':smm Sí ISTOaiA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS. ci k ii.i£. í n i ^JilJr hí^ • HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS, EN QUE SE TRATAN LAS COSAS notables del Cielo , elementos , metales, plantas y animales de ellas f y los ritos, ceremonias , leyes , gobierno y guer- ras de los Indios. T?or el Padre "Joseph de Acosta , de la extinguida Compañía de Jesús. DALA A LUZ EN ESTA SEXTA EDICIÓN B. A. V. C. TOMO PRIMERO. CON LICENCIA^ EN Madrid , por Pantaleon Aznar. Ano de m.dcc.xcii. Se hallará en la Librería de. D. Antonio del Cotillo. PRÓLOGO DEL EDITOR DE ESTA SEXTA EDICIÓN/ EL Padre' Joseph de Acosta nació en Medina del Campo , en el Reyno de León , por los años de 1539 ; y en el de 1553 , no teniendcf aún cumplidos ca- torce , entró en la extinguida Compañía de Jesús , don- de estaban ya otros quatro hermanos suyos , mayores que él , los quales fueron según el orden de su naci- miento , Gerónimo , Santiago , Cliristoval y Bernardo; y este último murió en México el dia 25 de Mayo de 161 5 , y su muerte fué sentida por su insigne virtud y sabiduría. Nuestro Autor tuvo excelente ingenio y juicio só- lido : era infatigable en el trabajo , y sobresalió en la eloqüencia é instrucción , por haber aprendido y ense- ñado todo género de ciencias. Fué el primero de su Or- den que leyó Teología en Ocaña. Pasó después al Perú^ el año de 1571 , para ser allí el segundo Provincial de aquella Provincia. Restituyóse á España el de 1587, y se le nombró por Rector de Valladolid, y sucesiva- mente Visitador de Aragón y Andalucía , y exerció tam- bién otras Rectorías ; y hallándose en la última , que fué la de Salamanca, murió en 15 de Febrero del aña secular 1600 , de edad de 60. Asistió en Roma , por dis- pensa especial , á la quinta Congregación general de su Religión , con derecho de votar ^ celebrada en tiempo del Sumo Pontífice Clemente VITI, siendo General el P. Claudio Aquaviva. Salió de España á este intento en Agosto de 1592, y volvió á ella en 1594,7 continuó siendo Rector de Valladolid. Felipe IL le lionraba con su estimación , y gustaba mucho de oírle contar , quan- do regresó de la América, las particularidades de la Historia de aquella Región. Dexó escritas varias obras , casi todas en latín , de ^ue hacen mención nuestro Don Nicolás Antonio en su a 2 Bi- Biblioteca Hispana , la Biblioteca Jesuítica , que escri- bieron los Padres Ribadenéira , Alegambe y Sotuello, las Memorias del Padre Nicerón , Barnabita , tom. 30, y el P. Jouvenci. Entre ellas fué la presente , que dividió, como se ad- vierte , en siete libros , de los quales los dos primeros los escribió en latín en el Perú , y traduxo después al castellano ; y los otros cinco los compuso en este úl- timo idioma , estando ya de vuelta en España , por cu- yo motivo previene usó de diferente modo de expli- carse en quanto á la localidad. Imprimióse primeramen- te en Sevilla, en 1590 , en un tomo en quarto, en ca- sa de Juan de León ; reimprimióse en octavo , revista y corregida , el año siguiente , en aquella ciudad ; y en la de Barcelona se hizo otra edición aquel mismo año de 1 591 (prueba de la aceptación que tuvo), en octavo igualmente , á costa de Lelio Marini , Veneciano , quien la dirigió al llustrísimo Señor Don Enrique de Cardo- na , Gobernador del Principado de Cataluña , la qual ha visto el Editor , y de ella no hace mención el Don Nicolás Antonio. La primitiva la dedicó el Autor á la Serenísima Infanta Doña Isabel Clara Eugenia de Aus- tria , según se ve de la Dedicatoria que está mas adelante, y puso su aprobación á ella el doctísimo y muy inge- nioso Padre Maestro Fray Luis de León, lustre de la Religión de San Agustín , en Madrid, á 4 de Mayo de 1589 , manifestando era Católica en lo tocante á la doc- trina de la Fé , y en lo demás , digna de las muchas .letras y prudencia del Autor , y de que todos la leye- sen para alabar á Dios , que tan maravilloso es en sus obras. Finalmente , se volvió á imprimir otras dos ve- ces , en quarto , en Madrid , en 1608 y 16 10. Además de esta repetición de ediciones , que nos muestra el buen concepto que se formó de la obra , la acredita en gran manera el ver las muchas naciones extrangeras que la trasladaron á sus idiomas : en Latin la traduxo Teodoro de Brii , y la insertó ea la terce- ra ra parte de sn Historia occidental : otra traducción latina hizo Juan Hugo de Linschot , y está inclusa en la par- te nona de la obra Francesa , intitulada : Des grands Voyageiirs , esto es , de los grandes Viageros. Juan Pa- blo Gallucci la puso en Italiano , y se imprimió en quarto en 1596. Una traducción Alemana salió en Franc- fort el año de 161 7 , en folio ; otra Flamenca en quar- to , la que después se insertó en el tomo segundo de la Colección de Viages , impresos en Holandés. Final- mente , Roberto Regnault hizo la suya en Francés , la que se imprimió en París dos veces, á saber , en 1598 y 1608, en octavo; y hablando de ella el Padre Nice- rón en el tomo treinta , arriba citado , de sus Memo- rias , refiere , que este Traductor dice en su Prólogo , que los Españoles habian hecho quemar , en virtud de un Edicto , todos los exemplares de la Historia de Acosta, para ocultar á las demás naciones el conocimiento de las Indias , sobre lo qual prosigue diciendo el Padre Ni- cerón , que diferentes ediciones que se habian hecho bas- tante consecutivamente , manifestaban que ésta era una fábula inventada por aquel Traductor , para dar méri- to á su traducción. Es digno verdaderamente de. reparo , que un libro, que tanto crédito se adquirió entre los antepasados, así del Reyno , como de fuera de él , se haya ido dexan- do , y olvidando en términos, que desde el año de 1610 no se haya vuelto hasta ahora á pensar en reimprimirlo, en un intervalo de tiempo tan considerable , como el de ciento ochenta y un años , habiéndose por esta ra- zón hecho ya tan raro , que con dificultad se encuentra uno vendible , y aun en las Bibliotecas públicas no están todas las ediciones que se han hecho en lo pasado. No podrá decirse , que este olvido ha nacido del' poco mé- rito de la obra , ó de que su estimación dependió de las circunstancias del tiempo , y que ha decaído sucesi- vamente , por ser ya varias las noticias que por diver- sos Autores se nos han ido comunicando acerca de kmé- ri- rica , pues vistos los escritos de estos , aun los mas mo- dernos , lo cierto es , que ninguno de ellos une tantas como nuestro Autoí^ sobre la Historia natural y moral de las Indias, tratando, en quanto á la primera, de los tres Reynos natural , vegetal y animal , y en quanto á la segunda , de la creencia , y ceremonias de la ciega y falsa Religión de los Indios , explicándonos menuda- mente , con el orden que pedia la materia , con dic- ción pura y propia , estilo claro y elegante (*) , y un candor y sencillez gustosa y dignamente loable en el modo de narrar y discurrir , la situación de aquellos países , sus climas , mares , rios , como también los animales terrestres y volátiles : las raíces , legumbres y frutas diversas , que son naturales de Europa , ó se crian particularmente en América , y del mismo modo una multitud de particularidades tocantes á la parte moral de los Indios * todo lo qual es todavía mas, apreciable, porque procede de un Autor como el P. Acosta, que residió allá nada menos que diez y siete años, en los quales tuvo bastante lugar de observar aquellas produc- ciones y género de vida , y con efecto las vio , consi- deró y examinó con ojos atentos , inteligentes y juicio- sos ^ con cuidado y con pulso , y no á manera de aque- llos Viageros , que solo miran las cosas de paso , y por su exterior , ó bien las oyó de personas fidedignas , co- mo así lo dice en el capítulo primero del Libro tercero. Por eso nuestro Ilustrísimo y Revendísimo Padre Maestro Feyjoó , bien conocido en la República Lite- raria , en el Discurso XIV , que intituló: Glorias de Es- ■paña , hablando del ramo de Historia natural , dice así en elogio de nuestro Autor : ?> Inglaterra y Francia , ya »>por la aplicación de sus Academias, ya por la curio- (*) Es uno de los Maestros de la Lengua, escogidos por la Real Academia Española para la formación de su Diccionario. vsidad de sus Viageros, han hecho, de algún tiempo j>á esta parte, no leves progresos en la Historia natu- ?>ral ; pero no nos mostrarán obra alguna, trabajo de un 5> hombre solo , que sea comparable á la Historia na- j>tural de la América , compuesta por el Padre Joseph jíde Acosta , y celebrada por los Eruditos de todas las ?í naciones. He dicho trabajo de un hombre solo , por- 5>que en esta materia hay algunas Colecciones que abul- ?>tan mucho , y en que el que se llama Autor , tuvo que ?í hacer poco ó nada, salvo el acinar en un cuerpo ma- ?>teriales , que estaban divididos en varios Autores. El jí Padre Acosta es original en su género, y se le pu- ?í diera llamar con propiedad el Plinio del Nuevo Mun- »do. En cierto modo mas hizo que Plinio , pues éste se >í valió de las especies de muchos Escritores que le pre- >í cedieron , como él mismo confiesa. El Padre Acosta »no halló de quien transcribir cosa alguna. Añádese á «favor del Historiador Español, el tiento en creer, y w circunspección en escribir, que faltó al Romano.'' Aquí se presenta una ocasión oportuna de hacer mención de la especie que Antonio de León dexó es- crita en el Apéndice de la Biblioteca Indiana que com- puso en Latin , es á saber , que el Padre Acosta se ha- bla aprovechado mucho de dos obras manuscritas , tra- bajadas por el Padre Fray Diego Duran , Religioso Do- minico , que son : la una , la Historia de los Indios de Nueva Es f aña '^ y la otra, Antiguallas de los Indios de Nueva- España. De este modo, no teniendo la nuestra la calidad de original en todo , tememos pierda de su valor , en el concepto del Público ; y por eso nos con- viene , adoptando la opinión contraria , y vindicando el renombre y fama de nuestro Autor , y para desterrar se- mejante nota de Plagiario , decir , que además del testi- monio atendible del Padre Feyjoó, que se acaba de ci- tar , en que cotejándole con Plinio , manifiesta precisa- mente, que á diferencia de éste , aquel no se valió de las especies de otros Escptores , pues no halló de quien co- copiar nada , el mismo Padre Acosta declara , que lo que cuenta lo vio , consideró ú oyó de personas Jide dig- nas ; pero no menciona que copiase noticia ninguna ; y si hubiera sido así, no se alcanza verdaderamente qué motivo pudiera haberle movido á callarlo , quando se ve , que por otra parte confiesa sencillamente , que no toda su narración es fruto de su vista y examen , sino también de informes ágenos. Finalmente , hemos conseguido y llevado á colmo nuestro vivo y antiguo deseo de restituir al círculo , di- gámoslo así , de la instrucción y de la luz pública , un libro , que sin merecerlo , como tampoco lo merecen otros muchos castellanos , escritos en prosa y verso so- bre diversas materias , con excelentes pensamientos, castiza dicción , estilo elegante é invención delicada, con que se han hecho apreciables , yacen obscurecidos, carcomidos , cubiei'tos de polvo , y como condenados á un perpetuo olvido , y á no verse jamás tocados , mo- vidos y manejados , sino por un corto número de Eru- ditos , que sabiendo juzgar del mérito , los . buscan con anhelo , reciben gozo de poseerlos y leerlos , y que se lastiman de ver ociosas , inutilizadas y desatendidas unas producciones , que hacen , sin duda alguna , honor á sus Autores y á la nación* Es verdad que en estos últimos tiempos se han reimpreso algunas , tales son , por exem- plo : La Araucana de Don Alonso de Ercilla : las obras de Garcilaso de la Vega : la Diana enamorada , por Gas- par Gil Polo : las Crónicas y Memorias de ios Reyes de Castilla : las obras del Maestro Fernán Pérez de Oli- va : las que Francisco Cervantes de Salazar ha hecho, glosado y traducido : el Josefo de Bello Judayco &c ; pero es bien sabido que faltan otras muchas , de que si no se hace lo mismo , será tal vez por temerse la fal- ta de su despacho. Hemos mejorado esta sexta edición de la Historia natural y moral de las Indias del Padre Acosta , coa añadirla un índice de capítulos, los números de los ver- sí- sículos de los capítulos de la Escritura , con cuidar de lo tocante á su impresión , con corregir varias er- ratas que hemos notado en las anteriores ; y última- mente con substituir algunas voces corrientes en vez de otras antiquadas : como Perii por Pirú , Inca por Inga^ teman por tendrán , asaz por bastante , y 'vernd por ven- drá , por acomodarnos á lo que están hechos ahora nues- tros oídos. Hemos dividido la obra en dos tomos para hacerla mas manejable y usual, esperando no desme- recer en nada de esto la aprobación del Público , á quien respetamos y deseamos complacer. Tomo L A LA SERENÍSIMA INFANTA Doña Isabel Clara Eugenia de Austria. SEÑORA. TJTAbiendome la Magestad del Rey , nuestro Se- JlÍ ^or , dado licencia de ofrecer á V. A. esta pequeña obra , intitulada : Historia natural y moral de las Indias , no se me podrá atribuir á falta de consideración , querer ocupar el tiempo , que en co^ sas de importancia V. A. tan santamente gasta , di- virtiéndola á materias , que por tocar en Filosofía son algo obscuras , y por ser de gentes bárbaras no parecen á propósito. Mas porque el conocimiento y especulación de cosas naturales , mayormente si son notables y raras , causa natural gusto y deleyte en entendimientos delicados , y la noticia de costumbres y hechos extraños también con su novedad aplace^ tengo para m/, que para V. A. podrá servir de un honesto y útil entretenimiento , darle ocasión de con- siderar en obras que el Altísimo ha fabricado en la máquina de este Mundo , especialmente en aquellas par- tes que llamamos Indias , que por ser nuevas tierras^ dan mas que considerar , y por ser de nuevos va- salios , que el Sumo Dios dio á la Corona de Espa- ña , no es del todo ageno , ni extraño su conocimien- to. Mi deseo es , que V. A. algunos ratos de tiem- po se entretenga con esta lectura , que por eso va en vulgar , y si no me engaño , no es para entendió mien^ mientos vulgares , y podrá ser , que como en otras cosas , así en ésta , mostrando gusto V. A, sea fa^ vorecida esta o brilla , para que por tal medio tam-- bien el Rey , nuestro Señor , huelgue de entretener alguna vez el tiempo con la relación y consideración de cosa y gentes que á su Real Corona tanto to^ can , á cuya Magestad dediqué otro libro , que de la predicación Evangélica de aquellas Indias compuse en latin. T todo ello deseo que sirva para que con la noticia de lo que Dios nuestro Señor repartió ^ y depositó de sus tesoros en aquellos Reynos , sean las gentes de ellos mas ayudadas y favorecidas de estas de acá , á quien su divina y alta Providencia las tie- ne encomendadas. Suplico á V. A, que si en algunas partes esta obrilla no pareciere tan apacible , no dé- xe de pasar los ojos por las demás , que podrá ser^ que unas ú otras sean de gusto , y siéndolo , no po- drán dexar de ser de provecho , y muy grande , pues este favor será en bien de gentes y tierras tan we- cesitadas de él. Dios nuestro Señor guarde y pros- pere á V. A. muchos años , como sus siervos coti- diana y afectuosamente lo suplicamos á su Divina Ma- gestad. Amen. En Sevilla primero de Marzo de mil quinientos y noventa años. Joseph de Acosta, b 2 PROE- PROEMIO DEL AUTOR. DEl nuevo mundo é Indias Occidentales han escri- to muchos Autores diversos libros y relaciones, en que dan noticia de las cosas nuevas y extrañas , que én aquellas partes se han descubierto , y de los hechos y sucesos de los Españoles que las han conquistado y poblado. Mas hasta ahora no he visto Autor , que tra- te de declarar las causas y razón de tales novedades y extrañezas de naturaleza , ni que haga discurso é in- quisición en esta parte : ni tampoco he encontrado li- bro , cuyo argumento sea los hechos é historia de los mismos Indios antiguos y naturales habitadores del nue- vo orbe : A la verdad ambas cosas tienen dificultad no pequeña. La primera, por ser cosas de naturaleza , que salen de la Filosofía antiguamente recibida y platicada: como es ser la región que llaman Tórrida muy húme- da , y en partes muy templada : llover en ella quan- do el Sol anda mas cerca , y otras cosas semejantes. Y los que han escrito de Indias Occidentales , no han he- cho profesión de tanta Filosofía, ni aun los mas de ellos han hecho advertencia en tales cosas. La segunda, de tratar los hechos é historia propia de los Indios, requería mucho trato y muy intrínseco con los mismos Indios , del qual carecieron los mas que han escrito de Indias : ó por no saber su lengua , ó por no cuidar de saber sus antigüedades : así se contentaron con re- latar algunas de sus cosas superficiales. Deseando , pues, yo tener alguna mas especial noticia de sus cosas , hi- ce diligencia con hombres prácticos y muy versados en tales materias, y de sus pláticas y relaciones co- piosas pude sacar lo que juzgué bastar para dar no- ticia de las costumbres y hechos de estas gentes. Y en lo natural de aquellas tierras y sus propiedades con la experiencia de muchos años , y con la diligencia de in- quirir, discurrir y conferir con personas sabias y ex- pertas : también me parece, que se me ofrecieron al- gu- gunas advertencias que podrlarr servir y aprovechar á otros ingenios mejores, para buscar la verdad, ó pa- sar mas adelante , si les pareciese bien lo que aquí ha- llasen. Así que aunque el mundo nuevo ya no es nue- vo , sino viejo , según hay mucho dicho , y escrito de él , todavía me parece que en alguna manera se podrá tener esta Historia por nueva , por ser juntamente His- toria , y en parte Filosofía , y por ser no solo de las obras de naturaleza, sino también de las del libre al- vedrio, que son los hechos y costumbres de hombres. Por donde me pareció darle nombre de Historia Na- tural y Moral de Indias, abrazando con este intento ambas cosas. En los dos primeros libros se trata , lo que toca al Cielo , temperamento y habitación de aquel orbe : Los quales libros yo habia primero escrito en la- tin , y ahora los he traducido usando mas de la licen- cia de Autor , que de la obhgacion de intérprete , por acomodarme mejor á aquellos á quien se escribe en vul- gar. En los otros dos libros siguientes se trata , lo que de elementos y mixtos naturales , que son metales , plan- tas y animales , parece notable en Indias. De los hom- bres y de sus hechos ( quiero decir de los mismos In- dios , de sus ritos , costumbres , gobierno , guerras , y sucesos ) refieren los demás libros , lo que se ha podi- do averiguar , y parece digno de relación. Cómo se ha- yan sabido los sucesos y hechos antiguos de Indios , no teniendo ellos escritura como nosotros , en la misma Historia se dirá , pues no es pequeña parte de sus ha- bilidades , haber podido y sabido conservar sus anti- guallas , sin usar ni tener letras algunas. El fin de es- te trabajo es , que por la noticia de las obras naturales que el Autor tan sabio de toda naturaleza ha hecho, se le dé alabanza y gloria al altísimo Dios , que es ma- ravilloso en todas partes : Y por el conocimiento de las costumbres y cosas propias de los Indios , ellos sean ayudados á conseguir y permanecer en la gracia de la alta vocación del Santo Evangelio , al quaí se dignó en el el fin de los siglos traer gente tan ciega , el que alum- bra desde los montes altísimos de su eternidad. Además de eso podrá cada uno para sí sacar también algún fruto , pues por báxo que sea el sugeto , el hombre sa- bio saca para sí sabiduría ; y de los mas viles y pe- queños animalejos se puede tirar muy alta consideración, y muy provechosa Filosofía. Solo resta advertir al lec- tor , que los dos primeros libros de esta Historia ó dis- curso se escribieron estando en el Perú, y los otros cin- co después en Europa , habiéndome ordenado la obe- diencia volver por acá. Y así los unos hablan de las cosas de Indias como de cosas presentes, y los otros como de cosas ausentes. Para que esta diversidad de ha- blar no ofenda , me pareció advertir aquí la causa. IN- índice DE LOS LIBROS Y CAPÍTULOS de este Tomo primero. LIBRO PRIMERO. CApitulo I. De ¡a opinión que algunos Autores tuvieron , que el Cielo no se extendia al Nue- 'Vo-Mundo pág. I. Cap. II. Que el Cielo es redondo por todas partes, y se mueve en torno de sí mismo 4. Cap. III. Que la Sagrada Escritura nos da d en- tender , que la tierra esta en medio del Mundo. . 8. Cap. IV. En que se responde a lo que se alega de la Escritura contra la redondez del Cielo 13, Cap. V. De la hechura y gesto del Cielo del Nue^ vo-Mundo - I j. Cap. VI. Que el mundo hdcia ambos folos tiene tier- ra y mar 16. Cap. VII. En que se reprueba la opinión de Lac- tancio , que dixo no haber Antípodas 20. Cap. VIII. Del motivo que tuvo San Agustín pa- ra negar los Antípodas 23. Cap. IX. De la opinión que tuvo Aristóteles cerca del N^uevO'Mundo', y qué es lo que le engañó para negarle, 26. Cap. X. Que Plinio y los mas de los Antiguos sin- tieron lo mismo que Aristóteles . . 31, Cap. XI. Que se halla en los Antiguos alguna no- ticia de este Nuevo- Mundo 33. Cap. XIL Qué sintió Platón de esta India occidental. 3 8. Cap. XIII. Que algunos han creído, que en las Divinas Escrituras Ojír signijique este nuestro Perú. . . 39. Cap. XIV. Qué signijican en la Escritura Tarsis y ^fr 42. Ca- Cap. XV. IDe la profecía de Abdtas , quff algunos declaran de estas Lidias 4j Cap. XVÍ. De qué modo pudieron venir d Indias los primeros hombres ; y que no navegaron de pro- pósito d estas partes 47 Cap. XVII. De la propiedad y virtud admirable de la piedra imán para navegar y y que los Anti- guos no la conocieron J2 Cap. XVIII. En que se responde d los que sienten haber- se navegado antiguamente el Océatto ^ como ahora.. j6 Cap. XIX. Que se puede pensar , que los primeros pobladores de Indias aportaron d ellas , echa- dos de tormentas , y contra su voluntad. ...... 57 Cap. XX. Que con todo eso , es mas conforme d buena razón pensar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias 6q Cap. XXI. En qué manera pasaron bestias y ga- nados d las tierras de Indias 64 Cap. XXII. Que no pasó el linage de Indios por la Isla Atldntida , como algunos imaginan. 67 Cap. XXIII. Que es falsa la opinión de muchos que afirman venir los Indios de el linage de los Judias. 70 Cap. XXIV. Por qué razón no se puede averiguar bien el origen de los Indios 72 Cap. XXV. Qué es lo que los Indios suelen contar de su origen 73 LIBRO SEGUNDO. CApítulo I. Qué se ha de tratar de la natura- leza de la equinoccial ^6» Cap. II. Qué les movió d los Antiguos d tener por co- sa sin duda que la Tórrida era inhabitable. . . . yj. Cap. III. Qíie la Tórridazona es humedísima ; / que . en esto se engañaron mucho los Antiguos 78. Cap. IV. Que fuera de los Trópicos es al revés que en la Tórrida , / así hay mas aguas quando el Sol se se aparta mas 8o. Cap. V. Que dentro de los Trópicos las aguas son en el estío 6 tiempo de calor \ y de la cuenta del 'verano é invierno 82, Cap. VI. Que la Tórrida tiene gran abundancia de aguas y pastos , por mas que Aristóteles lo niegue. 83. Cap. VIL Trátase la razón , por qué el Sol fuera de los Trópicos , quando mas dista , levanta aguas, y dentro de ellos al revés quando está mas cerca. 87* Cap. VIII. En qué manera se haya de entender lo que se dice de la Tórridazona 90. Cap, IX. Que la Tórrida no es en exceso caliente , si- no moderadamente calieyíte 92- Cap. X. Que el calor de la Tórrida se templa con la muchedumbre de lluvias , y con la brevedad de los dias 93» Cap. XI. Que fuera de las dichas hay otras causas de ser la Tórrida templada , y especialmente la vecindad del mar Océano 96. Cap. XII. Que las tierras mas altas son mas frias, y qué sea la razón de esto 98. Cap. XIII. Que la principal causa de ser la Tór- rida templada , son los vientos frescos 100. Cap. XIV. Que en la región de la equinoccial se vive vida muy apacible 103. LIBRO TERCERO. CApítulo I. Que la historia natural de las cosas de las Indias es apacible y deleytosa 106. Cap. II. De los vientos , y sus diferencias , y propie- dades y y causas en general 107. Cap. III. De algunas propiedades de vientos que cor- ren en el nuevo Orbe 112. Cap. IV. Que en la Tórridazona corren siempre bri- sas , y fuera de ella vendavales y brisas 114. Cap. V. De las diferencias de brisas y 'vendavales Tomo JT. c con con Jos demás vientos 1 1 8, Cap. VI. Qíié sea la causa de hallarse siempre vien- to de oriente en la Tórrida para navegar 122 Cap. VII. Por . qué causa se hallan mas ordinarios vendavales saliendo de la Tórrida d mas altura. 126 Cap. VIII. De las excepciones que se hallan en la re- gla ya dicha , / de los vientos y calmas que hay en mar y tierra 1 27 Cap. IX. De algunos efectos maravillosos de vientos en partes de Indias 129 Cap. X. Del .Océano , que rodea las Indias ^ y de la mar del 7iorte , / del sur 135, Cap. XI. Del estrecho de Magallanes , cómo se pasó por la vanda del sur 1 38 Cap. XII. Del estrecho que algunos ajlrman haber en la Florida. . 141 Cap. XIII. De las propiedades del Estrecho de Ma- gallanes 142 Cap.XIV.Dí*/ f^uxo y rejiuxo del mar Océano en Indias. 144 Cap. XV. De diversos pescados , y modos de pescar de los Indios 146 Cap. XVI. De las lagunas y lagos que se hallan en Indias. 151 Cap. XVII. De diversas fuentes y manantiales. ... 154 Cap. XVIII. De rios 156 Cap. XIX. De la qualidad de la tierra de Indias en general 159 Cap. XX. De las propiedades de la tierra del Perú. 163 Cap. XXI. De las causas que dan de no llover en los llajíos 165 Cap. XXII. De la propiedad de Nueva-España é Islas , y. las demás tierras 167 Cap. XXIII. De la tierra que se ignora , / de la di- versidad de un dia entero entre orientales y oc- cidentales 169 Cap. XXIV. De los volcanes ó bocas de fuego 173 Cap. XXV. Qué sea la causa de durar tanto tiempo el 'el fuego y humo de estos 'volcanes .i., t,.*.. 175. Cap. XXVI. De ¡os temblores de tierra. . rv . fVV'. 177. Cap. XXVII. Cómo se abrazan la tierra y ¡a mar, i8o. LIBRO QUARTO. CApitulo I. De los tres géneros de mixtos que se han de tratar en esta historia 182. Cap. lí. De la abundancia de metales que hay en las Indias Occidentales. . . 1 84. Cap. III. De la qualidad de la tierra donde se hallan > metales ; y que no se labran todos en Indias ; y de como usaban los Indios de los metales 187. Cap. ÍV. Del oro que se labra en Indias 189. Cap. V. De la. fíat a de Indias 193. Cap. VI. Del cerro de Potosí , y de su descubrimiento. . 195. Cap. VII. De la riqueza que se ha sacado , y cada dia se va sacando del cerro de Potosí I99* Cap. VIIT. Del modo de labrar las minas de Potosí. . . 203. Cap. W, Como se beneficia el metal de plata 207. Cap. X. De las propiedades maravillosas del azogue. . 209. Cap. XI. Donde se halla el azogue , .y como se descu- brieron sus minas riquísimas en Guancavelica. . . 212. Cap. XII. De el modo y arte como se saca el azogue, y se beneficia con él la plata 215. Cap. XIII. De los ingenios para moler metales , y del ensaye de la plata. ^ . . .. 219. Q2í,^. ÍLW. De las esmeraldas. 221. Cap. XV. De las perlas. 224. Cap. XVí. Del pan de Indias , y del maíz 226. Cap. XVII. De las yucas , cazabe , papas , chuño y arroz. . 229. Cap. XVIII. De diversas raíces que se dan e.n Indias. 232. Cap. XIX. De diversos géneros de verduras y legum- bres ; y de los que llaman pepinos , pinas , frutilla de chile , y ciruelas. . . >. . ;2 33. Cap. XX. Del axíó pimienta de las Indias,' •-, íK . 236. Ca- Cap. XXT. Del plátano 237. Cap. XXII. Del cacao y de la coca 241. Cap. XXIII. Del maguey , del tunal , de la grana^ del añil y algodón 243. Cap. XXIV. De los mameyes , guayams y paltos. . , 246. Cap. XXV. Del chicozajjote , de las a7i7ionas y de los ~ capoUes 247. Cap. XXVI. De diversos géneros frutales ; y de los cocos , almendras de andes y almendras de cha- chapoyas 248. Cap. XXVII. De diversas Jlores , y de algunos arbo- les que solamente dan Jlores ; y como los Indios las usan , 251. Cap. XXVIII. Del bdlsa^no 253. Cap. XXIX. Del liquidamhar , / otros aceytes , gomas y drogas , que se traen de Indias 255. Cap. XXX. De las grandes arboledas de Indias , y de los cedros , ceyvas y otros árboles grandes 258. Cap. XXXI. De las plantas y frutales que se han llevado de España d las Indias 261. Cap. XXXII. De las ubas , viñas , olivas , moreras y cañas de a'zucar 262. Cap. XXXIII. De los ganados ovejuno y vacuno. . . 265. Cap. XXXIV. De algunos ammales de Europa que hallaron los Españoles en Indias , y como hayan pa- sado 26S. Cap. XXXV. De las aves que hay de acá , y como pasaron d Indias • • • • 270. Cap. XXXVI. Como sea posible haber en Indias ani- males , que no hay en otra parte del mundo 272. Cap. XXXVII. De las aves propias de Indias. . . 274. Cap. XXXVIII. De los animales de monte. 277. Cap. XXXIX. De los micos 6 monos de Indias 279. Cap. XL. De las vicuñas y tarugas del Perii. . . . 280. Cap. XLI. De los pacos , guanacos y carneros del Perú 283. Cap, XLII. De las piedras be za ares 286. LIBRO PRIMERO"^'^' DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS. CAPITULO PRIMERO. De la opinión que algunos Autores tuvieron , que el Cielo no se extendía al nuevo mundo. Estuvieron tan lexos los Antiguos de pensar que hu- biese gentes en este nuevo mundo, que muchos de ellos no quisieron creer que habia tierra de esta parte ; y lo que es mas de maravillar , no faltó quien también negase haber acá este Cielo que vemos. Porque aunque es verdad que los mas y los mejores de los Filósofos sintieron , que el Cielo era todo redondo, como en efecto lo es , y que así rodeaba por todas par- tes la tierra , y la encerraba en sí ; con todo eso , algu- nos , y no pocos , ni de los de menos autoridad entre los sagrados Doctores , tuvieron diferente opinión , imagi- nando la fábrica de este mundo á manera de una casa, en la qual el techo que la cubre , solo la rodea por lo al- to , y no la cerca por todas partes : dando por razón de esto , que de otra suerte estuviera la tierra en medio col- gada del ayre , que parece cosa agena de toda razón, Y también que en todos los edificios vemos que el ci- miento está de una parte , y el techo de otra contraria; y así , conforme á buena consideración , en este gran edi- ficio del mundo , todo el Cielo estará á una parte enci- ma , y toda la tierra á otra diferente debaxo. El glorio- so Crisóstomo , como quien se habia mas ocupado en el estudio de las letras sagradas , que no en el de las Tomo I, A cien- 1 Libro 'primero ciencias humanas (i) , muestra ser de esta opinión , ha- ciendo donayre en sus Comentarios sobre la Epístola ai Hebreos , de los que afirman , que es el Cielo todo re- dondo ; y parecele que la divina Escritura (2) quiere dar á entender otra cosa , llamando al Cielo tabernáculo y tienda , ó toldo que puso Dios. Y aún pasa allí el San- to (3) mas adelante en decir , que no es el Cielo el que se mueve y anda , sino que el Sol y la Luna y las es- trellas son las que se mueven en el Cielo , en la manera que los páxaros se mueven por el ayre ; y no como los Filósofos piensan , que se revuelven con el mismo Cielo, como los rayos con su rueda. Van con este parecer de Crisóstomo Theodoreto , Autor grave , y Theofilacto (4), como suele casi en todo. Y Lactancio Firmiano (5) , an- tes de todos los dichos , sintiendo lo mismo , no se aca- ba de reir y burlar de la opinión de los Peripatéticos y Académicos que dan al Cielo figura redonda , y ponen la tierra en medio del mundo , porque le parece cosa de risa que esté la tierra colgada del ayre , como está tocado. Por donde viene á conformarse mas con el pare- cer de Epicúro , que dixo no haber otra cosa de la otra parte de la tierra, sino un caos y abismo infinito. Y aun parece tirar algo á esto lo que dice San Geróni- mo (6) , escribiendo sobre la Epístola á los Efesios , por estas palabras : El Filósofo natural pasa con su consi- deración lo alto del Cielo ; y de la otra parte del pro- fundo de la tierra y abismos halla un inmenso vacío. De Procopio refieren (7) ( aunque yo no lo he visto ) que afir- (i) Chrisostomus , Hom. 14. ir 27. in Epst.ad Hehr^e. (2) Hebr<€. 8. (3) ídem Chrisost, HomiL6, ér 1^. in Genes, ¿r Homil. 12, ad pop. Antioc. (4) Theodoretus ér Teophilactus in cap. 8. ad Hehtít, (5) Lactant. lih. 3. diurn. instit. cap. 24. (6) Hieronymus in Epist. ad Ephesos , ¡ib. 2. incajf. 4. (7) Sixtus Senensis , lib, J. Biblioth. annot, 3. de la Historia natural de Indias. 3 afirma sobre el libro del Génesis, que la opinión de Aris- tóteles cerca de la figura y movimiento circular del Cie- lo , es contraria y repugnante á la divina Escritura. Pe- ro que sientan y digan los dichos Autores cosas como éstas , no hay que maravillarnos ; pues es notorio , que no se cuidaron tanto de las ciencias y demostraciones de Filosofía , atendiendo á otros estudios mas importantes. Lo que parece mas de maravillar es , que siendo S. Agus- tín tan aventajado en todas las ciencias naturales , y que en la Astrología y en la Física supo tanto ; con to- do eso se queda siempre dudoso , y sin determinarse en si el Cielo rodea la tierra de todas partes , ó no. Qué se me da á mí , dice él (i) , que pensemos que el Cielo , como una bola , encierre en sí la tierra de todas partes , estan- do ella en medio del mundo , como en el fiel , ó que diga- mos que no es así , sino que cubre el Cielo á la tierra por una parte solamente , como un plato grande que es- tá encima. En el propio lugar donde dice lo referido, da á entender, y aun lo dice claro , que no hay demos- tración , sino solo conjeturas , para afirmar que el Cie- lo es de figura redonda. Y allí y en otras partes (2) tiene por cosa dudosa el movimiento circular de los Cie- los. No se ha de ofender nadie , ni tener en menos los Santos Doctores de la Iglesia , si en algún punto de Fi- losofía y ciencias naturales sienten diferentemente de lo que está mas recibido y aprobado por buena Filosofía; pues todo su estudio fué conocer , y servir y predicar al Criador , y en esto tuvieron grande excelencia. Y co- mo empleados del todo en esto , que es lo que impor- ta, no es mucho que en el estudio y conocimiento de las criaturas , no hayan todas veces por entero acerta- do. Harto mas ciertamente son de reprehender los Sa- bios de este siglo , y Filósofos vanos , que conociendo y (i) Augustin. Uh, 2. de Genes, adltt, caf, 9. (2) Augustin. in Psalm, i"^^, A2 4 Libro primero y alcanzando el ser y orden de estas criaturas , el cur- so y movimiento de los Cielos , no llegaron los desven- turados á conocer al Criador y Hacedor .de todo esto; y ocupándose todos en estas hechuras , y obras de tan- to primor , no subieron con el pensamiento á descubrir al Autor soberano , como la divina Sabiduría lo advier- te (i); ó ya que conocieron al Criador y Señor de todo (2), no le sirvieron , y glorificaron como debian , desvaneci- dos por sus invenciones , cosa que tan justamente les arguye y acusa el Apóstol. CAPITULO II. Que el Cielo es redondo por todas partes , y se mueve en torno de sí mismo. MAs viniendo á nuestro propósito , no hay duda si- no que lo que el Aristóteles y los demás Peripa- téticos , juntamente con los Estoicos , sintieron (3) , quan- to á ser el Cielo todo de figura redonda , y moverse circularmente y en torno, es puntualmente tanta ver- dad , que la vemos con nuestros ojos los que vivimos en el Perú ; harto mas manifiesta por la experiencia, de lo que nos pudiera ser por qualquiera razón y demos- tración Filosófica. Porque para saber que el Cielo es to- do redondo , y que ciñe y rodea por todas partes la tierra , y no poner duda en ello , basta mirar desde qs- te emisferio aquella parte y región del Cielo , que da vuelta á la tierra , la qual los Antiguos jamás vieron. Basta haber visto y notado ambos á dos polos , en que el Cielo se revuelve como en sus quicios , digo el polo Ártico y Septentrional , que ven los de Europa , y es- totro Antartico ó Austral (de que duda Agustino) (4); quan- (i) Sap. i'^. (2) Rom.i. (3) Plutarchus de fJacitis P hilos, lib.2, cap. 2. (4) August.'i., L de Gen. ad lit, c.iQ* de la Historia natural de Indias. 5 quando pasada la linea equinoccial trocamos el norte con el sur acá en el Perú. Basta finalmente haber cor- rido navegando mas de sesenta grados de norte á sur, quarenta de la una vanda de la linea , y veinte y tres de la otra vanda : dexando por ahora el testimonio de otros que han navegado en mucha mas altura , y llega- do á quasi sesenta grados al sur. ¿Quién dirá que la nao ^'^ Victoria , digna cierto de perpetua memoria , no ganó !w!S.2 la victoria y triunfo de la redondez del mundo , y no ¿¿c^i^*,^: y 'ü menos de aquel tan vano vacío , y caos infinito que- J7X2^ ponian los otros Filósofos debaxo de la tierra , pues dio cw£<>^X^ vuelta al mundo , y rodeó la inmensidad del gran Océa- no? ¿A quién no le parecerá que con este hecho mos- tró, que toda la grandeza de la tierra, por mayor que se pinte , está sujeta á los pies de un hombre , pues la pudo medir ? Así que sin duda es el Cielo de redonda y perfecta figura ; y la tierra abrazándose con el agua, ha- cen un globo ó bola cabal , que resulta de los dos ele- mentos , y tiene sus términos y límites , su redondez y grandeza. Lo qual se puede bastantemente probar y de- mostrar por razones de Filosofía y de Astrología , y dexando aparte aquellas sutiles , que se alegan comun- mente de que al cuerpo mas perfecto , ( qual es el Cielo , ) se le debe la mas perfecta figura , que sin duda es la redonda : de que el movimiento circular no puede ser igual y firme, si hace esquina en alguna parte, y se tuerce , como es forzoso , si el Sol , y Luna y Estrellas no dan vuelta redonda al mundo. Mas dexando esto aparte , como digo , pareceme á mí , que sola la Luna debe bastar en este caso , como testigo fiel en el Cielo; pues entonces solamente se obscurece y padece eclipse' quando acaece ponérsele la redondez de la tierra ex-diá- metro entre ella y el Sol , y así estorvar el paso á los rayos del Sol ; lo qual , cierto no podria ser si no es- tuviese la tierra en medio del mundo , rodeada de to- das partes de los orbes celestes. Aunque tampoco ha faltado quien ponga duda si el resplandor de la Luna se 6 Libro primero se le comunica de la luz del Sol. ( i ) Mas ya esto es demasiado dudar , pues no se puede hallar otra causa razonable de los eclipses , y de los llenos y quartos de Luna , sino la comunicación del resplandor del Sol. Tam- bién si lo miramos , veremos que la noche ninguna otra cosa es sino la obscuridad causada de la sombra de la tierra , por pasársele el Sol á otra vanda. Pues si el Sol no pasa por la otra parte de la tierra , sino que al tiem- po de ponerse se torna haciendo esquina y torciendo, lo qual forzoso ha de conceder el que dice , que el Cie- lo no es redondo , sino que como un plato cubre la haz de la tierra ; sigúese claramente , que no podrá hacer la diferencia que vemos de los dias y noches , que en unas regiones del mundo son largos , y breves á sus tiempos , y en otras son perpetuamente iguales. Lo que el Santo Doctor Agustino escribe (2) en los libros de Gene- si ad litteram , que se pueden salvar bien todas las oposiciones , y conversiones , y elevaciones , y caimien- tos , y qualesquiera otros aspectos y disposiciones de los planetas y estrellas , con que entendamos que se mue- ven ellas estándose el Cielo mismo quedo y sin mover- se , bien fácil se me hace á mí de entenderlo , y se le hará á qualquiera , como haya licencia de fingir lo que se nos antojare. Porque si ponemos por caso , que cada estrella y planeta es un cuerpo por sí , y que le menea y lleva un Ángel , al modo que llevó á Abacúch á Ba- bilonia (3) : i quién será tan ciego , que no vea que to- das las diversidades que parecen de aspectos en los pla- netas y estrellas , podrán proceder de la diversidad del movimiento , que el que las mueve voluntariamente les da ? Empero no da lugar la buena razón á que el espa- cio y región por donde se fingen andar ó bolar las es- tre- (i) August. Epist. 109. ad Januarium , caf. 4. (2) August. lib. 2, de Genes, ad liP. cap. 10. (3) T>an. 14. de la Historia natural de Indias. f trellas dexe de ser elementar y corruptible , pues se di- vide y aparta quando ellas pasan , que cierto no pa- san por vacuo ; y si la región en que las estrellas y pla- netas se mueven , es corruptible , también ciertamente lo han de ser ellas de su naturaleza , y por el consiguien- te se han de mudar y alterar , y en fin acabar. Porque naturalmente lo contenido no es mas durable que su con- tinente. Decir , pues , que aquellos cuerpos celestes son corruptibles , ni viene con lo que la Escritura dice en el Salmo (i) , que los hizo Dios para siempre , ni aun tam- poco dice bien con el orden y conservación de este Uni- verso. Digo mas , que para confirmar esta verdad de que los mismos Cielos son los que se mueven , y en ellos las estrellas andan en torno , podemos alegar con los ojos , pues vemos manifiestamente , que no solo se mueven las estrellas , sino partes y regiones enteras del Cielo : no hablo solo de las partes lucidas , y resplande- cientes , como es la que llaman via láctea , que nuestro vulgar dice camino de Santiago , sino mucho mas digo es- to por otras partes obscuras y negras que hay en el Cie- lo. Porque realmente vemos en él unas como manchas, que son muy notables , las quales jamás me acuerdo ha- ber echado de ver en el Cielo quando estaba en Europa; y acá en este otro emisferio las he visto muy manifies- tas. Son estas manchas de color y forma que la parte de la Luna eclipsada , y parecensele en aquella negrura y sombrío* Andan pegadas á las mismas estrellas , y siem- pre de un mismo tenor y tamaño , como con experien- cia clarísima lo hemos advertido y mirado. A alguno, por ventura , le parecerá cosa nueva , y preguntará , ¿ de qué pueda proceder tal genero de manchas en el Cielo? Yo cierto no alcanzo hasta ahora mas de pensar , que como la galaxia ó via láctea , dicen los Filósofos , que resulta de ser partes del Cielo mas densas y opacas , y que (i) Psalm. 148. V, 6, 8 Libro primero que por eso reciben mas luz , así también por el contra- rio hay otras partes muy raras y muy diáfanas ó trans- parentes , y como reciben menos luz , parecen partes mas negras. Sea ésta , ó no sea ésta la causa ( que causa cier- ta no puedo afirmarla ) , á lo menos en el hecho que ha- ya las dichas manchas en el Cielo , y que sin discrepar se menean con el mismo compás que las estrellas , es experiencia certísima , y de propósito muchas veces con- siderada. Infiérese de todo lo dicho , que sin duda nin- guna los Cielos encierran en sí de todas partes la tierra, moviéndose siempre al derredor de ella , sin que haya para qué poner esto mas en qüestion. CAPITULO III. Que la Sagrada Escritura, nos da á entender , que la tierra está en medio del mundo. Y aunque á Procopio Gacéo y á otros de su opinión les parezca que es contrario á la divina Escritura poner la tierra en medio del mundo , y hacer el Cielo todo redondo ; mas en la verdad ésta no solo no es doc- trina contraria, sino antes muy conforme á lo que las letras sagradas nos enseñan. Porque dexando aparte que la misma Escritura (i) usa de este término muchas ve- ces , la redondez de la tierra , y que en otra parte apun- ta , que todo quanto hay corporal es rodeado del Cie- lo , y como abarcado de su redondez ; á lo menos aque- llo del Eclesiastés (2) , no se puede dexar de tener por muy claro, donde dice : Nace el Sol y ponese, y vuél- vese á su lugar , y allí tornando á nacer da vuelta por el medio dia , y tuércese hacia el norte : rodeando to- das las cosas anda el espíritu al derredor, y vuélvese á (i) Mster. 13. Sap. i. 2. 7. 11. 18. Vsalm. 9. 17. 2J. 39. 97. Job 37. (2) Ecclesiast. i. vv. ¡. 6, de la Historia natural de Indias. 9 á sus mismos cercos. En este lugar dice la paráfrasis y exposición de Gregorio el Neocesariense ó el Naciance- no : El Sol habiendo corrido toda la tierra vuélvese , co- mo en torno , hasta su mismo término y punto. Esto que dice Salomón y declara Gregorio , cierto no podia ser, si alguna parte de la tierra dexáse de estar rodeada del Cielo, Y así lo entiende San Gerónimo (i), escribiendo sobre la Epístola á los Efesios , de esta manera : Los mas comunmente afirman , conformándose con el Ecle- siastés , que el Cielo es redondo , y que se mueve en torno , á manera de bola. Y es cosa llana , que ningu- na figura redonda tiene latitud , ni longitud , ni altura, ni profundo , porque es por todas partes igual y pare- ja , 6¿c. Luego , según San Gerónimo , lo que los mas sienten del Cielo que es redondo , no solo no es con- trario á la Escritura , pero muy conforme con ella. Pues San Basilio (2) y S. Ambrosio , que de ordinario le si- gue en los libros llamados Hexámerón , aunque se mues- tran un poco dudosos en este punto , al fin , mas se in- clinan á conceder la redondez del mundo. Verdad es, que con la quinta substancia que Aristóteles atribuye al Cielo , no está bien San Ambrosio (3). Del lugar de la tierra y de su firmeza, es cosa cierto de ver, quan ga- lanamente y con quanta gracia habla la divina Escri- tura , para causarnos gran admiración , y no menor gus- to de aquella inefable Potencia y Sabiduría del Criador. Porque en una parte nos refiere Dios (4) que él fue el que estableció las colunas que sustentan la tierra , dán- donos á entender , como bien declara San Ambrosio (5), que el peso inmenso de toda la tierra le sustentan las ma- nos del divino Poder , que así usa la Escritura (ó) nom- ^ brar (i) Hieronpn. in cap. 3. ad Eplies. (2) Basil. Ho- mil. I . Hexameron prope Jlnem. (3) Amhros. ¡ib. i . Hexa- meron ^ cap. 6. (4) Psalm. 74. v. 4. (5) Ambros. i. Hexameron , cap. 6. (6) Job 9. v. 6. ¿r cap, 26» v. 11. Tomo I, B I o Libro primero brar columnas del Cielo y de la tierra , no cierto las del otro Atlante , que fingieron los Poetas , sino otras propias de la palabra eterna de Dios , que con su virtud sostiene Cielos y tierra, (i) Mas en otro lugar la misma divina Escritura (2) , para significarnos como la tierra está pegada y por gran parte rodeada del elemento del agua , dice galanamente : Que asentó Dios la tierra so- bre las aguas ; y en otro lugar : que fundó la redon- dez de la tierra sobre la mar. Y aunque San Agustin (3) no quiere que se saque de este lugar, como sentencia de Fé , que la tierra y agua hacen un globo en medio del mundo , y así pretende dar otra exposición á las sobre- dichas palabras del Salmo ; pero el sentido llano sin du- da es el que está dicho , que es darnos á entender , que no hay para qué imaginar otros cimientos , ni estrivos de la tierra , sino el agua , la qual con ser tan fácil y mudable , la hace la sabiduría del supremo Artífice, que sostenga y encierre aquesta inmensa máquina de la tierra. Y dicese estar la tierra fundada y sostenida sobre las aguas y sobre el mar , siendo verdad , que antes la tier- ra está debaxo del agua, que no sobre el agua , porque á nuestra imaginación y pensamiento lo que está de la otra vanda de'ia tierra que habitamos , nos parece que está debaxo de la tierra ; y así el mar y aguas que ci- ñen la tierra por la otra parte , imaginamos que están debaxo, y la tierra encima de ellas. Pero la verdad es, que lo que es propiamente debaxo, siempre es lo que está mas en medio del universo. Mas habla la Escritura conforme á nuestro modo de imaginar y hablar. Pre- guntará alguno , pues la tierra está sobre las aguas , se- gún la Escritura , ¿las mismas aguas sobre qué estarán, ó qué apoyo tendrán ? Y si la tierra y agua hacen una bo- la redonda , ¿ toda esta tan terrible máquina , dónde se podrá sostener ? A (i) Heh.i.'ü.^. (2) Pi-. 135. 1;. 6. Pj;í/w. 23.1;. 2. Cs) August. in Psalm. 135. ' de la Historia natural de Indias. 1 1 A eso satisface en otra parte la divina Escritura (i), causando mayor admiración del poder del Criador : Ex- tiende , dice , al Aquilón sobre vacío , y tiene colga- da la tierra sobre no nada. Cierto galanamente lo dixo; porque realmente parece que está colgada sobre no na- da la máquina de la tierra y agua , quando se figu- ra estar en medio del ayre , como en efecto está. Esta maravilla , de que tanto se admiran los hombres , aún la encarece mas Dios preguntando al mismo Job ( 2 ) : ¿Quien echólos cordeles para la fábrica déla tierra? dime si lo has pensado ¿ ó en qué cimiento están asegu- radas sus basas ? Finalmente , para que se acabase de en- tender la traza de este maravilloso edificio del mundo, el Profeta David , gran alabador y cantor de las obras de Dios , en un Salmo (3) que hizo á este propósito , dice así : Tu que fundaste la tierra sobre su misma estabili- dad y firmeza , sin que bambalee ni se trastorne para siempre jamás. Quiere decir , la causa porque estando la tierra puesta en medio del ayre no se cae , ni bambalea, es porque tiene seguros fundamentos de su natural es- tabilidad , la qual le dio su sapientísimo Criador para que en sí misma se sustente , sin que haya menester otros apoyos ni estrivos. Aquí , pues , se engaña la imaginación humana , buscando otros cimientos á la tierra , y pro- cede el engaño de medir las obras divinas con las huma- nas. Así que no hay que temer , por mas que parezca que esta tan gran máquina cuelga del ayre , que se cay-, ga ó trastorne , que no se trastornará , como dixo el Sal- mo (4) para siempre jamás. Con razón , por cierto , Da- vid , después de haber contemplado y cantado tan ma- ravillosas obras de Dios , añade : Gozarse há el Señor en sus obras ; y después : ¡ O qué engrandecidas son tus obras, (i) Joh 26. V. 7. (2) Joh 38. vv. 4. J. 6. (3) Psalm, 103. «r. 5. (4) Psalm. 103. v. 31. B2 12 Libro primero obra , Señor ! bien parece que salieron todas de tu saber. Yo cierto, si he de decir lo que pasa, digo , que diversas veces que he peregrinado , pasando esos grandes golfos del mar Océano , y caminando por estotras regiones de tierras tan estrañas , poniéndome á mirar y considerar la grandeza y estrañeza de estas obras de Dios , no podia dexar de sentir admirable gusto , con la consideración de aquella soberana sabiduría y grandeza del Hacedor, que reluce en estas sus obras tanto , que en compara- ción de esto , todos los palacios de los Reyes , y todas las invenciones humanas me parecen poquedad y vile- za. ; O quantas veces se me venía al pensamiento y á la boca aquello del Salmo (i) : Gran recreación me ha- béis , Señor , dado con vuestras obras , y no dexaré de regocijarme en mirar las hechuras de vuestras manos ! Realmente tienen las obras de la divina arte un no sé qué de gracia y primor como escondido y secreto , con que miradas una y otra y muchas veces , causan siem- pre un nuevo gusto. Al revés de las obras humanas, que aunque estén fabricadas con mucho artificio , en haciendo costumbre de mirarse , no se tienen en nada, y aun quasi causan enfado. Sean jardines muy amenos, sean palacios y templos galanísimos , sean alcázares de soberbio edificio , sean pinturas , ó tallas , ó piedras de exquisita invención y labor , tengan todo el primor posi- ble , es cosa cierta y averiguada , que en mirándose dos ó tres veces, apenas hay poner los ojos con atención, sino que luego se divierten á mirar otras cosas , como hartos de aquella vista. Mas la mar , si la miráis , ó po- néis los ojos en un peñasco alto , que sale acullá con es- trañeza , ó el campo quando está vestido de su natural verdura y flores , ó el raudal de un rio que corre fu- rioso , y está sin cesar batiendo las peñas , y como bra- man- (i) Psalm. 91. i;, j. de la Historia natural de Indias. 13 mando en su combate ; y finalmente , qualesquiera obras de naturaleza , por mas veces que se miren , siempre causan nueva recreación , y jamás enfada su vista , que parece , sin duda , que son como un combite copioso y magnífico de la divina Sabiduría , que allí de callada, sin cansar jamás , apacienta y deleyta nuestra conside- ración. CAPITULO I V. ^ En que se responde á lo que se alega de la Escri^ tura contra la redondez del Cielo. MAs volviendo á la figura del Cielo , no sé de qué autoridades de la Escritura se haya podido colegir que no sea redondo , y su movimiento circular. Porque llamar San Pablo (i) al Cielo un tabernáculo ó tienda que puso Dios , y no el hombre , no veo que haga al caso , pues aunque nos digan que es tabernáculo pues- to por Dios , no por eso hemos de entender , que á ma- nera de toldo cubre por una parte solamente la tier- ra , y que se está allí sin mudarse , como parece lo qui- sieron entender algunos. Trataba el Apóstol la semejan- za del tabernáculo antiguo de la ley , y á ese propósito dixo , que el tabernáculo de la ley nueva de gracia , es el Cielo , en el qual entró el Sumo Sacerdote Jesu-Chris- to de una vez por su sangre , y de aquí infiere que hay tanta ventaja del nuevo tabernáculo al viejo , quanto hay de diferencia entre el Autor del nuevo, que es Dios, y el obrador del viejo , que fué hombre. Aunque es ver- dad, que también el viejo tabernáculo se hizo por la sabiduría de Dios , que enseñó á su maestro Beseleél (2) . Ni hay para qué buscar en las semejanzas ó parábolas ó alegorías , que en todo y por todo quadren á lo que se traen , como el bienaventurado Crisóstomo (3) á otro pro- (i) Heh.B. ^.2.^, (2) Exod.-^6.v.i. (3) Chrp.in 20. c. 14 Libro primero propósito lo advierte escogidamente. La otra autoridad que refiere San Agustin , que alegan algunos , para pro- bar que el Cielo no es redondo, diciendo (i): Extiende el Cielo como piel , de donde infieren que no es redon- do, sino llano en lo de arriba, con facilidad y bien res- ponde el mismo Santo Doctor (2) , que en estas pala- bras del Salmo , no se nos da á entender la figura del Cielo , sino la facilidad con que Dios obró un Cielo tan grande , pues no le fue á Dios mas dificil sacar una cu- bierta tan inmensa del Cielo , que lo fuera á nosotros des- plegar una piel doblada. O pretendió quizá, darnos á entender la gran magestad de Dios , al qual sirve el Cie- lo tan hermoso y tan grande , de lo que á nosotros nos sirve en el campo un toldo ó tienda de pieles. Lo que un Poeta galanamente declaró diciendo : El toldo del claro Cielo, Lo otro que dice Isaías (3): El Cielo me sirve de silla , y la tierra de escabelo para mis pies , si fuéra- mos del error de los Antropomorfitas , que ponian miembros corporales en Dios según su divinidad , pudie- ra darnos en que entender para declarar , cómo era po- sible ser la tierra escabelo de los pies de Dios , estando en medio del mundo , si hinche Dios todo el mundo, porque habia de tener pies de una parte y de otra , y muchas cabezas al derredor , que es cosa de risa y do- nayre. Basta , pues , saber que en las divinas Escrituras no hemos de seguir la letra que mata, sino el espíri- tu que da vida , como dice San Pablo (4). CA- (1) Psalm. 10'^. V.2. (2) Atigust. 2. de Genes, ad //>. 1 caj}.^. (3) Isaías 66, v. i. (4) 2. Cor. 3. v. 6. i de la Historia natural de Indias. 15 CAPITULO V. De la hechura y gesto del Cielo del nuevo Mundo. QUal sea el gesto y manera de este Cielo que está á la vanda del sur , preguntanlo muchos en Eu- ropa , porque en los Antiguos no pueden leer cosa cierta , porque aunque concluyen eficazmente que hay Cielo de esta parte del mundo ; pero qué talle y hechu- ra tenga , no lo pudieron ellos alcanzar. Aunque es verdad, que tratan mucho (i) de una grande y hermo- sa estrella que acá vemos , que ellos llaman Cano- po. Los que de nuevo navegan á estas partes , suelen escribir cosas grandes de este Cielo , es á saber , que es muy resplandeciente, y que tiene muchas y muy gran- des estrellas. En efecto, las cosas de lexos se pintan muy engrandecidas. Pero á mí al revés me parece , y tengo por llano , que á la otra vanda del norte hay mas número de estrellas y de mas ilustre grandeza. Ni veo acá estrellas que excedan á la bozina y al carro. Bien es verdad , que el crucero de acá es hermoso y de vis- ta admirable. Crucero llamamos quatro estrellas nota- bles que hacen entre sí forma de cruz , puestas en mucha igualdad y proporción. Creen los ignorantes, que este cru- cero es el polo del sur, porque ven á los marineros to- mar el altura por el crucero de acá , como allá suelen por el norte ; mas engañanse. Y la razón porque lo ha- cen así los marineros es , porque no hay de esta vanda estrella fixa que muestre al polo , al modo que allá la estrella del norte lo hace , y así toman la altura por la estrella que es el pie del crucero , la qual estrella dista del verdadero y fixo polo treinta grados , como la es- trella del norte allá dista tres y algo mas. Y así es mas di- (i) Plinius ^ Itb, 6, cap. 22. 1 6 Libro primero difícil de tomar acá la altura , porque la dicha estrella del pie del crucero ha de estar derecha , lo qual es sola- mente á un tiempo de la noche , que en diversas partes del año es á diferentes horas , y en mucho tiempo del año en loda la noche no liega á encumbrar , que es co- sa molesta para tomar la altura. Y así, los mas dies- tros Pilotos no se cuidan del crucero , sino por el astro- labio toman el Sol , y ven en él la altura en que se ha- llan : en lo qual se aventajan comunmente los Portugue- ses , como gente que tienen mas curso de navegar , de quantas naciones hay en el mundo. Hay también de esta parte del sur otras estrellas , que en alguna manera res- ponden á las del Norte. La via láctea , que llaman , cor- re mucho y muy resplandeciente á esta vanda , y ven- se en ella aquellas manchas negras tan admirables , de que arriba hicimos mención : otras particularidades otros las dirán ó advertirán con mas cuidado , bástenos por ahora esto poco que habernos referido. CAPITULO VL Que el mundo hacia ambos polos tiene tierra y mar. NO está hecho poco , pues hemos salido con que acá tenemos Cielo , y nos cobija como á los de Euro- pa y Asia y África. Y de esta consideración nos apro- vechamos á veces , quando algunos ó muchos de los que acá suspiran por España , y no saben hablar sino de su tierra , se maravillan y aun enojan con nosotros , pa- reciendoles que estamos olvidados , y hacemos poco ca- so de nuestra común patria, á los quales respondemos, que por eso no nos fatiga el deseo de volver á España, porque hallamos que el Cielo nos cae tan cerca por el Perú , como por España. Pues como dice bien San Ge- rónimo , escribiendo á Paulino , tan cerca está la puer- ta del Cielo de Bretaña , como de Jerusalén. Pero ya que el Cielo de todas partes toma al mundo en derre- dor, de la Historia natural de Indias. 17 dor , es bien que se entienda , que no por eso se sigue que haya tierra de todas partes del mundo. Porque sien- do así que los dos elementos de tierra y agua componen un globo ó bola redonda , como los mas y los mejores de los Antiguos, según reñere Plutarco (1), lo sintie- ron, y con ' demonstraciones certísimas se prueba : po- dríase pensar que la mar ocupa toda la parte que cae al polo Antartico ó sur , de tal modo , que no dexe lu- gar alguno á la tierra por aquella vanda , según que San Agustín doctamente arguye (2) contra la opinión de los que ponen Antípodas. No advierten , dice , que aun- que se crea ó se pruebe , que el mundo es de íigura re- donda como una bola , no por eso está luego en la ma- no , que por aquella otra parte del mundo esté la tierra descubierta y sin agua. Dice bien , sin duda , San Agus- tín en esto. Pero tampoco se sigue , ni se prueba lo con- trario , que es no haber tierra descubierta al polo An- tartico , y ya la experiencia á los ojos lo ha mostrado ser así, que en efecto la hay. Porque aunque la ma- yor parte del mundo , que cae al dicho polo Antartico, esté ocupada del mar , pero no es toda ella , antes hay tierra , de suerte que á todas partes del mundo la tierra y el agua se están como abrazando , y dando entrada la una á la otra. Que de verdad es cosa para mucho ad- mirar y glorificar el arte del Criador soberano. Sabe- mos por la sagrada Escritura (3) , que en el principio del mundo fueron las aguas congregadas , y se juntaron en un lugar , y que la tierra con esto se descubrió. Y también las mismas sagradas letras nos enseñan , que es- tas congregaciones de aguas se llamaron mar, y como ellas son muchas , hay de necesidad muchos mares. Y no solo en el Mediterráneo hay esta diversidad de ma- res, (i) Flutarchus^ lib. 3. de flacitis Philosofh. c. 9. ir 11. (2) August. lib. 16. de Civit. cap, 9. (3) Genes, i. vv. 9. 10. Tomo J. C 1 8 Libro primero res , llamándose uno el Euxino , otro el Caspio , otro el Erythréo ó Bermejo , otro el Pérsico , otro el de Ita- lia , y otros muchos así ; mas también el mismo Océano grande , que en la divina Escritura se suele llamar abis- mo , aunque en realidad de verdad sea uno , pero en mu- chas diferencias y maneras , como respecto de este Pe- rú y de toda la América es uno el que llaman mar del norte , y otro el mar del sur. Y en la India Oriental, uno es el mar Indico , otro el de la China. Yo he ad- vertido, así en lo que he navegado, como en lo que he entendido de relaciones de otros , que nunca la mar se aparta de la tierra mas de mil leguas , sino que donde quiera , por mucho que corre el Océano , no pasa de la dicha medida. No quiero decir , que no se navegan mas de mil leguas del mar Océano , que eso sería disparate, pues sabemos que las naves de Portugal navegan qua- tro tanto y mas , y aun todo ^1 mundo en redondo se puede navegar por mar , como en nuestros tiempos lo hemos ya visto sin poderse dudar en ello. Mas lo que digo y afirmo es , que en lo que hasta ahora está des- cubierto , ninguna tierra dista por linea recta de la tier- ra firme , ó Islas que le caen mas cerca , sino á lo sumo mil leguas , y que así entre tierra y tierra nunca corre mayor espacio de mar , tomándolo por la parte que una tierra está mas cercana de otra , porque del fin de Eu- ropa , y de Afíica y de su costa no distan las Islas Ca- narias , y las de los Azores , con las del Caboverde , y las demás en aquel parage , mas de trescientas ó quinien- tas leguas á lo sumo de Tierra-firme. De las dichas Islas haciendo discurso hacia la India Occidental , apenas hay novecientas leguas hasta llegar á las Islas que llaman Dominica , y las Vírgenes , y la Beata , y las demás. Y estas van corriendo por su orden hasta las que llaman de Barlovento , que son Cuba , y Española , y Boriquen. De estas hasta dar en la tierra firme apenas hay doscientas ó trescientas leguas, y por partes muy mucho menos. La tierra firme luego corre una de la Historia natural de Indias. 19 una cosa infinita desde la tierra de la Florida hasta acu- llá á la tierra de los Patagones , y por estotra parte del sur desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo Men- docino , corre una tierra larguísima , pero no muy an- cha , y por donde mas ancha es aquí en esta parte del Perú , que dista del Brasil obra de mil leguas. En este mismo mar del sur , aunque no se halla ni sabe fin la vuelta del Poniente , pero no há muchos años que se des- cubrieron las Islas que intitularon de Salomón , que son muchas y muy grandes, y distan de este Perú como ocho- cientas leguas. Y porque se ha observado y se halla así, que donde quiera que hay Islas muchas y grandes, se halla no muy lexos tierra firme , de ahí viene que muchos , y yo con ellos , tienen opinión , que hay cerca de las dichas Islas de Salomón tierra firme grandísima , la qual res- ponde á la nuestra América por parte del poniente , y sería posible que corriese por la altura del sur hacia el estrecho de Magallanes. La nueva Guinea se entiende que es tierra firme , y algunos doctos la pintan muy cerca de las Islas de Salomón. Así que es muy conforme á ra- zón , que aun está por descubrir buena parte del Mundo. Pues ya por este mar del sur navegan también los nues- tros á la China y Filipinas ; y á la ida de acá allá no nos dicen que pasan mas largo mar que viniendo de España á estas Indias. Mas por donde se continúan y traban el un mar Océano con el otro , digo el mar del sur con el mar del norte , por la parte del polo Antartico bien se sabe que es por el estrecho tan señalado de Magallanes , que está en altura de cincuenta y un grados. Pero si al otro lado del mundo al polo del norte también se continúan y corren estos dos mares , grande cosa es , que muchos la han pesquisado ; pero que yo sepa , nadie hasta aho- ra ha dado en ella , solamente por conjeturas , y no sé qué indicios , afirman algunos , que hay otro estrecho hacia el norte , semejante al de Magallanes. Para el in- tento que llevamos , bástanos hasta ahora saber de cier- to , que hay tierra de esta parte del sur , y que es tier- C 2 la 20 Libro primero ra tan grande como toda la Europa y Asia , y aun Áfri- ca : y que á ambos polos del mundo se hallan mares y tierras abrazados entre sí , en lo qual los Antiguos, como á quien les faltaba experiencia , pudieron poner du- da , y hacer contradicción, CAPITULO VII. En que se reprueba la opinión de Laclando , que di- xo no haber Antípodas. PEro ya que se sabe que hay tierra á la parte del sur ó polo Antartico , resta ver si hay en ella hom- bres que la habiten , que fué en tiempos pasados una qiiestion muy reñida. Lactancio Firmiano (i) , y San Agustin (2) hacen gran donayre de los que afirman ha- ber Antípodas, que quiere decir hombres que traen sus pies contrarios á los nuestros. Mas aunque en tenerlo por cosa de burla convienen estos dos Autores ; pero en las razones y motivos de su opinión van por muy dife- rentes caminos , como en los ingenios eran bien diferen- tes. Lactancio vase con el vulgo , pareciendole cosa de risa decir que el Cielo está en torno por todas par- tes , y la tierra está en medio , rodeada de él como una pelota ; y así escribe en esta manera : ¿ Qué camino lle- va lo que algunos quieren decir , que hay Antípodas, que ponen sus pisadas contrarias á las nuestras ? ¿ Por ventura hay hombre tan tonto , que crea haber gentes que andan los pies arriba y la cabeza abaxo ? ¿ y que las cosas que acá están asentadas, estén allá trastorna- das colgando? ¿ y que los árboles y los panes crecen allá hacia abaxo ? ¿ y que las lluvias y la nieve y el granizo suben á la tierra hacia arriba? y después de otras (i) LaBant. lib. 7. de divin. institut. ca£. 23. (2) August, lib, 16. dff Civit. cap. 9. de la Historia natural de Indias. 1 1 otras palabras añade Lactancio aquestas: El imaginar al Cielo redondo fué causa de inventar estos hombres Antípodas colgados del ayre. Y así no tengo mas que decir de tales Filósofos , sino que en errando una vez, porfían en sus disparates defendiendo los unos con los otros. Hasta aquí son palabras de Lactancio. Mas por mas que él diga , nosotros que habitamos al presente en la parte del Mundo , que responde en contrario de la Asia , y somos sus Antictonos , como los Cosmógrafos hablan , ni nos vemos andar colgando , ni que andemos las cabezas abaxo y los pies arriba. Cierto es cosa ma- ravillosa considerar, que al entendimiento humano por una parte no le sea posible percibir y alcanzar la ver- dad , sin usar de imaginaciones , y por otra tampoco le sea posible dexar de errar , si del todo se vá tras la imaginación. No podemos entender , que el Cielo es re- dondo, como lo es, y que la tierra está en medio, si- no imaginándolo. Mas si á esta misma imaginación no la corrige y reforma la razón , sino que se dexa el en- tendimiento llevar de ella , forzoso hemos de ser enga- ñados y errar. Por donde sacaremos con manifiesta ex- periencia , que hay en nuestras almas cierta lumbre del Cielo, con la qual vemos y juzgamos aun las mismas imágenes y formas interiores , que se nos ofrecen para entender : y con la dicha lumbre interior aprobamos ó desechamos lo que ellas nos están diciendo. De aquí se vé claro , como el ánima racional es sobre toda natura- leza corporal ; y como la fuerza y vigor eterno de la verdad , preside en el mas alto lugar del hombre : y vese , como muestra y declara bien que esta su luz tan pura , es participada de aquella suma y primera luz; y quien esto no lo sabe ó lo duda , podemos bien de- cir , que no sabe ó duda , si es hombre. Así que si á nuestra imaginación preguntamos , qué le parece de la redondez del Cielo , cierto no nos dirá otra cosa , sino lo que dixo á Lactancio. Es á saber , que si es el Cie- lo 2 2 Libro primero lo redondo , el Sol y las estrellas habrán de caerse quan- do se trasponen , y levantarse qiiando van al medio dia: y que la tierra está colgada en el ayre ; y que los hom- bres que jnoran de la otra parte de la tierra, han de andar pies arriba y cabeza abaxo ; y que las lluvias allí no caen de lo alto , antes suben de abaxo ; y las demás monstruosidades , que aun decirlas provoca á risa. Mas si se consulta la fuerza de la razón , hará poco caso de todas estas pinturas vanas , y no escuchará á la imagi- nación , mas que á una vieja loca : y con aquella su entereza y gravedad , responderá , que es engaño gran- de fabricar en nuestra imaginación á todo el mundo á manera de una casa , en la qual está debaxo de su ci- miento la tierra , y encima de su techo está el Cielo : y dirá también , que como en los animales siempre la ca- beza es lo mas alto y supremo del animal , aunque no todos los animales tengan la cabeza de una misma ma- nera , sino unos puesta hacia arriba , como los hombres, otros atravesada, como los ganados , otros en medio , co- mo el pulpo y la araña , así también el Cielo donde quie- ra que esté , está arriba , y la tierra ni mas ni menos, donde quiera que esté, está debaxo. Porque siendo así, que nuestra imaginación está asida á tiempo y lugar , y el mismo tiempo y lugar no lo percibe universalmente , si- no particularizado , de ahí le viene , que quando la le- vantan á considerar cosas que exceden y sobrepujan tiempo y lugar conocido , luego se cae : y si la razón no la sustenta y levanta , no puede un punto tenerse en pie: y así veremos , que nuestra imaginación , quando se tra- ta de la creación del mundo , anda á buscar tiempo an- tes de criarse el mundo, y para fabricarse el mundo, también señala lugar , y no acaba de ver , que se pudie- se de otra suerte el mundo hacer ; siendo verdad , que la razón claramente nos muestra , que ni hubo tiempo antes de haber movimiento , cuya medida es el tiempo, ni hubo lugar alguno antes del mismo universo , que en- cier- de la Historia natural de Indias. 123 cierra todo lugar. Por tanto el Filósofo excelente Aris- tóteles clara y brevemente satisface (i) al argumento que hacen contra el lugar de la tierra , tomado del mo- do nuestro de imaginar , diciendo con gran verdad , que en el mundo el mismo lugar es en medio y abaxo , y quanto mas en medio está una cosa , tanto mas abaxo^ la qual respuesta alegando Lactancio Firmiano , sin re- probarla con alguna razón , pasa con decir , que no se puede detener en reprobarla por la priesa que lleva á otras cosas. CAPITULO VIII. Del motivo que tuvo San Agustín para negar los Antípodas. MUy otra fue la razón que movió á S. Agustín , co- mo de tan alto ingenio , para negar los Antípodas. Porque la razón que arriba diximos , de que andarían al revés los Antípodas , el mismo Santo Doctor la deshace en su libro de los Predicamentos. Los Antiguos , dice él (2) , afirman , que por todas partes está la tierra de- baxo y el Cielo encima. Conforme á lo qual los Antí- podas , que según se dice , pisan al revés de nosotros , tie- nen también el Cielo encima de sus cabezas. Pues enten- diendo esto San Agustin tan conforme á buena Filosofía, i qué será la razón por donde persona tan docta se mo- vió á la contraria opinión ? Fue cierto el motivo que tu- vo tomado de las entrañas de la sagrada Teología , con- forme ala qual nos enseñan las divinas letras, que to- dos los hombres del mundo descienden de un primer hombre , que fue Adán. Pues decir , que los hombres ha- blan podido pasaral nuevo mundo , atravesando ese in- finito piélago del mar Océano , parecía cosa increíble y un (i) Aristoteh i. de coelo cap. 3. (2) August, lih, Categoriarum cap, lo. in i. tomo» 24 Libro primero un puro desatino. Y en verdad , que si el suceso palpa- ble , y experiencia de lo que hemos visto en nuestros siglos , no nos desengañara , hasta el dia de hoy se tu- viera por razón insoluble la dicha. Y ya que sabemos, que no es concluyente ni verdadera la dicha razón , con todo eso nos queda bien que hacer para darle respues- ta , quiero decir , para declarar en qué modo , y por qué via pudo pasar el linage de los hombres acá , ó cómo vinieron , y por dónde , á poblar estas Indias. Y porque adelante se ha de tratar esto muy de propósito , por aho- ra bien será que oigamos lo que el Santo Doctor Agus- tino disputa de esta materia en los libros de la ciudad de Dios (i), el qual dice así : Lo que algunos platican, que hay Antípodas , esto es , gentes que habitan de la otra parte de la tierra , donde el Sol nace al tiempo que á nosotros se pone ; y que las pisadas de estos son al revés de las nuestras , esto no es cosa que se ha de creer. Pues no lo afirman por relación cierta que de ello ten- gan , sino solamente por un discurso de Filosofía que hacen , con que concluyen , que estando la tierra en medio del mundo rodeada de todas partes del Cielo igualmente , ha de ser forzosamente lugar mas baxo siem- pre el que estuviere mas en medio del mundo. Y des- pués añade : De ninguna manera engaña la divina Es- critura , cuya verdad en lo que refiere haber pasado, se prueba bien , viendo quan puntualmente sucede lo que profetiza que ha de venir. Y es cosa de disparate decir, que de estas partes del mundo hayan podido hom- bres llegar al otro nuevo mundo , y pasar esa inmen- sidad del mar Océano , pues de otra suerte no es posi- ble haber allá hombres , siendo verdad que todos los hombres descienden de aquel primer hombre. Según es- to toda la dificultad de San Agustín no fue otra sino la incomparable grandeza del mar Océano. Y el mismo pa- (i) Lib. 1 6. ca^. 9. de la Historia natural de Indias. 25 parecer tuvo San Gregorio Nacianceno afirmando , co- mo cosa sin duda, que pasado el Estrecho de Gibral- tar, es imposible navegarse el mar. En una Epístola que escribe (i), dice á este propósito: Estoy muy bien con lo que dice Píndaro , que después de Cádiz es la mar innavegable de hombres. Y él mismo , en la ora- ción funeral que hizo á San Basilio, dice, que á nin- guno le fue concedido pasar del Estrecho de Gibraltar, navegando la mar. Y aunque es verdad , que esto se to- mó como por refrán del Poeta Píndaro , que dice , que así á sabios como á necios les está vedado saber lo que está adelante de Gibraltar ; pero la misma origen de es- te refrán da bien á entender quan asentados estuvieron los Antiguos en la dicha opinión ; y así por los libros de los Poetas , y de los Historiadores , y de los Cosmó- grafos antiguos , el fin y términos de la tierra se po- nen en Cádiz la de nuestra España : allí fabrican las colunas de Hércules , allí encierran los términos del Imperio Romano , allí pintan los fines del mundo. Y no solamente las letras profanas , mas aun las sagradas , tam- bién hablan en esa forma , acomodándose á nuestro len- guage , donde dicen (2) , que se publicó el edicto de Au- gusto Cesar , para que todo el mundo se empadronase: y de Alexandro el Magno , que extendió su Imperio has- ta los cabos de la tierra (3) ; y en otra parte dicen (4) : que el Evangelio ha crecido y hecho fruto en todo el mundo universo. Porque por estilo usado llama la Es- i:ritura todo el mundo á la mayor parte del mundo, 'que hasta entonces estaba descubierto y conocido. Ni el otro mar de la India oriental , ni este otro de la occidental , entendieron los Antiguos, que se pudiese na- vegar, y en esto concordaron generalmente. Por lo qual Plinio , como cosa llana y cierta , escribe (5) : Los ma- res (i) Nacianc. ^fistol. 17. ad Posthumianum. (2) Luc. 2. (3) i.Machab.i. (4) Colosal, (5) Plinius lib. 2. ca^, 69. Torno L D 2 0 Libro primero res que atajan la tierra , nos quitan de la tierra habi- table la mitad por medio, porque ni de acá se puede pasar allá , ni de allá venir acá. Esto mismo sintieron Tulio y Macrobio , y Pomponio Mela , y finalmente fue el común parecer de los Escritores antiguos. CAPITULO IX. De la opinión que tuvo Aristóteles cerca del nuevo Mundo 5 y qué es lo que le engañó para negarle. Hubo , demás de las dichas , otra razón también, por la qual se movieron los Antiguos á creer que era imposible pasar los hombres de allá á este nuevo Mun- do, y fué decir , que de la otra parte de la inmensidad del Océano era el calor de la región que llaman Tórrida ó Quemada tan excesivo , que no consentía , ni por mar , ni por tierra , pasar los hombres , por atrevidos que fue- sen , del un polo al otro polo. Porque aun aquellos Fi- lósofos , que afirmaron ser la tierra redonda , como en efecto lo es , y haber hacia ambos polos del mundo , tier- ra habitable , con todo eso negaron , que pudiese habi- tarse del linage humano la región que cae enmedio , y se comprehende entre los dos Trópicos , que es la ma- yor de las cinco zonas ó regiones en que los Cosmó- grafos y Astrólogos parten el mundo. La razón que da- ban de ser esta zona tórrida inhabitable, era el ardor del Sol , que siempre anda encima tan cercano , y abra- sa toda aquella región , y por el consiguiente la hace falta de aguas y pastos. De esta opinión fué Aristóteles, que aunque tan gran Filósofo , se engañó en esta parte. Para cuya inteligencia será bien decir en qué procedió bien con su discurso , y en qué vino á errar. Disputan- do , pues , el Filósofo (i) del viento ábrego ó sur, si he- mos (i) Aristotd. 2. Metior, cap. 5. de la Historia natural de Indias. i^ mosde entender, que nace del medio dia ó no, sino del otro polo contrario al norte , escribe en esta manera : La razón nos enseña , que la latitud y ancho de la tierra que se habita , tiene sus límites ; pero no puede toda esta tierra habitable continuarse entre sí , por no ser templa- do el medio. Porque cierto es que en su longitud , que es de oriente á poniente , no tiene exceso de frió , ni de calor ; pero tienele en su latitud , que es del polo á la li- nea equinoccial; y así podria sin duda andarse toda la tierra en torno por su longitud , si no lo estorváse en al- gunas partes la grandeza del mar que la ataja. Hasta aquí no hay mas que pedir en lo que dice Aristóteles ; y tiene gran razón , en que la tierra por su longitud , que es de oriente á poniente , corre con mas igualdad , y mas acomodada á la vida y habitación humana, que por su latitud , que es del norte al medio dia : y esto pasa así no solo por la razón que toca Aristóteles de ha- ber la misma templanza del Cielo de oriente á poniente, pues dista siempre igualmente del frió del norte, y del calor del medio dia , sino por otra razón también , por- que yendo en longitud , siempre hay dias y noches suc- cesivamente , lo qual yendo en latitud , no puede ser, pues ha de llegar forzoso á aquella región polar , don- de hay una parte del año noche continuada, que dure seis meses , lo quaí para la vida humana es de grandí- simo inconveniente. Pasa mas adelante el Filósofo , re- prehendiendo á los Geógrafos, que describian la tierra ^ en su tiempo , y dice así : Lo que he dicho se puede v^l^ien advertir en los caminos que hacen por tierra , y en las navegaciones de mar , pues hay gran diferencia de su longitud á su latitud. Porque el espacio que hay desde las colunas de Hércules que es Gibraltar , has- ta la India oriental , excede en proporción mas que de cinco á tres , al espacio que hay desde la Etiopia hasta la laguna Meotis , y últimos fines de los Scitas : y esto consta por la cuenta de jornadas, y de navegación, quan- to se ha podido hasta ahora con la experiencia alcan- D 2 zar. 2 8 Libro primero zar. Y tenemos noticia de la latitud que hay de la Tór-r rida habitable , hasta las partes de ella que no se habi- tan. En esto se le debe perdonar á Aristóteles , pues en su tiempo no se habla descubierto mas de la Etiopia pri- mera , que llaman exterior , y cae junto á la Arabia y África : la otra Etiopia interior no la supieron en su tiempo , ni tuvieron noticia de aquella inmensa tierra, que cae donde son ahora las tierras del Preste Juan: y mucho menos toda la demás tierra que cae debaxo de la equinoccial, y va corriendo hasta pasar el Trópi- co de Capricornio , y para en el cabo de Buena-Espe- ranza , tan conocido y famoso por la navegación de los Portugueses. Desde el qual cabo , si se mide la tierra, hasta pasada la Scitia y Tartaria , no hay duda sino que esta latitud y espacio será tan grande , como la longitud y espacio que hay desde Gibraltar hasta la In- dia oriental. Es cosa llana , que los Antiguos ignoraron los principios del Nilo , y lo último de la Etiopia ; y por eso Lucano reprehende (i) la curiosidad de Julio Ce- sar en querer inquirir el principio del Nilo ; y dice en su verso: I Qué tienes tu , Romano , que ponerte A inquirir del Nilo el nadmiento ? Y el mismo Poeta hablando con el propio Nilo dice: j^ Pues es tu nacimiento tan oculto. Que ignora el mundo todo cuyo seas. Mas conforme á la sagrada Escritura , bien se entiende que sea habitable aquella tierra , pues de otra suerte no dixera el Profeta Sofonías (2) , hablando de la vocación al Evangelio de aquellas gentes : De mas allá de los rios de Etiopia me traerán presentes los hijos de mis espar- cidos , que así llama á los Apóstoles. Pero , como está di-^ (i) Lucano 10. Pharsal, (2) Soj?hon. '^. v. 10. i de la Historia natural de Indias. 29 diclio \ justo es perdonar al Filósofo , por haber creído á los Historiadores y Cosmógrafos de su tiempo. Exa- minemos ahora lo que se sigue : la una parte , dice , del mundo, que es la septentrional puesta al norte, pasada la zona templada, es inhabitable por el frió excesivo: la otra parte que está al medio dia , también es inhabi- table en pasando del Trópico, por el excesivo calor. Mas las partes del mundo que corren pasada la India de una vanda , y pasadas las colunas de Hércules de otra, cierto es que no se juntan entre sí , por atajarlas el gran mar Océano. En esto postrero dice mucha verdad ; pe- ro añade luego : Por quanto á la otra parte del mundo es necesario , que la tierra tenga la misma proporción con su polo Antartico , que tiene esta nuestra parte habitable con el suyo , que es norte. No hay duda , si- no que en todo ha de proceder el otro mundo como es- te de acá, en todas las demás cosas, y especialmente en el nacimiento y orden de los vientos ; y después de decir otras razones que no hacen á nuestro caso , con- cluye Aristóteles diciendo : Forzoso hemos de conceder, que el Ábrego es aquel viento que sopla de la región, que se abrasa de calor, y la tal región por tener tan cercano al Sol, carece de aguas y de pastos. Este es el parecer de Aristóteles : y cierto que apenas pudo alcan- zar mas la conjetura humana. De donde vengo , quan- do lo pienso christianamente , á advertir muchas veces, quan flaca y corta sea la Filosofía de los Sabios de este siglo en las cosas divinas , pues aun en las humanas , don- de tanto les parece que saben , á veces tampoco acier- tan. Siente Aristóteles y afirma, que la tierra que está á este polo del sur habitable, es, según su longitud, gran- dísima , que es de oriente á poniente, y que según su latitud , que es desde el polo del sur hasta la equinoc- cial, es cortísima. Esto es tan al revés de la verdad , que. quasi toda la habitación que hay á esta vanda del polo Antartico , es según la latitud , quiero decir , del polo á la linea : y por la longitud , que es de oriente á po- nien- 30. -í^íVá:. Libro primera ':á\ '^\ '^iñ niente, es tan pequeña , que excede' y: sobrepuja la la- titud á la longitud en este nuevo orbe , tanto como diez exceden á tres , y aun mas. Lo otro , que afirma ser del todo inhabitable la región media , que llaman Tórrida- zona y. por el excesivo calor , causado de la vecindad del Sol , y por esta causa carecer de aguas y pastos-, esto^ todo pasa al revés. Porque la mayor parte de este nue- vo Mundo , y muy poblada de hombres y animales, es- tá entre los dos Trópicos en la misma Tórridazona; y de pastos y aguas es la región mas abundante de quan- tas tiene el mundo universo : y por la mayor parte es región muy templada , para que se vea , que aun en esto natural , hizo Dios necia la sabiduría de este siglo. En conclusión , la Tórridazona es habitable , y se habita copiosísimamente , quanto quiera que los Anti- guos lo tengan por imposible. Mas la otra zona ó re- gión , que cae entre la tórrida y la polar al sur , aun- que por su sitio sea muy cómoda para la vida huma- na ; pero son muy pocos los que habitan en ella , pues apenas se sabe de otra , sino del Reyno de Chile , y un pedazo cerca del cabo de Buena-Esperanza : lo de- más tienelo ocupado el mar Océano. Aunque hay mu- chos que tienen por opinión , y de mí confieso, que no estoy lexos de su parecer , que hay mucha mas tier- ra , que no está descubierta , y que ésta ha de ser tier- ra firme opuesta á la tierra de Chile , que vaya cor- riendo al sur pasado el círculo ó Trópico de Capricor-- nio. Y si la hay , sin duda es tierra de excelente condi- ción por estar en medio de los dos extremos , y en el mismo puesto , que lo mejor de Europa. Y quanto á es- to bien atinada anduvo la congetura de Aristóteles. Pero hablando de lo que hasta ahora está descubier- to , lo que hay en aquel puesto es muy poca tierra, habiendo en la Tórrida muchísima y muy habitada. CA- de la Historia natural de Indias. 3 1 JCÁPITULO X. Que F linio y los mas de los Antiguos sintieron lo mis- mo que Aristóteles, EL parecer de Aristóteles siguió á la letra Plinio, el qual dice así (i) : El temple de la regioQ del me- dio del mundo, por donde anda de continuo el Sol, y está abrasada como de fuego cercano , y toda quema- da y como humeando. Junto á esta de enmedio, hay otras dos regiones de ambos lados , las quales por caer entre el ardor de ésta , y el cruel frió de las otras dos extremas , son templadas. Mas estas dos templadas no se pueden comunicar entre sí, por el excesivo ardor del Cielo. Esta propia fue la opinión de los otros An- tiguos, la qual galanamente celebra el Poeta en sus versos (2}: Rodean cinco cintas todo el Cielo: De estas , una con Sol jjerpetuo ardiente Tienen de quemazón bermejo el suelo. Y el mismo Poeta en otro cabo (3), Oyólo , si hay alguno que allá habite.^ Donde se tiende la región mas larga, Que en medio de las quatro el Sol derrite, Y Otro Poeta aun mas claro dice lo mismo (4). Son en la tierra iguales las regiones A las del Cielo ; y de estas cinco ,. aquella Que está enmedio , no tiene poblaciones Por el bravo calor. Fundóse esta opinión común de los Antiguos en una ra- zón (i) Plinius lib. 2. cap. 68. (2) Virgil. in Georgic, (3) j,JEneid. (4) Ovid. 1, Metamorph, 32 Libro primero zoii que les pareció cierta é inexpugnable. Veían que en tanto era una región mas caliente, quanto se acer- caba mas al medio dia. Y es esto tanta verdad , que en una misma Provincia de Italia es la Pulla mas cálida que la Toscana por esa razón ; y por la misma en Es- paña es mas caliente el Andalucía que Vizcaya , y es- to en tanto grado , que no siendo la diferencia de rnaÉs de ocho grados , y aun no cabales , se tiene la una por muy caliente , y la otra por muy fria. De aquí infe- rían por buena consecuencia , que aquella región que se allegase tanto al medio dia , que tuviese el Sol sobre su cabeza , necesariamente habia de sentir un perpetuo y excesivo calor. Demás de esto veían también , que todas las diferencias que el año tiene , de Primavera , Estío, Otoño , Invierno , proced-en de acercarse ó alexarse el Sol. Y echando de ver , que estando ellos aún bien le- xos del Trópico , á donde llega el Sol en Verano , con lodo eso por Írseles acercando, sentían terribles calo- res en Estío , hacían su cuenta , que si tuvieran al Sol tan cerca de sí , que anduviera encima de sus cabezas, y esto por todo el discurso del año , fuera el calor tan insufrible, que sin duda se consumieran y abrasaran los hombres de tal exceso. Esta fue la razón que venció á los Antiguos , para tener por no habitable la región de enmedio, que por eso llamaron Tórridazona. Y cier- to que si la misma experiencia por vista de ojos , no nos hubiera desengañado, hoy dia dixeramos todos, que era razón concluyente y Matemática , porque veamos quan flaco es nuestro entendimiento para alcanzar aun estas cosas naturales. Mas ya podemos decir , que á la buena dicha de nuestros siglos le cupo alcanzar aque- llas dos grandes maravillaos , es á saber, navegarse el mar Océano con gran facilidad , y gozar los hombres en la Tórridazona de lindísimo temple , cosas que nun- ca los Antiguos se pudieron persuadir. De estas dos ma- ravillas la postrera de la habitación y qualidades de la Tórridazona , hemos de tratar , con ayuda de Dios , lar- ga- de la Historia natural de Indias. 33 gamente en el libro siguiente. Y así en este será bien declarar la otra, del modo de navegar el Océano , por- que nos importa mucho para el intento que llevamos en esta obra. Pero antes de venir á este punto , conven- drá decir , qué es lo que sintieron los Antiguos de es- tas nuevas gentes que llamamos Indios. CAPITULO XI. jQwe se halla en los Antiguos alguna noticia de este nuevo Mundo. REsumiendo lo dicho, queda que los Antiguos, ó no creyeron haber hombres pasado el Trópico de Cáncer , como San Agustin y Lactancio sintieron , ó que si habia hombres , á Jo menos no habitaban entre los Trópicos , como lo afirman Aristóteles y Plinio , y an- tes que ellos , Parmenides Filósofo (i). Ser de otra suer- te lo uno y lo otro , ya está bastante averiguado. Mas todavía muchos con curiosidad preguntan, si de esta verdad que en nuestros tiempos es tan notoria , hubo en los pasados alguna noticia. Porque parece cierto cosa muy extraña , que sea tamaño este mundo nuevo , como con nuestros ojos le vemos , y que en tantos siglos atrás no haya sido sabido por los Antiguos. Por donde pre- tendiendo quizá algunos menoscabar en esta parte la fe- licidad de nuestros tiempos , y obscurecer la gloria de nuestra nación , procuran mostrar , que este nuevo Mun- do fue conocido por los Antiguos í y realmente no se puede negar, que haya de esto algunos rastros. Escri- be San Gerónimo (2) en la Epístola á los Efesios : Con razón preguntamos , qué quiera decir el Apóstol en aque- llas palabras: en las quales cosas anduvistes un tiem- po (i) Phitarcli. 3. de pJacitis Pkilosofh. cap. 11. (2) Hiero?i)m. super cap. 2. ad Ephes. Tomo I. E 34 Libro primero po según el siglo de este mundo , si quiere por ventu- ra dar á entender , que hay otro siglo que no pertenez- ca á este mundo. , sino á otros mundos , de los quales es- cribe Clemente en su Epístola : El Océano y los mun- dos que están mas allá del Océano. Esto es de San Ge- rónimo. Yo cierto no alcanzo , qué Epístola sea esta de Clemente , que San Gerónimo cita ; pero ninguna duda tengo que lo escribió así San Clemente , pues lo alega San Gerónimo. Y claramente refiere San Clemente , que pasado el mar Océano , hay otro mundo y aun mundos, como pasa en efecto de verdad , pues hay tan excesiva distancia del un nuevo mundo al otro nuevo mundo, quiero decir , de este Perú é India occidental á la India oriental y China. También Plinio , que fue tan extrema- do en inquirir las cosas extrañas y de admiración , re- fiere en su Historia natural (i) , que Hannón , Capitán de los Cartaginenses , navegó desde Gibraltar , costean- do la mar , hasta lo último de Arabia , y que dexó es- crita esta su navegación. Lo qual si es así , como Plinio lo dice , sigúese claramente que navegó el dicho Han- nón todo quanto los Portugueses hoy dia navegan , pa- sando dos veces la equinoccial , que es cosa para espan- tar. Y según lo trae el mismo Plinio (2) de Cornelio Ne- pote , Autor grave , el propio espacio navegó otro hom- bre llamado Eudoxó , aunque por camino contrario , porque huyendo el dicho Eudoxó del Rey de los Laty- ros , salió por el mar Bermejo al mar Océano , y por él bolteando llegó hasta el Estrecho de Gibraltar , lo qual afirma el Corneho Nepote haber acaecido en su tiempo. También escriben Autores graves , que una nave de Cartaginenses llevándola la fuerza del viento por el mar Océano , vino á reconocer una tierra nunca hasta entonces sabida , y que volviendo después á Cartágo, puso gran gana á los Cartaginenses de descubrir y po- blar (i) Ph'nius lib. 2. cap. 69. (2) ídem ibidem. de la Historia natural de Indias. 35 blar aquella tierra , y que el Senado con riguroso de- creto vedó la tal navegación , temiendo que con la co- dicia de nuevas tierras , se menoscabase su patria. De todo esto se puede bien colegir , que hubiese en los An- tiguos algún conocimiento del nuevo Mundo ; aunque particularizando á esta nuestra América , y toda esta India occidental , apenas se halla cosa cierta en los libros de los Escritores antiguos. Mas de la India oriental no solo la de la una parte , sino también la de la otra , que antiguamente era la mas remota por caminarse al con- trario de ahora , digo que se halla mención , y no muy corta, ni muy obscura. Porque ¿á quién no le es fácil hallar en los yVntiguos la Malaca , que llamaban Áurea Chersoneso ? Y al cabo de Comorin , que se decia Pro- montorium Cori , ¿ y la grande y célebre isla de Suma- tra , por antiguo nombre tan celebrado , Taprobana ? i Qué diremos de las dos Etiopias ? ¿ qué de los Brac- manes ? ¿ qué de la gran tierra de los Chinas ? ¿ Quién duda en los libros de los Antiguos , que traten de estas cosas no pocas veces ? Mas de las Indias occidentales, no hallamos en Plinio , que en esta navegación pasase de las Islas Canarias , que él llama Fortunatas ; y la prin- cipal de ellas dice (i) haberse llamado Canaria , por la multitud de canes ó perros que en ella habia. Pasadas las Canarias , apenas hay rastro en los Antiguos de la navegación que hoy se hace por el golfo , que con mu- cha razón le llaman grande. Con todo eso se mueven muchos á pensar , que profetizó Séneca , el Trágico , de estas Indias occidentales , lo que leemos en su Tragedia Medéa (2) en sus versos anapésticos , que reducidos al metro Castellano , dicen así: Tras largos años vendrá Un siglo nuevo y dichoso^ Que (i) Plimusl.6. c.'¡2. (2) Séneca in Me de a a Bu 2, infine. E2 36 Libro primero Que al Océano anchuroso Sus Imites fasard. Descubrirán grande tierra^ Verán otro nuevo Mundo^ JSfavegando el gran ^rofundoy Que ahora el j^ aso nos cierra. La Thule tan afamada Como del mundo postrera, Quedara en esta carrera Por muy cercana contada. Esto canta Séneca en sus versos ; y no podemos ne- gar que al pie de la letra pasa así , pues los años lar- gos que dice , si se cuentan del tiempo del Trágico , son al pie de mil y quatrocientos , y si de el de Medéa , son mas de dos mil ; que el Océano anchuroso haya dado el paso , que tenia cerrado , y que se haya descubierto grande tierra , mayor que toda Europa y Asia , y se habite otro nuevo mundo , vemoslo por nuestros ojos cumplido , y en esto no hay duda. En lo que la puede con razón haber , es , en si Séneca adivinó , ó si aca- so dio en esto su Poesía. Yo para decir lo que siento, siento que adivinó con el modo de adivinar que tienen los hombres sabios y astutos. Veía que ya en su tiem- po se tentaban nuevas navegaciones y viages por el mar : sabía bien , como Filósofo , que habia otra tier- ra opuesta del mismo ser, que llaman Antichtona. Pu- do con este fundamento considerar , que la osadía y ha- bilidad de los hombres, en fin llegaría á pasar el mar Océano , y pasándole , descubrir nuevas tierras , y otro mundo, mayormente siendo ya cosa sabida en tiempo de Séneca el suceso de aquellos naufragios que refiere Plinio , con que se pasó el gran mar Océano. Y que es- te haya sido el motivo de ía profecía de Séneca , pare- ce lo dan á entender los versos que preceden , donde ha- bien- de la Historia natural de Indias. 3jr hiendo alabado el sosiego y vida poco bulliciosa de los Antiguos , dice así: Mas ahora es otro tiempo, y el mar de fuerza ó de grado ha de dar paso al osado, y el pasarle es pasatiempo. Y mas abaxo dice así: Al alto mar proceloso ya qualquier barca se atreve: todo viage es ya breve al navegante curioso. No hay ya tierra por saber, no hay Rey no por conquistar, nuevos muros ha de hallar quien se piensa defender. Todo anda ya trastornado, sin dexar cosa en su asiento: el mundo claro y esenfo no hay ya en él rincón cerrado. El Indio calido bebe del Rio Araxts helado, y el Persa en Albis bañado, y el Rhin mas frió que nieve. De esta tan crecida osadía de los hombres viene Séne- ca á congeturar lo que luego pone , como el extremo á que ha de llegar , diciendo : Tras largos años ven- drá &c. como está ya dicho. CA- 38 Libro primero CAPITULO XII. Qué sintió Piafan de esta India occidental. MAs si alguno hubo que tocase mas en particular esta India occidental , parece que se le debe á Platón esa gloria , el qual en su Timéo escribe así : En aquel tiempo no se podia navegar aquel golfo ( y va liablando del mar Atlántico , que es el que está en sa- liendo del Estrecho de Gibraltar ) , porque tenia cerrado el paso á la boca de las colunas de Itérenles , que vo- sotros soléis llamar , ( que es el mismo Estrecho de Gi- braltar ) y era aquella Isla que estaba entonces junto á la boca dicha , de tanta grandeza , que excede á toda la África y Asia juntas. De esta Isla habia paso enton- ces á otras Islas para los que iban á ellas ; y de las otras Islas se iba á toda la Tierra firme , que estaba frontero de ellas , cercada del verdadero mar. Esto cuen- ta Cricias en Platón. Y los que se persuaden que es- ta narración de Platón es historia , y verdadera histo- ria , declarada en esta forma , dicen que aquella gran- de Isla llamada Atlantis , la qual excedía en grandeza á África y Asia juntas , ocupaba entonces la mayor par- te del mar Océano , llamado Atlántico , que ahora na- vegan los Españoles , y que las otras Islas que dice estaban cercanas á esta grande , son las que hoy dia llaman Islas de Barlovento , es á saber , Cuba , Espa- ñola , San Juan de Puerto-rico , Jamayca , y otras de aquel parage. Y que la Tierra firme que dice, es laque hoy dia se llama Tierra firme , y este Perú y América. El mar verdadero que dice estar junto aquella tierra firme, declaran que es este mar del sur, y que por eso se llama verdadero mar , porque en comparación de su inmensidad, esotros mares Mediterráneos , y aun el mis- mo Atlántico , son como mares de burla. Con ingenio, cierto, y delicadeza está explicado Platón por los di- chos de la Historia natural de Indias. 39 chos Autores curiosos : con quanta verdad y certeza, eso en otra parte se tratará. CAPITULO XIII. Que algunos han ereido , que en las divinas Escri- turas Ofir signifique este nuestro 'Perú. NO falta también á quien le parezca , que en las sa- gradas letras hay mención de esta India occiden- tal, entendiendo por el Ofir que ellas tanto celebran, este nuestro Perú. Roberto Stefano , ó por mejor decir, Francisco Vatablo , hombre en la lengua Hebrea aven- tajado , según nuestro preceptor , que fue discípulo su- yo , decia , en los escolios sobre el capítulo nono del ter- cer libro de los Reyes (i) , escribe que la Isla Españo- la que halló Cristoval Colón , era el Ofir , de donde Sa- lomón traía quatrocientos y veinte , ó quatrocientos y cincuenta talentos de oro muy fino. Porque tal es el oro de Cybao , que los nuestros traen de la Española. Y no faltan Autores doctos que afirmen (2) ser Ofir este nuestro Perú, deduciendo el un nombre del otro, y creyendo que en el tiempo que se escribió el libro del Paralipomenon se llamaba Perú como ahora. Fún- danse en que refiere la Escritura (3) que se traía de Ofir oro finísimo y piedras muy preciosas , y madera escogidísima , de todo lo qual abunda , según dicen es- tos Autores , el Perú. Mas á mi parecer está muy lexos el Perú de ser el Ofir , que la Escritura celebra (4). Por- que aunque hay en él copia de oro , no es en tanto gra- do , que haga ventaja en esto á la fama de riqueza que tuvo antiguamente la India oriental. Las piedras tan pre- cio- (i) In 3. lih, Reg. cap. 10. (2) Arias Montanus in apparatUf in Phaleg. cap. 9. (3) 2. Paralip. 9. 5. Reg, 10. (4) 2. Paral. 8. 4. Reg. 22. 3. Reg. 9. 40 Libro primero ciosas , y aquella tan excelente madera , que nunca tal se vio en Jerusalén , cierto yo no lo veo , porque aun- que hay esmeraldas escogidas , y algunos árboles de palo recio y oloroso ; pero no hallo aquí cosa digna de aquel encarecimiento , que pone la Escritura. Ni aun me pare- ce que lleva buen camino pensar , que Salomón dexada la India oriental riquísima , enviase sus flotas á esta última tierra. Y si hubiera venido tantas veces, mas rastros fue- ra razón que halláramos de ello. Mas la etimología del nombre Ofir, y reducción al nombre de Perú, tengolo por negocio de poca substancia , siendo como es cierto , que ni el nombre del Perú es tan antiguo , ni tan general á toda esta tierra. Ha sido costumbre muy ordinaria en es- tos descubrimientos del nuevo Mundo poner nombres á las tierras y puertos , de la ocasión que se les ofrecia , y así se entiende haber pasado en nombrar á este Reyno , Perú. Acá es opinión , que de un rio en que á los principios die- ron los Españoles, llamado por los naturales Perú, intitu- laron toda esta tierra Perú : Y es argumento de esto , que los Indios naturales del Perú , ni usan ni saben tal nombre de su tierra. Al mismo tono parece afirmar , que Sefer en la Escritura son estos Andes, que son unas sierras. al- tísimas del Perú. Ni basta haber alguna afinidad ó se- mejanza de vocablos , pues de esa suerte también diria- mos que Yucatán es Yectán , á quien nombra la Escri- tura ; ni los nombres de Tito y de Paulo que usaron los Reyes Incas de este Perú , se debe pensar que vinieron de Romanos ó de Christianos , pues es muy ligero in- dicio para afirmar cosas tan grandes. Lo que algunos escriben, que Tharsis y Ofir no eran en una misma na- vegación ni provincia , claramente se ve ser contra la intención de la Escritura , confiriendo el cap. 22 del quar- to libro de los Reyes , con el cap. 20 del segundo libro del Paralipomenon. Porque lo que en los Reyes dice, que Josafát hizo flota en Asiongaber para ir por oro á Ofir , eso mismo refiere el Paralipomenon haberse he- cho la dicha flota para ir á Tharsis. De donde claro se co- de Ja Historia natural de Indias. 41 colige , que en el propósito tomó por una misma cosa la Escritura á Tharsis y Ofir. Preguntarme há alguno á mí , según esto , qué región ó provincia sea el Ofir, adonde iba la flota de Salomón con marineros de Hi- rán , Rey de Tiro y Sidon , para traherle oro ; adonde también pretendiendo ir la flota del Rey Josafát , pa- deció naufragio en Asiongaber , como refiere la Escri- tura (i). En esto digo, que me acerco de mejor gana á la opinión de Josefo en los libros de Antiq^uitatihus^ donde dice , que es provincia de la India oriental , la qual fundó aquel Ofir hijo de Yectán , de quien se ha- ce mención en el Génesis (2) : y era esta provincia abun- dante de oro finísimo. De aquí procedió el celebrarse tanto el oro de Ofir ó de Ofaz , y según algunos quie- ren decir , el Obrizo es como el Ofirizo , porque ha- biendo siete linages de oro , como refiere San Geróni- mo , el de Ofir era tenido por el mas fino , así como acá celebramos el oro de Valdivia , ó el de Carava- ya. La principal razón que me mueve á pensar , que Ofir está en la India oriental , y no en esta occidental, es porque no podia venir acá la flota de Salomón , sin pasar toda la India oriental , y toda la China , y otro infinito mar ; y no es verosimil que atravesasen to- do el mundo para venir á buscar acá el oro , mayor- mente siendo esta tierra tal , que no se podia tener no- ticia de ella por viage de tierra ; y mostraremos des- pués , que los Antiguos no alcanzaron el arte de nave- gar , que ahora se usa , sin el qual no podian engolfar- se tanto. Finalmente , en estas cosas , quando no se traen indicios ciertos , sino conjeturas ligeras , no obligan á creerse mas de lo que á cada uno le parece. CA- CO 3- ^^g' 9- 4- ^^g* 22. (2) Genes, io« Tomo /. F 40 Libro primero CAPITULO, XIV. Qué significan en la Escritura Tharsis y Ofir. Y Si valen conjeturas y sospechas , las mias son , que en la divina Escritura los vocablos de Ofir y de Tharsis las mas veces no significan algún determinado lugar , sino que su significación es general cerca de los Hebreos , como en nuestro vulgar el vocablo de Indias es general , porque el uso y lenguage nuestro nombran- do Indias es significar unas tierras muy apartadas , y muy ricas , y muy estrañas de las nuestras ; y así los Españoles igualmente llamamos Indias al Perú , y á Mé- icico , y á la China , y á Malaca , y al Brasil : y de qualquier parte de estas que vengan cartas , decimos que son cartas de las Indias, siendo las dichas tierras y Reynos de inmensa distancia y diversidad entre sí. Aunque tampoco se puede negar , que el nombre de In- dias se tome de la India oriental ; y porque cerca de los Antiguos esa India se celebraba por tierra remotísi- ma , de ahí viene , que estotra tierra tan remota , quan- do se descubrió , la llamaron también India , por ser tan apartada , como tenida por el cabo del mundo ; y así llaman Indios á los que moran en el cabo del mundo. Al mismo modo me parece á mí , que Tharsis en las di- vinas letras , lo mas común no significa lugar ni parte determinada , sino unas regiones muy remotas ; y al pa- recer de las gentes , muy estrañas y ricas. Porque lo que Josefo y algunos quieren decir , que Tharsis y Tar- so es lo mismo en la Escritura , pareceme que con ra- zón lo reprueba San Gerónimo (i) , no solo porque se escriben con diversas letras los dos dichos vocablos , te- niendo uno aspiración , y otro no , sino también por- que muchísimas cosas que se escriben de Tharsis , no pue- (i) Hieron. ad MarcelL in 3. tom. de la Historia natural de Indias. 43 pueden quadrar á Tarso , ciudad de Cilicia. Bien es ver- dad , que en alguna parte se insinúa en la Escritura , que Tharsis cae en Cilicia , pues se escribe así de Holofer- nes en el libro de Judith (i) : Y como pasase los tér- minos de los Asirlos , llegó á los grandes montes Ange ( que por ventura es el Tauro ) , (2) los quales montes caen á la siniestra de Cilicia , y entró en todos sus cas- tillos , y se apoderó de todas sus fuerzas , y quebran- tó aquella ciudad tan nombrada Melothi , y despojó á todos los hijos de Tharsis y á los de Ismael , que es- taban frontero del desierto , y los que estaban al medio- día hacia tierra de Cellón , y pasó el Eufrates , &c. Mas como he dicho , pocas veces quadra á la Ciudad de Tar- so lo que se dice de Tarsis. Teodoreto (3) y otros , si- guiendo la interpretación de los Setenta , en algunas par- tes ponen á Tharsis en África , y quieren decir que es la misma que fué antiguamente Cartágo (4) , y ahora Reyno de Túnez : Y dicen , que allá pensó hacer su ca- mino Jonás , quando la Escritura refiere que quiso huir del Señor á Tharsis. Otros quieren decir , que Tharsis es cierta región de la India , como parece sentir S. Ge- rónimo (5). No contradigo yo por ahora á estas opinio- nes ; pero afirmóme en que no significa siempre una determinada región ó parte del mundo. Los Magos que vinieron á adorar á Christo , cierto es que fueron de •oriente , y también se colige de la Escritura (6) , que eran de Sabá , y de Epha , y de Madian.; y hombres doctos sienten que eran de Etiopia , y de Arabia , y de Persia. Y de estos canta el Salmo y la Iglesia : Los Re- yes de Tharsis traerán presentes. Concedamos , pues , con San Gerónimo , que Tharsis es vocablo deniiUehos ■ b ^in'q ^2í¿'fndT 3i' r sig- (i) Jud. 2. vv. 12. 13. 14. (2) LegePlin. /. J. c. 27. (3) Theodoretus in i. Jotice. (4) Arias Mont. ihidem, ir in Alphabeto apparatus. (5) Hieron. ad Marcellam, (6) Ps. 44. Isai. 60. V. 6, F2 ' ^4 .Tt^.\Viir Libro primero ^"^ significados en la Escritura , y que unas veces se en- tiende por la piedra crisólito ó jacinto : otras alguna cierta región de la India : otras la mar , que tiene el co- lor de jacinto quando reverbera el Sol. Pero con mucha razón el mismo Santo Doctor niega , que fuese región de la India el Tharsis donde Jonás huía , pues saliendo de Jope , era imposible navegar á Ja India por aquel mar; porque Jope , que hoy se llama Jafa , no es puerto del mar Bermejo , que se junta con el mar oriental Indico, sino del mar Mediterráneo, que no sale á aquel mar Indico : de donde se colige clarísimamente , que la na- vegación que hacía la flota de Salomón (i) de Asionga- ber ( donde se perdieron las naves del Rey Josafát ) iba por el mar Bermejo á Ofir y á Tharsis ; que lo uno y lo otro afirma expresamente la Escritura (2) , fué muy diferente de la que Jonás pretendió hacer á Tharsis. Pues es Asiongaber puerto de una ciudad de Iduméa , pues- ta en el estrecho , que se hace donde el mar Bermejo se junta con el gran Océano. De aquel Ofir , y de aquel Tharsis (sea lo que mandaren) traían á Salomón oro, y plata , y marfil, y monos, y pavos, con navegación de tres años muy prolija. Todo lo qual sin duda era de la India oriental , que abunda de todas esas cosas, como Plinio largamente lo enseña , y nuestros tiempos lo prueban bastantemente. De este nuestro Perú no pu- do llevarse marfil , no habiendo acá memoria de ele- fantes : oro , y plata , y monos muy graciosos bien pu- dieran llevarse ; pero en fin mi parecer es, que por Tharsis se entiende en la Escritura comunmente, ó el mar grande, ó regiones apartadísimas y muy extrañas: y así me doy á entender , que las profecías que ha- blan de Tharsis , pues el espíritu de profecía lo alcan- za todo , se pueden bien acomodar muchas veces á las cosas del nuevo orbe. CA- CO 3- ^^g' 2^- (2) 2.ParaItf, 9. S-^^i- ^^' de la Historia natural de Indias. 45 CAPITULO XV. De la "Profecía de Abdías que algunos declaran de estas Indias. NO falta quien diga y afirme , que está profetizado en las divinas letras tanto antes , que este nuevo or- be habia de ser convertido á Christo , y esto por gen- te Española (i). A este propósito declaran el remate de la profecía de Abdías , que dice así : Y la transmigración de este exército de los hijos de Israel , todas las cosas de los Cananéos hasta Sarepta ; y la transmigración de Jerusalén , que está en el Bosforo (2) , poseerá las Ciudades del Austro ; y subirán los salvadores al mon- te de Sion para juzgar el monte de Esaú ; y será el Reyno para el Señor. Esto es puesto de nuestra Vulga- ta así á la letra. Del Hebreo leen los Autores que di- go , en esta manera : Y la transmigración de este exér- cito de los hijos de Israel Cananéos hasta Sarfát ( que es Francia ) , y la transmigración de Jerusalén , que es- tá en Sefarad (que es España) poseerá por heredad las ciudades del Austro ; y subirán los que procuran la salvación , al monte de Sion para juzgar el monte de Esaú ; y será el reyno para el Señor. Mas porque Se- farad , que San Gerónimo interpreta el Bosforo ó estre- cho , y los Setenta interpretan , Eufrata , signifique á Es- paña , algunos no alegan testimonio de los Antiguos , ni razón que persuada , mas de parecerles así. Otros alegan á la paráfrasis Caldayca , que lo siente así , y los Anti- guos Rabinos que lo declaran de esta manera. Como á Sar- fát, (i) Guido Boderianus in Eptst, adVhili^pum catholi- cum Reg. in 5. tom. sac. Bihl. Zumarraga in Hispánica historia, (2) Ludovicus León , Augustinianus , in Com- mentar. sujper Abdiam. 46 Libro primero fát , donde nuestra Vulgata y los Setenta tienen Sarepta, entienden por Francia. Y dexando esta disputa , que to- ca á pericia de lenguas , ¿qué obligación hay para enten- der por las ciudades de Austro ó de Nageb ( como po- nen los Setenta ) las gentes del nuevo Mundo ? ¿qué obli- gación también hay para entender la gente Española, por la transmigración de Jerusalén en Safarad ? si no es que tomemos á Jerusalén espiritualmente , y por ella en- tendamos la Iglesia. De suerte, que el Espíritu Santo, por la transmigración de Jerusalén , que está en Safarad, nos signifique los hijos de la Santa Iglesia , que moran en los fines de la tierra ó en los puertos : porque eso denota en lengua Syriaca Sefarad , y viene bien con nuestra Es- paña , que según los Antiguos es lo último de la tierra, y quasi toda ella está rodeada de mar. Por las ciuda- des del Austro ó del sur , puedense entender estas Indias, pues lo mas de este Mundo nuevo está al medio dia , y aun gran parte de él mira el polo del sur. Lo que se si- gue: y subirán los que procuran la salvación, al monte de Sion para juzgar el monte de Esaú , no es trabajoso de declarar , diciendo que se acogen á la doctrina y fuer- za de la Iglesia Santa los que pretenden deshacer los er- rores y profanidades de los Gentiles : porque eso denota, juzgar al monte de Esaú. Y sigúese bien , 'Ique entonces será el Reyno no para los de España ó para los de Euro- pa , sino para Christo nuestro Señor. Quien quisiere de- clarar en esta forma la profecía de Abdías , no debe ser reprobado, pues es cierto , que el Espíritu Santo supo to- dos los secretos tanto antes : y parece cosa muy razona- ble , que de un negocio tan grande , como es el descubri- miento y conversión á la Fé de Christo, del nuevo Mun- do , haya alguna mención en las Sagradas Escrituras. Isaías dice : (i) | Ay de las alas de las naves que van de la otra parte de la Etiopia ! Todo aquel capítulo Auto- res muy doctos le declaran de las Indias , á quien me re- (i) Isaías 18. v, i. juxta 70. Inter^ret. de la Historia natural de Indias. 47- remito. El mismo Profeta en otra parte dice (i) , que los que fueren salvos de Israel , irán muy lexos á Tharsis á Islas muy remotas , y que convertirán al Señor muchas y varias gentes, donde nombra á Grecia, Italia y Áfri- ca , y otras muchas naciones; y sin duda se puede bien aplicar á la conversión de estas gentes de Indias. Pues ya lo que el Salvador con tanto peso nos afirma , que se predicará el Evangelio en todo el mundo (2) , y que en- tonces vendrá el fin , ciertamente declara que en quanto dura el mundo hay todavía gentes , á quien Christo no esté anunciado. Por tanto debemos colegir , que á los Antiguos les quedó gran parte por conocer , y que á no- sotros hoy dia nos está encubierta no pequeña parte del mundo. CAPITULO XV L De qué modo pudieron venir á Indias los primeros hombres , y que no navegaron de propósito á estas partes. A Hora es tiempo de responder á los que dicen , que no hay Antípodas , y que no se puede habitar esta región en que vivimos. Gran espanto le puso á S. Agus- tín la inmensidad del Océano , para pensar que el lina- ge humano hubiese pasado á este nuevo Mundo. Y pues por una parte sabemos de cierto , que há muchos siglos que hay hombres en estas partes , y por otra no pode- mos negar lo que la divina Escritura claramente ense- ña (3) , de haber procedido todos los hombres de un pri- mer hombre , quedamos sin duda obligados á confesar, que pasaron acá los hombres de allá de Europa , ó de Asia , ó de África ; pero el cómo , y porqué camino vi- nieron , todavía lo inquirimos , y deseamos saber. Cier- to (i) Isaías 66. V. 19. (2) Math. 24. t. 14. (3) AB, 17. T. 26. 48 Libro primero to no es de pensar que hubo otra arca de Noé en que aportasen hombres á Indias : ni mucho menos que algún Ángel traxese colgados por el cabello , como al Profe- ta Abacúch (i) , á los primeros pobladores de este mun- do. Porque no se trata , qué es lo que pudo hacer Dios^ sino qué es conforme á razón , y al orden y estilo de las cosas humanas. Y así se deben en verdad tener por maravillosas , y propias de los secretos de Dios ambas cosas : una que haya podido pasar el genero humano tan gran inmensidad de mares y tierras : otra que ha- biendo tan innumerables gentes acá , estuviesen ocultas á los nuestros tantos siglos. Porque pregunto yo , i con qué pensamiento , con qué industria , con qué fuerza pa- só tan copioso mar el linage de los Indios ? ¿ Quién pu- do ser el inventor y movedor de pasage tan extraño ? Ver- daderamente he dado , y tomado conmigo y con otros en este punto por muchas veces , y jamás acabo de ha- llar cosa que me satisfaga. Pero en fin diré lo que se me ofrece : y pues me faltan testigos á quien seguir, de- xaréme ir por el hilo de la razón , aunque sea delga- do , hasta que del todo se me desaparezca de los ojos. Cosa cierta es , que vinieron los primeros Indios por una de tres maneras á la tierra del Perú. Porque ó vinie- ron por mar , ó por tierra : y si por mar , ó acaso , ó por determinación suya : digo acaso , echados con al^ guna gran fuerza de tempestad , como acaece en tiem- pos contrarios y forzosos : digo por determinación , que pretendiesen navegar é inquirir nuevas tierras. Fuera de estas tres maneras , no me ocurre otra posible , si hemos de hablar según el curso de las cosas humanas , y no ponernos á fabricar ficciones poéticas y fabulosas : si no es que se le antoje á alguno buscar otra águila , como la de Ganimédes, ó algún caballo con alas, como el de Perséo , para llevar los Indios por el ayre : ó por ventura le agrada aprestar peces Sirenas y Nicolaos , pa- ra (i) Dan. 14. ny. 35. de la Historia natural de Indias. 49 ra pasarlos por mar. Dexando , pues , pláticas de burlas, examinemos por sí cada uno de los tres modos que pu- simos : quizá será de provecho y de gusto esta pesqui- sa. Primeramente parece que podríamos atajar razones con decir , que de la manera que venimos ahora á las Indias , guiándose los pilotos por la altura y conocimien- to del Cielo, y con la industria de marear las velas con- forme á los tiempos que corren , así vinieron , y descu- brieron y poblaron los Antiguos pobladores de estas In- dias. ¿Porqué no ? ¿ Por ventura , solo nuestro siglo y so- los nuestros hombres han alcanzado este secreto de na- vegar el Océano ? Vemos que en nuestros tiempos se na- vega el Océano para descubrir nuevas tierras , como pocos años ha navegó Alvaro Mendaña y sus compa- ñeros , saliendo del puerto de Lima la vuelta del po- niente , en demanda de la tierra que responde, leste oeste , al Perú : y al cabo de tres meses hallaron las Is- las que titularon de Salomón , que son muchas y gran- des : y es opinión muy fundada , que caen junto á la nue- va Guinea , ó por lo menos tienen tierra firme muy cer- ca : y hoy dia vemos , que por orden del Rey y de su Consejo , se trata de hacer nueva jornada para aquellas Islas. Y pues esto pasa así , ¿porqué no diremos que los Antiguos con pretensión de descubrir la tierra que lla- man Antictona opuesta á la suya, la qual habia de ha- ber según buena Filosofía, con tal deseóse animaron á hacer viage por mar , y no parar hasta dar con las tier- ras que buscaban ? Cierto ninguna repugnancia hay en pensar , que antiguamente acaeció lo que ahora acaece. Mayormente que la divina Escritura refiere (i), que de los de Tiro y Sidon recibió Salomón maestros y pilotos muy diestros en la mar, y que con estos se hizo aque- lla navegación de tres años. ¿A qué propósito se enca- rece el arte de los marineros y su ciencia , y se cuen- ta navegación tan prolixa de tres años , si no fuera pa- ra (i) 2. Par. 9. 3. Reg. 10. Tomo /. G 50 Libro primero ra dar á entender , que se navegaba el gran Océano, por la flota de Salomón ? No son pocos los que lo sien- ten así , y aún les parece que tuvo poca razón S. Agus- tín de espantarse y embarazarse con la inmensidad del mar Océano , pues pudo bien congeturar de la navega- ción referida de Salomón , que no era tan difícil de nave- garse. Mas diciendo verdad , yo estoy de muy diferente opinión , y no me puedo persuadir , que hayan venido los primeros Indios á este nuevo Mundo por navegación ordenada y hecha de propósito , ni aun quiero conce- der que los Antiguos hayan alcanzado la destreza de navegar , con que hoy dia los hombres pasan el mar Océano , de qualquiera parte á qualquiera otra que se les antoja , lo qual hacen con increíble presteza y cer- teza , pues de cosa tan grande y tan notable no hallo rastros en toda la antigüedad. El uso de la piedra imán, y del aguja de marear , ni la hallo yo en los Antiguos, ni aun creo que tuvieron noticia de él : y quitado el co- nocimiento del aguja de marear , bien se ve que es im- posible pasar el Océano. Los que algo entienden de mar, entienden bien lo que digo. Porque así es pensar , que el marinero puesto en medio del mar sepa enderezar su proa á donde quiere , si le falta la aguja de marear , co- mo pensar , que el que está sin ojos muestre con el de- do lo que está cerca , y lo que está lexos acullá en un cerro. Es cosa de admiración , que una tan excelente propiedad de la piedra imán la hayan ignorado tanto tiempo los Antiguos , y se haya descubierto por los mo- dernos. Haberla ignorado los Antiguos , claramente se entiende de Plinio (i) , que con ser tan curioso Histo- riador de las cosas naturales , contando tantas maravi- llas de la piedra imán , jamás apunta palabra de esta vir- tud y eficacia , que es la mas admirable , que tiene de hacer mirar al norte el hierro que toca. Como tampo- co Aristóteles habló de ello , ni Teofrasto , ni Dioscó- ri- (i) Flin. 1. 36. c. 16. hr lib. 34. cap. 14. ó^ Ub, 37. c. 4. de la "Historia natural de Indias. 5 1 rides, ni Lucrecio (i), ni Historiador, ni Filósofo natu- ral , que yo haya visto , aunque tratan de la piedra imán. Tampoco San Agustin toca en esto , escribiendo por otra parte muchas y maravillosas excelencias de la piedra imán , en los libros de la Ciudad de Dios (2). Y es cier- to, que quantas maravillas se cuentan de esta piedra, todas quedan muy cortas respecto de esta tan extraña de mirar siempre al norte , que es un gran milagro de naturaleza. Hay otro argumento también , y es , que tra' tando Plinio (3) de los primeros inventores de navega- ción , y refiriendo allí de los demás instrumentos y apa- rejos no habla palabra del aguja de marear , ni de la pie- dra imán : solo dice , que el arte de notar las estrellas en la navegación , salió de los de Fenicia. No hay duda sino que los Antiguos lo que alcanzaron del arte de nave- gar, era todo mirando las estrellas, y notando las pla- yas , y cabos , y diferencias de tierras. Si se hallaban en alta mar, tan entrados que por todas partes perdiesen la tierra de vista , no sabian enderezar la proa por otro regimiento , sino por las estrellas , y Sol , y Luna. Quan- do esto faltaba , como en tiempo nublado acaece , re- gíanse por la qualidad del viento , y por conjeturas del camino que hablan hecho. Finalmente , iban por su tino, como en estas Indias también los Indios navegan gran- des caminos de mar , guiados de sola su industria y tino. Hace mucho á este propósito lo que escribe Plinio (4) de los Isleños de la Taprobana , que ahora se llama Su- matra , cerca del arte é industria con que navegaban, escribiendo en esta manera : Los de Taprobana no ven el norte , y para navegar suplen esta falta llevando consigo ciertos páxaros , los quales sueltan á menudo , y como los páxaros por natural instinto vuelan hacia la ra- (i) Dioscor.lib. ^. c. 10^. Lticretius lib. 6. (2) Au- gusta L 21. de Civit. c, 4. tibi multa de magnete. (3) Plin, lib. 7. ca^, 56. (4) Plin. lib, 6. ca^. 22. G2 52 Libro primero tierra , los marineros enderezan su proa tras ellos. ¿ Quién duda , vsi estos tuvieran noticia del aguja de marear , que no tomaran por guias á los páxaros , para ir en deman- da de la tierra ? En conclusión , basta por razón , para entender que los Antiguos no alcanzaron este secreto de la piedra imán , ver que para cosa tan notable , como es el aguja de marear, no se halla vocablo latino, ni griego , ni hebraico. Tuviera sin falta algún nombre en estas lenguas cosa tan importante , si la conocieran. De donde se verá la causa , porqué ahora los pilotos para encomendar la via al que lleva el timón , se sientan en lo alto de la popa , que es por mirar de allí el aguja , y antiguamente se sentaban en la proa , por mirar las dife- rencias de tierras y mares , y de allí mandaban la via, como lo hacen también ahora muchas veces al entrar ó salir de los puertos. Y por eso los Griegos llamaban á los pilotos Proritas , porque iban en la proa, CAPITULO XVIL De la propiedad y virtud admirable de la piedra imán para navegar ; y que los Antiguos no la conocieron. DE lo dicho se entiende , que á la piedra imán se debe la navegación de las Indias , tan cierta y tan breve , que el dia de hoy vemos muchos hombres, que han hecho viage de Lisboa á Goa , y de Sevilla á México y á Panamá ; y en estotro mar del sur hasta la China y hasta el Estrecho de Magallanes : y esto con tanta facilidad como se va el Labrador de su aldea á la villa. Ya hemos visto hombres que han hecho quin- ce viages , y aun diez y ocho á las Indias : de otros he- mos oído , que pasan de veinte veces las que han ido y vuelto , pasando ese mar Océano , en el qual cierto no hallan rastro de los que han caminado por él, ni encuen- tran caminantes á quien preguntar el camino. Porque, co- de la Historia natural de Indias. 53 como dice el Sabio (i): la nave corta el agua y sus on- das , sin dexar rastro por donde pasar , ni hacer sen- da en las ondas. Mas con la fuerza de la piedra imán se abre camino descubierto por todo el grande Océano, por haberle el altísimo Criador comunicado tal virtud, quede solo tocarla el hierro, queda con la mira y movi- miento al norte , sin desfallecer en parte alguna del mun- do. Disputen otros é inquieran la causa de esta ma- ravilla , y afirmen quanto quisieren no sé qué simpatía; á mí mas gusto me da , mirando estas grandezas, alabar aquel poder y providencia del sumo Hacedor , y gozarme de considerar sus obras maravillosas. Aquí cierto vie- ne bien decir con Salomón á Dios (2) : j O padre cuya providencia gobierna á un palo , dando en él muy cier- to camino por el mar , y senda muy segura entre las fieras ondas , mostrando juntamente que pudieras librar de todo , aunque fuese yendo sin nave por la mar ! Pe- ro porque tus obras no carezcan de sabiduría , por es- to confian los hombres sus vidas de un pequeño made- ro, y atravesando el mar se han escapado en un bar- co. También aquello del Salmista (3) viene aquí bien: Los que baxan á la mar en naves haciendo sus facio- nes en las muchas aguas, esos son los que han visto las obras del Señor , y sus maravillas en el profundo. Que cierto no es de las menores maravillas de Dios, que la fuerza de una pedrezuela tan pequeña mande en la mar , y obligue al abismo inmenso á obedecer , y estar á su orden. Esto, porque cada dia acontece, y es cosa tan fácil , ni se maravillan los hombres de ello , ni aun se les acuerda de pensarlo : y por ser la franque- za tanta , por eso los inconsiderados la tienen en me- nos : Mas á los que bien lo miran , oblígales la razón á bendecir la sabiduría de Dios , y darle gracias por tan gran- eo Sap, 5. V. 10. (2) Sa^. 14. vv. 3. 4. 5. (3) Ps. loó. vv, 23, 24. 54 Libro primero grande beneficio y merced. Siendo determinación del Cie- lo , que se descubriesen las naciones de Indias , que tan- to tiempo estuvieron encubiertas , habiéndose de fre- qiientar esta carrera , para que tantas almas viniesen en conocimiento de Jesu-Christo , y alcanzasen su eter- na salud , proveyóse también del Cielo de guia segu- ra para los que andan este camino , y fue la guia el aguja de marear, y la virtud de la piedra imán. Des- de qué tiempo haya sido descubierto y usado este arti- ficio de navegar , no se puede saber con certidumbre. El no haber sido cosa muy antigua , tengolo para mí por llano , porque demás de las razones que en el ca- pítulo pasado se tocaron , yo no he leído en los Anti- guos que tratan de reloxes (i) , mención alguna de la piedra imán, siendo verdad que en los reloxes de Sol portátiles que usamos , es el mas ordinario instrumento el aguja tocada á la piedra imán. Autores nobles escri-. ben en la historia de la India oriental (2) , que el pri- mero que por mar la descubrió , que fue Vasco de Ga- ma , encontró en el parage de Mozambique con ciertos marineros Moros , que usaban el aguja de marear , y me- diante ella navegaron aquellos mares. Mas de quién aprendieron aquel artificio , no lo escriben : antes algu- nos de estos Escritores afirman lo que sentimos , de ha- ber ignorado los Antiguos este secreto. Pero diré otra maravilla aun mayor de la aguja de marear, que se pu- diera tener por increíble, si no se hubiera visto, y con cla- ra experiencia tan freqüentemente manifestado. El hier-^ ro tocado y refregado con la parte de la piedra imán, que en su nacimiento mira al sur, cobra virtud de mi- rar al contrario , que es el norte , siempre , y en todas partes ; pero no en todas le mira por igual derecho. Hay cier- (i) Lib, I. de Italice illust. Reg. 13. Plin. lib. 2. ¿r. 72. ¿r y6. h lib. 7. ca^. último, . (2) Osorius de reb. gcst, Em- manuelis lib. i. de la Historia natural de Indias. 55 ciertos puntos y climas , donde puntualmente mira al norte , y se fixa en él : en pasando de allí ladea un po- co ó al oriente ó al poniente , y tanto mas quanto se va mas apartando de aquel clima. Esto es lo que los mari- neros llaman nordestear y norvestear. El nordestear es ladearse inclinando á levante ; Norvestear inclinado á poniente. Esta declinación ó ladear del aguja importa tanto saberla , que aunque es pequeña , si no se advier- te , errarán la navegación , é irán á parar á diferente lu- gar del que pretenden. Declame á mí un piloto muy diestro , Portugués , que eran quatro puntos en todo el orbe , donde se fixaba la aguja con el norte, y con- tábalas por sus nombres, de que no me acuerdo bien. Uno de estos es el parage de la Isla del Cuervo en las Terceras ó Islas de Azores , como es cosa ya muy sabida. Pasando de allí á mas altura , norvestea , que es decir, que declina al poniente. Pasando al contrario á menos altura hacia la equinoccial norvestea , que es inclinar al oriente. Qué tanto y hasta donde , diránlo los maestros de esta arte. Lo que yo diré es , que de buena gana preguntaría á los Bachilleres que presumen de saberlo todo, qué sea, que me digan la causa de este efecto. Porque un poco de hierro de fregarse con la piedra imán, concibe tanta virtud de mirar siempre al norte , y esto con tanta destreza , que sabe los climas y posturas di- versas del mundo, donde se ha de fixar , donde incli- nar á un lado, donde á otro, que no hay Filósofo, ni Cosmógrafo , que así lo sepa. Y si de estas cosas , que cada dia traemos al ojo , no podemos hallar la razón, y sin duda se nos hicieran duras de creer si no las vié- ramos tan palpablemente , ¿ quién no verá la necedad y disparate que es querernos hacer jueces , y sujetar á nuestra razón las cosas divinas y soberanas ? Mejor es , como dice Gregorio Teólogo , que á la Fé se su- jete la razón , pues aun en su casa no sabe bien enten- derse. Baste esta digresión , y volvamos á nuestro cuen- to, concluyendo que el uso del aguja de mar no le alcan- za- 5 6 Libro primero zaron los Antiguos: de donde se infiere, que fue impo- sible hacer viage del otro mundo á éste por el Océa- no , llevando intento y determinación de pasar acá. CAPITULO XVIIL En que se responde á los que sienten haberse nave- gado antiguamente el Océano , como ahora. LO que se alega en contrario de lo dicho , que la flo- ta de Salomón navegaba en tres años , no convence, pues no afirman las sagradas letras , que se gastaban tres años en aquel viage , sino que en cada tres años una vez se hacía viage. Y aunque demos que duraba tres años la navegación , pudo ser , y es mas conforme á razón, que navegando á la India oriental , se detuviese la flo- ta por la diversidad de puertos y regiones que iba re- conociendo y tomando , como ahora todo el mar del Sur se navega quasi desde Chile hasta nueva España ; el qual modo de navegar , aunque tiene mas certidumbre por ir siempre á vista de tierra , es empero muy prolixo por el rodeo que de fuerza ha de hacer por las costas, y mucha dilación en diversos puertos. Cierto , yo no ha- llo en los Antiguos, que se hayan arrojado á lo muy adentro de el mar Océano , ni pienso que lo que navega- ron de él, fue de otra suerte , que lo que el dia de hoy se navega del Mediterráneo. Por donde se mueven hom- bres doctos á creer, que antiguamente no navegaban sin remos , como quien siempre iba costeando la tierra. Y aun parece lo da así á entender la divina Escritura , quan- do refiere aquella famosa navegación del Profeta Jonás, donde dice (i), que los marineros, forzados del tiempo, remaron á tierra. CA (i) Jon, I. de la Historia natural de Indias. 5^ CAPITULO XIX. Que se puede pensar , que los primeros pobladores de Indias aportaron á ellas echados de tormenta^ y contra su voluntad. HAbiendo mostrado que no lleva camino pensar , que los primeros moradores de Indias hayan venido á ellas con navegación hecha para ese fin , bien se sigue^ que si vinieron por mar haya sido acaso , y por fuerza de tormentas el haber llegado á Indias. Lo qual , por inmenso que sea el mar Océano , no es cosa increíble. Porque, pues, así sucedió en el descubrimiento de nues- tros tiempos, quando aquel marinero (cuyo nombre aun '^^^-^ ' no sabemos , para que negocio tan grande no se atribuya *j^^^^ á otro Autor, sino áDios), habknáQ_ _^qt^ unj^mhie "^^ é^importuno temporal reconocido el nuevo Mundo, de- Ó ' ¿ xó_po£ paga del^ buen hospedagTTX:Eristovar Colón la '^^"¿^' noticia de cosa tan grande; así pudo ser, que algunas ^^^*>r^^^ gentes de Europa , ó de África antiguamente hayan sido ^^ fít arrebatadas de la fuerza de el viento , y arrojadas á tier- ^r^l^, i- ras no conocidas , pasado el mar Océano. ¿ Quién no sa^ M^->'Cée be , que muchas , ó las mas de las regiones que se han 'f*^^^, descubierto en este nuevo Mundo , ha sido por esta for- -^¿^4.^. ^fy. ma ? ¿ que se debe mas á la violencia de temporales su ' descubrimiento, que á la buena industria de los que las descubrieron ? Y porque no se piense que solo en nues- tros tiempos han sucedido semejantes viages hechos por la grandeza de nuestras naves , y por el esfuerzo de nuestros hombres, podrá desengañarse fácilmente en es- ta parte , quien leyere lo que Plinio refiere (i) haber su- cedido á muchos Antiguos. Escribe, pues , de esta ma- nera; Teniendo ej cargo Gayo Cesar, hijo de Augusto en (O I'lin. Uh. 1, cap. 69. Tomo I, j^ 58 Libro primero en el mar de Arabia , cuentan haber visto y conocido señas de naves Españolas , que habian padecido naufra- gio ; y dice mas después : Nepote refiere del rodeo Sep- tentrional , que se traxeron á Quinto Mételo Célere, compañero en el Consulado de Gayo Afranio (siendo el diclio Mételo Procónsul en la Galia) unos Indios pre- sentados por el Rey de Suevia : los quales Indios nave- gando desde la India para sus contrataciones, por la fuer- za de los temporales fueron ecliados en Germania. Por cierto, si Plinio dice verdad, no navegan hoy dia los Por- tugueses mas de lo que en aquellos dos naufragios se na- vegó , el uno desde España hasta el mar Bermejo , y el otro desde la India oriental hasta Alemania. En otro libro escribe el propio Autor (i), que un criado deAn- nio Plocanio , el qual tenia arrendados los derechos de el mar Bermejo, navegando la vuelta de la Arabia , so- breviniendo nortes furiosos, en quince dias vino pasada la Carmania , á tomar á Hippuros , Puerto de la Taproba- na, que hoy dia llaman Sumatra, También cuentan, que una nave de Cartaginenses de el mar de Mauritania fué arrebatada de brisas hasta ponerse á vista del nuevo orbe. No es cosa nueva para los que tienen alguna experiencia de mar , el correr á veces temporales forzo- sos , y muy porfiados , sin afloxar un momento de su fu- ria. A mí me acaeció pasando á Indias , verme en la pri- mera tierra poblada de Españoles , en quince dias des- pués de salidos de las Canarias , y sin duda fuera rñas breve el viage , si se dieran velas á la brisa fresca , que corria. Así que me parece cosa muy verosímil , que ha- yan en tiempos pasados venido á Indias hombres ven- cidos de la furia de el viento , sin tener ellos tal pensa- miento. Hay en el Peni gran relación de unos Gigantes, que vinieron en aquellas partes , cuyos huesos se hallan hoy dia , de disforme grandeza cerca de Manta , y de Puer- (i) P//«. lib. 6. ca£, 22. de la Historia natural de Indias» 59 Puerto viejo , y en proporción habian de ser aquellos hombres mas que tres tanto mayores , que los Indios de ahora. Dicen que aquellos Gigantes vinieron por mar, y que hicieron guerra á los de la tierra , y que edifica- ron edificios soberbios , y muestran hoy un pozo hecho de piedras de gran valor. Dicen mas , que aquellos hom- bres haciendo pecados enormes , y especial usando con- tra natura, fueron abrasados y consumidos con fuego que vino del Cielo. También cuentan los Indios de lea, y los de Arica , que solían antiguamente navegar á unas Islas al poniente , muy lexos , y la navegación era en unos cueros de lobo marino hinchados. De manera , que no faltan indicios de que se haya navegado la mar del sur , antes que viniesen Españoles por ella. Así que po- dríamos pensar , que se comenzó á habitar el nuevo or- be de hombres , á quien la contrariedad del tiempo , y la fuerza de nortes echó allá , como al fin vino á descu- brirse en nuestros tiempos. Es así , y mucho para con- siderar , que las cosas de gran importancia de naturale- za por la mayor parte se han hallado acaso , y sin pre- tenderse, y no por la habilidad y diligencia humana. Las mas de las yerbas saludables , las mas de las pie- dras , las plantas , los metales , las perlas , el oro , el imán , el ámbar , el diamante , y las demás cosas seme- jantes : Y así sus propiedades y provechos , cierto mas se han venido á saber por casuales acontecimientos, que no por arte é industria de hombres , para que se vea, que el loor y gloria de tales maravillas se debe á la pro- videncia del Criador , y no al ingenio de los hombres. Porque lo que á nuestro parecer sucede acaso , eso mis- mo lo ordena Dios muy sobre pensado. H2 CA- 6q Libro primero CAPITULO XX. JQue con todo eso es mas conforme á buena razón pen- sar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias. Concluyo , pues , con decir , que es bien probable de pensar, que los primeros aportaron á Indias por naufragio y tempestad de mar. Mas ofrécese aquí una dificultad , que me da mucho en qué entender , y es , que ya que demos , que hayan venido hombres por mar á tierras tan remotas , y que de ellos se han multiplicado las naciones que vemos ; pero de bestias y animales , que cria el nuevo orbe , muchas y grandes , no sé cómo nos demos maña á embarcarlas , y llevarlas por mar á las Indias. La razón porque nos hallamos forzados á decir, ^ue los hombres de las Indias fueron de Europa ó de Asia , es , por no contradecir á la sagrada Escritura , que claramente enseña , que todos los hombres descienden de Adán , y así no podemos dar otro origen á los hom- bres de Indias. Pues la misma divina Escritura también nos dice (i) , que todas las bestias y animales de la tier- ra perecieron , sino las que se reservaron para propaga- ción de su género , en el arca de Noé. Así también es fuerza reducir la propagación de todos los animales di- chos á los que salieron del arca en los montes de Ara- rat , donde ella hizo pie : de manera , que como para los hombres , así también para las bestias nos es necesidad buscar camino , por donde hayan pasado del viejo mun- ^o al nuevo. San Agustin tratando esta qíiestion (2) : có- mo se hallan en algunas Islas lobos , y tigres y otras fie- ras , que no son de provecho para los hombres , porque de (i) Genes. 7. TU 21. 22. 23. (2) August, L 16. de Civit. caj?. 7. de la Historia natural de Indias. 6i de los elefantes , caballos , bueyes , perros y otros ani- males , de que se sirven los hombres , no tiene emba- razo pensar , que por industria de hombres se llevaron por mar con naves , como los vemos hoy dia , que se llevan desde Oriente á Europa , y desde Europa al Pe- rú con navegación tan larga ; pero de los animales , que para nada son de provecho , y antes son de mucho da- ño , como son lobos , en qué forma hayan pasado á las Islas , si es verdad , como lo es , que el diluvio bañó to- da la tierra , tratándolo el sobredicho santo y doctísimo varón , procura librarse de estas angustias , con decir, que tales bestias pasaron á nado á las Islas , ó alguno por codicia de cazar las llevó , ó fue ordenación de Dios, que se produxesen de la tierra , al modo que en la pri- mera creación dixo Dios (i): Produzca la tierra ánima viviente en su género , jumentos y animales rateros , y fieras del campo , según sus especies. Mas cierto que si queremos aplicar esta solución á nuestro propósito , mas enmarañado se nos queda el negocio. Porque comenzan- do de lo postrero , no es conforme al orden de naturale- za , ni conforme al orden del gobierno que Dios tiene pues- to , que animales perfectos como leones , tigres y lobos se engendren de la tierra sin generación. De ese modo se producen ranas , y ratones , y abispas , y otros ani- malejos imperfectos. Mas ¿á qué propósito la Escritura tan por menudo dice (2) : Tomarás de todos los anima- les , y de las aves del Cielo siete y siete , machos y hem- bras , para que se salve su generación sobre la tierra, si habia de tener el mundo tales animales después del diluvio por nuevo modo de producción sin junta de ma- cho y hembra ? y aún queda luego otra qüestion : ¿ por qué naciendo de la tierra , conforme á esta opinión , ta- les animales , no los tienen todas las tierras é Islas, pues ya no se mira el orden natural de multiplicarse, sino sola la liberalidad del Criador ? Que hayan pasado algu- nos (i) Genes, i. v. 24. (2) Genes, j^/w, 2, 3. 02 Libro primero nos animales de aquellos por pretensión de tener caza, que era otra respuesta , no lo tengo por cosa increíble , pues vemos mil veces que para sola grandeza suelen Príncipes y Señores tener en sus jaulas leones , osos y otras fie- ras , mayormente quando se han traído de tierras muy lexos. Pero esto creerlo de lobos y de zorras , y de otros tales animales baxos y sin provecho , que no tienen co- sa notable , sino solo hacer mal á los ganados , y decir que para caza se traxeron por mar , por cierto es cosa muy sin razón. ¿Quién se podrá persuadir, que con na- vegación tan infinita , hubo hombres , que pusieron di- ligencia en llevar al Perú zorras, mayormente las que llaman añas , que es un linage el mas sucio y hediondo de quantos he visto ? ¿ Quién dirá , que traxeron leones y tigres ? Harto es y aun demasiado , que pudiesen es- capar los hombres con las vidas en tan prolixo via- ge , viniendo con tormenta , como hemos dicho , quan- to mas trazar de llevar zorras y lobos , y mantener- los por mar. Cierto es cosa de burla aun imaginar- lo. Pues si vinieron por mar estos animales , solo resta, que hayan pasado á nado. Esto ser cosa posible y hace- dera , quanto á algunas Islas que distan poco de otras, ó de la tierra firme , no se puede negar la experiencia cierta , con que vemos , que por alguna grave necesi- dad á veces nadan estos animales dias y noches ente- ras , y al cabo escapan nadando ; pero esto se entiende en golfillos pequeños. Porque nuestro Océano haría bur- la de semejantes nadadores , pues aun á las aves de gran vuelo les faltan las alas para pasar tan gran abismo. Bien se hallan páxaros , que vuelen mas de cien leguas, como los hemos visto navegando diversas veces ; pero pasar todo el mar Océano volando es imposible , ó á lo menos muy dificil. Siendo así todo lo dicho , ¿ por dón- de abriremos camino para pasar fieras y páxaros á las Indias ? ¿ de qué manera pudieron ir del un mundo al otro ? Este discurso que he dicho , es para mí una gran congetura para pensar que el nuevo orbe , que llama- mos de la Historia natural de Indias. 63 mos Indias , no está del todo diviso y apartado del otro orbe. Y por decir mi opinión , tengo para mí días há, que la una tierra y la otra en alguna parte se juntan, y continúan , ó á lo menos se avecinan y allegan mu- cho. Hasta ahora á lo menos no hay certidumbre de lo contrario. Porque al polo Ártico , que llaman norte, no está descubierta y sabida toda la longitud de la tierra; y no faltan muchos que afirmen , que sobre la Florida corre la tierra larguísimamente al Septentrión , la qual dicen que llega hasta el mar Scítico , ó hasta el Ger- mánico. Otros añaden, que ha habido nave, que nave- gando por allí , relató haber visto los bacallaos correr hasta los fines quasi de Europa. Pues ya sobre el cabo Mendocino en la mar del sur , tampoco se sabe hasta dónde corre la tierra , mas de que todos dicen que es cosa inmensa lo que corre. Volviendo al otro polo del sur , no hay hombre que sepa dónde para la tierra , que está de la otra vanda del Estrecho de Magallanes. Una nave del Obispo de Plasencia , que subió del Estre- cho , refirió, que siempre habia visto tierra , y lo mis- mo contaba Hernando Lamero , piloto , que por tor- menta pasó dos ó tres grados arriba del Estrecho. Así que ni hay razón en contrario , ni experiencia que des- haga mi imaginación , ú opinión , de que toda la tierra se junta , y continúa en alguna parte , á lo menos se allega mucho. Si esto es verdad , como en efecto me lo parece , fácil respuesta tiene la duda tan difícil , que ha- bíamos propuesto : cómo pasaron á las Indias los prime- ros pobladores de ellas , porque se ha de decir , que pa- saron , no tanto navegando por mar , como caminan- do por tierra : y ese camino lo hicieron muy sin pen- sar , mudando sitios y tierras su poco á poco ; y unos poblando las ya halladas , otros buscando otras de nue- vo , vinieron por discurso de* tiempo á henchir las tier- ras de Indias de tantas naciones , y gentes , y lenguas. CA- 64 Libro primero CAPITULO XXI. En qué minera pasaron bestias y ganados á las tierras de Indias. AYudan grandemente al parecer ya dicho los indi- cios que se ofrecen á los que con curiosidad exa- minan el modo de habitación de los Indios. Porque don- de quiera que se halla Isla muy apartada de tierra fir- me , y también de otras Islas , como es la Bermuda , há- llase ser falta de hombres del todo. La razón es por- que no navegaban los Antiguos , sino á playas cercanas, y quasi siempre á vista de tierra. A esto se alega , que en ninguna tierra de Indias se han hallado navios gran- des ,, quales se requieren para pasar golfos grandes. Lo que se halla son balsas , ó piraguas , ó canoas , que to- das ellas son menos que chalupas ; y de tales embarca- ciones solas usaban los Indios , con las quales no po- dian engolfarse sin manifiesto y cierto peligro de pere- cer ; y quando tuvieran navios bastantes para engolfar- se , no sabian de aguja, ni de astrolabio, ni de quadran- te. Si estuvieran diez y ocho dias sin ver tierra , era im- posible no perderse , sin saber de sí. Vemos Islas pobla- dísimas de Indios , y sus navegaciones muy usadas ; pero eran las que digo , que podian hacer Indios en canoas ó piraguas , y sin aguja de marear. Quando los Indios que moraban en Tumbez vieron la primera vez nuestros Españoles que navegaban al Perú , y miraron la grande- za de las velas tendidas y los baxeles también grandes, quedaron atónitos : y como nunca pudieron pensar que eran navios , por no haberlos visto jamás de aquella for- ma y tamaño , dicen que se dieron á entender que de- bian de ser rocas y peñascos sobre la mar ; y como veían que andaban , y no se hundían , estuvieron coma fuera de sí de espanto gran rato , hasta ,que mirando mas, vieron unos hombres barbudos que andaban por los na- de la Historia natural de Indias. 65 navios , los quales creyeron que debían ser algunos Dio- ses , ó gente de allá del Cielo. Donde se ve bien , quan agena cosa era para los Indios usar naves grandes , ni tener noticia de ellas. Hay otra cosa , que en gran ma- nera persuade á la opinión dicha , y es , que aquellos animales que diximos no ser creíble haberlos embar- cado hombres para las Indias , se hallan en lo que es tierra firme , y no se hallan en las Islas , que disten de la tierra firme quatro jornadas. Yo he hecho diligencia ea averiguar esto , pareciendome que era negocio de gran momento para determinarme en la opinión que he di- cho , de que la tierra de Indias , y la de Europa , y Asia y África tienen continuación entre sí , ó á lo menos se llegan mucho en alguna parte. Hay en la América y Pe- rú muchas fieras , como son leones , aunque estos no igualan en grandeza y braveza , y en el mismo color ro- xo á los famosos leones de África ; hay tigres muchos, y muy crueles , aunque lo son mas comunmente con In- dios , que con Españoles ; hay osos , aunque no tantos; hay javalíes ; hay zorras innumerables. De todos estos géneros de animales , si quisiéremos buscarlos en la Isla de Cuba , ó en la Española , ó en Jamáyca , ó en la Mar- garita , ó en la Dominica , no se hallará ninguno. Con esto viene , que las dichas Islas con ser tan grandes y tan fértiles , no tenían antiguamente , quando á ellas aportaron Españoles, de esotros animales tampoco, que son de provecho; y ahora tienen innumerables mana- das de caballos , de bueyes , y vacas , de perros , de puercos ; y es en tanto grado , que los ganados de vacas no tienen ya dueños ciertos , por haber tanto multipli- cado , que son del primero que las desjarreta en el mon- te ó campo : lo qual hacen los moradores de aquellas Islas para aprovecharse de los cueros para su mercan- cía de corambre , dexando la carne por allí , sin comer- la. Los perros han en tanto exceso multiplicado , que andan manadas de ellos ; y hechos bravos hacen tanto nial al ganado , como si fueran lobos , que es un grave Tomo I. I da- 66 Libro primero daño de aquellas Islas. No solo carecen de fieras , sino también de aves y páxaros en gran parte. Papagayos hay muchos , los quales tienen gran vuelo , y andan á van- das juntos ; también tienen otros páxaros , pero pocos, como he dicho. De perdices , no me acuerdo haber visto, ni sabido que las tengan , como las hay en el Perú , y mucho menos los que en el Perú llaman guanacos , y vicuñas, que son como cabras monteses ligerísimas , en cuyos buches se hallan las piedras bezaares , que pre- cian algunos , y son á veces mayores que un huevo de gallina tanto y medio. Tampoco tienen otro género de ganado , que nosotros llamamos ovejas de las Indias , las quales, demás de la lana y carne, con que visten y man- tienen los Indios , sirven también de recua y jumentos para llevar cargas ; llevan la mitad de la carga de una muía , y son de poco gasto á sus dueños , porque ni han menester herraduras , ni albardas , ni otros aparejos , ni cebada para su comer ; todo esto les dio naturaleza sin costa , queriendo favorecer á la pobre gente de los In- dios. De todos estos géneros de animales , y de otros muchos , que se dirán en su lugar , abunda la tierra fir- me de Indias : las Islas de todos carecen , si no son los que han embarcado Españoles. Verdad es , que en algu- nas Islas vio tigres un hermano nuestro , según él refe- ría , andando en una peregrinación y naufragio trabajo- sísimo ; mas preguntado qué tanto estarian de tierra fir- me aquellas Islas, dixo, que obra de seis ú ocho leguas á lo mas , el qual espacio de mar , no hay duda , sino que pueden pasarle á nado los tigres. De estos indicios, y de otros semejantes se puede colegir , que hayan pa- sado los Indios á poblar aquella tierra , mas por cami- no de tierra , que de mar ; ó si hubo navegación , que fué no grande, ni dificultosa , porque en efecto debe de continuarse el un orbe con el otro , ó á lo menos estar en alguna parte muy cercanos entre su CA- de la Historia natural de Indias. 6^ CAPITULO XXII. Q;ue no pasó el linage de Indios por la Isla Atlántida^ como algunos imaginan. NO faltan algunos (i), que siguiendo el parecer de Platón , que arriba referimos , dicen , que fueron esas gentes de Europa , ó de África á aquella famosa Is- la , y tan cantada Atlántida , y de ella pasaron á otras y otras Islas , hasta llegar á la tierra iirme de Indias. Porque de todo esto hace mención el Cricias de Platón en su Timéo. Porque si era la Isla Atlántida tan gran- de como toda la Asia y África juntas , y aun mayor, como siente Platón , forzoso habia de tomar todo el Océano Atlántico , y llegar quasi á las Islas del nuevo orbe. Y dice mas Platón : que con un terrible diluvio se anegó aquella su Isla Atlántida , y por eso dexó aquel mar imposibilitado de navegarse , por los muchos baxíos de peñas , y arrecifes , y de mucha lama , y que así lo estaba en su tiempo ; pero que después con el tiempo hicieron asiento las ruinas de aquella Isla anegada , y en fin , dieron lugar á navegarse. Esto tratan y disputan hombres de buenos ingenios muy de veras , y son cosas tan de burla considerándose un poco , que mas parecen cuentos , ó fábulas de Ovidio , que Historia , ó Filosofía digna de cuenta. Los mas de los intérpretes y exposito- res de Platón afirman , que es verdadera historia todo aquello que allí Cricias cuenta de tanta extrañeza del origen de la Isla Atlántida , y de su grandeza , y de su prosperidad , y de las guerras que los de Europa y los de Atlántida entre sí tuvieron, con todo lo demás. Mue- vense á tenerlo por verdadera historia , por las palabras de Cricias que pone Platón , en que dice en su Timéo, que la plática que quiere tratar es de cosas extrañas, pe- (i) Sa^p. ca-p, 12. I2 68 ' Libro primero pero del todo verdaderas. Otros discípulos de Platón, considerando que todo aquel cuento tiene mas arte de fábula , que de historia , dicen , que todo aquello se ha de entender por alegoría , que así lo pretendió su divi- no Filósofo. De estos es Proclo , y Porfirio , y aun Orí- genes : son estos tan dados á Platón , que así tratan sus escritos , como si fuesen libros de Moysés , ó de Esdras; y así donde las palabras de Platón no vienen con la verdad , luego dan en que se ha de entender aquello en sentido místico y alegórico , y que no puede ser menos. Yo , por decir verdad , no tengo tanta reverencia á Pla- tón , por mas que le llamen divino , ni aun se me hace muy difícil de creer , que pudo contar todo aquel cuen- to de la Isla Atlántida por verdadera historia , y pudo ser con todo eso muy fina fábula , mayormente que re- fiere él haber aprendido aquella relación de Cricia , que quando muchacho, entre otros cantares y romances, can- taba aquel de la Atlántida. Sea como quisieren , haya escrito Platón por historia , ó haya escrito por alegoría, lo que para mí es llano , es , que todo quanto trata de aquella Isla , comenzando en el diálogo Timéo , y pro- siguiendo en el diálogo Cricia , no se puede contar en ve- ras , sino es á muchachos y viejas, i Quién no tendrá por fábula decir , que Neptuno se enamoró de Clito , y tuvo de ella cinco veces gemelos de un vientre ? ¿ y que de un collado sacó tres redondos de mar , y dos de tierra, tan parejos que parecian sacados por torno ? ¿ Pues qué diremos de aquel Templo de mil pasos en largo , y qui- nientos en ancho , cuyas paredes por defuera estaban todas cubiertas de plata , y todos los altos de oro , y por de dentro era todo de bóveda de marfil labrado , y entretexido de oro , y plata, y azófar ? Y al cabo el do- noso remate de todo, con que concluye en el Timéo di- ciendo : En un dia y una noche , viniendo un grande di- luvio , todos nuestros soldados se los tragó la tierra á montones ; y la Isla Atlántida de la misma manera ane- gada en la mar desapareció. Por cierto ella lo acertó mu- cho de la Historia natural de Indias. 69 cho en desaparecerse toda tan presto , porque siendo Is- la mayor que toda la Asia y África juntas , hecha por arte de encantamento , fué bien que así se desaparecie- se. Y es muy bueno que diga , que las ruinas y señales de esta tan grande Isla se echan de ver debaxo de el mar , y los que lo han de echar de ver , que son los que navegan, no pueden navegar por allí. Pues añade do- nosamente : Por eso hasta el dia de hoy ni se navega , ni puede aquel mar , porque la mucha lama que la Isla des- pués de anegada poco á poco crió , lo impide. Pregun- tara yo de buena gana , ¿ qué piélago pudo bastar á tra- garse tanta infinidad de tierra , que era mas que toda la Asia y África juntas , y que llegaba hasta las Indias ? ¿ Y tragársela tan del todo , que ni aun rastro no haya quedado ? Pues es notorio , que en aquel mar donde di- cen habia la dicha Isla , no hallan fondo hoy dia los marineros , por mas brazas de sonda que den. Mas es inconsideración querer disputar de cosas , que , ó se con- taron por pasatiempo , ó ya que se tenga la cuenta que es razón con la gravedad de Platón , puramente se di- xeron para significar , como en pintura , la prosperidad de una ciudad , y su perdición tras ella. El argumento que hacen para probar que realmente hubo Isla Atlán- tida , de que aquel mar hoy dia se nombra el mar At- lántico , es de poca importancia , pues sabemos que en la última Mauritania está el monte Atlante , del qual siente Plinio (i) , que se le puso al mar el nombre de At- lántico. Y sin esto el mismo Plinio refiere , que fronte- ro del dicho monte está una Isla llamada Atlántida , la qual dice ser muy pequeña y muy ruin. CA- (i) P//«. lib. 6. caf, 5. ir lib. 6. ca^, 31» jro Libro primero CAPITULO XXIII. Que es falsa la opinión de muchos , que afirman ve- nir los Indios de el lina ge de los Judíos. YA que por la Isla Atlántida no se abre camino para pasar los Indios al nuevo Mundo , pareceles á otros, que debió de ser el camino el que escribe Esrdras (i) en el quarto libro , donde dice así : Y porque le viste que recogía á sí otra muchedumbre pacífica , sabrás , que estos son los diez Tribus que fueron llevados en cau- tiverio en tiempo del Rey Osee , al qual llevó cautivo Salmanasár , Rey de los Asirlos , y á estos los pasó á la otra parte del rio , y fueron trasladados á otra tierra. Ellos tuvieron entre sí acuerdo y determinación de de- xar la multitud de los Gentiles , y de pasarse á otra región mas apartada , donde nunca habitó el género hu- mano , para guardar siquiera allí su ley , la qual no ha- blan guardado en su tierra. Entraron , pues , por unas entradas angostas del rio Eufrates ; porque hizo el Altí- simo entonces con ellos sus maravillas , y detuvo las cor- rientes del rio , hasta que pasasen. Porque por aquella región era el camino muy largo de año y medio : y llá- mase aquella región Arsareth. Entonces habitaron allí hasta el último tiempo , y ahora quando comenzaren á venir, volverá el Altísimo á detener otra vez las corrien- tes del rio , para que puedan pasar ; por eso viste aque- lla muchedumbre con paz. Esta escritura de Esdras quie- ren algunos acomodar á los Indios , diciendo que fueron de Dios llevados , donde nunca habitó el género huma- no , y que la tierra en que moran es tan apartada , que tiene año y medio de camino para ir á ella , y que esta gente es naturalmente pacífica. Que procedan los Indios de linage de Judíos , el vulgo tiene por indicio cierto el ser (i) 4. Esdras 13. de la Historia natural de Indias. jri ser medrosos , y descaídos , y muy ceremoniáticos , y agudos y mentirosos. Demás de eso dicen , que su há- bito parece el propio que usaban Judíos , porque usan de una túnica ó camiseta , y de un manto rodeado enci- ma ; traen los pies descalzos , ó su calzado es unas sue- las asidas por arriba , que ellos llaman ojotas. Y que és- te haya sido el hábito de los Hebreos dicen , que consta así por sus historias , como por pinturas antiguas , que los pintan vestidos en este trage. Y que estos dos ves- tidos , que solamente traen los Indios , eran los que pu- so en apuesta Sansón , que la Escritura (i) nombra Tu- nicam kr syndonem , y es lo mismo que los Indios dicen camiseta y manta. Mas todas estas son conjeturas muy livianas , y que tienen mucho mas contra sí , que por sí. Sabemos que los Hebreos usaron letras ; en los Indios no hay rastro de ellas : los otros eran muy amigos del dinero , estos no se les da cosa. Los Judíos , si se vieran no estar circuncidados , no se tuvieran por Judíos : Los Indios poco ni mucho no se retajan , ni han dado jamás en esa ceremonia , como muchos de los de Etiopia y del Oriente. Mas ¿qué tiene que ver, siéndolos Judíos tan amigos de conservar su lengua y antigüedad , y tanto que en todas las partes del mundo que hoy viven , se dife- rencian de todos los demás , que en solas las Indias á ellos se les haya olvidado su hnage , su ley , sus cere- monias , su Mesías , y finalmente todo su Judaismo ? Lo que dicen de ser los Indios medrosos , y supersticiosos, y agudos y mentirosos , quanto á lo primero , no es eso general á todos ellos ; hay naciones entre estos bárba- ros muy agenas de todo eso , hay naciones de Indios bra- vísimos y atrevidísimos , haylas muy botas y groseras de ingenio. De ceremonias y supersticiones siempre los Gentiles fueron amigos. El trage de sus vestidos , la cau- sa porque es el que se refiere , es , por ser el mas senci- llo y natural del mundo , que apenas tiene artificio, y así fué (i; Judie. 14. ^2 Libro primero fué común antiguamente no solo á Hebreos , sino á otras muchas naciones. Pues ya la historia de Esdras (si se ha de hacer caso de escrituras apócrifas) mas contra- dice , que ayuda su intento. Porque allí se dice que los diez Tribus huyeron la multitud de Gentiles, por guardar sus ceremonias y ley : mas los Indios son da- dos á todas las idolatrías del mundo. Pues las entradas del rio Eufrates , vean bien los que eso sienten , en qué manera pueden llegar al nuevo orbe , y vean si han de volver por allí los Indios , como se dice en el lugar refe- rido. Y no sé yo porqué se han de llamar estos gente pa- cífica , siendo verdad , que perpetuamente se han per- seguido con guerras mortales unos á otros. En conclu- sión , no veo que el Eufrates apócrifo de Esdras dé me- jor pasó á los hombres para el nuevo orbe , que le daba la Atlántida encantada y fabulosa de Platón. CAPITULO XXIV. Por qué razón no se puede averiguar bien el ori-- gen de los Indios. PEro cosa es mejor de hacer desechar lo que es falso del origen de los Indios , que determinar la verdad, porque ni hay escritura entre los Indios , ni memoriales ciertos de sus primeros fundadores. Y por otra parte, en los libros de los que usaron letras , tampoco hay rastro de el nuevo Mundo , pues ni hombres , ni tierra , ni aun Cielo les pareció á muchos de los Antiguos , que no ha- bia en aquestas partes ; y así no puede escapar de ser tenido por hombre temerario y muy arrojado el que se atreviere á prometer lo cierto de la primera origen de los Indios , y de los primeros hombres que poblaron las Indias. Mas así á bulto y por discreción podemos co- legir de todo el discurso arriba hecho , que el linage de los hombres se vino pasando poco á poco , hasta llegar al nuevo orbe , ayudando á esto la continuidad ó vecindad de las tierras , y á tiempos alguna navega- ción. de la Historia natural de Indias. ^¡ cion , y que éste fué el orden de venir , y no hacer armada de propósito , ni suceder algún grande naufra- gio : aunque también pudo haber en parte algo de es- to ; porque siendo aquestas regiones larguísimas , y ha- biendo en ellas innumerables naciones , bien podemos creer , que unos de una suerte , y otros de otra se vi- nieron en fin á poblar. Mas al fin, en lo que me re- sumo es , que el continuarse la tierra de Indias con eso- tras de el mundo , á lo menos estar muy cercanas , ha sido la mas principal y mas verdadera razón de po- blarse las Indias : y tengo para mí , que el nuevo orbe é Indias occidentales, no há muchos millares de años que las habitan hombres , y que los primeros que en- traron en ellas , mas eran hombres salvages y cazado- res , que no gente de República , y pulida ; y que aque- llos aportaron al nuevo Mundo , por haberse perdido de su tierra , ó por hallarse estrechos y necesitados de buscar nueva tierra , y que hallándola comenzaron po- co á poco á poblarla , no teniendo mas ley que un po- co de luz natural , y esa muy obscurecida , y quando mucho algunas costumbres que les quedaron de su pa- tria primera. Aunque no es cosa increíble de pensar , que aunque hubiesen salido de tierras de policía , y bien gobernadas , se les olvidase todo con el largo tiempo, y poco uso ; pues es notorio que aun en España y en ItaHa se hallan manadas de hombres , que si no es el gesto y figura , no tienen otra cosa de hombres. Así que por este camino vino á haber una barbaridad infi- nita en el nuevo Mundo. CAPITULO XXV. (Qué es lo que los Indios suelen contar de su origen. SAber lo que los mismos Indios suelen contar de sus principios y origen , no es cosa que importa mu- cho , pues mas parecen sueños los que refieren , que Tomo /. K his- {^4 Libro primero historias. Hay entre ellos comunmente gran noticia y mu- cha plática del diluvio ; pero no se puede bien determi- nar , si el diluvio , que estos refieren , es el universal que cuenta la divina Escritura , ó si fué algún otro diluvio ó inundación particular de las regiones en que ellos mo- ran : mas , de que en aquestas tierras hombres expertos dicen , que se ven señales claras de haber habido alguna grande inundación. Yo mas llego al parecer de los que sienten , que los rastros y señales que hay de diluvio no son del de Noé , sino de algún otro particular , como el que cuenta Platón , ó el que los Poetas cantan de Deuca- lión. Como quiera que sea, dicen los Indios, que con aquel su diluvio se ahogaron todos los hombres , y cuentan, que de la gran laguna Titiaca salió un Viracocha , el qual hizo asiento en Tiaguanaco, donde se ven hoy ruinas y pedazos de edificios antiguos y muy extraños , y que de allí vinieron al Cuzco , y así volvió á multiplicarse el género humano. Muestran en la misma laguna una Is- leta , donde fingen que se escondió y conservó el Sol, y por eso antiguamente le hacian allí muchos sacrificios, no solo de ovejas, sino de hombres también. Otros cuen- tan , que de cierta cueva por una ventana salieron seis, ó no sé quantos hombres , y que estos dieron principio á la propagación de los hombres , y es donde llaman Pa- cari Tampo por esa causa. Y así tienen por opinión , que los Tambos son el linage mas antiguo de los hombres. De aquí , dicen , que procedió Mangocapa , al qual re- conocen por el fundador y cabeza de los Incas , y que de éste procedieron dos familias , ó linages , uno de Ha- nan Cuzco , otro de Urincuzco. Refieren que los Re- yes Incas , quañdo hacian guerra y conquistaban diver- sas Provincias , daban por razón con que justificaban la guerra , que todas las gentes les debían reconocimiento, .pues de su linage y su patria se habia renovado el mun- do. Y así á ellos se les habia revelado la verdadera Re- ligión y culto del Cielo. Mas ¿ de qué sirve añadir mas, pues todo va lleno de mentira , y ageno de razón ? Lo que de la Historia natural de Indias, ^75 que hombres doctos afirman y escriben es , que todo quanto hay de memoria y relación- de estos Indios llega á quatrocientos años , y que todo lo de antes es pura con- fusión y tinieblas, sin poderse hallar cosa cierta. Y no es de maravillar , faltándoles libros y escritura , en cu- yo lugar aquella su tan especial cuenta de los Quipoca- mayos es harto y muy mucho , que pueda dar razón de quatrocientos años. Haciendo yo diligencia para en- tender de ellos de qué tierras , y de qué gente pasaron á la tierra en que viven , hállelos tan lexos de dar razón de esto , que antes tenian por muy llano , que ellos ha- bian sido criados desde su primera origen en el mismo nuevo orbe donde habitan , á los quales desengañamos con nuestra Fé , que nos enseña , que todos los hom- bres proceden de un primer hombre (i). Hay conjeturas muy claras , que por gran tiempo no tuvieron estos hom- bres Reyes , ni República concertada , sino que vivian por behetrías , como ahora los Floridos , y los Chirigua- nas , y los Brasiles , y otras muchas naciones , que no tienen ciertos Reyes , sino conforme á la ocasión que se ofrece en guerra ó paz , eligen sus caudillos , como se les antoja : mas con el tiempo algunos hombres , que en fuerzas y habilidad se aventajaban á los demás , comen- zaron á señorear y mandar , como antiguamente Nem- brót (2) , y poco á poco creciendo vinieron á fundar los Reynos de Perú y de México , que nuestros Españoles hallaron , que aunque eran bárbaros , pero hacian gran- dísima ventaja á los demás Indios. Así que la razón di- cha persuade , que se haya multiplicado y procedido el linage de los Indios por la mayor parte de hombres salvages y fugitivos. Y esto baste quanto á lo que del origen de estas gentes se ofrece tratar , dexando lo de- más para quando se traten sus historias mas por ex- tenso. Fin del Libro primero, LT- (i) AB. ij. V. 26. (2) Gen, 10. K2 LIBRO SEGUNDO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS, CAPITULO PRIMERO. Qué se ha de tratar de la naturaleza de la equinoccial. Estando la mayor parte del nuevo Mundo que se ha descubierto , debaxo de la región de en medio del Cielo , que es la que los Antiguos llaman Tór- ridazona , teniéndola por inhabitable , es necesario pa- ra saber las cosas de Indias , entender la naturaleza y condición de esta región. No me parece á mí que dixe- ron mal los que afirmaron , que el conocimiento de las cosas de Indias dependia principalmente del conocimien- to de la equinoccial ; porque quasi toda la diferencia que tiene un orbe del otro , procede de las propiedades de la equinoccial. Y es de notar , que todo el espacio que hay entre los dos Trópicos , se ha de reducir y examinar co- mo por regla propia por la linea de en medio , que es la equinoccial , llamada así , porque quando anda el Sol por ella , hace en todo el universo mundo iguales no- ches y dias , y también porque los que habitan debaxo de ella gozan todo el año de la propia igualdad de no- ches y dias. En esta linea equinoccial hallamos tantas y tan admirables propiedades , que con gran razón des- piertan y avivan los entendimientos para inquirir sus cau- sas , guiandonos no tanto por la doctrina de los antiguos- Filósoíbs, quanto por la verdadera razón y cierta ex- periencia. CA- de la Historia natural de Indias. j^^ CAPITULO II. Qué les movió á los Antiguos á tener por cosa sin du- da que la Tórrida era inhabitable. A Hora , pues , tomando la cosa de sus principios , na- die puede negar lo que clarísimamente vemos , que el Sol con llegarse calienta , y con apartarse enfria. Tes- tigos son de esto los dias y las noches ; testigos el in- vierno y el verano , cuya variación , y frío , y calor se causa de acercarse , ó alexarse el Sol. Lo segundo , y no menos cierto , quanto se acerca mas el Sol , y hiere mas derechamente con sus rayos , tanto mas quema la tierra. Vese claramente esto en el fervor del medio dia , y en la fuerza del estío. De aquí se saca é infiere bien ( á lo que parece ) , que en tanto será una tierra mas fria, quan- to se apartare mas de el movimiento del Sol. Así expe- rimentamos , que las tierras que se allegan mas al Sep- tentrión y Norte , son tierras mas frias ; y al contrario las que se allegan mas al Zodiaco , donde anda el Sol, son mas calientes. Por esta orden excede en ser cálida la Etiopia á la África y Berbería , y éstas al Andalucía, y Andalucía á Castilla y á Aragón , y éstas á Vizcaya y Francia ; y quanto mas Septentrionales , tanto son éstas y las demás Provincias menos calientes : y así por el con- siguiente las que se van mas llegando al Sol , y son he- ridas mas derecho con sus rayos , sobrepujan en parti- cipar mas el fervor del Sol. Añaden algunos otra razón para lo mismo , y es el movimiento del Cielo , que den- tro de los Trópicos es velocísimo , y cerca de los polos tardísimo : de donde concluyen , que la región que ro- dea el Zodiaco tiene tres causas para abrasarse de calor, una la vecindad del Sol , otra herirla derechos sus ra- yos , la tercera participar el movimiento mas apresu- rado del Cielo. Quanto al calor y al frió lo que está di- cho es lo que el sentido y la razón parece que de con- for- ^8 Libro primero formidad afirman. Quanto á las otras dos qualidades, que son humedad y sequedad , ¿ qué diremos ? Lo mis- mo sin falta , porque la sequedad parece causarla el acer- carse el Sol , y á la humedad el alexarse el Sol ; porque la noche , como es mas fria que el dia , así también es mas húmeda ; el dia como mas caliente , así también mas seco. El invierno , quando el Sol está mas lexos , es mas frió y mas lluvioso ; el verano , quando el Sol está mas cerca , es mas caliente y mas seco. Porque el fuego así como va cociendo ó quemando , así va juntamente en- jugando y secando. Considerando , pues , lo que está di- cho , Aristóteles y los otros Filósofos atribuyeron á la región media , que llaman Tórrida , juntamente exceso de calor y de sequedad ; y así dixeron , que era á ma- ravilla abrasada y seca , y por el consiguiente del todo falta de aguas y de pastos. Y siendo así , forzoso habia de ser muy incómoda y contraria á la habitación huma- na. CAPITULO II L JQue la Tórridazona es humedísima 5 y que en esto se engañaron mucho los Antiguos. Siendo al parecer todo lo que se ha dicho y propuesto verdadero , y cierto y claro , con todo eso , lo que de ello se viene á inferir es muy falso ; porque la re- gión media , que llaman Tórrida , en realidad de ver- dad la habitan hombres , y la hemos habitado mucho tiempo , y es su habitación muy cómoda y muy apaci- ble. Pues si es así , y es notorio que de verdades no se pueden seguir falsedades , siendo falsa la conclusión , co- mo lo es , conviene que volvamos atrás por los mismos pasos , y miremos atentamente los principios , en donde pudo haber yerro y engaño. Primero diremos qual sea la verdad , según la experiencia certísima nos la ha mos- trado ; y después probaremos , aunque es negocio muy arduo , á dar la propia razón conforme á buena Filoso- fía. de la Historia natural de Indias. ^9 fía. Era lo postrero que se propuso arriba , que la seque- dad tanto es mayor , quanto el Sol está mas cercano á la tierra. Esto parecía cosa llana y cierta : y no lo es , sino muy falsa , porque nunca hay mayores lluvias, y copia de aguas en la Tórridazona , que al tiempo que el Sol anda encima muy cercano. Es cierto cosa admi- rable y dignísima de notar , que en la Tórridazona aque- lla parte del año es mas serena y sin lluvias , en que el Sol anda mas apartado ; y al revés , ninguna parte del año es mas llena de lluvias , y nublados y nieves , don- de ellas caen , que aquella en que el Sol anda mas cer- cano y vecino. Los que no han estado en el nuevo Mundo, por ventura tendrán esto por increíble ; y aun á los que han estado , si no han parado la atención en ello , tam- bién quizá les parecerá nuevo; mas los unos y los otros con facilidad se darán por vencidos , en advirtiendo á la experiencia certísima de lo dicho. En este Perú , que mi- ra al polo del sur ó Antartico , entonces está el Sol mas lexos , quando está mas cerca de Europa , como es en Mayo , Junio , Julio , Agosto, que anda muy cerca al Tró- pico de Cancro. En estos meses dichos es grande la se- renidad de el Perú : no hay lluvias , no caen nieves , to- dos los rios corren muy menguados , y algunos se ago- tan. Mas después , pasando el año adelante , y acercán- dose el Sol al círculo de Capricornio , comienzan luego las aguas , lluvias , y nieves , y grandes crecientes de los rios , es á saber , desde Octubre hasta Diciembre. Y quan- do volviendo el Sol de Capricornio hiere encima de las cabezas en el Perú , ahí es el furor de los aguaceros, y grandes lluvias , y muchas nieves , y las avenidas bra- vas de los rios , que es al mismo tiempo que reyna el mayor calor del año, es á saber , desde Enero hasta me- diado Marzo. Esto pasa así todos los años en esta pro- vincia del Perú , sin que haya quien contradiga. En las regiones que miran al polo Ártico pasada la equinoccial, acaece entonces todo lo contrario , y es por la misma ra- zón, ahora tomemos á Panamá y toda aquella costa, ahora la 8o Libro primero la nueva España , ahora las Islas de Barlovento , Cuba, Española , Jamayca , San Juan de Puerto-Rico , hallare- mos sin falta que desde principio de Noviembre hasta Abril gozan de el Cielo sereno y claro ; y es la causa, que el Sol , pasando la equinoccial hacia el Trópico de Capricornio , se aparta entonces de las dichas regiones mas que en otro tiempo del año. Y por el contrario , en las mismas tierras vienen aguaceros bravos, y muchas llu- vias , quando el Sol se vuelve hacia ellas , y les anda mas cerca , que es desde Junio hasta Septiembre , porque las hiere mas cerca y mas derechamente en esos meses. Lo mismo está observado en la India oriental , y por la re- lación de las cartas de allá parece ser así. Así que es la regla general , aunque en algunas partes por especial causa padezca excepción , que en la región media ó Tór- ridazona , que todo es uno , quando el Sol se alexa , es el tiempo sereno y hay mas sequedad : quando se acer- ca , es lluvioso y hay mas humedad : y conforme al mu- cho ó poco apartarse el Sol , así es tener la tierra mas ó menos copia de aguas. CAPITULO IV. Q^ue fuera de los Trópicos es al revés que en la Tórrida , y así hay mas aguas quando el Sol se aparta mas, FUera de los Trópicos acaece todo lo contrario , por- que las lluvias con los frios andan juntas , y el ca- lor con la sequedad. En toda Europa es esto muy no- torio y en todo el mundo viejo. En todo el Mundo nue- vo pasa de la misma suerte ; de lo qual es testigo todo el reyno de Chile , el qual por estar ya fuera del cír- culo de Capricornio , y tener tanta altura como Espa- ña , pasa por las mismas leyes de invierno y verano , ex- cepto que el invierno es allá , quando en España vera- no; y al revés , por mirar al polo contrario : y así en aque- de Ja Historia natural de Indias. 8 r aquella provincia vienen las aguas con gran abundancia juntas con el frió, al tiempo que el Sol se aparta mas de aquella región , que es desde que comienza Abril has- ta todo Septiembre. El calor y la sequedad vuelven quaa- do el Sol se vuelve á acercar allá ; finalmente pasa al pie de la letra lo mismo que en Europa. De ahí procede, que así en los frutos de la tierra , como en ingenios , es aquella tierra mas allegada á la condición de Europa, que otra de aquestas Indias. Lo mismo por el mismo or- den , según cuentan , acaece en aquel gran pedazo de tierra , que mas adelante de la interior Etiopia se va alargando , al modo de punta , hasta el cabo de Buena- Esperanza. Y así dicen ser ésta la verdadera causa de venir el tiempo de estío las inundaciones del Nilo , de las quales tanto los Antiguos disputaron. Porque aque- lla región comienza por Abril , quando_ya el Sol pasa del signo de Aries , á tener aguas de invierno , que lo es ya allí , y estas aguas , que parte proceden de nie- ves , parte de lluvias , van hinchando aquellas grandes lagunas , de las quales, según la verdadera y cierta Geo- grafía , procede el Nilo ; y así van poco á poco ensan- chando sus corrientes , y al cabo de tiempo corriendo lar- guísimo trecho vienen á inundar á Egipto al tiempo del estío , que parece cosa contra naturaleza , y es muy con- forme á ella. Porque al mismo tiempo es estío en Egip- to, que está al Trópico de Cancro, y es fino invierno en las fuentes y lagunas de el Nilo , que están al otro Trópico de Capricornio. Hay en la America otra inun- dación muy semejante á esta del Nilo , y es en el Para- guay , ó Rio de la Plata por otro nombre , el qual ca- da ano , cogiendo infinidad de aguas , que se vierten de las sierras del Perú , sale tan desaforadamente de madre, y baña tan poderosamente toda aquella tierra , que les es forzoso á los que habitan en ella por aquellos me- ses pasar su vida en barcos , ó canoas , dexando las po- blaciones de tierra. Tomo I. L CA- 82 Libro segundo CAPITULO V. Que dentro de los Trópicos las aguas son en el es- tío ó tiempo de calor -^ y de la cuenta del verano é invierno. EN resolución , en las dos regiones , ó zonas templa- das , el verano se concierta con el calor y la se- quedad : el invierno se concierta con el frió y humedad. Mas dentro de la Tórridazona no se conciertan entre sí de ese modo las dichas qualidades. Porque al calor si- guen las lluvias ; al frió (frió llamo falta de calor ex- cesivo ) sigue la serenidad. De aquí procede , que sien- do verdad que en Europa el invierno se entiende por el frió y por las lluvias , y el verano por la calor y por la serenidad , nuestros Españoles en el Perú y Nueva-Es- paña , viendo que aquellas dos qualidades no se aparean, ni andan juntas como en España , llaman invierno al tiempo de muchas aguas , y llaman verano al tiempo de pocas , ó ningunas. En lo qual llanamente se engañan; porque por esta regla dicen , que el verano es en la sier- ra de^ Perú desde Abril hasta Septiembre , porque se alzan entonces las aguas ; y de Septiembre á Abril di- cen que es invierno , porque vuelven las aguas ; y así afirman , que en la sierra del Perú es verano , al mismo tiempo que en España , é invierno , ni mas ni menos. Y quando el Sol anda por el zenit de sus cabezas , en- tonces creen que es finísimo invierno , porque son las mayores lluvias. Pero esto es cosa de risa , como de quien habla sin letras ; porque así como el dia se dife- rencia de la noche por la presencia del Sol, y por su ausencia en nuestro emisferio , según el movimiento del primer móvil , y esa es la definición del dia y de la no- che , así ni mas ni menos se diferencia el verano del invierno , por la vecindad del Sol , ó por su apartamien- to , según el movimiento propio del mismo Sol , y esa es su de la Tiistoria natural de Lidias. 83 su definición. Luego entonces en realidad de verdades verano , quando el Sol está en la suma cercanía ; y en- tonces invierno, quando está en el sumo apartamiento. Al apartamiento y allegamiento del Sol sigúese el calor y el frió , ó templanza necesariamente ; mas el llover ó no llover , que es humedad y sequedad , no se siguen necesariamente. Y así se colige contra el vulgar parecer de muchos , que en el Perú el invierno es sereno y sin lluvias , y el verano es lluvioso ; y no al revés , como el vulgo piensa , que el invierno es caliente , y el vera- no frió. El mismo yerro es poner la diferencia que po- nen entre la sierra y los llanos del Perú : dicen , que quando en la sierra es verano , en los llanos es invierno, que es Abril , Mayo , Junio , Julio , Agosto. Porque en- tonces la sierra goza de tiempo muy sereno , y son los Soles sin aguaceros , y al mismo tiempo en los llanos hay niebla , y la que llaman gariia , que es una mollina ó hu- medad muy mansa , con que se encubre el Sol. Mas co- mo está dicho , verano é invierno por la vecindad , ó apartamiento del Sol , se han de determinar ; y siendo así que en todo el Perú , así en sierra , como en llanos, á un mismo tiempo se acerca y alexa el Sol, no hay razón para decir, que quando es verano en una parte, es en la otra invierno. Aunque en esto de vocablos no hay para qué debatir , llámenlo como quisieren , y di- gan que es verano quando no llueve , aunque haga mas calor , poco importa. Lo que importa es , saber la ver- dad que está declarada , que no siempre se alzan las aguas con acercarse mas el Sol , antes en la Tórrida- zona es ordinario lo contrario. CAPITULO VL Que la Tórrida tiene gran abundancia de aguas y pastos 5 por mas que Aristóteles lo niegue. SEgun lo que está dicho , bien se puede entender, que la Tórridazona tiene agua, y no es seca, lo qual L2 es 84 Libro segundo es verdad en tanto grado , que en muchedumbre y du- ra de aguas hace ventaja á las otras regiones del mun- do , salvo en algunas partes que hay arenales , ó tier- ras desiertas , y yermas , como también acaece en las otras partes del mundo. De las aguas del Cielo ya se ha mostrado , que tiene copia de lluvias , de nieves, de escarchas, que especialmente abundan en la Provincia del Perú. De las aguas de tierra , como son rios , fuen- tes , arroyos , pozos , charcos , lagunas , no se ha dicho hasta ahora nada; pero siendo ordinario responder las aguas de abaxo á las de arriba , bien se dexa también entender que las habrá. Hay , pues , tanta abundancia de aguas manantiales , que no se hallará que el univer- so tenga mas rios , ni mayores , ni mas pantanos y la- gos. La mayor parte de la América , por esta demasía de aguas no se puede habitar , porque los rios con los aguaceros de verano salen bravamente de madre , y to- do lo desbaratan ; y el lodo de los pantanos y atollade- ros por infinitas partes no consiente pasarse. Por eso los que habitan cerca del Paraguay , de que arriba hi- cimos mención , en sintiendo la creciente del rio , antes que llegue de avenida , se meten en sus canoas , y allí ponen su casa y hogar , y por espacio quasi de tres me- ses nadando guarecen sus personas y hatillo. En vol- viendo á su madre el rio , también ellos vuelven á sus moradas , que aun no están del todo enjutas. Es tal la grandeza de este rio , que si se juntan en uno el Nilo , y Ganges, y Eufrates no le llegan con mucho. ¿Pues qué diremos del rio grande de la Magdalena , que entra en la mar entre Santa Marta y Cartagena , y que con ra- zón le llaman el Rio grande ? Quando navegaba por allí, me admiró ver , que diez leguas la mar adentro hacía ^ clarísima señal de sus corrientes , que sin duda toman de ancho dos leguas y mas , no pudiéndolas vencer allí las olas é inmensidad del mar Océano. Mas hablándose de rios , con razón pone silencio á todos los demás aquel gran rio , que unos llaman de las Amazonas , otros Ma- rá- de la Historia natural de Indias. 85 ranón , otros el rio de Orellana , al qiial hallaron y na- vegaron los nuestros Españoles ; y cierto estoy en duda, si fe llame rio , ó si mar. Corre este rio desde las sierras del Perú , de las quales coge inmensidad de aguas , de lluvias y de rios , que va recogiendo en sí, y pasando los grandes campos y llanadas del Paytiti , y del Dorado , y de las Amazonas , sale en fin al Océano , y entra en el quasi frontero de las Islas Margarita y Trinidad. Pero van tan estendidas sus riberas , especial en el postrer tercio , que hace en medio muchas y grandes Islas ; y lo que parece increíble , yendo por medio del rio , no miran los que miran , sino Cielo y rio ; aun cerros muy altos cercanos á sus riberas , dicen que se les encubren con la grandeza del rio. La anchura y grandeza tan ma- ravillosa de este rio , que justamente se puede llamar Emperador de los rios, supímosla de buen original, que fué un hermano de nuestra Compañía , que siendo mozo le anduvo , y navegó todo , hallándose á todos los su- cesos de aquella extraña entrada , que hizo Pedro de Or- sua , y á los motines y hechos tan peligrosos del per- verso Diego de Aguirre , de todos los quales trabajos y peligros le libró el Señor, para hacerle de nuestra Com- pañía. Tales , pues , son los rios que tiene , la que lla- man Tórrida , seca y quemada región , á la qual Aris- tóteles , y todos los Antiguos tuvieron por pobre , y fal- ta de aguas y pastos. Y porque he hecho mención del rio Marañón , en razón de mostrar la abundancia de aguas que hay en la Tórrida , pareceme tocar algo de la gran laguna que llaman Titicaca , la qual cae en la Provincia del Collao , en medio de ella. Entran en este lago mas de diez rios muy caudalosos : tiene un solo desaguadero , y ese no muy grande , aunque á lo que di- cen es hondísimo ; en el qual no es posible hacer puen- te , por la hondura y anchura del agua ; ni se pasa en barcas , por la furia de la corriente , según dicen. Pásase con notable artificio, propio de Indios, por una puente de paja , echada sobre la misma agua , que por ser ma- te- 86 Libro segundo teria tan liviana no se hunde , y es pasage muy segu- ro y muy fácil. Rodea la dicha laguna quasi ochenta leguas ; el lago será quasi de treinta y cinco ; el ancho mayor será de quince leguas ; tiene Islas , que anti- guamente se habitaron y labraron , ahora están desier- tas. Cria gran c^pia de un género de junco , que lla- man los Indios Totora , de la qual se sirven para mil cosas , porque es comida para puercos , y para caballos, y para los mismos hombres ; y de ella hacen casa , y fuego , y barco , y quanto es menester : tanto hallan los Uros en su Totora. Son estos Uros tan brutales , que ellos mismos no se tienen por hombres. Cuéntase de ellos , que preguntados qué gente eran , respondieron, que ellos no eran hombres , sino Uros , como si fuera otro género de animales. Halláronse pueblos enteros de Uros , que moraban en la laguna en sus balsas de To- tora , trabadas entre sí , y atadas á algún peñasco , y acaecíales levarse de allí , y mudarse todo un pueblo á otro sitio ; y así buscando hoy adonde estaban ayer, no hallarse rastro de ellos , ni de su pueblo. De esta la- guna , habiendo corrido el desaguadero como cincuenta leguas , se hace otra laguna menor , que llaman de Pa- ria , y tiene ésta también sus Isletas , y no se le sabe des- aguadero. Piensan muchos que corre por debaxo de tier- ra , y que va á dar en el mar del Sur , y traen por consecuencia un brazo de rio , que se ve entrar en la mar de muy cerca , sin saber su origen. Yo antes creo que las aguas de esta laguna se resuelven en la misma con el Sol. Baste esta digresión , para que conste quan sin razón condenaron los Antiguos á la región media por falta de aguas , siendo verdad , que así del Cielo como del suelo tiene copiosísimas aguas. CA- de la Historia natural de Indias. 8jr CAPITULO VII. Trátase la razón , porqué el Sol fuera de los Trópi- cos^ quando mas dista ^ levanta aguas , y dentro de ellos al revés quando está mas cerca, PEnsando muchas veces con atención , de qué cau- sa proceda ser la equinoccial tan húmeda , como he dicho , deshaciendo el engaño de los Antiguos , no se me ha ofrecido otra, sino esquela gran fuerza que el Sol tiene en ella , atrae , y levanta grandísima copia de vapores de todo el Océano , que está allí tan esten- dido , y juntamente con levantar mucha copia de vapo- res , con grandísima presteza los deshace, y vuelve en lluvias. Que provengan las lluvias y aguaceros del bra- vísimo ardor , pruébase por muchas y manifiestas ex- periencias. La primera es la que ya he dicho , que el llover en ella es al tiempo que los rayos hieren mas de- rechos, y por eso mas recios; y quando el Sol ya se aparta , y se va templando el calor , no caen lluvias ni aguaceros. Según esto , bien se infiere , que la fuerza po- derosa del Sol es la que allí causa las lluvias. ítem , se ha observado , y es así en el Perú , y en la Nueva-Es-» paña , que por toda la región Tórrida los aguaceros y lluvias vienen de ordinario después de mediodía , quan- do ya los rayos del Sol han tomado toda su fuerza : por las mañanas por maravilla llueve ; por lo qual los ca- minantes tienen aviso de salir temprano , y procurar pa- ra mediodía tener hecha su jornada , porque lo tienen por tiempo seguro de mojarse : esto saben bien los que han caminado en aquestas tierras. También dicen algu- nos prácticos , que el mayor golpe de lluvias es quan* do la Luna está mas llena. Aunque , por decir verdad, yo no he podido hacer juicio bastante de esto, aunque lo he experimentado algunas veces. Así que el año , el día y el mes todo da á entender la verdad dicha , que el 88 Libro segundó W i\\ , . el exceso de calor en la Tórrida causa las lluvias. La misma experiencia enseña lo propio en cosas artificiales, como las alquitaras y alambiques que sacan aguas de yer- bas ó flores, porque la veliemencia del fuego encerrado levanta arriba copia de vapores , y luego apretándolos, por no hallar salida , los vuelve en agua y licor. La mis- ma Filosofía pasa en la plata y oro , que se saca por azogue , porque si es el fuego poco y floxo , no se saca quasi nada del azogue ; si es fuerte , evapora mucho el azogue, y topando arriba con lo que llaman sombrero, luego se vuelve en licor , y gotea abaxo. Así que la fuer- za grande del calor , quando halla materia aparejada, hace ambos efectos , uno de levantar vapores arriba, otro de derretirlos luego , y volverlos en licor , quando hay estorvo para consumirlos y gastarlos. Y aunque pa- rezcan cosas contrarias , que el mismo Sol cause las lluvias en la Tórrida , por estar muy cercano , y el mismo Sol las cause fuera de ella , por estar aparta- do , y aunque parece repugnante lo uno á lo otro , pero bien mirado no lo es en realidd de verdad. Mil efectos naturales proceden de causas contrarias por el modo di- verso. Ponemos á secar la ropa mojada al fuego , que ca- lienta , y también al ayre , que enfria. Los adobes se se- can , y quajan con el Sol, y con el hielo. El sueño se provoca con exercicio moderado ; si es demasiado , y ú es muy poco ó ninguno, quita el sueño. El fuego, si no le echan leña , se apaga ; si le echan demasiada leña tam- bién se apaga; si es proporcionada, sustentase y cre- ce. Para ver , ni ha de estar la cosa muy cerca de los ojos , ni muy lexos : en buena distancia se ve : en de- masiada se pierde , y muy cercana tampoco se ve. Si los rayos del Sol son muy flacos , no levantan nieblas de los rios ; si son muy recios , tan presto como levan- tan vapores , los deshacen ; y así el moderado calor los levanta y los conserva. Por eso comunmente ni se le- vantan nieblas de noche , ni al mediodia , sino á la ma- ñana ^ quando va entrando mas el Sol. A este tono hay i , otros de la Historia natural de Indias. 89 otros mil exemplos de cosas naturales , que se ven pro- ceder muchas veces de causas contrarias. Por donde no debemos maravillarnos , que el Sol con su mucha vecin- dad levante lluvias , y con su mucho apartamiento tam- bién las mueva ; y que siendo su presencia moderada, ni muy lexos, ni muy cerca no las consienta. Pero que- da todavía gana de inquirir , porqué razón dentro de la Tórrida causa lluvias la mucha vecindad del Sol , y fuera de la Tórrida las causa su mucho apartamiento. A quanto yo alcanzo , la razón es , porque fuera de los Tró- picos en el invierno no tiene tanta fuerza el calor del Sol, que baste á consumir los vapores, que se levantan de la tierra y mar ; y así estos vapores se juntan en la región fria de el ayre en gran copia, y con el mismo frió se aprietan y espesan ; y con esto , como exprimi- dos ó apretados , se vuelven en agua. Porque aquel tiem- po de invierno el Sol está lexos , y los dias son cortos, y las noches largas , lo qual todo hace para que el ca- lor tenga poca fuerza. Mas quando se va llegando el Sol á los que están fuera de los Trópicos , que es en tiempo de verano , es ya la fuerza del Sol tal , que juntamente le- vanta vapores , y consume , y gasta , y resuelve los mis- mos vapores que levanta. Para la fuerza del calor ayu- da ser el Sol mas cercano , y los dias mas largos. Mas dentro de los Trópicos en la región Tórrida , el apartamiento del Sol es igual á la mayor presencia de esotras regiones fuera de ellos , y así por la misma razón no llueve quando el Sol está mas remoto en la Tórrida, como no llueve quando está mas cercano á las regio- nes de fuera de ella , porque está en igual distancia , y así causa el mismo efecto de serenidad. Mas quando en la Tórrida llega el Sol á la suma fuerza , y hiere de- recho las cabezas , no hay serenidad ni sequedad , como parecía que habia de haber , sino grandes y repentinas lluvias. Porque con la fuerza excesiva de su calor atrae y levanta quasi súbito grandísima copia de vapores de la tierra y mar Océano ; y siendo tanta la copia Tomo /. M de. 90 Libro segundo de vapores , no los disipando , ni derramando el vien- to , con facilidad se derriten , y causan lluvias mal sa- zonadas. Porque la vehemencia excesiva del calor puede levantar de presto tantos vapores , y no puede tan de presto consumirlos y resolverlos ; y así levantados , y amontonados con su muchedumbre se derriten , y vuel- ven en agua. Lo qual todo se entiende muy bien con un exemplo manual. Quando se pone á asar un pedazo de puerco , ó de carnero , ó de ternera , si es mucho el fuego , y está muy cerca , vemos que se derrite la gro- sura , y corre , y gotea en el suelo , y es la causa , que la gran fuerza del fuego atrae , y levanta aquel humor y bahos de la carne ; y porque es mucha copia no pue- de resolverla , y así destila y cae mas. Quando el fue- go es moderado , y lo que se asa está en proporcionada distancia , vemos que se asa la carne , y no corre , ni destila , porque el calor va con moderación sacando la humedad , y con la misma la va consumiendo y resol- viendo. Por eso los que usan arte de cocina , mandan que el fuego sea moderado , y lo que se asa no esté muy lexos , ni demasiado de cerca , porque no se derrita. Otro exemplo es en las candelas de cera , ó de sebo , que si es mucho el pávilo derrite el sebo , ó la cera , por- que no puede gastar lo que levanta de humor. Mas si es la llama proporcionada , no se derrite , ni cae la cera; porque la llama va gastando lo que va levantando. Es- ta, pues (á mi parecer), es la causa, porqué en la equinoccial y Tórrida la mucha fuerza del calor cause las lluvias que en otras regiones suele causar la flaque- za del calor. CAPITULO VIIL > En qué manera se haya de entender lo que se dice de la Tórridazona. Siendo así que en las causas naturales y Físicas no se ha de pedir regla infalible y Matemática, sino-que lo de la Historia natural de Indias. 91 lo ordinario y muy común eso es lo que hace regla, con- viene entender , que en ese propio estilo se ha de to- mar lo que vamos diciendo , que en la Tórrida hay mas humedad que en esotras regiones , y que en ella llueve quando el Sol anda mas cercano. Pues esto es así según lomas común y ordinario; y no por eso negamos las excepciones que la naturaleza quiso dar á la regla di- cha , haciendo algunas partes de la Tórrida sumamente secas , como de la Etiopia refieren , y de gran parte del Perú lo hemos visto , donde toda la costa y tierra que llaman llanos , carece de lluvias , y aun de aguas de pie, excepto algunos valles que gozan de las aguas que traen los rios que baxan de las sierras. Todo lo demás son arenales y tierra estéril , donde apenas se hallarán fuen- tes , y pozos ; si algunos hay , son hondísimos. Qué sea la causa, que en estos llanos nunca llueve (que es co- sa que muchos preguntan ) , decirse há en su lugar que- riendo Dios , solo se pretende ahora mostrar , que de las reglas naturales hay diversas excepciones. Y así, por ventura , en alguna parte de la Tórrida acaecerá , que no llueva estando el Sol mas cercano , sino mas distan- te , aunque hasta ahora yo no lo he visto , ni sabido, mas si la hay , habráse de atribuir á especial qualidad de la tierra, siendo cosa perpetua: mas si unas veces es así , y otras de otra manera , hásc de entender , que en las cosas naturales suceden diversos impedimentos, con que unas á otras se embarazan. Pongamos exemplo: podrá ser que el Sol cause lluvias , y el viento las estor- ve , ó que las haga mas copiosas de lo que suelen. Tie- nen los vientos sus propiedades y diversos principios, con que obran diferentes efectos , y muchas veces con- trarios á lo que la razón y curso de tiempo piden. Y pues en todas partes suceden grandes variedades al año, por la diversidad de aspectos de los planetas , y diferen- cias de posturas, no será mucho que también acaezca algo de eso en la Tórrida , diferente de lo que hemos platicado de ella. Mas en efecto , lo que hemos concluí- M2 do 92 Libro segundo do es verdad cierta y experimentada , que en la región de en medio , que llamamos Tórrida , no hay la seque- dad que pensaron los viejos , sino mucha humedad , y que las lluvias en ella son quando el Sol anda mas cerca, CAPITULO IX. Que la Tórrida no es en exceso caliente , sino moderadamente caliente, HAsta aquí se ha dicho de la humedad de la Tórri- dazona , ahora es bien decir de las otras dos qua- lidades , que son calor y frió. Al principio de este tra- tado diximos , como los Antiguos entendieron que la Tórrida era seca y caliente , y lo uno y lo otro en mu- cho exceso ; pero la verdad es , que no es así , sino que es húmeda y cálida , y su calor , por la mayor parte, no es excesivo , sino templado ; cosa que se tuviera por increíble , si no la hubiéramos experimentado. Diré lo que me pasó á mí quando fui á las Indias : como habia leído lo que los Filósofos y Poetas encarecen de la Tór- ridazona , estaba persuadido , que quando llegase á la equinoccial no habia de poder sufrir el calor terrible; fué tan al revés , que al mismo tiempo que la pasé sen- tí tal frió , que algunas veces me salia al Sol , por abri- garme , y era en tiempo que andaba el Sol sobre las ca- bezas derechamente , que es en el signo de Aries por Marzo. Aquí yo confieso que me reí , é hice donayre de los Meteoros de Aristóteles , y de su Filosofía , viendo que en el lugar y en el tiempo que , conforme á sus re- glas , habia de arder todo , y ser un fuego , yo y todos mis compañeros teníamos frió. Porque en efecto es así/ que no hay en el mundo región mas templada , ni mas apacible , que debaxo de la equinoccial. Pero hay en ella gran diversidad , y no es en todas partes de un te- nor : en partes es la Tórridazona muy templada , como en Quito, y los llanos del Perú: en partes es muy fria, co- de la Historia natural de Indias. 93 como en Potosí; y en partes es muy caliente , como en Etiopia , y en el Brasil , y en los Malucos. Y siendo es- ta diversidad cierta y notoria , forzoso hemos de inqui- rir otra causa de frió y calor , sin los rayos del Sol , pues acaece en un mismo tiempo del año , lugares que tienen la misma altura y distancia de polos y equinoc- cial , sentir tanta diversidad , que unos se abrasan de ca- lor, y otros no se pueden valer de frió ; otros se hallan templados con un moderado calor. Platón (i) ponia su tan celebrada Isla Atlántida en parte de la Tórrida , pues dice , que en cierto tiempo del año tenia ai Sol encima de sí ; con todo eso dice de ella que era templada , abun- dante y rica. Piinio(2) pone á la Taprobana ó Sumatra, que ahora llaman , debaxo de la equinoccial , como en efecto lo está , la qual no solo dice , que es rica y prós- pera , sino también muy poblada de gente y de anima- les. De lo qual se puede entender , que aunque los An- tiguos tuvieron por intolerable el calor de la Tórrida, pero pudieron advertir , que no era tan inhabitable, co- mo la hacían. El excelentísimo Astrólogo y Cosmógra- fo Ptoloméo , y el insigne Filósofo y Médico Avicena atinaron harto mejor , pues ambos sintieron , que debaxo de la equinoccial habia muy apacible habitación, CAPITULO X, Que el calor de la Tórrida se templa con la mu- chedumbre de lluvias , y con la breve- dad de los dias. SEr así verdad , como estos dixeron , después que se halló el nuevo Mundo , quedó averiguado , y sin du- da. Mas es muy natural , quando por experiencia se ave- rigua alguna cosa que era fuera de nuestra opinión , que- rer (i) Platón in Timeo h in Critia, (2^ Flin. I 6. c, 22. 94 Libro segundo rer luego inquirir , y saber la causa del tal secreto. Así deseamos entender porqué la región que tiene al Sol mas cercano , y sobre sí , no solo es mas templada , pero en muchas partes es fria. Mirándolo ahora en común , dos causas son generales para hacer templada aquesta re- gión. La una es la que está arriba declarada , de ser región mas húmeda y sujeta á lluvias ; y no hay duda, sino que la lluvia refresca. Porque el elemento del agua es de su naturaleza frió , y aunque el agua por la fuer- za del fuego se calienta , pero no dexa de templar el ardor , que se causará de los rayos del Sol puro. Prue- base bien esto por lo que refieren de la Arabia interior, que está abrasadísima del Sol , porque no tiene lluvias que templen la furia del Sol. Las nubes hacen estorvo á los rayos del Sol , para que no hieran tanto , y las lluvias que de ellas proceden , también refrescan el ay- re y la tierra, y la humedecen , por mas caliente que parezca el agua que llueve ; en fin, se bebe, y apaga la sed y el ardor , como lo han probado los nuestros, habiendo penuria de agua para beber. De suerte , que así la razón , como la experiencia nos muestran , que la lluvia de suyo mitiga el calor ; y pues hemos ya asen- tado , que la Tórrida es muy lloviosa , queda proba- do , que en ella misma hay causa para templarse su ca- lor. A esto añadiré otra causa , que el entenderla bien importa , no solo para la qüestion presente , sino pa- ra otras muchas ; y por decirlo en pocas palabras , la equinoccial , con tener soles mas encendidos , tienelos, empero mas cortos ; y así siendo ^1 espacio del calor del dia mas breve y menor , no enciende ni abrasa tan- to; mas conviene que esto se declare , y entienda mas. Enseñan los Maestros de esfera , y con mucha ver- dad , que quanto es mas obliqüa , y atravesada la su- bida de el Zodiaco en nuestro Emisferio , tanto los dias y noches son mas desiguales ; y al contrario , donde es la esfera recta , y los signos suben derechos , allí los tiempos de noche y dia son iguales entre sí. Es también co- de la Historia natural de Indias. 95 cosa llana , que toda región que está entre los dos Tró- picos , tiene menos desigualdad de dias y noches , que fuera de ellos ; y quanto mas se acerca á la linea , tan- to es menor la dicha desigualdad. Esto por vista de ojos lo hemos probado en estas partes. Los de Quito , porque caen debaxo de la linea , en todo el año no tienen dia mayor ni menor, ni noche tampoco, todo es parejo. Los de Lima , porque distan de la Unea quasi doce grados, echan de ver alguna diferencia de noches y dias , pero muy poca , porque en Diciembre y Enero crecerá el dia como una hora aun no entera. Los de Potosí mucho mas tienen de diferencia en invierno y verano , porque están quasi deba'xó del Trópico. Los que están ya del todo fue- ra de los Trópicos notan mas la brevedad de los dias de invierno , y proljxidad de los de verano , y tanto mas quanto mas se desvian de la linea , y se llegan al polo; y así Germania y Anglia tienen en verano mas largos dias que Italia y España. Siendo esto así , como la es- fera lo enseña , y la experiencia clara lo muestra , há- se de juntar otra proposición también verdadera , que pa- ra todos los efectos naturales es de gran consideración, la perseverancia en obrar de su causa eficiente. Esto su^ puesto , si me preguntan , porqué la equinoccial no tie- ne tan recios calores como otras regiones por estío , ver- bi gracia , Andalucía por Julio y Agosto , finalmente res- ponderé , que la razón es , porque los dias de verano son mas largos en Andalucía , y las noches mas cortas; y el dia , como es caliente , enciende ; la noche es hú- meda y fria , y refresca. Y por eso el Perú no siente tan- to calor , porque los dias de verano no son tan largos, ni las noches tan cortas , y el calor del dia se templa mucho con el frescor de la noche. Donde los dias son de quince ó diez y seis horas , con razón hará mas ca- lor , que donde son de doce ó trece horas , y quedan otras tantas de la noche para refrigerar. Y así , aunque la Tór- rida excede en la vecindad del Sol , exceden esotras re- giones en la prolixidad del Sol. Y es según razón , que ca- 96 Libro segundo caliente mas un fuego , aunque sea algo menor , si per- severa mucho , que no otro mayor, si dura menos: ma- yormente interpolándose con frescor. Puestas , pues , en una balanza estas dos propriedades de la Tórrida , de ser mas lluviosa al tiempo del mayor calor , y de te- ner los dias mas cortos, quizá parecerá que igualan á otras dos contrarias , que son , tener el Sol mas cerca- no , y mas derecho : á lo menos que no les reconoce- rán mucha ventaja. CAPITULO XI. Q^ue fuera de las dichas hay otras causas de ser la Tórrida templada , y especialmente la vecindad del mar Océano. MAs siendo universales y comunes las dos proprieda- des que he dicho, á toda la región Tórrida, y con todo eso , habiendo partes en ella que son muy cáli- das , y otras también muy frias ; y finalmente , no siendo uno el temple de la Tórrida y equinoccial , sino que un mismo clima aquí es cálido, allí frió, acullá templado, y esto en un mismo tiempo , por fuerza hemos de bus- car otras causas , de donde proceda esta tan gran diver- sidad que se halla en la Tórrida. Pensando, pues, en esto con cuidado , hallo tres causas ciertas y claras , y otra quarta oculta. Causas claras y ciertas digo : la pri- mera, el Océano; la segunda, la postura y sitio de la tierra ; la tercera , la propriedad y naturaleza de diver- sos vientos. Fuera de estas tres , que las tengo por ma- nifiestas , sospecho que hay otra quarta oculta , que es propriedad de la misma tierra que se habita , y parti- cular eficacia é influencia de su Cielo. Que no basten las causas generales que arriba se han tratado, será muy notorio á quien considerare lo que pasa en diversos ca- bos de la equinoccial. Manomotapa , y gran parte del Reyno del Preste Juan están en la linea ó muy cerca, y de Ja Historia natural de Indias. 97 y pasan terribles calores , y la gente que allí nace es toda negra , y no solo allí , que es tierra firme , desnu- da de mar , sino también en Islas cercadas de mar acae- ce lo propio. La Isla de Santo Tomé está en la linea, las Islas de Caboverde están cerca , y tienen calores furio- sos, y toda la gente también es negra. Debaxo de la misma linea, ó muy cerca cae parte del Perú, y parte del nuevo Reyno de Granada , y son tierras muy tem- pladas , y que quasi declinan mas á frío que á calor , y la gente que crian , es blanca. La tierra del Brasil está en la misma distancia de la linea , que el Perú y el Bra- sil ; y toda aquella costa es en extremo tierra cálida, con estar sobre la mar del norte. Estotra costa del Perú, que cae á la mar del sur , es muy templada. Digo, pues, que quien mirare estas diferencias , y quisiere dar razón de ellas , no podrá contentarse con las generales que se han traído , para declarar como puede ser la Tórrida tier- ra templada. Entre las causas especiales puse la prime- ra la mar , porque sin duda su vecindad ayuda á tem- plar , y refrigerar el calor ; porque aunque es salobre su agua , en fin es agua , y el agua de suyo fria , y esto es sin duda. Con esto se junta , que la profundidad inmen- sa del mar Océano no da lugar á que el agua se calien- te con el fervor del Sol , de la manera que se calientan las aguas de rios. Finalmente , como el salitre con ser de naturaleza de sal , sirve para enfriar el agua , así tam- bién vemos por experiencia que el agua de la mar re- fresca ; y así en algunos Puertos , como en el del Callao, hemos visto poner á enfriar el agua ó vino para beber, en frascos ó cántaros metidos en la mar. De todo lo qual se infiere , que el Océano tiene sin duda propiedad de tem- plar y refrescar el calor demasiado , por eso se siente mas calor en tierra , que en mar c¿eteris jjaribus. Y co- munmente las tierras que gozan marina , son mas fres- cas que las apartadas de ella , c^teris faribus , como está dicho. Así que siendo la mayor parte del nuevo orbe muy cercana al mar Océano , aunque esté debaxo de la Tomo L N Tór- 98 Libro segundo Tórrida , con razón diremos que de la mar recibe gran beneficio para templar su calor. CAPITULO XIL Que las tierras mas altas son mas frias^ y qué sea la razón de esto. PEro discurriendo mas , hallaremos , que en la tierra, aunque esté en igual distancia de la mar , y en unos mismos grados , con todo eso no es igual el calor , sino en una mucho , y en otra poco. Qué sea la causa de es- to , no hay duda , sino que el estar mas honda , ó estar mas levantada, hace que sea la una caliente, y la otra fria. Cosa clara es , que las cumbres de los montes son mas frias , que las honduras de los valles ; y esto no es solo por haber mayor repercusión de los rayos del Sol en los lugares baxos y cóncavos , aunque esto es mucha causa : sino que hay otra también , y es , que la región del ayre , que dista mas de la tierra , y está mas alta, de cierto es mas fria. Hacen prueba suficiente de esto las llanadas del Collao en el Perú , y las de Popayán, y las de Nueva-España , que sin duda toda aquella es tierra alta , y por eso fria , aunque está cercada de cer- ros , y muy expuesta á los rayos del Sol. Pues si pre- guntamos ahora , porqué los llanos de la costa en el Perú y en Nueva-España es tierra caliente , y los llanos de las sierras del mismo Perú y Nueva-España es tierra fria, por cierto que no veo que otra razón pueda darse , sino porque los unos llanos son de tierra baxa , y los otros de tierra alta. El ser la región media del ayre mas fria que la inferior , persuádelo la experiencia , porque quanto los montes se acercan mas á ella , tanto mas participan de nieve y hielo , y frió perpetuo. Persuádelo también la razón , porque si hay esfera de fuego , como Aristó- teles y los mas Filósofos ponen por antiparistasis , ha de ser mas fria la región media del ayre, huyendo á ella el frió. de la Historia natural de Indias, 99 frió , como en los pozos hondos vemos en tiempo de ve- rano. Por eso los Filósofos afirman , que las dos regio- nes extremas del ayre suprema é ínfima , son mas cáli- das , y la media mas fria. Y si esto es así verdad , co- mo realmente lo muestra la experiencia, tenemos otra ayuda muy principal para hacer templada la Tórrida, y es ser por la mayor parte tierra muy alta la de las In- dias , y llena de muchas cumbres de montes , que con su vecindad refrescan las comarcas donde caen, Vense en las cumbres que digo, perpetua nieve y escarcha , y las aguas hechas un hielo , y aun heladas á veces del to- do ; y es de suerte el frió que allí hace , que quema la yerba. Y los hombres y caballos , quando caminan por allí , se entorpecen de puro frió. Esto , como ya he di- cho , acaece en medio de la Tórrida ; y acaece mas or- dinariamente quando el Sol anda por su zenit. Así que ser los lugares de sierra mas frios que los de los valles y llanos , es cosa muy notoria ; y la causa también lo es harto , que es participar los montes y lugares altos mas de la región media del ayre , que es frigidísima. Y la causa de ser mas fria la región media del ayre , tam- bién está ya dicha , que es lanzar y echar de sí todo el frió la región del ayre , que está vecina á la ignea exá- lacion , que según Aristóteles , está sobre la esfera del ayre. Y así todo el frió se recoge á la región media del ayre, por la fuerza del antiparistasis , que llaman los Filósofos. Tras esto , si me preguntare alguno , si el ayre es cálido y húmedo, como siente Aristóteles (i), y co- munmente dicen , ¿ de dónde procede aquel frió que se recoge á la media región del ayre ? Pues de la esfera del fuego no puede proceder , y si procede del agua y tier- ra , conforme á razón mas fria , habia de ser la región ínfima , que no la de en medio : cierto que si he de res- ponder verdad , confesaré , que esta objeción y argu- mento me hace tanta dificultad , que quasi estoy por se- guir (i) Aristotsl, Meteo. N2 100 Libro segundo guir la opinión de los que reprueban las qualidades sím- bolas y disímbolas , que pone Aristóteles en los elemen- tos , y dicen que son imaginación. Y así afirman , que el ayre es de su naturaleza frió , y para esto cierto traen muchas y grandes pruebas. Y dexando otras á parte, una es muy notoria , que en medio de Caniculares sole- mos con un abanico hacernos ayre , y hallamos que nos refresca ; de suerte , que afirman estos Autores , que el calor no es propiedad de elemento alguno , sino de solo el fuego , el qual está esparcido y metido en todas las cosas , según que el Magno Dionisio enseña (i). Pero ahora sea así , ahora de otra manera ( porque no me de- termino á contradecir á Aristóteles , vsino es en cosa muy cierta ) , al fin todos convienen en que la región media del ayre es mucho mas fria que la inferior cercana á la tierra , como también la experiencia lo muestra ; pues allí se hacen las nieves y el granizo , y la escarcha , y los demás indicios de extremo frió. Pues habiendo de una parte mar , de otra sierras altísimas , por bastan- tes causas se deben éstas tener , para refrescar y tem- plar el calor de la media región , que llaman Tórrida. CAPITULO XIII. Que la principal causa de ser la Tórrida templada^ son los vientos frescos. MAs la templanza de esta región , principalmente , y sobre todo se debe á la propiedad del viento que en ella corre, que es muy fresco y apacible. Fué pro- videncia del Gran Dios , Criador de todo , que en la re- gión donde el Sol se pasea siempre , y con su fuego pa- rece lo habia de asolar todo , allí los vientos mas cier- tos y ordinarios fuesen á maravilla frescos, para que con su frescor se templase el ardor del Sol. No parece que (i) Dionis, ca£. i¡, de coeL Hurar- de la Historia natural de Indias. loi que iban muy fuera de camino los que dixeron , que el Paraíso terrestre estaba debaxo de la equinoccial , si no les engañara su razón , que para ser aquella región muy teinplada , les parecia bastar el ser allí los dias y las no- ches iguales , á cuya opinión otros contradixeron , y el famoso Poeta (i) entre ellos diciendo: y aquella parte £std siempre de un Sol bravo encendida ^ Sin que fuego jamás de ella se aparte, Y no es la frialdad de la noche tanta , que baste por sí sola á moderar , y corregir tan bravos ardores de el Sol. Así que por beneficio del ayre fresco y apacible re- cibe la Tórrida tal templanza , que siendo para los An- tiguos mas que horno de fuego , sea para los que ahora la habitan mas que primavera deleytosa. Y que este ne- gocio consista principalmente en la qualidad del viento, pruébase con indicios y razones claras. Vemos en un mis- mo clima unas tierras y pueblos mas calientes que otros, solo por participar menos del viento que refresca. Y así otras tierras donde no corre viento , ó es muy terrestre, y abrasado como un bochorno , son tanto fatigadas del calor , que estar en ellas es estar en horno encendido. Tales pueblos y tierras hay no pocas en el Brasil , en Etiopia , en el Paraguay , como todos saben , y lo que es mas de advertir , no solo en las tierras , sino en los mismos mares se ven estas diferencias clarísimamente. Hay mares que sienten mucho calor , como cuentan del de Mozambique , y del de Ormúz allá en lo oriental ; y en lo occidental el mar de Panamá, que por eso cria cay- manes , y el mar del Brasil. Hay otros mares , y aun en los mismos grados de altura, muy frescos , como es el del Perú , en el qual tuvimos frió, como arriba conté, quando le navegamos la vez primera; y esto siendo en Marzo, quan- (i) Virg. 4. Georg. 102 Libro segundo quando el Sol anda por encima. Aquí cierto donde el Cielo y el agua son de una misma suerte , no se puede pensar otra cosa de tan gran diferencia , sino la propiedad del viento , que ó refresca, ó enciende. Y si se advierte bien, en esta consideración del viento que se ha tocado , po- dránse satisfacer por ella muchas dudas , que con razón ponen muchos , que parecen cosas extrañas y maravillo- sas. Es á saber , ¿porqué hiriendo el Sol en la Tórrida, y particularmente en el Perú , muy mas recio que por caniculares en España ; con todo eso , se defienden de él con mucho menor reparo , tanto , que con la cubierta de una estera , ó de un techo de paja , se hallan mas reparados del calor , que en España con techo de ma- dera , y aun de bóveda? ítem, ¿porqué en el Perú las noches de verano no son calientes ni congojosas como en España? ítem, ¿porqué en las mas altas cumbres de la sierra , aun entre montones de nieve , acaece mu- chas veces hacer calores intolerables ? ¿ Porqué en toda la provincia del CoUao , estando á la sombra , por fla- ca que sea , hace frió , y en saliendo de ella al Sol , lue- go se siente excesivo calor ? ítem , ¿ porqué siendo toda la costa del Perú llena de arenales muertos , con todo eso es tan templada ? ítem , ¿ porqué distando Potosí de la ciudad de la Plata solas diez y ocho leguas , y te- niendo los mismos grados , hay tan notable diferencia, que Potosí es frigidísima, estéril, y seca: la Plata al contrario es templada , y declina á caliente , y es muy apacible , y muy fértil tierra ? En efecto , todas estas diferencias y extrañezas el viento es el que principal- mente las causa , porque en cesando el beneficio del viento fresco , es tan grande el ardor del Sol , que aun- que sea en medio de nieves , abrasa : en volviendo el frescor del ayre , luego se aplaca todo el calor , por grande que sea. Y donde es ordinario , y como mora- dor este viento fresco , no consiente que los humos ter- renos y gruesos , que exhala la tierra , se junten , y cau- sen calor y congoja , lo qual en Europa es al revés, que por de la Historia natural de Indias. 103 por estos humos de la tierra , que queda como quema- da del Sol del dia , son las noches tan calientes , pe- sadas y congojosas , y así parece , que sale el ayre mu- chas veces como de una boca de un horno. Por la mis- ma razón en el Perú el frescor del viento hace , que en faltando de los rayos del Sol , con qualquier sombra se sienta fresco. Otrosí , en Europa el tiempo mas apacible y suave en el estío es por la mañanica. Por la tarde es el mas recio y pesado. Mas en el Perú, y en toda la equinoccial es al contrario , que por cesar el viento de la mar por las mañanas , y levantarse ya que el Sol co- mienza á encumbrar , por eso el mayor calor se siente por las mañanas , hasta que viene la virazón que llaman, ó marea , ó viento de mar , que todo es uno , que co- mienza á sentirse fresco. De esto tuvimos experiencia larga el tiempo que estuvimos en las Islas , que dicen de Barlovento , donde nos acaecía sudar muy bien por las mañanas , y al tiempo de medio dia sentir buen fres- co , por soplar entonces la brisa de ordinario , que es viento apacible y fresco, CAPITULO XIV. Que en la región de la equinoccial se vive vida muy apacible. SI guiaran su opinión por aquí los que dicen , que el Paraíso terrenal está debaxo de la equinoccial (i), aún parece que llevaran algún camino. No porque me determine yo á que está allí el Paraíso de deleytes que dice la Escritura , pues sería temeridad afirmar eso por cosa cierta. Mas dígolo , porque si algún Paraíso se puede decir en la tierra, es donde se goza un temple tan suave y apacible. Porque para la vida humana no hay cosa de igual pesadumbre y pena , como tener un Qe- (i) Vives lib, 17^, de Civitate cap. 21. 104 Libro segundo Cielo y ayre contrario , y pesado , y enfermo ; ni hay cosa mas gustosa y apacible , que gozar de el Cielo y ayre suave , sano , y alegre. Está claro , que de los ele- mentos ninguno participamos mas á menudo , ni mas en lo interior de el cuerpo , que el ayre. Este rodea nues- tros cuerpos : éste nos entra en las mismas entrañas , y cada momento visita el corazón , y así le imprime sus propiedades. Si es ayre corrupto , en tantico mata : si es saludable , repara las fuerzas ; finalmente , solo el ay- re podemos decir que es toda la vida de los hombres. Así que aunque haya mas riquezas y bienes , si el Cie- lo es desabrido y mal sano , por fuerza se ha de vivir vida penosa y disgustada. Mas si el ayre y Cielo es sa- ludable , y alegre y apacible, aunque no haya otra ri- queza , da contento y placer. Mirando la gran templan- za , y agradable temple de muchas tierras de Indias , don- de ni se sabe qué es invierno , que apriete con frios , ni estío que congoje con calores : donde con una estera se reparan de qualesquier injurias del tiempo : donde ape- nas hay que mudar vestido en todo el año, digo cier- to , que considerando esto , me ha parecido muchas ve- ces , y me lo parece hoy día , que si acabasen los hom- bres consigo de desenlazarse de los lazos que la codi- cia les arma , y si se desengañasen de pretensiones inú- tiles y pesadas, sin duda podrían vivir en indias vi- da muy descansada y agradable. Porque lo que los otros Poetas cantan de los campos Elyseos, y de la famosa Tempe , y lo que Platón , 6 cuenta , ó finge de aquella su Isla Atlántida , cierto lo hallarían los hombres en ta- les tierras, si con generoso corazón quisiesen antes ser señores , que no esclavos de su dinero y codicia. De las qualidades de la equinoccial , y del calor , y frió, sequedad , y lluvias , y de las causas de su templanza, bastará lo que hasta aquí se ha disputado. El tratar mas en particular de las diversidades de vientos , y aguas, y tierras : ítem , de los metales, plantas , y ani- males que de ahí proceden, de que en Indias hay gran- des de la Historia ti atura I de Indias, 105 des y maravillosas pruebas , quedará para otros libros. A éste , aunque breve , la dificultad de lo que se ha tratado, le hará por ventura parecer prolixo. Fin del segundo libro. NOTA DEL AUTOR. Adviértese al Lector , que los dos libros precedentes se escribieron en latin , estando yo en el Perú ; / así hablan de las cosas de Lidias , como de cosas presentes. Desjpues ha- biendo venido d España me pareció traducirlos en vulgar, y no qtnse mudar el modo de hablar que tenian. Vero en los cinco libros siguientes , porque los hice en Europa , fué forzoso mudar el modo de hablar % y así trato en ellos las co- sas de Indias , como de tierras y cosas ausentes, Porque esta variedad de hablar pudiera con razón ofender al Lec- tor , me pareció advertirlo aquí de nuevo, ^ - pm oiiiBa ^ ^ cii032irl xí^bñB'r^ v:.'i9dng \\t sb 5'r Tomo I, O O- "' LIBRO TERCERO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS. CAPITULO PRIMERO; jQwe la historia natural de cosas de las Indias es apacible y deleytosa. TOda historia natural es de suyo agradable ; y á quien tiene consideración algo mas levantada,, es también provechosa para alabar al Autor de to- da la naturaleza , como vemos que lo hacen los varones sabios y santos, mayormente David (i) en diversos Sal- mos , donde celebra la excelencia de estas obras de Dios. Y Job (2) tratando de los secretos del Hacedor : y el mis- mo Señor largamente respondiendo á Job. Quien holga- re de entender verdaderos hechos de esta naturaleza, que tan varia y abundante es , tendrá el gusto que da la historia , y tanto mejor historia , quanto los hechos no son por trazas de hombres , sino del Criador : Quien pa- sare adelante , y llegare á entender las causas naturales de los efectos , tendrá el exercicio de buena Filosofía: Quien subiere mas en su pensamiento , y mirando al su- mo y primer Artífice de todas estas maravillas , goza- re de su saber y grandeza , diremos que trata excelente Teología. Así que para muchos buenos motivos puede servir la relación de cosas naturales , aunque la baxeza de (i) Pj"^/w. 103. 135. 91. 32. 18. 8. (2) /í?^ 28. 38. 39.40.41. de la Historia natural de Indias. lojr de muchos gustos suele mas ordinario parar en lo me- nos útil , que es un deseo de saber cosas nuevas , que propiamente llamamos curiosidad. La relación de cosas naturales de Indias , fuera de ese común apetito , tiene otro , por ser cosas remotas , y que muchas de ellas , ó las mas, no atinaron con ellas los mas aventajados maes- tros de esta facultad entre los Antiguos. Si de estas co- sas naturales de Indias se hubiese de escribir copiosa- mente, y con la especulación que cosas tan notables requieren , no dudo yo que se podria hacer obra , que llegase á las de Plinio , y Teofrasto , y Aristóteles. Mas ni yo hallo en mí ese caudal , ni aunque le tuviera , fue- ra conforme á mi intento , que no pretendo mas de ir apuntando algunas cosas naturales , que estando en In- dias vi y consideré , ó las oí de personas muy fidedig- nas ; y me parece no están en Europa tan comunmente sabidas. Y así en muchas de ellas pasaré sucintamente, ó por estar ya escritas por otros , ó por pedir mas espe- culación de la que yo les he podido dar. CAPITULO IL De los vientos , y sus diferencias , y propiedades^ y causas en general. HAbiendose , pues , en los dos libros pasados trata- do lo que toca al Cielo , y habitación de Indias en general , sigúese decir de los tres elementos , ayre, agua , y tierra , y los compuestos de estos , que son me- tales, y plantas, y animales. Porque del fuego no veo cosa especial en Indias , que no sea así en todas partes: si no le pareciese á alguno , que el modo de sacar fue- go , que algunos Indios usan , fregando unos palos con otros , y el de cocer en calabazas , echando en ellas pie- dras ardiendo , y otros usos semejantes , eran de consi- deración , de lo qual anda escrito lo que hay que decir. Mas de los fuegos que hay en volcanes de Indias , que O 2 tie- io8 Libro tercero tienen digna consideración , diráse cómodamente , quan- do se trate de la diversidad de tierras , dónde esos fue- gos y volcanes se hallan. Así que comenzando por los vientos , lo primero que digo es , que con razón Salo- món (i) entre las otras cosas de gran ciencia que Dios le habia dado, cuenta y estima el saber la fuerza de los vientos , y sus propiedades , que son cierto maravillo- sas. Porque unos son lloviosos , otros secos ; unos en- fermos , y otros sanos ; unos calientes , y otros fríos, serenos , y tormentosos , estériles , y fructuosos , con otras mil diferencias. Hay vientos, que en ciertas re- giones corren , y son como señores de ellas, sin sufrir competencia de sus contrarios. En otras partes andan á veces ; ya vencen estos , ya sus contrarios : á veces cor- ren diversos , y aun contrarios juntos , y parten el ca- mino entre sí , y acaece ir el uno por lo alto , y el otro por lo baxo. Algunas veces se encuentran reciamente entre sí , que para los que andan en mar es fuerte peli- gro. Hay vientos que sirven para generación de anima- les , otros que las destruyen. Corriendo cierto viento se ve en alguna costa llover pulgas , no por manera de en- carecer , sino que en efecto cubren el ayre , y quajan la playa de la mar; en otras partes llueven sapillos. Estas y otras diferencias , que se prueban tan ciertas, atribuyen comunmente á los lugares por donde pasan es- tos vientos; porque dicen, que de ellos toman sus qua- lidades de secos , ó frios , ó húmedos , ó cálidos , ó en- fermos , ó sanos , y así las demás. Lo qual en parte £s verdad , y no se puede negar , porque en pocas le- nguas se ven de un mismo viento notables diversidades. JEn España , pongo exemplo , el solano ó levante es -comunmente cálido y congoxoso : en Murcia es el mas sano y fresco que corre , porque viene por aquellas -huertas , y vega tan fresca y grande , donde se baña. Pocas leguas de ahí en Cartagena es el mismo viento pe- co *^^/- 7- de la Historia natural de Indias. 109 pesado y mal sano. El ábrego , que llaman los del mar Océano sur , y los del Mediterráneo mezojorno , comun- mente = es llovioso y molesto : en el mismo pueblo que- digo , es sano y sereno. Piinio dice (i), que en África llueve con viento del Norte , y el viento de mediodía es sereno. Y lo que en estos vientos he dicho por exem- plo , en tan poca distancia verá , quien lo mirare con algún cuidado, que se verifica muchas veces, que en poco espacio de tierra 6 mar un mismo viento tiene propiedades muy diferentes , y á veces harto contra- rias. De lo qual se arguye bien , que el lugar por don- de pasa, le da su qualidad y propiedad; pero de tal modo es esto verdad , que no se puede de ninguna suer-' te decir , que ésta sea toda la causa , ni aun la mas principal de las diversidades y propiedades de los vien- tos. Porque en una misma región , que toma ( pongo por caso ) cincuenta leguas en redondo , claramente se percibe , que el viento de una parte es cálido y hume- do, y de la otra frió y seco, sin que en los lugares por donde pasan haya tal diferencia , sino que de su- yo se traen consigo esas qualidades los vientos ; y así se les dan sus nombres generales , como propios , ver- bi gracia , al septentrión , ó cierzo , ó norte , que todo es uno , ser frió , y seco , y deshacer nublados ; á su contrario, el ábrego , ó leveche, ó sur todo lo con- trario , ser húm.edo , y cálido , y levantar nublados. Así que siendo esto general y común , otra causa mas uni- versal se ha de buscar para dar razones de estos efec- tos , y no basta decir que el lugar por donde pasan los vientos , les da las propiedades que tienen , pues pasan- do por unos mjsmos lugares hacen efectos muy conoci- damente contrarios. Así que es fuerza confesar , que la región del Cielo de donde soplan, les da esas virtudes y qualidades. Y así el cierzo , porque sopla del norte, que es la región cías apartada del Sol , es de suyo frió. El lio Libro tercero El ábrego , que sopla del mediodía , es de suyo calien- te , y porque el calor atrae vapores , es juntamente hú- medo y llovioso , y al revés el cierzo seco y sutil , por no dexar quaxar los vapores : y á este modo vse pue- de discurrir en otros vientos , atribuyendo las propieda- des que tienen , á las regiones del ayre de donde soplan. Mas hincando la consideración en esto un poco mas, no acaba de satisfacer del todo esta razón. Porque pre- guntaré yo , i qué hace la región del ayre , de donde vie- ne el viento , si allí no se halla su qualidad ? Quiero de- cir , en Germania el ábrego es cálido y llovioso , y en África el cierzo frió y seco; cierto es, que de qualquier región de Germania donde se engendre el ábrego , ha de ser mas fría que qualquiera de África , donde se en- gendra el cierzo. ¿ Pues porqué razón ha de ser mas frió en África el cierzo , que el ábrego en Germania , sien- do verdad que procede de región mas cálida? Dirán que viene del norte , que es frió. No satisface , ni es verdad, porque según eso quando corre en África el cierzo , ha- bía de correr en toda la región hasta el norte. Y no es así , pues en un mismo tiempo corren nortes en tierra de menos grados , y son fríos ; y corren vendavales en tierra de mas grados , y son cálidos : y esto es cierto, y evidente , y cotidiano. Donde á mi juicio claramente se infiere <, que ni basta decir que los lugares por don- de pasan los vientos les dan sus qualidades , ni tampo- co satisface decir , que por soplar de diversas regiones del ayre , tienen esas diferencias , aunque , como he di- cho , lo uno y lo otro es verdad ; pero es menester mas que eso. Qual sea la propia , y original causa de estas diferencias tan extrañas de vientos , yo no atino á otra, sino que el eficiente , y quien produce el viento , ese le da la primera y mas original propiedad. Porque la ma- teria de que se hacen los vientos , que según Aristóte- les y razón, son exhalaciones de los elementos inferió- íes , aunque con su diversidad de ser mas gruesa , ó mas sutil, mas seca , ó mas húmeda, puede causar, y en efec- de la Historia natural de Indias. 1 1 1 efecto causa gran parte de esta diversidad ; pero tam- poco basta , por la misma razón que está tocada ; es á saber : que en una misma región donde los vapores , y exhalaciones son de un mismo género , se levantan vien- tos de operaciones contrarias. Y así parece se ha de re- ducir el negocio al eficiente superior y celeste , que ha de ser el Sol , y movimiento é influencia de los Cielos, que de diversas partes mueven é influyen variamente. Y porque estos principios de mover é influirnos son á los hombres tan ocultos , y ellos en sí tan poderosos y efi- caces , con gran espíritu de sabiduría dixo el Santo Pro- feta David (i), entre otras grandezas del Señor; y lo mismo replicó el Profeta Jeremías (2) : Qtd educit 'ven- tos de thcsauris suis. El que saca los vientos de sus teso- ros. Cierto tesoros son ocultos y ricos estos principios, que en su eficiencia tiene el Autor de todo , con que quando quiere, con suma facilidad saca para castigo, ó para regalo de los hombres, y envia el viento que quiere. Y no como el otro Eolo , que neciamente fingie- ron los Poetas , tener en su cueva encerrados los vientos, como á fieras en jaula. El principio y origen de estos vientos no le vemos , ni aun sabemos , qué tanto dura- rán , ni dónde procedieron , ni hasta dónde llegarán. Mas vemos y sabemos de cierto los diferentes efectos que hacen , como nos advirtió la suma Verdad , y Au- tor de todo , diciendo (3) : Spiritus ubi vult sprat : ¿r vo- cem ejus audis-: & nescis unde ueniat aut qtw 'vadat. El es- píritu , ó viento sopla donde le parece , y bien que sien- tes su soplo , mas no sabes de dónde procedió , ni á dónde ha de llegar. Para que entendamos , que enten- diendo tan poco en cosa que tan presente y tan cotidia^ na nos es , no hemos de presumir de comprehender lo que tan alto , y tan oculto es , como las causas y mo- tivos del Espíritu Santo. Bástanos conocer sus operacio- nes (1) PsaJm, 134. 'ü. 7. (2) Jerem. 10. i). 13. (3) JLiI?r O tercero nes y efectos , 'que eh su grandeza y pureza se nos des cubren bastantemente. Y también bastará haber filoso- fado esto poco de los vientos en general , y de las cau- sas de sus diferencias, y propiedades, y operaciones, que en suma las hemos reducido á tres , es á saber : á los lugares por donde pasan , á las regiones de donde so- plan , y á la virtud celeste movedora y causadora del viento. CAPITULO 1 1 1. De algunas propiedades de vientos que corren en el nuevo orbe. QUestion es muy disputada por Aristóteles (i) si el viento austro , que llamamos ábrego , ó leveche» V ,; 6s\\t (que por ahora todo es uno ) sopla desde el otro polo antartico , ó solamente de la equinoccial y me- diodia , que en efecto es preguntar , si aquella qualidad que tiene de ser llovioso y caliente , le permanece pa- sada la equinoccial. Y cierto es bien para dudar , por- que aunque se pase la equinoccial no dexa de ser vien- to austro, ó sur , pues viene de un mismo lado del mun- do , como el viento norte , que corre del lado contra- rio , no dexa de ser norte , aunque se pase la Tórrida y la linea. Y así parece que ambos vientos han de con- servar sus primeras propiedades , el uno de ser caliente y húmedo , y el otro de ser frió y seco : el austro de causar nublados y lluvias ; y el bóreas , ó norte de derr ramarlas y serenar el Cielo. Mas Aristóteles á la con- traria opinión se llega mas , porque por eso es el norte en Europa frió , porque viene del polo , que es región sumamente fria; y el ábrego al revés es caliente , por- que viene del mediodia , que es la región que el Sol mas calienta. Pues la misma razón obliga á que los que ha- bitan de la otra parte de la linea les sea el austro frió, y (i) Arist. 2, Maeo. caj). 5. de la Historia natural de Indias. 113 y el cierzo , ó norte caliente , porque allí el austro vie- ne del polo , y el norte viene del mediodía. Y aunque parece que ha de ser el austro , ó sur mas frió allá , que es acá el cierzo , ó norte. Porque se tiene por región mas fria la del polo del sur , que la del polo del norte^ á causa de gastar el Sol siete dias del año mas hacia el Trópico de Cancro , que hacia el de Capricornio , co- mo claramente se ve por los equinoccios y solsticios, que hace en ambos círculos. Con que parece quiso la natu- raleza declarar la ventaja y nobleza, que esta media parte del mundo , que está al norte , tiene sobre la otra media , que está al sur. Siendo así , parece concluyente razón para entender, que se truecan estas qualidades de los vientos en pasando la linea. Mas en efecto no pa- sa así , quanto yo he podido comprehender con la ex- periencia de algunos años que anduve en aquella parte del mundo , que cae pasada la linea al sur. Bien es verdad que el viento norte no es allá tan generalmen- te frió y sereno como acá. En algunas partes del Perú experimentan , que el norte les es enfermo y pesado, como en Lima , y en los llanos. Y por toda aquella cos- ta , que corre mas de quinientas leguas , tienen al sur por saludable y fresco , y lo que mas es , serenísimo; pues con él jamás llueve, todo al contrario de lo que pasa en Europa , y de esta parte de la linea ; pero es- to de la costa del Perú no hace regla , antes es excep- ción , y una maravilla de naturaleza , que es nunca llo- ver en aquella costa , y siempre correr un viento , sin dar lugar á su contrario ; de lo qual se dirá después lo que pareciere. Ahora quedamos con esto , que el norte no tiene de la otra parte de la linea las propiedades que el austro tiene de ésta , aunque ambos soplan de el me- diodía á regiones opuestas. Porque no es general allá, que el norte sea cálido , ni llovioso , como lo es acá el austro , antes llueve allá también con el austro , como se ve en toda la sierra del Perú , y en Chile , y en la tierra de Congo , que está pasada la linea , y muy den- Tomo /. p tro 114 Libro tercero tro en la mar. Y en Potosí el viento que llaman toma- havi , que si no me acuerdo mal , es nuestro cierzo , es extremadamente seco y frió , y desabrido como por acá. Verdad es , que no es por allá tan cierto el disipar las nubes el norte, ó cierzo, como acá , antes, si no me en- gaño , muchas veces llueve con él. No hay duda sino que de los lugares por donde pasan , y de las próximas regiones de donde nacen , se les pega á los vientos tan grande diversidad , y efectos contrarios , como cada dia se experimentan en mil partes. Pero hablando en gene- ral, para la qualidad de los vientos, mas se mira en los lados y partes del mundo , de donde proceden , que no en ser de ésta , ó de la otra parte de la linea , como á mi parecer acertadamente lo sintió el Filósofo. Estos vientos capitales , que son oriente y poniente , ni acá, ni allá tienen tan notorias y universales qualidades , como los dos dichos. Pero comunmente por acá el solano, ó le- vante es pesado y mal sano , el poniente , ó zéfiro es mas apacible y sano. En Indias , y en toda la Tórrida, el viento de oriente , que llaman brisa , es al contrario de acá , muy sano y apacible. Del de poniente no sa- bré decir cosa cierta ni general , mayormente no cor- riendo en la Tórrida ese viento , sino rarísimas veces. Porque en todo lo que se navega entre los Trópicos , es ordinario y regular viento el de la brisa. Lo qual por ser una de las maravillosas obras de naturaleza , es bien se entienda de raíz como pasa. CAPITULO IV. Que en la Tórridazona corren siempre brisas^ y fue- ra de ella vendavales y brisas. NO es el camino de mar como el de tierra, que por donde se va , por allí se vuelve. El mismo cami- no es , dixo el Filósofo , de Atenas á Tebas , y de Te- bas á Atenas. En la mar no es así, por un camino se va, y de la Historia natural de Indias. 115 y por otro diferente se vuelve. Los primeros descubri- dores de Indias occidentales , y aun de la oriental , pasa- ron gran trabajo y dificultad en hallar la derrota cierta para ir , y no menos para volver (i) , hasta que la ex- periencia , que es la maestra de estos secretos , les ense- ñó que no era el navegar por el Océano , como el ir por el Mediterráneo á Italia , donde se van reconociendo á ida y vuelta unos mismos puertos y cabos , y solo se espera el favor del ayre , que con el tiempo se muda. Y aun quando esto falta , se valen del remo ; y así van y vienen galeras costeando. En el mar Océano en ciertos parages no hay esperar otro viento : ya se sabe , que el que corre ha de correr mas ó menos : en fin , el que es bueno para ir, no es para volver. Porque en pasando del Trópico , y entrando en la Tórrida señorean la mar siempre los vientos que vienen del nacimiento del Sol, que perpetuamente soplan , sin que jamás den lugar á que los vientos contrarios por allí prevalezcan , ni aun se sientan. En donde hay dos cosas maravillosas : una, que en aquella región , que es la mayor de las cinco ^ en que dividen el mundo , reynen vientos de oriente , que llaman brisas , sin que los de poniente , ó de mediodia, que llaman vendavales , tengan lugar de correr en nin- gún tiempo de todo el año. Otra maravilla es , que ja- más faltan por allí brisas , y en tanto mas ciertas son quanto el parage es mas propinquo á la linea , que pa- rece habian de ser allí ordinarias las calmas , por ser la parte del mundo mas sujeta al ardor del Sol ; y es al contrario , que apenas se hallan calmas , y la brisa es mucho mas fresca y durable. En todo lo que se ha na- vegado de Indias , se ha averiguado ser así. Esta , pues, es la causa de ser mucho mas breve , y mas fácil , y aun mas segura la navegación que se hace yendo de Espa- ña á las Indias occidentales , que la de ellas volviendo á (i) Juan ds Barros en la Decada i. //¿, 4. ca^. 6. P2 ii6 Libro tercero á España. Salen de Sevilla las flotas , y hasta llegar á las Canarias sienten la mayor dificultad , por ser aquel golfo de las Yeguas vario , y contrastado de varios vien- tos. Pasadas las Canarias , van baxando hasta entrar en la Tórrida , y hallan luego la brisa , y navegan á popa, que apenas hay necesidad de tocar á las velas en todo el viage. Por eso llamaron á aquel gran golfo , el golfo de las Damas , por su quietud y apacibilidad. Así llegan hasta las Islas Dominica , Guadalupe , Deseada , Mari- galante , y las otras que están en aquel parage , que son como arrabales de las tierras de Indias. Allí las flotas se dividen ; y las que van á Nueva-España echan á mano derecha en demanda de la Española , y reconociendo el cabo de San Antón , dan consigo en San Juan de Ulúa, sirviéndoles siempre la misma brisa. Las de tierra fir- me toman la izquierda , y van á reconocer la altísima sierra Tayrona , y tocan en Cartagena , y pasan á Nom- bre de Dios , de donde por tierra se va á Panamá , y de allí por la mar de el sur al Perú. Quando vuelven las flotas á España , hacen su viage en esta forma : La de el Perú va á reconocer el cabo de San Antón , y en la Isla de Cuba se entra en la Habana , que es un muy her- moso Puerto de aquella Isla. La flota de Nueva-Espa- ña viene también desde la Veracruz , ó Isla de San Juan de Ulúa á la Habana , aunque con trabajo , porque son ordinarias allí las brisas , que son vientos contrarios. En la Habana , juntas las flotas , van la vuelta de España buscando altura fuera de los Trópicos , donde ya se ha- llan vendavales , y con ellos vienen á reconocer las Is- las de Azores , ó Terceras , y de allí á Sevilla. De suer- te que la ida es en poca altura , y siempre menos de veinte grados , que es ya dentro de los Trópicos ; y la vuelta es fuera de ellos , por lo menos en veinte y ocho, ó treinta grados. Y es la razón , la que se ha dicho, que dentro de los Trópicos reynan siempre vientos de orien- te , y son buenos para ir de España á Indias occidenta- les , porque es ir de oriente á poniente. Fuera de los Tro- de ¡a Historia natural de Indias, iijr Trópicos , que son en veinte y tres grados , hallanse ven- davales , y tanto mas ciertos , quanto se sube á mas al- tura ; y son buenos para volver de Indias , porque son vientos de mediodia y poniente , y sirven para volver á oriente y norte. El mismo discurso pasa en las na- vegaciones que se hacen por el mar del sur , navegando de la Nueva-España , ó el Perú á las Filipinas , ó á la China , y volviendo de las Filipinas , ó China á la Nueva- España. Porque á la ida , como es navegar de oriente á poniente , es fácil ; y cerca de la linea se halla siempre viento á popa , que es brisa. El año de ochenta y qua- tro salió del Callao de Lima un navio para las Filipi- nas , y navegó dos mil y setecientas leguas sin ver tier- ra : la primera que reconoció fué la Isla de Luzón , á donde iba , y allí tomó Puerto , habiendo hecho su via- ge en dos meses , sin faltarles jamás viento , ni tener torr menta , y fué su derrota quasi por debaxo de la linea, porque de Lima , que está á doce grados al sur , vinie- ron á Manila , que está quasi otros tantos al norte. La misma felicidad tuvo en la ida al descubrimiento de las Islas que llaman de Salomón , Alvaro de Mendaña , quan- do las descubrió , porque siempre tuvieron viento á po- pa , hasta topar las dichas Islas , que deben de distar del Perú , de donde salieron , como mil leguas , y están en la propia altura al sur. La vuelta es como de Indias á España , porque para hallar vendavales los que vuelven de las Filipinas , ó China á México , suben á mucha al- tura , hasta ponerse en el parage de los Japones , y vie- nen á reconocer las Californias, y por la costa de la Nueva-España vuelven al Puerto de Acapulco , de don- de hablan salido. De suerte , que en esta navegación es- tá también verificado , que de oriente á poniente se na- vega bien dentro de los Trópicos , por reynar vientos orientales : y volviendo de poniente á oriente , se han de buscar los vendavales , ó ponientes fuera de los Tró- picos en altura de veinte y siete grados arriba. La mis- ma experiencia hacen los Portugueses en la navegación á 1 1 8 Libro tercero < u\ ^1a á la India , aunque es al revés , porque el ir de Portugal allá es trabajoso , y el volver es mas fácil. Porque na- vegan á la ida de poniente á oriente, y así procuran su- birse hasta hallarlos vientos generales, que ellos dicen que son también de veinte y siete grados arriba. Ala vuelta reconocen á las Terceras ; pero les es mas fácil, porque vienen de oriente , y sirvenles las brisas , ó nor- destes. Finalmente , ya es regla , y observación cierta de marineros , que dentro de los Trópicos reynan los vientos de levante ; y así es fácil navegar al poniente. Fuera de los Trópicos unos tiempos hay brisas , otros, y lo mas ordinario , hay vendavales ; y por eso quien navega de poniente á oriente procura salirse de la Tór- rida , y ponerse en altura de veinte y siete grados arri- ba. Con la qual regla se han ya los hombres atrevido á emprehender navegaciones extrañas para partes re- motísimas , y jamás vistas. CAPITULO V. De las diferencias de brisas y vendavales con los demás vientos. Siendo lo que está dicho cosa tan probada y tan uni- versal ^ no puede dexar de poner gana de inquirir la causa de este secreto , \ porqué en la Tórrida se na- vega siempre de oriente á poniente con tanta facilidad, y no al contrario ? que es lo mismo que preguntar , ¿ por- qué reynan allí las brisas , y no los vendavales ? pues en buena Filosofía lo que es perpetuo , y universal , y de f)er se , que llaman los Filósofos , ha de tener causa propia , y de fer se. Mas antes de dar en esta qüestion, notable á nuestro parecer , será necesaria declarar , qué entendemos por brisas, y qué por vendavales, y ser- virá para ésta , y para otras muchas cosas en materia de vientos y navegaciones. Los que usan el arte de na- vegar cuentan treinta y dos diferencias de vientos , por- que de la Historia natural de Indias. 119 que para llevar su proa al puerto que quieren, tienen necesidad de hacer su cuenta muy puntual, y lo mas distinta y menuda que pueden ; pues por poco que se eche á un lado , ó á otro , hacen gran diferencia al ca- bo de su camino , y no cuentan mas de treinta y dos, porque estas divisiones bastan , y no se podría tener cuen- ta con mas que éstas. Pero en rigor, como ponen trein- ta y dos , podrían poner sesenta y quatro , y ciento y veinte y ocho , y doscientos y cincuenta y seis ; y fi- nalmente , ir multiplicando estas partidas en infinito. Porque siendo como centro el lugar donde se halla el navio , y todo el Emisferio su circunferencia , ¿ quién quita que no puedan salir de ese centro al círculo li- neas innumerables ? y tantas partidas se contarán , y otras tantas divisiones de vientos ; pues de todas las partes del Emisferio viene el viento, y el partirle en tantas ó tantas es á nuestra consideración , que pue- de poner las que quisiere. Mas el buen sentido de los hombres , y conformándose con él también la divina Escritura , señala quatro vientos , que son los principa- les de todos , y como quatro esquinas del Universo , que se fabrican haciendo una Cruz con dos lineas , que la una vaya de polo á polo , y la otra de un equinoccio al otro. Estos son el norte , ó aquilón , y su contra- rio el austro , ó viento que vulgarmente llamamos me- diodía ; y á la otra parte el oriente donde sale el Sol, y el poniente donde se pone. Bien que la sagrada Es- critura (i) nombra otras diferencias de vientos en al- gunas partes , como el enroaqidlo , que llaman los del mar Océano , nordeste , y los del Mediterráneo , gre- gal , de que hace mención en la navegación de S. Pa- blo. Pero las quatro diferencias solemnes que todo el mundo sabe , esas celebran las divinas letras , que son, como está dicho , septentrión , y mediodía , y oriente , y poniente. Mas porque en el nacimiento del Sol , de don- de (i) w4¿?.27. I20 Libro tercero de se nombra el oriente , se hallan tres diferencias , que son las dos declinaciones mayores que hace , y el me- dio de ellas , según lo qual nace en diversos puestos en invierno y verano , y en el medio ; por eso con ra- zón se cuentan otros dos vientos , que son oriente es- tival , y oriente hiemal ; y por el consiguiente otros dos ponientes contrarios á estos , estival , y hiemal. Y así resultan ocho vientos en ocho puntos notables del Cie- lo , que son los dos polos , y los dos equinoccios , y los dos solsticios con los opuestos en el mismo círculo. De esta suerte resultan ocho diferencias de vientos , que son notables , las quales en diversas carreras de mar y tier- ra tienen diversos vocablos. Los que navegan el Océa- no suelen nombrarlos así : al que viene del polo nues- tro , llaman norte , como al mismo polo : al que se si- gue , y sale del oriente estival , nordeste : al que sale del oriente propio y equinoccial , llaman leste : al del oriente hiemal , sueste : al de el mediodía , ó polo an- tartico , sur : al que sale del ocaso hiemal , sudueste: al del ocaso propio y equinoccial , oeste : al del ocaso es- tival , norueste. Los demás vientos fabrican entre estos, y participan de los nombres de aquellos á que se alle- gan , como nornorueste , nornordeste , lesnordeste , Íes- sueste , susueste , sudueste , ossudueste , osnorueste , que cierto en el mismo modo de nombrarse , muestran ar- te , y dan noticia de los lugares de donde proceden los dichos vientos. En el mar Mediterráneo , aunque siguen la misma arte de contar , nombran diferentemente es- tos vientos. Al norte llaman tramontana : á su opues- to el sur llaman mezojorno , ó mediodía : al leste lla- man levante : al oeste poniente ; y á los que entre es- tos quatro se atraviesa-n , al sueste dicen xiroque , ó xa- loque : á su opuesto , que es norueste , llaman maestral: al nordeste llaman greco, ó gregal; y á su contrario el sudueste llaman leveche , que qs lybico, ó áfrico en latin. En latin los quatro cabos son , septeiitrio , aiis- ter , subsolanus , favonms ; y los entrepuestos son , aqui- lo, de la Historia natural de Indias. 121 lo, vtihurnus , africus ^ y corus. Según Plinio (i), 'vul- turnus , y enrus son el mismo viento que es sueste , ó xaloque : favonius el mismo que oeste , ó poniente : aqui- h , y horeas el mismo que nornordeste , ó gregal tramon* tana : africus , y lybs el mismo que sudueste , ó leve- che : auster , y notus el mismo que sur , ó mediodia : corus , y zefyrus el mismo que norueste , ó maestral. Al propio que es nordeste , ó gregal , no le da otro nom- bre sino ^heñidas : otros los declaran de otra manera ; y no es de nuestro intento averiguar al presente los nom- bres latinos y griegos de los vientos. Ahora digamos^ quales de estos vientos llaman brisas , y quales venda- vales , nuestros marineros del mar Océano de Indias. Es así que mucho tiempo anduve confuso con estos nombres, viéndoles usar de estos vocablos muy diferentemente, hasta que percibí bien , que mas son nombres generales, que no especiales de vientos ni partidas. Los que les sir- ven para ir á Indias , y dan quasi á popa , llaman brisas, que en efecto comprehenden todos los vientos orienta- les , y sus allegados , y quartas. Los que les sirven pa- ra volver de Indias llaman vendavales , que son desde el sur hasta el poniente estival. De manera , que hacen como dos quadrillas de vientos , de cada parte la su- ya , cuyos caporales son : de una parte , nordeste , ó gregal : de otra parte , sudueste , ó leveche. Mas es bien saber , que de los ocho vientos , ó diferencias que con- tamos , los cinco son de provecho para navegar , y los otros tres no : quiero decir, que quando navega en la mar una nave , puede caminar , y hacer el viage que pre- tende , de qualquiera de cinco partes que corra el vien- to , aunque no le será igualmente provechoso ; mas cor- riendo de una de tres , no podrá navegar á donde pre- tende. Como si va al sur , con norte , y con nordeste , y con norueste navegará , y también con leste , y con oes- te, porque los de los lados igualmente sirven para ir, y pa- (i) Plm. lib. 2. caj?. 47. Gell. ¡ib, 2. caj?, 22. Tomo /. Q 122 Libro tercero para venir. Mas corriendo sur, que es derechamente con- trario , no puede navegar al sur , ni podrá con los otros dos laterales suyos , que son sueste , y sudueste. Es- to es cosa muy trillada á los que andan por mar, y no habia necesidad de ponerlo aquí , sino solo para signi- ficar , que los vientos laterales del propio y verdadero oriente , esos soplan comunmente en la Tórrida , y los llaman brisas : y los vientos de mediodia hacia ponien- te , que sirven para navegar de occidente á oriente , no se hallan comunmente en la Tórrida : y así los suben á buscar fuera de los Trópicos , y esos nombran los mari- neros de Indias comunmente vendavales, CAPITULO VL Qué sea la causa de hallarse siempre viento de oriente en la Tórrida para navegar. Digamos ahora cerca de la qüestion propuesta , quál sea la causa de navegarse bien en la Tórrida de oriente á poniente , y no al contrario. Para lo qual se han de presuponer dos fundamentos verdaderos : el uno es, que el movimiento del primer móbil, que llaman rapto, ó diurno , no solo lleva tras sí , y mueve á los orbes ce- lestes á él inferiores , como cada dia lo vemos en el Sol, Luna , y Estrellas , sino que también los elementos par- ticipan aquel movimiento , en quanto no son impedidos. La tierra no se mueve así por su graveza tan grande, con que es inepta para ser movida circularmente , como también porque dista mucho del primer móbil. El ele- mento del agua tampoco tiene este movimiento diurno, porque con la tierra está abrazado , y hace una esfera, y la tierra no le consiente moverse circularmente. Eso- tros dos elementos fuego, y ayre son mas sutiles, y mas cercanos á los orbes celestes , y así participan su movi- miento, siendo llevados circularmente como los mismos cuerpos celestes. De el fuego no hay duda , si hay es- fe- de la Historia natural de Indias. 123 fcra suya, como Aristóteles, y los demasía ponen. El ayre es el que hace á nuestro caso : y que éste se mue- va con el movimiento diurno de oriente á poniente , es certísimo , por las apariencias de los cometas , que cía- rísimamente se ven mover de oriente á occidente , na- ciendo , y subiendo , y encumbrando , y baxando ; y fi- nalmente , dando vuelta á nuestro Emisferio , de la mis- ma manera que las Estrellas que vemos mover en el fir- mamento. Y estando los cometas en la región , y esfera del ayre , donde se engendran , y aparecen , y se desha- cen , imposible sería moverse circularmente , como se mueven , si el movimiento del ayre donde está , no se moviese con ese propio movimiento. Porque siendo , co- mo es , materia inflamada , se estaría queda , y no anda- ría al derredor , si la esfera donde está , estuviese queda. Si no es que finjamos que algún Ángel, ó inteligencia anda con el cometa trayendole al derredor. El año de mil y quinientos y setenta y siete se vio aquel maravi- lloso cometa , que levantaba una figura como de pluma- ge desde el orizonte quasi hasta la mitad del Cielo , y duró desde primero de Noviembre hasta ocho de Diciem- bre. Digo desde primero de Noviembre, porque aun- que en España se notó , y vio á los nueve de Noviem- bre , según refieren historias de aquel tiempo ; pero en el Perú , donde yo estaba á la sazón , bien me acuerdo, que le vimos , y notamos ocho dias antes por todos ellos. La causa de esta diversidad dirán otros ; lo que yo ahora digo es , que en estos quarenta dias que duró, advertimos todos , así los que estaban en Europa , co- mo los que estábamos entonces en Indias , que se mo- vía cada dia con el movimiento universal de oriente á poniente , como la Luna , y las otras Estrellas. De don- de consta , que siendo su región la esfera del ayre , el mismo elemento se movia así. Advertimos también , que además de ese movimiento universal tenia otro parti- cular , con que se movia con los planetas de occidente á oriente , porque cada noche estaba mas oriental , como Q2 lo 124 Libro tercero lo hace la Luna , el Sol , y la Estrella de Venus. Ad- vertimos otrosí , que con otro tercero movimiento par- ticularísimo se movia en el zodiaco hacia el norte ; por- que al cabo de algunas noches estaba mas conjunto á sig- nos septentrionales. Y por ventura fué ésta la causa de verse primero este gran cometa de los que estaban mas australes , como son los de el Perú. Y después , como con el movimiento tercero , que he dicho , se llegaba mas á los septentrionales , le comenzaron á ver mas tarde los de Europa ; pero todos pudieron notar las diferencias de movimientos que he dicho. De modo , que se pudo echar bien de ver que llegaba la impresión de diversos cuer- pos celestes á la esfera del ayre , así que es negocio sin duda el moverse el ayre con el movimiento circular del Cielo , de oriente á poniente , que es el presupuesto , ó fundamento. El segundo no es menos cierto y notorio, es á saber , que este movimiento del ayre , por las par- tes que caen debaxo de la equinoccial , y son propinquas á ella , es velocísimo, y tanto mas , quanto mas se acer- ca á la equinoccial , como por el consiguiente tanto es mas remiso y tardío este movimiento, quanto mas se alexa de la linea , y se acerca á los polos. La razón de esto es manifiesta , porque siendo la causa eficiente de este movimiento el movimiento del cuerpo celeste , for- zoso ha de ser mas presuroso , donde el cuerpo celeste se mueve mas velozmente. Y que en el Cielo la Tórri- da tenga mas veloz movimiento , y en ella la linea mas que otra parte alguna del Cielo, querer mostrarlo sería hacer á los hombres faltos de vista ; pues en una rueda es evidente , que la circunferencia mayor se mueve mas velozmente que la menor, acabando su vuelta grande en el mismo espacio de tiempo que la menor acaba la su- ya chica. De estos dos presupuestos se sigue la razón, porque los que navegan golfos grandes , navegando de oriente á poniente , hallan siempre viento á popa yen- do en poca altura , y quanto mas cercanos á la equinoc- cial , tanto mas cierto y durable es el viento \ y al con- tra- de la Historia natural de Indias. 125 trario , navegando de poniente á oriente , siempre hallan viento por proa , y contrario. Porque el movimiento ve- locísimo de la equinoccial lleva tras sí al elemento del ayre , como á los demás orbes superiores , y así el ayre sigue siempre el movimiento del dia yendo de oriente á poniente , sin jamás variar , y el movimiento del ayre ve- loz , y eficaz lleva también tras sí los vahos , y exhala- ciones que se levantan de la mar , y esto causa ser en aquellas partes y región continuo el viento de brisa , que corre de levante. Decia el P. Alonso Sánchez , que es un Religioso de nuestra Compañía , que anduvo en la In- dia occidental , y en la oriental , como hombre tan prác- tico , y tan ingenioso , que el navegar con tan continuo y durable tiempo debaxo de la linea , ó cerca de ella, que le parecia á él , que el mismo ayre movido del Cielo era el que llevaba los navios , y que no era aquello vien- to propiamente , ni exhalación , sino el propio elemento del ayre movido del curso diurno del Cielo. Traía en confirmación de esto , que en el golfo de las Damas, y en esotros grandes golfos que se navegan en la Tórrida, es el tiempo uniforme , y las velas van con igualdad extra- ña, sin ímpetu ninguno , y sin que sea menester mudarlas quasi en todo el camino. Y si no fuera ayre movido del Cielo , alguna vez faltaría , y algunas se mudaría en con- trario , y algunas también fuera tormentoso. Aunque es- to está dicho doctamente , no se puede negar que sea también viento , y le haya , pues hay vahos y exhala- ciones del mar ; y vemos manifiestamente , que la mis- ma brisa á ratos es mas fuerte, y á ratos mas remisa, tanto que á ratos no se pueden llevar velas enteras. Há- se , pues , de entender , y es así la verdad , que el ayre movido lleva tras sí los vahos que halla , porque su fuer- za es grande , y no halla resistencia ; y por eso es con- tinuo , y quasi uniforme el viento de oriente á poniente cerca de la linea , y quasi en toda la Tórridazona , que es el camino que anda el Sol entre los dos círculos de Cáncer y Capricornio. CA- 120 Libro tercero CAPITULO VII. "Porqué causa se hallan mas ordinarios vendavales saliendo de la Tórrida á mas altura. Quien considerare lo que está dicho , podrá tam- bién entender , que yendo de poniente á oriente en altura que exceda los Trópicos , es conforme á ra- zón hallar vendavales. Porque como el movimiento de la equinoccial tan veloz es causa que debaxo de ella el ayre se mueva , siguiendo su movimiento , que es de oriente á poniente , y que lleve tras sí de ordinario los vahos que la mar levanta ; así al revés los vahos y exhalaciones que de los lados de la equinoccial ó Tór- rida se levantan , con la repercusión que hacen topan- do en la corriente de la Zona , revuelven quasi en contrario , y causan los vendavales , ó suduestes tan experimentados por esas partes. Así como vemos que las corrientes de las aguas , si son heridas y sacudidas de otras mas recias ^ vuelven quasi en contrario. Al mismo modo parece acaecer en los vahos y exhalacio- nes por donde los vientos se despiertan á unas partes y á otras. Estos vendavales reynan mas ordinariamen- te en mediana altura de veinte y siete á treinta y sie- te grados, aunque no son tan ciertos y regulares co- mo las brisas en poca altura , y la razón lo lleva ; por- que los vendavales no se causan de movimiento pro- pio y uniforme de el Cielo , como las brisas cerca de la linea ; pero son , como he dicho , mas ordinarios , y muchas veces furiosos sobre manera y tormentosos. En pasando á mayor altura, como de quarenta grados, tampoco hay mas certidumbre de vientos en la mar, que en la tierra. Unas veces son brisas , ó nortes ; otras son vendavales, ó ponientes; y así son las navegacio- nes mas inciertas y peligrosas. CA- de la Historia natural de Indias. i2j^ CAPITULO VIII. Jie las excepciones que se hallan en la regla ya di- cha ^ y de los vientos y calmas que hay en mar y tierra^ LO que se ha dicho de los vientos que corren de ordinario dentro y fuera de la Tórrida , se ha de entender en la mar en los golfos grandes ; porque en tierra es de otra suerte , en la qual se hallan todos vientos , por las grandes desigualdades que tiene de sierras y valles , y multitud de rios y lagos , y diver- sas facciones de País , de donde suben vapores gruesos y varios , y según diversos principios son movidos á unas y otras partes así causan diversos vientos, sin que el movimiento del ayre causado del Cielo pueda preva- lecer tanto , que siempre los lleve tras sí, Y no solo ea la tierra , sino también en las costas del mar en la Tór^ rida , se hallan estas diversidades de vientos por la mis^ ma causa. Porque hay terrales que vienen de tierra , y hay mareros que soplan del mar : de ordinario los de mar son suaves y sanos , y los de tierra pesados y mal sanos , aunque según la diferencia de las costas , así es la diversidad que en esto hay. Comunmente los terra- les , ó terrenos soplan después de media noche hasta que el Sol comienza á encumbrar ; los de mar , desde que el Sol va calentando hasta después de ponerse. Por ven- tura es la causa , que la tierra , como materia mas grue- sa , humea mas ida la llama del Sol , como lo hace la leña mal seca , que en apagándose la llama , humea mas. La mar , como tiene mas sutiles partes , no levanta hu- mos , sino quando la están calentando , como la paja, ó heno , si es poca , y no bien seca , que levanta humo quando la queman , y en cesando la llama cesa el hu- mo. Qualquiera que sea la causa de esto , ello es cierto, que el viento terral prevalece mas con la noche, y el de 128 Libro tercero de mar , al contrario , mas con el día. Por el mismo mo- do , como en las costas hay vientos contrarios , y vio- lentos á veces , y muy tormentosos , acaece haber cal- mas y muy grandes. En gran golfo , navegando debaxo de la linea , dicen hombres muy expertos , que no se acuerdan haber visto calmas , sino que siempre poco ó mucho se navega , por causa del ayre movido del mo- vimiento celeste , que basta á llevar el navio , dando , co- mo da , á popa. Ya dixe , que en dos mil y setecientas leguas siempre debaxo , ó no mas lexos de diez ó doce grados de la linea , fue una nave de Lima á Manila por Febrero y Marzo , que es quando el Sol anda mas de- recho encima , y en todo este espacio no liallaron cal- mas , sino viento fresco ; y así en dos meses hicieron tan gran viage. Mas cerca de tierra , en las costas , ó donde alcanzan los vapores de Islas , ó tierra firme , sue- le haber muchas y muy crueles calmas en la Tórrida , y fuera de ella. De la misma manera los turbiones , y agua- ceros repentinos , y torbellinos , y otras pasiones tormen- tosas del ayre , son mas ciertas y ordinarias en las cos- tas , y donde alcanzan los vahos de tierra , que no en el gran golfo ; esto entiendo en la Tórrida , porque fue- ra de ella , así calmas , como turbiones , también se ha- llan en alta mar. No dexa , con todo eso , entre los Tró- picos , y en la misma linea , de haber aguaceros , y sú- bitas lluvias á veces , aunque sea muy adentro en la mar, porque para eso bastan las exhalaciones y vapores del mar , que se mueven á veces presurosamente en el ayre, y causan truenos y turbiones ; pero esto es mucho mas ordinario cerca de tierra , y en la misma tierra. Quan- do navegué del Perú á la Nueva-España advertí , que todo el tiempo que fuimos por la costa del Perú , fué el viage , como siempre suele , fácil y sereno , por el vien- to sur , que corre allí , y con él se viene á popa la vuel- ta de España, y de Nueva-España : quando atravesamos el golfo , como Íbamos muy dentro en la mar , y qua- si debaxo de la linea , fué el tiempo muy apacible , y fres- de la Historia natural de Indias. 129 fresco , y á popa. En llegando al parage de Nicaragua» y por toda aquella costa , tuvimos tiempos contrarios, y muchos nublados y aguaceros , y viento que á ve- ces bramaba horriblemente. Y toda esta navegación fué dentro de la Zonatórrida , porque de doce grados al sur que está Lima , navegamos á diez y siete , que es- tá Guatulco , puerto de Nueva-España. Y creo que los que hubieren tenido cuenta en lo que han navegado den- tro de la Tórrida , hallarán , poco mas ó menos , lo que está dicho ; y esto baste de la razón general de vien- tos que reynan en la Tórridazona por el mar. CAPITULO IX. De algunos efectos maravillosos de vientos en partes de Indias. GRan saber sería explicar por menudo los efectos ad- mirables que hacen diversos vientos en diversas par- tes, y dar razón de tales obras. Hay vientos que natu- ralmente enturbian el agua de la mar , y la ponen ver- dinegra ; otros la ponen clara como un espejo. Unos ale- gran de suyo y recrean , otros entristecen y ahogan. Los que crian gusanos de seda tienen gran cuenta con cer- rar las ventanas quando corren esos vendavales ; y quan- do corren los contrarios , las abren ; y por cierta ex- periencia hallan , que con los unos se les muere su ga- nado , ó desmedra , con los otros se mejora , y engor- da. Y aun en sí mismo lo probará el que advirtiere en ello, que hacen notables impresiones y mudanzas en la disposición del cuerpo las variedades de vientos que andan , mayormente en las partes afectas ó indispuestas, y tanto mas , quanto son delicadas. La Escritura (i) lla- ma á un viento , abrasador ; y á otro le llama, viento de ro- (i) Exod. 10. ¿r 14. Job 27. Jon. 4. Ose.i'¡, Dan. 3. Tomo I. R 130 Libro tercero rocío suave. Y no es maravilla , que en las yervas , y en los animales , y hombres se sientan tan notables efec- tos del viento , pues en el mismo hierro , que es el mas duro de los metales , se sienten visiblemente. En diver- sas partes de Indias vi rexas de hierro molidas y des- hechas , y que apretando el hierro entre los dedos se desmenuzaba , como si fuera heno ó paja seca ; y to- do esto causado de solo el viento , que todo lo gas- taba y corrompía sin remedio. Pero dexando otros efectos grandes y maravillosos , solamente quiero refe- rir dos : uno , que con dar angustias mas que de muer- te , no daña : otro , que sin sentirse corta la vida. El marearse los hombres que comienzan á navegar , es co- sa muy ordinaria ; y si como lo es tanto y tan sabi- do su poco daño , no se supiera , pensaran los hombres que era aquel el mal de muerte , según corta , congo- ja , y aflige el tiempo que dura , con fuertes bascas de estómago , y dolor de cabeza , y otros mil accidentes molestos. Este tan conocido y usado efecto hace en los hombres la novedad del ayre de la mar , porque aunque es así que el movimiento del navio , y sus bay- benes hacen mucho al caso para marearse mas ó me- nos, y asimismo la infección y mal olor de cosas de naves ; pero la propia y radical causa es el ayre y vahos del mar , lo quaí estraña tanto el cuerpo y el estómago que no está hecho á ello , que se altera y congoja terriblemente , porque el ayre en fin es con el que vivimos y respiramos , y le metemos en las mis- mas entrañas , y las bañamos con él. Y asi no hay co- sa que mas presto , ni mas poderosamente altere , que la mudanza del ayre que respiramos , como se ve en los que mueren de peste. Y que sea el ayre de la mar el principal movedor de aquella extraña indisposición y náusea , pruébase con muchas experiencias. Una es, que corriendo cierto ayre de la mar fuerte , acaece marearse los que están en tierra , como á mi me ha acaecido á veces. Otra , que quanto mas se entra en mar, de la Historia natural de Indias. 131 mar, y se apartan de tierra, mas se marean. Otra, que yendo cubiertos de alguna Isla, en embocando ayre de gruesa mar , se siente mucho mas aquel accidente : aun- que no se niega, que el movimiento y agitación tam- bién causa marcamiento , pues vemos que hay hombres que pasando rios en barcas , se marean , y otros que sienten lo mismo andando en carros , ó coches , segua son las diversas complexiones de estómago : como al contrario hay otros , que por gruesas mares que haga^ no saben jamás qué es marearse. Pero en fin , llano y averiguado negocio es, que el ayre de la mar causa de ordinario ese efecto en los que de nuevo entran en ella. He querido decir todo esto para declarar un efec- to estraño que hace en ciertas tierras de Indias el ay- re ó viento que corre , que es marearse los hombres con él , no menos , sino mucho mas que en la mar. Al- gunos lo tienen por fábula , y otros dicen que es enca- recimiento esto : yo diré lo que pasó por mí. Hay en el Perú una sierra altísima, que llaman Pariacaca ; yo habia oído decir esta mudanza que causaba , y iba pre- parado lo mejor que pude , conforme á ios documentos que dan allá los que llaman Vaquianos ó prácticos ; y con toda mi preparación , quando subí las escaleras , que llaman , que es lo mas alto de aquella sierra , quasi sú- bito me dio una congoja tan mortal , que estuve con pensamientos de arrojarme de la cavalgadura en el sue- lo ; y porque aunque Íbamos muchos , cada uno apre- suraba el paso , sin aguardar compañero , por salir pres- to de aquel mal parage , solo me hallé con un Indio, al qual le rogué me ayudase á tener en la bestia. Y con esto luego tantas arcadas y vómitos , que pensé dar el alma , porque tras la comida y flemas , cólera y mas cólera , y una amarilla , y otra verde , llegué á echar sangre , de la violencia que el estómago sentia. Final- mente digo , que si aquello durara , entendiera ser cier- to el morir , mas no duró sino obra de tres ó quatro horas , hasta que baxamos bien abaxo , y llegamos á R 2 tem- 132 Libro tercero temple mas conveniente , donde todos los compañeros, que serían catorce ó quince , estaban muy fatigados , al- gunos caminando pedian confesión , pensando realmente morir. Otros se apeaban , y de vómitos y cámaras es- taban perdidos : á algunos me dixeron, que les habia sucedido acabar la vida de aquel accidente. Otro vi yo , que se echaba en el suelo , y daba gritos del ra- bioso dolor que le habia causado la pasada de Paria- caca. Pero lo ordinario es no hacer daño de impor- tancia , sino aquel fastidio y disgusto penoso que da mientras dura. Y no es solamente aquel paso de la sier- ra Pariacaca el que hace este efecto , sino toda aque- lla cordillera , que corre á la larga mas de quinientas leguas , y por donde quiera que se pase , se siente aque- lla extraña destemplanza , aunque en unas partes mas que en otras , y mucho mas á los que suben de la cos- ta de la mar á la sierra , que no en los que vuelven de la sierra á los llanos. Yo la pasé fuera de Pariaca- ca , también por los Lucanas y Soras , y en otra par- te por los Collaguas , y en otra por los Cabanas ; fi- nalmente , por quatro partes diferentes en diversas idas y venidas , y siempre en aquel parage sentí la altera- ción y marcamiento , que he dicho , aunque en ningu- na tanto como en la primera vez de Pariacaca. La mis- ma experiencia tienen los demás que la han probado. Que la causa de esta destemplanza y alteración tan ex- traña sea el viento ó ayre que allí reyna , no hay du- da ninguna , porque todo el remedio (y lo es muy grande ) que hallan es , en taparse quanto pueden oí- dos , y narices , y boca , y abrigarse de ropa especial- mente el estómago. Porque el ayre es tan sutil y pe- netrativo , que pasa las entrañas ; y no solo los hombres sienten aquella congoja , pero también las bestias , que á veces se encalman de suerte , que no hay espuelas que basten á moverlas. Tengo para mí , que aquel pa- rage es uno de los lugares de la tierra que hay en el mundo mas alto ; porque es cosa inmensa lo que se su- be, de la Historia natural de Indias. 133 be , que á mi parecer los puertos nevados de España, y los Pirineos y Alpes de Italia , son como casas ordi- narias respecto de torres altas ; y así me persuado que el elemento de el ayre está allí tan sutil y delicado, que no se proporciona á la respiración humana , que le requiere mas grueso y mas templado ; y esa creo es la causa de alterar tan fuertemente el estómago , y descomponer todo el sugeto. Los puertos nevados , ó sierras de Europa , que yo he visto , bien que tienen ayre frió , que da pena , y obli- ga á abrigarse muy bien ; pero ese frió no quita la gana del comer , antes la provoca ; ni causa vómitos , ni ar- cadas en el estómago , sino dolor en los pies , ó manos; finalmente , es exterior su operación ; mas el de Indias, que digo , sin dar pena á manos , ni pies , ni parte ex- terior , revuelve las entrañas, Y lo que es mas de ad- mirar , acaece haber muy gentiles soles , y calor en el mismo parage ; por donde me persuado , que el daño se recibe de la qualidad del ayre que se aspira y respira, por ser sutilísimo y delicadísimo , y su frió no tan sen- sible, como penetrativo. De ordinario es despoblada aque- lla cordillera, sin pueblos , ni habitación humana , que aun para los pasageros apenas hay tambos, ó chozas donde guarecerse de noche. Tampoco se crian animales buenos, ni malos , sino son vicuñas , cuya propiedad es extraña, como se dirá en su lugar. Está muchas veces la yerva quemada y negra del ayre que digo. Dura el despobla- do de veinte á treinta leguas de traviesa, y en largo, co- mo he dicho , corre mas de quinientas. Hay otros des- poblados , ó desiertos , ó páramos , que llaman en el Pe- rú Punas , porque vengamos á lo segundo que prome- timos , donde la qualidad del ayre sin sentir corta los cuerpos y vidas humanas. En tiempos pasados camina- ban los Españoles del Perú al Reyno de Chile por la sierra , ahora se va de ordinario por mar , y algunas veces por la costa , que aunque es trabajoso y molestí- simo camino , no tiene el peligro que el otro camino de la 134 Libro tercero la sierra , en el qiial hay unas llanadas , donde al pasar perecieron muchos hombres , y otros escaparon con gran ventura ; pero algunos de ellos mancos , ó lisiados. Da allí un ayrecillo no recio , y penetra de suerte, que caen muertos quasi sin sentirlo , ó se les caen cortados de los pies y manos dedos , que es cosa que parece fa- bulosa , y no lo es , sino verdadera historia. Yo cono- cí , y traté mucho al General Gerónimo Costilla , anti- guo poblador del Cuzco , al qual le faltaban tres ó qua- tro dedos de los pies , que pasando por aquel despobla- do á Chile , se le cayeron , porque penetrados de aquel ayrecillo , quando los fué á mirar , estaban muertos , y como se cae una manzana anublada del árbol , se caye- ron ellos mismos , sin dar dolor , ni pesadumbre. Refe- ria el sobredicho Capitán , que de un buen exército ,' que habia pasado los años antes , después de descubierto aquel Reyno por Almagro, gran parte habia quedado allí muer- ta , y que vio los cuerpos tendidos por allí , y sin ningún olor malo , ni corrupción. Y aun anadia otra cosa extra- ña , que hallaron vivo un muchacho , y preguntado có- mo habia vivido , dixo , que escondiéndose en no sé qué chocilla , de donde salia á cortar con un cuchillejo de la carne de un rocín muerto , y así se habia sustentado largo tiempo ; y que no sé quantos compañeros que se mantenían de aquella suerte , ya se hablan acabado to- dos , cayéndose un dia uno, y otro dia otro amorte- cidos , y que él no queria ya , sino acabar allí como los demás , porque no sentia en sí disposición para ir á parte ninguna , ni gustar de nada. La misma relación oí á otros , y entre ellos , á uno que era de la Com- pañía , y siendo seglar habia pasado por allí. Cosa ma- ravillosa es la qualidad de aquel ayre frió , para ma- tar, y juntamente para conservar los cuerpos muertos sin corrupción. Lo mismo me refirió un Religioso grave. Dominico , y Prelado de su Orden , que lo habia él vis- to , pasando por aquellos despoblados ; y aun me con- tó , que siéndole forzoso hacer noche allí para amparar- se de la Historia natural de Indias. 135 se del vientecillo , que digo que corre en aquel parage tan mortal , no hallando otra cosa á manos , juntó can- tidad de aquellos cuerpos muertos que habia al derre- dor , é hizo de ellos una como paredilla por cabecera de su cama ; y así durmió , dándole la vida los muertos. Sin duda es un género de frió aquel , tan penetrativo , que apaga el calor vital , y corta su influencia ; y por ser juntamente sequísimo , no corrompe , ni pudre los cuer- pos muertos , porque la corrupción procede de calor y humedad. Quanto á otro género de ayre , que se siente sonar debaxo de la tierra , y causa temblores y terre- motos , mas en Indias que en otras partes , decirse ha quando se trate de las qualidades de la tierra de Indias. Por ahora contentarnos hemos con lo dicho de los vien- tos y a y res , y pasaremos á lo que se ofrece considerar del agua. CAPITULO X. Del Océano , que rodea las Indias ^ y de la mar del norte , y del sur. EN materia de aguas , el principado tiene el gran mar Océano, por el qual se descubrieron las Indias, y todas sus tierras están rodeadas de él; porque ó son Islas del mar Océano , ó tierra firme , que también por donde quiera que fenece y se acaba , se parte con el mismo Océano. No se há hasta ahora en el nuevo orbe descubierto mar Mediterráneo , como le tienen Europa, Asia y África, en las quales entran unos brazos de aquel inmenso mar, y hacen mares distintos, tomando los nom- bres de las provincias y tierras que bañan ; y quasi to- dos estos mares Mediterráneos se continúan entre sí, y al cabo con el -mismo Océano en el Estrecho de Gibral- tar, que los Antiguos nombraron Colunas de Hércules. Aunque el mar Roxo desasido de esotros Mediterráneos por sí se entra en el Océano Indico, y el mar Caspio con ninguno se junta. Mas en Indias , como digo , nin- gún 136 Libro tercero gun otro mar se halla sino el Océano , y éste dividen en dos : uno , que llaman mar del norte : otro , mar del sur. Porque la tierra de Indias occidentales , que fué des- cubierta por el Océano que llega á España, toda está puesta al norte , y por esa tierra vinieron á descubrir mar de la otra parte de ella , la qual llamaron del sur, porque por ella baxaron hasta pasar la linea , y per- dido el norte , ó polo Ártico , descubrieron el polo An- tartico , que llaman sur. Y de ahí quedó nombrar mar del sur todo aquel Océano , que está de la otra parte de las Indias occidentales , aunque sea grandísima par- te de él puesta al norte , como lo está toda la costa de la Nueva-España, y de Nicaragua, y de Guatemala, y de Panamá. El primer descubridor de este mar del sur, dicen, haber sido un Blasco Nuñez de Balboa ; descu- brióse por lo que ahora llaman Tierra-firme , en donde se estrecha la tierra lo sumo , y los dos mares se alle- gan tanto uno al otro , que no distan mas de siete le- guas , porque aunque se andan diez y ocho de Nombre de Dios á Panamá , es rodeando , y buscando la como- didad del camino ; mas tirando por recta linea , no dis- ta mas de lo dicho un mar de el otro. Han platicado algunos de romper este camino de siete leguas , y jun- tar el un mar con el otro , para hacer cómodo el pa- sage al Perú , en el qual dan mas costa , y trabajo diez y ocho leguas de tierra , que hay entre Nombre de Dios y Panamá , que dos mil y trescientas que hay de mar, A esta plática no falta quien diga , que sería anegar la tierra ; porque quieren decir , que el un mar está mas báxo que el otro , como en tiempos pasados se halla por las historias haberse dexado de continuar por la misma consideración el mar Roxo con el Nilo , en tiempo del Rey Sesostris , y después del Imperio Otomano (i). Mas para mí tengo por cosa vana tal pretensión , aunque no hubiese el inconveniente que dicen , el qual yo no tengo por (i) Herodotus. jovius. déla Historia natural de Indias. 13^^ por cierto ; pero eslo para mí , que ningún poder hu- mano bastará á derribar el monte fortísimo é impene- trable que Dios puso entre los dos mares , de montes y peñas durísimas , que bastan á sustentar la furia de ambos mares. Y quando fuese á hombres posible, se- ría á mi parecer muy justo temer del castigo del Cie- lo , querer enmendar las obras que el Hacedor , con sumo acuerdo y providencia , ordenó en la fábrica de este universo. Cesando , pues , de este cuidado de abrir la tierra y unir los mares , hubo otro menos temerario; pero bien difícil y peligroso de inquirir , si estos dos grandes abismos se juntaban en alguna parte del mun- do. Y ésta fué la empresa de Fernando P»'Iagallanes , Caballero Portugués , cuya osadía y constancia gran- de en inquirir este secreto , y no menos feliz suceso en hallarle , con eterna memoria puso nom.bre al Estre- cho , que con razón por su inventor se llama de Ma- gallanes : de el qual , como de una de las grandes ma- ravillas del mundo , trataremos un poco. El Estrecho, pues , que en la mar del sur halló Magallanes , creye- ron algunos , ó que no lo habia , ó se había ya cer- rado , como Don Alonso de Ercilla escribe en su Arau- cana ; y hoy dia hay quien diga que no hay tal Es- trecho , sino que son Islas entre la mar , porque lo que es tierra firme , se acaba allí , y el resto es todo Islas, y al cabo de ellas se junta el un mar con el otro am- plísima mente , ó por mejor decirse, es todo un mismo mar. Pero de cierto consta haber el Estrecho , y tier- ra larguísima á la una vanda y á la otra , aunque la que está de la otra parte del Estrecho al sur no se sabe hasta dónde llegue. Después de Magallanes, pasó el Estrecho un navio del Obispo de Plasencia D.Gu- tierre Carvajal , cuyo mástil dicen , que está en Limu á la entrada de Palacio. De la vanda del sur se fue des- pués á descubrir por orden de Don Garcia de Men- doza , que entonces tenia el gobierno de Chile ; y así le halló y pasó el Capitán Ladrillero , cuya relación Tomo /. S no- 138 Libro tercero notable yo leí , aunque dice no haberse atrevido á de- sembocar el Estrecho , sino que habiendo ya recono- cido la mar del norte , dio la vuelta por la aspereza del tiempo , que era ya entrado el invierno ; y venían, según dice , las olas del norte furiosas , y las mares he- chas todas espuma de bravas. En nuestros dias pasó el propio Estrecho Francisco Drac , Inglés corsario : des- pués le pasó el Capitán Sarmiento por la vanda del sur ; y ahora últimamente , en este año pasado de ochen- ta y siete , con la instrucción que dio Drac , le han pa- sado otros corsarios Ingleses , que al presente andan en la costa del Perú. Y porque me parece notable la re- lación que yo tuve del Piloto mayor , que le pasó , la pondré aquí. CAPITULO XI. Del Estrecho de Magallanes , como se pasó por la vanda del sur. mí A No de mil y quinientos y setenta y nueve , ha- biendo Francisco Drac pasado el Estrecho de Ma- gallanes , y corrido la costa de Chile , y de todo el Perú , y robado el navio de San Juan de Antona , don- de iba gran suma de barras de plata , el Virey Don Francisco de Toledo armó y envió dos navios buenos, para que reconociesen el Estrecho, yendo por Capi- tán Pedro Sarmiento , hombre docto en Astrología. Sa- lieron del Callao de Lima por principio de Octubre ; y porque aquella costa tiene viento contrario , que corre siempre del sur , hicieronse mucho á la mar , y con muy próspero viage , en poco mas de treinta dias se pusieron en el parage del Estrecho. Pero porque es di- ficultoso de reconocer , para este efecto llegándose á tierra entraron en una ensenada grande , donde hay un Archipiélago de Islas. Sarmiento porfiaba que allí era el Estrecho , y tardó mas de un mes en buscarle por di- versas calas y caletas , y subiendo sobre cerros altos de d¿ la Historia natura! de Indias. 139 de tierra. Viendo que no le hallaban , á requerimien- to que los del armada le hicieron , en fin volvió á sa- lir á la mar, y hízose á lo largo. El mismo dia les dio un temporal recio , con el qual corrieron , y á pri- ma noche vieron el farol de la Capitana , y luego de- sapareció , que nunca mas la vio la otra nave. El dia siguiente , durando la furia del viento , que era trave- sía , los de la Capitana vieron una abra que hacía la tierra , y parecióles recogerse allí , y abrigarse hasta que el temporal pasase. Sucedió que reconocida la abra^ vieron que iba entrando mas y mas en tierra , y sos- pechando que fuese el Estrecho que buscaban , toman- do el Sol halláronse en cincuenta y un grados y me- dio , que es la propia altura del Estrecho. Y para cer- tificarse mas echaron el vergantin , el qual habiendo corrido muchas leguas por aquel brazo de mar aden- tro , sin ver fin de él , acabaron de persuadirse que allí era el Estrecho. Y porque tenian orden de pasar- le , dexaron una Cruz alta puesta allí , y letra abaxo para que el otro navio , si aportase allí , supiese de la Capitana , y la siguiese. Pasaron , pues , con buen tiem- po y sin dificultad el Estrecho , y salidos á la mar del Norte fueron á no sé qué Isla, donde hicieron aguada^ y se reformaron , y de allí tomaron su derrota á Ca- boverde , de donde el Piloto mayor volvió al Perú por la via de Cartagena y Panamá, y traxo al Virrey la relación del Estrecho , y de todo lo sucedido , y fué remunerado conforme al buen servicio que habia he- cho. Mas el Capitán Pedro Sarmiento, de Caboverde pasó á Sevilla en el navio que habia pasado el Estre- cho , y fué á la Corte , donde su Magestad le hizo mu- cha merced ; y á su instancia mandó armar una grue- sa armada, que envió con Diego Flores de Valdés , pa- ra poblar y fortificar el Estrecho ; aunque con varios sucesos la dicha armada tuvo mucha costa , y poco efec- to. Volviendo ahora á la otra nave Almiranta que iba en compañia de la Capitana, habiéndose perdido de S 2 ella 140 Libro tercero ella con aquel temporal que dixe , procuró hacerse á la mar lo mas que pudo : mas como el viento era tra- vesía , y forzoso , entendió de cierto perecer , y así se confesaron y aparejaron para morir todos. Duróles el temporal sin aflojar tres dias , de los quales , pensando dar en tierra cada hora , fué al revés , que siempre veían Írseles desviando mas la tierra , hasta que al cabo del tercero dia , aplacando la tormenta , tomando el Sol se hallaron en cincuenta y seis grados , y viendo que no habían dado al través , antes se hallaban mas lexos de la tierra , quedaron admirados : de donde infirieron (co- mo Hernando Lamero , Piloto de la dicha nave , me lo contó ) , que la tierra que está de la otra parte del Estrecho , como vamos por el mar del sur , no corria por el mismo rumbo que hasta el Estrecho , sino que hacía vuelta hacia levante , pues de otra suerte no fue- ra posible dexar de zabordar en ella con la travesía que corrió tanto tiempo. Pero no pasaron mas adelan- te , ni supieron si se acababa allí la tierra ( como al- gunos quieren decir que es Isla lo que hay pasado el Estrecho , y que se juntan allí los dos mares de nor- te y sur ) , ó si iba corriendo la vuelta de el leste has- ta juntarse con la tierra de Vista que llaman , que res- ponde al cabo de Buena-Esperanza , como es opinión de otros. La verdad de esto no está averiguada hoy dia , ni se halla quien haya rodeado aquella tierra. El Virey Don Martin Enriquez me dixo á mí , que tenia por invención del corsario Inglés la fama que se habia echado , de que el Estrecho hacía luego Isla , y se jun- taban ambos mares ; porque él , siendo Virey de la Nueva-España , habia examinado con diligencia al Pi- loto Portugués que allí dexó Francisco Drac , y jamás tal entendió de él , sino que era verdadero Estrecho, y tierra firme de ambas partes. Dando , pues , vuelta la dicha nave Almiranta , reconocieron el Estrecho , se- gún el dicho Hernando Lamero me refirió ; pero por otra boca ó entrada que hace en mas altura , por caii- ' sa de la Historia natural de Indias. -141 sa de cierta Isla grande que está á la boca del Estre- cho , que llaman la Campana , por la hechura que tie- ne ; y él quiso, según decia, pasarle, y el Almirante y soldados no lo consintieron , pareciendoles que era ya muy entrado el tiempo, y que corrían mucho pe- ligro ; y así se volvieron á Chile y al Perú sin haberle pasado. CAPITULO XI I. Del Estrecho que algunos afirman haber en la Florida. COmo Magallanes halló aquel Estrecho , que está al sur , así han otros pretendido descubrir otro Estre- cho , que dicen haber al norte , el qual fabrican en la tierra de la Florida , la qual corre tanto , que no se sa- be su término. El Adelantado Pedro Melendez , hombre tan práctico y excelente en la mar , afirmaba ser cosa cierta el haber Estrecho ; y que el Rey le habia man- dado descubrirle , de lo qual mostraba grandísima ga- na. Traía razones para probar su opinión , porque de- cia , que se habian visto en la mar del norte pedazos de navios que usan los Chinos , lo qual no fuera posible, si no hubiera paso de la una mar á la otra. ítem , re- fería, que en cierta bahía grande que hay en la Flo- rida, y entra trescientas leguas la tierra adentro, se veían ballenas á ciertos tiempos , que venían del otro mar: otros indicios también referia , concluyendo finalmente, que á la sabiduría del Hacedor , y buen orden de natu- raleza pertenecía , que como habia comunicación , y pa- so entre los dos mares al polo Antartico, así también la hubiese al polo Ártico , que es mas principal. Este Es- trecho , dicen algunos , que tuvo de él noticia aquel graq corsario Drac ; y que así lo significó él quando pasó la costa de Nueva-España por la mar del sur , y aun se piensan que hayan entrado por él los corsarios In- gleses , que este año pasado de mil quinientos ochenta ' . " y 142 Libro tercero y siete robaron un navio , que venía de las Filipinas con gran cantidad de oro y otras riquezas , la qual presa hi- cieron junto á las Californias , que siempre reconocen las naves que vuelven á la Nueva-España de las Filipinas y de la China. Según es la osadía de los hombres , y el ansia de hallar nuevos modos de acrecentarse , yo ase- guro que antes de muchos años se sepa también este se- creto , que es cierto cosa digna de admiración , que co- mo las hormiguillas tras el rastro , y noticia de las co- sas nuevas , no paran hasta dar con lo dulce de la co- dicia y gloria humana. Y la alta y eterna sabiduría del Criador usa de esta natural curiosidad de los hombres para comunicar la luz de su Santo Evangelio á gentes, que todavía viven en las tinieblas obscuras de sus erro- res. Mas en fin , hasta ahora el Estrecho del polo Ár- tico , si le hay , no está descubierto ; y así será jus- to decir las propiedades y noticias , que del Antartico ya descubierto y sabido nos refieren ios mismos que por sus ojos las vieron. CAPITULO XIII. De las propiedades del Estrecho de Magallanes. EL Estrecho , como está dicho , está en altura de cin- cuenta y dos grados escasos al sur ; tiene de es- pacio desde un mar á otro noventa , ó cien leguas , don- de mas angosto , será de una legua algo menos ; y allí pretendian que el Rey pusiese una fuerza para defender el paso. El fondo en partes es tan profundo , que no se puede sondar , en otras se halla fondo , y en algunas no tiene mas que diez y ocho , y aun en otras no mas de quince brazas. De las cien leguas que tiene de largo de mar á mar , se reconoce claro , que las treinta va en- trando por su parte la mar del sur , y va haciendo señal con sus olas ; y las otras setenta leguas hace se- ñal la mar del norte con las suyas. Hay empero es- ta de la Historia natural de Indias. 143 ta diferencia , que las treinta del sur corre entre peñas altísimas , cuyas cumbres están cubiertas perpetuamen- te de nieve, y según son altas, parece que se juntan; y por eso es tan difícil reconocer la entrada del Estrecho por la mar del sur. Estas mismas treinta leguas es de inmensa profundidad, sin que se pueda dar fondo en ellas; pero puedense varar los navios en tierra , según es fon- dable su ribera. Las otras setenta leguas , que entra la mar del norte , se halla fondo , y tienen á la una van- da , y á la otra grandes campos y zavanas , que allá llaman. Entran en el Estrecho muchos rios , y grandes de linda agua. Hay maravillosas arboledas, y algunos árboles de madera escogida y olorosa , y no conocida por acá , de que llevaron muestra los que pasaron del Perú. Hay grandes praderías la tierra adentro ; hace di- versas Islas en medio del Estrecho. Los Indios , que ha- bitan á la vanda del sur , son pocos , chicos , y ruines: los que habitan á la vanda del norte son grandes y va- lientes , de los quales traxeron á España algunos que tomaron. Hallaron pedazos de paño azul, y otras in- signias claras de haber pasado por allí gente de Euro- pa. Los Indios saludaron á los nuestros con el nombre de Jesús. Son flecheros , andan vestidos de pieles de ve- nados , de que hay copia por allí. Crecen y descrecen las aguas del Estrecho con las mareas ; y vense venir las unas mareas de la mar del norte , y las otras de la mar del sur claramente ; y en el lugar donde se encuen- tran , que como he dicho , es treinta leguas del sur y setenta del norte , parece ha de haber mas peligro que en todo el resto. Pero quando pasó la Capitana de Sar- miento , que he dicho , no padecieron grave tormenta, antes hallaron menos dificultad de lo que pensaron. Por- que demás de ser entonces el tiempo bonancible , vie- nen las olas del mar del norte muy quebrantadas , por el gran espacio de setenta leguas que entran ; y las olas del mar del sur , por ser su profundo inmenso , tampo- co muestran tanta furia , anegandose en aquella profun- di- 144 Libro tercero didad. Bienes verdad, que en tiempo de invierno es in- navegable el Estrecho por la braveza de los vientos , é hinchazón de los mares que allí hay ; y por eso se han perdido algunas naves que han pretendido pasar el Es- trecho ; y de la parte del sur sola una le ha pasado, que es la Capitana que he dicho , de cuyo Piloto ma- yor , llamado Hernando Alonso , tuve yo muy larga re- lación de todo lo que digo , y vi la verdadera descrip- ción y costa del Estrecho , que como la iban pasando, la fueron haciendo, cuya copia traxeron al Rey á Es- paña , y llevaron á su Virey al Perú. CAPITULO XIV. Del fitixo y reflut^o del mar Océano en Indias. UNo de los secretos admirables de naturaleza es el fluxo y refluxo del mar , no solamente por la ex- tra ñeza de su crecimiento y diminución , sino mucho mas por la variedad que en diversos mares se halla en esto, y aun en diversas playas de un mismo mar. Hay mares que no tienen el fluxo y refluxo cotidiano , como consta del Mediterráneo inferior , que es el Tyrreno : teniendo fluxo y refluxo cotidiano el Mediterráneo superior , que es el mar de Venecia , cosa que con razón causa ad- miración , porque siendo ambos Mediterráneos , y no ma- yor el de Venecia , aquel tiene fluxo y refluxo como el Océano , y estotro mar de Italia no lo tiene ; pero al- gunos Mediterráneos manifiestamente tienen crecimiento y menguante cada mes , otros ni al dia , ni al mes. Otros mares , como el Océano de España , tienen el fluxo y refluxo de cada dia , y á mas de ese , el de cada mes , que son dos , es á saber , á la entrada y á la llena de Luna, que llaman aguas vivas. Mar que tenga el crecimien- to y diminución de cada dia , y no le tenga el de ca- da mes , no sé que le haya. En las Indias es cosa de admiración la variedad que hay en esto : partes hay , en que de la Historia natural de Indias. 145 que llena y vacía la mar cada dia dos leguas , como se ve en Panamá, y en aguas vivas es mucho mas. Hay otras , donde es tan poco lo que sube y lo que baxa, que apenas se conoce la diferencia. Lo común es te- ner el mar Océano creciente y menguante , cotidiana y menstrua ; y la cotidiana es dos veces al dia natural, y siempre tres quartos de hora menos el un dia de el otro, conforme al movimiento de la Luna , y así nun- ca la marea un dia es á la hora del otro. Este fluxo y refluxo han querido algunos sentir , que es movimien- to local del agua del mar, de suerte que el agua que viene creciendo á una parte, va descreciendo .á la con- traria , y así es menguante en la parte opuesta del mar, quando es acá creciente. A la manera que en una cal- dera hace ondas el agua , que es llano , que quando á la una parte sube , baxa á la otra. Otros afirman , que el mar á un mismo tiempo crece á todas partes , y á un mismo tiempo mengua también, á todas partes ; de modo , que es como el hervor de la olla , que junta- mente sube, y se extiende á todas sus partes , y quan- do se aplaca , juntamente se disminuye á todas partes. Este segundo parecer es verdadero , y se puede tener, á mi juicio , por cierto y averiguado , no tanto por las razones que para esto dan los Filósofos que en sus Meteoros fundan esta opinión , quanto por la experien- cia cierta que de este negocio se haya podido alcanzar. Porque para satisfacerme de este punto y qüestion , yo pregunté con muy particular curiosidad al piloto arri- ba dicho , como eran las mareas que en el Estrecho hallaron , si por ventura descrecian y menguaban las mareas del mar del sur, al tiempo que subian y puja- ban las del mar del norte , y al contrario. Porque sien- do esto así , era claro que el crecer el mar de una parte , era descrecer de otra, que es lo que la pri- mera opinión afirma. Respondióme , que no era de esa suerte , sino que clarísimamente á un propio tiempo ve- nian creciendo las mareas del mar del norte , y las Tomo L T del 146 Libro tercero del mar del sur, hasta encontrarse unas olas con otras, y que á un mismo tiempo volvian á baxar cada una á su mar ; y que este pujar y subir , y después baxar y menguar , era cosa que cada dia la veían , y que el golpe y encuentro de la una y otra creciente era (co- mo tengo dicho) á las setenta leguas de el mar del norte , y treinta de el mar del sur. De donde se co- lige manifiestamente, que el fluxo yrefluxodel Océa- no no es puro movimiento local , sino alteración y fer- vor con que realmente todas sus aguas suben , y cre- cen á un mismo tiempo , y á otro tiempo baxan , y menguan, de la manera que del hervor de la olla se ha puesto la semejanza. No fuera posible comprehen- der por via de experiencia este negocio , sino en el Es- trecho , donde se junta todo el mar Océano entre sí. Porque por las playas opuestas , saber si quando en la una crece , descrece en la otra , solos los Angeles lo po- drian averiguar, que los hombres no tienen ojos para ver tanta distancia , ni pies para poder llevar los ojos con la presteza que una marea da de tiempo , que son solamente seis horas. CAPITULO XV. De diversos pescados , y modos de pescar de los Indios. HAy en el Océano innumerables pescados, que solo el Hacedor puede declarar sus especies y propieda- des. Muchos de ellos son del mismo género que en la mar de Europa se hallan , como lizas , sábalos , que su- ben de la mar á los rios , dorados , sardinas , y otros muchos. Otros hay , que no sé que los haya por acá , co- mo los que llaman cabrillas , y tienen alguna semejanza con truchas , y los que en Nueva-España llaman bobos, que suben de la mar á los rios. Besugos, ni truchas no las he visto \ dicen que en tierra de Chile las hay. Atunes hay de la Historia natural de Indias. 14^' hay algunos , aunque raros , en la costa de el Perú ,' y es opinión que á tiempos suben á desovar al Estrecho de Magallanes , como en España al Estrecho de Gi- braltar , y por eso se hallan mas en la costa de Chi- le , aunque el atún que yo he visto traído de allá , no es tal como lo de España. En las Islas que llaman de Barlovento , que son Cuba , la Española , Puerto-Rico y Jamayca , se halla el que llaman manati , estraño género de pescado , si pescado se puede llamar animal que pare vivos sus hijos , y tiene tetas , y leche coa que los cria , y pace yerva en el campo; pero en efec- to habita de ordinario en el agua , y por eso le co- men por pescado , aunque yo quando en Santo Domin- go lo comí un viernes , quasi tenia escrúpulo , no tan- to por lo dicho, como porque en el color y sabor rio parecían sino tajadas de ternera , y en parte de per- nil , las postas de este pescado : es grande como una vaca. De los tiburones , y de su increíble voracidad, me maravillé con razón , quando vi que de uno que habían tomado en el puerto que he dicho , le sacaron del buche un cuchillo grande carnicero , y un anzuelo grande de hierro , y un pedazo grande de la cabeza de una vaca con su cuerno entero , y aun no sé si am- bos á dos. Yo vi por pasatiempo echar , colgado de muy alto , en una poza que hace la mar , un quarto de un rocin , y venir á él al momento una quadrilla de tiburones tras el olor ; y porque se gozase mejor la fiesta , no llegaba al agua la carne del rocin , sino le- vantada no sé quantos palmos ; tenia en derredor esta gentecilla que digo , que daban saltos , y de una ar- remetida en el ayre cortaban carne y hueso con ex- traña presteza , y así cercenaban el mismo jarrete de el rocin , como si fuera un troncho de lechuga ; pero tales navajas tienen en aquella su dentadura. Asidos á estos fieros tiburones andan unos pececillos , que lla- man romeros , y por mas que hagan , no los pueden echar de sí : estos se mantienen de lo que á los tibu- T2 ro- 148 Libro tercero ^ w^ *-^b roñes se les escapa por los lados. Voladores son otros pececillos que se hallan en la mar dentro de los Trópi- cos , y no sé que se hallen fuera. A estos persiguen los dorados , y por escapar de ellos saltan de la mar , y van buen pedazo por el ayre , por eso los llaman vo- ladores: tienen unas aletas como de telilla ó pergami- no , que les sustentan un rato en el ayre. En el navio en que yo iba , voló ó saltó uno , y vi la facción que digo de alas. De los lagartos ó caymanes que llaman, hay mucho escrito en Historias de Indias ; son verdaderamente los que Plinio y los Antiguos llaman crocodilos. Hallanse en las playas y rios calientes ; en playas ó rios frios no se hallan. Por eso en toda la costa de el Perú no los hay hasta Payta , y de alli adelante son freqüen- tísimos en los rios. Es animal ferocisimo, aunque muy torpe : la presa hace fuera de el agua , y en ella aho- ga lo que toma vivo ; pero no lo traga sino fuera de el agua , porque tiene el tragadero de suerte , que fá- cilmente se ahogaría entrándole agua. Es maravillosa la pelea de el caymán con el tigre , que los hay fe- rocisimos en Indias. Un religioso nuestro me refirió ha- ber visto á estas bestias pelear cruelísimamente á la orilla de la mar. El caymán con su cola daba recios golpes al tigre , y procuraba con su gran fuerza llevar- le al agua ; el tigre hacia fuerte presa en el caymán con las garras , tirándole á tierra. Al fin prevaleció el tigre, y abrió al lagarto , debió de ser por la barriga , que la tiene blanda , que todo lo demás no hay lanza , y aun apenas arcabuz que lo pase. Mas excelente fué la vic- toria que tuvo de otro caymán un Indio , al qual le ar- rebató un hijuelo , y se lo metió debaxo del agua , de que el Indio lastimado y sañudo se echó luego tras él con un cuchillo , y como son excelentes buzos , y el cay- mán no prende sino fuera del agua , por debaxo de la barriga le hirió , de suerte que el caymán se salió he- rido ala ribera, y soltó el muchacho , aunque ya muer- to de la Historia natural de Indias. 149 to y ahogado. Pero mas maravillosa es la pelea que tie- nen los Indios con las ballenas , que cierto es una gran- deza del Hacedor de todo , dar á gente tan ñaca como Indios , habilidad y osadía para tomarse con la mas fie- ra y disforme bestia de quantas hay en el universo ; y no solo pelear , pero vencer y triunfar tan gallardamen- te. Viendo esto , me he acordado muchas veces de aque- llo del Salmo (i) , que se dice de la ballena : Draco is- te , quem formasti ad illudendum ei. ¿Qué mas burla que llevar un Indio solo con un cordel vencida y atada una ballena tan grande como un monte ? El estilo que tie- nen , según me refirieron personas expertas , los Indios de la Florida , donde hay gran cantidad de ballenas es, meterse en una canoa , ó barquilla , que es como una ar- tesa , y bogando llégase al costado de la ballena , y con gran ligereza salta , y sube sobre su cerviz , y allí caballe- ro , aguardando tiempo , mete un palo agudo y recio, que trae consigo , por la una ventana de la nariz de la ballena, llamo nariz aquella fístula por donde respiran las ba- llenas ; luego le golpea con otro palo muy bien , y le hace entrar bien profundo. Brama la ballena , y da gol- pes en la mar , y levanta montes de agua , y húndese dentro con furia , y vuelve á saltar , no sabiendo qué hacerse de rabia. Estáse quedo el Indio y muy caba- llero , y la enmienda que hace del mal hecho es hin- carle otro palo semejante en la otra ventana , y gol- pearle de modo , que le tapa del todo , y le quita la respiración ; y con esto se vuelve á su canoa , que tie- ne asida al lado de la ballena con una cuerda ; pero dexa primero bien atada su cuerda á la ballena , y ha- ciéndose á un lado con su canoa , va así dando cuer- da á la ballena. La qual , mientras está en mucha agua, da vueltas á una parte y á otra como loca de enojo, y al fin se va acercando á tierra , donde con la enormi- dad de su cuerpo presto encalla , sin poder ir , ni vol- ver, (i) Psalm. 103. T. 26. 150 Libro tercero ver. Aqní acuden gran copia de Indios al vencido para coger sus despojos. En efecto la acaban de matar , y la parten , y hacen trozos , y de su carne harto perversa, secándola y moliéndola hacen ciertos polvos que usan para su comida , y les dura largo tiempo. También se cumple aquí lo que de la misma ballena dice otro Sal- mo (i): Dedisti eum escam -pofulis jEtMopum. El Ade- lantado Pedro Melendez muclias veces contaba esta pes- quería , de que también hace mención Monardes en su libro. Aunque es mas menuda , no dexa de ser digna de referirse también otra pesquería que usan de ordinario los Indios en la mar. Hacen unos como manojos de jun- cia , ó espadañas secas bien atadas , que allá llaman bal- sas , y llevanlas á cuestas hasta la mar , donde arroján- dolas con presteza suben en ellas , y así caballeros se entran la mar adentro , y bogando con unos canaletes de un lado y de otro , se van una y dos leguas en al- ta mar á pescar ; llevan en los dichos manojos sus re- des y cuerdas , y sustentándose sobre las balsas , arro- jan su red , y están pescando grande parte de la noche, ó del dia , hasta que llenan su medida , con que dan la vuelta muy contentos. Cierto , verlos ir á pescar en el Callao de Lima era para mí cosa de gran recrea- ción , porque eran muchos , y cada uno en su balsilla caballero , ó sentado á porfía cortando las olas del mar, que es bravo allí donde pescan , parecían los Tritones, ó Neptunos que pintan sobre el agua. En llegando á tier- ra , sacan su barco á cuestas , y luego le deshacen ; y tienden por aquella playa las espadañas para que se en- juguen y sequen. Otros Indios de los valles de lea solian ir á pescar en unos cueros , ó pellejos de lobo marino hinchados , y de tiempo á tiempo los soplaban como á pelotas de viento para que no se hundiesen. En el va- lle de Cañete, que antiguamente decian elGuarco, ha- bía innumerables Indios pescadores ; y porque resistie- ron (i) Psalm, 73. v. 14. de la Historia natural de Indias. 151 ron al Inca , quando fué conquistando aquella tierra , fin- gió paces con ellos , y ellos por hacerle fiesta , hicieron una pesca solemne de muchos millares de Indios , que en sus balsas entraron en la mar : á la vuelta , el Inca tuvo apercibidos soldados de callada , é hizo en ellos cruel estrago , por donde quedó aquella tierra tan des- poblada , siendo tan abundante. Otro género de pesca vi , á que me llevó el Virey Don Francisco de Toledo; verdad es, que no era en mar , sino en un rio, que lla- man el Rio Grande, en la Provincia de los Charcas, donde unos Indios Chiriguanas se zabullían debaxo del agua , y nadando con admirable presteza seguían los pe- ces , y con unas fisgas , ó harpones que llevaban en la mano derecha , nadando solo con la izquierda herian el pescado ; y así atravesado lo sacaban arriba , que cierto parecían ellos ser mas peces , que hombres de la tierra. Y ya que hemos salido de la mar , vamos á esotros gé- neros de aguas que restan por decir. CAPITULO XVI. De las lagunas y lagos que se hallan en Indias. EN lugar del mar Mediterráneo, que gozan las regiones del viejo orbe , proveyó el Criador en el nuevo de muchos lagos , y algunos tan grandes que se pueden lla- mar mares ; pues al de Palestina le llama así la Escritu- ra, no siendo mayor, ni aun tan grande como alguno de estos. El principal es el de Titicaca en el Perú , en las provincias del CoUao , del qual se ha dicho en el libro precedente , que tiene de rodeo quasi ochenta le- guas , y entran en él diez ó doce rios caudalosos. Comen- zóse un tiempo á navegar en barcos , ó navios , y die- ronse tan mala maña , que el primero navio que entró, se abrió con un temporal que hubo en la laguna. El agua TÍO es del todo amarga y salobre como la del mar ; pe- ro es tan gruesa , que no es para beber. Cria dos ge- ne- 152 Libro tercero ñeros de pescado en abundancia ; uno llaman suches, que es grande y sabroso , pero flemoso y mal sano : otro bogas , mas sano , aunque pequeño y muy espinoso. De patos y patillos de agua hay innumerable cosa en to- da la laguna. Quando quieren hacer fiestas los Indios á algún personage que pasa por Chucuito ó por Omasu- yo , que son las dos riberas de la laguna , juntan gran copia de balsas , y en torno van persiguiendo y encer- rando los patos , hasta tomar á manos quantos quie- ren : llaman este modo de cazar , chaco. Están á las riberas de esta laguna de una y otra parte las mejo- res poblaciones de Indios del Perú. Por el desaguadero de ésta se hace otra menor laguna , aunque bien gran- de , que se llama Paria , donde también hay mucho ganado especial porcuno , que se da allí en extremo , por la totora que cria la laguna , con que engorda bien ese ganado. Hay otras muchas lagunas en los lugares al- tos de la sierra , de las quales nacen rios ó arroyos, que vienen adelante á ser muy caudalosos rios. Co- mo vamos de Arequipa al CoUao hay en lo alto dos lagunas hermosas á una vanda y á otra del camino: de la una sale un arroyo , que después se hace rio , y va á la mar del sur : de la otra dicen que tiene prin- cipio el rio famoso de Aporima , del qual se cree , que procede con la gran junta de rios que se llegan de aque- llas sierras , el ínclito rio de las Amazonas , por otro nombre el Marañón. Es cosa que muchas veces con- sideré , de donde proviene haber tantos lagos en lo alto de aquellas sierras y cordilleras , en los quales no en- tran rios , antes salen muy copiosos arroyos , y no se sienten menguar quasi en todo el año las dichas lagu- nas. Pensar que de nieves que se derriten , ó de lluvias del cielo se hacen estos lagos que digo , no satisface del todo , porque muchos de ellos i)o tienen esa copia 4e nieve , ni tanta lluvia, y no se sienten menguar , que todo arguye ser agua manantial , que la naturaleza pro- veyó allí, aunque bien es de creer se ayudan de nie- ves de la Historia natural' de Indias. 153 ves y lluvias en algunos tiempos del año. Son estos la- gos tan ordinarios en las mas altas cumbres de las sier- ras , que apenas hay rio notable , que no tenga su naci- miento de alguno de ellos. El agua de estos lagos es limpia y clara : crian poco pescado , y ese menudo , por el frió que continuo tienen , aunque por otra nueva ma- ravilla se hallan algunas de estas lagunas ser sumamen- te calientes. En fin , del valle de Tarapaya , cerca de Potosí , hay una laguna redonda , y tanto , que parece hecha por compás, y con ser la tierra donde sale fri- gidísima , es el agua calidísima. Suelen nadar en ella cer- ca de la orilla , porque entrando mas no pueden sufrir el calor. En medio de esta laguna se hace un remolino y borbollón de mas de veinte pies en largo y ancho, y es allí el propio manantial de la laguna , la qual con ser su manantial tan grande , nunca la sienten crecer co- sa alguna , que parece se exhala allí , ó tiene algunos desaguaderos encubiertos. Pero tampoco la ven menguar, que es otra maravilla , con haber sacado de ella una corriente gruesa para moler ciertos ingenios de metal, y siendo tanta el agua que desagua , habia de menguar algo de razón. Dexando el Perú , y pasando á la Nue- va-España , no son menos memorables las lagunas que en ella se hallan , especialmente aquella tan famosa de México , en la qual hay dos diferencias de aguas , una es salobre y como de mar , otra clara y dulce , causa- da de rios que entran allí. En medio de la laguna está un peñón muy gracioso, y en él baños de agua calien- te , y mana allí , que para salud lo tienen por muy apro- bado. Hay sementeras hechas en medio de la laguna, que están fundadas sobre la propia agua , y hechos sus camellones llenos de mil diferencias de semillas y yer- vas , y infinitas ñores , que si no es viéndolo , no se puede bien figurar como es. La ciudad de México es- tá fundada sobre esta laguna , aunque los Españoles han ido cegando con tierra todo el sitio de la ciudad, y solo han dexado algunas acequias grandes , y otras me- Tomo I. ^ V no- 154 Libro tercero ñores que entran , y dan vuelta al pueblo ; y con es- tas acequias tienen gran comodidad para el acarreo de todo quanto han menester de leña,yerva, piedra, ma- dera, frutos de la tierra, y todo lo demás. Cortés fa- bricó vergantines quando conquistó á México : después pareció , que era mas seguro no usarlos ; y así solo se sirven de canoas , de que hay grande abundancia. Tie- ne la laguna mucha pesca y caza , aunque no vi yo de ella pescado de precio : dicen valen los provechos de ella mas de trescientos mil ducados. Otra y otras la- gunas hay también no lexos de allí , de donde se lle- va harto pescado á México. La provincia de Mechoa- cán se dice así , por ser tierra de mucho pescado : hay lagunas hermosas y .grandes , abundantísimas de pescado, y es aquella tierra sana y fresca. Otros muchos lagos hay , que hacer mención de todos , ni aun saberlos en particular , no es posible. Solo se advierta lo que en el libro precedente se notó , que debaxo de la Tórrida hay mayor copia de lagos que en otra parte de el mundo. Con lo dicho , y otro poco que digamos de rios y fuen- tes , quedará acabado lo que se ofrece decir en esta ma- teria. CAPITULO XVIL De diversas fuentes y manantiales. COmo en otras partes del mundo , así en las Indias hay gran diversidad de manantiales , fuentes, y rios ; y algunos de propiedades extrañas. En Guancave- lica de el Perú , donde están las minas de azogue , hay una fuente que mana agua caliente , y como va manan- do el agua se va convirtiendo en peña. De esta peña ó piedra tienen edificadas quasi todas las casas de aquel pueblo. Es piedra blanda, y suave de cortar; y con hierro la cortan y labran con la facilidad que si fue- se madera , y es liviana y durable. De esta agua , si beben hombres ó animales , mueren , porque se les con- de la Historia tiatural ds Indias. 155 gela en el vientre , y se hace piedra ; y así han muer- to algunos caballos. Como se va convirtiendo en piedra» el agua que va manando tapa el camino á la demás» y así es forzoso miudar la corriente , por lo qual ma- na por diversas partes , como va creciendo la peña. En la punta ó cabo de Santa Elena hay un manantial ó fuente de un betún , que en el Perú llaman Copey. Debe de ser á este modo lo que la Escritura refie- re (i) de aquel valle silvestre , donde se hallaban po- zos de betún. Aprovechanse los marineros de aquella fuente ó pozo de Copey , para brear las xarcias y apa- rejos , porque les sirve como la pez y brea de España para aquel efecto. Viniendo navegando para la Nueva- España por la costa de el Perú , me mostró el Piloto la Isla , que llaman de lobos , donde nace otra fuente ó pozo del Copey , ó betún que he dicho , con que asi- mismo brean las xarcias. Y hay otra fuente ó manan- tial de alquitrán. Díxome el sobredicho Piloto , hom- bre excelente en su ministerio , que le habia acaecido navegando por allí algunas veces , estando tan metido á la mar , que no habia vista de tierra , saber por el olor del Copey donde se hallaba , tan cierto como si hu- biera reconocido tierra : tanto es el olor que perpetua- mente se esparce de aquel manantial. En los baños que llaman de el Inca hay un canal de agua , que sale hir- viendo, y junto á él otro de agua tan fria como de nieve. Usaba el Inca templar la una con la otra como queria ; y es de notar , que tan cerca uno de otro ha- ya manantiales de tan contrarias qualidades. Otros in- numerables hay, en especial en la provincia de los Char- cas, en cuya agua no se puede sufrir tener la mano por espacio de una Ave Maria, como yo lo vi sobre apuesta. En el Cuzco tienen una heredad donde mana una fuente de sal , que así como va manando , se va volviendo sal ; y es blanca y buena á maravilla , que si (i) Genes. 14. v, 10. V2 156 Libro tercero si en otras partes fuera , no fuera poca riqueza; allí no lo es por la abundancia que hay de sal. Las aguas que qorren en Guayaquil , que es en el Perú , quasi deba- xa de la equinoccial , las tienen por saludables para el mal francés , y otros semejantes ; y así van allí á co- brar salud de partes muy remotas : dicen ser la causa, que hay por aquella tierra infinita cosa de la raíz que llaman zarzaparrilla , cuya virtud y operación es tan notoria , y que las aguas toman de aquella virtud , pa- ra sanar. Bilcanota es un cerro, que según la opinión- de la gente , está en el lugar mas alto de el Perú. Por lo alto está cubierto de nieve, y por partes todo negro como carbón. Salen de él dos manantiales á partes con- trarias , que en breve rato se hacen arroyos grandes, y poco después rios muy caudalosos ; va el uno al Co- ílao á la gran laguna de Titicaca ; el otro va á los An- des , y es el que llaman Yucay, que juntándose con otros sale á la mar de el norte con excesiva corriente. Este manantial , quando sale de la peña Bilcanota que he di- cho , es de la misma manera que agua de legía , la co- lor cenicienta , y todo él vaheando un humo de cosa quemada , y así corre largo trecho , hasta que la mul- titud de aguas que entran en él , le apagan aquel fue- go , y humo que saca de su principio. En la Nueva- España vi un manantial como de tinta algo azul , otro en el Perú de color roxo como de sangre , por donde le llaman el rio Bermejo. CAPITULO XVIIL De Ríos. ENtre todos los rios no solo de Indias , sino de el universo mundo, el principado tiene el rio Mara- ñón , ó de las Amazonas, de el qual se dixo en el li- bro pasado. Por éste han navegado diversas veces Es- pañoles, pretendiendo descubrir tierras, que según fa- ma de la Historia natural de Indias. i gjr ma son de grandes riquezas , especialmente la que lla- man el Dorado, y el Paytiti. El Adelantado Juan de Salinas hizo una entrada por él notable , aunque fué de poco efecto. Tiene un paso que le llaman el Pongo , que debe ser de los peligrosos de el mundo , porque reco- gido entre dos peñas altísimas tajadas , da un salto aba- xo de terrible profundidad , adonde el agua con el gran golpe hace tales remolinos , que parece imposible dexar de anegarse y hundirse allí. Con todo eso la osadía de los hombres acometió á pasar aquel paso por la codi- cia del Dorado tan afamado. Dexaronse caer de lo al- to arrebatados del furor del rio , y asiéndose bien á las canoas , ó barcas en que iban , aunque se trastornaban al caer , y ellos y sus canoas se hundían , volvían á lo alto , y en fin con maña y fuerza sallan. En efecto , es- capó todo el exército , excepto muy poquitos que se ahogaron ; y lo que mas admira , dieronse tan buena ma- ña , que no se les perdió la munición y pólvora que lleva- ban. A la vuelta (porque al cabo de grandes trabajos y peligros la hubieron de dar por allí ) subieron por una de aquellas peñas altísimas , asiéndose á los puñales que hincaban. Otra entrada hizo por el mismo rio el Capi- tán Pedro de Orsua ; y muerto él , y amotinada la gen- te , otros Capitanes prosiguieron por el brazo que vie- ne hasta el mar del norte. Decianos un Religioso de nuestra Compañía , que siendo seglar se halló en toda aquella jornada , que quasi cien leguas subian las ma- reas el rio arriba , y que quando viene ya á mezclar- se con el mar , que es quasi debaxo , ó muy cerca de la linea, tiene setenta leguas de boca, cosa increíble, y que excede á la anchura del mar Mediterráneo : aun- que otros no le dan en sus descripciones sino veinte y cinco , ó treinta leguas de boca. Después de este rio tie- ne el segunda lugar en el universo el rio de la Plata, que por otro nombre se dice el Paraguay , el qual corre de las cordilleras del Perú , y entra en la mar en al- tura de treinta y cinco grados al sur. Crece al modo que 158 Libro tercero x^^}^ que dicen del Nilo ; pero mucho mas sin comparación, y dexa hechos mar los campos que baña , por espacio de tres meses: después se vuelve á su madre ; suben por él navios grandes muchas leguas. Otros rios hay , que aunque no de tanta grandeza ; pero igualan , y aun ven- cen á los mayores de Europa , como el de la Mag- dalena cerca de Santa Marta , y el rio Grande, y el de Alvarado en Nueva-España , y otros innumerables. De la parte del sur , en las sierras del Peni , no son tan grandes los rios comunmente , porque tienen poco espa- cio de corrida , y no pueden juntar tantas aguas ; pe- ro son recios por caer de la sierra , y tienen avenidas súbitas , y por eso son peligrosos , y han sido causa de muchas m.uertes : en tiempo de calores crecen , y vienen de avenida. Yo pasé veinte y siete por la costa , y nin- guno de ellos á vado. Usan los Indios de mil artificios para pasar los rios. En algunas partes tienen una gran soga atravesada de vanda á vanda , y en ella un ces- tón ó canasto , en el qual se mete el que ha de pasar, y desde la ribera tiran de él , y así pasa en su cesto. En otras partes va el Indio como caballero en una bal- sa de paja , y toma á las ancas al que ha de pasar , y bogando con un canalete pasa. En otras partes tienen una gran red de calabazas , sobre las quales echan las personas , ó ropa que han de pasar ; y los Indios , asi- dos con unas cuerdas , van nadando , y tirando de la balsa de calabazas como caballos tiran un coche ó car- roza ; y otros detrás van dando empellones á la balsa para ayudarla. Pasados , toman á cuestas su balsa de calabazas , y vuelven á pasar á nado ; esto hacen en el rio de Santa del Perú. En el de Alvarado de Nueva-Es- paña pasamos sobre una tabla que toman á hombros ios Indios , y quando pierden pie , nadan. Estas y otras mil maneras que tienen de pasar los rios , ponen cier- to miedo quando se miran , por parecer medios tan fla- cos y frágiles ; pero en efecto son muy seguros. Puen- tes ellos no las usaban , sino de crisnejas y paja. Ya hay de la Historia natural de Indias. 159 hay en algunos rios puentes de piedra por la diligen- cia de algunos Gobernadores ; pero harto menos de las que fuera razón en tierra , donde tantos hombres se aho- gan por falta de ellas , y que tanto dinero dan , de que no solo España, pero tierras extrangeras fabrican sober- bios edificios. De los rios que corren de las sierras , sa- can en los valles y llanos los Indios muchas y grandes acequias para regar la tierra , las quales usaron hacer con tanto orden y tan buen modo , que en Murcia, ni en Milán no le hay mejor ; y ésta es la mayor ri- queza , ó toda la que hay en los llanos del Perú , co- mo también en otras muchas partes de Indias. •,. ■A CAPITULO XIX, (í; ' i ;, De la qualidad de la tierra de Indias en general LA qualidad de la tierra de Indias ( pues es éste el postrero de los tres elementos que propusimos tra- tar en este libro) en gran parte se puede bien enten- der , por lo que está disputado en el libro anteceden- te de la Tórridazona , pues la mayor parte de Indias cae debaxo de ella. Pero para que mejor se entienda, he considerado tres diferencias de tierra en lo que he andado en aquellas partes, una es baxa , y otra muy alta , y la que está en medio de estos extremos. La tierra baxa es , la que es costa de mar , que en todas las Indias se halla , y ésta de ordinario es muy húme- da y caliente , y así es la menos sana , y menos po- blada al presente. Bien que hubo antiguamente grandes poblaciones de Indios , como de las historias de la Nue- va-España , y del Perú consta , porque como les era natural aquella región á los que en ella nacían y se criaban , conservábanse bien. Vivian de pesquerías del mar, y de las sementeras que hacían, sacando acequias de los rios , con que suplian la falta de lluvias , que ordi- nariamente es poca en la costa ^ y en algunas partes nin- gu- 1 6o Libro tercero guna del todo. Tiene esta tierra baxa grandísimos pe- dazos inhabitables , ya por arenales , que los hay crue- les , y montes enteros de arena ; ya por ciénagas , que como corre el agua de ios altos , muchas veces no ha- lla salida , y viértese , y hace pantanos y tierras ane- gadizas sin remedio. En efecto la mayor parte de to- da la costa del mar es de esta suerte en Indias , ma- yormente por la parte del mar de el sur. En nuestro tiempo está tan disminuida y menoscabada la habita- ción de estas costas ó llanos , que de treinta partes se deben de haber acabado las veinte y nueve : lo que du- ra de Indios , creen muchos se acabará antes de mucho. Atribuyen esto algunos á diversas causas , unos á de- masiado trabajo que han dado á los Indios , otros al diverso modo de mantenimientos y bebidas que usan, después que participan del uso de Españoles ; otros al demasiado vicio que en beber y en otros abusos tie- nen. Y yo para mí creo , que esta desorden es la ma- yor causa de su diminución , y el disputarlo no es pa- ra ahora. En esta tierra baxa que digo , que general- mente es mal sana , y poco apta para la habitación hu- mana , hay excepción de algunas partes que son tem- pladas y fértiles , como es gran parte de los llanos del Perú , donde hay valles frescos y abundantes. Susten- ta por la mayor parte la habitación de la costa el co- mercio por mar con España, del qual pende todo el es- tado de las Indias. Están pobladas en la costa algunas ciudades , como en el Perú Lima y Truxillo : Panamá y Cartagena en Tierra-firme : Santo Domingo , y Puer- to-Rico y la Habana en las Islas ; y muchos pueblos menores , como la Veracruz en la Nueva-España , lea y Arica , y otros en el Perú : y comunmente los Puer- tos ( aunque poca ) tienen alguna población. La segun- da manera de tierra es por otro extremo muy alta , y por el consiguiente fria y seca , como lo son las sier- ras comunmente. Esta tierra no es fértil, ^^ apacible; pero es sana, y así es muy habitada : tiene pastos, y con de la Historia natural de Indias. i6i con ellos mucho ganado , que es gran parte del sus- tento de la vida humana ; con esto suplen la falta de sementeras , rescatando y traginando. Lo que hace es- tas tierras ser habitadas , y algunas muy pobladas , es la riqueza de minas que se halla en ellas , porque á la plata y al oro obedece todo. En éstas , por ocasión de las minas , hay algunas poblaciones de Españoles y de Indios muy crecidas , como es Potosí y Guancavelica en el Perú , los Zacatecas en Nueva-España. De Indios hay por todas las serranías grande habitación , y hoy dia se sustentan , y aun quieren decir , que van en crecimien- to los Indios , salvo que la labor de minas gasta mu- chos ; y algunas enfermedades generales han consumi- do gran parte , como el cocoliste en la Nueva-España; pero en efecto de parte de su vivienda no se ve que vayan en diminución. En este extremo de tierra alta, fria y seca , hay los dos beneficios que he dicho de pas- tos y minas , que recompensan bien otros dos que tie- nen las tierras baxas de costa , que es el beneficio de la contratación de mar , y la fertilidad de vino , que no se da sino en estas tierras muy calientes. Entre es- tos dos extremos hay la tierra de mediana altura , que aunque una mas ó menos que otra , no llegan , ni al ca- lor de la cosía , ni al destemple de puras sierras. En esta manera de tierra se dan bien las sementeras de tri- go , cebada y maíz , las quales no así en tierras muy altas, aunque sí en baxas. Tienen también abundancia de pastos , ganados , frutas y arboledas , y se dan bas- tante las verduras. Para la salud y para el contento es la mejor habitación , y así lo mas que está poblado en Indias , es de esta qualidad. Yo lo he considerado con alguna atención en diversos caminos , y discursos que he hecho , y hallado por buena cuenta , que las pro- vincias y partes mas pobladas y mejores de Indias son de este jaez. En la Nueva-España (que sin duda es de lo mejor que rodea el Sol) mirese, que por don- de quiera que se entre , tras la costa luego se va su- Tomo I, X bien- 102 Libro tercero hiendo , y aunque de la suma subida se vuelve á de- clinar después , es poco , y queda la tierra mucho mas alta que está la costa. Así está todo el contorno de México , y lo que mira el volcán , que es la mejor tier- ra de Indias. Así en el Perú , Arequipa , y Guaman- ga , y el Cuzco ; aunque una algo mas , y otra algo menos ; pero en fin toda es tierra alta , y que de ella se baxa á valles hondos , y se sube á sierras altas , y lo mismo me dicen de Quito , y de Santafé , y de lo mejor del nuevo Reyno. Finalmente tengo por gran acuerdo del Hacedor , proveer , que quasi la mayor parte de esta tierra de Indias fuese alta , porque fue- se templada, pues siendo baxa fuera muy cálida de- baxo de la Zonatórrida, mayormente distando de la mar. Tiene también quasi quanta tierra yo he visto en Indias, vecindad de sierras altas por un cabo ó por otro , y algunas veces por todas partes. Tanto es esto, que muchas veces dixe allá , que deseaba verme en par- te donde todo el Orizonte se terminase con el Cielo y tierra tendida , como en España en mil campos se ve; pero jamás me acuerdo haber visto en Indias tal vista, ni en Islas , ni en tierra firme , aunque anduve mas de setecientas leguas en largo. Mas como digo , para la habitación de aquella región fué muy conveniente la ve- cindad de los montes y sierras para templar el calor del Sol. Y así todo lo mas habitado de Indias es del modo que está dicho ; y en general toda ella es tierra de mucha yerva , y pastos , y arboleda , al contrario de lo que Aristóteles y los Antiguos pensaron. De suer- te, que quando van de Europa á Indias, se maravillan de ver tierra tan amena y tan verde , y tan llena de frescura, aunque tiene algunas excepciones esta regla, y la principal es de la tierra del Perú, que es extra- ña entre todas , de la qual diremos ahora. CA déla Historia natural de Indias. 163 CAPITULO XX. De las propiedades de la tierra del Perú. POr Perú entendemos no toda aquella gran parte del mundo , que intitulan la America , pues en ésta se comprehende el Brasil , y el reyno de Ciiile , y el de Granada, y nada de esto es Perú, sino solamente aque- lla parte que cae á la vanda del sur , y comienza del reyno de Quito , que está debaxo de la linea , y corre en largo hasta el reyno de Chile , que sale de los Tró- picos , que serán seiscientas leguas en largo , y en el ancho no mas de hasta lo que toman los Andes, que serán cincuenta leguas comunmente , aunque en algu- nas partes , como hacia Chachapoyas , hay mas. Este pedazo de mundo , que se llama Perú , es de mas no^ table consideración , por tener propiedades muy extra- ñas , y ser quasi excepción de la regla general de tier- ras de Indias. Porque lo primero toda su costa no tie- ne sino un viento , y ese no es el que suele correr de- baxo de la Tórrida , sino su contrario , que es el sur y sudueste. Lo segundo , con ser de su naturaleza es- te viento el mas tempestuoso , y mas pesado y enfermo de todos , es allí á maravilla suave , sano y regalado, tanto , que á él se debe la habitación de aquella costa, que sin él fuera inhabitable de caliente y congoxo- sa. Lo tercero, en toda aquella costa nunca llueve, ni truena , ni graniza , ni nieva , que es cosa admira- ble. Lo quarto , en muy poca distancia junto á la cos- ta llueve , y nieva , y truena terriblemente. Lo quinto, corriendo dos cordilleras de montes al parejo , y en una misma altura de polo , en la una hay grandísima arbole- da , y llueve lo mas del año , y es muy cálida : la otra todo lo contrario , es toda pelada, muy fria , y tiene el año repartido en invierno y verano , en lluvias y sere- nidad. Para que todo esto se perciba mejor , base de X 2 con- 164 Libro tercero considerar , que el Perú está dividido en tres como ti- ras largas y angostas , que son llanos , sierras , y an- des : los llanos son costa de la mar : la sierra es todo cuestas con algunos valles : los andes son montes espe- sísimos. Tienen los llanos de ancho como diez leguas, y en algunas partes amenos ; en otras algo mas : la sier- ra tendrá veinte , los andes otras veinte , en partes mas, y en partes menos ; corren lo largo de norte á sur, lo ancho de oriente á poniente. Es , pues , cosa maravi- llosa , que en tan poca distancia como son cincuenta leguas , distando igualmente de la linea y polo , haya tan grande diversidad , que en la una parte quasi siem- pre llueve, en la otra parte quasi nunca llueve, y en la otra un tiempo llueve , y otro no llueve. En la cos- ta ó llanos nunca llueve , aunque á veces cae una agua menudilla , que ellos llaman garúa , y en Castilla llo- vizna ; y ésta á veces llega á unos goteroncillos de agua que cae ; pero en efecto no hay tejados , ni agua que obligue á ellos. Los tejados son una estera con un po- co de tierra encima , y eso les basta. En los andes qua- si todo el año llueve , aunque un tiempo hay mas se- renidad que otro. En la sierra que cae en medio de es- tos extremos , llueve á los mismos tiempos que en Es- paña , que es desde Septiembre á Abril. Y esotro tiem- po está sereno , que es quando mas desviado anda el Sol ; y lo contrario quando mas cercano , de lo qual se trató en el libro pasado. Lo que llaman andes , y lo que llaman sierra , son dos cordilleras de montes altísimos, y deben de correr mas de mil leguas la una á vista de la otra , quasi como paralelas. En la sierra se crian quasi innumerables manadas de vicuñas , que son aque- llas como cabras monteses tan ligeras. Crianse también los que llaman guanacos y pacos , que son los carne- ros , y juntamente los jumentos de aquella tierra , de que se tratará á su tiempo. En los andes se crian mo- nos , y muchos micos muy graciosos , y papagayos en quantidad. Dase la yerva ó árbol que llaman coca , que tan de la Historia natural de Indias. 165 tan estimada es de los Indios , y tanto dinero vale su trato. Lo que llaman sierra , en partes donde se abre, hace valles , que son la mejor habitación del Perú , co- mo el de Xauja , el de Andaguaylas , el de Yucay. En estos valles se da maíz , y trigo , y frutas , en unas mas, y en otras menos. Pasada la ciudad del Cuzco (que era antiguamente la Corte de los Señores de aquellos Reynos ) las dos cordilleras que he dicho se apartan mas una de otra , y dexan en medio una campaña gran- de ó llanadas , que llaman la provincia del Collao. En estas hay quantidad de rios , y la gran laguna Titica- ca , y tierras grandes , y pastos copiosos ; pero aunque es tierra llana , tiene la misma altura y destemplanza de sierra. Tampoco cria arboleda , ni leña ; pero suplen la falta de pan con unas raíces que siembran , que lla- man papas , las quales debaxo de la tierra se dan , y estas son comida de los Indios , y secándolas y curán- dolas hacen de ellas lo que llaman chuño , que es el pan y sustento de aquella tierra. También se dan al- gunas otras raíces y yervezuelas , que comen. Es tier- ra sana , y la mas poblada de Indias , y la mas rica, por el abundancia de ganados que se crian bien , así de los de Europa ovejas , vacas , cabras , como de los de la tierra , que llaman guanacos y pacos : hay caza de perdices harta. Tras la provincia del Collao viene la de los Charcas , donde hay valles calientes , y de grandísima fertilidad , y hay cerros asperísimos , y de gran riqueza de minas , que en ninguna parte del mun- do las hay , ni ha habido mayores , ni tales. CAPITULO XXL De Jas causas que dan de no llover en los llanos. COmo es cosa tan extraordinaria que haya tierra don- de jamás llueve , ni truena , naturalmente apete- cen los hombres saber la causa de tal novedad. El dis- cur- 1 66 Libro tercero curso que hacen algunos , que lo han considerado con atención , es , que por falta de materia no se levantan en aquella costa vahos gruesos , y suficientes para en- gendrar lluvia , sino solo delgados , que bastan á hacer aquella niebla y garúa. Como vemos que en Europa mu- chos dias por la mañana se levantan vahos , que no paran en lluvia , sino solo en nieblas , lo qual proviene de la materia por no ser gruesa y suficiente para vol- verse en lluvia, Y que en la costa del Perú sea eso per- petuo , como en Europa algunas veces , dicen ser la causa , que toda aquella región es sequísima y inepta pa- ra vapores gruesos. La sequedad bien se ve por los are- nales inmensos que tiene , y porque ni fuentes , ni po- zos no se hallan sino es en grandísima profundidad de quince y mas estados , y aun esos han de ser cerca- nos á rios , de cuya agua trascolada se hallan pozos, tanto , que por experiencia se ha visto , que quitando el rio de su madre ,' y echándole por otra , se han se- cado los pozos , hasta que volvió el rio á su corriente. De parte de la causa material para no llover , dan ésta. De parte de la eficiente dan otra , no de menos consi- deración , y es , que la altura excesiva de la sierra que corre por toda la costa , abriga aquellos llanos , de suer- te que no dexa soplar viento de parte de tierra , sino es tan alto , que excede aquellas cumbres tan levanta- das ; y así no corre mas del viento de mar , el qual no teniendo contrario , no aprieta ni exprime los vapores que se levantan para que haga lluvia. De manera , que el abrigo de la sierra estorva el condensarse los vapo- res, y hace que todos se vayan en nieblas esparcidas. Con este discurso vienen algunas experiencias , como es llover en algunos collados de la costa, que están algo me- nos abrigados. Como son los cerros de Ático y Arequi- pa, ítem , haber llovido algunos años que han corri- do nortes ó brisas, por todo el espacio que alcanzaron, como acaeció el año de setenta y ocho en los llanos de Truxillo , donde llovió muchísimo , cosa que no ha- blan de la Historia natural de Indias. lójr bian visto muchos siglos habia. ítem , en la misma cos- ta llueve donde alcanzan de ordinario brisas ó nor- tes, como en Guayaquil , y en donde se alza mucho la tierra , y se desvía del abrigo de los cerros , como pa- sado Arica. De esta manera discurren algunos. Podrá discurrir cada uno como mejor le pareciere. Esto es cierto , que baxando de la sierra á los llanos , se sue- len ver dos como Cielos , uno claro y sereno en lo al- to , otro obscuro , y como un velo pardo tendido de- baxo , que cubre toda la costa. Mas aunque no llueve, aquella neblina es á maravilla provechosa para produ- cir yerva la tierra, y para que las sementeras tengan sazón ; porque aunque tengan agua de pie quanta quie- ran , sacada de las acequias , no sé qué virtud se tiene la humedad del Cielo , que faltando aquella garúa , hay gran falta en las sementeras. Y lo que mas es de ad- mirar , que los arenales secos y estériles con la garúa ó niebla se visten de yerva y flores , que es cosa de- leytosísima de mirar , y de gran utilidad para los pas- tos de los ganados , que engordan con aquella yerva á placer , como se ve en la sierra que llaman del Are- na , cerca de la ciudad de los Reyes. CAPITULO XXII, 7De la propiedad de Nueva-España y Islas , y las demás tierras. EN pastos excede la Nueva-España ; y así hay in- numerables crias de caballos , vacas , ovejas , y de lo demás. También es muy abundante de frutas , y no menos de sementeras de todo grano : en efecto es la tierra mas proveída y abastada de Indias. En una co- sa empero le hace gran ventaja el Perú , que es el vi- no , porque en el Perú se da mucho y bueno , y cada dia va creciendo la labor de viñas que se dan en va- lles muy calientes , donde hay regadío de acequias. En la 1 68 Libro tercero la Nueva-Espana , aunque hay uvas , no llegan á aque- lla sazón que se requiere para hacer vino : la causa es llover allá por Julio y Agosto, que es quando la uva madura , y así no llega á madurar lo que es menes- ter. Y si con mucha diligencia se quisiese hacer vino , sería como lo del Genovesado y de Lombardía , que es muy flaco , y tiene mucha aspereza en el gusto , que no parece hecho de uvas. Las Islas que llaman de Bar- lovento, que es la Española , Cuba, y Puerto-Rico, y otras por allí, tienen grandísima verdura, y pastos, y ganados m^ayores en grande abundancia. Hay cosa in- numerable de vacas y puercos hechos silvestres. La grangería de estas Islas es ingenios de azúcar y coram- bre; tienen mucha caña fístula y gengibre , que ver lo que en una flota viene de esto , parece cosa in- creíble que en toda la Europa se puede gastar tan- to. Traen también madera de excelentes qualidades y vista , como évano y otras , para edificios , y para la- bor. Hay mucho de aquel palo que llaman santo , que es para curar el mal de bubas. Todas estas Islas , y las que están por aquel parage , que son innumerables , tie- nen hermosísima y fresquísima vista , porque todo el año están vestidas de yerva , y llenas de arboledas , que lio saben qué es otoño , ni invierno , por la continua hu- medad con el calor de la Tórrida. Con ser infinita tier- ra , tiene poca habitación , porque de suyo cria gran- des y espesos arcabucos ( que así llaman allá los bos- ques espesos ) , y en los llanos hay muchas ciénagas y pantanos. Otra razón principal de su poca habitación es haber permanecido pocos de los Indios naturales , por la inconsideración y desorden de los primeros conquis- tadores y pobladores. Sirvense en gran parte de negros; pero estos cuestan caro , y no son buenos para culti- var la tierra. No llevan pan ni vino estas Islas, por- que la demasiada fertilidad y vicio de la tierra no lo dexa granar , sino todo lo echa en yerva , y sale muy desigual. Tampoco se dan olivos , á lo menos no llevan oli- de la Historia natural de Indias. 169 olivas , sino mucha hoja y frescor de vista , y no lle- ga á fruto. El pan que usan es cazavi , de que dire- mos en su lugar. Los rios de estas Islas tienen oro, que algunos sacan; pero es poco, por falta de natu- rales que lo beneficien. En estas Islas estuve menos de un año ; y la relación que tengo de la tierra firme de Indias , donde no he estado , como es la Florida , y Ni- caragua , y Guatemala , y otras , es quasi de estas con- diciones que he dicho. En las quales , las cosas mas par- ticulares de naturaleza que hay , no las pongo por no tener entera noticia de ellas. La tierra que mas se pa- rece á España y á las demás regiones de Europa ea todas las Indias occidentales , es el Reyno de Chile , el qual sale de la regla de esotras tierras , por ser fuera de la Tórrida , y Trópico de Capricornio su asiento. Es tier- ra de suyo fértil y fresca : lleva todo género de frutos de España : dase vino y pan en abundancia : es copiosa de pastos y ganados: el temple sano y templado entre calor y frió : hay verano é invierno perfectamente : tie- ne copia de oro muy fino. Con todo esto , está pobre y mal poblada por la continua guerra que los Araucanos y sus aliados hacen , porque son Indios robustos y ami- gos de su libertad. CAPITULO XXIIL jDe la tierra que se ignora , y de la diversidad de un dia entero entre orientales y occidentales. HAy grandes congeturas , que en la Zona templada, que está al polo Antartico , hay tierras prósperas y grandes , mas hasta hoy dia no están descubiertas, ni se sabe de otra tierra en aquella Zona , sino es la de Chile, y algún pedazo de la que corre de Etiopia al cabo de Buena-Esperanza , como en el primer libro se dixo. En las otras dos Zonas polares tampoco se sabe si hay habitación , ni si llegan allá por la vanda Tomo I. Y del i^o Libro tercero del polo antartico ó sur. La tierra que cae pasado el estrecho de Magallanes , porque lo mas alto que se ha conocido de ella, es en cincuenta y seis grados como está arriba dicho. Tampoco se sabe por la vanda del polo ártico ó norte , adonde llega la tierra que corre sobre el cabo Mendocino y Californias. Ni el fin y tér- mino de la Florida , ni qué tanto se extiende al occi- dente. Poco há que se ha descubierto gran tierra , que llaman el Nuevo México , donde dicen hay mucha gen- te, y hablan la lengua Mexicana. Las Filipinas y Is- las conseqüentes , según personas prácticas de ellas re- fieren , corren mas de novecientas leguas. Pues tratar de la China y Cochinchina y Sian , y las demás Pro- vincias que tocan á la India oriental , es cosa infinita y agena de mi intención , que es solo de las Indias oc- cidentales. En la misma América , cuyos términos por todas partes se saben , no se sabe la mayor parte de ella , que es lo que cae entre el Perú y Brasil ; y hay diversas opiniones de unos que dicen , que toda es tier- ra anegadiza , llena de lagunas y pantanos , y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reynos , y fabrican allí el Paytiti , y el Dorado , y los Cesares , y dicen haber cosas maravillosas. A uno de nuestra Com- pañía , persona fidedigna , oí yo que él habia visto grandes poblaciones , y caminos tan abiertos y trillados como de Salamanca á Valladolid : y esto fué quando se hizo la entrada ó descubrimiento por el gran rio de las Amazonas ó Marañón por Pedro de Orsua , y des- pués otros que le sucedieron ; y creyendo que el Do- rado que buscaban , estaba adelante , no quisieron po- blar allí : y después se quedaron sin el Dorado ( que nunca hallaron ) , y sin aquella gran provincia que de- xaron. En efecto es cosa hasta hoy oculta la habita- ción de la América , exceptos los extremos , que son el Perú y Brasil , y donde viene á angostarse la tierra, que es el rio de la. Plata , y después Tucumán , dando vuelta á Chile y á los Charcas. Ahora últimamente, por de la Historia natural de Indias. ijri por cartas d^ los nuestros que andan en Santa-Cruz de la Sierra , se tiene por relación fresca , que se van des- cubriendo grandes provincias y poblaciones en aquellas partes que caen entre el Perú y Brasil, Esto descubri- rá el tiempo : que según es la diligencia y osadía de rodear el mundo por una y otra parte , podemos bien creer, que como se ha descubierto lo de hasta aquí , se descu- brirá lo que resta , para que el Santo Evangelio sea anun- ciado en el universo mundo , pues se han encontrado ya por oriente y poniente , haciendo círculo perfecto del uni- verso , las dos coronas de Portugal y Castilla , hasta jun- tar sus descubrimientos, que cierto es cosa de considera- ción , que por el oriente hayan los unos llegado hasta la China y Japón , y por el poniente los otros á las Filipinas, que están vecinas , y quasi pegadas con la China. Porque de la Isla de Luzón , que es la principal de las Filipinas, en donde está la ciudad de Manila , hasta Macan , que es la Isla de Cantón , no hay sino ochenta ó cien leguas de mar en medio. Y es cosa maravillosa , que con haber tan poca distancia , traen un dia entero de diferencia en su cuenta : de suerte , que en Macan es Domingo al mis- mo tiempo que en Manila es Sábado : y así en lo de- más , siempre los de Macan y la China llevan un dia delantero, y los de las Filipinas le llevan atrasado. Acae- ció al Padre Alonso Sánchez (de quien arriba se ha he- cho mención ) que yendo de las Filipinas llegó á Macan en dos de Mayo , según su cuenta ; y queriendo rezar de San Atanasio , halló que se celebraba la fiesta de la invención de la Cruz , porque contaban allí tres de Ma- yo. Lo mismo le sucedió otra vez que hizo viage allá. A algunos ha maravillado esta variedad, y les parece que es yerro de los unos ó de los otros ; y no lo es , sino cuenta verdadera y bien observada. Porque según los diferentes caminos por donde han ido los unos y los otros , es forzoso quando se encuentran , tener un dia de diferencia. La razón de esto es , porque los que na- vegan de occidente á oriente van siempre ganando dia, X 2 por- 1^2 Libro tercero porque el Sol les va saliendo mas presto: los que na- vegan de oriente á poniente , al revés , van siempre per- diendo dia ó atrasándose , porque el Sol les va saliendo mas tarde , y según lo que mas se van llegando á orien- te ó á poniente , así es el tener el dia mas temprano ó mas tarde. En el Perú , que es occidental respecto de España , van mas de seis horas traseros , de modo que quando en España es medio dia , amanece en el Perú: y quando amanece acá , es allá media noche. La prue- ba de esto he hecho yo palpable , por computación de eclipses del Sol y de la Luna. Ahora , pues , los Portu- gueses han hecho su navegación de poniente á oriente, los Castellanos de oriente á poniente : quando se han ve- nido á juntar (que es en las Filipinas y Macan) los unos han ganado doce horas de delantera , los otros han per- dido otras tantas : y así á un mismo punto , y á un mis- mo tiempo , hallan la diferencia de veinte y quatro ho- ras , que es dia entero : y por eso forzoso los unos es- tán en tres de Mayo , quando los otros cuentan á dos: y los unos ayunan Sábado Santo , y los otros comen car- ne en dia de Resurrección. Y si fingiésemos que pasasen adelante, cercando otra vez al mundo, y llevando su cuen- ta , quando se tornasen á juntar , se llevarían dos dias de diferencia en su cuenta. Porque como he dicho , los que van al nacimiento del Sol , van contando el dia mas tem- prano , como les va saliendo mas presto ; y los que van al ocaso, al revés, van contando el dia mas tarde, co- mo les va saliendo mas tarde. Finalmente,^ la diversidad de los meridianos hace la diversa cuenta de los dias , y como los que van navegando á oriente ó poniente van mudando meridianos sin sentirlo , y por otra parte van prosiguiendo en la misma cuenta en que se hallan quan- do salen , es necesario que quando hayan dado vuelta entera al mundo , se hallen con yerro de un dia entero. CA- de la Historia natural de Indias. ij?'3 CAPITULO XXIV. I>e los volcanes ó bocas de fuego. AUnque en otras partes se hallan bocas de fuego , co- mo el monte Etna , y el Vesuvio , que ahora lla- man el monte de Soma , en Indias es cosa muy notable lo que se halla de esto. Son los volcanes de ordinario cerros muy altos , que se señalan entre las cumbres de los otros montes. Tienen en lo alto una llanura , y en medio una hoya ó boca grande , que baxa hasta el pro- fundo , que es cosa temerosa mirarlos. De estas bocas echan humo , y algunas veces fuego. Algunos hay , que es muy poco el humo que echan , y quasi no tienen mas de la forma de volcanes , como es el de Arequipa , que es de inmensa altura, y -quasi todo de arena, en cuya subida gastan dos dias ; pero no han hallado cosa no- table de fuego , sino rastros de los sacrificios que allí hacian Indios en tiempo de su gentilidad , y algún po- co de humo alguna vez. El volcán de México , que es- tá cerca de la Puebla de los Angeles , es también de admirable altura , que se ve de treinta leguas al derredor. Sale de este volcán no continuamente , sino á tiempos, quasi cada dia un gran golpe de humo , y sale derecho en alto como una saeta ; después se va haciendo como un plumage muy grande , hasta que cesa del todo , y luego se convierte en una como nube negra. Lo mas ordinario es , salir por la mañana salido el Sol , y á la no- che quando se pone , aunque también lo he visto á otras horas. Sale á vueltas del humo también mucha ceniza: fuego no se ha visto salir hasta ahora : hay recelo que salga , y abrase la tierra , que es la mejor de aquel Rey- no , la que tiene en su contorno. Tienen por averiguado, que de este volcán y de la sierra de Tlaxcala , que está vecina , se hace cierta correspondencia , por don- de son tantos los truenos y relámpagos , y aun rayos, que ijr4 Libro tercero que de ordinario se sienten por allí. A este volcán han subido y entrado en él Españoles , y sacado alcrebi- te ó piedra azufre para hacer pólvora. Cortés cuenta la diligencia que él hizo para descubrir lo que allí ha- bía. Los volcanes de Guatemala son mas famosos , así por su grandeza , que los navegantes de la mar del sur descubren de muy lexos , como por la braveza de fue- go que echan de sí. En veinte y tres de Diciembre del año de ochenta y seis pasado sucedió caer quasi toda la ciudad de Guatemala de un temblor , y morir al- gunas personas. Habia ya seis meses , que de noche ni de dia no cesó el volcán de echar de sí por lo alto, y como vomitar un rio de fuego , cuya materia , ca- yendo por las faldas del volcán , se convertía en ceni- za y cantería quemada. Excede el juicio humano , có- mo pudiese sacar de su centro tanta materia como por todos aquellos meses arrojaba de sí. Este volcán no so- lia echar sino humo , y eso no siempre ; y algunas ve- ces también hacía algunas llamaradas. Tuve yo esta re- lación , estando en México , por una carta de un Secre- tario de la Audiencia de Guatemala , fidedigna , y aun entonces no habia cesado el echar el fuego que se ha dicho , de aquel volcán. En Quito los años pasados , ha- llándome en la ciudad de los Reyes , el volcán que tie- nen vecino , echó de sí tanta ceniza , que por muchas leguas llovió tanta ceniza , que obscureció todo el dia; y en Quito cayó de modo , que no era posible andar por las calles. Otros volcanes han visto que no han he- cho llama , ni humo , ni ceniza , sino allá en lo pro- fundo está ardiendo en vivo fuego sin parar. De estos era aquel , que en nuestro tiempo un Clérigo codicioso se persuadió , que era masa de oro la que ardia , con- cluyendo , que no podia ser otra materia , ni metal , co- sa que tantos años ardia sin gastarse jamás ; y con es- ta persuasión hizo ciertos calderos y cadenas con no sé qué ingenio , para coger y sacar oro de aquel pozo: mas hizo burla de él el fuego , porque no habia bien lie- de la Historia natural de Indias. 1575 llegado la cadena de hierro y el caldero , quando lue- go se deshacía y cortaba como si fuera estopa. Toda- vía me dixeron , que porfiaba el sobredicho , y que an- daba dando otras trazas cómo sacar el oro que imagi- naba. CAPITULO XXV. Qué sea la causa de durar tanto tiempo el fuego y humo de estos volcanes. NO hay para qué referir mas número de volcanes, pues de los dichos se puede entender lo que en es- to pasa. Pero es cosa digna de disputar , qué sea la cau- sa de durar el fuego y humo de estos volcanes , por- que parece cosa prodigiosa , y que excede el curso na- tural , sacar de su estómago tanta cosa como vomitan. I Donde está aquella materia , ó quien se la da , ó có- mo se hace ? Tienen algunos por opinión , que los vol- canes van gastando la materia interior que ya tienen de su composición , y así creen , que tendrán natural- mente fin en habiendo consumido la leña , digamos, que tienen. En conseqüencia de esta opinión se muestran hoy dia algunos cerros , de donde se saca piedra quema- da y muy liviana ; pero muy recia y muy excelente para edificios , como es la que en México se trae pa- ra algunas fábricas. Y en efecto parece ser lo que di- cen , que aquellos cerros tuvieron fuego natural un tiem- po , y que se acabó , acabada la materia que pudo gas- tar , y así dexó aquellas piedras pasadas de fuego. Yo no contradigo á esto , quanto á pensar que haya habi- do allí fuego , y en su modo sido volcanes aquellos en algún tiempo. Mas haceseme cosa dura creer , que en todos los volcanes pasa así , viendo que la materia que de sí echan es quasi infinita , y que no puede caber allá en sus entrañas junta. Y demás de eso hay volcanes , que en centenares y aun millares de años se están siempre de un ser , y con el mismo continente lanzan de sí humo, fue- ijró Libro tercero fuego y ceniza. Plinio, el Historiador natural (según re- fiere el otro Plinio ) , su sobrino , por especular este se- creto , y ver cómo pasaba el negocio , llegándose á la conversación de el fuego de un volcán de estos , mu- rió , y fué á acabar de averiguarlo allá. Yo mirándolo de mas afuera digo , que tengo para mí , que como hay en la tierra lugares que tienen virtud de atraer á sí materia vaporosa , y convertirla en agua , y esas son fuentes que siempre manan , y siempre tienen de qué manar , porque atraen á sí la materia de el agua ; así también hay lugares que tienen propiedad de atraer á sí exhalaciones secas y cálidas , y esas convierten en fuego y en humo , y con la fuerza de ellas arrojan tam- bién otra materia gruesa que se resuelve en ceniza , ó en piedrapomez , ó semejante. Y que esto sea así , es indicio bastante el ser á tiempos el echar el humo, y no siempre , y á tiempos fuego , y no siempre. Porque es , según lo que ha podido atraer y digerir ; y como las fuentes en tiempo de invierno abundan , y en ve- rano se acortan , y aun algunas cesan del todo , según la virtud y eficacia que tienen , y según la materia se ofrece , así los volcanes en el echar mas ó menos fue- go á diversos tiempos. Lo que otros platican , que es fuego del infierno , y que sale de allá , para considerar por allí lo de la otra vida puede servir ; pero si el in- fierno está , como platican los Teólogos , en el centro, y la tierra tiene de diámetro mas de dos mil leguas , no se puede bien asentar que salga de el centro aquel fue- go. Quanto mas que el fuego del infierno , según San Basilio (i) y otros Santos enseñan , es muy diferente de éste que vemos , porque no tiene luz , y abrasa incomparablemente mas que este nuestro. Así que con- cluyo con parecerme lo que tengo dicho mas razona- ble. CA- (i) Basü. in Psalm, 28. et in Hexam. de la Historia natural de Indias. i^^ CAPITULO XXVL • De los Temblores de tierra. ALgunos han pensado , que de estos volcanes que hay en Indias , procedan los temblores de tierra , que por allá son harto freqüentes. Mas porque los liay en partes también que no tienen vecindad con volcanes, no puede ser esa toda la causa. Bien es verdad , que en cierta forma tiene lo uno con lo otro mucha semejan- za , porque las exhalaciones cálidas que se engendran en las íntimas concavidades de la tierra , parece que son la principal materia del fuego de los volcanes , con las quales se enciende también otra materia mas grue-. sa , y hace aquellas aparencias de humos y llamas que salen ; y las mismas exhalaciones , no hallando debaxo de la tierra salida fácil , mueven la tierra con aquella violencia para salir , de donde se causa el ruido horri- ble que suena debaxo de la tierra , y el movimiento de la misma tierra agitada de la exhalación encendida , así como la pólvora tocándola el fuego rompe peñas y mu- ros en las minas , • y como la castaña puesta al fuego sal- ta , y se rompe , y da estallido , en concibiendo el ay- re, que está dentro de su cascara , .el vigor del fuego. Lo mas ordinario de estos temblores ó terremotos suele ser en tierras marítimas que tienen agua vecina. Y así se ve en Europa y en Indias, que los pueblos muy apar^ tados de mar y aguas sienten menos de este trabajo , y los que son puertos , ó playas , ó costa , ó tienen vecin- dad con eso , padecen mas esta calamidad. En el Perú ha sido cosa maravillosa y mucho de notar , que des- de Chile á Quito , que son mas de quinientas leguas , han Ídolos terremotos por su orden corriendo , digo los gran- des y famosos , que otros menores han sido ordinarios. En la costa de Chile , no me acuerdo qué año , hubo uno :^,TomoL 2 ter- i>r8 Libro tercero terribilísimo , que trastornó montes enteros , y cerró con ellos la corriente á los rios , y los hizo lagunas , y der- ribó pueblos , y mató quantidad de hombres , y hizo salir la mar de sí por algunas leguas , dexando en seco los navios muy lexos de su puesto , y otras cosas se- mejantes de mucho espanto. Y si bien me acuerdo , di- xeron habia corrido trescientas leguas por la costa el movimiento que hizo aquel terremoto. De ahí á pocos años el de ochenta y dos fué el temblor de Arequipa, que asoló quasi aquella ciudad. Después el año de ochen- ta y seis , á nueve de Julio , fué el de la ciudad de los Reyes , que según escribió el Virey , habia corrido en largo por la costa ciento y setenta leguas , y en ancho la sierra adentro cincuenta leguas. En este temblor fué gran misericordia del Señor prevenir la gente con un rui- do grande , que sintieron algún poco antes del temblor, y como están allí advertidos por la costumbre , luego se pusieron en cobro , saliéndose á las calles , ó plazas , ó huertas , finalmente , á lo descubierto. Y así aunque ar- ruinó mucho aquella ciudad, y los principales edificios de ella los derribó ó maltrató mucho ; pero de la gen- te solo refieren haber muerto hasta catorce ó veinte per- sonas. Hizo también entonces la mar el mismo movi- miento que habia hecho en Chile , que fué poco después de pasado el temblor de tierra , salir ella muy brava de sus playas , y entrar la tierra adentro quasi dos le- guas , porque subió mas de catorce brazas , y cubrió to- da aquella playa , nadando en el agua que dixe , las vi- gas y madera que allí habia. Después el año siguiente hubo otro temblor semejante en el Reyno y ciudad de Quito , que parece han ido sucediendo por su orden en aquella costa todos estos terremotos notables. Y en efec- to es sujeta á este trabajo , porque ya que no tienen en los llanos del Perú la persecución del Cielo de truenos y rayos , no les falte de la tierra que temer , y así to- dos tengan á vista Alguaciles de la divina justicia , pa- ra de la Historia natural de Indias. i ^79 ra temer á Dios, pues como dice la Escritura (i) : Feciír hcec , ut timeaUír. Volviendo á la proposición digo , que son mas sujetas á estos temblores las tierras marítimas; y la causa á mi parecer es , que con el agua se tapan y obstruyen los agujeros y aperturas de la tierra por donde habia de exhalar y despedir las exhalaciones cá- lidas , que se engendran. Y también la humedad con- densa la superficie de la tierra , y hace que se encier- ren y reconcentren mas allá dentro los humos calien- tes, que vienen á romper encendiéndose. Algunos han observado , que tras años muy secos viniendo tiempos lluviosos , suelen moverse tales temblores de tierra , y es por la misma razón , á la qual ayuda la experien- cia , que dicen , de haber menos temblores donde hay muchos pozos. A la ciudad de México tienen por opi- nión, que le es causa de algunos temblores que tiene, aunque no grandes , la laguna en que está. Aunque tam- bién es verdad, que ciudades y tierras muy mediter- ráneas , y apartadas de mar , sienten á veces grandes da- ños de terremotos , como en Indias la ciudad de Cha- chapoyas , y en Italia la de Ferrara , aunque ésta , por la vecindad del rio , y no mucha distancia del mar Adriá- tico , antes parece se debe contar con las marítimas pa- ra el caso de que se trata. En Chuquiavo, que por otro nombre se dice la Paz , ciudad del Perú , sucedió un caso en esta materia raro el año de ochenta y uno , y fué caer de repente un pedazo grandísimo de una al- tísima barranca cerca .de un pueblo llamado Angoan- go , donde habia Indios hechiceros é idólatras. Tomó gran parte de este pueblo , y mató cantidad de los di- chos Indios; y lo que apenas parece creíble ; pero afir- manlo personas fidedignas, corrió la tierra que se der- ribó continuadamente legua y media , como si fuera agua ó cera derretida , de modo que tapó una laguna , y que- dó aquella tierra tendida por toda esta distancia. CA- (i) Ecíks.'¡. T. 14. Z2 1 8o Libro tercero CAPITULO XX VIL Cómo se abrazan la tierra y la mar. ACabaré con este elemento juntándolo con el prece- dente del agua , cuyo orden y trabazón entre sí es admirable. Tienen estos dos elementos partida entre sí una misma esfera , y abrazanse en mil maneras. En Unas partes combate el agua á la tierra furiosamente co- mo enemiga : en otras la ciñe mansamente. Hay don- de la mar se entra por la tierra adentro mucho cami- no , como á visitarla : hay donde se paga la tierra con echar á la mar unas puntas que llega á sus entrañas. En partes se acaba el un elemento , y comienza el otro muy poco á poco , dando lugar uno á otro. En partes ca- da uno de ellos tiene al juntarse su profundo inmenso, porque se hallan Islas en la mar del sur, y otras en la del norte , que llegando los navios junto á ellas , aun- que echan la sonda , en setenta y ochenta brazas no ha- llan fondo. De donde se ve , que son como unos espi- gones ó puntas de tierra , que suben del profundo , co- sa que pone grande admiración. De esta suerte me dixo un Piloto experto , que eran las Islas que llaman de Lo- bos , y otra al principio de la costa de Nueva-España, que llaman de los Cocos. Y aun hay parte donde en medio del inmenso Océano , sin verse tierra en muchas leguas al derredor, se ven dos como torres altísimas, ó picos de viva peña , que salen en medio del mar , y junto á ellos no se halla tierra , ni fondo. La forma que enteramente hace la tierra en Indias , no se puede en- tender , por no saberse las extremidades , ni estar des- cubiertas hasta el dia presente ; pero así gruesamente po- demos decir , que es como de corazón con los pulmo- nes, lo mas ancho de éste como corazón es del Brasil -al Perú : la punta al Estrecho de Magallanes: el alio donde remata, es Tierrafirme, y de allí vuelve a en- l"! ^ san- de la Historia natural de Indias. 1 8 1 sanchar poco á poco hasta llegar á la grandeza de la Florida , y tierras superiores que no se saben bien. Otras particularidades de estas tierras de Indias se pueden en- tender de Comentarios que han hecho Españoles^ , de sus sucesos y descubrimientos , y entre estos la peregrina- ción que yo escribí de un hermano de nuestra Com- pañía , que cierto es extraña , puede dar mucha noticia. Con esto quedará dicho lo que ha parecido bastar al presente para dar alguna inteligencia de cosas de In- dias , quanto á los comunes elementos de que constan todas las regiones del mundo. Fin del libro tercero. LI- LIBRO QUARTO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS. CAPITULO PRIMERO. De tres géneros de mixtos que se han de tratar en esta Historia. HAbiendo tratado en el libro precedente de lo que toca á elementos y simples , lo que en materia de Indias nos ha ocurrido , en éste presente tra- taremos de los compuestos y mixtos , quanto al intento que llevamos, pareciere convenir. Y aunque hay otros mu- chos géneros , á tres reduciremos esta materia , que son metales , plantas , y animales. Los metales son como plantas encubiertas en las entrañas de la tierra , y tie- nen alguna semejanza en el modo de producirse , pues se ven también sus ramos , y como tronco de donde sa- len , que son las vetas mayores y menores , que entre sí tienen notable trabazón y concierto , y en alguna ma- nera parece que crecen los minerales al modo de plan- tas. No porque tengan verdadera vegetativa y vida in- terior , que esto es solo de verdaderas plantas , sino por- que de tal modo se producen en las entrañas de la tier- ra por virtud y eficacia del Sol , y de los otros plane- tas , que por discurso de tiempo largo se van acrecen- tando , y quasi propagando. Y así como los metales son como plantas ocultas de la tierra, así también pode- mos decir , que las plantas son como animales fixos en un lugar , cuya vida se gobierna del alimento que la na- turaleza les provee en su propio nacimiento. Mas los ani- ma- de la Historia natural de Indias. 183 males exceden á las plantas , que como tienen ser mas perfecto , tienen necesidad de alimento también mas per- fecto ; y para buscarle , les dio la naturaleza movimien- to ; y para conocerle y descubrirle , sentido. De suer- te, que la tierra estéril y ruda es como materia y alimen- to de los metales : la tierra fértil y de mas sazón es ma- teria y alimento de plantas : las mismas plantas son ali- mento de animales ; y las plantas y animales alimento de los hombres ; sirviendo siempre la naturaleza inferior para sustento de la superior , y la menos perfecta su- bordinándose á la mas perfecta. De donde se entiende, quán lexos .está el oro , y la plata , y lo demás que los hombres ciegos de codicia estiman en tanto de ser fin digno del hombre , pues están tantos grados mas aba- xo que el hombre ; y solo al Criador y universal Ha- cedor de todo está sujeto y ordenado el hombre, como á propio fin y descanso suyo , y todo lo demás no mas de en quanto le conduce , y ayuda á conseguir este ñn. Quien con esta Filosofía mira las cosas criadas , y dis- curre por ellas , puede sacar fruto de su conocimiento y consideración , sirviéndose de ellas para conocer y glo- rificar al Autor de todas. Quien no pasa mas adelante de entender sus propiedades y utilidades , ó será curio- so en el saber , ó codicioso en el adquirir , y al cabo le serán las criaturas lo que dice el Sabio (i), que son á los pies de los insipientes y necios ; conviene á sa- ber , lazo y red en que caen y se enredan. Con el fin^ pues , é intento dicho , para que el Criador sea glori-^ ficado en sus criaturas , pretendo decir en este libro al- go de lo mucho que hay digno de historia en Indias cer- ca de los metales , plantas y animales que son mas pro- piamente de aquellas partes. Y porque tratar esto exac- tamente sería obra muy grande, y que requiere mayor conocimiento que el mió , y mucha mas desocupación de la que tengo , digo , que solamente pienso tratar su- cin- (i) Sajp. 14. v, II. 184 Libro quarto cintamente algunas cosas , que por experiencia , ó por relación verdadera he considerado cerca de las tres co- sas que he propuesto , dexando para otros mas curio- sos y diligentes la averiguación mas larga de estas ma- terias. CAPITULO II. De la abundancia de metales que hay en las Indias occidentales. LOs metales crió la sabiduría de Dios para medici- na , y para defensa , y para ornato , y para instru- mentos de las operaciones de los hombres. De todas es- tas quatro cosas se pueden fácilmente dar exemplos : mas el principal fin de los metales es la última de ellas. Porque la vida humana no solo ha menester sustentar- se como la de los animales , sino también ha de obrar conforme á la capacidad y razón que le dio el Criador; y así como es su ingenio tan extendido á diversas ar- tes y facultades , así también proveyó el mismo Autor, que tuviese materia de diversos artificios para reparo, seguridad , ornato y abundancia de sus operaciones. Sien- do , pues , tanta la diversidad de metales que encerró el Criador en los armarios y sótanos de la tierra , de to- dos ellos tiene utilidad la vida humana. De unos se sir- ve para cura de enfermedades : de otros para armas y defensa contra sus enemigos : de otros para aderezo y ga- la de sus personas y habitaciones : de otros para vasi- jas, y herramientas , y varios instrumentos que inventa el arte humana. Pero sobre todos estos usos que son sencillos y naturales , halló la comunicación de los hom- bres el uso del dinero , el qual , como dixo el Filóso- fo (i) , es medida de todas las cosas , y siendo una co- sa sola en naturaleza , es todas en virtud , porque el di- nero es comida , vestido , casa , cavalgadura , y quanto . los (1) Arisi-, 5. c, EtJnc. ^. »i. ,. ^ ^.^, de la Historia natural de Indias. 185 los hombres han menester. Y así obedece todo al dine- ro , como dice el Sabio (i). Para esta invención , de ha- cer que una cosa fuese todas las cosas , guiados de na- tural instinto eligieron los hombres la cosa mas dura- ble , y mas tratable , que es el metal ; y entre los me- tales quisieron que aquellos tuviesen principado en esta invención de ser dinero , que por su naturaleza eran mas durables é incorruptibles , que son la plata y el oro. Los quales , no solo entre los Hebreos , Asirlos , Griegos , y Romanos , y otras naciones de Europa y Asia , tuvieron estima , sino también entre las mas remotas , y bárba- ras naciones del universo , como son los Indios , así orien- tales , como occidentales , donde el oro y plata fué te- nida en precio y estima ; y como tal usada en los Tem- plos y Palacios , y ornato de Reyes y Nobles. Porque aunque se han hallado algunos bárbaros que no cono- cian la plata , ni el oro , como cuentan de los Floridos, que tomaban las talegas , ó sacos en que iba el di- nero , y al mismo dinero le dexaban echado por ahí en la playa como á cosa inútil. Y Plinio refiere (2) de los Babitacos , que aborrecian el oro , y por eso lo sepulta- ban donde nadie pudiese servirse de él ; pero de estos Floridos , y de aquellos Babitacos ha habido , y hay hoy dia pocos ; y de los que estiman , buscan , y guarden el oro y la plata hay muchos , sin que tengan necesi- dad de aprender esto de los que han ido de Europa. Verdad es que su codicia de ellos no llegó á tanto co- mo la de los nuestros , ni idolatraron tanto con el oro y plata , aunque eran idólatras , como algunos malos Christianos , que han hecho por el oro y plata excesos tan grandes. Mas es cosa de alta consideración , que la Sabiduría del eterno Señor quisiese enriquecer las tier- ras de el mundo mas apartadas , y habitadas de gente menos política , y allí pusiese la m^ayor abundancia de minas que jamás hubo , para con esto convidar á los hom- (i) EccUs, 10. u, 19. (2) P//;í. Uh. 6, caj^, 27. Tomo /. Aa i 1 86 Libro quarto hombres á buscar aquellas tierras , y tenerlas , y de ca- mino comunicar su Religión , y culto del verdadero Dios á los que no le conocían , cumpliéndose la profecía de Isaías (i) , que la Iglesia habia de extender sus térmi- nos , no solo á la diestra , sino también á la siniestra, que es como San Agustin declara (2) haberse de propa- gar el Evangelio , no solo por los que sinceramente , y con caridad lo predicasen , sino también por los que por fines y medios temporales y humanos lo anunciasen. Por donde vemos , que las tierras de Indias mas copiosas de minas y riqueza han sido las mas cultivadas en la Re- ligión Christiana en nuestros tiempos , aprovechándose el Señor para sus fines soberanos de nuestras pretensio- nes. Cerca de esto decia un hombre sabio , que lo que hace un padre con una hija fea para casarla , que es dar- le mucha dote , eso habia hecho Dios con aquella tierra tan trabajosa , de darle mucha riqueza de minas , para que con este medio hallase quien la quisiese. Hay , pues, en las Indias occidentales gran copia de minas , y hay- las de todos metales , de cobre , de hierro , de plomo, de estaño , de azogue , de plata , y de oro. Y entre to- das las partes de Indias , los Reynos del Perú son los que mas abundan de metales , especialmente de plata, y oro y azogue ; y es en tanta manera , que cada dia se descubren nuevas minas. Y según es la qualidad de la tierra , es cosa sin duda , que son sin comparación muchas mas las que están por descubrir que las descu- biertas , y aun parece que toda la tierra está como sem- brada de estos metales , mas que ninguna otra que se se- pa al presente en el mundo , ni que en lo pasado se ha- ya escrito. CA- (i) Isaías 54. v. 3. (2), Atigust. lib, I. de concord. E'vang. c. 31. de la Historia natural de Indias. i8^ CAPITULO III. De la qualidad de la tierra donde se hallan metales:^ y que no se labran todos en Indias 5 y de cómo usa- ban los Indios de los metales. LA causa de haber tanta riqueza de metales en In- dias , especialmente en las occidentales del Peni, es , como está dicho , la voluntad del Criador , que re- partió sus dones como quiso. Pero llegándonos á la ra- zón y Filosofía , es gran verdad lo que escribió Filón, hombre sabio (i) , diciendo , que el oro , plata , y me- tales naturalmente nacian en las tierras mas estériles , é infructuosas. Así vemos , que tierras de buen tempera- mento , y fértiles de yerva y frutos , raras veces , ó nun- ca son de minas (2) : contentándose la naturaleza con dar- les vigor para producir los frutos mas necesarios al go- bierno y vida de los animales y hombres. Al contrario, en tierras muy ásperas , secas , y estériles , en sierras muy altas, en peñas muy agrias, en temples muy desabridos, allí es donde se hallan minas de plata y de azogue , y lavaderos de oro ; y toda quanta riqueza ha venido á España , después que se descubrieron las Indias occi- dentales , ha sido sacada de semejantes lugares ásperos, trabajosos , desabridos , y estériles ; mas el gusto del di- nero los hace suaves, y abundantes, y muy poblados. Y aunque hay en Indias , como he dicho , vetas y mi- nas de todos metales , no se labran sino solamente mi- nas de plata y oro, y también de azogue, porque es necesario para sacar la plata y el oro. El hierro llevan de España, y de la China. Cobre usaron labrar los In- dios , porque sus herramientas y armas no eran comun- mente de hierro , sino de cobre. Después que Españo- les (i) Philo lib. 5. de genes, mundi. (2) Euseb, lib. 8. de j^raejpar. Evang. c. J, Aa 2 I? 8 Libro quarto les tienen las Indias , poco se labran , ni siguen minas de cobre , aunque las hay muchas , porque buscan los me- tales mas ricos , y en esos gastan su tiempo y trabajo: para esotros se sirven de lo que va de España , ó de lo que á vueltas de el beneficio de oro y plata resulta. No se halla que los Indios usasen oro , ni plata , ni me- tal para moneda , ni para precio de las cosas , usában- lo para ornato , como está dicho. Y así tenian en Tem- plos , Palacios , y sepulturas grande suma , y mil gé- neros de vasijas de oro y plata. Para contratar y com- prar no tenian dinero , sino trocaban unas cosas con otras, como de los Antiguos refiere Homero, y cuenta Pli- nio (i). Habia algunas cosas de mas estima, que cor- rían por precio en lugar de dinero ; y hasta el dia de hoy dura entre los Indios esta costumbre. Como en las provincias de México usan de cacao , que es una fru- tilla , en lugar de dinero , y con ella rescatan lo que quieren. En el Perú sirve de lo mismo la coca , que es una hoja que los Indios precian mucho. Como en el Paraguay usan cuños de hierro por moneda. Y en San- ta Cruz de la Sierra algodón texido. Finalmente , su mo- do de contratar de los Indios, su comprar y vender fué cambiar , y rescatar cosas por cosas ; y con ser los mercados grandísimos y freqüentísimos , no les hizo fal- ta el dinero , ni hablan menester terceros , porque to- dos estaban muy diestros en saber quanto de qué cosa era justo dar por tanto de otra cosa. Después que en- traron Españoles , usaron también los Indios el oro y pla- ta para comprar , y á los principios no habia moneda, sino la plata por peso era el precio , como de los Ro- manos antiguos se cuenta (2). Después , por mas como- didad , se labró moneda en México y en el Perú ; mas hasta hoy ningún dinero se gasta en Indias occidentales de cobre, ú otro metal, sino solamente plata, ú oro. Por- (i) Plin. ¡ib. 33. í". 3. (2) Flin. líb, 33. ^. 4. de la Historia natural de Indias. 189 Porque la riqueza y grosedad de aquella tierra no ha admitido la moneda que llaman de vellón , ni otros gé- neros de mezclas que usan en Italia , y en otras pro- vincias de Europa. Aunque es verdad que en algunas Is- las de Indias, como son Santo Domingo y Puerto- Rico, usan de moneda de cobre , que son unos quartos que en solas aquellas Islas tienen valor , porque hay poca pla- ta : y oro , aunque hay mucho , no hay quien lo bene- ficie. Mas porque la riqueza de Indias , y el uso de la- brar minas consiste en oro , plata , y azogue , de estos tres metales diré algo, dexando por ahora los demás. CAPITULO IV. Del oro que se labra en Indias. EL oro entre todos los metales fué siempre estima- do por el mas principal , y con razón , porque es el mas durable , é incorruptible , pues el fuego que con- sume , ó disminuye á los demás , á éste antes le abona y perfecciona ; y el oro que ha pasado por mucho fue- go , queda de su color , y es finísimo. El qual propia- mente, según Plinio dice, se llama obrizo (i), deque tanta mención hace la Escritura. Y el uso que gasta to- dos los otros , como dice el mismo Plinio , al oro solo no le menoscaba cosa , ni le carcome, ni envejece, y con ser tan firme en su ser , se dexa tanto doblar y adel- gazar , que es cosa de maravilla. Los batihojas y ti- radores saben bien la fuerza del oro en dexarse tanto adelgazar y doblar, sin quebrar jamás. Lo qual todo, con otras excelentes propiedades que tiene , bien considerado, dará á los hombres espirituales ocasión de entender , por- qué en las divinas Letras (2) la caridad se semeja al oro. En (i) Tlin. lih. 33. c. 3. (2) A^oc. 3. ¿r 21. Cant, 3. t. 10. Psalm. 67. Thren^ 4. 3. Reg. 6. 1 90 Libro quarto En lo demás, para que él se estime y busque, poca necesidad hay de contar sus excelencias , pues la ma- yor que tiene, es estar entre los hombres ya conocido por el supremo poder , y grandeza del mundo. Viniendo á nuestro propósito , hay en Indias gran copia de este me- tal ; y sábese de Historias ciertas , que los Incas del Pe- ni no se contentaron de tener vasijas mayores y meno- res de oro , jarros , copas , tazas , frascos , cántaros , y aun tinajas, sino que también tenian sillas, y andas, ó literas de oro macizo , y en sus tem.plos colocaron di- versas estatuas de oro macizo. En México también hu- bo mucho de esto , aunque no tanto ; y quando los pri- meros Conquistadores fueron al uno y otro Reyno , fue- ron inmensas las riquezas que hallaron , y muchas mas sin comparación las que los Indios ocultaron y hundie- ron. El haber usado de plata para herrar los caballos á falta de hierro , y haber dado trescientos escudos de oro por una botija , ó cántaro de vino , con otros ex- cesos tales , parecería fabuloso contarlo ; y en efecto pa- saron cosas mayores que éstas. Sácase el oro en aquellas partes en tres maneras : yo á lo menos de estas tres ma- neras lo he visto. Porque se halla oro en pepita , y oro en polvo , y oro en piedra. Oro en pepita llaman unos pedazos de oro que se hallan así enteros , y sin mez- cla de otro metal , que no tienen necesidad de fundirse, ni beneficiarse por fuego : llamanlos pepitas , porque de ordinario son pedazos pequeños del tamaño de pepita de melón , ó de calabaza. Y esto es lo que dice Job (i): Glebae illius aurum , aunque acaece haberlos , y yo los he visto mucho mayores , y algunos han llegado á pesar mu- chas libras. Esta es grandeza de este metal solo , según Plinio afirma (2) , que se halla así hecho y perfecto ; lo qual en los otros no acaece , que siempre tienen esco- ria , y han menester fuego para apurarse. Aunque tam- bién he visto yo plata natural á modo de escarcha ; y tam- (i) Job 28. V. 6. (2) Plin, lib. 33. a 4. de la Historia natural de Indias. 191 también hay las que llaman en Indias papas de plata^ que acaece hallarse plata fina en pedazos á modo de tur- mas de tierra ; mas esto en la plata es raro , y en el oro es cosa muy ordinaria. De este oro en pepita es po- co lo que se halla respecto de lo demás. El oro en pie- dra es una veta de oro que nace en la misma piedra, ó pedernal ; y yo he visto de las minas de Zaruma , en la gobernación de Salinas , piedras bien grandes pasa- das todas de oro , y otras ser la mitad oro , y la mitad piedra. El oro de esta suerte se halla en pozos, y en minas que tienen sus vetas como las de plata , y son di- ficultosísimas de labrar. El modo de labrar el oro sa- cado de piedra , que usaron antiguamente los Reyes de Egipto , escribe Agatárchides en el quinto libro de la Historia del mar Eritréo , ó Bermejo , según refiere Fo- cio en su biblioteca ; y es cosa de admiración, quán se- mejante es lo que allí refiere á lo que ahora se usa en el beneficio de estos metales de oro y plata. La mayor cantidad de oro que se saca en Indias , es en polvo , que se halla en rios , ó lugares por donde ha pasado mucha agua. Abundan los rios de Indias de este género , como los Antiguos celebraron el Tajo de España , y el Pac- tólo de Asia , y el Ganges de la India oriental. Y lo que nosotros llamamos oro en polvo , llamaban ellos ramen- ta auri. Y también entonces era la mayor cantidad de oro lo que se hacía de estos ramentos , ó polvos de oro que se hallaban en rios. En nuestros tiempos en las Islas de Barlovento Es- pañola y Cuba , Puerto-Rico , hubo y hay gran copia en los rios ; mas por la falta de naturales , y por la di- ficultad de sacarlo , es poco lo que viene de ellas á Es- paña. En el Reyno de Chile , y en el de Quito , y en el Nuevo Reyno de Granada hay mucha cantidad. El mas celebrado es el oro de Caravaya en el Perú , y el de Valdivia en Chile , porque llega á toda la ley , que son veinte y tres quilates y medio , y aun á veces pa- sa. También es celebrado el oro de Veragua por muy 192 Libro quarto fino. De las Filipinas y China traen también mucho oro á México ; pero comunmente es báxo y de poca ley. Hállase el oro, mezclado , ó con plata , ó con cobre. Pu- nió dice (i) , que ningún oro hay donde no haya algo de plata ; mas el que tiene mezcla de plata , comunmen- te es de menos quilates que el que la tiene de cobre. Si tiene la quinta parte de plata , dice Plinio {2) , que se llama propiamente electro , y que tiene propiedad de resplandecer á la lumbre de fuego , mucho mas que la plata fina , ni el oro fino. El que es sobre cobre , de ordinario es oro mas alto. El oro en polvo se beneficia eíi lavaderos , lavándolo mucho en el agua , hasta que el arena , ó barro se cae de las bateas , ó barreñas ; y el oro como de mas peso hace asiento abaxo. Benefi- ciase también con azogue : también se apura con agua fuerte , porque el alumbre , de que ella se hace , tiene esa fuella de apartar el oro de todo lo demás. Des- pués de purificado , ó fundido , hacen tejos , ó barretas para traerlo á España , porque oro en polvo no se puede sacar de Indias, pues no se puede quintar, y marcar, y quilatar hasta fundirse. Solia España , según refiere el Historiador sobredicho (3) , abundar sobre todas las pro- vincias del mundo de estos metales de oro y plata , es- pecialmente Galicia , y Lusitania , y sobre todo las As- turias , de adonde refiere , que se traían á Roma ca- da año veinte mil libras de oro , y que en ninguna otra tierra se hallaba tanta abundancia. Lo qual pare- ce testificar el libro de los Macabéos , donde dice (4): Entre las mayores grandezas de los Romanos , que hu- bieron á su poder los metales de plata y oro que hay en España. Ahora á España le viene este gran tesoro de Indias , ordenando la divina Providencia que unos Rey- nos sirvan á otros , y comuniquen su riqueza , y par- ti- (i) Plin. lib, 33. c. 4. (2) Ibidem, (3) PUn. lib. 33. c. 4. (4) I. Machab. 8. v. 3. de la Historia natural de Indias. 193 ticipen de su gobierno para bien de los unos y de los otros , si usan debidamente de los bienes que tienen. La suma de oro que se trae de Indias , no se puede bien tasar ; pero puédese bien afirmar , que es harto mayor que la que refiere Plinio haberse llevado de España á Roma cada año. En la flota que yo vine , el año de ochenta y siete , fué la relación de Tierra-firme doce ca- xones de oro , que por lo que menos es cada caxon qua- tro arrobas. Y de Nueva-España mil ciento cincuenta y seis marcos de oro. Esto solo para el Rey , sin lo que vino para particulares registrado , y sin lo que vino por registrar , que suele ser mucho. Y esto baste para lo que toca al oro de Indias ; de la plata diremos ahora, CAPITULO V. De la Plata de Indias. EN el libro de Job (i) leemos así : Tiene la plata cier- tos principios y raíces de sus venas ; y el oro tie- ne su cierto lugar , donde se cuaja. El hierro cavando se saca de la tierra ; y la piedra deshecha con el ca- lor , se vuelve en cobre. Admirablemente con pocas pa- labras declara las propiedades de estos quatro metales, plata , oro , hierro , cobre. De los lugares donde se cua^ ja y engendra el oro , algo se ha dicho , que son , ó pie- dras en lo profundo de los montes y senos de la tierra, ó arena de los ríos y lugares anegadizos , ó cerros muy altos , de donde los polvos de oro se deslizan con el agua, como es mas común opinión en Indias. De donde vie- nen muchos del vulgo á creer , que del tiempo del di- luvio sucedió hallarse en el agua el oro en partes tan extrañas como se halla. De las venas de la plata , ó ve- tas , y de sus principios y raíces , que dice Job , trata- remos ahora , diciendo primero , que la causa de tener el se- (i) Job 28. vv. I. 2. Tomo J. Bb 194 Libro quarto segundo lugar en los metales la plata , es , por llegarse al oro mas que otro ninguno , en el ser durable , y pa- decer menos del fuego , y dexarse mas tratar y labrar, y aun hace ventaja al oro en relucir mas , y sonar mas. También porque su color es mas conforme á la luz , y su sonido es mas delicado y penetrativo. Y par- tes hay donde estiman la plata mas que el oro ; pero el ser mas raro el oro , y la naturaleza mas escasa en darlo , es argumento de ser metal 'mas precioso, aun- que hay tierras , como refieren de la China , donde se halla mas fácilmente oro que plata ; lo común y ordi- nario es, ser mas fácil y mas abundante la plata. En las Indias occidentales proveyó el Criador tanta rique- za de ella , que todo lo que se sabe de las Historias an- tiguas , y todo lo que encarecen las Argentifodinas de España y de otras partes , es menos que lo que vimos en aquellas partes. Hallanse minas de plata comunmen- te en cerros y montes muy ásperos y desiertos , aun- que también se han hallado en zabañas ó campos. Es- tas son en dos maneras : unas llaman sueltas , otras lla- man vetas fixas. Las sueltas son unos pedazos de me- tal , que acaece estar en partes donde acabado aquel pe- dazo , no se halla mas. Las vetas íixas son las que en hondo y en largo tienen prosecución , al modo de ramos grandes de un árbol , y donde se halla una de éstas , es cosa ordinaria haber cerca luego otras y otras vetas. El modo de labrar y beneficiar la plata , que los In- dios usaron , fué por fundición , que es derritiendo aque- lla masa de metal al fuego , el qual echa la escoria á una parte , y aparta la plata del plomo , y del esta- ño , y del cobre , y de la demás mezcla que tiene. Pa- ra esto hacian unos como hornillos , donde el viento so- plase recio, y con leña y carbón hacian su operación. A éstas en el Perú llamaban Guayras. Después que los Españoles entraron, demás del dicho modo de fundi- ción , que también se usa , benefician la plata por azo- gue , y aun es mas la plata que con él sacan , que no la de la Historia natural de Indias. 195 la de fundición. Porque hay metal de plata , que no se beneficia , ni aprovecha con fuego , sino con azogue : y és- te comunmente es metal pobre , de lo qual hay mucha mayor cantidad. Pobre llaman al que tiene poca pla- ta en mucha cantidad , rico al que da mucha plata. Y es cosa maravillosa , que no solo se halla esta diferen- cia de sacarse por fuego un metal de plata , y otro no por fuego , sino por azogue ; sino que en los mismos me- tales que el fuego saca por fundición , hay algunos , que si el fuego se enciende con ayre artificial , como de fue- lles , no se derrite , ni se funde , sino que ha de ser ay- re natural que corra : y hay metales , que se funden tam- bién , ó mejor con ayre artificial dado por fuelles. El metal de las minas de Porco se beneficia y funde fá- cilmente con fuelles : el metal de las minas de Potosí no se funde con fuelles ; ni aprovecha , sino el ayre de Guayras , que son aquellos hornillos que están en las la- deras del cerro al viento natural , con el qual se der- rite aquel metal. Y aunque dar razón de esta diver- sidad es difícil , es ella muy cierta por experiencia lar- ga. Otras mil delicadezas ha hallado la curiosidad y codicia de este metal , que tanto los hombres aman , de las quales diremos algunas adelante. Las principales par- tes de Indias que dan plata , son la Nueva-España y Perú ; mas las minas del Perú son de grande ventaja , y entre ellas tienen el primado del mundo las de Potosí, De las quales trataremos un poco de espacio , por ser de las cosas mas célebres y mas notables que hay en las Indias occidentales. CAPITULO VL Del cerro de Fotosí y de su descubrimiento. EL cerro tan nombrado de Potosí está en la provin- cia de los Charcas , en el Reyno del Perú ; dista de la equinoccial á la parte del sur , ó polo Antartico Bb a vein- 196 Libro quarto veinte y un grados y dos tercios , de suerte , que cae den- tro de los Trópicos en lo último de la Tórridazona. Y con todo eso es en extremo frió mas que Castilla la vie- ja en España , y mas que Flandes , habiendo de ser tem- plado , ó caliente conforme á la altura del polo en que está. Hácele frió estar tan levantado y empinado, y ser todo bañado de vientos muy frios y destemplados , es- pecialmente el que allí llaman tomahavi , que es im- petuoso y frígidísimo , y reyna por Mayo , Junio , Ju- lio , y Agosto. Su habitación es seca , fria , y muy de- sabrida, y del todo estéril, que no se da, ni produce fruto , ni grano , ni yerba ; y así naturalmente es in- habitable por el mal temple del Cielo , y por la gran esterilidad de la tierra. Mas la fuerza de la plata que llama á sí con su codicia las otras cosas , ha poblado aquel cerro de la mayor población que hay en todos aquellos Reynos , y la ha hecho tan abundante de todas comidas y regalos , que ninguna cosa se puede desear que no se halle allí con abundancia ; y siendo todo de acarreto , están las plazas llenas de frutas , conservas, regalos , vinos excesivos , sedas y galas , tanto como donde mas. La color de este cerro tira á roxo obscuro: tiene una graciosísima vista , á modo de un pabellón igual, ó un pan de azúcar : empínase , y señorea todos los otros cerros que hay en su contorno : su subida es agria , aun- que se anda toda á caballo : rematase en punta en for- ma redonda : tiene de rodeo y contorno una legua por su falda : hay desde la cumbre de este cerro hasta su pie y planta mil seiscientas veinte y quatro varas de las comunes , que reducidas á medida y cuenta de le- guas Españolas , - hacen un quarto de legua. En este cer- ro , al pie de su falda , está otro cerro pequeño que na- ce dé él, el qual antiguamente tuvo algunas minas de metales sueltos , que se hallaban , como en bolsas , y no en veta fixa , y eran muy ricos , aunque pocos : Uaman- le Guaynapotosí, que quiere decir Potosí el mozo. De k falda de es.te pequeño cerro comienza la población - - ¿. S4 J. de de la Historia natural de Indias. igy de Españoles é Indios , que han venido á la riqueza y labor de Potosí. Tendrá la dicha población dos leguas de contorno : en ella es el mayor concurso y contrata- ción que hay en el Peni. Las minas de este cerro no fue- ron labradas en tiempo de los Incas , que fueron Seño- res de el Perú antes de entrar los Españoles , aunque cerca de Potosí labraron las minas de Porco , que está á seis leguas. La causa debió de ser no tener noticia de ellas , aunque otros cuentan no sé qué fábula , que qui- sieron labrar aquellas minas , y oyeron ciertas voces que decian á los Indios , que no tocasen allí , que estaba aquel cerro guardado para otros. En efecto , hasta doce años después de entrados los Españoles en el Perú , nin- guna noticia se tuvo de Potosí y de su riqueza , cuyo descubrimiento fué en este modo. Un Indio llamado Gual- pa , de nación Chumbibilca , que es en tierra del Cuz- co , yendo un dia por la parte del poniente siguiendo unos venados , se le fueron subiendo el cerro arriba , y como es tan empinado , y entonces estaba mucha parte cubierto de unos árboles , que llaman Quinua , y de mu- chísimas matas , para subir un paso algo áspero le fué forzoso asirse á una rama que estaba nacida en la veta^ que tomó nombre la Rica , y en la raíz y vacío que dexó , conoció el metal que era muy rico, por la ex- periencia que tenia de lo de Porco , y halló en el sue- lo , junto á la veta , unos pedazos de metal que se ha- bian soltado de ella , y no se dexaban bien conocer , por tener la color gastada del Sol y agua , y llevólos á Por- co á ensayar por Guayra (esto es probar el metal por fuego); y como viese su extremada riqueza, secreta- mente labraba la veta sin comunicarlo con nadie , has- ta tanto que un Indio Guanea , natural del Valle de Xau- ja , que es en los términos de la ciudad de los Reyes, que era vecino en Porco del dicho Gualpa Chumbibil- ca , vio que sacaba de las fundiciones que hacía , ma- yores tejos de los que ordinariamente se fundian de los metales de aquel asiento , y que estaba mejorado en los ata- 198 Libro quarto atavíos de su persona , porque hasta allí había vivido pobremente. Con lo qual , y con ver que el metal que aquel su vecino labraba , era diferente de lo de Porco, se movió á inquirir aquel secreto ; y aunque el otro pro- curó encubrirlo , tanto le importunó , que hubo de lle- varle al cerro de Potosí , al cabo de otro mes que go- zaba de aquel tesoro. Allí el Gualpa dixo al Guanea, que tomase para sí una veta , que él también habia des- cubierto , que estaba cerca de la Rica , y es la que hoy dia tiene nombre de la Veta de Diego Centeno , que no era menos rica , aunque era mas dura de labrar , y con esta conformidad partieron entre sí el cerro de la ma- yor riqueza del mundo. Sucedió después , que teniendo el Guanea alguna dificultad en labrar su veta por ser dura , y no queriéndole el otro Gualpa dar parte en la suya , se desavinieron ; y así por esto , como por otras diferencias , enojado el Guanea de Xauja , dio parte de este íiegocio á su amo , que se llamaba Villaroél , que era un Español que residía en Porco. El Villa- roél queriendo satisfacerse de la verdad fué á Poto- sí, y hallando la riqueza que su Yanacona , ó cria- do le decia , hizo registrar al Guanea , estacándose con él en la veta que fué dicha Centeno. Llaman estacarse, señalar por suyo el espacio de las varas que concede la ley á los que hallan mina , ó la labran , con lo qual, y con manifestarlo ante la Justicia, quedan por seño- res de la mina para labrarla por suya , pagando al Rey sus quintos. En fin , el primer registro y manifestación que se hizo de las minas de Potosí , fué en veinte y un dias del mes de Abril del año de mil quinientos qua- renta y cinco , en el asiento de Porco , por los dichos Villaroél Español , y Guanea Indio. Luego de allí á pocos dias se descubrió otra veta que llaman del Es- taño, que ha sido riquísima, aunque trabajosísima de labrar , por su metal tan duro como pedernal. Después, á treinta y uno de Agosto del mismo año de quarenta y cinco , se registró la veta que llaman Mendieta , y es- tas de la Historia natural de Indias. 199 'tas quatro son las qiiatro vetas principales de Potosí. De la veta rica , que fué la primera que se descubrió , se dice que estaba el metal una lanza en alto , á manera de unos riscos , levantado de la superficie de la tierra, como una cresta que tenia trescientos pies de largo , y trece de ancho ; y quieren decir , que quedó descubier- ta , y descarnada del diluvio , resistiendo como parte mas dura al ímpetu y fuerza de las aguas. Y era tan rico el metal , que tenia la mitad de plata ; y fué perseverando su riqueza hasta los cincuenta y sesenta estados en hondo, que vino á faltar. En el modo que está dicho, se descubrió Potosí, ordenando la divina Providencia , para felicidad de España , que la mayor riqueza que se sabe que haya habido en el mundo , estuviese oculta , y se manifestase en tiempo que el Emperador Carlos V, de glorioso nom- bre , tenia el Imperio , y los Reynos de España , y Se- ñoríos de Indias. Sabido en el Reyno del Perú el des- cubrimiento de Potosí , luego acudieron muchos Españo- les , y quasi la mayor parte de los vecinos de la ciu- dad de la Plata, que está diez y ocho leguas de Po- tosí, para tomar minas en él ; acudieron también gran cantidad de Indios de diversas provincias , y especial- mente los Gua^^radores de Porco ; y en breve tiempo fué la mayor población del Reyno. CAPITULO VIL De la riqueza que se ha sacado , y cada dia se va sacando de el cerro de Potosí. Dudado hé muchas veces , si se halla en las Histo- rias y relaciones de los Antiguos tan gran rique- za de minas , como la que en nuestros tiempos hemos visto en el Perú, Si algunas minas hubo en el mando ricas y afamadas por tales, fueron las que en España tuvieron los Cartaginenses , y después los Romanos. Las quales , como ya he dicho , no solo las letras profanas, si- 20O Libro quarto sino las sagradas también encarecen á maravilla. Quien mas en particular haga memoria de estas minas que yo haya leído , es Plinio , el qual escribe en su natural historia así (i) : Hállase plata quasi en todas provin- ciavS ; pero la mas excelente es la de España. Esta tam- bién se da en tierra estéril , y en riscos , y cerros , y donde quiera que se halla una veta de plata, es cosa cierta hallar otra no lexos de ella : lo mismo acaece quasi á los otros metales, y por eso los Griegos (se- gún parece) los llamaron metales. Es cosa maravillo- sa , que duran hasta el dia de hoy en las Españas los pozos de minas, que comenzaron á labrar en tiempo de Aníbal , en tanto que aun los mismos nombres de los que descubrieron aquellas minas , les permanecen el dia de hoy , entre las quales fué famosa la que de su des- cubridor llaman Bebelo también ahora. De esta mina se sacó tanta riqueza , que daba á su dueño Aníbal ca- da dia trescientas libras de plata , y hasta el dia pre- sente se ha proseguido la labor de esta mina , la qual está ya cavada , y profunda en el cerro por espacio de mil y quinientos pasos : por todo el qual espacio tan lar- go sacan el agua los Gascones por el tiempo y me- dida que las candelas les duran ; y así vienen á sacar tanta , que parece rio. Todas estas son palabras de Pli- nio , las quales he querido aquí recitar , porque darán gusto á los que saben de minas , viendo que lo mis- mo que ellos hoy experimentan , pasó por los Anti- guos. En especial es notable la riqueza de aquella mi- na de Aníbal en los Pirineos que poseyeron los Roma- nos , y continuaron su labor hasta en tiempo de Plinio, que fueron como trescientos años , cuya profundidad era de mil y quinientos pasos , que es milla y media (2). Y á los principios fué tan rica , que le valía á su dueño trescientas libras de á doce onzas cada dia. Mas aun- que (i) Plin. lih. 33. c. 6. (2) Genebrardus in Chronografhia. de la Historia natural de Indias. 201 que ésta haya sido extremada riqueza , yo pienso toda- vía , que no llega á la de nuestros tiempos en Potosí, porque según parece por los libros Reales de la Casa de Contratación de aquel asiento, y lo afirman hombres an- cianos fidedignos , en tiempo que el Licenciado Polo go- bernaba , que fué hartos años después del descubrimien- to de el cerro , se metian á quintar cada sábado de cien- to y cincuenta mil pesos á doscientos mil , y valian los quintos treinta y quarenta mil pesos , y cada año millón y medio , ó poco menos. De modo , que conforme á es- ta cuenta , cada dia se sacaban de aquellas minas obra de treinta mil pesos , y le valian al Rey los quintos seis mil pesos al dia. Hay otra cosa que alegar por la ri- queza de Potosí , y es , que la cuenta que se ha hecho es solo de la plata que se marcaba y quintaba. Y es cosa muy notoria en el Perú , que largos tiempos se usó en aque- llos Reynos la plata que llamaban corriente , la qual no era marcada y quintada ; y es conclusión de los que bien saben de aquellas minas , que en aquel tiempo gran- dísima parte de la plata que se sacaba de Potosí, se quedaba por quintar , que era toda la que andaba en- tre Indios , y mucha de la de los Españoles , como yo lo vi durar hasta mi tiempo. Así que se puede bien creer, que el tercio de la riqueza de Potosí , si ya no era la mitad , no se manifestaba , ni quintaba. Hay aun otra consideración mayor , que Plinio pone , haberse labrado mil y quinientos pasos aquella veta de Babelo , y que por todo este espacio sacaban agua , que es el mayor im- pedimento que puede haber para sacar riqueza de mi- nas. Las de Potosí , con pasar muchas de ellas de dos- cientos estados su profundidad , nunca han dado en agua, que es la mayor felicidad de aquel cerro : pues las mi- nas de Porco, cuyo metal es riquísimo , se dexan hoy dia de proseguir y beneficiar por el fastidio del agua en que han dado, porque cavar peñas, y sacar agua, son dos trabajos insufribles para buscar metal : basta -el primero , y sobra. Finalmente , el dia de hoy tiene Tomo /. Ce la 202 Libro quarto la Católica Magestad un año con otro un millón de so- los los quintos de plata del cerro de Potosí , sin la otra riqueza de azogues, y otros derechos de la hacienda Real, que es otro grande tesoro. Echando la cuenta los hom- bres expertos dicen , que lo que se ha metido á quintar en la caxa de Potosí , aunque no permanecen los libros de sus primeros quintos con la claridad que hoy hay, porque los primeros años se hacian las cobranzas por ro- mana ( tanta era la grosedad que habia ) ; pero por la me- moria de la averiguación que hizo el Visorey D. Fran- cisco de Toledo el año de setenta y quatro , se halló, que fueron setenta y seis millones hasta el dicho año; y desde el dicho año hasta el de ochenta y cinco in- clusive , parece por los libros Reales haberse quintado treinta y cinco millones. De manera , que monta lo que se habia quintado hasta el año de ochenta y cinco , cien- to y once millones de pesos ensayados , que cada pe- so vale trece reales y un quartillo. Y esto sin la plata que se ha sacado sin quintar , y se ha venido á quin- tar en otras caxas Reales , y sin lo que en plata cor- riente se ha gastado , y hay por quintar , que es cosa sin número. Esta cuenta enviaron de Potosí al Virey, el año que he dicho , estando yo en el Perú ; y después acá aún ha sido mayor la riqueza que ha venido en las flotas del Perú , porque en la que yo vine el año de ochen- ta y siete , fueron once millones los que vinieron en am- bas flotas de Perú y México , y era del Rey quasi la mitad , y de ésta las dos tercias partes de el Perú. He querido hacer esta relación tan particular , para que se entienda la potencia que la Divina Magestad ha sido ser- vida de dar á los Reyes de España , en cuya cabeza se han juntado tantas Coronas y Reynos , y por especial favor del Cielo se han juntado también la India orien- tal con la occidental , dando cerco al mundo con su po- der. Lo qual se debe pensar ha sido por providencia de nuestro Dios* , para el bien de aquellas gentes , que vi- ven tan remotas de su cabeza , que es el Pontífice Ro- ma- de la Historia natural de Indias. 203 mano , Vicario de Christo nuestro Señor , en cuya Fé y obediencia solamente pueden ser salvas. Y también pa- ra la defensa de la misma Fé Católica é Iglesia Roma- na en estas partes , donde tanto es la verdad opugnada y perseguida de los hereges. Y pues el Señor de los Cie- los , que da y quita los Reynos á quien quiere , y como quiere , así lo ha ordenado , debemos suplicarle con hu- mildad , se digne de favorecer el celo tan pió de el Rey Católico dándole próspero suceso , y victoria contra los enemigos de su santa Fé , pues en esta causa gasta el te- soro de Indias , que le ha dado , y aun ha menester mu- cho mas. Pero por ocasión de las riquezas de Potosí bas- te haber hecho esta digresión , y ahora volvamos á de- cir cómo se labran las minas , y cómo se benefician los metales que de ellas se sacan. CAPITULO VIH. Del modo de labrar ¡as minas de Potosí. B len dixo Boecio (i) quando se quexó del primer in- ventor de minas: Heu j)nmus qtiis fuit ilU, Auri qui fondera tectiy Qsmmasque latere volentes, Prc i tosa feríenla fodtt. Peligros preciosos los llama con razón , porque es grande el trabajo y peligro con que se sacan estos me- tales , que tanto aprecian los hombres. Plinio dice (2), que en Italia hay muchos metales ; pero que los An- tiguos no consintieron beneficiarse por conservar la gen- te. De España los traían , y como á tributarios hacian á los Españoles labrar minas. Lo propio hace ahora Es- pa* (i) Boetius de Consola t, (2) Plin, lib. 33. í". 4. Ce 2 204 Libro quarto paña con Indias , que habiendo todavía en España sin duda mucha riqueza de metales , no se dan á buscarlos, ni aun se consiente labrar, por los inconvenientes que se ven ; y de Indias traen tanta riqueza , donde el bus- carla y sacarla no cuesta poco trabajo, ni aun es de poco riesgo. Tiene el cerro de Potosí quatro vetas prin- cipales , como está dicho , que son la Rica , la de Cen- teno , la del Estaño , la de Mendieta. Todas estas ve- tas están á la parte oriental del cerro , como mirando al nacimiento del Sol : á la occidental no se halla nin- guna. Corren las dichas vetas norte sur , que es de po- lo á polo. Tienen de ancho por donde mas , seis pies; por donde menos , un palmo. Otras diversas hay , que salen de estas , como de ramos grandes : los mas peque- ños suelen producirse en el árbol. Cada veta tiene di- versas minas , que son partes de ella misma , y han to- mado posesión , y repartidose entre diversos dueños , cu- yos nombres tienen de ordinario. La mina mayor tie- ne ochenta varas , y no puede tener mas por ley nin- guna : la menor tiene quatro. Todas estas minas hoy dia llegan á mucha profundidad. En la veta Rica se cuentan setenta y ocho minas: llegan á ciento y ochen- ta estados en algunas partes , y aun á doscientos de hon- dura. En la veta de Centeno se cuentan veinte y qua- tro minas. Llegan algunas á sesenta , y aun ochenta es- tados de hondura , y así á este modo es de las otras vetas y minas de aquel cerro. Para remedio de esta tan- gran profundidad de minas se inventaron los socavones, que llaman , que son unas cuevas que van hechas por báxo desde un lado de el cerro , atravesándole hasta llegar á las vetas. Porque se ha de saber , que las ve- tas , aunque corren norte sur , como está dicho ; pero esto es baxando desde la cumbre hasta la falda y asien- to del cerro , según se cree , que serán según conjetura de algunos, mas de mil y doscientos estados. Y á esta cuenta, aunque las minas van tan hondas, les falta otro seis tanto hasta su raíz y fondo , que según quieren de- cir, de la Historia natural de Indias. -205 cir , ha de ser riquísimo , como tronco y manantial de todas las vetas. Aunque hasta ahora antes se ha mos- trado lo contrario por la experiencia , que mientras mas alta ha estado la veta , ha sido mas rica , y como va baxando en hondo , va siendo su metal mas pobre ; pe- ro en fin , para labrar las minas con menos costa , y trabajo y riesgo , inventaron los socavones , por los quales se entra y sale á paso llano. Tienen de ancho ocho pies , y de alto mas de un estado. Cierranse con sus puertas, sacanse por ellos los metales con mucha facilidad , y pagase al dueño de el socavón el quin- to de todo el metal que por él se saca. Hay hechos ya nueve socavones , y otros se están haciendo. Un socavón , que llaman del Venino , que va á la veta Ri- ca , se labró en veinte y nueve años, comenzándose el año de mil quinientos cincuenta y seis , que fue- ron once después de descubrirse aquellas minas , y aca- bándose el año de ochenta y cinco en once de Abril. Este socavón alcanzó á la veta Rica en treinta y cin- co estados de hueco hasta su fondo , y hay desde don- de se juntó con la veta hasta lo alto de la mina otros ciento treinta y cinco estados , que por todo este pro- fundo baxaban á labrar aquellas minas. Tiene todo el socavón , desde la boca hasta la veta , que llaman el Crucero , doscientas y cincuenta varas , las quales tar- daron en labrarse los veinte y nueve años que está di- cho , para que se vea lo que trabajan los hombres por ir á buscar la plata á las entrañas del profundo. Con todo eso , trabajan allá dentro , donde es perpetua obs- curidad , sin saber poco ni mucho quando es dia , ni quando es noche. Y como son lugares que nunca los vi- sita el Sol , no solo hay perpetuas tinieblas , mas tam- bién mucho frió , y un ayre muy grueso , y ageno de la naturaleza humana ; y así sucede marearse los que allá entran de nuevo , como á mí me acaeció , sintiendo bas- cas y congojas de estómago. Trabajan con velas siem- pre los que labran , repartiendo el trabajo , de suerte que unos í2o6 Libro qtiarto unos labran de día , y descansan de noche , y otros al revés. El metal es duro comunmente , y sacanlo á gol- pes de barreta quebrantándole , que es quebrar un pe- dernal. Después lo suben á cuestas por unas escaleras he- chas de tres ramales de cuero de vaca retorcido , como gruesas maromas , y de un ramal á otro puestos pa- los como escalones , de manera que puede subir un hom- bre , y baxar otro juntamente. Tienen estas escalas de largo diez estados , y al fin de ellas está otra escala del mismo largo , que comienza de un relex , ó poyo , don- de hay hechos de madera unos descansos á manera de andamios , porque son muchas las escalas que se suben. Saca un hombre carga de dos arrobas atada la manta á los pechos , y el metal qne va en ella á las espaldas: suben de tres en tres. El delantero lleva una vela atada al dedo pulgar para que vean , porque como está dicho, ninguna luz hay del Cielo , y vanse asiendo con ambas manos ; y así suben tan grande espacio , que como ya dixe , pasa muchas veces de ciento y cincuenta estados; cosa horrible , y que solo pensarla pone espanto : tan- to es el amor del dinero , por cuya reqüesta se hace y padece tanto. No sin razón exclama Plinio tratando de esto (i): Entramos hasta las entrañas de la tierra, y hasta allá en el lugar de los condenados buscamos las riquezas. Y después en el mismo libro (2) : Obras son mas que de Gigantes las que hacen los que sa- can los metales , haciendo agugeros y callejones en lo profundo , por tan grande trecho barrenando los montes á luz de candelas , donde todo el espacio de no- che y dia es igual , y en muchos meses no se ve el dia, donde acaece caerse las paredes de la mina súbitamen- te , y matar de golpe á los Mineros. Y poco después añade : Hieren la dura peña con almádanas que tienen ciento y cincuenta libras de hierro : sacan los metales á (i) Plin,in prooem.lib. '^'^, (2) Cap. 4. de la Historia natural de Indias. sojr á cuestas trabajando de noche y de día , y unos entre-- gan la carga á otros , y todo á obscuras , pues solos los últimos ven la luz. Con cuños de hierro , y con almá- danas rompen las peñas y pedernales , por recios y du- ros que sean ; porque en fin es mas recia y mas dura la hambre del dinero. Esto es de Plinio , que aunque habla como Historiador de entonces , mas parece Pro- feta de ahora. Y no es menos lo que Focio de Agatár- chides refiere , del trabajo inmenso que pasaban los que llamaban Crisios en sacar y beneficiar el oro , porque siempre , como el sobredicho Autor dice , el oro y pla- ta causan tanto trabajo al haberse , quanto dan de con- tento al tenerse, CAPITULO IX. Cómo se beneficia el nwtal de Plata. LA veta que hemos dicho en que se halla la plata, va de ordinario entre dos peñas que llaman la ca- xa , y la una de ellas suele ser durísima como peder- nal ; la otra blanda , y mas fácil de romper : el metal va en medio , no todo igual , ni de un valor , porque hay en esto mismo uno muy rico que llaman cacilla, ó tacana , de donde se saca mucha plata : hay otro po- bre , de donde se saca poca. El metal rico de este cer- ro es de color de ámbar, y otro toca en mas negro: hay otro que es de color como roxo : otro como ce- niciento, y en efecto tiene diversos colores , y á quien no sabe lo que es , todo ello parece piedra de por ahí; mas los Mineros en las pintas , y vetillas , y en cier- tas señales conocen luego su fineza. Todo este metal que sacan de las minas se trae en carneros del Perú, que sirven de jumentos , y se lleva á las moliendas. El que es metal rico se beneficia por fundición en aquellos hor- nillos que llaman Guayras : éste es el metal que es mas plomoso , y el plomo le hace derretir ; y aun para me- jor derretirlo , echan los Indios el que llaman Soroche, que -2o8 Libro quarto que es un metal muy plomizo. Con el fuego la escoria corre abaxo , el plomo y la plata se derriten , y la pla- ta anda nadando sobre el plomo hasta que se apura: vuel- ven después á refinar mas y mas la plata. Suelen salir de un quintal de metal treinta , quarenta , y cincuenta pesos de plata por fundición. A mí me dieron para mues- tra metales de que sallan por fundición mas de doscien- tos pesos , y de doscientos y cincuenta por quintal : ri- queza rara y quasi increíble , si no lo testificara el fue- go con manifiesta experiencia ; pero semejantes metales son muy raros. El metal pobre es el que de un quintal da dos , ó tres pesos , ó cinco , ó seis , ó no mucho mas: éste ordinariamente no es plomizo , sino seco; y así por fuego no se puede beneficiar. A cuya causa gran tiem- po estuvo en Potosí inmensa suma de estos metales po- bres , que eran desechos , y como granzas de los bue- nos metales , hasta que se introduxo el beneficio de los azogues , con los quales aquellos desechos , ó desmon- tes que llamaban , fueron de inmensa riqueza , porque el azogue con extraña y maravillosa propiedad apura la plata , y sirve para estos metales secos y pobres , y se gasta y consume menos azogue en ellos, lo qual no es en los ricos , que quanto mas lo son , tanto mas azogue consumen de ordinario. Hoy dia el ma- yor beneficio de plata , y quasi toda el abundancia de ella en Potosí es por el azogue , como también en las minas de los Cacatecas , y otras de la Nueva-España. Había antiguamente en las laderas de Potosí , y por las cumbres y collados mas de seis mil Guayras , que son aquellos hornillos donde se derrite el metal , puestos al modo de luminarias , que verlos arder de noche , y dar lumbre tan lexos , y estar en sí hechos una ascua roxa de fuego , era espectáculo agradable. Ahora si llegan á mil ó dos mil Guayras, será mucho, porque como he dicho , la fundición es poca , y el beneficio del azogue es toda la riqueza. Y porque las propiedades del azogue son admirables , y el modo de beneficiar con él la pla- ta de la Historia natural de Indias. 209 ta muy notable, trataré de el azogue, y de sus minas, y labor , lo que pareciere conveniente al propósito. CAPITULO X. De las propiedades maravillosas del azogue. EL azogue , que por otro nombre se llama argén vÍt vo , como también le nombran los Latinos , porque parece plata viva , según bulle y anda á unas partes y otras velozmente, entre todos los metales tiene gran-, des y maravillosas propiedades. Lo primero , siendo ver-: dadero metal , no es duro , ni formado , y consistente co- mo los demás , sino líquido , y que corre , no como la plata y el oro , que derretidos del fuego , son líquidos y corren , sino de su propia naturaleza , y con ser licor, es mas pesado que ningún otro metal ; y así los demás oadan en el azogue , y no se hunden como mas liviar nos. Yo he visto en un barreño de azogue echar dos li- bras de hierro , y andar nadando encima el hierro sin hundirse, como si fuera palo ó corcho en el agua. Pli- nio hace excepción diciendo (i) , que solo el oro se hun- de , y no nada sobre el azogue : no he visto la expe- riencia , y por ventura es , porque el azogue naturalmen- te rodea luego el oro , y lo esconde en sí. Es ésta la mas importante propiedad que tiene , que con maravi- lloso afecto se pega al oro, y le busca , y se va á él don- de quiera que le huele. Y no solo esto , mas así se en^ carna con él , y lo junta á sí , que le desnuda y des- pega de qualesquier otros metales ó cuerpos en que es- tá mezclado , por lo qual toman oro los que se quieren preservar del daño del azogue. A hombres que han echa- do azogue en los oídos para matarlos secretamente, ha sido el rem.edio meter por el oído una paletilla de oro, con que llaman el azogue , y la sacan blanca , de lo que ' se (i) Plin. lib. 33. c. 6. Tomo I, Dd 210 Libro quarto se ha pegado al oro. En Madrid , yendo á ver las obra notables que Jácomo de Trezo , excelente artífice Mi- lanés , labraba para San Lorenzo el Real , sucedió ser en dia que doraban unas piezas del retablo , que eran de bronce , lo qual se hace con azogue ; y porque el hu- mo del azogue es mortal, me dixeron, que se preve- nían los Oficiales contra este veneno con tomar un do- blón de oro desmenuzado, el qual pasado al estómago llamaba allí qualquier azogue que por los oídos , ojos, nances ó boca les entrase de aquel humo mortal, y con esto se preservaban del daño del azogue , yéndose todo él al oro que estaba en el estómago , y saliendo después todo por la via natural : cosa cierto digna de admira- ción , después que el azogue ha limpiado al oro , y pur- gadoíe de todos los otros metales y mezclas, también le aparta el fuego á él de su amigo el oro , y así le de- xa del todo puro sin fuego. Dice Plinio (i) , que con cier- ta arte apartaban el oro de el azogue : no sé yo que ahora se use tal arte. Pareceme , que los Antiguos no alcanzaron , que la plata se beneficiase por azogue , que es hoy dia el mayor uso y mas principal provecho del azogue , porque expresamente dice , que á ninguno otro metal abraza sino solo al oro , y donde trata del mo- do de beneficiar la plata , solo hace mención de fundi- ción : por donde se puede colegir , que este secreto no le alcanzaron los Antiguos. En efecto , aunque la prin- cipal amistad del azogue sea con el oro , todavía donde no hay oro se va á la plata , y la abraza , aunque no tan presto como á el oro : y al cabo también la lim- pia , y la apura de la tierra , cobre y plomo con que se cria, sin ser necesario el fuego, que por fundición refina los metales ; aunque para despegar y desasir del azogue á la plata también interviene el fuego , como adelante se dirá. De esotros metales, fuera de oro y plata , no hace caso el azogue , antes los carcome , y gas- (i) Plín. lib, 33. c, 6. de la Historia natural de Indias. 211 gasta , y horada , y se va y huye de ellos : que tam- bién es cosa admirable. Por donde le echan en vasos de barro , ó en pieles de animales , porque vasijas de co- bre , iiierro ú otro metal luego las pasa y barrena , y toda otra materia penetra y corrompe , por donde le lla- ma Plinio veneno de todas las cosas , y dice , que to- do lo come y gasta. En sepulturas de hombres muertos se halla azogue , que después de haberlos gastado , él se sale muy á su salvo entero. Háse hallado también en las médulas y tuétanos de hombres ó animales , que recibiendo su humo por la boca ó narices , allá dentro se congela , y penetra los mismos huesos : Por eso es tan peligrosa la conversación con criatura tan atrevi- da y mortal. Pues es otra gracia que tiene , que bulle, y se hace cien mil gotillas , y por menudas que sean, no se pierde una , sino que por acá , ó por allá se vuel- ven á juntar con su licor , y quasi es incorruptible , y apenas hay cosa que le pueda gastar : por donde el so- bredicho Plinio le llama sudor eterno. Otra propiedad tiene, que siendo el azogue el que aparta el oro del cobre y todos metales , quando quieren juntar oro con cobre , ó bronce , ó plata , que es dorando , el me- dianero de esta junta es el azogue , porque mediante él se doran esos metales. Entre todas estas maravillas de QstQ licor extraño , la que á mí me ha parecido mas digna de ponderar , es , que siendo la cosa mas pesada del mundo , inmediatamente se vuelve en la mas livia- na del mundo , que es humo , con que sube arriba re- suelto , y luego el mismo humo , que es cosa tan livia- na , inmediatamente se vuelve en cosa tan pesada como es el propio licor de azogue , en que se resuel ve. Por- que en topando el humo de aquel metal cuerpo duro arriba , ó llegando á región fria , luego al punto se cua- ja , y vuelve á caer hecho azogue , y si dan fuego otra vez al azogue, se hace humo , y del humo vuelve sin dilación á caer el licor del azogue. Cierto transmuta- ción inmediata de cosa tan pesada en cosa tan liviana; Dd2 y í2i2 Libró quarto y al revés , por cosa rara se puede tener en naturale- za. Y en todas estas y otras extrañezas que tiene este metal , es digno el Autor de su naturaleza , de ser glo- rificado , pues á sus leyes ocultas obedece tan pronta- mente toda naturaleza criada. CAPITULO XI. Dónde se halla el Azogue , y cómo se descubrieron sus minas riquísimas en Guancavelica. H Aliase el azogue en una manera de piedra , que da juntamente el bermellón , que los Antiguos llama- ron minio , y hoy dia se dicen estar miniadas las imá- genes que con azogue pintan en los cristales. El minio ó bermellón celebraron los Antiguos en grande manera, teniéndolo por color sagrado , como Plinio refiere ; y así dice (i) , que solian teñir con él el rostro de Júpiter los Romanos , y los cuerpos de los que triunfaban , y que en la Etiopia , así los ídolos , como los Goberna- dores , se teñian el rostro de minio. Y que era estima- do en Roma en tanto grado el bermellón (el qual so- lamente se llevaba de España , donde hubo muchos po- zos y minas de azogue, y hasta el dia de hoy las hay), que no consentian los Romanos que se beneficiase en España aquel metal , porque no les hurtasen algo , sino así en piedra como lo sacaban de la mina , se llevaba sellado á Roma, y allá lo beneficiaban y llevaban ca- da año de España , especial del Andalucía , obra de diez mil libras ; y esto tenian los Romanos por excesiva ri- queza. Todo esto he referido de el sobredicho Autor, por* que á los que ven lo que hoy dia pasa en el Perú , les dará gusto saber lo que antiguamente pasó á los mas poderosos señores del mundo. Dígolo , porque los In- cas , Reyes del Perú , y los Indios naturales de él labra- ron (i) Líb. 33-. cajj.y. déla Historia natural de Indias. 213 ron gran tiempo las minas del azogue , sin saber del azo- gue , ni conocerle , ni pretender otra cosa sino este mi- nio, ó bermellón que ellos llaman Llimpi , el qual pre- ciaban mucho para el mismo efecto que Plinio ha refe- rido de los Romanos y Etiopes , que es para pintarse ó teñirse con él los rostros y cuerpos suyos y de sus ídolos : lo qual usaron mucho los Indios , especialmen- te quando iban á la guerra , y hoy dia lo usan quan- do hacen algunas fiestas ó danzas , y llamanlo embi- xarse , porque les parecía que los rostros así embixa- dos ponian terror ; y ahora les parece que es mucha gala. Con este fin , en los cerros de Guancavelica , que son en el Perú cerca de la ciudad de Guamanga , hi- cieron labores extrañas de minas , de donde sacaban qs- te metal , y es de modo , que si hoy dia entran por las cuevas ó socavones que los Indios hicieron , se pier- den los hombres , y no atinan á salir. Mas ni se cui- daban del azogue , que está naturalmente en la misma materia ó metal de bermellón , ni aun conocian que hu- biese tal cosa en el mundo. Y no solo los Indios , mas ni aun los Españoles conocieron aquella riqueza por muchos años , hasta que gobernando el Licenciado Cas- tro el Perú , el año de sesenta y seis y sesenta y sie- te se descubrieron las minas de azogue en esta forma. Vino á poder de un hombre inteligente , llamado En- rique Garcés, Portugués de nación , el metal colorado que he dicho , que llamaban los Indios Llimpi , con que se tiñen los rostros , y mirándolo conoció ser ei que en Castilla llaman bermellón ; y como sabía que el ber- mellón se saca del mismo metal que el azogue , conje- turó , que aquellas minas hablan de ser de azogue; fué allá , y hizo la experiencia y ensaye , y halló ser así, Y de esta manera descubiertas las minas de Palcas en término de Guamanga, fueron diversos á beneficiar el azogue para llevarle á México , donde la plata se be- neficiaba por azogue, con cuya ocasión se hicieron ri- cos no pocos. Y aquel asiento de minas , que llaman Guan- 214 Libro quarto Guancavelica, se pobló de Españoles y de Indios que acudieron , y hoy dia acuden á la labor de las dichas minas de azogue, que son muchas y prósperas. Entre todas es cosa ilustrísima la mina que llaman de Ama- dor de Cabrera , por otro nombre la de los Santos , la qual es un peñasco de piedra durísima empapada toda en azogue , de tanta grandeza, que se extiende por ochen- ta varas de largo , y quarenta en ancho , y por toda esta quadra está hecha su labor en hondura de seten- ta estados , y pueden labrar en ella mas de trescien- tos hombres juntos , por su gran capacidad. Esta mina descubrió un Indio de Amador de Cabrera , llamado Navincopa , de el pueblo de Acoria : registróla Amador de Cabrera en su nombre : traxo pleyto con el Fisco, y por Executoria se le dio el usufructo de ella , por ser descubridora. Después la vendió por doscientos y cincuenta mil ducados , y pareciendole que habia sido engañado en la venta , volvió á poner pleyto , porque dicen que vale mas de quinientos mil ducados , y aun á muchos les parece que vale un millón : cosa rara ha- ber mina de tanta riqueza. En tiempo que gobernaba el Perú Don Francisco de Toledo , un hombre que ha- bla estado en México , y visto cómo se sacaba plata con los azogues , llamado Pedro Fernandez de Velasco , se ofreció á sacar la plata de Potosí por azogue. Y he- cha la prueba, y saliendo muy bien , el año de setenta y uno se comenzó en Potosí á beneficiar la plata con los azogues que se llevaron de Guancavelica , y fué el total remedio de aquellas minas , porque con el azo- gue se sacó plata infinita de los metales que estaban desechados , que llamaban desmontes. Porque como es- tá dicho , el azogue apura la plata , aunque sea pobre, y de poca ley , y seca , lo qual no hace la fundición de fuego. Tiene el Rey Católico , de la labor de las minas de azogue , sin costa , ni riesgo alguno , cerca de quatrocientos mil pesos de minas , que son de á cator- ce reales, ó poco menos , sin lo que después de ello pro- de la Historia natural de Indias. 215 pTOcede , por el beneficio que se hace en Potosí , que es otra riqueza grandísima. Sacanse un año con otro de estas minas de Guancavelica , ocho mil quintales de azo- gue , y aun mas, CAPITULO XII. De el modo y arte que se saca el Azogue , y se beneficia con él la plata. Digamos ahora cómo se saca el azogue , y cómo se saca con él la plata. La piedra , ó metal donde el azogue se halla , se muele , y pone en unas ollas al fuego tapadas , y allí fundiéndose , ó derritiéndose aquel metal , se despide de él el azogue con la fuerza del fu,e- go , y sale en exhalación á vueltas de el humo del di- cho fuego , y suele ir siempre arriba , hasta tanto que topa algún cuerpo , donde para , y se cuaja , ó si pa- sa arriba sin topar cuerpo duro , llega hasta donde se enfria , y allí se cuaja , y vuelve á caer abaxo. Quan- do está hecha la fundición destapan las ollas , y sacan el metal. Lo qual procuran se haga estando ya frias, porque si da algún humo , ó vapor de aquel á las per- sonas que destapan las ollas , se azogan y mueren , ó quedan muy maltratadas , ó pierden los dientes. Para dar fuego á los metales , porque se gasta infinita leña, halló un Minero , por nombre Rodrigo de Torres , una invención útilísima , y fué coger de una paja que nace por todos aquellos cerros del Perú , la qual allá lla- man Icho , y es á modo de esparto , y con ella dan fue- go. Es cosa maravillosa la fuerza que tiene esta paja para fundir aquellos metales , que es como lo que dice Plinio (i) del oro que se funde con llama de paja, no fundiéndose con brasas de leña fortísima. El azogue así fundido lo ponen en badanas , porque en cuero se pue- de (i) Lib. 33. caj). 4. 2i6 Libro quarto de guardar , y así se mete en los almacenes del Rey ; y de allí se lleva por mar á Arica , y de allí á Potosí en -recuas , ó carneros de la tierra. Consúmese comunmen- te en el beneficio de los metales en Potosí de seis á sie* te mil quintales por año , sin lo que se saca de las la- mas (que son la3 heces que quedan, y abarro de los pri- meros lavatorios de metales que se hacen en tinas ) , las quales lamas se queman, y benefician en hornos para sacar el azogue que en ellas queda , y habrá mas de cin- cuenta hornos de estos en la villa de Potosí , y en Ta- rapaya. Será la cantidad de los metales que se benefi- cian , según han echado la cuenta hombres prácticos, mas de trescientos mil quintales al año , de cuyas la- mas beneficiadas se sacarán mas de dos mil quintales de azogue. Y es de saber , que la qualidad de los meta- les es varia , porque acaece que un metal da mucha pla- ta , y consume poco azogue : otro al revés , da poca pla- ta , y consume mucho azogue : otro da mucha , y con-r sume mucho : otro da poca , y consume poco ; y con- forme á como es el acertar en estos metales , así es el enriquecer poco , ó mucho , ó perder en el trato de metales. Aunque lo mas ordinario es, que en metal ri- co , como da mucha plata , así consume mucho azogue, y el pobre al revés. El metal se muele muy bien pri- piero con los mazos de ingenios , que golpean la piedra como batanes , y después de bien molido el metal , lo ciernen con unos cedazos de telas de arambre , que ha- cen la harina tan delgada como los comunes de cerr das ; y ciernen estos cedazos , si están bien armados y puestos , treinta quintales entre noche y dia. Cernida que está la harina del metal, la pasan á unos caxones de buytrones , donde la mortifican con salmuera , echando á cada cincuenta quintales de harina cinco quintales de sal , y esto se hace para que la sal desengrase la ha- rina de metal , del barro , ó lama que tiene , con lo qual el azogue recibe mejor la plata. Exprimen luego con un lienzo de olanda cruda el azogue sobre el metal , y $a- le de la Historia natural de Indias. í2Tjr lé el azogue como un rocío , y así van revolviendo el metal para que á todo él se comunique este rocío del azogue. Antes de inventarse los buytrones de fuego , se amasaba muchas y diversas veces el metal con el azo- gue , así echado en unas artesas , y hacian pellas gran- des como de barro , y dexabanlo estar algunos dias , y volvían á amasarlo otra vez y otra , hasta que se enten- día que estaba ya incorporado el azogue en la plata , lo qual tardaba veinte dias y mas , y quando menos nue- ve. Después , por aviso que hubo , como la gana de ad- quirir es diligente , hallaron que para abreviar el tiem- po , el fuego ayudaba mucho á que el azogue tomase la plata con presteza , y así trazaron los buytrones , donde ponen unos caxones grandes , en que echan el metal con sal y azogue , y por debaxo dan fuego manso en cier- tas bóvedas hechas á proposito , y en espacio de cin- co dias ó seis el azogue incorpora en sí la plata. Quan- do se entiende que ya el azogue ha hecho su oficio , que es juntar la plata , mucha ó poca , sin dexar nada de ella , y embeberla en sí , como la esponja al agua , in- corporándola consigo , y apartándola de la tierra , plo- mo y cobre , con que se cria , entonces tratan de des- cubrirla , sacarla y apartarla del mismo azogue, lo qual hacen en esta forma : Echan el metal en unas tinas de agua , donde con unos molinetes ó ruedas de agua , tra- yendo al derredor el metal , como quien deslié ó hace mostaza, va saliendo el barro ó lama del metal en el agua que corre , y la plata y azogue , como cosa mas pesada , hace asiento en el suelo de la tina. El metal que queda está como arena , y de aquí lo sacan y lle- van á lavar otra vuelta con bateas en unas balsas ó po- zas de agua, y allí acaba de caerse el barro, y de- xa la plata y azogue á solas , aunque á vueltas del bar- ro y lama va siempre algo de plata y azogue, que lla- man relaves : y también procuran después sacarlo y aprovecharlo. Limpia , pues , que está la plata y el azo- gue , que ya ello reluce, despedido todo el barro y tier- T orno I, Ee ra. 21 8 Libro quarto ra , toman todo este metal , y echado en un lienzo expri- menlo fuertemente ; y así sale todo el azogue que no está incorporado en la plata , y queda lo demás hecho todo una pella de plata y azogue , al modo que que- da lo duro y cibera de las almendras , quando exprimen el almendrada : y estando bien exprimida la pella que queda , sola es la sexta parte de plata , y las otras cin- co son azogue. De manera , que si queda una pella de sesenta libras , las diez libras son de plata , y las cin- cuenta de azogue. De estas pellas se hacen las pinas á modo de panes de azúcar , huecas por adentro ; y ha- cenlas de cien libras de ordinario. Y para apartar la plata del azogue , ponenlas en fuego fuerte , donde las cubren con un vaso de barro de la hechura de los mol- des de panes de azúcar , que son como unos caperuzo- nes, y cubrenlas de carbón , y danles fuego, con el qual el azogue se exhala en humo , y topando en el caperu- zón de barro , allí se cuaja y destila , como los vapo- res de la olla en la cobertera; y por un cañón al mo- do de alambique , recíbese todo el azogue que se destila, y vuélvese á cobrar quedando la plata sola. La qual en forma y tamaño es la misma : en el peso es cinco par- tes menos que antes : queda toda crespa y esponjada, que es cosa de ver : de dos de estas pinas se hace una barra de plata, que pesa sesenta y cinco ó sesenta y seis marcos ; y así se lleva á ensayar , quintar y mar- car. Y es tan fina la plata sacada por azogue , que ja- más baxa de dos mil y trescientos y ochenta de ley: y es tan excelente , que para labrarse , ha menester que los Plateros la baxen de ley echándola liga ó mezcla; y lo mismo hacen en las Casas de moneda , donde se labra y acuña. Todos estos tormentos , y por decirlo así, martirios pasa la plata para ser fina , que si bien se mira , es un amasijo formado , donde se muele , se cier- ne , se amasa , se leuda y se cuece la plata , y aun fue- ra de esto se lava y relava , y se cuece y recuece pa- sando por mazos y zedazos , artesas , buy trones , tinas, ba- de la Historia natural de Indias. 219 bateas, exprimideros y hornos ; y finalmente, por agua y fuego. Digo esto , porque viendo este artificio en Po- tosí, consideraba lo que dice la Escritura de los Jus- tos, (i) que : Colahit eos , 6^ purgabit qiiasi argentum. Y lo que dice en otra parte (2) : Sicut argentum probatum térra , ^urgatum septuplum. Que para apurar la plata, y afinarla y limpiarla de la tierra y barro en que se cria , siete veces la purgan y purifican , porque en efec- to son siete , esto es , muchas y muchas las veces que la atormentan hasta dexarla pura y fina. Y así es la doc- trina del Señor , y lo han de ser las almas que han de participar de su pureza divina. CAPITULO XIII. De los ingenios para moler metales , y del ensaye de la plata. PAra concluir con esta materia de plata y metales restan dos cosas por decir : una es de los ingenios y moliendas : otra de los ensayes. Ya se dixo que el me- tal se muele para recibir el azogue. Esta molienda se ha- ce con diversos ingenios : unos que traen caballos , co- mo atahonas ; y otros que se mueven con el golpe del agua , como aceñas ó molinos ; y de los unos y los otros hay gran cantidad. Y porque el agua , que comunmen- te es la que llueve , no la hay bastante en Potosí , si- no en tres ó quatro meses , que son Diciembre , Ene- ro y Febrero , han hecho unas lagunas que tienen de contorno como á mil y setecientas varas , y de honda tres estados , y son siete, con sus compuertas ; y quan- do es menester usar de alguna , la alzan , y sale un cuer- po de agua, y las fiestas las cierran. Quando se hin- chen las lagunas , y el año es copioso de aguas, dura la (i) Mal. 3.T. ^.Ecfks. 2. V. 8. (i) Psalm. 11. y, 7. Ee2 aso Libro qtiarto la molienda seis ó siete meses , de modo que también para la plata piden los hombres ya buen año de aguas en Potosí, como en otras partes para el pan. Otros in- genios hay en Tarapaya , que es un valle tres ó quatro leguas de Potosí , donde corre un rio ; y en otras par- tes hay otros ingenios. Hay esta diversidad , que unos ingenios tienen á seis mazos , otros á doce y catorce. Muélese el metal en unos morteros , donde dia y no- che lo están echando , y de allí llevan lo que está mo- lido á cerner. Están en la ribera del arroyo de Potosí quarentá y ocho ingenios de agua , de á ocho , diez y doce mazos : otros quatro ingenios están en otro lado, que llaman Tanacoñuño. En el valle de Tarapaya hay veinte y dos ingenios ; todos estos son de agua : fuera de los quales iiay en Potosí otros treinta ingenios de caballos , y fuera de Potosí otros algunos : tanta ha sido la diligencia é industria de sacar plata. La qual finalmen- te se ensaya y prueba por los Ensayadores y Maestros que tiene el Rey puestos , para dar su ley á cada pieza. Llevanse las barras de plata al Ensayador , el qual po- ne á cada una su número , porque el ensaye se hace de muchas juntas. Saca de cada una un bocado , y pésale fielmente : échale en una copella , que es un vasito hecho de ceniza de huesos molidos y quemados. Pone estos va- sitos por su orden en el horno ú hornaza : dales fue- go fortísimo : derrítese el metal todo , y lo que es plo- mo se va en humo , el cobre ó estaño se deshace, que- da la plata finísima hecha de color de fuego. Es co- sa maravillosa , que quando está así refinada , aunque esté líquida y derretida , no se vierte volviendo la co- pella , ó vaso donde está acia abaxo , sino que se que- da fixa sin caer gota. En la color y en otras señales conoce el Ensayador quando está afinada : saca del hor- no las copellas: vuelve á pesar delicadísimamente ca- da pedacito : mira lo que ha mermado y faltado de su peso, porque la que es de ley subida merma poco, y la que es de ley baxa, mucho. Y. así confórmela lo que ha de la Historia natural de Indias. 221 ha mermado , ve la ley que tiene , y esa asienta , y se- ñala en cada barra puntualmente. Es el peso tan deli- cado , y las pesicas , ó granos tan menudos , que no se pueden asir con los dedos , sino con unas pinzas ; y el peso se hace á luz de candela , porque no dé ayre que haga menear las balanzas , porque de aquel poquito de- pende el precio y valor de toda una barra. Cierto es cosa delicada , y que requiere gran destreza , de la qual también se aprovecha la divina Escritura en diversas partes (i) , para declarar de qué modo prueba Dios á los suyos , y para notar las diferencias de méritos y va- lor de las almas , y especialmente donde á Jeremías Pro- feta le da Dios título de Ensayador (2) , para que co- nozca , y declare el valor espiritual de los hombres , y sus obras , que es negocio propio del Espíritu de Dios, que es el que pesa los espíritus de los hombres (3). Y con esto nos podemos contentar quanto á materia de plata , metales y minas , y pasar adelante á los otros dos propuestos de plantas y animales. CAPITULO XIV. De las esmeraldas. AUnque será bien primero decir algo de las esmeral- das, que así por ser cosa preciada como el oro y plata de que se ha dicho , como por ser su nacimien- to también en minas de metales , según Plinio (4) , no viene fuera de propósito tratar aquí de ellas. Antigua- rnente fué la esmeralda estimada en mucho ; y como el dicho Autor escribe , tenia el tercer lugar entre las jo- yas después del diamante y de la margarita. Hoy día, ni la esmeralda se tiene en tanto , ni la margarita , por la (i) Psalm. 65. V. 10. Prov. 17. v. 3. 27. a;. 21. (2) Hürem. 6. v. 27. (3) Proií, 16. %>. 2. (4) Plin, lib.ij, cap. 5. 222 Libro quarto la abundancia que las Indias han dado de ambas cosas: solo el diamante se queda con su reynado , que no se lo quitará nadie : tras él los rubíes finos , y otras pie- dras se precian en mas que las esmeraldas. Son amigos los hombres de singularidad , y lo que ven ya común no lo precian. De un Español cuentan , que en Italia al principio que se hallaron en Indias , mostró una esme- ralda á un Lapidario , y preguntó el precio : vista por el otro , que era de excelente qualidad y tamaño , res- pondió, que cien escudos ; mostróle otra mayor, dixo que trescientos. Engolosinado del negocio, llevóle á su ca- sa , y mostróle un caxon lleno de ellas : en viendo tan- tas dixo el Italiano: Señor, éstas valen á escudo. Así ha pasado en Indias y España , que el haber hallado tan- ta riqueza de estas piedras les ha quitado el valor. Pli- nio dice excelencias de ellas (i) , y que no hay cosa mas agradable , ni mas saludable á la vista , y tiene razón; pero importa poco su autoridad mientras hubiere tan- tas. La otra Lolia Romana , de quien cuenta (2) , que en un tocado y vestido labrado de perlas y esmeraldas echó quatrocientos mil ducados de valor , pudiera hoy dia con menos de quarenta mil hacer dos pares como aquel. En diversas partes de Indias se han hallado. Los Reyes Mexicanos las preciaban, y aun usaban algu- nos horadar las narices , y poner allí una excelente es- meralda. En los rostros de sus ídolos también las po- nian. Mas donde se ha hallado , y hoy en dia se ha- lla mas abundancia , es en el nuevo Reyno de Grana^ da , y en el Perú cerca de Manta y Puerto-viejo. Hay por allí dentro una tierra que llaman de las Esmeral- das , por la noticia que hay de haber muchas , aunque no ha sido hasta ahora conquistada aquella tierra. Las esmeraldas nacen en piedras á modo de cristales , y yo las he visto en la misma piedra , que van haciendo co- mo veta , y según parece , poco á poco se van cuajan- do (i) Plin. lib. 37. c. J. (2) Plin, ¡ib. 9. c, 3J. de la Historia natural de Indias. 223 do y afinando : porque vi unas medio blancas , medio verdes : otras quasi blancas : otras ya verdes y perfec- tas del todo. Algunas he visto del grandor de una nuez, y aun mayores. Pero no sé que en nuestros tiempos se hayan descubierto del tamaño del catino ó joya que tienen en Genova , que con razón la precian en tanto por joya , y no por reliquia , pues no consta que lo sea, antes lo contrario. Pero sin comparación excede lo que Teofrasto refiere de la esmeralda que presentó el Rey de Babilonia al Rey de Egipto , que tenia de largo qua- tro codos , y tres de ancho , y que en el templo de Jú- piter habia una aguja hecha de quatro piedras de es- meraldas , que tenia de largo quarenta codos , y de an- cho en partes quatro , y en partes dos ; y que en su tiempo en Tiro habia en el templo de Hércules un pi- lar de esmeralda. Por ventura era, como dice Plinio(i), de piedra verde que tira á esmeralda , y la llaman es- meralda falsa. Como algunos quieren decir , que cier- tos pilares que hay en la Iglesia Catedral de Córdoba, desde el tiempo que fué mezquita de los Reyes Mira- mamolines Moros , que reynaron en Córdoba , que son de piedra de esmeralda. En la nota del año de ochen- ta y siete , en que yo vine de Indias , traxeron dos ca- xones de esmeraldas , que tenia cada uno de ellos por lo menos quatro arrobas , por donde se puede ver la abundancia que hay. Celebra la divina Escritura (2) las esmeraldas como joya muy preciada , y ponelas así entre las piedras preciosas que traía en el pecho el Su- mo Pontífice, como en las que adornan los muros de la celestial Jerusalén. CA- CO Tlin, lih. 37. c, 5. (2) Exod, 29. 39. A^oc. 21. 'V. 19. 224 Libro quarto CAPITULO XV. De las perlas. YA que tratamos la principal riqueza que se trae de Indias , no es justo olvidar las perlas que los An- tiguos llamaban margaritas , cuya estima en los prime- ros fué tanta , que eran tenidas por cosa que solo á personas Reales pertenecían. Hoy dia es tanta la copia de ellas , que hasta las negras traen sartas de perlas. Crianse en los ostiones ó conchas del mar entre la mis- ma carne ; y á mí me ha acaecido , comiendo algún os- tión , hallar la perla enmedio. Las conchas tienen por de dentro unas colores del Cielo muy vivas, y en al- gunas partes hacen cucharas de ellas , que llaman de nácar. Son las perlas de diferentísimos modos en el ta- maño , figura , color y lisura , y así su precio es muy diferente. Unas llaman Avemarias , por ser como cuen- tas pequeñas de Rosario : otras Paternostres , por ser gruesas. Raras veces se hallan dos que en todo con- vengan en tamaño , en forma ó en color. Por eso los Romanos (según escribe Plinio) (i) las llamaron Unio- nes. Quando se aciertan á encontrar dos que en todo con- vengan , suben mucho de precio , especialmente para zarcillos : algunos pares he visto , que los estimaban en millares de ducados , aunque no llegasen al valor de las dos perlas de Cleopátra , que cuenta Plinio (2) , haber valido cada una cien mil ducados , con que ganó aque- lla Reyna loca la apuesta que hizo con Marco Anto- nio , de gastar en una cena mas de cien mil ducados, porque acabadas las viandas echó en vinagre fuerte una de aquellas perlas , y desecha así , se la tragó : la otra dice , que partida en dos , fué puesta en el Panteón de Roma en los zarcillos de la estatua de Venus. Y del otro (i) Lib.g.c^^. (2) Ibidem. de la Historia natural de Indias. 225 otro Clodio hijo de el Farsante , ó Trágico Esopo cuen- ta , que en un banquete dio á cada uno de los convi- dados una perla rica desecha en vinagre , entre los otros platos , para hacer la fiesta magnífica. Fueron locuras de aquellos tiempos éstas ; y las de los nuestros no son muy menores, pues hemos visto no solo los sombreros y ban- das , mas los botines y chapines de mugeres de por ai cuajados todos de labores de perlas. Sacanse las perlas en diversas partes de Indias , donde con mas abundan- cia es en el mar del sur cerca de Panamá , donde están las Islas , que por esta causa llaman de las perlas. Pe- ro en mas quantidad y mejores se sacan en la mar del norte cerca de el rio que llaman de la Hacha. Allí su- pe cómo se hacía esta grangería , que es con harta cos- ta y trabajo de los pobres buzos , los quales baxan seis, y nueve , y aun doce brazas en hondo á buscar los os- tiones , que de ordinario están asidos á las peñas y es- collos de la mar. De allí los arrancan , y se cargan de ellos , y se suben , y los echan en las canoas , donde los abren y sacan aquel tesoro que tienen dentro. El frió del agua allá dentro del mar es grande, y mucho ma- yor el trabajo de tener el aliento estando un quarto de hora á veces , y aun media , en hacer su pesca. Para que puedan tener el aliento , hacenles á los pobres bu- zos que coman poco, y manjar muy seco, y que sean continentes. De manera que también la codicia tiene sus abstinentes y continentes , aunque sea á su pesar. La- branse de diversas maneras las perlas , y horadanlas pa- ra sartas. Hay ya gran demasía donde quiera. El año de ochenta y siete vi en la memoria de lo que venia de Indias para el Rey , diez y ocho marcos de perlas , y otros tres caxones de ellas , y para particulares , mil doscientos y sesenta y quatro marcos de perlas, y sin esto otras siete talegas por pesar, que en otro tiempo se tuviera por fabuloso. Tomo /. Ff CA- ¡220 Libro quarto CAPITULO XVL Del pan de Indias y del maíz. Viniendo á las plantas , trataremos de las que son mas propias de Indias , y después de las comunes á aque- lla tierra, y á ésta de Europa. Y porque las plantas fue- ron criadas principalmente para mantenimiento del hom- bre , y el principal de que se sustenta es el pan , será bien decir, qué pan hay en Indias, y qué cosa usan en lugar de pan. El nombre de pan es allá también usa- do con propiedad de su lengua , que en el Perú llaman tanta , y en otras partes de otras maneras. Mas la qua- lidad y substancia del pan que los Indios tenian y usa- ban , es cosa muy diversa del nuestro , porque ningún género de trigo se halla que tuviesen , ni cebada , ni mijo , ni panizo , ni esotros granos usados para pan en Europa. En lugar de esto usaban de otros géneros de granos , y de raíces : entre todos tiene el principal lu- gar , y con razón , el grano de maíz , que en Castilla llaman trigo de las indias, y en Italia grano de Turquía. Así como en las partes del orbe antiguo , que son Eu- ropa , Asia y África el grano mas común á los hom- bres es el trigo , así en las partes del nuevo orbe ha si- do y es el grano de maíz , y quasi se ha hallado en todos los Reynos de Indias occidentales , en Perú , en Nueva-España , en nuevo Reyno , en Guatemala , en Chile , en toda Tierra-firme. De las Islas de Barloven- to , que son Cuba , la Española , Jamayca , San Juan, no sé que se usase antiguamente el maíz , hoy dia usan mas la yuca y cazavi , de que luego diré. El grano del maíz , en fuerza y sustento , pienso que no es inferior al trigo : es mas grueso y cálido , y engendra sangre: por donde los que de nuevo lo comen , si es con de- masía , suelen padecer hinchazones y sarna. Nace en ca- ñas , y cada una lleva una ó dos mazorcas , donde es- tá de la Historia natural de Indias. 12*^ tá pegado el grano : y con ser granos gruesos tienen mu- chos , y en alguna contamos setecientos granos. Siém- brase á mano , y no esparcido : quiere tierra caliente y húmeda. Dase en muchas partes de Indias con grande abundancia : coger trescientas fanegas de una de sem- bradura , no es cosa muy rara. Hay diferencia en el maíz como también en los trigos : uno es grueso y sus- tancioso : otro chico y sequillo , que llaman moroche: las hojas del maíz y la caña verde es escogida comi- da para cavalgaduras , y aun seca también sirve como de paja. El mismo grano es de mas sustento para los ca- ballos y muías , que la cebada ; y así es ordinario en aquellas partes teniendo aviso de dar de beber á las bestias , primero que coman el maíz , porque bebiendo sobre él se hinchan , y les da torzón , como también lo hace el trigo. El pan de los Indios es el maíz ; comen- lo comunmente cocido así en grano y caliente , que lla- man ellos mote ; como comen los Chinas y Japones el arroz también cocido con su agua caliente. Algunas ve- ces lo comen tostado : hay maíz redondo y grueso , co- mo lo de los Lucanas , que lo comen Españoles por go- losina tostado , y tiene mejor sabor que garbanzos tos- tados. Otro modo de comerle mas regalado es molien- do el maíz , y haciendo de su harina masa , y de ella unas tortillas , que se ponen al fuego , y así calientes se ponen á la mesa , y se comen : en algunas partes las llaman arepas. Hacen también de la propia masa unos bollos redondos , y sazonanlos de cierto modo , que du- ran , y se comen por regalo. Y porque no falte la cu- riosidad también en comidas de Indias , han inventado hacer cierto modo de pasteles de esta masa , y de la flor de su harina con azúcar vizcochuelos , y melindres que llaman. No les sirve á los Indios el maíz solo de pan, sino también de vino , porque de él hacen sus bebidas, con que se embriagan harto mas presto que con vino de ubas. El vino del maíz , que llaman en el Perú azua, y por vocablo de Indias común chicha , se hace en di- Ff2 ver- 22 8 Libro quarto versos modos. El mas fuerte al modo de cerveza , hu- medeciendo primero el grano de maíz , hasta que co- mienza á brotar , y después cociéndolo con cierto or- den , sale tan recio , que á pocos lances derriba : éste lla- man en el Perú sora , y es prohibido por ley , por los graves daños que trae emborrachando bravamente ; mas la ley sirve de poco , que así como así lo usan , y se están baylando y bebiendo noches y dias enteros. Es- te modo de hacer brebage con que emborracharse , de granos mojados , y después cocidos , refiere Plinio (i), haberse usado antiguamente en España y Francia , y en otras provincias , como hoy dia en Flandes se usa la cerveza Hecha de granos de cebada. Otro modo de hacer el azua , ó chicha es , mascando el maíz , y ha- ciendo levadura de lo que así se masca , y después co- cido : y aun es opinión de Indios , que para hacer bue- na levadura , se ha de mascar por viejas podridas , que aun oírlo pone asco, y ellos no lo tienen de beber aquel vino. El modo mas limpio y mas sano , y que me- nos encalabrina , es de maíz tostado : esto usan los In- dios mas pulidos , y algunos Españoles por medicina: porque en efecto hallan , que para ríñones y orina es muy saludable bebida , por donde apenas se halla en Indios semejante mal , por el uso de beber su chicha. Quando el maíz está tierno en su mazorca , y como en leche , cocido ó tostado lo comen por regalo Indios y Españoles ; también lo echan en la olla , y en guisados, y es buena comida. Los cebones de maíz son muy gor- dos , y sirven para manteca en lugar de aceyte : de ma- nera que para bestias y para hombres , para pan y para vino , y para aceyte aprovecha en Indias el maíz. Y así decía el Virey Don Francisco de Toledo , que dos cosas tenia de substancia y riqueza el Perú , que eran el maíz, y el ganado de la tierra. Y cierto tenia mucha razón , porque ambas cosas sirven por mil. De donde fué (i) Pltn. líb. 14. c. 22, de la Historia natural de Indias. -229 fué el maíz á Indias , y porqué este grano tan prove- choso le llaman en Italia grano de Turquía , mejor sa- bré preguntarlo , que decirlo. Porque en efecto , en los Antiguos no hallo rastro de este género , aunque el mi- lio , que Plinio escribe (i) haber venido á Itah'a de la India diez años habia , quando escribió , tiene alguna si- militud con el maíz , en lo que dice que es grano , y que nace en cana , y se cubre de hoja , y que tiene al remate como cabellos , y el ser fértilísimo , todo lo qual no quadra con el mijo , que comunmente entienden por milio. En fin , repartió el Criador á todas partes su go- bierno : á este orbe dio el trigo, que es el principal sus- tento de los hombres : á aquel de Indias dio el maíz, que tras el trigo tiene el segundo lugar , para susten- to de hombres y animales. CAPITULO XVII. De las yucas , cazabe , papas , chuño y arroz. EN algunas partes de las Indias usan un género de pan que llaman cazabe , el qual se hace de cier^ ta raíz que se llama yuca. Es la yuca raíz grande y gruesa , la qual cortan en partes menudas , y la rallan, y como en prensa la exprimen ; y lo que queda es una como torta delgada , muy grande , y ancha quasi como una adarga. Esta así seca es el pan que comen : es cosa sin gusto y desabrida , pero sana y de sustento ; por eso deciamos estando en la Española , que era propia comi- da para contra la gula , porque se podia comer sin es- crúpulo de que el apetito causase exceso. Es necesario humedecer el cazabe para comerlo , porque es áspero, y raspa : humedécese con agua ó caldo fácilmente , y para sopas es bueno , porque empapa mucho , y así ha- cen capirotadas de ello. En leche , y en miel de ca- ñas, (i) Ph'n.h'b, 1S.C.7. 230 Libro quarto ñas , ni aun en vino apenas se humedece , ni pasa , co- mo hace el pan de trigo. De este cazavi hay uno mas delicado , que es hecho de la flor que ellos llaman xau- xau , que en aquellas partes se precia , y yo preciaría mas un pedazo de pan , por duro y moreno que fue- se. Es cosa de maravilla , que el zumo ó agua que es- primen de aquella raíz de que hacen el cazavi , es mor- tal veneno , y si se bebe mata , y la substancia que queda es pan sano , como está dicho. Hay género de yuca que llaman dulce , que no tiene en su zumo ese veneno , y esta yuca se come así en raíz cocida ó asa- da, y es buena comida. Dura el cazavi mucho tiem- po , y así lo llevan en lugar de vizcocho para nave- gantes. Donde mas se usa esta comida es en las Islas que llaman de Barlovento , que son , como arriba es- tá dicho , Santo Domingo , Cuva , Puerto-Rico , Jamay- ca, y algunas otras de aquel parage : la causa es, no darse trigo , ni aun maíz , sino mal. El trigo en sem- brándolo luego nace con grande frescura , pero tan des- igualmente , que no se puede coger , porque de una mis- ma sementera al mismo tiempo uno está en berza , otro en espiga , y otro brota : uno está alto , otro baxo : uno es todo yerba , otro grana. Y aunque han llevado la- bradores para ver si podrían hacer agricultura de tri- go , no tiene remedio la qualidad de la tierra. Traese harina de la Nueva-España , ó llévase de España , ó de las Canarias , y está tan húmeda , que el pan apenas es de gusto , ni provecho. Las hostias , quando decia- mos Misa, se nos doblaban como si fuera papel moja- do : esto causa el extremo de humedad y calor junta- mente, que hay en aquella tierra. Otro extremo con- trario es el que en otras partes de Indias quita el pan de trigo y de maíz , como es lo alto de la sierra del Perú , y las provincias que llaman del Collao , que es la mayor parte de aquel Reyno : donde el tempera- mento es tan frió y tan seco , que no da lugar á criar- se trigo , ni maíz , en cuyo lugar usan los Indios otro ge- de la Historia natural de Indias. 231 género de raíces , que llaman papas , que son á modo de turmas de tierra , y echan arriba una poquilla ho- ja. Estas papas cogen, y dexanlas secar bien al Sol, y quebrantándolas hacen lo que llaman chuño , que se conserva así muchos dias , y les sirve de pan , y es en aquel Reyno gran contratación la de este chuño pa- ra las minas de Potosí. Gómense también las papas así frescas cocidas ó asadas , y de un género de ellas mas apacible , que se da también en lugares calientes , ha- cen cierto guisado ó cazuela , que llaman locro. En fin, estas raíces son todo el pan de aquella tierra , y quan- do el año es bueno de éstas , están contentos , porque hartos años se les anublan y hielan en la misma tier- ra : tanto es el frió y destemple de aquella región. Traen el maíz de los valles y de la costa de la mar , y los Españoles regalados de las mismas partes , y de otras harina y trigo , que como la sierra es seca , se conserva bien , y se hace buen pan. En otras partes de Indias , como son las Islas Filipinas , usan por pan el arroz , el qual en toda aquella tierra , y en la Chi- na se da escogido , y es de mucho y muy buen susten- to : cuecenlo , y en unas porcelanas ó salserillas , así ca- liente en su agua , lo van mezclando con la vianda. Ha- cen también su vino en muchas partes del grano del arroz humedeciéndolo , y después cociéndolo al modo que la cerveza de Flandes ó la azua del Peni. Es el arroz comida poco menos universal en el mundo que el trigo y el maíz , y por ventura lo es mas , porque además de la China , Japones , Filipinas , y gran par- te de la India oriental , es en la África y Etiopia el grano mas ordinario. Quiere el arroz mucha humedad, y quasi la tierra empapada en agua , y empantanada. En Europa, en Perú, y México donde hay trigo , có- mese el arroz por guisado ó vianda , y no por pan, cociéndose en leche , ó con el graso de la olla , y en otras maneras. El mas escogido grano es el que viene de las Filipinas y China , como está dicho. Y esto baste así en 2 ¡2 Libro quarto en común para entender lo que en Indias se come por pan, CAPITULO XVIII. De diversas raíces que se dan en Indias. AUnque en los frutos que se dan sobre la tierra , es mas copiosa y abundante la tierra de acá , por la gran diversidad de árboles , frutales , y de hortalizas; pero en raíces y comidas debaxo de tierra parece me, que es mayor la abundancia de allá, porque en este género acá hay rábanos , nabos, zanahorias, chicorias , cebollas, ajos, y algunas otras raíces de provecho : allá hay tan- tas , que no sabré contarlas. Las que ahora me ocurren, además de las papas , que son lo principal , son ocas, ya- naocas , camotes , batatas , xiquimas , yuca , cochuchu, cavi , totora , mani , y otros cien géneros que no me acuerdo. Algunos de estos se han traído á Europa , co- mo son batatas , y se comen por cosa de buen gusto; como también se han llevado á Indias las raíces de acá; y aun hay esta ventaja , que se dan en Indias mucho mejor las cosas de Europa , que en Europa las de In- dias : la causa pienso ser , que allá hay mas diversidad de temples que acá ; y así es fácil acomodar allá las plantas al temple que quieren. Y aun algunas cosas de acá parece darse mejor en Indias , porque cebollas , ajos y zanahorias no se dan mejor en España que en el Perú; y nabos se han dado allá en tanta abundancia , que han cundido en algunas partes, de suerte que me afirman, que para sembrar de trigo unas tierras , no podian valer- se con la fuerza de los nabos que allí habian cundi- do. Rábanos mas gruesos que un brazo de hombre, y muy tiernos , y de muy buen sabor , hartas veces los vimos. De aquellas raíces que dixe, algunas son comi- da ordinaria , como camotes , que asados sirven de fru- ta ó legumbres : otras hay que sirven para regalo , co- mo el cochucho , que es una raicilla pequeña y dulce, que de la Historia natural de Indias. 233 que algunos suelen confitarla para mas golosina : otras sirven para refrescar , como la xiquima , que es muy fría y húmeda : y en verano , en tiempo de estío , re- fresca y apaga la sed : para substancia y mantenimien- to las papas , y ocas hacen ventaja. De las raíces de Europa el ajo estiman sobre todo los Indios , y le tie- nen por cosa de gran importancia , y no les falta ra- zón, porque les abriga y calienta el estómago, según ellos le comen de buena gana y bastante , así crudo co- mo le echa la tierra. CAPITULO XIX. De diversos géneros de verduras y legumbres 5 y de los que llaman pepinos , pinas , frutilla de Chile , y ciruelas. YA que hemos comenzado por plantas menores , bre- vemente se podrá decir lo que toca á verduras y hortaliza , y lo que los Latinos llaman Arbusta , que todo esto no llega á ser árboles. Hay algunos géneros de estos arbustos , ó verduras en Indias que son de muy buen gusto : á muchas de estas cosas de Indias los pri- meros Españoles les pusieron nombres de España , to- mados de otras cosas á que tienen alguna semejanza , co- mo pinas , pepinos , y ciruelas , siendo en la verdad fru- tas diversísimas ; y que es mucho mas sin comparación en lo que difieren , de las que en Castilla se llaman por esos nombres. Las pinas son del tamaño y figura ex- terior de las pinas de Castilla : en lo de dentro total- mente difieren , porque ni tienen piñones , ni apartamien- tos de cascaras , sino todo es carne de comer , quitada la corteza de fuera : y es fruta de excelente olor , y de mucho apetito para comer : el sabor tiene un agri- llo dulce y jugoso : comenlas haciendo tajadas de ellas, y echándolas un rato en agua y sal. Algunos tienen opi- nión , que engendran cólera , y dicen que no es comi- Tomo I, Gg da 234 Libro qiiarto da muy sana , mas no he visto experiencia que las acre- dite mal. Nacen en una como caña ó verga , que sale de entre muchas hojas , al modo que el azucena ó lirio; y en el tamaño será poco mayor , aunque mas grue- so. El remate de cada caña de éstas es la pina : dase en tierras cálidas y húmedas : las mejores son de las Is- las de Barlovento. En el Perú no se dan : traenlas de los Andes ; pero no son buenas , ni bien maduras. Al Emperador Don Carlos le presentaron una de estas pi- nas, que no debió costar poco cuidado traerla de In- dias en su planta , que de otra suerte no podia venir: el olor alabó : el sabor no quiso ver qué tal era. De estas pinas en la Nueva-España he visto conserva ex- tremada. Tampoco los que llaman pepinos son árboles, sino hortaliza , que en un año hace su curso. Pusiéron- les este nombre , porque algunos de ellos ó los mas tie- nen el largo y el redondo semejante á pepino de Es- paña , mas en todo lo demás difieren , porque el color no es verde, sino morado, ó amarillo, ó blanco, y no son espinosos , ni escabrosos , sino muy lisos , y el gus- to tienen diferentísimo , y de mucha ventaja , porque tienen también estos un agrete dulce muy sabroso , quan- do son de buena sazón , aunque no tan agudo como la pina : Son muy jugosos , y frescos , y fáciles de diges- tión : para refrescar en tiempo de calor son buenos : mon- dase la cascara , que es blanda , y todo lo demás es carne : danse en tierras templadas, y quieren regadío; y aunque por la figura los llaman pepinos , muchos de ellos hay redondos del todo , y otros de diferente he- chura , de modo , que ni aun la figura no tienen de pe- pinos. Esta planta no me acuerdo haberla visto en Nue- va-España , ni en las Islas , sino solo en los llanos del Perú. La que llaman frutilla de Chile tiene también ape- titoso comer , que quasi tira al sabor de guindas , mas en todo es muy diferente, porque no es árbol sino yerba, que crece poco , y se esparce por la tierra , y da aquella frutilla , que en el color y granillos tira á moras , quando es- de la Historia natural de Indias. 235 están blancas por madurar, aunque es mas ausada y mayor que moras. Dicen que en Chile se halla natural- mente nacida esta frutilla en los campos. Donde yo la he visto , siémbrase de rama , y criase como otra hor- taliza. Las que llaman ciruelas, son verdaderamente fru- ta de árboles , y tienen mas semejanza con verdaderas ciruelas. Son en diversas maneras : unas llaman de Ni- caragua , que son muy coloradas y pequeñas ; y fuera del hollejo y hueso apenas tienen carne que comer ; pe- ro eso poco que tienen , es de escogido gusto , y un agri- llo tan bueno ó mejor que el de guinda : tienenlas por muy sanas , y así las dan á enfermos , y especialmente para provocar gana de comer. Otras hay grandes , y de color obscura , y de mucha carne ; pero es comida gruesa y de poco gusto , que son como chabacanas. Es- tas tienen dos ó tres huesezuelos pequeños en cada una. Y por volver á las verduras y hortalizas , aunque las hay diversas , y otras muchas demás de las dichas ; pe-^ ro yo no he hallado , que los Indios tuviesen huertos di- versos de hortaliza , sino que cultivaban la tierra á pe- dazos para legumbres , que ellos usan , como los que llaman frísoles y pallares , que les sirven como acá gar- banzos , habas y lentejas : y no he alcanzado , que es- tos , ni otros géneros de legumbres de Europa los hu- biese antes de entrar los Españoles , los quales han lle- vado hortalizas y legumbres de España , y se dan allá extremadamente , y aun en partes hay , que excede mu- cho la fertilidad á la de acá , como si dixesemos , de los melones , que se dan en el valle de lea en el Perú, de suerte , que se hace cepa la raíz , y dura años , y da cada uno melones , y la podan como si fuese árbol: cosa que no sé que en parte ninguna de España acaez- ca. Pues las calabazas de Indias es otra monstruosidad, de su grandeza y vicio con que se crian, especialmen- te las que son propias de la tierra , que allá llaman ca- pallos, cuya carne sirve para comer , especialmente en Quaresma , cocida ó guisada. Hay de este género de ca- ^ Gg 2 la- 236 ' Libro quarta labazas mil diferencias , y algunas son tan disformes de grandes , que dexandolas secar , hacen de su corteza, cortada por medio y limpia , como canastos , en que po- nen todo el aderezo para una comida : de otros peque- ños hacen vasos para comer ó beber , y labranlos gra- ciosamente para diversos usos. Y esto dicho de las plan- tas menores , pasaremos á las mayores , con que se diga primero del axí , que es todavía de este distrito. CAPITULO XX. Del axí ó pimienta de las Indias. EN las Indias occidentales no se ha topado espece- ría propia , como pimienta , clavo , canela , nuez y genxibre. Aunque un hermano nuestro , que peregri- nó por diversas y muchas partes , contaba , que en unos desiertos de la Isla de Jamayca habia encontrado unos árboles , que daban pimienta ; pero no se sabe que lo sean , ni hay contratación de ella. El genxibre se traxo de la India á la Española , y ha multiplicado de suer- te , que ya no saben qué hacerse de tanto genxibre , por- que en la flota del año de ochenta y siete se traxe- ron veinte y dos mil y cincuenta y tres quintales de ello á Sevilla. Pero la natural especería que dio Dios á las Indias de occidente, es la que en Castilla llaman pimienta de las Indias , y en Indias por vocablo gene- ral tomado de la primera tierra de Islas que conquis- taron, nombran axí, y en lengua del Cuzco se dice uchú , y en la de México chili. Esta es cosa ya bien conocida ; y así hay que tratar poco de ella , solo es de saber , que cerca de los antiguos Indios fué muy preciada , y la llevaban á las partes donde no se da, por mercadería importante. No se da en tierras frias, como la sierra del Perú : dase en valles calientes y de regadío. Hay axí de diversos colores, verde, colorado y amarillo : hay uno bravo , que llaman caribe , que pi- ca de la Historia natural de Indias. 235^ ca y muerde reciamente : otro hay manso , y alguno dulce , que se come á bocados. Alguno menudo hay que huele en la boca como almizcle , y es muy bueno. Lo que pica del axí , es las venillas y pepita : lo demás no muerde : cómese verde y seco , y molido y entero , y en la olla y en guisados. Es la principal salsa, y toda la especería de Indias: comido con moderación ayuda al estómago para la digestión; pero si es demasiado , tie- ne muy ruines efectos , porque de suyo es muy cálido, humoso y penetrativo. Por donde el mucho uso de él en mozos es perjudicial á la salud , mayormente del al- ma , porque provoca á sensualidad : y es cosa donosa, que con ser esta experiencia tan notoria , del fuego que tiene en sí, y que al entrar y al salir dicen todos que quema , con todo eso quieren algunos , y no pocos , de- fender que el axí no es cálido , sino fresco y bien tem- plado. Yo digo , que de la pimienta diré lo mismo , y no me traerán mas experiencias de lo uno, que de lo otro : así que es cosa de burla decir , que no es cálido, y en mucho extremo. Para templar el axí usan de sal, que le corrige mucho, porque son entre sí muy contra- rios , y el uno al otro se enfrenan : usan también toma- tes , que son frescos y sanos , y es un género de gra- nos gruesos jugosos , y hacen gustosa salsa , y por sí son buenos de comer. Hállase esta pimienta de Indias umversalmente en todas ellas , en las Islas , en Nueva- España , en Perú , y en todo lo demás descubierto ; de modo , que como el maíz es el grano mas general para pan , así el axí es lar especia mas común para salsa y guisados. CAPITULO XXI. Del plátano. P Asando á plantas mayores , en el linage de árbo- les , el primero de Indias , de quien es razón ha- blar , es el plátano ó plántano , como el vulgo le llama. Al- 238 Libro quarto Algiin tiempo dudé , si el plátano que los Antiguos ce- lebraron , y éste de Indias era de una especie ; mas vis- to lo que es éste , y lo que del otro escriben , no hay duda sino que son diversísimos. La causa de haberle llamado plátano los Españoles (porque los naturales no tenian tal vocablo) fué, como en otras cosas , alguna similitud que hallaron , como llaman ciruelas , pinas, al- mendras y pepinos , cosas tan diferentes de las que en Castilla son de esos géneros. En lo que me parece que debieron de hallar semejanza entre estos plátanos de Indias , y los plátanos que celebran los Antiguos, es en la grandeza de las hojas , porque las tienen grandí- simas y fresquísimas estos plátanos , y de aquellos se celebra mucho la grandeza y frescor de sus hojas , tam- bién ser planta que quiere mucha agua , y quasi con- tinua. Lo qual viene con aquello de la Escritura (i) : Como plátano junto á las aguas. Mas en realidad de verdad no tiene que ver la una planta con la otra , mas que el huevo con la castaña , como dicen. Porque lo primero , el plátano antiguo no llevaba fruta , ó á lo menos no se hacía caso de ella : lo principal porque le estimaban , era por la sombra que hacía , de suer- te , que no habia mas Sol debaxo de un plátano , que debaxo de un tejado. El plátano de Indias , por lo que es de tener en algo , y en mucho , es por la fruta , que la tiene muy buena ; y para hacer sombra no es , ni pueden estar sentados debaxo de él. Además de eso , el plátano antiguo tenia tronco tan grande , y ramos tan esparcidos , que refiere Plinio (2) de el otro Licinio, Ca- pitán Romano , que con diez y ocho compañeros co- mió dentro de un hueco de un plátano muy á placer. Y del otro Emperador Cayo Calígula , que con once convidados se sentó sobre los ramos de otro plátano en alto , y allí les dio un soberbio banquete. Los plá- tanos de Indias , ni tienen hueco , ni tronco , ni ramos. Aña- (i) Eccksiast, 24. 1/. 19. (2) Tlin. lib, 11, c.i. de la Historia natural de Indias, 239 Añádese á lo dicho , que los plátanos antiguos dában- se en Italia y en España, aunque vinieron de Grecia, y á Grecia de Asia , mas los plátanos de Indias no se dan en Italia y España : digo no se dan , porque aun- que se han visto por acá , y yo vi uno en Sevilla en la huerta del Rey , no medran , ni valen nada. Final- mente , lo mismo en que hay la semejanza , son muy desemejantes , porque aunque la hoja de aquellos era grande , no en tanto exceso , pues la junta Plinio (i) con la hoja de la parra y de la higuera. Las hojas del plátano de Indias son de maravillosa grandeza , pues cu- brirá una de ellas á un hombre , poco menos que de pies á cabeza. Así que no hay para qué poner esto jamás en duda ; mas puesto que sea diverso este plátano de aquel antiguo , no por eso merece menos loor, sino qui- zá mas por las propiedades tan provechosas que tiene. Es planta que en la tierra hace cepa , y de ella saca diversos pimpollos , sin estar asido ni trabado uno de otro. Cada pimpollo crece , y hace como árbol por sí, engrosando, y echando aquellas hojas de un verde muy fino y muy liso , y de la grandeza que he di- cho. Quando ha crecido como estado y medio ó dos, echa un racimo solo de plátanos , que unas veces son muchos , otras no tantos : en alguno se han contado tres- cientos : es cada uno de un palmo de largo , y mas y menos , y grueso como de dos dedos ó tres , aun- que hay en esto mucha diferencia de unos á otros. Quí- tase fácilmente la cascara ó corteza ; y todo lo demás es médula tiesa y tierna , y de muy buen comer , por- que es sana y sustenta : inclina un poco mas á frió que á calor esta fruta. Suélense los racimos que digo coger verdes , y en tinajas : abrigándolos se maduran y sazo- nan , especialmente con cierta yerba que es á propósi- to para eso. Si los dexan madurar en el árbol tienen me- jor gusto , y un olor como de camuesas muy lindo. Du- ran (i) Plin, lib, 16. c. 24. 240 Libro quarto ran quasi todo el año, porque de la cepa del plátano van siempre brotando pimpollos , y qiiando uno aca- ba , otro comienza á dar fruto , otro está á medio cre- cer , otro retoña de nuevo ; de suerte , que siempre su- ceden unos pimpollos á otros ; y así todo el año hay fruto. En dando su racimo cortan aquel brazo , porque no da mas ninguno de uno , y una vez ; pero la cepa, como digo , queda , y brota de nuevo hasta que se can- sa : dura por algunos años : quiere mucha humedad el plátano, y tierra muy caliente: echanle al pie ceniza pa- ra mas beneficio : hacense bosques espesos de los pla- tanares , y son de mucho provecho , porque es la fru- ta que mas se usa en Indias , y es quasi en todas ellas universal , aunque dicen que su origen fué de Etiopia, y que de allí vino ; y en efecto los negros lo usan mu- cho, y en algunas partes éste es su pan : también ha- cen vino de él. Cómese el plátano como fruta así cru- do : ásase también , y guísase ; y hacen de él diversos potages, y aun conservas; y en todo dice bien. Hay unos plátanos pequeños , y mas delicados y blancos , que en la Española llaman Dominicos : hay otros mas grue- sos , recios y colorados. En la tierra del Perú no se dan: traen se de los Andes, como á México , de Cuernavaca y otros valles. En Tierra-firme , y en algunas Islas hay platanares grandísimos como bosques espesos : si el plá- tano fuera de provecho para el fuego , fuera la planta mas útil que puede ser ; pero no lo es , porque ni su hoja, ni sus ramos sirven de leña , y mucho menos de madera , por ser fofos y sin fuerza. Todavía las hojas secas sirvieron á Don Alonso de Ercilla (como él dice) para escribir en Chile algunos pedazos de la Arauca- na; y á falta de papel no es mal remedio , pues será la hoja del ancho de un pliego de papel , ó poco me- nos , y de largo tiene mas de quatro tantos. CA de la Historia natural de Indias. 241 CAPITULO XXII. Del cacao y de la coca. AUnque el plátano es mas provechoso , es mas esti- mado el cacao en México , y la coca en el Perú; y ambos á dos árboles son de no poca superstición. El cacao es una fruta menor que almendras , y mas grue- sa , la qual tostada no tiene mal sabor. Esta es tan pre- ciada entre los Indios , y aun entre los Españoles , que es uno de los ricos y gruesos tratos de la Nueva-Espa- ña , porque como es fruta seca , guardase sin dañarse largo tiempo , y traen navios cargados de ella de la provincia de Guatemala ; y qsíq año pasado un corsa- rio Inglés quemó en el puerto de Guatulco de Nueva- España mas de cien mil cargas de cacao. Sirve también de moneda , porque con cinco cacaos se compra una co- sa , y con treinta otra , y con ciento otra , sin que ha- ya contradicción : y usan dar de limosna estos cacaos á pobres que piden. El principal beneficio de este cacao es un brebage que hacen , y llaman chocolate , que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian , y algu- nos que no están hechos á él , les hace asco , porque tiene una espuma arriba , y un borbollón como de he- ces , que cierto es menester mucho crédito para pasar con ello. Y en fin , es la bebida preciada , y con que convidan á los señores que vienen ó pasan por su tier- ra , los Indios : y los Españoles , y mas las Españolas hechas á la tierra , se mueren por el negro chocolate. Este sobredicho chocolate dicen , que hacen en diversas formas y temples , caliente , y fresco , y templado. Usan echarle especias y mucho chili : también le hacen en pas- ta , y dicen que es pectoral , y para el estómago , y contra el catarro. Sea lo que mandaren , que en efec- to los que no se han criado con esta opinión , no le ape- tecen. El árbol donde se da esta fruta , es mediano y Tomo I. Hh bien 243 Libro quarto bien hecho , y tiene hermosa copa : es tan delicado , que para guardarle del Sol, y que no le queme , ponen jun- to á él otro árbol grande , que solo sirve de hacerle som- bra, y á éste llaman la madre del cacao. Hay beneficio de cacaotales donde se crian , como viñas ó olivares en España , por el trato y mercancía : la provincia que mas abunda es la de Guatemala. En el Perú no se da; mas dase la coca , que es otra superstición harto mayor , y parece cosa de fábula. En realidad de verdad , en solo Potosí monta mas de medio millón de pesos cada año la contratación de la coca , por gastarse de noventa á noventa y cinco mil cestos de ella , y aun el año de ochenta y tres fueron cien mil. Vale un cesto de coca en el Cuzco de dos pesos y medio á tres , y vale en Po- tosí de contado á quatro pesos, y seis tomines , y á cin- co pesos ensayados ; y es el género sobre que se hacen quasi todas las baratas ó mohatras , porque es merca- dería , de que hay gran expedición. Es , pues , la coca tan preciada , una hoja verde pequeña , que nace en unos arbolillos de obra de un estado de alto : criase en tier- ras calidísimas y muy húmedas : da este árbol cada quatro meses esta hoja , que llaman allá tresmitas. Quie- re mucho cuidado en cultivarse, porque es muy deli- cada , y mucho mas en conservarse des'pues de cogi- da. Metenla con mucho orden en unos cestos largos y angostos , y cargan los carneros de la tierra , que van con esta mercadería á manadas , con mil , dos mil y tres mil cestos. El ordinario es , traerse de los Andes, de valles, de calor insufrible, donde lo mas del año llueve ; y no cuesta poco trabajo á los Indios , ni aun pocas vidas su beneficio , por ir de la sierra y temples frios á cultivarla, y beneficiarla, y traerla. Así hubo grandes disputas y pareceres de Letrados y Sabios , so- bre si arrancarían todas las chácaras de coca: en fin, han permanecido. Los Indios la precian sobre manera; y en tiempo de los Reyes Incas no era lícito á los ple- beyos usar la coca sin licencia del Inca ó su Goberna- dor. de la Historia natural de Indias. 243 dor. El uso es , traerla en la boca , y mascarla chu- pándola : no la tragan : dicen que les da gran esfuer- zo, y es singular regalo para ellos. Muchos hombres graves lo tienen por superstición , y cosa de pura ima- ginación. Yo , por decir verdad , no me persuado que sea pura imaginación ; antes entiendo , que en efecto obra fuerzas y aliento en los Indios , porque se ve en efectos que no se pueden atribuir á imaginación , como es con un puño de coca caminar doblando jornadas , sin comer á veces otra cosa , y otras semejantes obras. La salsa con que la comen , es bien conforme al manjar, porque ella yo la he probado , y sabe á zumaque , y los Indios la polvorean con ceniza de huesos quema- dos y molidos , ó con cal , según otros dicen. A ellos les sabe bien , y dicen les hace provecho , y dan su dinero' de buena gana por ella , y con ella rescatan, co- mo si fuese moneda , quanto quieren. Todo podria bien pasar , si no fuese el beneficio y trato de ella con ries- go suyo y ocupación de tanta gente. Los Señores In- cas usaban la coca por cosa real y regalada ; y en sus sacrificios era la cosa que mas ofrecian , quemándola en honor de sus ídolos. CAPITULO XXIIL Hel maguey , del tunal , de la grana , del añil y algodón. .-. v¿ EL árbol de las maravillas es el maguey , de que los nuevos ó Chapetones ( como en Indias los lla- man ) suelen escribir milagros , de que da agua , vino, aceyte , vinagre , miel , arrope , hilo, aguja y otras cien cosas. El es un árbol , que en la Nueva-España esti- man mucho los Indios , y de ordinario tienen en su ha- bitación alguno ó algunos de este género para ayuda á su vida ; y en los campos se da y le cultivan. Tie- ne unas hojas anchas y groseras , y el cabo de ellas Hh 2 es 244 Libro quarto es una punta aguda y recia , que sirve para prender ó asir como alfileres , ó para coser , y esta es el agu- ja : sacan de la hoja cierta hebra ó hilo. El tronco que es grueso , quando está tierno , le cortan , y queda una concavidad grande , donde sube la substancia de la raíz , y es un licor que se bebe como agua , y es fresco y dulce : este mismo cocido se hace como vi- no , y dexandolo acedar , se vuelve vinagre : y apu- rándolo mas al fuego es como miel ; y á medio cocer sirve de arrope , y es d^ buen sabor y sano , y á mi parecer es mejor que arrope de uvas. Así van cocien- do estas y otras diferencias de aquel jugo ó licor , el qual se da en mucha quantidad , porque por algún tiem- po cada dia sacan algunas azumbres de ello. Hay este árbol también en el Perú ; mas no le aprovechan co- mo en la Nueva-España. El palo de este árbol es fo- fo , y sirve para conservar el fuego , porque como me- cha de arcabuz tiene el fuego , y le guarda mucho tiem- po , y de esto he visto servirse de él los Indios en el Perú. El tunal es otro árbol célebre de la Nueva-Es- paña , si árbol se debe llamar un montón de hojas ó pencas unas sobre otras , y en esto es de la mas extra- ña hechura que hay árbol , porque nace una hoja , y de aquella otra , y de esta otra , y así va hasta el ca- bo : salvo que como van saliendo hojas arriba ó á los lados , las de abaxo se van engrosando , y llegan qua- si á perder la figura de hoja , y hacer tronco y ramos, y todo él espinoso , áspero y feo , que por eso le lla- man en algunas partes cardón. Hay cardones ó tunales silvestres , y estos , ó no dan fruta , ó es muy espinosa y sin provecho. Hay tunales domésticos , y dan una fruta en Indias muy estimada , que llaman tunas , y son mayores que ciruelas de Frayle buen rato , y así ro- llizas : abren la cascara , que es gruesa , y dentro hay carne y granillos como de higos , que tienen muy buen gusto , y son muy dulces , especialmente las blancas , y tienen cierto olor suave : las coloradas no son tan bue- nas de la Historia natural de Indias. 245 lias de ordinario. Hay otros tunales , que aunque no dan ese fruto, los estiman mucho mas, y los cultivan con gran cuidado , porque aunque no dan fruta de tunas, dan empero el beneficio de la grana. Porque en las ho- jas de este árbol, quando es bien cultivado , nacen unos gusanillos pegados á ella, y cubiertos de cierta telilla delgada , los quales delicadamente cogen , y son la cochi- nilla tan afamada de Indias, con que tiñen la grana fina: dexanlos secar , y así secos los traen á España , que es una rica y gruesa mercadería : vale la arroba de esta cochinilla ó grana muchos ducados. En la nota del año de ochenta y siete vinieron cinco mil seiscientas seten- ta y siete arrobas de grana , que montaron doscientos ochenta y tres mil setecientos y cincuenta pesos ; y de ordinario viene cada año semejante riqueza. Danse es- tos tunales en tierras templadas , que declinan á frió: en el Perú no se han dado hasta ahora ; y en España, aunque he visto alguna planta de estas , pero no de suerte que haya que hacer caso de ella. Y aunque no es árbol sino yerba , de la que se saca el añil , que es para tinte de paños , por ser mercadería que viene con la grana, diré, que también se da en quantidad en la Nueva-España , y vino en la flota que he dicho , obra de veinte y cinco mil doscientas y sesenta y tres ar- robas , que montaron otros tantos pesos. El algodón también se da en árboles pequeños y en grandes , que tienen unos como capullos , los quales se abren , y dan aquella hilaza ó vello , que cogido hilan y texen , y ha- cen ropa de ello. Es uno de los mayores beneficios que tienen las Indias , porque les sirve en lugar de lino y de laña para ropa : dase en tierras calientes en los va- lles y costa del Perú mucho , y en la Nueva-España, y en Filipinas y China , y mucho mas que en parte que yo sepa , en la provincia de Tucumán , y en la de Santa Cruz de la Sierra , y en el Paraguay ; y en es- tas partes es el principal caudal. De las Islas de San- to Domingo se trae algodón á España ; y el año que he 246 Libro qttarto he dicho se traxeron sesenta y quatro arrobas. En las partes de Indias donde hay algodón , es la tela de que mas ordinariamente visten hombres y mugeres , y ha- cen ropa de mesa, y aun lonas ó velas de naos. Hay uno basto y grosero : otro delicado y sutil ; y con di- versas colores lo tiñen , y hacen las diferencias que ea paños de Europa vemos en las lanas» CAPITULO XXIV. De los mameyes , guayavos y paltos» EStas que hemos dicho , son las plantas de mas gran- gería y vivienda en Indias. Hay también otras mu- chas para comer : entre ellas los mameyes son precia- dos del tamaño de grandes melocotones y mayores : tie- nen uno ó dos huesos dentro : es la carne algo recia. Unos hay dulces , y otros un poco agrios : la cascara también es recia. De la carne de estos hacen conser- va , y parece carne de membrillo : son de buen comer^ y su conserva mejor. Danse en las Islas : no los he vis- to en el Perú : es árbol grande , bien hecho y de bue- na copa. Los guayavos son otros árboles, que comun- mente dan una fruta ruin , llena de pepitas recias , del tamaño de manzanas pequeñas. En Tierra-fírme y en las Islas es árbol y fruta de mala fama : dicen que hue- len á chinches ; y su sabor es muy grosero , y el efec- to poco sano. En Santo Domingo y en aquellas Islas hay montañas espesas- de guayavos , y afirman , que no ha- bla tal árbol quando Españoles arribaron allá , sino que llevado de no sé donde , ha multiplicado infinitamente. Porque las pepitas ningún animal las gasta , y vueltas, como la tierra es húmeda y cálida , dicen que han mul- tiplicado lo que se ve. En el Perú es este árbol dife- rente , porque la fruta no es colorada , sino blanca , y no tiene ningún mal olor , y el sabor es bueno : y de algunos géneros de guayavos es tan buena la fruta co- mo de la Historia natural de Indias. 24jr mo la muy buena de España, especial los que llaman guayavos de Matos , y otras guayavillas chicas blancas. Es fruta para estómagos de buena digestión y sanos , por- que es bastante recia de digerir y fria. Las paltas al re- vés son calientes y delicadas. Es el palto árbol grande, y bien hecho , y de buena copa , y su fruta de la figu- ra de peras grandes : tiene dentro un hueso grandeci- 11o : lo demás es carne blanda , y quando están bien maduras es como manteca , y el gusto delicado y man- tecoso. En el Peni son grandes las paltas , y tienen cascara dura , que toda entera se quita. En México por la mayor parte son pequeñas , y la cascara delgada , que se monda como de manzanas : tienenla por comida sa- na , y que algo declina á cálida , como he dicho. Es- tos son los melocotones , manzanas , y peras de Indias, mameyes , guayavas y paltas , aunque yo antes escoge- ría las de Europa : otros por el uso ó afición quizá ten- drán por buena aquella fruta de Indias. Una cosa es cierta , que los que no han visto y probado estas fru- tas les hará poco concepto leer esto , y aun les cansará el oírlo , y á mí también me va cansando ; y así abre- viaré con referir otras pocas de diferencias de frutas, porque todas es imposible, CAPITULO XXV* Del chicozapote , de las anonas y de los capolíes. ALgunos encarecedores de cosas de Indias dixeron, que habia una fruta que era carne de membrillo, y otra que era manjar blanco , porque les pareció el sa- bor digno de estos nombres. La carne de membrillo ó mermelada , si no estoy mal en el cuento , eran los que llaman zapotes ó chicozapotes , que son de comida muy dulce , y la color tira á la de conserva de membrillo. Esta fruta decían algunos Criollos ( como allá llaman á los nacidos de Españoles en Indias) , que excedía á to- das 248 Libro quarto - das las frutas de España. A mí no me lo parece : de gustos dicen que no hay que disputar ; y aunque lo hu- biera , no es digna disputa para escribir. Danse en par- ' tes calientes déla Nueva-España estos chicozapotes. Za- ¡ potes , que no creo difieren mucho , he visto yo de Tier- ra-firme ; en el Perú no sé que haya tal fruta. Allá el \ manjar blanco es la anona ó guanavana, que se da en \ Tierra-firme. Es la anona del tamaño de pera muy gran- de , y así algo usada y abierta : todo lo de dentro es ; blando , y tierno como manteca , blanco , dulce y de ' muy escogido gusto. No es manjar blanco , aunque es 1 blanco manjar; ni aun el encarecimiento dexa de ser I largo , bien que tiene delicado y sabroso gusto ; y á jui- í ció de algunos es la mejor fruta de Indias. Tiene unas i pepitas negras en quantidad. Las mejores de éstas que \ he visto son en la Nueva-España ; donde también se dan ; los capolíes , que son como guindas , y tienen su hue- so aunque algo mayor, y la forma y tamaño es de \ guindas , y el sabor bueno , y un dulce agrete. No he i visto capolies en otra parte. CAPITULO XXVL J^e diversos géneros de frutales 5 y de los cocos , al- ^ mendras de Andes y almendras de 1 Chachapoyas. ^ NO es posible relatar todas las frutas y árboles de ' Indias , pues de muchas no tengo memoria , y de 1 muchas mas tampoco tengo noticia , y aun de las que ; me ocurren , parece cosa de cansancio discurrir por to- i das. Pues se hallan otros géneros de frutales y frutas mas : groseras , como las que llaman lúcumas ; de cuya fru- | ta dicen por refrán , que es madera disimulada : también los pacayes ó guavas , hobos y nueces , que llaman en- carceladas , que á muchos les parece ser nogales de la misma especie que son los de España ; y aun dicen , que ú de la Historia natural de Indias. 249 si los traspusiesen de unas partes á otras á menudo, que vendrían á dar las nueces al misino modo que las de Es- paña , porque por ser silvestres dan la fruta así , que ape- nas se puede gozar. En fin , es bien considerar la pro- videncia y riqueza del Criador , que repartió á tan diver- sas partes del mundo tanta variedad de árboles y fru- tales , todo para servicio de los hombres que habitan la tierra : y es cosa admirable ver tantas diferencias de hechuras , gustos y operaciones no conocidas , ni oí- das en el mundo , antes que se descubriesen las Indias, de que Plinio , y Dioscórides , y Theofrasto , y los mas curiosos, ninguna noticia alcanzaron con toda su dili- gencia y curiosidad. En nuestro tiempo no han faltado hombres curiosos que han hecho tratados de estas plan- tas de Indias , y de yerbas y raíces , y de sus opera- ciones y medicinas : á los quales podrá acudir quien de- seare mas cumplido conocimiento de estas materias. Yo solo pretendo decir superficial y sumariamente lo que me ocurre de esta historia : y todavía no me parece pasar en silencio los cocos ó palmas de Indias , por ser notable su propiedad. Palmas digo , no propiamente , ni de dátiles , sino semejantes en ser árboles altos y muy recios , é ir echando mayores ramas quanto mas van su- biendo. Estas palmas ó cocos dan un fruto que también le llaman coco , de que suelen hacer vasos para beber; y de algunos dicen , que tienen virtud contra ponzoña, y para mal de hijada. El núcleo ó médula de estos , quan- do está cuajada y seca, es de comer, y tira algo ai sa- bor de castañas verdes. Quando está en el árbol tierno el coco , es leche todo lo que está dentro , y bebenlo por regalo , y para refrescar en tiempo de calores. Vi estos árboles en San Juan de Puerto-Rico , y en otros lugares de Indias , y dixeronme una cosa notable , que cada luna ó mes echaba este árbol un racimo nuevo de estos cocos , de manera que da doce frutos al año , co- mo lo que se escribe en el Apocalipsi : y á la verdad así parecía , porque los racimos eran todos de diferentes Tomo I. 1¡ eda- 12 go Libro quarto edades : unos que comenzaban , otros hechos , otros á me- dio hacer , &c. Estos cocos que digo , serán del tama- no de un meloncete pequeño : otros hay que llaman co- quillos , y es mejor fruta , y la hay en Chile : son algo menores que nueces , pero mas redondos. Hay otro gé- nero de cocos , que no dan esta médula así cuajada , si- no que tiene quantidad de unas como almendras , que es- tán dentro , como los granos en la granada : son estas almendras mayores tres tanto que las almendras de Cas- tilla : en el sabor se parecen : aunque son un poco mas recias , son también jugosas ó aceytosas : son de buen co- mer , y sirvense de ellas á falta de almendras para re- galos , como . mazapanes y otras cosas tales. Lia manías almendras de los Andes , porque se dan estos cocos co- piosamente en los Andes del Perú ; y son tan recios, que para abrir uno es menester darle con piedra muy gran- de , y buena fuerza. Quando se caen del árbol , si acier- tan con alguna cabeza , la descalabran muy bien. Pare- ce increíble , que en el tamaño que tienen , que no son mayores que esotros cocos , á lo menos no mucho , ten- gan tanta multitud de aquellas almendras. Pero en ra- zón de almendras , y aun de fruta qualquiera , todos los árboles pueden callar con las almendras de Chachapoyas, que no les sé otro nombre. Es la fruta mas delicada y regalada , y mas sana de quantas yo he visto en In- dias. Y aun un Médico docto afirmaba , que entre quan- tas frutas habia en Indias y España, ninguna llegaba á la excelencia de estas almendras. Son menores que las de los Andes que dixe , y mayores , á lo menos mas gruesas , que las de Castilla. Son muy tiernas de comer, de mucho jugo y substancia , y como mantecosas , y muy suaves. Crianse en unos árboles altísimos , y de grande copa , y como á cosa preciada la naturaleza les dio buena guarda. Están en unos erizos algo mayores, y de mas puntas que los de castañas. Quando están es- tos erizos secos , se abren con facilidad , y se saca el grano. Cuentan que los micos , que son muy golosos de es- de la Historia natural de Indias. 251 esta fruta , y hay copia de ellos en los lugares de Cha- chapoyas del Perú (donde solamente sé que haya es- tos árboles ) , para no espinarse en el erizo , y sacarle la almendra , arrojanlas desde lo alto del árbol recio en las piedras , y quebrándolas así , las acaban de abrir, y comen á placer lo que quieren. CAPITULO XXVII. De diversas flores , y de algunos árboles que sola- mente dan flores 5 y como los Indios las usan. SOn los Indios muy amigos de flores , y en la Nueva- España mas que en parte del mundo ; y así usan hacer varios ramilletes , que allá nombran súchiles, con tanta variedad , y policía y gala , que no se puede de- sear mas. A los Señores y á los huespedes por honor es uso ofrecerles los principales sus súchiles ó ramille- tes. Y eran tantos , quando andábamos en aquella pro- vincia , que no sabía el hombre qué hacerse de ellos. Bien que las flores principales de Castilla las han allá acomodado para esto , porque se dan allá no menos que acá , como son claveles , clavellinas , rosas , azucenas , jaz- mines , violetas , azahar , y otras suertes de flores , que llevadas de España prueban maravillosamente. Los ro- sales en algunas partes de puro vicio crecian mucho, y dexaban de dar rosas. Sucedió una vez quemarse un rosal , y dar los pimpollos que brotaron luego rosas en abundancia , y de ahí aprendieron á podarlas , y quitar- les el vicio , y dan rosas en abundancia. Pero fuera de estas suertes de flores , que son llevadas de acá , hay allá otras muchas , cuyos nombres no sabré decir, colo- radas , amarillas , azules , moradas y blancas con mil di- ferencias , las quales suelen los Indios ponerse por gala en las cabezas como plumage. Verdad es , que muchas de estas flores no tienen mas que la vista , porque el olor no es bueno , ó es grosero , ó ninguno , aunque hay Ii2 al- 252 Libro quarto algunas de excelente olor , como es las que da un ár- bol , que algunos llaman floripondio , que no da fru- to ninguno , sino solamente flores , y éstas son grandes, mayores que azucenas , y á modo de campanillas , todas blancas , y dentro unos hilos como el azucena , y en to- do el año no cesa de estar echando estas flores, cuyo olor es á maravilla delicado y suave , especialmente en el frescor de la mañana. Por cosa digna de estar en los jardines reales la envió el Virey Don Francisco de To- ledo al Rey D. Felipe nuestro Señor. En la Nueva-Espa- ña estiman mucho los Indios una flor que llaman yolo- suchil , que quiere decir , flor de corazón , porque tiene la misma hechura de un corazón , y aun en el tamaño no es mucho menor. Este género de flores lleva también otro árbol grande , sin dar otra fruta : tiene un olor re- cio , y á mi parecer demasiado : á otros les parece muy bueno. La flor que llaman del Sol , es cosa bien noto- ria , que tiene la figura del Sol , y se vuelve al movi- miento del Sol. Hay otras que llaman claveles de In- dias , y parecen un terciopelo morado , y naranjado finí- simo : también es cosa notoria. Estas no tienen olor que sea de precio , sino la vista. Otras flores hay , que con la vista, yaque no tienen olor , tienen sabor, como las que saben á mastuerzo ; y si se comiesen sin verse , por el gusto no juzgarían que eran otra cosa. La flor de gra- nadilla es tenida por cosa notable : dicen , que tiene las insignias de la Pasión , y que se hallan en ella los cla- vos , la coluna , los azotes , la corona de espinas y las llagas, y no les falta alguna razón, aunque para figu- rar todo lo dicho es menester algo de piedad , que ayu- de á parecer aquello ; pero mucho está muy expreso , y la vista en sí es bella , aunque no tiene olor. La fruta que da llaman granadilla , y se come , ó se bebe , ó se sorbe , por mejor decir , para refrescar : es dulce , y á algunos les parece demasiado dulce. En sus bayles y fiestas usan los Indios llevar en las manos flores , y los Señores y Reyes tenerlas por grandeza. Por eso se ven pin- de la Historia natural de Indias. 253 pinturas de sus Antiguos tan ordinariamente con flores en la mano , como acá usan pintarlos con guantes. Y para materia de ñores , harto está dicho: la albahaca, aunque no es flor , sino yerba , se usa para el mismo efecto de recreación y olor, y tenerla en los jardines, y regalarla en sus tiestos. Por allá se da tan común y sin cuidado , y tanta , que no es albahaca , sino yerba tras cada acequia, CAPITULO XXVIII. Del bálsamo. LAs plantas formó el soberano Hacedor , no solo pa- ra comida , sino también para recreación , para medicina , y para operaciones del hombre. De las que sirven de sustento , que es lo principal , se ha dicho , y algo también de las de recreación; de las de medicina y operaciones se dirá otro poco. Y aunque todo es me- dicinal en las plantas bien sabido y bien aplicado ; pe- ro algunas cosas hay , que notoriamente muestran ha- berse ordenado de su Criador para medicina y salud de los hombres , como son licores , acey tes , gomas , ó resi- nas , que echan diversas plantas , que con fácil experien- cia dicen luego para qué son buenas. Entre éstas , el bál- samo es celebrado con razón por su excelente olor, y mu- cho mas extremado efecto de sanar heridas , y otros di- versos remedios para enfermedades , que en él se expe- rimentan. No es el bálsamo que va de Indias occiden- tales, de la misma especie que el verdadero bálsamo que traen de Alexandría , ó del Cayro , y que antiguamen- te hubo en Judéa , la qual sola en el mundo, según Pli- nio escribe (i), poseyó esta grandeza hasta que los Em- peradores Vespasianos la traxeron á Roma é Italia. Mué- veme á decir , que no es de la misma especie el un licor y (i) P//«. ¡ib. 12. c. 25. 2 54 Libro quarto y el otro , ver que los árboles de donde mana , son en- tre sí muy diversos , porque el árbol del bálsamo de Pa- lestina era pequeño , y á modo de vid , como refiere Pli- nio de vista de ojos; y hoy dia los que le han vis- to en oriente dicen lo mismo. Y la sagrada Escritu- ra (i), el lugar donde se daba este bálsamo, le llama- ba viña de Engadi , por la similitud con las vides. El árbol de donde se trae el bálsamo de Indias , yo le he visto , y es tan grande como el granado , y aun mayor, y tira algo á su hechura , si bien me acuerdo , y no tiene que ver con vid. Aunque Estrabón escribe (2) , que el árbol antiguo del bálsamo era del tamaño de grana- dos. Pero en los accidentes y en las operaciones son li- cores muy semejantes , como es en el olor admirable: en el curar heridas : en la color y modo de substancia; pues lo que refieren (3) del otro bálsamo, que lo hay blan- co , bermejo , verde y negro , lo mismo se halla en el de Indias. Y como aquel se sacaba hiriendo , ó sajando la corteza , y destilando por allí el licor , así se hace en el de Indias, aunque es mas la quantidad que destila. Y como en aquel hay uno puro , que se llama opobál- samo , que es la propia lágrima que destila , y hay otro no tan perfecto , que es el licor que se saca del mismo palo ó corteza , y hojas exprimidas y cocidas al fuego, que llaman xilobálsamo , así también en el bálsamo de Indias hay uno puro que sale así del árbol ; y hay otro que sacan los Indios , cociendo y exprimiendo las hojas y palos , y también le adulteran y acrecientan con otros licores , para que parezca mas. En efecto , se llama con mucha razón bálsamo , y lo es , aunque no sea de aque- lla especie ; y es estimado en mucho , y lo fuera mu- cho mas, si no tuviera la falta que las esmeraldas y perlas han tenido , que es ser muchas. Lo que mas im- porta es , que para la substancia de hacer Crisma , que tan (i) Cant, i.v. 13. (2) Strab, lib. 16, Geogra^h. (3) Plin. lib, 12. c. 25. de la Historia natural de Indias. 255 tan necesario es en la Santa Iglesia , y de tanta vene- ración , ha declarado la Sede Apostólica , que con este bálsamo de Indias se haga Crisma en Indias , y con él se dé el Sacramento de Confirmación y los demás , don- de la Iglesia lo usa. Traese á España el bálsamo de la Nueva-España , y la provincia de Guatemala y de Chia- pa , y otras; por allí es donde mas abunda, aunque el mas preciado es el que viene de la Isla de Tolu , que es en Tierra-firme , no lexos de Cartagena. Aquel bálsa- mo es blanco ; y tienen comunmente por mas perfec- to el blanco que el bermejo, aunque Plinio (i) el pri- mer lugar da al bermejo , el segundo al blanco , el ter- cero al verde , el último al negro. Pero Estrabón (2) pa- rece preciar mas el bálsamo blanco , como los nuestros lo precian. Del bálsamo de Indias trata largamente Mo- nardes en la primera parte ; y en la segunda, especial- mente del de Cartagena ó Tolu , que todo es uno. No he hallado que en tiempos antiguos los Indios precia- sen en mucho el bálsamo , ni aun tuviesen de él uso de importancia. Aunque Monardes dice , que curaban con él los Indios de sus heridas; y que de ellos aprendie- ron los Españoles. CAPITULO XXIX. Del liqutdambar , y otros aceytes , gomas y drogas^ que se traen de Indias. DEspues del bálsamo tiene estima el liquidambar : es otro licor también oloroso y medicinal, mas es- peso en sí, y que se viene á cuajar y hacer pasta ; de complexión cálido , de buen perfume , y que le aplican á heridas y otras necesidades , en que me remito á los Médicos , especialmente al Doctor Monardes , que en la pri-* (i) Pltn.Iib. 12. c. 2¡. (2) Strah:¡ih.i.6.GeDgrajpJu 2=5 6 Libro qnarto primera parte escribió de este licor , y de otros muchos medicinales que vienen de Indias. Viene también el liqui- dambar de la Nueva-España , y es sin duda aventaja- da aquella provincia en estas gomas , ó licores , ó ju- gos de árboles , y así tienen copia de diversas materias para perfumes y para medicinas , como es el anime , que viene en grande quantidad : el copal y el suchicopal , que es otro género , como de estoraque é incienso , que tam- bién tiene excelentes operaciones , y muy lindo olor pa- ra sahumerios. También la tacamahaca y la caraña , que son muy medicinales. El aceyte que llaman de abeto, también de allá lo traen , y Médicos y Pintores se apro- vechan bastante de él : los unos para sus emplastos , y los otros para barniz de sus imágenes. Para medicina tam- bién se trae la cañafístola , la qual se da copiosamente en la Española , y es un árbol grande , y echa por fruta aquellas cañas con su pulpa. Traxeronse en la flota en que yo vine , de Santo Domingo , quarenta y ocho quin- tales de cañafístola. La zarzaparrilla no es menos cono- cida para mil achaques: vinieron cincuenta quintales en la dicha flota de la misma Isla. En el Perú hay de es- ta zarzaparrilla mucha ; y muy excelente en tierra de Guayaquil , que está debaxo de la linea. Allí se van mu- chos á curar ; y es opinión , que las mismas aguas sim- ples que beben , les causan salud , por pasar por copia de estas raíces , como está arriba dicho : con lo qual se junta, que para sudar en aquella tierra , no son menester muchas frazadas y ropa. El palo de guayacán , que por otro nombre dicen el palo santo ó palo de las Indias, se da en abundancia en las mismas Islas , y es tan pesado como hierro , y luego se hunde en el agua : de éste tra- xo la flota dicha trescientos y cincuenta quintales , y pu- diera traer veinte, y cien mil, si hubiera salida de tanto palo. Del palo del Brasil , que es tan colorado y encendido , y tan conocido y usado para tintes , y pa- ra otros provechos, vinieron ciento treinta y qnatro quin- tales de la misma Isla en la misma flota. Otros innu- me- de la Historia natural de Indias. 257 merables palos aromáticos , gomas , aceytes y drogas hay en Indias , que ni es posible referirlas todas , ni importa al presente ; solo diré , que en tiempo de los Reyes Incas del Cuzco , y de los Reyes Mexicanos , hubo muchos grandes hombres de curar con simples, y hacían curas aventajadas , por tener conocimiento de diversas virtudes y propiedades de yerbas , raíces , pa- los y plantas , que allá se dan , de que ninguna noticia tuvieron los Antiguos de Europa. Y para purgar hay mil cosas de estas simples, como raíz de Mechoacán, piñones de la Puna , y conserva de Guanuco , y aceyte de Higuerilla , y otras cien cosas , que bien aplicadas y á tiempo , no las tienen por de menor eficacia , que las drogas que vienen de oriente , como podrá entender el que leyere lo que Monardes ha escrito en la prime- ra y segunda parte , el qual también trata largamente del tabaco , del qual han hecho notables experiencias con- tra veneno. Es el tabaco un arbolillo ó planta bastan- te común , pero de raras virtudes : también en la que llaman contrayerba , y en otras diversas plantas , por- que el Autor de todo repartió sus virtudes como él fué servido , y no quiso que naciese cosa ociosa en el mun- do : mas el conocerlo el hombre , y saber usar de ello, como conviene , éste es otro don soberano , que conce- de el Criador á quien él es servido. De esta materia de plantas de Indias , y de licores , y otras cosas medi- cinales , hizo una insigne obra el Doctor Francisco Her- nández , por especial comisión de su Magestad , hacien- do pintar al natural todas las plantas de Indias , que según dicen , pasan de mil y doscientas ; y afirman ha- ber costado esta obra mas de sesenta mil ducados. De la qual hizo uno como extracto el Doctor Nardo Anto- nio , Médico Italiano , con gran curiosidad. A los dichos libros y obras remito al que mas por menudo y con perfección quisiere saber de plantas de Indias , mayor- mente para efectos de medicina. TomoL Kk CA- 258 Libro quarto CAPITULO XXX. De ¡as grandes arboledas de Indias , y de los cedros^ ceyvas y otros árboles grandes. COmo desde el principio del mundo la tierra produ- xo plantas y árboles por mandado del Omnipoten- te Señor , en ninguna región dexa de producir algún fru- to ; en unas mas que en otras. Y fuera de los árboles y plantas que por industria de los hombres se han pues- to y llevado de unas tierras á otras , hay gran núme- ro de árboles que sola la naturaleza los ha producido. De estos me doy á entender, que en el nuevo orbe ( que llamamos Indias ) es mucho mayor la copia , así en número como en diferencias , que no en el orbe an- tiguo y tierras de Europa , Asia y África. La razón es, ser las Indias de temple cálido y húmedo , como está mostrado en el libro segundo contra la opinión de los Antiguos ; y así la tierra produce con extremo vicio in- finidad de estas plantas silvestres y naturales. De don- de viene á ser inhabitable , y aun impenetrable la ma- yor parte de Indias , por bosques y montañas , y arca- bucos cerradísimos , que perpetuamente se han abierto. Para andar algunos caminos de Indias , mayormente en entradas de nuevo , ha sido y es necesario hacer cami- no á puro cortar con hachas árboles, y rozar mator- rales , que como nos escriben padres que lo han pro- bado , acaece en seis dias caminar una legua y no mas* Y un hermano nuestro, hombre fidedigno, nos contaba, que habiéndose perdido en unos montes , sin saber adon- de , ni por donde habia de ir , vino á hallarse entre ma- torrales tan cerrados , que le fué forzoso andar por ellos, sin poner pie en tierra por espacio de quince dias en- teros. En los quales también por ver el Sol , y tomar al- gún tino , por ser tan cerrado de infinita arboleda aquel monte , subia algunas veces trepando hasta la cumbre de ár- de la Historia natural de Indias, 259 árboles altísimos , y desde allí descubría camino. Quien leyere la relación de las veces que este hombre se per- dió, y los caminos que anduvo , y sucesos extraños que tuvo (la qual yo, por parecerme cosa digna de saber, escribí sucintamente ) y quien hubiere andado algo por montañas de Indias , aunque no sean sino las diez y ocho leguas que hay de nombre de Dios á Panamá , enten- derá bien , de qué manera es esta inmensidad de arbo- leda que hay en Indias. Como allá nunca hay invierno que llegue á frió , y la humedad del Cielo y del suelo es tanta , de ahí proviene , que las tierras de montaña -producen iníinita arboleda , y las de campiña , que lla- man cavanas , infinita yerba. Así que para pastos yer- ba , y para edificios madera , y para el fuego leña , no falta. Contar las diferencias y hechuras de tanto árbol silvestre , es cosa imposible , porque de los mas de ellos no se saben los nombres. Los cedros tan encarecidos antiguamente , son por allá muy ordinarios para edificios y para naves , y hay diversidad de ellos : unos blancos, y otros roxos , y muy olorosos. Danse en los Andes del Perú , y en las montañas de Tierra-firme , y en las Is- las , y en- Nicaragua , y en la Nueva-España, gran quan- tidad. Laureles de hermosísima vista y altísimos , pal- mas infinitas , cey vas de que labran los Indios las ca- noas, que son barcos hechos de una pieza. De la Ha-r baña y Isla de Cuba , donde hay inmensidad de seme- jantes árboles , traen á España palos de madera precia- da , como son évanos , caova , granadillo , cedro y otras maderas que no conozco. También hay pinos grandes en Nueva-España , aunque no tan recios como los de España : no llevan piñones , sino pinas vacías. Los ro- bles que traen de Guayaquil, son escogida madera y olo- rosa , quando se labran : y de allí mismo cañas altísi- mas , cuyos cañutos hacen una botija ó cántaro de agua, y sirven para edificios , y los palos de mangles , que hacen árboles y mástiles de naves , y los tienen por tan recios como si fuesen de hierro. El molle es árbol de Kk 2 mu- 200 Libro quarto mucha virtud : da unos racimillos , de que hacen vino los Indios. En México le llaman árbol del Perú , por- que vino de allá ; pero dase también y mejor en la Nueva-España , que en el Perú. Otras mil maneras hay de árboles , que es superfino trabajo decirlas. Algunos de estos árboles son de enorme grandeza ; solo diré de uno que está en Tlacochavaya , tres leguas de Guaxa- ca , en la Nueva-España. Este midiéndole aposta se ha- lló en solo el hueco de dentro tener nueve brazas, y por defuera medido cerca de la raíz diez y seis brazas^ y por mas alto doce. A este árbol hirió un rayo des- de lo alto por el corazón hasta abaxo , y dicen que de- xó el hueco , que está referido. Antes de herirle el ra- yo , dicen que hacía sombra bastante para mil hom- bres ; y así se juntaban allí para hacer sus mitotes , bay- les y supersticiones : todavía tiene rama y verdor , pe- ro mucho menos. No saben qué especie de árbol sea, mas de que dicen que es género de cedro. A quien le pareciere cedro fabuloso aqueste , lea lo que Plinio cuen- ta (i) del plátano de Lycia , cuyo hueco tenia ochenta y un pies , que mas parecía cueva ó casa , que no hue- co de árbol ; y la copa de él parecía un bosque entero, cuya sombra cubría los campos. Con éste se perderá el espanto y la maravilla del otro texedor , que dentro del hueco de un castaño tenia casa y telar. Y del otro castaño ó qué se era , donde entraban á caballo ocho hombres , y se volvían á salir por el hueco de él sin embarazarse. En estos árboles así extraños y disformes exercitaban sus idolatrías mucho los Indios , como tam- bién lo usaron los antiguos Gentiles , según refieren Au- tores de aquel tiempo. CA- (i) Plm.Iib. 12. r. I. de la Historia natural de Indias. 261 CAPITULO XXXI. I}e las plantas y frutales que se han llevado de Es- paña á las Indias. MEjor han sido pagadas las Indias en lo que toca á plantas , que en otras mercaderías , porque las que han venido á España son pocas , y danse mal : las que han pasado de España son muchas , y danse bien. No sé si digamos que lo hace la bondad de las plantas, para dar la gloria á lo de acá ; ó si digamos que lo ha- ce la tierra , para que sea la gloria de allá. En conclu- sión , quasi quanto bueno se produce en España hay allá, y en partes aventajado , y en otras no tal , trigo , ce- bada , hortaliza , verdura y legumbres de todas suer- tes , como son lechugas , berzas , rábanos , cebollas , ajos , peregil , nabos , zanahorias , berengenas , escaro- las , acelgas , espinacas , garbanzos , habas , lentejas , y finalmente quanto por acá se da de esto casero , y de provecho , porque han sido cuidadosos los que han ido, en llevar semillas de todo , y á todo ha respondido bien la tierra , aunque en diversas partes de uno mas que de otro , y en algunas poco. De árboles , los que mas generalmente se han dado allá , y con mas abundan- cia , son naranjos , limas , cidras y fruta de este li- nage. Hay ya en algunas partes montañas y bosques de naranjales , lo qual haciéndome maravilla , pregun- té en una Isla , ¿ quien habia llenado los campos de tanto naranjo ? Respondiéronme , que acaso se habia hecho porque cayéndose algunas naranjas , y pudrién- dose la fruta , habian brotado de su simiente , y de la que de estos y de otros llevaban las aguas á diversas partes , se venian á hacer aquellos bosques espesos: parecióme buena razón. Dixe ser ésta la fruta que ge- neralmente se haya dado en Indias , porque en ningu- na parte he estado de ellas , donde no haya naranjas, por 202 Libro quarto ^ ^^ por ser todas las Indias tierra caliente y húmeda , que es lo que quiere aquel árbol: en la sierra no se dan : traen- se de los valles ó de la costa. La conserva de naran- jas cerradas que hacen en las Islas, es de la mejor que yo he visto allá , ni acá. También se han dado bien du- raznos , y sus consortes melocotones , y priscos , y al- baricoques, aunque estos mas en Nueva-España: en el Perú , fuera de duraznos , de esotro hay poco , y me- nos en las Islas* Manzanas y peras se dan , pero mo^ deradamente : ciruelas muy cortamente : higos en abun- dancia , mayormente en el Perú : membrillos en todas partes , y en Nueva-España de manera , que por me- dio real nos daban cincuenta á escoger ; y granadas tam- bién bastantes , aunque todas son dulces : aguas no se han dado bien. Melones en partes los hay muy buenos , co- mo en Tierra-firme y algunas partes del Perú. Guindas, ni cerezas hasta ahora no han tenido dicha de hallar en- trada en Indias : no creo es falta del temple , porque le hay en todas maneras , sino falta de cuidado ó de acier- to. De frutas de regalo apenas siento falte otra por allá. De fruta basta y grosera faltan bellotas y castañas , que no se han dado hasta ahora , que yo sepa en Indias. Al- mendras se dan , pero escasamente. Almendra , nuez y avellana va de España para gente regalada. Tampoco sé que haya nísperos , ni serbas , ni importan mucho. Y esto baste para entender, que no falta regalo de fru- ta : ahora digamos otro poco de plantas de provecho que han ido de España , y acabaremos esta plática de plantas , que ya va larga. CAPITULO XXXIL De las ubas^ viñas , olivas^ moreras y cañas de aziicar. P Lautas de provecho entiendo las que demás de dar que comer en casa , traen á su dueño dinero. La principal de éstas es la vid, queda el vino, el vina- gre. de la Historia natural de Indias. 263 gre , la uva , la pasa , el agraz y el arrope ; pero el vino es lo que importa. En las Islas y Tierra-firme no se da vino ni uvas: en la Nueva-España hay parras, -y llevan uvas , pero no se hace vino. La causa debe de ser, no madurar del todo las uvas, por razón de las lluvias , que vienen por Julio y Agosto , y no las de- xan bien sazonar ; por esto sirven solamente para comer. El vino llevan de España ó de las Canarias ; y así es en lo demás de Indias , salvo el Perú y Chile , donde hay viñas , y se hace vino , y muy bueno ; y de ca- da dia crece, así en quantidad, porque es gran riqueza en aquella tierra , como en bondad , porque se entien- de mejor el modo de hacerse. Las viñas del Perú son comunmente en valles calientes , donde tienen acequias, y se riegan á mano, porque la lluvia del Cielo en los llanos no la hay, y en la sierra no es á tiempo. En partes hay donde ni se riegan las viñas , del Cielo , ni del suelo : y dan en grande abundancia , como en el valle de lea , y lo mismo en las hoyas que llaman de Villacuri , donde entre unos arenales muertos se hallan unos hoyos ó tierras baxas de increíble frescura todo el año , sin llover jamás , ni haber acequia , ni riego hu- mano. La causa es , ser aquel terreno esponjoso , y chu- par el agua de rios que baxan de la sierra , y se em- papan por aquellos arenales ; ó si es humedad de la mar ( como otros piensan ) hase de entender , que el trascolarse por el arena hace que el agua no sea es- téril é inútil , como el Filósofo lo significa. Han creci- do tanto las viñas , que por su causa los diezmos de las Iglesias son hoy cinco y seis tanto de lo que eran ahora veinte años. Los valles mas fértiles de viñas son Victor cerca de Arequipa, lea en términos de Lima, Caracato en términos de Chuquiavo. Llévase este vino á Potosí, y al Cuzco , y á diversas partes: y es gran- de grangería , porque vale con toda el abundancia una botija ó arroba cinco ó seis ducados ; y si es de Es- paña , que siempre se lleva en las flotas , diez y doce.- - En 264 Libro quarto En el Reyno de Chile se hace vino como en España, porque es el mismo temple ; pero traído al Perú se da- ña. Uvas se gozan donde no se puede gozar vino ; y €s cosa de admirar , que en la ciudad del Cuzco se ha- llarán uvas frescas todo el año. La causa de esto me di- xeron ser los valles de aquella comarca , que en diver- sos meses del año dan fruto : y ahora sea por el podar las vides á diversos tiempos, ahora por qualidad de la tierra , en efecto , todo el año hay diversos valles que dan fruta. Si alguno se maravilla de esto , mas se ma- ravillará de lo que diré , y quizá no lo creerá. Hay ár- boles en el Perú , que la una parte del árbol da fruta la mitad del año , y la otra parte la otra mitad. En Ma- la , trece leguas de la ciudad de los Reyes , la mitad de una higuera , que está á la banda del sur , está ver- de , y da fruta un tiempo del año , quando es verano en la sierra ; y la otra mitad , que está hacia los llanos y mar , está verde , y da fruta en otro tiempo diferen- te , quando es verano en los llanos. Tanto como esto obra la variedad del temple y ayre , que viene de una parte ó de otra. La grangería del vino no es pequeña, pero no sale de su provincia. Lo de la seda , que se ha- ce en Nueva-España , sale para otros Reynos , como el Perú. No la habia en tiempo de Indios: de España se han llevado moreras, y danse bien, mayormente en la provincia que llaman la Misteca , donde se cria gusa- no de seda , y se labra y hacen tafetanes buenos : da- mascos , rasos y terciopelos no se labran hasta ahora. El azúcar es otra grangería mas general , pues no solo se gasta en Indias , sino también se trae á España har- ta cantidad , porque las cañas se dan escogidamente en diversas partes de Indias : en Islas, en México, en Pe- rú, y en otras partes han hecho ingenios de grande con- tratación. De el déla Nasca me aíirmaron,que solia ren- tar de treinta mil pesos arriba cada año. El de Chica- ma junto á Truxillo también era hacienda gruesa , y no menos lo son los de la Nueva-España , porque es co- sa de la Historia natural de Indias, *i6^ sa loca lo que se consume de azúcar y conserva en In- dias. De la Isla de Santo Domingo se traxeron en la flota que vine , ochocientas y noventa y ocho caxas y caxones de azúcar, que siendo del modo que yo las vi cargar en Puerto-Rico , será á mi parecer cada ca- xa de ocho arrobas. Es ésta del azúcar la principal gran- gería de aquellas Islas : tanto se han dado los hombres al apetito de lo dulce. Olivas y olivares también se han dado en Indias , digo en México y Perú ; pero hasta hoy no hay molino de aceyte , ni se hace , porque pa- ra comer las quieren mas , y las sazonan bien. Para aceyte hallan , que es mas la costa que el provecho ; así que todo el aceyte va de España. Con esto quede aca- bado con la materia de las plantas , y pasemos á la de animales de las Indias. CAPITULJ) XXXIII. De los ganados ovejuno y vacuno. DE tres maneras hallo animales en Indias : unos , que han sido llevados de Españoles : otros , que aun- que no han sido llevados por Españoles, los hay en in- dias de la misma especie que en Europa : otros , que son animales propios de Indias , y no se hallan en Es- paña. En el primero modo son ovejas , vacas , cabras, puercos , caballos , asnos , perros , gatos y otros tales, pues estos géneros los hay en Indias. El ganado menor ha multiplicado mucho ; y si se pudieran aprovechar las lanas enviandose á Europa , fuera de las mayores rique- zas que tuvieran las Indias. Porque el ganado ovejuno allá tiene grande abundancia de pastos , sin que se agos- te la yerba en muchas partes ; y es de suerte la fran- queza de pastos y dehesas , que en el Perú no hay pas- tos propios : cada uno apacienta donde quiere. Por lo qual la carne es comunmente abundante , y barata por allá ; y los demás provechos que de la oveja proceden. Tomo I. Ll de 206 Libro qtiarto de quesos , leche , &c. Las lanas dexaron un tiempo per- der de el todo , hasta que se pusieron obrages , en los quales se hacen paños y frazadas , que ha sido gran socorro en aquella tierra para la gente pobre , porque la ropa de Castilla es muy costosa. Hay diversos obra- ges en el Perú ; mucho mas copia de ellos en Nueva- España , aunque ahora sea la lana no ser tan fina , aiio- Ta los obrages no labrarla tan bien, es mucha la ven- taja de la ropa que va de España , á la que en Indias se hace. Habia hombres de setenta y de cien mil cabe- zas de ganado menor ; y hoy dia los hay poco menos, que á ser en Europa , fuera riqueza grande , y allá lo es moderada. En muchas partes de Indias , y creo son las mas , no se cria bien ganado menor , á causa de ser la yerba alta , y la tierra tan viciosa , que no pueden apacentarse sino ganados mayores ; y así de vacuno liay innumerable multitud. Y de esto en dos maneras : uno ganado manso , y que anda en sus hatos , como en tier- ra de los Charcas , y en otras provincias del Perú , y en toda la Nueva-España. De este ganado se aprove- chan , como en España , para carne , manteca y terne- ras, y para bueyes de arado, &c. En otra forma hay de este ganado alzado al monte ; y así por la aspereza y espesura de los montes , como por su multitud , no se hierra , ni tiene dueño propio , sino como caza de mon- te , el primero que la montea y mata , es el dueño. De este modo han multiplicado las vacas en la Isla Espa- ñola, y en otras de aquel contorno, que andana mi- llares sin dueño por los montes y campos. Aprovechan- se de este ganado para cueros : salen negros ó blancos en sus caballos con desjarretaderas al campo , y corren los toros ó vacas , y la res que hieren y cae , es su- ya. Desuellanla , y llevando el cuero á su casa , dexan la carne perdida por ahí , sin haber quien la gaste , ni quiera , por la sobra que hay de ella. Tanto , que en aquella Isla me afirmaron , que en algunas partes habia infección de la mucha carne que se corrompía. Este co- ram- de la Historia natural de Indias, 26¡r rámbre que viene á España , es una de las mejores gran- gerías de las Islas , y de Nueva-España. Vinieron de Santo Domingo en la flota de ochenta y siete , treinta y cinco mil quatrocientos quarenta y quatro cueros va- cunos. De la Nueva-España vinieron sesenta y quatro mil trescientos y cincuenta cueros , que los valuaron en noventa y seis mil quinientos treinta y dos' pesos. Quan- do descarga una flota de éstas , ver el rio de Sevilla^ y aquel aíenal donde se pone tanto cuero , y tanta mer- cadería , es cosa para admirar. El ganado cabrío tam- bién se da ; y ademas de los otros provechos de cabri- tos , de leche , &c. es uno muy principal el sebo , con el qual comunmente se alumbran ricos y pobres , porque como hay abundancia , les es mas barato que aceyte, aunque no es todo el sebo que en esto se gasta , de ma- cho. También para el calzado aderezan los cordovanes; mas no pienso que son tan buenos como los que llevan de Castilla. Caballos se han dado, y se dan escogida- mente en muchas partes ó las mas de Indias , y algu- nas razas hay de ellos tan buenos como los mejores de Castilla , así para carrera y gala , como para camino y trabajo. Por lo qual allá el usar caballos para ca- mino , es lo mas ordinario , aunque no faltan muías y muchas , especialmente donde las recuas son de ellas, como en Tierra-íirme. De asnos no hay tanta copia , ni tanto uso ; y para trabajo es muy poco lo que se sirven de ellos. Camellos algunos , aunque pocos , vi en el Pe- rú llevados de las Canarias , y multiplicados allá , pe- ro cortamente. Perros en la Española han crecido en número y en grandeza , de suerte que es plaga de aque- lla Isla , porque se comen los ganados , y andan á ma- nadas por los campos. Los que los matan tienen pre- mio por ello , como hacen con los lobos en España. Ver- daderos perros no los habia en Indias , sino unos seme- jantes á perrillos , que los Indios llamaban aleo : y por su semejanza á los que han sido llevados de España , tam- bién los llaman aleo : y son tan amigos de estos perri- Ll 2 líos. 208 Libro quarto líos , que se quitarán el comer por dárselo : y quándo van camino , los llevan consigo á cuestas ó en el seno. Y si están malos , el perrito ha de estar allí con ellos, sin servirse de ellos para cosa, sino solo para buena amistad y compañía. CAPITULO XXXIV. De algunos animales de Europa que hallaron los Es- pañoles en Indias , y cómo hayan pasado. TOdos estos animales que he dicho, es cosa cierta que se llevaron de España , y que no los habia en Indias quando se descubrieron , aún no há cien años: y además de ser negocio que aún tiene testigos vivos, es bastante prueba ver , que los Indios no tienen en su lengua vocablos propios para estos animales , sino que se aprovechan de los mismos vocablos Españoles , aun- que corruptos , porque de donde les vino la cosa , co- mo no la conocían, tomaron el vocablo de ella. Esta regla he hallado buena para discernir qué cosas tuvie- sen los Indios antes de venir Españoles , y qué cosas no. Porque aquellas que ellos ya tenian y conocian , tam- bién les daban su nombre : las que de nuevo recibie- ron dieronles también nombres de nuevo , los quales de ordinario son los mismos nombres Españoles , aunque pronunciados á su modo , como al caballo , al vino y al trigo, &c. Halláronse, pues, animales de la misma especie que en Europa , sin haber sido llevados de Es- pañoles. Hay leones , tigres , osos , jabalíes , zorras , y otras fieras y animales silvestres , de los quales hicimos en el primer libro argumento fuerte , que no siendo ve- risimil que por mar pasasen á Indias , pues pasar á na- do el Océano es imposible, y embarcarlos consigo hom- bres , es locura , sigúese que por alguna parte donde el un orbe se continúa y avecina al otro, hayan penetrado, y poco á poco poblado aquel mundo nuevo. Pues con- for- de la Historia natural de Indias. 269 forme á la divina Escritura (i) todos estos animales se sal- varon en el arca de Noé , y de allí se han propagado en el mundo. Los leones que por allá yo he visto, no son berme- jos, ni tienen aquellas vedijas con que los acostumbran pin- tar : son pardos , y no tan bravos como los pintan. Pa- ra cazarlos se juntan los Indios en torno , que ellos lla- man chaco , y á pedradas , y con palos y otros ins- trumentos los matan. Usan encaramarse también en ár- boles estos leones , y allí con lanzas ó con ballestas , y mejor con arcabuz , los matan. Los tigres se tienen por mas bravos y crueles , y que hacen salto mas pe- ligroso , por ser á traycion. Son maculosos , y de el mismo modo que los Historiadores los describen. Al- gunas veces oí contar , que estos tigres están cebados en Indios, y que por eso no acometían á Españoles , ó muy poco , y que de entre ellos sacaban un Indio , y se le llevaban. Los osos , que en lengua del Cuzco llaman otoroncos , son de la misma especie de acá , y son hor- migueros. De colmeneros poca experiencia hay , porque los panales donde los hay en Indias , danse en árbo- les , ó debaxo de la tierra , y no en colmenas al mo- do de Castilla ; y los panales que yo he visto en la provincia de los Charcas , que allá nombran lechigua- nas , son de color pardo y de muy poco jugo : mas parecen paja dulce , que panales de miel. Dicen que las abejas son tan chiquitas como moscas, y que en- jambran debaxo de la tierra : la miel es aceda y ne- gra. En otras partes hay mejor miel , y panales mas bien formados , como en la provincia de Tucumán , y en Chile , y en Cartagena. De los jabalíes tengo poca re- lación , mas de haber oído á personas que dicen haber- los visto. Zorros y animales que degüellan el ganado, hay mas de los que los pastores quisieran. Fuera de es- tos animales , que son fieros y perniciosos , hay otros provechosos, que no fueron llevados por los Españo- les, (i) Genes. 6. sT'o Libro quarto les , como son los ciervos ó venados , de que hay gran suma por todos aquellos montes ; pero los mas no son venados con cuernos : á lo menos ni yo los he visto , ni oído á quien los haya visto : todos son mochos co- mo corzos. Todos estos animales que hayan pasado por su ligereza , y por ser naturalmente silvestres y de ca- za , desde el un orbe al otro , por donde se juntan , no se me hace difícil , sino muy probable y quasi cierto, viendo que en Islas grandísimas, y muy apartadas de tierra firme, no se hallan , quanto yo he podido por al- guna experiencia y relación alcanzar. CAPITULO XXXV. De las aves que hay de acá , y cómo pasaron á Indias. MEnos dificultad tiene creer lo mismo de aves , que hay del género de las de acá , como son perdi- ces , tórtolas , palomas torcaces , codornices y diversas castas de halcones , que por muy preciados se envian á. presentar de la Nueva-España y del Perú á señores de España. ítem , garzas y águilas de diversas castas. Estos y otros páxaros semejantes no hay duda que pu- dieron pasar mucho mejor que los leones , tigres y cier- vos. Los papagayos también son de gran vuelo , y se hallan copiosamente en Indias , especialmente en los An- des del Perú ; y en las Islas de Puerto-Rico y Santo Domingo andan bandas de ellos como de palomas. Fi- nalmente, las aves con sus alas tienen camino adonde quieren ; y el pasar el golfo no les será á muchas muy dificil; pues es cosa cierta , y la afirma Plinio (i), que muchas pasan la mar , y van á regiones muy extrañas, aunque tan grande golfo , como el mar Océano de In- dias , no sé yo que escriba nadie que le pasen aves á vuelo. Mas tampoco lo tengo por del todo imposible, pues (i) Plin. ¡ib, 10. í". 23. de la Historia natural de Indias. i^\ pues de algunas es opinión común de marineros , que se ven doscientas , y aun muchas mas leguas lexos de tier- ra ; y también, según que Aristóteles enseña (i) , las aves fácilmente sufren estar debaxo del agua , porque su res- piración es poca , como lo vemos en aves marinas , que se zabullen , y están buen rato ; y así se podria pen- sar , que los páxaros y aves que se hallan en las Islas y tierra firme de Indias , hayan pasado la mar descan- sando en Islotes y tierras , que con instinto natural co- nocen , como de algunos lo refiere Plinio (2) : ó quizá dexandose caer en el agua , quando están fatigadas de volar , y de allí , después de descansar un rato , volvien- do á proseguir su vuelo. Y quanto á los páxaros que se hallan en Islas , donde no se ven animales de tier- ra , tengo por sin duda , que han pasado en una de las dos maneras dichas. Quanto á las demás que se hallan en tierra firme , especialmente las que no son de vuelo muy ligero , es mejor camino decir , que fueron por donde los animales de tierra , que allá hay de los de Europa. Por- que hay aves también en Indias muy pesadas, como aves- truces , que se hallan en el Perú , y aun á veces suelen es- pantar á los carneros de la tierra , que van cargados. Pe- ro dexando estas aves , que ellas por sí se gobiernan, sin que los hombres cuiden de ellas , sino es por via de caza ; de aves domésticas me he maravillado de las gallinas, porque en efecto las habia antes de ir Espa- ñoles ; y es claro indicio tener nombres de allá , que á la gallina llaman gualpa , y al huevo ronto ; y el mismo refrán que tenemos de llamar á un hombre ga- llina, para notarle de cobarde , ese propio usan los In- dios. Y los que fueron al descubrimiento de las Islas de Salomón , refieren haber visto allá gallinas de las nues- tras. Puédese entender , que como la gallina es ave tan doméstica y tan provechosa , los mismos hombres las lie- (i) Arist. ¡ib. 3. de part. animal, f. 6. (2) Plin.lib, 10. c.'i^. 2^2 Libro quarto llevaron consigo , quando pasaron de unas partes á otras, como hoy dia vemos que caminan los Indios llevando su gallina ó pollito sobre la carga que llevan á las es- paldas ; y también las llevan fácilmente en sus galline- ros hechos de paja ú de palo. Finalmente , en Indias hay muchas especies de animales y aves de las de Euro- pa , que las hallaron allá los Españoles , como son las que he referido , y otras que otros diráli, CAPITULO XXXV I. Cómo sea posible haber en Indias animales , que no hay en otra parte del mundo. MAyor dificultad hace averiguar, qué principio tu- vieron diversos animales que se hallan en Indias, y no se hallan en el mundo de acá. Porque si allá los produxo el Criador , no hay para qué recurrir al arca de Noé, ni aun hubiera para qué salvar entonces to- das las especies de aves y animales , si habian de criar- se después de nuevo ; ni tampoco parece , que con la crea- ción de los seis dias dexára Dios el mundo acabado y perfecto , si restaban nuevas especies de animales por formar , mayormente animales perfectos , y de no me- nor excelencia que esotros conocidos. Pues si deci- mos, que todas estas especies de animales se conser- varon en el arca de Noé , sigúese , que como esotros animales fueron á Indias de este mundo de acá , así tam- bién estos , que no se hallan en otras partes del mun- do. Y siendo esto así , pregunto : ¿ cómo no quedó su es- pecie de ellos por acá ? ¿ cómo solo se halla donde es peregrina y extrangera? cierto es qüestion que me ha tenido perplexo mucho tiempo. Digo por exemplo , si los carneros del Perú , y los que llaman pacos y gua- nacos no se hallan en otra región del mundo , ¿ quien los llevó al Perú ? ¿ ó cómo fueron ? pues no quedó ras- tro de ellos en todo el mundo ; y si no fueron de otra re- de la Historia natural de Indias. 2y^ región , i cómo se formaron y produxeron allí ? ¿ Por ventura hizo Dios nueva formación de animales? Lo que digo de estos guanacos y pacos, diré de mil di- ferencias de páxaros , aves y animales del monte , que jamás han sido conocidas , ni de nombre , ni de figura, ni hay memoria de ellos en Latinos ni Griegos, ni en naciones ningunas de este mundo de acá. Sino es que digamos , que aunque todos los animales salieron del ar- ca ; pero por instinto natural y providencia del Cielo, diversos géneros se fueron á diversas regiones , y en al- gunas de ellas se hallaron también , que no quisieron salir de ellas , ó si salieron , no se conservaron , ó por tiempo vinieron á fenecer , como sucede en muchas co- sas. Y si bien se mira , esto no es caso propio de In- dias , sino general de otras muchas regiones y provin- cias de Asía , Europa y África : de las quales se lee^ haber en ellas castas de animales que no se hallan en otras ; y si se hallan , se sabe haber sido llevadas de allú Pues como estos animales salieron del arca : verbi gratia^ elefantes , que solo se hallan en la India oriental , y de allá se han comunicado á otras partes , del mismo modo diremos de estos animales del Perú , y de los de- mas de Indias , que no se hallan en otra parte del mun-r do. También es de considerar , si los tales animales di- fieren específica y esencialmente de todos los otros, ó si es su diferencia accidental , que pudo ser causada de diversos accidentes , como en el linage de los hombres ser unos blancos y otros negros , unos gigantes y otros enanos. Así -verbi gratia , en el linage de los ximios ser unos sin cola y otros con cola , y en el linage de los carneros ser unos rasos y otros lanudos : unos grandes y recios, y de cuello muy largo, como los del Perú: otros pequeños y de pocas fuerzas , y de cuellos cortos, como los de Castilla. Mas por decir lo mas cierto , quien por esta via de poner solo diferencias accidentales pre- tendiere salvar la propagación de los animales de In- dias, y reducirlos á las de Europa, tomará carga, que mal Tomo /. Mni po- 2jr4 Libro quarto podrá salir con ella. Porque si hemos de juzgar de las especies de los animales por sus propiedades , son tan diversas , que quererlas reducir á especies conocidas de Europa , será llamar al huevo , castaña. CAPITULO XXXVII. De las aves propias de Indias. A Hora sean de diversa especie, ahora de la misma de otras de acá , hay aves en Indias notables. De la China traen unos páxaros , que enteramente no tienen pies grandes ni pequeños , y quasi todo su cuerpo es pluma : nunca baxan á tierra : ásense de unos hilillos que tienen , á ramos , y así descansan : comen mosquitos y cosillas del ayre. En el Perú hay los que llaman to- minejos , tan pequeñitos , que muchas, veces dudé vién- dolos volar y si eran avejas ó mariposillas , mas son real- mente páxaros. Al contrario los que llaman condores, son de inmensa grandeza , y de tanta fuerza , que no solo abren un carnero y se lo comen , sino á un ter- nero. Las avras que llaman , y otros las dicen gallina- zas , tengo para mí que son de género de cuervos : son de extraña ligereza , y no menos aguda vista : para lim- piar las ciudades y calles son propias , porque no dexan cosa muerta : hacen noche en el campo en árboles ó peñas : por la mañana vienen á las ciudades , y desde los mas altos edificios atalayan para hacer presa. Los pollos de éstas son de pluma blanquizca , como refie- ren de los cuervos , y mudan el pelo en negro. Las gua- camayas son páxaros mayores que papagayos, y tienen algo de ellos : son preciadas por la diversa color de sus plumas , que las tienen muy galanas. En la Nueva-Es- paña hay copia de páxaros de excelentes plumas , que de su fineza no se hallan en Europa , como se puede ver por las imágenes de pluma , que de allá se traen : las quales con mucha razón soa estimadas , y causan ad- mi- de la Historia natural de Indias. 275 miración , que de plumas de páxaros se pueda labrar obra tan delicada , y tan igual , que no parece sino de colores pintadas , y lo que no puede hacer el pincel y las colores de tinte : tienen unos visos miradas un po- co á soslayo tan lindos , tan alegres y vivos , que de- leytan admirablemente. Algunos Indios , buenos maes- tros , retratan con perfección de pluma lo que ven de pincel , que ninguna ventaja les hacen los Pintores de España. Al Príncipe de España Don Felipe dio su maes- tro tres estampas pequeñitas , como para registros de diurno, hechas de pluma , y su Alteza las mostró al Rey Don Felipe nuestro Señor , su padre , y mirándolas su Magestad , dixo ; que no habia visto en figuras tan pe- queñas cosa de mayor primor. Otro quadro mayor , en que estaba retratado San Francisco recibiéndole alegre- mente la Santidad de Sixto V , y diciendole que aque- llo hacian los Indios de pluma , quiso probarlo trayen- do los dedos un poco por el quadro para ver si era plu- ma aquella, pareciendole cosa maravillosa estar tan bien asentada, que la vista no púdrese juzgar si eran colo- res naturales de plumas , ó si eran artificiales de pin- cel. Los visos que hace lo verde , y un naranjado co- mo dorado , y otras colores finas , son de extraña her- mosura : y mirada la imagen á otra luz , parecen co- lores muertas , que es variedad de notar. Mácense las mejores imágenes de pluma en la provincia de Mechoa- cán , en el pueblo de Páscaro. El modo es con unas pin- zas tomar las plumas , arrancándolas de los mismos pá- xaros muertos , y con un engrudillo delicado que tie- nen , irlas pegando con gran presteza y policía. Toman estas plumas tan chiquitas y delicadas de aquellos pa- xarillos , que llaman en el Perú tominejos , ó de otros semejantes , que tienen perfectísimas colores en su plu- ma. Fuera de imaginería usaron los Indios otras muchas obras de pluma muy preciosas, especialmente para or- nato de los Reyes y Señores , y de los templos é ído- los. Porque hay otros páxaros y aves grandes de -exce- Mm 2 len- 2^6 Libro quarto lentes plumas y muy finas , de que hacían bizarros plu- mages y penachos , especialmente quando iban á la guer- ra ; y con oro y plata concertaban estas obras de plu- mería rica , que era cosa de mucho precio. Hoy dia hay las mismas aves y páxaros , pero no tanta curiosidad y gala como solian usar. A estos páxaros tan galanos y de tan rica pluma , hay en Indias otros del todo contra- rios , que demás de ser en sí feos , no sirven de otro oficio sino de echar estiércol ; y con todo eso no son quizá de menor provecho. He considerado esto admi- rándome la providencia del Criador , que de tantas ma- neras ordena que sirvan á los hombres las otras cria- turas. En algunas Islas ó Farellones , que están junto á la costa del Perú , se ven de lexos unos cerros todos blancos : dirá quien les viere , que son de nieve , ó que toda es tierra blanca , y son montones de estiércol de páxaros marinos , que van allí continuo á estercolar. Y es esta cosa tanta , que sube varas y aun lanzas en al- to , que parece cosa fabulosa. A estas Islas van bar- cas á solo cargar de este estiércol, porque otro fruto pequeño , ni grande en ellas no se da : y es tan eficaz y tan cómodo , que la tierra estercolada con él da el grano y la fruta con grandes ventajas. Llaman guano el dicho estiércol , de donde se tomó el nombre del va- lle que dicen de Lunaguana , en los valles del Peni, donde se aprovechan de aquel estiércol : y es el mas fértil que hay por allá. Los membrillos y granadas, y otras frutas en grandeza y bondad exceden mucho , y dicen ser la causa , que el agua con que riegan estos árbo- les , pasa por tierra estercolada , y da aquella belleza de fruta. De manera , que de los páxaros no solo la car- ne para comer , y el canto para deleyte , y la pluma para ornato y gala , sino el mismo estiércol es también para el beneficio de la tierra, y todo ordenado del su- mo Hacedor para servicio del hombre , con que el hom- bre se acordase de ser grato y leal á quiea con todo le hace bien. CA- de la Historia natural de Indias. 27^ CAPITULO XXXVIII. De los animales de monte. FUera de los géneros de animales que se han dicho de monte , que son comunes á Indias y á Euro- pa , hay otros que se hallan allá , y no sé que los ha- ya por acá, sino por ventura traídos de aquellas par- tes. Saynos llaman unos como porquezuelos , que tie- nen la extrañeza de tener el ombligo sobre el espina- zo : estos andan por los montes á manadas : son crue- les , y no temen , antes acometen , y tienen unos colmi- llos como navajas , con que dan muy buenas heridas y navajadas , si no se ponen á recaudo los que los ca- zan, Subense los que quieren cazarlos á su seguro en árboles, y los saynos ó puercos de manada acuden á morder el árbol, quando no pueden al hombre ; y de lo alto , con una lancilla hieren y matan los que quie- ren. Son de muy buena comida ; pero es menester qui- tarles luego aquel redondo que tienen en el ombligo del espinazo , porque de otra suerte dentro de un dia se cor- rompen. Otra casta de animalejos hay que parecen le- chones , que llaman guadatinajas. Puercos de la misma especie de íos de Europa , yo dudo si los habla en In- dias antes de ir Españoles , porque en la relación del descubrimiento de ISs Islas de Salomón 'se dice que ha- llaron gallinas y puercos de España. Lo que es cierto es haber multiplicado quasi en todas partes de Indias este ganado en grande abundancia. En muchas partes se come carne fresca de ellos , y la tienen por tan sa- na y buena como si fuera carnero , como en Cartage- na. En partes se han hecho montaraces y crueles; y se va á caza de ellos , como de jabalíes , como en la Española y otras Islas , donde se ha alzado al monte es- te ganado. En partes se ceban con grano de maíz , y en- gordan excesivamente , para que den manteca , que se usa 278 Libro quarto usa á falta de aceyte. En partes se hacen muy escogi- dos pemiles, como enToluca de la Nueva-España y en Paria del Perú. Volviendo á los animales de allá , co- mo los saynos son semejantes á puercos , aunque mas pequeños , así lo son á las vaquillas pequeñas las dan- tas , aunque en el carecer de cuernos mas parecen mu- letas : el cuero de éstas es tan preciado para cueras y otras cubiertas , por ser tan recias , que resisten qual- quier golpe ó tiro. Lo que defiende á las dantas la fuer- za del cuero , defiende á los que llaman armadillos la multitud de conchas , que abren y cierran como quie- ren á modo de corazas. Son unos animalejos pequeños que andan en montes , y por la defensa que tienen me- tiéndose entre sus conchas , y desplegándolas como quie- ren, los llaman armadillos. Yo he comido de ellos: no me pareció cosa de precio. Harto mejor comida es la de iguanas , aunque su vista es bien asquerosa , pues pa- recen puros lagartos de España, aunque estos son de género ambiguo, porque andan en agua, y sálense á tier- ra , y subense en árboles que están á la orilla del agua, y lanzándose de allí al agua, las cogen poniéndoles de- baxo los barcos. Chinchillas es otro género de animale- jos pequeños como hardillas: tienen un pelo á maravi- lla blando , y sus pieles se traen por cosa regalada y saludable para abrigar el estómago, y partes que tienen necesidad de calor moderado : también se hacen cubier- tas ó frazadas del pelo de estas chinchillas. Hallanse en la sierra del Perú , donde también hay otro animale- jo muy común, que llaman cuy, que los Indios tienen por comida muy buena , y en sus sacrificios usaban fre- quentísimamente ofrecer estos cuyes. Son como conejue- los , y tienen sus madrigueras debaxo de tierra ; y en partes hay donde la tienen toda minada. Son algunos de ellos pardos: otros blancos y diferentes. Otros anima- lejos llaman vizcachas , que son á manera de liebres , aun- que mayores , y también las cazan y comen. De liebres verdaderas también hay caza en partes bien abundan- te. de la Historia natural de Indias. 2579 te. Conejos también se hallan en el Reyno de Quito; pero los buenos han ido de España. Otro animal dono- so es el que por su excesiva tardanza en moverse le llaman perico ligero , que tiene tres uñas en cada mano: menea los pies y manos como por compás con grandí- sima riema : es á la manera de mona , y en la cara se le parece : da grandes gritos , anda en árboles y come hor- migas. CAPITULO XXXIX. De los micos ó monos de Indias. Micos hay innumerables por todas esas montañas de Islas , y Tierra-firme y Andes. Son de la cas- ta de monas, pero diferentes en tener cola , y muy lar- ga , y haber entre ellos algunos linages de tres tanto, y quatro tanto mas cuerpo que monas ordinarias. Unos son negros del todo, otros bayos , otros pardos, otros man- chados y varios. La ligereza y maña de estos admi- ra , porque parece que tienen discurso y razón : y en el andar por árboles parece que quieren imitar las aves. En Capira , pasando de Nombre de Dios á Panamá , vi saltar un mico de estos de un árbol á otro , qne esta- ba á la otra banda del rio , que me admiró. Ásense con la cola á un ramo , y arrojanse adonde quieren , y quan- do el espacio es muy grande , que no puede con un sal- to alcanzarle , usan una maña graciosa , de asirse uno á la cola del otro , y hacer de esta suerte una como ca- dena de muchos : después ondeándose todos , ó colum- piándose , el primero , ayudado de la fuerza de los otros, salta, y alcanza, y se ase al ramo, y sustenta á los demás , hasta que llegan , como dixe , uno á la cola de otro. Las burlas , embustes y travesuras que estos ha- cen, es negocio de mucho espacio: las habilidades que alcanzan quando los imponen , no parecen de animales brutos , sino de entendimiento humano. Uno vi en Car- ta- 28o Libro quarto tagena en casa del Gobernador , que las cosas que de él me referían , apenas parecían creíbles. Como en enviar- le á la taberna por vino , y poniéndole en la una ma- no el dinero , y en la otra el pichel , no haber orden de sacarle el dinero hasta que le daban el pichel con vino. Si los muchachos en el camino le daban grita ó le tiraban , poner el pichel á un lado , y apañar piedras, y tirarlas á los muchachos , hasta que dexaba el cami- no seguro ; y así volvia á llevar su pichel. Y lo que es mas, con ser muy buen bebedor de vino (como yo se lo vi beber echándoselo su amo de alto), sin dárselo, ó darle licencia , no habia tocar al jarro. Dixeronme también , que si veía mugeres afeytadas , iba y les ti- raba del tocado , y las descomponía y trataba mal. Po- drá ser algo de esto encarecimiento , que yo no lo vi, mas en efecto no pienso que hay animal que así per- ciba y se acomode á la conversación humana , como esta casta de micos. Cuentan tantas cosas , que yo , por no parecer que doy crédito á fábulas , ó porque otros no las tengan por tales , tengo por mejor dexar esta ma- teria con solo bendecir al Autor de toda criatura , pues para sola recreación de los hombres y entretenimiento donoso , parece haber hecho un género de animal , que todo es de reir , ó para mover á risa. Algunos han es-* crito , que á Salomón se le llevaban estos micos de In- dias occidentales : yo tengo para mí que iban de la In- dia oriental. CAPITULO XL. "De las vicuñas y tarugas del Perú. ENtre las cosas que tienen las Indias del Peni nota- bles , son las vicuñas y carneros que llaman de la tierra, que son animales mansos y de mucho provecho. Las vicuñas son silvestres , y los carneros son ganado doméstico. Algunos han pensado que las vicuñas sean las que de la Historia natural de Indias. 281 que Aristóteles , Plinio y otros Autores tratan (i) , quan- do escriben de las que dicen capreas , que son cabras silvestres ; y tienen sin duda similitud , por la ligereza, por andar en los montes , por parecerse algo á cabras. Mas en efecto , no son aquellas , pues las vicuñas no tie- nen cuernos , y aquellas los tienen , según Aristóteles re- fiere. Tampoco son las cabras de la India oriental , de donde traen la piedra bezaar : ó si son de aquel género» serán especies diversas , como en el linage de perros es diversa especie la del mastin y la del lebrel. Tampoco son las vicuñas del Perú los animales que en la pro- vincia de la Nueva-España tienen las piedras , que allá llaman bezaares , porque aquellos son de especie de cier- vos ó venados. Así que no sé que en otra parte del mundo haya este género de animales , sino en el Perú y Chile , que se continúa con él. Son las vicuñas ma- yores que cabras , y menores que becerros : tienen la co- lor , que tira á leonado , algo mas clara : no tienen cuer- nos , como los tienen ciervos y capreas : apacientan- se , y viven en sierras altísimas , en las partes mas frias y despobladas , que allá llaman punas. Las nieves y el hielo no les ofende , antes parece que les recrea : andan á manadas , y corren ligerísimamente : quando encuentran caminantes ó bestias , luego huyen , como muy tími- das : al huir echan delante de sí sus hijuelos. No se en- tiende , que multipliquen mucho , por donde los Reyes Incas tenian prohibida la caza de vicuñas , si no era pa- ra fiestas con orden suyo. Algunos se quexan , que des- pués que entraron Españoles se ha concedido demasia- da licencia á los chacos ó cazas de vicuñas , y que se han disminuido. La manera de cazar de los Indios es chaco , que es juntarse muchos de ellos , que á veces son mil , y tres mil y mas , y cercar un gran espacio de mon- (i) Arist. lib, 3. de part, animal, ca^» 2. PUn. lih, 10. cap.y}., Nn 282 Libro quarto monte , y ir ojeando la caza , hasta juntarse por todas partes , donde se toman trescientas y quatrocientas , y mas y menos, como ellos quieren, y dexan ir las de- mas , especialmente las hembras , para el multiplico. Sue- len trasquilar estos animales , y de la lana de ellos ha- cen cubiertas ó frazadas de mucha estima, porque la lana es como una seda blanda , y duran mucho ; y co- mo el color es natural y no de tinte, es perpetuo. Son frescas y muy buenas para en tiempo de calores : pa- ra inflamaciones de riñones y otras partes las tienen por muy sanas , y que templan el calor demasiado : y lo mismo hace la lana en colchones , que algunos usan por salud , por la experiencia que de ello tienen. Para otras indisposiciones , como gota , dicen también , que es bue- na esta lana ó frazadas hechas de ella : no sé en esto experiencia cierta. La carne de las vicuñas no es bue- na , aunque los Indios la comen , y hacen cusharqui ó cecina de ella. Para medicina podré yo contar lo que vi : Caminando por la sierra del Perú llegué á un tam- bo ó venta una tarde con tan terrible dolor de ojos, que me parecía se me querían saltar : el qual accidente suele acaecer de pasar por mucha nieve y mirarla. Es- tando echado con tanto dolor , que quasi perdía la pa- ciencia , llegó una India , y me dixo : Ponte , padre , es- to en los ojos , y estarás bueno. Era una poca de car- ne de vicuña recien muerta , y corriendo sangre. En po- niéndome aquella medicina se aplacó el dolor , y den- tro de muy breve tiempo se me quitó del todo , que no le sentí mas. Fuera de los chacos que he dicho , que son cazas generales , usan los Indios particularmente pa- ra coger estas vicuñas , quando llegan á tiro , arrojar- les unos cordelejos con ciertos plomos , que se les tra- ban, y envuelven entre los pies, y embarazan para que no puedan correr ; y así llegan y toman la vicuña. Lo principal porque este animal es digno de precio , son las piedras bezaares , que hallan en él , de que diremos luego. Hay otro género que llaman tarugas, que tam- bién de la Historia natural de Indias. 283 bien son silvestres , y son de mayor ligereza que las vicuñas : son también de mayor cuerpo , y la color mas tostada : tienen las orejas blandas y caídas. Estas no andan á manadas como las vicuñas ; á lo menos yo no las vi sino solas , y de ordinario por riscos altísimos. De las tarugas sacan también piedras bezaares , y son ma- yores , y de mayor eficacia y virtud. CAPITULO XLL De los pacos , guanacos y carneros del Perú. Ninguna cosa tiene el Perú de mayor riqueza y ven- taja , que es el ganado de la tierra , que los nues- tros llaman carneros de las Indias ; y los Indios en len- gua general los llaman llama , porque bien mirado es el animal de mayores provechos , y de menos gasto de quantos se conocen. De este ganado sacan comida y ves- tido, como en Europa del ganado ovejuno, y sacan mas el tragin y acarreto de quanto han menester , pues les sirve de traer y llevar sus cargas. Y por otra parte no han menester gastar en herrage , ni en sillas ó jalmas, ni tampoco en cebada , sino que de valde sirve á sus amos , contentándose con la yerba que halla en el cam- po. De manera , que les proveyó Dios de ovejas y de jumentos en un mismo animal , y como á gente pobre quiso que ninguna costa les hiciese , porque los pastos en la sierra son muchos; y otros gastos, ni los pide, ni los ha menester este género de ganado. Son estos car- neros ó llamas en dos especies : unos son pacos ó car- neros lanudos : otros son rasos y de poca lana , y son mejores para carga : son mayores que carneros grandes, y menores que becerros : tienen el cuello muy largo á semejanza de camello , y hanlo menester , porque como son altos y levantados de cuerpo , para pacer requie- re tener cuello largo. Son de varias colores : unos blan- cos del todo , otro3 negros del todo, otros pardos , otros Nn 2 ' va- 284 Libro quarto varios , que llaman moromoro. Para los sacrificios tenían los Indios grandes advertencias de qué color habian de ser para diferentes tiempos y efectos. La carne de estos es buena , aunque recia : la de sus corderos es de las cosas mejores y mas regaladas que se comen ; pero gastanse po- co en esto , porque el principal fruto es la lana para hacer ropa , y el servicio de traer y llevar cargas. La lana labran los Indios , y hacen ropa , de que se visten: una , grosera y común , que llaman havasca : otra , deli- cada y fina , que llaman cumbi. De este cumbi labran sobremesas , cubiertas, reposteros y otros paños de muy escogida labor , que dura mucho tiempo , y tiene un lustre bueno, quasi de media seda, y lo que es parti- cular de su modo de texer lana. Labran á dos haces todas las labores que quieren , sin que se vea hilo ni cabo de él en toda una pieza. Tenia el Inca , Rey del Perú, grandes maestros de labrar esta ropa de cum- bi , y los principales residian en el repartimiento de Ca- pachica , junto á la laguna grande de Titicaca. Dan con yerbas diversas diversos colores y muy finos á esta la- na , con que hacen varias labores. Y de labor basta y grosera , ó de pulida y sutil , todos los Indios é In- dias son oficiales en la sierra, teniendo sus telares en su casa , sin que hayan de ir á comprar , ni á dar á ha- cer la ropa que han menester para su casa. De la car- ne de este ganado hacen cusharqui ó cecina , que les du- ra largo tiempo , y se gasta por mucha cuenta : usan llevar manadas de estos carneros cargados como recua: y van en una recua de éstas trescientos ó quinientos, y aun mil carneros , que traginan vino , coca , maíz , chu- ño y azogue , y otra qualquier mercadería ; y lo mejor de ella , que es la plata , porque las barras de plata las lle- van el camino de Potosí á Arica setenta leguas, y á Are- quipa otro tiempo solian ciento y cincuenta. Yes cosa que muchas veces me admiré de ver, que iban estas manadas de carneros con mil y dos mil barras , y mucho mas, que son mas de trescientos mil ducados , sin otra guarda, ni de ¡a Historia natural de Indias. 285 ni reparo , mas que unos pocos de Indios para solo guiar los carneros y cargarlos , y quando mucho algún Es- pañol ; y todas las noches dormían enmedio del cam- po sin mas recato que el dicho. Y en tan largo cami- no , y con tan poca guarda , jamás faltaba cosa entre tanta plata : tan grande es la seguridad con que se ca- mina en el Perú. La carga que lleva de ordinario un carnero de estos será de quatro ó seis arrobas ; y sien- do viage largo no caminan sino dos ó tres leguas , ó quatro á lo largo. Tienen sus paradas sabidas los car- nereros , que llaman (que son los que llevan estas re- cuas), donde hay pasto yagua; allí descargan , y ar- man sus toldos , y hacen fuego y comida , y no lo pasan mal , aunque es modo de caminar harto flemático. Quan- do no es mas de una jornada , bien lleva un carnero de estos ocho arrobas y mas , y anda con su carga jorna- da entera de ocho ó diez leguas , como lo han usado soldados pobres que caminan por el Peni. Es todo este ganado amigo de temple frió ; y por eso se da en la sierra , y muere en los llanos con el calor. Acaece es- tar todo cubierto de escarcha y hielo este ganado , jf con eso muy contento y sano. Los carneros rasos tie- nen un mirar muy donoso , porque se paran en el ca- mino , y alzan el cuello , y miran una persona muy aten- tos , y estanse así largo rato sin moverse , ni hacer sem- blante de miedo , ni de contento , que pone gana de reir ver su serenidad , aunque á veces se espantan súbito , y corren con la carga hasta los mas altos riscos , que acae- ce no pudiendo alcanzarlos , porque no se pierdan las barras que llevan , tirarles con arcabuz , y matarlos. Los pacos á veces se enojan y aburren con la carga , y echan- se con ella sin remedio de hacerlos levantar ; antes se dexarán hacer mil piezas , que moverse quando les da este enojo. Por donde vino el refrán que usan en el Pe- rú , de decir de uno que se ha empacado , para signifi- car que ha tomado tirria , ó porfia , ó despecho , porque los pacos hacen este extremo quando se enojan. El re- me- 286 Libro quarto medio que tienen los Indios entonces es , parar , y sen- tarse junto al paco , y hacerle muclias caricias , y re- galarle , hasta que se desenoja y se alza : y acaece es- perarle bien dos y tres horas á que se desempaque y desenoje. Dales un mal como sarna , que llaman cara- che, de que suele morir este ganado. El remedio que los Antiguos usaban era, enterrar viva la res que te- nia carache , porque no se pegase á las demás , como mal que es muy pegajoso. Un carnero ó dos que ten- ga un Indio, no lo tiene por pequeño caudal. Vale un carnero de estos de la tierra seis y siete pesos ensaya- dos y mas, según que son tiempos y lugares. CAPITULO XLII. He las piedras bexaares. EN todos los animales , que hemos dicho ser propios del Peni , se halla la piedra bezaar , de la qual han escrito libros enteros Autores de nuestro tiempo, que podrá ver quien quisiere mas cumplida noticia. Pa- ra el intento presente bastará decir , que esta piedra que llaman bezaar, se halla en el buche y vientre de es- tos animales, unas veces una , y otras dos , tres y qua- tro. En la figura , grandeza y color tienen mucha di- ferencia : porque unas son pequeñas como avellanas , y aun menores : otras como nueces : otras como huevos de paloma: algunas tan grandes como huevos de gallina ; y algunas he visto de la grandeza de una naranja. En la fi- gura unas son redondas : otras ovadas : otras lenticula- res ; y así de diferentes formas. En la color hay negras, pardas , blancas , berengenadas y como doradas : no es regla cierta mirar la color ni tamaño para juzgar que sea mas fina. Todas ellas se componen de diversas túnicas ó láminas una sobre otra. En la provincia de Xauxa , y en otras del Perú se hallan en diferentes animales bra- vos y domésticos , como son guanacos , pacos , vicuñas y de la Historia natural de Indias, 28jr y tarugas: otros añaden otro género , que dicen ser ca- bras silvestres , á las que llaman los Indios cipris. Eso- tros géneros de animales son muy conocidos en el Pe- rú, y se ha ya tratado de ellos. Los guanacos , car- neros de la tierra y pacos comunmente tienen las pie- dras mas pequeñas y negrillas , y no se estiman en tan- to , ni se tienen por tan aprobadas para medicina. De las vicuñas se sacan piedras bezaares mayores , y son pardas , ó blancas ó berengenadas , y se tienen por me- jores. Las mas excelentes se creen ser las de las tarur- gas , y algunas son de mucha grandeza : sus piedras son mas comunmente blancas , y que tiran á pardas ; y sus láminas ó túnicas son mas gruesas. Hállase la piedra be- zaar en machos y hembras igualmente : todos los ani- males que las tienen rumian , y ordinariamente pastan entre nieves y punas. Refieren los Indios , de tradición, y enseñanza de sus Mayores y Antiguos , que en la pro- vincia de Xauxa , y en otras del Perú hay muchas yer- bas y animales ponzoñosos , los quales emponzoñan el agua y pastos que beben , comen y huellan. Y entre es- tas yerbas hay una muy conocida por instinto natural de la vicuña , y esotros animales que crian la piedra be- zaar , los quales comen esta yerba , y con ella se pre- servan de la ponzoña de las aguas y pastos ; y de la dicha yerba crian en su buche la piedra , y de allí le proviene toda su virtud contra ponzoña , y esotras ope- raciones maravillosas. Esta es la opinión y tradición de los Indios , según personas muy prácticas en aquel Rey- no del Perú han averiguado. Lo qual viene mucho con la razón , y con lo que de las cabras monteses refiere Pu- nió (i), que se apacientan de ponzoña , y no les empece. Preguntados los Indios, que pastando, como pastan , en las mismas punas carneros y ovejas de Castilla , cabras, ve- nados y vacas, ¿cómo no se halla en ellos la piedra bezaar ? Responden , que no creen ellos que los dichos ani- (i) Plin. lib. 10. r. 72. 288 Libro quarto animales de Castilla coman aquella yerba ; y que en ve- nados y gamos ellos han hallado también la piedra be- zaar. Parece venir con esto lo que sabemos , que en la Nueva-España se hallan piedras bezaares , donde no hay vicuñas , ni pacos , ni tarugas , sino solamente ciervos, y en algunos de ellos se halla la dicha piedra. El efec- to principal de la piedra bezaar es contra venenos y en- fermedades venenosas ; y aunque de ella hay diferentes opiniones , y unos la tienen por cosa de ayre , otros hacen milagros de ella , lo cierto es ser de mucha ope- ración , aplicada en el tiempo y modo conveniente , co- mo las demás yerbas , y agentes naturales. Pues no hay medicina tan eficaz , que siempre sane. En el mal de ta- bardillo , en España é Italia ha probado admirablemen- te : en el Perú no tanto. Para melancolía y mal de cora- zón , y para calenturas pestíferas , y para otros diver- sos males se aplica molida , y echada eu algún licor que sea á propósito del mal que se cura. Unos la toman en vino , otros en vinagre , en agua de azahar , de lengua de buey , de borraxas y de otras maneras , lo quai di- rán los Médicos y Boticarios. No tiene sabor alguno propio la piedra bezaar , como de ella también lo dixo Rasis , Árabe. Hanse visto algunas experiencias notables; y no hay duda , sino que el Autor de todo puso vir- tudes grandes en esta piedra. El primer grado de es- tima tienen las piedras bezaares , que se traen de la In- dia oriental , que son de color de aceytuna : el segun- do las del Perú : el tercero las de Nueva-España. Des- pués que se comenzaron á preciar estas piedras , dicen, que los Indios han hecho algunas artificiales y adultera- das. Y muchos, quando ven piedras de éstas, de mayor grandeza que la ordinaria , creen que son falsas ; y es . engaño , porque las hay grandes y muy finas , y peque- ñas contrahechas : la prueba y experiencia es el mejor Maestro de conocerlas. Una cosa es de admirar, que se fundan estas piedras algunas veces en cosas muy extra- ñas , como en un hierrezuelo , ó alfiler ó palillo , que se ha- de la Historia natural de Indias. 289 halló en lo íntimo de la piedra , y no por eso se ar- guye que es falsa , porque acaece tragar aquello el ani- mal, y cuajarse sobre ello la piedra, la qual se va crian- do poco á poco una cascara sobre otra , y así crece. Yo vi en el Perú dos piedras fundadas sobre dos piño- nes de Castilla , y á todos los que las vimos , nos cau- só admiración , porque en todo el Perú no habíamos visto pinas , ni piñones de Castilla , si no fuesen traídos de España ; lo qual parece cosa muy extraordinaria. Y esto poco baste quanto á piedras bezaares. Otras pie- dras medicinales se traen de Indias, como de hijada, de sangre , de leche y de madre ; y las que llaman cornerinas para el corazón , que por no pertenecer á la materia de animales que se ha tratado , no hay obli- gación de decir de ellas. Lo que está dicho sirva pa- ra entender , como el universal Señor y Autor Omnipo- tente á todas las partes del orbe que formó , repartió sus dones , secretos y maravillas , por las quales debe ser adorado , y glorificado por todos los siglos de los siglos. Amen. Fin del quarto libro. Tomo I. Oo TA- 290 TABLA DE LAS COSAS MAS PRINCIPALES que se contienen en este Tomo primero. A ACeyte no se hace en las Indias aunque hay Olivos , pa- gina 26 j. Aguas de diversas calidades y virtudes , véanse las pala- bras fuentes , lagunas y lluvias. Aguaceros y turbiones , son mas ordinarios en las costas , que no en el golfo , 128. Aguja de marear no es cosa antigua , ni se sabe su Au- tor, 54. Quándo nordestea , y donde mira derechamente al Norte, 55. Algodón , dónde nace , y sirve á los Indios de lino y la- na , 245. Almendras de diversas especies hay en Indias, 2 Jo. América (que es cierta Provincia) no se puede habitar en la mayor parte , por los muchos rios y aguas que tie- ne , 84. Andalucía y Vizcaya difieren en ocho grados no cabales, 32. Andes , sierras altísimas del Perú , 40. No son las sierras Sephér , de que habla la Escritura, ibid. Animales terrestres y aves , cómo hayan ido á las Indias é islas , 60. 62. Animales diversos de Europa hillaron los Españoles en las Indias, 268. Otros hay en Indias, que no hay en Euro- pa, 277. Y cómo sea posible no haberlos en otra parte del mundo , 272. Anonas , qué fruta sea , 248. Antí podes , por qué los Antiguos los negaron , y cómo se reprueba su opinión , 20. 22. A los que habitan en Asia son Antípodes , los que habitan en el Perú, 21. Añil , qué cosa sea, 245. Ara- 291 Arabia interior , por falta de lluvias se abrasa de calor, 94. Árbol hay en Nueva-España , cuyo tronco tiene en torno diez y seis brazas , 260. Arboles y arboledas grandes que hay en Indias, 258. Danse allá muy bien los de España ,261. Arboles hay en el Perú , cuya mitad da fruta los seis meses del año , y la otra mitad los otros seis meses , 264. Arequipa quedó asolada de un temblor de tierra , 178. Arroz sirve á los Indios de pan y vino, 231. Atlante , isla que llegaba hasta las Indias , es cosa fabulosa, 38. 67. 68. Aves , muchas de Europa había en Indias antes de la ida de los Españoles , 271. Hay otras, las quales no hay en otras partes, 274. Otras hay tan chicas como Avejas, ihid. Otras hay que solamente sirven para estercolar , 276. Aves hay en la China que totalmente no tienen pies, 274. Ayre , en Pariacaca es mas sutil de lo que sufre la respi- ración humana. En ciertos despoblados del Perú man- ca y mata los hombres , y conserva los cuerpos muertos sin corrupción. En ciertas partes hace marearse las bes- tias y los hombres en tierra , 131,^ siguientes. Azúcar hay en diversas partes de Indias , 264. Azogue , cómo y dónde se descubrió ,212. Halláronlo los Indios sin saber sus propiedades, ibid. Apura la plata mu- cho mas y mejor que el fuego , 214. Cómo se saca y be- neficia con él la plata, 215. De azogue salen cinco partes, y la sexta de plata ,218. Tiene otras propiedades, ih. Sa- caránse cada año en Guancavelica ocho mil quintales, 215. B B Alienas , cómo las pescan los Indios ,149. y siguientes. Bálsamo , qué cosa sea , y quántas diferencias hay de ello, 253. Bermellón , dónde y cómo se halló ; cómo usan de él los Indios , y quán estimado fué el de España ; con él pinta- ban los Indios sus dioses y personas, 212. 213. Oo 2 Bes- 292 Bestias y ganados, cómo pasaron á las Indias, 61. 63. Bosques espesísimos en Indias , y de infinita arboleda, 258. 259. Brisas , qué vientos sean. Quántas diferencias haya de ellas. Corren siempre debaxo de la Tórrida-Zona , 121. 122. Buzos, qué remedios tienen para detener el resuello, 225. C Abras , en las Indias son de mucho provecho, 267. Cacao , qué cosa sea, y para qué sirve á los Indios,24i. Caza diversa hay en Indias, que no hay en Europa, 277. 278. Cazar Patos , cómo lo hacen los Indios, 152. Cazavi , qué cosa sea , y de sus propiedades, 229. Cómese, y tiene el zumo mortal , 230. Calmas que hay en mar y tierra, 128. Nunca las hay debaxo de la linea , ibid. Camellos hay pocos en las Indias , 267. Camino de Santiago , véase la palabra T^ia Láctea. Campana , es una isla que está á la entrada de el Estrecho de Magallanes ,141. Canaria , isla , se dixo así , porque en ella habla muchos Canes ó Perros, 35. Capolies , qué fruta sea , 248. Carneros , en el Perü sirven de jumentos ,216. Quántas di- ferencias haya de ellos , 283. Caballos hay muchos en las Indias , y para todos usos, 267. Caymanes son lo mismo que Cocodrilos , 148. Pelean con los Tigres , ibid. Cedros , quántas especies haya de ellos en Indias ,255. Cerro de Potosí , cómo se descubrió , y de sus calidades, 197. Quánta riqueza haya dado, 201. Cerros en la mar de solo estiércol de aves , 276. Charcas, es Provincia riquísima de minas , 165. Chicha , véase la palabra Vino. Chicozapotes , qué fruta sea , 247. Cié- Cielo , pensaron los Antiguos no haber mas de lo que se ve en África , Asia y Europa , 1.3. 13. Es redondo y ciñe la tierra , y muévese en sí mismo circularmente , 4. 7. 8. 14. Tiene unas partes densas y lucidas , y otras mas raras y obscuras, 8. El del nuevo mundo tiene diferente aparien- cia que el del viejo ,15. El que está hacia el Norte es mas noble que el que está hacia el Sur , y de mas estre- llas , y mayores ,16. Cobre tenian los Indios por hierro antes que fuesen con- quistados , 187. Coca , qué cosa sea , y de sus usos , 242. Cochinilla , qué cosa sea , y dónde se cria ,245. Cocodrilos son lo mismo que Caymanes , pelean con los Tigres , 148. Cocos , qué cosa sean , y quántas suertes hay de ellos, 249. 250. CoUao , Provincia fértilísima ^ i6j. Colmenas , véase la palabra Miel. Cometas , se ha visto tener dos movimientos particulares fuera del común del primer móvil , 123. La insigne del año de 1577, ibid. Se engendran y están en la región del ayre , muevense con el primer móvil , ibid. y 12J, Contratos no hacian los Indios con dinero , sino trocando una cosa por otra , 188. Crecientes y menguantes de diversos mares , 144. Véase la palabra Mar, Crucero, que parece en la vanda del Sur, no es el Polo Antartico ;' tiene la estrella del pie distante del verdade- ro Polo por treinta grados, 15. Cuyes , qué animales sean , y de sus propiedades , 278. D Dinero , es medio de la comunicación de los hombres, 184. Es todas las cosas en virtud, siendo una sola en naturaleza. No le estiman los de la Florida, 185. No usaban de él los Indios en sus contratos , sino trocaban una 294 una cosa por otra, i88. Ni para él les servia el oro , ibid. En su lugar usaron algunos Indios del Cacao. De cobre no se usa comunmente en las Indias , ibid. Drogas diversas, 255. E ELemento del ayre debaxo déla Equinocciales mas ve- loz que no en otras partes , 124. Elementos de tierra y agua no se mueven , el del ayre y del fuego sí , 122. 125. Ensaye de la plata , cómo se hace , 220. Equinoccial , pasáronla dos veces Hannón y Cornelio Ne- ' pote, 34. Debaxo de ella se mueve el ayre mas veloz- mente que en otras partes , 125. Vívese vida muy apa- cible , 103. Hay fuentes de aguas saludables , i 56. En el Perú el mayor calor se siente por la mañana , y á medio dia hace fresco , 103. Esmeraldas , dónde se hallan , y de quánta estima sean, 222. Eran ornato de los Reyes Mexicanos , y de sus ídolos, ib. Algunas ha habido de grande cantidad , 223. Estrecho de Magallanes , está en altura de cincuenta y un grados y medio, 19. 139. 142. Quién lo halló. Toda- vía lo hay ; y muchos lo han pasado , 137. 138. Có- mo se pasó por la vanda del Sur. Pasáronlo Francisco Drac y Pedro Sarmiento , 138. No se sabe si tiene tierra- firme por ambas partes, 140. Tiene dos entradas , 142. Qué anchura , largura , profundidad y propiedades ten- ga , ibid. Estrecho que afirman algunos que hay en la Florida , 141. Estrella Polar , dista del verdadero Polo Ártico por tres grados y mas ; y la mas cercana del Polo Antartico dis- ta de él por treinta grados , i J. Estrellas , no se mueven solas , sino juntamente con todo el Cielo donde están , 7. Las del Polo Ártico son mas y mayores que las del Antartico, 15. Fio- ^95 F Lores diversas que hay en Indias, 251. Floridos , no estiman la plata y oro , ni el dinero , i8j. Fluxo y refluxo de diversas mares, 144. Francisco Drac pasó el Estrecho de .Magallanes , 137» 138. Frutas diversas que hay en las Indias , 233. 248. Fuente de agua caliente , que como va manando se con- vierte en piedra , y mata á los que la beben , i 54. Fuen- te que cria betún , y sirve de brea , IJJ. Fuente que mana alquitrán , ibid. Fuente de agua hirviendo , que está junto á otra fria , como la nieve , ihid. Fuente cuya agua luego se convierte en sal , ibid. Fuente de agua de color de lexía ,156. Fuente de agua negra como tin- ta , ibid. Fuente de agua roxa como sangre , ibid. Fuentes y manantiales diversos que hay en Indias, 154. Las que están debaxo de la Equinoccial son de aguas saludables , 156. Fuentes y rios , q^ué origen tengan , 176» G GAllinas como las de España habia en Indias antes de su Conquista ,271» Ganado bacuno , hay tanto en algunas partes , que no tie- ne dueño, y sirve solo el pellejo , 65. 266. Ganados diversos como los de España , y otros diferentes que hay en Indias, 265. Cómo pasaron allá, 60. 62. Gigantes (según dicen) fueron los primeros que conquis- taron las Indias , 58. Fueron abrasados con fuego del Cielo por el pecado Nefando, 59. Golfo de las Yeguas , es vario , y muy contrastado de varios vientos , 116. Guayabos , qué fruta sea , 246. Han- 296 H HAnnón , Capitán , pasó dos veces la linea Equinoc- cial , 34. Historias , hay en tres maneras , 106. Las de cosas de In- dias son apacibles , ibid. Historias , no son mas que de cuatrocientos años á esta par- í^ I 75- INdia Oriental , fué conocida de los Antiguos , pero no la Occidental, 35. Qué sintió Platón de ella , 38. Indias Occidentales no profetizó Abdlas , 45. Cómo se po- blaron primeramente de hombres y de brutos , 47. 60. 62. 64. 6y. 70. Fueron primeramente conquistadas (se- gún dicen) de Gigantes , 58. No están divididas del to- do del viejo mundo, 62. 65. Debieron de ser pobladas primeramente de cazadores y salvages, y no ha muchos años que se poblaron , 73. En ellas y en Europa no es de un mismo tiempo invierno y verano , 82. A ellas se va por una parte , y se vuelve por otra , 114. iij. En general , qué calidades tengan j tienen tres suertes de tierra , 159. Indios , no vienen de linage de Judíos , yo. Por qué no se puede averiguar qué origen tengan , ibid. Qué suelen ellos contar de su origen , 73. No tienen historia mas que de quatrocientos años á esta parte , 74. Usan de diversos artificios para pasar los rios , 158. En las tierras baxas se van acabando, 160. En qué manera usaban de los metales , 188. Antes de ser conquistados usaban de cobre por hierro. Usan del oro solamente para ornato y no para dinero, 187. Contrataban trocando unas cosas por otras ; y en algunas partes usan de Cacao por di- nero , 188. Son grandemente amigos de perrillos , i6j. Indios , los navios pensaron que eran peñascos , y los Es- pañoles dioses , 64. Indios , los del Estrecho de Magallanes saludaron á los Es- pa- ^93 panoles con el nombre de Jesús , 143. Ingenios con que se muelen los metales, 219. Invierno y Verano no es en un mismo tiempo en las In- dias y en Europa. En el Perú es sereno el Invierno , y no hay lluvias , y en el Verano sí , 82. Isla Atlántida , 38. dj. Islas de Barlovento, 38. Qué propiedades tengan , 168. Las Canarias , 35. Las de Salomón , 49. Islas va- rias , 18. Uncos , que llaman Totora , sirven á los Indios de man- tenimiento , casa , leña y embarcación , 86- LAgo de Titicaca , qué cantidad y calidades tenga, 85. iji. Laguna de Paria , 152. La de Tarapaya tiene el agua caliente, nunca crece ni mengua, 153. La de México es de agua cenagosa , ihid. Lagunas de Potosí , tendrán en contorno mil y setecientas varas cada una ,219. De las lagunas , lagos y rios gran- des que se hallan en Indias, iji. Y dentro de los Trópicos , 82. Lana de Vicuñas es como seda , 282. Lanas , se dexaron perder en algún tiempo en Indias , ya se aprovechan de ellas , 266. Legumbres y verduras diversas de Indias , 233. Las de Europa , se dan mejor en las Indias , y no al contra- rio 232 Leones , hay muchos en el Perú ; pero no como los de Áfri- ca en fiereza , ni en color , 65. 269. Llueve en el Verano , y hace serenidad en el Invierno den- tro de la Tórrida-Zona , 82. Llueven pulgas en algunas partes , y en otras sapillos, 108. Lluvias , son mayores fuera de los Trópicos , quanto mas Tomo I, Pp el 294 el Sol se aparta de ellos ; y dentro de ellos , son mayo- res en el Estío , quál sea la razón , 8o. y siguientes, Lií^uidambar , q^ué cosa sea, y de sus propiedades. 255. M MAcán y Manila , distando solas ochenta leguas , tie- nen un dia de diferencia en el Kalendario Roma- no , 171. 172. Mameyes , qué fruta sean , 246. Manantiales y fuentes diversas que hay en Indias , IJ4. Qué origen tengan , 176. Maguey , da agua , vino, vinagre , aceyte , arrope, miel, hilo, y agujíi , 243. Mar Océano , en la Sagrada Escritura se llama Abismo. En diversas partes tiene diversos nombres, 18. El Océa- no en ninguna parte tiene mas anchura que mil le- guas , ihid, / 19. Tiene diversas crecientes y menguan- tes en diversos lugares , 144. Tuviéronlo los Antiguos por innavegable, 25. No se le halla fondo, ni se llama Atlántico de la isla Atlante , 69. Navegase diferente- mente que el Mediterráneo , 115. Divídese en mar del Norte y del Sur , 136, Mar mediterráneo, en diversas partes tiene diversos nom- bres , 17. En unas partes crece y mengua , y en otras no, 144. No se ha descubierto otro en Indias, 135. Mar del Sur , descubrió primero Blasco Nuñez de Bal- boa , 136. Mares de Norte y Sur , se llegan hasta siete leguas uno de otro , 136. Han procurado algunos juntarlos, ihid. No es cierto si se juntan en alguna parte , 140. Marea , cada una dura solamente seis horas , 146. Marearse los navegantes es efecto de los vientos , 130. ^ siguientes. En tierra se marean los hombres y las bestias en ciertas partes de Indias , 131. 7 siguientes. Matorrales espesísimos de Indias , 258. Maíz , se halla en todas las partes de Indias, 226. Qué ca- lidades tenga , ihid, Men- Menguantes y crecientes de diversos mares , 144. Véasela palabra Mar, Metal de plata , cómo se beneficia , 207. Véase la pala- ,.. bra Plaía , y la palabra Azogue, Metales, se van aumentando, y son como plantas ocultas^ 182. 183. Hay grande abundancia de ellos en las In- dias Occidentales, 184. Con qué ingenios se muelen, 219. Sirven á los hombres principalmente para quatro cosas , 284. No todos labran los Indios ; y qué cali- dad de tierra los cria , 187. Unos hay mas ricos que otros , 207. Micos y monos , y de sus propiedades y extrañas habili- dades , 279. 280. Miel , en Indias hay en diversas partes , y no como la de Europa , 269. Mina insigne de Babelo en España , 200. 201. Minas, en cierta manera se van aumentando, 182. Hay en Indias gran multitud de ellas , 186. Y son en dos ma- neras , 109. Cómo se labran , 203. 207. Tienen diversos colores , 207. Las del Cerro de Potosí , 199. Las de azogue , véase la palabra Azogue, Móvil primero , no solamente lleva tras sí los otros cielos,, sino también elementos, 122. Monos y micos , y de sus propiedades , 279. Muías hay en algunas partes de Indias , 267. Mundo , pensaron los Antiguos no ser mas que África, Asia^ Europa, i. y siguuntes, A todo él di6 vuelta la nave Victoria , 5. Es redondo , y no como pensaron los An- tiguos , I. / siguientes. Hacia ambos Polos tiene mar y tierra , 16. Cómo lo imaginó Aristóteles ; y por qué se engañó, 26. 31. Del nuevo tuvieron alguna noticia los Antiguos ,33. N NAve Victoria , rodeó todo el mundo , 5. Naranjales grandes de Indias, 261. Navegación, tuvo origen de los de Fenicia , 51. Qq z Na- 296 Navegar con aguja no es cosa antigua , ni se sabe su Au- tor , 54. Antiguamente no se navegaba sin remos , 56. Los Indios solían navegar en barcos hechos de cuero, J9. Navios primeros que vieron los Indios pensaron que eran peñascos , 64. Nilo , Rio famoso , por qué causa tenga inundaciones, 81. Nordestear y Noruestear , qué cosa sea , $5. Nueva España , tiene viñas , y no vino j y qué otras propiedades tenga , 167. OiJ ;3b Llu OBras de Dios y las de los hombres , difieren grande- mente , 12. Olivares y Olivas hay en las Indias , pero no aceyte, 26J. Ophir , de quien hace mención la Escritura , no es el Pe- rú , 39 ; sino la India Oriental ,41. Orbe , viejo y nuevo , se deben de continuar en alguna parte , 62. 66. Véase la palabra Mundo. Origen de fuentes y rios , 176. Oro no estiman los Floridos, i8j. Servia á los Indios so- lamente para ornato , y no para dinero , 188. Dónde se halla , y en quántas maneras , y de sus calidades y abun- dancia , y cómo se labra , 189. / siguientes. Osos de Indias son como los de Europa , 269. Ovejas , sirven á los Indios de llevar cargas , 66. 283. PAxaros , véase la palabra Az'es, Paltos , qué fruta sea , 247. Pan , en Indias se hace de Maíz y de raíces , 226. y sig. Papas , qué fruta sea , y de sus propiedades , 231. Paraguay solo , es mayor Rio que el Nilo , Ganjes y Eu- frates juntos. Los que viven junto á él habitan en Ca- noas sobre el agua tres meses del año , 84. Pariacaca , es paso peligroso donde los hombres se marean en tierra : es uno de los lugares mas altos del universo mun- mundo : es lugar totalmente despoblado : no se crian en él bestias , ni aves , sino solas Vicuñas : tiene el ayre mas sutil de lo que sufre la respiración humana : tie- ne toda la yerba quemada : tiene de ancho veinte ó trein- ta leguas , y mas de quinientas de largo , 131 , / sig. Patos, cómo los cazan los Indios, 152. Pedro Sarmiento pasó el Estrecho de Magallanes, 138. Perico ligero , qué animal sea , 279. Perlas , dónde se crian , de su estima y diferencia , 224. Perros , andan á manadas en algunas partes de Indias , y hacen tanto daño como los Lobos , y tiene premio quien los mata , 65. 267. Pescados , y modos de pescar diversos que hay en Indias, 146. Pescar Ballenas , cómo lo acostumbran los Indios , 149. Piedra imán , no supieron los Antiguos que servia para marear , Jo. ^ siguientes. Piedras Bezaares , dónde se hallan , y de sus propieda- des , 66. 286. Pimienta de Indias , y de sus propiedades , 236. Perú no es Ophir , de quien habla la Escritura , 39. Es nombre impuesto por los Españoles , 40. En él las noches de verano no son calientes, 102. Ydebaxo déla Linea el mayor calor se siente pur la mañana , y á medio dia hace fresco , 103. Es tierra templada , 264. Tiene cin- cuenta leguas de ancho , y seiscientas de largo, 163. Tie- ne de ordinario un mismo viento. El Sur y Surueste son saludables. Nunca llueve , ni truena, ni graniza sino junto á la costa , y allí terriblemente , ihid. Y qué sea la causa , 165. Tiene dos cordilleras de montes de una misma altura , y son de contrarias calidades , 164. Tie- ne tres maneras de tierras, IJ9. y siguientes. Tiene vi- ñas y vino ; tiene abundancia de Minas , mas que to- das las Indias , 186. Planetas y Estrellas , pusieron los Antiguos que se movían solos , sin moverse el Cielo donde están , 2. Plantas diverbas de España se han llevado á Indias , y prue- ban !298 ban mejor que las de allá en España , 261. Plata, no estimábanlos Floridos, 185. Suélese hallar al- gunas veces pura, sin mezcla de escoria, 190. Cómo se saca y labra , 193. Cómo se beneficia con azogue, y mejor que con fuego , 215. Sale la sexta parte de plata, y las cinco de azogue, 218. Es mas subida de ley, ibid. Con qué ingenios se mueve, y cómo se ensaya ,216. Plátanos de Indias, no son los antiguos, y qué propieda- des tengan , 237. Platón , qué sintió de la India Occidental , 38. Plumas, sirven á los Indios para hacer rica imaglneria, 274. Polo Antartico , no es el Crucero ; y la Estrella mas cer - cana á él dista por treinta grados , y la mas cercana al Ártico dista por tres grados y algo mas , ij. Potosí , provincia , y la de la Plata , están en una misma al- tura, y tienen diferentes calidades ,102. Véase la palabra Cerro de Potosí, Puentes hacen los Indios de paja, 8$. 158. 116. Puercos de varias especies hay en las Indias , 265. 277. Unos hay que tienen el ombligo en el espinazo. Q Uito está debaxo de la Linea Equinoccial , pj. R RAíces diversas que comen los Indios ^ y de sus propie- dades , 226. y siguientes. Rio de la Plata , tiene inundaciones como el Nilo ,81. 157. El Paraguay ; véase la palabra Paraguay. El de la Mag- dalena , ó Rio grande , hace en la mar señal de diez le- guas adentro. Tiene de ancho casi dos leguas , 84. 158. El de las Amazonas , ó Marañón , ü de Orellana , antes se debe llamar mar que no rio ; de su grandeza y cosas notables, 84. Dónde tenga su origen, 152. 158. Ríos 299 Ríos y Fuentes, qué origen tengan, 176. Hay muchos en Indias, 156. Los de la vanda del Sur no son tan gran- des como los del Norte ; pero son mas recios , y tienen súbitas avenidas, y crecen en tiempo de calores, 158, Pasanlos los Indios con diversos artiñcios , 156. SAcabones , qué cosa sea , 204. Seda hay en las Indias después que se conquistaron, 264. Séneca (según algunos) tuvo noticia de las Indias Occi- dentales , 35. Sequedad de la tierra no es tanto mayor , quanto el Sol está mas cercano á ella , 79. Sephér , de quien habla la Escritura , no son los Andes del Perü , 40. Sol , yendo hacia el Trópico de Cancro tarda siete dias mas, que yendo hacia el de Capricornio, 1 13. Véase la palabra Planetas, TArugas , qué animales sean , y de sus propiedades, 282. Temblores de tierra , de qué causa procedan. En Indias ha habido algunos que han asolado pueblos , cerrado riüs , trastornado montes , hecho salir el mar , y corrido muchas leguas , 177. / siguientes. Tierra del nuevo orbe nunca quisieron conceder los Anti- guos , I. Cércala á toda ella el Cielo por todas partes, 3. / siguiente. Es redonda ; hacen ella y el agua jun- tamente un globo, 4. y siguientes. Por qué se diga es- tar fundadas sóbrelas aguas, 10. il. Estar enmedio del mundo es conforme á la Sagrada Escritura, 8. 10. 12. Tiene su anchura de un Polo á otro. Su largura de Orien- te á Poniente , 27. La que está hacia el Polo Antarti- co es mas ancha que larga , 29. Hay grande parte de tier- 3^^ . tierra que se ignora , 169. Por qué tiembla tantas ve- ces en el Perú , 178. Tierra , la del Perú y Nueva-España , qué propiedades tengan , 167. Y la que cria metales , 187. Tierra , que cayó y corrió como agua por espacio de le- gua y media , y tapó una laguna , 179. Véase la pa- labra Elementos. Tigres , en Indias son mas crueles con los Indios , que con los Españoles, 66. 269. Palean con los Caymanes , 148. Son mas bravos que los Leones , 269. Titicaca , laguna insigne , tiene de ancho quince leguas, y de largo casi treinta y cinco , 85. Tórrida Zona , véase la palabra Zona. Totora , sirve á los Indios de mantenimiento , de casa , le- ña , puentes y embarcación , 86. Trigo , no se halla que hayan tenido los Indios , 226. Y qué trigo hayan tenido , véase la palabra Maíz. Trópicos , véase la palabra Lluvias , y la palabra Talentos. Tunas , qué fruta sea , y quántas diferencias haya de ellas , 244. Turbiones , son mas ordinarios en las costas , que en el golfo debaxo de la Linea , 128. U UBas frescas hay en el Cuzco todo el año , 264. Uros , Indios , son tan brutos , que no se tienen ellos por hombres ; moran algunos sobre el agua , y mudan- se pueblos enteros de una parte á otra , 86. V VEndavales , qué vientos sean , y de sus propiedades, 118. / sig. Verano é Invierno , no se diferencian en Indias conforme a la vecindad del- Sol , ni son á un mismo tiempo que en Europa. £1 Verano en el Perú es llovioso , y no el In- 82. Ver- 301 Verdura , véase la palabra Legumbres. Via Láctea (que llaman Camino de Santiago ) , corre por ja parte del Sur por grande espacio , y muy resplande- . cíente , y tiene ciertas manchas negras , i6. Vicuñas , qué animales sean , y de sus propiedades , 280. Tienen la lana mas blanca que seda , 282., Viento , corriendo en tierra de menos grados , corre su con- trario en tierra de mas grados , 108. / sig. Vientos contrarios suelen correr juntamente algunas veces, y unos mismos tienen contrarias propiedades en diversos lugares , 108. ibid. Y la causa principal de esto no es el lugar por donde pasan , 109. y sig. Sino el eficiente ,109. Y los contrarios en contrarias tierras no siempre tienen contrarias calidades , 112./ sig. Unos mismos corren siem- pre en la costa del Perú , y dentro de los Trópicos , ibid. y siguientes, Y qué sea la causa, 114. y sig. De qué se engendran , y de sus diferencias , nombres y propiedades, 107. y sig. y 118. Corriendo en algunas partes ciertos vientos llueven pulgas , y en otras sapillos , y en otros tienen otros maravillosos efectos, 108. Los de tierra de ordinario soplan después de media noche hasta medio dia , y los del mar , desde medio dia hasta puesto el Sol, 127. Viñas y vino hay en algunas partes de Indias , y en otras no , 263. Vino hacen los Indios del maíz , y embriaga mas que el de ubas , 227. Llamanle Chicha , y hay muchas suertes de él , ibid. Viudas, no se podian casar dentro de un año, 12^. Volcanes ó bocas de fuego hay en Indias , y quál sea la causa , 173. y sig. Son lugares que traen exálaciones se- cas y calientes, ibid. Apotes , qué fruta sea , 247. Zona-Tórrida , aquella parte del año es mas serena quando el Sol anda mas apartado de ella , y quando Tomo I. Qq mas mas junto , hay mayores nublados y lluvias , 79. y sig. y quál sea la razón de esto , 20. y sig. Llueve de or- dinario después de medio dia , y mas en las llenas de la Luna , 87. Es tierra fértil y templada , y muy habi- tada , lo contrario de lo qual tuvieron Aristóteles y los Antiguos, 29. 92. 93. Porqué razones lo sintieron así, yj. Tiene grande abundancia de pastos , aguas , rios, fuentes y manantiales diversos, 83. Es en unas partes muy templada , y en otras no tanto , 92. 100. Y qué sea la causa , ibid* TA- TABLA s^a pE ALGUNOS LUGARES DE LA SA- grada Escritura , cuya declaración se toca de .paso en este primer Tomo de la Historia , . natural y moral de las Indias. Cap. I. V. I. Cap. 7. V. II. Cap. 8. V. 2. Cap. 49. V. 25. Cap. 15. V. j.. .V. 8. • ^ Génesis. nnEnehr¿e erant ■^ suj)erfacieni a- hyssi, Pag. 1 5 Hupti sunt omnes fontes abjssi. 16 CUnsi sunt /antes abyssi. 1 6 BenediBionihus a- byssi jacsntis de- orsum. 16 Exódus. Abyssi operusrunt eos. ' .16 Congregat¿e sunt ~ , abyssi in me dio tnari, 16 Numen. Cap. 33. Castra tnet^iti sunt vy . 2 3 . in tnonte Sej>her\ 24. Egressi de mour te Sej?hér. 40 Deuteronomium. Cap. 8. Erumpunt fiuvio- V. 7. , rum abyssi. ij ^^- 33- Atque abysso suh- V. 13. jacente, 15 Regum tertlus. Cap. 9. Q^«z ¿-/^m 'vetiisssnf V. 28. inOfhir. 219 Cap. 10. Qu^ jportabat au-i V. II. rum de Ophirf attulit ex Ophir ligua. 219 V. 2 2 . Ver tres annos ibat in Tharsis. 4a Cap. 22. Qu¿e navigarentin V. 49. Ophir propter aurum. 219 Paralip. primus. Cap. 29. Tria mil lia talen-^ . y. 4, ta auri de auro -1 • ^ ti ' ' Ophir . 219 Paralip. secundus. Cap. 8. Ah.ierunt cum ser- vis Salomonis in Ophir. 219 Attulerunt aurum de Ophir. 219 llaves regis ibant in Tharsis. 42 N'aves , qu£ irent in Tharsis, .42 Esdrae quartus. Cap. 3. Tremeré fecisti a^ Qq 2 bys' V. l8. Cap. 9. V. 10. V. 21. Cap. 20. V. 36. 304 V. 1 8, hyssos. ' i6 Cap. 4. Quant¿€ 'úena sunt V . . 7 . - in p'in cipo abys- si. 16 , y,* ^'.\))In ahyssum non des- ->: ./ i Tí \cendi, 16 ( Cap. 5. íix ómnibus ahyssijt V. 25. maris re-plesti tí- . bi rivum. 16 Cap. 8. Cujus asfectus a- V. 23. refecitabyssos.i6 Judith. Cap. 2: Fredavitque omnes V. 13. Jilios Tharsis.^2 Cap. 9. Tenuit pedes eo- V. 8. rum abyssus. 16 Job, Cap.- 26. Qui extendit Aquí- V. 7. lonem super 'va- cuum , kr appen- dit terram su- fer nihilum. 1 2 Gap. 28. Abyssus dicit non ' V. 14. est^ in me^ , 16 Cap. 38. In norvissimis abys- V. 16. si de ambulas- ti} 16 V. "^o^ ■ Suferjícies abyssi • cóhstringitur. 1 6 Cap. 41. j^stimabit abys- V. 23. j«m quasi senes- centem. ■ 16 Psalmi. Psal. II. Sicut argentum ter - V. 7. Tíie , purgatum sejjtupium. 219 Psal. 23. i/7^^ j-zz/íT maria Psal. 32. V. 7. Psal. 47. . V. 8. v,?a. í^p fundaroit eum. **' 10. II Ponens in the^au-. ris abyssos, 1 6 In spiritu vehe- ^ menti , conteres í " UavesThársisí'^2 ■Psal. yi. Reges Tharsis , 6^ V. 10. insu¡¿e muñera offerent. 42 Psal. 73. Dedisti eumescam V. 14. ■pofuHs ^thio- jjum. 150 Psal. 76. Turbata sunt ahysi V. 17. Jí. 16 Psal. 77. Adaquavit eos ve- V. 15. lut in abysso multa. "16 Ps. 103. Qui fundasti ter- V. s: ram super sta- hilitatem suam. 12 V. 26. Draco iste , quem ' formásti ád.il- .'ik:i ^m i - ludendum ei.i^g Ps. lOj. Deduxít eos in a- V. 9. byssis sicut in deserto. 16 Ps. 106. Descendunt usque V. 26. ad abyssos. 16 Ps. 134. In mar i ir in óm- V. 6. nibus abyssis.16 Ps. 148. Dracones ér omnes V. 7. abyssi. 1 6 Proverbia. Cap. 3. V. 20. Sapientia ilUus e- ruperunt abyssi. 1 6 Cap. Cap. S. JSfondum erant 'a- V. 24. hyssu 16 V. 27. Gyro walahat a- byssos. 1 6 Ecclesiasticus. Cap. I. Profimdum alyssi V. 2. quis dímensus est, 1 6 Cap. 16. Abyssus ér uni'ver V. 18. ^i^ /íTr^í. 16 Cap. 23. Profundum abyssi^ V. 28. 6^ hominum cor-\ da intuentes, 1 6 Cap. 24. Profundum ahyssi V. 8. penetravi. 16 Cap. 42. Abyssum & cor V . J 8 . , . - Jw.minum iniies- tigavit. * lí Cap. 43. C<)gitatione' sua V. 25. j^lacauit abys- sum. 16. Cap. 2. V. 16. Cap. 51. V. 10. Cap. 63. V. 13. Cap. 10. V.9. Isams. > « Super oranss nave^^ Tharsis. 42 T« siccasti mare^ aquam abyssi •vehemtfntis. 1 6 Q«/ eduxit eos fer abyssos. 1 6 Jeremías. Aroentum involu- //¿w ¿/í" Tharsis ajfertur , é^ ^í/- r«/w de Ophir 0£us artijicis. 42. 219 30S. Ezechlel. Cap. 26. Adduxero super tá V. 19-. abyssum. i^ Cap. 31. Abyssus exaltavit V. 4. illum. \ 16 Cap. 38. ISfegotiatoresThar pV.,l2» j j/j , ¿r ornnes cent tibi. 42 Daniel. Cap. 3. Qí 3. a 51 ^ 'Abdias. V. 20. Et transmigratio exercitus hujüs •Jik'orum Israel, . , , .:• -;u: : . , omnia Icaa Cha- - • 'natt<£Grum- usque ' ^ ^ad Sareptam : ér 'transmigra- tío Jerusalem, qude in B-osphoro est , possidebit 'chitat^s -aus- iri, 45 Joñas. Ut fugeret in Thar- sis. 42 Invenit navem ewi- tem in Thar- sis, 42 Ut iret cum eis in Tharsis. 42 Abyssus vallavit me. 16 Ut fugerem in Tharsis. 42 Ha- Cap. I Cap. 2 V. 6. Cap. 4. V. 2. Habacuc, Gap. 3. D^.dit - a.by.mís. vo-