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REPÚBLICA DE COLOABIA

LAS MISIONES CÍÍOLICAS EN COLOMBIA

LABOR DE LOS MISIONEROS EN EL CAQUETA, PÜTÜMAYO, LA GOAJIRA, MAGDALENA Y ARAUCA

INFORMES ANO I9I8-I9I9

BOGOTÁ

IMPEENTA NACIONAL

1919

I

REPÚBLICA DE COLOAVBIA

LAS MISIONES CAIOUCAS [N COlOilí

LABOR DE LOS MISIONEROS EN EL CAQUETA Y PÜTÜMAYO. MAGDALENA Y ARAUCA

INFORMES— AÑO 1918-1919

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cipc>tóíica> ¿i¿ct4taca> per í>ta ^KiMÓn* PcjT mándalo dd Reverencisnio Padre Prefecto Afcscicc.

Excelentísimo señor don Marco Fidel Suárez, Presidente de la República.

PRELIMINAR

Dos palabras vamos a permitirnos por vía de iütro- ducción.

Después de reunidos y ordenados los documentos y datos que constituyen como el nervio central de este In- forme, comprendemos ser de necesidad abrir, encabezar sus páginas explicando el porqué de la firma que las suscribe, y vamos a llenar este requisito.

Con fecha de 2 de enero del presente año recibimos la siguiente comunicación del Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico:

"Reverendo Padre Benigno de Canet de Mar, Secretario de la Prefectura Apos- tólica— Presente .

"Los Jefes de las Misiones hemos acostumbrado ren- dir anualmente un informe a los Excelentísimos señores Presidente de la República, Nuncio Apostólico de Nuestro Santísimo Padre y al Ilustrísimo Primado, sobre los traba- jos realizados por los Misioneros en el respectivo territorio. Conocida la competencia de Su Reverencia para esa clase de trabajo, lo comisionamos para que recoja oportunamen- te todos los datos útiles y a conocer el estado de nuestra Prefectura Apostólica, para orientar a la Santa Sede, a nuestro católico Gobierno y a la Junta Nacional de Misio- nes, sobre las necesidades y porvenir del Caquetá y Putu- mayo.

"De su Reverencia afectísimo en Jesucristo,

"Fray Fidel de Montclar,

Prefecto Apostólico."

Consecuentes pues con lo que se nos ordenaba en el documento transcrito, comenzamos a recoger y seleccionar los datos y documentos que podían servir al efecto pro- puesto, y luego, aprovechando los momentos que nos que-

daban libres, nos dedicamos a copiar unos, extractar otros y a engarzarlos convenientemente formando así esto que llamaremos informe.

He aquí pues indicado el porqué de la firma que sus- cribe estas páginas y, al mismo tiempo, el cómo se ha es- crito. Hemos optado por el sistema de probar, en cuanto sea posible, todas nuestras afirmaciones con testimonio ajeno, para evitar así el peligro de que el cariño que por todo lo que se refiera al Territorio sentimos, nos indujera, contra nuestra voluntad, a conceder a los hechos que ex- ponemos mayor importancia de la que en realidad tengan. Creemos sinceramente que esto será argumento poderoso para que se nos absuelva, dado caso que se considere una falta el haber incluido en estas páginas el número de datos y copias que en ellas se encuentran.

Con estas breves aclaraciones damos por terminado este preliminar y comienzo al informe, que ofrecemos de nuevOf humilde y respetuosamente, a los autoridades a quienes va dedicado.

Excelentísima señor doctor don Enrique. Gasparri, Nuncio Apostólico en Colombia.

CAPITULO PRIMERO

CARÁCTER DE NUESTRA LABOR EN EL TERRITORIO

§ i." Móviles que nos indujeron a emprender una labor mix- ta— § :.° Cómo se implantó y desarrolló nuestro plan de acción § S." Labor religioso-patriótica de la Misión.

En los diferentes informes que ha rendido esta Prefec- tura Apostólica, se ha presentado, más o menos explícita- mente, el asunto que indica el enunciado de este capítulo. Cierto es que se ha hecho de un modo incidental, pero siempre con la suficiente claridad, suponiendo que en el caso se podía aplicar sin reparos aquello de intelligeíiti pan- ca. Vemos con todo que tal suposición ha resultado fallida, por lo menos en lo que respecta a cierta clase de personas; se ha tratado el asunto labor de la Misión del Caquetá de modo tan irreñexivo y con tanta ligereza, de un modo tan opuesto a la realidad de las cosas, que denota una absoluta incomprensión de hechos o una gran dosis de malicia. Va- mos pues a comenzar este Informe presentando de un modo'preciso y exacto cuál sea el carácter de nuestra labor, y las razones poderosísimas que nos obligaron a empren- der las orientaciones seguidas.

Nuestro propósito, al escribir el presente capítulo, no es convencer a los adversarios de la obra de las Misiones de que cometen una acción a todas luces injusta al dirigir toda la metralla de sus reservas contra una labor que, o no se han tomado, la molestia de aquilatar, o no saben comprender; sólo pretendemos fiirigirnos a las personas de sano criterio y acrisolado amor a la patria colombiana, para que vean la poca seriedad y mucho apasionamiento con que se trata un asunto de tan trascendentales propor- ciones, como es el de vida o muerte de un territorio como el Caquetá y Putumayo.

Sabe toda la República que estas dos regiones están en litigio con un Estado limítrofe que pretende hacerse reco- nocer derechos sobre ellas; que a no haber sido por la obra eminentemente patriótica de los misioneros, Colombia ve-

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ría hoy en manos ajenas este hernaoso y rico jirón de su suelo; que si se suspende a destiempo todo auxilio a esta Prefectura Apostólica, es inminente el peligro de que se pierda todo lo que actualmente posee, pues es sabido que el único acto efectivo de dominio que esta República ha hecho en el Putumayo en estos últimos años, y que ha servido de dique para contener la invasión comenzada por el país antes aludido, es la obra que hemos emprendido y sostenido con auxilios nacionales; que de suspenderse estos auxilios prematuramente, y máxime en momentos como los actuales, sería dar el golpe de gracia a todo lo es- tablecido, y dejar el campo abandonado y a merced de quien lo pretende. A pesar pues de que todo lo que acabamos de resumir está como encarnado en la conciencia de todo colombiano, hemos debido presenciar el lamentable espec- táculo de ver el empeño, digno de mejor causa, con que se ha procurado que se dejase este Territorio abandonado a su suerte. Juzgue pues el lector sobre los móviles de una campaña tan poco correcta como fue la que presenciamos el año pasado, mientras nosotros damos principio a la ex- posición de nuestro cometido.

§ 1.° Móviles que nos indujeron a emprender una labor mixta.

La acción del misionero ha de acomodarse a las necesidades de la Misión Lo que fue en los siglos xvi y xvii esta Misión -Idiosincrasia del salvaje. Necesidad de relacionarlos con los blancos Resultados.

Para poder juzgar sobre el acierto o desacierto en lo que respecta a las orientaciones seguidas, precisa tener en cuen- ta la índole del territorio en que se ha realizado. Tratar el asunto sin estos antecedentes es lo mismo que formular un juicio poseyendo un sól^ término de comparación: un despropósito. Es una verdad evidentemente cierta que se- gún sea el carácter de las diferentes misiones, hay que aco- modar la labor del misionero; nadie supondrá que deba ser fundido en los mismos moldes el plan que deben seguir los misioneros en lugares en que exista alguna civilización, como en Japón, China, Turquía, etc., y el que debe adop- tarse en donde han de comenzar a conocer hasta los rudi- mentos de la misma, como son los de salvajes en general: en uno y otro caso la labor del misionero debe acomodarse

Ilustrísimo y Reverendísimo señor doctor don Bernardo

Herrera Restrepo, Arzobispo de Bogotá, Primado de

Colombia, Presidente de la Junta Arquidiocesana de

Misiones.

a seguir orientaciones totalmente distintas; en el primer caso debe concretarse a catequizar, y en el segundo hasta a civilizar.

Fijándonos, por lo que a nuestro propósito atañe, a la acción del misionero en tierras salvajes, es indiscutible que si bien en sustancia se sigue el mismo plan o método en todas partes —catequizarlos y civilizarlos, para lograr este fin primordial de modo que ofrezca garantías de firme es tabilidad, y obtenerlo de forma más o menos perfecta, al aplicarlo en los diferentes lugares debe variar en las for- mas accidentales, según sea el carácter de los salvajes, si- tuación topográfica del territorio, etc ; todo esto debe m- ñuír y ser tenido muy en cuenta por el obrero evangélico, a fin de no exponerse a inutilizar muchas energías y aun, tal vez, fracasar en la empresa.

Apliquemos pues lo que antecede a nuestro objeto.

Al tomar los capuchinos, representados por el actual Prelado, bajo nuestra responsabilidad la dirección de esta Prefectura Apostólica, y una vez estudiado detenidamente el campo que debíamos regar con nuestros sudores, e inten tar transformarlo radicalmente, mediante una labor inin- terrumpida y sujeta a un bien meditado plan de acción que se iba a Comenzar, nos convencimos plenamente deque aquella debía ser mixta. Veamos las razones.

Es muy natural que al comenzar una obra de tanta trascendencia, y cuya importancia no hay necesidad de encarecer, como es la cristianización de los salvajes y su ci vilización, se procurara adoptar el medio más a propósito para que esta labor fuera profundamente transformativa del modo de ser de éstos, y al propio tiempo que ofreciese garantías de firme estabilidad. Procurando ambas cosas' se llenaría debidamente el objeto que se propone la Iglesia al mandar a este Territorio a sus legítimos representantes, los misioneros; este objeto no es hacer obra circunstancial, obra que pueda desvanecerse al primer soplo de la adver- sidad, corno el humo desaparece al primer empuje del ven- daval, sino obra profunda y duradera, que .penetre hasta la medula de estas sociedades insipientes. Con esto pues se obtendrían a la vez grandes ventajas en favor de la ca- tólica Colombia y, por fin, el deseo, muy laudable por cier

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to, que nosotros sentíamos de que una empre^^a que pre veíamos nos costaría tantos sacrificios, y para cuya conse- cución tantos sudores y desvelos deberíamos prodigar, no se malograra con el tiempo.

Uno de los medios más eficaces que vimos para lograr nuestro objeto, era poner en contacto inmediato los indios con los civilizados. Eso sería una lección práctica y cons- tante que corroboraría las enseñanzas del misionero; un instrumento insustituible que minaría de un modo lento, pero seguro, el tradicional edificio en que vivían encasti- llados los indígenas, sin aspiraciones de abandonarlo, sa- liéndose de los límites férreos señalados por sus costum bres que les merecían supersticioso respeto. Tanlo más veíamos en esta medida el único medio de lograr la civili- zación cristiana de estos indios, cuanto que, según consta en documentos de indiscutible autoridad existentes en los archivos de franciscanos de Popayán y Quito, estas regio- nes habían sido evangelizadas con fruto muy notable des de los siglos XVI y xvii por los hijos del Seráfico Patriarca; llegaron a existir en aquellos tiempos gran número de pue- blos de indios cristianos que constituían una Misión flore cíente; pero ¿qué es lo que nos queda de toda aquella mag na obra que nos siquiera indicios por los que se pueda rastrear algo de lo que fue? Nada. ¿En dónde estaban ubi- cados tantos pueblos como se mencionan en las crónicas de aquel tiempo, establecidos en el Territorio del Caquetá y Putumayo, en que regentaron estas Misiones los hijos de San Francisco? Ni siquiera indicios seguros tenemos. Todo desapareció, todo se malogró al retirarse el misionero.

s porque el salvaje para salirde su lamenta ble estado, que es sin dada alguna el ínfimo grado a que puede llegar el hombre en la escala de la sociedad, necesita no sólo del impulso vigoroso que lo levanta de su abyección por algún tiempo, sino ser sostenido, hasta tal vez durante algunas generaciones, en el nuevo lugar en que ha sido colocado.

"Tan honda es la degradación del salvaje— dicen Luis y Martín Restrepo Mejía, tan arraigada y debilitante, que el salvaje que ha sido elevado a la civilización ne- cesita ser sostenido en ella de continuo, y si se le aban- dona vuelve pronto, como arrastrad(> por su propio peso, a la salvajez: es un enfermo que convalece."

Para asegurar de un modo definitivo la eficacia re- generadí^ra de la Iglesia y, por ende, de la civilización

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entre los salvajes, se requiere adoptar los medios ne- cesarios para destruir los gérmenes morbosos llamados la costumbre, y el fundamento de ésta, el hábito de salvajez, herencia terrible legada a ellos por sus mayores. Como se ve, estos hábitos de salvajez, que los tienen suje- tos a su estado lamentable y que constituyen en ellos como una segunda naturaleza, no pueden ser sustituidos por los de una civilización permanente sin que practiquen una se- rie indefinida de actos, realizados de un modo constante; es una verdad elemental que es mucho más difícil adquirir un hábito contrario al que se posee que uno nuevo. De aqui pues que la florescencia incipiente, e indicada antes, en que se halló esta Misión, no fuera permanente: no hubo ningún factor adecuado que sustituyese, aunque no fuera sino en parte, la acción del misionero, y de consiguiente, al faltar éste, el indio volvió a caer, cual cuerpo inerte, a lo que parece ser su centro de gravedad: el salvajismo.

Para evitar esto creímos de necesidad, como se ha di- cho antes, poner en inmediato contacto el iu'lio cun el blanco; crear en aquél poco a poco, a la vez que hábitos civilizados, la necesidad de tratar negociar y convivir con el segundo, y lográndose esto se logra indefectiblemente evitar su retroceso, siquiera en el orden civil.

Que este medio era apt.> y seguro, ya no puede caber duda alguna; prueba de ello es el estado actual de los in- dios del valle de Sibundoy, los máí-5 terribles por su siste- mática oposición a todo lo que fuera o significara refor- mar sus costumbres, y que actualmente su reducción a la vida civilizada va acentuándose de un modo muy conso- lador.

Sus continuas relaciones con los blancos han dado ya el apetecido y excelente resultado de despertarlos de la mo- dorra en que vivían, e infundirles alguna ambición. En efecto, los que antes holgaban en una eterna pereza y no concedían ningún aprecio a la propiedad, cediendo fácil- mente sus tierras por cualquier cosa que se les diese, que ninguna aspiración demostraban para dejar su rutinario modo de vivir, en la actualidad, vista la inmensa codicia de los blancos para posesionarse de sus sementeras y el lucro que de ellas sacaban, se han determinado a dejar de lado aquella modorra obligados por la imperiosa necesidad de la propia defensa. Para eso han debido trabajar; el trabajo les ha producido algunos rendimientos que los entusiasma- ron y produjeron un arranque vigoroso de energía, que ha

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cristalizado ea saludable actividad y que los ha impulsado a proseguir constantes en sus labores; los frutos de sus trabajos les han permitido concederse algunas comodida- des, éstas han creado en su vida nuevas necesidades que les es preciso satisfacer y de las que ya les es difícil pres- cindir, lo cual les obliga a dedicarse al trabajo para obte- ner lo necesario a su nueva vida, todo lo cual está propor- cionándoles a la vez, por sus pasos contados y sin que se den cuenta de ello, su entrada segura y a pie firme en la civilización.

Podemos decir, en resumen: nuestra labor mixta, o sea entender primariamente en lo espiritual y secundaria- mente en lo material, en cuanto fuera de conveniencia para alcanzar de un modo seguro y con mayor solidez lo primero, nos determinó a poner el indio en contacto con el blanco; la codicia 5' rapacidad de éste, a la vez que su laborioso ejemplo, ha sido la chispa que ha prendido el fue- go de una saludable actividad y amor al trabajo en los aborígenes de este Territorio, fuego que a la vez que los purifica de la escoria del salvajismo, va acrisolándolos y aquilatándolos cada día con mayor fuerza en favor de su civilización cristiana.

Al terminar este parágrafo y para probar lo que aca- bamos de decir, vamos a cerrarlo con la llave de oro que nos facilita un testigo ocular de excepcional importancia, el doctor don Eduardo Rodríguez Piñeres, quien al hablar de esta Misión dice:

"La obra de redacción de los indios a la vida civiliza- da es verdaderamente sorprendente, de manera que puede considerarse ya la fruta madura También le va adqui- riendo el indio apego a la riqueza. Ya hay muchos que tienen hasta veinte reses y cinco caballos, y se calcula que cada ano duplican sus sementeras. Ese apego se lo predi- can los Misioneros para civilizarlos, y alguno de ellos me observaba con mucha gracia que en esta materia el predica- dor tenía que observar conducta distinta según el audito- rio: que así como en los centros poblados y en que existe la riqueza es preciso predicar el desprendimiento del dinero, a los indios, para hacerles entrar en la vida civilizada, para que cobren amor ai trabajo, para que no se dejen explotar por los blancos, es preciso hacerles querer la misma riqueza, cuyo desprendimimiento es un don precioso en otras per- sonas, aconsejado por el Salvador."

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§2° Cómo se implantó y desarrolló nuestro plan de acción.

Dificultades por vencer Cómo se entraba al Territorio— El temible Bordoncillo y la Carnicería Inténtase abrir camino Comienzo de los trabajos Ra- pidez con que se llevaron Entran multitud de colonos Distribución de colonias al lado de los indios Resultados.

La primera dificultad que se debía vencer era cortar el aislamiento casi absoluto en que estaban los habitantes de estos lugares por estarlo la región misma. Sin esto era inútil que nos propusiéramos emprender una obra de las proporciones y carácter arriba descritos; quedábamos siem- pre incomunicados con el mundo civilizado, merced a las especiales condiciones toj)ográficas del Territorio, y como recluidos al lado de unos indios que rechazaban con toda la salvaje energía de su condición, lo que tendiese a modi- ficar su tradicional modo de vivir y adoptar algo de las costumbres del blanco, a quien aborrecían con un odio de muerte. Debíamos comenzar nuestros trabajos luchando con un formidable obstáculo que se nos presentaba y que convenía vencer a todo trance, si no queríamos que fraca- sara completamente nuestra labor en el Caquetá y Patu- mayo, obstáculo cuya existencia se manifestó ya en 1911 con toda la crudeza de una triste realidad, en un documen- to mandado aun alto personaje, del cual entresacamos los siguientes conceptos:

''Una infranqueable barrera de altísimas montañas separaba del resto de Colombia el vasto Territorio del Ca- quetá. Si algún aventurero o celoso misionero se resolvía a salvar los obstáculos que la naturaleza le oponía, no lo lograba sino con grandes sacrificios y exponiendo con fre- cuencia la propia vida. La senda que comunicaba aquel mundo salvaje con el mundo civilizado era lo más original y horroroso que pueda uno imaginarse; diríase que algún espíritu maléfico se había entretenido en acumular preci- picios y despeñaderos para impedir la entrada en aquellas soledades, donde el salvajismo vegetaba a sus anchas.

''El camino para llegar a Mocoa era ni más ni menos que una serie de rocas, por las que había que trepar, aga- rrándose de las raíces de los árboles y afianzando la punta de los pies en las hendiduras de las peñas, con peligro a cada momento de rodar al abismo, sobre todo en el lugar

llamado Carnicería por las muchas desgracias allá acaeci- das: lo dicho sin tener en cuenta el temible páramo del Bordoncillo, a cuatro mil metros, por donde había que pa- sar forzosamente, al través de una ciénaga con agua hasta la rodilla y una temperatura glacial. Aquí fuertes buraca nes mezclados con agua azotaban violentamente el rostro del viajero, hacierido en extremo dificultosa su marcha; en estos lagares perecían todos los años víctimas de su arrojo algunos atrevidos caminantes.

*'Los esfuerzos de los misioneros que en épocas distin- tas habían intentado llevar la luz del Evangelio a las tri- bus salvajes del Caquetá, se estrellaron contra tamañas di- ficultades. El ministro del Evangelio que una vez había penetrado en aquellas selvas, se hallaba completamente aislado; y aunque le devorase el celo de los apóstoles, tenía que retroceder desprovisto de todo medio humano. Si a fuerza de paciencia y constancia lograba instruir algunas tribus e iniciarlas en la civilización cristiana, todo su tra- bajo desvanecíase cuando por algún incidente tenía que abandonar su pequeña grey.

"La primera idea que asaltó nuestro ánimo al encar garnos de la Prefectura Apostólica, fue comunicar el Ca- quetá con los pueblos civilizados de Colombia, por medio de un camino. Comprendimos que por más que trabajá- semos los Misioneros en la evangelización de aquellos indí- genas, nuestros esfuerzos y sacrificios se- desvanecerían como un soplo el día que por cualquier trastorno civil, nos viésemos obligados a dejar el campo que se nos había confia- do. Juzgamos que para conseguir el fin que se habían pro puesto la Santa Sede y el Gobierno iNacional en la creación de la Prefectura Apostólica, era necesario establecer bases sólidas sobre las que estribase la catequización permanente y metódica de los indios. Varios proyectos acariciaron núes tra alma; pero ¿qué podía hacer ía Misión si apenas tenía lo necesario para alimentar unos cuantos religiosos? Trans- currido algún tiempo, creímos que el Gobierno iba a llevar a cabo una empresa de tanta im; ortancia, pues envió en tres ocasiones ingenieros y contratistas con el fin de estu- diar el terreno, levantar planos, etc ; pero después de haber gastado treinta mil pesos oro desistió de la empresa por causas que ignoramos. Viendo desvanecidas nuestras es peranzas, resolvimos los Misioneros, confiados en la Divina Providencia, abrir esa vía, bien que en un principio causó

hilaridad a no pocos nuestra pretensión, lo que natural- mente, según la prudencia humana, parecía una verdade- ra utopía.

"Al principio no contamos sino con el trabajo volunta- rio y subsidiario de algunos pueblos vecinos de Pasto y de los indios del valle de Sibundoy. Con tan escasos elemen- tos nos lanzamos a una obra capaz de acobardar el ánimo más esforzado. Los Misioneros al frente de los indios abrían trochas en las selvas, dormían en los páramos, aguantaban las incleníencias del tiempo, y resueltos a abrir camino arrostraban las consecuencias.

"Más tarde ensayamos una suscripción nacional con el objeto de recolectar fondos y pagar trabajadores; pero no produjo sino doscientos pesos plata, que los invertimos en comprar herramienta. Se acudió también al señor Mi- nistro de Obras Públicas de aquel tiempo para que nos ayudase, pero nos reprendió severamente por el atrevi- miento en querer abrir un camino nacional con limosnas. No desmayamos por esos desaires; proseguimos los Misio- neros nuestra labor a paso de tortuga, esperando en que Dios vendría en nuestro auxilio. ..."

En efecto, el Señor no nos abandonó, y debido a una peligrosa cuestión internacional, que ha dejado huella im- perecedera en la memoria de todo colombiano, el Gobierno nos facilitó los recur.-os necesarios para seguir con toda rapidez esta vía, y con ellos la abrimos, dejándola a los po- cos meses en disposición de servir a lo que se deseaba.

Quedó vencida la primera y más temible dificultad que impedía el desarrollo de este Territorio en todo sentido, y que nos obstruía el paso al intentar introducir algún adelanto que pudiera redundar en beneficio de los aboríge- nes. Abierto el camino, ya no era cuestión más que de tiempo el que se determinara unacorriente de inmigración procedente del vecino Departamento de Nariño; entonces podríamos comenzar nuestra obra con toda intensidad.

Así fue. Comenzaron a entrar familias a establecerse en esta rica y fértil región, que hasta entonces sólo era co- nocida por las relaciones que a su gusto daba alguno que otro atrevido aventurero que se había arriesgado a salvar las dificultades señaladas. Esto contribuía a que unos supu sieran el Caquetá un país encantado, envuelto en misteriosa bruma, o que aquellas montañas que a la vista tenían, es- cudaban toda clase de horrores v crímenes; otros creían a pie juntillas que era un país de Jauja, con todas las bien

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andanzas del caso, o un fiel traslado a la realidad de un cuento de las Mil y una Noches. En resumen: el Territorio era un indescifrado enigma para la generalidad. Natural- mente pues que al ser terminado el camino, después que pudieron cerciorarse de que el Caquetá era una región inexplotada que ofrecía a manos llenas sus riquezas y re- compensar abundantemente el trabajo, numerosas familias se encaminaron hacia el Territorio aspirando a procurarse un modesto porvenir, fruto de sus laboriosas y honradas fatigas.

Poco después, con el fin de impulsar el movimiento colonizador, procuramos la inmigración intensiva, fundan- do en diferentes tiempos las colonias de Paerto Asís, Al- vernia y Sacre. Todos estos centros están en lugares a propósito para que sus habitantes con los hábitos de tra- bajo y forma de vida sirvan de estímulo a los naturales y los familiaricen con la civilización. Alvernia e^tá fundada en dirección al Caquetá y cerca de los pueblos de indios de Condagua y Yunguillo; Paerto Asís está en las riberas del Putumayo, y desde allá extiende su benéfica inñuencia en- tre las numerosas tribus de indios existentes en dicho río; Sucre, por fin, está en medio de los tres pueblos de indíge- nas que existen en el valle de Sibundoy.

aquí pues señalada a grandes rasgos nuestra obra comenzada y seguida en beneficio de los salvajes, y cuyos resultados procuraremos dar a conocer en su lugar corres- pondiente; pues a ella es debido el incremento sorprenden- te, el- gallardo empuje con que este Territorio se levanta, emprende una vida nueva y fecunda. A la labor del mi- sionero, ejecatada siguiendo las orientaciones descritas, res- ponde el resurgimiento y dignificación de una raza que comienza a entrar de un modo franco y seguro al redil de la sociedad, invocando al Dios que ya conoce y ama, y co- bijándose entre los pliegues de la gloriosa bandera tricolor, símbolo de su patria, a la que venera ya como a una se- gunda madre.

Tenemos hoy que este Territorio, que antes contaba casi exclusivamente con anas tribus de indios en el estado que es de suponer, incomunicado con el resto de la Repú- blica y que ninguna utilidad reportaba a la Nación, cuenta con numerosos pueblos y reducciones de indios, con varios centros colonizadores y multitud de familias blancas que viven escalonadas en toda la parte conocida y transitada. Tenemos que los indios van acostumbrándose a convivir

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con los civilizados y adquiriendo con este roce continuado, aunque poco a poco, sus hábitos, y como es natural, van dejando algo de sus costumbres, por lo que creemos que, con respecto al salvajismo de estos indios, estamos ya al principio del fin. . .

§ 3.°

Labor religioso-patriótica de la Misión.

Servicios en favor de Colombia Cuestión de honra Entregóse ei Territorio al comercio Posesión de hecho.

De todo lo que se ha dicho en los parágrafos anterio- res se habrá deducido una conclusión que salta a la vista y cae por su propio peso una vez sentadas las premisas: mediante la labor seguida no sólo se está favoreciendo a los indios, sino que a la vez se está prestando un positi- vo servicio a Colombia.

En verdad, aunque no se concediera a la obra de los misioneros otro mérito que el de la cristiana civilización de los indígenas de este Territorio, creemos que sería muy digno de aprecio.

Es cuestión de honra y causa de legítimo orgullo para las naciones civilizadas que cuentan dentro de sus fronte- ras con regiones sujetas aún al yugo del salvajismo, hacer que éste vaya retrocediendo cada día más y abandonando el campo en favor de los intereses de la sociedad civilizada ; pero sirviéndose para ello de medios reprobados hasta por los más elementales sentimientos de humanidad, como es la criminal aniquilación de estos seres infelices, cuya desgracia estriba precisamente en haber nacido y crecido dentro de las selvas ; sino, al contrario, hacer que vaya desapareciendo el salvajismo por medios que aconsejan de consuno la religión cristiana y los más sagrados senti- mientos de caridad. Es cuestión de honra y causa de legí- timo orgullo, repetimos, para un Estado digno y progre- sista, poder mostrar ante la sociedad cómo las barreras, detrás de las cuales vivían estos seres primitivos, están ca- yendo destrozadas merced, no a una lluvia de metralla u otros procediáiientos bárbaros, sino al rasgo más noble y digno que puede ejecutar en estos casos una nación : levan- tar y dignificar al salvaje, perfeccionándolo y haciéndolo participante de las ventajas que reporta la vida civili- zada.

Misiones católicas— 2

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Si esto es noble y digno, como en realidad lo es, j-íguese que la obra de los misioneros ha reportado y está facili- tando un positivo servicio a Colombia. En efecto, esta Re- pública ha procurado con esmerado interés y un empeño muy digno de su hidalguía, levantar de la nada a los mi- llares de salvajes nacidos dentro del sagrado de sus límites, transformándolos en miembros útiles a la sociedad, lo que será una de sus glorias más preciadas. Este servicio le está prestando la Misión ; ésta le está reduciendo las tribus de indígenas de estos lugares, las que viviendo en su estado primitivo eran, cuando menos, inútiles para todo lo que significara ventaja o utilidad para su patria, y los está reuniendo en pueblos, formando de sus habitantes, miem- bros dignos de la misma.

Positivo servicio a Colombia es, además, el que se haya principiado a explotar estas regiones inmensas, cuyas ri- quezas naturales van a la par con la extensión territorial. Mediante la labor indicada antes y realizada por la Iglesia» han entrado a centenares los habitantes de los vecinos De- partamentos a establecerse en estos lugares. Esta afluen- cia colonizadora se ha condensado primero y cristalizado después formando pueblos que con su laboriosidad y el fe- cundo trabajo de sus manos están arrancando de la tierra frutos y bienes en abundancia qUe les permiten vivir con holgura.

Que esto es un positivo servicio a Colombia, no cabe- duda, pues este Territorio que hasta hace poco había per- manecido relegado a un, se puede decir, completo olvido, que ha pasado siglos en estado completamente salvaje sin rendir utilidad alguna, ahora comienza ya a ser entre gado al tráfico, produce algo, y es evidente que esta pro- ducción se intensificará cada día más, ya por el aumento que diariamente se nota en Jos trabajos agrícolas y pecua- rios, debido a la afluencia de inmigrantes, ya porque los que están establecidos ensanchan más y más el campo de sus labores.

Todo lo dicho, por fin, ofrece el óptimo resultado en favor de esta República de posesionarla del Territorio. Este acto efectivo de dominio, y precisamente en la forma que se ha realizado, al que parece que algunos colombianos no quieren conceder importancia alguna, tal vez por haberse llevado a efecto bajo el impulso director de la Iglesia, esta posesión, decimos, ha abierto los ojos a las vecinas Repú- blicas, según se podrá ver más adelante en donde se trata de la labor colonizadora.

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Que esto es un bien muy apreciable para Colombia, es obvio. Esta República tiene ya. como consecuencia de los trabajos indicados, una considerable representación en el Territorio ; efecto do esto son los grandes trabajos e intere- ses creados en él por subditos que con eso dan a la vez testimonio de la presencia de su patria, y estos hechos ge- neralmente merecen el respecto aun en casos de derecho controvertible. Asegura pues la obra de la Misión la sobe- ranía nacional en el Territorio del Putumayo y Caquetá, por lo menos hasta donde actualmente se i osee.

Ahora, en efecto, este núcleo de subditos colombianos existentes en estas regiones, estando reunidos en pueblos con sus respectivas autoridades al frente, son una garan- tía para defender la integridad territorial. Es cierto que antes de entrar los misioneros existía buen número de individuos colombianos dedicados unos al comercio del caucho y otros al de las quinas, los que tenían establecidos sus trabajos en varios puntos de la región, pero se vio que éstos ni siquiera sus intereses personales pudieron defen- der, cuanto menos los de su patria, cuando el conflicto con el Perú tomó las proporciones conocidas, debido precisa- mente a que eran sujetos aislados y sin cohesión alguna-

Tiene además Colombia camino expedito para llegar con facilidad al Putumayo y trasladar a él las fuerzas mi litares y material que sea necesario siempre que convenga, cosa que antes era casi imposible. ¿ Quién dudará de que si estas facilidades hubiesen existido tiempos atrás cuando el Gobierno de Reyes mandó al General Monroy con unos pocos hombres armados al Putumayo para defender los derechos nacionales, no hubieran tenido que retirarse de un modo tan lamentable? Considérese la forma en que se sostuvo la mencionada empresa; cómo se trasladaron las fuerzas, dificultad o imposibilidad del aprovisionamiento, etc., y se podrá apreciar la justicia y exactitud de nuestra afirmación. Si además de esto tenemos en cuenta que esta ventaja es exclusiva de Colombia, puesto que las naciones vecinas no pueden comunicarse con el Putumayo sino por medio de senderos o trochas de difícil tránsito, o bien por vías fluviales navegables solamente en balsa o canoa, se podrá apreciar mejor el servicio que la Misión ha pres tado a la República con la apertura del referido cami' no, que facilitando el acceso al Territorio, pone a ésta en condiciones de hacer respetar sus derechos sobre el mismo.

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CAPITULO II

EFICACIA DE LA LABOR EMPRENDIDA

§ IP Lo que eran los indios de este Territorio— § 2.° Lo que son los indios para con la Iglesia— % 3^ Lo que sotí respecto a su patria.

Lo que eran los indios de este Territorio.

Cómo se trataba a los indios Las cuentas del Gran Capitán —Sujeción de los indios a los comerciantes— Protección que les han dado los Misioneros. Un testimonio autorizado Cómo se expropiaba a los indios del valle de Sibundoy.

Interminables nos haríamos si nos propusiéramos describir minuciosamente el estado en que vivían los indios del Territorio, antes de que los misioneros entrára- mos a evangelizarlos de un modo permanente ; con la sola enumeración de los crímenes cometidos en el Bajo Putumayo por compañías y sujetos sin conciencia, críme nes que motivaron la memorable Encíclica Lacrimahili statu del Papa Pío x, de santa memoria, y con esa Encícli- ca el anatema universal, podríamos llenar volúmenes en- teros. , No es pues nuestro intento describir aquellos abo- minables hechos presentados al público en revistas y folle- tos propagados con profusión ; nos proponemos esbozar la relación de una clase de esclavitud en que se tenía a los indígenas de estas regiones del Caquetá y Putumayo.

Véase al efecto lo que en 1893 escribía un misionero capuchino, mandado a recorrer estas regiones a petición del Ilustrísimo señor Cayzedo, entonces Obispo de Pasto. Copiamos:

"Pocos conocen la triste condición de los indios core- guajes y tamas. Verdaderos esclavos de los comerciantes, no tienen libertad ni para trabajar sus chagras (semente- ras); continuamente andan bogando por sus amos ; y si

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quieren descansar, los obligan a sacar caucho para pagar alguna ropa o friolera que recibieron del comerciante. El indio no sabe lo que gana, ni lo que tiene ni lo que debe. En confirmación de esto voy a referir el siguiente caso : un comerciante había entregado a un indio varios objetos que los tasó como valor de 14 arrobas de caucho. Al cabo de algún tiempo se presentó el indio con cierta cantidad de caucho que, pesada por el comerciante, con su propia romana, dio 16 arrobas; entonces el comerciante dijo al indio :

" Me debías 14 arrobas; me entregas 16, quedas de- biéndome 18.

"El pobre indio, sin replicar, se separó para volver al monte a sacar las 18 arrobas que \e faltaban. Este caso nos lo refirieron en dos lugares distintos personas que merecen crédito y habían conocido al comerciante.

"Por los mismos indios supimos el precio de algunos objetos que reciben. Un sombrero que llevaba nuestro boga le importaba 3 arrobas de caucho, que a 15 fuertes, suman 45 ($ 22-50 oro) Una escopeta costó 10 arrobas, o sean 150 fuertes ($ 75 oro). Un machete, una arroba, y a este tenor van los demás objetos.

"Es paes cierto que los indios coreguajes y tamas en el Caquetá son verdaderos* esclavos de ios comerciantes, quienes para no reñir entre se los han repartido. Como los indios no entienden de números, se atienen a todo lo que el comerciante les dice, y resulta que el indio nunca acaba de pagar lo que debe, quedando siempre obligado a sacar caucho para su acreedor.

"Esta esclavitud de los indios fue el obstáculo princi- pal que nos impidió administrar los sacramentos. a los coreguajes y tamas.

"No podemos conformarnos en manera alguna con la conducta que los comerciantes observan con los pobres in- dios. Si alguno de éstos muere sin pagar lo que debía al comerciante, éste lo exige a otros indios, cobrándoles pre- cio excesivo . . . . "

Esto que acabamos de transcribir era la cosa más co- mún y corriente en estas selvas, de modo que ya nadie se tomaba la molestia de fijarse en semejantes menudencias, ni había autoridades que hicieran respetar el derc cho del más débil, amparándolo. Habían llegado a tal extremo los abusos de la naturaleza de los descritos, que existieron

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familias enteras que vivían como esclavos, descontando con trabajo lo poco que habían recibido del comerciante ; ni fueron pocos los casos en que la obligación de seguir trabajando pasase de padres a hijos y hasta a los nietos, sin que llegase el día de verse libres.

Como es natural, al llegar a establecernos los misio- neros al Territorio, nos vimos en la necesidad de amparar a aquellos infelices contra las arbitrariedades de los comer- ciantes sin conciencia que de tal modo los explotaban, pues a ello estábamos obligados en virtud de nuestro oficio, si no. queríamos que resultara estéril toda nuestra labor apostólica y, con ella, la que de nuestros esfuerzos espera- ba Colombia en favor de estas regiones, puesto que una y otra estaban íntimamente unidas. Merced pues a la con- tinua protección que se ha dispensado a aquéllos se han cortado dentro de nuestro radio de acción tamaños abusos.

Creemos oportuno aducir el testimonio de un testigo ocular, el doctor Garzón Nieto, quien con la nobleza que le caracteriza, se expresa del modo siguiente :

"Muchos blancos (cometen abusos contra los indios del Putumayo) y desgraciadamente muchos colombianos. Quieren reinar en medio de ellos por medio del terror, y así sólo logran que los teman : colombianos hubo que con su propia mano corta^^on la cabeza de los indios que no les seguían. Hoy ellos se quejan a los misioneros, de los blan- cos que quieren usufructuarlos, y ellos ponen pronto y eficaz remedio."

Los indios del valle de Sihundoy.

Si ahora nos detenemos a considerar lo que pasaba con estos indios, veremos que en realidad muy poco se diferen- ciaba su estado del que hemos descrito referente a los de- más del Territorio.

"En efecto -se dijo en uno de los informes anteriores, era un verdadero horror el modo como se trataban blancos e indios en el valle de Sibundoy : eran como dos razas antagónicas que se perseguían con un odio de muerte. Los blancos trataban a los indios como esclavos : se servían de ellos para todo y del modo mejor que les parecía ; les ro- baban lo poco que estos infelices poseían ; les obligaban al trabajo de sus tierras sin recompensa de ninguna clase, y por lo tanto, a la fuerza ; si a alguno se le antojaba despo- jar a un indio del poco o mucho terreno que había des-

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SANTIAGO (PUTUMAYO. Niñas de primera comunión.

IMAGEN DE LA DIVINA PASTORA

Padres Misioneros de Santiag'o y niños indígenas de primera comunión

(Putumayo).

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montado para establecer en él sus sementeras, ningún re- paro tenían en ponerlo a la práctica. ..."

Esto que sucedió antes de la apertura del camino na- cional que comunica el Territorio con el Departamento d0 Nariño, o sea en aquellos tiempos en que pocos, poquísi- mos, eran los que entraban a la región, debido a las gran- des dificultades que había que vencer para llegar al valle, aumentó de un modo extraordinario desde el momento en que se allanaron aquellos peligros, merced a la nueva vía. Entonces fue cuando muchos llegaron al referido valle poseídos de una ambición inmensa que los indujo a come- ter los más detestables atropellos contra los indígenas; tanto es así que hubo sujeto que en su afán de poseer tie- rras comenzó a despojar a los indios que tenían sus semen- teras lindantes con lo poco que él había trabajado: a unos les rompió, las cercas que resguardaban su propiedad, y soltando el ganado en los sembrados, se los dejaba arrasa- dos, condenando así al indio a la más espantosa miseria, puesto que, como es sabido, éste no posee otros bienes ni vive casi de otra cosa que de lo poco que cosecha en sus sementeras. A otros se les presentaba a la choza, y con amenazas, y en último término apelando a la violencia, les obligaba a vender su terreno por precios irrisorios; si alguna vez el indio se resistía negándose a abandonarle su propiedad, le arrojaba tres o cuatro pesos al suelo, con lo que le forzaba a abandonarla.

' Otro blanco hubo que para evitar posibles complica- ciones, compró unas 20 hectáreas de terreno a un indio, por $ 150 oro Se hizo la escritura delante de notario y con todas las formalidades legales, y en el acto recibió el indio el valor convenido; pero aquí que al regresar éste y y cuando más descuidado ibj, se le presenta el sujeto com- prador y a viva fuerza le quita el precio de la venta, le deja solamente dos pesos, y . . . se queda tan tranquilo con terreno y dinero

Esto que acabamos de manifestar, y otros abusos por el estilo que podríamos seguir enumerando hasta la socie- dad, demuestran palpablemente que de no haber sido la Misión la que se impuso como un deber la defensa de los indios, hoy serían unos esclavos, o por lo menos simples peones de unos cuantos entes sin conciencia que se habrían posesionado de todo el valle, dejándolos a ellos sin un palmo de terreno, a no ser que hubiesen optado por huir, lo que es más probable.

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Sobre las gestiones que se hicieron para evitar seme- jantes abusos, se informó ya larga y detenidamente en el año de 1917, así que a dicho informe nos remitimos. Como se ve, no han sido los misioneros los que han tratado de esclavizar a los indios, mientras que podemos denunciar ante la Nación a quienes instigaron y promovieron con falsas informaciones el poco edificante debate que se sos- tuvo contra la Misión el año pasado. Uno de éstos fue precisamente el sujeto que más se distinguió por sus atro- pellos contra los indios, arrasándoles las cercas, soltando el ganado en las sementeras y obligándolos a vender el terreno por precios irrisorios. En pocas palabras : es el mismo sujeto de que se habla en el informe del año de 1917, páginas 15 y siguientes.

Para que se vea si los misioneros esclavizan a los in- dios, les roban terrenos, etc., es conveniente hacer notar que para asegurárselos, poniéndoselos bajo la protección de las leyes de la República, la Misión se ha desvelado sin perdonar dihgencias para que se les señalasen resguar- dos. Actualmente los tres pueblos de indios del valle de Sibundoy tienen sus tierras defendidas en esta forma in- dicada.

Respecto al estado moral de los indios, nos referimos a los informes anteriores, para no repetir conceptos.

§2P

Lo que so7i los indios con relación a la Iglesia.

Comprenden y practican Rasgo elocuente.

Naturalmente que, al tratar de desarrollar el enuncia- do que precede, hay que distinguir de un modo muy mar- cado entre los indios jóvenes que desde su más tierna edad han recibido la influencia del misionero, y los que ya por una causa o por otra la acción de éste ha sido más li- mitada, y a la vez que más limitada sumamente difícil, debido a las preocupaciones y desvarios con que desfigura- ban lo poco que sabían del cristianismo. Como se compren- derá, los primeros, por lo mismo que la semilla evangélica ha encontrado en ellos una tierra virgen y bien dispuesta a favorecer su germinación y desarrollo, se han penetrado muchísimo mejor que los demás de las verdades y deberes que impone y enseña la Iglesia.

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Con todo, mucho es lo que se ha logrado en el sentido de cristianizarlos— a los ancianos, en la acepción de que no sean miembros de la Iglesia por el solo hecho de haber recibido el bautismo, y sin que en su vida práctica se dis- tingan de los que no han sido regenerados por las aguas salvadoras; se ha procurado para ello, y con diligente es- mero, cultivar esas rudas inteligencias para que vayan en- trando en la región de la luz que irradian las verdades de nuestra Religión sacrosanta, a fin de que iluminados por ella y convencidos de su celestial origen no titubeen en se- guirlas, aun quesea sacrificándose. Que entre ellos no ha resultado estéril la constante labor del misionero, díganlo las obras que, como frutos primerizos, comienzan ya a re- cogerse, procedentes del desarrollo que han alcanzado las semillas sembradas y cultivadas por el ministro de Jesu- cristo.

Como prueba de lo que antecede podemos aducir el hecho, muy significativo por cierto, y que, tratándose de indios semisalvajes como son los de Sibundoy, reviste ex- cepcional importancia. Presentóse a principios de este año la epidemia que tantos estragos ha causado en el mundo, la gripe. Debido a ella, pues, enfermó la casi totalidad de blancos e indígenas, pero estos últimos recibieron con mayor violencia los terribles latigazos de aquel azote; cuan- do hé aquí que al cabo de unos días el misionero encar- gado del pueblo se ve sorprendido por el Cabildo de in- dígenas que, acompañados de un buen número de indivi- duos de la población, fueron a suplirle que se hiciesen tres días de solemnes rogativas, para que el Señor se apiadase de ellos e hiciese que. desapareciera la epidemia.

Esto que a primera vista nada de particular ofrece, tiene un gran significado para quien conozca a fondo el modo de ser de estos indios; tiene un valor masque de regular importancia para quien va siguiendo con escruta- dora mirada la evolución lenta pero segura que se está operando en estos seres primitivos. Sin temor de extrali- mitarnos podemos decir que comienzan a posesionarse de las verdades del catolicismo; que comienza a evolucio nar de un modo muy pronunciado su mentalidad, en lo que se refiere a lo sobrenatural, puesto que si de la percep- ción clara y distinta de unos efectos constantemente repe- tidos se deduce racionalmente la causa o principio, pode- mos nosotros afirmar con pleno fundamento lo que acaba- mos de exponer. Así pues, teniendo en cuenta la asiduidad

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de éstos en lo tocante a la asistencia a la misa los días fes tivos; su voluntario cumplimiento del precepto pascual; el número de comuniones que se les distribuyen en las prin- cipales festividades del año; la reforma que se nota en sus costumbres, de las que van eliminando mucho de lo que desdice o va contra la moral evangélica; el gran cuidado que ponen en llamar al sacerdote así que alguno enferma. a fin de que no muera sin los sacramentos y auxilios es pirituales, todo eso, decimos, nos da la certeza moral de que ya no todo son tinieblas y confusiones en lo que se re fiere a religión: ya comienzan a percibir y practicar.

§39 Lo que son los indios para con su patria.

Estado de su civilización Los jóvenes desean vestir como los blancos Indios en el jurado de la mesa electoral Un indio secretario Los indios aptos para el servicio militar Se les hace amar a su patria Conceptos de dos testigos.

» " La obra de reducción de los indios a la vida civiliza- da—dice el doctor Rodríguez Piñeres en su obra Por Tie ?ras Hermanas es verdaderamente sorprendente, de ma- nera que puede considerarse ya la fruta madura. Conser- va todavía el indio, es verdad, ciertas costumbres que no se le han podido qaitar, como la celebración de licenciosos carnavales ; el uso de vestidos indecentes y antihigiénicos, y la mala coastrucción de sus habitaciones. ..."

Cierto es que podemos creer muy fundadamente que los indios del valle de Sibundoy están del todo asegurados a la vida civilizada. No es que pretendamos dar a enten- der que todo esté hecho ya en ese sentido, nó; pues indios que todavía está tan aferrados a las ridiculas tradiciones prescritas por la veneranda costombre, recibida de sus ma- yores y conservada, particularmente por los ancianos, como un depósito sagrado, y de un modo especial en todo aquello que tiende a perpetuar externamente el sello espe- cial de la raza: a indios como éstos, decimos, no puede dárseles la patente de civilizados, sino solamente de ini- ciados en la civilización. Desde luego, empero, que los gérmenes que han recibido y que comienzan a fructificar, serán ya un obstáculo que impedirá que vuelvan a la vida selvática, puesto que la tendencia general es de irse des-

SANTIAGO (PUTUMAYO) Mesa electoral formada por un blanco y dos indios.

SAN ANDRÉS (PUTUMAYO) El Gobernador rodeado de los mayorales del pueblo.

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prendiendo de las asperezas inherentes a ella, a la vez que van adoptando las costumbres de los civilizados, y en esta acepción es en la que decíamos que están del todo asegu- rados.

Es conveniente añadir aquí que el gran obstáculo que impide una pronta evolución entre estos indios es el de los ancianos de los pueblos. Hay que ver la tremenda resis- tencia que oponen a cualquier novedad que intente intro- ducirse en el pueblo, y de un modo particular contra todo lo que de un modo o de otro tiend^ a semejarlos a los blancos, como es el de vestido, construcción de casas, etc. A quien esto escribe le decía un indio joven : "Nosotros los jóvenes todos estamos deseando vestirnos como los blan eos, pero por ahora no podemos porque los viejos se oponen a ello." Y así es, todos los que han recibido educación en las escuelas abominan de este modo de vestir tan indecente como antihigiénico, y sobre todo por la razón poderosa de que muchos de ellos ya se avergüenzan de que se les tenga y trate como a semisalvajes, cosa que comprenden ser im- posible editar mientras no se quiten esos vestidos, que son como la marca de su inferioridad.

Poco antes de salir del Territorio el Reverendísimo Pa- dre Prefecto Apostólico, se le presentó un indio vestido de blanco que acababa de llegar del cuartel de Pasto, en don- de cumplió el servicio militar, suplicándole que intercedie- ra con los padres de su esposa para que la dejaseo vivir con él. Al serle preguntado el porqué se negaban a que su esposa viviera con él, respondió que no querían hasta que

se quitase el vestido de blanco, y no tuvo más remedio

que ponerse de nuevo cusma y capisayo .si quiso vivir con su mujer.

Hemos dicho que el elemento joven, por lo mismo que se ha educado en las escuelas y ha convivido con los blan- cos, desea salir, mejor aún, romper esos moldes en que lo tieaen sujeto; y ahora podemos añadir que algunos indios, si bien es cierto que no más que algunos, pueden alternar con lucimiento entre los blancos del Territorio y fuera de él, y aun superar a muchos que pretenden pasar por instruidos, y como prueba vaya la siguiente muestra :

Con ocasión de las elecciones para Diputados Departa- mentales y Representantes al Congreso Nacional verifica- das este año, el Juzgado Electoral del Distrito respectivo no tuvo reparo alguno en poner de Jurado en la mesa de San-

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tiago a dos indios presididos por un blanco. En esa mesa votaron los blancos del pueblo de Sucre y aun el mismo Comisario Especial.

Si a esto se agrega ahora que el Corregidor de Santia- go, después de haber tenido como Secretarios del Corregi- miento a varios blancos, últimamente prefirió quedarse con un indio, por ser mucho más apto para el desempeño de ese cargo que cualquiera de los otros, se comprenderá que esos jóvenes indios distan mucho de parecerse a lo que fueron y son los ancianos.

Dejamos indicadt) antes que el año pasado cumplie- ron el servicio militar en Pasto varios indígenas, y así es. Para comenzar y probar si sería ocasión ya de servirse de ellos para prestar este importante concurso a la patria, se sortearon solamente doce; y han dado tan buena cuenta de sí, que, según noticias que tenemos, se ha determinado aumentar el número para el sorteo de este año.

Comienza pues Colombia a reportar los frutos de los sacrificios que se ha impuesto auxiliando con tánio cariño como constancia la labor de los misioneros entre estos in- dígenas. Doce años atrás tenía la República una porción de hijos en este Territorio con los que para nada podía con- tar: eran seres totalmente inútiles a su patria ; pero ahora, merced a los esfuerzos que se han hecho para levantarlos de su mísero estado, empiezan a ser miembros utilizables y subditos que conocen y aman la bandera que los cobija bajo sus amplios pliegues.

Una de las tareas a que se dedica atención preferente es enseñarles, junto con el conocimiento y amor a Dios, amar a su patria, puesto que este amor es uno de los sen- timientos que más ennoblecen y dignifican al hombre. Debido a este solícito cuidado es como el doctor Garzón Nieto pudo decir:

"En todas mis excursiones, desde la primera, he teni- do una viva satisfacción después de días enteros soportan- do todas las fatigas del viaje: al llegar a ellas (poblaciones o ca,seríos de indios cercanos a Puerto Asís), grupos nume- rosísimos de niños han salido a recibir a los que llegan, entonando con toda claridad el himno nacional."

Y el doctor Rodríguez Piñeres :

" En aquélla (en la escuela) se les da una instrucción primaria suficiente para ellos y se les hace amara la patria. Muy grato me fue oír cantar el himno nacional por los ni- ños de las escuelas . . ..."

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i A qué obedece sino es a lo que venimos diciendo, el empeño de todos los indios que viven en la frontera de esta República con el Ecuador, que van pasando todos a este lado y aquí se establecen ? A que el mi- sionero, junto con el catecismo, les ensena, infiltra en sus almas los deberes que tienen para con su segunda madre, la patria; y es evidente que recibiendo y aceptando la doc- trina religiosa, y a la par que ésta la patriótica, se acostum- bran a llevarlas ambas en su corazón, y no pueden des- prenderse de una sin abandonar la otra, con lo que se les asegura para Colombia.

Es pues muy cierto lo que dijo el tantas veces citado doctor Garzón Nieto :

" Los misioneros son guardianes celosos del Territorio, y siempre se han piKíocupado principalmente de inculcar en los habitantes (del Caquetá y Putumayo) el amor a la patria, pues iodos los misioneros son colombianos de cora- zón y algunos colombianos de nacionalidad."

Vamos a poner fin a este capítulo transcribiendo al- gunos párrafos del discurso con que el doctor Darío Rozo, miembro de la Comisión de Límites con el Ecuador, con- testó a la fiesta que, en obsequio a la referida Comisión, dio la colonia de Puerto Asís. Dice :

"Queréis honrarnos al doctor Pérez y a mí, copao a los terminadores de la demarcación de la frontera, y con ello festejáis muy acertadamente el abrazo fraternal de núes tras patrias. Hemos puesto, en efecto, el último mojón de la línea que no separa sino que une al Ecuador y a Colom- bia, para que vayan juntos ai egregio porvenir que les espera. Pero si nosotros hemos puesto el último mojón de esta línea, vosotros, religiosos y religiosas esmerados, que repartís los dos panes prodigiosos y divinos de la fe y de la ciencia ; vosotros, bravos colonos que abatías la selva, vos- otras, abnegadas mujeres; vosotros, niños y niñas, que sois simiente de progreso, vosotros repito habéis puesto el primer mojón de esta otra línea que tampoco separa sino que une esta olvidada comarca con la bendecida civiliza- ción. ¡ Y qué obra tan espléndida hacéis, religiosos y reli- giosas, al educar estos corazones inocentes de los niños de la selva ! ; vais infiltrando en sus almas un hilo sutil de fraternidad y de confianza que los enhebrará a los pue- blos de la unidad colombiana, a la manera del hilo que une las perlas de un collar ; y esos pueblos unidos y vallen-

so- tes serán el collar que tarde o temprano adornará la gar- ganta de la América del Sur.

" De hoy en adelante mi voz agradecida publicará la excelencia de vuestra obra, la necesidad de ella para la prosperidad nacional. En nombre de mi abnegado compa- ñero de labores y en el mío propio, manifiesto efusivos agradecimientos, elogio la civilizadora labor que lleváis a cabo en estas apartadas comarcas, y plena el alma de pa- triótico y justísimo orgullo, clamaré con alegría : ¡ Viva la civilizadora colonia de Puerto Asís y sus dignísimos con- ductores ! "

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CAPITULO III

EFICACIA DE LA LABOR EMPRENDIDA (Continuación).

§ i9 Nuestra labor colonizadora— % 2^ Colonias de A Ivernia

y Sucre.

Nuestra labor colonizadora.

Territorio casi deshabitado El Perú trata de colonizar el Bajo Putumayo. Conveniencia de impulsar colonización colombiana Puerto Asís perecerá si no se le atiende Reducción de gastos y salida de algunas familias.

Una de las empresas que más nos ha preocupado y en la que más energías y recursos hemos debido invertir, es la colonización del Territorio. Es éste indudablemente uno de los problemas de capital importancia para estas regio- nes, de cuya favorable solución pende el adelanto del Ca- quetá y Putumayo, así en lo que ^e refiere al bien de los indígenas como a la vida y seguridad de estos lugares.

La región que tiene aquí Colombia, confiada a nuestro cuidado, es realmente inmensa— casi ia cuarta parte de la República, pero la encontramos con tan pocos mora dores que puede decirse deshabitada. Pues aunque en ella se cuenten existentes unos 30,000 indios, son como una gota de agua perdida en el Océano. Para que Colombia percibiera alguna utilidad efectiva de este Territorio pre- cisaba impulsar una corriente de inmigración intensa que llevando la vida y movimiento a él, explotándolo, diera al mismo tiempo el tan deseable resultado de aumentar el número de sus habitantes, y despertar a los indios de su letargo, infundiéndoles aspiraciones nuevas que, desarrolla- das, fueran causa de que prestasen su concurso a este fin.

Algo se ha conseguido al respecto desde que se funda- ron las tres colonias de blancos: Puerto Asís, Alvernia y

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Sucre, creadas por iniciativa y bajo la dirección de esta Prefectura Apostólica. Pero si bien es algo lo que se ha conseguido, no hay que perder de vista que para lograr todo lo que Colombia espera del Territorio precisa hacer mucho más; conviene seguir adelante en el empeño de pro- pulsar el movimiento colonizador, pues hay que tener muy presente qae a él va vinculado el dominio de hecho sobre el Territorio en favor de esta República, y esta posesión es la que conviene intensificar, por lo menos hasta que se le reco- nozca la de derecho.

Toda vez que se trata este asunto es conveniente que se tenga en cuenta un peligro que se comienza a divisar.

Es sabido que el movimento colonizador del Territorio infundió respeto a las vecinas Repúblicas. Colombia desde entonces quiso conceder decidida atención a la empresa comenzada de poblar estos lugares, puesto que vio, mejor aún, palpó, los resultados de esta salvadora medida; pudo comprender, aleccionada por la experiencia, que este era el medio más eficaz para hacer respetar sus derechos sobré estas regiones. De modo pues que en virtud de sus desve- los en favor de esta parte de su suelo obtuvo muchas y muy apreciables ventajas sobre sus contendientes : mien- tras que ésos no tenían ni siquiera un caserío de importan- cia en toda la zona dei río )ii lo tienen al presente,— en la que sólo contaban y cuentan con las casas para alojar al elemento militar que sus Gobiernos proveen a fuerza de oro, Colombia tenía ya formados varios núcleos de pobla- ción. Si bien es cierto que el sostenerlos ha exigido al Es- tado algunos sacrificios pecuniarios, mucho menores son éstos lo que hubiera importado el permanecer en donde actualmente está por la fuerza de las armas ; y sube de punto la importancia de lo que venimos diciendo si se con- sidera el valor de las vidas humanas que en acciones sos- tenidas por la fuerza armada necesariamente han de expo- nerse.

Esta superioridad de Colombia en el Territorio ha sido considerada y estudiada por las vecinas Repúblicas, y el resultado de ello se manifiesta ya ; pues vemos que comien- zan a tomar con empeño la obra de colonizar los respecti- vos territorios. Citaremos, por ejemplo, e] Perú. Esa na- ción posee el llamado Departamento de Loreto, que queda integrado por toda la zona del Bajo Putumayo que actual- mente está en su poder y que años atrás estaba en el de Colombia. Deseando conseguir colonos para aquellos luga-

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res— y hemos tenido oportunidad de leerlo en periódicos de aquella nacionalidad, se está iniciando una fogosa cam- paña, ofreciéndose buenas garantías a las familias que vayan a establecerse allá.

Comienza pues entre ambas naciones una especie de rivalidad, que podría ser desventajosa para Colombia; mientras que aquélla copia el procedimiento de posesión pacífica que se le ha enseñado, procedimiento que es muy peligroso que se proponga explotar intensamente, esta Re- pública se ha visto precisada, por la fuerza de las circuns- tancias, a dejar de lado y a su propia fuerte las colonias establecidas, que todavía necesitan las atenciones constan- tes con que se las auxilió, si se quiere que queden defini- tivamente radicadas. Creemos pues, y así lo exponemos con todo respeto a quien corresponda, que es necesario que Colombia dedique atención preferente a la coloniza- ción del Putumayo, ya sea sosteniendo y asegurando la existente, ya fomentando la entrada de nuevas familias. Bien comprendemos que eso ha de importar un sacrificio en ningún caso despreciable ; pero si se considera que se trata precisamente de asegurar la soberanía nacional en estas regiones, estamos convencidos que no se vacilará un mo- mento en aceptarlo.

Especificando, o particularizando más nuestro razo- namiento, y concretándolo a Puerto Asís, que bien puede llamársele dique de contención y muro protector, diremos que si no se presta pronto y eficaz auxilio a aquella colonia, irremisiblemente caerá por inanición. Antes tenía allá el Go- bierno un número regular de soldados, quienes, además de prestar el importante servicio de guardar las fronteras, daban vida y movimiento a la colonia: nos ayudaban a so- portar algo de la carga que sobre nosotros pesaba; pero debido a las difíciles circunstancias en que se hallaba el Erario Público, fue suprimida la fuerza armada del Te- rritorio, y entonces proseguimos solos soportando con tra- bajos y esfuerzos inauditos el sostenimiento de aquella población, si bien con vida migrada y pobre; mas ahora los auxilios que recibíamos han sido reducidos en un cincuen- ta por ciento, de lo que resulta que nos es imposible aten- derla tal como se necesita, siquiera para seguir subsistien- do: hemos debido reducir a la mitad el auxilio con que se la sostenía, y si éste era ya insuficiente, puede comprenderse cómo estará ahora.

Misiones católicas 3

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Consecuencia de todo eso es que dicha colonia, cuya vida tanto importa fomentar, ha disminuido mucho. Des- de el momento en que la Misión se ha visto obligada a re- ducir los gastos y auxilios que en ella invertía, ha cesa- do la posibilidad de que algunas familias permanecieran viviendo allá. Siendo imposible a ésas sacar a ningún mer- cado el fruto de sus trabajos, toda vez que quedan muy lejos los centros civilizados, y por no estar todavía termi- nado el camino nacional que los ha de comunicar con ellos, en faltándoles el apoyo pecuniario de la Misión no pueden continuar viviendo en aquel centro. Ojalá que se atienda de un modo o de otro a estas necesidades, para que no nos veamos en la triste necesidad de estar contemplando, atados de pies y manos, cómo va desmoronándose con pe- ligro de pei'derse del todo una obra que tanto nos ha costa- do, y en la que Colombia tantas esperanzas puede fundar.

§ 2.» Colonias de Alvernia y Sucre.

Inquietud en la colonia de Alvernia ¿Quien subleva a los colonos?— Campa- ña contra la Misión Garantías que se dieron a los colonos y su cumpli- miento— Arma de combate Sucre Gran incremento de esa colonia Ha- blan dos testigos oculares Adjudicación de 120 fotes.

Alvernia Año de tremenda crisis ha sido para esa co- lonia el que estamos pasando. Muchos contratiempos había soportado hasta ahora, pero nunca sufrió una borrasca como la a que nos referimos: casi la ha hecho zozobrar. No sabemos el porqué algunos sujetos de fuera del T erritorio han tomado como asunto de honra, y con un empeño dig- no de mejor causa, hacerla fracasar. Han estado inquie- tando constantemente a esos pobres infelices soliviantán- dolos contra la Misión; consiguieron que muchos abando naran la colonia en donde tenían sus sementeras, y con ellas un modesto porvenir, y que se trasladasen a Pasto, de donde varios han debido regresar medio consumidos por el hambre: se vieron engañados por los mismos que los azuzaron contra quienes los han estado protegiendo.

Llegaron momentos en que estuvo tan desorganizada esa colonia, que creímos había llegado el momento en que desaparecerían casi todos los habitantes traídos a costa de tantos esfuerzos.

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\ Por ese mismo tiempo se emprendió contra la Misión una campaña difamatoria espantosa, sostenida en Nariño por el único periódico liberal que allá se publica. Ese pe- riódico, haciéndose eco de las diatribas lanzadas en plena Cámara de Representantes, o mejor aún, obedeciendo a una misma consigna, nos atacó rudamente, presentándo- nos como esclavizadores de los kntioqueños, asegurando que no habíamos cumplido lo que se les ofreció en el Pros- pecto de la Junta de Inmigración, y que mediante extor- siones, o cosa así, les habíamos obligado a salir del Terri- torio.

Para publicar estos artículos y darles alguna sombra de autoridad (?), llamaron a varios antioqueños en los momentos en que más exaltados los tenían con sus conti- nuas instigaciones y les propusieron firmar el escrito. De entre los muchos a que acudieron sólo encontraron tres que se prestasen a s me jan te maniobra, y los tres son precisamente de los que asaltaron hace algún tiempo la casa-misión de Alvernia, robando lo que en ella había, que profanaron la iglesia, ornamentos y vasos sagrados, que fir^naron el famoso telegrama que fue dirigido al Congreso hace dos años, y que fueron declarados calumniadores por la autoridad competente, que entendió en el asunto por orden del Senado.

Veamos el ningún fundamento que tienen las aseve- raciones lanzadas contra nosotros.

Se dijo que no se cumplieron los compromisos y prome- sas que se les hicieron antes de salir para el Putumayo. Estos compromisos y promesas las copiamos textualmente del Prospecto de colonización de la Junta respectiva, y son:

"1.** Se les dará la alimentación para ellos y para la familia que lleven, durante todo el viaje y hasta llegar al lugar de su destino.

"2.° Se les facilitarán muías para el viaje, una para cada cuatro individuos.

"8.° Llegados al lugar en donde se establezca la colonia, se señalará a cada familia el terreno que pueda cultivar, según el número de sus individuos, y se les darán herra- mientas, semillas y víveres durants seis meses.

"4° Deben permanecer dos años en la colonia para que adquieran derecho de propiedad a lo que han trabaja- do y otro tanto más.

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"5." Se dará a cada familia casa hecha, según lo permi tan las circunstancias del lugar, o cincuenta pesos oro para que ella se la construya."

Respecto al primero y segundo puntos no sabemos que se hayan quejado. En cuanto al tercero, dicen que no se les dieron semillas y víveres durante seis meses, como estaba convenido. Para que se vea el ningún fundamento de tal especie lanzada con tan aparente serenidad, copiamos del informe que el señor Gobernador de Pasto, después de in- vestigar los hechos, rindió al Senado de hace dos años:

"... Aplicando crítica imparcial a las declaraciones rendidas, se observa que ninguno de los exponentes ha po dido justificar tales aseveraciones. Algunos aducen el mo- tivo de no habérseles suministrado alimentación en los términos del Prospecto de colonización que está vigente, lo cual es inexacto, porque consta que a los primeros pobla- dores de Alvernia se les duplicó el plazo de alimentación gratuita (se les dio durante un año en vez de seis meses), y a los últimos (los de la segunda expedición) se les dieron alimentos hasta expirar el término primitivo (durante seis meses), que no pudo prorrogarse igualmente que a los otros por ser escasa la suma apropiada en el Presupuesto Nacional para auxiliar esta colonización.

"Dicen otros que no se les dieron semillas conforme al Prospecto; y esto también carece de fundamento, porque consta que aún se deben varias cuentas de los primeros colonos por valor de semillas suministradas para los últi- mos (colonos), cuentas que no han podido pagarse todavía por la razón antericr."

Aunque sea abundando en la materia, copiamos de un artículo publicado en el Correo de Nariño los siguientes datos referentes al asunto que tratamos:

"Respecto a lo segundo, o sea que no se pagaron las casas construidas y las semillas vendidas (por los colonos de la primera expedición a los de la segunda), puede asi- mismo ver Orientación Liberal en los muchos recibos fir- mados por varios antioqueños, y que reposan en la Tesore- ría de la Junta de Inmigración y en poder del Proveedor, las siguientes sumas : por construcción de casas, tres mil seis pesos con ochenta y ocho centavos ($ 3,006-88). Por semillas, tres mil doscientos treinta y dos pesos con cua- renta centavos ($ 3,232-40)."

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aquí pues la verdad, toda la verdad, que hay sobre los hechos de que se nos ha acusado tan acerbamente. Como se ha visto, no hemos querido tomar por nuestra cuenta el defendernos : hemos cedido el puesto a quien está autorizado para hablar con pleno conocimiento de causa, pues todo lo que se ha hecho y gastado en esa colonia ha sido bajo la vigilancia de la Junta de Inmigración, radi- cada en Pasto, y de la que es Presidente el Gobernador del Departamento.

Y ahora podríamos preguntar : ¿ porqué es que con tanta ligereza se ha dado crédito a lo que algunos malcon- tentos y de peores antecedentes han querido propalar con- tra la Misión, sin tener en cuenta que con ello no sólO' herían a los misioneros sino, y principalmente, a la Junta que entiende en esos asuntos? ¿Porqué en vez de incul- parnos, ensartando tal número y cantidad de ofensas, no- determinaron mvestigar imparcialmente los hechos recu- rriendo a la mencionada Junta? Podemos equivocarnos, pero tenemos derecho a creer que no se hizo porque se te- nía noticia de que allá, en el archivo de esa Junta, reposan comprobantes y documentos autorizados en que consta que la Misión, en vez de defraudar a los colonos, ha des- embolsado sumas respetables para que nada les faltase ; porque tal vez se tenía conocimiento de que en poder del Proveedor hay comprobantes que acreditan que hemos gastado más de treinta mil pesos con el solo objeto de favorecer aquella colonia ; y esto aparte de lo que se ha gastado para auxiliar a varios individuos de la misma, siempre que se ha presentado el caso, que si a contar eso fuéramos, entonces tendríamos que multiplicar la suma indicada. Tenemos derecho a creer que no se hizo la inves- tigación, porque de seguir esa vía, en vez de esgrimir con ello UQ arma contra la Misión, se habrían visto precisa- dos a elogiarla, y esto no era lo que convenía ; importaba, por el contrario, convertir eso en caballo de combate para desacreditar a los misioneros, haciéndoles pagar así el no haberse constituido en encubridores, el haber defendido al débil contra la rapacidad del más fuerte. De haber sido culpable de algo la Misión, si sus detractores hubiesen te- nido la más mínima probabilidad de que eran fundadas sus acusaciones, do hubieran seguido esa táctica, sino otra más expedita; pero como todo lo que por esta vía legal se hiciera debía resultar en su contra, de aquí que se abstu- viesen.

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Debido a ese malestar que reflejan las acusaciones a que hemos hecho referencia, y a las instigaciones de algu- nos sujetos de fuera del Territorio, ese centro ha disminuí- do algo, pero no han logrado destruirlo, como han preten- dido. Pero aunque consiguiesen hacer salir a todos los antioqueños, no por eso se perdería la colonia, puesto que hay muchos habitantes de los pueblos de La Cruz, La Mesa, etc., que están deseosos de entrar allá, y si no lo han hecho es por temores que, debido al carácter de aquellos antio- queños, han concebido.

Sucre El estado floreciente de ese centro es causa de que al comenzar a escribir algo sobre él experimentemos una viva satisfacción ; pues si lo que mucho cuesta bien se aprecia, calcúlese el cariño que nos merecerá ese pueblo que ha sido radicado a fuerza de sufrimientos morales, y después de sostener una guerra a muerte, sin tregua ni descanso hasta el presente, que la Misión ha debido sopor- tar en todo su peso. Muchas veces, al recordar la lucha tremenda que se suscitó al ser creado, por parte de algu- nos sujetos de fuera del Territorio, que intentaban apro- piarse los terrenos que integran actualmente esa colonia, nos maravillamos nosotros mismos y no acabamos de dar- nos cuenta de cómo fue posible salir con el intento. Pero habiéndose expuesto algo de esas luchas y contrariedades en el de 1917, dejamos este asunto para informar sobre el estado actual de esta población.

Nos place ceder aquí el puesto a dos testigos oculares, y de cuya imparcialidad nadie dudará, quienes han podido apreciar detalladamente la magnitud de la obra realizada en el reducido espacio de dos años : nos referimos a los señores doctores Garzón Nieto y Rodríguez Piñeres. Dice el primero en su reportaje publicado en El Nuevo Tiempo:

" Un detalle que. le cuento le hará comprender la

importancia de las Misiones (del Caquetá y Putumayo) : hace dos años, en mi primer viaje, pasaba por algún lugar, cuando encontré un padre capuchino, en medio de la sole- dad de la montaña, con lodo hasta la rodilla, trabando una población. Nos prestó algunos instrumentos geográficos, y sólo había allí una casita de madera donde nos ofreció alguna bebida caliente. Pues hoy, al pasar por allí en mi último viaje, encontré una población llamada Sucre, que tiene doscientas y pico de casas y más de dos mil habitan- tes. Estas son las obras de los Padres."

Y el s-»gundo, en su mencionado libro :

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" Queda Sucre a seis kilómetros de Santiago. Es

una población de blancos procedentes del Departamento de Nariño, a cada uno de los cuales se le han adjudicado 33 metros cuadrados para su casa en el área de población y 10 hectáreas de terreno en los alrededores para su culti- vo. Hace un año que no existía de Sucre sino el proyecto con un plano que tiene 52 manzanas, con 5 plazas, aveni- das de 40 metros y calles de 20, en que todo se ha calcula- do: iglesia, casa de gobierno, plaza de mercado, etc. Hoy tiene Sucre 200 casas y 2,000 habitantes, y se palpa su cre- ciente prosperidad. Será ella el. centro principal del valle y allí se va a trasladar ahora la Comisaría del Putumayo. Como se ha formado recientemente, en el reducido lapso de un año, la población infantil es reducida, y no obstan- te esto, concurren a una escuela alternada 90 alumnos en- tre niños y niñas."

Para concluir añadamos que la Junta de Baldíos del valle de Sibundoy ha adjudicado 120 lotes con sus respec- tivos solares en favor de igual número de solicitantes, quie- nes están edificando sus casas, desmontando los lotes que les han tocado en suerte, y, en una palabra, disponiéndose a quedar radicados en aquella colonia. De continuar au- mentando ese centro con la rapidez que lo ha venido ha- ciendo hasta ahora, pronto tendrá allá Colombia una po- blación importante, que impedirá el retroceso de los indios establecidos en el valle de Sibundoy, a la vez que ha de explotar aquellos terrenos que hasta ahora fueron selva virgen.

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CAPITULO IV

LA NAVEGACIÓN A VAPOR POR EL RÍO PUTUMAYO

§ i." Antecedentes y trabajos preliminares— § 2P Viaje del Padre Gaspar y el doctor Tomás Márquez —% Oran importancia de esta navegación para Nariño y Huila- § 4.0 La navegación es el único medio de prosperidad para el Territorio.

Antecedentes y trabajos preliminares.

La navegación a vapor por el Putumayo dará vida propia al Territorio Ca- cao, algodón, azúcar, tabaco, vainilla, etc., para exportar El Putumayo es la vía para salir al Atlántico Información Primer viaje de Puerto Asís a Manaos.

Ha sido como una obsesión en nosotros el asunto que indica el enunciado de este capítulo. Veíamos la necesidad de que el Territorio disfrutara vida independiente y vigo- rosa ; de que cesara ese estado triste y alarmante de tener que sostenerse a fuerza de constantes inyecciones de plata, que suponen una cadena ininterrumpida de sacrificios para la Nación y para los misioneros ; de que llegara el término de esa vida anémica, artificial, con que ha estado soste- niéndose ; de que dejados los panales con que se nos lo en- tregó envuelto, entre con toda la fuerza de una juventud sana y robusta a una vida independiente y útil, para los que la han asistido y acompañado con tanto cariño, hasta que haya podido valerse a mismo. La necesidad de que este Territorio pueda vivir merced asus propias fuerzas, es obvia, pues, como hemos indicado en varias ocasiones, el día que se suspendieran los recursos con que se le está auxiliando, se sufriría el triste desencanto de ver cómo se desmorona todo lo existente, por falta de sólidos cimientos que lo sostengan.

Nos explicaremos. Hasta el presente, siguiendo nuestro plan de procurar la emancipación de este Territorio, o sea. que pueda vivir sin necesidad de que se continúen invirtien

Tipo» indígenas del Fuluiiia3o.

MISIÓN DEL CAQUETA

Lancha Yaquirana. Buque que inaguraba la naveg-ación colombiana por el Putumayo y Amazonas. Las autoridades peruanas lo oblig-aron a regresar al Brasil.

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do las sumas que hasta ahora se requieren para sostenerlo, hemos procurado fomentar su riqueza, alentando a unos y a otros para que en él se desarrollasen varias industrias con la mayor intensidad. Facilitamos al efecto las mejores cla- ses de pastos a todos los que quisieron secundar nuestros de seos; introdújose ganado de las mejores razas extranjeras,etc. Excitamos luego a los colonos para que hicieran planta- ciones de café, caña de azúcar, cacao, algodón, etc., y pro- porcionamos, singularmente a los colonos de Puerto Asís, toda la semilla de cacao que quisieron sembrar. Hicimos últimamente un buen pedido de semilla de algodón de una especie propia para ios terrenos del Putumayo, y se la faci- litó gratuitamente 3 todos los colonos de Puerto Asís, Mo- coa, etc , que se prestaron a sembrarla. Para desarrollar el cultivo del café ofrecimos recompensas pecuniarias a los que cultivasen cierto número de plantas, recompensas que han ganado ya varios. En fin, que se ha procurado inten- sificar la producción en el Territorio, con las bien precisas miras de crear los indispensables cimientos sobre los que debe estribar la vida económica de éste, que es lo mismo que decir su permanencia en la vida civilizada, única que ha de ser de positiva fecundidad para la Iglesia y para la Patria.

Hemos logrado nuestro intento de crear medios de vida para el Territorio, pero se comprenderá que esto no es suficiente; los artículos que se producen, aunque intrínse-. camente tengan su valor, no obstante, debido al aislamien- to en que está el Territorio, desmerecen, o lo pierden total- mente: no hay mercado consumidor, puesto que los medios de transporte y las vías de comunicación para sacarlos a él resultan excesivamente costosos, hasta el punto que los fletes absorben todas las utilidades que podrían obtenerse de los artículos. Nos hallamos en situación comparable a la de un río represado por un formidable dique que hace que aquél se desparrame sin producir ninguna utilidad, cuando no ocasiona perjuicios; pero rómpase ese dique, encaúcense las aguas, y saldrán presurosas a seguir su curso na- tural, y ello restablecerá la normalidad y el bienestar. Se halla el Territorio del Caquetá y Putumayo con artícu- los suficientes para su desarrollo económico, que es el en- carne de su fuerza vital; pero si se quiere que éstos produz- can su efecto, es necesario abrir a toda costa una vía que facilite su exportación. Esta ha de ser forzosamente por el Putumayo, como se verá más adelante.

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Consecuentes con nuestro empeño de procurar el bien de estas regiones, y alentados por la claridad meridiana con que veíamos que este era el único medio para lograr nuestros propósitos, hace unos cuatro años que se comen- zó a trabajar sobre el asunto, y al efecto el Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico se dirigió a los señores Ministros de Relaciones Exteriores y de Agricultura y Comercio, en correspondencia que se publicó en el Informe del año de 1917, páginas 120 a 126. Se pidieron luego los informes que se juzgaron convenientes para comenzar la empresa, al liustrísimo señor Obispo de Manaes, al Superior de Ca- puchinos y al Cónsul colombiano en la misma ciudad; y el resultado fue afianzarnos más y más en la creencia de que por el Putumayo ha de asegurarse el Territorio, a la vez que beneficiar grandemente los Departamentos de Nariño y Huila. Es este río la vía obligada para salir al Atlántico, puesto que el Caquetá tiene los saltos del Araracuare, que impiden el paso a las embarcaciones, y es asimismo la úni ca puerta por la que los pueblos de la sierra han de salir por este lado al exterior, salida que su misma posición geográfica exige como la más natural y adecuada a sus intereses.

Comenzáronse pues los trabajos para conseguir rea- lizar la apertura de esta vía, y una vez en posesión de todos los datos necesarios para interesar al comercio Nariño en favor de la empresa, se determinó tomarla por cuenta de la Misión, siquiera para demostrar lo practica- ble del intento. Acaeció que entonces el doctor Tomás Márquez entró al Territorio en ejercicio de su cargo de Visitador Fiscal, y aprovechando tan excelente oportuni- dad, se le instó vivamente para que acompañase al Pa- dre Misionero que debía emprender viaje a Manaos, para gestionar allá la subida de un vaporcito hasta el puerto colombiano de Asís. Comprendió al momento ese excelen- te patriota la gran importancia que revestía la empresa, precisamente por la magnitud incalculable de consecuen- cias favorables que traería para el sur de Cí^ombia; vio que en ello estaba la clave que debía abrir una era de pro. greso y prosperidad para el Territorio y vecinos Departa- mentos, y al momento se prestó para acompañar al misio- nero que debía gestionar esta empresa, prometiéndose se guir con él las vicisitudes de ese arriesgado viaje, siempre que el Gobierno lo autorizase debidamente.

Recibida la favorable contestación del Gobierno, ya no se pensó más que en activar los preparativos para la mar-

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cha; nos pusimos de acuerdo con alguna casa comercial de Pasto para los efectos de remisión de fondos a Manaos, etc., y quedó todo dispuesto para el 3 de abril, día en que se emprendió efectivamente la marcha a Manaos.

Viaje del Padre Gaspar y el doctor Márquez.

Llegada a Manaos Gestiones para conseguir lancha Tómanse datos sobre la plaza Flete de la Yaquirana y salida para Puerto Asís Regreso del bu- que a Manaos Entusiasmo en Pasto y Manaos Cargamento que se ha- bía reunido en Puerto Asís.

Copiamos de una carta-informe que el Padre Gaspar d^ Piíiell mandó al Reverendísimo Padre Prefecto Apostó- lico desde Manaos:

"Tal vez extrañará a Su Reverendísima que no le haya escrito antes; no lo hice porque creí llegar primero que la carta, pero ahora, visto el sesgo que han tomado los asun- tos, estoy convencido de que llegarán antes mis cartas que yo ; así que voy a relatarle brevemente las peripecias de este famoso viaje.

"Le escribí mi última desde Güepí, dándole cueuta de los trabajos apostólicos y al propio tiempo de los realizados en compañía del doctor Márquez, como son levantar el padroncillo de indios existentes en aquel lugar, nombrar- les autoridades, escoger sitio a propósito para la fundación del pueblo, etc., etc. De este punto seguímos en la misma-^ canoa con que salimos de Puerto Asís, y sin incidente que merezca particular referencia continuamos hasta lle- gar a la frontera de Brasil. Al llegar allá, el agente encar- gado del puerto fiscal nos ofreció la lanchita del Gobierno para que así efectuáramos el viaje que nos faltaba, de un modo más cómodo. En la bocana del Putumayo, o sea en su desembocadura al Amazonas, tomamos uno de los va pores de la Compañía ^ma^Oíi River. inglesa, pero nacio- nalizada en el Brasil, que hace mensual mente sus viajes a Iquitos. En cuatro días nos pusimos a Manaos, adonde llegamos el 31 de marzo

"Una vez en ésta empezamos las gestiones del asunto que nos trajo. iNuestro primer intento al llegar fue adqui- rir, comprándolo, un buquecito, pero resulta que hay una ley en el Brasil que prohibe la venta de toda clase de em- barcaciones al extranjero mientras dure la guerra ; por otro

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lado vimos que nos salía mucho mejor fletar una lancha brasilera, por cuanto era conveniente navegar con pabe- llón de esta nacionalidad, puesto que entre ésta y el Perú existe tratado de libre comercio por sus ríos, cosa que no- hay entre esta última y Colombia.

" Mientras tanto estudiamos detenidamente las condi- ciones de este mercado, nos informamos con precisión de la procedencia de la gran mayoría de artículos que pue- den consumirse en el Territorio y Departamentos vecinos,, de su precio actual y del de antes de la guerra; averigua- mos bien los precios y procedencia de los artículos que producen Nariño y el Caquetá y Putumayo, y nos conven- cimos plenamente, por la fuerza de datos y números, que esta vía ha de producir bienes ni siquiera sospechados, al sur de Colombia. Para demostrar, al presentarse ocasión, las ventajas que ofrece esta vía y el porvenir que promete, procuramos un muestrario completo de artículos y pre- cios.

"Fletamos últimamente una lancha de 45 toneladas, la cargamos con herramienta, maquinaria, telas, etc. etc.; nos pusimos en inteligencia con algunas casas comerciales para futuras operaciones, y, después de despachada la do- cumentación por los Cónsules del Perú y Colombia, empren- dimos viaje para Puerto Asís. Pero aquí que al llegar al Encanto nos detuvo una fuerza peruana y, ya sea por mala inteligencia o por lo que fuere, se nos obligó a retro- ceder, y tuvimos que regí^esar a Manaos, desde donde le escribo estas líneas, y ya en vigilias de subir en canoa ha- cia el Territorio. Espero poderle hablar largamente sobre - el asunto en cuanto llegue a la Misión . . . . "

Al llegar este Padre a la Prefectura informó de modo minucioso sobre el percance sufrido, pero como fue publi- cado de un modo muy conciso y exacto por la Gazeta da Tarde de Manaos, el día 3 de septiembre del año pasado, vamos a relatarlo, concretándonos a traducir y copiar.

"Con destino a San Fraiicisco de Asís, en el Alto Iza, puerto colombiano, zarpó de nuestro puerto el día 28 de julio último la lancha Yaquirana, bajo el mando del señor Augusto Vieira, y de consignación de la Casa J. V. de Oliveira de esta plaza. La referida embarcación, que lleva- ba gran cargamento, fue legalmente despachada en las re- particiones estaduales, federales y en los respectivos Con- sulados del Perú y Colombia.

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"Después de salir de este puerto siguió viaje sin el me- nor contratiempo hasta Tarapacá, lugar en donde se halla instalado un puesto peruano. La respectiva autoridad re- visó los papeles de la Yaquirana, y viendo que estaban le- galizados, despachó la lancha, dejando que siguiera en paz su camino. Dos días después, todavía en aguas peruanas, fue la Yaquirana sorprendida por el encuentro de la lancha peruana Callao, armada, trayendo a bordo una fuerza de soldados peruanos bajo el mando del Capitán Curiel, Co- misario del Putumayo peruano.

"Intimado el Comandante de la Yaquirana a parar, la fuerza peruana invadió la lancha, y después de revisar los papeles pasó revista a toda la embarcación, inclusive en las bodegas, a pesar de las protestas del Comandante de la Ya- quirana. El Capitán Curiel intimó al Comandante Augus- to Vieira a seguir con su embarcación hasta el lugar pe- ruano del Encanto, punto muy desviado de la ruta o ca- mino que debía seguir la Yaquirana.

"Preguntado por el referido Comandante cuál era el motivo de tamaño absurdo, el Capitán respondió que si la lancha procediese de Iquitos, podría seguir sin dificul- tad, pero como era del Brasil, tenía orden de no dejarla pasar.

"En estas condiciones la lancha siguió hasta el En- canto, donde estuvo detenida por espacio de cinco días, a pesar de las constantes reclamaciones del Comandante, quien mostró todos los documentos sellados y legalizados. Visto esto, el Comandante extendió su protesia, en la cual hacía responsable al Grobierno peruano de los perjuicios que con ello causaba. Embarcóse de nuevo para Manaos, adonde 1 legó hoj^ El Comandante notificó lo ocurrido a las autoridades competentes, y mañana ratificará su protesta ante el Juez Federal.

"Eran pasajeros déla Yaquirana el- ilustre Tomás Márquez, colombiano, y el Reverendo Padre Gaspar de Pinell. Esta noticia fue recogida en la Casa consignataria de la referida lancha, y confirmada por el digno doctor Márquez, con quien tuvimos el placer de hablar.''

i Obedeció en realidad ia detención del buque al motivo alegado por el Capitán Curiel? Oigamos al Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico, quien, envista de los documentos y datos que trajo el Padre Gaspar de Pinell, dio en un largo artículo publicado en Pasto, las siguientes aclaraciones :

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"... Quizás no todos los lectores de esta hoja sepan que el Brasil ocupa la desembocadura del Puturuayo hasta 280 millas más arriba, siguiendo el curso de este río, o sea hasta Cotué, y que de este punto hasta Yuvineto está el Putumayo ocupado por los peruanos. Ahora bien a fin de evitar la molestia y gastos que supone tener qu^ ir a Iquitos para hacer registrar sus papeles las embarca- ciones brasileras que se dirigea al Putumayo peruano, y con el ñn de evitar que tuviesen que ir a Manaos con el mismo fin las embarcaciones peruanas que se dirigían al Putumayo brasilaro, convinieron Brasil y Perú en poner puestos fiscales en Cotué y Tarapacá. El Brasil cumplió lo dispuesto en el Tratado, puso aduana con las respectivas autoridades civiles, y allí se registran los despachos de las embarcaciones peruanas.

"El Perú, seguramente para evitarse gastos, hizo caso omiso de lo estipulado, y no puso aduana en el lugar con- venido ; pero las autoridades militares de Tarapacá suplían en cada caso particular esa deficiencia sin observación alguna. Eso, ni más ni menos, sucedió con la lancha Ya- quirana: hizo ésta registrar sus papeles en Manaos por el Cónsul peruano, quien estaba tan convencido de que no era necesario ir a Iquitos, que nada observó sobre el parti- cular; advirtió únicamente la necesidad de admitir un guarda a bordo en el tránsito por el territorio ocupado por el Perú, según se acostumbra en casos análogos. Las auto- ridades militares de Tarapacá, según hemos dicho antes, también estaban convencidas de que no había necesidad alguna de ir a Iquitos, y por eso dejaron pasar la lancha, ya que tenía los papeles registrados, como se había hecho y practicado en otros viajes que había verificado la misma lancha Faquir ana . . . . "

aquí pues lo ocurrido en ese primer viaje que intentó la Misión con objeto de inaugurar esta vía flu- vial. >

Durante ese espacio de tiempo transcurrido desde el re- cibo del cablegrama que anunciaba la subida del buque a Puerto Asís, se había procurado excitar al comercio de Pasto a fin de que concurriese con productos de Nariño para cargar el referido buque, para darlos a conocer al mercado de Manaos y entablar así de un modo seguro re- laciones con aquella plaza. El resultado fue que se reunie- ron en Puerto Asís gran número de bultos de víveres que mandaron algunas casas de Pasto y la Misión. Varias de

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« aquéllas estaban dispuestas a mandar comisionados pro- pios a Manaos para estudiar la plaza y dejar establecidas en ella relaciones con el objeto de facilitar futuros nego- cios.

En fin, que fue grande el entusiasmo que despertó en Pasto la noticia de que subía la lancha a Puerto Asís, pues en ello veían un nuevo horizonte abierto que había de ser un factor importantísimo para la prosperidad del Departa- mento.

Si grande fue el entusiasmo de Pasto, hasta el punto de que, según se nos dijo, se estaban preparando festejos para ruando recibiesen la noticia de haber llegado el buque, no fue menor el del comercio de Manaos. En esa ciudad pro- dujo una satisfacción indescriptible el proyecto de apertu- ra de esta vía comercial, por la que podrían aprovisionarse con facilidad de productos de tierra fría, y ya estaban dis- puestos a subir tres buques más, detrás de la Yaquirana, así que recibieran aviso de que ésta había llegado al puer- to colombiano sin contratiempos. Pero todo se malogró al ser detenida y tener que regresarse la lancha.

Ha fracasado pues la primera tentativa de navegación a vapor por el Putumayo, pero no las esperanzas de lograr que se realice pronto este ideal [twa acariciado y por el que se ha estado trabajando sin descanso durante estos últimos afíos, e invertido una muy respetable suma que, como se comprenderá, importó el alquiler del buque, compra de artículos, viajes del misionero, etc., etc. Nó, no han muerto nuestras esperanzas de ver llegar buques a Puerto Asís, porque es este proyecto uno de aquellos que por lo mismo que nada tiene de utópico y mucho de factible y ventajoso;, por ser uno de aquellos proyectos que una vez estudiados y lanzados a la publicidad, sobre todo si van acompañados de números y datos, argumento ante el cual hay que bajar la cabeza y asentir, van calando poco a poco en todas las esferas, y llega el momento en que por su mismo peso se imponen. Este ha de ser necesariamente uno de los tales ; representa tantos y tan ingentes intereses en favor del Estado, cuyo principal objeto sobre estas regiones está en verlas florecientes y ricas, hasta el punto de poder formar con lucimiento al lado de sus vecinos Departamentos, lo que se conseguirá desde el punto que se establezca el tráfi- co fluvial ; son tantos y de tal significación los intereses que representa esta empresa para los Departamentos mencionados, que una vez se han dado cuenta de ellos y

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teniendo presente el espíritu progresista que los anima, estamos ciertos de que no han de dejarla olvidada. Perma- necen sí rauy firmes nuestras esperanzas por lo que acaba- mos de decir, y, sobre todo, porque estamos segurísimos de que el Gobierno actual ha de resolver dentro de breve todas las dificultades que haya podido presentar la Nación hermana, y por lo mismo estamos en la creencia de que, a no tardar, todos los trabajos hechos por la Misión en este sentido han de producir el apetecido, el tan deseado efecto ; de modo que el viaje que se emprendió por cuenta de la Prefectura Apostólica, aunque frustrado, sin duda habrá de considerarse como el iniciador de esta magna empresa.

§ 3^ Gran importancia de esta navegación para Nariñoy Huila.

Autorizados conceptos Datos apreciables Ventajas para Nariño y Huila La navegación y la defensa de fronteras Más datos Consecuencias y ven- tajas.

Nos ceñiremos a transcribir t^l autorizado dictamen que sobre el particular han emitido los competentes y au- torizados doctores Rodríguez Piñeres y Tomás Márquez, el primero en su obra ya citada, y el segundo en una infor- mación que mandó al señor Ministro de Relaciones Exte- riores, publicada en El Nuevo Tiempo, el 16 de mayo del presente año. Dice este último:

"... Por una casualidad, adversa en ciertos modos, pero feliz en otros, me encuentro ahora en esta preciosa ciudad (Río de Janeiro), en vez de regresar a Colombia, como tenía calculado, por los territorios amazónicos, es decir, por el río Putumayo o por el Caquetá.

"En cuanto a la navegación del río Iza o Putumayo, no creo que estén completamente perdidos los esfuerzos hechos por el suscrito, como particular, para obtenerla. Si las autoridades peruanas del Encanto cometieron un atro- pello incomprensible con la primera nave de vapor brasi- leña que quiso ir desde el Amazonas hasta nuestro puer- to colombiano de Asís, me parece evidente que estas vio- lencias no pueden repetirse en lo sucesivo. Tenemos dere- cho a creer que el Gobierno del Perú es un Gobierno civi-

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lizado que no consentirá a sus funcionarios la violación del Derecho de Gentes y de las reglas más sustanciosas de la cortesía internacional.

*'En fin, señor Ministro, no debe nuestro país cejar en los sacrificios necesarios hasta obtener que se desarrolle el comercio de Colombia con sus vecinos por la vía del Puta- mayo.

'Es nuestra agricultura quien ganará principalmente con ello. Es la producción del rico Departamento de Nari- ño ]a que se beneficiará con este intercambio posible.

"Por otra parte, no cabe la menor duda en que sería más barato, más rápido y más cómodo para Pasto introdu- cir las mercancías por Puerto Asís, en vez de hacerlo por Tu maco y Barbacoas.

"Efectivamente, en el año pasado, cuando visité nues- tra costa del Pacífico, pude saber que el transporte de una tonelada de mercancías cuesta por término medio $ 85 oro colombiano, desde Nueva York hasta Tu maco. De este últi- mo puerto al de Barbacoas costaba entonces algo así como $ 37. En total no valía menos de $ 120 el transporte de Nueva York a Barbacoas, por cada tonelada común. De Barbacoas a Pasto hay cinco días en muía, o seis, y se pa- gan generalmente $ 5 por cada carga de 100 kilos.

"Pues bien, señor Ministro, estos precios son inverosí- miles, basto el punto de que el viajero estudioso no se los explica. O las compañías de navegación realizan allí una ganancia desproporcionada a expensas del laborioso co- mercio de Nariño, o debemos admitir que en el Pacífico los navios viajan en balde.

"Cualquiera puede tomar un mapa de América y ver las distancias que hay de Nueva York a Tumaco En se- guida obsérvese la que hay de Nueva York al río Amazo- nas. Inmediatamente se nota que esta última es mucho mayoi'. Sin embargo, el transporte de una tonelada de mercancías de Nueva York a Manaos costaba por término medio $ 30 oro colombiano en el año pasado, es decir, eo el mismo año en que de Nueva York a Tumaco se paga- ban $ 85.

' 'A causa de la guerra submarina, las circunstancias comerciales se han modificado considerablemente de 1917 hasta hoy. Pero con todo, no se pagan ahora más de 45 dó- lares por tonelada de mercancías comunes desde Nueva York hasta el puerto de Manaos. De Manaos a Puerto Asís

Misiones católicas 4

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cobrarían las lanchas o pequeños buques fluviales de va- por $ 85 por tonelada, según me manifestaron en días pa- sados algunas casas propietarias de embarcaciones.

''En resumen, tenemos que costaría el transporte de Nueva York a Puerto Asís $ 90 de nuestra moneda nacio- nal . .

"Entretanto, de Nueva York a Barbacos vale ^ 122, su- puesto que no hayan subido los precios en los últimos meses.

"¿Cómo se comprende esta diferencia de más de $ 30 en cada tonelada, si la distancia es incomparablemente superior por la vía del Amazonas?

"Es lo cierto que la compañía Amazon River obtie,n^ subvención del Gobierno del Brasil. Pero guo está subven clonada también la navegación del Pacífico?

"Por lo demás, tengo bien medido el trayecto de Puer- to Asís a Pasto, como que el Gobierno Nacional me comi- sionó para recibir ese camino a fines de 1917, y puedo ase- gurar que no hay más de 200 kilómetros. Poco más o me- nos como de Barbacoas a Pasto. Las muías pueden reco- rrer esa distancia filosóficamente, descansadamente, cual ellas saben, en cinco días.

"¿Ve Su Señoría la importancia extraordinaria que ten- dría para la agricultura de Nariño esa nueva vía inespe- rada, ese camino nunca soñado tal vez, en buques de va- por, sóbrelas lentas aguas bondadosas del Putumayoy del Amazonas?

"A Manaos y a Iquitos se pueden llevar de Nariño pa- pas, cebada, harina de trigo, quesos, manteca, carne seca y muchos otros géneros alimenticios. Las papas se compran ahora en Manaos a 1,500 reis el kilo, es decir, a $ 0-36 de nuestra moneda. Cebada no hay en todo el Amazonas, y la que viniese podría ser vendida a $ 0-50 el kilo.

"Y así otros productos.

"El Amazonas, tan rico en maderas, en gomas f en pescado, es uno de los territorios más pobres del mundo en punto a agricultura. Nadie allí pensó jamás en sem- brar, porque antes de la guerra todo se traía cómodamen- te de Europa y Estados Unidos. Hoy mismo no se siem- bra. Además, la tierra deja algo qué desear para la pro- ducción de algunas especies vegetales. Los ensayos hechos con semillas de papa, de cebolla y otras gramíneas, no han sido muy dichosos.

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**Todo esto conviene que nuestro país lo sepa, y que, sabiéndolo, aproveche del mejor modo posible. La carestía de los víveres en el Amazonas subsistirá mucho tiempo, por causas naturales inevitables.

"También es conveniente saber que en las orillas del Putumayo y San Miguel se pueden obtener muy buenas plantas de cacao y un excelente algodón. Este algodón se podría vender en Manaos al mismo precio de 152 libras esterlinas cada tonelada, en caso de que no se exportase directamente.

"Estos son números, señor Ministro. Estos son datos, y muestran que la región amazónica, aunque continuase muchos años el bajo precio del caucho, siempre es digna de atención por otros aspectos comerciales . . . . "

Escribe el doctor Rodríguez Piñeres:

" Hasta ahora no se ha hecho el comercio de

Nariño sino pe r l.i vía de Tumaco y Barbacoas, que recar- ga considerablemente el transporte por los considerables transbordos que sufre la mercancía, y sólo se le han pre- sentado al Departamento dos soluciones: la de un ferroca- rril al Pacífico, sumamente costoso y que no suprimiría muchos inconvenientes, o la más que problemática prolon- gación del ferrocarril de Cali a Popayán hasta Pasto. Pues bien, existe otra vía que presenta ventajas considera- bles y cuya escogencia se impondrá cuando se le conozca, con el establecimiento permanente de la navegación del Pu- tumayo, felizmente iniciada por los Misioneros Capuchi- nos y secundada por el Gobierno con la inteligente y acti- va cooperación del Visitador Fiscal don Tomás Márquez.

"En efecto, aun con el camino de herradura de Pasto a Umbría, la mercancía traída por la vía del Amazonas costaría mucho menos que la importada por la de Tuma- co y Barbacoas, como puede comprobarse por los datos si- guientes: en la actualidad se calcula que el precio ordina- rio del transporte de una tonelada de mercancías de Nue- va York a Barbacoas es de $ 128 con sus transbordos en Colón, Panamá y Tumaco, pues a este puerto no llegan los buques que atraviesan el Canal; en cambio el precio de una tonelada de Nueva York a Manaos sólo alcanza has- ta $ 26, que agregados a $ 60 que sería el costo máximo de Manaos a Puerto Asís, suma $ 86. Ahora bien, de Puerto Asís a Pasto puede calcularse que el costo del transporte es igual al de Barbacoas a esa misma capital.

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"Más aÚD, para el propio comercio del sur del Depar tamento del Cauca y del interior de la República, se po- dría aprovechar, con positivas ventajas, la vía del Amazo-. ñas. Basta considerar que el Caquetá es navegable en una inmensa extensión de .su curso, y que más arriba de unos rápidos, al comunicarlo con el Pu tu mayo en el punto de- nominado La Tagua, por medio de un camino que no ten- drá en su desarrollo más de 25 kilómetros, podría ser sur- cado por vapores desde dicho punto para arriba hasta la boca del río Fragua, por donde podría introducirse la mer cancía al Cauca a menor costo que por Ja vía de Buena- ventura. El Departamento del Huila, por su parte, podría servirse con provecho del Orteguasa, caudaloso afluente del Caquetá, que es también navegable por vapor hasta la boca del Pescado, muy cerca de Florencia, población hasta donde hay un camino nacional. Además, si .se une Pitalito hasta donde hay camino, con Alvernia, que está ya comu- nicada con Mocoa, la distancia de Bogotá a Pasto sería ba.stante reducida "

^ 4.°

Ln navegación es el único medio de prosperidad para el Te- rritorio.

Grandes compañías al Territorio Ingreso de capitalistas Denuncios y adqui- sición de baldíos Productos de gran valor para la exportación Facili- dades para exportar.

Esto es evidente. La apertura de esta vía fluvial en- traña la prosperidad del Territorio desde el momento que incluye, indudablemente, la colonización y ésta el movi- miento productor, que es alma del intercambio comercial y fundamento de riqueza. Veamos pues cómo este engra naje es inminente en el Territorio desde (jue se pueda na- vegar a vapor por el Putumayo.

Hasta ahora sólo han entrado como colonizadores in- dividuos y familias de modesta fortuna o pobres, con el ñn de labrarse un modesto porvenir que les asegure el bienestar para y para sus hijos. De aquí han resultado pequeños núcleos de producción que en conjunto comien- zan a dar un contingente respetable. Pero un territorio de las proporciones del nuestro requiere algo más: que entren grandes compañías a explotarlo estableciendo en él sus

Muestras de caña y frutos en Puerto Así-i

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centros productores, pues a ello se presta maravillosamen- te este suelo; que entren capitalistas a beneficiarlo, y en- tonces tendremos que al amparo de esos capitalistas y con la confianza que inspiren esas compañías, se determinará por otro lado una corriente de inmigración de familias de modesta fortuna, y dará el resultado de intensificar entre unos y otros la riqueza productora y, sobre todo, el de po- blar el Territorio.

Confesamos francamente que en las circunstancias actuales no es posible la entrada de capitalistas; no hay vías de comunicación que garanticen el producto del capi- tal que se invirtiese, pero este inconveniente cesará, des- aparecerá, desde el momento en que se pueda navegar por el Putumayo: entonces todos los artículos tendrán venta- josa salida al Exterior, en donde se pagan a precios muy respetables, y con el cebo del lucro que prometen es indu- dable que se invertirán capitales de consideración que de paso beneficiarán el Territorio.

En efecto, entonces éste será elegido y buscado, tanto como hasia ahora ha sido mirado con indiferencia. Siendo esta vía del Putumayo la que, por sus excepcionales condi- ciones, se impone para extraer los frutos del Territorio y gran parte de los que producen los vecinos Departamen- tos, al propio tiempo que para importar los artículos nece- sarios del exterior, se ve que la misma circunstancia ha de impeler a muchos negociantes a procurarse grandes fincas en estos lugares, toda vez que siempre es una ventaja muy apreciable tener el centro productor a la vera del puerto que ha de' dar salida a los frutos.

Además, al establecerse la navegación de un modo de- finitivo, no cabe duda de que los terrenos se valorizarán mucho, y siendo casi todos los de estas regiones baldíos, entrarán capitales a transformarlo y colonizarlo.

Recordamos a este respecto lo que sucedió cuando abrimos el camino de Pasto a Umbría. Así que esta puer- ta de ingreso al Territorio quedó franca, ofreciendo las riquezas de estas tierras a la codicia de algunos acomoda- dos, inmediatamente entraron multitud de ellos para establecer aquí enormes haciendas: fue entonces cuan- do se denunciaron millares de hectáreas de baldíos, e inme- diatamente se vieron cuadrillas de trabajadores que ma- chete en mano y a las órdenes de algunos poderosos, comenzaron a abrir dehesas. Aquello era una fiebre, un delirio para posesionarse de estos terrenos, pero cuando se

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dieron cuenta de que existían muchas dificultades para sacar al mercado los frutos que cosecharían, fue disminu- yendo el entusiasmo hasta desvanecerse como un poco do humo.

Pero si hasta ahora han existido estas dificultades, cesarán desde el día que lleguen buques a Puerto Asís, y entonces estos terrenos han de ser tan apreciados, o más, que muchos de los Departamentos vecinos. Por de pronto es una región abundantísima en agua, y en la que el verano apenas se deja sentir ; de modo que mientras fuera del Te- rritorio los ardores del sol y la escasez de lluvias lo secan todo hasta el punto de que en muchas partes el ganado muere por falta de pastos, aquí éstos son abundantísimos e in- mejorables en todo tiempo ; así que para la ganadería es este Territorio uno de los más a propósito de Colombia.

" El ganado que se cría en esta región— dijo elllustrísi- mo señor Medina es admirable por lo sano y hermoso. Los potreros (de Puerto Asís) están formados de muy buena calidad de pasto, entre otros, pax paliim, que han importa do, propio para climas tropicales; es tierno y muy nutri- tivo y gusta mucha al ganado. Nos llamó la atención al buen estado de éste : los bueyes qtie vimos salir del traba- jo parecían que fueran cebados, propios para llevar a el carnicería, pues según los conocedores les calculaban mu- chas arrobas de carne y de dos a tres de grasa."

Es sabido además que estos terrenos reúnen condicio- nes excepcionales para el cultivo de café, tabaco, cafia de azúcar, cacao, algodón, vainilla, zarzaparrilla, caucho, ba- lata, etc. , y éstos son artículos cuyo valor en el mercado extranjero es bien conocido. Se prestan sobre todo para establecer grandes ingenios para elaborar azúcar, pues los resultados que se han obtenido en Puerto Asís son sobre manera halagadores, así por la cantidad como por la cali- dad del que da aquella caña, y este artículo puede vender- se a muy buen precio, y en las cantidades que se quiera, en el Amazonas.

Que el cacao y el algodón son unos productos que rinden grandes utilidades, es cosa trivial por lo sabida ; baste indicar aquí que el primero^ es una de las fuentes de riqueza de la República del Ecuador, quizás la princi- pal. Es éste un producto que siempre garantizará buenos rendimientos a los emoresarios, puesto que su consumo es mundial y cada año tiende a aumentar más, mientras que la zona de producción es limitada ; los repetidos ensayos

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hechos para aclimatar esta planta en distintas latitudes no han dado el resultado que el caucho : han sido inútiles.

Respecto al algodón, es un elemento que bien puede decirse que no le va en zaga al cacao, así por su precio como por la facilidad con que se produce, que es mucho mayor que la que ofrece éste. En los ríos Ñapo y Agua- rico hay considerables plantaciones, y sus cosechas son compradas por comisionados de algunas casas norte- americanas, mucho antes de que esté madura la fibra.

Acabamos de ver ligeramente que este Territorio se presta para que en él entren compañías explotadoras y capitalistas deseosos de hacer producir sus haberes, puesto que son tierras baldías la casi totalidad y de condiciones inmejorables para la implantación de lucrativas industrias Veamos ahora las facilidades que para exportar presenta esta vía fluvial del Putumayo.

Nos concretaremos a reproducir unos párrafos del artículo publicado en Correo de Nariño por el Reverendí- simo Padre Prefecto Apostólico, al llegar de Manaos el Padre Gaspar de Pinell, artículo al que ya antes nos hemos referido. Copiamos :

" El Reverendo Padre (raspar de Pinell, Viceprefecto Apostólico, y el mencionado doctor (don Tomás Márquez) salieron de Puerto Asís el 3 de abril, y después de estudiar detenidamente las condiciones del río en todo su curso, medir la distancia que separa el Putumayo del Gaquetá y recoger otros preciosos datos, llegaron al Amazonas, donde embarcaron en lancha hasta Manaos. En esa ciudad permanecieron dos meses No perdieron ciertamente el tiempo. aquí los datos que recogieron, datos que orientarán definitivamente el comercio de Nariño. Llegan a Manaos vapores transatlánticos procedentes de Nueva York y Europa; en la travesía gastan quince días. El va- lor del flete de una tonelada de mercancías era antes de la guerra tan exiguo que no pasaba de veinte dólares. Duran- te la guerra subió mucho, como es natural, pero así y todo, en este año de 1918 no costaba el flete de una tonelada sino cuarenta y cinco dólares. En Manaos se pueden con- seguir fácilmente lanchas que surquen hasta Puerto Asís. Suponiendo que hay carga para la ida y vuelta de Puerto Asís, el valor del flete por tonelada no excede de treinta dó-

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lares. Total pues del valor del flete de una tonelada de Eu- ropa o Nueva York a Puerto Asís, es de setenta y cinco dólares. Si se contratase directamente la mercancía de Europa o Nueva York a la bocana del Putumayo, se dis- minuye algo el flete, pues hasta dicho punto cuesta la to- nelada cincuenta dólares, o sea diez dólares menos. La lan- cha que alquilaron el Padre Gaspar y el doctor Márquez en Manaos tenía cuarenta y cinco toneladas de capacidad, y debía hacer viaje redondo, o sea subir y bajar y detenerse quince días en Puerto Asís. Debía asimismo llevar doce pasajeros, cinco en primera clase y siete en tercera, y al regreso debía conducir tres, corriendo la alimentación de cuenta del dueño de la lancha. Pues su alquiler costó sola- mente dos mil seiscientos veinticinco pesos oro. En la boca del Putumayo puede conseguirse fácilmente una lancha de cincuenta toneladas que suba a Puerto Asís y baje al mis- mo punto, por mil quinientos pesos oro. Con esos datos cualquiera puede comprobar los valores por flete de tone- lada que antes hemos indicado.

"En Manaos hay casas respetables que se encargan de recibir y despachar al Exterior los artículos que se les con- fían, y todo con una exigua comisión, o sea al uno por cien- to. Además, gran parte de los artículos alimenticios que puede exportar Nariño se venden ventajosamente en el mismo Manaos y lugares vecinos. ..."

Es bueno advertir aquí que las mercancías que llegan a Manaos con destino a otras naciones, no sufren ningún recargo de aduanas, con tal que estén debidamente mani- festadas; al detenerse allá sólo pagan un gravamen por el almacenaje, el cual gravamen es insignificante.

Resulta pues de todos los datos y razones aducidas, que el Caquetá y Putumayo han de transformarse rápidamen- te desde el momento en que se establezca esta tan deseada navegación, la que ha de reportar grandes servicios y ma- yores utilidades a los vecinos Departamentos.

Nos creemos dispensados de insistir más sobre el par- ticular, puesto que en el informe rendido en el año pasado se trate con alguna extensión, así que. para lo que pueda faltar, a dicho informe nos remitimos.

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CAPITULO V

vías de comunicación en el territorio

§ 1.*^ Camino de Pasto a Puerto Asis—^ 2*? Vki Mocoa^

Pitalito a Bogotá.

^ 1." Camino de Pasto a Nuerto Asís.

El camino al Putumayo intransitable Celébrase un contrato para su repara- ción— Dificultades Contestación al Gobernador de Nariño Conceptos de un viajero.

En el informe del año pasado se dio cuenta de los tra- bajos y gestiones hechos para conservar y terminar el ca- mino de Pasto a Puerto Asís. Este camino ha estado com- pletamente abandonado desde que se rescindió el contrato Micolta; y antes, o sea desde que la Misión lo entregó al Gobierno, poco se había hecho: se encascotaron unos cuan- tos kilómetros de vía, y se hicieron algunas pequeñas repa- raciones cuando sin ellas se hubiera imposibilitado el trá- fico, y nada más. Debido a esto el camino ha seguido

desmereciendo de año en año, hasta que en este último ya apenas si era transitable. Viendo que si no se le atendía con. urgencia nos íbamos a quedar incomunicados, y que su estado era tal que los arrieros ya se negaban a fletar bes- tias para trasladar carga, o si lo hacían era pidiendo sumas considerables, aduciendo la razón, poderosa y fundada por cierto, de que se exponían a perder las bestias: visto esto, decimos, el Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico de- terminó salir a Pasto, para ver si se lograba activar las gestiones para que cuanto antes se emprendieran las indis- pensables obras de reparación. El señor Gobernador, don Julián Bucheli, cuyo interés y extraordinario cariño en favor del Territorio nunca podremos ponderar hasta don- de merece, tuvo a bien intervenir en el asunto, y de todas las gestiones que se hicieron de consuno resultó la facul- tad que el Gobierno Nacional dio al Gobernador de Nariño,

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para que celebrase un contrato con la Misión, para que ésta se encargase de recomponer el camino al Putumayo. Celebróse el contrato, y luego fue remitido al Minis- terio de Obras Públicas para que allá lo aprobasen, si no se hallaba obstáculo que lo impidiese ; después de algún tiem- po, el Gobernador del citado Departamento comunicó ofi- cialmente algunos reparos que en Bogotá se habían for- mulado sobre el contrato en referencia, a los que el Reve- rendísimo Padre Prefecto Apostólico contestó con el siguiente oficio, que extractamos y transcribimos :

"..... Tengo el honor de acusar recibo de la copia au- tenticada del oficio 27131, de fecha 5 de abril último, pro cedente del Ministerio de Obras Públicas, relativo al con- trato celebrado entre el .señor Director de Obras Públicas de ésa y el que suscribe, sobre la conservación del camino de Pasto a Puerto Asís, desde el río Encano hasta Umbría.

"Recordará Usía que no partió del que suscribe la iniciativa de tomar otra vez a su cargo el camino, y que únicamente movido de la necesidad imperiosa de atender urgentemente una obra a la que está vinculada la vida de este Territorio me resigné a ello. La construcción y conser vación del camino ha sido una positiva carga para la Mi- sión y le ba causado indecibles molestias

"En la Administración del señor General don Ramón González Valencia, y durante parte de la del señor doctor don Carlos E. Restrepo, abrimos los misioneros el ca mino, no por contrato, sino como encargados del Gobierno. En la misma forma se la encomendó después a varios individuos, aunque entonces con muy escaso resultado. En vista de la nulidad de los diferentes ensayos que se habían practicado, y siendo evidente que el camino no había adelantado nada del punto en que lo dejamos los misioneros, el doctor Con- cha me rogó personalmente y con insistencia lo tomase de nuevo. Pero ofreciéndose el General don Vicente Micolta a tomarlo y conservarlo por contrato, aconsejé al señor Mi- nistro de Obras Públicas de aquel tiempo, que se dignó consultarme el asunto, adoptase ese sistema, como así sé* verificó.

" La nueva forma tampoco hizo prosperar la obra, hasta que se rescindió el contrato, quedando desde enton- ces totalmente abandonado un camino que tiene una im- portancia excepcional para la integridad de Colombia.

"Los repetidos fracasos que ha sufrido esta obra, des- pués que la dejamos los misioneros, han convencido a

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todos, hasta a nuestros más encarnizados enemigos, que la Misión es la única que puede conservarla y terminarla. Abundando el que suscribe en el mismo sentir, convino en celebrar el contrato del 31 de enero último. Pero en vista de los reparos que se han puesto, creo que lo más expedito sería que la Misión se encargase otra vez del camino por administración, en la forma que se hizo al principio Por si acaso el Gobierno quiere tenerlo en cuen- ta, me permito transcribir la Resolución del Ministerio de Obras Obras Públicas, del 23 de septiembre de 1909 :

'1. Comisiónase al señor Gobernador del Departamen- to de Pasto para establecer inmediatamente, por adminis- tración directa, trabajos de construcción del camino de Pasto a Mocoa por los valles de la Cocha y Sibundoy, y siguiendo la misma ruta adoptada por los misioneros capuchinos, en la parte de vía que se ha abierto. Tales trabajos deben organizarse con la mayor actividad y eco- nomía, procurando, hasta donde sea posible, que la suma destinada a ello se consuma totalmente en el pago de trabajadores, sin establecer remuneraciones de personal superior. . . . 2. Tendrá la inspección superior de la obra el Reverendo Padre Fidel de Montclar, Prefecto Apostólico del Caquetá, o quien lo reemplace, cuyas indicaciones deberán ser atendidas por el empleado a quien se encargue la dirección técnica y administrativa de esos trabajos, a efecto de aprovechar en su beneficio la eficaz colaboración de los misioneros, a cuyo esfuerzo se debe la porción de

obra ya hecha 3. Se destina la suma de cuarenta

mil pesos ($ 40,000) para la terminación del proyectado camino comprendido de Pasto a la población de San Francisco en el valle de Sibundoy, y para la construcción del trayecto de San Francisco a Mocoa. Esta suma será puesta por el Gobierno ^Nacional a la orden del señor Go- bernador del Departamento de Pasto, en contados men suales de dos mil pesos ($ 2,000).

'Comuniqúese y publíquese.

'Dada en Bogotá, etc.'

'' Era entonces Usía también Gobernador de Nariño, y estableció inmediatamente los trabajos respectivos, con- fiando totalmente la obra a la Misión, sin intervención de ningún ingeniero ni empleado extraño. Es sabido el empe- ño con que emprendimos la obra que se nos confiaba ; a

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ella sacrificamos nuestro reposo y salud, y su consecución fue el ideal de esta Prefectura Apostólica, porque estába- mos convencidos de que sin camino no podíamos conseguir la catequización cristiana de este Territorio

" Muy apenado dirijo este oñcio a Usía, pues veo des- aparecer rápidamente una obra que nos costó tantos , sa- crificios y sudores, y en la que ha invertido la Nación respetables sumas de dinero. En algunos trayectos no se puede pasar a caballo porque han caído los puentes ; en otros, los derrumbes obstruyen la mesa del camino, y en otros, la maleza araña la cara de los transeúntes, y se producen enormes lodazales porque el aire y el sol no pueden secar el piso.

" Creo esas razones poderosas para considerar de ur- gencia evidente el atender la obra que nos ocupa. Si se la descuida un poco más de tiempo se la perderá totalmente y habrá necesidad de gastar mucho para repararla.

"Terminaré permitiéndome repetir lo que he dicho en diferentes ocasiones : la Misión no tiene deseo alguno de encargarse otra vez del camino, pero lamenta grandemente y deplora mucho que se deje perder una vía sin la cual serán punto menos que inútiles todos los esfuerzos que hagan la Iglesia y la Nación para sacar de la barbarie a estos indí- genas, colonizar el Putumayo y asegurar la soberanía de Colombia en este rico Territorio. ..."

Después de esto quedamos esperando la respuesta del Gobierno, confiados en que decidirá pronto, en una forma o en otra, el comienzo de los trabajos de reparación del camino construido, y los necesarios para prolongarlo hasta Puerto Asís ; nos consta, por pruebas evidentes que po- seemos, que el Gobierno mira con particular interés lo referente a esta vía, que si no ha sido atendida con la ur- gencia que era de desear es debido, en primer lugar, al penosísimo estado del Tesoro Nacional, y luego a los repa- ros que, como hemos dicho, se formularon sobre el con- trato celebrado, pero que creemos serán fáciles de obviar. Al escribir estas líneas tenemos noticia de que el respec- tivo Ministerio está gestionando lo conveniente para orillar todos los obstáculos y dejar el asunto en la forma requeri- da, para comenzar cuanto antes los trabajos.

Es de desear que esto sea pronto un hecho, pues últi- mamente hemos recibido aviso de que el riguroso invierno,

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con sus Uiivias torrenciales, ha dejado es" camino inser- vible, hasta el punto deque para el transporte de cargas ya no pueden utilizarse las bestias : precisa contratar indios como cargueros, del mismo modo que se hacía antes de la apertura de la vía. Desde luego que, teniendo presente el estado de dicho camino antes de que comenzase el invier- no, no nos ha sorprendido la noticia que se ha apuntado, pues ya entonces eran muchos los peligros que presentaba y que casi paralizaron el tráfico.

Véanse al efecto los conceptos que vamos a trans- cribir.

A últimos de abril del presente año pasó por Sibun- doy el señor Ricardo E. López G., nombrado por el Gobier- no del Ecuador Intendente del Aguarico y Ñapo. Este señor se dirigía a tomar posesión de su cargo, y para ello optó pasar por el camino del Putumayo, pues de haber emprendido viaje por el interior de su nación, el Ecuador, hubiera tropezado con mil dificultades ; aquella República no tiene por este lado ningún camino, y por consiguiente hay que atravesar la espesa selva para salir a la región lindante con el Putumayo. Ese señor, antes de abandonar a Puerto Asís para ir a su destino, escribió una carta al Re verendísimo Padre Prefecto, con fecha 6 de mayo, de la que copiamos los siguientes párrafos :

"... Antes de dejar las riberas colombianas para irme a posesionar del cargo que me discernió mi Gobierno, quiero por medio de ésta dejar constancia déla intnejisa labor que han ejecutado tanto los frailes como las monjas capuchinas en los territorios colombianos del Putumayo... Desgraciadamente el camino nacional del Putumayo se halla en completo abandono, y éste vuélvese cada día más intransitable por la destrucción de puentes, acueductos y cunetas, por una parte, y por otra, debido a la exuberante vegetación que trata sin cesar de recobrar sus derechos, de modo que va perdiéndose hasta la huella de lo que ha sido antes el camino. Por patriotismo a esta su segunda pa- tria, en la que ha formado pueblos que comienzan a ver la luz de la civilización y del cristianismo, sería bueno se interesase con el Gobierno de Bogotá para que se asigne una regular suma para la refección, mejora y conclusión del camino hasta Puerto Asís ; no es conveniente por nin- gún concepto ni bajo ningún pretexto descuide Colombia esta magna obra, a la que está ligada íntimamente su in- tegridad nacional

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"Autorizólo, Iveverendísimo Padre, para que haga el uso que le convenga de estos mis hunaildes conceptos, tra- tados someramente . . . , ''

Teniendo pues en cuenta todo lo dicho, y particular- mente que la importancia de este camino no sólo está en ser una vía más para Colombia que la comunica con este Territorio, en el que antes era empresa de héroes entrar, sino y principalmente por ser una vía estratégica que asegura su soberanía en estas regiones, esperamos que, ade- más de conservar lo existente, el Congreso ha de facilitar las sumas necesarias para terminarlo hasta Puerto Asís.

Camino Mocoa-Pitalito- Bogotá.

Condiciones de esa vía Documento importante Distancias desde Pitalito a Mocoa No hay dificultades de consideración Gran importancia de esa vía Esa vía deberá seguir el ferrocarril llamado del Caquetá Distancias. Ahorro de un millón doscientos sesenta mil pesos oro El objeto del ferrocarril exige que sea por Mocoa a Puerto Asís Ventajas que ofrece por esa vía.

En los últimos informes anuales que se han rendido a las autoridades eclesiásticas y civiles de la Nación se ha tratado de la apertura de ese camino y desmostrado las ventajas que de él se reportarían. Hacía algún tiempo, desde que se estableció la colonia antioqueña en el lugar llamado Alvernia, que se venía acariciando la idea de unirla "al Departamento del Huila, poniéndola en comunicación con Pitalito. Desde entonces se ha procurado adquirir por di- versos conductos todos los datos posibles sobre las venta- jas e inconvenientes que pudiera ofrecer la naturaleza del terreno, distancias, etc., para la apertura y condiciones de ese camino, y por fin hemos venido a dar en la conclusión cierta e indudable de que es fácil ejecutar esa obra, al pro- pio tiempo que sería de resultados prácticos sumamente importantes.

Vamos a copiar los siguientes conceptos, que han sido transmitidos al Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico por persona competente, a quien se dirigió pidiendo le fa- cilitase todos los datos más fundados que hubiese podido recoger respecto al asunto.

Helos aquí :

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'•,..- Tengo mucho gusto en proporcionarle todos los datos que tengo sobre el proyectado camino de Pitalito a Mocoa ; datos que sirvieron para la aprobación del mismo que Su Reverencia podrá leer en una ley expedida por el Congreso de 1916, publicada en el Diario de Sesiones del propio ano, creo que a mediados de diciembre.

"Debido a mis gestiones un Representante presentó y logró fuera aprobada esa Ley, aunque después de muchos trabajos y al fin de aquella legislatura, que votó $ 30,000 oro para ese camino y reparación del de San Vicente. Cla- ro que esa cantidad era in spe; así que, dada la situación de los fondos nacionales, creí inútil tratar más el asunto 'hasta que pasara la guerra y con ella este estado de es- casez.

"Los datos son tomados de varios sujetos de Pitalito que han pasado algunas veces de ésta a Mocoa, con peso de tres arrobas a la espalda y han ido cazando y abriendo muchas veces el camino, pues es muy poco frecuentado, y han caminado casi por instinto. De donde deduzco que trazando el camino un ingeniero, y quedando como el que los misioneros abrieron de Pasto a Umbría, podría irse de Mocoa a Pitalito en dos y medio días.

"El viaje en las condiciones antedichas lo han hecho en cuatro días, así : primera jornada, desde Cabeceras (ve- reda a dos horas del pueblo de Pitalito) a un punto deno- minado el Playón; segunda jornada, de Playón al Cajón: tercera jornada, del Cajón a Yunguillo, y cuarta jornada, de Yunguillo a Mocoa. Hay que atravesar los ríos siguien- tes: Los Cauchos, el Cajón, el Verdeyaco (necesita puente), el Caquetá, (que también necesita puente), el Ticuanayoy y el Mocoa, que tiene puente ya, construido por la Misión.

"El camino es llano hasta la cordillera, que por tener una gran depresión en ese punto no hay que subir apenas: se pasa en media hora.

"Es, el camino, fácil de hacer porque se va faldeando b1 Villalobos, lo que a la vez da la ventaja de que en todo el trayecto se ^encuentra cascote. Por todo lo dicho creo que si algún díase hace el ferrocarril de Huila a Pasto, será precisamente por Pitalito y Mocoa . "

Agreguemos ahora a lo que antecede que el único puente de consideración que necesitará ese camino es el del río Caquetá; pero es sumamente fácil tenderlo, puesto que, si bien es cierto que se explaya mucho el río en casi todo su curso, hay un punto cerca de Condagua, llamado

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Angostura, que se presta para sostener uno sólido y segu- ro a muy poco costo; en dicho lugar el río pasa por entre dos enormes peñas, y de una a otra se calculan a lo sumo 25 metros. Esa angostura queda a poca distancia de Alver nia. Además, desde aquella colonia a Mocoa la Misión abrió el camino que las comunica, y tendió también un puente notable sobre el río Mocoa, por lo que sólo falta prolongar la vía hasta Pitalito.

Grande importancia tiene ese camino bajo distintos puntos de vista, y particularmente para lo que respecta a los vecinos Departamentos de Nariño y Huila. Al efecto recordaremos aquí lo que se ha dicho en varios informes publicados: esta vía de Pitalito a Mocoa representa un be- neficio muy grande para Pasto. En la actualidad para trasladarse un viajero de la capital de Nariño a Bogotá necesita por lo menos de diez y ocho a veinte días. Ahora bien, abriendo la vía en cuestión tendríamos que de Pasto a Bogotá se emplearían sólo trece días. aquí las distan- cias :

De Pasto a Alvernia 3 días.

De Al vernia a Pitalito. .. . 2^

De Pitalito a Garzón I5

De Garzón a Neiva 2

De Neiva a Girardot . . 3

De Girardot a Bogotá i día.

Total 13 días.

Se ve por lo tanto la ventaja que esta nueva vía re presenta para el Departamento de Nariño, tan distanciado de la capital de la República; pero queda mucho más be- neficiado el Huila, pues contando con que la navegación por el Putumayo no tardará en ser un hecho, y de esto es- tamos firmemente convencidos, entonces esa vía será de grande importancia para el mencionado Departamento. En efecto, llegando buques a Puerto^Asís, puede proveerse, y de seguro que con utilidades, de los artículos que necesite del exterior aquella región en la parte cercana al Territo- rio. Además, éste será el camino indicado para la misma, siempre que trate de exportar sus productos, lo que se po- drá verificar con suma facilidad. En fin, que este camino, por sus condiciones y utilidad, se impone.

Esta vía deberá seguir el ferrocarril llamado del Ca- quetá. Veamos las razones en que fundamos tal aserto.

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65 -

Hemos leído atentamente algo de lo que se ha publi- cado sobre el llamado ferrocarril del Caquetá, y decimos algo, porque en verdad poco es lo que referente a este asunto ha llegado a nuestras manos De su lectura se de- duce que una de las razones primordiales que aconseja la creación de esa vía es la conveniencia de proveer de un modo eficaz al fomento del comercio. Siendo esto avSÍ, cree- mos poder demostrar que para conseguir el mencionado fin se impone que el ferrocarril pase por Garzón, Pitalito, Mocoa y Puerto Asís.

aquí las razones en que nos fundamos.

1. Las distancias— No hay duda de que éstas deben tenerse muy en cuenta tratándose de obras de la natura- leza de la que nos ocupa ; suponiendo cierta la opinión de varios ingenieros, importará $ 10,000 oro cada kilómetro de vía. Así pues, bien merece la pena de que nos fijemos en este dato importante y veamos por dónde resultará más corta, y al mismo tiempo si por ésta se consigue el fin propuesto.

Via Espinal, Neiva, Caquetá.

De Espinal a Florencia (Caquetá) ... 397 kilómetros. De Florencia a Tre^esquinas (con- fluencia del río Orteguasa con el Caquetá) 2á0

Total 637 kilómetros.

Via Espinal, Garzón, Pitalito, Puerto Asís.

De Espinal a Garzón 261 kilómetros.

D-) Garzón a Pitalito . ... 60

De Pitalito a Mocoa 100

De Mocoa a Puerto Asís 90

Total 511 kilómetros.

Hay, por consiguiente, en favor de la vía Garzón- Puerto Asís una diferencia de 126 kilómetros. Suponiendo que el gasto para la construcción de cada kilómetro es de $ 10,000 oro, tendremos que por esta última se ahorra la friolera de un millón doscientos sesenta mil pesos oro ($ 1.260,000).

Misiones católicas 5

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Debemos ahora aclarar algo sobre las distancias indi- cadas. Sobre las que se han señalado hasta Puerto Asís, sólo hay la de Pitalito a Alvernia, que no esté medida con exactitud; las demás son muy conocidas ; pero si se tiene en cuenta lo dicho antes sobre esta vía, se comprenderá que no hay exageración en los números, antes, tal vez, resulta- rá menor la distancia cuando se abra el camino. La otra distancia, que no es conocida exactamente, es de Florencia a Tresesquinas, pero ha sido deducida del modo siguiente : sabemos por experiencia que bajando el río en canoa y apro- vechando bien el día, lo menos que se recorren son 12 leguas ; ahora bien, de Florencia a Tresesquinas, o sea a la confluencia del Orteguasa con el Caquetá, se emplean cuatro días, lo que nos da un total de 48 leguas, o sean 240 kilómetros.

Resultando, pues, que la distancia es mucho mayor por Florencia que por Pitalito para llegar a un punto que per- mita fomentar el comercio con el exterior.

2. Además, el objeto del ferrocarril exige que sea por Puerto Asís. Se pretende que esta vía sirva para el fomen- to del comercio. Veamos los inconvenientes que ofrece por Florencia o por Puerto Asís.

En cualquier supuesto que se formule, se impone la consecuencia de que dado el caso que se construya el ferro- carril en cuestión y haciéndolo pasar por Florencia, se debería prolongar hasta el Putumayo para llenar su ob- jeto. En este supuesto debe llegar necesariamente hasta Tresesquinas, que es la confluencia del Orteguasa con el Caquetá ; el primero no es navegable sino por lanchitas y sólo durante el invierno, y el Caquetá, si bien es verdad que pueden surcarlo buques de mayor tonelaje desde Tres- esquinas para abajo, hay el inconveniente de que no se puede salir al Amazonas por impedirlo el salto de Arara- cuare. No quedaría otro recurso que pasar al Putumayo por La Tagua, lugar en donde se acercan mucho los dos ríos. Así que la vía por Florencia impone dificultades sobre . dificultades para el objeto propuesto.

Además de lo indicado añadamos ahora que para im- portar y exportar mercancías por esta vía, exigiría tres molestos transbordos : el del ferrocarril al buque, del bu- que a La Tagua para ser trasladadas por tierra al Putuma- yo, y luego ser otra vez embarcadas en este río. Estas difi- cultades solamente se obviarían prolongando el ferrocarril muchos kilómetros más abajo de Tresesquinas, o sea has- *

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ta frente a La Tagua, lo que es punto menos que imposi- ble, dadas las condiciones del terreno anegadizo.

Las ventajas que se obtienen por Pitalito - Puerto Asís son muy apreciables ; vamos a enumerarlas: 1/, se ahorra la construcción de unos 126 kilómetros de vía, y un millón doscientos sesenta mil pesos oro ($ 1.260,000) ; 2.", al establecerse el tráfico ñu vial con el exterior la colonia de Puerto Asís será el puerto colombiano del Pu- tumayo, y por consiguiente se podrán.^ trasladar directa- mente las mercancías del buque al ferrocarril, o viceversa ; 3.', con ser esta vía rnás corta, ofrece a la vez menores dificultades para su construcción ; casi no tiene que atra- vesar cordillera alguna, como puede comprobarse por lo que dijimos antes al hablar del camino de Pitalito a Mocoa ; á.^ se faciljta en gran manera la construcción de puentes; el único que podría presentar serias dificultades es el que debe tenderse sobre el río Caquetá, y, según hemos expuesto antes, la Providencia ha deparado un lugar donde es sumamente fácil tenderlo sobre aquel río; 5.', pasando por Garzón y Pitalito uniría varios pueblos, pues además de los que encontraría en el Huila, pasaría por Condagua, Alvernia, Mocoa y Umbría, mientras que por el Caquetá no hay sino Florencia ; 6.*, llevando el ferrocarril por Mocoa se facilita grandemente su prolon- gación hasta Pasto, pues dista sólo 120 kilómetros de ésta.

Nos parece que lo expuesto no puede dejar lugar a dudas ni se presta a vacilaciones ; son tantas las ventajas de la vía por Pitalito-Mocoa, que creemos llevarán la convicción al ánimo de los autores del proyecto del ferro- carril a Florencia, quienes, tal vez con la mejor intención y sin conocer el terreno, han impulsado la apertura de aquella vía.

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CAPITULO VI

LABORES APOSTÓLICAS

Auxilios espirituales a tribus dispersas Veintidós excursiones apostólicas. Relato de una excursión apostólica al Caguán Excursión por el San Miguel Entran indios a Colombia en estado lastimoso Un colombiano impedíales el paso.

Desde que se aumentó el personal de esta Misión, hace dos años, con un contingente de ocho religiosos, una de las principales atenciones ha sido proveer del suficiente nú- mero de sacerdotes a los centros que tienen a su cuidado la administración espiritual de extensas porciones de la Prefectura, en donde viven diseminadas familias de blan- cos, restos de los antiguos caucheros, o bien tribus de indios más o menos numerosas. Así pues, en Puerto Asís existen tres sacerdotes y un hermano lego, y los tres pri- meros están constantemente consagrados al desempeño de las funciones y trabajos inherentes al sagrado ministerio, en favor de los habitantes, indios y blancos, que moran en aquellos lugares. A Florencia se le han destinado cinco sacerdotes y un hermano lego, con el objeto de que se pue- dan atender con relativa comodidad las necesidades espi- rituales de los habitantes de aquella región ; de lo contra- rio era imposible que se les pudiese visitar con la frecuen- cia necesaria.

Durante este año (1918-19 i 9) se ha desplegado una actividad constante en el servicio espiritual en favor de los mencionados habitantes diseminados por estas inmen- sidades, y el fruto recogido en esas apostólicas tareas ha sido realmente consolador, por lo abundante. Los misione- ros no se han dado punto de reposo y han cumplido con un celo digno de todo encomio las delicadas y penosas, pero consoladoras, tareas de apostolado que les han sido confiadas.

Las excursiones ministeriales han sido las siguientes:

Desde Florencia: dos por el río Orteguasa y Caquetá, tres hasta el nuevo pueblo de Solano, cuatro hasta Belén del Andaquí, una hasta San Vicente del Caguán, y otras de menor significación. Total, diez.

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Desde Puerto Asís: dos hasta Güepí, tres hasta el Gua- mués y río San Miguel. Total, cinco.

Desde Mocoa: una hasta Solano y seis hasta Limón y San Bernardo.

Excursión a San Vicente del Caguán En la imposibi- lidad de detallar todas las excursiones indicadas, nos con- cretaremos a transcribir la relación que mandó el Padre Ignacio de Barcelona sobre la que hizo a San Vicente del Caguán. Dice este Padre en su carta-informe del 12 de marzo del presento año:

"' ... Paso a hacerle una relación detallada (al Reve- rendísimo Padre Prefecto) de mi última y reciente corre- ría por las rfgiones del río Guaya y Caguán, y por la de la Estrella (Guacamaya).

"A fin de evitar la vuelta enorme que uno tiene que dar si quiere ir a San Vicente del Caguán pasando por Garzón y Campoalegre, y con objeto de poderme dar cuen- ta de lo que es la trocha de exploración que unos indivi- duos abrieron, para poder comunicar Puerto Rico con el Orteguasa y Florencia, resolví hacer el viaje aprovechan- do aquella raya o pún (trocha).

"Así pues, el sábado 30 de noviembre último salí de ésta (Florencia) para Canelos, cuya escuela visité. El do mingo celebré misa en dicho lugar, y administré el sacra- mento de la confirmación a unos cinco niños. Después de almuerzo tomé canoa hasta la bocana del río San Pedro, en cuyo punto me detuve con el fin de visitar la tribu huí- tota, y en la que pasamos aquella noche. Al otro día, des- pués de la misa y de administrar los sacramentos a todos los que quisieron recibirlos, confirmar a siete niños de dicha tribu, etc. , hechos los preparativos y organizado todo para un largo viaje a pie y por selvas solitarias y salvajes, en donde no debíamos encontrar otros auxilios que los que no nos negaría la Divina Providencia, nos internamos en la trocha.

'Siete días consecutivos estuvimos caminando por dentro de la selva virgen, sin ver más sol ni divisar otro horizonte que el que alcanzábamos a disfrutar en los pasos de los riachuelos y quebradas; el resto del día lo pasába- mos caminando en la semioscuridad producida por la som- bra de un bosque secular.

"Todos aquellos días tuve que hacer el viaje a pie, pues como aquella trocha fue abierta sólo por vía de ex- ploración, no había forma de penetrar por ella si no era

To- cón el vehículo de nuestro Padre San Francisco: a pie; además, que ni las pendientes o cuestas, ni las ciénagas permitían pasar de otro modo. Durante este trayecto, once fueron las quebradas y riachuelos que tuvimos que pasar echándonos al agua, y todos bastante regulares, en parti- cular la quebrada Esmeraldas, que no bajará de unos 80 metros de ancho.

^Durante estos siete días enfermaron de paludismo dos peones; yo, gracias a la bondad de Dios, no sentí ni la más leve novedad.

"Por fin, después de siete días llegamos a descubrir un extenso horizonte, y al poco rato entramos en las semen- teras de Puerto Rico, y luego al caserío mismo que se halla disperso a la orilla del río Guaya.

''Esta región, que está habitada por descendientes de caucheros, se encuentra en completa desolación y ruina, debido al aislamiento en que viven; de modo que si no se abre una trocha en debida forma que los comunique con el Orteguasa, a ñn de que puedan mejorar de situación y buscarse medios para vivir de su trabajo, es bien probable que no haya necesidad de volverlas a visitar, pues bien pronto emigrarán a otra parte. Con excepción de unas dos familias, me dijeron que estaban resueltos a trasladarse a otra parte. En ésa hay dos propietarios acomodados, Fer- nando Jara y Ricardo López. El primero posee una finca de unas 100 hectáreas; aburrido al verse en aquel lugar rodeado de montañas, y sin facilidades para realizar nin- gún negocio con los productos de su finca, resolvió abrir otra en San Vicente, y tiene ya como unas 80 hectáreas casi todas empradizadas. Este me dijo que en julio del pre- sente año se trasladaba definitivamente a dicho lugar, de- jando sólo un cuidador en su propiedad de Puerto Rico, lo que equivale a decir que la abandona.

"Lo propio me dijo Ricardo López que iba a hacer con su finca, pero éste se quiere pasar a Florencia. Tuvo una gran pérdida con una plantación de cacao; se le secaron unos 5,000 árboles.

"Como que en Puerto Rico casi no hay gente, fue tam- 'bién poco mi trabajo ministerial en ese lugar; fuera de las confesiones de gente grande y chica, sólo hubo entre bau- tismosy suplir ceremonias, 16; confirinaciones, 17, y un ma- trimonio.

"De Puerto Rico pasé a San Vicente, nuevamente por trocha, y por consiguiente por dentro de la selva, aunque

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ya de un modo un poco distinto, pues como se han inverti- do algunas sumas en su apertura, está algo mejor que la del Orteguasa.

''El sábado 21 de noviembre llegué a San Vicente del Caguán. La primera impresión que me produjo fue que tenía delante un pueblo en ruina, que valió antes alguna cosa y ahora casi nada. La situación de sus habitantes es más halagüeña que la de los de Puerto Rico; no obstante, me dijeron que estaban un poco desanimados, pero que la falta de medios para trasladarse a otra parte los rete- nía allí.

"La población de San Vicente, con el caserío de La Estrella que está agregado a dicho Corregimiento, lo mis- mo que la estación telegráfica y casas vecinas, según el úl- timo censo da un total de 700 habitantes. Como toda esa gente vive tan separada, y el misionero no puede atender- los sino alguna que otra vez en el año, resulta que aquello es un foco de inmoralidad y un centro de inmundicia.

''Para que se convenza de lo mal que está aquello le diré que sólo de solteros de quienes se me avisó que vivían mal, o que tenían tratos indebidos, saqué una lista de 19, además de anos dos o tres de los que nada cierto pudieron decirme. Me avisaron asimismo de que unos trece casados vivían en mal estado o tenían tratos ilícitos. Ya puede su- poner el trabajo que me costarían esos asuntos, pero algo se logró, auxiliado por la protección de Dios; algunos se arreglaron como Dios manda, y otros se separaron.

"Así pues, durante mi permanencia en San Vicente ya puede suponer Su Reverendísima que no tendría poco que hp^cer; siendo visitado sólo alguna que otra vez por el mi- sionero, y contaftdo con la inmoralidad de que he hecho mención, la cosa estaría un poco atrasada. Debido a todo esto tuve como unos diez días de trabajo incesante: mu- chos de ellos me acosté a las dos de la madrugada, para levantarme a las cinco y continuar la interrumpida tarea. En estos días administré 104 bautismos, 105 confirmacio- nes, y presencié 14 matrimonios.

"De San Vicente salí para el lugar llamado i^a Cucha, un poco distante de aquel pueblo. En dicho punto existe una tribu huitota recién llegada y que se presentó en el más lastimoso estado. Creó que son fugitivos del Carapa- raná, o sea de la región que actualmente poseen los perua- nos. Estos indios llegaron completamente desnudos. Tuve que catequizar a toda la tribu, bautizarla íntegra, confir-

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marla y casar cinco parejas. Fueron en total 43 los indíge- nas de ambos sexos que fueron bautizados. Les di lo que pude para su uso, y después de dejar arreglado con un in- dio amigo de la tribu para que pasasen a establecerse en lugar más cerca de Florencia, a fin de que se les pueda atender mejor, emprendí viaje para Guacamaya y La Es- trella.

"En este punto presencié cuatro matrimonios, bauticé diez y seis niños y confirmé a veinte.

"Por fin, después de dos meses y veinte días de haber salido de Florencia, tuve la satisfacción de regresar, dan- do gracias a Dios por el bien que me había permitido sem- brar y los frutos que pude recoger, así como por la visible protección que me dispensó durante toda la apostólica co- rrería, en la que ni siquiera sentí el más leve dolor de ca- beza "

Excursión por el río San Miguel Para terminar este capítulo nos permitimos copiar de una carta informe que, con fecha 12 de mayo de este año, escribió el Padre Narciso de Batet al Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico, re- latando su excursión por el río San Miguel. Dice:

" Salí de Puerto Asís el 6 de febrero con objeto de

visitar todos los indios de San Miguel, Santa Rosa y Gua- mués, y hacer que recibieran los santos sacramentos. Voy pues a indicar brevemente los frutos recogidos durante esta correría apostólica.

"Al llegar a San Miguel hice llamar a todos los indios, que como sabe Su Reverendísima viven la mayor parte fue- ra del Pueblito, pues acostumbran tener sus chozas dentro de las sementeras. Cuando llegaron comencé a prepararlos, para lo cual les di una especie de ejercicios de seis días ; al fin de ellos, todos se confesaron y comulgaron. Los indiecitos de la escuela y varios jóvenes comulgaron casi todos los días por iniciativa propia, lo que me causó una gran satisfacción, como podrá suponer Su Reverendísima, pues una vez examinados detenidamente, pude comprobar que estaban suficientemente instruidos para podérseles permitir que comulgasen las veces que quisiesen.

"Durante mi permanencia en ese lugar administré cinco bautismos y presencié dos matrimonios.

"Acaeció entonces que el esposo de la maestra de es- cuela de ese pueblito enfermó gravemente, así que siéndole

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Grupo de indíg^enas mayores de las cercanías de Puerto Así

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Escuela alternada de niños y niñas indígenas del pueblo de Comlagua y algunos habitantes de dicho pueblo. (Alto Caquetá;.

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imposible dirigir ese plantel, determiné quedarme a susti- tuirla hasta el restablecimiento de dicho señor; de este modo se evitaba que los indiecitos tuvieran que suspender las clases, cosa que en ningún caso convenía, pues sabemos de sobra lo que cuesta reun irlos después de algÚQ tiempo de vacaciones. Aprovechando pues mi permanencia casi obligada en ese pueblito, y habiendo comenzado la cuares- ma, invité a todos los indios para que asistieran al ejercicio del víacrucis que se practicaría todos los viernes. Así se hizo, con asistencia de casi todo el pueblo, que demostró estar poseído del significado que nos recuerda este piadoso ejercicio.

"Deseando administrar los sacramentos a los indios que hasta ahora habían pertenecido a esta Prefectura, pero que en la actualidad quedan del lado del Ecuador, mandé llamarlos, y a los diez días llegaron unos treinta. Eran henos Se presentaron en el más lastimoso estado r casi completamente desnudos, de modo que quise despren- derme de las sábanas, camisas, etc., para que pudieran vestirse algunos. Los indios de San Miguel los recibieron con un cariño que me admiró. Les dieron comida, y los que tenían más de una cusma se desprendieron generosa- mente de ella para que los recién llegados se vistieran. Como tienen intención de quedarse definitivamente en territorio colombiano, los naturales de ese pueblo de San Miguel y los de San Diego y San José se los estaban dis- putando ; cada uno quería que se pasasen a su pueblo, y, para evitar disgustos, les dije que los dejaran para que ellos mismos escojan el lugar que más les guste. Me dije- ron estos indios que del otro lado de la frontera quedan muy pocos, tal vez unos veinticinco, y que están dispuestos a pasarse a Colombia

"He sabido por ellcs mismos que hace tiempo que es- taban viniendo, pero que ese blanco J. P. los hizo regresar, y que ahora mismo intentó impedir que entrasen. Parece imposible que un colombiano, y que se llama católico, pre- tenda que estos infelices continúen perdidos en aquellas selvas, sin asistencia espiritual alguna, puesto que nosotros no podemos ejercer el sagrado ministerio allá, con la adi- ción de que no hay más sacerdotes por esos lugares, ¡y todo para explotarlos a mansalva !

"Luego que estos indios pasaron a Puerto Asís pude seguir mi correría y pasé a Santa Rosa, en donde confesa- ron todos, menos un blanco que no quiso hacer caso. Allá

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presencié dos matrimonios. Antes de salir quise conocer la mina de carbón, que está a medio día de distancia del Pueblito. Me pareció bastante importante, pues se extiende el yacimiento de ese mineral a lugares bastante distancia- dos. Pero de esto está ya informado Su Reverendísima.

"He regresado por fin hace poco, después de unos tres meses de haber salido de esta colonia "

Con esta relación damos fin a este capítulo, pues si fuéramos a relatar o copiar detalladamente las demás excursiones, nos haríamos interminables.

SIBUNDOY (PUTUMAYO) Escuela de niñas a cargo de las Reverendas Madres Franciscanas.

Labores de mano en la Escuela de niñas de Sibundoy a cargo de las Reverendas Madres Franciscanas. Misiones de Padres Capuchinos. (Putumayo).

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CAPITULO VII

LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA EN EL" TERRITORIO

Informe Lamentable estado de ¡os maestros de escuela Varias renuncias. Establécense dos escuelas por cuenta de la Misión Escuela nocturna en Puerto Asís La instrucción pública, medio importantísimo de civiliza- ción— Cómo empieza la regeneración de una tribu.

Vamos a comenzar este capítulo transcribiendo el in- forme que, en cumplimiento del cargo de Inspector del ramo en el Territorio de la Misión, mandó el Reverendísimo Padre Prefecto Apostólico al respectivo Ministerio, el 4 de abril del presente año. En él, como se podrá ver, se respira alguna amargura: es porque fue escrito en días en que se esta- ba trabajando lo indecible para impedir que se desorgarni- zara completamente la instrucción primaria del Territorio. Debido a que hacía once meses que no se pagaban los sueldos de los maestros de escuela, éstos comenzaron a escribir por cada correo, manifestando su lamentable estado, que, por otra parte, bien conocido teníamos, puesto que todos ellos necesitan del sueldo para vivir. Al ver que sólo se les podían dar esperanzas y que en cambio su situación era más difícil de día en día, comenzaron a llegar algunas renuncias que acabaron de alarmarnos, puesto que detrás de éstas preveíanse varias otras. Bajo esa pesadumbre, pues, se escribió el informe anual al Ministerio de Instruc- ción Pública, y se juzgó conveniente presentar a la autori- dad istiperior el lamentable estado del ramo en esta Inspec- ción, lo que hasta era un deber.

aquí pues el documento aludido :

". . . . Tengo el honor de dirigirme a Su Señoría con el objeto de rendir a ese Ministerio de su digna dirección la memoria correspondiente al presente año escolar.

"No se ocultará a Su Señoría que, debido precisamente a la penosa situación en que se hallaba el Erario Público, lo que ha impedido que se puedan pagar con la regularidad requerida los sueldos de los maestros de escuela, la instruc- ción primaria de ésta ha sufrido mucho durante el presente año, y aun puede decirse con toda verdad que ha pasado y está pasando una peligrosa crisis. En efecto, se ha demo-

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rado once meses el pago de los sueldos de estos beneméritos- servidores de la Patria, los maestros de escuela, y siendo todos ellos de clase humilde, y tanto que necesitan absolu- tamente todos del sueldo para poder vivir, han llegado casi a la desesperación, a pesar de su buena voluntad. Varios de ellos me han presentado la renuncia ;, estando ocupados en la dirección de las escuelas, les es imposible, como es obvio, dedicarse a otros trabajos cuyo producto les permita procurarse lo necesario : todos se han visto precisados a endeudarse para subvenir a sus necesidades más apremiantes, con la esperanza de poder satisfacer esas deudas en cuanto el Gobierno les pagase, pero como se han visto obligados a recibir sus sueldos en bonos, muchos de ellos se encontraron al6anzados y sin saber cómo salir de sus apuros.

"Naturalmente que todo eso, y como de rechazo, ha in- fluido en una especie de relajación que se nota en la dis- ciplina entre parte del personal docente, pues estando en situación tan lastimosa no se ha podido ser muy exigente con él. A pesar de todo, empero, me es grato informar que la gran mayoría ha proseguido sus labores escolares con mucho celo y abnegación, como pude comprobar en la visi- ta que practiqué últimamente. Es porque, como decía en el informe del año pasado, dirigido a ese Ministerio, se ha procurado seleccionar con el mayor empeño el personal, a fin de que, compenetrado del gran valor rehgioso y patrió- tico que representa la instrucción primaria entre los indí- genas de este Territorio, ejerza sus funciones educativas con interés y sacrificio. Creo, no obstante, señor Ministro, y no solamente lo creo sino que estcy firmemente persua- dido de ello, que se corre el inminente peligro de una des- organización completa en lo referente al ramo instruccio- nista de esta Inspección; a pesar de la buena voluntad que deoauastra la mayor parte del personal, hay que tener en cuenta que no se le puede exigir un sacrificio tal como es el de permanecer en la miseria.

"Sería verdaderamente lamentable que después de que tanto ha costado organizar la instrucción primaria, des- pués de que tantos desvelos se han debido desplegar para procurar un personal lo más escogido y competente que se pueda pretender para unos lugares como los de la casi to- talidad de esta Inspección, tuviéramos que vernos en la necesidad de comenzar de nuevo, con grave detrimento para la civilización cristiana de estos hijos de la selva..

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Gran parte de este personal, como supondrá fácilmente Su Señoría, debe vivir en medio de estos bosques, en constante contacto con unos indios seroisalvajes, muchas veces casi incomunicados con la porción más civilizada del Territorio, sufriendo mil y mil privaciones que en otras partes no co- nocerían tal vez, todo lo cual los hace muy dignos de que la Nación los recompense atendiéndolos con solicitud. Per- mítome pues rogar muy encarecidamente a Su Señoría se digne favorecer en lo que sea posible a estos beneméritos servidores de la Patria y firmes auxiliares del misionero para la regeneración de esta raza.

''La Misión, por su parte, no ha perdonado desvelos para sostener el ánimo de unos y otros. Estamos tan firme- mente persuadidos de la excepcional importancia que revis- te la instrucción primaria para estos indígenas, que no hemos titubeado en imponernos los sacrificios necesarios para sostenerla y fomentarla. Considerada desde todos los puntos de vista es realmente insustituible, para conseguir el fin que se proponen la Iglesia y el Estado de consuno en relación con estos indígenas: facilita la acción del ministro de Dios disponiendo la inteligencia y el corazón de estos semisal^ajes para recibir las salvadoras verdades del Evan- gelio; reforma el modo de ser de estas sociedades incipientes, infiltrándolas insensiblemente, pero de un modo seguro y eficaz, miras más elevadas y aspiraciones nuevas, que los van separando de la rutina y añejas preocupaciones que los tenían como atascados en el cieno del salvajismo, y por fin, va modelando las futuras generaciones tallándolas de modo que, a no tardar, encajen debidamente en el armó- nico conjunto llamado sociedad civilizada. La instrucción primaria, en resumen, es la sólida base en que debe cimen- tarse la cristiana civilización de estos indígenas, y el medio más a propósito para lograrlo con relativa rapidez.

"Consecuentes con lo que dejamos expuesto y con nuestros más ardientes deseos de obtener las mayores ven- tajas posibles en bien de la Iglesia y de la Nación, hemos determinado fundar dos escuelas privadas de exclusiva cuenta de la Prefectura Apostólica. Una de ellas funciona en el pueblo de reciente fundación, llamado Santa Rosa de San Miguel, situado en la frontera entre Colombia y Ecuador. Se ha fundado esta escuela con objeto de atraerá los blancos e indios que quedaron dentro de los límites de la vecina República después del Tratado, y con el de ir ci- vilizando a aquellos indios, quienes hasta hace poco anda- ban dispersos por aquellas selvas.

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"La segunda escuela se ha establecido en Güepí, en donde existen familias de indios y blancos que van re- uniéndose poco a poco. En este lugar— fronterizo con el Perú y avanzada colombiana del Putumayo la Comisaría Especial de esta región estableció un corregimiento, y para que los habitantes de aqueüos contornos tengan cómo edu- car a sus hijos, y a petición de los padres de familia, se fundó esa escuela.

''En Puerto Asís funciona con mucha regularidad una escuela nocturna, dirigida por el Padre Misionero, a la que asisten, por término medio, unos treinta jóvenes ha- bitantes en aquella colonia.

"En cuanto al funcionamiento de los planteles entre los indios, es cada día más regular: asisten ya con la ma- yor buena voluntad. Para probar tal aserto permítome transcribir un párrafo de un testigo ocular, el doctor Ro- dríguez Piñeres, quien dice:

'Por los datos atrás suministrados puede verse que no existe población alguna en la República, ni en el Departa- mento de Caldas, que mantenga proporción más alta entre los niños asistentes a las escuelas y la totalidad de la po- blación, que las Misiones capuchinas en el Putumayo. Es de verse el celo de los padres por que ningún niño dej^^ de ir a la escuela, hasta el punto que nadie se les escape . . . Por supuesto ya hoy se obtiene que los indios manden a la escuela espontáneamente a su prole . . . '

"Ciertamente hoy el misionero ya no debe luchar con- tra la resisteijcia de los padres de familia; no abrigan pre- vención alguna contra la escuelas, pues han visto que ésta es para ellos una verdadera providencia. Si con algo se debe luchar es más bien contra la apatía de los indios que contra resistencia de ninguna clase.

"Pláceme por fin informar a ese digno Ministerio que los exámenes del año pasado resultaron verdaderamente sorprendentes en las escuelas del valle de Subundoy y Puerto Asís: dejaron plenamente satisfechos a todos los asistentes, y hubieran lucido en cualquier población de blancos de alguna importancia. En las demás escuelas, a las que no me fue posible asistir personalmente, comuni- caron los misioneros comisionados para presidirlos, que fueron excelentes.

"El estado pues de la instrucción primaria en esta Ins- pección es bastante satisfactorio en algunas partes y exce- lente en otras, por lo mismo que el personal es escogido, y

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precisamente para poderlo conservar es por lo que me per mití suplicar a Sa Señoría se dignase favorecerlo en cuanto fuese posible, particularmente en la regularidad de pagos, sin lo cual no les sería posible a muchos seguir en la direc- ción de los planteles.

"Soy de Su Señoría, etc "

Hemos dicho antes que la instrucción es un auxiliar de primer orden para transformar radicalmente esta raza, y es muy cierto. En efecto, el objetivo que se persigue en favor de esos seres infelices es levantarlos de su estado pri- mitivo y salvaje, en el que viven muy a su gusto, puesto que en aquellas inteligencias no hay ninguna idea que los impulse a recorrer otra vía que la que sus antepasados les han señalado. Para alcanzar esa regeneración, ordinaria- mente— aunque bien podríamos decir siempre— hay que comenzar formando a la niñez: los mayores yuncíanos se encuentran como atados de pies y manos por los hábitos contraídos, por la terrible y desesperante costombre, por el peso de la herencia, etc.; así que de ésos a lo sumo se pue- de esperar, y esto después de un trabajo ímprobo, que sua- vicen un poco las asperezas de sus selváticas contumbres y abracen con más o menos entusiasmo la práctica de la Religión Cristiana. Resta, por consiguiente, un campo in- menso que recj)rrer antes de conseguir una transformación tal como se desea y persigue.

El medio muy adecuado para lograr esta metamorfo- sis es la instrucción de la niñez en las escuelas. En éstas se tiene reunidos a los niños desde su más tierna edad hasta que ya son jóvenes formados; así que estando sometidos constantemente al influjo bienhechor de la disciplina esco- lar, insensiblemente pero de un modo eficaz van modelán- dose esas generaciones, que otro día han de imponerse y dominar: al salir de la escuela se encuentran extraños en el ambiente en que viven los mayores.

Es indudable que para lograr esa transformación de que hablamos y obtenerla de un modo perfecto, han de pasar varias generaciones; es preciso considerar que del salvajismo más lastimoso a la civilización no se pasa de un salto: se va gradualmente y por pasos contados. Hemos podido comprobar nosotros esta gradación, y de un modo muy marcado, en los indios de esta Prefectura Apostólica: los que primero pasaron por la escuela se dife- rencian de un modo muy notable de los que no recibieron

so- la influencia de la instrucción, así por sus naodales como por la forma de raciocinar y expresarse. Los que inmedia- tamente siguieron, mejoraron la condición de los anterio- res : apropiáronse las ventajas que sobre los ancianos ha- bían obtenido los que les precedieron, y además enrique- cieron ese caudal regenerador con las que ellos mismos alcanzaron, merced al propio esfuerzo, y así de unos a otros ha continuado mejorando progresivamente el modo de ser de esas tribus por los que han seguido sucedióndose. Este encadenamiento nos da el favorable resultado de ir sepa- rando a las generaciones que van subiendo, de los hábitos y costumbres que predominan a los ancianos; cada una de las mencionadas generaciones que va pasando por las es- cuelas representa un nuevo eslabón añadido a esa cadena que los va alejando del salvajismo, y una grada más que los va acercando a la civilización.

Sí, lo repetimos, es indudable que para lograr un cam- bio radical en el modo de ser de estos indios han de pasar varias generaciones: se ha de comenzar con paciencia y constancia a conducirlos de la mano al camino que los ha de llevar, mediante la instrucción, a formar parte de la sociedad civilizada. Para que se vea el modo como han comenzado a salir de su caos estos indios, que han mereci- do que un testigo ocular dijera que su reducción a la vida civilizada podía considerarse ya un hecho, vamos a copiar algunos párrafos de una carta remitida por el Padre Igna- cio de Barcelona, con fecha 13 de septiembre del año pasa- do. Dice este Padre:

" Salí de Florencia el 22 de julio con el ñn de visi- tar las escuelas y presenciar exámenes. El 24= llegué al pueblo de San José de Bodoquero, de indios coreguajes, que tiene escuela desde hace un año, pues se abrió por primera vez en octubre del pasado (1917). Los exáme- nes resultaron buenos y mucho mejores de lo que yo espe raba de aquellos indios, que por no entenderlos ni entender ellos a la maestra al comenzar el curso, parecían medio tontos.

"No obstante, los niños han resultado muy inteligen- tes, y en sólo este año de escuela han ganado el ciento por ciento, pues a diferencia de los viejos que no entienden lo que se les dice cuando se les habla en castellano, ellos com- prenden perfectamente lo que se les dice, pues al mandar- les alguna cosa la ejecutan sin rodeos, lo qv i prueba que ©I castellano les va entrando. Estoy bien persuadido de que

Escuela de niñas ile San Andrés tlel t'utLim.iyo a car<rt) d^^ ¡o> Htiinaiios Maristas. Misión de Padres Capuchinos. (Putumayo)

Escuela de niños de Sibundoy a carg-o de los Hermanos Maristas. Misión de Padres Capuchinos. (Putumayo)

si- en otros exámenes hablarán ya nuestro idioma y no ten- drán necesidad de emplear para expresarse el empalagoso

jú, jú, júúú tan característico de los coreguajes cuando

contestan a lo que se les pregunta.

"Las materias en que se examinaron fueron: Catecis- mo y oraciones principales; lectura de Baquero; contar hasta quinientos, y escritura de algo que me dijeron era el abecedario, pero que en realidad más tenía de garabatos que de letras. Terminó el acto con el canto del himno nacional . . "

aquí pues señalado en pocas palabras el comien- zo de todas las escuelas de indios de este Territorio. Con esto queda iniciado el resurgir de la tribu, que andando el tiempo ha de hacer que esos indios sean miembros dignos de la Iglesia y de Colombia. aquí los beneficios de la instrucción primaria.

MUiones católicas 6

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CAPITULO VIII

ACUSACIONES CONTRA LA MISIÓN

§ 1." Explosión de las reservas ofensivas—^ 2.^ Rendición

de cuentas.

§ 1.°

Explosión de las reservas ofensivas.

Esclavitud de los indios Las extorsiones contra la colonia antioqueña Céle- bre contrabando de aguardiente.

Aunque algo llevamos expuesto sobre la tan zaran- deada esclavitud a que los misioneros del Putumayo y Ca- quetá hemos reducido a los indios, pues algo adelantamos ya en el capítulo ii, parágrafo 1.", no obstante vamos a in- sistir sobre ello. Para que se vea si son los misioneros quienes cometen tamaños abusos, y si toleran siquiera la más insignificante vejación contra estos seres infelices, su- plicamos y nos tomamos la libertad de copiar, por última vez, unos párrafos de la tantas veces citada obra del doc- tor Rodríguez Piñeres, quien en la página 142 dice:

"Propietarios de esa clase como los ricos que engañan a los indios comprándoles los terrenos por precios irriso- rios, cuando los Padres se descuidan un momento en su labor de protección a esos seres inferiores; otros, que quie- ren especular con la adjudicación de baldíos, que no han de cultivar en mucho tiempo y que los Padres logran que queden como resguardos en favor de los indios para que no los puedan vender; esas personas, junto con los que tie- nen intereses de otra clase, amén de quienes siempre abri- gan el pesar del bien ajeno, o instintiva aversión a sota- nas y camándulas, han formado un coro en contra de los misioneros, cuyas voces han llegado hasta la capital de la República, con el adicional condimento de pretendidos co- lonos expoliados, etc.; pero yo, con toda la imparcialidad de que me siento animado, sin pasión de ninguna clase, por propia observación personal, me creo en el deber de poner de manifiesto ante mis conciudadanos la magnitud

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de la obra de colonización realizada por las Misiones, y que no habría podido llevarse a cabo, ni en mínima parte, con un personal laico, y que no podría continuarse con provecho sino por los religiosos que siguen una obra que para ellos constituye el cumplimiento de un altísimo de- ber de su ministerio, y que requiere una unidad de pensa- miento y acción que jamás podrá obtenerse por medio de empleados públicos.

'*Por eso soy yo de los primeros en aplaudir a los Congre- sos conservadores por el decidido empeño que han mostra- do en votar fuertes sumasen los Presupuestos Nacionales, destinadas al sostenimiento de las Misiones establecidas en el Caquetá y Putumayo, así como soy de los primeros en no acompañar a algunos de mis amigos políticos que han pretendido que se reduzcan esas sumas. Grande es la labor civilizadora que los misioneros han hecho. Sin contar la cantidad de escuelas que han abierto, el número de indios que han reducido a la vida civilizada, el desarro- llo que le han dado a la agricultura de la región, el pro- greso que a ésta le han llevado con la importación de co- lonos antioqueños, hay que abonarles a los misioneros, cuya obra desde luego no es perfecta, la protección que dispensan al indio infeliz contra la rapacidad del blanco, lo que irrita a éste y lo convierte en corista de los que en Bogotá creen combatirlos eficazmente combatiendo

la obra de las Misiones y pretendiendo que se reduzcan las sumas a ellas destinadas."

He aquí pues los abusos que los misioneros cometen contra los indios.

Esclavizamos ciertamente a los indígenas, si se en- tiende por esclavitud el haberles coartado la libertad para vender imprudentemente sus terrenos, lo que iba a ser causa de que pronto todos ellos estuviesen en el estado más lastimoso; los esclavizamos, pues, procurando que sus propiedades sean declaradas resguardos, de conformidad con las leyes de la Nación- Esta sí, ésta y no otra es la es- clavitud que han podido encontrar entre esos indios algu- nos blancos que, poseídos por la fiebre de una ambición desmedida, habían echado sus cálculos sobre lo que poseen estos pobres infelices, y como la Misión se les puso delante, escudando esos terrenos al amparo de la ley, han creído que por este hecho éramos muy dignos de ser señalados con su anatema. Hay anatemas que, como éste, en el fon- do resultan honrosas alabanzas.

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Y ¿qué dii-emos ahora sobre las atrocidades cometidas por la Misión contra los colonos antioqueñosí

. Haciéndose eco un periódico liberal de lo que se dijo a este respecto en pública Cámara de Representantes, nos atacó a los misioneros tan rudamente que el Reverendísi- mo Padre Prefecto se vio en la necesidad de contestar, lo que hizo por medio de un artículo publicado en Pasto, y del cual entresacamos los siguientes párrafos:

"... Desde que entramos al Territorio, nuestro cons- tante afán, como le consta a la Nación entera, ha sido sal- var esta hermosa porción de Colombia, nuestra patria adoptiva. Para lograrlo no hemos perdonado sacrificios de ninguna especie; nos hicimos ingenieros, y abrimos el ca- mino que debía comunicar esta región con i a parte civili- zada de Colombia; nos hicimos agricultores y comenza- mos con grandes alientos a descuajar selva, establecer se- menteras y poner cría de ganado, a fin de que el Territo- rio tuviese medios de subsistencia; nos hicimos colonizado- res con el objeto de que se poblara esta rica y extensa re- gión y pudiera así Colombia alegar posesión cuando llega- ra el caso. A esto último, como es natural, le dimos espe- cial importancia y echamos mano de cuantos medios nos -sugirió nuestro empeño de poblar el Territorio y sembrar- lo de centros cuyos habitantes, con su labor e industria, le dieran vida, y con su ejemplo y hábitos civilizados nos ayudaran a sacar de su ser estacionario a las tribus que moran en él.

"Después de muchos ensayos con resultado vario, se nos ocurrió traer antioquenos, cuya fama de trabajadores es proverbial en toda la República.

"Recorrimos buena parte de Antioquia, y con la ayuda de un joven antioqueño, José María Arango, logramos reunir un número regular de familias como colonos del Putumayo. En los cincuenta días de viaje, hasta llegar al Territorio, nos dimos ya cuenta de que no estaban despro- vistas de fundamento las advertencias que nos hicieron algunos amigos de Pasto y Bogotá.

"Sufrimos lo que sólo Dios sabe, y en aquel penoso viaje tuvimos que aguantar toda suerte de impertinencias. Nunca estaban contentos aquellos sujetos: los favores los hacían más exigentes. Llegamos por fin a Mocoa, y como varios de los antioquenos, que tal vez se habían figu- rado que se les darían en el Putumayo haciendas con ga-

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nado y todo, vieron que tenían que trabajar para lograr todo aquello, comenzaron a desbandarse y tomar diferen- tes rumbos. (De algunos de éstos, que regresaron a Antio- quia, se dijo que se fueron en estado de miseria). Con los que quedaron fundamos la colonia de Alvernia en el lugar más sano de todos los que existen en los contornos de Mocoa, a tres leguas y media de esa población y a mil metros sobre el nivel del mar ; lugar que por su salubridad había sido ocupado ya en tiempo de las quinas por una poderosa compañía.

"Se construyeron las viviendas necesarias para todos los colonos, se les facilitaron herramientas, semillas, medi- cinas y víveres durante seis meses, plazo que después se prorrogó por espacio de un año; se abrió un camino de herradura para comunicarse con Mocoa, y con este mismo fin se construyó el mejor puente que existe en el territorio y que luciría en cualquier parte.

"Como todo lo expuesto demandó grandes desembol- sos de dinero, y por otra parte] veíamos que los antioque- ños que quedaren trabajan bastante, a ñn de que aquélla no pereciese por inanición, ya que decían sus moradores que lo único que los desalentaba era su corto número, pro- pusimos a la Junta de Inmigración ensayar otra expedi- ción a Antioquia, tomando todas las precauciones del caso, para que &e trajeran solamente familias escogidas, que no dieran tanto que hacer como las primeras. Se celebró un contrato con don José María Arango, que nos había acompañado en nuestra correría por Antioquia, y se le insistió mucho para que escogiera el personal. En el infor- me que rindió dice que había cumplido estrictamente todas las instrucciones de la Junta y que había logrado alistar un buen número de familias de toda confianza, pero que, en víspera de emprender viaje, algunos malévolos propa- laron cuántas noticias adversas les fue posible pam hacer- las desistir del viaje.

''En consecuencia no tuvo otro arbitrio que reunir ios individuos y familias que pudo, pues iba a expirar el plazo que la Junta de Inmigración le había fijado para dar cum- plimiento al contrato. Todo lo que dejamos expuesto consta en documentos que reposan en el archivo de la mencionada Junta.

''Si en la primera expedición hubo mucha cizaña, abundó tanto en la segunda que casi ahogó por completo la buena semilla.

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"Varios de esos colonos recibían su ración de carne y víveres que se les había señalado, y en vez de ir a trabajar se quedaban toda la semana en el pueblo, alegando mil fútiles pretextos y diciendo que luego harían su finca. Se les amonestó repetidas veces para que trabajasen, y en lugar de atender a los paternales consejos del misionero, amena- zaban e insultaban groseramente a los encargados de re- partir los víveres.

"Cuando por fin se les hizo presente que si no comen- zaban los trabajos de sus fincas se les retiraría todo auxi- lio, hicieron la pantomima de salir del pueblo y hacer como que iban al trabajo, pero se quedaban en el monte ju- gando a los naipes, comiendo y durmiendo hasta que lie gaba el sábado, día de la repartición de víveres. Como los días pasan y al tiempo no s^ le puede detener, expiró el plazo fijado en los acuerdos de la Junta para suministrar víveres a los colonos. ¡ Aquí fue Troya ! Se encontraron como los pecadores en la hora de la muerte, con las manos vacías. Como estaban acostumbrados a comer sin trabajar, asaltaron la casa de la Misión y robaron lo que tenía el misionero, y pasando de un exceso al otro, profanaron la capilla, se pusieron los ornamentos sagrados e hicieron mofa de nuestra santa Religión

"Para que tuvieran mediq de ganar algún dinero, de- terminamos abrir una finca por cuenta de la Iglesia, en donde pudiesen trabajar a jornal los que quisiesen, los días que no estuviesen ocupados en los trabajos de sus propias tierras.

"A algunas familias más pobres y numerosas se les facilitaron vacas de leche, y para que pudiesen conseguir más fácilmente con qué vestirse, se desprendió la Misión de un depósito de ropa que teníamos para nuestro uso, y que habíamos hecho venir de Europa antes de la guerra. Todo se les dio a precio de costo, siendo así que en Pasto los mencionados artículos valían más del doble. En fin, no parece sino que hubiese habido una incesante contienda entre los antioqueños y la Misión: ésta empeñada en ha- cerles favores y aquéllos en corresponder con ingratitudes. Si llegara a fracasar por completo aquella colonia, nos quedaría la satisfacción de haber extremado todos los me- dios para sostenerla, y la culpa no será nuestra, ni, quizás, tanto de aquellas pobres gentes como de los que constante-

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mente los azuzan para que abandonen la colonia y arro jen inmundo cieno al rostro de sus bienhechores "

Añádase ahora a lo que acabamos de transcribir lo que al tratar de esa colonia llevamos dicho en el capítulo ni, parágrafo 2°, y se tendrá un índice bastante completo sobreesté asunto.

Réstanos decir algo sobre el célebre contrabando de aguardiente de que se nos acusó ; pero como es este un asunto que por lo ridículo no merece los honores de ser tomado en serio, pues es sabida la guerra a muerte que hacemos al alcohol en el Territorio, creemos que esta es razón suficientemente poderosa para que se nos dispense por un momento la seriedad que se debe a un informe como el que estamos escribiendo, y se nos permita copiar el re- lato seriojocoso, pero absolutamente verídico, que del hecho en cuestión publicó el Reverendísimo Padre Prefecto en el artículto antes citado.

Copiamos :

"Nos resta decir algo del famoso contrabando que el simpático L. F. M. cogió a los capuchinos el 10 de enero de 1914, contrabando que han conjugado por activa y por pa- siva nuestros adversarios, y cuyo matraqueo ha durado hasta el presente, llegando su ruido hasta la Cámara de Representantes. Si don Quijote de la Mancha volviese a este mundo, estaría envidioso de la singular proeza llevada a cabo por nuestro famoso héroe don L. F. M. en los cam- pos de Sibundoy. Vamos pues a narrar aquella aventura del moderno caballero de la T. F. Era una hermosa ma- ñana del 10 de enero del año del Señor de 1914, y cuando el sol con sus dorados rayos alegraba las campiñas y derra- maba torrentes de luz por todo el universo mundo, se pre- sentó delante de nuestro convento pajizo de Sibundoy don L. F. M. con un brillante y lujoso séquito y rodeado de las autoridades de San Fracisco. El Reverendo Padre Lorenzo de Pupiales lo recibió con todas las atenciones del caso y les preguntó a qué debía el honor de verse visitado con tanta pompa y solemnidad. El jefe de la cuadrilla, poniéndose muy orondo, le dijo que venía a co- ger un contrabando que según le habían informado, tenía en el convento. Le habrán informado a usted mal, le con testó con toda calma el buen Padre. Aquí no sabemos de

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esas cosas, propias de gente baja y ruin; el aguardiente que tenemos y que conseguímos con el Reverendo Hermano Manuel, Marista suizo, es para hacer alcohol y alimentar la lámpara de proyecciones con que, mediante cuadros escogidos, explicamos todos los domingos la doctrina a los indios, como se estila en Europa. Ese aguardiente, prosi- guió el Padre, lo compramos a los señores Manuel Silva y Gabriel Perafán en tiempos que ellos eran rematadores. Pues eso es contrabando, dijo L. F. M., y aquellos señores no podían venderlo.— Pues pídales a ellos cuenta, contestó el Padre Lorenzo, y no a nosotros, que lo compramos de un modo legal— Que eso es contrabando, y por lo mismo me pertenece, insistió M., y diciendo y haciendo cogió el aguar- diente, haciendo con él una alharaca fenomenal, y embo- rrachando a los indios y a los blancos que pudo reunir para que fuesen testigos de tan portentosa hazaña "

aquí pues en qué consistió el tan célebre contra- bando, suceso en tan simple que causaría risa si no se viera la gran dosis de malicia que ha impulsado a quien pretendió hacer de esto un arma contra la Misión.

Bendición de cuentas Habla la Junta de Misiones.

Para aclarar ese punto y demostrar que se han rendi- do cuentas legal mente comprobadas, la Junta Arquidioce- sana Nacional de Misiones publicó en El Nuevo Tiempo^ de 11 de octubre del año pasado, una bien documentada in- formación, en la que se pueden ver todos los trámites seguidos hasta que la Corte de Cuentas acordó declararse incompetente para entender en las que presentaba la refe- rida Junta. Como nada nuevo podemos añadir a lo expues- to en el escrito mencionado, y al propio tiempo, conse- cuentes con nuestro método de probar y demostrar lo que nos proponemos, con testimonio ajeno, en cuanto es posible nos ceñiremos a reproducirlo ; con esto quedará probado que no hemos omitido el requisito de rendir cuentas, y que si no se ha repetido es porque era inútil, toda vez que quien debía tomarlas se declaró incompetente.

Copiamos :

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''Junta Nacional de Misiones— Autos Corte de Cuentas. Sala de Acuerdo Número S— Bogotá, febrero ^2 de 1915.

*'El señor Magistrado de la Sección 10^ dirigió a la Presidencia esta comunicación:

'Señor Presidente de la Corte de Cuentas En su Despacho.

'Por Decreto de esa Presidencia, número 11 de 9 del presente, se asignó a esta Sección él examen de las cuen- tas de la Junta Nacional de Misiones.

'Estudiados los antecedentes de esas cuentas, el infras- crito Magistrado se permite hacer la siguiente exposición y deducir la consecuencia de que se hace mérito.

'El Congreso de 1912 expidió la Ley T4 del mismo año, con el fin de auxiliar la Junta A rquidiocesana Nacio- nal de las Misiones en Colombia con la suma de $ 100,000 oro anuales, que deben pagarse por duodécimas partes al fin de cada mes, a contar desde el de enero de 1913 en ade- lante. Dispone, además, que todos los años se tome tal can- tidad de las rentas comunes, de preferencia a cualquier otra destinada a las obras de fomento, y ordena incluirla en los Presupuestos de gastos respectivos. Como única condición de este auxilio exigió el legislador que cada seis meses rinda el Presidente de dicha Junta al Gobierno un informe deta- llado sobre la marcha y estado de los trabajos en las obras a que dicha Ley se refiere. Y en obedecimiento de ella se han venido pagando a la Jjanta las cuotas mensuales asig- nadas.

'La Junta Arquidiocesana se compone del Ilustrísimo señor Arzobispo, quien la preside ordinariamente; de los señores Francisco J. Zaldúa, Celso Forero Nieto, y tiene por Tesorero al señor José María Mejía. La Junta así com- puesta estudia las peticiones de las Misiones que tienen a su cargo las obras de evangelización en distintos puntos del territorio nacional, y señala la partida que según las necesidades de cada Misión deben suministrársele.

'Hecho el envío de los fondos el Superior de la Misión, determina la manera de invertirlos, es decir, los objetos en que deben emplearse, como más eficaces al noble fin enco- mendado a la Misión.

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'FuDcionan éstas en lejanas y desiertas regiones, en donde no hay más autoridad que los mismos misioneros, y los fondos se gastan en atraer con dádivas a los indíge- nas, en proporcionarles artículos necesarios a la subsisten- cia. En estas condiciones es imposible, de toda imposibili- dad, cumplir, en materia de cuentas, las formalidades de redención y comprobación que exigen las disposiciones legales y reglamentarias. Las cuentas formadas sin aque- llos requisitos, no pueden someterse en su examen a las disposiciones que regulan las oficinas públicas que funcio- nan en centros civilizados ; y como ni la ley ni el Gobierno han reglamentado la manera de comprobar la inversión de los dineros con que se auxilian esas obras, es manifiestamen- te claro que la Junta no está en el deber legal de rendirlas cuentas de esa inversión, y que si las rinde de motu proprio, la Corte no tiene disposiciones legales ni ejecutivas que aplicar- les. Además, no puede considerarse a los miembros de que se compone la Junta como responsables del Erario, pues al considerarlos investidos de tal carácter habría que exigir- les la prestación de fianza legal, y es notorio el absurdo de tal exigencia en el presente caso.

'En tales condiciones el iofrascrito es de concepto que no pudiéndose examinar las cuentas en referencia a la luz de las disposiciones que reglamentan la materia, ni tenien- do otras de especial aplicación para ellas, y gozando el Presidente de la Junta, Ilustrísimo señor Arzobispo Pri- mado de Colombia, de la absoluta confianza de la Nación entera, no tiene intervención la Corte en el manejo de los fondos con que el Congreso auxilia la obra de las Misiones, altamente benéfica y de patriótico interés, más si se atiende a que la ley especial que contiene el auxilio, no establece control alguno respecto de la inversión de los fondos que dicha Junta maneja, y solamente exige el informe a que se refiere el artículo 3.° de la citada Ley 14 de 1912.-

'Como consecuencia de lo expuesto me permito soli- citar de esa Presidencia se sirva resolver, si lo juzgare de su incumbencia, o que tales cuentas sean examinadas, o si, como lo cree el infrascrito Magistrado, deben devolverse a quien las remitió, por no tener esta Corte funciones qué ejercer respecto a ellas. Si el señor Presidente no se con- siderare competente para resolver el punto, pido muy res- petuosamente sea sometido a la decisión de la Sala.

'De usted atento y seguro servidor,

*Abel Paúl*

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"Estimó el señor Presidente que correspondía a la Sala resolver la consulta, en virtud del artículo 23 del Re- glamento, y pasó el oficio en comisión de turno a la Sec- ción 6.'

"Los conceptos expresados por el señor Magistrado autor de la consulta en el sentido de que esta Corte no debe intervenir en la fiscalización de los dineros del Tesoro Nacional que se destinan al auxilio de las Misiones, merecen tenerse en consideración, aunque no constituyen funda- mento suficiente de orden legal para que la Corte decida abstenerse de verificar el examen de las respectivas cuen- tas. Para resolver la abstención existen razones de mayor peso, que era necesario consignar en la consulta, pero que la Sala debe tener presente al dictar su decisión, adicio- nando así las opiniones emitidas en el oficio transcrito, en las cuales aparece el laudable propósito de encomiar la obra de las Misiones, y dar testimonio de la indiscutible honorabilidad del personal que forma la Junta Arquidio- cesana Nacional de las Misiones, y de la confianza ilimita- da a que dicha Junta es acreedora.

"Es necesario, pues, estudiar el punto en sus antece- dentes y sus distintas fases.

"Al efecto se observa :

"Por Ley del año 1842 el Cuerpo Legislativo autori- zó al Grobierno para contratar la venida de misioneros extranjeros, autorización que dio por resultado la vuelta al país de la Compañía de Jesús, cuya labor fue reconocida y elocuentemente encomiada en 1850 en la Memoria que el Secretario de Gobierno presentó al Coogreso.

"No obstante, en ese mismo año se decretó una nueva expulsión del Territorio de la República de aquellos abne- gados religiosos que venían luchando por el progreso y cris- tiana civilización de la Nueva Granada.

"Después de aquella Ley sólo en 1888 se halla constan- cia de que las Misiones volvieran a ser objeto de atención oficial.

"En dicho año aprobó el Consejo Nacional Legislativo, por Ley número 35 de 27 de febrero, y promulgó el Ejecu- tivo por Decreto número 86 de 21 de septiembre, el Con- cordato o Convenio entre la Santa Sede y la República de Colombia, suscrito en Roma el 31 de diciembre de 1887. En dicho Convenio se obligó la Santa Sede a prestar su apoyo y cooperación al Gobierno para que se establecieran en Colombia institutos religiosos que se dedicaran con pre-

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ferencia a las misiones (artículo 11). El Gobierno, por su parte, se obligó en cambio de las condonaciones de los cuantiosos valores de propiedad de la Iglesia, pormenori- zados en el artículo 2é, sl asignar a perpetuidad una suma anual líquida que entonces se fijó en $ 100,000 y que el Gobierno se compronietió a aumentar cuando la situación del Tesoro lo permitiera, dineros que se destinarían en la proporción y términos que se conviniera entre las dos su- premas partes contratantes, al auxilio de diócesis, cabildos, seminarios, misiones y otras obras propias de la acción civilizadora de la Iglesia (artículo 25). Se estipuló además que los convenios que se celebraren entre la Santa Sede y el Gobierno de Colombia, para el fomento de las Misiones Católicas en las tribus bárbaras, no requerían ulterior aprobación del Congreso (artículo 31).

" Con fecha del 2 de octubre del mismo año de 1888 fue aprobado por el Ejecutivo el Convenio de 24 de sep- tiembre del año citado (Diario Oficial 7563), sobre cumpli- miento del citado artículo 25 del Concordato. En la distri- bución que allí se acordó se le asignaron $ 25,000 a las Misiones, y en el artículo 10 de aquel Convenio se estable- ció lo siguiente :

'Los Prelados darán cada año al Representante ponti- ficio en Bogotá, cuenta detallada de la suma por ellos reci- bida e invertida en los institutos u obras, a que las cuotas correspondientes se hayan destinado en su respectiva Dió- cesis ; cuenta que, en ausencia del Representante pontifi- cio, será elevada al Metropolitano de Bogotá, quienes ele- varán esos informes, todos reunidos, al conocimiento de la Santa Sede y del Gobierno de la República.'

"Más tarde la Ley lOB de 1890 facultó al Gobierno para organizar, de acuerdo con la autoridad eclesiástica, misio nes para reducir a la vida civilizada a las tribus salvajes de las regiones colombianas bañadas por los ríos Putuma- yo y Caquetá y sus afluentes, y para establecer en esta ciudad una casa para misioneros, y destinó la suma de $ 50,000 con tal fin y para el servicio de policía de la mis- ma región. Nada se estableció en esta Ley respecto de cuentas. ^

"La Ley 76 de 1892 reformó la 103 de 1890 en el senti- do de autorizar al Gobierno para destinar, de la cantidad votada en aquélla, $ 8,000 para auxiliar las misiones baña- das por los ríos Atrato y San Juan. Y en cuanto a la in- versión de esta cantidad, dispuso que se haría previo

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acuerdo entre el ilustrísimo señor Arzobispo de Popayán, el Gobernador del Cauca y los superiores de las dichas Mi- siones. En esa misma Ley se votó la suma de $ 5,000 para si envío de una Comisión que debía estudiar en el Caquetá la manera de establecer misiones en aquel Territorio, en- vío que sólo requería el acuerdo del Ilustrísimo señor Obispo de Pasto y el Gobernador del Cauca.

"Por Ley 61 de 1894 se destinaron en cumplimiento del artículo 25 del Concordato, $ 12,000 para auxiliar las nuevas Diócesis de Santander y Tolima.

"La Ley 164 de 1896 elevó a $ 2,000 anuales el auxilo a la Misión capuchina de La Goajira. Pero tampoco en esta Ley, ni en las citadas, se dispuso nada relativo a cuentas.

"Vino luego la Convención de 4 de agosto de 1898 {Dia- rio Oficial 10731), que versa sobre la eji&cución del artículo 25 del Concordato. Se hace allí la distribución entre diferen- tes obras, de los $ 112,000 votados por las Leyes 35 de 1888 y 61 de 1894, y se asignó a cada Diócesis de"^ la República la porción conveniente de dicho total. A la obra de las mi- siones le correspondió la cantidad de $ 25,000. En ese docu- mento ratificó el Gobierno su propósito de destinar, en cuanto le fuera posible, nuevas cantidades a las Misiones, y dio testimonio de que reconocía el deber de cooperar a la reducción y civilización de las tribus salvajes. En la misma Convención se dispone que por las Administracio- nes de Hacienda se hagan a los Prelados respectivos, o a sus apoderados, los pagos de las cantidades asignadas a las Diócesis. Y en cuanto a la inversión de estos dineros, se reprodujo en el artículo 9.^ lo consignado en el artículo 10 ya transcrito del Convenio de 24 de septiembre de 1888.

"Para dar cumplimiento, en parte, a la aludida Con- vención, en el Presupuesto de la vigencia de 1899 a 1900 se incluyeron $ 31,00ü.

'Tor Decreto legislativo número 728 de 1902 se au- mentó el auxilio de la Misión capuchina de L<a Goajira, y se mandó pagar $ 10,034-40 que se le debían al Reverendo Pa- dre Superior de ella por auxilios atrasados.

"Más tarde, y en vista de la nota de la Santa Sede, de fecha 20 de noviembre de 1902, concedió el Gobierno por medio del Decreto legislativo número 1776 de 5 de diciem- bre dei mismo año, un auxilio extraordinario de $ 8,000 oro para atender a los gastos de traslación y primeras ins- talaciones de personal de las Misiones de que trata el Con- venio de fecha 29 de diciembre de 1902, celebrado entre la Santa Sede y el Gobierno de Colombia. En este documento,

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que corre publicado en el Diario Oficial número 11798, dijo el Gobierno :

'Artículo V. El Gobierno de la República, en justa compensación del sacrificio que hacen los misioneros para evangelizar a los indios de los Territorios Nacionales, con- trae la obligación solemne de proveer, de manera invaria- ble y sin interrupción, a las Misiones expresadas, de los medios necesarios para su vida y crecimiento, a medida que los recursos fiscales del país lo vayan consintiendo.'

"Y por el artículo vi se confirmó el destino de la can- tidad de $ 75,000 anuales como auxilio para las Misiones a que se refiere el Convenio de 4 de agosto de 1898 y la Ley 103 de 1890, y se hizo distribución de la expresada cantidad entre las diversas entidades que se ocupaban en las Misio- nes, teniendo para el efecto en cuenta los informes de los respectivos Prelados diocesanos.

"En este Convenio la única estipulación relativa a cuentas es la contenida en el artículo xi, que dice :

'El Jefe de la respectiva Misión presentará cada afio al Representante Pontificio, o en ausencia de éste, al Me- tropolitano más inmediato, un informe sobre el estado de la Misión y el modo como se hayan invertido las sumas de dinero recibidas del Gobierno. Los informes y cuentas serán sometidos inmediatamente al conocimiento de la Santa Sede y del Gobierno de la República.'

"En cumplimiento de este pacto apropió el Gobierno la partida de $ 150,000 en el Presupuesto de gastos de 1903 a 1904 (Decreto legislativo número 470 de 21 de abril de 1903). Y posteriormente, en los Presupuestos de 1905, 1906, 1907, 1909, incluyó pequeñas partidas para pagar algunos de éstos auxilios.

''En todo este tiempo, pero de manera especial desde el año 1908, la Delegación Apostólica en Colombia, a cargo entonces del Excelentísimo señor Ragonesi, así como el Episcopado colombiano, se ocuparon con interés digno de imperecedera gratitud en el desarrollo de esta obra; y uno de los resultados de sus labores fue la instalación de una Junta Arquidiocesana de las Misiones, que goza de perso- nería jurídica por Resolución del Poder Ejecutivo, de 3 de agosto de 1912.

"Fundada e instalada dicha Junta, cuyo único objeto es la dirección superior de la obra de las Misiones en Co- lombia, el Congreso de 19 1 1 expidió la Ley número 52, que dice :

95

'Artículo 1." Auxiliase con la suma de veinte mil pe- sos ($ 20,000) la Junta Arquidiocesana de las Misiones en Colombia.

'Artículo 2." El Gobierno reglamentará el pago de aquella cantidad en cuotas proporcionales, en armonía con los trabajos de colonización de la Junta, lo mismo que la rendición de cuentas y la comprobación de la inversión que se les a los fondos provenientes del Tesoro Público.

'Artículo 3.° La partida a que se refiere la presente Ley se incorporará al Presupuesto de gastos para la vigen- cia económica de 1912.'

"Por Decreto número 207 de 12 de febrero de 1912 cumplió el Gobierno el artículo 3.'', adicionando el Presu- puesto de ese año co)i la cantidad votada por la ley; pero ni entonces ni después reglamentó la rendición de cuentas ni la comprobación de la inversión de esos dineros.

"Los términos de dicho artículo fueron sin duda el fundamento que tuvo el señor Presidente de esta corpora- ción para incluir en el informe al Congreso de 1913, a la Junta Arquidiocesana de Misiones en Colombia, por la inversión de $ 20,000, entre las Oficinas que debían rendir cuentas.

•'Con el título de Las Misiones en Colombia, la Junta publicó en 1912 varios y muy interesantes documentos relativos al fomento y desarrollo admirables que ha tenido la obra de colonización y evangelización de las regiones del Caquetá y Putumayo, y entre aquellos documentos figura el luminoso informe que sobre el proyecto de ley presentado al Congreso, con el fin de darle por parte del Gobierno mayor apoyo a aquella obra de civilización, de defensa y de engrandecimiento de Colombia, rindió la Co- misión déla Cámara de Representantes que lo estudió para segundo debate.

"Este proyecto, elevado a ley, es la número 14 de 1912, que dice :

'Artículo 1.° Auxiliase a la Junta Arquidiocesana Na- cional de las Misiones en Colombia con la suma de cien mil pesos ($ 100,000) oro anuales, que se pagarán por duo- décimas partes al fin de cada mes, a contar desde el mes de enero próximo (1913).

'Artículo 2.** La suma a que se refiere el artículo ante- rior se tomará todos los anos de las rentas comunes, de preferencia a cualquier otra destinada a las obras de fo- mento, y se declara incluida en los Presupuestos de gastos.

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•Artículo 3.° Cada seis meses el Presidente de la Junta Arquidiocesana Nacional de las Misiones rendirá al Gobier- no un informe detallado sobre la marcha y el estado de los trabajos en las obras a que la presente Ley se refiere, que se publicará preferentemente en el Diario OficiaV

"En cumplimiento de esta Ley, el Gobierno incluyó la cantidad de cien mil pesos {$ 100,000) en los Presupues- tos de gastos de 1913 a 1914, y ha hecho a la Tesorería de la Junta, por mensualidades, los pagos correspondientes.

"La Junta Arquidiocesana ha remitido a esta Corte, creyéndolo deber suyo, las cuentas de inversión desde oc- tubre de 1913 hasta marzo de 1914. La Prefectura Apostó- lica del Caquetá y Putamayo rindió el importantísimo informe, publicado en edicióü oficial, en el folleto de 1913 titulado Misiones CatóUcas del Putumayo.

"En las Memorias presentadas en 1913 y 1914 por el Ministerio de Gobierno al Cuerpo Legislativo, se encuen- tra, en la parte relativa a las Intendencias y Comisarías, la información que, respecto a las obras de las Misiones, ha obtenido el Gobierno de sus agentes oficiales, en las regiones donde los religiosos ejercitan su labor de civiliza- ción y evangelización.

•'Además, es de suponer que la Junta Arquidiocesana haya presentado al Gobierno el informe de que trata el artículo 3.° de la Ley 14.

"La precedente reseña da lugar a las siguientes con- clusiones :

"Que las erogaciones que ha hecho, hace y continuará efectuando la República con destino a las Misiones Cató licas en Colombia, tienen por causa un deber de justicia y de reparación nacional, y están decretadas a título de indemnización a la Iglesia, de conformidad con lo que ha reconocido y declarado la >< ación en las Convenciones ce- lebradas con la Santa Sede, especialmente en el Concorda- to de 1887.

"Que en tal virtud y en acatamiento del precepto cons titucional, el Gobierno no puede imponer a la Iglesia, representada en el caso por la Junta Arquidiocesana, la obligación de rendir cruentas de los dineros destinados a las Misiones. La Ley 52 de 1911, reconociendo implícita- mente que la Junta Arquidiocesana Nacional no podía estar sometida a los requisitos establecidos para los empleados de manejo, dispuso que el Gobierno reglamentara la ren- dición y comprobación de las cuentas referentes a los vein- t-e mil pesos ($ 20,000) que esa misma Ley destinó para

97

auxiliar a la Junta ; pero el Gobierno no efectuó la regla- mentación, ni podía efectuarla, a no ser que el reglamento consistiera en ordenar simplemente que se informara al Gobierno de la República sobre la inversión de los fondos, como quedó estatuido en el artículo 10 del Convenio de 24 de septiembre de 1888. Por otra parte, los auxilios a las Misiones constituyen, como queda dicho, el pago de una deuda que la Nación ha reconocido y ha tomado a su car- go satisfacer.

"Que aun en el caso que en las convenciones no se hu- biera establecido, como se estableció, lo relativo a projjeden- cia de los pagos y a la inversión de los fondos, y de que en la Ley 14 de 1912 no se hubiera todavía precisado más cuál era, en armonía con los mandatos constitucionales, el deber de la Junta al respecto, no podría exigírsele a esta entidad que rindiera cuentas a la Corte, pues de conformi- dad con la legislación fiscal del país, la Junta Arquidioce- sana Nacional de Misiones no puede bajo ningún aspecto considerarse como empleado de manejo, o responsable al Erario. Los dineros que eroga la Nación con destino a las Misiones, aparte de su carácter peculiar de indemnización a la Iglesia, los ha decretado el Cuerpo Legislativo, como uno de los auxilios que él puede conceder, en uso de la atribución 18^ del articulo 76 de la Constitución, y es bien sabido que los auxilios no implican para la entidad que los recibe deber de rendir cuentas de su inversión a la Corte del ramo.

"Habiéndose solicitado del señor Magistrado de la Sec- ción 10.', para completar este estudio, una de las cuentas remitidas por la Junta, fue suministrada la del mes de 6nero de 1914, de la cual se han tomado los siguientes datos:

"La cuenta pertenece a la colonización del Putumayo, y la rinde el Reverendo Padre Fray Fidel de Montclar, en su carácter de Prefecto Apostólico del Caquetá y Putuma- yo, y ha sido remitida a la Corte por el señor J. M. Mejía, Tesorero de la Junta Arquidiocesana Nacional.

"Estas cuentas esián llevadas por el sistema de cargo y data, en la forma establecida para cuentas de caminos por el Decreto 1431 de 1907 {Diario Oficial número 13136).

"La cuenta de enero se compone dellibro respectivo de movimiento de caudales, de cinco legajos de comprobantes y de un estado de caja el día último de mes. Todos estos

Misiones católicas 7

98

documentos se hallan esmerada y correctamente acondicio- nados, y la comprobación de las erogaciones es legal y

completa. ,. , ,

"El movimiento de la cuenta en dicho mes de enero

fue el siguiente, en plata de 0'835.

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diciembre de 1913 $ 37,325 06

"Salidas— Pagado a diversos in- dividuos por servicios y materiales que en la cuenta figuran detallados, y con los correspondientes recibos y que pueden capitularse así:

"Desmontes; amotonar y quemar malezas, siembras y cultivo de café, cana, plátano, algodón, pastos, etc, deshierbes; construcción de chambas y de una acequia; arreglo de potreros y cercas de alambre en varios trayectos de éstos; composición de caminos; aserrar y suministrar maderas; cons trucción y refección de casas para es- cuelas, etc., aseo y mejora de la loca- lidad; compra y transporte de víveres y otras cargas; servicio de policía, de postas a los trabajos de coloiiizaf/ión; alimentación de algunos individuos enfermos, etc., sueldos del mayordo mo de la finca de la Misión, del agen- te de víveres, del almacenista de mer- cancías, del escrilíiente del archivo, del copista de las ciienta'i; servicios técnicos en la construcción y direc- ción de un puente sobre el río Mocoa; servicios médicos y medicinas; algu- nas mercancías para el vestido de los padres; auxilios para los trabajos '

apostólicos de las regiones de Floren- cia, Orteguasa, Caguán, Pescado, Yunguillo, Condagua, Dencanse, etc., 6 invertido en bonos para denuncio de tierras baldías 7,785 02

^'Factura de Luis A, Rivas por mercancías para tíb equiar a l( s in-

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dios del Putumayo (esta es la única partida por valor de objetos para re galar a los indios, que figura en la cuenta examinada del naes de enero). 73 80

* Jornales en la construcción del puente sobre el río Mocoa; la cons- trucción de otro sobre el Quinchoa; construcción de casa para los colonos de Sibundoy; reparaciones a otras; instalación de una máquina hidráu- lica de aserrar en Santiago de Putu- mayo, y en sembrar y cosechar fru tos de la agricultura 3,232 . .

''Materiales y herramientas di- versas para los trabajos 1,121 95

"Fletes y transportes varios 80 45

"Gastos varios: ganados, útiles de escritorio, telegramas, portes de co- rreos, comisiones, bogas, alumbrado, pólvora ... 765 01 13,058 23

"Existencia para el mes siguiente $ 24,266 83

''En resumen, las cuentas traídas a la Corte están bien llevadas y comprobadas, a juzgar por la que se ha exa- minado, y su estudio puede corresponder a la Junta Ar quidiocesana Nacional u a otra entidad perteneciente a la Iglesia; pero en ningún caso corresponde a la Corte, pues a esta corporación no le está ad-crito por el artículo 327 del Código Fiscal ni por otra ley alguna.

"En mérito de lo expuesto, la Sala

"acuerda:

"La Junta Arquidiocesana Nacional de las Misiones en Colombia no está obligada a rendir a esta Corte las cuentas de inversión de los $ 100,000 anuales que recibe en virtud de la Ley 14 de 1912.

"En consecuencia devuélvanse las que han remitido.

"Copíese, notifíquese y publíquese.

"El Presidente, Pedro Rivera El Vicepresidente, Je- remías (JÁRDENAS Belisario Ayala José Villegas— Gra- ctliano Acebedo— J. J/. Vesga y Avila Eugenio Andrade. QuiVermo Bernal O. Juan A. Zuleta Abel Paúl "

100

CONCLUSIÓN

Vamos a terminar este informe.

Como puede verse por lo que a grandes rasgos hemos anotado, la labor de la Misión no cesa un momento. Quien quiera que haya seguido pacientemente leyendo los infor mes y documentos que se han publicado en distintos tiem- pos sobre esta Prefectura Apostólica, habrá podido apreciar la labor intensa que se ha seguido en todos sentidos, y cuyo resultado está a la vista. Es cierto que el sostenimiento de las obras emprendidas y dirigidas por los misioneros han costa- do algunas erogaciones al Estado, pero podemos preguntar: si las sumas que se han facilitado a la Misión para impul- sar esta obra, que bien podemos llamar gigantesca, se hubieran puesto en manos de alguna compañía, o simple mente de agentes civiles, ¿se hubiera logrado un resultado semejante? Está en la conciencia de todo el mundo que nó; con iguales recursos y contando con las mismas dificulta des que hemos debido vencer los misioneros, o no se habría hecho nada, o sería cosa de ninguna significación. Es que para lograr lo existente se ha debido Irchar casi desespe- radamente con toda suerte de obstáculos que se han pre- sentado, muy capaces la mayoría de ellos de hacer desistir de la empresa a la voluntad más bien templada; si nos otros hemos seguido adelante ha sido, bien podemos decirlo, por los auxilios rüuy especiales que Dios se ha dignado concedernos, y porque en la realización del conjunto de obras impulsadas y dirigidas, veíamos vinculado un altí- simo y sagrado deber de nuestro ministerio. Así, y sola- mente así, es como hemos podido resistir y seguir adelante en nuestro empeño.

Esta obra, pues, tal cual es y es tal como la han presentado en diversas ocasiones todos los que la han visi- tado sin preocupaciones y han informado con imparciali- dad,— la ofrecemos a la Iglesia, en cuyo nombre la estamos cultivando y regando con nuestros sudores, y a Colombia que la ha protegido con tanta constancia y con un carino, a toda prueba.

Fray Benigno de Canet de Mar

Secretario de la Prefectura Apostólica del Caquetá.

Sibundoy, 15 de mayo de 1919.

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índice

Preliminar . . .

Págs. 5

CAPITULO I— CARÁCTER DE NUESTRA LABOR EN EL TERRITORIO

§ I Móviles que nos indujeron a emprender una labof mixta.

La acción del misionero debe acomodarse a las necesidades de la Mi- sión— Lo que fue en los siglos xvi y xvii esta Misión Idiosin- crasia del salvaje Necesidad de relacionarlos con los blancos. Resultados

§ 2 Cómo se implantó y desarrolló nuestro plan de acción.

Dificultades por vencer Cómo se entraba al Territorio El temible bor- doncillo y la carnicería Inténtase abrir camino Comienzo de los trabajos Rapidez con que se llevaron— Entran multitud de colonos Distribución de colonias al lado de los indios Resul- tados

§ 3 hahof f eligioso patriótica de la Misión.

n

Servicios en favor de Colombia Cuestión de honra Entregóse el Terri- torio al comercio Posesión de hecho 17

CAPÍTULO II EFICACIA DE LA LABOR EMPRENDIDA

§ I Lo que eran los indios de este Territorio.

Cómo se trataba a los indios Las cuentas del Gran Capitán Sujeción de los indios a los comerciantes Protección que les han dado los misioneros Un testimonio autorizado Cómo se expropiaba a los indios del Valle de Sibundoy 20

§ 2 Lo que son los indios con relación a la Iglesia.

Comprenden y practican Rasgo e'ocuente 24

§ 3 Lo que son estos indios pata con su patria.

Estado de su civilización Los jóvenes desean vestir como los blancos. Indios en el Jurado Electoral Un indio Secretario Los indios aptos para el servicio militar Se les hace amar a su patria Con- ceptos de dos testigos 26

- 112

Págs,

CAPÍTULO III EFICACIA DE NUESTA LABOR (Continuación).

§ I Nuestra labor colonizadora.

Territorio casi deshabitado El Perú trata de colonizar el Bajo Putu- mayo Conveniencia de impulsar colonización colombiana Puer- to Asís perecerá si no"se le atiende— Reducción de gastos y sa- lida de algunas familias 31

§ 2 Colonias de Aivemiay Sucre.

Inquietud en la colonia de Alvernia— ¿Quién subleva a los colonos? Campaña contra la Misión Garantías que se dieron a los colo- nos y su cumplimiento Arma de combate Sucre Gran incre- mento de esa colonia Hablan testigos oculares Adjudicación de 120 lotes 34

CAPÍTULO IV —LA NAVEGACIÓN A VAPOR POR EL RIO PUTUMAYO

§ I Antecedentes y trabajos preliminares.

La navegación a vapor por el Putumayo dará vida al Territorio Cacao, algodón, azúcar, tabaco, vainilla, etc., para exportar El Putu- mayo es la vía para salir al Atlántico Información Primer viaje a Puerto Asís y Manaos 40

§ 2 Viaje del Padre Gaspat y del doctor Márquez.

Llegada a Manaos Gestiones para conseguir lancha -Tómanse datos sobre la plaza Flete de la Yaqtiirana Salida para Puerto Asís. Regreso del buque a Manaos Entusiasmo en Pasto y Ma- naos— Cargamento que se había reunido en Puerto Asís! 43

§ 3 Gran importancia de esta fiavegación pata Nariño y Huila.

Autorizados conceptos Datos apreciables Ventajas para 'Nariño y Huila - La navegación y la defensa de fronteras Más datos. Consecuencias y ventajas 48

§ 4 La tiavegación, ü?itco medio de prospetiáad para el Territorio.

Grandes compañías al Territorio Ingreso de capitalistas Denuncios y adquisición de baldíos Productos de gran valor para la expor- tación— Facilidades para exportar 52

CAPÍTULO V VÍAS DE COMUNICACIÓN EN EL TERRITORIO

§ I Camino de Pasto a Puerta Asís.

El camino al Putumayo intransitable Celébrase un contrato para su reparación Dificultades Contestación al Gobernador de Nari- ño— Conceptos de un viajero 75

113

§ 2 Camino Mocoa- Pitalito- Bogotá .

Pág-s

Condiciones de esa vía Documento importante Distancias desde Pi- talito a Mocoa No hay dificultades de consideración Gran importancia de esa vía El camino Pitalito-Mocoa es estratégico. Esa vía deberá seguir el ferrocarril llamado del Caquetá Dis- tancias.— Ahorro de un millón doscientos sesenta mil pesos oro. El objeto del ferrocarril exige que sea por Mocoa y Puerto Asís. Ventajas que ofrece esta vía 62

CAPÍTULO VI— LABORES APOSTÓLICAS

Auxilios espirituales a tribus dispersas Veintidós excursiones apostóli- cas— Relato de una excursión apostólica al Caguán Excursión por el San Miguel Entran indios a Colombia en estado lastimo- so— Un colombiano impedíales el paso 68

CAPÍTULO VII LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA EN EL TERRITORIO

Informe— ^Lamentable estado délos maestros de escueb Varias renun- cias— Establécense dos escuelas por cuenta de la Misión Escue- la nocturna en Puerto Asís La instrucción pública, medio im- portantísimo de civilización Cómo empieza la regeneración de una tribu. 75

CAPÍTULO VI 11 ACUSACIONES CONTRA LA MISIÓN

§ I Explosión de reservas ofensivas.

Esclavitud de los indios Las extorsiones contra la colonia antioqueña.

Célebre contrabando de aguardiente « 82

§ 2 Rendición de cuentas.

Habla la Junta de Misiones 88

Conclusión ...» 100

Cuadros estadísticos ~ loi

Misiones católicas— 8

INFORME

QUE EL SUSCRITO VICARIO APOSTÓLICO DE LA GOAJIRA RINDE AL ILUSTRISIMO Y REVERENDÍSIMO SEÑOR DOCTOR DON

BERNARDO HERRERA RESTREPO

ARZOBISPO DE BOGOTÁ, PRIMADO DE COLOMBIA PRESIDENTE HONORARIO DE LA JUNTA NACIONAL ARQUIDIOCESANA DE MISIONES

SOBRE LOS TRABAJOS DE LOS REVERENDOS PADRES CAPUCHINOS

MISIONEROS DE LA GUAJIRA, SIERRA NEVADA Y MOTILONES DURANTE EL AÑO DE 1918—1919

Ilustrísimo y Reverendísimo señor:

Nada para tan grato como rendir a Vuestra Seño- ría Ilustrísima el presente informe, relativo a los trabajos realizados por los Reverendos Padres Misioneros Capuchi- nos en los pueblos civilizados y territorios de indígenas, que forman el Vicariato Apostólico de La Goajira, a mi cargo, durante el año de 1918 y parte del que cursa.

Digo que nada para tan grato, porque aprecia- dos en su justo valor los modestos desvelos de nuestros Padres Misioneros, por Vuestra Señoría Ilustrísima, uni- dos a los constantes trabajos y santas abnegaciones de aquellos otros Misioneros que, como nosotros en distintas regiones del país, laboran heroicamente en la gran obra de reducción de salvajes, serán materia para que Vuestra Señoría Ilustrísima, con el honroso carácter que le distin- gue de Presidente de la Junta Arquidiocesana Nacional de Misiones en Colombia, pueda presentar el cuadro de las labores de los Misioneros en territorio de infieles, llevados a efecto en el año de 1918, al Excelentísimo señor don En- rique Gasparri, dignísimo Nuncio de Su Santidad, al Exce- lentísimo señor doctor don Marco Fidel Suárez, preclarísi- mo Presidente de la República y al Supremo Cuerpo Legis- lativo de la Nación, a fin de que, entidades tan respetables, vean clara y concretamente el esfuerzo constante de los Misioneros por atraer almas a Cristo, dar hijos a la Iglesia y ciudadanos a la Patria.

DIVISIÓN DE ESTE INFORME

Para su mayor claridad e inteligencia dividiré el pre- sente informe en cuatro partes : en la primera hablaré del personal del Vicariato; en la segunda, de sus trabajos es- pirituales en los pueblos civilizados que lo integran; en la tercera, del movimiento y estado de la Misión entre indíge- nas, y en la cuarta, de las excursiones de los Misioneros y adelantos de la nueva Misión, entre indios motilones.

Ilustrísimo señor fray Atanasio M. Vicente Soler y Ko5'0, Vicario Apostólico de La Goajira.

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PRIMERA PARTE

PERSONAL DEL VICARIATO

El personal encargado de la administración espiritual de los pueblos civilizados y territorios de indígenas que forman el Vicariato Apostólico de La Goajira, se ve casi todo en el grupo que acompaño, sacado precisamente este año en Ríohacha, después que hubieron terminado los san- tos Ejercicios Espirituales.

Éste personal trabaja en un territorio de más de nove- cientos miriámetros cuadrados, en el cual se hallan las Provincias de Padilla y Valledupar y las regiones de La Goajira, Sierra Nevada y Motilones.

Como pueblos importantes de la Provincia de Padilla se cuentan Ríohacha, Fonseca, Barrancas y Villanueva, ad- ministrados por los Padres Misioneros; San Juan de César y El Molino, por sacerdotes seculares; de la Provincia de Valledupar se enumeran Valledupar, Chiriguaná, Chimi- chagua y otros de menos importancia, administrados tam- bién por Padres Misioneros y por los sacerdotes seculares.

En todo el Vicariato se cuentan 80,000 habitantes cris- tianos y civilizados.

Extienden su acción apostólica, como he indicado an- tes, los Padres Misioneros al Territorio de La Goajira, que comprende las poblaciones civilizadas del Pájaro, San Antonio, Bahíahonda, Laguna de Tucacas, Castilletes, Carraipía y los caseríos de Sabaneta, Carrizal y Manaure; al de la Sierra Nevada, que abárcalas poblaciones de Dibu- lla, La Punta, Las Flores, Patillal, Atanques, La Palma, Pueblo viejo y Marcease; y al de Motilones, que comprende las poblaciones de Codazzi, La Jagua, Becerril, Palmira y el Jobo.

La Goajira puede tener dos mil habitantes civilizados, entre colombianos y venezolanos, que comercian con los peninsulares goajiros.

120

Los Padres Misioneros ejercen su ministerio de cristia- nización de indígenas en las regiones de La Goajira, Sierra Nevada y Motilones, principalmente por medio de la insti- tución de Orfelinatos, como tendré el gusto de informar a Vuestra Señoría Ilustrísima más adelante.

EL PADRE ANTONIO DE VALENCIA, DECANO DE LA MISIÓN

Por tener que atender a los Orfelinatos no pudieron asistir a los Ejercicios en este año los Padres Misioneros: Antonio de Valencia, Salvador de Pinarejo y Domingo de Ríohacha, como tampoco fray Crispín de Palma y fray Modesto de Onteniente. Como que será del agrado de Vuestra Señoría Ilustrísima, quiero hacer mención espe- cial, en esta relación, del benemérito Padre Antonio de Valencia, Provicario Apostólico y Director del Orfelinato de Nazaret.

Parece que el Padre Antonio, después de trabajar como un verdadero apóstol, desde su juventud hasta los años de 1896, en las Misiones de la Oceanía, no debiera ya gozar de salud y fuerzas para dedicarse a tan laboriosa tarea; sin embargo, los Superiores de la Provincia de Valencia, en el año de 1898 lo mandaron de Custodio Provincial a estas Misiones de La Goajira, y su trabajo desde aquellos días hasta el presente, nos tiene admirados a todos los Misio- neros.

El Padre Antonio tiene más de sesenta y cinco años, y a pesar de ello hace poco que ha levantado ei Orfelinato de Nazaret; ha fabricado la iglesia; ha hecho las hermosas imágenes de la Sagrada Familia que están allí, en el altar mayor; ha pintado bellos cuadros; ha fundado un pueblo verdaderamente cristiano y civilizado, con jóvenes del mis- mo Orfelinato, y mil cosas más que sería prolijo enumerar. El Padre Antonio es un perfecto Misionero que nos sirve de ejemplo a todos.

NUESTRAS AUXILIADORAS

La mujer ha mediado en la ejecución y desenvolvi- miento de todos los acontecimientos sociales, morales, reli- giosos y políticos que registra la historia de la humanidad, dignificándolos con su virtud o pervirtiéndolos si ha sido mala. Cuando el llamamiento divino la hiere y al santo servicio de Dios se consagra, es un verdadero portento: así

Muy Reverendo Padre Antonio de Valencia,

Misionero y Provicario Apostólico de

La Goajira.

121

ha sucedido en nuestra Misión desde el momento feliz que llegaron a Ríohacha las primeras religiosas misioneras de la Congregación de Religiosas Tercfarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

Sólo llegaron cinco religiosas de España; pero en pocos años ha sido tan exuberante el fruto del noviciado, que hoy tienen siete casas, con más de cincuenta religiosas. El grupo que acompaño está formado por la mayor parte de religiosas que tienen a su cargo el Colegio de niñas de Río- hacha y las Casas Orfelinatos de la Misión.

NUESTROS COOPERADORES

Llamo cooperadores nuestros a los Padres Capuchi- nos que se hallan en esta capital, en Barranquilla y Santa Marta. Con admirable acierto nuestros Superiores Gene- rales fundaron Casas-Misión en las ciudades dichas, ben- decidas y aprobadas por las señores Obispos.

Dada la organización de nuestras Misiones y los car- gos que en ellas desempeñamos, los que estamos al frente de su gobierno necesitamos, con harta frecuencia, comu- nicarnos con las autoridades civiles y eclesiásticas de esta capital, lo que no podríamos hacer en muchos casos sin la intervención del personal de esta Casa. Además, por ser centros comerciales y de tránsito para la Misióo las ciuda- des de Barranquilla y de Santa Marta, nos son de gran provecho y hasta de necesidad aquellas casas, como la de Bogotá, para la reposición de los Padres que trabajan en las Misiones entre infieles.

Por esto el corazón de los Religiosos Capuchinos abri- gará siempre sentimientos de profunda gratitud a Vuestra Señoría Ilustrísima, por la merced que les ha^ otorgado dándoles para el culto las iglesias de la Concepción y Nues- tra Señora de la Peña.

122

SEGUNDA PARTE

ADMINISTRACIÓN ESPIRITUAL

Como he indicado antes, los Misioneros Capuchinos administran algunas parroquias del Vicariato, las cuales no han podido confiarse a sacerdotes seculares por falta de personal, primero, y después, por estar confiado el Vicaria- to a la Orden de Religiosos Capuchinos.

Los Misioneros, como en años anteriores, han trabaja- do sin descanso en todo el radio de su administración es- piritual y cargo de cura de almas que se les ha confiado; así, se han esforzado:

a) En la predicación de la palabra divina, no dejando ni un solo domingo y día festivo sin explicar el santo evan- gelio o hablar del misterio o festividad que se haya celebra- do, como también en la santa cuaresma se han dedicado muy particularmente a la predicación en las ferias iv y vi;

b) En la enseñanza de la doctrina cristiana, los domin- gos por la tarde, a los niños, y en preparar primeras comu- niones en los días más solemnes;

c) En la asistencia al confesonario, bien hayan sido o llamadas por los fieles, y en acudir a los enfermos en la hora que han sido llamados, cualquiera que haya sido la enfermedad;

d) En la celebración de la santa misa los días festivos y todos los demás, aun habiendo estado de viaje se han dispuesto a celebrar para no dejar a los fieles sin ella;

e) En administrar la santa comunión y propender, con sus instrucciones, a que ésta fuese lo más frecuente posible, esmerándose en que los enfermos no murieran sin recibir el santo Viático;

/) En dar sepultura eclesiástica a los cristianos difun- tos, aun a los que, por ¡su pobreza, no han podido satisfa- cer los derechos, y en cuidar de la decencia y arreglo de los cementerios;

g) En establecer congregaciones y asociaciones reli- giosas para fomento de la piedad y culto y sostenerlas con su predicación y ejercicios espirituales, y en una palabra, los Padres Misioneros han atendido con suma escrupulosi- dad a todo lo que ha sido de su cargo y obligación en la administración parroquial.

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REPARACIÓN DE IGLESIAS

Muy pobres son los pueblos del Vicariato; a pesar de esto, los Padres Misioneros se han industriado de mil mo- dos para reparar las iglesias que administran, y cuando no han tenido lo bastante con las limosnas que han recogido de los fieles, no han reparado en contribuir a su reparación con sus propios emolumentos, como ha sucedido y está sucediendo en las iglesias de Villanueva, Atanques, Dibu- lla, Yailedupar, Barrancas, San Juan, Ríohacha y otras, en las cuales está patente el celo de los Padres Misioneros que los administran.

La iglesia de Villanueva, que, como le manifesté a Vuestra Señoría Ilustrísima en el informe del año pasado, sufrió total derrumbe, merced al celo parroquial que dis- tinguía a su Cura propio don Silvestre L. Daza, cuya muer- te, acaecida poco há, ha sido tan justamente llorada por todos los fieles de aquella población, y debido al interés que por su edificación se han tomado los sacerdotes don Manuel A. Dávila, Cura de San Juan de César, y el Reve- rendo Padre Carlos de Cuevas, Cura del mismo pueblo, creo que muy pronto esté apta para el culto.

ORNAMENTOS SAGRADOS

Si los pueblos del Vicariato, por su pobreza difícilmen- te pueden atender a la reparación de sus iglesias, mucho menos pueden contribuir a los gastos que demandan los ornamentos necesarios para el culto; sin embal-go, la fe puede mucho, y los pueblos de Ríohacha, San Juan de César, Fonseca y Barrancas han hecho esfuerzos para que no les falte lo necesario para el culto, siendo, por consi- guiente, los pueblos mejor dotados de ornamentos. En los demás, apenas se encuentra lo necesario para la celebra- ción. Por esto, Ilustrísimo señor, ya que tan oportuna es la ocasión presente, me atrevo a suplicar a Vuestra Señoría Ilustrísima y a esperar de su magnánimo corazón que al presentársele ocasión propicia de distribuir entre iglesias pobres algunos ornamentos, tenga muy presentes las igle- sias necesitadas del Vicariato de La Goajira.

124

MASONERÍA Y PROTESTANTISMO

Hoy que la masonería y el protestantismo luchan te- naz y desesperadamente por extenderse y arraigar en los lugares más apartados del país, parece que deseen invadir también por medio de sus corifeos los pueblos del Vicaria- to; pero los Padres Misioneros y los sacerdotes seculares, que tanto celo tienen por sus feligreses, ponen en juego to- das sus habilidades e influencias para que estas sectas no invadan sus parroquias, y gracias a Dios, lo están consi- guiendo.

No han faltado quienes clandestinamente han intro- ducido libros de propaganda herética en aquellos pueblos, y hasta quienes los retengan, como también escritos masó- nicos; pero no pasa de ser propaganda muy aislada, y no alcanza, felizmente, las proporciones de otros lugares.

Los medios adoptados por los sacerdotes y Padres Mi- sioneros son por lo general indirectos: valiéndose ora de su familia y parientes, los primeros, de sus amistades los segundos; ora de sus generosos trabajos en favor del pue- blo, unos y otros, para ridiculizar las pretensiones de los apóstoles del mal y echar por tierra sus fementidas pro- mesas.

CONCUBINATO PÚBLICO

Los Padres Misioneros y sacerdotes, curas de almas, se esmeran grandemente en predicar al pueblo la santidad del matrimonio cristiano y las ventajas civiles y morales que reporta a la familia y a la sociedad. A la vez, en sus visitas a los caseríos y aun en los mismos pueblos, aprove- chan cuantas ocasiones tienen de contacto con los fieles para invitarlos, en conversación particular y privada, a que se aparten del mal estado en que viven; y si por casua- lidad, las gentes campesinas, ponen como excusa el que no tienen cómo pagar los derechos, los señores Curas y Padres Misioneros se ofrecen espontáneamente a casarlos^ sin que a aquéllos les cause gasto alguno.

Con esta conducta han logrado, en el presente año, presenciar muchos matrimonios entre gentes que vivían en concubinato público, enalteciendo, de esta manera, el sentido moral del pueblo y consolidando el hogar.

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Clase superior del Orfelinato de Nazaret.

125

OBSTÁCULOS A LA LABOR APOSTÓLICA

Indudablemente que la piedad y el culto estarían más florecientes en el Vicariato, si no se tropezara con tantos obstáculos, difíciles de remediar en un pronto. El mayor de todos, por lo que he podido notar, es la ignorancia reli- giosa; de ahí dimanan, como de fuente natural, la indife- rencia, la dejadez espiritual, la diseminación de novelas malas, que pervierten las costumbres y borran el sentido religioso de aquellos pueblos.

INSTRUCCIÓN RELIGIOSA

Los Padres Misioneros, para hacer frente a los obstá- culos que se oponen a la propagación y sostenimiento déla fe y piedad en los pueblos que se les han confiado, se es fuerzan en instruir al pueblo, exponiéndole con sencillez las verdades de nuestra religión y ventajas de seguirlas, y no sólo en la iglesia, sino también en conversación parti- cular, cuando su ministerio los lleva a reuniones o visitas.

Otro medio que los sacerdotes y Padres Misioneros emplean para instruir al pueblo, es la frecuente visita a las escuelas primarias, en donde les dan a los niños expli- caciones claras del Catecismo y estimulan, a la vez, a los maestros para que velen por la buena conducta de los alumnos.

A pesar de que alguien ha pretendido fundar colegios laicos, gracias al sentimiento religioso de los padres de fa- milia fracasaron aquellas instituciones que tan de cerca amenazaban la piedad y moral de aquellos pueblos.

ESCUELAS PRIMARIAS

Además de las escuelas primarias que el Gobierno De- partamental tiene creadas en algunos pueblos del Vicaria to, el Gobierno Nacional tiene establecidas diez y seis es- cuelas urbanas, según la Ley 46 de 1915, las cuales están bajo mi inspección, de acuerdo con las facultades que con- cede a los Jefes de Misión, entre indígenas, la Ley 39 de 1903, artículo 30.

Estas escuelas urbanas funcionan generalmente en los pueblos incluidos en los Territorios Nacionales de La Goa- jira, Sierra Nevada y Motilones.

126

Muy aflictivo y casi desesperante ha sido el estado fis- cal de la Nación para los maestros, quienes han estado gran parte del año sin cobrar su correspondiente sueldo; empero, a pesar de tan espantosa situación, no han dejado sus la- bores instruccionistas en ningún mes del año, y han per- manecido fieles en su puesto hasta coronar sus desvelos, con muy brillantes exámenes, como se desprende y se ve en las actas que han mandado a la Inspección.

A estos adelantos de las escuelas y consagración de los maestros ha contribuido, en gran manera, la visita cons- tante que a las escuelas, por orden de la Inspección, han hecho los Padres Misioneros, quienes al par que han vigi- lado su marcha, han alentado con sus instrucciones y con- sejos a los maestros para que no desfallecieran en su tarea.

COLEGIO DE ENSEÑANZA ELEMENTAL SUPERIOR

En el Vicariato existen cuatro colegios de enseñanza elemental superior: uno para varones, en Villanueva; otro en Valledupar; el tercero en Ríohacha, y el cuarto para niñas, en la misma ciudad. Los de Villanueva y Valledu- par están a cargo de maestros seglares católicos y muy competentes; los de Ríohacha están bajo la dirección de los Padres Misioneros y religiosas, respectivamente.

COLEGIO DE NIÑOS DE RÍOHACHA

En atención a la imperiosa necesidad de tener en Río- hacha un colegio, en donde los niños pudieran prepararse convenientemente para pasar a estudios de segunda ense- ñanza en esta ciudad, Santa Marta o Barranquilla, me resolví, hace tres años, .a pedir al digno Visitador de los Hermanos Cristianos que me diera tres Hermanos para que se hicieran cargo de dicho Colegio. No pudiéndolo consegir, por escasez de personal, puse dos Religiosos Misioneros al frente del Colegio.

El Colegio fue levantado con esfuerzos personales de los Padres Misioneros; es de cemento armado y tiene plan- ta baja y piso principal, bastante desahogados para alum- nos internos; está situado en la plaza principal (le la ciudad, a la cual le da un bonito aspecto.

La enseñanza es gratuita, y desde su fundación ha tenido una matrícula de más de ciento cincuenta niños.

127

Son dignos de alabanza los esfuerzas de los Padres^ Misioneros en favor de la instrucción, y el celo que tienen por los niños confiados a su cuidado. Sirve de gran estímu- lo a las demás escuelas departamentales el ver a los niños de nuestro Colegio salir de la clase en correcta formación- asistir en comunidad todos los domingos y días festivos a la misa parroquial, presididos por el pabellón nacional; ce- lebrar con grande entusiasmo patriótico las fiestas y días de la Patria, pronunciando en ellos discursos y poesías en honor de sus proceres.

COLEGIO DE NIÑAS DE RÍOHACHA

Otro punto luminoso, puedo decir, que se destaca en el cuadro de preocupaciones, negocios y asuntos comerciales que presenta Ríohacha, en su vida ordinaria, es el Colegio de la Sagrada Familia, para niñas, dirigido por las Religio- sas Terciarias Capuchinas. Este Colegio, desde su funda- ción, ha hecho un bien inconmensurable a la ciudad ; ha llevado a ella la instrucción, la cultura y el sentimiento cristiano de manera potente.

El Colegio tiene locales amplios y ventilados, y en un todo conformes con las prescripciones de la más rigurosa higiene. Cuenta con internado y externado, y por él han pasado multitud de niñas que hoy son el adorno de la so- ciedad, ora en su casa, ora en el hogar cristiano que han formado.

El Colegio está dotado de un personal competentísimo, compuesto de una Directora y tres profesores, que además de la enseñanza primaria, dan enseñanza superior y asig- naturas de adorno, como son bordados, en todas sus for- mas, corte, ñores, pintura y música.

No hay festividad rehgiosa en la cual no figure el Co- legio, ni días en los cuales se celebre algún acontecimiento patriótico, en el que no tome parte muy principal, con fun- ciones dramáticas y literarias, con discursos y poesías.

En este año los dos Colegios, con las veladas literarias que han celebrado, han traspasado los límites de los centros de su índole, y tanto los directores como los alumnos han hecho ostentación del genio artístico que les distingue, cris- talizando con esto, una vez más, la importancia que tiene en orden a la civilización y cultura.

128

ACCIÓN SOCIAL CATÓLICA

Inspirado en las sabias intrucciones de las conferencias episcopales habidas hasta el presente, he tratado de promo- ver de varias formas y modos la benéfica y saludable Ac cióN Social Católica en los pueblos civilizados que perte- necen al Vicariato.

Como la Obra de Acción Social es enteramente desco- nocida, y tiende principalmente a la reforma del obrero en su vida moral, religiosa, de trabajo y económica, en el cual no hay hábito alguno, han fracasado todos los ensayos que he hecho en años anteriores. Pero como a pesar de esto no he desistido en mi empeño, pude lograr establecer la primera Obra Social de Acción Católica entre los niños de la escuela que tienen a su cargo los Padres Misioneros en la ciudad de Ríohacha. Más tarde he^ podido fundar dos instituciones de este mismo carácter en la dicha ciudad; de éstas voy a informar por separado.

CAJA escolar de NIÑOS

Valiéndome de los bien estudiados reglamentos de las Cajas Escolares que el erudito sociólogo Ilustrísimo señor Perdomo, Obispo de Ibagué; ha adaptado para los niños de las escuelas de su Diócesis, fundé, como he dicho antes, la primera Caja Escolar en julio del año de 1917.

Esta Caja ha marchado progresivamente desde su fundación hasta el presente, con resultados sumamente laudatorios y de positivo provecho para los niños, ense- ñándoles, en tan corta edad, el ahorro y la economía, be- neficios enteramente desconocidos para ellos, con la supre- ma ventaja de haber aumentado el número de niños, siendo mayor su aplicación, mejor su comportamiento y más puntual su asistencia. La Caja tiene hoy un capital de quinientos pesos oro (S 500) y ha abierto operaciones de préstamo, cuyos libros los llevan los mismos niños socios, amaestrados por el Reverendo Padre Director.

SINDICATO INDUSTRIAL AGRÍCOLA

Así como de las hojas se va al tallo y de éste a la raíz, de la misma manera e insensiblemente he podido ir de la Caja Escolar a la fundación de una sociedad para hombres llamada Sindicato Industrial Agrícola.

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A la fundación del Sindicato precedieron algunas <ionferencias que dispuse dar a los obreros sobre trabajo, ahorro, economía, moralidad y religión, en la iglesia pa- rroquial; logré encontrar algunos jóvenes en cuyos ánimos caló la idea y ventajas de economía y asociación ; hice des- pués una reunión general, leí el reglamento, lo aceptaron los asistentes y procedí al nombramiento de dignatarios, quedando así fundada la sociedad, bajo la protección y patrocinio de la Santísima Virgen de los Remedios, patro- na de la ciudad.

El Sindicato ha marchado perfectamente bien, y hoy disfruta de un gran crédito en la ciudad, con un capital de mil pesos oro ($ 1,000), que está en movimiento con préstamos, bien asegurados, hechos a los mismos so- cios. Esta obra presenta un aspecto admirable en orden a la religión, trabajo, economía, honradez y buena conducta del obrero.

CAJA DOTAL PARA SEÑORITAS HIJAS DE MARÍA

Otra institución de gran porvenir para Ríobacha y de carácter eminentemente religioso y social, es la Caja Dotal para señoritas hijas de María, que hace un año se fundó.

Esta obra, como las anteriores, cuenta con sus esta " tutos y reglamento propios, por los cuales se rige y gobier- na, cuya Junta Directiva la componen las mismas hijas de María, a quienes el Director ha tenido y tiene el cuida- do de instruir minuciosamente en las materias, que a ellas puedan incumbir, de acción social.

Muy bien va la Caja Dotal, y las señoritas hijas de Ma- ría la llevan con una escrupulosidad y corrección impon- derables. La Caja cuenta hoy con más de quinientos pesos oro ($ 500), con los cuales hanse comenzado a hacer prés- tamos a las mismas asociadas, con resultados muy prác ticos en orden al bienestar de las mismas.

Estas tres obras sociales. Sindicato, Caja Dotal y Caja Escolar, están llamadas a reformar las costumbres de la población, a sostener su fe y religión y a llevarla, sin vio- lencia, por las vías del orden, de la justicia, del trabajo y de la economía.

Es tal su florecimiento actual, que en las fiestas que han tenido lugar en la ciudad con motivo del Congreso

Misiones católicas— 9

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Mariano, han celebrado una Asamblea Social, en la cual han tomado parte las tres entidades, con aplauso de toda la población.

PRENSA CATÓLICA

Muy poco es lo que se puede hacer en el Vicariato en este sentido, por falta de elementos; sin embargo, con al gún esfuerzo se han podido publicar, por espacio de diez años consecutivos, los Ecos de la Misión, órgano de los intereses generales del Vicariato. Además publicóse por algún tiempo en Ríohacha un diario llamado La Voz de Riohacha, de carácter católico.

En Villanueva vio la luz pública un semanario que se titulaba Sierra Negra, bajo la dirección de unos jóvenes ' católicos ; pero con la muerte del Cura propio, doctor Sil- vestre L. Daza, se suspendió la publicación. En diferentes ocasiones se han publicado en las ciudades de Ríohocha, Valledupar y San Juan de César, algunos otros diarios de carácter político más o menos católicos ; mas ninguno de ellos enteramente hostil a la religión.

Hoy se publican los Ecos de la Misión, bajo la direc- ción de los Padres Misioneros, y la Hojita Parroquial en Ríohacha ; otra Hojita Parroquial en San Juan de César, bajo la competente dirección del señor Cura don Manuel A. Dávila, y La Lucha, a cargo del señor Juan Parodi.

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TERCERA PARTE

MISIONES ENTRE INFIELES

Con lo dicho queda sucintamente indicada la esfera de acción y brevemente detallados los trabajos apostólicos de los Padres Misioneros en los pueblos civilizados que forman parte muy principal del Vicariato de La Goajira. Ahora, en esta tercera parte, paso a informar a Vuestra Señoría Ilustrísima y a los honorables miembros de la Junta Arquidiocesana de Misiones, sobre la labor de los mismos Misioneros en los territorios de infieles.

Todos los principales trabajos de los Padres Misioneros, entre infieles, giran alrededor del gran eje de la institución de orfelinatos, clave de verdadera civilización e indestruc- tible soporte de toda su acción evangélica.

Como he tenido el gusto de manifestar a Vuestra Se- ñoría Ilastrísima en las relaciones de los años anteriores, la Misión tiene a su cargo cuatro Orfelinatos para niños indígenas de ambos sexos : dos en la Península Goajira y dos en la Sierra Nevada. Aunque se puede afirmar que es común a todos lo que del progreso y buena marcha de uno de ellos se diga, por ciertas fases diferentes que presenta cada uno, que los hace muy necesarios, voy a particula- rizar.

ORFELINATO DE SAN ANTONIO .

Comienzo por el Orfelinato de San Antonio, que es el más antiguo y cuya fotografía adjunto. La perspectiva que presenta es sugestiva y llama poderosamente la aten- ción, no sólo de los civilizados, sino también de los mismos indios que transitan junto a él. Cuenta con amplios salo- nes de dormitorio, completamente separados ; con salas de escuela, adornadas de cuadros murales de Historia Natu- ral e Historia Patria; espaciosos corredores que ponen en comunicación todo el edificio para la mayor vigilancia ; con servicios de cocina y despensa ventilados e higiénicos; oon grandes patios de recreo y juego para ambos sexos, todo independiente, menos la capilla, que es común. A

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pesar de esto, el edificio es insuficiente para el número de niños, cuyas necesidades aumentan cada día, a medida que progresan en la vida civilizada.

En este mismo año se han reformado la cocina, des- pensa y salones de los niños, en todo lo cual se han gastado más de mil pesos oro ($ 1,000).

El personal docente de este establecimiento, como el de los demás, está compuesto de un Director y dos profe- sores para la sección de niños, y una Directora y dos pro- fesoras para la sección de niñas. Este personal es poco para sostener el movimiento instruccionista de la casa ; y si no fuese porque además de la Directora y de las dos profesoras hay dos religiosas más en cada uno de los esta- blecimientos, o por lo menos una, imposible que se pudiera atender a su gobierno y buena marcha.

Bien sabe Vuestra Señoría Ilustrísima cómo y de qué manera se mueven en los establecimientos de enseñanza los religiosos que están a cargo de ellos; pues de igual manera pasa en nuestros Orfelinatos. Muchas veces los he visitado, y ni siquiera el rato de descanso que natural- mente se da a los profesores y maestros en los colegios, he visto que se toman los que los dirigen : sobre todo las reli- giosas, quienes no tienen ni un momento de solaz, ocupan- do los ratos que podemos decir de recreo, en faenas propias o de la casa.

PENSUM ESCOLAR

No son ya las primeras letras y algunos rudimentos de instrucción religiosa, como materia acomodada a unos niños que acaban de salir del salvajismo, lo que sólo se enseña a los educandos de nuestros Orfelinatos ;. es todo un pensum escolar, en sus diferentes grados de materias y secciones ínfima, media y elemental, el plan de estudios de estas casas.

INSTRUCCIÓN INTELECTUAL

Organizada la enseñanza como en las escuelas urba- nas nacionales, los niños goajiros aprenden allí Caligrafía en sus diferentes formas ; Gramática en todas sus partes : declinación del artículo, conjugación del verbo y análisis de oraciones ; Aritmética, con sus cuatro operaciones de enteros, decimales y quebrados ; Geografía Universal, con conocimiento de casi toda Europa; Geografía de Colombia,

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con sus Departamentos, mares, cordilleras, lagos, puertos, etc., etc. ; Catecismo entero de Astete, Antiguo y Nuevo Testamento y Religión, con la explicación de los misterios de nuestra sacrosanta Iglesia ; Historia Patria, con todas sus épocas principales, conocimiento de los hechos más notables en cada una de ellas : Independencia y sus heroi- cos proceres ; Instrucción cívica, con los deberes y derechos que como ciudadanos tienen ; cuál es su patria, Gobierno y en cuántas clases se divide ; cómo es su bandera y qué significa ; cómo deben defenderla y a qué les obliga el nombre de colombianos.

OPINIÓN AUTORIZADA

El continuo e intenso trabajo del personal docente en lo referente a la enseñanza de los niños es tal que, sin pecar de exagerado, puedo decir de todos los Orfelinatos lo que el doctor Santiago Lleras, Visitador Fiscal del Departamento del Magdalena, dijo al presenciar este año los exámenes de ñn de curso en San Antonio:

"No admiro el adelanto de los niños ni que respondan con tanta precisión a las preguntas que se les están ha- ciendo ; lo que más me asombra, pues he sido institutor, es el trabajo constante y consagración continua de los maestresala enseñanza; este adelanto supone, de parte del elemento docente, un trabajo fuera de toda pondera-

ción."

ORFELINATO DE NAZARET

En la importante comarca de La Goajira, llamada Ma- cuira, está fundado este Orfelinato, cuya acción civiliza- dora se extiende hasta Castilletes (pueblo civilizado), línea divisoria entre Colombia y Venezuela, por la parte oriental de la misma península.

El edificio es bellísimo, en lo que cabe, como se deja ver en el fondo de la fotografía, trazado y levantado bajo la competente dirección del muy Reverendo Padre An- tonio de Valencia, Director del establecimiento. En el centro se destaca la iglesia,' de artístico frente, que da a la plaza y mide 16,20 x 11,20. Las naves laterales tienen 4 metros altura y la central 6. La construcción de la capilla es mixta: zócalos de piedra y cemento, paredes de madera ; el pavimento es de piedra y cemento;

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la torre mide 12 metros, la cual sirve de guía y orientación a los viajeros de aquellas pampas.

La sección de niños tiene dos hermosos salones de 20 y 21 metros de largo, respectivamente, los cuales, conve- nientemente divididos, sirven para dormitorio, escuela y habitación de los profesores. La construcción es de baha- reque y el techo de cinc.

La sección de niñas consta asimismo de dos grandes salones que miden 20 y 29 metros cada uno, los cuales sir- ven para dormitorio de niñas, Hermanas, comedores, boti- ca y sala de labor. Tanto la parte del edificio destinada para niñas como la destinada para niños tienen galerías interiores que miden 15,50x3,50 que son de grande pro- vecho.

Junto a los grandes salones dichos de la sección de niñas, encuéntranse varias piezas que sirven para el servi- cio de cocina, despensa, etc., etc.

En el Orfelinato existe un departamento destinado exclusivamente para niños rescatados, con sala, dormitorio y sala de estudio, que mide 12,20x4,50, ccn el correspon- - diente patio de recreo.

Las enfermerías están algo separadas del cuerpo del edificio principal, y consisten en dos casas que miden, cada una de ellas, 10 x 5 metros.

El Reverendo Padre Director tiene una casa de 11,20 x4,20, construida de bahareque y techo de paja.

Para recreo de los niños cuenta el edificio con tres grandes patios completemente separados, que miden, el primero, 25x 13 ; el segundo, 30x 25, y el tercero, 50 X 21; todos ellos cercados por tapia de estantillos de madera y barro.

Todo este edificio, comprendiendo la iglesia, tiene 35 puertas y 65 ventanas grandes.

MARCHA PROGRESIVA DEL ORFELINATO

Los interesantes grupos que acompaño demuestran y patentizan el progreso de este Orfelinato, que se deja sen- tir por toda la región de la Macuira, habitada por más de veinte mil indios, quienes directa o indirectamente parti- cipan de la influencia bienhechora de esta casa de ense- ñanza y educación.

Para que se viera mejor la enorme diferencia que, existe entre los niños educados y los que aún ostentan los

Una niña goajira pronunciando un^discurso.

Orfelinato de San Antonio (Goajira).

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andrajos del salvajismo, no me sería difícil presentar dos -grupos diferentes ; pero me abstengo de ello porque Vues- tra Señoría Ilustrísima, penetrando al través del grupo que le presento, verá cómo al calor de la instrucción va des- apareciendo la rudeza natural del salvaje y formándose en los niños un carácter apacible, dulce y muy conforme con las reglas de la buena educación.

INSTRUCCIÓN RELiaiOSA

Base y fundamento de todo progreso y civilización es la instrucción religiosa, el conocimiento del verdadero Dios y el culto que se le debe, por ser Creador y Señor do todo. Mayormente sucede esto hablando de la catequización de salvajes; de ahí que los Padres Misioneros, como sólido sostén de todos sus planes y esfuerzos en favor de la raza indígena, hayan puesto la instrucción religiosa.

Y en reahdad, nunca más acertado, puesto que la in- dómita soberbia del goajiro sólo puede aquietarse ante el conocimiento de un Dios que lo ha de juzgar; sus instintos de sangre y venganza no se apagan sino ante el conoci- miento de un Jesús Redentor, que con la muerte supo per- donar ; la aspereza y tosquedad de sus costumbres no se cambian, sino ante las dulces prácticas de nuestra religión; sus malos e inveterados hábitos no se sofocan, sino ante las virtudes de pureza y santidad de nuestro Código Santo.

PRÁCTICAS PIADOSAS

Traída a la práctica la enseñanza religiosa que en los Orfelinatos se da a los niños, éstos, conscientes de lo que hacen, apenas despiertan invocan a Dios; van a la iglesia en comunidad; y con gran fervor rezan las oraciones del cristiano ; oyen con devoción la santa misa, y con gran piedad reciben frecuentemente la santa Comunión; an- tes y después de la comida rezan sus preces ; por la tar- de el santo rosario, y antes de entregarse al sueño elevan al cielo su última plegaria.

FIESTAS DE LA IGLESIA

Las fiestas del ciclo eclesiástico anual aparecen ante los educandos con el esplendor y grandeza que son pecu- liares de cada una de ellas : la Natividad de Nuestro Señor

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y la fiesta de Reyes las celebran con graciosos cantos ai Niño Dios ; la Semana Santa, con el recogimiento, devo- ción y seriedad propios de los santos misterios que en tan solemnes días se conmemoran ; Resurrección y Corpus Christi, con cantos de alegría, y las festividades de la Santísima Virgen, con aromosas flores de prácticas de gran amor y ternura.

La instrucción religiosa, las prácticas de piedad y la celebración de las fiestas de la Iglesia, han alcanzado tales proporciones en estos establecimientos, que poco tienen que envidiar sus educandos a los que se instruyen en los otro& centros de enseñanza de la Nación.

ASOCIACIONES

No se limita el movimiento religioso a lo que acabo de- decir, sino que, para tjsegurar las prácticas de piedad y para estíraulo de los niños de ambos sexos, al igual de otros Colegios, sin gran esfuerzo los Reverendos Padres Misio- neros han fundado en sus respectivas casas, asociaciones, tales como la Congregación de Hijas de María para las niñas más piadosas que han hecho la primera comunión ; la Congregación de San Luis Gon zaga, para jóvenes; el Rebaño de la Divina Pastora, para los menores, y la Cru- zada de María, contra el pecado mortal, para todos.

Se ve pues en los Orfelinatos, gracias a Dios, un gran movimiento religioso ; la acción benéfica de las enseñan- zas de la Iglesia en el corazón de los niños, el reinado á& Cristo Jesús en sus almas, la caridad formando una mis- ma familia, el evangelio catequizando y transformando el carácter del niño salvaje, llenándolo de honradez y hacién- dolo bueno para las patrias temporal y eterna

INFLUENCIA NACIONAL

De lo expuesto, como lógica consecuencia se deduce la poderosa influencia que en el ánimo de los niños ejerce la educación, nacionalizándolos y sembrando en su cora- zón las fecundas semillas del patriotismo, lo cual se ve palpablemente en el Orfelinato de Nazaret, por sus condi- ciones fronterizas. Este Orfelinato está situado a ocho horas de la línea divisoria entre Colombia y Venezuela ; pero de tal manera liega hasta aquella región la influencia comercial de Venezuela, que si no fuese por el Orfelinato,, más bien parecería venezolana que colombiana.

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Por toda la región oriental circula la moneda venezo- lana, con desprecio de la nuestra ; el comercio, compra y venta de artículos, comestibles, herramientas, muebles,, etc., eic , todo es venezolano.

Los indios venden sus reses, cueros, queso, dividivi y otros productos a Venezuela, pareciendo que aquella gran porción de territorio sea venezolano más bien que colombiano, como es en realidad y de derecho.

El Orfelinato es pues la entidad que sostiene allí la nacionalidad colombiana, inspirando en ella a los nifios que en él se educan, ensenándoles sus leyes, su Constitu- ción y su Gobierno ; y en los actos públicos y veladas, se esfuerza en hacer renacer en ellos el espíritu patrio, el amor a Colombia, por medio de discursos, poesías y cantos.

FUNDACIÓN DE NUEVOS PUEBLOS COLOMBIANOS

No se limita la labor patriótica de los Misioneros a lo que acabo de relatar, sino que se ha intensificado de modo prodigioso con la fundación de nuevos pueblos colombia- nos, en su constitución, forma y comercio, formados por jóvenes educados en la casa.

Ha comenzado ya el nuevo pueblo de Nazaret, bajo muy buenos auspicios, con seis matrimonios ejemplares a quienes se les han construido casas, todas iguales, que miden 9x4,50, con división interior, tres puertas y cuatro ventanas. Pero la materialidad del pueblo no es nada, si se estudia y tiene en cuenta la trascendencia social que supone el estar constituido por seis familias honradas, con vida propia, por su aplicación al trabajo y comercio, y por el grado de civilización que las dota y caracteriza.

Los jóvenes casados trabajan en la Granja Agrícola del Orfelinato, se les dan cincuenta centavos diarios, y a la vez una porción de terreno para que la trabajen por su cuenta, y dispongan libremente del fruto de sus fatigas. Al mismo tiempo, a los que lo desean y tienen aptitud para ello^fse les deja completamente libres para que nego- cien en compra y venta de artículos que la misma Misión les proporciona, a precio de factura y con dinero colom- biano.

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COOPERATIVA DE CONSUMO

La actividad asombrosa del muy Reverendo Padre Antonio de Valencia le ha hecho idear la fundación de una Cooperativa de Consumo, con artículos colombianos, a car- go de uno de los jóvenes más instruidos, en la cual se ten- gan todas las cosas necesarias para la vida y el comercio, dadas a un precio módico y al contado, con dinero o bonos que daría el mismo Padre, respaldados por lo que cada uno tuviese en Ja Caja de Ahorros o que se le debiera por su trabajo. Esta idea es excelente, pues con esta Cooperativa de Consumo, que algún día puede elevarse a una casa comercial, se sentaría el dominio colombiano allí, y los indios perderían la idea de que son venezolanos.

RESCATE DE NIÑOS INDÍGENAS

Mucho es lo que podría decir sobre este asunto, pero, por la claridad y precisión con que lo expone, dejo en ma- nos del muy Reverendo Padre Antonio de Valencia, y traslado aquí íntegro el informe que dicho padre se ha ser vido mandarme. Dice así:

"TRATA DE INDIOS GOAJIROS

"La trata de indios goajiros viene, desde tiempo inme- morial, efectuándose en varios puertos de la sosta goajira, principalmente en Castilletes, pueblo dividido por la línea que marca los límites de Colombia con Venezuela, en la parte oriental de La Goajira, puerto de mar adonde llegan constantemente embarcaciones venezolanas. Ha sido siem pre causa principal de este inicuo negocio el hambre que en los fuertes veranos y en tiempo de sequía ha atormen tado a los moradores de la península.

''Los mismos padres de los niños, otras veces los tíos, son los que venden, a cualquier pre<ño, esta triste mercan- cía, por menos valor, muchas veces, que lo que piden por un par de ovejas. Pero lo más ordinario, cuando el ham- bre es mucha, es que salgan comisionados por La Goajira, con maíz, panela y ron, a comprar niños, como saldrían a comprar reses y queso. Estos traficantes, que más suelen ser indias goajiras que conocen ya el terreno, buscan y, en realidad, consiguen niños, que unas veces los pagan en

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la misma ranchería, y otras, que son las más, conducen a Castilletes las familias y niños comprados, y allí son pa- gados por los que tienen este negocio.

"Esta forma y manera de venta, diríamos voluntaria, causada por la penuria y escasez, es de suyo tristísima y lastima a toda persona que conserve algo de corazón y sentimientos de humanidad; pero es muchísimo más triste y aflictivo cuando esos pobres niños son arrancados vio- lentamente del lado de sus padres y llevados a vender.

^'Los indios o parcialidades más fuertes se vengan de agravios recibidos, se compensan de robos de animales o deudas claro, más o menos reales, quitándoles uno o más hijos, a su antojo, a los débiles y de poca importan- cia, con la agravante de caer, víctimas de este despojo, jó- venes de quince y veinte años, las cuales no gozan de se- guridad alguna ni consideración, en manos de sus rapto- res. Por lo general, cuando esto sucede, los indios más ricps se quedan con esta parte de botín en calidad de es- clavos o los venden a cualquier precio, o, lo que es peor, los matan por cualquier sospecha o capricho.

"ESCLAVITUD DE CONTRATO

"Existe otra manera o forma de trata o venta disfra- zada con el nombre de contratado para el trabajo. Estos in- dios son ya hombres que. impelidos por el hambre, llegan con frecuencia <\ Castilletes, solos o en grupo, y se contra- tan para trabajar en Venezuela. Allí mismo, antes de partir, reciben maíz y panela a cuenta de su trabajo: ar- tículos que entregan a algunos de su familia y se embar- can. Una vez en el punto al cual han sido destinados, no siempre consiguen su libertad; antes, al contrario, se les trata como esclavos, sin dejarles ver ya nunca su tierra ni su familia.

"Está sucediendo el caso en la actualidad, y así mu- chos más, de uqos indios goajiros que se contrataron hace algunos años para trabajar en una de las fincas venezola- nas, quienes de mil formas y maneras piden volver a su tierra, y los dueños que los tienen a su cargo no los dejan.

"obra de rescate de niños goajiros

"Después de lo que llevo dicho, aunque de modo bre- ve y compendioso, paso a dar una idea de nuestra obra de rescate de niños indígenas en este Orfelinato.

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"Nunca acabaré de lamentar el tiempo que tardó en fundarse esta casa y los meses que después se pasaron antes de dar principio a la salvadora obra de rescate de niños. £s verdad que al tratar de desviar la corriente de niños vendidos, y que las goletas trasladaban semanal- mente a Venezuela, no hubiéramos tenido habitación ni siquiera simples techos para tantos rescatados; hubiera tenido que fabricar todo un pueblo para ellos y disponer de una cuarta parte del Tesoro Público para sustentar y vestir a tantos niños como se hubiesen reunido.

'*En los días en que se fundó este Orfelinato y Su Se- ñoría Ilustrísima estaba gestinando en Bogotá el asunta de rescate de indígenas, hallábase en todo su apogeo este cruel comercio. E)i cuatro meses ~m.e escribió en aquellos días una señora de Maracsiibo habían llegado a aquella plaza cerca de ochocientos goajiros, entre niños vendidos ¡/ jóvenes contratados para trabajar.

"Esto nos arrancaba el alma, y no sabíamos qué hacer para impedir tan horroroso tráfico. Acudíamos a las auto- ridades civiles colombianas que se encontraban en Casti- lletes, y nos decían que a la vista de ellos no se hacían esas compras; imponíase de ello al Comisario Especial, tomaba éste alguna providencia, pero se estrellaba ante la perspi- cacia y maldad de los traficantes, que se ocultaban para hacer este negocio.

"Así las cosas, nos esforzamos en comenzar el rescate por nuestra cuenta, con dos niñas, cuya historia voy a re- latar.

"LAS DOS PRIMERAS NIÑAS RESCATADAS

"La primera tenía trece años, hermana de un niño- que teníamos en la casa, la cual hacía mucho tiempo en- contrábase en poder de una familia rica indígena, por deu das antiguas. Grande era el peligro que esta joven corría; fui a la ranchería en donde se hallaba; intenté su rescate, y después de mil vueltas y revueltas pude libertarla y con- ducirla al Orfelinato. La segunda tenía diez años : ésta se encontraba en calidad de libre en nuestra casa ; pero suce- dió que estando esta niña en su ranchería, adonde había ido para ver a su madre enferma, hubo una muerte en estos lugares, y sólo por ser el matador de la casta de esta joven, fueron los ofendidos y lleváronse a la madre y dos hijas. A la madre la vendieron, y a las dos hijas las entre-

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garon a la familia del muerto, la cual vendió una- Impues- to de este suceso, fui e intenté el rescate de la que quedaba, lo que, gracias a Dios, pude conseguir.

"A pesar de ser esta obra redentora, no dejaba de tener mis miedos, debido a las Encíclicas de los Sumos Pontífi- ces prohibiendo esas ventas y vejaciones de los indios. Yo me decía a mismo : esto que nosotros hacemos no es negocio, no es vejamen, ni maltrato; nosotros deseamos a «stos niños para hacerlos cristianos, para darles libertad, para hacerlos ciudadanos conscientes de sus derechos y de- beres ; antes es un bien para la patria no dejando salir de allá a estos niños. En estas dudas andaba, cuando se me ocurrió buscar algo sobre el particular en la obra : Collec- tanea S. Congregationis de Progaganda Fide. Y, efectiva mente, en la consulta número 593 encontré lo que traduz- co y copio literalmente :

'Pero como muchos de los niños son vendidos en públi- cos mercados por los padres y parientes, harán muy him los Misioneros si compran de esos los que puedan, y después de hechos cristianos procuran educarlos en los orfeHnatos.'

''Con esto me animé a rescatar los niños que pudiera siempre que fueran presentados por sus padres o parientes.

"SIGUE EL RESCATE DE NIÑOS GOAJIROS

"Estando yo en el camino que cruza por frente ai edificio, el 12 de marzo de 1915, vi llegar una india monta- da en un burro, con dos niños de dos años de edad. Un fuerte aguacero que en aquellos momentos se nos vino en- cima la obligó a desmontarse y buscar refugio a la sombra de un árbol ; yo hice lo mismo. Después de hacerle algunas preguntas, espontáneamente me dijo :

'' Cómprame este niño, señalando al más raquítico y acabado.

'* no eres su madre, le contesté sin vacilar.

" No soy su madre, pero mañana vengo con ella y te lo vendemos.

"Y así sucedió : presentáronse las dos, y con la mayor frescura, sin dificultad alguna, me entregaron y se despi- dieron de la pobre criatura sin mirarla más y aun riéndo- -se de los agasajos que prodigué al niño. Pidiéronme el mu- griento trapo que cubría las carnes del pobre niño, como si pidieran el hico con que amarran la cabra que van a ven- der, y desaparecieron de nuestra vista.

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"Confieso que esta escena me impresionó muchísimo- y me hizo daño. Esta iba -a ser la triste historia, poco más o menos, de todos los niños que de allí en adelante nos fueran presentados.

"Cargué con aquel macilento niño y lo llevé a las Her- manas que, dichosas, a la par que compasivas, le cortaron el pelo, lo enjabonaron, lo lavaron de pies a cabeza y lo- vistieron.

"Al darle una taza de mazamorra, no la separó de la boca hasta quedar desmayado y medio privado; ¡tanta era la debilidad y hambre que tenía ! Y este era otro triste y desconsolador aspecto que iban a presentar cuantos nifios^ después de arreglado el rescate y dados a las Hermanas, . albergaríanse en la casa.

''Desde el memorable día que acabo de indicar, esta- blecióse el rescate en este Orfelinato. Pero no vaya a creer- se que venían aquí todos : a esta casa nos traían los más pequeños, quienes, con rarísimas excepciones, eran de dos a cinco años. Los mayores eran conducidos a Castilletes px)r indias comisionadas, como dije antes, sin que nosotros,. a pesar de nuestros reclamos y protestas, lo pudiéramos evitar

"Los rescatados por nosotros desde el año 1915 hasta, últimos de 1918 han llegado al número de cincuenta y nueve (59), que se descomponen así :

"Varones , 22

"De ocho años 4

"De cinco años 6

"De tres años 8

"De dos años 3

"De seis meses .. . .. i 22

"Niñas 37

"De diez y siete años ... 1

"De doce años 6

"De ocho años 8

"De cuatro años 8

"De dos años 11

"De un año 2

"Deseis meses .. i 37

"Estos niños, como he indicado anteriormente, con raras excepcioDes, venían en el último grado de consun-

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ción y enflaquecimiento, por el hambre atroz que habían sufrido. Para nosotros era sumamente atormentador ver el estado tristísimo en que llegaban a nuestras manos es- tos pobres seres; pero sentíamos un gran consuelo cada vez que librábamos a uno de estos infelices de las garras de la miseria y muerte, y lo regenerábamos con las aguas bautismales.

" Muchísimo se esmeraban estas buenas Hermanas Misioneras en cuidar, con solicitud especial, y reanimar a sus niños rescatados; pero ¡ hay ! había algunos que era imposible librarlos de la extenuación en que se hallaban. De ahí que, al comenzar el rescate, también el vuelo al cielo de algunas de estas criaturitas. ¡Eran como blanquí- simas palomas que abandonaban este lugar de destierro para subir a las alturas de la gloria ; eran un rico manojo de hermosísimas y tiernas espigas, tronchadas por el ven- daval del hambre y la miseria; presentadas al Divino Sal- vador como primicias de este campo evangélico ; eran las primeras flores que de esta región presentaban los ángeles a la Reina de los Cielos en su hermoso mes de mayo! Y desde aquellos días hemos visto desaparecer, uno tras otro, diez y nueve angelitos que nos llenaban de pena y amar- gura, por lo mucho que los queríamos. Allá en el Cielo están rogando por sus hermanitos y por todos nosotros."

Lo que dice el muy Reverendo Padre Antonio de la parte oriental de La Goajira, de donde continuamente se sacan niños para Venezuela, se puede decir de la parte^ occidental, de donde también han salido miles de niños, que encuentra nse esparcidos por los pueblos de Ríohacha,. Barrancas, Fonseca, San Juan de César, Valledupar, Santa Marta, Barranquilla y Cartagena. En estos pueblos se ha mirado la venta de indios pequeños muy natural y aun provechosa para los mismos, porque dicen que así se mejora su situación pasando del estado salvaje al de civilizado, por el mero hecho de estar en una casa de civilizados.

En realidad, es una cosa clara y patente que muchos niños mejoran, si es que tienen la suerte de caer en manos de buenas familias que les tengan muchas consideraciones y se esfuercen en darles alguna educación; pero esto no es lo general, por desgracia, pues se ve que muchos niños son tratados como esclavos, por los castigos que se les da y malos tratos. Y aunque algunas familias pueden decir que los tienen en calidad de sirvientes, es tan ominosa esta ser- vidumbre, sin que dichos niños disfruten de los derechos

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de ciudadano nunca jamás, que hay que eliminar este comercio, en cualquier forma que se haga y colorido que se le quiera dar.

Los Padres Misioneros hacen cuantos esfuerzos están a su alcance para evitar este tráfico inhumano; pero se estrellan ante la malicia de los que se dedican a este nego- cio, quienes tienen gran cuidado en ocultarse a su vista y a la de las autoridades, cuando éstas son celosas de la libertad y prerrogativas del ciudadano.

Considerado todo lo expuesto, ^creo que sería de gran- des resultados una comunicación de la honorable Junta de Misiones al Gobierno, pidiéndole que urja a las autorida- des civiles, tanto del Territorio de La Goajira como de los Departamentos del Magdalena, Atlántico y Bolívar, para que de cualquier modo vigilen y eviten la compra y venta de niños goajiros. Sobre todo, donde las autoridades deben tener más vigilancia es en Ríohacha, Santa Marta, Barran- ca y Fonseca.

ORFELINATO DE LA 8IERRITA

Voy a referirme ahora al Orfelinato de la Sierrita. Este Orfelinato está situado en la Sierra Nevada, en un 4)ueblo que, en su principio, fue de indios arhuacos, redu- cidos y cristianizados más tarde, y hoy está compuesto de familias cristianas y laboriosas.

El edificio consta de grandes salones, cuyo frente mira a la plaza principal de la población, dándole un bello as- pecto. Estos salones están divididos y forman por separa- do las habitaciones destinadas a los niños y niñas. Direc- tores y profesores. En el fondo del edificio se hallan las piezas de servicio : cocina, despensa, etc., etc. El río César pasa por junto al edificio, de cuyas aguas se sirve la casa.

El personal docente está completo : un Padre Director y dos profesores ; una Directora y dos profesoras.

ARTES MANUALES

De acuerdo con la Ley 39 de 1903, sobre catequización de indígenas, han unido los Padres Misioneros a la instruc- ción intelectual y formación religiosa de los educandos, la enseñanza de algunas industrias y artes manuales, la cual forma insensiblemente en los niños el hábito de trabajo, y les proporciona la manera de más tarde ganarse el pan diario.

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Todos los niños, en general, son muy industriosos y les gustan los trabajos manuales. Así que fácilmente se han podido establecer en San Antonio, por ejemplo, talle- res de tejidos ; en Nazaret, la confección de sombreros, y en San Sebastián y La Sierrita, la industria de mochilas de fique. En estos trabajos se ocupan indistintamente niños y niñas. Los primeros suelen preparar las materias, y las segundas tejen mochilas, sobre todo las que están en el Orfelinato de San Sebastián y La Sierrita. Es ya tan perfecto este trabajo que la Misión se surte de las mochilas que en los Orfelinatos se tejen.

OFICIOS DOMÉSTICOS

í- El plan de instrucción y* educación en los Orfelinatos

se extiende a enseñar a las niñas todo aquello que un día deben hacer como mujeres hacendosas. Así, junto con la lectura y escritura se las adiestra en el aseo de la casa, el arreglo de las habitaciones y dormitorios; el lavado, planchado y servicio de la mesa; se las instruye en cortar, coser y remendar la ropa ; en bordar, tejer y hacer encaje. Y esto es en todas las cosas, hasta el punto de que hoy, tomada al azar una de las niñas, lo mismo oorta un vestido que hace una comida ; lo mismo labora un encaje que remienda una falda ; lo mismo borda fina- mente que lava los platos y ollas de la cocina.

Las niñas pues de nuestros Orfelinatos, salen de ellos bien instruidas y aptas para cualquier oficio, y hasta para constituir hogar y hacerlo feliz.

SE CONFIRMA LO DICHO

No creo que sea exagerado lo que dejo dicho sobre la perfección con que trabajan las niñas goajiras y arhuacas los bordados, calados y encajes ; pero por si acaso, precisa- mente en la exposición de labores que se ha hecho con motivo del Congreso Mariano, por la honorable Junta de la Acción de Gracias, se encuentran unos trabajos hechos por indiecitas de los Orfelinatos, los cuales indudable- mente, según tengo entendido, merecerán por la Junta Calificadora algún título honorífico.

Misiones católicas 10

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SEÑALADO CONTRASTE

Existe gran número, multitud de niñas que por in- dolencia de sus padres, por falsas preocupaciones y erró- neas ideas, no han entrado en nuestras casas de educación; lo que hace que entre éstas y las educadas se vea gran diferencia y señalado contraste aun a la vista de los mis- mos indios mayores, que se encuentran aferrados a sus perniciosas costumbres e intransigentes con todo lo que diga civilización y progreso.

Los mismos indios tratan a una joven educada en los Orfelinatos de diferente modo que a las demás. La con- sideran Y respetan, como suelen considerar y respetar a las jóvenes civilizadas ; convienen en sus formas y maneras y en su vestido, aseo y costumbres, adquiridos en nues- tros centros de educación. La miran como el oráculo de la familia y la consultan en todos los asuntos, muy princi- palmente en aquellos que tienen relación con los civili- zados.

CONSOLADOR CONCEPTO MORAL DE LA MUJER

La consideración que los indios goajiros tienen a una joven salida de nuestras casas, y que se ha ido a vivir con sus padres, es digna de especial mención y revela el gran concepto moral que de ella tienen formado. No se limitan a convenir en las costumbres que ha adquirido, virtudes que la adornan y civilización que la enaltece, sino que es tan grande el concepto que forman de la libertad que la educación le ha otorgado, que la exceptúan, cosa muy rara, de la inexorable ley de venta, dejando a su voluntad y gus- to casarse o no casarse, sin dejar de gozar de las prerrogati- vas de la familia y distinciones de la raza, lo cual sería im posible,. a no mediarla educación cristiana que ha recibido.

ORFELINATO DE SAN SEBASTIÁN DE RÁBAGO

Recuerdo haber informado minuciosamente a Vues tra Señoría Ilustrísima de este Orfelinato en el informe del año pasado; pero su incremento ha sido tal, y tan fe cunda la acción de los Padres Misioneros en el presente año, que merece ser mencionado muy singularmente en esta relación.

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En todos, pero aquí más que en los otros Orfelinatos se puede decir que está visible y patente la mano protec- tora de la Providencia. De mucho tiempo necesitaría para poder bosquejar y presentar a Vuestra Señoría Ilustrísima el cúmulo de dificultades que se han visto en esta funda- ción, y la multitud de obstáculos que la férrea voluntad de los Padres Misioneros han tenido que allanar para po- der llevarla adelante. Sin embargo, cosa prodigiosa, es el Orfelinato que tiene mayor número de niños y en el cual se han cosechado, en menos tiempo, más abundantes fru- tos de civilización. Para mí, Ilustrísirao Señor, es tan pro- digioso esto, que sólo me lo explico, habiendo mediado la protección de la Santísima Virgen, bajo cuyo amparóse ha puesto el establecimiento.

PODER DE LOS MAMAS

La civilización, con todo el arreo de sus principios de progreso, adelanto y cultura, ha encallado, en todo tiempo, ante el soberano poder de los mamas, númenes de la raza arhuaca y ciegos sostenedores de las bastardas tradiciones que las rigen, envuelta en mil supersticiones. ,

Para los mamas arhuacos la civilización es retroceso y degradación, hasta el punto de que cuando un indio en- tra entre ellos, después de haber adquirido algún tinte de civilización, lo persiguen hasta quemarle sus viviendas y desterrarlo de la tribu. A los mamas hay que consultarlo todo: desde que el niño nace hasta que se hace hombre, desde el primer acto de vida entre sus semejantes hasta el último. Hay que hacerlo todo bajo la despótica y dia- bólica dirección del mama. Si un niño se ha de bautizar, si más tarde ha de ir a la escuela, si luego ha de contraer matrimonio, si en su enfermedad se le han de aplicar tales o cuales remedios, si alguno de ellos ha de emprender un viaje, si se ha de hacer una compra, etc., etc., todo, todo ha de hacerse con el consejo del mama.

CONFIRMACIÓN DE LO DICHO

Varios hechos podría aducir aquí para comprobar la verdad de lo que dejo expuesto, pero valga uno por todos. Cuando dispuse entrar en la región de Motilones, aconse- jado por algunos señores de Valledupar, interesados en la obra, llamé a los indios principales de San Sebastián para

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que nos acompañaran; respondieron a la cita, les gustó el proyecto, porque se les pagaban sus trabajos; pero me di- jeron que tenían que consultarlo con los mamas. De esta consulta resultó que ninguno me quiso acompañar,' por- que los mamas les habían dicho que la expedición a los Motilones era una temeridad, y que ninguno de los que en- tráramos saldría salvo.

PRODIGIOSO ESFUERZO

Lo relatado deja comprender cuan prodigioso sea el esfuerzo que los Padres Misioneros han hecho para con- seguir el crecido número de niños que hoy existen en San Sebastián de Rábago. Y estos esfuerzos no son de un día, sino de todos los momentos, de toda hora, de todos los días, en todas las circunstancias.

Los indios arhuacos, una vez que pusieron sus.niños en el Orfelinato, mediante el voluntario compromiso que contrajeron, cuando una respetable comisión de ellos vino a esta capital, no han perdonado medio ni manera a fin de sacarlos de la casa, influenciados, naturalmente, por los mamas. Hoy es un pretexto, mañana es otro ; hoy alegan que algún miembro de la familia está enfermo, mañana que es necesario darles un paseo, por sus propias casas; después, qae están enfermos, y el mama quiere que los saquen para darles medicamentos. Y cuando otra cosa no, inventan que en el Orfelinato los tratan mal, los hacen trabajar, no les dan comida, como desgraciadamente su- cede en la actualidad, con la agravante de que algunos ci vilizados se hacen eco de estas aseveraciones falsas y pro- pagan el descrédito del Orfelinato.

No es difícil que estas acusaciones lleguen hasta el Cuerpo Legislativo, hoy reunido, lo que siento en gran manera, por cuanto quizá alguno de los señores infor- mantes ha podido llegar hasta el mismo San Sebastián, y personalmente convencerse de la falsedad de cuantas cosas han podido decirle de la marcha, y trato que los Padres Misioneros dan a los niños, es que rio lo hayan hecho.

Cosa cierta y real es que no ha pasado un sólo día, desde la fundación de este Orfelinato, sin que hubiesen mil demandas y quejas, con el malvado propósito de apar- tar a los niños, dignos de mejor suerte, del establecimiento civilizador que en San Sebastián se ha fundado.

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,Los Misioneros y las Hermanas que trabajan en aque- lla solitaria región, privados de toda comodidad, agotan toda su paciencia, inventan cuantos recursos la caridad ofrece, se arrastran y humillan ante los salvajes, con sú- plicas y ruegos, a fin de recabar de ellos que dejen a sus niños en la casa, lo que en realidad consiguen; pero a las pocas horas el mama ha influido tan poderosamente en el corazón de sus adeptos, que no tardan en a<^ercarse al Or- felinato pidiendo sus niños. ¡Cuántos sufrimientos! ¡Cuánto hay que disimular por la causa de Dios y por el engrande- cimiento de la Patria! Es verdad que esto sucede en casi todos los Orfelinatos; mas en ninguno de ellos como en los de la Sierra Nevada, por la perniciosa influencia de los mamúas.

QUEJAS A LAS AUTORIDADES CIVILES

Los indios arhuacos, mal dirigidos por algunos civili- zados que solapadamente hacen la guerra a la Misión y sus instituciones, han acudido algunas veces a las autori- dades civiles del Valledupar para que éstas los apoyen en sus demandas y hagan valer sus derechos constitucionales. Hay que tener presente que los derechos constitucionales que estos indios reclaman es vivir salvajemente, a su mo- do, sin ley civil que los gobierne, sin deberes que cumplir, sin penas que castiguen sus delitos ; y esta misma vida la quieren para sus hijos: de ahí su horror a Ja instrucción. Algunos de ellos han dicho que primero se matan que entrar por las vías de la civilización.

Si el hombre está formado naturalmente para vivir en sociedad con sus semejantes, hay que proporcionarle todos los medios que necesita para el desarrollo de aque- llas facultades que lo han de hacer verdaderamente social y poder disfrutar así de sus derechos; pero mientras el hombre esté en el salvajismo, huelgan para él las garan- tías sociales e individuales, porque no se halla en aptitud de recibirlas ni de gozar de sus propios derechos. Hay que instruirlo primero, educarlo y acomodarlo al goce de sus derechos y al cumplimiento de sus deberes para con sus semejantes, sociedad y pueblo, de los cuales forma parte. Creo, pues, que cumplan un gran deber de humanidad, civilización, religión y patriotismo todos aquellos que se valen de cuantos medios están a su alcance para educar a los niños indígenas ; y no lesionan en manera alguna sus derechos, antes, al contrario, con la educación los hacen aptos para gozarlos.

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Se dice que los Padres Misioneros se valen de ciertos castigos para obligar a los niños a la asistencia a la es- cuela.

Creo que esto es muy raro, y si alguna vez sucede es por obligante necesidad, lo cual queda justificado por el oficio que ellos desonpeñan en los Orfelinatos. ¿Cuál es el padre de familia que teniendo necesidad de usar de algún pequeño castigo para enderezar sus hijos no lo haga, des- pués de haber agotado otros medios que el cariño y la pru- dencia enseñan? Pues en este caso se encuentran los Pa- dres Misioneros cuando llegan, muy a su pesar, a castigar a algún niño : ellos hacen el oficio de verdaderos padres, pudiendo asegurar que no son más amados los niños por sus padres naturales que por los Misioneros, que tanto se empeñan ea su formación y educación completa.

POR LA JUSTICIA

En confirmación de lo que estoy relatando sobre el es- tado de los Orfelinatos y sacrificios que están haciendo los Padres Misioneros, por su buena marcha, acabo de ver en un periódico que se publica en San Juan de César un ar- tículo con el mote que lleva el título de este párrafo, en el cual se hace referencia a la obra de catequización de los Padres Misioneros de La Goajira, y que, por ser de un tes- tigo presencial, voy a reproducir en su mayor parte.

"Hemos leído en El Nuevo Tiempo la entrevista de uno de sus Directores con el Ilustrísimo y Reverendísimo señor fray Atanasio Vicente Soler y Royo, Vicario Apostólico de La Goajira. Es este un documento importante que publica uno de los diarios mejor servidos de la capital y que de- berían leer atentamente algunos pesimistas que no quieren ver ni reconocer los benéficos resultados de las Misiones de la Goajira, Sierra Nevada y Motilones. Refiriéndonos al Orfelinato más inmediato (a San Juan de César), el de La Sierrita, podemos asegurar, con verdadera honradez y con satisfacción de católicos, que está allí levantándose un nú- mero considerable de niños de ambos sexos, que serán muy pronto ciudadanos aptos, trabajadores honrados, útiles a la patria. Personas de reconocida honorabilidad y que tienen porqué saberlo, nos han informado satisfactoriamente acerca de los Orfelinatos de San Sebastián, Nazaret y San Antonio.

"Es innegable la abnegación, tenacidad y celo con que los Reverendos Padres Capuchinos trabajan por la civiliza-

Personal del Orfelinato de la Sierrita.

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Un grupo de niñas arhuacas recogiendo manzanilla.

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ción de los infelices indígenas, sometiéndose a duras priva- ciones y exponiendo su vida por llevarles la luz del Evan- gelio." (La Lucha número 3, del i.° de julio de 1919, San Juan de César).

CAMPOS Y GRANJAS AGRÍCOLAS

Es muy cierto que el hombre se completa y perfeccio- na por medio del trabajo 5 y si en el estudio encuentra el alimento, fuerza y vigor de su inteligencia, en el fértil campo que la Providencia le regalara encuentra, con su trabajo material, el alimento necesario para la vida, el desarrollo de sus fuerzas físicas y la nutrición y vigor de sus músculos y demás partes de su organismo. Por esto en los Orfelinatos se auna al fin principal que ellos persiguen, que es la instrucción religiosa y formación intelectual y moral de los niños, la enseñanza teórica y práctica de las labores de la tierra, fuente de prosperidad, venero de ri- queza, manantial de virtud y escuela de honradez.

En los Orfelinatos, Ilustrísimo señor, se tiende a for- mar al niño bueno, y como debe ser para Dios, para el pró- jimo y para mismo; se le da energía por medio de la piedad, la religión y prácticas del culto; tiene en continua actividad su inteligencia, voluntad, memoria e imaginación, por medio de los libros, en las clases; y se desenvuelve físi- ca y materialmente, por medio del trabajo. Por esto, en todos los establecimientos se destinan tres horas diarias al trabajo de agricultura, y en formación como si fueran a cualquier acto de comunidad, salen al campo los niños, en donde bajo la dirección del profesor de agricultura comien- zan ordinariamente sus labores, consistentes en la prepara ción de la tierra para la siembra, en la misma siembra, en la limpia, en la recolección de frutos, etc., etc.

En el presente año se han multiplicado los trabajos de manera extraordinaria, pues la mala situación ha contri- buido y ha servido de poderoso acicate para los niños, quie- nes llegaron a creer que si no trabajaban podían quedarse sin el sustento diario.

PROGRESOS AGRÍCOLAS

Así es como hoy se ven en el Orfelinato de Nazaret cien hectáreas de tierra, cercadas y abiertas a los cultivos de algodón, maíz y frisóles; en el Orfelinato de San Antonio, unas cincuenta, sembradas de algodón; en La Sierrita, va-

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rios campos roturados por los niños, en aquellas abruptas montañas, en las cuales cosechan abundante yuca, arra- cacha, ñame, maíz, etc. ; en el Orfelinato de San Sebastián, huertas de papa, cebolla, maíz, alverjas y trigo. Todo lo cual ha servido poderosamente para sostener la situación aflictiva en que se han hallado este año los Orfelinatos^ por falta de pagos a su tiempo.

SAN SEBASTIÁN DE RÁBAGO

Al haÍJlar de agricultura y sus progresos deseo hacer especial mención de su implantación y desarrollo en San Sebastián de Rábago, por la trascendencia que ello tiene.

En carta del 10 de diciembre último me dice el Reve- rendo Padre Director :

"Estamos sembrando aprisa. Tenemos ya bien sem- bradas y cultivadas cinco hectáreas de tierra. Para la Pas- cua pienso tendremos sembradas siete."

En carta del 24 de abril me dice :

''Estaraos dedicados cada día más a la agricultura. Tenemos trabajando todos los días cuatro bueyes con el arado rastrillo etc., etc."

Ein carta del 14 de junio dice así :

" La agricultura va viento en popa. Ya lo verá cuan- do venga. Se pesaron los frisóles de una sola mata, y dieron una libra. La huerta de Valencia, bien cultivada y abonada, va a dar la mitad de la comida que se necesita. Ojalá no se olvide Vuestra Señoría del molino para hacer harinas de trigo y de maíz. El trigo que hemos sembrado está hermosísimo, y el maíz que nos mandaron de Bogotá, lo mismo."

Y ahora, en carta del 24 de julio me dice:

"Hemos cosechado este año 25 quintales de papas, y estamos sembrando unos ocho, de los que esperamos cose- cha de doscientos cincuenta. Para agosto tendremos, Dios mediante, unos veinte quintales de garbanzos, más de dos y media hectáreas de maíz de cosecha, trigo, habas, gui- santes, etc. Hemos tenido una buena cosecha de frísol, procedente de unos 50 frisolitos que vinieron de España, hace dos años, los cuales rinden mucho y pronto. Los in- dios nos arrebatan esta clase de semilla.

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"Estos trabajos de agricultura contribuyen a que los niños insensiblemente se aficionen a la casa, quienes, a todo pasto, comen col, frisóles, habas, guisantes, papas, etc., etc., para que se le quite la idea, a algunos, de que aquí comen mal los niños. Cuando venga Vuestra Señoría se convencerá de lo que le digo''

La importancia de todos áSbs trabajos emprendidos por los Padres Misioneros está en que, antes de abrir la casa de San Sebastián, en el mismo pueblo, no había cul- tivos de ninguna clase; los indios cultivaban, pero era fuera de la población. De modo que los Padres Misioneros, además de la instrucción, han abierto una fuente de ri- queza y bienestar para los naturales, que antes no se co- nocía.

GRANJA DE SAN FRANCISCO

Como le manifesté a Vuestra Señoría Ilustrísima en el informe del año pasado, en atención al privilegio que el Convenio del Gobierno con la Santa Sede concede a los Jefes de Misión, entre infieles, comencé a fomentar una granja agrícola en la región de Motilones, con plantacio- nes de arroz, plátanos, maíz y cacao. Esta Granja, según noticia que tengo de los Padres Misioneros, está en buen pie y ha dado ya más de cien quintales de arroz, los cuales han servido para ayudar al sostenimiento de los niños del Orfelinato de San Sebastián, librándome así de comprar arroz extranjero.

FOMENTO DE LA RIQUEZA NACIONAL

Como fácilmente se desprende de lo que dejo expues- to, el trabajo agrícola y sus rendimientos en los Orfelina- tos no sólo son alivio para ellos, y esto sería lo de menos, porque con los auxilios del Gobierno podríase comprar alimentos del Exterior, sino lo que es más, se fomenta así la riqueza nacional. De manera que, a mi modo de enten- der, los Orfelinatos comienzan a ser para la Nación una gran caja de préstamos, cuyo capital les presta el Tesoro, y aquéllos van distribuyendo en pequeñas cantidades que se emplean en trabajo que comienza a rendir, como parte del interés del capital; pero que un día, no muy lejano, devolverán el capital con la fundación de pueblos de hon- rados ciudadanos, que contribuirán a levantar las cargas de la Nación.

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El hecho que explico es evidente. Además del arroz que se ha cosechado en Codazzi, los campos de algodón de Nazaret y de San Antonio han producido 200 quintales de este textil, que se ha vendido en Barranquilla, y cuyo di- nero se ha invertido en nuevos trabajos en campos nacio- nales, i Qué bellas perspectivas presentan, Ilustrísimo se- ñor, los Orfelinatos para el fomento de la riqueza na- cional!

LABOR PATRIÓTICA DEL CONGRESO NACIONAL

Sin miras apasionadas de ninguna clase, yo creo que los Congresos Nacionales, por propio egoísmo, por amor a la patria que representan, no debieran escatimar los pequeños auxilios que prodigan a estas instituciones, llamadas, por su origen y fin que persiguen, a aumentar la población civilizada y a abrirles positivas fuentes de engrandecimiento y prosperidad.

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MISIÓN DE INDIOS MOTILONES

Esta importante Misión, bajo muy halagadores auspi- cios, comenzada el año de 1914, ha seguido próspera, bri- llante y fecunda, como nunca cupo en mi imaginación.

Los Reverendos Padres Tomás de Orihuela, Salvador de Pinarejo, Bernardo de Torrijas, y los Hermanos fray Car- los de Benisa, fray Crispín de Palma, y hoy el Reverendo Padre Camilo de Ibi, han recorrido aquellos parajes de- siertos y solitarios, atrayendo, con grandes sacrificios y penalidades, hasta enfermar, a aquellos indómitos salvajes que la bondad de Dios y la intercesión de la Santísima Virgen, Pastora de nuestras almas, quisieron poner en manos de la Patria, en la memorable fecha del 7 de sep- tiembre de 1914.

ERA DE PAZ Y PROGRESO

Desde entonces, Ilustrísimo Señor, para los habitantes de Codazzi, La Paz, San Diego, Becerril y La Jagua ha comenzado una era de paz, sosiego, bienestar y progreso indescriptibles. Desde aquella fecha transitan los morado- res de aquella región por los caminos, sin sobresaltos ni recelos, y desde entonces es cuando están talando el bosque y sembrando los campos.

Otro beneficio que han recibido es el fomento de la cría de ganado, antes nula, por el pavor que les infundía la sola presencia de un indio motilón. Hoy se cuentan más de 20,000 cabezas de ganado que tranquilamente se apa- cientan y engordan en aquellas envidiables sabanas, que se asemejan a mares de verdor. Se puede decir que aun- que estos terrenos eran nacionales, estaban en manos de extranjeros, porque extranjeros se pueden decir aquellos que por su salvajismo tienen el dominio completo de una comarca, sin que civilizado alguno pueda penetrar, sin exponerse a una muerte casi segura.

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LA MISIÓN DE MOTILONES AVANZA

La obra comenzada por los Padres Misioneros y coad- yuvada con los desinteresados esfuerzos de un regular pu- ñado de patriotas civiles, como fueron, entre otros, los se- ñores Isazas, Lafaurie, Barros, Londoño, Montecristos, Maestres, Avilas, Quinteros, Ibarra y Alarcón, debía se- guir, porque era obra de Dios, y en realidad ha seguido rebosante de prosperidad, bajo el marcado celo que por su adelanto han desplegado los Reverendos Padres Misione- ros Camilo de Ibi y Gabriel de Barranquilla, con la coope- ración eficaz de los maestros seglares que hoy actúan en aquel territorio.

En confirmación de lo que dejo escrito, aduzco el testi- monio del Padre Camilo, quien, sobre los trabajos del año, me dice así :

"Amansados los indios motilones de Espíritu Santo, Fernambuco, Sicarare, Casacará y Maraca, que forman una población de 400 habitantes, a cuatro días de Codazzi, al sureste de la Sierra, encontraron los señores Monte- cristo una ranchería llamada por los indios Troca -Tayé, compuesta de veintidós casas de ocho metros cada una, fa- bricadas de estantillos y de paja, que llaman ellos sapuse. Esta ranchería puede tener alrededor de doscientos indios que se ocupan en las siembras de caña, yuca, malanga, plátanos, maíz, etc. Su clima es templado, y cosechan el algodón, que ellos mismos aprovechan para tejer sus mantas.

"Estos indios jamás han estado en pueblo civilizado ; debido a las reiteradas súplicas de los señores Montecristo, obedeciendo a mi plan, consiguieron que bajaran diez a esta mi residencia, en donde permanecieron solamente veinticuatro horas. Les atendí lo mejor que pude, les di buena alimentación, les doté de hachas y machetes, cau- sando en ellos todo esto muy buena impresión. Dijéronnos que nos llevarían a otras rancherías, bastante numerosas, entre las que enumeraron Sicacau y Manastara, manifes. tándonos, además, que en esta última ranchería los yucus (indios) vestían a la usanza de los civilizados."

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LABOR CIVILIZADORA

Que la labor de los Padres Misioneros sea altamente civilizadora, se desprende de un segundo informe que el citado Padre Camilo me da, fecha del 1.° de noviembre de 1918, que dice de la siguiente manera:

«Señor Inspector Nacional de Instrucción Pública de La Goajira, Sierra Ne- vada y Motilones Ríohacha,

"En contestación a la nota número 489 de Su Señoría Ilustrísima, en la cual me ordena le informe acerca de los indígenas de Sitiomanso, el Rosario y Avemaria, me es muy grato y honroso manifestarle lo que a continuación leerá.

"A los indios de Sitiomanso y el Rosario les visita su maestro, señor Lázaro Montecristo, por lo menos cada quince o veinte días : este señor trabaja todo cuanto puede por unir esas dos parcialidades con las del Espíritu Santo, Fernambuco, Sicarare y Casacará, para que, en primer lugar, se amen como verdaderos hermanos, y de este modo desaparezcan tantas muertes como entre ellos se cometen ; y en segundo lugar, para que, cuando llegue la hora de fundar el Orfelinato, no tengan inconveniente esas parcia- lidades en llevar sus hijos a dicho Orfelinato, aunque estén en él los hijos de las parcialidades que fueron enemigas.

"Esto lo he considerado siempre de mucha importan- cia, tanto que, desde el día que Su Señoría Ilustrísima me honró con el nombramiento de Superior de esta casa, no he cesado de encargárselo a los respectivos maestros de Sitio manso y Avemaria, y hasta yo mismo he trabajado en este sentido cuanto me ha sido posible. Gracias a Dios algo se va consiguiendo, pues cuando en el Avemaria o en* cualquier otro lugar se han encontrado dos parcialidades que antes se odiaban de muerte, ahora nada ha sucedido entre ellas; antes, al contrario, se han tratado con bastante cordialidad, como yo mismo he podido observar.

"Además, su maestro, durante los días que entre ellos permanece, les enseña a pronunciar bien el castellano, cosa para ellos bastante difícil, pero a fuerza de repeticiones algo se les va quedando.

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"A los indígenas que tenemos en esta casa y en la casa del Avemaria, con los cuales siempre hay un Padre o un Hermano, además de todo cuanto acabo de referir, se les enseña a deletrear y sobre todo la doctrina cristiana, como ya he manifestado a Su Señoría en carta particular; y aunque todos estos indios, especialmente los mayores, peco aprenden, por lo mucho que les cuesta pronunciar nuestra lengua, a los menores algo se les queda, pues éstos pronuncian nuestra habla castellana con mucha más faci- lidad.

"A todos estos indios se les atiende lo mejor posible, tanto que, cuando bajan a la Granja por bastimento, se les deja en completa libertad para que cojan lo que deseen, y he dado orden al señor Administrador de la finca para que nada, absolutamente nada les diga cuando en ella los vea. Debido a esto, es grande el cariño que nos tienen, y están deseando, como me informó el señor maestro de Si- tiomanso, que fundemos algunas casas a la falda de sus sierras para ellos bajarse a vivir entre nosotros.

"Y como estoy plenamente convencido de que los Or- felinatos son el medio más propio y adecuado para la civi- lización y cristianización de todos los indígenas, muy en- carecidamente he encargado a los maestros de Sitioman- so y Avemaria que inculquen esta idea entre los indios padres, y que me digan si podríamos reunir algunos nifíi- tos indígenas y con ellos hacer un ensayo de orfelinato. El señor Lázaro Montecristo me ha dicho que él se compro- mete a bajarnos treinta niños y colocarlos en el Orfelina- to o en la casa que tenga tal carácter, el día que Su Seño- ría Ilustrísima lo crea conveniente. Por este motivo yo soy de parecer que, siquiera por ahora, fundásemos cerca de la Granja una casita y en ella recogiésemos a esos pe- queños indígenas, y ensayar para saber el resultado que nos dan. Y me atrevo a proponerle esto, porque que el señor Lázaro Montecristo no se equivoca, pues conoce muy bien el carácter y costumbres de todos estos indí- genas.

*'Es cuanto puede, por ahora, informarle este su afec- tísimo subdito que humildemente le pide su paternal ben- dición,

"Fray Camilo de Ibi,

"Misionero Apostólico."

Dos Misioneros preparando la clase de horticultura (Goajira)."

Una fiesta pati iótica en el Orfelinato de San Antonio (Goajira)

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NUEVAS CONQUISTAS Y LABOU NACIONAL

Nuevas conquistas y de gran resonancia nacional son, sin duda alguna, los tesoneros y constantes trabajo^ reali- zados por el Padre Camilo de Ibi y sus abnegados compa- ñeros, en los últimos días del año. Así se deduce del si- guiente informe que copio íntegro:

Codazzi, 30 de diciembre de 19 18

«Ilustrísimo y Reverendísimo señor Obispo de Citarizo y Vicario Apostólico de La Goajira, Sierra Nevada y Motilones Ríohacha.

"Habiendo sido el suscrito, por nuestro católico Go- bierno, el designado para presentar Comisarios con el obje- to de que éstos levantasen el censo de la tribu motilona, presenté a los señores Lázaro Montecristo, Rómulo Mon- tecristo y José de Jesús Quintero. Tan pronto como estos señores recibieron el nombramiento, salieron de esta po blación con dirección a la sierra llamada de Maraca, y después de empadronar a los indios de las rancherías de San Jenaro y de la Divina Pastora, regresaron a este pue- blo acompañados de 33 indígenas, llegando el día 9 del corriente.

"Grande, muy grande, fue mi alegría al verles entrar por las puertas de nuestra Oasa-Misión; en ella permane- cieron tres días, durante los cuales los obsequié todo cuan- to pude. A todos y a cada uno de ellos les regalé una manta, a los varones una hacha, les maté una res, les di varios collares y todo cuanto desearon. Su alegría fue in- mensa al verse tan obsequiados; tanto, que se marcharon diciendo que pasadas tres lunas (tres meses) regresarían de nuevo. Marcháronse el día 12 ; pero yo deseaba conocer a los indígenas que se quedaron, y al mismo tiempo ver si me era posible descubrir nuevas rancherías, y determiné acompañarles.

"En efecto, marché con eilos y con los señores arriba nombrados. Empleamos en el viaje cuatro días penosísi- mos, subiendo y bajando cuestas, al fin de las cuales lle- gamos a Maraca. Esta región se encuentra hacia el Este y está a 1,700 metros sobre el nivel del mar. Sus tierras son inmejorables y con aguas abundantísimas; podrían allí alimentarse, dada la paja costera que se cría, por lo menos

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1,500 reses. Los ir dios cultivan maíz, caña dulce, yuca, ñame, auyama y frisóles. En aquella hermosísima saba- na existen tres rancherías indígenas ; unimos a las dos últimas, por encontrarse como medio kilómetro la una de la otra, y la pusimos el nombre de Divina Pastora; a la primera bautizamos con el nombre de San Jenaro, por llevar ese nombre el jefe de dicha ranchería. A tres kiló- metros de la Divina Pastora existe otra a la cual impusi- mos el nombre de San José.

"San Jenaro está habitado por 34 indios, incluyendo a los niños, y 25 indias, incluyendo a las niñas. En la Di- vina Pastora viven 89 indios, incluyendo a los niños, y 109 indias, incluyendo a las niñas. En San José 36 indios, in- cluyendo a los niños, y 39 indias, incluyendo a las niñas. En estas tre^ rancherías existen pues :

"San Jenaro, indios e indias 59

"Divina Pastora, indios e indias 198

"San José, indios e indias 75

"Total 332

" Estas tres rancherías las visitamos varias veces, a noté que estos indios son dóciles y trabajadores, pues y nada se niegan de lo que se les manda, y casi todos tienen su rocita, en donde cultivan todo cuanto para su alirnento necesitan. Además de trabajar la tierra trabajan también la palma, con la cual confeccionan catabres, petaquillas, esteras y otras cosas por el estilo. Las indias hilan el al- godón muy finamente y con él tejen sus mantas, que, por cierto, son muy primorosas, como tuve ocasión de ver. Viven debajo de enramadas regularmente hechas y a cuyo techo guindan a sus difuntos, a los cuales envuelven en sus propias mantas y una estera, y allí, guindados, los tie- nen años y más años.

"Como el fin déla expedición que organicé no sólo era, como al principio de este informe digo a Su Señoría Ilustrísima, visitar estos indios, sino ver si podía también dar nuevos hijos a la Patria, tanto yo como los expedicio- narios que me acompañaban comenzamos a preguntar si más allá había otros indios. A los que preguntamos esto, nos contestaron en sentido negativo, pues como eran ene- migos, temían que aquéllos se enterasen que ellos los habían descubierto y los matasen; pero asegurados de que

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nada malo les había de suceder si nos lo decían, empeza- ron a darnos los nombres de los indios de la ranchería más cercana. Entonces emprendimos la marcha hacia aquella ranchería. Salimos a las cinco y media de la mañana an- dando, subiendo y bajando cuestas o sierras, y a las diez de la misma mañana llegamos a la mencionada ranchería. Excuso decir a Su Señoría la impresión que estos indios recibieron al vernos llegar a su morada, pues jamás habían visto civilizados ; sufrimos lo indecible para poder llegar allí; pero gracias a Dios, esos sufrimientos los dimos por bien empleados, pues comenzábamos a recoger el fruto de nuestros sudores. Estos indios nos recibieron muy bien, aunque con algún temor; mas ese temor pronto desapare- ció al notar que los tratábamos con el cariño y amor de verdaderos hermanos. Nos obsequiaron todo lo mejor que pudieron, dándonos para comer lo que tenían, que fue maíz y auyama. A esta nueva ranchería le impusimos el nombre de Aguas Muertas, por lo hediondas que esta- ban. No sé, Ilustrísimo Señor, cómo aquellos indios podían beber aquellas aguas sin enfermar.

"Nuestra intención sólo era llegar a esta ranchería y regresar; por lo mismo, no nos llevamos las hamacas, ni las mantas ni comida; pero una vez allí, preguntamos a aquéllos si más halla había otras rancherías. Al principio se negaron por las mismas razones de los anteriores; mas, convencidos de que nada malo les había de suceder si nos lo decían y acompañaban, empezaron a decirnos los nom- bres de la ranchería más próxima, y resolvieron acompa- ñarnos. Sin pérdida de tiempo emprendimos de nuevo la marcha con dirección al Noreste, llegando a subir a una altura de 2,300 metros sobre el nivel del mar. Llegamos a esa altura a las cinco y media de la tarde: allí nos encontra- mos con una bajada de unos dos kilómetros y casi vertical; nos costó descenderla cerca de dos horas. Pero ¡qué cuadro, Ilustrísimo Señor Obispo, qué cuadro se presentó ante nuestros ojos ! Como por los gritos que les dimos desde lo más alto de la sierra, ya sabían que los íbamos a visitar, salieron a la falda de la cuesta como unos veinte indios, todos con la cara tostada y pintada de encarnado; con las fechas y arcos en sus manos, los varones, y las indias con unos catabres que al momento nos entregaron en señal de paz y amistad. Después que abrazamos a todos los indios y saludamos a las indias, nos llevaron a una de sus enra-

Misiones católicas 11

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madas, y allí nos dieron maíz y unas yuquitas que fue toda nuestro alimento aquella noche. Descansamos sobre una estera, aunque no pudimos dormir por la dureza del lecho, por estar toda la noche hablando y comiendo los indios y por el intensísimo frío que hacía. Al siguiente día, como a las ocho de la mañana, emprendimos el regreso; pero aque- llos pobrecitos indios no querían que nos fuésemos, y para darnos una prueba de su amistad y cariño, la mayor parte de ellos nos acompañaron hasta la cima de la cuesta. A esta ranchería, por encontrarse en aquella profundidad, le impusimos el nombre de La Hondonada. Tampoco estos indios conocían ni habían sido visitados por los civilizados. "En la ranchería de Aguas Muertas viven 17 indios, incluyendo a los niños, y 15 indias, incluyendo a las niñas; y en La Hondonada existen 61 indios, incluyendo a los ni- ños, y 47 indias, incluyendo a las niñas. En esta expedición, pues, hemos dado a la Patria :

"En Aguas Muertas, entre indios e indias... 32 "En La Hondonada, entre indios e indias. . 108

''Total 140 hijos.

"A más de lo expuesto, hemos conseguido que todos estos indígenas se reconciliasen los unos con los otros, pues vivían enemistados y con frecuencia luchaban y se ma- taban.

"Ahora bien, Ilustrísimo señor: yo opino, y conmigo los señores expedicionarios que me acompañaron, que por aquellos lados existen todavía más rancherías, y estoy dis- puesto dentro de un mes, poco más o menos, a organizar otra expedición, y al frente de ella marcharme en busca de esos indígenas, y dar con esto a la Patria, a esos hijos que la desconocen; pero esto, como Su Séíioría Ilustrísima sabe, implica muchos gastos, y sería, por lo mismo, muy conveniente que Su Señoría Ilustrísima suplicase a nues- tro católico Gobierno nos facilitase algunos auxilios. Yo me encuentro en tales disposiciones, que estoy dispuesto a sa- crificar mi vida por engrandecer a la Patria, dándole nue- vos hijos, y por salvar las almas de aquellos infelices y conducirlas al verdadero redil de la Iglesia.

"Más aún: dadas las inmejorables condiciones de aque- llas tierras y el carácter dócil, obediente, sencillo y traba- jador de aquellos indios, debiera Su Señoría Ilustrísima,

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cuanto antes, fundar en aquellos parajes un Orfelinato, pues tenemos allí 76 niños y 87 niñas dispuestos a ingre- sar en él. Es verdad que esto no puede hacerse en seguida, pues propiamente dicho, no hay allí camino para conducir las mil y mil cosas que para tal efecto son necesarias; pero yo me comprometo, en un espacio muy corto de tiem- po, abrir un camino por donde puedan transitar muías y toda clase de caballerías. Para esto tengo ya a mi disposi- ción tres hombres que, con un sueldo muy reducido, se pondrían al frente de otras tantas cuadrillas de indios que, como le acabo de decir, en muy poco tiempo abrirían dicho camino. Y como quiero que Su Señoría Ilustrísima conozca las disposiciones de mi ánimo, le diré también que aunque las galas de la ancianidad adornan ya mi barba, me pondré al frente de otra cuadrilla y con eso terminará más pronto ese trabajo; pero para todo esto es preciso que a la mayor brevedad me mande las herramientas que le tengo pedidas.

"Dios guarde a Su Señoría Ilustrísima muchos años-

"Fray Camilo de Ibi,

Misionero apostólico."

El mismo Misionero ha mandado últimamente un in- forme que por la importancia que reviste, así como por lo muy atractivo que es, no puedo resistir al deseo de co- piarlo textualmente. Dice:

"INFORME

I «San Jenaro (Maraca), 6 de julio de 1919

«Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Obispo de Citarizo y Vicario Apostólico de La Goajira, Sierra Nevada y Motilones Bogotá.

"Con la paternal bendición de Su Señoría Ilustrísima salí de Codazzi el día 9 de marzo del corriente año, en di- rección a esta tierra, para trabajar, de una manera espe- cial, en la evangelización y civilización de estos indígenas motilones, reducidos por Su Señoría en el año de 1914.

"Además de los trabajos llevados a cabo por nuestra Misión a fines del pasado año y a principios del que cursa, de los cuales he informado ya a Vuestra Señoría, deseo

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ahora exponer algo sobre lOvS realizados desde el raencio- nado día 9 de marzo hasta el presente. Y para que este trabajo resulte más claro y ordenado lo dividiré en los puntos siguientes: construcción de caminos, casas, clima, agricultura, ríos que bañan esta región, carácter de los indios, número, laboriosidad de los mismos, costumbres, entierro de los muertos, comidas raras, necesidad de leyes especiales, religión, medios para conseguir su civilización, expediciones y gastos de las mismas.

"CONSTRUCCIÓN DE CAMINOS

''Esta región de Maraca dista de Becerril, primer pue- blo de civilizados, y en dirección al Este, unas ocho leguas, aproximadamente. El camino era malísimo ; pero debido a nuestros trabajos es hoy regular, tanto que, exceptuan- do dos trozos de media legua escasa cada uno, se puede ir montado. Para conseguir esto empleamos a nuestra ve- nida cuatro días completos, trabajando seis hombres sin descanso. A los dos días de nuestra llegada mandé a un hombre, acompañado de diez indígenas, a sacar nuevo ca- mino por unas cuestas de difícil acceso. En este trabajo emplearon ocho días, j como no quedó terminado, quince días más tarde los volví a mandar, y estuvieron trabajando doce días. Y si no ha quedado el eamino como hubiera sido mi gusto, ha sido, más que nada, por carencia de ade- cuadas herramientas. El día que consiga éstas terminaré l^erfectísi mámente este camino y, además, sacaré otro nuevo por la izquierda del río Maraca, a fin de evitar las nueve veces que hay que vadearlo. Hemos pues cons- truido 25 kilómetros de camino y hemos arreglado todos los demás.

"casas

"Como estos indígenas propiamente no saben cons- truir casas, al llegar aquí, y para poder soportar en parte las inclemencias del tiempo, me vi precisado a levantar una casa en este lugar llamado San Jenaro. Esta casa mide 20 metros de longitud, 5 de latitud y 5 de elevación; tiene, además, un corredor de la misma longitud por 2| de latitud. Es de bahareque con techo de paja. En la ac- tualidad se está embarrando, y espero que pronto quedará terminada. Conseguido esto, servirá de habitación para el

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Padre Misionero y de escuela para los hijos e hijas de estos mis amados indígenas. Más tarde, cuando se funde el Or- felinato, podrá servir de enfermería: por esto la he cons- truido grandecita y a unos 100 metros de distancia del lugar que escogido tengo para el Orfelinato. Una vez ter- minado, según el señor Víctor Avila, muy perito en esta clase de construcciones, valdrá pesos setecientos oro legal.

"CLIMA

"Según marca el aneroide, esta hermosa región está situada a 1,200 metros sobre el nivel del mar, y por consi- guiente, el clima es benigno: opino que el termómetro no debe subir a más de 20 grados. Durante el día, pues, ni se siente frío ni calor; sólo por las noches, como a las tres de la madrugada, se siente la temperatura bastante fresca; pero esta frescura desaparece de las seis a la siete déla mañana. Debido a esto, no existe plaga de ninguna especie, pudiendo, por tanto, servir este lugar para toda clase de cría.

"AGRICULTURA

"Como consecuencia de este inmejorable clima, pué- dese cultivar aquí toda clase de granos y legumbres. En el mes de abril los indígenas me desmontaron una hectá- rea de terreno y en él hice algunas pruebas de granos y hortalizas: sembré trigo, cebada, maíz, guisantes, frisóles, habas, lechugas, cebollas y melones, y todo me dio muy buenos resultados, tanto, que me he convencido que en esta región se puede cosechar todo cuanto se cosecha en el inte- rior y en Europa. Además, he plantado 25 sarmientos de riparia, esto es, sarmientos de uva silvestre, y la mayor parte están con sus correspondientes brotes. Estos sarmien- tos pienso injertarlos el año próximo, y espero que han de producir excelente uva. Lo que actualmente cosechan los indígenas es guineo, maíz, caña dulce, frisóles y auya- mas. La sabana que ocupan estos indios medirá unos 10 kilómetros de longitud por unos á de latitud, y toda ella está cubierta de paja costera y otras variedades de pajas ; en las sierras que al Norte y Sur tiene abundan igualmente ésas, hasta unos 400 metros de altura. Por lo mismo, cuantos han visto esta sabana dicen que hay pasto para alimentar de 1,900 a 2,000 reses, y añaden que aquí se podría poner una cría caballar que daría, sin duda, impor- tantísimos resultados.

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'RÍOS

"Los que bañan y riegan esta privilegiada región son el Maraca y Yujea, denominados así por estos indígenas : los dos de perennes aguas; ambos corren de Oriente a Po- niente, desembocando el segundo en el primero, dividido en dos ramales, en el lugar llamado Fuertonuevo. El May a- ca tiene su manantial en la sierra Tocore, nombre indíge- na. Como en la expedición que acabo de hacer fui faldeando dicha sierra, llegué a contar catorce afluentes, dos de ellos abundantísimos y todos de fresquísimas y cristalinas aguas. El Yiijea tiene su fuente en la sierra llamada por estos indios Socorpa. Se divide, como acabo de decir, en dos ra- males : el primero toma dirección noreste, pasando por la ranchería Hondonada, a un kilómetro de distancia : el se- gundo toma dirección sudeste, pasando por la ranchería San José, a medio kilómetro de distancia, y ambos desem- bocan, como he dicho a Su Señoría, más arriba, en el Ma- raca. Tiene además esta región varios arroyos perennes que desembocan en el Yujea: uno de ellos nace a medio Kilómetro de esta y pasa a 20 kilómetros del lugar en donde hemos levantado la casa; sus aguas son puras y fresquísi- mas. El Yujea corre paralelo al Maraca, y por el lugar más separado, sf se me permite la expresión, dista unos 10 o 12 kilómetros. Este río Maraca es abundantísimo en pes- cado, y a él bajan estos indígenas a pescar, especialmente en los meses de febrero y marzo.

/ "CARÁCTER DE ESTOS INDIOS

"Como estos indígenas han tenido poco trato y poca amistad con los civilizados, aun después de ser por Su Se- ñoría Ilustrísima pacificados, conservan su peculiar carác- ter de salvajes ; pero no son aferrados a sus costumbres; antes, al contrario, son fáciles en dejar aquellas que se les reprueban y afean : por esta razón se consigue de ellos cuanto se quiere. Cuando llegamos aquí nos miraban con cierto recelo y temor, tanto que, sobre todo, en cuestión de comida, rechazaban y despreciaban cuanto les dábamos ; hoy ya no sucede esto : todo cuanto les damos se lo comen sin miedo ni recelo. En los disgustos y riñas que entre ellos de vez en cuando se suscitan, son dóciles y obedientes a nuestra vo^ Allá va una prueba. Entre los de esta ranche-

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ría y los de la Divina Pastora hubo no mucho un dis- gusto que, a no haber intervenido nosotros, hubiera tenido fatales consecuencias. Bastó que afeásemos su acción, que se les dijera que era malo el matarse, que PapacM Dios los castigaría, que se sentasen, que dejasen sus arcos y flechas y que se callasen, para que inmediatamente obe- deciesen (y eso que estaban bastante embriagados del gua- rapo fermentado que habían tomado). Su docilidad ha llegado hasta tal punto, que ha bastado les dijera que me diesen a sus hijos para instruirlos y que una vez instruí- dos se los devolvería, para que al momento me los entrega- sen. En fe de lo que puedo decir a Su Señoría que actual- mente tenemos diez y ocho niños (niñas no quiero recibir) que comen, duermen bajo nuestro techo, se instruyen y trabajan bajo nuestra dirección ; y están contentos en nuestra compañía, que cuando alguno desobedece o come- te alguna travesurilla propia de niños, basta decirle que a N. sáyatopo, lo vamos a echar de la casa, para que al momento obedezca o se corrija. Es éste, por cierto, un dato muy, consolador para todo misionero.

"LABORIOSIDAD DE ESTOS INDIOS

"Como de todo debo informar a Su Señoría, pura y llanamente diré que los indígenas de más de cuarenta años son poco trabajadores; sin embargo, la mayor parte de ellos tienen su rocita, más o menos grande, la cual tra- bajan todo lo necesario para vivir ; lo que principalmente cosechan es maíz, guineo, frisóles y algo de yuca. Cuando escasean de todo esto se van a pescar, a cazar o a recoger guáimaro. No son así, afortunadamente, los indígenas jó- venes : éstos son más trabajadorcitos ; tanto es así, que ellos han sido los que nos han ayudado a construir y arre- glar el camino; ellos los que nos ayudan a edificar la casa ; ellos los que nos han desmontado la hectárea de terreno y los que la han sembrado; y ellos, finalmente, son ios que están dispuestos a ocuparse en el trabajo que se les mande. Claro está que para que laboren con más gusto les he dado y sigo dándoles algunas recompensas, como hachas, ma- chetes, mantas, sombreros, etc. Esta nueva generación de , indios es una gran esperanza, y de ello se convencerá Su Señoría cuando suba a estas sierras y con sus propios ojos vea cuanto le acabo de exponer.

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"Además de lo dicho, estos indígenas hilan y tejen al- godón, con el cual confeccionan mantas, muy finas por cierto. También hacen catebres, esteras y abanicos de pal- ma : los catebres y abanicos sueleii hacerlos los indios, las mantas de algodón y las esteras, las indias. Ahora mismo estoy viendo hacer a una india una pisoba mevo (som- brero de algodón) muy bien hecho y fino, para regalar a un indio.

"CONSTUMBRES INDÍGENAS

'* Acerca de este punto muchísimo podría decir a Su Señoría, pero me restringiré a lo más esencial. Gran parte de estos indios tienen dos y hasta tres mujeres; pero cosa rara, no se nota entre ellos que tengan preferencia por alguna de ellas. Esto, claro está, hay que eliminarlo poco a poco y dejarles con una sola. Y si esto, como acabo de decir, hay que hacerlo desaparecer, se debe procurar, con más razón, en lo que respecta a otra costumbre que es mucho peor que esa. Todavía no han llegado las indiecitas a la pubertad, más aún, cuando apenas cuentan diez años, ya las entregan a un indio, sea o no sea joven: de las niñas parece disponen las madres, y éstas son, por consiguiente,, las que las entregan a los indios. Desde este mismo lugar en donde escribiendo estoy estas líneas, veo tres niñas, la mayor de diez años a lo sumo, que ya están entregadas en la forma indicada; es más: los padres de estos niños y niñas no se fijan en el parentesco de los que tratan de unir; por esto soy de parecer que estos indígenas son tan enclenques y raquíticos.

'^También existe entre éstos una costumbre muy rara y que en varios casos puede ser muy perjudicial para los niños, y es que las indias madres lo mismo dan su pecho a sus hijos que a los que no lo son. Yo mismo he visto a muchas indígenas dar su pecho a niños y niñas que no eran suyos y una de ellas bastante enferma. ¿No es cierto que es muy fácil que esos pequeños adquieren las enfer- medades de aquellas madres que les dan su pecho ?

"La carne, lo mismo que el pescado, no la salan sino que la ahuman para comerla; es más : a aquella la solean, y cuando ya empieza a corromperse y a agusanarse, en- tonces es cuando la ahuman ; de aquí procede que con frecuencia enferman deí estómago, y los niños de pecho contraen enfermedades peligrosas. Los días 20 de junia

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y siguientes tuvimos que curar a un nifiito cuya enferme dad era efecto de la carne podrida que su madre había comido : prohibimos a dicha madre comer de ella, y a es- tas horas el niño se encuentra completamente restable- cido.

"Como estos indígenas (de Maraca se entiende) han tenido poco o ningún trato con los civilizados, como ya tengo dicho a Su Señoría, y según parece, ni con nuestros antiguos Misioneros que fundaron el pueblo de Codazzi y otros, resulta que entre tantos sólo encontré áo^ que lle- varan nombres de santos: los demás, o no tenían nombre o eran nombres rarísimos por ellos impuestos. Hoy, a medida que los vamos tratando, les vamos imponiendo nombres de santos, a los cuales contestan y por los cuales se llaman unos a otros.

"entierro de los muertos

"A sus muertos no los entierran en el sentido propio de la palabra. Cuando un indígena muere, lo encogen has- ta tocar las rodillas a la barba y lo envuelven en una o dos esterillas de palma, debajo de las cuales le colocan las mantas que a su muerte tenía; luego hacen de varas del- gadas una especie de jaula y lo meten en ella, y última- mente lo colocan dentro de un gran embudo de paja que hacen. Así dispuesto, levantan una enramada a udos cien o doscientos metros de distancia del lugar en donde viven, y debajo de ella lo colocan, teniéndolo allí como unos dos o tres meses. Transcurrido ese tiempo lo sacan de allí, le qui- tan las esterillas y mantas, exceptuando la que está junto á los restos, lo envuelven de nuevo con otras mantas y es- teras y lo trasladan a su rancho o enramada, en la cual lo cuelgan. Este traslado lo hacen con mucha solemnidad. Dispuesto todo, como acabo de decir a Su Señoría, se lo carga uno a la espalda, y al son de unos pitos de laueso, que para el caso tienen, y de los gritos desaforados y gol- pes que con sus arcos dan al aire y al suelo, lo llevan a su ranchería. Llegados a ella lo pasean por la plazuela, ro- deándole las mujeres que andan lloriqueando, es decir, fin^ giendo llorar ; mientras tanto unos cuantos indios e indias van repartiendo a todos los demás sendas totumas de gua- rapo o chicha fermentada ; con ésa se embriagan, a más no poder, tanto ellos como ellas, pues el paseo del muerto dura el tiempo que dura dicha bebida; ordinariamente es

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un día y una noche; terminada la chicha, la familia lo cuelga en su enramada, y allí lo tienen más o menos meses.

'Todo esto que le acabo de referir lo vi yo en el mes de marzo de este año. Pasados esos meses lo llevan, según me han informado, a una especie de cementerio que tie- nen, y allí lo depositan entre piedras, o cuevas que de las mismas piedras hacen.

"COMIDAS RARAS

''Casi todo cuanto llega a sus manos se lo comen: yo les he visto comer las plumas de ave (también yo lo he hecho), las avispas o crías de ios avisperos, las ratas, cierta clase de gusanos blancos que sólo al verlos producen asco, las liormigas grandes, a las'cuales llaman ellos cayavo, las monas, marimondas, etc. Preparan esta clase de animales sin pelarlos ni destriparlos; una vez muertos los echan en la candela y así que están algo tostados los descuartizan y los conservan para ir comiéndoselos, bien como los han sa- cado del fuego, bien hervidos sin sal. El maíz tostado no lo han probado hasta ahora que los hemos sacado del error en que estaban, pues creían a pies juntillas que les quitaba la vista y el oído; al ver que nosotros lo comíamos y que nada de eso nos sucedía, empezaron a imitarnos y actual- mente se alimentan con ello sin temor y sin miedo.

"NECESIDAD DE LEYES ESPECIALES PARA ESTOS INDÍGENAS

"Costumbres y rarezas como estas podría referirle muchas más, si no temiese alargar demasiado este infor- me. Sin embargo, todas ellas es muy fácil quitárselas, como ya lo hemos hecho con algunas. Afirmo tan rotundamente esto, porque es mucho lo que les gusta la vida del civiliza- do, tanto que ya muchos ,de ellos me han pedido ropa para vestirse de tales, y cuando nos ven hacer alguna cosa de las que ellos no conocen, exclaman: ¡patume, pa- turne! que quiere decir: ¡bien, muy bien! Esto se debe a que todo cuanto hasta el presente han visto en los civiliza- dos ha sido bueno y edificante, y sería un dolor que el día de mañana viniesen a este lugar civilizados de mala con- ducta y en ellos viesen cosas que los desedificasen y los sa- casen de la inocencia, digámoslo así, en que viven. Por

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eso soy de parecer que, a fin de conservar a estos indíge- nas en ese estado de candidez que les caracteriza, debiera Su Señoría conseguir de nuestro católico Grobierno un de- creto que prohibiese establecerse en esta región a todo civi- lizado, exceptuando a los que la Misión se lo consintiese.

"Mas todavía, en ese decreto debiera prohibirse hasta el pernoctar sin permiso m scriptis del Padre Capuchino que dirigiese esta Misión y cuyo permiso debiera conse- guir por lo menos tres días antes de su llegada a este lu- gar. Opino así, porque he sabido de fuente fidedigna que algunos civilizados quieren establecer caballerizas o crías de caballos en este lugar; si esto llegase a suceder, ven- dría aquí toda clase de gentes, y no hay duda que en poco tiempo estos mis queridísimos indígenas perderían su sen- cillez y la confianza sin límites que en nosotros han depo sitado.

"Y para que Su Señoría se convenza de la sencillez de estos indios, le referiré en pocas palabras lo que sucedió no hace más de veinte días. Un indio hirió a su india en un brazo; al enterarme de ello fui en busca del indio y le afee su acción y mal proceder; después encargué a mis compañeros que, con su conducta para con dicho indio, le hiciesen comprender su mala obra; así lo hicieron, y suce- dió que al notar ése la frialdad e indiferencia con que to- dos lo mirábamos, vino al siguiente día a buscarme, y hu- millándose me dijo: PapacM eraos guamque tumaca subó- tapo mónita. Padre, yo ya no le pegaré más a mi mujer. ?:No es verdad, señor Obispo, que esto es muy consolador? Pues todo esto y mucho más se perdería si se estableciesen en este lugar civihzados de mala conducta. Como com- prenderá, pues, urge y es necesario que el Gobierno expida dicho decreto.

"RELIGIÓN

"Muy poco podré decir a Su Señoría Ilustrísima res- pecto de este punto. Que estos indígenas creen en algo, no cabe duda alguna. gQué idea tienen de Dios?

"Hasta la hora presente nada he podido, ni hemos po- dido notar. Sólo he notado que creen en una vida futura. Prueba de ello es que a sus muertos cuando los envuelven les colocan en la parte de afuera bollos, pescado, carne, etc., y según dicen, todo esto se lo colocan allí para que coma durante el viaje que ha emprendido, y esas cosas se

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las colocan durante muchísimo tiempo, como yo mismo lo he visto. ¿No prueba también esto la creencia en la inmor- talidad del alma, aunque de ello no se den cuenta? No si tendrán otras creencias; si tienen otras y las descubro se las manifestaré a Su Señoría.

"fundación de un orfelinato

''Dado el número de indígenas de esta región, es decir, el número de niños y niñas que existen, el cual no baja de 200, y, sobre todo, dado el amor que a la vida civilizada tienen estos indígenas, urge la creación o fundación de un Orfelinato. Los padres indios lo están deseando, como cla- ramente me lo han manifestado cuando de ello les he ha- blado. Lo prueba el hecho de haberme entregado a algu- nos de sus hijos, como anteriormente he dicho a Su Seño- ría. Este Orfelinato ha de ser, en parte, diferente a los demás; quiero decir que así como en los demás Orfelinatos . sólo se educa a niños y niñas solteros y sólo a éstos se reciben, en éste hay que educar y recibir, además de los solteros, a aquellos y a aquellas que, aunque jovencitos, ya estén desposados; éstos pueden vivir durante el día en el Orfelinato, aunque por las noches se vayan a sus ranchitos; pero esto sólo durará mientras se les quite la costumbre de casarse tan jóvenes. '

"Por parte de los niños y niñas, puedo decir a Su Se- ñoría Ilustrísima, con gran satisfacción, que son muchos los deseos que tienen de aprender. Ouando por las noches tengo algunos a mi alrededor, como jugando empiezo a enseñarles a contar y a pronunciar bien las letras. Tan pronto como los demás oyen esto se vienen corriendo a aprender, y de mi lado no se van hasta que los mando a acostarse. Así pues jugando y cantando les voy enseñando alguna cosita; algunos saben contar hasta veinte y pro- nunciar bien las letras, sobre todo la Z, la II y la /, que les es muy difícil; y sucede que después que se han acostado, todavía siguen ellos contando y pronunciando el alfabeto. A más de lo dicho, se nota en la mayor parte de estos pe- queños una inteligencia bastante despejada. No conviene pues perder tiempo, hay que aprovechar tan bellas y exce- lentes cualidades y disposiciones, y desde luego conviene que Su Señoría interese al Congreso Nacional para que nos conceda el permiso y los fondos necesarios a fin de proceder al levantamiento del Orfelinato. Para el efecto

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me tomo la libertad de mandarle el plano del edificio que se podría edificar. Según la experiencia que de esas casas civilizadoras tengo adquirida, me parece que está comple- to; sin embargo, queda al arbitrio de Su Señoría Ilustrísi- ma modificar o hacer otro nuevo. presupuesto que debe hacerse para su levantamiento y terminación lo dejo al recto juicio de Vuestra Señoría, pues no me cabe duda que, en esta clase de obras, tiene más experiencia que yo.

"ÚLTIMA EXPEDICIÓN

"Fue gloriosísima. Salimos de San Jenaro (Maraca) en dirección a Sicacau el día 24 de junio del próximo pasado mes, a las seis y media de la mañana. La componíamos los señores Lázaro Montecristo, Víctor Avila, Lucas Es- trada, Buenaventura Navarro, José Concepción Vidal, Dionisio Díaz, José Manuel Iguarán, el que suscribe y veintisiete indígenas de estas rancherías. Después de ha- ber celebrado la santa misa, que oyeron todos los expedi- cionarios con singular devoción, de rezar tres Avemarias a la Virgen, de un disparo de escopeta y de un ¡viva a Colombia! que fue contestado con indecible entusiasmo, abrí la marcha. A medida que íbamos pasando por las cer- canas Y lejanas rancherías de esta región, se iban agre- gando indígenas, hasta completar el número arriba indi- cado.

"primera jornada

"Fue de seis leguas largas, hasta llegar a La Hondo- nada, ranchería y lugar ya conocido por Su Señoría por mis anteriores informes. Aquí pasamos la noche y el día siguiente: primero para descansar de la malísima jornada del día anterior; segundo para aliviarnos algo del fuerte resfriado que algunos padecíamos, y tercero para compla- cer a aquellos indígenas que así nos lo pidieron. Compla- cidos éstos y conseguido algo de lo que se deseaba, el día 26, a las siete de la mañana, emprendimos felizmente y con alegría la

"SEGUNDA JORNADA

"Fue ésta de las mismas leguas que la anterior, poco más o menos. Anduvimos por sabanas inmensas, cerros y sierras llamadas por los indígenas sudsu, hasta llegar a una cuesta de cerca de 2 kilómetros de larga, casi perpen-

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dicular, la cual bajamos con gran dificultad. Conseguido esto, nos internamos en el monte y a la falda de la sierra llamada por los indios Tocare, y a la orilla de un arroyo que lleva el mismo nombre hicimos alto. Cuando todavía no nos habíamos sentado, empezó a llover torrencial mente. Masque de prisa y corriendo, levantamos unas chozas y 'enramadas con varas y hojas anchas, y allí pasamos la no- che del 26. Apenas pudimos cerrar los ojos.

"tercera jornada

"Amaneció el día 27: tomamos alimentos, y a las nueve de la mañana empezamos a subir y bajar sierras hasta llegar al primer arroyo afluyente del río Maraca. Se- guímos su curso; unas veces por la derecha, otras por la izquierda, y otras por su mismo cauce ; así anduvimos como dos leguas, al terminar las cuales subimos a una sa- bana para allí descansar y pernoctar. La noche la pasa- mos, sí, pero no descansamos, porque fue tanto lo que llo- vió y tan intenso el frío que nos hizo, que ni las chozas de paja que levantamos ni las mantas que llevábamos nos defendieron de él. Al señor Lucas Estrada se le quedaron paralizados los brazos, y las piernas.

"cuarta jornada

"Muchísimo sufrimos en ella. Ya no paramos de subir hasta llegar a la cima de la Cordillera de los Andes. ¡ Her- mosísimo panorama se descubre desde allí ! Extensísimas sabanas, caprichosas colinas, espesísimos bosques, deleito- so murmurio de las aguas que corren por ríos y arroyuelos,

frondosidad de la tierra Empezamos a caminar por

aquellos encantadores parajes, y cuando no habíamos an- dado legua y media, un indio exclamó: ¡PapacM, papacMy casa yuco! En efecto: con el auxilio de los gemelos divisé le- jos, muy lejos y en medio de una verde sabanita, una en- ramada de los indios de Sicacau. No pude contener el entu- siasmo y exclamé: ¡Viva Colombia! Fue aquel un momento indecriptible: contestado ese viva, siguieron otros y otros, da- dos por los expedicionarios. Aún no había decaído nuestro entusiasmo cuando otro mayor se apoderó de nuestros espíritus. Sucedió que unos indígenas que vivían en la par- te norte, al oír nuestros vivas, subiéronse a una colina altí-

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sima, y desde allí empezaron a dar desaforados gritos. ¡Im- posible describir esta emocionante escena! Se me formó un nudo en la garganta que me impedía dar vivas y gritar; las lágrimas de alegría rodearon nuestros ojos; nos parecía mentira lo que estábamos viendo; aquel gritar de los indíge- nas desde aquella altura; aquel levantar y bajar los arcos y flechas; aquel correr de un lado para otro nos parecía una cosa fantástica. ¡Y era la verdad! Después de permane- cer así como media hora, seguímos andando pero sin cesar de dar gritos y llamando a los indios para que bajaran de aquellas alturas. De este modo descendimos y llegamos a un arroyo llamado por los indios Quirimosa, y allí acam- pamos.

"quinta y última jornada

*'A las cinco de la mañana del día 27 celebré la santa misa, y en ella pedímos todos los expedicionarios a Dios el feliz éxito de la expedición. El Señor escuchó nuestras oraciones. A las seis en punto empezamos a subir aquella altísima colina, sobre la cual se hallaban de nuevo los in- dígenas. Habría como unos cincuenta, los cuales, a nues- tras promesas de paz, iban poco a poco descendiendo y aproximándose. Ouatilla manso, les decíamos, sícaro man- so, yuca Maraca manso, tuara manso. Tinca petama un ca- ché oisémaye; amos sustútupo cosicha, machete, etc., todo la cual quiere decir: los civilizados e indios que os van a visi- tar estamos mansos, todos mansos; salid a nuestro encuen- tro y os daremos mantas, machetes, etc. Ellos, a su vez, nos decían también gritando: venid, que estamos mansos, nada os haremos, hasta que, a las nueve menos cuarto, llegó el

"SOLEMNE ENCUENTRO

"Abrazos, entrega de cuchillos, machetes, sombreros, mantas, cambio de flechas y arcos por los indios . . . hasta el santo crucifijo y el santo hábito me pidieron o me que- rían cambiar por los collares que llevaban puestos. Hubo expedicionario que se quedó sin sombrero, otros sin ma- chete y otros sin mochila. Y así, entre estos actos emocio- nantes llegamos a su ranchería a las nueve y cuarto de la mañana. Desde entonces ya no nos dejaron ni un memen- to, y cuando se enteraron de que se nos había acabado la comida y que teníamos mucha hambre, inmediatamente

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nos dieroa maíz y nos ofrecieron chicha y bollos del mis- mo maíz. Otros se fueron al momento en busca de pláta- nos, guineos y malanga. Todo nos lo dieron en señal de paz y como recompensa de lo que les habíamos dado.

"NÚMERO Y CARÁCTER DE ESTOS INDIOS

"Según el número que nos visitaron y las rancherías que desde aquel lugar divisamos, calculamos habrá unos 300 o 400. Sólo en la ranchería donde nos hospedamos conté 62. Su carácter es afable y cariñoso. Si no temiese extenderme demasiado, referiría a Su Señoría algunos casos que confirmarían esta verdad. Todos ellos son ro- bustos, altos y de facciones muy bellas; ninguno tiene rostro de indígena: nariz perfilada, ojos grandes y expre sivos, frente despejada, labios sonrosados, pero todos im- berbes; son blancos, aunque el sol ha tostado sus carnes. Salvo raras excepciones, ninguno había tenido trato con los civilizados, y los odiaban a muerte; estaban pues bravos, como solemos decir.

"CAUSA DE ESTA BRAVURA

"Estos indígenas, según alcanzamos a comprender, nunca han llegado a salir de su región Sicacau, pero han tenido trato y comunicación con otros indígenas que habitan cerca o dentro de los límites de Venezuela. Estos indios venezolanos han contado a esos pocos que de Sicacau han salido, las luchas y las muertes que los civilizados venezolanos les han hecho. En la ranchería en donde nos hospedamos hay una viejecita (que por lo menos tendrá ciento veinte años) que su juventud la pasó con los indios de Venezuela, la cual nos contó que los civilizados vene- zolanos le mataron dos hijos. De aquí procede el que los indígenas de Sicacau estuvieran bravos a nuestra llegada. Hoy se acabó esa bravura, y los indios de Sicacau han quedado mansos como corderitos. No puede decirse lo mis- mo de los

* 'indios VENEZOLANOS

"Dada la distancia en que éstos viven de Sicacau, no como se enteraron de nuestra llegada a esta región. Lo cierto es que se enteraron, y hasta uno de ellos estuvo hablando con nosotros, y recibió varios regalos que le hici-

Tejiendo hamacas en el Orfelinato de Nazaret (Goajira)t

Grupo de indios motilones, con el señor Vicario Apostólico, que se están educando en el Orfelinato de San Antonio.

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Vista del Orfelinato de Nazaret (Goajira).

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mos la víspera de nuestro regreso. No obstante eso, antes de marcharse dejó dicho que había mandado llamar a los suyos y que se iba a emboscar para matar a todos los ci- vilizados, especialmente a PapacM y a Uásaro. En efecto, así lo hizo; y la víspera por la noche de nuestra salida nos dijeron los indios de nuestra ranchería que no nos fuése- mos por el camino que habíamos venido, pues varios in- dios anipape panapo que vivían lejos de allí se habían escondido quüle, allá (y nos señalaron el lugar donde se habían emboscado), para matarnos. Seguímos su consejo, y tomando otra vía que abrimos, fuimos a parar al mismo camino, pero dejando a los emboscados más de legua y media atrás. Gracias pues a Dios, a la Virgen, cuya fiesta de su Visitación celebramos ese día, y a los indios que amansados dejamos, salimos ilesos y salvos de la embos- cada.

"laboriosidad de los indios de sicacau

"Durante los dos días y medio que allí permanecimos, pude notar que aquellos indígenas son trabajadores; pero no tienen herramientas. Cultivan y cosechan en abundan- cia, maíz, plátanos, guineos, frisóles, malanga, etc. Nos ex- trañó a todos muchíbimo que, dada la fría temperatura de aquel lugar, se cosechase el plátano y el guineo. También se dedican a la elaboración de catabres, esterillas, abanicos y mantas de algodón; pero todos esos trabajos son muy or- dinarios y muy inferiores a los que elaboran estos indios de Maraca; hasta sus arcos y ñechas están muy mal traba- jados y bastos.

"LUGAR QUE OCUPA SICACAU

"Esta región se encuentra en la parte oriental de Co- lombia. Para llegar allí desde Becerril, primer pueblo de ci- vilizados, se emplean lo menos seis jornadas de a siete le- guas cada una. Podría el viaje hacerse en menos tiempo si hubiera caminos; pero se carece de éstos, tanto que, para llegar nosotros, tuvimos que ir limpiando el lugar por donde andábamos, abriendo trochas, vadeando ríos y sal tando arroyos.

Misiones católicas— 12

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"gastos de la expedición

"Como nuestra situación monetaria está tan mal, pro- curé, con muchas privaciones y sacrificios, hacer los me- nos gastos posibles, como verá Su Señoría por las cuentas siguientes:

"Mantas para los indios de Sicacau $ 4,200

"Cuchillos para los mismos 1,575

"Carne para el viaje 900

"Cuatro expedicionarios cargueros. . . , 4,400

"Queso 325

"Arroz 300

"Collares de cuentas de colores 150

"Café y panela , 93

"Total $ 11,943

"Es cuanto por ahora tiene que informar a Su Señoría Ilustrísima su afectísimo hijo en el Señor y subdito que le pide su apostólica paternal Ibendición,

"Fray Camilo de Ibi,

"Misionero Apostólico Capuchino."

TRASCENDENCIA DE LA MISIÓN DE MOTILONES

Cuando comenzamos la obra de reducción de motilo nes, ávidos y sedientos de nuevas almas para Dios y ciu- dadanos para la patria, creímos poder transmontar la cordi- llera y acercarnos a las riberas del Catatumbo y de sus afluentes, en donde, según datos, se halla el mayor núcleo de esos indios; pero imposible: ni el tiempo, ni los recursos, ni las series de montañas, casi inaccesibles, que habíamos de pasar permitiéronnos, a los expedicionarios, coronar nuestros sueños. Mas ahora que los Padres Misioneros, como habrá notado Vuestra Señoría Ilustrísima en esta relación, van reduciendo una ranchería tras otra, no es te- merario optimismo aquel deseo, que puede ser en breve tiempo una realidad.

Presiento la completa reducción de indios motilones. Creo que el gran pueblo motilón que se extiende desde la Sierra Negra, al norte del Magdalena, hasta Teorama, San

y

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Pedro y San Calixto al Sur, en el Departamento de San- tander, y que es dueño absoluto de todo aquel territorio, puede ser reducido sin violencias ni coacciones, sin muer- tes ni asesinatos. Dado el buen deseo que anima a los Pa- dres Misioneros, sólo falta que el Supremo Cuerpo Legisla- tivo tenga fe en esta obra, y considerándola como nacio- nal, la auxilie con recursos eficaces.

ESTADO ECONÓMICO

"El estado económico de la Misión ha sido de todo pun- to alarmante. En más de una ocasión temí una completa disolución, por falta de pagos; y a no haber mediado una visible protección del Cielo, no quedarían en ella Orfelinatos ni personal.

El año de 1918 fue aflictivísimo: llegué a deber cerca de veinte mil pesos oro, sin tener de dónde pagar y casi sin crédito.

En los primeros meses del presente año el Gobierno dispuso pagar a la Misión en vales del Tesoro y en bonos de deuda interna todo lo que se debía de la vigencia pa- sada. Con esto y con los cinco mil pesos oro, en vales del Tesoro, que Vuestra Señoría Ilustrísima se dignó darme, de la Junta Arquidiocesana de Misiones, pude saldar mis deudas y quedar con algún desahogo.

El pago efectuado por el Gobierno en vales y bonos, al reducirlos a moneda legal, tuvieron "un descuento extraor- dinario, que ha disminuido el total de la cantidad que está en el Presupuesto para la Misión de La Goajira, en más de diez mil pesos ($ 10,000).

El Gobierno ha pagado en el presente año, pertene- ciente a la vigencia en curso, los meses de marzo y abril y parte de mayo; pero esto no me alcanza, en la actualidad, para cubrir los gastos presentes, por tener que estar pa- gando deudas anteriores, con estas sumas, y que aún no he acabado de pagar. Así, estoy debiendo ahora mismo lo siguiente:

Al Banco de Colombia $ 4,000 . . oro.

A la Casa Pacini y Puccini 2,442 81

A la Casa Anitua 1,100 . .

A la Fábrica Tejidos Obregón 500 . .

A la Fábrica Tejidos Olivares 1,000 . .

Total .- . . $ 9,042 81 oro.

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Esto sin contar otras cuentas pequeñas y gastos que demanda la marcha de las casas de la Misión, que no se pueden suspender.

Tengo ocho mil pesos ($ 8,000) en bonos de la deuda, pero los tengo en el Banco de Colombia como garantía de los $ 4,000 que pedí prestados; por lo tanto no cómo ha- cer para cubrir la cantidad de $ 9,042-81 que debo, sin tan grande pérdida, como supone la venta de esos bonos, y que, después de todo, no me alcanzarían para el saldo total.

Lo que está designado en el Presupuesto, cuando se cobra todo, asciende a la suma de $ 51,988 oro ; pero los gastos de la Misión son mayores, y si no fuese por la suma de tres mil pesos que el Excelentísimo señor Nuncio da por el Convenio, por lo que me suele dar Vuestra Señoría Ilustrísima, según las necesidades más perentorias, por algunas limosnas que suelo recibir de la Sagrada Congre- gación de Propaganda Fide y de la Propagación de la Fe de Lyón, por algunas limosnas qne vienen de España, no sería posible atender a todos los gastos que su actual mar- cha pide.

Hay que tener presente que de la suma antes indicada en el Presupuesto, $ 5,760 oro van casi todos a manos de maestros seglares, quienes tienen a su cargo las escuelas nacionales del Territorio.

Podría muy bien, Ilustrísimo Señor, con los debidos comprobantes, presentarle a Vuestra Señoría Ilustrísima detalladamente, en esta relación, los gastos de este año, para que viera manifiesta la verdad de lo que digo ; pero como esto lo hago ante el Excelentísimo señor Nuncio Apostólico, por disposición del Convenio del Gobierno con la Santa Sede, sobre Misiones entre infieles, sólo me limito a darle un dato general de los gastos, así como se lo he dado de lo que está asignado en el Presupuesto de la Na- ción. Los gastos hechos en la Misión durante la vigencia de 1918 a 1919 ascienden a la suma de sesenta y dos mil pesos oro ($62,000).

Y no puede ser de otra manera, dado el gran número de niños que se mantienen en los Orfelinatos y la carestía de los víveres, que han subido más de un doble a como estaban en los años anteriores.

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OBRAS NUEVAS

Dado este estado de cosas, ¿cómo atreverme a comenzar nuevas obras? Sin embargo, como le manifesté a Vuestra Señoría Ilustrísima, en nota del mes pasado, son ya de imprescindible necesidad dos obras : el Hospital de Río- hacha y el Orfelinato de San Sebastián de Rábago; ambas inaplazables.

HOSPITAL DE RÍOHACHA

Tanto yo como mis compañeros y cooperadores en la Misión de La Goajira hemos visto por espacio de muchos años, con muchísima pena y sumo quebranto, transitar por las calles de Ríohacha y llegar a nuestra Casa- Misión a muchos pobres, muchos enfermos y desvalidos, sin tener un abrigo que los amparara en tanta desgracia y tanto abandono. Y no sólo riohacheros, padillenses y valledupa- renses, sino extranjeros que a cada momento llegan des- amparados a aquellas playas, y muchos indios goajiros. Con frecuencia los sentimientos de caridad y hospitalidad de los hijos de Ríohacha extienden sus alas de protección a muchos desgraciados; pero les es imposible prestar socorro a tantos necesitados y enfermos, como se hace en un hos- pital. Hé ahí lo que, a pesar de la mala situación en que me hallaba, me hizo resolver a comenzar la obra de un hospital en la ciudad.

Para comenzar la obra dicha reuní a los vecinos principales de la ciudad, les expuse la idea, y aunque vimos todos la imposibiUdad en que nos hallábamos de comenzar una obra de esta índole, urgidos por la necesidad y con- fiando en la caridad de las buenas almas, en la protección de Vuestra Señoría Ilustrísima y, sobre todo, en la largue- za que ha manifestado el Congreso Nacional en proteger estas obras de necesidad pública, dimos comienzo a la obra el día de San José, colocando la primera piedra con gran solemnidad y con aplauso general de todos los hijos de Ríohacha, de la Asamblea Departamental y del señor Gobernador del Magdalena.

La fe y esperanza cristianas nos animan, Ilustrísimo señor, en estas obras, las cuales muy pronto han sido pre- miadas por la honorable Junta de Misiones, dignamente presidida por Vuestra Señoría Ilustrísima, concediéndonos

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un auxilio de cinco mil pesos oro {% 5,000) que en bonos de la deuda interna he tenido el gusto de recibir del señor don José María Mejía, Tesorero de dicha Junta.

Según el plano que se ha dignado obsequiarnps el señor don Zoilo Cuéllar, revisado por personas competen- tes, y el presupuesto que el mismo señor ha hecho, la obra costará cuarenta mil pesos oro ($ 40,000).

El Congreso Nacional vio en años anteriores la nece- sidad de crear estaciones sanitarias en los puertos de Car- tagena, Barranquilla, Santa Marta, etc., etc., y en realidad se han creado. Pues no es menos necesaria una estación sanitaria, que yo llamaría hospital, en la ciudad de Río ' hacha, por ser puerto de mar, adonde llegan goletas de Curazao y de otras naciones, y, como he dicho antes, fran- ceses, italianos, españoles, holandeses, belgas, austríacos, etc., etc., pidiendo socorro y hospitalidad la mayor parte de las veces.

Si llega a Ríohacha algún apestado de enfermedad contagiosa, doloroso es decirlo, pero no hay ni una pobre casa en donde aislarlo ni atenderlo ; de ahí los casos de muerte y contagio que cada momento se ven en la ciudad. Es pues de urgencia, y de urgencia suma, atender a la construcción del hospital que tengo proyectado, en cuya obra, dadas las razones apuntadas, no creo que me deje solo el patriotismo que inspira los actos del Congreso Nacional.

CAMBIO DE VIVIENDA

A la vista están, en la fotografía que acompaño, las pobres casas que sirven de vivienda a los ciento cincuenta niños (150) y personal docente que tiene el Orfelinato de San Sebastián de Rábago, del cual he tenido el gusto de hablar muy detenidamente en este informe.

Es acongojante ver tanto niño vivir en t^abitaciones tan reducidas. En- mi última visita admiré uoa vez más el heroísmo de los Padres Misioneros y de las Religiosas, re- ducidos a tanta estrechez.

"Me admira la labor de ustedes, les dije, y carezco de palabras para enaltecerla como es debido; me confunde el verles vivir de este modo. Quisiera en un abrir y cerrar de ojos levantarles una casa acomodada a su misión y traba- jo; mas ya que esto no es concedido al hombre sino por vía de milagro, les prometo al llegar a Bogotá interesar al

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Ilustrísitno y Reverendísimo señor Arzobispo Primado, a fin de que la Junta de Misiones nos proteja en algo para

comenzar una nueva casa.''

Así ha sucedido: he expuesto a Vuestra Señoría Ilus- trísima, por medio de una nota, esta necesidad, y Vuestra Señoría Ilustrísima y los dignos miembros de la Junta, haciéndose cargo de ella, se han dignado favorecer la obra del Orfelinato de San Sebastián de Rabágo con la suma de cinco mil pesos oro ($ 5,000) que, como la ante- rior, he tenido el gusto de recibir en bonos, del señor Teso- rero de la Junta. >

El plano del Orfelinato ha sido obsequio de los señores Jalvo y Orta, ingenieros españoles, y su desarrollo costará, el mínimum, cincuenta mil pesos oro ($ 50,000).

El Congreso Nacional nos dio, en un principio, tres mil pesos oro ($ 3,000) para edificios, y nos hemos gastado más de veinte mil. Yo creo pues que considerada la im- portancia del Orfelinato de San Sebastián, comienzo de positiva civilización de la raza arhuaca, no tendrá incon- veniente esta corporación legislativa en ayudarnos a levan- tar el nuevo edificio.

OBSTÁCULOS E INCONVENIENTES

Estoy convencido, Ilustrísimo señor, que el Cielo ha bendecido con mano pródiga nuestra Misión, en el presente año, haciéndola prosperar de modo extraordinario y dando incremento a los sacrificios que se han impuesto los Padres Misioneros, por su desarrollo y buena marcha; pero se ha tropezado con los obstáculos e inconvenientes de siempre, sin los cuales su florecimiento sería envidiable.

Estos obstáculos son de varios órdenes, siendo el prin- cipal la falta de personal para atender a tanta extensión de terreno y a tantos habitantes civilizados e indígenas como tiene la Misión, o sea el Vicariato Apostólico de La Goajira. En segundo lugar hay que luchar con la rudeza del clima, que no se presta a un trabajo intenso y conti- nuo, porque muy pronto hace desfallecer y enferma a los más valientes y esforzados Misioneros, inhabilitándolos, aun a los muy jóvenes, para proseguir el trabajo de cate- quización. En tercer término : entre civilizados, hay que contar con la pobreza material, decaimiento de espíritu, costumbres poco sanas, frialdad en la fe y poca piedad;

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entre indígenas, con sus supersticiones, prejuicios y cos- tumbres paganas que los envuelven; y finalmente, en lo referente a la Misión, con la falta de mayores auxilios para atender como es debido a la gran obra de civilización, que demanda el número crecido de indígenas que pueblan los territorios del Vicariato.

REMEDIOS INDISPENSABLES

Entre otros varios, dos son los medios principales que hay que poner para remediar los inconvenientes dichos y salvar los obstáculos, en parte, con los cuales tropieza la catequización de indígenas de La Goajira: primero, la veni- da de nuevo personal; al efecto, he escrito a los superiores para que sin demora manden nuevos Misioneros, lo que creo poder conseguir este mismo año; el segundo, auxilios y buenas autoridades civiles que coadyuven con eficacia a llevar adelante la obra de catequización, que es verdadera obra nacional y cristiana.

CAJAS DE PREVISIÓN Y AHORROS

Con el deseo de estimular a los niños al trabajo ma- nual y de agricultura, con premios y otras dádivas, resol- ví, hace dos años, recompensarles con algunas sumas en metálico, según su trabajo y aplicación, las cuales se colo- can en una caja llamada Caja de Previsión y Ahorro. De esta Caja los jóvenes no sacan dinero sino cuando lo nece- sitan para cosas muy necesarias, que están fuera de la alimentación y vestido común : se guarda para cuando sean mayores y deseen tomar estado o, después de instruí- dos, salgan a vivir con sus padres.

Ejemplo de esto es el dinero que se ha entregado ya a los jóvenes, que en Nazaret forman el pueblo, quienes lo han empleado en negocio y compra de mercancías, con po- sitivo provecho.

DATOS ESTADÍSTICOS

Creo muy conveniente, al finaUzar este informe, darle a Vuestra Señoría Ilustrísima algunos datos estadísticos que ponen en claro el estado de la Misión, y son como siffue :

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Orfelinatos 4

Casas residencia 5

Colegios propios. . . . '¿

Parroquias a su cargo -—- 5

Personal.

Padres Misioneros. 13

Hermanos Misioneros 11

Religiosas Misioneras 21

Niños en los Orfelinatos,

Orfelinato de San Antonio 88

Orfelinato de Nazaret ... . . . 120

Orfelinato de La Sierrita 64

Orfelinato de San Sebastián 150

Total 422

Escuelas urbanas 16

Maestros seglares 14

Maestros Misioneros 2

Alumnos , 800

Granjas agrícolas 4

Campos de agricultura en los Orfelinatos 5

Fábricas de ladrillo para servicio de la Misión 2

Nota Los datos que doy del número de niños de los Orfelinatos son de los que me han suministrado los Padres últimamente, y los de los niños en las escuelas son toma- dos del fin del año escolar de 1918.

FINAL DEL INFORME

Al poner ñn a este informe que rindo a Vuestra Se- ñoría Ilustrísima, sería faltar a un deber elemental y de justicia, si no dejara constancia en él, como lo hago con el mayor placer, de los más expresivos agradecimientos que brotan de mi corazón, a los ilustres campeones de la Pa- tria que, en los Congresos pasados, han hecho vibrar su elocuente palabra en defensa del trabajo, desinterés mate- rial y abnegación de los que les ha tocado en suerte ejer-

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cer su apostolado y extender el reino de Cristo y los domi- nios patrios en tierra de infieles; al Excelentísimo señor Presidente de la República, doctor don Marco Fidel Suárez, que, haciéndose eco de la opinión nacional y cumpliendo un deber de recto y probo mandatario, sostiene y fomenta las Misiones, con suprema decisión y noble espíritu cris- tiano.

En los quebrantos y adversidades propios del ministe- rio apostólico entre indígenas; en los desasosiegos y decai- miento que parecen apoderarse del ánimo de los Misione- ros, cuando las turbulentas aguas de la maledicencia han querido envolverlos, han tenido el consuelo de oír el acento suave y la voz de aliento del egregio Nuncio Apostólico, Excelentísimo señor doctor don Enrique Gasparri, quien, en nombre del Padre Santo, los ha animado a seguir ade- lante, sin desfallecer, la empresa de cristiana civilización; ha llegado hasta ellos la voz cariñosa de Vuestra Señoría Ilustrísima, que impregnada de piedad, de amor a la Igle- sia y de sincero patriotismo, los ha exhortado a sufrir con valor y a perdonar sin odio, a tener paciencia y cari- dad, virtudes características de los santos y de los apósto- les de Cristo. Por esto, también para el Excelentísimo se- ñor Nuncio Apostólico y para Vuestra Señoría Ilustrísima mi más acendrada gratitud por la solicitud paternal que han dispensado a los Misioneros.

Con las oraciones y votos de todo el personal docente y educativo de la Misión de La Goajira, a los cuales uno los míos, por la mayor exaltación de la Iglesia, por la salud del Padre Santo y su digno representante en esta Nación; por la conservación de la existencia del preclaro Presidente de la República ; por la felicidad personal y bienestar de Vuestra Señoría Ilustrísima y muy respetables miembros de la Junta Arquidiocesana de Misiones; por el feliz acier- to del Congreso Nacional en todas sus labores, me es muy grato, con sentimientos de profunda estima, repetirme de Vuestra Señoría Ilustrísima adictísimo hermano en Cristo,

* Fray Atanasio Vicente,

Obispo titular de Citarizo y Vicario Apostólico de La Goajira.

Bogotá, 25 de agosto de 1919.

Barranquilla, junio i." de 1919

Muy ilustre señor Canónigo doctor don Celso Forero Nieto, Secretario de,Ia Junta de Misiones Bogotá.

Muy ilustre señor:

Tengo el honor de remitir adjunto a Usía el Informe sobre la Misión del rio Magdalena, que ofrecí enviar a esa honorable Junta, antes de la reunión del Congreso.

Nos sería muy grato que tanto su digno Presidente, el Ilustrísimo y Reverendísimo señor Arzobispo Primado, como Usía y el muy ilustre señor doctor don Francisco Javier Zaldúa, que la integran, encontrasen satisfactorio dicho informe.

Aprovecho la oportunidad para reiterar a la honora- ble Junta nuestro reconocimiento por el interés que siem- pre ha manifestado por esta Misión.

De Usía afectísimo siervo en Cristo,

Luis J. Muñoz, S. J.

INFORME sobre la Misión del rio Magdalena-

Encargada hoy la Compañía de Jesús de la Misión del río Magdalena, es grato recordar que las riberas del gran río fueron el primer teatro de los trabajos apostólicos de los jesuítas, en la segunda época de su existencia en Co- lombia. El año de 1842 el Congreso de la Nueva Granada expidió una ley que autorizaba al Gobierno para llamar Misioneros que evangelizaran las tribus salvajes existen- tes en la República. El 3 de mayo del mismo año el Go- bierno designaba a los jesuítas para dicha obra, teniendo asimismo en mira confiarles la educación de la juventud en las principales ciudades de la Nueva Granada.

El 26 de febrero de 1844 desembarcaron los primeros Mi- siones y Profesores en Santa Marta; y, después de dar mi- siones en dicho puerto y en Ciénaga, emprendieron la subida del río Magdalena, que fue una misión continuada hasta Honda, adonde llegaron a principios de janio, enfermos la mayor parte, de fiebres contraídas en el río, pero satisfe- chos de la cosecha de almas que habían logrado en aquella larga y penosa navegación; sólo en la isla de Mompós lle- garon a ocho mil las personas que se acercaron a los sa- cramentos. Uno de los Misioneros, el Padre José Téllez, joven de extraordinarias dotes, ofreció a Dios su vida por el éxito de los trabajos de la Compañía en este nuevo tea- tro de su celo. El Señor aceptó el sacrificio, y antes de lle- gar al término de su viaje murió en Honda el 6 de junio.

No se pensó por entonces en establecer una misión permanente en el río Magdalena; ni el corto número de sujetos, obligados a atender a otras necesidades, habría permitido iniciar esta empresa. Breve fue, por otra parte, la permanencia de la Compañía en la Nueva Granada, pues el 21 de mayo de 1850 decretó su expulsión el Gene- ral José Hilario López.

Más efímera fue la existencia de la Compañía a su vuelta en 1858, y que sólo duró hasta julio de 1861, en que fue desterrada de nuevo por el General Mosquera.

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Keanudadas las labores de los jesuítas en Colombia, veintitrés años después, y asegurada la estabilidad de sus empresas, comenzó a pensarse seriamente en establecer una misión constante que atendiera a los habitantes de las orillas del río Magdalena, y se acariciaba la idea de un buque capilla, en el que podrían recorrer los Misioneros esas orillas, en donde viven diseminados no pocos millares de hombres destituidos de auxilios espirituales y alejados de las ventajas de la vida civil. Pero se tropezaba con el inconveniente de que los trabajos que se había visto obli- gada a tomar a su cargo la Compañía de Jesús (como los colegios y las misiones que sin cesar pedían para sus pueblos los señores párrocos, y aun para diócesis enteras los Prelados) no dejaban lugar a nuevos compromisos.

Así, entre planes y esperanzas iba trascurriendo el tiempo, sin dejar por eso de hacer lo que por de pronto era posible, como recorrer ya una, ya otra parte del río en excursiones apostólicas.

A raíz de la vuelta de los jesuítas y casi durante todo el tiempo, que duró la guerra civil en 1885, el Padre Lo- renzo Azurmendi trabajó con mucha constancia en los pueblos de la isla de Mompós y sus cercanías.

En 1891 los Padres Zoilo Arjona y Tomás Figuera, que residían en Medellín, evangelizaron muchas poblacio- nes y caseríos del río y de la Costa Atlántica.

En 1893 hicieron otro tanto el mismo Padre Arjona con el Padre Nicolás Cáceres.

En 1897 el Padre Nicolás Rodríguez, que después de haber trabajado varios años en África y en Portugal pidió a los Superiores venir a pasar sus últimos años en el tea- tro apostólico recorrido por San Pedro Claver, dio varias misiones y recorrió las playas del Magdalena, acompañado el año siguiente del Padre Nicolás Soberón. Desde enton- ces hasta 1915 misionaron diversas regiones bañadas por el río Magdalena los Padres Rufino Beristain, Benito Pé- rez, Antonio Arias y Enrique Albela, Daniel Ramos y Ig- nacio García López ^

n

En 1909 Monseñor Carlos Valiente, viendo los progre- sos que hacían en la Costa Atlántica, y señaladamente en Barranquilla, la obra de las logias masónicas y el protes- tantismo, reiteró las gestiones, que repetidas veces había

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hecho, para obtener se estableciera en esta ciudad una casa de la Compañía. Monseñor Ragonesi, a quien se diri- gió para ver realizados por fin sus deseos, acogió con en- tusiasmo la idea, completándola con el plan de evangeli zación de las riberas del río, que tantas veces se había proyectado: de modo que la casa que había de fundarse en Barranquilla fuera como el centro de esa Misión. En este sentido, y con el apoyo del Ilustrísimo señor Arzobispo Primado y del Ilustrísimo señor Arzobispo de Cartagena, solicitó, como Delegado Apostólico de la Santa Sede, obtu- viera de] Padre General de la Compañía de Jesús la acep- tación de la Misión del río Magdalena.

Obediente el Padre General a los deseos del Sumo Pontífice, aceptó la Misión, para cuya instalación y soste- nimiento ofrecía el señor Delegado en Colombia, de acuer- do con los Ilustrísimos Prelados de Bogotá y Cartagena, los recursos necesarios, a saber: en Barranquilla una Casa Misión e iglesia que sirviera de residencia a los que debían trabajar en dicha ciudad; y a los Misioneros del río, cuando hubieran de recogerse a reparar sus fuerzas; y después auxilios para el sostenimiento de la Misión. Además, los fondos necesarios para la adquisición de un buque peque- ño, que fuera como la casa flotante de los Misioneros.

Salta a^la vista cuan bien combinado estaba este plan;, pues en lo que se refiere a la ciudad de Barranquilla, su sorprendente crecimiento en lo material y la importancia comercial que ha adquirido en poco tiempo, exigían que se procurase creciera á la par el espíritu religioso, aun mi- rando las cosas sólo por el lado humano; pues el protes- tantismo trabaja activamente por atraer adeptos, quienes no es de esperar conserven el amor a su patria, desde que reniegan de la religión que ella profesa. Existe un colegio protestante bien regentado y numeroso, con su capilla, a la que asiste número considerable de gente del pueblo; han fundado en los últimos años varias escuelas disemi- nadas por los barrios, y en muchas casas particulares de éstos tienen culto, como ellos dicen, o sea, prácticas reli- giosas y explicación de las doctrinas contrarias a la verdad católica. Ño contentos contesto, tratan de extenderse por los pueblos cercanos a esta ciudad, adonde con frecuencia van naisioneros del error.

De la constante labor de zapa que hace la naasonería, no es necesario hablar; pues sabido es que, aun estando proscritas las logias en el resto de la República, quedaron

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siempre en pie en estas costas. Hoy cuenta Barranquilla con tres logias; y como algunas empresas poderosas están bajo el influjo de ellas, no les faltan adeptos, sobre todo entre los jóvenes que empiezan a trabajar, pues no ignoran que el estar añilados a la secta es buena recomendación para obtener empleos y destinos lucrativos. Sabido es tam bien que las logias de estas costas no son sino una ramifi- cación de organizaciones poderosas de los Estados Uni- dos

En cambio, a esta acción eficaz del protestantismo y de la masonería no puede oponerse aquí, como en otras partes, la acción vigorosa de los católicos; pues si bien los hay y muy beneméritos de la religión, éstos son pocos; y predomina más bien cierto indiferentismo que no se alar- ma por los progresos del mal, o subordina a los intereses materiales los del orden religioso.

Urgente es pues que se trabaje con actividad para oponer una valla de resistencia. No han sido, ciertamente, los Padres de la Compañía de Jesús los primeros en opo- nerse al avance del error y de las sectas. Ya de largo tiem- po, el por muchos títulos benemérito Monseñor Valiente, luchó sólo, puede decirse, o con algún otro colaborador, como el doctor Rebollo, para atajar el mal; y al efecto trabajó en fundar colegios de niñas, confiados a las Hermanas de la Presentación, en que se salvaran las jó- venes del contagio y fueran más tarde madres cristianas. Por empeños suyos vinieron después los Hermanos de Jas Escuelas Cristianas, que tienen hoy un floreciente colegio; y los Padres Agustinos, encargados de la parroquia de San Nicolás; los Padres Capuchinos, de la del Rosario, y los Padres Salesianos, de la de San Roque.

Pero para una población de sesenta a setenta mil ha- bitantes, en constante crecimiento y en las circunstancias que quedan indicadas, no bastaría doble número de sacer dotes, si su labor ha de ser eficaz y provechosa.

Muy puesto en razón era, por consiguiente, que la Misión del río Magdalena, confiada a la Compañía de Je- sús, tuviera su centro en Barranquilla, y comenzara a tra- bajar en esta ciudad, estableciéndose sólidamente en ella, con su Casa Misión y con iglesia que le permitiera ejercitar sus ministerios. Así lo entendieron los fundadores de esta Misión, nombre que bien merecen el hoy Eminentísimo Cardenal Ragonesi, los Ilustrísimos y Reverendísimos Ar- zobispos de Bogotá y Cartagena, Monseñor Valiente y el

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Padre Leza, entonces Superior de la Compañía en Colom- bia, quienes pusieron grande empeño, como consta de su correspondencia, en que se atendiese intensamente ai bien de la ciudad, que es, sin duda, el punto principal de la Mi- sión del río Magdalena.

No se ocultaba a su penetración que Barranquilla es como el cerebro y el corazón del río; y que el espíritu que reine en la capital del Atlántico se propagará en todas las orillas del río Magdalena, de sus afluentes y caños, por la incesante comunicación que hay, en millares de embarca- ciones grandes y pequeñas, que sostienen el intercambio de los productos de la gran arteria nacional, por las mer- cancías que los barcos de mar depositan en este emporio del comercio.

Penetrados de estas ideas los Padres enviados a fun- dar la Casa-Misión de Barranquilla, mientras llegaba la hora de emprender con fruto las correrías apostólicas por el río, se dedicaron desde su llegada (diciembre de 1911) a fomentar el espíritu cristiano en la ciudad, valiéndose ante todo de una constante predicación catequística, ya en una pequeña capilla al principio, ya en la parte de la iglesia que pudo habilitarse al culto, en diciembre de 1914; ya también en los hospitales y cárceles, en los centros de edu- cación y aun en las calles de los suburbios, en donde a son de campanilla se reúnen los niños para enseñarles la doc- trina cristiana.

Se han establecido varias congregaciones, entre las cuales ha producido excelentes frutos la de Madres Cató- licas, compuesta de más de doscientas señoras de la buena sociedad. Esta congregación, además del cultivo espiritual de sus socias, ejercita la caridad con los necesitados; recoge limosnas que de buen grado le dan hasta los menos afec- tos a la religión, y con ese fondo socorre mensualmen- te a unas cincuenta familias vergonzantes; construyó, con limosnas y donativos, un manicomio para locas pobres, y sostiene allí unas diez y seis asiladas con su respectivo servicio.

Del fruto espiritual que se ha recogido por los traba- jos de los Padres establecidos en esta* Casa- Misión, otros darán testimonio. Sólo apuntaré un dato por el cual puede deducirse lo demás. En 1912, primer año de nuestra estancia en Barranquilla, llegaron a unas 7,000 las comuniones dis- tribuidas en la capilla de San José; en 1918 pasaron de 40,000.

Misiones católicas 13

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Todos los ministerios es preciso ejercitarlos gratuita- mente; y por eso no han exigido ni pedido nada los Padres, ni a título de limosna, por su constante asistencia espiri- tual (por más de siete años) al Hospital de Caridad, al Asilo de San Antonio, al Orfelinato y a los Colegios de las Hermanas de la Presentación y al Colegio de los Herma- nos de las Escuelas Cristianas.

Atienden además los Padres de la Casa Misión de Ba- Tranquilla, desde mayo de 1918, al cultivo espiritual de las poblaciones que se encuentran en la línea del ferrocarril : la Playa, Salgar y Puerto Colombia, confiadas antes a los Reverendos Padres Capuchinos, quienes, por su corto nú- mero y atenciones parroquiales, pidieron al Ilustrísimo sefíor Arzobispo la exoneración de esta carga, que reci- bieron como una extensión de la Misión del río los Padres de la Compañía. De estos lugares sólo Salgar poseía una mala capilla de madera: hoy ya tienen los otros dos pueblos sus capillas provisionales, mientras se puede levantar, en Puerto Colombia por lo menos, una buena iglesia, lo cual es de imperiosa necesidad, ya por el aumento de población en dicho lugar, ya por decoro nacional, pues es inexplica- ble que el primer puerto en importancia comercial de una República católica, carezca de un templo, ya que no sun- tuoso, como correspondería a la fe de Colombia, a lo menos decente y digno. No una sino muchas veces hemos oído a extranjeros católicos, que vienen por primera vez a Colom bia, expresar su admiración y extrañeza en este particu- lar, sin acertar a explicarse el hecho. Los Padres Capuchi- nos trabajaron mucho por levantar una iglesia, y lograron comenzarla; desgraciadamente el sitio escogido no resultó a propósito, y según juicio de peritos, no podrá continuar el trabajo ; y aunque por este lado no hubiera habido tro- piezo, lo había por la falta absoluta de fondos, pues la gente del puerto es casi toda pobre, estibadores en su mayor parte, que en estos últimos años, sobre todo, han sufrido mucho a causa de la disminución de tráfico por la guerra.

A pesar de todo, se trabaja para levantar entre ellos el espíritu religioso, y con tanto mayor empeño cuanto es uno de los puntos escogidos por al protestantismo para su propaganda sectaria.

En cuanto a la parte material, cuando el Eminentísi- mo señor Ragonesi preguntó a Monseñor Valiente si había casa e iglesia qué ofrecer para el establecimiento de la Misión, hubo de contestar que, siendo una población nue- va, no existían iglesias ni conventos antiguos de qué poder

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echar mano, pero que podía utilizarse el terreno en que había estado el cementerio católico, cerrado desde más de cuarenta años atrás, y devuelto a la autoridad ecle- siástica en virtud del Concordato de 1896. Suponía, no sin fundamento, Monseñor Valiente que el llustrísimo se- ñor Arzobispo de Cartagena cedería gustoso dicho terreno, como en efecto lo hizo., debidamente autorizado por la Santa Sede. Puesta esta base, quedaba por resolver la cues tión de fondos para edificar casa e iglesia; y la resolvieron de común acuerdo el señor Ragonesi y el señor Arzobispo Primado, dándose principio a las obras el 19 de marzo de 1910.

En diciembre de 1911 pudo estrenarse una parte de la casa; pero la iglesia, de la que sólo se hicieron al principio algunos cimientos, no se comenzó en forma hasta 1913. Desde su instalación, en 1912, no se ha continuado la fabri- cación de la casa; sólo se han hecho pequeños trabajos de adaptación. Es de de notar que para ayudar a la obra de la iglesia los Padres de la Compañía han procurado limos ñas y donativos dentro y fuera de la República, y las su- mas así obtenidas, que pasan de $ 10,000 oro, se han gas- tado íntegramente en la construcción del templo. Cuenta ya éste con variedad de imágenes de talla, costeadas todas por las congregaciones establecidas en la iglesia y por limosnas particulares, menos la última y hermosa estatua del Corazón de Jesús, que es regalo del Superior de la Compañía de Jesús en la Provincia de Castilla. Dí- gase lo mismo de los ornamentos, cálices y demás alhajas, que son en parte regalos y en parte costeados con donati- vos de personas piadosas. A uno de éstos, y bien exiguo en mismo, pues era un quinto de la lotería de Bolívar, que valía sólo veinte centavos, se debe el decorado de la cúpula de la iglesia, pues se convirtió, por haber sido premiado, en $ 500 oro.

III

Tanto el Excelentísimo señor Ragonesi como los demás iniciadores de la Misión, convenían en que no debían em- prenderse los trabajos del río hasta no tener una embar- cación a propósito para que los Misioneros recorrieran el Magdalena, sus múltiples brazos y caños y aun penetraran algo en los ríos tributarios. Fundábase esta resolución, entre otras razones poderosas, en que siendo tan malsanos los climas de las orillas, no era justo ni conveniente expo- ner la salud y aun la vida de los Misioneros, sometiéndolos

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a andar por el río en canoas y a habitar en playas insalu- bres. Al efecto se destinó una suma suficiente, y se encar- gó en 1913 una lancha apropiada al caso, que debía ponerse al servicio a más tardar en febrero de 1914 Pero llegada esta fecha, los constructores no cumplieron su compromiso, y pidieron un plazo de algunos meses, y des- pués otro, hasta el momento de estallar la guerra europea. Y como se había encargado la construcción a una casa francesa, desde aquel momento fue imposible, auncjue se hicieron muchas gestiones al efecto, sacar la lancha de los astilleros del Sena, en donde no hemos podido averiguar que suerte habrá corrido.

Era creencia general que la guerra duraría poco tiem- po; y por esta persuasión se creyó prudente esperar y no hacer un nuevo gasto encargando otra, o construyéndola en esta ciudad. Pero la guerra fue prolongándose, y enton- ces, en 1916, se comenzó a tratar de suplir la emljarcación detenida con otra que a lo menos supliera algún tiempo su falta; pero ya era tarde, pues el único país de donde podía venir dicha embarcación, o los materiales para construir- la, eran los Estados Unidos. Mas allí habían subido fabu- losamente los precios, y no tardó en prohibirse la extrac- ción de algunos de los elementos que se necesitaban para construir aquí la lancha.

A pesar de esto se resolvió dar principio a la misión, aun arrostrando los peligros que pudieran correr los Mi sioneros sin el auxilio de la embarcación proyectada. Al efecto, en noviembre de 1917 comenzaron con una excur- sión, como de ensayo, los Padres Ef raím Fernández y Fer- nando Arango, quienes hicieron varias correrías hasta abril de 1918.

Habiendo enfermado entonces el Padre Arango, que- dó solo el Padre Fernández, y hubo de acompañarle el Her mano Robustiano Altube en una serie de misiones que dio casi todas en la isla de Mompós. Cincuenta y ocho matri- monios de gente que vivía mal unida y treinta bautismos y unas mil quinientas comuniones fueron el fruto espiri- tual de esta expedición, por siete pueblos o caseríos.

A la segunda correría salieron los Padres Ef raím Fer- nández y Daniel Ramos, en la segunda mitad del afío de 1918: recorrieron unos veinte pueblos o aldeas, de los cua- les los más notables fueron Santa Ana, Pigifio, San Fer- nando, Carare, Barrancabermeja, San Pablo, Canaletal y Paturia.

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Cosecha de confesiones y comuniones, unas tres mil quinientas; matrimonios, ciento cuarenta; bautismos, cien- to sesenta. Navegaron los Misioneros cosa de sesenta le- guas en canoa, sufriendo así unas veces los ardores del sol abrasador, otras las lluvias torrenciales, contra las cuales son débil defensa los paraguas y las capas impermeables. Después de la misión del pueblo de Carare (de la que que- daron muy satisfechos por la buena acogida que hicieron los habitantes a su labor moralizadora), se internaron por el río Carare para explorar sus orillas, secundando así los deseos del Excelentísimo señor Nuncio, Monseñor Enrique Gasparri, quien los había manifestado de que se explora- se el famoso río a cuyas márgenes se creía habitaban nu- merosas tribus salvajes, crueles enemigos de los blancos. Siguieron los Misioneros el curso del río por unas treinta leguas de vueltas y revueltas, como lo indican los nom- bres con que las designan los de aquella región: Vuelta del Clavo, Vuelta de San Juan, del Torno, del Virrey, de la Presidenta, etc., etc.

Aunque avanzaron bastante, no pudieron ver indios, a no ser algunos jóvenes, retenidos hacía tiempo por los vecinos del pueblo de Carare, a quienes instruyeron y bau- tizaron. De Jas noticias que les dieron los conocedores del río, dedujeron que las tribus de los carares, muy merma- das ya por la crueldad de los opones, se han retirado hacia las cabeceras del Sogamoso, ya por huir de estos enemigos que con frecuencia los atacaban, ya amedrentados con las detonaciones de los tacos de dinamita que hacen retumbar aquellas selvas, desde la región en que se descubrieron las fuentes de petróleo de La Colorada.

Afirmaba el patrón Julio Núñez, viejo boga del río y conocedor desde hace muchos años de sus orillas, que los indios carares serían unos ochocientos, y que habían aban- donado hacía tiempo aquellos sitios.

Si no pudieron hacer nada los Misioneros con estos pobres salvajes, tuvieron el consuelo de prestar sus auxi- lios espirituales a muchos blancos que en busca de la vida se han establecido, diseminados por aquellas orillas de asombrosa fertilidad.

Allí se dan fácilmente el café, el cacao, el arroz, la caña, el maíz (que rinde hasta cuatro cosechas al año); y abundan la caoba, el cedro y otras maderas preciosas. De una de éstas, tenida por incorruptible, hicieron fabricar los Padres una gran cruz el día 14 de septiembre; y des- pués de celebrar la santa misa en un lugar algo elevado

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de la Vuelta del Virrey, la clavaron allí, en medio de la alegría de aquellas pobres gentes, que en sus canoas ha- bían acudido en gran número.

"Al ver esa hermosa cruz, erguida a las orillas del Ta- rare, se llenó nuestra alma de consuelo— nos decía uno de los Misioneros, y dimos por bien empleados los soles y las lluvias y todos los sufrimientos inevitables en esta cla- se de misiones."

La tercera correría comenzó por Bocas del Rosario, puerto que va tomando importancia, por haber llegado a ser el depósito obligado de la carga de los puntos más me- ridionales del río, en tiempo de sequía. Vapores de poco ca lado la transportan a Bocas del Rosario, y de allí la toman otros barcos más grandes para traerla a Barranquilla o a Cartagena. Tiene en su contra que, por ser el terreno muy bajo, se inunda fácilmente en las crecientes del río.

Por esto no es difícil le aventaje pronto otro caserío que queda tres leguas más abajo, llamado Bijagual y que em- pieza a formarse en un terreno bastante elevado para li- brarse de las inundaciones, y con campos fértiles, en los cuales comienza a cosecharse el maíz en gran cantidad, caña de azúcar, cacao, arroz y algodón.

Badillo, población antigua y que en otro tiempo debió estar floreciente, sostenida hoy apenas por ser vía para el comercio de Simití; Morales, a unas doce leguas abajo, que está edificada en una de las laderas más hermosas y fértiles del Magdalena, pero en decadencia por el aisla miento en que va quedando a causa del desvío de las aguas que van dejando sin fondo el brazo de Morales; El DiquBy que va, por el contrario, creciendo por su fácil co - municación con Gamarra y otros puertos frecuentados por los vapores; Arenal, junto a la ciénaga de Morrocoy, cuyos habitantes, casi todos de raza negra, están muy bien dispuestos al cultivo espiritual e intelectual, aunque algo inficionados todavía por las patrañas del famoso en- viado que hace veinte años explotó su credulidad; Norosiy Las Palmas, Riovíejo (de unos dos mil habitantes esta última), fueron las últimas poblaciones visitadas por los Misioneros en su tercera correría. En total fueron trece los pueblos visitados, que encierran en conjunto unos seis mil habitantes, sin contar las viviendas aisladas adonde también encaminaron sus pasos los Padres en busca de gente que viviera en las orillas, lejos del trato y comuni- cación con el mundo, y cuyos horizontes se reducen al pe-

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dazo de playa en que pescan, a algunas cuadras de terreno en que siembran los cereales o tubérculos que consumen y donde vagan algunos animales domésticos que comple- tan el cuadro. De vez en cuando una canoa que pasa, se cambia algún salado si es de gente conocida, o se compran sal, telas o baratijas, si es de algún mercader ambulante. Así viven, y envejecen, y mueren. La llegada de los Misio- neros les sorprende, y como son almas sanas, por lo gene- ral reciben bien sus consejos y enseñanzas, legitiman sin gran dificultad sus uniones, piden el bautismo para sus hijos y asisten por la primera vez, en no pocas ocasio- nes, a los divinos misterios y participan de los sacramen- tos. Es de ver la alegría con que colocan en sus humildes viviendas la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que con profusión se les reparte, para que cumpla en esas sole- dades la promesa de bendecir las casas en que se guarde con veneración. En tres meses de labor constante recogie- ron los Misioneros mil seiscientas confesiones, dos mil co- muniones, primeras muchas de ellas, ciento treinta bau- tismos y doscientos matrimonios.

Ni se limitaron a promover la regeneración espiritual de estas gentes. Como en general son muy pobres, llevan provisión de telas, que son el mejor premio para los niños y niñas que acuden a la doctrina, y para los mayores un socorro muy valioso. Se procura asimismo iniciarles en ideas para ellos nuevas, sobre agricultura, cultivos, gana- dería, y aunque muy en pequeño todavía, ya se van ani- mando en algunos puntos a dejar la rutina del maíz, plá- tano, yuca, en que se encerraban sus horizontes agrícolas, y ensayar otros cultivos cuyos productos puedan llevar a los mercados, como el arroz, el cacao, el algodón, pues a todo se presta la mayor parte de las riberas del gran río.

En vista de que no parece pueda rescatarse pronto la lancha, que estaba casi concluida en Francia, se ha decidi- do encargar a los Estados Unidos un bote sencillo, pero suficiente para transportar los Misioneros, sin exponer tanto su salud y su vida, como sucede en las canoas; y esperamos que estará en servicio antes de terminar el pre- sente año.

IV

No puede formarse todavía un plan bien definido para organizar la Misión del río Magdalena, pues ante todo hay que tener en cuenta que es una misión sui generis. No tiene por campo regiones habitadas por tribus salvajes

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que hayan de reducirse a vida cristiana y civilizada, pero son su teatro playas incultas en que millares de seres humanos participan muy escasamente de los beneficios de la religión y de la cultura civil. Esa multitud está dise- minada en una extensión vastísima, pues sólo el curso navegable por vapores grandes se prolonga a más de 200 leguas; y como la Misión ha de recorrer muchos brazos y caños, ciénagas y aun la desembocadura de algunos de los afluentes del Magdalena, no parece exagerado duplicar este número de leguas.

i Deberá ceñirse la labor de los Misioneros a recorrer una y otra vez las orillas, o habrá de procurarse la forma- ción de poblaciones donde se reúnan varios caseríos? ¿Su campo de acción ha de limitarse a las riberas o habrán de internarse a buscar habitantes de aquellas llanuras, cauce prehistórico probablemente del río, y cuánto deberá ser el límite de esta penetración ? i A qué se ha de reducir su ministerio espiritual, y por consiguiente, hasta dónde se extenderán sus atribuciones y facultades, para poder ejer- citar libremente aquel ministerio? Si se tratara de una re- gión salvaje, fácil sería la respuesta a estas preguntas; pero se trata de territorios ya demarcados en parroquias. Para aquellos pueblos donde reside o a los cuales va con relati- va frecuencia el párroco, tampoco habría dificultad en re- solver el punto ; pero, ¿qué decir de aquellos caseríos y aun pueblos numerosos, adonde no va el párroco sino una vez al año, y esto para la fiesta patronal, es decir, en el tiempo menos a propósito para hacer algún bien en las almas, por la manera con que suelen celebrarse dichas fiestas ? i Qué deberá establecerse ?

Querer resolver estos y otros problemas análogos, a priorí, era exponerse casi con seguridad a cometer graves errores, pues sólo la experiencia podrá dar datos para acer- tar en la solución de ellos. Y por esto las primeras corre- rías, sin dejar de producir buenos frutos espirituales, como queda indicado, servirán apenas de exploración y estudio de lo que más tarde llegará a ser la Misión del río Magdale na. mediante el favor de Dios ante todo, y contando, como medios humanos, con la protección de la honorable Junta de Misiones y el apoyo del Gobierno católico de Colombia.

INFORME sobre la Prefectura Apostólica de Arauca.

Chita, mayo 23 de 1919 Ilustrísimo señor don Bernardo Herrera, Primado de Colombia Bogotá.

Ilustrísimo y Reverendísimo señor :

Me es grato enviar a Su Señoría Ilustrísima mi res- petuoso saludo, y remitirle las cuentas de esta Prefectura de Arauca.

Me había propuesto visitar, en diciembre pasado, las tribus de los tunebos que viven en la cordillera de Chita, pero tuve que demorar mi viaje hasta el próximo verano. El invierno este año se prolongó más que de costumbre, y me hubiera impedido pasar los nevados; y de otra parte, la epidemia de gripe no me permitió hacerme acompañar de uno de los Misioneros, toda vez que era de urgente ne- cesidad atender a los enfermos de esta parroquia; de me- diados de noviembre a fines de diciembre tuvimos unas doscientas treinta (230) defunciones, y de ellas unas dos- cientas (200) de gripe. Gracias a Dios, todos los enfermos pudieron recibir los auxilios de nuestra santa religión.

En febrero acompañé dos Hermanas de la Caridad hasta Arauca; me vi en la obligación de aumentar el per- sonal para atender mejor a las escuelas y a los enfermos. Aproveché mi presencia en esa región para hacer la visita de las poblaciones del norte de la Prefectura, y alcancé hasta El Viento y la laguna del Término. Y a mi paso por Venezuela, después de haber pedido las licencias del caso a los señores Obispos de Calabozo y Mérida, adminis- tré los sacramentos de bautismo y confirmación en las parroquias de Gaasdualito y la Trinidad, como también en varios hatos que encontré en el camino. En todas partes nos recibieron con mucha simpatía, y pudimos legitimar

Misiones católicas— 14

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algunos matrimonios. El invierno, que en este año princi- pió muy temprano, no me permitió ir a Gravo Norte y a Camoruco, pero uno de los Misioneros que acaba de hacer la visita en esas poblaciones, me comunica que en Cravo están construyendo una capilla bastante espaciosa y una casa cural. *

Hasta ahora el Colegio de niñas de Arauca no se ha- bía podido establecer de una manera formal, por falta de local adecuado. Dentro de pocos meses, Dios mediante, se podrá atender a las numerosas peticiones de los padres de familia de Colombia y de Venezuela. La casa nueva que se está construyendo mide unos cien (100) metros y nos permitirá poner en locales decentes y apropiados las es- cuelas y los dormitorios. La casa se está edificando con el producto de las limosnas que recogen los Misioneros; hasta ahora se han gastado unos % 3,500 oro, y abrigamos la es- peranza de que este año se haya concluido la obra. No he querido emplear en esa obra los fondos que la honorable Junta de Misiones puso a mi disposición, porque la casa se edificó en un terreno que el Concejo Municipal pretende ser suyo, aunque en otros tiempos fuera propiedad de la Misión. ^Me pareció más prudente emplear una parte de esos fonclos en la construcción de la casa que en Tame se destina a las Hermanas. Por escritura pública el Concejo Municipal nos entregó un lote de terreno que es propie- dad de la Misión. La casa mide unos cincuenta y cuatro (54) metros, y creo que se podrá inaugurar el año entran- te. Los habitantes de Tame, aunque pobres, han ayudado en la medida de sus recursos, y han colectado hasta ahora $ 630 oro. Los demás gastos van a cuenta de la Junta de Misiones.

Durante dos años pudimos conservar intactas las bes- tias del servicio de la Misión, a pesar de la gran mortandad que se verifica cada año, pero en el verano pasado perdi- mos las tres muías del servicio de los Misioneros de Arau- ca, y para reemplazarlas tuve que comprar una y llevar otra que tenía en reserva en Chita.

Al agradecer a Su Señoría Ilustrísima todo el interés que ha manifestado a esta Prefectura, me repito de Su Se- ñoría Ilustrísima atento servidor en Nuestro Señor,

Emilio Larquer,

Prefecto Apostólico.

University of Connecticut

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