Je) md A : p Rae dal ps IA ñ y vob OA de ; , . A á Pro lider been ; : sd La pd : ES caras, ; , a da A tr Aaa e e E da po Te Mn en il e. meri el met PA mem. 0 la AN ns 4 ' AA po UA O AT e s y dis AAA Need 38 esdnry cal da ; SY y SON delia ig da Do0s pr A RENNES mE O O dee A ? ir e dió . mar y eme A e eos PO 2 dd Vos 4 Xi a A. Ñ - o pe - . [A nl AE .. o TES A NDA a o y pe NAAA ORT) , AAA emp all ondas Lat mi KA . Ae ño Í PP > A dad po e ntc a APT 1 A AAN Ah e a rte .. O E il dl: sama A el srt am ñ A rata pas ez, a Dir a > A et Ad 0 A Z aaa AE CAR AA das an e ie ; Eo dl AR) La mide E j A IAS Coso ids men A A e A e a A pr AA o. ernesto a DO Ad NA d 1 A , alada A ae A sabra X A : ls Any O Is ed o: y med pe a ae NN A e PE A ea coo dara paria $ A ¿dep O A A A an - dare D Ps E CCA Ps 4 tuo 14 Dd tuto pros - E OO AR po hu PARIS E nd Ir e ete, A Verona le sae lo ps TS rad aproba Ie Da nd: A y ” o 4% o PIS Mi AI e A ra e: a sr sé O ; AENA o ans Ns. Mba A de eres Up lprirrie Aaa .. vom de AOS Cs eo arto ABLA 09 Vda Y AA PR ii ot PESCA . ta) A . . ON pa AN : ; de ea E did: pde ae adeod: AAA pls to MA A eeh dd ie POSO Mirad E CN desd borde dre tblsra dd ME nr Lee plat da) p > dE ee - 1 MEA: dal NEO Lamols ..b re ps . - - y as prole A ! . A Loret EA ACIAIC 0) e 3 1 dos ja Andas den y % £ ; lao h Aoctriad SO eta mrliamiias 3 y Asado a e > 1 j A A UA creo o y dl peas IAS PAR > la hi MEAT dd be md pe qt s Piden» . Lp ep Lo e AAN ; E MES Tis e x Laurie , Layo- PPP 1 d , . ñ y o 410 ) le podra A aer AS ps 3 As 1 io pa EN Í Es sa ) e IA de ¿IS E ANS LL ar Dd e 4 ! 3 ; Ñ . pardos por Y AAA 8 RO TAE PEOPLE FOR EDVCATION FOR SCIENCE LIBRARY OF THE AMERICAN MUSEUM OF NATURAL HISTORY O Ñ í ñ MA Ll AA A O A 00 de mm) an IN IA Ll 4 A e AN Ni AT ml de 2 Ñ ST LN ie: A A PERIÓDICO CIENTÍFICO MUSEO N. DE HISTORIA NATURAL Y DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE HISTORIA NATURAL TERCERA SERIE.—TOMO 1.—CUADERNO NUM. 1. [ MVSEO NH. DE HISTORIA MEXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE Primera calle de 57, núm. 8. 1910 A de RA Ñ m0 Dr. Jesús Sánchez.—Fundación del Museo Na- cional de Historia Natural. Dr. Manuel M. Villada. —Biografía del Sr. Dr. José Ramírez, socio de número. Presb. D. Gustavo de J. Caballero.—Notas geo- lógicas sobre la región norte del Estado de Michoa- cán. Dr. Manuel M, Villada.—Breves apuntes acerca de la Paleobiología del Valle de México, Dr. Alfredo Dugés.—Descripción del Corynorhi- nus Macrotis pallescens. Dr. Alfredo Dugés. —Nota acerca del Encéfalo de Didelphys Marsupialis. Dr. Jesús Díaz de León.—Catálogo de los mo- luscos terrestres, fluviales y marinos, de México. — Introducción. * Dr. Manuel M. Villada. —Reseña descriptiva. geológica de la gruta de Tonaltongo. - Dr. Manuel M. Villada.—Pretendido hallazgo Ñ de huesos humanos fósiles, en cierto lugar del. Es- tado de Coabuila. socio de número. Necrología.—Noticia del fallecimiento del $ Dr. Alfredo Dugés. O de fallecimiento del Ss Tano. Apéndice.—Ornitología Mexicana, por el SEN Prof. Alfonso L. Herrera (continuación). qiisto6g- 04.21 de Y IN COMMEMOR ATIONEM PRIMI CENTENARII GLORIOSI CLAMORIS ENUNCIANTIS INDEPENDENTIAM 1N OPPIDULO DOLORES ADN O DWUCTO'RE D. MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA. MUSEUM SOCIETASQUE MEXICANA HISTORIA NATURALIS HUNC FASCICULUM LEO -(E: AA m0 AUNADO 7 WUSBUM MAIANSIA YIOTE TN IA EIN AE AS — DEL — MUSKO NACIONAL DE HIsTUnia NATURAL El Museo Nacional contaba, á principios del año próximo pasado, entre las Secciones que lo integraban, la de Historia Natural formada por las ra- mas de Zoología, Botánica, Mineralogía, Geología y Paleontología; Sección que por larsos años, y especialmente á últimas fechas, estaba casi en comple- ta inactividad; debido, sobre todo, á que el gran desarrollo alcanzado por las de Arqueología, Etnología é Historia hacía que éstas ocuparan especial- mente la atención y gastos de la Dirección de ese Museo, con grave perjul- cio para la Sección de Historia Natural y también para la cultura nacional, que necesita contar con numerosas, variadas y bien arregladas colecciones de aquel ramo; dado que la exposición de éstas constituye una gran en- señanza objetiva para el público en general, y para los extranjeros, una gran muestra de la cultura y riquezas naturales del país. Estas consideraciones, sin duda alguna, y la necesidad palmaria de es- pecializar los trabajos del Museo Nacional para que llenasen fácilmente sus crecientes tareas, movieron á la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes áseparar de él, la Sección de Historia Natural y creando para ésta, el 1.? de Febrero de 1909, el Museo Nacional de Historia Natural. En esa misma fecha me cupo el honor de ser designado Director de él, tocándome la suerte de ser el primero en número é iniciador, por consiguiente, de los primeros trabajos de tan interesante Establecimiento. Las Colecciones de Historia Natural fueron transladadas provisionalmen- te allocal que todavía ocupa este Museo, pasando con ellas, además, algunos libros de la misma materia que cedió la Biblioteca del Museo Nacional. Fue- ron encargadas del estudio y cuidado de dichas Colecciones casi las mismas personas que lo hacían en el otro Establecimiento. En Febrero, pues, del año de 1909, quedó instalado provisionalmente el Museo Nacional de Historia Natural, en la 1.? calle de Santa Inés núm. 5, integrado por el personal si- guiente: Director, Dr. Jesús Sánchez. Secretario (Comisionado interinamente por mí), Prof. Manuel M. Urbina. Profesor de Mineralogía, Geologíay Paleontología, Dr. Manuel M. Villada. Profesor de Zoología, Sr. Jorge Engerrand. Profesores de Botánica, Sres. Gabriel V. Alcocer y Manuel M. Urbina. Profesor Taxidermista y Colector de Zoología, Sr. Nicolás Rojano. Un Conserje. Un Vigilante. Cuatro Mozos Un Portero. Trabajos realizados para la instalación del Museo, en el local arrendado en la calle del Chopo. Una vez instaladas las oficinas y guardadas provisionalmente las colec- ciones en la casa de la calle de Santa Inés, procedí á estudiar la manera de adaptar á las necesidades de un Museo de Historia Natural, el edificio de la extinguida Cía. de Exposición Permanente, situado en la 1.* calle del Chopo; y que ya había sido alquilado con este fin por la Superioridad. Esta adap- tación no dejaba, ni deja aún, de presentar puntos verdaderamente difíciles, dado que la construcción de ese edificio no reune las condicione que debe reunir uno dedicado á guardar colecciones de Historia Natural. Las primeras obras tuvieron por objeto poner al corriente los desagúes, hacer la toma de agua, construir un embanquetado al rededor del edificio, techar los cuartos de los excusados y poner á éstos en servicio, techar dos cuartos para habitación del vigilante, reinstalar seis pararrayos, construir una verja que aislase el edificio, de la calle del Chopo, construir en las to- (43) rres del edificio las escaleras indispensablespara subir á ellas, y sobre todo, arreglar el techo que se encontraba en malísimas condiciones, pues el menor aguacero se pasaba y convertía el piso del edificio en un gran charco. Des- de luego se pensó que lo más seguro era cambiar el techo todo, pero debido á la falta de medios pecuniarios suficientes y creyendo por otra parte, que el mal estado del techo era parcial, se comenzó á hacer pequeños remiendos en los lugares en que éste presentaba peor aspecto; mas á medida que avan- zaban los trabajos se notaba que el mal era general y precisaba desde luego, antes de proceder á la instalación de las Colecciones en ese edificio, empren- der su renovación total: operación única que garantizaba que éstas no co- rrerían peligro alguno en adelante. Consultado el caso con un Arquitecto, éste opinó que era preciso hacerla en esta forma, pues sólo así podía tener- se completa seguridad de la bondad de la obra, y realizada así, ésta resulta- ba más ecónomica; el caso fué consultado á la Secretaría respectiva, que de- eidió se llevase á cabo, y á últimas fechas está ya casi concluido. Era preciso, además, á fin de dar cabida y buen arreglo á las Coleccio- nes, construir dos galerías á lo largo de los muros y un piso en el fondo del crucero del edificio. Los proyectos para llevar á cabo estas obras se encuen- tran pendientes de resolución en la misma Secretaría. Actualmente se está limpiando y pintando el edificio, y á fin de amino- rar en lo posible la gran cantidad de calor y luz que dejan pasar los nume- rosos cristales de los muros, con detrimento de las colecciones, se proyecta opacar éstos y hacer una instalación adecuada de cortinas. Ultimamente se concluyó de instalar una astabandera con su pararrayo. Una vez atendidas estas necesidades inherentes al arreglo del edificio mismo, había que contar con el número preciso de estantes para la exposi- ción de las colecciones, pues del Museo Nacional solamente se recibieron catorce. El Instituto Médico cedió cuatro, y por acuerdo superior sumi- nistró cuarenta estantes la Comisión Exploradora de la Fauna y Flora Na- cionales. Se formaron, además, varios proyectos para la construcción de una doble estantería mural encontrándose en la actualidad en construcción la del piso bajo. En los terrenos del exterior del edificio se arregló un jardín que corre por todo el frente y costado del mismo, para el cual se compraron algunas plantas, y otras fueron cedidas por el Museo Nacional de Arqueología, Etno- logía é Historia. Fué preciso, además, debido á la carencia absoluta de muebles para las oficinas de este Museo, comprar los indispensables para la Dirección, Secre- taría y Biblioteca. Movimiento de profesores y empleados. La Secretaría de este Museo, que estaba ocupada, por encargo mío, in- terinamente por el Sr. Profesor Manuel M. Urbina, fué encargada el 1.2 de Julio del año próximo pasado al Sr. Luis E. Mac Gregor, nombrado para ello por la Superioridad. En el personal de la Sección de Botánica no hubo movimiento alguno. De la Sección de Zoología se separó, por haberle sido aceptada su re- nuncia, que de profesor de esa materia hizo el Sr. D. Jorge Engerrand, el 31 de Mayo de 1909, siendo nombrado para substituirlo el Sr. Dr. D. Agustín Reza el 30 del mes de Junio siguiente. El 1. de Julio del mismo año fuí nombrado, por el Supremo Gobierno, profesor de la misma materia. En la Sección de Mineralogía, Geología y Paleontología, se concedió licencia al profesor de la materia, Dr. Manuel M. Villada, para separarse de su encargo mientras desempeñaba una comisión de la Secretaría de Fomen- to, el 30 de Abril del año próximo pasado, substituyéndolo interinamente el Sr. Profesor D. Rafael Aguilar y Santillán, quien se encargó también interi- namente del arreglo de la Biblioteca de este Museo. En Octubre del mismo año volvió á ocupar su puesto el Dr. Manuel M. Villada, siendo nombrado, desde esa fecha hasta el 30 de Junio de 1910, por la Superioridad, el Sr. A guilar y Santillán, profesor supernumerario de Mineralogía, Geología y Pa- leontología y encargado de la Biblioteca de este Museo. En Julio de 1909 fué nombrada escribiente la Srita. Elvira Quintanar, prestando además desde entonces hasta esta fecha sus servicios en estas la- bores, el Sr. Ricardo Islas, Arreglo de las Colecciones. Desde la instalación de este Museo en el local de Santa Inés, se procedió á la formación del inventario de las colecciones y 4su arreglo y clasificación, labor que no ha podido llevarse á término en razón de la dificultad con que se ha tropezado de no poderlas desempacar, por falta de lugar, encontrándo- se aún empacadas y almacenadas. En la Sección de Zoología se hau comprado últimamente $0 prepara- ciones bajo cristal y una colección de 16 animales fósiles en modelos peque- ños de terra-cotta y 11 ejemplares que fueron donados á dicha Sección. En la Sección de Botánica se han adquirido 3 cuadros de la vida de las plantas y 50 algas clasificadas. La Biblioteca de este Museo cuenta actualmente con 775 obras en 2,749 volúmenes; lentamente se han empastado las obras que lo necesitaban y se han ido adquiriendo nuevas en número de 40, que fueron comprados, y 247 donados. Se ha formado en esta Biblioteca una sección especial de obras de His- toria Natural de la República Mexicana, escritas por mexicanos y extranje- ros. Los miembros de la Sociedad de Historia Natural se proponen cedernos su Biblioteca y yase dan los pasos necesarios para ello. Provisionalmente se - encuentran almacenados en este local los libros de dicha Biblioteca. Labores de los profesores desde la fundación del Museo hasta el 30 de Junio de 1910. GASTOS La tarea principal que se han propuesto es inventariar, revisar y arre- elar las colecciones de este Museo, para su exposición en el edificio del Chopo. Los gastos más importantes se erogaron en alistarlo para este objeto, como fué reposición de techos, pinturas y limpieza interior del mismo, reins- talación de seis pararrayos, de una astabandera, construcción de escaleras de fierro para subir á la parte superior de las torres, arreglo de un jardín, etc., etc., sumando éstos, $ 13.226,98. Proyectos é iniciativas. Persiguiendo la idea de formar un jardín zoológico y botánico, adquirió esta Dirección para el primero algunos ejemplares de animales vivos; pero debido á la falta de recursos ha suspendido todo trabajo en este sentido. En cuanto al segundo, ha recomendado por ahora su estudio á los profesores de la Sección respectiva, considerando aquélla como principal fin, reunir en él las principales plantas medicinales del país, y también crear una sección en- cargada de suministrar plantas de estudio á los profesores de este Museo, como á las escuelas primarias y superiores de la capital. Siendo indispensable para la vigilancia y marcha del Museo el que las oficinas del mismo se encuentren anexas al local de exposición, pidió esta Di- rección un proyecto al Sr. Ingeniero Manuel Torres Torija para la construc- ción de las oficinas en terrenos anexos al salón del Chopo. La contestación de esta iniciativa está aún pendiente en la Secretaría de Instrucción Pública. Otro de los proyectos que tiene esta Dirección, es lograr de esa misma Se- cretaría, ayuda suficiente para reorganizar la Sociedad Mexicana de Historia Natural: pues esta reorganización presenta gran interés científico y práctico para el Museo, por prestarle dicha Corporación, al reunirá los aficionados á la Historia Natural de la República y del extranjero, servicios importantes. Antes de concluir este breve Informe, hago notar á la misma Superiori- dad, lo sensible que ha sido la resolución del Ministerio de Fomento, de no haber accedido á que las colecciones reunidas por la Comisión Exploradora de la Flora y Fauna Nacionales, pasasen á formar parte del Establecimiento que dirijo; y es sensible, tanto porque en el lugar donde dichas colecciones se exhiben, son visitadas por muy corto número de personas, cuanto que nos habrían traído un valioso contingente, dado el demérito de las que posee- mos, en razón de su antigúedad; teniendo el interés, como las nuestras, de representar parte de la Flora y Fauna de la República, que fuera del gasto que han requerido, son el fruto de una labor de cerca de 30 años. México, Septiembre de 1910. 6l Dizectoz, De. Jes ús Sánchez. NOTA.—Las anteriores líneas son transcripción de los párrafos más interesantes del Iufor- me anual (1909-1910), que rindió la Dirección del Museo á la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. a e TO h SV , vé h DOCTOR JOSÉ RAMÍREZ, A la edad de 30 años, en que fué Vicepresidente de la Sociedad ] I L día 11 de Abril de 1904, bajó al sepulero, uno de los miembros más distinguidos de la Sociedad Mexicana de Historia Natural: el Sr. Dr. José Ramírez. Para no retardar más tiempo el público homenaje que la expresada Corporación se complace en tributarle, se limita, por ahora, á consignar brevemente la historia de su vida llena de merecimientos, y á exponer ligeras apreciaciones sobre sus trabajos cien- tíficos más importantes. Nació nuestro naturalista en la ciudad de Mexico, el 12 de Noviembre de 1852, y murió á la edad de cerca de 52 años. Fué inmediato descendiente de un personaje ilustre, el Sr. Lic. D. lenacio Ramírez. Sustentó, con brillante éxito, su examen profesional de Medicina, en Fe- brero de 1875, y dos años después fué nombrado Preparador y Conservador del Museo de Anatomía Patológica en la Escuela N. de Medicina. En Enero 31 de 1879 ingresó á la Sociedad Mexicana de Historia Natu- ral, en la categoría de socio de número, llegando á desempeñar los honoríficos cargos de Secretario y Presidente de esta Corporación. Casi en igual época obtuvo el cargo de Preparador de la clase de Historia Natural en la Escuela N. de Agricultura y Veterinaria, substituyendo al infras- erito, que era el Profesor. de 1881 á S5; siguió definitivamente con tal carác ter, en la clase de Zoología, cuando esta asignatura quedó separada de la de Botánica, con la que estaba antes unida. En 1886 fué nombrado Profesor de Zoología, en el Museo Nacional, des- empeñando este honroso empleo por varios años, con notable acierto. Mediante una licencia en los empleos que desempeñaba, emprendió su pri- mer viaje al extranjero en 1884, como miembro de la Comisión Mexicana en la Exposición de Nueva Orleans. Se le comisionó entonces, por el Ministerio de Fomento, para que estudiara la organización de los Museos Zoológicos y Jar- a) IV dines Botánicos en Nueva York y Washington, rindiendo en su oportunidad un bien escrit» y razonado informe. A medida que su sólida instrucción y extensos conocimientos científicos fueron más conocidos y apreciados, otras respetables Corporaciones del país le abrieron sus puertas, como la Sociedad de Geografía y Estadística, la de Al- zate y la Academia N. de Medicina. En 1888 se expatrió por segunda vez con el carácter de miembro también de la Comisión Mexicana para la Exposición de París. En el desempeño de este encar- go, recibió de la Superioridad la orden expresa de estudiar en el Instituto Pasteur, desde el punto de vista hacteriológico, las enfermedades del carbón, el mal rojo y el cólera de las gallinas: adquiriendo suma pericia en esta tan delicada como difícil materia. En 1890 se le confirió por el Supremo Gobierno el honroso nombramien- to de Jefe de la 1? Sección del Instituto Médico Nacional, y cuya Dirección re- genteó interinamente por cierto tiempo. En 1891 fué designado, de orden suprema, para ocupar el puesto de Secre- tario del Consejo Superior de Salubridad del Distrito Federal y territorios. Recibió en 1893 el diploma de miembro asociado extranjero de la Socie- dad Francesa de Higiene, una vez que aquella docta Corporación hubo cerciorá- dose del mérito de sus trabajos en asunto de tan vital importancia. Durante el año de 1898 repitió por tercera vez su viaje al extranjero, pa- ra asistir, como representante de México, al Congreso de la Sociedad Ameri- cana de Salubridad Pública, celebrada en Otawa, Canadá. Por cuarta ocasión se ausentó del país, en 1899, con motivo de la Expo- sición Universal de París, y como Jefe de Grupo de la Comisión Mexicana, concurrió á los Congresos de Higiene y de Americanistas, verificados en aquella ciudad, durante el expresado certamen; presentando en el último, un erudito trabajo acerca de una planta de la flora mexicana, de singulares virtudes, lla- mada Ololiuhqui en idioma indígena. El Gobierno francés, en recompensa de los valiosos servicios que prestó en tan solemnes circunstancias, le otorgó una condecoración de alto mérito: la de caballero de la Legión de Honor. Por su parte, el Museo de Historia Natural de París, lo nombró miembro correspondiente. Abandonó la República por quinta vez, 1902, como delegado oficial en la Convención Sanitaria de Washington, y debidamente autorizado por el Supre- mo Gobierno para firmar los tratados que se celebraron á este respecto. Se alejó, en fin, de las playas mexicanas al finalizar el año de 1903, rumbo V al extranjero, en un sexto y último viaje, para representar á México en el Con- greso de Higiene y Demografía de Bélgica De 1896 á 1903, fué regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México, desempeñando distintas comisiones, como la de Panteones, Higiene, Rastros, etc., ete. Si la personalidad, cuya pérdida lamenta la ciencia mexicana, no se dis- tinguió precisamente como fecundo publicista, sus estudios tienen, en cambio, el mérito de la originalidad, la erudición y recto criterio: este juicio desapa- sionado no será posible fundarlo, como se merece, en unas cuantas líneas, á que, por necesidad, me limitaré en el presente artículo; el cual por otra parte, se ocupará únicamente de los relativos á Historia Natural, que, sea dicho de paso, se tuvo la buena idea de reunirlos en un solo volumen: con lisgerísimos comentarios se mencionan en seguida en el orden en que se pu- blicaron. 1.2 “Las leyes biológicas permiten asegurar que las razas primitivas de América son autóctonas.” Campean en este escrito pruebas botánicas y zoológicas, que no habían sido aprovechadas con este fin por ningún otro autor, cuales son: 1., el Reino vegetal en América ha alcanzado un desarrollo tan perfecto como el del An- tiguo Mundo; 2.*, el Reino animal se encuentra en el mismo caso; 3.%, no se han encontrado huellas de las plantas cultivadas, ni de los animales domés- ticos del Antiguo Mundo. Si la familia natural de las Compuestas constituye, dice el autor, el tipo vegetal más elevado, su gran número en América pone de manifiesto la exac- titud de la primera proposición. Y si esta familia no ocupase el primer lu- gar, sino más bien la de las Ranunculáceas, como opinan algunos botánicos, tampoco son escasos sus representantes en la misma América. Respecto de los animales, pudiera reputarse, sin embargo, como signo de inferioridad, la falta del tipo antropoide en los cuadrumanos americanos, y la existencia tal vez más frecuente de especies de otro inferior, como es el marsupial; pero, en cambio, el equino, el bovino, etc., alcanzaron más pre- maturamente, quizás, en el Nuevo Continente su completa evolución. En cuanto á la 3.* proposición que, seguramente, es la más decisiva en el caso, los datos recogidos hasta el presente garantizan, en efecto, su abso- muta veracidad. Vi 2.2 “Origen teratológico de las variedades, razas y especies.” En este artículo, después de recordar brevemente el autor las leyes de la herencia y de la adaptación, demuestra con hechos irrecusables la pre- existencia de una anomalía casual, que, por la selección natural ó artificial, se conserva en la descendencia, y sin que el atavismo tenga que intervenir en el caso. Este asunto, tal como lo plantea el autor, se presta á considera- ciones de suma importancia. 3. “Aparatos y funciones de reproducción.” Como de carácter docente trata el articulista la materia con suma ela- ridad y precisión, en un estilo sobrio y correcto. 4.2 “Las semillas brincadoras.” Con buen acopio de datos y acertada interpretación de los hechos, se da á conocer la curiosa manifestación de un fenómeno biológico, aunque no del todo nuevo, sí mejor estudiado recientemente por diversos naturalistas, y cuya vulearización compete en buena parte á nuestro distinguido natura- lista. 5. “Estudio bacteriológico de las aguas potables de la ciudad de México.” Lo más notable de este artículo es precisamente la parte técnica, en que el autor expone los caracteres de las 12 especies que descubrió en uno de los manantiales que abastecen á la Capital, y las que, al parecer, no tienen in- fluencia morbosa sobre el aparato digestivo. Estudios de este género son tan escasos entre nosotros, y de consiguiente, muy dignos de aplauso cuan- do son llevados, como el presente, con todo el rigor científico. 6 + “Estudio sobre las Lobelias.” Inicia el autor en México, con este trabajo, la necesidad de examinar al microscopio los órganos de las plantas para comprobar sus caracteres mot- fológicos, ó bien como un medio de clasificación cuando aquéllos son insufi- cientes para llegar á este fin; fácil es de comprender que debe ser el más fir- me y seguro, pero no tan fácil y expedito cono el que generalmente se acos- tumbra; debiendo, por lo tanto, limitarse á determinados casos. 1.2 “Discurso pronunciado al inaugurarse la Exposición de Flores de Coyoacán el 21 de Abril de 1895.” Se mantiene el autor á la altura de su papel, exponiendo en correcto lenguaje los métodos científicos de la floricultura, después de hablar somera- mente de la organización de la planta. Tan oportunas como útiles enseñan- zas son merecedoras de todo aplauso. 8.2 “Medios para preservar del gorgojo, al maíz y algunos otros gra- nos.” 9. “Raíces de vid atacadas por la filoxera.” 10. “Cafeto atacado por vH un parásito.” 11. “Cafetos y encinas atacados por un parásito.” 12, “El picu- do del algodón.” En los cinco artículos demostró el autor su competencia en estos asun- tos, no obstante de que se necesitan conocimientos especiales para tratarlos con el debido acierto; sobre todo, si se tiene en cuenta los escasos elementos de que se dispone en México para este género de investigaciones. 13. “Una nueva especie de Pterostemon.” La colocación sistemática de este género vegetal ha sido muy discutida; quedando, en definitiva, adscrito á la familia de las Saxifragáceas, y tan sólo con una especie, P. rotundifolius, Sch.; cuenta ahora con otra más, el P, mexicanas, perfectamente descrita por su autor y que ha sido aceptada: am- bas de nuestra flora, de Zimapán y Oaxaca, respectivamente. 14. “Descripción de dos nuevas especies del Valle de México.” En este trabajo nos da á conocer el autor dos formas específicas, descono- cidas en la botánica: la Halenia candida y la Passiflora eslavensis. La prime- ra, que es una Gencianácea, vegeta en su zona habitual al lado de otras de la misma familia, como es la Gentiana calyculata, ó flor de hielo; mas, no así la segunda, cuyos demás congéneres, como la 2. edulis, ó Granadita de China: la P. mexicana, 6 Dictamo Real; la P. serratifolia, ó Jugito, ete., son de cli- ma cálido; es, pues, indudable que la nueva especie encuentra en el fondo de la barranca en que vegeta una temperatura suficientemente elevada para po- der vivir. 15. “La Mocinna heterophylla.” En un estudio bien razonado, sostiene nuestro autor la legitimidad de un nuevo género de la familia de los Papayáceas, fundado por La Llave en la citada especie, y de la cual señala el Dr. Ramírez una variedad, á la que le asigna el nombre de Sesseana. En un cuadro comparativo, expone los ca- racteres naturales de los géneros Carica (que Decandolle divide en dos: Pa- paya y Vasconcellea), Jacaratia y Mocinna:; presentando así, como de relie- ve, las diferencias que separan á unos de otros. 16. “Descripción de tres nuevas especies del género Bursera.” 17. “Una nueva especie de Casimiroa.” 18. “Una nueva especie de Lrytroxylon, y un dato morfológico de sus hojas.” Nuestro autor aporta un buen contingente al catálogo de nuestra flora. Los expresados géneros encierran especies arbóreas de cierta notoriedad, como son los llamados Cuajiotes, el Zapote de rata (que, en concepto del Sr. Prof. Urbina, es el tipo silvestre de la (. edulis, ó Zapote blanco), y la Coca mexicana, en razón de ser congénere de la especie del Perá, tan conocida por sus propiedades medicinales. VIII El carácter morfológico á que se alude, pone de manifiesto la verdadera naturaleza de un óreano mal comprendido anteriormente. 19. “El Pileus heptaphyllus.” Funda nuestro autor un nuevo género con esta especie mociñana de Pa- payácea, que ofrece caracteres diferenciales de tal naturaleza, que lo separa de los demás ya establecidos: á no ser que se suponga una suma variabili- dad morfológica de las especies del género Carica, del que fué segregado. 20. “El Peyote.” 21. “El Ololiuhqui.” Expone el Dr. Ramírez, en dos eruditos artículos, las singulares propie- dades de ciertas especies de la flora mexicana que verdaderamente sorpren- den. El primer nombre, se aplica á ciertas Cactáceas, y el segundo, á una Convolvulácea. Como expresa él mismo, su historia forma el capítulo más in- teresante de la Materia Médica indígena, y para el mundo médico ha sido una revelación. Este laborioso trabajo de compilación, es digno, por lo tan- to, de todo elogio. 22. “La Damiana.” Se ocupa nuestro autor en este escrito, en exponer la historia, descrip- ción botánica y propiedades medicinales, de la Zurnera difussa, v. aphrodi- siaca; la cual es una especie mexicana que lleva el expresado nombre vul- gar. Los datos recogidos con tanta eserupulosidad, servirán de mucho para fijar definitivamente su lugar en la terapéutica. 23. “La Papaya voladora.” Es un curioso caso de anomalía, sagazmente interpretado por nuestro autor, y el que, no obstante ser muy notable, casi había pasado desaper- cibido para los botánicos. ls este un fruto que, de ordinario sentado, se ba- lancea en la extremidad de un larguísimo pedúnculo, más bien un raquis, que en estado normal lleva numerosas florecillas masculinas; las que, sin causa aparente, abortan y desaparecen en ciertos casos, conservándose sólo la ter- minal; en la cual se desarrolla el ovario que todas ellas contienen, hasta con- vertirse en fruto. Este segundo fenómeno, que considero yo como el inicial, determinaría por balanceo orgánico, el primero, es decir, la supresión de las demás flores. Con el presente, son cuatro los artículos que el Dr. Ramírez dedica á la familia de las Papayáceas, los que contribuyen bastante al más perfecto conocimiento de la misma. 24. “La yerba de la Cucaracha.” Con este nombre vulgar se designa una planta de la familia de las Apo- cináceas, que posee propiedades insecticidas bien comprobadas. Nuestro au- tor se ocupa en ella extensamente, así como de otra especie de la misma IX familia, y que obra, al parecer, de igual manera; una y otra mexicanas, pero antes imperfectamente descritas por los botánicos. 25. “Tres monstruosidades en ovarios ínferos.” Son casos muy instructivos, observados en determinadas especies del género Opuntia, que nuestro autor ha sabido interpretar sagazmente; dando apoyo á la teoría que sostiene el origen axial del gineceo que tiene el expre- sado carácter. 26. “Tres mazorcas anómalas.” Bajo este título se refieren muy circunstanciadamente casos curiosos de monstruosidad, en que el eje floral femenino á olote, del expresado vegetal, de ordinario simple, se ramifica de distintos modos. Con este motivo se ex- tiende nuestro autor en consideraciones muy oportunas, sobre las causas determinantes de estos fenómenos; pero que, como en el presente, no siempre se puede precisar, pues simplemente deben referirse á casos de proliferación lateral. 27. “Sinonimia vulgar y científica de varias de las Plantas de la Nue- va España, de M. Sessé y J. Mociño.” Después de exponer brevemente nuestro autor la historia de las explo- raciones botánicas en la época virreinal, transcribe una larga lista de las mencionadas especies con sus respectivas concordancias modernas, y seña- lando á la vez las que han sido del todo aceptadas. Estas anotaciones, que exigen extensos conocimientos en la materia, aumentarán sobremanera el interés de la expresada obra. 28. “Los escritos inéditos de Martín Sessé y José Mariano Mociño.” Es un interesante relato bibliográfico, que viene á enriquecer la modes- ta literatura botánica nacional. En cada una de las obras registradas, emite nuestro autor su autorizada opinión, acerca de su importancia. 29. “Vegetación de Pátzcuaro.” En un corto artículo se anotan algunas de sus especies constitutivas, ha- ciendo juiciosas reflexiones respecto de ciertas peculiaridades de nuestra flora. 300. “Examen crítico de las clasificaciones anteriores ” En razonada disertación y con espíritu verdaderamente botánico, se re- baten los fundamentos en que descansa la división en zonas de vegetación de la República, establecidas por personas muy competentes en la materia, no obstante de que sus detalles son rigurosamente exactos. 31, “Regiones botánico-geográficas en México.” El autor toma por base de su clasificación el calor y la humedad, con- siderando como secundarias las demás condiciones que pueden intervenir en la distribución de las especies. El problema se simplifica extraordinariamente X por este medio, obteniéndose á la vez resultados más precisos. Pudiera suce- der sin embargo, que no llenara su objeto en detalles de no escasa impot- tancia; siendo, por lo tanto, necesario complementarla de al¿una manera. Juzesmos, en todo caso, meritorio este trabajo, y su valor sólo podría apre- ciarse mediante un detenido estudio. 32. “Introducción para una flora del Valle de México.” En una minuciosa y bien escrita reseña se da á conocer esta región, desde el punto de vista fisiográfico y climatológico; siendo, por lo tanto, per- fectamente adecuada á su objeto, y que el mismo autor pudo haber realiza- do con eran provecho para la botánica. 33. “Noticia de algunas láminas de la Iconografía inédita de la Flora Mexicana, de M. Sessé y M. J. Mociño.” Es una historia completa de esta importante serie de láminas, con su clasificación botánica original, anotada por el Dr. Ramírez; se da cuenta también de la manera cómo se obtuvo una copia de todas de ellas. En los “Datos para la Materia Médica Mexicana,” 1.2 Parte, se publican algunos otros trabajos de la misma índole, entre ellos, una nueva especie de la familia de las Cornáceas, y que se reproduce en el volumen á que se alude al principio de esta reseña; la Earrya racemosa 6 Cuauchichic; así como tam- bién la descripción de un nuevo género, Rtamirezella, y de una nueva espe- cie, Styrax Ramirezi, que le fueron uno y otra dedicados por distinguidos botánicos de los Estados Unidos. El preinserto relato no es sino un pálido bosquejo de la labor científica de nuestro biografiado, quien dejó profundas huellas de sus erandes alientos como naturalista, tanto en la cátedra como en las academias en que se escu- chaba su autorizada voz. El recuerdo de su nombre quedará siempre vivo, tanto en el corazón de la Patria que enalteció con su saber, como en el de la sociedad que honró con sus virtudes. Manuel NM. Villada. NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN NORTE DEL ESTADO DE MICHOALAN 20ONOCIDA es la formación ernptiva del Estado de Michoacán en general. Dominan en aquella región los volcanes en un grado de extin- ción más ó menos avanzado: abriéndose paso por doquiera las rocas eruptivas, que predominan en extensas regiones, determinando una formación generalmente terciaria. Lasrocas que constituyen el macizo de las serranías que limitan por el N. al Estado, son generalmente lavas ácidas de estructura porfírica, en las cuales el cuarzo y los feldespatos alcalinos predominan como constitutivos esenciales. Los ejemplares que se han sometido al estudio son, en general, del género de las rhyolitas, y de las principales variedades que en este género se conocen, desde la obsidiana hasta la rhyolita microcristalina. El tipo vítreo está representado en las obsidianas ó vidrios naturales. Desde Maravatío nos encontramos en el cerro del Chinapo la obsidiana roja: vidrio vulcánico rico en sesquióxido de fierro, que es el que da el color rojo ála obsidiana. Tiene una estructura leñosa á cansa de las estrías onduladas que forma el óxido de fierro en el sentido del escurrimiento. Alternan algunas zonas de color oscuro, debido á óxidos de fierro más ricos en oxígeno, quedando el masma vítreo casi completamente saturado de óxidos; existen hileras vesiculares de cavidades gaseosas como en casi todas las obsi- dianas, pero no se encuentran cristalizaciones ni de cuarzo, ni de feldespato, ni otro cristal aJouno. 2 G. DE J. CABALLERO.—NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN N. DE MICHOACÁN. Las obsidianas de esta región vau recorriendo todos los colores que les son típicos, desde el rojo ya dicho hasta el negro. Estas obsidianas negras contienen en gran cantidad cristales de feldespato, generalmente labrador, algunos de los cnales alcauzan uu desarrollo bastante considerable: también existen algunos cristales de anortita que á veces llevan incrustados en direcciones arbitrarias cristalitos de labrador; la estructura de es- tas obsidianas es enteramente vítrea, y compacta con sus correspondientes hileras de vesículas gaseosas. Las tobas rhyolíticas que se encuentran en las cercanías de los volcanes ex- tinenidos en parte, y en estado solfatárico, ó en los alrededores de las grietas geiserianas, alcanzan un grado de alteración que tiene por límite los bancos de ar- cilla. Estas arcillas se extienden en capas paralelas, que se distinenen por su tinte diverso, según el grado de oxidación del fierro que contienen en estado de mezcla. Se ve que estas arcillas se hau depositado en capas, cada una de las cua- les representa una etapa distinta y con distiutas circunstancias físicas de des- composición de los feldespatos, que según el grado de calor y diverso grado higrométrico, hau ido daudo por resultado de su descomposición, ya la limonita terrosa amarillenta, ya el sesquióxido de color más oscuro, ya, por último, el ocre rojo; variando entre el amarillo paja y el rojo intenso por todos los colores que representan los diversos grados de oxidación é hidratación del fierro. No es raro encontrar á cierta distaucia de los mantos de arcilla ferrucsinosa, bancos más ó menos poderosos de arena, que atestiguan el origen común de en- trambos. Donde la roca no ha estado sometida á la inflnencia enérgica de los agentes hidro-termales y atmosféricos, conserva el aspecto micro—cristalográfico de las rhyolitas ricas en sodio y fierro, ó sea las “pantellaritas.” También se encuentran tobas traquíticas, de color negro y textura compacta, con pequeños cristales de labrador y andesita y frecuentes tablas exagonales po- licroicas de augita. La alteración que los agentes hidro-termales y atmosféricos han producido en la superficie de estos macizos ernuptivos, ha determinado la formación sedi- mentaria de terrenos ricos en fierro y en substancias alcalinas, que junto con la cantidad conveniente de arcilla, constituyen terrenos de una fertilidad asombrosa, y en los cuales se desarrollan de una manera privilegiada las Coníferas. En aleunas cuencas cerradas la sedimentación es más poderosa, como se pue- de ver en la Hacienda del Chaparro y á unos 8 kilómetros al W. del casco de la misma. Cavando en el fondo del valle, á unos 2 metros de profundidad, terminan losaca- rreos del cuartenario y siguen después capas no muy gruesas de pizarra arcillosa, areniscas, capas de arcilla refractaria, y pizarras más ó menos carbonosas, hasta llegar á constituir capas formadas de carbón negro azabache, sumamente duro y de difícil combustión. G. DE J. CABALLERO.—NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN N. DE MICHOACÁN. 3 La cautidad de carbón fijo que contiene es, según las muestras ensayadas, de 64 á 66%, . En los deslaves de las faldas, alrededor del pequeño valle, aparecen estrati- ficaciones poderosas de arcilla plástica de diversos colores, y baucos de arena blanca no muy fina. Las capas de pizarras y areniscas en que viene el lienito, parecen haberse depositado en el seno de aguas lacustres, contenidas en la cuenca cerrada y li- mitada por los macizos ernptivos. No se ha podido encontrar ningún fósil relativo á estos yacimientos; pero por su conjunto parecen ser auálesos á los de Zacualtipán, en el Estado de Hidalgo: á los cuales el señor Aomnilera les asigna una antigitedad que no va más allá del Mioceno Superior. En una zona que recorre la sierra de Ozumatlán, de E. á W., se encuentran con frecuencia pequeños cráteres solfatáricos y líneas de fractura, por donde, á través de las rhyolitas, se desahogan las emanaciones termales en todas sus faces de actividad, desde sus manifestaciones sulfúricas, hasta las manifestaciones car- bónicas: numerándose en esta serie desde -las emanaciones gaseosas y Jelssers sulínrosos, hasta las fuentes termales carbónicas de agnas potables. No se han encontrado emanaciones clorhídicas y salinas, aunque sí restos pal- pables de que existieron en épocas anteriores, quedando como testimonio de su actividad, extensas impregnaciones de cloruro de sodio en los alrededores de los actuales geissers. De modo que todas las manifestaciones termales que al presente existen en la resión N. del Estado de Michoacán, pertenecen á las dos últimas etapas de la actividad geiseriana. Ejemplo de estas emanaciones termales son la Laguna de los Aznfres, el Ma- rítaro, el Curritaco y otros geissers. La Laguna de los Aznfres es un espacioso cráter de unos120 metros de largo por unos 50 de ancho, y está al W. del cerro de los Aznfres: está convertido en una laguna de agua saturada de vapores sulfhídricos y sulfurosos: hierve por todas partes, dando paso á los emanaciones v'aseosas, que revuelven el agua y la hacen fangosa. Lasuperficie de la laonna queda á unos 2930 metros sobre el nivel del mar. Alrededor de la lacuna y casi al nivel del acua, salen por doquiera, de entre los peñascos, emanaciones de vapor de aena, sulfhídrico y sulfuroso mezclados con aluo de oxígeno, ázoe y bióxido de carbono: el sulfhídrico, al descomponerse en presencia del aire, tapiza las rocas de vistosos cristales octaédricos de azufre, de un desarrollo hasta de cuatro milímetros. Estos cristales son del sistema rómbico, apareciendo octaédricos por la va- riante b*/, que abate las aristas; se encuentran alounos cristales en que predo- minan cuatro de estas caras, dando al poliedro la forma esfenoédrica. También se encuentra polvo de azufre enteramente amorfo, cuya coloración es generalmente más clara que la de los cristales. Los detritus eruptivos que 4 G. DE J. CABALLERO.—NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN N. DE MICHOACÁN. rodean la laguna están impregnados de azufre, constituyendo un verdadero ya- cimiento azufroso. El agua de la laguna está á la salida de ésta, á unos 220C., y en los mismos hervideros á S9%C. Hacia el S. de esta laguna, hay otra más pequeña subterránea, á una profun- didad de unos 8 metros: se baja á ella por un túnel artificial inclinado unos 200, Por este túnel se desahosan las emanaciones de la pestilente lacuna, cuyas aguas son verdiosas. Al salir los gases recubren las paredes de cristales de azu- fre y de eflorescencias de sulfato de calcio, cuyas sedosas agujas, acrnpadas pa- ralelamente, forman como almuadones de cinco centímetros de espesor. El macizo de rocas que forma la serranía, se abre paso á través de capas de pizarra arcillosa y margas terrosas. El terreno es netamente eruptivo y la acción del sulfúrico ha descompuesto erandes masas de roca, quedando sólo las arcillas mezcladas con sulfato de calcio. La atmósfera que se respira en este amplio y poco profundo cráter está sumamente carvada de gases sulfhídrico y sulfuroso: pero á pesar de eso, el desarrollo exuberante de las Coníferas empieza casi al borde de la laguna de los Azutfres. El estado de este cráter es,pues, netamente solfatárico, y produce verdaderos yacimientos azufrosos: este azufre se ha explotado industrialmente en otras épo- cas, dándosele á este cráter el nombre de azufreras de Taximaroa: pero actual- mente esta explotación está totalmente abandonada y sólo se ve á lasalida de la barrauca que da desagiie á la laguna, las ruinas de la antigua fábrica. Al SSE. del picacho eruptivo del S. Andrés, á una distancia muy reducida, se encuentra recostado en el flanco del cerro el cráter del Cnrritaco. Tiene éste unos 35 metros de largo, unos 27 de ancho y unos 7 de profundidad: siendo la dirección del eje mayor NE. 502 SW., es una gran caldera, en cuyo fon- do hierve con furia el lodo, lanzando bocanadas de vapor sofocante, cargado de cases sulfurosos, Sus bordes, quese elevan como 25 metros, están formados de lava y de un lodo arcilloso consolidado, que arroja con violencia en sus frecuentes épocas de paroxismo. Al poniente del Curritaco, á unos 200 metros y separado por una barranca es- trecha, se encuentra un chiflón de vapor de agua y gases sulfurosos, que contie- ne, además, sulfhídrico y aleo de bióxido de carbono, oxígeno y ázoe: al salir esta mezcla produce un bramido capaz de oirse 45 kilómetros: se llama el Chillador ó el Chiflador. La temperatura es, según el señor Ramírez) de 822 á S5%, y según Félix y Lenk, de 919; nosotros no pudimos medir la temperatura porque nos ahoga- ban los vapores. A poca distancia del Chiflador y en la misma falda SSW. del S. Andrés, en una pendiente de unos 209, hay múltiples grietas, por donde se abren paso las 1 Riqueza minera de México, p. 220. 2 Félix y Lenk, p. 56. G. DE J. CABALLERO.—NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN N. DE MICHOACÁN. 5 emanaciones gaseosas termales, en una zona de abajo arriba como de 500 metros y 50 de ancho: la temperatura es tan elevada que el agua sale exclusivamente al estado de vapor, sin que se noten restos de escurrimiento aleuno: el vapor es emitido en grandes cantidades, y condensado con la baja temperatura de la ma- ñana, forma graudes nubes que flotan sobre los elevados pinos. La flora es exuberante, y empieza casi al pie mismo de los hervideros: de modo que éstos quedau ocultos enteramente en el bosque, y sólo se perciben cenando está uno junto á ellos: en cambio, la fauna es muy pobre, al menos en el invierno, y se reduce á pocos pájaros é insectos. Siguiendo á través de la sierra, unos 10 kilómetros con rumbo WS W., se halla nn cerrito que forma parte de los contrafuertes remotos del S. Andrés: su diámetro total será de nnos 2 kilómetros y su altura de 2,900 metros sobre el nivel del mar, y unos 100 sobre la planicie reducida que le rodea: toda la falda N. está llena de her- videros, por donde brota el aena saturada de gases á una temperatura máxima de 89; el agua es fangosa, como en la laguna de los Azufres y en el Curritaco. A esta región le nombran “Las humaredas.” Aunos18S kilómetros al W.delS. Andrés, signiendo por la misma sierra, se en- cuentra el cerro del Chino, que forma parte del cerro del Gallo y está á unos 2,794 metros sobre el nivel del mar y cerca ya de la hermosa hacienda de Jaripeo. Tieneal SW.unazona de unos 500 4600 metros de diámetro llena de hervideros; de todos ellos brota el agua á una temperatura variable entre 702 y 89%. Uno de estos hervideros es un verdadero geisser, que lanza el agua á una altura de 2 metros próximamente: el agua es fangosa y saturada de gases como en los hervide- ros anteriores. Bajando unos 100 metros al $. están los hervideros del Nopalito, análogos enteramente á éstos. Hay entre estas dos zonas de hervideros, dos lagunas: una, rumbo al N., inter-- nada en la barranca, donde el agua todavía hierve: y otra al SSW., donde el agua es fría é insípida: esta última tendrá como 600 metros de largo por 200 de ancho. Hacia el SW. delS. Andrés, á una altura de 2,925 metros sobre el nivel del mar, hay. un cráter como de un kilómetro de lareo y 500 metros de ancho, en la falda W. del cerro del Marítaro. En el fondo hay muchos hervideros,' pero sobre todo dos bocas por donde sale el vapor cou mucha fuerza y estrépito: se llama el Marítaro. Con las aguas de estos hervideros se forma una laguna caliente y fangosa, que desagua por medio de un arroyo.” De modo que toda la región de la sierra, hasta llegar á la Hacienda de Jari- peo, es mua región solfatárica y geiseriana, plasada de cráteres extinguidos más 1 Según el Sr. Ramírez, son veintisiete respiraderos. 2 Al NE. del Marítaro, yáunos 60 metros más abajo, se halla la Laguna Verde, de aguaimpregnada de ácido sulfhí- drico y sulfuroso, y cuyo fondo está cubierto de arcilla y rocas azufrosas ó sedimento de azufre proveniente de la des- composición del sulfhídrico en presencia del agua y del aire: la temperatura de esta laguna es de 280. 6 G. DE J. CABALLERO.—NOTAS GEOLÓGICAS SOBRE LA REGIÓN N. DE MICHOACÁN. ó menos y grietas geiserianas, y en cuya formación traquítica y rhyolítica se encuentran pequeñas brechas de obsidiana, y escasos mantos de arcilla, recn- biertos con la tierra vegetal del cuaternario, que alimenta los frondosos y amenos bosques que cubren toda la región volcánica.' Desde la hacienda de Jaripeo hasta Morelia, no se encuentran hervideros de eran consideración, auuque no faltan aleunos manantiales termales. A derecha é izquierda del camino se ven frecuentemente pequeños cráteres de caprichosas formas que indican la continuación de la formación volcánica. Las manifestaciones geiserianas que habían disminnido en todo este trayecto vuelven á reaparecer er los alrededores de Purnándiro. En la hacienda de $. Antonio y al W. de Purnándiro, se encuentra el cerrito de los manantiales que provee de agua á la población. Son varios manantiales termales que abarcan una zona de unos 500 metros de lareo por 20 de ancho. El aenaes clara y no tiene sabor ninguno: es potable, pues la cantidad de sales que contiene en solución es muy pequeña: tiene eu solución alouna cantidad de gas carbónico, y trazas in- sionificantes de materias orgánicas. Al brotar el agna de los manantiales, se desprenden numerosas burbujas de bióxido de carbono: su grado hidrotrimétrico es 6, y en su composición es muy semejante á la de la fuente “del Leone,” de Nápoles. El termalismo sufre otra interrupción hasta reaparecer de nna manera deci- siva y enérgica en la región de Ixtlán de los Hervores, cuyo nombre es debido precisamente á los geiseres intermitentes y ambulantes que invaden la región oriental. Gustavo de Y, Caballero, S. Y. 1 Félix y Lenk, parece que confunden la región del cerro de S. Andrés, descrita por Ramírez, con el volcán de S. Andrés, descrito por Saussure: el cerro de S. Andrés está al NNE. de Taximaroa, y 4 unos 10 kilómetros de esta po- blación: mientras que el volcán de S. Andrés está al W.SW. de la misma población y á unos 30 kilómetros de ella. SE LA NATURALEZA. Paisaje ideal de una fracción del Valle de México, al abrirse el período pleistoceno. A. Bursera lanuginosa, Eng. B. Ipomxa murucoides, H. B. K, C. Taxodium mucronatum, Ten. 1. Holomeniscus hesternus, Cope.-2, Felis sp?, A. Dug.-3 Bos latifrons, Harl.-4 Equus occidentalis, Leydi 5. Dibelolon Shepardi, Cope. =6. Elephas primigenius, Blum.1, Glyptodon sp?, Ram y Coat, BREVES APUNTES ACERCA DE LA PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MEXICO Aleunos geólogos consideran hoy día la edad cuaternaria como simple período de la edad terciaria, con el nombre de pleistoceno; pues en realidad, no existe fundamento capi- tal y decisivo para separar del todo una de otra. ó Es innegable que el hombre adquirió en la primera su mayor apogeo; pero no obstante de ser el más perfecto de los animales, no es sino un simple eslabón de la cadena de los ma- míiferos, y apareció, además, en la tierra, antes de la edad á la que dió su nombre; bajo este concepto quedan racionalmente unificados por su biología los dos lapsos de tiempo hasta hoy separados. Los períodos glacial, diluvial y reciente por el que atravesamos, se reduci- rán á su vez á simples épocas. Sea lo que fuere, al abrirse el período pleistoceno, estaba ya constituida y configura- da, en casi todo su contorno, la eran cuenca llamada Valle de México. Situada en el límite Sur de la Mesa Central de la Anáhuac, y siguiendo casi sa misma dirección NE. á SW., la rodean por todos lados cordilleras más ó menos elevadas, con montañas de distintas rocas; las cuales fueron apareciendo sucesivamente, desde el período neoceno de la edad tercia- ria, en el orden siguiente. Al Norte, las de Pachuca y Real del Monte; al Poniente, la de las Cruces, Monte Alto y Monte Bajo; al Oriente, la de la Sierra Nevada, y al Sur, la del Ajusco. La extensa área de la cuenca ha estado siempre ocupada por grandes lagos que por dis- tintas causas se han ido reduciendo, y alimentados, sobre todo, por las aguas de las ver- tientes; aleuno de ellos salobre por los depósitos salinos del suelo que provinieron de las erupciones volcánicas largo tiempo continuadas. En virtud de sus condiciones especiales, disfrutaba la región que se considera, de un clima bastante cálido y excesivamente húmedo. Merced á esta doble influencia, su flora y fauna se desarrolló con extraordinario vigor. Las elevadas cumbres y los flancos de las montañas se cubrieros de espesos bosques, cuyos restos se conservan hasta el presente, y con un tupido manto de verdura la extensa supet- ficie de las aguas. La vida animal tuvo su mayor apogeo, como lo comprueban testigos irre- cusables de su pasada grandeza, como son los fósiles. Especies próximas á las que el hom- bre debía subyugar más tarde y otros más de talla gigantesca, que son hoy día motivo de admiración, le imprimieron un sello especial y característico á su primitiva fauna. Denu- merosos osarios llamados por los geólogos yacimientos fosilíferos, han sido extraídos, en efecto, cuantiosos restos de mamíferos herbívoros, correspondientes á diferentes piezas del esqueleto; siendo de llamar la atención, la carencia casi completa de los que tiene un ré- gimen carnívoro, así como de otros muchos que pudieran vivir en compañía de los primeros. He aquí la lista de las especies descubiertas: ORDEN DE LOS DESDENTADOS.—FAMILIA DASIPODIDOS.—Íspecie, (+lyp- todon mexicanus, Ram y Cnat.; tipo, como dice Hoernes, que permanece aislado en medio de los demás de este ernpo. De talla gigantesca y provisto de un ca- 8 MANUEL M. VILLADA. —PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. '“apacho inmóvil, semejante al de una tortusa; muy convexo y exornado de tu- béreulos estrellados de que carece el peto; cabeza y cola, ienalmente armados de nna coraza. Patas anteriores y posteriores, respectivamente, tetra y tridacti- las, con dedos provistos de pezuñas. Molares */, con dos surcos de cada lado. El solo carapacho mide casi dos metros de largo y más de nuo de alto. Total- mente extinenido, la única especie viviente en el Valle, que se le aproxima, es el Armadillo, Cachicama novemcincta. : ORDEN DE LOS UNGULADOS IMPARIDIGITADOS.—1* FAMILIA, ÉEQUIDOS, representada por diversas especies del vénero Equus, enya genealogía data de muy atrás. Todas nuestras especies domésticas provienen del Antigno Continen- te, pues en América se extinenieron del todo las primitivas. Las especies fósiles de Tequixquiac, determinadas por el Sr. Prof. E. D. Cope, de los E. U., son las signientes: 1.2-—E. crenidens, Cope. De mayor talla que los caballos actuales. 2.2— KE. tau, Owen. Detalla mediana; por sus caracteres dentarios se aproxima á las especies vivientes de la sección Asinus, como el asno, la zebra, ete. 32—E. occidentale, Leydi. En ella queda refundida la E. excelsus, Cope. Co- rresponde también á la expresada sección Asinus. 4. —E. Barcenaet, Cope. Se distinene muy particularmente de las anteriores por su corta talla. 52—E. platystilus, Cope. Me es del todo desconocida esta especie. SEGUNDA FAMILIA, RINOCEROTIDOS. Tan sólo una ó dos de sus especies pueden señalarse hasta hoy en el pleisto- ceno mexicano. He aquí la historia de la que conozco. En 1883, siendo el subserito, Director del Enustituto Literario del Estado de Mé- xico, recibió la visita del Sr. Prof. E. D. Cope, de los Estados Unidos. Lie mostró entre lo más notable de la colección de fósiles, una rama derecha de la mandí- bula inferior de un mamífero, que juzeaba ser un rinoceronte. Había sido en- contrada en el mismo Valle de Toluca, en terreno sedimentario parecido al de "Tequixquiac; tomó nota de ella por creerla interesante; y le manifestó desde luego su opinión, aunque con duda, respecto del cénero. Un año más tarde, por medio de una fotografía que le remitió el Sr. Profesor Bárcena, completó, hasta donde le fué posible, su determinación, dando cuenta con ella á la Academia de Ciencias de Filadelfia. En sn concepto, es una especie enteramente cercana de la Aphelops fossiger, la cual es característica del piso Loup Fork que correspon- de al Meoceno Superior de los Estados Unidos. Esta consideración hace pensar al subscrito si nuestro rinoceronte no sería más bien del sénero Dihoplus, cuya una de sus especies, la D. Seherermacher?, Kaup, ha sido señalada por Palow en el pleistoceno de México. Sea lo que fuere, por las medidas de las mandíbu- las resulta que nuestra especie fué de talla mucho menor que la de los Estados Unidos, y con un diastema muy corto. Sin asegurarlo, lo reputo también como del Valle. MANUEL M. VILLADA.—PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. 9 Orden de los Ungulados Paridigitados Selenodontos.—1.* Familia. Ca- melidos. 1.?* especie.—Holomeniscus hesternus, Cope. En rigor se la puede conside- rar, según Leidy, como del género Auchenía, al cual pertenecen las tres especies que viven actualmente en la cordillera del Perú: la Llama 6 Huanaco, que, se- eún Hernández, vivió también en México, la Alpaca y la Vicuña. La referida especie extinenida, excedió en tamaño al Camello actual. 2.—Eschatius conidens, Cope. Esta especie desapareció del todo, y, eo- mo la anterior, se extendió muy al Norte del Nuevo Continente. 32 —Palauchenia magna, Cope. Como las actuales, pero de mayor talla. 4.2— Auchenía minima, Leidy. Lio contrario de la anterior por su tamaño. 5.—Auchenia Castilll, Cope. Tanto ésta. como las dos anteriores, me son desconocidas. 2.2 Familia.-—Cavicornios, Tribu Bovinos. De los yacimientos fosilíferos del Valle de México, se han extraído iunn- merables restos de una especie muy corpulenta, el Bos latifrons de Harlan, pues corresponde más bien al grupo Taurina que al Bisontina, como el llamado C?- bolo de nuestra frontera Norte, Bison americanus. Orden.—Unenlados Paridigitados Bunodontos. Familia Suideos. Tuvo un solo representante de un género próximo al Dicotyles actual, que tiene la particularidad de tener una glándula adiposa en el espinazo, y del cual género viven dos especies en los Ingares cálidos de México: el Jabalí rosillo, D. tayassu, y el Jabalí candangas, D. bilabiatus; siendo este último más corpulen- to y bravío que el primero. La especie fósil es el Platygonus compressus, Le Cont., 6 P. Alemanit, A. Dug. Orden de los Proboscidios.—Numerosísimos restos de este importante erupo zoológico, excediendo en esto á los anteriores, han sido exhumados de los mismos yacimientos de Tequixquiac; por tal circustancia, bien puede desienárseles con el nombre de «capas de Elephas,>» para constituir bajo esta denominación, un hori- zonte geológico especial. Dos son hasta hoy las especies desenbiertas de verda- deros BEulefas: el E. primigenius, Blum, y el £. Columbi, Falc.; uno y otro más parecidos al elefante asiático que al africano del mundo actual. La primera de las dos especies fósiles señaladas, vivió también en el Antiguo Continente. La segunda fué más corpulenta, pero menos complicada la superficie trituradora de sus molares, lo cual es indicio de que se alimentaba con vegetales menos duros; más que una verdadera especie. puede considerársela como simple raza de la primera, especial de América. Los mastodontes alcanzaron quizás mayor talla, y formas más pesadas, pero su fecundidad seguramente fué más limitada. Su completa extinción en todo el globo. hace snponer que estaban menos bien organizados, para poder resistir á nuevas condiciones de vida, no obstante que la multiplicidad de sus especies ha- bría hecho suponer a priori, lo contrario. 10 MANUEL M. VILLADA. —PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. Los profundos estudios del eminente paleontologista americano, señor Profesor E. Cope, á quien se debe mayor precisión en la determinación de las especies fósiles, le permitieron separar con buen criterio, cuatro de las espe- cies del antiguo género Mastodon de Cuvier, para distribuirlas en otros dos nuevos géneros creados por él: Dibelodon y Tetrabelodon. En el antiguo Valle de México vivió el D. Shepardi, y probablemente también el 7. andíum. El mastodonte, por otra parte, fué intermediario entre el elefante y los demás Un- gulados. Respecto de los tipos vegetales que figuran en el primer término del paisaje ideal, no se ha tenido para ello sino nna simple presunción; pues en las capas fosilíferas del Valle, no se han encontrado ni siquiera vestigios de la flora anti- ena. Expondré en breves palabras, el fundamento en que descansa. Doy como un hecho, que las pasadas condiciones físicas de la localidad fue- ron del todo propicias para que la población vegetal qne hubo de desarrollarse en ella, se distribuyera como ahora en las montañas y planicies, así como en los lagos, perpetuándose hasta nuestros días ciertas de sus especies. Bajo este con- cepto, aventuramos la hipótesis que aquellas de las terrestres que en muy esca- so número, y por circunstancias inexplicables, se hallan hoy confinadas en el Valle, y fuera de su verdadera zona actual de vegetación, mucho más cálida, son los representantes de aquella flora. En este caso se encuentra el Palo del Muer- to ó Casahnate, lpomea murucoides, K. ¿n H. B., y dos Copales, la Bursera lu- nuginosa, Eng.. y la L. fagaroides, íd., que crecen aislados y en limitado núme- ro eu la serranía del Tepeyac. Respecto del Ahuehuete, Taxodium mucrona- tum, Ten., si bien es cierto que por mano del hombre se propagó en el suelo del Valle, es un hecho que su zona natural de vegetación aburca las regiones tem- pladas y cálidas, y por lo tanto, pudo muy bien haber sido una de sus antiguas especies. Respecto de las que viven en nuestros lasos, tenemos alguna más se- enridad en la preexistencia de algunas de ellas; pues es bien sabido que la flo- ra acuática se presenta con cierta uniformidad bajo distintos climas. En el siguiente cuadro comparativo se tiene de ello una demostración. En las de Tabasco (según el Sr. Rovirosa). En las del Valle (según del subscrito). Limnanthemum Humboldtianum, Grisb. La misma. Jussira natans L. Polygonum glaucum, L. Seguramente la misma y otras. NVymphea ampla, L. Utricularia vulgaris, L. La misma. Typha angustifolia, L. == Sagittaria sagittifolia, L. -— Lemna minor, L. y otras. — Ceratophyllum demersum, L. —— MANUEL M. VILLADA.—PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. 11 Pistia stratiotes, L. pios Hydrocotyle umbellata, L. AE Azolta corolinensis, L. E Me iuelino á creer, que las sionientes especies que he colectado también en ) = las lagunas del Valle, se encuentran en igual caso. Aganippea bellidiflora, D. C. Juncus mexicanus, Wild. Bidens helianthoides, H. B. K. Seirpus californicus, Britt. Calla palustirs, L. Cyperus, varias especies. Potamogeton natans, L. Equisetwm ramosissimum, Def. Limnobium repens, L. E. robustum, A. Br. 4 Una vez delineados ciertos rasgos de la antigua fauna del Valle de México, quedan en pie dos cuestiones importantes por resolver: 1.* ¿Cuál fué el origen de sus especies constitutivas? 2.2 ¿Qué causas determinaron su extinción? Por lo que toca á la primera, me inclino á creer que no fueron autóctonas, sino simple- mente aclimatadas. Acude á la mente esta idea, en vista del abigarrado conjunto de seres reunidos en un espacio tan limitado, cual no se ve hoy coneregado en ningún punto de la tierra; y lo que no es menos extraño, desligados, por decirlo así, de sus enemigos naturales; pues aun cuando eu el paisaje se representa nno de ellos, en realidad sus restos se encontraron en un yacimiento fuera de la cuen- ca. Este segnudo hecho es del todo inexplicable; mas el primero hace suponer, que alenna cansa de carácter muy especial, los obligó á emigrar á muy larga distancia de su primitivo centro de habitación. De entre ellos, hubo efectivamen- te especies de la región hiperbórea, que pasaron del Antigno al Nuevo Conti- nente, por la comunicación terrestre establecida entre ambos, y que después des- apareció, quedando así formado el estrecho de Behring:. Otras, por el contrario, fueron más bien subaustrales de la propia América. De las primeras, pueden señalarse dos especies: 1.2, el Elefante primogénito ó Mammonth, que formó al fin, en el Nuevo Mundo, una raza especial, ó sea el Elefante de Colón; el cual, por la estructura menos complicada de sus molares, como queda dicho, se alimentaba con vegetales más blandos y jugosos. 2.%, el Toro de frente ancha y muy fecundo, repito, que fué propiamente un Bisonte ártico. Se ienora el por qué otras especies, compañeras inseparables de las anteriores, 1o las acompañaron en su larga peregrinación: como fueron el Toro primogénito, el Rinoceronte ticorino y el Ciervo de grandes cuernos. Las especies correspondientes á los géneros Equus, Mastodon, Aphelops y Platygonus, distintas de las que vivieron en el continente europeo, se distribu- yeron, respectivamente, en el Norte y Sur de la América, de donde fueron ori- ginarias. Los representantes de los Camelidos y Desdentados, los considero más bien de la fauna sudamericana, en la cual región son más numerosos, ricos y exten- sos los yacimientos en donde se depositaron sus despojos. De los segundos, sólo 12 MANUEL M. VILLADA.—PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. uuo de ellos vivió en el Valle de México, no obstante de que aleunos otros. en su emigración al Norte, traspasaron sus límites, como el Megaterio, Milodon, etc. De los Camelidos, viven aún especies afines en la misma región sudamerica- na, y sólo especies muy lejanas de los Desdentados. La conenrrencia, en un tiempo dado, de especies tan heterogéneas, en un re- ducido espacio, sólo podría explicarse por la ingente necesidad que tuvieron las septentrionales de emigrar al Sur, para substraerse á los rigores del período glacial; obedeciéndo las meridionales á un vatural instinto, extendiendo más al Norte su área de dispersión. En cuanto á señalar las causas que determinaron el completo aniquilamiento en el tempo y en el espacto, de seres tan poderosamente organizados, ofrece tam- bién grandes dificultades. Las que se han invocado son los destructores efectos de las erandes inundaciones relacionadas al período diluvial, y las concomitan- tes de un extenso volcanismo de inusitada energía. Sin apelar á estos medios violentos y extraordinarios, las diferentes condiciones físicas por las que atra- vesaba la tierra, bastan por sí solas para variar por completo la flora y la fauna de nua localidad. Mencionaré por incidencia otro hecho distinto, cual es la comprobación en el presente caso, de la ley que demuestra la íntima relación que existe entre la magnitud y desarrollo de los animales, y la extensión de los terrenos que ha- bitan. Pasando á otro asunto, diré, autes de terminar, que se ha suscitado la duda de que el Valle de México, como lo he expuesto ya, disfrutara en la expresada épo- ca geológica, de nna temperatura elevada; pues se alega en contrario un hecho demasiado sienificativo al parecer, registrado en el viejo continente, como es el haberse encontrado en la región cireumpolar, debajo de la nieve, el cadáver de un Elefante primogénito ó Mammonth, bastante bien conservado, y con la piel enbierta de lareo y abundante pelo; lo cual indica que fué un animal de clima excesivamente frío. No he tenido en consideración este caso, para representarlo así en el paisaje, por creerlo muy local. Diré desde luev'o, que sin remontarme mas allá del tiempo histórico, el eli- ma del Valle, á raíz de la Conquista, era aún seguramente cálido, por lo que ex- presa Hernán Cortés en una de sus cartas: de que en el mercado de Coyoacán se vendía caña de azúcar cosechada en los alrededores de esta población, lo que hoy no sucede. Veamos ahora lo que dice Archiac' respecto á lo anterior, copiando casi tex- tualmente sus palabras: «De que el Elephas primigentus y el Rhinoceros ticho- rhinus, parecen haber estado enbiertos de largo y tupido pelaje, los zoologistas han dedneido de que pudieron resistir al frío, al que suponen estuvo sometida entonces esta parte de Enropa: efectivamente, hemos asentado en páginas ante- 1 “Lecciones sobre la fauna cuaternaria,” página 14. MANUEL M. VILLADA. —PALEOBIOLOGÍA DEL VALLE DE MÉXICO. 13 riores, que los ventisqueros, durante la época cuaternaria, alcanzaron en dicha región una extensión mayor que en la actualidad. En estas conclusiones hay dos errores: el primero es, que esta fauna de grandes mamíferos no fué contempo- ránea de la expresada extensión de los ventisqueros, sino posterior al primer fenómeno de este género que se produjo y anterior al segundo que admiti- mos; es decir, que vivió en un intervalo de tiempo, durante el cual la tempera- tura media de Europa era ciertamente elevada; segundo, que no basta que las especies se cubran de abundante pelo para que puedan resistir una temperatura rienrosa, sino que necesitan también una nutrición suficiente, que no encontra- rían en estas condiciones. «En una región, dada la nutrición de una fauna cualquiera, tiene siempre su flora por origen, existiendo, por lo mismo, una relación íntima entre la riqueza de la una y el desarrollo de la otra. Ahora bien, para alimentar á uua población de herbívoros y de carniceros, tal como se ha delineado, y tan numerosos como lo atestiguan sus restos, es preciso suponer una vegetación muy rica, que 10 po- dría acomodarse con el clima de Enropa en la citada época glacial; clima más ó menos análogo al de la Siberia actual. Aunque, áno dudar, la diferencia de la- titud haría que los inviernos fueran menos largos y rigurosos, con la tempe- ratura media del año más elevada; pero era preciso siempre satisfacer la necesi- dad de alimentar por varios meses á mnmerosos rumiantes, paquidermos y car- niceros; siendo difícil concebir que bastaran para ello las coníferas y otras fa- nerógamas de hojas persistentes, herbáceas y arborescentes, aun agregando los musgos y los líquenes. «El ejemplo citado á menudo, de la bolsa estomacal de uu Mastodonte de la América del Norte, repleto de hojas lineales de una conífera del país, con las que se había alimentado poco antes de su muerte, es un hecho particular que no res- ponde de ninenna manera á la generalidad de la objeción. Se agrega todavía, como prueba de una temperatura fría, la existencia del Reno en medio de esta misma fauna; cirenustancia que encontramos, por lo demás, en los yacimientos análogos de la Francia. Ciertamente que el Reno no vive hoy día, sino en los Ingares más septentrionales de Europa, Asia y América; pero es nn hecho par- tienlar de hábito, al que puede añadirse ignalmente la presencia de ciertos roe- dores y de un carnicero, cuyos análogos se hallan actualmente relegados al norte del Antiguo Continente; pero, repetimos, estos ejemplos no bastan, en nues- tro concepto, para contrabaleucear el desarrollo de los otros grandes mamíferos, que no están representados en el presente, sino en los lugares tropicales y snb- tropicales; y no podríamos figurarnos tampoco un hipopótamo mayor que el del Africa, nadaudo, tres ó cuatro meses del año, en medio de los témpanos del Se- na, del Allier, etc., en los valles de los cuales se han encontrado sus restos.» Septiembre de 1905. Manuel MM. Villada. COR Y NORHINVS MACROS RAZA: PALLESCENS, GERR. S. MILLER JR. NORTH AMER FAUNA N.* 13 (1897). Gerrit S. Miller, jr., dice haber examinado 17 individnos de esta raza, recibi- dos de Santa Rosa, Guanajuato. Ignoro quién puede haber mandado á los Es- tados Unidos del Norte semejante colección de murciélagos; por lo que á mí to- ca, no he enviado ninguno y no he visto más que dos ejemplares que hallé en uu locero de la Presa de la Olla. F. C. Allen indica para el Corynorhinus macrotis la signiente fórmula den- tosia: premolares 2, molares +. Mi notación es ienal á la que da Miller: 13; C.5 M.2=536. Según el mismo Miller los incisivos superiores pueden ser bicns- pidados ó no. En lo general, el COR. MACR. PALLESCENS, parece no diferir del COR. MA- CROTIS típico, más que en sn coloración, que es mucho más pálida. Longitud, 0%,05.—Extensión de las alas, 0,"28. Se observa nua glandnlita redonda debajo de la mandíbula inferior, y otra debajo de cada ojo, en el ángn- lo de los labios. El tragwus, en forma de lezuna, un poco ensanchado en su base hacia afuera, mide nn tercio de la longitud de la oreja, que es enorme, pues lle- ga á dos centímetros y medio. Las dos gruesas prominencias de la cara se jun- tau en medio; entre ellas y los abultados labios se observa un espacio pentago- nal, en donde están colocadas las narices subtriaugulares. Las regiones superiores del cuerpo son de un color pardo, bastante claro, y tirando á bayo; las inferiores tienen un tinte más amarillento, mezclado de gris. Cara parda, con la mandíbula inferior más clara. Orejas pardas, pero con un matiz rosado. Patas pardas, con las uñas amarillo de cuerno. Alas pardas; los dedos como blanquecinos en la cara inferior. Membrana interfemoral, más clara que las alas. Pelo lanoso y suave. Eu la adjunta fienra que hice en vista de un individuo vivo, se puede ver que las orejas están replesgadas sobre los hombros, dejando libres los tragus erenidos: esta posición de las orejas se nota cuando el animal duerme ó cuando lo asustan; algo como los perros que tienen miedo. El grito de Corinorino es una especie de estridor parecido al ruido que hace el cuero nuevo al plegarlo. E A. DUGES.—CORYNORHINUS MACROTIS Y DIDELPHYS MARSUPIALIS. 15 No tengo datos sobre su modo de vivir, pero su dentición es francamente in- sectívora, y no es probable que sea nocivo para los vertebrados. Lo describo para que se pueda identificar si lo enenentran en alenna otra parte de México, y sobre todo, para dar á conocer sn sinenlar actitud cuando se cuelga para dormir, con sus patas afianzadas en la roca. EXPLICACIÓN DE LAS FIGURAS: 1, C. mac. en posición de dormir.—2, Cabeza vista de frente.—3, Contorno del hocico aumentado al doble.—4, Cráneo de esta magnitud. ——_—__—_—_—_ AO E A ACERCA DEL ENCÉFALO DEL DIDELPEYS MARSUPIALIS Al observar varios cerebros de Tlacnache, del expresado género y especie, me he encontrado con nna particularidad anatómica que merece una rectifica- ción, pues en lo general está señalada de una manera inexacta. Si se examina el dibujo que incluyo en esta carta con su explicación, y que he hecho después de disecciones repetidas, podrá observarse que él cuerpo calloso no es, como lo dicen los autores, rudimentario: hay quien haya aún negado su sn existencia. En e) Tlacuacheexiste perfectamente clara su mitad anterior. Esta comisura no cubre la parte posterior de los ventrículos laterales, y su límite pa- rece continnarse con la tenía ó lámina córnea. Se percibe bien el tercer ven- trículo entre los dos tálamos ópticos. El cuerpo estriado es relativamente gran- de, así como los lóbulos olfativos. EXPLICACIÓN DE LAS FIGURAS: Encéfalo del D. marsupialis, visto por encima. Hemisferio derecho intacto; el izquierdo cortado transversalmente.—1, lóbulos olfativos.—2, cuerpo calloso.—3, tercer ventrículo.—4, tubérculos ópticos (cuadrigéminos).—5, cerebelo.—6, Bulbo raquídeo.—7, cuarto ventrículo.—8, tálamo óptico.—9, lámina córnea. —10, subs- tancia gris.—11, cuerpo estriado. Guanajuato, Diciembre de 1905. ¿Ufecdo Dugs. CATALOGO DE LOS MOLUSCOS TERRESTRES, FLUVIALES Y MARINOS QUE SE ENCUENTRAN EN EL TERRITORIO DE LA REPÚBLICA MEXICANA, ARREGLADO POR EL DR. J. DÍAZ DE LEÓN, SEGUNDO NATURALISTA EN EL MUSEO DE LA COMISIÓN GEOGRÁFICA EXPLORADORA. La faune malacologique du Mexique est une des plus intéresantes de 1'Amérique, particu- liérement au point de vue des Mollusques te- rrestres et fluviatiles. CRosskr ET FISCHER Miss. SC. AU MEX. UNTEROPUCCION: HISTORIA DE LAS EXPLORACIONES MALACOLÓGICAS EN LA REPÚBLICA MEXICANA, HECHAS EN EL TRANSCURSO DE UN SIGLO. 1803—1903. En el curso de mis estudios malacológicos en el Museo de la Comisión Greo- eráfico-Exploradora, llamó profundamente mi atención, el hecho de que la pri- mera colección malacológica de la República que se registró científicamente, fué la del Barón de Humboldt y su compañero Bompland, contando precisamen- te un siglo tal acontecimiento, pues esa consideración la hacía en 1903. Esta re- flexión fué la que me inspiró la idea de formar el Catálogo de los Moluscos, lo más completo que fuese posible, para tener á la vista la obra de tantas genera- ciones de naturalistas llevada á cabo en el transcurso de un siglo. Y al recorrer las páginas de esa historia, iniciada por el Barón de Humboldt, cuánta tristeza ha agobiado mi espíritu al ver que en esa labor tan grandiosa, apenas se encuen- trau dos ó tres nombres mexicanos, y entre ellos, dos son del bello sexo, como si la cara mitad hubiese tomado participio para alentarnos y enseñarnos el ca- mino que da honra personal y prestigio á la patria entre las naciones cultas. CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. 15 Es verdad que en otros ramos de las ciencias naturales se han distinenido muchos sabios y naturalistas mexicanos, entre los cuales hay nombres tan escla- recidos, como los Oliva, Ramírez, Rovirosa, Villada, Ferrari Pérez, Montes de Oca, etc., ete.; pero en el dominio de la malacología, sólo hay tres, por haber si- do muy poco enltivado este ramo entre nosotros. Desde los primeros años del siglo pasado, ha sido explorada la República en varios lugares por notables naturalistas de distintas nacionalidades, y todos sns trabajos se han publicado, á medida que se hacían los desenbrimientos, en los periódicos de ciencias naturales de Inelaterra, Alemania, Fraucia y los Estados Unidos. A fines del pasado sielo se han dado á luz dos obras que contienen re- fundidos casi todos los descubrimientos que se han hecho en el transcurso de casi un siglo. Estas obras, tan preciosas para el estudio de la Malacología en México, son: «Mission Scientifique au Mexique-Etudes sur les Mollusques terres- tres et fluviatiles du Mexique et du Guatemala, par M. M. P. Fischer et H. GFros- se,» Paris. Imprimerie Nationale. MDCCCLXXVIII, 2 vol. fol. y Atlas fol., y Biologia Centrali-Americana. Land and Freshwater mollusca, by prof. Eduar- do von Martens, forcien member of the Zoological Society of London. 1890-1901.» Las colecciones que hau arreglado los exploradores se encuentran formando parte de las de los Museos de Europa y los Estados Unidos. Todos los naturalistas convienen en que la República Mexicana es una de las regiones privilegiadas para la vida de los moluscos, encontrándose algunos géneros concentrados, por decirlo así, en ciertas localidades del territorio y. otras que son netamente nacionales, por no haberse encontrado todavía represen- tantes de ellos en otras regiones, como son, por ejemplo, los géneros Sfre- belia, Proserpina y Cyrtotoma. Sin embargo, aún queda mucho por explorar, y todavía puede enriquecerse notablemente la fanua malacológica hasta hoy cono- cida. Por esta razón, creemos que ha llegado el momento oportuno de formar un Catálogo de las especies que han sido descritas en las principales obras que se ocupan de la Malacología del país, para que sirva de índice en donde con- frontar los resnltados de trabajos ulteriores y anotar las especies inevas que se desenbran. La historia de los trabajos ejecutados en el transcurso de nn siglo, puede ser muy útil al frente de uu Catálogo que sea como el resumen de todos ellos. Abre sus páginas la historia de la malacología mexicana, con los nombres ilustres del Barón de Hnmboldt y de Bompland, quienes, durante su expedi- ción por los años de 1803 á 1804, formaron una pequeña colección de la fauna malacológica del país, y cuyas especies fueron descritas por el profesor Valeun- ciennes, en sn obra sobre «Zoología y Anatomía comparadas,» publicada en Pa- rís en el año de 1833. Fernaudo Deppe, jardinero en Berlín, acompañó al Conde Von Sack en su viaje á México por los años de 1824 á 1827. Vivió en Veracruz, Xalapa, y en la ciudad de México durante ese período, y se consagró á la colección de molus- —M 18 CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. cos y otros objetos útiles en las ciencias naturales. Después de 1827, volvió de nuevo á México, acompañando al Dr. Chr. J. W. Schiede, que se proponía espe- cialmente formar un herbario de cierta región, y á la muerte de Schiede, diez años después (1837), regresa á Berlín, recorriendo autes California y Filipinas. Su nombre se ha inmortalizado entre los botánicos, por el nombre Deppea, que Chamiso dió á una desmembración de las Rubiáceas. Su colección, que conte- nía especies terrestres, fluviátiles y marinas, se conserva en el Museo de Berlín. De 1829 á 1831, Tomás Say, á quien se llamó «el padre de la Conchiliología Americana,» hace una excursión de Veracruz á México, y recoge alounas espe- cies que fienrau por primera vez en el Catálowo de los Moluscos del país y que fueron designados con su nombre científico por este naturalista. En 1832, M. Angusto Sallé, naturalista fraucés, empreude una expedición científica que dura hasta el año de 1835, recorriendo los Estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala y México; pero por su desdicha, el abundante material que ha sido el fruto de su perseverancia, no fué de provecho alenno, por haberlo con- fiado á personas poco aptas para haber sacado de esa colección un buen parti- do: sólo una especie nueva resulta de sn colección, la Melicina zephyrina (Du- clos). Toca su turno á Mr. C. A. Uhde, que fné Agente Consular de Prusia, radica- do en Matamoros por los años de 1830-45. Su rica colección botánica y zoológi- ca, en la cual había alennos moluscos terrestres y fInviátiles, fué adquirida por el Museo de Berlín en 1862. En su colección malacológica fienraba el Molospt- ra imbricata, que hasta entouces se había buscado sin éxito, y tauto este mate- rial, como el reunido por Deppe, sirvió al Prof. Eduard von Martens para escri- bir su trabajo titulado: «Moluscos Mexicanos terrestres y fluviátiles» (Mexican land and freshwater shells), publicado en 1865 en el «Pfeiffer's Malakozoologis- che Bláter. VIL> En 1836, el Dr. Burrongh recoge en Veracruz aleunas especies de Unionide, que fueron clasificadas y descritas por el sabio especialista en la materia, Mr. Isaac Lea. Viene á inscribir su nombre en la lista de los exploradores, M. Ghiesbreght, quien, acompañado de otros naturalistas, M. M. Galeotti, Funk y Linden, explo- ran, en 1837, los territorios de los Estados de Oaxaca y Chiapas. Las especies terrestres que en un tiempo formaron parte de la colección Cuming que concen- traba los trabajos de estos exploradores, se encuentran actualmente formando parte del Museo Británico. Eu su oportunidad fueron descritas por el Dr. L. Pfeiffer, quien también describió las especies nuevas que se encontraron en la colección de Mr. Hegewisch, quien la formó en su viaje por la República en el año de 1840. El Prof. F. Liebmann, vino en 1840 de Copenhague y visitó Veracruz y Pa pantla, haciendo nua travesía por el país para dirigirse á las costas del Pacífi- co, resresando á Enropa en 1843. Los ejemplares que colectó durante su excur- CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. 19 sión, formaron después parte de las colecciones del Dr. L. Pfeiffer, del Dr. R. A. Philippi, de Cassel y del Prof. Dunker de Malbourg. Los dos primeros las dieron á conocer en varias monografías, y la colección del último ha pasado á formar parte del Museo de Berlín. M. A. Delatre, pintor y naturalista francés, viaja en esa época por los Esta- dos de Veracruz, Xalapa y México, y los desenbrimientos que hace en sus ex- ploraciones malacolósicas son catalogados y descritos por M. Pfeiffer. Este na- turalista, en colaboración con M. Philippi, publica las descripciones de las espe- cies inéditas que había encontrado el Dr. Liebmau en sus viajes de exploración. Esta publicación lleva la fecha del año de 1846. Por los años de 1846 á 1845, el distinguido naturalista francés, M. Arturo Morelet, hace exploraciones en los Estados de Yucatán, Chiapas y Tabasco, y él mismo publica los resultados de sus trabajos. Durante la enerra de 1846 á 1818, conocida con el nombre de «Invasión ame- ricana,» aleunos oficiales del ejército de los Estados Unidos colectan varias es- pecies de moluscos, que son descritas y catalogadas por los naturalistas Gonld y Lea. En el período de 1848 á 1859, el naturalista belea, M. F. Reigen, hace nna colecta por los alrededores de Mazatlán, y el resultado de sus trabajos es pu- blicado en Londres por M. Carpenter, en una memoria titulada: «Catal. Maza- tlán Shells. 1857.» M. Shuttleworth publica eu 1852 nu Catálogo de especies nuevas de molus- eos, refiriéndose á la colección que en 1850 había formado M. Jacot Guillarmod, en sus exploraciones por Veracruz y Córdoba. Carlos Pieschel, secretario de la Legación de Prusia, hace exploraciones por los Volcanes de México en 1853 y 1854; pero lo más importante de sus trabajos fué una especie muy interesante de Ofostomus de la fauna de Manzanillo, con la cual enriqueció la colección del Museo de Berlín. En esta larga lista de exploradores extranjeros, vienen al fin á inscribirse los nombres de dos compatriotas, y esta nota es tanto más simpática, si se advierte que se trata de dos naturalistas que honrau á la mujer mexicana. He aquí lo que dice von Martens en la Biolovía Central Americana, al hablar de los natn- ralistas exploradores de aquella época: El Dr. Karl Hermanu Berendt, nació en Danzig, en 1817, y dejó su país en 1851, con motivo de las revueltas políticas de 1848. Aloeún tiempo vivió en Nica- ragna (1853); después en la ciudad de México, Orizaba, y por último (1855-62), en Veracruz, en donde ejerció su profesión de Médico y Cirujano. En esta po- blación estrechó relaciones amistosas con el comerciante Hermann Strebel, quien nació en Hamburgo en 1834, y representaba la firma de su padre en la cin- dad de México, de 1849 á 1852, y posteriormente (1853) en la cindad de Vera- ernz. El joven no tardó en interesarse en las exploraciones científicas; pero el teatro de sus operaciónes no fué precisamente en las regiones cálidas de la cos- 20 CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. ta, ni tampoco la ciudad de Veracrnz, sino los plautíos de caña de azúcar de «Mirador,» del Sr. Sartorins, cerca de Huatusco (entre Orizaba y Xalapa), en las regiones de la tierra templada. Las primeras novedades de moluscos terrestres enviadas por el Dr. Berendt á Europa, fueron descritas por el Dr. Pfeiffer en su «Malakologische Bliitter,> de 1861 á 1862, y entre las que figuraban el Cyclo- tus berendti, Helicina berendti, Helix berendti y otros; también el Helix herman- ni fué más tarde bautizado por él. En sus pesquisas conchiliológicas ulteriores, recibió Streba) eficaz ayuda de la familia Salas, á cuyos miembros dedicó su género Salaciela, así como el S. Joaquince y Elandine Stefanice; pero su propio nombre fué perpetuado por Crosse en el género Strebelia. El aficionado naturalista Strebel ha prestado grandes servicios á la ciencia Malacológica Mexicana; pues de 1873 á 1882, ha publicado cinco volúmenes en cuarto, conteniendo la descripción de 263 especies, con notas anatómicas redae- tadas por el Dr. Georg Pfeiffer. La obra de Strebel lleva por título: «Beitrag zur Kechutnissner Fauna Mexikanischer Land und Siisswasser Conchylien.» La colección de Strebel fienra en el Museo de Historia Natural de Hambnreo. No pasaremos adelante sin recordar lo que dicen M. M. Fischer y Crosse en la Misión científica en México, respecto á los Naturalistas Mexicanos, Salas, pues viene á ser como un complemento de lo expuesto por M. von Martens en la Biología. «El Estado de Veracruz, tautas veces visitado por los naturalistas, parece in- agotable. En 1875 ha sido explorado por dos mexicanas, amantes de la ciencia, las Sras. Estefanía y Joaquina Salas. La primera hizo, en ese Estado, entre Xa- lapa y Misantla, nna excursión malacológica muy provechosa: exploró muy es- pecialmente, y casi á medio camino, entre esas localidades, los alrededores de San Juan Mibnatlán en la Sierra. Al año signiente, 1876, emprendió nuevos tra- bajos de exploración; pero en esta vez fué Misantla y sus alrededores el centro de sus operaciones. Las colectas de estas dos apasionadas naturalistas fueron tan importantes, que dieron á Hermann Strebel material bastante para una gran parte del tercer tomo de su obra sobre la Fanua Mexicana de moluscos terrestres y flnviátiles. Ellas recogieron, vivas aún, muchas especies del género Strebelia (5. Berendti, Pfeiffer), que han permitido definir, confirmando nuestras provisio- nes, que esta división pertenece realmente á la familia de los Testacellidee; tam- bién encontraron viva la Streptostyla Nicoletí, que es una especie muy rara.» H. Hóge hace una colecta muy interesante de moluscos terrestres, entre los Estados de Chihuahna, Puebla, Veracruz y Oaxaca, de 1879 á 1880; H. H. Smith, en el Centro, Oriente y Sudeste de la República, colecta también de 1887 á 1889; W. Richardson en el Noroeste de México, en 1889; F. D. Godman en el Oriente de México y Yucatán, de 1887 á 1888, y G. F. Ganmer, en la isla de Bo- nacca, costa de Yucatán, cuyos trabajos han servido á M. E. von Martens para la redacción de la Biología. M. W. G. Binney publica, de 1861 á 1865, la lista de las especies nuevas re- al CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. 21 cogidas por M. F. Xanthus, naturalista húngaro, en el territorio de la Baja Ca- lifornia, y de 1863 á 1865, publican M. M. Tryon y Gabb el resultado de las ex- ploraciones malacológicas de M. Aug. Rémond en los Estados de Sonora y Si- naloa. F. Sumichrast recoge interesantes especies en Chiapas y Tehuantepec, espe- cialmente en Santa Efigenia y Cacoprieto, por el lado del Pacífico. Entre ellas se encuentran el Ducalodium Sumichrasti, que es una de las especies más hermo- sas de este género, así como el Bucalodium Liebmani, que encuentra vivo en Ca- coprieto, y enuyo habitat era desconocido hasta entonces. El capitán Maler recoge en Chiapas y Tabasco uua hermosa colección forma- da especialmente del género Eucalodium, pero bien conservados los ejempla- res, contando entre las especies raras el Amphicyclotus Maleri, descrito en 1885 por M. M. Crosse y Fischer. Mauricio Chaper, ingeniero y explorador distinenido, recorre varios lugares, entre ellos el Lago de Chapala y la isla de Mescala, aun no explorados, fign- rando en su colección especies nuevas, como el Bulimulus Chapert, el Anodonta chapalensis, etc. Los naturalistas Herbert H. Smith y A. Forrer, recorren, el primero, el Esta- do de Guerrero, casi inexplorado hasta esa época; y el segnndo, los Estados de Sinaloa y Duraneo, donde hacen una buena colección que enriquece los Catálo- gos de Moluscos Mexicanos. En 1890, el Profesor Angelo Heilpriu, acompañado de varios naturalistas ame- ricanos, recorre Yucatán, Veracruz, Orizaba, México (sus alrededores), lago de Pátzenaro y Yautepec: con la colección que forma, arregla un catálogo malaco- lógico M. Henry A. Pilsbry. En 1892, publica M. H. A. Pilsbry, una memoria referente á los trabajos ma- lacológicos del Profesor José Rovirosa, hechos en el Estado de Tabasco, creán- dose el nuevo género, Pachychilus; teniendo por tipo el Potamanaz rovirosaa, Pilsbry. En los «Proceedings of the Academy of Natural Sciences of Philadelphia, de 1891 á 1899,» se han publicado todos los nuevos desenbrimientos que se han hecho de moluscos terrestres y fInviátiles mexicanos, así como en los «Proceed- ings of the United States National Museum,» de 1895 á 1896, enyos datos han sido arreglados por M. Pilsbry y M. Dall, respectivamento. Por último, en nn período de diez años (1890-1901) ha salido á luz la Biolo- gía Central Americana, dirigida por el Profesor E. von Martens, quien la pro- enrado concentrar todos los trabajos que los naturalistas han emprendido en las exploraciones de México, durante un período que casi completa un siglo. Sin embargo, la Biología y la Misión Científica, aunqne abarcan los princi- pales períodos históricos de la malacología mexicana, si bien son lo más com- pleto posible respecto á moluscos terrestres y fInviátiles, ofrecen el vacío inmen- so de no oenparse de los moluscos de nuestras playas y golfos, en enyos sitios 22 CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. TWIST hay una fauna que promete muchos desenbrimientos á los naturalistas del por- venir. El cuadro siguiente, que tomamos de la Misión Científica, dará una idea com- pleta de los exploradores que han visitado la República; formando paso á paso su historia malacológica. | (Cir bopsocoposse y Ciaylaes oossevsa Small ato Corta Colima to e DA Guanajuato Jalisco México-... Michoacán. Nuevo León. ....... | Qaxaca e M. M. Gabb (W. M.) Green (Teniente). Rich (Mayor). Veateh Dr. Xantus J. M. M. Ghiesbreght. Morelet A. M. Webb. Dr. J. H. (e M. Reigen. F. Rémond. M. Berlandier. Dr. L. M. Berendt. Dr. M. Seeman. M. M. Galeottí. Hartwey. M. M. Berlandier. Dr. L. E Galcottí. Hartwezg. M. M. Boucard A. Deppe. Galeottí. Hartwegz. Hegewisch. Liebmann. Sallé A. Say. tl. Uhde. e M. Galeotti. Uhde. M. M. Berlandier. Dr. L. Pope (Capitán). M. M. Boucard. A. Galeotti. Giesbreyht. Hartwez. Heyxewisch. Uhde. IAE ue olas San Luis Potosí .... SIDAD o smiozos oe. Mabasco na Tamaulipas. .... Mixco WESEYAniA daccorenes NUCA a Zacatecas... .. - M. Delattre. Galeotti Sallé A. Uhde. . Berlandier. Dr. L. Galeotti. Hartweg. Rémond. A. . Ghiesbreght. Linden. Morelet. A. Berlandier. Dr. L. Sallé A. . Berendt. Dr. Botterí. Boucard A. Borrough. Dr. Delattre. Deppe. Friedel. Dr. Galeotti. Hartweg Hegeweisch. Jacot Guillarmod. Mohr. Sallé A. Saudoz. Sartorius. Say. Th. Strebel. Sumichrast. Uhde. Dyson. Linden. Morelet. A. Galeottí. Hartweg. En la lectura de este cuadro se advierte desde lnego que aúu faltan los Es- tados de Aguascalientes, Guerrero y Querétaro por visitar, para que estén re- presentados, al menos en el catálogo de las colecciones. Además, es fácil admi- CATÁLOGO DE MOLUSCOS MEXICANOS. 23 tir que las exploraciones, en uu Estado cualquiera, no han comprendido todo su territorio, y por lo mismo, todavía queda mucho por ver á los obreros del por- venir. La fauna malacológica mexicana conserva muy bien la memoria de todos los exploradores que han conenrrido con su la labor á formarla, pues muchos gé- neros y especies llevan sn nombre, y causa aleuna tristeza el ver que en esa in- mensa apoteosis del trabajo sólo hay tres ó cuatro nombres mexicanos. Pero todavía nuestro suelo guarda muchas conquistas para nuestros naturalistas. A fin de evitar repeticiones en la enumeración de las especies en muestro Ca- tálogo, ponemos á continuación los nombres de los naturalistas que se han in- niortalizado en sus propios descubrimientos. Los géneros Strebelia y Moreletía, han sido consagrados á Strebel y Morelet: el género Salaciela á la familia Salas: Salaciela joaquine............ dedicado á M? Joaquina Salas. Cyelotus:dysonl. 3 data y zm Dyson. Habropoma salleanus......... 5 36 Sallé. Choanopoma sumicbrasti.... .. 50 Oo Sumichrast. Helicina ghiesbreghti......... 5 a Ghiesbreght. 3e depre ae $ SS Deppe. mn SMED oa 53 A Strebel. 3 sHutilewortilo oo 53 53 Shuttleworth. Proserpina berendti. 2.20... > 5 Berendt. Strebelia berendti...... LS e SE Strebel y Berendt. Glandina sowerbyana......... 5 SN Sowerby. E CO tos ce A Cuming. ao Hebmanito eto 50 25 Liebmann. “3 andebardio 2. > E Andebard. z Enano pone ES 15 Largilliert. 57 CEM OO 33 5 Dall. 5 CROSS too $e 55 Crosse. 53 ASCheBi es Z 5 Se Fischer. as A cia 50 Ss Albers. Streptostyla botteriana ....... 5. $ Botteri. 5 delattrel. 2er a e Delattre. Paca tia 5 5 Hermann. Helix berlanderiana ......... 30 7 Berlandier. a uUmbold Hana ooo Sá ; Eumboldt. A A A 23 47 Hoge. A 54 si Jacot-Guillarmod. Polygyra mooreana. .........- ES 0 Moore. > Veneta ias de 5 Behr. Orthalicus ferussaci.. ....... > Ne Ferusac. Baibnus moricandi........... 0% 0 Moricand. Oto0stomustIyOll oct si E Tryon. %, MEM ocscadsas Do ss Ubde. Bulimulus schiedeanus ic: Shiede. Coelocentrum pfefteri Pfeiffer. Holospira pfeifferi Pfeiffer. he remondi Rémond. a pilsbryi Pilsbry. Leptomaria martensi o > von Martens. Vazinula moreleti Morelet. Uniorovirosai Rovirosa. En el Boletín del Musco Nacional de los Estados Unidos, se han publicado trabajos muy interesantes, especialmente del célebre malacologista Mr. William Healey Dall, quien ha hecho una revisión de la fauna malacológica marina en la costa S. E. de los Estados Unidos y Golfo de México hasta Yucatán. Pero en lo que atañe á la fauna malacológica de la zona mexicana, los tra= bajos emprendidos por la Comisión Geográfica Exploradora, que posee un Mu- : seo especial bajo la dirección del Sr. Ingeniero Fernando Ferrari Pérez, pue- den dar una idea de lo que se ha hecho eu favor de las ciencias naturales en la República Mexicana en el transcurso de un siglo, teniendo en cuenta la deci en que se iniciaron las exploraciones de 1803 á 1903. RESEÑA DESCRIPTIVA Y GEOLÓGICA MA AID E TON ALTONG0, DEL MINERAL DEL CARDONAL, QUE SE HALLA AL PASO, Y DEL CAMINO QUE Á AQUÉLLA CONDUCE, SITUADOS EN EL ESTADO DE HIDALGO. E N el confín norte del vallede Tulase extiende el de Ixmiquilpan, que es simplemente subordinado de aquél. El mismo río atraviesa á los dos, cambiando de nombre según la localidad por donde pa- sa; nace en el monte de la Bufa, que se levanta al norte de la se- rravía de las Cruces, la cual cierra al pouiente el valle de Méxi- YE co. Nolejos de su origen recibe, desde la admirable obra de En- do 2 rico Martínez,su principal afluente, que es el de Cuautitlán, el cual 5 sedespeñaderegular altura, enel lugar llamado e) Salto, después de su salida porel tajo de Nochistongo. En el mismo Tula se le une otro, que es el río Chico, y continuando lracia el norte con el nombre de río Moctezuma, en su última parte, desemboca en el Pánuco. Por este mismo rumbo el subvalle de Ixmiquilpan está limitado, ásu vez, por la serranía de Zimapán, en cuyas montañas más próxi- mas se halla situado el mineral de la Bonanza; cierran el oriente las de Metxti- tlán y Actopan, que, unidas á la primera, forman en realidad una sola: depen- dientes todas ellas de la Sierra Madre Oriental, se relacionan también con la más autiena de Pachuca; esto es, al menos, lo que se desprende del examen de unestras cartas veosráficas. Poderosos contrafuertes ó simples lomeríos separan los dos valles de México y Tula, este último más al norte, y teniendo el primero, entre otras comunicaciones, la muy amplia del puerto de Montero. Veamos ahora el trayecto que tiene que recorrerse para llegar á Ixmiquilpan, tomando como punto de partida la estación de Tula del FE. €. C., en la cual se 4 26 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. conecta el ramal de la línea de Pachuca, y cuya altura sobre el nivel del mar es de 2,047. Dejando esta vía en la estación intermedia de Tetepango, se continúa después en carruaje hasta la repetida población de Ixmiquilpan, distante 36 ki- lómetros en rumbo al norte. El camino es casi plano en sus dos terceras partes y algo accidentado en la terminal. A poco de caminar, se pasa frente á la ha- cienda de Ulapa. con sus campos enbiertos de extensos magueyales, y á unos S kilómetros adelante, se levanta sobre la izquierda, ó sea al poniente, una ca- dena de elevados cerros, al pie de los cuales se halla instalada la planta eléctri- za de Juandó, de donde se trasmite dicha potencia á Pachuca para el alumbra- do de esta población. El agua que corre por el Gran Canal del desagiie del va- lle de México, llevada sobre la cumbre de los cerros por un caño abierto, pone en movimiento á la turbina de la referida planta. Al primer golpe de vista, la vegetación no ofrece mayor interés, sin que por esto falten especies dignas de- señalarse: citaré tan sólo una de ellas, que al fin llamó mi atención: el Desmon- thus incurvus, Bentl, de la familia Leguminosas, vulgarmente llamado Mez- quitillo. Es un pequeño arbusto de menudos foliolos bipinados y pequeñas Je- eumbres algo encorvadas y distribuidas por mauojos en el extremo de las ra- mas; crece diseminada entre los huizaches y mezquites, que son tan comunes, cono segnros denunciantes de la sequedad del suelo. Más adelante, y en el lado opuesto de la carretera, ó sea al oriente, surge otra cadena de cerros que viene de este mismo rumbo, y que, como la anterior, se di- rige al norte. Pasados 40 kilómetros, aproximadamente, se llega á la altura de la población de Mixquiahuala, distante como4 kilómetros al poniente dela repetida carretera. Sigue después el paraje llamado la Venta, en la que momentánea- mente distrae la atención del viajero, con su parlera voz é inquietos modales, uu alado habitante de nuestra fauna, el Corvus mexicanus, tan bien domestica- do como una ave de corral. Sigue después otro paraje de más humilde aspecto que el anterior, llamado la Cocinera, y se llega, en fin, á la entrada de una cues- ta, larga y tendida, en la que el camino desciende describiendo una curva. Aquel paso es un portillo, respectivamente flanqueado de uno y otro lado por un en- cumbrado cerro y el talud de exteusos lomeríos que allí terminan, sin levantar- se, al ras de la pendiente; las cuales eminencias limitan al sur una cuenca hun- dida, en cuya extensa planicie ocupa cierto Ingar la población de Ixmiquilpan, situada á 1,717 metros de altura, en la margen derecha del río de Tula, el cnal toma allí el nombre de aquel primer lugar. De cauce ancho y superficial, al me- nos en parte, entra en la cuenca por el SW. y sale al NW., á través de una pro- funda abra ó cortadura llamada de Sau Juanico, en donde se hace tumultnoso; más adelante se le une el de Actopan, y juntos continúan su curso al norte, co- mo queda dicho. Sus vegas se aprovechan para diversos cultivos, y en ciertas de ellas, convertidas eu verdaderos cármenes, se cosecha un durazno de supe- rior calidad y otros frutos no menos apreciados; pero hoy día, eu completa de- cadencia á este respecto, debido, según se dice, al agua salitrosa que sirve para MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 2 el regadío de las tierras, la cual proviene del Desagiie del valle de México, que recibe el río más arriba: es creencia general que acabarán por perderse. Las últimas estribaciones de la serranía de Zimapán, en cuyas montañas más próximas se halla situado el mineral de la Bonanza, como antes se dijo, cie- rran la enenca que nos ocupa, por sus lados norte y poniente; el oriental, por las correspondientes de Actopan y Metztitlán, y el del sur, por las que se han di- cho ya. Aproximadamente, de fieura elipsoidal y dirigida de oriente á poniente, no excede de 40 kilómetros eu su mayor longitud, datos que en lo absoluto no afirmo, por lo limitado de mi exploración. (El eroquis que se acompaña, tomado á vuelo de pájaro desde la torre de la parroquia, dará mejor idea de sn confign- ración). En rumbo al NE. y 420 kilómetros de Ixmiquilpan, se desprende al sur de la serranía de Zimapán una cadena de elevados cerros metalíferos, en donde se asienta el antigno Real de Minas del Cardenal; su pequeña población está situa- da en la llanada de una loma, próxima á los cerros en que se encuentran nbica- das las principales minas, y de los cuales está separada por una barrauca de cierta profundidad, que corta eu contorno lx falda de aquellos. La posición que respectivamente guardan los cerros que la rodean, es como signe: al NE., y como á 2 kilómetros de distancia, el de las minas; al W., el del Fraile, que se levanta aislado; al S. SE., el de San Antonio; quedando Ixmiquilpan al SW., á un nivel más bajo y sin interposición de algún otro. Su altura sobre el nivel del mar, según el Señor Landero, es de 2,263 metros. Las minas anotadas por mí, son la Soledad, San Antonio el Hermoso, Sau Vicente, La Concepción, Sau Jnan Aparicio y Nexcadí? No todas se hallan en frutos, y entiendo que aleunas se han abandonado del todo. De la Soledad, que es la que más trabaja, se extraen semanariamente de 40 á 50 cargas de mineral plomoso, que rinde el 99/, de metal puro. En la sola fundición establecida en debida forma, así como en las demás, el beneficio es por fusión y reducción con el carbón, en hornos primitivos. El importe de raya en la semana llega hasta la cantidad de $1.500, aproximadamente. El egoísmo y la desconfianza defranda- ron el afán que tuve de proporcionarme mejores datos. En todas las muestras que examiné; dominaba la cernsita ó carbonato de plomo, y en mucha menor abundancia la anglesita y la galena, ó sean sulfato y sulfuro, respectivamente, del mismo metal, que en todo caso presentan baja ley de plata. En ninguna de ellas descubrí las dos especies mineralógicas, raras en la naturaleza, que se encuentran, tanto en criaderos de fuera del país, como en los nuestros (y precisamente en Zimapán), siempre unidas á la galena, según en- tiendo: el Massicot, ú óxido amarillo de plomo, PbO y el rojo, P 2, que es el Minio, ó sean el litargirio y azarcón nativos. Para las necesidades de la indus- tria, no y otro se obtienen del plomo metálico ó carbonatado, por medio de pro- cedimientos químicos ó simple fusión. En la hacienda de beneficio antes citada, se prepara el segundo, que es el 28 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. de mayor consumo, haciéndolo pasar antes por el primero ó greta, como se le llama. Casi todo el plomo que se extrae de las minas se emplea en la fabrica- ción de este producto, que por su excelente calidad es muy superior á todo el demás del país, cotizándose, por lo mismo, á nu precio más elevado. Juzeo oportuno insertar á continuación un breve informe del Señor Inge- niero de Minas D. Carlos de Landero, publicado hace muchos años; entiendo que desde aquella lejana época no ha cambiado eran cosa la vida industrial de aque- lla negociación. APUNTES SOBRE EL REAL DE MINAS DE PLOMO DEL CARDONAL (EsT. DE HIDALGO). «En el mes de Diciembre del año próximo pasado, hice nua rápida visita á aquel distrito minero; interesante, porque sus minas de plomo son de las prime- “as que se trabajaron en el país, poco después de la Conquista. Aunque los da- tos que tuve ocasión de recoger, pecan de incompletos, los trasmito á esa Socie- dad (la de Ingenieros de Jalisco), para darle una ligera idea de dicho Distrito. La primera de las minas de plomo que se trabajó en el Cardonal, fué la lla- mada de Sau José, desenbierta á fines del siglo XVI, por D. Alonso de Villa- seca. Las principales minas actualmente en trabajo, son las de «San Antonio el Viejo,» «La Soledad.» «La Derrumbada» y «San Joaquín.» La extracción se- manaria de la primera es de 30 cargas de mineral, y de 150 la de la última. (En aquel Distrito la carga es de 10 (0). Los labrados más profundos en aquellas minas se encuentran áuna profun- didad de 150 á 250 metros. El laboreo es muy irregular, no habiendo en las mi- nas tiros ni cañones generales, sino solamente excavaciones laberintosas sin plan fijo, ni con todas las debidas precanciones. Esto hace que haya habido con- siderables hundimientos y que la ventilación de las excavaciones deje mucho que desear. Las escaleras usadas son de muescas. La extracción la hacen los tenateros por las escaleras. El agna es, por fortuna, escasa allí en las minas, te- niendo desagiie natural aquellas en que algo más abunda. Actualmente se tra- baja en un socavón que, concluido, permitirá ampliar el laboreo en aleunas de las minas principales. Las obras muertas y la extracción se hacen con operarios á jornal, siendo éste de 18 4 36 centavos. El flete, de las minas arriba mencionadas, á la fundi- ción de Chalmita, cuesta 16 centavos la carga de 10 arrobas. El sistema de trabajo en las labores de disfrute está muy bien obtenido; MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 29 es el de paradas á lacaroa. Cada minero recibe 12%/, centavos por téquio, ó tarea de mineral que tumba; cada tarea varía de 5 áS arrobas, siendo generalmente de 7. La fortificación empleada es la entubación, empleándose maderas de di- ferenutes especies de coníferas, que hay en los montes de aquellas montañas, de muy buena clase. En unas antienas minas de plata y oro del cerro de Mo-qui, situado á unas cuatro legnas del Cardonal, he visto ademes en regular estado de conservación, que datan de principios del siglo. Las capas inclinadas, que constituyen el criadero del mineral de plomo, tie- nen de 6 á 10 metros de potencia. La ley media del mineral es de un 10% de plomo. El plomo extraído tiene hasta 0,002 de plata, ley correspondiente á 1 marco por carga de 10 (%. Consecuentemente la ley de plata del mineral es de 0.0002, que corresponde á uu décimo de mareo por carga de 10 (O. Los minerales son en su generalidad oxidados, cousistiendo principalmen- te en carbonato de plomo (cerusite); accidentalmente se encuentra el sulfato y el vaunadato de plomo (anglesite y vanadinite), así como aleuna galena. Del Car- donal y de Zimapán, fueron los ejemplares de «vanadinite» ó «plomo pardo,» en que D. Andrés Manuel del Río desenbrió el «vanadio,> ó como él lo denomi- 10, « ó caverna socavado al pie del mismo cerro; el que, por otra parte, no está del todo aislado, sino unido á una de las paredes de la barranca, como por un dique muy difícil de franquear. Al terminar, se hace más inclinada y peñascosa la pendiente; pero una vez dominada la dificultad, se pone á la vista, en semi- obscuro rincón, la espaciosa y arqueada boca del citado snbterráneo, que mide 15X10 metros, de cuerda y de flecha, respectiva y aproximadamente. El agua que sale del interior, como después se dirá, se represa fuera de ella en un gran chareo de poca profundidad, del que sobresalen grandes peñascos desprendidos de las próximas alturas. Salvado este obstáculo, sin mayor trabajo, se entra des- de luego á un salón ó vestíbulo abovedado, de fieura más ó menos circular y con dimensiones correspondientes á las enumeradas arriba. Del centro de la bóveda saltan de continuo, por dos tubos calizos próximos entre sí y que en algo recuer- dan los sopladores de una ballena, saltan, repito, gruesos chorros de agua dulce y caliente á la temperatura de 362 del centierado, que apenas se abarcan con los brazos. De la misma bóveda otros, además, deluvados como hilos, pero de agua fría. Otros, en fin, resbalan extendidos en capa contra la pared del fondo, de la calidad de los primeros; por lo visto, aquel antro se halla convertido en una ver- dadera regadera, y á su vez el piso en estanque, por toda el agua que en él se precipita; alimentado sin cesar con tan copioso caudal, el excedente líquido se derrama y acumula de ignal modo en el exterior, como se ha dicho; deslizándo- se después sobre quebrada pendiente de pequeños receptáculos, que funcionan como exclusas escalonadas, para continuar su curso en el fondo de la barranca. La vista que se acompaña da una buena idea de este primoroso raudal. Volviendo al interior de la gruta, acregaré que en su más obscuro rin- cón y á cierta altura, amplio resquicio, al parecer, permite el acceso á una se- eunda galería en completas tinieblas, en donde una corriente subterránea de aoua dulce y caliente la llena directamente, de bote en bote, hasta cierta altura, ( sin precipitarse de la bóveda. Por simple noticia consigno este último dato, pues no tuve elementos disponibles para llevar adelante la exploración, por la difi- cultad que ofrece; pues al pie de aquella entrada, el torrente que desemboca en el depósito del primer salón, ocasiona violento remolino, que, en obvio de peli- gro, exige crandes precauciones y no pocos esfuerzos para salvarlo. La breve descripción que antecede hará, no obstante, comprender lo intere- sante de aquel sitio, eun donde por mano de la naturaleza se halla dispuesto un confortable y completo balneario, cual no existe probablemente otro igual en la tierra, y que bien pudiera desienársele con el humorístico nombre de «Las Ter- mas de Plutón.» Si fuese más accesible, sería, sin duda, más frecuentado de lo que es hoy; acu- diendo tan sólo, durante el invierno, las familias comarcanas, para quienes se tiene arreglado fuera de la eruta, en lugar apropiado y bajo rústico techo, un pequeño estanque medianamente acondicionado. Por vagos informes, pues en ello se guarda la mayor reserva, he sabido que MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 33 en los contornos se ocultan otras bellezas de ienal género, pero de un mérito in- comparablemente mayor. Toca ahora discurrir sobre aquel funcionamiento hidránlico, verdaderamen- te excepcional, sin omitir las peculiaridades del elemento líquido que entra en juego. Por falta de reconocimiento pericial de la zona limítrofe, que permitiera emi- tic uua opinión bien fundada, me veo obligado á exponer tan sólo una simple hipótesis que lo haga comprender, bastando para ello unas enantas palabras. Es demasiado sabido que en el país, así como en otras partes, son frecuentes las co- rrientes subterráneas en los terrenos calizos dislocados por las rocas íeneas, en “azón de su estructura y la fácil disolución del material. Ahora bien, en el pre- sente caso, la corriente debe tener su origen en un punto lejano y de mayor al- tura que el cerro de la Corona; filtrándose en seguida el agua y abriéndose pa- so á lo largo de los planos de contacto de ciertas capas encorvadas hacia arriba, se dirige primeramente al interior de la tierra y después al exterior de ella, has- ta recobrar casi su primitivo nivel (ó de un auticlinal á otro, bajando y subiendo por los costados de un sinclinal); siendo en definitiva un sistema hidránlico que funciona como un sifón, y que, porsus múltiples ramificaciones, ha convertido al repetido macizo en una verdadera esponja; no será remoto que con el tiempo acabe por derrumbarse, máxime si se atiende á que las aguas superficiales, de- teuidas por el dique de que se ha hablado, ignalmente lo atacan por la base. La elevada temperatura del agua y sn falta de mineralización, á su vez, se explica por el frotamiento y bajo nivel á que desciende, el cual bien puede estimarse en aleo menos de 250 metros, pues se ha calenlado que á cada 7 metros de profun- didad, sube 19 el calor de la tierra. Respecto de las substancias minerales que puede disolver eu su largo trayecto, no siendo sino cal carbonatada y siliceosa, ambas se precipitan al perderse, en contacto del aire, el exceso de ácido carbó- nico que las vuelve solnbles, quedando, por lo tanto, casi libre de toda impureza. Bastaute pobre es la ornamentación en la pequeña parte explorada, excep- ción hecha del exterior, en que las estalactitas y estalagwmitas nuidas, le dan to- do el aspecto de una artística fachada, apenas respetada por las injurias del tiempo. Terminada la exploración suscintamente relatada, y que nos obligó á pernoc- tar una noche junto á la boca de la genta, emprendimos la retirada bajando por la pendiente opuesta, próxima al raudal, y recogiendo eu ella los siguientes datos. El fondo de la barranca se halla á nua altura, sobre el nivel del mar, de 1,279 metros, y á 1,300 el piso del primer salón ó vestíbulo. La distancia que media entre aquélla y el Cardonal, puede estimarse en 30 y 40 kilómetros, por uno y otro de los dos caminos que generalmente se sienen. La temperatura que disfru- ta en su parte más baja, permite el cultivo de plantas tropicales, como el pláta- no, del que vimos un hermoso plantío; así como otro de naranja dulce, más arri- 5 34 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. ba, en el rancho de Tonaltongo. En cierto lugar de la barranca tropezamos con un regular depósito de grandes bloques de caliza compacta, colocados desorde- nadamente y desprendidos de las alturas; debajo de dos de ellos, entre sí re- cargados, formando lo que ha sido llamado un caos, pudimos pasar á caballo como por el ojo de un puente. Después de rodear nua gran parte del cerro de la Corona, siguiendo el cur- so del arroyo, eruzamos éste al fin, para tomar por una revuelta y empinada ve- reda que sube por un costado de cierto ramal de la barranca, que, por su mag- nitud, considero como su propia continuación. Caminando por entre arbustos y matorrales tocamos al paso el rancho de Tonaltongo, antes mencionado, el cual se asienta en un recodo de la misma ladera. Tras breve descanso, proseguimos adelante hasta alcanzar el borde, con menos dificultad que al principio, por ha- llarse la vereda más tendida; largas tres horas empleamos en recorrer este últi- mo tramo, que á lo sumo tendrá S kilómetros. A la salida se extendía á nuestra vista, en rumbo norte y poniente, despejado horizonte, apenas embarazado por lejana serranía; pero al oriente se levantaban altos cerros y lomeríos escalona- dos, de acnupulada forma, como desienales arrugas sobre un plano inclinado, los cuales morían á orillas del abismo que con no poca fatiea acabábamos de es- calar, Muy cerca de él y próximo á un cortijo, único que anima aquel agreste y solitario sitio, parte la vereda que, acortando camino, conduce al Cardonal, y á la hacienda de la Florida, otra que de allí mismo se desprende. La que segni- mos, sube por la falda de un elevado cerro que nos permitió dominar por com- pleto las eminencias antes señaladas. Salimos al fin á la llanura ó meseta de las mismas, reinando en todos aquellos desolados campos, por su falta de vegeta- ción, una aridez casi absoluta: así como éstos, hay otros muchos en el país, que oenpan extensísimas áreas, y que mucho amenenan la decantada fertilidad de nuestro snelo. Si á tan triste cuadro se agrega la soledad de un desierto, se comprenderá lo tedioso que se hacen los 25 kilómetros de camino que se tienen que recorrer para llegar al Cardonal; rodeando por el lado opuesto de donde salimos el cerro del Fraile, que perfila en el accidentado contorno de su cima, aquella supuesta fienra en posición yacente. En el fondo de la barranca crece con profusión la Cordía alba. D. C., lla- mada anacahnite en aquel lugar, y que es un arbusto de abundantes flores blan- cas. Ví otra especie que llamó mi atención, el Gonolobus virescens, D. C.. de lar- enísimos y delgados tallos colgantes que se balanceaban en el abismo á impnl- sos del viento; con frutos de forma y tamaño de un pepino, y flores verdes. MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 59) Dos épocas geológicas distintas se hallan representadas en toda la región que nos ocupa, ligadas por una tercera, que en su orden cronológico son la se— cundaria, terciaria y cuaternaria. Los depósitos sedimentarios talasíticos del pi- so medio é inferior del período cretácico, en su límite continental é interno, aflo- ran en derredor de la cuenca del Anáhuac, como son, entre otros, los que forman el macizo que se levanta al norte de aquélla, en el valle secundario de Apasco. La emisión de rocas ernptivas más antionas, que directa ó indirectamente deter- miuaron el levantamiento del fondo del mar cretácico, son las que forman el nú- cleo de la serranía de Pachuca. Es posible que las mismas, ó más bien las sub- secuentes, ejercieron ieual acción en el Cardonal, en donde sus cerros, también calizos, recibieron más tarde el relleno metalífero que constituye las vetas que los atraviesan en distintas direcciones. Los caracteres mineralógicos de la ex- presada roca, y coneretándose tan sólo á su color, dureza y textura, revelan en- teramente su origen marino; mas por fortuna y mayor abundamiento, el paleon- tológico que los acompaña viene á precisarlo del todo. Así, en los terreros de aleunas de las minas se hallan diseminados fragmentos de radiolites é hipurites, en una matriz ó ganga calizo-arcillosa impregnada de óxidos ferrnginosos. La roca ernptiva que levantó aquel macizo en donde están ubicadas las minas, es posible que haya sido una granulita moderna, pues de las riolitas que fueron sus contemporáneas, pude reconocer una variedad en los inmediatos lomeríos. Si así fuese, sería por cierto una feliz coincidencia, de tiempo atrás bien com- probada en otra región por el distinanido Profesor D. Ezequiel Ordóñez. Noti- cia que encuentro en nuo de sus recomendables trabajos y que á la letra copio: «Las calizas cretáceas del mineral de Peñoles en el Estado de Durango, im- portantes por los criaderos de minerales plomosos argentíferos que rellenan las cavidades y erutas de aquellas rocas, se hallan levantadas por grannlitas recien- tes seguidas de emisiones de riolitas, que forman los coronamientos ó parte sn- perior de las montañas de esa localidad. «Más al centro del país se presentan, aunque con menos frecuencia, las era- nulitas subordinadas á las calizas cretáceas, y así vemos en el mineral de fierro de Comanja (Jalisco), que varían desde nu aspecto casi porfiroide con pirita de fierro diseminada, hasta mera grannlita de grano fino.» El contenido del último párrafo pudiera ser más aplicable en el presente caso, pero con la salvedad que no sou piritas, sino óxidos ferrnginosos, los que dominan en el Cardonal; quizá á esta cirenustancia se deba, ó más bien contri- buya de aleún modo á la mayor pureza del plomo de este mineral, que tiene gran fama en el país; pues siendo así escasos los sulfuros de dichos metales, la aso- ciación de ellos supongo que será más difícil. 36 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. Más adelante, tanto en la barrauca de Los Libros como en la de Tonalton- go, tenemos la misma formación, aunque invertida, es decir, hundida y no levan- tada, por lo que toca á las rocas sedimentarias metamórficas, ó sean las calizas de que se ha hablado, con la diferencia de la estructura y carácter fosilífero. Así, las del cerro minero del Cardonal son calizas compactas, de color blaneo acrisado y provista de fósiles; las correspondientes á una y otra de las citadas barrancas, apizarradas, tirando á negro, y estériles. Relacionadas, por otra par- te, con diversas rocas íenoas: como son las erannlitas, en las primeras, y las vol- cánicas en las segundas; esto último lo comprueba el notable ernpo de columnas basálticas, semienclavadas en uno de los costados de la barranca de Los Libros; pero no las de olivino, sino las que carecen de este elemento accesorio, ó sea, en definitiva, una labradorita parecida á la de la cascada de Regla, situada mucho más al Sur; la expresada formación volcánica, localizada en tan reducido espa- cio, no es sino el rebosamiento de aleuna corriente ó capa de las muchas que se derramaron en el país, y que por lareos trechos se ocultan bajo otras más an- tignas. Respecto de los sedimentos cuaternarios ó pleistocénicos, según la moderna clasificación, haré punto omiso, por ser demasiado conocidos; ocupándome tan sólo de los de cierto luar, por el interés que ofrecen. En la cuenca de Ixmi- quilpan quedaron á descubierto tales depósitos, al desfogarse las aguas por el abra de San Juanico: señales evidentes. en sentir de muchas personas, pero que no pude comprobar, manifiestan que subieron aquéllas á grande altura. En la misma se extiende efectivamente uno muy especial, cercano á su límite NE., que merece una información detallada. Lo constituyen bancos ó capas de regnlar po- tencia, en estratificación concordante y horizontal, de cuarzo hidratado, de orí- gen hidroternal, el cual presenta los signientes caracteres: impuro, amorfo, com- pacto y aporcelanado; dureza de 6, 5, eu la escala de 10; en partes, con lustre de vidrio, resinoso, de perla y aun casi mate; de ienal manera, blanco, lechoso y pardusco. Los cuales, tomados en conjunto, lo acercan á una florita, ó sea cier- ta variedad que se deposita en las aguas siliceosas de las fuentes termales, bajo la acción, en parte, de las plantas que en ellas vesetan; arrastrando, al precipi- tarse, diversas substancias minerales, como es arcilla ferruginosa, en la que se describe. Debajo de las mismas capas cuarzosas se oculta un yacimiento de restos fó- siles pleistocénicos, del enal se han extraído hasta la fecha grandes fragmentos óseos de dos especies, que tuve ocasión de examinar: nua rama derecha de la mandíbula inferior del Holomenicus hesternus de Cope, ó Llama; una mandíbula inferior, casi completa y con el borde dentario arrasado, de un elefante, Elephas primigentus, 6 Columbi, del mismo autor; una extremidad superior de húmero y varias costillas del propio animal. En uu trabajo muy anterior al presente, había señalado ciertas cansas para explicar la completa extinción de los grandes mamíferos cuaternarios en la gran MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 31 cuenca llamada Valle de México; pero á todas luces insuficientes, pues el fenó- meno, lejos de ser local, fué general, puesto que en la misma época desapare- cieron en todo el globo tan extraordinarias especies. He aquí como me expresaba: «En los comienzos de la edad cuaternaria debió disfrutar de una: tempera- tura benigna, si uo es que cálida, favorable al desarrollo de nua vegetación exu- berante y de todo punto necesaria para alimentar á los grandes mamíferos her- bívoros que posabau en sas montañas y en las riberas de sus erandes lagos. «El cambio de sus condiciones climatéricas y el consigniente aniquilamien- to de la flora que le suponemos, debió ser la primera causa de extinción de aque- lla fauna, que en cierto modo le podemos llamar privilegiada; causas más efi- cientes debieron quizá haberla completado, como grandes y repentinas inunda- ciones, ó las extensas y uumerosas acciones volcánicas de que fué teatro, más tarde, la región que consideramos. «Llama en alto grado la atención que algunas de las especies de la expre- sada fauna hubiesen desaparecido del todo en la superficie de la tierra, pero conservándose otras, anuque con caracteres específicos muy diversos. Los Ele- fantes de varias especies que vagaban en una eraude extensión del continente americano, se hallan hoy día reducidas á sólo dos: el asiático y el africano. Los Mastodontes, que fueron sus contemporáneos, desaparecieron en lo absoluto.» Pero cábeme hoy la buena suerte de aprovechar un rayo de luz que condu- ce por más amplios y seouros derroteros, para llegar á la resolución del proble- ma; proporciónamelo el muy erudito y juicioso libro del Profesor Charles Depé- ret, intitulado: «Los transformations du monde animal;>» pues en él expone su antor la clave de uu eniema que parecía indescifrable. Todo un capítulo se con- sagra á la discusión de este interesante asunto, el que, vertido literal ó libremen- te á nuestro idioma, paso á transcribir (entre comillas lo primero); omitiendo, sí, los párrafos en que se citan ejemplos muy especiales, que los lectores podrán consultar en la obra original; por otra parte, siendo una cuestión que toco inci- dentalmente en este escrito, no entra en mi ánimo alarearla demasiado. Dice Depéret.—La evolución de las ramas en los animales fósiles está regi- da por dos leyes, la del aumento de magnitud del cuerpo y la de especialización progresiva. Ellas permiten abordar el interesante problema, muy discutido, de las causas de extinción de las especies y de los ernpos en el curso de las eda- des geológicas. Al seenir, paso á paso, la historia paleontológica del globo, na- da interesa tanto como el ver aparecer, evolucionar con riqueza variable de for- mas, decrecer después y acabar por desaparecer, casi repentinamente en muchos casos, á las especies, géneros, familas y aun ernpos de orden más elevado. En opinión de Abel, hay erupos extinenidos tan sólo en apariencia, pnes en reali- dad se transforman por evolución, al menos ciertas de sus ramas. (Se citan ejem- plos demostrativos en apoyo de las anteriores conclusiones). A pesar de estas restricciones, es evidente que los tiempos geológicos lan presenciado la extinción de eran número de ramas filéticas, siendo relativanion- 38 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. te escasas las dotadas de suficiente savia para llegar hasta nosotros. Mas si el hecho fácilmente se comprueba, en cambio la causa precisa ha permanecido lar- go tiempo en la obsenridad, y aun hoy está lejos de su plena resolución; pero no ciertamente por falta de hipótesis. desde la antigna concepción de Cuvier sobre la destrucción de las especies fósiles por las revoluciones del globo, hasta la inge- niosa explicación de Darwin, fundada en la conenrrencia vital. La lucha direc- ta con las otras especies, pareciendo inaplicable á los grandes Mamíferos y á los gieantescos Dinosaurios, el ilustre renovador del transformismo sale de la difi- enltad para estos grandes seres, aduciendo la imposibilidad de encontrar una cantidad suficiente de alimentos: explicación de una debilidad infantil por tra- tarse de herbívoros que habitaban continentes casi sin límites, como debieron ser- lo las vastas llanuras jurásicas del Centro y Oeste de los Estados Unidos. Dar- win pesaba también el valor de las objeciones presentadas contra la hipótesis de la Ineha por la existencia, por los hechos bien conocidos de la extinción Ga- si simoltánea de todas las ramas en ciertos grandes ernpos de vasta dispersión eeográfica: las Trilobitas al fin del Primario, y del Cretácico las Amonitas. Se ha empeñado en contestarlas, mostrando que estas extiuciones no fueron tan re- pentinas como se ha dicho, y que la desaparición de los géneros se escalonaba en varios períodos geológicos; pero era preciso explicar por qué no habían po- dido producir en nineana parte, uiugano de estos géneros ó especies de vasta extensión, descendientes capaces de sobrevivir, cuando por la teoría darwinia- na todo organismo puede y debe transformarse si tiene ante sí el tiempo uece- sario. La Incha por la vida es del todo insuficiente para explicar la extinción de las especies. «Espíritus eminentes, como Quenstedt y Neumayr, penetrados de estas di- fieultades, han recurrido á la hipótesis, poco verisímil, de epidemias, para ex- plicar los fenómenos de degeneración, tales como el desarrollamiento de las conchas de Amonitas, precediendo de muy cerca á la extinción de las ramas. «Otros naturalistas, de místico espíritu, han recurrido á una predestinación en la duración de la existencia de las especies, géneros ó familias. Es de llamar la atención que esta hipótesis sobrenatural haya encontrado todavía, en nuestra época, un defensor de la talla de Kobelt. «Si es difícil, en la actualidad, remontarse á las causas mismas de la existen- cia de las ramas, comenzamos, al menos, en poder precisar el mecanismo de es- tas extinciones ó, si se quiere, las condiciones habituales en las cuales se pro- duce el fenómeno. Dos de estas condiciones esenciales se encuentran reunidas más á menudo en las dos leyes de aumento de magnitud del cuerpo y de espe- cialización de los órganos. Lia observación paleontológica permite comprobar, en efecto, de una manera muy general, que las formas gigantes, que son al mis- mo tiempo altamente especializadas, no se encuentran jamás al principio, siuo únicamente al fin de las ramas. Hemos tenido ocasión de citar más arriba nu- merosos ejemplos, y nos limitaremos ahora en recordar á los gigantescos Masto- MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 39 donsaurus, en los cuales se extinguió el erupo de los Estegocéfalos; el Bronto- saurus, el Diplodocus, el Titanosaurus, que terminan las ramas, de los Dino- saurios Sanrópodos; el Titanotherium, el Ancylothertum, el Linoceras, el Dino- thertum, los Mastodontes, cuyas dimensiones colosales anuucian el fin de otras tantas ramas de los Ungeulados. En el detalle mismo de los géneros, el Lophio- don lautricense, el Anthracotheritum magnun, el Rhinoceros antiquitatis, son los últimos representantes de sus ramas. Sería fácil, según esta ley, predecir la ex- tinción natural próxima de los Elefantes, del Hipopótamo, de la Ballena y de al- enmvas otras especies de gran talla, de la naturaleza actual, si el hombre no hu- biese intervenido para apresurar aúu más esta desaparición. En fin el fenómeno se observa ¡enalmente en los Invertebrados: se sabe que las formas gigantes en las Amonitas, Pinacoceras, Arietites, Pachydiscus, se encuentran únicamente al fin de las ramas; los Magalodon, los Diceras, los Caprinos, cuentan sus más eraudes especies en los niveles más recientes de su duración geulógica. Sería fá- cil indicar otros muchos casos semejantes. «Desde hace largo tiempo se ha hecho la enriosa observación de que es en el momento mismo en que las especies de un erupo han adquirido el máximo de potencia, sea por las dimensiones del cuerpo, sea por la perfección de las armas ofensivas ó defensivas, que parecía ponerlos al abrio de todo enemigo, cuando dichas especies están en vísperas de desaparecer. Toda evolución en apariencia progresiva, toda adaptación nueva, son uu peligro más para la supervivencia del tipo. Varios paleontologistas, en el enrso de los últimos años, han tratado de pe- netrar de una mauera aún más íntima en el mecanismo de la extinción de las especies. Desde 1893, Dollo formulaba, en la forma concisa que le es familiar, las leyes de la evolución paleontológica: el desarrollo procede por saltos, es ¿rre- versible y limitado. La primera de estas proposiciones toca al problema de la formación de las especies y tendremos que discutirla más adelante. Las otras dos leyes, la de irreversibilidad y la de la limitación del desarrollo, proporcio- nan iuteresantes puntualizaciones en la cuestión que nos ocupa. Es preciso en- tender por evolución irreversible, el hecho de que una rama, una vez encarrila- da en una vía de especialización determinada, en nineún caso puede volver atrás sobre el camino recorrido. Así el Caballo. que ha perdido los dedos laterales de sus antecesores terciarios, ó al menos ha transformado estos metápodos en dos estiletes huesosos perdidos en las carnes, no podrá jantás desarrollar de nue- vo estos dedos rudimentarios, que deben, por lo contrario, tender á desaparecer más y más. Los Sirenianos, que según toda apariencia, han descendido de los Ungnlados terrestres, adaptados poco á poco á la vida acuática, y en los que el miembro posterior se ha reducido progresivamente á una varilla luesosa inte- rior, simple rudimento del hueso ilíaco, han llegado á serincapaces, cualesquie- ra que sean las condiciones que pueden intervenir, de reformar un miembro pos- terior completo y recobrar funciones euadrúpedas. 40 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. Si las circunstancias del medio llegasen á modificarse en un sentido desfa- vorable á su vida nadadora, el Manatí y la Sirena se extinenirían bruscamente, sin dar nacimiento á seres adaptados á funciones distintas. De la misma manera, las Amonitas, tales como los Pinacoceras, en quienes la línea de sutura ha ad- quirido un grado elegante de complicación, que excede sin duda á la de todas las demás ramas de los Cefalópodos, se han extinguido al fin del período triási- co, sin perpetuarse en las ramas con tabiques más simples del principio de los tiempos Jurásicos. «Al lado de la ley de irreversibilidad, conviene dar uu lugar interesante á una idea por demás antiena que la tomado nuevo brillo con los escritos recien- tes de Rosa: queremos hablar de la ley de reducción progresiva de la variabili- dad. Heckel había va mostrado que los grnpos eu vía de extinción no produ- cen ninguna variedad nueva, y colocándose con Wallace en el terreno de la se- lección darwiniana, se debería admitir que las probabilidades de supervivencia de un tipo, están en razón directa del número de variedades favorables que pue- de producir. Rosa establece que toda serie de formas especializada en un senti- do está abocada á la extinción, porque estas formas no se hallan en estado de rariar suficientemente. Es del todo exacto que el número y la extensión de las variaciones disminuyen á medida que la especialización aumenta. La paleonto- logía puede suministrar uumerosas pruebas. El gran grupo de las Trilobitas, que se extinguió al fin de los tiempos Primarios, no cuenta, á partir del Carbo- nífero, sino ua sola rama, la de los Phillipsia que se perpetúa hasta el Pérmi- co, no dando sino mutaciones ó variaciones insignificantes. Los Braquiópodos de la familia Espiriferidos, tan brillantemente representados en los tiempos Pri- marios, no enentan sino uno ó dos pequeños géneros, al fin de su existencia en el Lias, Spiriferina y Suessia, de formas poco variadas. Los Cefalópodos tetra- branquios, cuyas formas variadas al infinito eran el ornato de los mares silúri- eos, pierden ya la mayor parte de sus ramas á partir del Devónico, y no cuentan desde el fin del Trías sino conchas nautiloídes de un tipo tan uniforme, que los paleontologistas han tenido difienltad de distiuguir especies entre ellos. En los Vertebrados, el fenómeno es también muy frecuente. La rama de los Dinothe- ríium. por ejemplo, evolucionó en Europa á través de la sucesión de los tiempos miocenos, sin más variación que un aumento regular de talla, á tal punto, que toda distinción específica sería imposible fuera de este carácter. Se podrían lra- cer otras muchas notas análogas para diversos ernpos extingnidos ó en vías de extinción: por ejemplo, en los Paleotéridos, los Tapiridos, los Oreodóntidos, los Anoplotéridos, los Hienodóntidos, ete. Es preciso, sin embargo, reconocer que la ley de Rosa coustituye, en cierto sentido, uu círenlo vicioso; porque sería muy fácil pretender que las ramas llegadas hacia el fin de su duración geológica va- rían muy poco, porque precisamente están en vía de extinción. «Así comprobamos que la duración de la existencia de las ramas filéticas no es indefinida, como lo pedía la lógica de la hipótesis de Darwin, y como lo ha MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. 41] sostenido Weissman en una época reciente. Esta limitación se ejerce bajo la in- flnencia de varias leyes naturales puestas en juego: la exagerada magnitud del cuerpo, la hipertrofia ó la especialización muy acentuada de ciertos órganos, la irreversibilidad de la evolución, en fin, en cierta medida quizá, la reducción pro- gresiva de la variabilidad. Se debe también considerar que cada rama filética recorre una especie de carrera geológica, en la cual se puede distinonir una fa- se de juventud, una fase de madurez y, en fin, una fase de senectud ó de degene- ración, preparando la extinción del tipo. Podemos desde ahora, al menos para alennos grnpos, comenzar á precisar y reconocer los caracteres de cada una de estas fases. Hyatt ha mostrado que, en el gran erupo de los Nautilidos, cada una de las ramas comienza por un estado de infancia, en que las cámaras sucesivas de habitación constituyen nua concha recta ú Orthoceracone; después viene un estado de adolescente, en el cual la concha es más ó menos encorvada, forman- do uu Cyrtoceracone ó un Gyroceracone; en seguida un estado adulto, en donde el arrollamiento de las cámaras da una concha espiral ó Nautilocone; en fin, en uu estado senil, se manifiestan fenómenos de desarrollamiento ó arrollamiento asimétrico, como lo hemos visto para las Ammoneas. Importa sólo no olvidar que estos estados se producen en épocas distintas para cada rama, de tal suerte, que se encuentran conchas rectas ú Orthoceracones, refiriéndose á diferentes ramas, desde el Cambriánico hasta el Trías. «Para las conchas de las Ammnoneas, la evolución del arrollamiento pasa ienalmente por estados de juventud, madurez y senectud, que se encueutran ca- si semejantes en las innumerables ramas de este ernpo. Hyatt ha dado el nom- bre de Bactriticones, álas conchas rectas, tales como las Bactrites; el de Mimo- ceracones á las conchas ligeramente arrolladas del tipo Mimoceras; el de Ammo- niticones al estado adulto normal caracterizado por un arrollamiento espiral apre- tado; en fin, el nombre de Torticones, á todos los casos seniles de arrollamien- to asimétrico. «Sesabe, desde hace largo tiempo, que la evolución de la línea de sutura permite, ienalmente, establecer, en las Ammoneas, estados de complicación cre- ciente, que se encuentran en épocas distintas en todas las ramas. «En los Vertebrados, observaciones análocas han sido hechas en diversos grn- pos, por ejemplo, en los peces Ganoides. Los tipos primarios de este orden pre- sentan caracteres de juventud que setraducen por una osificación nula ó muy poco avanzada de la columua vertebral, que queda blanda y al estado de tejido embrio- nario. Un poco más tarde, en la época liásica, la osificación invade poco á poco las vértebras, y hacia mediados de los tiempos Jurásicos, la familia de los Lepto- lépidos tiene una columna vertebral osificada, semejante á la de nuestros peces óseos actuales. Los Anfibianos presentan, por su parte, en las épocas Carbonífera y Pérmica, estados de osificación, de hecho comparable á la de los Ganoides. «Es ignalmente posible indicar en los mamíferos terciarios, especialmente en los caracteres craneanos, estados primitivos que se pueden oponer á otros est- 6 492 MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO. dos de especialización más avauzada ó estados seniles. Estos caracteres primi- tivos ó arcaicos, que se encuentran paralelamente en grupos de hecho iudepen- dientes, son, entre otros, los que siguen: 1.%, los huesos craneanos son distintos ó únicamente rennidos por suturas; 2.2, el perfil longitudinal de la cabeza es de- primido y rectilíneo, poco ó nada ascendente atrás, hacia el oceipucio; 3.9, el ho- cico alargado y los huesos nasales bien desarrollados se articulan con los prema- xilares; 4.9, la órbita está abierta atrás y comunica con la fosa temporal; 5.9, la región frontal y parietal es lisa, desprovista de crestas salientes, de cuernas ó de cuernos; 6.2, la cavidad glenoide de la articulación de la mandíbula es poco pro- funda y permite movimientos en todos sentidos; 7.%, las dos ramas de la mandí- bula están unidas por ligamentos, en lugar de ser soldadas. Los estados seniles naturalmente respouden á caracteres opuestos: huesos del cráneo soldados; per- fil de la cabeza elevado atrás; huesos nasales acortados; órbita cerrada; presen- cia sobre el cráneo de crestas salientes, clavijas, cuernos ó cuernas; movimientos de la mandíbula limitados; ramas de la mandíbula soldadas en junto. Importa no olvidar que, lo mismo que para los Nautilidos, estos estados de desarrollo no se muestrau en todas las ramas, en el mismo momento de sn carrera geológica; siendo esencialmente variable, según los grupos, la velocidad de la evolución. Así es que el Ayras ó Damán actual, posee un cráneo de hecho primitivo, com- parable, como grado de evolución, al cráneo de varios pequeños Unenlados de los tiempos Kocenos. Se vé cuán expuesto sería cometer graudes errores, si se quisiesen utilizar estos estados de evolución, así como lo ha propuesto Gaudry, como un criterio, autorizando por sí solo determinar laedad absolnta de los ani- males fósiles. «Así, la evolución general del mundo animal se nos presenta como consti- tnída por un haz innumerable de ramas filéticas, evolncionando paralelamente y sin confundirse, durante una serie más ó menos larga de períodos geológicos. Ua- da una de estas ramas termina con variable velocidad en mutaciones de gran ta- lla y con caracteres muy especializados, que se extinguen sin dejar descendientes. Cuando una rama desaparece por extinción, es, por decirlo así, substituída por otra rama de evolución hasta entonces más lenta, que atraviesa á sn vez las fa- ses de madurez y senectud que deben conducirlas á su fin. Las especies y los gé- neros de la naturaleza actual representan aquellas ramas que no han llegado aún á las fases seniles; pero se puede prever que alounas, entre ellas los Elefantes, las Ballenas, el Avestruz, ete., se aproximan á esta fase final de su existencia. El mecanismo de la extinción de las especies se 1os comienza, pues, á aparecer con cierta claridad.» MANUEL M. VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO 43 Leyendo las interesantes páginas de «La Historia de la Tierra,» por Launay, encuentro preciosas apreciaciones aplicables en cierto grado á la región conside- rada en el presente escrito, que no podré desarrollar del todo, por falta de espacio. En el capítulo relativo á la evolución de la estructura terrestre, se analizan las causas que han promovido las deformaciones que le son anexas y sus diver- sos caracteres, aunque recurriendo á la hipótesis para explicarlas. En una pala- bra, á las modificaciones del relieve, que paulatina ó repentinamente se han ido efectuando y las cuales han sido la resultante muy compleja de una serie de mo- vimientos orográficos, que han determinado cada vez nuevos salientes y muevas fosas, destinados los primeros á ser enseguida destrnídos, por una erosión cons- tante que tendía á llenar las segundas con sus restos. Dichos movimientos han hecho surgir cordilleras tan poderosas como la de los Alpes, en el antigno Con- tinente, y en el Nuevo la de los Andes, en el emplazamiento de los antiguos mares. Semejantes transformaciones, que asombran por lo pronto, en la historia geológica de la tierra, como dice el autor, «tanto como la comprobación de la existencia de plantas tropicales que han vivido antes en los polos, la de los re- nos y mamonths, recorriendo países muy retirados de ellos, como el centro de Europa, y que no tienen en sí mismas nada de hipotéticas.» Así, vemos, en la región considerada, capas plegadas y dislocadas conte- niendo fósiles marinos, levantados á centenares de metros de altura, en un prin- cipio depositados en capas horizontales de un mar profundo; no quedando, por lo tanto, Ingar á duda del movimiento que lo ha efectuado. Pudiera creerse que en ello hubo uno sólo de gran magnitud que desalojó de un golpe y en definitiva el mar que la ocupaba. Mas no, ciertamente, si como lo juzeo probable, los sedimentos marinos, 10 son en rigor contemporáneos; pues anuque comprendidos todos, ó al menos los que se vieron, en los del período cretácico, dentro de sus límites corresponden quizá á distintos horizontes. Es muy posible, por lo tanto, que, así, como en otras partes, las oscilaciones de nivel de la superficie la colocaban en distintas condiciones y las que, en todo caso, se revelan por la diversa naturaleza de los depósitos; que si en el fondo son idénticos, ofrecen, no obstante, diferencias bastante sensibles que determinan su separacion: así, los de las montañas son unos y otros los de las cañadas. Eu aqué- llas, el impulso fué el primero, vertical y directo; en éstas, posterior, horizontal é indirecto, revelándose, en todo caso, por el contraste de los caracteres litológi- cos de sus respectivas rocas. 44 MANUEL VILLADA.—LA GRUTA DE TONALTONGO Pudiera, sin embargo, ser más aceptable que la expresada formación fuese totalmente sincrónica y que las diferencias geognósticas que ofrece en los altos y bajos, dependa de una variabla acción mecánica. Así, en los primeros, las capas, al levantarse, soportaron simplemente en di- rección de la gravedad su propio peso, al menos en ciertas partes; mientras que en los segundos sufrieron por su plegamiento una enorme compresión lateral que á lo largo de ciertas líneas acabó por quebrantarlas, formándose de esta suerte las cañadas ó barralcos. Museo Nacional, Julio 15 de 1908. Manuel IM. Villada, Un caos en el fondo de la barranca de Tonaltongo. ES. T. L | Lám. HL. y IV... L. x $ E EC.C TA Las daa | A E > de dE 7 | E y PO pa O a RE Ñ Q CN | A. de Méx=, pb Maa - oquis de la región del Estado de Hidalgo Y 27), gruta de Tonaltongo. | Se LA NATURALEZA. do SS a de OS > e y 0%) É Pr G E. de MÉX=, pb by NN / NY Lo | )))))) 5" Valla de (fé LG Z Valla de (ce (0 ME O la Jorre parroqu RT = ( (Q A Tbis, 1859, p. 15%; Ex. Orn., p. 61, t. 31% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 549% Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. 1. 4, p. 19”. Lntens, capite undique cum thorace, alis et cauda nigris, pectore fulvescen- te, humeris et subalaribus albis; rostro nigro, pedibus fusco-nigris. Long. tota S-0, ale 40, caud:e 3-8, rostri a rictu 0-9, tarsi 075: 2 supra brunnea, uropygio ferrugineo, capite toto cinerascenti ochraceo, enla pallidiore; subtus olivacea, abdomine medio flavicante, crisso ferrugineo (Descr. maris ex Choctum, femine ex Ramhal, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México, Orizaba (Sallé*”), Santecomapana (Boucard”), región caliente de Veraernz, San Uvero, Omealca (Sumichrast”), Guichicovi (Sumichrast'), Honduras Británicas (Blancaneaux), Guatemala (O. $. et F. D. G.), Honduras (Dysson***). «México, región Sur.» ” Sumichrast considera á la especie como habitante de los distritos cálidos, pues no pasa de 1,500 ó 1,600 pies de altura. Su zona de distribución está com- prendida entre el Sur de México y Honduras. Sumichrast hace notar que la fi- sonomía de esta especie se parece á la de algunos 7yrannide, y que es más in- sectívora que la mayoría de los Tanagridos*. En Guatemala abunda en las sel- vas. El punto más alto en que la hemos observado es ICambral, Coban, á unos 4,000 pies de altura sobre el nivel del mar. En ese sitio colectamos una hembra que estaba posada en uua de las ramas superiores de un árbol florestal. L. aurantíus se distingue inmediatamente de las especies más meridionales por su garganta negra. La semejanza general que se observa entre el color de estas aves y el de ciertos /cteri es notable. «El L. atricapillus es común en todos los países en que se presenta. Según Schomburek, es una de las especies más abundantes en la Guayana. D'Orbigny la encontró en los húmedos y calientes montes de los Alpes bolivianos. «Costumbres y régimen.—Anidan en pequeñas parvadas como los otros Ta- nagridos; se están ordinariamente en los árboles más elevados y se nutren con granos. Los árboles que prefieren son tan altos que, aunque este pájaro es muy común, es sumamente difícil matarlo. En la Guayana forma parejas en las pal- meras y cocoteros donde anida.» EUCOMETIS. Eucometis, Sclater, P. Z. S. 1856, p. 117, vice: — Comarophagus, Bp. Compt. Rend. XXX, p. 81 (1851) (nee Boie). (1) Laurencio y Beristain, p. 38. (2) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. '“Les Oiseaux,” Vol. I, p. 158. 6 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Eucometis está estrechamente emparentado con Tachyphonus, y quizás la única diferencia en que se pueda confiar, sea la ignaldad del color de ambos sexos. La comisura de la quijada es curva ó ligeramente ondulada, como en Tachyphonus. Las alas son redondas; el cuarto cañón es el más largo, y el ter- cero y quinto son casi iguales al cuarto; la cola es larga y redonda. Los tarsos y patas son algo delicados y débiles, tratándose de la E. cristata típica; pero los de E. cassini, que no difiere de Tachyphonus á este respecto, son más robustos. De las cinco especies de Hucometis que se conocen en la actualidad, tres se encuentran dentro de los límites de nuestra fauna; las otras dos son parientas cercanas de E. cristata, y pertenecen á la Guayana, Amazonas y Bolivia. E. spo- docephala es la única especie peculiar de nuestra región; pero E. cassíni nada más pasa lejos de ella. EUCOMETIS SPODOCEPHALA. Chlorospingus spodocephalus, Bp. Compt. Rend. XXXVII, p. 922%; Notes Orn., p. 22”. Bucometis spodocephala, Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 274% P. Z. S. 1870, p. 836% Salv. P. Z. S. 1867, p. 139% 1870, p. 188% Tbis, 1872, p. 316"; Lawr. Ann. Lyc. N. Y. IX, p. 100*; Boncard, P. Z. S. 1883, p. 443". E. cristate persimilis, sed capite saturatins cinereo, crista haud sericeo--ci- nerea, gula obscuriore distinenenda. (Descr. exempl. ex Virgin Bay, Nicaragua. Mus. nostr.). 2 mari omnino similis. Av. hornot. capite sammo dorso concolore, gula quoque olivacea. (Deser. exempl. ex Mina de Chorcha, Panamá. Mus. nostr.). Hab. México, región Norte de Yucatán (G. F. Gaumer), Honduras Británi- cas (Blancaneaux), Guatemala (Constancia?, G. M. Whitely*), Nicaraena (Delat- tre'”?, Briduees”, Baxter), Costa Rica” (Arcé), Panamá”? (Arcé). «México, Penín- sula de Yucatán.» Es una forma septentrional del E. cristata, su pariente; pero tiene la cabeza de un gris más obscuro y carece del sedoso copete que adorna á la otra especie. E. spodocephala fué descrita por Bonaparte, conforme á los ejemplares conse- guidos por Delattre en Nicaragna. Parece que abunda en Yucatán y en las Hon- duras Británicas, pues el Sr. Ganmer obtuvo varios ejemplares, alennos de los (1) Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ( cuales han llegado á nuestro poder, gracias al Sr. Boncard”. Tal vez es más nu- meroso en las cercanías de Chiriqui que en ningún otro punto. En la línea del ferrocarril de Panamá es reemplazado por LE. cristata. CHLOROSPINGUS. Chlorospingus, Cabanis, Mus. Hein. L, p. 139 (1851). (Tipo C. leucophrys, Cab.—C. ophthalmicus (Du Bns). Las investigaciones llevadas á cabo últimamente en las montañosas regio- nes occidentales de Sud América, han contribuido á que se conozca mejor la ex- tensión que ocupa este género, el cual comprende veintiséis ó veintisiete espe- cies. Todas ellas prefieren los montes situados á una altura considerable sobre el nivel del mar. El C. postocularis, que es la especie más conocida, se encuen- tra en las selvas que están á 5,000 ó 10,000 pies de elevación. En muestra región hay siete especies; tres de ellas son características de México y Guatemala, tres se encuentran en Costa Rica y Panamá, y C. albitem- poralís se extiende desde Costa Rica hasta Bolivia. Los miembros centro-americanos de Chlorospingus son todos muy homogé- neos; pero aleunas de las especies sud-americanas, tales como el delicado C. ver- ticalis, son decididamente excepcionales. Las especies más fuertes y robustas que tenemos aquí, se parecen mucho á los Pringilide por su aspecto general; su pico es cónico y fuerte, pero menos que el del siguiente género; la inuesca maxi- lar es casi rudimentaria; las alas son moderadamente largas, pues el tercero, cuarto y quinto cañones son casi iguales; la cola de las especies más típicas, es bastante larga y un poco redonda; el color aceitunado prevalece en el plumaje, y ambos sexos son del mismo matiz. A. Macula postocularis alba. CHLOROSPINGUS OPHTHALMICUS. Arremon opthalmicus, Du Bus, Bull. Ac. Brux. XIV, pt. 2, p. 106". Ohlorospingus ophthalmicus, Sel. P. Z. S. 1856, pp. 89?, 302% 1859, pp. 364*, 377%, Cab. J. f. Orn. 1866, p. 162"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 549”; Saly. Cat. Strickl. Coll., p. 196*. Chlorospingus leucophrys, Cab. Mus. Hein. L, p. 139”. 8 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍfA MEXICANA. Supra oleagineo--olivacens, pileo et capitis lateribus saturate brunneis, plaga subocnlari nigricante, macula postocnlari alba, loris albidis; subtus gula et ab- domine medio albis, pectore, hypochondriis et crisso flavescenti-olivaceis; rostro nigro, pedibus corylinis. Long. tota 5-8, alee 2-9, caudee 2-4, rostri a rictu 0-55, tarsi 0-83. (Descr. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Hab. México”* (le Strange), San Pedro (Galeotti*), Córdova (Sallé”*), Jala- pa? (de Oca*, Hóge). Totontepec (Boucard?), regiones templada y caliente de Ve- racruz (Sumichrast*). «Región Sur.»% Teníamos la costumbre de incluir al Chlorospingus guatemalteco de esta for- ma entre el €. ophthalmicus; pero habiéndolos examinado con detenimiento, he- mos observado que el ave mexicana de cabeza morena es peculiar á ese país, y que en Guatemala existen dos formas que no sólo son distintas una de otra, sino también de la especie que nos ocupa. El Chlorospingus ophthalmicus es un pájaro muy conocido en México, prin- cipalmente en los montos de las tierras altas, auuque también se presenta en las partes calientes, según Sumichrast”. Sólo existe en las montañas de las regiones meridionales de la República, adonde ha sido observado por diversos viajeros. «Su zona de habitación debe fijarse entre 600 y 1,100 metros.»* CHLOROSPINGUS POSTOCULARIS. Chlorospingus postocularis, Cab. J. f. Orn. 1886, p. 163”. Hab. Guatemala' (O. $. et F. D. G..). «México, Chiapas.» La cabeza es de un oris uniforme que sirve para distinonir á la especie, del C. ophthalmicus de México; por otra parte, €. olívaceus tiene la mitad de la co- ronilla de un gris ceniciento y los lados más obseuros. El Dr. Cabanis hizo la descripción de la especie aprovechando un ejemplar guatemalteco, sin indicar su procedencia con exactitud. Lios únicos ejemplares de nuestra colección que concuerdan con la descripción del Dr. Cabanis, fueron obtenidos en los volca- nes de Aona y Fuego á alturas variables, comprendidas entre 3,000 y 8,000 pies. Esta especie es un ave florestal, y vaa por los montes en partidas de seis ó más individuos. Es lista y activa; salta turbulentamente en las ramas más bajas de (1) Laurencio y Beristain, p. 37. (2) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, p. 157. (3) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo p. 307. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 9 = los árboles, y se pone á menudo al alcance del observador, quien distingue en- tonces claramente la mancha blanca que tiene en el ojo. Nada se sabe respecto á su nido y huevos. «El tipo de esta especie vino de Guatemala, y he observado que ni (. atri- ceps (Auk, Jan. 1897, p. 65), de Pinabete, Chiapas, es inseparable. Por consi- eniente, este último es sinónimo de C. postocularis, cuya zona de distribución se extiende por las montañas del Sudoeste de Guatemala y Chiapas.» % CHLOROSPINGUS OLIVACEUS. Poospisa olivacea, Bp. Consp. 1, p. 473”. Chlorospingas olivaceus, Sel. P. Z. S. 1856, p. 90?. Chlorospingus ophthalmicus, Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 32%, Hab. Guatemala? (O. S., O. $. et F. D. G.). «México, Chiapas.» El Chlorospingus de Alta Verapaz se distinene de los demás por una raya eris claro que tiene en el occipucio. Sin duda es el pájaro que Bonaparte des- cribió con este nombre, aunque la localidad á que lo atribuye (Brasil) es inco- rrecta. El Sr. Selater examinó el tipo que hay en el Museo de París, y recono- ció que un ejemplar de su colección pertenecía á la misma especie, y que, proba- blemente, ambas aves habían sido preparadas por Delattré, el colector francés, quien hizo exploraciones en los alrededores de Coban. El pájaro de Cobán recibió el nombre de C.ophthalmicus en 1860*; pero es distinto de la especie mexicana que tiene la cabeza morena. «No es raro en el espeso bosque de Tumbalá, Chiapas.» % BUARREMON. Buarremon, Bonaparte, Consp. Ay. I, p. 483 (1850); Sel. P. Z. S. 1856, p. 84. Chrysopoga, Bp. loc. cit., p. 480. Pesopetes, Cabanis, J. f. Orn. 1860, p. 415. (1) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, p. 157, (2) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, p. 157. (3) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, p. 157. La Nat.—Ser, 11, —T. IV.—Febrero 1904, 10 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Los límites de este género varían según los autores. Bonaparte lo estable- ció, y al mismo tiempo propuso otros dos géneros que en la actualidad se inclu- yen, generalmente, en Buarremon. Comprendía en ellos varias especies que ahora pertenecen á Fringillide, en cuya familia colocaba á Buarremon y los de- más, cerca de Hemophila, Atlapetes, Pyrgisoma, Pipilo, ete. El Dr. Cabanis cla- sificaba únicamente entre Buarremon al B. assimilis y al £. brunneínucha, com- prendiendo al 5. albinucha y al B. pallidinucha en el género Atlapetes, y ren- niéndolos á todos en la subfamilia P¿ylinc. El arreglo actual fué hecho por el Sr. Selater, quien ensanchó los límites de Buarremon, haciendo que abarcara cuatro secciones: (a) Buarremon, (b) Chryso- poga, (e) Carenochrons y (d) Pipilopsis. En el «Nomenclator Avium Neotropi- calium> se incluian veinte especies en Buarremon, y más tarde se le añadieron trece por lo menos. Con excepción del £. personatus, de la Guayana, todos es- tán distribuidos en los montañosos países de la América Occidental (inelusa Ve- nezuela), desde Bolivia hasta el Sur de México. Dentro de nuestros límites exis- ten ocho especies, y cuatro de ellas son características de nuestra región. De las demás, el B. brunneinucha es el que está distribuido con mayor amplitud, pues llega desde México hasta el Perú; £B. gutturalis y B. albinucha se extienden desde México hasta Colombia, pero este último no se encuentra en la región in- termedia; en fin, 65. assímilis, de Colombia, Ecuador y Perú, sólo ha sido colee- tado una vez en Costa Rica. De las especies características, B. virenticeps no se ha descubierto aún más que en México. £. capitalis, B. crassirostris y B. tibia- lis, son todos habitantes de las montañas de Costa Rica y Panamá. Buarremon se parece á los Fringillide por su fuerte pico cónico; el de B. crassirostris es esencialmente robusto; se observa una pequeña muesca cerca de la extremidad de la comisura de la quijada; las alas son algo largas y redondas; el enarto, quinto y sexto cañones son los más largos; la cola es alargada y muy redonda; por lo regular, los tarsos y dedos son muy largos y fuertes, é indican hábitos terrestres (particularmente tratándose de £. capitalis); el plumaje es ional en ambos sexos. Aunque creemos conveniente adoptar los límites y posición del género Bua- rremon, que le asiena el Sr. Selater, nos parece que su parentesco con géneros Fringillince, tales como Pyrygisoma, Atlapetes y ciertos miembros de Pípilo, es importante, y que el examen minucioso de otros caracteres, que no sean los que proporciona el estudio de las pieles, modificará probablemente, de un modo con- siderable, la clasificación actual. BUARREMON VIRENTICEPS. Buarremon virenticeps, Bp. Compt. Rend. XiL, o, 657'; Sel. P. Z. S. 1856, p. 85”; Cat. Am. B., p. 90". A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 11 Fringilla quadrivittata, Licht. Mus. Berol. (fide Sclater). B. assimili affinis, sed capitis striis et cervice tota olivacescentibus, dorso fere concoloribus; subtus hypochondriis et crisso fuscescentioribnus. Long. tota 7-0, alee 32, caude 3-6, rostri a rictu 07, tarsi 11. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). Hab. México' (le Strange, Boucard). En la actualidad es conocido como habitante del Sur de México, aunque no está en las listas de aves colectadas por Sallé, Boncard y otros. Sin embargo, tenemos un ejemplar que proviene del Sr. Boucard, el Sr. le Strange también obtuvo ejemplares y hemos visto otros en la colección del Sr. Selater. Es evidente que el £. virenticeps es pariente del B. assímilis; pero difiere de este último porque las rayas de su cabeza son aceitunadas en vez de ser grises BUARREMON BRUNNEINUCHA. «Chayotero.» Embernagra brunneinucha, Lafr. Rev. Zool. 1839, p. 97*. Buarremon brunneínuchus, Sel. P. Z. S. 1857, pp. 85? 302% 1858, pp. 72%, 303*; 1859, pp. 138%, 3647, 377*, 1864, p. 174”; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 15"; P. Z. S. 1868, p. 627%; 1875, p. 234”; 1879, p. 504”; Cab. J. f. Orn. 1860, p. 414*; Cassi Pr. Ac. Phil. 1865, p. 170%, Saly. P. Z.S. 1867, p. 140%; 1870, p. 189”; Cat. Striekl. Coll., p. 195%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L p. 549%; Lawr. Ae NY ENS p 101; y. Erantz J. £. Oru. 1869, p. 300%, Taez. P. Z:S. 1874, p. 515*; 1879, p. 228*; 1880, p. 196*%, Arremon frontalis, Tsch. Fann. Per., p. 212”. Buarremon scanthophrys, Cab. Mus. Hein. I, p. 141%. Olivaceus, alis et cauda brunnescentioribus, pileo postico et nucha castaneis utrinque cinnamonico limbatis, fronte et capitis lateribus nieris illa nigro trima- enlata; subtus gula et abdomine medio albis, pectore niero, hypochondriis et erisso olivaceo—cinereis; rostro nigro, pedibus corylinis. (Deser. exempl. ex Ja- lapa, México. Mus. nostr.). 2 mari omnino similis. Juv. inornatus; fere omnino obsenre olivacens, capite sammo brunnescente. (Descr. juv. ex Verapaz, Guatemala. Mus. nostr.). (1) A, L, Herrera, Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 17. 12 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Hab. México” (le Strange), Córdova (Sallé”), Valle de México (White”), Ja- lapa (de Oca”), región templada y alpina de Veracruz (Sumichrast'), La Para- da”, Teotalcingo* (Boncard), Guatemala (Skinner”, O. S. et F. D. G..), Costa Rica (v. Frantzins***, Carmiol, Rogers), Panamá"”* (Arcé), —Colombia*"*", Ecua- dor**, Perú*222, Venezuela, «México, región Sur.» Es éste uno de los miembros del género Buarremon mejor conocido, y está distribuido desde el Sur de México hasta el Perú, extendiéndose al Oriente hasta Venezuela. Empero, nunca frecuenta los montes de las tierras bajas. En los bosques del Volcán de Fuego de Guatemala, situados á 6,000 y 8,000 pies de altura, es un ave común. Usnalmente anda en parejas rascando las hojas se- cas tiradas en el suelo. Salmon obtuvo huevos en el Estado de Antioquía: dice que son casi blan- cos y matizados de un color azul verdoso muy pálido". B. brunneínucha carece de parientes en este país, y se distingue por su cabeza castaña y su frente negra con una manchita blanca central y dos laterales. En la América del Sur el B. inornatus del Oriente del Ecuador, es una especie pariente que difiere de la ac- tual por la ausencia de la banda pectoral negra. «Gargantilla, Barba-blanca.—Esta especie, sin ser completamente caracte- rística de la región alpina, pues se encuentra en la templada y aún en los pun- tos más altos de la caliente, es más abundante en los bosques y montañas á la altura de 500 á 2,000 metros.» BUARREMON ALBINUCHA. «Chayotero.»“ Embernagra albinucha, Lafr. et d'Orb. Rev. Zool. 1838, p. 165". Buarremon albinuchus, Bp. Consp. I, p. 484”; Sel. P. Z. $. 1856, p. 86?; 1857, p. 205% 1859, pp. 364, 377*;, 1864, p. 173"; Cat. Am. B., p. 91% Sumichrast, Mem. BostiSoc NE pDLos: Atlapetes albinuchus, Cab. Mus. Hein. L, p. 140”. Embernagra mexicana, Less. Rev. Zool. 1839, p. 42". Buarremon vitellinus, Licht. Mus. Ber.” 5. gutturali similis, sed corpore subtus omunino flavo distinenendus. Long. tota 67, alee 2-8, caudee 3-3, rostri a rictu 0-6, tarsi 1-05. (Descr. maris ex To- tontepec, México. Mus. nostr.). (1) Laurencio y Beristain, p. 37. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, p. 307. (3) A. L. Herrera, Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 17. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 15 Juv. subtus sordide flavicans fusco striatus. (Descr. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Hab. México", Valle de México (White”), resión templada de Veracruz (Sumichrast*), Jalapu (Sallé* de Oca?, Deppe*”, Hóge), Orizaba (Botteri*, le Strange), Totontepec (Boncard”), Oaxaca.—Colombia***. «México, región Sur.» % La zona de distribución de esta especie es notable, tanto más cuanto que está completamente dividida en dos partes. La sección septentrional está limi- tada al Sur de México, y la meridional, á la región central y oriental de Colom- bia. La parte intermedia está ocupada por B. gutturalis. En Colombia no es nada c»mún, pero en México el B. albinucha es muy co- nocido; es un ave característica de la región templada, según Sumichrast, y se le encuentra á una altura de 2,000 á 3,600 pies”. El Sr. Selater afirma que un ejemplar de su colección tiene la garganta anaranjada, lo que demuestra que la especie varía á este respecto, como B. gut- turalis”. «Vulg Frailecito.» ARREMON. Arremon, Vieillot, Anal., p. 32 (1876). (Tipo Tanagra silens, Bodd.); Sel. P. Z. S. 1816, p. SO. Se conocen doce especies de este vénero, exclusivamente neotropical; sólo una de ellas, el Arremon aurantitrostris, se encuentra en nuestra área. Las es- pecies sud-americanas pertenecen, principalmente, á las regiones sub-andeanas; pero la más conocida de todas ellas, el 4. silens, oenpa la parte oriental del con- tinente, y se extiende desde la Guayana y Amazonas hasta el Brasil. Por su estructura y coloración, el género Arremon es muy homogéneo. El pico es recto, algo alto, corto, cónico y con una muesca rudimentaria subtermi- nal en la quijada. Las alas son cortas y redondas; la cola, también algo corta y muy redonda; los tarsos son un poco largos y propios para sus costumbres semi- terrestres. La mayoría de las especies tienen la cabeza negra, y muchas de ellas presentan una raya vertical cenicienta en medio; la superficie inferior es blanca, y muchas especies tienen una banda pectoral negra bastante visible. Con fre- (1) Laurencio y Beristain, p. 37. (2) F. Sumichrast, Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. '“La Naturaleza,” tomo I, p. 307, 14 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. e . . . z . . . cuencia el pico es de color amarillo ó anaranjado vivo; el dorso es aceitunado Ó gris. Parece que todas las especies frecuentan los bosques espesos, donde se les encuentra entre las yerbas que crecen al pie de los árboles. ARREMON AURANTIIROSTRIS. Arremon aurantitrostris, Latr. Rev. Zool. 1847, p. 72*; Des Muis, Icon. Orn. t. 55% Bp. Consp. L, p. 488*; Sel. P. Z. S. 1856, p. 83*; 1859, p. 377*; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 32%; P. Z. S. 1864, p. 351”; Lawr. Am. Lyce. N. Y. VIL p. 298% VIII, p. 180% IX, p. 102%, Salv. P. Z. S. 1867, p. 140"; 1870, p. 188*; Ibis, 1872, p. 317%, v. Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 300%. Arremon rupodorsalis, Cassin, Pr. Ac. Phil. 1865, p. 170%; Lawr. Am. Lyc. N. Y. IX, p. 102*; Salv. Ibis, 1874, p. 308". Supra oleaginens, cauda fuscescentiore, capite nigro, superciliis elongatis albis, stria verticali cinerea; subtus gula et abodomine medio albis, pectore late nigro, hypochondriis fuscis oleagineo indntis; campterio alari leetissime anran- tiaco, rostro aurantiaco, pedibus carneis. Long. tota 6-5, alee 3-2, caude 30, ros- tri a rictu 07, tarsi 1. (Descr. maris ex Santa Fe, Panamá. Mus. nostr.). 2 mari persimilis. Hab. México, Playa Vicente (Boucard”), Honduras Británicas (Blancaneaux), Guatemala” (O. $. et F. D. G.), Nicaragua (Belt”, Holland”), Costa Rica (v. Frant- zinus*, Cooper”, Zeledón” Carmiol”, Arcé, Carmiol*”"”). Panamá*" (Arcé M'Leannan'””, Delattre***). «México, región caliente de Veracruz y Belice (Pe- níusula de Yucatán).» % En Mayo de 1873 Salvin descubrió un nido en el bosque cercano á Obispo Station; estaba en el suelo, oculto por una bonita fronda colgante de Adiantum Contenía polluelos. De Panamá el 4. aurantitrostris se dirige al Sur de Méxi- co, donde no es común, pues M. Boncard” solamente lo encontró en Playa Vi- cente. A. aurantitrostris es el único representante del género en la América Cen- tral, y fuera de sus límites no se presenta. Pertenece al mismo grupo que el 4. (1) Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 15 silens, de la Guayana y el Brasil, y su pariente más próximo es el 4. spectabilis, de Colombia y Ecnador, del cual difiere por tener el dorso más obscuro y la banda negra pectoral más ancha. SALTATOR. Saltator, Vieillot, Anal. p. 32 (1816); Sclater, P. Z. S. 1856, p. 69. El género Saltator contiene cerca de diez y ocho especies, pertenecientes á la región nevtropical y distribuidas entre México, Paraguay y la República Ar- gentina. Cinco especies pasan nuestra frontera, cuatro de ellas son peculiares del país, y sólo una, el $. albícollis, se extiende más allá en las partes septen- trionales de Sud América. Los miembros del género Saltator son todos pájaros robustos, de pico fuerte; S. atriceps es el Tanagrido más grande que se conoce. La coloración de ambos sexos es idéntica; predomina el color gris aceitunado ó moreno en el dorso, y el gris en la superficie inferior; una sección está rayada de castaño. El pico es fuerte y nn poco largo, con el culmen muy arqueado; la co- misura es casi simple, pero tiene una muesca maxilar subapical; las alas son cor- tas y redondas, y la cola, larga y también muy redonda; los tarsos son cortos, pues las costumbres de estas aves son estrictamente arbóreas. SALTATOR ATRICEPBS. «Pico gordo, Quejoso.»% Tanagra (Saltator) atriceps, Less. Cent. Zool., p. 208, t. 69". Saltator atriceps, Bp. Consp. L, p. 488% Cab. Mus. Hein. L, p. 142”; Sel. P. Z. S. 1856, pp. 69*, 302”; 1859, pp. 364", 377"; 1864, p. 174; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 14%; P. Z. S. 1864, p. 351"; 1870, p. 836"; Moore, P. Z. S. 1859, p. 58*; Taylor, Ibis, 1860, p. 111%; Lawr. Am. Lyc. N. Y. VII, p. 297*% TX, pp. 102%, 200%; Bull. U.S. Nat. Mus. n. 4, p. 19”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. LI, p. 549"; Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 199"; P. Z.S. 1885, p. 421%; Boucard, P. Z. S. 1883, p. 443”. Tanagra gnatho, Licht. Preis.—Vers. mex. Vóg., p. 2” (cf. J. f. Orn. 1863 p- 56). Arremon giganteus, Bp. P. Z. S. 1837, p. 1177. Pyrrhula raptor, Cabot, Journ. Bost. Soc. N. H. V, p. 90, t, 12% (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 17. 16 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Supra olivacens, capite toto cum mento et torque pectorali nigris, superci- liis indistincte albis, gutture medialiter albo; corpore reliquo subtns cinereo, crisso ferrugineo; rostro niero, mandibula interdum flavicante, pedibus plum- beis. Long. tota 10-4, alee 4-6, candee 5-0, rostri a rictu 1-0, tarsi 1-1. (Deser. maris ex Volcán de Agna, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari similis. Obs. Specimina quedam capitis lateribus frequentissime griseo notatis, tor- que pectorali quoque interdum obsoleta, differunt. Hab. México****2, región caliente y templada de Veracruz (Sumichrast”), Tierra Caliente de la Costa del Atlántico (le Strange), Córdova (Sallé*?), Jalapa (de Oca?), Papantla (Deppe*), Playa Vicente (Boucard”), Guichicovi, Santa Efi- cenia (Sumichrast”), Yucatán (Cabot”), Mérida en Yucatán (Schott', Gaumer”), Honduras Británicas (Blancaneaux), Guatemala (Velázquez de León”, Constan- cia**, O. $. et F. D. G.), Honduras (Leyland”, G. M. Whitely", Taylor*”), Ni- caragna (Baxter), Costa Rica (Carmiol”), Panamá (M'Leannan'* O. $S., A. H. Markham”). «México, reg. O. y Sur.» % Los ejemplares yucatecos no difieren en nada de los centro-americanos. Saltator atriceps es un ave característica de las tierras calientes de México y Cen- tro América, y llega, al Sur, hasta el Istmo de Panamá. Sumichrast refiere que en la región meridional de México sube á unos 4,000 pies de elevación sobre el nivel del mar. El Saltator atriceps es un pájaro aleo bullicioso, su chillido es desagradable y frecuenta generalmente los árboles bajos que limitan los claros de los distritos montuosos. El Sr. Ganmer dice que es muy abundante en Yuca- tán, cerca de Mérida, que se come las flores de un Convolvulus, y que en los ejemplares que disecó encontró otras flores, hojas verdes y aleunas veces frutos”. Se nota una diferencia considerable entre los ejemplares de esta especie en lo concerniente á la banda negra que tienen en el pecho. En muchos casos di- cha banda es rudimentaria, y el blanco de la garganta se extiende hasta las par- tes de debajo; en otros individuos aparecen unas cuantas plumas negras. Tam- bién varía el color de las mejillas. En casi todos nuestros ejemplares se observa cierta mezcla de gris en las plumas negras; pero en algunos los carrillos son en- teramente negros. El color de la garganta varía rara vez; en ciertos ejemplares, generalmente en los mexicanos, el color es castaño vivo en lugar de ser blanco; pero aleunas formas intermedias sirven de lazo de unión entre éstas. El color del pico está sujeto, asimismo, á ciertas modificaciones; á menudo la mandíbula es amarilla, y aleunas veces también lo es la punta del maxilar. Probablemente estas variaciones son debidas á la edad y á la estación, pues es imposible atri- buirlas á ningún distrito en particular. (1) Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 17 «Este pájaro es muy abundante en la ciudad de Mérida y común en todas partes. Generalmente forma parvadas de cuatro á doce individnos. El canto del macho es excesivamente agudo, chillón y penetrante; por lo reenlar canta al amanecer. Durante mi estancia en Izamal, una pareja acostumbraba posarse en un arbusto que había en mi ventana y cantar media hora diaria, despertándome con las primeras notas. Se snben á la rama más alta de un árbol, lanzan unas cuantas notas agudas y vuelven á bajarse al follaje inferior.»% «Se le encuentra cerca de Orizaba, adonde nunca llega el S. magnoides.» ” «El Saltator frecuenta los jardines, los setos, matorrales y bosquecillos, pero nunca los grandes bosques. Pasa todo el año en esos sitios, ya sea en parejas Ó en pequeñas tropas. Frecuentemente se reunen muchas especies. Se aproximan sin temor á las habitaciones y causan á menudo perjuicios en los jardines. «Siempre en el interior de los arbustos, dice d'Orbieny, y poco más ó me- nos á mi altura, el Saltator cerulescens no cesa de saltar con gran agilidad. Busca allí su alimento, que se compone de granos, botones é insectos. No des- deña la carne y se roba la que está secándose alrededor de las casas. Rara vez se para en el suelo, sobre el cual se mueve con lentitud. Su vuelo no es rápido, sino interrumpido y de poca extensión. Su voz es insignificante; por lo general no hace más que chillar repetidas veces.» D'Azara dice que en la época de los amores cantan de un modo bastante variado y expresivo. En jaula no cantan jamás. En el mes de Noviembre construyen, en las ramas más elevadas y en los zarzales más enmarañados, un eran nido, formado de raíces groseramente liga- das entre sí. Este nido contiene de dos á tres huevos de uu color azul verdoso, manchados de negro en la punta gruesa. Otras especies construyen su nido con MUISgo. Cautividad.—D' Azara proporciona aleunas noticias relativas á la conducta de esas aves en cantividad. «He tenido durante alennos meses un capi en janla con otros pajarillos. Vivía con ellos en perfecta armonía. Comía pan duro ó blando indiferentemente, maíz cocido, flores, frutos, musgo, en fin, comía de todo, portándose, á este respecto, más bien como un mamífero que como un pá- jaro. Si el pedazo de alimento estaba muy grueso, lo tenía con las patas ó lo lanzaba al aire y lo tomaba con el pico, mascándolo sin soltarlo hasta que se lo podía tragar.» Parece que D'Azara es el único naturalista que se ha entretenido en criar un Saltator, pues escasean los detalles referentes al pájaro en cantividad. Ni si- quiera sabemos si es estimado en el país que habita.» * (1) A. Boucard.: On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 443. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo Í, p. 307. (3% A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. II, p. 151. La Nat.—Ser, U.—T. IV,—Marzo 1904, 3 18 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. SALTATOR MAGNOIDES. Saltator magnoides, Lafr. Rev. Zool. 1844, p. 41; Bp. Consp. L, p. 489*; Sel. P. Z. S. 1856, pp. 69*, 142*, 302% 1859, pp. 364%, 377"; 1864, p. 174%; Sel. et Salv Tbis, 1859, p. 14 P. Z. S. 1864, p. 351" 1870, p. 836"; Cab. J. f. Orn. 1863, p. 416”, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIII, p. 180%; IX, p. 102%; Saly. P. Z. $. 1867, p. 140"; 1870, p. 189"; Sunichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L p. 549"; y. Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 300*. Saltator gigantodes, Cab. Mus. Hein. I, p. 142”. Saltator magnus, Lawr. Ann. Lye. N. Y. VII, p. 297?. Saltator intermedius, Lawr. Proc. Ac. Phil. 1864, p. 106%; Ann. Lyc. N. Y. NA. 707. Supra olivacens; capite cinereo, pileo olivaceo intermixto, snperciliis albis; subtus cinerens, gula media castanea undique nigro late cireumcincta, crisso fer- rugineo; rostro nigro, pedibus plumbeis. Long. tota 8-0, ale 3-9, caudee 3-8, rostri a rictu 0-95, tarsi 0-9. (Descr. exempl. ex Choctum, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México****”, Córdova (Sallé*), Jalapa (de Oca”), Playa Vicente (Bon- card”), región caliente de Veracruz (Sumichrast”), Guatemala (Skinner””, O. $. et F. D. G.), Honduras (G. M. Whitely*), Nicaragna (Holland”), Costa Rica (y. Frantzius'“”", Ellendorf”, Carmiol*, Arcé, Rogers), Panamá (Bridges*, Arcé*, Hicks MiLeanuan 2): La zona de distribución del Saltator magnoides es, poco más ó menos, la misma que la del $5. atriceps, pues se le encuentra en su compañía en la ardiente región comprendida entre el Sur de México y Panamá, donde tal vez sea más común que su pariente. Sin embargo, en Guatemala está confinado á las flores- tas de Verapaz, y parece que no se presenta en el lado de la Cordillera vecino al Pacífico, en donde abunda el 5. atriceps. Concede también la preferencia al lado oriental del istmo hasta llegar á Costa Rica; allí visita ambos lados de la Cordillera y se extiende hacia el Istmo de Panamá. Salmón desenbrió el nido y los huevos del S. magnus; el primero se com- ponía de varas pequeñas y tallos de helechos, y estaba entre unas matas bajas; los huevos son de color azul verdoso claro y presentan una zona de manchas y líneas negras alrededor de la extremidad más larga. El 5. magnus difiere del 5. magnoides por las líneas negras rictales que A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 19 tiene á cada lado de la mancha de la garganta, y que no forman collar como en el easo del S. magnoides. Es un ave más pequeña, más rojiza y no tiene el gris de debajo tan puro. «Está confinado á la región caliente; rara vez pasa más allá de una altura de 900 metros.» SALTATOR GRANDIS. «Hierbero.»* Tanagra grandis, Licht. Preis.—Vers. mex. Vóg. p. 2 (cf. J. f. Orn. 1863, p. 577). Saltator grandis, Sel. P. Z. S. 1856, p. 72? 1857, p. 205?; 1859, pp. 364%, 377?; 1864, p. 174%; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 14"; P. Z. S. 1870, p. 836*% Moore, P. Z. S. 1859, p.58”; Cab. J. f. Orn. 1860, p. 416" 1861, p. 1"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N- E. L p. 549%, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. IX, pp. 102%, 200% Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 19”; v. Frantzius, J. f. Orn. 1869, p. 300"; Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 200"; Boncard, P. Z. S. 1883, p. 443". Saltator icterophrys, Lafr. Rev. Zool. 1844, p. 41"; Bp. Consp. I, p. 4907. Saltator rufiventris, Vig. in Beechey's Voy., p. 19” (nec. d'Orb.). Saltator vigorsíú, Gray, Gen. B. Il, p. 363”; Cab. Mus. Hein. L, p. 1437, Supra nigrescenti-cinerens, capitis lateribnus obscurioribus, superciliis dis- tinctis albis, enttnre medio albo, nigro ntrinque marginato; subtus pallidior, ventre imo et crisso rufescentibus; rostro niero, mandibula cornea, pedibus plumbeis. Long. tota 8-5, ale 4-2, caude 4-2, rostri a rictu 0-95, tarsi 11. (Deser. exempl. ex Tonalá, México. Mus. nostr.). Av. juv. supra olivaceo indutus, superciliis et gula flavo tinetis, subtus ru- fescentior. (Descr. maris ex Dueñas, Guatemala. Mus. uostr.). Hab. México***2, Tepitongo (Galeotti”), Villa María”, Valle de México (White*), regiones templada y caliente de Veracruz (Sumichrast'”), Tierra Ca- liente de la costa del Atlántico (le Strange), Córdova (Sallé”), Jalapa* (Deppe, de Oca?*), Playa Vicente (Boncard”), Santa Efigenia”, Tonila (Sumichrast), Méri- da en Yucatán (Schott'*, Ganmer”*), Guatemala (Skinner”, Constancia”, O. $. et F. D. G.), Honduras (G. M. Whitely*, Leyland?”), Costa Rica (v. Frantzius'”*, Hoffmann”, v. Frantzins*”, Cooper”, Arcé, Rogers). «México, región O. y Sur.» (TI) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. '““La Naturaleza,” tomo I, p. 307. (2) A. L, Herrera. Cat. de la Col, de Aves del Museo Nacional, p. 17. (3) Laurencio y Beristain, p. 37. 20 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. === El Saltator grandis tiene, como se observará por la lista anterior, una zona de distribución muy extensa en nuestra región, desde el Sur de México hasta Costa Rica; pero en el Occidente de México el S. plumbeiceps lo suplanta por completo. Sube más que el $. atriceps y el S. magnoides; Sumichrast le marca por límite 5,000 pies en el Estado de Veracruz; ese dato concuerda con nuestras observaciones, pues vimos que esa especie abunda en Dueñas, que está á la mis- ma altura. De allí se extiende hasta bajar al nivel del mar en Tehuantepec, Yu- catán, ete. Sus costumbres son muy parecidas á las de sns congéneres, el S. atriceps y el S. magnoides; también se reune en pequeñas parvadas en los breñales que limitan las florestas. Respecto al Saltator icteropygius (Du Bus, Esq. Orn. t. 13; Sel. P. Z. S.1856, p. 70), descrito como especie mexicana, hay varias opiniones; el Dr. Harlaub conviene en separarlo, en tanto que Lafresnaye y Bonaparte lo declaran ejem- plar de Saltator grandis, provisto de una cola de Ptilogonys cinereus. No hemos visto al tipo; pero, á juzear por la lámina, no vacilamos en deducir que ese ejem- plar fué arreglado como asegura Lafresnaye. «Esta especie es casi tau abundante en la región templada como en la ca- liente, y á veces pasa los límites de la última. Realmente en el Valle de Orizaba sube á 1,500 metros de altura.» «Los naturales del país suponen que es una especie distinta del Saltator atriceps; pero yo creo que se trata de la hembra de este último. Sus costumbres son idénticas, aunque su canto es más suave; de esta forma he visto bandadas compuestas por 70 ó 100 individuos, mientras que las parvadas de £S. atriceps rara vez comprenden más de 8 ó 10.>% SALTATOR PLUMBEICEPS. Saltator plumbeiceps, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIII, p. 477*; Mem. Bost. Soc. NED. 214. S. grandi similis, sed omnino pallidior, supra pallidins erisens, subtus sor-. dide albidus, capitis lateribus multo pallidioribus et litura ntrinque rictali nigra multo majoris distincta. (1) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo I, p. 307. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 443. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. , 21 —. —— - == A Av. juv. olivascens, superciliis flavidis, litura rictali fusca distinguendns. (Descr. feminee et av. juv. ex Mazatlán, México. Mus. nostr.). Hab. México, Mazatlán (Xantus!, Grayson”, Torrer), Presidio cerca de Ma- zatlán (Torrer), Tepic (Grayson?), llanuras de Colima (Xantus?), Putla (Rébouch). El Sr. Lawrence publicó primero una descripción de esta especie con MS., nombre dado á los ejemplares obtenidos cerca de Mazatlán por Xantus en 1863”. Más tarde Grayson la encontró en el mismo punto?, Xantus más al Sur en las llanuras de Colima?, Rébouch cerca de Putla y Alfonso Torrer cerca de Ma- zatlán. Grayson manifiesta? que habita en los bosques y anida en Primavera, época en que canta. Acrega que no emigra y que es común en las cercanías de Maza- tlán, Tepic y San Blas. Dice que el nido está construido á la ligera, con varitas secas forradas con raíces fibrosas: los huevos, en número de tres á cinco por - cada postura, son de color azul claro con marcas negras y delicadas en la punta erande. Grayson suponía que el polluelo descrito por el Sr. Lawrence? era otra 'es- pecie; pero uno de sus ejemplares que estaba mudando prueba que no es exacta su suposición. Tenemos también un polluelo, en el mismo estado, proviniente del Sr. Rébonch. El Saltator plumbeiceps es pariente cercano del S. grandis, á quien reem- plaza en el Oeste de México; más allá de los límites de ese distrito no ha sido desenbierta todavía la especie. Tampoco se ha llegado á encontrar á las dos es- pecies juntas. PITYLUS. Pitylus, Cuv. Regne An. L, p. 413 (1829); Selater, P. Z. S. 1856, p. 64. Pitylus es otro género neotropical que contiene nueve especies, tres de las enales se encuentran dentro de nuestros límites; dos son peculiares y una (LP. grossus) posee una vasta zona de distribución en las partes septentrionales de Sud América. De las especies peenliares, el P. celceno, de México, no tiene ninoún pariente cercano; pero tal vez tenga alouna afinidad con el P. erythromilas de la Gua- yana. El P. poliogaster representa al P. viridis y al P. brasiliensis de la Gua- yana y el Brasil; pero tiene, quizá, un parentesco más estrecho con el P. hume- ralís de Colombia y Ecuador. 22 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. En el Pitylus se observa un desarrollo fringilideo del pico, mayor que ennin- gún otro género Tanagridee, pues, por sus dimensiones, es casi igual al de ciertos miembros de Coccothraustes. Es corto, alto y con la cima muy arqueada; la co- misura presenta una sinnosidad prominente en medio, y la muesca subterminal también está bien desarrollada. Las alas son cortas; la cola, moderada, redonda en el P. grossus y casi cuadrada en el P. poliogaster; los tarsos son cortos, pues son aves estrictamente arbóreas. PITYLUS CELANO. Fringilla celeeno, Licht. Preis.—Vers. mex. Vóg., p.2* (ef. J. f. Oru. 1868, p. 57). > Pitylus celeno, Sel. P. Z. S. 1856, p. 653 1864, p. 174. Pitylus atro-purpuratus, Lafr. Rev. Zool. 1838, p. 224*. Periporphyrus atro-purpuratus, Bp. Consp. I, p. 503*. Pitylus atro-olívaceus, Lafr. Rev. Zool. 1838, p. 224", Caryothraustes atro-olivaceus, Bp. Consp. I, p. 503”. Pyranga mexicana, Less. Rev. Zool. 1839, p. 41*. Niger, torque cervicali postica cum lateribus pectoris et ventre lete sangui- neo—rubris; subalaribus rosaceis; rostro piumbeo, pedibus nigris. Long. tota 84, ale 4-1, caude 3-5, rostri a rictu 0-85, tarsi 0-9. (Deser. maris ex México. Mns. nostr.). 2 «olivacea, subtus flava, pileo, colli lateribus juenloque nigris» (Bp. ut. supra?). Hab. México'*** (le Strange), Papantla (Deppe”), Valle de México (White?). «Costa de Barlovento, Estado de Veracruz.» Esta preciosa especie debe tener una zona de distribución muy reducida en México, pues no está comprendida en ninguna de las listas de aves obtenidas por los Sres. Sallé, Boucard, Botteri, de Oca ó Sumichrast. El Sr. White consi- enió nada más un ejemplar? que se encuentra actualmente en nuestra colección, y el Sr. le Strange tenía otro en la gran colección que formó en México. Parece que Deppe es el único colector que ha rennido una serie de ejemplares, pues in- cInye á esta especie en la lista de sus duplicados, y gracias á esta cireunstancia, recibió un nombre y una breve descripción de Lichtenstein”. Los ejemplares de (1) Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 23 Deppe eran de Papantla. Nunca hemos visto á la hembra de esta especie; pero Lafresnaye describe ese sexo bajo un título distinto en el mismo artículo en que volvió á describir al macho. El Sr. Selater colocó estos nombres en el sitio con- veniente cuando escribió su Sinopsis de los Tanagridos en 1856”. El Pitylus celceno no tiene parientes próximos; pero el Sr. Selater lo agrnpó - con el P. erythromelas guayanense con el nombre genérico que le asigna Bona- parte (Periporphyrus). «El Pitylus coeerulescens parece desdeñar los grandes bosques, pues reside de preferencia en sus lindes y en los puntos llenos de matorrales. Habita, dice el príncipe de Wied, las cercanías de las plantaciones aisladas, en las selvas vír- genes; vuela entre las ramas más elevadas ó se desliza entre las breñas. Su plu- maje obscuro y su pico rojo resaltan muy bien sobre el follaje. Por lo menos en Enero estos pájaros viven juntos, por parejas ó por familias. Su chillido con- siste en nu sonido más ó menos silbante.>» «He aquí todo lo que sabemos respecto á las costumbres del Pitylus azul.» ” PITYLUS POLIOGASTER. «Pepitero,»* «Dorado.» Pitylus poliogaster, Du Bus, Bull. Ac. Brnx. XIV, pt. 2, p. 105%; Esq. Orn. t. 22% Sel. P. Z. S. 1856, pp. 66*, 302*% 1859, p. 376*; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 32% P. Z. S. 1864, p. 352”; 1870, p. 836%; Ex. Orn., p. 168*;, Salv. P. Z. S. 1867, p. 141 Ibis, 1872, p. 317"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 549%; Lawr. A ye: N. Y: EX, p: 102”. Pitylus flavocinereus, Cassin, Pr. Ac. Phil. 1848, p. 47*. Caryothraustes episcopus, Bp. Consp. L, p. 504 (ex Licht. M. S.)”. Lgete olivacens, pileo antico et pectore toto flavescentioribnus, loris regione oenlari et enla nigris; dorso postico et abdomine cinereis, ventre medio albican- tiore; rostro et pedibus plumbeis. Long. tota 6-8, alee 3-8, caudee 3, rostri a rictu 0-8, tarsi 0-85. (Deser. maris ex Choctum, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari omnino similis. . Hab. México*, Cosamaloápam” (Deppe”), Córdova (Sallé*), Choápam, Teo- talcingo, Playa Vicente (Boucard”), región caliente de Veracruz (Sumichrast”). (1) A, E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. II, p. 147. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 17. (3) “Social, inmigrante en el Otoño.”—A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. '“La Naturaleza,” Vol. 1 (2), p. 325. 24 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Honduras Británicas (Blancaneaux), Guatemala”? (O. $. et F. D. G..), Honduras (G. M. Whitely*), Nicaragua (Belt*), Costa Rica (Carmiol”, Arcé), Panamá (Ar- cé”, MLeannan”). «México, Estado de Veracruz.» El Pitylus poliogaster está en la sección Caryothraustes del Sr. Selater, reunido con P. viridis y P. humeralis; pero difiere de éstos por tener la mitad anterior del cuerpo amarilla y la posterior gris. Fué descrito por Du Bus según unos ejemplares guatemaltecos; en Guate- mala es común, pero únicamente en los bosques de la región septentrional de Verapaz. Con más frecuencia se le observa á 1,200 6 2,000 pies sobre el nivel del mar, pero sube hasta á 4,000. Es un ave florestal y se nutre con frutos. En México, Sumichrast dice que frecuenta las tierras calientes, y que sube también á 3,000 ó 4,000 pies de altura. Al Sur se extiende hasta la línea del ferrocarril de Panamá y se presenta en las localidades intermedias. «Sube hasta la altura de 1,000 metros en el tiempo en que ciertas especies de bayas están maduras.» % FAMILIA FRINGILLIDAE.% PHEUCTICUS. Pheucticus, Reichenbach, Av. Syst. t. LXXVITI (1850). Se conocen, en la actualidad, seis especies de este genéro, estrictamente neotropical; dos de ellas entran dentro de nuestros límites, pero ninguna pasa más allá. La zona de distribución del P. chrysopeplus está confinada al Occi- dente de México, y la del P. tibialis, á Costa Rica y á la región adyacente del (1) Laurencio y Beristain, p. 37. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo I, p. 306. (3) No se ha llegado á clasificar á los Fringilidos de un modo satisfactorio, y como esta familia tiene representantes en casi todo el mundo, es evidente que no se debe intentar ningún arreglo que no comprenda todos los géneros. El Prof. Baird, en “The History of North American Birds,” mani- fiesta que no puede definir satisfactoriamente los límites de las subfamilias de los Fringilidos norte- americanos, por lo difícil que es trazar con precisión sus diferencias; pero admite cinco subfamilias y procede á arreglar los géneros bajo esos encabezados. Un sistema algo semejante observaron el Sr. Sclater, en su “'Catulogue of American Birds,” y Salvin, en su “Catalogue of the Strickland Collec- tion;” pero en vista del carácter trivial y variable de las definiciones de las subfamilias, adoptaremos el sistema del “Nomenclator Avium Neotropicalium,” y colocaremos simplemente á los géneros se- riatiím en el orden que nos parece más natural, sin tratar de definir mayores divisiones. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. KN Qi Estado de Panamá. Las cuatro especies meridionales son todas andeanas; el P. chrysogaster también se encuentra en Venezuela. Las especies de Pheucticus se distinguen con facilidad, en lo concerniente á los machos, por los siguientes caracteres: A. Capite summo flavo aut fiavido. a. Cauda albo terminata: MIRA o elsa letra 1, Chrysogaster. Major, rostro validissimo............ 2. Chrysopeplus. DAGA OA e 3. Tibialis. B. Capite summo nigro dorso concolore. CAUTOPYSIO MIO aaa le 4. Aureirentris. d. Uropygio flavo nigro variegato: CUR CAO S o >. Uropygialis. GUI da Oo oa e 6. Hemichrysus. Pheucticus tiene el pico más desarrollado que ningún otro Fringilido ame- ricano, excepto quizá Coccothraustes y algunas especies de Chrysoborus. La cima del pico es alta y las narices redondas y aparentes; la comisura del maxilar es angulosa y la mandíbula está muy desarrollada; las cerdas rictales son cortas, pero fuertes. Las alas son moderadamente largas; el seeundo, tercero y cuarto primarios son los más largos, y el primero y el quinto casi los ignalan; la cola es larga y ligeramente redonda; los tarsos y dedos son cortos y las garras algo débiles, indicio de hábitos exclusivamente arbóreos; los colores generales del plumaje de todo el género son el negro y el amarillo, y hay una diferencia con- siderable entre los sexos, entre alennos miembros por lo menos. La familia de los Fringilidos es una de las más numerosas en especies, y á la vez de las mejor representadas en México. La mayor parte de estas aves se alimentan con semillas; el Aznlejo maicero, en cierta época come maíz, siendo perjudicial; pero en la estación de secas se nutre con lombrices y otros alimentos; el Bnubrelo nutre á sus crías, cenando aca- ban de nacer, con insectos; más tarde, con semillas que ha reblandecido en su bnche; y ya al fin de la crianza, con semillas no reblandecidas; los Passerculus se encuentran con frecuencia en la playa, ocupados en recoger las semillas arro- jadas por el mar; los Dominiqnitos y los Tigrillos se alimentan, en parte, con flores de nabo, mirasol, ete.; el Pico ernzado solamente come las semillas de los pinos, que desprende del frnto por medio de su pico, el cual está adaptado es- pecialmente para este objeto: es muy erueso, encorvado desde su base; las dos mandíbulas se terminan en puntas, dirigidas la una en un sentido y la otra en sentido opuesto; la mandíbula superior sobrepasa á la inferior, y se dirige obli- (1) La Guiraca magnirostris, Bp. P. Z. S. 1837, p. 120 = Pheucticus bonapartii, Salvad. Att. R. Acc. Se. Tor. IV, p. 178, nos es desconocida. La Nat.—Ser. 11.—T. 1V.—Marzo 194, 4 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ls [en cuamente á la derecha ó á la izquierda. Gracias á esta disposición, el pico hace el oficio de una palanca poderosa, indispensable para desprender la cubierta resistente que oculta las semillas del pino. Como el ave hace siempre mayores esfuerzos en un sentido, los músculos de la cabeza y el cuello están más des- arrollados en un lado. Cuando los Pico cruzados de Europa se alimentan exclu- sivamente con las semillas del pino, su cuerpo llega á impregnarse de resina, á tal punto, que se hace incorruptible. El Degollado se nutre con frutos, yemas y flores; en los Estados Unidos presta útiles servicios al agricultor, destruyendo uno de los parásitos de la papa. El Siete colores come insectos y los granos de arroz; el Chohnis, las larvas que encuentra entre la hojarasca; por último, la Phonipara acostumbra estable- cer su nido cerca de los panales de avispas, y ensta de la mie), y aun de la azú- car, que va á robar á los ingenios. En cuanto á los fenómenos de reproducción de los Fringilidos, indicaremos desde Inego que en alennas de las especies los machos difieren de las hembras por los colores de su plumaje (dimorfismo sexual) ó por su canto. La hembra del Cardenal canta bien, pero es una excepción. El Chondestes tiene una voz análoga á la del Canario; los Bubrelos aprenden con facilidad sonatas poco com- plicadas; pero hay individuos de escasa memoria que las olvidan á cada muda. Entre las especies mexicanas, cítanse varias muy apreciadas por la extensión y dulzura de su canto: el Gorrión, el Cardenal, el Zanjero, la Calamospiza, que acostumbra permanecer cantando en el aire, en un mismo punto y á cierta altu- ra, con el fin de que sus trinos se oigan por las hembras en un radio mayor; el Degollado emite sus notas aflautadas con tal ardor y tan grande falta de pru- dencia, que así descubre el Ingar oculto en que está su nido. Los Magueyeros son en extremo celosos: un macho no tolera que otro venga á establecerse en sus dominios; la Cyanospiza amena es de temperamento irritable y pendenciero, é ¡eualmente celosa, al grado de que basta dejar en el campo un macho disecado de esta especie, en actitud ofensiva, para que otros acudan á pelear con él y en esos momentos se dejen capturar por docenas. Lia mayor parte de los Fringili- dos son monógamos, y sólo los Canarios manifiestan marcadas tendencias á la bigamía. En la estación de la reproducción adquieren el plumaje nupcial, más hermoso que el de Invierno, y se esfuerzan en cautivar á sus hembras cantando ante ellas con un ardor extraño, y haciendo gala de las bellezas ocultas ó exte- riores de su plumaje. En los nidos hay una variedad extraordinaria: generalmente los Llaneros y Zacateros los forman con hierbas secas y depositan hlnevos manchados de ama- rillo, de suerte que se confunden con el tono general de los pastos y pasan in- advertidos; los Dominiquitos monteros suelen construir sus nidos entrelazando hojas de pino con mucha habilidad; los nidos de la Spiíza americana se encuen- «tran en el suelo, ó en las ramas de los árboles, sí el terreno está expuesto á inun- darse; los del Azulejo se componen, aleunas veces, de materiales tan extraños ES A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 2 como pedazos de periódico, y se les ha visto con mucha frecuencia muy cerca de las habitaciones del hombre, adonde quedan á cubierto de los ataques de cier- tos rapaces y cuadrúpedos. Los huevos de la Spiza americana y del Azulejo son de un azul claro, que se altera rápidamente por la influencia de la luz. El Degollado y el Tigrillo ma- chos ayudan á la hembra á inenbar los huevos. La hembra del Cardenal, una vez que se ha apareado con un macho, le signe constantemente, y si él ha sido aprisionado, snele entrar á su jaula para hacerle compañía, sacrificando así su libertad. La mayor parte de las aves de esta familia son sociables: el Zacatero polaco (Spizella atrigularis) se asocia con el Llanero (Spizella socialis) y los Domini- quitos, con el objeto quizá de defenderse con mejor éxito de los enemigos comu- nes; la Calamospiza bicolor se asocia con el Tordo (Molothrus). El Pico cruzado emigra de una manera muy irregular; el Degollado viaja hacia el Sur durante el Invierno, llegando hasta el Ecuador; la Cyanospiza amena viaja de noche, para escapar de los rapaces diurnos, sus enemigos más temibles. Los sentimientos afectivos de los Fringilidos son, en varias especies, verda- deramente sineulares: por ejemplo, el Bubrelo de Europa, según Brehm, es muy sensible á los malos tratamientos y la indiferencia de su amo, así como la ale- ería repentina que experimenta al volver á verle después de una larga separa- ción, suelen causarle la muerte. Los Gorriones, Zacateros, Cardenales y Tigrillos se aprecian como aves de canto ó por la belleza de su plumaje; la Cyanospiza amena se conserva en can- tividad hasta diez años. La cría de los Canarios ha dado origen á un comercio importante; sólo en Andreasberg (Alemania) se venden cada año por valor de 45,000 francos. El Canario se cruza con el Jilouero de Europa y otras aves de la familia. En Europa han conseguido cambiar el color de este páser dándole á comer, desde la primera muda, el Chiltipiquín (Capsicum annum), y de esta manera se provoca el desarrollo de los tonos rojizos del plumaje; también han conseguido formar dos razas muy curiosas: la escocesa y la belga; en una, el ani- mal tiene la forma de media luna, con la cabeza, cuello y cola dirigidos hacia adelante; los ejemplares de la otra raza presentan una jiba muy pronunciada y su cuello está doblado hacia abajo, de tal suerte, que el pico casi toca á las ro- dillas. Los Canarios se encuentran aún al estado salvaje en el Archipiélago de las Islas Canarias, lugar de su origen. En esta familia encontramos dos especies de las más perjudiciales: el Go- rrión de México y el Gorrión del Norte (Passer domesticus), uno y otro son ene- migos terribles del agricnltor.»” «Los Fringilidos habitan las localidades cubiertas de arbustos, las selvas, (1) A, L, Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 18. 28 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. las plantaciones y también los sitios pedregosos, donde no crecen sino algunos árboles diseminados. Viven en sociedad con sus ienales y con otras especies; pero no siempre existe la armonía entre especies diferentes. Alennos tienen instintos dominantes y son afectos á las querellas. Comen granos de todas clases é insee- tos. A los polluelos los alimentan casi exclusivamente con insectos. Los machos de todas las especies son cantores apasionados, y aleunos muy estimados por sus cantos. Todos son amados y soportados. No causan ningún perjuicio, al contrario, son útiles y alegran con su agilidad, su petulaucia y sus canciones á quienquiera que los ve ó los oye. Tienen instintos viajeros; sin embargo, no todos recorren erandes distancias. Aleunos pasan el Invierno en estas comarcas. Regresan al comenzar la Prima- vera y se ponen á anidar inmediatamente. Tienen una, dos ó tres crías al año. Después de educar á los jóvenes, forman parvadas numerosas y vagan de dis- trito en distrito, aproximándose eradualmente á las comarcas meridionales. Cautividad.—Sus excelentes cualidades, sus facultades elevadas, su canto armonioso, la facilidad con que se domestican, su sobriedad, todo concurre á que sean muy buscados. Siempre han sido los compañeros del hombre, y en cier- tos puntos los aprecian más que al rniseñor. Para muchas personas son aves in- teresantes y necesarias para la felicidad. En ciertas partes de Alemania, los pin- zones, por ejemplo, forman parte de la casa, de la familia. Alegran al hombre que regresa fatigado por el trabajo, haciéndole olvidar su miseria. Es inútil insistir más acerca de su importaucia: son útiles porque se comen los eranos de las malas yerbas y destrnyen los insectos nocivos; su carne es un manjar delicado; sus cantos resuenan en los campos y florestas, encantando al naturalista; en cantividad contribuyen á la felicidad del hombre: tienen, por lo tanto, derecho á nuestro afecto.» ” PHEUCTICUS CHRYSOPEPLUS. Coccothraustes chrysopeplus, Vigors, P. Z. S. 1832, p. 4". Coccoborus chrysopeplus, Bp. Consp. Av. I, p. 504". Pheucticus chrysopeplus, Finsch, Abh. nat. Ver. z. Bremen, 1870, p. 339"; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 274%. Lutens, dorso medio (luteo variegato), alis et cauda nigris, remigibus api- cem versus extus albo limbatis, speculo alari ei tectricibus alarum ad apices al- (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. L, p. 106. ss A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 29 _——- = = = - _— ——. bis, rectricibus tribus ntrinque externis in pogonio interno plaga magna alba notatis, subalaribus flavis; rostro et pedibus niericanti plumbeis. Long. tota 8-3, ale 46, caude 3-S, tarsi 1-1, rostri a rictu 1. 2 supra flavido-fusca fusco variegata, alis et cauda fuscis, illis albo bifas- ciatis hac unicolori inmaculata; subtus sordide lutea, rostri mandibula pallida. (Descr. maris et femine ex Mazatlán, México. Mus. nostr.). Hab. México” (Cunnino*), Mazatlán (Grayson**, Bischoff*, Torrer), Río de la Amería (Xantus?*). «Estados de Sinaloa y Colima.» La limitada zona de distribución del P. chrysopeplus, confinada á los dis- tritos cercanos á Mazatlán, y el hecho de que su pariente más cercano tenga que buscarse en Venezuela y el Ecuador, son casos notables en la distribución geo- eráfica de las aves de esta parte del mundo. Además, la cireuustancia de que el P. tibialis de Costa Rica tenga con él un parentesco más remoto que el P. chry- sogaster, aumenta la dificultad de explicar su distribución; hasta hoy no pode- mos emitir ninguna teoría que lo explique. Grayson manifiesta* que el P. chry- sopeplus es algo común en las cercanías de Mazatlán, donde su jovial y sonoro canto resuena con frecuencia en los bosques. Añade que no emigra. El P. chrysopeplus se distingue del único Pheucticus centro-americano, el P. tibialis, porque el macho tiene la cola ribeteada de blanco, los muslos ama- rillos, etc. HEDYMELES. Hedymeles, Cabanis, Mus. Hein. L, p. 152 (1851); Baird, Brew. et Ride way, N. Am. B. II, p. 69. Zamelodia, Cones, Bull. Nutt. Orn. Club, V; p. 9 (vice e ), Key N. Am. B. ed. 2, p. 388. Habia, Stejneger, Ank, IL, p. 366 (ex Reichenbach). Dos especies constituyen á este género; ambas habitan Norte América, y una de ellas, el 4. ludovicianus, emiera en Invierno al Ecuador; el 11. melanocepha- lus es mna especie más sedentaria y no pasa de la frontera meridional de México. Las hembras de ambas especies se parecen por el plumaje rayado, la raya clara superciliar y la raya de la coronilla. Los machos tienen la cola y las alas marcadas ignalmente de blanco, y la parte inferior de las alas de colores vivos, rosa en una especie y amarillo en la otra. Desde otros puntos de vista su colo- ración es muy distinta. (1) Laurencio y Beristain, p. 37. 30 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. El pico es parecido en ambas aves; es grande y abultado, y la mandíbula un poco más profunda que el maxilar, cuya comisura es angulosa. Las narices son abiertas, las plumas prenasales cortas y las cerdas rictales cortas y fuertes. Los tarsos son pequeños y grnesos, lo mismo que las patas y garras. Las alas son un poco largas, pues el seennudo, tercero y cuarto primarios son casi ignales y también los más largos, y el primero es más largo que el quinto. La cola es de un tamaño regular y está ligeramente hendida. HEDYMELES LUDOVICIANUS. «Degollado.» Loxta ludoviciana, Lymn. Syst. Nat. L, p. 306.. Guiraca ludoviciana, Siv. Phil. Mag. n. ser. L, p. 4883; Bp. P. Z. $. 1837, p. 116*; Consp. Av. IL, p. 501% Gosse, B. Jam., p. 259% Dresser, Ibis, 1865, p. 491%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 552”. Hedymeles ludovicianus, Cab. Mus. Hein. I, p. 152%; J. f. Orn. 1861, p. 7; Sel. P. Z. S. 1856, p. 301”; 1859, p. 365"; 1860, p. 293%; 1864, p. 174"; Moore, P. Z. 5. 1859, p. 58*%; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 17*; P. Z.$S. 1870, p. 836*; 1879, p. D067;5 Liawr. N. Lye. N. Y. VIL p. 297% TX pp. 102%, 200 Bu US Na Mus. n. 4. p. 19”; Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 275%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 300”; Salv. P. Z. S. 1870, p. 189%; Cat. Strickl. Coll., p. 218%; Wyatt, Tbis, 1871, p. 328%, Baird, Brew. et Ridgaw. N. Am. B. II, p. 70%; Salv. et Godm. Ibis, 1880, p. 122%; Boncard, P. Z. S. 1883, p. 444”. Zamelodia ludoviciana, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 389”. GFontaphea ludoviciana, Gundl. Orn. Cnb., p. 957. Fringilla rhodocampter, Licht. Preis.—Vers. mex. Vóg., p. 1, ef. J. f. Orn. 1863, p. 56%. Nigerrimus; uropygio, abdomine, speculo alari et fasciis alarum duabus al- bis; pectore medio et subalaribus leete rosaceis, caudee rectricibus tribus utrin- que lateralibus albo maculatis; rostro pallido, pedibus plumbeis. Long. tota 7-0, ale 3-8, caude 3-9, rostri a rictn 0-6, tarsi 0-9. (Descr. maris ex Yucatán. Mus. nostr.). 2 fusca, supra fusco-—nigro striata, vertice medio et superciliis albidis; sub- tus alba fusco (preter abdomen medium) enttulata; alis albo bifasciatis, subala- ribus ochraceis; rostro pallide corylino, pedibus corylinis. (Descr. feminse ex Dueñas, Guatemala. Mus. nostr.). (1) A. L, Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 18. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 31 Hab. Norte América”””.—México”” (Bullock*), llanos de Colima (Xantus*), Valle de México (White”), Orizaba y Tierra Caliente (le Strange), Córdova (Sa- 116"), Jalapa (de Oca”, Deppe), Estado de Veracruz en Invierno (Sumichrast”), Tonalá, Santa Efigenia” (Sumichrast), Mérida en Yucatán (Schott”, Gaumer”), Guatemala” (Velázquez de León”, Constancia”, Skinner”, O. S. et F. D. G.), Hondnras (Leylaud*, G. M. Whitely*), Costa Rica (v. Frantzius*2, Carmiol, Zeledón”, Rogers), Panamá (Arcé”, M'Leannan”).—Colombia""*%, Ecuador”, Antillas*”. «México, toda la República.» Dentro de nuestras fronteras, rara vez se observan machos de esta especie enteramente emplumados; el único que poseemos en ese estado proviene de Yu- catán. En su plumaje usual el color rosado de la parte inferior de las alas y la mancha del mismo color, más ó menos visible, que tienen en el pecho, indican el sexo á que pertenece el individuo. Por lo general, el resto del plumaje es tran- sitorio, y presenta á la vez las rayas propias de los polluelos, mezcladas con los obscuros matices característicos de los adultos. Muchas de las aves que tienen dicho plumaje están probablemente en traje de Invierno, y sólo adquieren el plumaje completo al aproximarse la estación de los amores. El Aedymeles ludovicianus visita, en Invierno, México y Centro América, y abunda en esa estación en Guatemala, desde el nivel del mar hasta una altura de 7,000 pies. En su calidad de ave meridional, no toca el Oeste de México en sn emigración de Invierno hasta llegar al Istino de Tehuantepec; pero de allí, al Sur, se extiende por las playas del Pacífico hasta el Ecuador. «Un día del mes de Agosto, dice Audubon, avanzaba yo penosamente por las orillas del río Mohawk, cuando me sorprendió la noche. Conocía poco aque- lla comarca y resolví esperar el día en el sitio en que me hallaba. La noche era hermosa y cálida, las estrellas se reflejaban en el agua, á lo lejos resonaba el murmullo de una cascada. Hice fuego cerca de una roca y me acosté. Con los ojos cerrados dí libre curso á mi imaginación, y me encontré bien pronto en el país de los sueños. Repentinamente me despertó el canto nocturno de un pája- ro, canto tan armonioso y sonoro, que el sueño huyó al instante de mis ojos. Ja- más música aleouna había regocijado á tal punto mi corazón. Aquel canto me ha- cía feliz. Lareo tiempo después de que el pájaro se hubo callado, permanecía yo aún bajo el imperio de esa dulce impresión.» «Costumbres y régimen.—La Guiraca ludoviciana vuela en línea recta y con cierta gracia. Durante la emigración vuela á gran altura, lanzando de cuan- do en cuando un chillido claro y penetrante; una vez que se detiene se calla. A la hora del crepúsculo se posa en la cima de alenno de los árboles más eleva- dos; permanece allí aleún tiempo con el cuerpo erguido, y en segnida se pierde entre el follaje, en que acostumbra pasar la noche.» Se nutre con toda clase de granos, principalmente con semillas de gramí- (1) Laurencio y Beristain, p. 37. 32 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. — neas, bayas, botones y flores. Caza insectos atrapándolos frecuentemente en el aire. Audubon encontró nidos de esta especie, de fines de Mayo á Julio, en las ramas superiores de los arbustos ó de los árboles elevados, y generalmente cer- ca del agua. El nido de la Guiraca ludoviciana está hecho con ramas secas, en- trelazadas con hojas y pedazos de corteza de vid silvestre. Interiormente está tapizado con raicecitas y crines. Cada puesta comprende cuatro huevos; parece que ponen una vez al año. Los dos pájaros tapan alternativamente. A la edad de tres años es cuando los jóvenes están en todo el esplendor de su belleza. Cuando acaban de nacer, los padres les dan á comer insectos y después granos, que remojan en su buche. Cautividad.—Los aficionados que han publicado sus observaciones acerca * de la vida de esta Guiraca, la alaban unánimemente. Es uno de los mejores y más infatigables pájaros cantores. Su canto es variado y armonioso; sus notas, llenas y netas. Cuando hace buen tiempo canta de noche. «Tiene, dice Nuttall, los sonidos variados y armoniosos del ruiseñor, parece embriagarse con su can- to, excitarse al mnás alto grado. Unas veces sus notas son trémulas; otras, lasti- meras, después se animan y en seguida expresan la mayor ternura. Creo que ninguna de nuestras aves canoras la sobrepasa.» Bachmann escribe lo signiente á su amigo Audubon, refiriéndose á esta ave en cautividad. «Una mañana cacé una soberbia Guiraca ludoviciana macho. Sólo estaba herido en una pata; cayó del árbol y lo cogí antes que volviese en sí. No teniendo una jaula disponible, lo solté en la pieza que me servía de gabinete de trabajo. Transeurrida una hora, noté que tenía hambre. No quiso tocar los gra- nos de trigo que le dí; pero comió pan con avidez. Al día siguiente estaba como privado; tenía la pata hinchada y debía dolerle mucho, pues se puso á morderse la herida hasta que consiguió cortarse la pata. El muñón sanó en unos cuantos días y el pájaro acabó por servirse de él tan bien como de la otra pata. Lo puse en una janla y se acostumbró á ella inmediatamente. No era nada caprichoso en cuestión de alimentos; pero prefería el alforfón y el cañamón á los granos. Era muy afecto á comer insectos y devoraba con placer los grillos y langostas. Al- gunas veces se pasaba las horas enteras acechando moscas, y con frecuencia atra- paba á las avispas que venían á eustar los frutos que había en la jaula. Solía cantar en las hermosas noches de luna, y su voz, sin ser fuerte, era muy agra- dable. Cuando cantaba de noche permanecía inmóvil, mientras que de día acom- pañaba el canto con aletazos. «Durante tres años fué, para mí, un camarada encantador y agradable. Con frecuencia se salía de su jaula, pero nunca trató de huir. Se volaba, regresando siempre al ponerse el sol. En Estío cantaba durante seis semanas, y en Otoño, durante quince días; el resto del año chillaba únicamente. En Invierno me veía ¿iS A. L. HERRERA. ORNITOLOGÍA MEXICANA. 33 -— obligado á ponerlo en una pieza caliente porque el frío lo hacía sufrir: proba- blemente el frío cansó su muerte.» Es un ave hermosa y el más dulce de los cantores; llega á fines de Abril 6 en la primera semana de Mayo. Aparecen casi simultáneamente en todos los si- tios boseosos y llenos de zarzales. Todos dicen que los machos se presentan antes que las hembras. Durante este intervalo se ocupan en vagar por las márgenes de los estanques, pantanos y corrientes, sitios en que encuentran alimento en abundancia. Cuando llegan las hembras «comienza la música.» El 26 de Abril estaba observando á las aves primaverales y á los patos, cuando oí la voz familiar del Habia ludoviciana acompañada de otras muchas, y antes de que pudiera volverme, seis individnos de esa especie se colocaron casi á mi alcance, en frente de mí; uno de ellos era hembra y estaba posada en la rama más alta de un arbusto un poco lejano; to- dos los machos cantaban á un tiempo, picándose, mordiéndose y destrozándose hasta que corrió la sangre de uno de ellos. Jamás había presenciado nua batalla más encarnizada entre aves, ni esenchado una melodía más dulce y variada. Es un misterio para mí cómo podían abrirse paso las notas á través de picos reple- tos con la sangre y plumas obtenidas en aquel conflicto, y cómo unos picos tan exquisitamente conformados para la música, podían atacar al enemigo con aque- Ha ferocidad. Aunque indudablemente se habían apercibido de mi proximidad, no hacían caso alenno de mi presencia y continuaban la batalla en una mezcla heterogénea, lanzándose ya para atrás, ya para adelante; en una de esas se Ca- yeron desde un roble de tamaño considerable lasta el snelo, volviendo á ele- varse sin interrumpir, ni por un momento, aquel melifluo torrente de melodía, hasta que dos de los combatientes cayeron por tierra completamente exhaustos, con las alas extendidas, los picos abiertos y la respiración agitada, como si fue- ran á perder la vida. Los tres restantes se posaron sobre un arbusto y sobre nn montón de leña, y sólo uno continuó su canto. Dnrante el combate de aquellos caballeros de pluma contemplé á la hembra, quien, sin preocuparse en lo más mínimo por sus ambiciosos cantos ó el resultado del encuentro, se alisaba las plumas con el aire calmado y tranquilo de una abuela ejemplar que se dispone á asistir al sermón. Pocos minutos después, momentos quizá, pues no se mide el tiempo con exactitud en parecidas cirennstancias, la pareja exhanusta se levantó y se deslizó hasta perderse de vista entre los matorrales, mientras que sus ad- versarios volaban nerviosa y silenciosamente en otra dirección. El que había salido victorioso signió cantando lo inás recio posible todo ese tiempo; pero tan pronto como se fueron los otros, se ocultó, y la indiferente co- queta lo signió inmediatamente, como si siempre hubiera sido su adicta esposa. Nunca había visto una sangre más viva ó nn amor más sangriento, y regresé la- ciendo algunas reflexiones que la prudencia aconseja callar. (1) A, E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiscaux,” Vol. I, p. 144. ur La Nat.—Ser. M.—T, 1Y,—Abril 1901, 34 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Durante toda la estación de los amores se esenchan las notas del Degollado en los límites de los bosques, ó en las frías y sombrías espesuras que circundan los pantanos. Más de una ocasión, durante el ardiente mes de Julio, al caminar por las tupidas selvas y frescas y húmedas alamedas, me he detenido á escuchar el solitario canto de esta ave, snave, dulce, lejano, patético; al proseguir mi ca- mino la he encontrado, cuando mucho, á veinte pasos de distancia; ha parecido comprender el deleite queme proporciona y concederme plena confianza. No hacen sus nidos hasta después del 25 de Mayo, y algunas veces hasta Junio. El nido está construido con desaliño y torpeza, contiene diferentes mate- riales, según las localidades, y está formado con pedacitos de vid, varas peque- ñas, raíces, pajas, hojas, ete., forradas con materiales parecidos, pero más sua- ves y compactos. Lio colocan en un árbol á muos cinco pies del suelo. Ponen de tres á cinco huevos. Estos son de color verde claro con manchas de moreno rojizo obsenro. Annque se asegura que el macho participa del deber de enbrir los huevos, nunca he observado que suceda así. Estas aves devoran inmensas cantidades de insectos, á pesar de que se nu- tren con semillas.” — —x _—fo?Ó£Éoo Cautividad.—No es difícil conservar al Cardenal en jaula. Los granos más simples le bastan, y hasta llega á reproducirse cuaudo el local es amplio. Parti- cipa de ciertas costumbres de sus parientes europeos, pues es afecto á los com- bates, y en las pajareras molesta continuamente á las hembras que están tapan- do. No erco perjudicarlo admitiendo que, en una pajarera grande, destruyó completamente los huevos de uno de sus congéneres del Japón.» ” «Hay muchos Cardenales eu todas partes, son muy huraños y siempre an- dan en parejas. Son estimados tanto por la dulzura de su canto, cuanto por los vivos colores de su plumaje. Comen semillas principalmente. Frecuentan los si- tios abiertos y los arrabales.» «Pasa el Verano en Veracruz y es especie emigrante.»* «El huevo del Cardenal es algo raro, pues aleunos ejemplares se parecen á los del Chordeiles virginianus, por la coloración al menos, y otros se parecen más á los de la Gontaphea ludoviciana, por las manchas que presentan. El fon- do es blanco, según se observó en cincuenta casos. Las manchas presentan to- dos los matices morenos, desde el rojizo pálido hasta el chocolate obscuro; pero, por regla ceneral, son aleo obsenras, y varias son de color castaño purpúreo ó eris piedra. Se notan desde virenlitas uniformes hasta manchas gruesas; pero ninenno presenta masas de color muy grandes. Su tamaño es de una puleada por un poco menos de tres cuartos de pulgada; pero dichas dimensiones son muy variables. El huevo de Pyrrhuloxia sinuata es completamente igual.» % CARDINALIS IGNEUS. Cardinalis igneus, Baird, Pr. Ac. Phil. 1859, p. 305. Cardinalis virgimanus, var. 1gneus, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. IL p. 997, Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 275* Belding, Pr. U.S. Nat. Mus. VI, p. 343% Cardinalis virginianus, Finsch, Abh. nat. Ver. z. Bremen, 1870, p. 339; Grayson, Pr. Bost. Soc. N. H. XIV, p. 281*. C. virgimiano persimilis, fronte in mare minime nigra, colore nigro gule et faciei in femina omuino absente (?) forsan distinenendus. (1) A, E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. II, p. 146. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1833), p. 444. (3) F. Sumichrast, Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. '““La Naturaleza,” tomo I, p. 310. (4) E, Coues. Birds of the Northwest, p. 172. 44 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. —— — = == AX < >>> — 5 Hab. Norte América*?.—México, Guaymas (Belding*),, Mazatlán””, Islas de las Tres Marías*” (Grayson, Torrer). «Baja California, Sonora, Sinaloa.» % Grayson dice que este Cardinalis es notablemente común en las Islas de las Tres Marías; pero que no es tan mumeroso en el continente”. El Sr. Torrer nos consiguió ejemplares en ambas partes. «Había un gran número de Cardenales en María Madre y bastantes en el resto del grupo. Nadie los molesta nunca; abundaban especialmente cerca de la colonia, penetraban en los patios y se aproximaban á las casas sin desconfianza alouna. Varias parejas se establecieron en las escarpas bajas de la isla. Cuando ibamos á cazar á los bosques, acostumbraban acercarse mucho, y después de con- templar á los intrusos por curiosidad, se deslizaban entre los arbustos y prose- enían tranquilamente sus ocupaciones usuales. Otras ocasiones estaban tan en- tretenidas buscando qué comer entre las hojas caídas, que ni caso hacían de nos- otros, aunque pasáramos con lentitud á tres ó cuatro pasos de distancia.» «Me sorprendió encontrar este antiguo conocido en esta comarca lejana, límite de la extensísima zona geográfica que habita, recordándome su plumaje rojo luciente, su hermoso copete (moño), su agradable canto y, sobre todo, sn gusto por las habitaciones del hombre, las amistades de mi niñez en un país muy lejano, casi olvidadas ya.»” CARDINALIS CARNEUS. Coccothraustes (Cardinalis) carneus, Less. Rev. Zool. 1842, p. 210%; Bp. Consp. Av. I, p. 5012. Cardinalis virginianus, var. carneus, Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. II, p. 99%; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. Il, p. 275*%; Bull. U.S. Nat. Mus. 1. 4, p. 20%: Cardinalis virginianus, Salv. P. Z. S. 1885, p. 421". C. virgimiano quoque persimilis, sed crista coccinea valde elongata, dorso pure coccineo hand cinereo intermixto distinenenudus. 2 nobis ignota. Hab. México, Acapulco” (Lesson*, Markham"), Sierra Madre (Xantus?), Huamelula (Sumichrast?”), Colima?. «Región occidental.» Y (1) Laurencio y Beristain, p. 37. (2) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds, p. 52. (3) Grayson, p. 254. (4) Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 45 Las largas y comparativamente tiesas plumas del copete de esta ave, su dorso rojo sin mezcla alguna gris y el color claro de la rabadilla, son los rasgos característicos de la especie y los que la distinenen de €. cardinalis y C. igneus. La frente presenta un estrecho ribete negro. La zona de distribución del €. car- neus está limitada á una pequeña porción del Poniente de México, pues en Ma- zatlán y sus alrededores prevalece otra forma, el €. ¿gneus, y en la parte Sur su zona de distribución no parece extenderse más allá del Istmo de Tehuantepec, porque no se encuentran huellas de esta especie ni de ningún Cardinalis en Guatemala, excepto en los confines de las Houduras Británicas y Yucatán. PYRRHULOXIA. Pyrrhuloxia, Bonaparte, Consp. Av. L, p. 500 (subgénero) (1850); Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 393. El príncipe Bonaparte propuso este nombre, considerando á esa ave como subgénero de Cardinalis. El único miembro del género, P. sínuata, se presenta en ambos lados de nuestra frontera septentrional, desde el Valle de Río Grande hasta el Golfo de California, y en la Península de la Baja California, llegando, al Sur, hasta Mazatlán y Zacatecas. La estructura del pico es lo que distingue á Pyrrhuloxia de Cardinalis; el maxilar es muy redondo y la comisura muy angulosa á la mitad de su longitud. La mandíbula es más ancha y profunda que el maxilar; la comisura también es angulosa, la parte distal es casi recta y forma un ángulo casi recto con los gonis ascendentes. Los tarsos son más largos que el dedo medio, que es corto como los demás dedos, y las garras son débiles. Las alas son cortas y redondas, el ter- cero, cuarto y quinto cañones son los más largos, y el primero casi iguala á los secundarios. La cola es muy larga y algo redonda. El copete occipital es largo y el color general del plumaje es gris con manchas rojas. PYRRHULOXIA SINUATA. Cardinalis sinuatus, Bp. P. Z. S. 1837, p. 111*; Consp. Av. L, p. 500?. Pyrrhulozía sinuata, Baird, Mex. Bound. Suvv. II, Birds, p. 17*; Dresser, Tbis, 1865, p. 491%; Dugés, «La Nat.,» L p. 1397; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. IL p. 95”; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 275”; Sennett, Bull. U. S. Geol. 46 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Surv. IV, p. 21*; V, p. 393%; Belding, Pr. U.S. Nat. Mus. VI, p. 343"; Cones, Key N Am Bop 993. Cinerea, subtus dilutior, alis et cauda fusco-—nigris, illis extus coccineo mat- ginatis, crista occipitali elongata fusca ad basin coccinea; loris, entture, abdo- mine medio et subalaribus rosaceo-coccineis, rostro pallide corneo, pedibus car- neis. Long. tota 8-5, ale 3-8, caudee 4-1, rostri a rictu 0-5, tarsi 1-0. (Descr. maris ex El Paso, Smiths. Inst. 6,368. Mus. nostr.). 2 mari similis, aliszextus et snbalaribus tantum coccineis. (Desecr. feminee ex Eagle Pass, Texas. Mus. nostr.). ; Hab. Norte América**"%%1. México, región occidental', Nuevo León (Couch?), Guaymas (Belding*), Mazatlán (Grayson”), Zacatecas”, Guanajuato (Duges”). «Región Norte y Mesa Central.» % Bonaparte describió á este curioso pájaro aprovechando un ejemplar de Za- catecas, y si bien en la actualidad-se le conoce principalmente desde el Valle del Río Grande hasta el Golfo de California y la Baja California, también se le ha colectado en Mazatlán y en otros puntos; por lo tanto, queda demostrado que se trata de unlave mexicana. El Sr. Dresser la encontró en Texas y la considera como oriunda de México, pues observó que abunda en Eagle Pass, en la fronte- ra; pero que es imposible descubrirla á unas cuantas millas más al Norte. Ase- eura que es un pájaro tímido; cuando lo seguía, se posaba en la punta de algún arbusto elevado, levantando su largo copete, y otras veces se refngiaba en lo más tupido de los zarzales, sitio en que era imposible disparar sobre él*. El Sr. Sennett hace las mismas observaciones refiriéndose á sus hábitos*. Dicho viajero descubrió el nido y los huevos en Lomita, Texas. El nido estaba á unos cinco pies de altura sobre el suelo; era compacto y lo formaban pedazos de corteza in- terior seca, zacates y varitas flexibles forradas con unas cuantas raicecillas. Por la forma, los huevos se parecen algo á los del Cardinalis virginianus; pero son más redondos y están enbiertos con manchas irregulares de diversos matices de moreno y espliego, aglomeradas en el extremo más grande; algunas veces for- man una banda, pero con más frecuencia cubren toda la punta”. El color del fondo es un blanco opaco”. Grayson colectó sus ejemplares en Mazatlán en Febrero y Abril, pero dice que la especie no era común”. GUIRACA. Guiraca, Swainson, Zool. Journ. 1, p. 350 (1827); Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 390. Cyanocompsa, Cabanis, J. f. Orn. 1861, p. 4. (1). Laurencio y Beristain, p. 37. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 47 A — a La conocida Loxa ccerulea de Lineo es el tipo de este género; se le han asociado otras varias especies de México y de la América del Centro y del Sur. estrechamente emparentadas todas, pero algo distintas del tipo y designadas por el Prof. Cabanis con el nombre de Cyanocompsa. Los miembros de esta última sección son especies sedentarias, mientras que la (7. ceerulea es estrictamente emigrante. Se nota, asimismo, una marcada uniformidad en el color del plumaje de las primeras; la última difiere tanto por el tinte cuanto por la contextura se- dosa de las plumas y otros pormenores. Además de la G. cerulea, que pasa el Invierno dentro de nuestros límites, hay dos especies bien definidas de Guiraca: la G. parellina y la G. concreta; esta última se subdivide en razas cuya validez como especies es dudosa, quizás, á pesar de que nos hemos ocupado de ellas por separado. Una de estas razas (G. concreta) se dispersa desde el Sur de México hasta Chiriqui; la otra se en- cnentra en Panamá y llega, al Sur, hasta Colombia y hasta la región occidental del Ecuador. El pico de la E. cerulea tiene la curvatura casi recta, la comisnra mny an- enlosa, la mandíbula profunda y las cerdas rictales bien desarrolladas. Las alas son largas y puntiagudas; el segundo, tercero y cuarto cañones son casi iguales, y el primero y quinto son un poco más cortos. La cola es regular y ligeramente redonda. El tarso es más pequeño que el dedo medio y la garra. En la E. concreta el ala es más corta y más redonda; el segundo, tercero y enarto cañones son los más largos, pero el quinto y sexto presentan casi las mis- mas dimensiones, y el primero es más corto que los seenndarios. a. Guiraca. GUIRACA CARULEA. «Gorrión azul, Azulejo, Azulejo maicero, Xiuhtototl, Elotototl.»“ Loxia cerulea, Linn. Syst. Nat. L, p. 306", Wagl. Isis, 1831, p. 5252. Guiraca ccerulea, Sw. Phil. Mag. 1. ser. L, p. 438”; Bp. Consp. Av., p. 111%; Baird, Mex. Bound. Surv. II, Birds, p. 167; Sel. P. Z. S. 1859, pp. 365", 378"; 1864, p. 174%; Ibis, 1873, p. 373%; Salv. Ibis, 1861, p. 352"; Dresser, Ibis, 1865, p. 491”; Lawr. Ann. Lyc. N. Y. 1X, pp. 102”, 200%; Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 20%; Mem. Bost. Soc. N. H. Il, p. 275"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 552*; Dngés, «La Nat.,» L, p. 139%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 301"; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. IL p.77*; Gundl. Ay. Cub., p. 95”; Boncard, P. Z. S. 1883, (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 18. 48 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. p. 444%; Nutt. et Ridgw. Proc. U. S. Nat. Mus. VI, p. 392”; Cones, Koy N. Am. B. ed. 2, p. 3907”. Coccoborus cceruleus, Cab. Mus. Hein. L, p. 152%; Finsch, Abh. nat. Ver. z. Bremen, 1870, p. 339%. Goniaphea ccerulea, Sel. P. Z. S. 1856, p. 301% Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 19%; V, p. 392%, Saturate ceerulea, interscapulio saturatiore; loris, alis et canda nigris, tectri- cibus alaram mediis et majoribus castaneo terminatis fascias dnas formantibus, secundariis quoque extus castaneo limbatis; rostro corneo, pedibus corylinis. Long. tota 6-0, alee 3-4, caudee 2-5, rostri a rictu 0-7, tarsi 0-8. (Descr. maris ex Choctumn, Guatemala. Mus. nostr.). 2 fusco-brunnea, subtus dilutior, alis et cauda fusco—nioris illis brunneo bifasciatis. (Descr. femine ex Presidio, México. Mus. nostr.). Obs. Mas juv., colore ceernleo undique brunneo intermixto. Hab. Norte América" *"%_—México**”, Nuevo León (Conch”), Frontera (Wright?) Zoquito (Clark?), Los Nogales (Kennerly?), Meseta (Bullock*), Valle de México (White*), Tierra Fría, Velasco (le Strange), Mazatlán (Grayson**), Presidio (Torrer), Tepic (Grayson”), Llanos de Colima (Xantus””), Guanajuato (Dugés), Jalapa (de Oca”), Córdova (Sallé””), Veracruz en Invierno (Sumichrast””), Oaxaca (Boucard”, Fenochio), Chihuitán, Huitzo (Sumichrast**), Mérida en Yn- catán (Schott'), Izamal en Yucatán”, Cozumel L. (Gaumer), Guatemala” (O. $. et F. D. G.), Nicaragua (Hicks, Belt”, Nnttino”), Costa Rica (v. Frantzins', Car- miol*).—Cuba”. «México, toda la República.» ” Esta especie visita México y Centro América en Invierno, extendiéndose en esa estación por todo el país y llegando, al Sur, hasta Costa Rica. En la región septentrional de Yucatán es común de Diciembre á Mayo”. En este mes visita también la Isla de Cozumel. Durante su residencia en el Sur, es una especie que no presenta interés ni atractivo, ni canta. Generalmente anda en parvadas pe- queñas y frecuenta los árboles de regular altura. Grayson encontró á la G. ce- rulea en Mazatlán, entre los meses de Octubre á Abril, y colectó un ejemplar en Tepie, en Junio. De esto deduce que emigra á las montañas mexicanas á criar”. Carecemos de datos á este respecto, y Sumichrast se contenta con incluir á la G. cerulea entre los Fringilidos emigrantes del Estado de Veracrnz". Brewer dice que sus huevos son de un color azul claro uniforme, que palidece muy pronto con la luz. «Este pájaro es común en la estación comprendida entre los meses de Di- (1) Laurencio y Beristain, p. 36. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, 49 ciembre y Mayo. En Yucatán es algo estúpido, y no tiene el hermoso plumaje que lo adorna generalmente, en Verano, en el Norte.»" «Sedentario. Se le encuentra en todas las localidades en que se cultiva el maíz. De Enero á Julio es más abundante en los alrededores de la cindad; en los meses restantes vive en las regiones meridionales del Valle de México; se reproduce eu Junio. El Azul maicero es uu ave sociable que origina aleunos perjuicios en las plantaciones de maíz, cuando las semillas de esta planta aún no han llegado á su completo desarrollo; la Gmiraca desprende las brácteas que rodean al fruto y devora un número considerable de sus granos; cuando éstos son poco abundantes, se alimenta casi exclusivamente con la Lumbricus terres- tris Linn. y Lumbricus agricola Ho/fur.»“ «Anida en Washington y al Norte de la cindad es muy común en los cam- pos y pastos. Cuelean sn nido en un arbusto ó matorral, rara vez en los miem- bros más bajos de los árboles; generalmente en un campo viejo y desenidado, semicubierto de maleza, ó en la orilla de un claro en los bosques. Construyen con poco arte, aprovechando los zacates finos secos y forrándolos con raicecillas ó pelo. Los lmevos son de un color azul muy pálido. Nunca he encontrado nin- enuo que presentase marcas. El tamaño varía mucho aun entre unos cuantos ejemplares. Por ejemplo: nno mide nua pulgada de lareo por 0-60 de ancho; otro mide nada más 0-78 por 0-65, es casi globular y redondo en ambos extre- mos.» “ del 30 de Julio de 1850. PHONIPARA PUSILLA. Tiaris pusilla, Sw. Phil. Mag. new ser. l, p. 438". Enetheia pusilla, Cab. Mus. Hein: L, p. 146% J. f. Orn. 1861, p. 1?. Phonipara pusilla, Sel. P. Z. S. 1856, p. 304% 1859, pp. 365”, 379", 1864, p. Mita Am ye N. Y. VEL p. 2985, IX, pp. 103% 201%; Bull. U.S. Nat. Mus. 1. 4, p. 20”; Sel. et Salv. P. Z. S. 1864, p. 352”; 1879, p. 507*; Cassin, Pr, 60 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Ac. Phil. 1865, p. 169'*; Salv. Ibis, 1866, p. 193”; P. Z. S. 1867, p. 142"; 1870, p. 190"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 552*, Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 301% Wyatt, Ibis, 1871, p. 328”; Boucard, P. Z. S. 1883, p. 4447. Fringilla lepida, Licht. Preis.—Vers. Mex. Vóg., p. 2, cf. J. f. Oru. 1863, p. 56% Wagl. Isis, 1831, p. 525”. Tiaris olivacea, Cassin, Pr. Ac. Phil. 1848, p. 91 (unce Latham)*. Supra olivacea; vertico antico, venis eb pectore toto nigris, stria superciliari a naribus ducta et enla leete flavis; abdomine fusco, crisso olivaceo sintermixto; rostro nigro, pedibus corylinis. Long. tota 4-0, alee 2-0, caudee 07, tarsi 0-6, (Deser. maris ex Paraíso, Panamá. Mus. nostr.). Hab. México*%, Temascaltepec, Real del Monte (Bullock*), Valle de Mé- xico (White”), Córdova (Sallé*), Jalapa (Pease*”, de Oca”), Orizaba (Sumiclrast') Totontepec (Boncard”), Dondominenillo (Sumichrast"), Mérida en Yucatán (Schott”, Gaumer”), Guatemala (O. S.”), Costa Rica (v. Frantzius*, Carmiol', Arcó), Panamá"””* (Arcé, M'Leannan*”, Hughes). —Colombia*”. «México, Mesa Central, región O. y Sur.»% Bullock fué el primero que envió á esta especie” de México, y después ha sido desenbierta en casi toda la parte Sur de la República; es común en el valle de Orizaba, y sube allí á 4,600 pies de altura". Los ejemplares mexicanos tie- nen la cabeza, mejillas y partes inferiores más obscuras. Entre Yucatán y Costa Rica, Estado de Panamá y Colombia, se encuentran iudividuos de mejillas un poco más aceitunadas y con la parte negra de la cabeza más limitada; se aproxi- man así al ave de Cozumel, en la cual están mejor definidos estos caracteres, pues es el eslabón que une á la especie con la P. olivacea de las Antillas. Sin embargo, dudamos que existan los lazos que unen á todas estas aves, aunque probablemente las continentales pertenecen á una especie indivisible, aunque un poco variable. Salmón encontró á la P. pusilla anidando en el Estado colombiano de An- tioquía; sus huevos son blancos con manchas morenas *. PHONIPARA INTERMEDIA. Phonipara pusilla, Salv. Ibis, 1885, p. 1907. Enetheia olivacea intermedia, Ridew. Descr. Cozumel B., p. 2% Proc. U. $. Nat. Mus. VIII, p. 568*. (1) Laurencio y Beristain, p. 36. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 61 == —m P. pusillee affinissima, sed pileo dorso concolori, fronte stricte nigra, regio- ne parotica olivacea a gula flava lineola nigra bene definita separata, forsan dis- tinonenda. Hab. México, Isla de Cozumel (Benedict*?, Devis', Gauner). El Sr. Gaumer nos ha remitido recientemente una serie de ejemplares de esta ave, que es una especie intermedia entre la P. pusilla y la P. olívacea. Di- fiere de éstas por su pico, que es más grande y negro, y por el color obsenro del dorso. En la actualidad sólo ha sido observada en Cozumel por todos los colee- tores que han visitado dicha isla últimamente. CY ANOSPIZA. Cyanospiza, Baird, B. N. Am., p.500 (1888); Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. II, p. S1. Passerina, Vicillot, Anal., p. 30; Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 390. Es un género confinado á los Estados Unidos, México y Centro América; al Sur de Guatemala únicamente se presentan las dos especies emigrantes: C. cya- nea y C. ciris. Otra especie emigrante, C. amena, visita el Oeste de México, país que enenta con dos especies peculiares y una tercera especie que suele visitar Guatemala. Estas seis especies son todas muy distintas, más, quizá, que las de ningún género de ienal extensión. Generalmente colocan á Cyanospiza cerca de Guiraca y Spermophila; pero no tiene nada de común con esos géneros. El pico es decididamente más débil y pequeño en proporción al tamaño del pájaro. El ánenlo del tomia es menos vi- sible, el culmen más recto y algo curvo; el segundo, tercero y cuarto cañones son los más largos; el primero, igual al quinto; el ala es aleo redonda, pero más en las especies sedentarias que en las emigrantes. La cola es casi lisa ó ligera- mente recortada. Las patas son bastante fuertes, pues el tarso es casi ¡enal al dedo medio y la garra. El nombre genérico Cyanospiza fué propuesto por el Prof. Baird, en lugar de Spiza, que Bonaparte había usado con anterioridad en diferente sentido. Passerina, Vieillot, ha sido adoptado recientemente por el Dr, Coues, No se trata de la Passerina de Linneo, usada en Botánica. 025 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. CY ANOSPIZA VERSICOLOR. «Gorrión de Oaxaca, Prusiano.» Y Spiza versicolor, P. Z. $. 1837, p. 120"; Cab. Mus. Heiu. L, p. 148?; Sel. P. Z. S. 1857, p. 214%; 1859, pp. 365*, 379”; Baird, Mex. Bound. Surv. Zool. 11, Birds, p. 17% Sel. ct Salv. Tbis, 1859, p. 17”, Dugés, «La Nat.,> L p. 140? Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 551%; Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. IL p. 86%; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 276”; Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 20%; V, p. 393%; Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 224% Passerina versicolor, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 391”. Cardinalis luxzuosus, Less. Rev. Zool. 1839, p. 41". Spiza lazulina, Licht. Nomencl., p. 45 (fide Bonaparte”). Nigro purpurea; fronte, capite summo et uropygeio eyaneis, plumis corporis supra a fronte postica ad dorsum medium et gutture toto sanguineo suffusis, lo- ris nieris; alis et cauda nieris extas purpureo limbatis; rostro corneo, pedibus corylinis. Long. tota 4-3, ale 2-5, caudee 2-1, tarsi 0-65. 2 supra brunuca unicolor, alis et cauda fusco-nicris, illarum tectricibus dorsi colore limbatis; subtas multo pallidior, eula et abdomine medio sordide albidis. (Descr. maris et fenine ex Presidio, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América". —México**'*", Boquillo en Nuevo León (Couch?), Tepic (Grayson”), Mazatlán (Grayson", Torrer), Presidio (Torrer), Cuerámaro (Duges*), Temascaltepec!, Orizaba (Sumichrast?, Botteri*), Jalapa (de Oca*), Oa- xaca (Boucard”), Guatemala (Skinuer”, Van Patten'”).—Perú? «México, toda la República.»% Aunque fué descubierta cerca de la frontera de los Estados Unidos, lo único que daba derecho á la C. versicolor á ocupar un puesto entre las aves de Norte América, era su presencia en la Península de la Baja California, que es donde anida, pues el Sr. Xautus encontró un nido y tres huevos el 5 de Mayo en el Cabo San Lucas. Sabemos, ahora, que atraviesa el Río Grande, porque el Sr. Senuett y el Dr. Merrill la han visto del lado de Texas. Se ha presentado tam- bién en Michisan; pero este Estado queda fuera de los límites ordinarios de su zona de distribución. En México, la €. versicolor está liberalmente distribuida, (1) A, L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19, (2) Laurencio y Beristain, p. 36, A. L. HERRERA. —ORNIPOLOGÍA MEXICAÑA. 63 y, según Grayson, en Mazatlán es común y sedentaria, lo mismo que en Tepic. El citado viajero dice que su canto es dulce y que canta mañana y tardo, parada en la punta de un arbolillo". Sumichrast la inelnye entre las aves sedentarias de Veracruz; pero aseenra que es muy rara, á pesar de que llega á los alrede- dores de Orizaba”. CYANOSPIZA ROSITA. Cyanospiza rosite, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. X, p. 397'; Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 203 Salv. Ibis, 1874, p. 309”. L:ete cernlea; dorso certa luce viridescente vix induto, alis et canda nigri- cantibus dorsi colore limbatis; loris nigris, ciliis albis; abdomine toto leete rosa- ceo plernmque ceernleo intermixto, erisso pure rosaceo; rostro corneo, mandibula subtns pallida, pedibus corylinis. Long. tota 5-3, alee 2-8, caudee 2-1, tarsi 0-65. 2 supra fusca, dorso postico et canda cseernlescentibus; snbtus brunnea, ven- tre pallidiore et rosaceo lavato. (Descr. maris et feminsee ex Cacoprieto, Tehnan- tepec, México. Mus. nostr.). Hab. México, Cacoprieto, Istmo de Tehnantepece (Sumichrast'?>). Es otra especie muy hermosa, cuya zona de distribución está limitada á un redneido distrito del Istmo de Tehuantepec. El Prof. Sumichrast ha sido el único que la ha encontrado, y nos ha remitido ejemplares de ambos sexos y machos jóvenes en muda. La combinación de azul y rosa que ofrece el plumaje de esta especie, indica que puede oenpar una posición intermedia entre la €. eyanea y la C. ciris; pero fuera de eso no tiene nada de común con ellas, y la C. rosite es, en realidad, nna forma muy aislada, tan distinta de hecho como cualquiera otra especie de Cya- nospiza, género notable por el carácter definido de todas sus especies, que tam- poco presentan variaciones perceptibles entre sí. Silos caracteres específicos de todas las aves tuvieran la precisión que se nota en los miembros de Cyanospiza, sn definición sería fácil tarea para los ornitologistas. CY ANOSPIZA LECLANCHERI. Passerina leclancheri, Lafr. Mag. Zool. 1841, Ois. t. 22”. Spiza leclancheri, Bp. Consp. Ay. L p. 475*. 64 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Cyanospiza leclancheri, Duges, «La Nat.,> L, p. 140*; Sel. et Salv. P. Z. S. 1870, p. 551% Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 277% Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 20% Salv. P. Z. 5. 1883, p. 421”. Supra leete ceernlea, dorso medio paullo obseuriore, capite summo flavo- viridis alis caundaque fusco nigricantibus dorsi colore limbatis; oculorma ambitn, loris et corpore toto subtus flavissimis, pectore rubro-aurantio; rostro corneo; pedibus corylinis. Long. tota 4-8, alive 2-8, caud:e 2-2, tarsi 0-65. (Deser. maris ex Tehuantepec, México. Mus. nostr.). 2 mari similis, sed coloribus omuibus minus nitidis. Hab. México, Acapulco (Leclancher', A. H. Markham”), San Juan del Río (Réboneh*), Sierra Madre, Río de la Ameria (Xantus?”), Tapana”, ciudad de Te- huantepec”, Cacoprieto (Sumichrast). «Región occidental y Sur.» % Esta hermosa especie fué desenbierta por M. Leclancher, oficial del buque francés «Venns,» en Acapulco'. Cerca de allí el Capitán A. H. Markham obtuvo un ejemplar en el mes de Marzo de 1880, es decir, cuarenta años después”. La C. leclancheri, como la llamó el Barón Lafresnaye, está confinada á la región occidental de México, y sólo penetra un poco tierra adentro, pues San Jnan del Río es el punto más alejado de la costa eu que la hemos visto*. El límite más meridional de su zona de distribución está en las cercanías de Tehuantepec, donde fué desenbierta por Sumichrast, quien nos envió alennos ejemplares”. Se dice que la hembra es ignal al macho, pero que su color es menos vivo. Por lo tanto, la especie difiere de todos sus congéneres, pues en ellos se nota ua marcada diferencia entre los sexos. CY ANOSPIZA AMENA. Emberiza amena, Say in Lone's Exp. IL, p. 47”. Cyanospiza amena, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. IL p. 84; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 276*. Passeríina amena, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 3911. Capite, cervice undique, tectricibus alarnm minoribus et nropygio leete c:e- ruleis, dorso niericante-ceernleo; alis et canda nieris, dorsi colore limbatis, illis (1) Laurencio y Beristain, p. 36. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 65 fascia alba notatis, pectore leete castaneo; corpore subtus reliquo albo; rostri maxilla cornea, mandibula pallida, pedibus obscure corylinis. Long. tota 47, alee 2-9, caudee 22, tarsi 0-65. (Deser. maris Salt Lake City, Smiths. Inst. 1. 58,596. Mus. nostr.). 2 snpra fusco-brunnea, plumis medialiter vix obscurioribus; subtus sordide albicans, ventre imo paullo pallidiore. (Descr. exempl. ex California, Smiths. Inst. n. 79,652. Mus. nostr.). Hab. Norte América**—México, Mazatlán (Grayson*), Valle de México (Mus. $. et G..). Probablemente abunda más en México de lo que parece, pues las únicas noticias que tenemos de su existencia dentro de nuestros límites, son las que 10s da Grayson de su presencia en Mazatlán? y una piel que encontramos en una eran colección de aves de la ciudad de México. Parece que en los Estados Uni- dos es una especie emigrante, como la C. cyanea y la C. ciris, y que llega en Mayo á la Colombia británica, límite septentrional de su zona de distribución. También se le encuentra en Arizona, de donde indudablemente se traslada á So- nora, y de ésta al Sur. La C. amena es ma especie occidental que reemplaza á la C. cyanea orien- tal en el Oeste; muchas de sus costumbres son idénticas, así como su canto. Ase- euran que hacen un nido macizo de zacates entrelazados, forrados con cerdas y telarañas. Lio cuelgan de la horquilla de un arbusto, á unos cuantos pies de al- tura. Los huevos son de color azul pálido cuando están frescos, y con un poco de tiempo se ponen de un color blanco azulado?. «Su canto no es, cono se ase- eura, enteramente diferente del de la C. cyanea; por el contrario, á mí, por lo menos, me parece muy semejante. Es una melodía simple y aun débil, algo mo- nótona, y emitida con desaliento, como si el pequeño ejecutante estuviese cau- sado ó fuese indiferente. Cnando canta, se coloca generalmente en algún sitio prominente, cerca de una alameda ó en aleún paraje abierto cubierto de maleza; si vuelye con frecuencia al mismo punto, es seguro que tiene ocultos allí á su hogar y á su consorte. La primera puesta se efectúa en Mayo. El nido está he- cho con zacates forrados de pelo y es bastante grande; lo cuelgan en el gancho de un arbusto bajo, como la Poozpiza bilineata; ponen de tres á cinco huevos.» La descripción del Dr. Cooper es excelente: «Un nido colectado el 7 de Mayo en un arbusto bajo, cercano al camino real, era muy macizo, estaba á unos tres pies de altura, sostenido por el triple gancho de la rama, y se componía de vai- nas de zacate muy bien entretejidas y forradas con cerdas y telarañas. La parte exterior medía tres pulgadas de alto por tres y tres cuartos de ancho; la interior medía dos de ancho por una y tres cuartos de fondo. Los huevos eran de un blanco azulado pálido, y tenían 0-75 por 0-56 de pulgada.» Describe otros ni- dos colocados de la misma manera, pero hechos con raíces fibrosas, tiras de cor- teza y zacates forrados con vello de plantas ó cerdas: éstos contenían enatro ó La Nat.—Ser. I1.—T, IV,—Mayo 1904, 9 66 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. cinco huevos. El Sr. Merriam colectó tres en Utah; «uno estaba en un roble á tres pies de altura y los otros dos se hallaban á dos pies del suelo. Greeneral- mente ponen cuatro huevos, á principios ó á mediados de Junio, en uu bonito nido afelpado, hecho con zacatitos y lana forrada de pelo.» «Según el Sr. Trippe, la C. amena abunda en las llanuras de Colorado, y sube hasta 6,000 pies; nunca se aventura á 7,000 ú 8,000, y rara vez llega á esos límites. Es nna preciosa avecilla, cuya voz y costumbres se parecen á las de la C. cyanea; su canto es débil é indeciso, exactamente como el de aquélla »“ CY ANOSPIZA CYANEA. «Amilejito.> Tanagra cyanea, Lyan. Syst. Nat. L, p. 315". Cyanospiza cyanea, Sel. P. Z. S. 1859, p. 379% 1864, p. 174%; Sel. et Salv. Tbis, 1859, p. 18% P. Z. S. 1870, p. 836”; Cab. J. f. Orn. 1861, p. 2% Lawr. Ann: Lyc. N. Y. VIIL p. 180”; IX, pp. 103*, 201% Bull. U.S. Nat. Mus. n. 4, p20%; Dugés, «La Nat.,» L, p. 140”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 552%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 301”; Salv. P. Z. 5. 1870, p. 190*; Ibis, 1872, p. 317%; Cat. Strickl. Coll., p. 224"; Tbis, 1885, p. 190"; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. II, p. 82*%;, Gundl. Av. Cub., p. 93*; Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 20”; Boucard, P. Z. S. 1883, p. 444”; Nutt. et Ridgw. Pr. U.S. Nat. Mus. VL pp. 3137, 383%, 392”. Passerina cyanea, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 3917. Ceernlea, capite saturatius, corpore reliquo certa luce viridiscente; alis can- daque fusco—nigricantibus, dorsi colore limbatis; rostro corneo; pedibus plum- beis. Long. tota 47, alee 2-7, caudee 2-1, tarsi 0-75. (Deser. maris ex Choctum, Guatemala. Mus. nostr.). 2 brunnea, alis caudaque fuscis dorsi colore limbatis; subtus pallide fusco- alba, pectore et hypochondriis fusco striatis. (Descr. femine ex Coban, Guate- mala. Mus. nostr.). Hab. Norte América*””.—México, Guanajuato (Duges”), Valle de México (White”), Estado de Veracruz en Invierno (Sumichrast”), Totontepec, Playa Vi- cente, Oaxaca (Boncard”), Santa Eficenia (Sumichrast'”), Mérida en Yucatán (Schott?*), Progreso (Gaumer”), Cozumel (Devis”), Honduras Británicas (Blanca- . Coues. Birds of the Northwest, p. 170. . L, Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p, 19. (A == py A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 61 neanx), Guatemala (Constancia'”, O. S.*, O. $. et F. D. G..), Salvador (0. S.), Hon- duras (G. M. Whitely?), Nicaragua (Belt"*, Nuttine, Holland”), Costa Rica (v. Frantzins***”, Carmiol*), Panamá (Arcé).—Cuba”. «México, región occiden- tal, oriental y Sur.>»' El pájaro Indieo, nombre con que se designa á esta especie en los Estados orientales de Norte América, visita en Invierno México y Centro América, y se disemina en esa estación por una gran parte del país, llegando, al Sur, hasta el Estado de Panamá. Su zona de distribución en México está casi confinada á la parte oriental, pues, aunque se han seguido sus huellas hasta Guanajuato y hasta el Valle de México, no se presenta en las regiones occidentales, excepto en el Istmo de Tehuantepec, zona de distribución de varias aves, cuyos cuarteles de Verano abarcan los Estados orientales del continente septentrional. En Guate- mala es común y auda en parvadas poco nmuerosas, compuestas por individuos de diversas edades; rara vez se ven machos adultos. Allí es una especie melan- cólica y sin importancia; no canta, no hace más que chillar. Permanece en el Sur desde Septiembre hasta Abril. En Cuba frecuenta las plantaciones limita- das por bosques, pero nunca las florestas”. En los Estados Unidos, la C. cyanea es muy conocida como ave veraniega, y anida en toda su zona de distribución septentrional. En el centro de un mato- rral bajo y tupido hace su nido con zacates y lirios, y lo forra con pelo. Por lo regular, sus huevos son blancos, matizados de azul claro. El Dr. Coues agrega que suelen estar manchados. Sn canto es insignificante. El Dr. Cones dice que es un poco débil, y que el ejecutante lo emite como si estuviera cansado ó careciera de entusiasmo. Anualmente envían á Enropa gran número de ejemplares; es costumbre te- nerlos en janla. «No necesitamos ocuparnos de los hábitos de esta primorosa especie, tan co- nocidos por todos los aficionados á la ornitología. Unas veces los huevos son blancos; otras, azules ó azulados, manchados de rojizo. Parece que estas descrip- ciones no son contradictorias ni erróneas, sino que los huevos varían mucho. Los huevos azulados pasan, por regla general, del azul al blanco, y de vez en enando están manchados. Eso es lo que pasa con los huevos de la Poospiza bi- lineata, por ejemplo, y presumo que sucederá con los de la C. amena, lo mismo que con los de la Calamospiza bicolor, de la Euspiza americana y aun del Tur- dus fuscescens. Empero, la numerosa colección que tengo á la vista, está com- puesta de huevos blancos ligeramente azulados. Un buen ejemplar mide 0-72 por 0-52. Es imposible distinguir los huevos de la C. amena. Los de la Guiraca cceerulea tienen el mismo color; pero naturalmente son más grandes. Otra espe- cie, colocada comunmente en el género Cyanospiza, es decir, la C. ciris, pone un huevo distinto por completo: blanco mate muy manchado de moreno rojizo, mo- (1) Laurencio y Beristain, p. 36. 68 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. reno obscuro ó gris purpúreo. Dicha coloración es muy semejante á la que pre- sentan los huevos de Junco y de Spizella pusilla.»" «Nido, en el gancho de un arbusto, abajo; es de hojas, zacates y corteza, forrados con idénticos materiales. Huevos, 3-5; blancos, matizados de azul, manchados alenna que otra vez de mo- reno rojizo; 0-73 por 0-53. En Indiana es común y sedentario en Verano. El plumaje azul y el alegre canto del macho, son conocidos por todas las personas que han estado algún tiempo viviendo entre matorrales, alamedas y zarzas. Prefieren los Ingares se- COS, y muy pocas veces se les observa en sitios bajos Ó pantanosos. Los machos llegan uno ú ocho días antes que las hembras. La estación de los amores empieza poco después de su arribo. Suelen llegar ya casados. El Sr. V. H. Barnett descubrió un nido con dos huevos en Spearsville, el 14 de Mayo de 1895. Anidan comunmente á fines de Mayo y principios de Junio. De cuando en cuando tienen dos crías en Verano. El Sr. J. O. Snyder asegura haber obser- vado que estas aves usan el mismo nido dos años sucesivos. Lios machos conti- núan cantando hasta el 1.2 de Agosto. Cuando cesan de cantar son menos nota- bles. Parten á fines de Agosto y durante Septiembre. Los machos viejos se mar- chan primero. Son muy numerosos; frecuentan todos los parajes en que hay arbustos, ya estén en las haciendas, ya en los huertos, y pueden alimentarse con diversas substancias, así es que son acreedores á la protección del hombre, pues son in- estimables para tener á raya á los insectos dañinos. El Prof. King descubrió que de 19 individuos, 2 comieron orugas; 1, 2 escarabajos; 1, 1 chapulín; 1, fram- buesas; 1, sauco, y 18, semillas de diversas yerbas (Geol. of Wis., IL, p. 572). El Prof. Forbes observó que el 78%, del alimento ingerido por los individuos que examinó, consistía en medidores (Rept. Mich. Hort. Soc., 1881, p. 204). Desen- brió, asimismo, que comen otra clase de orugas, escarabajos y hemípteros.»* «Esta preciosa especie ha sido observada en casi todas las localidades del Estado que he visitado, y en otras muchas en que es sedentaria en Verano. Lle- ga con gran uniformidad, en esta latitud, en la primera semana de Mayo, y co- mienza á anidar generalmente en la tercera semana. Se encuentra el nido, con mayor frecuencia, en las alamedas que limitan ó dividen los bosques en que abundan los zarzales y arbustos; está colocado en las ramas, á tres 6 cuatro pies de altura, y cubierto completamente por un dosel de follaje. Generalmente la parte exterior está formada de hojas y zacates ásperos, y la interior, de raíces finas y cortezas fibrosas, liadas con algunas cerdas. Los huevos son cinco y de color blanco; hay dos crías al año. El Sr. Lewis encontró polluelos el 8 de Jn- nio en Pipestone, y el Dr. Hooslef el 21 de Julio en Lanesboro. Las personas (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 171. (2) A, W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report. 1897, p. 982. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 69 _o— _—_— —_— _——__——_———_—_—_———__=—- — =— que residen en el campo conocen sus costumbres mejor que los profesionales, á quienes la ambición de reunir notas extensas expone á errores de consideración. Un observador de los rasgos característicos de las aves, que vivió muchos años en una de las localidades más propias para el caso, me ha asegurado que la €. cyanea acostumbra, muy de tarde en tarde, elevarse, revolotear y gorjear como la alondra. No habiendo presenciado nunca tales demostraciones, ni encontrado noticia de ellas en nineuna parte, me limito simplemente á repetir lo que me han dicho.» % CYANOSPIZA CIRIS. «Siete colores, Hualntotol.»* Emberiza ciris, Linn. Syst. Nat. 1, p. 313". Cyanospiza ciris, Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 17% P. Z. S. 1870, p. 836*;, Sel. POSAIS 1899, p: 319 Dawr. Aun. Liye. N. Y. VIE p. 177* TX, pp. 103, 201%; Mem. Bost. Soc. N. H. Il, p. 276*; Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 20% Salv. P. Z. S. 1870, p. 190"; Cat. Strickl. Coll., p. 224"; Ibis, 1885, p. 190%; Dresser, Ibis, 1865, p. 191”; Dugés, «La Nat.,» I, p. 140”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 552%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 301"; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. TI, p. 87 *; Gundl. Orn. Cnb., p. 93*; Sennett, Bnll. U. S. Geol. Surv. IV, p. 20”; Y, p. 392; Boucard, P. Z. $. 1878, p. 57”; 1883, p. 444”; Nutt. et Ridew. Pr. U. $. Nat. Mus. VI, pp. 383%, 392*, Spiza ciris, Moore, P. Z. S. 1859, p. 68”; Taylor, Ibis, 1860, p. 111”. Passerina ciris, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 397”. Capite et cervice tota (preeter partem anticam) leete ceernleis, dorso medio stramineo; alíis et cauda fuscis purpureo suffusis, tectricions alarnm minoribns purpureis, majoribus viridibus; dorso imo rnfo-purpureo, ciliis et corpore toto subtus coccineis; rostro corneo, pedibus obseure corylinis. Long. tota 5-0, aliwe 2-9, caude 2-2, tarsi 0-75. (Deser. maris ex Volcan de Agua, Guatemala. Mus. nostr.). (No es exacta la descripción; véase Ridgw., p. 449). 2 viridi-olivacea, alis candaque extus ejusdem colori subtus fulva, latera- liter olivaceo, medialiter rosaceo lavata. (Descr. feminse ex Escuintla, Guate- mala. Mus. nostr.). (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 343. (2) A. L, Herrera, Cat. de la Col, de Aves del Museo Nacional, p. 19, 70 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Hab. Norte América**"-"%% México (Mann”), Cuerámaro (Dugos””), Ma- zatlán (Grayson*), Presidio (Torrer), lanos de Colima (Xantus*), Playa Vicente (Boucard”), Estado de Veracruz en Invierno (Sumichrast”), Santa Efigenia, cin- dad de Tehuantepec (Sumichrast”), Mérida en Yucatán (Schott”, Gaumer”), Co- zumel (Devis”, Gaumer), Honduras Británicas (Leyland”), Guatemala (Ley- land”, O. 8.2, O.S. et F. D. G.), Honduras (Leyland*, Taylor”, G. M. Whitely?), Nicaragna** (Nnutting), Costa Rica*” (v. Frantzins*”, Boucard*”), Panamá (Ar- có”, Hicks”).—Cuba'*. «México, región occidental, oriental y Sur.» ” Como su congénere C. cyanea, es una ave familiar, en Verano, en la parte más meridional de los Estados Unidos que colinda con el Atlántico y con el Golfo de México. En su emigración meridional se extiende casi tanto como la C. cyanea, y llega hasta el Estado de Panamá; pero en México llega á los alre- dedores de Mazatlán, en donde fué observada por Grayson y Torrer. En Gua- temala abunda por doquiera hasta una altura de 5,000 pies. Por lo general, anda en pequeñas parvadas en los campos abiertos y cerca de los límites de los bos- ques, pero no adentro. En Cuba acostumbran tenerlo en jaula, no sólo por la belleza de su plumaje, sino también por su agradable canto”. En los Estados Unidos anida al comenzar Mayo, empleando zacate seco mezclado con seda de orugas, pelo y raicecillas finas. El color del fondo de los huevos es blanco aper- lado obscuro, manchado con ronchas y vírgulas de purpúreo y moreno rojizo; por lo tanto, difieren considerablemente de los huevos de la C. cyanea y de la C. amena. En los Estados Unidos capturan un sinnúmero de individuos, y muchos son enviados á Enropa. Allá son aves de jaula favoritas, y se acomodan pronto al encierro, criando frecuentemente en cautividad. : «La Cyanospiza ciris es común en todos los lugares descubiertos y en los pueblos; á menudo se deja ver en las calles principales de Mérida, pero con más frecuencia en la costa. Vive entre las yerbas y breñas. Se alimenta con semillas. Es algo rara en Estío.»“ HAPLOSPIZA. Haplospiza, Cabanis, Mus. Hein. L, p. 147 (1881). En este género se han colocado dos especies: la de México y la HL. unicolor del Brasil. Es pariente próximo del Phrygilus, y si conociéramos el color del (1) Laurencio y Beristain, p. 36. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 444. j A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 7! _— plumaje de ambos sexos, sería conveniente confundir la Maplospiza con el Phry- gilus. ás El pico de la 2. umiformis es algo largo y agudo; el culmen, casi recto; el tomia del maxilar es curvo y la parte externa ligeramente ondulada. La parte correspondiente de la mandíbula es recta. Las alas están algo apartadas; el se- eundo y tercer primarios son los más largos; el tercero, un poco más largo que el primero. La cola es reenlar y casi cuadrada. Las patas también son regula- res y las garras débiles; el tarso es más largo que el dedo medio. HAPLOSPIZA UNIFORMIS. Haplospiza umformis, Sel. et Salv. Nomencel. Av. Neotr., pp. 29, 157”. Plumbescenti-cinerea unicolor, subtus vix dilutior, remigibus et rectricibus intus cinereo-nigricantibus; rostro et pedibus pallide corylinis. Long. tota 5-0, ale 3-0, caudee 2-0, rostri a rictu 0-6, tarsi 0-75. (Deser. exempl. typ. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Hab. México, Jalapa (de Oca?). Hasta la fecha sólo conocemos á esta especie por el ejemplar único que era el tipo de la descripción. Vino en una colección remitida por el Sr. R. Montes de Oca. Es pariente de la 4. unicolor brasileña, pero es más grande; tiene el pico de mayor tamaño, las alas más largas y las patas más fuertes. El color general es un poco más obsenro. AMPHISPIZA. Amphispiza, Coues, Birds N. W., p. 234. El Dr. Cones propuso este nombre para las dos especies norte-americanas, conocidas anteriormente con los nombres de Poospiza bilineata y P. belli, pues el Sr. Sclater las colocó en Pocspiza en 1857. El tipo del último género es la P. mgro—rufa, especie sud-americana asociada con otras diez ú once; todas ellas, con excepción de la P. bonaparti, de la resión occidental del Perú, pertenecen E] 1] A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. á distritos situados al Sur del cauce del Amazonas, pues la metrópoli del género está en la región superior de La Plata y en los puntos adyacentes de Bolivia. La Amphispiza se distinene de la Poospiza, porque su pico es más grueso y el culmen más prominente y menos agudo hacia la base; también los lados del maxilar son un poco más prominentes; pero esas diferencias no son tan grandes como era de esperarse, teniendo en cuenta lo muy distinta que es su zona de dis- tribución. El Sr. Ridoeway ha colocado en este género á la Zonotrichía quinquestriata, y opinamos que tiene razón; pero no seguimos su ejemplo asociando á la Zono- trichía mystacalis con el mismo género, pues este pájaro debe colocarse en Hee- mophila, en unión de 17. humeralis, con el cual es evidente que está estrecha- mente relacionado. Sus alas cortas y redondas y su larga cola, indican que este es sn verdadero puesto. El pico de la 4. bilineata es de regulares dimensiones, aleo agudo; el tomía del maxilar es anenloso; la parte externa, ligeramente cóncava; las ventanas de la nariz están á descubierto. Las alas son redondas; el segundo, tercero, cuarto y quinto cañones son iguales, y son los más largos; la cola es un poco redonda, casi igual á las alas; las piernas son algo gruesas; el tarso, más largo que el dedo medio y la garra. La A. quinquestriata presenta estos caracteres; pero es una ave más grande con un pico más prolongado. AMPHISPIZA BILINEATA. Emberiza bilineata, Cassin, Pr. Ac. Phil. 1850, p. 104, t. 31. Poospiza bilineata, Sel. P. Z. S. 1857, p. 7% Baird, U. S. Bound. Surv. II, Birds, p. 15*; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. 1, p. 5904, Amphispiza bilineata, Cones, Birds N. W., p. 234% Key N. Am. B. ed. 2, p. 375% Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 18”; Belding, Pr. U. S. Nat. Mus. VI, p. 343%. Supra mivimos fere unicolor, alis fasco-nigricantibus dorsi colore limbatis, cauda nigricante, rectricibus duabus utrinque externis albo terminatis, extima quoque in pogonio externo alba; superciliis elongatis, ciliis (pro parte), stria ric- tali pectoris, lateribus et abdomine toto albis; genis griseis, loris et gutture toto nieris, hypochondriis murino tinetis, rostro et pedibus plumbeo-—nigris. Long. tota 4-8, ale 2-35, cande 2-3, tarsi 0-7. (Descr. femine ex La Paz, California. Mus. nostr.). 1 o A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. g femine omnino similis. Av. jun. dorso medio vix striato, corpore subtus omnino albo, pectore mu- rino vix striato. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). e Hab. Norte América**”.—México, Tamaulipas (J. H. Clark”), Guaymas (Belding*). «Baja California y Estado de Sonora.»" No es común en México, y no tenemos ejemplares colectados en localidades definidas de ningún punto meridional ó central de dicho país, ni noticias de que haya sido obtenido allí. En la frontera septentrional parece que se presenta con más frecuencia en el Valle del Río Grande, en el del Gila y en los terrenos ad- yacentes. También ocurre en California y es emieraute en la parte Norte de su zona de distribución”. Se dice que el canto de la A. bilineata es simple, pero que sus notas son sumamente dulces? Generalmente hacen su nido en una mata de salvia, lo ponen cerca del suelo y lo tejen con pajas, forrándolo con raíces. Los huevos tienen la forma de un óvalo redondo, y son blancos, ligeramente matiza- dos de azul cuando están frescos!?. AMPHISPIZA QUINQUESTRIATA. (Zonotrichia quinquestriata). Zonotrichia quinquestriata, Sel. et Salv. P. Z. S. 1868, p. 323". Amphispiza quinquestriata, Ridew. Ibis, 1883, p. 400”. Schistacea, interscapulio vinaceo tincto; alis caundaque fusco-nigricantibus, secundariornumn et tectricom major marcinibus externis brunnescentibus; su- perciliis, striga utrinque rictali et enla media albis; gula superiori utrinque et inferiori tota cum pectore medio nicris; ventre medio, hypochondriis et crissi plumarma marginibus nigris; rostro niericantizeneo, mandibula flavo notata; pedibus corylinis. Long. tota 6-5, alee 2-8, caudee 2-5, tarsi 0-7. (Descr. exempl- typ. ex México. Mus. Brit.). Hab. México'. «Mesa Central.» * El tipo de esta especie es el único ejemplar que hemos visto hasta la fecha. Permaneció largo tiempo en poder del Sr. Gould, á quien le fué enviado en muión de alennos chupamirtos mexicanos. A juzear por la preparación de la piel, creemos que la hizo Floresi, quien residió en los distritos mineros de la re- gión contral de México y fué corresponsal de Gould. (1) Laurencio y Beristain, p. 36. (2) Laurencio y Beristain, p. 36. La Nat,—Ser. 1L.—T. IV.—Mayo 1904, 10 74 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ZONOTRICHIA. ! Zonotrichia, Swainson, Fann. Bor.—Am. TIL, p. 493 (1831); Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. L p. 565; Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 381. Swainson fué el primero que usó este nombre, en sentido subgenérico, apli- cándolo á varias especies americanas que más tarde se han separado, formando otros tantos géneros. Una de ellas, Z. leucophrys, ha sido elegida como tipo del género Zonotrichia. Aunque varias aves, mexicanas la mayor parte, han sido agregadas á Zonotrichia, principalmente por el Sr. Selater y otros, más tarde se les ha colocado en otro sitio, de manera es que en la actualidad el género con- tiene unas diez especies, de las cuales seis habitan el Norte y tres el Sur; estas últimas son la 4. pileata y sus dos parientes patagones; la décima es la Z. vul- cani anormal de las montañas de Costa Rica, enya verdadera posición está toda- vía por decidirse. De las especies septentrionales, sólo dos penetran en nuestra región, aunque indudablemente la %. querula se presenta tanto del lado meri- dional como del lado septentrional del Valle del Río Grande. La Zonotrichia parece ser Spiza por excelencia, y sería colocada entre los Emberizince, así como otros varios géneros aliados, por los aficionados á emplear subfamilias, en la eran familia Fringillide. El pico de la Z. leucophrys es de regular tamaño, cónico; el culmen casi recto; el maxilar es aleo prominente abajo de las narices y un tanto deprimido hacia la punta; el tomía presenta un ánenlo; hay una membrana sobre la fosa nasal, arriba de las ventanas de la nariz. El tarso y el dedo medio con su garra son sub-iguales, y los dedos laterales lo mismo. El segundo, tercero y cuarto cañones del ala son ienales y más largos, y forman la punta del ala; el primero es ienal al quinto; los secundarios llegan á ?/, de pulgada de los primarios más largos; Ja cola es casi pareja y casi tan larga como las alas. Generalmente el plumaje es rayado á la mitad del dorso; las alas tienen dos líneas blanquizcas; la superficie inferior no es rayada; la cola tiene los rectrices laterales lisos; la cabeza presenta una raya á la mitad (invisible en algunas especies meridionales). «Pasan la mayor parte del tiempo en el suelo, como los Emberizince. Unos habitan las florestas, evitando los parajes descubiertos; otros buscan los sitios húmedos, las orillas de las corrientes; otros, los campos y las praderas, las pla- yas del mar; alennos reemplazan á los gorriones europeos en el Nuevo Conti- nente, -E Qu Á. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «Como el eorrión doméstico, viven cerca de las habitaciones, rondan sin ce- sar alrededor de las casas, anidan en los arbustos que las cirenndan y se alimen- tan con los granos que encuentran en el suelo.» ZONOTRICHIA LEUCOPHRYS. «Zacatero.»”. Emberiza leucophrys, Forster, Phil. Trans. LXIL pp. 403, 426". Zonotrichia leucophrys, Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Birds, p. 15%; Sel. P. Z. S. 1861, p. 174; Dugés, «La Nat.» L, p. 140% Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. 1, p. 566”; Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 383*. Snpra schistacea, nropygeio brunnescente immaculato, dorso medio rufes- cente-brunneo striato; capite summo nigro, vertice medio late, snperciliis (ab ocnlis) et ciliis ipsis albis, alis et cauda brunneis, illis albo bifasciatis, snbalari- bus et campterio albis; subtus grisea enla et abdomine medio albidis, erisso isa- bellino induto; rostro et pedibus rufescentibnus. Long. tota 6--75, alee 3-1, cando 3-0, rostri a rictn 0-6, tarsi 0-9. (Descr. exempl. ex urbe México. Mus. nostr.). Hab. Norte América*”*”.—México, Tamaulipas (Couch”),, Guanajuato (Dn- gts”), Valle de México (White*). «Baja California, Mesa Central y región O.»% El gorrión de coronilla blanca, nombre con que se conoce á esta ave en Norte América, es una de las especies del continente mejor distribuidas, pnes se le encuentra desde Groenlandia hasta el Cabo San Lucas, y desde el Atlántico hasta las Montañas Rocallosas. Fué descrito por Forster hace más de cien años”, y debe su nombre inglés á Pennant. Probablemente en México sólo se presenta en Invierno en las montañas. Nuestros ejemplares son originarios del Valle de México. Ha sido observado en Guanajuato? y cerca de la frontera del Río Gran- de” pero no está en las listas de Sallé, Bouncard, Montes de Oca, Sumichrast y Grayson. En Norte América anida en las montañas Wahsatch y en otros puntos, principalmente en Labrador”*. Hace el nido en el suelo, empleando para la cons- trucción musgo y zacates, y para el interior finas raíces fibrosas. El color del fondo de los huevos es blanco verdoso claro, profusamente marcado, sobre todo alrededor de la punta, con moreno rojizo y moreno púrpura claro”. (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p. 194. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19. (3) Laurencio y Beristain, p. 36. 26 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICAÑA. . «Es una especie emigrante común y muy notable en Abril y principios de Mayo. Siempre asocio en mi imaginación á este hermoso pájaro con la fragan- cia de la flor del manzano. El gorrión de coronilla blanca frecuenta las hnertas, jardines y alamedas, y en la Primavera anuncia su presencia con su canción Ca- racterística.» «La Mascarita se encuentra al SO. del Valle, en el Invierno.» % «Con frecuencia emigra, tanto en Primavera como en Otoño, mezclado con otros individuos de su numerosa familia. Durante esos períodos los he encon- trado, generalmente, en las orillas de los claros, entre los immerosos montones de leña, donde disfruta de un abrigo seguro que lo defiende de los rapaces, sus enemigos, mientras busca las semillas é insectos de diversas clases que consti- tuyen su alimento. Si se ven sorprendidos, se ocultan tan bien, que llegan á ha- cer creer al observador que ha sido víctima de una ilusión; sólo hasta que se arroja aleo en su escondite, se lanzan fuera una docena ó más y buscan abrigo en otro montón de haces ó en una espesura más densa. Es una ave preciosa en verdad; pero oculta sus talentos musicales hasta que llega á las localidades en que cría. Allí se escuchan con frecuencia sus cantos, que repite todo el día y aun ya entrada la noche. «Anidan en el suelo y, por regla general, al pie de las zarzas y arbustos que crecen entre las coníferas al Noreste del Estado. El nido se compone de zacates secos muy finos en el interior y muy bien dispuestos. Durante los meses de Mar- zo, Abril y Mayo de 1891 pasé la mayor parte del tiempo en Florín, nueve mi- llas al Sur de Sacramento, California, y desde el 11 de Marzo hasta el 8 de Mayo fué la especie más abundante en «Walnut Corners» (residencia de la Sra. T. Reubick, mi hermana). Los árboles que rodeaban la habitación eran nogales en su mayoría, y á poca distancia crecían diversos frutales. A los dos lados de la calle había un seto y cerca de la casa crecían infinidad de arbustos. matorrales, ete., en los cuales se refugiaban pájaros de especies diversas. La Z. leucophrys sólo emitió débiles notas hasta el 6 de Mayo; entonces interrumpió su prolongado silencio con deliciosas melodías; pero su canto estaba tan mezclado con el de las demás especies, que era tarea ardna distinenirlo; sin embargo, de cuando en cuando cantaba aisladamente, y entonces su canción resultaba encantadora.» * «Nido, voluminoso; de zacate ó paja; en el suelo ó en las malezas y zarzales. Huevos, 4-5; verde claro ó azul verdoso, manchados con bastante uniformidad de rojizo y moreno dorado; más prominentes en la punta; 0-88 por 0-62. «Las dos primeras notas de su canto son prolongadas y emitidas en eres- (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Indiana Horticultural Soc. 1800, p. 72. (2) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 324. (3) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 320. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 41 cendo; las demás son rápidas y emitidas en diminuendo; el conjunto es nn suave chiflido, fácil de imitar. Pronto se aprende á distinguir su canto del de la Z. al- bicollis. La especie que nos ocupa llega en Primavera, después de la Z. albico- llis; pero aleunas veces pasa el Invierno en el Sur de Indiana. En esa estación frecuenta los bosques y montes pantanosos. En el Estío ya no canta, y visita los límites de los bosques y campos, las matas espinosas, los montes espesos y las yerbas. Ocúpase en esa época en comer semillas de yerbas inútiles, destruyendo así grandes cantidades. Emigran principalmente por el Valle del Mississippi, y de allí se dirigen al Noreste, 4 Labrador y Terranova, donde anidan en gran mú- mero. Se ha observado su escasez é irreenlaridad en la costa del Atlántico. Sn zona de distribución, en Verano, está un poco al Norte de la de la Z. albicollis, y, por lo tanto, la pasa al emigrar. Su alimento consiste en semillas de yerbas inútiles é insectos, aunque Andubon incluye en su menu á los moluscos peqne- ños. Sospecho que, á juzgar por sus correrías en los jardines y huertas, debe destruir muchos de los insectos nocivos que infestan esos parajes.» «Según parece, colocan siempre su nido en el suelo, escogiendo para este fin las espesuras de bresos bajos y las coníferas estropajosas. Aprovechan para la constrneción los musgos, pero tapizan el nido por dentro con zacates ó raice- cillas secas muy finas, colocadas con simetría. Ponen cuatro ó cinco huevos de */z de pulgada de largo y color verdoso claro, manchados, partienlarmente en la punta, de moreno y de un tinte nentro. Encontré pequeños recién nacidos en la última semana de Julio; provenían tal vez de una seennda puesta, pues ya ha- bía polluelos del mismo año revoloteando por allí cerca. La emieración al Sur comienza, según Audubon, á mediados de Agosto. Estas aves se diseminan en- tonces por los Estados Unidos, y en Invierno llegan, al Norte, hasta Maryland, cuando menos. Audubon dice que van más allá de Texas; pero parece que no ha hecho ninguna observación personal, y yo no cuento con nineún dato. No comprendo la escasez ni mucho menos la irreenlaridad con que se presentan en los Estados vecinos al Atlántico, dada la infinidad de individuos que crían en el Norte, á no ser que la emigración se efectúe en línea oblicua y en el interior. En Washington, por ejemplo, observé que no se podía contar con ellos. El Dr. Prentiss y yo acostumbrábamos esperarlos en Octubre, y con especialidad en Abril; algennos años encontrábamos muchos y otros no encontrábamos ninguno. En el todo, parecían ser más frecuentes en Primavera que en Estío, y todos los que capturamos tenían el plumaje de la estación de las crías. Permanecían á ve- ces hasta la segunda semana de Mayo; frecuentaban los mismos sitios que la Z. albicollis, se asociaban con ella á menudo y presentaban rasgos característicos muy semejantes. «El Sr. Allen dice que se elevan en las montañas de Colorado en Julio, fe- (1) A, W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 221% Annual Report, 1897, p. 951. 78 A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. cha que no deja duda alguna respecto á que anidan en esa alta localidad. El paralelismo entre el caso presente y el del Anthus ludoviciano ya citado, es ex- tenso y perfecto. Más allá de este punto es difícil seguir sus huellas, pues se mezcla inmediatamente con var. intermedia. «El canto de esta especie se parece, en general, al de la Z. albicollis; pero sin embargo, se distingue al instante. is un esfuerzo vocal menos entusiasta, y se compone únicamente de cinco ó seis sílabas. Al contrario de la Z. albicollis, esta especie carece de marcas de color distintas en los sexos, pues tanto la hembra como el macho tienen la coronilla negra y blanca; empero, los pequeños tienen la coronilla de color moreno vivo en vez de tenerla negra. «El Sr. Allen asegura que en las montañas del Colorado, frecuenta todas las localidades favorables y sube desde 8,000 pies hasta más arriba de la línea de la vegetación. Era uno de los pájaros que se encontraban en mayor abundan- cia en los límites septentrionales y occidentales de Sonth Park; pero en ninguna parte era tan numeroso como en el borde superior del bosque de la Sierra Ne- vada. Es una especie arbórea por excelencia.» El Sr. Trippe nos comunica lo siguiente: «Este gorrión se presenta en los valles bajos de Clear Creek County, Colo- rado, en la primera ó segunda semana de Mayo, y no tarda en abundar á orillas de las corrientes, aventurándose de cuando en cuando hasta las colinas, pero per- maneciendo, por lo regular, cerca de los arroyos y ensenadas. Al desaparecer la nieve sube más y más, llegando á los límites de la vegetación á mediados de Junio, y alcanzando el límite extremo de los sauces y enebros. En nineún punto es tan numeroso como en los espesos montes que cierran la orilla superior de la vegetación. La mayoría pasa allí la estación de las crías; pero unos cuantos in- dividnos anidan más abajo á 8,500 pies; á menos altura no se presentan durante el Verano. Por sus costumbres en la estación de las crías, se parecen á la Me- lospiza melodia: busca alimento en el zacate y entre las hojas secas de los bos- ques. Canta constantemente en Junio y Julio y alennas veces en Agosto; se sube á la punta de algún arbusto, al brazo seco de un pino ó á cualquier ramo ele- vado sobre los matorrales adyacentes, y canta durante media hora ó más, repi- tiendo su melodía con cortos intervalos. Su canción es alegre y agradable, bo- nita y clara. A menudo cantan á la vez veinte ó más pájaros, y el resultado del orfeón es bastante lisonjero. Mientras la hembra cubre los huevos, el macho canta todo el día casi sin interrupción, y á veces hasta en la noche, mucho des- pués del obsenrecer. Lio he oído á media noche, y aun á la una ó dos de la ma- drugada. Es muy manso; una pareja tenía su nido á unos cuantos pies de nues- tro campo en Chicago Lake, y ni el ruido ni el movimiento que hacíamos obli- eaban á la hembra á abandonar el nido; el macho recogía las migajas que le dá- bamos, casi á nuestros pies. Comienza á anidar en Julio y los pollnelos nacen por el día 20; ponen el nido en los matorrales y lo hacen con zacates y yerbas ásperos, tapizados por dentro con zacatitos. Generalmente ponen cuatro huevos A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 19 de color verde azulado claro, manchado profusamente de moreno rojizo; en la punta el moreno obseurece casi por completo el matiz del fondo. En Septiembre comienza á bajar y en Noviembre desaparece. En los valles bajos nunca es tan numeroso en Estío como en Primavera, pues atraviesa con más rapidez, patticn. laridad que presentan muchas especies que emigran de ienal modo, tales como la Myiodioctes pusillus, la Dendreca awvuduboni y otras.» " ZONOTRICHIA INTERMEDIA. Zonotrichia leucophrys, var. intermedia, Ride ww. Bull. Essex Inst. V, p. 198". Zonotrichia intermedia, Ridew. Field et Forest, 1877, p. 198?. Zonotrichia leucophrys, var. gambeli, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. L, p. 569*; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 277* (nee Fringilla gambeli, Nutt.). Sp. precedenti valde affinis sed loris et superciliis albidis confluentibus, co- lore niero capitis lateribus hand oculorum ambitum attingente. Hab. Norte América”.—México, Mazatlán (Grayson?). Creemos que el Sr. Lawrence confunde con esta ave á los ejemplares de Mazatlán colectados por Grayson; pero no tenemos ejemplares mexicanos que confirmen su opinión. La verdadera 4. gambeli es considerada con justicia, por el Dr. Coues, como una especie distinta, pues las diferencias que hay entre ella y la Z. leucophrys son bastante precisas. Es evidente que la 4. intermedia es pariente cercana de la Z. leucophrys; pero las ligeras diferencias que se notan en la disposición de las marcas del ojo se reconocen sin difienltad; este carácter basta, por sí solo, para distinenir sin vacilación á los ejemplares adultos de la Z. leucophrys y de la Z. intermedia. Se dice que el ave en cuestión es muy común entre las Montañas Rocallo- sas y la costa del Pacífico, desde la frontera mexicana hasta el Océano Artico. Anida en el Norte y en las más altas cordilleras de la parte meridional de su zona de distribución”. Sn presencia en Mazatlán se ha registrado simplemente, sin comentarios!. «Entre los unmerosos ejemplares de leucophrys, dos pertenecen á la varie- dad intermedia. Se les encuentra asociados en muchas localidades de las Mon- tañas Rocallosas, y también, más al Oriente, con la verdadera leucophrys. El Sr. Allen sólo encontró á la leucophrys en Kansas y Colorado, y la variedad (1) E, Coues, Birds of the Northwest, p. 154. 80 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «gambeli> (intermedia) en Utah. Observé que esta última abunda en Arizona en diversas épocas, pero sobre todo durante las emigraciones; creo que es se- dentaria en el Territorio, en donde las variadas condiciones de superficie le ofre- cen retiros convenientes en las diversas estaciones. En Dakota la encontré en gran número hasta 1022 de longitud Este, durante la emigración estival; no ob- servé ningún leucophrys propiamente dicho. El Sr. Trippe lo ha visto en Lowa, que es la localidad más oriental en que se le ha encontrado.» ” JUNCO. Junco, Wagler, Isis, 1831, p. 526; Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. L, p. 578; Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 377. Pocos miembros de los géneros de Pringillide han recibido últimamente un tratamiento tan variado como Junco. Los autores de la «Historia de Aves Norte- americanas» admiten cuatro especies y dos «variedades,» considerando como hí- bridas otras varias formas. En su última obra, el Dr. Coues hace á un lado al J. alticola de Guatemala, y trata ocho razas, todas del ./. hiemalis, y explica que los caracteres de cada nna están mezclados de manera que hasta las formas más distintas, tales como el J. hiemalis y el .J. cinereus, son realmente inseparables. Respecto á las aves de nuestra resión, no estamos comprometidos á entrar en discusión, pues las dos especies que tenemos que tratar, el ./. cinereus y el J. altícola, están bien definidas. Se dice que el verdadero J. cinereus no se presenta más allá de los límites de México, aunque en Arizona hay dos razas estrechamente emparentadas. Por otra parte, el J. altícola está estrictamente confinado á las montañas de Guate- mala, y su zona de distribución está separada de la del ./. cinereus por un vasto intervalo de terreno comparativamente bajo en el Istmo de Tehuantepec. En Norte América se encuentran distribuidas, en una área amplia, una ú otra de las formas de Junco, desde las regiones árticas hasta la frontera mexi- cana. El pico del J. cinereus es cónico y remata en punta porque el maxilar no es túmido; los tomia del ángulo y del eulmen son casi rectos; la nariz está de- bajo de una membrana que cubre la parte superior de la fosa nasal. El tarso y el dedo medio, con su garra, son sub-ionales y los dedos laterales también. Las alas son largas; el seznndo y tercer cañones forman la punta; el primero es igual (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 156. e Á. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 81 — al enarto, y los secundarios son cortos, los interiores menos largos y todos ellos más cortos que los más pequeños primarios. La cola tiene, poco más ó menos, el mismo largo que las alas y es aleo redonda. El plumaje del adulto carece de manchas, tanto arriba como abajo, y las plumas exteriores de la cola son más ó menos blancas en ambas telas. Los jóvenes son muy manchados. JUNCO CINEREUS. «Echa lumbre, Ojos de lumbre, Ixtentlimnyotzi.»” Fringilla cinerea, Sw. Phil. Mag. new ser. 1, p. 4351. Junco cinereus, Bp. Consp. Av. I, p.:4567; Cab. Mus. Hein. I, p. 134%; Sel. P. Z. S. 1856, p. 306% 1858, p. 304%; 1859, p. 365", 1864, p. 174; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. LI, p. 551% Duges, «La Nat.,> L, p. 140”; Salv. Caf. Strickl. Coll., p. 232"; Ridew. Ank, 1885, p. 363”. Junco phenotus, Wagel. Isis, 1831, p. 526". Niphea rufidorsis, Licht. Nomenel., p. 43”. Supra cinerens, interscapnlis, secundariis extus et tectricibns alarum majo- ribus leete rufis, alis et canda nicricantibus illis extus cinereo limbatis, hujus rectricibns ntrinque tribus externis albo decrescente terminatis, externa ntrin- que fere omnino alba, loris et capitis lateribus niericantibus; subtus pallide eri- seus; rostri maxilla nigricante cornea, mandibula flavicante, pedibus pallide co- rylinis. Long. tota 5-75, alee 3-1, caudee 2-8, rostri a rictn 0-5, tarsi 0-85. (Descr. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Ay. juy. undigue nigricante maculato. Hab. México (Mann”), Temascaltepec (Bnllock*), Guanajuato (Duges”), Valle de México (White”), región alpina de Veracruz (Sumichrast*), El Jacale (Salle), Jalapa (de Oca”), La Parada (Boncard”), Popocatépetl (de Saussure). «Toda la República.» % Swainson describió al Junco cinereus en 1827, y desde esa fecha la mayoría de los colectores que han visitado las montañas de México han encontrado á esta ave. Sumichrast asegura que es una de las especies más características de la re- gión alpina, que sube en las montañas á 11,500 pies sobre el nivel del mar, pero (1) A, L, Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19. (2) Laurencio y Beristain, p. 36. La Nat,—Ser, IL.—T, IV.—Junio 1904, 11 89 Á. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA: que no desciende á menos de 6,500. Acrega que su nombre vulgar es «Echa lumbre,» pues se cree generalmente que sus ojos son fosforescentes en la obsen- ridad*. «Ojos de lumbre, Ixtentlimuyotzi. Habita en localidades frías y eleva- das, emigra en latitud.» % CHONDESTES. Chondestes, Swainson, Phil. Mag. n. ser. I, p. 435 (1827); Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. l, p. 562; Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 384. Este género contiene dos formas; una de ellas, C. strigatus, se presenta den- tro de nuestras fronteras. El pico se parece mucho al de Zonotrichia; es cónico y ligeramente túmido hacia las narices. Las alas son largas; el primer primario * es casi jgnal al segundo y al tercero, que son sub-iguales; el más largo de los secundarios internos excede un poco á los externos. La cola es más corta que las alas y muy redonda. El tarso y el dedo medio, con su garra, son sub-igua- les y los dedos laterales son ienales, pero cortos. El color general del plumaje es estriado en la parte superior; la cabeza presenta rayas alargadas negras y blancas; en el pecho tiene una mancha negra aislada, como algunas especies de Pyrgisoma, y las puntas blancas de las plumas de la cola se extienden hasta to- dos los rectrices, excepto el par de en medio. CHONDESTES STRIGATUS. «Zacatero.» % Chondestes strigatus, Sw. Phil. Mag. n. ser. I, p. 4351. Chondestes grammaca, Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Birds, p. 15%; Sel. P. Z. S. 1859, p. 379*; 1864, p. 174%, Dresser, Ibis, 1865, p. 488%; Dugés, «La Nat.,> L p. 140” Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 552”; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. 1, p. 562* (partim); Lawr. Bull. U.S. Nat. Mus. n. 4, p. 22% Mem. Bost. Soc. N. H. Il, p. 278"; Sennett, Bull. U. S. Geol. Snrv. IV, p. 19”; V, p. 3912. (1) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Nat.,” tomo I, 2.* serie, p. 182, (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 83 Chondestes grammica, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 384” (partim). Chondestes grammica strigata, Ridew. Pr. U.S. Nat. Mus. IL, p. 217”; Beldins, Pr. U. S. Nat. Mus. VI, p. 343”. Capite summo castaneo ad frontem niero, superciliis et stria verticali sor- dide albis, corpore reliquo supra fusco, interscapulio nigro striato, alis et cauda niericantibus fusco limbatis, illis sordide albo bifasciatis, remigibus ad basin quoque albidis, hujus rectricibas omnibus (preeter dunas medianas) albo plus mi- nusve terminatis; stria per oculos nigra, regione parotica castanea infra albo marginata, parte antica niera, macula lunulata sub oculos alba; subtus albus, stria utrinque rictali elongata et macula pectorali nieris, cervicis lateribus et hypoclondriis fusco lavatis; rostro corneo, mandibula pallida; pedibus carneis. Long. tota 6-0, ale 3-5, caudee 2-75, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-8. (Deser. maris ex Oaxaca, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América***'**_—México, Nuevo Lieón (Couch?”), Guaymas (Bel- ding”), Mazatlán (Grayson'), llanuras de Colima (Xantus'), Guanajuato (Du- ges”), Valle de México (White*), Temascaltepec (Bullock*), Estado de Veracruz (Sumichrast”), Puebla (Mus. Brit.), Oaxaca (Boucard”), Chihuitán, Sauta Efigenia (Sumichrast”), Guatemala (O. S.). «México, toda la República.» % La zona de distribución del C. strigatus es muy extensa; abarca gran parte de los Estados Unidos, de México y de Guatemala. Aunque esta especie anida en Texas, parece que en México es emigrante. Grayson manifiesta que llega en Septiembre y parte eu Abril”. Los autores americanos hacen grandes elogios del canto del macho*. El C. grammaca hace su nido con zacates, lirios, ete., y lo coloca en el suelo. Grene- ralmente los huevos son de color blaxuco, tirando á gris; otras veces son de mo- reno claro, jaspeado y rayado con líneas ondulantes negras ó morenas negruzcas?, «Lia mayor parte del tiempo lo pasau en aleún sendero polvoso, volando adelante del viajero y exhibiendo su cola redonda y sus manchas; cada pluma es muy bonita, puos tie:o las puutas blancas, de mauera que el observador re- conoce inmediatamontoe á la especie. Llegan en parvadas á fines de Abril y prin- cipios de Mayo, y después de criar á sus polluelos, forman nuevas bandadas en Agosto y comienzan su peregrinación al Sur.»% «Sito.» * «Es uua de las avez más características y abuudantes de las praderas del Oeste. En la Primavera de 1864, en compañía con mi respetable amigo el Dr. (1) Laurencio y Beristain, p. 36. (2) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report. 1897, p. 72. (3) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. ““La Naturaleza,” Vol. I (2), p. 322. 84 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Jorge Engelmann, botánico eminente, observé gran número de Zacateros en los suburbios de Sau Luis, y según las noticias recibidas, se presenta también en los llanos de varios Estados situados más al Oriente. En el Oeste se dispersa por doquiera, y se hace notable entre sus congéneres por sus colores vivos, agrada- ble canto y amables maneras, así como por su abundancia en las localidades apropiadas. Aunque es un ave de las praderas, no está confinada á las llanuras ni es exclusivamente terrestre; visita también las regiones montuosas y quebra- das y aun las montañosas, posándose en los árboles y matorrales con la misma frecuencia que sus parientes, los miembros de los géneros Zonotrichia, Pooecetes, ete. Yo lo encontré con frecuencia en las proximidades de los pinares, en las partes más elevadas de Arizona, donde es muy numeroso en la Primavera y el Estío durante las emigraciones. Aunque no encontré su nido, tenso la convie- ción de que anida allí, pues á fines del Verano colecté polluelos tiernos. (Oría en Colorado, según Mr. Trippe). En el Estío formau pequeñas tropas y vagan por el zacate cerca de los arbustos y arbolillos, que les sirven de refugio en caso de alarma, como sucede á otras especies. En la Primavera de 1873 observé su llegada á Fort Randall. Vino en gran “número á fines de Abril, en compañía de la Spizella pallida. Las parvadas va- cabundas se esparcieron por los alrededores del fuerte, entrando al patio de ejercicios, donde se posaban en los escasos arbolitos y ensayaban su cauto mup- cial, canto que, á medida que avanzaba la estación, se tornaba más sonoro, atrac- tivo é incesante. Más al Norte, en el paralelo 49, uunca observé á esta especie. El Zacatero anida en el suelo como los demás Fringilidos de las praderas. Construye un nido aleo burdo con zacates y yerbas, y lo forra con raicecitas muy finas y torcidas. Trabaja en su construcción al comenzar Junio y pone los hue- vos en el mismo mes. Un nido que colectó el Sr. Allen en el Bie Muddy con- tiene siete huevos. Los de esta especie tienen una coloración particular, pues son blancos rayados en zigzag como los del 4gelceus. Las marcas son distintas y obscuras, de color chocolate ó moreno rojizo obscuro vivo; algunas veces son casi negrnzcas en los sitios en que el piemento es más denso. Las marcas están diseminadas en toda la superficie, y por lo general las acompañan unas enantas manchas del mismo color. El huevo es extraordinariamente esférico y muy re- dondo en la punta más pequeña; mide 0-75 por 0-65. Sin embargo, alennos ejemplares son más alargados y miden hasta 0-85. El Sr. Rideway dice que sue- len anidar en los arbustos y en los árboles.» “ «En Verano es sedentario en Illinois, que es el límite oriental de su zona de distribución. Soy de opinión que esta especie y la C. ludovicianus pertenecen á nuestra fauna desde una fecha comparativamente reciente. Lo ví por primera vez en 1860; desde entonces se ha multiplicado, y en la actualidad no es raro. Auida en las praderas y los jóvenes se suben á los árboles tan pronto como pue- (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 160. 2 El A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 85 den volar. No habiendo encontrado ni á estas aves ni á la C. ludovicianus des- pués de terminada la estación de las crías, sospecho que se reunen con sus Ca- maradas en el Oeste, antes de dirigirse al Sur.» % «El Zacatero puede considerarse, con justicia, como una de las aves más abundantes, á juzear por la cantidad relativa que reside en Verano en el Esta- do, auuque ha habido años en que sus localidades favoritas hau estado casi de- siertas. «Es más ó menos común en las praderas; pero he observado que prefiero la veciudad de los matorrales en que crecen unos cuantos árboles caedizos, y donde se le encuentra en crecido número. Sus maneras y hábitos lo recomiendan á las personas amantes de las aves en todos los parajes que frecuenta en Verano. «Su canto es verdaderamente hermoso durante la estación de los amores y la de las crías. Canta al amanecer y una hora antes de que se ponga el sol; nn cautor contesta á otro hasta que la onda sonora se propaga y se pierde á lo lejos. No es enteramente terrestre, sino que á menudo se posa en los árboles y cerca- dos, anu en el acto de cantar; pero con más frecuencia busca una pequeña pro- minencia para entonar su melodioso canto. Anidan en el suelo, esforzándose en ocultar su habitación, que no es tan artística como las de otros Fringilidos, pues consiste principalmente en yerbas y zacates algo ásperos, forrados con finas raí- ces fibrosas. Llegan á las cercanías de Minneápolis y San Pablo por el 25 de Abril, y el 20 de Mayo ya hay nidos. Generalmente tienen dos crías antes del 20 de Julio, y éstas comprenden cinco, seis ó siete polluelos cada una. Su tama- ño y colores marcados, así como lo poco que ocultan sms nidos, contribuye á que el aye y sus huevos sean una presa fácil para los gavilanes; de otro modo aumentaría mucho su número. Aparecen simultáneamente en todo el Estado. «Los huevos son globnlares. Por lo común, estos gorriones se marchan to- dos antes del 1. de Octubre; pero en ciertos años han permanecido unos cuan- tos hasta muy entrada la estación.» «Nido, de zacate, raicecillas y pelo; en el snelo ó en los arbustos bajos. Hue- vos, 3-59; blancos, azulados ó de un blaneo rosado, manchados y rayados, princi- palmente en la punta más larga, de negro y moreno obscuro; 0-S0 por 0-61... «Parece que su número aumenta por doquiera. En la parte meridional del Estado audan por parejas ó forman pequeñas baudadas. Al llegar, recorren los campos arenosos y los terrenos cubiertos de yerbas y zacates que hay á orillas de los ríos. Más tarde frecuentan los campos abiertos cercados de maleza ó ve- cinos á arbolados poco espesos; les gustan, asimismo, Jas cercanías de los cami- nos reales sombríos, en los cuales pasan los días calurosos y disfrutan del pla- cer de bañarse en el polvo. A principios de Mayo se reunen las parejas. Anidan (1) Appendix to Oscines. T. Trippe, p. 234. (2) Notes on the Birds of ina by Dr, P. L. Hatch. First Report of the State ASbIORIEE p. 318. 86 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. en los arbustos, en los montes espesos y á lo largo de las cercas. También se dice que anidan al pie de ciertas yerbas en la tierra pelada (Nelson) y en los maiza- les, donde colocan el nido al pie del tallo (Rideway). Yo encontré cuatro pare- jas anidando en uu camino público cerca de Brookville. Sn canto es agradable. La mayoría de las aves parten en Julio y Agosto después de criar á sus pollue- los. Suelen formar parvadas considerables. Una que observó la Sra. Hine cerca de Sedan, Agosto 16, 1887, contenía cerca de cincuenta individuos, y el Sr. Y. H. Barnett vió una en Agosto 4, 1897, en Vermillion County, compuesta de doce. El Sr. H. K. Coale dice que en ciertos puntos de Illinois le llaman «Potato Bird,» porque se come á los piojos de las papas. Muy pocos sobreviven al verde de Pa- rís, que se comen en unión de aquellos piojos. lu Mayo y Junio, el Prof. King examinó aleunos ejemplares y encontró que sólo habían comido semillas. (Geol. of Wis., I, p. 540).»0 «La C. granmaca es emigrante y pasa el Verano en el Estado.»“ SPIZELLA. Spizella, Bonaparte, Saggio di una Distr. Met. An. Vert., p. 140 (Aggciunte, 1832). (Tipo Fringilla pusilla, Wils.); Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. IL p. 1; Coues, Key N. Am. Birds, ed. 2, p. 379. Este género contiene seis ó siete especies septentrionales más ó menos dis- tintas; ninenna de ellas se encnentra más allá de los límites de Guatemala, en dondo sólo hay un pariente cercano de la conocida $. socíalis. Otras cuatro es- pecies son de México, de las cuales la $. socialis y la S. atrigularis son sedenta- rias; probablemente la $. pallida y su cercano pariente occidental, $. brewer?, son emigrantes que pasan el Invierno en México. Otras dos especies septentrionales, S. monticola y S. pusilla, mo han sido observadas aún dentro de nuestras fronteras, ni tenemos noticia alenna de la $. wortheni, descrita recientemente por el Sr. Rideway. Las especies de este género son pequeñas; miden de ciuco á seis pulgadas de largo; la cola es larga y ligeramente hendida; las alas algo puntiagudas. La (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report. 1897, p. 951. (2) F. Sumichrast, Dist. Gcog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, p. 310. «E Á. L. HERRERA.—ORNIFOLOGÍA MEXICAÑA. 8 parte media del dorso es rayada, y las partes de debajo lisas en el adulto, pero rayadas en el joven; el pico es pequeño y cónico; el tarso es casi ignal al dedo medio y la garra; los dedos laterales son sub-iguales. La Spizella está tan estrechamente emparentada con la Zonotrichia, la Poos- piza, el Junco y el Chondestes, que no es fácil definirla. Se le reconoce por la longitud de sus alas y cola; esta es decididamente hendida y carecen de blanco sus plumas laterales; el plumaje inferior es liso sin rayas, y la parte media del dorso rayada. Esos caracteres no se descubren en ninenno de los géneros citados. El pico se parece al de varias Emberizas del Antigno Continente, pues Spi- zella pertenece, sin duda, á esa sección de los Fringilidos. «En Invierno, las Spizellas se reunen con los pinzones y otras avecitas y re- corren el país en su compañía, registrando los matorrales para encontrar alen- nos granos. Lios amores tienen lugar en el mes de Mayo; en esos momentos el macho canta con ardor. En la noche, sobre todo, esos pájaros rivalizan entre sí; al canto sucede nn gorjeo como el de nuestros gorriones. Pasan la mayor parte del tiempo en el snelo y se mueven con mucha rapidez, aun en medio de las más intrincadas malezas. Su vuelo es ondulante y rápido. «Las Spizellas se alimentan con granos, bayas é insectos. «Constrnyen su nido sobre una rama horizontal poco elevada, por lo gene- ral uy cerca del tronco. Se compone de yerbas groseras y está forrado con pe- los y raíces. Contiene de cuatro á cinco huevos de color azul obsenro. «Pocos días después de haber comenzado á volar, los jóvenes se rennen con sus padres, formando grandes bandadas, y bien pronto empiezan las emigra- ciones. «Cautividad.—No se deben enjanlar á estas aves con frecuencia, porque ni Andubon ni Wilson hacen mención de ello.» SPIZELLA SOCIALIS. «Llanero.>? Fringilla socialis, Wils. Am. Orn. IL p. 127, t. 16, £. 5%; Sw. Phil. Mag. n. ser. L, p, 4357. Spizella socialis, Sel. P. Z. S. 1858, p. 304; 1859, p. 365*; 1864, p. 174"; Dres- ser, Ibis, 1865, p. 489” Sumiclirast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 552”; Baird, Brew. (1) A. E. Brehm. Les Mervcilles de la Nature. “Les Oiscaux,” Vol. T, p. 196. (2) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. ““La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 325. 88 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. et Ridow. NA B: TL, p 7 Gundl. Ay. Cub., p. 90% Lawr. Bull. U. $. Nat, Mus. 1. 4, p. 21% Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. TV, p. 19"; V, p. 391*. Spinites socialis, Cab. Mus. Hein. 1, p. 133”. Spizella socialis, var. arizone, Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 21”. Spizella domestica, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 350” (ex Bartram). Supra, cervice postica, dorso medio et scapularibus rufo-brunneis nigro late striatis, nropygio cinereo, capite summo castaneo, fronte nigra macula mediana cinerea, stria a naribus supra oculos ad nucham ducta alba, loris et stria post oenlos nigeris, capitis lateram reliquo et corpore subtus cinereis, enla et abdo- mine albicantibus; alis et cauda fusco-—nigricantibus, illis pallide fusco limbatis et albido bifasciatis; rostro tempore «estivo niegro, pedibus carneis. Long. tota 50, alee 2-9, candee 2-3, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-6. (Deser. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Av. jun. capite summo sient dorso striato hand castaneo. Av. juv. subtus quoque striatus. Hab. Norte América**””.—México, Real del Monte, Temascaltepec (Bul- lock?), Ciudad en Durango (Torrer), Valle de México (White”), región templada de Veracruz (Sumichrast”), Jalapa (de Oca”), La Parada (Boucard”), Guichicovi”, Montañas Gineta'” (Sumichrast).—Cnba”. «México, Mesa Central y regiones Su- reste y Norte.» Es una especie que está muy diseminada y que es sedentaria en México, se- eún Sumichrast, pues permanece todo el año en la región templada de Veracruz, en donde anida lo mismo que en los Estados Unidos. Los autores americanos reconocen una raza aparte que habita en Arizona y la designan con el nombre de Spizella socialis arizonce. Era de esperarse que esa ave se encontrara en las sierras de Durango y en la región occidental de México; pero no podemos descubrir diferencia alguna entre nuestros ejemplares de esas partes y otros de los Estados orientales. Además, nos parece que un ejemplar de Arizona es igual en todos sentidos, pues tiene la cabeza castaña del verdadero 5. socialis. Sin embargo, nuestra serie de esta raza occidental no nos permite expresarnos de un modo positivo; pero, según parece, tiende á demos- trar que la $. socialís arizone es inseparable de la S. socialis. Se aplicó ese nom- bre á unos polluelos cuyas cabezas estriadas aún no presentaban la coronilla castaña del adulto. ? Aunque en apariencia es común en México, no se ha escrito casi nada res- pecto á la 5. socialis; únicamente se ha tomado nota de las localidades en que ha sido observada, y que comprenden eran parte del país, llegando, al Sur, hasta las montañas del Istmo de Tehuantepec, en donde, según Lawrence, obtuvo Su- michrast ejemplares de la raza comúu y de la de Arizona, en los meses de Sep- (1) Laurencio y Beristain, p. 35. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 89 tiembre y Enero. En Cuba el Dr. Gundlach mató á una hembra en un sitio pan- tanoso vecino al mar”. En los Estados Unidos la 5. socialis es una de las especies más familiares; abunda en extremo cerea de las casas, ete.””, y anida en los plantíos de arbustos. Constrnye un grosero nido de tallos ásperos de zacates y otras plantas, forrados con pelo. Pone cinco lmevos de color verde azulado, manchados en la punta más larga con marcas sombrías, purpúreas y moreno negruzco obscuro mezclado con matices purpúreos más claros; se dice que su tamaño es muy variable?. El Sr. Brewster ha hecho la descripción de los jóvenes en su valioso artículo relativo al primer plumaje de varias especies de aves norte-americanas. (Bull. Nntt. Orn. Club, IT, p. 121). «Esta especie es excesivamente doméstica y confiada, y parece que se reune en grupos dirigidos por un individuo viejo y experimentado; creo yo que á na- die disgustaría estudiar las enriosas costumbres de esta ave, y especialmente sn modo de nidificar y de cuidar á su progenie.»" «Estas tres especies, 5. socialis, Ch. grammacus strigatus y Poocetes gra- mineus-confinis, son semejantes en cuanto á sus costumbres, todas son aves so- ciales que permanecen durante toda su vida en alguna región del Valle, nidifi- can en Marzo ó Abril las dos primeras, y la última en Junio ó Julio. No sé si aleunos individuos pertenecientes á estas especies emigrarán al Valle de Mé- xico.» % «Vulearmente le llaman «Chippy.> Eu Verano es sedentaria y abundante; anida; llega del 10 al 20 de Marzo y parte del 15 al 25 de Octubre. Es nu ave muy estimada. Hasta los niños que matan por travesura á los pájaros, respetan al «Chippy.»” «Nido, de raicecitas y zacates finos forrados con cerdas; en los matorrales, enredaderas ó árboles, generalmente á diez ó más pies de altura. Huevos, 3-4; verde azulado pálido, con víreulas, manchas ó borrones de moreno obseuro; 0-69 por 0-50. , «Se asoman por las puertas, los vestíbulos, y aun llegan á penetrar en las casas para pepenar las migajas. En los sitios en que no temen la persecución de los gatos y de otros enemigos, son muy familiares y anidan en los plantíos de arbolitos, y enredaderas siempre verdes. Se le suele llamar «Hair Bird,» por la costumbre que tiene de emplear cerdas para la construcción del nido, sobre todo cerdas negras. No tengo noticia de que permanezcan con nosotros todo el In- vierno. En la Primavera llegan, al principio, aisladamente, y transcurridos unos cuantos días empiezan á llegar parvadas que se refugian en las huertas y cam- (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 325. (2) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,'” 2? serie, Vol. 1, p. 182. (3) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Hort. Soc., p. 73. La Nat.—Ser. IL.—T. IV.—J unio 1904, 12 90 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. pos. Por regla general, los últimos que llegan son los que anidan aquí. Inme- diatamente se instalan en nuestros prados y anuncian su presencia con el anti- eno canto del año anterior. Cuando los emigrantes llegan muy pronto al Valle Whitewater, no empiezan á cantar desde luego. Los amores comienzan en los primeros diez días de Abril. En Mayo y Junio es muy común encontrar nidos. A veces tienen una segunda cría. Ningún otro de los pájaros que frecuentan los mismos parajes canta como éste. En Julio sus cantos son menos frecuentes, y rara vez se dejan oir á mediados de Agosto. En 1897 oí cantar á uno el 24 de Julio, á otro el 12 de Agosto y á un tercero el 14 del mismo. El Sr. Bicknell (The Ank, Vol. II, Abril, 1885, p. 145) asegura que cantan también á fines de Septiembre y principios de Octubre; pero yo munca lo he notado. ' El Prof. F. E. L. Beal ha demostrado que la tercera parte del alimento de la S. socialis, S. pusilla y Melospiza fasciata consiste en insectos, y comprende muchos escarabajos nocivos, tales como el gorgojo, y muchos chapnlines; estos forman la octava parte del alimento de la especie en cuestión, más varias avis- pas y piojos. Por lo tanto, comen bastantes especies de insectos perjudiciales. Son, pues, aves benéficas, tanto porque se comen á los insectos cuanto porque destruyen las semillas del zacate y de las yerbas. (Farmer's Bull., u. 54, U. $. Dept. Agr., pp. 26, 27). E «En Septiembre empiezan á rennirse por parvadas y frecuentan los lugares cubiertos de yerbas, donde los acompañan otras aves, principalmente la S. pu- silla." «Anida en los árboles bajos, en los arbustos que crecen en los patios y en los groselleros, prefiriendo los parajes cercanos á las habitaciones. El nido se compone de raíces, varitas y zacates forrados con pelos ásperos y largos. «Su afición á anidar tan cerca de nosotros, concediendo la mayor confianza al hombre y nutriéndose principalmente con sus desechos, le ha valido el nom- bre científico «Socialis,> y su nota y canto común el nombre vulgar de «Chipping Sparrow.» Llega á las provincias meridionales del 1.” al 10 de Abril. «(Quizá la falta de variedad y modulación que se notan en el canto del Lla- nero, le ha impedido que sea mencionado en las obras de los poetas; pero sus derechos á ser recordado por el hombre sólo pueden ser sobrepasados por los de los azulejos y primaveras. Excede á esas especies por la confianza que ma- nifiesta, acercándose al umbral de nuestras habitaciones para recoger las miga- jas que caen de las mesas, y parándose, casi á nuestros pies, cuando visitamos el jardín ó la huerta. Por monótono que sea su cauto, debe despertar nuestra atención, pues lo hemos esenchado desde la cuna. Cuántas veces, en nuestra in- fancia, buscamos su nido admirándonos del pelo que contiene y preguntándonos dónde lo tomaban y cómo pintaban sus huevos con ese hermoso color verde azu- lado vivo, manchándolos con moreno rojizo y negro. Y cuando los huevecillos (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 221 Annual Report, 1897, p. 958. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 91 han sido reemplazados por unas caricaturas de pajaritos ciegos y desplnmados, con feos picos amarillos constantemente abiertos, nos hemos sentido aún más confusos ante los misterios que encierra la aurora de la vida. Todo esto debe asegurar al Llanero un sitio en nuestros recuerdos. Sn nombre científico pro- porciona un ejemplo de propiedad. Adán nunca abrumó á las aves con las abo- minaciones que empleamos en nuestra nomenclatura científica, pues de otro mo- do hubiera ansiado escaparse del jardín del Edén mucho antes de que lo hubie- ran desterrado de allí.» % SPIZELLA PINETORUM. Spizella pinetorum, Salv. P. Z. S. 1863, p. 189'; Ibis, 1866, p. 193”; Ridow. Tbis, 1884, p. 44”. 5. socialis affinis sed supra multo obseurior, capite summo saturate casta- neo nec clare rufo distinguenda; rostro corneo, mandibula pallida, pedibus car- neis. Long. tota 5-3, alee 2-7, caude 2-4, rostri a rictu 0-4, tarsi 0-65. (Descr. exempl. typ. ex Poctum, Guatemala. Mus. nostr.). Av. jun. capite summo sicut dorso striato. Hab. Guatemala (O. S.”, Hagne). «México, Ajusco.» % Un solo ejemplar obtuvo Salvin en su expedición á Peten en 1863. Lo en- contró en los zacates que crecen en la sabana vecina al pueblo de Poctum en el departamento de Peten. Nuestro segundo ejemplar de esta especie nos fué re- mitido de Verapaz por el Sr. Enrique Haone. No es tan adulto como el tipo, pues tiene rayas en la coronilla de la cabeza como los jóvenes de su pariente £. socialis. «La he visto solamente en Ajusco; parece ser sedentaria.» SPIZELLA PALLIDA. Emberiza pallida, Sw. Faun. Bor.—Am. IT, p. 2511. Spizella pallida, Bp. Consp. Av. L, p. 480% Baird, Mex. Bound. Surv. IL, (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 326. (2) A, L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” tomo I (2), p. 325. (3) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 325. ; 92 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Birds, p. 16*; Sel. P. Z. S. 1859, p. 379% Dresser, Ibis, 1865, p. 489” Dngós, «La Nat.,» L, p. 140%; Baird, Brew. et Ridow. II, p. 11”; Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 19% Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 381". Fringilla pusio, Licht. Preis.—Vers. Mex. Vóg., p. 2; cf. J. f. O. 1863, p. 56". Supra pallide fusca, undique nivricante striata, fascia verticali pallida; alis et cauda niericantibns pallide fusco limbatis, illis albido-bifasciatis; capitis la- teribus, cervice laterali et hypochondriis fuscis, superciliis latis sordide albis, corpore toto reliquo subtas albido; rostro pallide corneo, pedibus carneis. Long. tota 5-2, ale 2-4, caudee 2-5, rostri a rictn 0-43, tarsi 0-65. (Descr. femine ex Puebla, México, Jan. 1866. Mus. nostr.). Hab. Norte América*?*”.—México* (Deppe”), Tamanlipas (Couch?”), Gua- najuato (Dugées”),, Oaxaca (Boncard?). Es una especie común en toda la región central de Norte América, desde el Saskatchewan, donde fué desenbierta por Richardson, hasta Texas y las monta- ñas del Sur de México. En los Estados occidentales y sud-occidentales, así como en el Noroeste de México, es reemplazada por su pariente, la S. breweri. Todos los ejemplares mexicanos que hemos visto parecen llevar la librea de Invierno, y es muy probable que el pájaro que nos ocupa sólo se presente en México en esa estación, y que en Primavera emiere á sus cuarteles del Norte. De su presencia en nuestro territorio conservamos únicamente la nota de las lo- calidades que visita. La nidificación de la S. pallida ha sido descrita en la «Historia de Aves Norte-Americanas.»” Colocan el nido en un árbol ó arbusto, á dos ó tres pies de altura, algunas veces más, y lo hacen con zacates forrados de pelo. El tejido del nido es flojo; los huevos son de color azul claro matizado de verde, y están mar- cados alrededor de la extremidad más larga con manchas y borrones de moreno purpúreo. «La forma típica de esta especie parece ser una de las aves más caracterís- ticas de las elevadas llanuras centrales. El Prof. Baird dice lo signiente: «Esta hermosa especie es muy abundante en los límites del Missonri Snpe- rior. Prefiere con especialidad los vallecitos que se encuentran aquí y allí á lo largo de las numerosas barrancas y de las colinas ya mencionadas. Su conducta usual se parece mucho á la de la Emberiza socialis de Wilson, y, como ésta, pasa la mayor parte del tiempo cantando monótonas endechas mientras sn compañera desempeña la agradable tarea de la incubación. Cuando se aproxima una per- sona, se sumerge y oculta entre los arbustos ó entre las rosas silvestres, tan abundantes en esa sección del país, y cuya fracancia se percibe desde á una gran distancia. «Generalmente el nido se encuentra sobre una ramita horizontal, á siete ú ocho pies de altura; creo que suelen ponerlo en las ramas huecas de los árboles, o] yu] A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Los huevos, cuatro ó cinco, son azules manchados de moreno rojizo, y ocupan uu nido formado tan á la ligera, con deleados zacates forrados circularmente con cerdas ó pelos de ganado, que se parece en extremo al nido de la especie pariente.» Estas observaciones difieren un tanto de las mías. Yo encontré á unas cuantas aves de esta especie cerca de Fort Riley, en Mayo, en los plantíos de arbolitos que hay á orillas de la corriente y también en los sitios abiertos y enbiertos de yerbas que están lejos del agua; pero no ob- servé nada de partienlar eu sus maneras, que eran idénticas á las de la £. socia» lis. El Sr. Allen notó que es común en Topeka, en el mismo Estado, y que se asocia allí con la S. socialis. Según el Sr. Trippe, en lowa abunda en Primavera; «frecuenta los bosques y montes bajos, y se nutre con las yemas del olmo y de otros árboles al comen- zar la estación. > Es singular que los huevos de nuestras Spizelle difieran tanto entre sí, pues es de regla que las aves congéneres pongan huevos parecidos. La S. monticola pone un hnevo ioual al de la Melospiza; el huevo de la S. pusilla no se distin- ene del de Junco, excepto por el tamaño, y es completamente distinto de los huevos verde claro manchado de negruzco de la 5. socialis y pallida. Anida en eran número, cerca del Río Rojo, en la maleza que crece al pie de los árboles y entre los innumerables bosquecillos de sance que hay en el va- lle. Los machos cantan mejor que nuuca á fines de Mayo, que es la estación de los amores, y generalmente á mediados de Junio ya están hechos los nidos y puestos los huevos. Durante este mes, mientras las hembras inenban, los machos se encaramán á la punta de los arbustos y cantan continuamente; á decir ver- dad no conozco cantor más asiduo y tenaz que este pajarito, aunque sus proezas vocales no son de lo mejor. Su endecha se compone de tres notas y de un ligero trino, muy distinto del prolongado canto de la 5. socialis. En los sitios en que hay muchos individuos de esta especie, se ven varios machos á un tiempo,:pa- rado cada uno en distinto arbusto mientras su hembra anida abajo. Tan pronto como termina la incubación, cambian de costumbres por completo y los machos pasan tan desapercibidos como las hembras. La estación de los amores es de corta duración, y una vez arreglados los preliminares, ambos cónyuges se ponen á trabajar con ahinco en la construcción de su hogar, que terminan y llenan de huevos en una ó dos semanas. Colecté la mayoría de los nidos que tengo en los primeros quince días de Junio. Acostumbraba visitar diariamente un nido y noté que pusieron un huevo cada día hasta completar cuatro. No he encontrado ma- yor número de huevos en un nido y sí tres únicamente. Son de color verde claro mauchados de siena y de otros matices morenos á veces muy obsenros. Por lo ceneral, las manchas están confinadas principalmente á la punta más larga, y en el resto de la superficie sólo hay nna mancha aquí y allí; las vírenlas suelen es- tar en una área, en el extremo, y alounas ocasiones son confluentes en parte y forman círculo. Los huevos miden 0-62 por 0-50. Siempre colocan el nido en 94 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. bajo; nunca he visto ninenno á una vara de alto, sino que, por lo común, los he colectado á nnas cuantas pulgadas del suelo, en el gancho de un sance ó de otro arbusto, ó sobre un montón de yerbas. El nido no es nada artístico; se compone de tallos de zacates finos secos y de vástagos de yerbas muy delgados, mezcla- dos, si acaso, con unas pocas de raicecillas, ó con puntas de zacates muy finos. Varía muchísimo de forma y de tamaño, según la situación; pero, por término medio, mide tres pulgadas por dos de fondo, y la cavidad dos pulgadas de an- cho por una y media de profundidad. Cuando me he aproximado á un nido, lo ha abandonado la hembra y se ha apresurado á ocultarse sin intentar ningún artificio, ni aventurarse á protestar contra la ruina de su cría. Es muy probable que críen dos veces, anu en esta elevada latitud; pero no puedo asegurarlo, pues no encontré nidos ni oí cantos uupciales después de Ju- nio. En Julio abundan más que nunca, á causa de las crías, y visitan por parva- das los plantíos de árboles en compañía de otros gorriones. Los observé en to- das las localidades boscosas de Dakota; pero jamás los ví en las praderas. Al comenzar el Estío, se reunen con infinidad de Fringilidos y revolotean todos juutos entre los repajos. Parten para el Sur á principios de Octubre, según mis observaciones, aunque aleunos individuos permanecen más tiempo. En la Pri- mavera se nota su llegada en el Río Missouri, por ejemplo, á fines de Abril, época en que vienen el Povecetes gramineus y el Chondestes graminaca.»” «Nido, de zacate forrado con pelo; en arbustos ó en el suelo. Huevos, 3-5; iguales á los de la $. soctalis. «Es una de las aves de las llanuras interiores de América, que se extiende, lracia el Oriente, hasta los antiguos límites de las praderas. El Sr. E. E. Thom- son dice que canta de un modo singular. «Se posa en cualquier punto, y con la cabeza echada hacia atrás y el pico abierto lanza un sonido parecido al que produce una mosca audando sobre pa- pel; alennas ocasiones emite una sola nota, y otras, en el rigor de la estación es- pecialmente, repite la misma nota cinco ó seis veces.» (Proc. U. S. Nat. Mus., Vol. XIII, pp. 601, 602). «Esta especie se distinene de las otras Spizellas americanas, excepto de la S. brewert, por las rayas obscuras y la lista cenicienta de la coronilla, los tintes más pálidos, la línea obscura del lado de la barba, ete.» (B. B. y R., History N. A. Birds). El Prof. F. H. Kino examinó los estómagos de 13 individuos, y vió que contenían 6 escarabajos, 12 hemípteros, principalmente piojos de las plan- tas; 1 chapulín, 1 larva y otros insectos: 7 habían comido semillitas. (Geol. of Wis., L, p. 540).2 «La $. pallida auida sobre los haces de leña menuda que hay cerca de las (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 148. (2) A. W. Butler. The Birds of Indiana, Department of Geolpey. 22* Annual Report, 1897, p. 956. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 95 corrientes de agua y en los arbustos de sauce que bordan las orillas de algunos de los lagos que abundan en Minnesota. «Los hábitos de esta especie no difieren gran cosa de los de la £. socialis. Se dice que el canto del macho es menos pretensioso, pero igualmente persis- tente, y que consiste en un monótono trío de notas terminado por un débil trino. Emigra al Sur después de la $. socialis, como lo comprueban no sólo las obser- vaciones locales, sino también las que hizo el Sr. Washburn en el valle del Río Rojo. La S. socialis ya se había marchado cuando aún » Dice: «Encontré viejos y jóvenes á orillas del Río Rojo el 1.2 de Agosto. Había pollnelos de todas edades; pero la mayoría completamente desarrollados. Se rennen con sus padres en los terrenos de pasto y en los campos enbiertos de yerbas, y forman parvadas bastante numerosas.» SPIZELLA BREWERI. Spizella brewert, Cass. Pr. Ac. Phil. 1856, p. 40*; Baird, Mex. Bound. Surv. II, Birds, p. 16% Beldino, Pr. U. S. Nat. Mus. VL p. 343”; Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 3811. Spizella pallida var. breweri, Baird, Brew. et Ridgaw. N. Am. B. Il, p. 13?. 5. pallide similis, sed striis corporis supra angustioribus, ¡is capitis summi undiqne dispersis, vitta mediana pallida nulla. Hab. Norte América***.—México, Boca Grande (Kennerly?, Guaymas (Beldino”), Ciudad de Durango (Torrer). «Región Norte.» % Un ejemplar que nos envió el Sr. Torrer desde el Estado de Durango, per- tenece ciertamente á esta raza de S. pallida, y esa ave ha sido observada tam- bién por Kennerly en Boca Grande y por el Sr. Beldins en Guaymas. En los Estados Unidos es conocida de la mayor parte de los ornitologistas que han trabajado entre las Montañas Rocallosas y el Océano Pacífico, en Cali- fornia, Colorado, Nuevo México y Arizona. El Sr. Rideway vió gran número de estos pájaros en Sacramento y elogia mucho su canto, asegurando que ignala al del Canario. Se dice que los huevos tienen marcas y borrones de nn color mo- (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 327. (2) Laurencio y Beristain, p. 35. 96 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. AAA AA A AO reno dorado, y que estas manchas están diseminadas y son más grandes y apa- rentes que las de los lmevos de las demás especies del género”. «La S. breweri tiene los mismos hábitos que la forma típica,.según pude observar en la región Sudoeste.» ” SPIZELLA ATRIGULARIS. «Zacatero polaco.» Y Spinites atrigularis, Cab. Mus. Hein. L p. 133”. Spizella atrigularis, Baird, Mex. Bound. Surv. Il, Birds, p. 16, t. 17, £ 1% Dugés, «La Nat.,» L, p. 140”; Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. II, p. 15% Lawr. Bnll. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 21”; Coues, Key N. Awm. B. ed. 2, p. 381*. Cinerea, dorso medio rufo nigro striato, alis et cauda nisricantibus, illis rnfo limbatis; subtus dilutior, ventre imo albicante, gula nigra; rostro rnbido, pedi- bus obsenre corylinis. Long. tota 5-4, alee 2-7, caudee 3-0, rostri a rictn 0-4, tarsi 0-75. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). 2 ant av. Juv. enla et abdomine concoloribus. Hab. Norte América*”.—México', Aona Nueva en Coahuila (Conch?), Gna- najuato (Dugés?), Chapuleo (Sumichrast”). «Baja California.» * Aunque esta especie tan bien marcada posee una vasta zona de distribución en México, parece que no es común en niuguna parte, y los ejemplares que se encuentran con frecuencia en las colecciones mexicanas nunca son numerosos. Respecto á sus costumbres en México, carecemos de noticias. En Arizona el Dr. Cones encontró á unos cuantos individuos cerca de Fort Whipple, en los meses comprendidos eutre Abril y Octubre. En la Primavera los machos emiten un agradable canto, y al aproximarse el Otoño forman parvadas y frecuentan los sitios enbiertos de yerba en unión de la 5. socialís occidental y del Chrysomitris. El nido y huevos de esta especie no han sido descubiertos aún. PASSERCULUS. Passerculus, Bonaparte, Comp. List Birds, p. 33 (1838); Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L, p. 532; Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 360. (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 151. (2) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. ““La Naturaleza,” Vol. 1 (2), p. 325. (3) Laurencio y Beristain, p. 35. Doctor Alfredo Dugés (á la edad de 57 aros) ANA DE UNS AEB dO MERECEDOR A QUE CON UN REGUERO DE ESTRELLAS, EN BRILLANTE CONSTE- LACION, SE INSCRIBIERA SU NOMBRE EN NUESTRO FIRMAMENTO. lor científico de los trabajos que paso á reseñar; así como tam- bién, la perseverante labor de su esclarecido y nunca bien sen- > tido autor, exponiendo desde luego que los considero como de carácter netamente nacional; pues aun cuando el Sr. Dr. Alfredo Dugés, que es la persona á quien se deben, no fué precisamente nuestro com- patriota, se identificó de todo corazón con la tierra mexicana, que reputaba siempre como su segunda patria; en élla vivió por largos años, casi siempre radicado en la ciudad de Guanajuato, ocupando puestos oficiales, y en donde tuvo, en fin, los elementos indispensables para llevarlos á cabo. Nació nuestro naturalista en la ciudad de Montpellier, Francia, el 10 de abril de 1826, y fué hijo de un sabio eminente, el Sr. Dr. Antonio Luis Del- sescautz Dugés. Un éxito constante marcó sus pasos por las aulas, hasta lle- gar á obtener, en 1852, el título de Doctor en Medicina de la Facultad de París, y de la de México, en el siguiente año. Honores y recompensas le fueron otorgados desde muy al principio de su carrera, y que continuó recibiendo después, tanto de México, como del extranjero. No me detendré en enumerarlos, pues unos y otras, de tiempo atrás quedaron consignados en las Memorias de la Benemérita Sociedad Científica, “Antonio Alzate;” limitándome á decir, únicamente, que en 1869, quedó nombrado socio correspondiente de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, á raíz de fundada esta corporación. Murió en su puesto de Profesor de Historia Natural del Colegio del Estado de Guanajuato, el día 7 de enero de 1910 á la edad de cerca de 84 años. Dulce y apacible fué su vida; querido y respetado de todas las perso- lid. XIV nas que tuvieron oportunidad de tratarlo, por la nobleza de carácter que se retrataba en su semblante; fueron aquellas manifestaciones de cariño su más alta recompensa, modesta, si se quiere, pero la más satisfactoria. Muchos de los que en México se dedican al estudio de las Ciencias Naturales, recibie- ron de tan insigne Maestro, útiles y provechosas enseñanzas, que al suscrito toca hoy proclamar con toda la efusión que se merece. Publicista infatigable, prodizaba á manos llenas el tesoro de su sabidu- ría, y con su perseverancia en el estudio daba ejemplo de tan noble acto de voluntad. La cualidad que más realza en sus escritos es la precisión más ril- gurosa, pues nada de lo dudoso aceptaba su mente, consagrada á la observa- ción concienzuda y minuciosa, que tan común es que se peturbe por falsas apreciaciones. Con toda confianza pueden aceptarse los juicios encaminados por tan recto sendero y la clarividencia de un espíritu, como fué el suyo, destituido de toda pasión. Toca ahora juzgar el mérito de los sazonados frutos de su inteligencia, más conocidos, pero concretándolos en este momento, á los que pasaron por manos del suscrito, dejando para otros, una tarea más extensa á este respecto. El peso abrumador de los hechos, demuestra que fué el más celoso man- tenedor y la más firme columna del prestigio y buen nombre de la Socie- dad Mexicana de Historia Natural, á la que principalmente consagró sus energías. ¡Cuán grande es, porlo tanto, el homenaje que á la misma corresponde tri- butarle! y tocando al suscrito la honra de ser hoy, su voluntario intérprete. En la medida de las fuerzas de aquél, se analizan, uno á uno, los trabajos científicos de la persona que se trata de revivir, siguiendo el orden en que fueron publicados en este periódico; haciendo, repítese, punto omiso de los demás, y los que en conjunto deben ser presentados en un apoteosis que co- rresponde celebrar, tan justa como merecida. Toca promoverla á la Socie- dad Mexicana de Historia Natural por la que el ilustre finado tuvo acendrado afecto, y con la seguridad de que tendría eco simpático en todos los cen- tros científicos y docentes del país. Se pasa en seguida á substanciar una buena parte de la copiosa labor científica que llevó á cabo nueslro biografiado, en más de media centuria, y como en juicio plenario, se acumularán las pruebas que acrediten positivo y real mérito ante la ciencia. 1.—CATÁLOGO DE LOS ANIMALES VERTEBRADOS OBSERVADOS EN LA REPÚBLICA Mexicana. “La Naturaleza.” 1. Serie, Tomo I, págs. 137-141. Trabajo hecho en París con la valiosa cooperación del reputado ornito- logista francés, Julio Verreaux; en el cual se registran 299 especies con su XV sinonimia vulgar y científica, incluyendo en ella algunos nombres mexicanos tomados de la obra de Hernández. El citado número repartido en sus res- pectivos grupos zoológicos, como sigue: Mamíferos, 38; Aves, 190; Reptiles, 53; Batracios, 16 y Peces, 2. Fué la luz más completa que aclaró no pocos lunares en la clasificación de los ejemplares de nuestros Museos, en una época en que la falta de libros y buenos mentores la hacían casi imposible. Siendo en todo caso útil este ca- tálogo, á las personas que sabiendo tan sólo el nombre vulgar de una especie, les interesa conocer el técnico ó científico, de aceptación universal, 2.—UNA ESPECIE NUEVA DE AJOLOTE DELA LAGUNA DE PÁTZCUARO. “La Na- turaleza.” 1.* Serie, Tomo l, págs. 241-244. Además de una exacta descripción para fundarla, el autor expone un cor- to, pero interesante estudio anatómico, en el cual se aparta de la interpretación comunmente admitida del aparato respiratorio, y la que no es de dudar haya sido aceptada, en vista de la demostración en que la apoya; considerando siempre al ajolote, como realmente lo está, en un período de transición ó evolutivo que terminará en Amblystoma. 3.—EsTUDIO SOBRE UNA NUEVA ESPECIE DE CAMALEÓN, Phrynosoma taurus, A. Dug. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo Il, págs. 302-305. Previa descripción y atinadas observaciones, nos da á conocer el autor, una especie verdaderamente interesante de cierto género de reptil, que era desconocida de los especialistas. Aceptada ó no en definitiva, es siem- pre diena de llamar la atención por el excepcional aspecto que presenta res- pecto de sus congéneres. Aunque modestos en apariencia, trabajos como el actual son, en todo caso, firmes cimientos de elevadas concepciones, en las múltiples manifestaciones de la vida: el correcto dibujo que acompaña este trabajo, aumenta el interés que despierta. 4._——APARATO DEFENSIVO DE UNA ESPECIE DE Pachylis, etc. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo III, págs. 52-53. Minuciosamente describe el autor, el órgano secretor de este curioso hemíptero, mediante el cual arroja un líquido pestilente, para auyentar á sus enemigos, y con excelentes figuras para su mejor comprensión. El suscrito, en una nota adicional, señala la especie á la que, en su concepto, correspon- de, así como su abundancia en México, en cierta época del año. 5.—EL TLaLcoyorL. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo III, págs. 156-159. El autor fué el primero que clasificó en México esta especie de mamí- fero carnívoro, cuya descripción hizo á la vez, acompañándola de un buen dibujo. Para mayor conocimiento de ella, el suscrito agregó algunos datos encaminados á este fin, en razón de ser casi ignorada, no obstante vivir en XVI la Mesa Central de México, y de la que, al parecer, no traspasa los límites. La Zaxidea berlandieri, de Baird, á que se alude, más otra, es el re- presentante genuino en América, del Tejón de Europa, y una prueba de la especialización de nuestra fauna. 6.—EL OrHIBoLUS DOLIATUS Ó CORONELA ANILLADA. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo III, págs. 222-226. Es un bello ofidio que en un cireunstanciado artículo nos da á conocer el autor, principalmente en su descripción, sin faltarle el dibujo, y algo relativo á las costumbres. Con oportunas observaciones, en las que, entre otras cosas, dice: lo fácil que es confundirla con otra especie peligrosa Ó sea la más co- múnmente conocida con el citado nombre vulgar. Todo asunto del género que nos ocupa, no escapaba á la escrutadora mirada del autor, hasta no diluci- darlo, y quien, aun en lo pequeño, se mostraba siempre grande. 7.— APUNTES PARA LA MONOGRAFÍA DE LOs URÓTALOS DE México. “La Natu- raleza.” 1.2 Serie, Tomo III, págs, 1-29. En dos largos capítulos, desarrolla nuestro autor, con la abnegación de un verdadero naturalista por lo que se expuso, y suma pericia, un asunto de por sí interesante, pero en el que tuvo la necesidad de ponerse en contacto, con seres nefandos, vivos ó muertos, que aun examinados á la luz de la cien- cia, inspiran horror. En el primero, exponiendo nuevas ideas sobre algunos puntos, empren- de un minucioso estudio anatómico, fisiológico y de hábitos ó costumbres, sin omitir lo que atañe á los temibles efectos de la ponzoña y propia natu- raleza de ésta. En el segundo, describe pormenorizadamente cierto número de espe- cies bien reconocidas y acompañando de buenos dibujos las distintas partes comprendidas en este interesante estudio. 8.—UNA NUEVA ESPECIE DE SAURIO. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo IV, págs. 34-39, El gran número de especies del género Seeloporus á que corresponde, hace difícil la tarea de desembrollar el asunto, para encontrar con certeza alguna novedad. Maestro el autor en la materia, supo vencer la dificultad, y enri- queció el catálogo de nuestra fauna con una especie más, que fué bien reci- bida, y sin descuidar su gráfica representación 9.—NOTA ACERCA DE LOS FETOS DE La Cachicama novemcincta. “La Natu- raleza.” 1.* Serie, Tomo IV, págs. 275-276. Corta, pero instructiva, rectificando un dato anatómico que había sido erróneamente aceptado, que pone de manifiesto la perspicacia de nuestro naturalista. XVII 10.—MukIDEOS CASEROS DE GUANAJUATO. “La Naturaleza.” 1* Serie, Tomo IV, págs. 50-51, de la Revista Científica. Señaladas las especies, nos da á conocer el autor una particularidad re- ferente á los roedores de que se trata, tocante á la excepcional armonía que reina entre ellos, debido quizá á la influencia del clima óá las circunstancias en que viven: hecho que sí merece atención. 11.—EL Perro DE Onmuanva. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo V, págs. 14-17. Familiar en México esta raza especial de cánido, es diena de fijar en él la atención, por las particularidades osteológicas del cráneo, configuración del cuerpo y costumbres; además de ésto, desvanece el autor el error en que se ha caído, de creer que se encuentra en estado salvaje en el lugar cuyo nom- bre lleva. Siendo, á lo que parece, el Y?equintepozotli 6 Canis gibbus de Her- nández; en tal concepto, pudiera considerarse como un tipo aborígene dege- nerado, de estirpe desconocida. 12.— ENSAYO DE UNA CLASIFICACIÓN RACIONAL DE LOS FRUTOS. “La Natura- leza.” 1.2 Serie, Tomo V, págs. 251-254. Tocóle al suscrito dictaminar acerca de este trabajo, encontrando en él, algunas ideas dignas de ser tomadas en consideración: es un desiderata en la Carpología, que si no lo llenó cumplidamente el autor, son, no obstante, de admitirse algunas de las bases en que se apoya. Si se quiere, en misentir no supera á las anteriormente propuestas y que están en uso, pero sí, ciertamen- te, no queda atrás de ellas. Crea algunos géneros que es útil mantener, pero su misma sencillez deja fuera de cuadro, no pocos de los que ofrece la rica flora tropical. Mas para llenar este vacío en todas sus partes, habría que aumentar sobremanera las series de las divisiones; crear, además, tal número de géneros, que resultaría embrollada, y por lo mismo inaceptable. Me ha parecido siempre, que en vista de la gran variabilidad que presentan los fru- tos, habrá que conformarse con aceptar un corto número de géneros bien fundados, complementados con descripciones en cada caso; no siendo posible, repito, someterlos á un simple cartabón, si se me permite la frase. Lo ex- puesto deja entrever, que nuestro naturalista descollaba también, en una ma- teria á la que no se había consagrado especialmente, dando así una prueba de su carácter observador. 13.—NoTA SOBRE EL CoLcoxTL Ó Trimorfodon (Dipsas) biscutata, D. B. “La Naturaleza.” 1.* Serie, Tomo VII, págs. 145-148. Un bien acabado estudio descriptivo y de costumbres, nos presenta el autor, bajo el expresado título. De pintados colores, el Pichucoatl 6 Codor- niz como también se le llama, es un ofidio peligroso, como era de presumit- XV III se, y que la experimentación relatada en el escrito, vino á confirmar. Con tan meritorios y hábiles esfuerzos, paulatinamente se va despejando el em- brollado sendero, que en tocante al conocimiento de nuestra fauna nos lle- vará á la meta: ¡amada Sociedad! profirieron aquellos labios que el soplo de la muerte ha enmudecido, al presentarle por escrito esta comunicación, 14.—TURICATA Y GARRAPATA DE GUANAJUATO. “La Naturaleza.” 1.2 Serie, Tomo VI, págs. 195-198. Estos arácnidos nada simpáticos, como los demás de su especie, pero que interesa conocerlos, sirvieron de tema al autor para escribir un buen ar- tículo descriptivo acompañado de figuras, que permite distinguir sin mayor dificultad, al que lo lea, una especie de otra; ocupándose, además, de des- lindar los perjuicios que ocasionan en el hombre, su parasitismo. 15.—CONSIDERACIONES SOBRE LA CLASIFICACIÓN NATURAL DEL HOMBRE Y DE Los MONOS. La Nat. 1.? S., T. VI, págs. 280-283. En dos cuadros sinópticos señala el autor los caracteres de los subór- denes y familias de los Primatos, y que si en lo absoluto no constituye una novedad, permite, como él mismo dice, y es la verdad, distinguir con clari- dad y retener fácilmente los puntos de contacto entre los seres á que se alu- de; no aceptando de ninguna manera, y con sobrada razón, el Reino hominal de Quatrefages, creado para el hombre; y por un “sentimiento de justicia,” son sus palabras, hace valer un derecho de prioridad, para recordar en la do- minación de un grupo, el nombre de un zoologista ilustre: Daubenton. 16.—INFORME ACERCA DEL AXE. La Nat. 1. S, T. VI, págs. 283-284. En un breve artículo, con sus respectivas figuras, el autor expone las particularidades anatómicas de un hempítero indígena, el Coccus axin, que completa con una nota adicional inserta en la página 293; el cual insecto pro- porciona una substancia industrial, que sirve para preparar, desde el tiempo delos aborígenes, un barniz de hermoso brillo y duración, empleado en Urua- pan y en otros varios lugares, en la decoración de las jícaras; teniendo tam- bién aplicación en la medicina. 17.—UnA NUEVA ESPECIE DE SALAMANQUESA. La Nat. 1.2 $., T. VI La Hemidactylus navarri, A. Dug., como la denominó su autor del ape- llido de una persona que le fué grata, es un saurio gecociano que, como las demás especies de esta familia, inspira gran temor por su extraño aspecto, pero sin motivo fundado; siendo notable la facilidad que tienen eiertos de ellos, de correr con suma rapidez en planos verticales, merced á una especie como de ventosa de que están provistas sus patas. El llamado, “perrito,” de la costa veracruzana, es otra distinta de la anterior, como se verá, sujeta á XIX igual preocupación, y la presente descrita con atavíos científicos irreprocha- bles. 18.—Arax arzaTeí, A. Dug. La Nat. 1?. S,, T. VL, págs. 343-347. El autor, apoyado en trabajos de su ilustre padre, describe minuciosa- mente un hidroarácnido, ó sea un arácnido habitante del agua, común en Guanajuato; llama la atención de ser el primero que descubrió en México una especie del citado género, la que, por otra parte, tiene una manera de manifestarse igual á la del A. histrionicus de Francia, consignada en las Memo- rias sobre Acáridos de su progenitor; las figuras que ilustran el asunto, he- chas como de costumbre, por aquella mano siempre dispuesta á descorrer el velo que oculta lo desconocido en este género de asuntos. 19.—Dos rePTILES DE México. La Nat. 1? S., T. VI, págs. 359-362. Nuestro naturalista presenta dos nuevas especies que le fueron dedica- das por los Sres. Thominot y Bocourt: un saurio y un ofidio; el Pwmeces (Pleistiodon) dugesii y el Geophis dugesii, las que á su vez pudo identificar en ejemplares de su propia colección. Agregaré, como único comentario, que fué una merecida honra de personas competentes, quienes apreciaban en mu- cho, el valor científico del primero. 20.—-—¿ÁDÓNDE VAN LAS GOLONDRINAS? La Nat. 1? S., T. VII, págs. 77-19. Apoyándose en las observaciones y cálculos de Alzate y en las suyas pro- pias, el autor, fundándose principalmente en la completa identidad específica de la golondrina de guías, /Zirundo horreorum, Bart., que nos visita en el ve- rano para anidar, con la que fué vista por Azara durante el invierno, en el Paraguay, y bien descrita por éste, comprueba la recíproca trasmigración de ella entre lueares separados por millares de kilómetros: hecho de que ape- nas se tenía vaga noticia y rigurosamente investigado. 21.—OPILIO ISCHOLNOTATUS, A. Dug. La Nat. 1* S., T. VIT, págs. 194-196. Es un buen trabajo descriptivo, con sus respectivos dibujos, acerca de un nuevo arácnido, y pasando los años, visto también por el suscrito, en el bal- neario del Rancho Colorado en Puebla; peroá la postre resultó este último dis- tinto del anterior, en concepto de un especialista americano á quien le fué enviado para su exacta determinación. Con el fin de fijar más la atención del lector sobre este punto, se le desliga del actual relato, para ocuparse de él por separado, en otro lugar de esta misma publicación. 22.—PLATYGONUS ALEMANI, A. Dug. La Naturaleza, 2.*S., T. I, págs. 16-18. De un yacimiento de sedimentos pleistocénicos de toba fitolitaria ó tiza- te se hallaba empastado el esqueleto fosilizado de un mamífero de corpulenta talla, el que fué extraido en fragmentos, por el Sr. Dr. Jesús Alemán, de Mo- ro León, Guanajuato; discípulo predilecto del insigne maestro á quienes le XX tueron remitidos por aquél, para su examen y clasificación. Resultó ser en definitiva un gran suídeo del género Platygonus y de especie desconocida, en concepto del Sr. Prof. E. D. Cope delos E. U., que tuvo oportunidad de ver- los. El autor, por derecho de prioridad, le impuso el nombre específico que expresa el título. Con una completa descripción y figuras ilustrativas, infor- mó á la Sociedad de tan feliz hallazgo; pues su mérito estriba principalmente, en ser el primer ejemplar, de su especie, encontrando en México, no obstan- te haberse removido en el país, numerosos yacimientos fosilíferos, y aleunos de ellos en grande escala, como el de Tequisquiac. Los vastos conocimien- tos del autor en la materia, le hicieron comprender que se trataba de un nue- vo género, pero siendo de la fauna pleistocénica y de creación reciente, le era desconocido. 23.—Adelophis cope, A. Duz.—24.Argas sanchezi, 1d. —25.Ornitomyia villadae, 1d. La Nat. 2.2 S., T. I, págs. 18-21. Fueron tres especies dedicadas, respectivamente, al insiene paleontolo- gista americano antes citado, al Dr. J. Sánchez y al que esto escribe. Un ofi- dio la primera, un arácnido la segunda y díptero la tercera. En tan distin- tos campos zoológicos pudo espizar con acierto nuestro naturalista, ienotas simientes, esparcidas hoy en el de la ciencia, por medio de prolijas descrip- ciones y buenos dibujos; y haciendo uso de una metáfora, en lo que sigue; esta triada de especies lo acreditan como diestro cinegético, para abatir pie- zas raras en el vedado de la fauna, ante ojos inexpertos. 26.—RHrvocHerLUs ANTONI. A. Dug. La Nat. 2.2 S,, T. I, págs. 66-67. Fué una lectura hecha por el autor, ante la Sociedad filosófica ameri- cana, acerca de un nuevo ofidio que dedicó á su ilustre progenitor. Su co- rrecta descripción y dibujos, causaron buena impresión á la docta asamblea, la que acordó darle cabida en su periódico, y más tarde esta Sociedad en el suyo con gran beneplácito. 27.—Erperonocía DEL VaLLE De México y en seguida Barracios, de es- ta misma región. La. Nat. 2* S,, T. IT, páss. 96-146. En 50 páginas de esta publicación, desarrolla nuestro naturalista, un te- ma por demás interesante que inculca un amplio conocimiento de especies comprendidas en dos grupos zoológicos que ocupan lugar prominente en el reino animal. Es un bien acabado estudio que, como alto Señor, hay que rendirle pleito homenaje, haciendo á un lado la seriedad con estas festivas palabras, nada exageradas por cierto. Sea dicho como dato histórico, que fué para el que lo escribió un compromiso de honor, que surgió de una exci- tativa hecha en el seno de la Sociedad, para que sus miembros se ocupasen en redactar Monografías; cada quien sobre asuntos de su competencia, ele- XXI sidos á voluntad. Aceptada la idea pusieron manosá la obra, pero sólo dos la consumaron, ambos hoy en eterno descanso; el laurel de la victoria cubrirá perennemente los queridos manes de los que en vida llevaron los nombres de Alfredo Dugés y José N. Rovirosa. Este último dió más tarde á la estampa un bello libro intitulado Pteridografía del Sur de México, y con la obra del primero se honraron las columnas de este periódico. El autor, después de los preliminares, traza el cuadro de los cinco órde- nes en quese subdivide la clase de los reptiles y pasa en seguida revista de las especies comprendidas en ellos; precisando con todo rigor, los caracteres de las familias, géneros y especies,con preciosos datos respecto á las costumbres, y un buen número de láminas. De igual modo procede al ocuparse de los Batra- cios. La lectura de este importante trabajo es digna de recomendarse y ser- virá de modelo á los quese ocupen de escribir asuntos de esta naturaleza. 28.—La Torruca PonrremMO. La Nat. 2.2 S., T. L, 146-147. Especie norteamericana de regular talla y no poco interesante, que el autor fué el primero en señalar su existencia en el país, haciendo su descrip- ción, y con datos de sus costumbres que él mismo pudo observar en ejemplares vivos que le fueron remitidos: no cabe más elogio que alabar su diligencia y la acertada clasificación de este quelonio. 29.—La LLAvera DORSsALis, A. Dug La Nat. 2.2 S., T. I, págs. 160-161. Presenta el autor bajo el expresado nombre un axe distinto del común, como lo comprueban la descripción y figuras que lo representan. Si no fuese de especie realmente distinta, sí es una variedad digna de señalarse y desco- nocida en la ciencia. En abono del buen nombre del autor, repetimos en todo lo expresado arriba. 30.— ADICIÓN A LOS REPTILES DEL VALLE DÉ México. La Nat. 2.2 $S., T. IL, págs. 205-206. Fué una especie rezagada que el autor, siempre alerta, se apresuró á comunicar á la Sociedad, con su respectiva descripción. 31.—BorLsás GLANDULOSAS DE LOs crocopiLos. La Nat. 2? S., T. L, págs. 206-207. Es un aparato secretor del lagarto de la costa veracruzana, colocado en el interior de la boca y que no había sido señalado; lo que el autor hizo, des- eribiéndolo y dibujándolo con la mayor exactitud, no dando tregua á sus in- vestigaciones siempre oportunas. 32.—TiNGIS sPINOSA. A. Dug. La Nat. 2* S., T. I, págs. 207-209. Pequeño geocoriza, que como los demás hemípteros de este grupo, son parásitos de las plantas. Compulsando los caracteres de las especies descri- tas, se persuadió el autor de las notables diferencias que había con el que la XXII casualidad le llevó á las manos, fijando la atención en todo lo que en su ramo le era desconocido para someterlo al estudio; ojalá que tan noble afán tuviese en provecho de la ciencia muchos imitadores. La descripción y dibujo á que dió margen este hallazgo, como de tan ejercitadas manos, no dejan nada que desear. 33.-—UNn PUNTO CURIOSO DE GEOGRAFÍA ZooLóGICA. La Nat. 2? $S., T. L, págs. 209-211. El autor llama la atención, en un caso particular que cita, de la contra- dicción que resulta en las leyes corológicas, ó sean, la correlatividad, entre otras, de la fauna y de la flora. Apunta tan sólo un dato para futuras inves- tigaciones, las que ciertamente merecen llevarse á cabo. Refiere que dos dis- tintas floras sustentan idénticas insectifaunas, lo que parecería imposible; pero bien puede suceder que causas ignotas más eficientes se sobrepongan en esta vez á la influencia, las más veces decisiva, que ejercen las primeras sobre la vida de los séres, que á las segundas corresponden: la ecualidad absoluta de especies entomológicas en las montañas de Jalisco y Guanajuato, en donde vegetan plantas diversas. He aquí el caso concreto á que se alude, y que el autor señala con pleno conocimiento de las especies que pudo examinar, y que fueron no pocas. 34.—Fkrancisco HernÁánDEz. La Nat. 2.* S., T. L, páss. 282-288. Trabajo ímprobo que emprendió el autor al identificar las especies zoo- lógicas de Hernández, en vista de la insuficiencia de las descripciones, pero en todo caso siempre exactas, cuando éste las examinaba. Sólo conocimientos muy especiales sobre la fauna indígena, podrían vencer la suma dificultad de semejante empresa, y de la que, en concepto del suscrito, salió airoso nuestro naturalista, aeregando un laurel más á la corona que inmortalizará su nombre, 35.— DESCRIPCIÓN DE LA STORERIA DEKAYI, VAR. ANOMALA, A. Dug.-— 36. Dos NUEVAS ESPECIES DE OFIDIOS MEXICANOS. La Nat. 2.* S., T. L, págs. 401-403. Se reunen estos dos artículos publicados el uno á continuación del otro. El primero se refiere á un pequeño ofidio colectado en Orizaba por el autor, y algo distinto de la especie típica; los caracteres diferenciales son suficien- tes para establecer una variedad. El segundo artículo es la traducción de una lectura hecha ante la Sociedad americana anteriormente citada y la cual mereció los honores de la publicación. Son dos joyas más que el autor en- garza en el glorioso pendón de la ciencia. 37.—HKUMECES ALTAMIRANI, A. Dug.—38. ELAPS DIASTEMA, VAR, MICHOA- CANENSIS, Íd.—39. ÍxoDEs MERRERAE, Íd. La Nat, 2.* S., T. I., págs. 485-488. XXITI Se reunen también estos tres distintos artículos, publicados en seguida uno del otro. Un saurio, un ofidio y un arácnido. Con el nombre específico de ellos, honra el autor á dos de nuestros más distinguidos naturalistas: el finado Dr. Fernando Altamirano, y el Prof. Alfonso L. Herrera. La siempre magistral descripcción y perfectos dibujos que avaloran más su presentación en el estadío de la ciencia, es una página de oro inscrita en el gran libro del saber humano, y que por ser nuestra, más nos congratula, 40).—AvE NUEVA DE México. DeNDro1cA DUGESI HENRY. K. Coat. 41.—DeEs- CRIPCIÓN DEL ESQUELETO DEL RHYNOPHRYNUS DORsaLIs, D. B.—42. En DeNDroPHr LUS DENDROPHIS, Schl.—43. EL GAMASUS TOWSENDI, A. Dug.—44. Er Torbrro, MouLOTHRUS ATER, GraY. La Nat, 2.2 S., T. IL, págs. 905-915. Se reunen estos cinco artículos publicados en serie, que se especifican con breve análisis. I. Pequeña ave canora dedicada al autor y bien descrita por él, en vista del solo ejemplar que tuvo en las manos; notó algunas discrepancias con la descripción original del tipo en que se fundó, y representólas con arte, en la copia que hizo del natural. II. De sumo interés como estudio de anatomía comparada, que llena un hueco en esta materia. Realza el mérito de este artículo la descripción de la especie y figuras correlativas. III. Raro ofidio que el autor describe, y que quizás sea el primero en señalar en México, y bien representado con su extraño color. 1V. Curioso acárido que vive como parásito en los insectos y otros ani- males; su difícil descripción y dibujos hechos con sumo cuidado por el autor, permite reconocerlo sin mayor dificultad, y siendo especie nueva, su interés aumenta. ] V. El autor no se ocupa en describir esta avecilla demasiada conocida en México, pero sí refiere las costumbres que tuvo oportunidad de apreciar en ella, y que como buen observador no dejó pasar desapercibidas. De una sola tirada otros siete artículos más, los cuales se sujetan á igual procedimiento. 45.—Un nuevo 1xopípbeo.—46. EL TLarzamuaTL.—47. ÁCANTHIA INODORA, A. Dug.—48. Una NUEVA ESPECIE DE LamPREA.—49. Un ZANATE ISABELINO. —50. Huevo Y FETO DB Quryt.-—51. INSTRUCCIONES PARA COLECTORES DE AVES. La Nat. 2.2 S., T. IL, págs. 164-179. L Otro acárido de especie no descrita, en que el autor funda un subgé- nero. La principal recomendación de este artículo, estriba en el gran empe- ño que tuvo en describirlo en todas sus fases; pues como asienta con sobra- da razón, es el único medio de que la ciencia llegue á descartarse de multi- XXIV tud de especies meramente nominales, por lo inperfecto de las descripciones, que sólo dan pábulo á embrollar la sinominia. A TOUT SELGNEUR TOUT HON- NEUR, bien puede aplicársele en el caso. IL. Hé aquí otro arácnido, que no por ser pequeñísimo, deja de ser per- nicioso, y que da en qué pensar como la mentada “Chintatlahua,” y de que viene á la mente sea la misma. Pocos naturalistas tienen los altos vuelos del autor para poder seguir la complicada urdimbre de una descripción ver- daderamente difícil, como la presente. Sus investigaciones en esta vía le per- mite asegurar que la forma en que se presenta bajo la expresada denomina- ción indígena, es el simple estado larvario de un 'TROMBIDIUM. TIT. Es un hemíptero singular vulgarmente llamado Chinche de Gallo de rapido andar y más molesto que sus otros congéneres, pues sus picaduras son más dolorosas; pero en cambio es menos repugnante por carecer de mal olor. El autor la describe con todos sus pormenores, creando una especie nueva, y despierta la curiosidad de estudiarlo en sus costumbres. IV. La anguila de Jacona, Michoacán, era desconocida científicamen- te en México. La descripción original, fué hecha por un naturalista america- no, que el autor tradujo con el agregado de una breve nota y un dibujo to- mado del natural; se tiene con este relato, el conocimiento perfecto, de una especie más en nuestra fauna. V. Es una excepcional anomalía del Quiscalus mexicanus, que como di- ce bien el autor debe calificarse de ¿sabelismo más que albinismo, por ser amarillo de isabel y no blanco, el color que ha substituido al normal, y que por la singularidad del caso merece consignarse. VI. Valía la pena completar el estudio de una ave de rapiña, tan co- mún en México, como es el quebrantahuesos por otro nombre. El autor apro- vechó la primera oportunidad que se le presentó para llenar este vacío, y con una buena descripciónn y figuras, salió airoso de su empresa. VII. Muy claras y detalladas son las sabias instrucciones que el autor imbuye á las personas que designa, y ajustándose á ellas, sus trabajos serán más provechosos y mejor renumerados. Otra serie no interrumpida, de cuatro artículos, es la siguiente: 51.— VARIACIONES DE COLORACIÓN EN EL GERRHONOTUS IMBRICATUS.—52. Oo- LEONIX ELEGANS, G¡RAY.—D3. EUMECES ROVIROSAE, A. Dug.—54. BoA IMPERATOR, Dauv. La Nat. 2.25., T. II, págs. 294-300. I. Es un saurio común en México, é inadecuadamente llamado escor- pión, nombre que corresponde al alacran; sin razón también, se le teme, pues nada tiene de ponzoñoso. Es indudable que el cambio de medio modifica más Ó menos el carácter específico de los séres; pero también puede suceder XXV que éste se verifique sin la intervención de aquél; fijar hechos de esta natu- raleza tienen sobrado interés para buscar por otro lado el origen. II. Con su descripción y dibujos tomados del natural daá conocer el au- tor, genérica y especificamente, un pequeño saurio que ofrece particulari- dades interesantes: la de emitir un sonido semejante á un débil ladrido; te- ner colores obscuros y recortados sobre un fondo claro, como los de ciertas piezas de cerámica antigua, y ser, en fin, un diestro cazador de sabandijas. Agil y rápido en sus movimientos, sube y baja sobre una pared, como una mosca, merced á cierto aparato agregado á las uñas: aptitud que poseen to- dos los demás Geckos, que lejos de ser ponzoñosos, como se cree, son perfec- tamente inocentes. El ejemplar descrito, era de Cempoala, Veracruz, en don- de lo vió el suscrito, y designado en aquel lugar con el expresivo nombre de “perrito.” TIT. El autor, con el propósito de perpetuar la memoria de ciertos miem- bros de la Sociedad, impone á la segunda especie que descubrió del expresa- do género, el nombre del sabio autor de la “Pteridrografía del Sur de Mé- xico,” Ing. D. José N. Rovirosa. Este pequeño saurio, que no carece de gra- cia por su figura y coloración, queda fielmente representado con el pincel y la plama bien manejados de su descubridor. IV. Es un corto pero substancioso artículo, en el cual emite el autor la opinión de tener importancia secundaria la variabilidad de ciertos caracte- res, en los boas mexicanos, y por lo mismo deben referirse á una sola especie con distintos razas locales; la descripción y dibujo colorido hacen más com- prensible la explicación. 55.— APUNTES BIOLÓGICOS ACERCA DEL DIPODOMYS PHILLIPSI, Gray. La Nat. 2.2 8., T. IL, págs. 373-374. Pequeño roedor de graciosas formas y muy difícil de capturarlo vivo por su gran agilidad; el autor tuvo la buena suerte de tenerlo en jaula para observarlo. Son por demás curiosos sus hábitos, relatados fielmente, y su re- presentación específica en el dibujo del natural. 56.—LisTA DE ALGUNOS REPTILES Y BATRracios de Tabasco y Chiapas. La Nat. 2.2 S., T. IL, págs. 315-377. Es un verdadero catálogo de 41 especies perfectamente clasificadas, que le fueron proporcionadas al autor, en su mayor parte, por el Sr. Rovi- rosa. Sin disputa alguna es un contingente valioso para el conocimiento de la rica fauna de los expresados lugares. 57.—HEMICHIROTES TRIDACTYLUS, A. Dug. La Nat. 2. S., T. IL, págs. 411 412. Con esta especie de tan singular anfisbeniano fundó el autor el expre- XXVI sado género, no disponiendo para ello sino de un sólo ejemplar en mal esta- do; del que no obstante pudo sacar el mejor partido, merced á su reconoci- da competencia en la materia. Las tres especies conocidas hasta hoy, con la presente, se hayan repartidas en otros tantos géneros. Rarísimos en todos los Museos: el nuestro posee tan sólo un ejemplar de esta nueva especie; la que figurará seguramente en buen lugar, en la hoja de servicios prestados á la ciencia, por el naturalista á quien se debe. 58.—FELIS FÓSIL DE S. JUAN DE Los LacOs. La Nat. 2.* S., T. II. Págs. 421-4253. En una formación sedimentaria del terreno pleistocénico de la expresa- da localidad, descubrió el autor unas impresiones fisiológicas muy notables, en hueco y en relieve, entre dos estratos superpuestos, uno de marga y el otro de arenisca; ambos bastante duros para poder ser cortados en lajas y á regular profundidad del suelo. En el primero, se dibujan esculpidos en hue- co numerosas pisadas de un carádrido ó tildio y algunas de un félido del vénero que expresa el título: quizá de la especie concolor, que es la del Pu- ma ó León mexicano que vive en la actualidad. En el segundo estrato, su- peryacente al otro, se reproducen las mismas huellas en relieve. Inteligente hallazgo, señalado con precisión esta primera vez, que merece un justo en- comio. Como un ramillete de verdaderos pensamientos se enlazan por su pu- blicación, en serie no interrumpida, los cuatro artículos siguientes: 59.—UN nuevo JAHUuIqui, TiGrIDIA DUGESI, Ser. Wats.—60. GEOPHIS TEC- PANECUS, A. Dug.—61. Una MARIPOSA NUEVA. OPHIDERES RAPHAEL, A. Dug.— 62. AMBLYSTOMA ALTAMIRANI, A. Dug. La Nat. 2.2 S., T. IL, págs. 453-461. I. Corresponde al autor el mérito de describir ¿n vivo, esta nueva espe- cie de la familia de las Iridáceas, que le fué dedicada por un eminente botá- nico de allende el Bravo, que hace honor á su país. En un campo de estudio, que no era el de su especialidad, demostró el autor su competencia, mante- niendo su puesto de honor, en el de las Ciencias Naturales. II. Mostró suma habilidad el autor al describir y clasificar correcta- mente un ofidio que recibió en pedazos, de Tecpan de Galeana, y que restau- ró en el dibujo en toda su integridad. Es una nueva conquista científica llevada á cabo con sin igual ardor, en el mundo de lo desconocido. 11. Lepidóptero verdaderamente excepcional, provisto de rígida rec- titrompa, en vez de espiritrompa, como las demás especies: instrumento per- fecto y maravilloso, de triple funcionamiento, que raspa, asierra y perfora con el vigor de su robusto cuerpo, y que bien aprovechan los ofideres para chupar el jugo de la naranja que les sirve de sustento; no bastando los be- 4 XXVII llos colores que á todos ellos adornan para tolerar su presencia en las huer- tas. El autor tuvo la intención de dedicar la presente especie al sabio zoo- logista francés, Raphael Blanchard; así la presentó hace años, en una nota, á una sabia Corporación de su país, y ahora á la nuestra lucidamente ampli- ficada; mas por deseracia se desvaneció este buen deseo por haber sido de antes registrada con otro nombre específico; mas no obstante, queda siempre en pie el interés que inspira este singular insecto. IV. Verdadera salamandra que el autor dedica al que fué muy digno miembro de la Sociedad, Dr. Fernando Altamirano. Engalanada la diserta- ción con nimios detalles y figuras tomadas del natural, se realza la importan- cia de un hecho biológico excepcional, condensado en las siguientes frases: larva y adulto aptos para la reproducción. 63.— INTESTINO DEL (ROCODILUS AMERICANUS. La Nat. 2.* S., T. Il, págs. ATT-ATS. Estudio anatómico con figuras explicativas, de verdadero mérito, que completa y perfecciona el conocimiento de la expresada víscera en un caso particular; debido á la genial inclinación del autor de poner en juego sus fa- cultades y fiel al precepto de enseñar al que no sabe. 64.—REPTILES Y BATRACIOS DE Los E. U. Mexicanos. La Nat. 2.2 $S., T. IT, págs. 479-485. Precioso catálogo de 217 especies registradas con su sinonimia vulgar y Científica; y en el cual se hallan tan solo inscritas las que el autor vió y pudo clasificar con toda precisión; evaluando él mismo, aproximadamen- te, en el doble, su número total en nuestro territorio. Mencionando la par- ticularidad, de que muchos de ellos tienen en el mismo, una amplia zona de dispersión. 65.—ENYALOSAURIOS QUINQUECARINATUS, Gray. La Nat. 2.2 S., T. IL, págs. 523-524. En dos páginas del periódico figura la completa descripción de este no- table iguanídeo, que el autor recibió vivo y así lo retrató con sus colores na- turales; «lo que probablemente jamás se había hecho», son sus palabras. Ca- reciendo de verdad que sea ponzoñoso como muchos aseguran. Los últimos 28 artículos llenan casi por completo las páginas de la sec- ción de zoología del tomo de referencia, con asuntos muchos de ellos de su- mo interés. Sin disputa es un valioso contingente al estudio de nuestra fau- na, y la exacta medida á la vez, de la firmeza del autor en seguir siempre adelante en el camino de las investigaciones. Bien podía repetir á su turno el hermoso epígrafe que inscribió el eminente Dr. Peter al frente de una de sus mejores obras: “El progreso se muestra marchando, y yo marcho.” XXVIII Sin pasión alguna y refiriéndose á todos ellos, el suscrito exclama, en sentido figurado. Son piedras preciosas que el autor toma del joyel de su sa- biduría para adornar la frente de la Señora de sus pensamientos: la Augusta Ciencia. Es pertinente advertir, sin embargo, que algo, muy poco, de lo pu- blicado bajo su firma, no es de su propia cosecha; pero sí espigado cuidado- samente y bien comentado por él. En corridas páginas se publicaron dosá dos, los siguientes artículos: 66.-—CARACTERES DE LOS ANIMALES.— 67. Lores DE Mabera.—68. Para- LELO DE LOS CRANEOS DE CABALLO Y DE ASNO.— 69. Un NUEVO GÉNERO DE OFIDIO. La Nat. 2.2 S., T. TIT, págs 39-43 y 49-52. I. Partiendo del principio de que el cambio de carácter en el hombre está sujeto á la inteligencia y no al instinto, el hecho de que en los demás animales se presente igualmente, en buena lógica se deduce que éstos po- seen aquélla, aunque no fuese sino en mucho menor grado, sin aducir más razones que lo comprueben. El autor se ocupa en citar casos bien observados por él, en la clase de los reptiles: No tan sólo entre especies de distinto género, sino del mismo. Si en algo asoma la fina sátira por lo que á nuestro orgullo toca, y en mu- cho la circunspección, en todo brilla la buena fe. TI. Curioso caso de monstruosidad, conocido de muchos y digno de ver- se por su llamativo aspecto; bien estudiado y representado en sus distintas fa- ses de su formación, por quien no flaquea en buscar la resolución de problemas que á menudo se presentan en el mundo organizado, los que ocultos bajo espeso velo ofrecen dificultades. TI. Ciertamente que para deslindar las especies de los caballos fósi- les, deben fijarse ante todo con precisión, los caracteres diferenciales en la señalada porción del esqueleto de los expresados subgéneros. Sin esta base, indefectiblemente se incurre en el error de referirlas á uno ú otro, multiplicán- dolas indebidamente. Figuras ilustrativas, hechas con todo esmero por el au- tor, ponen de manifiesto aquellas diferencias, siendo de aplaudirse á quien también las ejecutó. IV. El autor se refiere á una especie creada por él, el Feophis tecpanecus, ya inscrita en esta Revista bajo el número 60. Discute el parecer de un re- putado erpetólogo francés que la refiere á un Atractus; con sólidos fundamen- tos la separa de uno y otro género, estableciendo uno intermediario con la de- nominación de Geoatractus. Llena así un hiatus que, aunque pequeño, tiene su importancia en el proceso evolutivo de las especies á que se refiere. En las postrimerías de su vida, en que la decadencia física no amen- guaba la vigorosa actividad de su inteligencia, que perduró hasta exhalar el XXIX último aliento, el Sr. Dr. Alfredo Dugés dedicó á la Sociedad, dos últimos ar- tículos, los cuales figuran en las páginas 14 y 15 del tomo I, 3* serie de es- te periódico, que es hoy también órgano del nuevo Museo N. de Historia Natural. 70.—CorYNORHINUS MACROTIS.—71. NOTA ACERCA DEL ENCÉFALO DEL DIDEL- PHIS MARSUPIATIS. En el primero confirma el autor la existencia en Guanajuato, de un cu- rioso queiróptero, exponiendo algo relativo á su manera de ser y represen- tándolo, sobre todo, en su singular actitud de dormir. En el segundo rectifica una particularidad anatómica de la expresada víscera, mal señalada: últimos destellos del gran luminar, que tuvo su cen- tro en el suyo. 72, adicional.— EL VAMPIRO DE TIERRA CALIENTE. La Nat. 32 S,, T.L (A continuación del catálogo de moluscos). Este interesante artículo, relatiyo al Desmodus rufus, Wiedm, ocupa el primer lugar de la Revista Científica. Su autor trata el asunto, especial- mente, desde el punto de vista anatómico y morfológico; completando y rec- tificando en los dibujos, los estudios hechos anteriormente. En una nota adi- cional, el Sr. Prof. A. L. Herrera consigna datos no menos interesantes acer- ca de esta curiosa especie de nuestra mamifauna, muy digna de ser cono- cida. El sucinto examen de las 72 Memorias comprendidas en esta Reseña, patentizan, como se indicó al principio, laintensa labor del Sr. Dr. D. Alfre- do Dugés, quien no malgastó su tiempo ni sus energías en elucubraciones más ó menos felices, sino que persiguió siempre la verdad por el recto camino que á ella conduce; no sentó plaza de ilusionista, valga la frase, sino de un verdadero escudriñador científico, sirviéndole de brújula su desapasionado eriterio. Así fué como trabajó toda su vida, desentrañando del mundo or- sanizado, múltiples formas en las que la vida también se manifiesta. El expresado número de trabajos, no es sino algo más de la mitad de los publicados sobre diversas materias en distintos periódicos científicos; fuera de todos ellos, debe citarse con especialidad, la erudita obra que escribió pa- XXX ra la enseñanza, bajo el título de “Programa de un curso de Zoología,” que alcanzó dos ediciones. Para aquilatar aún más, el mérito de la persona de quien se habla, debe tenerse en cuenta, que compartía el tiempo útil, entre sus estudios favoritos y los deberes oficiales, profesionales y de sociedad, á que tenía que atender. El arduo problema de la especrE, tuvo en él, un sagaz observador, em- peñándose en todos sus escritos á establecerla bajo una base firme y dura- dera. Sus demostraciones, claras y concisas, son el reflejo purísimo de una inteligente y perspicaz observación; cualidad que poseía en alto grado, y por lo mismo sus investigaciones son acredoras de merecida y justificada con- fianza. En su larga carrera de Profesor en la materia, nunca dejó de hacer palpables ante sus discípulos las explicaciones, tomando uno á uno los dibujos copiados del natural por mano propia, que para el objeto tenía preparados en cada lección, reproduciéndolos fielmente en el encerado con suma pericia. Era de oirse la metódica y sencilla exposición de los asuntos, sin revestirla con las galas de la oratoria, que desvían más bien la atención de los puntos capitales en que ésta debe fijarse. Sus exquisitas dotes para la enseñanza, fueron justamente apreciadas y reconocidas por numerosos oyentes, de los que no pocos han alcanzado merecido renombre. Si fuera dable al suscrito, con el broche de oro de la palabra, cerraría el valioso cofre destinado á guardar como un tesoro, la meritísima obra del Maestro que dió gran lustre á la ciencia mexicana; limitándose únicamente á ser el oficioso intérprete, de los sentimientos de respeto y simpatía, del nu- meroso grupo de intelectuales, que con veneración lo glorifican. Museo N. de Historia Natural, Enero de 1911. Manuel M. Villada. SO IEEE IAS DE LA SOLEDAD MEXICANA DE HISTORIA NATURAL Extracto de la acta de la Sesión celebrada el 1.2 de octubre de 1910. Presidencia del Sr. Dr. Manuel M. Villada. Abierta la sesión, el Sr. Presidente expuso los motivos que hubo, para que la Sociedad permaneciese en receso durante algunos años, recordando á este propósito, las sensibles pérdidas ocurridas en ese tiempo, de entre sus socios más distinguidos, y que profundamente la afecta: fueron ellas las de los Sres. Rovirosa, Ramírez, Urbina, Altamirano y Dugés. Con la mira de infundirle nueva vida, la Mesa Directiva de la Sociedad y el Sr. Director del nuevo Museo Nacional de Historia Natural, convinie- ron de común acuerdo, en incorporarla á este Plantel, cediéndole su biblio- teca y el uso de su mobiliario; reservándose la primera, la propiedad del ar- chivo y colecciones de su periódico “La Naturaleza.” El Museo, en cambio, por iniciativa de su Director y con autorización de la Superioridad, suminis- trará de sus fondos la cantidad de $100.00 cada mes, para el sostenimiento de la referida publicación, que continuará siendo el órgano de las dos insti- tuciones; quedando sus profesores, en calidad de miembros de la citada Cor- poración, los que á ella no pertenecían anteriormente: todo lo cual fué apro- bado después de una ligera discusión, en la que el Sr. Díaz de León hizo ob- servaciones oportunas. El Sr. Dr. D. Agustín Reza, Tesorero de la Sociedad, pidió la palabra, 50 ] que le fué concedida, para dar cuenta del estado de los fondos que ha teni- do á su cargo. Comenzó por exponer que en marzo de 1900, fué electo Te- sorero de la Sociedad y que desde esa fecha, hasta el último de junio de 1904, cobró mensualmente, con toda regularidad, de la Tesorería General de la Federación, la cantidad de $83.33 6 sean $1,000 anuales, por subvención que tenía asignada: que deducidos los gastos hechos posteriormente, hasta el 31 de mayo de 1906, resultó una existencia de $207.14; que de entonces acá, se han invertido $47.14, quedando á la fecha una existencia líquida de $160.00, á favor de la Sociedad. El Sr. Presidente, en nombre de la Corporación, le dió las más cumpli- das gracias, haciendo un justo y merecido elogio, de la acrisolada honradez del preopinante. A moción del Sr. Dr. Jesús Sanchez, y con aprobación de todos los so- cios presentes, se acordó que la misma Mesa Directiva, continuase en sus funciones, con el solo agregado de un 2.” Secretario, que propuso el Sr. Pre- sidente. Su personal es como sigue. Presidente: Dr. Manuel M. Villada. Vicepresidente: Dr. Jesús Díaz de León. ler. Secretario: Dr. José Mangino. 2.” Secretario: Prof. Rafael A guilar y Santillán. Tesorero: Dr. Agustín Reza. Por último, se acordó que las sesiones tuviesen verificativo el primer jueves útil de cada mes, á las 12 m. Terminados estos asuntos, se levantó la sesión, á la que asistieron los Sres. Aguilar y Santillán, Díaz de León, Leal, Mac Gregor, Sánchez, Velasco, Villada, Villafaña y el primer Secretario que suscribe. Museo Nacional de Historia Natural. México, octubre de 1910. TJosé Mean gino, INFORME ACERCA DE LA VISITA Á ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES US EO>S DE PENISTORTA* NATURA Y JARDINES ZOOLÓGICO -BOTÁNICOS DE ESTADOS UNIDOS Y EUROPA. SEÑOR MINISTRO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y BELLAS ARTES: En enmplimiento de la orden que tuvo Ud. á bien darme para que visitase los principales Museos de Historia Natural y Jardines Zoológico-botánicos de Es- tados Unidos y de Enropa, después de haber asistido ála VI Sesión del Congre- so Iuternacional de Zoología en Berna (Suiza), tengo la honra de presentarle el informe siguiente. Desde lnego manifiesto á Ud. quelos establecimientos de la índole citada son tantos, tan variados é importantes, que para estudiar concienzudamente, siquiera los principales, se necesitaría un espacio de tiempo mucho mayor del que yo pude disponer, y por eso me limité á sólo quince que constan en la lista adjunta. Mr. William J. Hornaday, Director del Parque Zoológico de Nueva York, dice en la “Guía Popnlar y Oficial” para visitar ese establecimiento, que el des- arrollo de éste manifiesta mejor que otra cosa, el avance en la educación del pue- blo neoyorquino. * Efectivamente, á medida que una nación está en un período más avanzado de civilización, éste puede medirse por sus planteles de instrne- ción, entre los enales fienran, en primera línea, tanto los museos de Historia Na- tural como los Jardines Zoológico-botánicos. Todas las ciudades principales del mundo, y aun las de segundo y tercer ór- denes, los poseen, y por eso es verdaderamente sensible y sorprendente que en Ja Capital de la República no tengamos un Jardín Zoológico-botánico digno de la enltura y progreso innegable que han alcanzado sus habitantes. En la época vi- % Popular Oficial Guide to the New-York Zoological Park. By W. J. Hornaday. New-York. 1093. XXXIV rreinal existió en el interior del Palacio Nacional uu pequeño jardín botánico del cual habla con elogio el Barón de Humboldt eu su obra titulada “Ensayo político acerca de la Nueva España,” y en el cual dió sus primeras lecciones el reputado naturalista Cervantes. Convenientemente instalados estos jardines, como los de Londres, París y Nueva York, y aun otros de menor jerarquía, vienen á ser centros de reunión escogidos, y como lo dice el autor del Libro-enía, para visitar el Jardín Zooló- sico de Aclimatación de París, este plantel es actualmente “uno de los paseos “más bellos é interesantes de lacindad. Es el lngar por excelencia de las recrea- “ciones instructivas y considerado como un establecimiento nacional de educa- “ción popular y de utilidad pública.” Con el objeto de darles mayor atractivo y también, sin duda, para subvenir á los crecidos gastos que hay que erogar en ellos para la alimentación y cuidado esmerado de muchos animales, así como para el cultivo de millares de plantas, existen en aleunos de estos planteles, cafés, restaurants, teatros y, en ciertos días, se organizan conciertos populares. En el Jardín de Aclimatación en París, los jueves del invierno se representan obras maestras del teatro francés; allí tuve el ensto de oír la “Muda de Portici,” de Aubert y la “Mignon” de Thomas. Ese mis- mo local sirve, en ocasiones determinadas, para conferencias que alennos días de la semana dan allí personas competentes y son relativas á Zoología, Botánica y aplicaciones de las mismas, Etnografía, Viajes, ete., y siempre amenizadas con proyecciones de linterna mágica, tan propias para atraer como para ilustrar á un público numeroso. Si no en todos, en casi todos los museos y jardines de esta es- pecie se paga la entrada los días de trabajo (unos diez ó veinte centavos); pero en los días feriados y los domingos es enteramente libre, sin duda con el objeto de que la clase pobre pueda visitarlos sin gravamen aleuno. Es, en general, en todos, la prohibición para fumar y además los paraguas y bastones deben dejarse al cuidado del portero (mediante una gratificación): disposición muy acertada, pues es conocida la tendencia para servirse de ellos señalando los objetos y mu- chas veces maltratándolos de una manera inconsciente. Respecto de entrada de perros y otros animales, la prohibición es absoluta. En todos los museos y jardines Zoológico-botánicos que visité observé siempre la clasificación científica admitida, y además del membrete ó etiqueta que lleva cada ejemplar, expresando el nombre técnico y el vulgar, el origen, ete., mu- chas veces se encuentran, al lado de los ejemplares, tarjetones explicativos, vis- tas, cartas geográficas, etc., que son como ilustraciones que dan mayor atractivo y utilidad á estas colecciones. En el Museo de Berna, porejemplo, existe empaja- do un famoso perro, llamado Barry, y á su lado se lee impresa la relación de sus más notables rasgos de inteligencia y valor: verdaderas hazañas que ejecutó para salvar de la muerte por congelación, á viajeros extraviados en el monte San Ber- nardo. Tengo el ensto de adjuntar á este informe un retrato del animal y la ci- tada relación, ienales á los que se exhiben en dicho Museo. NXXXV En los jardines Zoológico-botánicos no sería posible seguir un riguroso orden natural al instalar los diversos departamentos ocupados por los animales y las plantas; pues hay que escoger, de preferencia, el local apropiado en atención á la orientación, vientos dominantes, y otras exigencias, para todas y cada una de las especies; así es que plantas y animales de una misma familia se ven alejados entre sí, porque en la naturaleza sus condiciones de vida son diferentes y aun llegan áser opuestas. El león africano y el oso blanco son, sin duda, del misimo erupo, del orden carniceros; pero mientras el primero vive en clima cálido, tro- pical, el segundo es habitante de climas muy fríos, glaciales, y de consiguiente no pueden vivir juntos, siendo necesario instalarlos de una manera aproximada á la de los Ingares de donde proceden. Por el contrario, seres muy distantes en las escalas zoológica y botánica, deben aproximarse, porque las condiciones de su vida ó las cirennstancias climatéricas que necesitan son semejantes. Esta ver- dad se palpa fácilmente dando una ojeada á los planos que acompañan á los ca- tálosos y enías que tengo la honra de presentar adjuntas á esta Memoria. Recorriendo los jardines, tanto en Enropa como en Estados Unidos, me he formado el concepto de que los departamentos esenciales para su estublecimien- to sou los siguientes: 1. Departamento para cuadrumanos.—Llama la atención del público de ma- nera extraordinaria; pero siendo habitantes de clima muy cálido y enfermándose de tuberenlosis en clima frío, es necesaria uua instalación especial, de manera que en la estación de invierno pueden recibir calor artificial. Las grandes espe- cies africanas, Gorila, Oraugután, Chimpanzé, etc.,son de adquisición difícil; pero en México, en espera de oportunidad favorable para adquirirlos, pueden presen- tarse las dos ó tres especies propias del país, como el mono araña, el ahullador, y algunas de la América del Sur, fáciles de adquirir, como el Tití, el Carita blan- ca, etc. Del antigno continente los cinocéfalos, ó monos cabeza de perro, son de reproducción posible en cautividad y aquí, en la colección del Circo Orrin, algn- na vez se reprodujeron, de mauera que en el Museo Nacional, en el dela Escuela Preparatoria y en otras colecciones se conservan ejemplares nacidos en el país, aunque no aclimatados, pues todos murieron muy jóvenes. 2.2 Departamento de Carniceros.— La instalación de estos animales, entre los que se cuentan los de la familia Félidos (León, Tigre, Pantera, etc.) ó sean las verdaderas fieras, exige nna atención especial para prevenir accidentes, oca- sionados por inseguridad en las jaulas ó por falta de medios de defensa ó res- enardo para los encargados de su alimentación y aseo. Colocados en amplios, aseados y apropiados departamentos, los carniceros llegan á reproducirse en can- tividad. Eu Londres, en París, eun Nueva York y Washington se ven leones de todas edades nacidos en sus jaulas, creciendo y desarrollándose muy bien. En alennos jardines zoológicos los osos están en especies de hoyos de forma cir- enlar y de unos tres metros de profundidad. La especie de oso blanco ó maríti- mo es de adquisición difícil; pero el oso negro de Sonora y algunos ursianos, co- XXXVI mo el Tejón y el Mapache, la Martucha, son del país y se conservan muy bien en las colecciones de animales vivos. Pueden figurar en este grnpo el Puma ó león sin melena de América, el ocelotl ó tigre de México, el lince, el gato montés, etc. 3.2 Parques para grandes mamíferos.—Doe forma y extensión variable según las especies, provistos de árboles convenientemente protegidos y de habitaciones artísticamente dispuestas, para el albergue de los Elefautes, Camellos y Drome- darios, Ciervos, Bisontes, Antílopes, ete. 4.2 Estanque para Focas.—Aleunos carniceros necesitan instalación espe- cial. Debe disponerse el estanque con amplitud y de manera tal que estos anfi- bios puedau salir fácilmente á tierra. Es notable el que siendo habitantes del mar puedan vivir sin inconveniente en agua dulce. Son muy mansas y sus jue- gos y saltos llaman extraordinariamente la atención de los visitantes. En la isla de Triánenlos, cerca de Campeche, existe la especie llamada vulgarmente “el fraile,” Monachus tropicalis, de la cual tenemos ejemplares en nuestros museos, y la que fácilmente, á mi juicio, seaclimataría; pudiendo vivir en el Valle de Mé- xico con sólo tener cuidado de resguardarla en el invierno de los cambios muy bruscos de temperatura. 52 Lago para aves.—En todos los jardines zoológico-botánicos hay lagos para alojar á las aves ribereñas, zanendas y palmípedas: ya uno sólo en el que viven las especies mezcladas, ya dividido eu compartimientos para separarlas. Debe tenerse presente que algunas aves de estos órdenes son de clima cálido, como los Flamencos, por ejemplo, y de consiguiente no resistirían el invierno en nuestro clima; siendo necesario para su couservación, disponer de pequeños lagos abri- ados y en atmósfera calentada artificialmente para conservarlos, como se practica en Nueva York. Este departamento podría estar representado entre nosotros de manera nota- ble; pues es sabido que á los lagos que cirenidan la Capital, conenrren annal- mente muchas aves acuáticas, como Garzas, Cigiieñas, Gangas, un buen número de Patos y otras muchas y variadas especies. 62 Palomar.— Existen muchas variedades y especies de palomas entre las que figuran alennas muy raras y hermosas; pero entre todas hay razas verdade- 'amente útiles, consideradas, especialmente, desde el punto de vista del servicio militar. Una colección de palomas correos educadas para conducir correspon- dencia, prestará, en su oportunidad, servicios importantes. En el Jardíu de Aeli- matación, eu París, el palomar es una construcción elegante, de hierro y ladrillo, formando una torre de 30 metros de altura por 6 de diámetro, dividido en enatro pisos. Pueden alojarse en su interior cuatrocientos pares, y en su exterior, corre un elevador que facilita extraordinariamente el servicio. La parte superior la ocupan las palomas nacidas en la torre, las cuales gozan de completa libertad y son ya capaces de servir como correos. Algunas de ellas están provistas de cier- tos silbatos que se usan en China para ahuyentar á las aves de presa. * Ya sea * Guide du promeneur au Jardin Zoologique et Aclimatation du Bois de Boulogne, Paris, 1904, XXXVII con una instalación semejante, ó con aleuna otra que se estime adecuada, es 1t- vente el establecimiento en México de un palowar de esta clase. 79 Departamento de aves canoras. —Para algunas aves se disponen depar- tamentos especiales. En los grandes jardines, como los de Londres, París, Nue- va York, Washiuoton, etc., se ven jaulas ó pajareras colosales en las que las aves pueden volar holgadamente; pero estas instalaciones magníficas tienen na- turalmente gran costo. En París hay un departamento destinado á aves prehen- soras, como Guacamayas, Cotorras, Loros y todas las de este orden, tan notables por sus variados y hermosos plumajes. Yo creo que en México podía formarse y sería muy interesante para los visitantes, sobre todo, extranjeros, una colec- ción de aves canoras, entre las cuales fignrarían el Zenzontle, el Clarín, el Jil- guero, el Mulato, el Cuitlacoche, varias especies de Calandrias, el Cardenal, e) Gorrión y otras muchas. So Departamento de Reptiles. —Fieguran en él, principalmente, los grandes Lagartos, las Tortugas y las Serpientes. Estos animales sou de sangre fría y ne- cesitan cuidados especiales, así como precanciones para su perfecta cantividad; pues algunos, como las Víboras, son ponzoñosas en sumo grado, y los Lagartos son temibles por sus mordizcos. En algunas colecciones de esta clase se guardan especies pequeñas. entre las cuales hay alennas mny notables por sus colores, sn fisura, etc. En México tenemos Lagartos y Caimanes, así como Tortugas, de ta- maño colosal; y entre las serpientes ó culebras, la Boa, la Chirrionera, Cencoate, etc., y entre las Víboras, la Coralillo, la Nanyaca ó euatro narices, la de Cas- cabel, etc. Multitud de otros pequeños reptiles podrían formar una colección im- portante para el estudio de la Erpetología mexicana. 909 Acuario.— Los Peces, los Crustáceos, los Moluscos y Radiados, son los habitantes de este departamento; el cual, estando bien instalado, es de gran utilidad para el estudio de las costumbres, transformaciones, ete., de ellos. Ge- neralmente está formado de pequeños estanques, alimentados con agua corriente é ilnminados con luz zenital únicamente. La parte anterior de cada estanque está compuesta por un cristal grueso á través del que el observador percibe con per- fecta claridad todos los detalles y efectos sorprendentes de la lnz recibida en esas condiciones. Los acuarios de Nápoles y de Nueva York, especialmente el pri- mero, que pasa por el mejor del mundo en la actualidad, están muy bien ins- talados. El de París es subterráneo y figura una gruta provista de estalactitas y estalagmitas; pero no es tan rico en especies como los antes citados. En el de Nápoles, los animales y plantas (algas, etc.) que en él viven, pertenecen exclu- sivamente al Golfo del mismo nombre. A mi modo de ver si en la Capital de la Repúbiica mexicana se formase un acuario, anu cuando sólo contuviese anima- les de los que habitan las agnas dulces del país, resultaría muy interesante; si no por la belleza de los ejemplares, sí por la rareza de algunos poco conocidos científicamente en sus transformaciones y manera de vivir. Me limitaré á citar un sólo ejemplo, el Axolote, cuya área de distribución geográfica está casi limitada XXXVIII á la República, y enya historia natural ha sido un misterio hasta hace pocos años para los sabios naturalistas de Europa. Dicho acuario podía fácilmente poblarse con sólo animales de agua dulce, en atención á la gran difienltad de surtirlos de agua del mar. Peces de colores, chinos y japoneses, ya aclimatados; peces blan- cos, Axolotes, Carpas, Atepocates, Conchas y Caracoles, Tortugas, ciertas Cnle- bras de agna, ete., darían uu buen contingente para darle atractivo é interés. 109 La Piscicultura en algunas colecciones tiene una instalación especial propia para demostrar á la vez su utilidad y las faces diversas del desarrollo de una Ó varias especies. En un salón de 15 620 metros de longitud por 5 ó 6 de an- cho, se pnede hacer ver, mediante una serie de aparatos ingeniosos, alimentados por una corriente de agua continna, desde el estado de huevo y de alevino hasta el de adulto, en la especie Carpa, por ejemplo. 11% Departamento de Entomología.—La historia natural de los Tusectos es muy enriosa, y en él pueden seenirse paso á paso todos los incidentes de la vida ad- mirable de los Himenópteros, Abejas y Hormigas, disponiendo las colmeneras y hormigueros, como lo verificó Sir Johu Lubboc para estudiarla, de tal manera que pudiesen visitarse en cualquier momento para sorprenderlos en sus trabajos. Las transformaciones ó metamorfosis de las mariposas, las obras del gusano de seda, etc., se pueden presentar á la vista del público, que á la vez se instruye y se divierte con todas estas escenas. Los Jardines botánicos necesitan varios departamentos especiales; pero uno muy importante y aun puede decirse indispensable es el de los invernaderos con la amplitud suficiente para contener plantas pequeñas, arbustos y aun grandes árboles. Deben tener temperatura análoga á la delos países de donde proceden las plantas que en ellas se abrigan, de manera que unos son fríos, otros templa- dos y aleunos cálidos: temperatura que puede proporcionarse por medio de estn- fas apropiadas. Como debe suponerse, en pleno y riguroso invierno pueden vi- vir vegetales de todos los climas, y esta cirenustancia favorece extraordinaria- mente el estudio de la Botánica. En el Real Jardín de Kew, en Londres, se pue- den admirar ejemplares de la colosal ninfacea, Victoria Regina, cuyas hojas flotantes sobre el agua miden más de un metro de diámetro. En ese magnífico invernadero se cree uno dentro de un bosque, y el canto de ruiseñores y otras aves que habitan esas especies de pajareras colosales, hacen más perfecta la ¡lu- sión. En París, al lado de los rododendros y plantas de Nueva Holanda, viven en los invernaderos del Jardín de Aclimatación, muchas camelias arborescentes, que en el invierno producen millares de hermosas flores. Es una colección, se dice, única en el mundo y uno de los atractivos de esa gran Cindad. Auexas á esta clase de establecimientos existen Sociedades ó Academias cu- yos miembros son á veces profesores y especialistas eminentes, encargados de dar conferencias y aun enrsos anuales relativos á las diversas ramas de la His- toria Natural y ásus aplicaciones. Siendo de índole análoga los Museos de His- toria Natural y los Jardines Zoológico-botánicos, se adunan perfectamente; en el XXXIX Jardín de plantas de París, por ejemplo, están reunidas las colecciones de anima- les y plantas vivos con los mismos seres secos y empajados, así como los minera- les y fósiles. Opino que sería aceptable para México uva imitación, auque fuese en mu- cho menor escala, del Jardín de Aclimatación de París, especialmente en aten- ción á los intereses agrícolas, puesto que en planteles como éste se crían y pro- pagan animales y plantas útiles para vulearizarlos después. Se puede lograr así sacar á los campesinos del estado rutinario que generalmente guardan, sin atre- verse jamás á salir del círculo reducido á que se han limitado de tiempo atrás. Las aves de corral y las palomas, así como sus huevos, las razas de perros, las racas lecheras, los peces comestibles y de ornato, las semillas, las flores, las plantas, ete., etc., son objeto de atención especial, pudiendo obtenerse la conser- vación y aun el mejoramiento de las razas y un producto pecuniario de bastante consideración. El Jardín botánico de Madrid posee y reparte unas doce mil es- pecies diversas de semillas, procedentes de las plantas que en él se cultivan. En el citado de París se ha fundado, con muy buenos resultados, una Escuela de £qui- tación, en la que se adiestran en el manejo del caballo los niños, las mujeres, los jóvenes y aun los adultos. Sin los jardines botánicos, el estudio de las plantas es meramente teórico. En ellos las clases prácticas son muy provechosas. Eu terrenos limitados relativa- mente y arreglados á propósito, se disponen las plantas, marcándolas con mem- bretes ó etiquetas de colores convencionales para indicar sus propiedades, y dis- tineuiéndolas en medicinales, alimenticias, venenosas, ornamentales, industriales, etc. De otra manera, los alumnos sólo las ven dibujadas en su libro de texto, ó en plantas secas de herbarios, y cuando bien les va, tan sólo fragmentos de ve- vetales vivos, de los que pueden tenerse más á la mano; pero que nunca dan co- nocimiento perfecto del tamaño y de la fisonomía que tienen en el campo, donde nacen y vegetan en toda su plenitud de desarrollo. Al recorrer los jardines zoológico-botánicos de Estados Unidos y de Enropa, me pareció útil colectar los catálogos y enías que se venden al visitante, pues como se ve en los que tengo la honra de presentar á Ud.. y constan en la lista adjunta, su estudio puede ser provechoso para tomar ideas respecto de planos, organización, etc.; y aun de ciertos detalles, como de anaqueles y otros muebles que rennan, á la vez, elegancia y ventajas para la instalación de las colecciones. Tocaute á los Museos de Historia Natural, en particular, habría que hacer muchas anotaciones interesantes; pero una relación detallada á este respecto, se- ría uny extensa. En los pequeños museos ó gabinetes anexos á las cátedras de Historia Natural, que son á mi cargo en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Normal para Profesoras, procuraré implantar alennas mejoras en la instalación de los ejemplares, si, como lo espero, tengo el apoyo indispensable para efectuarlas y contando con la inteligente cooperación de los preparadores respectivos. Haré mención, únicamente, de laextraña y curiosa colección de ani- XL males, extraídos del mar, á profundidades más ó menos considerables, por me- dio de soudajes practicados en expediciones especiales, como las del “Talismán” y otras. Se compone de ejemplares raros, como Coralarios, Actinias, Salpas, Es- ponjas, etc., y como es natural, llama mucho la atención de los visitantes inteli- gentes en el Museo del Jardín de Plantas de París. En el Musee de Nueva York me llamó también la atención una sección espe- cial que lleva el título de Vorth American Forestry, formada por ejemplares de árboles y dispuesta de la manera signiente: troncos de 1 42 metros de longitud y del grueso natural dando idea de la planta á que pertenecen, y el estudio ó cono- cimiento de éstas se completa, con dibujos, fotografías, etc. del árbol entero, de sus flores, frutos, ete., y también con cartas geográficas para indicar su distribn- ción. Eu la Guía General del Museo Americano, pás. 39, puede verse la vista fotográfica de este departamento. Creo que en México sería fácil y útil presen- tar una colección semejante para que sirviese á los industriales, comerciantes, médicos, etc., para el perfecto conocimiento de la riqueza y variedad de la flora de nnestros bosques. Termino aquí este informe, sintiendo no haber podido hacer un estudio más completo de los Jardines Zoológico-botánicos y Museos; pero repito, son muy nu- merosos, y para visitarlos con algún detenimiento habría sido necesario un espa- cio de tiempo mucho mayor del que pude disponer. México, Marzo 4 de 1905: Dei. Tesús Sánchez. Lista de Catálogos de Jardines Botánicos y Zoológicos, Museos de Historia Natural, etc. 1. A General Guide to the American Museum of 9. Guide to the Gardens of the Royal Botanic So- Natural History. New York. ciety. London, 1900. 2. Missouri Botanical Garden. 10. Ilustrated Guide to the Royal Gardens. Kew. 3. The Cincinnati Zoological Garden. 11. Aquarium Napolitanum de la Station Zoolo- 4. Official Guide to the New York Zoological gique de Naples. 4* édition. Naples, 1898. Park. 12. Jardin Zoologique d'Aclimatation du Bois de 5. The New York Aquarium. Boulogne. Paris. 6. The Barnum et Bailey Family of Phenome- 13. Der Botanische Garten in Bern. Bern. —l 00 nous. Illustrated Official Guide to the London Zoo- logical Society”s Gardens in Regent's Park. London, 1904. . General Guide to the British Museum of Nat- ural History. Cromwell Road, London, $. NNELDOS: Catalogus in Horto Botanico Matritensi, anno 1903 collectorum. Madrid. . Catálogo del Parque Zoológico Municipal de Barcelona. 1900. DONES yA Y e h YA % 4] y y 4 0 4 »% ó SS SOS Corynorhinus macrotis. (Leconte) var pallescens. Gerrit. S. Miller. ? y 1% % Ny OS E S Encéfalo del Diáelpbys marsupialis. NAS SINN INS Se, — a Ñ a ¿0 su MES éase “Revista Científica,” pág. 1). LAM. II. LA NATURALEZA ! (ni de pra 7 We AÑ 1 Mi MN 1177 Io 'N 1010) a SS Ú AN ' CN 'N * Corpporhious macrotis- (Leconte) var. pallescens. Gerrit S- Miller. Encétalo del Didelpbya marsuplalle- Vampiro de México, Desmodus rufus, Wied (Véase “Revista Científica,” pág 1). SES EVE ANO TE TICA DE UN VIAJE DE EXPLORACIÓN A DIVERSOS LUGARES DEL ESTADO DE VERACRUZ Dentro del primer cuadrante de un círculo orientado que tuviera por centro el puerto de Vera- eruz, se hallan situados los tres lugares que visité en el mes de Enero del presente año, con el fin de emprender el estudio de señaladas regiones de aquel Estado desde el punto de vista de su his- toria natural, y de cuyo resultado paso en seguida á informar. Siento sobremanera no haber dis- puesto de mayor tiempo, ni contado tampoco con fuerzas bastantes para que hubiese podido alcan- zar más amplios y completos resultados, como eran mis deseos. ye LA BARRANCA DE SANTA MARIA TATETLA. A mi antiguo y buen amigo, el digno Sub- director de la Comisión Geográfica Explorado- ra, Sr. Coronel D. Juan B. Laurencio, en testi- monio de profundo agradecimiento. FRANCA y cordial acogida recibí en Jalapa de la persona á quien dedico el presente artículo, el que con toda expontaneidad puso ba- jo mis órdenes al Capitán de la Escolta de la propia Comisión, pa- ra que me acompañase al lugar que expresa el título; proporcionán- dome, además, otros medios para llevarla á cabo, así como á los de- más lugares comprendidos eu mi programa. Partiendo de Jalapa á Veracruz, por la vía férrea del Interocéa- nico, y pasadas las Estaciones de la Estanzuela, Chavarrillo, Palmar y Colorado, se llega á la del Carrizal, en la que me detuve, para de allí continuar la marcha á caballo, al Invar señalado que me propuse primero visitar. El descenso de la Mesa Central á la costa, exige en el desarrollo de aque- lla vía, cierto número de vueltas que notablemente la alargan. El espectáculo DA MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. más emocionante que se tiene á la vista en esta parte del camino, es la contem- plación de la erandiosa montaña llamada «Nauhcampatepetl,» por los Aztecas, en razón de la figura cuadrada de su cima; pero más conocida con el nombre es- pañol comparativo de Cofre de Perote, que á la vez señala su situación geográ- fica, y elevándose á la altura de 4,000 m. sobre el nivel del mar. Enorme mole prismática de lava, sostenida por un macizo de brecha volcánica, forma el remato. Bajo la acción de los agentes atmosféricos se derrumba panlatinamente este último, y no será remoto que, con el tiempo, sobrevenga el de la primera, Corrientes sn- cesivas de lava basáltica se derramaron por todo el contorno de la elevada bo- ca del cráter, en la actualidad obliterado, y que eu superposición, por lo tanto, cubren una área muy extensa, cuyos límites no podré precisar. El espíritu se amilana al descender por las estrechas y profundas escarpas de aquel acciden- tado terreno, de muy ásperas y obscuras rocas, que se levantan á manera de en- Intado monumento conmemorativo del luctuoso suceso que dió fin á la vida de innumerables séres, máxime, si un entoldado cielo aumenta la lobregnez de tan agreste sitio, como alenna vez me aconteció. Desde la meseta de Chavarrillo, situada á 941 m. sobre el nivel del mar, la vía, describiendo curvas al descender, como queda dicho, atraviesa pequeños va- lles, aflorando en los cortes las andesitas y tobas calizas de colores claros, con nódulos de pedernal, y muy probablemente hidrotérmicas por sn origen. Las hay también compactas en bancos de regnlar potencia, con echado al Sur, y rumbo al Norte, aproximadamente. Más adelante, y llegando á la estación de Colorado, aparecen á la vista brechas basálticas relacionadas á un cerro que por el color de éstas lleva aquel nombre. La estación signiente del Carrizal, en donde nos apeamos, ofrece escaso in- terés, tauto en su vegetación, como por la uniformidad del terreno, plano y are- noso como el demás de la costa, del que forma ya parte. Respecto de la primera, señalaré tan sólo dos especies de la familia de las Compuestas que en plena floración cubrían profusamente el suelo: la Dysodia chrysanthemoides, Lag., llamada flor de Muerto, y el Parthenvum fruticosum, Less., que quizá pudiera contener caucho, como el P. argentatum ó Guayule de nuestra frontera norte. Da marcha se contiunó á caballo eu rumbo al sur, atravesando campos en parte cultivados, en los que se hacía notable un pequeño árbol por demás cono- cido en el país, la /pomaea arborea, K.in H. B., llamada allí Patacán, y Cazalnate en otros muchos Ingares del mismo. Otra más, de hermosísimas flores, cual es el Tecomaxochitl, Cochlospermum hibiscoides, de los mismos autores, vegetando con mucha menor frecuencia. Se llega después á uu punto en que el terreno se levanta en prolongados lomeríos que corren en distintas direcciones, limitando pequeños valles perfectamente encajonados y en los que la vegetación se hace á veces, en cierto grado, exuberante. Entre las especies vegetales, que en no escaso número crecen en los parajes MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 90 que le son más favorables, pude reconocer algunas de las que encontré más al paso, como fueron, en cuanto á hierbas, las siguientes: Dysodia apendiculata, Lag., Sehisocarpa bicolor, Less., Vallesía Mexicana, Mull. Ale., y Wigandía car- piodies, Chois.; de arbustos, Dunalia ramifolia y Cassia loevigata, Wild., ó Re- tana, cuyas simientes suelen emplearse á guisa de café; el Guarmuo, Cecropia peltata, Lin., que casi es un árbol, y de éstos propiamente, el Platanus occiden- talís, Lin., ó Alamo de tierra caliente, que vegeta siempre próximo al agua, son especies características y dienas de señalarse. En uno de tantos talwegs en que aquélla tenía enrso, se levantaban, en las orillas, capas inclinadas de caliza com- pacta, que por sus caracteres litolósicos corresponde á la de la división Esca- mela de Orizaba. Subieudo más y más por el lado opuesto del arroyo, y bajo la sombra de los árboles, el descenso vino después hasta lesará la cuenca del eran río de Mapaxtla. Deslizándose sus aguas en un lecho sensiblemente horizontal, su corriente es moderada; y sólo impetuosa en ciertos tramos en donde el des- nivel se acentúa. En sus orillas afloran las mismas rocas cretácicas antes seña- ladas y no es, sino más arriba, que son reemplazadas por las volcánicas forma- das de conglomerados estratificados, contándose entre ellas, muy especial mente, las basálticas. ] Entre las especies ictiológicas más apreciadas por los gastrónomos que fre- cuentan las agnas del Mapaxtla, ocupa el primer lugar el pez llamado Bobo, Joturus Pichardit, Poey, de la familia Mugilidae y que. seenramente, es el más abundante. Se acompaña con otra especie que pertenece al mismo erupo Zooló- gico, de un gusto quizá inferior y que, según noticias, vive eu agua dulce (el an- terior también en la salobre); es la Trucha, Dajaus monticola, Cuv. y Val. Otra más bien marina, que sólo la necesidad de alimentarse la obliga á subir á los ríos, es la Lisa, Mugil brasiliensis, Lin., género tipo del repetido grupo zooló- gico y también muy estimada como alimento. Dos especies más pudieron seña- larse, por el sólo hecho de que no son exclusivamente de agna salada, sino tam- bién de la dulce, pero ignoro hasta qué grado, y sobresaliendo ambas por sus excelentes cualidades culinarias: el Pámpano y la Mojarra, respectivamente de las familias Carangidae y Gerridae; Tachynotus Carolinensis, Lin., la primera, y Gerres Plumieri, Cuv. y Val., la segunda; pero repito, no me consta que vivan en el agua del repetido Mapaxtla, al menos á la altura en que lo atravesé. Entre el eran número de vegetales que crecen más ó menos próximos á las orillas del río, llamó particularmente mi atención uu gran árbol de agradable y trascendente aroma, de menudas flores reunidas en densos y pequeños grupos ó elomérnlos, provisto de pequeñas hojas amanojadas y cubiertas, en fin, las ra- mas, con espinas de mediana magnitud: es la Casearía spinosa, Will., de la fa- milia Samidacoe. Tiene el nombre vulear de Pionchi, con el cual se desiena también cierto lngar del Estado de Veracruz, quizá por ser en él frecuente. Ve- geta ignaluente este hermoso árbol en la isla de Cuba, en donde es llamado Gía. Del expresado género, 13 especies han sido señaladas en nuestra flora, de las que sólo 7 son bien conocidas; 3 de ellas corresponden á la misma región vera- D6 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. eruzana, fuera de la examinada por mí, cuales son las siguientes: €. corómbosa, K. in H. B., C. nitída, Jacq. y C. parviflora, Willd. Pasado el pequeño pueblo de Mapaxtla que se asienta en una meseta de más arriba, continuamos subiendo sobre lomas cubiertas de tobas, margas y arenas, acentuándose en ellas nna marcada aridez, principalmente por la falta de agua y sin tener á la vista objetos que llamasen nuestra atención. Tendiendo la mirada desde lo más alto de ellas, se perfilaba hacia el Este, la línea de la costa, y como que se adivinaba el mar más allá; al Suroeste brillaba refulgente en el horizonte la estrella de nieve que corona la pujante cima del Citlaltepec y en los demás rumbos, moutes y lomeríos más ó menos enbiertos de vegetación. Después de caminar como unos 8 kms., llegamos al pequeño y solitario ran- cho de Peregrina, cuyo principal esquilmo lo constituyen sus praderas naturales que se aprovechan para engorda del ganado; 2 kms, más adelante y en diree- ción siempre al Sur, se abre la profunda barranca de Santa María Tatetla, que, al menos en cierto tramo, se dirige casi paralelamente al repetido río de Mapax- tla, ó sea de Poniente á Oriente, siendo éste el sentido en que el agna corre en el fondo de ella, que le sirve de cauce. Nineún accidente del terreno denuncia su presencia antes de llegar á sus orillas, apareciendo, por lo tanto, repentinamente á la vista; contemplándose desde luego, con sorpresa, la pared opuesta que se levanta en corte vertical, sobre el profundo abismo. El punto por donde comen- zamos á descender se halla á la altura de 472 metros sobre el nivel del mar y á 320 el de terminación en el fondo de la barranca. La acantilada pared del frente con sus hiladas horizontales de conglomerados basálticos en lo más alto, se re- producía en la de nuestro lado, por la que descendimos siguiendo una cule- breante vereda de no menos de 20%, de inclinación y como medio kilómetro de largo, reemplazándose en la profundidad la formación antes citada con otra muy distinta. Efectivamente, en las orillas del río ecnya vista se acompaña, afloran alounos baucos dislocados y muy desgastados por erosión, de una toba caliza fosilífera, bastante compacta, de color blanco amarillento y dureza de 4; contie- ne numerosos restos fósiles sólidamente empastados, los cuales se mencionan adelante, y que la convierten en un verdadero conglomerado. Desde la desnuda orilla en que hicimos pie, veíamos levantarse en la opuesta, grandes árboles, en- tre los que quizás se encontraba la Sahagunia mexicana, Liebm., que señala en este sitio la Biología Central Americana; siendo con toda probabilidad tan apre- ciada como los árboles del Pan, Ojite y Ramón de Castilla, de los que hablaré en el siguiente artíenlo. Dos distintas formaciones que corresponden á períodos geológicos diversos, ocupan la región que se considera, aflorando en ella con variable extensión: los MANUEL 'M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. DT sedimentos cretácicos, en la cuenca del Mapaxtla, y los terciarios, en los de Santa María, ambos de origen marino y formados por precipitación química. El mate- rial volcánico del cuaternario ó pleistocénico, arreglado también en parte por sedimentación mecánica, se relaciona con uno y otro de los anteriores. Los ter- ciarios están bien comprobados por su carácter paleontológico, pues todas las especies depositadas en ellos corresponden á la fauna viviente. En algo también, por el mismo carácter y más particularmente por el litológico, los secundarios ó mezozoicos; siendo este último en el que se funda la clasificación de los debi- dos al volcanismo. Sólo así, en bosquejo, podré señalar los depósitos sucesiva- mente acumulados, pudiendo tam sólo en algo precisar algunos de ellos en las sionientes líneas. Las especies litorales del terciario, como lo son en su mayoría y las cnales quedaron sepnltadas ¿n situ, denuncian haber sido aquel terreno, la costa de una ensenada: esto último, en atención á que las especies homólogas de la fanna actual viven en lugares abrigados. Dos distintas clases zoológicas se hallan, también, representadas, en los fragmentos que pude examinar de la toba caliza arriba mencionada: Crustáceos y Moluscos. Sus correspondientes especies, de hábito marítimo y no pelágico: es decir, de agnas superficiales ó somerás y no profundas ó abisales. He aquí la lista de los géneros, únicamente, á que pertenecen las especies colectadas, por carecer de elementos para su determinación específica; represen- tadas en las láminas anexas en su tamaño natural, el que por lo tanto se omite en las descripciones. 1. Balanus sp.? De este pequeño crustáceo se conserva únicamente el mo- delo ó vaciado, y así en casi todos los demás fósiles. A juzoar por el número de ejemplares depositados, debió ser muy prolífera. Es uu cirrípedo openculado de cuerpo sésil, reducido por destrucción parcial, á la simple corona de la testa; de forma cónicotenucada, contorno oval en el corte trausverso, de simetría bilate- ral, como lo pide su plau de estructura, y comprimida accidentalmente por la enorme presión que tuvo que soportar. El dermato-esqueleto de este animal se halla compuesto de 6 piezas; cnatro de ellas reunidas, forman la parte señalada, y las dos restantes ú operculares, llamadas respectivamente tergum y scutum, que generalmente 10 existen en los ejemplares fosilizados. En lo particular, de estructura fibrosa, con fibras prismáticas, delgadas y radiantes. Las especies ac- tuales, más numerosas que las antionas, se hallan casi todas confinadas en el ar- chipiélago de las islas Filipinas y son llamadas «bellotas de mar.» Por lo regn- lar, de colores vivos, y aleunas al menos, sirven de alimento, especialmente en- tre los chinos, á quienes mucho agrada su sabor; ignal empleo tiene la B. psita- DS MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. culus de las costas de Chile. Los percebes, Lepas anatifera, Lin., que son tam- bién cirrípedos de cuerpo pedunenlado y comunes en los mares de Europa, tie- nen á este respecto la primacía. En México se toman conservadas en latas. 2. Bulla sp.? Este género encierra moluscos gastrópodos de los más eleva- dos por su organización, de caracol semiglobuloso arrollado en espiral deprimida y con la última vuelta muy erande; boca aleo mayor que ésta, de mediana anchura y la cual aumenta en tamaño al desembocar en un canal reducido á sim- ple escotadura. No pude apreciar el verdadero carácter del labio exterior ó la- bro, aparentemente desdoblado y ouduloso en los ejemplares; pero no cortante, debido á una gruesa capa caliza intercalada en la expresada abertura bucal. La familia Bullidae, á la que sirve de tipo el género que me ocenpa, encie- rra mumerosas especies, tanto fósiles como vivientes, siendo éstas buenas nada- doras y Carnívoras. 3. Marginella sp.? Molusco gastrópodo, tipo de la familia Marginellidae, de caracol pequeño, liso, ovoide y alargado, de espira poco saliente; columnela con pliesnes oblicnos, que apenas se manifiestan en los dos únicos ejemplares examinados; última vuelta algo ensanchada por detrás. Boca larga y extrecha (presentando una corta y ancha escotadura, dice la descripción, destruida en los referidos); labro espeso en lo que de él queda. Todas las especies comprendi- das eu este género, son terciarias y actuales; viviendo estas últimas, tanto en las playas arenosas como en las rocallosas. 4. Marginella sp.? Caracol pequeño, piriforme, destruido en la última vuel- ta, y en lo demás como el anterior. Estos caracteres acercan la presente especie á una Pirula, en su más alto sentido. Mas por sus semejanzas con la precedente la considero como simple subgénero. 5. Cerithium sp.? Molusco eastrópodo, tipo de la familia Cerithidae. El só- lo ejemplar colectado se hallaba reducido á la última vuelta del caracol, con la parte correspondiente á la boca más completa y confusa en el resto. Abertura bucal relativamente pequeña, subcuadrangular al parecer, de canal corto y la- bro extendido: quizás también imperforada. En el interior y arriba de la boca, presenta dos cordones cirenlares, medianamente eruesos, que fieuran pliegues; por este carácter bien pudiera tomarse como una Verínea, que le es próxima; pero las especies de este género son de un tiempo geológico anterior, es decir, cretácicas y no terciarias. 6. Tylacodes sp.? Dudosamente coloco en este género á un molusco gastró- podo de la familia Vermitidce, el cual presenta los sienientes caracteres. Ca- racol tubuloso, cilíndrico, con espira reeularmente arrollada, de cinco vueltas al- go arqueadas, deprimidas y bombeadas. Las dos últimas aumentando rápida- mente de tamaño y un tanto despegadas: en su conjunto, de tipo trocoide. Boca dirigida al frente, amplia y arredondada al parecer, por estar aplicada contra la roca: la refiere al tipo buliforme. Me cabe la duda de si el relleno mineral que forma el modelo, comenzó á MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE VERACRUZ. 3 [9] O depositarse desde en vida del molusco, como pasa en los Mugilos, también vas- trópodos, pero de distinta familia; en éstos, el depósito mineral se hace prema- turamente, y el animal tiene que replegarse más y más á las últimas vueltas del caracol. «A consecuencia del crecimiento del polipero sobre el cual viven, dice Fis- cher, quedarían encerrados, si no prolongasen su abertura bajo la forma de tu- bo, á fin de mantenerla siempre en la superficie de aquél.» 7. Lucina sp.? Molusco lamelibranquio ó pelecípodo, de los más elevados en este orden. De concha bivalve, como en la de casi todos ellos; transversalmente oval y bombeada: con un surco marcadamente señalado, que parte de los nates y termina en el borde posterior; lúnula bastante visible y con el exterior de las valvas adornado de estrías concéntricas, pero que en el caso son poco aparen- tes. Por ser éstas casi lisas, subequivalves y de gran tamaño, la presente espe- cie se aproxima á la L. gigantea de la cuenca de París, incluida, así como otras, en el subeénero Mitlha. S. Arca sp.? En el orden serárquico de la organización, las especies de es- te cénero son inferiores á las del anterior; hé aquí sus caracteres. Concha me- diana, equivalve, alargada transversalmente y exornada de costillas radiantes. Borde cardinal recto, nates dirigidos hacia el borde anterior y debajo la área bastante alta. Encierra en sus distintos subeéneros numerosas especies tercia- rias y actuales; las últimas, especialmente en los mares cálidos, y algunas de ellas, en la zona abisal. Paso en seguida á exponer alennas consideraciones generales de orden veológico que ilustrarán aúu más el presente estudio. En tres etapas que se sucedieron en lareos intervalos, las fuerzas continen- tales invadieron con sus productos, los dominios en que las oceánicas habían reinado como absolutas. Si en el paleozóico, la emisión de rocas fué la primera que puso á rayasu po- derío, las volcánicas del mesozóico las obligaron aún más á retroceder, con nota- ble incremento de la tierra firme. Por último, las mismas del cainozóico, conti- nuando la obra comenzada, redujeron considerablemente su poder en extensión. En la región considerada, al surgir la cordillera de la Sierra Madre Orien- tal, el núcleo de ellas quedó constituido por las primeras, es decir, las paleozoi- eas; el primitivo fondo marino levantado entonces, no quedó permanentemente á Inz, sino encubierto por los depósitos que más tarde se le sobrepusieron: en otras palabras, subyacentes y no superyacentes. Mas no así el segundo, cual fué 60 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. el del mar eretácico, que vino á completar aquel relieve: esta es la segunda eta- pa á que se alude. En la tercera, que al caso coresponde, el lecho del mar ter- ciario uo fué levantado sino que sus aguas fueron arrolladas por el torrente de materia incandescente vomitado por los volcanes que se abrieron en sus orillas; formándose, de tal suerte, una elevada plataforua, á la que sirvió de cimiento el propio lecho marino que la sustentaba. Así es como aparecen en la barranca de Santa María, las rocas volcánicas y sedimentarias pleistocénicas, descansando sobre las miocénicas ó pliocénicas, del expresado origen, exclusivamente marino. Este punto lo resuelven las es- pecies fósiles allí depositadas, peculiares de estos períodos. La fauna que repre- sentan tiene efectivamente, grandes puntos de semejanza con la del propio tipo zoológico que actualmente vive; este sólo hecho proporciona suficiente apoyo para no asienarles mayor antigiiedad. Si alennas de ellas no obstante, pudie- ran hacer pensar lo contrario, es indudable que fueron recogidas de un yaci- miento próximo, que si ciertamente data de más remota época, quedó en efecto, asentado en el principio de este relato, que no lejos de Mapaxtla, afloran las ro- cas cretácicas del mesozóico, que á falta de restos organizados, sus caracteres li- tológicos así lo muestran. Si el fondo de la referida barranca de Santa María, formó parte de aleún litoral ó si se extendía más bien mar adentro, la sola con- dición mesolóvica de las especies podra decidirlo. Me inclino á lo primero en atención á que los hábitos de todas ellas, á juzear por los de las contemporá- neas, no son los que corresponden á las pelásicas. Comparando de los menciona- dos ríos, eu cuanto ásu altura sobre el nivel del mar, sus respectivos álveos ó lechos, las aguas del segundo corren á gran profundidad y superficialmente las del primero. Las de aquél, sobre terreno terciario ó cainozóico, mientras que las del último en secundario ó mesozóico. Por lo tanto, el régimen de las agnas debió ser, en su origen, distinto en ambos casos. Por último, depósitos vol- cánvicos de gran potencia flauquean al de Santa María, y débil capa de sedimen- tos recientes al de Mapaxtla, y sin que en éste, los anteriores dejen también de contribuir en corta escala. NOTA ADICIONAL. Los bancos horizontales del terciario de la región de Santa María Tatetla y que tan sólo ex- ploré rapidamente en cortísima extensión, los refiere el Sr. Prof. E. Búse del Instituto Geológico Nacional al Plioceno, dividiéndolos en dos, superior é inferior; el segundo contiene, principalmen- te, Ostrea, Amussium y Encope, y el primero, numerosos gastrópodos y pelecípodos: mi estudio se refiere, seguramente, á este último. En su lista de 29 especies, del todo clasificadas, no señala nin- guna de las colectadas por mi, con excepción del crustáceo que quizá sea el mismo; así como tres moluscos, respectivamente denominados por él, Balanus eburneus, Gould, Area teniata, Dull. Lu- cina quadrisulcuta, d'Orb y £L. pectinata, Gmel. Fuera de éstos, en su repetida lista están repre- sentados con una ó varias especies, los géneros Encope, Pecten, Amussium, Pinna, Anomia, Ostrea, Ecevicardium, Dosinia, Venus, Solecurtus, Semele, Panopcea, Xenophora, Sigaretus, Turri- tela, Cerithium y Strombus. LA NATURALEZA, Paso del Río de Mapaxtla. JE Ps 1 [en y STE LA NATURALEZA. Lam. XIII. Fondo de la barranca de Santa María Tatetla. (Aflorando á lo largo del río, bancos de caliza terciaria, dislorados y desgastados por erosión.) Se E, E PANA NOA EZ LAME AUMIABS Fauna fósil de Santa María Tatetla. 1, Balanus sp?—2 y 2a, Bulla sp?—3 y 3a, Marginella sp?—4 y 4a, Marginella sp?— 5, Cerithium sp?— 6, Tylacodes sp? 7, Lucina sp;? Arca sp? JOE LA GRUTA DEL ATOYAC. El autor dedica el presente artículo, al dis- tinguido naturalista, Sr. Dr. D. Manuel Urbina y Altamirano, en debido homenaje á su memo- ria y como sencilla ofrenda de personal afecto. a + N un Ingar próximo á la costa del Golfo mexicano, situado á S6 kilómetros al Poniente del puerto de Veracruz, se levanta un gra- po de cerros, qne en no interrumpida cadena, se relaciona con la Sierra Madre Oriental, formando como un primer escalón, para subir á la gran Mesa Central de México. Me refiero al macizo que flanquea las cuencas de los ríos Seco y Atoyac, los que unidos en el paraje llamado La Junta y mucho más adelante con el Jamapa del que son afluentes, signen su curso en rambo oriente y desembocan en el mar en un lugar de la costa llamado Boca del Río, situado á 10 kilómetros al sur del expresado puerto. El segundo de los citados, ó sea el Atoyac, nace en las vertientes del río de Orizaba, y rodeando por el Sur recorre un trayecto de 60 kilómetros; antes de unirse al primero, como queda dicho, se precipita en el fondo de una profunda barranca, abriéndose paso por un tajo abierto sobre los cerros, y con moderado caudal de aenas en tiempo de secas: este es el Salto del Atoyac, que divide al cauce en dos canales, superior é inferior, corriendo tranquilas las agnas en este último, á corta distancia del Invar de la caída, en que se agitan espumantes y tumultuosas con un ruido ensordecedor. Aquel cuadro animado con la suntuosa vegetación que tapiza las paredes de la cañada, impresiona agradablemente la vista con los múltiples motivos de su armonioso conjunto. Pero lo que más despierta la curiosidad en tan bello sitio, es el de escudriñar la primorosa grnta, que sin aparato alenno en el exterior, abre sn estrecha boca como á lamedianía de una de las paredes de la barranca, á menos de 100 metros del borde del abismo y precisamente frente á la caída. 9 62 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. Cuidadosamente tapada por la mano del hombre, largo tiempo permaneció ¡9- norada, hasta que la casualidad hizo que la descubriera un cazador, y de enton- ces acá, ha sido visitada por iunumerables personas. No merece por cierto el epíteto de grandiosa, pero sí el de artístico relicario, por las admirables obras de la naturaleza que encierra, á las que bien puede aplicarse tal calificativo. La existencia de esta ernta fué bien conocida de los aborígenes, como lo comprueba la clase de artefactos de cerámica encontrados en su interior; ciertos de ellos fueron recogidos personalmente por el Subdirector que fué del Museo Nacional, Sr. Arquitecto D. Francisco Rodríguez, y fienran ahora en las colec- ciones del citado Establecimiento. Precisamente entre los kilómetros 338 y 339 se halla tendida la vía del Fe- rrocarril Mexicano, sobre la bóveda de la gruta, percibiéndose en sn interior, con toda claridad, el paso del tren. Junto á la boca del túnel núm. 1 por donde penetra el convoy de bajada se abre una estrecha vereda que continúa poco á poco en descenso, á lo largo de una de las paredes de la barranca, describiendo cerradas curvas para atenuar la incli- nación de la pendiente, y protegida en toda su extensión por rústico pasamano, la bajada no presenta mayor peligro. La vereda termina exactamente en la bo- ca de la grnta, la que tiene el aspecto de una erieta angular de moderada am- plitud. Mide respectivamente, en alto y en ancho como 3*/, metros por 2*/, ídem; el último tomado en la base, pues insensiblemente se angosta hacia arriba como lo pide la fienra. Regularizada á medias, intencionalmente, se halla en la actua- lidad cerrada con puerta de fierro, pues siendo de propiedad particular, sn due- ño ha querido explotarla. Con poca dificultad se cruza el umbral sobre las peñas que se levantan ála entrada, y por ellas se desciende á menos de 4 metros para alcanzar el piso de la gruta, cuya altura respecto del nivel del mar es inferior á 360 metros, estan- do precisamente la de la estación del Atoyac á 461. La mencionada boca mira al SW. y sigue á continuación estrecho y tortuoso pasadizo, en rumbo al NE; en su priucipio presenta un irregular ensanchamiento lateral y por doquiera ex- ornado de estalactitas. Este tramo desemboca en lo que se ha llamado primer salón. Del centro de la bóveda se levanta una cúpula que aumenta notablemen- te su elevación. El fondo termina en una doble arcada de brazos designales sos- tenida en su medio por una grnesa columna en forma de doble cono; uno di- recto y el otro invertido, ó sean respectivamente, estalagtita y estalacmita, con caprichosos calados en su punto de confluencia. De la misma bóveda penden MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 1059) otras más de las últimas, igualmente cónicas, é imitando las de las paredes, be- llísimos cortinajes: á este tramo le llamaré, «El Vestíbulo. > Dimensiones. Largo, S metros 50 centímetros; ancho, 5 metros. (Con el pro- medio de altura). El seenudo salón algo más amplio que el anterior, de acupu- lada bóveda también, y con la misma orientación, ostenta en su dintel, el doble arco mencionado y en sus paredes masas abullonadas de caliza estilaticia: juz- go á propósito desienarlo con el nombre de «El Gabinete.» Dimensiones. Largo, 9 metros 50 centímetros; ancho, 5 metros 60 centíme- tros. (La altura no se calenló). El tercer salón cambia bruscamente de rumbo, de NW. á NE. y casi en án- enlo recto con el anterior. El lareo y el ancho de mayor tamaño que los prece- dentes, pero en altura se reduce á la mitad y sin faltarle una elevada cúpula. Las estalactitas que llamaron particularmente mi atención, reproducen con cierta fi- delidad la forma de un molusco cefalópodo, bien conocido, y que señala el nom- bre con el que me ocurre desienarlo, cual es, de «Los Pulpos.>» Mas en una descripción publicada hace aleún tiempo, en el «Mundo llus- trado» de esta Capital, se mencionan importantes detalles que no puedo ratifi- ear, pero que no dudo que sean verídicos. Dice así el articulista: <á la izquier- da de la entrada y contra el muro, una preciosa estalemita fienra el cuerpo gi- gantesco de una mujer visto de frente, con el rostro cubierto cou un velo que cayera de un alto peinado, y más adelante y del mismo lado, delgadas estalac- mitas descendiendo desde considerable altura, en forma de ernesos cortinajes, dan la idea de un soberbio dosel, bajo el cnal, las filtraciones que se aglomeran parecen un trono; aparte de estas maravillas, y á erande altura, se admira una especie de púlpito primorosamenute esculpido y adornado de mil afilieranadas colgaduras que parecen hechas en mármol, por el milagroso cincel de un artis- ta gótico; en el centro hay hermosas estalactitas, suspendidas como por encanto y en el primer término una cúpula, como de 10 metros de altura.» Dimensiones. Largo, 18 metros; ancho, 7 metros 60 centímetros. Sigue después un pasillo largo y angosto. El expresado artienlista, dice: «que entre las extrañas estalactitas que lo tapizan, merece especial mención una, que vista de lado, semeja una ala arcangélica.> Dimensiones. Largo, 30 metros; ancho, 1 metro SO centímetros. El enarto salón en que el anterior desemboca, es casi cirenlar y con diree- ción al SE. La «Rotonda» es el nombre que propiamente le corresponde. Del techo arrancan dos elevadísimas cúpulas, y de muy alto cuelea una enorme es- talactita, á manera de candil. Entre unas columnas estalagmíticas aparece en el fondo un doble nicho. Acaba estrechándose, en donde nua abertura demasiado baja lo pone en comunicación con el signiente. Dimensiones. Largo, 9 metros 30 centímetros; ancho, 8 metros 90 centímetros. El quinto salón es bastante pequeño, y sin presentarse en él nada digno de mencionarse. 64 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. Dimensiones. Largo, S metros; ancho, 3 metros 30 centímetros. Del sexto salón puede decirse otro tanto; acentúandose en ambos la orien- tación del que les precede. Respecto de este último salón, dice, no obstante, el repetido artienlista, «que acertadamente pudiera llamarse «Sala de la Cama,> en razón de que todos los visitantes han encontrado erande semejanza con un lecho, en la rara acumnla- ción de filtraciones que se levantan en el centro de este departamento, y que en realidad lo imitan bastante bien, con finísimos encajes de la misma roca en su parte inferior; los muros parecen cubiertos de torres ó de bastas pilastras; á la entrada se encuentra una ancha mole de piedra á cuyo lado izquierdo existe una estrechísima abertura.» Dimensiones. Largo, 6 metros; aucho, 3 metros 90 centímetros. En el séptimo salón no se altera la orientación de los precedentes; es irregular- mente ovalado y muy amplio. Llama sobremanera la atención el singular as- pecto que presentan varias de las estalactitas que lo adornan; con bastante aproxi- mación pueden compararse á segmentos concadeuados del estrobilo de un me- dusario, próximos á desprenderse en sus distintas colonias: el de «Las Mednsas> es el nombre que le conviene. Dimensiones. Largo, 17 metros; ancho, 4 metros 50 centímetros. El artienlista, tantas veces citado, señala una estalaowita de eran tamaño que figura nu traje moderno de mujer visto de espaldas y colocado sobre un manequí. Por ser la más aparente en el fotograbado, se le da este nombre en la explicación. Mis compañeros y yo tomamos seguramente otro camino, pues no pasamos por el que aquél describe con el encabezado de «La Peña.» Dice así: «saliendo de la sala anterior, se continúa por una angosta y alta abertura y se entra á una calería estrecha y altísima, de 35 m. de longitud, que tiene alennos ensanclra- mientos en forma de hermosos gabinetes. Recorriendo el expresado trayecto se tropieza con un enorme obstáculo difícil de franquear; consiste en una barrera de rocas que por el lado de la entrada tendrá de 6 á 7 metros de altura, con pro- uunciada pendiente, y por el opuesto, como S metros en corte vertical; puede as- cenderse con el auxilio de una reata, mas para el descenso se hace necesaria una escala de cuerda. Convexa en la parte superior y resbaladiza por el lodo que la reenbre, deja encima un claro por el que no cabe un hombre de pie.» El octavo salón dobla en áugnlo recto rumbo al noreste, precedido por un pasillo corto y angosto; el mismo es de poca auchura y bastante alargado. Lo más notable que recuerdo de este tramo es una estalagmita de regulares dimen- siones, á la entrada y sobre la dereclia, que vuela de la pared á manera de una repisa de festonados bordes, y á 1 11. 60 arriba del piso; acribillada de pequeñas perforaciones, por el escape del gas carbónico, como es común observar en esta clase de formaciones; su masa informe agregada á esta particularidad, recnerda el cuerpo de un esponjiario: de aquí el nombre de este zoofito que le aplico á dicho lugar. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 65 Dimensiones. Pasillo: largo, 5 m. 10; ancho, 1 1.40. Salón: largo, 18 m. 50; anclo, 2 m. 10. A partir de un ancho macizo aislado, que se levanta á la izquierda y sin es- torbar el paso, enal si fuese una pilastra de sostenimiento, se prolonga la gale- ría antes citada hacia el mismo rumbo, terminando en fondo de saco; se divide en dos tramos, de no muy desigual tamaño, por un istmo ó estrechamiento. Se forman de esta manera dos salones que nada de notable ofrecen, marcados en el croquis con los números 13 y 14. La única razón que se ha tenido presente para la indicada separación, es la presencia de la eran mole de piedra indicada arriba, que así como las demás que allí existen, fueron respetadas por la potente fuerza demoledora que ejecntó la portentosa obra de aquel laberintoso subterráneo; mas no precisamente por su magnitud, que está muy lejos de ser considerable, sino por la magnífica de- coración que lo embellece, con un material de diamantina pureza que realza ma- yormente sn mérito. Dimensiones. Salón 13: largo, 15 m. 90; aucho, 4 m. Salón 14: largo, 11 m. 40; ancho, 3 m. 50. El noveno salón, que parte de la susodicha pilastra, dobla en ángulo agudo diriciéndose al noroeste. Bastante amplio á raíz de su nacimiento, otra nueva pilastra aún más poderosa lo obstruye eu el centro, dividiéndolo en dos pasillos circunvalantes que terminan en fondo de saco, mediante una dilatación trans- versal que forma el salón décimo. Dimensiones. Salón noveno antes de dividirse: largo, 4 m. 50; ancho, 2 m. 50; Pasillos: largo, 4 m.; ancho, 6 m. 60. Salón: largo, 12 m1. 30; ancho, 6 1m. Nuevo pasillo medianamente lareo parte del lado izquierdo, y siguiendo el mismo rumbo, termina en una ampliación de cortas dimensiones, á la que corres- poude por número, salón undécimo. Dimensiones. Pasillos: largo, 5 1m.30; ancho, 1 1m.80. Salón 11: largo, 4 m. 90; ancho, 3 m. 40. A la entrada de este salón y sobre la derecha del pasillo que en él desem- boca, se desprende otro más en ángulo recto y muy corto, el cual se dirige en dirección al Norte. A poca distancia se levanta un tercer macizo de arqueado contorno y el mayor de todos, que lo bifurca, y los dos que resultan desembocan á su vez en un final ensanchamiento transversal y dirigido de oriente á poniente, ó sea el duodécimo: cerrado por todos lados y cou alenuos apéndices ciegos en su extremidad occidental, que es hacia donde más se prolonga, pone fin al rami- ficado subterráneo brevemente descrito, enya única comunicación con el exte- rior conocida hasta ahora, es la boca que le da entrada. Dimensiones. Pasillos A y B, según el croquis. El primero: largo, 5m.; an- cho, 1 m. 40. El seenudo: largo, S m.; aucho, O m. 40 en lo más angosto. Salón 12: largo, 14 m.; ancho, 5 m. 90. La total extensión, según los datos anteriores, es de 228 1. SO. 66 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. La falta de material de acarreo sobre el piso de la gruta, así como el de al- eún otro intercalante en las paredes y bóvedas, como se vé en la de Cacalma- milpa, simplifica sobre manera el mecanismo de su formación. No obstante de que el primero pudo haber sido removido, de hecho, en la actualidad no hay in- dicio del paso de alenna corriente que por incesante trabajo de erosión, se hn- biese abierto camino á través de las capas de caliza compacta, depositadas ¿N si- tu por sedimentación química y levantadas después por eyección de rocas vol-- 'ánicas; determinándose así un sinclinal por doude pudiero correr las aguas, las que con el tiempo quedaron mejor encansadas por el aumento progresivo, en la profundidad de Ja linea del talweg. 1l corte trausversal de la gruta es siempre estrecho, no obstante los ensauchamientos que presenta á lo largo de su trayecto; mas 1o así el vertical, que en ciertos tramos al menos, es bastante 110- table. Bajo este concepto nos dá mejor idea de una grieta preexistente, por don- de las aguas meteóricas se infiltraron de arriba abajo, removiendo mayor can- tidad de material en los puntos de menor resistencia, ó más bien en donde su permanencia ó estancamiento fué más duradero: en todo caso el expresado ac- cidente localizó el trabajo de erosión en determinados límites. Como la exploración de la gruta fué el único objeto que me llevó á aquel lugar, de sólo ella puedo ocnparme en esta reseña; haciendo por tal motivo, pun- to omiso de la topografía y constitución seológica de la región en que se halla situada. Eu el reducido espacio que ocupa, tanto la formación como el terreno, manifiestan en lo fundamental, absoluta uniformidad desde el punto de vista que á una y otro corresponden. Así la primera, es sedimentaria y metamoórfica; el se- endo á su vez, se halla comprendido en el tiempo secundario ó mesozoico y con seenridad pertenece al cretácico ó período medio de él. Aparte se entiende, de los sedimentos cnuaternarios y del material de acarreo arrastrado por las corrien- tes: ambos extendidos en determinados Ingares, pero siempre dominaudo el caracterísco del mencionado terreno. Subiendo de la costa, los cerros que se levantan en el Atoyac forman como un primer escalón para encumbrar á la Mesa Central del Anáhuac. La caliza compacta y fétida de estos macizos presenta los mismos caracteres que la del ce- rro de Escamela en Orizaba, con echado variable y rumbo sensiblemente uni- MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 67 forme en las distintas vertientes. Dominando la de color blanco amarillento, pero siu faltar las que lo tienen cris azulado. Todas ellas se presentan en un grado más ó menos avanzado de metamorfismo, que á veces llega á convertirlas en ver- daderos mármoles, como lo revela su textura cristalina ó finamente granuda; con vetillas, además, de espato calizo ó depósitos margosos ó arcillo-ferruginosos intercalantes. En el acarreo suelen verse guijarros de andesita angítica y ba- salto, desprendidos seguramente de los conglomerados volcánicos, más ó menos retirados. No pude convencerme si en la pared opuesta de la barranca, á la en que se abre la boca de la gruta, se presenta otra formación correspondiente á un terre- no de distinta edad, como tal cosa sncede en la profunda barranca de Metlac, si- tuada mucho más arriba, en rumbo al poniente. Así el muro occidental de ella está formado de caliza compacta, mientras que el opuesto ú oriental de conglo- merado volcánico heterogéneo. Si así fuese, es de suponer que este material, des- cansando sobre rocas cretácicas, integra la parte alta del muro en donde el agna se despeña: y como sucede en tales casos, socavado más fácilmente el pie, la ca- beza se derrumba, y la caída retrocede: en el actual muy leutamente, por su dé- bil potencia efectiva. Otro accidente no raro, que también pudiera presentarse, es el de alguna falla ó resbalamiento, como el que al parecer se manifiesta eu el cerro de Esca- mela, que se levanta aislado á orillas de la cindad de Orizaba; el cual fué debi- do, á mi entender, á un movimiento de báscula en su mitad occidental; quedando las capas colocadas casi verticalmente en esta porción de dicho cerro, mientras que eu la oriental, tan sólo muy inclinadas como en un principio. En la línea de contacto de unas y otras se manifiesta en las primeras una textura claramente pizarreña, que pudiera atribuirse á un relleno extraño, pero quizá sea más bien debida á la inmensa compresión que sufrió la misma caliza. La presencia en ella de ciertos rudistas, en lo general inconocibles por lo incompleto y alterado de la concha, y el plesamiento de las capas, son caracteres distintivos de las del ere- tácico medio, que tienen amplio desarrollo en la región que nos ocupa. Sobre las mismas capas de caliza, dice el Sr. Prof. Allorge, son frecuentes en lo alto de los ríos, depresiones en forma de embudo: verdaderos pozos ab- sorbentes llamados sumideros que comunican en el interior con un sistema de cauales superficiales y profundos: los últimos frecnentados aún por corrientes de agua; los primeros permanecen siempre secos y más ó menos obstruidos por los derrnmbes y formaciones estalactíticas. La dirección de las capas es de Norte á Sur, su inclinación 759 al Este y los planos de juntnra ó grietas, sensiblemente perpendienlares á la primera. El plano de la gruta muestra una sucesión de Ca- ñones y cámaras, perpendienlares entre sí, y no desordenados. Los principales se dirigen en la dirección expresada; conectados por otros más pequeños y trans- versales que signen los planos de juntura ó grietas. En lo alto de la gruta hay una serie de pasillos superpuestos, estrechos y tortuosos, que terminan en el ex- terior, á juzgar por la corriente de aire fresco que se hace allí sensible. 58 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE VERACRUZ. Eu pleno invierno en que visité la gruta, la vegetación estaba casi muerta, al menos en la parte alta de la barranca; conservando la arbórea cierta froundo- sidad cerca de la caída á la que no pude llegar. A la distancia en que estaba, presentaba en conjunto todo el aspecto de un encinal; entre los (Quercus, segn- ramente se encontraba entremezcladas otras especies ienalmente propias de la región y del lugar mismo: Alnus, Clethra, Clerodendron, Ceesalpinia, Combre- tum, Plumeria, Litsea, ete.; entrelazando sus troncos, las Bignonía, Petrea, An- tigonium, Paullinia, Serjania, y otros más bejucos que tan fácilmente se multi- plican en estos lugares. Juzeo inútil insistir sobre este asunto, sin tener datos precisos, que me los proporcionaré más tarde, mediante una herborización he- cha en tiempo oportuno. No era propicia tampoco la estación para adquirir datos relativos á la fan- una; expondré, no obstante, algunos que no carecen de interés. De los animales de pelo y pluma, dos de ellos, por mera casualidad, vinie- ron á mis manos. De los primeros fué el Cuaqueche, ó Tuza real, Dasyprocta mexicana. Pequeño roedor más ó menos del tamaño de la liebre común, y que bien la representa en las tierras cálidas. Tímido como ésta y de rapidísima lo- comoción, por pequeños saltos, al menor peligro; pero en tranquilidad, su andar es excesivamente lento. De negro pelaje, algo burdo y ralo, salpicado de blan- co, y sobresaliendo algo el pelo á lo largo de la línea dorsal, á manera de una cresta. Largas patas traseras, orejas cortas, y tan sólo con rabo. Fuera de esta especie, dos más han sido señaladas en México: D. punctata y D. ístmica, distribuidas respectivamente al norte y snr de la zona ó faja, más ó menos aproximada del litoral del Golfo, en que todas ellas habitan, y oen- paudo el centro de la misma, la del Atoyac. La D. cristata de F. Cnvier, es se- enramente simple variedad de ésta, pero todas las especies mexicanas son bien distintas del Agutí de Azara, 6 D. acuti de Sud-América; aunque la D. fuliginosa del Brasil tiene con la descrita, suma afinidad. De los segundos, fué un ave verdaderamente singular, que bajo un modesto ropaje, oculta sorprendentes facultades, y la cual conocí por primera vez en el puerto de Alvarado; en esta ocasión me la hicieron ver cuando atravesé el río muy abajo de la caída y en plena costa. Es una zancuda brevirrostro, de la fami- lia Oecdinémidos: el Oecdinemus bistriatus de Wagler. Tiene los nombres vul- cares de Carretero, en Alvarado; Taratana y Tutupana, en Tabasco: quizá por onomatopeya estos últimos. y el primero imitativo por el carácter de la voz. De 42 centímetros de alto, cuerpo esbelto como el de una garza ó Ardea; ca- beza algo abultada, ojos grandes, pico robusto, verdoso en la base y negruzco Uy) yn ÍE LA NATURALEZA. Salto en la barranca del río Atoyac, Veracruz. LAM. XIV. LA NATURALEZA. Boza de la gruta del Atoyac (con su descubridor en pié.) LAN. E o A O LA NATURALEZA. LAM. XVL 5.” Salón. La rotonda. (en el centro del grupo el descubridor de la gruta y á la derecha del grabado, la figura de una mujer elegantemente vestida, vista de espaldas). y FIA ANA NUERA AS LAM. XVIL 7." Salón. El manequí. (por la razón expresada en el texto). A la derecha la figura que lo representa y á la izquierda el Jefe de la Exploración. O) Te = >) —=i LA NATURALEZA. LAM. -XVIII. 8." Salón. El gran espongiario. en el resto, de 5 centímetros de largo. Por encima pardo-obscuro, manchado de blanco y amarillento; el primero de estos colores, que es el dominante, en el centro de las plumas y los segundos en el contorno, y aquél también en el pe- cho, pero deslavado; garganta y vientre, blancos. Largas patas desnudas y ver- dosas, de 21 centímetros desde su arranque; dedos cortos, pues el de enmedio apenas mide 4 centímetros: la falta absoluta de pulgar, lo acerca mucho á un Ca- radrido. Bien dispuesto y preparado á la domesticidad, con ojo avisor y suma diligencia proteje á las ovejas en el campo, y como uu buen pastor cuida de que no se aparten del rebaño. Muy parecido en esto á otra zancuda brevirrostro de Sudamérica, pero de la familia Rálidos: la Chauna chavaria, que los finqueros utilizan para guarda y defensa de los patos y gallinas en los corrales, teniendo sobre la nuestra la ventaja de estar armada con fuertes espolones en el codillo de las alas. Además de lo dicho, la Taratana, según el Sr. Rovirosa, se cría en las casas para exterminar á las cucarachas, Blatta y otras sabandijas. Por último, en las agnas del mismo río se pesca un langeostín de exquisito ensto, quizás un Cambarus: muy superior en ésto al Inmilde Acocil de los la- gos del Valle de México: €. moctezumae. , pe Dgo A AA Chauna chavaria. (Ecdinemus bistriatus. Ja. LA OSTIONERA DE LA MANCHA. Al Sr. Ex-Director del Museo Nacional, D. Francisco del Paso y Troncoso. Presente de gratitud y respeto del autor. 2 N el mes de Enero de 1893, fuí galantemiente invitado por la perso- E na á quien dedico este trabajo, para pasar á su lado aleunos días en Cempoala, en donde se hallaba temporalmente radicado con el loable propósito de consagrarse al estudio arqueológico de las his- tóricas ruinas totonacas que dan nombre al expresado sitio, y que, 'e- como todos los de su género, era difícil de abordar. Tras larga y eS ó penosa labor llevó á buen término sus investigaciones, con la ni- mia eserupulosidad que le es característica, adunada á su magistral competencia en la materia. Bajo esta doble garantía, quedó bien evidenciada la exactitud de los resultados obtenidos y que se hicieron patentes en la Exposición Histórica de Madrid. En medio de antieno bosque, al que se calcula una edad no menor de tres y medio siglos, se levantan, bajo la sombra de añosos árboles, vetustas y derrni- das construcciones de piedra, arcilla y cal, que bien pudieron haber sido tem- plos, fortines y habitaciones; como son, entre las primeras, el de las Caritas y el de las Chimeneas, ambas formadas por superposición de dos troncos de pirámi- des cuadrangulares dispuestas en gradería y de cuatro á nueve metros de eleva- ción; á las últimas corresponde la señalada con el nombre de casa de Moctezu- ma. Todas ellas testifican el valer de aquella raza que tan bien supo aprovechar los elementos de que podía disponer; pero que, llegada su hora fatal, tuvo al fin que sucumbir, legando á la posteridad un nombre imperecedero. ¡Preludio de hechos heroicos, dignos de la epopeya que, como sagrados recuerdos, merecen conservarse en muestra mente! En la actualidad, aquellas silenciosas ruinas, en un tiempo animadas con el contiuno batallar de sus moradores, se ocultan á las miradas, bajo un bello tapiz MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 11 de follaje y flores, incesantemente renovado por la incansable mano de aquella próvida naturaleza. Eu el citado bosque dominan los árboles llamados Habilla, Fura crepitans de Linneo, de esbelto y elevado tronco, entre sí enlazados, y así las demás espe- cies arbóreas, con airosos bejucos, que sou tan característicos de la hermosa y exuberante vegetación de los trópicos. Al pisar un montón de hojarasca que rodeaba el pie de uno de ellos, estuve á punto de ser mordido por un Nauyaqui ó Cuatronarices, Bothrops atrox de Wagler: temible ofidio que, por la actividad de su ponzoña, rivaliza con la Co- bra de la India. Casi desembarazado de la maleza, ó chapeado, como dicen, uno de aquellos monumentos, quizá el de las Caritas, figura en la lámina 1. En aquella ocasión conocí por la primera vez la Ostionera de la Mancha y el Descabezadero del río de Actopan. La primera, tan conocida en el país por la importaute explotación industrial establecida en ella desde hace largos años, se halla situada en un punto de la costa de barlovento, 4 50 kms., aproximadamente, del puerto de Veracruz, en rambo N. NW. Sus coordenadas geográficas, sesún datos de la Comisión Geográfica Ex- ploradora, son las signientes: 199 35/ de lat. N. y 22 25/ de long. E. del meridia- no de México. El derrotero más fácil de seguir es el que parte de la estación de S. Fran- cisco la Peña, en el tramo de Jalapa á Veracruz del F. C. L; tocando en seguida de paso, por camino carretero primero, y después de herradura, los siguientes Ingares: pueblo de S. Carlos; ranchería del Agostadero, en donde se conservan aún las históricas ruinas de Cempoala; ranchería de S. Isidro y, por último, la Mancha; la respectiva distancia entre ellos es, poco más ó menos, de S, (2, 4 y 16 kms.; en totalidad 40. En el último tramo, es decir, entre S. Isidro y la Man- cha. el camino es una vereda que cruza por los bosques bajos de la costa, que en tupida vegetación se levantan vieorosos sobre antignos médanos algo retira- dos del mar. Es muy cómoda esta vía por lo accesible del camino y por la fres- enra que proporciona la sombra de los árboles; á la vez que se admira, al paso, una soberbia cordillera de montañas, en la que descnella por su mayor altura la llamada de Mannel Díaz. Haciendo un pequeño rodeo, puede seguirse otro ca- mino, partiendo del Acostadero, el cual conduce directamente á la playa por el Paso de Doña Juana: nombre de un riachuelo que desemboca en el mar por la 12 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. barra Mamada de Juan Augel. A lo largo de aquella playa, el camino es entera- mente plano, pero del todo descubierto; en cambio de este inconveniente, tiene el doble atractivo de poder contemplar muy de cerca, por aleunos kilómetros, el grandioso espectáculo del mar y recibir más directamente la agradable im- presión de la brisa. En razón de su despejado horizonte, se descubre desde lejos la serranía de la Mancha; como tal parece vista á larea distancia; mientras que por el primero se presenta de repente, al encumbrar cerca de ella, la prolongada barrera de médanos que la ocultan por completo. Se puede segnir, en fin, un tercero, el más corto de todos, pero incómodo por lo faugoso del suelo, especial- mente en tiempos de lluvias; como los anteriores, parte de S. Carlos y continúa río arriba sobre la margen derecha del caudaloso Actopan, que atraviesa de Poniente á Oriente la repetida población de San Carlos y desemboca en el mar por la barra de Chachalacas. Siguiendo este camino se llega primero al despo- blado de la Gloria, y cambiando de rumbo, se eruza el mismo río por el paso del Bobo y de allí se continúa directamente hasta la terminación, dejando muy á la izquierda las rancherías del Agostadero y $5. Isidro. Por cualesquiera de estos tres caminos se llega, en fin, al pie de un gran cerro que es el de la Mancha, el cual se atraviesa en la costa, como alta mura- lla, difícil de franquear al primer golpe de vista. Para pasar al otro lado se encumbra, no obstante, sin mayor difienltad, por una mal trazada vereda; se continúa después á lo largo de la falda, ó como fign- 'adamente diré, por una línea de flotación, pues se camina rozando la superficie de las aguas hasta arribar de nuevo á la playa, interrumpida en aquel sitio por el referido obstácnlo. El citado cerro, repito, se levanta á orillas del mar y como saliendo del seno de sus agnas. En prolongado espinazo se dirige oblicuamente hacia el interior de la tierra, en dirección de S. W.á N. E., aumentando más y más de altura. De ásperas y abruptas pendientes y en parte como desgarrado por las enérgicas ac- ciones erosivas, peculiares de la región. Lia base de aquel cerro expuesta al mar, se halla sin cesar batida por las olas, que durante los nortes suben muy arriba arrasando la vereda. Se hace entonces peligroso el paso, aun tomando precan- ciones para ello, como es la de capearlas, según dicho vulgar, con la mayor prontitud, pues, á pesar de este cuidado, se han registrado accidentes que estn- vieron á punto de ser funestos. La fiereza de aquel agreste sitio le da cierto aire de solemnidad, y su traslación á un lienzo sería de muy notable efecto pictórico. (Lámina 2). En alenna ocasión sopló el norte con tal ímpetu, que fueron arrojados á la playa incontables peces, principalmente Lisas, Mugil brasiliensis, y un gran tibu- rón, Carcharinus platyodon, que los vecinos del lugar remataron á palos, para poder atraparlos: el último menos peligroso que el Carcharias, que realmente es el verdadero. Aquel gran amontonamiento de rocas negruzeas y muy duras, aunque en MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 15 parte desmoronadizas y como espumantes las más bajas por su revestimiento 1ma- drepórico, surge á la manera de una mancha realzada, interrumpiendo la uni- formidad del suelo en lo demás enbierto de arena. Una vez pasado aquel cerro y colocado el observador en la playa, con la espalda vuelta al mar, se le presenta ante la vista el agradable espectáculo de una vasta laguna, de aguas tranquilas, límpidas y salobres, que se extiende al interior de la tierra, y con sus márgenes laterales sensiblemente paralelos, como los de un ancho canal; poblada, además, de una fauna mixta, entre enyas especies sobresale una que. por su abundancia, es objeto de una Incrativa explotación industrial. Por su posición topográfica, viene á la imaginación la idea de que, en su principio, pudo haber sido un gran estnario, que con el tiempo quedó al fin aislado del mar, al menos temporal- mente. En breves palabras completaré la descripción de aquel interesante re- ceptáculo lacustre, en lo que me fué dable apreciarlo. Colocado el observador en la playa que lo separa del mar, como queda di- cho, rodea por su margen izquierda la falda del lareo espinazo de cerros de la Mancha, protegida por una barrera de médanos; el de la derecha corre libre- mente en terreno despejado, y detenido el del fondo ó límite interior por otra barrera ¡enal á la primera por su constitución litológica, pero de mayor altura. En su terminación, se extiendo transversalmente la laguna por ambos lados. en fieura arriñonada ó, si se quiere, elíptica; en esta porción desvaneciéndose sus márgenes en ua área pautanosa. La confienración total de ella puede muy bien representarse por la letra T ó una doble escuadra. Según datos informativos, el brazo derecho es corto y recto, mientras que el izquierdo, largo y arqueado, ro- deando el cerro. El canal principal ó tronco, puede estimarse en 1000 á 1500 metros de lareo y 200 á 300 en anchura. El secundario ó transversal, de 1500 á 2000 y 100 4150, respectivamente: en la localidad se aprecian estas dimensiones en cifras más elevadas. Su profundidad en el centro ó erncero excede segura- mente de 5 metros; en la línea intermediaria, de 1 á 1*/,, reduciéndose más y ás, en desván, acercándose á las orillas. A la derecha de la laguna, ó sea en la dirección norte, vuelve á levantarse, próxima al mar, otra interminable barrera de médanos, con el frente siempre en talud ó pendiente, más ó menos inclinado; desbordándose siempre hacia atrás y cu- briendo con su propio material nua gran extensión de terreno, enarecido de impe- netrable boscaje, en el cual crece con profusión el zacate ó pasto de Guinea, Pani- cum jumentorum, y también el de Pará, P. molle; alvo más al interior se encnen- tra el paraje que en cierta época sirvió de refugio á nuestro primer magistrado, euyos respetables nombre y apellido aún conserva. Convendría llamarle «De- hesa Porfirio Díaz;> correspondiéndole el primero por el uso á que se le destina y con la singular coincidencia de recordar, á la vez, el del digno funcionario de quien recibió aquél valiosa y eficaz ayuda. En esta parte del eamino llamó so- bremanera mi atención, el ver regados, sobre el exterior de los médanos, innu- merables despojos de un canerejo de tierra, ó sea un Gecarcino, como si fuesen 74 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. restos de un festín. Así lo era en realidad, pues nuestro Mapache, Procyon mexi- canus, de costumbres noctívagas, sale de sus madrigueras á cazarlos. Esta cos- tumbre había sido tau sólo señalada en el P. cancrivorus de Sud-América, no siendo, por lo visto, exclusivo de ella. De vuelta á la playa, y caminando á lo largo de los médanos, se llega á un puuto en que éstos avanzan hacia el mar, en escarpado picacho de mayor altura, á manera de incipiente farallón, llamado «Cerro de los Icacos,> por abundar en él esa planta, Chrysobalanos icaco; desde lo alto de la cumbre se divisa, á no laroa distancia en el mar, un gran peñasco que surge de las aguas como un arre- cife. En aquellos contornos es muy conocido con el nombre de «Villa Rica;» en realidad es una obra artificial, resto de la primera población que fundó Hernán Cortés, desaparecida hoy bajo los médanos, y que sirvió de atracadero á sus na- ves. ¡Onántos recuerdos despierta la contemplación de aquel mudo testiso de tan memorables acontecimientos! Antes de proseenir adelante, dedicaré al mar unas cuantas palabras. De las capas supercalentadas del fondo y hasta donde la vista alcanza á percibir, se le- rantan de continuo, en multiplicados puntos de la superficie, pequeñas olas, co- mo eruesos crespones de blanca espuma, que desplegadas avanzan con vigoroso impulso, sucediéndose las unas á las otras hasta perderse en las orillas. A esta cansa, más que al viento, le atribuyo esta perenne y aparente ebullición. ¡Oh bello mar! si en cualquier momento me fuera dable volver á tí la vista, jamás me cansaría de contemplarte. Efectivamente, nada en la naturaleza im- presiona tanto el espíritu como el grandioso espectáculo que se desarrolla ante la mirada, eu el inmenso escenario de aquel líquido elemento. Continuando la reseña interrumpida por un breve iustante, llama la aten- ción en aquel lnogar de la Mancha una cordillera de cerros que se levanta á re- enlar altura, mucho más allá de la laguna, y que bien pudiera ser una ramifica- ción de la Sierra Madre Oriental; el del centro, coronado por una bufa ó berna- lejo, lleva el nombre de «Cerro de Bernaldillo.» La repetida laguna se alimenta principalmente cou las agnas dulces que ba- jan de los arroyos, que necesariamente aumentan en la época de las lInvias; el contenido líquido se vuelve entonces menos salobre, y desbordándose del vaso que lo retiene se pone en comunicación con el del mar: en una palabra, se abre la barra ó playa arenosa que separa á la una del otro, cruzándose ó cerrándose después duraute la estación de secas: si tal cosa sncediese en la alta marea, que- daría bien comprobado su carácter de estuario. Ku la última estación adquieren su mayor grado de salobridad, á la vez que recobran su completa quietud. Muy inmediato al arroyo del Paso de Doña Juana, y en comunicación con el mar por la barra de Juan Angel, en que aquél desemboca, se encuentra un penilago de aguas salobres; en su tranquila y límpida superficie vegetan aisla- damente unas cuantas matas de Stratiotes vulgaris, Ll. 6 Lechuenilla de agna, y nadando con desconfianza el pato de la costa, llamado por onomatopeya Picli- MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 15 chil ó Pijijiz es la Dentrocygna arborea, de costumbres arborícolas, cuya melo- diosa y penetrante voz se percibe á larga distancia; de paso haré notar que es nia especie afine de la D. fulva ó pato Coacoxtle de las lagunas del Valle de México. Como dato histórico, diré que cerca de aquel lugar se levanta un mon- tíenlo de regular altura que sirvió de atalaya á un vigía en la enerra del 47, para dar aviso á las autoridades de la llegada de la flota enemiga á agnas mexi- canas. Al contemplar desde esa altura el dilatado horizonte, en aquella direc- ción, el corazón mexicano palpita emocionado al recordar aquella triste página de sn historia. A la vista del penilago antes mencionado, conocido con el nombre de lagn- na de Chachalacas, viene á mi memoria el recuerdo de otro mucho más notable que visité hace cerca de media centuria con el carácter de naturalista y que año- ra para mí un pasado feliz. Me refiero á la famosa lasuna de Tamiahua. que se extiende entre Tuxpan y Tampico; este gran depósito de agua mide de largo 125 kms. y 25 de ancho como máximo; de tal suerte, que colocado el observador en el centro, sn vasta superficie forma horizonte con el cielo, dando cabida á erandes y pequeñas islas, cuales son, entre las primeras, las de Juana Ramírez, el Toro y el Ídolo, y de las segundas, la de Pájaros y algunas otras. Todas ellas cubiertas de abundante vegetación, y la última, que tuve más empeño en visitar, poblada de aves acuáticas, en tal cantidad, que bajo su peso se doblegan las gruesas ramas de los arbustos en que se posan; y tan incapacitadas de volar por su misma aglomeración, que fácilmente se toman con las manos; siendo, además, tan denso el enjambre de mosquitos que revolotean, durante la noche, como ja- más lo he visto en ningún otro paraje de tierra caliente; de tal suerte, que ape- nas hubo obsenrecido tuvimos que reembarcarnos violentamente para alejarnos de aquel insoportable sitio. Al acercarnos á él, llegaba á nuestros oídos un ru- mor parecido al que se percibe al aproximarse á una gran ciudad en completo bullicio, y que no era sino el arrullo de las aves, de que nos cercioramos al sal- tar en tierra. Aquella lagnua, por intermedio de un largo estero, comunica con el mar por la barra de Tanhuijo, en la que desemboca el río de este nombre, y separada de aquél por un cordón litoral en lo general angosto; ensanchándose tan sólo en ciertos lugares, y la parte que recorrí de él, poblada de bosques. Por sus pro- ductos, la repetida laguna es una pesquería de primer orden, tanto por la abnn- dancia como por la variedad de peces y mariscos, á cuya explotación muchas personas se dedican, y ny particularmente á la del robalo, Centropomus unde- cimalis, en tiempo de Cuaresma; conforme llega el pescado, se distribuye á lo 76 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. lareo de la orilla de la laguna eu grandes montones, para después salarlo, y una vez enfardado en tercios, se remite la carga á los centros de consumo. En la misma localidad conocí, recién muerto, al temible jabalí llamado Can- dangas, Dicotyles labiatus; de corpulenta talla, neero pelaje y hocico blanco, que auda siempre reunido en grandes manadas. Presencié también el modo de pescar otro animal no menos peligroso, cual es el lagarto, Cr. (acutus) pacificus americanus; esta operación se ejecuta por medio de un sencillo aparato llamado guillarda, y más propiamente villalda ó tala, pues consiste en una estaca de a- dera, como de veinte centímetros de lareo y aguzada en sus dos extremos; se ata por su medio á una cuerda suficientemente larga, cuya otra punta se fija en tie- rra, y envuelta de carne se pone á flote; en cualquier momento el auimal hace presa, sele atora en las fauces, y tirando de ella se saca fuera del agua, con más ó menos esfuerzo, según su tamaño; teniendo tan sólo cuidado de no acercársele, hasta que muera, para ponerse á salvo de los terribles volpes de su cola. Fní tam- bién testigo de un hecho singular: la muerte de un pobre perro que nos seguía, atacado aparentemente de tétanos, por haber devorado los huesos de un faisán, Crazx globicera, que en el campo nos sirvió de alimento; esta ave en sn régimen dietético acostumbra comer las semillas del bejuco llamado Chilillo, Rourea oblongifolia, que son sumamente venenosas, sin que le causen nineún mal; el ac- tivo veneno se acumula seguramente en los lmesos, como pasa con otros, dejan- do la carne sana: de aquí la costumbre de hacerlos desaparecer para evitar ac- cidentes. En aquel tiempo colecté numerosos ejemplares, tanto de la fauna como de la flora, que preparados se conservan aún en el gabinete respectivo de la Es- cuela N. de Agricultura. como viejos conocidos volví á ver á ciertos de ellos en la presente ocasión. La riqueza de la laguua de la Mancha consiste, como se ha diclo, en la abun- dancia del marisco que en ella se procría, interviniendo muy poco la mano del hombre para favorecer su propagación. Por su tamaño y calidad, tiene grande aceptación en el país, y muy superior, por tanto, al de otros lugares del mismo. En general, para muchos paladares, es un alimento agradable, que estimula el apetito, y fácil de diserir, aunque poco nutritivo. Este vivero natural, ú ostione- ra, se halla en explotación desde hace lareos años, aunque en reducida escala; pero sus rendimientos, uo obstante, son relativamente considerables. He aquí los datos que acerca de ella me pude proporcionar. Su personal se reduce á uu con- tratista y dos pescadores, con la correspondiente dotación de botes y útiles para el trabajo. Tienen señalada la tarea obligatoria de pescar diariamente 4000 os- MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. ati 2 tiones en toda la temporada, que comienza en Septiembre de cada año y termina en Abril del sicniente; recibiendo en pago la cantidad de $2.00 por cada millar. El trabajo comienza á buena hora de la mañana y termina autes de finalizar el día, ó sean S horas por término medio. Lia operación de la pesca es demasiado sencilla y poco fatigosa; el pescador, con el cuerpo metido en el agua, hasta la cintura más ó menos, toca con el pie ó remo las bolas ó cabezos de ostiones, co- mo les llaman; pues tanto esta especie como las demás, nunca viven separadas, sino siempre reunidas, ya formaudo extensos bancos, si lo permite la snperficie del suelo, ó bien, como en el presente caso, en grupos diseminados, que se le- vantan ereuidos y firmemente adheridos por su base á las piedrecillas del fondo, ó á las ramas del mangle prieto, Rhizophora mangle, que se extieuden debajo del agna; cada nuo de ellos compuesto de un número variable de individuos: de 15 á 20, por ejemplo. Esta costumbre obedece, al parecer, á la necesidad que tienen de defenderse de sus enemigos, pero con la desventaja de hacerse difícil la hematosis y la alimentación, en los que se hallan colocados más al interior del ernpo. Una vez tocado el cabezo, como queda dicho, el pescador lo desprende con la mano, auxiliada de un cuchillo; el cual le sirve, después de sacado del agtta, para despisarlo, es decir, separar uno á uno, teniendo el mayor cuidado de no romper la concha; pues salida el aona de ella, el animal perece, y bajo aquel clima, prontamente entraría en descomposición. Reunido todo el ostión pescado en el día, se procede á enfardarlo en costalería de jarcia, y al siouiente, se transporta la carga á lomo de bestia á la estación más próxima de S. Francisco la Peña; embarcándolo en seguida en el ferrocarril, para hacerlo llegar á su final destino. He aquí otros datos relativos al mismo asunto, que juzeo de interés el consienar, El peso neto de un millar de ostiones en su concha es de 100 kos., im- portaudo $6.50 el flete de ferrocarril hasta la cindad de México. En el mercado de esta plaza se cotizan á los signientes precios: $30 el millar, $2.50 el ciento y $0.50 la docena. Agregaré á los datos anteriores los siguientes: el predio de que se trata fué parte integrante de la antiena hacienda de Tortugas, hoy día fraccionada, de la propiedad de la familia Lascuráin. Desde hace iunchos años se halla en explo- tación la laenna, de la manera indicada, y en la actualidad por contrata con el dueño. El laboreo de las tierras, que es muy limitado, y el aprovechamiento de los esquilmos, están bajo la dependencia de un administrador de campo, con la correspondiente servidumbre. Eu lo alto de un médano próximo á la laguna, se halla edificada una casa de madera, de regulares proporciones, destinada para habitación, bodega y despacho. Eu torno de ella se agrupan en ranchería otras, por demás humildes, Por lo expuesto se comprende que la negociación referida es susceptible de mayores rendimientos y utilidades. Desde luego podría muy bien agregársele un departamento de pastorización, ó sea para la conservación en latas del aprecia- do marisco. La producción natural de la laguna quizá no fuera bastaute para 11 78 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. una explotación en grande escala, aunque mediante un cultivo bien dirigido pu- diera aumentarse lo bastante para poder emprenderla; así como también apelar al recurso de extenderla á la otra mitad de ella, que da vuelta al cerro, y que por ser de propiedad ajena no está comprendida en lo auteriormente expuesto. Todavía más: en la misma costa, pero más al Norte, se encuentran otros criade- ros que por su lejanía no son explotables económicamente; pero que con un sis- tema combinado, como el propuesto, dejarían pingiies utilidades; quizá en esta forma se había resuelto emprenderla una compañía americana que trató de ad- quirirlos por compra ó arrendamiento, pues de ello no estoy seguro. Ciertamen- te que no es una idea nueva la que propongo, pues en muestro mismo país está implantada de esta manera, y más particularmente en los criaderos de Corpus Christi, que se hallan dentro del territorio de los Estados Unidos. Para terminar este asunto, agregaré que en la costa de sotavento, ó sea la del Sur de Veracruz, como también en las del Pacífico, se encuentran otros viveros naturales de no es- casa importancia. Pero á todos ellos sobrepujan los de las costas de Tabasco, entre Paraíso y Dos Bocas; en donde se extienden, á las orillas de los estuarios y bahías, enormes bancos que en la baja marea quedan en parte á desenbierto; de tal suer- te, que las embarcaciones que en la alta marea entran para pescarlos, quedan varadas por doce horas si no se retiran á tiempo. Se explota el marisco, princi- palmente, para la extracción de la cal, mediante la calcinación de la concha, y la que, relativamente al peso de esta última, se reduce á muy poco. Considerando ahora el ostión desde el punto de vista zoológico, es un mo- Insco lamelibranquio ó pelecípodo y tetrabranquio, del orden de los Ostreáceos, familia Ostreídos y género Ostrea. Este último encierra numerosas especies que han poblado los mares desde las pasadas edades geológicas hasta la presente, pero nunca en los fríos, sino en los calientes y templados; procreándose, además, en número tan considerable, que por su aglomeración formau sus conchas enor- mes bancos. Se ha calculado que la postura de aleuna de las especies vivientes ascienden á más de un millón de huevecillos. Las especies primitivas, antecesoras de las actuales, aparecieron en el glo- bo en el período cretácico, aunque aleuna de ellas, al wenos, se remotan al car- bonífero, sucediéndose sin interrupción hasta el actual. Con toda probabilidad, la que nos ocupa es una superviviente de alenna del terciario, como se dirá des- pués. Las que hoy viven en diferentes lugares del globo fueron de muy antiguo conocidas y apreciadas por el hombre, en razón de sus excelentes cualidades ali- monticias, seleccionando poco á poco las más apropiadas para este uso. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE VERACRUZ. 79 Hay un detalle de organización en este género de moluscos, que tan promi- nente lngar ocupa en la clase zoológica á que corresponde, el cual se refiere á la sexualidad. Los individuos de las especies europeas, al menos los que pertene- cen á la Ostrea edulis, L., que es la más típica, son todos hermafroditas, y por el contrario, unisexuales los correspondientes á las americanas, á juzear por lo que así está comprobado en la O. virginica. Los primeros son, además, protoán- dricos, de tal suerte, que en todo caso la fecundación es cruzada. Parecería por esto que ciertas de las especies se encuentran en período evo- Intivo, que, merced al medio eu que viven, permanecen estacionarias; esta dife- rencia genética, señala en los nnisexnales un signo de inferioridad. Otro caso aná- logo he tenido ocasión de observar recientemente, en cierta especie vegetal de nuestra flora, la Saurauja villosa, D. C., de la familia de las Ternstroemiáceas, que crece silvestre en las tierras cálidas, la cual es nnisexual ó polígama, mien- tras que hermafroditas, las especies de otros Ingares de menor temperatura. Me inclino á la opinión antes espresada, por el hecho de que la unisexuali- dad puede ser menos favorable á la reproducción en el animal de que se trata, en razón de su vida sedenteria. En las nnisexuales, además, hay una verdadera postura de huevecillos, los que se presentan renuidos bajo la apariencia de una gota de sebo; en las hermafroditas, quedan encerrados en la coucha, y supongo que saldrán entonces al exterior, vivas las crías; teniendo en un principio vida independiente y órganos locomotores para poder trasladarse de un lugar á otro; los cuales pierden más tarde, inmovilizándose definitivamente. Me vienen á la mente estas observaciones, que parecerían fuera de propósito, si no estuviesen encaminadas al esclarecimiento de un hecho para mí ignorado. Preguntaba yo: ¿Cómo puede repoblarse la laenna de seres que pierde en tan excesivo número? ¿Bastaría para ello la semilla que allí queda, por la prodigiosa cantidad en que se produce, como se dirá más adelante? Por contestación se me dijo que la semilla venía siempre del mar cuando éste se pone en comunicación con la laguna; lo cual sienifica que en el principio de la vida, el medio exclusi- vamente marino es necesario para sostenerla y desarrollar el organismo. En la naturaleza estos moluscos viven siempre reunidos y sólo en los culti- vos se les separa. A este propósito, diré que euaquel luoar, el solo recurso emplea- do parasu propagación en el espacio, es arrojar piedrecillas en el fondo de la la- egnna; pues instintivamente buscan las crías un cuerpo suficientemente estable pa- ra formar el cimiento de la colonia; no juzgo tal medio del todo ocioso, pero el h.e- cho es quese fijan más bien, en las ramas del mangle prieto, quese extiende de- bajo del agua, como se ha dicho. Sea lo que fuere, esta costumbre ó género de vida, invariable y generalizada, obedece, sin duda, á la necesidad de defenderse de los ataques de sus enemigos; pero á todas luces es del todo antihigiénico, si así pue- do expresarme; pues tanto la hematosis como la alimentación tienen que ser in- suficientes en los individuos colocados más al interior de semejantes conjuntos ó aglomeraciones. Por lo que enseña la práctica de los enltivos, en la vida arti- S0 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. => == 2 == A = E = eS = ma z ficial á la que se les sujeta adquieren mayor desarrollo y se conservan más sa- nos, como lo indica el mejoramiento de su enalidad alimenticia. En la vida na- tural buscan para estacionarse las costas arenosas y de aguas tranquilas, siem- pre que encuentren en ellas firmes puntos de apoyo para fijarse. Aleunas espe- cies, sin embargo, se alejan mar adentro, y otras, por el contrario, más al inte- rior de la tierra, pero jamás en aguas dulces sino saladas. En el trauseurso de las edades geológicas, su número fué disminuyendo paulatinamente, y en la fauna viviente existen no pocas descendientes de aqué- llas, pero con caracteres específicos modificados. Como todo lo que al hombre es benéfico, este molnsco ha sido objeto de cni- dados especiales, con el fin de favorecer su conservación y propagación, llegan- do á tal grado el adelanto en esta materia, que ha venido á constituir una fuen- te de riqueza no despreciable. La industria de la ostricultura ha tomado, en efec- to, gran incremento en los países cultos; en esta nueva vida, la multiplicación de la especie es mayor, y mejores también sus propiedades culinarias, á seme- janza de lo que pasa en los demás animales. En mi concepto, sería prudente repoblar de tiempo en tiempo los vive- ros de que se trata, con individuos que aun se mantienen en sus condiciones na- turales; pues es de temer que los domésticos pudieran degenerar, ó bien desa- rrollarse en ellos enfermedades especiales por razón del cambio de vida, como se tienen ejemplos en el hombre mismo y en otros animales; mas joenoro si se haya creído necesario establecer esta práctica. Viene á corroborar la presunción anterior, el hecho de haberse señalado últimamente en el ostión, aleuna enfer- medad de origen microbiótico, que lo convierte en alimento peligroso. Los establecimientos á que me refiero, consisten en grandes estanques ó par- ques, como se les llama, perfectamente acondicionados y en comunicación con el mar; obligando á cada individuo á vivir siempre aislado, proporcionándoles, además, agnas tranquilas y sobrada alimentación: así confinados, están menos expuestos á sufrir los ataques de sus enemigos naturales. que se procura exter- minar con todo empeño. A este propósito, diré que en el criadero de la Mancha uno de los más temibles es el pececillo llamado Tontón, Balistes forcipata, se- oún entiendo, euyo aguzado hocico le permite separar las valvas de la concha, devorando impunemente al sér inofensivo que en ella se hospeda. El clima de los Insares en que están ubicados los parques, y la selección de las especies destinadas á su repoblación, inflnyen notablemente en el mejora- miento de la razas, desde el punto de vista que se persigue; proporcionando á los consumidores un artículo comercial de primer orden. Ocurre la idea de que bajo estas condiciones tienen que resultar productos híbridos, en los que deben modificarse necesariamente ciertos caracteres de las especies típicas, y aun en éstas, en virtud del cambio mesológico, tendrá que ve- rificarse algo parecido. En comprobación de lo asentado arriba, se tiene el dato de que los ostiones MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. sl de los mares cálidos son coriáceos; blandos y con mejor gusto los que se crían en los templados. Eu Europa, los más estimados son los de Ostende, Holanda, y el verde de Iuelaterra y Francia. Esta particularidad de coloración no es de ninguna mane- ra específica; pues depende, según opinan alennos autores, de la clorofila que impregna el cuerpo del auiual, tomada de las plantas que por intento vegetan en las mismos viveros, con el fin de favorecer la pululación de los pequeños seres animales que sirven de pasto al molusco. Otros observadores, por lo contrario, consideran que es determinada por una supersecreción biliar, ó sea un estado ictérico morboso. Otros, en fin, á lo que me inclino, la atribuyen á la naturaleza del suelo. Antes de pasar adelante, haré la observación de que los ostioues más esti- mados en México, como son los de la Mancha y Corpus Christi, no tienen el de- fecto apuntado arriba, no obstante la alta temperatura en que viven; al menos los primeros. El nombre específico que corresponde á la especie mexicana del Golfo, es el de Ostrea canadensis, el cual deja comprender que tiene una área de dis- persión muy extensa, acomodándose, por lo tanto, á vivir en condiciones clima- téricas diversas. Eu el lado Norte del mismo litoral ocupa más bien su lugar la O. virginica, la cnal, como que se intercala así entre aquélla, interrumpiendo su continnidad. Sin mayor fundamento, me inclino á creer que tanto una como otra existe en ambas costas: en la del Sur y en la del Norte. Por lo que respecta al origen pa- leontológico de estas dos especies, diré que la existencia de la O. virginica está comprobada en la fauna del terciario, y siéndole afine la O. canadensis, bien puede reputarse ésta como nua raza desprendida de aquélla. El ostión de la Mancha tiene la concha bastante alargada y moderadamente aucha; arqueada en su principio y con pequeños pliegnes longitudinales en sus zouas de crecimiento. Mide de lareo y de ancho 16X<8 ecmts., más Ó menos. Se ha dicho anteriormente que la pesca casi se suspende durante cuatro me- ses continuados del año, y toca la casualidad de que son precisamente aque- llos enyo nombre no tiene 7. Tengo entendido que esta práctica es general en todos los criaderos, y obedece á la conveniencia de respetar la freza ó desove que tiene lugar en ese lapso de tiempo, pues de lo contrario se perjudicaría la propagación; fuera de que el animal enflaquece entonces, haciéndose impropio para la mesa; no estando comprobado que se haga nocivo, como se cree, por las ptomanias ó toxinas que resnltan de dicho proceso fisiológico. 82 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. e Una playa arenosa, de anchura variable, como de 80 mts. por término medio, se extiende á lo lareo de aquel litoral; su material suelto y ligero es arrastrado por el viento hacia el interior de la tierra, formando, por su acumulación, una continuada barrera de elevados montículos llamados médanos; con su exterior ó frente en talud de 309 de inclinación, más ó menos, y 340 el interior, pero sus- ceptible uno y otro de variar; alcanzando, por otra parte, aquellos montículos, una altura que no excede seguramente de 50 imts., pero en lo general es mucho me- nor. En aleunos lugares avanzan hacia el mar, como incipientes farallones. Bajo la acción de las mismas corrientes atmosféricas que determina el levantamiento de aquel material, éste es arrastrado hacia el interior de la tierra, cubriendo una erande extensión de terreno, que paulatinamente se eleva hasta alcanzar una altura de 150 més., aproximadamente, y la cual marca el límite de la zona lito- ral; en ella están comprendidas grandes sabanas entrecortadas por corrientes de agna ó cambios de nivel del suelo; en ciertos Ingares, separadas del mar por una faja boscosa, diseminándose algunas de sus especies en el interior de las mismas. Ninguna otra roca aparece á la vista en todo aquel vasto arenal, con excepción del acarreo fluviático, transportado de más arriba, y sin dejar duda aleuna de su origen talasítico moderno; extendiéndose en posición subyacente, las capas del terciario y más seguramente los productos lávicos del cuaternario. Corres- ponden á las primeras, las tobas calizas y margas, así como débiles aglomera- ciones de fragmentos de conchas marinas que afloran en las orillas de los cauces más profundamente socavados, y recubiertos tales sedimentos por los segnudos. Deben considerarse los médanos como una formación eólica reciente, pues auuque su material constitutivo sea un depósito marino, transportado por las mis- mas aguas del mar á la tierra, el viento es el que se encarga de levantarlo en montículos movedizos, á cansa de la falta de cohesión de su principal compo- nente mineral, que es el cuarzo reducido á finísima arena. El solo medio eficaz que detiene su marcha invasora, es fijándose mediante las raíces de una vegeta- ción espontánea ó bien promovida intencionalmente. Los vientos alisios, que som los dominantes, soplan de SE. á NW. y más ó menos en dirección perpendienlar á la costa, distribuyéndolos á lo largo de una línea que corre casi paralela á la misma; bajo la dirección de los nortes, cambian aquéllos de dirección, como en uu giroscopio, y aunque es mucho mayor la energía de los últimos, no modifi- cau en gran mauera el alineamiento de los médanos por su limitado tiempo de duración. Diré, en fin, que el lado de la costa de que se trata recibe el nombre de barlovento por hallarse al Norte del puerto de Veracruz, y de sotavento, el opuesto del Sur. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 853 No en esta ocasión, sino hace más de 20 años, que, signiendo las márgenes del río de Actopan, pude cerciorarme mejor de lo anterior. En este material de acarreo que recogía al atravesar por los vados, están ionalmente representadas las formaciones arcaicas y cretácicas de las alturas, así como las expresadas. Acregaré alounos datos recogidos entonces. Algo más arriba de la población de aquel nombre, se abre el cauce del mencionado río al pie de un acantilado de rocas basálticas que se levanta á regularaltura, y desde la mitad de aquel, apro- ximadamente, se precipitaun erancandal de agua. Tras majestuosa eutrada, sigue su curso el río sobre un terreno cubierto de lavas, duras y compactas, á lo largo de la cañada de Actopan, que es una de las más pintorescas de la República; y después de correr un trayecto de 80 kmts., desemboca en el mar por la barra de Chachalacas. Aquel salto, llamado “Los Chorros” ó más bien “El Descabeza- dero,” es alimentado por los ríos de Noaliuco y Sedeño, que nacen en las faldas del Cofre de Perote y que, unidos, se hacen snbterráneos en un largo trayecto, bajo las capas de lava que obstruyen su cance común; saliendo después al exte- rior en el paraje llamado Chicnace, próximo á donde se despeña el agua. Se con- templa la caída en toda su plenitud, puesto de pie sobre los graudes peñascos que se levantan á corta distancia de ella, en medio de la corriente. A la izquierda del observador caen las aguas casi á plomo, desplegadas en largo cortinaje, y á su frente, como que resbalan sobre un plano inclinado, en enorme volumen. Realza sobre mauera la belleza de aquel imponente espectáculo, la frondosidad del terreno. Considerado el cerro de la Mancha desde el punto de vista geológico, clara- mente revela su origen volcánico, por hallarse constituído, en lo fundamental, por una dolerita de olivino ó sea nua uua roca basáltica especial, semejante á la del cerro de Guadalupe en Puebla. Sus caracteres son como sigue: compacta y algo granada, con tendencia á di- vidirse en lajas ó cuartones; negro-parduzca, poco lustrosa, tiraudo á lustre de cera, débilmente centelleante por numerosas partículas fesdelpáticas disemina- das en un magma labradórico y microlítico, que á la vez contiene pequeños mó- dulos cloritosos de olivino descompuesto; fractura desigual, casi astillosa, du- reza de 6. Aquel cerro lo considero como uu macizo eruptivo moderno, que se abrió paso á través de sedimentos más antienos por aua fisura radiando de un centro de gran actividad volcánica, la cual se manifestó en el próximo lugar en que se leyvauta la montaña del Cofre de Perote; pues, por su conformación, el referido cerro de la Maucha no tiene el carácter de las corrientes lávicas derramadas en nua extensa área de aquella zona. La existencia de un manantial de aguas ter- males en un Ingar cercano fué la última manifestación de la misma. La antigiiedad de la expresada formación volcánica pudiera remontarse á los comienzos del pleistoceno, pues, por su edad, la roca parece contemporánea de la llamada Jabradorita, una y otra auteriores al basalto común ó de olivino; 84 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. siendo en orden ascendente el paso ó eslabón á la traquita y traquiandesita, que, por emisiones sucesivas y no simultáneas, fueron apareciendo. En cuanto á la cordillera de cerros que se levanta más allá de la Maucha, á juzear por su configuración, parece audesítica y riolítica, la cúpula ó doma que corona á uno de ellos, y, de consiguiente, de más remoto origen; siendo proba- blemente un ramal de la Sierra Madre Oriental, que emergió durante el período plioceno.: Paso ahora á exponer alennas ideas generales acerca de la constitución geo- lógica de aquella región. Al terminarse la edad terciaria, quedó perfectamente limitado el contorno del Golfo Mexicano, enya extensión, en el período eoceno, era mayor que en el actual ó reciente; pero sin tener ya desde entonces su pro- loneación al NW., que como aucho brazo de mar ocupaba la región en que hoy se levanta la cordillera de las montañas rocallosas; el territorio actual de los E. U. estaba, de consiguiente, separado en dos partes: la occidental, muy angos- ta, y bastante aucha la oriental. Al finalizar el período plioceno de la misma edad terciaria, toda la costa Norte del Golfo, inclusive la de la Florida y la oe- cidental, que en cierta parte corresponde á México, se hallaban sumergidas bajo las aguas. En los principios del signiente, ó pleistoceno, fueron levantados los depósitos acumulados en el fondo del mar terciario, distribuyéndose á lo largo de sus antienas costas; por este medio quedó reducido el Golfo á sus dimensio- nes actuales. Al emergir la cordillera de la Sierra Madre Oriental, las capas eretácicas que limitaban auteriormente la citada cuenca marina, se levantaron á eran altura, al plegarse por la enérgica compresión lateral que recibieron. So- bre los sedimentos terciarios se extendieron después los cuaternarios, siendo los más notables de entre éstos, los de origen volcánico, que inundaron una gran parte de la misma zona. El levantamiento de las costas á que antes nos hemos refe- rido, no fué violento, sino oscilante y eradnal; formándose primeramente mares interiores de agna salobre, y después extensos lagos de agua dulce, poblándose sus orillas por los grandes mamíferos que vivieron en aquella lejana época, y enyos restos se hallan sepultados bajo las capas del cuaternario. Hablando del terciario, ó sea la primera edad del tiempo cenozóico dice el Sr. Profesor Agnilera «que apenas se encuentran representadas en México las divisiones media y superior (que corresponden, agrego yo, al eoceno y mioceno), por depósitos de distinta naturaleza, que indican las diversas condiciones en que se verificaron. Unos tienen el carácter local de depósitos lacustres, y éstos se en- enentran diseminados en la parte alta del territorio mexicano, es decir, en la gran Mesa Central; y los otros, de origen marino, más importantes en atención á la MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 85 superficie que ocupan en la actualidad, son también más uniformes, como que las condiciones bajo las cuales se formaron eran casi las mismas en la vasta re- gión en que hoy se manifiestan.» Más adelante dice: «en la parte baja de la costa del Golfo de México se pre- sentan las rocas terciarias formando una faja paralela al contorno actual del mismo; faja que al Sur de Veracruz se ensancha para cubrir casi todo el Terri- torio de los Estados de Tabasco. Campeche y Yucatán, internándose por el esta- do de Tabasco y por la parte oriental del Estado de Chiapas hasta la línea divi- soria entre México y Guatemala, al sur del pueblo de Tenosique. En aleunos puntos están cubiertos por el cuaternario, formando entonces interrupciones apa- rentes en la distribución de estas rocas.» «Los sedimentos marinos terciarios de la costa del Grolfo están compuestos de calizas de conchas poco coherentes, verdaderos aglomerados, que pasan por intermedios de conglomerados de conchas de cemento calizo más ó menos arci- lloso y blanco amarillento, a calizas compactas que descansan en calizas semi- eristalinas blanco agrisadas, que varían á calizas de color amarillo con interca- laciones de bancos, blancos y blanco—=rojizos. En la parte superior contienen fósiles que en otras partes del continente son miocenos, mezclados con formas pliocenas y formas actuales, y en la parte inferior parecen dominar las for- mas del mioceno.>* A lo largo de la costa y sobre los médanos, se extiende una faja boscosa de anchura variable, interrumpida á trechos por claros ó desmontes; entre los árbo- les se intercalan otras plantas de distinto porte, ó sean hierbas, matas y arbus- tos. Los más típicos de este abigarrado conjunto de vegetales, son sin duda las lianas ó bejucos, dominando los de tallos delgados y resistentes; pero los hay también gruesos y del todo leñificados, que en las obras de botánica se desig- nan con el nombre de sarmentosos. Estos últimos, sobre todo, se arrollan en los troncos y ramas de los árboles, suben hasta la cima, y de allí cuelgan en capri- elrosos festones, pasando de unos á otros; á tal grado se entretejen, que estorban sobremanera la marcha, siendo necesario el machete ó guaparra, como le llaman, para abrirse paso. Cuán hermosa se presenta la naturaleza en lo más recóndito de aquellos bos- ques, en donde ha sido respetada por la mano destenctora del hombre; y aunque no fuese sino en deleitosa lectura, en otras muchas partes la he podido admirar en el curso de mis estudios. Entre las narraciones publicadas bajo un título por demás sugestivo, merecen citarse, como modelos de buen decir, «Paisajes orien- % «Datos para la Geología de México,» por J. G. Aguilera y E. Ordóñez: púgs. 38 y siguientes. 12 86 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. tales» y «Bellezas de los trópicos,» de eximios escritores, y que tanto honran con su encantador estilo las letras hispánicas y anglicanas. En presencia de la realidad, la vista alelada no se cansa de admirar las in- contables plantas que con tau variado ropaje brotan de la tierra, viviendo en estrecho consorcio y sin que al parecer se perjudiquen, aunque si bien se exami- na, resultan no pocas víctimas. Un detalle: de súbito, un sonido fuerte y extraño que de pronto se desconoce, semejante al que produce el agua al salir de una cantimplora, interrumpe el si- lencio que reina en la espesura; es la almecada y melodiosa voz de un gran paser casi del tamaño de un cuervo, el Ostinops moctezumce ó Papán Real, de gargan- ta semi desnuda y muy dilatable, grueso pico alezuado y hermoso plumaje put- purino obsenro en lo general, y amarillo intenso en la cola; sus nidos en forma de erandes bolsas, los suspenden rennidos, como en familia, de las ramas más ele- vadas de los árboles. Como nota adicional, agregaré la lista de las especies, que al paso pude iden- tificar. Entre los bejucos de tallos delgados y resistentes. 19 —Petrea arborea, K. in H. B., ó Bejuco de caballo, y también Raspasom- brero, de flores con pétalos papiráceos, de un azul intenso muy agradable y as- perísimas hojas. 22 —Telanthera obovata, Mac. in D. C., de nombre vulgar desconocido, con florecillas blancas y satinadas, en enhiestos racimos. 32—Hiriwea macroptera? D. C. 6 Gallinitas, de singulares frutos samaridianos, con grandes alas desiguales y membranosas. 40 —Serjania racemosa, Sehum., ó Cuamuecate, nombre común á todos los pida que sirven para amarrar. 2.—Rouwrea oblongifolia, Hook. et Arn., ó Chilillo, - con abundantes racimos de A rojizas, y muy venenosa, como anteriormente se dijo. 69. —Mikania gonoclada, B. C., ó Huaco, de modesta apariencia, y á la cual especie, así como á las demás del género, se les han atribuído, sin mayor funda- mento, virtud infalible para combatir los efectos de la mordedura de las víboras y, en sgeneral, de toda ponzoña. 12 Passiflora sexflora, Juss., ó Granadita fétida, que en su aspecto y pro- piedades nada ofrece de notable. De las lianas ó bejucos provistos de tronco ó tallo leñoso y apenas ramifica- do, señalaré una Paullinia y una Malpighia, de especies aún indeterminadas, que así como las demás del grupo, presentan curiosas anomalías en la formación de las capas de madera, perfectamente descritas en las obras de botánica. En las dos señaladas y que me son familiares, el tronco de la primera tiene el aspecto de uu cable grueso, retorcido y nudoso, formado por varios torzales, y en el del segundo, que poca irregularidad revela en el exterior, la madera se halla dividida en gajos designales y radiantes, simples ó ramificados. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE VERACRUZ. 87 == == = Los árboles más notables de que me dí cuenta, pueden separarse en tres ca- tegorías. atendiendo al uso á que más partienlarmente se les destina: industria- les, económicos y medicinales. 19 Hura crepitans, L., 6 Habilla, muy abundante, de elevado porte y media- namente grneso el tronco. Proporciona excelente madera, y para su explotación en grande se ha pensado últimamente establecer un aserradero en toda forma. El corte es. sin embargo. peligroso, pues las heridas accidentales que resultan de este trabajo se hacen graves, si las toca el jueo lechoso y demasiado corrosivo que mana co-piosamente de la corteza. Sus frutos capsulares tienen de curioso el abrirse con estrépito, arrojando lejos las semillas. 29 Castilloa elastica, Cerv., ó Árbol del hule, y más antienamente, Holquahaitl de los indívenas, de mayor corpulencia que el anterior y aleo escaso en los ln- cares que recorrí. Es de suwna importancia industrial, por la gran cantidad de cancho contenida en el latex, que fluye con abundancia cuando se le hiere: pa- rece que hay otra especie que la supera en todo, y que sería preferible pro- pagar. 32 Cytharezxilon caudatum, L., 6 Roble, de reenlar porte y con madera muy apreciable por su gran dureza, pero del que apenas encontré al paso uno que otro ejemplar. 40 Ficus de varias especies: quizá, fuscescens, lapatifolia, longipes de Mi- quel y otras más. Todas ellas formau el grupo de los Amates 6 Higuerones de nuestras tierras cálidas, que tienen sinenlar predisposición, unas más que otras, de producir raíces advenedizas. las cuales descienden verticalmente hasta enterrarse en el suelo, tomando el aspecto de verdaderos troncos: tal parecen entonces, con- juntos de árboles distintos, injertados por la copa. Aprisionado por ellas el estipe de una palmera, en cuya cima germinan las semillas, aquella descuella entre su follaje. Se recomiendan por la buena calidad de su madera. 59 Pithecolobíuwm oblongum, Benth., ó Humo, de elevado porte y con largos racimos, erguidos, de flores blancas que sobresalen del follaje, los que figura- damente se comparan á humo que se desprende, y á lo cual alude el expresado nombre vulgar. Produce madera de regular calidad, pero en cuanto á ésto, la supera la P. multiflorum, ó Granadillo, del mismo autor, de que se me habló; pero del que no llegné á ver ni un solo ejemplar. 69 Eysiloma acapulcencis, Benth., ó Tepehuaje, de alto porte, siendo prover- bial la excesiva dureza de la madera que produce, y, al parecer, poco abundante. 72 Enterolobíum sp?, ó Nacaxtle y también Nazareno, por la goma que exuda, en todo parecido á gotas de sangre. 82 Piscidia erythrina, L., 6 Cocuite, Javin, Chijol y otros más nombres vul- gares; de reducido porte y floración precoz; cuando desprovisto de hojas y re- vestido tan sólo de rosadas florecillas amariposadas, sn aspecto es por demás ingrato. Más que por la dureza, la madera de esta especie se recomienda por su singular propiedad de petrificarse sumergida en el agna y la cual la hace ina- 88 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. preciable para obras de hidráulica. Su corteza es bastante venenosa, pues, arro- jada en pedazos en el agua, ocasiona la muerte de los peces. Tan mal empleo, que á menudo se le da, está prohibido por la ley. No es raro encontrarla en los lugares húmedos de la costa, en número 10 escaso. 92 Tecoma sp? 6 Flor de día, de regular porte y elegante aspecto por sus ho- jas y flores; pero más apreciado por la buena calidad de la madera, que por la belleza que ostenta; no siendo, por otra parte, de los árboles que más abundan. 109 Eitsea glaucescens, K. ¿n H. B. ó Sufricaya, de poca altura y nada fre- enente. Por su resistencia y corto diámetro, se nliliza el tronco para sostener los techos en las construcciones ligeras de la costa. No parece endémica, si la ex- presada clasificación fuese exacta, pues la tal especie la he visto vegetar en el fondo de las barrancas meridionales del Valle de México; se cosechan las hojas para substituir á las del laurel común ó de Apolo, Laurus nobilis, L., emplea- das de ordinario á guisa de condimento; tanto una como otra especie, de la mis- ma familia, pero la segunda exótica, 1102 Bombazx ellipticum 6 Ceiba (Ytzlamatl ó Titilamatl), de aspecto monu- mental y con excelente madera; tanto esta especie como la Eriodendron anfrac- tuosum, K. in H.B. y E. occidentale, Fr. et Pl. de la misma familia Malváceas, tienen también el expresado nombre vulgar; pero las últimas, más partienlar- mente, los de Pochote y Árbol del Algodón, pues los fentos se hallan repletos de un contenido algodonoso que envuelve á las semillas de las cuales nace. Sin establecer comparaciones, los últimos son de bastante corpulencia, y vegetan ieualmente en la misma zona; con la particularidad, entre otras, de tener el tronco erizado de puntas, que no son quizá sino yemas abortadas. 122 Cedrela mexicana, Remn., ó Cedro colorado; sin mayor fundamento, pues no estoy segnro de haber visto entonces esta especie; pero sí recientemente en los alredededores de Colima, en donde la llaman, Cóbano. En el Estado que me oenpa, pero más bien en la sierra, vegetan otras especies del mismo nombre vul- sar y de muy distinta familia, Juniperus virginianus, L., y J. flaccida, Sehl., con madera del expresado color, y blauca la del Cupressus thurifera, K. ¿n H. B. 159 Misantheca capitata. Rom. et Sehl., ó Laurel, como le dicen en la costa, de regular porte y madera bastante apreciada: quizá abundante en determinada zona. 149 Acacia cornigera, Willd., 6 Árbol del cuerno, Cuernitos ete., de enormes espinas Ímecas y estipulares de la expresada forma; llenas de hormigas, Pseu- domyrma flavidula, Sm.. que ocasionan crueles picaduras. Es una especie de erande extensión en el país, que se intercala en la flora de la costa, y empleada, según entiendo, más bien de combustible, por su corta talla. 159 Hibiscus tiliacews, Í., 6 Majalrua; muy abundante y no alcanzando las dimensiones de un verdadero árbol. Su corteza proporciona tiras ó correas, que sirven para amarrar. 16% Heliocarpus americanas, L., ó Cnaulahuac, Sonote y otros más nombres. En todo como el anterior. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 89 172 Chlorophora tinctoria, Gand., ó Moral amarillo; muy elevado y entiendo que no es nada escaso. Es un buen palo de tinte, pero quizá no sea tan apre- ciado como el que verdaderamante lleva este nombre, ó sea la Hematoxilon cam- pechianum, L. 182 Guazuma polybothrya, Cav., Cuahulote ó Guácima, que fué la especie que examiné y quizá se acompañe con la G. tomentosa y G. ulmaifolia, de otros antores. Es un pequeño árbol propio de las sabanas, que en sus frutos mucilagi- nosos proporciona un buen forraje al ganado porcino. Níás” Por lamentable confusión en la copia de mis notas del número que sigue, aparecieron graves errores en la impresión hecha en los Anales del Museo Nacional, que me apresuro á corregir hoy, reformando su contenido del todo. 199 Brosimum alicastrum, LL. Valdría la pena hacer un detenido estudio de este árbol interesante, llamado Ojite en la costa del Golfo y Capomo en la del Pacífico. Es de buen porte, hermoso follaje y menudas flores unisexuales é in- completas, insertas en receptáculos pequeños y elobosos. Las femeninas, una ó dos, sumergidas en el centro de aquéllos y rodeadas de masculinas numerosas. De las primeras resultan frutos drnpáceos, propiamente infrutescencias; pues los equiparo más bien á una sorosis, ó si se quiere á un sicono, que á uu eterio: es decir, á la mora más bien que á la zarzamora. Los granos solitarios están lle- nos de substancia amilacea en los cotiledones carnosos del embrión. Los frutos, cocidos y triturados, como los del maíz, reemplazan en la alimentación á este cereal cuando escasea, y las mismas hojas se aprovechan para forraje. Sería del todo una planta providente, si el latex que segrega, fuese alíbile como el de la Galactodrendron utile, K. in H. B., ó Palo de la vaca de Sudamérica, adscrita hoy al mismo género Brosímum. En alenna otra ocasión tuve en las manos una infentescencia pezonosa del celebrado Arbol del pan, Artocarpus incisa, L., las que suelen alcanzar el ta- maño de la cabeza de un hombre: especie asiática apenas aclimatada, por lo que sé, en la costa de Tabasco y en el raucho de la Trinidad, cerca de Córdoba. Tie- ne cierto parecido con la fruta que se vende en los mercados llamada llama, que proviene de la Anona excelsa, K. in H. B., y también á la Cabeza de negro ó Guanábano, de la A. muricata, L. Pero estos son verdaderos sincarpios aba- yados, ó sea un cierto género de frutos agregados ó múltiples; mientras que el primero, como he dicho, desarrolla verdaderas infrutescencias, ó sean frn- tos sinantocarpios que propongo llamar, artocarpio, colocándolo entre la soro- sis, como la piña y la mora, y el sicono, como el higo. En cierta variedad ó raza del Arbol del pan, que es más estimada, desapa- recen las aquenas envueltas en la masa feculenta del receptáculo, quedando es- ta sola; á semejauza de lo que pasa con las pepitas de la naranja, el hueso del aguacate, etc.; ¿tal aborto sería ocasionado, como se ha creído, por destrucción parcial de la médula, taladrando intencionalmente las ramas fructíferas, ó bien provocado por la acción de aloeún parásito? 90 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. Las tres citadas especies pertenecen á la familia Urticáceas, tribu Artocar- péas; y en la misma zoua de la primera vegeta la Castilloa señalada, y más arri- ba, la Sahagunia mexicana, Lieb., citada en el primer artículo, que quizá posea las propiedades del Ojite. La tribu Moreas de la misma familia tiene en la flora que me ocupa, dos re- presentantes, aparte de los Ficus: la Trophis mexicana, Bur., ó Ramou de Cas- tilla y la Chlorophora tinctoria, L., arriba citada. La primera, muy abundante, es por excelencia forrajera, y la madera de la segunda tiene el uso que señala su nombre específico. 209 Platanus occidentale, L., ó Álamo de tierra caliente, que vegeta en las orillas de los ríos, y verdaderamente ornamental. 219 Anona palustris, L., ó Árbol del corcho, de lugares pantanosos y humilde aspecto; revestido de abundante capa corchosa, que por su irregular formación y reducido tamaño del árbol, no es explotable. 222 Bursera gummifera L.; con duda refiero á esta especie el árbol llamado Chaca, que en la costa goza de gran reputación cono febrífueo, empleándose de ordinario las hojas para este uso. Es nno de tantos palos Jiotes, por su perider- miis, lustrosa y rojiza, que sin cesar se renneva. 239 Cordia ferruginea, Rom et Schul. A esta especie se aproxima el Bubo ó Gonguipo, árbol de mediano porte y bien formada copa, con bayas mucilagi- 1OSAS. De los árboles frutales, que sin enltivo vegetan en medio de los bosques, tomé nota de los siguientes: Jobo, Spondias dulcis var. acida, Eng. L.; Anono, Anona glabra, L.; lama, 4. excelsa, K. ¿n H. B.; Chicozapote, Achras sapota, 1.; Zapo- te prieto, Diospyros ebenaster, Retz; Zapote niño, Mammea americana, L., y el Papayo, Carica papaya, L. Eu los médanos próximos al mar, vegeta con profusión el Icaco, Chrysobala- mus icaco, L.., de que se ha hablado; así como también la Uva de la playa, Cocco- loba uvifera, L., el Croton maritimun, L., de hojas ribeteadas de amarillo, cuyo nombre vulgar ignoro y la Cassia sericea, Sw., ó retama. Por la particularidad de vegetar tanto en las orillas del mar, como en los terrenos salitrosos del Valle de México, merece Ingar aparte, el Sessuvium portulacastrum, L., 6 Hierba del vidrio. Entre las plantas que más eficazmente contribuyen á fijarlos, señalaré una Gramínea, la Opizia stolonifera, Prest. Eu cuanto á hierbas, matas ó arbustos más dignos de mencionarse, son los siguientes: Karatas plumier:, E. Marr, ó Cardón; Bromelta pinguin, L., ó Timbi- richi, Combretum farinosus, K. in H. B., 6 Peinecillo, Mucuna urens, L., ú Ojo de venado, y también Picapica, por el escozor tan insoportable que ocasiona y que se combate con la ceniza y Vitis tilicefolia, Willd. ó Uvilla cimarrona. Museo N. de Historia Natural. Agosto de 1910. Manuel M. Villada. MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE VERACRUZ. 91 NOTA ADICIONAL DEL AUTOR. Durante mi permanencia en Tamiahua, eu la época anteriormente citada, pude colectar ejemplares de varias especies ictiológicas y recogerinformes acer- ca de otras. Casi todas ellas son más ó menos estimadas como alimento, de apli- cación iudustrial aleunas, y sólo una ó dos notoriamente venenosas. De ciertas de las primeras prefieren los gastrónomos determinadas partes del cuerpo, en razón de su sabor más delicado, como dice un estribillo muy popular en la cos- ta: Yoaac Ochofezena. Tomado del Boletín del Comité Regional del Estado de Durango). NOTAS ACLARATORIAS.—El Sr. Prof. Rouaix, en un pequeño artículo publi- cado en el periódico de la Sociedad Científica «Antonio Alzate,» tomo XXIX, pág. 131, dice con justa razón que la planta llamada Hoja Sen en la frontera Norte del país, es muy dis- tinta de la que en el centro del mismo tiene el expresado nombre, y quizás con más propie- dad, pues aquélla está muy lejos de ser purgante. La primera de las referidas es la Flou- rensia cernua, de la familia de las Compuestas, y la segnnda, Cesalpinia exostemma, de las Leguminosas. Por lo que respecta á la llamada Mezquite extranjero en el anterior escrito del Sr. Prof. Ochoterena, abrigo la sospecha de que sea más bien el Cercidium flo” ridum y no la Parkinsonia aculeata. Al menos me parece oportuno hacer esta rectifica- ción en la planta que colecté hace años en San Juan de Raya, Estado de Puebla, conocida con el nombre de Palo manteco y que crece allí con profusión. Los expresados géneros son muy próximos, y entre las pequeñas diferencias que los separan, Bentham señala, aunque con duda, el color blanco en las flores de la Parkinsonia y el amarillo en las del Cerci- diuwm, que es el caso en la clasificada por mí. DH tanuel IN. Villada. * Son también muy abundantes los aceites esenciales en las plantas que estudiamos. Taylor y Tyndall creen que las esencias aromáticas tienden á interceptar el paso de los rayos calorificos, protegiendo de este modo á las hojas del ardiente sol del desierto; pero Sir John Lubbock opina que gracias á la repuenancia que inspiran los sabores fuertes y aromáticos á los animales herbívoros, las esencias protegen á las plantas de los ataques de éstos. 12 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 97 Este género consiste en seis especies que habitan todas el continente de Norte América. Dos de ellas visitan nuestro país: el P. sandwichensis llega, al Sur, hasta Guatemala, y el P. rostratus solamente hasta la costa oriental del Golfo de California. La definición del Passerculus no es muy pronunciada; pero la cortedad de la cola, comparada con la longitud de las alas, lo distingue de la Peucca y de otros géneros parientes. El plumaje es más ó menos manchado arriba y abajo, y el pecho y los flancos son macnlados. Generalmente el pico es aleo delvado, aunque más túrgido en el P. rostratus; el culmen, tomia y gonys casi rectos; las narices aparentes; la mitad superior de la fosa nasal cubierta por una membrana; las cerdas rictales son fuertes y llegan hasta la mitad del pico. Los cuatro cañones exteriores del ala son casi iguales, y los secundarios tienen casi la misma longitud; la cola está ligeramente partida y las plumas son algo angostas; el dedo medio es más corto que el tarso, pero los dedos y garras son un poco fuertes. «El Passerculus de las sabanas, dice Audubon, es uno de los pájaros más comunes y al mismo tiempo de los mnás graciosos que residen en Invierno en comarcas. Desde el mes de Octubre hasta el de Abril puebla nuestros campos y nuestros bosques. Vive en el suelo y se mueve con una rapidez increíble, casi igual á la de los ratones; sólo vuela cuando se le persigue ó sorprende. Su vuelo: es irregular, pero sostenido. «Prefiere los parajes secos y elevados cercanos á la costa. No se le encuen- tra en el interior de las florestas. En Invierno, estos pájaros se rennen comun- mente con otras especies y vagan por los jardines y campos, aproximándose mu- cho á las habitaciones. El Passerculus de las sabanas viaja de día; de noche duerme parado en el suelo. «Construye su nido en tierra, cerca de un haz de yerbas ó de un pequeño arbusto. Este nido, formado exteriormente de yerbas secas, está siempre acol- chado con materiales mny finos. La postura comprendo de enatro á seis huevos azul pálido manchado de moreno purpúreo. Este pájaro parece anidar dos ve- ces al año en los Estados del Centro, y una solamente en los del Norte. «Caza.—No conviene colocarlo en las habitaciones, pues su canto se com- pone de aleunas notas sordas; así es que se le caza nada más para que sirva de alimento. Además del hombre, tiene por enemigos los diversos halcones de América.» PASSERCULUS SANDWICHENSIS. Emberiza sandwichensis, Gm. Syst. Nat. L, p. 875". Passerculus savanna, var. sandwichensis, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. ' B. L p. 5382. (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature, “Les Oiseaux,” Vol, 1, p. 197, La Nat.—Ser. IL—T. IV,—Junio 1904, 13 HI A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. FPringilla savanna, Wils. Am. Orn. TI, p. 55, t. 22, £ 3”. Passerculus savanna, Cab. Mus. Hein. I, p. 131%; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L p. 534% Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. V, p. 390". Passerculus alaudinus, Bp. Comp. Rend. XXXVII, p. 918”; Baird, Mex, Bound. Surv. IT, Birds, p. 15*; Sel. P. Z. $. 1858, p. 303”; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 398"; Dresser, Ibis, 1865, p. 487”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p.552”, Passerculus savanna, var. alaudinus, Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. L, p. 537%; Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 21”. Passerculus sandwichensis alaudinus, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 363”. Supra fuseus, plumis sinoulis medialiter nigris, vertice medio fere immacu- lato, superciliis a naribus pallide flavidis, stria per oculos indistincte nigra; alis et cauda fusco-nigris pallide fusco limbatis; subtus albus, cervicis lateribns, pee- tore et hypochondriis niero guttulatis; rostro corneo, mandibula pallida, pedi- bus carneis. Long. tota 5-0, ale 2-8, caudee 21, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-75, (Descr. exempl. ex Dueñas, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. Norte América*”"**".—México?, Tamanlipas (Conch*), Veracruz (Su- michrast'”), La Parada (Boucard?), ciudad de Tehuantepec (Sumichrast%), Gua- temala' (O. S. et F. D. G..). «México, región oriental y Sur.» % Las aves de los Estados occidentales é intermedios, así como las de México, tienen, por término medio, picos más pequeños y delicados que las de los Esta- dos orientales, y más aún que las del extremo Norte, el verdadero P. sandwi- chensts. Aunque en apariencia es sedentario en Texas, pues el Sr. Sennett lo obser- vó en Mayo en Lomita, valle del Río Grande”, parece dudoso que sea más que un simple visitante de México y de Guatemala en Invierno; Sumichrast* lo con- sidera como tal en el Estado de Veracruz, y otros autores han tomado nota de su presencia en los meses comprendidos entre Noviembre y Marzo. En aparien- cia, al menos, no se le encuentra en la región occidental de México sino hasta el Estado de Oaxaca y el Istmo de Tehuantepec; en Guatemala está distribuido por doquiera, pero no abunda en ninguna parte; frecuenta los arbustos bajos que crecen á orillas de los lagos y arroyos. Aseguran que el nido está siempre hundido en el suelo”, y que lo hacen negliventemente con zacates secos forrados con materiales más suaves. Ponen cinco ó seis huevos; éstos varían considera- blemente, pues mientras en alennos el color del fondo es blanco verdoso con borrones de varios matices de moreno, rojo y púrpura en la punta más larga principalmente, donde las manchas forman uu círculo; en otros las manchas son tan mumerosas, que ocultan el color del fondo. «El P. savanna abunda de nu modo extraordinario en la región del Mis- (1) Laurencio y Beristain, p. 35, A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. > 99 souri, especialmente en la época de las emiegraciones. Permanece durante el [n- vierno en las partes donde el clima es más benigno y anida en las septentriona- les, y más allá, en la región que está al Norte del Cotean. En la estación de las crías se le encuentra en los valles de los ríos y en las praderas, donde se asocia con el Centronyz bairdit y con el Plectrophantis ornatus, formando parte de la pequeña avifauna de las praderas. Sus costumbres y aspecto general son tan parecidos á los del C. bairdit, que sólo se distingue á ambas especies con difi- enltad cuando están á tiro. El canto nupcial es dulce y simple; en otras estacio- nes gorjean débilmente y nada más. Anidan en el suelo, según he observado en todos los casos que me ha sido posible, y el nido se parece mucho al del Pooce- tes gramineus, pero tiene una cantidad de cerdas considerable. Los huevos son cuatro por regla general, aunque alennas veces llegan á cinco. Son algo raros, pues están tan profusa y uniformemente matizados con diversos tintes de moreno rojizo, que el color del fondo —geris claro con una ligera sombra verdosa— casi desaparece. Sin embargo, las manchas varían mucho. En el Norte de Dakota ponen, por lo común, en la primera y segunda semanas de Junio. Los huevos miden un poco más de tres cuartos de pulgada de largo por cerca de tres quin- tos de aucho. Un nido que encontré contenía dos huevos de Molothrus.»% PASSERCULUS ROSTRATUS. Emberiza rostrata, Cassin, Pr. Ac. Phil. 1852, p. 184. Ammodronus rostratus, Cassin, Il. B. Calif. et Texas, p. 226, t. 38” Passerculus rostratus, Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. IL, p. 542”; Ridow. Pr. U.S. Nat. Mus. V, p. 537% Belding, Pr. U. S. Nat. Mus. VI, p. 343?. Supra griseo-fuscus fere unicolor, striis obseuris fere absconditis; capite summo vix striato, alis et cauda fusco—nigris rufescente fusco limbatis; superci- liis sordide albis, stria rictali fusca; subtus albidus, entture, pectore et hypo- chondriis guttulatis; rostro robusto corneo, mandibula pallida, pedibus coryli- nis. Long. tota 4-8, alee 2-7, caudee 2-0, rostri a rictu 0-55, tarsi 0-85. (Descr. maris ex Guaymas, México. Smiths. Inst. n. 89,910). 2 mari omunino similis. Hab. Norte América'”**,—México, Guaymas (Belding”). «Baja California y Estado de Sonora.» “ (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 128, (2) Laurencio y Beristain, p. 35, 100 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Parece que la zona de distribución del P. rostratus está limitada á la costa de California y á las costas del golfo del mismo nombre. Se ha incluido en nues- tra fauna por los ejemplares obtenidos por el Sr. L. Belding en Guaymas”. Fué descubierto por el Dr. Heermann, cerca de San Diego, en la costa de California?, donde esa ave frecuentaba la playa nutriéndose con las semillas, etc., que arro- jaban las olas. Otros observadores lo han visto en sitios parecidos. Ienoramos que se haya tomado nota de su nidificación. POECETES. Pooccetes, Baird, Birds N. Am., p. 447 (1858); Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. Birds, L, p. 544. Poccetes, Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 364. Este género es pariente cercano de Passerculus; pero difiere de éste por te- ner las ¿las más largas en proporción á la cola, pues los primarios exceden con- siderablemente á los secundarios en longitud. La garra del dedo posterior es un poco más corta que en el Passerculus, los dedos laterales casi ignales al dedo medio sin la garra en vez de ser más cortos, y las plumas laterales de la cola, blancas en la parte exterior. El P. grammineus es la única especie del género distribuida con liberalidad en todos los Estados Unidos; en México reside en Invierno en las montañas. POZECETES GRAMINEUS. «Torito.» % Fringilla gramínea, Gm. Syst. Nat. L p. 922”. Pocecetes gramineus, Baird, Mex. Bound. Surv. Il, p. 15%; Sel. p. Z. S. 1859, p. 379”; Dresser, Ibis, 1865, p. 487*; Dugés, «La Nat.,» I, p. 140+. Pocecetes gramineus var. confinis, Baird, Brew. et Ridaw. N. Am. B. I, p. 5945”; Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 17” (1) A. L, Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México, “La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 324. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 101 Supra schistaceo-fuscus, pluma singula stria fusco-nigra brunneo limbata medialiter notata, vertice et cervice postica sicnt dorso striata sed striis anons- tioribus, loris et ciliis albicantibus; alis et cauda fusco-nigris eriseo-fusco lim- batis, illis albido indistincte bifasciatis, tectricibus minoribus castaneis, hujus rectricibus dnabus ntrinque externis albis, extima pro majore parte; rostro cor- neo, mandibula pallida, pedibus carneis. Long. tota 6-0, ale 3-4, cande 27, tarsi 0-85, dig. med. com uugue 0-85. (Descr. maris ex Oaxaca, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América**”.—México, Tamanlipas (Couch”), Boca Grande, Es- pía (Kennerly?), Guanajuato (Dugés”), Oaxaca (Boncard”), Jalapa (de Oca, Hóge). «Casi toda la República.»% Se ha dividido al P. gramineus en una raza oriental y una occidental; esta última, P. gramineus confinis, es la que encontramos en México. Hay muy poca diferencia entre ambas razas: el ave occidental tiene el plumaje más eris y más claro y las rayas negras más angostas. Aunque está profusamente distribuida en México, ha sido poco estudiada la especie y escapó á la observación de Sumichrast, á pesar de existir cerca de Ja- lapa. Parece, á juzoar por las notas que tienen nuestros ejemplares, que el P. gramineus visita México en Invierno, y que de allí emiera al Norte al aproxi- marse la estación de los amores. En los Estados Unidos el P. gramineus es un ave muy conocida; frecuenta los países en que abunda el pasto y es un pájaro característico de las escarpas cubiertas de yerba de las Montañas Rocallosas”. Se dice que su canción es sim- ple, pero sn tono dulce. Construye en el suelo un sencillo nido con tallos secos de zacate, y lo forra con zacates más suaves. Los huevos son de color blanco verdoso, marcados con manchas de diversos tamaños y líneas de diferentes tin- tes rojizos y moreno purpúreo”. «En Verano es sedentario y común. Anida. En la provincia Franklin per- manece alounos años desde mediados de Febrero hasta principios de Noviem- bre. Llegan en parvadas compuestas de un corto número de individuos y se ren- nen por parejas el 10 de Abril. Son hermosos cantores y sus más dulces melo- días resuenan á la hora del crepúsculo mezcladas con las notas de los insectos, el brillo de la Inciérnaga y el chillido del Cuerpo ruin. Es el himno véspero, y por eso el antor le llama Gorrión vespertino. Se le ha llamado también «el poeta de los campos.» Juan Burrows ha aprovechado su hábil pluma para describir los encantos de esa ave.» % «Allen observó que esta especie abunda en Denver y á lo largo de la orilla occidental de las llanuras, subiendo á veces más allá de los límites de la vege- (1) Laurencio y Beristain, p. 35. (2) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 70. 102 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. tación en la Sierra Nevada. Es numerosa en todas las regiones del Oeste que yo he visitado. El Sr. Trippe ha tenido la bondad de proporcionarme las notas siguien- tes, tomadas en Idaho Sprines, Colorado: «El Torito es muy abundante y anida desde las llanuras hasta en los límites de la vegetación, aunque no es común arriba de 9,000 pies. Llega á Idaho Springs á principios de Mayo; el día 20 ya es muy común y se disemina hasta los límites de la vegetación dondequiera que encuentra sitios de su agrado. Frecuenta los valles en que corren grandes arro- yos y las colinas cubiertas de yerba, observando, poco más ó menos, las mismas costumbres que en el Este. Sus cantos son muy variados; uno de ellos es casi jonal al del pájaro oriental; otro, tan diferente que parece imposible que pro- venga del mismo cantor; este último es el más usual y cada individuo lo modi- fica á su manera. Es El P. gramineus anida en el suelo, escogiendo para esto aleún campo des- enbierto. El nido está hundido hasta el nivel de la superficie y es aluo grande, aunque con la cavidad pequeña y profunda, pues sus paredes miden una pulga- da ó más de espesor. Está hecho con zacate y tallos de yerbas; y tiene, por regla c'eneral, una capa de zacates mny finos en el fondo, en el sitio más delgado, y el borde está formado con una base de materiales más ásperos. Hacen el inte- rior con poco arte, aprovechando, en muchos casos, cerdas ó pastos más finos; pero á menudo lo dejan sin fondo de ninguna clase. Un nido aleo compacto mi- de, por término medio, cuatro puleadas de través por dos de fondo, y la cavidad dos pulgadas de través por otro tanto de profundidad. Solamente he encontrado cuatro huevos, puestos á fines de Mayo ó á principios de Junio. Son algo estre- chos y miden 0-S0 por 0-55. El color del fondo es blanco tirando á gris; toda la superficie está marcada de un modo indeterminado con manchas, borrones y aun áreas más grandes de moreno rojizo obscuro con muchas salpicaduras del mis- mo color, y á veces víreulas de moreno más obscuro. La hembra no salta del nido hasta que casi se le pisotea; entonces vuela en silencio, cayendo repetidas veces como si estuviera lastimada y levantándose de nuevo con la esperanza de atraer la atención del intruso y hacerle olvidar el nido; á poca distancia desapa- rece entre la yerba. La encantadora canción del «Ave vespertina» ha sido aptamente descrita por uno de los más entusiastas y agradables escritores, Juan Burroughs, en un pequeño volumen titulado: «Despierta, Primavera.» «¿Habéis oído el canto del Gorrión de los campos?» pregunta. «Si habéis vivido en un paraje rústico en que abunden los pastos, sin duda lo habréis oído. Wilson, según creo, le designa con otro nombre, ignorando evidentemente sus dotes musicales. Los dos cañones blaucos que tiene á los lados de la cola y su costumbre de correr, adelantándose unas cuantas varas al viandante, bastan para identificarlo. No hay que buscarlo en las praderas y huertas, sino en los altos terrenos de pasto acariciados por la brisa. Su canto es más notable después de la puesta del sol, hora en que callan A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 103 las otras aves, razón por la cual se le llama Gorrión vespertino. El labrador es- cucha sus más dulces gorjeos al regresar á la aldea. Su canción no es tan festi- va y variada como la de la M. melodia; por el contrario, es más dulce, campestre y lastimera. Agrégnense las mejores partes del cauto de la M. melodía al vi- brante y snave acento de la Spizella pusilla, y se obtendrá el himno de la tarde del Ave vespertina. Visitad los campos en que pasta el ganado, sentaos en una piedra y esenchad. Por todos lados surge la melodía, dos ó tres notas argenti- nas terminan con aleunos trinos ó trémolos y constituyen un canto. Á menndo se esenchan únicamente una ó dos notas y el resto se pierde con la brisa. ¡Me- lodía modesta é inconsciente! Es uno de los sonidos más característicos de la na- turaleza. El pastor, las piedras, el rastrojo, el surco, el rebaño y el ardiente ere- púsenlo están expresados sutilmente en esta canción; por lo menos ese pájaro es capaz de expresar todo esto.» Hablando de música y con mi autor favorito en la mano, reproduzco á con- tinuación otro pasaje, no sólo por su verdad y belleza, sino también porque dice aleo que pocos saben, algo acerca de la yoz del Sezurus aurocapillus, que no co- nocí hasta que encontré la descripción aquí, aunque creía estar familiarizado con ese delicado y bonito pájaro: «Habiendo llegado á un paraje más seco y me- nos musgoso del bosque, me divertí con el S. aurocapillus. Anda en el snelo de- lante de mí con tanta soltura y desembarazo y con un aire tan inconsciente y preocupado, moviendo la cabeza como una gallina ó una perdiz, que me paro á observarlo. Ya apresura el paso, ya lo modera, se detiene á mirarme y merodea por todos lados muy ocupado en apariencia, pero sin perderme jamás de vista. Una vez convencido de que no tengo intenciones hostiles, el simpático paseante se sube á una rama y me obsequia con una especie de canto. Comienza en una llave tan baja, que parece hallarse distante, y va subiendo de tono hasta que su cuerpo se estremece y su canto se convierte en un chillido agudo. Ninguno de los escritores que conozco le atribuye mayores talentos músicos; pero tiene un canto mucho más raro que reserva para alguna ninfa aérea. Se eleva poco á poco á la punta del árbol más alto, se lanza desde allí y se queda suspendido en el aire, revoloteando y entregado á un éxtasis melódico perfecto; en esas cir- ennstancias su voz es clara, vibrante y rivaliza en vivacidad cón la del Chryso- mitris, y en melodía con la del €. pínus. Esos sonidos son uno de los trozos más raros que he oído, tratándose de las melodías de las aves. Sobre los bosques, oenlto, el extático cantor gorjea su mejor composición. lin el canto se reconoce inmediatamente sn parentesco con el $. noveboracensis, cuya melodía estalla tam- bién de pronto con juvenil alegría, como si el individno acabase de recibir ines- peradamente una buena fortuna. Durante cerca de dos años la canción del pre- cioso paseante no fué más que una voz sin cuerpo para mí, y me confundía tanto como á Thorean la del misterioso pájaro nocturno que, dicho sea de paso, sos- pecho que no fué ninguna ave nueva. El pajarito mismo parece dispuesto á guar- dar el secreto, y aprovecha todas las oportunidades para repetir, en presencia 104 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. del hombre, su agudo canto ordinario, como si con eso bastase y no tuviera de- recho á pretender aleo mejor. Sin embargo, espero no traicionar su confianza haciendo público el caso. Pienso que se trata de su canto de amor, pues lo es- cuchó con más frecuencia en la estación propicia. He sorprendido aleunos tro- zos de ese canto especial una vez que dos machos se perseguían por los bosques con espantosa rapidez.» «Nido, al campo raso, en una depresión del terreno; es de zacate forrado con pelo. /uevos, 4-5; blancos, aleunas veces verdosos ó rosados, borroneados y rayados con diversos tintes de moreno rojizo; 0-80 por 0-60. Anidan en Mayo, Junio y Julio. En cada Verano tienen dos y quizás tres erías. Anidan en los campos de trébol de preferencia y en las praderas. En Sep- tiembre empiezan á agruparse, y á fines del mes visitan las tapias viajando en dirección al Sur. El Prof. King descubrió que los 37 ejemplares que disecó habían enenllido: 8, palomillas; 3, moscas; 3, hormigas; 27, escarabajos; 4, chapulines; 3, caracoles; 8, huevos de chapulín; 10, larvas; 31 habían comido diversas semillitas de yer- bas; 1, dos granos de trigo, y 1, un grano de centeno. Calcula que la tercera parte de su alimento se compone de insectos y el resto de semillas de plantas nocivas. (Geol. of Wis., L, p. 536). Aleunas ocasiones permanecen en nuestra frontera septentrional hasta Noviembre. Este gorrión rayado presenta una pluma blanca á cada lado de la cola cuan- do vuela, lo cual permite conocerlo á primera vista cuando recorre la vía pública ó los campos. Su canción se escucha en la mañana ó en los días nublados; pero lanza sus más dulces votas á la hora del crepúsenlo. Generalmente cesan de cantar al comenzar Julio, aunque en ocasiones can- tan hasta Agosto. Yo los ví cantar por última vez el 25 de Junio de 1897.» «Es tan común esta especie, que desde el momento de su llegada hasta el de su partida se le ve casi en todas partes al caminar por donde hay setos de ar- bustos bajos. Al dirigirme desde el punto de mi residencia en la ciudad hasta mi chalet del Lago Minnetonka, situado á una distancia de quince millas, ví reu- nidos á más de ciento cincuenta machos en la época de la incubación, en que las hembras están recogidas en sus nidos. «Pienso que en otros caminos reales parecidos habrá también á la vez una cantidad de individuos relativamente grande. «Esta especie ha aumentado mucho con la colonización del país, como suce- de con otras varias aves, pues los productos de la agricultura les proporcionan abundante alimento. La costumbre que tiene de correr en frente de los jinetes, acompañándolos á grandes distancias, y de volar cuando se ve obligado á ello, (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 129. > (2) A. W, Butler, The Birds of Indiana. Department of Geology, 221 Annual Report, 1897, - p, 933. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 105 2 = == para pararse de nuevo en el polvo del camino, permite reconocerla en el acto pues ninoún otro miembro de la familia hace lo mismo. «Llega nniformemente el 20 de Abril. Su nido no difiere del de el 4mmo- dromus sandwichensis savanna más que por los materiales empleados, que no son tan escogidos, y por estar poco oculto. Los huevos, cuatro ó cinco, son de color blanco sucio salpicado de moreno rojizo y lila; la intensidad de la colora- ción es muy variable. «Parece tarea fácil describir su lastimero canto; pero en realidad es difícil. En «Our Birds and their paints,» por el Rev. J. H. Langille de Buffalo, N. Y., viene el sioniente párrafo: «la melodía del P. gramineus no es tan viva y varia- da como la de la ML. melodía; pero se le parece mucho y es tan tierna y expresi- va, que dado caso merecería la preferencia. Es nno de los pocos cantos de aves que pueden escribirse en el pentásrama. Comenzando con unas cuantas sílabas en la quinta nota de la escala musical, emite varias notas sonoras y prolongadas en la octava superior, termina con un suave gorjeo que parece extinenirse por falta de aliento y baja un poco la escala. Aunque esa canción no es de un efecto brillante, sino que sugiere pensamientos humildes, es, sin embargo, una bonita pastoral llena del dulce contento que existe en el seno de la naturaleza. Impre- siona más enaudo los rosados tintes del crepúsenlo matizan las veredas, las ro- eas y los puntos más prominentes del paisaje vespertino. Innumerables pajari- tos se posan á esa hora en las tapias, yerbas y cardos, mientras que otros muchos se ocultan entre el pasto y el rastrojo, y unen sus voces al coro general cuando casi todas las demás aves ya guardan silencio.» ” COTURNICULUS. Coturniculus, Bonaparte, Comp. List., p. 32 (1838); Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. L, p. 548; Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 365. Las aves comprendidas por lo general en este género, pueden separarse en dos secciones, una de las cuales, C. passerinus, es típica, tiene las plumas de la cola angostas con puntas agudas, y la coronilla con una raya media vertical; la otra sección, representada por el €. manímbe sud-americano, tiene las plumas de la cola normales y redondas en la punta; la coronilla no presenta raya me- dia. Ambas formas están representadas en nuestra región; pero sólo el €. passe- (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 309. La Nat.—Ser. 1L.—T. IV.—Julio 1904, 14 106 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. rinus y sus parientes el €. lecontii y el C. henslowi se encuentran en Norte Amé- rica; éstos tienen una vasta zona de distribución en los Estados Unidos y el C. passerínus se presenta en varias de las más grandes islas de las Indias Occiden- tales. De la sección meridional, el O. petenicus es el único representante en la América Central; pero en el continente meridional el €. manimbe, es decir, cual- quiera de sus variadas razas, y el €. peruanus se encuentran en toda la América tropical hasta la República Argentina. El pico del C. passerínus es robusto, el culmen curvo y algo elevado hacia la frente; las ventanas de la nariz tienen fosas aleo profundas y la parte snpe- rior de éstas está ocupada por una membrana, el tomia es algo cóncavo y debajo de las narices el pico está un poco túmido; las alas son cortas y muy redondas, el segundo y tercer cañones son ligeramente más largos que el primero, cuarto y quinto; los secundarios internos sólo tienen un octavo de pulgada menos que los más largos primarios; la cola es redonda y las puntas estrechas y puntiagu- das, pero no tiesas, como en Ammodromus. El plumaje general es abigarrado en la parte superior y liso debajo; pero el pecho de los jóvenes presenta alen- nas rayas. La cola del €. petenicus tiene las plumas más anchas y las puntas re- dondas. El plumaje es menos variado y no existe la raya vertical. COTURNICULUS PASSERINUS. Fringilla passerina, Wils. Am. Orn. TIL p. 76, t. 24, f. 51. Coturniculus passerinus, Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Birds, p. 157; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 18*; Sel. P. Z. S. 1859, p. 379*%; Cab. J. f. Orn. 1860, p. 411"; Dresser, Ibis, 1865, p. 487% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 552% Frantz. J.f. Orn. 1869, p. 301%; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. L, p.553% Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL, p. 277"; Bnll. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 21%; Gundl. Ay. Cub., p. 90%; Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 233*; Tbis, 1885, p. 190”, Coues, Key N. Am. B. ed. 2, p. 365”. Ammodromus bimaculatus, Sw. Plil. Mas. new ser. I, p. 435", Coturniculus tixicrus, Gosse, B. Jamaica, p. 242". Supra eriseo-fuseus, dorsi plumis medialiter nieris ad apicem castaneo 1o- tatis, pilei lateribus nigris plumis cervino marginatis, pileo medio longitudinali- ter cervino; superciliis sordide albidis; alis et cauda niericantibus fusco limba- tis, secundariis internis ad apices et tectricibus alarium sicut dorso notatis; sub- tus albus, pectore et hypochondriis cervinis, campterio alari flavo; rostro corneo, A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 107 == mandibula pallida, pedibus corneis. Longo. tota 5-0, alee 2-4, caudee 1-9, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-75. (Descr. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América*””.—México, Los Nogales (Kennerly”), Mazatlán (Grayson”"), Temascaltepec (Bullock"), Estado de Veracruz en Invierno (Sumi- chrast*), Oaxaca (Boucard*), Jalapa (de Oca), ciudad de Tehuantepec (Sumi- chrast'), Cozumel 1. (Devis”), Guatemala (Constancia, Skinner?, O. S. et F. D. G.), Costa Rica (v. Frantzius**).—Cuba”, Jamaica”, Puerto Rico”. «México, toda la República.» ” Se dice que el C. passerínus visita México en Invierno, y que en esa esta- ción se disemina generalmente desde las costas de Mazatlán y Tehuantepec hasta las montañas del Estado de Veracruz. En Guatemala lo encontramos cerca de Sakluk, en una sabana situada á 500 pies de altura, y en los alrededores de Co- ban á más de 4,000 pies sobre el nivel del mar, pero siempre en praderas cn- biertas de yerba. El Sr. March dice que en Jamaica anida en número considerable”; pero en Cuba el Dr. Gundlach observó que es emigrante y que llega en el Otoño de los Estados Unidos”. Es nna especie común en Cuba, pero menos familiar de lo que podría ser, por sus costumbres retraídas. Es sedentaria en los Estados meridionales; pero en los demás es un simple visitante en Verano ó una ave de paso”. Se asegura que su nota se parece al chirrido del grillo?. Construye en el suelo un nido con zacates secos, forrados con cerdas y otros materiales finos. Los huevos son de un blanco cristalino, salpicados de moreno rojizo*”. «Es sedentario y comúu en Verano; frecuenta las praderas, los pastos y los campos en que hay granos pequeños. Anida. Su nota rechinante le ha valido el nombre de Gorrión grillo. Llega á la parte Sur de Indiana á mediados de Abril (13-20). Nunca he visto polluelos antes de Julio. La mayoría de los individuos desaparecen á principios de Agosto; pero algunas veces han permanecido unos cuantos hasta fines del mes.» «Este retraído gorrioncito escapó á mi observación muchos años, á pesar de mi vigilancia, por el simple hecho de no haber esenchado su canto en cireuns- tancias en que pudiera asociárselo; pero en 1875 el Sr. T. S. Roberts lo identi- ficó cerca de la ciudad, y desde esa época se ha hecho muy común en ciertas lo- calidades. Parece escoger los terrenos de pasto secos, estériles y yerbosos. La postura comprende, por lo regular, cinco huevos; pero el Sr. Samuels registró un caso en que incluyó nueve. Son de un blanco puro, manchados de moreno rojizo, principalmente alrededor de la punta más larga. Llegan el 10 de Mayo y tienen la primera de sus dos crías á mediados de Junio. Abandonan el Esta- (1) Laurencio y Beristain, p. 35. (2) A. W. Butler, “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 71. 108 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. do, según he podido observar, á principios de Octubre, aunque alguno que otro individuo suele permanecer mayor tiempo. En la provincia Grant eran muy abundantes en esa época. Residían en elevadas y áridas praderas. Creo que su canto característico sólo puede compararse al sonido que se obtiene pasando la uña, cinco ó seis veces seguidas, por los dientes de un peine. También emite un chirrido algo débil cuando no canta su humilde canción. Algunas personas dicen que su invariable gorjeo es el prelndio de un canto; pero nunca lo oí con la cla- ridad suficiente para cerciorarme del hecho. Norta.—El Sr. Washburn hace notar, en su artículo relativo á esta especie, que: «canta con frecuencia, y que el chirrido peenliar, la nota parecida á la del chapulín, es muy engañosa. En Agostu dicha nota es corta, rara y tan baja, que, á menos de ser muy práctico el observador, no puede determinar la localidad en que se oculta el ave.» «Nido, en el suelo; de zacate. Huevos, 3-5; blancos, manchados y borronea- dos de moreno rojizo; 0-73 por 0-58. Eu Indiana frecuenta las praderas de trébol, las vegas y los sembrados de erranitos. A menundo se unen cuando llegan en la primavera. Una persona fa- miliarizada con la especie. reconoce su llegada tan pronto como escucha su re- chinante canto, que trae á la memoria la música producida por el chapulín ó el grillo. Cantan parados en el suelo, en la yerba de las praderas, en los arbusti- tos, en los campos recién arados y en los postes de las palizadas. Comienzan á cantar al despuntar el día, y terminan hasta las ocho ó nueve de la noche. Su puesto favorito está en las tapias, en donde permanecen aunque pase un calesín á diez ó quince pies de distancia. Entonces se ven distintamente la cabeza y el pico, las alas y la cola corta, y las patas de color claro. Cuando han escogido su habitación, rara vez vuelan lejos; pero, cuando acaban de llegar y después de la estación de las crías, vuelan largo tiempo en zigzag cerca del suelo. Los cam- bios repentinos que experimentan sus casas bastan para aluuyentarlos. Al termi- nar Junio, huyen de los campos de trébol cuando se siega la primera cosecha. En seguida buscan otros campos, y residen en ellos hasta que la abundancia de las llnvias hace crecer la yerba. A mediados de Julio, el segador recorre los campos. Las cercas se cubren del C. passerínus, que en esa época es cuando canta mejor. Algunos individuos se refugian en los campos de trébol inglés ó de rastrojo de trigo. Sin embargo, la mayor parte nos abandonan en esos días. Los rezagados se quedan hasta el 6 de Agosto, fecha en que cantan todavía. Comienza, entonces, la siega del trébol y desaparece la especie. Aloenunos años se quedan para partir más tarde unos cuantos pájaros; pero dejan de cantar y andan á sombra de tejado á lo largo de las hileras de setos, donde abunda el zacate y la yerba, de manera que es difícil encontrarlos.» % (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 313. (2) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report. 1897, p. 941. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 109 == «El canto del C. passerínus es humilde, más bien que débil y jadeaute; pero es muy enrioso, pues se parece más al chirrido de un chapulín que á la voz de las aves. Sólo canta en la estación de las crías; el pequeño ejecutante se encara- ma sobre una mata de gordolobo ó un seto, se apoya bien, y, levantando la ca- beza, emite sus chirridos ad libitum. En otras estaciones gorjea débilmente. El pájaro es muy tímido, anda casi siempre en el suelo entre las yerbas y zacates, corriendo con la ligereza de un ratón. Cnando se ve obligado á ello echa á vo- lar bruscamente; pero rara vez va lejos, y no tarda en volver á ocultarse entre la yerba. Su nido se parece al de los otros gorriones gue anidan en el suelo. Se dice que se han encontrado hasta nueve huevos en un nido; pero, generalmente, la postura no comprende más de cinco. Por lo común el huevo es globular, y mide, por término medio, 0-75 por 0-60.»% MELOSPIZA. Melospiza, Baird, Birds N. Am., p. 476 (1858); Baird, Brew, et Ridew. N. Am. Birds, IL, p. 16; Cones, Key N. Am. B., ed. 2, p. 369. Este género, con Peuccea, forma la sección O. de los Spisellince, de los Sres. Baird, Brewer, y Rideway, y se distingue por los siguientes caracteres. La cola es alargada y graduada (7. e. redonda y sin dividir), más larga que las alas, las enales son muy cortas, y apenas llegan, cuando están replegadas, más allá de la base de la cola. Todas las especies tienen el dorso rayado y las plumas de la cola no son blancas. La Melospiza se distinene de Peuccea, por las rayas que presenta en el pecho y los flancos, por la auchura de las plumas de la cola, y por tener el culmen y el tomia casi rectos; sus garras son robustas, la del dedo posterior es tan larga co- mo su dígito. La diferenciación de las especies de la Melospiza, ofrece un problema muy complexo en lo relativo á la M. fasciata y sus razas, problema que ni aun los recursos del Museo Nacional de Washington han resuelto á satisfacción de to- dos los que han consultado sus tesoros, pues los que así lo han hecho, no han llegado en todos los casos á la misma conclusión, es decir, á decidir qué formas se deben considerar como especies, y cuáles como variedades. La acumulación de material parece desvanecer más y más las líneas de definición entre las di- (1; E. Coues. Birds of the Northwest, p. 131. 110 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. versas razas de esta especie, de manera que es de esperar que se borren por completo á medida que aumenten los medios de observación; ó, por otra parte, ' que alguna de estas líneas resulten definidas aunque débiles. En lo concerniente á uno de los miembros de la Melospiza que se encuentra en México, la M. heermanni, nos inclinamos más bien á creer que, finalmente, se le separará de la 1. fasciata; pero no podemos emitir ninguna opinión respecto á la M. montana. La M. lincolni es una especie aislada, que no presenta difi- eultad alonna. Es probable que las tres formas que incluimos á continuación visiten Méxi- co en invierno, ó, por lo menos, Guatemala; pero, á este respecto, nuestros infor- mes dejan mucho que desear. MELOSPIZA LINCOLNI. «Magueyero, Zorzal rosado.» Y EFringilla lincolni, Aud. Orn. Biogr., HL, p. 539, t. 1937. Peucwa lincolni, Bp. Consp. Av., L, p. 481”. Passerculus lincolni, Sel. P. Z. S., 1858, p. 303? 1859, p. 365% Sel. et Salv. Tbis, 1859, p. 18”. Melospiza lincolni, Baird, Mex. Bound. Surv., IL, Birds, p. 16”; Sel. P. Z. $S., 1859, p. 379"; Dresser, Ibis, 1865, p. 489*; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 552% Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B., IL p. 31”; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H., IL p. 277"; Seunet, Bull. U. S. Geol. Surv., IV, p. 18%; V, p. 390%; Boncard, P. Z. S. 1883, p. 444". Supra schistaceo-brunnea niericante striata, stria siugula utrinque rufo plus minusve limbata, superciliis et stria verticali schistaceis; alis et cauda nigri- canti-bruonneis, rufo limbatis; subtus alba, entturis lateribus, pectore et hypo- chondriis cervinis nigro guttulatis, eula ipsa et abdomine medio pure albis; ros- tro corneo, mandibula ad basin albida, pedibus pallide corylinis. Long. tota 50, alee 2-53, caudee 2-1, tarsi 0-S, dig. med. cum nugne 0-9, (Descr. exempl. ex Jalapa, Mexico. Mus. nostr). Hab. Norte América'***".—México?, Tamanlipas (Conch*), Mazatlán, Te- pic (Grayson”, Torrer), Estado de Veracruz (Sumichrast”), Jalapa (de Oca?), To- (1)A. L. Herrera, Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19, A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. (alA! tontepec, Teotalcineo, Oaxaca (Boucard”), Izamal (Gaumer”), Guatemala? (O. $S. et F. D. G.), Panamá (Aspinwall'”). «México, Reg. Occidental, Sur y O.» La aserción del Dr. Brewer es la única prueba que existe, de que esta espe- cie lleone al Sur hasta el Estado de Panamá”. ejemplares colectados más allá de Guatemala, donde la M4. Lincolni es común en los lugares pantanosos, en invierno. En México, tampoco es rara en esa esta- ción; pero Grayson asegura que es muy abundante en invierno en la región costeña del Oeste de México, y, agrega, que en Tepic se le encnentra en todas las estaciones". Creemos que requiere confirmación esa noticia, pues la M. lin- colni, antes de escoger sitio para anidar, vuela muy al Norte. Sumichrast la in- clnye entre las aves emigrantes del Estado de Veracruz”. En Norte América, la M. lincolni está distribuida generalmente en algún período del año, ya sea en sus cuarteles de verano ó invierno, ya durante las emicraciones «le primavera ú otoño. Anida en labrados y en los valles de los ríos Ynkon y Mackenzie, así como en el Estado de Nueva York y en la Nueva Bretaña. Más al Sur, se dice que cría en las montañas de Colorado. Construyen su nido en una mata de zacate. y sus lÍmevos tienen el color del fondo blanco, verdoso-pálido, marcado con profusión de manchas y borrones moreno ferrngi- noso. A menudo las manchas abundan, al grado de ocultar en parte el color del fondo”. «Llega con regnlaridad; pero es rara. Emiegra. En primavera se le encuen- tra, generalmente, entre los matorrales y zacates cercanos á los arroyos, estan- ques, lagos y pantanos. No sé que anide en el Estado.» % «Grandes parvadas se observaron en Izamal, en Enero y Febrero. Desde entonces se han visto muy pocos individuos en otros lugares. En Izamal eran muy mansos y activos, y pasaban la mayor parte del tiempo en los setos y en los montones de basura. (No me fué enviado ningún ejemplar.—0. $S.).»% «El Sr. Trippe observó que en lowa es común en la primavera y en el es- tío, y que en Colorado «es abundante y emigra; anida desde los 9,500 á 10,000 pies, hasta los límites de la vegetación. Llega á Idaho-Springs á principios de Mayo, y no tarda en generalizarse y visitar las alamedas y montones de leña me- nuda, que abundan á orillas de los arroyos. Sus costumbres se parecen á las de la M4. melodía. En la estación de las crías, abunda más entre las malezas que crecen cerca y arriba de los límites de la vegetación, anidando, lo más alto que puede, en los sances y enebros. Reaparece en los valles en Octubre, y permane- ce á orillas de las corrientes de agua, durante unas cuantas semanas antes de Nosotros no hemos visto nunca (1) Laurencio y Boristain, p. 35. (2) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 74. (3) A. Baucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 444. 112 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 4 desaparecer.» El Sr. Allen agrega: «que en verano es abundante y sedentario en las montañas de Colorado, desde una altura de 8,000 pies, hasta el límite de los árboles. Se le encuentra principalmente cerca de las montuosas riberas de los ríos, y en las espesnras húmedas ó pantanosas, pues es una ave que pre- fiere los parajes boscosos. Su canto es algo débil, pero agradable y variado, y generalmente emitido durante un período considerable de tiempo, desde algún punto elevado de la arboleda. Es una de las pocas especies que abundan, tanto en los límites de la vegetación, como en los puntos más bajos.» He observado que es muy mumeroso en Dakota en la época de las emigraciones. Llega del Norte en Septiembre, y frecuenta los arbolados cercanos á los ríos, durante un mes ó más, antes de partir para el Sur. En esas cirennstancias la he encontrado en compañía de otros Fringilidos. Es uno de nuestros más tímidos y retraídos gorriones, por lo menos en esa esta- ción. Cuando lá sorprendía yo vagando entre la yerba, se refugiaba inmediata- mente en la espesura, volando bajo y en línea recta, como la M. melodía y la M. palustris, y no volvía á aparecer hasta que transcurría bastante tiempo. General- mente no acostumbra posarse en las puntas y varitas exteriores de los arbustos en dicha estación, excepto por un momento, pues no se cree seguro más que cuando está oenlto; rara vez se eleva á más de unos cuantos pies del suelo. Sus hábitos se parecen más bien á los de la 1%. palustris. Nunca lo he oído cantar. En el estío emite un débil gorjeo, pero se dice que en la estación de las crías es «un dulce cantor.» La única noticia que tengo de que críe enlos Estados Unidos, es el caso ya cita- do, relativo á su nidificación en las Montañas Rocallosas. Nuestras numerosas co- lecciones de la América Bretona y de Alaska, atestienan que penetra muy al Norte en primavera y que anida en esas elevadas latitudes. Audubon observó polluelos volando en Labrador, el 4 de Julio, pero no descubrió nidos ni huevos. En el Instituto Smithsoniano hay una inmensa colección de huevos del La- go del Gran Esclavo y del Yubrouv. En general se parecen á los de la M4. melo- día, y presentan la interminable variación de colores de los de aquélla. Los di- versos matices rojizos, y los demás borrones morenos, están, por lo regular, nnifor- memente distribuidos, pero en aleunos ejemplares forman un círculo alrededor de la puuta más larga. El huevo mide, por término medio, menos que el de la M. melodia. 0-80 por 0-60.» Nido, de zacate; en ó cerca del suelo. Huevos, 3 á 5; verdoso pálido, man- chados y borroneados con diversos matices de moreno rojizo, sobre todo, en la punta más larga; 0-78 por 0-58. Generalmente reside entre los zarzales, leños y cañas que hay alrededor de las corrientes de agua. También se le encuentra en las barrancas enbiertas de arbustos, en los bosques, entre los matorrales y en los montones de leña menu- (1) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 135. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 113 A XÁ == —— -—— == da que hay en los terrenos pantanosos. Un ejemplar fué colectado en un campo de trébol. Es una especie que no llama la atención, y que, por regla general, pa- sa desapercibida. Es arisca y retraída, prefiere andar siempre á enbierto y volar cenando le sirve de parapeto aleúu objeto. El Dr. Langeleon, dice que se encon- traron «unas aves de esta especie en un precipicio húmedo y montuoso atravesa- do por uu arroyito; una de ellas saltaba sobre un montón de leña en busca de insectitos y larvas acnáticas. Tenía el estómago lleno.» (Journ. Cin. Soc. Nat. Hist., July, 1880, p. 124). Se alimentan con insectos, frutos y semillas.»% «Conozco muy poco las costumbres de esta especie; sólo sé que no puedo distinenirla de la M4. palustris, hasta que la tengo en la mano, y que es muy co- múu durante las emigraciones. En los informes que me envían anualmente de «más allá de los Grandes Bosques,» el gran círculo de vegetación que cruza nua buena porción del Esta- do de noreste á sudoeste, se me asegura que abundan estas aves en ambas emi- eraciones, y que participan de los caracteres generales de la M4. palustris.»* MELOSPIZA MONTANA. Melospiza melodía, Baird, Mex. Bound. Surv. Il, Birds, p. 16". Melospiza fasciata montana, Henshaw, Auk, 1884, p. 223?. Supra cinereo-fuscea, pilei lateribus rnfis niero striatis, interscapnlii plumis medialiter macula niera rufo ntrinque limbata notatis, uropygio qnuoque gutta- to; alis et canda niericanti-brunneis extus rufo limbatis; superciliis albidis; sub- tus albns, cervicis lateribus, pectore, hypochondriis et crisso obscure brunneo enttatis; rostro corneo, mandibula pallida, pedidus corylinis. Long. tota 6-0, alee 2-8, caudee 3-0, rostri a rictn 0-55, tarsi 0-85. (Descr. exempl. ex Wyoming, Smiths. Inst. 61,041. Mus. Brif.). Hab.—Norte América”.—México, Boca Grande (Kennerly'). «Región Norte y Mesa Central.» El Sr. Rideway nos escribe, contestando á nuestras preguntas, que el ejem- plar de Boca Grande, llamado M. melodía por el Prof. Baird, pertenece á la ra- (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 221% Annual Report, 1897, p. 969. (2) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 333. La Nat.—Ser. 1.—T. IV.—Julio 194, 15 114 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, za separada recientemente por el Sr. Henshaw y clasificada con el nombre de M. fasciata montana. En el Museo Británico hay ejemplares que llevan este nombre, y provienen de Wyomino. ll Sr. Henshaw compara su ave con M. fa- llax, raza de M. fasciata, según las últimas opiniones de los autores americanos; difiere por presentar un color moreno sombrío, en vez de ser de un moreno ro- jizo vivo, lo cual presta al plumaje un aspecto pardusco; su dorso está rayado de moreno neeruzco, en lnear de moreno rojo obscuro; las rayas de debajo son del mismo color que las del dorso, las de M. fallax son rojizas y no negras. La verdadera 1. fallaz, se encuentra cerca de Tucson, en Arizona, donde también existe la 1/. montana, pero debemos hacer constar un hecho digno de mención. El Sr. Nelson dice que el 18 de Marzo la M3. fallar cantaba preparándose á criar, mientras que la 1. montana había partido sin cantar á regiones más sep- tentrionales”. Tratándose de esta ave, no podemos decidir si es más probable que resnlte inseparable de 3M. fasciata, en euyo caso deberíamos incluirla bajo ese nom- bre, ó si puede separarse de ella definitivamente, aunque sea por caracteres muy ligeros, pues entonces tendríamos que llamarle M4. montana. MELOSPIZA HEERMANNI. «Zanjero.»” Melospiza heermanni, Baird, Birds N. Am. p. 478, t. 70, f. 1”. Melospiza melodia, var. heermanni, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. IL, p. 24”. Melospiza fasciata heermannt, Cones, Hey N. Am. B., ed. 2, p. 372*. Melospiza gouldi, Sel. P. Z. S. 1862, p. 369* (nec Baird). Melospiza fallax, Sel. P. Z. S. 1864, p. 174. Melospiza pectoralis, v. Múll. Syst. Vers. Wirb. Mex. p 49% Melospiza melodia, var. mexicana, Ridew. N. Am. B. IL p. 18”? Supra fusco-brunuea, dorso medio nigro late striato, capite snimmo quoque striato rufo intermixto, fascia verticali indistincte cinerea; alis et canda fusco-ni- eris, rufo limbatis, superciliis eriseo-albidis, ad naribns pure albis, loris et stria postoculari nigris, regione parotica fusco induta; subtus alba, stria ntrinque lata rictali ad pectus conjunctis nigris, pectore dense, hypochondriis sparse, nigro ma- enlatis, his cum ecrisso cervino lavatis; rostro niericante corneo, mandibula ad (1) A, L, Herrera. Cat. de Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 115 basin pallida, pedibus pallide corylinis. Long. tota 6-2, ale 2-8, caude 2-8, rostri a rictu 0-55; tarsi 0-85. (Deser. maris ex Puebla, Mexico (Sanunary). Mus. nostr.). Hab. Norte América? México*, Valle de México (White?”), Puebla” (Boncard). «Región Norte y Mesa Central.» Tenemos ejemplares mexicanos de esta Melospiza exactamente iguales á los de California, que son considerados como verdaderos 1. heermanni; con la mis- ma ave asociamos los ejemplares mexicanos llamados 31. gouldi y M. fallax por el Sr. Selater. Respecto á la 3. pectoralis de Miiller, estamos indecisos, pues no le conviene mucho la descripción; pero á la 1/. melodía mexicana de Ridoway?, la colocamos aquí con más confianza, pues la descripción le conviene á un ejem- plar del Sur de México, que está en nuestra colección. Teniendo en cuenta el maltrato del plumaje, y las alteraciones que éste sufre á causa de las estaciones, no podemos admitir más que una Melospiza de esta forma en el Sur de México, viz. la M. heermannt. Es probable que esta especie sea una simple visita en la revión meridional de México en Invierno; pero carecemos de pruebas positivas para afirmar que así es. No está en la lista de Snmichrast. En California parece que es común la M. heermannt, y el Dr. Cooper encontró nidos en Santa Cruz; uno de ellos esta- ba en un sauce, cerca del tallo, á tres pies del suelo; estaba coustrnido con hojas y zacates ásperos forrados con zacates más finos y cerdas. Los huevos eran blan- cos verdosos, manchados de moreno purpúreo en la punta más larga priucipal- mente”. «Sedentaria y común; quizás no es tan numerosa al Norte en Invierno; es más común al Sur duraute las emieraciones. Auida. Es un cantor agradable muy conocido. Generalmente anida en el suelo ó en una mata baja; pero algu- nas veces construye á diez pies de altura.» % «Sedentario en el Valle de México; monósamo. Nidifica en Mayo ó Junio. Esta especie debería domesticarse, pues su canto es bastante agradable.» «En los meses de Marzo y Abril, recorriendo los límites de los bosques, me he sentido cantivado por el canto de este hermoso ejecutante, cuya ausencia en Invierno me había hecho desear sn regreso. Es fácil que pase desapercibida su dulce cantilena mezclada con los grandes coros de Mayo; pero nunca cuando re- suena aisladamente. Parece haber escondido su rostrióm en las puntas del manto del Invierno; sus gorjeos, trinos y escalas anuncian melodiosamente la entrada de la Primavera. Las escarchas que caen en la madrugada, esas temblorosas jo- (1) Laurencio y Beristain, p. 35. (2) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 74. (3) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México, “La Nat.,” tomo I, 2,? serie, p. 182, 116 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. yas que reflejan las elorias postreras del Invierno, parecen agitar al Zanjero con la inspiración musical que desahoga á los pies de la Primavera. En esa época se reunen en corto número para formar bandadas; pero sus melodías no tardan eu despertar en ellos el instinto conyugal; en poco tiempo hacen su elección y comienzan la agradable tarea veraniega. «Los primeros nidos que he encontrado en vía de construcción, fueron em- pezados en la primera semana de Mayo; pero no puedo menos de creer que, si se buscase con empeño, se encontrarían alounos mucho antes en las estaciones pro- picias. En una estación tienen dos y á veces tres crías. El nido se compone de zacates secos, forrados frecnentemente con cerdas. En Primavera se le descubre, por lo regular, en el suelo, debajo de cualquier saliente, ya sea un montón de tierra, una mata de pasto, un arbusto ó una raíz; pero suele estar eu un trouco, en un seto y anu en una vieja tetera. Se dice que una vez encontraron un nido dentro de un sombrero viejo que estaba colgado de un avellano. Lia coloración general de los huevos es blanca azulada; pero su va- riabilidad es casi sin igual, y parece que distintos ojos ven los mismos huevos «de distinto modo.» Las marcas que presentan son castañas matizadas de lila. Minnesota es probablemente su límite occidental, y abundan aquí de un modo relativo, á pesar de que hace veintiocho años no había más que la décima parte de los que hay ahora. Su sistema de alimentación los hace indispensables para la acricultura, de manera que han venido siguiendo las huellas del labrador. Gracias á la indiferencia con que ven la nieve y las heladas, aparecen casi simultáneamente en todas las secciones principales y mejor cultivadas del Esta- do. Permanece hasta muy entrado el Otoño, y aun hasta á principios del Invier- no, en las regiones situadas al Sudoeste del Estado, en las densas espesuras de las localidades montuosas.»% Nido, en el suelo ó en un zarzal, de zacate, hojas y tiras de corteza forradas con zacate y pelos. Huevos, 4-5; verdoso claro ó blanco azulado, marcados de castaño; 0-79 por 0-59. La M. fasciata es sedentaria en todo el Estado. En la parte Norte, la mayo- ría de los individuos se ausenta durante los rigores del Invierno. Este hecho ha sido más notable recientemente, por haberse talado varios bosques. Rideway dice: «Si bien la 1. fasciata auida al Norte de IMlinois, en las regiones meridio- nales sólo reside en Invierno; abundante, pero muy arisca, habita casi exclu- sivamente los pantanos de las tierras bajas, y es desconocida como ave canora.» En Indiana anida y canta todo el Verano. En Franklin County he observado que comienza á cantar pronto, alonnas ocasiones en Febrero, y continúa cantando durante la Primavera, el Verano y el Estío. A veces pienso que tal vez canta todo el año, siempre que haa buen tiempo. En todas partes son más 1umerosos durante las emieraciones. (1) Notes on the Birds of Minnesota by Dr. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 331. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 117 En Brookville he observado parejas en Febrero y desenbierto nidos y hue- vos en Abril. Tienen dos crías al año. Frecuentan los montes espesos y frondo- sos que hay al borde de las corrientes, y también los jardines, huertecitos y va- lados que hay á lo largo de los caminos reales. Es un pájaro muy conocido, y aunque su canto no es tan atractivo como el de la Spizella pusilla ni tan agra- dable como el del P. gramineus, excede, sin embargo, al de la mayoría de nues- tros pájaros comunes. Es el mejor cantor en nuestros jardines. La tercera parte de su alimento se compone de insectos y el resto de semillas, de zacates y yer- bas inútiles. El Prof. F. H. King examinó 52 ejemplares, de los cuales 29 lia- bían comido semillas; 1 comió 2 pepitas de trigo. El número total de insectos devorados comprendía 11 lepidópteros, 25 escarabajos, 5 chapnlines, 4 huevos” de chapulín, 2 caballitos del diablo, 1 grillo, 1 araña, 1 cientopiés, 4 dípteros, 1 heteróptero. (Geol. of Wis., L, p. 538). Brewer dice que comen orugas y otras larvas. El Medidor es su alimento favorito.» % PEUCAA. Peuccea, Audubon, Synopsis B. N. Am., p. 112 (1839); Se!. et Salv. P. Z. $. 1868, p. 322; Baird, Brew. et Ridow. N. Am. Il, p. 37; Cones, Key N. Am. B. ed. II, p. 373. La Peucea se distinene de la Melospiza por su plumaje, pues no tiene man- chas en la parte inferior; por su culmen, que es un poco más curvo, sus garras más débiles y las plumas de la cola más angostas; por lo demás, estos dos géne- ros se parecen mucho. Las especies de la Peuccea son casi tan indefinidas como las de la Melospiza respecto á caracteres diferenciales. Reconocemos cuatro especies mexicanas que se distinenen fácilmente ¿nter se; pero la P. botterí es muy parecida á la P. es- tivalis, y la P. boucardi á la P. ruficeps. Por otra parte, tanto la P. cassint co- mo la P. notosticta están bastante definidas. Este género puede dividirse en dos secciones: una contiene la especie que carece de rayas rictales y que tiene la curva del ala amarilla, y la otra tiene ra- yas rictales y la curva del ala blanca. a. Sp. striga ntrinque rictali nulla, campterio flavicante. (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report. 1897, p. 967. 118 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. PEUCAA BOTTERI. Zonotrichia botterii, Sel. P. Z. S. 1857, p. 214". Peucea botterii, Sel. et Salv. P. Z. S. 1868, p. 3232. Peucea cestivalis, var. botterii, Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 277?, Coturniculus mexicanus, Lawr. Ann. Lye. N. Y. VIIL, p. 4741. Peucea cassini, Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Birds, p. 16% Birds N. Am., p. 486% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 551" (nec Woodhonse). Peuccea estivalis, var. arizonce, Ridoew. N. Am. B. LL, p. 41%. Peucea mexicana, Ridew. Proc. U. S. Nat. Mus. VIIL, p. 98*. Peucea arizone, Ridew. Proc. U. S. Nat. Mus. 1, p. 127”. Supra cinereo-rufescens, capitis et interscapulii plumis medialiter fusco-- nieris, parum autem marginibus rufescentibus fusco mixtis; alis nigricantibus, tectricibus omnibus pallide fusco late, remisibus rufo auguste, extus limbatis; cauda producta nigricante, rectrienm externarmm apicibus valde dilutioribus pallide cinereis; subtus ochraceo-albidus, pectore cinerascentiore, gula clariore, precipue ad latera rufescente; campterio flavicante; rostro corneo, tomiis palli- dis, pedibus flavis. Long. tota 6-0, alee 2-5, candee 2-6, rostri a rictu 0-5, tars, 0-85. (Descr. maris ex Atlixco, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América. —México, llanos de Colima (Xantus*”), Los Nogales, Sonora (Kennerly*), Guanajuato (Dngés), Orizaba (Botteri'), Mirador, Huatusco (Sartorins), Atlixco (Boncard”), Putla (Rébouch). «Mesa Central, región Norte, oriental y occidental.» ” El Sr. Selater describió un ejemplar de la P. botteri, obtenido por Mateo Botteri cerca de Orizaba, donde residió muchos años, y en el mismo distrito se han obtenido de cuando en cuando otros ejemplares. Indudablemente se refiere Sumichrast á esta especie cuando dice que la P. cassini es sedentaria en la re- ción templada del valle de Orizaba”. El Sr. Sennett encontró cierto número de individuos en una pradera situada á nueve millas de Fort Brown; pero con dificultad colectó alennos ejemplares, pues se ocultaban entre la yerba. Asegura que sus notas son agradables. Un nido desenbierto el 16 de Junio estaba entre las raíces de una mata de zacate; (1) Laurencio y Beristain, p. 35, A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 119 era de espigas y tallos; aunque profundo, era demasiado frágil para que se pen- sara en trausportarlo á otro sitio. Los cuatro huevos que contenía eran blancos y sin manchas, pero con un vivo matiz azul verdoso. Difieren, pues, de los hue- vos de la P. cestivalis, que son blancos, pero cristalinos. PEUCAA CASSINI. Zonotrichia cassint, Woodh. Pr. Ac. Phil. 1852, p. 60!. Peucea cassini, Dresser, Ibis, 1865, p. 489%; Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. II, p. 42? Sennett, Bull. U. S. Geol. Surv. IV, p. 18% Proc. U. S. Nat. Mus. ips 128*. Supra fusco-brunuea, plumis undique cinerascente marginatis, superciliis indistincte albidis ad nares albicantioribus, fascia postoculari indistincte fusca; subtus albida, pectore vix fusco lavato; hypochondriis fuscescenti hic illic stria- tis, crisso pallide cervino, campterio alari flavido; rostro corneo, culmine fusces- cente, pedibus flavidis. Long. tota 5-8, alee 2-6, cande 2-6, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-75. (Descr. exempl. ex Arizona. Mus. nostr.). Hab. Norte América****”.—México? «Región Norte.»% Es problemático que deba inclnirse esta especie en la fanna mexicana. Ver- dad es que, según Sumichrast, existe en la región templada del valle de Orizaba en el Estado de Veracruz; pero creemos, como los autores de la «Historia de Aves Norte—americanas,» que la especie á que hace referencia no era la P. cas- síni probablemente, sino la P. botteri. Además, el ejemplar colectado por Ken- nerly en Los Nogales, Sonora, y considerado como P. cassínt por el Prof. Baird, pertenece más bien á la P. bottert, y es la P. cestivalis arizone de los autores americanos. Por lo tanto, la P. cassiíni difícilmente puede insertarse en esta fan- na, aunque no tenemos duda aleuna de que se le encontrará en el lado Sur del valle del Río Grande, puesto que es común en Texas y que también frecuenta la frontera en Arizona. Debemos hacer notar, asimismo, que el Sr. Sennett ma- nifiesta que esta ave llega á Texas, del Snr sin duda, en Marzo. El mismo via- jero describe el nido y dice que lo hacen al pie de un arbusto con zacates secos, forrados con otros más finos y con unos cuantos pelos. Los huevos son de color blanco mate. (1) Laurencio y Beristain, p. 35. 120 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «El Sr. Allen ha observado que la P. cassíni es algo común en Kansas, en las cercanías de las corrientes de agua; su dulce y grave canción resuena en la mañana y en la tarde, pues comienza á cantar al despuntar el día y continúa en la tarde, terminando después del obscurecer. Es muy arisco, así es que con tra- bajos desenbrí al autor de las dulces notas que á esas horas aumentan el placer que resulta de acampar en las praderas.» El Dr. Heermann dice lo siguiente: «Me llamó la atención el sonido de una nueva nota en Comanche Springs, Texas, y después de observar algún tiempo, me convencí de que la emitía este pájaro. Se eleva agitando trémulamente sus alas á veinte ó más pies de altura, y desciende de la misma manera á unas cuan- tas varas del punto de partida, acompañando este acto con una prolongada y agradable cantilena. Los alrededores son muy áridos y están cubiertos con ra- quíticas malezas, entre las cuales se refugia el pájaro cuando se espanta, desli- zándose rápidamente entre el zacate y las breñas y evadiéndose con destreza para burlar á su perseguidor. Los observé durante nuestro viaje cuatro ó cinco días seguidos. Probablemente estaban emigrando, auuque su repetido y conti- nuado canto indicaba que se estaban preparando para los deberes de la incuba- ción. Sus huevos son blancos y cristalinos y no presentan manchas. Los de la especie en cuestión miden 0-75 por 0-60, de manera que son globulares. La pos- tura comprende cuatro ó cinco. Colocan el nido en el suelo.»% b. Sp. striga utrinque rictali nigra, campterio albo. PEUCALA BOUCARDI. «Magueyero.»” Zonotrichia boucardi, Sel. P. Z. S. 1867, p. 1, t. 1". Peucea ruficeps, Sel. P. Z. S. 1859, p. 380% Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L p. 552* (nec Cassin). Peucea ruficeps, var. boucardi, Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. n. 4, p. 21%; Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. Il, p. 38 (partim)?. : Peucwa ruficeps eremoeca, N. C. Brown, Bull. Nutt. Orn. Club, VIL, pp. 26, 38". Ammodromus—?, Sel. P.:Z. S. 1857, p. 214”. ) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 140. ) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 19. ¿a A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 121 Snpra cinerea, plumis medialiter brunneis cinereo late marginatis; pileo fere omnino rufo cinereo intermixto, vita verticali indistincta, linea superciliari ante oenlos et oenlorum ambitu albis, genis et cervicis lateribus pure cinereis; remi- cibus et rectricibus intus nigricantibus extas brunnescente-cinereo marginatis, seenndariis brunnescentioribus et latins marginatis, tectricibus extus dorso fere concoloribus; subtus albicante-cinerea, entíure toto albo striga utrinque nigra; ventre medio lactescente albo, utrinque cum crisso fulvescente tincto; rostri ma- xilla nigra, mandibula cum pedibus pallidis. Long. tota 6-4, ale 2-7, cande 3-0, tarsi 0-8. (Descr. exempl. ex Puebla, México. Mus. nostr.). Hab. Norte América”. —México, región templada de Veracruz”, Puente Co- lorado* (Sumichrast), Orizaba (Botteri””), Pnebla', Oaxaca* (Boucard). Ionoramos las costumbres que tiene la P. boucardi en México, pero el Sr. Brown nos dice que no es rara, que en apariencia al menos es sedentaria en la región sudoeste de Texas, en las localidades pedregosas cercanas á la ensenada, y también en los terrenos áridos situados á una milla ó más del agua. Es pájaro de carácter esquivo, rara vez vuela, escapa ocultándose en los espinales y yer- bajos. El canto del macho es un bonito eorjeo, aunque inferior al del £. «es- tivalis. PEUCAA NOTOSTICTA. Peucea notosticta, Sel. et Salv. P. Z. S. 1868, p. 322". Supra fuscescente-cinerea, interscapulio et alarum tectricibus distincte 1i- ero striatis; pileo medio cinereo, utrinque rufuscente-brunneo niero striato; su- perciliis et oculoran ambitu albis; alis et cauda nigricante-cinereis, plumaran marginibus dilutioribns, secandariis extus brunescente limbatis; subtus alba ci- nereo, precipue in pectore et lateribus lavata; ventre medio et crisso dilnte cin- namonmeis; striga mentali ntrinque nisricante; rostro nigro, pedibus flavicanti- bus. Long. tota 6-5, ale 27, caudee 0-3, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-7. (Deser. exempl. ex México merid. Mus. nostr.). Hab. México (Boncard), Oaxaca (Boncard)). Se describió esta especie según un ejemplar obtenido en el Sur de México, probablemente en el Estado de Puebla, por M. Boucard, pero en la etiqueta no está la localidad exacta en que fué colectado. La Nat.—Ser. 1.—T. IV.—Julio 1904, 16 122 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Aunque pariente de la P. boucardi, es distinto; los lados castaños de la co- ronilla están claramente marcados de negro, y hay una raya media definida; la parte media del dorso está rayada con mucha más claridad, y el pico es entera- mente negro, auuque esto depende de la estación. En la colección del Sr. Sela- ter, que está ahora en el Museo Británico, hay un segundo ejemplar de está es- pecie, pero con plumaje más nuevo. La coronilla es de color rojizo uniforme, sin las rayas negras laterales, ni la línea media, y el matiz general del plumaje superior es más rojizo. A despecho de estas diferencias, no vacilamos en consi- derar á esta ave como un ejemplar joven de la P. notosticta. HAMOPHILA. Aimophila, Swainson, Anim. in Menag., p. 103. Conocemos nueve especies normales de la Hemophila. Ultimamente, el Sr. Sclater describió la décima con el nombre de 17. pulchra (Ibis, 1886, p. 258, t. 8); proviene del Oeste del Perú, pero alennos de sus caracteres están errados evi- dentemente, por ejemplo, tiene las plumas laterales de la cola blancas. De esas nueve especies, una sola (17. stol2manni), se presenta más allá de nuestros límites, en la región occidental del Perú. De las otras ocho, seis son mexicanas puras, una lleva á Guatemala, y otra, desde Guatemala hasta Costa Rica. Las zonas de distribución delas especies de la Hemophila, varían mucho res- pecto á altitud; la 4. rufescens snbe en las montañas hasta 8,000 pies, y baja has- ta 1,500; la 24. ruficauda Mega desde el nivel del mar hasta 2,000 pies de altn- ra. Las especies que conocemos habitan las florestas enmarañadas y los zarza- les, y no se encuentran en los espesos y majestuosos bosques tropicales. La Hoemophila rufescens tiene el pico erneso, el culmen ligeramente arqueado y echado hacia la frente; el tonia es anenloso y un poco ondulado anteriormen- te; las ventanas de la nariz están en la extremidad baja anterior de la fosa na- sal, y las limita arriba una membrana; debajo de la ventana de la nariz, el maxi- lar es algo túmido. Las alas son cortas y redondas, el tercero y cuarto cañones son más largos, el quinto es más largo que el segundo, el cual es casi ignal al sexto; el primero es un poco más lare'o que los más largos secundarios. La cola es larea y muy redonda, las plumas son aleo angostas. Los tarsos son fuertes, los dedos algo cortos, el dedo medio y la garra son un poco más pequeños que el tarso. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 123 === = A o Allen me proporciona las sienientes noticias: «El P. ornatus es excesiva- mente común en las llanuras que hay cerca de Fort Hays. En verano se disemi- na formando grandes colonias, pues, por lo general, se encuentran muchas pa- rejas en la misma localidad. Para ser tan pequeños son demasiado ariscos, así es que nos vimos oblivados á colectar todos nuestros ejemplares, es decir, unos treinta individuos, cazándolos al vuelo. Por supuesto anidan en bajo, constru- yendo una habitación ligera, pero aseada, con zacate seco y tallos de plantitas. Parece que la puesta comprende, generalmente, cinco huevos, con borrones y rayas de color de orín sobre fondo blanco; en la primera semana de Junio, se obtuvieron colecciones completas. Esta especie tiene la curivsa costumbre de dar vueltas en círculo sobre el observador, con vuelo ondulante y sostenido, mante- niéndose fuera de tiro, y repitiendo sus agudos pero musicales chillidos.» El Dr. Heermann, dice lo signiente: «La primera vez que observé al P. me- lanomus, habíase asociado con el P. maccownit, en las praderas de una aldea situada al Oeste de Puerto del Dado. Como escasease la carne fresca en muestro campamento y deseábamos cenar avecillas, hice fuego contra una numerosa par- vada que cubría un sitio bastante grande. Tres docenas cayeron á la primera (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p. 112. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 161 descarga, y entre los heridos tuve el gusto de encontrar á esta especie y al P. maccorwntt. Desde aquel punto hasta Río Grande, notamos que abundaban am- bas especies dondequiera que había agua. Cuando escuchan una detonación se elevan como para huir; pero vuelven obligados por la sed, después de describir unas cuantas curvas, á los únicos puntos donde pueden refrescar sus gargantas abrasadas, dando tiempo al cazador para matar á cuantos ejemplares necesite. Con frecuencia he visto caer de cien á ciento cincuenta individuos, alcanzados por cuatro ó ciuco descargas. En mi excursión á las Montañas Rocallosas, en el año de 1843, encontré al P. ornatus en parvadas y parejas, diseminadas por las praderas del Platte River, y tuve la fortuna de desenbrir uno de sus nidos- Hallábase en el suelo, y se componía de zacates finos forrados con pelo. Conte- nía cuatro huevos blancos rayados de negro en la punta más larga, y con la su- perficie cubierta de borrones escasos y poco visibles de un tinte nentro. En los llanos que se extienden al Norte de Dakota, cría con profusión y es, quizás, la especie más abundante, aunque el €. bairdit y el Neocorys spragnet también son comunes. Estas tres especies están unidas con lazos de estrecha inti- midad, y sus costumbres son muy parecidas. El nido del P. ornatus se encuentra oculto debajo de una mata de zacate; es una construcción ligera de zacates finos y tallos de yerbas, colocados en círculo y en hueco. Como los nidos de la mayo- ría de los gorriones que anidan en el suelo, está hecho en una depresión del te- rreno y al nivel de la superficie. Mide tres y media pulvadas de través en el exterior, y más de una y tres cuartos de profundidad; el fondo es muy delgado en comparación con el borde. Contiene, por regla general, cuatro huevos; éstos miden cuatro quintos de pulgada de largo por tres quintos de ancho, y su forma no tiene nada de particular. Son de color blanco tirando á gris, más ó menos manchados y abigarrados de gris purpúreo pálido, que es el tono predominante, y que está cubierto snperficialmente con numerosos puntos y manchitas morenas obscuras; la distribución y el número de manchas es indeterminado; pero siempre se notan sobre el apagado color del fondo. Creo que tienen dos ó tres crías en cada estación, pues he encontrado huevos frescos y polluelos recién nacidos el mismo día, Julio 18, habiendo cazado polluelos al vuelo la semana auterior; ade- más, he encontrado huevos frescos en la primera semana de Agosto. Cuando al- gnien se aproxima al nido, la hembra se marcha, por lo general, tranquilamente, después de revolotear un poco, abriéndose paso entre la yerba hasta que se halla á una distancia conveniente para tender el vuelo. Sin embargo, cuando ya nacie- ron los polluelos, los padres se ciernen sobre la cabeza del intruso llenos de an- gustia y lanzando chillidos suplicantes. Los polluelos permanecen juntos hasta que ya pueden volar bien y, enton- ces, forman grandes parvadas compuestas de varias familias. Tan pronto como acaban de cuidar ásu última cría, se reunen con los demás hijos; en Agosto están mudando, y forman extensas tropas que recorren las praderas buscaudo alimento. En Septiembre, se les agregan las parvadas del P. pictus que llegan 21 La Nat.—Ser. 1.—T. IV.—Marzo 1905- 162 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. A ——Á del Norte, y unos cuantos P. lapponicus: asócianse todos ellos, pues tienexm los mismos hábitos, y permanecen en esta parte del país hasta mediados de Octu- bre, por lo menos, época en que, probablemente, se marchan al Sur. La nota de este pájaro es original y difícil de describir, pero se le aprende con facilidad; en la estación de los amores es un buen cantor, de blando y agra- dable gorjeo. Su vuelo ordinario, cuando es tranquilo, es perfectamente ondu- lante, como el del Chrysomitis, y gorjea cada vez que bate las alas. Si se espan- ta, vuela con presteza en zigzag, de manera que es difícil acertar el tiro; los diversos miembros de una parvada, vuelan por separado, pero generalmente marchan unos detrás de otros, deteniéndose después de recorrer cortas distan- cias, para vagar de nuevo en busca de alimento. Como otras avecillas de las pra- deras, frecuenta los caminos despojados de verbas por las ruedas de los carros, y come y corre allí con la mayor facilidad. Nunca vi que se posase más que en el suelo. Al vuelo se le reconoce siempre por el color blanco de la cola. Su tamaño varía entre 59/, 6 6*/, de largo, por 10*/, 6 10%/,. Después de la muda, adquieren un plumaje más rico y limpio que el de verano. Los machos jóvenes, no tardan en presentar un tinte negro en las partes de debajo, pero las marcas características de la cabeza, uno aparecen hasta la primavera siguiente. Un buen número de los pájaros del estío anterior, tienen la curva del ala per- fectamente negra, pero pocos son los que presentan en el plumaje de esta región, los márgenes rojizos vivos de las plumas de debajo, que son tan visibles en los ejemplares más meridionales.» ” CARPODACUS. Carpodacus, Kanp, Ent. em. Chierw. p. 161 (1829); Baird, Brew., et Ridgw. N. Am. B. 1, p. 459; Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 346. La Carpodacus contiene quince especies, inclusos los subgéneros Propasser y Pynhopletes. Están diseminadas en las regiones Paleártica y Neártica,* y tie- nen representantes en el Asia Central y en las escarpas del Himalaya. Cinco especies residen en la región Neártica, de las cuales, tres existen den- tro de los límites de México, donde están confinadas á las llanuras más elevadas del interior, ó á la frontera Norte. La Carpodacus cassini, que pertenece á la misma sección del género que el conocido C. purpureus, tiene el culmen del pico casi recto, lo mismo que el to- mia, pues el pico está aleo túmido debajo de las ventanas de la nariz; éstas son (1) E. Coues, B. N. W., p. 122. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 163 redondas, y tienen una membrana á lo lareo del margen superior; la fosa nasal está cubierta por un erupo de plumas cortas, rectas y cerdosas. Las patas son débiles, el tarso más chico que el dedo medio y la garra. Las alas son largas y puntiaendas; el primero, segundo y tercer cañones son subiguales, y forman la punta del ala; los más lareos secundarios, sou un poco mayores que los más pe- queños primarios. La cola es mucho más corta que el ala, y está resularmente hendida. El pico de la C. haemorrhous tiene el culmen mucho más curvo, y una pe- queña eminencia dentada en el ángulo del tomia. Las ventanas de la nariz son un poco más visibles, pues las cortas plumas rectas procedentes de la base de la frente, son más chicas. La cola es más pareja, y las plumas más angostas. CARPODACUS CASSINL. Carpodacus cassini, Baird, Pr. Ac. Phil. 1854, p. 119"; Sel. et Salv. P. Z. $. 1869, p. 362% Baird, Brew., and Ridew. N. Am. B. L, p. 460”; Coues, B. N. W. p. 106% Key N. Am. B. ed. 2, p. 347”, Check—List N. Am. B. p. 256". Supra dorso medio fusco, plumis singulis obscure fusco—rosaceo limbatis, uropygio rosaceo, capite toto summo lacte saturate rosaceo; alis et cauda fuscis, illis obsenre rosaceo marginatis, snperciliis indistinetis; genis et corpore subtus antico pallide rosaceis, resione parotica obscuriore, abdomine postico et crisso albidis; rostro fusco, mandibula ad basin pallida, pedibus corylinis. Long. tota 0-6, ale 36, caude 25 rostri a rictu 0-65, tarsi 0-7. (Descr. maris ex Mexico, prope urbem. Mus. nostr.). Hab.—Norte América”*. México, valle de México (le Strange”), bosques de pinos del Pico de Orizaba (Sartorins?). «Reg. N. y Mesa Central.» Icnoramos casi en su totalidad todo lo referente á esta especie en México, pero hay pruebas evidentes de que existe en dicho país. Tres pieles, dos ma- chos y una hembra, estaban en la colección mexicana de le Strange examinada por Selater y Salvin”, y á la vista tenemos uno de esos ejemplares. Además, el Dr. Sartorius residió largo tiempo en Mirador, Estado de Veracruz; fué, durante muchos años, corresponsal del Instituto Smithsoniano: descubrió á esta especie en los bosques de pinos de Orizaba, el mes de Junio de 1864, y envió ejempla- res á Washington”. En los Estados Unidos, parece que el €. cassini abunda en la Sierra Nevada (1) Laurencio y Beristain, p. 34. 164 A, L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. y en otras partes, y es un hermoso cantor. Respecto á su nido y huevos, el Dr. Cones dice* que estos no difieren en nada de los de los del €. purpurens, los cua- les son de un color azulado claro pálido, irregularmente manchados, sobre todo alrededor de la punta más larga, de moreno negruzco muy obscuro, casi negro en algunos casos, y en otros más claro. El Dr. Cones ha publicado una biografía de esta ave en «Forest and Stream» (XX. N.” 22, p. 425; Auk., L p. 288), periódico que no hemos visto. «Personalmente, sólo he observado á esta especie en Arizona, cerca de For- Whipple, donde era común y sedentaria. Al Oeste se le encuentra en la Sierra Nevada, pero probablemente no va más lejos. El Dr. Cooper observó gran nú- mero de individuos cerca de Lake Tahoe, y notó un chillido especial. Se cono- cen tan poco sus costumbres, que el siguiente párrafo de Trippe, referente á sus observaciones en Idaho Springs, Colorado, es el más aceptable. «Abundante; nidifica. Unos cuantos individuos permanecen todo el invier- no en las localidades abrigadas en Bergens Park, pero la mayoría busca un eli- ma más caliente, regresando tan pronto como pasa el rigor de la estación. En Marzo y Abril frecuentan las espesas alamedas de sauces que bordan las orillas de casi todos los ríos; en esa época su canto es dulce, trinado y bajo, y en Mayo aumenta de intensidad, pareciéndose entonces al del Carpodacus purpureus. Nidifica hasta á 10,000 pies de altura, pero no está distribuido con uniformidad, pues nunca noté que abundase fuera de Bergeus Park. Durante el verano y el estío frecuentan los pinares en donde anidan, y en esta estación la hembra canta casi con la misma dulzura que el macho. Sospecho que el C. pur- pureus, que según Allen es común en South Park, es esta especie, á la cual no menciona. El €. cassint es común, mientras que el €. purpureus es tan raro, que durante el transcurso de un año nunca tuve oportunidad de verlo, á pesar de mi vigilancia.» Las únicas colecciones de huevos que he visto, no difieren de los ejempla- res del €. purpureus, aunque por término medio son un poco más grandes. Como sucede con las de esa especie, hay puestas muy descoloridas, que co- rresponden con los huevos blanquiscos de la Sialia. La nidificación es entera- mente igual á la del C. purpureus. Los huevos que describió el Dr. Brewer, y que atribuye á esta especie, pertenecen al C. frontalis. Provenían de la colee- ción obtenida al Sur de Arizona por Bendire, quien me escribe, que su identifi- cación estaba errada. Probablemente la C. cassíni no anida en esa localidad. (Cf. Brew., Pr. Bost. Soc. XVI, 1873, 109).% (1) E. Coues, B. N. W., p. 106. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 165 CARPODACUS FRONTALIS. Tringilla frontalis, Say in Loug's Exp. Il, p. 40”. Carpodacus frontalis, Baird, Brew., et Ridew. N. Am. B. Il, p. 465? (var. hae morrhows excepta); Cones, B. N. W. p. 107?*. Caryodacus rhodocolpus, Cab. Mus. Hein. L, p. 166%. Carpodacus frontalis, var. rhodocolpus, Beldings, Pr. U. S. Nat. Mus. VL p. 343”. Capite, collo, enla, pectore, venire antico et uropygio coccineis; pileo medio et regione parotica fuscescentibus; corpore supra reliquo fusco, plumis singulis pallide fusco limbatis plerumque rosaceo lavato; ventre imo, crisso et hypochon- driis albidis fusco striatis; alis et cauda fuscis, albido extus limbatis; rostro fus- eo, pedibus obsenre corylinis. Long. tota 5-5, alee 3-0, candee 2-5, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-65. Deser. maris ex California. Mus. nostr.). 2 mari similis, sed colore coccineo et rosaceo absente. Hab.—Norte América”. —México, Guaymas (Beldino”). «Sonora y Baja Ca- lifornia.» Admitimos al C. frontalis en esta fauna, apoyándonos en la autoridad de L. Belding (no tenemos ejemplares mexicanos), quien obtuvo aleunos individuos de la raza rhodocolpus en Guaymas?. Es incierta la posición de las aves oriundas de Frontera y Monterrey, colectadas por los naturalistas de la Mexican Boun- bary Survey. En la duda, los hemos colocado en el C. mexicanus, pero tal vez deban incluirse aquí. La C. frontalis es un ave muy familiar en el país que habita, frecuentando las casas y el campo rasu. Su canto es agradable, y su nido se encuentra en dis- tintos sitios: en los árboles, grietas, toneas y casas, como el nido de la golondri- na y del gorrión (Passer domesticus). Los materiales de este nido, consisten en zacates forrados de raíces secas y pelo. Los huevos son de color azulado pálido marcados de manchas y líneas moreno negruscas, principalmente cerca de la punta más larga. «Encontré eran número de la C. frontalís al entrar á Nuevo México, y de allí seguí sus huellas á través del continente, hasta el Pacífico. En las pobla- ciones mexicanas, observé que eran tan numerosas, familiares y confiadas, como (1) Laurencio y Beristain, p. 34. 166 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. lo es el gorrión inglés en muchas de nuestras ciudades orientales; buscaban ali- mento en toda clase de escondrijos, alrededor de los edificios, en las horquillas de los arboles, en los patios y en las calles. Los materiales de los nidos varían tanto, como su situación. La puesta comprende cinco ó seis huevos de tres cuar- tos de pulgada de largo, por tres quintos de ancho. Cada año hay dos ó tres crías. Entre los puntos que prefiere esta ave para anidar, el Dr. Cooper mencio- na los árboles, troncos y rocas, «las tapias, el interior del postigo de una venta- na, los agujeros de las paredes, los techos de teja, los haces de heno y los gra- neros, los intersticios que hay entre las varitas del nido de un Gavilán, y el nido abandonado de un /cterus;» el Dr. Hermann, agrega á los puntos citados, los cactus y los agujeros de los Carpinteros. En Río Grande anidaban infinidad de golondrinas, y el €. frontalís acostambraba ocupar los nidos de golondrina del año anterior, posesionándose por la fuerza, algunas veces después de una anima- da riña, de un nido recién terminado, así es que los desconsolados propietarios tenían que construir otro, imposibilitados de desalojar á los intrépidos intrusos. Sin embargo, por regla general, vivían amistosamente con las golondrinas, pues preferían los árboles, en tanto que sus amables vecinas anidaban bajo el alero del tejado. En el interior de Arizona, donde hay pocos pueblos, noté que el €. frontalis no era más familiar que las demás avecitas, y que frecuentaba las colinas y ba- rrancas, acompañado á menudo del C. cassíni. En apariencia, era sedentario, pero su número aumentaba en la primavera y el estío. También lo encontré per- fectamente emplumado y en pleno canto en Noviembre, en San Pedro, donde disfruté de la hospitalidad de mi amigo el Dr. Cooper. Me refirió, que más al Sur, en San Diego, empiezan á anidar á principios de Marzo. En California, acostumbran tenerlos en jaula. : Trippe asegura que el €. frontalis sólo por casualidad visita el Colorado, pues algunas parvadas, poco numerosas, recorren los valles á fines de la prima- vera. No nidifica en la provincia, pero es probable que unos cuantos individuos aniden en Bergens Park.» CARPODACUS MEXICANUS. «Gorrión, Nochtototl.»*% Tringilla mexicana, Mill. Syst. Nat. Suppl. p. 165 (ex D'Anb. Pl. Eul. 386, ios): Carpodacus mexicanus, Ridew. Proc. Biol. Soc. Wash. II, p. 110? (1) E. Coues, B. N. W., p. 107. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 20. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 167 Tringilla hceemorroa, Wagl. Isis, 1831, p.525*; Licht. Preis. Verz. Mex. Vóg. p. 2 (J. f. Orn. 1865, p. 56*). Carpodacus hemorrous, Sel. P. Z. S. 1856, p. 304%; 1858, p. 303% 1859, p. 380”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 550%; Salv. Cat. Strickl. Coll. p. 205.* Pyrrhula frontalis, Sw. Phil. Mag. n. ser. I, p. 435". Carpodacus frontalis, Bp. Consp. Av. L, p. 533%; Cab. Mus. Hein. I, p. 166”; Baird, Mex. Bound. Surv. II, Birds, p. 14 (?)*; Dugés, La Nat. L, p. 140”; Lawr. Mem. Bost. So. c. N. H. II, p. 278” (?); Cones, B. N. W. p. 107”. VNochtotolt, Hernández, Hist. An. p. 31, cap. S1” (apud Waoler”). Supra fuseus, interscapulio vix striato, alis et cauda fusco—nigricantibus, illis fusco limbatis; snperciliis, fronte late, nropygio et gutture toto leete cocci- neis; loris et regione parotica dorso concoloribus; corpore reliquo subtus pallide fusco, obscure fusco striato; rostro corneo, mandibula pallida, pedibus nigrican- te—fuscis. Long. tota 5-6, ale 3-1, caude 2-5, rostri a rictu 0-5, tarsi 0-65. (Deser. maris ex Oaxaca, México. Mus. nostr.). 2 mari similis, inornata, colore coccineo nullo, corpore subtus nudique fus- eo striato. (Descr. feminee ex Mexico, prope urbem. Mus. nostr.). Hab.—México*”* (Deppe*, Mann?), Frontera (Wright*), Monterrey (Counch*). Tepic y Durango (Grayson”), Guanajuato (Dugés**), Guadalajara (Grayson”, Dugés**) Temascaltepec, Real del Monte (Bullock*), meseta de Veracruz (Sumi- chrast*), Sau Andrés Gorión (Sallé?), Oaxaca* (Boucard,” Fenochio). «Casi toda la República.»” Probablemente los primeros ejemplares que se obtuvieron después del tipo de D'Anbenton, fueron los que cazó Bullock en Temascaltepec y Real del Mon- te, meseta de México”. Posteriormente, Deppe envió ejemplares al Museo de Berlín, oriundos, como es probable, del Estado de Oaxaca, y Lichtenstein les dió el nombre de hcemorrhous*, adoptado más tarde por Wagler*, quien consideraba al ave como el Nochtototl de Hernández”. Sumichrast asegura, que el C. mexicanus es común en toda la meseta de México, y que también se le encuentra en las partes elevadas del Estado de Ve- racrnz*. Grayson, observó un Carpodacus en la ciudad de Durango, en Febrero; en Guadalajara, en Mayo; y en Tepic, en Diciembre, Mayo y Junio; notó, asimismo, - que anida en esas localidades, pero que no visita la costa”. Tenoramos si se ha publicado algo concerniente al nido y huevos de esta es- pecie, pero es probable que se parezcan á los de la C. frontalis. (1) Laurencio y Beristain, p. 34. 168 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Hay un ejemplar en el Museo Británico, con la parte roja de la cabeza, ama- rilla, de manera que se parece al tipo de D'Aubenton. «Uno de los frutos que constituyen la base de la alimentación del Carpoda- cus, es el del Trueno (Ligustrum). Es notable en esta especie la presencia de caracteres sexuales secundarios, y la selección sexual que en ella se verifica; los gorriones son estrictamente monógamos; pero frecuentemente tienen terribles 1n- chas entre sí los individuos machos, y se disputan á las hembras no sólo por este medio. sino también tratando de agradar á sus futuras parejas. Con este objeto, escogen posturas elegantes, agitan sus alas y cola, y cantan lo mejor que pueden en presencia de la hembra; es muy común que dos machos, después de condu- cirse de esta manera, y si el objeto de su ardor no da la preferencia á ninguno de ellos, se entreguen á una encarnizada pelea: ésta nunca termina de un modo funesto, y sí acontece que los dos contendientes, después de haberse despluma- do, vuelven á ejecutar sus brillantes juegos en presencia de la hembra. En el mercado de la capital se venden los gorriones en abundancia, hasta el precio de doce centavos, y como las personas afectas á las aves canoras, prefieren á los in- dividuos machos, esto contribuye, aunque poco, á que la especie tenva tendencia más bien á ser polísama, que monógama. En muchos de los nidos que llevo exa- minados, he encontrado, sin embargo, mayor número de hembras que de machos. Los gorriones viven en domesticidad, de 14 á 16 años.» Sedentario.—Vive generalmente en las cercanías de las poblaciones; nunca se le encuentra en lugares desiertos y sin cultivar. Es una ave doméstica, social y monógama, sumamente nociva para la agricultura, devora los frutos comesti- bles, destruyendo mayor número del que necesita para alimentarse. En Tlálpam, los gorriones causaron un perjuicio de consideración en un plantío de viñas. Este conirostro, por desgracia sedentario y muy abundante, anida en Marzo ó Abril, y se propaga de una manera notable. De todas las aves frugívoras que habitan en el Valle, el Carpodacus es el más nocivo; debería destruirse, lo que es bastante fácil, si se le ataca durante la noche, en los árboles adonde se recogen multitud de individuos. El Carpodacus tiene por enemigos, en primer lugar, á los cazadores por afición, que cada año destruyen un número bastante considerable; en segundo, á los comerciantes en aves domésticas, y por último, á los agricultores, los rapaces, y algunos mamífe- ros; á pesar de esto, los gorriones no disminuyen en número. Hay en el Valle de México dos variedades (?) de Carpodacus, la rural, más pequeña que la urbana, la que se alimenta generalmente de las semillas que abandonan las aves domésticas, y es más corpulenta. En los gorriones que se mantienen en cautividad, no se observa la misma coloración que en los indivi- duos libres; en los primeros, el color es más claro, y las manchas de la cabeza y (1) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. '“La Naturaleza,” Vol. I (2), p. 323. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 169 la porción posterior del dorso son amarillas, y en los segundos estas mismas manchas son rojas.» LOXIA. Loxía, Linnaeus, Syst. Nat. I, p. 299 (1766). Lozxia, limitada á los Picos cruzados, contiene cinco ó seis especies algo in- definidas, pues su número depende, en eran parte, de las variaciones concedidas á cada especie. La única que nos interesa es la L. Mexicana, modificación de la L. americana ó de la £. curvirostra. Loxia, es un género de las regiones paleár- ticas y neotropicales. y se presenta espodáricamente y en estaciones inciertas en toda la zona templada septentrional. Probablemente la L. mexicana es la única especie que pasa por el trópico, y eso solamente en las montañas mexicanas. El pico de Lozía es metaenato, pues las puntas de la mandíbula superior y de la inferior se ernzan; ambas son muy curvas y tienen las puntas afiladas como la hoja de un enchillo. Las ventanas de la nariz están completamente ocultas por unas plumitas tiesas que parten en línea recta de la base de la quijada. Las pa- tas son pequeñas, y los tarsos, dedos y garras, fuertes. El ala es muy larga, el primero, segundo y tercer cañones, son subienales y muy largos, los demás cor- tos, los primarios más interiores tienen un poco más de la mitad de la longitud de los más larsos, los mayores secundarios exceden un poco á los primarios más interiores. La cola es muy corta y está dividida. El rojo es el color que predo- mina en el macho adulto. Al estudiar los pericos, observamos que tenían «afinidades con los Páseres, y en este orden encontramos, asimismo, especies que se parecen á los pericos y establecen una transición de los unos á los otros. Tales son los pájaros que com- ponen la familia de los Loxidos ó Picos cruzados y que se parecen á los pericos, no sólo por sus formas, sino támbión por sus costumbres, sus movimientos y cier- tas particularidades. Los Loxidos forman una familia bien caracterizada, pero poco numerosa en materia de especies. La forma de su pico les distinene no solamente de los otros Páseres, sino también de todos los pájaros. Uno sólo tiene relaciones con elios, pero éstas no son bastante grandes para que los naturalistas los reunan en el mismo género. Alennas veces se han incluido á los Loxidos y á otros Páseres en una familia común, otras se ha colocado al Picoduro entre ellos, pero siem- pre se ha reconocido, finalmente, que representaban un tipo aparte. (1) A, L. Herrera. La Mig. en el Valle de México. '“La Nat.,” vol. 1 (2), p. 181. La Nat.—Ser. II.—T. IV.—Mayo 1905, 9] 1 170 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Costumbres, hábitos y régimen.—Como la mayoría de los Páseres, los Loxi- dos forman parvadas que rara vez abandonan los bosques. Pero, más que la existencia de todos los otros pájaros, la suya está ligada á la presencia de cier- tos árboles. Unicamente en los bosques de coníferas encuentran su alimento; durante sus viajes no hacen más que atravesar los otros bosques. Su patria es extensa. En el Norte es donde son más abundantes, pero no solamente allí se les encuentra. Hasta cierto punto, se les puede considerar co- mo bohemios, pues como los gitanos, aparecen súbitamente en una comarca, per- manecen en ella aleún tiempo, conduciéndose desde el primer momento como si fueran indígenas y reproduciéndose, hasta que cualquier día parten tan repen- tinamente como llegaron. Sus peregrinaciones están ligadas con la riqueza de las florestas de coníferas; aparecen cuando los granos de estos árboles están ma- duros. Sin embargo, no hay regla absoluta. En Alemania se les observa du- rante muchos años consecutivos, enseguida desaparecen, y transcurre aloún tiem- po sin que reaparezcan. Se aclimatan en todas partes y en todas las estaciones. Atraen la atención del hombre y, á pesar de sus apariciones irregulares, son los pájaros más conocidos en las comarcas que han visitado. Son los favoritos de los montañeses, y los héroes de los cuentos y de las leyendas, porque sus cos- tumbres tienen no sé que atractivo. No es fácil distinguir á las diversas especies de Picos chuecos. Cada colec- ción contiene variedades numerosas, pero todas parecen encadenarse estrecha- mente. Se pueden admitir cuatro especies europeas bien determinadas, y otras tantas en Asia y en América. Su gruesa cabeza, su enorme pico, sus patas macisas y su corta cola, dan á los Picos chuecos un aspecto pesado y torpe; pero por el contrario, son aves ale- eres y ágiles, vuelan con rapidez largo tiempo, se ciernen en el aire antes de po- sarse, y trepan fácilmente por las ramas. En tierra únicamente se manifietan un poco torpes é inhábiles. Sus costumbres se semejan mucho á las de los pericos, pero su inteligencia está menos desarrollada; sobre todo, son menos astutos y más inofensivos, dulces y amables.» ” LOXIA MEXICANA. «Pico cruzado.» Y Loxia mexicana, Strichl. Contr. Orn. 1851, p. 43%, Sel. P. Z. S. 1859, p. 365"; Salv. Ibis, 1866, p. 193% Cat. Strickl. Coll., p. 202%, Loxia americana, Sel. P. Z. S. 1864, p. 174”. (1) Brehm, l. c., p. 74. (2) A, L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 20. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 171 Curvirostra americana, Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 551”. Loxia curvirostra, var. mexicana, Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. I, p. 488"; Ridow. Proc. Biol. Soc. Wash. IL, p. 100*. Lozxia curvirostra stricklandi, Check—List N. Am. B. p. 257*. Rnbra, alis et cauda nigricante—fuscis, rostro corneo, maxilla et mandibula ad apices decussatinn positis, pedibus corylinis. Long. tota 6-0, alee 0-4, caudee 22, rostri a rictu 0-8, tarsi 0.65. (Deser. maris ex México. Mus. nostr.). 2 obsenre olivaceo-fusca, nropygio flavido, alis et canda fusco-nigris extus olivaceo limbatis; subtus oleagineo-grisea, ventre imo albicante. (Descr. feminse ex México. Mus. nostr.). Hab.——Norte América”.—-—México (Mann'”*, Boucard), Valle de México (W'hi- te”). Jalapa (de Oca?), Moyoapam (Sumichrast”), Guatemala (O. S. A. T. D. G.?) «Méx. Reg. temp. de Veracruz.» % Muy pocas noticias tenemos respecto á las costumbres de la L. mexicana en México. El tipo de Strickland llegó á su poder en 1840, y formaba parte de una colección de T. Mann, obtenida probablemente en las sierras mexicanas?. Sumichrast colectó un solo ejemplar en Moyoápam, en la región alpina de Orizaba, á una altura de cerca de 8,200 pies sobre el nivel del mar*. Otros ejem- plares han sido obtenidos por White, Boucard, de Oca y demás colectores. En Guatemala solamente encontramos á la L. mexicana una ocasión (Sep- tiembre 1861). al descender la cordillera que divide la llanura de Salama del valle del Motagua. Varios pájaros estaban comiendo posados en los pinos. Como nos fué imposible procurarnos algunos ejemplares, ignoramos si dichos pájaros eran realmente la L. mexicana, pero casi tenemos la certidumbre de ello. Indudablemente, la L. mexicana tiene los hábitos irregulares de la £. cur- virostra y de la L. americana, las cuales vagan de un punto á otro, sin emigrar de nn modo definido. Anidan, asimismo, en diversas estaciones, con frecuencia á mediados del invierno. «Costumbres y régimen.—Todos los picos cruzados habitan en las florestas de coníferas; se alimentan casi exclusivamente con los granos de los pinos, abe- tos y cedros. Son más comunes al Norte que al Sur, porque allá hay florestas más extensas de estas clases de árboles. No tienen patria, por decirlo así, pues se les encuentra en todas partes, y en ninguna. En Alemania se presenta el Pico ernzado cuando maduran los granos, y si abundan éstos, acude en gran número, aun á parajes donde no se le había observado durante muchos años. Sus emigraciones son, pues, muy irregulares, y no dependen, ni de las estaciones, ni de las localidades. Son más comunes en (1) Laurencio y Beristain, p. 34. 172 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. las montañas que en las llanuras, pero se establecen en las últimas cuando en- cuentran en ellas florestas convenientes. En sus viajes llegan algunas veces has- ta el centro de la Europa meridional. En España, por ejemplo, suelen ser muy abundantes. Según Homeyer, se les observa en las Baleares, así como en Gre- cia. Se i¡enora aún, hasta dónde se extiende en Asia, pero nunca residen más que en las florestas. ¿La América posee especies propias, ó han penetrado hasta ella las nuestras? Es lo que decidirán las observaciones ulteriores. La última suposición no es inverosimil, pues estas aves no conocen ni fronteras ni ba- rreras. | Al atravesar un bosque de pinos ó abetos, se escuchan á veces sus chillidos, que son muy conocidos de todos los pajareros, y de muchos cazadores; también | se suele oir el canto del macho. Los Loxidos han llegado y se han instalado. Si la localidad les agrada se reproducen, si no, buscan un sitio apropiado transen- | rrido cierto tiempo. Bien pronto descubren el mejor lugar que hay en el bosque, y después de vacabundear todo el día, se reuuen allí llegada la noche. | Todos los Liooxidos son pájaros sociables, y no se separan ni aun en la esta- ción de los amores. Sus costumbres son muy enriosas. Son esencialmente arbó- reos, y sólo obligados por la necesidad, bajan al suelo para beber ó comer los conos de los pinos que se han caído. La cima de los pinos es sn morada. Trepan con agilidad por las ramas, ayudándose con el pico como los pericos; se suspen- den con ayuda de sus patas ó de sus picos, unas veces con la cabeza en alto, otras con la cabeza hacia abajo, y permanecen alounos minutos en esta posición | tan incómoda en apariencia. Vuelan fácilmente y con ligereza, pero rara ocasión | emprenden lareas caminatas de una tirada. Además, extienden mucho las alas doblándolas súbitamente, de manera que describen en el aire una línea on- dulada. En la época de los amores se elevan revoloteando más arriba de los árbo- les, y se quedan suspendidos en el mismo sitio cantaudo; en seguida, vuelven lentamente á ocupar el Inear acostumbrado. Están continuamente en movimien- to, excepto al mediodía. En primavera, estío y otoño, comienzan desde que amanece á vagar por la | floresta de arboleda en arboleda, y de colina en colina, de manera que los paja- reros que les tienden redes, se ven obligados en Juuio y Julio, á estar eu su | puesto á las dos de la mañaua. Eu invierno, cuando el frío es riguroso, perma- | necen mucho tiempo en el punto en que pasan la noche; sin embargo, su voz re- suena desde muy temprano, aunque no abaudonan aquel paraje, hasta que el sol | está ya alto en el horizonte. En dicha estación se atarean mucho á las diez de la mañana, momento en que comienzan á comer. Á las dos se calmau, pero conti- núan comiendo hasta las cuatro, hora en que se entregan al reposo. Van á beber al mediodía; á las diez ó las once en estío. Los Loxidos se cuidan muy poco de los otros habitantes de la floresta y del hombre, aunque hayau aprendido desde un principio á considerarle como ene- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 173 migo. Se ha aprovechado este pretexto para decir que son seres estúpidos, y esta opinión se apoya en hechos que tienden efectivamente á demostrar que ca- recen por completo de inteligencia. Pero si se estudian con más atención estos pájaros, se observa que saben aprovechar las lecciones de la experiencia, y que son, en realidad, menos tontos de lo que parecen. Es fácil atraparlos ó matar- los, y están tan ligados entre sí, que su amistad les cnesta comunmente la vida ó la libertad. Me parece que eso prueba no escupidez, sino buen natural. El ma- cho, cuya hembra acaba de perecer, se queda en la misma rama abrumado de dolor, ó vuelve á buscarla al sitio donde ha perdido á su compañera. Empero, cenando han soportado varias veces los efectos de la perversidad humana, se vuel- ven muy desconfiados. Los jóvenes chillan casi como la pardilla joven, pero ad- quieren bien pronto la voz de los adultos. El Lozxia curvirostra lanza su chillido de reclamo, cuando se posa ó cuando vuela. Es más débil que el del Loxía pytiopsittacus. Cuando se han oído una vez estos dos chillidos, no se les vnelve á confundir; yo los reconozco en la flo- resta, y desde lejos. Este chillido es señal de partida, de advertencia y de ren- nión. Cnando estos pájaros están posados, y uno de ellos lanza este chillido con fuerza, todos los demás prestan atención, y echan á volar tan pronto como uno de ellos da la señal. Cuando están comiendo, y alennos individuos de la misma especie pasan chillando, no les hacen caso; rara vez les responden invitándolos á tomar parte en el festín. Si nno de ellos se aleja. los otros chillan sin cesar para evitar que se extravíe. Si un individuo está parado en la punta de un ár- bol, y quiere invitar á toda una banda á descansar allí, emite un chillido aendo que se escucha pocas veces cuando pasan volando. El canto del macho es encantador. Por lo general el L. pytiopsittacus can- ta mejor que el £. curvirostra, pero sus cantos se parecen mucho. Se componen de un tema lanzado en plena voz, y segnido de algunas notas silbantes, débiles. En libertad cantan, sobre todo, cuando el tiempo está sereno y tranquilo, y no ha- ce mucho frío; se callan cuando sopla el viento y amenaza tempestad. Para can- tar se posan siempre en las ramas más altas: sólo en la estación de los amores cantan volando. La hembra canta también, pero en voz más baja, y de una ma- nera menos sostenida que el macho. En janla cantan todo el año, excepto en la época de la muda. Los Loxidos se nutren casi exclusivamente con los granos de las coníferas. Su pico fuerte y encorvado, les es indispensable para procurarse sus alimentos. Se necesita fuerza y destreza para abrir las piñas del pino y sacar las semillas. El pájaro llega volando, se suspende de un cono con la cabeza baja, ó bien, co- loca el cono sobre una rama, se para eucima, y le coge con sus uñas vigorosas, largas y puntiagudas. «Es un espectáculo encantador, dice mi padre, ver á un pájaro tan pequeño llevar de un árbol á otro una piña de mediano tamaño. La coge con el pico, con la punta dirigida generalmente hacia adelante, vuela á otro árbol, á una veintena de pasos de distancia para poder abrirla, porque no en- 174 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. enentra ramas en donde poder trabajar á sn gnsto. He allí cómo practica la ope- ración. Con la punta de sa mandíbula superior, arranca de en medio las escamas erandes, hace así un agujero, en el cual introduce su pico un poco abierto; en se- enida levanta la escama con un movimiento de cabeza. En ese momento le es muy fácil hacer entrar el grano en su pico con la lengua, romper la envoltura y travarlo. No abre los conos grandes. «Sn pico en cruz le es muy útil; no tiene necesidad de abrirlo mucho para darle gran extensión, y un ligero movimiento de cabeza, basta para levantar una escama. «Esta maniobra produce un ruido, un chirrido tan fuerte, que se le esencha al pie del árbol. El Lozxía curvirostra, despoja pocas veces á nn cono de todos sus granos, como hacen sus congéneres; lo abandona después de roer una parte, y aun antes de haberlo abierto. No solamente los jóvenes tienen esta costumbre, como creía Bechstein, sino también los viejos, de manera, que el sitio en que ha estado uno de estos pájaros, está sembrado de conos. «Una vez que han despojodo á los árboles de sus frutos, los Loxidos reco- gen y abren los frutos caídos.» El L. curvirostra ataca rara vez los conos de los abetos. porque no tiene fuerzas para abrirlos. El L. pytiopsittacus devora, por el contrario, grandes can- tidades. Levanta á la vez todas las escamas situadas encima del punto en que introduce el pico. Estas dos especies abren siempre las escamas con su mandí- bula superior, apoyando la inferior contra el cono. En dos ó tres minutos devoran un cono, lo dejan caer, buscan otro, y así su» cesivamente, hasta que se satisfacen. Por los conos que yacen en el suelo, se conoce si hay Loxidos en la comar- ca. Cnando nada les molesta permanecen horas enteras en el mismo árbol, y va- rias semanas en un sitio. Mientras encuentran piñas de pino no buscan otro ali- mento; pero cuando éste les falta, comen granos oleaginosos, granos de cáñamo, de cardo, etc., é insectos, principalmente pulgones, que van á perseguir en los jardines y vergeles. Al manejar los conos resinosos, los Loxidos se ensucian el plumaje, pero lo enidan tanto como los otros pájaros, así es que después de cada comida, se asean durante varios minutos, limpiándose el pico en las ramas. Sin embargo, no siem- pre pueden tener su plumaje en tan buen estado como quisieran, y frecnente- mente se quedan cubiertos de resina. Su régimen produce otro efecto: da á su carne cualidades particnlares. Cuando se nutren con semillas de pino, seimpreg- nan á tal grado de resina, que sn cadáver resiste largo tiempo á la putrefacción. «Sn carne, dice mi padre, tiene un olor fuerte, desagradable, sin que por eso sea positivamente repugnante. Nada más debe tenerse cuidado con las moscas, por- que si se les deja depositar sus huevos, penetrán las larvas y se comen la carne. He hecho muchas experiencias en este sentido, y siempre con el mismo resulta- do. Tengo un Loxido cazado el estío pasado, y que conserva aún todas sus plu- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 17 (di mas, á pesar del calor. He visto otro momificado naturalmente desde hace veinte años.» La cansa de semejante estado de conservación, reside evidentemente en el alimento resinoso que eneullen, porque cuando los Loxidos han comido in- sectos durante algún tiempo, se corrompen tan pronto como los demás pajaritos. Una sociedad de Loxidos es uno de los más bellos ornatos de la floresta, sobre todo en pleno invierno, cuando todo está cubierto de una espesa capa de nieve. Estos pajaritos se destacan perfectamente sobre el verde sombrío de las ramas, y el blanco deslumbrador de la nieve. Al mismo tiempo, sus costumbres alegres, su actividad continua, su charla y su canto, animan singularmente el paisaje. El espectáculo es todavía más in- teresaute, cuando sus amores tienen lugar en invierno. Los Loxidos auidan en cualquier estación, tanto á mediados del estío, como en los rigores del invierno, cuando todo está cubierto de nieve, y la vida parece extinenida eu la naturaleza. El pájaro no se inquieta en lo más mínimo. lleva en sí mismo la primavera con todas sus alegrías. Lia banda se divide en parejas, éstas escogen los más be- llos árboles de la floresta para confiarles la cuna de su progenie, pero ¡jamás se alejan mucho unos de otros. El macho se posa en la rama más elevada, can- ta, llama, se vuelve y se revuelve como para hacerse admirar de la hembra por todos lados. Si aquella no viene, se coloca en otro punto y la llama de nuevo; aproxímase ella, el macho corre detrás. y jugando y piando la persigne de rama en rama. El L. pytiopsittacus tiene la costumbre de dar al mismo tiempo varias vuel- tas en el aire: se eleva batiendo las alas repetidas veces, se cierne en el espacio cantando, y vuelve en seenida al árbol de donde ha partido. Esos juegos durau hasta las once de la mañana próximamente: entonces comienza la construcción del nido. Lo colocan ya en una rama prominente, ya en una bifurcación, sobre un ramo grueso, cerca del tronco; unas veces en la punta, otras á la mitad del árbol, pero siempre de manera que quede cubierto con ramas que lo ocnlten, y lo pongan al abrigo de la nieve. El exterior de este nido está formado de ramos de pino, malezas, rastrojo, líquenes y musgo; el interior está tapizado de plumas, brisnas de yerbas y agujas de pino. Sus paredes tienen casi 3 centímetros de es- pesor, y están tejidas artísticamente; el fondo es profundo. Tales son, por lo menos, los nidos de los Lozx+ce, en Alemania, y nos sorpren- de que uno de los naturalistas más concienzudos de Suecia, el prior Eekstróm, asegure que en las florestas de su país, el L. pytiopsittacus construye un nido esférico, formado con líquenes secos. Su entrada sería redonda, estrecha; á du- ras penas podría entrar el pájaro, y la cavidad sería bastante grande para que se pudiera introducir en ella todo el puño. Sólo construirían así el nido en in- vierno; el nido de estío tendría menores dimensiones y paredes menos gruesas. Cito esta relación sin garantizar que se aplique á nuestro Loxía. En todo caso, el Pico ernzado se afana mucho para edificar la cuna de sus pequeños. 176 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «He tenido oportunidad, dice mi padre, de observar áuna hembra que cons- truía su nido. Primero renne ramitas secas, y en seguida recorre las ramas para coger líquenes. Llega al nido con el pico lleno y los acordona. Una vez termi- nado el armazón, permanece en él largo tiempo poniendo todo en orden, doblan- do las ramas con su pecho, comprimiéndolas, y moviéndose en todos sentidos. «Se surte de toda clase de materiales en el árbol vecino. Se da tanta prisa, que trabaja aun al mediodía, y eu dos ó tres minutos termina con la carga que reune, transporta y arregla. El macho acompaña á la hembra posado en una rama ó eu el nido, le da de comer cuando está incubando, trata de distraerla con sus cantos durante su larga inmobilidad, pues una vez puesto el primer huevo, no vuelve á salir del nido: diríase que se esfuerza en indemnizarla de esta ma- nera.» Cada postura se compone de tres ó cuatro huevos, pequeños, de color blanco eris ó azulado, cubiertos de manchas y de rayas de tinte moreno rojo, ó moreno negro. Unas veces las manchas forman un círculo alrededor de la extremidad ernesa, y otras están repartidas en toda la superficie del lmevo. Los jóvenes, desde que salen del cascarón, son alimentados por sus padres con granos de pino ó de abeto remojados los primeros días, y á medio digerir en el buche. Crecen rápidamente y se manifiestan vivos y activos desde Inego, pero, más que los otros Páseres, necesitau largo tiempo de la ayuda del padre y de la madre. Hasta después de que salen del nido les crece el pico, y sólo entonces pueden abrir por sí mismos las piñas de los pinos. Cuando abandonan el nido, se establecen en los árboles, principalmente en los abetos, y están siempre cerca de sus padres. Mientras éstos recogen los granos, audan á su lado chillando sin cesar como niños malcriados; cuando dejan el árbol, los siguen ó los llaman con acento plañidero hasta que regresan. Poco á poco aprenden á comer solos. Primero, los padres les presentan conos semiabiertos para que se ejerciten en le- vantar las escamas; más tarde les enseñan á atacar conos intactos. Aunque ya pue- dan comer solos, los padres continúan dándoles alimento. Al fin son indepen- dientes, forman parvadas ó se reunen con los viejos que no tienen pareja. Caza. —He manifestado anteriormente, que no es difícil coger Picos cruza- dos. Los recién llegados á un país, dejan que se aproxime el cazador, y 10 vue- lan aunque uno ú otro reciba heridas mortales. Es, quizá, aún más fácil cogerlos vivos. En Turín usan para atraparlos grandes pértigas, en la punta de las cua- les, colocan un ramo de pino cubierto de varetas de liga. Plantan estas pértigas en un claro, antes de que amanezca, y ponen abajo un Pico cruzado en una jau- la para que sirva de cabestro. Todos los Loxíc que pasan se aproximan atraídos por los gritos de su compañero cautivo. Mnchos se posau en las varitas, y se quedan allí. En una mañana se pueden apresar inuchos. Cautividad.—Todos los Loxic se domestican con mucha facilidad. Olvidan Dr. Manuel Urbina y Altamirano (á la edad de 54 años). Electo por aclamación Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, Z en la sesión extraordinaria del 17 de febrero de 1895. UNA VIDA ENNOBLECIDA POR EL ESTUDIO Y EL ESTRICTO CUMPLIMIENTO DEL DEBER. HAY MUERTES QUE POR LO INESPE- RADAS NO SE CREEN. ¡¡PobrRE MANUEL!! MurIó CUANDO LLENO DIE ILUSIONES ESPIGABA CON AFÁN, RICAS SIMIENTES, EN EL AMENO CAMPO DE LA CIENCIA QUE CULTIVABA. TENIÉNDOME tan sólo á mis recuerdos y con los documentos que tengo á la vista, trazaré á grandes rasgos la biografía del ameritado profesor de botánica Dr. Manuel Urbina y Alta- mirano. Mojando la pluma en la tinta simpática del cariño y rebosando de afectuosos sentimientos, al comenzar este relato me complazco en tributar, al sabio y al amigo, un homenaje de alabanza por sus valiosos servicios á la ciencia de las plantas y con par- ticularidad á su enseñanza. Fué un miembro prominente de la Sociedad Mexicana de Historia Na- tural, la cual tuvo la pena de verlo desaparecer violentamente, el día 19 de Julio de 1906, próximo á cumplir 63 años de edad. Nació nuestro biografiado en la ciudad de México por los años de 1843 á 1845, siendo inmediato descendiente del muy honorable profesor de far- macia Sr. D. Manuel Urbina, á quien mucho conoció el que esto escribe. Niño aún lugresó á las aulas del antiguo Colegio de San Ildefonso, una vez terminada su instrucción primaria al lado de D. Ambrosio Rueda, reputa- do preceptor de la época. Considerado en aquel primer centro docente como el Benjamín de las clases por las que sucesivamente fué pasando, terminó con aprovechamiento en 1856, los cursos de latinidad y los de filosofía completos, quedando en aptitud de continuar los profesionales. En el siguiente año in- — == MO a X LIO egresó á la Escuela Nacional de Medicina y sin tropiezo alguno terminó feliz- mente la carrera de médico-cirujano en 1863, unido al suscrito como con- discípulo desde el principio al fin de ella. Ambos congeniaron y fueron siem- pre buenos amigos que á menudo se asociaban para estudiar; su personali- dad, por lo tanto, le fué al segundo bien conocida. Más tarde, en 1867, ad- quirió un nuevo título, el de profesor de farmacia, á cuyo ejercicio se dedicó casi exclusivamente en un principio, abandonándolo más tarde por el del pro- fesorado. El primer empleo público que acertadamente desempeñó, fué el de perito químico del Consejo Superior de Salubridad, y permítaseme agregar en sen- tido metafórico, con funcionamiento cronométrico, que siguió siendo la nota culminante en todos los actos de su vida. Por separación temporal del sus- crito de su empleo de profesor de botánica en el antiguo Museo Nacional, ocupó este puesto desde 1881 á 1885. Al regreso de aquél, quien pasó á des- empeñar la plaza de mineralogía, geología y paleontología en el mismo es- tablecimiento, quedó definitivamente nombrado el Dr. Urbina en el empleo que transitoriamente se le había conferido. Pasando los años obtuvo, además, nuestro biografiado, la dirección del propio plantel desde 1893 á 1904, si la memoria no me es infiel; en 1885 ingresó á la Escuela Nacional Preparatoria con el carácter de catedrático de botánica: clase que desempeñó con gran lu- cimiento por más de 20 años, y de la cual se separó con licencia indefinida para desempeñar un empleo que le fué ofrecido en el Instituto Médico Na- cional; el cual le permitía dedicarse con mayor ahinco al estudio de la flora del país, en la que llegó á adquirir grandes conocimientos. El absoluto apego y dedicación en el cumplimiento del deber y su extremada delicadeza en el manejo de intereses ajenos, formaban en él una segunda naturaleza que lo elevó sobremanera en concepto de la sociedad que supo apreciar tan bellas cualidades. Como buen artillero, permítaseme decir, murió al pie del cañón, pues precisamente al llegar al Museo Nacional á desempeñar sus labores ha- bituales, le acometió repentinamente un acceso de angina de pecho que lo privó de la vida en breves instantes, causando con ello indecible pena á las personas que acudieron á prestarle auxilios, contándose entre ellas el suseri- to. Larga y sostenida fué la labor científica de la distinguida personalidad de quien se trata, y cabe la buena suerte que los frutos de tan nobilísima ta- rea queda:on en su mayor parte consignados en diversas publicaciones cien- tíficas del país. A continuación se hará de ellos tan sólo un breve extracto con las apreciaciones que se juzgue oportuno consignar. Mas en las páginas subsecuentes que llevan por título «Revista Científica,» como áureo florón quedarán estampadas en toda su integridad, las sagaces investigaciones de EEN Y EIN XLIII tan conspicuo naturalista, omitiendo, sí las que anteriormente han sido pu- blicadas en este periódico. 1. La cuía Y sus APLICACIONES. («La Naturaleza,» 2.* serie, tomo l, pá- gina 27). Esta especie de nuestra flora tan bien conocida como apreciada, la des- eribe el autor detalladamente, con su exacta clasificación, así como la histo- ria completa de tan interesante vegetal, mereciendo, por lo tanto, un cum- plido elogio. 2. GRANOS DE POLEN DEL OYAMEL. (Anales del Museo Nacional, 2* época, tomo IIl, págs. 293-297). La presencia de una substancia pulverulenta, de color amarillo de azu- fre, flotando en las agnas acumuladas en el antiguo cráter del Nevado de To- luca, había llamado la atención de varios observadores, pero sin concederle mayor importancia; alguno de ellos, sin embargo, había reconocido su natu- raleza vegetal, desechando la idea de que fuese un depósito de azufre, como tal parecía. Corresponde á nuestro biografiado el mérito de clasificar el re- petido depósito con rigurosa exactitud, resultando ser granos de polen del oyamel, Abies religiosa, que tanto abunda en las altas montañas de la Mesa Central de México. Dichos granosse caracterizan perfectamente por hallarse formados de tres celdillas, una central y dos laterales, sirviendo las últimas de flotadores para transportarlos á largas distancias, y los que al caer han ocasionado las pretendidas lluvias de azufre. 3. Una PAPAYA PROLÍFERA. («La Naturaleza,» 3.* serie, tomo III, págs- 159-160).—En un breve artículo redactado con rigurosa exactitud de los he- chos, el autor estudia un curioso caso de monstruosidad en el expresado fruto, ó sea el de la pleiotaxia del gineceo, la cual consiste en la multiplica- ción del verticilo carpelar; apareciendo en el interior formado de dos series de carpelos deformados y en vía de completar su evolución: tal como pasa en las naranjas, chicos zapotes preñados, y otros más, á los que se da este expresivo sobrenombre, y que probablemente es causado por parasitismo. Familiarizado con este género de investigaciones, fácil le fué resolver el pre- sente caso. Por ser de la misma índole los subsecuentes artículos, se anticiparán acerca de ellos unas cuantas palabras. Bien conocida es en México, por los que se dedican á la historia natural, la antigua obra de Francisco Hernández acerca de las plantas y animales de la Nueva España, en la que se describen, aunque muy someramente, las especies de ambos reinos con sus respectivos nombres indígenas, que más ó menos alterados han llegado hasta nosotros: Hacer su connotación científica, y con especialidad la de los vegetales, es una XLIV empresa verdaderamente difícil que toca á veces á lo imposible. Nuestro bio- erafiado fijó en este punto su atención, y nadie tan competente como él po- día abordarla con éxito; posible es que en un asunto tan escabroso haya in- currido en errores, que no intentaré subsanar por no caer en otros de mayor cuantía, aceptando como bueno el sentir del autor. 4. Raíces COMESTIBLES ENTRE LOS ANTIGUOS MEXICANOS. (Anales del Museo Nacional de México, 2% época, tomo III, pág. 17).—Con distintos nombres, como dice el autor, era designado por los aborígenes el expresado órgano vegetal, atendiendo á ciertos de sus caracteres. Algunos de éstos hacen alu- sión á la forma que presenta, como la gruesa y cilíndrica, que llamaban ca- motli; jicama, cazotl y coen á la napiforme; cimatl á la de pequeños tubércu- los, y así otras. Empleaban también nombres que se referían al color, sabor, consistencia, etc. Consigna nuestro autor en sus escritos una lista de 42 cla- ses Ó especies con su correspondiente nombre indígena y respectiva etimolo- gía. Vertidos fielmente á nuestro idioma, transcribe uno á uno los capítulos que sobre este asunto ocupa la referida obra de Hernández, agregando en ciertos de ellos datos y noticias proporcionados por otras respetables auto- ridades, textualmenle copiados. Son de aplaudirse trabajos de esta naturale- za, que ponen en claro puntos dudosos de la historia natural de nuestras plantas. 5. NOTA ACERCA DE LOS COPALES DE HERNÁNDEZ Y LAS BURSERÁCEAS MEXICA- Nas. (Anales del Museo Nacional, tomo 1V, págs. 98-114).—Es un grupo in- teresante de especies típicas de nuestra flora, demasiado conocidas por sus aplicaciones y que en su mayor parte corresponden á la expresada familia. Con la palabra Copalli designaban los antiguos mexicanos á una goma-resi- na que, con pocas excepciones, mana de árboles muy parecidos entre sí; sir- viéndose del referido nombre para designarlos unido á otros que expresaban alguna otra particularidad, como Xochicopall: por lo notable de la flor, 7e- pecopalli en razón de vegetár en las montañas, Copalxihuitl por ser yerba y no árbol, etc. Con justicia llama la atención el autor hacia la sagacidad des- plegada por aquel pueblo inculto en sus acertadas apreciaciones sistemáticas acerca de las plantas, en éste como en otros muchos casos. Con la obra de Hernández á la vista procura hacer él mismo la identificación de las 9 espe- cies de copalli que en ella se señalan; para el mejor acierto de sus investiga- ciones recurre más bien á las láminas que á las imperfectísimas descripciones, así como á otras fuentes, de las que obtuvo gran provecho; logrando verificar las de 8, pues la de la restante le fué del todo imposible. Fuera de ellas, que son las únicas que se consignan en la edición romana, agregó otras más que figu- ran en la matritense y corresponden á una familia distinta de la expresada. XLV 6. Daros ACERCA DE LOS AMOLES MEXICANOS. («La Naturaleza,» 2.* serie, tomo III, págs. 244-246 de la Revista Científica, reimpresión). En una extensa memoria el autor se ocupa de un grupo interesante de vegetales que los antiguos mexicanos designaban con la palabra amolle 6 amulle, la cual viene de atl, agua, y molli Ó mulli, espesar: bien sola Ó acom- pañada de otras expresiones. Eran muy empleados á guisa de jabón por la propiedad detergente especial de que se hallan dotados, debida á la presen- cia de la saponina en el jugo celular, á menudo acompañada de cristales aci- culares ó en agujas de oxalato de cal, ó sean ráfidos, que hacen más eficaz su acción; pero que tienen el inconveniente de ocasionar en la piel una pica- zón molesta, á la que se llama entzitzar. De tres distintas fuentes son los da- tos que se aprovechan para exponer el asunto con la mayor amplitud: de Hernández principalmente, de Mociño y Sessé en seguida, y en final de otros autores. Corresponden al primero los que llevan los siguientes títulos: 4moll; simplemente ó Zephyranthes carinata, de las Amarilidáceas; Amolxochitl ó Bravoa geminiflora, de la misma familia; Apistle ó yerba erguida, el cual nombre en su construcción se aparta de la regla y por otro lado se refiere á diversas especies vagamente señaladas de la tribu Agáveas, correspondien- tes á la citada familia, como son: Procnianthes viridescens, Agave guttata, A. saponaria, A. brachistachis; el Iyamolim, Phitolacca octandra y otra más de la familia Fitolacáceas; el Omaxochitl 6 Polyanthes tuberosa de la primera familia y que es otra excepción á la regla; (Quilamolli 6 yerba amolli, Micro- sechium helleri, y el Chichicamolli, M. palmatum de las Cucurbitáceas; y por último, la Fueca rupicola, que es el Amole de Coahuila. Los segundos de los citados autores repiten algunos de los anteriores y señalan otros más: el Sa- pindus amoll; y quizá una Paullinia de las Sapindáceas, así como el RKham- nus amolli y R. pinnatus de las Ramnáceas. Hay otros amoles señalados por diversos naturalistas, y los datos que se tienen acerca de ellos se hallan igual- mente consignados en el escrito que se analiza, quedando, por lo tanto, este asunto ampliamente documentado. Labor tan estimable amerita el celo que desplegaba nuestro naturalista en sus investigaciones, á las que no daba punto de reposo. 7. Los AMATES DE HERNÁNDEZ Ó HIGUERAS MEXICANAS. (Anales del Museo Nacional, tomo VII, págs. 93-114). Constituyen un grupo de especies arbóreas de nuestra flora, no menos típicas que las anteriores, entre las que descuellan algunas que son verdade- ro ornato de los bosques por su alto porte, hermoso follaje y la multiplicidad aparente del tronco; debido ésto á la presencia de raíces advenedizas que, des- prendidas de las ramas, acaban por penetrar en el suelo. Una particularidad XLVI de aquél es la de hallarse revestido de una delgada capa de peridermis aper- gaminada y morena rojiza, que aprovechaban los antiguos mexicanos para fabricar papel, y al cual producto industrial designaban con la palabra amatl: de aquí el nombre de amaquahuitl que recibía el árbol productor de la ma- teria prima. Mas no siendo de una sola especie, sino de varias, los que con tal fin utilizaban, á la palabra amatl agregaban otra que aludía á su aspec- to, color de la madera ó alguna otra particularidad; llamaban así, Amacoc- tic, letacamatl y Tlicamatl, respectivamente, al que tenía la madera amarilla, blanca ó negra; Tlaeiamatl y Tlacoumatl, al de gran porte ó por el tronco desprovisto de ramas como un estípite, y así otros. Todas estas plantas per- tenecen al género Vicus; pero no eran las únicas que empleaban en la expre- sada industria, sino también algunas otras más, pertenecientes á familias dis- tintas y de las que el autor se ocupa igualmente. En el erudito y laborioso trabajo que se analiza se exponen con alguna detención, el procedimiento empleado en la elaboración del repetido produc- to industrial, así como del gran consumo que de él se hacía y los usos á que se le destinaba Con toda prolijidad se exponen los demás datos consignados en distintas obras relativos á las especies á que se alude, siendo por lo tanto de inestimable valor, los conocimientos ya adquiridos en tan interesante ma- teria, merced á los loables esfuerzos de quien los presenta reunidos, disipando á la vez, con la luz de la ciencia, la obscuridad en que se hallaban envueltos. 8. Los zAPOTES DE HERNÁNDEZ. (Anales del Museo Nacional, tomo IV, págs. 209-390). En cerca de 200 páginas nos presenta el autor en un magistral informe aquel interesantísimo grupo de árboles indígenas, que embellecen los bos- ques de la zona tropical, beneficiándonos en gran manera con los inestima- bles productos de su fructicación, cuales son los que llevan el nombre arriba mencionado. Comienza por exponer la lista de las especies, en cuya denomi- nación empleaban los aborígenes la palabra tzapotl, como genérica, agregán- dole otra que connotaba algún carácter especial. Transcribe en seguida uno á uno, los capítulos relativos de la obra de Hernández, vertidos á nuestro idio- ma, precisando la clasificación botánica é ilustrándolos con atinadas obser- vaciones de fecha muy posterior, tomadas de diversas fuentes, y sin olvidar las especies señaladas por otros autores. En un instructivo resumen se expo- nen las útiles aplicaciones, generalizadas hoy día, de los productos que sumi- nistran; terminando tan interesante trabajo con un catálogo de las especies según el orden de las familias naturales á que pertenecen. A medida que se escudriña la intensa labor que nos ocupa, sube de punto el interés que inspira; siendo de lamentar que por el escaso número de perso- XLVII nas idóneas y de buena voluntad, se abrirá un largo paréntesis para terminar- la; quedará así, entretanto, como muda esfinge una buena parte del ímprobo trabajo del sabio médico de Felipe II, que en época pretérita exploró la an- tigua Nueva España. 9. NoTAs ACERCA DE LOS «AYOTLI» DE HERNÁNDEZ Ó CALABAZAS INDÍGENAS. (Anales del Museo Nacional, tomo V, págs. 353-390). Bajo el mismo plan nuestro autor prosigue sus investigaciones en otra grupo de vegetales aun más vulgares, si se quiere á la vez que humildes, pero no menos interesante y de los que hacemos frecuente uso. Ardua fué lo empresa y de penosa labor, el continuar con tesón inquebrantable desembro- llando asuntos al parecer indescifrables. El presente artículo fué objeto de una lectura de turno, hecha ante la Academia Mexicana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, correspondiente de la Real de Madrid, y que aquella docta corporación escuchó con beneplácito. Los Ayotli no son ciertamente artículos de gran valor desde el punto de vista comercial y alimenticio: tanto los verdaderos que se cultivan, como los falsos y á su vez silvestres que en la clasificación natural se apartan de los primeros. No obstante, estos últimos tienen importancia por su mucho consu- mo y como medicina pectoral alguno de los segundos. El distinto léxico, en fin, empleado en el idioma indígena, en unas y otras especies, indican clara- mente que los aborígenes sabían distinguirlos. Ocioso sería repetir los juicios anteriormente emitidos, y que en todo su rigor convienen al presente trabajo, ejecutado con idéntica clarividencia. 10. EL PEYOTE Y EL OLOLUIBQUI. (Anales del Museo Nacional, tomo VII, págs. 25-48). Difícilmente se encontraría una planta que mereciera fijar más la aten- ción de los observadores, como las que sirven de asunto al presente artículo. En realidad, son á tal grado sorprendentes las singulares propiedades que acerca de ellas refieren las crónicas antiguas y modernas, que el espíritu va- cila en aceptarlas, y necesarias son mayores pruebas que plenamente las con- firmen ó las reduzcan ásus verdaderos límites. Con todo método el autor di- vide en cinco partes la extensa y pormenorizada relación del primero, que es de los dos el más notable. Bajo el rubro de «Parte histórica» copia textualmente lo que el Sr. D. Alberto Santoscoy relata en su «Historia del Nayarit,» en la cual estampa estas significativas expresiones, con las que principia al tratar el asunto de referencia: «El peyote, la planta sagrada de los pueblos de una gran parte de nuestro territorio, que nos recuerda por sus efectos ó virtudes, ya á la hierba hípice, descrita por Plinio y Herodoto, y que macerándola apagaba XLVIIT el hambre á los escitas; ya el laurel, de cuyas narcóticas hojas se servía la Pitia antes de pronunciar los oráculos; ya el muérdago cortado por la hoz de oro de los druidas el sexto día de la primera luna, y las ramas del cual parásito se repartían al pueblo celta como divina panacea; ya la cohobba que los boicios de la España la absorbían para consultar á los zemes lo futuro en medio de la embriaguez que les producía; ya la coca con que se hacían c?- ches (valientes) las personas, y con que mochaban (daban culto) á Ataguja su creador; ya el tabaque que otr. s pueblos americanos mezclaban á la chicha para darle fuerza y hacerla más embriagante; ya, en fin, los hongos con miel de abejas, con que formaban los aztecas los teonanacatl, la «carne divina » para la práctica de usos supersticiosos, ó la semilla de la cuatlaxoxonqui, produe- tora de tau espantosas visiones en el que la tomaba. Siguen á continuación diversos testimonios que dan fe de lo anterior, y que en la parte etnológica que viene después, se confirman. En la parte botánica que á su turno toca, entran en juego respetables autoridades que fijan con exactitud el lugar que ocupan en la clasificación las distintas especies botánicas pormenorizada- mente descritas, en número de 2, y referidas á tres distintos géneros, adscri- tos á dos familias naturales: Cactáceas, siete y VUompuestas una sola. En las partes subsecuentes, que tratan de los caracteres físicos y químicos, acción fisiológica y usos terapéuticos, se completan con lujo de detalles bien con- cluyentes, lo que á cada una de ellas corresponde. La segunda planta, llamada también Coaxihuitl según Hernández, de la cual se ocupa aunque de escasa literatura bien aprovechada por el autor, á quien corresponde la prioridad de su clasificación natural, ofrece, como la anterior, notoria importancia: estudios posteriores tienen ya abierto el ca- mino, merced al exacto conocimiento botánico que de ella se tiene. Si nuestro biografiado fué un escritor concienzudo que llevó magistral- mente á cabo la misión que se impuso, en la cátedra desempeñó igualmente un papel no menos importante; con ardiente celo inculcaba á sus discípu- los las más sanas doctrinas, y en las dudosas señalaba aquellos puntos en que la crítica era justa y razonada. Los métodos lógicos de la inducción y deducción, los explicaba á menudo en sus lecciones con demostraciones prác- ticas. La mejor ejecutoria de sus indiscutibles méritos queda explícita en lo anteriormente expuesto, y que el subscrito ha tomado particular empeño en darle nueva publicidad; para que el nombre del distinguido naturalista Dr. MawyueL Urbina Y ALTAMIRANO sea siempre querido y respetado, y perdurable su memoria. Museo Nacional de Historia Natural. México, Marzo de 1912. De, Manuel IM. Villada. 7 EUISIACNMEN TOS BOTANICOS DE SEA OS ANNAN EA QUE EN FORMA DE AFORISMOS EXPONEN LA TEORIA DE LA CIENCIA BOTANICA* EN HOMENAJE A ESTE GRAN NATURALISTA SE LES DA CABIDA EN ESTE PERIÓDICO Ar Exmo. Sr. CONDE DE FLORIDABLANCA, BENÉFICO, ZELOSO, Y SABIO PROTECTOR DEL JARDIN Y CIENCIA DE LA BOTÁNICA, CONSA- GRA, Y PONE BAXO EL PATROCINIO DE TAN GRAN MINISTRO ESTE ENSAYO DE ESTUDIOS BOTÁNICOS. ANGEL GÓMEZ ORTEGA. PROEMIO OS inmortales Aforismos de Linneo constituyen los fundamentos de la Botánica; ellos no son sino los preceptos que hemos apren- dido en los libros y escuchado en la cátedra. Hoy que ya existe una generación numerosa, instruida y aman- te de la Ciencia, sabrá deleitarse con la lectura de la excelente y elegante traducción del botanista español D. Angel Gómez Ortega. % En Madrid, en la Imprenta Real. M.DCC.LXXXVIII. e 5 O E A ARVTPAR IARUTAN AS L ...- El gran Linneo, con su portentoso talento sistemático, fundó las bases de las Ciencias Naturales. Sembrada la simiente en el campo preparado por los j naturalistas del sielo XVIII, germinó con una rapidez extraordinaria. Un P | sielo ha sido suficiente para que en su vertiginosa carrera de adelanto pro- oresivo llegaran hasta poderse fundir en la síntesis de la teoría Darwiniana. Pero este resultado no ha sido casual, pues existen todos los eslabones que forman la cadena que liga á los dos colosos, Linneo y Darwin. Entre es- tos dos genios la Historia ha recogido los nombres inmortales de Bonnet, Buffon, Lamarck, Geoffroy Saint-Hilaire, Goethe, Spencer, Huxley y Wallace. Natura non facit saltum. De. José Ramízez. México, Enero de 1887. 1 6 1 INTRODUCCION TODAS LAS COSAS que se encuentran en el globo de la Tierra, se conocen con el nombre de Elementos, y de Cuerpos Na- turales. Los CUERPOS NATURALES (1) están divi- didos en los tres Reynos de la Naturale - za: el Mineral, el Vegetal, y el Animal. RÁ — JE 9 LA BIBLIOTECA. 10 LA BIBLIOTECA Botánica comprehende 1] las Obras que se han escrito de los Vege- tables. FITÓLOGOS se llaman los Autores quese 12 han distinguido con algun escrito de los Vegetables (5), ya sean Botánicos ó Bota 13 nófilos, esto es, aficionados á Botánica. Los BOTÁNICOS (verdaderos) (6) entien- 14 den la Botánica (4) por su fundamento genuino, y saben nombrar todos los Ve- 15 getables (2) con nombre inteligible; estos son Colectores (8), ó Metódicos (18). 16 Los COLECTORES (1) cuidaron principal- mente del número de las especies de los Vegetables; son estos: los Padres (9), Co- mentadores (10), Ieonógrafos ó6 Retratis. 17 tas (11), Descriptores (12), Monógrafos (13), Curiosos (14), Adonistas (15), Floris- 18 tas (16), y Viageros (17). 3 LOS MINERALES (2) crecen; los VEGETA- LES (2) crecen y viven (133); y los ANI- MALES (2) crecen, viven y sienten LA BOTÁNICA esla Ciencia Natural, que enseña el conocimiento de los Vegeta- bles (3). Los PADRES (8) echáron los primeros ci- mientos de la Botánica. Los COMENTADORES (8) ilustráron ó acla- ráron los escritos de los Padres (9). Los RETRATISTAS (8) expresáron con los Dibuxos y Estampas las Figuras de los Vegetables. Los DESCRIPTORES (8) diéron los Bos- quexos ó Historia (325) de los Vegetables. Los MONÓGRAFOS (8) tratáron de um solo Vegetable en obra particular. Los CURIOSOS (8) propusiéron los Vege- tables mas raros. Los ADONISTAS (8) presentan los Vege- tables que se cultivan en algun Jardin. Los FLORISTAS (8) ó Escritores de Flo- ras refieren los Vegetables espontáneos 6 naturales de algun Territorio determi- nado. LOs VIAGEROS (8) pasáron á Paises re- motos con el fin de investigar las plantas. Los METÓDICOS (1) se dedicáron con es- pecialidad á la Disposicion (VI) de los 19 20 97 ($9) O 28 Vegetables, y á la Denominacion (VII) que resulta de ella; y son ó Filósofos (19), ó Sistemáticos (24) ó Nomencladores (38). Los FILÓSOFOS (18) valiéndose de prin- cipios nacionales, y procediendo demos- trativamente, reduxeron la Botánica al estado de Ciencia, como los Oradores (20), Erísticos (21), Fisiologos (22), € Ins- titucionistas (23). Los ORADORES (19) expusiéron todas las cosas que sirven de adorno instructivo á la Ciencia. Los ErístICOS (19) óÓ Controversistas, disputáron en asuntos Botánicos por me dio de escritos públicos. Los FISIÓLOGOS (19) publicáron las Le- yes de la Vegetacion, y el arcano del Se- xó (V) en las plantas. Los INSTITUCIONISTAS (19) dispusiéron las Reglas, Cánones y Axiomas. Los SISTEMÁTICOS (18) ordenáron las plantas en ciertas series; los cuales son ú Ortodoxós (26), 6 Heterodoxós (25). Los HETERODOXÓS Sistemáticos (24) dis- tribuyéron los Vegetables por otro prin- cipio diverso del de la Fructificacion (164); como los Alfabetarios, Rizótomos, Filofilos, Fisonomistas, Crónicos, Topó- filos, Empíricos, y Seplasiarios ó sean Drogueros. Los ORTODOXÓS Sistemáticos (24) tomá- ron el Método en el verdadero fundamen- to (164) de la Fructificacion; y son Uni- versales (27), ó Parciales (32). Los UNIVERSALES Ortodoxós Sistemáti- cos (26) dispusieron todas las Clases de los Vegetables por el método legítimo; como los Frutistas (28), Corolistas (29), Calicistas (30) y Sexúualistas (31). LOs FRUTISTAS (27) formáron las Clases de los Vegetables por el Pericarpio (86), la Semilla (86), ó el Receptáculo (86), co- mo Cesalpino, Morison, Rayo, Knaucio, Hermanno y Boerhaave. Los COROLISTAS (27) distinguiéron las Clases por la Corola (86) de uno ó más Pétalos: como Rivino y Tournefort. Los CALICISTAS (27) distribuyéron las Clases por el Cáliz (86): como Magnol y Yo. Er 39 40 41 43 44 LOSSEXUALISTAS (27) formáron el Siste- ma por el sexó (149): como Yo. Los PARCIALES Ortodoxós Sistemáticos (26) compusiéron el Sistema de una sola Clase: v. y, de las lores Compuestas (17. ord. 21.), de las Umbeladas ó Aparasola das) “7. ord. 22), de las Gramas (17. ord. 14), de los Musgos (17. ord. 65. 66.), y de los Hongos (17. ord 67). DE LAS COMPUESTAS (32. 117) expusié- ron las Clases Vaillant, y Pontedera. DE LAS UMBELADAS Ó Aparasoladas (32. 118.) ordenaron la Clase Morison y Ar- ted. DE LAS GRAMAS (32) compusiéron las Clases Rayo, Monti, Scheuchzer, Miche- INTO? DE LOS MUSGOS (32) trabajó la Clase Dillenio. DE LOS HONGOS (32) dispusiéron la Cla- se Dillenio y Micheli. LOs NOMENCLADORES (18) empleáron su esmero en denominar los Vegetables; co- mo los Sinonimistas (39), Críticos (40), Etimologistas (41), y Lexicógrafos (42). Los SINONIMISTAS (38) recogiéron los di- versos nombres impuestos ántes á los Vegetables por los Botánicos. Los CRÍTICOS (38) fixáron los Nombres verdaderamente propios á los Géneros y Especies. LOS ETIMOLOGISTAS (38) descubren las raices y origenes de los nombres Gené- ricos. Los LEXICÓGRAPHOS (38) recogen los nombres de diversas lenguas. Los BOTANÓFILOS (6) son los que publi- cáron varias cosas acerca de los Vege- tables, bien que en rigor no tocantes á la Ciencia Botánica: como los Anatómicos (44): Jardineros ú Hortelanos (45), Me- dicos (46) y Misceláneos (52). Los ANATÓMICOS (43) exámináron la or- sanizacion Ó estructura interna de los Vegetables. Los JARDINEROS (43) enseñáron el cul- tivo de los Vegetables. Los MÉDICOS (43) inquiriéron las Virtu- des y Uso de los Vegetables, en el cuer- po humano: como los Astrólogos (47), ETII Signadores (47), Chámicos (48). Observa- dores (49), Mecánicos (49), Dietéticos (50) y Botánico-Sistemáticos (51). Los ASTRÓLOGOS (46) conxeturáron por el influxo delos astros las virtudes de las plantas: los SIGNADORES (46) infiriéron las propiedades por la semejanza de la parte de la planta con la parte afecta del cuerpo. Los cHíMICOS (46) presumiéron descu- brir las Virtudes de los Vegetables me- diante la análisis del fuego. Los OBSERVADORES (46) deduxéron del acaso y experiencia, las Virtudes de los Vegetables: los MECÁNICOS “46) de los principios fisiológico-mecánicos. Los DIETÉTICOS (46) discernieron por el sabor y olor, las virtudes de los Comes- tibles. Los BOTÁNICOS SISTEMÁTICOS (46) dis- tinguen con circunspeccion las virtudes de los Medicamentos en conformidad de las Clases Naturales. Los MISCELÁNEOS (46) son los que escri- biéron varias cosas de los Vegetables pa- ra uso de otros: como los Economistas, Biólogos 6 Escritores de vidas, Teólogos y Poetas. 1 LOS SISTEMAS. A los SISTEMÁTICOS (24) Ortodoxós (26) se debe la claridad y certeza de la Cien- cia Botánica. CESALPINO (28) es Frutista, y el primer Sistemático verdadero, y hace su distri- bucion segun la situacion del Córculo (86: VI), y del Receptáculo (86: VID. MORISON (28) es Frutista, que coincide con los Fisonomistas (25) y Corolistas (29). HERMANNO (28) es Frutista, que cuenta las semillas segun el fruto Desnudo (200) ó Cubierto (200). Cristóbal KNAUCIO (28) adoptó el Siste- ma inverso de Rayo (59). 58 BOERHAAVE (28) concilió el Sistema de 64 71 12 Hermanno (59) con el de Rayo (59 f.), y el de Tournefort (64). Rayo (28) pasó de Frutista (28) á ser Corolista (29). CAMELLI probó á ordenar las plantas se- gun las ventallas (86) del Pericarpio. RIVINO (29) es Corolista con arreglo á la regularidad y número de los pétalos, con tres diferencias de fruto. Christiano KNAUCIO (29) hizo suyo el Sistema inverso de Rivino (61), es á sa- ber. prefiriendo el Número á la Regula- ridad. LupwIG combinó el método de Rivino (61) con el de Linneo (68). TOURNEFORT (29) es Corolista en confor- midad de la Regularidad y Figura con doble situacion del Receptáculo (86) de la flor. PONTEDERA se esferzó á combinar el Sis- tema Tourneforciano (64) con el de Rivi- no (61). MAGNOL (30) es Calicista combinado con los Frutistas (28). Yo (30) dispuse el Método Calicino se- gun las especies del Cáliz (86). Yo (31) trabajé el Sistema Sexúal con arreglo al número, proporcion y situa- cion de los Estambres con los Pistilos. El Método NATURAL le inquirieron es- meradamente Royen, eruditamente Ha- ller, y usando de términos griegos Wa- chendorf, en los Cotiledones, Cáliz, Se- xXÓ y otras cosas. Las Flores COMPUESTAS (17: 21) las dis- tingue VAILLANT (33) por el Cáliz (86: 1), por el Receptáculo (86: 7), y por la Coro- nilla de las Semillas (86: 6); y PONTEDERA (33) se acerca en la teórica respecto de los órdenes á Vaillant en quanto á las Compuestas. Las UMBELADAS Ó APARASOLADAS (11: 22) las dispuso MORISON (34) segun la Fi- sgura de las Semillas; y ARTEDI (34) fué el primero que las distribuyó en tres se- ries con atencion á las Gorgueras (11: 1). Las GRAMAS (17: 13, 14) las coordina RAYO (35) con arreglo ásu afinidad con las Cereales, con quien va conforme MON- TI, y las trabajó con lucimiento SCHEUCH- 713 14 15 76 a 80 81 LIV ZER (3D). MICHELI (36) explicó las Gra- mas, atendiendo á las Glumas sencillas, y compuestas, y YO (39) en consideracion del Sexó. Los MUSGOS (117: 65) los descubrió y per- feccionó DILENIO (36) con admirable in- dustria. Las ALGAS (17:66) las colocó DILENIO con arreglo á su Textura, y MICHELI atendiendo á sus flores. Los HONGOS (17: 61) los repartió DILE- NIO (37) segun sus Sombrerillos, y MI- CHELI (37) segun sus fructificaciones. Los LITOFITOS abandonados antigua- mente á Pluton los sujetó MARSIGLI al imperio de Flora, pero á los mismos los restituyó PEYSONELL «al Reyno de Fauna. Los Fragmentos del MÉTODO NATURAL deben inquirirse con esmero. J00L. LAS PLANTAS. Los VEGETABLES abrazan siete familias: es ásaber Hongos, Algas, Musgos, Hele- chos, Gramas, Palmas, y Plantas. Tres son las PARTES de los Vegetables (18), que ante todas cosas debe distin- guir el Principiante: la Raíz, la Yerba, Armazon 6 Fuste y la Fructificacion. La RAIZ (19), que extrae el nutrimento, y produce el Fuste (81), y Fructificacion (IV) la constituyen la Médula, el Leño, el Libro 6 Corteza interior, y la Corteza exterior; y consta de Cepa, y Raicilla. La YERBA (19) Óó FUSTE es aquella parte del Vegetable, que saliendo de la Raiz (80) y rematando en la Fructificacion (86), comprehende al Tronco, las Hojas, los Atavíos, y al Invernáculo. El TRONCO (81) brota las Hojas, y la Fructificacion; y sus Especies son Seis: El Tallo, Caña, Bohordo, Cabillo, Pezon, la Fronde, y el Astiló Pie: pues el Ramo es parte del Tronco. La HOJA (81) se considera en órden á su Sencillez, Composicion 6 Determinacion. A. La SENCILLA es quando el Pezon sos- 84 85 tiene una sola hoja, y esta se diferencia segun su Contorno, Borde, Superficie, Punta y Substancia. B. La COMPUESTA comprehende varias hojas en un solo pezon, atendiendo á su Estructura ó6 Grados de composicion. C. La DETERMINACION toma su señal di- ferencial de otra cosa que no sea la pro- pia estructura; como por exemplo del Lu- gar, Situacion, Insercion 6 Direccion. Los ATAVÍOS (81) son unos adminículos de la Planta para su más cómodo apoyo; y hasta ahora se cuentan siete, que son la Estápula, la Chapeta, la Espina, el Aguijon, el Zarcillo, la Glándula, y el Pelo. El INVERNÁCULO (81) es una parte de la Planta que encierra y defiende la Yerba (81) en embrion ó que está para brotar, delos años externos; y es ó Bulbo ó Yema. IV. LA FRUCTIFICACION. La FRUCTIFICACION (19) es aquella par- te pasajera de los Vegetables, que está destinada para la Generacion, y da fin al Vegetable antiguo, y principio al nue- vo; de ella se cuentan siete Partes. I. El CALIZ, que es la Corteza de la planta que se halla en la Fructificacion. II. La COROLA Ó ROSETA, que es la Cor- teza interior de la planta desplegada en la Flor. TIT. El ESTAMBRE, que es una Víscera destinada á preparar el Pólen ó Polvillo fecundante. IV. EL PISTILO, que es una Viscera ad- herente al fruto, destinada á admitir el Polvillo fecundante. V. LL PERICARPIO, que es una Víscera preñada de semillas, que suelta ó dexa caer despues de maduras. VI. LA SEMILLA, que es la parte caedi- za del Vegetable, la qual viene á ser el rudimento de otra nueva planta, vivif- cado por medio de la aspersion del Pólen. VII. El RECEPTÁCULO, que es la base en sí 89 90 91 93 94 LV que se unen las seis partes de la Fructi- ficacion. Las partes de la FLOR son el Cáliz, la Corola ó Roseta, el Estambre, y el Pistilo ó Puntero. Las del FRUTO, el Pericarpio, Semilla y Receptáculo. Y así las de la FRUCTIFICACION son la Flor y el Fruto. La Esencia de la FLOR (87) consiste en la Antera 6 Borlilla (86), y en el Estig- ma (S6); la del FRUTO (87) en la Semilla (S6); la de la FRUCTIFICACION (87) en la Flor y en el Fruto; y la de los VEGETA- BLES (18) en la Fructificacion (87). EL PERIANTIO (86: 1.) se diferencia de la Bráctea ó6 Chapeta (84) en que aquel se marchita, á lo más tarde, luego que se sa- zona el fruto, y no asi las Hojuelas Flo- rales. LA COROLA (86: IV.) se discierne del PE- RIANTIO (86: 1) en que la situacien de aquella alterna con la de los Estambres (86: IL), y al contrario el Periantio cae frente de ellos. El Vúmero de los PÉTALOS (86 8:) se ha de determinar por la base de la Corola: así como el de las Lacinias por el medio del Limbo ó Lámina. En todas las partes de la Fructificacion (86) observa siempre el Botánico tres di- ferencias de su ESTRUCTURA: la Vaturalí- sima, la Diferente, y la Singular: Y es- tas debe cuidar de describirlas con arre- glo á las quatro Dimensiones del Núme- ro, Figura, Proporcion, y Situacion. La Estructura NATURALÍSIMA (92) de la Fructificacion se toma de la pluralidad de las cosas que existan en a el Número (94), en fla Figura (95), en 7 la Propor- cion (96), y en O la Situacion (96). El NUMERO Naturalísimo (93) es quando el Cáliz se divide en tantos segmentos como la Corola: á los quales correspon- den los Filamentos, provistos cada uno de su Anfera; pero la division del Pisti- lo suele coincidir ó concordar con las cel- dillas del Pericarpio, ó con los Receptá- culos de las Semillas. La FIGURA mas natural (93) consiste en que el Cáliz ménos abierto abrace á la Corola que se ensancha insensiblemente, 96 97 98 99 provista de Estambres, y Pistilos ergui- dos, y gradualmente adeleazados: y ca- yéndose estas partes á excepcion del Cá- liz, se engruesa, y dilata el Pericarpio preñado de Semillas. La PROPORCION naturalísima (93) produ- ce el Cáliz mas pequeño que la Corola, con los Estambres, y Pistilos de igual largo entresí, en caso de ser erguida la flor. La Flor CABIZBAXA lleva el Pistilo mas largo que los Estambres. La DECUMBENTE los Estambres, y Pisti- lo inclinados hacia el lado inferior. La INCORPORADA los Estambres, y Pisti- los encubiertos baxo del lado superior. La SITUACION mas natural (93) es quan- do el Periantio abraza al Receptáculo, del qual nace alternativamente la Coro- la; y áésta corresponden mas adentro los Filamentos, en cuyos ápices cargan las Anteras. El centro del receptáculo le ocupa el Gérmen coronado del Estilo, que en su parte superior lleva el Estig- ma. En cayéndose estos, crece el Gérmen formando al Pericarpio sostenido del cá- liz, y encerrandolas Semillas adherentes al receptáculo del fruto. Regularmente el Receptáculo de la Flor está debaxo, y rara vez rodéa al Pericarpio, ó nace en- cima de él. La estructura DIFERENTE (92) de la Fruc- tificacion se toma de aquellas partes, que se diferencian muchas veces en di- versas plantas. El CÁLIZ (98) difiere según « el Núme- ro, Composicion, Partes, y Lacinias; se- gun f la Figura, Igualdad, Bordes, y Punta; segun 7 la Proporcion; y segun 0 el Lugar y Duracion. 100 La coroLa difiere (98) respecto « de los 101 Pétalos, Lacinias y Nectarios (110); en órden f á la Figura, Igualdad, y Bordes; segun 7 la Proporcion; y por lo tocante ó al Lugar, y duración. Los Filamentos de los ESTAMBRES difie- ren (98) en quanto «* al Número; fla Fi- eura; 7la Proporcion; y 9 la Situación: y las Anteras en punto « del Número, de las Celdillas, del Defecto; f de la Figura, LVI del Modo de abrirse; 7 de la Connexion; y O de la Situacion. 102 Los PISTILOS difieren (98) respecto « del Número, de las Lacinias; f£ de la Fi- gura; 7 de la Longitud, del Grueso; y d de la Situacion, esá saber de las tres partes. 103 El PERICARPIO se diferencia (98) aten- diendo + al Número, Celdillas, Ventallas, y Entretelas; P á las Especies, Figura y Modo de abrirse; 7 á la Inclusion, ó Re- sorte; y 0 á la Situacion. 104 Las SEMILLAS se observa, que se dife- rencian en quanto “ al Número y Celdi- llas; P á la Figura, Substancia, Coronilla y Arilo; 7 al Grandor; 9 al Córculo, y ¿al Receptáculo. 105 La Fructificacion SINGULAR (62) se de- duce de aquella estructura que se advier- te en poquísimos géneros. 106 El CÁLIZ suele ser de ménos color que la Corola. 107 El RECEPTÁCULO de la Flor (86) abraza por dentro al Periantio en las Icosan- drias, y otras: y le rodea por todas par- tes en las Oucurbitáceas (17: 4D). 108 Los FILAMENTOS de los Estambres es- tán separados de la Corola Polipétala, y se hallan prendidos á la Corola Monopé- tala: á excepcion de los que llevan ante- ras de dos cornezuelos. 109 Las ANTERAS por lo comun coronan el ápice de los filamentos. 110 El NECTARIO, que se halla separado de los Pétalos, está sujeto por lo regular á varias. 111 El PisTILO lo mas frecuentemente está colocado mas enmedio, que las Anteras. 112 El ESTILO remata por lo comun el ápi- ce del Gérmen; exceptuándose algunos pocos. 113 El PERICARPIO se cierra naturalmente, y no contiene otros Pericarpios menores, pero el xugoso se transforma las mas ve- ces en BAYA. 114 Las Flores COMPLETAS son Sencillas, ó Agregadas. 115 La Flor SENCILLA es quando ninguna parte de su fructificacion es comun á otras flores. 116 La Flor AGREGADA posee en comun con otros flósculos alguna parte de la fructi- ficacion; y se llama ó Agregada propia- mente tal, ó Compuesta, ó Aparasolada, ó Acopada. 117 LA Flor COMPUESTA es la agregada (116), que consta de varios fiósculos sen- tados, y contenidos dentro de un Recep- táculo comun entero, y de un Periantio; bien que provistos de anteras reunidas en cilindro. 118 La Flor APARASOLADA (116) es la agre- gada de diversos flósculos, que salen de un receptáculo sobre cabillos encumbra- dos, los quales nacen todos de un mismo. centro. La COPA (116) al contrario es una flor agregada de varios flósculos, que salen de un receptáculo sobre cabillos encum- brados, de los quales los primeros parten de un mismo centro, y los sucesivos sa- len dispersos. 119 La Flor VICIOSA, LOZANA Ó MONSTRUO- sa multiplica de tal suerte las cubiertas de la fructificacion, que se destruyen sus partes esenciales: y es ó Multiplicada, 6 Plena, ó Prolifera. Llámasc Mutilada ó Defectuosa, esto es Diminuta, la flor en que se echa menos la Corola. 120 El nombre de Flor MULTIPLICADA (119) alude por lo comun á la Corola multipli- cada, que conserva algunos Estambres; y esó Doble, ó Redoble. El Periantio, y la Gorguera rara vez constituyen flor multiplicada; y los Estambres casinunca. 121 La flor es PLENA (119) quando la Coro- la se multiplica tanto, que desaparecen por su causa todos los Estambres. 122 Muchos órdenes naturales de plantas no pueden presentar flores viciosas, ó sea monstruosas. 123 PROLÍFERA (119) se hace la Flor, quan- do sobresalen otras flores de dentro de alguna flor (las mas veces plena), y esta misma flor Prolífera se llama Frondosa, quando la prole ó producto de la Prolife- ra se viste de hojas. 124 La PROLIFICACION (123) de las flores Sencillas (115) se forma mediante el Pis- tilo; y la de las Agregadas (116) por el Receptáculo. | | LVII 125 La PLENITUD de las flores sencillas se efectúa por los Pétalos, ó por los Necta- rios. 126 Se multiplican (120) las mas veces las Flores en la Corola, ó Roseta de muchos Pétalos: y se doblan con mas freqúencia en las de una Pieza. Sin embargo, no es incompatible, que las flores sean de una sola Pieza, y juntamente Plenas. Las flores COMPUESTAS (117) se llenan (121) de Pétalos acañutados, ó de Pétalos llanos. 128 Las Flores Plenas (121) de las Sencillas (115) se distinguen de las compuestas na- turales (118), en que las plenas poseen el Pistilo comun en el centro de la flor, y al contrario las compuestas tienen cada una sus estambres, y pistilos propios. 129 Las Flores compuestas plenas con pé- talos llanos se diferencian de las de su especie no plenas, en que en estas se alar- gan los Estigmas, y se desvian tomando mas cuerpo los gérmenes. 130 - Las Flores compuestas plenas por me- dio de pétalos llanos (127) se disciernen de las compuestas naturales (117) con pé- talos llanos, en que aquellas plenas care- cen de anteras, que conservan las natu- rales. 131 Si el Radio en la flor compuesta natu- ral (117) goza de pistilos, tambien tienen pistilos todas las flores plenas: al paso que si carece de ellos, las flores plenas carecen igualmente de pistilos. 127 v. EL SEXO. 132 Pretendemos que en elorígen del mun-. do fué creado un solo individuo de cada sexó de toda especie de vivientes (3). 133 Los Vegetables, aunque están destitui- dos de sensacion, viven (3) igualmente que los animales, segun Jo prueban su Nacimiento, Nutricion, Edad, Movimien- to, Propulsion ó Empuje, Enfermedades, Muerte, Anatomía y Organizacion, 134 Todo viviente procede de huevo; y por consiguiente tambien los Vegetables, cu- yas semillas son verdaderos Huevos, se- gun lo manifiesta su Fin, reducido á pro- ducir descendencia semejante á sus pa- dres. 135 Que los Vegetables provienen de hue- vo (134), lo persuaden la Razon, y Expe- riencia: y lo comprueban los Cotiledones. 136 Los Cotiledones de los animales traen su origen de la Yema ó amarillo del hue- vo, en que nace el punto vital; luego las Hojas Seminales delas plantas, que abra- záron el Córculo (86: v1), corresponden á lo mismo. 137 Que la Prole no sale únicamente del Huevo, ni solo de la Esperma, sino de ambas cosas juntamente, lo convencen los Animales bastardos ó mixtos, la Ra- zon, y la Anatomía. 138 Que se empolle el Huevo no fecundado ó no gallado, lo repugnan todos los expe- rimentos; y por consiguiente, que germi- nen ó broten los Huevos de los Vegeta- bles. 139 Toda especie de Vegetables (157) goza de flor, y fruto, aun donde no los alcanza á descubrir la vista. 140 Toda (139) Flor (88) posee Anteras (86), y Estigmas (86). 141 La Flor (140) precede á todo fruto, co- mo la Generacion al parto. 142 La FRUCTIFICACION (88) consta de los Genitales de las plantas (143. 144); y por tanto la FLORESCENCIA (140) es la Genera- cion, asi como la maturacion del FRUTO es el Parto. 143 Que las ANTERAS (140) son los Genita- les Masculinos de las plantas, y su POL- VILLO FECUNDANTE verdadera Esperma, lo enseñan su Esencia (88), su Preceden- cia Ó Anterioridad (141), su Situacion, el Tiempo, las Celdillas, la Castracion y la Estructura del Polvillo. 144 Que los ESTIGMAS (140) continuados siempre con el Gérmen (97) son los Geni- tales femeninos, lo prueba su Esencia (88), su Procedencia (141), su Situacion, el Tiempo, su Caida, y su Separacion por el corte. LVIII 145 Que la GENERACION (138) de los Vege- tables se efectúa mediante la caida del Pólen de las Anteras sobre los Estigmas desnudos, con que se rompe dicho Polvi- llo, y despide el aura seminal, que es ab- sorbida por el humor del Estigma; lo comprueban la Inspeccion, la Proporción el Lugar, el Tiempo, las Lluvias, los Co- secheros de Dátiles, las Flores cabizba- xas, las sumergidas, y la Clase Singene- sia, ó por mejor decir la atenta, y debi- da consideracion de todas las Flores. 146 El cCÁLIZ, pues, es el Tálamo, la CORO- LA Ó ROSETA la Colgadura, los FILAMEN- TOS los Vasos Espermáticos, las ANTERAS los Testículos, el PÓLEN la Esperma, el ESTIGMA la Vulva, el ESTILETE la Vayna, el GÉRMEN el Ovario, el PERICARPIO el Ovario fecundado, y la SEMILLA el Huevo. 147 EL VENTRÍCULO Ó Estómago de las plantas es la Tierra, los VASOS CHILÍFE- Ros la Raíz, los HUESOS el Tronco 6 Ta- llo, los PULMONES las Hojas, el CORAZON el Calo”. y por eso llamaban los antiguos la Planta Animal inverso ó vuelto lo de arriba abaxo. 148 La FLOR (140), que contiene Anteras (145), se llama MASCULINA, la que lleva Estigmas (145) FEMENINA, y la que ámbas cosas (143. 144), HERMAFRODITA. 149 La PLANTA que solamente encierra flo- res masculinas (148), se llama MA- CHO; la que encierra únicamente flores fe- meninas (148), se dice HEMBRA; la que solo flores hermafroditas (148) HERMAFRODITA; la que juntamente abraza flores mas- culinas y femeninas (a. b.), ANDRÓ- GINA; y la que se compone de hermafradi- tas, y al mismo tiempo de mascu- linas, ó femeninas, POLÍGAMA; bien que esta por lo regular consta de flores en que hallándose ámbos sexós, predomina y prevalece uno solo. 150 Entre las Flores LOZANAS (119) ningu- na hay Natural, ántes bien todas son Monstruos; pues las Plenas (121) quedá- ron Eunucas ó como si fueran Castradas, y por consiguiente siempre abortan; no asi las Multiplicadas (120); y las Proláfe- ras (122) suben de punto la deformidad de las Monstruosas. vL LOS CARACTERES. 151 Dos som los FUNDAMENTOS de la Botá- nica (4): la Disposicion, y la Denomina- cion. 152 La DISPOSICION (151) enseña las sepa- raciones, ó reuniones de los Vegetables; y es Ó6 Teórica, que forma las Clases, Órdenes, y Géneros; ó Práctica, que es- tablece las Especies, y Variedades. 153 La Disposicion de los Vegetables (152) se efectúa ó bien Sinópticamente, ó Sis- temáticamente, y se llama. vulgarmente Método. 154 La sINóPSsIs (153) presenta Divisiones (152) arbitrarias, mas largas ó mas Cor tas, y mas ó ménos numerosas, y en la constitucion del Género no deben admi- tirla los Botánicos. 155 El SISTEMA (155) resuelve las Clases por medio de cinco miembros, ó subdivi- siones adequadas, que son Clases, Órde- nes, Generos, Especies, y Variedades. 156 El Sistema (155) viene á ser el hilo de Ariadna en la Botánica, y sin él es un Cáos esta Ciencia. 157 Contamos tantas ESPECIES (150), como formas diversas fuéron criadas en el principio del mundo. 158 Las VARIEDADES (155) son tantas, como plantas diferentes han nacido de la semi- lla de la misma especie (157). 159 Decimos que hay tantosGÉNEROS (155), como fructificaciones de estructura se- mejante manifiestan las diversas Espe- cies (7157) naturales. 160 CLASE (155) es la conformidad de va- rios Géneros (159 en las partesde la fruc- tificacion (86) con arreglo á los princi- pios de la naturaleza y del arte. LIX 161 El ÓRDEN (155) es una subdivision de las Clases (160), á fin de que no haya que distinguir de un golpe más Géneros (159), que los que alcance con facilidad la ima- ginacion. 162 La Especie (151), y el Género (159) son siempre obra de la NATURALEZA; la Va- riedad (158) las mas veces lo es del CUL- TIVO; y la Clase (160), y el Orden (161) lo son de la NATURALEZA y del ARTE. 163 La TRAZA es cierta conformidad de los Vegetables afines, y congéneres en la Placentacion, Radicacion, Ramificacion, Intorsion, Genmmacion, Foliacion, Esti- pulacion, Pubescencia, Glandulacion, Latescencia, Imflorescencia, y otras co- sas. I. La PLACENTACION es la disposicion de los Cotiledones en el mismo acto de germinar la Semilla. II. La RADICACION es la disposicion de la Raiz, con el tronco descendente, as- cendente, y Raicillas. III. La RAMIFICACION se manifiesta en la situacion de los Ramos, con la qual se conforman las Hojas. IV. La INTORSION es la inflexion de las partes hácia uno de los dos lados. V. La GEMMACION es la estructura de la Yema compuesta de hojas, estípulas, pe- zones Ó escamas. VI. La FOLIACION es aquella plegadu- ra, que mantienen las Hojas miéntras permanecen encerradas dentro de la Ye- ma, ó dentro de los Espárragos ó prime- ros brotes de las plantas. VII. La ESTIPULACION consiste en la si- tuacion y estructura de las Estípulas al pie de las hojas. VI!. La PUBESCENCIA es la Armadura de la planta, con que se defiende de los daños externos. IX. La GLANDULACION la constituyen los vasos secretarios. X. La LACTESCENCIA es la abundancia de flúido, que mana de la planta herida. XI. La INFLORESCENCIA es el modo con que se unen las flores al pedúnculo ó Cca- billo de la planta, al que llamáron los an- tepasados Modo de florecer. 164 La Disposicion (155) primaria (152) de los Vegetables se debe tomar de sola la fructificacion. 165 Qualesquiera Vegetables, que conven- gan” en las partes de la fructificacion (86), no deben distinguirse, ó separarse en igualdad de circunstancias (162) en la Disposicion Teórica. 166 Qualesquiera Vegetables, que difieran en las partes de la fruetificacion (86), su- puestas las consideraciones correspon- dientes (162), no deben juntarse. 167 Toda NOTA CARACTERÍSTICA (189) debe deducirse del Número, Figura, Propor- cion, y Situacion de todas las partes de la Fructificacion (86), que sean diferen- tes (98 104). 168 La Traza (163) se ha de atender secre- tamente para no lormar con ligero moti- vo algun género erróneo. 169 Las cosas, que (167) sirven en un géne- ro para establecer el Género, no por eso producen necesariamente el mismo efec- to en otro. 170 Rara vez se observa un Género, en que no discuerde ó no sufra anomalía algu- na parte (167) de la fructificacion. 171 En los mas Géneros se advierte alguna nota singular (105) de la Fructificacion. 172 Si nose hallase en todas las especies alguna nota singular (105) de la fructifi- cacion, ó propia (171) de su género; se deberá evitar que no se refundan, reu- nan, ó incorporen en uno muchos gé- neros. 173 Si la nota singular (105) de algun géne- ro se haya tambien en un género cerca- no; se habrá de precaver que no se divi- da el mismo género en mas de los que dicta la naturaleza. 174 Quanto mas constante es en varias es- pecies alguna parte de la fructificacion (167), ofrece tambien tanto mas segura la nota genérica, 175 En unos géneros se ebserva mas cons- tante una parte de la fructificacion, y en otros otra, pero ninguna es perfectamen- te constante. 176 Si convienen las Flores (87), y difieren PY los Frutos (87); en igualdad de circustan- LX cias deben incorporarse en uno los Gé- neros. 1717 La Figura (95) de la Flor (87) es mas segura que la del Fruto (87); la Propor- cion (96) de las partes es muy diversa, y no muy constante. 1718 El Número (94) se desvia del órden re- gular mas fácilmente que la Figura (95): sin embargo se explica muy bien con la proporcion del número; y las Flores di- versas en número en la misma planta deben considerarse con arreglo á la Flor primaria ó principal. 179 La SITUACION (97) de las partes es cons- tantísima. Tournefort (64) hizo grande uso de la situacion del Receptáculo (86) en los Órdenes (161). 180 Rivino (61) dió excesiva consideracion á la Regularidad de los Pétalos. 181 La Naturaleza distinguió particular- mente al Vectario (110). 182 Los Estambres, y el Cáliz, ménos ex- puestos á lozanias, son mucho mas segu- ros que los Pétalos. 183 La Estructura del Pericarpio(92), de que hacian frequente uso los anteriores Botá- nicos, ha manifestado con innumerables exemplos, que merece mucha ménos aten- cion de lo que aquellos habían creido. 184 Las Flores lozanas (119, las Plenas (150), y las Mutiladas ó Defectuosas (119), como que son Monstruos, no tienen cabi- da en la constitucion de los géneros. 185 Las Flores Multiplicadas (130), y las Plenas (121) se juzgan por el Periantio, y por la serie inferior de los pétalos, asi como las Prolíferas (122) por la Prole. 186 El CARÁCTER es la Definicion del Géne- ro; y este es de tres especies: Facticio (188), Esencial (187), y Natural (189). 187 El Carácter (186) ESENCIAL subministra una nota propisima (171), y singular (105) del Género, á que se aplica. 188 El Carácter (186) FACTICIO distingue el Género de otros Géneros, pero solo del mismo órden artificial. 189 El carácter (186) NATURAL reune todas las notas (92-113) genéricas posibles (167), y por tanto comprehende en sí al Esencial (187, y al Facticio (188). 190 El Carácter Facticio (188) es el sucedá- neo; el Esencial (187) es el mejor, pero no siempre asequible; el Natural cuesta mucha dificultad trabajarle, pero ya tra- bajado es la Base (156) de todos los Sis- temas (53), Conservador infalible de los Géneros (159), y aplicable á todo Siste- (26-37) posible, y verdadero. 191 El Cáracter Natural (189) debe poséer- se por todo Botánico (7). 192 El Carácter Natural (109) contendrá to- das las notas diferentes (98), y singulares (105 de la fruetificacion, que convengan (165) en todas y cada una de sus Espe- cies (157); y omitirá las discordantes (166). 193 Ningun Carácter es infalible ántes de haber sido arreglado con presencia de todas sus (159) especies (157). 194 La inflorescencia (163) no prestará nota Característica. 195 El Carácter ha de llevar al frente el Nombre Genérico. 196 Para cada Especie 0 Parte de la Frue- tificacion (86) se ha de empezar nueva linea en el Carácter natural (189). 197 El nombre de la parte fructificante (86) principiará el renglon (196) con letras distintas. 198 Ningun Carácter (192) tome nota (167) de semejanza ó comparacion, que no sea tan conocida, como á cada uno su mano derecha. 199 Las notas convenientes ó conformes (192) las describirá el Carácter con tér- minos compendiosos. 200 Los TÉRMINOS se han de elegir puros (81-85): y no se han de admitir los obs- CUros, y erróneos. 201 Los Términos (199), que sean mas que los necesarios (200), se han de excluir, y si son ménos que los precisos, se han de aumentar. 202 El Carácter (192) se ha de conservar in- mutable en todos los Sistemas (94-17) por diversisimos que sean. 203 El Género (159) puede constar de una sola especie (157), aunque las mas veces se componga de muchas. 204 Lo que vale para el Carácter genérico, LXI rige tambien para el clásico (160), aun- que en este todas las cosas se toman mas latamente. 205 La Clase (160) es mas arbitraria (162) que el Género (159), y mas que ámbos el Órden (161). 206 Las Clases en igualdad de circunstan- cias son tanto mas aventajadas, quanto mas naturales. 207 Las Clases, y los Órdenes excesivamen- te largos, ó en sobrado número, son muy dificultosos. 208 El Órden colocará cerca uno de otro los Géneros mas afines ó análogos entre sí. 209 Proceder tan aderidos á la Traza de las plantas (163), que se abandonen los prin- cipios de la Fructificación (164) debida- mente adoptados, esir en busca de la ne- cedad en lugar de la sabiduría. vII. LOS NOMBRES. 210 La Denominacion, que es el segundo (151) fundamento de la Botánica, impon- drá ante todas cosas los Nombres des- pues de hecha la disposicion (152). 211 Solamente los Botánicos (1) genuinos (26) pueden imponer verdaderos Nom- bres á las plantas. 212 Todos los nombres en la misma enun- ciacion del Vegetable son Tácitos ó sean Mudos, como el de la Clase (160), y el del Órden (161) ó Sonoras, esto es Expre- sos, como el del Género (159), el especi- (157), y el de la Variedad (158). 113 Qualesquiera plantas que convienen en género (165) se han de designar con un mismo nombre genérico (212). 214 Al contrario (313) todas las plantas que difieren en género (166), se han de dis- tinguir con diverso nombre genérico (213). 215 El nombre genérico dentro de un mis- mo género (215) no ha de ser mas que uno solo. 216 El nombre genérico dentro de un mis- mo género ha de ser uno mismo. 217 El nombre genérico, que siendo uno so- lo (215), y el mismo (216), se haya em- pleado para denotar géneros diferentes, se habrá de excluir de una de las dos partes. 218 El que establece un Género nueyo, es- tá obligado áimponerle tambien nombre. 219 Fiíxese inmutable el nombre génerico ántes de disponer alguno especifico. 220 Ningun hombre juicioso introduce nom- bres génericos primitivos ó de origen desconocido ó ininteligible á los sabios. 221 Los nombres genéricos, que consten de dos bocablos enteros, y separados, se han de desterrar de la República Botá- nica. 222 Los nombres genéricos compuestos de dos vocablos latinos enteros, y unidos uno con otro, apénas merecen tolerarse. 223 Los nombres génericos bastardos ó for- mados de una voz griega, y otra latina, ó de diversas lenguas á este modo, no deben admitirse. 224 Los nombres genéricos compuestos de un vocablo incompleto, y de otro entero de algun género de planta, no son dignos de un Botánico. 225 El nombre genérico, á que se añaden una ó dos sílabas, para que signifique genero enteramente diverse de el de án- tes, se debe excluir. 226 Los nombres genéricos con la termina- cion en oídes deben desterrarse de la Re- pública Botánica. 227 Los nombres genéricos, forxados de otros igualmente genéricos con añadir una sílaba al fin, no sen del gusto de los inteligentes. 228 Los nombres genéricos, que se semejan en el sonido, ocasionan confusion. 229 Los nombres genéricos, que no se deri- van de la lengua griega, ó de la latina, se deben desechar. 230 Los nombres genéricos comunes á las plantas, animales, y winerales, si los Bo- tánicos hubiesen sido los últimos á usat- los, deberan devolverse á los Zoólogos, y Litólogos. LXII 231 Se excusarán los nombres genéricos, ya empleados per los Anatómicos, Pató- logos, Terapéuticos, ó Artistas. 232 Los nombres genéricos contradictorios á alguna especie de su género son malos. 233 Los nombres genéricos, que sean ider- ticos con los de las Clases, y Órdenes na- turales, deben suprimirse. 234 Los nombres genéricos Diminutivos, y traidos de la Lengua Latina con alguna alteracion, aunque no son los mas reco- mendables, podrán tolerarse. 2359 Los nombres genéricos Adjetivos son peores que los Substantivos, y por consi- guiente no los mejores. 236 No se ha de abusar de los nombres ge- néricos para captarse el favor, ó perpe- tuar la memoria de los Santos, ó de los Hombres Insienes en otra facultal. 231 Conservo los nombres genéricos del uso de los Poetas, propios de las Deidades fingidas, consagrados á los Reyes, y de- dicados dignamente á los Promotores de la Botánica. 238 Los nombres genéricos formados pa- ra conservar la memoria de algun Bo- tánico benemérito, se han de mantener inviolables. 239 Los nombres genéricos, que sin detri- mentro de la Botánica se hallan ya im- puestos, deben tolerarse en igualdad de circunstancias. 240 Los nombres genéricos, que represen- tan el Carácter Esencial, ó la traza de la planta, son los mejores. 241 Los vocablos de las plantas usados por los Antiguos se léen, los GRIEGOS en HIPÓCRATES, TEOFRASTO, y DIOSCÓRIDES; y los LATINOS en PLINIO, en los Geopó- micos 6 Escritores de agricultura, y en los Poetas. 242 Un nombre genérico antiguo (241) se adapta bien á un género que sea anti- guo. 243 No es permitido cambiar un nombre ge- nérico digno (213-242) por otro, aunque sea más adeqúado. 244 No se han de inventar de nuevo nom- bres genéricos, mientras haya á mano Sinónimos dignos. 245 El nombre genérico de un gérmen, á no ser superfluo (215-217), no debe transfe- rirse á otro, aunque le qúadre mejor. 246 En caso de haber de dividir un Género ya admitido, en fuerza de las leyes de la naturaleza (162), y del arte (164), en va- rios géneros; entonces el nombre, que án- tes era comun, se le mantendrá á la planta más vulgar, y oficinal. 247 Los nombres genéricos (229) se han de escribir ó representar con caractéres la- tinos. 248 Deben facilitarse, en quanto se pueda, la terminacion, y el sonido de los nom- bres genéricos. 249 Se han de evitar los nombres genéricos excesivamente largos, difíciles de pro- nunciar, ó extraños al oido. 250 Es fuera de razon abusar de los TÉRMI- NOs del arte (199), en lugar de nombres genéricos. 251 Para con los nombres de las CLASES (160), y de los ÓRDENES (161) milita la misma razon (204), que conlos genéricos. 232 Los nombres de las Clases, y de los Ór- denes tomados de las Virtudes, Raiz, Fuste 6 Yerba, y Traza son malos. 253 Los nombres de las Clases, y de las Ór- deves han de incluir una nota esencial (18D), y Caracteristica (189). 254 Los nombres de las Clases, y de los Ór- denes, tomados del nombre de aleuna planta, baxo del qual entendiéron los an- tiguos toda una serie, desechados del gé- nero, se han de aplicar solamente á las Clases naturales. 255 Los nombres de las Clases y de los Ór- denes constarán de un solo (215) vocablo. VIII. LAS DIFERENCIAS. 256 Se halla perfectamente denominada una planta, quando tiene su nombre genéri- co y específico (217). 257 El Nombre específico legitimo ha de dis- tinguir la planta de todas las congéneres LXIII (159); el Trivial carece hasta el presen- te de reglas. 258 El nombre especifico dará á conocer á primera vista su planta, respecto de que contiene la diferencia (257) esculpida en la misma planta. 259 El Nombre especifico debe tomarse de partes que no varíen en las plantas. 260 El Tamaño no distingue las especies. 261 Las notas ó señales comparativas con otras especies de género diferente son falsas. 262 Las notas comparativas con otras espe- cies de su propio género son malas. 263 No se haga uso en la Diferencia, del nombre del ¡mwentor, mi de ningun otro. 264 El lugar nativo no enseña la distincion de las especies. 265 El tiempo de florecer, y vegetar es una diferencia sumamente engañosa. 266 El color varia increiblemente dentro de la misma especie; y así no tiene fuerza alguna para la diferencia. 267 El olor nunca distingue con claridad la especie. 268 El sabor suele ser vario, respectivamen- te al paladar de cada uno, y así exclú- yase de la diferencia. 269 La virtud, y el uso subministran Dife- rencia vana al Botánico. 270 El SExó jamas constituye especies di- versas en ninguna planta. 211 Las Flores MONSTRUOSAS (150), y las Plantas también monstruosas traen su origen de las Naturales. 2712 La PUBESCENCIA (136: VIII.) es una dife- rencia infiel, respecto de que las mas ve- ces la disipa el cultivo. 213 La DURACION corresponde muchas ve- ces mas bien al parage, que á la planta; y así no apruebo hacer uso de ella en la diferencia. 274 La MULTIPLICIDAD del Fuste ó Yerba varía muchas veces por razon del sitio. 275 La RAIZ (81) subministra freqúentemen- te diferencia sólida, y sin embargo no se debe recurrir á ella sino á falta de todos los demas medios. 276 Las notas del TRONCO Ó TALLO (82) ofre- cen diferencias por lo regular aventaja- das. 277 Las HOJAS (83) dan de sí diferencias muy primorosas, y muy naturales. 218 Los ARREOS (84) y los INVERNÁCULOS (85) presentan por lo comun excelentes ciferencias. 279 La INFLORESCENCIA (163: XI.) es una di- ferencia sumamente efectiva. 280 Las partes de la Fructificacion submi- nistran las más veces diferencias cons- tantísimas. 281 Las notas genéricas (192) empleadas en la difdrencia son absurdas. 282 Toda Diferencia se ha de fundar nece- sariamente en el Número, Figura, Pro- porcion, y Situacion de las varias partes de las plantas (80-86). 283 Siempre se ha de cuidar de no tomar la variedad (158) por especie (157). 284 El nombre genérico se debe aplicar á cada una de las Especies. 285 El nombre especifico ha de ir siempre inmediatamente despues del genérico. 286 El nombre específico sin el genérico es como campana sin lengueta. 287 El nombre específico no ha de estar in- corporado con el mismo nombre gené- rico. 288 El nombre especifico genuino es ó Si- nóptico, ó Esencial. 289 El Nombre Especifico Sinóptico (288) impone álas plantas congéneres (159) las notas correspondientes al uno de los dos miembros de su division. 290 El Nombre Especifico Esencial (288) ofrece una nota singular de la diferencia ó sea propia solamente de su especie. 291 El nombre especifico, con tal que lo sea (257), quanto mas conciso, es tambien el mejor. 292 El nombre específico no ha de admitir mas vocablos que los precisos para dis- tinguirse de los congéneres. 293 Ningun nombre especifico puede impo- nerse á la especie, que sea única (203) en su género. 294 Nombre específico inpóngale el que des- cubriere alguna especie nueva, en caso de ser necesario (293) tal nombre. LXIV 295 Los vocablos del nombre específico no han de ser compuestos, semejantes á los nombres genéricos, ni griegos, sino ex- clusivamente latinos; porque quanto más sencillos, serán tambien mejores. 296 El nombre especifico no debe de ser fi- gurado con Tropos Retóricos, y mucho ménos erróneos: sino fielmente expresivo de lo que dicte la naturaleza. 297 El nombre específico no sea comparati- vo, ni superlativo. 298 En el nombre especificoúsense términos positivos, y de ningun modo negativos. 299 Toda semejanza ó comparacion, emplea- da en el nombre específico, ha de ser más clara que la mano derecha; aunque ni así es la mas conveniente. 300 En el Nombre especifico no se ponga adjetivo alguno sin el correspondiente substantivo. 301 Todo adjetivo (300) en el nombre espe- cifico debe ir despues de su substantivo. 302 Los adjetivos (300) empleados en el nombre especifico, se han de sacar de los términos selectos del arte (80-86), en ca- so de ser suficientes. 303 Del nombre específico se excluirán las partículas conyuntivas, y disyuntivas de los adjetivos, y substantivos. 304 Las notas ó partículas divisorias han de separar las partes de las plantas (19), y no los adjetivos. 305 El Parentésis nunca ha de tener lugar en el Nombre específico. IX. LAS VARIEDADES. 306 Al Nombre Genérico (VII), y Especifi- co (VIII) se le puede añadir tambien el Variante ó de la Variedad, si le hubiese (158). 307 Los Nombres Genéricos, Especificos, y Variantes se han de inscribir con letras de diverso grado ó tamaño. 308 El sExó (149) constituye Variedades na- turales; todas las demas son monstruosas. 309 Variedades monstruosas (308) las cons- tituyen las flores mutiladas (119), las multiplicadas (120), las llenas (121), y las prolíferas (121); los fustes ó yerbas loza- nas, las fasciadas, plegadas, y multipli- cadas: en el número, figura, proporción y situacion de todas las partes, y asimis- mo las mas veces el Color, Olor, Sabor, y el Tiempo. 310 El Botánico (7) no atiende á las Varie- dades de corta consideracion. 311 La lozanía de las hojas se verifica muy fácilmente en las Encontradas, y en las Compuestas. Todas las hojas RIZADAS, y AMPOLLOSAS son monstruosas. 312 Las mas veces es ocioso hacer uso de las enfermedades de las plantas, ó bien de sus edades en los Nombres de las Va- riedades. 313 El color varía fácilmente pasando con especialidad el azul, ó rubio á blanco. 314 El lugar aqúoso hiende las mas veces las hojas inferiores, y el montuoso las superiores. 315 La planta natural (157) no se debe de- signar con nombre opuesto ó repugnante á sus Variedades (158). 316 El cultivo, padre de tantas Variedades, es tambien el que mejor las califica. 317 El recoger ó reducir las diferentes Va- riedades á su especie, no es de ménos consideracion que el colocar las espe- cies baxo de su género. e LOS SINÓNIMOS. 318 Los Sinónimos son los diversos nombres impuestos por los Fitólogos (6) á una mis- ma planta, y estos ó son (Genéricos, (VII) ó Específicos, (VID), 6 Variantes (LX). 319 Entre los Sinónimos pónganse al frente el mejor nombre, como el Selecto de otro, ó el propio del Autor. 320 Júntense los Sinónimos que sean idénti- COS. 321 Cada Sinónimo empiece con nueva lí- nea. LXV 322 El Autor y la Páginasiempre se han de citar al fin en los Sinónimos. 323 En la Serie completa de Sinónimos se- rá bien distinguir con una Estrellita al Inventor. 324 Los nombres nativos ó propios del país óse han de omitir, ó poner al Cabo de los Sinónimos. XI. LAS ADUMBRACIONES Ó REPRESENTACIONES. 325 Las REPRESENTACIONES comprehenden la Historia de cada planta, y por consi- guiente los Nombres(Vl1l)las Etimologías (234242), las Clases (IU), los Caracteres (VD), las Diferencias (VID), las Varieda- des (IX), los Sinónimos (X), las Descrip- ciones (326) las Estampas (332) los Luga- res (334), y los Tiempos (330). 326 La DESCRIPCION (325) es el carácter na- tural de toda la planta, y ha de describir todas sus partes exteriores (80. 81. 82. 83. 84. 85. 86.) 327 La Descripcion (326) ha de expresar las partes concisísimamente, pero con per- feccion, sin valerse de otros términos que los del arte, si estos fuesen suficientes, con respecto al Número, Figura, Propor- cion, y Situacion. 328 En la descripcion se seguirá el órden, conque nacen las partes de las plantas» 329 La Descripcion explicará cada parte de la planta en parágrafos separados. 330 Así la Descripcion mas difusa, como la mas corta de lo que corresponde, son malas. 331 La Medida del Tamaño graduada por la mano del hombre es muy conveniente en las plantas. 332 Las Estampas ó Figuras se deben hacer del grandor, y situacion natural. 333 Las Estampas mas acabadas han de re- presentar todas las partes de la planta, y aun las mas menudas de la fructificacion. 334 Los LUGARES nativos se refieren al País, Clima, Suelo, y Tierra. 339 El tiempo de Vegetar con vigor, de Ger- minar, de Desplegar las primeras hojas, de Producir las primeras flores, de Velar, de Sazonar el fruto, y el de Despojarse de la hoja, indican el Clima. XI. LAS VIRTUDES. 336 Las VIRTUDES Ó PROPIEDADES de las plantas las deducirá de la Fructificacion, (86) el Botánico (7), observando el Sabor (365), Olor (362), Color (364), y Lugar (357). 3371 Las Plantas que convienen (165) en Gé- nero, convienen tambien en virtud: las- que se comprehenden dentro de un mis- mo Órden Natural (17), se asemejan asi- mismo en virtud; y las que concuerdan en ser de una misma Clase Natural, igual- mente corresponden, en algun modo, en- tre sí en virtudes. 338 Las hojas de las GRAMAs (77:14) sirven de pasto grato al Ganado Menor, y Ma- yor: y sus semillas menores prestan ali- mento á las aves, y las mayores á los hombres. 339 Las plantas Estrelladas (17: 44) son diuréticas. 340 Las Asperifolias (17: 43) participan mas ó ménos de la naturaleza de las hortali- zas, y son mucilaginosas, y glutinosas. 341 Las Macilentas ó de color mustio (77: 33) son plantas sospechosas. 342 Las APARASOLADAS (17: 22), que se crian en terrenos secos, son aromáticas, cali- das, y estimulantes; y al contrario en los aquáticos son Venenosas, y poséen su eficacia en la raíz, y semillas. 343 Las raices de las plantas de la Clase HEXANDRIA (68) son comestibles, ó noci- vas á proporcion de su sabor, y olor. 344 Las BICORNES ó de dos cornezuelos (11: 24) son adstringentes; pero sus Bayas ácidas son comestibles. LXVI 345 El fruto pulposo de la ICOSANDRIA (68) es comestible. 346 La Poliandria (68) por lo comun es ve- nenosa. 347 Las VERTICILADAS Ó de flores en roda- juela (717: 58)son fragrantes, nervinas, re- solutivas, y estimulantes; y la virtud so- bresale en las hojas. 348 Las SILIQUOSAS ó de Vayna (17: 57), es- tando xugosas, son acres, incidentes, abs- tergentes, y diuréticas; y su virtud se disminuye con la desecacion. 349 Las COLUMNÍFERAS Ó Malváceas (17: 34) son mucilaginosas, lubricantes, embotan- tes, y madurativas. 350 Las hojas de las de flor AMARIPOSADA (17:55) sirven de pasto al Ganado Mayor, y Menor, y sus Semillas, comestibles pa- ra varios animales, son harinosas y flatu- lentas. 351 La SINGENESIA (68) de las Flores Com- puestas (17:21), muy usada en la Medici- na, es amarga por lo comun. 352 Las de la familia de las ÓRCHIDES (71: 4) son restaurantes. 353 Las CONÍFERAS Óó de Piña (17: 15) son resinosas, y diuréticas. 354 La CRIPTOGAMIA (68) contiene por la ma- yor parte Vegetables sospechosos. 355 Las plantas, en cuyas flores se halla el nectario separado de los pétalos (110), comunmente son venenosas. 356 Las plantas LACTESCENTES ó Lechosas son por lo regular venenosas; pero no tanto las semiflosculosas. 3971 El Lugar seco hace á las plantas mas sabrosas, el xugoso ménos sabrosas, y el acúatico las mas veces corrosivas. 358 Las QUALIDADES de las plantas, en que estriban sus virtudes, lus indican el Sa- bor, Olor, y Color. 359 Las Sabrosas, y de Olor suave, son bue- nas; las Nauseosas y Fetidas, venenosas. 360 Las Qúialidades Contrarias producen efecto contrario. 361 OBRAN todas las plantas ó por medio de su principio Oloroso en losnervios, ú del Sabroso en las fibras, ó de ámbos en los fluidos. 362 Los Ambrosiacos son analépticos, los Fragrantes son Orgásticos, los Aromáti- cos son excitantes, los Fétidosnarcóticos, y los Nauseosos corrosivos. 363 Los SABROSOS obran en los Fluidos, y en los Sólidos. 364 El Color Pálido indica cosa insipida, el Verde cruda, el Amarillo amarga, el Ru- bio ácida, el Blanco dulce, y el Negro desagradable. 365 El Uso ECONÓMICO de las plantas es de suma utilidad para el hombre. En las Ciencias Naturales deben apo- yarse los Principios verdaderos en las Observaciones. A NECROLOGIA. El día 30 de Junio del presente año, á las cuatro y media de la mañana, su- emmbió, tras larea y penosa enfermedad, el SA, DR. D, JESUS SANCHEZ, actual director del Museo Nacional de Historia Natural y miembro distinenido de esta Sociedad. Cuán grande pena embarga al suscrito en estos momentos, en que la Parca inexorable acaba de segar una vida que fué para él tan querida como apreciada para muchos, la de un fiel compañero suyo desde la infancia, con el que le liga- ba fraternal cariño por muy cercano parentesco. Juntos frecnentaron las anlas hasta llegar al término feliz de igual carrera científica. Unidos más tarde, en el antieno Museo Nacional, pudieron dedicarse con alinco á estudios por los que te- nían verdadera predilección, consagrándose el desaparecido, niás especialmente, á los de la zoología; en este ramo se distinenió sobremanera, como lo demostró en el citado Establecimiento, del que fué insigne profesor y su director después, en aquella lejana época; desempeñó también con maestría, por largos años, la en- señanza de la expresada asienatura en la Escuela Nacional Preparatoria. Fué un catedrático de buena cepa, de la escuela de los Herrera, Ramírez, Dugés, Ur- bina y de tantos otros, reputados como verdaderas joyas en el asendereado cam- po de la enseñanza. La Sociedad Mexicana de Historia Natural lo cuenta tam- bién entre sus socios fundadores, y mucho le honra el empeño que tomaba siem- pre en presticiarla y el afán que por ella tuvo para mantenerla viva, proporcio- nándole con este fin, de los fondos del Establecimiento que regenteaba, y con aprobación de la Superioridad, una ayuda pecuniaria para su periódico «La Na- turaleza,» que es hoy órgano también de este Museo. Uno ánuo han ido desapa- reciendo del estadio de la ciencia, en nuestra patria, los muy pocos naturalistas que en ella han surgido, cuando deberían contarse por millares en razón de la riqueza y feracidad de su suelo, que á todos brinda con remuneradores y apre- ciados frutos de trabajo. Gloria, pues, al que hoy hemos tenido la desgracia de perder, y sirva su per- sonalidad de noble ejemplo para encarrilar á la juventud estudiosa por un sen- dero que á todas Inces le será provechoso. La Sociedad Mexicana de Historia Natural ha terminado; pues al abrirse esta fosa, pnede decirse que ha cavado sn propia sepultura. Museo Nacional de Historia Natura]. México, Julio 1.* de 1911. NMtanuectl IM. Villada, Pp . Szesicente. [INFORMACION OFICIAL Por la sentida muerte del Sr. Dr. D. Jesús Sánchez, que desempeñaba dos empleos, y la separación del Sr. D. José MacGregor, resultaron tres plazas va- cantes en el Museo Nacional de Historia Natural: la de Director, Secretario y la de un Profesor de Zoología, las cuales fueron cubiertas, respectivamente, por el Sr. Dr. D. Jesús Díaz de León, Sr. D. Felipe Gutiérrez Vásquez y Sr. Dr. D. José Mangino. Por disposición superior se abrirán próximamente cursos de perfecciona- miento, regenteados por los señores profesores del establecimiento, de las espe- cialidades á que se dedican. Los programas están ya presentados para su apro- bación, y sujetos á un reglamento que oportunamente se dará á conocer al públi- co. Sin abandonarse las necesarias labores que requiere la buena presentación de las colecciones, el establecimiento se convertirá en una verdadera «Escuela de Naturalistas,» cuya utilidad y conveniencia son palpables para el progreso cien- tífico de México. Si llega á realizarse, como está acordado, el aumento del per- sonal docente, la enseñanza de las variadas é interesantes materias que abraza el vasto dominio de las ciencias naturales, será más completa. La Sociedad Mexicana de Historia Natural renacerá con nuevos bríos y la presente publicación recibirá mayor impulso sin mucho retardo, por lo que res- pecta á los futuros discípulos, que serán también sus colaboradores, pues no lta- brá que formarlos, por decirlo así, desde los cimientos, que los tendrán ya bien adquiridos. Las frecuentes excursiones que tendrán que organizarse para reco- rrer todos los ámbitos de la República. proporcionarán valioso contingente de estudio que llenarán las páginas de esta publicación. Estos buenos propósitos serán ilusorios, si para la nueva era que se inau- gura no se cuenta con un personal docente perfectamente idóneo para llevarlos á buen término; y como en el país no existen verdaderos especialistas, habrá que contratarlos en el extranjero, con buena remuneración, signiendo en ésto el ejemplo del Instituto Geológico Nacional. Tocaudo otro asunto, expondré, que la presente publicación ha estado, casi todo el tiempo transcurrido desde su fundación, á cargo del que subscribe. Eu lo futuro, bajo nuevas manos, y con nua más activa colaboración, adquirirá mayor prestigio, acrecentándose más y más sn importancia. Quedan tan sólo dos super- vivientes de entre los socios fundadores de la Sociedad Mexicana de Historia Natural: el Sr. Dr. D. Antonio Peñafiel, que dió al fin otro rumbo á sus estudios con éxito brillante, y el que esto escribe, que permaneció siempre fiel á su divi- sa: Studere natura. Museo Nacional de Historia Natural. México, Diciembre 21 de 1911. WNtanuel MM» Villada. MOI SCA. Catalogus Molluscarum Maxicane Reipublice hucusque descripta. MOLLUSCA.—Etimología: En latín, mollusca es una nuez cuya corteza es muy tierna; de mollis blaudo. Se aplica esta voz á un genpo de animales que tienen el enerpo blando y carecen de esqueleto sólido como los vertebrados: la concha ó caracol de los moluscos es uu órgano secundario y solo de protección. La pala- bra Mollusco fue empleada primero por Aristóteles, pero dando el nombre de Ostracodermos (Oorpakor, concha; 4épua, piel) á los que realmente tienen tuna enbierta caliza. Blainville propuso el nombre de Malacozoarios (uadaros, blando; ¿06r, animal) para desienar la clase de animales que hoy se llaman sencilla- mente MOÍluUScos. CEPHALOPODA DIBRANCHIATA. Etimología: Cephalopodos, del griego real, cabeza, ros, modos, pie. Dibrauquios, griego 95, dos, (91) Bpayxia, brauquias, agallas. Animales que tienen pies, brazos ó tentáculos en la cabeza y con dos branquias. OCTOPODA. Etimología: Griego ¿rrc, ocho, rovs, odos, pie, (brazo, tentáculo) animal que tiene ocho tentácnlos ó brazos. OCTOPODIDEA. ARGONAUTIDA. Género Octopus, Lamark, 1799. Etimología: Griego, '“ApyOVAVTAS, el que na- ; vega en el buque Argos. 14py0s Argos; VAVTAS, Octopus vulgaris, Lamark. el que navega. Nombre común: Pulpo común. (Aristóteles lo 7 Gén. Argonauta, Linn., 1756. llamó roXvxous, pólipo.) Sinonimia: Polypus americanus pelagius, Linn. Argonauta argo, var. pacifica, Dall. Habitat: Veracruz. N. común: Argonauta argos, del Pacífico. 94 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: Tepic (Isla de Trinágulos). Argonauta argo, Linn. Nombre común: Argonauta argos. Hab.: Veracruz. Argonauta expansa, Dall. N. etimológico: Argonauta desplegado. Latín: expando, desplegar. Hab.: Tepic. DECAPODA. Etim.: 4ena, diez; ro0s, 7rodós, pie, con diez brazos ó tentáculos. LOLIGINIDZE. Etim.: Latín, loligo, inis, el calamar, del cual habla Plinio. Gén. Loligo, Lamark, 1801. Loligo subulata, Lamark. N. común: Calamar aleznado. Latín: subula, la lezna. Hab.: GASTROPODA. Etim: Taorryp, yacrpós, estómago, vientre, movs zosos, pie, tentácnlo, brazo. El Dr. Fischer divide la clase de los Gastropodos en dos subclases: Univalvia y Multivalvia. La primera comprende cuatro órdenes: Pulmonata, Opistobran- chiata. Nucleobranchiata y Prosobranchiata. La segunda solo tiene un órden Polyplacophora. PULMONATA. Etim.: Como su nombre lo indica comprende aquellosmoluscos que tienen una respiración pul- monar. TESTACELLIDA. Etim.: De testacella y la desinencia ¿de. Testa- cella es el diminutivo del latín testaceus, que está formado de tejas, de testa, teja, concha. Lu tes- taceología es la parte de la Historia Natural que se ocupa de los moluscos testaceos. Gén. Strebelia, Crosse et Fischer, 1868. Strebelia berendti, Pfeiffer. Sinonimia: Physella berendti. C. et F. Habitat: Coscomatepec.—Mirador, V. C.—Pa- cho, cerca de Jalapa.—(M. S. M. I., p. 11. B. C. A., p. 46.) NOTA:—Según Brochi es una de las expecies geo- filas más notables de la República Mexicana. En la B. C. A., este género forma parte de la Familia 4gnatha, suborden Stylomatophora, (Gastropodos pulmonados monoicos.) Pertene- cen también á la fam: Agnatha, los géneros Glandina, Salaciela y Streptostyla. Gén.: Streptostyla. Schuttleworth, 1851. Etim.: 237pexrds, contorneado, entrelazado 6 torcido; a7ulos, columna, espira. Espira muy retorcida. Formula dentaria: (30 —20-——0—20—30) x 909000. Los dientes laterales son alargados, estrechos, algo arqueados, unicuspides, llamados por Fis- cher dientes carniceros, semejantes á los dientes marginales de los Janites, que son dientes her- bívoros ó molares. Los Estreptostila se distinguen de los Glaudina por la ausencia de dientes raquia- les. Streptostyla nicoleti, Schuttleworth. Sinonimia: Spiraxis nicoletis, Schutt.; Achati- na nicoleti, Sehutt.; Streptostyla nicoleti, var. subovata, F. et C. (a) Habitat: Misantla, San Isidro, San Juan Mia- huatlán, Coatepec, Jalapa, Córdoba. (a) Tox- pam, cerca de Córdoba, Orizaba. M. 5. M., p. 23; 10 le ¿No JD E Streptostyla botteriana, C. et F. Habitat: E. Méx., Orizaba, B.C. A., p. 85; M. S. M., p. 25. Streptostyla dubia, Pfr. Etim.: Estreptostila dudosa. Latín dubius, du- doso. Habitat: Chiapas. B.C. A., p. 90; M. S. M., p. 65. Streptostyla nigricans, F. et C. Etim.: Estreptostila negrilla. Latín nigricans, lo que tira á negro. Sinonimia: Glandina nigricans, Pfr.; Achatina nigricans, Pfr.; Spiraxis nigricans, Pfr. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 95 Hab.: Var. B: Tabaseo (col. Cunnins). B. C. APIO MASA PU Streptostyla mitreeformis, Sehuttleworth. Etim.: Estreptostila en forma de mitra. Sinonimia: Spiraxis mitreeformis, Pfr.; Cher- somitra mitreeformis, Albers. Hab.: Túxpam, Córdoba. B.C. A., p. 90; M. SIMP 62: Esta especie sólo se ha encontrado en México. (Martens, 1878). Streptostyla delattrei, Pfr. Sin.: Streptostyla delattrei, var. edwarsiana; Streptostyla delattrei, var. salleei; Streptostyla salleei, F. et C. Hab.: E. Méx., Orizaba, Mirador. B.C. A., p. 91-92; M. S. M., p. 35-36. Streptostyla irrigua, F. et C. Etim.: Estreptostila regadera. Latín ¿irriguus, lo que sirve para regar. Sin.: Spiraxis irrigua; Streptostyla irrigua, var. cingulata. (Estreptostila regadera con fajas. Latín cingulus, faja). Hab.: Córdoba, Tuxtla. B. C. A., p. 92; M. S. M., p. 40. Streptostyla schuttleworthi, Pfr. (1) Sin.: Spiraxis sehuttleworthi; Streptostyla sehuttleworthi, var. ventricosa (2); Streptostyla schuttleworthi, var. similis (3); Streptostyla schuttleworthi, var. quirozi (4); Streptostyla brevispira, Strebel; Spiraxis bullacea, Pfr. Hab.: Misantla (1, 3, 4), Córdoba (1), Orizaba (1, 2, 3), Chiapas (1), Tabasco (1), Juquila (3), Teziutlán (4), Coatepec (4), Miahuatlán (4), Ve- racruz (3), San Antonio del Monte (4). B. C. A., p. 92; M. S. M., p. 41. Streptostyla novoleonis, Pilshy. Hab.: Diente, cerca de Monterrey, N. L.—B. C. Alp. 92: Streptostyla cylindracea (Pfr.), F. et C. Sin.: Achatina eylindracea, Pfr.; Spiraxis ey- lindracea, Pfr. Hab.: Córdoba. B.C. A., p. 93; M. S. M., p. 30. Streptostyla coniformis, Sehuttleworth. Etim.: Estreptostila en forma de cono. Sin.: Spiraxis coniformis, Schutt.; Streptostila blandiana, F. et C.; Streptostyla coniformis, var. pfeifferi, F.etC. (a); Achatina streptostyla, Pfr.; Glandina streptostyla, Pfr. Hab.: Córdoba, Mirador, Coatepec, Orizaba, (a) México, sin indicación precisa. B. C. A., p. 94; M. S. M., p. 43. Streptostyla conulus, sp. n. Martens. Hab.: Sayula. B.C. A., p. 9. Streptostyla turgidula, Pfr. Etim.: Estreptostila hinchadita. Latín turgi- dus, hinchado. Sin.: Spiraxis turgidula, Pfr. Hab.: Córdoba, Jalapa. B. C. A., p. 95: M. $. M.. p. 58. Streptostyla lurida, Schuttleworth. Etm.: Estreptostila pálida. Latín luridus, pá- lido en demasía. Sin.: Spiraxis lurida, Schutt.: Streptostyla bo- courti, C. et F.; Streptostyla bocourti, var. y (ma- jor) (a), E. et C. Hab.: Córdoba, Pacho, Orizaba, San Juan Bau- tista, (a) Chiapas. B. C. A., p. 96; M. 5. M., p. 48. Streptostyla nebulosa, Dall. Hab.: San Cristóbal (Chiapas). B.C. A., p. 615, Streptostyla ventricosula, H. € A. Adams. N. etim.: Estreptostila ventrudita. Lat. ventri- cosa, ventruda. Sin.: Spiraxis ventricosula, Morelet; Glandina ventricosula, Morelet, Hab.: Yucatán, Mérida (juntamente con la Jos- treptostila meridana). B. C. A., p. 97; M. S. M., p. 30. Streptostyla plicatula, Strebel. Etim.: Estreptostila plegadita. Lat. plicatus, plegado. Hab.: Orizaba. B.C. A., p. 98. Streptostyla biconica, Pfr. Hab.: Chiapas. B.C. A., p. 98; M.S. M., p. 32. Streptostyla flavescens, Sehuttleworth. Etim.: Estreptostila rubia. Lat. flavesco, po- nerse rojo, rubio. Sin.: Spiraxis flavescens; Streptostyla flaves- cens, var. bocourti (a); Spiraxis bocourti, Pfr. Hab.: Córdoba, (a) Juquila. B.C. A., p. 98: M. S, M., p. 37. Streptostyla fulvida, C. et F. Etim.: Estreptostila leonada. Lat. fulvus, leo- nado, rojo. Hab.: Orizaba. B.C. A., p. 99; M. 5. M., p. 49. Streptostyla glandiformis, C. et F. Etim.: Estreptostila forma de bellota. Lat. glans, bellota. Hab.: Orizaba. B.C. A., p. 99; M. 5. M., p. 50. Streptostyla physodes, Schutt. Etim.: Estreptostila burbuja. Griego: puaa vejiza, burbuja; ez00s forma. (lebería decirse physoides). Sin.: Achatina physodes, Sehutt.; Spiraxis physodes, Schutt.; Streptostyla physodes, var. major; Spiraxis auriculacea, Pfr.: Streptostyla auriculacea, F. et C. Hab.: Córdoba, Coatepec, Mirador, Huatusco, 96 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Chiapas, var. B; Orizaba. Atoyac, var. major. B. €, A., p. 99; M. S. M., p. d£. Streptostyla limneiformis, Schutt. Etim.: Estreptostila semejante á una limnaea. Sin.: Spiraxis limnaeiformis, Schutt.; var. par- vula; Spiraxis parvula, Pfr. (a); Streptostyla par- vula, Pfr. Hab.: Córdoba, (a) Chiapas. B. C. A., p. 100; M. S. M., p. 38. Streptostyla oblonga, Pfr., F. et C. Sin.: Spiraxis oblonga, Pfr. Hab.: Chiapas. B.C. A., p. 100; M. S. M., p. 7. Streptostyla meridana, Morelet. Sin.: Glandina meridana, Morelet; Spiraxis meridana, Pfr. Hab.: Yucatán. B.C. A., p. 101; M. S. M., p. 32. Streptostyla vexans, Strebel. Etim.: Estreptostila infestante. Lat. vexo, im- festar. Hab.: Jalapa. B. C. A., p. 102. Streptostyla boyeriana, C. et F. Hab.: Orizaba, B.C. A., p. 102; M. S. M., p. 46. Streptostyla mohriana, Pfr. Sin.: Spiraxis mohriana, Pfr. Hab.: Orizaba, cerro del Borrego. B.C. A., p. 102; M. S. M., p. 64. Streptostyla catenata, Pfr. Etim.: Estreptostila con mallas ó cadenas. Lat. catenatus, con zadena. Sin.: Spiraxis catenata, Pfr. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 103; M.S.M., p. 63. Streptostyla blandiana, C. et F. Hab.: Córdoba. M. S. M., p. 28. Streptostyla boucardi, Pfr. Hab.: Juquila, Oax. M. S. M., p. 43. Streptostyla bocourti, C. et F. Hab.: Var. B, México; var. y, Chiapas. M. $. M., p. 47. Streptostyla auriculacea, Pfr. Etim.: Estreptostila orejuda. Lat. auricula, oreja. Sin.: Spiraxis auriculacea, Pfr. Hab.: Córdoba. M. $. M., p. 55. Streptostyla bullacea, Pfr. Etim.: Estreptostila ampollada. Lat. bulla, am- polla, burbuja. Hab.; Chiapas. M. $. M., p. 56. Streptostyla edwardsiana, C. et F. (Véase 5. delattrei). * Fórmula dentaria: (32-1-32)x65=4225. Hab.: Cerca de Orizaba. M. S. M., p. 35. Nota.—En la Mission Scientifique au Mexique se advierte que esta especie es diferente de la 5. delattrei y de la S. sallei, aunque ya la había- mos anotado como una variedad de la primera. La £. sallei es la especie más grande que se en- cuentra en el género. Subzénero Petenia. Etim.: Petenia, de Peten, ciudad de Guatemala en donde se encontró por primera vez. Petenia ligulata, Morelet, 1868. Sin.: Streptostyla ligulata, Pfr.: Glandina ligu- lata, Morelet; Achatina ligulata, Pfr.; Spiraxis (Glandina) ligulata, Pfr. Etim.: Petenia acordonada. Lat. ligula, cor- dón, liga, haciendo alusión á la faja que la dis- tingue. Hab.: Córdoba; Palenque, Tab.; Motzorongo. M. S. M., p. 68. Gén. Glandina, Schumacher, 1817. Etim.: Glandina, sinónimo de Achatina. Del latín glans, glandis, bellota (glandina); ina es una desinencia que expresa forma ó semejanza. Glandina sowerbyana, Pfr. Fórmula dentaria: (30-1-30) x45=2745. Sinonimia: Glandina lignaria, Reeve; Achati- na (G.) sowerbyana, Pfr.: Oleacina sowerbyauna, Pfr.—Variedad: Glandina sowerbyana, var. ste- faniz (a). Habitat: E. Méx., Misantla, San José, San Juan Miahuatlán, Pacho, Mirador, cerro Necoxtla, en- tre Jalapa y Orizaba; Orizaba; SO. y O. Méx.; Omilteme, Gro.; Totontepec, Oax.; (a) E. Méx.; Miahuatlán. B. C. A., pp. 55 y-56; M. S. M., pp. 97 y 98. Glandina indusiata, Pfr. N. etim.: Glandina vestida. Latín indusiatus, vestido con camisa, de indusium, camisa, apule- yo. Sinon.: Oleacina indusiata, Pfr.; Glandina truncata, Strebel.* Hab.: C. Méx.; Angangueo, Mich.; S. Méx.; La Parada, Oax. B.C. A.,p.54; M.S. M., p. 121. Glandina vanuxemi, Lea. Etim.: Glandina de Vanuxem. Sinon.: Achatina vanuxemensis, Lea.; Oleaci- na vanuxemensis, Lea.; Achatina coronata, Pfr.; Glandina coronata, Pfr.; Oleacina coronata, Pfr.; Glandina vanuxemi, variedad guttata, F. et C. (a). Etim.: Glandina de Vanuxem manchada. Lat. guttatus, manchado. An J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Sinon.: Oleacina guttata, F. et C. Hab.: C. Méx.: Voleán de Mexicalcinzo, Cuer- navaca, Tehuacán; SO. y S. Méx.: Omilteme (Guerrero); Oaxaca, Juquila (Oax.); C. Méx.: (a) cercanías de Puebla (rara). B.C. A., pp. 54 y 55; M. S. M., pp. 100-101. Nota.—Es incorrecto escribir vanuxemensis para designar esta especie; debe ser vanuxemi. Glandina coulteri, Martens. Sin.: Oleacina coulteri, Gray.; Glandina ub- deana, F. et C.; Oleacina ubdeana, Pfr. Hab.: C. Méx.: Zimapán, Puebla; E. Méx.: Ja- lapa (V. C.). B. C. A., p. 56; M. S. M., p. 94. Glandina cuneus, Mart. Etim.: Gandina cuña. Latín cuneus, cuña. Hab.: SO. Méx.: Omilteme, Gro. B.C. A., p. 56. Glandina michoacanensis, Mart. Hab.: Uruápam (Mich.). B.C. A., p. 610. Glandina ghiesbreghti, Pfr. Sin.: Achatina ghiesbreghti, Pfr.; Oleacina ghiesbreyhti. Hab.: Chiapas; SE. Méx.: San Juan Bautista (Tab.). B. C. A., p. 58; M. S. M., p. 166. Glandina tenella, Strebel. Etim.: Glandina pequeñita. Lat. tenellus, pe- quenñito. Sin.: Glandina ghiesbreghti, var. B, F. et C. Hab.: Veracruz. Glandina cunningi, Mart. Sin.: Glandina petiti, Deshayes. a. Glandina cunningi, var. fulvo-rosea. Achatina rosea, Ferussac. Glandina rosea, Pfr. b. Glandina cunningi, var. flavida. Achatina petiti, Deshayes., Oleacina petiti, Gray. c. Glandina cunningi, var. rubro-marginata. Achatina rosea, var. y, Pfr. Hab.: SE. Méx.: Teapa (Tab.); México BC. A., p. 59; M, S. M., p. 107. Glandina carmenensis, Morelet. (Glandina de la Isla del Carmen). Sinon.: Achatina carmenensis, Desh.; Oleaci- na carmenensis, Gray.; Achatina rosea, var. B, Reeve. Hab.: Isla del Carmen, Yuc.; Bahía de Térmi- nos, Golfo de Campeche. M. S. M., p. 109; B. C. A., p. 69. Glandina liebmani, Pfr. Sin.: Achatina liebmani, Pfr.; Oleacina lieb- mani, Pfr.; Achatina striata, Reeve. Glandina liebmani, var. ¿nsignis (a). Achatina insignis, Pfr. Oleacina insignis, Pfr, Glandina insignis, F. et C. Hab.: México, alrededores; SO. Méx.: Colima; Chilpancingo, Gro.; (a) SO. Méx.: San Blas (Jal.), Tepic. B. C. A., pp. 61-62; M. 5. M., pp. 110-119. Glandina audebardi, Desh. Sin.: Oleacina audebardi, Pfr.; Helix rosea, var. elongata, Fér.; Glandina amena, Martens. Glandina audebardi, var. a, typica, (a). a » » —b, amena, (b). > » » Cc, miradoroensis, (e). > » » €, minor, (d). Habitat: Llanos de Veracruz, a y b; Chichiqui- huitl (a), Ver.; Veracruz, Jalapa, Córdoba (b); Mirador (c); Tejería, ciudad de México; Chietla, Puebla (a); Venta de Zopilote, Gro. (a); Tehuan- tepee (d); Colima. B. C. A., p. 62; M. S: M., pp. 114-118. Glandina isabellina, Pfr. Sin.: Achatina isabellina, Pfr.; Oleacina isa- bellina, Gray. Hab.: México, en los troncos muertos de los árboles. B. C. A., p. 63; M. S. M., p. 138. Glandina longula, C. et F. Oleacina longula, C. et F. Glandina longula, var. jalapana. Hab.: NE. Méx.: Río de San Juan; Misantla, Jalapa. B. C. A., p. 64; M. S. M., p. 111. Glandina rhoadsi, Pilsbrey. Hab.: Diente, cerca de Monterrey. B.C. A., p. 611. Glandina turris, Pfr. N. etim.: Glandina torre. Latín turríis, torre. Sin.: Achatina turris, Pfr.; Oleacina turris, Gray.; Acicula turris, Adams. Hab.: Mazatlán. B. C.A.,p.65. Oaxaca, 4 3000 metros (Uhde). M. S. M., p. 126. Glandina mazatlanica, Mart. Sin.: Glandina turris, Strebel. Glandina mazatlanica, var. G. abbreviata. Hab.: Mazatlán; Tres Marías. B. C. A., p. 65. Glandina pseudoturris, Martens. Sin.: Achatina turris; Oleacina (G.) pseudo- turris, Strebel. Hab.: SO. y S. Méx.: Tierra Colorada, Gro.; Juquila (Oax.). B. C. A., p. 65. Glandina simplex, Martens. N. etim.: Glandina sencilla. Latín simplex, sencillo. Sin.: Glandina turris, Pfr.; Oleacina (G.) sim- plex, Strebel. Hab.: Oaxaca. B. C. A., p. 66. Nota.—Según la Biología sólo se conoce un ejemplar. 98 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Glandina conularis, Pfr. Sin.: Achatina (G.) conularis, Pfr.; Oleacina conularis, Pfr. Hab México... B.C. A., p. 66; M. S. M., p. 137. Glandina excavata, sp. n. Martens. Sin.: Gladnina albersi, Pfr. Hab.: Mazatlán? B. C. A., p. 66. Glandina albersi, Pfr.; Achatina albersi, Pfr.; Oleacina albersi, Pfr. Hab : Mazatlán, muy rara; Sierra Madre, Co- lima. M. $. M., p. 127. Glandina largillierti, Pfr. Sin.: Achatina (G.) largillierti, Pfr.: Oleacina largillierti, Gray.; Achatina (Gland.) yucatanen- sis, Pfr.; Glandina yucatanensis, Gray.; Oleacina yucatanensis, Gray.; Glandina (Achat.) eylindra- cea, Phil.; Oleacina (Gland.) eylindracea, Pfr:; Glandina eylindracea, C. et F.; Achatina carnea, Pfr.; Glandina carnea, Pfr.; Oleacina carnea, Pfr.; Glandina strebeli?, Aug. Hab.: Yucatán: Tecanto, Tabí, Ticul, Tinicas, Sitilpeeh, Izamal, Labna, Mérida; Campeche. 1) (060 10 008 145 9 Jloo 30 Ml: Glandina cylindracea, Philips. Hab.: Yucatán. M. S. M., p. 123. Glandina carnea, Pfr. Sin.: Achatina turris, Desh.; Achatina carnea, Pfr.; Oleacina carnea, Pfr. HAD AMEXICOIA M. S. M., p. 124. Glandina multispira, Pfr. Sin.: Oleacina multispira, Pfr. Hab.: Juquila, Oax. B.C. A., p. 69; M. S. M., 100 1D Glandina oblonga, Pfr. Sin.: Oleacina oblonga, Pfr. Hab.: Centr. Méx.: Tehuacán, Puebla; Mira- Cloye, WE Joe (0 ¿do Do (00% Milo So loo 1D NEL: Glandina bellula, C. et F. Etim.: Glandina pulidita. Latín bellulus, puli- dito. Sin.: Oleacina bellula, Pfr. Hab MÉXICO B. C. A., p. 69; M. S. M., p. 128. Glandina dalli, Pilsbuy. Hab.: NE. Méx.: Diente, cerca de Monterrey. B. C. A., p. 612. Glandina lanceolata, sp. n. Martens. Hab.: Omilteme (Gro.). B. C. A., p. 69. Glandina decidua, Pfr. Etim.: Glandina recortada. Latín deciduus, re- cortado. Sin.: Oleacina decidua, Pfr. Hab.: S. Méx.: Juquila (Oax.). B. C. A., p. 70. M. S. M., p. 122. Glandina cordobana, Pfr. Sin.: Achatina. (varicella) cordobana, Pfr.; Oleacina cordobana, Brimey. Hab,: Córdoba; Mirador. B.C. A., p. 70; M. S. M., p. 87. Glandina delicatula, Schuttleworth. | Sin.: Achatina delicatula, Sehntt.; Oleacina delicatula, Gray. Glandina delicatula, var. major, (a). Hab.: Córdoba, Jalapa; (a) Coatepec. B.C. A p. 70; M. S. M,, p. 92. Glandina conferta, Pfr. Etim.: Glandina apretada. apretado. Oleacina conferta, Pfr. Glandina conferta, var. erossel (a). Hab.: Mirador, Huatusco. Jalapa, Juquila (Oax.), (a) Orizaba? B.C. A., p. 61; M. S. M., p. 131. Glandina speciosa, sp. n. Martens. Etim.; Glandina vistosa. Latín speciosus, vis- toso. Sin.; Achatina (varicella) speciosa, Pfr.; Olea- cina speciosa, Pfr. Hab.: Córdoba, Huatusco, Orizaba. B. C. A., p. 71, M.S. M. Glandina lignaria, Reeve. Sin.: Achatina lignaria, Reeve; Oleacina lig- naria, Pfr. Hab.: Orizaba. M. S. M., p. 97. Nota.—La Mission Seientifique au Mexique ad- mite dos especies, G. sowerbyana y G. lignaria; pero la B. C. A. sólo indica la primera, G. sower- byana. Glandina ambigua, Pfr. Sin.: Achatina ambigua, Pfr.; rendti, Pfr.; Spiraxis? ambigua, Pfr. Hab.: E. Méx.: Córdoba, bajada del Ojo de Agua; Huatusco, Orizaba. B. C. A., p. 72; M. $. E) qe 10 Glandina orizabee, Pfr. Sin.: Achatina (varicella) orizabxe, Pfr.; cina orizabe, Pfr. Hab.: Volcán de Orizaba; Las Vigas. B. C. A., p. 73; M. S. M., p. 85. Glandina turgida, Pfr. Etim.: Glandina hinchada. hinchado. Sin.: Oleacina turgida. Glandina turgida, var. sayulana. Hab.: Juquila (Oax.); Sayula Nr ). B. C.A.; p. 73; M. S. M., p. 130. Latín confertus, Oleacina be- Olea- j Latín turgidus, J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 99 Glandina filosa, Pfr. Etim.: Glandina sutil. Latín Alosus, sutil. Sin.: Achatina (G.) filosa, Pfr.; Oleacina filo- sa, Pfr. Hab.: Orizaba. B.C.:'A:; p. 74; M. S. M., p. 129. Glandina fischeri, sp. n. Martens. Hab.: Toluca. B. C. A., p. 74. Glandina sulcifera, sp. n. Martens. Etim.: Glandina surcada. Latín sulcus, surco; fero, yo llevo. Hab.: O. Méx.: Jalisco. B. C. A., p. 74. Glandina albersi, Pfr. Fórmula dentaria: (32-1-32) x 65=4225. Sin.: Achatina (G.) albersi, Pfr.; Oleacina al- bersi, Pfr. Glandina albersi, var. inflata (a). solidior (b). Hab.: Mazatlán (rarísima); Islas Tres Marías; Sierra Madre de Colima; (a) Tepic; (b) SO. Méx.: Colima. B. C. A., p. 75; M. S. M., p. 127. Glandina monilifera, Pfr. Glandina monilifera, var. pulcherrima (a). Etim.: Glandina de collar (var. hermosísima). Latín monilis, collar; fero, yo llevo; pulcher, her- moso. Sin.: Achatina (G.) monilifera, Pfr. (Reeve); Oleacina monilifera, Gray.; Glandina rubella, Morelet; Achatina (G.) rubella, Morelet; Oleaci- na rubella, Gray. Hab.: E. Méx.: Coatepec, Cuautlatitlán, Oriza- ba, Córdoba; SO. Méx.: Omilteme, Gro.; Chia- pas; (a) Coatepec. B.C. A., p. 75; M. S. M., p. 89. Glandina stigmatica, Schuttleworth. Etim.: Glandina señalada. Latín, señalado ó marcado á hierro (Petronio). Stigma, señal. Sin.: Achatina (Polyphemus) stigmatica, Sehutt.; Oleacina stizmatica, Sehutt. Hab.: Córdoba; Orizaba; Atoyac. B. C. A., p. IERMES SS. ME, p. 91. Glandina nana, Schuttleworth. Sin.: Achatina (Polyphemus) nana, Schutt.; Oleacina nana, Schutt. Hab.: Córdoba, Misantla. B.C. A., p. 77; M. 5 M.. p. 133. Glandina difficilis, F. et C. Sin.: Oleacina difficilis, Pfr. Hab.: Orizaba. B.C.A., p. 78; M. $. M., p. 132. Glandina boucardi, Pfr. Sin.: Oleacina boucardi, Pfr. Hab.: San Martín (Ver.). M. S. M., p. 93. Glandina decussata, Desh. Sin.: Achatina decussata, Pfr.; Oleacina de- >» > > cussata, Pfr.; Glandina truncata, var. Binney; Glandina carneola, Binney; Oleacina carneola, Binney. Hab.: México, cerca de Texas. M.$S. M., p. 112. Glandina nymphae, C. et F. Hab.: México. M. S. M., p. 115. Glandina alabastrina, Albers. Sin.: Oleacina alabastrina, Pfr.; Achatina ala- bastrina, Pfr. Hab.: Tabasco. M. S. M., p. 120. Glandina candida, Schuttleworth. Etim.: Glandina blanca. Lat. candidus, blanco. Sin.: Achatina candida, Pfr.; Oleacina candi- da, Pfr.; Acicula candida. Hab.: Mirador (Ver.). M. S. M., p. 130. (Género Glandina); Subgénero Salaciela, Strebel, 1878. Etim.: Subgénero formado á expensas del gé- nero Glandina y dedicado á la familia Salas (me- xicana). Salaciela margaritacea, Strebel. Etim.: Salaciela aperlada. Lat. margarita, perla. Sin.: Achatina margaritacea, Pfr.; Oleacina margaritacea, Pfr.; Glandina margaritacea, F. et C. (a). Hab.: Córdoba, Ver. B. C. A., p. 81; (a) M. $. Milo, 1d0 HS, Salaciela joaquin«e, Strebel. Etim.: Dedicada á Joaquín Salas. Hab.: Jalapa. B. C. A., p. 81. Salaciela modesta, Pfr. Sin.: Oleacina modesta; Glandina modesta (a). Hab.: Mirador, probablemente subterránea. 15 O ¿Nos De SUE (E) UL SU, Jo 1D: Salaciela perpusilla, Strebel. Etim.: Salaciela pequeñita. Lat. perpusillus, pequeñito. Sin.: Oleacina perpusilla, Pfr.; Glandina per- pusilla, Pfr. (a). Hab.: Mirador; Jalapa, en el bosque de Pa- cho; Montes cercanos á Orizaba. B. C. A., p. 83; (a) M. S. M., p. 134. Salaciela pulchella, Strebel. Etim.: Salaciela pulida. Latín pulchelus, puli- do, bonito. Sin.: Achatina pulchella, Pfr.; Oleacina pul- chella, Strebel; Glandina pulchella, F. et C. (a). Hab.: Chiapas. B.C. A., p. 83; (a) M. S. M., p. 136. Salaciela elegans, v. Martens. Etim.: Salaciela elegante. Hab.: Colima. B. C. A., p. 613. 100 J. DIAZ DE LEON. MOLILUSCA. Género Pseudosubulina, Strebel y Pfeiffer, 1882. En B. C. A. Fam. Stenogyridee. Pseudosubulina berendti, Strebel. Sin.: Achatina berendti, Pfr.; Subulina berend- ti, F. et C. Hab.: E. Méx.: Orizaba, Pacho, Soncoautla; Consolapa, Dos Arroyos, cerca de Jalapa; Las Vigas. B.C. A., p. 301; M.S. M., L, p. 635. Pseudosubulina chiapensis. Sin.: Achatina chiapensis: Subulina chiapen- SISECOS Hab.: Chiapas. B.C. A., p. 303; M. S. M., l, p. 637. Pseudosubulina? sargi. Sin.: Subulina sargi, F. et C. Hab.: Teapa (Tabasco). B. C. A., p. 303. Pseudosubulina? trypanodes. Sin.: Achatina trypanodes. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 303. Pseudosubulina berendti. var. occidentalis (a). Hab.: (a) Uruápam, Mich. B. C. A., p. 638. Pseudosubulina texoloensis. Hab.: Salto de Texolo (Ver.). B. C. A., p. 639. Pseudosubulina robusta, sp. n. Martens. Hab.: Omilteme, Gro. B.C. A., p. 304. > >» LIMACIDA. Etim.: Latín limax, limacis, el caracol, de la voz limus, limo, cieno; singéneo del griego 4el- mag, caracol. Género Limazx, Linneo, 1758. Limax levis, Martens. N. común: Caracol ligero, tlaconete. leevis, liviano. Sin.: Agriolimax levis, Simroth; Limax bru- neus, Draparnaud; Limax campestris, Binney; Limax parvulus, Normand: Limax guatemalen- sis, O, et F.; Limax (malacolimax) brasiliensis, Semper; Limax argentinus, Strebel: Limax hy- perboreus, Westerl; Limax stenurus, Strebel; Agriolimax lacustris, Less. et Pollon. Hab.: México B. OPA. p. 341 Limax jalapensis, Strebel (1880). Hab.: Jalapa, sobre las plantas. B.C. A., p. 349. Limax maximus. N. vulgar: Tlaconete. Hab.: Tacubaya (ciudad), Panteón de Dolores. Género Zonites, Montfort, 1810. Zonites metanomasticus, C. et F. Latín Etim.: Gr. Govixys, que tiene un cinturón; pera, superabundante; ovouacrikor, vocabu- lario. Zonita que tiene muchos nombres. Sin.: Helix zonites, Pfr.; Nanina Zonites, Gray.; Edusa zonites, Albers. Hab.: Chiapas; Tuxtla, Ver. M. S. M., p. 157. Omphalina Zonites. Jalapa. Zonites veracrucensis. Pfr. Sin.: Helix veracrucensis (Pfr.), W. G. Bin- ney; Hyalina veracrucensis (Albers), Martens. Hab.: Córdoba, Ver. M. S. M., p. 157. Zonites lucubratus, Say. Sin.: Helix lucubrata, Pfr.; Helix caduca, W. G. Binney; Hyalina lucubrata, Albers. Hab.: Var. B en el monte Tepamacuales, Oax. M. S. M., p. 160. Zonites caducus, Pfr. Sin.: Helix caduca, Pfr.; Hyalina caduca, Al- bers; Helicella caduca, H. et A. Adams; Helix caduca, var. B. Hab.: Córdoba, Montes en Orizaba; var. B en Jacale, cerca del volcán de Orizaba. M. $. M., ¡0 Ue Zonites fuliginosus, Griffith. Etim.: Zonites obscura. Lat. fuliginosus, obs- curo. Sin.: Helix fuliginosa, Binney; Hyalina fuli- ginosa, Albers; Helicella fuliginosa, H. et A, ; Adams; Omphalina fuliginosa, Binney. Hab.: Orizaba (dudosa). M. S. M., p. 164. Zonites tuxtlensis, C. et PF. Hab.: Tuxtla. M. S. M., p. 166. Zonites bilineatus, Pfr. Etim.: Zonites con dos líneas. Lat. bis, dos ve- ces; lzoneatus, lineado, rayado. Sin,: Helix bilineata, Pfr.; Hyalina bilineata, Albers; Helicella bilineata, H. et A. Adams; Zon- hialina bilineata, Marteus. Hab.: Córdoba. M. S. M., p. 167. Zonites selenkai, Pf. Sin.: Helix selenkai, Pfr. Hab: Var. B, Mirador. M. S. M.. p. 171. Zonites subhyalinus, Pf. Sin.: Helix subhyalina, Pfr. Hab.: Tehuantepec. M. S. M., p. 172. Zonites tehuantepensis, C. et F. (Véase no- ta). Hab.: Tehuantepec. M. S. M., p. 174. Zonites minusculus, A. Binney. Sin.: Helix minuscula, Pfr.; Helix apex, C. B. Adams; Hyalina minuscula, Albers; Helicella mi- nuscula, H. et A. Adams; Microphysa apex, Al- bers; Microphysa minuscula, Albers; Pseudohya- lina minuscula, G. Tryon. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: Palizada, Yucatán. B.C. A., p. 175. Zonitoides minusculus. Topo Chico, N. León. Zonites elegantulus, Pfr. Sin.: Helix elegantula, Pfr. Hab.: Veracruz. Subxénero Hyalinia, Férussac, 1819. Etim.: Gr. VANavos, de vidrio, eristal; latín hyalinus, lo que es de vidrio; cristalino. Hyalinia permodesta. Hab.: Mirador, cerca de Jalapa. B. C. A., p. 157 VNota.—En la B. C. A. se describen en el gé- nero Ayalinia el Zonites tehuantepensis, Z. sub- hyalinus: el Z. subhyalinus con el nombre de Hyalinia arborea. Subgénero Vitrea. Vitrea indentata. Sin.: Hyalinia indentata; Say. Hab.: Yautepec, Morelos; Confluencia del Río Balsas. B. C. A., p. 17. Subgénero Stenopus, Guilding, 1828. Sinonimia: Guppya, Mórch. 3 Guppya trochulina, sp. n. Martens. Sin.: Zonites selenkai, Pfr.; Zonites trochuli- na, Pfr. Hab.: Agua Caliente, cerca de Misantla, Jala- pas: CO. A., p. 120. Guppya elegans. Sin: Stenopus elegans, Pilshy: Habroconus ele- gans, Strebel. Hab.: Bosque de Pacho, cerca de Jalapa, Ori- zaba; Yautepec, Morelos. B. C. A., p. 121. Guppya gundlachi. Sin.: Zonites fulvoides, Morelet; Helix fulvoi- dea, Morelet; Hyalinia fulvoidea, Marteus. Hab.: Isla del Carmen, á la entrada de la la- guna de Términos. B. C. A.; M.S. M., p. 117. Subgénero Pseudohyalinia. Pseudohyalinia minuscula, Morse. Véase Zonites minusculus. B. C. A., p. 124, Pseudohyalinia berendti. Sin.: Pynogyra berendti, Pfr. Hab.: Mirador, Jalapa, Coatepec, Consolapa, Dos Arroyos; Texolo, Ver. Pseudohyalinia cidariscus, sp. n. Martens. Hab.: Palenque. B. C. A., p. 126. Helix indentata, PHILOMYCIDA. Etim.: Griego gi1écw, yo amo; pílos, amigo, amante; Mukrs, hongo; que tiene amor á los hongos. Género Philomycus. Philomycus sallei, Mart. Sin.: Tebenophorus sallei, C. et F. Hab : Playa Vicente (V. C.). B.C. A., p. 345, UL ¡Ss ME y jos MOLE Philomyeus crosseanus, Mart. Sin.: Tebenophorus crosseanus. abi MÉXICO B. C. A., p. 346. HELICIDA. Género Xanthonyz. Xanthonyx salleanus, Martens. Etim.: Griego SavSos, amarillo; 0vvg5, uña; uña amarilla. Sin.: Simpulopsis salleana, Pfr. Hab.: Pacho (Xal.), Córdoba, Oaxaca. B. C. A., p. 344; M. S. M., p. 199, L Xanthonyx cordobanus, Martens. Sin.: Simpulopsis cordobana, Pfr. Hab.: San Antonio del Monte, entre Jalapa y Orizaba; Córdoba. B. €. A., p. 344; M. S. M., p. 200. Xanthonyx sumichrasti, C. et F. Sin.: Vitrina sumichrasti, Brot. EMÉXICO OA MAS MED 201. Xanthonyx chiapensis, Martens. Sin.: Simpulopsis chiapensis, Pfr. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 344. Género Helix, Linneo, 1758. Subgénero Acanthinula. Helix granum, Martens. Etim.: Griego ¿l18, espiral; «ka vS1vos, espi- noso; de «kavSa, espina; en latín acanthinus, forma diminutiva acanthinulus, espinosillo. La- tín granum, grana ó cochinilla. Hélice cochini- lla. Sin.: Acanthinula granum, Strebel; Patula egranum, Strebel. Hab.: Mirador, cerca de Jalapa; Yucatán, Pro- greso. B. C. A., p. 131. Helix punctum, Martens. Etim.: Espira ó caracol picado; punctum, pi- cado. Sin.: Helix (Patula) punctum, Morelet. 102 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: San Juan Bautista (Tab.); Yuc., Mérida. BIOAS pol Helix intonsa, Martens. Etim.: Hélice sin trasquilar: intonsus, no tras- quilado el pelo. Sin.: Patula intonsa, Pilshy. Hab.: Orizaba. B. C. A., p. 132. Subgénero Trichodiscina. Helix coactiliata, Mart. Etim.: Hélice cubierta con fieltro. Tricodisci- na: disco de pelo. Spiá, rp1xos, pelo; discus, disco; coactilius, fieltro; coactilia, fieltro de lana no tejida, sino incorporada con goma para que tenga cuerpo. Sinon.: Trichodiseus coactiliatus, Férussac; Patula coactiliata, Férussac; Helix teniata, Nys- ten; Helix nystiana, Pfr.; Helix bridgesi, Tryon; Helix parkeri, Tryon. Hab.: Tabasco; Yuc.: Tunkas, Labna. B.C.A., p. 133. Helix cordobana, Martens. Sin.: Helix coactiliata, var. B, cordobana; He- lix (patula) coactiliata, var. B; Trichodiscus cor- dobanus, Pfr. Hab : SO. Méx.: Omilteme, Gro.; Oaxaca; E. Méx.: Tuxpan, S. de Tampico, Nacimiento de Quilate; Cerro de Espaldilla y Rancho de Gue- rrero, cerca de Misantla: Chirimoyo, Coatepec, Dos Arroyos, Soncoautla; Consolapa y Barranca de Teocelo, cerca de Jalapa: Mirador, Misantla, Soledad, Almolonga, Córdoba, Atoyac; SE. Méx.: Colima. B. C. A., p. 135. Trieodiscina cordobana, Pfr. Hab.: Diente, Monterrey, N. L. Helix suturalis, Martens. Sin.: Diseus suturalis; Helix (Patula) coacti- liata, var. y suturalis. Hab.: Teapa (Tab.). B. C. A., p. 136. Helix oajacensis, Martens. Sin.: Trichodiscus oajacensis. Hab.: Oaxaca. B. C. A., p. 136. Helix sumichrasti, Martens. Hab.: Soledad, entre Córdoba y Orizaba; Ist- mo de Tehuantepec. B. C. A., p. 137. Subgénero Praticolella. Helix ampla, Martens. Sin.: Helix (Patula) ampla, C. et F.; Praticola ocampi, Strebel. Etim.: Latín pratum, prado; colere, habitar. Praticola. Género establecido por Strebel, 1879, Praticolella, diminutivo de Praticola. Hab.: Misantla, rancho de Guerrero, río de Mi- santla, Almolonga, Jalapa, Monte de Xacaquica- pa, Dos Arroyos, Mirador, Consolapa, San Anto- nio del Monte, San Rafael, Xicaltepec. B. C. A., p. 138. Helix strebeliana, Martens. Sin.: Praticolella strebeliana, Pilsbry. Hab : Diente, cerca de Monterrey, N. L.—B. C. Nao 10 (23d Helix berlanderiana, Murtens. Sin.: Hygromia berlanderiana, Moricaud; Dor- casia berlanderiana, Moricaud; Praticola berlan- deriana, Moricaud; Helix pachyloma, Menke. Hab.: Tamaulipas, Chapatillo; Ventanas, Dgo.; 4 Veracruz, con la variedad griseola; Sayula (Jal.). VARIEDAD: Helix berlanderiana, var. griseola. Sin.: Helix cicercula, Férussac; Helix splendi- dula, Ant.; Helix griseola, Pfr.; Helix albocine- ta, Binney; Helix albozonata, Binney: Helix albolineata, A. Gould; Brodybena pisum, Beek.; Hygromia griseola, Pfr.: Dorcasia griseola, Pfr.; Praticola griseola, Pfr.; Helicogona (Arionta) griseola, Pfr. Hab.: Alrededores de Veracruz; Córdoba; Ta- maulipas; San Rafael Sicaltepec; San Carlos, O, de Oaxaca. B. C; A... p. 140: Subgénero Arionta. Helix flavescens, Martens. Etim.: Hélice enrojecido. Lat. flavesco, enro- jecerse, Sin.: Helix (arionta) flavescens, Wiegzman; Helix (praticola) flavescens, Wiegman; Helix (leptarionta) flavescens, Wiegman; Higromia flavescens, Adams. Hab.: E. Méx.: Papantla. B. C. A., p. 142. Helix trypanomphala, Martens. Etim.: Hélice de ombligo taladrado. Griego TPTAVOY, barreno, taladro; oupaños, ombligo. Sin.: Helix fruticicola trypanomphala. Pfr. Hab.: Sierra Madre. En B. C. A., p. 143, Sie- rra Maestra! Helix trypanomphala, var. remonai. Sin.: Helix remondi, Tryon; Helix arionta re- mondi, Tryon. Hab.: Guaymas (Sin ): Ventanas (Dyo.); Te- pic, Sayula (Jal.). B. C. A., p. 143. Helix magdalenensis, Martens. Sin.: Helix arionta magdalenensis, Stearns. Hab.: Magdalena (Son.). B. C. A., p. 144. Helix ariontakelleti, Gabb. Hab.: Baja California. Subgénero Pomatia. Helix aspersa. Etim.: Caracol salpicado de lodo. Gr. 7wua- Tías, un caracol operculado, de 7«4Hua, cu bierta, tapadera. Lat. aspersus, esparcido, de aspergo, parcir, rociar, salpicar Apes.ersus lutos J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. (Hor.), salpicado de lodo. El pomatia aspersa puede reconocer su etimología por su abundan- cia en los luyares que habita esparciéndose por todos lados, ó bien á su aspecto ordinario, que se encuentra salpicado de lodo. Sin.: Cochlea vulgaris, Lister; Pomatia asper- sa, Miller. Hab.: Jaral (Gto.): alrededores de México. abundante, especialmente en el parque de Cha- pultepec. Pomatia aspersa, Miller. Hab.: Misantla, Tacubaya. Subgénero Lysinoé. Helix humboldtiana, Mart. Variedad b. Hegewischi (1). Helix pomatia humboldtiana, Val. (2). Pomatia humboldtiana, Val. (3). Hab.: México (1), Durango (2), Desierto, Ven- ta de Cuajimalpa (3). Pomatia humboldtiana. Hab.: Real del Monte (Hgo.), Puebla. Variedad c. Hógeana. Helix humboldtiana, Pfr. Hab.: Chihuahua. Variedad d. Bujffoniana. Helix buffoniana. Arionta humboldtiana, var. buffoniana. Helix ventrosula, Uhde. Hab.: Río Frío; de México á Puebla; alrededo- res de la ciudad de México. Lysinoég humboldtiana bujfoniana, Pfr. Hab.: Diente, Monterrey. Variedad ec. Badiocincta. Helix badiocincta, Wiegman. Helix aspersa, Binney. Helix humboldtiana, var. a. Arionta humboldtiana, Val. Hab.: Alrededores de México. Variedad f. Queretaroana. Helix lysinoé queretaroana, Dall. (a). Hab.: Ciudad de México: Pinal de Amoles (Quer.). (a). B. C. A., p. 147 y p. 625 (a). Helix sebastiana, Mart. Helix lysinoé sebastiana. Hab.: San Sebastián (Jal.). B. C. A., p. 625. Helix ghiesbreghti, Mart. Variedad a, typica. Macroeylis (Iysinoé) ghiesbreghti, Nysten. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 150. Subgénero Oxychona. Helix bicincta, Mart. Helix leptarionta bicineta, Pfr. Corsaria bicincta, Pfr. Hab.: Oaxaca; Juquila; Panistlahuaca; So- ledad, entre Córdoba y Orizaba. B. C. A., p. 157. Helix guillarmodi, Martens. Helix corsaria guillarmodi, Sehuttleworth. Axina guillarmodi, Sechuttleworth. Hab.: Túxpam, cerca de Córdoba; Cerro de Palmas, V. C.—B. C. A., p. 158. Especies dudosas. B. C. A. Helix mexicana, Mart. B. C. A., p. 160. Helix tenuicostata, Mart. B.C.A., p. 161. Helix bicruris, Pfr. Véase Polygyra bieruris. Hab.: Sultepec; G. de Cal. Helix disimilis, Binney. Melantho desirá, Say. Subzénero Patula. Pyramidula hermani, Pfr. Hab.: Morelia (Mich.). Subgénero Anchistoma. Helix thyroides, Say. Sin.: Mesodonthyroides, Binney. Hab.: G. de Cal. Strobila strebeli. Sin.: Strobilops strebeli? Hab.: Monterrey, N. L. Strobila labyrinthica. Sin.: Helix labyrintbica. Etim.: 67pof1kXos, una cosa trenzada, torci- da; caracol marino; 07pipA4Y, girar. Hab.: Mirador, V. C. Género Polygyra. (Familia Aulacognatha. B. C. A.). Etim.: Gr. rolVyupos, que tiene muchas es- piras; ONU, mucho; y0pos, anillo, vuelta. AÚ- 2aé, audakos, surco, estría, arruga; ya 905, maxila; maxila arrugada. Polygyra implicata, Martens. Etim.: Poligira enroscada. Lat. ¿mplicatus, enroscado. Sin.: Helix (deedalochila) implicata, Beck.; He- lix oppilata, Pfr. Hab.: Río Tecoluta, Ver.; Agua Caliente, Ran- cho Guerrero; Caminos de Arroyo Hondo y del Obispo, cerca de Misantla; Barranca de Mahuis- tlán, entre Jalapa, Mirador y San Juan Miahua- tlán; Jalapa, Ver.; Oaxaca; Misantla. B.C. A., p. 164. Polygyra oppilata, Morel. Ktim.: Poligira tapada. Lat. oppilatus, obs- truido, tapado. Sin,: Helix oppilata, Morel. Hab.: Veracruz, Yucatán, Istmo de Tehuante- pec. B. C. A., p. 164. Polygyra chiapensis, Mart. 104 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Sin.: Helix dorfeuilleana, Pfr.; Helix dysoni, Schuttleworth. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 165. Polygyra mooreana, Mart. Sin.: Helix mooreana, Binney; Deedalochila mooreana, Binney; Helix texasiana, var. minor. Variedad, tholus. Helix polygyra tholus, Binney. Dedalochila tholus, Binney. Helix couloni, Martens. Hab.: Veracruz. B. C. A., p. 166. Polygyra yucateana, Martens. Sin.: Helix yucateana; Triodopsis yucateana, Morelet. Hab.: San Juan Bautista (Tab.), Yucatán, Isla del Carmen, Laguna de Términos. Variedad: helictomphala. Polyeyra helictomphala, Pfr. Etim.: Polivira de ombligo encorvado. Gr. ¿mé, élukos, y ougados, ombligo. También puede ser híbrida la voz, de elicere, hacer apa- rente una cosa; elictus, aparente; (elict-ompha- lós). La primera es más correcta. Hab.: San Juan Bautista (Tab.). B. C. A., p. 166. Polygyra plagioglosa, Pfr. Etim.: Gr. Aa y 105, oblicuo; yAdHa ca, lengua, Sin.: Helix plazioglosa, Pfr. Hab.: E. de Puebla, Oaxaca. B.C. A., p. 167. Polygyra dissecta, sp. n. Martens. Etim.: Poligira hendida. Latín dissectus, hen- dido. Hab iToluca BO Apo Polygyra couloni, Mart. Sin.: Helix couloni, Sehuttleworth; Anchios- toma couloni, Schuttleworth. Hab.: Córdoba, Jalapa, Maltrata; Sayula (Jal.); México, Cuernavaca: Omilteme (Gro.). 13 (0) ¿Ao 10 107 Polygyra bicruris (Pfr.), Martens. Etim : Poligira de dos piernas: bis, dos; cru- ris, pierna. Sin.: Helix bicruris, Pfr. Hab.: Islas Pres Marías; Ventanas, Dgo.; Co- lima. B. C. A., p. 168. Polygyra richardsoni, sp. n. Mart. Hab.: Presidio de Mazatlán, Sinaloa; Colima. B. C. A., p. 168. Polygyra ventrosula, Martens. Sin.: Helix ventrosala, Pfr.; Deedalochila ven- trosula, Pfr. Variedad: hindsi (a). Hab.: Islas Tres Marías; Sierra Madre; Coli- ma; Tepic; (a) México? B. C. A., p. 169. Polygyra texasiana, Martens. Sin.: Helix polygyra tamaulipense, Lea.; He- lix triodopsis trivonia, Beck.: Deedalochila texa- siana, Tryon. Hab.: Tamaulipas, Veracruz. B.C. A., p. 170. Polygyra behri, Martens. Sin.: Helix behri, Gabb.; Deedalochila bebri, Gabb. Hab.: Guaymas (Son.). B. C. A., p. 171. Polygyra ariadnee, Martens. Sin.: Helix ariadnee, Pfr.; Anchistoma ariad- ne, Pfr.; Deedalochila ariadne, Pfr.; Helix po- lygyra conchiana, Lea. Hab.: Tamaulipas, Matamoros, Veracruz. B. (C/ ¿Maz ¡Do 17 Polygyra acutedentata, Binney. Etim.: Poligira con dientes aguzados: acute, aguzadamente; dentatus, dentado. Variedad: loisa (a). Sin.: Dedalochila acutedentata. Hab.: Guaymas, Mazatlán, Río de Sinaloa, (a) Mazatlán. B. C. A., p. 172. Polygyra anilis, Martens. Etim.: Poligira vetusta. Lat. anilis, lo perte- neciente á las viejas. Sin.: Helix (polygyra) anilis, Gabb. Hab.: Guaymas. B. C. A., p. 172. Polygyra nelsoni, Martens. Hab.: San Sebastián (Jal.). B. C. A., p. 628. Polygyra rhoadsi, Martens. Hab.: Topo Chico, Monterrey, N. L.—B. O. A., p. 628. Polygyra suprazonata, Martens. Etim.: Poliyira de zonas superficiales. Hab.: Tzintzuntzan, Mich. B.C. A., p. 628. Polygyra matermontana, Martens. Etim.: Poligira de la Sierra Madre. Hab.: Colima, Sierra Madre. Polygyra ponsonbyi, Martens. Hab.: México. B. C. A., p. 629. Polygyra euglypta, Martens. Etim.: Poligira bien esculpida. Gr. Ed, bien; yMrrc, esculpir; yAvxros, esculpido. Hab.: Sinaloa, Mazatlán. B. C. A., p. 629. Polygyra albicostulata, Martens. Etim.: Poligira de costillas blancas. Lat. albus, blanco; costulatus, con costillas. Hab.: México. B. C. A., p. 629. Subgénero Patula, Held, 1837. (Gén. Patula, Fam. Aulacognatha. B. C. A.). Etim.: Latín Patulus, a, um, abierto, ancho, extendido, haciendo referencia á lo ancho del omblixo (a wide umbilicus) que caracteriza al gé- nero. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 105 Patula mazatlanica, Mart. Sin.: Pseudohyalina mazatlanica, Pfr. Hab.: Mazatlán. B.C. A., p. 127. Patula hermanni, Martens. Sin.: Helix hermanni, Pfr. Hab.: Mirador, Orizaba. B. C. A., p. 128. Patula wilhelmi. Sin.: Helix wilhelmi, Pfr.; Microconus wilhel- mi, Pfr. Hab.: Mirador. B.C. A., p. 128. Patula conspurcatella, Martens. Etim.: Patula manchadita. Latín conspurca- tus, manchado. Sin.: Helix conspurcatella, Morelet; Thysano- phora conspurcatella. Hab.: Veracruz, Mérida, Tunkas y Tekanto, San Juau Bautista. B. C. A., p. 128. Patula impura, Martens. Sin.: Helix impura, Pfr.; Thysanophora im- pura, Pfr. Hab.: Mirador, Veracruz, Yautepec, Morelos. BOO. A, p: 129. Patula paleosa, Martens. Etim.: Patula pajiza. Latín palea, paja. Sin.: Thysanophora paleosa, Strebel. Hab.: Jalapa, Orizaba. B. C. A., p. 129. Patula strigosa, Martens. Etim.: Patula macilenta. Latín strigosus, fla- co, macilento. Sin.: Helix strigosa, A. Gould. Hab.: Sonora. B.C. A., p. 621. Patula proxima, Martens. Sin.: Thysanophora proxima, Pilsbry. Etim.: Gr. Súsavos, borla; gopos, el que lleva. Hab.: Uruápam, Morelia. Pátzcuaro, Huingo. B. C. A., p. 622. ; Subgénero Acavus, Montfort, 1810. Acavus homastoma. Sin.: Helix hoemastoma. Hab.: México. B. C. A., p. 117. Subgénero Cochlea, Adams, 1855. Aglaia ghiesbreghti, Nyst. Hab.: Río Blanco, Ver. Aglaia eximia, Pfr. Hab.: Jalapa. Género Bulimus, Scopoli, 1887. (Familia Goniognatha. B. C. A.). Bulimus spirifer, Gabb. Etim.: dudosa. Latín bulimus, hambre canina. Hab.: Baja California. Bulimus nitens, Philippi. Hab.: Texas á Tehuantepec. Género Berendtia, C. et F., 1869. Berendtia taylori, Pfr. Etim.: Especie dedicada á Berendt y á Taylor. Hab.: Baja California. Dr. P. Fischer. Man. de Conchyl. Paris, 1887, p. 473. ORTHALICIDA. (Fam. Goniognatha. B. C. A.). Género Orthalicus, Beck, 1837. Orthalicus princeps, Martens. Etim.: Gr. 0p90s, recto; adikos, semejante. Sin.: Bulimus princeps, Brod.; Bulimus unda- tus, Bny.; Bulimus zebra, var. S, Pfr.; Orthali- eus zebra, Miller. Hab.: Presidio, Mazatlán; Islas Tres Marías, Papantla, Misantla, ranchos de Luna y Quilate; Playa Vicente; Coatepec, Almolonga, Mirador, Callejones de Malibran (Ver.).; Córdoba; Atoyac; Ixtapa; Panistlahuaca; Cerro de Acatepec (Oax.); Mérida, Tabí, Ticul, Silam, Skolak (Yue.). B. C. A., p. 182. Alturas de Río Blanco (Ver.). Orthalicus ferussaci, Martens. Sin.: Zebra miillleri, Chemnitz; Helix undata, Férussac; Bulimus undatus, Brugiére; Orthali- cus zebra, Mol. Hab.: Tehuantepec, Selikolak, Tekanto (Yuc.). BOS AS, po 182. Orthalicus zoniferus, Martens. Hab.: Guerrero: Chilpancingo, Venta de Zo- pilote, rancho del Platanillo, cerca de Iguala, monte Pelegrino, monte de Acapulco; Oaxaca; Colima. B. C. A., p. 186. Orthalicus lividus, Martens. Etim.: Ortálico pálido. Lat. lividus, pálido. Sin.: Bulimus zebra, var. Menke. Hab.: Mazatlán; Volcán del Jorullo (Mich). B. C. A., p. 186. Orthalicus boucardi, Pfr. Hab.: Villa Alta, Río de San Juan, Montes de Betaza (Oax.); Cerro Negro, Tehuantepec. B.C. A., p. 189. Orthalicus livens, Martens. Variedad, uhdeanus. Etim.: Ortálico amoratado. Latín livens, amo- ratado. Hab.: Veracruz, Michoacán. B. C. A., p. 189. Orthalicus ponderosus, Martens. Etim.: Ortálico pesado. Lat. ponderosus, pe- sado. Sin.: Orthalicus boucardi ponderosus; Ortha- licus lividus princeps, Strebel. Hab.: San Blas (Jal.); Tepic; Culata, cerca de Manzanillo (Col.); Dos Arroyos, Gro.; Tehuante- pec; Colima. B. C. A., p. 190. 106 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Orthalicus melanochilus, Valen. Etim.: Ortálico de labio negro. Gr. pelavos, negro: xemos, labio. Sin.: Bulimus Zebra, var. zebra, Miller. Hab.: Islas Tres Marías; Mazatlán; Sierra Ma- MATE BCRA Or Orthalicus princeps, var. elegans (Rolle), Martens. Hab.: Colima. B. C. A., p. 629. Orthalicus zoniferus, var. nobilis, Martens. Hab.: Colima. B.C. A., p. 629. Orthalicus undatus, Brod. Hab.: Misantla, Actopan. E, Pfr.; Orthalicus BULIMULIDA. (Fam. Goniognatha. B. C. A.). Género Bulimulus, Leade, 1814. Bulimulus schiedeanus, Martens. Sin.: Orthalicus (Ímesembrinus) schiedeanus; Bulimulus (thaumastus) schiedeanus; Bulimus Wiegman; Bulimus nivens, He- Bulimus candidisimus, Nysten; Buli- mus dealbatus, var. Binney. Variedad: patriarcha (1). Hab.: Tamaulipas, cerca de Texas; Lerdo, Dgo ; Tehuacán (Puebla); Lazo de Chapala (Jal.); (1) Buena Vista, N. L.—B. C. A., p. 239. Bulimulus alternatus, Martens. Hab.: Matamoros (Tamaulipas). 243. Bulimulus sufilatus, Martens. xanthostonens, gewisch; BIACHASS Ap: Etim.: B. inflado. Latín sufflatus, hinehado, inflado. Hab.: Región del Pacífico. B. C. A., p. 244. Bulimulus gruneri, Martens. Hab.: México. B. C. A., p. 245. Bulimulus durangoanus, Martens. Hab.: Ciudad Lerdo, Dyo. B.C.A , p. 246. Bulimulus cornens, var. minor. Hab.: San Andrés Tuxtla (Ver.). B. C. A., p. 248. Bulimulus coriaceus, Martens. Var. berendti. Hab.: Jalapa, Orizaba, Córdoba, «Callejones» (Ver.), Túxpam, Atoyac, Tabasco, Teapa, San Juan Bautista, Cacoprieto, Tehuantepec. B. C. A., p. 248. Bulimulus inermis, Martens. Hab.: Campeche, Palizada. B.C. A., p. 249. Bulimulus dysoni, Martens. Variedad: ¿gnavus (a). * Hab.: Yucatán, Tabí; (a) Campeche. B.C.A., p. 250. Bulimulus lilacinus, Reeve. Hab.: Misantla (Ver.). Bulimulus pallidior, Sowerby. Hab.: Baja California. Bulimulus delattrei, Hab.: Jalapa, Actópam. Bulimulus vesicalis, Gould. Hab.: Baja California. Bulimulus baileyi. Hab.: Camp. y Mulegé. Bulimulus hegewischi, Martens. Hab.: Alrededores de México, Toluca, Cuer- navaca, Puebla, Tehuacán, Tenango, Orizaba; Omilteme. B. C. A., p. 211. Subzénero Goniognathmus, C. et F., 1875. Sección Otostomus. (Fam. Goniognatha. B. C. A.). Etim.: El nombre de Otostomus fué propuesto por Beck (Index, Moll., p. 55, 1838) para el gru- po del antiguo género Bulimus, el cual contenía el Bulimus aurisleporis, y de aquí la adaptación OUS OUTUS, oreja; 0TÓ pa, boca; que pasó al latín otostoma ú otostomus arias. Otostomus dombeyanus, Martens. Sin.: Bulimulus (Drymens) dombeyanus, Pfr.; Bulimulus (scutalus) dombeyanus, C. et F.; Lym- nea rugosa, Val.; Bnlimus alcantare, var. Hab.: Ajusco; Venta de Zopilote (Gro.); Méxi- Coca 1 Ou Noy 0s MOL Otostomus fenestratus, Martens. Etím.: O.con ventanas. Latín fenestratus, que tiene ventanas. Sin.: Bulimus fenestratus, Pfr.; Bulimulus (scutalus) fenestratus, F. et C.; Bulimulus (otos- tomus) plescheli, Martens. Hab.: Manzanillo; México ... B.C. A., p. 200. Otostomus serperastrum, Martens. Sin.: Bulimulus serperastrus, Say, Bulimus (Drymeens) serperastrum, Pfr.; Bulimus liebma- ni, Pfr.; Bulimus nitelinus, Reeve; Bulimus pai- vanus, Pfr.; Otostomus paivanus, Martens. Hab.: Camino de Veracruz á México; Jalapa, Córdoba, Tierra Colorada, entre Jalapa y Vera- eruz; Paso de San Juan y Loma de Piedra, en el Río Jamapa, cerca de Veracruz; Paso de Ovejas, cerca de Mirador; Bobo, cerca del Puerto de Ve- racruz; Yucatán, Sisal. B. C. A., p. 203. Otostomus chiapensis, Martens. Sin.: Bulimus chiapensis. Strebel; Bulimulus chiapensis, Strebel; Bulimulus (Drymeus) de- lattrei; a, typicus; b, quadrifasciatus, c, nebulo- sus; Bulimulus chiapensis, var. y. Gabb. al griego: J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: Córdoba, Cerro de Palmas, Orizaba, Coatepec, Cuautitlán, Cumbre de Manzanillo, Chiapas. B. C. A., p. 205. Otostomus dunkeri, Martens. Sin.: Bulimus dunkeri, Pfr.; Orthalicus (Me- sembrinus) dunkeri, Adams; Bulimulus (scuta- lus) dunkeri, Mart. Variedad: forreri (a). Hab.: E. de Michoacán; Tepic; (a) Chihuahua; Ventanas (Dgo.); México ..... BICLAS pa 207 Otostomus chaperi, Martens. Hab.: Chapala. Otostomus colimensis. Hab.: Colima. Otostomus ghiesbreghti. Variedad: ¿odostylus (a). Hab.: Chiapas, Tlacolula, (a) Santa Efizenia, Tehuantepec. B. C. A., p. 29-210. Otostomus sulcosus, Martens. Sin.: Bulimulus sulcosus, Albers; Bulimus hye- matus, Reeve. Variedad: botteri. Bab.: Valle de México, Tacubaya; Sierra de las Aguas Escondidas; Túxpam; Orizaba. B. C. A., p. 208. Otostomus rudis, Martens. Sin.: Bulimus rudis; Orthalicus (Mesembrinus) rudis; Bulimulus rudis; Bulimulus sulcosus; Bu- limulus (seutalus) suleosus, var. B. Hab.: México, Chapultepec; (Mich.). B. C. A., p. 209. Otostomus aurifluus, Martens. Sin.: Balimus aurifluus, Pfr.; Bulimulus (mor- mus) aurifluus, Martens; Bulimulus (drymeus) aurifluus, F. et C.; Bulimulus aurifluus, Strebel. Hab.: Jalapa, Mirador, Córdoba, Túxpam, cerca de Córdoba; Yalalag; Juquila (Oax.). B. C. AG p- 218. Otostomus recluzianus, Martens. Sin.: Bulimulus recluzianus, Pfr.; Bulimulus (oxycheilus) recluzianus, Albers; Bulimulus (me- sembrinus) recluzianus, Pfr.; Orthalicus (oxy- cheilus) recluzianus, Adams; Bulimulus (dry- meus) recluzianus, Mart.; Bulimulus (scutalus) recluzianus, F. et C. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 213. Otostomus cucullus, Martens. Etim.: O. de cogulla. Lat. cucullus, cogulla. Sin.: Bulimus cucullus, Morelet; Bulimus (lep- tomerus) cucullus, Ptr.; Bulimulus (mormus) cu- ...- B. C. A., p. 266. Eucalodium hyppocastanum, Martens. Hab.: San Sebastián (Jal.). B. C. A., p. 633. Eucalodium hyalinum, Martens. Sin.: Cylindrella hyalina, F. et C.; Anisospira hyalina. Hab.: Oaxaca, Tabasco. B. C. A., p. 266. Eucalodium dalli, Martens. Sin.: Anisospira strebeli. Hab.: Huilotepec (Oax.). B. C. A., p. 633. Subgénero Celocentrum, F. et C., 1872. Ccoelocentrum turris, Martens. Etim.: Gr. koídos, hueco; kévrpor, centro. Latín turris, torre. Sin.; Cylindrella turris; Eucalodium turris. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 270. Lat. cereum, Colocentrum clava, Martens Etim.: Latín clava, palo de un metro de largo, que desde la empuñadura va enzrosando hasta terminar en una como cabeza llena de puntas. Maza ó basto. Sin.: Cylindrella clava, Pfr.; Eucalodium ela- vane tO: Variedad: rufescens. Hab.: Chiapas. México BOARD ATOs Colocentrum tomacella, Martens. Etim.: C. butifarra. Latín tomacella, tomacu- lum, tomaima, butifarra ó salchichón. Sin.: Cylindrella tomacella; Cylindrella more- leti, Desh. Hab.: Bosques de Tabasco y minas de Palen- que, Chiapas. B. C. A., p. 271. Caelocentrum arctispira, Martens. Etim.: C. de espiras angostas. Latín arctus, estrecho, angosto. Sin.: Cylindrella aretispira. Hab.: Quilate, Agua Caliente, Arroyo del Ban- co, alrededor de Misantla; Istapa (Tab.), Juquila (Oax.), Jalapa. B. C. A., p. 271. Colocentrum crosseanum, Martens. Sin.: Eucalodium crosseanum: Cylindrella ecrosseana, Pfr. Hab.: Orizaba; Cuautlatitlán, entre Jico y Pe- Roco 18 (0h A, 102 1/2 Colocentrum filicosta, Martens. Sin.: Cylindrella filicosta; Eucalodium fili- costa. Hab.: Córdoba, montes alrededor de Orizaba. B. C. A., p. 272. Caslocentrum acanthophora, Martens. Etim.: Gr. «kavSa, espina; opos, el que lleva, Hab.: Encarnación (Hgo.). B.C. A., p. 634. Coelocentrum nelsoni, Martens. Hab.: Tuxtla. B. C. A., p. 634. Coelocentrum pfeifferi, Martens. Hab.: Ocozoconautla, Chiapas. B.C.A., p. 634. STENOGYRIDA. Comprende tres subfamilias: Achatinine, Ste- nogyrinx y Cecilianelline. Etim.: Gr. orevos, estrecho; yupeUa», yo giro. Género Stenogyra, Schuttleworth, 1854. Subzénero Opeas, Albers, 1850. Opeas subula (F. et C.). Etim.: Gr. oxéas, lezna, lo mismo que en la- tín, subula, lezna. Sin.: Achatina subula, Pfr.; Bulimus subula, Pfr.; Stenogyra subula, Schuttleworth. 112 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: Veracruz, Paso del Macho (Ver.), Sa- yula (Jal.), Tapana y Cacoprieto, Istmo de Te- huantepee, Chiapas, San Juan Bautista (Tab.). BACA Dale Opeas rarum, Miller. Hab.: Mirador. B.C. A., p. 292. Martens supone que son especies jóvenes de O. subula. Opeas colimense, Martens. Sin.: Stenozyra colimensis, F. et C.; Bulimus colimensis, Pfr. Hab.: Córdoba, Colima, (AO) 13 a o que 25% Opeas octonoides, Strebel. Etim.: O. en forma de ocho. Gr. Okro, ocho; el0es, forma. Sin.: Bulimus octonoides, Adams; Stenozyra octonoides, Binney; Bulimus contractus, Poey. Hab.: Antigua (Ver.). M. C. G. E., núm. 611. Opeas micra, Martens. Etim.: O. pequeño. Gr. pukpos, pequeño. Sin.: Helix micra, d'Orbigny; Bulimus micra, d'Orbieny; Opeas costatostriatus, Pfr.; Opeas caraccacensis, Strebel: Synopeas caraccacensis, Biolley. Variedad: caraccacensis (a). Hab.: Agua Caliente, camino de Arroyo Hon- do; Ranchos del Eligio y de Guerrero, camino del Obispo, cerca de Misantla; Teapa y San Juan Bautista (Tab.); (a) Veracruz, Córdoba, Orizaba, Dos Arroyos, Barranca de Mahuistlán, Pacho, Mirador, Chiapas, Teapa ('Pab.), San Carlos (O. de Oax.). B. C. A., p. 294. Opeas? semistriatum, Martens. Hab.: Palenque. B. C. A., p. 296. Opeas patzcuarense, Martens. Hab.: Pátzcuaro (Mieh.). B. C. A., p. 638. Opeas odiosum, Martens. Hab.: Pátzcuaro (Mich.). Opeas rhoadsee, Martens. Hab.: Diente (Monterrey, N. L.). B. C. A., p- 638. S. Juan Bautista BO FAL po 6388 (Género Stenogyra). Subgénero Spiraxis, C. B. Adams, 1850. Spiraxis sulciferus, F. et C. Etim.: Latín spíra, espira, línea curva á modo de caracol; axis, el eje de la esfera, toda línea que atraviesa por el centro de un eíreulo ó de una espira. Espiraje sulcoso; latin sulcus, surco; gr. pépa, yo llevo, voz híbrida; significa tener surcos ó depresiones longitudinales. Sin.: Bulimus sulciferus, Morelet; Volutaxis sulciferus, Strebel; Spiraxis euptictus, Pfr. Variedad: berendti (a). Hab.: Ranchos de Guerrero, San Eligio y Agua Caliente, cerca de Misantla; Mirador, Palenque, Chiapas; (a) Mirador, Cañada grande de Coate- pec, cerca de Jalapa. B. C. A., p. 308. Spiraxis tenuis, Pfr. Hab.: Orizaba. B. C. A., p. 309. Spiraxis acus, Sehuttleworth. Etim.: Latín acus, aguja. Sin.: Volutaxis acus, Strebel. Variedad: minor (a). Hab: Córdoba, (a) Orizaba. Spiraxis tenuecostatus, Martens. Etim.: E. de costillas delzadas. Latín tenue, fino; costatus, que tiene costillas. Sin.: Volutaxis tenuecostatus, Strebel. Hab.: Agua Caliente, cerca de Misantla. B. C. A.., p. 309. Spiraxis miradorensis, Martens. Sin.: Volutaxis miradorensis, Strebel. Hab.: Mirador. B. C. A., p. 309. Spiraxis similaris, Martens. Sin.: Volutaxis similaris, Strebel. Hab.: Bosque de Pacho (Jal.), San Rafael, Si- caltepec. B. C. A., p. 310. Spiraxis confertecostatus, Martens. Etim.: E. de costillas apretadas. Latín confer- te, apretado; costatus, con costillas. Sin.: Volutaxis confertecostatus, Strebel. Hab.: Pacho y Dos Arroyos (Jalapa). B. C. A., p. 310. Spiraxis intermedius, Martens. Sin.: Volutaxis intermedius, Strebel. Hab.: Pacho (Jal). B. C. A., p. 310. Spiraxis confertestriatus, Martens. Etim.: E. con estrías estrechas. Latín confer- te, estrechamente; striatus, con rayas. Sin.: Volutaxis confertestriatus, Strebel. Hab.: Mirador. Spiraxis nitidus, Martens. Sin.: Volutaxis nitidus, Strebel. Variedad: major (a). » minor (b). Hab.: Pacho, Mirador, (a) Las Vigas, (b) Pa- cho, camino del Obispo, Mirador. B. C. A., p. 310. Spiraxis linearis, Pfr. Sin.: Volutaxis linearis, Strebel. Hab.: Veracruz. B..C. A. p. 3116 Spiraxis blandi, Martens. Hab.: E. de Veracruz. B. C. A., p. 311. Sipraxis uruapamensis, Martens. Hab.: Uruápam (Mich.). B. C. A., p. 639. Spiraxis berendti, Pfr. Hab.: México ..... Dr. P. Fischer. Man. de Conehil., p. 452. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 113 Nota.—Este molusco pertenece más bien al subzénero Volutaxis. Gén. Pseudosubulina, Fam. Testacellidwe. Subzénero Leptinaria, Beck, 1837. Leptinaria mexicana, Martens. Etim.: Gr. Aexros, delgado. Sin.: Spiraxis mexicana, Pfr.; Lamellaxis mexicana, Strebel; Nothus mexicanus, Ancey. Variedad: turrita (a). > abbreviata (b). Hab.: Mirador, Ranchos Guerrero y San Kli- gio, Azua Caliente, caminos del Obispo y Arroyo Hondo (Misantla), Cañada de Coatepec. Misan- tla; (a) Agua Caliente, Misantla; (b) Mirador, Agua Caliente. B. C. A., p. 316. Leptinaria martensi, Mart. Sin.: Bulimus martensi, Pfr.; Spiraxis mar- tensi, F. et C.; Lamellaxis modestus, 5, Strebel. Variedad: inflata (a). Hab.: Córdoba, Mirador, (a) Misantla. A., p. 316. Leptinaria exigua, sp. n. Hab.: Teapa, Tab. B. C. A., p. 318. Leptinaria imperforata, Mart. Sin.: Lamellaxis imperforata, Strebel. Hab.: Jalapa. B.C. A., p. 320. Subgénero Subulina, Beck, 1837. Subulina octona, Mart. Etim.: Latín subula, lezna. Sin.: Helix octona, Chemnitz; Bulimus octo- nus, Brug; Achatina octona, Gray, Stenogyra (subulina) octona, Schuttl.; Tira octona, Schmidt. Variedad: strebeli (a). Subulina trochlea, Strebel. Variedad: trochlea (b). Achatina trochlea, Pfr. Hab.: Veracruz, Teapa (Tab.), (a) Campeche, (b) Teapa, Mérida, Izamal (Yuc.). B. C. A., p. 298. Subulina porrecta, sp. n. Sin.: Subulina trochlea, Pfr. Hab.: Teapa (Tab.). B. C. A., p. 301. Subulina rangiana, F. et C. Sin.: Achatina rangiana, Pfr. Hab.: México...... B.C. A ,p.300; M. 5. M., p. 638. B. C. Género Oryzosoma. Oryzosoma tabiense, Mart. Etim.: 0pv£a, arroz; 04 ua, cuerpo. Sin.: Streptostyla tabiense, Pilsbry. Hab.: Montes en la Hacienda Tabí (Yuc.). B. C. A., p. 640. Nota.—Colocamos esta especie en este lugar por indicar Martens en la Biolozía que debe ir al lado del género Cecilianella. Género Ceecilianella, Férussac, en 1817. Caecilianella veracrucensis, Mart. Etim.: Latín cocus, ciezo; cieyuecita. Sin.: Achatina ¡ota. Hab.: Veracruz. B.C. A., p. 324. SUOCOINEIDZ. (Fam. Elasmognatha. B. C. A.). Género Succinea, Draparnaud, 1801. Succinea luteola (A. Gould), Mart. Etim.: Latín succineus, suecino; luteus, lo que es de lodo, barro, ete., y también rojo, amarillo, rubio. Succinea rubia ó enlodada. Sin.: Suecinea texasiana, Pfr. Variedad: subtilis (a). » rudiuscula (b). Hab.: Tamaulipas, Venta de Zopilote (Gro.), Progreso (Yuc.), Lazo de Palomas, Valle de los Mimbres (Chib.), (a) Veracruz, (b) Tehuacán. BACA PSI Succinea virgata, v. Mart. Etim.: $. listada. Latín virgatus, listado, ra- yado. Variedad: húgeana (a). > microspira (b). Hab.: Veracruz, Sierra de Atoyac, Paso del Macho, Tehuacán, Oaxaca (b), Puebla. B. C.A., p. 334. Succinea undata, Mart. Sin.: Succinea petiti, Beck; Succinea oblicua, Say. Variedad: merchi (a). Hab.: Méxieo . Irapuato, cerca del Río Lerma; Sayula (Jal.); Santecomapam, cerca de Tuxtla; (a) Zimapam, Hgo. B. C. A., p. 335-36. Succinea colorata, Mart. Sin.: Succinea undulata, var. colorata, Y. et C. Hab.: San Juan Bautista, Tab. B.-C. A., p. 336. Succinea campestris, Say. Sin.: Suecinea inflata, Lea. Hab.: Lago de Texcoco. B. C. A., p. 337. Succinea pueblensis, Mart. Sin.: Suecinea aurea, Lea. Hab.: Puebla. B. C. A., p. 338. Succinea brevis, Mart. Hab.: Zimapam, Hgo. B. C. A., p. 339. Succinea salleana, Mart. Variedad: cordobana (a). Hab.: Región de «Tierra Fría,» Ver.; (a) Cór- doba. B. C. A., p. 339. Succinea ampullacea, sp. n. Mart. 114 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: Ameca (Jal.). B. C. A., p. 340. Succinea tlalpamensis, Pilsbry. Variedad: cuitzeana (a). Hab.: Tlálpam, (a) Lago de Cuitzeo, cerca de Huango. B. C. A., p. 642. Sueccinea guatemalensis, Mart. Hab.: Tabasco. B. C. A., p. 641. Especies dudosas. B. €. A. Succinea coneordalis, A. Gould. Hab.: Túxpam, Ver. Succinea undulata. Var. carmenensis. Hab.: Isla del Carmen. Succinea lineata, var. sonorensis. Hab.: Río Yaqui (Son.). Sucicenea cingulata, Forbes. Hab.: Mazatlán. VAGINULIDA. (Fam. Veronicellide. B. C. A.). Género Veronicella, Blainville, 1817. Veronicella mexicana, Mart. Sin.: Vaginulus mexicanus, Pfeiffer. Hab.: México 15% Co ¿o 193 200 Veronicella moreleti, Mart. Sin.: Vaginula moreleti, O. et F. Hab.: Cacoprieto, Istmo ds Tehuantepec, Pa- lenque, Isla del Carmen. B. C. A., p. 350. Género Metostracon. Metostracon mima, Mart. Hab.: Morelia, Uruápam. B.C. A., p. 642. SUBORDEN II. GEHIDROPHILA. AURICULIDA. Género Carychium, O. F. Miller, 1774. Carychium exiguum. Var. mexicanum, Pilsbry. Etim.: Gr. ka pue, bocina, trompeta. Hab.: Orizaba, San Juan Miahuatlán. B.C. A., p. 352. Género Alexia, Leach, 1847. Alexia latrei. Hab.: Xalapa. M. C. G. E., núm. 77. Género Tralia, Gray, 1840. Trallia pusilla, Guelin. Hab: Género Blauneria, Schuttleworth, 1854. Blauneria heteroclita, Y. et (. Sin.: Voluta heteroclita, Montague. Tornatellina cubensis, Pfr.; Blauneria pelluci- da, Pfr. Hab.: Sisal (Yuc.). B. C. A., p. 563. Género Pedipes, Adamson, 1757. Pedipes angulatus, Pfr. Hab.: Este género se halla representado en ambas playas de la República ..... «all along both shores of Mexico.» B. C. A., p. 562. SUBORDEN III. HIGROPHILA. LIMNZXIDA. Limnea attenuata, Mart. Etim.: Gr. Azur, estanque. Sin.: Omphicola pugio, Beck. Limneus subulatus, Dunker. Limneeus turritas, Philippi. Limnx*us mexicanus, Ziegler. Limnea emarginata, Sowerby. Hab.: Alrededores de la Ciudad de México, Lago de México. Lazo de Chalco, Zimapam, Hgo. B.C. A., p. 375. Tlálpam. Limnea palmeri, Mart. Hab.: Río Yaqui, S. de Guaymas (Son.). B.C. JN De BUS Limnea cubensis, Mart. Hab.: Veracruz, Río Tenoya (Orizaba). B. C. A., p. 378. Morelia. Limneea columela. Hab.: Limneea desidiosa. Hab.: Limneea refleja. Hab.: Género Ancylus, Geoffroy, 1767. Ancylus sallei, Bourguignat. Etim.: Gr. «ykvlos, encorvado. Hab.: Lago de Túxpam, cerca de Córdoba. B. C. A., p. 401. Aneylus papillaris, sp. n. Mart. N. c.: Ancilo papilar. Latín papilla, pezón. Hab.: Río Ameca (Jal.), Monterrey, N. L. 15% (0 ¿oo 00 ¿402% Ancylus excentricus, Morelet. Sin.: Veletia excentrica, Tate. Hab.: Slikolak, Yuc.; Uruápam (Michoacán). B.C. A., p. 402. Anecylus haldemani. Hab.: Monterrey, N. L. Género Planorbis, Guettan, 1756. Planorbis tenuis, Dunker. Etim.: Planorbis, de planus, plano; orbis, cir- culo; tenuis, delgado. Sin.: Planorbis mexizanus, Ziegler; Planorbis fragilis, Dunker. Hab.: Durango, alrededores y Ciudad de Mé- xico, Lago de Chalco, Lago de Chapala (Jal.), Jaral (Gto.), Jalapa, Córdoba, Orizaba. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 115 Variedad: boucardi (a). > Juvenilis (b). > applanatus (e). » uhdei (d). » exageratus (e). » strebelianus (1). Planorbis aneylostomus, var. B, strebelianus. Hab.: (a) Alrededores de México, Lago de Chalco: (b) alrededores de México; (c) Mesa Cen- tralo (d) México..-.... (e) Lazo de Pátzcuaro; (f) Laguna de los Cocos, Río Tenoya (Ver.). B. C. PAR p. 391. Planorbis tumens, Mart. Etim.: P. hinchado. Lat. tumens, hinchado. Sin : Planorbis tenagophilus, Menke. Hab.: Mazatlán (raro). B. C. A., p. 387. Planorbis cariboeus, d'Orbizny. Sin.: Planorbis lentus, Say. Planorbis tumidus, Pfr. Planorbis glabratus, Haldeman. Planorbis intermedius, Philippi. Planorbis aneylostomus. C. et F. Hab.: Ojo de Azua, N. de México; Veracruz, Jalapa, Orizaba. Chiapas; Shkolak, Yuc. Variedad: minor. Planorbis capilaris, Beck. > albescens, Uhde. > tumens, Carpenter. > guatemalensis, Clesin. Hab.: Veracruz, Jalapa, San Bernardino y Río Sonoyta. Variedad: chiapensis. Planorbis aneylostomus, var. Cchiapensis, PF. et C. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 387. Planorbis belizensis, C. et F. Hab.: Tabasco. B. C. A., p 390. Planorbis orbiculus, Mart. Sin.: Planorbis simplex, Beck. Planorbis haldemanii, Dunker. Planorbis liebmani, Dunker. Pianorbis depressus, Dunker. Planorbis micromphalus, Dunker. Hab.: Alrededores y Ciudad de México, San Carlos (Oax.), Veracruz, San Juan (Ver.), Balan- ean (Tab.). Palizada, Laguna de Términos, Isla del Carmen (Yuc.). B. C. A.. p. 390. Planorbis maya, Morelet. Hab.: Tehuantepec, Yucatán, Campeche. B. C. A., p. 392. Planorbis retusus, Morelet. Etim.: P. tapado. Latín retusus, tapado. Sin.: Planorbis planus, Clesin. -— Hab.: Isla del Carmen, Shkolak (Yucatán). 15 (06 o 1d Se6o Planorbis tepicensis, sp. n. Hab.: Tepic (Jal.). B. C. A., p. 393. Planorbis petenensis, Morelet. Hab.: Cacoprieto (Tehuant.). B. C. A., p. 393. Planorbis parvus, Say. Etim.: P. pequeño. Latín parvus, pequeño. Hab.: Yautepec, Morelos. B. C. A., p. 394. Planorbis sumichrasti, €. et F. Hab.: Cacoprieto (Tehuantepec). B. C. A., p. 396. Planorbis subpronus, sp. n. Etim.: Planorbis semidoblado, encorvado ha- cia adelante. Latín sub, alvo; pronus, inclinado, doblado hacia adelante. Hab.: Amatitan, Tab. B. C. A., p. 396. Planorbis izabalensis, C. et F. Hab.: Balancan, Tab. B. C. A., p. 397. Planorbis obstructus, Mart. Etim.: P. tapado. Latín obstructus, tapado. Sin.: Planorbula obstructa, F. et C.; Segmen- tina doubilli, Tristan; Planorbis berenadti, Tryon. Hab.: Quilate, cerca de Misantla; Orizaba, Ve- racruz, Río Tenoya; San Carlos, Oax.; Istmo de Tehuantepec; Ticul, Yue.; Isla del Carmen, már- genes del Río Grijalva. B. C. A., p. 398. Planorbis mexicanus (Philippi). Nota. —Martens cree que esta especie es el P. caribosus joven. B. C. A., p. 400. Planorbis trivolvis, Say. Hab.: Puebla. Mus. C. G. E., núm. 93. PHYSIDA. (Fam. Limneide. Gén. Physa. B.C, A.). Género Physa, Draparnaud, 1801. Subgénero Aplecta (+xlehros, no trenzado). Physa maugersze, Woodward. Etim.: Gr. evoca, vejiga; Mauger, revolucio- nario francés. Sin.: Aplexa maugriz, Gray. Physa nitens, var. Strebel. Hab.: Costa de Tabasco. Variedad: acutalis. Aplecta nitens, var. B, F. et C. Hab.: Cazones, cerca de Papantla (Ver.). B. CHAS Pp. 3Dt: Physa aurantia, Sowerby. Etim,: Ph. naranjada. Lat. aurantius, color de oro, naranjado. Sin.: Physa peruviana, Gray. Aplexa aurantia, Carp. Bulimus aurantius, Binney. 116 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Aplecta aurantia, TF. et C. Variedad: glandiformis (a). Hab.: Mazatlán, (a) Acapulco. B. C. A., p. 356. Physa nitens, Philippi. Etim.: Fisa brillante. Lat. nitens, brillante. Sin.: Aplexa suturalis, Beck. Bulimus niten=, Binney. Physa conspicua, Uhde. Variedad: gracilenta. Hab.: San Juan, Veracruz, Jalapa, Yucatán, (a) Tejería, Ver. B. C. A., p. 357. Physa impluviata, Morelet. Etim.: Fisa de color oscuro. Lat. ¿mpluviatus, lo que es de color oscuro. Sin.: Aplecta impluviata, F. et C. Physa purpurostoma, Tristan. Variedad: bocourti (a). Physa fuliginosa, Morelet. Hab.: Tabasco, (a) Palizada, Yue. B.C. A., p. 358. Physa cisterina, Morelet. Sin.: Aplecta cisterina, F. et C. Variedad: minor. > ventrosior. Physa stolli, Clesin. Hab.: Tabí, Mérida (Yue.). B.C. A., p. 361. Snbzénero Stenophysa. Physa princeps, Philips. Variedad: pallens. Hab.: Yucatán. B. C. A., p. 364. Physa elata, A. Gould. Etim.: Fisa visible. Lat. elatus, visible, de effero, sacar fuera. Sin.: Aplexa elata, Carpenter. Bulimus elatus, Binney. Hab.: Mazatlán, Baja California. B.C. A., p. 364. Physa spiculata, Morelet. Etim.: Fisa aguzada. Lat. spicula, aguijón. Sin.: Aplecta spiculata, F. et C. Variedad: tapanensis (a). Hab.: Lazoon (Ver.), Mérida, Campeche («), Tapana, Tehuantepec, Frontera, San Juan Bau- tista; Tabí, Yuc.; Campeche. B.C. A., p. 366. Physa bullula, Mart. Sin.: Aplecta bullula, F. et C. Hab.: Túxpam, Ver. B. C. A., p. 368. Subyénero Alampetis. Physa osculans, Mart. Sin.: Physa mexicana, Strebel. Physa mexicana, var. conoidea, F. et C. Hab.: Ciudad de México, Lago de Texcoco, San Angel, Yautepec, Puebla. Variedad: mexicana. Hab.: Ciudad de México, en los tanques; Lago de Chalco, Puebla, Jalacingo (Ver.). Subvariedad: plicata. Physa mexicana, var. plicata, F. et C. Hab.: Alrededores de México. Subvariedad: tolucensis. Physa mexicana, var. tolucensis, F. et €, Hab.: Toluca. Variedad: coniformis. Physa ventricosa, Ubhde; Physa mexicana, var. coniformis, Strebel. Physa osculans, var. patzcuarensis, Pilsbry. Hab.: Pátzcuaro, Mich. Variedad: boucardi. Physa boucardi, F. et C. Hab.: Lazo de México, Ciudad de México. 1% (Oe ¿Ayo Da 30: Physa berendti, Dunker. Sin.: Physa mexicana, var. minor; Physa mexicana, var. parva; Physa heterostropha, Strebel; Physa squalida, Morelet. Hab.: Guadalajara, Tepic. Ameca (Jal.), Mi- santla, Río Colipa, Río de Octopam, Jalapa, Al- molonga, Veracruz, Lago de los Cocos, Orizaba, Istmo de Tehuantepec, Tabasco. Variedad: minima. Physa mexicana, var. minima, v. Mart. Physa ovalis, Wiegmann. Hab.: Tepic, Jalapa, Orizaba. Variedad: lacustris. Physa lacustris, Clesin. Hab.: Lago de Coatepec, Texolo, Ver. Variedad: intermedia. Physa berenati, var. intermedia, F. et C. Hab.: Putla (Oax.). B. C. A., p. 372. Physa squalida, Morelet. Hab.: Balancan, ribera del Usumacinta. B. C. A., p. 373. Physa strebeli, C. et F. Hab.: Veracruz. B. C. A., p. 373. Physa tehuantepensis, F. et C. Hab.: Istmo de Tebuantepec. B.C. A., p. 374. Physa oscularis; var. rhysa; Mart. Hab.: Saltillo (Coah.); Lago Palomas, en el valle de los Mimbres. B. C. A., p. 643. SUBORDEN IV. 'THALASSOPHILA, Gray, 1850. SIPHONARIIDA. Género Siphonaria, Sowerby, 1824. ¿ Siphonaria gigas; Sow. Etim.: Gr. 01964, sifón. Hab.: G. de California. Dall. M. S. M., T. II, p. 107. 4 y Siphonaria pica, Sow. Hab.: Acapulco. M. S. M., T. IL, p. 107. Siphonaria equilirata, Carp. Hab.: Mazatlán. M. S. M., T. IL, p. 107. Siphonaria lecanium, var. palmata, Phi- lippi. Hab.: Mazatlán. M. S. M., T. II, p. 107. Siphonaria alternata, Say. Sin.: Patella alternata, Say: Siphonaria trun- ca, Jones. Hab.: Yucatán. Siphonaria lineolata, d'Orbizny. Sin.: Siphonaria naufragum, Stearns. Hab.: Campeche. Tribu Thalassophilos, Fam. Gadiniide. Gadinia, Gray, 1824. Gadinia stellata, Sow. Hab.: G. de Cal. Gadinia reticulata, Saw. Sin.: Rowellia radiata, Cooper. Hab.: G. de California. Cabo San Lucas. S. M. M. Subzénero Ltriola, all, 1870. Liriola peltoides, Carp. Hab.: Mazatlán. Liriola subspiralis, Carp. Hab.: G. de California. ORDEN: OPISTOBRANCHIATA, Milne-Edwards, 1848. Etim.: Gr. ói6Sev, detrás; Bpayxra, aga- llas. Moluscos que tienen las agallas detrás del corazón. SUBORDEN Il. TECTIBRANCHIATA. Etim.: Moluscos que tienen las agallas cubier- as por el manto. Lat. tectus, cubierto; PpaAyxia, branquias. ACTAONIDA. Áctron. Acteeon exilis, Jeffreys. Hab.: N. del Atlántico 4 Campeche. Acteon incisus, Dall. Hab.: Fernandina á Yucatán. BULLIDA. Bulla, Klein, 1753. Bulla adamsi, Menke. Hab.: G. de California. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Bulla striata. Hab.: Veracruz. Género: Haminea, Haminea guildingi, Swainson. Hab.: Desde Texas hasta Río Janeiro. ORDEN: PROSOBRANCHIATA. Etim.: Moluscos que tienen las branquias por delante del corazón. Gr. rpd0w, delante; fpayxra, branquias. SUBORDEN Í. PECTINIBRANCHIATA. Etim.: Moluscos que tienen las branquias en forma de peine. Voz híbrida; latín pecten, peine; fPpayxta, branquias. TEREBRIDA. Gén. Terebra, Adamson, 1757. Terebra tigrina. Etim.: Lat. terebra, taladro, barreno; tigrina, atigrado. - Jslalo.s Terebra dislocata, Say. Hab.: Progreso, Yucatán. Terebra cinerea, Bom. Hab.: Veracruz, Progreso, Yucatán. Terebra variegata, Gray. Hab.: Veracruz y G. de California. Terebra jamaicensis. Hab.: Gén.: Euryta, H. et A. Adams, 1858. Euryta fulgurata, Philips. Hab.: G. de California. CONIDA. Gén.: Conus, Linneo, 1758. Conus princeps, Linn. Etim.: Cono príncipe. Latín conus, cono; prin- ceps, neipe. Sin.: Conus regius, Chemnitz. Hab.: G. de Cal. hasta Panamá, Mulegé, Gol- fo de Cortés. Conus leoninus, Hwass. Etim.: Cono leonino. Hab.: Mulegé, Veracruz. Conus interruptus, Hwass. Etim.: Cono interrumpido. Hab.: Acapulco, Mulegé. Conus mus, Hwass. Etim.: Cono ratón. Latín mus, ratón. Hab.: Playa de Veracruz. 118 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Oonus nux, Brodesip. Etim.: Cono nuez. Latín nur, nuez. Hab.: G. de California. Conus lorenzianus, Chemnitz. Etim.: Cono de Lorenzo. Hab.: Costas de Acnupulco. Kiener et Fischer, Iconographie des Coquilles vivants. T. IL, p. 139. Conus gradatus, Gray. Etim.: Cono escalera. Lat. gradatus, escalera. Hab.: Costas de México. Kiener et Fischer, 1. c., p. 140. Conus archon, Brodesip. Etim.: Cono magistrado. Gr. APXOVTNS, ma- gistrado. Hab.: Costas de México. Kiener et Fischer. Icon. d. Coquil. viv. T. II, p. 146. Conus pigmeus, Reeve. Etim.: Cono pigmeo. Hab.: Golfo de México. Kiener et Fischer, lo Bop De Ie, Conus largillierti, Kiener. Etim.: Cono de Largilliert. Hab.: Costas de México, Kiener et Fischer, ls lo. Do DL Conus roseus, Lam? Etim.: Cono rosado. Hab.: G. de Méx.? p. 22 Conus testudinarius, Martini. litim.: Cono testudinario. Lat. testudo, tor- tuya. Hab.: G .de Méx.? Kiener et Fischer, 1l. C., p. ile Conus verrucosus, Hwass. Hab.: Conus bruneus, Gray. Hab.: Mulegé. Gén.: Pleurotoma, Lamark, 1799. Pleurotoma funiculata, Valemienes. Etim.: Gr. zkevpe, costado; TOUR, sección. Latín funiculatus, acordelado; funiculus, cordel. Hab.: San Blas (Océano Pacífico). Kiener et Fischer. Icon. d. Coq. viv. T. V, p. 24. Pleurotoma bott:e, Val. Hab.: Mazatlán. Kiener et Fischer. CONAVI IVpI3S: Pleurotoma callicesta, n. sp. Dall. Hab.: Acapulco. Dredg. by the Albatros 650 fath. Pleurotoma maura, Valenc. Ltim.: Pleurotoma mora. Hab.: Mazatlán. Kiener et Fischer. Cog. viv. T. Y, p. 59. Kiener et Fischer, l. c., Icon. d. Icon, d. Pleurotoma (antiplanes) perversa, Gabb. Sin.: Drillia perversa, Gabb. Hab.: Baja California. CANCELLARIIDA. Gén.: Cancellaria, Lam., 1799. Cancellaria reticulata, Dilluqu. Etim.: Latín cancellatus, de cancello, poner en forma de celosía; reticulata, reticulada. Hab.: Golfo de México. Subzén.: Admete, Króyer, 1842. Admefte microscopica, Dall. Etim.: Sin.: Cancellaria microscopica, Dall. Hab.: Campeche, Yucatán. «Last American marine species, Dall.» OLIVIDA. Gén.: Oliva, Brugitre, 1789. Oliva angulata, Lamark. Etim.: Oliva angulosa. Hab.: Golfo de California á Panamá. Oliva venulata, Lam. Etim.: Oliva venulada. Hab.: E. de California. Oliva reticularis, Lam. Hab.: G. de Cal.? Oliva literata, Lam. Etim.: Oliva escrita (con letras). Hab.: Veracruz. Oliva porphyria, Linn. Etim.: Oliva purpurina. Hab.: G. de Cal. Oliva (agaronia) testacea. Hab.: G. de California. Oliva araneosa, Lam. Variedad: Julietee, Duclos. Hab.: Mazatlán. Oliva araneosa, var. polpasta, Duclos. Hab.: Mazatlán. Oliva araneosa, var. fuscata, Marrat. Hab.: G. de Cal. Oliva araneosa, Lam. Hab.: Triángulos, Isla de. Gén.: Olivella, Swainson, 1835. Olivella dama, Mause. Hab.: Mazatlán. Olivella amazona, Duclos. Hab.: G. de México. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Olivella aureocincta, Carpenter. Etim.: Olivita con faja dorada. Aureum, Oro; cinctus, ceñido. Hab.: G. de Gal. Olivella semistriata, Gray. Hab.: G. de Cal. Olivella undatella, Lamark. Hab.: G. de Cal. y Barra de Ocós. Olivella tergina, Duclós. Hab.: G. de Cal. Olivella florialia, Duclos. Hab.: Costas de México. Olivella nivea, Gmelin. Hab.: Mazatlán? HARPIDA. Gén.: Harpa, Rumphius, 1705. Harpa articularis. Hab.: G. de Cal. Harpa noblium. MARGINELLIDA. Gén.: Marginella, Lamark, 1801. Marginella fauna, Sowerby. Etim.: Latín margo, inis, borde. (Marginella, diminutivo de margine, con bordito). Fauna, hermana y mujer de Fauno (mitol.). Hab.: Yucatán, ¿Veracruz? Marginella guttata, Dillwyre. Etim.: Marginela con manchas. Hab.: Marginella apicina, Menke. Hab.: Yucatán. Subgénero, Volvarina, Hinds, 1844. Volvarina varia, Sowerby. Hab.: G. de Cal. Volvarina pallida, Lamark, Hab.: G. de Cal.? Volvarina subtriplicata, d'Orbigny. Hab.: México. Volvarina lactea, Kiener. Hab.: México. Volvarina avena, Valenciennes. Hab.: México. VOLUTIDA. Gén.: Lyria, Gray, 1847. Lyria (Enzta) harpa, Barnes. Hab.: Mazatlán. Gén.: Voluta. Subgén.: Aurinia. Aurinia dubia, Brod. Hab.: G. de México. MITRIDA. Gén.: Mitra, Lamark, 1799. Mitra sulcata, Gmelin. Etim.: Mitra con surcos. Hab.: Veracruz. Mitra granulosa, Lamark. Hab.: Piaya de Veracruz. Mitra barbadensis, Gmelin. Hab.: Méx. FASCIOLARIIDA. Género, Fusus, Klein, 1753. Fusus du Petit Thonarsi. Hab.: G. de Cal. Gén.: Fasciolaria, Lamark, 1801. Fasciolaria princeps, Sowerby. Etim.: Lat. fasciola, bandeleta. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Fasciolaria tulipa, Lam. Hab.: Veracruz, Campeche, Progreso. Fasciolaria distans, Lam. Hab.: Bahía de Campeche. Kiener et Fischer. Species d. Cog. vivants. T. VI, p. 4. TURBINELLIDA. Gén.: Turbínella, Lamark, 1799. Turbinella knorri, Reeve. Hab.: Playa de Veracruz. Turbinella scolymus, Blainville. Etim.: Trompito como cardo silvestre. Turbo, trompo; scolymus, especie de cardo silvestre. Hab.: Campeche. Género, Fulgur, Montfort, 1810. Subgénero, Sycotypus, Browne, 1756. Sycotypus (Fulgur) perversus, Linn. Etim.: Sicotipo torcido. Gr. Gukr, higo: TUTTOS, tipo. Latín perversus, torcido, que vol- tea al revés. Hab.: Veracruz. Sycotypus (Fulgur) pyrum, Dylwyn. Hab.: Veracruz. 120 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Sycotypus (Fulgur) pyrum. Variedad. Hab.: Veracruz. Género, Melongena, Schumacher, 1817. Melongena patula. Etim.: doy, manzana; yévoOS, género. Hab.: G. de Cal. BUCCINIDA. Gén.: Tritonidea, Swainson, 1840. Sección: Cantharus. Cantharus insignis, Reeve. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Gén.: Pisania, Bivona, 1832. Género dedicado á Pisani. Pisania tritonis, Reeve. Hab.: Veracruz y Campeche. Gén.: Phos, Montfort. Phos intricatus, Dall. Hab.: Progreso y Yucatán. NASSIDA. Gén.: Nassa, Lamark, 1799. Nassa ambigua, Pult. Etim.: Lat. nassa, naxa, una red en forma de manga ó cesto con cuello estrecho usada en la pesca. Hab.: Progreso y Yucatán. Nassa vibex, Say. Etim.: Nasa con moretones. Lat. vibex, el car- denal. Hab.: Progreso y Veracruz. COLUMBELLIDA,. Gién : Columbella, Lam., 1799. Columbella ovulata, Sowerby. Etim.: Lat. columba, paloma, haciendo refe- rencia al color de paloma que tienen las conchas. Ovulata, oval. Hab.: Columbella mercatoria, Lam. Columbela común. Hab.: Progreso, Yucatán, Veracruz. Columbella strombiformis, Lam. Hab.: Tampico. Columbella hemastoma, Sowerby. Etim.: Colambela boca de sangre; a7ua, san- gre; GTOMa, boca. Hab.: G. de Cal. viv. T. IX, p. 4. K. et Fischer. Sp. d. Coq. Columbella paytalida, Duelos. Sin.: Columbella nutica, Sow. Hab.: Costas de Cal. K. et Fischer. Sp. d. Coq. viv. T. IX, p. 5. Columbella nutica, Lamark. lida). Columbella meleagris, Duclos. Etim.: Latín meleagris, idis, la gallina africa- na, morisca ó indiana, por el color y las pintas que tiene la concha semejantes á las del ave. Hab.: San Blas. Kiener et Fischer. Sp. d. Coq. viv. T. IX, p. 10. Columbella nitida, Lamark. Hab.: G. de Méx. K. et Fischer, 1. e., p. 39. Subgénero: Anachis. (Véase €. payta- C. Anachis avara, Say. Hab.: C. Anachis pigmea, Sowerby. Hab.: G. de Cal. Subgén.: Strombina. C. Strombina bicanalifera, Sowerby. Hab.: G. de Cal. á Panamá. C. Strombina maculosa, Sowerby. Hab: Cabo San Lucas, B. C. MURICIDA, Gén.: Murex, Linneo. Murex bicolor, Valencienes. Etim.: Peñasco de dos colores. Murex era el nombre latino de un molusco del cual extraían la púrpura. Hab.: Playa de Mulegé, Golfo de Cortés. Murex spinicostatus, Valen. Etim.: Peñasco de costillas espinosas. Hab.: Veracruz, G. de México. Murex regius, Swainson. Etim.: Peñasco real. Hab.: G. de Cal. 4 Perú. Murex radix nigritus, Phil. Etim : Peñasco erizo ennegrecido. Hab.: Playa de Mulegé, G. de Cortés. Murex rufus, Lamark. Etim.: Peñasco rubio. Hab.: Playa de Veracruz. Murex radix, Gmelin. Peñasco erizo. Hab.: Acapulco. Kiener et Fischer. Sp. d. Cog. viv. T. VII, p. 60. Murex brassica, Lamark. Peñasco repollo. Lat. brassica, repollo. Hab.: Mazatlán. Kiener et Fischer, 1. c., p. 68. Subgénero: Phyllonotos. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. ¿Phyllonotas pomum, Gmel. Hab.: De Beaufortá Venezuela, G. de México? Subgén.: Chicoreus. ¿Chicoreus rufus, Lam. De Cape Fear á Carthayzena, 6. de Méx.? ¿Chicoreus brevifrons. Lam. De Sur Carolina á Carthagena, G. de Méx.? Género: Trophon, Montfort, 1810. Trophon pinnatus, n. sp. Hab.: Baja California, Bahía Magdalena. Dredged by the Albatros at 21-74 fatti. Subgén.: Boreotrophon. Boreotrophon mazatlanicus, n. sp. Dall. Hab.: Mazatlán. Dredyed by the Albatros at 995 fatti. Género: Muricidea. Muricidea philippiana, Dall. Hab.: Cabo Catoche á Yucatán. Muricidea (pseudoneptunea) multangu- la, Philippi. Sin.: Fusus multangulus, Philippi. Muricidea hemphilli. Dall. Fusus (pseudoneptuneus) multangulus, Kobelt. Hab.: Yucatán. Muricidea ostrearum, Conrad. Sin.: Murex ostrearum, Conrad. Urosalpinx floridanus. Muricidea floridana, Dall. Hab.: Yucatán. Gén.: Ocinebra, Leach. Ocinebra cellulosa, var. levicula, Dall. Hab.: De Lookout á Yucatán. Género: Purpura, Brugitre, 1879. (Subfamilia Purpurinz). Purpura undata, Lamark. Hab.: Barra de Sta. Ana, Ver. Purpura trapa, Botten. Hab.: Veracruz. Purpura triserialis, Blainville. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Purpura emarginata, Deshayes. Hab.: Martínez, California. Purpura patula, Linneo. Hab.: G. de Cal. 4 Panamá. Género: Sistrum. Sistrum nodulosum, C. B. Adams. Hab.: Veracruz? Snbgénero: Cuma, Humphrey, 1797. Cuma kiosquiformis. Duclos. Hab.: G. de Cal. á Panamá. CORALLIOPHILIDA. Gén.: Coralliophilea. Coralliophilea galea, Chemnitz. Etim.: Gr. kopaelMiov, coral; pilos, amixzo. Latín galea, morrión ó cresta del gallo. Hab.: TRITONIDA,. Género Triton, Montfort, 1810. Triton (simpulum) wiegmani. Hab.: Mazatlán. Triton variegatus, Lamark. Etim.: Triton adornado. Gr. ZTpitcwv, hijo de Neptuno: lat. variegatus, adornado, Hab.: Sacrificios, Ver. Triton antillarum, d'Orbigny. Hab.: Veracruz. Triton lignarius, Hinds. Hab.: G. de California. Triton lamellosus, Dunker. Hab.: Veracruz. Triton pilearis, Lin. Hab.: Veracruz y Campeche. Género: Persona, Montfort, 1810. Persona cancellina, Roissy. Etim.: Latín persona, máscara. Hab.: Veracruz y Campeche. CASSIDIDA. Género: Cassis, Klein, 1753. Cassis tenuis, Gray. Etim.: Casco delgado. Latín cassis, casco; te- nuis, delgado. Hab.: G. de California, Veracruz. Cassis abbreviata, Lamark. Etim.: Casco reducido. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Cassis ventricosa, Mart. Etim.: Casco panzudo. Lat. ventricosus, ven- trudo, panzudo. Hab.: Veracruz. Cassis testiculus, Lamark. Hab.: G. de Cal. Género: Oniscia, Sowerby, 1824. Oniscia oniscus, Lamark. Etim.: Plinio daba este nombre á un gusanillo de la tierra con muchos pies, llamado también cienpiés. Gr. ovíokos, cucaracha. Hab.: DOLIIDA, Género: Dolium, Lamark, 1801. Dolium galea, Linneo. 122 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Etim.: Latin doliuwm, tonel; galea, morrión. Hab.: Veracruz. Dolium perdrix. Hab.: Veracruz. Subgénero: Malea, Valenciennes, 1833. Malea ruigens, Sowerby. Sin,: Dolium raigens, Swainson. Hab.: Mulegé (G. de Cortés). Género, Pyrula, Lamark, 1799. Pyrula ficus, Linneo. Etim.: Perita higo. Diminutivo de pyrum, pe- ra: ficus, higo. Hab.: Veracruz. CYPRAJIDA. Género Ovula, Brugiétre, 1879. Ovula. Hab.: Veracruz. Género, Cypreea, Linneo, 1758. Cyprea cinerea, Gmelin. Etim.: Gr. kvxp1s, Cypris, uno de los nom- bres de Venus. Comúnmente se llama porcelana, sinónimo de Ciprea. «Porcelana cenicienta.» Hab.: Veracruz, G. de México. Cyprea exanthema, Kiener. Etim.: Porcelana exantema. Hab.: Veracruz. Cyprea sowerby, Kiener. Etim.: Porcelana de Sowerby. Hab.: Costas de California. Kiener et Fischer. Icon. des Coq. viv. Gen. Porcelaine. T. I, p. 38. Cyprea albuginosa, Gray. Hab.: G. de Cal. Kiener et Fischer, l.c., p. 38* Oyprea lamarki, Duclos. Hab.: Acapulco. Kiener et Fischer, 1. e., p. 60. Cypreea cervina, Lamark. Etim.: Porcelana cerval. Lat. cervinus, cerval. Hab.: Antillas y costas del Golfo. Kiener et Fischer, l. C., p. 72. Cypreea cervinetta, Kiener. Hab.: Antillas y costas del Golfo. Fischer, l. c., p. 74. Cyprea arabicula, Lamark. Hab.: Acapulco. Kiener et Fischer, l. e., p. 115. Cyprea moneta, Linneo. Historia: Esta Ciprea se usó como moneda. Hab.: Tampico? Cyprea candidula, Gask. Hab.: «Costas de México.» Kiener et Fischer, Cay Js MAD) Kiener et Subgénero: Trivia, Gray, 1832. Cyprea (trivia) quadripunctata, Gray. tim.: Trivia, nombre mitológico. Hab.: Cyprea (trivia) pediculus, Lamark. Hab.: Veracruz. Oyprea (trivia) radians, Lamark. Hab.: G. de Cal. Cyprea (trivia) californica, Gray. Hab.: G. de Cal. Oyprea (trivia) sanguinea, Gray. Hab.: G. de Cal. Oyprea (trivia) solandre, Gray. Bab.: G. de California. Subyénero: Pustularia, Swainson, 1840. Pustularia pustulata, Lamark. Hab.: G. de California. STROMBIDA. Género: Strombus, Linneo, 1758. Strombus galeatus, Wood. Etim.: Gr. strombus, nombre de una concha. (Aristóteles y Plinio). Sin.: Strombus galea. Etim.: Galea, la celada, morrión ó casco. Hab.: G. de California, Mazatlán. Strombus gigas, Linneo. Etim.: Estrombo gigante. En francés se llama Ala de águila. «Strombe aile d'aigle.» Hab.: Sacrificios. Strombus granulatus, Ward. Etim.: Estombo granoso. Hab.: G. de California. Strombus bituberculatus, Lamark. Hab:: Veracruz. Strombus peru vianus, Swainson. Hab.: G. de California. Strombus pugilis, Linneo. Etim.: Estrombo de aletas. Lat. púgil, aleta. Hab.: Veracruz. Strombus gracilior, Sowerby. Hab.: Costas de California. Kiener et Fischer. Sp. des Coq. viv. T. IV, p. 31. Strombus alatus, Gmelin. Hab.: Golfo de México. Ward”s Col. CERITIDA. Género: Cerithium, Adamson, 1757. Cerithium algicola, A. B. Adams. Etim.: Gr. kypvS1ov, nombre de un molusco. Ceritio del invierno. Lat. algus, el hielo, el frío. Hab.: G. de California. Cerithium stercus-muscarum, Gould. Etim.: Ceritio con picadura de moscas. Hab.: Mazatlán. Cerithium thonarigze, Sowerby. Hab.: Progreso, Yucatán, Veracruz. Cerithium nigresens, Menke. Hab.: Veracruz, Campeche, Isla de Triángu- los. Cerithiuam maculosum, Kiener. Hab.: Acapulco. Kiener et Fischer. Sp. des Cog. viv. T. V. p. 36. Hab : €. de California. Cerithium ferrugineum, Say. Hab.: G. de México. Kiener et Fischer, 1. e., Dp. 56. Subxénero: Vertagus. Vertagus germatus, Klein? Hab.: G. de Cal. Gén.: Potamides. Potamides varicosus Etim.: Potamida varicosa. Gr. mota uos, río. Sin.: Cerithium varicosum. Valenciennes. C. (potamides) hegewischi, Philippi. Potamis heyewischi, Carpenter. Cerithidea varicosa, var. mazatlanica, Carpen- ter. Cerithidea mazatlanica, Reeve. Cerithium mazatlanicum, Kobelt. Potamides sacrata, Gould. (a). Hab.: Mazatlán. B. C. A., p. 570. Potamides montagnei, Tryon. Sin.: Cerithium montagnei, d'Orbieny. Cerithidea montagnei, Carpenter. Cerithiam reevianum, C. B. Adams. Cerithidea reeviana, Mórch. Hab.: Baja California, La Paz, Isla del Cerro, Mazatlán. B. C. A., p. 571. Potamides costatus, Martens. Sin.: Strombiformis costatus, Dacosta. Strombus costatus, Montagn. Cerithium costatum, Forbes et Hanley. Cerithidea costata, Dacosta. Cerithium salmacidum, Morelet. Cerithidea salmacida, Móreh. Hab.: Yucatán, Sisal, Progreso. B. C. A., p. 572. Potamides tenuis, Pfeiffer. Sin.: Cerithidea tenuis, Reeve. Potamides sealariformis, Tryon. Hab.: Teapa (Tab.). B. C. A., p. 573. Subgénero: Pyrazus. Pyrazus incisus. Hab.: G. de Cal. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Subgénero: Cerithidea, Swainson, 1840. Cerithidea (Potamides) montagnei, var. mazatlanica. Hab.: Mazatlán. MODULIDA. Género: Modulus. Modulus modulus, Linneo. Hab.: G. de México (Ver.), Campeche. PLANAXIDA. Gén.: Planaxis, Lamark, 1822. Planaxis lineata, Lam. Etim.: Latín planus, plano; axis, eje; lineatus, rayado. Hab.: VERMETIDA. Gén.: Vermetus, Adamson, 1757. Vermetus lumbricalis, Linneo. Etim.: Vermeto, de vermes, gusano. Hab.: Playa de Veracruz. TURRITELLIDZ. Gén.: Turritella, Lam., 1799. Turritella goniostoma, Valenciennes. Etim.: 'Purritela. Gr. yovía, ángulo; TOMA, boca. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Turritella tigrina, Kiener Hab.: G. de Cal. á Panamá. MELANIIDA. (Ampularias heliciformis. B. C. A.). Gén.: Melania, Lamark, 1799. Subgénero: Pachychilus, Lea, 1850. Pachychilus glaphyrus, Morelet, 1849. Etim.: Gr. zaxus, grueso; yeilos, labio; yhagupos, elegante, adornado. Sin.: Melania immanis, Morelet. Variedad: polygonatus. « pyramidalis (a). » potamarchus (b). Hab.: Limón (Tab.), (a) Tabasco, (b) Tabasco - B. C. A., p. 445. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Pachychilus pluristriatus, F. et C. Etim.: Paquiquilo de muchas rayas. Sin.: Melania pluristriata, Say. > rubida, Lea. » labiosa, Wiegman. Pachychilus rubidus, F. et C. Hab.: Lago de Chapala (Jal.), México. Pachychilus liebmani, F. et C. Sin.: Melania liebmani, Philippí. Hab.: Playa Vicente (Ver.), México. Variedad: gracilior. Melania gassiesi, Reeve. » sallei, in litt. Brot. Pachychilus gassiesi, C. et F. Hab.: Río Teotalciazo (Oax.). B. C. A., p. 453. Pachychilus turati, F. et €. Sin.: Melania turati, Villa. > berendti, Dunker. » gassiesi, Reeve. Hab.: Río Atoyac (Ver.), Río Jamapa (Ver.): Xalapa. Córdoba. B. C. A., p. 454. Pachychilus apis, F. et C. Sin.: Melania apis, Lea. Hab.: Voracruz. B. C. A., p. 455. Pachychilus indiorum, H. et A. Adams. Sin.: Melania loevissima, Sowerby. » indiorum, Morelet. » sallei, Reeve. > radix, Brot. Hab.: San Andrés Tuxtla, Istmo de Tehuante- pec, Palenque. Variedad: costato-plicatus. > varicosus. Hab.: Palenque. B.C. A., p. 455. Pachychilus dallei, Pilsbry. Sin.: Pachychilus walli, Pilsbry. Hab.: Tehuantepec. B. C. A., p. 456. Pachychilus chrysalis, F. et C. Etim.: Paquiquilo larva. Gr. xpvcaAMhas, lar- va, crisálida. Sin.: Melania chrysalis. Brot. Pachychilus larvatus, > Hab.: San Pedro Gineta, Istmo de Tehuante- pec, Chiapas, Ixtacomitán, Teapa (Tab.). B. C. La Ja De Pachychilus panucula, F. et C. Sin.: Melania panucula. Variedad: mexicanus. Melania mexicana, Reeve. Hab.: Chiapas, (a) México. B.C. A., p. 455. Pachycehilus corvinus, H. et A. Adams. Sin.: Melania corvina, Morelet. Hab.: Montañas de Poana (Tab.). Pachychilus schiedeanus, Troshel. Sin.: Melania schiedeana. Vibex (Suga) schiedeana, Adams. Melania variegata, Wiegman. Variedad: strebelianus (a). Hab.: Río de Misantla, Arroyo Viejo (Misan- tla), Córdoba, Coatepec (a) Arroyo Palpoala (Mi- santla). B. C. A., p. 462. Pachychilus saussurei, Y. et C. Sin.: Meiauia saussurei. Hab.: B. C. A., p. 462. Pachychilus pilsbry, Martens. Sin.: Potamanax rovirosai, Pilsbry. Hab.: Montes de Poana, Sta. Gertrudis (Tab.). B. C. A., p. 463. Pachychilus (glaphyrus) bicarinatus, var. /. Hab.: Tabasco. Pachychilus graphium, Y. et C. Hab.: Yucatán. Pachychilus largillierti. Hab.: PLEUROCERIDA. Género: Goniobasis, Lea, 1862. Goniobasis lacustris, Morelet. Hab.: Goniobasis schiedeana, Pfeiffer. Hab.: Misantla. Véase Pachychilus schiedeanus. Género: Ancylotus, Say. Sinonimia: Anculosa, Say, 1821. Anculosa carinata, Brugiere. Hab.: Anculosa subglobosa, Say. Hab.: LITTORINIDA. Género: Littorina, Férussac, 1821. Littorina planaxis, Pfr. Hab.: Baja California. Littorina fasciata, Gray. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Littorina zigzag, Phil. Hab.: G. de Méx., Veracruz. Littorina rudis, Gould. Hab.: Campeche. SOLARIIDA. Género: Solarium, Lamark, 1799. Solarium gethiops, Menke. Etim.: Lat. solarium, cuadrante solar; e*thiops, etiope, negro; «cuadrante negro.» J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 125 Hab.: Veracruz. Solarium granulatum, Lamark. Etim.: Cuadrante granoso. Hab.: Golfo de Cortés. HIDROBIIDA. Etim.: Gr. U00p, agua; $106, yo vivo. Género: Amnicola, Gould, 1841. Amnicola orizabensis, Y. et C. Etim.: Habitante delos ríos. 4mnicola (latín), el que habita cerca de un río. Hab.: Orizaba. B. C. A., p. 452. Amunicola coronata, Pfr. Sin.: Hydrobia (Pyrgula) coronata, Pfr. Paludestrina coronata, Chemnitz. Pyrgeulopsis coronata, Ancey. Potamopirgus coronatus, Pilsbry. Melania spinifera, Adams Paludestrina caudeana, d'Orbigny. Paludina ornata, Morelet. Amnicola ornata, Fischer. Trigonia ornata, Tate. Amnicola ehrystallina. var. B y y, Schutt. Hydrobia chrystallina, Pfr. Pyrzulopsis spinosus, Call. et Pilsbry. Hab.: Lazo de los Cocos, Ver.: Mérida, Sehko- lak. Variedad: unicarinata. Pyrgulopsis patzcuarensis, Pilsbry. Hab.: Lago de Pátzcuaro, Veracruz. Variedad: chrystallina. Hab.: Veracruz, Campeche, Sisal. B.C. A., p. 432. Amnicola palomensis, Mart. Sin.: Bythinella palomeensis, Pilsbry. Hab.: Laguna de Palomas (Chih.). B. C. A., p. 434. Amnicola? seemani, Mart. Sin.: Hidrobia seemani, F. et C. Hab.: Durango. B. C. A., p. 435. Amnicola? bakeri, Mart. Sin.: Potamopirgus bakeri, Pilsbry. Hab.: Yautepec, Morelos. B. C. A., p. 435. PALUDINIDA,. Género: Paludina, Lamark, 1812. Vivipara. B. C. A. Vivipara inornata, Binney. Sin.: Paludina inornata, F. et C. Hab.: Chapotillo, Son. B. C. A., p. 426. Subyénero: Melantho. TL Sinonimia: Campeloma. Campeloma decisa, Say. Sin.: Helix dissimilis. Hab.: México. M. C. G. E., núm. 198. VALVATIDA. Género: Valvata, O. F. Miller, 1774. Valvata humeralis, Say. Hab.: Lagos de los alrededores de México. Variedad: pilsbry, Mart. Hab.: Lago de Pátzcuaro. Variedad: strebeli. Hab.: Ciudad de México, en compañía de Pla- norbis tenuis, Limnca attenuata y Physa oscu- lans. Variedad: patzcuarensis. Hab.: Pátzcuaro. B.C. A., p. 637. AMPULLARIIDA, Género: Ampullaria. Ampullaria flagellata, Say. Sin.: Ampullaria ochracea, Jay. Ampullaria malleata, v. Martens. reflexa. flatilis, Reeve. violacea, Val. Hab.: Río Tenoya (Ver.), Córdoba, Tabasco, Balancán, Teapa (Tab.). Variedad: sculpta. Hab.: Veracruz, Córdoba. Variedad: oaxacensis. Hab.: Monte de Mixtam, cerca de Corapam, Oux. Variedad: arata. Hab.: Vergara (Ver.), Córdoba, Lago de los Cocos, Balancan (Tab.), Río Usumacinta, Yuca- tán, Palizada, San Gerónimo. Variedad: melanostoma. Hab.: Papantla, Veracruz. Variedad: malleata, Jonas. Hab.: 'Tabasco. B. C. A., pp. 405 á 411. Ampullaria violacea, Valenciennes. Hab.: Acapuleo. B. C. A., p. 414. Ampullaria strebeli. Sin.: Ampullaria malleata, var. strebeli, F. et l; Variedad: prasina (a). Hab.: Misantla, Huatusco, (a) Misantla. B. C. A., pp. 415 y 416. Ampullaria innexa, C. et F. Hab.: Monte de Mixtam, cerca de Coapam, Onx.; Playa del Pacífico, Oax. B. C. A., p. 416. » > > 126 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Ampullaria eumicra, F. et C. Hab.: Estado de Oaxaca. B.C. A., p. 416. Ampullaria monachus, F. et C. Hab.: Sta. Efigenia, Tehuantepec. B.C. A., p. 416. Ampullaria ghiesbreghti, Reeve. Hab.: Chiapas, San Juan Bautista (Tab.), Te- nosique y baches del Río Usumacinta. Variedad: miltochilas, Reeve. - Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 418. Ampullaria yucatanensis, F. et C. Hab.: Yucatán, San Gerónimo, Dos Cenotas, Sehkolak, Mérida. B. C. A., p. 420. Ampullaria cerassum, Hauley. Hab.: Teapa (Tab.). B. C. A., p. 421. Ampullaria erogata, F. et C. Hab.j Cacoprieto, Tehuantepec. B.C. A., p. 422. Amnjtllaria caliginosa. Habu CYCLOPHORIDA, Etim.: Gr. kuklogopos, que lleva un círculo; kukhdos, círeulo; POpOS, el que lleva. Género: Cyclophorus, Montfort, 1810. Subgén.: Amphiciclotus. Etim.: Gr. aupt, de uno y otro lado; kukloros, circular, redondeado. Cyclophorus (amphicyelotus) maleri, Matt. Sin.: Amphiciclotus maleri, F. et C. Hab.: Sta. Efigenia, Tehuantepec, Tabasco. 15% (0h oo jde Ds Cyclophorus (amphiciclotus) textura- tus, Mart. Etim.: Cicloforo entretejido. Sin.: Oyelostoma texturatus, Sowerby. Hab.: Tehuantepec, Cerro de Plumas, cerca de Puerto Angel. B. C. A., p. 6. Cycelophorus (amphiciclotus) boucardi, Mart. Sin.: Cyelostoma (eyelophorus) boucardi, Pfr. Amphiciclotus boucardi, F. et C. Hab.: Córdoba (Ver.). B. C. A., p. 6. Cycelophorus (amphiciclotus) lutescens, Mart. Etim.: Cicloforo blando como arcilla. Sin.. Cyelostoma (ecyelophorus) lutescens, Pfr. Cyclostoma lutescens, Pfr. Habrapoma lutescens, F. et C. Cyelotus cooperi, Tryon. Hab.: Mazatlán (Sin.), Panistlahuaca, cerca de Río Verde (Oax.). B. C. A., pp. 6 y 7. Género: Aperostoma, Tróschel, 1847. «xmpos, no mutilado; 07o ua, boca. Subgénero: Cystotoma, Mórch, 1852. (Habropoma, Crosse et Fischer, 1880). Etim.: Etim.: Gr. kupros, encorvado; 70u7, corte. Cyclophorus (ecystotoma) mexicanus, Mart. Sin.: Oyelostoma mexicanum. Cyclotus mexicanus. Cycelophorus mexicanus. Habropoma mexicanum. Hab.: Papantla, en Jos bosques, al N. de Ve- racraz; Cuesta de Misantla (Ver.), Misantla, Xa- INTO 10 (Oe Non 100 Ue Cyelophorus (eystotoma) salleanus, Mart. Sin.: Cystotoma mexicanum, Menke. Cycelophorus mexicanus, B. Pfr. Habropoma salleanus, F. et C. Hab.: Córdoba (Ver.), Barranca de Sta. Ma- ría, cerca de Mirador, Orizaba, Misantla, Quila- te, Atoyac, Coatepec, Xalapa. B.C.A., pp. 7y8. Género: Megalostoma, Swainson, 1840. Etim.: Gr. péya, grande; 1layua, borde; OTUNA, boca; boca de borde grande. Megalosto- ma, boca grande ó ancha. Tomocyclus, tomos, cortado; kulkdos, círeulo: «círculo recortado.» Subgénero: Tomocyclus, C. et F., 1872. Megalostoma (tomocyclus) gealei, Mart. Sin.: Tomocyelus gealei, C. et F. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 10. Megalostoma (tomocyelus) guatemalen- se, Mart. Sin.: Cycelostoma guatemalense, Pfr. Tomoceycelus guatemalense, C. et F. Hab.: San Martín Tuxtla, al Sur del E. de Ve- racruz DO A Sp AUe Género: Pterocyelus, Benson, 1832. Etim.: Gr. zrepor, ala; kUklos, circulo; Pe- ristoma circular en forma de ala uno de sus bor- des. Subgénero: Cyclotus, Guilding, 1840. (Fam. Cyelophoride; Gén. Cyelotus: Subgén. Aperostoma). B. C. A. Cyclotus (aperostoma) dysoni, Pfr. Sin.: Cyelotus dysoni. Cyclophorus dysoni. Platystoma (aperostoma) dysoni. Neocyelotus dysoni. Cyclophorus translucidus. Cyelotus translucidus. Variedad: ambiguus (a). » berendti (b). Hab.: Río Grande (Oaxaca); Ixtapa y Panis- tlahuaca (Oax.); Chiapas, Tabasco, Teapa, Mon- J. DIAZ DE LEON. MOLLUSCA. tañas de Poana, Yucatán, Campeche, Tabí, al NE. de Yucatán, Silam, Tekanto, Labna, Tun- kas, Ticul, Tilpech, Mirador, (a) Soledad, entre Córdoba y Orizaba; (b) Yucatán, Campeche, Ve- racruz, Mirador. B. C. A., pp. 3 y £. CYCLOSTOMATIDA. Gén.: Choanopoma, L. Pfeiffer, 1847. Choanopoma chiapasense, F. et C. Etim.: Gr. po«wvos, embudo; aux, opéreulo. Opérculo en forma de embudo. La variedad majus del Choanopoma trochleare. Hab.: Chiapas. B. C. A., p. 13. Choanopoma sumichrasti, C. et F. Hab.: Istmo de Tehuantepec. B. C. A., p. 13. Género: Cístula, Gray, 1850. Subgénero: Chondropoma, L. Pfeiffer, 1847. Chondropoma cordobanum, Pfr. Sin.: Cyelostoma (chondropoma) cordobanum, Pfr. Hab.: Córdoba (Ver.), Atoyac. B.C.A., p. 17. Chondropoma largillierti, Reeve. Etim.: xovdpos, cartilazo; 7d ua, opérculo. Sin.: Cyelostoma largillierti, Pfr. Choanopoma largillierti, Gray. Cístula largillierti, Pfr. Hab.: Yucatán, Mérida, Campeche. B.C. A., polo: Chondropoma vespertinum, Y. et C. Sin.: Cyelostoma vespertinum, Morelet. Hab.: Ruinas de Palenque (Chiapas). B.C.A., pe 19. Chondropoma truncatum, Pfr. Sin.: Cyclostoma triculatum, Wiegman. Hab.: México BECAS ip 20: HIPPONYCIDA. Género: Hipponyz, Deframe, 1819. Hipponyx incurvus. Etim.: Gr. Zxros, caballo: ovvég, uña; latín incurvus, encorvado. Hab.: CAPULIDA. Etim.: En latín capulus significa el féretro, ataúd ó caja en que se encierran los cadáveres. En Cicerón tiene el significado de puño de la es- pada. El género Capulus tiene por sinónimo Pi- leopsis, aspecto de sombrero, de 11105, sombrero. Parece más natural referir á esta voz la etimolo- gia. Género: Crucibulum, Schumacher, 1817. Crucibulum imbricatum, Sow. Hab.: G. de Cal. á Panamá. Crucibulum auriculatum, Chemnitz. Hab.: México. Género: Crepidula, Lamark, 1799. Crepidula dorsata. Variedad: lingulata, Brodesip. Etim.: Latín, zapatilla. Crepida es un zapato como el que usan en la República Mexicana los rancheros, llamado de orejas y que s2 amarran con una tira de vamusa. Hab.: G. de California. Crepidula aculeata, Gmelin. Etim.: Zapatilla de punta. Latín aculeata, agu- zada. Hab.: Mazatlán. Orepidula fornicata. Etim.: Zapatilla abovedada. Lat. fornicata, formada como bóveda. Hab.: G. de Cal. NATICIDA. Género: Natica, Adamson, 1757. Natica pritehardi, Forbes. Hab.: La Paz, G. de Cal. Natica catenata, Philips. Etim : Natica esterada. En Marc. hay esta lo- eución: catenata lagena, botella ó frasco estera- do, cubierto de mimbres ó juncos. Catenata es decir que tiene el aspecto de estar cubierta, de- bido á sus dibujos. Hab.: G. de Cal. Natica cancrena, Linneo. Hab.: Veracruz. VNatica ovum, Lamark. Hab.: G. de México, Veracruz. Natica glauca, Valenciennes. Hab.: G. de Cal. Natica (lunatia) bifasciata, Gray. Hab.: La Paz, G. de Cal. Natica (lunatia) otis, Bradesip. Hab.: G. de Cal. JANTHINIDA. Género: Janthina, Lamark, 1799. Janthina striulata, Carpenter. Etim.: ZavS1vos, violeta; lat. striulatus, es- triado. Hab.: Mazatlán. 128 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. SCALARIIDA. Género: Scalaria, Lamark, 1801. Sinonimia: Seala. Scala scipio, Dall. Hab.: Veracruz. Scala centiquadra, Mórch. Hab.: Hateras á Yucatán. SUBORDEN LI. SCUTIBRANCHIATA. PROSERPINIDZE. Género: Proserpina, Gray, 1859. Subgeénero: Ceres. Proserpina (ceres) eolina, Mart. Sin.: Carocolla eolina, Duelos. Odontostoma (Carocolla) eolinus, Pfr. Ceres eolina, Gray. Hab.: México, E. de Veracruz, Huatusco, Ba- rranca de Dos Puentes, Oerros de Plumas y de Palma, Sierra de Matlaquihuahuitl, cerca de Tox- pam. B.C. A., pp. 44 y 609. Proserpina (ceres) salleana, Pfr. Sin.: Ceres salleana, Gray. Hab.: Córdoba, Huatusco, Barranca de Dos Puentes, Cerro de Plumas. B. C. A., p. 45. Proserpina (ceres) nelsoni, Mart. Sin.: Ceres nelsoni, F. et C. Hab.: Pilitla, cerca de San Luis Potosí. B. C. A., p. 609. Subgénero: Proserpinella. Proserpina (proserpinella) berendti, Mart. Sin.: Proserpinella berendti, Bland. Hab:: Mirador. B.C. A., p. 45. HELICINIDA. Gén.: Helicina, Lamark, 1799. Helicina ghiesbreghti, Pfr. Hab.: Irapuato, cerca de Guanajuato; Chiapas. BACCAS PS; Helicina amoena, Pfr. Sin.: Helicina purpurea flava, Morelet. Hab.: Yucatán, Campeche. B.C. A., p. 28. Helicina cinctella, Schuttleworth. Sin.: Helicina botteriana, Pfr. Hab.: Córdoba, Veracruz, Cerro de Plumas, Mirador, Orizaba, Tepic (Jal.). B. C. A., p. 29. Helicina zephyrina, Duclos. Sin.: Helicina turbinata, Wiegmann. Hab.: Tampico, Jalapa, Mirador, Córdoba, Huatusco, Papantla, Misantla, Río de Misantla (Vers). BC AACp OD Helicina sinuosa, Pfr. Hab MEXICO BAC ASIPDASZ Helicina deppeana, v. Mart. Sin.: Helicina turbinata, var. Pfr. Helicina cordillera, Sowerby. Hab Mexico Jalapa, Soledad, Yalalag, al Sur de Villa Alta (Oax.). B. C. A., p. 32. Helicina cordilleree, Sallé. Hab.: Volcán de Orizaba á 12,000 pies. B. C. ZNog Da 3de Helicina chrysocheila, Binney. Variedad: schuttleworthi, Binney (a). Hab.: México, Tamaulipas, Tampico, (a) Cór- doba. B. C. A., p. 33. Helicina tenuis, Pfr. Sin.: Helicina ambeliana, Sowerby. » vernalis, Morelet. > lindani, Pfr. » chiapensis, Pfr. Hab.: Sayula (Jal.), Irapuato (Gto.); Soledad, entre Córdoba y Orizaba: Chiapas, Teapa y San Juan Bautista (Tabasco); Tapinapa, Yucatán. B. C. A., p. 34. Helicina fragilis, Morelet. Variedad: elata, Schuttleworth. » merdiguera, Sallé. Hab.: Córdoba (Ver.), Veracruz, México, Omil- teme. B. C, A., p. 35. Helicina succincta, sp. n. Mart. Hab.: Córdoba, Misantla, Tlacolula. B. C. A., p. 36. Helicina raresulcata, Pfr. Hab.: Veracruz. B.C. A., p. 36. Helicina arenicola, Morelet. Hab.: Sisal (Yuc.). B. C. A., p. 36. Helicina punctisulcata, sp. n. Mart. Hab.: Omilteme (Gro.) 4 8,000 pies. B.C. A., p. 36. Helicina durangoana, Maurson. Hab : Sierra Madre, Ventanas (Dgo.). B. C. LNo9 109 EMO Helicina delicatula, Schutt. Sin.: Helicina heloisee, Sallé. > flavida, var. Strebel. Variedad: albida (a). Hab.: Córdoba. Veracruz, México, S. Carlos (Oax.), (a) Atoyac. B. C. A., p. 37. Helicina oweniana, Pfr. Hab.: Chiapas, Teapa (Tab.). B. C. A., p. 38. Helicina notata, Sallé. Hab.: México, Córdoba, Atoyac. B. C. A., p. 38. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 129 Helicina flavida, Menke. Sin.: Helicina trossula, Morelet. Variedad: strebeli, Pfr. brevilabris, Pfr. Hab.: Cuernavaca, Papantla, Veracruz, Misan- tla, Mirador, Córdoba, Atoyac, Tabasco, Teapa, San Juan Bautista, Chiapas. B. C. A., p. 38. Helicina borealis, sp. n. Mart. Hab.: Villa Lerdo (Dxo.). B. C. A., p. 40. Helicina lirata, Pfr. Sin.: Helicina unidentata, Pfr. Variedad: rusticella. Hab.: Veracruz, Chiapas, Teapa y San Juan Bautista (Tab.): Yucatán, Isla del Carmen, €. de Campeche. B. C. A., p. 41. Helicina mohriana, Pfr. (Dudosa). Hab.: Orizaba. B. C. A., p. 42. Helicina leevis, Pfr. Hab.: Baja California. Helicina orbiculata, Say. Hab.: Monterrey, N. L. Helicina zephyrina dientensis, Dnclos. Hab.: Monterrey, N. L. Subzénero: Schazichila, Schuttleworth. Schazichila nicoleti, Pfr. Sin.: Helicina nicoleti, Pfr. Hab.: Córdoba, Cerro de Plumas, Jalapa. B. IAS, p: 43. Schazichila panucea, Sehutt. Sin.: Helicina panucea, Morelet. Helicina alata, Sowerby. Variedad: B misantlensis, F. et C. (a). Hab.: Aguascalientes, Jalapa, (a) Misantla. B. C. A., p. 43. Schazichila alata, Mart. Sin.: Helicina alata, Menke. panucea, Reeve. Hab.: México, Córdoba, Veracruz, Mirador y San Cristóbal, cerca de Orizaba; Atoyaó, Jalapa, Misantla, Orizaba. B. C. A., p. 608. Schazichila fragilis, Pilsbry. Hab.: Diente, cerca de Monterrey, N.L. B.C. A., p. 608. Schazichila vanatlai, Pilsbry. Hab.: Diente (Monterrey), N. L. B.C. A., p. 608. Schazichila hidalgoana, Dall. Hab.: Encarnación (Hgo.). B.-C. A., p. 608. > > NERITIDA. Género: Nerita, Adamson, 1757. Nerita scabricosta, Lamark. Etim.: vrypiris, nombre de una concha (Aris- tóteles) de costillas rugosas; scabrum, 1Ugoso; costa, costilia. Hab.: G. de California á Panamá. Nerita versicolor, Lamark. Etim.: Nerita de varios colores. lor, de varios colores. Hab.: Veracruz. Nerita tessellata, Gmelin. Etim.: Nerita adornada con cuadritos. tessellatus, tejido ó adornado con cuadros. Hab.: E. de California. Nerita bernhardi, Reclus. Etim.: Nerito de Bernhardt. Hab.: G. de California. Género: Neritina, Lamark, 1809. Sinonimia: Veritella, Humphry, 1797. Neritina punctulata, Mart. Etim.: Neritina, diminutivo de Nerita, prin- gada. Sin.: Neritina fuscllabris, Wiegman. aperta, Budgin. pulligera, Deshayes. Hab.: Ríos de Misantla y Colipa. B. C. 470. Neritina lineolata, Mart. Etim.: N, rayada ó listada. Sin.: Neritina clandestina, Menke. olivacea, Wiezmann. gravis, Morelet. floridana, Sehuttleworth. Neritella reclivata, Say. Variedad: reclivata (a). 'Teodoxus reclivatus. Neritina microstoma, Variedad: reticulata (b). Hab.: Tabasco, Yucatán, Isla del Carmen, Tampico, Río de Tecolutla, Río de Misantla, Ve- racruz, Tenoya, Cerro de Palma (Córdoba), San Carlos (Oax.), (a) Tampico, Río de Tecolutla, Veracruz, San Carlos (Oax.), (b) Tampico, Vera- eruz. B. C. A., pp. 471-473. Neritella reclivata, Say. Hab.: Río Jamapa (Ver.). Neritina cassiculum, Mart. Etim.: N. redecilla. Lat.-cassiculum, red pe- queña. Hab.: Mazatlán. B.C. A., p. 474. Neritina mexicana, Mart. Hab.: México A Neritella virginea, Linneo. Hab.: Actopam (Ver.). Lat. versico- Latín » > =D: > > >» 130 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. == ————- — TURBINIDA. Género: Turbo, Linneo, 1758. Turbo fluctuosus, Wood. Etim.: Trompo ondulado. Sin.: Callopoma fluctuosum (Carpenter. Maza- tlán shells, p. 223). Turbo fokkeri, Jonas. » — assimilis, Kiener. Var. B: Turbo tessellatus, Kiener. Turbo moltkianus, Reeve. Hab.: México, California (Carpenter). L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. IX, p. 61. Callopoma fluctuosum, Carp. Hab.: G. de Cal. (Mazatlán?). Turbo squamiger, Reeve. Hab.: Costas occidentales de México. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. IX, p. 95. Género: Astralium, Link, 1807. Subgénero: Lithopoma, Gray, 1850. Lithopoma tuber, Chemnitz. Etim.: Litopoma albérehigo. Gr. A¿505, pie- dra; 79 ua, opérculo; latín tuber, albérchigo. Sin.: Trochus tuberculatus major, Martini. Turbo tuber, d'Orbigny. Trochus tuber, Linneo. Hab.: Veracruz. Subgénero: Uvanilla, Gray, 1850. Uvanilla olivacea, Mawe. Hab.: G. de Cal. 4 Panamá. Uvanilla nuguis, Mawe. Hab.: G. de Cal. 4 Panamá. Subgénero: Pomaulax, Gray, 1850. Pomaulax undosus, Woodward. Etim.: 4pua, opérculo; adas, surco; lat. undosus, ondeado. Sin.: Calear undosum, Woodward. Trochus gigas, Anton. Trochus undosus, Woodward. Hab.: Bahía Sta. María Magdalena (Cal.). Género: Phasianella, Lamark, 1804. Phasianella compta, Gould. Hab.: Mazatlán. TROCHIDA. Género: Trochus, Linneo, 1758. Trochus saxosum, Philippi. Etim.: Gr. zpoxos, rueda; lat. saxLosum, pe- troso, Sin.: Calcar saxosum, Philippi. Hab.: Golfo de México (Ver.). L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 19. Trochus olivaceus, Wood. Sin.: Calcar olivazeum, Wood. Trochus erythrophthalmus, Philippi. Trochus brevispinosus, Valenciennes. Hab.: Mazatlán. (G. de Cal.). L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. Il, p. 47. Trochus gibberosus, Chemnitz. Sin.: Calcar gibberosum, Chemnitz. Trochus ineequalis, Martyn. Trochus diadematus, Vatenciennes. Hab.: Acapulco. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. II, p. 48. Trochus bushi, Philippi. Sin.: Calear bushi, Phil. Trochus-inermis, Lamark. Turbo bushi, C. B. Adams. Hab.: G. de Cal. 4Panamá. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 50. Trochus multiper, var. B, Jonas. Sin.: Trochus nuguis, Wood. Calcar nuguis, Wood. Trochus amictus, Val. + Turbo digitatus, Desh. Hab.: Acapulco (Deshayes). L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 53. Trochus doliarius, Chemnitz. Sin.: Trochus canaliculatus, Martyn. Zizyphinus canaliculatus, Reeve. Hab.: Costas de California. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 71. Trochus canaliculatus, Martin. Hab.: Baja California. Trochus annulatus, Martin. Sin.: Zizyphinus annulatus, Reeve. Trochus virgineus, Chemnitz. Trochus moniliferus, Philippi. Hab.: California. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 74. Hab.: Baja California. Trochus carneolus, Lamark. Sin.: Trochus fasciatus, Bom. Trochus dentatus, Gmelin. Hab.: Veracruz, Costas de México. L. C. Kie- ner. Sp. des Coq viv. T. XII, p. 195. Trochus reticulatus, Wood. Hab.: Costas de México. L.C. Kiener. Sp. des Cog. viv. T. XII, p. 212. Trochus rugosus, A. Adams. Sin.: Chlorostoma rugosum, A. Adams. Hab.: G. de California. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XIL p. 231. Trochus scalaris, Anton. Sin.: Globulus indusi, Chemnitz. Trochus canaliculatus, d'Orbigny. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Monodonta livido-maculata, Adams. Hab.: G. de México. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 253. Trochus gallina, Forbes. Sin.: Trochus (monodonta) pyriformis, Gould. Hab.: Costas de California, Baja California. Chlorostoma gallina, Forbes. Hab.: Isla Catalina (Cal.). Nota: Kiener dice: «Por los caracteres de su columela, esta especie constituye el punto de transición entre los Chlorostoma de la costa O. de América del Norte y los Tegula.» Trochus ligulatus, Meuke. Sin.: Omphalius ligulatos, Carp. > fuscecens, >» (Hab.: Isla Catalina). Hab.: Mazatlán, G. de Cal. L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XIT, p. 383. Trochus aureotinctus, Forbes. Sin.: Turbo cataníferus. Hab.: Acapulco. (Véase Omphalius aureotinc- tum). L. C. Kiener. Sp. des Coq. viv. T. XII, p. 91. Trochus tampaensis. Hab.: Veracruz, Progreso, Yucatán. Género: Neomphalius, Fischer, 1885. Sinonimia: Omphalius, Philippi. Omphalius indusi, Philippi. Hab.: Omphalius aureotinctum, Forbes. Hab.: G. de California. Omphalius fasciatus, Born. (¿Trochus car- neolus?). Hab.: Veracruz. HALIOTIDA. Género: Haliotis, Linneo, 1735. Haliotis splendens, Reeve. Etim.: Gr. «As, mar; 005, «¿JTOS, oreja. Hab.: Mazatlán, Baja California. FISSURELLIDA. Género: Fissurella, Brugiére, 1789. Fissurella alternata, Suy. Etim.: Lat. fissura, hendidura. Hab.: Veracruz. Fissurella barbadensis, Gmelin. Hab.: Veracruz. Fissurella virescens, sowerby. Hab.: Mazatlán, Veracruz. Fissurella nodosa, Bompland. Hab.: Veracruz. Fissurella alba. Hab.: Mazatlán. Fissurella glauca, Kiener. EADMER Fissurella cancellata, Sowerby. HAMMER Fissurella geminulata, Reeve. ADAME Fissurella fascicularis. ED MÉX Género: Fissurellidea, A. d'Orbigny, 1839. Fissurellidea pustulata, Linneo. Hab.: Veracruz. Fissurellidea fascicularis, Lamark. Hab.: Veracruz. Subgén.: Lucapina, Gray, 1840. Lucapina crenulata, Sow. Bab.: Baja California. ACMZEIDA. Género: Acmiza, Eschscholtz, 1828. Acmeea mesolenca, Menke. Etim.: Gr. «kpuaios, vigoroso; usaos, medio; leukos, blanco. Hab.: Mazatlán. Acmea spectrum, var. striata, Nuttall. Hab.: B. Cal. Subgén.: Lotia, Gray, 1847. Lotia zizantea, Gray. Hab.: California. PATELLIDA. Género: Patella, Lister, 1688. Patella discors, Philippi. Hab.: Mazatlán. Patella fascicularis, Meuke. Hab.: Mazatlán. Subgénero: Vacella, Schumacher, 1817. Nacella incessa, Hinds. Hab.: Baja California. ORDEN: POLYPLACOPHORA. CHITONIDZ. Gén.: Chiton, Linneo, 1758. Chiton (callistochiton) decoratus. Etim.: Gr. xi7097, túnica, oscabrión. Hab.: B. California. Chiton (pallochiton) lanuginosus. Hab.: B California. 132 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Chiton conspicua, Carpenter. Hab.: B. California. Chiton stelleri, Midd. Hab.: B. California. Chiton articulatus, Sowerby. Hab.: Tepic. PELECIPODA. Historia: Goldfuss propuso en 1821 el nombre de Pelecypoda para los moluscos que Aristóteles llamó 4¿50pa: y Turnefort en 1742 había lla- mado Ditoma. En 1757 Adamson los llamó Con- che. En 1767 fueron los Bivalvia de Linneo y en 1788 los Acephala de Cuvier. Blainville en 1816 los designó con el nombre de Lamellibranchiata y en 1818 Lamark los llamó Conchifera. Muchas otras denominaciones ha llevado esta clase, como Elatobranchiata (Menke, 1830), Dithyra (Turtou, 1822), etc., prevaleciendo en el uso científico mo- derno la de Pelecypoda. Etimología: (Gr. réldekus, segur, guadaña; TOUS, TODOS, pie. Pelecipodo es sinónimo de molusco bivalvo. ORDEN: TETRABRANCHIATA. Suborden: Ostracea. . le % . Etim.: TeTpakiS, cuatro; Ppayxra, branquias; oorpakov, concha. OSTRAIDA, Suborden: Pseudolamellibranchiata. B.C. A. Género: Ostrea, Linneo, 1758. Ostrea virginiana, Lister. Etim.: Latín ostrea, ostra. Hab.: Costas de México. Ostrea irridens, Gray. Hab.: Baja California. Ostrea frons, Linneo. Hab.: ANOMIIDA. Género: Anomia, Linneo, 1767. Anomia glabra, Verrill. Etim.: Gr. «vopos, irregular; lat. glabrum, liso. Hab.: Veracruz. Anomia lampe, Gray. Hab.: SUBORDEN: PECTINACEA. SPONDYLIDA. Gén.: Spondylus, Linneo, 1758. Spondylus croceus, Chemnitz. Etim.: Espondilo azafranado. Hab.: G. de Méx., Veracruz. Spondylus princeps, Brodesip. Hab.: Golfo de México y de California. Spondylus gunoni, Costa. Hab.: G. de Méx. á las Antillas. Marine mo- llusks, IV. H. Dall. LIMIDA. Género: Lima, Brugiére, 1742. Lima sceabra, Born. Hab.: G. de Cal. PECTINIDA, Género: Pecten, Lamark, 1799. Pecten subnodosus, Sowerby. Etim.: Lat. pecten, peine; subnodosus, algo nu- doso. Hab.: Playa de Mulegé (G. de Cortés). Pecten nodosus, Linneo. Hab.: Veracruz. Pecten turgidus, Lamark. Hab.: Veracruz. Pecten ventricosus, Sowerby. Hab.: Ver.? Pecten ornatus, Lamark. Hab.: Veracruz. Pecten fusco-purpureus, Conrad. Hab.: Veracraz. Pecten jacobeus. Hab.: Mulegé. Pecten dislocatus. Hab.: Ver., Barra de Sta. Ana. Género: Amusium, Amusium mortoni, Say. Hab.: G. de Méx. á Haití. Dall. SUBORDEN III. MYTILACEA. AVICULIDA. Pseudolamellibranchiata. B. C. A. Género: Avicula, Klein, 1753. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 133 Avicula sterna, Gould. Etim.: Lutín avicula, avecita; sterna, aplanada, Hab.: Ver.? Avicula attlantica, Lam. Hab.: Hateras á Venezuela. Avicula crocata, Sowerby. Hab.: Veracruz. Avicula margaritiphora. Hab.: Subgén.: Meleagrina, Lamark, 1812, Sinonimia: Margaritiphora, Megeole, 1811. Margaritiphora fimbriata, Dunker. Sin.: Margaritana margaritiphora, Linn. Margaritophora fimbriata, Dunker. Hab.: G. de Cal., Tepic, Mazatlán. Género: Perna, Brugiére, 1792. Perna obliqua, Lamark. Hab.: Ver.? Género: Pinna, Linneo, 1758. Pinna rugosa, Sowerby. Hab.: G. de México. Pinna muricata, Linneo. Hab.: G. de México, Laguna de Términos, Campeche. MYTILIDA. Género: Modiola, Lamark, 1801. Modiola hamatus, Say. Etim.: Modiolus, vaso pequeño para beber. Sin.: Mytilus hamatus, Say. Hab.: Veracruz. Modiola tulipa, Lamark. Hab.: Playa de Veracruz. Subgénero: Mytilus. Mytilus exustus, Linn. Hab.: (Ver.). Desde Charleston hasta el Brasil. Subgénero: Dacrydium, Torell, 1859. Dacrydium vitreum, Molbóll. Hab.: Campeche. SUBORDEN IV. ARCACEA. ARCIDA. Género: Arca, Linneo, 1758. Arca lienosa, Say. Hab.: Barra de Sta. Ana, Ver. Arca nogze, Linn. Hab.: Veracruz. Arca helblingi, Brugiere. Hab.: Veracruz. Arca incongrua, Say. Hab.: Lag. de Términos, G. de México. Arca grandis, B. et L. Hab.: Mazatlán. Arca jamaicensis, Gmel. Hab.: G. de Méx. Desde N. Carolina á Vene- zuela. Subgénero: Barbatia, Gray, 1840. Barbatia gradata, Brodesip. Hab.: Veracruz. Género: Macrodon. Macrodon asperula, Dall. Hab.: De Fernandina á Yucatán. Género: Limopsis, Sani, 1827. Limopsis cristata, Jeffreys. Hab.: Norway á Yucatán. NUCULIDAL. Género: Nucula, Lamark, 1799. Nucula cimella, Dall. Hab.: Florida Str. á Yucatán. Nucula verrilli, Dall. Hab.: Rhode island 4 Yucatán. LEDIDAZ, Dal. Género: Leda, Sehumacher, 1817. Fam.: Nueulide. Leda solidula, Smith. Hab.: Hatteras al Brasil. (Costas de México?). Subgénero: Yoldia, Meeller, 1842, Fam.: Nueulide. Yoldia solenoides, Dall. Hab.: Min. Delta á Yucatán. Yoldia liorhina, Dall. Hab.: G. de Méx. á Barbadas. SUBORDEN V. SUBMYTILACEA. UNIONIDA.* * Synopsis of the Nayades, or pearly fresh- water mussels by Charles Terrey Simpson. Subfamilia: Unioninse, Swainson, 1840. (Heterogen=). Género: Lampsilis, Rafinesque, 1820, Lampsilis anodontoides. Variedad: floridensis, Lea. Sin.: Unio floridensis, Lea. Margaron (unio) floridensis, Lea. 152108 IMSÍCO emos Ch. F. Simpson. Syn. of the Naiades, p. 544. (Proc. of the N. M. Wash., núm. 1,205). 134 Lampsilis rovirosai, Pilsbry. Sin.: Unio (lampsilis) rovirosai, Pilsbry. Hab.: Laguna de Atasta, cerca de S. Juan Bau- tista. Obra citada, p. 568. Lampsilis saladoensis, Lea. Sin.: Unio saladoensis, Lea. Margaron (unio) saladoensis, Lea. Hab.: Río Salado, Nuevo León. Obra citada, p. 569. Lampsilis umbrosus, Lea. Sin.: Unio tampicoensis, var. umbrosus. Unio umbrosus, Lea. Margaron (unio) umbrosus, Lea. Unio veracrucensis, Lea. Margaron (unio) veracrucensis, Lea. Hab.: Río Salado, Río Medellín. B. C. A. Ch. J. Simpson da por Habitat: Veracruz, p. 570. Lampsilis berlandieri, Lea. Sin.: Unio berlandieri, Lea. Margaron (unio) berlandieri, Lea. Hab.: Río Bravo (Matamoros). B. C. A. Obra eitada, p. 570. Lampsilis tampicoensis, Lea. Sin.: Unio tampecoensis, Lea. Margarita (unio) tampecoensis, Lea. Margaron (unio) tampecoensis, Lea. Unio hermanni, Lea. Margaron (unio) hermanni, Lea. Hab.: Ríos Tampico, Moctezuma y Medellín. B. C. A. y obra citada, p. 570. Lampsilis tecomatensis, Lea. Sin.: Unio tecomatensis, Lea. Hab.: Río Tecomata, Méx., Río Cosamaloa- pam. B. C. A. y obra citada, p. 571. Lampsilis lividus, Simpson. Sin.: Unio testudineus, Reeve. Unio explicatus, F. et C. Hab.: Río Usumacinta, cerca de Balancan. Obra citada, p. 571. Lampsilis alienigenus, C. et F. Sin.: Unio alienigenus, C. et F. Haub.: Coatzacoalcos, Ver. Obra citada, p.572. Lampsilis aztecorum, Philippi. Sin.: Unio aztecoruam, Philippi. Margaron (unio) aztecorum, Lea. Hab.: Río San Juan, Zimapam, Río Misantla. Obra citada, p. 572. Lampsilis metallicus, Say. Sin.: Unio metallicus, Say. Unio cuprinus, Lea. Marzarita (unio) cuprinus, Lea. Margaron (unio) cuprinus, Lea. Unio aereus, Reeve. Hab.: Lazo de Chalco. Obra citada, p. 573. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Lampsilis secutulatus, Morelet. Sin.: Unio scutulatus, Morelet. Hab.: Yucatán. Obra citada, p. 576. Lampsilis paludosus, Morelet. Unio paludosus, Morelet. Hab.: Yucatán, cerca de S. Gerónimo. Obra citada, p. 576. Lampsilis planivalvis, Morelet. Sin.: Unio planivalvis, Morelet. Hab.: Río Usumacinta. Ch. J. Simpson. Naia- des, p. 576. Lampsilis largillierti, Philippi. Sin.: Unio largillierti, Phil. Hab.: Yucatán. Ch. J. Simpson. Naiades, p. SU Gén.: Nephronaias, Crone et Fischer, 1893. Nephronaias medellinus, Lea. Etim.: Gr. veppos, riñón; Naíes, Náyade. Sin.: Unio medellinus, Lea. Margarita (unio) medellina, Lea. Margaron » > Lea. strebeli, Lea. Hab.: Veracruz, Río Medellín. Ch. T. Simp- son. Naiades, p. 592. Nephronaias sapotalensis, Lea. Sin.: Unio sapotalensis, Lea. Margaron (unio) sapotalensis, Lea. Hab.: Río Sapotal (Ver.), cerca de Tlacotál- pam. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 591. Nephronaias tehuantepensis, C. et F. Sin.: Unio tehuantepensis, C. et F. Hab.: Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Ch. T. Simpson. Naiades, p 594. Nephronaias «eruginosus, Morelet. Sin.: Unio s«eruginosus, Morelet. Hab.: Río Michol y Palenque (Chiapas). Ch. T. Simpson, p. 595. Nephronaias rugulosus, Charpentier. Sin.: Unio rugulosus, Charp. - Hab.: Méxigpz==-.. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 596. Nephronaias persulcatus, Lea. Sin.: Unio mexicanus, Lea. Unio persulcatus, Lea. Unio caprinus, var. C persulcatus, Lea. Margaron (unio) persulcatus, Lea. Hab.: México, Palenque? Ch. T. Simpson. Naiades, p. 596. Nephronaias calamitarum, Lea. Sin.: Unio cuprinus, Lea. Margaron (unio) calamitaram, Lea. Hab.: México, Balentie, cerca de Palenque. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 596. Nephronaias tabascoensis, Charpentier. » » J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 135 Sin.: Unio euprinus, var. tabascoensis, Lea. Margaron (unio) tabascoensis, Lea. Hab.: México, cerca de Palenque. Ch. T.Simp- son. Naiades, p. 596. Nephronaias plicatulus, Charpentier. Sin.: Unio plicatulus, Charp. Hab.: México Ch. T. Simpson. Naiades, ROT: Nephronaias melleus, Lea. Sin.: Margaron (unio) melleus, Lea. Hab.: México Ch. T. Simpson. Naiades, p. 597. Género: Plagiola, Rafinerque, 1819. Plagiola cognata, Lea. Sin.: Margaron (unio) cognatus, Lea. Hab.: Río Salado, N. L., Méx. Ch. T. Simp- son. Naiades, p. 606. HOMOGENA2Z. Género: Anodonta, Lamark, 1799. Anodonta coarctata, Anton. Sin.: Anodonta chapalensis, C. et F. Hab.: Lago de Chapala (Jal.). Ch. T. Simpson. Naiades, p. 630. Anodonta exilior, Lea. Sin.: Anodonta chalcoensis, C. et F. Hab.: México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 630. Anodonta dejecta, Lewis. Sin.: Anodonta mearusiana, Simpson. Hab.: N. O. México. Ch. T. Simpson, p. 630. Anodonta imbecillis, Say. Sin.: Margaron (anodonta) imbecillis, Lea. Anodonta incerta, Lea. Anodon horda, Gould. Anodonta hordeum, Petel. Hab.: SO. Matamoros. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 635. Anodonta heuryana, Lea. Hab.: NO. México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 635. Anodonta globosa, Lea. Sin : Anodon nopalatensis, Sowerby. Margaron (anodonta) nopalatensis, Lea. Hab.: México, ¿Nopala? Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 646. Anodonta tabascoensis, Morelet. Hab.: Tabasco. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 616. Anodonta lurulenta, Morelet. Hab.: Yucatán. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 647. Gén.: Unio, Retzius, 1788. Unio coloratus, Charpentier. Etim.: Unio, unionis, la perla unión (Plinio). Concha perlífera. Hab.: Río Medellín (Ver.). Naiades, p. 70). Unio callorus, Lea. Hab.: México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 701. Unio mexicanus, Philippi. Sin.: Margaron (unio) mexicanus, Lea. Hab.: México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 701. Unio plexus, Conrad. Sin.: Margarita (unio) carbonarius, Lea. pliciferus, Lea. Hab.: Veracruz, Río Jamapa. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 701. Unio erocodrilarum, Morelet. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 702. Unio semigranosus, V. den Busch. Sin.: Unio carbonarius, var. semigranosus, Peoetel. Margaron (unio) semigranosus, Lea. Hab.: Veracruz á Tampico, Río Pánuco, Tu- lijá. Ch. T. Simpson, p. 702. Unio corium, Reeve. Hab.: Chiapas. Unio testudineus, Morelet. Sin.: Unio semigranosus, Reeve. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 702. Unio psoricus, Morelet. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 703. Unio discus, Lea. Sin.: Unio panamensis, v. dem Busch. Unio mexicanos, Sowerby. Hab.: Río Moctezuma. Ch. T. Simpson, p. 705. Unio pigerrimus, C. et F. Hab.: México. Ch. T. Simpson, p. 711. Unio mitcehelli, Simpson. Hab.: Río Salado, Nuevo León. Ch. T. Simp- son. Naiades, p. 711. Unio sphenorhynehus, Y. et C. Etim.: Gr. 0g7v, 05, cuña; puyxos, pico. Unio acutirrostris. Hab.: México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 712. Unio liebmani, Philippi. Hab.: México. Ch. T. Simpson. 712. Unio opacatus, F. et C. Ch. T. Simpson. >» » Naiades, p. 136 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Hab.: México. Ch. T. Simpson. Naiades, p. Milos Unio popeii, Lea. Hab.: NE. México, Rio Salado. Ch. T. Simp- son. Naiades, p. 738. Unio poeyanus, Lea. Hab.: Río de las Balsas, cerca de Coyucan. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 738. Unio tetralasmus, Say. Sin.: Marzaríta (unio) tetralasmus, Lea. Unio exultus, Conrad. » parallelus, Conrad. » symetricus, Lea. > porrectus, Conrad. » suberoceus, Conrad. » ¡jamaicianus, Lea. » tetralasmus, var. camptodon, Say. manubius, Gould. declivis, Say. sayi, Ward. Hab.: Norte de México. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 741. > > > TETRAGENZ. Género: Quadrula, Rafinesque, 1820. Quadrula digitata, Morelet. Sin.: Unio digitatus, Morelet. Hab.: Río Usumacinta, Río Sabinos. Ch. T. Simpson, p. 770. Quadrula nickliniana, Lea. Sin.: Unio nicklinianus, Lea. Margarita (unio) nicklinianus, Lea. Margaron (unio) nicklinianus, Lea. Plectomerus nieklinianus, Conrad. Hab.: Río Moctezuma. Ch. T. Simpson, p. 771. Quadrula heros, Say. Sin.: Unio heros. Unio heros, var. multiplicatus, Poetel. > undulatus, Say. >» Immultiplicatus, Lea. » eightsii, Lea. > atrocostatus, Reeve. Hab.: Nuevo León. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 770. Quadrula stolli, von Mart. Sin.: Unio stolli. Hab.: Río de las Sabinas y Río Moctezuma. Ch. T. Simpson. Naiades, p. 771. Quadrula conchiana, Lea. Sin.: Unio conchianus, Lea. Margaron (unio) conchianus, Lea. Hab.: Río Salado. Ch. T. Simpson. Naiades, PLE Quadrula spheniopsis, MoreJet. Sin.: Unio spheniopsis, Morelet. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 794. Quadrula ostreata, Morelet. Sin.: Unio ostreatus, Morelet. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson, p. 796. Quadrula usumacintee, C. et F. Sin.: Unio usumacinte. Hab.: Ch. T. Simpson. Naiades, p. 796. Quadrula guatemalensis, Simpson. Hab.: Río Usumacinta. Ch. T. Simpson. Naia- des, p. 796. Género: Glabaris, Gray, 1847. Glabaris strebeli, Lea. Sin.: Anodonta strebeli, Lea. Margaron (anodonta) strebeli, Lea. Hab.: México...... Ch. T. Simpson. Naiades, p. 920. Glabaris cylindraceus, Lea. Sin.: Anodonta ine*quivalvis, Lea. > lenticularis, Lea. Anodon glabrus, Sowerby. Anodon montezianus, Sowerby. Anodonta viridana, Clessin. Hab.: México. Ch. T. Simpson. 922. Glabaris grijalvee, Morelet. Sin.: Anodonta grijalva, Mor. Hab.: Tabasco, Méx. Ch. T. Simpson, 0. e., p. 926. Glabaris glaucus, var. sinaloensis, €. et F. Sin.: Anodonta glauca, Valenciennes. Hab.: Méx. Ch. T. Simpson, 1. c., p. 926. Glabaris bambousearum, Morelet. Sin.: Anodon bambouseaurum, Mor. Hab.: Palenque, Chiapas (Méx.). Ch. T. Simp- son ACA ip 030 Glabaris tehuantepensis. Sin.: Unio tehuantepensis. Hab.: Santa Efigenia, Istmo de Tehuantepec. BAC Apo DL Op. cit., p. CARDITIDZ. Género: Cardita, Brugitre, 1789. Cardita pectunculus, Brugiére. Hab.: Golfo de California. SUBORDEN VII. CARDIACE. TRIDACNIDA. Gén.: Hippopus, Lam., 1799. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 137 Hippopus equinus, Menke. Etim.: Gr. ¿xros, caballo: moUs, pie: latín e2quus, caballo. Hab.: Laguna de Términos. CARDIIDA. Gén.: Cardíum, Lin., 1758. Oardium proserum, Sowerby. Hab.: Cardium consors, Broderip. Etim.: Latín consors, compañero. Hab.: Golfo de Cal. y Ver. Cardium magnum, Bom. Hab.: Playa de Ver. y Campeche. Subgénero: Levicardium. Levicardium elatum, Sowerby. Hab.: Playa de Mulegé. Levicardium citrinum, Chemnitz. Hab.: Veracruz (Golfo de México). SUBORDEN VIII. CHAMACEA. CHAMIDA. Género: Chama. Chama arcinella, Linneo. Hab.: Veracruz, Barra de Sta. Ana. Chama macrophila, Chemnitz. Hab.: Veracruz. Ohama congregata, Conrad. Hab.: Hatteras á Yucatán. SUBORDEN LIX. CONCHACEAS. VENERIDA. Gén.: Dosinia, Dosinia discus, Reeve. Hab.: Veracruz. Dosinia elegans, Conrad. Hab.: Yucatán. Dosinia ponderosa, Gray, 1838. Sin.: Arthemis ponderosa, Gray, 1838. > gigantea, Sowerby. Venus eyceloides, Orbigny. Arthemis distans, Sow. Hab.: Costa occidental de la República Mexi- cana. Dosinia dunkeri, Philippi, 1844. Sin.: Dosinia simplex, Hanley. Oytherea pacifica, Troschel, 1845. Venus pacifica, Dillwyre, 1817. Hab.: Golfo de Cal., Baja Cal., Mazatlán. Dosinia annee, Carpenter, 1857. Hab.: Mazatlán, Golfo de California. Género: Venus. Venus mercenaria, Lin. Hab.: Yucatán. Venus (trigonia) argentina, Sowerby. Hab.: Golfo de California á Panamá. Venus (trigonia) planulata, Sowerby. Hab.: Golfo de California á Panamá. Venus (chione) fluctifraga, Saul. Hab.: Golfo de California. Venus (trigonia) radiata, Sowerby. Hab.: Golfo de California á Panamá. Venus intrapurpurea, Conrad. Hab.: Playa de Veracruz. Venus campechensis, Gmelin. Sin.: Venus calcarea, Philippi. > — tenuilamellata, Sowerby. > fulgurans, Tryon. » Inortoni, Conrad. Venus campechensis, var. alboradiata, Sow. » > » quadrata, Dall, > » tetisca, Conrad. » » >» cuneata, Conrad. Hab.: Yucatán. Gén.: Clementia. Clementia solida, Dall., 1902. Hab.: Topolobampo, Costa occidental de Mé- xico. Subgénero: Chione. Chione cancellata, Lin. Hab.: Veracruz (G. de Méx.). Chione (timoclea) grus, Holmes. Hab.: Yucatán. Género: Callista, Poli, 1791. Callista lupanaria, Lesson. Sin.: Cytherea (dione) lupanaria, Desh. Habitat: G. de Cal., Mazatlán. Callista rosea, Broderip. Hab.: G. de Cal. CYRENID4, Género: Spherium. Spherium triangulare, Prime. Sin.: Cidas triangularis. Hab.: México. B. C. A., p. 551. Spherium subtransversum, Prime. Hab.: Ciudad de México, Jalapa, Tabasco. B. C. A., p. bal. Spherium martensi, Pilsbry. Hab.: Tzintzuntzan, Lago de Pátzcuaro. B. C. A.., p- 592. A E : 138 J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. Spherium luridum, sp. n. Martens. Hab.: Méx., Ameca (Jal.). B.C. A., p. 552. Spherium yucatanense, C. et F. Sin.: Eupera maculata, Martens. Sphxe*rium maculatum, Adams. Cidas maculata, Morelet. Limoscina maculata, Clessin. Hab.: Yucatán. B. C. A., p. 553. Sipherium sulcatum. Hab.: Género: Cyrena. (Gén.: Polymesoda. B. C. A.). Polymesoda olivacea, Martens. Sin.: Cyrena olivacea, Carp. » — fontainei, Philippi. - Hab.: Mazatlán, La Paz (B. Cal.). B. C. A., p. 541. Polymesoda triangula, Martens. Sin.: Cyrena triangula, Bush. > altilis, A. Gould. » mexicana, var. altilis, Gould. Hab.: Mazatlán. B. C. A., p. 546. Polymesoda cordata, Martens. Sin.: Cyrena cordata, Wiegmann. Hab.: Veracruz, Jalapa, México, Monterrey. B. C. A., p. 546. Polymesoda germana, Martens. Sin.: Cyrena germana, Prime. Hab.: Río Pánuco, cerca de Tampico. B. C. A., p. 547. Polymesoda mexicana, Martens. Sin.: Cyrena mexicana, Broderip. Hab.: La Paz (B. Cal.). B. C. A., p. 548. Gén.: Neocorbicula, Fischer, 1887. Neocorbicula convexa, Martens. Sin.: Corbicula convexa, Deshayes. » ventricosa, Prime. Hab.: Mazatlán, Acapuleo. B.C. A., p. 550. Gén.: Pisidium. Pisidium singleyi, Mart. Hab.: Itztlán Creek, Guadalajara. B. €. A. Pisidium compressum. Hab.: Pisidium abditum, Hald. Hab.: Texolo (Ver.). RANGIIDA. Gén.: Gnathodon, Gray. Sinonimia: Rangia. Gnathodon cuneatus, Gray. G. cuneata, Conrad. Hab.: Veracruz. G. de Méx. DONACIDA, Gén.: Dona, Linneo. 1758. Donax rostratum, Ad. Hab.: Barra de Ocós. Donax denticulatus, Linneo. Hab.: México. Gén.: Iphigenia, Sehumacher, 1817, Iphigenia brasilensis, Lamark. Etim.: Iphigenia hija de Aga- menón. Hab.: Veracruz. PSAMMOBIIDA, Etim.: Gr. pauuos, arena; fic, yo vivo. Gén.: Sanguinolaria. Sanguinolaria miniata, Gould. Hab.: Barra de Ocós. Gén.: Psammobia. Psammobia. Hab.: G. de Cortés. SOLENIDA, > AAA Gén.: Solenocurtus. Subgén.: Tagelus. Tagelus gibbus, Spengler. Hab.: Veracruz. Gén.: Ensis, Schumacher, 1817. Sinonimia: Ensatella, Swainson, 1840. Ensatella americana, Verrill. Hab.: G. de Cal.? SUBORDEN X. MYACEA. MACTRIDA. nn — AA E Gén.: Mactra, Linneo, 1767. Mactra alata, Spengler. Hab.: Mactra donaciformis, Adams. Hab.: Barra de Ocós. Mactra exoleta, Gray. Hab.: e de Gén.: Racta. Racta elegans, Sowerby. Hab.: Barra de Ocós y G. de Cal. J. DIAZ DE LEON.—MOLLUSCA. 139 SUBORDEN XÍ. ADESMACEA. PHOLADIDZA. Gen.: Pholas, Lister, 1687. Pholas dactylus. Etim.: Gr. vcolaes nombre de una concha (Atheneo). Hab.: Términos, Campeche, G. de México. Pholas crucigera, Sowerby. Hab.: G. de México, Alvarado. Pholas costata, Linneo. Hab.: G. de México, Alvarado. Gén.: Martesia. Martesia cuneiformis, Say. Hab.: Veracruz. ORDEN: DIBRANCHIA. SUBORDEN J. LUCINACEA. LUCINIDA. Gén.: Lucina, Brugiere, 1792. Etim.: Nombre mitológico. La casta Lucina. Lucina eburnea, Reeve. Hab.: G. de California. Lucina costata, T. et H. Hab.: Hatteras á Yucatán. Lucina chrysostoma, Dunker. Lucina boca de oro. Gr. xpUGos, oro; STó ue, boca. Hab.: Veracruz (G. de Méx.). Lucina sagrinata, Dall. G. de Méx. á Yucatán. Lucina tigerina, Linneo. Hab.: Veracruz (G. de Méx.). SUBORDEN II. TELLINACEA. TELLINIDA. Gén.: Tellina, Linneo. 1758. Tellina purpurea. Hab.: Tellina punicea. Hab.: Subgén.: Arcopagia, Leach, 1827. Arcopagia fausta. Hab.: Gén.: Gastrana, Sehumacher, 1817. Subgén.: Capsa, Brugitre, 1791, Capsa deflorata, Broderip. Hab.: Veracruz. SCROBICULARIDA. Gén.: Semele, Schumacher, 1517. Semele proxima. Etim.: Nombre mitológico, >8suély, madre de Baco. Hab.: Veracruz. Semele variegata. Hab.: De Tesúos Días de León. RESUMEN La clase de los Cefalópodos en el orden de los Dibrauquios comprende dos subórdenes: Octópodos y Decápodos. Las familias Octopódidos y Argonántidos corresponden al primero, y la de los Loligínidos al seenudo. Cada una de las ci- tadas familias se halla respectivamente representada por una sola especie de los géneros Octopus, Argonauta y Loligo. La clase de los Gastrópodos comprende 765 especies y 178 la de los Pelecí- podos, distribuidas en las signientes familias. 10. ¡Lit ORDEN PULMONADOS. SUBORDEN I.—Geófilos. . TESTACÉLIDOS, 91 especies de los géne- ros Strebelia, Streptostylus, Glandina, Salaciela y Pseudosubulina. LIMÁCIDOS, 23 especies de los géneros Limax, Zonites, Hyalinia, Vitrea, Gup- pya (probablemente sinónimo de Steno- pus según Fischer) y Pseudohyalinia: los cuatro últimos simples subgéneros del segundo. FILOMÍCIDOS, 2 especies del género Phi- lomycus. HkELÍCIDOS, 710 especies de los géneros Xanthonyx, Helix, Bulimus y Berend- tia. Los nombres Pyramidula, Strobila, Polygira, Patula, Acavus y Aglaia, que connotan simples secciones subgenéri- cas del género Helix, deben substituirse con éste. ORTALÍCIDOS, 11 especies del género O7- thalicws. BULIMÚLIDOS, 48 especies de los géneros Bulimus y Amphibulimus, pues las de- nominaciones Ofostomus y Simpulopsis deben ser substituidas respectivamente por las dos primeras, por hallarse en el mismo caso arriba expresado. CILINDRÉLIDOS, 5 especies de los géneros Macroceramus y Bifidaria: este último no lo señala Fischer, en el Catálogo. PÚPIDOS, 58 especies de los géneros Pu- pa, Holospira y Eucalodiuwm; debiendo substituir con este último nombre, al de Coelocentrum, que es el subgenérico. ESTENOGÍRIDOS, 30 especies de los géne- ros Sltenogyra, Oryzosoma y Coecilia- nella. SUCCINEÍDOS, 13 especies del género Suc- cine. ni las localidades VAGINÚLIDOS, > especies de los géneros Veronicella y Metostracon: este último no lo señala Fischer. MANUEL M. VILLADA.—RESUMEN. 12. 1% 14. E 1 17. EL 20. 0% . CANCELÁRIDOS, 2 especies 2. OLÍVIDOS, 18 especies de los SUBORDEN 11.—Gehidrófilos. AURICÚLIDOS, 5 especies de los géneros Carychium, Alexia, Tralia, Blauneria y Pedipes. SUBORDEN 111.—Higrófilos. LIMNEIDOS, 26 especies de los géneros Limnea, Ancylus y Planorbis. FísiDOs, 15 especies del género Physa. SUBORDEN IV.—Talasófilos. SIFONÁRIDOS, 6 especies del género Si- phonaria. GADÍNIDOS, 4 especies del género Gadi- nia y del subgénero Liriola, el que Fis- cher refiere al Siphonaria. ORDEN OPISTOBRANQUIOS. SUBORDEN I1.—Tectibranquios. ACTEÓNIDOS, 2 especies del género Ac- [cron. . BÚLIDOS, 3 especies de los géneros Bulla y Haminea: este último lo considera Fis- cher como subgénero del primero. ORDEN PROSOBRANQUIOS. SUBORDEN Pectinibranquios. TERÉBRIDOS, 6 especies de los géneros Terebra y Euryla. Según Fischer este último es el nombre de una sección del primero. CÓNIDOS, 19 especies de los nus y Pleurotoma. géneros Co- del género Cancellaria. géneros Oli- va y Olivella. . HÁRPIDOS, 2 especies del género Harpa, sin localidad. MANUEL M. VILLADA.—RESUMEN. 141 32. 36. 31. 38. Sl 42. . NÁSIDOS, 3 . TRITÓNIDOS, 1 MARGINÉLIDOS, 8 especies del género Marginella y del subgénero Volvarina. 5. VOLÚTIDOS, 2 especies del género Lyria y del Voluta, subgénero Aurinia. MÍTRIDOS, 3 especies del género Mitra. . FASCIOLÁRIDOS, 4 especies de los géne- ros Fusus y Fasciolaria. TURBINÉLIDOS, 6 especies de los géneros Turbinella, Fulgur, subgénero Sycoty- pus, y Melongena. . BUCCÍNIDOS, 3 especies de los géneros Tritonidea, Pisania y Phos. especies del género Nassa. COLUMBÉLIDOS, 11 especies del género Columbella, del mismo de la sección Anachis y del subgénero Strombina. MÚRIDOS, 23 especies de los géneros Mu- rex, Tropon, Muridea (estos dos no se- ñalados por Fischer), Ocinebra, Purpura y Sistrum (Pentadactylus, Fischer); de los subeéneros también, Phyllonotus (no señalado por Fischer) y Chicoreus, co- rrespondientes al primero, Boreotropon al segundo y Cuma al quinto. CORALIOFÍLIDOS, 1 especie del género Coralliophila. 7 especies de los géneros Triton y Persona. . CASÍDIDOS, 5 especies de los géneros Cassis y Oniscia. DÓLIDOS, 4 especies de los géneros Do- lium y Pyrula y subgénero Mallea del primero. CIPRÍNIDOS, 18 especies de los géneros Ovula y Cypreea y subgénero Pustularia. ESTRÓMBIDOS, $8 especies del género Strombus. CERÍTIDOs, 13 especies de los géneros Cerithiwm y Potamides, inclusives las de los subgéneros Vertagus, correspon- diente al primero, Pyrazus y Cerithidea al segundo. MODÚLIDOS, 1 especie del género Modu- lus. (Medida? por etimología según Fis- cher). . PLANÁXIDOS, 1 especie del género Pla- nNaJxis. VERMÉTIDOS, 1 especie del género Ver- meus. 48. 49. Dz: 61. 62. 3. TURRITÉLIDOS, 2 especies del género Turritela. . MELÁNIDOS, 16 especies del género Me- lania, subgénero Pachychilus. . PLEUROCÉRIDOS, 4 especies de los géne- ros Goniobasis y Ancylolus: tres de ellas sin localidad. . LITORÍNIDOS, 4 especies del género Lit- torina. . SOLÁRIDOS, 2 especies del género Sola- Trium. HIDRÓBIDOS, 5 especies del género 4Am- nicola: dos de ellas dudosamente coloca- das en él. PALUDÍNIDOS, 2 especies: una del género Vivipara y otra del subgénero Melantho. . VALVÁTIDOS, 1 especie del género Val- vata. . AMPULÁRIDOS, 11 especies del género Ampullaria: una de ellas sin localidad. CICLOFÓRIDOS, 9 especies de los géneros siguientes: Cyelophorus, subgénero Am- phocyclotus, que Fischer lo refiere al gé- nero Aperostoma, como sección de él; del subgénero Cyclostoma, pertenecien- te á este último; del género Megalosto- ma, subgénero Tomocyclus; por último, género Plerocyclus, subgénero Cyclotus. . CICLOSTOMÁTIDOS, 6 especies de los gé- neros Choanopoma y Cistula, subgénero Chondropoma. HIPONÍCIDOS, 1 especie del género Hip ponyx sin localidad. . CAPÚLIDOS, 5 especies de los géneros Crucibulum y Crepidula. NATÍCIDOS, 7 especies del género Natica. YANTÍNIDOS, 1 especie del género Jan- hina. ESCALÁRIDOS, 2 especies del género Sca- laria. . PROSERPÍNIDOS, 4 especies del género Proserpina, subgéneros Ceres y Proser- pinella. . HIELICÍNIDOS, 29 especies del género He- licina y algunas de ellas del subgénero Schazichila. NERÍTIDOS, 9 especies, unas del género Nerita y otras del subgénero Neritina. TURBÍNIDOS, 7 especies de los géneros 67. 68. oy 142 MANUEL M. VILLADA.—RESUMEN. Turbo, Astraliuwm, subgéneros Lithopo- ma, Uvanilla, Pomaulax y género Pha- sianella. 3. TRÓQUIDOS, 18 especies de los géneros Trochus y Omphalius. . HALIÓTIDOS, l especie del género Halio tus. . FISURÉLIDOS, 12 especies de los géneros Fissuwrella, Fissurellidea y subgénero Lucapina, correspondiente á este último. . ACMÉIDOS, 3 especies del género Acmea y una de ellas del subgénero Lotta, que Fischer reflere al Scurria. PATÉLIDOS, 3 especies del género Patella y una de ellas del subgénero Nacella. ORDEN Poliplacóforos. QUITÓNIDOS, 5 especies del género Chi- ton. CLASE PELECÍPODAS. ORDEN TETRABRANQUIOS. SUBORDEN I.—Ostráceos. . OSTRÉIDOS, 3 especies del género Ostrea, una de ellas sin localidad. SUBORDEN II.—Pectináceos. . ESPONDÍLIDOS, 3 especies del género Spondilus. LÍMIDOS, 1 especie del género Lima. PECTÍNIDOS, 9 especies de los géneros Peclen y Amussium. SUBORDEN I1I.—Mitiláceos. AVICÚLIDOS, 8 especies de los géneros Avicula, Perna, Pinna y subgénero Mar- garitophora, correspondiente al primero. . MITÍLIDOS, 4 especies del género Modio- la y subgéneros Mytilus y Dacrydium (para Fischer géneros). Co) 10. LL 12. 13. 14. 15; 16. 17. SUBORDEN IV.—Arcáceos. . ÁRCIDOS, 9 especies de los géneros ÁAracr, Macrodon, Limopsis y subgénero Barbe- tia, correspondiente al primero. NUCÚLIDOS, 2 especies del género Nu- cula. LEDIDOs, 3 especies, del género Leda una y dos del subgénero Yoldía. SUBORDEN V.—Submitiláceos. UNIÓNIDOS. (Subdivididos en Heleróge- nos, Homógenos y Tetrágenos por Ch. Terrey Simpson). 67 especies de los gé- neros Lampsilis, Nephronaias, Plagiola, Anodonta, Unio, Quadrula y Glabaris. CARDÍTIDOS, 1 especie del género Car- dita. SUBORDEN VI.—Cardiáceos. TRIDÁCNIDOS, 1 especie del género Hip- popus. CÁRDIDOS, b especies de los géneros Car- dium y Levicardium. SUBORDEN VIl.—Camáceos. CAMIDOS, 3 especies del género Chama. SUBORDEN VIIL.—Concháceos. VENÉRIDOS, 17 especies de los géneros Dosinia, Venus, Clementia, Callista y subgénero Chione, perteneciente al se- gundo. CIRÉNIDOs, 15 especies de los géneros Spherium, Polymesoda, Neocorbicula (Cyrena) y Pisidiuwm, una de este último sin localidad. RÁNGIDOS, 1 especie del gónero Gnatho- don (Rangia). 18. DONÁCIDOS, 3 especies de los géneros Donax y Iphigenia. p 19. SAMÓBIDOS, 2 especies de los géneros URDEN DIBRANQUIOS. Sanguinolaria y Psammobia. . SOLÉNIDOS, 2 especies del género Sole- nocurtus, subgénero Tagelus y del En- SUBORDEN I.—Lbucináceos. á ye ds E «le , ” 7h satella (Ensis). 23. LucÍNIDOS, especies del género Lu cina. SUBORDEN ¡X.—Miáceos. ] SUBORDEN II. —Telináceos. 21. MÁCTRIDOS, 4 especies de los géneros Mactra y Raeta (no Racta). 24. TELÍNIDOS, 4 especies de los géneros Tellina y Gastrana y subgéneros Arco- SUBORDEN X.—Adesmáceos. pagia y Capsa, correspondientes á uno y otro. 22. FOLÁDIDOs, 4 especies de los géneros 20. ESCROBICULÁRIDOS, 2 especies del géne- Pholas y Martesia. ro Semele, una de ellas sin localidad. APARATO PROTECION DE LOS MOLUSCOS EN SU NACIMIENTO. No deja de ser un hecho notable, por más de que sea bien conocido, la previsora facul- tad de que gozan algunas de sus especies, cual es la de expeler, en el momento de la pos- tura, un producto especial de secreción, que blando al principio y configurado á la salida en pequeños cuerpos huecos, que se dirá adelante, se consolida después en una membrana coriácea al impregnarse de sales marinas; siendo quizá de naturaleza quitinosa y de con- siguiente anhista. Los referidos cuerpos huecos aparecen conformados en pequeñas cajas ó conceptáculos de formas distintas y sólidamente unidos en número variable, de distintos modos y como vaciados en un molde. Son llamados ootecas, ovisacos, cápsulas ovígeras ó nidamentarias. Afectan formas distintas y están destinados á guardar y proteger á los huevecillos, cuyo número no es tampoco fijo ni constante en cada uno de ellos. Permane- cen en su interior hasta que el embrión se haya encerrado en un caracol, que es la cubierta de protección definitiva; saliendo después al exterior por una abertura hecha desde el origen de aquéllas. Pues es de advertir que sólo construyen tan singulares aparatos, por lo que sé. 144 MANUEL M. VILLADA.—RESUMEN. determinadas especies de moluscos oviparos y univalvos. Respecto de este asunto dice G. Cuvier lo que sigue, en su «Reino Animal,» al bablar de los Pectinibranquios: «El recto y el oviducto de la hembra, corren á lo largo del costado derecho de esta cavidad (la de las branquias), y entre los primeros y estas últimas se encuentra un órgano particular, compuesto de celdillas que segregan un humor muy viscoso que sirve para formar una envoltura común, la cual encierra los huevecillos y que el animal deposita con ellos. Las | formas de esta cubierta son á menudo muy complicadas y muy singulares.» De sólo dos tipos paso á ocuparme por ser los únicos que más frecuentemente se en- cuentran regados en buestras playas, ó al menos los que por el momento tengo á la vista. El primero de ellos se presenta en la forma de pequeñas cajas ovales y deprimidas, que bien pueden compararse á panderos de doble parche, con sus respectivos ejes de 14 x2 centímetros y + de altura. Se hallan firmemente adheridos unos tras otros, á lo largo de una faja ó cinta de la mitad de un centímetro de ancho, formada de la misma substancia, y la cual se enrolla más ó menos á manera de intestino cuando adquiere cierta longitud. En el ruedo ó ciutrado de la caja, se levantan pliegues transversales y equidistantes con sus bordes adornados de prolongados dientes á guisa de pestañas, ó como un fleco; en un punto de la circunferencia de una de las caras planas, se abre una perforación hecha co- mo por un sacabocado, perfectamente circular, de 2% milimetros de diámetro, para la sa- lida de los enclaustrados, que en número variable, como se ha dicho, ocupan las celdas, y de lo cual se infiere que tienen que ser pequeños para loyrarla. El correctísimo y exacto dibujo que se acompaña, dará mejor idea de tan artístico aparato. En el segundo tipo, las ootecas tienen la figura de un cono comprimido, ó ciatiforme, de 24 centímetros de altura y 2 de diámetro, realzado en su longitud de anillos escalona- dos y equidistantes, de afilados bordes, en número de 5. Cada una de ellas ocupada, como en el tipo anterior, por número variable de individuos, que por una abertura ovalar de 3 á 4 milímetros en su mayor eje, y practicada en la pared que cierra la base, tienen fácil salida. Su disposición es muy distinta de la anteriormente expresada, pues se hallan inser- tadas sólidamente en contorno de un eje ó tallo, como las escamas de las flores femeninas de un estrobilo, ó infrutescencia de Conifera. Dibujos de igual mérito manifiestan clara- mente esta descripción. Como queda dicho, son dos especies constructoras diversas, en uno y en otro caso. En el primero la refiero al Fulgur perversa de Linneo, por su caracol senestro, y la segunda, ála Turbinella knorri, Ree., ó bien á la T. scolymus, Bl., más que á una Fasciolaria. Am- bos géneros del orden Prosobranquios, suborden Pectinibranquios, división Raquiglosas y familia Facioláridos, del expresado autor: una y ctra especie de la malacofuunia del Golfo. Museo Nacional de Historia Natural. México, Diciembre 31 de 1911. Ntanuel MM. Villada. Escrito lo anterior, me llegó á las manos una repetición, en cierto modo, del segundo tipo en cuanto á su forma, pero no en el tamaño ni en ciertos detalles de las ootecas, como tampoco en su agrupación. En conjunto forman éstas un pequeño ramillete, sólidamente adherido á la base de los tallos erguido-encor- vados, reunidos en un haz de una alga marina del yénero Chondria al parecer. Las cápsulas son de forma cónica, de 18 milimetros de altura, de superficie lisa y con un ancho reborde encarrujado en contorno de la base. Enteramente vacias en el ejemplar que examiné, y sólo sospecho que provienen de alguna especie mexicana del género Fasciolaria: la tulipa ó distans, Lam., de Veracruz. “SBIJOP OH UISIA [ODLAVO “Pp “9yUue ¡op 10d 03SIA [ODIO “E “ystOAJdod 103 [M4 | op sesa3rao sepusdyg) LAM. XXIT. Cápsulas ovigeras de una Fasciolaria. LA NATURALEZA, Cápsulas ovigeras de la Turbinella Knorri? 1. Caracol visto por delante $ 2, Caracol visto por detrás. LAM. XXIl. por detrás, D poto aos z Y PE. 202 EN 20 | 0 | == Mo [ rs | A a pel | 00% AS | ra IN | DITA | | 2 A, Aitoyo | E Pigaives ' | “io' === == A) Escala 1: $00.000 Croquis del Valle de Toluca (L. B Menea Mela Tenango LA NATURALEZA. Vista panorámica del campo minero del Oro. 2 Me Ú MN F 4 o o e a e - eS > a . o : rl a] : E - o a nn 2 bn o vr qa = A *Sjuan Toxhu e 5 Lurenzo Arotomileo . 0 AUGÉoninico : fl Ml EN DURA js Felipe cla J Ñ => Past. | am deperitl A A comegp de los Ba go" Escala. 1; 500.000 Croquis del Valle de Toluca (L. B.) AAA ES E OE ADOS UN VIAJE De PAPLORAGIÓN AL ESIADO DE MBAICO SuMARI0.—Un rasgo geolóxico notable en la barranca del Zopilote, previa noticia de los refe- rentes al Mineral del Oro; llamando en seguida la atención acerea de la hermosa cascada del Moli- no de Toshi, próxima á Temascalcingo, en donde las aguas del río Lerma se precipitan á la salida del valle de Toluca; con notas complementarias. —Disquisición respecto del Quercus mellifera de Ocampo, á propósito de la Flora, en la cual se menciona un árbol particular, la Clethra lanata, llamada Jaboncillo, y el Palo amarillo, Berberis pinnata, juzgado como peligroso. EL AUTOR DEDICA EL PRESENTE ARTÍCULO, AL MUY HONORABLE Y DISTINGUIDO ÍNGENIERo CIVIL Y ARQUI- TECTO, SR. D. RAMÓN IBARROLA, EN TESTIMONIO DE AGRADECIMIENTO Y SIMPATÍA. OMO á SO kilómetros al Noroeste de la cindad de Toluca, se abre entre cerros um profundo cañón de mediana amplitud, con el nom- bre arriba expresado, en cuyo fondo corren las aguas que recoge de las vertientes por donde atraviesa, y levantándose aquéllos en un punto limítrofe de los valles de Toluca y Solís. Hacia el rum- bo Suroeste se prolongan extensos lomeríos, que, en ascensional pendiente, terminan en el macizo montañoso del Mineral del Oro, distante umuos dos kilómetros del citado lngar. Merced á los trabajos de laborío emprendidos en aquel importante centro minero, se conocen con alguna preci- sión sus rasgos geológicos más notables, que en pocas palabras paso á exponer. (Véase el plano). Ostensiblemente se presentan en aquel lugar dos distintas formaciones que pude comprobar, nna superficial y otra profunda. Esta última, que sirve de base 146 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE MEXICO. por sn posición subyacente, se compone de capas de caliza pizarra, de colores obscuros, parcialmente bituminosas y de potencia variable; las cuales se presen- tan en estratificación concordante, poco movidas, al menos en ciertos lugares, y atravesadas, en fin, por vetas metalíferas con matriz de cuarzo. La riqueza de ellas proviene de su contenido en oro y plata principalmente; el primero, libre 6 invisible, puede beneficiarse, como de hecho se hace, por el procedimiento de cianuración; la segnuda casi siempre se halla combinada con el azufre, cloro ó bromo. Las principales vetas están confinadas en una zona reducida, fuera de la cual ramalean y se pierden: precisando su sitio, diré, que se hallan dentro de las pertenencias de la mina de «Dos Estrellas,» que es la que ha proporcionado ma- yores utilidades. Todas en general están abiertas en contorno de la falda del cerro de Somera, que con el del Llorón, son las dos eminencias más elevadas, Apuntaré como dato curioso, que en el último se hallan remontados los indios Nacos. del todo degenerados, encenagados en el vicio del alcohol. y viviendo, por lo mismo, miserablemente, no obstante que bajan á trabajar á las minas; se cree que son descendientes de los antienos pobladores del valle de México que se refugiaron en aquel cerro á la llegada de los españoles. La segunda formación, snperyacente á la anterior, consiste en un derrame de rocas ernptivas de variable espesor: cuales son en lo general, andesitas de hornblenda y labradoritas; las primeras, con cristales grandes y pequeños de aquel mineral, más ó menos abundantes, granos eruesos de cuarzo y el feldes- pato particular del magma, pardo-rojizo, especialmente en la superficie de con- tacto entre ambas. Además, del todo estériles, pues las vetas que ernzan á las primeras, no se extienden á las segundas, y de consiguiente no forman cresto- nes en el exterior; lo contrario de lo que sucede en el próximo mineral de Tlal- pujalma, en que sí se manifiestan. Ambas formaciones, por su edad relativa, son cronológicamente distintas: la profunda, sedimentaria y de origen marino, por sus caracteres litológicos y estratigráficos, pudiera colocársela, entre los depósitos del cretácico superior, y no del medio ó inferior, en razón de que las capas se mantienen en posición ho- rizontal, al menos en las partes exploradas, como se ha dicho. La superficial, que es de origen volcánico, en atención á la mayor antigúedad de sus rocas an- desíticas y labradóricas, respecto de las hipersténicas y basálticas de olivino, la erupción en que aparecieron, como en otros lugares ha sido posible demostrar, pudo haberse efectuado en el plioceno, según se ha aceptado. Sé, por noticias, que en los bajos suelen encontrarse depósitos de cuarzo encubiertos hoy día con la precitada roca, el cual fué desprendido y arrastrado por las aguas en tiempos primitivos de las mismas vetas; pudiendo en cierto modo considerarlos como placeres, si se quiere, insienificantes. Los sedimentos cuaternarios ó pleistocéni- cos que se relacionan con las antienas formaciones de que se ha hablado, tienen en el inmediato valle de Toluca, notoria importancia. Desde luego su potencia, A en conjunto, alcanza la respetable cifra de 300 metros ó más, que es la señala- MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE MEXICO. 147 da en los sondeos, aunque no diré que sea en toda la extensión que ocupan. Por otra parte, son de variada naturaleza: de arcillas, margas y arenas, los me- ramente lacustres, y de tobas pomosas, andesíticas y otras más, los formados por detritus de rocas volcánicas. La gran laguna de Lerma, que no es hoy sino nna reducida porción de la primitiva, fué disminuyendo á medida que iba siendo menor su abastecimiento, y á la vez que su desagiie natural quedaba estableci- do; ahora bien, cono es fácil de comprender, colmada la capacidad del vaso, las aguas en creciente aumento hicieron al fin irrupción, abriéndose paso por entre las nontañas de Andaró, al NW. de la cuenca, y precipitándose brusca- mente más adelante, al rebasar un resalto ó encumbramiento de conglomerado basáltico que tuvieron que franquear para continuar su curso fuera de ella. El salto ó cascada del Molino de Toshi, á que se alude, no obstante su mediana al- tura y extensión, de 16 mts. X 12, respectivamente, tiene algo de imponente y majestuoso, por el gran caudal de aguas que lo alimentan, particnlarmente en tiempo de lluvias, brotando cerca de el una fuente termal. (Véase la lámina.) A título de información histórica me apartaré por un momento del asunto capital de este relato. Se me ha dicho que la palabra toshi, del idioma azteca, es el nombre de un dios de la medicina. Si así fuere, el ídolo que lo representa, di- go yo, quizá tendría sn culto en aquel lugar. Particularizando más áJa ventu- ra, agregaré, consagrado tan sólo á la enración de las enfermedades impuras, como antes se decía, y hoy microbióticas. Me fundo para esto, en que el adora- torio que supongo, se hallaba situado á inmediaciones de la pintoresca pobla- ción de Temascalcineo, que quiere decir, “Ingar de temascales;” ó sean baños medicamentosos que, perfeccionados como lo están, se aplican para combatir aquellos males. Es también enriosa la semejanza que tiene la palabra azteca, con el prefijo griego, de que deriva la palabra tóxico ó tósigo, que sienifica ve- neno. La barranca del Zopilote, á que se alude al principio de este relato, fné re- cientemente ensanchada á tajo abierto en uno de sus costados, hasta la base del cerro, para dar paso á la vía férrea del F. C. N. Partiendo de la cindad de Mé- xico se halla un poco adelante de la estación de Tnltenango y hacia la izquier- da del histórico puerto de Medina en donde desemboca. Se da este nombre á un amplio collado ó garganta de rápida pendiente, que pone en comunicación los valles de Toluca y Solís de que se ha hablado, y por el cual pasa la antiona carretera que une la capital de la República con la ciudad de Morelia. Como dato histórico agregaré, que el expresado nombre fué el apellido de nu célebre bandido, que huyendo de sus perseguidores pereció con todo y caballo, al pre- cipitarse de un voladero próximo. El tajo comienza en el kilómetro 92, y termi- na un poco antes del 94, ó sean casi 2 kilómetros de extensión; la vía tiene al- 148 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE MEXICO. ennas inflexiones en su trayecto, y desde la última el viajero contempla el bello panorama del valle de Solís, que se despliega á un nivel más bajo, y ve surgir á lo lejos, en el sinnoso terreno, el blanco caserío de la hacienda que le da su nombre. De paso, diré, que esta finca se reputa como la mejor del Estado, en cuanto á la industria quesera. En la acantilada pared del corte reciente, así como en la del frente que se levanta del otro lado de la barranca sin haber sido tocada, y ambas resquebrajadas, se destacan con toda claridad las secciones de grandes masas esferoidales de una roca volcánica obsenra: sus partes en conjunto constituyen unboleo de labra- dorita concrecionada de excepcionales dimensiones, color negro pardusco, y for- madas de cascos concéntricos que se desprenden fácilmente en lajas. Esta enga- ñosa estructura ha dado lugar á un juicio equivocado; pues vista desde lejos la expresada formación, fué tomada por persona entendida, como sedimentaria y metamoórfica: en este falso concepto se creyó ver en sus componentes pizarras arci- llosas en capas despedazadas y fuertemente encorvadas. Puede atribuirse su ori- gen, entre otros, á un rebosadero ¿n situ, de lavas lentamente consolidadas por eradual enfriamiento, y que por la magnitud de sus elementos configurados es diena de llamar la atención. La roca lávica de que se habla, no se halla allí loca- lizada, sino que seguramente se extiende á una vasta zona circunvalante que li- mita hacia este rumbo el valle de Toluca; pues es también de advertir que los cráteres adventicios que se abren en contorno del Nevado, inundaron con sus eyecciones las comarcas limítrofes. El extingenido del Molcajete. que se levanta á reeular alínra, por su mayor proximidad al sitio de referencia, es al que más corresponde este papel en el presente caso. La Flora de aquellos contornos no ofrece exnberancia alguna, sino en limi- tados lugares. En el foudo de la barranca, ó en sus orillas, vegetan especies por demás conocidas, como son: la Hierba del Angel, Eupatorium deltoideum, Jacq.; el Mixtlacote, E. glabratum, K. in H. B.; la Jarilla, Stevia salicifolia, Cav.; el Tepozán, Buddleta americana, Lin.; el Quaulichichic, Farría macrophylla; la Chía cimarrona, Salvia polystachia, Ort.; el Colorín enano, Erythryna longipes, D. C.; la Hierba de San Nicolás. Piqueria trinervia, Cav.; la Prodiviosa, Bric- kelia cavantllesi, A. Gray.; la Cenicilla, Zaluzania angusta, Sehz.; el Zoapatle, Montanoa tomentosa, Liall. y Lex.; el Acalmalillo, Viguiera buddleiaformis, Bent. y Hook.; la Capitaueja, Verbesina tetraptera, A. Gray.; el Peritre, Spilan- thes beccabunga, D. C.: la Dalia, Dahlia variabilis; el Te de Milpa, blanco y ama- rillo, Bidens pilosa, Lin., y B. tetragona D. C.; el Anisillo, Schkuhria virgata, D. C.; la Hierba del carbonero, Bacharis multiflora, H. B. K.; el Cempasnuchilillo, Tagetes feetidissima, D. C., y otras más, cuya memoria he perdido, reconocidas por mí en las distiutas ocasiones que ke visitado aquella región. En el inmediato puerto de Medina, vegeta nn árbol especial de encino que bien pronto reconocí y al que por falsa apreciación se le impuso uu nombre específi- MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE MEXICO. 149 eo que no tiene razón de ser. Hace años escribí un artículo relativo á este asun- to, qué no llexó á publicarse, y á la letra dice: Desde hace mucho tiempo anhelaba conocer y estudiar un curioso árbol de nuestra Flora, descrito y especificado por el muy entendido botánico michoa- cano Sr. D. Melchor Ocampo, con el nombre de Quercus mellifera, sp. nov. En la localidad en donde vegeta, es conocido con el nombre de Encino de miel. Pues efectivamente ofrece la particularidad que de la superficie del tronco y ramas se desprenden delgados hilos blancos de nua substancia sacarina, reunidos en ma- dejas ó bien separados. Lia cirenustancia de hallarse además revestidos de una ernesa capa de fumagina, como me lo demostró el examen microscópico, ne ha- ee pensar que no sea un producto natural del árbol, sino formado mediante la intervención de puleones ó coccidos invasores que preparan así un terreno fa- vorable al desarrollo del hongo. Mas como en la localidad no encontré otro ejemplar de semejaute árbol, habrá que emprender nuevas investigaciones para confirmar en definitiva lo asentado, pues aun de la presencia misma de los 11- sectos no estoy seguro, por lo que recuerdo. Es también sinenlar que la zona de crecimiento de la Cupulifera en cuestión, sea muy limitada, pues sólo se halla cirenuscrita, según el autor de la especie, á la parte norte del repetido puerto de Medina. El trabajo que el Sr. Ocampo publicó acerca de ella en el periódico de la Sociedad Filoiátrica de México, Abril de 1844, pág. 65, se lee la siguiente des- eripción: “Quercus follis obovovati-oblongyis, breviter petiolatis, mucronati-serratts, coriaceis, utrinque glabris, subtus scabriusculis, supra nitidis; fructibus subter- nis pedunculatis, glomeratis; cupule squamis lanceolatis, glande obovata et mucronata.” “Arbol de 60 480 pies de altura y hasta de 4de diámetro; tronco y ramas de- rechas; forma esbelta y copa espesa; corteza aplonrada por fuera, rojiza por den- tro, quebrada y áspera cenando vieja.” “Hojas alternas, abiertas, sostenidas por cortos peciolos, de varios tamaños y formas, pero generalmente aovadas, ligeramente dentadas y con pequeñas on- dnulaciones: cuando jóvenes, tersas; de un verde oseuro Instroso por encima, un poco ásperas y de un verde ceniciento y mate por debajo, felposas cnaudo muy tiernas, con nervios bien marcados y dos estípnlas pequeñas caducas. Desde 3 á S puleadas de largo y 145 de anclio.” “Flores masculinas en amentos terminales; la escama caliciforme con 5 y hasta 10 lóbulos irregnlares, y de S á 10 estambres.” “Frutos subternos, sostenidos por pedúnenlos enya longitud varía desde 6 hasta 18 líneas; cúpula como un tercio menor que el grano, con escamas imbri- cadas, lanceoladas, muy apretadas, pericarpio coriáceo, ayescado, ovado-oblon- go y á veces casi cilíndricos: cotiledones comestibles.” El carácter que juzgó el Sr. Ocampo como natural en la producción azuca- 150 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE MEXICO. =——— = rada de este árbol, y no señalado en ninguna otra especie del mismo género, fué el que más le impresionó para considerarla como distinta de las conocidas y es- tudiadas por los botánicos, hasta esa época; y siendo por lo mismo, la notable propiedad antes dicha, la que en su concepto debía expresarse en el nombre tri- vial ó específico, toda vez que el vulgar estaba ya sancionado. Pues bien, el Sr. Ocampo no tuvo seguramente ocasión de examinar el agente parásito, que en este caso, á no dudar, es el verdadero productor de la substancia melosa que necesariamente tiene que ser hasta cierto punto, extraña al árbol; al ignal de lo que pasa con los cafetos y demás plantas, que debilita- das por cualquiera causa, son invadidos por los pulgones ó quérmes, que arrojan por el ano el líquido azucarado de que son ávidos algunos otros insectos; y el enal, depositado en la superficie del vegetal que los alimenta, es un substratum favorable para la germinación de las esporas de ciertos hongos. Ahora diré, una vez que el micelio y la fructificación subsecuente, han adquirido su comple- to desarrollo, lo que al priucipio puede pasar desapercibido, se lrace entonces evidente su presencia y el parasitismo se impone como causa del fenómeno. Llegando al término de su vegetación, la masa del hongo reviste la corteza del árbol y aun la superficie de las hojas, pero en mucho menor escala, de una cos- tra ó capa continua, pardo negruzca, desienal, anfractuosa y aterciopelada, me- dianamente ernesa y consistente. En esta producción extraña, el microscopio descubre un micelio apretado que forma uu receptáculo abierto, compuesto de unumerosos filamentos cortos, moniliformes, de conidios encadenados y también alennos conceptácnlos fusiformes, ó sean verdaderos espermogonios. El examen incompleto que hasta ahora he podido hacer, no me permite entrar en más por- menores sobre este particular. Por los caracteres expresados puede asegurarse que el hongo en cuestión, es del género Capnodium, cuyas especies, como es bien sabido, originan en las plantas la enfermedad llamada fumagina y que les es sólo perjudicial porque entorpece más ó menos la respiración. Entre aquéllas se describe una que es particular de los encinos, en Europa, el €. quercinum. Queda alvora por disentir si los verdaderos caracteres naturales que expre- sa la descripción del Q. mellifera, justifican la creación de una nueva especie, ó si corresponden más bien á alguna de las establecidas con anterioridad. En la obra intitulada “Plantas equinoxiales,” etc.. de Humboldt y Bonpland se registran no pocas especies mexicanas del mismo género. Me referiré tan sólo á una de ellas. que en mi concepto es á la que perte- necen el Encino de miel. estudiado por el Sr. Ocampo, cual es la señalada con el nombre de, Q. reticulata. Existe, no obstante, entre ambas descripciones, algn- nas diferencias que no son por cierto de capital importancia. Dice así la que á esta última se refiere: “Quercus folliis obovativus, basi emarginatis, superne levissime rariterque dentatis, rugosis, subtus reticulatis, minute tomentosis.” MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACION AL ESTADO DE MEXICO. 151 “Arbor procera, ramis juntoribus pubescentibus. Folia biunciali, cuneato— obovalia, subsessilia, base paululum emarginata, integerrima, superne obtusa, levissime rariterque dentata, supra glabra, subtus reticulata, minute tomentosa, rugosa; feeminezs flores in foliorum axillis spicati, spicis solitariis, foliis subee- quantibus. Cupula campanulata, squamis arcte imbricatis, membranaceis, lan- ceolatis, externe pubescentibus, utroque margine attenuatis, stylo persistente, umbilicata, semi exserta.” Dice después Humboldt, en lenenaje vulgar, lo que signe: “Arbol muy elevado, de un porte majestuoso, como el del Encino roble. Ramas inferiores horizontales, las de arriba más y más levantadas, aproxXi- máundose al tronco. Bellota mitad más larga que la cúpula, ete. A juzgar por las descripciones, el porte y la magnitud del árbol es pareci- do en una y otra especie, Quercus mellifera y Q. reticulata. Las hojas en la pri- mera son de tres á ocho pulgadas y de dos en la segunda. ha cúpula en ésta, es de la mitad de la bellota en longitud y en aquélla de nu tercio. En los demás caracteres, aunque algo distintamente expresados, hay entera concordancia, y siendo también muy parecidas las figuras de las láminas que las acompañan. En un terreno que se levanta al Norte del predio que forma la Hacienda de Tultenango, llamado Coatepec, se halla un pequeño bosque de árboles elevados, enyo nombre vulgar me fué entonces desconocido. Pero pasados los años supe con exactitud que estos mismos árboles crecen con mayor profusión en otro lugar más al poniente, llamado Puerto de los Jaboncillos, dentro de los linderos de la hacienda de Queréndaro, en razón del nombre con el cual son allí conocidos. Es ciertamente un hermoso representante de la familia de las Ericáceas, á la enal pertenece nuestro Madroño, pero del género Clethra, y el que por cier- ta particularidad llamó mi atención. Siete son las especies registradas lasta hoy, en la flora indígena: 1, Cl. mexicana, D. C., de cerca de Guadalajara; 2, Cl. macrophylla, Mart. et Gal., de Veracruz; 3, Cl. quercifolia, Schl., de Morelos y el Ajusco (llamado por los indívenas, Mamalhuaxtli); 4, Cl. lanata, Mart. et Gal., de los estados de Oaxaca y México; 5, Cl. suaveolens, Turez., de Chiapas; 6, Cl. alcoceri, Green, de Zimapán; 7, Cl. pringlez, íd., de San Luis Potosí. Mas únicamente se hallan inscritas en la biología Central Americana, las cin- eo primeras especies, pues las dos últimas son de fecha posterior á la publica- ción de esta importante obra. La primera de ellas dedicada al aventajado Pro- fesor de Botánica, Señor Gabriel Alcocer, y la segunda al Señor Pringlei, inte- ligente y celoso colector americano, que con gran fruto exploró el país por lar- gos años. Ahora bien, la Cl. lanata, es la especie con que mejor concuerda el Jaboncillo, siendo la adumbración de aquélla como signe: foll. petiolatis, obo- vato-elliptici, integerrimis, supra glabris, subtus ferrugineo-lanatis, racemis congestís, subpaniculatis, tomentosis, terminalibus, (incurvatis, non erectís, digo yo, como en la alcocer:.) 152 MANUEL M. VILLADA.—VIAJE DE EXPLORACIÓN AL ESTADO DE MEXICO. La particularidad á que me refiero anteriormente, es la de tener el tronco revestido de una gruesa capa corchosa resquebrajada, hasta de diez centímetros de espesor, que quizá por lo tocante al nombre del árbol, haya sido comparada á una marqueta de jabón, separada en trozos cuando se desprende. Terminaré mencionando un arbusto de elegante aspecto, por la razón que paso á exponer. En lo alto de las colinas interpuestas entre el Mineral del Oro y la Hacienda de Tultenango, crece profusamente al lado de otras muchas plun- tas, cierta especie vegetal que ha sido para mí objeto de constante preocupación, mas hoy en parte desvanecida. Lo inculpaba de transmitir al trigo la temible plaga del Chahuixtle por medio de las ecidiosporas que pudiera albergar, con fundamento de lo que sigue: Es un hecho bien comprobado en Europa, que la primera nodriza del hongo, Puecinia graminis. Lin., productor de la citada enfermedad, es el Agracejo, Berberís vulgarts, Lin., y la segunda, el trigo, con detrimento de este cereal. Pues bien, el arbusto á que me refiero, es el B. pinnata, Las., (Mahonia fas- cicularis, D. C.), vulearmente llamado Xoxoco, Palo amarillo, Retamilla, ete., y natural era de suponer que en México desempeñaría el papel de su congé- nere. Mas examinándolo detenidamente, tan sólo encontré en las hojas, á la sim- ple vista, un puntilleo negro, poco abundante, que el microscopio me reveló ha- llarse formado por un micelio con telenstosporas características del género Pue- cinia; pero no encontré frutos ecideos ni mucho menos ecidiolos, siendo los pri- meros, los que cayendo al trigo, ocasionan el Chalmixtle: por ende el Palo amarillo, á la par de este cereal, es víctima y no verdugo, y de consiguiente, exento por hoy, á este respecto, de todo cargo; que de confirmarse justificaría su destrucción, al menos de los sitios próximos en que el último se cultiva. Febrero 28 de 1912. Manuel DM. Villada. REVISTA LIENIMICA NACIONAL Y EXIRANERA NOTAS ACERCA DE LOS COPALES DE HERNANDEZ Y LAS BUR- SERACEAS MEXICANAS.—Los antiguos mexicanos designaban con el nombre de copal á la resina que exudaba de varias plantas, naturalmente ó por incisiones hechas al tronco; la recogían en hojas de Agave llamadas pencas, donde la dejaban secar y tomaba la forma de éstas; por la exposición al aire y la desecación se modificaba en su consisten- cia y color, y era entregada al comercio en trozos más ó menos grandes, de un color blanco ó transparente, y de un olor más ó menos fuerte, según la época de su cosecha, para em- plearla más tarde en los diversos usos á que la destinaban. El sabio médico de Felipe II, Dr. Francisco Hernández, en su obra acerca de las plan- tas de Nueva España, enumera muchas y muy variadas, en las cuales se encuentra la pala- bra Copalli, que desde luego da á conocer un grupo especial de plantas caracterizadas por tener un jugo resinoso y exeretar este producto sólido del que tanto provecho sacaban. Nótase después la profunda sagacidad con que sabían distinguir los antiguos mexica- nos, no sólo un carácter general y común á muchas plantas para formar un grupo, sino también el específico tomado de sus cualidades propias, y aún más, el de variedad, como el color y forma de sus hojas más ó menos modificados. Algunos ejemplares tomados de este solo grupo bastarán para comprobar mi dicho y demostrar de una manera más clara los elementos de que se valían y cómo llegaban á realizar su objeto. La palabra Copalli, la usaban como término genérico y les servía para designar un tipo de comparación como el Copalquahuitl ó árbol que produce copal; ó la agregaban á otras palabras que se referían ya al carácter notable de la flor, como el Xochicopalli ó co- pal de flor; ya á la localidad que prefería, como el Tepecopalli ó copal de montaña; ya al carácter de sus hojas anchas, como el Copalquahuitl Patlahoac, que quiere decir: Arbol grande de copal y de hojas anchas; ya si eran angostas como el Copalquahuitl Pitzahoac; ya por el aspecto y talla de la planta unían la palabra Xihwvitl, como el Copalxihwitl, ó yer- ba que produce copal; ya los caracteres del fruto, como el Copalxocotl ó copal de fruto agrio; ya el aspecto especial de la resina, como el Cuitlacopalli ó estiércol de copal; ó la dureza de la resina, como el Tecopalli ó copal de piedra ó que se produce entre las piedras; ya el carácter notable de desprenderse la epidermis de la corteza, que caracterizaban con el nombre de Quauhxiotl, á la que unían la palabra Copalli y formaban el Copalquauh- ziofl ó árbol de copal con lepra; y de éste hacían variedades fundadas en el color, como el Izlacquauh:xiotfl ó cuajiote blanco; ya unían dos ó más caracteres de la misma planta, co- 13 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. mo el Mizquixochicopalli ó copal de flor, parecido al mezquite; ó como el Quauhcopaltic- xisio, que quiere decir: Arbol grande semejante al copal, y la palabra Xiaio le viene de que la corteza se quita como escamas. Admira y sorprende, en verdad, cómo este pueblo que se juzgaba salvaje, poseía los medios de distinguir las especies vegetales, no por una clasificación artificial, sino por una verdadera clasificación filosófica, racional, fundada en los caracteres semejantes de afini- dad ó parentesco, y los de variedad en el color y tamaño de las hojas: no es mi ánimo en- trar en discusión respecto de este punto de tanto interés y que se presta á consideraciones filosóficas de un orden tan elevado, puesto que personas más competentes lo han hecho, an- tes que yo, en estos Anales; ni mucho menos juzgar de la sagacidad, acierto é ingenio con que esta raza inteligente sabía aprovechar los productos vegetales de su suelo, en sus ali- mentos, en sus vestidos, en sus casas, en sus armas y en sus enfermedades; pero si hacer constar, una vez más, que bastante adelantada en el siglo XVI, ha dejado consignados en sus monumentos y jeroglíficos, la historia de su civilización, y en la obra inmortal de Her- nández, los primeros ensayos de una clasificación filosófica y una terapéutica nacional. Correspondencias entre los copales descritos por Hernandez, en las dos ediciones principales de su obra. Edición romana. Edición matritense, 1. COPALLIQUAHUITL seu arbore gummifera. Copa- 1. COPALQUAHUITL seu arbore gummifera 1-359. llifera I, pág. 45. 2. COPALLIQUAHUITL patlahoac, seu arbore copalli 2. COPALQUAHUITL PATLAHOACG, seu arbore copalli latifolia. Copallitera IL, pág. 46. Véase también latifolia 1-360. el porte en la pág. 455. 3. COPALLIQUAUHXIOTL, seu de leprosa arbore su- 3. COPALQUAUHXIOTL seu de leprosa arbore funden- dente copalli. Copallifera III, leprosa I, pág. 47. te copalli 1-367. 4. COPALLI TOTOPOCENSE. Copallifera IV, pág. 47. 4. COPALLI TOTOTEPECENSI (de Tototepec). 1-364. 5. COPALLI MONTANA seu TECOPALLIQUAHUFTL, Co- 5. TECOPALQUAHUITL, seu COPALLIMONTANA. 1-361. pallifera V, pág. 47. 6. CUITLACOPALLI, seu stercore copalli. Copallifera 6. CUITLACOPALLI seu stercore copalli 1-366. VI, leprosa IT. pág. 48. 7. TECOPALQUAHUITL PITZAHUAC, seu tenui folio. 7. TECOPALQUAHUITL PITZAHOAC, seu tenuifolia. 1- Copallifera VIT, págs. 48-49, 362. S. NOCHICOPALLI, seu copalli florente ab aliis Xara- 8. XOCHICOPALLI seu copalli florente. 1-363. pizqua. Copallifera VIII, pág. 49. 9, MIZQUIXOCHICOPALLI. Copallifera IX, pág. 50. 9. MIZQUIXOCHICOPALLI. 1-363. En estas nueve especies de copales, he procurado hacer las identificaciones corres- pondientes, leyendo las indicaciones que da Hernández y consultando cuidadosamente las láminas de la edición romana; aunque á decir verdad, es muy difícil, por no decir imposi- ble, hacer estas apreciaciones con los escasisimos datos botánicos y de localidad que se en- cuentran allí consignados, y en la mayor parte de sus artículos sólo se refiere á sus pro- piedades médicas; al mismo tiempo he consultado el artículo escrito por el distinguido na- turalista jalisciense, el Dr. D. Leonardo Oliva, y publicado en La Naturaleza, órgano de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, y la excelente monografía de las Burseráceas por Engler; y, por último, hago la copia exacta de la parte latina de la edición matritense, por haber sido revisada por el inteligente botánico D. Casimiro Gómez Ortega, y por este motivo ser mucho más correcta. 14 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Copalquahuitl, seu arbore gummifera.—El nombre mexicano Copalli* es genérico y Común á todas las resinas; pero se aplica especialmente % las que se usan como incienso. Hay basta diez especies de árboles que dan esta especie de resina; y se diferencian tanto en el nombre como en la forma de las hojas y del fruto y en la calidad de aquel producto. El copal, llamado así por antonomasia, es una resina blanca y transparente que sale de un árbol grande, cuyas hojas se parecen á las de la encina, aunque son mayores que éstas: el fruto es redondo y rojizo. Esta resina es bien conocida en Europa con el nombre de go- ma copal y se emplea en medicina y en hacer barnices. Los antiguos mexicanos la usaban principalmente en el incienso, de que se servían ya en el culto religioso de sus ídolos, ya en obsequio de los embajadores y otras personas de alta jerarquía. Hoy lo consumen en erandes cantidades para el culto del verdadero Dios y de sus santos. Esta especie debe referirse á la Bursera jorullensis, Engl., por las hojas semejantes á las de la encina y por la localidad señalada por Hernández, así como la figura de la edición romana que está conforme con la descripción de Engler, y debe quedar de esta manera: Bursera jorullensis, Engl. in Monog. Phan. DC. IV, 57. Elaphriwm jorullense, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, pág. 22, t. 612; Schlecht in Linneea XVII, pág. 628. Amyris rugosa, Willd. herb. núm. 7,280. N. V. Copalquahuitl, de Hernández. Se ha encontrado en México, al pie del volcán del Jorullo (Bonpl., núm. 4,339 in herb- Paris; Humb.in herb. Willd. núm. 7,280); en el Real de Huautla, Iguala, S. Francisco Tete. cala (Schiede in herb. reg. Berol). Florece en Junio y Julio y fructifica en Septiembre; según Hernández, se encuentra también en Uruapan, provincia de Michoacán, donde le llaman Xicalan, y en las llanuras, montes y lugares húmedos de Cuernavaca y Michoacán. Copalquahuitl Patlahoac, seu arbore Copalli latifolia.—Esta especie debe referir- se, en mi concepto, á la Bursera sessiliflora, Engl., porque en la figura correspondiente de Hernández se ven los foliolos de 7 á 8 yugas, las flores son sésiles, los frutos aglomerados y el tamaño de las hojas, que son bastante grandes y que Engler les señala de 1 45 deci- metros, me hacen sospechar sea esta especie: Bursera sessiliflora, Engl. in Monog. Phan. DC. IV, pág. 55. N. V. Copalquahaitl pa- tlahoac, de Hernández. México (Karwinski in herb. Monac.). Según Hernández, su habitación principalmente es en Cuernavaca y lugares cálidos. Copalquauhxiotl, seu de leprosá arbore fundente Copalli.—Esta especie es difícil fijarla, y la localidad que podría dar alguna luz no he podido encontrarla en ninguna de las obras que he consultado; pero la lámina de Hernández hace creer sea una Burserácea, y atendiendo al número de yugas, que son de 15 á 17 en la figura, y al nombre vulgar de Cuajiote amarillo, que le asigna Engler en su monografía, puede corresponder á la si- guiente: Buwrsera multijuga, Engl. in Monog. Phan. DC. IV, pág. 42. % Dicc. Geog. y Est. Apend., 1-672.—Este articulo parece ser una traducción incompleta del Copal- quahuitl de Hernández, y hecha probablemente por el naturalista D. Antonio Cal. 15 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. N. V. Cuajiote amarillo. México (herb. Delessert); Colima (Kerber in herb. Berol); y Texaxahuacan, según Her- nández. Copalli Tototepecensi.—Estua especie de Tototepec,' cabecera de la municipalidad de su nombre, partido y distrito de Tlapa, departamento de Guerrero, sólo trae Hernández lo anterior que he copiado (y lo cual se omite); sin figura alguna, acerca de la cual pudiera formarse opinión y con sólo estos datos no es posible identificarla. Tecopalquahuitl, seu Copalli montana.—Por los caracteres del fruto y los foliolos de 244 yugas, y tal vez la localidad, deba referirse á la Burserácea que es conocida con el nombre de Copal de Veracruz, aunque la figura de Hernández trae los foliolos aserrados y en la descripción de Engler no lo dice, y á reserva de identificarla más tarde con los ejemplares frescos, le asigno la especie siguiente: Protiwm copal, Engl. in Monog. Phan. DC. IV, pág. 83. Icica? Copal, Schlecht. et Cham. in Linneea 1830, pág. 601. 2Tcica obovata, Turez. Bull. Mosc. 1863, 1 913 (nonvidi). N. V. Copal en México. Misantla y Papantla (Schiede, núms. 6 y 147; Ehrenberg, núm. 116), Veracruz (Galeotti, núm. 3,813); Acasónica? (Linden, núm. 132); en el Valle de Córdoba (Bourgeau); Warten- berg, cerca de Tantoyuca, prov. de la Huasteca (Ervendberg, núm. 185 in herb. Grisebach et herb. DC., núm. 2,058 in herb. Mus. Paris). Cuitlacopalli, seu stercore copalli.—Por los foliolos oblongo-aovados, de2á 5yugas, y ramos floríferos multifloros de pedicelos muy cortos de 3 4 5 milímetros de largo, como se ve en la figura de la edición romana, puede comprenderse en la especie siguiente: Bursera gummifera, Jacq. Amer. 94, t. 65; Linn. Spec. 741; Sloan. hist. t. 199, f. 1-2; Jacq. Amer. t. 96: Desc. El. II, t. 97; DC. Prodr. II, 78; Baillon, hist. des plantes, V, p. 261, fig. 259-274; Schnizl. iconogr. fasc. 1; DC. Monog. Phan. IV, pág. 39. Elaphriwm integerrimum, Tul. in Amn. sc. nat. 3 ser. VI, 368. N. V. Almácigo, Indio desnudo, en Nueva Granada. México (Schiede, núm. 117 in herb. Berol); Colima (Kerber); Xochicalco (Hahn. in herb. Mus. París); $4 pubescens, Engl., loc. cit., pág. 40. México, Orizaba (Boarg, núm. 2,899 in herb. Mus. París); Omealca (Bourg, núm. 3,131 in herb. Mus. Paris); y en otros muchos lugares que no son de México. Tecopalquahuitl Pitzahoac, seu /enuifolia.—Por el tamaño de las hojas y los folio- los oblongos ú oblongo-elípticos de 6 á 7 milímetros de largo, poco más grandes que las ho- jas de ruda, los frutos muy pequeños, semejantes á la pimienta, y las hojas que en la figura de Hernández parecen ser bipinadas, puede atribuirse á la especie siguiente: Bursera bipinnata, Engl. in DC. Monog. Phan. IV, pág. 49. 1 Dicc. Geog. y Est. Apénd. TIT. 2 Acasónica. Pueblo del cantón de Huatuxto, del E. de Veracruz. Dicc. Geog. de Pérez Hernández. (Nota del autor). 16 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Elaphrium bipinnatum, Schlecht. in Linn. 1845, pág. 631. Amyris bipinnata, Moc. et Sessé. Fl. Mex. In. DC. Prodr. Il, pág. 82. Rhus filicina, Moc. et Sessé. Fl. Mex. In. t. 189; DC. Prodr. II, pág. 67. N. V. Copal amargoso. México, cerca de San Luis (Virl. d*Aowst, núm. 1,544 in herb. Mus. Paris); en el monte Jorullo, alt. 1,500 met. /Graleotfi, núm. 4,002; Schiede in herb. Reg. Berol); en San Francisco Tetecala, Plan de Iguala, Real de Huautla, cerca de Atlacomulco (Sehiede fide Schlechten- dal). Florece en Junio. Xochicopalli, seu Copalli florente.—Por la figura de Hernández, parece ser una com- puesta, y no opino como el Sr. Oliva,' que sospecha pueda ser una Montagnea, sino más bien un Eupatorium, aunque de todas maneras no creo sea una Burserácea: en la edición romana se encuentra la palabra Xarapizqua, que según parece es el del idioma Tarasco, y que el Sr. Casimiro Gómez Ortega no lo pone en la madrileña, ignoro por qué razón, y tal vez en la corrección cuidadosa que hizo de los trabajos de Hernández no le correspon- da, pero si lo fuere, su etimología podria darnos alguna luz para determinarla. Mizquixochicopalli.—Esta especie es difícil caracterizarla por los escasísimos da- tos que da la descripción y la falta de figura en la edición romana, y sólo encuentro alguna semejanza por las hojas, parecidas á las del manzano, y el fruto, qne se asemeja á una ci- ruela, á la especie siguiente: Bursera graveolens, Triana et Planchon in Ann. sc. nat. b ser. XIV, pág. 303; Engl. Monog. Phan. IV, pág. 49. Elaphrium graveolens, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VIT pág. 24. Elaphrium tatamaco, Tul. in Amn. sc. nat. 3, ser. VI, pág. 368. Sgondias edmonstonei, Hook. f. Trans. of Linn. Soc. XX, 230. Amyris caranifera, Willd. herb. núm. 526. f pilosa, Engl. Colima (Kerber). Estas son las nueve especies de copales que trae agrupados la edición romana, y fue- ron los que me propuse examinar desde un principio; pero en la edición madrileña apare- cen alganos otros más, reunidos á los anteriores, que creo conveniente no omitir aunque pertenezcan á otras familias, por llevar la palabra Copalli y ser afines algunos de la fami- lia de las Burseráceas. Teucopalli, seu Copalli Dei.—El Sr. Oliva? la atribuye á una Umbelifera, tal vez sea debido al tallo hueco y á la semejanza de las hojas con las de la Ferula; pero por la figura que está en la pág. 411 de la edición romana, se ve que la inflorescencia es en panojas y no umbelas; las yugas de las hojas son cuatro: los foliolos oblongos ú lanceolados, obtusos ó agudos en la base y el raquis algo alado; y por la descripción se nota que la fler es lana- da y el fruto peloso ó cabelludo (fructum comanten), caracteres que concuerdan con los que da Engler en la especie siguiente: Rhus copallina, L. Sp. 380; Engl. Monog. Phan. IV, 283. 1 La Naturaleza, l, pág. 39. 2 La Naturaleza, 1-39. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. f 1 integrifolia; foliolis integris.—Rhus lanceolata, Gray Mss. Entre otros lugares que no son de México, señala Engler, Texas, Nuevo México (Mexi- can Boundary Survey) y creo que muy bien puede ser una especie nuestra de los lugares cálidos como dice Hernández, y además por ser muy abundantes las especies de este gé- nero en nuestro país. Copalxocotl, seu arbore gummosa pruna ferente.—Por la descripción y lámina de Humboldt, comparada con la descripción y figura de la obra de Hernández, que concuer- dan muy bien, más el nombre vulgar de Copalcocote que le da Humboldt, corresponde á la siguiente especie: ; Cyrtocarpa procera, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, 20, t. 609. N. V. Copalcocok, Engl., Monog. Phan. IV, 275. Dasycarya grisea, Liebm. in Vidensk. Meddel fra d. naturh. Foren. i Kjobanhavn, 1853, pág. 98. Schinus procerus, L. March. Rev. Anac., 164, excl. syn. México, en la región caliente (Schiede, núm. 3,002 in herb. Berol.); Mescala, Cañada de Zopilote, Estola y Zumpango, alt. 800-1,200 metros (Humb. in herb. reg. Berol. Bonpl., núm. 3,950 in herb. Mus. Paris); Oaxaca, Rio de las Vueltas (Liebmann in herb. hort. Havn.). Copalxocotl «//ea.—Esta descripción no trae figura alguna, y su identificación no es posible por alvora; pero me atrevo á sospechar que si no es otra especie de Cyrtocarpa, porque Engler señala una sola, sea tal vez la Tapirira mexicana, L. March., por ser muy afine de la anterior. Copalxihuitl, seu abore Copalli redolente.—El Sr. Oliva* cree que es una especie de salvia por lo aromática y tal vez por la figura que está en la pág. 103 de la edición roma- na, que tiene el aspecto de una Labiada, y más adelante dice: que algunos la refieren á la Salvia formosa, pero las hojas verticiladas en número de cuatro, y los frutos, que son ba- yas rojizas, no son caracteres de las Labiadas, y cuando mucho puede sospecharse sea una Rubiácea. Cocopaltzin, seu parva Copalli.—Esta especie, por la descripción tan incompleta y la falta de figura, no es posible apreciar cuál sea, y sólo el nombre y la localidad pueden hacer su identificación más tarde; el nombre de Cocopattzin quiere decir, según la respe- table opinión del Sr. F. del Paso y Troncoso: Copalitos por la terminación tzín que corres: ponde al diminutivo, y la duplicación de la primera silaba co, corresponde al plural. Cocopaltic, seu planta simili Copal!.—La falta de figura de esta especie hace que no pueda formar opinión; pero el fruto espinoso (fructum acinosum) y tener el nombre de Cocopaltic, me hace creer sea una especie de Rhws, que tanto abundan en nuestro suelo. Copaltic, seu arbore fundente gummi simile Copalli.—De esta especie, lo mismo que la anterior, juzgo que también es un Rhus, aunque esta descripción de Hernández con- cuerda con la del Copalqguauhaciotl en muchos puntos y sólo varía en las hojas; en todo lo demás, como el tamaño del árbol, fruto, color y olor, usos y localidad, es igual; de manera * La Naturaleza, I, pag. 39. 18 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. que si no es un Rhus, como dije antes, debe ser una especie de Bursera ó una variedad del Copalquauhxiotl. Quaubhxiotl.—Esta especie conviene perfectamente en todos sus caracteres y nombre vulgar, y además en el cotejo de la figura que está en la pág. 97 de la edición romana, con el nombre /ztacquauhaiotl alia Galiopifera, se ve con claridad que corresponde á la si- guiente: Pseudosmodingium andrieuxit, Engl. in Bot. Jahrb., I, 419; Eugl. Monog. Phan. DC. IV, pág. 369. Smodingium andrieusti, H. Bn. in Adansonia, XI, 182. México (Andrieux, núm. 184 in herb. Delessert et herb. Mus. París); y según Hernán- dez en Itztolucan. Iztacquauhxiotl, seu Quauhaioll alba.—Esta especie, lo mismo que la anterior, está ya bien determinada, y sus caracteres concuerdan muy bien con la descripción y la figura de la edición romana que está en la pág, 57 á la izquierda, con el nombre de /ztacquauh- xiotl Galiopifera, y corresponde á la siguiente: Pseudosmodingium perniciosum, Engl. in Bot. Jahrb., I, 420; Engl. Monog. Phan. IV, 370. Rhus perniciosa, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, 10. N.V. Cuajiote. México, en la pendiente occidental, cerca de Santa Teresa y cerca de Tepecoacuilco, alt. 1,030 met. (Humboldt); JSorullo (Schiede in herb. reg. Berol.); en la falda de los montes, cerca de Apatzingan (Ghiesbreght, núm. 340 in herb. Mus. París); y según Hernández en Ttzocan. Tecomahaca.—Esta planta conviene por la descripción de ser un árbol grande, con los foliolos oblongos angostados hacia el ápice, y el fruto un drupo, lo mismo que la figura que está en la pág. 55 de la edición romana, con excepción de que los foliolos están aserrados, con la /cica heptaphylla, que Planchon* señala en su historia de Drogas, y corresponde hoy á la siguiente: Protiwm heptaphyllum, March. in Kopenh. Vidensk. Meddelelser, 1873, p. 41; Engl. in Fl. Bras. XII p. 262; Engl. Monog. Phan. IV, p. 63. Icica heptaphylla, Aubl. Pl. Guian., L, 337, t. 130; DC. Prodr. II, 77. Icica Tacamahaca, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, 33. Protium Tacamahaca, Marchand in Adansonia VIII, 52. Amyris ambrosiaca, Willd. Sp. IL, 335, excl. syn. Marignia; Spreng. Syst., H, 218, pr. p. Ícica surinamensis, Miq. stirp. surin. select. 65, ex Triana et Planchon in Ann. se. nat., 9 ser., XIV, 297. Ícica guianensis, Triana et Planch. Ibid. pr. p. Protium aromaticum, Engl. in El. Bras., p. 273. Es un árbol de cerca de 10 metros de altura, según Engler, y la corteza de los ramos de un color cenizo- obscuro y delgada. Habita en Ja América tropical, donde está amplia- mente dispersada, principalmente en las Guayanas y el Brasil, y no me repugna á causa de esto, sea la misma especie que Hernández señala en las Mistecas. Se parece mucho al Protium guianense, Aubl., pero se distingue en la estructura de * G. Planchon. Drogues simples d'Origine vegetale, II, p. 249. 19 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. la flor; se acerca más al Protiuim multiflorum, aunque se diferencía de ésta por sus hojas superiores siempre trifoliadas y las flores largamente pediceladas. El P. Ximénez' encabeza la descripción de esta planta con el título: «De la planta que produce la goma que llamamos Tecomahaca, que llaman los indios Copalyhyac, Memeyal- quahaitl, otros la llaman Tecomalyyac, y corrupto el nombre Tecomahaca» la terminación yyac quiere decir fétido, y entonces el nombre viene á ser Copal fétido. Tlahoelilocaquahuitl, seu de asbore insanie.—La falta de figura y los pocos ca- racteres botánicos que le asigna Hernández, hacen que la identificación no sea posible; además, la localidad que le ha sido señalada no se encuentra en la especie descrita por Engler; sin embargo, á pesar de esto, creemos que la oplnión de Guibourt, apoyada por Planchon* debe ser aceptada, mientras no pueda rectificarse por otros medios, y nos ate- nemos por ahora á lo que dice el autor citado: .... ser., XIV, 299. Es un árbol, según Engler, que huele á hinojo en todas sus partes, y por incisiones á la corteza da el Bálsamo de Caraña de los Peruanos. Habita en el Brasil y el Perú, y colectado por Humb. et Bonpl. y Poeppig. En estas veinte especies de Copales de los antiguos mexicanos, he procurado hacer las identificaciones correspondientes, venciendo las dificultades sin número que esto ofre- ce, y lo he hecho más bien como un pequeño ensayo, que sirva de estímulo para la rectifi- cación de las especies de nuestra flora: he tomado como base la obra de Hernández, por que allí constan multitud de datos importantes que nos dan mucha luz para el estudio de los productos vegetales de nuestro suelo, así como de las numerosas aplicaciones á las ar- tes, á la industria, á la medicina, etc., etc., que están allí descritas, y cuyas noticias no podrán ser aprovechadas si no es por la identificación con la nueva nomenclatura botánica. En este imperfecto trabajo que doy á luz, se ve que nuestros indigenas tenían, como dije al principio, el acierto y sagacidad para agrupar las especies, no como se ha creido basta ahora, empíricamente, es decir, por el producto sólido que recogían y que llamaban Copalli, sino que se fijaban en los demás caracteres que podemos llamar fisonómicos, se- mejantes en toda la planta, y corresponden hoy con los caracteres naturales de familia; y es tan cierto lo que afirmo, que sólo dos especies como el Xochicopalli* y el Copalxihuitl, 1 Fr. F. Ximénez. Cuatro libros de la Naturaleza, reimpreso por la Secretaria de Fomento, 1888, p. 30. 2 G. Planchon, loco citato, IL, 193. 3 XocHicoPALL1. En esta especie me preocupé y creí, como el Sr. Oliva dice cn «La Naturaleza,» que se trataba de una Compuesta, pues la lámina así lo indica; pero rectificando mis apreciaciones, puedo ase- gurar que por la descripción de Hernández y lo que el Sr. Oliva dijo anteriormente acerca de esta planta (Farm. Oliva, IL, 252-355) que presenta: «un peciolo alado común, seis pares de foliolos imparipinados, con el impar igual á los otros, todos lanceolados, largamente acuminados, almenados, lisos, lustrosos, trans- parente-puntillados divididos por la nervadura media en dos partes desiguales;> que además la señala co- mo especie nueva, dAmyris copalifera, Nov. sp., N. Mex. Xochicopalli, Copal de santo en Colima, caracteres qne conenerdan con los de la Bursera mexicana, Engl., el que también señala el mismo nombre y localidad. 20 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. que llegué á creer que la primera era de las Compuestas y la segunda de las Rubiáceas, han sido determinadas después, lo mismo que el Cocopaltzin, y figuran con el nombre que les corresponde en el cuadro que pongo á continuación, y por él se nota que todos perte- necen á las familias de las Burseráceas y Anacardiáceas, muy afines por sus caracteres naturales. Debo agregar, por último, que en esta «rdua tarea he sido ayudado eficazmente por nuestro respetable Director del Museo Nacional, el Sr. D. Francisco del Paso y Troncoso, quien ha tenido la bondad de darme el significado de las voces mexicanas que he consis- nado, y debido á esto he podido encontrar luz suficiente para facilitar su determinación. COPALES DE HERNANDEZ Y SU IDENTIFICACION. Nombres mexicanos. Clasificación Familia. AC OPALQUABUTTL Sc ies Bursera jorullensis, Engl... Burseráceas. 2 COPALQUAHUITL PATLAHOAC --.2.0..- Bursera sessilepiora, Engl Id. 3. COPALQUAUHXIOTL BUNSCrO mMuliquga Pai O Id. 4. COPALLI TOTOTEPECENSE 2. ..222.-2- BUTSERAS PIAR IIA E EE Id. INDECOBALQUAR DTO a de NOT VUNDCO PAL EI Id. Fe (ERA A A Bursera gummifera, JacQ.oooooomocooo--- Id. 7. TECOPALQUABUITL PITZABUAC.---..--- Bursera bipinnata, Engl... 22222 Id. 2. ANACONDA BUS OMEACNA AS Id. OSVIZQUIXOCHICOPADTT: 2 Bursera graveolens, Triana et Planch...--.- Id. A AA ERUSCOPAN AAA AREAS Anacardiáceas. MA COPATIOCODL a tdci di Cyrtocarpalprocera BRK Id. HO COPAEXOCOTL ACT cotos esas Tapórira mexicana, L. March. 2.2 Id. 1 O Bursera fagaroides, Emgl.----ooo002222- Burseráceas. HN COCOFAL DAN ou e da Bursera schlechtendalii, Engl... Id. 1. A Se da MUS SE A OS DS Anacardiáceas. A A RUSS PIL AN IS A Td. 1 AO a O AAA Pseudosmodingium andrieuxil, Engl..-.-.- Id. ISI COUA DEI oi a Pseudosmodingitm perniciosum, Engl. .-.- Id. 19 DECOMAHACA 0 COPALYYAC- 2222222. 2 Protium heptaphyllum, March------------ Burseráceas. 20: TLAMHOELILOCAQUAHUITL --t 2202022 PROVINCIA AIN A Id. Pongo á continuación el catálogo de las Burseráceas mexicanas que han sido encon- tradas hasta hoy según la excelente monografía de Engler, y los nombres mexicanos que en mi concepto les corresponden, y pequeñas notas adicionales acerca de sus productos que he visto en algunos autores. BURSERÁCEAS MEXICANAS. 1. BURSERA ALEXYLON, Engl. Monog. Phan. DC. IV, p. 52. Elaphrium alcexylon, Schiede mss., Schlecht. in Linneea, XVII (1845), 252. Amyris linaloe, Llave ex Schiede. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Fagara lignialoes, Fl. Mex. In. ex Oliva. N. V. Leño áloes, Lináloe. México, Real de Huautla y otros lugares de la zona cálida (Schiede, núm. 1,003 in herb. univ. Halens.), y según Oliva, es muy abundante en el Estado de Michoacán y la Misteca. Nora. Esta planta es muy notable por su madera, que debido á su olor tan suave, es aprovechada para la fabricación de cajas ú otros objetos pequeños; en trozos para perfu- mar la ropa; sirve también para extraer por la destilación la esencia de lináloe, que es muy abundante en su madera y que actualmente se exporta al extranjero con mucho aprecio. ll Dr. F. Altamirano me ha informado que los indigenas extraen un copal muy blanco y muy escaso que tienen en mucha estima por el perfume tan suave de su esencia, 2. BURSERA BICOLOR, Engl., ]. C., p. 93. Amyris bicolor, Willd. herb. núm. 7,277. Elaphrium bicolor, Schlecht. in Linneea, XVIII, 625. México, Real de Huautla, S. Francisco Tetecala y otros lugares cálidos del suelo mexi- cano (Schiede); México (Karwinski in herb. Monac.); Cuernavaca (Knechtel, núm. 702 in herb. cees Vindob.). Florece en Junio y fructifica en Agosto y Septiembre, 3. BURSERA BIPINNATA, Engl., 1. c., p. 49. Elaphrium bipinnatum, Schlecht. in Linneea, 1843, p. 631. Amyris bipinnata, Moc. et Sessé. Fl. Mex. In. DC. Prodr. II, 82. Rhus filicina, Moc, et Sessé. Fl. Mex. In. 189; DC. Prodr. II, 67. N.V. Copal amargoso. N. Mex. Tecopalquahwitl Pitzahoac. México, cerca de S. Luis (Virl. d”Aoust, núm. 1,544 in herb. Mus, París); en el monte Jorullo, alt. 1,300 met. (Galeotti, núm. 4,002; Schiede in herb. Reg. Berol.); en S. Francisco Tetecala, Plan de Iguala, Real de Huautla, cerca de Atlacomulco (Sehiede fide Schlechten- dal). Florece en Junio. NOTA. Según Hernández, en Tepotzotlán y Hoaxtepec, produce una especie de incienso. 4. BURSERA CINEREA, Engl., 1. c., p. 43. México, en el Valle de Córdoba (Bourgeaw, núm. 2,326 in herb. Mus. Paris). D. BURSERA CUNEATA, Engl., 1. c., p. 56. Elaphriwm cuneatum, Sehlecht. in Linnea, XVII, 629. México (Ehrenberg in herb. Reg. Berol.; Schimitz, núm. 410 in herb. ces Vindob.); Gua- dalupe (Bowrgeaw, núm. 338 in herb. Mus. Paris); cerca de Zamaliztlahuaca (sic) é Iguala (Schiede). Florece en Junio y fructifica en Agosto. 6. BURSERA DELPECHIANA, Poisson in litt. México (herb. Mus. París). 7. BURSERA EXCELSA, Engl., 1. c., p. 57. Elaphriuwm excelsum, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, 30, t. 611. Amyris elegans, Willd. herb. núm. 7,299. México, frecuente entre Acapulco y Venta del Exido, alt. 400 met. (Humb. et Bonpl. in herb. Mus. Paris). Florece en Abril. NoTA, La corteza muy gruesa y algo resinosa. 8. BURSERA FAGAROIDEs, Engl., 1. c., p. 48. Elaphriuwm fagaroides, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, t. 611; Schlecht, in Linneea, XVI (1843), p. 245. 22 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. N. Mex. Copalxihwitl. Se distinguen tres formas bien diversas, según Schlechtendal: a eliptica, Engl. México, en la región cálida (Schiede, núm. 1,019). 6 crenulata, Engl. México, S. Francisco, Real de Tasco (Schiede, núm. 1,016), lugar cercano á la región cálida (Schiede, núm. 1,918); cerca de S. Luis (Virlet d"Aoust, núm. 1,269 in herb. Mus. Paris). y ramosissima, Engl. Amyris ventricosa, Llave. México, en la región fría (Schiede, núms. 1,017, 1,023). 9 bourgeana, Engl. México, en el monte Zacoalco, cerca de Guadalupe (Bouwrgearu, núm. 518 in herb. Mus. Paris). Nora. Esta última especie fué colectada por el Dr. F. Altamirano en S. Cristóbal Eca- tepec y Tulpetlac, y se encuentra en el herbario del Museo Nacional; fructifica en Mayo en Teotihuacán, y, según Hernández, en lugares arenosos, solitarios y ásperos. 9. BURSERA GALEOTTIANA, Engl., 1. c., p. 47. México, Oaxaca y en Tehuacán, alt. 5,500 pies (Galeotti, núm. 4,004 in herb. Deless.); Tintetlán? (Liebmann in herb. Hafn.): S. Jerónimo (Hah. in herb. Mus. París). 10. BURSERA GRACILIS, Engl., 1. c., p. 50. México, Xochicalco (herb. Mus. Paris). 11. BURSERA GRANDIFOLIA, Engl., l. C., p. 45. Elaphrium grandifoliuwm, Schlecht. in Linneea, XVIT (1843), 249. México, en la región cálida (Schiede, núm. 1,020 in herb. univ. Halens.; Kerber in herb. Berol). Fructifica en Noviembre. 12. BURSERA GRAVEOLENS, Triana et Planch. in Ann. sc. nat. 5 ser. XIV, p. 303. Elaphriuwm graveolens, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, p. 24. Elaphrium tatamaco, Tul. in Ann. sc. nat. 3 ser. VI, p. 368. Spondias edmonstonei, Hook. f. Trans. of Linn. Soc. XX, 230. Amyris caranifera, Willd. herb. 526. f pilosa, Engl. N. Mex. Mizquixochicopalli. Colima (Kerber) y según Hernández, en Copitlán y Colima. 13. BURSERA GUMMIFERA, Jacy. amer. 94, t. 65; Linn. Sp. 741; Sloan. hist. t. 199, £. 1-2; Jacq. amer. t. 96; Desc. Fl. II, p. 97; DC. Prodr. II, 78; Baillon, hist. des plantes, V, p. 261, fig. 269-274; Schnizl. iconogr. fase. 1. Elaphrium integerríimum, Tul. in Ann. sc. nat. 3 ser, VI, 368. N. Mex. Cuitlacopalli. N. V. Almácigo, indio desnudo en Nueva Granada. México (Schiede, núm. 7117 in herb. Berol.); Colima (Kerber); Xochicalco (Hahn. in herb. Mus. Paris). f pubescens, Engl. México, Orizaba (Bou»y., núm. 2,899 in herb. Mus. Paris); Omealca (Bouwrg., núm, 3,131 in herb. Mus. París); y según Hernández, en Yautepec. Nora. Esta planta, según Hernández, da uua goma blanca, algo olorosa y algo dura; 23 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. según Oliva, produce la goma Archipin: esta resina se presenta en pedazos de distintas formas, tamaños y aun colores; ya de un blanco que tira á amarillo interior y exterior- mente, y que partidos, presentan el aspecto de la cera; ya pardos en lo exterior, y en lo interior de color amarillo con vetas que tiran á negro; por fuera y por dentro de fractura vítrea, semejante á la goma amoníaco; su olor semejante al de incienso, arde aplicada á la flama, es casi completamente soluble en el alcohol, también lo es en parte en el agua; suele usarse á la dosis de 60 centigramos á 2 gramos, como aperitivo. El Sr. Río de la Loza L.,* hizo el análisis de esta substancia, y la encontró formada de goma 34, resina 44, sales, materias extrañas y pérdida, 22 en 100 partes: se usa como pur- gante y diurético, y también en la industria la emulsión espesa como pegamento del mar- fil, vidrio, porcelana, etc. 14. BURSERA HETEROPHYLLA, Engl., 1. c., p. 46. México, Tlaquiltenango (Schiede, núms. 1,007, 1,008, 1,009, in herb. Mus. Berol.). 15. BURSERA JORULLENSIS, Engl., 1. c., p. 97. Elaphriuwm jorullense, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VIL p. 22, t. 612; Schlecht. in Linneea XVII, 628. Amyris rugosa, Willd. herb., núm. 7,280. N. Mex. Copalquahuitl. México, al pie del monte Jorullo (Bonpland, núm. 4,339 in herb. París; Humb. in herb. Willd., núm. 7,280); en Real de Huautla, Iguala, San Francisco Tetecala (Schiede, in herb. reg. Berol.). Florece en Junio y Julio y fructifica en Septiembre. 16. BURSERA KARWINSKII, Engl., ]. c., p. 43. México, Tolimán (Karwinski in herb. Monac.). 17. BURSERA KERBERI, Engl., l. c., p. 41. México, Colima (Kerber in herb. Berol.). 18. BURSERA LANCIFOLIA, Enel., l. c., p. 42. _ Elaphriwm lancifoliuwm, Sehlecht. in Linneza XVII (1843), 247. México, en la región cálida (Schiede, núms. 988 y 1,021 in herb. univ. Halensis). 19. BURSERA LANUGINOSA, Engl., 1. c., p. 98. Elaphriwm lanuginosum, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, p. 31. El ejemplar que existe en el herbario del Museo de Paris es muy incompleto. México, cerca de Cuernavaca, alt. 1,600 mts. (Humb. et Bonpl. in herb. Mus. Paris). 20. BURSERA MEXICANA, Engl., l. c., p. Dl. Elaphrium copalliferum? Fl. Mex. In. Amyris copallifera? Oliv. La Naturaleza, I, p. 40. N. V. Aceitillo, Copal de santo, Goma de limón, Copal de penca. N. Mex. Xochicopalls. México, cerca de San Luis (Vir. d'Aoust, múm. 1,267 in herb. Mus. Paris); Córdoba (Finck. in herb. Kew); Colima (Kerber in herb. Berol.). La resina de la corteza da un olor de incienso. Nora. El Sr. Oliva* dice: que el Suchicopal, Amyris copallifera, Nov. sp. Xochicopalli, de los mexicanos, Copal de santo en Colima, también produce resina que se presenta en 1 Oliva. Farm. IT, p. 235, 2 Farmacopea Mexicana, 1884, p. 50. En esta obra atribuyó la goma archipina al Cuajiote, Rhus per- niciosa, cuya planta y resina fué traida por el Dr. F. Altamirano, de Cuernavaca. 3 Oliva. Farm. II, 233. 24 .. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y. EXTRANJERA. fragmentos y tamaño y forma variable, semitransparentes, con algunos fragmentos. de un blanco opaco y friables, tanto más abundantes cuanto más viejo, y tanto más viscosa cuan- to más reciente: dichos fragmentos semejan algo á almendras partidas; su color es ya se- mejante al del sagapeno, ya al de la goma de limón; su olor es aromático, resinoso, pesado y aun fastidioso, que va á la cabeza; su sabor es insípido, algo dulzacho, untuoso, suave, aromático, resinoso, apenas amargo después de algún tiempo que se ha tenido en la boca al deglutir; es muy análogo á la resina elemi. Es muy común en Colima, Autlán y otros lugares calientes. El Sr. Alfonso Herrera? dice: que el Elaphrium copalliferum se presenta en el comercio bajo la forma de semicilindros quebradizos, lustrosos y transparentes en su cara plana, opacos y blancos en la convexa, cubiertos de tierra en una de sus extremida- des, su olor es balsámico, se reblandece entre los dientes; como la almáciga, se funde á 749; con el tiempo pierde su transparencia y se pone amarillo. Se emplea indebidamente como sucedáneo de la goma elemi; entra en la composición de varios ungúentos. No se usa en medicina, pero debe tener las propiedades de las demás resinas. Es el Copal más abundante en México, y la descripción del Sr. Herrera es exacta, su olor se parece al del hinojo, y se fabrica muy buen barniz para las maderas, disolviéndolo en esencia de trementina. 21. BURSERA MICROPHYLLA, A. Gray in Proc. Am. Acad. V, p. 155. Sonora, Sierra de Tula (Schott in herb. Torrey fide Asa Gray); Baja California, Cabo de San Lucas (Xantus in herb. Kew). 22. BURSERA MULTIJUGA, Engl., l. c., p. 42. N. V. Cuajiote amarillo, Copaleuajiote. N. Mex. Copalquaxiotl. México (herb. Delessert); Colima (Xerbe in herb. Berol.); y según Hernández, en lu- sares montuosos y asperos, Texaxahuacán. 23. BURSERA OVALIFOLIA, Engl., 1. c., p. 40. Elaphrium ovalifoliuwm, Sehlecht. in Linnea XVII (1843), 248. México /Schiede in herb. univ. Halensis). 24, BURSERA PANNOSA, Enegl., l. c., p. D4. México, Mirador, San Felipe (Liebmann in herb. Hafn.). 25. BURSERA PENNICILLATA, Engl., 1. e., p. 52. Elaphrium glabrifolium, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VIL, p. 22; Schlecht. in Linnea, XVII, p. 249. Elaphriwm pennicillatum, Moc. et Sessé, t. 203; DC. Prodr. LI, p. 724. Fagara elaphrium, Willd. Sp. I, 668, et herb. núm. 7,285 (sub Elaphrim glabrifoliuin, H. B. K.). México, cerca de Oaxaca, alt. 5,500 pies (Galeottz, núm. 4,006 in herb. Deless., Hum- boldf Uhde in herb. Berol.); en el monte Jorullo (Sehiede, núm. 1,025 in herb. univ. Halens.); en Iguala (Schiede, núm. 1,029). ¡ 26. BURSERA SCHIEDEANA, Engl., l. c., p. D7. México, cerca de Huautla /Sehiede in herb. reg. Berol.). 27. BURSERA SCHLECHTENDALI, Enegl., l. c., p. 41. Elaphrium simplicifolium, Schlecht. in Linnea, XVII (1842), 532. N. Mex. Cocopaltzin. 4 Farmacopea Mexicana, 1884, p. 49. 23 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. N. V. Copalitos. México, en la región cálida (Schiede, núm. 1,022 in herb. univ. Halensis); y según Her- nández, en Tepotzotlán. Nota. Jil tamaño de los frutos es, según Engler, de 5 á 6 milímetros de largo y 5 mi- límetros de diámetro, en la planta colectada por el Dr. F. Altamirano en Tulpetlac; los fru- tos varían en tamaño de 5 milímetros á un centímetro y más. Según el mismo Dr. Altami- rano, es muy abundante en los Estados de Querétaro y Guanajuato, y se da en cerros se- mejantes en su estructura á los de Guadalupe. 28. BURSERA SESSILIFLORA, Engl., 1. c., p. DD. N. Mex. Copalquahuitl, Patlahoac. México (Karwinski in herb. Monac.); según Hernández, en las regiones calientes, prin- cipalmenta en Cuernavaca. 29. BURSERA SUBMONILIFORMISs, Engl., 1. c., p. 55. Hlaphrium submoniliforme, L. March. in herb. Mus. París. México, Río de las Vueltas (Liebmann in herb. Hafn. et herb. Mus. París). 30. PROTIUM CARANNA, March. in Adans. VIII, p. 51; Enel. in Fl. Bras., p. 278. Amyris caranna, Humb. Relat. II, 421 y 435. Ícica caranna, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VIL, p. 34; DC. Prodr. IL, p. 18; Triana et Planch. in Ann. sc. nat. 5 ser. XIV, 299. N. Mex. Tlahoelilocaquahuitl, Tlahwilillocan. N. V. Caraña. Es un árbol que huele á hinojo en todas sus partes, y da, por incisión hecha en la cor- teza, el Bálsamo de Caraña de los peruanos. Es una planta propia del Brasil y del Perú. NoTA. La caraña? es una resina que proviene ya del Amyris caranna, H., Icica? ca- ranna, DC., ya del Elaphriwm graveolens, K.; es el Tlahoelilocaquahuitl de los mexicanos: les una resina negruzca, ligera, lustrosa, de fractura vítrea, con un olor algo semejante a de la trementina, fusible, enteramente soluble en el alcohol. Se hace un emplasto de ella que lleva su nombre. La caraña! primitiva, la que era llevada de la Nueva España y que Monardés ha descrito, no es otra cosa que el elemi en panes de Guibourt, que es producida por la feica caranna, H. B. K., y que lleva en Nueva Granada el nombre de Caraña. Como el Sr. Oliva asegura, parece ser la misma Caraña del Brasil, y su habitación, según Hernández, corresponde á Michoacán y la Misteca inferior. 31. PROTIUM COPAL, Engl., l. c., p. 83. Icica? copal, Schlecht. et Cham. in Linnea, 1830, p. 601! ¿lcica obovata, Turez. Bull. Mosc. 1863, I, 913 (non vidi). N. Mex. Tecopalquahuitl. N. V. Copal. Misantla y Papantla (Schiede, núm. 6,147; Ehrenberg, núm. 7116); Veracruz (Galeotti, núm. 3,813); Acosónica (Linden, núm. 132); en el Valle de Córdoba (Bourgeau); Warten- berg, cerca de Tantoyuca, prov. Huasteca (Ervendberg, núm. 185 in herb. Grisebach et herb. DC. núm. 2,058 in herb. Mus. París); y según Hernández, en Papaloapan. 32. PROTIUM HEPTAPHYLLUM, March. in Kopenh. Vidensk. Meddelelser, 1873, p. 41; Engl. Fl. Bras., p. 262; Engl., 1. c., p. 63. Icica heptaphilla, Aubl. Pl. Guian. L, p. 337, t. 130; DC. Prodr. IL 77. 5 Oliva. Farmacología, Il, 234. 6 Planchon. Drogues simples d'Origine vegetale, IL, p. 193. 26 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Icica tacamahaca, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. VII, p. 33. Protium tacamahaca, March. in Adans. VIII, 52. Amyris ambrosiaca, Willd. Sp. IL, 335 excl. syn. Marignia; Spreng. Syst. II, 218, pr. p. Icica surinamensis, Miq. stirp. surin. select. 65 ex Triana et Planch. in Ann. sc. nat. 5 ser. XIV, 297. Ícica guianensis, Triana et Planch. Ibid. pr. p. Protium aromaticum, Engl. in Fl. Bras., p. 273. N. Mex. Copalyhyac, Memeyalquahuitl, Tecomalyyac” N. V. Thecomahaca, Tecomahaca, Tacamaca, Copal fétido. Es un árbol cuyo tronco es de 10 metros de alto, y ampliamente esparcido en la Amé- rica tropical, principalmente en las Guayanas, Brasil, etc., etc., y según Hernández, en las Mistecas, Tancitaro y otras regiones de Michoacán. NoTA. La Tacamaca? es otra resina atribuida á diferentes plantas y que proviene del Icica tacamahaca, H. B., Amyris tecomaca, DC., y sobre todo, del Elaphriuwm tomentosum, DC., que es la Fagara octandra, L., es el Tecomacihyyac de Hernández: es de un moreno claro, frágil, muy fusible, de un olor agradable, aromático, de un peso especifico de 1,046; se disuelve en parte en el alcohol y completamente en el éter y los aceites grasos. La Tacamaca* que viene más frecuentemente al comercio, la que bajo el punto de vista práctico merece ser puesta en primera línea, es la Tacamaca amarilla terrosa, de Guibourt, de la que hemos visto ejemplares expuestos por M. Triana, en 1867, bajo el nom- bre de resina animé, que proviene de la /cica heptaphylla, Aubl. Esta substancia es muy fácilmente reconocida y muy caracterizada por la abundante eflorescencia de apariencia terrosa que se hace en su superficie. Se encuentra en pedazos generalmente aplanados, llevando sobre una de sus caras restos de corteza. Abajo de una costra exterior de un gris negro poco uniforme, se ve, quebrando la substancia, capas al- ternadas de un color 2marillo de azufre más ó menos pálido y de un color blanco mate 6 de un tinte gris sucio. Cuando el pedazo es un poco grueso, la substancia quedando opaca recuerda más por su jaspeado blanco y amarillo, la Tacamaca amarillo-aceitosa en lágri- mas. Esta resina es opaca en todas sus partes. Se funde á la flama de una vela y arde con llama, esparciendo humo y dando un débil olor de incienso. El olor de la Tacamaca terro- sa es resinoso y trementinado; su sabor es de un amargo bien marcado. Todas sus partes, tanto interiores como exteriores, son solubles en el alcohol. Daba término á esta revista, cuando mi amigo M. Maury, inteligente botánico, me fa- cilitó un opúsculo del Dr. J. Poisson en que se ocupa de la Bursera delpechiana, y la estu- dia bajo varios puntos de vista que juzgo de importancia dar á conocer, y me propuse des- de luego hacer la traducción integra de este interesante artículo que copio en seguida: 7 P.F, Ximénez. Cuatro libros de la Naturaleza; reimpreso por la Secretaria de Fomento, p. 30. 8 Oliva. Farm. IL, págs. 234-235, 9 Drogues simples d'origine vegetale, II, p. 249, 27 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «El Lináloe! (Bursera delpechiana) sp. nov. La identificación de los productos de origen vegetal, con las plantas que los dan, está rodeada frecuentemente de obscuridad poco fácil de disipar, erizada de difi- cultades que apenas se pueden vencer. Los materiales más empleados en la industria, como son las made- ras de tinte ó de ebanistería; la mayor parte de los medicamentos sacados de las regiones calientes del glo- bo, no han sido referidos á los vegetales que los producen, sino mucho tiempo después del conocimiento de los productos mismos. «Las personas que se ocupan de la Botánica aplicada, saben que hace pocos años que se conoce el árbol que da la madera de Palisandro. No se ha podido descubrir hasta hoy el origen de la Sarcócola; el Sagapeno, el Gálbano, han salido de vegetales teóricamente conocidos; la Gutta-percha, tan solicitada en la industria, es todavía el objeto de las investigaciones más activas. Se han hecho comentarios hasta aquí sobre las especies botánicas que deben darlos, pero no hay certidumbre. Se podria dar una larga lista de estos objetos que no son conocidos bajo este punto de vista. «Esta laguna parece depender de varias causas: la primera es, que los indigenas que hicieron cono- cer á los europeos los objetos de cambio que llegaban á los mercados desde regiones lejanas y poco explo- radas, ocultaban cuidadosamente el origen de sus riquezas, y este sentimiento es esencialmente humano por el temor de ser despojados. La segunda consiste frecuentemente en la dificultad para el negociante, de penetrar hasta el centro de producción. Y en fin, la indiferencia que el viajero profesa de ordinario por las cosas que supone « priori que están suficientemente conocidas porque las encuentra en abundancia, y no aprecia siempre el valor científico. «Se posee hace mucho tiempo ya, en las colecciones de materias medicinales 6 industriales, ejempla- res de maderas más ó menos olorosas y que llevan los nombres de madera del Aguila, madera de Agallo- che, madera de Garo, madera de Áloes, etc. Las obras especiales más recientes que tratan de estas made- ras, no dan sino datos incompletos, y que sin embargo, son expuestos con cuidado, particularmente en la Histoire des Drogues simples de Guibourt (32 édit.). Los esfuerzos de que este sabio naturalista da testimo- nio en sus publicaciones para llegar á la determinación de los productos que enumera, son una garantía de-la conciencia con la cual estudia las cuestiones en que se ocupa. «Guibourt coloca, en su Historia de Drogas simples, todas las maderas llamadas de Áloes en las Le- eguminosas, sin afirmar nada, sin embargo, y sobre todo, según la opinión de los autores antiguos que él ha analizado cuidadosamente. Pero estos datos son absolutamente insuficientes para el conocimiento de estos objetos. Habria que hacer interesantes estudios para llegar á desembrollar un punto de la materia médica antigua aún muy obscuro. «En otro capitulo de su libro (TIL, 538) el sabio ya citado señala una madera de Limón de México, nombre que le ha sido dado, probablemente, cuando esta madera ha llegado por la primera vez á Francia. aleunos años antes de la publicación de la tercera edición del libro de Guibourt. Esta madera, dice él, ha sido atribuida á un «4Amyris,» y cita con este motivo un pequeño volumen muy raro impreso en Puebla en 1832, Ensayo para la materia médica mexicana, que, en efecto, considera la madera olorosa que lleva en México el nombre de Lignoaloe 6 Linanué, como pudiendo ser referido á este género. Esta publicación, hecha por una comisión anónima de la Academia Médico-Quirúrgica de México, se inspiró en autoridades médicas y botánicas que brillaron en la República Mexicana: V. Cervantes. J. M. Mocino, Luis Montaña, etc. Se expresa asi con ocasión del Lináloe: «Se produce con abundancia en la Misteca y rumbo de Matamoros. Por las noticias que han podido adquirirse de esta planta, y algunas semillas que se recibieron, hay mucha probabilidad que pertenezca «al género referido. (Amyris?). Su leño es ligero, de un color amarillo, con vetas en el interior más ó menos subidas de este color, «de un olor muy aromático, especialmente cuando se escofina ó reduce á astillas, semejante al del leño ro- dino, por el cual suele sustituirse en las boticas. Su aceite volátil es de un olor bastante agradable y por lo mismo se gasta para perfumes.» Por lo demás, no se encuentra en otra parte huella del producto de que se trata, á menos que se halle en algunas publicaciones que no llegan á Europa.? Sin embargo, era conocido hace mucho tiempo en México, y es explotado hace muchos años por la esencia perfumada que se extrae. 1 Association Frangaise pour l'Avancement des Sciences. Séance du 10 Septembre 1884, 2 Un diccionario de nombres populares de las plantas publicado en Londres, en 1882, por J, Smith, consagra algunas líneas, sin embargo, al Lináloe, y no dice nada nuevo, si no es que nos dice que la madera es importada de México para la extracción de su esencia, lo que no he llegado á saber por los corresponsales ingleses. Después añade: “It is used ln the country where produced for veneering small fancy articles, It has been known in Mexico for at least fifty years,” etc., etc.—[Nota de M. Poisson]. 28 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. La Exposición Universal de 1875, me ha dado la ocasión de ocuparme del Lináloe. En la sección mexicana, cuya exposición era muy bella, se encontraban ejemplares de esta madera con una muestra de la esencia que se extrae. Esta esencia es de una limpidez perfeeta y de un olor suave. recordando una mezcla de limón y de jazmin, lo que la hace emplear en la preparación de los perfumes, La casa Ollivier et Rousseau, de París, que tiene relaciones comerciales con México, exponía este Lináloe con el nombre de uno de sus corresponsales de allí, M. Delpech, un compatriota que se ha estable- cido en este país hace muchos años y que explota los productos naturales. Por la recomendación de MM. Ollivier et Rousseau, me puse en relación con su corresponsal, y pude obtener de M. Delpech no sola- mente ejemplares del Lináloe, muy bellos para las eolecciones del Museo de Paris, sino flores y frutos del árbol mismo. «Estos materiales permitieron estudiar la planta cuidadosamente y compararla con las especies ya co- nocidas qne se refieren al mismo género. «Lo que era ciertamente inesperado, que un vegetal señalado ya en una obra de materia médica des- de 1832, fuese una especie nueva, es decir, que no existe en ninguna colección botánica de Europa. «He sido feliz en esta circunstancia de poder dar á esta especie el nombre de M, Delpech, al cual debo tan preciosos datos sobre un vegetal que se explora hace tantos años y que debe llamarse Bursera del- pechiana. «BURSERA DELPECHIANA Ex foliis apice ramulorun congestis, tenuibus novellis utrinque, imprimis subtus, costis et nervis tenuiter pilosis, 3-jugis, folioliis ellipticis, utrinque acutis, crenato-serratis; inters- titiis, inter juga anguste alatis; paniculis folia equantibus, breviter pilosis, compositis, laxifloris, bracteo- lis augustissime linearibus pedicellis tenuissimis; calycís lobis brevibus deltoideis atque petalis oblongis 3-plo longioribus sparse et longe pilosis, staminibus quam petala paullo brevioribus; filamentis quam an- there oblongo-ovate 4-plo longioribus; drupis ovoideis, glabris. «Folia 5-6 cent. longa, interstitiis interjugalibus 7-8 mill. longis, 1-1,5 mill. latis; foliola 1,52 cent. longa, S-10 mill. lata; nervis lateralibus 1,5-2 mill. distantibus. Panicule (é cymis composite), axillares - numeros 5-7 cent. longwe, ramulis secundariis 1,5-2 cent. longis. Calycis lobi vix 1 mill. longi. Petala (sestivatione valvata) 4 mill. longa, 1 mill. lata. Staminum filamenta 3 mill. longa, anthere vix 1 mill. :equantes. Drupz fere 1 cent. longe. «Heec species calycis lobis brevibus valde excellit. (Ex Engler). México circa urb. diet. «Cuautla Mo- relos» Communicavit Delpech. «Esta especie está caracterizada por la excesiva brevedad del cáliz, cuyos lóbulos apenas son mar- «ados. «La sinonimia de las especies de Bursera es muy complicada. Los estudios sucesivos de que han sido €l objeto. las han hecho colocar alternativamente en los géneros Amyris, después Protium, Icica, Marignia, Elaphrium, nombres abandonados por la mayor parte de los monógrafos recientes, 6 conservados á título «le secciones del género Bursera. «La B. delpechiana debe ser colocada cerca de las especies propias de México, al lado de la LB. adlxy- lon, Engl., B. pennicillata, Engl., etc., especies publicadas ya bajo el nombre genérico de Elaphriuwm, por Schlechtendal, en el Linnea (año de 1842-1843), con otras muchas de esta región, después separadas por Engler en su reciente monografía de las Burseráceas. «El nombre de Lináloe debe, ciertamente, aplicarse á otras especies. Primero á la £. alexylon, su nombre lo indica suficientemente, y por otra parte, M. Delpech ha demostrado que otras variedades que la que él explota, existen en México. No es dudoso que los indigenas, que extraen ellos mismos la esencia de Lináloe, no la saquen de otras especies diferentes de estas dos y que faltan en nuestras colecciones. ! «El Lináloe es un árbol de mediana talla cuyo tronco puede llegar de 0.50_á4 0.70 cent. de diámetro. Al estado fresco y sano la madera no da absolutamente algún olor y no contiene esencia, dice M. Delpech. 1 El nombre de madera de Áloes, sobre la cual hablaremos más tarde en un trabajo ulterior, ha sido primero empleada por ma- deras olorosas del antiguo Mundo. No es, según toda la probabilidad, sino por los españoles que ha entrado en uso en México. La ma- yor parte de las Burseráceas [y aun otras plantas] que dan una resina olorosa que escurre de los árboles y se solidifica 4 manera de las Tacamacas, llevan en México el nombre de Copal. al cual viene á añadirse ordiuariamente un adjetivo según la especie que se designa. Ejemplo: Copalliquahuitl, Cuitlacopalli, etc. Para las personas que se interesen en esta cuestión, deben consultar: Clusius, Exotico- rum, ete., págs. 172 y 297; Hernández, Virtudes de las plantas, etc., de la Nueva España [1615] y Thesaurus rerum medic. Nov. Hispanise 11615]; Sehlechtendal, Linneea [1842, p. 530]; Guibourt, Hist. des Drogues simples, tercera edición, v. II, p. 455. No sabemos hasta hoy si este nombre de Copal servía á los naturales para designar antiguamente el Lináloe antes de la introdue- El Amate de vara obscura, aunque no he visto las flores, por el carácter de la corteza del tronco es casi igual al del Anacahuite de Tampico, determinado por los Sres. Mendoza y Herrera como Cordia boissieri, A. DC., y así, por el nombre de Anacahuite, presumo sea una Cordia tinifolia, Willd., que tiene hojas aovadas y es de Acapulco. El de la vara ama- rilla, llamado Amacoztic, no cabe duda que es el Ficus jaliscana, Watson, ex herb. Prinele. El Amazquitl es el Ficus complicata, H. B. K. Por estos datos queda comprobado que los indios aprovechaban el Anacahuite y Trom- pillo para la fabricación del papel, como lo aseguran los Sres. Mendoza y Herrera, debido principalmente á la abundancia de sus fibras liberianas; y también puede decirse que no es una higuera, sino un falso Amate que llamaban asi los antiguos mexicanos por el uso que hacían de él, pues pertenece, como se dijo arriba, á la familia de las Borragináceas. CAP. CXIV. Amacoztic” O PAPEL AMARILLO. «El Amacoztic, que algunos llaman Texcalamatl ó papel de piedras y otros Tepea- «nmatl, es un árbol grande que tiene las hojas anchas, casi redondas, gruesas y purpúreas 1] Mendoza y Herrera. La Naturaleza, HI, p. 151. 2 Hernz. ed. Mat. IL, p. 166; Ximénez, Cuatro Libros de la Naturaleza, p. 52, ed. del Dr. N. León. A 13) REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «como de hiedra y casi en figura de corazón; la corteza, por una parte amarilla tirando á «verde y por la otra roja; tiene la fruta en los mismos troncos, que son lisos como de hi- «suera; la fruta es semejante á higos pequeños: tiene el color purpúreo y está llena de si- «miente menuda y roja; está pegado á piedras y parece cosa de milagro. Las hojas no tie- «nen olor ni sabor notable; son de temperamento húmedo y frío. El cocimiento de las raí- «ces Calma la sed de los que tienen calentura, alivia los dolores del pecho, evacúa la có- «lera y la flema por abajo y por arriba, y se administra cociendo tres onzas de las raíces «con tres libras de agua hasta que se consuma á la mitad; su leche cura las llagas de los «labios y Cualesquiera otras antiguas. Nace en lugares montuosos y ásperos de Chietla, «abrazada con las piedras como hemos dicho ya y el mismo nombre significa. Hay otra «especie que tiene el mismo nombre y temperamento, el cual dicen que sirve solamente «para sacar varas derechas y lisas.» El Amacostic está señalado en las Plantas de Nueva España por los Sres. Mociño y Sessé* con el nombre de Ficus nympheifolia, y corresponden perfectamente sus caracte- res con la descripción de Hernández. El único error que debe corregirse, es haber dicho que pertenece también á la India, lo que no es exacto; y si Linneo lo consignaba antes en su obra, s. Walpers, es planta exclusivamente americana. La otra especie de que habla Hernández puede ser el Ficus jaliscana, Watson, por haber comparado la que me remitió el Sr. Lic. Robelo con el ejemplar del Herbario de Pringle, y haberlas encontrado iguales en la forma de sus hojas y llevar las dos el mismo nombre. El Ficus nympheifolia tiene las hojas redondas de 20-25 em., y el Ficus jaliscanc, redondas también de 6-8 cm. En cuanto al producto Texcalamatl, es la substancia que estudió el Dr. Fernando Al- tamirano, de la cual se expresa así: «La Texrcalama? comercial se presenta en masas arredondeadas de dimensiones va- «riables. Esta materia es elástica y adhesiva, muy dúctil (mezclada con los restos de ve- «getales y substancias terrosas), de color gris y susceptible de reducirse á películas tan «delgadas como las de una burbuja de jabón, siendo en este estado blanca y transparente: «abandonada al contacto del aire se endurece y adquiere un tinte amarillo, por cuyo mo- «tivo se debe conservar en vasijas llenas de agua para evitar esa alteración. En el agua «hirviendo se ablanda mucho y se hace más adhesiva. «Su densidad es mayor que la del agua; su olor es urinoso, desagradable; su sabor «nulo. «En el análisis encontré un quince por ciento de caucho y un cincuenta y cinco por «ciento de una resina soluble en el alcohol, y un cinco por ciento de resina soluble en el «éter.» Se usa como bizma para las fracturas, hernias y caídas de la matriz. 1 Moe, et Sessé, Pl. Nov. Hisp., ed. Fom., p. 167. 2 Walpers, Ann. I, p. 671. 3 Gaceta Méd. de Méx. XII, p. 117. - Dl REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. CAP. CXV. Amazquitl* Y PAPEL DEL MADROÑO. «El Amazquitl leva hojas parecidas á las del Limón, pero más acuminadas. Es de fo- «laje muy abundante y muy buscada por su sombra. Parece ser del género /tzamadl, al «cual pertenece como la precedente:?* porque, aunque sus frutos son pequeños, no pasan «del tamaño de una nuez, así como que se distingue en ellos puntos blancos, teniendo en «su interior semillas semejantes en naturaleza y forma á las del higo. «Es de naturaleza suave y difiere poco de la higuera. Se da en lugares cálidos como «an Chietla, donde se administra mucho á los febricitantes el cocimiento de la corteza de «la raiz.» Por esta descripción puede afirmarse que esta planta pertenece á un Ficus, lo que vie- ne á comprobarse con el relato y lámina del Amazquitl de la edición romana de Hernán- dez* y la descripción y nombre vulzar de Samatito y Amezquite en la obra de Humboldt,* donde está clasificada con el nombre de Ficus complicata, H. B. K. Aquí debía incluirse también el Ficus arbutifolia, Link., y el Ficus padifolia, H. B. K., que siendo nuestros y admitidos en la Biologia Central Americana, podrían referirse á un Amazquill por tener las hojas como su nombre latino lo indica, semejantes á las del Madroño. La palabra Amazquitl la traduce Hernández por Amate semejante por sus hojas al Madroño; es decir, que tiene hojas lustrosas de Limón, ó papel de Madroño. CIARACIVE Amatzallin € HIERBA HENDIDA. «El Amalzallin? es una hierba muy delicada, llevando flores pequeñas y de un blanco «algo rojizo: olorosa, amarga y cálida. Sus hojas son de tres divisiones, largas y angostas. «Los indios médicos la recomiendan, sin embargo, para curar las fiebres y llamar así fuer- «temente la causa de la enfermedad á la piel, donde se agrega al calor de la fiebre el ca- «lor del medicamento. «Nace en los lugares montuosos de Quecholac.»" Esta planta no es un Amate, sin duda alguna, por el carácter de flores pequeñas, de color blanco algo rojizo, que no tienen las Higueras. Más tarde será identificada por su nombre mexicano. El Pbro. Agustín Hunt y Cortés cree que la desinencia /zatlin puede referirse á que se da entre los Amates, lo cual no repugna, por ser una hierba. 1 Hernz. cit. ed. Mat. 1, p. 167. 2 El Amacorztic. 3 Hernz. ed. Rom., p. 350. 4 Kunth in H. B. Nov. Gen. et Sp. II, p. 48. 2 Hernz. ed. Mat. I, p. 168. 5 Quecholac, municipio del Distrito de Tepeaca (E. de Puebla).—M. U. 38 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. CU OASVAUE Tlacoamatl Ó VARA DE PAPEL.' «Esta especie se parece á nuestra Morera, á la cual se asemeja mucho en la forma, «naturaleza, y también en el fruto comestible. Es llamada Tlacoamatl, por la semejanza «que tiene con el Amaquahuitl en el tamaño, forma, hojas, olor, y en la tenacidad de la «substancia de la corteza. Así, pues, las hojas de Tlacoamatl son las de Morera, pero, sin «embargo, más acuminadas, con flores blancas, medianas, y arregladas ó dispuestas como «en el fruto de la Mora, pero más largas y delgadas; sus frutos son comestibles y ácidos, «pero por la madurez dulces y rojos, y de un sabor agradable. La raedura de la corteza «del tallo cura las úlceras antiguas y podridas. Se da en cualquier terreno, florece en el «mes de Mayo, es glutinosa y de naturaleza algo cálida. Los españoles le llaman Moral de «Indias, pero los mexicanos llaman al árbol Tlacoamatl, como dijimos, por la semejanza «que tiene con el Ama0ll, y al fruto Amacapolin, por el parecido que tiene con el fruto lla- «mado capolin, en el color, sabor, naturaleza y ser comestible. «Proviene de lugares fríos y cálidos, aunque no huye de los templados como son los «le México.» Hernández afirma acerca de esta planta que es parecida al Amaquahwitl, por lo que lleva el nombre de Tlacoamatl, es decir, que es un Amate del cual se puede sacar papel, aunque por el corte ó fisonomía del árbol podría ser alusión á un Amate de tronco largo, desnudo y copa globosa: porque la palabra 7/laco en mexicano también quiere decir vara, y podría significar entonces un Amate de vara parecida á un estiípite. Los Sres. Mociño y Sessé, en la Flora Mexicana, mencionan con el nombre de Capulín Cimarrón la Ehretia finifolia, cuya planta da un fruto parecido al Capulín de un solo hue- so: su fruto es dulce y comestible, las flores son blancas, inodoras según Mociño y Sessé, y de olor de saúco según Bert. Se da en Querétaro y Zapotlán, donde es conocida con el nombre arriba dicho. En la Isla de Cuba se conoce con el nombre de Roble negro. Desde luego por estas consideraciones debemos presumir que el Tlacoamatl de Hernández es la Ehretia tinifolia de Linn., por convenir todos los caracteres de dicha planta con los refe- ridos por Hernández. El fruto de esta planta tiene cuatro semillas según Jacq., y de uno ó dos huesos según Browne: cosa parecida pasa con el fruto de las Cordias, que pueden tener de 1-4 huesos. CAP! CXVILE Amatzauhtli? O GLUTEN DEL PAPEL. «El Amatzauhtli tiene una raiz fibrosa, las hojas pequeñas semejantes á las del Metl, «é inclinándose al color rojo; tallo cilíndrico, liso, de seis palmos de largo; flor mediana y 1 Hernz. ed. Mat. I, p. 168. 2 Hernz. ed. Mat. I, p. 169. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «amarilla, poco diferente de las del Tzautli, manchada de rojo. Planta húmeda y fría, sin «olor ni sabor notable. El jugo es un medicamento excelente, y se administra contra la «lestemplanza provenida del calor ó resequedad. Las flores son usadas también entre los «indios. Proviene de lugares montuosos, pedregosos y cálidos, como es Tepoxtlán, en don- «le cuidamos de dibujarla.» La flor amarilla manchada de rojo y el tallo ó ástil de seis palmos, persuaden que el Amatzauhtli es una orquídea, señalada ya por el Sr. Llave? con el nombre de Epidendrum pastoris, de Michoacán; y según entiendo ha de haber otras orquideas como el Tzacutli, que es glutinosa, y que servían á los indios para dar el aderezo al papel. El Sr. Llave en el mismo opúsculo menciona otro Amatzauhtli que lleva el nombre de Dendrobium aloi- dewm, cuya especie no está aún admitida. En la edición romana se encuentra una figura del mismo nombre? que confirma que es una orquídea. CAP. CXIX. Amatic* Teocaltzincensi* ó HIERBA SEMEJANTE AL AMATE. «De una raíz blauca y pequeña nacen tallos medianos, morenos, y hojas semejantes á «las del Orégano. El cocimiento de las raíces se aplica á las llaguitas de los huesos, resti- «tuyendo así la salud perdida: porque son astringentes, frías, ó en cierto modo calientes. «Nace en lugares cálidos.» Esta planta, parecida al Amate por los caracteres anteriores, podrá ser una Labiada ó de otra familia, pero puede decirsa que no es un Ficus. CAP. CXX. Amatic secunda? «El Amatic secunda tiene tallos amarillos de seis codos de largo, con una raíz algo «sruesa y adelgazándose insensiblemente en fibras, con hojas pequeñas de Quercus serra- «ta; las flores delicadas y rojizas llevadas en la extremidad de los ramos, agrupadas algu- «nas en verticilos. Consta de naturaleza fría, seca y astringente, y los médicos Ocpayoca- 1 Llav. et Lec. Nov. Veg. Descr. II, p. 23. 2 Hernz. ed. Rom., p. 349. 3 Hernz. ed. Mat. I, p. 170. 4 Teocaltzinco, Pueblo de Xoxutla y Alcaidia mayor de Cuernavaca (E. de Morelos). Alcedo, Dicc. Geogr.—N. del A. 5 Hernz. ed. Mat. I, p. 170. 40 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «nenses,' en cuyos lugares campestres aparece, dicen que introducida en la nariz calma «los dolores de cabeza.» Esta planta tampoco es un Amate, y como en la edición romana no hay dibujo, no la pude identificar: sólo apunto la localidad donde se encuentra para que se identifique después. CAP. CXXI. Amatlaxihoitl2 Ó HIERBA HUMILDE PAPIRÁCEA. «El Amatlaxihoitl es una hierba llamada asi, porque suele nacer bajo los árboles, de «los cuales los indios preparan el papel; de dos ó tres palmos de largo, con la raiz oblonga » Por la descripción de esta planta se puede afirmar que es una Leguminosa, como lo in- dica Hernández, que tiene el sabor de legumbre, y además, que convienen los caracteres y localidad que le asigna Kunt, en cuya obra está descrita con el nombre de Hedysarum cinereum, y fué colectada cerca de Mexcala y Chilpancingo, y hoy es conocida con el nom- kre de Desmodiwm cinereum, DOC. En cuanto al nombre mexicano, podría traducirse por hierba blanca que crece bajo los Amates. ABARCAN OTRO lztactlalamatl.. «ll Iztactlalamatl tiene una raiz larga, delgada y fibrosa, de donde salen tallos de seis «pies de largo, hojas á intervalos ternadas, oblongas, semejantes al Ócimo, terminadas en «punta y algo escabrosas; flores blancas, tinéndose de rojo en la extremidad de los ramos. «La raíz es de naturaleza fría y seca: carece de olor y sabor. El zumo disuelve las nubes «y cura las manchas de la córnea. Proviene de los campos de Xochitepec, en Cuernavaca, «y de lugares húmedos y cálidos.» En la edición romana de Hernández* se encuentra dibujada la planta de este nombre, en cuya descripción se dice: «que es parecida al Phaseolus trifoliws, con las venas de las hojas rojizas, las flores amariposadas y color de carne, y el fruto semejante al de la Secu- ridaca.» Las dos descripciones hacen presumir que sea una Leguminosa también del géne- ro Desmodium, y tal vez la especie sfipulaceuwm, DC., dibujada en los calcos de Mociño y Sessé, con las estípulas semejantes á la lámina de Hernández. El nombre de lIztactlala- matl podría referirse á una planta que crece bajo los Amates y que lleva las hojas cenizas ó blancas. 1 Hernz. ed. Mat. I, p. 171. 2H. B. K. Nov. Gen. et.Sp. VL, p. 526, t. 599. 3 Hernz. ed. Mat. 1, p. 172. 4 Hernz, ed. Rom., p. 452. 42 CAP. CXXV. Itzamatl* Ó AMATE DE NAVAJAS. «Es un árbol de gran tamaño, llamado así por ser semejante al Amaquahaitl, del cual «se fabrica el papel, pero con las hojas en forma de navaja. Los Haitianos le llaman Ceiba. «Hay dos especies: una con las hojas de Naranjo, de un verde claro en la cara inferior, y «de un verde obscuro en la superior, con el fruto orbicular manchado de blanco y lleno de «semillas semejantes á las del Higo; es comestible y de un sabor que recuerda el del Higo, «por lo que los españoles le llaman Higo de Indias, pues el fruto es un verdadero Higo; de «cuyo árbol, según noticias que tomé entre los Pánucos, había dos únicos ejemplares que «en tiempo de copiosas lluvias, cada año, producen en abundancia sus tiernas y verdes lo- «jas. La otra especie es de hojas más anchas, pero obtusas y negruzcas, por lo que suelen «llamarle Tlilamatl, aunque de fruto más pequeño. De ambos poco hay que decir. No pude «saber más respecto de sus usos médicos, sino que, además de que sus hojas son de natu- «raleza fría y seca, modifican las úlceras. Recogí en Hoaxtepec una substancia llamada «Maná por los Árabes, semejante á la nuestra en forma y dureza, pero un poco más dura- «y glutinosa que la de otros lugares de esta Nueva España, como son los de Cuernavaca: «tan buena, que no le cede en nada á la que se recoge en Campania, donde se cuaja sobre los sauces.» Hay dos especies señaladas por Hernández en esta descripción, que por los caracte- res que les asigna, el primero, Itzamatl, pertenece al Ficus lancifolia, Hook. Esta planta la hemos admirado cultivada en la Escuela Nacional Preparatoria, á donde fué llevada por el Sr. Prof. Alfonso Herrera hace más de veinte años, y dicho señor la adquirió de la Sra. María de Jesús V. de Alvarez de la Cadena, quien la vendió sembrada en una maceta. Esta planta ha adquirido una altura tan considerable, que pasa de quince metros y so- bresale del nivel del edificio. Por su ramificación ha llegado á formar una copa tan gran- de, que da sombra á una gran parte del jardín del mencionado establecimiento; ha dado frutos pequeños, redondos, del tamaño de un capulín, y presenta con una regularidad muy notable el fenómeno de la caída de las hojas, que se verifica en los meses de Abril y Mayo, desnudándose completamente como si se hubiera secado, y después de algunos días vuelve á vestirse de nuevo follaje. , Este árbol llama la atención de todos cuantos lo ven, por su notable corpulencia, su ramificación y el hermoso verde de sus hojas; de manera que debe recomendarse su culti- vo como planta ornamental para nuestros paseos públicos, así como en las huertas y jardi- nes, en los cuales ya han comenzado á aclimatarse con muy buen éxito. Su propagación se hace con facilidad por estacas gruesas que prenden con más segu- ridad que las tiernas y pequeñas; sus hojas lanceoladas, de un verde obscuro y lustroso, llegan á adquirir por el cultivo una longitud hasta de treinta centimetros. En el jardín del Museo Nacional fué aclimatado un ejemplar de esta especie, cuya copa se ramificó tanto, que hubo necesidad de podarlo dejando unos cuantos metros del tronco; después de dos ó 1 Hernz. ed. Mat. I, p. 172. 43 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. tres meses, empezaron á brotar los renuevos, tan numerosos, que se cubrió todo el tallo: de lo cual se deduce que es fácil de educarse por la poda cuidadosa y esmerada para tener una planta hermosa y elegante, como se desea en el cultivo de los arboiados. La segunda, llamada Tlilamall, es conocida en Cuernavaca con el nombre de Amate prieto. Me fué enviada de ese lugar por un discípulo mío, el Sr. Silverio Gómez, y la pude identificar con un ejemplar colectado por el Sr. C. G. Pringle, cuyo ejemplar, conservado en el Herbario del Museo Nacional, corresponde al Ficus tecolutensis, Miq. También me fué : remitida de Cuernavaca por el Sr. Cecilio A. Robelo la misma especie con igual nombre. En cuanto á la substancia llamada por los árabes Maná, y que Hernández recogió de los árboles en Hoaxtepec, é igual á la que se recoge de otros lugares como Cuernavaca, en- tiendo que es normal la formación de este producto; pues sabido es que con el nombre de Maná se conoce una substancia que se Cuaja sobre la corteza de los árboles y está caruc- terizada por un sabor dulce debido á la presencia de la sacarosa, que es el principio domi- nante, acompañada de otras substancias extrañas. Unas veces brota naturalmente de la corteza de los árboles, donde se cuaja y se recoge con facilidad. y otras es producida por la picadura de insectos. No es extraño que el Dr. Hernández haya recogido este producto duro y elutinoso se- mejante al recogido en Campania, donde se cuaja sobre los sauces. La picadura de un insecto denominado Coccus mannifera, que es una cochinilla del Tamarix, provoca sobre la corteza de dicha planta la secreción de una savia azucarada que se deseca y cae, ó que diluida por la lluvia queda adherida en lágrimas voluminosas y constituye una de las especies de Maná empleados en el comercio con el nombre de Maná del Sinal. Al levantarse el sol se recoge el Maná cuando ya está coagulado. Los Arabes lo puri- fican quitándole las hojas y la tierra que tiene adherida, y lo conservan en sacos de Cuero. Les sirve como de miel extendiéndolo en pan. Su color es de un amarillo sucio, y su sa- bor agradable, un poco aromático y extremadamente dulce. La cosecha se hace en Junio y dura seis semanas. El Maná del Sinaí y todos los demás están constituidos esencialmente por azúcar de caña, por dextrina y productos de alteración consecutiva á estos dos principios inmediatos. Se conocen hoy varias clases de Maná: 1.o, el Maná comercial producido por la pica- dura de una cigarra (Cicada orni) en la corteza de un fresno (Fraxinus ornus); 2.”, el Ma- ná del Sinaí, de los Arabes, de los Israelitas, producido en el Tamarix del Sinaí á conse- cuencia de la picadura del Coccus mannifera sobre la corteza del Tamariz mannifera; 3.9, el Maná de Briancon que es producido por el Alerce, Larix europea; 4.2 y último, el producido por la Parmelia esculenta, que es un liquen comestible que al secarse es arras- trado por los vientos en trozos del tamaño de una nuez y cae en lluvia sobre el suelo, de- biendo recogerse antes de la salida del sol, pues el calor liquida esta substancia, que tiene el aspecto de miel, y se pierde la cosecha: por esto acostumbran los habitantes de los lu- ares donde cae en forma de lluvia recogerlo muy temprano. Por lo que llevo referido se ve que la substancia llamada Maná es producida por di- 1 «Campania. Geog. ant. Clima ó provincia de la España musulmana, según el geógrafo árabe Edrici, «Comprendía la parte de la provincia de Córdoba que cae al Sur de Sierra Morena, con algo de la Jaén, «añadiendo el partido judicial de Ecija y descontando los de Priego y Rute.» (La geografía de España del Edrici, por D. Eduardo Saavedra). —Nota tomada del Diccionario Hispano-Americano. —Esta nota me fué dada por el Sr. Andrés Diaz Milián. 44 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. versas plantas y en determinada estación. Me parece oportuno señalar aquí la que se for- ma en el Quercus reticulata, H. B., encina que crece en el puerto de Medina, límite entre los Estados de Michoacán y México, y que fué estudiada por el Sr. D. Melchor Ocampo, quien le asignó el nombre de Quercus mellifera, conocida con el nombre vulgar de Encina de miel. Según el Dr. Oliva en Mayo produce en abundancia una substancia globulosa, áspera, que ennegrece al aire y es semejante al Maná. El Sr. Dr. D. Manuel M. Villada trajo de una excursión que hizo al Puerto de Medina una rama de este árbol, de un color negro como hollin depositado en la corteza, debido á la fumagina; hongo que se había formado en cantidad tan considerable, que daba lugar á una capa gruesa, en medio de la cual apa- recian unos hilos muy delgados, largos y transparentes, semejantes al caramelo, y que en mi concepto son producidos por un Coccus ó pulgón que chupa esta substancia azucarada: el excedente es arrojado en hilos cuya forma particular es debida á los tubos abdomina- les que lleva el pulgón. La explicación de esto m3 parece ser la siguiente. En el mes de Mayo hay una secreción abundante de glucosa que exhala la corteza de la encina y que es aprovechada no sólo por los pulgones que fabrican estas hebras caramelizadas, sino por la fumagina que invade las cortezas. Por tal circunstancia creo conveniente que debe estudiarse este producto, que en opi- nión del Sr. Oliva puede ser un Maná, y cuya presunción parece justificada por la existen- cia de dos organismos: la fumagina y el Coccws, que se desarrollan simultáneamente to- mando el mismo alimento, que es la glucosa. Y como este principio es el dominante en el Maná, creo, como el Sr. Oliva, que esta encina en circunstancias favorables produce esa substancia, que debe analizarse Guidadosamente, visitando el lugar donde se cría dicha en- cina y estudiando la manera de formarse aquélla para confirmar ó rectificar esta opinión. CAP. CXXVL. Tlalamatl. ? «Es un arbusto con hojas de Salvia, crasas y blandas: con flores en espiga, pequeñas y «rojas, de las cuales en cierto tiempo nacen los frutos. Un puñado de hojas machacadas y «maceradas en agua sirve para vomitar y arrojar de una manera suave los humores y pa- «rece ser de naturaleza fría, astringente y glutinosa. Nace en lugares fríos y florece en el «mes de Febrero. Cerca del volcán la llaman Cuauhtlalamatl, y añaden que la raíz lavada «y en polvo se usa para curar las úlceras.» En la edición romana? está una figura con este nombre, y Antonio Reecho en su co- mentario dice: «que por la imagen, hojas ternadas como en el Phaseolus y fruto como la lesumbre de la Securiídaca, debe ser una leguminosa.» A lo anterior debe agregarse lo siguiente, de la obra del P. Jiménez: * «y de ordinario 1 Oliva, Lecc. Farm., t. II, p. 84. 2 Hernz. ed. Mat. I, p. 173. 3 Hernz. ed. Rom., p. 70. 4 Cuatro obras dela Naturaleza anotadas por el Padre Francisco Jiménez. Ed. del Dr. N. León, REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. sirve de pasto de caballos, con el cual se sustentan y engordan aunque al principio les da dentera á los que no están hehos á ell:.» CAP. CXXVII. Tlalamatl Atatacensi. * Encontré no lejos del Etna mexicano un género de Tlalamatl, de naturaleza fría, seca benghalensis, Lin. Loc. Tingambato.? Es de la India. » — benjaminea, Linn. Loc. Hac. de Ahuejullo. 3 Es de la India. pertusa, LinN. Loc. Cuernavaca. Es de Puerto Rico. En las plantas de Nueva España * se enumeran las siguientes: Ficus carica, Lis. Loc. Cultivada en México. Es de Europa. » sicomorus, LinN. Loc. Cultivada en México. Es de Egipto. » nympheifolia, Liyy. Loc. Cuernavaca y otras regiones. Es de México y no de la India. » benjaminea, LiyN. Loc. Regiones de Nueva España y la India. Es de la India. » benghalensis, LINN. Loc. Tingambato é India. Es de la India. » indica, LIN. Loc. India. Es de la India. retusa, LINN. Loc. India y Xorullo. Es de la India. pertusa, LisN. Loc. Cuernavaca y Surinam. Es de Puerto Rico. americana, AuBL. Regiones de Nueva España. Es de la India y de la Guayana. Como se ve por el cuadro anterior, cuatro de la Flora y nueve de las plantas de Nue- va España dan sólo un total de nueve especies, pues qne las cuatro de la Flora están re- petidas después; y de las que quedan sólo una está admitida en la Biología: el Ficus nympheifolia; las demás no están aceptadas, porque no son de México unas, y otras, Co- mo ellos dicen, son de la India. Al hablar del Ficus sicomorus, dice: «que los indios comen el fruto y al árbol llaman amate,> y yo agrego que así debe ser, por la semejanza que tenía con las higueras mexi.- canas, El árbol del Ficus nympheifolia da los nombres de Amacoztic y Texcalamatl; copia las propiedades que Hernández le atribuye; dice que el jugo lechoso sirve para curar las úlceras antiguas y se tiene en grande estimación aplicado en forma de bizma ó em- plasto para curar las hernias, reduciendo el anillo que las extrangula. Respecto del Ficus retusa, L., dice que lleva el nombre de Siranda en Michoacán. En la obra de Sahagún? encontramos las siguientes notas: «Hay en esta tierra unos árboles que se llaman Amaquavill: tiene lisa la corteza y las hojas muy verdes son del tamaño de durazno, y cuando ya es viejo córtanle y tornan á echar de nuevo.» 1 Moc. et Sessé, Fl. Mex. ed. Fom., p. 238. 2 Tingambato, Prefectura de Uruapan, (Est. de Michoacán.) —N. del A. 3 Ahuejullo: ignoro dónde está esta localidad.—N. del A. 4 Moc. et Sessé, Pl. Noy. Hisp. ed. Fom., p. 167. 5 Sahagún, Hist. Gen. de las cosas de Nueva España, 1829, ed. Bust., t. TI, pp. 232—237, 243—266. 49 nn REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. ———_—_—_ «Hay morales en esta tierra; llámanlos Amacapulli: es liso y acopado, tienen mucbas ramas y hojas y éstas son verdes y algo verdosas por el revés; tienen moras como de las de Castilla, pero pequeñuelas.» Hay una raíz que se llama Cimatl; la yerba de esta raíz se llama Quavecoc y también Cimatl: esta yerba hace unas habas que son como los frijoles grandes y son éstos, pero silvestres. Esta yerba hecha las ramas largas y parradas sobre la tierra; la raíz de ella, si se come cruda ó mal cocida, provoca á vómito ó á cámaras y mata; contra este daño es el ungiiento amarillo que se llama Ax, hechado por ayuda. Para comer estas raíces es menester cocerlas dos días y que hiervan consecutivamente.» Hay otra yerba que se llama Tlalamatl: tiene las hojas muy verdes, y de tres en tres en cada pezón; las flores son amarillas y arpadas: no son de provecho; la raíz es blanca por fuera y por dentro es bermeja y larga; es buena para curar las quemaduras poniéndo- la encima molida, y también para las podredumbres es buena poniéndola encima: en to- das partes se hace.» Estos datos históricos vienen á confirmar: 1.?, que el Amaquahuitl es un árbol de cotr- teza lisa y hojas muy verdes, y que por la poda retoña con facilidad; 2.%, que la planta llamada Amacapolín por Hernández es una morera; 3.”, que la planta llamada Cimatl es parecida á los frijoles grandes, que es venenosa cuando se come cruda, y 4.” que el Tlala- maltl sirve para curar las quemaduras y las podredumbres, y que pertenece también, por el carácter de sus hojas como el Cimadl, á las Leguminosas. El Sr. Lic. Francisco (+. Moctezuma me remitió de Cuernavaca diversos ejemplares de Amates: el prieto, con pequeños higos, hojas largas, gruesas y lustrosas, Ficus tecoluten- sis, MIQ.; el amarillo, Texcalamate, Ficus petiolaris, H. B. K.; el Amezquite, Jalamate, Cabrahigo: Ficus complicata, H. B. K., que da unos higuitos pequeños del tamaño del capulín de tierra fría, que son muy dulces y se toman con agrado en su plena madurez. De la carta que acompaña á los ejemplares tomo los siguientes datos: «Según me han informado mis amigos los Tepuxtecos más ilustrados, el Amaquahuitl es el mismo árbol del Amate que en el idioma mexicano quiere decir árbol con el que se hace papel, y que hay otro de la misma familia, de los que remito á vd., conocido cen el nombre de Arbol lechoso, por la abundancia del jugo como la leche que constituye su savia; y dicen que es venenosa y aun su sombra mefítica, porque causa dolor de cabeza ó jaqueca á los que se sombrean debajo de dicho árbol. «Mi amigo el Sr. Cura González, que es originario de Tepoxtlán, me refirió anoche lo expuesto y además, que esa planta se llama en mexicano Hoeiamatl, que quiere decir ár- bol de papel grande, tal vez porque los antiguos fabricaban también el papel, pues en la corteza tiene una especie de pellejito semejante al papel; y lo mismo sucede con el Ama? te blanco, y creo que con el amarillo.» Hay dos especies de Ficus! de la Hac. de San Miguel, á una milla de Batopilas (Est. de Chihuahua), señaladas por el Sr. A. Gray, que no han sido determinadas, aunque llevan por nombre vulgar «Lageara» una de ellas y la otra «Chalate» ó «Lalate.» El Dr. Nicolás León? publicó un catálozo de nombres tarascos relativos á plantas in- digenas de Michoacán, con su clasificación correspondiente, y señala entre ellas la Siran- da coma el Ficus silvatica, sin autor. Ignoro en qué obra está consignada la descripción de esta especie y no pude consultarla. 1 Proc. of Am. Acad. XXI, p. 440. 2 Monitor Med. Farm. Ind., p. 4. 50 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. El Sr. Dr. M. Villada me dió noticia de una planta que es conocida vulgarmente con el nombre de Tepoyan, cuyo fruto cuando se come quita el sabor por dos ó tres días y produce el desgano ó falta de apetito: se cría en Tlapacoyan (Est. de México), donde fué colectada el 15 de Mayo de 1899 é indentificada con el nombre de Ehretía scabra, KTH. et BOUCHE. En carta escrita el 27 de Octubre de 1900 al Sr. Dr. D. Nicolás León, por persona oriunda de Jalisco, le dicen lo siguiente: «En Jalisco hay unos árboles que abundan mucho. Son de la familia de la higuera; pe- ro el fruto es inservible y sólo lo comen los murciélagos. Los rancheros los cultivan para dar sombra en los corrales, donde tienen lo que ellos llaman rodeo. Son muy verdes y grandes, pues las ramas se extienden no tanto á lo alto como cuanto horizontalmente. Unos se llaman Camichines y otros Zalates; som muy parecidos, sólo que los primeros tie- nen la hoja y el fruto más chicos que los segundos. Todos conservan la hoja en el invier- no. Creo son de la familia higuera como los Sicomoros de Palestina, porque todos tienen un fruto que por dentro es semejante al higo.» Hay varios amates que llevan el nombre estropeado de Camichines, en Jalisco, Coli- ma y otros lugares. Esta palabra debe escribirse Coamichin, y se deriva s. Remi Simeón, de Coatl, culebra, y Míchin, pescado; es decir: pescado-culebra, semejante á una Anguila. Investigado el motivo por qué los Amates llevan este nombre, me parece haber encontra- do la explicación en la manera de propagarse estas plantas. Sabido es que el Fieus elastica y el Ficus indica tienen un modo especial de multipli- carse: * forman al principio un tronco con ramos más ó menos numerosos, en cuyos ramos brotan, sobre todo en los paises cálidos, raíces adventicias que son al principio de forma cilíndrica y color blanco, crecen y se alargan, encorvándose ó arrollándose hasta encon- trar el suelo, donde arraigan con facilidad y se convierten en troncos leñosos que llevan su savia á la planta madre; de suerte que en poco tiempo forman un bosque con verdade- ros árboles derivados todos de una sola planta: curioso modo de propagación que aún no ha sido bien estudiado. Como nuestros Amates pertenecen al género Ficus, debemos suponer que su propa- ación se verifica de la misma manera en condiciones semejantes, y que las raices adven- ticias que en algunas tienen aspecto de Anguilas, hayan servido para darles el nombre de Coamíchin. El otro nombre vulgar de Siranda es un nombre tarasco que también quie- re decir papel. De todo lo dicho se infiere que los antiguos mexicanos daban el nombre de Amates á las plantas de la familia de las Urticáceas, del género Ficus y conocidas hoy con el nom- bre de higueras ó higuerones, y que el uso principal que hacian de ellos era para la fabri- cación del papel; en otras explotaban el caucho en la substancia conocida con el nombre de Texcalamatl, y lo usaban como bizma para curar las fracturas, caídas de la matriz y reducir algunas hernias; que los Tlalamates, lo mismo que los Ixtactlalamates, pertenecen en general á las plantas humildes que crecían bajo su sombra, ó que siendo volubles se de- sarrollaban en sus troncos, siendo en su mayor parte de la familia de las Leguminosas; por último, en este grupo de plantas se manifiesta de una manera clara el criterio que les servía para la clasificación, los usos y aplicaciones que hacían de ellos y el hallarlos con facilidad cuando los necesitaban. Hago una simple enumeración de los pocos Amates que he identificado, sin contar (1) A. E. Brehm, Merveilles de la Nature, II, p. 472. 51 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. las veintiséis especies admitidas en la Biología Central Americana, por no alargar más este artículo, pues ha sido mi objeto ocuparme exclusivamente de los Amates de Hernán- . dez, para lo que pongo á continuación el resumen de dichas plantas y las familias á que pertenecen. Los Amates, como plantas ornamentales, son de recomendarse por su talla gigantes- ca, su verde y elegante follaje; para la industria, por el caucho que producen, y cuyo ren- dimiento es de 15-20 por 100; para la medicina, por su jugo lechoso, que es cáustico y que sirve para destruir los mezquinos, verrugas, €; como en bizmas para las fracturas, her- nias, caídas de la matriz, €, y por último, que por el fácil cultivo, sus frutos silvestres pue- den hacerse comestibles, obteniéndolos de un sabor dulce y delicado. LEGUMINOSAS. Desmodium cinereum, DC. N. Mex. lztactlalamalt. Hab. Tepoxtlán, Mexcala, Chilpancingo y Acapulco. Desmodium orbiculare, ScuL. N. Mex. Tlalamatl, Tlalcimatl, Cimatl. N. V. Hierba de Juan infante en Mi- choacán, Yuripitaqua. N. Tarasco, Querer?. Hab. México, Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Guanajua to, San Luis Potosi. Desmodium stipulaceum, DC. N. Mex. Tetactlalamatl. Hab. Xochitepec, Cuernavaca, México. Desmodium sp. N. Tarasco, Quereri. N. V. Hierba de Juan infante. Hab. La Huacana. Desmodium sp. N. Mex. Tlalamatl. Lugares frios. Desmodium sp. N. Mex. Tlalamatl, Atatacensi. Cerca del Popocatepetl. Desmodium sp. N. Mex. Tlalamatl. Lugares frios. BORRAGINÁCEAS. Cordia boissieri, DC. N. Mex. Amaquahuitl. N. V. Anacahuite, Siricote, Trompillo. Hab. Monterrey, San Luis Potosi á Tampico, Zimapán. Cordia tinifolia, WiLtb. N. Mex. Amaquahuitl, Anacahuite. Hab. Tepoxtlán, Acapulco. Ehretía scabra, KrH. et BoucHk. N. V. Tepoyan. Hab. Tlapacoyan (Est. de México. Ehrelia tinifolia, Lins. N. Mex. Tlacoamatl. N. Y. Capulin cimarrón, Amate de vara. Hab. Yucatán. FITOLACÁCEAS. Rivina humilis, Lixx. N. Mex. Amatlaxihoitl. N. V. Coral. Hab. México y América Central. URTICÁCEAs. Morus celtidifolia, H. B. K. Morus mexicana? BENtH. N. Mex. Tlacoamatl. N. V. Mora colorada. Hab. Te- huacán, Oaxaca, Orizaba y Guadalupe, cerca de México. ps Ficus arbutifolia, Lixk. N. Mex. Amazquitl. N. V. Amezquite, Amate de madroño. Hab. Papantla. Ficus complicata, H. B. K. N. Mex. 4mazquitl. N. V. Amezquite, Samatito. Hab. Chietla, Huasintla y Puente de Ixtla (Est, de Guerrero). 52 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Ficus fasciculata, W.a's. N. Mex. Hoeiamatl, Coamíchin. N. V. Amate, Camichín. Hab. Hoaxtepec, Gua- dalajara. Ficus guadalajarana, Wars. N. Mex. Tlilamatl. N. V. Amate prieto. Hab. Guadalajara, Cuernavaca. Ficus jaliscana, WaA's. N. Mex. Texcalamatl. N. V. Amate amarillo. Hab. Guadalajara, Cuernavaca. Ficus lancifolia, Hook. N. Mex. Itzamalt. N. V. Amate, Hule. Hab. Hoaxtepec, Orizaba y Sur de México. Ficus nympheifolia, L1NN. N. Mex. Amocoztic. N. V. Texcalamatl, Amate amarillo. Chietla. Hab. Te- poxtlán. Ficus padifolia, H. B. K. N. Mex. Amazquitl, Coamichin. N. V. Amezquite, Camichín (Véase Carpología Mexicana, M. Bárcena, p. 93). Hab. Acapulco y Alvarado. Ficus petiolaris, H. B. K. N. V. Amate amarillo. Hab. Cuernavaca. Ficus tecolutensis, MIQ. N. Mex. Tlilamatl. N. V. Amate prieto. Hab. Cuernavaca, (Est. de Morelos). Ficus radula, WiLLb. Ficus retusa, L. s. Moc. et Sessi. N. Tarasco, Siranda: Hab. Xorullo (Est. de Mi- choacán). Ficus sp. A. GRAY. N. V. “Lageara”. Hab. Hae. de San Miguel, á una milla de Batopilas (Est. de Chi- huahua). Ficus sp. A. Gray. N. V. “Chalate” ó “Lalate””: N. Mex. Tzalatl. Hab. Hac. de San Miguel, á una mi lla de Batopilas (Est. de Chihuahua). Ficus sp. N. Mex. Coamichin. Hab. Colima. (Véase Cont. U. S. A. Nat. Herb.) ORQUIDÁCEA=. Epidendrum pastoris, LLav. et Lex. N. Mex. Amatzauhtle. Hab. Michoacán y Tepoxtlán. Dendrobium aloideum? LLaAv. et Lex. N. Mex. Amatzauhtle. Hab. Michoacán. PLANTAS SIN IDENTIFICAR. Amatzallín. Hab. Quecholac (Est. de Puebla). Amatic teocaltzincense. Hab. Teocaltzineo (Est. de Morelos). Amatic secunda. Hab. Ocpayocan (Est. de Morelos). Tlalamatl tertia. Hab. Tepoxtlan. Asclepiadeas? Quauhtlalamatl. Hab. Cerea del volcán del Popocatepetl. Leguminosa? De altera Tlalamatl. Sin localidad. Leguminosa? Quererí. Hab. Huacana. Leguminosa? Tlatlalamatic. Hab. Regiones frías. Cuphea angustifolia? Litrarieas. México, 5 de Noviembre de 1900. LOS ZAPOTES DE HERNANDEZ.*— Hay un grupo determinado de frutos de plantas mexicanas que los indígenas designaban con el nombre de Tzapotl, es decir, un fruto redondo, de pulpa blanda, de sabor dulce y con una ó varias semillas en su interior, generalmente duras; ó en otros términos, como se clasifica hoy, una baya carnosa, redon- da y de sabor dulce, y que nosotros conocemos con el nombre de zapote. Desde luego la palabra genérica es Tzapoftl, y el nombre específico se establecía agregando la cualidad ó carácter que los distingue de las demas especies; por ejemplo: * Tomado de los Anales del Museo Nacional tomo VII, págs. 209-390. E) REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Quauhtzapotl, tipo del grupo que quiere decir: árbol del zapote ó Tzapoquahuill, sir- viéndole de prefijo la palabra Tzapoltl. Las diversas especies eran distinguidas por varias de sus cualidades, y se diferencia- ban de esta manera: Por sus colores: Iztactzapotl ó zapote blanco. Tliltzapotl ó zapote negro, ó Totocuitlatzapotl ó zapote semejante por su pulpa negra al excremento de un ave. Coztictzapotl ó zapote amarillo. Por el aspecto de la superficie del fruto: Mamatzapotl ó zapote de viejas, que presenta escamas más ó menos salientes figu- rando la cabeza de un negro. Tezontzapotl, que presenta la cáscara semejante al tezontli, por su color. Por la acción que produce en el cerebro: Cochiztzapoll ó zapote que produce sueño ó embriaguez. Por la preferencia que le dan las aves ó los jicotes ó abejas, que lo buscan como ali- mento: Tototzapotl ó zapote de ave. Xicotzapotl ó zapote de abeja ó jicote. Por el lugar donde crecen: Atzapotl, zapote acuático ó que crece en el agua. Tepetzapotl ó zapote de cerro. Texaltzapotl 6 zapote de lugares pedregosos. Por la substancia que producen: Chictzapotl ó zapote que produce chictli ó chicle. Por la semejanza con el fruto ó planta del Zapote: Tzaponochtli ó tuna semejante al zapote. Tzatzapotic ó planta semejante al zapote. Hay otros nombres, como Matzapotl, nombre que daban á la chirimoya, debido tal vez al sabor tan dulce de esta fruta. Afe, ahate, con que los indios del Pánuco designaban á la A. squamosa, L., por la semejanza del fruto con un cono de pino. Chirimuyu,* que en len- sua Quechua significa fruta de la semilla fría, porque lo es en sumo grado. Anona, deriva- do de Anon, s. Oviedo. «De allí, dice M. A. de Candolle,* viene el nombre al género Ano- «na, que Linneo ha cambiado en Annona, porque no quiso ningún nombre de las lenguas «bárbaras, temiendo el juego de palabras.» El Sr. Lic. D. Cecilio A. Robelo* cree con justa razón que el vocablo es indígena de la América, bien sea de las Antillas ó de la Guayana. M. de Martius? ha escrito páginas notables acerca de la historia de las anonas cultiva- das en la América del Sur. Para él las Anona cherimolia, muricata, reticulata, squamosa, han sido importadas al Brasil, cultivadas primero en la vecindad de las habitaciones, y mo- dificadas gradualmente por el cultivo. Por consideraciones históricas y filológicas este au- tor demuestra que ninguna de estas plantas es originaria de la India Oriental, sino que to- 1] Alcedo A., Dice. Geogr. Hist. (Vocabulario). 2 M. A. de Candolle, Geogr. Bot., p. 851. Baillon, Hist. des Plant., I, p. 274. 3 Robelo Cecilio A., Dicc. de Aztequismos. 4 Fl. Bras., Anonac., p. 51. Baillon, loc. cit. 54 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. das han sido igualmente introducidas en el Antiguo Continente después del descubrimiento de la América, y que las Antillas son su verdadera cuna. Pongo á continuación los datos históricos para después hablar de las plantas de Her- nández. «Hay unos árboles* que se llaman Tzapotl; es liso, tiene la corteza verde, las hojas re- dondas, la madera blanca, blanda y liviana: hacen de ella sillas de caderas: la fruta de és- tos es como manzanas grandes: por fuera son verdes ó amarillos, y por dentro blandos y blancos: son muy dulces, tienen tres ó cuatro huesos blancos, y si se comen muchos dan cámaras. Hay otros zapotes que se llaman Cochiztezapotl, porque provocan á dormir; son como los de arriba, sino que son menores: hay otros como los de arriba, pero son muy erandes Hay otros árboles que se llaman Atzapotl; son lisos; el fruto de éstos se llama Atzaputl y son amarillos de dentro y fuera; son muy dulces, tiesos á manera de yema de huevo cocida, y tienen huesos de color castaño obscuro. » El zapote de Haití ó mamey, que menciona aquí Hernández, desde luego se ve que no es planta mexicana, sino que fué trasladada á Cuernavaca para su cultivo, y por lo mismo, corresponde á la Lucuma domingensis,, GARTN., ó sea Zapote de Santo Do- mingo.» CAP. LXXXIITL. Ahate panucina, 6 Quauhtzapotl, ó Anona. * «Es un árbol pequeño con hojas de limón, pero más largas; olor de lima ó cidra; seco y caliente en tercer grado; con un tallo rojo y un fruto excelente, que al exterior es pare- cido al Matzatli, y al interior á una Anona, de donde toma su nombre; es dulce, y su ta- maño no excede al de una granada, aunque prontamente se pudre. Nace en el Pánuco, donde se tiene en gran estimación, y en Cuernavaca, donde comienza á cultivarse este árbol.» 1 Baillon, Hist. des plant., IV, p. 251. 2 Hernz., ed. mat., I, p. 184. 3 Hernz., ed. mat., I, p. 45. A sb REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. En Cuba, Filipinas y el Brasil * es conocida esta planta con los nombres de Ales, Ahates, que según Colmeiro, es la Anona squamosa, LINN., y la Afta de la Isla de Santo Domingo, la Anona obtusifolia, TUSS. La edición romana trae una buena figura, y dice lo siguiente: * «Ahate ó Ate de Panu- cho.» ó fruto semejante al Tzypipatli de los mexicanos. Es un árbol con hojas parecidas á las del naranjo; ei fruto es azul al principio, más tarde negro, imitando por el lustre al fierro pulido; redondo á pesar de sus escamas: por su figura se parece al cono de un pino; los ramos son de un color castaño y las hojas del color del nogal.» Más adelante, en la pág. 454, agrega á lo expuesto antes, que los pánucos le llaman Ahate por parecerse, en su for- ma globosa, al cono de los pinos. La fizura y descripción revelan desde luego que se trata de la Anona squamosa, LINN., comprobado con la opinión de Colmeiro. CAP. CXL. Tempixquiztli * ó MEDICINA ASTRINGENTE PARA LA BOCA. «Arbol grande y espinoso, llevando hojas casi redondas de la forma y tamaño de las del naranjo, pero blanquizcas é hirsutas en el envés; el fruto poco diferente de la nuez ó ciruela: glutinoso y de sabor agradable; las flores, de un blanco amarillento, delicadas y distribuidas en los ramos de tal modo, que nacen dos en ambos lados en el nacimiento de las hojas. El cocimiento de las hojas, instilado en las narices y en los oídos, ó las mismas hojas culentadas en la ceniza y aplicadas á los dientes, calman todos los dolores y afirman las encías. Proviene de los lugares cálidos, de Teocalzinco y Meztitlán, cerca de las colinas.» Por los caracteres que describe Hernández á esta planta, como por las aplicaciones médicas que recomienda, debe clasificarse como Bumelia subsessiliflora, HEMSL.' CAP. CIX. Tempixquiztli. * «Esta planta se distingue de la que describimos en el libro primero con el mismo nombre, porque no lleva espinas, y las hojas que son anchas, ni son hirsutas, ni ásperas en el envés; además carece de flor y fruto, que en todo lo demás es idéntica. El jugo de la corteza es de un sabor casi nulo, siendo de naturaleza fría y seca, sirve para curar las úl- ceras y ardores de la boca. Proviene de lugares cálidos y montañosos.» 1 Colmeiro M., Dicc. Plant., p. 25. 2 Hernz., ed. rom., p. 348. 3 Hernz., ed. mat., l, p. 77. 4 Biol, Centr. Am., Bot., II, p. 299. 5 Hernz., ed. mat., MI, p. 197. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Con el nombre de Tempixquiztli recibí del Sr. Nicolás Rojano, el día 8 de Mayo de 1901, la planta, flores y fruto procedentes de Tehuacán, y examinadas convenientemente puedo asegurar que pertenecen á la Bumelia lete virens, HEMSL., aunque Hernández des- cribe esta planta diciendo que es igual á la que describió en el libro primero, que es tam- bién del género Bumelia, y dice que difiere únicamente en que no lleva espinas ni las hojas son hirsutas ni ásperas en el envés; agregando que carece de flor y fruto, lo que me resisto á creer por pertenecer, como dije antes, al género Bumelina, y si fuese así, debe clasificarse por los caracteres del fruto, que es del tamaño de una aceituna, de color verde cuando está tierno, de pericarpio grueso, conteniendo una semilla de forma oblonga, de cen- tímetro y medio de largo por un centímetro de ancho, de testa dura, lisa y brillante como la del mamey, con hilo basilar casi redondo, cotiledones gruesos, ovales, radícula pequeña» albumen nulo. Los Sres. Mociño y Sessé * describen esta planta con los nombres de Achras olivacea, y dicen que es un árbol de 15 pies con hojas alternas oblongo lanceoladas, acuminadas, integras y lampiñas, y al hablar del fruto lo describe como una drupa del tamaño de una ciruela, que habita en los montes totonacos y florece en Agosto. Hablando de sus usos dice que las bayas verdes se toman como las aceitunas, encur- tidas con vinagre y sal, y se llaman entonces Tempeschitle (sic) ó Tempexlles, y cuando están ya maduras 7ilzapotl (sic). El Sr. Nicolás Rojano me dice que en Tehuacán llaman tilapos al fruto ya maduro, que es comestible, dulce y viscoso, y tempixtles, al fruto verde que se toma como las aceitunas. Por estos datos se ve que la planta Tempixquiztli ó medicina astringente para la bo- ca, era usada entre los indígenas para curar las enfermedades de las encías y modificar las ulceraciones por su acción astringente; lo mismo que el cocimiento de las hojas para curar las inflamaciones, instilándolo en las narices y en los oidos; hechos que no repug- nan por estar comprobados por la experiencia, y además, porque los jugos lechosos gene- ralmente son aplicados para modificar toda clase de úlceras. Esta planta debe quedar clasificada con el nombre de Bumelia lete-virens, HEMSL.; Achras olivacea, MOC. el SEssÉ. ZAPOTES DE OTROS AUTORES. Los Sres. Mociño y Sessé, en la Flora Mexicana, mencionan el Achras olivacea, que es: DE MÉXICO. Achras olivacea........ Bumelia lete-virens, HEMSL. ES COPIAN Sideroxylon mexicanum, HEMSL. UDCA Sideroxylon? DE PUERTO RICO. Achras acana. da” 1 Fl. Mex., p. 81, ed. Fom., 1893. 70 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. La A. duplicata, por los caracteres generales que da la Flora, sospecho que es un Si- deroxylon, hecho que se rectificará más tarde con el examen de la semilla, que no tengo á la vista para averiguar si tiene ó no albumen. En las plantas de N. España los Sres. Mociño y Sessé señalan los siguientes: ACNE COMU toga as Sideroxylon mexicanum, HÉMSL. IN CUAVNOS E AA SEN Vitellaria mammosa, RADLK. ES EDO Lts os de Achras sapota, LINN. SOI CILO Le Vitellaria salicifolia, RADLK. IND RUIORNVS Bumelia sp. Diospyros tlilzapotl......-....-.. Diospyros ebenaster, RETZ. ANONÁCEAS. En la Flora Mexicana: Anona biflora.......... ON QUO AULICOS Oo Del Espinal. De Puerto Rico. Los Sres. Mociño y Sessé, al hablar de esta última, dicen que es un fruto de tamaño de una ciruela, muy dulce. Yo no lo he visto; tal vez se refiera á una Bumelia ó Side- roxylon. En las plantas de Nueva Espuña: ARO IDURICIAD De México. ES UUIROS WS 3 a, id. CE CUIA LI a e id. a AVAOE id. Todas son admitidas. El Dr. Leonardo Oliva * señala un Tepezapote con el nombre de Pircunia dioica, DC., cuya planta pertenece á la familia de las Fitolocáceas; corresponde á la Phytolacca díoica, LINN., planta que no es nuestra y que no debe considerarse como Tepezapote. Señala también el Tempixque, dando este nombre al Lucuma captri, que corresponde hoy al Sideroxylon mexicanum. El Sr. A. Gray ? dió á conocer un fruto comestible que es una baya de más de una pulgada de tamaño, semilla ovalada y albuminosa muy parecida al Lucuma? ferruginea, cuyos frutos son producidos por grandes árboles de 25 pies de altura y 2-3 pies de diáme- tro encontrados en la Barranca (Est. de Jalisco), y que fué clasificado con el nombre de Sideroxylon petiolare, A. GRAY. El Sr. S. Watson * señala también un pequeño árbol de 5-8 pies de altura y algunas ve- ces de un pie de diámetro: la madera de este árbol es sumamente dura y puede ser usada 1 La Naturaleza, V. p. 129. 2 Proc. Am. Acad., XXII, p. 434. 3 Proc. Am. Acad., XXIV, p. 59. 71 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. en las construcciones; como combustible, al quemarse, produce mucho humo. Desgracia- damente el fruto no fué colectado; pero entiendo que ha de ser comestible como el Tem- pixque: fué encontrado en las cañadas profundas, cerca de la bahía de los Angeles (Baja California), y debido al color blanco tomentoso de sus hojas fué clasificado con el nombre de Sideroxylon leucophyllum, W.ATS. El inteligente naturalista J. N. Rose * encontró un Zapote amarillo, cuya especie fué colectada por Humboldt y Bonpland cerca de Acapulco (Est. de Guerrero), y fué clasifica- da y descrita por Kunt como una Hirtella, siendo entonces desconocido el fruto. Mr. Hemsley refiere también á esta especie una planta colectada por Linden en Tabasco. Es- ta especie ha sido recientemente recogida por el Dr. E. Palmer, pero solamente en flor. Mr. Rose asegura que hu colectado varios ejemplares cerca de Acaponeta (Territorio de Tepic), de donde con toda seguridad es nativa, y es muy conocida con el nombre de zupo- te. El Dr. Palmer dice que en Acapulco es conocida como zapote amarillo: el fruto es apa- rentemente comestible, pero no se encuentra ninguno en el mercado. El fruto es oblongo, casi de tres pulgadas de largo, de un color amarillento y con la cáscara rojiza y verrugo- sa; contiene ana semilla grande que está fija en la base. Parece ser muy común en las costas occidentales de México, donde es evidentemente nativa. Crece á la altura de 10-25 pies. Fué determinada por el Sr. Rose con el nombre de Coeupia polyandra, (H. B. K.) RoskE. El mesocarpo de las Couepias es comestible en las Antillas, principalmente en la Guayana y en el Brasil. Más adelante dice que el nombre de zapote amarillo se da también á la Zapota elongata. Señala con el nombre de Zapotillo amarillo la Cratceva sp., que viene á ser un zapote falso. * En Colima * existe un árbol de copa bastante extendida, el tronco de un pie de diá- metro y el fruto lampiño, que ha sido señalado por M. Rose con el nombre de Bumelia ar- borescens, y una especie nueva de Lucuma, aun no clasificada, qne es un pequeño arbus- to de diez pies de altura y fruto también desconocido, que fué colectado en Manzanillo (Est. de Colima). El Zapotito de San Juan, Bunchosía lanceolata, 'TURCZ., que pertenece á la familia de las Malpigiáceas, y que no debe considerarse como un verdadero Zapote. * El Comingalo, * fruto ¡lamado asi y que pertenece, según Oliva, á la Lucuma spero- carpa, A. DC. Hay otros nombres como el de Níspero dado en Nicaragua y el Perú al Chico zapote. El Dr. José Ramírez * clasificó una nueva especie: la Casimiroa pubescens, 6 Zapote de rata, que fué colectada por el Dr. Fernando Altamirano en la Sierra Gorda (Est. de Querétaro). Al hablar del fruto dice: que es una baya globosa, deprimida, semejante á una manzana, vellosa y aterciopelada, de 4 cms. de diámetro y 2*/, de altura; de pulpa blanca y con 5 ó 6 semillas como el zapote blanco: presume que no es comestible. 1 Contr. U. S. Nat. Herb., V, pp. 196-216. 2 Contr. U. S. Nat. Herb., I, p. 301. 3 Contr. U. S. Nat. Herb. I, p. 339. 4 Herrera A., La Naturaleza, VI, p. 354. 5 Oliva L., La Naturaleza, V, p. 97. 6 Anal. Inst. Med. Nal. II, p. 18; La Naturaleza, serie 2.2, II, p. 492. 72 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. RESUMEN. La mayor parte de las Anonáceas son estimadas en los países calientes por sus cor- tezas aromálicas, sus flores olorosas y por sus frutos principalmente. Los frutos son por lo general carnosos é indehbiscentes: son bayas polispermas é in- dependientes, ó monospermas y soldadas entre sí. Las semillas, frecuentemente envueltas en un arilo, contienen un pequeño embrión en un albumen córneo y ruminado; es decir, con hendeduras más ó menos profundas. Las más apreciadas entre nosotros son las Ano- nas. lamas y Chirimoyas, que son un buen alimento si están maduras, y usadas comu me- dicina cuando están verdes. El grupo de los Zapotes mexicanos comprende principalmente la familia de las Zapo- táceas y Anonáceas, y algunas plantas de otras familias que por el fruto semejante al Za- pote llevan este nombre; pero cuyo carácter consiste, como dije al principio, en una baya carnosa, redonda, de sabor dulce y que contiene semillas duras, la que llamaron zapote y que servía de tipo para sn clasificación. También aparece la coincidencia que el carácter del fruto pertenece á familias que tienen entre sí grandes afinidades. Las Zapotáceas son generalmente plantas lampiñas, de hojas alternas, casi siempre enteras y generalmente lustrosas; las flores ocupan Casi siempre la axila de las hojas cai- das, despreudiendo las más veces un perfume suave cuando se les hace hervir, muy rara vez fétido; los órganos vegetativos tiñen en rojo ó negro el agua hirviente. Sus maderas son muy apreciadas por sus colores y dibujos; pesadas, resistentes, muy propias para la construcción y ebanistería, como las del chico Zapote, mamey, tempixtle, capiri, etc. El zapote prieto, cuya madera es tan estimada que produce en su duramen el ébano, tan notable por su color negro, y de donde saca el nombre la ebanistería; la no me- nos estimada madera de fierro, que en griego significa Sideroxylon, de la cual tenemos tres especies. Algunas de ellas, como las Bumelias, sirven para teñir lienzos y cuero, pro- bablemente por el tanino que contienen. Sus frutos, tan apreciados como deliciosos, sirven de alimento cuando están maduros, siendo debido su sabor agradable á la gran cantidad de azúcar que contienen y ála suavidad de su pulpa que ha sido tan modificada por el cultivo de un gran número de años, pues la mayor parte son cultivados y pocos son silves- tres. Los frutos verdes no son comestibles, pero gozan de una acción medicinal, sea, como se sabe vulgarmente, para producir el sueño ó embriaguez, y alguna otra que no ha sido estudiada y que importa conocerla. Sus semillas ó almendras, como las del mamey, chico zapote, zapote prieto, contienen substancias grasas que generalmente son mantecas, y pueden aprovecharse para el alum- brado ó la fabricación del jabón, ó en pomadas para el tocador, como se hace con el acei- te de mamey. Además, contienen ácido cianhídrico y una esencia parecida á la de la al- merdra amarza, que puede servir por su acción médica como condimento, como se:-emplea en las almendras amargas. Las del chico zapote han sido empleadas en emulsión, en nú- mero de seis como diuréticas, y para curar la disuria, estranguria, etc., según dice el Dr. Oliva, * y si el número es mayor de doce, son eméticas, causan crueles dolores y peligra 1 Oliva L., Lecc., Farm., 1, pp. 106-313. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. el enfermo. Recomienda por sus propiedades béquicas y dulcificantes, por el azúcar que contiene, á los frutos dei chico Zapote, mamey y zapote prieto. El producto más importante que puede y debe explotarse, es la leche que contienen la mayor parte de estos árboles, y que al aire se condensa formando lágrimas ó masas de un blanco lechoso, y que es conocida entre nosotros con el nombre de chicle. El chicle es la substancia conocida en el comercio europeo con el nombre de Guta- percha, cuya etimología es: Gutta, goma; Percha, Sumatra: Goma de Sumatra, nombre que le fué dado por los indigenas del Archipiélago Malayo. La primera planta explotada para la extracción de este producto en las islas de la Sonda, * ha sido la Isonandra gutta, Hook, de las Zapotáceas, de la cual los Malayos hacían desde tiempos muy remotos diver- sos objetos, tales como mangos de cuchillo, de hacha, calzados, telas impermeables, instru- mentos diversos y multitud de utensilios domésticos. Fué introducida en Europa en 1843 y desde entonces ha adquirido una importancia industrial considerable, siendo importada de Singapore y de la China. No baja de 50,000 kilogramos al año solamente en Francia. El procedimiento primitivo * para su extracción, usada por los Malayos, consistía en derribar el árbol que se había escogido, despojándole de sus ramas; pero como las hojas siguen desempeñando sus funciones, quitan al tronco el latex que encierra la guta: des- pués que el tronco quedaba derribado, practicaban sobre él incisiones paralelas é inclina- das, separando la corteza en colgajos. De esta manera cortaban los vasos lacticiferos de- jando escapar su contenido, que se derramaba en las cavidades practicadas, donde se cougulaba instantáneamente. Para recoger esta materia se le sumerge en agua hirviendo, amasándola y golpeándole con mazos de madera; después se forman panes que se entre- gan al comerciante chino, intermediario con el comercio europeo. Por este método el consumo de la guta es considerable, y se hace explotando los ár- boles de grandes dimensiones, que tienen 30 años y miden 90 centímetros de circunferen- cia casi al nivel del suelo. Los retoños de los árboles antiguamente derribados pueden ser explotados á los 14 6 15 años: cada árbol produce como máximum de 230 á 265 gramos de guta, mientras que las estacas de 15 años producen sólo 90 gramos. Otro procedimiento que ha sido recomendado es el de M. Jungfleisch, que consiste en extraerlo de las hojas, de las yemas tiernas y de los ramos de 2 años, tomando estos ejem- plares secos y tratándolos por la toluena, que es el mejor disolvente, el que ofrece más ventaja, obteniéndose cantidades casi constantes de guta. Por esta operación se Consigue no derribar el árbol, y por medio de una poda inteligente de ramos y hojas se extrae de ellos dicha substancia sin perjuaicar la vida del árbol. Se ha llegado á obtener por los di- solventes de 1,000 á 1,100 gramos, mientras que el árbol derribado no da más que 265 gra- mos. Lu explotación primitiva todavía se hace con la mayor actividad en Java, en Bor- neo, en Sumatra y en la India. El procedimiento moderno de explotación ha substituido al primitivo, y se practica exactamente lo mismo que se acostumbra para extraer el caucho, haciendo incisiones al derredor del tronco para recoger el latex: no solamente se cosecha así en mayor cantidad, sino que puede repetirse la operación durante muchos años sobre el mismo arbol. Recogido el latex y abandonado al aire se coagula en una masa esponjosa que se pe- trifica y se comprime en panes de 10 á 20 kilogramos. La materia bruta mezclada con 1 J. Vesque. Bot. Agric., p. 856. 2 A E. Brehm., Les Plantes, II, p. 225. 74 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. substancias extrañas, es reblandecida en el agua caliente y sometida á una nueva com- presión. La Gutapercha es naturalmente blanca; pero según las cantidades de impurezas que contiene cambia el tinte en amarillo ó rojo. Es insípida, de un olor agradable y especial; es tenaz, flexible, mucho menos elástica que el caucho y se corta con facilidad con el cu- chillo. Se disuelve fácilmente en el sulfuro de carbono y en la bencina, muy poco soluble en el alcohol y en el éter, é insoluble en el agua. La Gutapercha del comercio encierra de 75 á 82 por ciento de guta pura, materia blanca y extensible, fusible á los 100 grados y que contiene dos resinas, una blanca crista- lizable y la otra amarilla, amorfa, y tal vez algunas otras; un ácido orgánico soluble en el agua, con una materia extractiva igualmente soluble en el agua; aceite esencial, materias colorantes, caseina, y cerca de 5 por ciento de cenizas. Cuando está vulcanizoda la Gutapercha conserva su solidez á temperaturas más ele- vadas que al estado natural. La plasticidad de esta materia á los 50 grados permite darle todas las formas imagi- nables: se hacen correas de transmisión de movimientos en las máquinas, hilos, cuerdas, cintas para formar ligaduras tenaces que resistan perfectamente á la humedad, plantillas ó zuelas para el calzado, tubos de todos calibres para conducir líquidos, impermeables para los vestidos, bastones, látigos, cilindros para impresión tipográfica, instrumentos de cirujía, sondas, vasos de toda especie, moldes, cables telegráficos y centenares de objetos de utilidad ó de ornato, así como también para hacer las telas impermeables. Entre nos- otros se usa esta substancia Como goma de mascar, para hacer flores que se tiñen de di- yersas maneras, muñecos y pequeñas vejigas imitando á las burbujas de jabón. Se confeccionan también con la misma substancia, tubos acústicos y tubos que sirven para sostener los hilos eléctricos de los telégrafos submarinos, porque la Gutapercha tiene la notable propiedad, cuando está pura, de ser poco conductora de la electricidad, como la resina y el vidrio. Ultimamente se ha tenido la idea de someter la Gutapercha á la vulcanización, sola Ó mezclada con dos veces su peso de caucho, para darle mayor solidez y más resistencia á temperaturas elevadas: de esta manera se ha hecho más propia para la confección del calzado, rodajas de llaves, obturadores y válvulas para los aparatos de aguas gaseo- sas, etc., etc. La solución de Gutapercha en el sulfuro de carbono, descolorada con carbón animal á un suave Calor, deja depositar por la evaporación, sobre la superficie de un vidrio, lá- minas muy delgadas, homogéneas, de una blancura semejante al marfil, y que presentan el aspecto y semitransparencia del papel. M. Perrot ha podido servirse de ellas para sa- car pruebas de grabado y litografía. Calentando estas hojas arribade 609, su porosidad disminuye y toma el =specto de papel aceitado. En los Estados Unidos nuestro Chicle ha sido empleado para venderlo en pastillas ó pequeños cilindros, á los que se les mezcla substancias béquicas como el orozús, ó tónicos digestivos como la menta, y son vendidas como pastillas medicinales. Para dar una idea de la importancia industrial de nuestro chicle, el Sr. J. N. Rose! ha publicado una tabla comparativa de las cavtidades anuales que fueron recibidas en Nueva York enlos años de 97 y 98 y que llegan á la suma de 1 á 2.600,000 libras, varian- 1 Contr. U. S. Nat. Herb., p. 222. 75 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. do su precio de 23 á 27*/, centavos oro la libra. Dice, y con razón, que la planta que se explota más en nuestro suelo para la extracción del chicle es el Chico Zapote. He recogido algunos datos recientemente de un periódico de la capital («El Mundo,» 17 de Diciembre de 1901), y son los siguientes: «Se recibieron noticias acerca de la exportación del chicle mexicano á los mercados «del país vecino Solamente en el transcurso de una quincena y en el solo mercado de «Nueva York, se realizaron ciento cuarenta mil libras de este artículo, habiéndose embar- «cado la mayor parte en los puertos de Tampico y Progreso.» «La demanda de la mercancía sigue firme y hay tendencias de alza en los precios de «la mercancía mexicana, pues de veintinueve centavos oro á que vale la libra, llegará á «venderse á treinta y uno.» El Sr. Rose asegura también que la Vitellaria mammosa, (L.) RADLK., así como otras especies del género Vitellaria, producen chicle; pero que la mejor goma usada como mas- ticatorio es la Vitellaria mammosa. Se ve por esta corta reseña la grande importancia que tiene para la industria nuestro chicle, que además de los usos arriba dichos, tiene hoy mucha demanda para los cables de tracción eléctrica, hilos telegráficos y telefónicos, llantas de automóviles y bicicletas. Sea como substancia aisladora, ó vulcanizándola, puede reemplazar al caucho en las numero- sas aplicaciones de este producto. No cabe duda que nuestro suelo es sumamente rico en la producción de estas plantas, que como el mamey, el chico zapote, los tempixques, las bumelias, etc., etc., y todos los zapotes en general, abundan en diversas regiones de la República, sobre todo en los Esta- dos de Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Michoacán, Tamaulipas, Colima, etc., etc., donde existen numerosas poblaciones que conservan aún los nombres de Zapotlán, Zapo- titlán, Zapotlanejo, etc., que indican la existencia de los zapotes desde los tiempos más re- motos. Pongo á continuación los Zapotes de Hernández que han podido ser identificados, y que todos corresponden en lo general á la familia de las Zapotáceas y sus afines, sin men- cionar las demás especies conocidas hasta hoy, por no ser mi objeto la enumeración de to- das, sino exclusivamente la identificación de las plantas mencionadas por Hernández, ano- tándclas con los nombres mexicanos, vulzares y su luzar de habitación; mencionando, por último, los falsos Zapotes, que llamo así por no pertenecer á la familia de las Zapotáceas. ANONACEAS. Anona cherimolia, MiLL. Dict. ed. 9, n. 5; Bot. Mag. t. 2011. Anona tripetala, Arr. N. Mex. Quauhtzapotl, Matzapotl, Texaltzapotl. N. V. Chirimoya, Anona. Cultivada en Orizaba, Jalapa (Est. DE VERACRUZ). Cuernavaca (Est. DÉ MoreLOs). Huayacocotla (Est. DB PUEBLA). Anona muricata, Linx. Sp. Pl. p. 755: Jacq. Obs. L, t. 5. Anona bonplandiana, H. B. K. N. Mex. Illamatzapotl. N. Maya. Polvox. N. V. Anona, Guanábano, en las Antillas; llama, Zapote de viejas, Cabeza de negro. Cultivada en varios lugares de la República. 76 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Anona squamosa, Linx. Sp. Pl. p. 757; Jacq. Obs. I, t. 6, fig. 1. N. Mex. Quauhtzapotl, Ahate. N. Maya. Calmuy ú Saramuyo. N. V. Anona, Chirimoya, Ates. Hay otras varias especies de anonas, la mayor parte cultivadas, como la 4nona excelsa, A. globiflora, A. involucrata, ete., que llegan á 10 ó 12 especies más. 'TERNSTREMIACEAS. Dupinia tepezapote, Duran, Ind. p. 35. Ternstremia tepezapote, CH. ScHL. in Linnxa, VI, p. 420; War. Rep. I, p. 369. Ternstremia sylvatica, CH. SoHL. in Linnea, V, p 220. Ternstremia lineata, DC. Prodr. I, p. 523 Ternstremia meridionalis, Moc. et Sessb, Pl Nov. Hisp. p. S0. Ternstremia altamiranta, ScHieve, ex Parmacopea mexicana. N. Mex. Tepetzapotl. N. V. Tepezapote, Hierba del cura. Hab. Mazatlán, Tecolutla, Chiconquaque, Jalapa, San Andrés, San Miguel del Soldado y Valle de México. RUTÁCEAS. Casimiroa edulis, Lave et Lex. Nov. Veg. Descr. II, p. 2; Sem. Bot. Voy. «Herald,» p. 273, t. 51 et 52. Zanthoxzylon araliaceum, Turcz. N. Mex. Cochiztzapotl, Iztactzapotl. N. V. Zapote blanco. Sinaloa y Durango, Zimapán y Orizaba. Casimiroa pubescens, J. Ram. Anal. Inst. Méd. Nac. II, p, 18; La Natur., II, p. 492. N. V. Zapote de rata. Sierra Gorda (EsT. DE QUERÉTARO). ZAPOTÁCEAS. Vitellaria campechiana, (H. B. K.) RapLkK. Lueuwma campechiana, H. B. K. Nov. Gen, et Sp, UI, p. 210. DC, Prodr. VIII, p. 171. Según DC. esta especie es dudosa y podría ser un Sideroxylon. Campeche. Vitellaria domingensis, (DC.) RADLK. Lucuma domingensis, GeRTN. f. Carp. MI, p. 131, t. 204. N. V. Zapote de Sto. Domingo ó de Haití, Mamey. Cultivada en Cuernavaca (Esr. pe MORMLOS). Vitellaria mammosa, (L.) RADLK. Lucuma mammosa, G.EkrTN. fil. Fruct. III, p. 129, tt. 203, 204; Jacq. Amer. t. 182, fig. 19; DC. Prodr VIII, p. 169. Achras mammosa, Moc. et Sessk, Pl. Nov. Hisp. p. 48. N. Mex. Tezontzapotl. N. V. Mamey. Cuernavaca (EsrT. DE MokELOS), Oaxaca, Veracruz, Guerrero, y en algunos lugares cálidos. ¡did REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Vitellaria salicifolia (H. B. K.) RADLK. Lucuma salicifolia, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. III, p. 241; DC. Prodr. VIII, p. 171. Achras salicifolia, MC. eb Sessh, 1'l. Nov. Hisp. p. 49. N. Mex. Atzapotl, Coztictzapotl. N. V. Zapote amarillo, Zapote borracho. Cuernavaca (Est. DE MOkrBLOS) y en lugares cálidos de la República. Vitellaria spheerocarpa, (DC.) RADEK. Lucuma spluerocarpa, A. DC. Prodr. VIII, p. 169. N. Mex. Tempixque 6 Tempixtle. N. V. Mamey. Según Oliva, Comingalo. México. Achras sapota, Linw. Sp. Pl. p. 470; Bot. Mag. tt. 3111, 3112; Moc. et Srssk, Pl. Nov. Hisp. p. 48. Sapota achras, Mint. Bot. Mag. tt. 3111, 3112; Biol. Centr. Am. Bot. Il, p. 2 7. N. Mex. Chictzapotl, Xicotzapotl. N. V. Chicozapote, Zapote de abejas, Peruétano. Yucatán, Colima, Tamaulipas. Sideroxylon leucophyllum, Wars. Proc. Am. Acad. XXIV, p. 59. Bahía de los Ángeles (BAJA CALIPyRNTA). Sideroxylon mexicanum, HemsL. Biol. Centr. Am. Bot. IT, p. 296. Achras capiri, Moc. et Sessk, Pl. Nov. Hisp. p. 48 et Fl. Mex. p. 81. Lucuma? capiri, A. DC. Prodr. VII, p. 173. N. Mex. Tototzapotl. N. V. Capiri, Zapote de ave. Ario, Taretan (EsT. DE MICHOACÁN), Cutzamala y Tlachapa (Est. DE GUERRERO). Sideroxylon petiolare, A. GraY. Proc. Am. Acad. XXIT, p. 434. La Barranca (Esr. DE JALISCO). Nora.—Da un fruto comestible, que es una baya de más de una pulgada, semilla ovalada y albumi- nosa, muy parecida al Lucuma? ferruginea. Bumelia leete-virens, HemsL. Biol. Centr. Am. Bot. II, p. 298. Achras olivacea, Moc. et Sessk, Fl. Mex. p. 84. N. Mex. Tempizquixtli. N. V. Tempixtle. Oaxaca y Orizaba- Nota.—El dibujo mexicano á que alude Decandolle puede representar, según Hemsley, á la Bumelia late-virens y no á la B. lycioides, por tener un parecido completo en la forma de las hojas. Bumelia subsessiliflora. HmsL. Biol. Centr. Am. Bot. IL, p. 29. N. Mex. Tempizquixtli. N. V. Tempixtle, Tilapos. Guadalajara. Además, se encuentran otras siete especies de Bumelias en distintos lugares de la República. Diospyros ebenaster, ReTZ. Obs. Bot. Fasc. V, p. 31; HrerN. in Trans. Camb. Phil. Soc. XII, p. 244. Diospyros obtusifolia, H. B. K. Nov, Gen. et Sp. III, p. 253, t. 247. Diospyros tliltzapotl, Moc. et Sessk, Fl. Mex. ed. fom. p. 237. N. Mex. Tliltzapotl, Totocuitlatzapotl. N. V. Zapote negro, Zapote prieto. México, Cuernavaca. Nora.—Además de éstas se encuentran cuatro especies más en la República. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. FALSOS ZAPOTES. CAPARÍDEAS. Crateeva sp. Rose, Contr. U. S. Nat. Herb. I, p. 301. N. V. Zapotillo amarillo. Manzanillo (Est. DE COLIMA). MALPIGIÁCEAS. Bunchosia biocellata, ScHL. in Linnea, X, p. 241. Bunchosia discolor? Turcz. in Bull. Soc. Nat. Uvic. 18,8, I, p. 266. Bunchosia lanceolata? Tuxcz. loc. cit. N. V. Zapotito de S. Juan. Orizaba, Córdoba, Jalapa (Est. DE VERACRUZ). ROSÁCEAS. Couepiía polyandra, Rose, Contr. U. S. Nat. Herb. V, pp. 196-216. Hirtella polyandra, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. p. 246, t. 565. Moquilea kunthiana, Maxr. et Zucc., ex Walp. Rep. II, p. 6. Couepia kunthiana, BexTH. M. $. iu hb. Kew. N. V. Zapote amarillo. Acapulco (Est. DE GUERRERO), Teapa (Est. DE TABASCO), Acaponeta (TpeIc). Muy común en las costas de México. FITOLACÁCEAS. Phytolacca dioica, Linn. Sp. Pl, p. 532. | Pircumia dioica, DC. Prodr. 2 part. p. 30. N. V. Tepezapote, según Oliva. Esta planta no es mexicana, pero ha sido aclimatada ya. Creo que el Sr. Oliva la confundió con la Ph. octandra que se encuentra en Orizaba, Córdoba y Valle de México, y en varios lugares de la República. México, Diciembre de 1911. » J » 4 79 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. 4.—Notas acerca de los «Ayotli» de Hernández, ó Caiabazas indígenas.'— Entre las numerosas plintes explotadas por nuestros indigenas, se encuentra un grupo in- teresante, del que Hernández recogió noticias y datos que dejó consignados en su laborio- sa obra de investigación. Me refiero «al grupo de los Ayotli, cuya denominación fué aplicada á una variedad de frutos, entre los cuales dominan principalmente las calabazas ó Cucurbitáceas; designan- do también á otros frutos y plantas de diversas familias que por aleún carácter de analo- ela ó semejanza Clasificaron con el mismo nombre, aunque cuidando siempre, con su sa- gacidad y observación, de marcar el valor específico de cada planta. Cucurbita viene del latín Cucurbitus, que significa vaso, y ha dedo su nombre á la familia de las Cucurbitáceas. La palabra 4yo0ll significa en mexicano tortuga, y Ayotli, calabaza, probablemante por la semejanza que tiene el fruto de la calabaza con el carapacho de la tortuga. El nom- bre de A4Ayotli, se encuentra comprendido en multitud de nombres de plantas mexicanas, cuyo tipo es la calabaza ó Peponida: fruto carnoso, con una sola cavidad y muchas semi- llas procedentes de placentas parietales gruesas y pulposas, que ocupan todo el interior del pericarpio, ó dejan en el centro un hueco considerable, como se ve en el melón, pepi- no, y otras Cucurbitáceas. Aplicáronlo por analogía á otros frutos, como la Anfisarca, fruto multilocular, polispermo, indehiscente, duro ó leñoso exteriormente, carnoso y pulposo en su interior: tales son las gúiras, parecidas á Calabazas, y comunes en las Antillas y otras partes de América, donde se conocen con diferertes nombres; y además lo extendieron á otros frutos parecidos también á las calabazas, en forma de vainas, folículas ó bayas de otras familias, como se verá en la clasificación siguiente: Ayotli: Calabaza. Iztacayotli: Calabaza blanca. Cozticayotli: Calabaza amarilla. Cuicuilticayotli: Calabaza pintada. Tamalayotli: Calabaza grande. Hacayotli: Calabaza comestible. Chichicayotli: Calabaza amarga. Quauhayot i: Calabaza de árbol. Tzonayotli: Calabaza cebolluda. Tzicalayotli: Calabaza que suena. Tlalayotic: Especie de calabaza terrestre ó rastrera. Quauhayotic: Especie de calabaza de árbol. Tlalzi acaleyotli: Calabaza que suena, y rastrera. Ayoquiltic: Calabaza de hortaliza. Byotzin: Hierba semejante á la calabaza. Ayotic: Hierba semejante a la tortuga. Ayotectli: Planta semejante á la calabaza. Ayozotic: Calabaza podrida. Ayozonatic: Planta semejante á la calabaza podrida. Ayohuitztli: Calabaza espinosa, ó tortuga espinosa. Ayohuitztic: Calabaza espinosa. Quauhayohuachtli: Calabaza de árbol, con semillas duras de calabaza. 1 Tomado de los Anales del Museo Nacional, tomo VII, págs. 373 á 390. 80 4 de REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Y otros nombres de plantas que se relacionan con las calabazas, y son los siguientes: Allacatl: Calabazo alargado que sirve para extraer el aguamiel. - Tompilillin ó Tzilacayotli: Calabaza para fabricar tibores ó bacinetas. Quauhxicalli: Arbol de las jicaras. Atecomatl: Vasos para tomar agua. Ayacatchtecomatl: Tecomate de sonaja. Quauhtec>matl: Tecomate de árbol. Quauhxilotl: Jilote de árbol. Chayotli: Fruto semejante al erizo. Axicalli: Calabaza de agua, ó jicara de agua. En esta enumeración de nombres he comprendido muchos en los que no entra la pa- labra Ayotli, pero lo he hecho por la relación estrecha que tienen con el fruto de la calabaza, y porque Hernández las menciona, comprendiéndolas en las plantas de este grupo. Pongo á continuación los capítulos de Hervández relativos á las calabazas indígenas, haciendo los comentarios de las descripciones que trae, sin creer por esto que haya tenido el acierto en aleunas identificaciones, por ser insuficientes los datos recogidos en ellas. CARINO SVT Ayofli, * Óó DE LA NATURALEZA Y GÉNEROS DE «CALABAZAS INDÍGENAS.» y «Entre los géneros de calabazas que los indios llaman 4yo(dli, omitiendo aquellas que son conocidas en el Antiguo Continente, se encuentran muchas diferencias. Todas tienen hojas grandes semejintes entre sí, algunes parecidas á las de la parra, y algunas un poco más grandes. Las flores son obloneas, amarillas, y en forma de copas grandes; el fruto y su forma, así como su nombre, son tan variados, que daremos á conocer algunos de un modo ciaro y con la brevedad posible. La primera calabaza llamada Tzilacayotli ó puede referirse á la Luffa cylindrica, KOEM., ó alguna otra especie del mismo género, por tener la carne semejante á fibras, é inade- cuada como alimento, las semillas duras y de color variable. Es conocida también con el nombre de estropajo, * por tener sus fibras formando una red tenaz y resistente; usuda por esta circunstancia como zacate * para el lavado, estregándole con jabón: es muy abundan- te en los Estados de Morelos, Veracruz y Guerrero. Mi muy apreciable amigo el Sr. Lic. D. Cecilio A. Robelo me dice en carta particular lo siguiente: «La planta de estropajo se llama en mexicano cuauhzamecatl, para distinguirla de los demás zacamecatl (zacamecates); suponen que el bejuco que la forma es un árbol, cuahuill. Esta planta es un bejuco trepador de 3 á6 metros de altura, y más, con 5 costillas.» El fruto de la Luffa cylindrica es fusiforme, de 15-30 centímetros de largo por 6-10 de grueso, cilíndrico ó ligeramente trízono, cubierto de líneas longitudinales de un verde obs- curo y verrugas muy superficiales, con una red fibrosa y muy tenaz que llena casi todo el fruto. con semillas pequeñas comprimidas, de un blanco sucio, y de margen alado; cuan- do están secos se despega con facilidad la piel, descubriéndose el armazón reticulado, que golpeándose, arroja las semillas que contiene, y queda formado el estropajo. De este género tenemos tres especies: E. eylindrica, ROEM.; L. acutangula, ROXB; L. opercutata, CONG.; que pueden ser, tal vez, variedades de la misma especie. El Iztactzilacayotli y el Iztucayotli, los dos comestibles, son variedades también de la Cucurbita pepo, LINN. El Afecomatl es colocado por Hernández entre los géneros de culibazas qua no son comestibles, usándose sólo como vasos de agua, ó vulgarmente conocidos como tecomates ó jicaras, y que se fabrican de frutos redondos más ó menos grandes, que se dividen por la mitad para utilizarlos como escudillas ó platos, y otra multitud de usos, de los que hablaremos más adelante. 1 Loc. cit. p. 5'4. 2 Ram. et Alc. Sin. Pl. Mex. pp. 8-66. 3 Fl. Mex. ed. Fom. p. 227. (Luffa fricatoria y Cucumis fricatorius, Moc. et Srssb.) 4 Se llama zacate (cacatl, hierba ó forraje compuesto principalmente de gramíneas), entre nosotros, á una porción de fibras de yarias plantas, como la lechuguilla y la pita del maguey, de las que se hace una maraña apropiada para servir de estropajo.—Nota de M. U. 83 ci e A a E REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. CAP. CLVIIZ. Ayacachtecomall Ó « Sociedad Geológica Mexicana. .... SS Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística... , 5 Instituto isntiaco y bla, ario. Oabanive Instituto Juárez ........... Durango. Sociedad Michoacana de Conama y Estadística.. AS Morelia. Biblioteca del delecio del So Puebla. Colegio de San Pedro y San Pablo. a Universidad Angelopolitana....... So Biblioteca Pública. ............ Veracruz. Ateneo Fuente...........- Saltillo, Coah. Biblioteca Pública del Estado de México.. Mole. Instituto etica y an io del Estado de MéxiCcO............2. 55 LXXVI EEE RES ERA SN UPENELO)E América del Norte. Canada. Nova Scotian Institute of Science. Halifax. Geological and Natural History Survey. e Le Natur is aca Estados Unidos Michigan Academy of SCIOMESS vspo sonados University of Texas......... American Pharmaceutical Association .... University of California..... Institute of Arts and Sciences.. : New York State io ary . Museum of Comparative Zoólogy at Harvard College.............. Cambridge, Mass. Elisha Mitchell Scientific SOCIE: 0o 00 0.0530) ie mil, IO: Chicago Academy of Sciences. Chicago, Ill. Society of Natural His- OY 500 os cosousasonno Diacimiaejn, (Diamo), Lloyd DE Ad 00 s5 American Pharmaceutical Asociation............. Columbus, Ohio. Colorado College. . Academy of Natural SCIOMEBS: d0.00 noo aaa Iowa Geological Survey... The American Naturalist.. Denison Scientific Associa- tion . 2 AC canvillle OL" one Moca of Sciences...... . Indianapolis, Ind. Missouri Geological SU erterson CibyaaMio! Kansas University......... Ottawa. . Québec. Ann Arbor, Mich. Austin, Tex. - Baltimore, Md. Berkeley, Cal. Society of Natural History. Boston, Mass. . Brooklyn, N. Y. . Albany, N. Y. Society of Natural Sotenass: Buffalo, N. Y. Colorado Springs, Colo. Geological Survey of Ohio. Columbus, Ohio. Devenport, lowa. Des Moines, lo. Garrison, N. Y. .Lawrance, Ks. University Geological Survey of Kansas... .. co... .. ..ILawranceodkSs Wisconsin Academy of Scien- ce, Arts, and Letters..... Madison, Wis. Wisconsin Geological and Na- tural History Survey..... Madison, Wis. Scientific Association..... Meriden, Conn. Winconsin Society of Na- tural History. . Milwaukee, Wis. Public Museum..... : University of as, American Journal of 2 ” ” . Missoula, Mont. Science ........... New Haven, Conn. Connecticut Academy of Arts and Sciences... ,, 5 de American Museum of Na- tural History... . New York, N. Y. New York Academy of Sciences....... 50 00 > New York Botanical Gr den.. mE ” ” ” New ol sole Sical 55 ciety.. esto) 00 de Torrey Botamicdl e. as State University of Oldahomal Nom man, Ok1. Oberlin College .. . Oberlin, Ohio. Academy of Natural SCIENCE Alumni Association of the Philadelphia Colle- ge of Pharmacy. -... 0 ES Portland Society of NS Tato Brookville Society of Na- trans tor Rochester Academy of Sciences Rochester, N. Y. Augustana College. . Rock Island, 1. California Academy of Philadelphia, Pa. Portland, Maine. Richmond, Ind. Sciences........... San Francisco, Cal. Academy of Sciences...... St. Louis. Mo. Missouri Botanical Garden. 20 Ad Kansas Academy of Sciences., Topeka, Ks. New Jersey Natural Histo- YA SOCIE . Trenton, N. Y. Tutfts College......... Tufts Colege, Mass. LXXVII Illinois State Geological Sur- vey. Eo Urbanas lll: AS ol Anna Ethnology........... Washington, C. D. Bureau of Fisheries.... SR 00 National Academy of SAN Washington, O. D. Smithsonian Institution ES DD United States Depart- ment of Agriculture.. Sn 25 United States Geologi- cal Survey . United tes ona Museum. E AN e incton. een of Sciences.......... E Cuba. Academia de Ciencias Médicas, Fí- sicas y Naturales....... Crónica Médico-Quirúrgica...... Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad....... Centro América. Costa Rica MWkteseo Nacional ......oc.o.ocooco.s San Salvador. Museo de Historia Natural.. América del Sur. Argentina Museo Nacional de Historia Natural . . Buenos Aires. Instituto Tu ático Le gen- tino. rd 55 edad Eatinca! e DU a de Academia onal da MO e vor e Museo de La Plata... - La Plata. Brasil MiseutiCanlista....... 2... Nao Paulo. Museu Nacional........... Río de Janeiro. Escola de Minas...............Ouro Preto. . Habana. San José. S. Salvador. Chile. Museo Nacional.. NE: . Santiago. Société eve du Chili. E > Universidad. . A PA as Profesor Carlos E. Eos tón CEA Valparaíso. Colombia. Museo Nacional.................. Bogotá. Perú. Sociedad Geográfica.... . Lima. Uruguay Museo Nacional de Historia Natural.. Je . Montevideo. Instituto de tn a del ES Maldonado: EUROPA. Alemania. K. Preuss. Akademie der Wissen- schaffen.. : . Berlín. K. Botamiscnes Garten . Zeitschrift fúr ns Insecktenbiologie............... si R. Friedlánder € Sohn............ Be Naturhistorisher Verein.... . Bonn. Société des Sciences Naturelles.. Colmar. Naturwissenschaftlicher Verein. Elberfeld. Naturwissenschaftlicher Verein.. ls Frankfurt a. O. 1 E copaldino: Car liscne Deutsche Akademie der Naturforscher..... Halle. Verein fúr Erdkunde. . Metz. K. B. Akademie der Wissen- schaften.. ae . Múnchen. Verein fúr ana Na- turkunde in Wiúrttemberg.... Stuttgart. Austria-Hungria. K. Magyar Ornithologiai Koz- pont.. z $ . Budapest. aaa ds nes. . Cracovie. Museo Civico di Storia Naturali... Trieste. Societa Adriatica de Scienze Natu- K. K. Na arhistorische Hotmu: A LXXVII seum. z Wien. 1 ES Tae Botanische Ge- sellschaft . A NT 25 Doo e Ver ein. o: se Belgica. Académie Royale de Belgique.. Bruxelles. Musée du Congo Belge ........ 5% Musée Royal d 'Historie Nature- A estos ” add iria da ole que. : ” SUcIóNó Eolo AS Toliame de Belgique. . 50 Société Royale e loare al Ma- lacologique.. o , ds Institut Banque las Erteral. Dinamarca. Académie Royale des Scien- ces et des Lettres de Dane- IO SN .. Copenhague. España. Club Montanyenc. Associacó de Ciencies Naturals e Ex- CUESTA ye . Barcelona. Real Academia de Ciencias Exac- tas, Físicas y Naturales....... Real Sociedad Española de Histo- MANI AA Sh Biblioteca de Amé- rica............ Santiago de Compostela, Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales a IA Madrid. Zaragoza. Francia. Société Linnéenne du Nord de la France. 5 ha . Amiens. Société d” ñas rama: . Autun. .. (d'étude des Sciences Natu- relles. sel - Béziers. Societé oi sano.. Station a : Bibliothéque de 1” Dniversita. Muséum d Histoire Natur ame o SS SOCIE BOtanique Société Linnéenne........ Académie des Sciences et Let- o as NOnbpelller: . Bordeaux. Revue Scientifique du Bourbon- nais et du Centre de la France. Moulins. Société des Sciences Naturelles de d'Ouest de la France........... Nantes. Feuille des Jeunes Naturalistes .... París. Muséum National d'Histoire Natu- relle.. EA a LS An Institut as. as Société Botanique de France.... .. SA ., Géologique de France...... Se .. Nationale d'Aclimatation... hs .. Nationale d*Horticulture.... ee ,», Zoologique de France... .. 2 ., des amis des Sciences Na- turelles.. AS Rouen Académie aio ote! de Géo- graphie Botanique............ Le Mans. Holanda. Kolonial Museum. ........ Haarlem Musée Teyler.. AA . on Société Hold ee des Sciencos A Inglaterra. Bristol Naturalists” an Pdo e Bristol. Royal Botanic Garden. . . Edinburgh. Royal Botanic Gar da . Kew. Royal Ocean Edil gh. Liverpool Botanical Socie d ... Liverpool. British Museum (Natural History) London. Linnean Society .. E ” The University of Dm dies Philoso: phical Society.... Newcastle upon-Tyne. Italia. Accademia di Scienze, Lettere ed Arti degli Zelanti............. Acireale. Societá Botanica Italiana ....... Firenze. ., — Ligustica di Scienze Natu- rali e Geografiche..... . Genova. Societá dei Naturalisti..... . Napoli. Accademia Scientifica Veneto- Trentino Istriana...........3.. Badovar R. Orto Botanico. .......10 0 AB aleraOs Societá Toscana di Scienze Naturalle. Pisa Istituto Botanico della R. Universitá. Siena. Musei di Zoologia ed Anatomia com- parata della r. Universitá........ Torino. Societá Zoologica Italiana.......... Roma. Société Helvétique des Sciences Na- Mónaco. A DEL Aes Société Entomologique Suisse...... Institut Océanographique ........Monaco. .. Fribourgeoise des Scien- ces Naturelles.............. .. Fribourg. Noruega. Société de Physique et d'Historie Société Royale des Sciences. ...Christiania Naturales ooo ore de oe ODE NE: Société Vaudoise des Sciences Rusia. Naturales a do o Ia Sadie Société Neuchateloise des Société des Naturalistes............Kieff. Sudos Naturelles.. 0.0)... Neuehatell Société Impériale des Naturalistes, Moscou. Naturforschende Gesellschaft...... Ziwrich. Jardin Impérial Botanique. St. Pétersbourg. Suecia. ASIA. Académie Royale des Sciences. Stockholm. Geological Institution of the Univer- / 4 to riales st UPSal. Filipinas. The Philippine Journal of Science. Manila. Suiza. Naturforschende Gesellschaft....... Basel. Java. Naturforschende Gesellschaft........ Bern. Jardin Botanique.......... .. Buitenzorg. NECROLOGIA. El día 26 de los corrientes, a las 4.20 p. m., falleció el Sr. DON JOSÉ M. VELASCO, á la edad de 73 años, victima de una breve y penosa afección cardía- ca, inhumándose su cadáver en el Panteón del Tepeyac, al siguiente dia. La Sociedad Mexicana de Historia Natural, de la que fué miem- bro distinguido el ilustre finado, lamenta sobremanera esta sensible pérdida. En el acto de la inhumación, el suscrito, al pie de la fosa, pro- nunció la siguiente alocución: TN” MEENMO Ey IAE Un tremendo dolor embarga mi espíritu en estos aflictivos momentos, en que un sér, muy que- rido para mí, pronto desaparecerá de nuestra vista, bajo el seno de la tierra, pues yace aguí á nues- tros pies su augusto cadáver, que levantado debiéramos reverenciar. Fué el que desde en vida se llamó JoskÉ María VELASCO, el egregio artista, legítimo orgullo de nuestra Patria, que terminó ya su fruetuosa carrera en la tierra, tras larga y penosa labor. Ya no contemplaremos extasiados, otros más de sus admirables cuadros que, ejecutados con gual arte, nos impresionarían tan hondamente como los ya conocidos; pues todo aquí en la tierra, es perecedero, y sólo perenne en el más allá. En los vívidos lienzos que salían de sus manos, se estampaban, como reflejados en un espejo, el cielo, las montañas, la vegetación, en una palabra, todo el paisaje, en el que, el botánico, prin- cipalmente, podía reconocer y apreciar las distintas especies del mundo de Flora. Honrosísimo lugar, marcado con un timbre de honor, ocupará su nombre en los fastos de la humanidad, pues como buen hijo, como buen esposo, como buen padre, é inmaculado patriota, cumplió religiosa- mente con su misión en la tierra, á entera y cumplida satisfacción de todos los que le rodeaban: recomendabilísimas cualidades, indeleblemente impresas en el muy alto y glorioso pendón, permí- taseme decir, que con firme mano empuñaba. Cuán grato y placentero es para mí, evocar en estos luetuosos momentos, los tiernos y cariño- sos recuerdos de nuestra íntima y prolongada amistad, que databa de casi una media centuria. Desde joven aún, hasta ya anciano, seguí paso á paso con la mirada, la estela luminosa de su mun- danal carrera, considerada moral é intelectualmente en sus distintas manifestaciones. Era no tan sólo un buen artista, sino también un hombre de ciencia, como lo acredita su sagaz y complicado estudio, presentado y leído por él mismo, ante la Sociedad Mexicana de Historia Na- tural, de la que fué miembro distinguido, y el cual tuvo alguna resonancia en el extranjero. Se ocu- pó en él. de la transformación de nuestro vulgar Ajolote, de animal acuático en animal terrestre; y otros más estudios de Botánica, acerca de la Flora del Valle de México, de reconocido mérito. Honores y recompensas le fueron otorgadas en el extranjero, como Delegado oficial de nuestro país, en las exposiciones internacionales de París y Chicago; y pocos como él podían lucir en el pe- cho, con noble orgullo, la renombrada insignia de Caballero de la Legión de Honor, que le fué otorzada por el Gobierno francés, en premio de sus relevantes méritos y servicios; así como también la cruz de la no menos distinguida Orden, de Francisco José de Austria, con la que fué condecorado por el Jefe de esta Nación, por igual motivo. Conspicuo y concienzudo maestro en el desempeño de su obligación, del hermoso arte que con tanto exito cultivaba, deja numerosos discípulos, que serán los mejores heraldos del alto prestigio que merecidamente alcanzó; y difícilmente en lo porvenir, habrá otro meptor que en su valer se le iguale. Al proferir este imparcial y merecido elogio, ante los inanimados restos que contemplamos con el corazón oprimido y el llanto en los ojos, me guía sólo el afán de que sean bien conocidas y apreciadas de todos, las exquisitas dotes del insigne ciudadano á quien se tributan esos honores. Inolvidable y leal amigo, pariente espiritual mío, á cuyo uno de sus hijos llevé á las aguas bautismales, recibe mi última despedida; no dudando que en el cielo, habrás alcanzado el merecido galardón que, como bueno, te conquistaste en este valle de dolores, que la humanidad ha regado con sus lágrimas. Adiós para siempre, caro amigo, adiós. Guadalupe Hidalgo, 27 de agosto de 1912. 9anuecl IN. Villada. BREVE BESEÑA DE UNA PALUASIÓN ESUULAR A LA BARRA DE NAUIL ASNO Dia SOS: EL AUTOR DEDICA EL PRESENTE ARTICU- LO A SU ANTIGUO Y MUY ESTIMADO DISCIPULO, El. REPUTADO INGENIERO AGRONOMO SR. DON ROMULO ESCOBAR, PROGRESISTA FUNDADOR DE LA ESCUELA AGRICOLA DE CIUDAD JUAREZ, Y BAJO CUYOS AUSPICIOS, COMO DIRECTOR QUE FUE DE LA ESCUELA N. DE AGRICULTURA Y VETERINARIA, SE HIZO LA PRESENTE EXCUR- SION. COMPAÑADO de mis discípulos de botánica, de la Escuela Na- cional de Aericultura y Veterinaria, salí de esta Capital en ruu- bo á Puebla y de allí á Tezintlán por la vía férrea; siguiendo después á caballo pasamos por Tlapacoya, situada al pie de la Sierra Madre Oriental, haciendas del Jobo y de Palmillas, pueblo de Martínez de la Torre, hacienda del Pital, pueblo de Jicaltepec, colonia francesa de San Rafael, pueblo de Nautla y barra de este nombre, que era el término final de nuestro viaje. El móvil principal que tuve para darle preferencia al expresado derrotero, fné conocer y estudiar un árbol extraordinario de nuestra flora, que en alguna otra práctica, muy anterior á la actual, pudo ver mny de cerca uno de los seño- res Profesores de la referida Escuela, quien me dió noticia de sn existencia; apre- miándome á la vez, para que rectificara ó ratificara un hecho. si no nuevo en el mundo vegetal, sí aún no señalado en México. Tal árbol, me decía, es conocido en el paraje de Palmillas. en donde vegeta, con el nombre de «Arbol de la 1lu- 154 MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. via;» confirmando el mismo Profesor que de sus hojas y ramas, escurría agua bastante para formar á su pie un gran charco. Como me refería también, en el Africa crece, efectivamente, un árbol dota- do de esta preciosa cualidad, y enya multiplicación, se comprende, proporciona- ría grande atilidad y provecho. Pero á mí, que de exprofeso iba en pos de la investigación de este fenóme- no, me fué dable dilucidarlo hasta cierto punto. El sitio preciso en que el su- puesto árbol crece, se llama «Aena del Obispo,» á orillas del camino y en terre- nos de la citada hacienda de Palmillas, en donde un grupo de grandes árboles forma un bosquecillo que proporciona agradable frescura. De entre ellos son dos las especies dominantes: una Persea, quizá la P. drimifolia, Cham. y Schulz., conocida en el país con el nombre de Pala, y distintas hioueras silvestres perte- necientes al género Ficus: el F. padiefolia de K. in H. B. y el F. jaliscana. Wats. Al pie de una de las primeras, brota un manantial de agua purísinia que se acu- mula al principio para seguir después su curso, pero que no cae del árbol sino que viene del interior de la tierra. Se me dijo con cierta vacilación, que de las higueras de grandes hojas, pues hay otras allí que las tienen de menor tamaño, snele esenrrir agua durante el verano; hecho que en todo caso no comprobé, mas sí, el Sr. Profesor á que me refiero. Supongo que su origen puede ser el vapor atmnósferico condensado en los expresados órgattos foliares, por la menor tempe- ratura que reina en aquel sitio. El del Africa, que es un laurel, y de consiguien- te de la misma familia de la Palma, entiendo que sí merece el citado nombre de «Arbol de la lluvia,» la cual probablemente es debida á una exndación exaje- rada, si no fuese provocada por picaduras de insectos. Volviendo atrás, diré, que en la Estación del Oriental, en donde termina el ramal de Puebla, parte otro que llexa á Tezuitlán en rumbo al Norte. En las Mannras que atraviesa se tuvieron á la vista las formaciones sedimentarias del enaternario y las correspondientes volcánicas. Bien pronto se alcanza el límite de la Mesa Central, descendiendo desde allí la vía gradualmente sobre los pri- meros estribaderos de la serranía de que se hablará adelante; y en donde está aloo menos accidentada la topografía del terreno, se halla ubicada la citada po- blación de Tezintlán, al NE. de la cindad de Puebla y á 1800 metros sobre el nivel del mar. En esta parte del camino afloran en ciertos puntos, capas inclinadas de ca- liza pizarra, características del cretácico. Al paso, tnvimos ocasión de admirar á lo lejos, los elevados macizos del Pizarro y Cofre de Perote, uno y otro de ca- prichosa cima: la del primero, en la forma de un cono terminal embutido en el tronco de otro mayor que le sirve de base, y la del seenndo, cuadrangnlar como nua caja; su diversa constitución litolóvica es digna también de llamar la aten- ción: andesítica la de aquél y basáltica la de éste. Desde una de las alturas que se levantan á orillas de Tezintlán, la del Calvario, se extiende en cierto rumbo un vasto horizonte, en cuyo límite se dibuja el litoral del Golfo; mientras que por el opuesto se domina el extenso caserío de la población, haciéndose bien > MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. 155 cargo el observador de lo accidentado del terreno unido á su feracidad. Llama- ba siempre la atención de los alumuos acerca de las especies vegetales que de paso se nos presentaban á la vista; como eran Coníferas, Cupulíferas, Ericáceas, «€. propias de nuestra flora alpina y otras diversas, que lo son de la zona tem- plada. De Tezintlán, en runbo al NE., parte una amplia vereda en descenso que eruza la Sierra Madre Oriental y la cual conduce á la población de Tlapacoya, situada al pie de la misma. Fácil de transitar en lo general, por sus pendientes moderadas, ofrece no obstante, en ciertos tramos, no pocas dificultades. Estas cousisten en la presencia de surcos y lomos atravesados como los de una tierra de labor, en casi todo el aucho de la vereda, ocupando espacios más Ó menos grandes y á los cuales se les llaman sertenejas, y con más propiedad quizás, sar- tenejas. Son ocasionadas por el paso del ganado mayor de engorda, que baja y sube en determinadas épocas del año, haciendo á raíz de su formación casi in- trausitable el camino; este gravísimo mal, apenas si se remedia con uno que otro embauquetado de piedra ó calzándolo, como dicen. Aunque de paso, no olvida- ba de señalar las especies vejetales más notables que en aquella vertiente cre- een con mayor ó menor abundaucia, y de entre ellas, principalmente, los hele- chos que en la misma están bien representados. De uno de los más bellos por sus erandes frondas elegantemente recortadas y de porte casi arborescente, se tomó en erupo aua fotografía; es la Alsophyla schiedana, Presl., llamada Pes- ma, cuyo nombre vulgar parece que se hace extensivo á todas las especies del referido grupo botánico. Más abajo de la citada población de Tlapacoya, se pu- dieron ver grandes galeras que sirven de secadero de tabaco; siendo éste el prin- cipal esquilmo de su agricultura, y bien aceptado en el comercio del país por su excelente calidad. En adelante sigue plano el camino, pues apenas si se levantan algunos lo- meríos, interponiéndose al paso el cance de tal ó cual arroyo insignificante. Re- corrido que hubimos uu tramo de 8 kilómetros, más ó menos. por el señalado rambo se llega á la grande hacienda del Jobo, con su muy antiena finca de sen- cillo aspecto á orillas del camino: su entrada fienra en una de las fotografías que se acompañan. En cambio los cultivos propios de la región se emprenden en ella en vasta escala. A poco de caminar, se pasa por el ameno paraje llamado El Descanso, de- peudencia del Jobo, en donde se halla establecida una pequeña venta que sirve de habitación al arrendatario. Siene después otro muy próximo, ienalmente fron- doso, conocido con el nombre del «Aena del Obispo,» ya mencionado al prin- cipio de este relato, en terrenos de la inmediata hacienda de Palmillas, la cual tiene anexo un Ingenio en el que se elabora aguardiente y piloncillo, y siendo quizás de mayor importancia que la anterior. Sobre la margen izquierda del río de Martínez de la Torre, prosiene el camino hasta la población de este nombre, mediando entre ambos puntos unos 10 kilómetros. Aquel río tiene su origen en 156 MANUEL M, VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. la sierra anteriormente citada, y forma, según se nos dijo, una hermosa cascada cerca de Palmillas. Al caer la tarde, llegamos á la referida población, y á buena hora de la si- cuiente mañana, se continuó la marcha en dirección de la hacienda del Pital, si- tuada más al Este, en donde teníamos que pernoctar. De lnego salimos por una amplia calzada flanqueada de hermosa vegetación tropical, atravesando más adelante el cacerío de la hacienda de Perseverancia y cortando después por te- rrenos de esta finca, ó como quien dice á campotraviesa, pasamos por un puente el río María de la Torre, haciendo un pequeño rodeo por el peligro que se tiene en cruzar el vado en tiempo de aguas: el regreso lo hicimo más abajo embarca- dos en un chalán. Unido al de Bobos, del que es afluente, forma el de Jicalte- pee, que desemboca en la barra de Nantla. Paulatinamente nos fuimos internan- do en un extenso bosque densamente poblado de toda clase de vegetales, algn- nos de los cuales se mencionan adelante; la azradable frescura que proporcionan aumenta sobre manera el atractivo de aquel bello sitio, que la tala inmoderada á que desgraciadamente está sujeto, acabará en convertirlo en uu páramo. Entrada la noche, llegamos á la eran hacienda del Pital, en la cual fuimos recibidos cordialmente por su propietario, quien tenía aviso anticipado de unes- tra visita; debe su nombre á la importante planta industrial que en ella se cul- tiva y que es quizás, más bien un 4yave que una Purcroya, pues de ello no pude cerciorarme. En su construcción no ofrece la finca nada notable, estando sepa- radamente alineadas á lo largo de una ancha calzada, en pintoresco conjunto, las humildes casas de la ranchería, al estilo de las de tierra caliente. El río que pa- sa muy cerca de ella. es también el de Bobos unido ya al de María de la Torre; siendo navegable hasta la citada finca, partiendo desde su desembocadura en la barra de Nantla, por embarcaciones de poco calado. En los extensos campos que la rodean, los cultivos tropicales tienen grande amplitud, con detrimento de los bosques que paulatinamente se han ido destruyendo. Como mi propósito no era detenerme en un punto determinado, continna- mos al día sieniente la marcha y siempre á caballo, hasta el pueblo de Jicalte- pec, dejando el río á nuestra derecha: la distancia que media entre los dos últi- mos Ingares, no excede de S kilómetros. Dicha población se halla situada en la margen derecha del expresado río, ó sea la opuesta por donde caminábamos, teniendo ocasión de ver muy de cerca los plantíos de vainilla y la frondosidad en varios parajes, con provecho de nuestros estudios. Se dejaron al fin los ca- ballos en descanso, y embarcados pasamos de una á otra orilla. Arribado que hnbimos á dicha población, se alquiló desde Inego un bote para continuar por agua la travesía. Al terminar la mañana, saltamos á tierra en la antigna colo- nia francesa de San Rafael, que en realidad es mixta y muy reducidos en el pre- senta los descendientes de los primitivos pobladores de aquella nacionalidad. Mal organizada desde su origen, ha tenido una vida precaria, y apenas, si aca- so, han disfrutado los colonos de mediano bienestar; su reseña histórica se ha- MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. 157 lla consignada en el Diccionario Geográfico de García Cubas. Dispuse no de- tenernos, sino el tiempo preciso para comer, por temor de que la noche nos sor- prendiera en el camino; de vuelta embarcados, pudimos contemplar, á lo largo de la margen izquierda, el pintoresco conjunto de las modestas habitaciones de la colonia entre el follaje de los árboles, rodeadas de plantíos de maíz y zacate de Pará, principalmente; siendo motivo de reflexiones, la flora que por ambos lados seonía desplegándose. Pasamos sin detenernos frente al pueblo de Nautla, situado sobre la margen dereclra del río, 24 kilómetros más allá de Jicaltepec, y recorriendo otros 12 kilómetros, atracamos del mi=mo lado en el rancho de Barra Nueva, en doude se nos recibió cordialmente por el ex-práctico del puerto, que vive allí temporal- mente. Se pasó bien la noche y á la mañana signiente, vueltos á embarcar, continuamos hasta muy cerca de la desembocadura en el utar, con el fin de visitar el faro que esbelto se levanta en la margen opuesta, muy cerca de aquélla y de un pequeño poblado llumado Las Casitas. Mide aquél, 16 metros de altura sobre el terreno, y la luz blanca que emite, alimentada con petróleo. alcauza una distan- cia de 21 millas, con 6 intermitencias en cada minuto. La barra de Nantla tendrá á lo sumo : 2 metros de profundidad, en razón de la eran Faro de la Barra de Nautla. cantidad de arena que en ella se acumula, por las encontradas corrientes de un estero y del río que en ella desemboca, detenida por las olas: por lo mismo, sólo pueden eruzarla embarcaciones de poco calado. Fueron dos las plantas que llamaron más nuestra atención en aquella playa, por su trascendente y balsámi- co aroma: una Mirtácea, Bugenta capuli, Ch. Seh. var. micrantha y la Nectandra mollis, Nees de las Lanrináceas. Después de medio día emprendimos la retirada río arriba y para evitar un largo rodeo saltamos á tierra en el paraje llamado el Ojite, como 2 kiló- metros antes de Jicaltepec. Volvimos al Pital, por el mismo camino, y por otro distinto á Martínez de la Torre. De paso mencionaré una curiosa formación, que en esta parte del camino despertó mi curiosidad, mas sin poderla satisfacer. Fueron nnas eminencias ó cerros de poca altura repartidos en un círenlo de radio muy amplio y bastante separados entre sí; tal me pareció que se trataba de un verdadero circo volcánico, como en su caso semejante disposición ha sido llamada. De entre el gran número de vegetales que sucesivamente íbamos teniendo 158 MANUEL M. VILLADA. —EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. á la vista, tau sólo de alguno de ellos daré cuenta en esta reseña, y los que fue- ra de los anteriormente consignados, son los signientes: A la bajada de la sierra una especie enana de Yzote ó palma de tierra fría, Yuecca aloifolia Lin., vegetando en escaso número, al lado de los helechos que en variadas especies crecen con profusión en aquellos amenos sitios, y nua de ellas ya mencionada. La Dichondra repens, Forst., que veía por la primera vez. Es una curiosa Convolvulácea rastrera, que por la conformación especial del gi- neceo, el expresado género se aparta de los demás de la familia. Es una especie demasiado extendida en las regiones tropicales de ambos continentes. El hecho de aparecer solamente en determinados lugares de la expresada serranía, me hace pensar que provenga de cultivos abandonados. En las llanuras cálidas veía también por vez primera el árbol del Jobo, Spondias dulcis, Forst. var. acída, de pequeñas frutas agridulces que es uno de tantos ciruelos del país, y el cual nombre se refiere á especies totalmente diver- sas de la enropea que con él se señala, ó sea el llamado Ciruelo de España; tal imposición fué debida al empeño que tuvieron los conquistadores de transportar al Nuevo Mundo los nombres empleados por ellos mismos, para denominar las plantas de su propio país. Nuestros ciruelos corresponden al género Spondias de la familia Anacardiáceas. Las dos especies más apreciadas, y á la vez más comunes en el país, son: S. purpura, Lin. y S. lutea, del mismo autor; la primera de frutos rojos y dulces, algo más grandes que los del Jobo; los de la segunda notablemente mayores, mucho meuos jugosos, pero tan agradables como los an- teriores; mas la especie á la que la refiero, la juzoe'o siempre incierta, pues el color de ellos no es constantemente amarillo sino que amenudo es rojo. En los Ingares en que la tierra aparece más húmeda, se levantan grupos ó matojos como se les dice, de una gramínea arborescente llamada Tarro, ó sea la Guadua angustifolia, Liu. Sus hnecas cañas, gruesas y duras á la vez, cortadas trausversalmente, sirven de vasijas y hendidas á lo largo se emplean como abier- tos caños para conducir el agua, sostenidas por horcones y unidas entre sí por los extremos Con suma frecuencia veíamos un árbol de regnlar porte plantado en hileras formando cercas, y al cual uso se le destina por la facilidad con que prende y se desarrolla, llamado allí copal; pero que en otros Ingares de cerca de Veracruz, tiene el nombre de Chaca, la cual goza de gran reputación para combatir el vó- mito y otras fiebres. El árbol en cuestión es una Bursera y quizás sea la B. gunmáfera, Lin. Por otra parte es uno de tantos palojiotes de los indígenas; así llamados por el despellejo natural de su tronco y ramas que invariablemente se repite, ó sea la exfoliación de la peridermis rojiza apergaminada que los re- viste. ln aquellos lugares este árbol es tan vulear. como el Schinus molle, Lin., ó árbol del Perú, en la Mesa Central. El palo de caoba, ó Cóbano, como le llaman en la costa de Colima y que es la Cedrela mexicana, notable por su ex- quisita madera de agradabilísimo olor; bien conocido es el uso que tiene su an- MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. 159 tillano congénere, C. odorata, Lin., ó cedro de la Habana, en la fabricación de las cajas de puros. La Hura crepitans, Lin. ó Habilla, es uu arbol de alto porte de la familia Enforbiáceas, que abre con estrépito sus elaterídeos frutos, arrojando lejos las semillas, y á la vez temible por la mortal acritud de sn latex que segrega en abundancia, pero de excelente madera. El Uvero, Coccoloba barbadensis Lin., que á la inversa de la llamada Uva de la playa, C. uvifera, Lin., que es un pequeño arbusto, es aquel un árbol de regular porte, del que penden hermosos racimos de frutos parecidos á grandes uvas blancas, pero no comestibles. Un grande árbol verdaderamente providencial, cual es el ojite, Brosímun alicastrum, Lin.. de las Artocarpeas, vegeta vigorosamente y con abundancia en plena costa á orillas del Nautla ó Jicaltepec. Otro, que i¡gnalmente proporciona un buen forraje, propio también de la región y afine de aquél, es el llamado Ramón de Castilla, Trophis americana, Lin. El Palo misanteco de que se ha hablado, Misantheca capitata, Cham. et Selhr., de la familia de las Lanrináceas, es digno de llamar la atención, más bien por su frecuencia que por alenna cualidad predominante; ofreciendo sí, cierta partienlaridad en los pedúnenlos, de extremidad roja y cupuliforme, en la que se asientan azulinegras bayas oliveformes. El Zapote reventón, ó Apompo en otros lugares Pachira macrocarpa de Linneo, es un árbol ornamental de mediano porte con grandes hojas y flores de elesante aspecto: las primeras parecidas á las de una Aralia. Tienen también eraudes frutos capsulares y semillas de gran magnitud, provistas de abundante albumen harinoso, que se ha intentado aprovechar como alimento. En la lámi- na que se acompaña está bien representado. La colosal Ceiba, Bombazx ceiba, Linn. y el Pochotle Eriodendron anfrac- tuosum, Linn., al que se aplica también el anterior nombre vulgar son especies demasiado familiares en la región explorada y sus frutos de contenido sedoso han dado margen á la explotación. Los frutales dieron también contingente á nuestros estudios, que omito rela- tar en razón de ser demasiado conocidos y nada nuevo podía decir acerca de ellos. La familia de las Cuenrbitáceas, proporcionó el Timpililin ó Chilacayote, Melothria scabra, Nand., que vimos en el Jobo. La Canavalia obtusifolía á ori- llas del mar de Nantla, de las Legnminosas. De las Enforbiáceas, la Bernardia interrupta, Mull. Arg., en Jicaltepec. La Peperomia tlapacayensis, O. D. C., en el Ingar que le da su nombre, vegetando sobre los troncos musgosos de alennos árboles, es nna pequeña Piperácea. Me detendré, por último, en la familia de las Gramíneas: señalaré desde Ine- go dos especies demasiado conocidas en la costa y que procedentes de Ingares de fnera del país se las ha propagado profusamente, por los buenos servicios que 160 MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. prestan como forraje. Una de ellas es, el Zacate de Guinea, Panicum mazi- mum, Jacq., 6 P. jumentorum, Pers., debiendo prevalecer el primero, por dere- cho de prioridad. En la misma costa hay una especie indígena afine de ésta y que quizá podría substituirla, el P. hirticauum, Presl. La segunda especie á que me refiero, es el Zacate de Pará, P. mollis. En la misma región se han registrado otras varias especies del citado géne- ro y son las signientes: P. acuninatum, Sw., P. aturense, H. B. K. y P. paspa- lodes, Pers. enel Jobo; la última, ampliamente difundida en el trópico del an- tiguo Mundo; P. chloroticum, Nees., P. camelinefolium, Rudge, P. microsper- mum, Fouru., P. uncinatum, Rodd y P. vilfoides, Trin. en Jicaltepec; P. nervo- sum, Lam. y P. oaxacense, Stend., del Pital. Por último, el Buchle dactyloides ó Buffalo gras de las praderas americanas del Norte que quizá, introducido co- mo buen forraje, crece en diversos sitios. LA CHERNA. Un breve estudio zoológico completará la presente reseña, que servirá de preámbulo á un interesante artículo tomado de una publicación extranjera, que fignra en la Revista Científica. Entre la eran variedad de peces, fluviátiles y marinos que frecuentan las aguas de la región explorada, me ocuparé con especialidad de uno solo, del que voy á dar cuenta, recordando otro, de paso. Dlamó el primero mi atención por su gran tamaño y más que todo, por cier- tas particularidades, que me interesaron en mucho mayor grado. Demasiado conocida es en toda la costa del Golfo. la especie ictiológica á que me refiero, por ser bastante estimada como alimento, y de consiguiente bus- cada, con cierto empeño, por los pescadores. Es el pez llamado Cherna en su pri- mera edad y Guasa cuando llega á ser adulto. Por lo que he leído, abrigo la sospe- cha que sou dos especies distintas, á las que se aplican los citados nombres. Habi- tualmente vive en el mar, pero sube también á los ríos, pero sin salvar aquella parte en que las agnas se mezclan, llamada por los españoles Ría, cuya expresión no es usada entre nosotros. El desove y la alimentación, son quizás los motivos DOI ARAS A CA ri PP los bordes mandibulares, que de consigniente MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. 161 de esta costumbre. A la vista del solo ejemplar que posee el Museo de la Es- cuela Nacional Preparatoria, paso á describirla. Cuerpo voluminoso, abultado y cónico, de 210 centímetros de largo y 121 de circunferencia en la medianía, á la que corresponde un diámetro de 47 cen- tímetros justos. El óvalo que afecta el contorno de la boca, enteramente abier- ta, mide en la vertical 72 centímetros, y 38 en la horizontal. Está aquélla pro- vista de tres clases de dientes: colmillos numerosos, aunque pequeños, en los bordes mandibulares, los que están además. abundantemente provistos de otros dientes en carda, que en su conjunto forman dos fajas de 3 centímetros de ancho en la su- perior, y de 2 en la inferior; los vomerianos y palatinos, casi en terciopelo, así como los faringianos que se levantan en dos abultadsa placas ó cojinetes bilobados y colaterales. Ojos medianos, aunque si se quiere, pequeños en proporción á la talla, y con doble abertura nasal. Cuerpo revestido de pequeñas escamas. duras y semi incrustadas al parecer. sin cubrir Interior de la boca. están enteramente desnudos: no teniendo ca- rácter cicloide las que enbren la linea lateral, que en el ejemplar signe un tra- yecto enrvilíneo. Aleta dorsal extendida del segundo cnarto anterior, de la lon- situd del cnerpo. hasta muy cerca de la cola, con 11 ernesos radios huesosos caidos y unidos tan sólo en la base por una membrana, los demás, grandes y del todo en- vueltos. midiendo su totalidad, 99 centímetros. Pectorales medianas, y debajo de ellas las ventrales, así como la anal y caudal de corte flabeliforme. Amplias aga- llas, preopérenlo finamente aserrado y opérculo aleo sinuoso en su borde poste- rior, el cual se dilata en un lóbulo bastante saliente. Es notable la particularidad que ofrece esta especie, de poder vivir fuera del agna por aleunas horas. siendo de necesidad sacrificarlo. golpeándole la cabeza con un mazo, cuando ya en el mercado hay demanda de su carne. Usta eran vitalidad, se debe quizás á la abundante secreción mucosa que segregian sus branquias, y que las mantiene húmedas, favoreciendo de esta suerte la hema- tosis ó cambios respiratorios. Sin sacirlo fuera del agua y enteramente vivo se suele tenerlo amarrado á una estaca plantada en tierra, cerca de aquélla, por más ó menos tiempo, mientras no se necesita; tal como si fuere una res destina- da al abasto En una de las láminas se le representa de esta manera, con una su- jeción arbitraria, pues mis apuntes carecen de este detalle, que sesuramente ol- vidé tomar. Por los caracteres expresados, no cabe la menor duda, de que la Cherna, pertenece á la familia de los Serránidos, que se halla incluida en la Clase de los peces óseos ó Acantopterigios. Recorriendo uno á uno los géneros que compren- 162 MANUEL M. VILLADA.—EXCURSION ESCOLAR A LA BARRA DE NAUTLA. q, QA de, sus caracteres concuerdan, en lo geueral, con el designado bajo el nombre de Promicrops, aludiendo á la cortedad de la porción del cráneo que se halla delante de los ojos, y que en el ejemplar de referencia llama desde lnego la aten- ción; siendo además, ancho y deprimido entre los ojos, y algo cóncavo el perfil anterior de la cabeza. Queda dudoso el carácter de que las espinas de la aleta dorsal sean bajas, y negativo el de que las escamas de la línea lateral presen- ten 6 á 8 costillas radiantes, pues en el repetido ejemplar son del todo iguales á las demás. (Me refiero á la obra de Jordan, «The Fish etc. of N. America. Pág. 1162, la cual fienra en el «Bull. of the U. S. Nat. Mus.») La sola especie señalada por el referido ictiologista americano, es la P. guttatus, Lin.., en razón de las grandes manchas obscuras que cubren profusa- mente las aletas, anal, candal y pectorales, y muy pocas las ventrales: caracte- res específicos. que por su poca estabilidad han desaparecido por completo, me supongo, en el ejemplar preparado; conservándose, sí, en él, el tinte general amarillo-verdoso, que es otra de las carecterísticas de dicha especie, provisional- mente aceptada por mí. El Epinephelus guasa, de Linneo, que en cuanto al nombre génerico signi- fica, por mues- tros vecinos del norte y también Cherna americana ó de vivero, por los españo- les, es una especie muy graude (de 1 á 3 pies de largo), de los más abundantes en casi todo el litoral del seno mexicano: lo cual hace patente la confusión de los expresados nombres vulgares. Su colores pardo aceitunado, con manchus ro- jizas de contorno indefinido, que suben cuando está muerto, particularmente las de la boca. La Garrupa nigrita, de Holbroock, es otra especie gigante del Golfo, con la cual se ha fundado uu género afine al Epinephelus, en el que anteriormente se hallaba refundida. En el señalado artículo de la Revista Científica se habla de ella; siendo, por otra parte, una más todavía, de las designadas con los re- petidos nombres vulgares, y la que por el momento nos ocupa se llamada tam-= bién Mero de lo Alto, por los españoles. GUILLERMO GANDARA.—RL ARBOL DE LA LLUVIA. 163 A propósito del Arbol de la lluvia, de que doy cuenta al principio, creo oportuno insertar á continua- ción un articulo escrito por el Prof. Guillermo Gándara, inteligente y laborioso naturalista, quien me ha substituido dignamente en la clase de Botánica, de la Escuela N. de Agricultura y Veterinaria. EL ÁRBOL DE LA LLUVIA. Marión, en su obra «Las maravillas de la vegetación» (1866), cuenta que en la Isla del Fierro (Canarias) hubo un árbol que destilaba agua en tal cantidad, que semejando una lluvia, se recogía á su pie en un foso circular de donde se proveían de agua potable los habttantes de la región. Agrega que Cardan confirmó el hecho, que Bacon lo negó y que Abren-Galindo se cercioró del fenómeno describiendo el árbol del modo siguiente: tronco de 12 palmos de circunferencia, 4 de diámetro, 30 ó 40 pies de altura, 120 pies desombra; las ramas abier- tas y divididas; su fruto un glande con capuchón; hojas perennes y familia como la del laurel. Explicó el fenómeno diciendo, que por la mañana los vapores y las nubecillas se elevan del mar y son llevados por los vientos hacia unos peñascos que los detienen. Los vapores se acumulan sobre el árbol que las absorbe, y el agua escurre gota á gota sobre las hojas lustrosas. Los zarzales, las hayas y arbustos que se hallan en el paraje, destilan agua de la misma manera. También dice, que Dopper, narró que á dicho árbol le llamaban los indígenas «árbol santo» y uno de éstos lo cuidaba y distribuia el líquido á los demás; y que cuando los euro- peos conquistaron la Isla, los indigenas lo ocultaron y se hubieran retirado sin conocerlo, á no ser por una mujer que reveló á un soldado su existencia. Añade que Borg de Saint Vincent lo llamó Laurus indica y Roulin, Laurus foeteus; pe- ro que el árbol ya no existe porque desde el siglo XVII un huracán lo derribó sin haber dejado descendencia. Termina diciendo, que aunque los excépticos hayan negado la existencia de dicho ár- bol, nada tiene de particular el fenómeno, porque los árboles obran como alambiques, des- tilando por su acción refrigerante los vapores contenidos en la atmósfera. + ox Hace por lo menos 5 años, que avisado el Sr. Dr. Manuel M. Villada por un amigo su- yo de la existencia de un árbol que llovía, en la costa de Veracruz, por la Barra de Nau- tla, emprendió el viaje á ese punto el mencionado naturalista para cerciorarse del fenó- meno y disponer desde luego un artículo que lo explicara; mas su viaje fué inútil porque aunque se le aseguró que estuvo al pie del árbol referido, nada vió acerca de la llu- via. Entonces le dijeron sus guías, que era probable que sólo se apreciaba el fenómeno en determinadas épocas del año. El Sr. Doctor sólo pudo averiguar que el árbol que se le señaló como productor de lluvia era del género Ficus. En 1911 «La Iberia» órgano de la colonia española de la Capital, publicó el aviso del descubrimiento de un árbol que llovía, en el Perú, llamado Tamacaspi y excitó á los agri- cultores del país á importarlo para aprovecharse del agua que produjera. Parece que por este periódico ó por otros sudamericanos, llegó esta noticia á España, el caso es que una persona radicada en Palestina (Asia occidental) ha escrito á un empleado de la Estación Agrícola Central de México. preguntando si en esta República existe el árbol de la lluvia llamado Tamacaspi, pues que vió en «La España moderna» datos acerca de esta maravi- 164 GUILLERMO GANDARA.—EL ARBOL DE LA LLUVIA. llosa planta y no faltan interesados en cultivarla para que como rico y abundante manan- tial de. perennes y cristalinas aguas inunde sus áridas campiñas. Voy á decir lo que sé respecto del asunto que me ocupa: En 1909 hube de desempeñar una comisión del Gobierno en Jamiltepec, Estado de Oaxaca. Para llegar á este lugar, fue preciso desembarcar en la costa bruta, en un punto llamado Minizo distante 30 kilómetros aproximadamente de la Cabecera del Distrito men- cionado. Desde Minizo hasta la ranchería llamada la Boquilla de Aguaverde, es un terre- no plano y arenoso, sembrado aquí y allá de más ó menos elevadas colinas, cubiertas de muy espesos arbustos, y sembrados los planios de fertilisimo algodón; pero de este punto á la garganta de la cordillera de Huaxolotitlán (ameno pueblo que está debajo de un bosque de cocoteros), el camino aprovecha para encumbrarse las inclinadas Cañadas que se for- man con las derivaciones de la cordillera; en este trayecto la vegetación es tan exube rante como la de la costa de Veracruz, aunque más salvaje y desconocida; el camino es casi el lecho de uno de tantos riachuelitos de poca agua que lavan todo el año la montaña y raras veces el viajero recibe la luz del sol por impedirlo el alto y espeso ramaje de tan- tos árboles colosales como por ahí se encuentran. Poco antes de llegar á la garganta men- cionada, fuí invitado á tomar un baño en una posa hecha por una caída de agua de 5 me- tros de altura. Aquel lugar era un encanto, pues por todos lados aparecian á la vista pai- sajes distintos con todas las bellezas de la poesia. El cielo estaba limpio de nubes y su hermoso color azul parecía un poco obscuro. Desnudo ya y dispuesto á sumergirme, co- mo á 10 metros distante de la cascada, noté una menuda lluvia en el cuerpo que al prin- cipio me parecieron gotas del chorro, salpicadas; mas fué grande mi admiración cuando al retirarme lo suficiente del lugar del baño, vi descender agua en forma de menuda llu- via, del follaje de un frondoso y elevado amate. Vino entonces á mi mente la cuestión del árbol de la lluvia y creí desde luego estar en presencia de tan maravilloso fenómeno. Inmediatamente se me ocurrió examinar las hojas de donde se desprendía la lluvia y valido de una larga cuerda, lacé una rama que pronto vino á mi poder: las hojas nada pre- sentaban que pudiera indicar la producción del líquido. Con la tentación de la duda que me hizo sufrir más que los piquetes de los mosquitos, arreglé mi cabalgadura y proseguí la ruta. En otros parajes y debajo de los amates (Ficus) encontré mojado el suelo y pude percatarme nuevamente de la lluvia que en estas veces era más copiosa. Algunos dias más tarde de haber llegado á Jamiltepec y después de madurado proyecto, me resolví por fin á estudiar el fenómeno con toda la abnegación posible. Armado de cuerdas, palos y esca- lera trepé prudentemente á un amate que llovía, hasta poder observar las ramas más delgadas y ahí encontré una buena cantidad de insectos pegados á la corteza de los rami- llos más tiernos, que arrojaban continuamente por el ano, al compás de un repiqueteo de telegrafista, unas gotitas de agua cristalina que lanzaban al espacio. Ahí pude observar también, que cuando una nube pasaba refrescando el ambiente en esa atmósfera calurosa de un clima como el del Sur de Oaxaca, la lluvia se suspendía. Colecté los insectos y al estudiarlos noté que eran Hemípteros del género Homalodis- ca. En la Oficina de Entomología de Washington se determinó que eran de la especie coagulata de Say y que en algunos puntos de Texas y la Louisiana, suelen atacar al al- eodón. Museo Nacional de Historia Natural. Octubre de 1912. Manuel IM. Villada. LAM. XXVI. LA NATURALEZA. SS: de dd O DA A y des ISpo, a Pahu: gua del Ob e llamado A del paraj ista v con un Sd dl 1e de un grupo de alumnos al p rn "Y EXAXAFNATURATEZAS Vista panorámica de las sertenejas en el camino de la Sierra. LAM. XXVIL (97) Paisaje del camino de la Sierra, Vy ? LA NATURALEZA. LAM. XXVII entre Teziutlán y Tlapacoya, con algunos excursionistas una Pesma á la izquierda. y SS E LA NATURALEZA LAM. XXIX. Mi il a El profesor y los alumnos, pescadores con sus implementos y soldado de la escolta, frente á la casa del ex—práctico en Barra Vieja de Nautla. LA NATURALEZA. Vista de un grupo de Tarros ó matojo, y algunos excursionistas. LAM. XXX. PANA RAEE ZAS En ed e El Zapote reventón. LAM. XXXI. O EE LA NATURALEZA. LAM. XXXII o | Vista panorámica ideal que representa á la Cherna, atada á la orilla de un estero próximo á la Barra de Nautla, que por indicación del autor | dibujó el Sr. D. J. M. Velasco. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «En la Flora mexicana? mencionan un árbol y un arbusto que denominan como Cres centia cujete: el uno, á cuyo fruto llaman (río totuwmo y Calabazo, es una baya grande, redonda ú oval, semejante á la sandía, con la corteza muy gruesa, y originario de la Amé- rica Septentrional; el otro es una baya globosa, y las más grandes son parecidas á una ca- labaza mediana; proviene del Espinal y Coxquihui, donde los Totonacos le llaman Pog.» «El cocimiento de la pulpa de las bayas, se tiene como resolutivo para las enfermeda- des del pecho y para los golpes ó contusiones.» Describen los Sres. Mociño y Sessé dos especies de C. cujete, que sólo difieren por el tamaño del fruto: el uno es parecido á una sandía; el otro, semejante á una calabaza me- diana; además, la misma denominación de Cujete nos indica desde luego que se trata de una sola especie y una variedad de la misma. En consecuencia, puedo afirmar por el testimonio de la Flora mexicana, que tenemos el Cujete en el Espinal y Coxquihui, lugares del Estado de Oaxaca, y el Gíiro totumo ó calabazo, también lo tenemos, aunque no se especifica la localidad; los Sres. Ramírez y Al- cocer* señalan el Gúiro en Yucatán. Con estos antecedentes hay Casi la seguridad de que el Tecomate de sonaja es la Par- mentiera alata, MIERS., y el Cuautecomate, ó árbol de las calabazas, es la Crescentia cu- jete, LINN. «En las Indias Occidentales? y en toda la zona cálida de la América, se conoce el Cu1- jete con el nombre de «árbol de las calabazas,» por la semejanza que tiene el fruto con una calabaza. Los hay de diversos tamaños, llegando á tener el volumen de una cabeza humana; es aprovechado por los indios para fabricar diversos útiles, preparando el fruto de esta manera: lo despojan de la cubierta exterior y separan la pulpa y las semillas que contiene, quedando sólo el casco duro, el que es aprovechado para sus diversas apli- caciones.» «Se fabrican diversos utensilios domésticos: vasos, copas, tazas, y aun calderas para hervir agua, porque son tan delgadas, duras y de grano tan compacto, que pueden ponerse al fuego varias veces sin que se destruyan. La superficie exterior es frecuentemente pu- lida por los indios, labrada y teñida con varias figuras de un hermoso dibujo. Se le pueden dar formas muy diversas al fruto, aplicándole ligaduras al mismo cuando está creciendo sobre el árbol, y tener así una gran variedad, según el uso á que se destine, de tal modo, que algunas veces constituye el único equipo ó mobiliario de los indios caribes. Muchos alimentos son tomados en estas calabazas; una pequeña pieza del casco del mismo fruto les sirye en vez de cuchara. La pulpa del fruto es considerada en el país como un remedio so- berano para varias enfermedades, tanto internas como externas. El Dr. Wright recomien- da la pulpa como una excelente cataplasma para los golpes é inflamaciones.» «La madera del árbol se asegura que es muy dura y flexible, fabricándose varios ob- jetos de carpintería; tules como bancos, sillas, monturas, Collares para mulas, flechas y mangos de herramientas, etc.» No hay figura de esta planta en la edición romana: siendo insuficientes los caracteres de la descripción para identificarla, sólo por el nombre mexicano podrá conocerse más tarde. CAPITULO X. Tlalayotic* Ó NUMULARIA INDÍGENA. «La raiz es gruesa, blanca y larga, y del mismo grueso en toda su longitud; de la cual salen los tallos volubles, delgados y de dos palmos de largo; con hojas dispuestas de dos en dos, pequeñas y orbiculares, pero diferentes de la Numularia ó Verónica hembra; el fruto comestible, semejante á la calabaza, de donde le viene el nombre. La raíz, que es glutino- sa, segrega leche, la que participa de algún «amargo, y á pesar de esto parece de natura- leza fría y seca. Se toma contrá los ardores de las fiebres, y corrige las diarreas y disen- terias; cura la fatiga, provoca la orina, y afloja los nervios contraídos; se aplica también á las úlceras y ampollas de la boca; si se desea provocar la orina se le agrega Cacáoatl en la dosis de dos dracmas: pero si se trata de la diarrea, se usa el mismo Cacáoatl, pero co- cido.» Por los caracteres que describe Hernández acerca de esta planta: tallos volubles, del- gados, y de dos palmos de largo; hojas opuestas, pequeñas y orbiculares, parecidas á la Numularia, y el fruto comestible semejante á la calabaza, debe clasificarse como el Gono- lobus numularius, HEMSL., 6 Chthamalia nummularia, DC., pues convienen perfectamente con la descripción de estas plantas. Los Sres. Mociño et Sessé indican con el nombre de Tlalayotes ó Talayotes á los folí- culos carnosos que constituyen el fruto de las Asclepiadáceas, y que los indígenas toma- ban conservados con azúcar. 1 Hernz., ed. Matr., I, p. 103. 2 Hernz.. ed. Matr.. I, p. 103: Hernz., ed. Rom.. p. 214, cum icone. 94 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. La palabra Tlalayotic con que los indios designaban esta planta, está formada de dos palabras: Tlalli, que significa tierra, y la desinencia Ayotic, que quiere decir fruto seme- jante á la calabaza, ó lo que es lo mismo, de la combinación de estas palabras se infiere que es una planta rastrera con tallo voluble (humifusus) ó extendido sobre el suelo. Lla- ma la atención que el fruto de las Asclepiádeas sea comestible, cuando pertenece á plan- tas de jugo lechoso y que han sido reputadas como venenosas; y según entiendo, estos fru- tos los tomaban tiernos y cocidos, y no maduros, porque entonces se pierde lo carnoso de ellos con su madurez; ó tal vez, como lo indica la Flora Mexicana, conservados con azúcar y siempre tiernos, según mi opinión. En cuanto á su acción médica, la raíz, que segrega leche glutinosa y amarga, debe tener una acción purgante y antiséptica para curar las úlceras y ampollas de la boca. CAPITULO XI. Ayotic Ó HIERBA SEMEJANTE A LA TORTUGA. «El Ayotic,' que unos llaman Poxahoac ó Medicamento hinchado y blando, y otros Ololtic, ó redondo y orbicular, da una raiz de forma y tamaño semejante á la nuez, blanca, resistente y manando leche. Le brotan tallos de palmo y medio de largo, delgados, flexi- bles y geniculados á intervalos; flores delicadas y blancas, de las cuales salen tres semi- llas blancas y unidas en forma triangular, cubiertas de una membrana verde; las hojas del- gadas y un poco largas, y semejantes á la grama ó Chichimecapatli, á cuya especie debe referirse. Es una hierba amarga y algo dulce, seca y Caliente en tercer grado. Dos ó tres dracmas del peso de la raíz, machacada y puesta en agua ó en infusión, ó mayor cantidad, evacúa con facilidad todos los malos humores, principalmente los biliosos, ya sea que se tome seca ó fresca; rara vez causa Vómito. Nace en lugares templados y calientes, como Huauchinango? y Tepoztlán,* acompañándose del Chichimecafl, que nace también en los lugares frios y campestres vegetando vigorosamente. Florece con varias plantas y no se- ría dificil transportarla á España.» En la edición romana de Hernández se encuentra dibujada la planta llamada Chichi- mecapatli y nos da á conocer su fisonomía, siendo de interés consultarla para averiguar cuál es el Ayotic. Desde luego la situación de las hojas y la manera como está colocado el fruto estipitado, es característico de las Euforbiáceas: además de la acción purgante que posee la mencionada planta, me hace presumir que se trata de una Euphorbia. Como Her- nández asegura que el Ayofic es semejante al Chichimecapatli, á quien acompaña casi siempre, y su acción purgante es la misma, debe creerse que tanto éste como el Ayotic son del género Euphorbia. Aun hay más: los frutos de las Euforbiáceas son Poxahuac ú Olol- tic, medicamento hinchado y blando, ó redondo y orbicular, respectivamente. Como las plantas del género Euphorbia son tan abundantes en la República, me he fijado en las que se dan principalmente en el Valle de México, puesto que el Chichimeca- patli crece en Texcoco y lugares templados. En mi concepto debe atribuirse á una Ku- phorbia, y tal vez á la especie campestris, CHAM. ET SCHL. 1 Hernz., ed. Matr., L, p. 101; ed. Rom., p, 184, sine icone. 2 Huauchinango (E. de Puebla). 3 Tepoztlán (E. de Morelos). REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «El Quauhayotic* 6 Calabaza de árbol produce una raiz grande, de sa cual brotan La- llos volubles, con las hojas semejantes al Chayotli, con el fruto parecido al melón; amarillo rojizo y sin sabor notable; lleno de semillas que imitan á las manzanas macianas. La raíz es algo amarga y parece ser de naturaleza fría y seca. Nace en Temimiltzingo:* no tenien- CAPITULO XII. Quauhayotic. do usos especiales médicos que yo sepa, no juzgué necesario dibujarla.» Por los caracteres mencionados, esta planta es una Cucurbitácea cuya especie aún no es posible señalar. CAPITULO XIII. Tlaltzilacayotli?* ó TZILACAYOTLI HUMILDE. «Produce raices largas y blancas, del grueso de una pulgada, con ramos largos, delga- dos y rastreros; hojas casi redondas y corroídas de un lado. La flor generalmente es blan- ca, y el fruto poco diferente del chile verde ó pimiento, de donde le viene el nombre. La raíz tiene un sabor amargo y es de naturaleza cálida. Tomadas tres dracmas del polvo de la misma, sirven para calmar los dolores producidos por el mal venéreo y todos los acci- dentes crueles que le acompañan. La costumbre de los indios es, á otro día de tomar me- dicina, aplicarse un baño de vapor en lo que ellos llaman Temazcalli, haciendo abluciones con agua caliente. Nace en las montañas pedregosas y secas, y en regiones frias como Huexotzinco.» * Los caracteres fisonómicos de la figura de Hernández me hacen sospechar que se tra- ta de una Asclepiadea, sobre todo por el fruto parecido al pimiento. CAPITULO XIV. Tompilillin Ó TZILACAYOTLI. , «El Tompilillin* da unas raices fibrosas, con tallos volubles y rastreros, de las cuales nacen hojas sinuosas, trilobadas en el vértice, las flores en forma de vasos oblongos y ama- rillos; los frutos poco más grandes que la bellota, blandos, jugosos y comestibles, de un sa- ql 2 3 5 Hernz., ed Matr., 1, p. 105. Municipio de Tlaltizapán, Distrito de Cuernavaca (Estado de Morelos). Hernz., ed. Matr., I, p. 105; Hernz., ed. Rom., p. 206, cum icone. Huejotzingo (E. de Puebla). Hernz., ed. Matr., I, p. 106. 96 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. bor ácido y agradable, imitando el fruto del melón, á cuya especie debe referirse induda- blemente; pero, como dijimos antes, los frutos son pequeños y no pasan del tamaño de una bellota. Es de naturaleza fria y seca, sirve de alimento á los indios y es usada principal- mente para los que padecen calentura. La raiz, fresca y húmeda, es también á propósito para curar á los febricitantes. Nace en Hoaxtepec, Tepoxtlán* y otros muchos lugares cá- lidos.» La palabra Zompilillin 6 Tompilili significa, según el Sr. Ramos y Duarte,* bacineta ó tibor. Dicha palabra se acostumbra en Oaxaca y corresponde, en mi concepto, á la for- ma del fruto parecido á una bellota. Por sus tallos volubles y rastreros, las hojas sinuadas, trilobadas en el vértice, los fru tos poco más grandes que la bellota, y además la locnlidad que señala Hernández, creo que este Tzilacayotli corresponde á la Melothria scabra, NAUD., cuya planta ha sido en- contrada en Córdoba, Cuernavaca, Misantla, Huejutla, Molino de Pedreguera, cerca de Veracruz, Mirador, en la Hda. de Jobo, y Jalapa. El fruto es colgante, de dos y medio centimetros de largo por uno y medio de grueso, casi blanco, con cinco lineas verdosas á lo largo de él, que terminan en cinco manchas pe- queñas y verdes, por lo que infiero que este tamaño que tienen los frutos de la M. scabra son parecidos al tamaño de una bellota que señala Hernández. CAPITULO XV. Tlallayotli ó CALABAZA HUMILDE. » * 1 DC., Monogr. Phaner, III, p. 796. 2 Kunth in H. B. Noy. Gen. et Sp. IL, p. 123. 3 Hernz., ed. Matr., I, p. 108. 3 Yobualan. Municipio de Cuernavaca (Est. de Morelos). 99 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. El Quauhayotli de Yohualan debe clasificarse probablemante como una Crescentia aculeata, H. B. K., atendiendo á los pocos caracteres que da Hernández, y sobre todo, al fruto oblongo, grande y con carne comestible y roja. Esta especie ha sido refundida por Hemsley en la Parmentiera edulis, y creemos que estas especies son diversas y hay necesidad de una revisión. CAPITULO XVIIL Chayotli Óó PLANTA QUE LLEVA EL FRUTO SEMEJANTE AL ERIZO. «Es una planta voluble,* común en los huertos y lugares cultivados, y muy propia para arrollarse. El fruto que lleva es de la forma y tamaño de un huevo grande, de carne blan- ca, y encerrando una especie de haba en forma de almendra; tallos largos, delgados y muy ramificados; hojas angulosas en su margen, y semejantes en algo á las de parra ó calabaza. El fruto se come cocido y se vende así en los mercados; la haba interior ó almendra, coci- da, recuerda el sabor de las bellotas, de los mariscos como la ostra, ó el de la patata ó cas- taña cocida; aunque es un alimento nocivo é ingrato, es el único, y no sé que se haga al gún otro uso de esta planta. Nace en lugares templados y cálidos como Cuernavaca.» El Sr. Alfonso Herrera, en su estudio acerca del Chayote, dice lo siguiente: ? «El Chayote es una de las plantas indígenas más importantes; cosmspolita como el hombre, vegeta perfectamente tanto en los climas calientes de la zona tórrida como en los templados y frios; su cultivo es fácil y sencillo; es una de aquellas plantas excepcionales de las que el hombre utiliza los tubérculos y los frutos á la vez; el agricultor no tiene que esperar largo tiempo para recoger el fruto de sus afanes, puesto que á los pocos meses le- vanta la cosecha de numerosos frutos; «al segundo año aprovecha éstos y el chinchayote; pero ¿en qué cantidad? Según los informes que he adquirido, cada planta produce de 80 á 100 frutos, y de 20 á4 25 kilogramos de tubérculos; sus hojas pueden emplearse como forraje, y sus flores son muy buscadas por las abejas. Basta sembrarlo una sola vez para aprove- char su cosecha durante siete años, sin tener que erogar más gasto que el invertido en levantarla; no se halla expuesto á esas enfermedades tan comunes en la papa y en otras plantas alimenticias, que con frecuencia originan la ruina de los agricultores, y aun el ham- bre en algunos pueblos miserables de Europa. «Las raices del Sechium edule, Sw., producen unos tubérculos muy voluminosos, co- nocidos con los nombres mexicanos de chinchayote, chayotestle y camochayote; su peso suele ser hasta de tres kilogramos; su forma variable, ya algo cilíndrica, ya ovoide ó com- pletamente irregular; su corteza hendida irregularmente; es de un amarillo sucio, y cu- bierta de multitud de pequeñas placas separadas por hendiduras poco profundas; el inte- rior es blanco amarilloso, sobre todo hacia la periferia. «En 100 partes de tubérculos he encontrado los principios siguientes: Le 9 Id 1 Hernz., ed. Matr., I, p. 108. 2 La Naturaleza, I, p. 236. 100 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. A e RS A 11.00 ICA AS E EC O O E 20.00 Materia resinoide amarilla, soluble en el éter... 0.20 INCESTO EÓN NA CU 0.32 A A A o 0.43 Celulas UA a a E, 0 TAL) O QRO 5.60 Materia extractiva, tartrato de potasa, cloruro de sodio, sultatoldecals la la e op e o O 2.25 IA a O ETT o 0.20 100.00 «En diversos ensayos hechos con distintos tubérculos, he obtenido hasta 25 por 100 de fécula en unos casos y 18 en otros, lo que fácilmente se explica por la naturaleza del terreno en que ha crecido el vegetal, la época en que se ha cosechado el chinchayote, etc. «La fécula, puesta en el agua y examinada con el microscopio, se presenta bajo la forma de granos lenticulares muy semejantes á los del almidón de trigo, aunque de mayor diámetro. Sometida á la acción del agua hirviendo forma engrudo fácilmente, el que, visto con el microscopio, tiene el aspeto de una flema, en medio de la que se notan algunos gra- nos no atacados y membranas en forma de odres, despedazadas en algunos puntos: el corto número de éstas y la facilidad con que la fécula es atacada, demuestran su fácil digestión. «En el fruto la cantidad de fécula apenas llega al 1 por 100; la albúmina y la azúcar se encuentran también en pequeña cantidad; en cambio el agua la he hallado hasta en la proporción de 89 por 100. «Bajo el punto de vista industrial, el chayotesfle presenta también interés: su fécula es de fácil digestión y puede servir para la nutrición de los niños y de los enfermos como sucedánea del arrowrool ó de esas otras féculas que pagamos tan caro á los extranjeros, y que con frecuencia se hallan adulteradas; además puede también aplicarse á los mismos usos industriales y económicos que el almidón de trigo. «Para completar la sucinta descripción del Chayote* (planta peregrina, según se ma- nifiesta por lo expuesto) debo exponer el método propio de los indios mexicanos para co- cerlo y ponerlo en estado de que sirva de alimento: se reduce á esta práctica. En una olla, como á cuatro dedos de distancia del fondo, colocan dos maderos delgados que forman una eruz; sobre éstos extienden una poca de paja ó hierbas secas, y sobre este apoyo ó cama, que los indios llaman /lapestle, van colocando chayotes, camotes ú otras muchísimas fru- tas; llenan con agua el espacio comprendido entre el fondo de la olla ó vasija y los made- ros; la colocan sobre el fuego, tapan la boca con una cazuela, y el hervor de la agua cuece los frutos en virtud del vapor que circula en lo interior de la vasija. «Esta práctica es utilísima y de mucho aprecio, por lo que mira á la salud y uso de alimentos: porque los vegetales sumergidos en agua, en virtud de la actividad del fuego en olla, quedan privados de sus partículas nutritivas y útiles; y como esta agua por lo regular se arroja como inútil, el hombre tan solamente devora el esqueleto de la planta. «Es tanta la diversidad que hay entre un fruto cocido al vapor á otro sumergido en la agua, que, por ejemplo, el Chayote cocido al vapor presenta una pulpa suave, y si se su- merge al agua se endurece y adquiere un sabor detestable.» % Apéndice de la Naturaleza, VII, p. 10. 101 ¿AP TN REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Mr. O. F. Cook* ha escrito un artículo titulado «El Chayote,» del cual tomamos los si- guientes datos de sus usos. | «En el valor del Chayote, como alimento, ha habido diferentes opiniones: unos lo con- | sideran como insípido y apenas comestible, mientras que otros lo comparan con el tuétano vegetal, y de una calidad superior. Los que hayan tomado los Cidracayotes de la prima- | vera lo preferirán probablemente al Chayote, aunque otros lo escogerán de preferencia por su consistencia más suave y sabor más delicado. Aunque más resistente que el Cidra- “ayote, la carne no es tan dura ni fibrosa, y cendimentado con sal ó pimienta puede ser comido el Chayote como un manjar bastante egradable. La manera de preparar el Cha- yote en Puerto Rico, es cortarlo por la mitad y ponerlo á cocer quitándole la cáscara; cuan- do está cocido se le divide en pequeñas piezas y se le mezcla zon carne y hierbas comes- tibles, agregándole ajo y cebolla para condimentarlo, sirviéndose después como una salsa, constituyendo un plato muy sabroso y agradable.» CAPÍTULO XIX. Ayozotic, Ó CALABAZA PODRIDA. «El Ayozotic* es una planta voluble, las hojas que lleva tienen la figura de hiedra ó de pequeños escudos, blanquizcas é hirsutas en el envés; la flor blanca y mediana, lle- vada en los extremos de los ramos, á los que rodean, y confundida en la red de los ra- mos tiernos; las hojas son amargas, y se recomienda la infusión de ellas para curar los dolores de los riñones, si son producidos por el frio ó por cálculos urinarios. Proviene de lugares cálidos como Ixtlán,* cerca de los rios.» Esta planta, por el nombre mexicano de Ayozotic, lo que indica que tiene mal olor, sus hojas en forma de escudo, blanquizcas é hirsutas, y la flor blanca y media- na, probablemente se refiere á la Cucurbita foetidissima, KUNTH ¿in H. B. que presenta los mismos caracteres. CAPÍTULO, XX. Ayozonatic, Ó PLANTA SEMEJANTE Á LA CALABAZA. «El Ayozonatic* se apoya en raíces fibrosas, de las cuales brotam tallos sarmento- sos y volubles que se esparcen por el suelo, y en cuyos nudos brotan algunas veces ral- ces; las hojas, de calabaza; las flores, amarillas y medianas: se dice que carecen de fruto. La raíz tiene el sabor de la Pastinaca, pero más acre, olorosa y algo amarga. Su natu- ( raleza es cálida y seca en tercer grado, y de partes tenues y sutiles. Tomado el coci- 1 U.S. Dep. of Agr. Div. of Bot. Bull., núm. 28, p. 22. 2 Hernz., ed. Matr., I, p. 109. 3 Ixtlán (Est. de Oaxaca). 4 Hernz., ed. Matr., 1, p. 109. 102 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. miento de la raíz Galma los dolores de vientre, de disentería, y fortifica la matriz; provo- ca la orina, y principalmente su jugo quita el flato. Proviene de regiones cálidas como Xoxotla,' en los lugares montuosos ó llanuras, comúnmente cerca de los ríos, y también en Tlalquitenango? y Ocpayocan.» * Los caracteres arriba dichos hacen presumir que sea una Cucurbitácea, sin que pue- da señalarse la especie de que se trata. CAPÍTULO XT Ayohuitztli, Ó TORTUGA ESPINOSA. «El Ayohuitztli* es una especie de bledo que tiene unas raíces llenas de renuevos, de las que nacen tallos rojos y lisos, hojas oblongas, rojas y rojizas, también en el mar- gen; flores de color de púrpura v dispuestas en forma de crestas, con espinitas en el nacimiento de los ramos, de dondo le viene su nombre; semilla roja y delgada colgando en racimos. Su naturaleza es fría, glutinosa y tenaz; se recomienda para curar la disen- tería. Nace en cualquier región, así como en los huertos y lugares cultivados. Hernández afirma que es un bledo con las flores en forma de crestas, purpúreas, ho- jas rojizas, tallos también rojos y lisos, caracteres que convienen perfectamente con la planta llamada vulgarmente Cresta de gallo, cultivada en los jardines y señalada como la var. coccinea de la Celosia cristata, LINN. CASPA LO EI OTRO Ayohuiztli. «Es otra especie de Ayohuiztli” espinoso, que otros llaman Xocoitztli, muy abun- dante en todas partes. El fruto no tiene sabor ni olor notable; su temperamento es frio y húmedo; convertido en harina le llaman Acáfzin y lo mezclan con manteca ó resina para curar la sarna, aplicándolo en la parte enferma. Nace en lugares secos, cálidos ó templa- dos, cerca de las aguas.» En la Sin. Pl. Mex. los Sres. Ramírez y Alcocer” señalan el Ayohuiztle y lo refieren al Solanum cornutum, LaM.: entiendo que hay varias especies de este género, que serán identificadas más tarde. Xoxotla (Est. de Morelos). Tlalquitenango (Est. de Morelos. Ocpayocan (Est. de Morelos). Hernz., ed Matr., I, p. 111. Hernz., ed. Matr., I, p. 110. Ram. y Alc., Sin. Pl. Mex., p. 8. PA il, DO 103 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. CAPÍTULO XXIIL Ayohuwitztic Ó CALABAZA ESPINÍFERA. «El Ayohuvitztic' tiene raices delgadas, de las cuales nacen tallos rojizos y en ellos hojas semejantes á las del Coronopo, apiñadas á intervalos y punzantes, de donde le vie- ne el nombre. Es de naturaleza cálida y recuerda el sabor de la Pastinaca. Las hojas, maceradas en agua, se usan para curar la sarna y contra las rugas ó verrugas. Nace en las regiones cálidas de Ocpayocan.» * El 4yohuitztli anterior se ha referido al 5. cornutum, LAM. y si juzgo por analogía, esta planta, por llevar el mismo nombre, y por sus hojas pinatilobadas, como las del Co- ronopo, y punzantes ó con espinas, corresponde al Solanum fontanesianum, DUN. CAPÍTULO XXIV. Ayoquiltic Ó CALABACITA DE HORTALIZA. «El Ayoguiltic* produce una raíz fibrosa y amarilla, de donde salen estacas algo largas, las que algunas llevan hojas parecidas á las de ortiga, Casi redondas, blandas y ligeramente aserradas; otras estacas, la semilla blanca y pequeña. Carece de sabor y olor notables; es de naturaleza fría y seca: machacadas y aplicadas curan las inflamacio- nes y calman las fiebres. Proviene de lugares fríos y húmedos, y de los valles, cerca de las corrientes de agua, lo mismo que de los campos de Texcoco.* La raíz se guarda por muchos años para usarla. Los Sres. Colmeiro y Kunth señalan el 4Ayotequeli? como la Manihot foetida, POML: pudiera ser el nombre estropeado de Ayoquiltic y en este caso correspondería á esta planta de la familia de las Euforbiáceas, cuyas raices, muy abundantes en fécula, son comestibles. CAPÍTULO XXV. Quauhayohuachtli Ó SEMILLA DEL ÁRBOL DE LA CALABAZA. «El Quauhayohuachtli? es un árbol de tamaño mediano, con hojas grandes, seme- jantes á las de Bardana, redondas y angulosas; el fruto, algo semejante á las cirue- 1 Hernz., ed. Matr., L, p. 111. 2 Ocpayocan (Est. de Morelos). 3 Hernz., ed. Matr., 1, p. 111. 4 Texcoco (Est. de México). 5 Colmeiro, Dice., p. 27; Kunth in H. B. Nov. Gen. et Sp. Il, p. 126. 6 Hernz., ed. Matr., I, p. 112; Hernz., ed. Rom., p. 87; Jiménez, ed. Mor., p. 58. 104 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. las Óó nueces, contiene tres piñones guardados en sus cavidades, muy parecidos por la forma, tamaño, cáscara y almendra, á los frutos de nuestros pinos, pero muy di- ferentes por su naturaleza y facultad: tiene mucho poder para hacer vomitar prin- cipalmente, y purgar toda clase de humores, tanto los mucosos como las flemas. Contra las enfermedades crónicas ó antiguas se usan mucho en la cantidad de cinco Ó siete; siempre número impar: ignoro la causa ó motivo de esta recomendación. Suelen hacer más suave su acción tostándolos y mezclándolos algún tiempo en agua ó vino. Es de naturaleza cálida y gerasosa. Nace en los lugares cálidos como Tepe- cuacuilco.» * Con el nombre de Quauhayohuachtli tercero está la descripción de esta planta, acompañada de su lámina, en la ed. Rom., p. 87, y los caracteres convienen todos con la descripción anterior, citada también en la obra de Jiménez, p. 98, ed. Mor. Los Sres. Mociño et Sessé, en sus plantas de Nueva España,* señalan el Quauh- ayohuachtli como la Jatropha curcas, LINN., la que he encontrado exacta cotejando las descripciones de Hernández, Moc. et Sessé, y DC.: las hojas redondas, angulosas, el fruto algo semejante á las ciruelas ó nueces, conteniendo tres semillas guardadas en sus cavidades, y muy parecidas á los piñones: son caracteres todos conformes con la planta de Linn., conocida vulgarmente entre nosotros con el nombre de Pi- ñoncillo.* Además de las propiedadas médicas señaladas por Hernández, los Sres. Moc. et Sessé indican que las semillas son drásticas y producen inflamación, pero que su ac- ción es más suave tostándolas, y aun pueden servir de condimento, molidas y mez- eladas con chile y tomate, para preparar el guiso conocido vulgarmente con el nom- bre de pipián. Las dosis que señala Hernández, de cinco ó siete semillas, cuyo número debe ser impar, se aplican como purgantes para las enfermedades crónicas ó antiguas; y ma- nifiesta que su acción se modifica tostándolas ó remojándolas algún tiempo en agua ó vino. Kunth,* al hablar de sus usos, dice textualmente: «Septem grana et alvum solvunt et vomitum creant. Effectus sistitur, si affatim sumas vel potum Chocolade vel aquam saccharo succoque citrei temperatum Indigenee haud ignorant, semina sublata embrione edulia esse.» La planta de que se ocupa Kunth fué colectada en la Provincia de Nueva Andalu- cia, cerca de la Habana, con el nombre de Piñol. Un hecho importante y de mucho interés para la ciencia es el de que hablan Humboldt et Bcnpland, relativo á que, quitado el embrión, los indigenas lo comen ya sin ningún peligro. Debe rectificarse esta nota, por la importancia que tiene para su aplicación médica; de modo que podría estudiarse dónde reside la propiedad purgan- te de los granos ó semillas de las Euforbiáceas, pues las opiniones hasta hoy son muy variadas respecto de este asunto, como puede comprobarse con lo que algún au- tor ha dicho acerca del grano del ricino, cuya opinión voy á copiar literalmente pa- ra que sea conocida. 1 Tepecoacuileo (Est. de Guerrero). 2 Pl. Nov. Hisp., ed. Fom., p. 155. 3 Ram. et Alc., Sin. Pl. Mex., p. 57. 4 Kunth in H. B. Nov. Gen. et Sp., II, p. 103. 105 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. «El aceite de ricino! obtenido por la prensa á frío ó reciente, noes purgante: sabido es que los chinos lo emplean también como aceite alimenticio, sin tener molestia alguna. Pero si llega á enranciarse ó ha sido obtenido por el calor, el aceite de ricino adquiere entonces propiedades purgantes muy marcadas. Las tortas que quedan después de la preparación del aceite por presión, son mucho más purgantes que el «aceite mismo. Se concluye de aquí que la propiedad purgante sería debida á una substancia cuya natura- leza química y sitio en el grano no son todavía exactamente conocidos.» «Los granos del ricino son venenosos y debe uno privarse de comerlos, como lo ha- cen ciertas personas con el objeto de purgarse más activamente que con el aceite de rici- no. El peligro es tanto más grande cuanto que los accidentes de intoxicación no se pro- ducen siempre después de la ingestión de los granos del ricino, y aunque testigos dignos de fe afirmen ó aseguren haberlos comido sin inconveniente. Parece indudable que los efectos tóxicos son muy variables, según las condiciones que parecen tener los gra- nos mismos, sea por su grado de madurez ó de frescura, por la variedad que los ha producido, por el clima ó el suelo en el cual la planta ha crecido; sea, por lo contrario, debido al organismo receptor, al estado de salud del individuo, á la cantidad de sus jugos digestivos, á la naturaleza de los alimentos ó de las bebidas ingeridas antes ó después de los granos.» * En resumen: bien sabido es que las semillas de las Euforbiáceas tienen una ac- ción purgante y drástica, y que en general los organismos vegetales transforman las substancias orgánicas con mucha facilidad y en condiciones muy variadas. Se sabe también que las patatas, los frijoles ó judías, son venenosos al estado crudo, é ino- centes cuando están cocidos; de aquí la importancia de marcar con precisión los di- versos estados que pueden tener una semilla, desde el tierno hasta el maduro, por variar su composición y propiedades. CAPÍTULO XXVI SEGUNDO (Quauhayohuachtli. «El segundo Quauhayohuachtli, que otros llamar Quauhychtli, es un arbol mediano que lleva raíces sarmentosas, con tallos purpúreos y hojas aparradas; el fruto es oblongo, conteniendo dos estrobilos ó conos, cuyas almendras son parecidas á las semillas de la calabaza: dan un alimento frío y suave. El jugo de este árbol se usa para curar las grie- tas de los labios y las de las encías ó dientes, cuando están descarnados; el jugo que es- curre de las semillas tiernas se recomienda para curar las inflamaciones de los ojos, ó las fungosidades de los mismos, así como las manchas de la córnea. Es una planta fría, algo astringente y falta de sabor, y de jugo viscoso. Proviene de Itztoluca.» * Esta planta, por los caracteres que da Hernández, debe ser un buen alimento (probu- blemente por sus raíces): me atrevo á sospechar que se trata de una Euforbiácea, y tal vez la Manihot utilissima, POBL. 1 Brebhm A. E. Les plantes, Il, p. 446. 2 Dr. Beauvisage, Toxicité des graines de ricin. 3 Hernz., ed. Matr., I, p. 113. 4 Presumo que es la capital ó algún lugar del Est. de México.—Nota de M. U. 106 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. CAPÍTULO XXVII. TERCER Quauhayohuachili. «El tercer Quauhayohuachtli* es un árbol grande, con los troncos amarillos y torci- dos, produciendo á los lados sus ramos con hojas oblongo lanceoladas de Rodondendro, angostas y largas; con el fruto Casi redondo, semejante á la avellana, cuyas almendras, de cinco á siete, sirven para purgar el moco, aunque otras veces las usan tostadas, ma- chacadas ó maceradas en vino, y las administran despojándolas de la cubierta que las re- viste. Algunos hay que les llaman Quauhtlatlatzin, ó árbol que estalla (crepitaten arbo- rem). No faltan algunos, entre nosotros, que á causa de esta facultad suelen llamarlas vul- zarmente avellanas purgantes. Proviene de Pahuatlán? é Iguala,* cerca de la costa del Sur del Pacifico.» En la obra del padre Jiménez se encuentra la descripción de esta planta,* y coteján- dola con la de Hernández, dice: «que la avellanilla es redonda, y prieta la corteza, y no estalla cuando madura; el árbol es como una mata grande de romeo, en la altura, las ho- jas anchas, redondas con tres puntas, y dáse en todo el marquezado, y en Tepuztlán hay muchas en la huerta del convento.» Encuentro una confusión muy lamentable en lo que dice Jiménez, pues si esta planta realmente es¿un árbol que tiene las hojas anchas y redondas con tres puntas, la fruta redonda y chata, y lleva el nombre de Quauhtlatlatzin, corresponde á la Hura crepitans, LINN; si, por el contrario, es una mata como el romero, con hojas largas y angostas, pertenecería, tal vez, al Croton morifolius, MULL. var. sphieerocarpus. El verdadero Quauhtlatlatzin, lo describe Henández y Jiménez en otro lugar, y por eso creo que se trata aquí de otra planta distinta, y que, en mi concepto, po- dría ser el C. morifolius arriba mencionado, por tener las hojas angostas y largas, su fru- to redondo, y muy abundante en México. De todos modos, se trata aquí de una planta de la familia de las Euforbiáceas. CAPÍTULO XXVIIL CUARTO Quauhayohuachtli. «El Quauhayohuachtli? al que nosotros llamamos Silicua ó Cassia fistula es un árbol erande con el tronco cenizo; las hojas casi de laurel, las que machacadas, suelen curar los salpullidos; las flores son amarillas y estrelladas, y colgadas en racimos, de las cuales salen unas silicuas muy notables, que, cuando son tiernas y recientes, suelen tomarlas con 1 Hernz., ed Mart., I, p. 113; ed Rom, p. 57, Sine icone. 2 Pahuatlán (Est. de Morelos) 3 Iguala (Est. de Guerrero). 4 Jiménez, ed. de Mor., p. 38. 5 Hernz., ed. Mart., I, p 114. 107 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. azúcar, y éstas, en la cantidad de tres onzas, sirven como ligero evacuante. Nace en las regiones cálidas como Yauhtepec y Hoaxtepec,! y en lugares llanos cultivados.» El cuarto Quauhayohuachtli de la ed. Matr. se encuentra también en la obra de Jimé- nez* con el nombre de Cañafístula, y en la ed. Rom. de Hernández* está la mencionada planta con el nombre de Quauyohuachtli II seu Cassia fistula; la que, además de traer la misma descripción, le acompaña la figura con las hojas paripinadas, de 4 yugas y folios oblongo-lanceolados, las flores en racimo, y los frutos bien caracterizados. El mismo Hernández indica que se trata de una cañafístula. En efecto: comparando las hojas, por su parecido con las del laurel, las flores amarillas, y el fruto, que es una vai- na ó silicua, como se llamaba entonces, queda identificada tanto como la figura de la ed. Rom., como con la lám. 94 de la Flora de las Antillas que representa la Cassia fistula, LInN. Los Sres. Moc. et Sessé* la señalan también con la misma clasificación. Al hablar de sus propiedades dicen que la pulpa del fruto es dulce, nauseabunda y ligeramente pur- gante. Se recomienda para los cálculos de los riñones y en las fiebres é inflamaciones de las vísceras. Como se ha visto, el nombre de Ayotli ó calabaza se ha aplicado por los antiguos me- xicanos ánumerosos frutos de varias familias por su aparente semejanza con el fruto delas calabazas, cosa que no debe extrañarse, porque aun en la actualidad, á pesar de los ade- lantos de la Botánica, los autores no están de acuerdo en la clasificación de los frutos, por ser un asunto de los más intrincados y difíciles de establecer con precisión. Natural es que cosa semejante haya pasado á nuestros indígenas en el grupo de los Ayofli; sin em- bargo, se percibe desde luego que el tipo principal, que era el de la Peponida ó calabaza, fué el quelos guió para la denominación, priucipalmente en el grupo de las Cucurbitáceas. Por analogía ó semejanza, como lo he dicho más arriba, se aplicó á frutos más ó menos carnosos, encerrando pepitas ó semillas sumergidas en la pulpa, y este criterio se aplicó á los folículos de las Asclepiádeas como los Tlalayotes; á vainas de las Leguminosas, co- mo la Cañafistula; á cápsulas de las Euforbiáceas, como el Piñoncillo; á cápsulas de las Solanáceas, como el Ayohuitz1li. Me extraña que por el testimonio de Hernández se haya aplicado el nombre de Ayohuitztli á la Cresta de gallo de las Amarantáceas, que no tiene analogía alguna con el fruto de las calabazas, cuando con esta denominación pudieron haberse designado diversas especies de calabazas espinosas que brotan en nuestro suelo: por esto creo que se hu deslizado algún error que no corresponde con la determinación tan precisa y tan sagaz de las otros plantas que se han observado. En la actualidad hay que separar, por la clasificación moderna, el grupo de las ver- daderas calabazas ó Cucurbitáceas mexicanas, de las falsas; que así les llamo, por perte- necer á otras familias. 1 Yautepec y Hoaxtepec (Est. de Morelos). 2 Jiménez, ed. Fom., p. 66; ed. Mor., p. 58. 3 Hernz., ed. Rom., p. ST, cum ¡cone. 4 Moc. et Sessé, Pl. Nov. Hisp., p. 50. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. En cuanto á los usos y propiedades de las plantas enumeradas por Hernández, diré en pocas palabras lo que corresponde exclusivamente á las Cucurbitáceas, pues que de las falsas calabazas se ha dicho ya lo bastante de los usos y aplicaciones que hacian nues- tros antiguos indigenas. Uso- Y APLICACIONES.—« Brehm, A. E. Les Plantes, IT, p. 259. 6 Brehm, loc. cit., p. 259. Jal REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. das, y por esta razón se le designa con el nombre de Cundurango, es decir, Liana del cóndor. «Algunos Gonolobos son considerados por los indígenas como venenos violentos, y por esta creencia se ha llegado á descubrir su acción contra el cáncer. Se refiere que una india de Loja, conociendo los efectos mortíferos del Cundurango, quizo deshacerse de su marido administrándole con perseverancia una infusión de esta planta; pero lejos de cau- sarle la muerte lo curó de un cáncer que padeció mucho tiempo. «Esta historia, que ha llegado á ser una leyenda, ha sugerido al Dr. Eguiguren, mé- dico y hermano del Gobernador de la Provincia de Loja, la idea de ensayar el Cunduran- go en las afecciones cancerosas. Se asegura que estos ensayos tuvieron un éxito comple- to; más tarde, el Gobernador mismo, llamado á Quito por sus funciones políticas, obtuvo éxito igual en otras muchas personas. «El Presidente del Ecuador, D. Gabriel García Moreno, informado de estas curacio- nes, sobre todo, de las que se habían conseguido en los hospitales de la Ciudad, creyó de su deber dar la mayor publicidad á estos hechos con el objeto de llamar la atención de los Gobiernos de Europa y América, acerca de un descubrimiento que, si se confirmase, como se tiene la esperanza, daría á la primitiva patria de la Quina un nuevo título al re- conocimiento del mundo.» Refiero este hecho, porque, aunque no tenemos el Cundurango es nuestro país, mere- ce la pena censignarlo, por tener muchas especies de Gonolobus. El Cynanchivum mexicanum, TH. DURAND, es otra planta muy importante, que me fué enviada por el Sr. Ingeniero D. José Andrade, manifestándome que dicha planta es muy abundante en el Estado de Hidalgo, y la aprovechan los indios para fabricar lienzos ó tejidos, por la abundancia do sus fibras liberianas, notables por su brillo sedoso y plateado. Doy fin á este trabajo con los datos que he podido recoger acerca de los usos y apli- caciones de las plantas mexicanas, creyendo que serán de alguna utilidad, para que pue- dan ser aprovechados por personas competentes; acompañando la clasificación de las plantas que han sido objeto de este trabajo. RESUMEN. El simple análisis! de las Cucurbitáceas, por los órganos del gusto y el olfato, descu- bre lo siguiente: 1,2 Un principio mucilaginoso, insípido, más ó menos azucarado en el melón, pepino, calabaza, sandía, etc. Este principio es una especie de gelatina vegetal, conteniendo algu- nas veces un poco de ácido málico. 2,2 Fécula en las raices de las brionías, del ceratosantes, etc. 1 Descourtilz, Flore Pittor. et Medic. des Antilles, V, p. 76. 112 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. 3.2 Un principio amargo, acre y purgante, de naturaleza resinoide, en la cologuánti- da, el elaterio, las brionías: se encuentra, más ó menos, en la mayor parte de los frutos, de las hojas, tallos y raíces de estas plantas. Parece ser el principio colorante amarillo de las flores y de la pulpa de los frutos. 4,2 Un principio oloroso, nauseabundo, fétido, narcótico, en el fricosantes, las grono- vias, melotria, lufa, etc. Es el mismo olor, debilitado ó modificado que se encuentra en los melones muy maduros, calabazas, Mormodica charantia, etc. Este principio parece referirse al principio amargo y purgante. 5.2 Un aceite fino y dulce en las semillas que son emulsivas y contienen un paren- quima análogo al de las almendras: pero su envoltura es amarga en la Coloquíntida y en otras especies. VERDADERAS CALABAZAS. CUCURBITÁCEAS. Lagenaria vulgaris, Ser. Mem. Soc. Geneve, pars. 1, p. 25, t. 2. a) gourda (Ser. mss.) fruto de dos vientres desiguales: Calabaza de los peregrinos. b) cougorda (Ser. mss.) fruto de vientre inferior y cuello oblongo: Calabaza botella. e) depressa (Ser. mss.) fruto globoso, deprimido: Calabaza chata, Axicalli d) turbinata (Ser. mss.) fruto en forma de campana ó pera: Calabaza pera, 6 huajes de los niños. e) clavata (Ser. mss.) fruto obovado-oblongo, ó en forma de clava: Calabaza trompeta, Acocotli, Alla- catl. África tropical, India oriental y México. Cultivada y casi espontánea en toda la zona tropical. Momordica balsamina, Linx. Sp. Pl., p. 1009; Fl. Mex., ed. Fom., p. 227. N. V. Cunde amor, chico. México. Momordica charantia, Lixx. Sp. Pl., p. 1009; ed. Fom., p. 227. N. V. Cunde amor, grande. México. Son usadas las Momórdicas, en cocimiento, para curar las hemorroides. Luffa acutangula, RoxB. Hort. Beng., p. 70. N. Mex. Tzonayotli. N. V. Estropajo. México. Luffa cilindrica, Ram. Syn., fasc. 2, p. 63. Luffa fricatoria, Moc. et Sessk, Fl. Mex., ed. Fom., p. 227. Cucumis fricatoríus, Moc. et SessE, loc. cit., p. 227. N. Mex. Tzonayotli. Quauhzamecatl. N. V. Estropajo. Córdoba (EsT. DE VERACRUZ). Yautepec (Esr. DE MORELGS). Yucatán. Luffa operculata, CoGN. in Mart., Fl. Bras. fasc. 78, p. 12, t. 1. N. Mex. Tzonayotli, Nonoquilitl. N. V. Estropajo. Acapulco (EsT. DE GUERRERO). Apatzingán (Est. DE MICHOACÁN). Cucumis anguria, Lixx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1011. N. V. Pepino silvestre. México, 113 A REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Cucumis melo, Linx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1011. N. Mex. Quauhayotli. N. V. Melón var. odoratissimus. Calabaza melón, en Córdoba. Asia meridional y África tropical. Cultivado en los lugares cálidos y templados de todo el mundo, y transformada en muchas variedades por el cultivo. Cucumis sativus, Liwx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1012. N. V. Pepino cultivado. Planta antiguamente cultivada en los huertos. Nativa de la India oriental. Citrullus vulgaris, SCHRADb. in Linn:exea, 12, p. 412. N. V. Sandía, Melón de agua. , Indigena en el Africa tropical y austral, cultivada y casi espontánea en todas las regiones cálidas. Cucurbita ficifolia, BoucHk in Ver. des Grantenb. Berlin, 12, 205. N. Mex. Tzilacayotli, Cuicuilticayotli. N. V. Cidracayote. Indigena en el Asia oriental. Cultivada en las regiones cálidas. Cucurbita foetidissima, KtH. in Humb. et Bonpl., Nov. Gen. et Sp. 2, p. 123. N. Mex. Ayozotic, Chichicayotli. N. V. Calabacilla amargosa. Ixtlán (Est. DÉ OAXACA). Guanajuato. Cucurbita maxima, Duch. in Lam. Encyel. méth. Bot. 2, p. 151. N. Mex. Tamalayotli. N. V. Tamalayote. Indigena en el Asia meridional, y cultivada en las regiones cálidas de todo el mundo. Cucurbita moschata, Ducu. in Dict. Sc. Nat. 11, p. 234. N. Mex. Cozticayotli, Hacayotli. N. V. Calabaza amarilla. Indigena en el Asia meridional y en las regiones cálidas de México. Cucurbita Pepo, Lixx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1010; ed. 2, p. 1435, part. N. Mex. lztactzilacayotli, Tztacayotli. N. V. Calabaza común, Calabaza india. Indigena en el Asia meridional, y cultivada en las regiones cálidas del globo; transformada en mu- chas variedades por el cultivo. Cucurbita radicans, NAUD. in Ann. Sc. Nat. ser, 5, VI, p. 8. N. V. Sanacoche, Chichicamole. Valle de Córdoba, Guadalupe, cerca de Veracruz, y otros lugares de México. Melothria guadalupensis, CoGN. DC. Monogr. Phan. m, p. 580. Bryonia americana, Moc. et Sessk, Fl. Mex., p. 228. N. Mex. Tzillacayotli. N. V. Chilacayote. México, Tampico y Cuernavaca. Melothria pendula, Lixx. Sp. Pl., ed. 1, p. 35; ed. 2, p. 49. Bryona dioica, Moc. et SessE, Fl, Mex., p. 228. N. Mex. Tzilacayotli. N. V. Chilacayote. México, Veracruz, Rio de Coatzacoalcos, San Lorenzo, cerca de Córdoba. Melothria scabra, Nai pb. in Ann. Sc. Mat. ser. 5, VI, p. 10. Melothria tuxtlensis, Moc. et SesskE, Fl. Mex., p. 228. N. Mex. Tzilacayotli, Tompililin. Córdoba, Misantla, Molino de Pedreguera, Mirador, Hacienda do Jobo y Jalapa (Est. DE VERACRUZ), Huejutla (Esr. pe HipaLG0), Hoaxtepec y Tepoxtlán (Est. DE M+»RELOS), Tuxtla (Est. DE GUE- RRERO). 114 REVISTA CIENPIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Cayaponia racemosa, Cox. in DC. Monogr. Phan. 1 1, p. 768. Bryonia racemosa, foliis ficulneis, PLum. Pl. Amer., p. 83, t. 97; Descourr. Fl. Med. Antill. II, t. 136. Cionandra racemosa, GrISEB. Fl. Brit. West. Ind., p. 286. Trianosperma racemosa, GRISeEB ! Cat. pl. Cub., p. 112. N. Mex. Ayotectli, Ahwichichic, Chichicayotli. N. V. Azazal, Aqualachti, Ahuichichi, Tololonchi. Crece en diferentes puntos, como Colima, Autlán, Tampico, Córdoba, Texcoco (Est. DE MEXICO), Coatepec (Es. DE MORELOS). Se conocen cuatro especies más de Cayaponia. y Sicyos angulatus, Lixx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1013. N. Mex. Chayotl. N. V. Chayotillo. En Europa, Estados Unidos y Calimaya (Est. DE MEXICO). Se da entre las milpas, y los camotes se usan para lavar. Hay seis especies más en México. = Sechium edule, Sw. Fl. Ind. Occ. II, p. 1150. N. Mex. Chayotli. N. V. Chayote, á la planta; Chinchayote, Chayotestle y Camochayote, á la raiz. Cuernavaca (Est. DE MORELOS), Santa María, cerca de México, Córdoba, Orizaba, Mirador y Cazadero. Sechiopsis triquetra, Naub. in Ann. Se. Nat., ser. 5, IV, p. 24. Sieyos triquetra, Moc. et Spssk, Ie. Fl. Mex.; ex Ser. in DC. Prodr. II, p. 309. N. Mex. Nonoquilitl. Huichilaque, Cuernavaca, Oaxaca y México. Microsechium helleri, Cox. DC. Monogr. Phan III, p. 910. N. Mex. Chichicamole. N. V. Sanacoche, Chayotillo. Oaxaca, Toluca, Tezuitlán, Texcoco, Pedregal de San Angel, Orizaba, Santa Ana, Izhualtancillo y otros lugares. Microsechium palmatum, Cox. DC. Monogr. Phan. III, p. 911. Sicyos palmata, Moc. et Sessk, Fl. Mex. Ic. in t. 355. Sechium palmatum, Ser. in DC. Prodr. TIT. p. 313; Rem. Syn. fasc. 2, p. 196. N. Y. Chayotillo. México. Tenemos otras muchas especies de Cueurbitáceas que, por no tener usos y aplicaciones conocidos, no hago la enumeración de sus géneros. FALSAS CALABAZAS, LEGUMINOSAS. Cassia fistula, Lixx. Sp. Pl., p. 540; BenTH. in Trans. Linn. Soc. XXVII, p. 514. Cassia fistuloides, CoLLab. Hist. Cass., t. 1. N. Mex. Quauhayohuachtli. N. V. Cañnafístula. Yautepec y Hoaxtepec (Est. DB MORELOS), Veracruz, Campeche y Hoaxtepec, ASCLEPIADEAS. Gonolobus nummularius, Hems£. Biol. Cent. Am. Bot. III, p. 332. Chtamalia nummularia, Deng. in DC. Prodr. viu, p. 605. N. Mex. Tlallayotli. N. Y. Tlalayote. Ayacapixtla (EsT. DE MorgLOs), Jalapa (Est. DE Veracruz), Flor de María (Est. DE MÉXICO), Gua- dalajara (EsT. DE JALISCO). 115 e REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Gonolobus pedunculatus, HemsL. Biol Centr. Am. Bot. II, p. 332. Chtatamalia pedunculata, DCxE. in DC. Prodr. VII, p. 605. N. Mex. Tlallayotli. N. V. Tlalayote. S. Luis Potosi Morelia, Santa Fe. En México se conocen más de 33 especies de Gonolobos. SOLANÁCEAS. Solanum cornutum, Lam. DC. Prodr. XIII, 1, p. 329; Any. Mus. Par. III, t. 9; Jacq. Eclog., t. 104. N. Mex. Ayohwittztli Xocoitztli. Muy abundante en el Valle de México, Veracruz, San Luis Potosí y Zimapán. Solanum fontanesianum, Dun. in DC. Prodr. XIII, 1, p. 329; Bot. Reg., t. 177. N. Mex. Ayohuitztic. Valle de México y Ocpayopan. BIGNONIÁCEAS. Parmentiera alata, MiERks. in Trans. Linn. Soc. XXVI, p. 166; HemsL. Biol. Cent. Am. Bot. II. p. 498. Crescentia alata, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. III, p. 158; DC. Prodr. XI. p. 247; Hook. Kew. Journ. Bot. VI, p. 275; Traws. Linn. Soc. XXIII, p. 21; Parab. Vindob. II, t. 87. Crescentia trifolia, BLANCO, Fl. Fil., p. 489. Crescentia ternata, Moc. et Sessk, Pl. Nov. Hisp., ed. Fom., p. 88. N. Mex. Quautecomatl, Ayacachtecomatl, Atecomatl, N. V. Cuatecomate, Tecomates de sonajas, Giro, Huaje cirial. Regiones cálidas del sur de México, en la costa occidental, desde Mazatlán á Acapulco. Parmentiera edulis, DC. Prodr. XI, p. 244; Calques des Dess. Fl. Mex. 330; Trans. Linn. Soc. XXI, p. 18. Parmentiera aculeata, Seem. Bot. Voy. «Herald,» p. 113. Crescentia aculeata, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. III, p. 158. Crescentia edulis, Desv. Journ. Bot. VI, p. 112; DC. Prodr. XI, p. 246. Crescentia museecarpa, ZALDIVAR; HE.LER, Reisen in México, p. 414. Parmentiera foliolosa et P. lanceolata, MieBrs. in Trans. Linn. Soc. XXVI, pp. 166 et 167. Orescentia aculeata, Moc et Sessk, Fl. Mex., ed. Fom., p. 188. Crescentia edulis, Moc. et SessE, Pl. Nov. Hisp., ed. Fom. p. 89. Crescentia spathoidea, Pharm. Mex., ex Colmeiro, Dicc., p. 66. N. Mex. Quauhxilotl. Quauhayotli. N. V. Cuajilote. Yautepec, Ayacapixtla, Yohualan? (Est. DE MorBLos), Campeche, Oaxaca, Zimapán (Est. DE HIDAL- 60), Jonacatepec (Est. DE PUEBLA). Crescentia cujete Lixx. Sp. Pl. p. 872; DC. Prodr. IX,p. 246; Seem. in Trans. Linn. Soc. XXII, p. 20; Bot. Mag. t. 3430; Vez. Fl. Flum. VI, t. 103; Tussac, Fl. des Antill. II, p. 80, t. 19. Crescentia cuneifolía, GARDN. in Hook. Journ. Bot. II, p. 422. Crescentia acuminata, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. III, p. 157. N. Mex. Quauhtecomatl, Quauhxicalli. N. V. Arbol de las calabazas, Giro, Totumo, Calabazo, Huaje, Couis, Chayté. N. totonaco. Poy. En el Espinal y Coxquihui. Cultivada en las Islas Caribes y en toda la América continental. Crescentia macrophylla, Segm. in Hooker Kew Journ. Bot. VI, p. 274 etin Trans. Linn. Soc. XXILL. p. 20; Bot. Mag. t. 4822. N. Mex. Quauhtecomatl, N. V. Giiiro de las montanas. Teapa (Est. DE TABASCO). 116 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. AMARANTÁCEAS. Celosia cristata, Linx. Sp. Pl., p. 297. b) coccinea, Lixx. loc. cit. N. Mex. Ayohuitztli. N. V. Cresta de gallo, Moco de pavo. Muy abundante en los huertos y lugares cultivados. EUFORBIÁCEAS. Euphorbia campestris, CHam. et ScHL. in Linnea, V, p. 84; DC. Prodr. XV, 2, p. 146. N. Mex. Ayotic, Paxahuac, Ololtic. Parras, S. Luis Potosi, Real del Monte, Chiapas, Sierra de San Pedro Nolasco, Valle de Mexico, To- luca, Guanajuato. Jatropha curcas, Lixx. Sp. Pl., ed. 1, p. 1006; DC. Prodr. XV, 2, p. 1080; Jacq. Hort. Vindob, III, t, 63. Castigliona lobata, Ruíz et Pav. Fl. Peruv. et Chil. Prodr., p. 139, t. 57. N. Mex. Quauhayohuachtli. N. V. Piñoncillo. Jonacatepec, Tepecoacuilco (EsT. DE GUERRERO), Veracruz, Orizaba. Croton morifolius, WiL1D. Sp. Pl. VI, p. 535; MuLL. Arg. in Linnea, XXXIV, 12. var. spheerocarpus, M ILL. Arg. loc. cit.; H. B. K. Nov. Gen. et Sp. 11, p. 84, t. 105. N. Mex. Quauhayohuachtl?. N. V. Palillo de Guanajuato. a) lanatus, MiLL. Arg. in DC. Prodr. XV, 1, p. 641. México, Guanajuato, Volcán del Jorullo, Pahuatlán (Est. DE MÉxicO), Iguala (EsT. DE GUERRERO). Manihot foetida, Pont. Pl. Bras. I, p. 55; DC. Prodr. XV, 2, p. 1067. Janipha fetida, H. B. K. Nov. Gen. et Sp. II, p. 106. Jatropho fetida, Sreub. Nomenel. Bot. N. Mex. Ayoquilitl. Mezcala, Cañada del Zopilote (EsT. DE GUERRERO). Manihot utilissima, PhoL. Pl. Bras. 1, p. 32, t. 24; DC. Prodr. XV. 2, p. 1064. N. Mex. Quauhayohuachtli. Silvestre y cultivada en las regiones cálidas. 'Hura crepitans, Lixx, Sp. Pl., p. 1431; DC. Prodr. XV, 2, p. 1229 (varietates); Descour. Fl. Antill., t. 224 Marr. Fl. Bras. XI, 2, 86; BarLL. Etud. Gén. Euphorb., t. 6. N. Mex. Quauhtlatlatzin. En la América tropical, y cultivada en otros muchos lugares. México, 17 de Noviembre de 1902. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. NOTAS ACERCA DE LOS AMOLES DE HERNANDEZ.'—En las diver- sas exploraciones científicas hechas en la República por distinguidos naturalistas mexica- nos y extranjeros, se han dado á conocer multitud de plantas que, clasificadas é iden- tificadas por respetables autoridades en la ciencia, forman ya un núcleo que ha sido com- pilado en la magnífica obra de Hemsley, titulada Biología Centrali-Americana, y que debe formar más tarde la base ó pedestal de nuestra futura Flora Mexicana. Es de sentirse que, después dela obra de Hernández, la Flora Mexicana de Mociño y Sessé, la de Llave y Lexarza, y la obra de Hemsley, no hayan sido compilados todos los es- tudios publicados en las obras y folletos nacionales y extranjeros, tan numerosos ya, y que permanecen esparcidos en diversas lenguas, sin aprovecharse para uniformar nuestra Flora y dar cima á una obra de la cual carecemos, y cuya importancia para nosotros es manifiesta y de urgente necesidad. Nuestras especies han sido, la mayor parte, estudiadas y colectadas hasta hoy por ex- tranjeros, como los Sres. Palmer, Pringle, Seller, etc., sin que nosotros podamos dar el con- tingente que debiamos, por la falta casi absoluta de colectores y comisiones científicas que, aprovechando las diversas vías de comunicación con que hoy contamos, explorasen las di- versas regiones que aún permanecen enteramente desconocidas, quedando asi ocultas una multitud de nuestras riquezas naturales. Es cierto que tenemosvarios establecimientos públicos que se ocupan en la enseñanza de la Botánica y, además, el Instituto Médico Nacional, que se dedica casi exclusivamenteá estudiar las plantas medicinales, trabajo muy estimado por cierto, y de grande interés para la ciencia; pero esto no basta, y es necesario, en mi concepto, allanar las dificultades que nos son demasiado conocidas, y estimular de alguna manera la formación denuestra futura Flora Mexicana. Entre esas dificultades debemos señalar la falta de libros herbarios, que son indispen- sables para describir é identificar las especies ya conocidas, como para determinar las nuevas. Este es uno de los motivos por que hoy me ocupo en hacer identificaciones de plantas mexicanas, estudiando la obra monumental de Hernández, en la que han sido consignados numerosos datos éimportantes noticias acerca de nuestra Flora, y preciosasreliquias respee- to de nuestra terapéutica. El objeto principal que me ha llevado, ha sido rectificar la clasificación antigua con la moderna, y ésta ponerla de acuerdo, si es posible, con los nombres mexicanos transmitidos por Hernández y otros historiadores, así como recoger los conocidos actualmente y que no consten en dichas obras. Noignoro que la empresa es penosa y complicada, sobre todo por- queexige el conocimiento profundo del idioma mexicano, con el que han sido designadas la inmensa mayoría de las plantas; ni me desalienta tampoco que en la obra de Hernández se den á conocer más bien las propiedades terapéuticas, y sean tan escasos los caracteres botá- nicos, que apenas dan una ligera idea de éstos; no desconozco, por último, que es fácil el in- currir en varios errores, que espero sean corregidos en este trabajo imperfecto ó ensayo, por personas más competentes y versadas en estas investigaciones. 1 Trabajo leido por suautor, en su turno delectura, en la sesión del 4 de Octubre de 1897, de la Academia Mexicana de Ciencias Exactas, Fisicas y Naturales, correspondiente de la Realde Madrid. 118 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Voy áocuparme de los Amoles conocidos hasta hoy, empezando por los de Hernández, de los cuales hago la traducción casi literal de la obra clásica de Don Casimiro Gómez Orte- ga, cuya obra es muy correcta en el latín,como en los nombres mexicanos, cotejando la des- cripción con las láminas dibujadas en la edición romana de Antonio Recho; los Amoles de varios autores, sean botánicos ó historiadores, que consignan algunos datos relativos; termi- nando con una tabla de clasificación en que constansus nombres vulgares, científicos y la localidad en que han sido encontrados. Bajo el nombre de Amollió Amulli,' desiznaban los antiguos mexicanos una substan- cia que existe en muchas plantas, y que tienen la propiedad de hacerespuma enel agua: em- pleaban dicha substancia para lavar los lienzos, como nosotros usamos del jabón, con laven- taja notable de no alterarlos colores, como sucede con el jabón ordinario, que ataca ó modi- fica las materias colorantes por el exceso de álcali que contiene. El radical Amolli les servía de prefijo ó subfijo para distinguir las especies diversas de plantas que gozaban de esta propiedad común de hacer espuma, agregándole otra palabra que determinaba el uso óaplicación que tenía especialmente. Nos bastará citar algunos nom- bres para dar alguna idea da esto. Como prefijo, en los siguientes: Amolxóchitl ó florde Amo- le; Amolquilifl ó hierba Amole, ó con más precisión, Amole comestible; ó subfijo: Quilamolli ó Amole comestible; Chichicamolli ó Amole amargo; Iyamollin ó Amole de frutos cocidos, etc., y aun algunas veces le añadian el nombre de la localidad para señalar mejor la especie como Amolpatli tototepecensis, ó Amole medicinal de Tototepec. La palabra Tzifzi,cuyo nombre se conserva hoy todavía, que en idioma mexicano quie- re decir, escozor 6 picazón, les servía para designar la penta de maguey desmenuzada que causa comezón á los que usan de ella para lavar, y actualmente sirve tambien como Amole. Usaban en general, como jabón, de los tubérculos ó cepas de las plantas que hacían espuma en el agua: y los distinguian, como actualmente se acostumbra, en Amoles bravos, á los que producen escozor, y mansos los que no la producen. A los bravos se les quita la propiedad de causar picazón haciéndoles hervir en agua para destruir el principio acre ó volátil que se presume ser la causa, ó los ráfidos, cuya acción mecánica puede tener al- guna influencia y cuyo asunto será estudiado más tarde. La substancia que contienen estas plantas es conocida con el nombre de saponina. Se obtiene por varios tratamientos en alcohol hirviendo, sobre los órganos vegetales que la contienen, quedando por enfriamiento un residuo de una substancia blanca, sólida, amorfa, pulverulenta, que necesita purificarse aún, disolviéndola en pequeñas cantidades de agua. Es muy soluble en este vehículo y soluble en el alcohol hirviendo, é insoluble en el éter; se acompaña generalmente de ráfidos que la siguen constantemente y cuyas funciones no son conocidas Este glucosido fué descubierto por primera vez en la Saponaria, y después en otras muchas plantas. Existe en cantidades considerables en las Amarilidáceas, principalmente en los Agaves, y puede considerarse como un producto de descomposición de las substan- L 1 Amulli vienede dos palabars: Afl, agua, y mulli, espesar. Pérez Hernández. Diccionario Geográfico. 119 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. cias orgánicas que, Semejante al tanino, sirve, como éste probablemente, de materia de re- serva, acumulándose en los diversos órganos de las plantas para ser utilizado más tarde como alimento. ; El estudio de esta substancia es, en mi concepto, de mucho interés, tanto por sus apli- caciones médicas, que son poco ó nada conocidas, como por sus usos industriales, que son muy variados, aprovechando la cualidad que tiene, entre otros, de emulsionar las materias grasas; por este motivo fué usada por los antiguos mexicanos para lavar sus lienzos y limpiar los cabellos, que los deja suaves y flexibles; y como medicamento, para curar las erupciones de la piel, la rabia y otras enfermedades, y cuyas noticias nos han sido trans- mitidas por los historiadores. Hoy son usados los Amoles en varios estados de la Repúbli- ca, tales como Oaxaca, Querétaro, Nuevo León, Guanajuato, etc., como jabón para lavar pavimentos, objetos de cristal, como vasos, que quedan muy limpios y transparentes, así como también lienzos delicados de seda ó lana de color, el cual conservan sin alteración alguna. AMOLES DEBE HERNANDEZ. AMOLLI. “El Amolli: espuma de los indios ó jabón,! es una hierba pequeña, gruesa, corta y con la raíz fibrosa, de hojas de puerro, y el tallo verde, de un palmo de largo; las flores en forma de vasos, de un blanco rojizo y semejantes á cabelleras. La raíz parecida al jabón, de donde le viene el nombre, no le cede en nada, ni aun para lavar los vestidos, aunque exista algunas veces prurito. No ofrece cualidad notable, sino que es glutinosa cuando se suele gustar. Se encuentra en los lugares montuosos de las regiones templadas, como es México.” Por esta descripción que hace Hernández, se comprende que es una planta bulbosa, semejante á la cebolla por sus hojas y su talla, que es de un palmo; sus flores, de un blan- co rojizo, se puede identificar con la descripción del Zephyranthes carinata de Herbert, que pertenece á las Amarilidáceas. Amolzochitl ó fllor de Amolli.? El Amolxochitl da raices fibrosas y semejantes á las del puerro, y de éstas nacen tallos provistos de hojas, también de puerro, pero más gran- des, con las flores en espiga, oblongas y rojizas. De la misma clase que las dos prece- dentes, sirve para el uso de lavar lienzos de lana. Se encuentra en las regiones templadas, como es la mexicana. Esta descripción, igual á la anterior, no difiere sino en las flores oblongas, rojizas y espigadas, las hojas más grandes; por estos caracteres que han sido comparados: primero, con la lámina colorida que se encuentra en la Flora de losinvernaderos,* y segundo, con un bulbo llamado 4Amole, que consegui en el Mercado de México y fué cotejado con una 1 Hernández. Ed. Mad., Vol. I, pág. 184. 2 Ibid. loc. cit., Vol. I, pág 185. 3 Flore des serres et des Jardines de L'Europe. Vol. V, lám. 520. 120 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. de las plantas del herbario del Sr. Pringle, que posee el Museo Nacional, pude identificar el Amolzóchitl con la Bravoa geminiflora. Llav. et Lex.,* y cuya planta pertenece á las Amarilidáceas. APINTLI O HIERBA ERGUIDA. “El Apintle” tiene una raiz bulbosa y fibrosa, con las hojas de Spalula fetida, pero más grandes y numerosas, con muchas venas bien marcadas que corren por toda su lon- gitud, algunas veces con puntos rojos cerca de la raíz, y con las flores amarillas. Es olo- rosa, ácida, y no sin alguna astringencia glutinosa. Es útil, asi como el Amolli, al cual se parece por ser del mismo género y servir para lavar vestidos, aunque suele provocar co- mezón á los que lavan. Es un remedio contra la mordedura de las serpientes venenosas, el agua en que se ha puesto á macerar cierta cantidad de raíz machacada, bebida y aplicada en la herida; puesta sobre ella, sirve tambien para curar la misma inflamación. El polvo esparcido y aplicado con algodón sobre los dientes inflamados, calma los dolores, atrae la flema y facilita su expulsión. Hay otro Apintli cuya diferencia consiste en las hojas más anchas, más escasas y manchadas por uno y otro lado: pertenece á este género de Amo- li, y es útil para las mismas cosas. Proviene de regiones cálidas como Tepozotlán, donde tuvimos cuidado de describirla y dibujarla.” Por la descripción de Hernández del primer Apíntle, raíz bulbosa y fibrosa, hojas an- chas (sub-coriáceas, hierba erguida), multivenadas ó rectinerviadas y flores amarillas, y el uso que hacen de ella para lavar, puedo afirmar quese refiere á la planta que describe Watson* con el nombre de Amole, cuya raiz, según afirma el mismo autor, sirve para di- cho objeto, se aplica también como insecticida sobre los vellones de los animales, y lo cla- sificó como género nuevo de las Agaveas: Prochnianthes viridescens. Esta planta la reci- bi del Sr. D. Manuel Tapia, del Estado de Hidalgo, donde es conocida con el nombre de Amole barbón, por presentar en el vértice del bulbo multitud de fibras que quedan secas después de caídas las hojas. Este carácter de tener muchas fibras, señalado por Hernán- dez y por Watson (multivenadas), me hace creer que dicha especie perteneceá este géne- ro: la recibí de Guanajuato, enviada también por el Sr. Dr. D. Alfredo Dugés. El otro Apintli del mismo Hernández me hace presumir, por el carácter de sus hojas más anchas y manchadas porambos lados, y por otros motivos que diré después, que es- ta especie debe ser el Agave guttata, Jacobi et Bouché. Estas dos especies son también de la familia de las Amarilidáceas. El Agave saponaria, Lindl, cuya raíz substituye aljabón entre los mexicanos,* Agave brachystachys, Cav., según dice Baillon, pudiera ser también un Apintli. 1 Llav. et Lex. Nov., Veg., Descr. I, page 6. 2 Hernández. Ed. Mad., I. pág. 186. 3 Proceedings of the American Academy, XXII, p. 547.—H. Baillon, Histoire des Plantes, XII, I, page 38. 4 H. Baillon, loc. cit., XIII, pág. 37, nota 10, 121 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. IYAMOLIN. «El Iyamolin' es un arbusto llamado así por el fruto, semejante á un manjar cocido, porque está afectado por el calor del sol. Lleva muchas ramas que provienen de una raíz suculenta, con las hojas de manzano limonio (>), los tallos cilíndricos y verdes, y las flores en racimos compuestos, de ocho pulgadas de largo, densos y coccíneos, de los cuales na- ce el fruto algo parecido al de la semilla de Malva: múltiple, al principio verde, después rojo; y por último purpúreo y negro, tinéndose las manos de un color purpúreo al que lo toca. Consta de naturaleza cálida y quemante, y de sabor acre y amargo. Cura las tiñas é impétigo, y no menos que la planta precedente, sirve de jabón, produce ampollas y rom- pe los tumores ya maduros. En cualquier tiempo brota en los valles y lugares campestres de las regiones templa- das, como en Texcoco.” De esta planta se puede asegurar, por la descripción y el fruto, que tiene en aparien- cia de cocido, es decir arrugado, y por contener saponina, que pertenece á la Phytolacca octandra, Linn., Phytolacca decandra, Desc., Phytolacca rugosa, A. Br. et Bouché, Phyto- lacca longispica, Moq., y con los nombres vulgares de Mazorquilla, Gónguera,* en Tarasco, Iyamolin en Mexicano, y jabonera ó hierba del jabón, pues así se encuentra señalada en y científica de las plantas mexicanas, por el Sr Prof. D. Alfonso e la Sinonimia vulgar Herrera, y publicada en “La Naturaleza”* así como en las diversas ediciones de la Far- macopea Mexicana. Esta planta existe en las Antillas* y es usado el jugo de las bayas como purgante, ála dosis de 30 gramos, siendo también un purgante bastante enérgico el jugo de la raíz. Hasta ahora sé que en Michoacán, según los datos que he recogido de viva voz, la usan para lavar los cobertores y lienzos de lana, aprovechando únicamente las espigas ver- des, que sólo en este estado pueden servir, porque más tarde forman la substancia colo- rante roja, y entonces se emplea para teñir de púrpura, como hacían los antiguos egipcios que teñían el manto de sus reyes con Phytolacca divica (planta ya aclimatada en nuestro país). Se me ha dicho por alguna persona, que la raíz puede usarse también para el lavado, porque contiene una gran cantidad de saponina en sus raíces, que son de un volumen consi- derable. Este hecho me consta, pero como esta planta está siendo objeto de estudio en estos momentos en el Instituto Médico Nacional, por sns propiedades médicas, que soú de mu- cha importancia, se rectificará seguramente esta circunstancia, que es útil dará conocer. De todos modos, esta planta /yamolin debe figurar entre las que son notables por sus aplicaciones médicas é industriales. OMIXOCHITL. ' “El Omioóchifl es una hierba que tiene hojas de puerro, verdes, y cerca de la raíz te- ñidas de color rojo. Las flores blancas, oblongadas en la extremidad del tallo y semejan- 1 Hernández. Ed. Mad. Í, pág. 185. 2 Gónguera y no Góngora debe escribirse, según opinión autorizada del Sr. Dr. Micolás León. 3 “La Naturaleza,”' V, pág. 215. 4 Flore des Antilles, V, page 32, t. 312. 5 Hernández, ed. rom. cum. icone., p. 277. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. tes en el olor á nuestros lirios (por lo que algunos les llaman Lirios de Indias), su corola algo estrellada y dividida en el limbo hasta del medio, es algunas veces amarilla; los tallos verdes, redondos y lisos, y la raíz bulbosa y casi redonda. Proviene de las regiones templadas y frías. La raíz es de naturaleza fría y hú- meda, salivosa y excitante: es una especie de Narciso, según se ve, pero desconocida en- el antiguo mundo. La raíz aplicada sobre los tumores, los cura, mitiga la calentura, y be- bida, extingue los flujos que provienen de causa cálida.” Acompaña á esta descripción una lámina, Anoyma septima (ed rom.), que representa los bulbos con hojas y flores, que no dejan duda que se trata del Polyanthes tuberosa, y también identificado por los Sres. Mociño y Sessé en la Flora Mexicana con el mismo Omixó- chitl,* y como el Amole” en las Plantas de Nueva España; indicando entre los usos, que machacada ó exprimido el jugo, sirve como jabón para lavar los lienzos delicados. Esta planta ha sido y es muy estimada por su perfume: es conocida en el mercado de México con el numbre de Nardo, y se vende con mucho aprecio. DEL QUILAMOLLI O HIERBA AMOLLI. “Es una hierba* delgada y larga que sostiene la raíz, de la que brotan tallos volubles, flores blancas y largas en forma de cáliz, hojas en forma de corazón, de tamaño mediano. Carece de olor y sabor notables, y es de naturaleza fría y húmeda. Las hojas desechas en agua y aplicadas en forma de cataplasma, curan las inflamaciones y el dolor de cabeza, mitiga el demasiado calor, calma las inflamaciones de los ojos de los niños, ennegrecen los cabellos, curan las erupciones de la piel y calma la comezón. El cocimiento de las hojas, bebido, sirve para arrojar la flema y bilis; la raíz aplicada en los órganos genitales provo- ca la orina. Nace en los collados cálidos de Ixtlán. Hay otra hierba del mismo nombre y facultad, y como ésta, puede conjeturarse sea del mismo género, pero con las hojas cer- ca del nacimiento del pezón, ligeramente bifidas, de la cual es lo más que puede decirse; porque parecida á nuestra Brionía, los indios la llaman Chichicamolli, y añaden que el co- cimiento ó infusión sirve para arrojar la flema, curar la enfermedad venérea y otras en- fermedades antiguas y rebeldes, que suelen impedir el movimiento.” Se ha clasificado esta planta en algunas obras como Cucurbita fetidissima, y yo 1g- noraba que en las especies de esta familia existiese la saponina; con tal motivo, conseguí en el mercado de México una raíz muy gruesa y voluminosa, como del tamaño de un bra- zo, y me fué vendida con el nombre de Sanacoche; al mismo tiempo recibí del Sr. Dr. Al- fredo Dugés, entre varios Amoles de Guanajuato, que tuvo la bondad de mandarme, una raízexactamente igual al Sanacoche, con el nombre vulgar de Raíicilla, y con un membre- te fijo á la raíz que decía: Dioscorea sp.; preocupado con ésta idea, la señalé en el trabajo que publiqué en los Anales del Museo Nacional, como Dioscorea convolvulacea, y la se- eunda de que habla Hernández como otra especie del mismo género; manifesté entonces, que si había un error se rectificaría más tarde, por haberla sembrado en el Jardín del Mu- 1 Fl. Mex., ed. 2.?, pág. 88. 2 Plante Nove Hispaniz, ed. 2.2, pág. 50. 3 Hernández, ed. Mat. J, pág. 187. 123 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. seo Nacional, y hoy puedo asegurar, con toda certidumbre, que he logrado cultivarla y obtener todo lo que necesitaba para su identificación completa. Con la raiz sembrada se logró desarro!llar una planta de tallo delgado, voluble, de 14 metros de largo, con las hojas acorazadas y las flores blancas, en forma de vaso, como di- ce Hernández; aunque no largas sino muy pequeñas, y con un fruto del volumen de un ar- vejón. Por sus caracteres botánicos pertenece á la familia de las Cucurbitáceas, y se ha- lla clasificada en la obra de Engler con el nombre de Microsechyum Helleri, Cogm.; en el cual género hay dos especies conocidas, ésta y el Microsechyum palmatum, Engl., que correspondería á otra especie de Hernández, según se infiere por la semejanza que indi- ca con la Brionía, que es una Cucurbitácea. | La descripción de la siguiente especie, representada en la adjunta lámina, según Cogneaux, es como sigue: Microsechyuwm Helleri, Cogn. Hojas enteras, ó más ó menos 3-5 lobadas; zarcillos tri- fidos. Pedúnculo masculino común, delgado, lus más veces paucifloro, simple y sin brácteas en la base; dientes del cáliz mucho más cortos que la corola. Raiz gruesa; tallo delgado, ramoso, estriado, lampiño ó pubérulo; de 6-8 metros de lar- so. Peciolos rollicitos, finamente estriados, más ó menos brevemente velloso-hirsutos, de 2-10 centímetros de largo. Hojas por lo regular de un verde intenso en el haz, breve y escasamente hirsuto; en el resto punteado escabrosisimo; en vez de un verde pálido breve y densamente velloso—hirsuto; con el margemw denticulado; contorno ampliamente ovado, de 8-14 centímetros de largo, y casi lo mismo de ancho, enteras, ligeramente 3-5 lobadas, ó casi hasta la base 5-partidas, con los lóbulos triangulares, ovados, oblongos ó lanceola- dos, agudos ó acuminados; el intermedio más largo; los laterales algunas veces obtusos y los exteriores cortísimos; seno bacilar arredondado ó angosto, de 2-7 centímetros de pro- fundidad; zarcillos bastante delgados, surcados, lampiños ó pubérulos. Pedúnculo mascu- lino común, surcado, ligeramente velloso, sobre todo en el ápice; de 10-30 flores, y de 3-25 centímetros de largo; pedicelos flliformes, extendidos ó reflejados, de 3 á 14 centi- metros de largo; cáliz escasamente peloso; el tubo de 4-5 milímetros de ancho, con dien- tes de 1-2 milímetros de largo. Corola de 8-11 milímetres de ancho, escasamente pun- teado-glandulosa, segmentos ¿-nervados. Estambres de filamentos delgados, lampiños, de 23 milimetros de largo, unidos hasta más allá de la mitad; radiados en el ápice; anteras suborbiculares, de 1 milímetro de largo. Pedúnculos femeninos, de 1-2 centímetros de lar- go, con 2-5 flores en el ápice. Fruto ovóideu, de 12-16 milímetros de largo, obscuramen- te angulado, provisto de espinitas erguidas, de 2-3 milímetros de largo, engrosadas en la base. Semilla blanquizca, de 10-12 milímetros de largo, 8-10 milímetros de ancho y 2-24 de espesor. AMOLES DE LA FLORA MEXICANA DE MOCIÑO Y SESSE. En la Flora mexicana los Sres. Mociño y Sessé mencionan también el Polyanthes tubu- lata,* y en las Plantas de Nueva España el Polyanthes americana; que son una misma plan- ta. Están clasificadas como dos especies distintas, y las dos tienen la cita de Anoyma sep- 1 Flora mexicana, pág. 88. 2 Plante Nove Hispanie, p. 50. 124 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. 5] tima, Hernández, p. 392; por lo que debe creerse que son una misma, y corresponden per- fectamente con la descripción de la Bravoa geminiflora, Llav. et. Lex., y la lámina de Hernández ya mencionada. Este Amole ya lo señalamos antes entre los de Hernández. AMOLQUILITL. Esta planta! está identificada por los Srs. Mociño y Sessé, como Phytolacca icosan- dra, L. (planta nuestra efectivamente y admitida en la Biología), y al hablar de sus usos, dicen: “que el jugo de las hojas y los frutos sirve para curar la tiña, como remedio eficaz; y añaden: “las espigas machacadas, que los mexicanos llaman Amolquilifl, ó hierba de ja- bón, y los tarascos Góngora, la usan en la economía doméstica en lugar de jabón, para la- var los lienzos delicados.” De esta planta debe decirse lo mismo que de la otra Phytolacca, que son del mismo género. AMOLLI Ó BOLICHE. En las obras mencionadas se encuentra este Amolli? con el nombre de Sapindus amolli, Moc. et Sessé, Fl. Mex. Ic. 257. La descripción es exactamente igual en las dos: la traen como originaria de Cuernavaca, donde es conocida con el nombre de Boliche, y en otros lugares de la República con el de Amolli En cuanto á los usos económicos dice: “Las ba- yas maduras por la maceración é infusión en el agua, dan un mucílago espumoso y jabo- noso con el cual los indígenas lavan y blanquean sus lienzos, y las semillas sirven para confeccionar collares y rosarios.” De esta especie se puede afirmar, desde luego,que es un Sapindus, y en las especies mexicanas que trae la Biología podría presumirse que fuera el Sapindus incequalis, por ser del sur de México. En las plantas de Nueva España se encuentra el Sapindus trifoliatus,* como su nom- bre lo indica, con las hojos fernadas; ésta parece no ser un Sapindus, que en lo general tienen las hojas pinadas, y los mismos autores dicen: “que se acerca por sus caracteres á la Paullinia, y sólo difiere por el nectario.” Este último carácter es común ála Paullinia y á la Serjania; pero la cápsula trialada es característica de la primera de estas dos, y no de los Sapindus, por lo cual me inclino á creer que debe ser una Paullinia de las muchas que tenemos. Se registran también en la misma obra? dos Amoles clasificados con los nombres de Rhamnus amolli y Rhamnus pinnatus, de Michoacán y Colima respectivamente, donde son conocidas y usadas las bayas ó frutos como jabón. 1 Plante Nove Hispaniz, p. 70. 2 Fl. Mex., pág. 95.—Plante Novx* Hispaniz, p. 56. 3 Plante Nove Hispaniz, p. 55. 4 Fl. Mex., pág. 65.—Plante Novxe Hispaniz, p. 63. 125 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. No he podido identificar estas dos plantas, por más esfuerzos que hice: 19, por lo in- completo de la descripción, y 29, por estar muy poco estudiado el grupo de las Sapindá- ceas mexicanas. Si se puede afirmar que entre las Ramnácezs no se conoce actualmente alguna planta saponifera, por lo que juzgo que probablemente son del género Sapindus, sobre todo, el Rhamnus pinnatus, por ser el fruto en forma de baya, ó más bien drupáceo y contener saponina. AMOLES DE VARIOS AUTORES. (Del Arbol de las cuentas del jabón). “En la Provincia de Oaxaca!' y en la Mixteca Alta, en las islas de Santo Domingo y Puerto Rico, se crían unos árboles grandes muy comunes, la hoja de los cuales quiere pa- recer á la de los helechos pequeños y que en extremo parecen bien; echan una fruta ta- maña como avellanas, y no es buena para comer; pero sacado un hueso que tiene poco mayor que un garbanzo, redondo, negro, como de una pelota de arcabuz, echan este fruto en agua caliente, sacando el hueso que digo, y con aquella agua jabonan la ropa de la misma manera, como con el berissimo(>) y saca la misma espuma, tanta y tan grande, como el muy escogido jabón de España, y á necesidad puede con facilidad lavarse á la continua la ropa con ella; los huesos puestos al sol se pone: de un finísimo negro azaba- chado, y torneándolos y agujereándolos se hacen muy preciados rosarios, casi tan buenos como los que llaman de coyol, que es de lo que se usa ordinariamente en Nueva España, porque son muy livianos, y no se qniebran jamás, cemo los de azabache y hueso: cada hueso tiene dentro una pepita ó médula muy amarga del sabor de las pepitas del durazno, la cual sacan los torneros con facilidad, y quedan las cuentas huecas, y de estos los hacen del tamaño que quieren, porque con coger el fruto de la manera que quisieren y puesto á secar al sol, los hacen tan pequeñuelos como se los piden.” Por los caracteres ya descritos, no cabe la menor duda que se trata de un Sapindus, y por la localidad que indica, podría ser el Sapindus galeotti, Gray, que ha sido encon- trado en aquella localidad por el Sr. C. G. Pringle. El Sr. Dr. Leonardo Oliva* dice: “Otra que lleva el nombre de Amole y que acaso es el Iyamole de Hernz. del que poco difiere, también se llama Amole de bolita, para dis- tinguirlo del Amole de raíz. (Agave mexicana, Lamk.). Es una nueva especie que acaso con la Bolitaria y el Sapindo de India deba formar un nuevo género, y la describe asi: Sa- pindo Amole, con hojas simples, alternas, elípticas, apenas festonadas en su limbo, obtu- sas en su ápice. Cáliz campanulado 5-fido, sus divisiones echadas hacia afuera. Corola de 5 pétalos doblados hacia adentro, cóncavos, ungiticulados, alternos con las divisiones del cáliz. Estambres 10, filamentos libres, 5—alternos con los sépalos y fértiles, nacen más abajo de los otros cinco, que son opuestos á los sépalos y estériles. Estigma bífido. Las hojas son de un verde claro, de un sabor algo acre y ligeramente amargo. Los frutos glo- y bulosos, de un pericarpio castaño, con sabor bastante acre y amargo. 1 Fr. Francisco Ximénez, traducción de la Obra de Hernández, pág. 82, reimpresión del Dr. Antonio Peñafiel. 2 L. Oliva. Lecciones de Farmacologia, 11, pág. 66. 126 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. “PROPIEDADES QUÍMICAS. Contiene bastante cantidad de saponina, principalmente en sus frutos; esta es una substancia particular, sólida, blanca, inodora, soluble en el agua, á la que comunica la propiedad de hacer espuma, é insoluble en éter y el alcohol absoluto: con los álcalis y ácidos se transforma en ácido escúlico. “PROPIEDADES Y Usos. Las sumidades no florecidas del Amole creo que pueden subs- tituir á las de la Saponaria, y el fruto con más ventaja todavía. La Saponaria se ha mira- do como ligeramente tónica, excitante y propia para provocar las secreciones, aumen- tando su actividad y estimulando los órganos; se ha tenido, además, como fundente y ape- ritiva, y se ha recomendado en las afecciones cutáneas, reumatismales, sifilíticas, etc. Apenas es usada entre nosotros; el Amole se tiene como antitísico,” Además, el Sr. Dr. Oliva “menciona en el mismo párrafo la Bolitaria,* que no deseri- be, pero indica que debe formarse con ésta, el Amole de bolita y el Sapindo de Indias, un nuevo género.” Ya hemos vista que el /yamolin de Hernz. es la Phytolacca octandra, que el Amole de raíz dice que es el Agave mexicana, en lo cual tiene razón, y en cuanto al Amole de bolita lo clasifica como Sapindus amolli, cuya denominación pertenece á la Flora Mexicana de Mociño y Sessé, y cuya especie no ha sido aún admitida, y sólo más tarde será rectificada. El Sr. Berlandier, botánico distinguido que acompañó á la Comisión de Límites,* dice: “En la cañada de Agua Verde, al Norte de Laredo (actualmente Texas), hay un arbusto conocido con el nombre de Jaboncillo: sus frutos, parecidos á pequeñas avellanas, sirven para jabón, y mezclados con el agua producen una especie de espuma.” La planta á que hace alusión el Sr. Berlandier es, en mi concepto, la señalada en la Biología Central Americana con el nombre de Sapindus marginatus, Willd., que es origina- ria de los Estados del Sur de Norte América, y muy extendida en los Estados del Norte de nuestra República.. El Sapindus saponaria, Linn., ha sido colectado por el Dr. Edward Palmer en la ha- cienda de San Miguel, á una milla del Mineral de Batopilas, y á una altura de 2,400 pies sobre el nivel del mar y clasificado por el Sr. S. Watson.* Los Sres. Deniker y Cauvet,* al hablar del Sapindo de Linneo, mencionan el Sapin- dus saponaria, ó JSabonero de lis Antillas, haciendo notar que sus raices y sus frutos de pulpa gelatinosa contienen un principio amargo que hace espuma en el agua y puede emplearse para lavar la ropa en lugar de jabón. H. Baillon, haciendo referencia á las Sapindáceas, dice: “Las especies útiles de esta familia tienen propiedades muy diversas. La más conocida es la de que hacen uso los ja- boneros, y á la que deben su nombre. Un principio amargo existe en la mayor parte de sus órganos que vuelven el agua espumosa y le dan las cualidades del jabón. Pero hay, además, en estas plantas alguna cosa de acre que altera rápidamente el lienzo.” “La madera de Panamá" del comercio, que sirve para limpiar los lienzos, y que se venden en gruesos pedazos en París, es probablemente la corteza del Sapindus saponaria, y algunas otras. Es frecuentemente muy voluminosa para pertenecer á la Quillaja sapona- 1 L. Oliva, loc. cit., II, pág. 66. 2 Berlandier. Diario de la Comisión de Límites (Texas), pág. 130 3 Proc. of Am. Acad., XXI, p. 425. 4 J. Deniker y D. Cauvet. Atlas Manuel de Botanique, page 40 A 5 H. Baillon. Histoire des Plantes, V, page 385. 6 H. Baillon, loc cit.. pág. 386. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. ria, de la familia de las Rosáceas: vuelve el agua muy jabonosa, y cuando se le huele des- pués de haberla quebrado fresca, se estornuda enérgicamente, lo que parece debido en esta corteza inodora á la acción mecánica sobre la mucosa, de las agujas cristalinas de que está abundantemente provista.” Por estos datos recogidos se viene en conocimiento de que existen varias especies de Sapindus en varios lugares de la República, y es casi seguro que eran conocidas de los antiguos mexicanos. He agregado algunas de las propiedades de las plantas exóticas, para que Sean comparadas con las nuestras, que tienen el mismo principio jzbonoso que aquéllas. “Hay una hierba que se llama Amolli;' tiene las hojas como espadañas chicas, y el tallo blanco;la raiz de esta hierba sirve como jabón para lavar la ropa, y con las delga- das lavan la cabeza, y también son como morga para emborrachar á los peces, y si algu- no bebe de esta agua de la raiz, ó muere ó recibe mucho bien,? y si alguno ha bebido al- guna sanguijuela yla tiene en el cuerpo, bebiendo la agua de esta raiz, la mata.” “Los pueblos salvajes de la California usaban del Amole,* según dicho del capitán Du Petit Thouars, de la fragata “Venus,” quien ha remitido igualmente unas cebollas, que se emplean en aquellos lugares en vez de jabón, sin que sea necesario prepararlas para este uso, y que tienen la virtud de quitar aun las manchas de pintura.” “El Amole reputado como antídoto contra la rabia, y tan útil á los habitantes por sus propiedades mucilaginosas, que sirve para lavar la ropa, es común en el Valle y en todas las montañas.” Se puede presumir por estas descripciones ó relatos, que estos Amoles de cebollas ó cepas de las Amarilidáceas, tal vez sean el Zephyrantes carinata, ó alguna de las seis es- pecies conocidas de este género, que se encuentran muy esparcidas en Texas y el Norte de México. Hay otras raíces que llaman Atzamolli, que también las comen:* hácense en el agua dulce, y son como fruto de unas hierbas que se crían en el agua; tienen las hojas anchas como platos, que hacen unas rosas blancas,” Esta planta es, en mi opinión, la Nymphea graciles, ó mexicana, y es necesario | averiguar por qué tiene el nombre de Atzamolli; pues si, como presumo, quiere decir en mexicano, Amole de agua ó acuático, sería preciso reconocer si contiene saponina. El rizoma de la Nymphea, conocido en el mercado de México con el nombre de Cabeza de negro, ha servido y sirve como alimento en diversos países, por la gran cantidad de fécu- | la que contiene: dicho rizoma se come cocido como la papa, y es muy útil en tiempos de escasez de los cereales. Esá la vez mucilaginoso, ligeramente acre y astringente; por es- te motivo se usa contra la disentería, la blenorrea y otros muchos flujos. Se considera también como un poco narcótico. Se le atribuyen propiedades refrigerantes y anafrodi- síacas, que sin duda son imaginarias, pero que han pasado como proverbio en Europa. La verdad es que la acción médica de todas las Ninfeas se debe al tanino que contienen. 1 Sahagún. Historia general, III, pág. 244. 2 Está demostrado que cura la rabia: un rabioso devorado por la sed, no encontrando agua con que sa- tisfacerla, se echó á pechos una porción de lejia de 4mollí que encontró á mano; lueg'o que la bebió, le tomó un sueño muy plácido, del que selevantó sano, por cuyo motivo comunicamos este descubrimiento en el pri- mer diario de México que publicamos en 1804. (Nota de D. Carlos María Bustamante). 3 Mosaico Mexicano. II, pág. 199.—Journal des Debats, Agosto 11 de 1839. 4 Sahagún, loc cit., III. pág. 240. 5 Baillon, loc. cit., TI, pág. 99.—Descourt. Flore des Antilles, VIII, page 574. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Debido á la bondad de mi apreciable amigo, el Sr. Dr. D. Alfredo Dugés, cuyo em- peño y eficacia por las ciencias naturales nos son tan conocidos, he recibido cuatro Amo- les, procedentes del Estado de Guanajuato: el primero es un rizoma tuberoso, bastante grande, que fué remitido, según entiendo, á Boston, por el mismo Sr. Dugés, con el nom- bre vulgar de camote de cerro, y fué clasificado allá como Dioscorea sp. (?):* el membrete puesto por el Sr. Dugés, es que pertenece á una Dioscoreácea, y presumí entonces que fuera el Quilamolli, lo que resultó inexacto. El segundo es un tubérculo mediano de 0m20 de largo por 0m50 de ancho, con el nombre de Lechuguilla, que probablemente es un Agave, el Agave guttata, Jacq. et Bouché, ó el Agave variagata, Jacobi, que son conocidos como Amoles, y fueron colectados por el Sr. Schaffner en San Luis Potosí.” “El tercero es un tubérculo chico llamado también Amole, queen mi concepto es la Bravoa gemini- flora; y el cuarto, un bulbo ó cebolla, con nota escrita por el Sr. Dugés,que dice: ““Amari- lidácea de flores verdes, si mal no recuerdo,” y que para mí es el Prochnianthes virides- cens, que tiene efectivamente las flores verdes. El Sr. George Engelmamn dice:* “Los troncos de la mayor parte de los Agaves, si no todos, contienen, como las yucas y otras plantas de esta familia, una gran cantidad de mucilago,* el que, mezclado con agua, tiene cualidades detergentes en un grado conside- rable: estas raices y toda la planta así usadas, son conocidas por los mexicanos con el nombre de Amole.” El resumen, de todo lo dicho se puede deducir que los antiguos mexicanos usaban va- rias plantas como Amoles, y las que hasta hoy he podido rectificar son las siguientes: SAPINDÁCEAS. SAPINDUS GALEOTTI, Gray.—N. V. Amole de bolita, Árbol de las cuentas de jabón.—Oaxaca. SAPINDUS INEQUALIS, D. C.— N. V. 4molli ó Boliche.—Cuernavaca. SAPINDUS MARGINATUS, WiLLD.—N. V. Jaboncillo, Amole.—Sonora, Texas. SAPINDUS SAPONARIA, Lixx.—N. V. Jabonero de las Antillas, Amole.—Batopilas. SAP.NDUS SP(?) Sapindus Amolli (2) Ov+va.—N. V. Amoli, Bolitaria.—Guadalajara, Colima. FITOLACÁCEAS. PHYTOLACCA OCTANDRA, Linx.—N. V. Iyamolin, Jabonera ó hierba del jabón, Mazorquilla, Gónguera Amole.—Texcoco y lugares de la zona templada. PHYTOLACCA ICOSANDRA, Lixx.—N. V. Iyamolin, Amolquilitl, s. Mociño et Sessk.—Veracruz y lu- gares de la zona cálida. 1 Proc. of Am. Acad. XVIII, p. 163. 2 Proc. of Am. Acad. XVIII, p. 161. 3 The Transactions of the Academy of Sciences of St. Louis. UI, p. 294. 4 La sugestión hecha (p. 21, The Trans.), que el rizoma puede contener saponina, no ha sido verificada por el análisis químico. REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. AMARILIDÁCEAS. ó ZEPHYRANTHES CARINATA, HerBerT.—N. V. Amolli— Valle de México, Guanajuato y lugares de la zona templada. POLIANTHES TUBEROSA, LinxN.—N. V. Omixóchitl, Amole.—León y lugares cálidos, Guanajuato (Kunth dice: «species valde probabiliter,» Agave). BRAVOA GEMINIFLORA, LLave er Lexarza.—N. V. Amolxóchitl.—Valle de México, Guauajuato y lu- gares de la zona templada. PROCHNIANTHES VIRIDESCENS, S. Warson.—N. V. Amole, Apíntli.—Tepotzotlán, Querétaro, Gua- najuato, Pachuca, etc., y lugares cálidos. AGAVE (MANFREDA) BRACHYSTACHYS, Cav.— N. V. 4molli, Lechuguilla. —Tepotzotlán, San Luis Potosí y lugares cálidos. AGAVE FILIFIERA, Sarm. Dyck.—N. V. Amole, Lechuguilla. —Querétaro, San Luis Potosi. AGAVE (MANFREDA) GUTTATA, JacoBr er BoucHe.—N. V. Amole, Lechuguilla, Apintli. —Tepotzo- tlán, San Luis Potosí y lugares cálidos. AGAVE HETERACANTHA, Zuco.—N. V. Amole.—Chihuahua. AGAVE MEXICANA, Lamk.—N. V. Amole de raiz. —Guadalajara. AGAVE PARRYTI, EnceLm.—N. V, Amole.—Sonora, límites de Texas. AGAVE VARIEGATA, Jacor.—N. V. Lechuguilla.—San Luis Potosí, Querétaro. LILIÁCEAS. YUCCA RUPICOLA, var. RIGIDA, EncGeim. L.—N. V. Amole de Couahuila, s. ENGELM. CUCURBITÁCEAS. MICROSECHIUM HELLERI, CocnN.—N. V. Quilamolle, Sanacoche, Raicilla.—Santa Fe, Valle de México, San Luis Potosi, Guanajuato, etc. MICROSECHIUM PALMATUM, Co6x.—N. V. Chichicamolli, Amole amargo, Camote de Cerro.—Distrito Federal, Guanajuato, etc. El relato anterior indica que la mayor parte de los Amoles pertenece á la familia de las Amarilidáceas, otras á las Cucurbitáceas, otras á las Sapindáceas y Fitolacáceas y, por último, una á las Liliáceas. Desgraciadamente en este estudio me faltó la ayuda poderosa de mi inteligente ami- go y sabio Director del Museo Nacional, el Sr. D. Francisco del Paso y Troncoso, profundo conocedor del idioma mexicano, y que me favoreció tanto en el estudio que hice otra vez acerca de los copales mexicanos. El estudio de los copales de Hernández ó Burseráceas mexicanas, me hizo compren- der, desde entonces, que los antiguos mexicanos, á pesar de ser una raza semisalvaje, sa- bían agrupar las plantas que, sea por sus productos ó aspecto fisonómico, sea por sus pro- piedades médicas ó alimenticias, presentaban cierta semejanza. Y de hecho lo consiguie- ron, pues sino se les concede una verdadera clasificación, cuando menos, por una sola de- nominación (á la que se presta tanto la estructura de su idioma), formaron grupos bien ca- racterizados, como, en mi humilde opinión, se puede demostrar en los pocos vegetales que he podido estudiar. México, Octubre 4 de 1897. 130 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. EL PEYOTE Y EL OLOLIUHQUI. —I.—PARTE HISTÓRICA.— líneas de largo, jugoso. Semillas de 8 lí- neas de largo fuertemente tuberculadas; el hilo basilar transverso y algo truncado.» El Sr. Coulter agrega que se da en los cerros calizos en la región «Great Bend» del Río Grande en Texas y al Sur de Coahuila. Florece en Septiembre y Octubre. Los ejem- plares colectados en Texas lo han sido por Wrigth, 1850; Bigelow, 1852; Parry, sin núme- ro ni fecha; Lloid, 1590; Evans, 1891; Briggs, 1892, creciendo también en el Jardín Botá- nico de Missouri, 1893. 2.—Anhalonium prismaticum, Lem. Cact., p. 1,1. I, fig. 2. (1859.) Mamillaria prismatica, Lem. Hort. Univ., I, p. 231. (1839.) Cactus prismaticus, Kunze, Rev. Gen. Pl., p. 261. (1891.) Plana hacia arriba; en forma de trompo hacia abajo; de 7,5 á 12,5 cm. de diámetro; tubérculos (en la parte superior estrechamente empizarrados, pero extendidos, duros y se- cos, de forma de pirámides triangulares muy agudas, con un borde cartilaginoso también agudo, el que desaparece comúnmente con la edad y deja los tubérculos más viejos vol- teados y embotados), de 18 á 25 mm. de largo y otro tanto de ancho en la base; la super- ficie superior generalmente plana y lisa, además de que es más ó menos pulverulenta y frecuentemente lleva una pequeña almohadilla tomentosa (la que desaparece más tarde) justamente abajo de la extremidad en forma de garra; flores color de rosa; fruto alargado, oval y rojo. ([Il. Lem. Cact., t. 1.) Tipo desconocido. 143 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Es, en general, de México, pero se refiere exclusivamente á San Luis Potosí. Induda- blemente se encuentra en Coahuila, y también es posible en la región de Río Grande. Los ejemplares colectados: en México en general (Coll. Salm-Dyck, 1858); en San Luis Potosí (Echanzier, 1891); ejemplares cultivados en el Jardin Botánico de Missouri en 1881 y 1893. 3.—Anhalonium furfuraceum, (WaATsoN.) Mamillaria furfuracea, WATSON, Proc. Amer. Acad., XXV, 150. (1890.) Muy parecida al Anhaloniuwm prismaticum; pero la porción triangular del tubérculo acuminada y más corta, teniendo la superficie superior irregularmente apesonada, y la punta que la termina bruscamente en una depresión cartilaginosa conteniendo una al- mohadilla tomentosa; flores de 2,5 á 3 cm. de largo, blancas ó rojizas, los sépalos color cas- taño. Tipo Pringle, 2,580, en Gerb. Gray., colectada en Paso Carneros (Coahuila, 1889). 4.—Anhalonium pulvilligerum, Lem. Cact. (1839.) Anhalonium elongatum, SALM-DYCk. (1850.) Ésta parece ser una tercera especie mexicana sin muesca. No he visto ningún ejem- plar; pero juzgo por la descripción, que se distingue de las dos especies precedentes prin- cipalmente en sus tubérculos, menos apiñados y más alargados, cubiertos en el ápice con una almohadilla tomentosa. (La porción triangular es de 5 cm. de largo por 2,5 cm. de ancho en la base.) 1.—Lophophora williamsii, (Lem.) 1. 1, fig. 1. Echinocactus williamsii, Lem. All. Gart. Zeit., XII, 385. (1845.) Anhalontum williamsii, Lem. in Forst. Handb. Cact., I, 233. (1846.) De forma semiesférica, con una raíz muy gruesa, y las más veces densamente prolí- fera; lineada transversalmente hacia abajo por los restos de los tubérculos marchitos; ge- neralmente ocho costillas (4 veces seis en los ejemplares jóvenes) y muy anchas, convir- tiéndose gradualmente hacia arriba en tubérculos nacientes bien marcados, que están apiñados, con borlas delicadas y apinceladas, y que llegan á ser más tarde almohadillas casi borradas sobre las costillas; flores pequeñas de color blanco al rosa; cuatro estigmas. (Ill. Bot. Mag. t. 4,296.) Tipo desconocido. A lo largo del Lower, Río Grande, Texas, y extendiéndose á S. Luis Potosi (Eschan- zier, 1891); creciendo también en el Jardín Botánico de Missouri, 1893. 2.—Lophophora williamsii lewini, (HENNINGS. ) Anhalonium lewinúl, HENNINGS, Gartenflora, 410. (1888.) Una forma muy robusta, de costillas más numerosas (comúnmente trece), y por esto mismo angostas y sinuosas, con borlas mucho más prominentes. (111. Monats Kakteenkunde, October, 1891.) Tipo desconocido. En ambos lados del Rio Grande. Ejemplares colectados: Texas (Wm. Lloyd, 1890, Boca del Río Pecos; Mrs. Nickels, 1892, 1893); México (ejemplares colectados en en el Río Grande, cerca de Laredo, 1894); creciendo también en el Jardin Botánico de Missouri, 1893. Los dos géneros Anhalonium y Lophophora son exclusivamente mexicanos y se en- cuentran en diversos Estados de la República, como Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosi, 144 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. y llegan hasta el Estado de Querétaro: de este último Estado me fué traída una gran co- lección de ejemplares de Lophophora williamsit, recogidos por el Sr. Dr. D. Nicolás León, de un punto llamado Peñamiller, donde es conocida esta planta con el nombre de Peyote, y es el que corresponde principalmente al usado por los indios en sus Ceremonias y ritos religiosos. El 4. engelmanni y el A. prismaticum han sido colectados por el Sr. A. Mac- Dowel, en Coahuila y Monterrey. En la Biología Cent. Am. se señala, además de los que nienciona el Sr. Coulter, el A. areolosum, sin indicar la localidad y con la clasificación de Benth. que lo trae con el nom- bre de Mamillaria. Peyotl DE XOCHIMILCO.' ] ] EXPLICACIÓN DE LA LÁMINA ADJUNTA. Lophophora williamsit, fig. 1. EA EE daa prismaticum, fig. 2. Anhalonium engelmanni, fig. 3. Anhalonium (williamsit) demini, fia. 4. Flor de la misma, fig. 5. E PANA DMURAMDEZAS LAM. XXXIII. BEMONES REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. IV. CARACTERES FÍSICOS Y QUÍMICOS «La atención del mundo médico* ha sido fijada por primera vez en el Anhalonium lewinii por Lewin y Henning,? quienes en 1888 publicaron los resultados de sus observa- ciones acerca de esta droga, Desde hace algún tiempo Lewin había hecho el estudio de esta planta. Pero además de esto, y la discusión á que ha dado lugar la clasificación botá- nica del Anhalonium lewinii, poca atención ha merecido esta droga por los investigado- res, debido probablemente á la dificultad que se tiene para conseguir los ejemplares. del Dr. Br. Goode, viene un capitulo que tiene por título: «The Groupers and the Jew fish,» que vertido á nuestro idio- ma en lo mas substancial, dice lo siguiente. Son peces de cierta importanciaque en lo veni- dero serán más apreciados por los pescadores de caña ó anzuelo. Casi todos ellos perte- necen al género Epinephelus. El E. morio ó «Grouper,> es una gran especie que pesa de 40 á 50 libras. Se llama también «Brown Snapper» ó «Red bellied Snapper» (Mordedor: pardo y Mordedor rojo ventrudo). Es una especie meridional de los arrecifes de la Florida y «un de la costa de Nueva York; no siendo raro en el mercado de esta ciudad, los meses de junio y julio. Por hoy casi nada se puede decir acerca de sus costumbres; cuando se le transporta en los viveros de los barcos, se muestra muy atrevido, pues toma el alimen- to de la misma mano que se lo ofrece, y hostiliza á los demás peces que lo acompañan en 160 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. su cautiverio. El «Red Grouper» es muy abundante en el Golfo de México, en compañía del «Red Snapper» viviendo todo el año en los bajo fondos del mar, y desovando en los meses de junio y julio: especialmente el primero que nada con gran lentitud, casi nunca sube á la superficie. Es muy voraz y consume, como lo ha demostrado el examen del con- tenido estomacal, enormes cantidades de crustáceos y pequeños peces. Grandes cangrejos córneos, en Casi completo estado de conservación, á menudo se encuentran en esta visce- ra. Sus movimientos son más bien lentos y Cuando se le engancha con el anzuelo, se le- vanta como un peso muerto, más que como un pez vivo (lo cual significa que no se mue- ve). En el sur de la Florida, cuando es posible adquirirlo, se le come con profusión, y en Kew West es de particular importancia, puesto que una gran flota: de barcos se emplea “constantemente en acarrear fardos de «Groupers,» á Cuba. En la Florida occidental, en donde privan los «Red Snapper,» los «Groupers» no tienen demanda y de consiguiente son de poco valor en el mercado. La vida de estos últimos, esnotablementetenaz, pues sacados del agua viven algunas horas á pesar de estar expuestos á una alta temperatura. Esta es la razón por qué la flota de Key West, los prefiere para transportarlos á Cuba; pues está obligada á llevarlos por un largo camino al mercado, en medio de agua caliente, y ningún otro pez del mismo género resistiría sin perecer. Alcanza, por otra parte, un pesode 40 libras y es un excelente alimento. En Cuba se le llama Cherna por los españoles, y en cuantoal nombre «Grouper,» puede asegurarse que es una corrupción de Garoupa, el cual fué impuesto por los portugueses para designar á semejantes especies. En tiempo de DeKey, este pescado no fue descono- cido en el mercado de New York, en donde se vendía de 6 á 12 centavos la libra, aunque su carne seconsidera dura y no muy estimada. Gill escribiendo sobre este mismo mercado, en 1856, decía: «Esta especie se remite algunas veces á nuestro mercado desde Key West y los arrecifes de la Florida, en los meses de verano, y jamás he visto más de dos ó tres expuestos á la venta al mismo tiempo: es allí, por el contrario, bastante estimado y se vende de 12 á 15 centavos la libra. G. Scott, escribió alguna vez: «El Grouper» es un excelente pescado de mesa, y Cuan- do está cocido y preparado con mantequilla y salsa de camarón ó langosta, se dice que es del todo igual al rodaballo. El «Black Grouper» Epinephelus nigritus, es conocido en la Florida y Texas con el nombre de «Jew-fish,» ó pez judío en castellano, y en Panzacola, se le llama «Warsaw:» evidentemente es una corrupción del nombre español, Guasa. Holbrook fué el primero en darlo a conocer, al recibir un ejemplar de las cercanías de Charleston; al norte de aquel puerto aún no ha sido observado, pero parece ser abundante á lo largo de la costa de la Florida oriental y del Golfo de México. Mr. $. C. Clark, lo ha visto en la región de In- dian River, comunicando los siguientes informes al Prof. Baird. «El «Black Grouper» permanece allí todo el año, aunque no en abundancia, y los de mayor tamaño pesan cerca de 15 libras. Pasa el invierno viviendo «en las oquedades de las rocas, y bajo las raíces y troncos sumergidos ó al rededor de los pilotes, siendo solita- rio en sus costumbres. Se alimenta de pequeños peces, principalmente barbos y crustá- ceos, procreando los meses de mayo y junio en los ríos salados. El desove es muy peque: ño y de un color amarillo pálido. Se pesca con harpón, anzuelo ó sedal encebado con el alimento que acostumbran tomar, y casi solo se les ve cuando son capturados de este mo- do, siendo por otra parte, muy estimados como alimento.» Mr. Stearns hace notar que este pescado es muy común á lo largo de la costa del 161 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. Golfo, viviendo especialmente en los mismos lugares que los «Snappers» y los «Groupers». Se encuentran algunas veces en abundancia en las babías viviendo en el fondo y mante- niéndose con pequeños peces, cangrejos, etc. Alcanza un peso enorme, pues han sido to- mados algunos ejemplares de 80 á 100 libras; los pequeños son más aceptados, pues los grandes son muy duros para salarse. Hay otro pez distinto que se llama también, «Jew-fish» ó«Warsaw> y «Black Grouper» del que se han obtenido ejemplares de gran tamaño, y registrado en nuestro Catálogo con el nombre de Promicrops guasa; siendo evidente que no es el adulto del «Black Grouper» común ó de alguna otra especie afine, Cuya apariencia llega á cambiarse algunas veces con la edad. Un buen modelo de esta especie adorna el pabellón de pesquerías del Museo Nacional. El Prof. Poey, por quien fué nombrada, asienta que en Cuba alcanza un peso de 600 libras. Un viejo pescador de Conectticut, que estuvo ocupado por muchos años en la pesquería de Savannha, afirma que las pequeñas embarcaciones de la Habana, frecuente- mente recogen pescado judío. Son tan voraces que cuando se les pone en el vivero con los <«Groupers» los perjudican mucho, y para evitarlo es de necesidad amarrarles Ja: boca. El «Spotted Hind,» del Golfo de México, Epinephelus Drummondi, Hayi sele ha en- contrado en el Golfo de México, y enlas Bermudas. En estas islas fué observado en 1851, por Col. H. M. Drumond-Hay, de la armada británica y en aquel lugar se le llama «John Paw.> Es una de las más importantes especies, cuya noticia se debe á la Comisión de peces de los E. U. Sin embargo de ser un excelente pescado de mesa, hasta hoy no ha sido bien apreciado. Mr. Stearns, recuerda los siguientes hechos referentes á sus costumbres. «The Spo- tted Hind» es común en compañía del «Grouper» y el «Jew fish» y es abundante en el sur de la Florida, cerca de los arrecifes. Fuera de Panzacola, vive en las profandidades de los lugares de pesca á 17, 19, 22 brazadas. Nada pegado al fondo y es de movimientos lentos. No sé que acuda á la bahía, y creo que desova en el mar. Se han cogido ejem- plares que pesan 50 libras, equivalentes á cuatro veces el tamaño medio. Se le ve á diario en el mercado de Key West, y se vende con facilidad; pero en Panzacola, Mobile y New Orleans, con dificultad se realiza. Su color varía considerablemente con el distinto color de los fondos en que vive. El Conejo de mar, de Key West, Epinephelus apua, ó «Hind» de Bermudas, es un im- portante pescado de mesa que se encuentra á través de West Indies. Algunos ejemplares han sido remitidos por el Sr. Stearns, quien hace notar que es común en el Sur de la Flo- rida, entre los arrecifes, y que á menudo se ve en el mercado de Key West, donde fácil- mente se vende. El « de Panzacola, que ha sido llamado indistintamenta con los nombres de M. brunnea, M. microlepis y M. stomias, dice Mr, Stearns que es común en compañía del «Red Grouper» aunque no tan 162 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. abundante. Desova en junio y julio en el mar y en las calas. Como pescado de mesa se considera superior al «Grouper,» aun cuando no es de fácil venta. Alcanza un peso de 50 libras. El Prof. Jordan es de opinión que la forma recientemente descubierta, descrita por Goode y Bean, como 1. stomias, el «Gag» de Key West, es el adulto clasificado anterior- mente por él, bajo el nombre de MW. microlepis. El «Rock-fish» de Key West, aún no ha sido identificado. Mr. Stearns dice que se vende casi todos los días en el mercado. El peso medio es de 445 libras, y el máximum de 25á430. En Key West como en Bermudas hay varias formas conocidas, como «Rock fish.» Una espacie afine del M. falcata, se llama «Scamp, en Panzacola. Es común cerca de la costa de la Florida, viviendo cerca del fondo en compañía de otras especies de «Grou- pers.» Se encuentra casi todo el año en la costa y se pesca con anzuelo ó sedal. Raras veces su peso excede de 20 libras y el tamaño medio correspondiente es más pequeño. Se le considera como un excelente pescado de mesa y los pescadores españoles de Key West le llaman bacalao (Cod fish). S. C. Clark lo refiere al pez llamado «Mangrove Snapper» óal «Red Grouper,» atribu- yéndole cualidades pendencieras en mayor grado de las mencionadas por Stearns; pero es probable que haya tenido en su mente un «Grouper» y no un «Snapper.» El «Jew-fish,» del Pacifico, Stereolopis gigas, es uno de los principales peces serráni- dos de aquella costa. Suele llamársele también «Black Sea Bass; alcanza un peso de 5300 libras, y en aquel mar, es el mayor de todos. Recorre desde Farallones hasta abajo de Santo Domingo, y es generalmente abundante en las aguas profundas, cerca de las slas. Se alimenta de pequeños peces y es muy voraz. Se pesca á menudo haciéndole en- gullir un pez blanco cuando éste muerde el anzuelo. Su carne es de excelente calidad y las crias, sobre todo, alcanzan altos precios en el mercado. La Cabrilla, Serranus clathratus, así llamada en Monterrey de California, en donde no es común, el «Kelp Salmon;> más al sur es conocido con el nombre de «Black Bass,» y los italianos y españoles, como queda dicho, que es un nombre aplicado á otra especie de Serranus, en el Mediterraneo. Los chinos le llaman «Lockee Cod» (Rock Cod). Alcan- za un largo de 18 pulgadas y un peso de 5 libras, aproximadamente. Recorre desde San Francisco hasta Cerros Islands, siendo muy abundante cerca de las islas de Santa Bárba- ra, en donde se pesca en gran número. Vive enaguas de no gran profundidad y princi- palmente cerca de las rocas; se alimenta de calamares, otros crustáceos y pequeños peces. Es un excelente pescado alimenticio, semejante en calidad á las referidas especies del Atlántico. El «Johanny Cabrilla,» S. nebulifer, tiene también el nombre de «Rock Bass,» así co- mo otras especies. Siendo igualmente de uso frecuente el nombre español, de Juan Ver- de. Alcanza una longitud de 12 á 20 pulgadas y casi 5 libras de peso. Se ha pescado en Monterrey de California, pero sólo es común en San Pedro, hacia el sur de la bahía de la Magdalena; por lo que sabemos, conviene en hábitos y precio con el anterior. La Cabrilla manchada, S. maculofasciatus, recibe como otros, los nombres de «Rock Bass, Cabrilla. Conviene con el precedente, en precio, distribución, y costumbres, por lo que sabemos, pero es de tamaño más pequeño. Es un excelente pez alimenticio y por su gran abundancia cerca de S. Diego, California, llegará á ser de considerable importancia eco- nómica. Sus correrías al sur se extienden hasta Mazatlán, siendo de los muy pocos peces de California que llegan al sur del trópico de Cáncer. 163 REVISTA CIENTIFICA NACIONAL Y EXTRANJERA. LOS PAMPANOS.—El Pámpano, con su precioso contorno, sus aletas como ban- deras,sus resplandecientes escamas, con la brillantez del oro ó plata pulidos, es uno de los hermosos visitantes de nuestro verano. No es un pez de caña, ni un pescado de importancia desde el punto de vista comercial; con todo, es considerado como el rey de los pescados de mesa, alcanzando casi precios fabulosos en los mercados de nuestras grandes ciudades, pues es de más alta estimación que el salmón y la lobina, el pez luna ó el escombro es- pañol. El género Zrachynotus, al que pertenecen nuestros Pámpanos, está ampliamente dis- tribuido á través de las partes más calientes de las regiones del Atlántico é Indo-Atlánti- co. Tresespecies son peculiares á las aguas asiáticas, tres solamente se han encontrado en nuestras propias costas del Pacífico, una está limitada á las aguas occidentales de Africa, una á las del mar Caribe; mientras que de las cuatro que son abundantes en las costas del Atlántico y del Norte América, uno recorre una vasta extensión del ccéano re- corriendo las aguas calientes de todas partes, uno se encuentra en la costa de California, y otro en Africa. El género es enteramente desconocido en las aguas Europeas. Las espe- cies de la costa del Pacifico, Trachynotus rhodophus T. fasciatus y. G. Kenmedyi, son principalmente interesantes á los naturalistas, y no se les discutirá desde luego, Los Pám- panos en nuestras aguas del Atlántico, pertenecen como ellos, á*un pequeño género, fir- memente especializado, estando separados unos de otros, por caracteres no muy claros, pa- ra que pudieran ser advertidos por observadores vulgares. Es probabie que los más raros de entre ellos, sean más «bundantes de lo que ahora se supone, y que un estudio más cui- dadoso de la fauna del Sur del Atlántico ó de los estados del Golfo enseñarán que son fre- cuentes visitantes. Yo mismo he visto el Pámpano de la Carolina y el redondo, vendidos bajo el mismo nombre en el mercado de Charleston, juntamente, como he visto á las crias de las cuatro especies de la familia arenque, vendidas también indistintamente, con el mis- mo nombre, en el mercado de Fulton en Nueva York. Las cuatro especies, aunque semejantes por su aspecto, se puede fácilmente distin- guir por diferencias en las proporciones y en el número de los radios de las aletas. La más común y de consiguiente la forma más importante del Pámpano de la Coroli- na, Trachynotus carolinus, tiene la altura del cuerpo contenida de 2 á 2 y */, de veces en la longitud total; el largo de la cabeza de 5á5 y */,; uno de los lóbulos caudales cuatro veces. Tiene de 24 á 25 radios en la segunda dorsal, mientras que los radios anteriores de la dorsal y anal, si se extienden hacia atrás, llegan á la mitad de la aleta. Ocurre en ambas aguas del Atlántico y Pacífico de los Estados Unidos. En nuestra costa oriental, recorre el norte de Cape Cod, el sur de Jamaica, el Este de las Bermu- das y el Veste en el Golfo de México, por lo menos hasta la distanzia de la boca del río de Mississippi. En el Pacífico es raro, y conocido solamente como del Golfo de California, en donde ha sido recientemente observado por Mr. C. H. Gilbert. Asi como el escombro español y el pez azul, son visitantes de verano, apareciendo en la parte meridional del Massachusetts en Junio y Julio, retirándose en Septiembre. Es apa- rentemente una especie de las aguas cálidas. Sin embargo, hasta el presente es imposible fijar el límite más bajo de la temperatura de las aguas que recorren, pero es posible que ésta corresponda muy cercanamenteá la indicada por una temperatura abrigada de 609 á 652 Fahr. 164 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 1 prouto la libertad perdida, reconocen á su amo, cesan de temerle, se dejan co- ger, le manifiestan sn amistad de mil maneras. Por consiguiente son muy ama- dos por todas las personas que han podido apreciar su valor; los montañeses, especialmente, los estiman mucho. Utilidad.—Los servicios que nos prestan los Loxidos compensan los pocos perjuicios que pueden causar. No nos ocuparemos del placer que proporcionan al amateur, ni del encanto que prestan á las florestas en invierno, sino de que en los años de abundancia despojan á los pinos de los conos que los doblegan, y contribuyen, por lo tanto, á que estos árboles se conserven en buen estado. Creo que se les puede dejar vivir en paz en medio de los bosques.» «En invierno visita con irreenlaridad todo el Estado, pero es más numeroso al Norte. En la parte meridional del Estado, el L. curvirostra minor es compa- rativamente raro y se presenta con mayor freenencia en primavera y otoño. Gre- neralmente se les observa con más frecuencia durante las emigraciones. En la región septentrional del Estado permanecen algunas ocasiones hasta á fines de Abril y principios de Mayo.»% «Nido, en las siemprevivas; de varitas y corteza forradas con crines, raíces finas, zacates y plumas. Huevos, 3-4; verdoso pálido manchado y punteado con diversos tintes morenos y purpúreos, principalmente en la punta; 0-75 por 057. (Bicknell, N. O. C., Vol. V, pp. 7-11). Es un ave muy afecta á vagamundear. Emiera en parvadas. Muchos invier- nos no se presenta. Alennas veces se le encuentra aisladamente en compañía del Spinus pinus. Prefiere las localidades en que abundan los pinos y demás coní- feras y reside allí hasta á mediados del verano; se dice que anida en dichos sitios. C. E. Aiken manifiesta que en los meses de Julio y Agosto de 1869 abundó mucho en los alrededores de Chicago, incluso Lake County, Ind., y que perma- neció hasta á fines del estío. Comía con avidez las semillas del girasol y era tan perezoso que permitía se le aproximara una persona á pocos pies de distancia, de mauera que servía de fácil presa á los niños. Se dice que un nido desenbierto en Bloomington estaba en un pino y se componía exclusivamente de cáscaras de conos. Aseguran que anida en Febrero aunque el suelo esté enbierto de nieve; pero se ha notado que cría hasta en Julio. Se nutre principalmente con semillas de coníferas que extrae de los conos. El ernjido de las cáscaras llamó mi atención hacia el Pico chueco. No emitía nota alenna, sino que despedazaba la cubierta activamente y sacaba las semillas. El sonido aquel parecíase al chasquido que produce un cono que se abre en el árbol bajo la influencia del ardiente sol primaveral. Buscaba alimento tanto en el árbol como en el suelo. Era tan manso que me aproximé lo bastante sin que al parecer lo notase. Onando voló lanzó vna nota que Otto Wiedmann ha com- (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. 1, p. 75. (2) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 68. 93 178 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. parado con la de Progne. El citado señor me informa que el L. curvirostra mi- nor llegó álas cercanías de Old Orchard, Mo., atraído por la abundancia de man- zanas en el invierno de 1891-1892. Presumo que formabau parte de su menu. También engulle botones de olmo en Mayo. Come, asimismo, semillas de otras plantas. Jesse Earlle encontró un macho en plumaje propio de la estación de las crías. y otros cuatro Loxíce de plumaje sombrío, probando aparentemente el lodo que había en las orillas del estanque de un molino, cerca de Greencastle, Julio 27 de 1891. Mató al primer ejemplar. Una pequeña parte de los pájaros obser- vados, cuando vagan en parvadas de diversa extensión, son machos. Nelrling dice que sn canto consiste en una serie de notas sonoras y aflantadas, mezcladas á menudo con diversos sonidos ásperos. (N. A. B,, p. 41.2 «Trippe me ha proporcionado las observaciones siguientes hechas en Clear Creek County, Colorado: «El Pico cruzado está irregularmente distribuido en toda la provincia; alennas veces se ven parvadas compuestas de centenares de iudividnos, auque por regla general no se les encuentra con frecuencia en esta parte de las montañas. Nidifica desde á 7,000 pies ó menos, lasta los límites de la vegetación, en los meses de Abril y Mayo, á juzear por la aparición de los polluelos y también según la altura. En Junio, parvadas enteras de jóvenes y vie- jos suelen vagamundear por los bosques, posándose en los ramos secos y en las puntas de los árboles, doude sus brillantes colores y ruidosa charla atraen la atención de los transeuntes. No son nada huraños y suelen pararse en los árbo- les de las poblaciones. Se comen las semillas de los pinos, abedules, etc., y como algunas veces se posan en los rosales, en los frambuesos y en otros arbustos, probablemente agregan bayas y eranos á sua menu. En Junio los he oído cantar de una manera muy agradable; sus notas se parecen mucho á las del Pinicola enucleator y prueban de un modo positivo la semejanza que existe entre los can- tos de todos los miembros de este grupo de Fringilidos. En una serie de ejem- plares se nota que alennos tienen el pico más yrande que los demás, aproximán- dose por este carácter á la variedad mexicana. Un macho, colectado en Bergen Park, tenía el pico de 0-78 de largo. La puesta comprende cuatro ó cinco huevos de 0-85 por 0-52. Sn color es verdoso muy pálido marcado con puntos y borrones lila y moreno purpúreo, El Dr. Brewer menciona un nido colectado en Vermont, á principios de Marzo, épo- ca en que el terreno estaba cubierto de nieve, en la rama superior de un olmo deshojado. «El £. curvirostra americana manifestábase muy manso y confiado y rehusaba abandonar sus huevos, teniendo que ser apartado con la mano varias veces. Aun después de que habían cogido el nido en la mano volvió el ave á ocupar en él su puesto.» ” «Llega á esta localidad el 10 de Noviembre y durante el invierno se le en- (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana, p. 918. (2) E. Coues. Birds of the Northwest, p. 109. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 179 cuentra en casi todas las secciones montnosas del Estado. La costumbre que tie- ne de errar de una localidad á otra es muy característica; repentinamente Cam- bian de dirección para posarse en la cima de aleún árbol seco, donde se desta- can sobre los bermejos tintes del otoño ó la nevada blancura del invierno. Su- cede á menudo que un árbol prominente de la cindad les sirve de refugio tem- poral, y enando todo el mundo les mira se dejan caer de pronto, como si hubie- sen visto á nn gavilán, oenltándose en la espesura de los frambnesos ó groselle- ros más cercanos al espectador. No son cantelosos, pues permiten que se les aproxime uno bastante, siempre que no vaya acompañado de perros. En Minnesota es un ave muy conocida de los leñadores, quienes la ven con mucha frecuencia; pero nunca se han ocupado de su nido ni de sus huevos. Las bandadas que se observan durante el invierno, se componen principal- mente de los jóvenes nacidos en el mismo año y de unos cuantos adultos padres. Wm. Howlino, taxidermista local de mucha experiencia, me asegura que los machos adultos bien emplumados sólo se encuentran raras veces. En la actuali- dad las parvadas de Loxie se presentan aquí por el 10 de Septiembre y aparen- temente no comprenden machos viejos. Permanecen hasta á fines de Abril sin que se note indicio alguno de nidificación, aunque juzgando por las observacio- nes hechas me inclino á creer que la mayoría de los individuos que pasan el in- vierno en esta localidad, parten á principios de dicho mes é incuban inmediata- mente en los pinares situados al Norte y al Oriente. Washburn, escrnpuloso ob- servador, dice: «El 27 de Julio, en Herrmann, Minn., observé una tropa de Lioxi- dos que se ocupaba en comerse las agallas de algunos álamos jóvenes de la po- blación. Las agallas eran muy grandes y los pájaros las abrían ansiosamente con el pico para sacar á los insectitos que tenían adentro. Su nota es fuerte y re- cia y se parece algo á la del Spinus tristis.>» Supongo que eran polluelos acompañados probablemente por la proporción relativa de adultos padres. Testimonios irrecusables demuestran que el período de la inenbación en localidades diversas se prolonga desde Enero hasta Junio, lo cual es ciertamente uu hecho notable tratándose de nna especie que, según la opinión general, uo tiene sino una cría al año. Como umica he visto el nido del £. curvirostra minor, me permito repro- dncir el texto de la obra de Langille, que incluye la descripción de un nido des- enbierto por E. P. Bicknell en Rindel, N. Y. «El nido estaba en un cedro de forma piramidal y de follaje escaso, á 18 pies de altura, y sin nineún soporte de importancia, pues lo habían construido en una masa de varitas de la cnal se desprendió con dificultad. No podía ser más visible, pnes estaba inmediato á la intersección de varios caminos, á la vista de otras tantas residencias y expuesto constantemente á que lo viesen los trauseun- tes. Los materiales que lo componían eran diversos y wás finos en el interior que en el exterior. La parte de afuera era de varitas frágiles de pruche negli- gentemente arregladas y rodeadas de una masa de tiras de corteza de cedro que 180 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. == — — — -- — — == formaba el cuerpo principal de la construcción; unas cuantas tiras del mismo material aparecían alrededor de la orilla superior; la parte de adentro contenía una especie de fieltro de materiales más finos forrado con crines, raicecitas, Za- cate, pajas, pedazos de cuerda y dos ó tres plumas. El tejido superficial del nido interno puede retirarse intacto del cuerpo de la construcción, que además de los materiales mencionados contiene pedacitos de musgo, hojas, zacate, cordel, algo- dón y el verde follaje del cedro. El nido medía interiormente dos y media pul- eadas de diámetro por una y cuarto de profundidad, con un diámetro externo de cuatro puleadas y aspecto algo superficial.»” «El Pico chneco habita en los bosques de coníferas en las montañas que ro- dean al Valle de México. Emiera en altitud en el estío, é inmigra á localidades más templadas en el otoño.»” COCCOTHRAUSTES. Coccothraustes, Brisson, Orn. TIT, p. 218 (1760). Hesperiphona, Bp. Compt. Reud. XXXL, p. 424; Coues, Reg. N. Am. B. ed. 2, p. 342. e Coccothraustes con su subgénero Hesperiphona contiene cuatro ó cinco es- pecies y está distribuido en gran parte de las regiones neártica y paleártica. Su distribución es aleo semejante á la de Carpodacus, nada más que Coccothraus- tes vulgaris no es raro eu las Islas Británicas, donde Carpodacus es desconoci- do. En América hay dos especies: C. vespertínus en los Estados Occidentales y en México, y €. abeillce: en el Sur de México y en Guatemala. El tipo de Cocco- thraustes (C. vulgaris) es peculiar, pues tiene las plumas secundarias de las alas cortadas en las extremidades, formación que no se presenta en las especies ante- ricanas. El pico de C. vespertinus es muy grueso y túmido hacia la base, especial- mente del maxilar; el culmen casi recto hacia la base; el tomia encorvado gra- dualmente á partir del rictus y nada anenloso. Las ventanas de la nariz están ocultas por completo por tiesas plumas negras y cerdosas que surgen de la base de la quijada. Las patas son regulares, los tarsos más cortos que el dedo medio y la garra, los dedos laterales cortos con pequeñas garras. El ala es larga y pun- tiaguda; el primero, seenudo y tercer cañones forman la extremidad del ala; la longitud de los demás decrece rápidamente; los secundarios más largos lo son un poco más que los primarios más cortos. La cola es pequeña y ligeramente partida. (1) Notes on the Birds of Minnesota by Ir. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 295. (2) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,” 2.* serie, Vol. I, p. 182. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 181 COCCOTHRAUSTES VESPERTINUS. «Pepitero.»" Fringilla vespertina, Cooper, Aun. Lyc. N. Y. L, p. 220”. Hesperiphona vespertina, Bp. Consp. Av. L p. 505%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 550% Baird, Brew. et Ridow. N. Am. B. L, p. 449% Cones, Bull. Nutt. Orn. Club, IV, p. 65% Reg. N. Am. B. ed. 2, p. 342". Coccothraustes vespertinus, Sel. P. Z. S. 1860, p. 2517; Salv. Cat. Strick!. Coll., p. 211%. Coccothraustes vespertina, Check.—List. N. Am. B., p. 255%. Coccothraustes bonapartit, Less. Ill. Zool., t. 34%. Supra oleagineo-brunnens, vertice postica, margine frontali, alis et cauda nigris, fronte et supercilis et seapularibus flavis, secundariis sordide albis; sub- tus oleagineo—flavus., capitis lateribus, gula et cervice brunnescentioribus, crisso pure flavo; tectricibus caude superioribus nigris; rostro viridescente-Ccorineo, apice et tomiis flavis, pedibus carneis. Long. tota 6-5, ale 4-2, caude 2-4, ros- tri a rictu 0-9, tarsi 0-9. (Descr. maris ex México. Mus. nostr.). 2 supra fusca, capite saturatiore; alis et cauda nigris, speculo alari et rec- tricum apicibus albis; tectricibus caudee superioribus quoque albo maculatis; subtus dilutior, stria rictali nigra. (Descr. exempl. ex México. Mus. nostr.). Hab. Norte-América*.—México (Mann?), Monte Alto (Sumichrast*), Orizaba (Sallé”). «Mesa Central y Reg. temp. del Estado de Veracruz.»% No puede decirse que el C. vespertinus sea un pájaro común en México, bien que en las colecciones se encuentran ejemplares con frecuencia. Sumichrast co- nocía poco á esta especie; dice que probablemente habita en la región alpina de Veracruz y que la encontró en Mayo de 1857 en los pinares de Monte Alto, á doce legnas de México?. Otros antores se conforman con registrar sn presencia dentro de los límites de la República. En los Estados Unidos se conoce mejor al €. vespertinus, pero siempre se le observa con interés. Debemos á la pluma del Dr. Cones una excelente monogra- fía? y á la de Brewer una historia muy completa de la especie?. En 1884 aún no se descubrían ni el nido ni los huevos?. (1) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. ““La Naturaleza,” 2.2 serie, Vol. Lp. 323. (2) Laurencio y Beristain, p. 34. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «Ave de distribución especial cuya residencia está en los bosques de coní- feras del Noroeste, de los enales emigra en otoño al Oriente y al Sur, siendo muy variable la extensión del movimiento y el número de individuos. Parece que de año en año se extiende la zona de su distribución, pues en el invierno de 1889 1890 llegó á la costa del Atlántico en diversos puntos de la Nueva Bretaña.»” «Para la descripción de sus nidos véase Bulletin of the California Academy of Sciences, vol. IL, núm. 8, p. 449.0 «La Hesperiphona vespertina es uno de los más bellos Coccothraustes, quizá el más bello, y lleva el nombre de crepuscular porque Cooper, su descubridor, creía que solamente durante el crepúsculo se escuchaba su voz triste y sorpren- dente sin que se pudiese ver al pájaro.» Nuevas observaciones han iuvalidado esa opinión; sin embargo, el pájaro merece toda nuestra atención. ¡ Ni Wilson ni Audubon pudieron observar personalmente á tan soberbio pá- jaro. Richardson dice que es muy común en las florestas de erebos que hay en las llanuras del Saskatchewan. Townsend lo encontró con frecuencia en las már- genes del río Columbia. Costumbres y régimen.—«Los H. vespertina, escribe Townsend á Audubon, son muy unmerosos en los bosques de pinos. No se puede atravesar uu pinar sin ver baudadas considerables. Son poco salvajes, poco desconfiados, de manera que se pueden atrapar muchos fácilmente. Hase dicho que permanecen silencio- sos y tranquilos todo el día y no cantan más que á la hora del crepúsculo; pero en esas florestas su voz resnena coutinnamente desde que sale el sol hasta que se oculta. Entonces se retiran á la cima de los viejos pinos y no vuelven á mo- verse hasta en la mañana; eso es lo que yo he observado. No quiero decir por eso que suceda lo mismo en todas las estaciones y circunstancias. Actualmente se disponen á incubar en el mes de Mayo. «Parecen ser muy sociables, por lo menos rara vez audan aislados. Se nu- tren con los granos de los pinos y de otros árboles; recogen los frutos que pro- ducen las ramas fuertes y hacen caer los de las ramitas saltando sobre ellas y agitándolas. Comen gran cantidad de larvas de la hormiga negra grande; sin duda por este motivo se les ve frecuentemente posados sobre las ramas de las encinas pequeñas que crecen en los lindes de las florestas. «Su voz es chillona y no cesan de eritar siempre que audan buscando ali- mento; durante largo tiempo creí que su chillido les servía de advertencia. Al mediodía los machos se suben á los ramos más elevados de los pinos y comien- zan á cantar. Su canto es miserable y diríase que lo conocen, pues se callan á menudo y parecen muy descontentos de sí mismos. Después de una prolongada pausa vuelven á comenzar, pero sin éxito. Su canto 1o es más que un trino corto extraordinariamente parecido á las primeras notas de la canción del mirlo via- (1) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 67. (2) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. “La Naturaleza,” tomo 1 (2), p. 323. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 183 jero; pero es menos dulce y se suspende súbitamente como si el pájaro careciese de aliento. Soy de opinión que su canto, si es que merece este nombre, es enfa- doso y fatiga á quien lo escucha. Cada vez que cautaba me quedaba esperando en vano la conclusión.» Niugún autor proporciona noticias acerca de la reproducción del 4. vesper- tina. No se debe matar con frecuencia á tan bello pájaro porque es excesiva- mente raro en todas las colecciones.» «El C. vespertina inmigra en grupos poco numerosos en Octubre, y emigra en Febrero.»% «Por sn historia, hábitos y rasgos característicos, el Pepitero es un ave ma- ravillosa, si no es que misteriosa. La combinación de los colores de su plumaje, las dimensiones de sn pico poderoso, así como otras muchas cosas casi indefini- bles referentes á sn aclimatación, vuelo y voz, hacen de él un pájaro muy nota- ble. Con alegría le asignamos el puesto honorífico en nuestra lista de Fringilide. Sin embargo, después de todo, es el menos conocido. Ultimamente es cuando se le ha observado con detenimiento; pero es muy poco lo que se ha averiguado respecto á sus costumbres en verano. Aparece en las cercanías de nuestras ha- bitaciones de un modo tan brusco y misterioso que parece un fantasma caído de las nnbes. Su ausencia durante el verano contribuye á ello materialmente. Lle- ea cuando la mayoría de las aves que conocemos y amanoos se han marchado ya, cenando las formas espectrales de los deshojados árboles parecen privadas de vida, como para reanimarlo todo atrayendo á la primavera. Casi no notan la pre- sencia del hombre; tan confiados son. Hacía muchos años que residía aquí sin haber visto jamás ni un ejemplar vivo ni una piel, á pesar de mis continnas observaciones y lo familiarizado que estaba con todas las colecciones locales. C. A. Whitmore encontró un individno el 9 de Noviembre de 1870 en la arboleda que limita las orillas de Basset's Creek. Sus colores fuertemente marcados y su tosco pico manifestáronle que era un ave nueva. y después de nua persecución prolongada y fastidiosa consiguió al fin capturarlo. El 26 de Diciembre se obtuvo cerca de la cindad un ejemplar de cada sexo. Los individuos que componían la parvada eran excesivamente confiados y mansos. Posteriormente casi todos los colectores de la localidad se procuraron ejemplares y de todas las secciones llegaron cartas pidiendo noticias acerca de la especie. Sobrevino en segnida un largo período durante el enal rara vez fne- ron observados estos pájaros, y eso sólo por personas que los vigilaban asidna- mente. Mis observaciones posteriores me inducen á creer que la línea que si- enen al emigrar varía de un modo considerable, auu cuando no suceda otro tanto con los rasgos característicos de la estación. Llega, según mis notas, el 9 de No- viembre. Sn permanencia entre nosotros es por lo general constante; sns parva- (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. ““Les Oiseaux,” Vol. I, p. 142. (2) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,” 2.? serie, Vol. I, p. 181. 184 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. == —— — A das comprenden de 20 á 60 individuos y están divididas en un número casi igual de machos y hembras, predominando los polluelos del año. Esta especie ha sido observada en muchas localidades del Estado en diver- sas épocas. El Dr. J. C. Hooslef encontró una parvada numerosa en Lanesboro, cerca de la línea meridional, y el 13 de Marzo abundaban ya en todos los bos- ques. En Mayo se marcharon. El Dr. W. D. Hurlburt, de Rochester, dice: «Estas aves recorren constante- mente nuestros parques y arbolados, cosechando yemas y comiendo en el suelo al pie de los abetos. Noté únicamente una nota, pues piaban como los pollitos.» Cuando el €. vespertina canta en Minnesota, sólo produce un sonido pareci- do al eraznido de las ranas. No cesa de emitirlo constantemente cuando está co- miendo. Cuando se posa, como lo hace á menudo, en la citarilla de los edificios, y cuando vuela, enarda silencio. Son excesivamente afectos á las yemas del Ve- gundo, árbol muy común en el Estado. Nidifican en latitudes elevadas, al Noroeste de Minnesota principalmente, á menos de que la altitud les proporcione condiciones convenientes en latitudes más bajas. En iuvierno está, en verdad, ainpliamente distribuido en todos los Estados y territorios septentrionales; pero es menos común en todos, excepto en Minnesota, Wisconsin, en las porciones septentrionales de Illinois y lowa, y en alounas secciones de las extensas mesetas interiores de los territorios más bajos. Durante muchos años le fué imposible al Dr. Cooper encontrarlo en la costa del Pacífico, hasta que F. Gruber, incansable colector, desenbrió un ejemplar en Michigan bluff, Placer county, California. El doctor vió las plumas de un indi- vidno cazado recientemente en las cimas de la Sierra Nevada, latitud 399, fecha Septiembre, 1863.» Anida en los árboles, aprovechando varitas, palos y raicecillas. Huevos, 3-4 verdosos con borrones moreno pálido. Esta descripción es la del nido y huevos de la forma occidental que ha sido separada de la presente. Indudablemente son ionales. En invierno es un visitante muy irregular; alennas veces llega en gran nú- mero. Estos pájaros, cuya residencia se halla en las oscuras florestas de conífe- ras del Noroeste, se dirigen aleunos inviernos al Oriente y al Sur; pero en In- diana se presentan traseorridos nnos cuantos años. Se alimentan priucipalmente con yemas de olmo, semillas y yemas de arce, y con especialidad con yemas y rara vez con semillas de Negundo aceroides. A principios del invierno es cnando comen con más frecuencia yemas de Ne- gundo. Se parecen á los torpes Picos cruzados cnuaudo extraen las semillas de este árbol. También se untren con los frutos de la manzaua agridulce. Con pena abandonan los bosques en que abundan las bellotas del arce. Se sabe que al eo- menzar Mayo dirigen su atención á los pinares. Se ha registrado un caso en que (1) Notes on the Birds of Minnesota by I». P. L. Hatch. First Report of the State Zoologits, p. 291. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 185 comieron manzanas silvestres heladas en los árboles en lo más recio del invier- no. Además de frecuentar los bosques de siempre verde, arce, olmo y haya, vi- sitan Jas huertas, donde las semillas de mauzana son su alimento favorito. Se procuran qué comer en los árboles y también recogen alimento en el suelo. Ca- minan saltando é ireniéndose como en la primavera, y voltean las hojas con des- treza suma para coger las semillas que están debajo. Los machos emiten una nota fuerte y aguda, un grito metálico como las notas de una trompeta que repi- ten frecuentemente cuando están excitados. Las hembras gorjean como el 4m- pelis garrulus. En primavera su canto consiste en un trino vibrante y vago que comienza muy bajo y aumenta bruscamente de intensidad, cesando de pronto como si faltase aliento al cautor. Generalmente las parvadas comprenden de seis á doce individuos. Sin embargo, aleunas veces llegan á veinte ó treinta. Muy raras veces se encuentran entre ellos machos completamente emplumados. Du- rante los risores del invierno son por lo regular mansos y confiados; pero fre- cuentemente se vaelven huraños antes de partir. Algunas veces cuando uno de ellos es víctima de un tiro todos los demás se marchan; sin embargo, por lo ge- neral, permanecen hasta que ha muerto uu gran número y después parten. Su vuelo á través de los bosques es muy veloz, y por la destreza con que evitan uu choque contra las ramas se parecen á los pichones; á campo raso vuelan más bien, como los Agelaíus (véase Butler, Some Notes Concernino the Evening Grosbeak, The Ank, vol. IX, pp. 235-247. Further notes on the Evening Gros- beak, The Ank, vol. X, April, 1893, pp. 155-157; Proceedinos of the Ornitho- logical sub-section of the Biological Section of the Canadian Institute for 1890— 1891). COCCOTHRAUSTES ABEILLAI. «Pepitero.»” GFuiraca abeítli, Less. Rev. Zool. 18539, p. 41”. Hesperiphona abeillíi, Bp. Consp. Av. L, p. 50 Soc. N. H. L, p. 550%. Coccothraustes abeillii, Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 19%; Scl. P. Z. S. 1859, p. 365”; Ibis, 1851, p. 352” 1866, p. 206”. Coccothraustes maculipennis, Sel. P. Z. S. 1860, p. 251, t. 165, ff. 1, 2% Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 398”. C. vespertino aliquot similis, sed corpore supra flavescentiore, capite toto et o " e 2. Sumichrast, Mem. Bost. (1) A. W. Butler. The Birds of Indiana. Department of Geology. 22* Annual Report, 1897, p. 911. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 20. 24 186 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. enla omnino nigris facile distinenendus. (Descr. maris ex Chilasco, Guatemala. Mus. nostr,). 2 a femina C. vespertínt capite summo toto nigro differt. (Descr. feminze ex Coban, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México (Lesson*, Bonaparte?), Orizaba (Sallé, Sumnichrast?), Jalapa (M. de Oca?), Guatemala (Skinner**, O. S. et F. D. G.). Este Coccothraustes se distingne inmediatamente de su pariente americano, C. vespertinus, y fué descrito por Lesson, quien empleó para ello los ejempla- res mexicanos contenidos en la colección del Dr. Abeillé de Bordeaux; desde esa época se le ha observado en diversos puntos de las montañas del Sur de México. Sumichrast manifiesta haberlo encontrado cerca de Orizaba, donde nno de los corresponsales de Sallé obtuvo los ejemplares descritos por Sclater con el nombre de C. maculipennis”. En Guatemala colectamos ejemplares de ambos sexos en los distritos más montañosos y generalmente en las florestas de roble situadas á cerca de 6,000 pies sobre el nivel del mar. Esta especie es de costumbres salvajes y de movimientos algo indolentes; frecuenta las ramas inferiores de los árboles florestales. «Vulg. Pepitero. Región templada (?). He encontrado esta especie sólo una vez en Orizaba en el mes de Agosto (?), y por lo mismo no puedo conocer exac- tamente los límites de su distribución geográfica. Es probable que la región al- pina del Estado de Veracruz cuente como una de sus especies el Hesperiphona vespertina. La he encontrado en Mayo de 1857 en los bosques de pino de Monte Alto, como á 20 leguas de México.» % CHRYSOMITRIS. Chrysomitris, Boie, Isis, 1828, p. 322; Cones, Reg. N. Am. B. ed. 2, p. 353. Los ornitologistas americanos han adoptado últimamente el nombre Spinus para designar á los Dominiquitos, fundándose en que Boie lo propuso en 1826; pero en esos casos en que los tipos de los géneros están indicados con vagnedad y carecen de descripción, se debe tomar en cuenta la decisión subsiguiente de un autor, y el hecho de que Boie propusiera á Chrysomitris en 1828 presta al- guna luz respecto á la aplicación del nombre Spinus. Por consiguiente, contí- uuaremos usando el nombre de Chrysomitris, signiendo la costumbre que han observado la mayoría de los autores desde hace años. 7 3 | | (1) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, p. 308. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 187 — — Con excepción del C. pinus, cuyo plumaje es rayado, el negro y el amarillo ó aceitunado son los principales colores de las especies centro-americanas de Chrysomitris. El pico de C. notata es muy agudo, el culmen es casi recto, el to- mia de la quijada es angular y presenta cerca del ángulo una ligera serie den- tada en frente de la cual se nota una ligera ondulación; arriba de ésta el pico es algo túmido; la fosa nasal se halla completamente oculta por cortas plumas cer- dosas inmediatas á la superficie del pico; las patas son moderadamente fuertes, el dedo medio y el tarso son subienales; las alas son largas; el primero, segnndo y tercer cañones forman la punta del ala; la cola es regnlar y bastante dividida. El C. mexicana tiene el pico más chico, más erneso y menos agudo y la cola más pequeña, de manera que difiere de un modo considerable de C. notata; Cassin propuso el nombre seccional de Pseudomitris para C. mexicana, C. psaltria y C. colombiana. C. scanthogaster ocupa una posición intermedia y dudamos que sea conveniente emplear nombres seccionales para los diferentes erupos de este vénero. Chrysomitris tiene, después de todo, una zona de distribución muy vasta, pnes se extiende de nno á otro continente de América; se presenta también en Europa, en la región septentrional de Asia y en las escarpas del Himalaya. El Spinus viridis es un ave de paso. Terminada la estación de los amores taga por doquiera, pero rara vez abandona estas comarcas. En invierno llega comúnmente de los países más septentrionales buscando abrigo contra el rigor del frío. En estío reside en las montañas, en las florestas de árboles verdes, sobre todo en aquellas en que hay frutos maduros. Allí es donde se reproduce, de allí parte para sus peregrinaciones. En ciertos inviernos aparecen millares de Spi- nus en los alrededores de las poblaciones y hasta en su interior; otros años no se presenta ninguno. Huyen de las comarcas desprovistas de árboles y se posan de preferencia sobre las ramas más elevadas. El Spinus viridis es uno de los más encantadores Fringilidos. «Es alegre, vivo, activo, dice Naumann; su plunaje siempre está aseado. Vuela á un lado y otro, se vuelve, se revuelve cantando ó chillando casi continuamente; salta, trepa de modo admirable; se suspende de la extremidad de los ramos más vacilantes; corre á lo larzo de una rama delegada, vertical. Sobre los árboles jamás está en reposo; en tierra salta con ligereza, aunque no parece agradarle esto mucho.» Sn vuelo es ligero y rápido, de manera que no teme atravesar grandes espacios ni elevarse mucho en los aires. El canto del macho consiste en un gorjeo bas- tante agradable terminade por algunos sonidos lánguidos. «Eu resumen, el Spinus tiene costumbres parecidas á las de Linaria. Es in- dolente, confiado, sociable, pacífico, medroso y aturdido hasta cierto punto; por lo menos ningún pájaro olvida con más rapidez que éste su libertad. El Spinus come granos de diversas plantas, sobre todo de los árboles; ye- mas, hojas nuevas é insectos, principalmente en la época de los amores. Nutre á sus polluelos exclusivamente con insectos, en particular con pulgones, orugas, 188 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. etc. Por consieniente, los padres, acompañados de los pequeños que empiezan á volar, penetran á los jardines y verjeles, donde los insectos son más abundantes que en las florestas. Mi padre fué el primero que dió á conocer detalladamente todo lo que se relaciona con las reproducciones de esta ave; no creo poder hacer cosa mejor que citarlo. «Los Spinus se unen en Abril. La voz del macho es muy fuerte y canta como los Picos cruzados. Al revolotear bate las alas, aparta la cola, sube bastante en el espacio describiendo círculos. Comúnmente se conducen de esa manera lejos de la cuna de sus amores; y los que no tienen hembra continúan así hasta á me- diados del estío. La hembra conserva su tranquilidad; no se aleja del macho, lo picotea y vaga con él por los alrededores. Por lo general se reunen varias pare- jas, viven en perfecta armonía y buscan alimento juntas. «Poco tiempo después comienza la construcción del nido. La hembra busca un paraje favorable y nunca se admirará bastante la prudencia con la enal lo | elige. No le visto jamás nun nido de Spinus que no esté en un pino ó abeto; todos los que he observado estaban cerca de la extremidad de las ramas y tau ocultos que se comprende la creencia popular que los tacha de invisibles. Uno está es- tablecido sobre una rama de pino enbierta de líquenes y solamente desde arriba | se puede reconocer el nido en su cavidad; además, sucede con frecuencia que una ramita lo oculta también; por abajo y por los lados el nido se confunde en- teramente con los líquenes. Otros nidos están construidos en la cima de las ra- mas, y en ramos tan entrelazados que un día la persona á quien había yo indi- cado muy bien la rama, no descubrió el nido hasta que estuvo á una distaucia de dos pies, y ese signiendo mis consejos y apartaudo los ramos. Por lo tanto, puede suceder muy bien que una persona que ve construir al Spinus suba al ár- bol y no lo encuentre. Esto ha dado origen á la fábula de que esos nidos contíe- nen piedritas que los hacen invisibles. Además, los establecen á diez ó veinte brazas del suelo, muy lejos del tronco del árbol, lo cual contribuye á que sea más difícil verlos y alcanzarlos. Por consiguiente, son invisibles hasta cierto punto, y si no se presencia la construcción ó se observa que están criando, no se | puede descubrir el nido. Se ha dicho que los Spinus anidan sobre los alisos; me parece que se trata de un error que sólo pueden sostener los que no han visto jamás el nido de estas aves, como sucede á muchos naturalistas. «Terminan pronto el nido. Eu las dos parejas que yo he observado el macho tomaba parte en la tarea; los dos esposos llegaban juutos y se volaban de nuevo en compañía. Rompían ramitas secas para hacer el armazón y arrancaban el mus- go de los troncos de los árboles. Cada vez que regresaban traían el pico lleno de materiales. Era muy enurioso verlos arreglar lana: la sostenían con una pata y tiraban de ella con el pico hasta que la deshilaban toda. Los he visto muy ata- reados construyendo en la mañana y después del mediodía. «En otros casos sólo la hembra se dedicaba á la obra, pero el macho volaba A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 189 siempre á su lado. Llenos de confianza no experimentas temor alguno cuando se les observa de cerca; pero comúnmente abandonan el nido comenzado para hacer otro. El año pasado sorprendí á un par de Spinus construyendo en un abe- to; volví al mismo sitio transenrridos dos días y ví, no sin sorpresa. que la hem- bra instalaba un segundo nido en el mismo árbol. Esta particularidad hace aún más difícil las pesquisas. En 1819 encontré tres nidos abandonados. Mi desani- dador desenbrió, por su parte, otro nido deshabitado también. El Spinus es muy afecto al agua; saco esta deducción del sitio que escoge para anidar. De los tres nidos que ví en 1819 dos estaban cerca de una eran charca. el tercero cerca de uu estanque; encontré otro inmediato á un río. «La época de la reproducción varía. Observé una ocasión polluelos ya em- plumados á principios de Mayo; sin embargo, se les enenentra en mayor número á principios de Julio. La puesta debe tener, pues, lugar en los primeros días de Junio.> La forma del nido es bastante variable. Generalmente el interior se compo- ne de ramajas secas, musgo, líquenes, lana, unidos por medio de hilos de capn- lio; la parte interna está tapizada de raíces pequeñas, del vello de ciertas plan- tas, de líquenes, musgos, hojas y plamas. Las paredes son gruesas, la cavidad bastante profunda. Los huevos se parecen á los del Pardillo y á los del Jilonero. Varían de forma, de volumen, de color; son ordinariamente de color blanco azulado ó de un verde azul muy claro. con puntos, manchas, líneas más ó menos acen- tuadas. La hembra incuba sola y comienza á tapar desde que pone el primer huevo. Caza.—Se caza y atrapa al Spinus de la misma manera que á Linaria. Su indolencia, su afecto por sus semejantes, causan comúnmente su pérdida. Cautividad.—El S. viridis es un huésped excelente. Aprende pronto y con facilidad á hacer mil primores, come muy poco, vive en perfecta armonía con los otros pájaros. Se le puede enseñar á salir de su jaula, á venir cuando su amo lo lama. «Tenía muchos Spinus en una gran pajarera, en medio de mi jardín, refiere Hoffmann; uno de ellos se había domesticado al punto de que podía yo dejarlo salir libremente. Me colocaba cerca de la pajarera, le presentaba algunos gra- nos de cañamón é inmediatamente se apresuraba á salir y posarse en mi mano; comía con tranquilidad y se dejaba encerrar de nuevo. Un día estaba parado en mi mano cuando pasó una bandada de Spinus silvestres lanzando chillidos. Ape- nas los oyó se apresuró á contestarles. Lia parvada se posó en un árbol vecino y mi Spiínus se reunió con sus congéneres. Fué recibido con los brazos abiertos, por decirlo así; todos batían las alas y saludaban al recién llegado. Lo creí per- dido para siempre; lo llamé como acostumbraba para darle de comer. Con gran sorpresa y alegría lo ví venir bien pronto á colocarse en mi mano; no me atreví á hacer una segunda experiencia, sino que lo volví á meter en la pajarera. Cuan- 190 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. do abandonó el árbol aleunos de sus salvajes amigos lo siguieron hasta á poca distancia del sitio en que me hallaba.» Este ejemplo prueba hasta qué grado es susceptible de domesticarse el Spi- nus y lo sociable que es. Todo amateur que ha tenido pájaros de esta clase ha podido hacer las mismas observaciones. El cautivo lama á sus semejantes cuan- do pasan, y aquéllos se aproximan y permanecen algún tiempo cerca de él; todos le manifiestan eran alegría. Eu cautividad se nutre á los Spínus con eranos de pino, de colza, de ador- midera y aleunas hojas verdes. A veces se lia conseguido que pongan en cautividad. «Después de muchos trabajos, dice el conde de Roedern, he logrado al fin que los Spinus se repro- duzcan en pajarera. El año pasado compré, después de la primera nidada, un joven macho que puse con dos hembras, una joven y otra vieja, ésta murió á me- diados de Abril; puse á los dos sobrevivientes en una eran pajarera guarnecida de ramas de abeto y les dí un nido de pinzón colocado en una canastita. Á pesar de mis cuidados no quisieron anidar. Solté á la hembra y compré otra vieja que acababa de ser capturada: estábamos á 11 de Mayo. Hacía pocos días que esta- ba en la jaula cuando se unió con el macho, forró cuidadosamente el nido con lana, plumón, crines, y puso cinco huevos. Se los quité y diez días más tarde puso otros cuatro, todos de distinta forma, tamaño y dibujo. La hembra incubó con ardor. No abandonaba el nido eu todo el día más que un instante para ir á beber; el macho la alimentaba.» a. Corpus omnino fusco striatum. | CHRYSOMITRIS PINUS. «Dominiquito montero.»” Fringilla pinus, Wils. Am. Orn. IL p. 183, t. 17, f. 11. Chrysomitris pinus, Sel. P. Z. S. 1864, p. 174%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. : N. H. L p.550*; Sel. et Salv. P. Z. S. 1869, p. 362% Baird, Brewer, et Ridgw. N. 1 Amp 4S0s: | Carduelis microptera, Du Bus, Esq. Orn., t. 23%, | Chrysomitris microptera, Bp. Consp. Av. L, p. 515”. Supra fusca, plumis singulis pallide fusco utrinque limbatis; alis et cauda niericante-fuscis olivaceo extus limbatis, speculo alari et fascia ad basin secun- dariorum flavis; subtus alba nndique fusco striata, remigibus subtus im pogonio interno flavis; rostro corneo, pedibns corylinis. Long. tota 4-5, alee 2-9, candee (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p. 119. (2) F. Sumichrast. Dist. Greog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo I, p. 309. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGIA MEXÍCANA. 191 rect. med. 1-5, lat. 1-85, rostri a rietn 0-55, tarsi 0-6. (Descr. exempl. ex Jalapa. México. Mus. nostr.). Hab. Norte-América?.—México (le Strange?*), Valle de México (W hite”), me- seta y región alpina de Veracruz (Sumiclrast?). El Chrysomitris pinus ha sido observado por la mayoría de los colectores que han recorrido las montañas de México, pero Sumichrast es el único que no se conforma con tomar nota de su presencia; dice que frecuenta con especialidad la Mesa Central de México y que se le encuentra, asimismo, en la región alpina de Veracruz, donde lleva á 6,500 pies de altura y no baja á menos de 3,300? En los Estados Unidos es una especie bien conocida que atraviesa todo el continen- te, partiende del Atlántico y llevando hasta el Pacífico. En el invierno sus emi- graciones son irreenlares y en apariencia limitadas. En verano anida en las Pro- viucias Británicas y en los Estados más septentrionales. Es ave que frecuenta principalmente los pinares y que construye su nido con varitas de pino forradas con materiales diversos; los huevos son de uu color verde pálido, manchados de moreno rojizo claro, sobre todo en la punta?. «Lo he visto hasta ahora únicamente en la serranía de Ajusco; ignoro si es emigrante." «Emiegra con bastante regularidad y en invierno es sedentario. En prima- vera, Febrero y Marzo, frecuenta las encinas que hay cerca de las ciudades; en compañía del Spinus tristis y del Loxía curvirostra minor; en Abril visita los olmos de los bosques y cuando permanece hasta más tarde se come las yemas del arce.» «Este pájaro se parece al Spinus tristis de nn modo tan notable por sus cos- tumbres, que uo existe razón alguna para establecer diferencias entre ellos; pero por aleuuos otros hábitos es tan característico qne evidentemente debe aislár- sele. Llega á Minnesota procedente de latitudes más bajas á principios de Abril y permanece hasta los primeros días de Junio, época en que sólo se le ve en los bosques de coníferas en que anida. Nunca he visto su nido, pero noto conside- rables discrepaucias en las descripciones de los antores. El Dr. Brown dice que es «bonito, construido con varas de pino y forrado de pelo.» El Dr. Merriam dice que los nidos son «demasiado voluminosos para un pájaro tan pequeño y que la parte externa está hecha neglisentemente con varitas de cicuta y pedazos de musgo; es de contornos irregulares y mide próximamente seis pulgadas de diámetro. El interior, por el contrario, se compone de una especie de fieltro com- pacto de vello de cardo y de pelo de diversos mamíferos.» El mismo autor escribía en 1878: «Durante el invierno pasado y la prima- vera, hormisneaban literalmente en la provincia Lewis, Nueva York, y millares (1) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. '“La Naturaleza,” 2.2 serie, Vol. I, p. 324. (2) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 69. 192 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. de individuos anidaban en los espesos bosques de encinas situados al Oriente del río Negro, en tanto que muchas parejas diseminadas anidaban en la cicuta y balsamida de los distritos intermedios.» Es cierto que las observaciones del Dr. Merriam difieren radicalmente de las mías propias y que me sorprende que hay: colectado huevos el 18 de Marzo y visto jóvenes en Abril, pues aunque pueden haberse hecho observaciones semejantes en idénticas latitudes nunca las he com- probado. Como manifesté antes, estas aves llegan á Minnesota á principios de Abril, después de lo cual forman pequeñas parvadas y se asocian con el $. tristis. En el momento de su llegada, y aun después, costaría trabajo á un observador occi- dental distineuir á las dos especies ó á los sexos de cada una, tanto se parecen enando pasan volaudo ó se posan á aleuna distancia. Sin embargo, bien pronto se matiza el atavío del macho de £S. tristis con colores varios, y desde entonces asóciase exclusivamente con los miembros de su propia especie, costumbre que observa hasta que conclnye la estación de las crías. El canto del S. pinus se pa- rece tanto al de la otra especie, que solamente puedo distinguirlo por la suavi- dad desu tono y escasez de volumen cuando ambas especies cantan á la vez. Anidan al comenzar la segunda semana de Junio, aprovechando las varitas del pruclie y del alerce en la sección en que resido, pero de preferencia las del pino enando las encuentran (en uno ó dos casos he descubierto también pelos gruesos de cola de ganado). Forran el vido con pelos de diversas clases y con tanto pri- mor como cualquier otro pájaro. Un nido enviado de Princeton era el que con- tenía mayor cantidad de pelos. Cuando el S. pinus se dedica á incubar se le ve muy pocas veces, excepto cuando se resuelve uno á buscarlo y está un tanto fa- miliarizado con él. A decir verdad guarda el incógnito hasta la segunda semana de Agosto, época en que familias enteras vuelan con desenvoltura á espaldas de los campos de rastrojo, posándose aquí y allí sobre las cercas ó sobre las rantas de aleún árbol aislado que presta sombra al campo. Más tarde se les sorprende á meuudo entre las parvadas errantes de 5. tristis. Ambas especies intimidan más y más á medida que avanza la estación, hasta que desaparecen gradualmente con los últimos emigrantes de la familia de los Fringilidos, en Noviembre. He recibido de mis corresponsales pocos informes, de manera que sólo tengo una idea aproximada de la distribución de esta especie dentro del territorio en que he hecho mis investigaciones. Como es natural, la mayoría anida aún más al Nor- tez así es que no abunda en ninguna parte, excepto en la estación de las emigra- ciones.» Nido, en las coníferas. Es de zacates, raicecitas (cerca de los lugares habi- tados es de cuerdas, hilos, etc.); el forro es de material de la misma clase, pero más fino, pelo y plumas. Huevos, 4, blanco azulado pálido, mauchado y salpica- (1) Notes on the Birds of Minnesota by Mr. P. L. Batch. First Report of the State Zoologist, p. 302. SAA is e SAA A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 193 do de rojizo ó moreno oscuro, avinado, rayado alennas veces del mismo color; 61 por 47. Emigra con más ó menos regularidad en invierno y rara vez es sedentario en esa estación. Á veces se presenta en gran número, en parvadas; snele aso- ciarse con el S. tristis en invierno y con el C. purpureus en primavera. Se pa- rece al primero por sus costumbres en estío é invierno, pero difiere por sn can- to. Su nota consiste en nua sola sílaba jadeante. Algunos años llega en Octn- bre, otros en Noviembre. Los caminos, los vallados, las riberas y bosques enbiertos de malas yerbas, los campos de trigo y rastrojo, todo lo anima revoloteando, haciendo crnjir las semillas y chillando. Durante todo el invierno permanecen aquí un sinmúmero de individuos. Alennos años no se les ve después de Febrero ó Marzo, otros por el contrario se quedan hasta á fines de Abril ó Mayo. En primavera frecuentan las encinas que hay alrededor de las habitaciones así como el cedro, acompaña- dos de vez en cuando por los Loscidos; también visitan los olmos, arces, manza- nos y demás arboles caedizos, asociándose con el €. purpureus, cuyas costumbres son semejantes á las suyas. Comen, asimismo, moras (Wallace). Los que perma- necen más tiempo son muy retraidos. Recorren las encinas más elevadas en gru- pos pequeños y después de reposar trauquilamente un rato, emiten á nu tiempo su nota repitiéndola dos ó tres veces. Después de una pausa repiten su chillido. El Dr. Wheaton creé probable que anide en la parte norte de Ohio, y Davie asegura que anida en Michigan (Nests and Eggs of N. A. Birds, 1889, p. 293). Des- de el primero de Mayo hasta el primero de Junio se encuentran nidos con huevos.” «Los movimientos irreenlures de esta especie originados por las exigencias del tiempo y la escases de alimentos consieniente, impiden que se definan sus lí- mites con precisión. Aleunas ocasiones aparece en localidades en que autes era desconocida y en fechas inusitadas. Según Crippe en Colorado «el C. pinus uno es muy común. Nidifica desde 7,000 pies hasta los límites de la vegetación. No observé á esta especie durante el invierno pero opino que probablemente permanece casi estacionaria como el P. enucleator y el L. curvirostra. Frecnen- ta con especialidad los pinos, pero desciende á menudo hasta las yerbas y cardos condnciéndose precisamente como el €. tristis. En primavera canta de una ma- uera muy agradable. Su canción se parece bastante á la del C. tristis, pero su voz es más baja; tiene como aquél la costumbre de cantar en tono jovial y desarreglado, durante una hora ó más.» Los huevos de esta especie son verdosos pálidos manchados de moreno color de orín, 0.70 por 0.50. El Dr. Brewer des- cribe nn primoroso nido hecho con varitas de pino forradas de pelo.” b. Corpus supra plus minusve olivaceum, capite summo nigro. (1) A. W. Butler. “The Birds of Ind,” p. 926. (2) C. Coues, B. N. W. p. 115. 25 194 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. CHRYSOMITRIS NOTATA. Carduelis notata, Du Bus, Bull. Ac. Brux. XIV, pt. 2, p. 106*; Rev. Zool. 1848, p. 2477. Chrysomitris notata, Bp. Consp. Av. L, p. 516*; Cab. Mus. Hein. I, p. 160% Du Bus, Esq. Orn., 1.37% Sel. P. Z. S. 1856, p. 304% 1858, p. 303”, 1859, pp. 365), 380% 1864, p. 174; Cat. Am. B., p. 124"; Sel. et Salv. Ibis, 1860, p. 275%, Su- michrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 550%, Lawr. Bull. U. S. Nat. Mus. no. 4, p. 22% Salv. Cat. Striekl. Coll., p. 214”. g supra oleaginea, uropygeio flavescentiore, capite toto cum enutínre et tec- tricibus supracandalibns nigerrimis, alis et cauda nigris, illarmm remigibus ad basin (preeter rhachides) flavis, hujns rectricions (preeter dnarmn mediarmn bi- tuentem basalem) flavis; subtus a pectore usque ad crissam flava, hypochondriis oleagineis; rostro plumbeo, tomiis pallidis, pedibus corylinis. Long. tota 4-1, alse 2-5, candee rect. med. 1-4, lat, 1-7, rostri a ricta 0-5, tarsi 0-5. (Deser. maris ex Santa Bárbara, Guatemala. Mus. nostr.). 2 mari similis. Av. juv. capite toto haud niero, enla cum ventre et vertice com dorso con- coloribus. (Descr. exempl. ex Calderas, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México, valle de México (White*”), región templada de Veracruz (Su- michrast'”), Orizaba (Botteri”), Jalapa (de Oca*), La Parada”, Totontepec?, (Bon- card), Montañas Giueta (Sumichrast*); Guatemala (Constancia*, O. $. et F. D. G..). «México, Mesa Central y Reg. O. y S.»” Chrysomitris notata fué descrito y dibujado por Du Bns y está generalmente distribuido en toda la región meridional de México, donde, según Sumichrast, abunda de preferencia en la parte templada. En Guatemala es ienalmente co- mún en los países montañosos, sobre todo en los bosques de robles situados á 4,000 ó más pies de altura. Los sexos de este Chrysomitris son casi exactamente ionales; el color amarillo de la hembra es uu poco más claro que el del macho. CHRYSOMITRIS FORRERI, sp. n. «Dominiquito.»” 3 C.notate similis, sed supra magis olivacens, colore nigro capitis minus ex- (1) Laurencio y Beristain, p. 33. (2) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 20. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGIA MEXÍCANA. 195 tenso, gulam anticamn tantum ocenpante; subtus magis olivacens et speculo alari flava multo minore, distinenendus. e mari similis. (Descr. maris et femine ex Ciudad in Durango. Mus. nostr.). Hab. México, Cindad en Durango (A. Forrer). Dos ejemplares obtenidos por A. Forrer en la Sierra Madre de Durango, cerca de la aldea de Cindad, el 19 de Junio de 1882, difieren bastante de los ejem- plares típicos de C. notata originarios del Sur de México y Guatemala. El pln- maje es mucho más verde y la parte negra de la cabellera y garganta, especial- mente de esta última, es mucho más reducida. A cansa de ello creemos necesa- rio designar al pájaro con otro nombre. e. Corpus supra cum capite summo omnino nigrumn. CHRYSOMITRIS MEXICANA. «Domiuiquito, Acatechili ó Acatechichitli, Xolatlapech.»” Carduelis mexicanus, Sw. Phil. Mag. new ser. I, p. 435; Wagl. Isis, 1831, p. 525". Chrysomitris mexicana, Bp. Consp. Av. L, p. 516?; Baird, U. S. Bound. Surv. TT, Birds, p. 14%; Sel. P. Z. S. 1856, p. 303*; 1858, p. 303% 1859, pp. 365", 380%; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 19” 1860, p. 34% P. Z. S. 1864, p. 393%; Lawr. Aun. Lyc. N. Y. VII p. 332%; IX, p. 103%; Dugés, La Nat. I, p. 140%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. 1, p. 550*; Salv. Ibis, 1869, p. 314%; P. Z. S. 1870, p. 190"; Cat. Striekl. Coll., p. 214% Grayson, Pr. Bost. Soc. N. H. XIV, p. 282"; Boucard, P. Z. S. 1883, p. 445”. Astragalíinus mexicanus, Cab. Mus. Hein. L, p. 159%; J. f. Orn. 1861, p. 7?. Astragalinus columbianus, Cab. J. f. Orn. 1861, p. 94%. Chrysomitris columbianus, Lawr. Ann. Lyc. N. Y. IX, p. 103%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 3025, Frinyilla melanoscantha, Licht. Preis-Verz. Mex. Vóg., p. 2 (cf. J. f. Orn. 1863, p. 567). Chrysomitris psaltria, Bp. Consp. Av. I, p. 516”. Chrysomitris psaltria, var. mexicana, Baird, Brew. et Ridew. N. Am. B. L, p. 478%; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 278”. (1) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,” 2.? serie, Vol. 1, p. 182. 196 A. L. MERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Snpra chalybeo-—niera, speculo alari et secundariis internis in pogonio ex- terno ad apicem albis, cauda nigra, rectricibus tribus utrinque externis in pogo- nio interno medialiter albis; subtus omuino flava; rostro flavido, culmine ad api- cem fnsco; pedibus corylinis. Long. tota 4-2, ale 2-5, caude rect. med. 1-6, lat. 1-8, rostri a rictu 0-4, tarsi 0-5. (Descr. maris ex Quezaltenango, Guatemala. Mus. nostr.). 2 supra olivacea, alis et canda fuscis olivaceo limbatis; subtus a enla ad pectus pallide olivaceis, ventre flavo. (Descr. femins ex Coban, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México, valle del Río Grande, Santa Catarina en Nuevo León, Agna Nueva en Coahuila, Parras (Couch*), Islas de las Tres Marías (Grayson *”, Forrer), Guanajuato (Dnuges**), Temascaltepec, Real del Monte (Bnllock”), Jalapa (de Oca”), Oaxaca”, Totontepec (Boncard?), Orizaba (Sumichrast'”), Córdoba (Sallé*), Yuca- tán (Ganmer”); Guatemala (Constancia***%, O. S. et F. D. G.); Costa Rica (Hoff- mann, v. Frantzins*”, Carmiol*); Panamá (Arcé", MLeannan*2),, «México, toda la República.»” Los colores de C. mexicana no varían ni en México ni en Centro-América; en el macho toda la parte superior es negra y las plumas laterales de la cola tie- nen una eran mancha blanca en las telillas internas. ln la parte Noroeste de Sud-América se encuentran también aves que presentan los mismos rasgos Ca- racterísticos; pero en aleunas regiones de Colombia existen individnos en los enales las manchas blancas de la cola tienden 4 desaparecer, en tanto que otros tienen toda la cola negra. Estos últimos se llaman C. colombiana, pero no se dis- tinenen específicamente de C. mexicana. Eu Norte-América C. psaltria existe en la parte Sur de las Montañas Rocallosas y lleva hasta el Pacífico; esta ave tiene toda la snperficie superior del cuerpo de color aceitunado y no negro, pues sólo el vértice y las enbiertas superiores de la cola son negras. Comparando los ejemplares típicos de C. mexicana y C. psaltria se nota perfectamente la dife- rencia que hay entre ambos; pero en Arizona se han descubierto pájaros que ofrecen todas las formas intermedias de plumaje, y esto ha inducido á los orni- tologistas americanos, después de dar al ave de Arizona el nombre de C. arizone, á tratarla, así como á C. mexicana, como razas de C. psaltría. A juzear por la eran diversidad de plumaje que presentan los individuos de Arizona, parece probable que sean debidos á la mezcla de las formas más típicas de C. mexicana y C. psaltria. Puesto que así es, no estamos dispuestos á desordenar el status del ave mexicana y centro-americana, sino que continnaremos llamándola C. me- xicana. En México C. mexicana es una especie muy abundante, distribuida en toda la revión templada; pero también se le encuentra en los distritos más tro- picales, pnes Grayson y Forrer la observaron en las Islas de las Tres Marías y (1) Laurencio y Beristain, p. 33. | | | | | | A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA, 197 Gaumer eu la región septentrional de Yncatán. Además, existe en la línea del ferrocarril de Panamá, en donde el calor es tropical. En Guatemala es también muy comúu y en las cercanías de Dueñas se come frecuentemente el fruto de una especie de Ficus silvestre. «Esta otra especie de las Islas es también del continente.»” «Sedentario, social y monógamo. Se alimenta durante una parte del año con las flores de la semilla de nabo, Brassica napus oleracea (Linn). Se reproduce en Abril.» % «Región templada. Esta especie y el C. notatus, aunque distribuidas en una eran parte de este Estado, tienen su principal desarrollo en la región templada. La última anida en los alrededores de Orizaba.»* «Común en los trigales.» * «Algo común y aparentemente sedentario, pero no se observó nada distin- tivo en sus costumbres. Eu María Madre se les encontraba generalmente en las escarpas más bajas y eran más uumerosos cerca del establecimiento. Eu diez ejemplares no se notaron caracteres que distinguieran las aves isleñas de las del continente.»* «Esta especie y el Había melanocephala presentan la sinenlar costumbre de alimentarse, en el estado de libertad, con partes de vegetales. El Dominiquito come exclusivamente flores de Brassica napus oleracea, frutos de Rumezx, y más principalmente florones y lículas de los capítulos de Helianthus, de la Tithonta tuberoides y de otras Compuestas. De aquí resulta que la lncha por el alimento es en esta especie insignificante, pnes en todo el año hay en abundancia en el Valle de México flores de Compuestas, de Crucíferas, ete. El Spinus psaltria mexicanus ofrece un notable ejemplo de mimetisino; sus partes inferiores son amarillas y las superiores negras; por consecuencia, cuan- do está suspendido del borde de un capítulo de 7¿thonta, por ejemplo, la parte visible del animal se confunde completamente con la flor. Sucede muchas veces que al acercarse á una de las plantas frecnentadas por el Dominiquito, no se per- cibe á éste hasta que emprende la fuga. Sería de desear que se hiciera uu estudio minucioso del aparato digestivo de este Conirostro cuyo récimen es tan poco común: seguramente que las aves antófasas por costumbre sou poco inmerosas.»” (1) Grayson, l. c., p. 254. (2) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,” 2.* serie, Vol. I, p. 182. (3) EF. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo I, p. 308. (4) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 445. (5) E. W. Nelson. Notes on Certain Species of Mexican Birds. The Ank, vol. XV, n. 2, April, 1893, p. 52. (6) A. L. Herrera. Notas acerca de los Vertebrados del Valle de México. '““La Naturaleza, ” 2.? serie, Vol. I, p. 324. 198 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. SYCALIS. Sycalis, Boie, Isis, 1828, p. 324; Sclater, Ibis, 1872, p. 39. En 1872 Selater escribió una sinopsis de este género en la cual reconocía mueve especies; hay que añadir la S. citrina de Pelseln, que conocemos por los ejemplares colectados en la Guayana por Whitely. Nueve de estas especies es- tán diseminadas por toda la América del Sur; la décima es la Sycalis chrysops, que hasta hoy sólo ha sido observada en el Sur de México y en Guatemala. En Sud-América Sycalis no tiene parientes muy cercanos, pero es indudable que está estrechamente emparentado cou el Crithagra africano. S. chrysops tiene el pico erneso y el culmen arqueado, el tomia del maxilar presenta una curva brus- ca hacia la base, las ventanas de la nariz están en la extremidad inferior de la fosa nasal y tienen una membrana arriba; las patas son robustas, los dedos y ga- rras largos y deleados, especialmente la garra posterior; las alas son cortas, los primeros cuatro cañones forman la punta, los secundarios son largos y llegan á 0'4 de pulgada de la punta del ala; la cola es moderada y casi lisa. SYCALIS CHRYSOPS. Sycalis chrysops, Sel. P. Z. S. 1861, p. 376"; Ibis, 1872, p. 45, t. 2, f. 1? Salv. Ibis, 1866, p. 194”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 551%. Supra branuescens nigricante-fusco striato; uropygio olivaceo, alis et cauda fuscis sordide olivaceo limbatis; loris, regione oculari et corpore subtus flavis, ventre medio albicante, hypochoudriis fulvis; rostro fuseo, pedibus corylinis. Long. tota 4-2, alee 2-5, candee 1-7, rostri a rictn 0-35, tarsi 0-65. (Deser. exempl. ex Dueñas, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México", región templada de Orizaba (Sumichrast*); Guatemala (O.$.). Evidentemente este pequeño Sycalis es pariente cercano de £. luteola, espe- cie variable muy difundida en la América del Sur; es probable que su pequeñez y aislamiento sean sus únicos caracteres definidos. El ave en cuestión es excesi- vamente rara y quizás no estemos en estado de ocuparnos definitivamente de su status con relación á 5. luteola. Una piel mexicana enviada á Selater por el co- A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 199 =- merciaute parisiense Parzudaki fué la base de la descripción original” Sumi- chrast descubrió más tarde á la especie cerca de Orizaba*. Sólo una vez se le ha observado en Guatemala, pues Salvin cazó á un polluelo que estaba posado en el zacate eu el llano de Dueñas, Septiembre de 1862. Estaba otro ejemplar en su compañía y ambos comían semillas de pasto*. «Región templada del Estado de Veracruz.» «Coloco esta especie en la región templada, por haber cogido cerca de Ori- zaba el único individno que he visto.»” SPECIES INCERTAE SEDIS. Oriturus mexicanus, Bp. Cousp. Av. L -p. 469. Unicolor, uniformis. Hab. México (Mus. Lugd.). Podrá inclnirse en Haplospiza uniformis? S. R. Gray considera al O. mexicanus como sinónimo de Hemophila rufes- cens (Hand, 1. Il, p. 91, no. 7,343); pero eso no es correcto, pues no corresponde de ningún modo con la descripción. Dos palabras de definición no bastan para dar á una especie el status conveniente. SECCIÓN V. OSCINES CULTRIROSTRES. Fam. Icteridee.” Subfam. I. Cassicinee. Nares, undee, apertes, aut operenlo corneo obtecte; mesorhiniam plus mi- uusve dilatatum, clypeumn frontalem formans. (1) Laurencio y Beristain, p. 33. (2) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo l, p. 310. (3) Esta familia ha sido revisada recientemente por Sclater en el undécimo volumen del Catá- logo de Ayes del Museo Británico; el autor tenía, al compilar, toda nuestra serie de ejemplares para examinar é incorporar á la Colección Nacional. Por consiguiente, este catálogo contiene una lista completa de los ejemplares que teniamos en esa fecha (Abril de 1886). Para preparar nuestra rela- ción referente á las especies de Icteridos mexicanos y centro-americanos, nos ha sido muy útil esa obra y hemos seguido la clasificación adoptada en ella modificándola muy ligeramente. 200 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. A. Nares aperte haud operculate. a. Clypeus froutalis multo dilatatum ad basin incrassatus. EUCORYSTES. Bucorystes, Sclater, Ibis, 1883, p. 147; Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 311. La única especie comprendida en este género estaba en Ocyalus, cuyo tipo es ahora el O. latirostrís del valle del Alto Amazonas. En 1883 Sclater separó O. wagleri de Ocyalus y lo colocó bajo un muevo nombre genérico, Hucorystes, á causa del desarrollo del escudo frontal, sn extensión hacia atrás hasta una línea situada en medio de los ojos, su culmen torcido, su cresta en la nuca y sus alas cortas. El pico de Eucorystes waglert es alargado y agudo, el culmen ligeramente deseucorvado; los extremos del maxilar, vistos por arriba, son cóncavos; el es- ecudo frontal está muy extendido en la base; su margen inmediato es casi semi- circular y grneso, de manera que forma un pliegue sobre la frente; esta abultada plaucha continúa hacia adelante formando una especie de lomo sobre las venta- nas de la nariz, que son ovaladas, desprovistas de membrana alrededor y dirigi- das hacia adelante; la mandíbula está iuflada en la base; el ángulo inferior del estuche llega atrás hasta la extremidad del escudo frontal; las pieruas son ro- bustas y de estructura propia para el acto de posarse, pues los tarsos son cortos; las alas son largas (pero más cortas que las del Ocyalus latirostris); la cuarta primaria es la más larga, la tercera un poco más pequeña, la segunda más larga que la quinta, la cual es también más larga que la primera; todas las primarias exteriores son agudas, aunque redondas en las puntas; las secundarias son an- chas, pero cortas y graduadas; las plumas de la cola son angostas y tienen la punta embotada; las plumas centrales son un poco más largas que el par exter- no; las terceras, partiendo del centro, constituyen el par más largo; por consi- guiente la cola es algo parecida á una cuña, pero está bifurcada en el centro. La zona de distribución de Hucorystes es la de E. wagleri, su única especie. «Todos los Icteridos son pájaros sociables, alegres, activos, cantadores. Ha- bitan en las florestas nutriéndose con pequeños anillados, crustáceos, moluscos, frutos y granos; son pues útiles y nocivos á la vez. Sus nidos están construidos artísticamente.» «Los Hucorystes se reunen por centenares y en un árbol aislado construyen nidos pendientes en forma de bolsa. Se abrigan en ellos aunque no contengan ni huevos ni crías. En ciertas ocasiones, quizá impulsados por el temor, entran (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p. 230. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGIA MEXÍCANA. 201 precipitadamente en sus nidos, agitándolos con violencia: entonces se oye un rni- do semejante ai de los cascabeles. Son frugívoros. Los Marineros también forman nidos pendientes, de 2 43 pies de largo, con la entrada en la parte superior; están suspendidos de una rama larea y delgada y así no les pueden asaltar los cuadrúpedos carniceros. El Marinero tiene un olor repuenante que le pone á cubierto de ciertos ene- migos. Los Pájaro-reloj hacen oir su grito sinenlar (semejante al rnido de una cuer- da de acero que se desenrolla) á horas determinadas. Generalmente están en los árboles ocupados en romper con el pico las ramas pequeñas y desprender las cortezas para buscar insectos. El Tordo capitán y el Tordo de cabeza amarilla son sociables; en ciertas épo- cas son perjudiciales para los intereses del agricultor; en otras, inny útiles por- que destruyen muchos insectos: Wilson calculó que los Tordos capitanes des ru- yen en un año, en los Estados Unidos, 12,000.000,000 de insectos. Nineuna especie de la familia es más digna de estudio que el Tordo (Molo- thrus). Vive cada individuo en una libertad absoluta, á pesar de que siempre están rennidos muchos para buscar sus alimentos en compañía; pero no existen lazos entre los machos y las hembras, los padres y sus crías. La familia, institu- ción siempre rudimentaria en los animales, no existe absolutamente. Cada hem- bra tiene varios machos (poliandria) y cada macho varias hembras (poligamia). Alennos observadores aceptan que la reunión de los sexos se verifica al acaso, sin que haya predilección de unos individuos para otros. De la misina manera que el Cnelillo, el Tordo no construye nidos propios. Muy rara vez se rennen varios individnos para hacer un nido común, muy mal dispuesto, que abandonan pronto sin llegar á utilizarlo. El Tordo espera el momento en que una hembra de otra especie (Verdín, Calandria huertera, Llanero, Colmenero, etc.) se aleja del nido, y deposita en él un huevo, que es muy pequeño y se desarrolla con ra- pidez asombrosa: nace primero que los otros huevos, y el huérfano y parásito, que manifiesta nua voracidad extraña, es nutrido por sus padres adoptivos en perjuicio de las otras crías, las cuales mueren á veces por falta de alimentos. Tan pronto como el joven Tordo se encuentra capaz de volar, se aleja del nido y va á unirse con los de su especie. Es de advertir que los huevos del Molothrus se han encontrado en nidos de aves frugívoras é insectívoras, de manera que la alimentación del parásito es muy variable; pero sabe adaptarse á las cireunstan- cias. Hay varias aves que conocen el engaño y sus consecuencias y no se deci- den á criar hijos adoptivos: para que el huevo del parásito no pueda desarro- llarse, forman un nuevo nido arriba del primero, y aun otro, si también el se- enudo fué visitado por el Tordo. El Molothrus es insectívoro y eranívoro; frecuenta los lugares en que hay ganado, y de la misma manera que los otros tordos de México, come los parási- tos de las reses. Existe en número prodigioso en muchas localidades de la Re- 202 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. o pública. En el mes de Mayo de 1879, dice el Dr. Dugés. pasó cerca de la Ha- cieuda de Cuerámaro una parvada de estas aves, que se calculó tenía tres le- enas de largo (12,000 metros) y estaba formada por nueve ó diez millones de animales.” EUCORYSTES WAGLERI. Cacicus wagleri, Gray, Gen. B. IT, p. 342, t. 85*; Cass. Pr. Ac. Phil. 1867, p. 72”. Ocyalus wagleri, Sel. P. Z. S. 1857, p. 228*; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 19%; P. Z. S. 1864, p. 353”; 1870, p. 836% 1879, p. 508, t. 43, f. 37; Moore, P. Z. S. 1859, p. 57*, Cass. Pr. Ac. Phil. 1860, p. 138% Cab. J. f. Orn. 1861, p. 9"; Salv. Ibis, 1861, p. 141"; 1872, p. 317”; P. Z. S. 1867, p. 142%, 1870, p. 190%; Lawr. Aun. Lyce. N. Y. VII, p. 297”; IX, p. 101"; Frantz. J. f. Oru. 1869, p. 302”; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p.553%, Nuíting, Pr. U.S. Nat. Mus. V. p. 393”. Eucorystes wagleri, Sel. Ibis, 1883, p. 147”; Cat. B. Brit. Mus. XL, p. 312”. Saturate brunneo-castanens, crista verticali elongata ejusdem coloris; inter- scapulio, alis extus, abdomine medio et subalaribus chalybeo-nigris; cauda flava, rectricibus utriuque extimis in pogonio externo et duabus mediis omnino, nigri- cantibus; rostro flavicante-fusco-griseo, pedibus nigris. Long. tota 14-0, ale 8-1, cande 52 (rectr. med. 4-8), rostri a rictu 2-2, tarsi 1-5. 2 mari similis, sed multo minor, interscapulio et abdomine medio magis castaneis. Long. tota 10-5, ale 5-6, caude 3-8 (rectr. med. 3-6), rostri a rictn 1-6, tarsi 1-2. (Deser. maris et femine ex Choctum, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México (Sallé?), Cerro de la Defensa (Sumichrast'); Guatemala (Skin- ner*, O. S.%, O. 8. et F. D. G.”); Honduras (Leylaud?, G, M. Whitely*); Nicara- ena (Belt*); Costa Rica (v. Frantzius'*”, Carmiol'*, Nuttino*, Arcé”); Panamá'**" (Arcé, MLeanmau**, Wood”).—Colombia”, Reg. Occidental del Ecnador. «Mé- xico, Reg. cal. de Veracruz.»” El Eucorystes waglerí es una de las especies más características de una gran parte de la región florestal y caliente del Sur de México y Centro-América, des- de donde se extiende hacia el Sur hasta la región occidental del Ecuador” y hasta Pima” en los confines del Perú, cerca del límite de la región florestal de (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. (2) Laurencio y Beristain, p. 33. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 203 esa parte de la costa. Vive en colonias compuestas con frecuencia por varios cen- tenares de individuos; frecuentan aloún árbol grande aislado en los caminos ó en aleún claro vecino á las aldeas. Las ramas superiores de un árbol situado en esos puntos se doblan con el peso de sus curiosos nidos, cuyo tejido es compacto y les da el aspecto de bolsas; los suspenden en las puntas de los ramos. No po- demos decidir si los nidos están ocupados todo el año; pero sí es cierto que las aves los visitan cuando ya terminó la incubación y la cría de los pollnelos. En Marzo de 1860 Salviu observó que de un pino cercano á Lanquin, Guatemala, colgaban unos nidos, alrededor de los cuales alborotaban los pájaros. Con la es- peranza de encontrar algunos huevos, ordenó que cortaran el árbol; pero los ni- dos estaban vacíos". Nuttine dice que una gran colonia frecuentaba un árbol seco situado eu el camino de Punta Arenas á San José de Costa Rica; notó que los pájaros se introducían en sus nidos y los agitaban violentamente producien- do una especie de rechinido. Le fué imposible descubrir el objeto de esta curio- sa acción”. Salmon obtuvo huevos de esta especie en Poame, en el Valle del Cauca, Co- lombia. Son de color blanco verdoso claro con manchas moreno gris vivo de va- rios tamaños”. Respecto á la zona de distribución de esta especie, debemos ha- cer notar que, auique es común en la región florestal de la parte oriental de Guatemala, hasta una altura de cerca de 2,000 pies, no se presenta, según sabe- mos, en ningún puuto de las florestas que bordan el Pacífico; se le encuentra en los bosques occidentales de México; Sumichrast refiere que la observó en los montes del Cerro de la Defensa, pero su nombre no viene en la lista que hizo de las aves de Tehuantepec. Al Sur encontramos que, como sucede á menudo con las aves de domicilio estrictamente oriental en el Norte, el E. wagler? frecuenta las florestas situadas á ambos lados de las cordilleras en Nicaragua, Costa Rica y Panamá. «Sn canto, como el del Ostinops moctezumce y el del Cassiculus melamicte- rus (costa del Pacífico), tiene nn sonido metálico, y tan sonoro, que se oye á nna eran distancia.» GYMNOSTINOPS. Gymnostinops, Selater, Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 312 (1886). Gymnostinops, separado de Ostinops, con enyas especies se clasificó lasta que Selater los dividió en sn último catálogo, contiene cuatro especies, una de las cuales, (E. moctezumete, está ampliamente distribuida dentro de nuestros lími- (1) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. “La Naturaleza,” tomo I, p. 311 204 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. tes, desde el Sur de México hasta Panamá. Otra especie, G. guatemozinus, tiene una zona de distribución muy limitada en la parte septentrional de Colombia y se presenta en nuestra frontera Sur. Las otras dos son enteramente sud-ameri- canas: una reside cerca de Pará. en la embocadura del Amazonas, y la otra está distribuida con liberalidad en toda la cuenca superior del río. Ninguna especie de Gymnostinops oeurre al Sureste del Brasil. El pico del E. montezume tiene el culmen ligeramente desencorvado, el es- endo frontal dirigido hacia atrás, hasta la línea que hay entre la orilla anterior de los ojos; su perfil posterior es semicircular, las ventanas de la nariz son visi- bles, no ocultas como en Eucorystes; el estuche de la mandíbula, visto lateral- mente, presenta la forma de un triáneulo isósceles, y partiendo de la base del estuche, abajo del ojo, hay un eran lunar visible y cuadrangular dividido por una angosta línea de plumas en forma de cuña á lo largo del borde del ramus de la quijada; las patas son fuertes y conformadas para el acto de posarse; las . alas son algo cortas y redondas; la tercera y cuaría primarias son las más lar- gas; la segunda ¡eual á la quinta, la primera casi ienal á la octava; las secunda- rias de en medio son anchas y un poco más largas que las exteriores; la cola es muy redonda; los rectrices también son redondos en las puntas y anchos; las plu- mas centrales no alcanzan á las más largas, que son el par inmediato GYMNOSTINOPS MONTEZUMA. «Marinero, Pepe de cola amarilla, Zacua, Viuda.» Cacicus montezuma, Less. Cent. Zool., p. 33, t.7*; Sel. P. Z. S. 1856, p. 3007; P. Z. S. 1858, p. 358*; P. Z. S. 1859, p. 365% Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 19”; Moore, P. Z. S. 1859, p. 57% Taylor, Ibis, 1860, p. 111”; Cass; Pr. Ac. Phil. 1867 pa Ostinops montezume, Sel. P. Z. S. 1859, p. 380% Ibis, 1883, p. 148% Lawr. Ann. Lyc. N. Y. VIL, p. 297%; TX, p. 104%, Sel. et Salv. P. Z. S. 1864, p. 353%; 1867, p. 279”; 1870, p. 836"; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. L, p. 553"; Frantz. J.f. Orn. 1869, p. 302”; Nnttino et Ridgw. Pr. U.S. Nat. Mus. VI, pp. 383%, 401"; Pérez, Pr. U. S. Nat. Mus. 1886, p. 149”, Gymnostinops montezume, Sel. Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 313?. Supra Iuride castanens, capite toto et cervice, tibiis et subalaribus nigris, abdomen versus in castaneum transeunte, crisso dorso concolori; cauda flava, rectricibus duabus mediis niericantibus; rostro nigro ad apicem abrupte flavo, (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 205 pedibus nieris. Lone. tota 19-0, alee 10-4, caude 8-0 (rectr. med. 7-0). rostri a rieta 3-0, tarsi 2-2, (Deser. maris ex Choctin, Guatemala. Mus. nostr.). e mari similis sed multo minor. Long. tota 14-5, alee 7-6, caudee 57, rostri a rictu 23, tarsi 2-0. Hab. México*, Córdoba (Sallé?), Jalapa (de Oca?*), región caliente de Vera- eruz (Sumichrast!), tierra caliente de las costas del Atlántico (le Strange), Playa Vicente (Boucard*), Actópam, Barra de Santa Ana, Paso de la Milpa (Pérez”); Honduras Británicas (Blancaneaux*), Guatemala (O. S.? *%, O, $. et F. D. G..Sarg); Honduras (Leyland*, G. M. Whitely". G. C. Taylor?”); Nicaragua" * (Nutting, Wickham*); Costa Rica (v. Frantzius”, Carmiol*); Panamá (Me. Leannan? ”). La zona de distribución del Fymnostinops montezumae es muy semejante á la del Eucorystes wagleri, extendiéndose desde las florestas orientales del Sur de México por el Oriente de Guatemala y Nicaragua hasta Panamá, inclnsas las florestas de las costas del Atlántico y del Pacífico. No se extiende más allá de Panamá, pues parece que en Darien es reemplazado por su pariente el (7. guate- mozinus. Está ausente de las florestas occidentales del Istmo de Tehuantepec y de toda la región de Guatemala colindante con el Pacífico. Sumichrast dice que el G. montezume está confinado á la región caliente de Veracruz y que rara vez sube en las montañas á una altura de 3,300 pies sobre el nivel del mar”. En Guatemala lo encontramos á menor altura, pero en abundancia, en todos los te- rrenos boscosos que hay desde el Norte de Coban hasta los confines de Peten y en las partes wás bajas de los valles de los ríos Polochic y Motagna. Vive por colonias y hace sn nido como el Eucorystes wagleri, con zacates tejidos con ele- gancia. Cada nido está suspendido de la extremidad de un ramo de algún árbol aislado y cuelga dos ó tres pies teniendo la abertura en la cima. Con frecnencia se ven en un solo árbol cnarenta ó cincuenta nidos. Nuttinge dice que al entrar á sus domicilios las aves los agitan violentamente haciéndolos ernjir*. El chillido de la especie en cuestión es ny ruidoso y discordante, entera- mente distinto de las melodiosas notas de las diversas especies de /cterus. Cuando están frescas estas aves y sus parientes inmediatos, tienen un olor muy especial. La especie inmediata á G. montezume es (7. bifasciatus del valle del Bajo Amazonas, ave que nunca hemos visto, pero que según Cassin es enteramente distinta, pues tiene los muslos castaños en vez de negros. «Las Zacuas ó Tzacuas abundan umcho en los grandes bosques y sitios po- blados de arboledas de todo el Estado de Tabasco; frecuentemente se les ve in- vadir las plantaciones en grandes bandadas, posarse en las ramas, apoderarse de los granos tiernos del maíz, bayas y frutos de varias clases cuando están ma- duros y condncirlos á distancia para devorarlos. En el mes de Septiembre, cuan- do los ríos están crecidos, se acercan á los litorales para alimentarse con los frn- 206 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. tos del Bitze (Inga spuria, L.). Tales hábitos hacen de esta ave una de las más perjudiciales á la agrienltura; todo lo destruye: los plátanos, naranjas, anonas y otros frutos, cuando los árboles están á inmediaciones de los bosques que les sir- ven de guaridas. El E. montezume anida en árboles corpulentos de corteza lisa, principal- mente en el Palo mulato (Bursera gummifera, Jacq.), en la Palma real (Oreo- doxa regia, H. B. et K.), en la Ceiba (Bombaz pentandrum, L.) y en el Cante- mó, grande y bella especie de la familia de las Leguminosas. Su nido, en forma de bolsa, construido con pasto (Tillandsia usneoides, 1.) ú otros materiales, tiene de 60 á 80 centímetros de longitud y 18 á 20 de diámetro, y pende de las ramas más delgadas, siendo de tal manera ligero, que la más suave ráfaga de viento lo balancea suavemente. Para el naturalista y el cazador no puede haber más cn- rioso espectáculo que el de un árbol cargado así de nidos, y en el cual se agitan aquellos grandes y hermosos pájaros. Los machos ladean su magnífica cola, en- treabren las alas, bajan la cabeza, inflan el buche y producen su canto singular. «Al inclinarse el pájaro y quedar pendiente de los pies, deja oir un ruido larín- geo semejante al de una vasija de agua que se derrama, suceden á éste varios silbidos en que se percibe el tañido delicado de la flauta y otras notas que pro- ducen un canto prolongado y agradable.» b. Clipeus frontalis ad basin vix incrassatus. CASSICULUS. Cassiculus, Swainson, Zool. Journ. TI, p. 352 (1827); Sel. Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 328. Cassiculus es, en la actualidad, un género monotípico cuya zona de distri- bución está limitada al Oeste de México. Por la disposición de los colores de su plumaje se parece al Cassicus flavicrissus y á sus parientes, pero su pico es más agudo y cuneiforme y su colmen mucho más recto; también su cresta occipital y la estructura normal de las plumas de la parte inferior del dorso contribuyen á distinonirlo. Por otra parte la forma de la ventana de la nariz, que es la de los Cassicine típicos, lo separa de Amblycercus, así como la longitud de sus alas. El tercer cañón es el más largo; el enarto y quinto le suceden en longitud; viene en seguida el segundo, pues el primero y el sexto son snbignales; la cola es algo larga y redonda, las plumas un poco puntiagudas. (1) J. N. Rovirosa. Apuntes para la Zoología de Tabasco. “La Naturaleza,” vol. VII, p. 364. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 207 CASSICULUS MELANICTERUS. «Pájaro carnero, Hoitzanatl, Caxcaxtototl.»'” Icterus melanticterus, Bp. Journ. Acad. Philad. LV, p. 3592. Cassicus melanicterus, Cass. Proc. Ac. Phil. 1867. p. 667. Cassiculus melanticterus, Sel. P. Z. S. 1859, p. 380”; Ibis, 1883, p. 156*; Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 328% Dugés, La Nat. I, p. 139%; Lawr. Mem. Bost. Soc. N. H. IL p. 278"; Bull. U. S. Nat. Mns. no. 4, p. 23% Salv. P. Z. S. 1883, p. 422*. Cassiculus coronatus, Sw. Phil. Mag. new ser. L, p. 436”. Icterus diadematus, Temm. Pl. Col., p. 482". Niger, crista elongata, niera; dorso postico, alarum tectricibus minoribus et erisso flavis; cauda flaya, rectricibns dnabus mediis omnino nieris, extima ntrin- que in pogonio externo quoque uniera; rostro viridi-eburneo, pedibus nigris. Long. tota 11-0, alee 6-0, caudee 5-3, rostri a rictu 1-6, tarsi 1-3. 2 Cinerascente-niera, aliter mari similis, sed rectricibus omnibus in pogonio externo fusco-niericantibus. Lona. tota 105, alee 5-0, cande 4-3, rostri a rictu 1-4, tarsi 1-1. (Deser. maris et feminzo ex Mazatlán, México. Mus. nostr.). Hab. México” (WMOClellan*), Mazatlán (Grayson”, Bischoff”, Forrer?”). Presi- dio (Forrer?”), Tepic (Graysou”), llanos de Colima, Río de Coahunana (Xantus?), Acapnlco? (Markham?), Guerrero (Duges*), Temascaltepec (Bullock*”), Oaxaca”, Río Graude* (Boncard”), Morelia (le Strange), Barrio, Chihuitán, cindad de Te- hnantepec (Sumichrast*), Tonalá, Chiapas (Sumichrast). «Reg. Occidental y Sur.» Esta especie abunda en la región occidental de México, desde Mazatlán hasta Tehuantepec; pero no tenemos noticia de que se presente del lado oriental de la cordillera ni de que llegue á Guatemala. Grayson tuvo muchas oportunidades de observar á la especie en el Oceci- dente; dice que es común y que también es sedentaria constante, cambiando úni- camente su residencia de un punto á otro del bosque. Se asocian formando par- vadas de diez y hasta treinta individnos. Los nidos miden á menudo tres ó cua- tro pies de largo y peuden de las ramas de las mimosas y acacias ó de cualquier árbol grande que presta bastante sombra. Estos nidos están lechos con zacate muy largo, áspero y tieso, y con tiras angostas de hoja de palmera; algunas ve- ces tienen también otros materiales, tales como enredaderas flexibles y delgadas (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. (2) Laurencio y Beristain, p. 33. 208 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. yaun hilo y mecate recogido en la aldea vecina. La entrada está cerca de la cús- pide, es pequeña y casi queda cerrada cuaudo el pájaro se halla en el fondo de aquella especie de bolsa. En apariencia la construcción está hecha al descuido y el aire la atraviesa libremente; pero no es fácil desprenderla del ramo que la sostiene ni desgarrarla sin el auxilio de un enchillo. La hembra fabrica el nido y el macho se conforma con hacer guardia mientras ella está adentro, ó con acon- pañarla á buscar materiales. Generalmente la puesta comprende ciuco Ínevos un poco mas largos que los de otros miembros de /cteride, aunque iguales á és- tos por todos conceptos. El color del fondo es azul pálido y tiene numerosas manchas veeras morenuscas y marcas en Zig-Zag”. CASSIDIX. Cassidix, Lesson, Traité d'Orn. L, p. 433 (1831); Sel. Cat, B. Brit. Mus. XI, p. 329. Cassidizx es también nu género monotípico; su única especie posee una vasta zona de distribución en la región tropical americana, desde el Sur de México hasta Paraguay. Frecuentemente se le ha colocado en la sección Quiscaline de los Icteride, á causa sin duda del aspecto general de su plumaje; pero últimamente Selater lo ha trasladado á los Cassicinc, y creemos que con razón. Lu ventana de la na- riz abierta y sin membrana y el escudo frontal indican que es éste su verdadero puesto. El status de Cassidix como género distinto, depende principalmente de las largas y peculiares plumas que hay á los lados del cuello del macho y hasta de la hembra, aunque en ésta no son tan aparentes. La primera primaria es asi- mismo la mayor del ala, arreglo que no presentan los demás géneros de Cassicine. El pico es grueso, casi Corvine por su volumen; el culmen forma un arco bastante pronunciado y una muesca aleo profunda corre paralela al culmen, par- tiendo de la ventana de la nariz. Hemos manifestado ya que la primera primaria es la más larga del ala y que la longitud del resto disminuye regular y gradual- mente; las más largas secundarias llegan hasta la punta de la sexta primaria; la cola es redonda. CASSIDIX ORYSIVORA. «Tordo real.» Oriolus orysivorus, Gm. S. N. L, p. 3861. Cassidiz orysivora, Sel. P. Z. S. 1858, p. 98*; 1859, p. 140*; Ibis, 18814, p. 165*; (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 209 Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 329”; Moore, P. Z. S. 1859, p. 57*; Sel. et Salv. P. Z. $. 1864, p. 354"; 1867, p. 279*; 1879, p. 510*; Salv. P. Z. S. 1870, p. 191”; Ibis, 1885, p. 219*; Salv. et Grodm. Ibis, 1879, p. 201%; 1880, p. 123%; Tacs. Orn. Per. IL, p. 435*. Cassicus ater, Vieill. N. Diet. d'Hist. Nat. V, p. 365”. Cassidiz ater, Pels. Orn. Bras., p. 201%. Cassidiz mexicanus, Less. Traité d'Orn. L, p. 433"; Cass. Pr. Ac. Phil. 1866, p. 416”. Scaphidura crassirostris, Sw. An. in Menag., p. 301”. Cassidix crassirostris?, Moore, P. Z. S. 1859, p. 57”. Atro-violacens, colli plumwis elongatis, expansis; rostro et pedibus nigris. Lono. tota 135, alee 7-5, caudee 6-0, rostri a rictn 1-5, tarsi 1-8. 2 mari similis, sed minor eb minus nitida. (Deser. maris et feminse ex Choc. tum, Guatemala. Mus. nostr.). Hab. México?, Orizaba?; Guatemala (O.S. et F. D. G-*); Honduras (Leyland?); Nicaragna (Wickham?); Panamá (Arcé% WM Leannan”).—Sud-América MPA, «México, Valle de México y Reg. O. y Sur.»” Cassidiz oryziívora posee una zona de distribución muy vasta y presenta ciertas variedades inconsiderables, como es natural tratándose de una especie tan diseminada. Reside en los bosques tropicales. Sabemos poco respecto á sn presencia en México; pero hay nna piel en la colección Selater del Museo Británico que atri- buyen á Orizaba, y es más que probable que Sumichrast se refiera al O. oryzd- vora en el caso del Quiscalus de la región caliente y de plumaje notable por el brillo de sus reflejos violetas y purpúreos.” En Guatemala no es de ningún mo- do un ave común, pues únicamente lo encontramos una vez en Choctum; una pe- queña parvada frecuentaba los límites del claro en que está el pueblo; eran bu- lliciosos, sociables; no observamos su nidificación. Leyland dice que frecuentan los trigales cercanos á Omoa en gran número”. En las partes más meridionales de Centro-América pareco que abunda aleo, á juzgar por la cantidad de pieles que nos envían, pero se ignoran sus hábitos. En Colombia Salmon lo encontró en varios puntos del Estado de Antioquía”; remitió dos huevos completamente blancos y por consiguiente distintos del tipo usual de las aves /cterine. Bl iris del ejemplar vivo es blanco. B. VNares operculo corneo obtecte. (1) Laurencio y Beristain, p. 33. (2) Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 553. 210 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. AMBLYCERCUS. Amblycercus, Cabanis, Mus. Hein. I, p. 190 (1851); Sel. Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 326. Dos especies estrechamente emparentadas constituyen este género, una de las cuales, A. holosericeus, es muy común en nuestra región. Amblycercus ha sido colocado en Cassicus y en Cassiculus, pero indudablemente posee caracte- res que lo distinenen de ambos géneros. En primer lugar las ventanas de la na- riz están cubiertas por nu operculum duro y calloso; el orificio nasal tiene una hendedura en forma de coma y la cola de la coma está dirigida hacia afuera. Esta estructura no se encuentra en los Cassicine más normales y hemos tenido que modificar los caracteres indicados por Sclater á fin de incluir 4 Amblycer- cus. Ese operculum no es como la cubierta membranosa de la ventana de la na- riz de las otras subfamilias de /cteride, pues está formado por una substancia tan dura y callosa como la vaina del pico. El culmen es recto y las puntas de las quijadas redondas horizontalmente y aplastadas; las patas son gruesas y los tar- sos comparativamente más largos que los de Cassicus. Las alas son cortas y muy redondas; el cuarto, quinto y sexto cañones son subignales y un poco más largos que el séptimo, octavo y noveno; el tercero es ienal al séptimo, el seeuudo casi igual á los mayores secundarios y el primero aun más corto. La cola es muy re- donda. Amblycercus difiere evidentemente de Cassicus y de Cassiculus por sus cor- tas y redondas alas. Como en Oassiculus, las plumas de la parte inferior del dorso son norma- les, pues las barbas están bien provistas de barbillas. AMBLYCERCUS HOLOSERICEUS. «Pájaro reloj. Horatototl.»" Sturnus holosericeus. Licht. Preis. Vers. Mex. Vóg., p. 1 (cf. J. f. Orn. 1863, PAD (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. A. L. HERRERA —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 211 Cussicus holosericeus, Salv. Cat. Strickl. Coll., p. 2622. Cussicus holosericeus, Sel. Ibis, 1883, p. 163*; Boncard, P. Z. S. 1883, p. 445%; Tacs. Orn. Per. II, p. 415?. Amblycercus holosericeus, Sel. Cat. B. Brit. Mus. XL, p. 327”. Amblyramphus prevosti, Less. Cent. Zool., p. 150, t. 54. Amblycercus prevosti, Cab. J. f. Orn. 1861, p. 10%; Cass. Pr. Ac. Phil. 1867, p. 73%; Lawr. Aun. Lyc. N. Y. IX, p. 104; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 302”. Cassiculus prevosti, Sel. P. Z. S. 1856. p. 301%; 1859, pp. 365%, 380%; 1860, p. 276”; 1864, p. 174"; Sel. et Salv. Ibis, 1859, p. 19”; 1860, p. 34%; Sel. P. Z. S. 1864, p. 393; 1870, p. 8367; Moore, P. Z.-S. 1859, p. 57*; Lawr. Aun. Lyc. N. NANIT p-297;5 Aun. ye. N. Y. VIIL p. 180%: Saly. PZ. $. 1867, p. 142%; 1870, p. 190%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p. 553%, Cussicus prevosti, Lawr. Bull. U.S. Nat. Mus. no. 4, p.23%; Nuttino et Ridow. Pr. U. S. Nat. Mus. VL pp. 383%, 402%. Cussicus, sp, Bp. P. 2. $: 1837, p. 115%. Nigerrimus, unicolor; rostro eburneo, pedibus nioris. Long. tota 95, ale 42, caude 4-4, rostri a rictu 1-2, tarsi 1-3. (Deser. exempl. ex Jalapa, México. Mus. nostr.). 2 mari similis. Hab. México” (Deppe”, Sallé”), Valle de México? (White*”), regiones ca- liente_y templada de Veracruz (Sumichrast*%), Jalapa (de Oca”), Teotalcingo y Playa Vicente (Boucard *), Guichicovi, Sauta Efioenia (Sumichrast”), Yucatán Y E) ) Gaumer*); Honduras Británicas (Blancaneanx); Guatemala (Velásquez*”, Cons- , , tancia? ”, O. $. et F. D. G., Leylaud”); Honduras (Leyland”, G. M. Whitely”); Nicaragua (Holland***", Nutting); Costa Rica (Hoffmann*, v. Frantzins* ”, Car- miol”, Rogers); Panamá” * (Arcé, MWMblLeannan*”, Hushes).—Colombia; Ecua- dor*; Perú?; Venezuela”. «México, Mesa Central y Reg. O. y Sur.» Eu México y Centro-América el Amblycercus holosericeus es una especie muy familiar; se le encuentra eu los distritos calientes y templados desde el Sur de México hasta Panamá y desde allí hasta el Ecnador y el Perú. Sus hábitos son muy distintos de los de ('1ssicus, pues es muy inclinado á andar á sombra de tejado y á frecuentar los bosques espesos, donde se ocupa en romper las ra- mitas secas probablemente para encontrar á los insectos. Nuuca observamos parvadas, pero Nníting lo encontró en varios puntos de Nicaragna y dice que probablemente es sociable” *., Sumichrast atribuye el 4. holosericeus á las regiones caliente y templada de Veraernz y dice que no llega á la altura de Orizaba, pues el límite de su zona de distribución no pasa de 3,380 pies de altura”. Sin embargo, en Guatemala es comúu en Coban á una elevación de 4,000 á 4,500 pies y en Dueñas á 5,000 pies (1) Laurencio y Beristain, p. 33. 212 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. El iris del ejemplar vivo es amarillo claro y el pico verde amarillento. «Tordo veloz. Comúu eu los bosques montuosos de las regiones templada y caliente donde reside.»” «Este pájaro es muy común en las orillas de los campos de trigo y en los claros de las florestas. Sn pico, en forma de cuña, le sirve admirablemente para extraer gusanos. El Oassicus holosericeus escoge un sitio en que abundan las yerbas secas, se sube en seguida al tallo de la planta en que cree encontrar gu- sanos, y rasga la yerba con el pico aplastando y arraucaudo la mitad para poner á desenbierto al gusano encerrado adentro. Esto mismo hace con los duros ra- mos de los arbustos y de los árboles. Los músculos de la cabeza están maravi- llosamente desarrollados y por consiguiente el pájaro posee una gran fuerza para arrancar. Reside en Yucatán todo el año.»” Subfamilia IL. Ageleinee. Nares plus minusve membrano oblecte; mesorhintun altam haud dilatatum, complanatum ant modice rotundatum, culmen fere rectus; alarum plume secun- daris externe hand elongate. DOLICHONIX. Dolichoniz, Sw. Zool. Journ. TIL, p. 351 (1887); Scl. Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 331. Género monotipo que sólo contiene una especie bien marcada y bien cono- cida, conto es la sioniente. En su coloración, el Dolichoniz curiosamente se asemeja al Calamospiza bicolor; pero las dos aves de ninguna otra manera se relacionan entre sí. El D. oryzivorus tiene uu corto y robusto pico fringilino; la comisura de la mandíbula es angulosa, pero sin muesca ó diente cerca de la extremidad; las ven- tanas de la nariz sou anchas y abiertas, y están situadas en la extremidad más baja de las fosas nasales, extendiéndose una membrana á lo largo de otro margen; las cerdillas rictales son muy cortas; las alas son largas; la primaria más externa, (1) F. Sumichrast. Dist. Geog. de las Aves del Estado de Veracruz. ““La Naturaleza,” tomo I, p. 312. (2) A. Boucard. On a Collection of Birds from Yucatán. (Proc. Zool. Soc. London, June 19, 1883), p. 445. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 213 siendo la más larga, y desde ella las restantes decrecen rápidamente; la más lar- ea de las secundarias, siendo casi igual á la más corta de las primarias; las ex- tremidades de las candales son muy agudas; los tarsos son más bien largos y la pata robusta; la garra de atrás siendo larga y ligeramente encorvada. El macho se atavía en primavera para anidar y muda de nuevo en el otoño, estación en que se parece á la hembra. Cuando lleva el plumaje primaveral vemos que Jas plumas negras de la superficie inferior tienen las puntas de color claro y que éstas se gastan muy pronto, probablemente antes de que comience la estación de los amores. Uno de los ejemplares de Cozumel, cazado el 26 de Abril, tiene las plumas perfectas y ribeteadas de gris negro claro; otro ejemplar, colectado el 20 de Mayo, es casi completamente negro por debajo; pero observándolo de cerca, se nota que las puntas de las barbillas de cada pluma están rotas en el punto en que comienza el color negro. DOLICHONYX ORYZIVORUS. Emberisa oryzivora, Linn. Syst. Nat. L, p. 311". Dolichonyx oryzivorus, Sw. Phil. Mag. new ser. LI, p. 435% Gould, Vog. Beagle, TIT, p. 106?; Gosse. B. Jan:., p. 229% Sel. P. Z. S. 1858, p. 12%; Ibis, 1884, p. 2% Cat. B. Brit. Mus. XI. p. 331% Salv. Ibis. 1864, p. 386%; 1866, p. 194? 1885, pp. 191”, 218"; Cass. Pr. Ac. Phil. 1866, p. 15%; Pels. Orn. Bras., p. 199%; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am. B. IT, p. 149%; Cones, B. N. W., p. 178"; Key, N. Am. B. ed. 2, p. 400”; Sel. et Salv. P. Z. S. 1879, p. 509"; Gundl. Orn. Cub., p. 97%; Zeledón, Cat. Av. de Costa Rica, p. 10”; Tacs. Orn. Per. II, p. 4217. Niger, nucha lata, pallide cervina, interscapulii plamis fusco utrinque lim- batis; secundariis internis et primariis externis quoque fusco marginatis; scapu- laribus et dorso postico cum supracandalibus albidis, dorso medio cinerascente; remigibus nigris, ad apicem cinerascentibus; rostro corneo, mandibula pallida, pedibns corneis. Long. tota 6-0, ale 3-8, caude 2-8, rostri a rictn 0-6, tarsi 1-0. 2 (et mas in vestitn hiemali) supra niera plumis sinenlis fusco limbatis; su- perciliis eb corpore subtus sordide ochraceis, hypochondriis fusco striatis. (Descr. maris et femine ex Liohthonse reef, British Honduras. Mus. nostr.). Hab. Norte-América.—México, Mesa central (Bullock”), región septentrio- nal de Yucatán” é Isla de Cozumel” (Gaumer, Devis); Honduras Británicas (O. S.): Costa Rica (Zeledón”); Panamá (Hughes”, Arcé”). —Sud-América +80; Galápagos*; Cuba"; Jamaica! 214 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. ZA A === == == =- == El Dolichonyz oryzivorus es una especie muy familiar en Norte-A mérica, pasa por todos los Estados meridionales en sus emigraciones, y procría en los Esta- dos septentrionales y en el Canadá. La emieración primaveral dura desde Marzo hasta Mayo, y la otoñal desde Agosto hasta mediados de Octubre. En invierno estas aves están diseminadas en Sud-América. En Cuba y Jamaica se presentan solamente como aves de paso, pues no permanecen allí durante el invierno. Gundlach dice que llegan á Cuba á principios de Septiembre, en grandes par- adas, y que durante su estancia en la isla frecuentan los arrozales, perjudican- do mucho las cosechas; pronto se marchan al Sur, pero regresan de nuevo en Mayo y permanecen unos cuantos días antes de emprender su viaje al Norte”. Según el Sr. Gosse residen en Jamaica en Octubre y Noviembre y vuelven por unos pocos días con las lluvias primaverales?. La única noticia que tenemos de la presencia de esta ave en México nos la suministró Swainson, aseenrando que los ejemplares de Bullock fueron obteni- dos en la mesa central” Eu Yucatán y en las islas situadas al Este de las Hon- duras Británicas D. oryzivorus es mucho más numeroso, pues Gaumer consiguió multitud de ejemplares. Fué también en esa costa donde lo encontró Salvin, en una isleta de coral, en la punta septentrional de Liohtlhonse Reef, una de las dos islas llamadas las dos Cays del Norte; eso sucedió el 20 de Mayo de 1862, esta- ción en que es raro que la especie se aventure tanto al Sur. Se presenta, asimismo, en Costa Rica, pues su nombre viene en la lista de Zeledón, pero no es mencionado por otros autores. En el Estado de Panamá se le ha observado con frecuencia. Parece, pues, que se siene así el límite occiden- tal de la línea de emigración de esta especie. Al pasar con dirección al Sur las parvadas occidentales no llevan por regla general al Oeste más que hasta el promontorio de Yucatán; en seguida signen la línea de la costa hasta Panamá, y después se extienden por el continente sud-americano. El límite oriental no es tan marcado. D. oryzivorus fué observado en las Bahamas y en Granada, pero es raro en la Guayana Inglesa; por consiguiente una gran cantidad de aves atra- viesa probablemente el mar Caribe desde Cuba y Jamaica hasta la América del Sur. El Dr. Guudlach nos asegura que en la emieración primaveral los maclos llegan en parvadas independientes de las de las hembras, pero que en otoño se asocian los dos sexos. Como se manifestó anteriormente, los machos pierden su plumaje oscuro después de la estación de las crías y asumen el atavío de la hembra, que cam- bian de nuevo al aproximarse la primavera. El Dolichonyz oryzivorus hace un nido ligero de zacates secos, que coloca en el suelo y llena con cuatro ó cinco huevos de un color blanco azulado opaco, ó blanco tirando á moreno, manchado y borroneado con marcas superficiales de color chocolate oscuro ó moreno negruzco, y otras manchas más claras”. Se dice que las notas de esta especie son muy agradables y que con fre- [E (di A. L. HERRERA.—ORN(TOLOGÍA MEXICANA. enencia sucede que varios machos cantau á la vez. «El canto del macho en pri- mavera constituye el principal encanto de las praderas y vegas septentrionales. Difícil sería para el ienorante suponer que el sencillo y tranquilo pájaro, común en los campos de rastrojo en otoño, es el mismo que proclama con alegría el or- eullo que le inspira su elegante librea blanca y negra, y que con sn viveza y ¡jo- vialidad presta al prado inusitado atractivo.» % «Costumbres y régimen.—En el Estado de Nueva York se ven llegar, á prin- cipios de Mayo, bandadas de Dolichonyz que no tardan en invadir literalmente el país. Según Andubon, es imposible encontrar un campo que no esté habitado por estos pájaros, de manera que los enltivadores los detestan; sin embargo, para el observador los Dolichonyz presentan muchas partienlaridades interesantes. Son muy sociables, aun en la época de los amores. Las parejas anidan cerca unas de otras. Establecen el nido en el suelo, en medio de los tallos de los cereales. Mientras las hembras ponen é incuban, los machos vagabundean por los sembra- dos. Uno ú otro se eleva en los aires cantando, los demás le responden y bien pronto toda la banda lo imita, sube, baja, canta. Con mucha razón elogian los americanos el canto del D. oryzívorus, pues es muy variado y sus notas tan pre- cipitadas, tan mezcladas, que parecen provenir de media docena de individuos euaudo nada más uno es el que canta. Wilson dice que se puede dar una idea aproximada de su canción tocando el piano rápidamente y á la ventura. Todos los movimientos del pájaro son muy vivos. En el suelo se desliza más bien que salta; vuela rápida y fácilmente; trepa con ligereza por los tallos de los cereales. A fines de Mayo se encuentran en su nido cuatro ó seis huevos blanquizcos cubiertos de muchos puntos de color azul oscuro y sembrados irregularmente de puntos neeruzcos. Cada pareja anida una vez al año si no se le quitan sus lme- vos. Alimentan á los pequeños con insectos. Crecen muy pronto, abandonan el nido y se reunen con los demás para formar grandes parvadas. En esos momen- tos el Dolichonyzx se presenta bajo otro aspecto. No canta ya; el macho pierde su bello plumaje; las parejas abandonan su residencia y vagan por el país. Ha lle- gado la hora de la devastación. Los Dolichonyz vuelan de campo en campo, descienden en cantidades innumerables, se comen los granos snenlentos aún de los cereales, así como los que ya están maduros, y producen por esta razón gran- des pérdidas. Los agricultores les hacen la guerra sin tregua ni piedad; matan millares, pero en vano; la devastación continúa. Almyentados de un campo se trasladan á otro. Una vez asoladas las comarcas del Norte, se marchan al Sur á proseguir sn tarea. Durante semanas enteras pasan el día en el campo y duer- men en la noche en los cañaverales. A pesar de los perjnicios que causa el Dolichonyz oryzivorus, es quizá más útil que nocivo. Hasta la época en que maduran las cosechas destruye á los in- (1) A. W. Butler. “A Catalogue of the Birds of Indiana,” p. 65. 216 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. sectos, servicio que debería tenerse en cuenta, por lo menos para respetar su vida hasta el momento en que comienzan sus pillajes. Cautividad.—El odio inveterado que infunde este pájaro á los cultivadores, es tal vez el motivo por el cual rara ocasión se le ve en jaula. Últimamente es enando lo han traído vivo á Europa; así es que se le encuentra ya en los jardi- nes zoológicos y en los almacenes de los pajareros. Lo recomiendo á los ama- tewrs como una exceleute ave doméstica. Canta con brío, excepto cuaudo muda, y está siempre alegre, siempre despierto, constituyendo por lo tanto el adorno de la pajarera.»% «Sn distribución es universal en Minnesota, en las secciones en que encuen- tran sus praderas favoritas. Sus hábitos ofrecen siempre excepcional interés á los observadores de aves. Eu la mañana del día siguiente al de su llegada visi- tan generalmente algún prado, atraídos por la presencia de diversas especies de larvas que les sirven de alimento á falta de semillas. Cuando todavía no llegan las hembras cantan comparativamente poco; pero tan pronto como se presentan aquéllas comienzan á cantar con entusiasmo. El macho inangnra inmediatamente el galanteo desplegando sus aptitudes musicales. Con las plumas de la cabeza aleo levantadas, las del cuello paradas á guisa de copete, las alas extendidas en parte y caídas para ostentar lo más posible su abigarrado atavío, el galán canta sus amores valsaudo alrededor del objeto de sus ansias ó elevándose en el espa- cio arriba y abajo en frente de la hembra, revoloteando sobre ella, emitiendo apasionadas notas hasta que sus demostraciones la obligan á lmir; la siene en- tonces por tapias y zarzales, la rinde á fuerza de halasos y desde ese momento permanecen unidos todo el tiempo que dura la construcción del nido, la inenba- ción de los huevos y la crianza de los pequeños. A principios de Junio anidan en alenna depresión del terreno, que agran- dan con el fin de introducir en ella zacates secos que arreglan con negligencia. Escogen para esto una pradera cercana á algún riachuelo de cristalinas aguas y depositan en el nido cinco huevos de color moreno barroso manchados y borro- neados de matices OSCUros. Tan luego como termina la incubación, el macho, que hasta entonces había estado rebosando júbilo, cesa de cantar y se despoja de su vistoso plumaje para adoptar un sencillo manto parecido al del gorrión; inmediatamente que los po- lluelos se bastan á sí mismos, se dedica, en unión de su fiel compañera, á corre- tear durante el resto del verano. El primero de Septiembre y á menudo el 25 de Agosto, jóvenes y viejos se reunen por bandadas y empiezan á emigrar lenta- mente al Sur, comiendo de día y volando al amanecer. 4 «Nido, en el suelo, frecuentemente en una depresión natural, en un montón de zacate, ya sea en el prado, ya en una pradera ó pantano seco; de zacate seco (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p. 231. (2) Notes on the Birds of Minnesota by Ir. P. L. Hatch. First Report of the State Zoologist, p. 271. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 217 y fino. paja ó yerbas. Huevos, 45, y alennas veces 67; grises, grises azulados, blancos azulados, con manchas y venitas morenas y grises. más abundantes en la punta; 0-S1 por 0-61. El D. oryzivorus emiera con regularidad en el Sur de Indiana, pero es raro, mientras que en la región septentrional del Estado es sedentario y común en ve- ano y en ciertas localidades cría en abundancia. Han sido observados en diversas provincias por vez primera en los últimos años transenrridos, y sin duda continuarán ensanchando su zona de distribución. Evidentemente llegan á los puntos elegidos para la nidificación, emigrando más al Este, á la costa del Atlántico, y volviendo en seguida hacia el lago Michigan, al Occidente. El corto número que pasa en primavera no puede compararse con la multitud que anida al Norte. Por regla general los machos preceden á las hembras dos días ó dos semanas. Las glorias de la pradera en primavera reci- ben nuevo realce con los apasionados amores y ardientes cantos del Dolichonyz. En el suelo, en la punta de los árboles, en el espacio. por doquiera surge su dul- ce voz y queda impresa en la memoria con caracteres indelebles. La hembra hace su nido con pajas. zacates y yerbas, y se dedica á la incubación y al cuidado de la familia. El macho es el miembro más elegante y atractivo de toda la familia. «Ella empolla entre el zacate mientras él canta.» En primavera la hembra y en estío los dos sexos y los polluelos son un enigma para los estudiantes. Al macho lo reconocen con facilidad; pero el aspecto de gorrión que tiene la hembra en primavera y los adultos y jóvenes en estío, les cansan gran perplejidad. Los hue- vos frescos se encuentran generalmente del 20 de Mayo al 5 de Junio. Del 15 de Junio al 5 de Julio los nidos contienen polluelos. Los machos cantan hasta prin- cipios de Julio y en seenida enmudecen bruscamente, cambiando su traje por el de la hembra y no emiten más que un sonido metálico. Es opinión general que parten el 20 de Julio. Aunque unos cuantos emprenden entonces su viaje de re- egreso, la mayoría busca terrenos en que abunden los buenos alimentos y perma- nece hasta á mediados de Agosto. Una multitud de individuos llega á las costas del Atlántico y desciende sobre los arrozales de los Estados situados cerca del Golfo. Aparentemente viajan hacia el Sur sieniendo la costa. Parece que llegan «puntualmente en la noche del 21 de Agosto» (U.S. Agr. Rept., 1886, p. 249). Proceden á destruir en el acto todo el arroz tierno, así como cantidades incalen- lables de grano maduro. La pérdida annal que sufren en este país los enltiva- dores de arroz á causa del Dolichonyxz se calenla en $2.000,000. No sólo consu- men todo eso en el estío, sino que también en Abril y Mayo, en su viaje al Norte, se detienen para asolar los campos de grano tierno. Aquí el Dolichonyz se con- duce de muy distinta manera, es afecto al canto. á la extravagancia y á las bue- nas acciones. Se nutre con insectos y semillas sin valor, y durante todo el tiempo que tiene que asistir á sus pequeños les da de comer insectos. Las praderas, los pantanos, los terrenos de pasto y las vegas son los sitios que visita, comiéndose 28 218 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. anualmente multitud de insectos nocivos. (Véase The Boboliuk en Indiana Proe., IL AsS.. 1890):* «El cambio completo de plumaje que sufre el macho de esta especie dos ve- ces al año es un hecho muy conocido, pero también muy interesante. OCnando el pájaro llega á los distritos intermedios, es decir, en Mayo, los machos ya tienen casi todo el plumaje propio de la estación de las crías; pero en la mayor parte de los easos presentan aún matices amarillentos en el vientre y en las patas. En esa época son muy atractivos, pues se asocian para recorrer las praderas y hner- tas, cantando con alegría y entregándose á los arrebatos de su carácter tur- bnulento. Parece que su número no guarda proporción aleuna con el de las hembras, pero eso se debe probablemente al carácter taciturno y retraído de aquéllas. Atraviesan el Estado con mucha rapidez en la emigración vernal, aunque 10 pa- recen llevar prisa, á juzear por el aire indolente que tienen de día. Se lanzan á un campo, se esparcen por el suelo comiendo, y al menor sieno de alarma, ó por simple travesura, vuelan bruscamente en masa al árbol más próximo ó á una tapia ó matorral cercano y empiezan á cantar, formando una algarabía indescrip- tible que interrumpen uu momento para continuar en seguida. Aleunas veces cantan con idéntica alegría, aunque con menos concierto, vagamundeando sobre el césped. La tranquilidad con que comen y cautan de día se explica fácilmente, pues en esa estación emigran casi nada más de noche. Cada noche de Mayo, al recorrer las calles, escuchamos el meloso y metálico retintín que resuena en la sombra producido por las aves que pasan sobre muestras cabezas. A mediados de Mayo ya han pasado todas; se dice que unas cuantas se quedan para anidar al Sur de la Nueva Bretaña, pero el cuerpo principal pasa extendiéndose por esa parte de la Unión y las provincias británicas vecinas y ocupando casi todos los prados. El cambio de plumaje y los deberes que acarrea la reproducción termi- nan antes de que se efectúe el viaje de regreso, aunque éste tiene lugar en Agosto. Al Norte, por lo menos hasta Maryland, nunca ví ni oí hablar de ningún ejem- plar enteramente negro, aunque á fines de verano y en Septiembre pasan millo- nes por ese Estado. Es verdad que los machos se distinguen por su tamaño y por una especie de difusión del color moreno tan distinto del limpio y claro ro- paje de las hembras, siu contar las huellas negras que con frecuencia persisten, pero no es muy erande la diferencia. ¿Hay alguien que haya oído cantar al Do- lichonyz en estío? En esa estación los caracteriza un chillido propio de gastró- nomos obesos y disolntos: lo son, pues invaden la comarca en hordas innumera- bles atracándose de arroz y de granos. Continúan así hasta que sopla la primera ráfaca fría y los despacha á sus cuarteles de invierno. En Marzo regresan á los Estados Unidos y comienzan de nuevo su tarea. Las playas del Atlántico es el camino predilecto del D. oryzivorus, pero (1) A. W. Butler. “The Birds of Indiana,” p. 886. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 219 también aprovecha otras vías en el interior. El Dolichonyz hace su nido en el suelo y pone cuatro ó cinco huevos, 0-85 de largo por cerca de 0-63 de anclio, de color blanco azulado osenro, á veces blanco tirando á moreno manchado y borroneado con chocolate oscuro ó marcado de moreno negruzco. Su aspecto ge- neral es idéntico al de los huevos de Passerculus 6 Pooécetes, pero tienen una gran variedad de detalles. Ocultan el nido ingeniosamente valiéndose de mil ardides.»% MOLOTHRUS. Molothrus, Swainson, Faun. Bor.—Am. UL, p. 277 (1831): Cones, Key N. Am. B. ed. 2, p. 401; Sel. Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 382. Eu su catálogo de fcteride Selater comprende nueve especies de Molothrus, las cuales están distribuidas en gran parte de América; el ave del continente septentrional (Molothrus pecoris) se extiende desde Canadá hasta el Sur, y el Molothrus bonariensis del continente meridional llega al Estrecho de Magalla- nes. Dos especies existen en nuestra región: el M4. pecoris septentrional visita México. y por otra parte, el M. eneus se encuentra en toda nuestra región y atra- viesa el Río Grande. La costumbre enriosa que tienen las hembras de todos los miembros de este género. de depositar sus huevos en los nidos de otras aves y abandonar los cui- dados de la inenbación y crianza de los polluelos á sus padres adoptivos, ha sido deserita minuciosamente por diversos antores; una de las relaciones más intere- santes es la de Hudson (P. Z. S. 1874, p. 153 et seq.); en ella da detalles de las observaciones que hizo con tres Molothrus distintos encontrados en las cercanías de Buenos Aires. Comu Dolichonyx, Molothrus tiene un pico corto, fuerte, cónico, el mesorhi- nium redondo, el culmen ligeramente enrvo, las ventanas de la nariz abiertas en la extremidad de la fosa nasal, el tomia de la mandíbula un poco bruscamente encorvado debajo de la nariz, las patas fuertes (con especialidad el dedo poste- rior y su garra); las alas son moderadamente largas, el seenudo y tercer caño- nes son ienales y también son los más largos; el primero es un poco más peque- ño; el cuarto es en M4. pecorís mucho más corto que el primero, en M4. ceneus es jonal; la cola es algo redonda, cada pluma es redonda en la punta y no puntia- enda como en Dolichonyz. (1) C, Coues. “Birds of the Northwest,” p. 178. 220 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. MOLOTHRUS PECORIS. «Tordo, Tongonito, Enmantecado.>»" Fringilla pecorís, Gu. S. N. L, p. 910". Agelans pecoris, Sw. Phil. Mag. new ser. I, p. 4367. Psarocolius pecoris, Wagl. Isis, 1831, p. 5277. Molothrus pecoris, Sel. P. Z. S. 1857, p. 213*; 1859, p. 365% 1860, p. 252%; Ibis. 1884, p. 3”; Cat. B. Brit. Mus. XI, p. 333% Baird, Mex. Bound. Surv. IL, Zool., Birds, p. 18%; Cass. Pr. Ac. Phil. 1866, p. 17"; Baird, Brew. et Ridgw. N. Am Bl ptot Cones BN WES pas0a: Molothrus obscurus, Cass. Pr. Ac. Phil. 1866, p. 18”. Molothrus pecoris, var. obscurus, Liawr. Bull. U. S. Nat. Mus. no. 4, p. 24%; Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 280”. Molothrus ater, Cones. Key N. Am. B. ed. 2, p. 402*%%; Check-List N. Am. B., p. 248"; Pérez, Pr. U. S. Nat. Mus. 1886, p. 151%, Purpureo-niger, viridi-eneo micans; capite toto undique cum cervice eb pec- tore autico fuimoso-brunneis, hoc colore ad corpus purpureo marginato; rostro et = 7) pedibns nigris. Long. tota 6-5, alee 3-9, caudee 2-9, rostri a rictu 0—7, tarsi 0-85. 2 fusca, fere unicolor, dorsi plumis medialiter, alis eb cauda vix saturatiori- bus; subtus paulo dilntior, gula cernlescente. Long. tota 5-5, alee 3-4, caudee 2-3, rostri a rietu 0-6, tarsi 0-85. (Deser. maris et feminse ex Mazatlán. México. Mus. nostr.). Hab. Norte-América.—México* (Sallé”), Los Nogales (Kennerly?),, Maza- tlán (Grayson*, Forrer?), Manzanillo (Xantus”), Mesa Central cerca de México (Bullock?), Orizaba” (Botteri*), Jalapa (de Oca?), Huexotitla (Pérez*), Cindad de Tehuantepec (Sumichrast*%). «Toda la República.» Se dice que hay dos razas de esta especie de distinto tamaño. El ave más grande y septentrional posee una extensa zona de distribución en los Estados Unidos y es emieraute, pues pasa el invierno en el Sur, llegando allí hasta la re- cional meridional de México. El ave más pequeña es sedentaria en Texas, Ari- zona y California, así como en el Sur y el Occidente de México. Por consiguiente, ambas razas se encuentran en los mismos distritos durante el invierno. (1) A. L. Herrera. Cat. de la Col. de Aves del Museo Nacional, p. 24. (2) Laurencio y Beristain, p. 33. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 221 Esta diferencia de tamaño está representada en los ejemplares machos que tenentos, por una diferencia de cerca de 0-5 de pulgada en la longitud del ala. En los ejemplares pertenecientes á M. pecoris la longitud del ala varía desde 45 hasta 4-0 pulgadas”; en uno de nuestros ejemplares mexicanos de M. obscu- rus mide el ala 3-9, en otro 3-95, y el término medio de M. obscurus son 3-75 pulgadas”. Así, pues, las dimensiones, en lo relativo á la longitud del ala de M. pecoris y M. obscurus, parecen demostrar una graduación completa entre los dos y que no hay nineuna línea divisoria que los distinga. Varios autores han descrito con bastantes detalles los hábitos de M. pecoris y la costumbre que tiene la hembra de depositar sus huevos en los nidos de otras aves; especialmente la relación del Dr. Coues abunda en datos interesantes ”. Respecto á la conducta que observa M. pecorís en México, sólo tenemos las no- ticias proporcionadas por el difunto A. J. Grayson*. —» Los huevos son blancos, enbiertos con profusión de manchitas morenas ce- nicientas y morenas purpúreas; otros ejemplares presentan grandes manchas morenas purpúreas ó morenas vinosas, «Es común y sedentario en verano. Generalmente tiene costumbres socia- bles. Pone sus huevos en los nidos de otras aves. Llega del Sur á principios de Marzo y permanece hasta Noviembre.»” «Costumbres y régimen.—Reside de preferencia en los pantanos y en los te- rrenos de pasto, en medio de los bueyes y de los caballos. Pasa la noche en los arbustos y cañaverales, á orillas de los ríos. Aparece en el Norte de los Estados Unidos á fines de Marzo ó principios de Abril y se marcha á fines de Septiembre. El M. pecoris vaga, por lo regular, en pequeñas baudadas y sólo en las no- (1) A. W. Butler. “The Birds of Indiana,” p. 65. 222 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. == = = = = — ¡E - => =— ches forma tropas numerosas. Su alimentación es igual á la de sus congéneres. También ellos tienen la costumbre de posarse sobre el lomo de las bestias para comerse los parásitos que las invaden. El Molothrus presenta ciertas particularidades curiosas que no nos es per- mitido pasar por alto. No construye él mismo su nido: como el enclillo europeo pone sus huevos en el nido de los otros pájaros. No vive por parejas. Cada ma- cho tiene muchas hembras y cada hembra muchos machos. Cada uno se reune con el primer individuo del otro sexo que encuentra. Es probable que el euclillo tenga las mismas costumbres, pero es más difícil observarlo. El Tordo vive en tropas tan numerosas en la estación de los amores como en cualquiera otra épo- ca, y en esas tropas ya abundan los machos, ya las hembras. «Cnando una hem- bra deja la bandada, dice Potter, no se nota su partida. Ninguno de sus compa- ñeros la acompaña ni se entristece por su ausencia, ningún grito de amor ó de ternura la saluda á su vuelta. Los Tordos son, además, perfectamente iudiferen- tes á las manifestaciones de afecto, viven en la mayor independencia; cada nuo hace lo que quiere. Cnando se les observa durante la estación de los amores, se ve á la hembra abandonar á su compañero, vagar de aquí para allí y detenerse al fin en uu sitio desde el cual puede observar los actos de los otros pájaros. Un día ví que una hembra se alejaba así, como buscando aleo; deseando saber lo que hacía, monté á caballo y la seguí. De tiempo en tiempo la perdía de vista, pero siempre volvía á hallarla. Volaba hacia todos los grupos de árboles. los es- cudriñaba atentamente, sobre todo en los puntos en que los pajaritos acostum- brau anidar, y acabó por precipitarse dentro de un espeso breñal, permanecien- do allí cinco ó seis minutos autes de volver á reunirse con sus compañeros. En el matorral encontré el nido de una Sylvia marylandica que contenía un huevo de esta especie y uno de Molothrus. Volando de aquí para allá, esta hembra se dirigió hacia un cedro y desapareció varias veces entre las ramas antes de deci- dirse á partir. Encontré allí uu gorrión en su nido; ciertamente que el Molothrus hubiera puesto un huevo si el propietario legítimo hubiera estado ausente. Creo que el parásito se introduce alounas veces en un nido empleando la fuerza y de- salojando viotentamente á los primeros inquilinos. Cuando es uecesario obtiene por medio de la astucia lo que no puede conseenir por la fuerza. La hembra del Sylvia llegó cuando todavía me encontraba cerca de su nido. Inmediatamente huyó para volver bien pronto acompañada del macho. Los dos gorjeaban con energía como si conversasen con animación consultándose á propósito del in- sulto que acababan de inferirles.>» El huevo del Molothrus pecoris es más pequeño de lo que se podría supo- ner juzeaudo por las dimensiones del pájaro. Su color varía poco. Es gris azu- lado pálido sembrado de manchas y de rayitas morenas, sobre todo en la punta. Según Audubon el Molothrus no pone más de un lmevo en el mismo nido. Des- pués de catorce días de incubación nace el polluelo, antes de que salgau del cas- carón sus hermanos adoptivos. Resulta que los padres descuidan á estos últimos A. L. HERRERA —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 223 y que el parásito absorbe todos los cuidados. Se afanan mucho para eriarlo y le manifiestan gran ternura y afecto; pero apenas se basta á sí mismo. abandona brutalmente á los que lo han criado. Wilson refiere el hecho sieniente. «Eu Juuio cogí de un nido á un joven Molothrus, lo lMevé á casa y lo puse en la misma jaula que una Zanagra. Aqué- lla contempló algún tiempo al recién llegado con curiosidad, y viendo que piaba de hambre lo adoptó. le dió de comer y lo cuidó con la ternura de una nodriza perfecta. Si al pequeño le parecía muy grande el bocado que le llevaba, lo par- tía, lo mascaba un poco para remojarlo y le daba los fragmentos en el pico, nno por uno. Con frecuencia lo contemplaba, lo examinaba por todos lados, le qui- taba las porquerías que manchaban su plumaje. Lo llamaba. lo invitaba á comer por sí solo, procuraba que se hiciese independiente. En el momento en que es- eribo estas líneas el Molothrus cuenta seis meses, tiene todas sus plumas y mani- fiesta su eratitud á su madre adoptiva repitiendo frecuentemente su canto. Esa canción no ofrece ninoún atractivo, pero es muy partienlar: el pájaro extiende las alas, hincha el cuerpo, eriza las plumas, y, como si desplegara muchos es- fnerzos, lanza alonnas notas bajas y sonoras y en segnida se pasea eravemente delante de la Tanagra; ésta parece esencharlo con atención, pero como es un ex- celente cantor no puede encontrar en esos sonidos guturales otros encantos que el amor y reconocimiento que tratan de expresar.» «Vulo. Pijuy, Pico de cera, Garrapatero. El molotro vive comúnmente en los pantanos, en los matorrales y en los prados; se le ve frecuentar por las tardes los sitios donde pacen los ganados, sal- tar entre las patas de los bueyes y caballos ó posarse en sus lomos para devorar las garrapatas y otros insectos parásitos. Si algo le inquieta, le deja oir su débil canto de alarma, repetido con violencia y que el vuleo ha aprovechado para im- ponérselo como nombre específico. Por la noche se refugia en las breñas y ca- ñaverales, bien á inmediaciones de los prados, bien en los litorales de los pan- tanos y de los ríos.» «Demasiado conocido es este pajarillo por los campesinos de México y por los naturalistas para describirlo; pero sus costumbres son bien dienas de ser relatadas en nna publicación destinada á dar á conocer la fauna del país; y aunque yo no escriba más que lo poco que he podido presenciar en mis raras exenrsiones fuera de Guanajuato, creo que estas observaciones 1o ca- recerán por completo de interés. El Tordito se encuentra durante el año entero en el Estado de Guanajuato, pero no se le ve con abundancia sino en los meses de Noviembre, Diciembre; Enero. Febrero y Marzo. En estos últimos dos meses llega en bandadas á la ca- pital; en el día se observan en las haciendas de beneficio de plata, formando largas filas en los techos, donde se mezclan con las palomas, y casi siempre los (1) A. E. Brehm. Les Merveilles de la Nature. “Les Oiseaux,” Vol. I, p 234. (2) Rovirosa, 1. c., p. 365. 224 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. machos cerca de las hembras; apenas tienen la más pequeña oportunidad bajan á los patios para comer el maíz no digerido que se halla en el excremento de las mulas. En el campo viven de preferencia en el suelo, sobre todo en medio de las boyadas; con frecuencia se paran entonces en el dorso de los animales, y si en- cuentrau aleuna llaga en ellos la pican con ardor, yá sea para comer pedacitos de carne, ó ya para coger uno que otro insecto atraído por la supuración. En medio de ellos he observado bastantes tordos de pecho amarillo, Xanthocepha- lus, Bp.. aleunos tordos más grandes y abronzados, Molothrus ceeneus, Cab., y ra- “as veces sargentos, Agelains gubernator, Bp. Al volar los torditos producen un ruido especial, que puede compararse al de un fuerte aguacero. Es muy curioso y causa admiración su manera de volar en tropas de varios centenares; forman entonces como nubes negras que revolo- tean con ana unión y una armonía sorprendentes, á veces describiendo espirales ó círculos, ó bien dibujando en el aire como lareas serpientes culebreando; todas las aves van apretadas cuanto lo permite el juezo de sus alas, y siguen el sus evoluciones á un jefe que parece darles una impulsión uniforme. Estas nubes vivas se componen de 200 á 1,000 ó más individuos. ln el mes de Marzo del año de 1879, hallándome en la hacienda de campo de Tupátaro, cerca de Cuerámaro, llegaron cantidades enormes de estas aves; pasó un día una columua que todas las personas presentes calenlaron tener tres leguas (12,000 metros) de largo por ciuco metros de ancho, y aproximadamente un metro de espesor: dando á cada tordo una longitud algo exagerada de veinte centímetros, y treinta y tres centí- metros de una punta á otra de las alas, como vuelan muy juntos, se debe supo- ner para toda la masa un conjunto de nueve á diez millones; yo creo esta eva- luación todavía inferior á la realidad, y confieso que nunca hubiera yo creído que pudiera reunirse una cantidad tan enorme de estas aves; la impresión que me causó este espectácnlo aún no la olvido después de doce años. Evidentemente son muy raras estas ocurrencias, pero bastan para dar una idea de los estragos que pueden ocasionar los tordos en las sementeras. En efecto, si bien es cierto que ellos son casi omuívoros, lo es también que son eminentemente erauívoros, y muchos rancheros se quejan de que comen el trigo al espigar. Varios naturalistas aseguran que la hembra deposita sus hue- vos en nidos ajenos, y no hace uno propio; ignoro hasta qué punto está probada esa aserción, pero parece confirmarla el hecho de que no se conocen nidos de tordos por acá, y sin embargo se ven unos jóvenes de estas aves. Estas interesantes aves se crían con eran facilidad en las casas, aun en liber- tad, y se vuelven bastante familiares. Es de notarse el canto ó ruido singular que profieren, pues parece que están gargarizando. inflando su cuello y erizan- do las plumas cnal si les costara gran trabaio esta operación. Son tan poco des- confiados los tordos, que, á pesar de que cojan ó maten alerunos, sus compañeros no se alejan mucho y vuelven á poco al alcance de la escopeta, sobre todo si se dejan tendidos los muertos, aerupáudose de tal manera que de un solo tiro se A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 225 puede tumbar hasta una docena; y vale la pena, pues son buenos para la mesa. He dicho que los acusan de comer el trigo cuando espignea; pero además de este erano consumen una gran cantidad de otras clases de semillas, y hasta ahora no sé que hayan encontrado un medio eficaz de evitar sus perjuicios: el más cono- cido consiste en apostar como centinelas muchachos armados de hondas con que disparan pedradas en medio de las parvadas de tordos; pero el carácter poco asustadizo de estas aves torna en poca la utilidad de estos ataques, pues apenas levantan el vuelo para irá posarse de nuevo á doscientos ó trescientos pasos del Ingar que abandonan. El que ha visto en un día numerosas falanges de ellos, compuesta cada una de doscientos ó más individuos, revoloteando como remoli- nos y caminando así asaz rápidamente, comprende que no es fácil encontrar re- medio contra sus invasiones: el mejor sería poner tal vez á su vista en un luga- desenbierto maíz quebrado y mojado en cocimiento de nuez vómica ó de caba- longa, pero esto también trae sus inconvenientes. Parece que las influencias eco- lógicas tienen poca presa sobre estos pájaros: se les encuentra, como he dicho, en todos tiempos y probablemente en toda la República; la única causa que los hace viajar en columnas cerradas es, sin duda, la falta de alimento; pero no creo que haya entre ellos verdaderas migraciones. Como en todos los animales de color oscuro, se encuentran, aunque muy ra- ros, unos tordos blancos ó albinos; como no cabe evocar aquí la idea de mime- tismo, que vendría á ser contraproducente. no me ocupo de ella, Pocas han sido mis observaciones por faltarme el tiempo y la oportunidad; pero creo haber di- cho lo suficiente para excitar á las personas colocadas en cirennstancias favora- bles á estudiar con atención las costumbres de los torditos, pudiendo así agre- gar á su historia algún capítulo verdaderamente interesante.»% «El tordo se encuentra siempre en la orilla de las milpas y poquísimas ve- ces en su interior; sigue al arado destruyendo los insectos y otros de los anima- les que quedan al descubierto, por lo que se le debe considerar como especie útil, hasta cierto punto, para la agricultura; su familiaridad con las reses es 1no- table; destruye no sólo los parásitos de las llagas, sino todos los que se encuen- tra aun en las partes sanas. Ataca á los trigos ya maduros, y por este motivo hay uuchachos oenpados en espautarlo con látigos y con hondas; permanece en Que- réndaro hasta que van á comenzar las lluvias y llega en el otoño.»" «El suserito citó un caso de isabelismo observado en un individuo recogido por el Sr. F. Giovenzano en el Estado de Michoacán, y que se encuentra actual- mente en las colecciones del Instituto Médico; mencionó la particularidad cn- riosa de que hablan los ornitologistas norte-americanos y se refiere á los hábi- tos polígamos del Molothrus: un punto más de contacto con los Cenculus y Coccyzus.»*” (1) A. Dugés. “La Naturaleza,” 2.* serie, vol. HI, p. 103. (2) Joaquín Arriaga. “La Naturaleza,” 2.* serie, vol. II, p. 105. (3) A. L. Herrera. Apuntes de Ornitología. La Migración en el Valle de México. “La Natu- raleza,” 2.? serie, vol. II, p. 106. 29 226 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. «Si los picos ó carpinteros nos llenan de admiración, cuando en la espesura de los bosques presenciamos sus rudas é ingeniosas tareas; si los colibrís nos encantan por su forma diminuta y la brillantez de sus colores; si los zopilotes se hacen acreedores á nuestra consideración por los beneficios que nos procuran, los Tordos, como amigos del hombre y compañeros leales del hogar doméstico, son dignos también de nuestro cariño. Ningún pájaro como el tordo desempeña en México un papel más importante; el número de sus especies y de sus indivi- duos es tan considerable, que por todas partes embellecen el país con el brillo de su plumaje y lo animan con sus silbidos expresivos y penetrantes. Poblado- res constantes de los árboles de los jardines, no por esto desdeñan las llanuras arenosas y desiertas; se les ve brillar también en las orillas de los lagos ó en el centro de los pantanos, como otras tantas flores rojas y amarillas medio ocultas entre las espadañas y los juncos; aun tienen la osadía de recorrer las calles de las poblaciones para allí lucir, en sociedad con el hombre, su brillante y metá- lico plumaje. El tordo es el amigo fiel de los rebaños, el compañero constante del labrador y el ornato necesario de los campos. Ave que goza de una vida me- dio doméstica y medio campestre, tan pronto se le ve como guardián de la casa del hombre ó signiendo á los ganados en los prados; en una palabra, el tordo cifra su placer dondequiera que encuentra buena compañía. Sea cual fuere la región de México que se recorra, es casi seguro encontrar á los tordos en ban- dadas numerosas, y cae verdaderamente en gracia verlos pasear con cierto aire de gravedad y animados de inocente petulancia. Su familiaridad es tan notable como la variedad de sus colores; sin embargo, la mayor parte de las especies tienen el plumaje de un negro metálico, que los asemeja mucho á los tordos de Europa. Algunos de ellos tienen la cola larga, y sería fácil por esto confundir- los con las picusas: éstas son las nrracas ó zanates. Los tordos tienen un modo de ver verdaderamente singular, porque al tra- vés de su negro plumaje aparece su pupila de un rojo brillante como el fuego, ó blanca como el esmalte de la porcelana. Si se pasea delante de algenna persona, tiene la costumbre de inclinar graciosamente la cabeza hacia un lado para mirar- la, descubriendo así el ojo, cuyo color forma agradable contraste con sn cabeza tan negra como el azabache. A la entrada de las poblaciones el tordo salta alegre- mente al lado del viajero, quien acoge eustoso á tan gentil y galante compañero. Muy pronto, por la amabilidad de sus maneras, se conquista el cariño de los hom- bres, y en algunos lugares goza de una seguridad tan completa, que, no satisfecho con pasearse libremente por las calles de las poblaciones, penetra confiado á las casas donde recoge las migajas de las mesas. Algunas especies de más pequeña estatura, y que se asemejan por su forma y su plumaje á los estorninos, habitan en gran número en las haciendas de caña ó en las de labor, posados sobre los árboles; de allí descienden en parvadas á los patios para buscar eutre la basura ó el estiércol los granos de maíz ó de cebada, ó signiendo pacientemente al labrador que abre los surcos, recogen los insectos que el arado saca de la tierra. 159) Ko -1 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. Lo más notable en las costumbres de estas aves, es el instinto social que las hace vivir en parvadas, como los estorninos de Europa; pero son mucho más terrestres que éstos: los tordos casi constantemente se pasean, pues de la tierra sacan directamente sus alimentos. Su residencia siempre la establecen en Inga- res habitados, sin duda porque en los corrales y en los basureros encuentran des- perdicios y semillas que les sirven de sustento. Por esto tal vez, tanto en las tie- rras calientes como en las frías, no se encuentra habitación cuyas inmediaciones no estén animadas por una ó varias bandadas de estas bonitas aves, que llevan su instinto social hasta acompañar al hombre á los lugares más estériles y más incultos. También se les encuentra en las erandes llanuras arenosas que se ex- tienden formando la meseta central del Análhmac, y en las cuales no hay vegeta- ción alguna durante seis meses. En esas prolongadas planicies, las haciendas y las cabañas tristemente se levantan sobre un suelo infecundo. en el cual ni hay árboles para recrear la vista ni el viajero encuentra en varios días algún sér vi- viente que reanime su espíritu abatido. Las demás aves emigran en el otoño al terminar la vida de los campos; solamente los tordos quedan en aquellas tristes comarcas, para auimar con su vuelo y con sus silbidos la solitaria mansión del hombre. Alegremente se pasean alrededor de ella, ó envuelven en sus graciosos torbellinos el techo de la cabaña. Sin preferencia determinada y sin desdén, ha- bitan con tanto enusto en la cabaña del desgraciado indígena como en el antieno pórtico del hacendado, cuyos pasos siguen, pavoneándose y mirándole con sus ojos blancos ó rojos, y sin cuidarse de dejarle libre el paso. Muchas de las es- pecies de tordos tienen, como ya he dicho, costumbres eminentemente sociales; otros, por el contrario, no gozau en el mismo grado de ese instinto, y aunque les agrade vivir en sociedad, no se reunen entre sí, sino que van á buscar bandadas de individuos más pequeños, en medio de los cnales se les ve pasearse con cierta dienidad, inspirada tal vez por la superioridad de su talla. Cada especie, entre esta multitud de razas, tiene, por decirlo así, un suelo que le es propio; unas prefieren las llanuras arenosas, otras las orillas de las selvas, pero jamás se les encuentra en el centro de los bosques, y varias visitan con frecuencia los prados húmedos ó pautanosos. En estos lngares, generalmente inhabitados, no son las cabañas las que atraen á los tordos; la presencia del hom- bre es lo que allí les halaga, y signen constantemente á los rebaños que aquél encamina. En los prados húmedos es adonde va á buscar la boñiga del ganado raenno, enbierta casi constantemente de larvas de moscas y de otros insectos, que le proporcionan segura y suenlenta comida. En medio de las tierras frías de la meseta, en los pantanos, que no son otra cosa que campos cenagosos despro- vistos de árboles, el aire resuena constantemente con el grito agudo y extraño de los tordos que allí viven en grandes parvadas; las más bellas especies eligen aquellos Ingares para su domicilio. El Comendador ó tordo de charreteras,” so- (1) Agelains gubernator, Bp. 228 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA* bre todos, este pájaro de figura elegante y tan notable por el rojo vivísimo ó el amarillo que luce en sus alas, parece que es el que constituye la población ala- da de las ciénagas. En casi todos los lugares húmedos se ve gran abundancia de ellos; se encuentran, sin embargo, alennas otras especies, entre las enales he no- tado algunas urracas” que llaman la atención por su larga cola, que hace su vuelo pesado y singular. Mas todos estos pájaros no se rennen en parvadas com- pactas; sus numerosos individuos andan dispersos en toda la extensión del terre- no, buscando los animalillos que viven en el fango. Después de haber atrapado los gusanillos que están á su alcance, cada individno levanta sn vuelo pesado y tortuoso, y lanzando al aire sns ásperos silbidos se transporta á otro lugar para continnar su caza. Cuando estos pájaros andan entre las ciénagas, se preocupan de tal manera picoteando en el fango, que muchas veces ni advierten la presen- cia del cazador, y si llegan á advertirla levantan bruscamente el vuelo sin dar un solo paso. Al Comendador, en vez de pasearse en el suelo, se le ve volar cons- tantemente, debido á la violencia con que explora el lugar que está al alcance de su pico, lo cual le obliga á cambiar de residencia á cada instante. No des- cansa sino para volar de nuevo, y al transladarse á algunos centenares de pasos, parece que sólo está contento en el sitio que acaba de dejar. Onrioso es el espectáculo que presenta nn prado siempre verde, esmaltado de multitud de puntos rojos y amarillos, ocupados constantemente en cambiar de Ingar. Es un vaivén continno de aves que se encuentran y se cruzan en los aires arrojando gritos agudos, un verdadero juego en que toman parte diferen- tes especies de aves, cuyo variado vuelo forma una diversión interesante. No son solamente los tordos habitantes de los pantanos, son también los ami- gos de las vacas; son los constantes compañeros de los ganados y se toman gran- des libertades con la raza bovina. Se posan en el cuello, en la espalda y en los cuernos de las vacas y toros; toleran esta familiaridad en cambio de los parási- tos de que los despojan. En las horas más calurosas del día, los toros se hunden en el limo de los bordes de las lagunas para sustraerse á los ardores del sol y á las picaduras de los tábanos; dejan solamente de fuera la extremidad del hoci- co, y este islote de carne viva sirve invariablemente de pedestal á algún Comen- dador vigilante, guardián severo de las narices de su huésped y á las que nin- cún tábano se atrevería á acercarse sin ser devorado al instante. Se concibe lo que semejante reciprocidad tiene de atrayente, y cuánto influye esta tácita inte- ligencia entre el cuadrúpedo y el ave para cimentar su amistad natural. El buey desea ardientemente al tordo, enyo pico le rasca agradablemente las narices y lo pone al abrigo de molestas picaduras, y por otra parte, el ave encuentra en es- tos islotes carnosos una red teudida á sn caza favorita. ¡Qué naturalista al acer- carse á estos parajes ha resistido á la tentación de disparar sobre estos pájaros, y cuál no ha sido su sorpresa viendo bajo el enerpo de sn víctima moverse el (1) Quiscalus macrourus, Sw. A. L. HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA. 229 suelo, levantarse una oleada de fango y vomitar un monstruo marino que, heri- do en lo más vivo, se arroja impetuosamente sobre el imprudente agresor! La primera vez que se contempla el espectáculo de un pantano de este gé- nero, causa un sentimiento profundo de admiración. Esta planicie verde, llena de vida, de gritos diversos, matizada de aves rojas, amarillas ó negras, en una continua agitación, y entre las cuales se mueven las cohortes de espátulas rojas. de tántalos blancos, de ibis purpúreos y de zancudos de todas clases, es un es- pectácnlo que se asemeja á una gran fantasmagoría, á una saturnal de la natn- raleza, á la que el hombre asiste como un sér extraño. Más tarde el sol desapa- rece en el horizonte, los gritos cesan, las aves emprenden el vuelo, el espectáculo está terminado y el encanto ha desaparecido. El reposo de la noche ha sucedido á estas escenas animadas, y tal parece que ha sido una visión que se desvanece como por encanto. Hemos visto que cierta categoría de tordos habitan de prefe- rencia las llanuras y viven en bandadas, otras prefieren los pantanos y se ren- nen en un mismo Ingar sin asociarse sin embareo. Hay otras razas que no pare- cen tener este instinto social y cuyo género de vida es diferente. Estas especies muy numerosas, la mayor parte ataviadas de vistosas libreas de color negro y amarillo, y que viven diseminadas en los árboles y en los breñales, son las ca- landrias, notables por la habilidad que despliegan en la construcción de sus ni- dos. A lo largo de los arroyos y de los estanques establecen por lo regular su domicilio, escogiendo de preferencia los árboles que enbren sus márgenes y las ramas que cuelean sobre las agnas. Estos nidos tienen la forma de una larga bolsa con sn entrada lateral: el pájaro los fabrica artísticamente con filamentos de bejuco y con plantas trepadoras que entreteje para formar una red de anchas y resistentes mallas, en cuyo fondo deposita sus huevos. Es muy común encon- trar estos graciosos edificios que el viento balancea sobre las tranquilas corrien- tes de los ríos. El género de vida de los tordos merece estudiarse con cuidado, pues tiene sin dnda particularidades del mayor interés en los variados instintos de sus es- pecies numerosas. Las calandrias viven por pares como las aves solitarias; los comendadores establecen sus nidos entre los juncos, pero en cuanto á las espe- cies que viven en bandadas deben tener costumbres singulares en la nidifica- ción. En efecto, las aves sociales se dispersan en lo general nna parte del año para entregarse á los cuidados de su progenie; las sociedades se interrampen y acaban por disolverse. No sucede lo mismo con los tordos; ciertas especies se renuen en bandadas en el mismo árbol y lo enbren con sus nidos. Pero llama la atención ver á otras que continúan vagando en derredor de las habitaciones sin cuidarse de sus deberes conyugales, como si la naturaleza no les hubiese im- puesto una función de este género; esto hace suponer que descargan en otras es- pecies sus aterreiones domésticas. Sin duda cada nna de ellas tiene nna manera especial de conducirse: ésta ha sido observada en nu tordo negro de corta talla y de menor tamaño que el mirlo de Europa, de ojo encarnado y que por lo re- 230 A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. enlar anida reunido con otras razas superiores á él; probablemente es el Molo- thrus ceneus de Cabanis. Este pájaro no construye nido alguno, pues le es más cómodo buscar el de una especie de gorrión moreno que tiene la costumbre de establecer el suyo en la tierra. Con este objeto se pasea entre las yerbas, espian- do el momento en que el gorrión, después de haber puesto sus lnevos. se aleja de su nido en busca de alimento; se aproxima. se instala en él, los arroja del nido dejando uno solo. al lado del cual pone el suyo. El astuto tordo se pasea de nido en nido con gran perjuicio de los gorriones, y quizá también de otras muchas especies. destruyendo á los herederos legítimos de la habitación y confiando el enidado de su progenie á la ternura de aquellos que despoja, después de haber usurpado el lugar y los cuidados que un industrioso pájaro preparaba á su pro- pia familia: este Cuclillo de nuevo género va de tiempo en tiempo á rondar los nidos para vigilar el éxito de su superchería.? El eorrión, más laborioso que prudente. cubre el huevo extraño con el mismo amor natural que el suyo, cría al tordo pequeño, que muy pronto llega á ser más graude que él, y no podría nu- trirlo lo bastante si la madre del intenso no hubiera tenido la precaución de sa- crificar varios gorriones por el bienestar de sus hijos. Pero si los tordos son aves desnaturalizadas, desprovistas de la ternura ma- ternal tan general en las de su clase, no son menos dignas de nuestro aprecio desde otro punto de vista, y su utilidad debería hacerlos estimar del hombre. Ninguna ave quizá destruye un número de insectos tan considerable, y cuando llegan esas nubes de langostas que devastan países enteros, en los tordos en- cuentran sus primeros enemigos, pues las devoran con delicia y las diezman sin descanso. Después de haber comido hasta saciarse, no abandonan el lugar sin llevar en el pico una laugosta, y probablemente á la abundancia de estas aves son debidos los huecos graduales que se notan por lo común en las filas de estas legiones de insectos. ¿Este sólo lecho no los hace acreedores al más vivo reco- nocimiento del hombre, y no debe granjearles consideraciones justamente mere- cidas? ¡Pero qué lejos están los habitantes de México de corresponder á estos servicios! Aunque la carne de los tordos no sea de un gusto delicado, matan nu- chos para comerlos, y en vez de impartirles protección no parece sino que hay empeño en destruirlos, pues se tienen las mismas preocupaciones que durante mucho tiempo precedieron á la destrucción de las aves pequeñas de Europa. Con el pretexto de que se nutren de cereales, accidentalmente á la manera de los go- rriones, se les detesta lo mismo que á éstos, llegando el odio hasta destruir los árboles porque dicen que los atraen: así es que en los Ingares en que el calor es sofocante. las gentes por torpeza se privan de la sombra que podría templar los ardores del sol. Esta medida de destrucción, excusable á lo más en Enropa, en los distritos en donde los egranívoros abundan en gran número, ha pasado de Es- paña á América. Estas preocupaciones deplorables han causado en primer lu- (1) Este hecho contado por los indios necesita confirmarse. A. L. HERRERA.—ORNITOLOGÍA MEXICANA. 231 gar la destrucción de los arbolados en ciertos distritos, y en seenida han privado de abrigos á las bandadas diezmadas de aves, que son casi la única barrera que se opone á la plaga de la langosta, dejando á este azote una libertad de desarro- llo frecuentemente peligrosa. Jamás he observado que los tordos causen en México los graves perjuicios de que habla Wilson en su Ornitología Americana, pues nuuca los le visto pre- cipitarse en parvadas realmente peligrosas sobre los campos. Además sólo los tordos negros viven en ellos. Los Comendadores habitan exclusivamente los pan- tanos, sin duda á causa de la grande sequedad del país. Las planicies pantano- sas del Valle de México y los oasis húmedos que se encuentran en medio de las arenas del Anáhuac, son sus lugares de predilección. No arriban á él en legio- nes numerosas como en los Estados Unidos, y jumás he visto á los Comendado- res atacar á los cereales. Es de presumirse que los tordos en general prefieran la nutrición animal y no perjudiquen los enltivos sino cenando faltan los insectos.»” «El parasitismo, en el sentido zoológico de la palabra, es una condición en que se encuentran con frecuencia las formas inferiores de la vida, y es suficien- temente rara entre los animales superiores para excitar especial interés; la anu- sencia excepcional de los poderosos instintos maternales es aún más notable tra- tándose de las aves. Considerando que la volición consciente —que la elección, en uua palabra,— determina todo el sistema de la perpetuación de la especie en el M. pecoris, negando el afecto conyugal, aboliendo las relaciones paternales y haciendo imposibles las relaciones entre los miembros de la familia, debemos admitir que se trata de un caso de parasitismo de nna sienificación casi ética por el extremo á que ha llegado. Ciertos organismas inferiores, los Entozoa, por ejemplo. sólo existen en condiciones determinadas dentro de los cuerpos de ani- males más grandes y presentan un caso semejante al que ofrecen las relaciones que hay entre el germen de una planta y el terreno en que crece; pero perjudi- can ása huésped y aun le causan la muerte por la irritación que produce la pre- sencia de miriadas de individuos; consumen, además, la substancia, y á este res- pecto se les compararía con más exactitud con los verdaderos Epiphyte, como el Muérdago, que chupan la savia directamente de las plantas en que se fijan. Se observa otro caso de parasitismo en numerosos insectos, designados algunas ve- ces con el nombre de Epizoa, que son organismos independientes, pero que por lo general procuran vivir á expensas de otros animales. 2. MOLOTHRUS ANEUS. Psarocolias ceneus, Wagl. Isis. 1829, p. 758". Agelatus «ceneus, Cass. Pr. Ac. Phil. 1848. p. 90*. (1) M. M. Saussure. “La Naturaleza,” vol. I, p. 352. A. L, HERRERA. —ORNITOLOGÍA MEXICANA, 232 Molothrus ceneus, Sel. P. Z. S. 1856, p. 300*; 1859, pp. 365*, 381%; Ibis, 1884, p. 4% Cat. B. Brit. Mus. XL, p. 334"; Sel. et Salv. Ibis. 1860. p. 34%, R. Owen, Ibis, 1861, p. 61*; Cab. J. f. Orn. 1861, p. 81", Cass. Proc. Ac. Phil. 1866, p. 18%; Lawr. Aun. Lyc. N. Y.XI, p. 104% Bull. U.S. Nat. Mus. no. 4, p. 24; Mem. Bost. Soc. N. H. II, p. 281%; Sumichrast, Mem. Bost. Soc. N. H. I, p.552%; Frantz. J. f. Orn. 1869, p. 303"; Salv. P. Z. S. 1870. p. 191”; Cat. Strickl. Coll., p. 265%; Merrill, Bull. Nutt. Orn. Club, IT, p. 85% Nuttine, Pr. U. S. Nat. Mus. V, p. 392%; Bon- card, P. Z. S. 1883, p. 445%; Pérez, Pr. U. S. Nat. Mus. 1886, p. 151?. Tcterus bonariensis, Bp. P. Z. 1837, p. 116” (nec Gn.). Molothrus robustus, Cab. Mus. Hein. L, p. 193%, Sericeo seneus, alis caudaque nigris, extos purpurescente violacens, subala- ribus et erisso purpureo lavatis. Long. tota S-0, alee 47, cande 3-3, rostri a rictu 0-9, tarsi 1-2. (Descr. maris ex Colobre, Panamá. Mus. nostr.). 2 obsenre fusca, purpureo vix tincta, subtus dilutior. Long. tota 6-8, ale 4-(), caude 2-8, rostri a rictu 0-8, tarsi 1-0. (Descr. feminze ex Dueñas, Guate- mala. Mus. nostr.). Hab. Norte-América, Río Grande, Valle, Texas”.—México%, Mazatlán (Gambel”, Grayson*, Forrer”), Presidio (Forrer”), Bahía de Mauzanillo y Mon- tañas de Colima (Xantus*), Puente Nacional (Pease?), regiones calientes y tem- pladas de Veracruz (Sumichrast'”), Izúcar de Matamoros, Chietla, Acatlán (Pé- rez”). Córdoba (Sallé”), Orizaba (Botteri”), Jalapa (Montes de Oca*), Jella (Bon- card”), Oaxaca (Fenochio”), Topana (Sumichrast*), Norte de Yncatán (Gaumer”), Guatemala (Velásquez”, Constancio*), Dueñas*, Retalhulen, Huamuchal (O. $.), Sau Gerónimo (R. Owen?), Choctum (O. S. et F. D. G.”); Nicaragua”; Costa Ri- ca”, San José (v. Frantzius'*, La Palma (Nutting”), Orosi (Kramer”); Pana- má, Calobre Chita (Arcé”), Panamá (Bell”). El Molothrus eneus es una especie muy común á través de la región, desde el Valle de Río Grande, al Sur, hasta el Estado de Panamá. Tal es nuestra ex- periencia de esto en Guatemala y tal es también el testimonio de los más de los colectores en el lugar. Cruza el Río Grande del lado de Texas, en donde fué ob- servado por Mr. Merrill, principalmente en Hidalgo sobre el Río Grande y más abajo hacia el río. Habla de esta ave como común en todo el año y pocos indi- viduos emigran al Sur en el invierno; describe del todo sus hábitos nidificantes, los cuales son semejantes á los de las especies afines, seleccionando la hembra los nidos del Cardinalis, Milvulus, Icterus bullocki € Icterus spurtus, dejado en ellos sus huevos. El macho, durante sus correrías, tiene hábitos enriosos, como es el de espon- jar las plumas á los lados del nido, las cuales son largas, en la forma de un mo- NATURALEZA PERIÓDICO CIENTÍFICO MUSEO N. DE HISTORIA NATURAL SOCIEDAD MEXICANA DE HISTORIA NATURAL TERCERA SERIE.—TOMO 1. —GUADERNO NUM. 2. [ MVSEO N. MEXICO IMPRENTA J. ESCALANTE, $S. A, Primera calle de 57, núm, 8. 1911 SUMARIO: Dr. Manuel M. Villada,—La vida de un Dr. Manuel M, Villada.—Breve noti ee sabio. un viaje á diversos lugares del Estado de Ve- 0 ; Dr. José Mangino.—Secretaría de la Socie- racruz. ¡9 . dad Mexicana de Historia Natural. Extracto Revista Científica Nacional y Extranj a de la Acta de la Sesión celebrada el 1.” de Oe- ra.—El vampiro de Tierra Caliente. Dr. A tubre de 1910. fredo Dugés.—Nota adicional. Prof. A. Dr, Jesús Sánchez.—Informe acerca de la Herrera. —Plantas desérticas mexicanas Prof. visita á algunos de los principales Museos de Isaac Ochoterena. PAN ¡ A Historia Natural y Jardines Zoológicos-Botá- Apéndice.—Ornitología Mexicana, por el 4 nicos de Estados Unidos y Europa. Sr. Prof. Alfonso L. Herrera (continuación.) A e AS NATURALEZA ——_ +2 ED 2 A — PERIÓDICO CIENTÍFICO MUSEO N. DE HISTORIA NATURAL SOCIEDAD "MEXICANA DE “HISTORTA NATURAD TERCERA SERIE. —TOmO0 -1.—CUADERNO NUM. 3. MÉXICO IMPRENTA I. ESCALANTE, S. A. 8. ].? CINCUENTA Y SIETE NO. 1912 SUVEATEJ TOS Dr. Manuel M. Villada.—Una vida enno- blecida por el estudio y el estricto cumplimien- to del deber. Carlos Linneo.—Fundamentos botánicos. Dr. Manuel M. Villada. —Necrología. Noti- cia del fallecimiento del Sr. Dr. D. Jesús Sán- chez. Dr. Manuel M. Villada. —Información oficial Dr. Jesús Díaz de León.—Catalogus Mollus- carum Maxicanze Reipublicse hucusque descripta Dr. Manuel M. Villada, —Resumen del ante- rior catálogo. Dr. Manuel M. Villada.—Aparato protector de los moluscos, en su nacimiento. Dr. Manuel M. Villada.—Apuntes recogi- dos en un viaje de exploración al Estado de México. Revista Científica Nacional y Extranjera. —1. Notas acerca de lus Copales de Hernández. y las Burseráceas mexicanas.—2. Los Amates de Hernández ó Higueras mexicanas.—3. Los Zapotes de Hernández. —4. Notas acerca de los «Ayotli» de Hernández, 6 Calabazas indígenas. - —Dr. Manuel Urbina. aa NATURALEZA 0 + > PERIÓDICO CIENTÍFICO DEL MUSEO N. DE HISTORIA NATURAL Y DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE HISTORIA NATURAL TERCERA SERIE. —TOMO 1.—CUADERNO NUM, 4. MÉXICO IMPRENTA I. ESCALANTE, $. A. 1,2 CINCUENTA Y SieTE No. 8. 1912 SUMARIO: Dr Manuel M.Villada.—Unavidaconsagrada ála ciencia y al estricto cumplimiento del deber. Museo Nacional de Historia Natural,— Lista de su personal Administrativo. Técnico y Auxiliar. —Lista de las Corporaciones á quienes se distribuye “La Naturaleza.?” Dr. Manuel M. Villada. —Necrologia. Noti- cia del fallecimiento del Sr. Don José M. Velasco. Dr. Manuel M. Villada.—Breve reseña de una excursión escolar á la barra de Nautla. Prof. Guillermo Gándara.—El Arbol de la lluvia. Revista Científica Nacional y Extranjera, —Notas acerca de las ““Ayotli'* de Hernández, ó Calabazas indígenas (continuación).—Notas acerca de los Amoles de Hernández.—El peyote y el ololiuhqui.—Dr. Manuel Urbina. Las grutas con cristales de yeso en Naica (Traducido de “La Nature,”” núm. 2027, Marzo de 1912, por el Sr. Samuel Macías Valadez, mé- «dico veterinario). Las grutas de cristales de yeso de Naica, Chihuahua (Tomado de las Memorias de la So- ciedad Cientifica “Antonio Alzate,” T. XXX. pág. 32). Datos publicados sobre algunos de los gran- des peces del Golfo de México. Los Pámpanos. , Apéndice.—Ornitología Mexicana, por el Sr. Prof. Alfonso L. Herrera (continuación). AMNH LIBRARY Om