traydo á esta isla é á las otras comarcanas é á la Nueva España é á la Tierra-Firme muchas gallinas é gallos de los nuestros de España , é hánse heclio muy bien y en grande abundancia, é hay muchos é muy hermosos capones y en gran cantidad en todas estas partes é In- dias. Hánse traydo muchas palomas duen- das , é críanse bien é hay muchas dellas en esta cibdad, en muchas casas y en los heredamientos é otras partes de aquesta Isla Española , donde hay poblaciones de chripstianos. Hánse traydo algunos pavos de los de Castilla; pero no se hacen ni multiplican bien, como en España. Y lo mesmo digo de las ánsares de Castilla, porque las que acá vienen no multipli- can ni se dan tan bien como allá, aunque hay algunas ánades de las caseras de Castilla que se han traydo assi mismo , é hánse hecho muy bien é hay muchas de- llas, puesto que destas hay acá naturales infinitas, pero mas chiquitas. CAPITULO IV. De las aves que hay en esta Isla Española, las quales no hay en España ni allá se crian. R lay muchas maneras de papagayos en esta isla , assi de los verdes, tamaños ó mayores que palomas ( que tienen un ílueco de plumas blancas en el nascimien- lo del pico), como de los otros del mismo tamaño é verdes que tienen aquel ílueco que he dicho, pero colorado , como un carmesí. Hay otros menores, de colas luengas , é los codillos ó encuentros de las alas é los sobacos colorados , é lodo el restante dellos verde , é aquestos se llaman xaxabes. Otros hay de otras ma- neras , assi en esta como en las otras is- las; pero porque en la Tierra-Firme hay mucha mas cantidad ó diversidad destos papagayos , alli se dirá lo que aquí no se face; porque á la verdad , en esta isla no los hay tantos ni de mas diferencias de las que se dixo de suso. Verdad es que hay unos paxaritos todos verdes , no ma- yores que los xilgueritos de Castilla; pero aquellos, aunque sean verdes, no son papagayos. Creo yo que en la Tierra- Firme passan de ciento é mas diferencias ■íí msrOHIA GEM-IÍAL Y NATURAL en los pliiiiiajcs de los papagayos , é lo- dos ó los mas dellos son muy conformes ó quassion la hechura, exgepto en el la- maño é colores de plumas ; pero en los picos y en la torpeen y hechura de los pies , muy semejantes los unos á los oíros. Hay assi mesmo en esta isla unos paxari- tos tan negros como un lergibpelo negro, muy bueno ; é son tan pequeños , que nin- gunos he yo visto en hidias menores, ex- (.•epto e! que acá se llama páxaro mos- (juito: el qual es tan pequeño, que el bulto del es menos harto ó asaz que la cabera del iledo pulgai' de la mano. Este no le he visto en esta isla ; pero dícjenme que aqui los hay , é ])or esso dexo de ha- blar en él, para lo defir donde los he visto, que es en la Tierra-Firme, quando dolía se tráete. Otros ptixaros hay de mu- chas colores é que cantan muy bien é de diferentes voges ó manera de cantar : é porque desto basta lo que está dicho, diré de algunas aves en particular, que son mas notables é cosas para encomen- dar á la memoria. CAPITULO V. De los páxaros eomuneros , ó que viven iiiiichos junios en coniuniíliid. ilay en esta isla un género de páxaros algo menores que los que en Castilla lla- man gorriones ó pardales , é parés^enles algo en el plumaje é diligencia , é son no menos astutos ó maliciosos. Estos son de grande ánimo en quadrilia é ayuntamien- to. Su color é plumaje es pardillo gris, y hagen un nido tan grande ó mayor que los que suelen hager las cigüeñas en los campanarios é torres de Castilla. Estos hagan de rama de tal manera compues- tos y entretexidos é regios , que es admi- ración grande, segund estas aves son chi- quitas: é alli denlro en aquel su nido tienen sus diferengias ó divididos aparta- mientos é geldas, donde distintos crian; y por lo menos tiene un nido de aques- tos doscientos ó trescientos páxaros. Ési por caso atraviessa por ahy gerca alguna ave de las grandes , aunque sea de ra- piña , como los guaraguos que tengo di- cho que se comen acá los pollos (é aun las gallinas), salen á esquadrones estos páxaros con gran niydo , é golpéanle tan atrevida é denodadamente , que no hay abispas ni otra cosa semejante tan eno- josa ni tan continua , hasta que la ha- gen huyr, é aun aviéndole dado assaz repelones é sacádole las plumas. Final- mente , que gerca de donde aquestos ni- dos están; assi se guardan é apartan las otras aves dellos, como se apartan los hombres de los abisperos. Yesgierto que es cosa mucho de ver, quando tienen alguna difcrengia destas con los cami- nantes, digo con las otras aves de passo que acaso se agierlan por alliá buscar Iíí vida. CAPITULO VL De los alcalraccs grandes que liay en esla Isla Española y en lodas las oirás islas y cosías de la Tierra-Firme. Uicho y escripto tengo algunas diferen- gias de aves que están debaxo del nom- bre de alcatrages, é de algunos de aque- llos hay en las costas de la mar en Espa- ña; pero de los que agora diré, yo no los he visto ni creo que ahy haya , sino en DE INDIAS. LIB. XIV. CAP. VI. 445 estas partes , ni he oydo defir que los haya en otras. Son estos alcatraces, de quien agora hablo, como grandes ansaro- nes , é son todos pardos , é las plumas mayores de sus alas son negras en los cuchillos ó maestras. Los pies tienen como de patos; pero tienen esta diferení^ia: que tienen un garrón en los talones , é desde aquel tienen continuada aquella tela do la pata á los otros dedos. Assi que, aquella pala es muy mayor que lo seria sin aquello , ó que lo son las patas de los ansarones. Tiene un pico tan grande como dos palmos de luengo, é á par de la calieca es tan ancho ó mas que una mano do hombre , c desde alli se va disminu- yendo hasta la punta ó fin del pico ; pero en el extremo, donde es mas delgado, queda mas ancho que el dedo pulgar, é de alli declina algo para abaxo, de ma- nera de uña. É aquello de la parte supe- rior del pico todo es duro , é la mandí- bula baxa se abre tanto é hace un papo que le va hasta el pecho : é cómo tiene el cuello grande, yo he visto algunas ve- ges meterle en el papo un sayo de un hombre, é algunas veges una capa, é al- gunas veges dos y tres jubones é gapatos é bonetes media dogena dellos. Son en el pecho de plumaje blanco , é quando vue- lan llevan cogido el cuello y el pico pe- gado , de manera que paresge que no tie- nen pescuego. En fin , esta ave puesta en tierra y extendido el cuello, paresge mu- cho á una grande ave que yo vi en Flan- des , en Bruselas , en el palagio del Em- perador Rey, nuestro señor, año de mili é quinientos diez y seys ; é acuerdóme que la llamaban hayna , y que estando un dia comiendo Su Magestad en la gran sala, le truxeron en su Real presengia de comer á aquella ave en una caldera de agua giertos pescados vivos , é los comió assi enteros , como estos alcatrages que digo suelen hager los que toman. Aquella ave yo creo que era de mar, é tales te- nia los pies é todo lo demás, como estos alcatrages en (¡uien yo hablo, salvo que no tenia el papo que digo que tienen los de acá ; pero era mayor ave aquella y de mas hermoso plumaje é mayor pico, pero no le abría lauto ; porque como tengo dicho , no tenia aquella el papo de la forma que estos alcatrages de acá. Los quales, quando vuelan , se suben en alto ó tienen muy buena vista, é déxanse caer juntadas las alas en la mar, é viene hecho un ovillo , y del golpe que dá, como es grande, salta mucho el agua para arriba , y él toma el pexe é sale luego para suso sentado en el agua, é trágaselo. É tórnase á levantar é subir en alto , é hage otra é otras muchas ve- ges lo mesmo : é desta manera anda pes- cando en las costas y en los rios , dó en- tran en la mar, y en el de aquesta cib- dad cada dia muchos dellos junto á la ribera : é digo tan junto , que há pocos dias que un escudero de los que yo aqui tengo en guarda desta fortaleza de Saucto Domingo , buen ballestero , tiró á un al- catraz destos desde dentro desta casa , é le quebró un ala , estando sentado en una peña, al pié de la fortaleza. Y estos hombres de casa en mi presengia le me- tieron en el papo un sayo de un paje mió, con harto faldaje é mangas anchas; y no era de los mayores el alcatraz, porque no era viejo; y esto es muy notorio acá: que una capa, si está un pocorayda,y lo que tengo dicho les cabe en el papo á estas aves. E assi quando los matan, les hallan en el vientre, y ellos por sí en siendo heridos regetan é langan el pes- cado que avian comido ; é algunas veges es tanto, que podrían largamente comer dos hombres é tres con otro tanto. Al- gunas veges con nesgessidad los chrips- lianos han comido estos alcatrages; pero no los han por buen manjar , porque sa- ben al pescado é huelen mucho al ma- risco. 44G HISTORIA (ÍENEHAL Y NATURAL CAPITULO Vil. De las aves nolurras que hay en esla Isla Española. E [ay en esta isla unas aves mayores que vencejos, é las alas tienen y el vuelo do la mesma foruia , é vuelan con tanta ve- loQidad é con aquella manera de voltear, subiendo é descendiendo , dando vueltas en el ayre. É no salen ni se veen sino al tiempo que el sol se entra debaxo del horigonte , é también algunas \eqes si el sol no paresfe, por estarcí gielo nubloso: poco antes que él sea puesto también sa- len, assi como lo hafen los murciélagos, é andan toda la noche ; é de quando en quando algunas \eges chillan en fierta forma que se oyen desde lexos dcllos. No sé como los llaman los indios en esla tierra ; pero he visto muchas aves clestas en la Tierra-Firme, salvo que en el plu- maje son algo diferentes. En aquella bre- ve suma que escrebí en Toledo deslas cosas de Indias los llamé pasaros notur- nos ; mas aquellos son muy enemigos de los murciélagos é ándanlos golpeando é persiguiendo , y es cosa para holgar mi- rar su contraste. Pero estos otros de acá en esta isla no van tras los murciélagos, ni son tan grandes aves, é también en el plumaje difieren, puesto que no en la cafa de los mosquitos. Los murciélagos de aquesta isla son pequeiíos é no hay muchos y enciérranse presto, á mi pares- Cer. Hay assi mismo muchas lechucas en esta isla, y en los pueblos, é dó hay bullios de paja ; pero son menores lechu- Cas asaz que las de Castilla , porque las de acá son como un cernícalo torcuelo ó menores. Hay buhos, pero muy chiquitos é no mayores que las lechucas que he dicho , é assi con aquellas orejas ó cuer- nos levantados en la cabeca y del proprio plumaje , é los ojos pequeños á pro- porción del cuerpo; poro muy claros, co- mo los buhos de España. Mochuelos hay assi mismo, pero pequeños como las le- chucas é buhos que he dicho, é aun algo menores; é assi los ojos, como los tienen los de Castilla. CAPITULO VIH. De las grúas y perdices ó loriólas de la isla de Cuba ó Fcrnandina. JHay en la isla de Cuba innumerables grúas de las mismas que se suelen ver en España, digo de aquel plumaje é gran- deca é canto: las quales son naturales de aquella isla , pues crian alli , é los mu- chachos é los que quieren traen á los pueblos infinitos huevos ó gruilitos de las savanas ó campos donde crian, y en to- do el año hay aquestas aves en aquella isla. Hay assi mismo unas perdices peque- ñas , que á mi parescer en el plumaje y en el murmurar dellas paresccn tórtolas; pero mucho mejores en el sabor. É té- manse en grandíssimo número é tráenlas vivas bravas á casa, y en tres ó quatro dias andan tan domésticas, como si alli fueran nascidas y engordan en mucha manera , é sin dubda es un manjar muy delicado é suave en el sabor ; é algunos le loan é tienen por mejor que el de las perdices de España , assi porque no son de menos apetito al gusto , como porque son de mejor digestión. No son mayores que las tórtolas de Castilla é tienen al cuello un collar del mismo plumaje; pero DE INDIAS. LIB. XIV. CAP. VI 447 negro como el de la calandria, aun- que algo mas baxo para el pecho é mas ancho. Hay assi mismo en la isla de Cuba las mismas aves que en la Espa- ñola , é los mas de los años , o á lo rae- nos no passa del tercero, hay passo- de aves, como se dirá en el capítulo siguiente. CAPITULO IX. Del passo de las aves que suelen passar por la isla de Culja^ é muy ordinaiiauíenle los mas años alravies- san la mar que hay enlrella y la Tierra-Firme; é passan sobre la Tierra-Firme la vuella del viento Sueste. 'ixe en el capítulo de suso que aqui diria del passo de las aves. Digo que quassi al fin de la islade Cuba sobrelia passan muchos años innumerables aves de diversos géneros é vienen de la parte de hágia el rio de las Palmas que confi- na con la Nueva España é de la vanda del Norte sobre la Tierra-Firme, é atra- viessan sobre las islas de los Alacranes é sobre la de Cuba, y passado el golpho que liay entre estas islas y la Tierra-Fir- me, passan á la mar del Sur. Yo las he visto passar sobre el Darien , que es en el golpho de Urabá , é sobre el Nombre de Dios é Panamá en la Tierra-Firme, en diversos años : é paresge que va el QÍeh cubierto dellas , y tardan en passar un mes ó mas; é hay desde el Darien al Nom- bre de Dios ó Panamá ochenta leguas grandes. É yo he visto este passo en to- das tres partes en la Tierra-Firme algu- nos años : é vienen de hágia la parte de Cuba é de donde tengo dicho é atravies- san la Tierra-Firme, é paresge que se van iiágia lo mas ancho de la tierra la via del Sueste. Y pues que no vienen continuada- mente un año tras otro, é no las vemos volver en ningún tiempo del año hágia el Poniente ó Norte , creo que las que tornan á venir después, son aquellas mes- mas , ó las que quedan dellas ó proceden de las primeras, é dan la vuelta al uni- verso é le gircuyen en rededor por el ca- mino que he dicho. Este viaje hagen en el mes de margo por espagio de veynte é treynta dias é mas é menos desde la mañana hasta ser de noche : é va el gielo quassi cubierto de innumerables aves muy altas, en tan- ta manera que muchas dellas se pierden de vista , é otras van muy baxas respeto de las mas altas; pero harto mas altas que las cumbres é montes déla tierra. É van continuadamente en seguimiento ó al luengo desde la parte del Norueste ó del Norte septentrional, como he dicho, á la del Mediodía, y de allí para arriba al Sueste : é atraviessan todo lo que del gielo se puede ver en longitud de su via- je, que hagen estas aves, y en latitud ó de anchura ocupan muy grande parte de lo que se puede ver del gielo. Las que destas aves mas baxan para tierra, son unas aguilillas negras é otras medianas, pero también águilas reales, é otras aves de muchas maneras é algunas muy gran- des : é todas ellas paresgen de rapiña, aun(¡ue las dilerengias dellas son muchas y los plumajes diversos de algunas, en las que quieren abaxar, porque en las altas no se puede considerar la pluma ni dis- gernerlola vista. Mas en la lorma del vo- lar é batir las alas y en la grandega é di- ferengia de su talle é proporgion é tama- ño se conosge claramente que son de muchas é diversas raleas é géneros. Pero porque aquesto destc passo de aves toca á las cosas de la Tierra-Firme , quede lo demás para quando se tráete della, en la segunda parte desta Ilisioria general é na- tural de Indias. 448 iiisroiiiA (;í':m;iial y AAruuAL CAIMTLLO X. De una ave, ó quassi münslnio mire las aves, qiic liay en csla Isla Española y en las oirás islas deslas partes. iliiise guardar para este último capítulo de las aves desta Isla Espadóla y de las otras á ella fircunstanles una ave, muy nueva cosa á mis ojos é por mí nunca oyda , ni leyda otra semejante en parte alguna del mundo ; y á mi paresger es cosa muy notable é de admiración , y acá en estas partes y en especial en es- tas islas muchas veges vista é notoria. Esta es una ave del tamaño de una gran- de gavina , y el plumaje quassi de aque- lla forma blanco, mezclado de pardo, y el pico de la manera de la gavina ; pero mas agudo. Esta ave se puede degir que es de rapiña en el campo y en el agua; porque assi puede mantenerse é cagar en la tierra, como pescar en la mar é los rios. Tiene el pié izquierdo como ánade ó pato y essotros pasaros ó aves que andan en la mar, y con aquel se assicnta, quaudo quiere, en el agua é se está sobrella co- mo un ánsar ó ánade : é la mano dere- cha es de presa, como la suele tener un buen agor ó un sacre, ó una de las aves que mejor armada puede estar de uñas. V (piando los pescados salen sobreagua- dos y gerca de lasuperfigiedel agua, es- ta avesedexa caer de alto, donde anda volando, c atierra con aquellas presas é uñas de la mano derecha el pescado : é si quiere estarse sobre el agua sentada con el otro pié que tiene como de pato, se está queda é come su pescado ; é si no lo quiere hager assi, levántase é llé- vaselo en las uñas é cómeselo en el ayre á vuelo ó sobre una peña ó árbol, donde le paresge é quiere sentarse. Yo no he visto ni oydo ni leydo cosa tan desse- mejanle ni tan apartada de todas las otras aves del mundo, como aquesta, ni en tanto extremo diferengiada ; porque, como lie dicho es ave de tierra é de mar , porque segund algunos digen, también se geba en la tierra de algunas aves pequeñas ó de lagartijas é otras cosas ó manjares ter- restres semejantes. En esta isla y en la de Sanct Jolian y las otras destas par- les se han visto y se veen muchas veges aquestas aves: los chripstianos las lla- man acores de agua. Comienza el libro dégimo quinto de la primera parte de la Natural y General his- toria de las Indias , Islas y Tierra-Firme del mar Océano : el qual tracta de los ani- laales insectos. PROHEMIO. Ljos animales insectos ó Reñidos, assi como cigarras, hormigas, abispas y sus semejantes, serán la materia, de que se tractará en este défimo quinto libro, los quales, como dige Plinio ' , es opinión de algunos que no alientan ni tienen san- gre. Llámalos insectos, porque son corta- dos ó recintos en el cuello , ó en el pe- cho , ó en las otras partes ó lugares de sus coyunturas ; y maravíllase mucho có- mo en tan pequeña cosa puede aver al- guna ragon ó potencia ; é quán inextri- cable ó nocomprehensible es la perri(;'ion de los tales, porque dige que ¿dónde pudo colocar la natura tanto sentido en el mos- quito, dicho gan^'al (que es el que canta), puesto que hay otros menores? Dónde les puso la vista; dónde el gusto; dónde el olor; dónde engendró tan terrible voz, en comparación de tan pequeño cuerpo? Con qué subtilidad le pegó las alas é le hico aquellas luengas piernas, y el vientre ayuno y desseoso de sangre humana , ó con qué artificio le agufó el aguja, é aun- que aquella es tan sotil que no se vee, es capaz, para horadar la piel, é aca- nalada, para chupar la sangre? Qué dien- tes (de los quales da testimonio el son) ha dado al larlo para horadar qualquie- ra leño duro , porque ha querido que se apaciente de madera? Mas nosotros nos maravillamos de los hombros de los de- pilantes, con los quales llevan las tor- res, é de los cuellos de los toros, é de la rapiña de los tigres, é de las crines de los leones ; y non obstante esto , la na- tura es assi dotada en los pequeños como en los grandes. Y por tanto ruega el Pli- nio en el priugipio de su libro XI á aque- llos que leen sus cosas, que puesto que mu chos destos animales sean en despregio- no hayan en fastidio las cosas que dellos él refiere ; porque en la contemplación de la natura no puede ser cosa supérflua. Por gierto todo lo que es dicho fué considerado é apuntado, como de va- ron tan señalado é dolo ; pues que en las obras de natura tan maravillosas cosas vemos por nuestros ojos é locamos con nuestras manos, que una sola basta á te- TOMO I. 1 l'liii., lib. XI. 57 4oO HISTORIA GENERAL Y NATURAL ner la mente del hombre en grandíssinia admiración. Pero acordándíjnos do quán- fo poder es el Maestro que essa potencia dá á la natura, para lo que por su dispen- sación del ella obra ; y que el solo Omni- potente es, de donde progode todo, é que es Dios el que dá la vida y el ser á todas las cosas criadas , y el que infunde é dis- pensa todos estos efetos é obras que Pu- nió atribuye á la natura ; no hay de que nos maravillemos en cosa que él haga ni el hombre vea, acordándonos de su in- finita omnipotencia: ni nos avernos de ocupar en tal admiragion, sin darle infini- tas gragias de todas sus obras , y de la merced señalada que hace al que da co- nocimiento para penssar en ellas para es- te efeto, é las considera con tal adita- mento, que de las criaturas vistas ó por tales tractados é auténticos auctores es- criptas, se levanten nuestros coragones á amar á quien las crió, y es servido de nos las comunicar, para que mejor le sir- vamos. Pues no á la natura (como Plinio y los gentiles) quiera ningún catholico re- ferir las gracias destas maravillas ; sino al Maestro de la natura , al qual plega darme gracia, que en las cosas que ten- go escriptas é las que en este y en los libros siguientes dcsta Nalural y Ge- neral Hisloria de Indias escribiere , siem- pre diga y escriba con verdadera inten- ción y obra lo que he visto é alcancado destas materias. Porque en la verdad, mi principal desseo é intento es servir á Dios é á mi Rey, en colmar este volumen de verdaderos renglones , é no de las fábu- las que he visto escriptas desde España en estas cosas de Indias ; pues que sin desviarse mi pluma de lo cierto , nunca le faltará que escriba de que se maravi- llen los hombres. É assi, efectuando la verdadera historia, diré brevemente qué animales destos insectos ó ceñidos hay en en esta isla, semejantes á los de nuestra España, é quáles no he visto en ella, é los que hay acá, é de las propriedades que de los tales ovieren venido á mi no- ticia. Puesto que en esta primera parte será poco lo que puedo escrebir, hasta que en la segunda é tercera partes, trac- trando de la Tierra-Firme , se colmen é aumenten todas estas materias , por la mucha abundancia que alli hay dellas. CAPITULO I. De los animales inseolos que hay en esta Isla Española , é priineramenle de las hormigas y del comixcn. J_f ige aquel único auctor de la Natural Historia ' las opiniones que algunos tie- nen , diciendo que las hormigas é abispas é los semejantes no tienen sangre; por- que quien no tiene coracon ni hígado, no tiene sangre, é assi no alienta quien no tiene pulmón. É desto nasce grande con- tención , porcjue vemos el murmurar de las abejas y el cantar de las cigarras; éassi dice Plinio que quando contempla la na- tura, ella le persuade á que ninguna cosa estime ser increyble de sus obras. Y des- pués que en esta disputación ha dicho al- gunas cosas, como natural investigador de tales secretos , dice que confiessa que no tienen sangre, como otros animales. Assi como la serpiente, la qual, en lugar ó en cambio de la sangre tiene tinta, é la púr- pura tiene aquel xugo con que se tiñen las vestiduras, assi aquel humor que han estos insectos, qualesquier que sean, le han en lugar de sangre. É dige mas el sobredicho auctor: que cada uno estime lo que le paresglcre , porque su propóssito i Pliii., lil.r. XI, cap. 3. DE INDIAS. LIB. XV. CAP. I. 451 de Plinio es mostrar lus cosas que en la natura son manifiestas, é no de juzgar las causas ocultas. A este propóssito digo que mi in- tención es defir lo que sé y he visto en aquestas cosas é no dexar de degir ( lo f ierto, porque se maraville ó dexe de se maravillar el que desde lexos me es- cuchare ó leyere mis renglones: ni quie- ro tampoco ponerme á conjecturar deque proceden los efetos de las novedades que recuento , porque ni soy tan philó- sopho para comprehenderlos, ni me quie- ro detener en argumentos; sino conforme á la vista, diré lo que he podido compre- liender ó he sentido en estas materias. A las quales dando principio en las hormigas, digo que hay muchas en es- ta Isla Española, y en aquesta cibdad de Sancto Domingo muchas mas do las que querríamos, é sin comparación mu- chas meaos de las que ha ávido. Porque en el año do mili é quinientos é diez y nueve y dende adelante, por espagio de dos años é mas, ovo tantas que higicron grandíssimo daño en toda esta isla en los heredamientos , destruyendo é quemando los cañafistolos é naranjos é otras arbo- ledas provechosas, que aun hasta hoy tu- ra el daño, puesto que (loores á Dios) gessó aquella moltitud. Ni tampoco en la sagon que ovo esta plaga se podia vivir en las casas , ni tener cosa de comer al- guna que luego no se cubriesse de hormi- gas menudíssimas é negras. É si algund tiempo turara, no fuera mucho que nos acontesgiera en aquesta isla lo que en Es- paña, donde se despobló una cibdad, por el escarvar de los conejos , ó en Tessaüa lo mcsmo, por los topos, ó en Frangía, donde fué dexada otra cibdad , por la moltitud de las ranas, y en África por la multitud délas langostas; y Amida, cib- dad de Italia , fué perdida por las cule- bras, é assi otros pueblos é provingias por semejantes plagas otras, segund Pli- nio nos lo acuerda. Todavía no fallan hormigas : antes hay mas de las que avia menester esta tierra; pero hay otras algo bermejuelas é pequeñas que son ininii- gíssimas las unas de las otras; y no sin ser mucho á nuestro propóssito. Y es co- sa maravillosa que en un heredamiento, donde acaesge aver las unas é las otras, paresge que parten la tierra, é de hecho la tienen dividida , porque está muy se- ñalado é conosgido el terreno é sitio que poseen las unas, sin liager daño,é lo que las otras ocupan, destruyendo; y de aque- llos límites las buenas no dexan passar á las que son dañosas. Yo digo lo que to- dos en esta cibdad é isla saben , é aun lo que podré mostrar en una heredad mia, una legua desta cibdad ; é assi se podrá ver en otras muclias partes y hereda- mientos desta isla. Ni es fuera del propóssito en que hablo , ni de la devoción de los chrips- tianos lo que acaesgió en esta cibdad, en el tiempo que estuvo esta isla en el mayor trabajo é nesgessidad é quassi pa- ra se despoblar por causa de las hor- migas, para que el letor é los que aquesto oyeren sepan que los verdaderos remedios son de Dios , y los envia por su misericordia é iutergession de sus sáne- los; y fué desta manera. Viéndose los chripstianos, que en esta isla viven , tan molestados de la moltitud de las hormi- gas , acordó esta cibdad de escojer un sancto por su defensor, al qual se vota- ron ; y para la elecgion del, echaron suertes quál seria , por mano del muy re- verendo y devoto en Chripsto padre , el obispo Alexandre Geraldino. El qual di- xo missa solemne de pontifical , é des- pués de aver consagrado, assi cómo ovo acabado de algar el Sanctíssimo Sacra- mento, hecha por él é por todo el pue- blo muy devota oragion , abrió un libro del calhálogode los sánelos, para que es- la cibdad é isla toviessen por abogado 452 IlISTOHIA GENERAL Y NATURAL contra esía plaga délas hormigas el sone- to ó sancta que Dios diesse por suerte. É cayó al glorioso Sanct Saturnino (el qual cae á los veynte y nueve de no- viembre), glorioso mártir é obispo: el qual nasrió en Roma é fué de tanta sanc- tidad que lo envió el papa á Tholosa, y en entrando por la puerta de la cibdad, todos los ydolos enmudegieron, é dixo uno de los gentiles que si no mataban á Saturniw), que no avrian respuesta de sus dioses; por lo qual le ataron á los pies de un toro que lo arrastrasse é cruel- mente despedagasse , como mas larga- mente paresfe en la historia de su glo- rioso martirio. Y después que aqueste sancto dio Dios por abogado á esta cibdad, cossó la plaga destas hormigas é se disminuyeron de manera que fué tolerable el daño suyo , é poco apoco siempre han sido menos, por la clemencia divina é intercession deste abogado é mártir bienaventurado. Noto yo deste misterio que el obispo Alexan- dre Giraldino era romano é devotíssimo perlado , é que aqueste mártir fué de su patria romana: item , que como diré su historia, enmudecieron los ydolos, y que en estas partes todos los indios fueron ydólatras. De que se colige que significa la advocagion deste sancto , que quiere Dios que sea confundida é dissipada la ydolatria en estas partes, é su sancto nom- bre é cathólica fé ensalzada, á su loor é alabanza ; y que en esto entiendan é se ocupen los caliiólicos, para que todas las plagas cessen y Ja yra del Señor se miti- gue é aparte de nos. Tornando á la historia, digo que el géne- ro de las hormigas en esta isla es muy di- verso é de muchas maneras , é como he dicho, dañosas algunas para los adúcares é las otras hafiondas. Hay otras hormigas mayores que ningunas de las que he dicho, é son bermejas, é picanmucho, é dan do- lor ; pero presto se passa , si no son mu- chas las que pican ; pero dexan un ardor por do passan como fuego, con gran esco- gimiento. Y aquestas son assi rnesmo da- ñosas para las hagiendas del campo ; pe- ro son pocas, é no las hay en todas par- les. Otras hay mayores que ningunas des- tas é son negras, é aquestas son las que se convierten en aludas , é á temporadas les nasgen alas, é son tantas, que anda el ayre lleno dolías. Hay otras que se lla- man comixm , las quales son pequeñas, é tienen las cabegas blancas, é son muy perjudigiales en los edefigios, assi en los muros é paredes , como en las maderas é cubiertas é suelos de las casas. Estas sa- len de la pared, como minero que paresge que mana, y la penetran é discurren por lo edificado é por donde los paresge , é por los maderamientos , é llevan hecho im camino ó senda de bóveda é hueco, tan grueso como una pluma de escrebir é algunas vegcs como el dedo ó algo me- nos, y este camino relevado sobre la pa- red ó muro ó por donde passan. É donde se para esta su labor ó van á dar estas sendas, se engepan é hagen un ayunta- miento de la mesma materia ó pasta de que son estas sus trancheas ó bóvedas, tan grande como la cabega de un hombre, é como una botija que quepa media é aun una arroba de agua é mas. É algunas ve- ges , quando en árboles hagen estas sus poblagiones, las hagen tan grandes quan- to un hombre lo podrá abragar ó poner los bragos en gircuyto. En fin, destruye las casas , y es menester tener cuydado de quemar é desarraygar este gomixen, porque es muy dañoso. Esta vía é camino é casas que hagen son de una materia que no hay quien la entienda , de color quassi prieta , é muy seca , é fágilmente tocándola con un palo ó con el dedo se rompe , si se la quieren quebrar ; pero son tantas é tan prestas , que muy presto tor- nan á edificar lo que les han rompido destos sus artifigios. Pero alh donde es el DR INDIAS. LIB. XV. CAP. I. 453 mayor ayuntamiento , hagen sus nidos é crían , é alli pudreren é hagen fágil la pa- red ó madero, sobre que fundan o Iiagen su assiento , é lo dcxan abrasado ó heclio un panal, lleno de agujeros, esponjoso é hueco; é peores son ó de la mesma manera para las casas, que la polilla para el paño. Hay otra manera de comixen ú hormi- gas que hagon estas mesmas vias cubier- tas é aquellos ayuntamientos grandes donde crian , salvo que son sus edefigios mas conosgidameute materia de tierra , é son mas claros de color' pardo, que pa- resgen de tierra , aunque no lo es total- mente. Este otro comixen es de otra for- ma el animal , porque no es una hormiga propria , como se dixo de las de suso del otro comixen, sino la mitad es hor- miga y la otra mitad es un gusanillo ó for- ma de medio gusano que traen de la ginla abaxo , ó metido aquello que paresge gu- sano en una cosilla á manera de cascara blanca que llevan rastrando , tamaña co- mo un grano de genteno ó poco mas. É no es menos dañoso este comixen quel de suso para las casas y edefigios é made- ros ; pero no tanto para las labores de piedra é tapias, como el primero. Con to- dos sus daños, tiene un bien este comixen; y es que se crian muy bien los pollos con él , é de los campos se traen é despegan de los árboles aquellas sus grandes pelo- tas ó moradas de su habitagion , ó tray- das á casa, quiébranlas delante los pollos, los quales muy presto se las comen é ago- tan , y engordan con ellas y se crian muy bien con este manjar. Todas las hormi- gas y comixen son generaciones do mu- cha diligengia é amigas de república , é assi paresge que viven en ayuntamiento, é su manjar es común entre ellas. Y para se conosger su diligencia é lo que puede la continuagion suya, digo que aunque passen por una piedra duríssima , por do acostumbran hager su senda, la señalan é se conosge su via é camino. Mas porque destas y otras hormigas hay mucho que degir en la segunda parte , donde escre- biré las cosas de la Tiera-Firme , passe- mos ahora adelante, en lo que toca á esta Isla Española, destas materias é semejan- tes animales. CAPITULO II. De la escolopendra ó ciento pies, y de las difctciiles maneras deste animal , y de los gusanos de muchos pies . H ay en esta Isla Española muchas ma- neras de escolopendras ó giento pies, por- que unos hay delgados é tan luengos co- mo un dedo , é de aquella mesma manera que los de España , é aquestos pican é dan assaz dolor. Hay otros menores é mas gruesos é vellosos , é son mas pongoño- sos é muy pintados y enconados, é tienen la cabega colorada. Algunos otros, aun- que son pintados y vellosos, tienen la ca- bega negra é unas rayas ó listas negras de luengo á luengo ; é aquestos se tienen por los peores. Hay otros muchos gusa- nos y de diferentes maneras é de muchos pies ; pero los tales se acaban presto, porque estos no vienen, sinoquando llue- ve é hage mas calor de la acostumbrada, é assi, cessando aquella, no paresgen; mas en tanto que turan, cómenselosmahi- gales é hagen daño en los heredamientos. Hay otros gusanos tan luengos como me- dio dedo , é delgados , y de muchos pies, y relugen mucho de noche , y dan clari- dad á par de sí , por donde passan , y se veen desde ginqüenta ó gien passos des- viado: é no resplandesge todo el gusano. 45i HISTORIA GENERAL Y NATURAL sino los nasfimiontosó junturas de donde los salen los bragos del cuerpo , é aquella claridad es muy clara. Hay otros gusanos que son en lodo lo que es dicho á estos muy semejantes en el tamaño é relum- brar de la forma ya dicha; pero tienen otra gran diferencia, y es que la cabega relumbra assi mismo , pero la claridad de la cabega es como muy viva é colorada y en(^endida brasa. En esta cibdad de Sancto Domingo he visto muchas ve^es algunos de los fiento pies ó escolopendras tan luengas ó mas como un palmo , é tan anchas como un dedo; é gierto en verle pares^e que es de temer. Es velloso é tiene unos perfi- les ó rayas de color leonado, de donde les salen las piernas, y ellas é los cuer- nos leonados, y el cuerpo de una color mas escura. No he visto qucxar á ningu- no de su bocado, aunque es animal de mala vista ; é yo no le querría ver, por- que aunque no haga dailo, paresge que no se puede sospechar del sino mal , y que hará peor que otros. Hállase muchas veges por las casas desta cibdad; mas como tengo dicho, nunca oy que á nin- guno picasso. CAPITULO IIÍ. De las abispas, y catabrones, y moscas, y tábanos, y sus semejantes. Lucha rafon fuera que primero que al- guna cosa de las que se han dicho en este libro XV, se escribiera de las abejas, pues ques animal tan provechoso é tan nota- do en el mundo, y de que tanta utilidad se sigue de su fruclo, assi como es la miel y la gera, cosas muy nesfessarias é dignas de estimación. Pero en esta Isla Española no hay abejas ni las he visto ni he oydo degir que las haya. En la Tierra- Firme si hay muchas y de muchas mane- ras é diferencias , assi en el animal é for- ma de la misma abeja, como en el sabor é color de la miel y eu la diferengia de la gera. Quando se tráete de aquellas par- tes, se dirá todo lo que en ello oviere yo visto, que es mucho. Agora diré de las abispas que hay en esta isla, que son muchas é ma- las é pongoñosas é dan mucho dolor, quando pican. Andan muchas en los campos é bosques por los árboles , é son assi como las de Castilla é algo ma- yores; y las alas sobre lo amarillo tie- nen en las puntas algunas dolías un poco de color leonado. Estas hagen sus panales en los árboles ; pero ni son de gera ni tienen miel , sino secos como los liagen en España é dó quiera que hay abispas. Las que llaman calabrones , digo Plinio ' que crian ó hagen sus geldas de- baxo de tierra ; y dessas hay hartas en esta isla, é las que pican destas, cscuege ó duele mucho mas que el dolor de las otras abispas. Moscas hay de muchas nerasma , y de las de España que solia aver poquíssi- mas ó quassi ningunas, ya las hay é muchas, aunque no tantas como en Es- paña; pero mas enojosas é porfiadas é pican mas regio. Hay otras menores y estas no las hay en todos tiempos, como las que dixe primero. Hay otras mos- cas que andan por los árboles y por el campo: unas verdes 6 pequeñas y otras de tantas maneras é diferengias, que es cosa para no se poder acabar de escre- bir; pero entre las otras hay unas mos- cas verdes é pintadas, tamañas como abe- jas é crian en tierra é hagen en el suelo i V\:n., \¡b. XI, cap 21. DE INDIAS. LIB. XV. CAP. III. 455 linos agujeros c con los bracos delante- ros cavan la tierra , é assi como van ca- vando, ochan lo que cavan con las pier- nas postreras fuera del agujero ó cueva que hagen. Muchas destas hay en esta cibdad de Sancto Domingo por los cor- rales é patios de las casas , porque como el terreno es quassi arenisco, pueden ha- ger la labor que he dicho. Estas moscas matan gigarras de las verdes é peque- ñas y otros animalejos semejantes , é tráenlos volando en peso é mótenlos en sus cavernas, é después que han traydo alguna presa de las tales cigarras ó un es- carabajuelo metido en su cueva, salen é van por mas, é no gessan en estos cami- nos. De que se colije que esta provisión que hagen de mantenimiento, debe ser para el tiempo de adelante. Porque estas moscas no paresgen en todo el año, sino quando las lluvias son pocas é la tierra se comienga á humedesger , é hage unos soles abochornados que paresge que ar- de el tiempo mas, por las aguas que digo. Hay tantas maneras de abejones y de escarabajos muy diferenciados en colores y en el tamaño, que es materia en que con verdad se podria mucho escrebir y á mi paresger sin provecho las palabras que en ello se gastassen. Hay los negros, leo- nados; otros que tiran algo al aguí, y otros de muchas mixtiones de colores jun- tas y de muchas formas : algunos se vie- nen de noche á la lumbre de la candela, como la farfala ó mariposa en Castilla, de las quales hay otras infinitas maneras do- lías, desde tan chiquitas como las que digo que se entran en los ojos, como mosquitos , hasta ser tan grandes como la njano extendidos los dedos. Algunas de- llas son todas aguíes de la mas exgelente color é subido aguí que se puede ver; otras son amarillas todas; otras hay mix- tas de mucha variedad decolores elabo- res. Acaesge algunas veges, quando vie- nen las aguas, que en un instante, quando no se catan los hombres, anda el ayre lleno de mariposas, é aquellas se tornan después gusanos que hagen asaz daño en las heredades. Unas destas' son todas blancas algunos años, y otras son blan- cas é negras , y otros años tienen otras diferengias é colores. Hay muchos abe- jones de unos que hay en España por los sotóse riberas de los rios, que son luen- gos como la mitad de un dedo , y delga- dos , é las cabegas gruesas é con dos pa- res de alas. Y estos en España son con- tinuos donde he dicho ; pero no en gran cantidad. E assi los hay acá raros; pero también muchas veges por las aguas vie- nen de sobresalto ó emproviso tantos, como de las mariposas que he dicho. Mosqui- tos hay muchos, é tantos en algunas tem- poradas que dan fatiga, en espegial en unos tiempos mas que en otros, é no con todos vientos; mas en el campo en algu- nas partes hay tantos que no se pueden comportar, y los peores de todos son unos nienudíssimos que llaman xixencs, que es gierto que passan la caiga algunos dellos , é pican mucho. Pulgas hay, pero pocas , é no en todos tiempos; é son mu- cho menores, por la mayor parte, que las de Castilla ; pero pican mucho mas é son peores. En aquella relagion que escrebí en To- ledo , año de mili é quinientos é veynte y ginco , dixe de los animales pequeños c importunos que se crian en las cabegas é cuerpos de los hombres , que muy po- cas veces los tienen, venidos á estas par- tes, sino es alguno, uno ó dos: y aquesto raríssimas veges, porque después que passamos del paraje de las islas de los Agores hágia estas partes, se acaban los que los hombres traían de España ó cria- ban hasta alli, é poco á poco se despe- dían. É después acá no los criaban, sino algunos niños que acá nasgen, hijos de chripstianos ; pero los indios sí y muchos en los cuerpos y en las cabegas. Dixe mas; 4.")6 HISTORIA GENKRAL Y NATURAL que tornando á Enrupa, llegados en aquel paraje de las mesnias islas de los Afo- res se tornaban á cobrar, como si alli nos estuviessen esperando: é cargaban mu- chos , é con trabajo se agotaban por la limpieza é mudar camisas á menudo, has- ta que se tornaban al sor , ó como pri- mero, segund la diligencia ó complission de cada uno. Y quando aquello escrebí, avia yo experimentado en mi persona é visto en otros lo mesmo que alli dixe, quatro veges que avia passado el mar Oféano. Yo dixe verdad é lo que vi; pe- ro ya son ocho veges las que he andado este camino , porque después vine á las Indias é volví á España y torné á esta cibdad de Sancto Domingo, é después torné á España; y en esta vez postrera y en la penúltima he visto otra cosa y que nunca faltaron en todo el camino , é mu- chos , é tantos que eran muclio trabajo y enojo. No sé en que está este secreto, ó si esta plaga se ha atrevido también al camino, ó si los tiempos lo causan; porque yo vi , como he dicho , que no era nesgessario moscador en esta tierra al tiempo del comer; é agora halo de aver todo el año para las moscas. É assi como estas se han multiplicado , lo han hegho estos otros animales; pero no se cree que hay animal que tenga pelo exen- to de aqueste mal, sino el asno é la ove- ja. Acaesfido há en el mundo nasQer tan- tos en la cabega de los hombres, que de semejante suciedad Sila , dictador , y Alcmeon, poeta griego, murieron. Plaga es que daña hasta las aves , como mas largamente lo escribe Plinio en su His- toria natural. De las garrapatas hay acá muchas , en especial en el ganado vacuno desta Isla Española en el campo , é también en los bueyes que tiran las carretas; pero pocas en los perros. De las pequeñas que hay en Tierra-Firme en el campo, digen que no las hay en estas islas, é no es poco bien para los hombres; porque en el tiempo ({ue turó la conquista de Castilla del Oro , bien traian qué contar é qué desgarrapatar los hombres de guerra, co- mo se dirá quando della se tráete, en la segunda parte ó volumen de aquesta Ge- neral historia de Indias. Arañas hay en esta isla de muchas ma- neras de diferengias , é algunas dellas ponzoñosas, é otras muy grandes é ta- mañas, como el gerco que se puede hager entre el dedo pulgar y el que está próxi- mo á él, que llamamos índex. Digo so- lamente el cuerpo, allende de lo que lo- ma é ocupa con las piernas. Hay otras no muy pequeñas que paresge que tie- nen figura de rostro humano en alguna manera, aunque bien mirada, es otra co- sa de lo que assi á prima vista paresge: la qual tiene muchos rayos en torno, de la manera que pintan un sol. Otras mu- clias arañas grandes é pequeñas hay por los campos con muchas diferengias las unas de las otras; é assi hagen diferen- tes maneras de telas: é tales las hay que paresge aquella su labor una sotüíssima é verdadera seda verde. Langosta suele aver en estas islas é Tierra-Firme algunos años, lo qual los indios y aun loschripstiaaos tienen á in- feligidad é por cosa de mucho trabajo. Porque destruyen los mahigales y here- dades, y suele aver mucha en extremo, quando algún año viene; pero es cosa ordinaria aver algunas destas animalias. Y de los grillos saltadores lo mesmo ; é aquestos son dañosos, porque roen é ho- radan la ropa é vestidos , quando se crian en las casas. Hay de los otros que can- tan, muchos, é unos mayores que los otros, assi en el cuerpo como en el sonido é voges. Hay unos gigarrones de muy luengas piernas é delgadas é verdes que los ni- ños en España llaman gervaticas. Estas langostas también las comen los indios é DE INDIAS. LIB. XV. CAP. IH. 4;)7 las lian por ua muy biion manjar, en es- é paladar, como se dirá en su lugar, en pe(;ial en la Tierra-Firme, donde ningu- la segunda parte desta Historia Natural de na cosa viva perdonan ni niegan al gusto nueslrus Indias. CAPITULO IV. Délos animales nascidos en la madera y engendrados do diversas maneras, y do la broma. A nimales hay que por la lluvia se en- gendran en la tierra ó otros en la made- ra: ni solamente estos nas^en assi, pero aun los tábanos donde hay mucho hu- mor, é como dife Plinio *, dentro del hombre nasgen lombrices é gusanos y en las carnes muertas. Mas ¿para qué quiero yo probar con Phnio ni otro antiguo auc- tor las cosas que cada día vemos é son notorias á todos los hombres? Volvamos á estos animales que se engendran en la madera, que no es pequeña pestilencia .en estas partes; y á estos tales gusanos llamamos broma, en especial á aquellos que en los navios se crian de las fintas abaxo y en los planes deUos é donde to- can las aguas; é labran é comen de ma- nera que sin ver su labor, no se puede creer ni encaresger: é hablaré en esto, como testigo de vista é como en cosa que es acá muy común. Digen algunos que este gusano se entra en el agua en los navios: otros creen que .se cria en la propria madera , é aquesto creo yo mas é que la humedad del agua é dispusif ion del leño é la potengia del sol son los ma- teriales , de que se forman con el tiempo tales animales naturalmente en estas par- tes , porque sin aver esto en los navios, se vé lo mesmo en las pipas é vasijas de madera que tienen agua ó vino. El caso es que, de qualquiera manera que este gusano se engendre, es muy chiquito co- mo un hilo de seda muy delgado é pe- queño; é después royendo se hacen tan gruesos como el dedo, é paran las tablas de los navios como un panal de abejas ó como una esponja, todo comido é de tal manera que, salidos después á la mar, se anegan las naos é se han perdido muchas vefes la gente é marineros. Y es cosa que anda muy á la mano é lo vemos acaesger mas veges de las que querria- mos. Desta espegie ó género es el larlo,, que os aquel gusano que en Castilla se llama carcoma que hage la madera polvo é la trasciende é destruye : cosa es muy vista é notoria. Y de la mesma manera, cómo esta tierra es muy humidíssima , se pierden presto las maderas en esta cibdail de Sancto Domingo y en estas islas otras, pobladas de chripslianos , después que las han puesto en los edefifios; y es mas vieja una casa acá (en quanto á la niade- ra) en Ireynta años que en España en ciento. Esto se vé por estas casas nues- tras que todas son modernas y de poco tiempo acá fundadas, y están como he di- cho tales las maderas , que en Castilla cs- lovieran mejores con el pino que allá se usa, aunque ovtera ciento é cinqüenta años que se edificaran. Dice el protono- tario Pedro Mártir, en la chrónica ó deca- das que escribió destas cosas de Indias (sin las ver), el qual tractado intituló de Orbe novo , que hay ciertos árboles que por su amargor no los come la broma acá en estas partes. Lo qual seria muy provechoso, si fuesse verdad; pero yo he estado en aquella tierra quél dice é no TOMO 1. 1 PUn., lib. Xl, cap. 33. 58 4;->,s lilSTOniA GENERAL Y NATURAL liay tales í'irboles, ni hasta agora se co- nosgea eu estas partos maderas ni árbol alguno que esté exento, ó se pueda de- giv libre de la broma; porque hay tanta y es tan dañosa [lara ¡os navios y edeíi- fios, que si tal leño oviesse, seria muy conosfido é le ternian en mucho, é no se podria caer de la memoria si una vez tal árbol se supiesso, ni seria poco excr- citado ; pero yo lo tengo por fábula é no fierto. É quien tal le dixo, no lo podria hafor verdad, á lo menos hasta en linde los dias de tal auclor, ni hasta el tiempo presente, que há tres años que le llamó Dios. Él le tenga en su gloria : que en la verdad yo creo que el desseaba esci-ebir lo ^ierto, si fielmente fuera informado; mas como hablo en lo que no vido , no me maravillo, que sus décadas padezcan muchos defetos. CAPITCLO V. De las ciicnrnoas que en el Andiiliiria llaman l'úhilas. ias fótulas son unas cucaragas leona- das , é assi del tamaño de las que hay prietas en el reyno de Toledo ; pero estas otras son mas lixeras é vuelan quando quieren, ó son importunas é incontables é de mal olor. É pocas caxas ó arcas de ropa se pueden excusar delias , porque luego se meten dentro é aun dañan la ropa. Digen algunos que estas no las avia en esta cibdad de Sancto Domingo ni en esta isla de Hayti ó Española, é que vinieron de España, con las caxas de los mercaderes ; é assi hay muchas en todas las partes que en estas Indias iiay poblagiones de chripstianos. En toda Es- paña yo no las he visto sino en el Anda- lugía , ó desta otra parte de la Sierra Mo- rena hágia el Andalucía, gercaya de Cór- doba y de Sevilla , é muchas mas en las costas é puertos del Andalucía é del rey- no de Granada , porque no me paresge que se quieren llegar á tierras frias. Tie- nen unas alas, como los escarabajos, con que cubren otras que están debaxo de aquellas, muy delgadas; é todas son de color leonado , como tengo dicho , pero unas mas escuras que otras. CAPITULO VI. Do los animales que uo tienen espiráeulo, por ilondc purgar lo que comen c digislen , sino por la propria ho- co, por donde se alimcnlan. llage un capítulo Plinio , en su Natural Hisloria*, de los animales (¡uc no han por donde purgar, sino la misaia boca, por donde se pasgen é sustentan. É dige que este es en espegial un animal que hinca la cabega en la sangre y se harta hasta que rebienta; é dige que tales animales los crian los bueyes é perros. Por estas señas piensso yo que son las garrapatas, de las quales yo hige breve mengion en el cap. III de suso ; pero pues que el ca- so lo ha ofresgido , digo que demás deste animal hay oiro que tiene la misma pro- priedad. V son las sanguijuelas bermejas i Plin. , lili. XI, cap. :t-i. / DE INDIAS. LIB. XV. CAP. VI. 459 {[ue de muy pequeñíssiiuas y delgadas si alguno la bebe , á vueltas del agua, é se le pega en la garganta , se hage tan gruesa como un dedo. Y aun algunos se acos- tumbran sangrar con ellas , é se las po- nen en el braco ó en la pierna donde les plasce; é alli se hacen grandes é gruesas é luengas, como un dedo, no siendo pri- mero tan luengas como una uña del de- do y delgadas como un hilo. Esto es co- sa que se vé cada dia ó se puede probar; ó yo he visto la experiencia dello en un hidalgo , amigo mió : el qual no se sintien- do bien dispuesto, é porque tenia cos- tumbre de se sangrar con sanguijuelas, se puso en mi presencia dos dellas en un brago, é desde á menos de hora y media estaban tan gruesas é tan luengas, como un dedo de la mano, llenas de san- gre; é quitaba aquellas é ponia otras, hasta que se sacó desta forma la sangre que á él le paresgió, é después atóse aquellas roturas , como se suele hager á una sangría, con unas vendas de liengo. É digo mas: que aviendo hecho esto, aquel mismo dia , andando negogiaudo por la villa , se le soltó una venda des- las , sin que lo sintiesse hasta que tuvo toda la manga de la camisa y aun la del jubón con mucha sangre , é oviérase de hallar burkulo. i'^slo (juc he dicho, yo lo vi destas sangrías de las sanguijuelas; pero no se dixo aqui deste animal, sino porque tampoco tiene salida para la pur- gación de lo digirido, como la garrapata. V también hay acá destas sanguijuelas é de las que no son rnxas. Muchas veces tuve yo á locura á aquel hidalgo lo que hacia, en se sangrar de la manera que he dicho con las sanguijuelas ; pero después desdi? á mucho tiempo lo hallé escriplo on Pu- nió '. El qual dige que hagen estas san- guijuelas el niesnio provecho que las ventosas é que son medeginales, para ali- gerar el cuerpo de la sangro; pero que es inconviniente, porque cada año en el mes- mo tiempo se requiere hagcr la raesma medecina ó sangría. Y también áiqe que alguna vez dexan hincada la cabera é hacen la herida insanable, é matad mu- chos, como intervino á Messalino, patricio é consular, el qual se las avia puesto en las rodillas. Y para esto se temen que no sean roxas ó coloradas, é por tanto dife este auctor que es bueno que se corten con las tixeras, etc. Hay otro animal , sc- gund los que escriben , que tampoco tiene espiráculo on la parte inferior ó convi- niente para la purgación, é aqueste es el cocodrilo. Passemos á los otros animales. CAPÍTULO VIL De los escorpiones que hay en esta. Isla Española y las oirás deslas Indias. ay en estas islas, Indias é Tierra-Fir- me escorpiones, que son los mismos que en Castilla debimos alacranes , y en algunas partes destas hay muchos dellos. Dige Plinio ^ de aqueste animal, que ma- ta después que pica, en espagio de tres dias, y que su herida es siempre mortal en las vírgines é quassi en todas las hem- bras. É dige otras particularidades, de las quales faltan las mas á los alacranes destas partes, porque acá no es su bo- cado mortal , puesto que duele mucho tanto tiempo quanto passe un quarto de hora, é algunas vegcs mas. Y á mi me han picado muchos destos escorpiones en estas partes, y en mí he experimentado i Plin., Ub. XXXII, cap. G. 2 Plin., lib. XI, cap. 25. 460 IJlSTOniA GENERAL Y NATLRAL que unos (liui mas dolor que otros. Y aquello tanibieu debe de consistir en es- tar el lionibre ayuno ó harto , ó puede ser en lo estar el mcsmo alacrán; pero (lequalijiiier manera que ello sea, ningún hombre peligra acá , ni muger tampoco pí)!' esso. E yo tengo por tan grande do- lor la picadura de ta abispa, como la del alacrán en estas Indias, é de algunas abis- pas por mayor. Aimque á mi parescer, como quien Id uno é lo otro ha probado, tura mas tiempo el dolor de la picadura del alacrán. CAPITULO VIH. De las moscas ú nsariposas t' scmojaiilos animales que vuelan ¿ reli;c'en de noche ; y en especial de unO' deslos que en esla isla le llaman los indios cocuyo. IVluchas moscas ó mariposas y escara- bajos hay en estas islas todas, que relu- chen de noche é andan volando, assi como aquellas que en Castilla llaman ¡u- riérnarjas y de otras maneras , que an- dan en el verano , lo qual hagen assi mis- mo en estas partes quassi en todo tiem- po , porque acá hay poca diferencia del (lia á la noche, é siempre es templado el tiempo, porque no hay demasiada ca- lor é pocas veges se siente frió , sino es corriendo el viento del Norte ó Septen- trión en esla Isla Española, é á par de algunas sierras, que hay muchas. Assi (jue destas lugiérnegas acá hay muchas é de diversas maneras ; pero pequeñas. Mas hay una en especial que se llama co- cuyo , que es cosa mucho de notar. Este es un animal muy noto en esta Isla Es- pañola y en todas las otras gercanas á ella: el qual es de especie de escaraba- jo, é tan grande como la cabef a del dedo pulgar ó algo menor. Tiene dos alas du- ras, debaxo de las quales están otras dos mas delgadas, que guarda y encubre con las de encima, quando dexa de volar: llé- nelos ojos resplandecientes, como can- delas, en tal manera que por donde passa volando , torna el ayre vegino tan claro, como lo suele hacer la lumbre ; é si á pri- ma noche habiendo escuro, traen un co- cuyo en la mano , (odos los que desde lexos le vieren é tuvieren nesgessidad de encender alguna candela, vernán pens- sando que es otra encendida, á tomar alli la lumbre. En tal guisa que engerrado en una cámara escura, resplandege tan- to que se vee muy bien leer y escrebir una carta; é si juntan quatro ó ginco des- tos cocuyos é los atan ó ensartan , sirven tanto como una bastante lenterna en el- campo, ó por los montes, é do quiera, siendo noche bien escura. Quando la guerra so hagia en esta Isla Española y en las otras islas , se servían destas lum- bres los chripstianosé los indios, para no se perder los unos de los otros. Y en es- pegial los indios , como eran mas dies- tros para tomar estos animales, hagian collares dellos, quando querían ser vistos desde una legua é mas desviados. É assi en el campo y en la caga de noche, con estos cocuyos hacen los hombres lo que les conviene, sin que el ayre ó viento re- gio ó agua alguna les quite la lumbre ni dexen de ver por donde van. Quando yban de noche á saltear los hombres de guerra en esta isla, poníase el adalid ó la guia que yba delante, en seyendo no- che escura , un cocuyo en la cabega é servia de pharol á toda la otra gente que le seguia. Esla claridad que tiene en los ojos este animal, la tiene assi mismo en el lomo, é (piando abre las alas para vo— DE INDIAS. LIB. XV. CAP. VIH. 4Gf lar ó va volando, muestra mas claridad por lo que descubre que está debaxo do- lías , é con aquello dá la mesma luz que los ojos ; é junta la una con la otra , es mayor claridad, quando vuela. Acostum- bran tener presos é retenidos estos co- cuyos, para el servigio de las casas é ga- nar de noche á su resplandor , sin aver nesgessidad de otra lumbre. É assi lo ha- f ian también en el tiempo passado algu- nos chripstianos, por no gastar sus dine- ros en ageyte para los candiles, que era en aquella sagon muy cpro , ó porque no lo avia. Y quando veian que por enña- quesgerse el cocuyo , ó por la congoxa de su prisión, se amortiguaba ó yba des- fallegiendo aquella virtud resplandesgien- te, soltábanlos é tomaban- otros para otros dias siguientes. Estregaban é flo- tábanse los indios la cara 6 los pechos con gierta pasta que hagian destos cocu- yos ; é quando estaban en sus fiestas é querían aver plager, espantando á quien estaba descuydado ó no sabia lo que era, paresgia que estaba engendido en fuego todo lo que assi estaba untado de aque- lla materia ó cocuyo. Assi cómo este ani- mal se va enflaquesgiendo ó muere, assi poco á poco se va consumiendo aquella claridad hasta que de todo punto se aca- ba y resuelve en ninguna. É aquesto baste quanto á las lugiérnegas é animales que resplandesgen , de los quales todos , é de los gusanos que dan claridad assi mes- mo , creo yo que este cocuyo tiene cL pringipado en lo que es dicho. Coaiienga el libro déginio sexto de la Nalural y general Itistoria de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Océano: el qual tracta de la conquista y población de la isla de Boriquea, á la qual los chripstianos llaman agora isla de Sanct Jolian. Jr ues conviene, para conclusión de la primera parte desta General historia de Indias, dar particular razón de las otras islas, pues he recontado lo que he po- dido ver y entender de la principal de- llas , llamada por los indios Hayti é por los chripstianos Española ; passemos á la de Boriquen , que agora se llama Sanct Johan, pues que en la verdad es muy ri- ca 6 fértil y de mucha estimación. Y co- mo mas brevemente pudiere, después que haya dado fin á este libro XVI , passaré ¿\ otras islas notables , de quien tractaré en los libros siguientes. Y después diré de las demás , excepto de aquellas que están muy gercanas de la Tierra-Firme, porque de las tales en la segunda parte será hecha raenfion, en el lugar que con- venga. Y por no dar pesadumbre á los Jetores con la repetición de una mesma cosa, bastará que en aquello que oviere, semejante á lo que está dicho, me refiera á la Isla Española, porque en muchas co- sas tienen semejanza assi en las aves co- mo en los animales y en las pesquerías y otras parlicularidades. Y porque mejoi se entienda, no seguiré á algunos auctores antiguos que se contentaron, quando es- cribieron de alguna provingia, con degir las que están próximas á aquella para la dar á entender, é que como notorias, se entendiessen las unas por las otras; pe- ro haré yo lo mesmo , que es como mos- trar los aledaños ó linderos , é también diré en qué paralelo ó altura é grados está assentada esta isla é las otras en quien hablare , é quánto distan de la equinof ial , que es el mas cierto medir, ó entender de todos en este caso. É si esto hicieran los que escribieron deslas islas Hespérides ( que yo por talos las tengo, por las racones que tengo ale- gadas en el tercero capítulo del II libro desta primera parle) , no se perdiera la navegación ni vinieran agora á tenerlas por Nuevo Mundo , como intitula Pedro Mártir sus decadas De orbe novo, y lo es- cribió destas nuestras Indias. Porque ni esto de acá es mas nuevo ni mas viejo de lo que son Assia, África y Europa. Pero porque en ninguna destas tres partes, en que los antiguos cosmógraphos dividen el mundo, no pussieron esta licira é gran- des provincias é reynos de nuestras In- DE INDIAS. LIB. XVI. PROíIEMIO. ■iG3 (lias , parescióie al dicho auclor que sus decadas y él Iraclaban de mundo nuevo. Vista cosa es que África ni Europa no pueden ser eslas Indias , pues que el rio Nilo divide la África de la Assia por la parte oriental , y por el Poniente la ro- dea el Oféano , é assi mesmo por el Me- diodía. Y dase en la cosmographia del Tholomeo lodo lo demás de la otra parte del Nilo á Assia, pues Europa también tie- nen los antiguos que la divide de Assia el rio Thanais, é por la parte austral tiene el mar Mediterráneo , d jaor el Ocgidente muc!ia parte della gircuye assi mesmo el mar Ogéano, é á la parte superior del Norte tiene el mar congelado é los mon- tes Hyperbóreos, é al Levante tiene á Sar- magia é Sgithia y el mar Caspio , que es todo de Assia, etc. Pues visto é muy no- lorio está que estas nuestras Indias en ninguna manera pueden ser parle de Eu- ropa ni de África, por lo que tengo di- cho de sus límites ; y que si han de te- ner partifípagion de alguna de las tres, ha de ser con Assia. Y esto, quando es- toviesse averiguado que la última tier- ra que en Assia esloviesso al Oriente é delante del reyno de la China, ú otra que estoviesse ó haya mas oriental, se jun- tasse con la parle mas occidental de la Tierra-Firme doslas nuestras Indias, que es lo que está mas al Poniente de la Nue- va España, que acá llamamos. La qual, como no está toda descubierta aun , no se sabe si es mar ni tierra en el fin , ó si está toda por alli rodeada del mar Océa- no, lo qual yo mas creo; é mi opinión ó de otros hasta agora mas sospecha me da que no es parte de Assia, ni se junta con la que Assia llamaron los antiguos cns- mógraphos. Antes se tiene por mas gier- to que la Tierra-Firme destas Indias es una otra mitad del mundo , tan grande ó por ventura mayor que Assia, África y Euro- ¡)a; é que toda la ¡ierra del universo está dividida en dos parles, y que la una es aquello que los antiguos llamaron Assia é África y Europa, que dividieron de la manera que he dicho ; y que la otra parte ó mitad del mundo es aquesta de nues- tras Indias. Y desla manera tuvo razón Pedro Mártir de llamarlo Mundo Nuevo, conforme á la noligia ó razón que die- ron los antiguos é por lo que agora pa- resge que ynoraron ellos, é vemos no- sotros. Porque, como tengo dicho en otras partes (y probado) que estas islas son las Hespérides, la Tierra-Firme ñola cuento por las Hespérides, sino por una mitad ó mayor parte de dos principales que con- tiene el universo todo. Y que sea verdad esta cosmographia de mi opinión , es la causa ver palpable la pintura de todo lo descubierto, é cómo nos enseñan las agu- jas del marearla línia del diámetro pun- tualmente en las islas de los Azores, co- mo mas largamente lo loqué en el li- bro II. É desde aquellas al Oriente llamo yo la una mitad de lodo el orbe , en la qual consisten Assia , África y Europa; é desde las mesmas islas al Occidente la otra mitad, en que caen nuestras Indias é la Tierra-Firme. La qual abre una boca en figura ó forma de señuelo de cagador, é la punta que tiene al Norte es la tier- ra que llaman del Labrador, que está en sessenta grados ó mas apartada de la equinofial ; y la punta que tiene al Me- diodía, está en ocho grados de la otra parle de la línia equinogial, la qual pun- ta se llama el Cabo de Sancl Augusiin. Y partiendo de la una punta para la otra, tierra á tierra, seria menester navegar por tal costa mas de tres mili leguas en la circunferencia de la parle interior, o por de dentro do las dos puntas del se- ñuelo. rUas queriendo andarlo j)or defue- ra , de punta á punta , por la parte que rodea la mar esta grande tierra , aviendo de bojar ó entrar p(!r el estrecho que descubrió el capitán Hernando de Maga- llanes (si como dixe de suso no se junta u\ HISTORIA GENERAL Y iNATURAE con Assia, pues de mi opinión es todo agua , é abracada del mar Ogéano) , mas de seys mili leguas avrla de caminar quien tal camino higiesse, é se han de hallar en la circunferencia de la Tierra- Firme , por lo que se muestra de la nue- va cosmograpiíia. Porque desde la diciía punta ó Cabo de Sanct Augustin corrien- do á la parte austral, se dilata esta Tier- ra-Firme hasta el dicho estrecho de Ma- gallanes, que está en ginqüenta é dos grados é medio. Pues entrad, cosmógra- phos, por el estrecho que digo, é yd á buscar tierra á tierra el cabo del Labra- dor á la parte del Norte , é vereys si se- rá doblado el camino , el que por de fue- ra de estas puntas se avria de andar, que el que dixe por la parte de dentro desta tierra. Quanto mas que ni por de dentro ni por de fuera de las puntas, no está sa- bido puntualmente ni descubierto lo que hay, puesto que la mayor parte está vis- ta en lo que está entre la una é la otra punta por de dentro, é vienen á ser es- tas nuestras islas como mediterráneas, conforme á lo que tengo dicho , é á lo que nos enseñan las cartas modernas de navegar. Pues de aquestas islas que es- tán al Occidente de la línia del diámetro en nuestras Indias , ó mas al Poniente de las que se dicen de los Agores, escrebiré particularmente , en especial de las que están pobladas de chripstianos , demás é allende de la Isla Española, que es la mas principal é de quien he tractado en Jos libros precedentes. Estas que agora quiero distinguir, son Ja isla de Boriquen , é la que los indios álaman Cuba y los chripstianos Fernandi- na , é la quarta será Jamáyca , que ago- ra se llama Sancliago: la quinta será Cu- bagua , que los chripstianos llaman Isla de las Perlas, ó la Nueva Cáliz. Otras dos hay pequeñas que también hay en ellas algunos chripstianos, pero pocos, que son la que llaman la Margarita, gcr- ca de la de Cubagua, y la otra es la Mo- na, que está entre esta Isla Española á la de Sanct Johan. Y de cada unadellas se dirá alguna cosa, é primero de la Mona, pues que para yr desde aquesta isla de Ilayti ó Española á la de Sanct Johaii, dicha por olro nombre Boriquen , ha do passar la mente é aun los navios que lo andovieren por la isleta dicha Mona. É assi con el auxilio soberano , como haya complido con estas particulares islas que he nombrado , se dirá en general de las de demás en su lugar, para dar conclus- sion á la primera parte desta General é natural historia Je Indias : en la qual, aunque hay muchas novedades é cosas de notar, se verán muchas mas é mayo- res en la segunda 6 tercera partes, si Dios fuere servido de me dexar escrebir en limpio lo que tengo notado de la tier- ra firme ó mitad del universo que tengo dicho de suso ; porque en la verdad son cosas que nunca se oyeron ni pudieron ser escripias hasta nuestros tiempos por otros auctores antiguos , ni alguno deJIos habló en esta tierra. Porque lo que dixes- seen otras partes de las islas Hespéridos, no obligan á ser la Tierra-Firme las pa- labras de Solino de Mirabilibus mumli, ni los otros auctores que con él se confor- man en la navegación de los quarenta dias desde las islas Gorgades ó de Cabo Verde. Pues que desde aquellas á la Tier- ra-Firme, mas próxima á ellas, se podría navegar en mucho menos tiempo. DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. I. i.G5 CAPITULO I. En que 5e tracla del assicnlo de la isla de la Mona é de la do Boriquen , que agora se llama isla de Sanct Johan, y otras particnlaiidades. ijlaman los indios Boriquen á la isla que agora los cliripstiaiios llaman Sanct Johan, la qnal está al Oriente desta Isla Espa- ñola, veynto é q'mco ó Ireynta leguas. Y en la mitad deste camino está la isla de la Mona, en diez é siete grados de la lí- nía equinofiai, á la parte de nuestro polo ártico : la qual isla de la Mona es muy pequeña isleta , ó basa é llana que po- drá tener de fircunforen^ia tres leguas poco mas o menos; pero es fértil y ha- bitada de pocos chripstianos é algunos indios , y está á cargo de Francisco do Barrionuevo, que poco liá fué por go- bernador de Castilla del Oro. Hay en ella mucha pesquería é tiene buena agua ; 6 la granjeria della es de pan del ca(;'abi que he dicho, que es el pan de los in- dios, é buen mahiz. Hay muchos é bue- nos cangrejos de los colorados , que son mejores que los otros. Y hay muy buena hortaliza é hágense alü muy singulares melones de los de Castilla ; pero como es poquita tierra, de lo que mas sirve es en lo que he dicho, y también porque algunas naves hallan alli agua, quando vienen con nesgessidad della. No pararé mas en esto por yr á la de Boriquen ó Sanct Johan que está otras dogo ó quinge leguas adelante, mas al Oriente de la Mona; en la punta de ia qual, al Occidente, tiene un isleo redon- do é alto, que se llama Ctc/ieo, el qual es deshabitado; pero lamesma isla de Sanct Johan tiene de longitud cinqücnta é fin- co leguas, pocas mas ó menos; y de la- titud hasta diez y ocho ó veynte , donde es mas ancha. É de ahy abaxo en algu- nas partes dogo é quinge , segund la for- ma é figura que tiene. TO.MÜ I. La parte ocgidental della está en diez ó siete grados, é por la parte del Norte quassi en diez é ocho , é assi vá del leste al hueste. Por la parte del Norte es costa brava, exgepto la bahía donde agora es- tá el pueblo pringipal de ella : todo lo demás es peligrosa costa, por ser tra- viessa del Norte. Por la parle del Oriente tiene muchas islas pequeñas é baxas lla- madas las Virgincs, é por la parte austral tiene otras islas pequeñas al luengo de la costa , y al Ocgidente tiene el isleo del Cicheo que dixe de suso, é aquesta Isla Española, segund he dicho. Es aquesta isla muy rica de oro , ó háse sacado en ella en grand cantidad, e se saca conti- nuamente , en espegial en la costa ó van- da del Norte. De la parte que esta isla tiene mirando al Sur, es muy fértil de mantenimientos de mucho pan de cagabi é de mahiz é de todo lo demás (jue los indios cultivaban é tenian en la Isla Es- pañola; y es de muy buenas pesquerías, á causa de lo qual vivia é señoreaba en aquella parte el mayor señor de la isla, al qual obedesgian otros muchos cagiques. Hay assi mesmo en esta costa del me- diodía muchos é buenos puertos. En las aves é animales é pescados é árboles y en el traje ó hábito y en la manera de la gente , no difieren en cosa alguna de lo que tengo dicho de la Isla Española , ex- gepto que estos indios de Sanct Johan eran flecheros é mas hombres do guerra; pero assi andan desnudos é son de la mesma color y estaturas. Y la manera do las barcas ó canoas es assi , como se ha dicho en lo que he escripto de la Isla Española ó llayti, y lo que oviere dife- 39 iGO ÍIISTORIA GENERAL Y NATURAL rente á ella se dirá adelante en algunas cosas particulares. Pero antes que á es- las vengamos , diré de la manera que fué conquistada esta isla por los chripstianos, juntamente con algunas cosas notables (jue en la pariticafion della passaron. Esta isla tiene quassi por la mitad de- lla, tan luenga como es, una hermosa sier- ra con muchos é muy buenos rios ó aguas en muchas partes della; pero el mayor é mas principal entra en la vanda de la mar del Norte é se llama Cayrabon; otro se dirie Tayniabon en la mesma costa mas al Oriente; otro llaman Bayamon , el qual entra en la bahía que confina con la isla, en que está assenlado el pueblo pringi- pal , llamado la cibdad de Sanct Johan de Puerto-Rico. Porque una ria de agua sa- lada passa de la mesma mar á la dicha ba- hía é desa dividido aquel espagio é tér- mino en que está al un canto, y en lo mas alto de la costa la dicha cibdad lla- mada, como la isla, Sanct Johan; y es cabe.ja de obispado é gentil poblagion , y avrá en ella hasta gient veginos fon una iglesia catedral , de la qual aun vive el primero obispo llamado don Alonso Man- so, religiosa persona é buen perlado. El qual fué sacristán mayor del serem'ssimo príngipe don Johan, mi señor, y des- pués que el príngipe passó desta vida, fué por el Calhólico Rey elegido á esta dignidad é obispado en el mesmo tiempo que fueron eregidas las iglesias é obis- pados de la Isla Española, año de mili é quinientos é onge años , y ha seydo hom- bre de grande exemplo é sancta persona. Hay en esta cibdad de Sanct Johan un muy gentil monesterio de la Orden de los Predicadores, é muy bien edificado, aunque no de todo punto acabado. El rio mas oriental en la mesma costa y al le- vante de la dicha cibdad se llama Luysa; donde tuvo su assiento una cagica que íüé después chripstiana é se llamó Luysa, la qual mataron los indios caribes, como se dirá adelante. Y el mas ocgidental rio se dige Canuy; pero el mayor de toda la isla es Cayrabon, como tengo dicho. Ala parte ocgidental desta isla está una villa que se dige Sancl Germán , en que avrá hasta ginqüenta veginos : el puerto della no es bueno, porque es un ancón ó bahía grande desabrigada, en la qual entra un rio que se dige Guaoraho. Y en la mesma costa del poniente hay otros rios, assi como el Aguada é Culibrinas, entre los quales estuvo ya un pueblo llamado Solo- mayor. Y de la otra parte de Sanct Ger- mán hágia el Sur, en la mesma costa del Poniente cskm Mayayuex é Corignex, rios, é mas adelante está la punta que llaman el Cabo Roxo.Y de la vanda del Sur, su- biendo desde el Ocgidente, está primero una bahía donde estuvo un pueblo que se llamó Guaiiica; y mas al leste está otra bahía redonda y de buen puerto, llamado Yatico ; y mas oriental está el rio de Ba- ramaya; é mas adelante está el rio que llaman Xacagua, en frente del qual está una isla llamada Ángulo (puesto que ella es redonda). Y mas al levante, cassi en medio de esta costa del Sur, están las sa- linas, é delante de ellas está el rio de Guayama; y mas al oriente está otro rio que se dige Guaybana; y mas adelante otro que llaman Guayaney; y mas ade- lante otro que se nombra Macao, y ade- lante , en la frente ó parte de la isla que mira al Levante, está otro rio que se dige Fajardo. Todos estos rios de la vanda del Sur é también los de lo parte del Norte penden é han sus nasgimientos en la mon- taña ó sierra que tengo dicho, que vapor medio de la isla del leste al hueste, de luengo á luengo de la tierra toda, é por sus vertientes reparte los rios que tengo dicho : los quales por la mayor parte son pequeños ; mas algunos de ellos son bue- nos rios, pero todos inferiores ó menores que el que se llama Cayrabon , que está de la parte del Norte; é aquesta costa es DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. I. 4G' la mas rica de oro en la ¡sla. Y cómo el ayrc es templado y las aguas nalnralos las que lengo dicho , es leda la isla ferli- líssima; é assi abunda de muchos ga- nados de todas las maneras que los hay en la I^la Española, de vacas y ove- jas ó puercos , ó caballos , é todo lo que en los libros prefcdontes queda es- cripto, en loor de Hayli ó Isla Espa- ñola. CAPITULO II. Ci'imo por mandado del comendador mayor de Alcánlara , don frey Nicolás de Ovando, gobernador de la Isla Española , se comcneó á poblar de cliripslianos la isla de Boriqíicn (que agora llamamos de Sanct Jolian), por mano del capilan Johan Ponce de Leou, y de oirás parlicularidadcs á esto concernientes. J_7espues que el comendador mayor, don frey Nicolás de Ovando , vino por gobernador á la Isla Española , é ovo con- quistado en ella é pagificado la provincia de Higuey , que es á la parte mas orien- tal de toda la isla, y mas vegina á la isla de Boriquen ó de Sanct Johan , de quien aqui se tracta, puso por su teniente en aquella villa de Higuey á un capitán hombre de bien é hidalgo, llamado Johan Ponge de León. El qual yo conosgí muy bien , é es uno de los que passaron á estas partes con el almirante primero, don Chripstóbal Colom, en el segundo viaje que hizo á estas Indias : é cómo se avia hallado en las guerras passadas, te- níase experiencia de su esfuerzo y per- sona y era tenido por hombre de con- fianza y de buena habilidad. Y cómo este avia sido capitán en la conquista de Hi- guey, tuvo notigia desde aquella provin- cia é alcangó á saber de los indios que en la isla de Boriquen ó Sanct Johan avia mucho oro. Y sabido, comunicólo en se- creto con el comendador mayor , que á la saQon residía en la Isla Española : el qual le dio ligengia para que passasse á la isla de Sanct Johan á tentar ó saber qué cosa era ; porque aunque la isla ya se sabía y avia sido descubierta por el al- mirante primero, no estaba conquistada ni pagíQca. Y para este efeto, tomó un caravelon con gierta gente é buenas guias de indios , é fué {\ la tierra del principal rey ó cag ique de aquella isla , el qual se llamaba Agueybana, como el rio que se díxo de suso : del qual fué muy bien re- bebido y festejado , dándole de aquellas cosas que los indios tienen para su man- tenimiento , é mostrando que le plagia de le conosger é ser amigo de los chripstia- nos. Y su madre é padrastro del cagique mostraron que holgaban mucho con los chripstianos ; y el capilan Johan Ponge puso nombre á esta cagica doña Inés , y á su marido don Frangisco , y á un her- mano della hizo llamar Añasco , porque el mesmo indio quiso que lo llamasen como á un hidalgo que yba con el Johan Ponge, que se degia Luys de Añasco. Y al mesmo cagique Agueybana le puso nom- bre Johan Ponge, como se llamaba el mesmo capitán que digo; porque es de costumbre de los indios en estas islas, que quando toman nueva amistad, toman el nombre proprio del capitán ó persona, con quien contraen la paz ó amigigía. Este cagique era buena persona é muy obediente á su madre; y ella era buena muger, é cómo era de edad, tenia noti- gía de las cosas acaegidas en la conquis- ta é pagiíicagion de la Isla Española, é como prudente continuamente degia é consejaba á su hijo é á los indios que fuessen buenos amigos de los chripstia- nos , sí no querían todos morir á sus ma- nos. Y assi, por estas amonestaciones, el hijo se anduvo con el capitán Johan Pon- 4C8 HISTORIA GENERAL Y NATURAL ye, V le dio una licrniana suya por ami- ga , y le llevó á la cosía ó vanda del Norle de aquella isla , y le mostró algunos rios de oro , en especial el que se dif e en aquella lengua Manatuabon , y otro que llaman Cehiico, que son dos rios ricos, de los quales el capitán Johan Ponyc e Iruxo gran muestra dello á esta Isla Española al comendador mayor, dexando en la isla de Sant Jolian algunos cliripstianos muy en paz é amis- tad con los indios. Y quando Johan Pon- fe llegó á esta cibdad de Sancto Domin- go, halló que ya era venido el segundo almirante, don Diego Colom, y que es- taba removido ele la gobernagion el co- mendador mayor. É vino entonges con el almirante un caballero que avia seydo se- cretario del sereníssimo rey don Felipe, llamado don Chripstóbal de Sotomayor, que yo conosgí muy bien , hijo de la cou- dessa vieja de Caminan, y heredero del conde de Caminan: el qual don Chrips- tóbal era hombre generoso é noble , al qual el Rey Cathólico enviaba por gober- nador de la isla de Sauct Johan ; pero el almirante no dio lugar á ello, aunque con el avia venido , ni le consintió que- dar en aquella isla, é vínose aqui á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Es- pañola, desde la qual el capitán Johan Ponge se volvió á Sanct Johan y llevó allá á su muger é hijas; pero excluydo del cargo , porque el almirante envió allá por su teniente é alcalde mayor á Johan (>ron, é por alguacil mayor á Miguel Diaz , del qual en otras partes se ha he- cho mengion : é aquestos dos goberna- ron quassi un año aquella isla. Y cómo el comendador mayor era ydo ya en Es- paña, fizo relagion de los servicios de Johan Ponge , é negogió con el Rey Ca- thólico que le diesse la gobernagion de aquella isla , é assi le envió la provisión real para ello. El qual, por virtud dclla, fué admitido al ofiígio de gobernación como teniente del almirante , don Diego Colom; pero puesto por el Rey, porque le paresgió que assi convenia á su ser- vigio ; y desde á pocos dias que tomó el cargo Johan Ponge, prendió al alcalde mayor Johan Cerón y al alguagil mayor Miguel Diaz, por algunos exgesos, de que los culpaban ; y enviólos presos á España, para que se presentassen en la corte ante el Rey Cathólico, é higo su alcalde mayor á don Chrisptóbal de Sotomayor. Al qual, en lo ageptar , siendo tan generoso é ha- gerse inferior en tal oflicio ni otro de Jo- han Ponge , ó aun porque no era bien tractado , ó él ó muchos se lo tuvieron á poquedad , como en la verdad lo era; porque demás de ser de tan clara é noble sangre, poco tiempo antes avia seydo se- cretario del Rey don Phelipe , nuestro señor, como tengo dicho; y el Johan Ponge era un escudero pobre quando acá passó , y en España avia sido cria- do de Pero Nuñez de Guzman , hermano de Ramiro Nuñez , señor de Toral. El qual Pero Nuñez , quando le sirvió de page Johan Ponge, no tenia gien mili marave- dís ó poco mas de renta, puesto que fuesse de ilustre sangre; y después fué ayo del sereníssimo señor Infante don Fer- nando, que agora es rey de los romanos. Quiero degir, que de la persona de don Chripstóbal á la de Johan Ponge avia mucha desigualdad en generosidad de sangre, puesto que el Johan Ponge es- taba reputado por hidalgo y tuvo persona y ser para lo que fué después , como se dirá en la prosecugion de la historia. Assi que, los que avian ydo con el capitán Johan Ponge , como los que llevó don Chripstóbal, todos le tuvieron á mal aver ageptado tal cargo; y por esso, como corrido dello , é reconogiendo su error, dexó el offigio é no lo quiso, como arre- pentido ; pero no sin ser culpado en lo aver tomado. Desde á poco tiempo el ca- pitán Johan Ponge vino á esta cibdad de DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. II. 469 Sancto Domingo é truxo consigo al ca- cique Agueybana para ver las cosas desla Isla Española, la qiial en aquella sacón estaba muy poblada de indios y de clirips- tianos. É si este cacique Agueybana ó su madre vivieran , nunca oviera rebelión ni las maldades que subcedieron en los indios de Sanct Joiían ; pero desde á poco tiem- po murieron madre é hijo , y heredó el señorío un hermano suyo , el qual na- turalmente era malo é de peores des- seos. Y este estaba encomendado á don Chripstóbal de Sotomayor por reparti- miento, y púsole su nombre é llamábanle don Chripstóbal ; y era tan buen caba- llero su amo, don Chripstóbal de Sotoma- yor y tan noble, que quanto él tenia daba á aquel traydor de su cacique , en pago de lo qual y de las buenas obras que le hizo , le mató muy crudamente de la ma- nera que adelante se dirá ; assi por com- plir con el odio que á su señor é á los chripstianos tenia , como porque en la verdad esta gente destos indios á natura es ingrata y de malas inclinaciones é obras ; é por ningún bien que se les haga tura en ellos la memoria ni voluntad para agradesferlo . CAPITULO III. Que tracla del primero pueblo de chripsUaiios que ovo en la isla de Boriquen ú Saiicl Johaii , ó por qué se mudo adonde se I1Í90 después. Hju el tiempo que Johan Ponge gober- naba lo isla de Sanct Johan , higo el pri- mero pueblo que los chripstianos tuvie- ron en agüella isla á la vanda del Nofte, é púsole nombre Caparra. En el qual pue- blo higo una casa de tapias, c andando el tiempo higo otra de piedra ; porque en la verdad , era hombre inclinado á poblar y edificar. Mas este pueblo , por la indis- posición del assiento , fué malsano é tra- bajoso , porque estaba entre montes y ciénegas, é las aguas eran agijosas, é no se criaban los niños. Antes en dexando la leche , adolescian é se tornaban de la color del acije , y hasta la muerte siem- pre yban de mal en peor, y toda la gente de los chripstianos andaban descoloridos y enfermos. Estaba este pueblo una legua de la mar , el qual intervalo era todo de ciénegas é muy trabajoso de traer los bastimentos á la villa , el fundamento de la qual ó su principio fué el año de mili é quinientos é nueve. Y estuvo aquella república ó villa en pie doce años poco mas ó menos , hasta que después se mudó adonde al presente está , que es una vi- lleta puesta en la mesma bahía donde las naos solían descargar ; pero adonde se mudó y está agora el pueblo es muy sano, aunque en la verdad las cosas nesges- sarias son dificultosamente ó con mucho trabajo ávidas , assi como buena agua , é la leña, é hierva para los caballos é para cobrir las casas ; porque los mas se sir- ven destas cosas é otras por la mar, con canoas é barcas. 470 [JISTORIA GENERAL Y NATLIUAL CAPITULO IV. Del pueblo (le Guanica , é por qué se despobló ó se hizo olro que se llamó Sotomayor , c del levanlamicnlo é rebelión de los indios , é cómo mataron la mitad de los cluipstianos que avia en la isla de Sanct Johan , y del esfuerce é cosas hacañosas del capilan Diego de Salacar. Hiiitrante el año de mili é quinientos é diez aiios fué la gente que don Chripstó- bal de Soto Mayor llevó é otfos que pas- saron desde aquesta Isla Española á la de Sanct Johan , é higieron uu pueblo que se dixo Guanica que es quassi al cabo de la isla , donde está una bahía que se cree que es una de las mejores que hay en el mundo: é desde allí descubrieron finco rios de oro , á cinco leguas del pueblo de Guanica, llamados Duijey, Ho- romico, Icau, In, y Quiminen. Pero en es- te pueblo ovo tantos mosquitos que fue- ron parte muy bastante para lo despo- blar, 6 passóse aquella gente é vecinos al Aguada que se dige , al liues-norueste, é llamaron á este otro nuevo pueblo ó assiento Sotomayor. Y estando en este pueblo, se algaron los indios de la isla un viernes quassi al principio del año mili é quinientos é onge, estando los indios é los chripstianos en mucha paz , é tuvie- ron aquesta forma para su rebelión. Ellos vieron que los chripstianos estaban der- ramados por la isla , é assi cada cagique mató los que dellos estaban en su casa ó tierra; por manera que en un mesmo tiempo mataron ochenta chripstianos ó mas. Y el cagique Agueybana, que tam- bién se degia don Cripsthóbal , como mas principal de todos, mandó á oíro cagique dicho Guarionex, que fuesse por capitán é recogiesse los cagiques todos é fuessen á quemar el pueblo nuevo llamado Soto- mayor. Y para esto se juntaron mas de tres mili indios; y cómo todo lo de alre- dedor del pueblo hasta él eran arcabucos y montes gerrados de arboledas , no fue- ron sentidos hasta que dieron en la villa, puesto que un indio niño los vido é lo dixo; pero no fué creydo. É assi cómo dieron de súbito ovieron lugar de pegar fuego al pueblo é mataron algunos chrips- tianos , é no quedara ninguno con la vi- da, si no fuera por un hidalgo que en aquella villa vivia llamado Diego de Sa- lagar: el qual demás de ser muy devoto de la Madre de Dios y de honesta vida, era muy animoso hombre y de grande esfuergo. Y cómo vido la cosa en tan mal estado é á punto de se perder todos los chripslianos que quedaban alli, los acaudilló é puso tan buen coragon en los que estaban ya quassi vengidos , que por su denuedo é buenas palabras , los esfor- gó é persuadió á que con gran ímpetu é osadía, como varones, se pusiessen á la resistengía ; é assi lo higieron, y pelearon él y ellos contra la moltitud de los ene- migos, de tal manera que los resistió, é como valeroso capitán á vista de los con- trarios, recogió toda la gente de los chripstianos que avian quedado é los lle- vó á la villa de Caparra , donde estaba el capitán Johan Ponge de León, que co- mo he dicho ya era gobernador de la is- la : é todos los que alli fueron , dixeron que después de Dios, Diego de Salagar les avia dado las vidas. Quedó desto tan- to espanto en todos los indios , y en tan- ta reputagion con ellos la personado Die- go de Salagar, que le temían como al fuego , porque en ninguna manera podían creer que oviesse hombre en el mundo tan digno de ser temido. Verdad es que antes desto ya el mesmo Diego de Salagar DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. IV. 471 avia liecho otra experiencia de su perso- na con ios indios, é tan grande que si ellos penssáran hallarle en la villa deSo- tomayor, no osaran yr allá, aunque co- mo lie dicho eran mas de (res mili. Pero porque passemos á lo demás, pues se ha tocado del esfuergo é persona deste hi- dalgo , diré otro caso muy señalado del, donde ovo principio larepulagion é con- cepto en que los indios le tenian é por- qué le temían, é fué esta la causa. Un cacique que se degia del Aymanio tomó á un mancebo chripstiano, hijo de un Pe- ro Xuarcz de la Cámara, natural de Me- dina del Campo , é alólo , é mandó que su gente lo jugasen al batey ( que es el juego de la pelota de los indios), é que jugado, los vencedores lo matassen. Esto seria hasta tres meses antes de lo que tengo dicho que higieron en la población de la villa de Sotomayor; y en tanto que comían los indios , para después en la tarde hacer su juego de pelota, como lo tenian acordado sobre la vida del po- bre mancebo , escapóse un muchacho, in- dio naboría del preso Pero Xuarez , é fuesse huyendo á la tierra del cacique de Guarionex, donde en esta sagon estaba Diego de Salacar: é cómo el muchacho lloraba, pesándole del trabaxo é muerte en que desaba á su señor, el Salacar le preguntó que dónde estaba su amo , y el indio le dixo lo que passaba: é luego el Salacar se determinó de yr allá á morir ó salvarle, si pudiesse; mas el muchacho temiendo no qucria volver ni guiarle. Entonces Diego de Salagar le amenacé é dixo que lo matarla, si noybacon él y le enseñaba donde tenian los indios á su amo ; de manera que ovo de yr con él , é llegado gerca de donde estaban, esperó tiempo para que no le viessen hasta que diesse en los indios. Y entró en un ca- ney ó buhío redondo, á donde estaba ata- do el Xuarez, esperando que acabassen los indios de comer para lo jugar, é ju- gado lo matar; y prestamente Diego de Salacar le corló las ligaduras con que es- taba atado, édíxole: «Sed hombre éhaged como yo.» É comencé ádar por medio de trescientos indios gandules ó mas, con una espada é una rodela, matando é hi- riendo con tan gentil osadía y efelo, co- mo si tuviera alli otros tantos chripstia- nos en su favor , é hizo tanto estrago en los indios, que aunque eran hombres de guerra , á mal de su grado le dexaron yr con el diclio Xuarez; porque como Die- go de Salagar hirió muy mal á un capi- tán de la mesma casa, donde aquesto passó , los otros desmayaron en tanta manera que el Salagar y el Xuarez sa- lieron de entre ellos, segund es dicho. Y después que estuvo bien apartado de los contrarios enviaron tras él mensa- geros, rogándole que quisiesse volver, porque le querían mucho por ser tan va- liente hombre, é que le querían conten- taré servir en quanto pudiessen. El qual, oyda la embaxada, aunque de gente tan bárbara é salvaje , determinó de volver á saber qué le querían los indios; mas el compañero, como hombre que en tal tran- Ce é tan al cabo de la vida se avia visto, no era de paresger que volviessen : an- tes se hincó de rodillas delante de Diesfo de Salagar é le pidió é rogó que por amor de Dios no tornasse , pues sabia que eran tantos indios, y ellos dos solos no podían sino morir , é que aquello era ya tentar á Dios y no esfuergo ni cosa de se hager. É Diego de Salagar le respon- dió é dixo. «Mirad, Xuarez, si vos no quercys volver conmigo ydos en buen hora que en salvo estays; mas yo tengo de volver é ver que quieren estos indios, y no han de penssar que por su temor lo dexo.» Entonces el Xuarez no pudo hacer otra cosa sino tornar con él, aunque de mala voluntad; pero cómo era hombre de bien é tenia la vida por causa del Sa- lagar, acordó de le seguir é la tornar á 472 HISTORIA GENERAL Y NATURAL peligro, en compañía de tan osado varón é que también meneaba el espada. Y tor- naron juntos , é hallaron muy mal herido al capitán de los indios; é Diego de Sa- lagar le preguntó qué queria , y el capitán ó cacique le dixo que le rogaba que le diesse su nombre é que con su voluntad oviesse por bien que le Uamassen Sala- dar como á él, é que queria ser su ami- go perpetuo , é le queria mucho : é Die- go de Salacar dixo que le plagia que se llamassc Saladar, como él. É assi luego sus indios le comentaron á llamar Salarar, Salacar; como si por este consentimien- to se le invistiera la mesma habilidad y esfuerzo del Diego de Salagar. É para principio desta amistad é por la merged que se le hafia, en dexarle de su grado tomar su nombre, le dio quatro naborías ó esclavos que le sirviessen é otras joyas é preseas , y se fueron en paz con ellas los dos chrípstíanos. Desde entonces fué tan temido de los indios Diego de Salagar que, quando algund chrípsliano los ame- naí'aba, respondían. «Piensas tú que te tengo de temer, como si fuesses Sala- dar.» Viendo pues Johan Ponge de León, que gobernaba la isla , lo que este hidalgo avia hecho en estas dos cosas tan señala- das que he dicho, le híf o capitán entre los otros chrípstíanos é hidalgos que debaxo de su gobernación militaban, y otros fue- ron mudados; é aunque después ovo mu- danzas de gobernadores , siempre Diego de Salagar fue capitán é tuvo cargo de gente hasta que murió del mal de las búas . É aunque estaba muy doliente, lo lleva- ban con toda su enfermedad en el cam- po , é dó quiera que yban á pelear con- tra los indios; porque de hecho penssaban los indios, que ni los chrípstíanos podían ser vencidos ni ellos venger dónde el capitán Diego de Saladar se hallasse , é lo primero de que se informaban con to- da diligencia era saber si yba con los chrípstíanos este capitán. En la verdad fue persona , segund lo que á testigos fi- dedignos y de vista yo he oydo , para le tener en mucho; porque demás de ser hombre de grandes fuerzas y esfuerzo, era en sus cosas muy comedido é bien criado é para ser estimado do quiera que hombres oviesse , é todos le loan de muy devoto de Nuestra Señora. Murió después de aquel trabajoso mal que he dicho, ha- gitendo una señalada é paciente peniten- cia, segund de todo esto fuy informado en parte del mesmo Johan Ponge de León y de Pero López Ángulo y de otros ca- balleros é hidalgos que se hallaron pres- sentes en la isla, en la mesma sagon que estas cosas passaron , y aun les cupo par- te destos é otros muchos trabajos. CAPITULO V. Que Irada de la miierle de don Chripslúbal de Solomayor é otros chripslianos; é cómo escapó Johan Gon- calez, la lengua, con quairo lieridas muy grandes, é lo que anduvo assi herido en una noche, sin se curar, c otras cosas tocanles al discurso de la historia. L ornando á la historia del levantamien- to de los indios, digo que después que los principales dellos se confederaron pa- ra su rebelión , cupo al cacique Aguey- bana, que era el mayor señor de la isla, de matar á don Chripstóbal de Sotoma- yor, su amo, á quien el mesmo cagique servia y estaba encomendado por repar- timiento, segund tengo dicho, en la casa del qual estaba ; y jugáronlo á la pelota ó juego que ellos llaman del batey, que es lo mesmo. É una hermana del cacique DE LNDIAS. LIB. XVI. CAÍ'. V. 473 que tenia don Chripstóbal por amiga , le avisó é le dixo: «Señor, vete de aqui: que este mi hermano es bellaco y te quie- re matar.» Yuna lengua que don Chrips- tóbal tenia , llamado Johan Gonraloz , se desnudó una noche é se embixó ó pintó de aquella ungion colorada que se dixo en el libro YIII, capítulo VI, que los in- dios llaman bixa, con que se pintan para yr á pelear, ó para los areytos y cantares y quando quieren parescer bien. É cómo el Johan Gongalez venia desnudo é pin- tado y era de noche y'se entró entre los que cantaban en el corro del areyto, vio é oyó cómo cantaban la muerte del don Chripstóbal de Sotomayoré de los chrips- lianos que con él estaban; é salido del cantar , quando vido tiempo y le pares- gió, avisó á don Chripstóbal é díxole la maldad de los indios é lo que avian can- tado en el areyto é tenian acordado. El qual tuvo tan mal acuerdo , que como no avia dado crédito á la india cagica, tam- poco creyó al Johau Gongalez : la qnal lengua le dixo : «Señor, esta noche nos podemos yr, é mirad que os va la vida en ello: que yo os llevaré por donde no nos hallen.» Pero cómo su fin era llega- do, no lo quiso ha^er. Con todo esso, assi como otro dia amanes^ ió , estimula- do su ánimo é como sospechosso, acordó de se yr ; mas ya era sin tiempo : é dixo al cagique que él se queria yr donde es- taba el gobernador Johan Ponge de León, y él dixo que fuesse en buena hora, y mandó luego venir indios que fuessen con él y le llevassen las cargas é su ropa, é dióselos bien instrutos de lo que avian de hager; ornándoles que quando vicssen su gente, se algasen con el hato é lo que llevaban, é fue assi: que después de ser partido don Chripstóbal, salió tras él el mismo cariquecon gente, é alcanrólo una legua de alli de su assiento, en un rio que se dige Cainjo. É antes que á él llegassen, alcanraron al Johan Gonraloz, laleniíua, TUAIU 1. é tomáronle la espada é dieronle giertas heridas grandes, é queríanle acabar de malar; é cómo llegó luego Agueybana, dixo la lengua, en el lenguaje de los in- dios : «Señor , ¿por qué me mandas ma- tar? Yo te serviré é seré tu naboría:» y entonges dixo el cagique: «Adelante, ade- lante , á mi dalihao (que quiere degir mi señor, ó el que, como yo, se nombra), de- xa ese bellaco.» É assi le dexaron, pero con tres heridas grandes é peligrosas , y passaron y mataron á don Chripstóbal é á los otros chripstianos que yban con él (que eran oíros quatro) , á macanagos; quiero degir con aquellas macanas que usan por armas, é flechándolos. É hecho aquesto, volvieron atrás para acabar de matar al Johan Gongalez, la lengua ; pe- ro él se avia subido en un árbol é vido cómo le andaban buscando por el rastro de la sangre, é no quiso Dios que le vies- sen ni hallassen ; porque cómo la tierra es muy cspessa de arboledas y ramas , y él se avia desviado del camino y embos- cado, se escapó desta manera. É fuera muy grande mal si este Johan Gongalez alli muriera , porque era grande lengua: el qual, después que fue de noche, baxó del áibol é anduvo tanto que atravcssó la sierra de Xacagua, é créese que guia- do por Dios ó por el ángel , é con favor suyo , tuvo esfuergo é vida para ello, se- gund yba mal herido. Einalmente él sa- lió á Coa, que era una cstangia del rey; pero él creía que era el Otuao, donde penssaba que lo avian de matar , porque era tierra algada é de lo que estaba rebe- lado; pero su estimativa era hija de su miedo conque yba; éavía andadj quin- ge leguas mas de lo que se penssaba. É como alli avia chripstianos, víéronle; y él estaba ya tal é tan dessangrado y enlla- quesgído , que sin vista cayó en tierra. Pero cómo le vieron tal, socorriéronle con darle algo que comió y bebió y cobró al- gund esfuergo é vigor , é pudo hablar, 474 HISTORIA GIÍNKHAL Y AATURAL aunque con pena, é dixo lo que avia pas- satlo. É luego liificron mandado al capi- tán Jolian Ponf e, nolilicándole todo lo que os dicho: el qual luego apergibió su gen- te para castigar los indios y haberles la guerra. En la qual saron llegó el Diego de Saladar con la gente que avia escapado con él, segund se dixo en el capítulo de suso. Éluego Johan Ponge envió al capitán Mi- guel de Toro con quarenta hombres á bus- car á don Chripstübal , al qual hallaron enterrado ( porque el cagique le mandó enterrar) y lan somero ó mal cubierto que tenia los pies de fuera. Y este capitán é los que con él yban hicieron una sepultura, en que lo enterraron bien , é pusieron á par della una cruz alta é grande. É aqueste fue el principio é causa de la guerra con- tra Agueybana é los otros indios de la isla de Boriquen, llamada ahora Sanct Johan. CAniliLO VI. De los primeros oapilancs que ovo on la conqiiisl.i c pac-üicacioii de la isla de Boriquen, que agora se llama isla de Sanct Jolian. I. ornando Miguel de Toro é los quaren- ta chripstianos que con él fueron á en- terrar á don Chripstóbal y á los otros quatro españoles (lue con él fueron muer- tos, el gobernador Johan Ponge entendió en ordenar su gente y estar en vela, para se defender con los pocos chripstianos que avian quedado, en tanto que era so- corrido é le yba gente desde aquesta Isla Española , para lo qual higo tres capita- nes. El primero fue Miguel de Toro, de quien he dicho de suso : el qual era hom- bre regio é para mucho , é avia seydo ar- mado caballero por el Rey Cathólico (puesto que él era de baxa sangre), por- que en la Tierra-Firme avia muy bien probado como valiente hombre, é con su esfuergo avia honrado su persona, en compañía del capitán Alonso de Hoje- da. El otro capitán que Johan Ponge hi- zo fue Diego de Salagar, de quien es fecha mengion en el capítulo de suso. El tergero capitán fue Luys de Alman- sa. A estos tres capitanes fueron consi- nados cada treynta hombres, é los mas dellos coxos y enfermos; pero sacaban uergas y esfuergo de su ílaquega , por- ([ue no tenían otro remedio sino el de Dios y de sus manos ; acordándose de aquella grave sentengia de Séneca ' don- de dige «que es locura temer lo que no se puede excusar.» Stidlum est timere quod vitare non possis. Avian pues muer- to los indios la mitad de los chripstianos, como ya tengo dicho , ó los mas é la mas lugida gente: é con los que quedaban, que podrían ser giento por todos, Johan Ponge siempre se hallaba con ellos, y de los delanteros ; porque era hombre ani- moso é avisado é solígito en las cosas de la guerra ; é traia por su capitán general y teniente é por su alcalde mayor á un hidalgo, llamado Johan Gil. É assi lo fue después de su gobernagion, hasta que la isla fue pagificada, é sirvió muy bien; porque aun después de passada la guerra de la isla de Sanct Johan , á su cosía la hagia á los caribes de las otras islas co- marcanas, que son muchas, é los puso en mucha nesgessidad; en tal manera que no se podían valer con él y le temían mucho. En este exergigio de los caribes traia consigo por capitanes á Johan de León , hombre diestro en las cosas de la mar y en la tierra, y en las cosas de la guerra , de buen saber y gentil ánimo. Y i In libro de rcn:cdii^ fortuilorwii. DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. VI. 475 el otro capitán que traia el teniente Jolian ser diestros y do buen ánimo , dó quiera Gil era un Johan López , adalid, y otros que se hallaban , haf ian muy bien lo que hombres de bien de los que avian queda- convenia al exer^i(^¡o de la conquista de do de la guerra de Sanct Johan, que por los caribes, en la mar y en ia tierra^ CAPITULO VII. - rioso á la villa de Sanct Gorman é re- partió muy bien y á voluntad do todos la presa. Y envió una délas piraguas que tomó á esta cllxlad de Sánelo Domingo al almirante don Diego Colom : la qual era muy grande é muy hermoso navio para del arte que estos son. Pero porque de las cosas de aquel perro seria larga narragion lo que con verdad se podria del escrebir, no diré aquí sino una sola que no es de preterir, porque ía supe de testigos de vista que se hallaron pres- sentes, personas dinas de crédito, y fué aquesta. La noche que sedixo de la gua- gábara ó batalla delcagique Mabodomoca, á la mañana antes que el gobernador Johan Pongo llegassc , acordó el capitán Diego de Salagar de echar al perro una india vieja de las prision-eras que allí se avian tomado; é púsole una carta en la mano á la vieja , é díxole el capitán: «An- da, vé, lleva esta caria al gobernador que está en Aymaco» que era una legua pe- queña de alli: é degíale aquesto para que assi cómo la vieja se parliesse y fuosse salida de entre la gente , soltassen el perro tras ella. É cómo fué desviada po- co mas do un tiro de piedra, assi se hizo, y ella yba muy alegre, porque penssaba que por llevarla caria, la libertaban; mas soltado el perro luego la alcangó , é có- mo la rauger le vido yr tan denodado para ella , assentóse en tierra y en su len- gua comongó á hablar, é degíale: «Per-^ ro , señor perro , yo voy á llevar esta carta al señor gobernador", é mostrábale la cartaó papel cogido, é degíale: «no me hagas mal, perro señor.» Y do hecho el perro se paró como la oyó hablar, é muy manso se llegó á ella é algo una pierna é la meó, como los perros lo suelen hager en una esquina ó quando quieren orinar, sin le hager ningún mal. Lo qual los DE LNDIAS. IJB. XVI. CAP. XI. 48,") cliripstianos tuvieron por cosa de miste- rio, segimd el perro era fiero y denoda- do ; é assi el capitán , vista la clemencia que el perro avia usado , mandóle atar, é llamaron á la pobre india é tornóse para los chripstianos espantada, penssandoque la avian enviado á llamar con el perro, y temblando de miedo se sentó , y desde á un poco llegó el gobernador Johan Pon- ge; é sabido el caso, no quiso ser menos piadoso con la india de lo que avia sido el perro , y mandóla dexar libremente y que se fuesse donde quissiese, é assi lo IZO. C\PITIJL0 XII. icpai-limienlo de los indios do la isla de Sanct Johan , y de lo que en ello se sigí. JtLstando la isla de Sanct Jolian pacífi- ca, y encomendados los indios á (¡uien los debia tenor, pares<;'ió!es á los que tal procuraron que, yendo allí quien hiciesso el repartimiento de nuevo, los sabria me- jor repartir entre los vecinos que quien los avia visto servir é conquistar la isla. Fué para esto enviado allá un juez de resi- dencia, llamado el ligengiado Velazquez, á quien culpaban digiendo que fué enga- ñado por los ofif iales é procuradores del pueblo; porque , como fueron señalados por personeros y factores ó solicitadores los que tenian mas avivadas y despiertas las lenguas, que no trabaxadas las per- sonas en la pagilicacion é conquista de la tierra, como sagages, procuraron de dexar á los que lo meresgian sin galardón, por- que á ellos é á sus amigos se les diesse lo que los otros avian de aver. É tuvie- ron tales formas para ello, que entre otras cosas dieron al juez muchas memo- rias cautelosas que él debiera entender de otra manera, ó al revés, digiendoque los unos eran labradores, y los otros de baxa suerte, no se acordando que los que estas lachas ponian pudieran muy mejor é con mas verdad apropriarlas á sí mes- mos, que no á los otros de quien nmr- muraban ; pues se desacordaban de los virtuosos hechos y denuedos é scrvigios de a([uellos contra quien hablaban. Los <¡ualcs, á su propria costa é sin sueldo alguno, avian ganado é conquistado la isla con mucho derramamiento de su pro- pria sangre, é mas de la de los enemigos aviendo muchos, é no quedando en pie para la gratificagion la mitad de los ver- daderos conquistadores , y no les avien- do dado para su substentagion mas de pa- labras é vanos prometimientos , ofres- giéndoles que entre ellos se avian de re- partir los indios, como en la verdad ello hiera muy justo que assi se Iiigiora ; mas hízose al revés, é assi los dio á quien quiso, y no á quien debiera. Fué este 1¡- gengiado el primero que entró en aquella isla , sin el qual é sin los que después fueron con estos títulos de letras, estuvo mejor gobernada la tierra , é paresgióse bien en el teniente Chripstóbal de Men- doga , pues ninguna demanda se le puso ni persona alguna se quexó del : antes le lloraba aquella isla, quando se le tomó re- sidengia, viendo que le quitaban el car- go. Pero assi van estas cosas, que á ve- ges permite Dios que por los pecados del pueblo se les quiten los buenos jueges, ó por méritos de los tales jueges los aparte Dios de donde ternian ocasión para errar é ofender á sus congiengias. É assi pa- resgió por la obra que después sobre es- las novedades é rautagiones de goberna- ción , ninguna cosa ha ganado aquella isla, por las diversas costumbres de los que allí han tenido cargo de jusligia. É ÍSO HISTORIA GEiNERAL Y NATURAL ydo Cliripslüijal (K' Mendoza en España, estuvo mas lionrado ó le dio la Cesárea Magestad el hábito de Sanctiago y le dio de comer, como á uno de los caballeros de su Real casa, donde regibió mayores mergedes y con menos peligros, y en su patria c no tan apartado acá en csle Nuevo Mundo. CAPITULO XIII. J»e hi imierU! ilcl aflelanlado Julián Ponce de León, primcio coiiriuislador de la isla de Boriqucn, f{uc agora llaman Sancl Johan , y oirás cosas locanles á la mcsma isla. iclio se liá cómo Johan Ponge de León fué removido del cargo é gobernación de la isla de Sanct Johan , y de cómo fue á descubrir á la vanda del Norte, é cómo anduvo en Jjusca de aquella fabulosa fuente de Rimini , que publicaron los in- dios que tornaba á los viejos mogos. Y esto yo lo he visto (sin la fuente) , no en el subgeto é mejoramiento de las fuer- cas; pero en el enflaquecimiento del sexo, é tornarse en sus hechos mogos y de poco entender : y destos fué uno el mismo Jo- han Pouge, en tanto que le turó aquella vanidad de dar crédito á los indios en tal disparate, ó á tanta costa suya de arma- das de navios y gentes , puesto que en la verdad él fué honrado caballero é noble porsoua é trabaxó muy bien en la con- quista é pagificagion de aquesta Isla Es- pañola y en la guerra de Higuey; y tam- bién fué el primero que comengó á po- blar é pagificar la isla de Sanct Johan, como tengo dicho , donde él é los que con él se hallaron padesgieron muchos tra- baxos, assi de la guerra como de enfer- medades é muchas nesgessidades de bas- timentos é de todas las otras cosas nes- gessarias á la vida. Halló, pues, como ya he dicho , este capitán aquella tierra que llaman la Florida , é tornó á la isla de Sanct Johan , é fué á España , é dio relagion de todo al Rey Cathólico : e! qual , aviendo respecto á sus servigios, le dio título de adelantado de Bimini y le hizo otras mergedes, para lo qual le aprovechó mucho el favor de su amo, Pero Nuñez deGuzman, comendador ma- yor de Calatrava , ayo del soreuíssimo in- fante don Hernando, que es agora la Ma- gestad del rey de los romanos. É después se tornó á la isla de Sanct Johan é armó de mas propóssito para yr á poblar en aquella tierra de su adelantamiento y go- bernagion que allisele dio, é gastó mu- cho en el armada é volvió de allá desba- ratado y herido de una flecha , de la qual herida vino á morir á la isla de Cuba. É no fué solo él quien perdió la vida y el tiempo y la hagienda en esta deman- da: que muchos otros por le seguir, mu- rieron en el viaje é después de ser allá llegados, parte á manos de los indios , é parte de enfermedades; é assi acabaron el adelantado y el adelantamiento. CAPITULO XIV. Del pueblo llamado Daguao, que liizo poblar el almiranle, don Diego Colom , en la isla de Sanef Jolian. informaron al almirante, don Diego Co- lora , que en una provincia de la isla de Sanct Johan seria bien hagerse un pue- blo, adonde llaman el Daguao, jsorque se DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. XIV. 48^ creía que aquella tierra era rica de uii- nas ; y determinado en ello, envió allá para fundar la poblagion á un liidalgo, llamado Johan Enriquez , con f ierta gen- te: el qual era pariente de la vireyna, muger del almirante , y el pueblo se hizo en lo mas rico de la isla, é Juan Enri- quez fué allí teniente por el almirante. Pero por floxedad de los que alli esta- ban , ni se dieron maña á substentar el pueblo ni á buscar las minas , é al cabo se despobló por los caribes en breve tiem- po. É después de despoblado, se hallaron gerca de aquel assiento muchos rios é ar- royos ricos de oro ; pero cómo está muy á mano é aparejado para resfebir daño de los caribes é han hecho por alli mu- chos saltos en veges, á esta causa no se sostuvo aquella villa. Mas si el oro se des- cubriera, quando alli ovo población, siem- pre permanesgiera el pueblo é fuera muy gran seguridad de toda la isla , porque estaba en parte muy conviniente , y en tierra muy fértil de labranras é pastos é oro rico é buenas aguas. É aun quieren algunos degir que ninguna población pu- diera aver tan al propósito de los chrips- tianos, como fuera aquella. Este pueblo se llamó Sanctiago; pero como he dicho, turó poco su población. CAPITULO XV. De los gobernadores que ovo en la isla de Sanct Johan , después que allí I'ik' por juez de residencia el ceneiado Velazquez. JLlicho se ha cómo el ligengiado Velaz- quez fué por juez de residencia á la isla de Sanct Johan : el qual se ovo de tal manera en el offigio , que ovo muchas quexas del, por lo qual fué por Su Ma- gestad proveydo de juez de residencia para aquella isla el ligengiado Antonio de la Gama, é aqueste hizo lo que supo. El qual después se casó con una doncella llamada doña Isabel Ponge, hija del ade- lantado Johan Ponge de León , de quien avois oydo que gobernó é pobló primero aquella isla; é diéronle grande dote con ella, é avecindóse en la tierra, é tuvo cargo de la gobernagíon de la isla por el Rey, en tanto que le turó el offigio de juez de residencia. Después de lo qual, tornó el cargo á cuyo era ; y el almirante , don Diego Colom, puso por su teniente á Pe- dro Moreno, vecino de aquella isla , del qual tampoco faltaron quexas , aunque no tantas como de algunos de los que primero avian gobernado. Y en este tiem- po se siguieron muchas passiones entre Antonio Sedeño , contador de aquella isla, y el tesorero Blas de Villasancta.'Y ambos anduvieron en la corte el año de mili é quinientos y veynte y tres é veyn- te y quatro é mas tiempo , pleyteando é acusándose ante los señores del Consejo Real de Indias , para que oviesse lugar aquel proverbio que dice : Riñen las co- madres, y descúhrense las verdades. Y en- tre las otras querellas deste Villasancta no olvidaba al licenciado de la Gama, por lo qual se mandó al licenciado Lucas Vázquez de Ayllon , oydor desta Audien- cia Real de la Isla Española , que á la sa- cón estaba en Castilla negociando una gobernación (donde después fué á mo- rir), que se viniesse por la isla de Sanct Johan y cntendiesse en aquellas diferen- cias de los oficiales, é tomasse residencia al Pedro Moreno y al licenciado de la Gama , é assi lo hizo. É ya el de la Gama avia enviudado é acabado el primero ma- trimonio , y se avia casado segunda vez con Isabel de Cágeres, muger que avia 488 HISTORIA GENERAL Y NATURAL soydo de aciiipl ¡Vrigncl Díaz, do ([iiien en en otras partes se ha liccho menyion : la qual estaba muy rica muger , y aqueste su segundo marido fué proveydo después por juez de residencia á la Tiorra-Finne, á la provinria y gobernación do Castilla del Oro , donde hizo lo que se dirá ade- lante en la administraí'ion de aquel ofíi- cio, qnando se tráete de las cosas de aquella tierra, en la segunda parte de aquesta historia. Assi que, después que el licenciado Ayllon les lomó residencia, tornó al cargo de la isla de Sanct Jolian el teniente Pedro Moreno , é lo tuvo ó go- bernó aquella isla hasta que murió : des- pués de la muerto del qual tiene hasta agora el mismo oflifio el teniente Fran- cisco !\LTnuol do Oiando, el qual es buen caballero y noble persona , y que ha muy bien gobernado , y ha^e su offrcio muy en conformidad do aquellos pueblos ó como conviene al servicio de Dios y do Sus Ma- gostados , ó mas al propósito do la tierra que lo han fecho los letrados, porque de lo uno y lo otro se ha visto la expe- riencia muchas veces. É no sin causa Sus Magostados en Castilla del Oro y en otras partes mandan que no passen le- trados ni procuradores, porque conoci- damente son pestilenciales para haciendas agenas, y para poner en contienda á los que sin ellos vivirían en paz. Y estos car- gos de justicia yo no los querria ver en los (jue mas leyes saben , sino en los que mas justas conciencias tienen ; y pocas diferencias puede aver entre los vecinos que no las sepan averiguar buenos juy- Cios, si el juez tiene sano el pocho é cer- rada la puerta ;'i la cobdicia , sin que Bar- tulo ni otros doctores entiendan en ello. CAPÍTULO XVI. Do diversas parliculnridades de la isla de Sanct Jolian. ues se ha dicho do la gobernación do la isla de Sanct Johan y de las cosas que passaron en los principios de su conquis- ta é población , quiero decir en este ca- pítulo algunas particularidades, convi- nientes á la relación desta isla y de los indios dolía. Estos indios eran flecheros; pero no tiraban con hierva, é algunas veces pas- saban los indios caribes de las islas co- marcanas fleclieros en su favor contra los chripslianos ; y todos aquellos tiran con hierva muy mala, é tal que es inreme- diable hasta agora , pues no se sabe curar. Algunos dicen que no comian carne humana los desta isla , é yo lo pongo en dubda ; pues que los caribes los ayuda- ban ó conversaban con ellos, que la comen . La gente desta isla es lora y de la es- tatura y forma que está dicho de los in- dios de la Española , sueltos y de buena disposición en la mar y en la tierra, pues- to que son para mas los de la isla de Sanct Johan, ó mas guerreros, é assi an- dan desnudos. En las ydolatrías del cemí y en los areytos é juegos del batey y en el nave- gar de las canoas y en sus manjares é agricultura y pesquerías, y en los edefi- C¡os de casas y camas , y en los matri- monios é subcession de los cacicados y se- ñorío, y en las herencias y otras cosas muchas, muy semejantes los unos á los otros. É todos los árboles, y plantas, y fructas, ó hiervas, é animales, y aves, y pescados , ó insectos que hay en Ilayti ó en la Isla Española , todo lo mismo se halla en la de Boriquen ó isla de Sanct DE INDIAS. LIB. XVI. CAP. XVI. 480 Johan, é assi mosmo todo lo que por in- dustria é diligengia de los españoles so ha hecho é multiplicado ea la Española de ganados, desde ella se passaron los primeros á Sanct Johan , y se han hecho muy bien , é lo mesmo de los naranjos é granados é higueras é plátanos é horta- liga é cosas de España. Pero alli en Sanct Johan hay un árbol que llaman el palo sánelo , del qual co- mo cosa muy digna de particular me- moria, se hará adelante un capítulo, en que se diga alguna parte de sus exge- lengias- Hay un ingenio de agúcar que hizo Thomás de Castellón, ginovés, que que- dó á sus herederos, no sin pleytos é liti- gios la herencia ; pero ea quien quedare, digen que es gentil heredamiento. Estos indios de Sanct Johan , é co- munmente todos los de las Indias, en- gienden fuego con los palillos , como atrás queda dicho. Tienen muy buenas salinas en la parte que tengo dicho de la costa ó vanda del Sur, é muy buenos riosé aguas é minas muy ricas de oro, de las quales se ha sacado muy gran copia de oro y continuamente se saca. Hay mas aves co- munmente que en la Isla Española ; pero no dexaré de degir de fierta caga que nunca la vi sino de aquella isla , ni aun lo oy degir que en otra parte del mundo se diessen á ella. Y estos son unos mur- ciélagos que los comen los indios ( é aun los chripstianos hacían lo mismo en el tiempo que turó la conquista), y están muy gordos, y en agua muy caliente se pelan fágilmentc é quedan de la manera de los paxaritos de cañuela é muy blan- cos é de buen sabor, segund los indios digen : é no niegan los chripstianos que los probaron é comieron muchas veges por su nesgessidad , é otros hombres por- que son amigos de probar lo que veen que otros hagen. Finalmente, esta isla es muy fértil é rica é de las mejores de las que hay pobladas de chripstianos hasta el presseute tiempo. CAPITULO XVII. Del árbol del palo sancto 6 de sus muy excelentes propriedades. El árbol que en las Indias llaman palo sancto, digo que en opinión de muchos es uno de los mas exgelentes árboles del mundo, por las enfermedades é llagas é diversas passiones que con él curan. Muchos le tienen en la verdad por el mesmo que guayacan , ó por espegíe ó género del, en la madera y medula ó co- ragon y en el peso é otras particularida- des y efetos mediginales, puesto que aqueste palo sancto ha hecho mayores experiengias ; porque demás de se curar con él el mal de las búas, como con el guayacan é muy mejor, cúranse otras en- fermedades muchas que no se sanan con el guayacan, como mas particularmente TOMO 1. los médicos que del usan , lo saben apli- car , y otras personas por la experiengia que ya se tiene. Pero solamente diré yo aquí lo que vi hager ó experimentar en un enfermo tocado del mal de las búas, y que desde á mucho tiempo que las tu- vo, vivía con una llaga vieja en una pier- na muchos años después, y de quando en quando se le refrescaban sus trabajos y le daban muy mala vida , é ya él la te- nía por incurable. El qual usó desla re- gepta que agora diré. Púrgase el doliente con pildoras de regimiento , que creo que llaman de fumus terree, las quales se to- man, passada la media noche: é después que ha purgado, come de un ave y bebe G-2 4s penas que ninguno di- xesse á los indios á qué yban los chrips- tianos , salvo que se los remitiessen al capitán para que él se lo dixesse , é que ninguno les hiciesse mal ni daño , ni los enojasse, ni burlasse con ellos, ni lia- blassen con las mugeres, ni les tomassen cosa alguna contra su voluntad , ni res- catassen con algunos indios , ni resci- biessen dellos cosa alguna , ni diessen causa á alterarlos é ponerles miedo ; y que si supicssen que algund indio (pieria rescatar oro , ó perlas , ó piedras prcscio- sas, ú otra cosa alguna, lo llevassen al capitán para quél hiciesse en ello lo que conviniesse, é que ningund chripstiano se apai tasse de su bandera ó quadrilla, ó de donde le fuesse mandado que csto- viesse, só graves penas. É publicadas é pregonadas estasé otras ordenancas, é aviendo hablado largamente con la genio* 308 IllSTOHlA GENERAL Y NATURAL de aquel pueblo é enseñátloles su resca- te, é sabido de los indios que no lenian oro, se tornó este capitán é los chrips- lianos á embarcar en sus navios. Estas ordenanzas ó capítulos é pregón no eran solamente para lo pressenle ni por tiempo limitado, sino para todo lo que turassc su oíligio é viaje deste capitán ; é de al- gunas cosas dcstas, assi mandadas é or- denadas, no plugo á todos los que oyeron el pregón : antes muchos se resabiaron é quedaron mal contentos del capitán, por la leghi cu (jue los (¡uiso poner. Hay en aquella isla de Cogumél ( alias Sancta Cruz) muchas colmenas, como las de Castilla , pero menores, é mucha miel é gcra.Hay xarales, como en Castilla: de- bían los indios que avie liebres , é cone- jos , é puercos , é venados , segund la lengua Julián lo declaraba ; pero quanto á las liebres , como se diso de suso , los chripslianos las vieron alli, é assi mis- mo la miel é aquellos pavos ó gallinas grandes . CAPITULO X. Cómo el capitán Johan de Grijalva é su armada salieron de la isla de Cocumel, para yr á la isla de Sancfa Maria de los Remedios , dicha Yucalan ; pero no isla, como estos penssaban, sino Tierra-Firme ; é lo que tes intervino de una india que se vino tras los navios para la costa , la qual era natural de la isla de Jamáy- ea, é de los requerimientos que passaron entre el capitán é el piloto mayor , é cómo llegaron al pueblo del caoiquj Lácaro , é cómo pelearen con los indios sobre tomar agua. i\.ssi cómo se embarcó el capitán Johan de Grijalva é la gente que con él avian saltado en la isla de Cogumel, esse mismo dia se hicieron á la vela , é comentaron á correr por la costa de aquella isla há- (,'ia la parte, donde se paresgia la tierra que estos llamaban isla de Sancta Maria de los Remedios. É por serles el tiempo contrario é faltar agua á los navios, se ovierou de tornar á donde primero esto- vieron surtos, f erca del pueblo de la isla de Cogumel, llamado Sanct Johan Ante Portam Latinam, para tomar agua; é có- mo los indios vieron tornar los navios de tes chripslianos, huyeron todos del pue- blo é dexáronle vario , con temor que ovierou , é ninguna cosa dexaron en las casas, salvo algund poco de mahiz é al- gunos ajes é mameyes é otras cosas de poco ó ningún valor. É alli se tomó toda el agua que los navios ovieron menester, de fiertos xagueyes ó charcos (que son lagunajos fechos á mano é pequeños) : é lomada el agua, se tornaron á hager á la vela los navios , é yendo por la costa do esta isla de Cogumel, que. Como es di- cho , ya se llamaba Sancta Cruz, un mar- tes, onge de mayo, requirió el piloto ma- yor, Antón de Alaminos, al capitán Johan de Grijalva que le dexase hager su offi- gio, en lo que tocaba á la navegagion, pues que él yba por piloto mayor del ar- mada , só gicrtas protestagiones ; y el ca- pitán respondió que era contento de le dexar hager su offigio en todo lo que el piloto ma;ídasse y dixesse, que convinieix- le fuesse á la navegagion de aquella ar- mada , exgepto en aquellas cosas que el capitán viesse que él se apartaba ó era fuera de lo que debia hager. Yendo assi á la vela este dia , quedóse atrás una ca- ravela , é amaynó las velas gerca de tier- ra , é penssó el general Johan de Grijal- va que estaba encallada , é entró luego en la barca de su nao capitana con los que les paresgió , é fue á saber qué nes- gessidad tenia aquel navio. É cómo lle- gó, dixéronle los del navio que avian vis- to im chripsliano desde aquella caravela, ([uc avia venido por la costa mas de dos DE l.NDIAS. LIB. XVII. CAP. X. 509 leguas tras ellos, llamáiiilolüs, c que por esso avian surgido por le recoger. El ca- pitán, oydo esto , fue la vuelta de tierra y llegado á la costa, vido quatro clirips- tianos desnudos dentro del agua , y con una india en una canoa; y el capitán se alegró mucho penssando que eran clirips- tianos que estaban perdidos en aquella isla: é quando á ellos llegó , halló que eran todos de aquel navio que estaba surto, é def;ian que por mandado del cajiilan Alonso Dávila avian salido en socorro del chripstiano que degian aver visto ; los quales avien salido á nado, é la india que con ellos estaba, era el chripstiano, que avien penssado que lo era , y que los venia llamando por la costa. É el capi- tán recogió estos chripstianos é los puso en aquella caravela , de donde avien sa- lido á nado ; é él se volvió á su nao ca- pitana , llevando consigo á la india : la qual diso que era natural de la isla do Jamáyca, ó que avia ydo á aquella isla con otros indios , é que á algunos dellos los avian muerto los indios de aquella tierra, é los que dellos avien quedado, se avian ydo huyendo no sabia donde; é que á ella la avian tomado para se ser- vir della , é que como avia conestido los chripstianos, se avia venido en pos de las caravelas, porque la gente de aquella tierra la tractaban mal é no queria estar con ellos. El mismo dia hizo otro requirimiento el piloto mayor, Antón de Alaminos, al capitán , en que dixo que él no estaba ni venia tal para que pudiesse dar buena cuenta del cargo que llevaba, ni estaba l)ara ello, é que por tanto pedia é reque- ría que lo diesse á otra persona quien él quisiesse, é que desde entonces se disis- tia del cargo do piloto mayor. El capitán le dixo é respondió que ni él le quitaba ni queria quitar su cargo é offigio: antes le degia que lo hifiesse, como era obli- gado, para que diesse buena cuenta de sí é de su offif io ; é assi en requerimien- tos se passó parte de aquel dia. Desto avia poca nesQCssidad para la historia, porque son cosas de poca substancia y de menor sabor para el que lee ; mas son de calidad é aviso para los que navegan é tienen cargo de alguna armada para aprender á sofrir , porque es gierto que es menester mucho juifio é pagienfia pa- ra comportar un marinero descomedido (de los quales hay mas que no bien cria- dos). Ved que propóssito de piloto, y en qué tiempo se andaba en requerimientos: bien pudiera él topar con capitán, que le ahorcara de una entena. Passemos á lo demás. Digo que llegado el siguiente dia , se contaron trege de mayo y era dia de la Ascensión , é llegó el armada á una bahía de la costa de Yucatán, é paresfia á la vista remate ó punta de la tierra , é en- traba entro unos baxos é isleos : é con trabaxo entraron los navios toando, pens- sando hallar salida, é surgieron porquel agua á cada passo era mas baxa , é avia menos fondo; por lo qual el piloto ma- yor entró en una barca , para ver si avia salida, é no le paresfiendo que la avia, ni manera por donde yr adelante, se tor- nó al navio é dixo que avia poca agua, é que en algunas partes no avie hallado sino una braga, é que penssaba que eran arragifes que llegaban á la Tierra-Firme. Estonges el capitán hizo juntar á todos los pilotos, é ávido su acuerdo, todos acor- daron que lo mas seguro era tornarse por do avian ydo, é que era mejor bojar la tierra por la vanda del Norte. A esta en- senada puso nombre el capitán la Bahia de la Asrensioii, porque aquel dia era su fiesta. Otro dia siguiente, quinge de ma- yo , salieron los navios de aquella bahía, volteando, é surgieron gerca de unos ar- ragifes , portjue sobrevino la noche ; y el domingo siguiente acabaron de salir de aquellos baxos con harto trabajo , é fue- 510 HISTORIA GENERAL V NATURAL riMí sil camino por la cosía do Yucatán. E el lunes siguienle en la larJe paresyuj una punta, en que avia dos edefigios, co- mo torres, la una ni;iy ancha, ó la otra do manera de luimilladero, como un cha- pitel sobre qualro pilaros, c muy blan- cos: é también avia otros edefií^ios, é to- (!a la tierra do hasta alli era llana, c don- de en adelante alta , é surgieron los na- vios. É el lunes de mañana , diez y siete de mayo, passaron adelante, é á la no- che surgieron tras aquella punta , y el martes siguiente continuaron su navega- ción costa á costa , é gerca de tierra , é vieron un ancón, como bahía, que pares- fia que hafian dos islas. Y el miércoles siguiente , diez é nueve de mayo , par- tieron de alli ó caminaron hasta el vier- nes siguiente , veynte é uno del mes , é á medio dia llegaron á una punta llana que se hagia en la tierra, é anduvieron aquel dia ó la noche; é otro dia, sábado por la mañana , víspera de Pasqua del Spíritu Sancto, surgieron á par de unas playas de arena , é alli el piloto mayor desconogió la tierra , é dixo que el pue- blo de Lácaro quedaba atrás diez ó dof e leguas, é que alli, donde estaban, era el pueblo de Champoton , donde avien muer- to la gente al capitán Frangisco Fernan- dez el año antes, en el primero descubri- miento desta tierra ; é que dos casas que atrás quedaban en una punta era el pue- blo de Champoton. É porque traían ya grande nesgessidad de agua é no avia donde la tomar, acordaron de tornar atrás á buscar el pueblo de Lázaro , é si no pudiessen alli tomarla, que se tomasseen Champoton , penssando quel piloto ma- yor degia verdad : é assi volvieron atrás el domingo que se contaron veynte é tres dias de mayo , primero dia de Pasqua del Spíritu Sancto ; é aviendo andado bien seys leguas atrás, hallaron los pilotos que no harían buen camino y quel piloto ma- yor se engañaba , é que el pueblo de Lá- caro estaba adelante, y que no avien bien reconoscido la tierra. Y el piloto mayor vino en conoscimienlo de su error , é dixo que era verdad lo (pie los otros de- cían; ó dixo mas,qiiol pueblo do Lácaro estaba do alli quinge ó veynte leguas ade- lante: é assi el lunes siguiente el capitán y el piloto mayor é el escribano se pas- saron al navio que se degia Sánela Ma- rta de los Remedios , porque era menor é pedia menos agua , é por se poder alle- gar mas con él á la tierra: é aquel dia en la tarde surgió, é con alguna gente el capitán salió en tierra á ver si hallaría agua, porque avie dos ó tres dias que la gente bebía vino por falta della , é no la hallaron sino ciénegas, é tornáronse á los navios. Otro dia, martes veynte é ginco de mayo, salieron de alli los navios en demanda del pueblo de Lágaro, y al tiem- po quel sol se entraba, llegaron á surgir junto al pueblo, ó desde ¡os navios se veían en el pueblo é por la costa mucha gente, é toda la noche oían mucho ruy- do , como quien estaba en vela , é tañían alambores ó trompetas ó gosas que sona- ban, sin se poder determinarlo gierto de lo que eran. Pero essa misma noche el capitán apergibió la gente, para saltar en tierra antes que fuesse de día , al quai'to del alba , por poder eotrar mas sin peli- gro ; é assi puesto en vela , é orde- nando su salida, toda la noche con muy gentil ánimo ó voluntad para lo quosub- gediesse, eslovieron esperando el tiem- po é la hora para se desembarcar, cómo les fuesse dada la señal por el capitán, todos á punto de guerra, como gente que ponssaban aver menester las manos é las armas. DE LM)1AS. LIB. XVII. CAP. XI. .■¡11 CAPITULO XI. Cómo el capilaii Juhan de Grijalva é los oíros capitanes é gente de la armada saltaron en tierra á par del pueblo del caeique Láoaro , c de las cosas que passaron allí sobre tomar agua para los navios , ó de la ba- talla que ovieron con los indios y gente de aquella tierra. ÍTJ.iércoles , veynte é seys (lias do mayo de mili é quinientos é diez é ocho, quas- si dos horas antes que fuesse do dia , al qiiarto del alba, el general Johan de Gii- jalva so embarcó en el batel de la nao capitana con toda la gente que pudo ca- ber en él; é mandó que los otros capita- nes particulares de los otros navios hi- í:iessen lo mismo en sus barcas con toda la gente que en ellas cupiesse , é assi sa- lieron en tierra lo mas secreto y sin ruy- do que les fué posible, é sacaron tres piezas de artillería, é muy conrerlada- mente sin ser sentidos salieron junto á una casa que estaba en la costa. Pero an- tes que los chripstianos saltassen en tier- ra, salieron fiertos indios de á par de aquella casa , é passo á passo se fueron hágia su pueblo junto á la mar, callando, y paresgian ser muchos. Salido en tierra el general Grijalva é los otros capita- nes é gente junto á la casa, se assenta- ron dos tiros vueltas las bocas hágia don- de aquellos indios se avien ydo , é pu- siéronse guardas é centinelas, é la otra gente estuvo junta é muy sobre aviso, en tanto que las barcas volvian á los navios por mas gente. Y en tanto que se hagia de dia claro , parescian junto á la mar liáf ia el pueblo en frente de donde estos chripstianos estaban, un batallón de mu- chos indios hablando unos con otros no muy alto, pero bien se oyan : ó quando quiso amanesrer tornaron los bateles é barcas con mas gente de los nuestros, é desembarcados se juntaron con los que avien salido primero. É luego fué de dia é se vieron mejor los indios, los qualcs eran muchos é armados todos , unos con arcos é flechas , otros con rodelas é lan- gas pequeñas ; é hagian ademanes é mues- tras de querer acometer á los chripstia- nos , é amenacábanlos é soi~ialaban que se fuessen é no pasassen adelante. Estan- do assi , dixo el general á los otros capi- tanes y á todos los chripstianos que él no venia á hacer mal ni daño á aquellos in- dios , ni á otros algunos de las otras is- las, ni de quantas en el viaje descubries- se, ni á les tomar cosa alguna contra su voluntad; é que á este cfeto avia fecho pregonar g iertas ordenaugas , como atrás quedó dicho , segund á todos les era no- torio ; é que al pressente , por la extre- mada nesgessidad que tenian de agua, avian saltado en tierra , para la pedir á los indios del pueblo de Lágaro y rogar- les que se la dexassen tomar pagándos- scla é dándoles por ella alguna cosa; de manera que ellos quedassen contentos, porque aquella gente é pueblo no se al- terassen, ni los chripstianos resgibiessen daño en la tomar; y que por tanto les mandaba y rogaba é requería, só las pe- nas que les tenia puestas , que ninguno se desordenasse ni saliesse do su batalla á hablar ni contrac tar con los indios ni á otra cosa alguna, sin su expresa ligengia; porque hagiéndolo assi , se baria lo que Sus Allegas mandaban , é lo contrario liagiendo, incurrirían en las penas que t acordaban en el son; é visto aquesto por el general, otro dia, miércoles diez é seys de junio , mandó soltar los seys indios destos ques dicho, é liízoles dar su canoa en que se fuessen , aviéndoles mostrado algunas cosas de rescate que so Iiís prometió de dar trayendo oro , como olios daban á entender que traerian , y (jue demás desso en volviendo, les darian los otros dos indios sus compañeros , que fjuedaban detenidos, como para seguridad ó fianga de su vuelta , para que todos juntos se fuessen después á su tierra. Otro (lia diez é siete de aquel mes , assi cómo fué de dia paresfieron por la costa mu- clios indios con dos banderas blancas, é llamaban con ellas á los chripstianos : é el general , creyendo que eran los indios ((ue avie l'eclio soltar, entró en las bar- cas con alguna gente para ver qué que- rían é si traían el oro que avian dicho; y como su costa es brava é avia gran re- saca de mar, dixeron los marineros que se les anegarían las barcas é la gente, sí porliassen de llegar á tierra. É por esso desde bien gerca deiia liifieron señas á los indios para que fuessen á los navios, ó que viniessen allí donde las barcas es- taban en sus canoas ; y cómo vido ([ue ninguna deslas cosas queiir.n hager, se tornó el capitán é gente de las barcas á sus navios , y prosiguieron su costa ade- lante. Hechos á la vela aqueste dia, lle- garon junio A una bahia que se liage en- tre la Tierra-Firme y una isleta peíiueña que está entre la bahia y la mar, é sur- gieron allí con los navios: é estando assi, dixo el capitán Johan de Gríjalva delante de muchos de los que en esta armada yban que el piloto mayor Antón de Ala- minos avia dado por bojada la isla de Yucatán , estando en Puerto Desseado, y que la costa é sierra , desde aquel puerto hasta donde estaban, era tierra continuada é paresgia otra tierra nueva, y que por tal se podía tomar en ella po- session , é que assi él como piloto, como todos los hombres de la mar, degian que todo aquello era de la costa de Tierra- Firme; é aun para lo saber mejor, hizo su informagion é tomó los paresgeres de los pilotos é de los que le paresgió que lo podían entender, é todos dixeron que aviendo respecto á las muchas é grandes sierras que veían por la cosía adentro de tierra, é los muchos é grandes rios que della salen á la mar de agua dulge, y ([ue desde Puerto Desseado hasta la di- cha isleta , donde estaban surtos , avían corrido giento é treynta é mas leguas por una costa, que todos la tenían, á todo su entender, por Tierra-Firme. É assi otro dia siguiente , diez é ocho días del mes de junio , viernes , el capitán general sal- tó en tierra en aquella isleta con gíerta gente, é fué por un camino entre arbo- ledas, é algunas dellas paresgian ser de fructales, é vieron algunos edefigios do piedra antiguos á manera de adarves ruinados por el tiempo , y derribados en partes , é quassi en la mitad de la isla es- taba un cdeñgio algo alto , al qual subie- ron por una escalera de piedra: é subidos en lo alto estaba luego adelante de la es- calera que es dicho un mármol, é engi- ma del una animalía que quería paresger león, assi mismo de mármol, con un ho- yo en la cabega é la lengua sacada , c junto á par del mármol avia una pílela de piedra assentada en tierra, toda sangrien- DE LNDIAS. LIB. la, y delante della avia un palo hincado que declinaba sobre aquella pileta, y delante algo apartado estaba un ydo- lo de piedra en el suelo con un plu- maje en la cabega, vuelta la cara á la pila. Mas adelante estaban muchos palos, como el que es dicho que caía sobre la pila, todos hincados en el suelo, é cabe ellos avia muchas caberas de hombres humanos y muchos huessos assi mesmo, que debian ser de aquellas personas, cu- yas caberas alli estaban. Avia otros cuer- pos muertos, quassi enLeros, que debian ser muchachos , que estaban quassi po- dridos é muy dañados: de la qual visía los chripstianos quedaron espantados, porque luego sospecharon lo que podia ser, é preguntó el general á uno de aque- llos indios, que era de aquella comarca ó provincia , qué cosa era aquella , é por las señas é lo que se pudo entender do- lías mostraban que aquellos defunclos los degollaban y sacaban el coragon con unas navajas de pedernal que estaban á par de aquella pila , y los quemaban con ciertos hages de leña de pino que alli avia, y los ofresgian á aquel ydolo, y les sacaban las pulpas délos molledos de los braf os é de las pantorrillas é muslos de las piernas, é lo comian, é que aquestos sacrificados eran de otros indios , con quien lenian guerra. É assi les paresfió á nuestros españoles que ello debia ser é que sacrificaban alli algunos indios de aquella tierra ó provingía , y por esto el capitán general mandó que se llamasse isla de los Sacrificios y bahia de Sacrifi- cios , alli donde los navios estaban surtos entre la isleta é la Tierra-Firme. Aqueste dia el capitán Johan de Grijalva , des- pués de se aver tornado á los navios, en- vió al capitán Francisco de Montejo en una barca, con un indio de aquella tierra, para saber qué era lo que querían giertos indios que llamaban desde la costa, mos- trando unas banderas: é vdo allá, los >^V11. CAP. XIV. 523 que estaban en la costa, le dieron al ca- pitán Francisco de Montejo muchas man- tas pintadas muy lindas, y él les pre- guntó por oro , y ellos le dixeron que á la tarde le traerían , é assi se tornó á los navios, é en la larde vino una canoa con (.'iertos indios que lrux.eron ricas manías é dixeron que otro dia vernian con mu- cho oro, é fuéronse. Otro dia de mañana paresgieron en la playa de la isleta unas banderas blancas é llamaban á los chrips- tianos, y el general acordó de salir allá; é assi cómo salló en tierra, halló hincados unos ramos de árboles, y dcbaxo dellos tendida una manta, y encima unas ca- zoletas pequeñas llenas de aves cortadas, con gierto caldo amarillo que paresfia que estaba guisado con espefias. Y cómo era viernes, ningún chripstiano comió de- bo: é tenían unas torlicas de mahiz ó de otra fructa envuelta con ello por pan; y tenían alli mahiz en magorcas tierno, que paresgía estar cogido para dar de comer al capitán y á los que con él avian sali- do, y otras nucías: é truxeron algunas mantillas de algodón teñido y repartié- ronlas por los que alli estaban de los nues- tros, é diéi'onles unos cañutos negros con sahumerios que tomaban como tabaco, é por señas dixeron al capitán que no se fuesse é que le traerían oro y otras cosas. É diéronles por siete mantas é dos tocas dos bonetes é dos mili qüentas verdes de vidro é tres peynes y un espejo ; y estan- do alli en la dicha isleta el capitán Gri- jalva, dixo al piloto mayor Antón de Ala- minos , en presengia de los otros capita- nes é algimos de los mas pringipales del armada , que ya sabia cómo él é los otros pilotos, y otras personas, avien dicho que aquella tierra grande que teniau pres- sente era tierra firme é no isla, é que él avie dado por bojada la tierra de Yu- catán, nombrada Sancta Maria de los Re- medios, é que esta otra tierra que lla- man Firme es tierra nueva , é por tanta- 5-2 i niSTOr.IA GLXLT.AL Y .NAILHAL qnoria qiiü diesáo su pares;;or, é di\ess(3 si seria bien seguir aquella costa liasla (|ue solamenlo los quedassen baslimentos para tornar á la isla Fcrnandina, para sa- ibor mejor la verdad , ó si le paresria que era bien desde alli dar la vuelta en de- manda de las otras islas para las desco- J)r¡r , pnrijnc otro dia siguiente queria saltar en aquella tieira é tomar, en nom- ])re de Diego Velazquez, la posession por Sus Mageslades ó por Castilla. Y que pues aquesto tocaba á su cargo de piloto ma- yor , por sor cosa tocante á la navega- ción, que dixesse lo queleparesgia, por- (jue él, como capitán general, con los otros capitanes é hidalgos do la armada pu- diesse comunicar é acordar lo que convi- iiiesse; pues todos estaban en determi- nación de seguir por qualquier camino ó derrota que el dicho piloto los llevasse, V tanto quanto los navios turassen é so podiessen sostener para poder tornar á la isla Fernandina. É dixo mas, que ya sabían todos como en aquella armada avia (;¡onlo é finqiienta hombres, allende de los marineros é gente de la mar, y que pa- la solamente hojar á Yucatán y descobrir las otras islas bastaran cada veynte é fin- co ó treynta personas en cada navio con 1 )s marineros nes^essarios, y lo demás (M-a cosa supérflua ; y que su pares^ er era (me uno de los navios , llamado la Trini- dad, pues no estaba para yr á descobrir, (¡ue se debia enviar con parte de la gen- io á Cuba á dar relagiou de lo que estaba hecho y descubierto, y para que se Ue- vassen los indios que avian ávido , por- que los tres navios restantes quedassen mas libres y desocupados , é los basti- mentos les pudiessen mas tiempo turar, y también porquel navio se aderesfasse, que hafia mucha agua , y no se perdies- se por donde andaban. Y deste mismo pares^erque es dicho fueron los otros ca- pitanes é hombres pringipales, con quien a(¡nesto se comunicó , á lo qual el piloto mayor rí-sponJió (¡ue él tiene dicho que ha dado por bojada la tierra de Yucatán é que a(]uella otra que alli veian la tenia él por tierra firme, por las grandes sier- ras que dentro della se veian, é por una sierra nevada que assi mismo veian en ella, y por los muchos y grandes i'ios de agua dul^e que de aquella tierra avian visto que sallan á la mar en lo que avian costeado , y por las diferencias de len- guas que avian visto en los indios, por- que en cada provincia hablaban en dife- rente manera. Y que por todos estos res- pectos, á él le paresgia que no debían passar adelante, por muchas rabones que dio para ello , y por ser peligr jsa la cos- ta, y que desde alli debían tomar la der- rota en busca de otras tierras nuevas, pues avia aparejo para ello , y que era cosa escusada querer bojar aquella tierra é gastar los bastimentos en ello ; pues era tierra firme, é que como sabia, no ve- nían Á bojar lo que hallassen, sino á lo- mar la posession dello; y que si aquella tierra era isla , que ya la avían descu- bierto ; é sí era tierra firme, assi mis- mo ; mas que por sí ó por no , le paresria que era bien entrar en tierra y tomar la posession della, y tomada podrían yr en demanda de otras islas ó tierras nuevas; y que en lo de enviar el navio (que ha- fía agua) lí la isla Fernandina, que le paresf ia bien acordado , é que assi lo de- gia él también; y que debia aver infor- mación sí estaba para poder yr á la isla, y sí no que se adobasse y se enviasse, porque mas suelta é libre quedasse la com- pañía restante , para lo que se debiesse hacer. É otro dia siguiente sábado, diez é nueve días de junio de mili ó (¡uinien- los é diez é ocho años, saltó en tierra el capitán general, Johan de Grijalva, con parle de la gente , é lomó la posession de aquella Ticrra-Fiíme, é hizo sus au- tos de posession en forma , é tomó sus testimonios en la tierra que está en frente DE INDIAS. UB. XVII. CAP. XIV. 525 do la isla é baliia de los Sacrifigios, y puso nombre á aquella provincia Sanct Johan. Esta islela, segund la cosmograpliía é cartas de Diego Rivoro é de Alonso de Chaves ó otros cos;iiógra[)lios , está en veynte grados á la paile de nuestro polo ártico, y en los mesmos está la punía ó promontorio de la Tierra-Firme que eslá en la boca del rio del puerto de Villa- Rica, que después mucho tiempo se fun- do (en tiempo de Hernando Cortés), como' se dirá adelante en su lugar. CAPITULO XV. En que Irada el capilaii Johan de Grijalva aver lomado la posession por Diego Velnzquez en nombre de Sus Mageslades y de sn eorona real de Castilla en la Tierra-Firme , en la provincia que se llama agora la Nueva España , y de lo que después subcedió hasta que volvió el capitán Alvarado con la nueva de lo sub- cedido en este descubrimiento hasta que salieron ciertas canoas á combatir el armada. i\viendo el capitán Johan de Grijalva saltado en la Tierra-Firme con los capi- tanes y gente que llevaba, en la provin- cia á que puso nombre Sauci Jolian, to- mada la posesión ó fechos sus autos en nombre de Sus Magestades y de su co- rona real de Castilla, como tengo dicho, siguióse que vinieron giertos indios de la Tierra-Firme, sin armas algunas, y en- tre ellos avia dos principales, el uno vie- jo é el otro mancebo, padre é liijo: los quales, como señores , eran obedesgidos de los otros de su compañía , ó algunas ve^es el mancebo se enojaba con sus in- dios, mandándoles algo , é daba palos ó bofetadas á los otros , ó sufríanlo con mucha paciencia , é se apartaban á fuera con acatamiento. É con mucho placer estos principales abracaban al capitán Grijalva é le mostraban mucho amor á el é á los chripstianos , como si de antes los conos- Cieran y tovieran amistad con ellos; y perdian tiempo en muchas palabras que decían en su lengua á los chripstianos, sin se entender los unos ni los otros. V el mas viejo destos indios mandó á los otros que Iruxessen unos bihaos , que son unas hojas anchas (pie nasfon de la ma- nera que los que acá llaman [¡látanos, sino que son muy menores , ó hízolas tender dcbaxo de c'erlos árboles que tenían puestos á mano sus indios para que hi- fiessen sombra , é hizo señas al capitán que se sentasse sobre aquellos bihaos , y también quiso que se sentassen los chrips- tianos que á él le paresfió que debían ser mas principales é aceptos al general ; é hizo senas que se sentasse la otra gente toda por el campo , é el general mandó- los assentar; pero también proveyó en que oviesse buena guarda é atalayas, para que no incurriessen en alguna cela- da, como ynorantes y desapercehídos. Y el general, con los que el indio principal señalo, sentados, dio este al general é á cada uno de los chripslianos que estaban sentados un cañuto encendido por el un cabo, que son fechos de manera que des- pués de encendidos poco á poco se van gastando é consumiendo entre sí hasta se acabar ardiendo sin alear llama, assi como lo suelen hacer los pivotes de Va- lencia , é olían muy bien ellos y el humo que dellos salia : é hacían señas los in- dios á los chripstianos que no dexassen perder ó passar a([uel humo , como quien toma tabaco. É al tiempo que llegaron á hablar al ca|)itan , un poco antes de lle- gar á él los dos principales que es dicho, pusieron ambas palmas de las manos en (ierra y las besaron, en señal de paz ó salutación ; pero cómo no avia lengua ni 5^0 mSTülUA GEiNElUL Y NATURAL SL' L'iileiiiliaii linos á otros, era umy tra- bajosa é imposible cosa entenderse; é assi como lie dicho, hacíanse señas é de- bíanse muchas palabras, de que ningund provecho ni inteligencia se podia com- prender. Y en tanto que esto passaba, yban y venían muchos indios mostrando mucho regocijo é placer con los chrips- tianos, ó paresgia que muy sin temor ni régelo venían é se allegaban á nuestros españoles, como si de largo tiempo atrás se ovieran conversado , y assi con mucha risa é descuydo hablaban , é no acaba- ban , señalando con los dedos y manos, como si fueran entendidos de los que los escuchaban , y miraban. É comentaron á traer de sus joyas c dieron dos guariques ó arracadas de oro con seys pinjantes , é siete sartas de qüentas menudas de bar- ro, redondas y doradas muy bien, é otra sarta menor de qiienlas doradas é tres cueros colorados á manera de parches, é un moscador, é dos máscaras de pie- dras menudas , como turquesas , senta- das sobre madera de obra musáyca, con algunas pinticas de oro en las orejas. En recompensa de lo qual se les dieron cier- tos hilos de qüentas pintadas y otras ver- des de vidro , y un espejo dorado , é unas servillas de muger , cosas que en Medina del Campo podría todo valer dos ó tres reales de plata ; é los indios que venían con estos principales , rescataban por su parte con los otros chrípslianos mantas y almaygares y otras cosas. Y el capitán general les dio á entender (si supo) que le truxessen oro , enseñándoles algunas cosas de oro , y digiéndoies que los chripstianos no querían otra cosa ; y el indio viejo envió al mangebo principal por oro, á lo que se pudo entender, é dixo por señas que desde á tres días vol- vería, é que se fuessen los chripstianos á los navios é tornassen á aquel mismo lugar al término que degian que traerían el oro. V qu''dó el viejo con otros indios de los (jue aili estaban , y entre ellos avia otro mancebo que también por señas ele- gía que era su hijo ; pero no se hacia tanto caso destc como del otro que avia envia- do por el oro. É assi con muchos abra- ros y plager se quedó en tierra, y el ca- pitán ó su gente se recogieron á sus na- vios, é di.KO el indio principal que otro día de mañana él volvería al mismo lu- gar , é que assi lo higiessen los chrips- tianos. Otro día siguiente, domingo veyn- te de junio , assi como fué de día, ya el indio viejo é otros con él estaban en la costa esperando , é con dos banderas blancas llamaban; é assi cómo el general los vido salió á tierra con la gente que le paresgió, é cómo llegó, luego aquel prin- gípal viejo puso las palmas en tierra é se las besó é fué encontinente á abragar al capitán é le abragó, é le dixo é señaló que se fuessen mas adentro en tierra : é assi se hizo , é gerca de allí pararon en un repecho , donde estaba deshervada la tierra, y puestos ramos ébihaos, como el dia de antes , y se sentaron , é luego dio sendos sahumerios al capitán é chrips- tianos príngipales (ó pivetes) , como los que se dixo de suso que se avie hecho en las primeras vistas. Y el general mandó al capellán de la armada que dixesse mis- sa en un altar que allí se puso , é se ge- lebró el offigío del culto divino, é los in- dios estovieron mirando muy maravilla- dos é atentos callando, hasta que fué di- cha la missa ; y quando se comeugó Iru- xeron una cagúela de barro con giertos sahumerios de buena olor , y pusiéronla debaxo del altar, y otra tal en medio del espagio que quedaba entre el sagerdote é la gente. É assi cómo fué dicha la mis- sa, truxeron giertos gesticos bien fechos, uno con pasteles de pan de mahiz, llenos de carne cortada , tan menuda que no se supo entender qué carne era ; y otro de panegicos de mahiz y otros dos de bo- llos de mahiz, é presentáronlo al gene- DE IKDIAS. LIB. XVII. CAP. XV. í)27 ral, é él lo dio á los compañeros que lo comiesscn , é fissi se hizo : é lodos loa- han aqiiOl manjar, é paresgia que esta- han con especias en el sahor aquellos pasteles , porque assi mismo por de dcn- Iro estaban colorados é tenían mucho axí. É Iras aqueste almuergo presentaron al capitán general tres pares de fapatos ó guiaras y una manta pintada y tres gra- nos de oro , hechos como suelen que- dar algunas vefes en los suelos de los crisoles donde se funde el oro, é una hoja de oro delgada k manera de trenca, é un jarro pintado , é otro grano de oro, como los que es dicho. El capitán les hizo dar un bonete, e un peyne, é un espejo, é un par de alpargates, é un sayo de pa- ño de colores de poco presólo, c otro es- pejo é unas servillas de muger, é unas lixeras , é una camissade presilla , é una bolsa con su cinta de cuero , é un cuchi- llo pequeño , ó otros cuchillos menores, é tres pares de alpargates é algunos ¡¡ey- nes , é fiertos hilos de qüentas de vidro de colores, c assi otras cosillas que todo podria quassi valer dos ducados de oro. E resfebido con mucho placer, cómo los indios lo tuvieron, dixeron que otro dia volverian allí é seria venido el mancebo pringipal que avie ydo por el oro, y el viejo cacique é los suyos se quedaron en tierra é los españoles se tornaron á dor- mir en sus navios. Otro dia siguiente, que so contaron veynte é uno de junio lunes, en esclares- fiendo, paresfieron muchos indios en la playa en el lugar acostumbrado , é con sus banderas blancas acostumbradas, é el capitán é los españoles salieron á tier- ra , é hizo el general poner una mesa y encima della muchas cosas de rescates de las que en los navios llevaban. É luego llegó aquel cacique viejo é muchos indios con él sin armas, é truxeron las cosas y rescate siguiente : quatro guariques ó gar- í,illo3 dtí hoja de oro delgado; ua par do gapatos que los indios llaman guiaras, que son solamente las suelas con unas correas con que se atan desde los dedos al cuello del pié sobre los tobillos ó (\ par dellos; dos sartas de qüentas, unas grue- sas é otras menudas, doradas por encima; dos guariques de piedras acules engasta- das en oro con cada ocho pinjantes de lo mismo; una cabeca como de perro, que era toda una piedra roxa é blanca que piensso debia ser especie de Calcido- nia, porque se han traydo muchas de aquellas partes; otras diez é siete qüen- tas doradas gruesas ; una axorca de oro tan ancha como quatro dedos; otra sarta de qüentas doradas, con una cabcfita como de león, de oro; otra sarta de las mismas qüentas en que avia veynte é siete; otra sarta de septenta é tres qüen- tas doradas, y al cabo una rama de oro con un rostro de piedra guarnesgido de oro alrededor, con una corona de oro , y en ella una cresta de lo mismo y dos pin- jantes de oro; un feraí ó diablo de oro, en manera de hombre, é con un mosca- dor de oro ó arracadas de oro en las ore- jas del, y en la cabeca unos cornezuelos de oro , é en la barriga una piedra en- gastada; una sarta de diez é ocho qüen- tas doradas. Por esto todo que es dicho se dio en recompenssa ó trueco un sayo de frisa , é una caperu^'a de lo mismo con una medalla, y una bolsa de cuero con su finta, é un cuchillo, é unas tixeras é unos alpargates , y unas servillas de mu- ger; un paño de tocar; una camisa ga- yada; unos farahuelles; dos espejos; dos peynes; otras tixeras, é otra tal camisa é peyne, y otro cuchillo y otra caperuza; otro paño de tocar; í'iertas qüentas de vidros de colores ; y estas cosas (jue eran duplicadas assi como camisas é tixeras é cuchillos é caperuzas que es dicho , era por causa do los principales indios que hafian el rescate; pero todo quanlo so les di(i no valia en Castilla quatro ó ciu- r.ís ¡IISTORIA GEM-UAL V NATURAL co ducadds, é lo que ellos diaroii valiq^ mas de mili. Después de lo qiial , mi miércoles veynte é tres de junio se tor- naron á rescatar otras cosas con los mis- mos indios , é fuéronles dadas cosas de mas valor que las primeras, porque dieron seys granos de oro, como en crisoles fun- dido, y siete collares de oro é una axor- ca de oro , é dos sartas de qiicntas do- radas , é otra sarta de qüenlas de piedras con cañutillos de oro entrellas , é otros dos collaricos de oro , é otra sarta de qüentas y dos collaricos de oro y otros dos en dos correas con sus arracadas ó pinjantes de oro y otra sarta de qüen- las doradas, y otras nueve qüenlas, y un cabo de oro. Dióse de rescate por esto un sayo de paño baxo , de poco pres- ólo aguí é colorado , é un bonete , é unas tiseras, é un cuchillo, é un espejo y una camisa de liengo , y un par de alparga- tes , y ciertas sartas de qüenlas de v¡- dros de colores, que todo lo que se les dio no valia dos ducados de oro en Es- paña. Después de lo qual, jueves veyn fe é quatro de julio , salió el capitán do los navios á rescatar , en donde es dicho de la misma costa é provincia dicha de Sancl Johan : é vino el mismo cacique é le dio dos granos de oro que pesaron troge ¡le- sos, é un collarico de oro , ó giuco sar!;¡s de qüentas doradas , é una máscara de pedrería , como las que se han diclio de suso, é nueve qüentas de oro huecas y un cabo de oro, y dio el cagi([ue junio con esto al capilan Grijalva una india moga con una vestidura delgada de al- godón , é dixo que por la mora no que- na premio ni rescate, é que aquella le daba gragiosa. É el capilan dio de resca- te por las otras cosas un par de alparga- tes, y unas servillas de uuiger, y un cin- to negro con su bolsa , y un paño de ca- beca, é gierlas sartas de qüentas de vidro do colores, que todo podria valeren Se- villa , ó en otra parle de España, qu;ilra ó ginco reales. Algunos avrá que leyendo estos res- cales, querrían assi trocar sus hagiendas y todo lo que tienen : 6 mirado assi sin mas consideragion, cosa paresge de mu- cha ganangia , si dentro en nuestras ca- sas ello se trocasse , é nos diossen el oro en tan poco presgio ; pero entendido, co- mo se debe entender, é viendo adonde lo vamos á buscar , y considerados los trabaxos é peligros, de los quales los medios de los que andan en tales gran- jerias no escapan con las vidas, otra co- sa es de lo que suena , y mucho debe penssar en ello el que á tal exergigio po- ne su perssona; y pluguiesse á Dios que el ánima esloviesse segura , porque la in- tención de todos los rescatadores no es una mesma. Dexemos esto aparte, é tornemos á nuestra pressentc materia , é á la ocupa- gion destos capitanes y españoles desta armada. Digo que quando la ventura lle- ga á la puerta del infelige, llama y aun porfía que la entiendan , y el que no es digno della , atapa los oydos, y por su ynorangia y desdicha ni la entiende ni la acoje, y pasasse de largo. Assi acaesgió á este capitán Johan de Grijalva , por no creer á ninguno de quantos le conseja- ron que asentasse y poblasse en aquella tierra que es dicha, y desde alli enviasse á pedir mas gente á Diego Velazquez , y á hagerle saber lo que está dicho : é to- dos los españoles se lo rogaron y reque- rían , y él y ellos fueran de buena ventu- ra; pero estaba guardada para otro, y para él la suya, que fué muy mala, como se dirá en su tiempo, qiiando se tráete de las cosas de Nicaragua , en la segunda parte deslas historias. De manera que hechos estos rescates, con la mayor parle de todo lo que se ovo, exgepto algunas cosas cfue para su qüenta depossiíó el capilan Johan de Grijalva en DE INDIAS. 1.115. XVII. CAP. XV. 529 los oü'os capitanes y oirás perssonas, en- vió á la isla Fernandiaa al capitán Peclro de Alvarado , en aquella caravela que se ha dicho que tenia nesgessidad de se re- parar , é con él f inqüenta é tantas per- sonas de aquella armada , assi de los que estaban enfermos , como de los que con- venían para gobernar y llevar el navio. Y demás de las joyas y oro que llevaba, le dio assi mismo la india que se dixo que avia dado este cagique en el último rescate ó vez que se vieron , é con esto envió la relación particular al capitán Diego Velazquez , por cuyo mandado é á cuya costa se hizo esta armada é descu- brimiento, dándole entera relación de to- do lo subgcdido en el viaje hasta aquella hora , que fué el dia ya dicho, jueves veynte é quatro de junio , dia del glorio- so Baptista. É assi cómo el capitán Alva- rado se hizo á la vela para la isla de Cu- ba, en este punto y hora el capitán Gri- jalva con el restante de la gente y tres navios que le quedaban, se partió de alli 6 siguió la costa adelante hágia el Occi- dente , por se gertiiicar si aquella era tierra firme ; é andando su camino á la vela, vieron giertos pueblos que paresf ian grandes mucho y blanqueaban las casas dellos : é assi andovieron hasta el lunes siguiente, veynte é ocho de junio, quel piloto mayor Antón de Alaminos dixo al capitán Grijalva que ya sabia que le avia muchas veges dicho que aquella era tier- ra firme , y que cada hora se afirmaba mas en ello, y que los navios yban muy cargados de gente y bastimentos y el tiempo se gastaba en valde ; y pues ya tenia tomada la posession é fecho lo que era obligado, puesnoybaá bojar, sino á descubrir é tomar posession de lo que des- cubriesse , que assi por esto como por- que las corrientes eran muy grandes que yban con ellos , y que en la vuelta po- dían tener mucho peligro y dificultad pa- ra volver , y podrían fallar los bastimen- tos ; que su paresrer seria volver en de- manda de la isla Fernandina y de algunas otras islas, si se pudiessen descobrir y to- mar la posession dellas. Y que este era su voto, y que convenia liagerse assi por lo que avia dicho , como porque el in- vierno venia gerca , y sospechaba que seria peligrosa navegación en aquellas partes , ó podrían subgederles tales tiem- pos que la gente é los navios se per- diessen. El capitán , paresgiéndole que debia seguir el paresrer del piloto mayor, dixo que pues aquello le paresgia que era lo mas seguro é lo que convenia , que diesse la vuelta é higiesse lo que degia ; é assi volvieron las proas é tornaron por la misma costa que avian ydo , é salieron de la misma tierra é costa hasta catorge ó quinge canoas de guerra , y en ellas muchos indios con rodelas é langas é va- ras, é con arcos é flechas , muy lugida gente y con determinagion de combatir los navios desta armada ; el subgesso de lo qual se dirá en el siguiente capítulo con brevedad. CAPITULO XVÍ. En que se tracta cómo salieron catoroo ó quince canoas de guerra con nuiclios indios á combatir las (res caravelas que le quedaban al capilan Jolian de Grijalva, .é de la batalla naval que ovicron, (• cómo después salieron los españoles en el rio é puerlo de Sancl Anión , ¿adobar la nao capitana , <• cúuin hallaron cier- tos indios de poca edad degollados é abiertos por los podios. Ablegadas las catorge ó quinge canoas de guerra con muchos in con el annada i]e Puerto Dosseado , é qiiisso yr por donde avian miicrlo la gente al capitán Francisco Henandez de Córdoba en la cosía de Yucatán en un pueblo que se dice Cliampoton-, y de lo que alli le acaesció, y de todo lo demás hasta que tornó á la isla de Cuba á dar cuenta de su viaje y descubrimiento al teniente Diego Velazquez nado de Dios, y el oftigio del mundo es levantar uno la liebre, y matarla otro. No sin causa dixo aquel poeta italiano, llamado Seraphin del Águila , en un so- neto suyo: iiQui esparge il seme et qui recogle il fruclo.» quiere degir : unos esparcen ó siembran la simiente, y otros cogen el fructo. Co- mo quier que esto passasse, digo que aviendo Diego Veiazquez enviado á Gri- jalva á bojar á Yucatán, y aviendo con su armada biijado en ella lo que está di- cho, é aviendo descubierto la isla de Co- guuiél, que nombró Sancta Cruz, é la otra isla de los sacrifigios diabólicos que he di- ciio, é una parte déla Tierra-Firme, lla- mada Ulna, á la (|ual llamó Sauct Johan, é |niso nombre Suncta Maria de las Nieves á aquella tierra, desde donde envió al capitán Pedro de Alvarado con una ca- ravela é giertos rescates de oro é otras joyas é algunos chripslíanos que los in- dios avian herido, y otros enfermos; es de saber que quando Diego Veiazquez se determinó de enviar á Hernando Cortés con otra armada , no se sabia nueva al- guna de Grijalva ni de la caravela que avia enviado con el capitán Chripstóbol de Olit á le buscar. Y en la instrucción (jue le dio á Cortés, le mandó y encargó que lo buscasse, y que inquiriesse assi mismo dónde avia parado Chripstóbal dts Olit con la otra caravela ; y le encargó mucho que en Yucatán procurasse de aver seys chripstianos que degia un in- dio de aquella tierra (dicho Melchior) que estaban alli mucho tiempo avia, y que avian aportado de gierta caravela que se avie perdido en aquella costa, é dióle al mismo Melchior, lengua que aquesto de- gia, para que fuesse con Cortés. Este poder é instrucgion que Diego Veiazquez dio á Cortés le otorgó é dio en la cibdad de Sanctiago , puerto de la isla Fernandina, á veynte é tres dias de oc- tubre de mili é quinientos é diez é ocho años ante Alonso de Escalante , escriba- no público y del consejo de aquella cib- dad. Y hecha la armada é bastegida de gente y armas y de todo lo nesgessario, passó Hernando Cortés á la Nueva Espa- ña con siete navios y tres vergantines i Si jus violandiim cst, reg'iiandi causa violan- diiiii esl. 2 Nain si violandum esl jus , imporü gralia violandiiiii esl : alus robus piclalcm colas. 5i0 IIISTOHIA GKMüiAL Y NATURAL que Diego Vehizíniez le tlió. Después de lo qual, en el año siguiente de mili é qui- nientos é diez é nueve, estando enseño- reado Cortés de parte de la tierra , no curó de acudir á Diego Velazquez que le avia enviado, ui le quiso dar la razón y cuenta de lo que avia fecho con título de su teniente (como lo era) ; sino envió al Emperador, nuestro señor, la relación de las cosas que avia visto y muchas mues- tras é joyas de oro é hermosos penachos y plumajes, y un pressente muy rico de cosas mucho de ver y de gran valor con dos hidalgos, uno llamado Alonso Fer- nandez Puerto Carrero , é el otro el ca- pitán Frangisco de Montejo , de quien atrás se ha fecho memoria ; las quales co- sas yo vi en Sevilla quaudo las truxeron, quassi en fin de aquel año de diez y nue- ve, tornando yo á la Tierra-Firme, é avian llegado estos mensajeros é procu- radores de Cortés pocos dias antes. Cómo Diego Velazquez esto supo , en- vió otra armada con el capitán Pamphilo de Narvaez, revocando los poderes dados á Cortés , diriendo que so le avia alga- do, y este passó en aquella tierra é dióse tan mal recabdo , que con buenas pala- bias Hernando Cortés tuvo tal forma que dio sobre él é le tomó descuydado é lo piendió , é al tiempo de la prisión le fue ([uebrado un ojo al Pamphilo de Narvaez, é le tuvo mucho tiempo después en prisión. Dióle mucha prosperidad é apa- rejo á Cortés este fecho para lo que ade- lante se siguió, porque á la sagon estaba en mucha nesgessidad de gente, é assi con aquella que llevó Pamphilo de Nar- vaez (que luego se juntó é obedesfió al vencedor) , coijio con la que allá estaba, conquistó é tomó la gran cibdad de Mé- xico ó Tenuslicau , y prendió á Montegu- liía, señor y rey de aquella provincia y de mucho señorío, y se apoderó de la Nueva España. Sabido Di('''o Vela/(|ii('z el mal subre- so de Pamphilo de Narvaez, determinó de passar en j)ersona, y armó siete ú ocho navios , y con muy buena gente lle- gó á vista de Yucatán y de la Nueva Es- paña , y por consejo de un lireuf iado Pa- rada, que alliybaconél, paró y se tornó sin saltar en tierra, con infamia suya y con mucho gasto y pérdida. En este tiem- po se yba gente de muchas partes á Cor- tés por las nuevas de las riquezas do aquella tierra, y él daba largamente á todos y era amado de los que con él mi- litaban, é Diego Velazquez aborresfido, y ovo lugar con su solicitud y buen ne- gogiar quel Emperador, nuestro Señor, (sabiendo las discordias de Diego Velaz- quez y Cortés) diesse una provission en Valladolid, á veynte y dos dias de octu- bre de mili é quinientos é veynte é dos años , por la qual mandó é dixo que por causa é razón de las diferencias del ade- lantado Diego Velazquez y Hernán Cortés, se avia rebelado ^léxico é avian subge- dido muchos escándalos é robos y muer- tes ; é porque queria proveer en el re- medio dello, por tanto hag ia su goberna- dor de aquella tierra á Hernando Cortés, hasta que otra cosa Su Magestad man- dasse, é las diferencias de ambos se de- lerminassen por jusiic;ia é se viessen en el Consejo Real de Indias; y que Diego Velazquez no fuesse ni enviasse á aque- lla tierra gente ni armada alguna só cier- tas penas, lo qual le fue notificado por auto al adelantado Diego Velazquez por Francisco de las Casas, del qual se hará mención en las cosas de la Nueva Espa- ña (este es un caballero , cuñado de Cor- tés, natural de Medcllin). Y en el mes de mayo de mili é quinientos é veynte é tres años se pregonó esta provission en la cibdad de Sanctiago de la isla Fernandi- na. Aqueste pregón fue un notorio prin- cipio, y aun final conclusión de la perdi- ción total de Diego Velazquez, el qual nbedesriü loque Su Magestad mandaba. DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XIX. 541 é suplicó de la provission ante Su Ma- gestad, é envió á expressar sus agravios é á seguir su jusli^ia á un caballero , su amigo , llamado Manuel de Rojas. Después el año siguiente de mili é qui- nientos é veynte y quatro, estando de- terminado de yr en persona á se quexar de Cortés ante el Emperador , nuestro se- ñor, é degir sus servicios y gastos en esta empresa , atravesósse aquella difinigion universal de las barajas, que es la muer- te, y acabáronse sus dias y sus contien- das y aun sus dineros, que avian seydo muchos , é assi fenesció el adelantado Diego Velazqucz , y quedó Hernando Cor- tés sin contradigion alguna en la gober- nagion de la Nueva España, y muy ri- quíssimo : del qual y de lo que á aque- llas partes toca , se hará mas particular mengion en la segunda parte desta Natu- ral y general historia de Indias. Este ade- lantado , Diego Velazquez , es uno de aquellos pobres hidalgos que passaron el segundo viaje á esta Isla Española con el primero almirante , don Chripstóbal Co- lora, y avia llegado al estado que es di- cho, á ser riquíssimo hombre, y acabó pobre y enfermo y descontento, y la burla quél avia hecho al almirante , don Diego Colom, en se le quedar con la go- bernagion de la isla de Cuba , essa mis- ma hizo del y mas por entero Hernando Cortés, en se le quedar con la goberna- gion de la Nueva España. Passemos á lo demás de la historia desta isla Fernan- dina. CAPITULO XX. De las cosas y suljccssion de la gobernación de la isla do Cuba , alias Fernandina , después de la muerlc del adelanlado Diefjo Velazquez. ilintes que el adelantado Diego Velaz- quez muriesse , avíase escripto á César y á los señores de su Real Consejo de In- dias, que el ligengiado Alonso Cuago, que en la isla Fernandina avia seydo juez , avia hecho muchas sin justigias ; é cómo esto supo el almirante, don Diego Colom, partió de aquesta Isla Española é passó á la Fernandina , é fueron con él dos oydores desta Audiengia Real , como en otra parte está ya dicho ; é llegados allá , el almirante quitó el ofíigio al li- gengiado Cuago é tornólo á dar al ade- lantado Diego Velazquez. É fecho aques- to, se tornaron á esta isla el almirante é los oydores , é quedóse el ligengiado Cuago alli algo dcsfavoresgido ; pero no hizo residengia, assi porque no ovo en essa sagon quexas del , como porque aquellos oydores no tenian poder ni co- mission para se la tomar. V desde á po- cos dias después se siguió que Su Ma- gestad proveyó al adelantado , Frangisco do Garay, de la gobornagion de Panuco y del rio de las Palmas , que es en con- fín de la Nueva España ; é aviendo fecho una gruesa armada é partídose con ella desde la isla de Jamáyca , para yr á po- blar aquella provingia , aportó en el fin de la isla Fernandina , y supo que Her- nando Cortés tenia ocupada é comenga- da á poblar aquella tierra , y que estaba en determinación de no dexar entrar en ella al Frangisco de Garay ni á otro ; por lo qual se detuvo alli, y envió sus car- las al ligengiado Cuago , rogándole que passasse á la Nueva España y entendiesse entre Cortés y él , porque era amigo de entrambos, y como tal, diesse orden có- mo no viniessen en rompimiento hasta que Su Magostad determiuasse y prove- yesse lo que á su real servigio convi- 5 i- 2 HISTORIA GENIÍRAL Y NATLRAL niesse. É assi o\ lifonciaclo C,uí\qo partió j)ara esto , y se perdió en las islas de los Alacranes, como se dirá adelante en el último libro de los naiifraijios é inforla- iiios, de donde después escapó milagro- samente con pocos de los que con él se perdieron. En el qual tiempo passó toda- vía el adelantado, Francisco de Garay, á aquella tierra que yba á poblar (y que estaba ya ocupada por Cortés), y se per- dió su armada y le mataron parte de la gente los indios , y al cabo él quedó per- dido , y so fué á México , donde estaba Cortés, y desde á muy poco murió, co- mo se dirá mas largamente , quando se tráete de las cosas de la Nueva España. Después de lo qual aportó el ligenjiado Cnago á la Nueva España, y Hernando Cortés le liizo muy buen acogimiento y le favoresfió mucho y le hizo su teniente é justi^'ia mayor, y en las cosas de la justicia era el todo en la Nueva España. Y porque el capitán Chripstóbal de Olit, de quien en su lugar será fecha mas par- ticular memoria, se avia aleado en cier- ta parte de la Tierra-Firme, é apartado (le la amistad é obidienfia de Cortés, que le avia enviado al puerto de Honduras, fuéle á buscar en persona é dexó giertos poderes á los oficiales de Su Magostad, para que por su ausencia gobernassen, y al ligengiado Cuafo para la administra- ción de la justicia. Pero ya avian llega- do á España muchas informaciones con- tra Cuaco, guiadas por sus émulos, é proveyóse una cédula real para que Cor- tés le enviasse preso á la isla Fernandina á hacer residencia ; é quando la cédula llegó á Cortés , estaba ausente , é fué la cédula á manos de los oficiales del Rey, los quales estaban divisos en dos partes sobre quáles avian de gobernar, porque se decia que Hernando Cortés era muer- to: é aquella parte, á cuyas manos vino la cédula , que era la que estaba mas fa- voresfida, prendió al licenciado Quaco. Quieren algunos decir que esta prisión no fué por virtud de la cédula ( porque aun entonces decian que no era llega- da), sino por continuar mas sin impedi- mento sus contenciones los oficiales. Y enviáronlo preso á Cuba á hacer la resi- dencia que el Emperador mandaba que le tomasse el licenciado Johan Altami- rano , que avia ydo á Cuba especiahnen - te para ello. É llegado á aquella isla, hizo la residencia , y fué dado por libre y (juito y aun declarado por buen gober- nador, y que avia muy bien servido : lo qual, sabido por Sus Mageslades, le hi- cieron uno de sus oydores de la Audien Cia Real , que en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española reside, en que sirvió á Sus Magostados hasta que Dios le llevó desta presente vida el año próximo passado de mili é quinientos é treynta y nueve años. Acabada la resi- dencia de Cuaco , se acabó el cargo del licenciado Altamirano, é no sin quexas hartas que ovo del ; y se passó á Méxi- co , y quedó Diego Velazquez en el car- go, como primero. Mas aunque estas mudancas avia en la gobernación de la isla Fernandina , siem- pre era él mas parte que ninguno en lo domas, á causa que era capitán y repar- tidor de los indios della. Y desde á po- cos dias le llevó Dios desta vida, segund se dixo en el capítulo antes deste. Y el almirante don Diego Colom proveyó por su teniente en la gobernación de aquella isla á un hidalgo natural de Portillo, que era vecino de la ci dad de Sancliago, llamado Goncalo de Guzman , el qual es- tuvo en el cargo desde el año de mili é quinientos é veynte é cinco hasta el año de mili é quinientos é treynta é dos, que por mandado de Sus Magestades fué á le tomar residencia el licenciado Johan de Vadillo, uno de los oydores desta Audien- cia Real; y fecha , se fué Goncalo de Guz- man en seguimiento de la corte de Sus DE LNDIAS. LIB. XVII. CAP. XX. 543 Magestades, é quedó por teniente de go- bernador, en nombre del almirante don Lilis Colom, en aquella isla un hidalgo, natural de la villa de Cuellar, llamado Manuel de Rojas, hombre sabio é noble. Pero después tornó el mismo Gongalo de Guzman á la misma gobernación ó offigio , eu nombre del almirante don Luis Colom , hasta el año de mili é qui- nientos é treynta y siete, que se dio Qierto assiento en los pleytos, quel almi- rante traclaba sobre sus p.revilegios con el fiscal real mucho tiempo avia. É el Emperador, nuestro Señor , como gratís- simo Príncipe , ovo por bien de mandar fenesfer tales letigios , por respecto de los serv'Qios del primero almirante, don Chripstóbal Colom , é juntamente con esso por el mucho deudo que con Sus Magos- tados tiene la illustre visoreyna de las Indias , doña Maria de Toledo , madre del almirante tercero que agora es, don Luis Colom. É le confirmó el almirantadgo perpetuamente para él é sussubgessores, é le hizo merced de la provincia de Ve- ragua , en la Tierra-Firme, con título de duque, é le hizo merged de la isla de Ja- máyca ( alias dicha Sanctiago ) , con títu- lo de marqués della ; é demás desto le hizo merged de diez mili ducados de oro perpetuos en las rentas reales é derechos pertenesf lentes á Sus Magestades en esta Isla Española ; é le confirmó el alguagi- ladgo mayor desla cibdad de Sancto Do- mingo é de la Real Chanfilleria que aquí reside, con voto en el regimiento é ca- bildo desta cibdad , por título de mayo- radgo perpetuo para el dicho almirante don Luis é sus subgessores ; é le hizo otras mercedes á él é á su madre. En lo qual esta señora é su diligencia é pru- dencia fueron mucha causa , é me pares- ge que sus hijos le deben tanto ó quassi como á su abuelo , porque no es de me- nos loor ó mérito conservar las hacien- das ú honores que adquerirlos y ganar- los. É assi como á Rómulo dan la gloria de la fundagion de Roma ', no se le atri- buye menor renombre á Camilo en la de- fender de la gálica lYuia , pues que si por él no fuera , su memoria é señorío peres- gíeran. Y assi digo desta señora , la qual con la fuerga de su ingenio é sufrimien- to, é no sin muchos gastos é trabaxos de su persona en la mar y en la tierra, fué á España á seguir los pleytos que su ma- rido el almirante don Diego tenia pen- dientes ante la Cesárea Magostad: é dió- se tan buena maña en ellos, que por los respectos ya dichos é por los méritos desta señora ovieron fin é buen evento los debates é letigios , é su hijo queda gran señor , como es dicho , é mejorado en títulos de honor é de mucho Estado é grandega. É assi resumió Su Magostad por este assiento y equivalengia la jurisdigion quel almirante solia ó pretendía desta is- la é de la de Cuba é de todas las otras partes é provingias de las Indias, islas é Tierra-Firme del mar Ogéano é de don- de estaba en costumbre de poner sus te- nientes é ofigiales el almirante: los qua- les ovieron fin por la recompensa que es dicho, é Gongalo de Guzman fué el últi- mo teniente del almirante en la isla Fer- nandina. i Tito Livio, dec. I, lib. V^ cap. i" HISTORIA r.KNEKAi. Y NATURAL CAPITULO XXI. Cómo después (juol alminnle fiu' excluido de la jurisdicion de la isla de Cuba ó Fernandina por el assienlo ques dicho, ¿ remuneraciojí que Sus Mageslades le hicieron, fué á gol)ernar aquella isla Fernando de Solo por eapilan yeneral de Sus Mageslades, é con titulo de adelantado de la Florida. Uado assiento en los pleytos del almi- rante, como se diso en el capítulo de su- so, y excluido él é sus offlgiales de la adminislrafion de la justigia en aquella isla Fernandina , el Emperador , nuestro señor , hizo su gobernador ó capitán ge- neral de la isla é de la provingia de la Florida é sus anexos en la Tierra-Firme á la parte del Norte, que avia descubier- to el adelantado Jolian Ponge de León, á Hernando de Soto, el qual es uno de aquellos milites del gobernador Pedrarias de Ávila , del qual en las cosas de Tier- ra-Firme en muchas partes se hace men- ción de su persona , porque es de los an- tiguos en aquellas partes , é al cabo se halló en la prisión de Atabaliba , donde fué uno de los que mas parle le cupo de aquellos despojos. É puso tanta parte de- llos en España , que fué fama que con mas de gient mili pesos de oróse vidoen Castilla, donde por sus servicios y méri- tos fué muy bien tratado del Emperador, nuestro señor, é le hizo caballero del Orden militar del apóstol Sanctiago é otras mergedes , é le hizo su gobernador é general capitán en lo ques dicho. É es- tando allá en Castilla, se casó con una de las hijas del gobernador Pedrarias Dávi- la, llamada doña Isabel de Bovadilla, co- mo su madre, muger de gran ser é bon- dad é de muy gentil juigio é persona , é con ella fué á la isla Fernandina, donde llegó en el mes de ' del año de mili é quinientos é treynta y nueve años. É después que ovo visitado la isla é pue- blos della , é proveydo en lo que conve- nia al buen estado é substentarion de la tierra , dio orden en armar é passar á la Tierra-Firme á la conquista é poblagion é pagificagion de aquellas provingias que por Su Magestad le fueron encomenda- das : en la qual empresa se siguieron las cosas que la historia dirá en los capítu- los siguientes. CAPITULO XXII. De la partida del gobernador Hernando de Solo desde la isla de Cuba , alias Fernandina, para la tierra sep- tentrional de la Tierra-Firme , é de la armada é gente que llevó para su descubrimiento , é del trabaxo que tuvieron en su desembarcacion , y qué número de caballos é otras cosas llevó , y cómo se cobró un chrips- tiano, llamado Johan Ortiz, que estaba perdido é andaba desnudo, como los indios. JLFomingo á diez é ocho de mayo de mili é quinientos é treynta é nueve años * En ol códice original, que tenemos á la vista, liay un claro que debió ser ocupado por el nom- bre del mes, en que Hernando do Soto aportó á la isla de Cuba. Cómo desde la mitad del capítulo XX fué añiidido por el autor lo restante do este li- bro XVII , no es ya posible fijar el mes, á que se salió de la villa de la Habana el gober- nador Hernando de Soto con una gentil refiere Oviedo ; pues que es inútil consultar lo im- preso; sin embargo , parece indudable que Hernan- do de Soto hubo de llegar á la isla Fernandina en febrero ó marzo , atendidos los datos que el mis- mo autor suministra en este y en el siguiente capí- tulo. DE INDIAS. I.IIi. XVII. CAP. XXII. armada de nuevo navios, ios ginco de gavia , y dos caravelas y dos vergantines; y á veynle é ginco del mismo mes , que fué dia de Pasqiía del Espíritu Sánelo, se vido tierra en la costa septentrión;'.! de la provincia de la Florida , y llegó la armada á surgir dos leguar. de tierra en quatro bragas de fondo ó menos. É el gobernador saltó en in vergantin por llegar á ver la íierra, y con él nn gentil-hombre, llagado Jchr/: de Añasco, y el piloto principal del ariT; da, llama- do Alonso Martin, para, rsc cnosger qué tierra era aquella, porque esiahan dubdo- sos del puerto é á qué parto lo tenian; y no se gertificando desso , viendo que la noche se agercaba, quissieron volverse á los navios , y no les dio lugar el tiempo, porque era contrario : por manera que surgieron junto á tierra é saltaron en ella é hallaron rastro de muchos indios y un buliío de los grandes que en ludias se ha visto y otros pequeños. Dixose después que aquel era el pueblo de Ogita. No tuvo poco peligro el gobernador y los que con él estaban , porque eran pocos é sin armas , y no era menos la congoxa de los que quedaron en los navios de ver en tal estado á su general capitán, porque ni le podian socorrer ni ayudar, si en nesgessidad se viesse. Eq íia tanto cuy- dado fué descuydo é demasiada diligen- gia ó falta de prudengia del gobernador, porque aquellas cosas son dedicadas á otras personas é no al que há de gober- nar é regir la hueste, é bastara mandar á un capitán de los inferiores que saliera para aquel reconosgimiento é seguridad del piloto que avia de salir á reconosger aquella costa. Y estovieron alli los na- vios en harto trabaxo y toda la armada, en que avia quinientos é septenta hom- bres sin los marineros, y con estos llega- ban bien á septegientos hombres. Otro dia, limes por la mañana, el ver- gantin estaba bien decavdode los navios TOMO 1. y trabajando por arribar á ellos y en nin- guna manera podia. \iendo esto Balta- sar de Gallegos , dio grandes voges á la nao capitana para que el general tenien- te , que era un caballero llamado Vasco Porcallo , proveyese lo que mejor fuesse; y cómo no le oían , por socorrer al go- bernador, mandó levantar una caravela grande en queste gentil hombre venia por capitán , y que fuesse hória donde el vergantin paresgia: y aunque desso le pesó al gobernador, ello fue bien fecho, pues que era en su servigio y por socor- rer su persona. En fin llegó á donde el vergantin estaba, de lo qual el goberna- dor resgibió mucho plagcr. Ya en esfasa- gon el puerto estaba reconosgido , é el otro vergantin puesto á la canal por se- ñal para los navios , é el vergantin del gobernador se vino delante hasta poner la misma caravela en la canal del puer- to ; é mandó que ella se estuviese al un lado de la canal y el vergantin al otro, para que los navios pasassen por medio: los quales ya se comengaban á hager á la vela que estarian de alli quatro ó cin- co leguas, é fué menester que! goberna- dor fuesse á mostrarles la via^ porquel piloto mayor estaba en el vergantin, é ponjue por alli hay muchos baxos, y aun con todo esso tocaron dos navios, é como era arena el fondo, no resgibieron daño. Este dia ovieron malas palabras el go- bernador é Jolian de Añasco que yba por contador de Sus Magestades, lo qual el gobernador dissimuló y sufrió. Entraron los navios en el puerto con la sonda en la mano, y algunas veges tocaban, y có- mo era lama passaban adelante, por lo qual se detuvieron ginco dias sin desem- barcarse, pero alguna gente saltaba en tierra y traían agua é hierva para ios ca- ballos. Mas en fin, los baxos no dieron lugar á que llegasscn cargados los na- vios á donde el pueblo estaba y quatro leguas atrás surgieron; v viernes que se 09 .'ÜG HISTORIA Gl'NERAL Y NATURAL contaron Iroyntn do mayo, conionraron ;i echar los caballos oa licrra. La lieira ció se desembarcaron , está nortesur con la isla de la Tortuga, que está en la boca de la canal de Baliamá; é el cacique ó se- ñor de aquella tierra se llamaba Ogita, y está diez leguas al Poniente de la baliía de Johan Ponge. Assi como algunos caballos fueron en tierra , cabalgaron el general Vas- co Porcallo de Figueroa y Johan do Añasco y Frangisco Osorio para ver al- go de la tierra , y hallaron diez indios con arcos y flechas que también venian, como hombres de guerra , á reconoscer estos huéspedes chripslianos y entender qué gente eran, y hirieron dos caballos, y los españoles mataron dos indios de aquellos y huyeron los domas. Fueron en aquella armada doscientos é quarenta é tres caballos, y de aquessos murieron en la mar diez é nueve ó veynte, y to- dos los restantes salieron en tierra, y desembarcados, fueron con los verganti- nes el general y alguna gente de pió á ver el pueblo, y volvió un hidalgo, lla- mado Gómez y\rias, en el uno y dio bue- nas nuevas de la tierra, y dixo assi mis- mo cómo la gente estaba algada. El do- mingo primero de junio deste año ya di- cho de millé quinientosé treynta é nueve años, dia de la Trinidail , caminó esle exérgito por la tierra adentro hágia el pueblo , llevando por guia quatro indios que Johan de Añasco avia tomado quan- do fué á descobrir el puerto; y desatina- ron algo, ó porque no los entendían los chripstianos ó porque essos no degian verdad , por lo qual el gobernador se adelantó con algunos de caballo ; y como no tenian experiengia de la tierra, cau- saron los caballos tras venados y con aguas y giénegas que passaron y doge leguas que andovieron hasta enfrente del pueblo, el ancón del puerto en medio, de manera que no pudieron doblar el ancón. y derramados en muchas parles durmie- ron aquella noche bien cansados y con ninguna orden de guerra. En toda aque- lla semana llegaron los navios gerca del pueblo, descargándolos poco á poco con bateles, y assi echaron toda la ropa é mantenimientos que llevaban. Algunos caminos avia y nadie sabia ni alinr.ba quál se debia tomar para que se hallase gente de los naturales de la tierra : los quatro indios que tenian, no los entendían sino muy poco y por señas , y para guar- dallos avia mal recabdo porque no tenian prisiones. Martes tres de junio tomó el gobernador posession de la tierra en nombre de Sus Magestades con todas las diligengias que se requieren , y envió uno de los indios á persuadir é convidar con la paz á los cagiques comarcanos; é la misma noche huyeron los dos indios de tres que quedaban , y fué mucha ven- tura no se yr todos tres, lo qual les pu- so á los chripstianos en mucho cuy- dado. Otro dia miércoles envió el gobernador al capitán Baltasar de Gallegos con el in- dio que les quedaba, á buscar alguna gen- te ó pueblo ó casa al tiempo que el sol se ponia , yendo fuera de camino, por- que el indio que era la guia, los llevaba desatinados y confusos: plugo á Dios que vieron de lexos hasta veynte indios em- bixados (ques gierta ungion roxa que los indios se ponen , quando van á la guerra ó quieren bien paresger), y llevaban mu- chos penachos é sus arcos y flechas. É cómo corrieron los chripslianos contra ellos, los indios huyendo se metieron en un monte, é uno dellos salió al camino dando voges é digiendo: «Señores, por amor de Dios y de Sánela Maria no me matéis: que yo soy chripstiano, como vo- sotros, y soy natural de Sevilla y me lla- mo Johan Orliz.» El plager que los chrips- lianos sintieron fué muy grande en les dar Dios lengua é guia en lal tiempo, de DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXII. 547 ([lie teniaii graude nesfessidad. É coii este plager muy ufanos todos, volvió aquella nociiebieu tarde Baltasar de Ga- llegos al real, y todos los indios que ve- nían con él, y los españoles del exérgito se alborotaron mucho, creyendo otra cosa é se pusieron en armas ; pero rcconosfi- (lo lo que era, fué muclia el alegría que todos ovieron , porque estimaron que por medio de aquella lengua harían mejor sus fechos, y sin perder tiempo, el sábado si- guiente determinó el gobernador de yr con aquel Johan Ortiz, Lengua , al caci- que que lo avia tenido, que se deQÍa Mo- coso, por le hager de paz é traerle á la amistad de los chripstianos , el qual aten- dió en su pueblo con sus indios é muge- íes é hijos sin faltar nadie, é quejóse al gobernador, de los caciques Orriygua, Neguarete, Capaloey é Erila, que son cagiques todos quatro de aquella costa, diciendo que lo amenazaban porque este cagique tomaba nuestra amistad é holga- ba de dar aquel chrípstíano lengua á los clu'ipstianos. El gobernador le hizo degir con la misma lengua que no temiesse de aquellos cagiques ni de otros , porquel lo favoresgeria y los chripstianos lodos y muchos mas que avian de venir presto serian sus amigos é le ayudarían é favo- resgerian contra sus enemigos. Este mis- mo día salió el capitán Johan Ruiz Lobi- 11o con hasta quarenta soldados á pié la tierra adentro , é dio en unos ranchos , é no pudo tomar sino dos indias: é perlas cobrar, le siguieron nueve indios tres le- guas flechándole , y le mataron un chrips- tíano y le hirieron tres ó quatro sin que les pudiesse hager daño alguno, puesto que tenía arcabugeros y ballesteros, por- que aquellos indios son tan sueltos y tan buena gente de guerra , como en todas las nasgiones del mundo se pueden ver hombres. CAPITULO XXIII. Cómo la guerra se comencó á encender é se hizo crudameDle , é cómo el teniente general se tornó á la isla de Cuba , é cómo el gobernador partió de aquel puerto del Spíritu Sánelo la (ierra ndcniro, é de lo que á el é su gente les acaescio hasta los diez de agosto del mismo año de mili ¿ quinientos é treynla y nueve años. Es iSte gobernador era muy dado á essa montería de matar indios, desde el tiem- po que anduvo militando con el gober- nador Pedrarías üávíla en las províngias de Castilla del Oro é de ¡Nicaragua , é también se halló en el Perú y en la pri- sión de aquel gran príngipe Atabaliba, donde se enriquesgió: é fué uno de los que mas ricos han vuelto á España , porquél llevó é puso en salvo en Sevilla sobre gient mili pesos de oro , y acordó de vol- ver á las Indias á perderlos con la vida, y continuar el exergigio, ensangrentado del tiempo atrás que avia usado en las partes ques dicho. Assi que, continuando su conquista, mandó al general Vasco Por- cailo do Figueroaquo fuesse áOgita, por- que se dixo que allí avia junta de gente, é ydo allá este capitán, halló la gente algada, y quemóles el pueblo, y aperreó un indio que llevaba por guia. Ha de en- tender el letor que aperrear es hager que perros le comissen ó matassen, despeda- gando el indio, porque los conquistadores en Indias siempre han usado en la guerra traer lebreles é perros bravos é denoda- dos; é por tanto se dixo de suso montería de indios. Assi que, dossa forma fué muerta aquella guia, porque mentía é guiaba mal. En taulo que Vasco Porcallo hagia lo que se ha dicho , envió el gobernador otro indio por mensajero al cagique Or- riparacogi , el qual no volvió porque una india le dixo que no volviesse, y por ello fué aperreada. Ovo entre los de aqueste exérgíto diversos paresgeres so- íl'.S IllSroUIA Gli.NliHAL Y iNArUUAL Lre si seria bien poblar alli ó no, por- ([ue la lierra paresfia estéril, como á la verdad aquella cosía en (al fama está, á causa de lo cual el gobernador deter- minó de enviar al capitán Baltasar de Ga- llegos á Orriparagi * con ochenta de caballo y gient peones, é partió un vier- nes á veynte de junio. É envió assi mis- mo el gobernador á Jolian de Añasco en los bateles de los navios por la costa de la mar con gierto número de peones, á deshacer gierta junta que los indios avian hecho , ó ver é sentir qué cosa era. É ha- llólos en una isla, donde tuvo una refrie- ga con ellos , é mató con los versos de la artillería que llevaba nueve ó diez in- dios, é ellos flecharon ó hirieron otros tantos ó mas chripstianos ; y porque no 1-3S pudieron haf er dexar la isla , envió por socorro , é el mensajero fue un hidal- go, llamado Johan de Vega, é pidió gen- te de caballo para tomarles la tierra fir- me por donde avien de salir, porque con la gente que tenia y la que mas fuesse, penssaba entrar á pelear con los indios. El gobernador envió A Vasco Porcallo con quarenta de caballo y algunos peo- nes; pero ya quando esse socorro llegó, se avian ydo los indios ; é los españoles por no aver ydo en valde, corrieron la lierra é ovieron algunas indias que truxe- lon al real. Venido el Vasco Porcallo des- sa entrada, tuvo algunos desabrimientos con el gobernador (que en esta relagion se callan ) , que el historiador no pudo acabar con quien le informó que le dixes- se, por algunos respectos. É tomóssepor buen medio que Vasco Porcallo se volvies- se á Cuba á mirar por las cosas de la go- bernación de alli é proveer al goberna- dor é su ejérgito, quando fuesse nesgessa- rio, de lo queoviessen menester. Delayda (¡este caballero pesó á muchos, porque era amigo de buenos y liagia mucho por ellos. Avia mandado el gobernador A Balta- sar Gallegos que aunque no hallasse bue- na tierra le escribiesse buenas nuevas, por animar la gente; y aunque no era de su condigion mentir , porque era hombre de verdad , por complir el mandamiento del superior , y aun por no desmayar la gente, escribía siempre dos cartas de di- ferentes tenores , una de verdades y otra de mentiras; pero essas mentiras con tal arte dichas é por palabras equívocas, que se podía entender lo uno y lo otro por- que se lo mandaban , é á esto degia él que mas fuerga ternia la carta de la ver- dad para excusarse, que maligia la men- tirosa para ofenderle. Y assi el goberna- dor no mostraba los renglones verdade- ros: antes degia que aquello que no mos- traba, eran avisos de grandes secretos que adelante se manifestarían para mu- cha utilidad de todos ; é las cartas equí- vocas é mentirosas mostrábalas é dába- les él unas declaragiones, como le pa- resgia. Y cómo aquellas carias , aunque no prometían cosa gierta , daban esperangas é indígios que movían los deseos para yr adelante á salir de tales dubdas; pero como los pecados del hombre son causa que la mentira algund tiempo halla cabida é crédito , cayó en todos una conformi- dad , é pidieron unánimes la entrada de la tierra adentro , que era lo que el go- bernanor urdía , y desto pesaba mucho á lus que mandaban alli quedar con el ca- pitán Calderón , que fueron quarenta de caballo é sesenta peones, en guarda del pueblo y mantenimientos y del puerto y verganlínes y bateles que quedaban, porque todos los navios se avían despa- chado á la Habana. Ávido este acuerdo por bueno el gobernador se partió del pueblo y puerto del Spíritu Sánelo (llamado assi por el día que allí llegó el gobernador é Atiles había o>crilo Orriparacogi. DE INDIAS. LIB. XVil. CAP. XXIII. 549. su armada) , y esta partida fué un martes ([uinre de jullio del mismo año mili é (juinientos é treyuta y nueve años, é fueron á dormir aquel dia al rio de Mo- cogo, llevando en la regaga muchos puer- ros que avian passado en el armada para alguna Ibrgosa nesgessidad; é liigiéronse dos puentes, por donde este exérgito pas- Sü el rio. Olro dia fueron á la laguna del Conejo , ó diósele aqueste nombre por- ([ue un conejo que se levanto en el real, les espantó todos los caballos, é volvie- ron sueltos huyendo atrás mas de una le- gua sin les quedar alguno , y todos los chripstianos se derramaron por yr tras los caballos desarmados : que á dar in- dios en ellos, aunque fueran pocos, tu- vieran los españoles su meresgido , é en j»ago de su mal recabdo, estuvo bien apa- rejada una vergongosa difinigion de guer- ra. Recogidos sus caballos, fueron otro dia á la laguna de San Johan , é otro dia con muy regio sol fueron á una savana, y llegó la gente muy fatigada , y murió de sed un despensero del gobernador que se degia Prado , é muchos se vieron en muclio trabaxo de los peones , y no dexáran de acompañar otros al despen- sero, si no los socorrieran los de caba- llo. Otro dia fueron á la gabana de Gua- goco, é dio la gente en los mahizales, é truxeron mahiz verde, con que se ale- graron mucho , por ser el primero que vieron en aquella tierra. Otro dia tempra- no llegaron á Luca , bonico pueblo é alli vino Baltasar Gallegos á verse con el go- bernador. El lunes adelante, veynte é uno de ju- lio , se juntaron con la gente que tenia Baltasar Gallegos , él gobernador envió mensajero á Urriparacoxi *, é no vino res- puesta; y el miércoles, veynte é tres del mes ya dicho , partió el gobernador é su exérgito é fue á Vigela , é passó á dormir adelante ; é el jueves fueron á dormir á otro pueblo que se dige Tocaste , el qual está en un lago grande. Y este mismo dia salió el gobernador con algunos de á ca- ballo , camino de Ocale, porque le avian dicho grandes nuevas de la riquega que allí penssaba hallar. É cómo vido los ca- minos anchos, penssó que ya estaba las manos en la presa, é mandó á uno de sus milites, dicho Rodrigo Ranjel, porque demás de ser buen soldado é hombre de bien tenia buen caballo , que volviesse al real por mas gente que viniesse á le acompañar; é aquel escu- dero fue, aunque no sin sospecha de lo que le pudiera acaesger , pues que que- dando con el gobernador diez de caba- llo, le paresgian pocos, é enviaba á aquel hidalgo solo é por tierra de enemigos é malos passos, que aunque le tomaran al- guno, avia de morir ó passar por fuerga y no volver sin respuesta , y por pares- gerle vergüenga pedir compañía , abajó su cabega é obedesgió. Pero no le loo tal determinagion , pues que en la verdad en las cosas nesgessarias y manifiestas hay ligengia para que con razón se refiera al príngipe que lo provea, como él sea mas servido y sus mandamientos mejor se puedan efetuar. Lo que este dia le acaes- gió á este mensajero eqüestre no lo qui- so degir, por ser lo que dixesse en pro- pria causa ; pero basta quél tenia bien probada su intengion de valiente hom- bre , é topó hartos indios que yban por el rastro del gobernador, é passó ade- lante. É llegado al real, el maestro de campo le dio catorge de caballo , con los * Cada vez que nombra Oviedo á este cacique, escribe su nombre de diferenle modo : primero dijo Orriparacogi; después Orriparagí; ahora Urripa- racoxi. Esto prueba la variedad con que los espa- ñoles pronunciaban los nombres americanos , no acoslumbrándose su oido á percibirlos dislinla y duramente. Lo mismo sucede en otros muchos pa- sages do la segunda y tercera parle de estas his- torias. Íi30 IIISTOIUA Gli.Nt:UAL Y >4TL'1ÍAL (|uale3 cresció , ú lúe el núiueiü de los caballos que el gobernador tenia veynte ó seys. Otro dia , viernes , se movió el leal por el rastro del gobernador, y en el camino hallaron dos de caballo que el gobernador envió al maestro de campo, (|ue era un caballero que se llamaba Luis de Moscoso , al qual le enviaba á mandar (|ue no se raoviesse, é tornáronse á dor- mir á donde salieron , porque ovo una guaí'ábara (que es lo mismo que escara- muza ) con los indios y mataron un ca- ballo de don Carlos Enriquez, yerno del gobernador, casado con su sobrina, na- tural de Xerez de Badajoz, é hirieron al- gunos chripstianos é padesgieron mucha nesgessidad de hambre, porque comian las magorcas del raahiz con los maslos ó madera (que es cassi) sobre que nasgen los granos. Otro dia, sábado, halló el go- bernador los caminos mas anchos y bue- na dispusigion de tierra, é envió otros dos de caballo por otros treynta, é envió á degir quel real se moviesse en su se- guimiento. É el maestro de campo envió á Ñuño de Tovar con treynta de caballo, é él se movió, segund el gobernador le envió á mandar. El gobernador con los veynte y seys de caballo que con él yban, llegó dia de Sánela Ana al rio ó giénega de Cale, y era de grand corriente é an- cho , é passáronle con grand dificultad, y adonde no avia nesgessidad de puente passaban á los pechos y á la barba el agua , con la ropa é sillas en las cabe- gas mas de tres tiros de ballesta. Los treynta de caballo que llevaba Ñuño de Tovar, passaron el domingo siguiente , é la corriente les llevó lui cabullo y se lea ahogó: é viendo esto, passaron los res- tantes con sogas , como lo avian hecho los que passaron primero con el gober- nador. Llegó esta gente é su gobernador al primero pueblo de Ocale , que llama- ban Uqueten , donde se tomaron dos in- dios; y luego se proveyó que algunos de caballo y las acémilas que de Cuba avien llevado, fuessen con mahiz é socorro de comida para los que yban atrás , pues alli hallaron abundancia ; y no les llegó á mal tiempo porque los liallaron en aquella giéuaga comiendo hiervas y ray- ges dallas asadas y otras cogidas, sin te- ner sal , y lo que peor era sin las conos- gor. Alegráronse con la llegada del bas- timento, y la gula y nesgessidad que te- nían les dio una refegion y sabor muy agepto , é de tal gusto que avivó la dili- gengia y sacaron fuergas de ílaquega, y llegaron el martes siguiente essos pos- treros de la regaga á donde el goberna- dor Hernando de Soto estaba ; pero ya le avian herido algunos soldados que se (k'smandaban , y avien muerto un balles- tero que se degia Mendoga. Junto el real, í'ueron á Ocale, pueblo de buena comar- ca de mahiz ; é alli , yendo por mante- nimientos á Acuera , mataron los indios en dos veges tres soldados de la guarda del gobernador, é hirieron á otros é ma- taron un caballo , y todo ello por mal congierlo, puesto que aquellos indios, aunque son flecheros y de muy regios ar- cos y muy diestros é giertos punteros, no tienen hierva sus flechas ni ellos saben qué cosa es. DE INDIAS. LiB. XVII. CAP. XXIV. i) i) I CAPnULO XXIV. Cómo el gobernador, Hernando de Solo, prosiguiendo en su conquista , passó adelanle, ¿ cómo los in- dios le quisieron malar ó prender por engaño , por liberlar un cacique que llevaba consigo , é cómo un ca- cique le dio una bofetada al gobernador que le bañó los dienles en sangre: é Iráelanse oirás cosas convi- nienles al discurso de la historia. A. los onge de agosto del mismo año partió el gobernador de Ocale con gin- qüenta de caballo y gient peones en bus- ca de Apalache, porque avia mucha fama que era do mucha genle, y quedó alli Luys de Moscoso con el resto del real hasta ver cómo subgedia lo de adelante; y aquel dia fueron á dormir á Itaraho- lata, buen pueblo y de harto maliiz. Alii apretó un indio al capitán Maldonado y le hirió mal el caballo , y le sacara la langa de las manos, si no sobreviniera acaso de ventura el gobernador, puesto que el Maldonado era buen caballero é de los mas valientes de aquel exérgito; pero los indios de aquella tierra son gen- te muy belicosa é indómitos é regios. Otro dia fueron á Potano , é otro dia miércoles llegaron á Utinamocharra , é de alli fueron al pueblo de la Mala-Paz; el qual nombre se le dio , porque avien- do tomado en el camino Johan de Añasco Ireynla personas de aquel cagique , por- que se las diesen, envió á degir que que- ría paz , é envió en su lugar á tractarla «n gandul que se creyó que era el mismo cagique , é diósele su gente. Siguióse que, huyéndoseles á los chripstianos este indio otro dia , se fué á meter en la mol- tilud de los indios que estaban en un ar- cabuco, un perro gentil lebrel de Irlanda que acudió á la grita y entró entre todos los indios ; é aunque passó por muchos, á ninguno asió sino á aquel quel que avia huydo que estaba entre la moltitud , y túvole por el molledo del brago de tal manera, que el indio se echó é lo pren- dieron. Otro dia llegaron los chrij;stianos á un bonico pueblo , donde hallaron mu- cha comida y muchas castañas pequeñas apiladas muy sabrosas , naturales casta- ñas ; pero los árboles que las llevan no son mas altos que dos palmos de tierra, é assi nasgen en capullos erigados. Otras castañas hay en la tierra que los españo- les vieron é comieron que son como las de España mismas , y en tan grandes castaños nasgen é los árboles poderosos é con la misma hoja é eriges ó capullos, assi gordos é de muy buen sabor. Fué aqueste exército desde alli á un rio que llaman de las Discordias, é la causa quiso callar el que dio esta relagion, por- que como era hombre de bien, no acordó de contar culpas ni llaqucgas de sus ami- gos. Aqueste dia hicieron una puente de pinos, que avia muchos alli, é otro dia domingo passaron aquel rio con tanto ó mas trabaxo que el de Ocale. El dia si- guiente lunes llegaron á Aguacaleyquen, y Rodrigo Ranjel y Villalobos , dos hidal- gos, hombres eqüestres , pero hidalgos (digo eqüestres porque eran en este exér- gito hombres de caballo), tomaron en un mahigal un indio é una india, é ella les mostró dónde estaba escondido el mahiz, é el indio llevó al capitán Baltasar de Gallegos, adonde tomó diez é siete per- sonas, y entre ellas una india, hija del ca- gique , que de razón esso avie de ser causa que su padre viniessc á la paz; pero sin essa quissiera él libertarla, si sus engaños y astugias fueran no menos que las destos conquistadores. A los veynleé dos de agosto paresgió gran moltitud de indios, é viendo el gobernador que la 5oá mSTOIUA GKNERAl. Y NATURAL tierra se mostraba ya mas poblada y de mantenimientos, envió ocho de caballo á toda diligen^'ia á llamar al maestre de campo , Lnys de Moscoso , para que con todo el real se fiiesse á jiinlar cnii él ; y no tuvo poca d¡iigen(;ia el luneslre de campo en complir aquel mandamiento, é á los quatro de septiembre llegó donde el gobernador estaba , é lodos se holga- ron de verse juntos ; porque como tenian preso al cacique , temíase que los indios se avian de juntar, y no era mal penssa- do, por lo que paresQió adelante. A los nueve de septieiubre partieron todos jun- tos de Aguacaleyquen , llevando consigo el cacique é á su hija y á uu indio prin- í^ipal que se def ia Guatutima , por guia, porque degia aquel que sabia mucho de lo de adelante ó daba muy grandes nue- vas. É hirieron una puente de pinos para passar el rio de .\guacaleyquen , y fue- ron á dormir á un pueblo pequeño. Otro dia viernes fueron á Uriutina , pueblo de alegre vista y de muclia comida , y avia en él un muy gran btihio, en la mitad del qual avia un gran palio. Ya por allí avia buena población. Desde que salieron de Aguacaleyquen, yban y venían mensageros de Ufachile , caficjue gran- de, tañendo con una flauta por (,írínio- nia; y el viernes á do^e de septiembre llegaron estos chrípstianos á un pueblo que le llamaron de las Jiuclias-Aguas, porque les llovió tanto , que no pudieron salir de alli el sábado ni el domingo , é salieron el lunes siguiente , quince de aquel mes , y hallaron una ciénega muy mala y todo el camino muy trabajoso, é fueron á dormir á Napituca , que era un pueblo muy alegre, de gentil assienlo y mucha comida. Alli los indios usaron de todos sus engaños é astucias por cobrar su cagique de Aguacaleyquen , é llegó la cosa íi términos que el gobernador se vido en harto peligro; pero fueron en- tendidos sus engaños y burlas, y hízose- les otra mayor, desta manera. Juntáron- se siete caciques do aquellas comarcas con sus gentes , é enviaron á degír al gobernador que eran subjetos de Ugachi- le , y que por su comission y voluntad (lejíos querían ser amigos de los chríps- tianos y ayudarlos contra Apaiache, pro- vincia rcQÍa enemiga de Ugachile y de- llos , y que á esto avian venido induci- dos y rogados por Aguacaleyquen (que es el cacique que los chripstianos traien preso), y que temían entrar en el real y ser detenidos : por tanto , que el gober- nador Ilevasse consigo á Aguacaleyquen é los saliesse á hablar en una savana grande que alli avie , para platicar en este negocio. Fueron entendidos sus tractos y aceptado su mensage , y el go- bernador salió á los hablar ; pero mandó armar y cabalgar á los chripstianos , é que á la señal de la trompeta diessen en los indios. Assi que, salido á la savana con solos los de su guarda y una silla para se sentar, el cacique de Aguacaley- quen consigo, apenas se ovo sentado el gobernador, (pie quando estaba comen- Cándose la plática, se vido al momento cercado de indios con sus arcos y fle- chas , y por muchas partes venían otros innumerables; de tal forma , que el pe- ligro se vido luego manifiesto que el go- bernador tenía : ó antes que la trompeta se sonasse , el maestre de campo , Luys de Moscoso , batió las piernas al caballo dici(?ndo: « Ea , caballeros, Sanctiago, Sanctiago, y á ellos.» É assi de golpe fué la gente de caballo, alanceando muchos indios, y no se les ganó el ardid sino por la mano , é antuviarse los nuestros íí pelear, no obstante lo qual se defendie- ron é pelearon como liombres de grande ánimo, é le mataron el caballo al gober- nador y mataron otro á un hidaldo, dicho Sagredo, é hirieron otros. É después qué buen espacio duró la pelea, los indios so pusieron en huyda , é acogiéronse á unas DE INDIAS. LIH. XVII. CAP. XXIV. ■* •■ ^» üO.i dos lagunas, c los españoles fercaron la una é la otra no pudieron , é tovieron aquella rercada, velando toda la noche 6 hasta la mañana que se rindieron é saca- ron presos de alli tresgienlos indios é ginco ó seys caciques en ellos. LViutina quedó á la postre solo, que no quiso salir hasta que entraron unos indios de Llrachile á nado por él y lo sacaron, y en saliendo, pidió un raensagero para su tierra, y trahido lo dixo assi : " Mira , vete á los mios y díles que de mí no tengan cuydado : que yo he hecho, como valiente varón é señor, lo que avia de ha?er , y reñí y peleé , como hombre hasta que me dexaron solo : é si me retruxe á esta laguna , no fué [ior huyr la muerte ó no morir como á mí me conviene , sino por animar á estos que estaban dentro é que no se diessen ; y que después que ellos se dieron , yo nun- ca me rendí hasta que estos indios de Ufachile, que son de nuestra nafion, me lo rogaron diriendo que assi convenia á lodos. Por tanto, que lo que les encargo é ruego es que por mi respecto ni por otro no tengan que hager con estos chripstianos, (|ue son diablos y podrán mas que ellos, y que tengan por muy fierto de mí que si oviere de morir, será como valiente hombre.» Todo lo qual refirió luego é lo declaraba al gobernador aquel Jolian Or- tiz , lengua, ques aquel chripstiano que la historia ha contado que hallaron en la tierra, acaso de ventura. Los indios que se tomaron de la manera ya dicha , se llevaron á meter en un buliio aladiis las manos atrás; y andando entre ellos el gobernador para conosger los cagiques, animándolos para los traer á paz é con- cordia, y haciéndolos desatar porque fuessen mejor tractados que los otros in- dios comunes, un cagique de aquellos, assi como lo desataron , estando el go- bernador á par del , algo el brago é dio al gobernaflor tan grand bofetada que le bañó los dientes en sangro y le hizo es- TOMO I. cupir mucha , por lo qual este y otros los ataron á sendos palos é fueron asactados. Otros indios higicron otras hagañas mu- chas que no se podrían acabar descrebir, segund al historiador dixo el que pres- sente se halló; por lo qual el gobernador, viendo que con tan pocos indios y sin ar- mas los chripslianos estaban tan aflexidos, noestándolo él menos, dixo assi: «Ová- lame Dios, y si estovieran aquí aquellos se- ñores del Consejo, para que vieran cómo se sirve Su Magestad en estas parles!» Y aun porque lo saben dige el chronista que han mandado gesar las tiranías y cruel- dades, y que se tenga mejor orden en la pagificagion délas Indias, para que Dios, Nuestro Señor, y la Cesárea Magestad mejor se sirva , y las consgiengias de los conquistadores so aseguren , y los natu- rales de la tierra no sean nialtractados. Marios veynte y tres de septiembre sa- lió el gobernador é su exérgito de IS'api- lucay llegaron al rio de los Venados. Este nombre se le dio porque allí truxeron los indios mensajeros de L'gachile giertos ve- nados, que los hay muchos y buenos por aquella tierra. É para passar este rio hí- gieron una puente de tres grandes pinos en luengo y quatro en ancho (los qua- les pinos son perfetos y de los muy gran- des de España), y acabando de passar el rio todo el exérgito , que fue á los veynte y ginco días de aquel mes, passaron el mismo día por dos pueblos pequeños y uno muy grande que se llama Apalu , y llegaron á dormir á Ugachile; pero en todos estos pueblos hallaron la gente al- gada, é salieron algunos capitanes á ran- chear y truxeron mucha gente. Partieron de Ugachile el lunes adelante veynte é nueve del raes , é passado un gran mon- te, fueron á dormir á un pinar, é tornó un mangebo, dicho Cadena, atrás sin ligengia por una espada, é quísole hager ahorcar el gobernador por ambos delictos , é por ruego de buenas personas escapó. Oln» 70 .)•-> k IIISTOIUA GENERAL V iNATUIUL (lia , martes treynta del mes de septiem- bre llegaron á Agüe subjeto de Apalacbe, é tomáronse algunas mugeres ; é son ta- les que una india tomó á un bachiller, lla- mado Herrera, que quedaba solo con ella é atrás de otros compañeros, é asióle de los genitales y túvolo muy fatigado é ren- dido , é si acaso no passáran otros clirips- lianos que le socorrieran , la india le ma- tara , puesto quél no queria aver parte en ella, como libidinoso, sino que ella so queria libertar é huyr. Miércoles primero de octubre salió el gobernador Hernando de Soto de Agile con su gente , é llega- ron al rio ó giénega de Ivitaclmco, é iii- gieron una puente, é en un carrizal de la otra parte estaba una pelada de indios é flecharon tres chripstianos, é acabaron de passar aquella fiénega el viernes si- guiente á medio dia , é ahogóseles alli un caballo é fueron á dormir á Ivitachu- 00 é hallaron ardiendo el pueblo , que le avian puesto fuego los indios. Domingo finco de octubre fueron á Calahuchi , é tomáronse dos indios y una india é ta- sajos de venados en mucha cantidad , é alli se les huyó la guia que llevaban. Otro dia fueron adelante llevando por guia un indio viejo que los traia perdi- dos, é una india los llevó á Iviahica, ó hallaron aleada toda la gente , é otro dia salieron de alli dos captianes é hallaron toda la gente algada. Johan de Añasco avia salido deste pueblo, é ocho leguas del halló el puerto donde Pamphilo de Nar- vaez se avia embarcado en las barcas que hizo. Esto se conosgió por las calavernas de los caballos y assiento de fragua y pesebres y morteros que tenían hechos para moler el mahiz, y por cruges he- chas en los árboles. É invernaron alli ó estovieron hasta quatro de marzo del año de mili é quinientos é quarenta años , en el qual tiempo acaesgieron nmchas cosas notables con los indios, los quales son valentíssimos hombres , y por lo que ago- ra se dirá podrá el discreto letor conjec- turar sus grandes ánimos é osadía. Dos indios salieron á ocho de caballo, y quemáronles dos veges el pueblo, y con celadas les mataron muchos chripstianos en vefes, y aunque los españoles los per- seguían y quemaban, nunca quíssieíoa venir de paz. Si á algunos indios coila- ban las manos y narices , no hagían n)as sentimiento que si cada uno dellos fuera un Mugió Sfévola romano. Ninguno de- llos negó ser de Apalache por temor do la muerte. Y en tomándole, que le pregun- taban de á dónde era, respondía con so- berbia: «De á dónde tengo de ser?., soy un indio de Apalache.» Como quien daba á entender que le ofendía quien penssase que era de otra gente, sino de Apalache. Acordó el gobernador de entrar mas la tierra adentro, porque un indio mu- chacho daba grandes nuevas de lo que avia la tierra adentro ; y envió á Johan de Añasco con treynta de caballo por el capitán Calderón é la gente que avia quedado en el puerto, y quemaron los mantenimientos que dexaron y el pueblo, 6 vínose el capitán Calderón por tierra con toda la gente y Johan de Añasco vi- no por la mar con los vergantínes y lía- teles hasta el puerto de Apalache. Sába- do diez ó nueve de noviembre llegó Johan de Añasco al puerto, c luego se despachó Maldonado en los vergantínes por la costa á descobrír puerto la vía del huesle-ocgidente. Y en este tiempo lle- gó el capitán Calderón con toda la gen- te, menos dos hombres y siete caballos que le mataron los indios en el camino. Maldonado descubrió un puerto muy bue- no y truxo un indio de una provincia questá junto á aquella costa, que se díge Achuse, é truxo una buena manta de martas gebellínas (aunque ya en Apala- clie avían visto otras, pero no tales). Des- pachóse el capitán Maldonado para la Habana y salió de Apalache á veynte ó I)i< INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXIV. ÚOO seys do liebrero de mili é quiuientos é ([uareiita años con ordenación é manda- miento del gobernador que acudicsse al |)uerto que avia descubierto , y por aque- lla costa donde el gobernador penssaba acudir. La provincia de Apalache es muy lerlil é abundantíssima de mantenimien- tos, de mucho maiiiz é fésoles, é calaba - gas, é fructas diveissas, é muchos vena- dos, y muchas diverssidades de aves, y gerca de la mar para pescados que hay muchos y buenos, ó es tierra aplacible aunque hay ciénegas ; pero son tiesas por ser sobre arena. CAPITULO XXV. Cuino el gobernador Hernando de Soto é su genle partieron do Iviahicuen (i'cniaiida de Capacliegui , é có- mo la g-iiia qu'', llevaban desque no supo mas de lo que adelante avia, se hiz i endemoniado; é tráclanse di versas cosas é muy notables. a partida de Iviahica, en demanda de Capachequi, se comengó un miércoles tres dias de margo de mili é quinientos é quarenta aiws , é fué el gobernador con su exérgito á dormir al rio de Guacuca, é partidos de alli fueron al rio de Capa- chequi , al qual llegaron el viernes ade- lante temprano , é higieron una canoa ó piragua para lo passar, y era tan ancho el rio que Chripstóbal ÍMosquera , que era el mejor bragero , con una piedra á su propóssito no alcangaba á lo passar. É tomaron las cadenas en que Iraian los indios con unas SS. de hierro regias jun- tadas ; é fechas una cadena de todas, ata- ron el un cabo de la cadena de una van- da y el otro de otra para passar la pira- gua, é era tal la corriente que quebró la cadena dos veges; é viendo esto ata- ron muchas sogas é higieron dellas dos é ataron la una á la popa é la otra á la proa , y tirando de una parte y de la otra, passaron la gente y ropa. Para passar los caballos higieron sogas luen- gas , é atábanlos al pescuego ; y aunque la corriente los derribaba , tirando las sogas los sacaban , pero con trabaxo , y algunos medio ahogados. É el miércoles, nueve de margo , acabó de passar lodo el real el rio de Capachequi, y salieron á dormir ti un pinar. É otro dia , jueves, llegaron al primero pueblo de Capache- qui, el qual era de mucho mantenimien- to; pero entre arcabucos ó tierra muy gerrada de arboledas , é por esso passa- ron á dormirá otro pueblo mas adelante, é toparon una mala giénaga junto al pue- blo , de mucha corriente , y antes de lle- gar é ella passaron muy gran trecho de agua á las ginchas y bastos de las sillas de los caballos , de tal manera que aquel dia no pudo acabar de passar todo el real á causa del mal passo. Alli so des- mandaron cient soldados con espadas y rjdelas , y otros tantos indios los desca- labraron y mataron uno dellos , y mata- ran á todos, sino fueran socorridos. A los diez é siete de margo salieron de Capachequi, é fueron á dormir á la Fuente Blanca. Esta es una muy hermosa fuen- te , de gran golpe de agua y buena , é tiene pescado. É el dia siguiente fueron adormir al rio de Toa, donde higieron dos puentes, é se ahogó el caballo áLo- rengo Suarez , hijo de Vasco Porcallo. É el domingo siguiente , veyntc é un dias del mes, llegaron al passo del rio de Toa, é higieron dos veges puente de pinos, é la corriente grande las quebró, é hízoso otra puente de tixeras en cierta forma qm; dio un hidalgo, llamado Nmlo de Tovar, de lo qual todos se reian, pcio fué por 536 HIsroUlA GKMiUAI. V iS.UljUAL verdad lo que aquel dixo ; é heciio, pas- saron muy l)icn con aquella industria, y el lunes acabó de passar todo el real , é fueron á dormir á un pinar, aunque en inuclias partes divididos y mal ordena- dos. É el martes temprano llegaron á Toa , gran pueblo , é quiso el gobernador yr adelante, é no le dexaron. Miércoles veynte y quatro del mes salió de allí el gobernador á media noche secretamente con hasta quarenta de caballo, caballeros ó hijos dalgo, y tales que por diversos respectos no los avia querido poner de- l)axo de otro capitán : é caminaron lodo aquel dia hasta la noche , que liallaron nn mal passo de agua y hondo , y aunque era de noche le passaron, é ando vieron aquel dia dogo leguas ; é olro dia , que h\é Jueves Sancto de la Cena, por la ma- ñana llegaron á la población de Chisi, é passaron un brago de un rio grande bien ancho á vuela pie , y aun buena parte del á nado , é dieron en un pueblo que estaba en una isla deste rio , donde lomaron al- guna gente y hallaron de comer : é por ser el lugar peligroso , antes que vinies- sen canoas , se tornaron á salir por don- de avien entrado , pero primero almor- zaron de unas gallinas de la tierra que llaman guanaxas , y de lomos de vena- dos que hallaron assados en barbacoa, (}ues como en parrillas. É puesto que era Jueves Sánelo, no ovo ninguno tan chrips- liano que tuviesse escrúpulo de comerla carne ; é llevólos alli el muchacho Perico (¡ue truxeron de Apalache por guia , é passaron á otros pueblos , é á un mal passo de una giénega se ovieran de ane- gar algunos caballos, porque los que echaron á nado con las sillas passaban sus dueños por un madero que atraves- saba la corriente del agua ; é passando assi un Bonito Fernandez, portugués, ca- yó del madero é ahogóse. Este dia lle- garon á un pueblo donde vinieron indios pringipalc? por niensajerus de Ichisi , é uno dellus preguntó al gobernador, é Iw dixo tres palabras, una en pos de oira, desta manera : « Quién eres? qué quieres? ;'i dónde vas? » E truxeron pressentes de cueros , manías de la tierra , que fueron los primeros dones en señal de paz; todo lo cual fué Jueves Sancto y dia de la En- carnafiíMi. A las preguntas del indio res- pondió el gobernador quél era un capi- tán del gran rey de España; que en su nombre venia ú darles á entender la fé sagrada de Chripsto , y á que le conos- giessen é se salvassen é diessen la obe- diencia á la iglesia apostólica de Roma é al Summo Ponlífigeé Vicario de Dios que aili resside, é que en lo temporal conos- ciessen por rey é señor al Emperador, rey de Castilla, nuestro señor, como sus vassallos, é que les harian lodo buen trac- tamiento é los ternia en paz é justigia, co- mo á los otros sus vasallos chripstianoy. El lunes veynte é nueve de margo salie- ron de alli para Icliisi, y llovió tanto, y cresgió de tal manera un rio pequeño, que si no se dieran mucha priessaá pasar, peligraran todos los del exérgito. Este dia salieron indios é indias á los resgebir: venian ellas vestidas de blanco , é pares- gian bien , é daban á los chripstianos tortillas de mahiz é unos manojos de ge- Ijnllctas ni mas ni menos que las de Cas- lilla, tan gordas como la cabega del de- do pulgar é mas. É fué aqueste un man- jar que les ayudó mucho de ahy adelan- to; y comíanlas con tortillas asadas y cogidas y crudas, y érales gran socorro, porque son muy buenas. El vestido blan- co, de que aquellas indias venian vesti- das, son unas manías como de Hongo basto y algunas delgadas: hagen el hilo aellas de las cascaras de los morales, no de la primera sino de la de enmodio ; é sábenlo bcnefigiar é hilar é aparejar tam- bién y lexcrlo , que hagen muy lindas mantas , y pónonsse una de la ginla aba- xo y otra alada por un lado y molida DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXV. 557 la cabega sobre ios hombros, como aque- llos boliemianos ó egipcianos que suelen algunas veges andar vagabundos por Es- paña. Es lal el hilo, que quien se halló en esto me Qerlificó que vido hilarlo á las mugeres dessas cascaras de morales, e hagerlo tan bueno como hilo de Por- tugal de lo mas presgioso que procuran en España las mugeres para labrar, y mas delgado y parejo alguno y mas re- rio. Los morales son ni mas ni menos que los de España, y tan grandes y mayores; pero la hoja mas blanda.y mejor para se- da , y las moras para comer mejores y aun mayores que las de España , y tam- bién les aprovecharon mucho muchas ve- f;es á los españoles, para se mantener. Llegaron aqueste dia á un pueblo de im cagiquc subjeto de Ichisi, bonico pue- blo y de harta comida , é dioles de lo que tenia de buena voluntad, é descansaron alli el martes, é luego el miércoles, úl- timo de marfo , partieron el gobernador ó su exérgito , é llegaron al Rio Grande, donde tovieron muchas canoas, en que passaron muy bien é llegaron al pueblo del señor , el qual era tuerto , é dióles muy bien de comer é quince indios para cargas. Y cómo era el primero que vino de paz , no le quisieron fatigar mucho, é estuvieron alli jueves primero de abril, é pusiéronles en el (;'erro del pueblo una cruz, é informáronlos con la lengua de la sanctidad de la cruz , é resfibiéronla é adoráronla con mucha devoción, á lo que mostraban. Viernes, segundo dia del mes de abril , partió este exército de alli é durmieron en el campo , é á otro dia llegaron á un buen rio , é hallaron bullios despoblados , é ahy llegaron mensageros de Altamaha é lleváronlos á un pueblo, donde hallaron abundancia de comida, ó vino un mensagero de Altamaha con un presente , é el dia adelante truxeron muchas canoas é passó el exérgito muy bien. É desdo alli envió el gobernador á llamar al cagique Camumo, édixeron que comía é dormia é andaba continuamente armado, que nunca se quitaba las armas, porque estaba en la frontera de otro ca- cique llamado Cofitachequi , su enemigo, é <|ue no vendría sin ellas, é el gober- nador replicó é diso que viniesse como él quisiesse ; é A'ino é dióle el goberna- dor una pluma grande é colorada con ar- gentería , é el cagique la tomó muy ale- gre , é dixo al gobernador : « Vosotros soys del gielo , y aquesta pluma vuestra que me days, puedo comer con ella : sal- dré á la guerra con ella; dormiré con mi muger con ella." É el gobernador le dixo que sí, que todo lo podía hager. Este Ca- mumo y essotros eransubjelos de un gran cagique que se dige Ocute. Y este de la pluma preguntó al gobernador que á quién avia de dar de allí adelante el tri- buto , sí le daría al gobernador ó á Ocu- te. E el gobernador sospechó que esta pregunta fuesse dicha astutamente, é respondió que él tenia á Ocute por her- mano , que le diesse á Ocute su tributo hasta que el gobernador le mandasse otra cosa. Desde alli envió mensageros á llamar á Ocute, é él vino alli, é el go- bernador le dio un bonete de raso ama- rillo , é una camisa , é una pluma , é pú- sosse una cruz alli en Altamaha, é fué bien resgibida. E otro dia jueves, ocho dias de abril, partió de ahy el goberna- dor con su exérgito , é llevó consigo á Ocute, é fueron á dormir á unos bullios, é el viernes llegaron al pueblo de Ocute. É enojóse el gobernador con él , é lera- biaba de miedo ; é luego vinieron mucho número de indios con mantenimientos, é dieron quanlos indios de carga quisieron los chripslianos, é púsosse una cruz.é lesgibiéronla con mucha devogion á lo que paresgia, é adoráronla de rodillas, como vían que los chripslianos lo ha- ríen. Lunes, doge de abril, partieron de Ocute é llegaron á Cofaqui , é vinieron o58 IIlSroUlA GE.NEUAI, Y NATÜIÍAL pringipales con dones. Era oste oariqno Cofaqui un lioml)re viejo, lleno de bar- bas , é gobernaba por el un sobrino su- yo. Yino aliy el cacique Talofa é otro principal, é dieron su pressente é comi- da é tamemes todos los que ovieron me- nester, que en aquella lengua (ámeme quiere tanto degir como indio de carga. El jueves , quinge de aquel raes, comen- gó á desatinar aquel Perico , que era el indio muchacho que llevaban por guia desde Apalache, porque no sabia ya mas de la tierra, é hízose endemoniado, é súpolo hager tan bien, que los chripstia- Dos penssaron que era verdad; é díxole un religioso que llevaban, llamado fray Johan, el Evangelio. Pero en efelo ovie- ron de tomar guias , que les dio Tatofa, para yr á Cofitachequi por un despobla- do de nueve ó diez dias de camino. Esto maravillado muchas veges de la tahurería ó tesen ó pertinagia, ó sea cons- tangia, porque parezca mejor la continua- ción destos burlados conquistadores , de un trabaxo en otro , y de otro en otro mayor, y de un peligro en otros y otros, aqui perdiendo un compañero é alli tres, é acullá mas y de mal en peor, sin es- carmentar. ¡ Oh maravilloso Dios , y qué geguedad y embelesamiento debaxo de una cobdigia tan ingierta y tan vana pre- dicagiou, como la que Hernando de Soto les podia degir á estos milites engañados que llevó á una tierra, donde nunca es- tuvo ni puso los pies en ella , é donde otros tres gobernadores mas expertos que él se avian perdido, que eran Johan Pon- ge, Garay é Pamphilo de Narvaez, que qualquiera dellos tenia mas experiengia que él en cosas de Indias , é eran perso- nas de mas crédito que él en esso; por- que él ni de las islas ni de la tierra del Norte ninguna cosa sabia sino de la go- bernagion de Pedrarias , en Castilla del Oro é Nicaragua , é del Perú , que era otra manera de abarraxar indios; y pens- só que aquello do acullá le bastaba saber para lo de acá en la cosía del Norte , y engañóse , como la historia lo dirá I Tornemos á la historia é camino desto capitán ó gobernador : que yo á él y á los tres que dixe de suso, y al ligengia- do Ayllon , que también se perdió en essa tierra del Norte, bien los conosgí é ha- blé é comuniqué. Viernes, diez é seys del mes, fué este gobernador é su gente á dormir á un arroyo camino de Cofita- chequi , é otro dia passaron un grandís- simo rio , dividido en dos bragos , mas ancho que un gran tiro de arcabuz , é tenia muy malos vados de muchas lajas é daba á los estribos y á parles á los vas- tos : la corriente era muy regia , no avia hombre de caballo que osasse tomar peón á las ancas. Los peones passaron por mas alio del rio por mas hondo, desta ma- lUMa. Hagian una muela de treynta ó quarenla hombres asidos unos con otros, y assi passaban, teniéndose los unos á los otros; y aunque algunos estovieron en mucho peligro , plugo á Dios que ningu- no se ahogó, porque con ¡os caballos so- corrían , y dábanles el qüento de la langa ó la cola del caballo , é assi salieron to- dos é durmieron en un monte. Este dia perdieron muchos puercos que les llevó la corriente de aquellos que avian traydo mansos de Cuba. Olro dia, domingo, fueron á otro monte ó boscaje á parar , é otro dia , lunes , caminaron sin camino é passaron otro rio muy gran- de , é el martes fueron á dormir á par de un arroyo, y el miércoles ¡legaron á otro rio grandíssimoy malo depassar, el qual era dividido en dos bragos de malas en- tradas y peores salidas. E ya no llevaban los cliripstianos que comer , é con grand trabaxo passaron este rio é llegaron á unos ranchos de pescadores ó monleros , é los indios que llevaban desatinaban, que no sabian camino ni los españoles tampoco, ni qué partido se tomassen, é entre ellos DE INDIAS. I.IB. XVII. CAP. XXV. 559 avia diversos pares^^eres. Unos debían que lornassen atrás; otros de^^ian que fuessen por otro rumbo ó por otra via, ó el gobernador propuso, como siempre avia seydo, que era lo mejor yr adelante , sin saber él ni ellos en qué a(;'ortaban ni en qué lo erraban. É estando en este laberin- to perplexos, el viernes veynte é tres de abril envió el gobernador á buscar cami- nos ó pueblos desta manera: que Balta- sar de Gallegos fue el rio arriba la via del Noruoáte, é Johan de Añasco fue el rio arriba la via del Sueste con cada diez de caballo y rabión para diez dias. Y aquel dia vinieron otros capitanes de des- cobrir y no avien hallado nada. Y el sá- bado el gobernador envió á Johan Ruiz Lobillo con quatro de caballo la via del Norte, con rafion para diez dias; y man- dó matar de las puercas grandes que te- nían en el exérfito , y daban de rafion una libreta á cada hombre de carne, y con ella las hiervas y bledos que ellos se buscassen, y assi suplían lo mejor que podían su nesí'essidad,no sin grand con- flito étrabaxo, y los caballos sin comida alguna , y ellos y sus dueños muertos de hambre, sin camino, con muchas aguas de continuo llover, cresgiendo continua- mente los rios é ensangostándoseles la tierra é sin esperanza de pueblos ni sa- ber por donde los avian de yr á buscar, llamando é pidiendo á Dios misericordia. É remediólos nuestro Señor desta mane- ra: qucl domingo, veynte é finco deabril, vino Johan de Añasco con nueva que avia hallado pueblo y de comer, é ale- gró mucho la gente , é truxo lengua ó guia, é assi gesaron las ragiones de la carne, é remediábase cada uno, como po- dia, con hiervas incónitas é bledos, por- que la carne quedasse por buen respeto. É el gobernador determinó luego de se partir, y escripias unas carias é puestas en unos calabazos, las enterraron en un lugar secreto , y en un árbol grande unas letras que degian donde las hallarían. É assi se partieron con Johan de Añasco un lunes veynte éseys de abril. Estedia con algunos de caballo (aunque pocos) llegó el gobernador al pueblo que se dige Hy- mahí, é el exérgito se quedó dos leguas atrás, los caballos cansados. Hallósse en este pueblo una barbacoa de mahíz y mas de dos cahíges y medio de pinol hecho, que es mahiz tostado. E otro dia llegó el real é dieron ragíones do mahiz é pinol; é avia infinitas moras, porque avia muchos morales é era el tiempo do- lías : que fue grande ayuda. Y también so hallaron en las savanas unos moróles que hay en Italia en unas hiervas y junto á tierra, que son como madroños sabro- sos y olorosos mucho , y aun en Galígia hay muchos destos. En el reyno de Ña- póles se llama esta fructa fraoles, é es una delicada é gentil cosa, é se estiman. Y demás desso hallaron allí por los cam- pos infinitas rosas, é naturales como las de España ; y aunque no de tantas hojas por ser silvestres, no son de menos olor, sino mas fino é suave. A este pueblo lla- maron del Socorro. Otro día llegó el capitán Alonso Ro- mo , que también avia ydo á desco- brir, é truxo quatro ó ginco indios, é nunca quiso ninguno conosger el pue- blo del señor ni descobrirlo , aunque quemaron uno dellos vivo delante de los otros, y todos sufrieran aquel marty- rio, por no descobrirlo. Otro dia, miér- coles, llegó Baltasar de Gallegos con una india é nueva de poblado. Otro dia ade- lante vino Lobillo con nueva de caminos , é dexó perdidos dos compañeros, é rí- ñeselo mucho el gobernador; é sin de- jallo reposar ni comer, le hizo volver á buscarlos con pena de la vida, sí no los truxcsse. Y fue mejor mandado y mejor fecho y proveydo que no quemar vivo el indio do los que truxo Alonso Romo, por no querer descobrir á su señor, por- 560 HISTORIA GENKHAi. Y .NATURAL que á ese tal ios romanos le pusieran una contra nadie, en especial contra un indio estatua memorable en el foro, y á chrips- que quiso morir por ser fiel á su patria y tianos no es concedida tanta crueldad á su señor; pero adelante se pagó todo. CAPITULO XXVI. Cómo el gobernador Hernando de Solo fué al pueblo de Jalanieco , é cómo la cacica, señora de aquella tier- ra, le feslejó é ochó a! cuello un hilo de perlas que ella traía al cuello , c cómo hallaron otras muchas , é por su culpa del g-obernador quedó de hallar todas las que quisiesse* y cómo adelante se hallaron perlas en ríos de agua dulce, é oirás muchas parlicularJades, convinienles al discurso deslas historias. Nc I o se maraville el letor si tan puntual- mente el historiador proQcde por las jornadas y rios y passos que este adelan- tado y gobernador Hernando de Solo y su exérf ito llevaron por aquellas provin- giasy partes septentrionales; porque en- tre aquellos liidalgos que en todo ello se hallaron, ovo uno llamado Rodrigo Ran- jel, de tpiien se ha fecho y adelante se hará mención , que militaba en aquesse exérgito, que queriendo entender lo que via é cómo se le passaba la vida, escre- hia á la jornada , á vueltas de sus traba- xos, todo loque lessubgedia como sabio, y aun por su recreagion; y aun porque cada chripstiano lo debia hacer para se saber confesar é traer á la memoria sus culpas, en especial los que la guerra con- tinúan , y aun porque los que han traba- xado y passado por tan excesivos traba- xos huelgan después, como testigos do vista , de lo comunicar y dar parte á sus amigos , y para dar razón de sí, como de- ben. Y assi este Rodrigo Ranjel vino, pas- sadas todas essas cosas ya dichas é las si- guientes, á esta cibdad de Sancto üomingo de la Isla Española , é dio relación en es- ta Audiencia Real " de todas estas cosas, ó le mandó ó encargó que por escripto dixesse é me diesse á mi razón de todo, para que, como chronista de Sus Mages- tades destas historias de Indias, se aco- mulasse é pussiese en el niimero dellas aquesta conquista é descubrimiento sep- tentrional se supiesse, pues tantas nove- dades é peregrinas materias concurren para deletarion del prudente letor, é aviso de muchos que por estas Indias se vienen á perder tras un goberdador que assi dispensa de vidas agenas, como por estas mis vigilias é renglones paresre. Vengamos al subgesso é continuagion de lo que entre manos tenemos é aquí se tracta. Viernes, i'iltimo de abril, tomó ol gobernador algunos de caballo, los mas descansados, y la india que truxo Balta- sar de Gallegos por guia , é fué camino de Colltachequi, é fué á dormir cabe un rio grande y hondo, y envió á Johan do Añasco con algunos de caballo á procu- rar de aver algunas lenguas é canoas pa- ra passar el rio, é tomó algunas: é otro dia llegó el gobernador al passo enfren- te del pueblo, é vinieron principales in- dios con dones, é vino la cacica señora de aquella tierra , la qual Iruxeron prin- * No parece fuera dn propósito el advertir aquí que el autor suprimió en el lílulo de este copílulo las palabras siguientes: «é do los árboles que hallaron, >icomo los de España, é otros de aquella tierra de i)Cofilachcqui; c cómo passaron .ndelanlc y cómo vqnedó un chripsiiano, dicho Rodríguez c un negro 'I y oíros esclavos on aquellas jornailas, ¿ cómo lle- «garon á Chihá , donde hallaron pueblos cercados é «llevaron dealli quinientos esclavos», etc. ** En este pasage se hallan también borradas las siguientes palabras, que por contribuirá ¡lus- trar la verdad histórica, trascribimos : «al muy ro- nverendo señor licenciado. .Alonso I.opcz de (^crra- >ito, que ca ella preside.» DE INDIAS. Lin. XVII. CAP. XXVI. 5G1 jípales con mucha auctoridad en unas an- das cubiertas de blanco (de liengo delga- do) y en hombros , é passó en las canoas, é habló al gobernador con mucha gragia y desenvoltura. Era moga y de buen ges- to, é quitóse una sarta de perlas que traía al cuello é echósela al gobernador por collar ó manera de se congraciar é ganarle la voluntad ; é passó todo el exér- gito en canoas é dieron muchos pressen- tes de cueros muy bien adobados y man- tas; todo muy bueno, é infinitos tasajos de venados y hostias socas, mucha y muy buena sal. Todos los indios andaban cu- biertos hasta en pies con muy gentiles cueros muy bien adobados , y mantas de la tierra, y mantas de martas Rebellinas, y mantas de gatos de clavo, olorosas; la gente muy limpia y muy polida y natu-* raímente bien acondicionada. Lunes á los tres de mayo llegó todo el resto del real, é no pudo passar este dia todo hasta otro dia martes ; pero no sin costa é perdida de siete caballos que se ahogaron, de los mas gordos y regios que Irabaxaban con- tra la corriente, é los flacos que se de- xaban yr al amor del agua , passaban mejor. A los siete de mayo viernes fué Baltasar de Gallegos con la mas gente del real á Ilapi á comer siete barbacoas de mahiz que dixeron estaban alli que eran depóssito de la cagica. Este mismo dia entraron el gobernador é Rodrigo Ranjel en la mezquita ú oratorio desta gente ydolatria, é desenvueltos unos en- terramientos hallaron unos cuerpos de hombres asados en barbacoa, los bustos é hueco é pescuegos , é bragos y piernas lleno de perlas ; y andándolas sacando, vido el Ranjel una cosa, corno esmeralda verde é muy buena y mostróla al gober- nador é holgóse mucho: é mandólo que se asomase á la gcrca ó higiosse llamará Johan de Añasco, contador de Sus Ma- gestades, y el Ranjel lo dixo: «Señor no llamemos á nadie: que podrá ser queha- TOMÜ I. ya alguna buena piedra ó joya. É el go- bernador replicó , y aun algo airado , é dixo: Pues aunque la haya ¿aviémosla de hurtar? Venido que fué Johan de Añas- co , sacaron aquella esmeralda y era de vidro , y Irás aquella otras y otras qüen- tas de vidro y rosarios con sus cruges. También hallaron hachas vizcaynas de hierro, en lo qual conosgicron que esta- ban en la gobernagion ó tierra, donde fué á se perder el ligengiado Lúeas Vázquez de Ayllon. Sacaron de alli ocho ó nueve arrobas de perlas ; é cómo la cagica vido que hagian los chripstianos mucho caso deltas, dixo: «Eso tenéis en mucho?.. Id aqui á Talimeco, pueblo mió, y hallareis tantas que en essos vuestros caballos no las podáis llevar.» El gobernador dixo: «Déxenlas estar, é á quien Dios se la die- re en suerte, Sanct Pedro se la bendiga»; y assi se quedaron. Creyóse que penssa- ba el tomar aquello para sí, porque sin dubda es lo mejor que vieron é de mejor díspusigion de tierra, aunque no pares- gió mucha gente ni mahiz , ni se detuvie- ron á buscarlo ahy. Hagíanse alli algunas cosas como de España, que debieran in- dustriar los indios que se lo fueron al li- gengiado Lúeas Vázquez de Ayllon , por- que hagian caigas y borgeguies é anti- parras con unos lagos de cuero blanco, y ellas negras, é con pestañas ó gejas de cuero colorado , como sí en España se ovieran fecho. En la mezquita ó casa de oragion de Talimeco, avia pectos, como de coseletes y capagetes hechos de cue- ros de vacas crudos y pelados, y de lo mismo muy buenas rodelas. Este Talime- co era pueblo de gran auctoridad, y aquel su oratorio en un gerro alto y muy auc- torigado ; el caney ó casa del cagique muy grande y muy alto é ancho , todo estera- do alto y baxo con muy primas y hermo- sas esteras, y por tan buen arte assen- tadas que paresgia que todas las esteras eran una sola estera. Por maravilla avia 71 362 HISTORIA GENERAL Y NATURAL buliío que no esloviessc esterado. Tiene este pueblo muy buenas savanas y gen- til rio é monte de nogales y roble, pi- nos, enginas y arboledas del liquidám- bar, y muchos (,:edros. En aqueste rio so dixo que avia hallado Alaminos, natural de Cuba (aunque español), una punta de oro; é tal fama fué pública en el real en- tre los españoles, ó por esso se cree que es tierra de oro, é que se hallaran por alli buenas minas. Miércoles, trefe de mayo, salió el gobernador de Cofitache- qui , é en dos dias llegó á la población de Chalaque; pero nunca se pudo acer- tar con el pueblo del señor , ni ovo indio que lo descubriesse, é durmieron en un pinar, á donde comentaron á venir mu- chos indios é indias de paz con pressen- tes y dones, y estuvieron alli dia de Pas- cua del Spíritu Sancto. É desde alli escri- bió el gobernador á Baltasar de Gallegos con unos indios á las barbacoas que se dixo de suso que avian ido á comer el mahiz, para que se viniessen Irás el go- bernador. Y el lunes, diez é siete de aquel raes, partieron de alli é fueron á dormir á un monte, y el martes fueron á Gua- quili , é salieron los indios de paz é dié- ronles mahiz, aunque poco, é muchas gallinas asadas en barbacoa, y pocos perrillos , que es buen manjar. Estos son unos perros pequeños que no ladran , é los crian en las casas para los comer: tam- bién les dieron tamemes, que son indios que llevan cargas. É el miércoles siguien- te fueron á un carrigal, é el jueves á una savana pequeña, donde se les murió un caballo; é llegaron unos peones de los de Baltasar de Gallegos, habiendo saber al gobernador que venia cerca. Otro dia viernes fueron á Xuala , que es un pue- blo en un llano entre unos rios ; el ca- cique del qual era tan bien acondicio- nado , que les dio á los chripstianos quanto le pidieron; tamemes, mahiz, perrillos , ;jeíacas y quanto tenia. Petacas son unas gestas encoradas y también por encorar , con sus tapaderos , para llevar ropa é lo que quisieren. Y el sábado llegó alli Baltasar de Galle- gos con muchos enfermos y coxos, que los ovieran menester sanos, en especial que ya tenían las sierras por delante. En aque- lla Xuala les paresció que avia mejor dis- pusirion para dar catas é aver minas de oro que en quanto avian andado é visto en aquella parte septentrional. Martes, á veynte é finco de mayo, salieron de Xuala é passaron aquel dia una sierra muy alta, é fueron á dormir á un monlegillo, é otro dia miércoles á una savana , donde pa- desfieron grand frió , aunque eran veyn- te é seys de mayo ; é alli passaron el rio á la espinilla, por donde salieron des- pués en los vergantines que hicieron , que salido á la mar , dif e é señala la caria de navegar que es el rio del Spíritu Sancto: el qual, segund las cartas del cosmógrapho Alonso de Chaves, entra en una bahia grande, é su boca deste rio en el agua salada está en treynta é un grados desta parte de la línia equino- Cial. Tornando á la historia , de alli donde es dicho que passaron el rio á la espini- lla, se les volvió la cacica de Cofitache- qui, que llevaban consigo, en pago del buen tractamienfo que della avian rebe- bido , é aquel dia se quedaron ( dif íasse que con malicia) Mendoza de Montanjes é Alaminos de Cuba ; é porque Alonso Romo traía aquel dia la retroguarda y los dexó, le hizo el gobernador volver por ellos, é los esperaron un dia ; y llegados , quí- solos ahorcar el gobernador. En lo de Xalaque quedósse un compañero que se decía Rodriquez , natural de Peñaíiel , y quedó un esclavillo indio de Cuba, ladi- no, que era de un hidalgo dicho Ville- gas, y quedósse un esclavo de don Car- los, berberisco muy ladino, y quedósse Gómez , negro de Vasco Gongalez , muy DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVI. 563 ladino : el Rodiiguez fué el primero , y essotros mas adelante de Xalaque. Otro dia fueron á dormirá un robredal, é el dia siguiente á par de un arroyo grande que le passaron muclias ve^cs; é otro dia vi- nieron mensageros de paz é llegaron tem- prano á Guasili , é diéronlcs muchos ta- memes, muchos perrillos é raahiz : é por ser esta buena parada, llamaban después los soldados en los dados casa de gua- suli, ó buen encuentro. Lunes, que fué el último de mayo , salió el gobernador de Guasili , é fué con su exérgito á un robredal á par de un rio , é otro dia pas- saron por Canasoga é fueron á dormir al campo ; y el miércoles fueron á dormir á par de una giénega , y aqueste dia co- mieron muy grande infinidad de moras. Otro dia jueves fueron á par de un arro- yo grande gerca del rio que avien passa- do en la savana (donde se fué la cagica), que yba ya grande. Otro dia viernes fue- ron á un pinar é arroyo, donde vinieron indios de paz de Ghiaha é truxeron ma- hiz. É otro dia sábado de mañana passa- ron los españoles el rio muy ancho , por un brago del , é entraron en Ghiaha, que está en una isla del mismo rio. Sá- bado , ginco de junio , fué el dia que en- traron en Ghiaha ; y como desde Xuala todo avia seydo sierra é traian cansados y flacos los caballos , y los cliripstianos yban assi mismo fatigados, convino pa- rar é descansar allí : é diéronles abun- dangia de maliiz, que hay mucho é bue- no, é diéronles muchas magamorras \ in- finito ageyte de nueges y bellotas , que lo saben sacar muy bien y es muy bue- no é les hagia mucha ayuda á su mante- nimiento, puesto que el ageyte de nueges quieren algunos degir que engendra al- gunas ventosidades ; empero es muy sa- broso. Estovieron los indios quince dias con los chripstianos en mucha paz ; ju- gaban con ellos, y también entre sí; na- daban en compañía de los chripstianos, y servíanlos en todo muy bien. Algá- ronse después un sábado , diez é nueve del mes , por gierta cosa que el gober- nador les pidió; y en fin, era que les pidió raugeres. Olro dia por la mañana el gobernador envió á llamar al cagique, é vino luego , é otro dia lo llevó el go- bernador consigo á hager volver la gen- te, y en efeto vinieron. En tierra deste Ghiaha fue donde pri- mero hallaron estos españoles los pue- blos gercados. Ghiaha les dio quinientos tamemes y se consintieron echar colleras é cadenas. Lunes veynte é ocho de junio salió el gobernador é su gente de Ghiaha é passaron por ginco ó seys pueblos é fueron á dormir á un pinar , delante de un pueblo; pero tovieron mucho trabaxo alli en passar un rio que yba muy regio, é higieron puente ó reparo de caballos desta manera que agora se dirá, para que los peones no peligrassen. Y fue assi, que pusieron los caballos en el rio á la hila cola con cabega é que estoviessen que- dos quanto pudiessen , é sobre cada uno su dueño, é resgebian el ímpetu del agua, é por baxo, donde no hagia golpe el agua , yban los peones asiéndose á las colas , estribo , coragas é crines de uno en otro ; y desta manera passaron bien lodo el exérgito. Otro dia, martes, pas- saron por un pueblo, é tomaron alli mahiz é passaron adelante á dormir en el cam- po. El miércoles siguiente passaron un rio, é luego un pueblo y otra vez el rio, é fueron á dormir al campo ; é el jueves salió el cagique de Goste á regebirlos de buena paz, é llevó los chripstianos á dor- mir á un pueblo suyo. É enojóse porque unos soldados le ranchearon , ó mejor d¡- giendo , le saquearon unas barbacoas con- tra su voluntad. E assi olro dia jueves, i Maoaiuorra es lo mismo que piu-Iics ó polecdas. oGi HISTORIA GENRRAL Y NATURAL yendo camino para su principal pueblo de Coste, se descabulló y diú caulonada á los españoles, c puso en armas su gen- io. Kl viernes , dos dias del mes de ju- llio , llegó el adelantado gobernador á Costo , el qual pueblo está eu una isla de rio , que alli va grande y regio y de ma- la entrada : ó passáronle los chripstianos por el primero braf;o sin peligro de nin- guno de los milites (que no fue poca ven- tura) ; é entróse el gobernador en el pue- blo descuydado y desarmado con algunos desarmados, y como los soldados lo te- nían por costumbre, comentaron á subir en las barbacoas, y en el instante que lo comentaron , los indios les comentaron á dar do palos y tomar sus arcos y fie- dlas y salir á la placa. El gobernador mandó que todos sufriessen é compor- tassen , por el evidente peligro en que estaban, é que nadie ecbasse mano á las armas; y él comencó á reñir con los sol- dados, y por disimular también daba á algunos de palos, é halagó al cacique é tlíxole que no queriaque los chripstianos les diesson enojo , que á la savana de la isla queria salir á aposentarse. É el caí'i- que é los suyos fueron con él , é cómo fueron apartados del pueblo en lugar de- sembarazado, mandó echar mano al ca- ^-ique é á diez ó dofe principales, é pu- siéronlos en cadenas con sus colleras y amenácelos, é dixo que los avia de que- mar á todos, porque avian puesto mano en los chripstianos. De alli de Coste en- vió el gobernador dos soldados á ver la provincia de Chisca , que tenia grand fa- ma de rica , la via del Norte, é truxeron buenas nuevas. Alli en Coste se halló en un tronco de un árbol tan buena miel de abejas y aun mejor que en España la pue- de aver. Ea aquel rio se hallaron en al- gunas almejas que sacaron del para co- mer , algunas perlas, y fueron las prime- ras que essos chripstianos vieron de agua dulf e , aunque en muchas partos de aque- lla tierra las hay. Viernes, nueve de jullio, salió el adelantado é su exérfito de Cos- te, é passaron el otro brago del rio é fueron á dormir al rio mesmo , é estaba Tali de la otra parte ; y cómo el rio va junto é grande no pudieron passarle , é creyendo los indios que passáran, en- viaron canoas y en ellas sus mugeres y hijos y ropa destotra parte bien desviado de los chripstianos; pero todo se lo to- maron de súbito, y como yban cami- nando con el agua hizo el gobernador que todo se les tornasse, lo qual fue cau- sa quel cacique viniesse de paz , y los passó de la otra parte en sus canoas, é les dio á los chripstianos lo que ovieron menester. Yassi lo hizo en su tierra, por donde después passaron ; é estovieron alli el sábado, é diéronles tamemes, é par- tiéronse el domingo y durmieron en el campo. El lunes passaron un rio, y durmieron en el campo. El martes passaron otro rio , y el miércoles otro gran rio , y dur- mieron en Tasqui. Todos estos dias pas- sados desde que partieron de á par de Tali les haf ia sacar el cagique de Tali de sus pueblos comarcanos al camino mahiz y magamorras y frísoles cogidos , y todo lo quél mas podia. El jueves fueron á otro pueblo pequeño é passaron otros pueblos , é el viernes entró el goberna- dor en Coca. Este es un gran cagique é de mucha tierra, y una de las mejores y mas abundosa que hallaron en la Flori- da ; é salió el cagique á resgebir al go- bernador en unas andas , cubiertas de mantas blancas de la tierra , las quales andas traian en los hombros sesenta ó septenta pringipales suyos, y no otro in- dio de los plebeos ó comunes, y aque- llos que lo traian se remudaban de quan- do en quando , con grandes gerimonias á su modo. Avia en Coga muchas giruelas de las tempranas de Sevilla , muy buenas, y ellas y los árboles suyos assi como los DE liNDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVI. 5G5 de España. También avie unas manganas agras, como las que digen canavales en Extremadura, pequeñas. Estovieron alli en Coga algunos días, en los quales se alga- ron los indios, y se dexaron al cagiquo en poder de los chripstianos con algunos prin- cipales, é fueron á los ranchear, é tomaron muchos que echaron presos en colleras de hierro é cadenas: y á la verdad, segund lo testificaron ojos de vista , era cosa de mucha lástima verlo; pero no se desacuer- da Dios de ninguna cosa mal hecha ni queda sin castigo, como la historia lo dirá. Un viernes , veynté de agosto , sa- lió el gobernador é su gente de Co- ga , é quédeseles alli un chripsliano que se dogia Feryada , levantisco, c fueron á dormir aquel dia adelante de Talimu- chusy , é otro dia con mucha lluvia fue- ron á dormir á Itaba , gran pueblo á par de un buen rio, é alli rescataron al- gunas indias , que se las daban á trueco de espejos y cuchillos. Lunes treynta de agosto saüó el gobernador de Itaba , y fué con su exérgito á dormir aun robre- dal , é el dia siguiente fueron á Ulibaha- li, muy buen pueblo , junto á un grande rio. É estaban muchos indios de mal arte aguardando , penssando de les quitar á los chripstianos el cagique de Goga , por- que eran subjettos á él ; y porque no so algasse la tierra ni les negassen les man- tenimientos, lo llevaban consigo, é en- traron en el pueblo á muy buen recabdo. É el cagique de Coga mandó que los in- dios dexassen las armas ; é assi se hizo, é les dieron tamemes é veynte indias , é fueron en paz , aunque se les quedó alli un hidalgo de Salamanca, llamado Man- gano , é no se supo si de su voluntad ó si de desatino, yendo solo á ranchear, puesto quél yba á pié é aflexido , é avie requerido á otros soldados que se que- dassen, antes que le echassen menos: es- to no se supo gierto, pero díxose en el real después que faltó. También se le fué alli al capitán Johan Riu'z Lobillo un ne- gro muy ladino , que se degia Johan Viz- cayno. El dia que salieron deste pueblo, co- mieron muchas uvas , tan buenas como de viñas de España cavadas : en Co- ga y mas atrás las avian comido muy buenas, pero estas de Ulibahali fueron las mejores. Doste pueblo de Ulibahali salieron los españoles é su gobernador un jueves á dos dias de septiembre , é fueron á dormir á un bonico pueblo cabe el rio, é otro dia, viernes, vino á Pia- chi , que está á par de un rio , é alli es- peraron á Lobillo un dia , el qual sin li- gengia avia ydo á buscar su negro , é á la vuelta riñó con él mucho el gobernador. El domingo salieron de alli é fueron á dormir al campo , é otro dia, lunes, fue- ron á Tuasi, donde les dieron tamemes é les dieron treynta y dos indias. Lunes trege de septiembre salió de alli el go- bernador , é fueron á dormir al campo , é el martes higieron otra jornada, é para- ron assi mismo en el campo , é el miér- coles fueron á un pueblo viejo que tenia dos gercas y buenas torres , y son desta manera aquellos muros. Hincan muchos palos gordos altos y derechos juntos unos con otros : estos téxenlos con unas varas largas , y embárranlos por de dentro y por defuera , é hagen sus saeteras á tre- chos , y hagen sus torres y cubos repar- tidos por el liengo y partes del muro que le convienen; y apartados dollos, pares- gen á la vista una gerca ó muralla muy gentil , y son bien fuertes tales gercas. Otro dia, jueves, fueron á dormir á un pueblo nuevo junto al rio , donde reposa- ron a(jucl dia los españoles. É otro dia, sábado , fueron á Talisi , y hallaron alga- do el cagique y la tierra. Este pueblo es grande y fértil do mucho niahiz , y jun- to á un gran rio; é alli fué un mensajero de Tascaluga , poderoso señor y muy te- mido en aquella tierra , é luego fué un oGG HISTORIA GENERAL Y NATURAL liijo suyo , ó mandó el gobernador ca- balgar é que corriessen los de caballo é tocassen las trompetas (mas por ponerles temor, que por haberles fiesta con tal resQebimicnto ) ; y al tornarse aquellos indios envió el adelantado con ellos dos chripstianos avisados de lo que avian de sentir y espiar , para tomar aviso é estar aperrebido. A los veynte é cinco de sep- tiembre vino el cagique de Talisi , é dio lo que le pidieron , assi como tamemes, mugeres y mantenimientos, é desde alli enviaron ó dieron libertad al cacique de CoQ.a, para que se tornasse a su tierra: é yba muy enojado é lloroso porquel go- bernador no le quiso dar una hermana suya que ie llevaban, é porque le avian á él trahido tan apartado de su tierra. Martes á finco de octubre salieron de Ta- lisi é fueron á dormir á Casiste , ques un bonico pueblo á par del rio. E otro dia, miércoles, fueron á la Caxa , un pueblo ruin, ribera del rio, é á la raya de Ta- lisi é de Tascalug.a. É otro dia, jueves, fueron á dormir á par del rio , é estaba del otro cabo del agua un pueblo que se llama Humatí; é otro dia, viernes, fue- ron á otra población nueva , que se dige Usapita ; é el otro dia , sábado , fueron á asentar su real una legua antes de llegar al pueblo de Tascaluga en el campo, é desde alli el gobernador envió mensaje- ro , y vino con respuesta que fuesse en buen hora, quando él quisiesse. Preguntando el historiador á un hidal- go bien entendido que se halló pressouto con este gobernador é anduvo con él to- do lo que vido de aquella tierra septen- trional, que á qué causa en cada parte que llegaba este gobernador é su exéryi- to pedían aquellos tamemes ó indios de carga , é por qué tomaban tantas muge- res, y essas no serian viejas ni las mas feas; y dándoles lo que tenian, por qué detenían los caciques y principales, y á dónde yban que nunca paraban ni sose- gaban en parte alguna: que aquello ni era poblar ni conquistar, sino alterar é asolar la tierra é quitar á todos los natu- rales la libertad , é no convertir ni hager á ningún indio chripstiano ni amigo ; res- pondió é dixo : Que aquellos indios de carga ó tamemes los tomaban por tener mas esclavos ó servidores , é para que les llevassen las cargas de sus manteni- mientos, é lo que robaban ó les daban; é que algunos se morían é otros se huian ó se cansaban , é que assi avían menes- ter renovar é tomar mas : é que las mu- geres las querían también para se servir dellas é para sus suqíos usos é luxuria, é que las hagían baptizar para sus car- nalidades mas que para enseñarles la fé: y que si detenían los cagiques é pringi- pales, que assi convenia para que los otros sus subditos estoviessen quedos é no les díessen estorbo á sus robos é á lo que quisíessen hager en su tierra de los tales. Y que á dónde yban ni el gober- nador ni ellos lo sabían , sino que su in- tento era de hallar alguna tierra tan rica que hartasse sus codibgias, y saber los secretos grandes quel gobernador degia que sabia de aquellas partes , segund muchas informagíones que se le avian dado. É que quanto á alterar la tierra é no poblar , que no se podía hager otra cosa hasta topar assiento que les satisfi- gíesse. ¡Oh gente perdida, oh diabólica cobdigia, oh mala congiencia, oh des- venturados míUtes, cómo no entendie- des en quánto peligro andábades , y quán desasosegadas vuestras vidas y sin quietud vuestras ánimas! ¿Cómo no os acordárades de aquella verdad , que de- plorando el glorioso Sanct Augustín de la miseria pressente desta vida, di- ge *: «esta vida es vida de miseria, ca- i Mcdil. cap. 21. DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVI. S67 duca é ingierta, vida trabajosa é no limpia, vida, Señor, de males, reyna de los soberbios, llena de miserias é de es- panto; que no es vida ni se puede de- ?ir sino muerte, pues que en un mo- mento se acaba por varias mulagiones é diversos géneros de muerte? Oid, pues, letor catbólico, y no lloréis menos los in- dios conquistados que á los cbripstianos conquistadores dellos , ó matadores de sí y de essotros , y atended á los subgesos deste gobernador mal gobernado , ins- truido en la escuela de Pedrarias do Avi- la , en la disipación y asolación de los indios de Castilla del Oro, graduado en las muertes de los naturales de Nicara- gua y canonizado en el Perú , segund la orden de los Pigarros ; y de lodos essos infernales passos librado y ydo á España cargado de oro, ni soltero ni casado, supo ni pudo reposar sin volver á las In- dias á verter sangre bumana, no conten- to de la vertida , y á dexar la vida de la manera que adelante se dirá ; y dando causa á que tantos pecadores, engaña- dos de sus vanas palabras, se perdies- sen tras él. Ved qué querria él mas de lo que le ofresgió aquella reyna ó cacica de Cofitachequi, señora de Talimeco, donde le dixo que ea aquel lugar suyo hallaria tautas perlas que no las pudies- sen llevar todos los caballos de su esér- QÍto ; y rescibiéndole con tanta humani- dad, ved cómo la tracto. Vamos adelante, y desta verdad que aveis leydo no se os olvide, como para en prueba de tantas perlas , como se le ofrcsgieron , ya lle- vaba este gobernador é su gente ocho ó nueve arrobas de perlas , é sabrés cómo las gogaron con lo demás. CAPITULO XXVII. Ea que se cuenta lo que le aconlesció al adelantado Hernando de Soto con el cacique de Tascaluca, lla- mado .-lcía/¡ac/i¿ , el qual era tfin alio hombre que parescia gigante ; é de las guacabaras é crudas batallas é asalto que dieron á los chripslianos en el Pueblo llamado Mabita é adelante en Chicaca. E cuéntanse en este capítulo otros subcesos á la historia convinientes y notables. JLlomingo, diez de octubre, entró el gobernador en el pueblo de Tascaluga, que se llamaba Athahachi , pueblo nue- vo ; é estaba el cacique en un balcón que se hagia en un gerro á un lado de la plaga , arrevuelto á la cabega gierta toca como almaygar, tocado como moro, que le daba auctoridad , é un pelote ó manta de plumas hasta en pies muy auc- torigado, sentado sobre unos coxines al- tos, y muchos pringipales de sus indios con él. Era de tan alta estatura como aquel Antonico de la guarda del Empe- rador, nuestro señor, y de muy buenas proporgiones, muy bien hecho y gentil hombre : tenia un hijo mangcbo tan alto como él, pero era mas delgado. Estaba siempre delante deste cagique un indio muy bien dispuesto en pié, con un quita- sol en una vara que era como un mos- cador redondo y muy grande, con una cruz (semejante á la que traen los caba- lleros de la Orden de Sanct Johan de Rodas) en medio en campo negro , y la cruz blanca. Y aunque el gobernador en- tró en la plaga , y se apeó y subió á él, no se levantó, sino estúvose quedo y se- guro, como si fuera un rey , y con mucha gravedad. El gobernador estuvo un poco sentado con él, y desde á poco se le- vantó y dixo que se fuessen á comer y llevólo consigo, y vinieron indios á dan- gar; é dangaron muy bien al modo de los labradores de España, de manera que era plager verlos. Á la noche quissiéra- se yr, é el adelantado le dixo que allí o68 HISTORIA GENERAL Y NATURAL avia (1(3 dormir: entendiólo ymoslróque burlaba do tal determinación , y seyendo señor darle á él tan súbita ley ó impedi- mento en su libertad, y dissimulando con el caso, despachó luego sus principales cada uno por sí , é él durmió al! i á su pesar. Otro dia el gobernador le pidió tamemes y fien indias , é el cacique dio allí quatrofientos tamemes, y los demás y las mugeres dixo que daria en Mabila, provincia de un vasallo principal suyo, é el gobernador se contentó que la resta de aquella su injusta demanda se satisfi- QÍesse en Mabila. É mandó darle un ca- ballo y unos borceguíes y un manteo de grana por Uevalle contento ; pero como el cacique le avia ya dado quatrogientos tamemes, ó mejor diciendo esclavos, é le avia de dar en Mabila gien mugeres, é los que mas quissiesen, ved que con- tentamiento le podian dar essos borce- guíes é manteo é levarle á caballo, que penssaba él que yba caballero en un ti- gre ó en un ferogíssimo león , porque en mas temor estaban los caballos reputa- dos entre aquella gente. En fin, martes doge de octubre, salieron de aquel pueblo Atahachi, llevando el cagique, segund es dicho, é con él muchos principales y siempre el indio con el quitasol delante de su señor, y otro con un coxin ; é fue- ron aquel dia á dormir al campo. É otro dia miércoles llegaron á Piachi , ques un pueblo alto sobre un barranco de un rio enriscado, y el cacique del malicioso , é púsose en resistirles el passo ; pero en efeto passaron el rio con trabaxo , é ma- táronles dos chripstianos, é fuéronse los principales que acompañaban al cacique. En aquel pueblo Piachi se supo que avian muerto á don Teodoro y á un negro , que salieron de las barcas de Pamphilo de Narvaez. El sábado, diez y seysde octu- bre, partieron de allí é fueron á un mon- te, donde vino unchripstiaaodedosquel ííobernador avia enviado á Mabila ; é di- xo que avia mucha junta de gente en Mabila y armada. Otro dia fueron á (m pueblo cercado, y vinieron mensajeros de Mabila que truxeron al cacique mucho pan de castañas, que hay muchas é bue- nas en su tierra. Lunes, diez y ocho de octubre, dia de Sanct Lúeas, llegó el gobernador á Mabila , aviendo passado aquel dia por algunos pueblos, que fué causa de detenerse la gente á ranchear y derramarse por paresger tierra poblada; é no llegaron con el gobernador sino quarenta de caballo en avanguarda , y puesto que estovieron un poco detenidos por no mostrar el gobernador flaqueza, se entró en el pueblo con el cacique, y todos se entraron con él. Hicieron los indios luego un areyto, ques su manera de bay- le en danca y cantando. Estando en esto, vieron unos soldados meter hages de ar- cos y flechas dissimuladamente en unos guanos, é otros chripstianos vieron que lo alto y lo baxo de los buhíos estaba lleno de gente dissimulada. El goberna- dor fué avisado, é púsose su'' celada en la cabeca, é mandó que saliessen todos á cabalgar é apercebir toda la gente que oviesse allegado : é apenas ovieron sa- lido , quando tomaron los indios las puer- tas de la cerca del pueblo. É quedaron con el gobernador Luis de Moscoso é Baltasar de Gallegos é Espíndola , capi- tán de la guarda é siete ú ocho solda- dos: é metióse el cacique en un buhío é no quisso salir del; é luego comencaron á tirar flechas en el gobernador. Balta- sar de Gallegos entró por el cacique , é no queriendo salir, derribó un braco de una cuchillada á un principal. Luis de Moscoso esperábalo á la puerta por no le dexar solo , el qual estuvo peleando como caballero , é hizo todo lo posible, hasta tanto que no podiendo mas sofrir le dixo: «Señor Baltasar de Gallegos, sa- lios, sino dexaros hé, que no os puedo mas esperar.» En este tiempo avian ca- DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVII. 569 balgado Solís , vegino de Triana de Se- villa, é Rodrigo Ranjel, que fueron los primeros, é por sus pecados derribaron luego muerto al Solís. El Rodrigo Ranjel llegó ferca de la puerta de la villa al tiempo quel gobernador salia y dos sol- dados de su guarda con él, é sobrél mas de septenta indios, los guales se detovie- ron de temor del caballo de Rodrigo Ranjel , é queriéndoselo él dar, llegó un negro con el suyo : é mandóle al Rodri- go Ranjel que socorriesse al capitán de la guarda que quedaba atrás, el qual sa- lia bien fatigado é un soldado de la guar- da con él, é el de caballo hizo rostro á los enemigos hasta que salió de peligro. É volvióse al gobernador Rodrigo Ran- jel, é hízole sacar mas de veynte flechas que sobre sí llevaba asidas de las armas, que son unos sayos colchados de algo- don gruesos; é mandó á Ranjel que guar- dasse á Solís hasta sacarlo de entre los enemigos, porque no lo llevassen dentro, y el gobernador fuésse á recoger la gen- te. Ovo tanta vertud y vergüenza este dia en todos los que en este primero acometimiento é principio desta mala jor- nada se hallaron que pelearon por ad- miración, é cada chripstiano hagia su deber, como valcntíssimo milite. Luis de Moscoso y Baltasar de Gallegos sa- lieron con los demás soldados por otra puerta. En efeto, los indios se quedaron con el pueblo y con toda la hacienda de los chripstianos y con los caballos que que- daban atados dentro, que mataron lue- go. El gobernador recogió todos los qua- renta de caballo que estaban alli, é llegá- ronse á una plaga grande delante de la puerta principal de Mabila, é alli sahe- ron los indios , sin osar desviarse mucho de la gerca; é por sacarlos afuera, hicie- ron que huian los de caballo al galope, apartándose bien de los muros, y los in- dios creyéndolo , desviáronse del pue- TOMO 1. blo é de la gerca en su seguimiento, cob- digiosos de emplear sus flechas : é quan- do fue tiempo , los de caballo dieron la vuelta sobre los enemigos, é primero que se pudiessen acoger, alancearon muchos. Don Carlos quiso llegar con el caballo hasta la puerta , é diéronle al caballo un flechado en los pechos , é no lo pudiendo volver, apeóse á sacarle la flecha é vino otra que le dio á él en la olla , sobre el hombro, de la qual, pidiendo confesión, cayó muerto. Los indios no osaron mas desviarse de la gerca. Estonges el ade- lantado cercóles por muchas partes hasta que se allegó el real todo , é entráronles por tres partes poniendo fuego , cortan- do primero con hachas la cerca: é el fue- go anduvo tal que se quemaron las nue- ve arrobas de perlas que traian é toda la ropa y ornamentos y cálices y formas de hostias y el vino para decir misa, y que- daron como alárabes desnudos y con harto trabaxo. Avian quedado en un buhío las mu- geres chripstianas , que eran unas es- clavas del gobernador ; é algunos pa- gos, un frayle, un clérigo y un cocinero é algunos soldados defendiéronse muy bien de los indios , que no les pudieron entrar hasta que los chripstianos llegaron con el fuego é los sacaron. É todos los españoles pelearon , como varones de grandes ánimos, é murieron dellos veyn- te é dos, é hiriéronles otros ciento é quarenta é odio de seyscientos é ochenta é ocho flechacos^ é matáronles siete ca- ballos é hirieron veynte é nueve otros. Las mugeres y aun muchachos de quatro años reñian con los chripstianos , y mu- chachos indios se ahorcaban por no ve- nir á sus manos, é otros se metian en el fuego de su grado. Ved de qué voluntad andarían aquellos tamemes. Ov^o grandes flechacos , y de tan buena voluntad y fuerca enviados , que la langa de un hi- hidalíío, dicho Ñuño de Tovar, que era 72 570 HISTORIA GENERAL Y NATURAL de dos costaneras de fresno y muy bue- na , la passó una flecha por medio de parte á parte, como un barreno, sin as- tillar nada , y quedó la flecha hecha una aspa en la lan^a. Murieron este dia don Carlos y Francisco de Soto, sobrino del gobernador, y Johan de Gamez de Jaén, é Mea Rodriguez, buen hidalgo portu- gués, y Espinosa, buen hidalgo, y otro dicho Velez , y un Blasco de Barcarrota y otros muy honrados milites; y los he- ridos fueron todos los mas de la gente de bien é de honra. Matarían tres mili gandules, sin los quales fueron otros mu- chos heridos que los hallaban después muertos en los buhíos y por los caminos. El cagique nunca se pudo saber del muer- to ni vivo: el hijo hallaron alanceado. Passada la batalla de la manera que es- tá dicho, reposaron alli hasta el domingo catorge de noviembre , curando los heri- dos y los caballos, y quemaron mucha par- te déla tierra. Hasta que salieron de alli fueron los muertos todos , desde queste gobernador é sus exérgitos entraron en la tierra de la Florida, giento é dos chrips- tianos , y no todos á mi paresger en ver- dadera penitencia. El domingo, catorge de noviembre del año ya dicho , salió el gobernador de Ma- bila , y el miércoles siguiente llegó á un muy buen rio , é jueves veynte é ocho fueron por malos passos y giénegas y ha- llaron un pueblo con mahiz que se de- gia Talicpacana. Avian descubierto los chripstianos de la otra parte del rio un pueblo que les paresgia bien desde lexos é de gentil assiento, y el domingo á veyn- te é uno de noviembre halló Vasco Gon- galez un pueblo media legua deste que se llama Mogulixa , del qual avien pas- sado el mahiz todo de la otra parte del rio , é teníanlo en montones cubierto con esteras , é estaban los indios de la otra parte del agua , hagiendo fieros. Hízose una piragua que se acabó á los veynte é nueve dias del mes , é hízose un carre- tón grande para llevarla hasta Mogulixa, é echada al agua, entraron sessenta sol- dados en ella. Los indios tiraron innume- rables saetas ó flechas, mejor digiendo; pero cómo esta grand canoa llegó á tier- ra, huyeron é no hirieron sino tres ó qua- tro chripstianos. Tomóse bien la tierra y hallóse harto mahiz. Otro dia , miércoles , fue todo el real á un pueblo que se dige Zabusta, y por alli passó el rio en la piragua y con algunas canoas que se tomaron alli: é fueron á se aposentar en otro pueblo del otro cabo, porque arriba hallaron otro buen pueblo é tomaron el señor del que se degia Apafalaya , é llevá- ronle por guia é lengua, é llamóse esa ribera el rio de Apafalaya. Deste rio é poblagion salió el gobernador é su gen- te en demanda de Chicaga el jueves , á nueve de digiembre é llegaron el martes siguiente al rio de Chicaga, aviendopas- sado hartos malos passos y giénegas y ríos y frios. Y porque sepáis, letor, qué vida traían aquellos españoles, dige Rodrigo Ran- jel , assi como testigo de vista , que en- tre otras muchas nesgessidades de hom- bres que se passaron en esta empresa, vido en ella á un caballero , llamado don Antonio Osorio , hermano del señor marqués de Astorga , con una ropilla de mantas de aquella tierra rota por los cos- tados , las carnes defuera , sin bonete, la calva defuera, descaigo sin caigas ni ga- patos, una rodela á las espaldas, una es- pada sin vayna , los yelos y frios muy grandes; y ser él tal y de tan ilustre ge- nealogía le hagia comportar su trabaxo y no llorar, como otros muchos, puesto que no avie quien le pudiesse socorrer, sien- do quien era y aviendo tenido en Es- paña dos mili ducados de renta por la Iglesia ; y que aquel dia que este hidalgo assi lo vido , creía que no avie comido DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVII. 571 bocado , é avíalo de buscar por sus uñas, para genar. Yo no pude estar sin reírme, guando le oy degir que esse caballero avia dexado la Iglesia y renta ques dicho, por yr á buscar essa vida al son de las pa- labras de Soto ; porque conosgí yo muy bien á Soto , y aunqr.e era hombre de bien , no le tenia yo por de tan dulge habla ni maña que á personas semejan- tes pudiesse él engañar. ¿Qué quería un hombre tal de una tierra incónita é no sabida, ni el capitán que llevaba della sabía mas sino que se avian perdido en ella Johan Ponfe de León y el ligengia- do Lúeas Vázquez de Ayllon é Pamphi- lo de Narvaez é otros mas diestros que Hernando de Soto?.... Y los que tales guías siguen, assi les ha de yr de nes- gessidad, pues hallaron partes donde pudieran poblar é descansar , é poco á poco calar é entenderse y entender la tierra. Vamos á.lo demás: que poco tra- baxo es el desse caballero á respecto de los que mueren, sino se salvan. El rio de Chicaga halláronle que yba cresgido fuera de madre , y los indios de la otra parte puestos en armas , con mu- chas banderas blancas. Dióse orden en hager una piragua , y envió el goberna- dor á Baltasar de Gallegos con treynta de caballo, nadadores , que fuessen á buscar el rio arriba por donde le pudiessen pas- sar, é diesse de súbito sobre los indios; é fué sentido, é desampararon el passo, é assi passaron muy bien en la piragua un jueves á los diez é seys del mes : é adelantósse el gobernador con algunos de caballo, é llegaron muy noche al pue- blo del señor, é estaba toda la gente al- gada. Otro día después llegó Baltasar de Gallegos con los treynta que con él fue- ron , é alli estovieron en Chicaga aquella Pasqua de Navidad , é nevó con tanta ventisca , como si ostovieran en Burgos, é con tanto ó mas frió. Lunes tres días de enero de mili é quinientos é quarenta j uno , vino el cagique de Chicaga de paz, é dio luego guias é lenguas á los chrips- tianos para yr á Caluga , que tenía mucha fama entre los indios. Es Caluga una pro- vingia de mas de noventa pueblos (no subjecta á nadie), de gente feroz muy belicosa y muy temida , é próspera tierra en aquellas partes. En Chicaga mandó el gobernador que fuesse la mitad de la gente de su exérgíto á hager guerra á Sacchuma , y á la tornada se hizo de paz el cagique Miculasa, é vinieron mensa- jeros de Talapatíca. É en estos medios é discursos dessa guerra llegó el tiempo de caminar, é pidieron tamemes al cagique; é alborotáronse los indios entre sí de tal manera que los chrípstíanos lo entendie- ron, é quedaron que los darían para los quatro de margo que se avian de partir, é que aquel día vendrían con ellos: la víspera del qual el gobernador cabalgó é halló los indios de mal arte, é conosció- se la ruin intengion que tenían , é vol- vióse al real, é dixo públicamente : «Es- ta noche es noche de indios ; yo dormiré armado y mi caballo ensillado.» É todos díxeron que harían lo mesmo ; é llamó al maestro de campo , que era Luís de Moscoso , é díxole que pusiesse aquella noche buen recabdo en la gentinela, pues era la postrera. El gobernador , en sa- liéndose, de donde él quedaba aquellos sus milites, con quien avía fecho essos apergebímientos , se echó desnudo en su cama , é no se ensilló su caballo ni otro, é todos en el real se echaron á dormir sin cuydado y desarmados. El maestro de campo puso para el quarto del alba tres de caballo , los mas para menos y de peores caballos de toda la hueste. Y el día ya dicho, quatro do margo, que avien prometido de dar los indios tame- mes, en amanesfiendo (cumpliendo su palabra), entraron por el real en muchos esquadronos tocando alambores, como si fuera en Italia, y poniendo fuego al real 572 HISTORIA GENERAL Y NATURAL qiiomaroa é tomaron cinqiienta é nueve caballos, entre los quales tres dellos les passaron ambas espaldas con las flechas; y como gente descuydada se ovieron los cliripstianos en este fecho, y pocas ar- mas , cotas , lancas y sillas quedaron por quemar , y todos los caballos se fueron aventados , huyendo del fuego y de la grita. Solamente pudo cabalgar el ade- lantado , y no le fincharon el caballo ni él se abrochó el sayo de armas , y Tapia de Yalladolid con él ; é al primero indio que alcangó , que le dio una laucada, ca- yó sobre él con la silla ; y si los indios supieran seguir su victoria , este fuera el postrero dia de las vidas de todos los chripstianos de aquel exército , y el que diera fin á la demanda de los ta- memes. Luego los españoles se passaron á una savana una legua de aquel pueblo en que estaban , é tenian buhios é manteni- mientos , é assentaron real en una ladera é gerro, é diéronse priessa á assenlar la fraííua , é hicieron los fuelles de cueros de osos; é templaron las armas, é higie- ron fustes de sillas, y proveyéronse de langas , que avia por alli muy buenos fresnos, y dentro de ocho dias lo tuvie- ron lodo aderesfado. Matáronles en la dicha Chicaga y quemáronles vivos hasta dofe chripstianos. Martes quince de mar- Qo , al quarto del alba , volvieron los in- dios sobre los chripstianos con determi- nación de acabarlos , y dieron en ellos por tres partes ; y cómo la nesgessidad los avia hecho diligentes é estaban sobre aviso y en vela, pelearon con ellos vale- rosamente, é pusieron á los indios en huida , é plugo á Dios que los chripstia- nos no tuvieran mucho daño , aunque de los indios murieron pocos. Algunos espa- ñoles se mostraron este dia muy valien- tes de sus personas , y ninguno dexó de hacer lo que debia, é mal aventurado fuera el que en tal tiempo no defendiera bien su vida y dexára de, mostrar á los enemigos la virtud y armas de los chrips- tianos. CAPÍTULO XXVIIí. En que la historia cuenta otro recuentro de una albarrada, en que peleó el adelantado con los indios, é có- mo llegó á un rio muy grande, el qual passaron los chripstianos, é de una oración é raconamiento que en favor de la cruz y de la fe hizo delante del adelantado y de los chripstianos el cacique de Casqui , y de la contención deste cacique con otro su enemigo, llamado Pacaha, sobre quál debia preceder al otro. Par- tieron de Utiangüe, y dicense muchas particularidades notables. iflartes veynte é seys dias de abril del año ya dicho de mili é quinientos é qua- renta y un años, partió el gobernador Hernando de Soto de la savana de Chica- ba, é fueron á dormir á Limamu , y esto- vieron alli buscando mahiz, porque los in- dios lo tenian escondido, é avian de passar un despoblado. É el jueves fueron á otra savana, donde tenian los indios fecha una albarrada muy fuerte , y dentro della mu- chos indios de guerra muy embixados y pintados todos de colores que paresfian muy bien (y aun paresfian mal, ó á lo menos les eran dañosos á los chripstia- nos) : é entráronles por fuerza el albarra- da , con algún daño que ovo de muertos y heridos de parte del adelantado y su exérfito , y muclio sin comparación ma- yor de parte de los vencidos , é mas ovie- ra, si no huyeran los indios. Sábado, úl- DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVIII. o73 limo de abril, partió el exér^ito del assiento de la albarrada, y caminaron nueve dias por despoblado é mal camino de montes é QÍénegas, hasta domingo ocho de mayo que llegaron al primero pueblo de Quizqui : é tomáronle de sobresalto, é cativaron mucha gente é ropa; pero el gobernador los puso luego en libertad é se lo hizo lodo restituir, por temor de guerra , aunque no bastó para ha^'cr ami- gos essos indios. Una legua deste pue- blo se halló otro de mucho mahiz, é lue- go á otra legua otro assimismo con mu- cho mahiz: alli vieron el rio grande. Sá- bado veynte y uno de mayo se passó el real á una savana entre el rio é un pue- blo pequeño , é hicieron ranchos , é se comentaron á hacer quatro piraguas pa- fa passar delaotra parte. Degian muchos dessos conquistadores, que era mayor rio aqueste quel Danubio. De la otravan- da del rio se juntaron hasta siete mili in- dios para defender el passo , y con has- ta dosgientas canoas, todas con escudos, que son hechos de cañas juntas , tales y tan texidas con tal hilo que apenas los passa una ballesta. Venían lloviendo fle- chas y el ayre lleno dallas, y con tal gri- ta que paresfie cosa de mucho temor; pero visto que no se dexaba la obra de las piraguas por ellos, dixeron que Pa- caha, cuyos eran, los mandaba quitarse de alli , y assi dexaron el passo desem- baragado. Y el sábado á ocho de junio, passó todo el real en las quatro piraguas aquella gran ribera, é dieron muchas gracias á Dios, porque ásu paresger nin- guna cosa tan dificultosa se les podía ofresger. Luego el domingo fueron á un pueblo de Aquixo: martes, veynte y uno de junio, salieron de alli é passsaron por la poblagíon de Aquixo , ques muy her- mosa ó de lindo assiento. Otro día, miér- coles, passaron por el mas mal camino de ciénegas é agua que tovieron en todo lo que vieron de la Florida , é en esta jornada tuvo mucho Irabaxo la gente. El otro día siguiente, jueves, entraron en tierra de Quarqui é passaron por mu- chos pueblos, é otro día viernes, día de Sanct Johan , fueron al pueblo del señor de Casqui , é dio comida é ropa á este exérgito , é el sábado entraron en su pue- blo: é tenia muy buenos buhíos, y en el principal sobre la puerta muchas cabegas de toros muy fieros , assí como en Espa- ña se ponen á las puertas de las casas de los caballeros monteros cabegas de puer- cos javalíes ú osos. Alli pussieron los chrípstianos en un cerro la cruz : resgi- biéronla y adoráronla con mucha devo- gion , y digo con mucha devogion, por- que venían los indios giegos y coxos á pedir salud. La fé destos, degia Rodrigo Ranjel , que era mayor que la de los con- quistadores, si fueran doctrinados, é que higiera mas fructo en ellos que no les higieron essos chrípstianos. El domingo, veynte é seys de junio, sa- lieron de alli para Pacaha, enemigo de Casqui, é fueron á dormir á un pueblo é passaron otros. É el día siguiente passaron una giénega , en la qual tenían los indios una puente bien hecha, ancha é de muy gentil arte ; é el miércoles llegaron al pueblo de Pacaha, pueblo é señor de gran fama é muy estimado en aquellas partes. Era essa poblagion muy buena é muy bien gercada, é torreados los muros y con una cava á la redonda, y lo mas de- 11a llena de agua que se le echa por una agequia que va desde el río : tenia esse estaño infinito pescado y muy bueno de diverssas maneras. El cagique de Casqui llegó á los chrípstianos , al tiempo que entraban en el pueblo, y rancheáronle bravamente. En Aquixo é Casqui y este Pacaha vieron los mejores pueblos que hasta alli avian visto , y mejor gercados y fortalcsgidos , y de mas primores en la gente, exgcpto la de Cofitachequí. Estando el adelantado é su gente al- 574 HISTORIA GENERAL Y NATURAL gunos dias en Pacaha, so hicieron algu- nas entradas la tierra adentro , é el ca- fiquo de Gasqiii se fué un dia quél vido oportunidad para ello sin pedir lirengia, por lo qual el gobernador procuró de traer de paz á Pacaha , é él vino en ello por cobrar un hermano suyo que le avian tomado los chripstianos á la entrada del pueblo : é dióse concierto con Pacaha para que fuessen á hager guerra á Cas- qui, lo qual plugo mucho á Pacaha. Pero tuvo aviso dessa determinación Casqui, é vino con ginqüenta indios de los suyos muy bien dispuestos : é traia un truhán delante de sí por grande^^a , digiendo é hagiendo gragias , dando ocasión de mu- cha risa á los que le miraban. El gober- nador se mostró enojado é áspero por complager á Pacaha , é envióle á mandar que no entrasse en el pueblo : Casqui le envió por respuesta , que aunque le cor- tasse la cabega, nodexaria devenir. Pa- caha pidió ligengia al gobernador para darle á Casqui una cuchillada por la cara con un cuchillo que tenia en la mano que le avian dado los chripstianos , é el gobernador dixo á Pacaha que no higies- se tal cosa ni le higiesse injuria , porque se enojarla con él ; y mandó que vinies- se Casqui á ver lo que quería , y porque le queria preguntar la causa por qué se avie ydo sin su ligengia. Llegó Casqui é dixo al gobernador desta manera , se- gund lo referia el intérprete Johan Ortiz é otros indios lenguas que ya el gober- nador é los chripstianos tenian : «¿Cómo, señor, es posible que aviéndome dado la fé de amistad , sin averte yo hecho ningund daño ni dado alguna ocasión, me querías destruir á mí, amigo tuyo y hermano? Dísleme la cruz para defen- derme con ella de mis enemigos , y con ella mesma me querías destruir. (Esto degia él , porque los indios de Pacaha, su enemigo , que yban con los chripstia- nos contra él , llevaban cruges en las ca- begas, altas porque fuessen conosgidos). Agora, señor, dixo Casqui, que nos oyó Dios, por medio de la cruz; que las mu- geros y muchachos y todos los de mi tierra se pusieron de rodillas á ella á pe- dirle agua al Dios que dexiste que pa- desgió en ella , y nos oyó y nos la dio en grande abundangia y remedió nues- tros mahiges y simenteras; agora que mas fé teníamos con ella y con vuestra amistad , nos querías destruyr aquellos niños y mugeres que tanto quieren á vosotros y á vuestro Dios. ¿Por qué que- rías usar de tanta crueldad sin te lo me- resger? ¿Por qué querías perder el crédito y confianga que de tí higimos , y querías ofender á tu mismo Dios y á nosotros, que por él, tú en su nombre, nos asegu- raste y regebiste por amigos y te dimos entero crédito, y confiamos del mismo Dios y de su cruz y la tenemos en nues- tra guarda y amparo y en la reverengia y acatamiento que conviene? ¿Áqué fin, á qué propóssito te movías á hager ni penssar una cosa tan agraviada contra gente sin culpa y amigos de la cruz y tuyos?» Y dicho esto, calló. El gober- nador, los ojos enternesgidos y no sin dar señal de lágrimas , considerando la fé é palabras de aquel cagique , le res- pondió con los intérpretes delante de muchos míHtes chripstianos, que con atengion y no sin lágrimas , vengidos de caridad y fé , avian oydo lo ques dicho, y dixo assi : « Mira , Casqui : nosotros no venimos á destruyros, sino á hager que sepáis y entendáis esso de la cruz y nues- tro Dios que tú me diges ; y essas mer- gedes que os ha hecho es poca cosa en respeto de otras muchas y muy grandes que os hará , si le amáis y creéis ; y assi lo ten por gierto , y lo hallareis y veréis mejor cada dia. Y cómo te fuyste sin mi ligengia, penssé que tenías en poco la dotrína que te aviamos dado ; y por el menospregio que tenías della te queria DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVIII. 575 destruyr , creyendo que con soberbia te fuiste , porque esta es la cosa que nues- tro Dios mas aborresge y por la que raas á nosotros nos castiga. Agora que vienes humilde, ten por gierto que te quiero mas bien de lo que pienssas ; y si de mí has menester algo, dímelo y verlo has, porque nosotros hacemos lo que nuestro Dios nos manda , que es no mentir ; y assi cree que te digo verdad , porque es muy grand pecado entre nosotros la men- tira. Y esta voluntad no me la agradez- cas á mí ni á los mios ; porque si tú tie- nes la que diges, Dios Nuestro Señor manda que te queramos, como á herma- no, y que assi te hagámoslas obras, por- que tú y los tuyos nuestros hermanos soys , y assi nos lo dige nuestro Dios.» Tan admirados estaban los indios des- to, como los chripstianos de lo que Cas- qui avia dicho. En esto se hizo hora de comer, y senlósse el adelantado y mandó sentar á entrambos cagiques, entre los quales ovo grand contención sobre quál dellos se sentaría á la mano derecha del gobernador. Pacaha le dixo á Casqui: «Bien sabes tú que yo soy mayor señor que tú y de mas honrados padres y abue- los, y que me pertenesge mejor lugar que á tí.» Casqui respondió assi: «Ver- dad es que tú eres mas grand señor que yo, y tus passados lo fueron mayores que los mios. Y pues este grand señor que aqui está dige que no avernos de mentir, yo no negaré la verdad; empero bien sabes tú que yo soy mas viejo y puedo mas que tú , y te engierro en tu gerca cada vez que quiero , y tú nunca has vis- to mi tierra.» En efeto, esto quedó en determinagion del gobernador , y mandó que Pacaha se sentasse á la mano dere- cha, porque era mayor señor y mas an- tiguo en Estado , é avia en él y en los suyos buenas costumbres y manera de gente cortesana á su modo dellos. Casqui avia trahido una hija, muchacha bonica, al gobernador. Pacaha le dio una muger suya fresca é muy honesta, y le dio una hermana y otra india pringipal. El go- bernador los hizo amigos y los abragó y mandó que se tratassen de una tierra á otra con sus mercaderías y negogios, y assi quedaron de lo hager; y con esto se partió de alli el gobernador á los veynte é nueve de julio. Pero quisiera yo que, juntamente con las exgelengias de la cruz y de la fé que este gobernador les dixo á essos cagiques , les dixera quél era ca- sado é que los chripstianos no han de te- ner mas de una muger ni aver exgesso á otra, ni adulterar, ni tomara la hija mu- chacha que le dio Casqui, ni la muger propría y hermana otra, y otra pringi- pal que le dio Pacaha, ni que les que- dara congepto que los chripstianos, como los indios , pueden tener quantas muge- res é concubinas quisieren ; é assi como essos adúlteros viven, assi acaban. Passemos adelante : que á mi paresger en un cagique de tanta discregion como Casqui , bien paresgiera baptigarle é ha- gerle chripstiano á él é á su gente; é me- jor fuera parar alli , que yr adelante á lo que la historia dirá. Ni alabo aver passa- do de Cofitachequi, por el mismo respeto é por lo que se ha dicho de aquella tierra. Assi que, salido este exérgito y su go- bernador de Pacaha , fueron á dormir á un pueblo de Casqui, é otro día al pue- blo pringipal del mismo señor de Casqui, por donde ya avian passado , é saheron de alli domingo, último día de aquel mes, é fueron á un pueblo de aquella provin- gia. É el lunes primero de agosto llega- ron á otro pueblo questá á par del rio de Casqui, que es brago que sale del grand rio de Pacaha, y es tan grande esse bra- go, como Guadalquivir. Alli vino Casqui é ayudóles á passar el rio en canoas el martes dos de agosto: fueron á dormir el miércoles á un pueblo quemado, y el jue- ves siguiente á otro junto al rio, donde 57G HISTORIA GENERAL Y iNATURAL avia nuiclias calabazas y mucho maliiz é fresóles. É otro dia, viernes, fiieroa á Quiguate, ques el mayor pueblo que vie- ron en aquella tierra, junto al rio de Cas- qui; é súpose después (¡ue aquel rio yba muy poblado abaxo (aunque allí no lo al- canzaron á saber) é por esso tomaron el camino de Coligua un despoblado en me- dio. Viernes veynte é seys de agosto par- tieron de Quiguate en demanda de Coli- gua, é fueron á dormir á una fiénega; y de giénega en ciénega hicieron su viaje de quatro giénegas é jornadas, en las quales ciénegas ó estaños avia infinito pescado, porque todo aquello hinche el lio grande quando sale de madre. É el martes fueron al rio que digen de Coli- gua, é el miércoles assi mismo al mismo rio , é el jueves siguiente á Coligua, que fué primero do septiembre , é hallaron el pueblo poblado, en el qual tomaron mucha gente é ropa é infinita comida, y mucha sal. Es un gracioso pueblo entre unas sier- ras, en una barranca de un grande rio, é desde alli yban en medio dia á matar vacas, que hay muchas salvajes. El mar- tes seys dias de septiembre partieron de Coligua y passaron el rio otra vez , é el miércoles passaron unas sierras é fueron á Calpista , en la qual avia una fuente de agua de que se hagia muy buena sal, co- giéndola hasta que se cuasaba. El jueves siguiente fueron á Palisma , é el sába- do diez de septiembre, salieron á dormir á un agua , y el domingo llegaron á Qui- xila, é repossaron alli el lunes, é fueron el martes á Tutilcoya , y el miércoles á un pueblo á par de un rio grande, é el jueves fueron á dormir á par de una gié- nega. É adelantósse el gobernador con algunos de caballo , y llegó á Tánico é otro dia fueron á la misma poblagion de Tánico, derramada y mucha y muy abun- dosa de mantenimientos. Algunos querían decir que era Gayase, de la qual avia mu- cha fama; pueblo grande é gercado, pero nunca le pudieron ver ni descobrir, é después les degian que lo avian dexado á un lado del rio. De alli fué el goberna- dor con trege de caballo é ginqüenta peo- nes á ver á Tula , y volvió de allá á mas que de passo, é matáronle un caballo é hiriéronle otros quatro ó ginco, é deter- minó de yr allá con el exérgito. No es de preterir ó dexar en olvido que alli en Gayase nuestros españoles cogian gestos de arena seca del rio é colaban el agua por ella , é salia hecha salmuera , é cogíanla é quaxábasse, é hagian assi muy singular sal y muy blanca y en toda bon- dad é sabrosa. Miércoles , ginco de octubre , salie- ron del assiento de Tánico ó Gayase y llegaron el viernes á Tula , é hallaron la gente algada ; pero mucho mantenimien- to. É el sábado por la mañana vinieron los indios á darles guagábara ó batalla: traían varas largas como langas , las pun- tas tostadas , y esta fué la mejor gente de guerra que los chripstianos toparon: é peleaban como desesperados , con el mayor esfuergo del mundo , é aquel dia hirieron á Hornandarias, nieto del maris- cal de Sevilla, é plugo á Dios que los chripstianos se ovieron tan valientemen- te, que no rescibieron mucho daño, aun- que llegaron los indios á ranchear el real. Miércoles, diez é nueve de octubre, par- tió este exérgito y el gobernador de Tula, é fueron á dormir á dos buhíos, é otro dia jueves á otro buhío, é el viernes á otro, en el qual murió Hernandarias de Saavedra, que yba herido desde Tula, é se pasmó ; é murió como caballero cathólico , encomendando su ánima á Dios. Otro dia sábado fueron á Gui- pana, que está entre unas sierras, junto á un rio , é desde alli fueron á dormir donde pudieron alcangar , y todo es sier- ras aquello desde Tula. Otro dia salieron de las sierras é entraron en llanos, é el lunes postrero del mes llegaron á un pue- DE INDIAS. LIB. XVII. CAP. XXVIII. 577 blo que se dige Quitamaya , y el martes primero de noviembre passaron por un pobleguelo , y miércoles á dos de no- viembre llegaron á Utiangiie , que es una savana muy bien poblada que pa- resgia bien (*). (*) Aqui terminan las adiciones al libro XVII, contenidas en el códice autógrafo que tenemos á la vista , siendo indudable que se halla incompleto el presente capítulo. Mas sensible es todavía el que no sG hayan podido haber á las manos los dos úlli- mos de este mismo libro , añadidos (como los ocho anteriores), en los cuales trataba Oviedo de la muerte del gobernador Hernando de Soto y de los grandes trabajos y penalidades de su gente , dando al mismo tiempo curiosas é importantes noticias, asi de los animales, árboles y plantas, como de otros fenómenos de historia nalurál. El titulo y resumen de ambos capítulos son los siguientes: ((Capítulo XXIX. — De la muerte del gobernador Hernando de Soto , é como fué jurado y obedescido en su lugar Luis Moscoso; é cuéntanse los trabaxos destos conquistadores é oirás cosas. — Desafio del cacique Quigudla á loschripsllanos. — Fuentes de agua , de que se hace sal. — Ríos calientes é sal que se hace del arena. — Áspera é belicosa gente. — Cómo los chripstianos hicieron siete verganti- nes para yrse tí dexar la tierra , como la dexaron , é de la crescienle de un rio que turó quarenta é tres dias. Capítulo XXX é último. — Del subceso de la gen- te que quedó del gobernador Hernando de Soto, é otras particularidades. — De los animales de aquella tierra , é del mara- villoso animal , llamado el aserrador , é de los pes- cados , en especial uno llamado pala. — De las fructas de aquella tierra é árboles de li- quidámbar é martas cebellinas é otras muchas par- ticularidades.» Estos capítulos ocupaban , según se advierte en la tabla que formó el mismo Oviedo , desde el folio 472 al 478 , ambos inclusive , no debiendo perderse de vista que cada folio constaba de dos páginas. TOMO I. 73 ■fí Gomieiica el libro décimo oclavo de la primera parte de la Natural y General his- toria de las Indias , Islas y Tierra-Firme del mar Oréano : el qual tracta de las cosas de la isla de Jamóyca, que agora se llama Sancliago. PROHEMIO. JLos que se han ocupado (como agora yo hago) en escrebir y dar noligia al mundo é diversas nasgioues del , de al- gunas cosas naturales é no comunicadas á los ausentes , sino con los que las fue- ron inquiriendo y á buscar, á muchos pehgros hasta verlas é considerarlas se ofresgieron , por los qaales ha de discur- rir en la mar y en la (ierra quien tal em- presa toma, assi por passar diversas re- giones y calidades tan diferentes como los elementos é composición de la natu- ra tienen para su conformidad y artificio natural con que Dios la formó, como por los inconvinientes que en las tales tier- ras y provincias é mares han de hallar forcosamente : assi como los manteni- mientos diferenciados, las aguas é ayres é templanca de los montes y llanos por donde discurren , no sanos ni á su pro- póssito; las animalías de tigres, leones, serpientes y otras nocivas ocasiones , é otras innumerables dificultades que no se podrían expressar en breves renglones. É ya que de todos los tales peligros sea libre el que tal exercicio toma , quien le escusará de los murmuradores : los qua- les , caso que hablen en lo que no en- tienden, y reprehendan lo que no alcan- Can ni sabrian hacer; y que desgradez- can averies dado notigia de lo que yno- raban, no pueden acabar consigo de dexar de morder á quien meresce gra- cias y no los ofende. Pues ofrescido yo á estos trabaxos y reprehensiones , no de- xaré de escrebir sin ninguna jatancia ni temor de mi obra lo que he visto y en- tendido destas maravillosas historias tan nuevas y tan dignas de ser oydas. Den, pues, los vanos sus orejas á los libros de Amadís y de Esplandian, é de los que dcHos penden que es ya una generación tan multiplicada de fábulas, que por cierto yo hé vergüenca de oyr que en España se escribieron tantas vanidades, que hacen ya olvidar las de los griegos. Mal se acuerda quien tal escribe y el que semejantes Aciones leo, de las palabras DE INDIAS. LIB. XVIII. PROHEMIO. 579 evangélicas que nos enseñan que el dia- blo es padre de la mentira. Pues luego quien la escribe hijo suyo será. Líbreme Dios de tamaño delicio y encamine mi pluma á que con verdad (ya quel buen estilo me falte), siempre diga y escriba lo que sea conforme á ella y al servicio y alabanga de la misma verdad ques Dios , en cuya esperanga yo he llegado hasta este libro XVIII , dando cierta re- lación de lo que tengo dicho en los libros precedentes : y con su favor esporo con- tinuarlo en el pressente y en los por ve- nir, no en fiufia de la eloqüenfia y orna- mento de mi estilo (que todo le falta), pero arrimado al bordón de la misma y esclaresfida verdad, poco á poco, nunca me desacordando de la propriedad y cos- tumbre que tiene la gorra para passar el hielo: la qual en la provingia de Tragia, región muy fria, quando quiere passar los rios ó lagunas heladas , jamás lo hage sino quando va ó viene al pasto ; é por- que es animal de muy sotil oyr, antes que passe pone la oreja sobre el hielo , y de aquella manera arbitra qué tan gordo está, y si es sufigiente para sostenerla á cuestas y passar sin peligro. Pues desta manera, sé que no se hundirán mis trac- tados porque passan por la puente de la verdad, ques es tan regia y poderosa que sosterná y perpetuará mis vigilias, pues son en alabanga del Hagedor é Se- ñor de todo lo hecho é criado , y de lo que es ó puede ser; á quien ninguna co- sa es imposible, é antes faltan é faltarán lenguas que regiten sus maravillas, que materias y ocasiones para darlo gragias. Yo no escribo por passar estos hielos de los nmrmuradorcs sin causa , sino porque voy al pasto de la obediengia é voluntad que tengo de servir á Dios en ello y á mi rey , por cuyo mandado me ocupo en esto ; y de aqui arbitro y entiendo que puedo passar seguro é sin calumnia, quanto á la medula y fructo de escrcbir lo gierto. En lo demás confiesso que otros lo sabrían mejor hager, ocupando su tiem- po en estas materias ; é viéndolas no desde Gregia ni desde las estufas ó jardi- nes que, segund los tiempos algunos auc- tores tuvieron para notar con reposo lo que compusieron ; porque en tales luga- res usan de la armenia de sus estudios y de los ingenios de que la natura les dio parte ; pero estas cosas de acá , con mu- ciía sed, con mucha hambre ycansangio, en la guerra con los enemigos y en ella y en la paz con los elementos, contrastan- do con muchas nesgessidades y peligros, herido sin girujano, enfermo sin médico ni medeginas, hambriento sin tener que comer, sediento sin hallar agua, cansa- do sin poder alcangar reposo , nesgessi- tado del A^estir y del calgar , é andando á pié quien sabria subir en un caballo; passando muchos é grandes rios sin sa- ber nadar. É á todas estas é otras innu- merables nesgessidades suple la clemon- gia de Dios y da industria á los nesgessi- tados, para salir della con su favor é mi- sericordia , como podrá verse por estas historias. Pues crea el letor que muchos de los que por acá andan é han experi- mentado todo esto , y lo que mas se po- dría degir, sabrían pelear con los turcos y dangar con las damas, quando convi- niesse, y hager en la guerra y en la paz lo que á su honor fuesse honesto é con- viniente. Porque aunque la nesgessidad los trae por estos destierros á vivir entre salvajes, essa misma los hage mas di- nos que á otros que nasgieron muy he- redados é viven á pierna tendida, no sabiendo mas que sus veginos , y en mu- cho reposo se dan á entender que com- prehenden desde sus camas , lo que no se puede aprender sino trabaxando , é iburlan de los que , como valerosos y no dando á logro ni salteando en poblado, passan sus vidas en estas peregrinagio- nes. Dcxemos aquesto y passemos á la o80 HISTORIA GENERAL Y NATURAL isla de Jamáyca, que los chripstianos agora llaman Sanctiago, que es una de las islas pobladas de españoles: de la qual sumaria y brevemente se dirá lo que higierc al propóssito de su conquista y fertilidad , y de las otras cosas que á su historia convengan. É decirse han sus lí- mites é assiento, segund la verdadera cosraographia, é razón de las alturas del polo de nuestro horigonte. CAPITULO I. Que Iracta del primero descubrimiento de la isla de Jamáyca , que agora se llama isla de Sanctiago. Vuuando el almirante don Chripstóbal Colom volvió de España la segunda vez que vino á esta Isla Española , fundó la cibdad de la Isabela. El qual pueblo se hizo ó comengó el año de mili y quatro- gientos é noventa y tres años, é des- de alli , como se diso en el libro II, fué con dos caravelas á descobrir la isla de Jamáyca, é llevó consigo los caballe- ros y gente que le páreselo de los que debaxo de su obedicngia militaban. Y descubierta aquella isla vido, mas larga- mente á la de Cuba, como queda relata- do en el libro que digo ; pero porque en las otras islas do quien he escripto, lo primero ha seydo digiendo sus límites é assiento, no es razón que aquí falte la regla y orden con que he proseguido hasta aqui en esta general chrónica. É por tanto digo que desde la punta de Sanct Miguel, que algunos inconsideradamente digou del Tiburón, que es la parte mas ocgidenlal desta Isla Española , hasta la primera tierra de la isla de Jamáyca hay veynle é ginco leguas pocas mas ó me- nos al Poniente. Está aquella isla en diez é siete grados déla línia equinogial, é tiene de longitud ginqüonta e' ginco le- guas pocas mas ó menos , y de latitud quassi la mitad de lo qucs dicho , é assi lo cuentan ó miden los marineros y gen- te de la mar. Los de la tierra é veginos de la misma isla , en la qual yo me he querido informar, digen que es mayor de lo que he dicho , y que lo han visto ó andado muchas veces, y facen esta isla de septeota é ginco leguas ú ochenta de longitud, y de latitud digen que pue- de tener diez y seys ó diez y siete le- guas. Los diez y siete grados en que di- xe que está aquella isla, son de la parte del Sur; pero de la parte mas puesta al Norte ó tramontana está en diez y ocho grados, poco mas ó menos: la punta des- ta isla, que se llama punta de Morante, es lo mas oriental della ; é desde alli dis- curriendo la costa abaxo al Ocgidente por la vanda del Sur, llegan á Maynoa, y de alli baxan seys leguas hasta el puer- to de el Yaguabo ; y de alli se abaxa á la provingia de Añaya , é mas baxo está la villa de Oristan, y en fin de la isla está la punta del Negrillo que es lo último de la isla. De alli, dando la vuelta por la vanda del Norte , van á la villa dicha Sevilla, que es la poblagion principal de chrips- tianos. Y está quassi en el conmedio de la isla ; y de alli , yendo por la casta ar- riba , está una isla pequeña llamada Me- lilla, donde están los cagiques é indios que sirven á los chripslianos , é mas al Levante está el puerto dicho Guaygata, desdel qual , subiendo todavía la costa arriba, van al puerto do Antón, que es bueno y para muchos navios. Assi que esto que es dicho es la gircunferengia desta isla, en que podrá aver quassi gien- to é ginqüenta leguas, pocas mas ó me- nos, bojáudola. De la parle del Medio- DE INDIAS. LIB. XVIII. CAP. I. 581 dia tiene las islas de Sanct Bernardo d la provincia de Cartajena de la Tierra- Firme , de donde dista fiento é veynte leguas , pocas mas ó menos; y de la par- te del Norte tiene la isla Fernandina á veynte é finco leguas lo mas gerca á la punta de los Jardines. É por la parte del Levante, desde la punta de Morante has- ta la primera tierra de la Isla Española, que es la punta del Tiburón , puede aver otras veynte é ginco leguas , como se di- xo de suso ; y al Poniente tiene á treyn- ta é ginco leguas , pocas mas ó menos, las islas que llaman de los Lagartos. Pe- ro porque estas son despobladas, digo que la tierra ocgidental que derechamente está en la Tierra-Firme del Leste al Hues- te con Jamáyca, es la tierra que de Yuca- tan es mas próxima á la bahia de la As- gension. Por manera questos aledaños é límites que he dicho tiene esta isla de Jamáyca, que agora se llama Sanctiago, la qual es muy fuerte , é hay en ella los árboles, y plantas, é hiervas que sedixo de la Isla Española ; é la gente de la mis- ma manera y lengua, y desnuda. Y es tierra abundante en todas las cosas que se ha dicho de las otras islas ; é tiene ri- cas minas , aunque no se ha sacado tanto oro, assi porque en esta isla de Jamáyca no se hallaron minas hasta el año de mili é quinientos é diez é ocho , como por la falta que ovo de la gente, que assi se murió é acabó como en la Española, é por las mesmas ocasiones y viruelas pestiien- giales. Sus gerimonias é matrimonios y manera de vida y sus armas, é todo lo de- mas fué y es como en esta Isla Española. Los ganados se han hecho muy abundan- temente, assi vacas, como ovejas y puer- cos y caballos de los que se truxeron de Castilla : en espegial de los puercos hay mucha moltitud , y los montes andan lle- nos de puercos salvajes : las aguas y los pastos son muy exgelentes. La tierra es muy sana , y no tan sin montes como al- gunos han dicho y escripto sin verla; pues que en la verdad hay muchos, é mu- chos rios y lagos y de muy buenos y muchos pescados de todas las manei-as que se ha dicho que los hay en las otras islas pobladas de chripslianos. Las prin- gipales granjerias que los españoles tie- nen en Jamáyca son ganados é camise- tas , y telas, y hamacas ó camas de al- godón, porque hay mucho y bueno. É assi mesrao se han hecho muy bien las cañas dulges , é hay un muy buen inge- nio del adelantado Francisco de Caray, que él hizo, y agora es de sus here- deros. El primero gobernador que passó á la isla de Jamáyca fué un caballero, llamado Johan de Esquivel , que passó á estas partes con el almirante primero don Chripstóbal Colom , en su segundo viaje, año de mili y quatrogientos y noventa y tres años: al qual después el almirante segundo, don Diego Colom, lo envió por su teniente é con gente á conquistar é pagificar aquella isla desde aquesta Espa- ñola en fin del año de mili y quinientos y diez y nueve años. El qual hizo su offl- gio como buen caballero é la conquistó é pagificó é puso debaxo de la obediencia de la corona real de Castilla, assi por fuerga de armas quando convino , como mansamente sin ellas por su buena in- dustria , excusando de verter sangre hu- mana, como geloso del sorvigio de Dios y de la manera que convenia hagerse. Des- pués de lo qual, desde á tres años ó poco mas tiempo, fallesgió este capitán, y el mismo almirante don Diego puso en su lugar á otro hidalgo dicho Perca; y aques- te lo fué poco tiempo , 6 fue removido del cargo, é puso el almirante aun hidal- go, natural de Burgos, llamado Camargo. Estando las cosas en este estado, fué á España Frangisco de Caray , alguagil ma- yor desla gibdad , é tomó gierto assiento con el Rey Cathólico don Fernando , de 582 HISTORIA GENERAL Y NATURAL gloriosa momoria , para eulender á me- dias en las granjerias de los ganados é hafieudas qucl Rey tenia en aquella isla; é Frauf ¡seo de Garay puso los suyos , é mandó el Rey al almirante que le diessc poder para que í'uesse alii su teniente , y el almirante se lo dio , assi por lo man- dar el Rey , como porque Francisco de Garay era muy su amigo c servidor y ca- sado con una parienta suya, y era de los antiguos pobladores é primeros que pas- saron con el almirante viejo , su padre, á estas parles , año de mili é quatrogien- tos é noventa y tres. Assi como esta compañía fue assentada , en essa misma sagon fué enviado por thesorero de la misma isla Jolian de Majuelo , para que resfibiesse por el Rey los réditos de las granjerias é haciendas que por su mitad le pertenesgiessen. Este despacho se hizo en Valladolid , año de mili é quinientos é trefe: después de lo qual, el año de mili é quinientos é diez é nueve, envió Fran- gisco de Garay á Barcelona á la Cesárea Magestad del Emperador , nuestro señor, un criado suyo , llamado Johan López de Torralva, con Qiertas muestras de oro, lo qual nunca se avia hallado en aquella is- la. Y el Emperador, nuestro señor, le hizo repartidor de los indios; é se tuvo por muy servido de Francisco de Garay, y al mensagero Torralva hizo Su Magos- tad su contador de la isla. Antes desto Frangisco de Garay , por su industria é granjerias, fué en esta isla de Sancto Do- mingo rico hombre é muy aprovechado, é mucho mas lo fué después con esta compañía que tuvo en las hagiendas rea- les , de que resultó que estando muy próspero destos bienes que quila y dá la fortuna , se le aumentaron los desseos pa- ra su perdición , de que subgedieron sus trabaxos é muerte ; é fué de aquesta ma- nei'a . El año de mili é quinientos é veyntey tres Francisco de Garay hizo una muy buena armada de navios y gente, é muy bien provehida, para passar á la Tierra- Firme á poblar en el rio que llaman de las Palmas en la provingia de Panuco, en lo qual se dixo que le fué muy contrario Hernando Cortés ; porque cómo supo que el Emperador avia hecho á Frangisco de Garay adelantado é gobernador de aque- lla tierra , adelantóse él á la poblar , é quando passó allá Frangisco de Garay, no le quisieron admitir al offigio los indios ni los chripstianos , é quisieron algunos degir que por industria de Cortés , aun- que él dio sus descargos en ello. En fin, que desbaratado Frangisco de Garay, fues- sc á la cibdad de México , donde murió desde á pocos dias. Assi (jue ydo Fran- gisco de Garay, quedó la isla de Jamáyca y esta en gobernagion del mismo almi- rante , é después en el almirante don Luis Colom é sus tenientes é ministros; porque en las quatro islas pobladas de chripstianos que he dicho , y en la de Cubagua , de quien adelante se tractará, tuvo la jurisdigion el almirante ; pero de- baxo de la superioridad de la Audiengia Real y Changilleria que en esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española reside. Y esto baste quanto á la conquis- ta é gobernagion de Jamáyca y gente della : en la qual hay dos villas pequeñas pobladas de chripslianos: la pringipal se dige Sevilla , y está de la vanda del Nor- te , y la otra se llama Oristau , y eslá de la vanda austral : la iglesia pringipal eslá en Sevilla y con título de abadia , y en los tiempos atrás llegó á ser de buena renta en liempo del chronista Pedro Már- tir , que la tuvo é fué abad alii. Agora no renta tanto , porque como en otra parte tengo dicho , estas novedades é nuevas de las riquegas é cosas que se descubren cada dia en la Tierra-Firme, han apoca- do mucho las vecindades de las islas to- das; pero no en méritos de ser olvidada ni tenida en poco esta isla de Sancliago DE IKDIAS. LIB. XVIII. CAP. I. S83 ó Juraáyca ; porque en la verdad es muy buena , é fértil , y sana , y de buenas aguas, y concurren en ella muchas cosas para la estimar por muy buena, tierra y de lindos y seguros puertos , y de mu- chas y grandes pesquerías , é todo lo que se puede desear en las buenas provincias de Indias, segund las cosas que acá pro- dugen. Y porque la perdición de Francis- co de Garay fué muy notable , y es uno de los adelantados que en estas partes debaxo deste título han acabado infelige- rnente, quando se tráete de las cosas de la Nueva España, se dirá lo demás (por- que aqui no liage al propóssito desla isla mas de lo que se ha dicho) y que alli de- xó mucha hacienda á sus herederos y un muy buen ingenio de adúcar y otras ha- ciendas. É también era heredado en es- ta fibdad de Sancto Domingo é regidor della ; pero mucho mas perdió é gastó que no dexó , á causa de aquel su cami- no y armada , yendo á poner su persona é ditado en aquella provincia de Panuco, sin la qual é sin la vida quedó malgasta- do su tiempo , la hacienda comida con amigos ingratos , dando exemplo á los cuerdos que en el adelantado Francisco de Garay , y en el adelantado Diego Ve- lazquez, y en el adelantado Johan Pon- Ce de León é otros adelantados é capita- nes destas partes quisieren ponerlos ojos . CAPITULO II. De oirás p.irlicularidades de la isla de Sancliago, que primero se llamó Jamáyca, y de la manera que los indios tienen para tomar las ánsares bravas. Hju los ritos é cerimonias de la gente de la isla de Sanctiago uo hablo, porque como he dicho en todo tenia esta gente la costumbre é manera que los indios de la isla de Haytí y de Cuba; é assi eran ydólatras é culpados en los otros sus vi- cios que he dicho ; y en los animales y aves y pescados é agricoltura é manteni- mientos, y en todo lo demás , y por esto no me deterné , por no dar pesadumbre al letor, con decirle lo mismo que en los libros precedentes podrá aver visto. É assi tenian é tienen las mismas casas de morada, é todos aquellos árboles y fructas que he dicho. Pero porque donde tráete en el libro XIII de la manera que los indios tenian en tomar los manatís é las tortugas con el pexe reverso, dixe to- do lo que aqui se podria decir, no lo tor- no á repetir; mas soy informado que Ja- máyca es la isla, donde mas se continuó aquella forma de nueva pesquería , jamás visto ni oydo tal arte sino en estas Indias é islas ; é también hacen inventores á los indios de Jamáyca ó Sanctiago do aque- lla sotil y graciosa invención que tienen para tomar las ánsares bravas , lo qual es de aquesta manera. En el tiempo que es el passo destas aves, passan muchas é muy grandes com- pañías dellas por aquella isla; y cómo hay en ella algunas lagunas y estaños, quando se posan en tierra para su pasto é descanso, assiéntanse á par destos la- gos. É los indios que por alli cerca vi- ven echan en el agua unas grandes ca- labacas vacias y redondas que se anda>n algunos dias por encima del agua , y el viento las lleva de unas partes á otras é las trae á las orillas ó costa de tierra. Las ánsares al principio se escandalican é le- vantan y se apartan de las calabacas, viéndolas mover; pero como veen que no les viene daño de su movimiento, po- co á poco pierden el miedo ; y de dia en dia, domesticándose con las calabacas, descúydanse tanto que se atreven á su- bir muchas destas ánsares engima de las 584 HISTORIA GENERAL Y NATURAL calabacas. É assi se andan con el viento sobre ellas á una parte y á otra , scgund el ayre las mueve ; é quando los indios vean y conosgen que las ánsares están ya muy asseguradas é domésticas de la vista y movimiento é uso de las calaba- gas , pónese el indio una calabaga tal co- mo aquellas en la cabera hasta los hom- bros , y todo lo demás de la persona tie- ne debajo del agua , y por un agujero pequeño mira á donde están las ánsares: é pónese junto á ellas, é salta alguna en- cima; é cómo él la siente, apártase muy passo, si quiere, nadando sin ser enten- dido ui sentido de la que lleva sobre sí ni de otra ( porque en nadar esta gente é indios son de mas habilidad de lo que se puede penssar de hombres); y quando está algo desviado de las otras ánsares, y le paresge que es tiempo , saca la ma- no y ásela por las piernas y métela de- baxo del agua y allégala y pénesela en la finta, é torna de la misma manera á tomar otra y otras. Y desta forma y arte toman los indios mucha cantidad dellas. También sin se desviar de alli, assi co- . mo se le assienta engima , la toma como he dicho y la mete debaxo del agua y se la pone en la ginta, sin que las de demás se vayan ni espanten , porque pienssan que aquellas tales se hayan ellas mismas rabuUido por tomar algún pescado. Y desta causa no se alteran ni dexan los in- dios de tomar muchas. Passando yo por aquella isla, comí algunas ánsares assi en- gañadas , é son muy buen manjar : las quales son pequeñas y blancas , é como he dicho , en tiempo del passo dellas hay innumerables ; pero también entre el año se hallan algunas. Y también las toman algunas veges , enramándose el indio la cabega muy bien , y llégase nadando á la orilla de la laguna dó están las ánsares, y no falta alguna que se suba sobre las ramas quel indio lleva en su guirnalda, creyendo que es verdura ó géspede de la misma vera del agua , é cómo la siente acude tan presto con la mano que queda presa de la misma manera que las suelen tomar con las calabagas, como aqui está dicho. CAPITULO III. Cómo el licenciado Gil Goncalez Dávila fue á lomar las cuetilas ó residencia á la juslicia é officiales de la ' isla de Jamáyca por mandado de Sus Magestades. llil año de mili é quinientos é treynta y tres llegó á esta cibdad de Sancto Do- mingo de la Isla Española un caballero letrado , natural de Toledo , llamado el ligengiado Gil Gongalez Dávila , hombre de generosa y clara sangre , que por mandado de Sus Magestades avia ydo con el capitán Diego de Ordás á la conquista del rio Marañen , que es en la costa de Tierra-Firme : la qual empresa ovo infe- lige evento y conclusión , y el mismo Or- dás , yendo á España después de sus tra- bajos , murió en la mar por acabar con ellos, como mas largamente se dirá en la segunda parte desta Natural historia. Y cada uno de los que quedaron vivos ti- ró por su parte; é assi vino á esta cibdad este caballero , el qual desde aqui fue el mismo año por mandado de Su Magestad y Consejo Real de Indias á la isla de Sanc- tiago á tomar residengia al teniente é jus- tigias que alli hay por el almirante don Luys Colom, y á tomar cuenta de la Ha- gienda Real al thesorero Johan de Mague- lo é al contador Johan López de Torral- va , porque se degia que avia mucha nes- gessidad dello ; y que Su Magestad , in- formado desto , mandaba que este ligen- DE INDIAS. LIB. XVIII. CAP. III. 585 giado fuesse á lo que es dicho. Y aun porque en la verdad los oficiales que mucho tiempo se dexan olvidar en los cargos donde los intereses y ganancias son continuas , tienen uesgessidad de ser visitados y corregidos, y en esta Audien- cia Real avian venido muchas quexas de- Uos. É assi passó á aquella isla el ligen- giado Gil Gongalez á lo que aqui digo , y para la reformagion de la justigia y cor- region de los ofigiales é cuenta que se les tomó donde el caso lo pedia. É con tanto se dá conclusión á la historia de Ja- máyca , ó isla que agora llamamos Sanc- tiago. Y aun assi mismo concluyó su vida en aquella isla el mismo ligengiado Gil Gongalez Dávila , exergiendo su cargo é sirviendo á su Rey. TOMO I. 74 Este es el libro décimo nono de la Nalitral y ¡jcncral liisioria de las Indias, islas y Tierra-Firme del mar Ogéano: el qual liada de las islas de Cubagua é la Margarita. PROHEMIO. lio hizo Dios cosa inútil ó sin provecho. Vido Dios todo lo que hizo é todo fué bue- no é por él aprobado '. De lo qual pode- mos colegir, y vérnoslo en efeto, que en las provincias que paresfen desiertas y estériles en estas partes é Indias (y en todo el universo), hay otros secretos y utilidades y abundancia de cosas que en las regiones estimadas por fertilíssi- mas se dessean y son de mucha estima- ción y presgio. Vemos la tierra cubierta (en algunos lugares) de fargas, abrojos y espinos; hallamos en sus entrañas ricos mineros de plata y oro y otros metales y provechos. Quanto mas que essos raes- mos abrojos , gargas ó espinos que dixe de suso , no caresgen de algunas virtu- des y propriedades, & que sirven é son convinientes. Muchos campos silvestres é ásperas montañas é partes deshabitadas é terre- nos sin pastos para los ganados están cu- biertos de orchilla, para dar tinta á los paños, ó con arboledas muy provecho- sas á otros efetos. No hay cosa errada ni mal compuesta en la natura, por quel Maestro y Hafcdor della no pudo errar, ni hizo cosa desconviniente ó sin prove- cho, pues que hasta en las ponzoñas y cosas noQÍvas hay secretos medefinales y excelentes propriedades ; y quanto son mas varias y diferentes, tanto es mas her- mosa la natura. Aquella serpiente dicha Uro ^, cuyo bocado se dige ser sin reme- dio , es apropriada medegina contra to- das ponzoñas , como se vé y está averi- guado, que puesta en aquella mixtura de cosas contra ponzoña (á la qual cumpu- sigion llaman triaca ó tiriaca) una peque- ñíssima parte del tiro mezclada con las otras medeginales, las lleva todas al co- raron , por su propriedad que es yr lue- go alli, é pone salud y remedio con la compañía que lleva, y guaresge al que ella sola matarla. Búscase de las culebras el unto; del perro que muerde los pelos. É assi al propóssito sabiendo usar de la propriedad de tales secretos ninguna co- 1 Vidit que Deus cunda quw fcccrat , el crant valde fiona.— Genes., cap. 1. 2 Pliii., lib. VIII, c.ip. 23. DE INDIAS. LIB. XIX. PROHEMIO. 587 sa se halla tan mala ni desaprovechada de guantas cria natura que en algo dexe de aprovechar. Assi á este propóssito ha- blaré en aqueste libro XIX en la isla de Cubagua, la qual es muy pequeña y es- terilíssima é sin gota de agua de rio ni fuente , ni lago ó estaño ; y con esta y otras dificultades , sin aver en ella don- de se pueda sembrar ni lia^cr manteni- miento alguno para servicio del liombre, ni poder criar ganados, ni aver algún pasto; está habitada y con una gentil re- pública que se llama la Nueva cibclad de Cáliz. Y ha seydo tanta su riqueza, que tanto por tanto no ha ávido en las Indias cosa mas rica ni provechosa en lo que está poblado de los chripslianos , é no tiene mas espacio ó territorio de tres le- guas de circunferencia (poco mas ó me- nos) , é digen muchos que lo pueden bien saber que desde el año de mili é quatro- gientos é noventa y seys años, que fué por el primero almirante don Chripstóbal Colom descubierta , hasta agora , se ha ávido de provecho en esta isla tanto va- lor de perlas é aljóphar, que han monta- do los quintos é derechos reales y el va- lor que á personas particulares ha redun- dado de la abundancia é grandíssima can- tidad dellas (que alli se han sacado), que es grandíssima la estimagion é presgio que esta granjeria ha tenido. El qual exer- gigio alli se exergita quotidianamente. Mas porque la historia lleve su orden, di- ré de su descubrimiento lo que he podido comprehender y ha venido á mi notigia desta isla; y también será fecha men- gion de otras islas y costas de mar, don- de en estas Indias se hallan perlas, y de algunas perlas particulares y de presgio que se han hallado , porque en este gé- nero de historia no nos quede para ade- lante que degir ni replicar , salvo señalar las provingias ó partes donde se hallan perlas, quando dellas se escriba; porque assi en el pescarlas, como en otras parti- cularidades, todo es una mesma cosa. Verdad es que los nacarones son una gierta é diferengiada manera de conchas en que assi mismo nasgen perlas é aques- tos no se hallan en toda la isla ni en to- da la costa de la Tiera-Firme opuesta á la vauda del Norte; pero de la otra par- te que mira la costa della á la vanda del Sur ó Mediodía hay muchos en muchas partes. Y aunque se diga algo dellos, no se crea disconvinicnte á la materia de las perlas, pues que también las hallan é nasgen en estos nacarones: los quales no solamente sirven á los indios con las perlas y pescado que tienen, pero de agadas y palas para cultivar sus campos é heredamientos é huertos, como se dirá mas largamente en su lugar. Assi que, el letor tenga atengioQ , porque aunque Pu- nió habla largamente de las perlas * , y el Alberto Magno en el De proprielatibus rerum ^, é Isidoro en sus Etlümologias ', (donde los curiosos podrán ver muchas cosas desta materia que aqui yo repitiré), diré otras de que ninguno destos exge- lentes auctores higieron mengion, ni otro auctor alguno de los que yo he leydo; y podré como testigo de vista hablar en esto, porque hasta el tiempo pressente, pocos ó ningunos de los que han passado á estas partes han tenido mejores perlas que yo en algunas piegas señaladas en que perdí dineros de lo que me costaron, porque no las pude sostener en mi po- der por algunas nesgessidades que me ocurrieron. Y estas joyas tales no se han de vender sino á quien las busca , y no buscando á quien las compre , como yo lo hige. Esto todo se dirá adelante. Volvamos al descubrimiento de Cubagua i Plin.,l¡b. IX, cap. 3ü. 2 De prop. rerum, lili. XVI, cap. 62. 3 Isid., üb. XVI , cap. 10. 588 HISTORIA GENERAL Y NATURAL y sus perlas , porque allí se han Iiallado en guna , é alli se vieron las primeras en estas mucha cantidad mas que en otra parte al- nuestras Indias, de quien aqui se tracta. CAPITULO I. Del descubrimionlo de la isla de Cubagua, donde se pescan las perlas, y donde se vieron [ rimero en eslas Indias , y cómo tuvieron nolicia dolías los españoles. E, tercero viaje é descubrimiento que hizo el primero almirante destas Indias, don Chripstóbal Colom , fué el año de mili é quatrogientos é noventa é seys años , el qual en el mes de margo partió de la bahia de Cáliz con seys caravelas muy bien armadas (como se dixo en el libro III), do las quales en la prose- cución de su camino envió las tres de- Ilas á esta Isla Española, é con las otras tres continuó su descubrimiento. Con esta armada , fecho el almirante á la vela des- de la isla de Cáliz , tomó puerto desde á pocos dias en las islas de Canaria, don- de se proveyó de agua y leña é otras co- sas para su viaje , y desde alli corrieron en demanda de las islas de Antón, que comunmente se llaman de Cabo Verde, que son las mismas que los antiguos cos- mógraphos llaman las Gorgades, puesto que algunos digen que se llaman lasHes- pérides : lo qual yo niego , afirmándome en aquella aucloridad é auctoridades que alegué en el libro II , capítulo III, por donde se prueba suficientemente que las Hcspérides son eslas islas de nuestras ludias. Pero desemos csso aparte. Tornando al propóssito, digo que des- de las islas del Cabo Verde el almirante con sus tres navíoscorrió al Suduestc hasta ciento é rinqüenla leguas , segund úíqq el piloto Hernán Pérez Matheos (que hoy vi- ve é está en esta cibdad), é tomóles des- pués una tormenta que les puso en tanta nesgcssidad, que cortaron los másteles de las mesanas y echaron á la mar mu- cha parle de la carga; y se vieron en tanto peligro que se penssaron perder, y corrieron al Nor-norueste, y fueron á re- conosger la isla de la Trinidad. Pero esta tormenta que el piloto Hernán Pérez cuenta, no la aprobaba assi don Fer- nando Colom , hijo del almirante , que se halló en el mismo viaje con su padre : el qual me dixo que el trabaxo en que se vieron fué de calmas é calor tan grande, que la vasija se les abria y el trigo que llevaban se les podria , y de nesfessidad alijaron é se arredraron de la equinofial. Paresfe que quien oyere degir que se apartaron de la equinofial por la calor, que es aprobar la opinión falsa que los antiguos tovieron , que degian que la tór- rida fona (que es la misma equinogial) es inhabitable por el excesivo calor del sol ; y adelante quando se Iracte de la mar austral , tengo de mostrar é escrebir que debaxo de la línia ó tórrida gona é á par deila, dcsla é de la otra parte es habitada, pues cada dia nuestros espa- ñoles passan del un trópico al otro. Digo que don Hernando Colom degia bien, porque en la mar por do quiera que pas- se la dicha equinofial ó gcrcadella desla ó de la olra parte no hay dubda, sino que hay mucha calor; é assi por esta causa, como él degia , se apartarían della en este camino. Pero en tierra , por don- de passa la misma línia del equinogio, proveyó el que lodo lo ordenó , que es Dios , de poner por alli tales montañas é sierras, que no solamente están, pero á causa dellas é del ayre son templadas las provincias é regiones por do passa la DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. I. 589 tórrida gona: mas aun, no faltan nieves é yelos grandes en algunas partes della é de lo que le es gircunstante. Y esto es lo que no entendieron los antiguos , por lo qual , fundándose como naturales, les paresgia debitamentc que no podia ser habitada la dicha cquinogial por la mu- cha fuerga del sol. Tornemos á nuestra historia , porque en essotra materia, como digo,quan- do lleguemos á la equinogial , se dirá della mas largamente, lo que está visto é se vee cada dia por nuestros españo- les. Assi que, reconosgiendo la isla de la Trinidad, dige don Hernando que este nombre le puso el almirante, porque lle- vaba pensamiento de nombrar assi la pri- mera tierra que hallase , é siguióse que vieron á un tiempo tres montes gercanos ó al paresger poco distantes unos de otros, é llamó é nombró á la isla la Trinidad , y passó por aquel embocamiento é llamóle boca del Drago, é vióse la Tierra-Firme luego y mucha parte de la costa della, co- mo mas largamente en otro lugar lo tengo dicho. É desde la punta de las Salinas en Tierra-Firme (dó es esta boca del Drago, que está en diez grados de la línia equino- gial á la parte de nuestro polo ártico) corrió el almirante por la costa de Tierra-Firme al Ocgidentey reconosgió otras islas , co- mo lo tengo dicho en el libro III. De alH passó adelante y descubrió la Isla Rica, llamada Cubagua { de la qual aqui se trac- ta), que los chripstianos al prcssente lla- man Isla de las Perlas , donde después de algunos años se fundó la nueva cib- dad de Cáliz, é alli es la pesquería de las perlas. Junto á esta isla eslá otra ma- yor, llamada la Margarita, porque assi la nombró el almirante. Hay desde la punta de las Salinas has- ta la isla de Cubagua ginqüonta leguas al Poniente , y es pequeña isla , y terna, co- mo tengo dicho, de gircunferengia tres leguas poco mas ó menos, ó de longitud una y media , y de latitud una pequeña. Dista de la grand costa de Tierra-Firme quatro leguas á la primera tierra de la provingia que se dige Araya. Y porque en esta isla de Cubagua (como se dis.0 en el prohemio ) no hay agua, los que alli viven passan por ella á la Tierra-Fir- me , al rio que llaman Cumaná , que es á siete leguas do la nueva Cáliz (cosa en la verdad trabaxosa); mas con la ganan- gia todas essas nesgessidades comportan los hombres á propóssito desús intereses. Está Cubagua diez grados é quassi me- dio mas desviada de la equinogial en nuestro horigonle; y desde ella á esta cibdad de Sancto Domingo desta Isla Es- pañola puede aver giento y seplenta le- guas ó giento é ochenta , pocas mas ó menos. Está Norte Sur con la isla de Sancta Cruz de los Caribes á giento y diez leguas , la qual isla de Sancta Cruz está en la vanda del Norte. Por la parte de Mediodía tiene la Tierra-Firme á qua- tro leguas lo mas gercano della , é veyn- te é ginco leguas al Poniente tiene la isla Poregari. Assi que, esto que he dicho, es su assiento é límites é aledaños; pero la tierra mas propinqua de Cubagua es la isla Margarita, que he dicho que está una legua della, á la vanda del Norte. Todo lo demás que en este tergero viaje descubrió el almirante , queda di- cho en el III libro desta primera par- te, é no hay nescessidad de tornarlo á repetir aqui , sino lo que hace al pro- póssito destas dos islas de Cubagua é Margarita , hagiendo relagion de la ma- nera y ocasión por donde se supo que avia perlas alli, lo qual fué desta forma. Assi como el almirante surgió á par de Cubagua con sus tres caravelas , mandó á giertos marineros salir en una barca y que fuessen á una canoa que andaba pes- cando perlas, la qual, como vido que los chripstianos yban á ella , se recogió há- gia la tierra de la isla; y entre oíros in- 390 HISTORIA GENERAL Y NATURAL dios vieron «na miigcr que tenia al cue- llo una yran cantidad de hilos de aljópliar y perlas , grueso el aljópliar (porque de lo menudo no liaQian caso los indios, ni lenian arto ni instrumento tan sotil con que lo horadar). Estonces uno de aque- llos marineros tomó un plato de barro de los de Valengia (que también llaman de Málaga), que son labrados de labores que relugen las figuras y pinturas que hay en los tales platos , y hízole pedagos , y á trueco de los cascos del plato rescataron con los indios é india fiertos hilos de aquel aljópliar grueso : ó cómo les pa- resgió bien á aquellos marineros, llevá- ronlo al almirante, el qual, como enten- dió el negof io mas profundamente, pens- só de lo disimular ; pero no le dio lugar el placer que ovo en verlo, é dixo: «Di- go os que estáis en la mas rica tierra que hay en el mundo, y sean dadas á Dios muchas gragias por ello.» É tornó á en- viar la barca con otros hombres á tierra, é mandóles que rescatassen tanto aljó- phar ó perlas quanto cupiesse en una es- cudilla á trueco de otro plato hecho pe- damos, como el que es dicho, y de algunos cascaveles. Y llegados á la isla rescata- ron con aquellos pescadores hasta ginco ó seys marcos de perlas y aljóphar, todo mezclado, de la forma que los indios lo pescan, grueso y menudo; y tomó el al- mirante aquellas perlas para las llevar él ó las enviar á España á los Reyes Cathó- licos, don Fernando é doña Isabel, de gloriosa memoria. É no se quiso detener allí por no dar ocasión que los marineros y la gente que con él yban se cebassen en el desseo y cobdigia de las perlas, penssando de tener la cosa secreta hasta en su tiempo é quando conviniesse. É si quisiera pudiera rescatar entonces media anega de perlas, segund dige el piloto Hernán Pérez Matheos, que aqui está: el qual afirma que vido tanta ó mas canti- dad dellas ; pero no quiso el almirante dar lugar á ello. Pues como en los mari- neros hay poco secreto , quando después algunos de los que allí se agertaron vol- vieron á España, publicaron lo que es di- cho en la villa de Palos, de donde á la sagon eran los mas de los marineros que andaban en estas partes. É súpose assi mismo en Moguer, é salieron de alli gier- tos armadores, veginos de aquella villa, que lo alcangaron á saber, llamados los Niños, entre los quales era un Per Alfon- so Niño ; y con una nao , tomando consi- go para esto algunos de los que se halla- ron con el almirante, quando avia descu- bierto aquella isla de las perlas, fué- ronse á ella y rescataron muchas é tor- náronse ricos á España (si pudieran salir con su salto). Verdad es que este Per Al- fonso tuvo ligengia para venir á estas partes á descobrir; pero diósele con con- digion que no se allegasse á lo quel al- mirante oviesse descubierto con ginqüen- ta leguas, lo qual no guardó, antes se fue derechamente á lo que estaba ya sa- bido , é hizo su rescate; é quando dio la vuelta para Europa aportó en Galigia, don- de estaba por visorey Hernando de Vega, señor de Grajal (que después fue comen- dador de Castilla de la Orden militar é caballería de Sanctiago); y entre los que yban con el Per Alfonso , tovieron algu- nas diferengias con él, é degian que no avie partido bien con ellos el rescate é perlas, ni al Rey avia dado el quinto su- yo, como se le avie de dar. De forma qu e llegó á notigia del visorey ó mandóle prender é lomó á él é sus consortes las perlas y el navio, como á personas que no avian guardado la forma de la ligen- gia, y envióle preso ala corte al Per Al- fonso é algunos de los otros , donde con mucho trabaxo ovieron su deliberagion. Dende en adelante se pusograndrecabdo en la isla. Quisieron algunos degir que para la auctoridad é confianga del almirante fue DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. I. 59i mucho desvio este descubrimiento de las perlas, porque di^en que se supo en Es- paña por los marineros que con él se hallaron, quando descubrió á Cubagua é las perlas, y por cartas de personas par- ticulares antes que por las suyas , lo qual otros niegan. Aquel Per Alfonso Niño é sus compa- ñeros llevaron hasta ginqüenla marcos de perlas que rescataron á trueco de alfile- res y cascaveles y cosas semejantes de poco valor , y muchas de aquellas perlas eran muy buenas é orientales é redon- das, aunque pequeñas, porque ninguna (segund yo oy de^ir al mismo comenda- dor mayor) avia que llegasse á ginco quilates. Allí en aquella provincia de Cubagua é por aquella costa de Tierra-Firme lla- man á las perlas Ihenocas é también las digen cocixas, é otros nombres también les dan por las muchas y difercngiadas lenguas de aquella costa é islas. Y esto baste quanto al descubrimiento de Cu- bagua , é á la notigia que primeramente ovieron los chripstianos de las perlas en estas partes. CAPITULO II. De oirás muchas particularidades, c algunas dellas muy nolables, de la isla de Cubagua; é de una fuente de betún que alli liay de un licor natural, que algunos llaman petrolio, é oíros le dicen stercus demonis, é los indios le dan otros nombres. iia isla de Cubagua, como tengo di- cho, es pequeña, é puede bojar tres le- guas , poco mas ó menos. Es llana , é el terreno en sí es salitral , y por tanto es- téril de todo género de buenas hiervas: ni tampoco hay árboles en ella , sino al- gunos de guayacan, pequeños ó enanos al respecto de los que en otras partes des- tas Indias hay. Otros arbolegillos hay baxos , á manera de fárdales ó ag ebu- ches , sin algund fructo , é la mayor parte de la isla es un boscaje gerrado de unos cardones altos de estado é medio ó dos, tan gruesos como la pantorrilla de la pierna. Estos en gierto tiempo del año llevan la fructa de dos maneras , á ma- nera de higos , los unos colorados ó ro- xos é los otros blancos : los colorados tienen la simiente muy menuda , como de mostaza, é llaman los indios á esta fructa yaguaraha. Es muy buena fructa al gusto é fresca , y en el árbol , ó mejor di- Qiendo cardo , está cubierta de espinas á manera de castañas , é quando madura cáense las espinas é ábrense é quedan como higos. El otro género de fructa en cardones , de la misma manera es de fuera verde, é quieren paresger dátiles; pero son mas gordos , é lo de dentro es blanco, é la simiente como granillos de higos ; é quando se comen, que están bien saponados , sale ó sube á las nariges un olor de almizcle ó mas suave. A esta fructa llaman los indios agoreros. Hay conejos en aquella isla , de buen sabor é muchos , como los de Castilla, aunque el pelo es mas montesino ó áspe- ro. Hay muchas yuanas y buenas. 'Hay unas aves que los españoles llaman fla- mencos, porque en España llaman assiá giertas aves ; pero estas de acá no lo son: antes la diferencia es aquesta. Son las de Cubagua tan grandes como un pavo ; el plumaje es de color como encarnado : las piernas delgadas é de qualro palmos de altura : el cuello de otros quatro palmos luengo , y delgado , como el dedo pulgar de la mano de un hombre : el pico de la hechura que le tienen los papagayos. Aliméntanse estas aves de pescado chi- o92 HISTORIA GENERAL Y NATURAL quito é marisco que andan buscando pol- las lagunas y estaños, é al rebalaje déla mar niclidas en el agua lo que pueden apear por la costa. Graznan como ánsa- res é crian gerca de los lagos. Hay de los alcatraces grandes del papo é de otros de otras maneras. Otras aves hay pequeñas de agua y muchas dellas. En cierto tiem- po del año van á aquella isla de passo al- gunos halcones neblíes é otras aves de rapiña de otras raleas, é alcotanes, é otros que llaman acá guaraguaos , que son como milanos y de aquel ofíigio de hur- tar é tomar pollos donde los pueden aver , é por falta dellos se geban en la- gartijas. De los neblíes se toman algunos armándolos ó se amansan presto, é se han llevado á España é han probado allá muy bien é los estiman. Entre las otras cosas que he notado desta isla diré aqui de dos animales en alguna manera y aun mucho semejantes en su poncoña : el uno es de tierra y es otro de la mar , cosa maravillosa y eslra- ña , y son aquestos. Hay unas arañas muy chiquitas en su tamaño , pero el dolor es tan grande que no tiene otra compara- gion igual sino la que se dirá aqui de otro animal del agua, y si turase la pas- sion que causan estas arañas al que pi- can, no seria mucho quel que está pica- do della desesperasse ó muriesse cruda muerte ; pero no hay en este peligro ma- yor consuelo que la esperanga y expe- riengia que ya se tiene de llegar al tér- mino en que gessa su fatiga para ser li- bre el que assiestá lastimado. Resulta de tal picadura quel ofendido hage muchas bascas é sufre gran trabaxo, sin aflojár- sele ni ser mitigado por cosa alguna, sin dexar comer ni beber ni reposar al pa- giente hasta el dia siguiente á la propria hora que fué picado ; y quando ha cessa- do el dolor queda tal el que ha padesgi- do, que en dos ni tres dias no puede volver en sí ni á su primero estado, pues- to que deste mal ninguno muere. Hay un pescado ó animal en la mar, que no es mayor que un dedo pulgar, y al que pica en el agua , como acaesge algunas veges picar algún indio , el que está herido ha- ge las mismas bascas é siente tamaños é incomportables dolores , como lo que se ha dicho que sienten los picados del ara- ña que se dixo de suso , sin gessar tal passion hasta otro dia siguiente quel agua de la mar está en el mismo ser men- guante ó cresgiente que estaba al tiempo que picó este animal. De forma que tura aquella passion é dolor del un animal é del otro veynte é quatro horas naturales, y el pescado ques dicho se llama talara, y es pintadillo de rayas é pecas blancas é amarillas, cada una de su color des- tintas. Hay en la isla de Cubagua y en las otras islas sus comarcanas muchas y grandes tortugas, tanto que de algunas dellas se saca tanta cantidad ó mas de pescado como tiene carne una ternera ó begerro de seys meses. Estas tortugas sa- len de la mar á tierra á desovar en su tiempo , y hagen un hoyo en el arena con las manos bien grande, é ponen alli mili é mili é quinientos huevos , é mas é me- nos , tamaños como limones buenos , é la cascara dellos es delgada como una teli- ca, é después que han desovado, cubren los huevos con la misma arena ; é quan- do son convertidos é animados, salen los tortuguitos como de un hormiguero , é vánse á la mar , questá ahy gerca de don- de nasgieron, é críanse en ella. Matan los indios estas tortugas con unos har- pongillos de un clavo, pequeños, que li- gan á un buen volantín ó cordel regio; é aunque son grandes animales y la herida es poca, porque les entra poco é no bas- taría á danificar ni ser presa la tortuga por tal causa, ella dá mas armas á su ofensor para su daño , porque assi como se siente herida, aprieta tanto la concha DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. II. i93 que fortifica el harpon tan firme que no se puede soltar; entonces el indio se echa al agua é trastorna la tortuga háfia arri- ba , é cómo está puesta de espaldas, no es para huir ni puede, é tirando de la cuerda del liarpon é ayudando el que la trastornó, la moten los indios en la canoa. Tiene la isla de Cubagua buen puerto á la parte del Norte , y por delante della á una legua está la isla Margarita , la qual la gerca desde e! Leste hasta el No- roeste , é por la otra parte la Tierra-Fir- me á quatro leguas,. y percala desde el Leste hasta quassi el Sur la tierra que se dige Araya. Tiene en la punta del Oeste una fuen- te ó manadero de un licor, como af eyte, junto á la mar, en tanta manera abun- dante que corre aquel betún ó licor por engima del agua de la mar , habiendo se- ñal mas de dos y de tres leguas de la is- la, é aun dá olor de sí este ageyte. Algu- nos de los que lo han visto di?en ser lla- mado por los naturales stercus demoiiis , ¿ otros le llaman pelrolio , é otros asphallo; y los queste postrero dictado le dan, es queriendo degir ques este licor del géne- ro de aquel lago Aspháltide, de quien en conformidad muchos auctores escriben'. Aqueste licor de Cubagua hallan que es utilíssimo en muchas cosas ó para diver- sas enfermedades, é de España lo envian á pedir con mucha instangia por la expe- riengia que desto se tiene por los médicos é personas que lo haii experimentado, á cuya relagion me remito. Verdad es que he oydo deq'iv ques muy provechoso re- medio para la gota é otras enfermedades que progeden de frió, porque este olio ó lo que es, todos digen que es calidíssimo. Yo no lo sé, ni lo contradigo ni apruebo en mas de aquello que fuere visto que aprovecha y testificaren los que lo supie- ren , que será en breve , scgund la dili- gengia con que es buscado este petrolio. Passemos á las otras cosas dcsta isla de Cubagua. En aquella isla han metido los espa ñoles algunos puercos de los que han lle- vado desta Isla Española é otras partes de la raga ó casta de Castilla , y también de los que llaman baquiras de la Tierra- Firme ; é á los unos é los otros les eres- gen alli tanto las uñas de los pies y ma- nos que se les vuelven para arriba hasta llegar á ser tan luengas en algunos dellos como un xeme ó quassi, de forma que se mancan que no pueden andar sino con pena é cayéndosse á cada passo. Los que en aquella isla viven llevan el agua para beber de la Tierra- Firme del rio de Cumaná, que está siete leguas de la isla, é la leña llevan de la isla Jlargarita. A la redonda de Cubagua y por de- lante della, ala parte del Levante es to- do plageles , é en ellos se crian las per- las en las ostias ó pescados assi llamados que las produgen : las quales son alli na- turales é desovan é crian en gran canti- dad, y por tanto se debe creer que serán perpetuas , aunque es nesgessario que sean esperadas é las dexen llegar á per- figion de se poder cojer, para que sean mas provechosas é mejores ; porque de la manera que la viña produge la uva , es á saber, en el pringipio quando gierne, assi en estas ostias ó conchas comiengan las perlas en el seno del pescado que dentro deltas se cria , y en aquella sagon é después está el grano tierno, como en leche, é por su discurso va enduresgien- do y engrandesgiéndosc la perla , puesto que muchas tan menudas, como arena ó poco mayores, estén duras. Ha seydo es- ta granjeria muy rica cosa, en tanta ma- nera que el quinto que se paga á Sus Ma- gestades de las perlas y aljophar ha valido cada año quinge mili ducados y mas , no TOMO I. 1 Plin. , lib. V, cap. i~. Isidor., Elhim., lib. Xill , cap. 19. 75 504 HISTORIA GENERAL Y NATURAL !iai)laiKl() en lo que so aviá luirtado por algunos: que su poca consrienr'iay muclia cobdigia los haqe determinar á su peli- gro para aver llevado encubiertos mu- chos marcos de perlas, y puédossc creer que no de las peores, sino de las mases- cogidas y presfiosas. Cosa es, en que hasta el pressente tiempo no se sabe en todo el mundo ni se halla escripto que puntualmente en tan poco espacio ó can- tidad de mar tanta moltitud de perlas se hayan visto ni se hallen. El pescado de las quales, aunque es algo duro é de re- gia digistion , es bueno ; pero mejor en escaveche: y sin esse, hay mucha abun- dancia do pescados buenos en Cubagua 6 aun se traen salados en cantidad á es- ta Isla Española en algunas caravelas. Nunca fué aquella isla de Cubagua po- blada de indios por su esterilidad é falta de agua , y por esso venían á ella de otras islas y do la Tierra-Firme á pescar las perlas. Á fama de lo qual después los cliripstianos desde aquesta Isla Española y desde la de Sanct Johan fueron á po- blar alli algunos c á rescatar perlas á trueco do vino é cagabí é otras cosas, é se comentaron á hagcr bulu'os , que fue- ron el principio de la población de aque- lla isla. CAPITULO III. En que se Irada de cierlos religiosos que passaron á la converssion de los indios de la Tierra-Firme en la costa que está cerca de la isla de las Perlas , llamada Cubagua : los quales eran de las sagradas Ordenes de Sánelo Domingo é Sancl Francisco , é fueron martiricados c muertos crudamente por los indios. JLn Cumaná , provincia de la Tierra- Firme, la mas próxima ala isla de Cuba- gua ó de las Perlas , fundaron el primero monesterio los fraylos do Sanct Frangis- 00, seyendo vicario dellos un reverendo padre, llamado fray Johan Gargés, na- tural franges , para procurar la convers- sion de aquellas gentes bárbaras é ydó- latras y que viniossen á nuestra sancta fé cathólica. Esto fué el año de mili é qui- nientos é diez é seys años. Aquel mismo año passaron á la Tierra-Firme dos reli- giosos dominicos á entender en la mis- ma converssion: el uno presentado en sancta theologia y el otro de los que en aquella tierra llaman legos. Estos segun- dos entraron en la tierra mas baso al Poniente diez é ocho leguas , de donde estaban los Frangiscos, por una provin- gia que se ■ dige Piritú, y dentro de- lta en la parte que se dige Manjar los matalón los indios , en pago de su buen pesseo y de les predicar y enseñar la fé. Después de lo qual, el siguiente año de mili é quinientos é diez é siete años, otros religiosos de la misma Orden de Sancto Domingo, fueron á fundar otro monesterio en la Tierra-Firme en la pro- vingia que se dige Chiribichi, para redu- gir la gente de aquella tierra á la verdad y fé evangélica , é llamaron aquella casa Sancta Fé, é alli residían á ginco leguas de los Frangiscos que estaban en Cuma- ná. Estos dos monesterios hagian mucho bien y caridad á los indios naturales de aquellas tierras , assi en lo que tocaba á sus personas, como en lo espiritual, si fueran dignos do lo conosger y rescebir; mayormente que los unos y los otros fraylos trabaxaban y so desvelaban mu- cho con grande hervor y amor do cari- dad con los indios , assi para les dar á entender nuestra sancta fé cathólica é los apartar de sus ritos é gerimonias é ydo- latrías é vigiosas é malas costumbres, co- mo en curarlos de sus enfermedades é DE INDIAS. Lili. XIX. CAP. Ilt. o9o llagas con tanta diligengia é amor quan- to les era posible, por los ganar é atraer al servicio de Dios y á la comunicagion é amistad de los cliripstianos. En el qual tiempo en la isla de Ciibagaa avia espa- ñoles, aunque pocos, y aquessos leniau su habitarion é moradas en toldos é clio- gas : los quales rescataban perlas con los indios naturales de la Tierra-Firmo, que á ciertos tiempos del año passaban á la isla á aquella pesquería, parase mantoaer y provecer de las cosas que los españo- les por ellas les daban. Y en aquel tiem- po fué esta grangería é contractagion muy útil é provechosa á los nuestros , y estuvo la provingia y tierra que hay des- de Paria hasta Unari (que serán gient le- guas de costa en la Tierra-Firme), tan pagífica , que un chripstiano ó dos la an- daban toda, y tractaban con los indios muy seguramente ; y en el año de mili é quinientos é diez y nueve años ( quassi en fin del), en un mismo dia los indios de Cumaná y los de Cariaco y los de Chiribichi y de Mara^apana é de Taca- rías y de Neneri y de Unari , vengi- dos de su propria maligia , y porque se sentían importunados de los chripstianos en los rescates que de los esclavos que de ellos procuraban de aver para hager- los pescar perlas , y aun porque tenien- do esclavos que se las diessen, gesaba en alguna manera la grangería de los in- dios libres que se las vendían ó rescata- ban , se rebelaron , y en espegial en la províngia de Maragapana mataron hasta ochenta chripstianos españoles en poco mas tiempo de un mes ; porque de ven- tura mala aportaron allí quatro caravelas descuydadas de la rebelión de la tierra, é ynorando la maldad de los indios , ase- gurados dellos, saltaban en las costas , é los mataban sin dexar alguno. Los pos- treros indios que se rebelaron fueron los de Cumaná , porque avia muchos dellos que eran amigos de los frayles , por las buenas obras que dellos avian resgebido; pero al cabo, como genle mala é ingra- ta, pudo mas la opinión de los pocos que la intengion de los que no lo quisie- ran ó que mostraban pesarles de tal co- sa. Finalmente, todos vinieron en la maldad conformes, é quemaron los mo- nesterios , y en el de Cumaná , de los frangiscos, mataron á un frayle que se degia fray Dionisio , é los otros sus com- pañeros huyeron en una canoa á Araya, é desde alli á la isla de Cubagua. Este fray Dionisio que es dicho que lo mata- ron , assi cómo vido quemar el moneste- rio , se apartó de alli , y no tuvo lugar ó sentido con su turbagion para huyr con los otros frayles, y estuvo dos ó tresdias escondido en un carrigal , suplicando á Nuestro Señor se acordasse del y le echasse donde mas servido fuesse. É á cabo deste tiempo salió é acordó de se yr á los indios, porque entre ellos avia muchos, á quien avia hecho buenas obras y caridad, y ellos le tovieron tres dias sin le hager algund mal ; y en todo esse tiempo estovieron aquellos infieles gas- tando palabras en diversos acuerdos y disputando de lo que harían deste frayle bienaventurado. Unos degian que le guar- dassen, y no muríesse : otros degian que con este padre harían pazcón los chrips- tianos : otros insistían en su crueldad , é porfiaban que muiiesse. En conclusión, de sus diferentes paresgeres , unánimes los congertó el diablo , y pudo tanto la maligia de un indio llamado Ortega, que se tuvieron todos á su consejo y mataron el frayle. Dixeron después los indios que fueron castigados por este delicto , que aquellos tres días que estuvieron en sus consultagiones hasta se determinar en la muerte deste mártir , siempre él estuvo en oragion hincado de rodillas; é que quan- do le tomaron para executar su muerte, le echaron una soga al cuello y le arras- traron y higieron mili vituperios y cscar- aoG ÍIISTORIA GENERAL Y NATURAL iiios y le dieron nuiclios géneros de tor- mentos ; y estando en su martirio les rogó á los maliiechores que le dexassen hincar do rodillas y liager oración á Dios, y que orando le matassen ó liifiessen lo que quisiessen del. É assi como se lo otorgaron, puesto de rodillas en tierra, quiso imitar á nuestro Redemptor y ro- gar á Dios por aquellos que le mataban, diciendo: <(Paler, diinille illis, non enim sciunt quid faciiint '.» Y diciendo estas sanctas palabras é otras con mucha de- A'Ofion y lágrimas, encomendando su alma á Jcsu-Giiripsto , estando assi de ro- dillas le dieron tal golpe en la cabera, que le mataron y enviaron á la gloria celestial á este beato Dionisio. Mas des- pués que le ovieron muerto , hirieron tantas bellaquerías y suciedades con este mártir, (rayéndole arrastrando de unas partes á otras , que no son para escrebir. De los otros religiosos que estaban en Chiribichi ninguno dellos escapó, y ma- táronlos un dia estando el uno dellos ce- lebrando missa , y los otros en el coro officiándola : c á sus criados mataron assi mismo , y hasta un machuelo de una anoria le asaetaron, y los gatos que pu- dieron aver. A ninguno perdonaron ni quisieron que quedasse con la vida. Y en ambos cabos ó monesterios quemaron las ymágines y cruces ; é á un Crucifixo de bulto ([uo tenian los franciscos, le hi- cieron plecas é lo pusieron en los passos é caminos señalados , como se suele ha- cer al malhechor que la justicia hace quartospor algund grave delicio. Fueron muy insolentes é malvados , porque no ovo maldad ni género de crueldad que les viniesse á la memoria ó se les anto- jasse , que dexassen de poner por obra, como encruelescidas bestias nocivas. To- maron la campana de los franciscos é hiciéronla pedacos menudos ; talaron los naranjos é quanto tenian en la huerta essos religiosos. Y hecho aqueste daño, se apercebian para passar á la isla de Cu- bagua , para dar sobre los chripstianos (jue alli estaban : en la qual sacón era aili alcalde mayor un Antonio Flores, el qual , sabida esla nueva , puesto que avia en la isla (rcscicnlos españoles ó mas y muchos bastimentos, él y los demás acordaron de no atender á los indios, y embarcáronse en ciertas caravelas que alli eslal)an y en los barcos con que acarreaban el agua ; é sin ver indios al- gunos desampararon la isla , dexando en sus proprias moradas muchas pipas de vino é muchas provisiones que comer y rescates y muebles de sus casas. Y vi- niéronse á esta Isla Española á esta cib- dad de Sancto Domingo , é no sin mucha vergüenca y vituperio suyo , y merescie- ran ser bien castigados por su cobardía; y en especial aquel alcalde mayor que era la cabeca del pueblo, quanto mas que ovo algunos hombres de vergüenca é buena casta que le requirieron al An- tonio Flores que no desamparasse la isla, sino que atendiessen lo que viniesse has- ta que fuessen socorridos. Pero el alcalde no curó de sus palabras é protestacio- nes: antes como se determinó de con- sentir en su temor, hizo otros errores muchos , é á ciertos indios de paces que estaban alli entendiendo en sus rescates, sus vecinos y naturales de la isla Mar- garita, los prendió é se los truxo consi- go á esta cibdad de Sancto Domingo. Por manera que , por la poquedad de aquel Antonio Flores , quedó aquella parte de la Tierra-Firme y la isla de Cu- bagua desamparada de los chripstianos por estonces. É sabida su fuga, los in- dios passaron á la isla é robaron quanto hallaron en ella, é conoscieron que de miedo dellos se avian ydo , ó quedaron i I.nc. XXII. DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. IIÍ. o97 señores do la tierra do todo punto hasta que se llegó el tiempo de su castigo. Y como quiera que algunos pocos de los que salieron de Cubagua por falta de capi- tán , eran hombres de bien ó que hicie- ran su deber, la mayor parte do los otros eran gentes inútiles, é que yban alli mas por el tráfago é rescates de las perlas, que no para usar las armas. Dige Flavio Vegefio ' que assi co- mo el soldado bien exer^itado dessea la batalla, assi y mucho mas el inexer- gitado tímidamente la huye. Y si el sa- ber la disciplina militar por verdade- ra negligencia viene á monos, entre el soldado y el villano del todo la dife- rencia muero. Y no es desconforme á lo questá dicho lo quel mismo auclor ade- lante difc en esta manera ^. «No tanto el número, quanto la suficiencia de los bien amaestrados, debe ser estimado.» Y assi como es general costumbre ser la gloría de la victoria principalmente atribuida con el triumpho al capitán , y la culpa atribuida por el consiguiente al principal del exército ó república, quando se mues- tra una flaqucca ó perdida ú otro incó- modo semejante para se perder el exér- Cito ó el pueblo ó desampararse el cam- po ó la república, como estos de Cubagua hicieron , assi dicen las leyes militares y todas las otras bien ordenadas, y Vege- Cio con ellos ', « que á muchos se dé el temor ó á pocos la pena.» Y assi lo re- quería este caso, de que aqui se hatrac- tado. CAPITULO IV. Cómo el almirante , don Diog^o Colom , é Aiulicncia Real é officiales do Sus Magoslades enviaron desde aquesta cibdad de Sancto Domingo una armada con el capitán Goncalo de Ocampo á castigar los indios que avian muerto los religiosos é otros chripstianos en la Tierra-Firme , c á cobrar la isla de Cubagua, llamada por otro nombre Isla de las Perlas; é de la venida del licenciado Bartolomé de las Casas, é otras cosas concernientes á la historia. Uespues que en esta Isla Española vino á noticia del almirante , don Diego Co- lom y del Audiencia Real , que aqui re- side, y de los officiales que Sus Magos- tados para su hacienda en esta cibdad de Sancto Domingo tienen, la rebelión de los indios de la costa de Cumaná, é pro- vincias que se dixo en el capítulo prece- dente , y de cómo los chrípstianos que avia en Cubagua la desampararon; con mucha solicitud é lo mas presto que ser pudo , acordaron é pusieron por obra de entender en el castigo , y de enviar allá un capitán con gente para ello y para que se cobrasse la isla é los malhechores fuessen punidos, segund sus graves doli^ tos y culpas. Y para esto juntaron hasta trescientos hombres é los navios é cara- volas que fueron menester, é proveye- ron de armas y bastimentos é todo lo nescessario una armada , y enviaron por general capitán della á un caballero, ve- cino desta cibdad de Sancto Domingo, llamado Goncalo de Ocampo: el qual passó á aquella tierra con la gente que es dicho , año do mili é quinientos é veynte años, y fuesse derecho á la costa do Tierra-Firme. Y entre los otros capi- tanes particulares que alli yban fue uno Andrés de Villacorla , porque era platico en aquella tierra é hombre de experien- cia, ó fue uno de los que requirieron al 1 De He Militari, lib. II. 2 Lib. III. 3 Lib. 111 o98 IIISTOIUA GENEUAL Y NATURAL alcalde Antonio Floros qiio no desampa- rasse la isla do Cubagua, la qual nunca se perdiera, si fuera creydo. Esta armada, llegada á la costa de Tierra-Firme desde á pocos días que sa- lió del puerto desta cibdad de Sancto Domingo, surgió en la costa que llaman de Maracapana , donde estaba un indio que se deria Gil Gon(;alez , que avia soy- do en matar los frayles y los chripstianos, y era baptigado él é otros muchos de los delinqüentes ; pero no agradesgian el baptlsmo ni eran chripstianos sino de nombre. Mas el capitán Gongalo de Ocam- po tuvo muy gentil manera para tomar algunos indios de los principales culpa- dos; é cómo los navios fueron vistos, encontinente que estuvieron gerca de tierra, los indios preguntaban á los chrips- tianos que de dónde venian , y respon- díanles que de Castilla, porque assi lo mandó responder el general, y hizo es- conder la gente de guerra debaxo de cu- bierta , que no paresgian sino los mari- neros, y aun no todos, é los indios re- plicaban diciendo "Haijti, Uayli», dando á entender que yban de aquesta Isla Es- pañola, que en lengua de los indios so llama Haylí : é los nuestros respondían «Castilla, Castilla» , é mostrábanles co- sas de rescates é vino, que es lo que ellos mas estiman. É assi creyeron que los del armada no sabían cosa alguna de los chripstianos é frayles muertos, y que essas caravelas yban de España , é que también matarían á estos otros , como ynogentes, segund avian hecho con los de otras caravelas, como se dixo en el capítulo de suso ; é atreviéronse á entrar en los navios algunos de los principales de la costa , y degian al capitán que sa- liesse en tierra, y traíanle de comer de las cosas que ellos acostumbran de sus manjares , é habían otras demostraciones de paz y de placer, fingiendo que holga- ban mucho de su venida é amistad. V el capitán general, como astuto, les hagia muy buen semblante y los regocijaba ; y assi entreteniendo los indios, cuando le parcsció que era tiempo, dio la señala los suyos , é fueron presos algunos de los in- dios principales , de quien ya él llevaba relación de sus nombres y delictos, y alli avia en el armada quien los conoscia : y en especial fué preso aquel Gil Goncalez que es dicho, y ávida su confission, á esse é otros hizo ahorcar de las entenas de los navios , para dar exemplo á los tray- dores y rebeldes que estaban en la costa mirándolo , y con ellos al cacique de Cu- maná, llamado don Diego. É luego el general Gongalo de Ocampo hizo soltar y echar en tierra á la cacica doña María» muger del dicho cacique don Diego , que la llevaba consigo, é la avie traydo pre- sa el Antonio Flores que es dicho á esta cibdad de Sancto Domingo , y por causa desta muger se hizo después la paz con los chripstianos, como se dirá adelante. Assi que fecho lo que es dicho sabiamen- te é sin peligro alguno, se fué á la isla de Cubagua Goncalo de Ocampo, é puso su real á par del puerto, donde surgió, é desque ovo repossado él éla gente pocos días, passó á la provincia de Cumaná é á los Tarjares, é hizo entradas en la tierra, é prendió muchos indios en diversas ve- ces, é justició á los que le paresció dc- llos , y otros malo, quando se defendían por no ser presos. Y continuándose assi la guerra con toda riguridad, vino sobre seguro á assentar pares con los chrips- tianos el cacique don Diego , en lo qual fué medianera su muger , agradesciendo su libertad ; y mediante aquesta paz se comenzó la población de Cumaná junto al rio, desviado de la mar media legua, é nombró Goncalo de Ocampo al pueblo que alli se hizo Toledo, en el qual estu- vo este capitán y su gente algunos me- ses ; pero como este capitán no era sa- broso para la gente, antes estaban mal DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. IV. >99 con él los compañeros , y hombres de guerra, y subgedió que después de lo questá dicho poco tiempo llegó á la cos- ta con Qiertos navios un clérigo llamado el ligengiado Bartolomé de las Casas, con poderes muy bástanlos é comisión de Sus Magestades para poblar alli , é traía capitulado sobre ello, segund mas larga- mente se dirá en el siguiente capítulo. Y desta causa , llegado aquel padre ligen- giado, ovo discordias y diferencias mu- chas entre él y el capitán Gonzalo de Ocampo , y como la gente no estaba bien con el capitán , ni él con ellos , passóse Gonzalo de Ocampo ala isla de Cubagua, y después la gente hizo lo mesmo , é des- ampararon el pueblo que avian hecho y nombrado Toledo , sin que en él quedas- se persona alguna. En el tiempo questos capitanes an- daban en sus rencillas, ó poco antes. proveyeron esta Real Audiencia y el almirante é officiales de Sus Magesta- des que fuesse á Cubagua por tenien- te de gobernador Francisco de Valle- jo , vecino desta cibdad de Sancto Do- mingo, é mandósele que tornasse á po- blar aquella isla de Cubagua : el qual fué á ella con gente, é hizo un pueblo é re- partió solares á los vecinos , é llevó con- sigo todos los indios que de la IMargarita avia traydo á esta cibdad aquel Antonio Flores , con los quales puestos en libertad é con los de Cumaná, que volvieron, co- mo solían, á rescatar perlas con los espa- ñoles , y con algunos esclavos que se lle- varon de otras partes turante la guerra, comencaron los vecinos de Cubagua (y con su propria gente) á entender en esta granjeria de las perlas , porque vían que cada dia andaban los indios de peor ga- na en los rescates. CAPITULO V. Cómo el licenciado Bartolomé de las Casas fué con cierlos labradores á poblar á la Tierra-Firme en el rio de Cumaná , cerca de la isla de Cubagua , é lo que le subcedió dello á él é á los que le siguieron. llil año de mili é quientos é diez é nue- ve, á la sacón que en Barcelona llegó la nueva de la elección de rey de romanos é futuro Emperador á la Cesárea Mages- tad del Emperador Rey, nuestro señor, don Carlos, semper augusto, yo me hallé en su corte sobre algunos negocios de la Tierra-Firme (de Castilla del Oro); é an- daba alli un padre reverendo, clérigo presbítero, llamado el licenciado Barto- lomé de las Casas , procurando con Su Magostad é con los señores de su Conse- jo de las Indias , la gobernación de Cu- maná, y de parte de la costa de la Tier- ra-Firme. Y para esto era favorescido de algunos caballeros flamencos que estaban cerca de Su Magostad, y en especial de Mosior de Laxao , que después murió se- yendo comendador mayor de la Orden y caballería de Alcántara; el qual era uno de los aceptos privados de César. A cau- sa de lo qual , y porque este padre pro- metía grandes cosas y mucho interese y acrescentamiento en las rentas reales , é sobre todo decía que por la orden é avi- so que él daba, so convertirían á nuestra sancta fé cathólica todas aquellas gentes perdidas é indios ydólatras , é páresela que su fin é intento era sancto , é porfia- ba que el obispo de Burgos é Hernando de Vega, y el licenciado Capata, y el secretario Lope de Conchillos y los de- mas que hasta entonces en vida del Rey Cathólicodon Fernando, de gloriosa me- moria , entendían en los cosas destas In- dias, avian errado en muchas cosas y GOO IIISTOÜIA GENRPvAI, Y íNATUUAL engañado al Roy Catholico de inuclias maneras, aprovecliáiidosso á sí mesinos de los sudores de los indios, y en los olTigios y intereses destas partes; y que aquestos señores consejeros (ales , por sostener lo que avian hecho y errado, le eran contrarios, y no les paresgia bien lo que esto padre def ia ; y assi á este pro- póssito anduvo allí muchos dias, dando memoriales y petif iones. Y no sin mucha contradicción ; porque como aquellos con- sejeros queste culpaba, estaban pressen- tes, mostraron para sus descargos los li- bros é lo que se avia proveydo en tiempo del Rey Catholico, desde algunos años antes quesíc padre tomasse esta su fan- tassia, é todo paresf ¡ó sancto é bien pro- veydo é al propóssito de la buena con- servagiou do la tierra é estado destas partes, é como convenia para la con- verssion de los indios: de forma que Cé- sar quedó satisfecho é se tuvo por servi- do de todos los que este culpaba y eran parte grande en los negocios para le im- pedir al clérigo lo que pedia, y assi le luró algunos meses su porfía. Y ya quél vido que los del Consejo no podían ser por él dañineados, degia que aunque ellos lo oviessen bien proveydo, que to- do se avia mal entendido, é peor puesto en efeto, diciendo que la gente que se avia de enviar con él no avian de ser solda- dos, ni matadores, ni hombros sangrien- tos é cobdif iosos de guerra , ni bullicio- sos , sino muy pafífica é mansa gente de labradores, y aquestos tales habiéndolos nobles y caballeros de espuelas doradas, y dándoles el passaje y matalotaje , y ha- QÍéndolos francos é ayudándolos para que poblassen, con otras mercedes muchas que pidió para ellos, como le paresfió. Lo qual todo le fué concedido , non obs- tante que los señores del Consejo , ó á lo menos el obispo de Burgos, don Johan Rodríguez de Fonseca , y otros que á su opinión se allegaron lo contradegian , y que algunos españoles, hombres de bien que á la sagon se hallaron en la corte destas partes y debieran ser creydos, desengañaron al Rey y á su Consejo en esto , y dixeron como aquel padre, des- seoso de mandar, ofregia lo que no ba- ria, ni podia ser por la forma quél dofia, é hablaba en tierra que él no sabia , ni avia visto ni puesto los pies en ella, é condenaron por liviandad todo lo quel clérigo afirmaba , y dixeron quel rey gas- tarla sus dineros en valdo, é los que fuessen con este padre yrian á mucho riesgo y peligro. Pero, como he dicho, Laxao pesó mas que todo quanto se di- xo en contrario. En fin, quel rey perdió lo que gastó por ser creydo este padre, y los que le siguieron las vidas en con- dición. Assi que, el Rey, nuestro señor, le mandó despachar y proveer, é por su mandado los do su Consejo é offifiales de Sevilla le despacharon , como él lo supo pedir, é assi passó á la Tierra-Firme con hasta * hombros é personas chicas y grandes, labradores, á los quales todos dieron buenos navios y bastimentos, y todo lo nesgesario , y rescates para la contractagion de los indios. Lo qual cos- tó á Su Magostad muchos millares de du- cados. El caso es que cómo este padre se avia criado en esta Isla Española , sabia muy * Ni en la primera edición de esta primera par- le , liecha en i !53o, ni en el códice autógrafo que nos sirve de guia en la présenle , se fija el número de los españoles que llovó consigo Bartolomé de las Casas. Francisco López de Gomora , capellán de Hernan-Corlcs , asegura que se contaron sobre tres- cientos hombres en esta desdichada expedición; á lo cual parece asentir el mismo Bartolomé de las Casas, cuando en el cap. 159 de su Historia ge~ neral de Indias confiesa que iba autorizado para hacer cincuenta caballeros de cruces rojas , de entre los labradores que lo acompañaban, y cuyo destino era solo cavar, sogun la expresión do as Casas. DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. V. 601 bien que los indios de Ciimaná y de aque- llas provincias comarcanas estaban de pagcs , segund lo tengo diclio antes de su rebelión ; y él penssó que assi como á (51 se le fantaseó, que assi pudiera harcr lo que avia inventado é dicho en Espa- ña. Y en tanto que él fue á entender en el negogio, los indios se rebelaron y ma- taron á los frayles Frangiscos é Domini- cos y otros chripstianos que he dicho; é ovo todas aquellas revoluciones, de que atrás se ha hecho mengion, y quando llegó á la tierra con aquellos sus labra- dores, nuevos caballeros de espuelas do- radas que él queria hager, quiso su dicha y la de sus pardos milites que hallo al capitán Gongalo de Ocampo , que avia ya castigado parte de los malhechores , y poblado aquel lugar que llamó Toledo, y estaban las cosas en otro estado quel clé- rigo avia arbitrado. Mas como venia fa- voresgido y con tan grandes poderes, luego comengaron á contender y estar desconformes él y Gongalo de Ocampo, como he dicho. Y el clérigo dio orden cómo hizo luego una grand casa de ma- dera y paja , junto al sitio donde avia seydo el monesterio de Sanct Frangisco; y alli tenia alguno de los españoles que consigo traxo muy llenos de esperanga de la caballería nueva que les avia pro- metido , con sendas cruges roxas , que en algo querían paresger á las que traen los caballeros de la Orden de Calatrava, é tenia en aquella casa muchos bastimen- tos y rescates y armas que Su Magestad le mandó dar, é otras cosas muchas. Lo qual todo dexó alli, é vino á esta cibdad de Sancto Domingo é Isla Española á se quexar en esta Audiengia Real del capi- tán Gongalo de Ocampo. Y venido él y dexado por Gongalo de Ocampo el pue- blo é la tierra, los indios, viendo estas discordias entre los chripstianos, é per- suadidos de su propria cobdigia é mali- gia , con desseo de robar lo que en aquc- TÜ.MO 1. lia casa avia, dieron sobre los chripstia- nos que alli estaban y mataron á quantos pudieron dellos , puesto que algunos es- caparon huyendo, acogiéndose á unaca- ravela que en esta sagon alli estaba. É los indios saquearon y robaron la casa, con quanto en ella avia: lo qual sacado della, pegaron fuego á aquel edifigio mal fundado, y quedó por estonges la costa toda fuera del poder de los chripstianos. Y porque en la isla de Cubagua avia algunos pocos de los chripstianos, y no eran parte para contender con los indios, no les consentían los indios llevar agua de la Tierra-Firme para su subslentagion, y bebían de unas lagunas de la isla Mar- garita, de gierta agua hecha gieno , y aun aquella avian con mucha costa é dificul- tad. Assi que, como el capitán Gongalo de Ocampo se passó desde Cubagua á esta Isla Española , y se vino á su casa á esta cibdad de Sancto Domingo , é que- dó la gente que avia llevado consigo en aquella isla , Frangisco de Vallejo y Pero Ortiz de Matiengo, que eran alli alcaldes mayores en la sagon, procuraron con aquella gente de ganar el rio de Cumaná por tener agua que bcbiessen ; y passa- ron algunas veges á ello , é todas les fue muy bien defendido , y no salieron con ello, porque son flecheros é tiran con hier- va y es gente los indios de aquella cos- ta astuta y guerrera. Y assi se estuvo aquella gente é chripstianos en Cubagua, como en fronteria y en guarda de la isla. El padre ligengiado Bartolomé de las Casas, cómo supo el mal subgeso de su gente, y conosgióel mal recabdo que avia por su parte en la conservagion de las vidas de aquellos simples é cobdigiosos labradores que al olor de la caballería prometida y de sus fábulas le siguieron; y el mal cuento que ovo en la hagicnda que se le encargó, y que él á tan mala guarda dexó , acordó que pues no tenia bienes con que pagarlo , que en oragio- 76 G02 HISTOIUA Gl'.NERAL Y NATURAL nos ó sacrificios, meíiéiulose IVayle, po- dría satisfacer en parte á ios muertos, y dexaria de contender coa los vivos. É assi lo hizo y tomó el hábito del glorioso Sánelo Domingo de la Observancia, en el qiial está hoy dia en el raonesterio que la Orden tiene en esta cibdad de Sancto Domingo. Y en verdad tenido por buen religioso : é assi creo yo que lo será me- jor que capitán en Cumaná. Dicen que él escribe por su passatiempo en estas co- sas de Indias , y en la calidad de los in- dios y de los chripstianos que por estas partes andan y viven , y seria bien que en su tiempo se moslrasse , porque los que son testigos de vista lo aprobassen ó respondiessen por sí. Dios le dé su gra- cia para que muy bien lo haga : que yo creo que en esta su historia él sabrá dc- gir mas cosas de las que yo he aquí re- sumido, pues passaron por él. Pero lo (jue es público y notorio en estas y otras partes aquesto es. Quiero decir que el que ha de ser capitán, no lo ha de ade- vinar sin ser oxercitado y tener experien- cia en las cosas de la guerra, é por no saber él ningima cosa desto , confiando en su buena intención, erró la obra que comencé ; y ponssando convertir los in- dios, les dio armas con que matassen los chripstianos ; de lo qual resultaron otros daños que por evitar prolixidad se dexan de decir. Y aquesto mismo ó su semejan- te acontescerá y suele acontescer á todos los que toman el officio que no saben; porque si él penssaba santiguando y con su buen exemplo pacificar la tierra, no avía de tomar las armas, sino tenerlas como en depósisto en 'mano de un capi- tán diestro , y qual conviniera para lo que subcediesse. CAPITULO VI. Del segundo proveymienlo que se hizo para sojuzgar la costa de Cumaná , y castigar los indios de sus re- beliones ya dichas , y de la forlaleca que allí se fundó para la guarda del rio de Cumaná , que eslá en la costa de la Tierra-Firme, é á siete leguas de la isla de las Perlas, llamada Cubagua. Uespues que el capitán, Gonzalo de Ocampo , volvió á esta cibdad de Sancto Domingo de la Isla Española, el almiran- te, don Diego Colom , y los oydores desta Audiencia Real y los oficiales de Sus Ma- gestades enviaron otro capitán á la con- quista de Cumaná , y^ aqueste fué Jacome de Castellón , vecino desta cibdad , assi para soldar los errores de los capitanes passados que he diclio , como para reco- ger la gente que avia quedado de la que llevaron el capitán Goncalo de Ocampo y el licenciado Bartolomé de las Casas, aunque la menos útil era la de aquellos labradores , é muy pocos dellos queda- ron vivos. A aqueste capitán se le dio muy bastante poder para sacar toda la gente que avía en Cubagua y la capita- near, y hacer la guerra á los indios de aquella costa de Tierra-Firme: el qual passó á la isla de Cubagua, donde llegó en el mes de octubre del año de mili é quinientos é veynte y dos, y recogió la gente de la armada que avia ydo con el capitán, Goncalo do Ocampo : é con el artillería y aparato de guerra nescessario passó en fin del mes de noviembre si- guiente á la Tierra-Firme al río de Cu- maná, y entró por él y apossesionóse en la tierra, é assentó su campo y real cerca de la boca del rio : el qual luego tuvieron los chripstianos libre é sin con- tradicion , y los moradores de Cubagua para su mantenimiento ; é desde alli co- mencé á hacer la guerra á los indios que avian seydo en los maleficios y daños ya DE INDIAS. l.IB. XIX. CAP. VI. 603 relalaJos en los capítulos de suso, ó hizo mucho castigo en los tales con muertes é prisiones de muchos , y envió cantidad de esclavos dellos á esta Isla Española, é cobró la possesion de la tierra y re- dufióla al servicio de Sus Magestadcs. É fundó en Cumaná ^erca de la boca del rio un castillo fuerte de cal y canto con muy buen aposento y una torre , en la qual algo las banderas reales en comen- gando á ser fuerte, que fué á los dos dias de hebrero del año de mili é qui- nientos é veyntG é tres, é llamósse al- cayde della, y despiíes la Cesárea Ma- gestad del Emperador, nuestro señor, le proveyó del mismo officio y cargo de al- cayde. Y desde aquel tiempo adelántese comentó sin temor á fundar pueblo en la isla de Cubagua de propóssito , y llamóse la Nueva cibdad de Cáliz , porque con la seguridad de la fuerga y castillo que he dicho , y con entrar en aquella gran- jeria muchos indios buenos pescadores de perlas, ávidos en aquella guerra, los veginos fueron aprovechados mucho y se dieron á fundar su pueblo y casas de morada con mucho propóssito de cal y canto, y se fundó la iglesia muy bien la- brada ; y el primero que comengó á la- brar casa de piedra fué un hidalgo na- tural de Soria , que se dice Pedro de Barrionuevo. Después de lo que es di- cho, hizo el capitán Jacome de Caste- llón pages con los indios, é se abrió contratagion é comunicagion entre los chripstianos y ellos : la qual permanesge y es utilíssima y provechosa á ambas partes, é quedó la tierrra y costa sojuz- gada é la isla de Cubagua segura é muy exergitada en la pesquería y granjeria de las perlas. CAPITULO VII. De una tormenta é terremoto que súbitamente acacscio en la provincia de Cumaná en la Tierra-Firme , la qual tempestad derribó la forlalcca ó castillo quo los chripstianos teniaii , de que se hizo mención en el ca- pítulo de suso , é cómo se labró d se hizo otro easlillo. JCjI año de mili é quinientos é treynla, en el mes de septiembre , en un dia se- reno é tranquilo, en un instante, á las diez horas del dia, en la provingia de Cumaná se levantó la mar en altura de quatro estados é juntamente dio la tier- ra un horrible bramido , é inundóse la tierra, sobrepujando la mar sobre ella, y encontinente comengó la tierra á tem- blar, é lo continuó por tres quartos de hora : del qual grandíssimo temblor cayó la fortalega que tengo dicho en el prege- dente capítulo , é abrióse la tierra por di- versas partes , é higiéronse muchos pe- gos, los quales producían una agua negra que hedía á agufre. Hundiéronse muchos pueblos de indios, y de ellos murieron muchos , unos porque los mataban las ca- sas é otros que del miedo y espanto per- dieron las vidas. Abrióse una grande sierra , questá mas de ginco leguas des- viaba de la mar , y la abertura della fué tan grande que se vee desde á mas de seys leguas apartados della. Tornadas las aguas á sus límites , é aviendo por mira- glo escapado los chripstianos que esta- ban en la fortalega , el alcayde , por no ser echado de la tierra y conservarla en servicio de Sus Magestades, con la gen- te que allí tenía consigo, hizo un baluarte y reparo á la redonda de una esquina de la fortalega que quedó en pié , y en aquel baluarte y reparo se sostuvo catorge me- ses , en los quales se edificó otra nueva fortalega gerca de la cay da. Y dexando después el reparo, se metió y passó en la 601 mSTOlUA GENERAL Y NATUUAL jorlalega nueva. Esto fué en el año de mili é quinientos é treynta y uno. É aquesta fuerera es la que al pressente tie- ne segura el agua para la isla de las Per- las, y señorea el rio de Cunianá é parte de la provincia , que no se osan los indios mover ni hager los atrevimientos y re- beliones que solían hager continuamente. CAPITULO Vllí. En que traía el chronista de algunas opiniones de los historiales antiguos cerca de las perlas y de algu- nas particularidades dellas, y de algunas perlas grandes que se han ávido en aquestas Indias. lliíanto al descubrimiento é conquista de la isla de las Perlas y parte de la pro- vincia é costa de Cumaná en la Tierra- Firme, y otras particularidades convi- nientes al discurso de la materia , dicho se ha en los capítulos precedentes lo que convino á la historia. Ahora diré algo de las opiniones de los antiguos en lo que toca á las margaritas ó perlas , é aunque á algunos parezca cosa recia reprobar yo é contradecir lo que tan señalados y doc- tos varones afirman , no se maravillen los letores , porque ellos pueden decir ver- dad é yo también. Ellos, segund fueron informados de diversos auctores ó perso- nas de quien fundaron sus palabras , é yo de mis ojos y experiencia , de donde proceden las mias. Dice Isidoro * que.Ias perlas se llaman uniones, porque se ha- lla una é nunca dos ó mas juntas, y con esto se conforma el Alberto Magno* en su traclado De proprielatibus rerum, y ambos auctores tienen que se engendran del roció en cierto tiempo del año , é otras cosas dicen quel curioso desta ma- teria podrá ver, si quisiere, en sus tracta- dos. Pero muy mas largamente lo escribe Plinio ', y mejor que ninguno de los auc- tores que yo he visto: el qual se confor- ma con los susodichos, ó mejor diciendo ellos lo pudieron aprender del en decir que se engendran del roció , y básele de dar mas crédito, porque es mas antiguo. Esta manera de concepción de las perlas por el roció es una de las cosas que yo no afirmo, y en que estoy dudoso, por lo que diré adelante. Y todos tres histo- riales concuerdan en que, segund la cali- dad del r.ocio que resciben , assi son cla- ras ú obscuras ; de manera que dicen que si es claro el roció, assi lo es la perla, é si turbio, turbia. É si es nublado quando conciben, dicen que las perlas son ama- rillas, porque son del ayre, y con el ay- re han mas propinqüidad que con lámar, y del ayre loman la color ó nublado ó se- reno. Pero en lo que dicen essotros auc- tores del nombre de las perlas ser dichas uniones, no se conforma Plinio con ellos en la ocasión del nombre , porque dice qucElio Stilon escribe que en la guerra de Jugurta se puso á las margaritas, que eran supremamente grandes, este nombre de uniones ; pero no aprueba ser lo que dicen los otros auctores, pues en el libro y capítulos de suso alegados depone de vista Plinio, é dice aver él visto muchas veces en la orla ó extremo del nácar ó concha é quassi defuera y en algunas conchas quatro perlas juntas y aun cinco. Él lo pudo muy bien decir, porque en estas partes , en especial en la isla de Cubagua, de quien aqui se tracta , se han visto muchos granos mas de perlas i Isid., Elhi., lib. XVI, cap. 10. 2 Alberto Magno, lib. XVI, cap. 62, 3 Plin., lib. IX, cap. 35. DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. VIII. 605 é aljophar menudo, y esto acontege gada dia. Pero lodos los auctores concluyen que las perlas se envejesgen , y por tanto digo yo que ningún prudente debe hager muclio caudal de cosa que tan presto ó tan nianifiestamcnte nos enseña esta ver- dad é declinagion de hermosura. Digo caudal para tenerlas por joya que pueda turar largo tiempo , pues no es turabie su resplandor. Y por esto no es heredad pa- ra guardar, porque cada dia pierde su vigor y vale menos , por se envejesger y arrugar , y de hora en hora son menos de estimar. Assi que, quanto mas frescas se pueden aver, tanto mejores son, con- curriendo en ellas las otras calidades que han de tener para su valor. No curaré de degir otras particularidades muchas quel Plinio dige de las perlas en el lugar ale- gado , que son muy notables para oyr, assi de las que tuvo Julia Paulina, ma- trona del emperador Cayo Calígula, co- mo Cleopatra, reyna de Egipto. Pero acordaré á quien esto leyere que ovo Pedrarias de Ávila , gobernador de la Tierra-Firme , una perla que compró en mili é dosgicntos pesos á un mercader, lla- mado Pedro del Puerto, en la cibdaddel Darien el año de mili é quinienioséquin- ge (el qual la avia comprado en una al- moneda al capitán Gaspar de Morales é á la gente que con él avia ydo á la isla de Terarequi, que es en lámar del Sur); y en lo raesmo quel mercader la compró la tornó á vender luego otro dia, é la dio á Pedrarias , porque nunca una noche que fué del mercader pudo dormir , acor- dándose del mucho oro que avia dado por la perla ; la qual pessaba treynta é un quilates , y es de talle de pera y de muy linda color é muy oriental. La qual después compró la Emperatriz , nuestra señora , á doña Isabel de Bovadilla, mu- ger que fué de Pedrarias : y en la verdad es perla é joya para quien la tiene y pa- ra ser en mucho estimada , como agora lo está. Pero yo tuve una perla redonda de peso de veynte y seys quilates, é tu- ve otra después de talle de pera, que ove en Panamá el año de mili é quinientos é veynte y nueve, que vendí en esta cib- dad de Sancto Domingo desta Isla Espa- ñola á un alemán de la gran compañía de los Belgares en quatrogientos é gin- qüenta castellanos. Estas grandes per- las se han hallado y otras en la mar del Sur en la isla de Terarequi; pero en es- totra isla de Cubagua, de quien aquí se tracta, no son tamañas, sino pequeñas, de dos y tres é quatro ó ginco quilates, ó poco mas la mayor dellas ; pero en per- figion algunas, é innumerable cantidad de aljophar grueso y menudo y de todas suertes. Hay assi mesmo perlas en otras partes destas Indias, lo qual se dirá quan- do la historia fuere discurriendo ó to- cando en las provingias donde se hallan. Cuanto á lo que toqué de suso en que dixe ó quise significar que avia de re- probar ó contradegir lo que tan señalados auctores escriben en esta materia de las perlas, digo que yo tengo por imposible lo que digen quanto al engendrarse con el rogío, y ser turbias ó claras ni tampoco amarillas por los truenos; porque en una mesma ostia no son todas las perlas que tiene de una bondad é redondez , ni de una perfigion de color, ni de un tamaño' sino en diferente manera algunas. Lo otro, ¿cómo se puede probar lo que di- gen pues que muchas dellas se sacan de diez y de doge bragas de agua en hondo, donde muy pegadas é asidas con las pe- ñas en algunas partes están? ¿Quién las vido claras antes que atronasse, é des- pués vido que las mismas se avian tornado escuras y de los defectos ya dichos?... Dexemos esto creer á los que no sabrán contradogirlo ; porque yo las he visto é tenido tan negras como agabache, é otras leonadas, é otras muy amarillas é res- plandesgientes como oro, é otras quasa- GOG HISTORIA GENERAL Y NATURAL das ó espesas é siu resplandor, é otras quassi aguíes , é otras como abogadas , é otras que tiran sobre color verde , é otras á diversas colores declinando. É assi quanto mas diferentes y enfermasen la vista ó para menos estimar están, tan- to mas y de mayor estimación son las perfectas. É muy raras veges se hallan las que son dinas de se poner en estima ó regla de quilates para la vengion de- llas. Pero en quanto á la forma de su creagion , acuérdese quien esto lee de lo que se dixo en el cap. II deste lib. XIX, é aquello puede tener por muy gierto. Y también podría ser que en estas partes se formassen é criasen de una manera , y en el Oriente é donde digen Plinio é otros auctores que las hay se engendrassen de otra forma, ó por el rogío que ellos di- gen; porque natura en algunas partes hage en diferentes modos sus operagio- nes en un mismo género de criaturas. Conténtese, pues, el letor con lo dicho, y passemos á otra manera de perlas que se hagen y nasgen en los nacarones, de quien hige mengion en el prohemio , por- que de aquestos nunca lo ley ni lo he visto por algund auctor escripto , é yo los he llevado á España , é hay muchos dellos en la costa austral de la Tierra- Firme , en la provingia que llaman de Ni- caragua, y en las islas de Chara é Chira é Pocosi, é otras islas del golpho de Orotiña. CAPITULO IX. De los nacarones en que se hallan perlas en la provincia de Nicaragua é golpho de Orotiña é otras parles. E n el golpho de Orotiña é islas que hay en él, assi como Chira é Chara é Poco- si é otras que son dentro del Cabo Blan- co en la costa de Nicaragua en la mar del Sur, he yo visto muchos destos na- carones, y de allí eran los que dixe de suso que avia llevado á España. Estos son una manera de conchas del talle que aqui está debuxado {Láin. 5.*, fig. 9.°), é son dos pegados, assi como las ostias lo están, é asidos por las puntas é algo mas, de manera que lo ancho es lo que se abre é gierran por sí mismos. Estos nacarones son grandes y medianos é menores; los mayores tan luengos como un codo has- ta en fin de los dedos , y el anchor de la pala de un palmo ó mas, y deste tamaño para abaso. Tienen dentro gierto pesca- do ó carnosidad, como las ostias de las perlas; pero mucho mayor en cantidad, y á proporgion de la grandeza de las conchas, é no poco duro de digestión y regio. Y en la verdad quantas ostias y nacarones de perlas he yo visto , no es buen pescado ni tal para comer como las ostias de España con mucha parte , pero en fin todo se come. Estos nacarones por de dentro son de hermosa vista y lustre, é resplandescen como las hostias de las perlas en la parte mas delgada dellas, hasta la mitad de la longitud y de ahy adelante para lo mas ancho van perdien- do aquella color, y se convierte una par- te en una color de aguí muy fino y res- plandesgiente, y por las espaldas de fue- ra son ásperos y acanalados, segund las veneras, pero de dentro son lisos. Las perlas que en estas conchas de los na- carones se hallan, no son finas ni de buen color : si turbias y algunas leonadas , é algunas quassi negras , é también se ha- llan blancas, pero no buenas. Estas veneras destos nacarones sirven á los indios de palas ó agadas para sus labores en algunas partes para la agri- coltura de sus campos y de sus huertos; DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. IX. 607 porque donde yo las he vislo es la tierra muy polvorosa y no regia de cavar y vol- ver. Y enastan en un palo el nacarón por la punta, é sírvense de muy gentiles y provechosas palas, é hádenlas de las mayores ó menores é tamaño que quie- ren, porque las hallan segund las han menester ; é atado el astil con muy bue- nos hilos de algodón torgido , labran la tierra con aqueste instrumento. Los indios quando toman estos naca- rones para comer, no deseciían las per- las que en ellos hallan por malas que sean, ni aun nuestros* mercaderes tampo- co , quando se las dan ; porque las mezclan con las buenas que se sacan en las ostias de las perlas unas, é assi vuelto todo lo venden mezclado, porque aprovechen en el peso al vendedor : que no es mas que en lugar de trigo revolver con ello centeno, ó con la gebada avena. Sirven á esta maligia, porque no hay ya offigio ni arte en que la astugia de loscobdigio- sos tractantcsdexe de hallar medios para sus engaños. Assi que, aquestos son los nacarones , en que se comete el fraude que he dicho ; pero los que son diestros é han notigia destas cosas, no las pagan en igual pregio que las perlas ó aljóphar limpio ; y es verdad que en su espegie de los granos que nasgen en estos naca- rones son redondíssiraos, y aunque las conchas son prolongadas, nunca ó muy raras veges lo son sus perlas , sino muy redondas: que parege cosa para dubdar por ser del talle que son estos nacaro- nes : antes las perlas de talle ó fagion de peras todas nasgen en las ostias redon- das. Passemos agora á degir la manera que los indios tienen en el exergigio de la pesquería de las perlas. CAPITULO X. El qual Irada de la manera que los indios é aun los chripstianos tienen para lomar y pescar las perlas. Hín esta isla de Cubagua, de quien aqui pringipalmente se tracta , es donde en estas partes ó Indias mas se exercita la pesquería de las perlas, y hágese de aquesta manera. Los chripstianos que en esta granjeria entienden , tienen esclavos indios, grandes nadadores, y envíalos su señor con una canoa , y en cada canoa destas van seys ó siete ó mas ó menos nadadores donde les paresce ó saben ya que es la cantidad de las perlas ; y alli se paran en el agua, y échanse para abaxo á nado los pescadores hasta que llegan al suelo, y queda en la barca ó canoa uno que la tiene queda todo lo que él puede, atendiendo que salgan los que han entrado debaxo del agua. É después que grande espagio ha estado el indio assi debaxo, sale fuera cngima del agua, é nadando se recoge á la canoa , y pres- senta y pone en ella las ostias que saca porque en ostias ó veneras ó conchas assi llamadas se hallan las perlas , ó en los na- carones que se dixo en el capítulo de suso : las quales ostias trae en una bolsa de red, hecha para aquello, que el nada- dor lleva atada á la ginta ó al cuello. É assi entrado en la canoa, descansa un poco y come algund bocado, si quiere, y torna á entrar en el agua , y está allá lo que puede, é torna á salir con mas ostias que ha tornado á hallar , ó hago lo que primero se dixo, y dosta manera todos los otros indios nadadores puestos á es- te exergigio hacen lo mismo. É quando viene la noche ó les paresgeque es tiem- po de descansar, recógense á la isla á sus casas , é entregan las ostias de todo fio 8 mSTOniA GENERAL Y NATURAL su jornal al señor, cuyos son estos pesca- dores ó á su mayordomo , é aquel l)á?e- 'es dar de genar, é pone en cobro las ostias. É quando tiene copia ó cantidad asaz, liage que las abran , y en cada una halla las perlas ó aljópliar; un grano ó perla en algunas conchas sola , y en otras dos é tros é quatro 6 ^'inco é seys é diez y mas y menos granos, segund natura aili los puso, é guárdanse las per- las é aijóphar que en las ostias se lian hallado , é rómense el pescado dellas si quieren óéchanlo á mal; porque hay tan- tas que aborresge tal manjar, é todo lo que sobra desemejantes pescados enoja. Quanto mas que, como tengo dicho, son muy duras de digestión é no de tan buen sabor como las ostias de nuestra España. Algunas veges que la mar anda mas alta de lo que los pescadores é ministros des- ta granjeria querrian , é también porque naturalmente quando un hombre está en mucha hondura debaxo del agua, los pies se levantan para arriba é con difi- cultad pueden estar en tierra debajo del agua luengo espagio , en esto proveen los indios desta manera. Échanse sobre los lomos dos piedras, una al un costa- do y otra al otro, asidas de una cuerda, de forma que de la una ú la otra queda un palmo ó lo que les paresge de inter- valo , y el indio queda en medio , é dé- xase yr para abaso; é como las piedras son pesadas, hádele estar en el suelo que- do , pero quando le paresfe é quiere su- birse , fácilmente puede desechar las pie- dras é salirse. É tienen tanta habilidad algunos de los indios que andan en este offigio en su nadar, que se están debaxo del agua un quarto de hora de relox , é algunos hay que mas tiempo y menos, segund que cada uno es apto y sufi- ciente en el arte que traen en esta ha- cienda. Otra cosa grande é muy notable me ocurre desta isla, y es que preguntando yo algunas veges á señores particulares de los indios que andan en esta pesque- ría si se acaban ó agotan estas perlas, pues que es pequeño el sitio ó término donde se toman é muchos los que las buscan , debíanme que se acababan en una parle y se passaban los nadadores á pescar en otra al otro costado de la mis- ma isla ó viento contrario y que des- pués que también acullá se acababan , se tornaban al primero lugar ó á alguna de aquellas partes, donde primero avian pes- cado é lo avian dexado agotado de per- las, y que lo hallaban tan lleno, como si nunca alli ovieran sacado cosa alguna: de que se infiere y puede sospecharse que son de passo , como Plinio quiere degir', assi como lo son otros pescados, ó nasfen y se aumentan y producen en lugares señalados. Pero caso que esto sea assi, hánse dado tanta pricssa los chripstianos á buscar estas perlas , que no contentándose con los nadadores en las sacar , han hallado otros arliíigios de rastros é redes, y han sacado tanta can- tidad , que se ha comentado á aver pe- nuria é faltaban ya y no las hallaban en abundancia, como primero; pero en poco espacio de tiempo que repose la gente, tornan á hallar muchas ostias en canti- dad. Esta pesquería en Cubagua es en quatro bracas ó menos , y en pocos lu- gares de aquella isla mas hondo. Pero en la isla de Terarequi de la mar austral en diez y doce bracas, segund se dirá quan- do hablemos en aquella isla y la de Oto- que , y en las cosas de la Tierra-Firme. Dixe de suso que son de passo , porque en el lugar alegado dige el Plinio que algunos dicen que las perlas tienen rey como la enxambre de las abejas : el qual rey ó guia siguen las otras. É que aques- \ Plinio , üb. IX , cap. XXXV. DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. X. 609 ta lal concha principal os mayor que las otras , y mas hermosa , y de grande in- dustria en se guardar, y que todo el in- genio de los pescadores se enderesfa á tomar la tal guia , porque lomada aquella es l'áf ¡i cosa meter en la red las otras que han perdido , ó son privadas de la guia, rey suyo. Digo yo que si esto que dice Plinio acaes^e y passa assi en otras partes, que en aquestas nuestras Indias ninguna notigia se tiene hasta agora de tales guias entre los indios ni los chrips- tianos. Es la perla tierna en el agua don- de anda; pero en saliendo fuera, súbito se enduresce , segund el mismo auctor lo dige. Esto no se puede negar, porque en estas partes se ha visto lo mismo , é por esto pienssan algunos que poco á poco se enduresgen ó se van habiendo de la ma- nera que se dixo en el capítulo segundo, lo qual se ha alcanzado con la experiengia. Pero otra cosa grande y para notar se me ofresge que aceptarán todos los que al- gund tiempo han residido en aquesta isla de Cubagua ; y es que en gierto tiempo produgen las ostias de las perlas un gier- to humor roxo ó sanguino en tanta abun- dancia, que tiñen el agua y la turban en la misma color; por lo qual algunos di- cen que les viene el menstruo, como á las mugeres su costumbre, quando digen que tienen su camisa. Todas las mas de las perlas que se crian entre peñas son ma- yores que las que se toman on plageles y arenales , é tienen en la juntura de la ca- bega de la venera unos hilos á manera de ovas y algo verdes y de otras colores, con que están como por los cabellos ti- radas ó muy asidas con las peñas, y al- gunas deltas tan apretadas , que es me- nester que el indio tenga buena fuerga para las despegar, ó que lleve alguna cosa con que las arranque. Háilanse de muchas maneras é talle diferentes : unas de hechura de peras , y otras redondas. que es muy mejur, y oirás que la mitad tienen redondo é la otra mitad llano ; é aquestas llaman en aquestas partes as- sientos , y algunos las nombran panegi- llos: á estas tales llama Plinio lipanie. Otras hay torgidas é de todas las diferen- gias que puede aver en las piedras , y á las tales llaman acá piedras ó pedrería. Otras hay que por la una parte tienen buen lustre y paresgen como si fuessen muchas juntas y de otras figuras , y por el envés están huecas como bexigas. Esta manera dige Plinio que progcde del tronar, porque se encogen é hagen en lu- gar de perla quassi como bexiga vagía de dentro , é aquesta tal se llama phisemata. Es conclusión de todos los lapida- rios y de los que escriben de estas mar- garitas ó perlas, é mas apuntadamente assi determinado por Plinio , que son de muchas hojas las perlas y que se rogan y gastan: lo qual nuestros ojos enseñan á quien lo quiere ver, que son assi como los ojos de los besugos , ó como una ge- bolla , hojaldradas é una camisa sobre otra, disminuyéndose su grossega hasta un punto en su mitad, un lecho ó corte- ga sobre otra, y assi por esta propriedad há lugar el arte de algunos expertos para las labraré polir, quando en las primeras hojas hay algún vigió ó pelo ú otra difi- cultad en la perla , si tiene cuerpo para ello y en la parte interior es capaz é lim- pia ó menos vigiosa. Poro pocas veges la mano del mas solil hombre que en esto puede entender, la dexa ta! como la que salo perfigionada de las manos ó artifigio de la natura ; y lo mismo digo del oro, porque nunca lo vi jamás tan bien labra- do que tuviesse lal color como aquella, con que se saca de las minas. Verdad es que á las perlas conviene lavarlas de quando en quando, porque se empañan trayéndolas, é quieren estar muy bien tractadas. TOMO I. 77 010 HISTORIA GENERAL Y NATURAL CAPITULO XI. Oüc Irada del aviso que debe avcr en los que compran [icilas. IMo parezca desconviniente al letor ni al mercador loque agorase dirá; porque pues es aviso para que las perlas se ven- dan mas sin engafio, diño es el chronista que aquesto di^e que se le den gracias, por manifestar semejante fraude , para que la perla sana esté en su presólo, y la cascada quede en el suyo ; pues que en una olla ó un vaso de poco valor se desechan las vasijas sospechosas. Esto que agora yo digo ó manifestaré la ex- periencia me lo enseñó, y aun con harta pérdida de dineros, por no lo aver enten- dido quando compré algunas perlas , ni lo vi hasta que desde á tiempo lo conos- gí. Muchas perlas passan por sanas que no lo son, é los ojos cebados de su buen resplandor é talle, é otras gircunstangias, no mirando en lo demás, se engañan, porque aunque estén cascadas é sentidas por algún golpe ó por otra ocasión no se veo su defeto , salvo poniéndolas entre los dedos al trasparente resplandor del gielo, dándoles el sol: é assi luego vereys algunas que están quebradas ó cascadas en lo interior é secreto ó medula de las perlas , ó si tienen algún pelo ó raga con- forme á esto, tan claramente que no ten- gáis nesgessidad de informaros de nin- gún lapidario ni experto maestro ó co- nosgedordellas, para entender si son ne- tas é de algún vigió ó no , para que en- tendido é visto esto, mas sin escrúpulo entendáis en el presgio ó estimación que se debe dar á las tales joyas ó perlas. Y esto baste quanto á esta materia. CAPITULO XIL l.>e la gobernaoion de la isla de Cubagua, ¿ cómo fue removida la tenencia del Caslillo de Cumaiuí. J_ja isla de Cubagua es gobernada por alcaldes ordinarios é regidores de los ve- cinos que hay en la gibdad de la Nueva Cáliz: é al pressente fue alli por juez de rosidengia el ligengiado Frangisco de Pra- do, vegino desta gibdad de Sancto Do- mingo , al qual enviaron Sus Magestades é los señores de su Real Consejo de las Indias ; é yendo por la mar á reformar aquella isla é hager lo que le era manda- do, le salteó un francés cossario gerca de la isla de Langarote, que es una de las de Canaria ó Fortunadas , é le tomaron quanto llevaba, é aun después que le prendió, fue herido por el descomedido capitán franges. El qual después que á este juez é á otros ovo robado los solló^ y el ligengiado prosiguió su camino á Cu- bagua , donde ha estado hasta agora: en el qual tiempo tomó rcsidengia á las jus- tigias passadas é removió de la tenengia de la fortalega de Cubagua al alcayde Jacome de Castellón , de quien se hizo mengion que avia fundado aquel castillo para assegurar aquella provingia é para la guarda del rio de Cumaná. É puso la fortalega el dicho ligengiado en otro al- cayde, como está hasta agora en tanto que Su Magostad provee á quien fuere servido de aquella tenengia ; porque die- ron á entender que era mucho el gasto que con esta fuerga se tenia , y que la DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. XII. Gil villa la tomaría é ternia á su espensa. É no me paresge que S. M. fue de lo cier- to informado, como tampoco le informan, segund seria menester, en otras muchas cosas destas partes por ser el camino tan largo , é aun porque aunque se le diga verdad , quando llega la relación á su real acatamiento, es mudado el tiempo y es menester proveerse de otra manera. Y esta es una de las causas por donde se yerran algunas cosas por culpa del tiem- po é de la maligia de los diversos infor- madores que anda en medio. É no quiero hablarmasenesto, porque no seria ni es al propóssitodola Natural Iiisloria, aun- que lo seria para el natural remedio que las Indias avrian menester. CAPITULO XIII. De ciertos cossarios que lian passado á eslas parles é Indias, y de lo que les ha iulcrvenido en sus malos penssamienlos. JtLi año de mili é quinientos é veynte é siete años, un cossario inglés, só color que andaba á descobrir , vino con una grande nao la vuelta del Brasil en la cos- ta de la Tierra-Firme, é de alli atraves- só á esta Isla Española é llegó gerca de la boca del puerto desta ribdad de Sáne- te Domingo; y envió su batel equipado de gente, é pidió ligenfia para entrar aqui digiendo que venia con mercaderías é á traclar , y en el instante el alcayde Francisco de Tapia desde este castillo mandó tirar un tiro de pólvora á la nao, la qual se venia derecha al puerto. É cómo los ingleses vieron esto, retiráronse afue- ra y los del batel recogieron é fuéronse tras su nao. Y en la verdad el alcayde Hi- zo error en lo que hizo , porque caso que entrara él armado, no pudiera salir sin voluntad desta gibdad y deste castillo. Por manera que viendo el rcsgebimiento que se les hagia, tiraron la vuelta de la isla de Sanct Johan , y entrados en la bahía de Sanct Germán ovicron habla con los de aquella villa é pidieron baslíracn- tos , quexándose de los desta gibdad, di- ciendo que no venían á enojar , sino á tractar con sus dineros é mercaderías si los acogiessen : é fuéronles dados algu- nos bastimentos , é su nao dio en pres- CÍo estaño debaxilla é otras cosas é fues- sesu camino la vuelta de Europa, donde se cree que no llegó porque nunca se su- po desta nao. Otro cossario franges, desde á poco tiempo ó en el siguiente año, só color de venir á tractar en la isla de las Perlas, vino á ella guiado por un mal español, natural de la villa de Cartaya , llamado Diego Ingenio , el qual como piloto guió á los franceses ; pero no supo darles avi- so de lo que en semejantes casos tiene proveydo la Cesárea Magestad para guar- da de sus Indias, de mas del gentil es- fuerzo de sus animosos españoles é natu- rales, é fue assi. Un hidalgo que vive en aquella isla, llamado el capitán Pero Or- tiz de Matiengo , é otros hidalgos é veci- nos de la ¡Nueva Cáliz, supieron de un vegino suyo que venia de la isla Marga- rita en una canoa , que avia ávido habla con este armado , el qual traía una nao grande é una caravela rasa portuguesa que avia tomado en la costa del Brasil, y un batax; é preguntando qué nao era aquella dixeron los franceses que era la nao del Careo , é que venían de Sevilla. La nao del Careo era venida ocho ó quin- ce días antes, é assi los de la canoa vie- ron que aquello era falso é que debía ser 612 HISTORIA GEiNERAL Y NATURAL armado, é convidaban á los españoles que entrassen á hager colación en la nao por prenderlos é aver lengua del estado de la tierra; pero no lo hicieron assi, an- tes se desviaron con mucha diiií.'en(;ia á se fueron á la cilxiad é dieron noligia desto é pusiéronse en vela. É luego otro dia amanesgió el cossario á par de la costa, y equipados los bateles , quiso sal- tar en tierra con su gente; pero fueles resistido valerosamente de tal forma que no pudieron salir con su propóssito, é comengaron á lombardear la cibdad, é ios de la cibdad á los enemigos ; é dié- ronse tan buen recabdo los nuestros que armaron sus vergantines é barcas en nú- mero de treynta ó mas, é con indios fle- cheros proveydos de aquella hierva mor- tal que por acá hay é con algunos tiros de pólv^ora , fueron á combatir la cara- vela , é aunque tenia mucha artillcria é muchas pelotas de alquitrán , dicron- les tanta priessa que de la caravela ma- taron dos de los nuestros é de los fran- ceses murieron trege. É con esto gessó el combate por entonges, no gessan- do de andar en tratos los contrarios, pensando con sus formas gálicas enga- ñar los españoles ; pero saliéronse tres ó quatro vizcaynos é navarros que íraian centra su grado, é fuéronse á la tierra é dieron notigia como aquellos frangeses eran ladrones é venian con pensamiento de se apoderar de aquella isla. Lo qual entendido, acordaron los de la cibdad de morir ó echar á fondo aquellos na- vios , é con mucha diligengia salieron en sus vergantines é baxeles é combatieron el balax, é tomáronle por fuerga de armas, con valor de mas de mili é quinientos ducados de ropa é con los prisioneros primeros. Fueron por todos treynta é ginco hombres muertos é presos de los contrarios. Hecho esto, la nao no osó atender , é siguiéronla hasta la perder de vista : la qual se fué á la isla de Sanct Johan é quemó el pueblo de Sanct Ger- mán , é de alli se fué la nao á la islcta de la Mona, donde penssó repararse é alli soltó la caravela de los portugueses , la qual se vino á esta cibdad de Sancto Do- mingo é dio notigia de todo lo que es di- cho. Y encontinente armaron aqui una nao é una caravela, é fueron á buscar estos ladrones é halláronlos é pelearon con ellos dos dias continuos, é diéronles caga dos dias continuos, é aunque se fué á causa del tiempo é de la noche , se cree que por yr abierta se anegó en la mar. De esta manera se perdieron estos cos- sarios é se perderán quantos acá passa- reu de los tales é muy mejor al pressen- te, porque está ya todo prevenido de otra manera é con mayor recaudo é vi— gilangia. CAPITULO XÍV. Que (rada de la isla de la Marg^aril*. ix la isla Margarita no hage al caso dar- le mas límites ó altura de lo que se dixo en el primero é segundo capítulos, por- que por alh quedan declarados sus ale- daños é assiento. Esta isla , como en otras partes está dicho , fué descubierta por el primero almirante don Chripstóbal Colom, quando se descubrió la isla de Cubagua'^ y él nombró á esta isla la Margarita^ porque tan gercana le es la pesquería de las perlas á la una como á la otra quassi, Pero aquesta isla es muy mayor tierra, é tiene de gircunferengia treynta é ginco leguas poco mas ó menos, é hay en ella DE INDIAS. LIB. XIX. CAP. XIV. G13 un buen puerto é ancón do la parle del Norte ; y gerca de la parte que tiene al Leste liay unos isleos muchos , que se llaman los Testigos, y esta Norte Sur con la isla de los caribes , que llaman Sanó- la Cruz, é por la parte del Mediodía tie- ne la isla de Cubagua é la Tierra-Firme, de quien se ha Iractado en los pregeden- tes capítulos. Es buena isla é fértil, é hay en ella pocos indios é algunos chripstia- nos, debaxo de la gobernagion de doña Isabel Manrique , muger que fué del di- cho ligengiado: la qual gobernagion fué por la Cesárea Magostad encomendada al ligengiado Margólo de Villalobos , su oydor en esta Audiengia Real de Sancto Domingo, ya defunlo. Y después quedó conforme á gierto assiento que con el li- gengiado mandó tomar la Cesárea Ma- gostad el año de mili é quinientos é veynte y quatro. Y después de los dias del ligengiado se ha quedado assi en su muger y herederos. No hay otra cosa que degir desta isla , salvo que también ca- resge y es falta de agua como Cubagua, éno la tiene sino de xagüeyes é mala, é se la llevan, quando la han de beber bue- na, desde la Tierra-Firme, del rio de Cu- maná ; pero es fértil de árboles ,é pastos para ganados, é otras granjerias, é agri- coltura de indios , assi como mahiz é otras cosas que ellos acostumbran cultivar. ■ CAPITULO XV. De muchas islas en general que eslan desde la Tierra-Firme austral ó aquestas islas de Cubagua é la Margarita hasta la isla de Sanct Johan, que los indios ¡laman Boriquen , é desde alli á la Tierra- í'irnie de la parte ó vanda del Norte é provincia de Bimini é la Florida, brevemente relatadas. Uébese acordar el letor que tengo di- cho en otra parte que, quando el almiran- te don Chripslóbal vino el segundo viaje que hizo desde España á estas partes, año de mili é quatrogientos é noventa y tres años, reconosgió las islas Desseada,Mar- garilante é Guadalupe , é las que están en aquel paraje, puesto que después se supieron é bojaron mas particularmente, á causa de la guerra que loschripstianos tuvieron con los indios caribes flecheros destas islas. Aqui solamente discurriré por ellas para memoria particular é ge- neral dellas: particular, para las nombrar, y general, para que se diga donde están. Pero porque no son habitadas de los chripstianos, y en todas ellas no hay can- tidad de indios , sino pocos é de los al- gados é huydos y á ellas acogidos de te- mor de los chripstianos, no se hageaqui tan larga é particular memoria como se hariaésesabria, sifuessen pobladas épa- gíficas , é muy por menudo sabidos y en- tendidos los provechos é particularidades destas islas, é también por que las mas están solas é sin gente. Y por tanto , co- mengando desde la isla de Cubagua, que es donde tengo dicho, está luego á una legua la isla Margarita; é tirando la via del Septentrión se hallarán los Testigos, é la Gragiosa , é los Barbados , é Sancta Lugia , é Matinino, é la Dominica, é la Desseada , é Marigalante , é Todos los Sanctos, é Guadalupe , y el Antigua , y la Barbada, y el Aguja , y Sancta Cruz, y el Sombrero , y Sanct Chripstóbal , y el Anegada, y las Vírgines, y Boriquen, que es la isla de Sanct Johan. Todas ellas puestas en giento é sesenta leguas, pocas mas ó menos, corriendo desde la parte del Mediodía al Norte. Verdad es que al- gunas destas islas están mas orientales que otras ; pero todas ellas se incluyen y están en el número de leguas que he di- cho hasta esta de Sanct Johan. La que es mas al Septentrión, en diez é siete grados C> I i IJlSToniA GENERAL Y rsATlJHAL y medio do la equinoQial , que os la que llaman el Anegada, desde la qual se cor- re al poniente para la isla deSanct Jolian treynta é ginco leguas pocas mas ó me- nos. Y entre medias en este intervalo es- tán las islas de las Vírgines ; y desde la isla de Sanct Johan dicha Boriqnen, cor- riendo al Norueste ginqilenta leguas , es- tán los basos que llaman de Babueca , y llevando la misma derrota , adelante de los dichos baxos veynte é finco leguas están las islas de Amuana , é mas ade- lante deltas está la isla Mayaguano , é mas adelante dessa está la isla Yabaque, 6 mas adelante está otra que llaman Mayaguon, y adelante otra isla que se dige Manigua, é delante están ¡as islas de Guanahani é las Princesas ó islas Blancas , é mas ade- lante la isla dicha Huno , é prosiguiendo la misma derrota ó rumbo ( que quiere degir el mismo camino) está otra isla di- cha Guanima, é mas adelante está otra que llaman Caguareo, é mas adelante es- tá la isla del Lucayo, grande gercado de ossaz baxos, é al Oesnorueste del, quas- 6i al Poniente diez leguas , estala isla de Bahamá, desde la qual corriendo al Hues- te onge leguas , está la tierra de Bimini y la que llaman la Florida en la costa de la Tierra-Firme en la vanda del Norte. En todo esto que he dicho por el ca- mino que se ha declarado avrá desde la isla de Sanct Johan á la Florida trosc^ien- tas ó cinqüenta leguas pocas mas ó me- nos. Bien es verdad que partiendo en demanda de una de las islas que es di- cho, no serian hechos los rodeos que hay, andándolas una á una, como se nombra- ron de suso; pero lo que está dicho bas- ta para las memorar é saber dónde están todas ellas, que es desde diez é ocho grados de la isla de Sanct Johan hasta veynte é ocho en que está el Lucayo grande , que es la isla mas puesta á la parte septentrional de las que he dicho. Y las otras primeras que nombré é hay desde la costa de Cubagua hasta Sanct Johan ó Boriqnen , están desde en diez grados en que está el rio de Cumaná en la. Tierra-Firme é parte de Mediodía has- ta en diez é ocho en que está Boriqnen, que es la isla de Sanct Johan , como ten- go dicho. Y con esto se concluye quanto á la pri- mera parte desta General é nalural histo- ria de Indias en estos diez é nueve libros.* * En la edición de Sevilla se leia , después ('o eslas palabras , refiriéndose Oviedo al libro con que aquella terminaba ; «El siguiente , que es el número Hveynle, tracta de los infortunios c naufragios de » casos acaeseidos en las mares destas Indias. E » aqueste libro veynte que aqui será el último, se ha » después de poner en el fin de la tercera parle desl.i » Natural historia, que aun no está acabada de escri- »bir en limpio , é será el postrero de aquestas histo- Mrias. Pero hasta que salgan todas tres partes dcllas ))á luz, andará aqui puesto por conclusión desta «primera parte. É quando se acabe de escrebir lo » demás, ponerse há con lo que se oviere acrescen- » tado en tales materias , digo de las que fueren con- ¡ivinienles al mismo libro de Infortunios é nau- nfragios.ií FIN DE LA PRIMERA PARTE. índice general. Adverlencia ' Vida y escrilos de Gonzalo Fernandez de Oviedo, por don José Amador de los Rios IX F.pialola dedicatoria del Autor CiX Tabla sumaria de lo que tractan los diez é nueve libros deste primero volumen, é primera parte de la Natural ó general historia de las Indias, yslas é Tierra-Firme del mar Ogéano del señorio é geptro real de los reyes é reynos de Castilla é de León. I'dos. I'as'- LIBRO I. El prohemio enderescando la obra al Emperador Rey nuestro Señor LIBRO II. El segundo libro es continuando el prohemio é declarando el motivo con que se procede, é de la persona del primero al- mirante don Chripstübal Colom , é sus des- cubrimientos é viajes, é de la ysla Bermuda é otras cosas: comienca á cartas LlBRü III. De la guerra d conquista de la Is- la Española 6 oirás particularidades della: comienca á cartas LIBRO IV. Que Iracta de la gobernación c trabaxos del segundo almirante don Diego Colom é de otros jueces é justicias que ha ávido en lalslaEspañola: comienca á cartas. LIBRO V. Que tracta de los ritos é 9erimo- nias é otras costumbres de los indios é de sus ydolatrias é vicios é oirás cosas: comien- ca á cartas Í24 LIBRO VI. Que Iracta de diversas materias é géneros de cosas , é llámase assí mismo libro de los depósitos, é comienca á cartas. . LIBRO VII. Que tracta de agricoltura é de otras muchas cosas, é comienca á cartas.. . LIBRO VIH. Que tracta de los árboles fruc- tíferos, é comienca á cartas 287 LIBRO IX. Tracta de los árboles salvages, é comienca á cartas 329 LIBRO X. Que Iracta de los árboles niede- 58 96 161 262 cinales é de las plantas é sus propriedades: comienca á cartas 361 LIBRO XI. que tracta de las hiervas, é si- mientes que se fruxeron de España á la Isla Española é de otras naturales de la dicha ysla, é comienca á cartas 372 LIBRO XII. Que tracta de los animales que avia en la Isla Española, quando fue descu- bierta é de otros que se llevaron de España, é assi mismo de los animales en general que se han visto en las Indias: comiencaá cartas. 386 LIBRO XIII. De los animales de agua, é co- mienca á cartas 423 LIBRO XIV. De las aves é diversidades do- lías, é comienca á cartas 439 LIBRO XV. Que tracta délos animales insec- tos ó ceñidos, é comienca á cartas 440 LIBRO XVI. Que tracta de la conquista épo- blacionde la ysla de Boriquen, alias,ysla de Sanct Johan Baptista, é comiencaá cartas. 462 LIBRO XVII. Que tracta de la ysla de Cuba por otro nombre llamada Fernandina :- co- mienca á cartas 492 LIBRO XVIII. Que tracta de la isla de Ja- máyca que agora se llama Sancliago, que comienca á cartas -. S78 LIBRO XIX. Que es el último deste volumen é primera parte, el qual tracta de las yslas de Cubagua é la Margarita, é comienca a cartas. 586 Tabla de los capítulos de la primera parte de la General y natural historia de las In- dias, yslas y Tierra-Firme del mar Ogóano, é de todo lo que contiene en los diez é nueve libros deste voliimen. LIBRO I. Comienca el libro primero dcsle vo- lumen: el qual consiste en el prohemio ó in- Iroducion desta primera parte de la General y natural historia de las Indias, dirigido á la Sacra, Qcsárea, Calhólica y Real Magostad del Emperador, Rey, nuestro señor LIBRO II. Prohemio '. Capitulo i. De las opiniones que hay, cerca de á quien dirigió Plinio su libro de la Na- tural Historia, é también relatando en parle sumariamente las materias, de que se tracla en este libro segundo 10 — Plinio dedica su Natural Historia á V'espa- siano 11 — Propóssito del auclor al seguirle, en la His- toria General de Indias jo — En loor del primer almirante de las Indias é descubridor deltas, don Chripstóbal Colom. ib. Capilulo u. Del origen é persona del almi- rante primero de las Indias, llamado don 616 IIISTOUIA GENEUAL Y NATURAL VaO' Cripslúbal Culom c por qué via ó manera se movió al descubrimiento dellas, segund la opinión del vulgo ilj • Capitulo ui. En que se Irada déla opinión que el auctor ú coronisla desla Naluralé ge- neral liisloria de las Indias liene cerca de averse sabido y escripto por los antiguos dónde son estas Indias, c eómo é con quién lo prueba 14 — Opinión del auctor sobre haber pertenescido estas Indias en los tiempos de Héspero á los reyes de España 10 Capitulo iv. Que Irada cómo Chripsióbal Colom fue el que mostró á navegar los es- pañoles por las alturas del sol é norte, é de cómo fué á Portugal é otras partes á buscar quien le ayudasse al descubrimiento deslas Indias, é le favoresciesse para ello , é cómo ovieron noticia de su persona los Cathólicos Reyes, don Fernando é doña Isabel, por cu- yo mandado liizo este descubrimiento 18 — Desecha el rey de Inglaterra las proposicio- nes que le hace Bartolomé Colom por en- cargo de su hermano Chripsióbal 19 — Desechan las proposiciones de Colom el Rey de Portugal y algunos Señores de España. ib. — Opinión que al principio se tuvo en Castilla cerca de Colom ib. — Protección dispensada á Colom por el Con- tador Alonso de Quinlanilla 20 — Capitulaciones de los Reyes Cathólicos con Chripsióbal Colom ib. Capitulo v. Descubrimiento délas Indias he- cho por Chripsióbal Colom, primero descu- bridor dellas, por lo qual dignamente fué he- cho almirante perpetuo destas mares é im- perio de las Indias destas partes 21 —^Partida de Colom del puerto de Palos ib. — Noticia de las islas Canarias y de sus habi- tantes 22 — Derrota seguida por Colom y motin de la gente de su armada id. — Descubrimiento de la isla llamada Guana- hani 24 Capitulo vi. Cómo el almirante descubrió es- ta Isla Española, c dexó en ella treinta é ocho chripstianos en tierra del rey ó cacique Goacanagari, en tanto que llevaba las nue- vas del descubrimiento primero destas par- tes, é cómo volvió á España en salva- mento 2o — Desembarque de Colom en la ysla de Cuba. ib. — Naufragio de la nao Capitana ib. — Edifica Colom una fortaleza en la Isla Espa- ñola , dexando en ella 38 hombres 26 — Cómo los indios se maravillan mucho de las letras é carias é entenderse p6r ellas los chripstianos 27 — Vuelta de la armada del almirante á Europa. ib. Capitulo vii. De quatro cosas notables en el año de mili é qualrocienlos y noventa é dos años, é de quando el almirante don Chrips- ióbal llegó A la corte de los Reyes Cathóli- cos don F'ernando é doña Isabel, é de las mer- cedes que le fieieron, después que volvió á España del primero descubrimiento de las Indias, é la razón por qué se debe creer que en estas parles fué predicado el Evangelio por los apóstoles, ó por alguno dellos 28 — Un villano, natural de Remensa, da en Bar- celona una cuchillada al Rey Calhólico. . . . ib. — Llegada del almirante á Barcelona 29 — Tiene el auctor por cierto que la verdad evangélica fué predicada en las Indias, antes del descubrimiento de Colom ib. — Incapacidad y malas inclinaciones de los in- dios 30 — Las armas concedidas á Colom por los Re- yes Cathólicos con otras mercedes que le hicieron ib. Capitulo viii. Del segundo viaje que el almi- rante primero don Chripsióbal Colom hizo desde España á esta Isla de Hayti, ó Espa- ñola, é de cómo halló muertos los chripstia- nos cjue avia dexado en tierra del rey Goa- canagari , é de la concesión que el Papa Alexandre VI hizo deslas Indias á los Re- yes Cathólicos don Fernandoé doña Isabel, é sus subcesores en los rcynos de Castilla y de León, y del descubrimiento de los indios flecheros , llamados caribes , é otras cosas notables 31 — Demarcación entre Castilla y Portugal 32 — Dónde comen carne humana los indios. .. . ib. — Bula de concession dada por el Papa á los Reyes Cathólicos ib. — Procuran los Reyes de Castilla la conversión de los indios ilj. — Torna el almirante á las Indias é descubre otras yslas S.l — Flechas con hierva de los indios caribes . . . ib. — Cómo murieron los 38 hombres que el al- mirante dexó en su primer viaje en la Isla Española 34 Capitulo ix. Del viaje que desde España se hace para estas Indias, é déla manera é for- ma que se tiene en la navegación, é del ár- bol maravilloso de la isla del Hierro, que es una de las Fortunadas , que agora llaman las Canarias 3.") — Árbol maravilloso de la isla del Hierro. ... 36 — Para yr á las Indias se sigue otra derrota que para tornar en España 37 Capitulo x. Del crescer y menguar del mar ¡Mediterráneo, y del mar Océano ; en qué parles cresce y mengua, como el Medücr- DE INDIAS. índice. 617 Paga. I'ágs. raneo, y en que costas mucho mas 40 Capitulo xi. l'cl nordestear, é noruestcardc las agujas (le marear, ó de las mudanzas de la estrella del Norte, é de las qualro estre- llas, que llaman el crucero del Sur, o de la linia del diámetro 44 C.NPiTiLo XII. Délo que hizo el almirante don Chripstóbal Coiom después que supo que los indios avian muerto los chripstianosque dcxó en la Isla Española, el primero viaje, ó cómo fundó la cibdad de la Isabela é la lortaleca de Sancto Thomás, é cómo descu- l)i¡ü la isla de Jamáyca, ó vido mas parti- cularmente la isla c costa de Cuba, é délas ])r¡meras muestras de oro* de minas que se llevaron á España 46 — De la calidad y ser de los marineros por la mayor parle , 47 — El almirante dexó por Gobernador de la Is- la Española á su hermano don Diego 48 Capitulo xni. Que tracla de los Irabaxos y guerras que passaron los chripslianos que quedaron con don Diego Colom c con el adelantado don Bartolomé Colom en la villa de la Isabela, en tanto que el almirante fué á descobrir desde allí, y de lo que acaesció con cierlas loriólas al alcayde Mosscn Pedro Margante en la forlaleca de Sancto Thomás, y de la población é fundamenlode aquesta cibdad de Sancto Domingo, a donde el almi- rante tornó después de avcr descubierto á Jámáyca é otras cosas , etc 49 — Los animales que avia en la Isla Española naturales de la tierra 50 ^r-Del origen del mal de las búas ib. — Las diferencias del primero almirante é Fray DuyI 53 Capitulo xiv. De dos plagas ó passioncs no- tables y peligrosas que los chripslianos é nuevos pobladores destas Indiaspadesrieron é hoy padescen algunos. Las quales passio- nes son naturales destas Indias é la una de- llas fué transferida c llevada á España y desde allí á las otras partes del mundo 55 . — Del mal de la niguas 50 LIBRO III. Prohemio 5S Capitulo i. Que tracla de la guerra que tuvo el capitán Alonso de Hojeda con el cacique Caonabo, y de su prisión é muerte 59 — Los primeros hombres á caballo en las In- dias, é del gran temor que los indios les te- nían ib. Capitulo ii. De la batalla é victoria que ovo el adelantado don Bartolomé contra el rey Guarionex é otros catorce caciques ó reyes, é cómo se apartó Roldan Ximcnez de la obediencia é compañía del adelantado don Bartolomé é del almirante primero 09 TOMO I. CAPITULO III. Que tracla de lo que en esta ysla passó en tanlo que el almirante fué á España, é del tercero viaje é descubrimien- to quél hizo, quando halló la costa (é gran- díssima parte del mundo incógnita) llamada Tierra-Firme generalmente , donde muy grandes rcynos é provincias se incluyen, é de cómo descubrió assi mismo la ysla de Cubagua, donde es la riquíssima pesquería de las perlas, é de otras yslas nuevas que halló, y del subcesso de todo ello, con oirás cosas adérenles á la historia 02 — Del cabo de la Vela, é hostiarcs de perlas. 03 Capitulo iv. De lo que el adelantado don Bartolomé hizo en tanlo que el almirante fué á España hasla que él lomó á esta cibdad, después que descubrió parto de la Tierra- Firme , é de la gobernación del almirante hasta su prisión , é de los reyes c señores que avia en esta isla ib. — Del socorro de los senlenriados para la Isla Española ''I — Los pueblos quel almirante hizo en la I^la Española 05 — Los cinco reyes, ó señores principales de la Isla Española ib. Capitulo v. Que tractadel lagodeXaragua, y de otro lagoque está en las sierras é cum- bres mas altas desla ysla, y de la forma de la gente que en esta ysla se halló, é con qué armas peleaban, y qué gente son los cari- bes flecheros, y de la Sánela Vera Cruz de la Concepción de la Vega Ort — Del lago de Biautex , . 07 — De los indios llamados (¡guayos flecheros. . ib. Capitulo vi. De la venida del comendador Francisco de Bobadilla á gobernar esta Isla Española, é de cómo envió preso en grillos al almirante don Chripstóbal Colom, y al adelantado don Bartolomé édon Diego, sus hermanos , con él , é do los muchos indios que ovo en esta ysla y las causas por que; se murieron ó son quasi acabados 09 — Causas de la muerte de los indios en la Isla Española 71 — De la contención é diversos pares(-eres so- bro el traclamienlo de los indios 72 Capitulo vii. De la venida del comendador mayor de Alcántara, don frey Nicolás de Ovando, el qual gobernó esla ysla, é de la partida del comendador Francisco de Boba- dilla, el qual con loda la Hola se perdió en la mar con mucho oro, é del aviso que dio el almirante al comendador mayor, para que no dexasse salir la flota deste puerto, como hombre que conos<;'ia la disposición del tiempo. E por no le creer, ni dexar entrar aquí se pcrdi') el armada é mucha gente. , . 74 78 C18 HISTORIA GENERAL Y NATURAL l'ágs. — Grano de oro qiio pesaba (res mil ó soys- oientos pesos, é se perdió en la mar 7J C \piTuLO VIH. De lo que descubrieron en la costa de Tierra-Firme los capilanes Alonso de Hojeda y Rodrigo de Bastidas 76 Capítulo ix. Que tracla de cómo se perdió el armada con el comendador Bobadilla, é del último viaje é descubrimiento que hizo el almirante don Cliripslóbal Colom en la Tier- ra-Firme 77 — El motin de los Porras contra el almirante en Jamáyca, é primera batalla entre chrips- tianos en las Indias, é otras cosas 79 Capitulo x. De la gobernación del comen- dador mayor don frey Nicolás de Ovando, é de cómo se passó la vecindad desta cibdad que estaba de la oira parle del rio, adonde agora esta, y de las iglesias y perlados de- ltas que ha ávido y hay en esta Isla Espa- ñola , é de los edeficios desta cibdad de Sánelo Domingo y otras cosas notables des- la ysla 81 Capítulo xi. De la venlaja y diferencia que el auctor pone de esta Isla Española á las yslas de Secilia é higlaterra , é las razones que para ello expresa 84 — De la gran cantidad del ganado vacuno. ... 85 Capitulo xii. De la gobernación del comen- dador mayor de Alcántara don frey Nicolás de Ovando, é de las parles de su persona ¿ rectitud, é de las poblaciones c villas que hizo é fundó en esta Isla Española 89 — Castigo de Anacaona 90 — De la salvajez desta genle de la provincia de Guaeayarima ib. — De la persona del tesorero Miguel de Pasa- monte 92 — Cómo fué removido de la gobernación el co- mendador mayor de Alcántara, é se dio al almiranle don Diego Colom 93 — En loor del comendador mayor de Alcántara don frey Nicolás de Ovando 95 LIBRO IV. Prohemio 96 Capitulo i. Donde se tracta de la venida del segundo almirante don Diego Qolom á esta ( ibdad de Sánelo Domingo é puerto de la Is- la Española, é de las mudancas que ha ávido en la gobernación della c otras cosas 97 — Entróse el almiranle en la forlaleca de Sáne- lo Domingo por descuydo del alcayde Die- go López de Salcedo ib. —En loor del licenciado Maldonado, alcalde mayor del comendador mayor de Alcántara don frey Nicolás de Ovando 98 — La causa délos Irabaxos de los que gobier- nan en las Indias 99 —De los jueces de apelación que ordenó el Rey Calhólico que oviesse en esla cibdad de Sánelo Domingo de la Isla Española ib. — Dicho de la Hoyna Cathólica doña Isabel sobre la calidad de los árboles en las Indias é de los hombres 1 00 — Infelicidad del ceptro real 101 — Pexó el Rey Calhólico en su fin por gober- nador de España al Cardenal fray Francis- co Ximenez de Qisneros, arcobispo de To- ledo ib. Capitulo ii. En que se tracta de la persona é grand ser del Cardenal don fray Francisco Ximenez de Qisncros, arcobispo de To'edo, gobernador de España; y de algunas cosas que en su tiempo subcedieron, é cómo por su mandado vinieron á gobernar estas In- dias tres padres reverendos priores de la orden de Sanct Hierónimo, é con ellos el li- cenciado Alonso (^uaco é otras cosas nota- bles'. 102 ^Quitaron los padres hierónimos los indios á los ausentes, á quien estaban. encomenda- dos, é de la disputación si los Indios deben servir á los chripstianos ó no 104 Capitulo iii. De cómo la Qesárea Mageslad dio licencia en cierta forma al almiranle don Diego Colom para que lornasse á esta cib- dad de Sánelo Domingo é isla Española é otras cosas 1 Oo Capitulo iv. En que se Irada la rebelión de los negros é del castigo qiiel almiranle don Diego Colom hizo en ellos, ele 108 — Alcamiento de los negros en la Isla Espa- ñola ib. — De Melchior de Castro, vecino de Sánelo Do- mingo 109 — Batalla con los rebelados 110 Capitulo v. De cómo el almiranle don Diego Colom volvió á España por mandado de la Qesárea Mageslad, y de cómo el licenciado Lúeas Vázquez de Ayllon, oydordesla Au- diencia Real fué á cierta gobernación de Tier- ra-Firme, donde murió, y de cómo han sub- oedido otros jueces oydores en esta Real Au- diencia, é otras cosas que tocan á la his- toria 111 C.-iPiTüLo VI. Del subcesso é vida del segun- do almiranle, don Diego Colom, después que volvió á España é llego á la corte en la cibdad de Victoria, é hasta que murió en la Puebla de Monlalban, é otras cosas concer- nientes al discurso de la historia 113 Capitulo vii. De la subeesion del tercero al- miranle deslas Indias, llamado don Luys Colom, é de cómo su madre la vireyna fué á España á seguir los pleylos que su marido el almiranle don Diego Colom tractaba con el fiscal real sobre sus privilegios, y de có- mo vino por presidente á esla Audiencia DE INDIAS. índice. G19 PÚíJS. Real el obispo de aquesta eibdad de Sánelo Domingo, é de la Concepción de la Vega, don Sebastian Ramírez de Fuen-Leal \\i — Cómo el Emperador hizo duque de Veragua é marques deJamáycaal almirante, ele hizo otras mercedes con que se atajaron sus pleylos , ele HÜ — Cómo fué por presidente á la Isla Española el licenciado don Alonso de Fuenmayor, que después fue Obispo de Sánelo Domingo c de la Vega é al presente Arzobispo primero de aquesla isla, etc H7 Capitulo viii. Que tracla de los ingenios é trapiches de acucar que hay en esta Isla Española, y cuyos son y de qué manera ovo principio esta rica grangeria en aques- tas parles, y primero en esta isla H 8 LIBRO V. Prohemio 124 — De los cascos de las cabecas de los indios . . 1 25 Capitulo i. Que tracta de las imágenes del diablo que tenían los indios , é de sus ydo- latrías, é de los areylos é bayles cantando, é la forma que tienen para retener en la me- moria las cosas passadas que ellos quieren que queden en acuerdo á sus subcesores y al pueblo ib. Capitulo ii. De los tabacos ó ahumadas que los indios acostumbran en esta Lsla Espa- ñola, é la manera de las camas en que duermen 130 — Hamaca Í31 — Hico i32 Capitulo iii. De los matrimonios de los in- dios, é quántas mugeres tienen, é en qué grados no toman mugeres , ni las conoscen carnalmente, é de sus vicios, é luxuria, é con qué manera de religiosidad cogian el oro, é de la ydolairía deslos indios, é otras cosas notables ib. — Joyeles de los sodomitas 133 — Cómo se enterraban las mugeres vivas con sus maridos 134 — De la rey na Anacaona é su libídine 13o — Del primero almirante, que no dexaba sacar oro á los chripstianos, sin que se confesasscn é comulgassen 136 — De la subcesion de los indios en su señorío ó patrimonios en esta Isla Española ib. — Antigua costumbre de los ingleses, que ca- saban seis de ellos con una sola mugcr. . . 137 — Del ministro que los indios Icnian para sus consultaciones con el diablo 138 Capitulo iv. De la rebelión del cacique En- rique, é la causa que le movió para ello, é de la rebelión de los negros 1 40 Capitulo v. Del subcesso de la rebelión del cacique Enrique, que después se llamó don Enrique, porque assí le nombró Su Mages- POrjS. lad en una carta que le envió, y de cómo el capitán Francisco de Barrionuevo se vido con él é fué reducido al servicio de Sus Mageslades y se asentó la paz con él y sus indios Capitulo vi. Del raconamienlo quel capitán Francisco de Barrionuevo hizo á ciertos compañeros, que con él yban por un cami- no sospechoso é áspero, yéndosse'á ver con el cacique Enrique, llevando por guia á un capitán del mismo Enrique Capitulo vii. Del raconamienlo que hizo el capitán Francisco de Barrionuevo al caci- que Enrique, quando le dio una carta de su mageslad,é quedaron assentadas las pares. — Respuesta del cacique don Enrique al ca- pitán Francisco de Barrionuevo Capitulo viii. Que Iracta de dos particulari- dades notables que se dexaron de decir en el capítulo de suso, la una en lo que toca al servicio y méritos de Francisco de Barrio- nuevo, y la olra en la honrosa paz é recon- ciliación de don Enrique al servicio de Sus 1Í2 145 147 148 151 Capitulo ix. De la venida de don Enrique é sus indios cerca de la villa de Aouapara ver é sentir en qué estado eslalia la paz é loque aviasubcedido de un indio llamado Goncalo que él avie enviado con el capitán Fran- ci-co de Barrionuevo é otras cosas al dis- curso de la historia anexas — Sierra de los pedernales Capitulo x. De ciertos labradores que vi- nieron de España en este tiempo para po- blar en Monte-Chripsto,yenPuerto Real, en la costa del Norte desta isla por la solicitud de un vecino dcsla cibdad llamado Bolaños. Capitulo xi. Cómo fué un padre religioso de la Orden de Sánelo Domingo desde aquesla cibdad de Sánelo Domingo de la Isla Espa- ñola, á donde el cacique don Enrique estaba con sus indios á la Sierra del Baoruco, y es- tuvo allá algunos dias , é del buen subceso de su camino Capitulo xn. De la venida del licenciado Alonso López Qerralo á esta cibdad de Sánelo Domingo de la Isla Española á lo- mar residencia al Audiencia Real é á todas lasolras justicias desla cibdad é ysla. É vino proveydo por oydordc la dicha Audiencia el licenciado Alonso de Grageda, é llegaron con eslos nuevos oydores veyntc é seys ó veynle é siete naos de armada é de merca- dería, martes primero dia do enero de mili é quinientos é quarenta é qualro años LIBRO VI. Prohemio Capitulo i. El qual Irada de las casas y mo- radas de los indios desta Isla Española por lo 4 ib. loC lo8 101 G20 HISTORIA GENIÍRAL Y NATURAL olro nombre llamada Hayli 103 — Una casa pagica quel auclor liizo en Tierra- Firme que !e costó mas de mili é quinientos pesos de oro ) C4 — Maderas que no se pudren debaxo de tierra. IGo Capitulo ii. Del juego del batey de los in- dios, que es el mismo que el de la pelota, aunque se jueg:a de otra manera, como aqui se dirá, y la pelota es de otra espene, ó ma- teria que las pelotas que entre los chripstia- iios se usan ib. — F.l hábito de los indios en la Isla Española. 166 Capitulo ui. Que tracla de los huracanes ó lormenlas que ovo en esta Isla F.spañola en la mar, y en la tierra muy señaladas y espantables y dañosas , después que los chripstianos passaron á estas parles, e po- blaron estaysia, por lasquales dos lormen- las ó huracanes se pueden entender todos los desta calidad 167 ^Que los huracanes cesaron con poner el Santissimo Sacramento en las iglesias de la Isla Española 168 Capitulo iv. Que Iracta de los navios ó bar- cos de los indios que ellos llaman canoas, é en algunas yslasé parles las dicen piraguas, las quales son de una pieza ó de un árbol. 170 Capitulo v. Que Irada de la manera que los indios tienen en sacar y encender lumbre sin piedra, ni eslabón , sino con un palo torciéndole sobre otros palillos, como agora se dirá 171 Capitulo vi. De las salinas naturales y arti- ficiales que tenian los indios en esta Isla Española, llamada Hayli, antes que los chripslianos conquistassen estas partes, y de las que hay al presente 173 Capitulo vii. Que tracla de las riberas prin- cipales desla Isla Española, el qual se des- tingue en diez párrafos ó parles 1 7 i Capitulo viii. El qual tracla de los metales é minas que hay de oro en esta Isla Espa- ñola: el qual se divide en once capítulos ó parles, y decirse ha assi mismo de la mane- ra que se tiene en el cojer del oro, é otras particularidades notables é concernientes á la historia \S — Un collar de oro que se halló en Asturias de Oviedo el año de 1496 ". 177 —En loor de España é del Emperador Rey, nuestro señor 179 —Del Perú é de la prisión de Athabaliba 180 —Naos cargadas de oro é plata 181 —De Heráclito é Demócrito philósophos ib. — El tamaño ó cantidad de las minas de oro. . 18i — Donde nasce el oro 1 86 —De las minas de oro antiguas de España. . . ib. —Anillos hallados en las minas del oro 188 Paga. — Granos de oro grandes ib. — Cómo doran los indios sobre cobre 189 — Dolos labradores de las Garrovillas ib. — En loor del almirante primero don Chripsló- bal Colom 191 Capitulo ix. Cómo el historiador prueba que en otras parles del mundo se usaron los sacrificios de malar hombres é ofroscerlos (entre los antiguos) á sus diosos, y en mu- chas partes assi mismo se acostumbró co- mer carne humana, y al presente se hace en muchas parles de la Tierra-Firme dcstas Indias y en algunas islas 192 Capitulo x. Que Iracta de la diverssa cos- tumbre, que en estas partes tienen los ga- llos é los capones en el cantar e' tomar las gallinas , é assi mesmo los gatos en sus ayuntamientos, lo qual no es, como lo usan en Europa, etc 194 Capitulo xi. De un monstruo que ovo en es- ta Isla Española en el tiempo que se cscre- bia en limpio esta Historia natural, de dos niñas que nascieron juntamente pegadas en esta cibdad de Sánelo Domingo, ¿cómo fue- ron abiertas para ver si eran dos ánimas , é dos cuerpos, ó uno 195 Capitulo xii. De algunas fuentes en general, y de una en especial, que está en la mar al poniente desla isla, cerca de la isla de la Navaoa 197 Capitulo xiii. De una fuente caliente que passa debaxo de un rio dulce é frió en la isla Dominica, la qual el auclor ha experi- mentado, é estado dos veces allí, donde vido lo que en este capítulo dice 198 Capitulo xiv. De olro depóssilo ó notable quel auclor pone aqui en este libro sexio por ser cosa no usada ni vista en otra par- te ; sino en una isla pequeña é muy junta á la tierra de Gilolo en la Especiería, hasta que venga su tiempo de hablar y escrebir lo de aquellas parles : en la qual isleta no hay almendros algunos, é se hallan innume- rables almendras, sin que las lleven allí nin- gún hombre humano, ni navio por induslrüi de las gentes: lo qual es de aquesta manera. 20Ü Capitulo xv. De una ave ó páxaro extrema- do y mucho cosa de ver queste capitán Ur- danola,de quien se hizo mención en el capi- tulo de suso, le dio al chronista c auclor des- tas historias, del qual no se supo el nombre. 201 CjU>itulo XVI. De cierta goma é cola de ár- boles que hay en la gobernación de Nicara- gua en la Tierra-Firme, é de cierto cncienso de la provincia de Venecuela 203 Capitulo xvn. Del humo que los indios sa- can en la provincia de los Chondalcs en la gobernación de Nicaragua, é hacen del lea DE INDIAS. índice. Pt'ÍJS. para carbón ¿ tinta para pintar los esclavos, o! qiial carbón, ó polvos del llaman los in- dios íiíe .-.. 204 Capitulo xviii. Por el qual se prueba que las ponzoñosas viandas ¿cosas que á los hom- bres son nocivas é mortales, son á otros ani- males en estas parles é Indias útiles, é pro- v.'-chosas, é grato mantenimiento 205 C APiTiLo XIX. Deuna novedad nolableycon- Iraria en la prospectiva á la mayor parte de lo que nos enseña la vista en las mas par - les del mundo ib. Capitulo xx. De la hierva que los indios de Nicaragua llaman yaat, éen la gobernación de Venecuela se dice hado, y en el Perú la llaman coca, é en otras parles la nombran por otros nombres diversos, porque son las lenguas diferentes 206 Capitulo xxi. De las minas nuevamente ha- lladas en la isla Fernandina por otro nom- bre llamada primero Cuba, donde se ha des- cubierto cierta vena de metal que es oro ¿ plata é cobre 207 Capitulo xxii. Que Iracta de la gente llama- da chacopati, ála qual los españoles llaman magueyes, los quales nunca beben en toda su vida, sino alguna vez ó rarísimamente. . 208 Capitulo xxni. En el qual se Iracta un depós- sito ó nueva manera de culebras poncoño- síssimas que hay en la isla Margarita, que las llaman de los cascabeles, ¿otras vívoras ó culebras que les quieren imitar con un cascabel ¿ muy poncoñosas, en la provin- cia de los Alcácares ib. Capitulo xxiv. En que setracta otro depós- silo para mi memoria, que pertenesce al li- bro XIX, de dos animales quehay en la isla de Cubagua, uno de tierra ¿ otro de agua; y es de aquesta manera que aqui se dirá, é cada cosa deltas muy notable 209 Capitulo xxv. De los juncos ó palmas que llevados á España, é á otras partes por el mundo, sirven de báculos ó bordones para los hombres de auctoridad, ¿ páralos viejos ¿ hombres ancianos, ¿ aunque en muchas parles de las Indias los hay, é se nascen de por sí, cuéntase dónde los crian ¿ siembran, ¿ cultivan, ¿ para qué efelos , ele 210 Capitulo xxvi. En el qual se Iracta un nota- ble, que es razón que por cosa memorable se ponga en este libro para que mejor se en- tienda la abundancia de la carne que hay en esta Isla Española, é la que se mala ca- da dia que es de carne ordinuriamonle 2H Capitulo XXVII. En el qual so Irada dedos especies ó maneras de esmeraldas que se han hallado en la Tierra-Firme, de las qua- les se han llevado muchas en cantidad, de G21 r¡>gs. diversas estimaciones , ¿ prcscios, ¿ aun asaz deltas de mucho valor han discurrido por Europa é otras parles del mundo, que deslas nuestras Indias se han transportado por muchos reynos, en lanía manera que la ■ grande abundancia é número deltas ha fe- cho disminuir el valor de tales gemmas .... — Que son de doce maneras las esmeraldas. . Capitulo xxviii. En que sumariamente se Iracta un depóssilo que mas largamente se podrá ver en sus lugares apropriados, é don- de la natura en estas Indias ha mostrado ¿ produce algunas fuentes ¿ nascimientos de betum de diversas materias Capitulo xxix. Del temblor de la mar, é del fundamento ó tierra que debaxo delta está juntamente; ó en un inslante temblor de am- bos elemenlús Capitulo xxx. De un depóssilo é nueva ma- nera de atabales é alambores, ¿ hasta agora nunca oydos ni vistos, exceptoenQisca, ca- pitán her¿tico de los bohemios heréticos. . — Seyscientos ochenta hombres hechos ata- bales Capitulo xxxi. De una propriedad de los ganados cerca de la línia equinocial, ques cosa muy notable Capitulo xxxii. De los vasos hechos de ca- becas de hombres, y tráclase aqui en espe- cial de uno que tuvo el gran príncipe Alaba- liba, é de lo que dio por un gato , é de lo que dio á un español por causa de un ga- vilán Capitulo xxxiii. De las mugeres que en las Indias viven en repúblicas, é son señoras sobre sí á imilacion de las Amaconas, é pó- nense aqui dos depóssitos hasta que en la segunda parle de la General historia llegue- mos á los proprios lugares ¿ provincias, donde tales mugeres habitan, ¿ alli se diga mas copiosamente lo que en esto hay que escribir — De las comunidades, ¿ repúblicas de las re- ligiones de ambos sexos Capitulo xxxiv. De tres depóssitos ¿ otros tantos animales vistos en la Tierra-Firme: los dos dellos en la provincia de Paria, y el tercero en muchas parles de la Tierra- Firme — Del pescado Torpcdine Capitulo xxxv. De una nueva manera de arma ofensiva que usan cierta gente del rio de Paranaguacu, que otros llaman rio de la Plata, ¿ llámanselos guáranlas Capitulo xxxvi. De una ave de rapiña , ó monstruo de las aves, que cacaen la lierra, é pesca en la mar é en los rios Capitulo xxxvii. De una nueva forma que ib. 212 2lt 215 217 ib. 218 210 221 223 224 ib. 225 220 622 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Págs. tienen los indios de la gobernapion de la Nueva Castilla en adobar tí preparar el pes- cado é hacerlo cegial, sin le echar sal al- guna 227 Capitulo xxxvui. En el qual se Iracta un ca- so peligroso, é experimentador de la gran- díssima habilidad que tuvo un vecino en la cibdad de Panamá en nadar; y fué de tal manera que salvó su vida , donde oviera muy pocos en el mundo que dexáran de ser ahogados, si lo mismo les acaesL-iera ib. Capitulo xxxix. De dos cosas notables de Margarita de Vergara , muger que fue del historiador destas materias. La una que nunca escupió, c la otra que en una noche se tornó cana, seyendo muy rubia ó hermosa muger, é de veynte é seys, ó veynte é sie- te años 229 — Don Diego Osorio se tornó cano en una noche ' ib. Capitulo xl. De un depóssito notable é me- moria de las cinco naos mas famosas que en el mundo (desde su principio hasta nues- tro tiempo) se saben é son de todas las que ha ávido las mas nombradas 230 Capitulo xli. En el qual se Iracta un caso notable del amor que una india tuvo á su marido, y cómo rogó con muchas lágrimas al auclor destas historias, que perdonasse á su marido (al qual mandó ahorcar), é que ahorcassenáella; ypóncnse otras compara- ciones al propóssito del amor excesivo que unas personas han mostrado con otras 23 1 Capitulo xlu. De un notable depóssito é com- paración de las crescientes y menguantes del rio de Huyapari con el Xilo 233 Capitulo xliu. En el qual se tracta de la di- versidad de las lenguas destas Indias, islas c Tierra-Firme del mar Océano 234 Capitulo xliv. De ciertos capitanes memora- bles en el mundo por el mucho valor de sus personas, y todos ellos tuertos 23G Capitulo XLV. De ciertos notables que el his- toriador pone aquí en depóssito, hasta que en los libros, é parles que convenga se escri- ban mas largamente, que son semejantes á lo que muchos auctores han tocado; y uno en especial de las guáranlas (que es arma nunca vista, ni usada en otras partes sino donde el auctor la pone en estas Indias) é ninguno ha escripto de tal arma 238 (-'apitulo xlvi. De un notable mucho de no- tar de la mudanca de los tiempos en esta cibdad de Sánelo Domingo é Isla Española; y aun en las otras partes destas Indias que se han poblado de los chripstianos 239 Capitulo xlvii. De ciertas aves que no po- nen mas de un huevo, y hay muchas Páfs. dellas Capitulo xlviii. En que se tracta del reme- dio que nuevamente é de poco tiempo acá es hallado para curarse las heridas de las flechas con hierva, con que tiran las indios, que hasta saberse este secreto era incura- ble é por la mayor parle lodos ó los mas morían, como por estas historias está pro- bado. E dirose la manera, por donde la cle- mencia divina permitió queste remedio se supiesse C.'^pitulo xlix. En que se tractan diversas é peregrinas historias é materias que han ocurrido en partes muy apartadas , é han tenido con otras (en muy desviadas pro- vincias) mucha conformidad é semejanca; y de ser las unas antiquíssimas están olvida- das (á los que no leen); y las que agora se ven tales, parescen nuevas sin lo ser en el mundo. Tócanse lindas é sabrosas leciones en este capítulo , c tales que darán mucho contentamiento á los letores Capitulo l. De los depóssilos deste libro en que se recuenta un caso muy notable que acaesció en una placa de la provincia de Nicaragua, estando allí el auctor destas his- torias, la qual materia toca al arte mágica c bruxos indios llamados texoxes , é trae á conseqüeneia otras transformaciones de hombres en animales, que escriben algunos auctores graves; é lo que en tales casos se debe creer Capitulo li. De un caso nuevamente venido a noticia del auctor destas historias, é nue- va materia é de admiración á quanlos hi oyeren, é supieren aeaescida pocos días ha; una nueva forma de monteria en esta isla, lo qual acaesció en el año de 1343 Capitulo lii. En que se tracta la forma de un gato monillo, la mas nueva cosa, ó nunca su semejante vista hasta nuestros tiempos, el qual gato en parte era páxaio, ó ave, é cantaba como un ruyseñor ó calandria muy excelentemente, c con muchas difcrenrias en su melodía é cantar Capitulo luí. En que se tracta otra novedad muy grande, é por mí nunca oyda , y acaso sabida, y que no será de poca admiravion para dexar de contemplarla á los letores y especulativos, y es acerca del menguar é crescer de la mar en la bahía de Sanct Ma- theos, en la gobernación de la cosladel Perú. — Maravillosa novedad de ser dulce la agua con la crescíenie de la mar é amarga con la menguante LIBRO VIL Prohemio Capitulo i. Del pan de los indios llamado mahíz, i de cómo se siembra y se coje, y 2ÍI 2íi 245 254 2oG 2o8 2«0 2íil 203 DE LNDIAS. liNDICE. G23 l'ágs. otras cosas á eslo coiK-ornienles 264 — Remedio para el agua que hiede en la mar, para que se pueda beber é pierda el mal olor 207 Capitulo u. Del pan de los indios que se llama cacabi, que es la segunda manera de pan que en esta Isla Española ó oirás par- les hacen los indios, y al présenle assi mis- mo los chripstianos, y aun algunos lo usan mas quel mahiz, é lo tienen por mejor é se sirven mas dello, lo qual se haré de una planta que llaman yuca 268 Capitulo lii. De la planta é mantenimientos de los ajes, que es otro gránd manjar é bas- timento que los indios tienen, é cómo se siembra d se coje 272 Capitulo iv. De la planta é mantenimientos de las batatas , que es muy buen bas- timento, y de los mas estimados que los in- dios tienen, é cómo se siembran é cojen, é otras particularidades de aqueste manjar ó fructa 273 Capitulo v. Del mani, que es cierto género de fructa é mantenimiento ordinario que tienen los indios en esta Isla Española é otras islas deslas Indias 274 Capitulo vi. De la planta dicha yahuita, y algunas particularidades della ib. Capitulo vii. Del axi, que es una planta de que los indios se sirven é usan en lugar de pimienta, é aun los chripstianos la han por muy buena especie '. 275 Capitulo viii. De las calabaoas que hay en esta Isla Española y en todas las otras islas y Tierra-Firme 276 Capitulo ix. De los bihaos , que es cierta hierva (ó mas que hierva á mi parcscer)que no se siembra ni cultiva , sino que la natura la produce, y es muy útil y provechosa á los indios en las cosas que aqui se dirá. . . 276 Capitulo x. De la cabuya y del henequén, é de algunas parlicularidades de lo unoé de lo otro, que son dos cosas de hilo ó cuerdas muy notables 277 — Para cortar el hierro con el henequén ó ca- buya 278 Capitulo xi. Del maguey, que es otrahicrva algo semejante á la cabuya; puede servir de mantenimiento en tiempo denescessidad, é el principal efeto suyo es para hicos, id cst, cordeles ó sogas muy buenas, é para otras cosas ib. Capitulo xn. De las yracas, que son hiervas en general, porque yraca quiere decir hier- va, las cuales los indios comen en sus po- tajes 279 Capitulo xiii. De la planta é fructa que los indios llaman lirenes en esta Isla Española, ib. Capitulo xiv. De las pinas que llainaii los chripstianos , porque lo parcsccn , la qual fructa nombran los indios yayanta, e á cier- to género de la misma fructa llaman bonia- ma, é á otra generación dicen yayagua, co- mo se dirá enestecapitulo, non obstante que en oirás partes tiene otros nombres 280 Capilulo XV. Que tracta de la fructa llamada imocona, la qual se cria sin la industria de los hombres 2S4 Capitulo xvi. De los guayaros, ques una fructa como cherevías ib. Capitulo xvii. De la fructa que los indios llaman cauallos ib. Capitulo xvni. Que tracta de los fésoles que los chripstianos llaman: de los quales hay muchas maneras en las Indias 283 Capitulo xix. El qual tracta de una fructa que se llama nnames 286 LIBRO VIH. Prohemio 287 Capitulo i. Que tracta de los árboles que se han traydo á esta Isla Española desde Eu- ropa é nuestra España, el qual capítulo con- tiene once párrafos ó partes 288 — Fray Tomás de Bcrlanga truxo los plátanos á las Indias, el qual fué después Obispo en Tierra-Firme 292 — En loor de Fray Tomas de Berlanga Obispo de Tierra-Firme 293 Capitulo ii. De los árboles fructíferos é na- turales de aquesta Isla Española é primera- mente de los bobos 29.3 Capitulo ni. Del árbol llamado caymito, é de su frucla c diferencias della, é de la nueva forma ó diferenciada manera que su hoja tiene con todos los olios árboles 3ti3 Capitulo iv. Del árbol llamado higiiero. El acento de letra u ha de ser luengo, ó de espacio dicho, de manera que no se pronun- cien breve ni junlanienle estas tres letras gue; sino que se detenga poquita cosa en- tre la « y la e, é diga higiiero. Digo esto por quel letor no entienda higucro, ó hi- guera de higos ib. Capitulo v. Del árbol llamado yagua, y de su frucla, y de la tinta que se hace della . . . 206 Capitulo vi. De la bixa. Esle no es árbol, sino planta ó arbusto, é por sí mismo é de la natura producido, como son todos los que he dicho, y también los plañíanlos indios. . 297 — Matrimonios de Inglaterra 298 Capitulo vii. Del árbol llamado guacuma é de su fructa ib. Capitulo viii. Del árbol llamado guama é de su frucla 299 Capitulo ix. De los árboles é fruclas llama- dos hicacos ib. Capitulo x. Del árbol llamado yaruma é de 624 HISTORIA GEiNERAL Y NATURAL rúgs. su frucla 300 Capitulo xi. Del árbol llamado macagua , é de su frucla é madera ib. Capitulo xii. Del árbol aruba é de su cslre- mada fructa 301 Capitulo xiii. Del árbol llamado guiabara, que los ehripsliaiios llaman uvero ib. — De la manera de escrcbir en hojas de árbol. ib. Capitulo xiv. Del árbol llamado copey, en las hojas del qual pueden assi mismo es- crebir 302 Capitulo xv. Del árbol llamado gaguey é su fructa ib. Capitulo xvi. Del árbol que los indios llaman cibucán é de su fructa , 303 Capitulo xvii. Del árbol guanábano é su fructa ib. Capitulo xviu. Del árbol llamado hanon é su fructa 304 C.4PITUL0 xix. Del árbol llamado guayabo é su frucla ib. CAPITULO XX. Del árbol mamey é de su fructa, llamada assi mismo mamey 30ü Capitulo xxi. Délos árboles que los chrips- lianos llaman ciruelo en la provincia de Ni- caragua, é de la frucla, de la qual hacen buen vino, é otras parlicularidades, el q.ual árbol los indios llaman xocat 307 Capitulo xxii. Del árbol que los chrips lia- nos Jlaman níspero, al qual los indios de la provincia de Nicaragua llaman munonea- pot, é su frucla excelente 308 Capitulo xxiii. Del árbol llamado ácana dde su frucla del mismo 309 Capitulo xxiv. De las parras salvajes de aquesta Isla" Española, é oirás islas de la Tierra-Firme ib. Capitulo xxv. De las carcamoras de aquesta Isla Española ó otras partes 310 Capitulo xxvi. De los cardones cii qui' nas- ce la frucla que llaman pitahaya 3 M Capitulo xxvii. De unos cardos allos é de- rechos mayores que laucas de armas (é aun como picas luengas), quadrados y espino- sos, á los quales llaman los chripstianos ci- rios, porque parescen cirios ó hachas de cera, excepto en las espinas é altura dellos, los qua- les llaman los indios de Venecucla dados. . ib. Capitulo xxviii. De los cardos de las lunas é su fructa, la qual en la provincia de Ve- necucla en la Tierra-Firme se llama co- raoho 313 Capitulo xxi\. De la fructa que llaman ma- nagua 315 Capitulo xxx. Del árbol llamado cacao, é al- gunos le llaman cacaguale , é su fructa c bevraje é aceyle, é como su fructa en algu- nas partes sirve por moneda , é se hallan P<¡0< por ella todas las cosas que entre los indios se tractan, é otras parlicularidades deslos árboles Capitulo xxxi. Del árbol llamado paco é su frucla Capitulo xxxii. Del árbol tembixque é su frucla (alias lembalc) Capitulo xxxiii. Del árbol que en esta Isla Española llaman papaya , y en la Tierra- Firme losllaman los españoles los higos del mastucrco, y en la provincia de Nicaragua llaman á tal árbol olocoton Capitulo xxxiv. Del árbol llamado tembix- que é de su fructa en la Tierra-Firme Capitulo xxxv. Del árbol caoba é su fructa. Capitulo xxxvi. De los ciruelos é ciruelas de doblados cuescos que hay en la Tierra- Firme e' en la Tierra Austral Capitulo xxxvii. Del árbol llamado Hicomas é de su frucla en la tierra austral Capitulo xxxviii. Del árbol llamado yagua- guyt, que los chripsiianos llaman de la ma- dera negra en la Tierra-Firme é provincia de Nicaragua Capitulo xxxix. De una frucla que llaman yaguaraha é nasce en unos cardones, é otra que se dice agoreros Capitulo xl. De la fructa llamada macto.. Capitulo xli. De la fructa llamada culipris. Capitulo xlh. De la fructa llamada chuare, c otra que se dice pauxi Capitulo xliu. Del árbol llamado mamón , é de su fructa, de la qual faltando el mahiz hacen pan los indios en tiempos de hambre. Capitvlo xliv. Del árbol llamado cimiruco é de su frucla LIBRO IX. Prohemio Capitulo i. Del árbol que en esta Isla Espa- ñola llaman espino los Carpinteros, é de qué se sirven del CAPITULO II. De los pinos que hay en esta Isla Española, semejantes á los pinos de Espa- ña, que no llevan pinas sino vanas Capitulo ni. De los nogales desta Isla Espa- ñola Capitulo iv. De las palmas que hay en esta Isla Española, y en las otras deste golpho y en la Tierra-Firme Capitulo v. Del árbol de las qüentas del xabon Capitulo vi. Del árbol llamado mangle e' su frucla, é de los provechos é utilidad que del se siguen Capitulo vii. Del árbol que en estas islas ó en la Tierra-Firme nuestros españoles lla- man cedro Capitulo vm. Del roble de aquesta Isla Es- pañola é otras partes destas Indias ib. 3122 ib. ■¿■13 32Í 325 ib. ib. 326 ib. 327 ib. ib. ib. 32S 32!) 331 ib. ib. 332 338 ib. 330 340 DE INDIAS. índice. rágt. 625 fágs. Capitulo ix. Del árbol llamado caoban desla Isla Española 3-it Capitulo x. Del therebinlho desla Isla Espa- ñola ib. Capitulo xi. Del árbol llamado ceyba, en es- pecial ; é oíros árboles grandes 342 — Puente de un solo árbol en el rio del Culi cerca de la cibdad del Darien 343 — De la lana del árbol ceyba 345 Capitulo xii. Del árbol ó manranillo,con cu- ya l'ructa los indios caribes flecheros baten la hierva con que tiran é pelean, la qual por la mayor parle es inremediable — De Gonealo Fernandez del Lago. ib. 346 Capitulo xiii Del árbol que en estas parles se tiene por tharay, porque le parcsce mu- cho en la hoja ; pero llámanle en esta Isla Española cohoba 347 Capitulo xiv. De los árboles del helécho en esta Isla Española é otras yslas é en la Tier- ra-Firme ib. Capitulo xv. De los árboles del brasil que hay en esta ysla é otras, c en la Tierra- Firme 348 Capitulo XVI. Del árbol llamado corbana. . . ib. Capitulo xvh. Del árbol llamado cuya 349 Capitulo xviii. Del árbol llamado mana ib. Capitulo xix. De otros árboles útiles que hay en esta ysla é otras y en la Tierra-Firme, llamados ciguas 350 Capitulo xx. Del árbol que en la provincia de Nicaragua llaman los indios nanzi ib. Capitulo xxi. De dos cosas notables en las maderas é árboles desta Isla Española y de las otras yslas é Tierra-Firme 351 —Árboles que no pierden la hoja, segundPlinio. ib. —En las Indias solos seys arboles pierden la hoja 'b- —De la broma ó carcoma 352 Capitulo xxir. De los árboles que los chrips- lianos llaman en la Tierra-Firme membri- llos, aunque no lo son , é de la fructa que llevan 'l>- Capitulo xxiii. De los perales salvajes de la Tierra-Firme 353 Capitulo xxiv. De ciertos leños ó ester- pos salvajes, que relucen de noche, como fuego 354 Capitulo xxv. De las encinas que el auctor dice que hay é vido en la Tierra-Firme, no lexos de la costa austral, en las haldas de la sierra que llaman de Oroci ib. —Manjar de los indios sapos ó alacranes 355 Capitulo xxvi. Del árbol llamado capera é de la fructa que lleva, que es una manera de almendras muy grandes ib. Capitulo xxvii. De ciertos árboles que hay en Nagrando, en la gobernación de Nicara- TOMO I. gua en la Tierra-Firme, que sirven sus fructas á lo mismo que las agallas, pa- ra hacer tinta: á los quales árboles lla- man los chripslianos el árbol de la tinta ; é de qué manera se hace la tinta con esta fructa. . , Capitulo xxviii. Del árbol llamado guaco é su fructa, el qual árbol se halla en la Tierra- Firme Capitulo xxix. De los árboles é fructa que los españoles llaman agoreros, en la Tierra- Firme Capitulo xxx. De los árboles odoríferos de la Nueva Castilla Capitulo xxxi. De los de la canela , en la provincia que llaman Quilo en la tierra aus- tral Capitulo xxxii. De los salces de la tierra austral Capitulo xxxiii. Del árbol llamado damaha- gua, é de ciertas cortccas de árboles para Capitulo xxxiv. Del áVbol llamado guao. . . LIBRO X. Prohemio Capitulo i. Del árbol ó plañía con que se sueldan las quebraduras ó cosas rompidas en la persona del hombre Capitulo ii. Del árbol llamado guayacan, con que se cura el mal de las búas — Facilidad con que los indios se curaban de las búas Capitulo iii. Del árbol del bálsamo que lla- man en esta Isla Española , donde aqueste licor se ha hecho primero que en otra parle alguna — Quién fué el inventor deste bálsamo — Opinión de Plinio sobre la calamita ó piedra yman Capitulo iv. De los mancanillos de las ave- llanas para purgar Capitulo v. De las plantas del algodón desta Isla Española Capitulo vi. De las higueras de infierno que hay en esta Isla Española Capitulo vn. De las cañas y carricos desla Isla Española Capitulo viii. De los juncos que hay en esta Isla Española LIBRO XI. Prohemio Capitulo i. De las hiervas é plantas que se han traydo deEspaña á esta Isla Española c á otras partes destas Indias, é quáles ha- cen acá simientes é quáles no Capitulo i\. De las hiervas que hay en es- ta Isla Española, que son como las de España é que acá las avia, antes que los chripslianos passasen á estas partes, é son naturales de la tierra, é no se Iruxcron de 79 356 ib. 357 ib. ib. 338 359 ib. 361 362 363 364 366 ib. 367 368 370 ib. ib. 371 372 373 626 niSTORIA GENERAL Y NATURAL Págs. PiUls. Castilla Capitulo iii. De la hierva que los indios lla- man y, é de sus lüilidadcs ó propiiodad. .. Capitulo iv. De la plaiila que los indios lla- man goaconax y los chripslianos le llaman bálsamo, del qual se hai-e el bálsamo arlifi- cialpara las heridas c para oirás enfermeda- des; é decirse há de que manera se liace aquel licor que en estas Indias llaman bál- samo Capitulo v. De la hierva ó plañía llamada perebecenuc, cde sus excelencias é virtudes experimentadas Capitulo vi. De la hierva que en esta Isla Española se llama curi-a; y aparto la a, porque assi se ha de acentuar Capitulo vii. De cierta manera de lirios que hay en la Tierra-Firme, é de sus extrema- das flores de nueva forma Capitulo vm. De la hierva que los Indios de la provincia é lengua de Cueva, en la Tier- ra-Firme, la llaman perorica é de sus pro- pricdades é efetos : la qual provincia es en la gobernación de Castilla del Oro Capilulo IX. De la hierva llamada coygara- ca é de sus propriedades Capitulo x. Del torongil de la Tierra- Firme Capitulo xi. De la hierva maguey, la qual hay en la Tierra-Firme cérea de la provin- cia de Araya é de la gen le que llaman ago- reros Capitulo xii. Que tracta de la hierva mo- col, assi llamada en la provincia de Nica- ragua LIBRO Xl[. Prohemio Capitulo i. Del animal llamado hulia Capitulo ii. Del animal llamado quemi, ú de su forma Capitulo iii. Del animal llamado mohuy. . . . Capitulo iv. Del animal llamado cori Capitulo v. De los perros que ovo en es- ta Isla Española é los que hay al pres- sente Capitulo vi. De los mures o ratones de aques- ta Isla Española é deslas Indias Capitulo vii. De la serpiente ó animal llama- do y.. u.. ana, del qual género avia é hay muchas en esta ysla. .• Capitulo viii. De las serpientes ó culebras y lagartijas é lagartos desta Isla Española y otras partes — Las culebras con que los indios hacen la hierva para tirar con las flechas Capitulo ix. De los animales terrestres que truxeron de España á esta Isla Espa- ñola, de los quales acá no avia alguno líos 37Í Capitulo X. De los anímalos que en la Tier- ra-Firme llaman los españoles tigres, é los 373 indios los nombran en diversa manera, se- gund la lengua de aquellas provincias, don- de los hay — Que ningún discrelo tome oficio que no le convenga, ni en conversación de bes- lias Capitulo xi. Del animal bcori que los chrips- 370 llanos llaman dantas, y algunos los llaman vacas en la Tierra-Firme Capitulo xii. De los leones rasos que hay en 377 la Tierra-Firmo, en la gobernación de Cas- lilla del Oro, assi en la cosía del Norle, co- mo en la del Sur ó en oirás parles 380 Capitulo xiii. Del galo cerval Capitulo xiv. De los leones pardos Capitulo xv. De las raposas de Tieria- 381 Firme Capitulo xvi. De los lobos de la Tierra- Firme Capitulo xvii. De las eorrillas hidiondas de la Tierra-Firme 382 Capitulo xviii. Perros gozques en la Tierra- Frme 383 Capitulo xix. De los ciervos que hay en la Tierra-Firme, é gamos ¿coreos semejantes 38í á los de España ^ Capitulo xx. Que Irada de los puercos mon- teses de la Tierra-Firme, en diversas pro- vincias ib. Capitulo xxi. Del oso hormiguero on Casti- lla del Oro y en oirás parles de la Tierra- Firme 385 Capitulo xxii. De los conejos é liebres 386 Capitulo xxiii. De los animales encuber- 389 tados Capitulo xxiv. Del animal que en Casulla del ib. Oro llaman perico-ligero los españoles, y ib- en oirás parles se llama la pereza 390 Capitulo xxv. De los zorrillos pardos de la Tierra-Firme Capitulo xxvi. De los galos monillos ib. Capitulo xxvii. Del animal llamado chur- cha 392 Capitulo xxviii. De las bardas que hay en la Tierra-Firme, é en especial en la gober- nación de Caslilla del Oro é en las provincias ib. de la lengua de Cueva Capitulo xxix. Del animal bivana Capitulo xxx. De las ovejas é ganados do- 396 mcsticos que hay en la tierra austral , en Tierra-Firme, en la gobernación de la Nue- 393 va Caslilla, donde fué rey Atabaliba Capitulo xxxi. Del animal llamado guaca- bilinax Capitulo xxxn. De los animales que los in- 399 dios llaman taracos en la Nueva-Castilla, á 4111 403 iOo 406 ib, 407 ib. ib. 408 ib. ib. 409 ib. 411 ib. 412 íií ib. 416 417 id. 4t8 419 DE INDIAS. ÍNDICE. GTi l'ugi. los qualcs llaman cu llalla muiros, y en Es- paña no creo que los hay Capitulo xxxih. Del animal llamado guabi- niquinax Capitulo xxxiv. Del animal llamado ayre. . Capitulo xxxv. Del animal llamado adine. . Capitulo xxxvi. De los leones grandes de color pardillo Capitulo xxxvii. De los osos, como los de España Capitulo xxxviii. Del animal aserrador. . . . Capitulo xxxix. Del animal que se llama cocumatle Capitulo xl. De las vacas de la tierra sep- tentrional LIBRO Xm. Prohemio Capitulo i. De los pescados del mar é de los rios, é de la manera que los indios pescan, ó de los que hay en general en el agua dul- ce ó salada Capitulo ii. De las ballenas que hay en las costas é maros deslas Indias é yslas c Tier- ra-Firme Capitulo iii. Del pexe llamado vihuela é de sus armas Capitulo iv. De los pexes voladores que se hallan en el grande golpho del mar Océano, viniendo de España á estas Indias Capitulo v. De la grandeoa de los lobos ma- rinos, é de las colores diferenfes dellos, é otras particularidades Capitulo vi. De los tiburones y de su gran- doca, é de cómo se toman, é otras particu- laridades destos animales Capitulo vii. De los animales llamados mar- raxos Capitulo viii. De las tortugas ú hicoteas des- ta Isla Española Capitulo IX. Del manatí y de su grandeza é forma, é de la manera que algunas ve- ces los indios lomaban este grande animal con el pexe reverso , é otras particulari- dades — Opinión del auctor acerca de los mares. . . . Capitulo x. De las ranas é sapos, é cómo los indios los comen LIBRO XIV. Prohemio Cap'tulo i. En el qual se tracta de las aves que se veen por la mar en el viaje que se hace desde España á estas Indias é desde ellas á España, e de las que se to- man en las naos é caravelas, siguiendo sus viajes Capitulo ii. Que Irada de las aves que hay en esta ysla semejantes á las de nuestra Es- paña, que son acá naturales assi mismo y desla tierra Capitulo iii. De las aves que se han traydo ib. ib. •í-20 ib. ib. ib. 422 ib. 423 42Í 425 426 427 410 431 432 433 43ti 437 439 4Í2 de España, que en esta ysla e Indias no las avia Capitulo iv. De las aves que hay en esta Isla Española, las quales no hay en España ni allá se crian Capitulo v. De los páxaros comuneros , ó que viven muchos juntos en comunidad. . . Capitulo vi. De los alcatraces grandes que hay en esta Isla Española y en todas las otras yslas y costas de la Tierra-Firme. . . . Capitulo vii. De las aves noturnas que hay en esta Isla Española Capitulo vni. De las grúas y perdices ó tór- tolas de la isla de Cuba ó Fernandina Capitulo ix. Del passo de las aves que sue- len passar por la isla de Cuba, é muy ordi- nariamente los mas años atraviessan la mar que hayentrellay la Tierra-Firme; épassan sobre la Tierra-Firme la vuelta del viento Sueste Capitulo X. De una ave, ó qiiassi mónstrwo entre las aves, que hay en esta Isla Españo- la y en las otras yslas deslas parles LIBRO XV. Prohemio Capitulo i. Délos animales inseólos que hay en esta Isla Española, é primeramente de las hormigas y del comixen — Abundancia de hormigas en la Isla Espa- ñola Capitulo ii. De la escolopendra ó cientopies, y de las diferenles maneras deste animal, y de los gusanos de muchos pies Capitulo iii. De las abispas, y catabrones, y moscas, y tábanos, y sus semejantes Capitulo iv. De los animales nascidos en la madera y engendrados de diversas mane- ras, y de la broma Capitulo v. De las cucaracas que en el An- dalucía llaman fotutas Capitulo vi. De los animales que no tienen espiráculo, por donde purgar lo que comen é digisten, sino por lapropria boca, por don- de se alimentan Capitulo vii. De los escorpiones que hay en esta Isla Española y las otras deslas In- dias Capitulo viii. De las moscas ó mariposas é semejantes animales que vuelan é relu- cen de noche; y en especial de uno destos que en esta isla le llaman los indios co- cuyo LIBRO XVI. Prohemio "Capitulo i. En que se tracta del assiento de la ysla de la Mona é de la de Boriqíien , que agora se llama ysla de Sancl Johan, y olras particularidades — Ríos principales de la ysla de Boriquen. . . . Capitulo ii. Cójno por mandado del eomon- 443 ib. 444 443 446 447 44S 449 450 4!;i 4K3 4íi4 4o7 4")fi ib. 4a9 4G0 , 402 463 4(56 C28 HISTORIA GENERAL Y NATURAL rágt. dador mayor de Alcánlara, don frey Nicolás de Ovando, gobernador de la Isla Española, se comencó á poblar de chripslianos la ysla de Boriquen (que agora llamamos de Sancl Johan), por mano del capitán Johan Ponce de León, y de otras particularidades á esto concernientes 4G7 — Costumbre de los indios de llevar los nom- bres de las personas con quienes hacen amistad 'b. Capitulo iii. Que tracta del primero pueblo de chripslianos que ovo en la ysla de Bori- quen ó Sanct Johan, é por qué se mudó adonde se hico después 469 Capitulo iv. Del pueblo de Guanica , e' por qué se despobló é se hico otro que se llamó Solomayor, é del levantamiento é rebelión de los indios, é cómo mataron la mitad de los chripslianos que avia en la isla de Sancl Johan, y del esfuerco é cosas hacañosas del capitán Diego de Salacar 470 — El capitán Salaear salva la vida á Pero Xuarez 471 Capitulo v. Que Iracta de la muerte de don Chripslóbal de Solomayor é otros chripslia- nos; é cómo escapó Johan Goncalez, la len- gua, con quatro heridas muy grandes, é lo que anduvo assi herido en una noche , sin se curar , é otras cosas tocantes al discurso de la historia 472 Capitulo vi. De los primeros capitanes que ovo en la conquista é pacificación de la ysla de Boriquen, que agora se llama isla de Sanct Johan 474 Capitulo vii. Que tracta de algunas personas señaladas por su esfuerco, y de algunas co- sas á esto concernientes en la guerra é con- quista de la ysla de Sancl Johan 475 — En loor de la gente española ib. Capitulo viii. Cómo los indios lenian por in- mortales á los chripslianos, luego que pas- saron á la ysla de Sanct Johan, é cómo acor- daron de se alear, é no lo osaban empren- der hasta ser certificados si los chripslianos podían morir ó no. Y la manera que tuvie- ron para lo experimentar 478 Capitulo ix. De las batallase recuentros mas principales que ovo en el tiempo de la guer- ra é conquista de la ysla de Sancl Johan, por otro nombre dicha Boriquen 479 — Que los indios creian aver resucitado los chripslianos muertos por ellos á traición . . . 48d Capitulo x. De otra guacábara ó recuentro que ovieron los españoles con los indios de la ysla de Boriquen ó de Sanct Johan 481 Capitulo xi. Cómo elgobernedor Johan Pon- 9e acordó de yr á descubrir por la vanda ó parte del Norte, é fué á la Tierra-Firme en Pág>. la costa de las yslas de Bimini ; é halló la ysla dicha de Bahamá ; é cómo fué removi- do de la gobernación é volvieron á gober- nar los que él avia enviado presos á Casti- lla; y de oíros gobernadores que ovo des- pués en la ysla de Sancl Johan —De un perro que ganaba la misma ración que un ballestero Capitulo xn. Del repartimiento de los indios de la ysla de Sancl Johan , y de lo que en ello se siguió Capitulo xiu. De la muerte del adelantado Johan Ponce de León, primero conquistador de la ysla de Boriquen , que agora llaman Sanct Johan , y otras cosas locantes á la mesilla ysla Capitulo xiv. Del pueblo llamado Daguao, que hizo poblar el almirante, don Diego Co- lom, en la ysla de Sancl Johan Capitulo xv. De los gobernadores que ovo en la ysla de Sanct Johan, después que alli fué por juez de residencia el licenciado Ve- lazquez Capitulo xvi. De diversas particularidades de la ysla de Sancl Johan Capitulo xvii. Del árbol del palo sánelo é de sus muy excelentes propriedades Capitulo xviii. De otras particularidades de la ysla de Sancl Johan, con que se dá fin al libro décimo sexto LIBRO XVII. Prohemio Capitulo i. De la descripción de la ysla de Cuba ó Fernandina, por las alturas é grados de su asiento é por sus aledaños mas cer- canos Capitulo ii. De los pueblos principales de la ysla de Cuba ó Fernandina, y de otras cosas particulares della Capitulo ni. De la conquista é pacificación de la ysla de Cuba ó Fernandina, é de los gobernadores que ha ávido en ella, é del descubrimiento primero de Yucatán , de donde procedió descubrirse la Nueva Es- paña — Ingratitud de Diego Velazquez con el almi- rante don Diego Colom Capitulo iv. De las cosas en general, é de la riqueca é fertilidad de la ysla de Cuba ó Fer- nandina, é otras particularidades della Capitulo v. De las serpientes ó culebras de la ysla de Cuba ó Fernandina Capitulo vi. De las pelotas redondas , como piedras de lombardas, que natura produce é se hallan en la ysla de Cuba ó Fernan- dina Capitulo vii. De la fuente ó minero de belun que hay en la ysla de Cuba ó Fernandina. . — Seys fuentes ó lagos, o nascimienlos debe- 482 483 483 480 ib. 487 488 489 491 492 493 494 494 496 498 500 501 ib. DE INDIAS. índice. 629 Págs. liin en las Indias de España 302 Capitulo vni. Del segundo descubrimiento hecho por el adelantado Diego Velazquez, y en su nombre el capitán Jolian de Grijalva, desde laysla de Cuba, de ciertas parles de la Nueva España é sus costas d algunas ys- las nuevamente halladas ib. Capitulo ix. Cómo el capitán Johan de Gri- jalva salló en tierra de la isla deCocumelcon parte de la gente que llevaba, y de lo que passü en el primer pueblo, donde lomó la possesion por Sus Magestades é reynos de Castilla, é otras cosas 505 Capitulo x. Cómo el capitán Johan de Grijal- va c su armada salieron de la ysla de Cocu- mel, parayr á la ysla de Sánela Maria de los Remedios, dicha Yucatán; pero no ysla, co- mo estos pensaban, sino Tierra-Firme; é lo que les intervino de una india que se vino tras los navios para la cesta, la qual era na- tural de la isla de Jamáyca, é de los reque- rimientos que passaron entre el capitán é el piloto mayor, é cómo llegaron al pueblo del cacique Láearo, tí cómo pelearon con los in- dios sobre lomar agua 508 — Cómo el piloto mayor desconoció la tierra. . 510 Capitulo xi. Cómo el capitán Johan de Gri- jalva é los oíros capitanes é genio de la ar- mada sallaron en tierra á par del pueblo del cacique Lácaro, e' de las cosas que passaron alli sobre lomar agua para los navios , é de la batalla que ovieron con los indios y gen- te de aquella tierra 6 H — Armas de los indios 512 — Protestación del sahumerio 515 Capitulo xii. Que tracta del assienlo é cir- cunferencia de la tierra que estos descubri- dores é el pilólo Antón de Alaminos llama- ron ysla de Yucatán ( é por otro nombre Sánela ¡Vlaria de los Remedios), é lo que el chronisla dice en ello, después del parcscer desle piloto 517 Capitulo xiii. En que se Iracla del subceso del general Johan de Grijalva y desla ar- mada, desde que salió del Puerto Desseado hasta que llegó al rio que llaman de Grijal- va, que es en la cosía de la Nueva Es- paña 3i9 — Sacrificio de las orejas ib. — Primera noticia que ovieron los chripslianos de la mar del Sur ib. — Rescates de Grijalva 520 Capitulo xiv. En que se Iracla de la prose- cución del descubrimiento é viaje del capi- tán Johan de Grijalva, c de lo que le subce- dió, desde que partió del rio que hizo llamar Grijalva hasta que llegó á la ysla de los Sa- crificios 521 Págs, — Aulo de posession 524 — Sierra Nevada en la Nueva España ib. — Primera posession que se tomó en la Nueva España ib' Capitulo xv. En que Iracla el capitán Johan de Grijalva aver tomado la posession por Diego Velazquez en nombre de Sus Mages- tades y de su corona real de Castilla en la Tierra-Firme, en la provincia que se llama agora la Nueva España, y de loque después subcedió hasta que volvió el capitán Alva- rado con la nueva de lo subcedido en este descubrimiento hasta que salieron ciertas ca- noas á combatir el armada 525 —Salutación de los indios con los sahume- rios ib. .—Cómo acordó el capitán Grijalva dar la vuel- ta á Cuba Capitulo xvi. En que se Iracla cómo salie- ron catorce ó quince canoas de guerra con inuchos indios á combatir las tres caravclas que le quedaban al capitán Johan de Grijal- va, c de la batalla naval que ovieron, é có- mo después salieron los españoles en el rio é puerto de Sanct Antón , á adobar la nao capitana, é cómo hallaron ciertos indios de poca edad degollados é abiertos por los pe- chos 529 .—Orejas sacrificadas, ó harpadas 532 Capitulo xvu. Cómo el capitán Johan de Grijalva partió con los tres navios y arma- da del puerto de Sanct Antón y cómo fué á Puerto Desseado, y cómo se hallaron unos ydolos é indicios notorios de ser la gente de aquella tierra sucia é culpada del pecado ne- fando contra natura, é ydólalras 632 Capitulo xvni. Cómo el capitán Johan de Grijalva partió con el armada de Puerto Des- seado, tí quisso yr por donde avian muerto la gente al capitán Francisco Hernández de Córdoba en la costa de Yucatán en un pue- blo que se dice Champolon, y de lo que alli le acaesció , y de lodo lo demás hasta que tornó á la ysla de Cuba á dar cuenta de su viaje y descubrimiento al teniente Diego Ve- lazquez tí otras cosas convinicnles al discur- so de la historia 52i Capitulo xix. En que se Iracla cómo el te- niente Diego Velazquez envió por su capi- tán en el tercero descubrimiento á Hernando Coritís, el qual quedó después por goberna- dor de la Nueva España, tí de la muerte del adelantado Diego Velazquez 5.'JS — Instrucción que dio á Hernando Coritís el adelantado Diego Velazquez, quando le en- vió á la Nueva España ib. — Cómo envió Diego Velazquez olra armada con Pamphilode Narvacz revocando lospo- 630 HISTORIA GENERAL Y NATLllAL deres á Corles ^ íl^ Capitulo xx. De las cosas y subcession de la gobernación do la ysla de Cuba, alias Fer- nandina, después de la muerte del adelan- tado Diego Velazquez 541 —El concierto del pleyto del almirante con el fisco é la recompensa é mercedes quel Em- perador, nuestro señor, le hizo S43 —En loor de la señora vircyna doña Maria de Toledo, madre del almirante don Luys Co- lom ib- Capitulo xxi. Cómo después quel almirante fué excluido de la jurisdicion de la isla de Cuba ó Fernandiiia por el assiento ques di- cho, é remuneración que Sus Mageslades le hicieron , fué á gobernar aquella ysla Her- nando de Solo por capitán general de Sus Mageslades , é con título de adelantado de la Florida oü Capitulo xxii. De la partida del gobernador Hernando de Soto desde la ysla de Cuba, alias Fernandina, para la tierra septentrio- nal de la Tierra-Firme, é de la armada é gente que llevó para su descubrimiento , é del trabaxo que tovieron en su desembarca- tion, y qué número de caballos é otras co- sas llevó, y cómo se cobró un chripstiano, llamado Johan Ortiz, que estaba perdido é andaba desnudo, como los indios ib. Capitulo xxiii. Cómo la guerra se comencó á cncon Jer é se hizo crudamente, é cómo el teniente general se torno á la ysla de Cuba, é cúnio el gobernador partió de aquel puer- to del Spirilu Sancto la tierra adentro, é de lo que á él é su gente les acaeseió hasta los diez de agosto del mismo año de mili é qui- nientos é treyíila y nueve años íJ47 — Crueldad de Vasco Porcallo ib. Capitulo xxiv. Cómo e! gobernador, Hernan- do de Soto, prosiguiendo en su conquista, passó adelante, é cómo los indios le quisie- ron matar é prendar por engaño , por liber- tar un cacique que llevaba consigo, é cómo un cacique le dio una bofetada al goberna- dor que le bañó los dientes en sangre : é tráclanse otras cosas convinientes al discur- so de la historia 531 — Esfuerzo de un indio (iiie acometió al capi- tán baldonado ib. — Ardid de los indios para libertar al cacique Aguacalcyquen 5o2 —Habla del cacique Uribilina, é lo que envió A decir á los suyos 553 — Lo que dixo el gobernador, ignorando el buen zclo de los señores del Consejo Real de Indias ib. —Batalla de una india con el bachiller Her- rera 554 — En loor de la provincia de Apalache 533 Capitulo xxv. Cómo el gobernador Hernán- . do de Soto é su gente partieron de Iviahica en demanda de Capachegui, é como la guia que llevaban desque no supo mas de lo que adelante avia, se hizo endemoniado ; é trác- tanse diversas cosas é muy notables ib. — Forma de passar un poderoso rio ib. — Embaxada de fres palabras 556 — Lienco de cascaras de moral ib. —Cómo los indios adoraron é rescibieron la cruz 537 Capitulo xxvi. Cómo el gobernador Hernan- do de Soto fué al pueblo de Talimcco, é có- mo la cacica , señora de aquella tierra , le festejó é echó al cuello un hilo de perlas que ella traía al cuello, é cómo hallaron otras muchas, é por su culpa del gobernador que- dó de hallar todas las que quisiesse y có- mo adelante se hallaron perlas en rios de agua dulce, é otras muchas particularida- des, convinientes al discurso deslas histo- rias 500 — Manera de puente ó vado formado con los caballos 503 — Del cacique de Coca, gran señor, é las sinra- eones que se le hicieron 805 —Muros é torres ih. — De qué manera enviaron al cacique de Co- ca é qué cortedad de gobernador 5C0 Capitulo xxvit. En que se cuenta lo que le acontesció al adelantado Hernando de Solo con el cacique de Trascaluca , llamado Ac- lahachi, el cual era tan alio hombre que pá- resela gigante; é de las guacabaras c crudas batallas é asalto que dieron álos chripslia- nos en el pueblo llamado Mabita é adelaiile en Chicaca. E cuéntnnse en esle capitulo otros subcesos á la historia convinientes y notables 567 — Exemplo de las nescessidades en que los hombres se vcian en Indias 570 — La jornada de Chicaca ib. Capitulo xxviii. En que la historia cuenta otro recuentro de una albarrada, en que pe- leó el adelantado con los indios , ó cómo llegó á un rio muy grande, el qual passaron los chripstianos, é de una oración é racona- miento que en favor de la cruz y de la fé hizo delante del adelantado y de los chrips- tianos el cacique de Casqui , y de la con- tención deste cacique con oiro su ene- migo, .llamado Pacaha, sobre quál deliia preceder al olrn. Partieron de Uüangiie, y díconse muchas particularidades nota- bles.' 572 — Escudos hechos de cañas 573 — Cabecas de toros colocadas en las puertas, DE INDIAS. índice. I't'KJS. 631 é cómo se recibió la cruz en el pueblo do Casqui — Raponamienlo de un indio, señor principal. — Respuesta del gobernador al cacique Casqui. — Manera de sal que baciaii con el arena. . . . — En loor de la genle de Tula MERO XVIII. Prohemio ^APiTiLo 1. Oue Irada del primero descuki- mienlo de la ysla de Jamáyca,que agora se llama ysla de Sancliago — Los capitanes que ha ávido tí tenientes en Jamáyca — Primor oro que se bailó en Jamáyca — Viajo del adelantado Francisco do Garay á Panuco , Capitulo ii. De otras particularidades de la ysla de Sanctiago, que primero se llamó Ja- máyca, y de la manera que los indios tie- nen para tomar las ánsares bravas Capitulo ni. Como el licenciado Gil Gonca- lez Dávila fué á tomar las cuentas ó resi- dencia á la justicia é officiales de la ysla (le Jamáyca por mandado de Sus Magos- tados LIBRO XIX. Probcmio Capitulo (. Del descubrimiento de la isla de Cubagua, donde se pescan las perlas, y donde se vieron primero en estas Indias , y cómo tuvieron noticia dolías los espa- ñoles — La primera tierra que se descubrió de la Tierra-Firme por el almirante primero don Chripslóbal Colom en nombre de la corona de Casldla — De Cubagua é su nueva cibdad de Cáliz é de la ysla Margarita, é de la costa de Tierra- Firme é el rio de Cumaná e' Araya é de las primeras perlas que los cbripstianos vieron en las Indias — Per Alfonso Niño Capitulo ii. De otras muchas particularida- des, e' algunas dellas muy notables, de la isla de Cubagua ; é de una fuente de betún que alli hay de un licor natural, que algu- nos llaman pelrolio, ó oíros lo dioon stercus demonis, é los indios le dan otros nom- bres — De las aves é animales, ó arañas ponzoño- sas é otras particularidades — Cómo se crian é pescan las perlas é otras particularidades dellas Capitulo iii. En que se Iracta do ciertos re- ligiosos que passaron á la converssion de los indios de la Tierra-Firme en la costa que está cerca de la ysla de las Perlas , llamada Cubagua : los quales eran de las sagradas Órdenes de Sancto Domingo o Sanct Fran- cisco, é fueron marliricados c muertos cru- ib. :j74 ib- 376 ib. ü78 580 S8I ib. 382 583 584 586 588 389 3flO 301 ib. 393 /'íiys . ib. 596 dnmenle por los indios — Ri'bolion do los indios que mataron muchos chripslianos, tí del mártir Fr. [>ionisio — Do la poquedad tí cobardía del alcalde An- tonio Flores Capitulo iv. Cómo el almirante , don Diego Colom, tí Audiencia Real tí officiales de Sus Magostados enviaron desdo aquesta cibdad do Sancto Domingo una armadacon el capi- tán Goncnlo de Ocamjx) á castigar los in- dios que avian muerto los religiosos tí otros chripstianos en la Tierra-Firme , tí á cobrar la ysla do Cubagua , llamada por otro nom- bre Isla de las Perlas; (• de la venida del li- cenciado Bartolomé de las Casas, tí otras co- sas concernientes á la historia 597 Capitulo v. Cómo el licenciado Bartolomé de las Casas fui' con ciertos labradores á po- blar á la Tierra-Firme en el rio de Cuma- ná, cerca de la ysla de Cubagua, tí lo que le subcediü dolió á él é á los que le si- guieron 399 — Otras particularidades con el dicho licen- ciado, é cómo se metió frayle 601 Capitulo vi. Del segundo proveymienlo que se hizo para sojuzgar la costa de Cumaná, y castigar los indios de sus rebeliones ya dichas, y de la fortaleca que alli se fundó para la guarda del rio de Cumaná, que está en la costa de la Tierra-Firme, tí á siete le- guas de la ysla de las Perlas, llamada Cu- bagua 602 Capitulo vii. De una tormenta é terremoto que súbitamente acacsció en la provincia de Cumaná en la Tiorra-Firme, la qual tempestad derribó la fortaleca que los chrips- tianos tenian, de que se hizo mención en el capítulo de suso, é cómo se labró é se hizo otro castillo 603 Capitulo vni. En que tracta el chronista de algunas opiniones de ios historiales anti- guos cerca de las perlas, y de algunas par- ticularidades dellas, y de algunas perlas grandes que se han ávido en aquestas In- dias 604 — Dase noticia de algunas perlas grandes é particulares que se han ávido en las In- dias 605 Capítulo ix. De los nacarones en qtie se ha- llan perlas on la provínola de Nicaragua é golpho de Orotiña tí otras partes 606 — Fraudes que se cometen en las perlas 607 Capitulo x. El qual tracta de la manera que los indios é aun los chripslianos tienen para tomar y pescar las perlas ib. Capitulo xi. Que Iracta del aviso que debe aver en los que compran perlas 610 Capitulo xn. De la gobernación de la ysl-a 632 HISTORIA GENERAL Y NATURAL Pági. de Cubagua , é cómo fué removida la te- nencia del Caslillo de Cumaná ib. Capitulo xiii. De cierlos cossarios que han passado á estas partes é Indias, y de lo que les ha intervenido en sus malos pensa- mientos 611 Capitulo xiv. Que tracla de la ysla de la Margarita 612 Paas. Capitulo xv. De muchas yslas en general que están desde la Tierra-Firme austral é aquestas yslas de Cubagua é la Margarita hasta la ysla de Sanct Johan, que los indios llaman Boriquen, é desde alli á la Tierra- Firme de la parte ó vanda del Norte c pro- vin9Ía de Bimini é la Florida , brevemente relatadas 613 V'/'t/i / [.mu. / A,/ ,/,■ /■ i", . TontJ. Lam. .2 n I.it.rlrF rn Toui 1. Lilia., y. ;( I /•' C7atl,r lit. Jitqj MtttfU. Tont. I. I O ni y/' Lil fh'F f'rnur Trn». I. Lili I ^^^M^^^^^Ms--:- a '^^-^Iff Li{.€lt' F ñtiiij. ERRATAS QUE SE HAN NOTADO. PAGI>'A. XXIV 2. XL ». LXIII ». LXXlí ». XCV 2. CVI i. i i. Si 2. 81 2. H9 2. 129 i. 165 ». 474 2. 195 ». 223 1. 235 2. 236 1. 277 2. 311 ». 345 2. 352 2. 3S9 2. 363 i. 399 2. 42 III.' Parle (bis) II." Parle (bis) 1 y 2 es ofreció se ofreció 19 frey García fray Garcia 28 y 29 huyen- de huyendo de 37 se podrá se podria 48 naeionales nacionales 1 Albulensis Abulensis 1 Enlon- Enlonces 12 alniiradle ahiiiranle 8 del del rio del rio 27 haya há ya 1 lib. V )ib. VI 18 ela ella 1 lib. IV lib. VI 45 elulila el ut ila 7y8 Cuena Cueva 15 depóssisos depóssilos 27 mañera manera 34 inacas lancas 40 parles parles parles 43 liidaldo hidalgo 22 suerle suerle 43 guagacan guayacan 22 ocho años once años TOMO I. 80 rr-,^^ ^J*^'" ^°"' Bo'anicaí Carden Library E141.093V.1 o„ Oviedo y Valdes Go/Historia general v n 3 5185 00069 8066