UBRARY OF PRINCETON

DEC - 2 2004

THEOLOGICAL SEMINARY

PER BX488 1 . 5 . U7 U55

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PORTE PAGO.

Año IV Marzo de 1906. Núm. 40

LA UNION VALDENSE

PERIODICO PARA LAS FAMILIAS

DIRECCION Y ADMINISTRACION:

COLONIA VALDENSE

(URUGUAY)

°F PRÍ/V^S

MAR 16 1988

^OLOGICM

MONTEVIDEO

Imprenta u El Siglo Ilustrado”, de Turenxe, Varzí y C.1

2a Calle 18 de Julio 2a

1900

Precios de suscripción anual, adelantada

Enropa, etc $ 1 00

República Oriental del Uruguay » O 80 o/n

República Argentina. » 2 OO mn

Agentes de “La Unión Valdense”

Juan Ramean (hijo), Conchillas

Ernesto Klett, Lavalle (Uruguay)

Abel Félix, Dolores »

Enrique Beux, Belgrano (Sta. Fe) R. A. Santiago Saivagcot, Alejandra » »

Santiago Guigou, Rosario Tala (E. Ríos) Alejo Griot, C. I ris

Juan P. Geymonat (Cu t riló, R. A).

Ricardo Wilson, La Paz (Uruguay) Juan P. Gonnet, Cosmopolita »

Juan Rebufat, Rosario »

Pablo Salomón, Artilleros »

J. P. Michelín Salomón, Tarariras » Manuel Dahmís, Artilleros »

Ignacio M. Díaz, Riachuelo »

Celedonio Nin y Silva, Palmar 40 b. Montevideo.

Invitamos á nuestros suscriptores de este año, pero de un modo particular d los de 1905, á abonarnos el importe de la suscripción . Pueden mandarlo directamente por giro al señor Enrique Pons, Colonia Valdense (Uru- guay), ó remitirlo á nuestros agentes .

iros en venta, á nrecios ¿ios, en esta Redacción

3 tomos «El Estandarte Evangélico'/, encuadernados, años 1894,

.1896, 1898, cada torno $ 1.20

1 tomo encuadernado, «El General Artigas - » 1.00

1 tomo, « La nueva ciencia de curar», por Kulino . ..... » 1.80

3 tomos, Matemáticas, por Vallejo » 0.30

Año IV

MARZO 1>E 1900

Núni 40.

VALDENSE

NO DEJARÉ LA HEREDAD DE MIS PADRES

PROCURAD LO BUENO DELANTE DE TODOS LOS HOMBRES

l.° Reyes 21: 3

Rom. 12: 17

PERIÓDICO MENSUAL PARA LAS FAMILIAS

SUMARIO

Auméntanos la fe. ¿Bautizar 6 cristianar?— Los estragos del tiempo.— La indiferencia. Noticias locales. Datos es- tadísticos de Colonia Valdeuse. Una palabra más. Co- rrespondencia.— En la brecha. Relaciones entre padres y maestros. El excéptico convertido. Estado Civil. Sus- cripciones pagas.— Precio de los cereales.

AUMÉNTANOS LA FE

Lucas, 17. 5.

Es corta y sencilla esta oración y como conviene á nuestras preocupa- ciones y necesidades.

Aun el más ignorante y humilde puede aprender y repetir esta oración.

Es de todas, la más indispensable, porque de ella dependen las demás.

A esta condición sola son oídas to- das nuestras súplicas. Todo lo que pidiereis con fe , creed que lo obten- dréis y os será concedido. Al ruego del más humilde de los hombres, Cristo dice: Séate hecho conforme á tufe! Más grande será nuestra fe y más abundantes serán las bendiciones de nuestro padre celestial.

Si deseamos que nuestros planes ó proyectos convenientes se realicen, de- bemos presentarnos en oración á Dios, diciéndole desde lo íntimo del cora- zón: «Señor, auméntanos la fe».

Esta súplica es un acto de hu- millación, porque reconocemos que si tantas oraciones nuestras y deseos fueron estériles, si liemos conocido desengaños, tristeza, debilidad, se de- be únicamente á nuestra falta de fe.

¡El que cree vivirá para siem- pre!

Esta oración ya es en un acto de fe.

Confiados en el poder y en el amol- de Jesús, vamos á él con toda humil- dad y sencillez para decirle: Creo , Se- ñor: ayúdame en mi incredulidad; hasta que nos contesta: Tu fe te ha salvado, ve en paz.

Auméntanos la fe, significa des- arrollar nuestra vida espiritual, cuyo principio esencial es la fe. Haznos cre- cer en el conocimiento y sobre todo en la gracia, esto es, danos la fe verdade- ra, una fe viva, práctica, una fe que obra según la caridad. Ella significa también: ayúdanos á llenar mejor nuestros deberes, aumenta la fe de to- dos los que se ocupan de la salvación de las almas, y cada uno debemos ve- la]- por nuestra propia alma. Cada uno debe decirse: Soy yo también pastor, y pastor en primer lugar de mi propia alma.

Auméntanos la fe: á los que se ocupan en los consejos de iglesia ó Consistorios, á los directores y moni- tores de las escuelas dominicales, á los miembros de las uniones cristianas, á los educadores y padres cristianos.

Auméntanos la fe, sobre todo á los que debemos alejarnos de las con- gregaciones y vivir lejos de todo culto; aumenta la fe, Señor, para que nadie desfallezca y en el gran día nos en- contremos todos.

0F PRINC%' MAR 16 1988

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LA UNION VALUENSE

Auméntanos la fe á los que de- seamos el despertamiento y la conver- sión de los nuestros y de la iglesia to- da. En vez de entristecernos sobre los escasos resultados obtenidos y llorar sobre la incredulidad de los demás, reconozcamos la pobreza de nuestra fe y acudamos sin vacilar á aquel que puede enriquecernos infinitamente.

Auméntanos la fe. Debe ser la oración de toda alma fiel. La crisis está á las puertas en muchas partes. En muchos hogares se produce el des- bande. La fe será el lazo de unión.

M antengamos la fe en nuestros pe- chos, porque la fe hace milagros.

El justo vivirá por la fe.

P. M.

¿BAUTIZAR Ú CRISTIANAR?

Entre las palabras que habría que desterrar de nuestro lenguaje religioso, porque encierran una idea falsa, se halla sin duda ninguna la de cristianar, que es empleada en lugar de bautizar , no sólo por los que no lian recibido nin- guna educación evangélica, sino aun por muchos miembros de nuestras Iglesias.

Cristianar, si tuviera una significa- ción, debería ser la de «hacer ó volver á uno cristiano». Ahora, esa obra no hay ningún hombre en el mundo que la pueda hacer, sea cual fueran su ta- lento ó su instrucción, sino sólo Dios por medio de su Espíritu. Por lo tan- to, si en nuestras oraciones pidiéra- mos á Dios que nos cristianara, la cosa estaría muy bien, pero se trata- ría entonces de aquella transforma- ción radical de todo nuestro ser que el Apóstol Pablo llama «despojarse del viejo hombre con sus hechos y re- vestirse del nuevo» (Colosenses, III.

9, 10), y que Jesucristo llama el nue- vo nacimiento, ó el nacimiento de lo alto (Juan III, 3). Desde entonces se debe comprender que una tal trans- formación no la pueden hacer sobre otra persona ni en favor de otra per- sona, ni los padres ó padrinos que pre- sentan una criatura al bautismo, ni el pastor ú otro funcionario eclesiástico que lo administre.

No quiero decir con esto que todos tengamos que comprender el bautis- mo de la misma manera, ni que poí- no comprenderlo bien uno no tenga que administrarlo ó hacerlo adminis- trar, ya que por lo contrario lo con- sidero como absolutamente obligato- rio para todos aquellos que se llaman cristianos y quieren vivir en confor- midad con su profesión de cristianis- mo. La cuestión del bautismo es una cuestión de obediencia. Jesucristo ha dicho á sus primeros discípulos y por ellos á nosotros: «Id y enseñad á to- das las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Es- píritu Santo» (Mateo, XXVIII, 19), y esta es una orden formal de la cual ningún cristiano puede eximirse sin merecer que se le llame infiel.

Cuando se trata de nuestros intere- ses materiales no dejamos de hacer to- dos los esfuerzos que podemos para darnos cuenta de lo que hacemos ó de lo que decimos, y á este respecto no es tampoco necesario citar ejemplos. ¿Poi- qué no haríamos igual cuando se trata de nuestros intereses y de nuestros deberes espirituales? No emplear nin- guna palabra que no comprendemos, tal debe ser nuestro lema; es un deber de franqueza que cada uno de nos- otros se debe para consigo y que debe también á los demás.

Se podría ahora hablar de la signi- ficación y del valor del acto del bau-

'

é

LA UNION YALDENSE

3lJ

tismo, pero para no extenderme diré tari sólo dos palabras sobre el falso uso de la expresión «.cristiano», que en la conversación usual del país parece significar «hombre» sin más.

A menudo se oye hasta de nues- tros miembros de iglesia, y no de los más ignorantes, expresiones como éstas: ¡qué cristiano bárbaro es Fulano de Tal!, ó bien: ¡tiene un genio terri- ble ese cristiano!, ú otras parecidas; por poco no se dice: ese cristiano es un asesino. No, amigos, no. No son cris- tianos todos aquellos que han sido bautizados y que después viven en contradicción con el cristianismo, sino aquellos solamente que creen y obe- decen á Jesucristo, que tratan de po- ner en práctica sus preceptos y le aceptan como su Salvador y Reden- tor, que en el cumplimiento de sus múltiples deberes, hacen de Jesucris- to el centro de 'sus preocupaciones en la tierra y de sus aspiraciones en el cielo.

P. Davit.

LOS ESTRAGOS DEL TIEMPO

En un tiempo, pueblos jóvenes y vigorosos reunieron piedras pre- ciosas, mármoles y argamasas, que al ver parecían indestructibles, y con ellas construyeron monumentos que se llamaron: el Partenón, el Co- loso de Rodas, el templo de Diana, etc.; fundaron ciudades denominadas: Tebas, Menfis, Palmira, Nínive, Ba- bilonia, y, orgullosos con esas crea- ciones, declararon que eso duraría siempre, y desafiaron el poder de los siglos. Pero el tiempo, al escuchar el orgulloso reto, recogió el guante y es- peró. Llegada la época de las represa- lias, el tiempo, que tiene á su disposi-

ción todos los elementos destructores de la naturaleza, arrojó el fuego y el hierro de los bárbaros, el estremeci- miento de los temblores, la lava de los volcanes, sobre esas ciudades, so- bre esos monumentos, y hoy día esas creaciones titánicas de los antiguos, esas llamadas maravillas del mundo, sepultadas bajo el suelo desierto, se extraen de la arena para exhibirlas an- te la vista del curioso viajero.

Más tarde, en otra ocasión, unos cuantos hombres audaces constru- yeron una ciudad sobre siete colinas; reunieron en su recinto las civilizacio- nes, las costumbres y las religiones de las distintas razas humanas; conquis- taron ciudades, provincias é imperios; los unieron con puentes y carreteras, imprimieron en ellas sus costumbres y les impusieron sus leyes; levantaron poderosas fortificaciones y enviaron por todas partes legiones invencibles, y se llenaron de satánico orgullo al ver el gran todo, el mundo, el imperio único, indivisible, poderoso, eterno. Pero el tiempo, que todo lo cambia, hizo salir de las regiones septentriona- les á los llamados porla historia «bár- baros del Norte», que cayeron con salvaje y estrepitosa algazara sobre el viejo coloso, le arrebataron ciudad por ciudad, provincia por provincia, y en- tonces empezó á decaer y á desmem- brarse el inmortal imperio romano.

Una vez más las palabras de Lu- cano: Etiam pericre ruinac , son la expresión de la verdad. Y si las cos- tumbres, las civilizaciones y las teogo- nias más arraigadas en los pueblos, han desaparecido; si el mármol, el pór- fido, el granito, la argamasa antigua, no han podido resistir la acción del tiempo, ¡con qué derecho nosotros.mi- serables humanos, con nuestra delez- nable armazón de músculos y nervios.

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LA UNION VALUENSE

conque derecho extrañamos que cada año nos lleve un girón de nuestra vi- da, empañe nuestras miradas, arrugue nuestra frente y nos arrebate un ami- go, una ilusión, una esperanza? ¿Por qué hemos de ostentar tanto orgullo y vanidad al ver que el hombre no es más que un átomo perdido en la in- mensidad de la creación?

D. Roland.

LA INDIFERENCIA

Desgraciadamente se ha extendido en medio de nosotros lo que llamamos indiferencia espiritual, en lo que con- cierne á Dios; somos cristianos sí, so- mos protestantes y aún más, somos hijos de aquellos que preferían pasar por la muerte más atroz antes de abandonar y renegar esas creencias en un solo Dios verdadero; pero aque- llos no conocían la indiferencia y por eso sentían la necesidad de glorificar á Dios.

Nosotros que tenemos tanta liber- tad, que no tenemos que pasar por ningún sufrimiento de esa clase de parte de nuestros semejantes, nos de- jamos llevar por la corriente del mundo sin pensar en la salvación de nuestras almas.

Como si fuera una cosa cualquiera, en vez de tenerla siempre presente á nuestra mente, nos dejamos llevar, alejándonos así poco á poco del buen sendero de la justicia que lleva al cie - lo, menospreciando todo lo que podría hacernos progresar en el camino de la verdad, y olvidando las promesas que hemos hecho delante de Dio» y de- lante de la Iglesia al ser recibidos como miembros de . ella. En vez de asistir regularmente á los cultos y confesar á Cristo por doquier, vamos

más bien á otros lugares donde no deberíamos ir, ya porque un amigo nos lleva, ya porque nosotros mismos no podemos resistir á la tentación.

Miremos más lejos y veremos los lamentablos resultados que produce Ja indiferencia. -

¡Cuántas familias desgraciadas ca- recen del pan cotidiano, porque su jefe, después de concluida su tarea diaria, en vez de ir á su casa, va á malgastar su dinero y arruinar su sa- lud. Entretanto, su familia está pa- deciendo sin tener con qué satisfacer sus necesidades más apremiantes. ¿Por qué todos esos males? ¿por qué hace el mal y no el bien? Porque ese hombre tiene su conciencia dormida, es indiferente á lo que concierne la salvación de su alma.

Si no nos cuidamos, si la indife- rencia se apodera de nosotros, llegará el día en que tendremos que sufrir to- dos estos males.

Si ese hombre tuviera sentimien- tos del todo opuestos, si en vez de ir á beber v á jugar se fuese tranquila- mente á su casa y dejase la indiferen- cia á un lado para dar lugar á ese celo de la palabra de Dios que todo buen cristiano debe tener, para poder guiar á sus hijos en las santas y divinas huellas del Maestro, esos males des- aparecerían. La palabra de Dios nos dice que si no hacemos el hien hace- mos el mal.

Y ahora tú, mi lector, mi ami- go, ¿de qué lado estás? ¿eres indi- ferente? ¿estás durmiendo á la orilla de ese fatal abismo en el cual, si caes, no podrás salir más? Si tal sucede, depiértate y apresúrate á tomar esas armas invencibles que se hallan en ese arsenal llamado la palabra de Dios, y pelea la buena batalla bajo la bandera de Jesucristo!

LA UNION VALUENSE

4-1

Se nos presentan tantas ocasio- nes para hacer el bien! ¿por qué dejarlas pasar? ¿por qué no apro- vecharlas? Es porque somos indi- ferentes, no hacemos caso, nos parece que esto siempre ha de durar: mas acordémonos que hay uno que ve todo; que un día tendremos que dar cuenta de todo lo que hemos hecho. Cuando el Juez Supremo nos pregun- te: «¿has trabajado en mi viña?», ¿qué le responderemos, si hemos llevado una vida contraria á sus mandamien- tos, si en nuestra indiferencia ni si- quiera nos hemos acordado de El? Sin duda estaremos confusos sin saber qué contestar. Ahora, pues, si quere- mos despertar de ese sueño, pidamos á Dios una abundante medida de su Espíritu Santo para que alumbre nuestro camino. Podremos así cum- plir siempre mejor su Santa Volun- tad; seguir con nuevo celo y con fe la carrera que nos es propuesta, haremos honor á aquellos de los cuales descen- demos y tendremos la aprobación de Dios.

E. G.

NOTICIAS LOGALES

Colonia Valdense.

El señor Celedonio Nin y Silva predicó el 28 de enero su sermón de despedida, habiéndose ausentado á los pocos días para Montevideo, donde piensa acabar sus estudios de aboga- cía y notariado, de los que le faltan dos años. El templo estaba lleno, porque en los seis años que permane- ció en esta colonia supo captarse la simpatía general por su buen ejemplo y por su predicación clara y práctica, que todos oíamos con placer. Para al-

L>unos serán las últimas palabras, como

o *-

dijo el señor Nin, que se oían de él. Con los sentimientos del cristiano verdadero y fiel, nos separamos can- tando el himno 134: «Nos veremos en el río. . . », qne es la expresión de nuestra fe. El señor Nin, aunque na- cido en el catolicismo, llegado al co- nocimiento de la verdad, es un ejem- plo viviente del poder vivificador del Evangelio, que tantos protestantes de nacimiento no aprecian como debe- rían.

Como profesor, el señor Nin des- empeñó siempre sus tareas con es- mero y mucha competencia, y como cristiano dió siempre un testimonio fiel. No es de extrañar, pues, que to- dos sientan que se haya ido. La asam- blea de iglesia del 17 de febrero le tributó un voto de agradecimiento por los cultos que presidió y por las instrucciones que dió á la juventud.

Damos la bienvenida, entretanto, al señor Fernando Rossi, bachiller que recién concluyó sus estudios y que viene para sustituir al señor Nin, como profesor en el Liceo. Es hijo del se- ñor Rossi, escribano del Rosario, y pertenece á la juventud evangélica de Montevideo.

Conceptuando útil el pensa- miento esbozado en la nota del señor Daniel Armand Ugón, de exteriori- zar en la Exposición de Milán la exis- tencia, situación y actual desarrollo económico de las colonias valdenses establecidas en el país, el Superior Gobierno resolvió prestigiar tal ini- ciativa, y para ese objeto asignó la suma de doscientos pesos, destinada á costear los gastos que exigirá. Para ese fin se levantó un censo general de todas las propiedades, con muchos da- tos, y además se presentarán los pla- nos de las colonias y fotografías varia-»

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LA UNION VALDENSE

das. Vino de Montevideo el señor Carlos Maggiolo para enterarse de los detalles y formar los planos que se re- mitirán con los mapas y los datos ex- plicativos. El trabajo que se ha de- bido realizar es muy considerable y requirió la cooperación de muchas personas que se han prestado bené- volamente.

Don Francisco Gauthier, de Do- lores, compró á Pablo Artus, seis cua- dras, frente al camino, al lado Norte de la casa de comercio del señor In- gold. Piensa edificar una casa para su residencia. Viene á sustituirá los que se van, de lo que nos alegramos. La cuadra que al principio se pagó ocho pesos, se paga ahora cien pesos.

La Comisión del Liceo compró á la señora viuda de Malán una casa destinada á la habitación de un pro- fesor, que lo es ahora el señor E. Pons.

A principios de marzo se abren las elases en el Liceo. Parece que este año será más concurrido que el año pasado. Se anuncian, en efecto, más de cuarenta alumnos. Muchos de nues- tros colonos están divorciados del Li- ceo, como lo están de tal ó cual pastor ó de tal ó cual obra, pero si no exis- tiera serían los primeros en deplorar su falta. Gracias á él se ha levantado el nivel intelectual en nuestro pueblo. Sin él no habría aquí personas ins- truidas que están y que prestan bue- nos servicios, y en todas partes el hombre rico, falto de instrucción se convierte en un erran egoísta.

O O

Las patentes para los viticulto- res que elaboren uva de su cosecha y vendan vino, es de pesos 7.50 hasta 2,500 litros; desde 2,500 á 5,000, es de 1 5 pesos y después hay una escala proporcional ála producción. Este año la cosecha será escasa, pero en cambio el precio mejorará.

Los colonos que tengan reclamos que hacer, sobre la Contribución In- mobiliaria, por ejemplo los que tie- nen médanos y arenas, deben presen- tar su escrito antes del vencimiento del último plazo, que es el 25 de marzo.

Volvió de Montevideo algo me- jorado el hijo de J. P. Malán, después de una estadía larga en el Hospital Inglés.

El doctor Máximo A. Ugón nos visitó desde Rivera, para agradecer á todas las persanas que le han mani- festado simpatía. Su venida es difícil por compromisos comerciales que ha contraído allá, aunque su mayor de- seo sería estar con nosotros.

Nos visitó el señor Manuel Dal- más.

La señorita María A. Ugón fué á continuar sus estudios á Monte- video.

El Brigadier del Ejército de la Salvación dió conferencias con pro- yecciones luminosas en la Colonia Suiza, en La Paz y en la casa del se- ñor David Courdin. En La Paz, el Consistorio prestó el local del templo para la conferencia.

Salieron para Colonia Iris, con sus familias, J. Pedro Pontet, Enrique Tourn de J. Daniel, Bartolo Bertón y Pablo Gonnet. Arrendaron allí campo para agricultura en varios puntos.

Vino de Buenos Aires, donde estuvo trece años en servicio, Cata- lina Peyronel de Bounous. Vive con los Chambón.

Radicóse aquí Federico A. Ugón. Con los hermanos Charbonnier, que arriendan el campo del señor Karlen, sustituyen á los que se van.

Un hijo de Enrique Roland se quebró una pierna al caer de una hi- guera,

LA UNION VALDENSE

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Regresaron á Catriló, David y J. P. Geyinonat. y fueron con ellos Daniel Comba y J. P. Geyinonat de J. Pedro, del Sarandí.

El vecino Daniel Jourdán su- frió un golpe, quebrándose una cos- tilla, habiendo volcado el carro, cuan- do venía de Colonia Suiza.

De Colonia Iris volvieron los Chambón, Ad. Malán, Emilio Ger- manet y otros. Dicen que llegaron allí como cuatro mil rusos, que huyen de su país por las persecuciones injustas de que son objeto.

Pablo Geyinonat, al caerse, se hirió gravemente con el cuchillo que llevaba y pudo ser de consecuencias fatales. Estaba trabajando en una má- quina,

Fueron admitidas como miem- bros de iglesia las jóvenes Clara Jour- dán y Ana Bonjour, de Pedro.

-La asamblea nombró como de- legados para que la representen en la conferencia en Belgrano, á los se- ñores Emilio Roland y Juan Pedro Long.

La señora de Daniel Bertinat se lastimó al caer sobre un arado en el galpón. Tuvo que guardar cama mu- chos días.

Nos visita desde Buenos Aires la señorita Bertón.

El 17 de febrero, que es fiesta de los valdenses, por recordar la eman- cipación de sus antepasados, se cele- bró con un culto. Se leyó y aceptó tam- bién el informe anual.

—Juan Pedro Maurín compró una fracción de campo en el Rincón del Rey, al señor Ignacio Oribe.

La Paz.

Estuvo enfermo durante largo tiempo el señor Miguel Salustio. Aho- ra está en convalecencia.

Cosmopolita.

Don Natividad Travers remató la carpintería que tenía establecida en Tres Esquinas, para arrendar campo y dedicarse á la ganadería.

Pablo Ricca fue á radicarse cer- ca de Santa Rosa de Toay, en la Pam- pa Central.

Salieron para la República Ar- gentina. Bartolo Cesan, Bartolo Tourn, David Duval v Bartolo Rochón.

e /

Un hijo del señor Bounous está enfermo de fiebre tifoidea.

Dos hijos de Elíseo Bertinat arrendaron campo en Colonia Iris.

Santa Ecilda.

Pedro Bonjour se fue con su fami- lia para Colonia Iris.

Artilleros.

La trilladora délos hermanos Plan- chón quemó una parva de trigo. Tu- vieron que pagar los daños.

Tarariras.

David Davyt compró una fracción de campo al lado de la estación y frente al terreno del Consistorio. Está edificándose una casa cerca de la es- tación.

El primer domingo de febrero tuvo lugar la instalación del pastor se- ñor B. A. Pons.

El señor Bounous, por encargo de la Comisión Ejecutiva, presidió el acto.

Se han empezado los trabajos para la edificación de una casa ó presbiterio.

Daniel Bonjour compró 280 cua- dras, que lindan con lo que ya poseía.

Volvió de su paseo á los Valles el señor Juan Pedro Michelín-Salo- món. Nos habíamos equivocado al anunciar su regreso hace tiempo.

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LA UNION VALLENSE

Riachuelo.

Carlos Gardiol piensa ir á estable- cerse á Catriló.

El vino del señor Pablo Berti- nat, en segundo análisis, fue declarado natural y exento, en consecuencia, de impuesto.

Colonia.

Falleció la señora de don Pedro Ricca. Presentamos la expresión de nuestra simpatía á los afligidos.

CoNCHILLAS.

Hay allí una obra evangélica bajo la dirección del señor Enrique Cabral, que dirige una escuela diaria. El do- mingo celebra cultos y preside una es- cuela dominical á la que asisten unos cincuenta niños.

Lavalle.

Dos hijos del señor J. M. Vincon, piensan arrendar campo en Colonia Iris. Para ese punto fue también Alejo Long.

Vino de Barracas al Sur (Bue- nos Aires) para visitar á sus parien- tes, Augusto Costabel, después de 10 años de ausencia.

Estuvo enfermo don J. D. Mon- dón.

Volvió de su paseo á Colonia Iris, don Juan Esteban Berger en compañía de una hija.

Miguelete.

La máquina de don Luis Félix . quemó tres parvas de trigo, por las que tuvo que abonar los perjuicios.

Dolores.

El lino rindió más que el trigo, pe- ro la cosecha no fué abundante como otros años.

Se quemó la trilladora del señor Felipe Guigon Richard y también trigo. La pérdida se estima en 2,500 pesos.

Buenos Aires.

El señor Rochón va á fundar una colonia en la República Oriental, don- de podrán colocarse los que se resis- ten á ir á la Pampa.

Tres Arroyos.

Se inauguró allí una capilla para el culto evangélico.

o

Colonia Iris.

La cosecha no dio lo que se espe- raba. Nos escriben que hay poca paja y poco trigo. El maíz también sufrió la sequía.

—Estuvo enfermo J. David Berti- nat, de Villa Iris.

Los dos hijos mayores de Este- ban Bertinat se casaron. La hija fué con su esposo más al Sur, al Río Ne- gro.

Benjamín Long estuvo enfermo y no pudo empezar la escuela domi- nical.

Julián Goy se cayó sobre el ca- bo de una horquilla que le lastimó el abdomen. Tuvo que ser llevado á Bahía Blanca y corrió peligro de muerte.

Esteban Arnaldo fué picado por un insecto venenoso y salvó de la muerte gracias á la presencia de un médico alemán en Iris, porque si no no hubiese llegado con vida á Bahía Blanca.

Dios nos manda muchas prue- bas en todas partes, para que escuche- mos su voz.

L. J.

LA UNION VALUENSE

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DATOS ESTADISTICOS DE COLONIA VALDENSE

Publicamos los datos estadísticos que arrojó el último censo levantado en Colonia Valdense para la próxima Exposición Colonial de Milán:

xr.

;g

|

Caballos

tb

72

Ñ

Ü

72

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Hastias

tb

í

Sembradoras

fi

O

Carros

1.a

Sección . . .

167

631

110

694

13

10

3

1

21

2.a

» ...

93

920

.53

537

20

20

8

26

3.a

» ...

72

1,062

48

420

20

14

8

1

20

4.a

» ...

75

875

96

480

38

19

10

1

48

5.a

» ...

99

509

45

392

20

14

6

1

20

6.a

» ...

174

666

128

657

43

. 35

24

3

47'

7.a

» ...

126

2,006

97

1,019

39

22

8

5

1

42

8.a

» . . .

138

3,539

123

1,586

58

40

19

2

40

9-a

» ...

184

2,133

127

912

58

45

22

2

42

Totales generales.

1,128

12,341

827

6,697

309

219

108

5

12

306

UNA PALABRA MAS

El señor P. M. ha replicado desde las columnas de «El Estandarte Evan- gélico» al que suscribe, acerca del asunto fusión de La Unión Valden- se con < E1 Atalaya» y á su modo de ver es un argumento contundente la imposibilidad de la fusión, á causa de las distintas tendencias de ambas publicaciones.

Yo, de mi parte, no abogo más por la fusión, por razones que me reservo; pero no por el argumento del señor

P. M.

Sean cuales fueren las tendencias de los valdenses y las de los metodis- tas del Uruguay, siempre existe para los unos y para los otros el deber de hacer la obra evangélica lo más profi- cua, lo más completa y lo más extensa posible.

No se cumple buscando las conve- niencias individuales ó de la congre-

gación solamente; tenemos el deber todos y cada uno de nosotros en po- nernos al servicio del Señor, en la mejor forma posible, á fin de que la siembra y la mies sean grandes y abun- dantes.

Los intelectuales evangélicos tie- nen el deber de buscar la fórmula para que la prensa evangélica ayude á la predicación, y para ello hay que allanar los obstáculos y amoldar las tendencias.

El señor P. M. parece que rinde culto á las tendencias y pasiones per- sonales, que es lo que yo no apruebo; y la razón es muy sencilla. ¿Cómo podemos pretender reformar á ios de- más, si no tenemos fuerza de voluntad para reformarnos á nosotros mismos?

Para mí, ei amor de los valdenses hacia sus históricas costumbres y ha- cia los patrios lares, es respetabilísi- mo y no aconsejo que se destruya; pero digo que la fusión de ambos pe- riódicos no impide su continuación.

46

LA UNION VALUENSE

Respecto á las tendencias de «El Atalaya», explicadas por el joven Azaróla Gil, no son, bajo ningún prin- cipio, antievangélicas; pero aún admi- tiendo por hipótesis que lo fuesen, con reformarlas estábamos en el ca- mino.

«El Atalaya» es un periódico evan- gélico, como lo es «El Estandarte» y como lo es La Unión, y eso basta para que todas las iglesias y todos los hermanos tengan el deber de bus- car la forma para que hagan el mejor y mayor bien posible los tres periódi- cos.

¿Con la fusión indicada de los dos periódicos uruguayos se conseguiría ese fin?

Ecco il problema.

José E. Rossr.

CORRESPONDENCIA

Gualeguaychú, 19 de enero de 1906.

Muy señor mío y hermano en la fe:

En cumplimiento de lo prometido, voy á escribirle algunas líneas. Estoy en Gualeguaychú. Me embarqué el 14 del corriente y el 15 de madru- gada estaba en esta ciudad. El mar- tes 1 6 tomé el tren v fui á Urdinarrain. Al llegar á la estación no encontré al hombre que esperaba, que es amigo mío. Me encontré en gran perpleji- dad, sin persona conocida y sin poder conseguir caballo. Indagué por mi amigo, y lo único que pude saber es que se había ido á trabajar en las máquinas trilladoras.

Por medio de los repartidores de galletas que van muy lejos, hasta cin- co leguas, á llevar á los trilladores, avisé á ese amigo, que llegó á las diez

de la noche, cuando ya estaba cansado de esperarlo. Después de efusivos sa- ludos fuimos á descansar.

A la mañana siguiente, habiendo conseguido caballos, salimos á recorrer varias colonias de judíos y algunos campos.

Lo que me llamó mucho la aten- ción son las colonias: forman como pequeñas aldeas. Las casas están si- tuadas á un lado y otro de un calle- jón y tienen los pozos de balde á lo largo de la calle; se sirven de estos po- zos para sacar agua para el uso de la casa y para los animales; á éstos la dan en piletas de hierro galvanizado. Parecen ser una gente haragana, pues tienen las chacras muy sucias. Hay abrojales inmensos. Parece que los hu- biesen sembrado. Las tierras son por lo general arcillosas ó gredas. Creo que sean de bastante producción, pero un poco pesadas de trabajar. Los judíos viven en pequeñas casas, no tienen sino una casita á media agua y un pequeño galponcito. Las herramientas las dejan afuera á la intemperie. Arboles ha}7 muy pocos. Por la noche volvimos á Urdinarrain.

El 1 7 tomé el tren y fui hasta la estación Básavilbaso. Aquí los terre- nos no parecen ser tan arcillosos y son más fáciles de trabajar. Ale parecen superiores á los vistos el día anterior. Hay varios colonos alemanes y de otras nacionalidades, como argentinos é italianos.

Los parajes no me desagradan, son bastante lindos: . son terrenos altos y poco quebrados. El pasto es bastante regular pero no hay agua. Es menes- ter hacer tajamares ó poner molinos de viento. El agua de los tajamares se vuelve muy turbia y fea para tomarla los animales, pero eso se podría reme- diar si se pudiese comprar barato. Pi-

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den muy caro, de GO, 70, SO, y hasta más pesos papel por hectárea. He visto una colonia de la empresa Stroeder y piden 75 pesos, pagando el 20 0 0 al contado y la tercera parte de los cerea- les para la amortización, con más el 8 ú/n de interés anual.

Tal vez se podría conseguir terrenos á mejores condiciones, pero habría que conocer más y tener tiempo para bus- car una buena oportunidad, ó sino te- niendo grandes capitales se podría comprar una gran extensión y enton- ces se compraría más barato. Por ahora yo no hago negocio. Vuelvo otra vez para Dolores. He podido darle una idea de cómo es por aquí. La co- secha es más ó menos como en la Re- pública Oriental: el trigo da poco; los linos están mejores. Alguno dió hasta el 11 por hectárea y se ha vendido hasta 11 pesos y medio los 100 kilo- gramos. Por las partes de San Juan se ha dejado mucho trigo sin cortar porque no tenía grano, y en muchos puntos el granizo causó pérdidas con- siderables. Los maizales se presentan bien.

Sin más lo saluda su afectísimo -José Carrea.

Artilleros.

Enrique Bastia desea que se des- virtúe la versión según la cual había estado preso acusado de homicidio.» Salí, dice él, el 6 de Mayo de 1902 para la República Argentina, el 10 del mismo mes me embarqué sobre el vapor Pampa Argentina para el Africa del Sur y fui al puerto de Ca- petown (Cabo de Buena Esperanza). De regreso á Buenos Aires volví á embarcarme sobre el vapor Pampa , inglés, y fui hasta Hamburgo (Ale- mania). Después de 46 días volví á

Buenos Aires y me embarqué sobre el Montenegro para Barcelona. De regreso á Buenos Aires, fui á Tucu- mán. De aquí á ocho días vuelvo á «Carlos Tejedor», donde pienso fijar mi residencia.

Lo saluda atentamente. P. M. S. Colonia. Iberia.

Nuestro grupo está disminuyendo. Hay familias que se van para la Ar- gentina.

Salieron con dirección á Colo- nia Iris los jóvenes Francisco Ra- mean, Juan Durand y Antonio Fer- nández. Este último es suscriptor de La Unión Valdense, así que puede avisar al señor Griot.

En breve saldrán para el mismo punto las familias de Miguel Gonnet y Ferdinando Maurín, que arrendaron campo allá. Las trillas tocan á su fin y el tiempo las favoreció. Los maiza- les sufren mucho á causa de la persis- tente sequía. J. Rameau.

Durazno.

Espero que alguno de ustedes ha- brá escrito algo referente á Colonia Valdense, para la exposición de Mi- lán, sección de los italianos en el ex- tranjero. Yo hice lo que pude, valién- dome de lo publicado en el periódico y en la Historia de los Valdenses.

He aquí el título de las memorias que yo he mandado para la Exposi- ción:

1. ° 11 Paraguay, paese a colonie tropicali, studio economico-agricolo.

2. ° Tutta Bolivia in communica- zione diretta coll’ Atlántico, proposta di costruzione di un gran canale navi- gabile.

3. ° Breve studio sulla colonizzazio- ne del Perú con famiglie italiane.

4. ° Assoluta necessitá per Y Italia

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di creare colonie tropicali di riconcen- tramento.

5.° Colonia Valdense (Uruguay). Proposta come modello del le nostre colonie all’Estero.

G.° Proposta di creazione di una colonia di rico ncentra mentó (opuscolo).

El estudio imparcial de los 48 años de existencia de Colonia V aldense, no da una idea muy lisonjera del carác- ter del agricultor valdense, á lo menos en los primeros años, pero hay un punto muy consolador, y es que las instituciones han vencido el mal atávico y han formado con este ele- mento que, á pesar de sus flaquezas, tenía también grandes y sólidas cua- lidades. un pueblo modelo.

Para Italia sería un triunfo rápido, seguro y de gran alcance, si se forma- sen colonias según mi memoria nú- mero 4, y si se admitiese el principio sobre el cual descansa el progreso in- telectual, moral y económico de las colonias valdenses.

Los que están acostumbrados á dar más importancia al elemento material que al moral, dirán que se precisan muchas cosas, tiempo y elementos, etc... Naturalmente, pero si en lugar de exagerar las dificultades todos se pusiesen en común para vencerlas, estoy seguro que se llegaría al resul- tado apetecido.

Saludo á todos los amigos...— Julio Parise.

Buf.xos Aires.

Estimado hermano:

Creo que usted tendrá interés en saber lo que estoy autorizado á comu- nicarle; es á saber, que hace poco se han reunido todos los pastores y direc- tores de las varias iglesias y misiones de esta Capital.

El resultado de esa reunión y del

estudio y consideración del asunto es que se ha decidido convocar para el mes de Julio ó Agosto próximo una ^Conferencia de Obreros Cristianos (en el idioma del país) para la promo- ción de la vida espiritual».

Dicha Conferencia durará una se- mana, celebrando los actos públicos de noche. Más adelante podré darle infor- mes más detallados; por el momento, si le fuese posible venir á esta ciudad en esos días, me permito invitarlo á usted, en nombre de la Comisión, para que asista á las sesiones de la Confe- rencia .

Mientras tanto creo que usted ten- drá la voluntad y el deseo de unirse con nosotros para pedir áDios su ben- dición sobre el plan arriba mencio- nado.

Saluda á usted su hermano R. A. Shuman.

La Comisión: doctor Carlos Drees, presidente: B. A. Shuman, secretario; R. Vázquez, S. M. Sowell, VVon Bon- nett, W. C. Torres y doctor A. G. Fenn.

La carta que publicamos á conti- nuación, dirigida al señor Luis Jour- dán, merece toda la atención de nues- tros colonos. Apenas tengamos mayo- res pormenores los haremos conocer á nuestros lectores. Dice así:

Muy señor mío:

Me es grato comunicar á usted que dentro de breve tiempo podremos ofrecer en venta y en arrendamiento campos superiores en la República. Oriental, en puntos sin competencia por su bondad y fácil exportación por vía fluvial. Como tengo conocimiento que muchos de nuestros agricultores se desgranan sin punto fijo, exponién- dose quizás á la explotación de algu-

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nos especuladores sin conciencia que miran solo el lucro que le puede dejar el sudor de esa pobre gente, me tomo la libertad de pedir á usted se sirva interponer su influencia hacia éstos, haciéndoles saber que la compañía Colonización Stroeder formará colo- nias en esa, de las qne pronto tendrán planos y condiciones.

Esperando que por el interés que siempre se ha tomado por nuestra querida patria, sabrá interpretar los motivos de ésta, aprovecho la oportu- nidad para reiterarme S. S. S. Juan P. Rochón.

EN LA BRECHA

Por diversos conductos hemos oído que esta sección del periódico interesa un poquito á nuestros lectores, quie- nes, sin saber á quién atribuir la pa- ternidad de tan justas observaciones, habiéndose equivocado grandemente en sus suposiciones, han preguntado acá y allá: «¿No sale más En la bre- cha;— era lo primero que leía. ¿Cuán- do aparecerá de nuevo?»

Para satisfacer vuestra buena cu- riosidad— la curiosidad en general es un defecto aquí van algunos renglo- nes á los cuales recomendamos para vuestro propio bien y no el de otro.

Los nombres que se unen á los apellidos sirven para distinguir fá- cilmente en la conversación, y sobre todo escribiendo, una persona de otra que tengan el mismo apellido. En el pueblo valdense hay una costumbre viciosa que está degenerando en ma- nía, cual es la de girar en torno de dos ó tres nombres para toda una multitud de personas, como ser Juan, Pablo, Pedro, David. De este modo,

para distinguir un Juan de otro, hay que decirle Juan hijo de Juan, el cual es hijo de Pablo, pero como hay otro Pablo igual, hay que agregarle sobri- no de Pedro, ó tío de David, ó nieto de Santiago, ó bisnieto de Pablo, cuan- do no se junta algún sobrenombre ó apelativo discordante. Esto es engo- rroso en la conversación y cuanto más al escribir, y puede llegar á producir serios trastornos en los títulos y he- rencias y especialmente en la corres- pondencia. Debido á eso muchas car- tas han sido abiertas equivocadamente y periódicos se extravían. Siguiendo ese tren llegará un día en que las con- fusiones serán como las de Babel. ¡Por favor! ¿no valen tanto los nombres de Teófilo, Julio, Alfonso, Augusto, Car- los, Ernesto?! Para nosotros valen más, y consideramos que en la rareza y 1a. variedad está lo bello.

«Más placer hay en dar que en recibir ». Precepto de una verdad in- mensa y de una elevada sabiduría, que debidamente inculcado en el corazón de los niños, puede procurarles para el futuro momentos de indecible felici- dad y evitarles horas de amargas de- cepciones y disgustos. Enseñar al ni- ño á procurar la felicidad á su compa- ñero, grabar en su mente el deber del desprendimiento y del amor fraternal, ponerlo en condiciones de dominarse á mismo en el sentido de no pensar siempre y únicamente para sí, es for- mar en él un hermoso carácter, es prepararle días de dulce bienestar. Hay que convencerse, en efecto, que de la cuna á la tumba, el egoísmo, in- herente á todo corazón humano, se muestra el veneno mortal de toda fe- licidad doméstica y social, y todo cuanto se haga para extirparlo es obra de caridad.

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Cuántos egoístas en el pueblo val- dense, y que por eso mismo (con otras causas también) son infelices, descon- tentos con todo! Ese egoísmo es tanto más funesto en una persona que pre- dica el Evangelio, por las fatales con- secuencias que produce! . . .

Una cualidad buena en los valden- ses, es la de buscar y preferir la so- ciedad de personas de su pueblo, de sus mismas ideas religiosas, á cual- quier otra. Cuando esta cualidad des- aparece es porque la humildad y sen- cillez propias del cristiano sincero lian sido ahogadas por el orgullo, la ambición del mundo, el deseo de figu- rar, de aparecer. En estas condiciones le parece que esos sencillos y tímidos trabajadores son de rango demasiado inferior para alternar con ellos, que pierde de su respetabilidad al inmis- cuirse con esos rústicos trabajadores. Ver fiestas, paseos, bodas, hechos por valdenses y donde este elemento está como evitado para preferir otro de más vista pero fatuo y frívolo, es su- mamente doloroso, porque eso no trae nada bueno, nada favorable para la fuerza moral que debe demostrar y hacer sentir nuestro pueblo, debido á que esas personas, en vez de influir en- tre aquellos con quienes se juntan, se dejan influenciar y desviar por éstos.

Relisez.

RELACIONES ENTRE PADRES Y MAESTROS

Siendo la educación y la instruc- ción de tan trascendental importancia para el individuo en particular como para la sociedad en general, sería malo escatimar los medios necesarios para elevarlas siempre más y mejo- rarlas en todo sentido.

Como los padres y los maestros son los encargados de la educación en el principio de la vida del hombre, y siendo también la parte más difícil la que requiere más tacto y cuidados so- lícitos, no está en ninguna manera demás que padres y maestros conoz- can muy bien sus obligaciones y cum- plan con sus deberes.

Todo padre medianamente educado, que no posee lo necesario para instruir él mismo á sus hijos, envía á la es- cuela estos últimos para que puedan siquiera adquirir lo más elemental, como también más indispensable para entrar de lleno en la lucha por la exis- tencia. Solamente los que no tienen nociones claras de sus deberes hacia sus hijos, no tienen escrúpulo en de- jarlos en la más crasa ignorancia, de- mostrando ser así unos egoístas em- pecinados y enemigos de sus propios hijos. No quiero abarcar sin embargo á todos ios padres que no mandan sus hijos á la escuela, pues para algunos les es imposible, debido á que no tie- nen escuela cerca, pero me refiero á los que por negligencia ó porque los hacen trabajar, descuidan grandemen- te su educación.

Los padres, con mandar sus hijos al colegio, no han cumplido aún con todas sus obligaciones, no pueden ni deben poner su carga sobre ('1 maes- tro; éste será únicamente un coopera- dor, nunca un sustituto; conviene y es de suma importancia que siga de cer- ca la educación de su hijo en la es- cuela, informarse sobre la conducta y progreso del mismo, interesándose en todo lo que se haga al respecto.

Toda persona razonable compren- derá sin duda alguna las grandes difi- cultades contra las cuales tiene que luchar un maestro en el gobierno de su pequeño pueblo, no siendo, pues,

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extraño que en todo tiempo necesite la cooperación de los padres; sin em- bargo, esto último no todos lo en- tienden así, y en vez de ayudar, tra- bajan en contra, haciendo más pesada, martirizante y casi insoportable la ca- rrera del magisterio.

¿No es verdad que es algo desalenta- dor para un maestro verse apostrofado por un padre, siendo causa de dicha ac- titud el castigo impuesto al alumno por su mal comportamiento? Además, ¿le conviene al padre obrar de esa manera? No lo creo ni puedo creerlo, pues el mal es demasiado repugnante para to- lerarlo bajo cualquier forma que se presente, ya rodeado de excusas ó sin ellas; y el padre empeñado en defen- der ásu liijo sin razón, tendrá que su- frir las fatales consecuencias de su conducta, tal vez hasta tal punto que ese mismo niño, una vez grande, le reproche el haber procedido así.

Acuérdense dichos padres de la res- puesta de un hijo álos lamentos de su madre al ser conducido al cadalso por haber cometido un crimen: «Si mi vi- da lia de terminar sobre el cadalso, la culpa la tienes tú».

Muchas veces los padres cometen imprudencias lamentables que entor- pecen la buena marcha de la escuela, minan la autoridad del maestro y aca- ban por poner desunión entre el ho- gar y la escuela, siendo estas impru- dencias las conversaciones que tienen los padres delante de sus hijos criti- cando la conducta del maestro, sacan- do á luz, defectos reales ó imaginarios, poco importa; grave error de funestí- simas consecuencias, por minar como he dicho, la autoridad del maestro, la cual debe reinar soberana en el recinto escolar y, además, por fomentarla in- disciplina, haciendo así imposible la buena marcha de la educación.

Si queremos, pues, que la educación haga á nuestros hijos no tan sólo capa- ces de ganarse la vida y amontonar riquezas, sino que los haga también familiarizarse con los buenos modales en el trato con la sociedad, es necesa- rio que los padres ayuden al maestro y el maestro al padre.

T. Davyt.

EL ESCEPTICO CONVERTIDO

Un día el gran astrónomo Kirchner, tuvo la visita de un incrédulo amigo sYiyo, quien entrando en el estudio y viendo sobre la mesa un cuadrante ce- leste de admirable precisión y clari- dad, preguntó quién lo había hecho.

Nadie, respondió el astrónomo, se ha hecho por solo.

¡Pero os chanceáis! replicó el in- crédulo.

No chanceo, ese cuadrante se ha hecho á mismo.

Pero es imposible: una mente inteligente, y una mano hábil ha de haber hecho esa obra de arte.

A lo que el astrónomo respondió casi como retomando el hilo de anti- gua conversación:

Si tú, pues, no puedes creer que este cuadrante tan pequeño é imper- fecto haya sido hecho por sí, porque observas en él orden é inteligencia, ' ¿por qué entonces te obstinas en de- cir que este mundo y estos cielos son obra del acaso, y te afanas en negar á aquel Espíritu infinito que los ha creado y cuya potencia é inteligencia se admira por todas partes?

La respuesta fué derecha al corazón del incrédulo, y desde aquel momento hízose creyente y ferviente cristiano. El Estandarte Evangélico.

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LA UNION VALUENSE

3Z3sta,clo OI"n7*í1

Coonia

Bautismos.

Erna Ricca, de Pedro y de Elisa Schenk de Ricca (finada).

Defunciones.

Elisa Schenk de Ricca.

Erna Ricca, de Pedro y de Elisa Schenk (finada).

Riachuelo

Bautismos.

Ignacio Manuel Dalmás, de Manuel y de Sara Díaz de Dalinás.

Irma Catalina Bonjour, de Adolfo J. Da- niel y de Catalina Bertín.

La Paz

Nacimientos.

Alina Malán, de Juan Pedro y de Juana María Geymonat

OrfiliaLong, de Pablo E. y de Ernestina Bonjour.

Carlos Luis Gilíes, de Luis y de Fanny Rivoir.

Emma Oliphant, de Carlos y de Luisa Germanet.

Santiago I. Tourn, de Juan y de Catalina Jourdán.

Angela E. Rolan, de Juan Daniel y de Susana Gonnet.

Pablo Belnhabé Bonjour, de Juan Daniel y de Victoria Autino.

Matrimonios.

José María Autino con Paulina Bonjour.

SUSCRIPCIONES PAGAS

Carlos Rúa, San Pedro: C. Benedetti, Re- pública Argentina; Lecuna Emilio, Colonia Valdense; Enrique Plavan.ídem; Juan San- tiago Bonjour, ídem; Cristian Meyer, Salo- món y Gugelmeier; Santiago Long, Colonia Valdense; Esteban Arduin, Daniel Jour- dan, Colonia Valdense; Juan Pedro Pontet, Iris; Judith Bertón, Colonia Valdense; Juan Teófilo Carlín; Manuel Pontet. Colonia Val- dense; Enrique Tourn, ídem; Juan P. Gey- monat, República Argentina; Juan Geymo- nat, Colonia Valdense; Daniel Davyt, ídem: Teodoro Tugold, ídem; Abram Félix, ídem; Rosa Jourdán, ídem; Juan Gonnet, ídem; Bartolo Bertón, ídem; Juan Dalmás, ídem; Daniel Arduin, ídem; Juan Dainel Plan- chón, ídem; José Negrín, ídem; Susana Ga- rrou, ídem; Felipe A. Gardiol, ídem; cinco sm -ripciones de Lavalle; Pablo Pellene, ídem; Daniel Graut. ídem; Santiago Durand, ídem; José Carrea, Dolores; Daniel Guigou, ídem; Luis José Antuña, ídem; Carlos Ga- lli, ídem; Felipe Rostán, ídem; Pedro Tucat, ídem; Francisco Gauthier, ídem; Felipe Gui- gou; Juan González; Santiago Talmón, Co-

lonia Valdense; Numa Robert, ídem; Ugón Hermanos, Catriló; Francisco Grill, Iris; David Bertinat, ídem; Neftalí Bertinat. Ja- cinto Arauz, Emilio Bouchard, ídem; Juan Santiago Bonjour, ídem; Juan B. Oronoz, ídem; Esteban Rostagnol, Tarariras; D. Mi- cel, ídem; Juan Santiago Pontet, ídem; Juan Santiago Rostagnol y Bertinat, D. Geymonat, Carlos Rúa, D. Negrín, Federico Félix, ídem Pablo Bertinat, Riachuelo; Santiago Román, Artilleros; Juan Gardiol, ídem; Juan Favat, ídem: Pablo Artus, ídem; Pablo Chauvie, Napoleón Rivoir. Rodolfo Roherer, David Tourn. La Paz; Bartolo Ugón, Sarandí; Es- teban Negrín. Colonia Valdense; Clementi- na Archetti, ídem; Pedro Beux, ídem; Teó- filo Caminotti, José Bertinat, San Juan; Pablo Negrín. Alberto Brenzía, Pablo Ber- lín. Miguel Bertalot. Juan Daniel Malan, Colonia Valdense; D. Bertinat, ídem; Pa- blo Jourdán, ídem; Juan P. Gilíes, ídem; Juan P. Geymonat, ídem; D. Bertón, ídem; Juan Daniel Bertinat, ídem; Pablo Bertinat, ídem; Emilia Malan, ídem; Juan Bonjour, ídem; Juan P. Maurín, ídem; Luis Maurín, ídem; Juan D. Bonjour, ídem; Juan Cons- tantín, ídem; D. Courdín, ídem; Elíseo Courdín. ídem; Enrique Jourdán, ídem; Elíseo Bonjour, ídem; Juan D. Vigna Guigou, ídem; Francisco Gilíes, ídem; Carlos A. Malan, ídem: Miguel Lansarot, Artilleros, Carlos Dalmás, ídem; Guillermo Green, ídem; Juan D. Bonjour, Colonia Valdense; Pablo Davyt, ídem; Elíseo Ne- grín. ídem; D. Roland, ídem; Federico Com- ba, Brasil; Máximo A. Ugón, Rivera; D. Ge- monat, La Paz; Gustavo Parise, 1905 191)0, ídem; Luis Durand, Paysandú; Catalina Costabel, ídem; E. R. de Long, ídem; Francisco Constantín. ídem; Diego Wilson, ídem; Luis Maurín, ídem; Juan P. Germa- net, ídem; Pablo Robert, ídem; Juan Cougn, Colonia Valdense; María Arrnand Ugón, ídem; .Tuen P. Geymonat Bonjour, ídem; Juan P. Beux, ídem; Filiberto Peavan, ídem; Juan Santiago Travers, Paysandú; M. Bert, ídem; Juan Santiago Peyrot, Colonia Val- dense; Juan B. Griot, ídem; Alfonso Mon- dou, ídem; D. Roland, ídem; Santiago Gui- gou. R. Tala; Pablo Fornerón. ídem; S. Ro- gantini. Santiago Guiustetti O. Frigo. Juan Caffarel, Bartolo Germanet, Pedro Salomón, Pedro Rogantini. E. Peyrot. D. Salomón, Luis Guigón, Enrique Gardiol, ídem; En- rique Guigou, Pedro Arduin. Brasil; Julio Caffarel, Colonia Valdense; Ernesto Griot, ídem; Emilio Roland. ídem; Pablo Artus, ídem; Santiago Caffarel, ídem; Emilio Mau- rín, ídem.

( Continuará ).

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