ADMINISTRACIÓN

LI RICO -D R A M ATIG A

LA PLAZA

DE

ANTÓN MARTIN

saínete lírico en un acto y en verso

ORIGINAL DE LOS SEÑORES

GR&NÉS, PRIETO Y SIERRA

música de los maestros

CHUECA Y VALVERDE

MADRID

SEVILLA, 14. PRINCIPAL

1882

U Mi M ilIOI liRIllt

saínete lírico en un acto y en verso

ORIGINAL DE LOS SEÑORES

M 5RANÉS, PRIETO Y SIERRA

música de los maestros

CHUECA Y VAL VERDE

Estrenado con gran éxito en el Teatro de Varledad^íí el dia 23 de Marzo de 1882.

MADRID: 1882

5£.=3 TABÍ-eClMIENTO TlPOGRAí=!CO

DE M. P. MONTO YA Y COMPAÑ^.A

Caños, 1.

PERSONAJES

ACTORES

Bita Sra. Espejo.

Una vendedora de periódicos* Srta. Vivero.

Asunción » Rubio.

La MUJER DE su marido )a r^ i /t^ a a n

Una CIEGA j ^'^' (González (D.»S.)

Una PALETA Srta. Gironi.

La mujer del cochero » Romero.

Pepe Sr. Valles.

Don Homobono » Lujan.

Don José » Bosch.

Un revendedor » Mariscal.

Ventura » Lastra.

Un paleto * Alverá.

r^nm'ífn'^'' I ' M"fio^-

UN CHULO J

Un CIEGO » Rochel.

El marido DE su mujer ( -p , .

Un COCHERO i ' ^^^^^^^^-

Un guardia » Sanctez.

Un pobre » Perdiguero.

Un lacayo » Cosin.

Un soldado. Un chico. Chulos y estudiantes.

Eíte papel y el de Rila son uno miaino.

Esta obra es propiedad de sns autores, y nadie podrá, sin sn permiso, reimprimirla ni representarla en Espa- ña, ni en sus posesiones de Ultramar, ni en loa países con los cuales haya celebrado ó se celebren en adelan- te tratados internacionales de propiedad literaria.

Los autores se reservan el derecho de traducción.

Los comisionados de la Administración Lírico-Dra- mática de D. EDUARDO HIDALGO, aon los exclusiva- mente encargados del cobro de los derechos de repre- «entacion y de la venta de ejemplares.

Queda hecho el depósito que marca la ley.

ACTO ÚNICO

La Plaza de Antón Martin, de nocbe. Al loro derecha, ocupando medio fondo, el cafó de Zaragoza con una puerta practicable. Al foro izquierda la farola. En primer término, izquierda, el molino de chocolate. A la derecha, en segundo término, nna tienda de comestibles, formando la esquina de la calle de la ^Magdalena. En primer término, derecha, formando la otra es- quina de la calle de la Magdalena, una taberna practicable.

ESCENA PRIMERA.

Rita vendiendo periódicos. REVENDEDOR de billetes. Un Vendedor de á real la pieza. Un SOLDADO. Un LaCAYO, tran- seúntes, luego dos Paletos.

MÚSICA. I

Rita. Yo soy una barbiana

mujer muy juncal. Coro. Que toma, que toma,

que dale, que dale;

con el molinillo

se hace el cbocolate. Rita. Que pasea las calles

de la capital. Coro. Que dale, que dale,

que toma, qué toma;

4

los grandes pecados se lavan en Roma.

Rita. Y dejando mi tierra

me vine á Madrid, y vendiendo papeles ya no puedo vivir.

Coso. Y dejando su tierra

se vino á Madrid y con los papelitos ya no puede vivir.

Rita. Yo vendo, señores,

La Correspondencia, La Broma, La Viña, La Fé, El Liberal; á perro La Patria ^ á dos La Nación, el Tío Conejo y el Don, dolon, don.

Cobo. Con gracia pregona

La Correspondencia, etc.

II

Rita. Por el dia paseo

la Puerta del Sol

Coro. Que dale, que dale,

que toma, salero; á fuerza de aceite se hacen los buñuelos.

Rita. Y de oir chicoleos

cansada me voy.

Coro. Que toma, que toma,

que dale rosquillas; batiendo los huevos se hacen las tortillas.

Rita. Pero los caballeros

se acercan á mí, y me dicen baji^^^o... No lo quiero decir.

Coro. Pero los caballeros

se acercan á tí, y lo que ellos te dice»

no lo quieres decir. Rita. Yo vendo, señores, etc.

Coro. Con gracia pregona, etc ,

HABLADO.

Vend. Al barato! A real la pieza!

Rita. El Correo.

Rev. Anfiteatros.

Vend. Ande la ganga, señores,

que esto se está arrematando.

Aquí se encuentra de todo

como en botica. Al barato! .

Palillos pa los hambrones,

batidores pa los calvos,

bolsillos ya los cesantes

y sortijas pa los mancos.

Quién por venticinco céntimos

de peseta no hace gasto?

Quién por cinco perros chicos

no quiere copas y vasos,

fosforeras, candeleros,

pendientes, gemelos, cuadros,

tijeras, ligas, agujas

y alfileres de topacios.

Al barato! A real la pieza!

Ande el barato! El barato! Rev. (Dirigiéndose á un soldado que cruza la escena j se

dirige á la calle de la Magdalena.)

Quiere usted una butaca,

mi general? Tengo cuatro

que ni en palacio las hay

más cómodas. No le engaño.

(El soldado le hace un gesto de disgusto y desapa-

rece.)

Dispense usted: no sabia

que era usted soldado raso. Lacayo. (Acercándose al Revendedor y dicióndole con much».

gravedad.)

Se llama ustez Rafael?

6

Eev.

(Haciéndole muchas cortesías y quitándose ta gorra.)

Sí, excelencia, así me llamo.

Qué quiere usía?

Lacayo.

De parte

de dun Rupertu Avellanu,

que me usté el palco.

Rev.

Ah, sí!

Tome usía. (Se le y el Lacayo se Tá.)

(Y ya van cuatro

los que me debe er gachó.

Pero en fin, es parroquiano.

y hay que tener sierto tino...

Butacas? Anfiteatros?

(Dirigiéndose á dos Paletos que salen.)

Paleto.

Muchas gracias.

Rev.

(Sin dejarlos pasar.) Cuántas SOn?

Tome usté.

Paleto.

Pero, hombre!

Rev.

Yamos,

tome usted.

Paleta.

Pero eso vale

pa entrar dentro del teatro?

Rev.

Ya lo creo.

Paleto.

Entonces, vengan

Cuánto son?

Rev.

Seis reales.

Paleto.

Diabloí

Rev.

Pero hombre, si son butacas

de movimiento.

Paleto.

Carambo!

De movimiento?

Rey.

Chipé.

(Hay que estarse levantando

á cada momento.)

Paleta.

Y dime.

esto sirve para estarnos

de junción toda la noche?

Rey.

Quiá, no es más que para un acto.

Para una pieza!

Paleto.

Y tres reales

por una pieza? Es muy caro!

Paleta.

Con tal de que sea larga.

/ ..M

Rev.

Sí, que dure hasta el verano.

Paleto.

En fin, toma medio duro.

Un dia es un dia.

Rev.

Claro.

Pat.f.to.

Que me sobran cuatro reales.

Rev.

Ahí va la peseta.

Paleto.

Andando. (Van^e.)

Rev.

Ya creí que no soltaban

la guita. Qué mamarrachos!

ESCENA II.

Dichos.— Un Guardia, luego Don Homobono, á poc», Rita.

GrlTARD. (Haciendo retirarse al vendedor de á real la pieza, y

luego se dirige á la taberna de la derecha.)

Largo de ahí. HoM. (Saliendo.) Pues, señor,

se acerca el momento grato.

Corro á buscar á mi yerno

que ya me estará esperando. Rev. Señorito, una butaca? (A don Homobono.)

HOM. Muchas gracias, no lo gasto.

Cuando vengo á Variedades (1)

entro sin pagar un cuarto.

Como conozco á Lujan... Rev. Ya; usted es ..

HoM. Lo has acertado;

alabardero rabioso. (Váse.) Rev. Que sea por muchos años.

GüARD. (Después de beber, recorriendo la escena con la riata

y dando la copa al chico.)

No me han visto. Rev. Que aproveche! (ai Guardia.)

GUARD. Adiós. (Indicándole por señas que guarde ailencio >

Rev. Pierda usted cuidado.

(1) ItOñ actores encargados de esto papel pueden decir sus nombres en vez del del Sr. Lujan, y nombrar el teatro en qu© el ialnefee se represente.

8

Bita. (SaUendo.)

Aún el gordo no ha veníOy

me lo había maliciao.

Bien es verdad que serán

cuando más las ocho y cuarto,

y él dijo que hasta la media

no vendría. Voy en tanto

á ver como otras veces

me está en café esperando

don Pepito, y me convida

á media tostá dabajo. (Entrase en el café.)

ESCENA III.

Dichos. Tres ciegos: él con una guitarra, ella con uu vioiin y el chico con los hierros.

CJJEGO. Quién me compra un papelito?

El romance extraordinario que ahora acaba de salir, y está la atención llamando en la ciudad de Pozuelo y en el Imperio Otomano? Quién lo quiere, que se acaba? A perro chico, muchachos!

(La gente les rodea. El ciego mirando de reojo y marcadamente dice.) Hola, ya tenemos público. Tiempla el vioiin y arzando.

MÚSICA. I

ClBGO. La mujer que sale mala

y no quiere á su marido, marido, marido, marido, marido; por mucho que la solfee seguirá siempre lo mismo. No le den ustedes vueltas;

Ciego.

9

este mundo es un fandango y entre todos, todos, todos, todos lo bailan, y otro hace el gasto

(Durante el «ritornello,» el actor encargado d-i este papel puede haWar lo que guste.)

n

Dice el sabio Salomón, que el que se fia en mujeres lo debian empalar y meterlo entre paderes. En Italia, los fideos; en el África los moros; y en España, paña^ paña, mucbo palique y muchos toros.

HABITADO.

Quién me compra un papelito,

señores, que lo arremato'^

Rev.

Ya llueve. Eso es, á la hora

de venir gente al teatro. (Vánse todos.)

Ciego.

Cuánto has recogió?

Chico.

Miste.

Ciego.

A ver? Este perro es falso.

Chico.

Como que es falso?

Ciego.

Granuja,

no lo estás viendo? (Pegándole.)

Chico.

Ay!

Ciega.

Cuidao.

Ciego.

Quién me compra un papelito,

señores, que U arremato? (Vánse.)

ESCENA IV. El Cochero y su Mujer. Esta con una cesta.

MüJ.

Ya pensé que no venias.

COCH.

Yyo.

MüJ.

Son las ocho y cuarto

10

OOCH. Y ya deben estar fríos

como el hielo, los garbanzos. Muj. Desde las seis, considera.

COCH. Qué oficio el mió tan malo!

Ni comer á gusto puedo! Muj. Dónde fuiste?

CoCH. Pur el Prado.

Tomáronme una señora

y un caballero; él muy flaco

y ella rolliza, y dijéronme:

«A donde quieras.» Pus vamos. Muj. (Sentándole en el suelo y sacando la comida la

cesta.)

Bien, á comer. CoCH. Si podemos.

Si no viene á fastidiarnos

alguno.

MüJ.

Tú, date prisa.

CoCH.

Me la daré por si acaso.

Cab.

Cochero! (Dentro.)

CoCH.

No te lo dije?

Muj.

Adiós.

Cab.

Cochero!

COCH.

(Levantándose.) Mal rayo!

Allá voy. Guarda el cocido

y espérame aqní otro rato.

Lu que es si quiere ir muy lejos

le hago desbocarse al jaco. (Vaae.)

ESCENA V.

Don Homobono.— Asunción. Pepe, cubriendo á ios do»

con su paraguas

HoM. Mira que llover ahora!

Pepe. Es poco y ya va escampando .

ASUNC. Que vas á sacarme un ojo.

HoM. Y qué tal, que tal el ánimo?

Pepe. Pues, así...

HoM. A ver ese pulso.

Pkpk. Muy bien. Me da usté un cigarro?

11

HoM.

Sí, toma.

Pepe.

Fumo de ud modo...

HoM.

Estás bastante alterado.

Pepe.

Cómo no?

ASÜNC.

Yo tengo un miedo!

HOM.

Uy, que par de mentecatos!

No estoy yo aquí? Pues entonces,

Tengo el éxito en la mano.

Cuando yo aplauda, aplaude

conmigo todo el teatro;

ya lo verás.

Pepe.

Dios lo quiera.

HOM.

Eso déjalo á mi cargo.

Con que se estrenan dos obras?

Pepe.

Sí.

HOM.

Pues lo tengo pensado;

á te aplaudimos mucho

y al otro le reventamos.

Pepe.

Y eso, por qué?

HOM.

Porque el otro

no tendrá tu talentazo,

ni se casa con mi hija,

ni será mi yerno.

ASÜNC.

Claro.

HOM.

Yo, ya sabes, no conozco

ninguno de los dos actos;

pero el mejor es el tuyo;

eso, quién ha de dudarlo?

Pues si basta solo el título

para un triunfo extraordinario.

«Los ojos de mi morena

ó el perro del hortelano.»

Pepe.

Vendrán todos los del gremio

á aplaudir?

HOM.

No fuera malo.

No se atreven; pobrecitos!

Nos vemos muy achicados

los ultramarinos; como

que por hablar un poco alto

á los que no estamos presos

nos deben andar buscando.

Si ellos vinieran, seria

12

el éxito extraordinario. Pepe. Qué lástima!

Hov. Pero vienen

otros, no tengas cuidado. Pepe. Quiénes?

HOM. Otros; yo quería

traer todos los muchachos

del Hospicio; pero chico,

pedian por alquilarlos

á peseta uno con otro,

como en entierro; muy caro.

Yo creí que por docenas

los darían más baratos,

pero no. Pepe. Es porque á los chicos

no hay costumbre de comprarlos

al por mayor. HoM. Será eso.

Pepe. Mas quienes vienen, sepamos,

futuro suegro. HoM. Deudores

qae me están tan obligados,

que al que no aplauda, mañana

por la mañana le embargo. AsüNC. Muy buena idea! Pepe. Excelente.

HoM. Con que tendrás exitazo?

Pepe. De seguro!

HoM. Y aún no sabes

la sorpresa que te guardo. Pepe. Cuál?

HOM. (Se desemboza y enioña una gran corona que lleva

debajo de la capa.)

Mira! Chits!... Cuando salgas

á recibir los aplausos,

pataplun! AsüNC. Bien!

HoM. Y qué triunfo

será verte coronado! AsüNC. J)ime, en cuanto te la echen

te la pondrás? HoM. Está claro.

13

Pepe.

(Pareceré un Ecce-Homo!)

HOM.

Pero yo me estoy charlando

y tu estreno es el primero?

Pepe.

Sí, señor.

HOM.

Pues voy de un salto

á ver si están en su sitio

los nuestros; veré de paso

si han llegado las de Pérez

í

para llevarte á su palco.

Enseguida doy la vuelta.

Pepe.

Un pitillo. (Don Homobono le da un cigarro.)

ASÜNC.

Aquí esperamos.

HOM.

El triunfo está á cargo mió!

Animo, Pepe. Mucho ánimo! (Váse.)

ASÜNC.

Ay, Jesús! Yo tengo un miedo!

Pepe.

Uno solo? Pues yo cuatro.

ASUNC.

Mas si aplauden...

Pepe.

Ay, que aplaudan.

y mañana nos casamos;

yo, con mi Asunción hermosa;

tú, con un autor dramático.

ASUNC.

Y eso es mucho?

Pepe.

Más que obispo;

pero mucho más; es algo

como ministro sin sueldo

y general sin soldados.

ESCENA VI,

Bichos. EiTA, que sale ael cafó.

Rita. Ni uno ni otro! Qué buen par!

Jesús! Pepe y... sí, ellos son! Pus en mejor ocasión no los podia encontrar. Que no me más que penas y quiera yo á ese perdió!... Se pué pasar?

(Entrando por entre Asunoioa y Pepe, que estarán muy juatos.) A^SUNC. Ay, Dios mió!

14

Pepe.

Rita!

ElTA.

Mu santas y buenas!

Pepe.

(Adiós, se va á armar la gorda!)

ASUNC.

Qué es esto? Vamos! A qué

viene usté aquí?

Rita.

No hable usté

tan alto, que no soy sorda!

Pepe.

(No me comprometas, Rita!)

Rita.

Yo vengo por el señor;

porque he tenío el honor

de ir á hacerle una vesita,

y ni agua... Luego he sabio,

por boca de su portera,

que una que cose pa fuera

le tiene comprometió.

ASÜNC.

Deslenguada!

Pepe.

(Esto va malo!)

Callarás?

Rita.

Y yo decia:

quisiera ver á esa tisia^

vamos... pa hacerla un regalo.

Y miá dónde la encuentro...

Pero, doña pamplinera,

usté trabaja pa fuera

ó trabaja usté ya dentro?

Pepe.

Rita!

Rita.

Me vas á pegar?

AsUNC.

Pepe, vamonos de aquí.

Rita.

Pero no grite usté así,

no hay pa qué escandalizar!

Que, como sabe este tuno,

yo soy mujer de vergüenza

y la arranco á usté una trenza

sin que se entere denguno.

ASüNC.

Ay, Jesús!

Pepe.

Ya me cansé;

te anuncio que has terminado!

Rita.

Ah! Conque usté se ha cansador

Hombre, pus siéntese ustél

ASÜNG.

Qué mujer!

Pepe.

Muy deslenguada!

Rita.

Yo deslenguada! Mentira!

15

Quiá! Si tengo leugual Mira! Pepe. Y hermosa... para cortada!

Rita. Conque acabe aquí este lío!...

Pepe. Pues de depende todo.

Rita. Y usted busque otro acomodo,

que este hombre es mió y muy mío. Pepe. Tuyo?

Rita. Claro! Yo vivia

con mi tia... Pepe. Sí.

Rita. Me viste...

te gusté y mismo fuiste... Pepe. A contárselo á tu tia!

Rita. Y ella es la que me consuela!..

Pero con lo que ahora sé,

qué me dices? Pepe. Nada, que...

se lo cuentes á tu abuela. Rita. Ah! Con que estás decidido?

Pepe. Y tanto. Siempre en mis trece.

Rita. Vamos, cállate; parece

que te has caido de un nido.

Ño te irás... Pepe. Rita, repara!

Rita. Sin que te de la jaqueca.

Pepe. Pero si...

Rita. Y á esa muñeca

la voy á romper la cara! AsüNC. Jesús! Rita. Te digo que sí.

Déjame! AsüNC. Me va á matar!..

Pepe. Pero te quieres estar

quieta? Rita. No

GuaPvD. (Saliendo.) Qué pasa aquí?

ESCENA VII. Dichos.— D. Homobono y un Guardia.

HOM. Qué es esto?

Rita. La pelo!

16

OüASD.

A un lado..

fíOM

Hable usted.

GUAKD.

No me respeta?

Pepe.

Quieta.

Rita.

Bien, ya estoy quieta.

ASUNC.

Ay, papal

GUARD.

A ver, qué ha pasado?

HOM.

Es cierto, á ver...

Rita.

Casi ná;

que ese señor que usté

me citó en aquel café,

pa tomar media tostá.

Ful á esperarle, pa qué fui?

Porque él no asomó siquiera.

Claro; la tostada entera

me la estaba dando aquí!

GüARD.

Y eso es para armar cuestión?

HOM.

Pepel Pepe!

Rita.

Claro está!

GüARD.

Vaya, andando!

Rita.

No me

la real gana, so pendón?

GUAED.

Yo pendón?

HOM.

Le desafía!

GUARD.

Si me insulta irá á otra parte.

Rita.

Fus le diré á usted estandarte,

que es de más catigoria.

GüARD.

Cómoí Estandarte y pendón?

Rita.

Fus, si es casi el mismo nombre!

OüARD.

A la prevención!

Rita.

Bien, hombre;

vamos á la prevención .

Y ya nos veremos!

Pepe.

Sí.

GUARD.

Arza! (Vánse.)

HOM.

Qué tranquila va!

Pepe.

Como que ella sabe ya

que la conocen allí.

AsUNC.

Ay! Qué rato hemos pasado!

Pepe.

Perdón, querida Asunción;

don Homobono, perdón.

HOM.

Calla, si yo no me enfado.

•—17

Voy yo á ponerme mollino por cosas de ese jaez? Quién no ha hallado alguna vez una chula en su camino? Pero vamos, hija mia, que va á empezar la función. Tú, moderno Calderón, en la victoria confia; y si cumplo mi deseo, como es casi de esperar... entonces va á ser la mar... Mecachis, pues ya lo creo. Pepe. Dios le escuche á usté. En sudor

tengo empapada la ropa. Voy á tomar una copa de rom. Eso da valor. (Vaae al café.)

ESCENA VIII.

Ventura eml)ozad.o en una eapita y con una ©esta.

Vent. Me desprecian en mi casa

porque quieren suponer que en mis modos y maneras me parezco á una mujer, Pero esto, señores, vergüenza me da, porque en las plazuelas, al verme pasar, me gritan los chicos, me gritan los chicos: Sarasa! sarasa! Qué modo de andar! Por eso yo quiero probar que t«ngo una voz de sochantre de catedral. Pero es el mal que á lo mejor, me olvido de que tengo

18

que atuecar muclio la voz.

Soy un infeliz

por haber nacido así!

HABLADO.

Vent. Sí, señor, esto me carga

y me tiene endemoniado. Pajarillas con la gente; y todo por qué, sepamos: porque yo voy á la com pra, y remiendo, y guiso y plancho? Porque es mi andar menudito y no tengo voz de bajo y tengo chiquito el pié, y tengo el pelo rizado? Pues si es así, pajarillas! Lucidos nos encontramos todos los que hemos tenido la suerte de nacer guapos. Pero voy en un momento á comprar el hacalado para ponerlo en remojo. Pajarillas, bien estamos. (Vase.)

ESCENA IX. El Revendedor.— Un Chulo.

Rey. y si la función se cambia,

tengo yo la culpa acaso? En lugar de la primera, porque se ha puesto uno malo, se hace la segunda nueva y es lo mismo para el caso.

Chulo. Pus, nada, he dicho que no y no me voy sin los cuartos. Yo te he comprao el billete pa la primera, y no paso por otra cosa.

Bev. Corriente:

ahí va la guita, y arzando.

Chulo. Fus ahora yo te convido

19

á echar unas limpias. Rev. Yamos. -^

No qniero que digas luego

que soy rencoroso. Chulo. Andando. (Vaso.)

ESCENA X.

Pepe, que sale del café.

Pepe, Qué angustia! Qué agitacionl

Siento un miedo! Una zozobra! Qué éxito tendrá mi obra? ^6 habrá alzado 3^a el telón? Ya irá á empezar, ny, de mí! La ansiedad me desespera, y séj, como si lo viera, lo que está pasando allí Cuántas voces! qué barullo! Señorito, una butaca? Me han robado la petaca! Me han pegado un apabullo! A callar! Bribones! Pillos! No ven este ángel que llora? Quién le manda á usted, señora, venir aquí con chiquillos! La señal! Se alzó el telonl Pero, hombre, empuje usted más que los que estamos detrás queremos ver la función. Acomodador... á ver, fila seis, número dos. ' Allí están las de Quirós; voy á darme á conocer.

<Se saca los puños, se quita el sombrero, m arrejlft el polo y entra metiendo ruido.) Que baile! Fuera ese mono! —No es mal palco! Qué bonita] —El abrigo, marquesita! Cómo me estoy dando tonof Esta es la cazuela? Sí.

20

Y dónde me siento yo?

Ve usted aquel gordo? ^No.

Pues siéntese usted allí.

Y cómo paso si está

todo lleno. Ya lo sé.

Y á qué me cuenta usté?

Corriente, vamos allá. (Pisotone¿«, etc.)

Animal! Me ha reventado

el callo número dos.

Bárbaro! Gracias á Dios!

Qué trabajo me ha costado!

Y después de estos horrores que excitan el mal humor, pídale usted á un autor que gusto á los señores. Si es usted culto y moral

de fijo alguno le muerde; si dice usted un chiste verde le llaman á usté animal! Si se equivoca un actor, el autor se lleva el palo; si es corta la pieza, malo; si dura mucho, peor.

Y nadie piensa en el frió que pasa el pobre poeta sin tener una peseta

y con el vientre vacío. Nadie piensa, al ser severo, que en él acaso consista el que un infeliz se vista y coma y pague al casero.

ESCENA XI. Dichos. Don Homobono.

(Don Homobono sale sumamente contenió, abraza y la mano con extraordinario entusiasmo á Pepe, le besa en la frente y echa á correr.) Pepe. Oiga usté. (Hace medio mutis y vuelve al centro.)

21

ESCBNl XII.

Pepe, luego Pobre.

Pepe. A juzgar por su alegría

el resultado es magnífico. Por miedo de no engañarme á llegar no me he atrevido hasta el Teatro... Mas creo que estoy algo más tranquilo.

Pobre. (Saliendo.)

Caballero, una limosna por Dios, para un panecillo.

Pepe. Si tuviera... Ah, sí; aquí hay algo.

Debe ser un centimito. No, es un botón. Tome usted y abróchese usté, hermanito. No tengo más suelto.

Pobre. Grracias.

ESCENA XIII.

Dichos. Don José. Sale bailando, y ai negar al centro Ifc escena, se cae.

José.

Ay!

Pepe.

Don José.

José.

Amigo mió.

por Dios, déme usted la mano.

MÚSICA.

José.

Qué desgracia! Qué terrible

situación!

Llegar un hombre á verse así,

tan gordinflón, tan gordinflón

Para seria la mayor

felicidad

22

poder subir, poder bajar, poder correr, poder saltar. Hacia el Retiro antes de ayer tomando el sol me dirijí, á yer los patos me acerqué y en el estanque me caí. No expresar la conmoción que con mi cuerpo hice al caer; pero llegó la inundación hasta la calle del Clavel. Se le cae á usted la pipa, no la puede usted cojer, por que al ir á recojerla contra el suelo se da usted. Se le rie á usted un chico con extraño retintín...

TeVE. Por qué causa?

José. ^ Por bor-rico...

Muchas gracias, cornetín.

HABI.ABO.

Pepe.

El dia menos pensado

revienta usted con más ruido.

que un canon de veinticuatro.

José.

Usted siempre tan bromista.

Pepe.

Y usted siempre sofocado.

Sudará usted por sistema

decimal.

José.

No entiendo...

Pepe.

Vamos,

que sudará usted el quilo.

José.

Feliz usted que está flaco.

Pepe.

Hombre, y por qué usted no prueba

si la gimnasia?..

José.

He probado;

pero el primer dia que hice

mis ejercicios gimnásticos,

caí de un trapecio, puesto

muy cerca del cielo raso...

Pepe.

Y se reventó usted?

J«&c.

Quiá!

23

Reventé al que estaba abajo.

Al profesor! Pepe. Buen principio!

José. Por eso no he continuado

con la gimnasia; no puedo

matar un maestro diario,

que eso ya sería lujo... Pepe. Sí, señor; un lujo asiático.

José. Pero hablando de otra cosa.

Ha visto usted si ha pasado

la Rita? Pepe. No, no la he visto.

José. Debiera estarme aguardando

aquí: pero vendrá luego;

la esperaré. Pepe. Sí. (Sentado!)

José. Qué muchacha, don Pepito!

Y cómo me quiere! Vamos,

está loca! Pepe. Si le quiere

mucho á usted, si debe estarlo. José. Ayer la ofrecí diez duros

y no los quiso. Pepe. Qué raro!

José» Prefirió como recuerdo

mió, un billete de Banco

de dos mil reales. Si es muy

inocente! Pepe. (Y muy zángano!)

José. Pero, si habrá ido á la boda

de la Trini con el manco? Pepe. Tal vez. (Buena boda tiene.)

José, que esta tarde bajaron

los de la boda á Vallecas;

pero si fué, aquí la aguardo;

deben volver por aquí,

porque todos son del barrio. Pepe. Por haga usted lo que guste.

José. Hombre, está usted azorado.

Qué le pasa á usted? Pepe. Q^e están

en este instante estrenando

24.—

una obra mi a.

OSÉ. Carambal

Y dónde?

Pepe. ^ En este Teatro.

José. Y cómo no está usted dentro?

Pepe. De miedo! Si estoy temblando.

Don Homobono es quien debe decirme... mas tarda tanto... que me temo...

José. No, allí viene!

Y corriendo como un galgo!

ESCENA XIV. Dichos. Don Homobono.

HOM. Choca! (Dándole lo mano.)

Pepe. Se ha acabado?

HoM. No.

Todavía no ha acabado.

Pepe. Y qué tal? Va bien la cosa?

HoM. No, que no. La mar de aplausos!

Cada frase, cada sílaba una explosión de entusiasmo!

José. Yamos!

HoM. Yo digo que nuestros

amigos se están portando. Ah! Lo que es cuando la dama llamó á su padre gaznápiro, fué aquello atroz; parecía que se iba á hundir el teatro.

Pepe. Cómo?

HoM. Y luego, cuando el otro

retorció el pescuezo al gato, qué risotadas!

Pepe. Pero hombre,

de qué me está usted hablando?

HoM. De la obra. Pero vuelvo

no vaya á suceder algo. Ahí Me parece que el título no está bien justificado.

25

«Los ojos de mi morena

ó el perro del hortelano.»

La morena es allí rubia»

y el perro resultó gato.

Pero no importa, los dos

son animales... Pepe, Canastos!

Qué habla usted? HoM. Y estoy *yo allí.

Nada, no tengas cuidado;

ya se va á acabar muy pronto,

y en cuanto se acabe, salgo

á buscarte. Hasta en seguida. Pepe. Adiós!

Pepe. Vaya usted al diablo!

Lo está viendo y lo trabuca

todo. José. Eso es el entusiasmo!

ESCENA XV.

Dichos. El Maeido.— La Mujer.— El Ama de cria,

con un niño de pecho, UnA NiÑEEA, con otro pequeño, y tres niños más,

Pepe. Ya, sí, pero... Me hace usted

el favor de otro cigarro? José. Hombre, por qué no lo pide?

Pepe. Como á se me ha acabado.

Mar. (Del brazo de la mujer.)

Ama, niños, daos prisa;

mirad que al paso que vamos

no vemos ni la segunda

función. No andes tan despacio,

mujer. MüJ. Hombre, por piedad,

que me llevas arrastrando,

y no reparas siquiera

que yo ya no estoy, Venancio,

para nada. Mar. Para nada? (Mirando á ios niño«.)

Ay, Ojalá! Vamos, vamos. (Vánse.)

26

ESCENA XVI.

Dichos.— Don Homobono.

HoM, Pepe, Pepe, corre, ven.

El público está empeñado

en que salgas. Pepe. De Madrid?

HoM. No, á la escena. Qué entusiasmo

Todos gritan: «El autor!»

y quieren tirarte ramos,

y coronas y palomas...

Todos te tirarán algo. José. (Sí; le tirarán un tiro.)

HoM. Vamos, hombre, aprieta el paso.

Pepe. Voy; las piernas se me doblan!

Siento un mareo y un... José. Animo.

Pepe. Como es la primera vez

que me encuentro en este caso... HoM. Ya eres un genio. Mi hija

pronto te dará su mano.

Vén, que no sabes qué gusto

tendré en verte coronado.

ESCENA XVII.

Don José.

José. Don Homobono está loco,

y tiene razón de estarlo, porque al fin casa á su hija con todo un autor dramático. (Ruido aentio.) Pero esa algazara... Digo, apenas vienen chulapos. Ah! Si son los de la boda. Calla, y por este otro lado se acercan los estudiantes, ^ue ya se están preparando

27

para el Carnaval. Apenas

va á haber música en el barrio.

ESCENA XVIII. Chulos. Estudiantes. Primero salen lod chuioa por la u-

quierda y luego los Estudiantes por la deretha.

MÚSICA.

Chulos. Cuando los chulos

bajan al PraOy

es que es un dia é muy señalao.

Y sin embargo

de ser así,

bajan á vernos

todo Madrid.

Diga usté que no,

diga usté que sí,

que viva la plaza

de Antón Martin.

Diga usté que no,

diga usté que ná,

que viva la plaza

de la (-ehá. Sa!

Zaragata, zaragata,

zaragata pum!

Vivan los refajos.

Lara, lara, larará.

Zaragata, zaragata,

zaragata pum!

De los barrios bajos,

lara, lara, larará.

Señor José, por qué está usted en la esquina? José. Porque estoy esperando

que venga la vecina. Cholos. Señor José,

no sea usté melón, porque la que usté busca

28

está en la prevención... José. Si es cierto lo que dicen,

me luzco como hay Dios!

(Salen lo3 estudiantes, formados, vestidos con man- teos y tricornios, y tocando guitarras, flautas y vio- lines. Dan una vuelta por la escena y quedan frent» al público.)

Estudiantes. Los hijos somos de la nación que recorremos la población. Alegres todos cantando van los que las aulas no olvidarán. Ole porque ole porque nó, que vivan las letras y el buen humor. Yiva el porvenir, la Universidad y de la enseñanza la libertad. Genitivo, acusativo quisvelquí, qiice quod, coplas á millares os dedicaremos todos los escolares. Genitivo, acusativo quisvelquí, quoe quod, y sin vacilar á las buenas mozas, piropos, flores y chicoleos hemos de echar. Venid, corred á ver la estudiantina, que pasan los de leyes farmacia y medicina. Venid, corred, el paso apresurad que llegan los alumnos de la Universidad.

29

Chulos. Zaragata, zaragata, etc.

Estudiantes. GeBÍtiyo, acusativo, etc.

ESCENA XIX.

Dichos. Don HomOBONO. Pepe, gente que sale del Teatro.^

á poco mucha más gente con hachones, llevando en triunfo al axi-

tor, que lleva puesta una corona. La murga detrás,

HABLADO.

(Dentro voces.) José. Qué ruido!

Unos. (Dentro.) A la prevención!

HOM. (Saliendo.) Yo preso? Quien debe ir presa

H^ en ese caso, es la Empresa,

que ha mudado la función. Pepe. Qué desgracia! Dios eterno!

José. Pero, que es lo que ha pasado?

HoM. La pieza que han estrenado

no es la pieza de mi yerno.

(Voces dentro de «viva el autor.» Se oye la murga r

sacan en triunfo al autor y se lo llevan.)

Esto más! Pobre de mí!

Todo en el mundo se purga!

Esa gente y esa murga

la traje yo para tí.

Y ese autor... no supones

quién es?.. Es un tal Palau;

á quien odio! Es el 7^ecau

dador de contribuciones. Pepe. Tenga usted resignación,

que el mal pronto se remedia.

Cuando estrenen mi comedia

se repite la ovación. HoM. Bueno, pues acepto el trato.

Se aplaudirá con furor.

En cuanto al recaudador,

como me embargue... lo mato. Pepe. Señoras y caballeros; (Al púhiic».)

so- ya que pasó mi zozobra, os ia\áto á ver mi obra en clase de alabarderos. Pero, aun cuando inmerecida, dadnos ahora una palmada; que por ser adelantada será más agradecida.

FIN DEL saínete.

^/^^-K

PUNTOS BE VENTA

MADRID

Librerías de los Sres. Viuda ¿Hijos de Cuesta, calle de Carretas; de D. Fernando Fé, Carrera de San Jeró- nimo; de D, M, Murillo, calle de Alcalá; de D. Manuel Rosado, y de los Sres. Córdoba y (7.*, Puerta del Sol; de D. Saturnino Calleja, calle de la Paz, y de los seño- res Siman y Osler, calle de las Infantas.

PROVINCIAS

En casa de los corresponsales de esta Administra- ción.

Pueden también hacerse los pedidos de ejemplares directamente á esta Administración j acompañando su importe en sellos de franqueo ó letras de fácil cobro, sin cuyo req[uisito no serán servidos.