Precio: UHQ. peseta

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ANTONIO MI^NÜEZ Y MBNÉNDKZ

saínete comico-lirico

;n un acto, div¥oid^-en tbes cuadros, en yerbo, original

MÚSICA DE LOS HABSTfiOS

MÜNTERDE y MONTSERRAT

Copyright, by Antonio Méndez y Menéndez, 1916

SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES Calle del PradOy nútn. 24

iei6

JUNTA DELEGADA

DEL

TESORO ARTÍSTICO

Libros depositados en la Biblioteca Nacional

Procedencia

_lJ^OHhA}:J,

N.** de la procedencia

^ ílfl :

r^A. RJVCKKROIVA.

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie po- día, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en £ipaña ni en los países con los cnales se hayan ce^e brado, ó se celebren en adelante, tratados internado nales de propiedad literaria.

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Los comisionados y representantes de la Soeitdad d* Autores Españoles son los encargados exclusivamente -de conceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

Droits de representetion, de traduction et de repro- dnction reserves poirr tous les pays, y oomprii la Sué- de, la Norvége et la Hóllande.

Qnedfl hecho el Qbpóflito que marca li ley.

LA ENCERRONA

saínete cómico-lírico

EN ÜN ACTO, DIVIDIDO EN TRES CUADROS, EN VERSO

LETRA DE

ANTONIO MÉNDEZ Y MENÉNDEZ

música de los maestros

MONTERDE y MONTSERRAT

Estrenado en el el TEATRO NUEVO de Barcelona, el día 16 de Marzo de 1916

^

MADRID

•R. Velasco, impresor, Marqués de Santa Ana, 11, dup.

TELÉFONO, NÚMERO S5I

1916

REPARTO

PERSONAJES ACTORES

SEÑORA ANASTASIA Sra. Sofía Romero.

ROSALÍA... Srta. Paquita Rosell.

LA JUNCALES Trinidad Rosales.

DOÑA AMPARO Sra. Gregoria Ruiz.

RAMÓN Sr. Joaquín Montero.

^^' ENRIQUE.... Alfredo Ruiz.

'^•"'^ MIGÜELITO Ricardo Fuentes.

RUFO Paco Gallego.

- XADIS Pedro VidaL

'^"^ Bí*.afe€«gílO Alfonso Oya.

BENITO.. . . Alfredo Solves.

PERICO Juan Oliva.

^Ci^P^

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ffll.ásji.ág.lltfiítóii

^.i^Ji^^i®. i^^Ji .#il.^Jl.s«Jj.s^ji « 11.^ II « li

ACTO ÜNICO

CDADRU PRIMERO

Interior de uua taberna. A la derecha un reservado cuyo frente debe estar abierto, con un velador y tres banquetas. En la otra parte de la escena, una puerta en primer término izquierda. AI foro, la puerta de la calle con vidrieras. A la izquierda de ésta, el mos- trador, veladores, banquetas, etc. En las paredes, un reloj, un ca- lendario y carteles de toros,

■' . -) ' •;

ENRIQUE, RAMÓlN, JILGUERO. LADIS, RUFO y PEftiCO P^é>

Al levantarse el telón, Ramón y Enrique, están en el reservado sen- lodos al lado del velador. SI Jilguero, Ladis y Rufo, en la izquierda. -alrededor de otro velador donde habrá una bandeja con copas. La ■dis toca la guitarra, y el Jilguero cauta. En otras mesas distintos grupos

Música

Ladis Echa otras copas, chico,

y tú, Jilguero, cántanos otra copla

con más salero. Que yo con la guitarra

voy a probarte, que tienen mis falsetas

estilo y arte.

725677

6

ExNR.

Ramón

JiLG. LaDIS

Rufo Ladis

J ILG .

Rufo

Ramón

Per

Jilo,

KUFO

Es una linda moza

la linda Rosalía, y confio en que al cabo

ha de ser mía. Pero tiene una madre que es un cetáceo, y si es tu suegra un día te pone a caldo. Témplate y arsa. Vamos allá. Beber primero.

¡Venga!

(Repartiendo vino.)

Allá va. ¡Pero, Perico! ¡traen eso u no! Lo están haciendo, señor Ramón.

(Ladis toca la guitarra. Kufo acoiapaña con las pal- mas y Jilguero dándose mucha importancia se marca con el bastón.)

¡Ayayay, ayayay, ayayayl id., id., id., id., id., id.

Para el hombre, la mujer, presidio, pa el bandolero, el vino, para el placer, y para todo, el dinero. ¡Ayayay, ayayay, ayayay! id., id; id.,

id., id., id.

A Dios le pido llorando con todo mi corazón, que me quite la razón si es que me estás engañando^ ¡Ayayay, ayayay, ayayay! etc., etc. Ole los mozos de gracia y voz. Vaya un estilo que tié er gachó. Báilate algo mu bien marcao,. como lo haces en el tablao.

- 7 -

(Se marea un tungo.)

Vaya un meneo que trae er mocito, eso es bailarse como hay muy poquitos. Ole tu gracia, tu cuerpo y tus pies, uo hay de seguro quien baile como él. ¡Ole, ole, ole!

Hablado

L\Dis Eso es saberse mover

y lo demás es un cuento. Rufo Y canta con sentimiento.

Ladis Es lo que tiene el saber.

(siguen hablaudo en voz baja )

Ros. Un mantel limpio y planchado.

Enr, Muchas gracias. Se agradece.

Ros. Con este son doce o trece

los que hoy hemos lavado. Ramón Porque no tienen decoro

ni na de delicadeza;

y eso que ven, que en limpieza,

gana usté a los chorros de oro.

Enp . (intentando abrazarla.)

Pero, qué bonita eres.

Ros. (Rechazándole y volviendo la cara.)

Mi madre estará acechando y si me ve... Enr. Pero cuando

me querrás...

(Vase Rosalía.)

Ramón (Apaite.) ¡Ay, qué mujeres!

(Ramón y Enrique siguen hablando en voz baja.)

Ladis ¿No opináis del mismo modo?

Per. Bueno; ¿y esto a quién se apunta?

Ladis ¿Que a quién? Vaya una pregunta,

pues al que lo paga todo. Per. ¿a don Miguel?

JiLG. ¡Natural!

Rufo ¡Si ya lo sabes, guasón!

Per. Es que...

L\Dis No seas porfión.

¡Cuidao que eres animal!

(Vanse Ladis, Rufo y Jilguero.)

8

ESCENA

ENRIQUE 7 RAMÓN

Ramón

Enr. Ramón

Enr

Ramón Enr.

Ramón

Enr. Per. Ramón

Tendrás al mundo engañado mas a mí, no puede ser. vienes por la mujer que te tiene trastornado. ¿Yo?

mismo te delatas aunque disimular quiere?. Ten cuidao con las mujeres porque todas son., ingratas. Aun me acuerdo de la mía que dormirá el sueño eterno, descansando en el infierno porque, chico, era una arpía. Si no se muere, me muero. O me estaba maltratando o me la estaba pegando con don Cleto, mi casero. Fué una infame criminal. Un bicho malo y marrajo. Verás: cuando del trabajo regresaba y el jornal le daba, la muy... tirana, porque bebía gruñía. Y eso que sólo bebía... seis días de la semana.

(cortando la conversación.)

Deja a la difunta y bebe mientras yo voy al taller. ¿Volverás?

¡No he de volver! ¡Ya lo creo! (uama.) ¿Que se debe? fon esta copa en la cuenta si vas a volver. No quiero cansarme y aquí te espero. Bueno, (a rerico.) ¿Qué es?

Dos con cuarenta. Yo en tanto la vuelta das, voy a intentar una cosa, la más chusca y más graciosa que has podido ver jamás.

Enr. ¿y qué es ello?

Ramón En confía

y no quiera3 mi secreto conocer. Yo te prometo que es tuya la Kogalía.

esc|:ña III

DICH03, ROSA-Lt^, y eu seguida ANAS^ASI/V

Ros. (a Enrique que sale.)

¿Vuelves? Enr. Dentro de un instante.

(Vase.)

Anas. Pero, niñita, ¿qué es eso?

(con malos modos.)

Dejas a medio freir el bacalao allá adentro, pa ver a ese palomino atontao. A ese banquero sin pasta, que ya no tiene ni donde caerle muerto.

Ros. Pues es de los más decentes

que entran aquí.

Anas. Pues con eso

y conque no entre una perra en el cajón, ya podemos tumbarnos a la bartola. Mira, márchate allá adentio y déjame a de músicas.

(Vase Rosalía.) Ramón (Acercándose a Anastasia.)

(Me va a arañar, lo estoy viendo.) No se enfande usté, mi ama. No tenga usté tan mal genio que el caso no és para tanto. (A la carga y faera miedo.) Dame oira copa, Perico. ¿Qué es lo que la chica ha hecho para ponerse con ella del modo que usté se ha puesto? La chiquilla es un estuche y no prudente ni cuerdo que la trate usted en dómine.

10

AnA6.

¿Y a usted qué le impoita eso?

Ramón

Nada: pero es una joya

que vale mucho dioero.

Anas.

Por eso nunca ha de ser

de un mal tallista.

Ramón

En eso,

estamos ambos conformes,

sí, señor. Porque lo cierto

es, que su hija merece

todo un marqué?. Por ejemplo».

«El f^oUo de ios brillantes»,

que tiene tanto dinero.

Anas.

Eso que usté dice.

Ramón

En fin...

dame otra copita, Pedro...

(Limpiándose.)

En siendo un hombre de fuste

como él, varía de aspecto

la cuestión; y la ventura

está asegurada.

Anas.

Cierto.

Ramón

Porque, el dinero, señora.

lo es todo.

Anas.

Ni más, ni menos.

Ramón

Ahora bien; yo, en Irgar de él

la verdad, se lo confieso;

nunca en una mucosuela

hubiera mis ojos puesto

habiendo viudas tan frescas,

. y con aquel y salero

para hacer feliz a un hombre

porque saben lo que es eso.

Porque están acostumbras...

Ana?.

(con coqueteria )

¿De veras?

Ramón

¡Pues ya lo creo!

Anas.

Dale otra copa, Perico.

Ramón

De Cazalla.

Per.

Va corriendo.

Kamón

Gracias.

Anas.

Prosiga usté hablando.

Ramón

(Esta se traga el anzuelo

y hasta la caña.) ¿Usté gusta?

Anas.

Muchas gracias.

Ramón

Hay momento»

en que el hombre está ocecado

11

y por más que lo está viendo AvAc 2.^ se da cuenta de nada.

H-L ^ZtortJr^^^^--^-

^'^^^- , Está claro.

(Después de un momento de vacilación.'

¿Usté es casado o soltero señor Ramón? '

t:f ''^'"''^-.,

T , ' ¡Viudo!

Igual que yo. (Qué consuelo.) .'^^^ico, tráele otra copita. Kamón i ráeme una botella, Pedro y será mejor. '

, , ou esposa...

sería buena...

^^^^^^ , , Un modelo,

AvA. 'í' ' "^ ángel... (patudo).

ANAS. ¿Le quería? '

^'^'^^-^ , Con exceso,

«, señora... con locura...

(Aparte.)

(en los profundos infiernos estará.) ^^^^- ¿Qué dice?

que me quería... me acuerdo

Anas "'^ ^''''^'' ^"''^^- ^"^'^^^ cómicamente.^

,, Ya veo.

R . ..A í"' ^'^^^ "s^^ ^^ herrería?

■KAMÓN ^0, señora, que la tengo

y cada día por suerte

el negocio va subiendo Anas. Pero tráele una botella '"

que te ha pedido, mastuerzu.

-C^OS. (Desde dentro.)

¡Madre! Anas. ^ -Voy! Mi chica llama,

señor Ramón. Seguiremos R..,/^„ 5,^ blando si no se marcha.

KaMÓN Falta que pueda... (Tambaleándose )

V ' Hasta luego.

i yo aei sm arreglarme todavía, Dios eterno. (Vwe.)

12

ESCKNA IV

RAMÓN «ÍEste monólogo se encomienda al talento del actor.)

La be gustado por chiripa, y a poco más que replique el negocio para Enrique, va marchando viento en pipa, digo, en popa. Y me lo debe agradecer, a fe mía, porque él y su Rosalía... bebe, Ramoncito, bebe, y déjate de mujeres.

(Bebe.)

•Qué rico! No hay en el mundo

un líquido tan fecundo

en alegría y placeres.

Es el que quita las penas.

Es el que alegra el sentío.

El que da calor y brío

para todas las faenas.

Y aunque se diga que del

vino sakn los matones,

quien tié malas intenciones,

mata con vino y sin él.

Porque, vamos a ver: yo,

que al vino le rindo culto

y a nadie ofendo ni insulto,

¿puedo ser criminal? No.

¿No es más perdido y soez

un señorito que debe

en toas partee, porque bebe

champane acís o Jerez'-^

Que un rico se ha emborrachado

bien de día, u bien de noche...

pues... se le mete en un coche

porque es que se ha mareado

Pero cae contra una acera

un pobre muerto de hambre

u porque le da im calambre,

y dicen: ¡qué borrachera!

Y luego, moralidaz

pa el pobre que sufre tanto

la -

/

porque el rico ya es un santo

y que viva la igualdaz.

V porque han de í-er legítimas

esas soirés que a deshoras

celebran tantas .. señoras ^a^toiiiar también sus pítimas. íTués en esas reuniones i pa>^a,io que en los infiernoií, ' que abundan mucho lo^,.. cuernos ^ que ellas ponen a montones..

¿Y en los Clus y en los Casinos

donde se suelen reunir

sólo por verlas vemr

señoritos libertinos

DO se ofen<)e a la moral?

<iNo se emborracha!) también?

Yo me apuesto a que no nay quien

esto no lo encuentre mal.

Pues qué, ¿el jugar no es pecao?

V amo?, que yo pierdo el tino, robre del que bebe vino... iporque come bacalao!

Por í?an Benito Palermo, si no me puedo tener.

Y todo por... po, ber. Vaya, que yo aquí la duermo.

(Se dirige dando traspiés hacia el reservado y quédas«> dormido hasta que lo indique el diálogo.)

J Enr. Aquí estoy de vuelta ya,

ESCENA V

PERICO, RAMÓN, ENRIQUE y después ROSALÍA.

Kamón. ¡Ualla! ¿Se ha marchado? rER. ¡L\o, señor! Está amonado

ahí dentro. Pues bueno está. ^NR. ¡Lástima de hombre!

^°s Perico,

vete a la cocina y friega

mas frascos, por si es que llega

gente.

■í^^NR. (Aparte.)

Bien; me estorba el chico.

(Vase Perico.)

14

ESCENA VI

DICHOS menos PERICO

Enr. Rosalía, ¿tú me quieres?

Hos, Y por qué no. A todos quiero.

£nr'. Vamos... sí. Por el dinero

como otras mucha? mujeres.

Ros. Me ofendes. No soy así.

No me ciega la ambición.

Jlnr. ¿Entonces, tu corazón

me lo entregarás a mi?

Eos. Enrique, no sé. No puedo

contestarte de repente; mi madre...

£nr. ^8 una serpiente

que me envenena, y no cedo, porque te quiero elevar y te quiero enaltecer, haciéndote mi mujer ante Dios en el altar.

Ros. ¿De veras?

Enr. 'í'e probaré

que en no existe egoísmo y vas a verlo ahora mismo. Escucha.

Ros. Te escucharé.

Música

Enr. Desde aquel momento,

linda Rosalía, que vine a tu casa gólo por beber, siempre en ti he pensado, para ti he vivido y por ti he tragado la más pura hiél. Gitana del alma, no seas traidora; mira a quien te adora con un noble afán, y verás, bien mío, qué felices somos

16 --

cuando nos casemos, que uo ha de tardar.

Hos. Gitanito mío,

simpático Enrique,

te quiero mucho

pues no puedo ya,

callarlo más tiempo

dentro de mi pecho,

y esta mujercita

para ti será.

Qué dulce es quererse; '

qué hermoso es amarse.

Qué idilio tan bello

es verse feliz,

abrazada a un hombre

todita la vida,

y en dulces ensueños

vivir y morir.

{a un tiempo.)

Qué dulce es quererse, qué hermoso es amarse; qué idilio tan bello es verse feliz todita la vida un alma con otra, y en dulces ensueños vivir y morir.

(a los últimos acordes entra Perico y quédase en el mostrador.)

ESCENA VII

DICHOS y ANA^J*lsiA, con flores en la cabeza

Hablado

# JVnas.

¿No ha venido todavía

/

don Migu3lito?

Hos.

Aún no.

Anas.

Que siempre he de encontrar yo

a este pelma. (Por Enrique.)

Ros.

¡Madre mía!

¡qué maja!

Anas.

¿Quieres que esté

hecha una atropellaplatos, peinada como los gatos?

(Se pone a arreglarse mejor las flores de la cabeza áe> lante de Rosalía y de espalda a Enrique.) EnB. (Aparte.)

¡Jesús! bien claro se ve que estamos en Carnaval. Se nos ha puesto de máscara. Esta que es de la cascara amarga.

¿Me sienta mal?

(Con ironía.)

Será porque va a venir cEl Pollo de los brillantes.» Justamente.

Pero antes yo me voy a permitir convidar a usted y a ésta a lo que quieran tomar. jAy, hijol Viene usté a dar mal goipe. Pierde la apuesta. Muchas gracia>: no bebemos, ni esta ni yo. (Vaya un necio)

(Amoscado)

Eso es hacerme un desprecio.

(con guasa.)

¡Lo siento! Pero qué hemos de hacerlo.

No darme un feo. Hijo, no es usté mi tipo... si hasta el verle me da hipo. ¿Se ha entenado?

I Ya lo creo! Pero aepa usted, señora, o... lo que sea, que yo no me muero, porque no la guste a usted. Hasta ahora,

que volveré, Rosalía, (vase.) Anas. Y el señor Ramón también

se ha marchado: lo lamento,

porque ha estado muy atento

conmigo. ¡Quién sabe! Bien

pudiera un día ocurrir

que esta tasca y su herrería

se fundieran, ¡qué alegría! Ros. Que me va usté a hacer reír.

An/»s. Enb.

Anas. Ehp.

Anas.

Enb. Anas.

Enp.

Anas.

Enr.

r

17

I'

esce;>ía vjii

DICHOS, MIGU^TO, L^lrfís y RUTO por el foro

Mlguelito, tipo flamenco con muchos brillantes

MiG. Ya está lo bueno presente.

Toes adentro, caballeros.

(a Anastasia.)

Ole por las buenas hembras, que se conservan con mérito,

(a Rosalía.)

y ole por los pimpollitos,

que con sus ojos de cielo

abrasan los corazones Ladis Bien hablao.

Rlfo ¡Ay, qué salerol

MiG. Bueno: pues sentarse entonces

y venga vino al momento. Anas. Ustedes dirán qué quieren.

MiG. Yo, Montilla, si lo hay bueno.

Anas. Super. ¿Y ustedes?

Ladis Lo mismo.

¿Digo bien? Rufo ¡Ay, qué salero!

Mío. (Hace un mohin y mira a Rufo.)

Yo quisiera que la niña

alternara, si es que en ello

no tiene Uf^té inconveniente. Anas. ¿Yo? ¡Jesús! no diga uí^té eso,

ya oyes lo que Miguelito,

Rosalía, está diciendo.

Siéntate. Ros. Con su permiso.

Anas. Es una alhaja.

MiG. Ya veo.

Aquí a mi lado y cerquita,

para que mejor su aliento

llegue a mí. Ros. Como usted quiera.

Anas. Montilla.

MiG. Pruébelo, cielo.

Anas. Cuidado que Miguelito

es fino.

18

Ladis Ni el tierzopelo.

No hay dos como él de seguro,

¿digo bien? Rufo ¡Ay, qué salero!

MiG. Oye, ya me vas cargando

con tu guasa, y ei mis nervios

se alteran, es muy posible

que esto tenga muy mal término.

Anas, (cortando la conversaeión.)

Le hacía viendo las máscaras esta tarde en Recoletos o paseando a caballo.

(En este momento, Ramón da un pequeño ronquido. Rosalía mira hacia el reservado, y Anastasia echa más vino.) Ladis (Aparte a Miguelito.)

(Aprovecha ?in recelo, que la ocasión ya no puede ser mejor.) MiG. Más me divierto

algún ratito en los bailes. Este año quisiera verlos.

(a Rosalía.)

¿Usted no ha visto ninguno?

(Ramón despierta y mira sin que le vean.)

Anas. La niña no. Yo en mis tiempos...

Ramón (Aparte.)

jDigo! y qué emperegilada

que la mujer se me ha puesto. MiG. Bien: pues anímense ustedes

y nos vamos un momento,

hasta la hora del descanso. Anas. Eso no: porque no puedo

el dejar la casa sola. Mío. Pero, ¿y Rosalía?

Anas. ¡Menosl

¿Sola con usté? MiG. Eso nunca,

porque irían desde luego

mis dos primas con nosotros

y 8 más mi tía Consuelo. Anas. Siendo así... Pem un ratito...

¿quieres, Rosalía? Ros. Bueno.

Si es gusto de usted... Anas . Pues claro.

~ 19 -^

Ramón (Aparte.)

¡üy! juy!, qué malo va esto.

Menudo lazo la tienden. Ros (JY qué disfraz llevaremos?

MiG El que escojas a tu gusto.

Ros. Llevaré dominó negro.

MiG. Muy bien pensado. En un vuelo

corro por él. A buscarte

enseguidita volvemos.

Te vistes: vamos al baile... Ladis y allí verás lo que es bueno,

lo que es placer y alegría.

¿Digo bien? Rufo ¡Ay qué salero!

(Miguelito Bin poder contenerse le pega una bofetada.)

MiG ¡Toma!

Ramón ¡Qué torta!

R..FO (Furioso se abalanza a xMiguelito.)

¡Ay mi madre! Dejármele, que le muerdo.

Anas. (interponiéndose)

¡Por Dios! (Echa a empujones a Rufo )

MiG Me pone -ne.rv/i oso,

y aunque remediarlo quiero... Ladis Miguelito, que es muy tarde,

vamonos. MiG. Sí... ¡Abl

Anas. ¿Qné es ello?

MiG. Que ya me iba sin pagarle

el gasto que le hemos hecho.

Ahí tiene esas cien pesetas.

Guárdesela^, y hasta luego. Ladis ¡Olé los hombres con guita!

Vale un mundo.

(Vanse Miguel y Ladis.)

Anas. Ya lo creo.

Ramón En toda mi vida he visto

dos sinvergüenzas como estos.

ESCENA IX

ANASTASIA y ROSALÍA

Anas. Qué corriente y qué rumboso.

¿No te lo dije? Ya ves.

20 -

¡Cien pesKae! Eso es

un hombre pundonoroso. Ros. ¿Diga usted, madre, bago mal

en ir al baile con él? Anas. No, hija, no. Porque Miguel

es un hombre muy formal.

Anda, vete al tocador,

que el tiempo pa'-a escapado.

Tú, Perico, ten cuidado.

Quédate en el mostrador.

(Vanse Anastasia y Rosalía.)

ESCENA X

t I'

RUFO, RAMÓN y PERICO Rufo (Entra muy decidido.)

Que me las paga de fíjo, y no hay mas. (a perico )

¿Ya se han marchado?

Ramón (Aparte)

(El de la torta.)

Per. Hace poco.

Rufo Hombre, que me parta un rayo

si no le hago una sonada a ese don Miguel del diablo.

Ramón ¿Al que da tortas?

Ruio ¿Qué dice?

Ramón Sí: a ese que le dio hace un rato una torta.

Rufo ^,Usted lo vio?

Ramón ¡Ay!, ¡qué salero! ¡Pues clarol

Rufo Pues le juro que esta noche

armo en el baile un escándalo fenomenal, y e^e hombre í-e acuerda de Rufo Gallo.

Ramón ¿Va usté a cantar?

Rufo I^e lo iindo^

porque no sabe el muy fatuo que estoy enterao de todo, y si a su mujer digo algo...

Ramón (con alegría.)

Pero qué, ¿don Miguelito es casado? Rufo Y muy casado

Ramón Rufo

Ramón

Rufo Ramón

21

con una vieja muy fea y muy celo?a.

(Dejándose caer.) ¡Ay!

¡Qué bárbaro! A poco me tira al suelo. Perdone usté, pero el caso es para de tal monta y me causa phcer tanto, que lo que en este momento siento no puedo explicárselo. Pero te aseguro, Rufo, y perdóname si te hablo con tal franqueza, que pronto los dos hemos de veugarnos. ¿Usted también?

Calla y sigúeme. Te diré lo que he pensado, ya verás, (a Perico ) A la señora le dices que de aquí a un rato volveré para que hablemos con más calor y despacio de lo que sabe. A la niña que... se divierta bailando.

Y al Pollo de ios brillantes si le ves, que de-eamos que se le arreglen las cosas como él quiere. Conque andando, querido amigo del alma.

Y no pases cuidado que yo ya soy perro viejo; tengo fe, entereza y ánimos, y por suerte o desgracia dónde me aprieta el zapato.

(Vause del brazo.)

MUTACIÓN

22 -

CUADRO SEGUNDO

Telón corto de calle

ESCENA XI

CORO DE MONEDAS

Señoritas tiples con malla negra, zapato blanco, peluca rnbia y una moneda en la cabeza que representa una peseta. La que hace de ca- beza de Coro llevará en la cabeza una moneda de cinco daroe

Música

PASO DOBLE

En toda España

las que mandamos

somos nosotras, estas monedas que ustedes ven;

y muchas juntas

quitan las penas

y hacen felices lo mismo al hombre que a la mujer.

Nuestro concurso

es tan valioso,

que a todas horas de mano en mano en circulación

siempre nos titnen

pobres y ricos

y nada se hace sin que prestemos nuestro valor.

Al baile nos llaman porque hay que gastar y sin el dinero quién puede gozar.

(Baüable.)

El vals bailaremos marcándolo así dentro del bolpillo del hombre feliz

23

que oprime en sus brazos la Diosa placer. ¡Vivan las monedas! |Viva la mujer! (Se repite. Salen con el paso doble de introdacción.)

f^

ESCENA XII

RAMÓN, LADIS y RUFO Ramón saca cogido por el cuello a Ladie

Hablado

Ramón

Ven aquí, mala ralea,

sinvergüenza, sin...

Ladis

¡Canastos!,

señor Ramón..'.

Ramón

¡Arrastrao!

Ladis

Pero no me apriete tanto

que sus manoc son tenazas

y me hace usted mucho daño.

Rufo

Como que es herrero.

Ladis

Calla...

¿tú también?

Ramón

Necesitamos

saber inmediatamente

lo que piensa hacer tu amo

antes y después del baile.

Pero corriendo, volando,

0 sin guardar miramientos...

Ladis

¡Ayl (porque le tira de las orejas.)

Ramón

Las orejas te arranco.

Ladis

Pero si es que...

Ramón

Habla, granuja,

Dilo todo.

Ladis

¡Ay! ¡Gallo! ¡Gallo!

Ramón

Con qué placer ahora mismo

te retorcía en mis manos

el pescuezo.

Rufo

Sinvergüenza.

Ramón

Hablas o qué...

Ladis

Sí.

Ramón

Pues vamos.

Ladis

Ramón

Ladis

RamóN'

Ladis

Ramón

Rufo Ladis

Ramón

Ladis Ramón

Rufo Ramón

24

Pero abra usté esas tenazas, por favor, que no me escapo. Bueno, ya está, (soltándole.)

(¡Vaya un tío!) razonable, y en cambio del favor que ahora nos hagas verás cómo nos portamos contigo.

Escuchen ustedes; pero por todos los santos que el otro no se malicie que yo todo lo he contado. Primero vamos ai baile, y cuando llegue el descanso, ia Juncales, él, la niña y un servidor nos largamos a cenar al restaurante del señor Juan el Murciano, que como ut-ted ya conoce tiene cuartos reservados. Allí estamos una horita de francachela los cuatro. En seguida la Juncales y menda de alli nos vamos sin que la otra se aperciba y él entonces...

Por el santo de mi nombre, que ese infame no sale bien de mis manos esta noche.

Y ahora tú,

¿dónde ibas?

Pues a buscarlos a casa de la Juncales. Bueno. Pues anda y cuidado con decir una palabra, oigas lo que oigas.

Me achanto y ustedes se las arreglen que yo ni entro ni salgo, (vase.) Tu ves a advertir a Enrique y a buscar a doña Amparo. Yo a ver a la tabernera que ya me estará esperando. Adiós.

Adiós, y no olvides,

26 -

Rufo, dónde te esperamos.

(Vase Rufo. Se oyen rumores de la comparsa gitana.) ¡Ah!, la comparsa gitana que sale todos los años. Bueno estoy yo para máscaras, cargue con ellas el diablo.

ESCENA XIII

CORO DE Caballeros vestidos de gitanos

Música

Buenas noches, señores,

os saludamos, Y a cantaros venimo.^ es^os gitanos. Mucha atención que vais a oír cantares de buen humor. Chirivay, chirivay, chirivay, chirivay, chirivay... vay... vay.

Couplets

La Torcuata y la Rufina, dos muchachas inoctintes, sufren horribles dolores en las muelas y los dientes. E las a gritos recl tman, al Hiédico don Severo, y éste dice que a los gato3 les pasa igual en Enero. Chirivay, chirivay, etc.

Ayer fué doña Pa acracia a comprar uu gran melón; y al calarlo, con asombro vio dentro una cosa otroz. Maura metido en conserva de rico melocotón, y a Sánchez Guerra y La Cierva mordiéndose el pantalón. Chirivay, chirivay, etc.

26

\ ESCENA XIV /

DOÑA AMPARO, con dominó azul y lazos negros, y RITÍ'O, por l«i. derecha

Hablddo

Rufo Doña Amparo, por Dios santo ..

Amp. Bigamo, soez, fementido...

le voy a sacar los ojos así que le vea a tiro. Fíese usted de los hombree. Fíese usted en suspiros de amor. En sus juramentos, y encima de esto, el indino tirando está mi fortuna... Vamos, que yo pierdo el juicio cuando en estas cosas pienso.

Rufo Muy pronto su merecido

recibirá.

Amp. íSi, cuanto antes,

que no quiero que el impío se burle mas ¡Ay! del sátrapa, si entre mis uñas le pillo.

ESCENA XV

O ANASTASIA, con capuchón rosa, y RAílÓV, del brazo, muy amar-

^ telados, por la derecha

Ramón Con este disfraz ninguno

te conocerá de fijo.

Y verás cómo en el baile,

mi vida, nos divertimos. Anas. Pero y si mi hija lo sabe...

¡qué va a decir, Ramoncitol Ramón Nada, tonta. Anas. Por supuesto,

que ya sabes lo que ba diclio.

Vamos el salón... Ramón Bailamos

Anas. Ramón

- 27

una habanera juntitos, y luego...

A casa.

Veremos, cómo del baile saliaios.

MUTACIÓN

CUADRO TERCERO

Escena dividida en tres habitaciones. Todas tienen puerta al foro y otra en el primer término de las paredes divisorias. En todas ellas habrá lámparas de luz eléctrica pendientes del techo y en- cendida». En las habitaciones del centro y de la derecha, mesas, con manteles, botellas con agua y sillas. En la habitación de la izquierda, que será un gabinetito elegante, un centro de mesa con espejo. TJn florero o dos Uua botella o jarro de cristal con agua y una *chaise longue> elegante.

3 J X

>^ESCENA XVI (\/

f^jT ^kWlm, AN

4<OTASIA, con el antifaz puesto, y BE^TO, el camare- ro, en el cuarto del centro

i

Ben.

Aquí hay ua cuarto apropósito

para ustedes dos.

Ramón

(Abriendo la puerta del de la derecha.)

¡Magnifico!

Ben

iMírele usted.

Ramón

(a Anastasia.) Entra y siéntate

que voy a hablar con Benito.

Anas.

Pero no estaremos mucho,

¿verdad? Porque con el ruido

y la algazara del baile

no estoy bien.

Ramón

Un momentito

nada más. El tiempo sólo

de tomar un bocadillo.

Anas.

Lo que quieras.

(Entra en el cuarto de la derecha y se sienta al ladtt«

de la mesa quitándase el antifaz.)

28

Hamón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben

Ramón

Ben.

Ramón

Anas.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben.

Ramón

Ben

-Bamón

(Aparte a Benito.) Ven y dime, ¿tardará don Miguelito en venir?

No: y ya me choca que no está aquí, porque dijo que para las dos y media lo tuviera todo listo. ¿Vienen a cenar?

Fues claro. Bravo. ¿Y en dónde?

Aquí mi.^mo. Bien.

Además me ha mandaiio que le tenga prevenido ese otro cuarto.

¡Ah, tunantel ¡Pero Ramón!

Voy, cielito. La máscara se impacienta. Déjala.

¿Es buenaV

Un prodigio de... fealdad.

No lo creo. Oye, que te necesito. Mándeme usted lo que quiera, que yo soy agradecido y no olvido los favores que me hacen.

[jO sé, Benito. ¿Tiene ese cuarto otra puerta? 8í, señor, la del pasillo de atrás.

Pues quiero la llave, ¡Don Ramón!...

La necesito y no es para nada malo, pues ya me conoces.

¡Digo! Es una broma que quiero gastarle a don VJiguelito. No hay inconveniente entonces. Oye, ¿y este cuarto mío? Otra exactamente igual, pero sin llave.

¡Magnífico!

*

Mira, tráete unas quisquilla? y una hotella de vino. Ben. . En seguidita.

(Vase.)

Ramón No tengas,

inopaciencia, pedacito de melocotón en dulce, que ya estoy aquí contigo. Pero cerraré h puerta

(^Cierra la puerta primer término.)

por si tenemos vecinos,

que es lo probable. Anas. ¡Ay! ¡Ramón!

Ramón (Pues ésta se lo ha creído,

si t«-ndré yo mala sombra.) Anas. Estoy temblando, Dios mío,

por RoFalía vuelve

a casa. ¿Tú no la has visto

en el salón? Ramón Un momento,

del brazo d-^ Miguelito

y de la lia. Por cierto

«^ue la tía, iba a mi juicio

algo mareada. Anas. ^;Sí?

Claro está... El calor .. RamÓí>í y el vino.

(B^to entra foro con el vino y las quisquillas que dejará.)

Ben. Ya estoy aqni: dice el amo

que Hnlga usté un momentito. Ramón :Ay!es verdad. Qué cabeza.

Voy. come, cielo mío,

y no me e>rerí^s, que yo

salgo y vuelvo de dos brincos. Anas. /;Si Rosalía va f casa

y nota que yo no he ido,

qué diráV í^uei¿o, ella sola

con ese don Miguelito...

No ha esialo bien: no, señor.

Nunca dejar he debido

que fuera con él al baile.

iCI es (iec^nte, buen:simo,

honrado, nadie lo duda.

Pero es el mundo tan picaro

v la ocasión tan traidora...

- 30 ^

V

\

ESCENA XVII

DICHOS, AM^!^ y RU|'0, cuarto izquierda

R*MÓN Pasen ustedes y chito,

para qne nadie se entere

de que estí^n aquí metidos. Amp. lAy! Caballero... me siento

desfallecer. Ramón No, por Cristo,

que eso mi plan desbarata. Rufo ¿La... aflojo el corsé?

Amp. Jíse pillo

no va a querer escucharme. Ramón Ya sabe lo que le he dicho.

Mucha prudencia ante todo.

Mucha caima, mucho juicio,

y verá cómo en las redes

cae el señor Miguelito.

Tú, Rufo... Rufo mi papel.

Por puede est»r tranquilo. Ramón El ya no debe tardar. Amp. De seguro que el bandido

vendrá aquí con las mujeres

que estaba en el baile. Rufo ¡Digo!

Ramón ¡Silencio! Rufo Ellos son. Conozco

a lar Juncales. Ramón Pues, chito,

y cuidado con hacer nada

sin contar antes conmigo.

(Va a marcharse y vuelve.)

¡Ah! ¿Y Enrique? Rufo Está avisado

y no faltará. Ramón A Benito

le diré que esté a la mira.

Tacto, prudencia y sigilo, (vase por el foro.) Amp. El cielo quiera tenerme

de su mano; pues no fío

en que mis nervios se aplaquen.

'"^

31

Tenga usted este frasquito

por si acaso. (Le da un frasquito de sales.)

^UFO Pues si empieza

con desmayos nos lucimos.

ESCENA XVIII

DICHOS, LA JUNCALES. ROS iLÍi y MIGÜELITO, por el cuarto del ceutro. RAMÓN en el de la derecha

Música

JüN. (Entra por el foro, borracha, con una copa en la mano,

seguida de Miguelito, que lleva una botella. Detrás, Rosalía. Ramón y Anastasia miran por la rendija que da a la puerta de la escena; y doña Amparo y Rufo en la habitación de la izquierda.)

Adelante, compañeros, que no hay tiempo que perder, toda vez que no-^ esperan la alegría y el placer. Yo la copa no abandono, pero pues vacía está, llénala, Miguel querido, porque la quiero apurar. Amp. Vienen de juerga,

según ge ve. Anas. Qué poca lacha

tienen los tres. ■JüN- Bebe y desecha

toda aprensión

y haz, pobre tonta,

lo que hago yo.

Con este vino, ;

licor divino,

que alegra el alma,

que dichas da,

verás, hermosa,

que deliciosa

noche de juerga

vas a pasar.

Que los licores

a los amores

prestan más fuerza,

dan más vigor;

32 ^

bebe y apura,

pobre criatura,

como yo el néctar

de ardiente amor. Roe. Ya me arrepiento

de haber venido. MiQ. ¿Qi^é es lo que tienes

dueño queriuo?

Pronto en mis brazos

vas a caer. Amp. ¡Ah! esposo infame.

Rufo Gállese usted.

JwN. Haz lo que la Juncales

y te diviertes,

aunque cual yo te pongas

algo peneqiíe

Pero eso no te importe,

niña, nn comino

porque es de todo, hermosa,

OH paz ei vino.

Luego, así de que cenes

ya veras

como bebes y cantas

y alegre e^tás.

Hablado

Anas. Pero Ramón, ¿quién es e^a?

Rám. La... tía de... Miguelito.

Amp. ¡y que jjor estas mujeres

nos desprecien los maiidos!

(a Rosalía que esta muy apocada.)

MiG. ¿Qué te pasa, Rosalíw,

que estás tan seria conmigo? Ros. Nada.

(Miguel trata de atraer hacia a Rosalía. Esta le re^ chaza.) Anas. (a Ramón que no la deja acercarse a la puerta.)

¡Déjame! Ram. No quiero.

Rufo (separando a doña Amparo de la puerta para que nc-

escuche.)

¡Por Dios, señora!... Amp. ¡Bandidol

JuN. Nada: te cansas en vano

porque según lo que he visto,.

- 33 -^

Migue), a esta damisela

debe faltarle un f=entido

o a nosotros por lo menos

nos considera unos pillos.

[Ja, ja! Pobre desgraciada

pájara incauta que el nido

dejaste para volar en busca del pajarillo que el corazón te ha robado con sus amorosos trinos. Abre las alas sin miedo;' mírale aquí derretido, anhelando por instantes que por fin le des... el pico ü^ntre tus alas acógele con afán y con cariño, y ahueca el ala que es' tarde y os e&tá esperando el nido.

Am.c V^^i* ,* ^'''*"* °°°^° ^'•«tando de convencerla )

R.L íJ^«^sí y qué desvergüenza. '^

KAM. La tía. . de su sobrino

se explica bien.

^''^' Pero, ¿dice

que se vayan?

Amp^ .a» Eso ha dicho.

Rufo /^/ "^""^ "^^ ^^' ^"^ ^^ "^^ ^--^y--)

t^UFO (Dándole a oler el frasquito.)

, , No, señora,

rr,Ki ^ "^^^ "" P^^o ®' frasquito

JUN. Yo por mi parte desde ahora

os dejo a vuestro albedrío

y al baile me voy ansiosa

de más placer y más vino.

^Vase riendo descocadamente. Miguel sale a despedirla quédase puerta foro.) '

ESCENA XIX

DICHOS, menos la JUNCALES, después ENRIQUE

Ram. ^ Enrique sin parecer

R,,..^ I ^^^P ^ ^^ ^" ^a ilegando.

KUFo Gracias a Dios que ya vuelve

de su maldito desmayo

AMP. ¡Ay! (Volviendo en eí.)

84

V^

./

ÁNA§.

Quien hubiera creído

que era un infame y un falso.

Ram.

Pero como tiene guita...

ya ves.

Anas.

(De prouto.) Yo galgo y le araño.

Ram.

(Conteniéndola.)

Aún no.

MlG.

(Bajando del foro.)

Conque, Rosalía,

ya solos los dos estamos.

Ros.

¿Y qué es lo que usted desea?

MlG.

Aún no lo has adivinado...

Amp.

(Mirando por la cerradura.)

¡Y están solos, Dios eterno!

Rufo

(Separándola.)

Pues no mire por si acaso...

Mío.

¿Qué es lo que quiero, preguntas?

Una amorosa mirada

de tus ojos. De tus labios,

un beso de amor ardiente.

Después dispon a tu agrado

de mi fortuna y hacienda.

Amp.

Y a mí, que me parta un rayo.

Mío.

¿Te callan? ¿Nada me dices?

Ros.

Ya comprende demasiado

lo que mi silencio indica.

De manera que es en vano.

mi señor don Miguelito,

que prosiga usted hablando, (se levanta.

Mío.

¿A dónde vas?

Roe.

A mi casa

porque ya es tarde.

MlG.

Es temprano.

(conteniéndola para que no salga.)

De aquí salir no intentes

Dorque yo te cierro el paso.

Ros.

.^jlamaré para que alguno

me ampare si es necesario.

MlG.

Y ese, ¿quién va a ser?

Enr.

(De pronto.) jYol

Ros.

(Con aiegria ) ¡Enrlquel

Ram.

¡Por fin!...

IwüFO

Ya se armó el cotarro.

MlG.

¿Qué viene usié a hacer aquí?

¿Quién le llamó?

Enr.

Mi deber

86 -

y el amor de esta mujer que es tan solo para mí.

MiG. ¡Paraustedl Vana ilusión

ya que a decirlo me obliga.

Enr. Ahí está ella. Que lo diga

con todo su corazón. Pero ante.«, que sepa quiero pues en ello tengo afán que usté no es más que un rufián, un chulo bajo y rastrero que con cariño fingido alcanza cuanto le place muchas veces porque lo hace de su dinero valido. Con él compra usté en desdoro del honor, goces y amor, y lue^^o paga el honor con un puñado de oro, mientra- la pobre cuitada que se vendió al vil metal muere en un santo hospital de todos abandonada. Yo»entretanto y sin doblez, como cumple a un buen obrero no la ofreceré dinero, pero la daré honradez, y el amor conque soñó acaso desde la infaiicia conque ya ve la distancia, que media entre usté y yo.

Anas. Bien hablao.

Rufo Vaya un trasteo.

Anas. Bendito sea su pico.

Ram. Como que vale ese chico

un Potosí.

Anas. ¡Ya lo creo!

MiG. De mi decisión no espere

que ceda.

Enr. Igual interés

tengo en e;e caso.

MiG. Pues

que ella diga a quien prefiere. Ley sus palabras serán que entre ambos acataremos

Enr. (Eh touó de desafio.)

Primero solventaremos

-^se- de otro modo nuestro afán si usted a ello se aviene.

R.vM. (Entreabriendo un poco la puerta de la derecha y ha

blando bajo a Enrique.)

Vete en seguida allá fuera y un solo momento espera que eso a mis planes conviene.

(En seguida Ramón habla bajo con Anastasia y vase por el foro. Anastasia se pone en la puerta y lo su- jeta.)

MiG. Aunque no soy pendenciero

jamás los lances rehuyo. ^ Enr. Pues veremos ese orgullo;'

andando, fuera le espero, (va a saur.)

JeIdS« (Muy apurada y cariñosamente.)

jDios mío! ¡Enriquel... Enr. No lemas;

que no es el león tan fiero, (vase.)

Ros. (a Miguel.)

¿Pero no va usted? MiG. Yo, sí...

pero quisiera un momento

decirte.. (Quédase indeciso mirando hacia el foro.) R^M. (En este momento entreabre un poco la puerta prime-

ra izquierda y habla con Bosalía sin volverse ésta y rá- pidamente.)

>'inge que accedes a sus amantes deseos y di le muy cariñosa que le esperas aquí dentro. Ros. ¡Don Ramón!

KaM. Hazlo y chititO. (ciérrala puerta.)

MiG. Nada. Yo no retrocedo

Amp. jPero cómo va a quedarse!

lÍAM. (a Amparo.)

- Animo que ya el momento se aproxima.

RaM. (a Rufo.) Tú...

Rufo Ya sé,

cambio el dominó... y... Ram. Silencio.

(Vase corriendo. Doña Amparo se quita el dominó)

MiG. Ya estamos solos, mi vida.

Ros. Por Dios^ Miguel. .

MiG. ¿Pero es cierto

que yo soy el que prefieres?

4

^ 87

¿Que es para todo entero tu corazón? Ros. Yo. .

MíG- No calles,

por corupasión te lo ruego. ■Koe. Si alguien nos ve...

^'^- Nada temas.

(Snbe al foro a mirar.) RaM. (Entrando en el cuarto de la derecha.)

Ya va a caer en el cepo. Ya le tenemos cogido, señora Anastasia.

¡Ennquel... (Avergonzada al verle.)

^^^' [Señora!

^^^' Mada;

ya. no se h >,ble más de aquello.

(Todos se acercan mirando por la puerta que da a la escena.)

ESCENA ULTIMA

DICHOS

MiG. Nadie viene.

^°^- ¿Y no es mejor

que pasemos aquí dentro? MiG. Como quieras, (¡ella misma

ha caído sin saberlol) Hos. Pues mira si vuelve Enrique.

Cierra la puerta, y yo espero

en este otro gabinete. MiG. Como quieras, mi cielo.

(Vase a mirar por el foro. í^osalía entra en el cuarto de la izquierda y se quita el dominó que se pondrá doüa Amparo, que se habrá quitado el suyo. Todo muy rápido ) Rufo (Quitando el dominó a Rosalía.)

Fuera el dominó. ¡Ajajlá

(Poniéndoselo a doña Ampcro >

Póngaselo usted. Amp. Yo creo

que me voy a desmayar del goce inmenso que siento.

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Rufo Ahora, no señora.

Amp. Bien,

lo dejaré para luego.

RaM. (Que ha estado mirando por la puerta de la escena.)

Que ya viene Vamonos.

(Vanse Rufo y Rosalía por el foro cerrando la puerta.)

Amp. Con qué alegría le espero

para arrancarle los ojos o... lo que pueda a ese perro.

(Se sienta en el sofá vuelta de espaldas a la puerta de la escena y cubriéndose la cara con el pañuelo flga rando llorar. Miguel sale por la puerta del foro del cuarto del centro, y la cierra la puerta de la escena.)

MiG. Por lo visto el otro tonto

juzgó mi triunfo certero

y se ha dicho. Aquí sobra uno,

yéndose con viento fresco.

Mejor. (Eutra ) iQué noche me espera

más deliciosa! Estoy ebrio

de placer. La pobrecilla

me espera llorando. Ramón Quedo...

que ya el ratón ha caído

en la ratonera. Cierro,

y que llame cuanto quiera.

(cierra la puerta con llave.) MlG. (con recelo y miedo.)

Ya estoy aquí, mi embeleso.

Ros. (saliendo por el foro del cuarto de la derecha y luego

a la escena por la primera con Rufo.)

jMadre! ¡Enriquel Ramón ¡Por Dios santo!

No alcéis la voz y escuchemos,

porque va a ser pistonuda

la sorpresa. Rufo ¡Ay, qué salero!

[Anda y dame otra tortita!

(Ramón le tapa la boca haciéndole callar.)

MlG. Estoy a su lado y temo

el aproximarme más, no porqué... ¡Fuera miedo! jQué demonio! ¿No es ya mía? Fues si a mi lado la tengo, ¿a qué estas vacilaciones? ¡Rosalía!.., Dulce sueño...

1

La Magdalena moderna

lli;ill!lll¡¡llllill!llllll!il¡nilillliliili!lll!!li;i!!l¡ill^^

Comedia dramáiica en 4 actos y S cuádrm^ original de

Antonio Méndez Menéndez

inspirada en el pensamiento de una novela de

Wiikye Collins

Estrenada con gran éxito en el

Teatro Victoria de Barcelona

Pxí*^ 2 I las.

Copyright by ANTONIO MÉNDEZ MENÉNDEZ

Sociedad de Autores Españoles

Rambla de Cataluña, 99

Barcelona 1929

^

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