L I B R.AFLY OF THE UNIVER.SITY Or ILLINOIS 863C la OmYs Rpturn this book on or before the Latest Date stamped below. University of Illinois Library riít! xw iv.i^ Wi' -sms ^^'^ ISé^ J.l." 'JiJ ,JÜL 17|3£3 MSy 21 ,a;g EUr 17I3t8 Mil?* i r'" ^ í f'j "'■'^^ Atoll [JAN Ittl6 2l Mff#SS^^&fi 16 :n 3 01981 13» L161 — 1141 MEMORIA ▲OBBCX DK EL MÁGICO PRODIGIOSO DE CALDERÓN y EN ESPECIAL SOBRE LAS RELACIONES DE ESTE DRAMA COK EL FAUSTO, DE GfETHE Obra que obtuvo el premio en el Certamen abierto por la Real Academia de la Historia; su AUTOR D. A. SÁNCHEZ MOGURl. INDIVIDUO CORRESPONDIENTK DE DICHA ACADEMIA, V CATEDRÁTICO DE LITERATURA ESPASOLA EN LA UNIVERSIDAD DB ZARAGOZA. PBECÉOKLA KL DISCURSO LKtno POB KL ExcMO. Sr. D. VÍCTOR BALAGUER Académico ftunurario, en la sesión pública celebrada por aquella corporación el 24 de Mayo de iSSi para solemnizar EL SEGUNDO CENTENARIO del gran dramático español. MADRID •nrOGRAFÍA DE LA CORRESPONDENCIA ILUSTRADA k OABeO DK EDOABDO LLDCH Calle de las Infantas, núm. 42, bajo. 188I 863ClZ SESIÓN PÚBLICA CBLBBRAOA KN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA PARA CONMEMORAR EL SEGUNDO CENTENARIO OE ^ l>. P. CALDERÓN DE LA BARCA ; S ^^24 de Mayo de i88i r § rt i o n co I < 1 DISCURSO DEL ExcMo. sr. ü. Víctor balaguer ACADÉMICO DE NUMERO a1 EÑORES 'ACADÉMICOS: LBRiciAS se OS deben por vuestro loable acuerdo en asociaros al pensamiento de conmemorar el Centenario del gran poeta dramático español, D. Pedro Calderón de la Barca, No podía la Real Academia de la Historia perma- necer indiferente á la solemnidad con que la pa- triótica España, honrando como se merece á uno de sus hijos más preclaros, celebra hoy en Madrid resonantes fiestas en honor, recuerdo y gloria de aquel poeta insigne, que es admiración de propios y de extraños. Bien hace, por lo demás, la patria en honrar á Calderón, que á sí misma se honra; ya que es Cal- uc^óu la patria. Calderones España, como Homero 8 ACADEMIA DE LA HISTORIA es Grecia, como Virgilio es Roma, como es Shakes- peare Inglaterra, y como Dante es Italia. Calderón es efectivamente España. Sus obras lle- van el sello del carácter nacional en toda su expre- sión, en toda su gallardía, en todo su esplendor, con todas sus virtudes y también con todos sus vicios. Aquellas damas que, rebozadas en su manto, discreteaban con sus galanes cabe una reja, al re- volver de una esquina, ó á veces clandestinamente en la propia cámara, teniendo por llave y candado de su honra, más que su quebradiza virtud, la corte- sía nunca arriscada de su galán, sostenedor de un código no escrito, según el cual el hombre que á una mujer donde quiera que la viere no le hiciere cortesía, por no bien nacido quede: aquellos maridos celosos, y vengativos, que se convertían en médicos de su honra, sosteniendo que el honor se lava con sangre, aceptando por es- cudo de armas manos en sangre bañadas, y que an- tes preferían ver muerta que ajena su dama: aquellos plebeyos que, aun siendo mozos imber- DISCURSO DE DON VÍCTOR BALAGIER 9 bes y rapaces, se movían en el hogar campesino á impulsos de levantados sentimientos, y en ariscas querellas sostenían el fuero de su opinión enfrente del de otra, que no hubiera un capitán si no hubiera un labrador: aquellos caballeros, tan vidriosos en su fama, que al sospechar sólo que ésta pudiera andar en len- guas, no permitían que el murmurador tuviera vida que no le quitaran, sangre que no le vertieran alma que no le arrancaran: aquellos labradores independientes, francos y ru- dos, humildes ante la humildad y ante la sober- bia soberbios, tan celosos de su honra como el más puntilloso hidalgo, y de su fuero como el militar más encumbrado, los cuales asentaban que al rey la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma, y el alma es sólo de Dios: aquellos bandoleros, de hidalga estirpe, que sos- ACADEMIA DE LA HISTORIA tenían el derecho de rebelarse contra la justicia cuando ésta no era tal, y que se consideraban, se- gún uno de ellos, como absolutos señores de elegir á nuestro arbitrio rey que nos gobierne; pues siendo de nosotros mismos, es fuerza en paz y justicia mantenernos, advertido que podremos deponerlo, pues pudimos elegirlo: aquellas escenas de capa y espada, con galanes ron- dadores, y sueltas, aunque honestas damas, y cria- dos locuaces, y villanos hidalgos, y militares rudos, y santos ergotistas, y diablos leguleyos, y tapadas misteriosas, y soldados alegres y jugadores, y gárru- las vivanderas, y mozas desenvueltas, y estidiantes en tuna, y embozos, y discreteos, y prodigios, y es- condites y cuchilladas, todo esto es la España de aquel tiempo, todo esto es Calderón. Nadie como éste supo encamarse mejor en el sen- timiento nacional para mejor representarle. Por esto precisamente, porque supo ser en sus obras eximio reflejo de las altas cualidades y de los grandes de- fectos de su época y de su raza, pudo erigirse Cal- DISCURSO DE DON VÍCTOR HALAGÜER TI derón en príncipe de la escena española, y empuñar su cetro, cuando aún vivía y palpitaba en ella la gloria, no destinada á perecer ciertamente, del Fé- nix dt los ingenios, á quien Calderón rendía culto y tributo con esta décima, tan bella como poco cono- cida, y que hoy la posteridad pudiera dedicarle á él mismo, como la Italia moderna ha dedicado á Dante los versos que el autor de la Divina Cojnedia dirigió á Virgilio: Aunque la persecución de la envidia tema el sabio, no reciba della agravio, que es de serlo aprobación. Los que más presumen, son, Lope, á los que envidia das, y en su presunción verás lo que tus glorias merecen, que los que más te engrandecen son los que te envidian más. De Calderón decía Goethe que sus obras magis- trales le causaban asombro. Asombro, en efecto, y vértigo también, producen al que por primera vez las lee. Hay algo en ellas de aquellos vastos y espaciosos abismos cuya grandeza ACADEMIA DE LA HISTORIA infunde espanto, cuya profundidad no se puede me- dir, cuya inmensidad asombra. Sucede leyendo á Calderón lo que ocurre al via- jero que por vez primera se encuentra en alta mar. Ve horizontes sin límites, profundidades sin cálculo, planicies no interrumpidas, cielos sin fin, y le pasa algo que no se explica, de que no acierta á darse cuenta, distinto de su vida habitual y ordinaria, que rompe con sus tradiciones y costumbres, que le obli- ga á pensar en algo en que hasta entonces no había pensado, que eleva su espíritu, que despierta su mente, que sutiliza su idea, que embarga su corazón, que mueve su ánimo, que le revela cosas descono- cidas, que le da sensaciones nunca hasta entonces experimentadas, vértigos nunca hasta entonces sen- tidos, impresiones nunca hasta entonces halladas Pero, dispensadme, señores Académicos, perdo- nadme si dando asueto á la imaginación y á la plu- ma, para distinta tarea obligadas y comprometidas, olvide el honroso encargo que me disteis. Según el programa en la Gaceta publicado, me he de reducir á consignar en breve discurso el acuerdo que tomó la Academia para contribuir al Centenario de Cal- derón, y á emitir sencillamente su juicio sobre las memorias al certamen presentadas. Es sencillísima DISCURSO DE DON VÍCTOR BALAGUER I3 la obligación que se me impuso, y que como honra acepté. No tengo más misión, ni otra cabe , que la de ser heraldo del certamen. Cumpliendo, pues, con mi encargo, consignaré que la primera idea de la Academia fué la de hon- rar esta festividad con una edición monumental y completa de las obras del gran poeta; pero faltaban para esto tiempo y recursos, si más fáciles de en- contrar éstos, imposible de hallar el otro á partir del momento en que ocurrió tan plausible idea. No pudiendo realizar ésta, acudió la Academia á un certamen, buscando la manera de armonizarlo con su instituto, y abrióle para la disquisición de un punto histórico referente á uno de los dramas fantásticos más célebres de aquel portentoso in- genio. El tema sometido á dicho certamen, fué el si- guiente : ^Qué relaciones establece la crítica histórica entre el argumento de El Mágico Prodigioso de Calderón y el del Fausto de Gtethe, consultadas las tradiciones antiguas y las leyendas de la Edad Media en que pu- dieron inspirarse ambos escritores? Fueron invitados a este certamen todos los culti- vadores de las letras de la península ibérica, sin ex- 14 ACADEMIA DE LA HISTORIA clusión de idioma alguno, de los que en ella se ha- blan. Como premio para la mejor Memoria, se ofreció la impresión de la misma, entregando al autor quinientos ejemplares y una medalla de oro de cien gramos, destinada á perpetuar el recuerdo de esta solemnidad. También quiso la Academia que la medalla de oro para premio destinada, fuese premiada á su vez y se acuñara expresamente con arreglo á las condi- ciones de un certamen especial, conforme al que, el anverso de la medalla debía contener la alegoría de la Historia, que triunfando del olvido, se apoya en la experiencia de lo pasado, alecciona al presente y sirve de guía á lo porvenir. Esta alegoría debía apa- recer representada por una hermosa figura de la musa Clío, escribiendo en un libro apoyado en la espalda de un anciano postrado, de larga barba, personificación del Tiempo que fué, con sus atri- butos, alas, segiu- y reloj de arena rendidos á los pies de la musa. En cuanto al reverso, debía llevar en el centro una láurea, y dentro, en letras augús- teas. Calderón de la Barca, con un pequeño tro- feo sobre esta inscripción, formado por una máscara trágica, un volumen y una pluma. Fuera de la co- UISCÜRSO DE DON VÍCTOR BALAGUER 15 roña, y siguiendo la curva de la medalla, debía fi- gurar una leyenda que en su parte superior dijera: Real Academia de la Historia; y en la inferior: Cen- tenario del gran poeta. Mayo de 1881. Sólo tres concurrentes se presentaron al premio de la medalla, mereciendo ser elegido por la Aca- demia el que presentó su modelo con el lema Espa- ña no te olvida, y que, abierto el pliego, resultó ser P. Maximino Sala. Por lo que toca á las memorias, tres son también las que han concurrido al examen, pero sólo una ha considerado la Academia merecedora de premio, la presentada con el lema de Eterno será en el mundo el mágico Cipriano. Abierto en sesión pública de la Academia el pliego que contenía este lema, resultó ser el autor de la Memoria presentada el Sr. D. Antonio Sán- chez Moguel. Sobre tener este trabajo el mérito de estar discrc- tamente escrito, tiene el de plantear y resolver ex- tensa y razonadamente las relaciones entre El Má- gico Pfodigioso y el Fausto, no sólo en lo relativo á los argumentos de estas obras, como la Academia 1 6 ACADEMIA DE LA HISTORIA pedía, sino también á las mismas obras por entero y en todos sus elementos, personajes, situaciones, epi- sodios, etc., y especialmente al de las leyendas, en que una y otra se inspiran, estudiando estas leyen- das en su origen, desarrollo y fuentes inmediatas y directas de aquellas obras. El autor presenta al propio tiempo un estudio completo de la obra de Calderón, ya con relación al teatro religioso de su tiempo, ya al de las come- dias de Santos del gran poeta, á cuyo género perte- nece El Mágico Prodigioso. La parte principal de la Memoria es la relativa á la versión de la leyenda de San Cipriano, protago- nista del drama calderoniano, adoptada por la Igle- sia y recibida en España, demostrando cuan equi- vocadamente el alemán Schmidt y el francés Morel- Fatio han supuesto que Calderón se había valido de Lipomano, y cómo, contra lo asegurado también por los mismos, existen varios textos castellanos de la versión que siguió Calderón en su obra. Estas investigaciones histórico-crí ticas, que están fundamentadas y son nuevas, al propio tiempo que la corrección, sobriedad, discreción y claridad en la Memoria, la han hecho digna del premio, á juicio de la Academia. DISCURSO DE DON VÍCTOR BALAGUER 1 7 En cuanto á los otros dos trabajos presentados al concurso, el uno con el lema de Ars magna vita bre- vis, y el otro con el de Vera gloria radiu agir atque etiam propagatur, no han merecido premio, á juicio de la Academia, aun cuando hay en ellos circuns- tancias especiales que revelan en sus autores amor al trabajo y al estudio y conocimientos no escasos en ciertos y determinados puntos. Han quedado, pues, sin adjudicarse las dos me- dallas de plata, que había mandado acuñar la Aca- demia como accésit para las dos memorias que más se aproximaran en mérito á la premiada con la me" dalla de oro. La Academia se felicita de que haya aparecido una obra de mérito, no quedando así desierto el con- curso consagrado á enaltecer la memoria de aquel gran poeta, que si pudo creer que la vida es sueño, pudo esperar que no fuese sueño su gloria; de aquel portentoso y verdaderamente nacional ingenio, al pié de cuya estatua pudiera sin lisonja escribirse: Honrad d Calderón y honráis la patria. Y he terminado, señores Académicos, la reseña que tuvisteis la dignación de confiarme, la cual, si l8 ACADEMIA DE LA HISTORIA liviana es, más aún que á la cortedad del ingenio, achacarse debe á la brevedad del tiempo, que no en horas, sí que en minutos, ha debido componerse. Por esto, y recordando los versos con que el gran poeta, cuya memoria honramos, finaliza su obra El acaso y el error, concluyo la mia de hoy suplicando que lo que se escribe aprisa no lo murmuréis despacio. ' Madrid 23 de ^íayo de 1881. • MEMORIA ACERCA DE EL MÁGICO PRODIGIOSO DE CALDERÓN El Drama Religioso EspaSoI en el primertercio del siglo xvii.— Lat Co- medias de Santos.— Teatro de Calderón.— £1 Mágica Prodigioto, L finalizar el primer tercio del siglo xvii, grande era la decadencia á que había ve- nido en nuestra patria el drama religioso. Arrojado del templo donde naciera, y donde por largos siglos había sido auxiliar del culto y de la devoción de los fieles; perseguido por las acerbas censuras de varones doctos; relegado á los corrales y plazas públicas y á las compañías de faranduleros; en desigual competencia con el drama profano, más grato á las muchedumbres y más del gusto de los autores de comedias, bien puede asegurarse que al bajar al sepulcro el gran Lope de Vega, esto es, en 1635, arrastraba en la escena española la más 22 SÁNCHEZ MOGUEL congojosa existencia. Sólo las características piezas menores de nuestra dramática sagrada, nuestros Autos Sacramentales, conservaban algo más el fa- vor popular, sobre todo desde que el genio y la piedad insignes de Calderón vinieron á prestarles nuevos encantos y prestigios. Pero el drama religioso, que no sólo en el Miste- rio Eucarístico, corno éstos, buscaba sus principales inspiraciones, sino también en las sag* adas páginas del Viejo y Nuevo Testamento, en las leyendas y tradiciones de los Santos, en los graves asuntos de la Teología y de la Historia eclesiástica; este drama, repetimos, apenas si se cultivaba ya entre nosotros como antes. En el reinado de Felipe III, las devotas aficiones de este Monarca, entre otras causas, comunicaron algtm impulso á este género de representaciones. El Fénix de los ingenios, el patriarca de nuestro teatro, que tan al vivo y con tan superiores luces siguió siempre los gustos de la corte y las mudanzas de la opinión, lanzóse alguna vez en este camino, asom- brando á todos con su Limpia Concepción. Del aplau- so con que Madrid recibió esta obra, bien clara me moria nos conservó Tirso en su Villana de Vallecas ^ . Siguiéronle en este, como en todos los caminos, EL mXgico prodigioso 23 los vates que con él compartían los lauros de la es- cena, tales como el mismo Tirso, Mira de Amézcua, Velez de Guevara, Montalván y tantos otros que nos legaran, fruto de estos empeños, obras como El condenado por desconfiado, El esclavo del demonio, La rosa alejandrina. El divino portugués y otras se- mejantes. Con el advenimiento de Felipe IV al Trono, cam- bió bien pronto el rumbo del teatro. Sin las ante- riores trabas, con los diversos gustos del nuevo Rey, el definitivo predominio del drama profano fué un hecho. Las comedias burlescas que se improvisaban ■ entonces en Palacio sobre temas ó con personajes de la Escritura, con asistencia é intervención á veces del nuevo Rey, en las que tomaban parte nuestros principales ingenios y á las que concurrían altos dignatarios, revelan bien claramente el estado á que en ocasiones llegaba, no sólo el drama religioso, sino el respeto debido á las cosas más sagradas. Cabe decir otro tanto del teatro popular, lo mis- mo en Madrid que en las provincias de la Monar- quía. «En no siendo la representación de fabulo- sas, mentirosas, amorosas, enredos, invenciones y casos que admiren los ingenios y entendimientos de los oyentes, no dan gusto ni hay quien las vea,» de- 24 SÁNCHEZ MOGUEL cía el doctor Jerónimo de Alcalá, por boca de su Donado hablador, por los afios 1624. á 1626 2. Bien lo prueba el reducido número de comedias religiosas que en estos tiempos se escribieran, que apenas si asciende, en el autor que más, á la cuarta ó quinta parte del total de las suyas; testimonio elo- cuentísimo de la escasa' estimación en que las tenía el pueblo para quienes las escribían, y á cuyo gusto habían de atenerse, máxime en un teatro tan emi- nentemente popular como el nuestro. Cuanto decimos del drama religioso español, en general, tiene particular aplicación á una de sus es- pecies más en boga otros tiempos, la Comedia de Santos, sobre todo la de Santos Mártires. Ejemplos en acción, materia común, con loí> temas de la Es- critura, de nuestros Autos populares, el predominio de los puramente Sacramentales como del drama profano, por una parte, y por otra la cruda guerra que las demasías y abusos de los autores provoca- ran, les atrajeron el menosprecio, después las seve- ridades de la ley, y más tarde la muerte, y con ella la de todo linaje de representaciones sagradas, in- clusos los mismos Autos Sacramentales. Que las comedias no son apr opósito para honrar á los Sanctos, había estampado, afios antes, como EL mXgico prodigioso 25 epígrafe del capítulo entero, que contra las Come- dias de Santos de su tiempo escribía, escandaliza- do, en su libro contra los juegos públicos el grave y docto Mariana 3. Ninguna pintura más acabada del estado á que habían llegado las Comedias de Santos al terminar el primer tercio del siglo xvii, que la que nos ofrece el irrefragable testimonio de un sacerdote, al par que autor de Comedias, y de Comedias de Santos, el insigne autor de El condenado por desconfiado, Tirso de Molina 4. En la Dedicatoria á D. Luis Fer- nandez de Córdoba y Arce, señor de la villa del Carpió, de la colección de novelas que intituló Deleitar apro^'echando , impresa en el ya citado año de 1635, dice que había pensado confiar al tea- tro en tres novelas los asuntos que trataba en estas novelas , historias de Santos , pero que « apenas se las consultaba el pensamiento, cuando retrocediendo él mismo le advertía cuan desganado el auditorio á todo lo sagrado, amenazaba atrevimientos, ya en- vidiosos, ya ignorantes, si los unos de los otros se distmguen; lo contingente del aplauso, lo peligroso de las ostentaciones carpinteras y pintoras, adonde han dado en acogerse, como á portería de convento, las penurias de las trazas y las sentencias; la poca 20 SÁNCHEZ MOGUEL fe que ganan las verdades con los ensanches men- tirosos que en semejantes argumentos añaden las musas, pues no hay comedia de esta especie en que no pongan más prodigios de su casa que encierra un Flos Sanctorum, como les vengan á cuento á las tramoyas, sin que escrupulicen los poetas las censu- ras que el concilio sacrosanto Tridentino fulmina contra los que fingen milagros nunca sucedidos; y últimamente, recelaba el saber por experiencia lo poco que permanece la memoria de los varones céle- bres que por este camino se manifiestan al concurso; pues la que más duración goza es, en la corte quince dias, y en los demás pueblos de tres ó cuatro; quedan- do al tercer año sepultados sus cuadernos en los le- gajos, cuando mucho, de algún tratante papelista s . * Dos años después, en 1637, obra no de un teó- logo ni sacerdote, sino de un soldado, en la plaza pública de una humilde villa de mil vecinos á lo sumo 6 , y no en los teatros de la corte, se represen- taba por primera vez una de las más valiosas come- dias de Santos de nuestra literatura y de las extra- fías: El Mágico Prodigioso, de D. Pedro Calderón de la Barca. Años antes había nacido en la más pobre cuna de una cárcel, hijo también de un sol- dado, El Ingenioso Hidalgo de la Mamha. EL MÁGICO PRODIGIOSO «7 Acaso, y sin acaso, sea Calderón, de nuestros ma- yores ingenios, el único que nos haya legado un rico y variado repertorio de comedias religiosas de todas clases. No fué este para él, del mismo modo que para sus antecesores y contemporáneos, el gé- nero que con preferencia cultivase, pues que de las ciento y tantas comedias que sabemos compusiera, veinticuatro ^ esto es, la cuarta parte escasa, per- tenecen al orden puramente religioso; pero bastan éstas para comprobar plenamente nuestro aserto. Ya bíblicas, como Judas Macabeo y La gran Ceno- bial ya marianas, como La Virgen del Sagrario, y La Aurora en Copacavana\ encaminadas unas, como La Exaltación y la Dezwción de la Cruz, á promo- ver la devoción de el madero soberano, iris de paz que se puso entre las iras del cielo y los delitos del mundo; teniendo por temas otras, ora Vidas de Santos, como San Bartolomé y Santa Eugenia, ora asuntos de la historia religiosa, como La Cisma de Inglaterra, inspirado y profundo en todas nuestro poeta, las comedias religiosas de Calderón son á la par mo- numentos de la más pura y acendrada doctrina 28 SÁNCHEZ MOGUEL católica, que de la poesía dramática más elevada. Vistas por el prisma de otras creencias religiosas, con estemporáneo y estrecho criterio aplicadas, ó sometidas á los cánones literarios de una preceptiva impropia, podrán aparecer de otro modo. Sectarios y críticos vulgares serán los que esto hagan. Grandes poetas, como el panteista inglés Shelley y el pan- teista alemán Goethe, podrán sentir y comprender, á pesar de sus opiniones filosófico-religiosas, las extraordinarias bellezas del Drama religioso caldero- niano 7 , Críticos como Lessing, como Schlegel, sa- brán juzgar con acierto las cualidades poéticas del vate madrileño. El Mágico Prodigioso puede figurar con justicia, si no á la cabeza de las comedias religiosas de Cal- derón (que no es de ventilar aquí este punto), al menos al frente de sus comedias de Santos Márti- res. Aparte de La Perla Preciosa (Santa Margarita), en que sólo es de Calderón la jornada tercera, y de Zabaleta y Cáncer las restantes. Las Cadenas del De- monio, Los Dos Amantes del Cielo, El José de las Mu- jeres y El Purgatorio de San Patricio, ya en el orden religioso, ya en el literario, no aventajan ni en pro/ fundidad religiosa, ni en bellezas artísticas á £■ Mágico Prodigioso. II El Mágico Prodigioso: su argumento. — Fuentes' supuestas. — Leyenda de Fausto. — Eí Hermitano Galán. — Comedias de magia. iviAN^en Afttioquía una doncella cristiana y un mancebo pagano: sus nombres, Cipria- no y Justina. Con penitencias ella camina A ser tan santa como bella; con ciencia él peregrina, hasta hallar la verdad de un Dios camina. Ni lo uno ni lo otro habían de ser muy del agra- do del Demonio, que estos hechos nos refiere. Natu- ral es, pues, que añada: Y así á los dos me importa (si tanto fuego este volcán aborta) alterar en su estado 30 SÁNCHEZ MOGUEL á ella, para que pierda ló ganado; y á él, porque no lo adquiera con su sutil ingenio; de manera que pretendiendo el cielo de aquélla acrisolar virtud y celo, y déste ingenio y ciencia, dos licencias me da en una licencia ^. ¿Cómo usa de ella? ¿Cómo promueve juntamente la perdición del joven filósofo y de la cristiana vir- gen? Por el procedimiento más directo y seguro siem- pre: el amor. Amando á Justina, y con la violenta y desapoderada pasión del que, entregado por com- pleto á la vida de la inteligencia, desconócela del corazón, Cipriano dejaría de investigar la verdad de las verdades, el conocimiento de Dios, viviría sólo para su amor, amor tanto más vivo, cuanto más con- trariado, amor ciego, delirante, que, perdidas las es- peranzas en la eficacia de los medios naturales, le llevaría hasta buscar, al precio de su alma, en los poderes del Infierno, en las artes mágicas, la pose- sión de la mujer querida. Siendo amada con tal pa- sión, y por quien además reunía en su persona to- das las perfecciones juntas, juventud, belleza, no- bleza, fortuna, inteligencia, saber, ¿cómo era posi- ble que Justina, huérfana, pobre é inocente doncella, EL MÁGICO PRODIGIOSO 3 1 .* resistiese á tantas seducciones y á tantos prestigios? La perdición de Justina y Cipriano parecía así cierta; la victoria del Demonio evidente. Pero hé aquí que sucede todo lo contrario. Y es que Justina contaba cotí un poder sobre todos los poderes contra ella concitados, el soberano poder del libre albedrío hu- mano, con el cual vence las tentaciones de la carne y del espíritu como el poderío de las artes mágicas é infernales. Y es también que Cipriano, ante la manifiesta impotencia de estas artes, ante el sublime heroismo de la santa virgen, se recobra, se restituye en el pleno ejercicio de su razón, que le arranca del Demonio y le lleva por completo al Dios de Justina. El martirio consagra el triunfo por ambos alcan- zado, y el Demonio acaba por publicar su derrota. Tal es, en suma, la comedia de D. Pedro Calde- rón de la Barca, que de su protagonista el Mago 6 Mágico'* Cipriano y de los prodigios que éste em plea por cumplir su voluntad, recibió el título de- El Mágico Prodigioso. Con más precisión pudiera llamarse El Mago Cipriano, San Cipriano ó Cipriano á secas. Calderón, siguiendo la costumbre general de su tiempo, creyó mejor bautizarla con los nom- bres de la cualidad característica de su héroe en la comedia, esto es, la magia, al modo de otras come- 32 SÁNCHEZ MOGUEL dias suyas de Santos, por ejemplo, las de Santa Eu- genia y San Crisanto y Santa Daría, las cuales no llevan por títulos los nombres de éstos, sino respec- tivamente los de El José de las Mujeres y Los Dos Amantes del Cielo, San Cipriano y Santa Justina, mártires de Antio- quía, cuyo glorioso tránsito festejan igualmente la Iglesia latina que la griega, la primera el 26 de Se- tiembre y la segunda el 2 de Octubre '°, son, pues, los héroes del drama calderoniano: la poética le- yenda de la vida y martirio de estos Santos el asunto del mismo drama; en modo alguno, por consi- guiente, creación fantástica, invención libre del in- signe vate español, sino interpretación dramática de esta misma leyenda, popular en España como en todo el orbe católico, y una de las más bellas de la hagiografía cristiana. Increíble parece que estas verdades, digámoslo así, elementales, sencillísimas, pues basta par^ al- canzarlas el simple cotejo del drama de Calderón y de un Flos Sanctorum ó Año Cristiano cual- quiera, hayan podido ocultarse á la clara inteli- gencia de eruditos como el inglés Lewes " y el por- tugués Vasconcellos " hasta el punto de asegurar formalmente uno y otro que el drama de Calderón EL MÁGICO PRODIGIOSO 33 es una interpretación de la leyenda del doctor Fausto! Como hemos de tratar de esta leyenda en otro sitio, no es cosa de detenernos aquí á refutar tales asertos, sino de consignar simplemente su existencia. Si Calderón se inspiró directamente en la leyenda de los Santos Mártires antioquenos, ó si, por el con- trario, de reflejo y en algún otro drama ú obra aná- loga anterior, cosas son estas que Calderón no nos dijo, y que sus trastemporáneos no han logrado averiguar hasta el presente. No es sólo El Mágico Prodigioso, pero también las demás comedias calderonianas las que se en- cuentran en este caso. El Purgatorio de San Patricio trae al final una larga lista de autores, Para que con esto acabe la historia que nos refiere Dionisio el gran Cartusiano, con Enrique Saltarense, Cesario, Mateo Rodulfo, Domiciano Esturbaquense, Membrosio, Marco Marcelo, David Roto, y el prudente primado de toda Hibemia Belarmino, Beda, Serpi, Fray Dímas, Jacob Solino Mensigano, y finalmente 34 SÁNCHEZ MOGUEL la piedad y la opinión cristiana que lo defiende ; porque la comedia acabe y su admiración empiece '3. Pero, como desde luego s^ observa, estos nombres vienen aquí á cuenta, no como obras consultadas para escribir la comedia, sino como autoridades que trae el poeta en apoyo de la tradición piadosa que desenvuelve en su obra, y en la previsión qui- zás que algunos pasajes de ella, como la descripción y bajada de Ludovico al Purgatorio^ habían de ser escuchados por un público menos crédulo y cando- roso que aquel á quien siglos antes destinara el vate florentino las divinas páginas de su Divina Comedia. Las damas y caballeros, los mosqueteros mismos que asistían á los corrales distaban ya mucho de las sencillas gentes que, aterrorizadas, al encontrarse con Dante, lo señalaban con el dedo diciendo: Ese ha estado en los Infiernos. Precisamente, la fuente inmediata y verdadera de esta Comedia, con muchas probabilidades, el autor en cuya obra, en nuestro sentir, se inspiró nuestro autor de un modo, ya que no exclusivo, principal, no viene en la lista citada: fué éste Montalbán, y su obra la Viday Purgatorio de San Patricio, publicada en 1 6 2 7 . EL mXgico prodigioso 35 ¿Ocurrirá lo propio con El Mágico Prodigioso? ¿Tendrá éste sus fuentes inmediatas, bien en alguna comedia anterior ó de los tiempos mismos de Cal- derón? Por nuestra parte, comenzamos por declarar franca y lealmente que no conocemos ninguna en que nuestro autor hubiera podido inspirarse. Puede que alguno de los Misterios, Representaciones, Au- tos ó Comedias tratase antes que Calderón el mismo asunto, pero ignorándose, como hasta el presente se ignora, no hay motivo fundado para disputar á Calderón la primacía que viene disfrutando. Se muestra tan espontánea, tan lozana, tan calderonia- na, en fin, su obra, que aun cuando no supie'ramos, 'como sabemos, por su autor cuya era, una simple ojeada por sus páginas bastaría á revelarlo. Hemos recorrido cuidadosamente, en cuanto nos ha sido dable, nuestras Comedias de Santos : en nin- guna hemos encontrado á los nuestros. Es más ; en ninguna tampoco hemos visto igual concepción, igua- les ó idénticas situaciones. De donde claramente se infiere, que San Cipriano y Santa Justina no han al- canzado en nuestra patria la popularidad que otros Santos, por ejemplo, Santa Catalina de Sena, San Agustin, San Antonio de Padua, Santa Erigida, lle- vados al teatro no una, sino dos y tres y más veces 36 SÁNCHEZ MOGUEL algunos, ya por autores como Lope, Morete y Mon- talbán, ya por ingenios de menores calidades como Diamante, Cañizares, Villayzán, Matos Fragoso y otros semejantes ó inferiores. Varios magos ó mágicos han adquirido celebri- dad en nuestra escena, tradicionales unos, fantásti- cos puramente otros, en comedias serias y en co- medias mágico-burlescas, como El Mágico Africano, El Mágico Apolonio, El Mágico de Cataluña, El Má- gico Segismundo y El Mágico de Salerno, que llegó á tener seis partes nada menos. Ninguna de estas obras tiene parentesco ni aun analogías artísticas esenciales con El Mágico Prodigioso. Estaba reservada á Calderón la gloria de ser el primero y único de nuestros ingenios que enalteciese en nuestro teatro los nombres de Cipriano y Justi- na, así como también la primacía en el teatro uni- versal moderno, pues que hasta hoy no se conoce otra más, relativa á nuestros Santos, que El Mártir de Antioquia (The Martyr of Antioch) de Milman, obra de nuestro siglo, y como tal, posterior en dos á la del poeta madrileño '4. Pero, ¿es esta obra creación verdaderamente origi- nal, ó bien imitación ó plagio de alguna otra come- dia de Santos? El muy erudito conde de Schack ^s, EL mXgico prodigioso 37 creyó advertir alguna semejanza entre esta obra y El Hermitaño Galán de Mira de Amézcua, pero en cosa de escasa importancia. Interpretando su opi- nión con mayor extensión que la debida y sin to- marse siquiera el trabajo de comparar ambas obras, han llegado luego algunos críticos hasta á suponer inspirado el drama calderoniano en el atribuido al doctor guadixefto. Corre tan válida esta especie, que por fuerza hemos de examinarla con el detenimiento que merece. De dos diversas maneras la encontramos formu- lada; la primera, en 1858, por el Sr. Mesonero Ro- manos, en estos términos: «Este mismo dramaturgo (Calderón) en La Dama Duende, El Mágico Prodi- gioso, EL Escondido y la Tapada y otras de su admi- rable repertorio, da bien á conocer que estaba ins- pirado por La Fénix de Salamanca, El Hermitaño Galán, El Galán Secreto, y otras del doctor Mira de Amézcua '6. La segunda versión, en 1864, por el Sr. Valera, refiriéndose á Schack, asegura, que en El Mágico Prodigioso hay muchas reminiscencias y copias... de Mira de Amézcua. Cita luego otras imita- ciones y copias de Calderón de otras obras y con- cluye: «Estas y otras observaciones prueban, al me- nos, que Calderón repetía, mejorándolos quizás, los 38 SÁNCHEZ MOGUEL argumentos, los caracteres y hasta las situaciones de otros dramas» '7, A estas afirmaciones, oponemos resueltamente desde luego estas otras: I.* Que El Hermitaño Galán no es de Mira de Amézcua, sino de Zabaleta, con lo cual no sólo cambia la especie, sino que resuelve por sí sola la cuestión sin más pruebas, porque Zabaleta, verda- dero autor de aquella obra, no sólo la escribió años después de El Mágico Prodigioso, sino que comenzó su carrera dramática y á escribir sus primeras co- medias en 1644, esto es, siete años después que Cal- derón El Mágico Prodigioso. 2.* Que entre El Hermitaño y El Mágico no median relaciones ni parecido esencial de ningim género, sino que son una y otra completamente di- ferentes. El erudito LabaiTera, en su importante Catálogo biográfico y bibliográfico del antiguo teatro español '8, jnenciona como si fueran una misma obra El Her- mitaño Galán, publicada en la Décima parte del Nuevo teatro de comedias varias de diferentes auto- res" (yísiáúá, 1658) y Zíz Mesonera del Cielo, impresa en la Parte treinta y nueve de la misma colección (Madrid, 1673), atribuidas respectivamente en di- EL mXgico prodigioso 39 chas partes, la primera, á D. Juan de Zabaleta, y la segunda, al Doctor Mira de Amézcua. Creyendo fueran dos los títulos y una misma la obra, atribui- da á dos ingenios diversos, no se resolvió, sin em- bargo, por ninguno, registrándola igualmente en el artículo de Zabaleta, que en el de Mira de Amézcua con aquellos dos títulos y colocando una interroga- ción al margen, como preguntando cuál sería el ver- dadero autor y el verdadero título de la obra. Con sólo que el diligente bibliógrafo hubiera leido el texto de la parte décima y el de la treinta y nueve, sin el menor esfuerzo, con pasar la vista por las pri- meras escenas solamente, hubiera notado al momen- to que no eran estos textos uno mismo, sino dos, y distintos y distintas también las obras, cuanto va de un original á una refundición. En ambas obras hay de común la persona de un Ermitaño, Abraham en la una, Abrahamio en la otra, apartado del mundo y sus-- vanidades, y una sobrina igualmente, María, que con él vive, hacien- do penitencia '9. Los demás personajes difieren unos de otros, como la historia del Ermitaño, diversa en una y otra, y asi- mismo la de la sobrina. El pensamiento es el mismo en ambas obras y 40 SÁNCHEZ MOGUEL estriba éste en que María salga de su gruta y se lance en el mundo seducida por un amante, que luego la abandona; que, á consecuencia de este abandono, la joven se entregue á la prostitución más espantosa, de la que venga á sacarla el Santo Ermitaño, presentándose ante ella disfrazado de ga- lán y como uno de tantos, arrojando el disfraz y vistiéndose de nuevo su sayal penitente en el mo- mento mismo en que la joven menos lo esperaba; lo cual da por resultado la conversión de María, su vuelta á la gruta, y más tarde la conversión también del seductor amante, que acaba del mismo modo por hacerse Ermitaño. En el desenvolvimiento de este argumento, las situaciones todas menos la del Ermitaño galán, difieren sobremanera, y son por punto general diferentes, como diferentes son la per- sona del amante y las demás que intervienen en la obra, y que no es del caso especificar aquí. En la co- media de la parte treinta y nueve, la principal figura es María, por quien, y refiriéndose al período de su prostitución en un mesón de mozas, en que era la principal mesonera y como antífrasis con su con- versión, ha llamado el poeta La Mesonera del Cielo. En la publicada en la parte diez, el principal perso- naje no es María, sino el Ermitaño, y de aquí que, EL MÁGICO PRODIGIOSO 41 refiriéndose al hecho principal en que éste intervie- ne, llamara el autor á su Comedia El Hermitaño Ga- lán, ¿Cuál de estas comedias hubo de servir de mo- delo á la otra? Para nosotros no hay duda: La Me- sonera del Cielo al Hermitaño Galán, porque Mira de Amézcua, á quien la Parte de Comedias que la pu- blica la atribuye, y cuyo estilo está bien patente en toda ella, no sólo la había escrito, sino que había ya muerto nueve años antes que Zabaleta, tan amigo como fué de las imitaciones y refundiciones, comen- zase á escribir comedias: el Doctor guadixefio murió en 1635, el mismo afio que Lope de Vega: Zaba- leta escribió su primera comedia, El Hijo de Marco Aurelio, en 1644 '^°' Ni La Mesonera del Cielo, ni El Hermitaño Galán, presentan analogías verdaderas con El Mágico Pro- digioso. La sumaria exposición que hemos hecho de estas obras, basta á evidenciarlo por completo, sin necesidad de nuevas demostraciones, ¿Dónde están esas copias y esas reminiscetuias en la obra caldero- niana? ¿Cómo se dice que para escribirla hubo de inspirarse en El Hermitaño Galán, escrito, al menos, siete años después que ésta? Pues á esta misma clase pertenecen otras muchas imitaciones y plagios atribuidos á nuestro poeta en 42 SÁNCHEZ MOGUEL Otras obras suyas, hasta el punto que un dia y otro se vaya diciendo y repitiendo que, más que como in- ventor, hay que mirarlo como perfeccionador de aje- nas trazas y pensamientos. Si pues Calderón no se inspiró en estas obras ni algunas otras que sepamos, claro está que hubo de fundar su obra directamente en la leyenda de nues- tros Santos. i ':\> ¿i- III San Cipriano y Santa Justina en las Iglesias de Oriente y Occidente. — Memorias más antiguas. — La leyenda de nuestros Santos. — Monu- mentos especiales. — Versiones diversas. — Estudio comparativo de las mismas. ijos de Antioquía y martirizados en Nico- media, al común decir de los antiguos rela- tos, San Cipriano y Santa Justina, natural era que en la Iglesia Oriental, antes que en la Occi- dental, merecieran muy luego fervorosa devoción y señalada nombradla. Lográronlas, en efecto, y bien claramente lo acreditan las obras más antiguas refe- rentes á los mismos de que tenemos memoria, y cuya época nos sea conocida. Pertenecen éstas á los si- glos tv y V, y son respectivamente, la primera, una Homilía de San Gregorio Nazianceno, y la segunda, un poema de la emperatriz Eudoxia, hija del sofista 44 SÁNCHEZ MOGUEL Leoncio, y esposa de Teodosio II. Aquélla ha llega- do por fortuna hasta nosotros, incluida en los escri- tos del santo Doctor »' ; pero no así el poema de Eudoxia, del cual no tenemos otras noticias que las bien escasas que nos dejó Focio siglos después en su Biblioteca ^^. Empero en la Iglesia Occidental ó latina, á juzgar por las memorias más antiguas que conocemos, hubo de trascurrir algún tiempo antes que fuesen tan conocidos y venerados. Y en testimonio de ver- dad, nos bastará decir que ni los comprenden anti- guos Martirologios, como el Parvum Hieronymia- num sive Martirologiu7n dixeris =3 atribuido al ilustre anacoreta de Belén; ni los cantó tampoco el gran poeta cristiano, el insigne glorificador de los Márti- res, nuestro admirable Prudencio. Cantó, sí, á un mártir Cipriano, mas no al antioqueno, sino el fa- moso obispo de Cartago, de igual nombre =4, La pri- mera mención de nuestros Santos que hemos podido encontrar, se refiere al siglo vii, y se contiene en el tratado de Aldhelm, Aldhelmo ó Aldelmo, obispo de Sherborne (Inglaterra), intitulado De Virginitate seu de Laude Virginum, donde elogia la virginidad de Justina, y su heroismo en las tentaciones que pro- baron su pureza =5. £L mXgico prodigioso 45 En una y otra Iglesia, la griega como la latina, la vida de nuestros Santos pertenece en exclusivo al campo de las tradiciones piadosas, á los dominios de la leyenda. La historia verdadera, los hechos po- sitivos, los primitivos relatos de la vida y martirio de los mismos Santos, no han llegado hasta nosotros. Los monumentos todos que conocemos, aun los más antiguos, son igualmente legendarios. Y con serlo, no hay uno solo que nos haya conservado íntegra y pura la leyenda, ni que guarde tampoco cabal seme- janza, ya que no identidad, con los otros. En la Homilía de San Gregorio Nazianceno, con ser obra de tan egregio doctor y pertenecer á tiem- pos bien cercanos al del martirio de nuestros San- tos, se incurre en errores tan graves como el de ha- cer del Cipriano antioqueno y del Cipriano cartagi- nés uno solo»*, mago y enamorado de una santa vir- gen, cuya perdición procura mediante sus artes má- gicas, como el primero, cartaginés y obispo de Car- tago, como el segundo; errores en que no incurrió nuestro Prudencio al cantar á éste, sin duda porque en Espafía se había mantenido más pura la memo- ria del prelado de Cartago que en Oriente la del mártir de Antioquía. Los relatos legendarios de la vida de nuestros 46 SÁNCHEZ MOGUEL Santos, desde los más antiguos á los más modernos, conformes en muchos puntos, difieren, sin embargo, en uno de altísima importancia; es á saber, el amor de Cipriano á Justina, sobre el cual nos presentan dos versiones enteramente distintas, ambas á dos de antiguo origen, ambas conocidas así de la Iglesia griega como de la latina, y que importa estudiar aquí, porque este estudio habrá de decimos luego en cuál de dichas versiones hemos de buscar las in- mediatas fuentes de El Mágico Prodigioso. La primera de estas versiones, que por su mayor predominio en la Iglesia de Oriente llamaremos oriental ó griega^ nos es conocida por monumentos de fecha relativamente moderna, pero inspirados, si no en las primitivas fuentes de la leyenda, al me- nos en las que conservaron mejor la índole propia de los relatos más antiguos. La primera obra en que nosotros hemos visto consignada esta versión es el Martyrologium atribuido al benedictino Notker ó Nockerio ^7, que floreció por los años 830 al 912, y la segunda, la vida de nuestros Santos, obra del si- glo X, que tiene por autor á Simeón ó Simón Meta- frastes ó Metafrasto. Éste, al compilar las actas de algunos Santos que andaban esparcidas en las igle- sias y monasterios de Oriente, incluyó en ellas las de EL MÁGICO PRODIGIOSO 47 nuestros Santos, en las cuales se sigue la versión in- dicada, prueba bien clara de que era ésta y no otra la general en las iglesias de Oriente, al menos en los tiempos del célebre hagiógrafo ^^^ La segunda versión, que á distinción de esta otra y por iguales razones, esto es, por haber sido á su vez la generalmente seguida en la Iglesia de Occi- dente ó Latina, llamaremos latina ú occidental, se contiene en dos relatos principales, escritos primera- mente en griego y vertidos luego al latín en fechas hasta hoy desconocidas, como desconocidos también son los autores y traductores, y son á saber : Passio B. Cypriani et Justimz, designada también con el título de Comersio S. Justina, virginis, et S. Cy- priani episcopi, y la Confessio seu Fcenitentia S. Cy- priam. De la primera tenemos sólo el texto latino; de la segunda el latino y el griego. Hermano de es- tos relatos es también el que se intitula Martyrium Sanctorum martyrum Cypriani et Justince; pero co- , mo se refiere tan sólo al martirio, tiene poca impor- tancia en estos estudios »9- En el primer Index librorum prohibitorum de la Iglesia Católica, el decreto De libris non recipiendis del Papa San Gelasio, y entre los libros apócrifos {opera spuria) se comprenden varios en el título: 48 SÁNCHEZ MOGUEL Opuscula Tascii Cypriani, esto es, atribuidos á San Tascio Cecilio Cipriano, obispo de Cartago 3°. Y como entre los opúsculos ahijados por mucho tiem- po al santo doctor cartaginés, por efecto de confun- dirlo con el antioqueno, se cuenta la Confessio, bien pudiera creerse que había sido ésta comprendida en el decreto gelasiano, no por su doctrina, sino por correr atribuida á un autor á quien no pertene- cía. De ser así, tendríamos que ya por los años 494 ó 96 circulaba en la Iglesia Occidental este relato. Al siglo VIII ó al IX pertenece el primero de época determinada que nosotros conocemos de la Iglesia latina, y se contiene en el Martyrologiuut que unos atribuyen al venerable Beda y otros á Floro, diácono de León 31. A su antigüedad añade este relato el singular mérito de haber sido aceptado en la Iglesia Occidental hasta el punto de reprodu- cirlo el Martyj'ologmm Romanum 32. Pasan de veinte las ediciones de este Martirologio que nosotros he- mos confrontado con el de Beda, y podemos ase- gurar que sigue en un todo y á la letra este último texto 33. De igual modo, el Breviario como el Misal Ro- mano 34, se ajustan á la versión adoptada en el Mar- tirologio, y ésta es y no otra la que siguen la Áurea EL mígico prodigioso 49 Legenda de Giacomo de Varaggio, dicho Vorági- ne 35, las Flores sanctorum 36, el Sanctorum Catalo- gas 37, en una palabra, la hagiografía latina. El Mar- tirologio de Notker fué, por lo visto, poco conocido y estimado. Y en cuanto á Metafrasto, hasta el si- glo XVI, cuando el legendario latino se había plena- mente formado, no penetró en Occidente, primero por el compendio de sus vidas de Santos, del monje Agapio, que salió á luz en 1541 en su Líber dictus Paradisus^^. La primera traducción completa en len- gua latina del relato referente á nuestros Santos, fué obra del obispo de Verona, Lipomano, publicada en su Sanctorum priscorum vitce 39. Estudiemos ahora comparativamente ambas ver- siones, y esta comparación nos dirá que ninguna ha comprendido íntegramente la leyenda de nuestros Santos, pero que las omisiones de la una se hallan suplidas en la otra, que recíprocamente se comple- tan, y que de este modo, al menos en nuestro hu- milde sentir, cabe ensayar rehacerla, si no con en- tera seguridad, con presunciones de algún acierto. Veamos qué hay de común y qué de diferente en las mismas, por lo que á lo esencial respecta, para de- ducir de este modo los caracteres generales y priva- tivos de la leyenda. 50 SÁNCHEZ MOGUEL En ambas versiones, Justina es la misma: joven antioquena, hija de padres paganos, y pagana como éstos, que se convierte al Cristianismo, como luego también sus padres. De igual modo, el Demonio, viendo la virtud de la cristiana virgen, quiere per- derla, inspirando y favoreciendo la pasión sensual de un mancebo de aquella ciudad, de nombre Agladio ó Aglaidas. Éste, á impulsos de su amor y viendo que no puede por medios naturales lograr la pose- sión de Justina, acude á los maleficios de un famoso mago, llamado Cipriano, á fin de que éste con sus artes mágicas le proporcione la ejecución de sus an- sias. Entonces, Cipriano evoca los poderes inferna- les, y por ellos Justina es perseguida de livianas ten- taciones, que en vano intentan mancillar su pureza, porque armada de su fe y de su confianza en Dios, las arrostra con valentía y las vence con incontras- table resolución y firmeza. Lleno de asombro Ci- priano, interroga al Infierno sobre la causa que hace impotentes sus artes mágicas, y obtiene, al fin, por respuesta, que sobre el poder de éstas está el del Dios de los cristianos, que es el Dios de Justina. Confiésalo Cipriano, y más tarde, en unión de Jus- tina, conquista las palmas del martirio, triunfantes de las terribles pruebas y tormentos, que las narra- EL MÁGICO PRODIGIOSO 51 cienes especifican, á que fuera sometida la inven- cible fe de sus corazones. Pero si en esto convienen una y otra versión, hay un punto esencial, capitalísimo de la leyenda, en que fundamentalmente discrepan, y es éste, ya lo hemos dicho, el amor de Cipriano á Justina. En la versión oriental nuestro Santo es sola- mente un tercero de Aglaidas, que por codicia, como rufián, brujo, hechicero ó encantador vulgar, emplea sus aftes mágicas en seducir á Justina, para que aquél la poseyese, al paso que en la occidental, no acaba aquí su obra, ni es ésta tal, sino que puede decirse que entonces es cuando comienza, porque la tercería, apenas iniciada, se convierte en amor, y amor exclusivo á Justina, y este amor, tanto más vivo y desesperado cuanto más contrariado, es el sólo móvil que le impulsa y que le lleva á invocar el auxilio del Demonio para conseguir para sí lo que para Aglaidas en un principio intentara. Cuan di- versa aparezca en una y otra versión la persona de Cipriano, no hay que encarecerla, porque por sí misma se evidencia. Y que , en este caso, la razón está de lleno de parte de la occidental, no sólo la conformidad de sus textos, sino también el testimo- nio de San Gregorio Nazianceno, arriba citado^ 52 SÁNCHEZ MOGUEL viene á robustecer la autoridad que en este punto merece 4°, Así, no es extraño que esta versión prevaleciera, como prevaleció, sobre la otra en la hagiografía oc- cidental, hasta el punto de que llegase á desapare- cer, como secundaria, en la leyenda la figura de Aglaidas, quedando sólo como real y verdadera- mente importante y esencial el amor de Cipriano, y éste, con Justina, los solos personajes de la leyenda. La discrepancia que notamos entre las versiones, no quiere decir que se originen de diversas fuentes, sino que, inspiradas en las mismas, representan, sin embargo, diversas redacciones y diversos tiempos del desarrollo histórico de la misma leyenda. No de otra suerte se explicaría la conformidad que ambas tienen en tantos otros puntos, y la divergencia que presentan en éste. En los dias del martirio de los Santos y en los inmediatos, el amor de Cipriano á Justina debía in- teresar bien poco en los relatos piadosos: lo princi- pal en estos relatos había de ser necesariamente el empleo de las artes mágicas, el impulso sensual que las movía, las tentaciones de Justina, su inma- culada y triunfadora pureza, la conversión del Mago y el martirio de una y otro. La figura de Justina te- EL MÁGICO PRODIGIOSO 53 nía que descollar sobre todas las demás y oscure- cerlas. En la lucha del Paganismo contra el Cristia- nismo, representado aquél en la Magia y en los poderes infernales que lo auxiliaban, y éste en una tierna doncella, modelo sublime de la inocencia evangélica, había de hablar más alto á la imagina- ción y á la piedad de los fieles la figura de Justina que toda otra. Justina, como Inés, como Cecilia, Ca- talina, Lucía, Eulalia, Dorotea, coro de celestiales vírgenes, que superiores á las debilidades de su sexo, en los dias de la persecución y de la muerte daban ejemplo á los hombres, de santidad y de heroismo, tenía que sobresalir en primer término en los rela- tos hagiográficos. De aquí que la versión oriental sea la que mejor nos haya trasmitido el espíritu de los primeros relatos que, bien directamente, bien en fuentes posteriores, pudo conservarse. Luego, pasadas aquellas circunstancias, en dias en que las artes mágicas despertaban vivo interés en las muchedumbres, la personalidad del Mago Ci- priano había de recobrar su puesto propio en la le- yenda y hasta en primer término, alteradas ya sus condiciones genuinas, y de aquí que en la Confe- sión figure poco menos que como un hechicero viajando de pueblo en pueblo, y ostentando sus ar- 54 SÁNCHEZ MOGUEL tes en empresas poco conformes con su antiguo ca- rácter. Su desventurado amor, su conversión, su marti- rio, tan bellos y dramáticos, no podían menos de conmover á las almas generosas y de alcanzar en las narraciones la importancia que les correspon- dían, y que tenían ya en los orígenes de la leyenda. •-^f» IV La leyenda de San Cipriano y Santa Justina en España. — Memorias mis antiguas. — Hagiografía hispano-latinai — ídem castellana. — Re- latos impresos y manuscritos. UCHO antes que Calderón se inspirase en la leyenda de nuestros Santos, había pene- trado ésta en España. Cuándo y cómo, en qué fecha y en cuáles relatos, cuestiones son éstas no resueltas, pero ni siquiera planteadas hasta el presente. Por nuestra parte podemos asegiurar, desde luego, que así como, no vienen comprendidos nuestros Santos en el Peristefanon de Prudencio, tampoco figuran en nuestros Himnarios antiguos 4», ni de igual modo en el Breviarium gothicum 4» y en el Missale nwzarabicum 43. Fiesta especial, himnos especiales 44, la mayor devoción y el culto más so- 56 SÁNCHEZ MOGUEL lemne mereció justísimamente desde antiguo el Santo Cipriano de Cartago, así como en vida el más alto respeto y autoridad de nuestras Iglesias, para las cuales fué uno de sus más egregios Docto- res; pero del Cipriano de Antioquía no hemos lo- grado encontrar memoria especial de estos tiempos en nuestra patria. Posteriormente, los Breviarios particulares de nuestras Iglesias, al menos los que nosotros hemos consultado, unos, como el Hispalense y el Burgense, como los de Coria y Sigiienza, comprenden la fes- tividad de nuestros Santos; otros, como el Compos- telano, el Iller dense y los de Pamplona^ Segovia y otras diócesis, no la contienen 45. La definitiva y completa adopción del Martiro- logio, Breviario y Misal romanos, colocó á España en la situación misma de todas las naciones cat4li- cas, y desde entonces, como en éstas, se celebra anualmente la fiesta de San Cipriano y Santa Jus- tina el 26 de Setiembre 46. No hay que decir que la versión legendaria aquí seguida había de ser, pues, la general de la Iglesia, la versión occidental ó la- tina. Mas no por eso dejó de ser conocida y aun adoptada, como veremos, por algunos, la oriental ó metafrástica, EL mXgico prodigioso 57 De los antiguos relatos legendarios, el único que sabemos corriera en España en tiempos relativa- mente distantes de los actuales, es la Passio Sane- torum Justina et Cypriani, contenida en un Códice de la Catedral de Toledo, de autor anónimo, escri- to de letra del siglo xn, con el título Acta et Pas- sienes Martyrum, que afortunadamente se guarda hoy en la Librería de la misma Iglesia 47. Este pre- cioso Códice, sobre la importancia singular que tie- ne para la hagiografía española, tiénela no menos para la general de la Iglesia, como para la parti- cular de nuestros Santos, por las variantes de re- dacción que presenta, respecto á los textos publica- dos hasta ahora de la misma Passio, las cuales, co- mo el mismo texto, no han sido, que sepamos, no- tados hasta aquí por ningún hagiógrafo, inclusos los famosos Bolandos +8, En la misma Librería se custodia otro precioso Códice, titulado Flores sanctorum, que contiene la vida de nuestros Santos, fundada en la mencionada Passio. La letra es francesa del siglo xni ó xiv, per manas Petri Riambaldi Presbiteri oriundi de Fer ra- fia, como al final del mismo Códice se lee 49, Perte- neció éste á nuestro célebre hagiógrafo Alonso de Villegas, según se declara en una nota 5°, cuya cir- s e,8 SÁNCHEZ MOGUEL cunstancia nos hizo sospechar si éste lo habría be- neficiado para su JFIos Sanciorum, como así hubo de suceder, en efecto, y el cotejo de una y otra" obra lo acredita plenamente. Otros Santorales y Compilaciones hagiográficas señaladas de los siglos xiii y xiv, como la Leyenda áurea, de Vorágine, y el Catalogiis Sanctorum, de Pedro de Natali ó Natalibus, ya manuscritos, ya luego impresos si, contribuyeron á generalizar más y más en nuestra patria la leyenda de nuestros San- tos, según la versión occidental ó latina, que es la umversalmente seguida en estas compilaciones. La obra más antigua en que hemos visto menciona- da la Leyenda áurea, es el Tractado del divinar e de sus especies, del famoso Fr. Lope Barrientos 52. La versión griega ú oriental penetró mucho más tarde en España, y por la traducción latina de Li- pomano, en especial por la edición de Surio. En la Biblioteca de San Isidro, y entre los libros que per- tenecieron á la antigua del colegio de la Compañía de Jesús, hemos podido ver dos ediciones distintas de la obra: De vitis Sanctorum auctore Aloysii Lipo- fnatii Episcopi Veronensiss^, y la edición suriana; De Probatis Sanctorum historiis, partim ex Tomis Aloysii Lipomani, óptima fide collectis per F. Lauren- EL mXgico prodigioso Si el encargo fué ó no de una comedia de San- tos, ó de un Auto Sacramental , para el caso poco importa, porque basta sólo el encargo. Lo que sí nos importa decir, es que no creemos presumible que dieran el asunto, sino que Calderón lo escogie- se libremente; y nos basta para pensar así el hecho incontestable de que nuestros Santos ni son Patro- nos ni objeto de devoción especial por parte de aquella villa. Abramos sino el Santoral Toledano, la obra Santos de la Imperial ciudad de Toledo y su ar- zobispado (al que pertenecía y pertenece la villa de Yepes) del F. Quiritanadueñas, y veremos que los Patronos y Santos de especial devoción de Ycpes, son San Quirico niño, y Santa Julita, su IJadre, naturales de Yepes, Mártires en Tarso de Cicilia 9^. Además, si los yepinos ó yepenses hubieran querido festejar especialmente á nuestros Santos no lo hu- biesen hecho en el dia citado, sino en el que Yepes, como España, como todo el orbe católico, los cele- bra, esto es, el 26 de Setiembre. Fué, pues, espontánea y libremente elegido por nuestro poeta, por quien es y I04 SÁNCHEZ MOGÜEL eterno 'será en el mundo el Mágico Cipriano. Y es de nótaTr que Calderón , que tanta predilec- ción mostró por otras obras suyas, por ejemplo -Zíz Dama Duende y El Galán Fantasma, que mencionó varias veces en otras comedias, no hiciera lo propio con nuestro Mágico, á quien no menciona ni una sola vez; y es todavía más curioso que esta obra no saliese luego comprendida entre las cuarenta y ocho que, en Cuatro partes, fueron publicadas en vida del gran poeta, no obstante de contener aquéllas ocho comedias religiosas de nuestro autor, y de éstas tres de Santos y piadosos varones, á saber, El Purgatorio de San Patricio, El Príncipe Constante y El Príncipe de Fez, del propio género que El Má- gico Prodigioso. Salió esta por primera vez, en 1663, en la Parte veinte de comedias varias ?iunca hnpres- sas , compuesta por los meiores ingenios de España, con otras dos atribuidas á nuestro poeta, cuyos autores se ignora 94, Las diferencias que presenta el texto aquí publicado con el manuscrito original son tales que bien se explica que su autor, nueve años después, dijese por ella y por todas las publicadas hasta entonces que no las reconocía por suyas 9S. EX mXgico prodigioso 105 Pero es el caso, que á pesar de estas declaraciones, su amigo Vera Tassis, muerto ya nuestro poeta, lejos de seguir el original, siguió este texto en la Parte sexta de las comedias de Calderón 96, que es el que ha sido seguido luego, aun después de haber publicado el manuscrito original cuatro años hace, y por cierto en magistral edición crítica, el Sr. Morel-Fatio 97. Á veintidós asciende el número de las ediciones que hasta el presente se han Ijecho del drama cal- deroniano, siete anteriores á nuestro siglo, y quince pertenecientes á éste, y, lo que parecerá más ex-- traño y curioso, once hechas en España y once en el extranjero 98. Si de las ediciones pasamos á las traducciones, veremos que éstas datan igualmente de nuestro siglo; que la primera fué la alemana de Gries, en 18 16, y que el número de las que conoce- mos se eleva ya á once, de las cuales tres son ale- manas, las de Gries, Bármann y Richard, y Lorin- ser; otras tres francesas, dos en prosa, de los ilus- tres hispanófilos Puymaigre y Latour, y una en ver- so del conde Lafond; cuatro inglesas de Shelley, J. H., Mac-Carthy y Fitzgerald, y una sueca de Teo- doro Hagberg 99. Pero no sólo ha sido publicado y traducido, sino también estudiado en trabajos especiales como ge- 8 I06 SÁNCHEZ MOGUEL nerales ^°°. Y como si todo esto fuese poco todavía, en 1836, cabalmente dos siglos después de su es- treno en la villa de Yepes, se representaba en uno de los primeros teatros de Alemania, en el de Dussel- dorf, por los cuidados de Carlos Immermann, que nos ha conservado la memoria de esta represen- tación y las que le siguieron, y del éxito extraordi- nario que alcanzaron ^°^. En cambio, en nuestra Es- paña, al menos en Jo que va de siglo, ha vuelto sólo á representarse en 1876 en el teatro matritense del Circo, sin que lo haya sido después, ni figure siquiera en la lista de las que se anuncian han de ponerse en escena en las fiestas del segundo cente- nario del gran poeta ^o^. De lo dicho hasta aquí se desprende bien claro que pertenece por entero á nuestro siglo la glo- ria del renacimiento de El Mágico Prodigioso. Y justo es decirlo, este renacimiento, como el del tea- tro entero calderoniano, obra es, principal y casi exclusivamente., de Alemania. La justicia nos obliga á reconocerlo y la gratitud á publicarlo. Por nues- tras desgracias, por el espíritu estrecho del neo- clasicismo entonces imperante, ello es, que mien- tras en España apenas si se leía, no ya El Mágico Prodigioso, pero el teatro calderoniano, mientras EL mXgico prodigioso 107 preceptistas, poetas y críticos que no mencionare- mos trataban con dureza y apasionada injusticia las obras de nuestro poeta, olvidando que el insigne Lu- zán había encontrado en ellas, si defectos, también cualidades eminentes, una nación extraña, el país que entre sus glorias cuenta la creación científica de la Estética filosófica, de la Filología comparativa y de la Crítica histórica, Alemania, en fin, había aco- metido la generosa empresa, nunca bien agradecida, de escribir la primera Historia de nuestra Literatura, con Bouterveck de damos á conocer con Grimm, Depping y otros, nuestro Romancero, y con Lessing, Schlegel y otros, nuestro gran Teatro. De entonces acá, el teatro calderoniano ha sido conocido y apreciado como merecía. Las traduccio- nes de Comedias de nuestro autor hechas por Schle- gel, Gries, Malsburg, Immermann, etc.; la magnífi- ca edición completa de las mismas en las prensas de Leipsique por los cuidados de Keil, y bajo la protec- ción de Carlos Federico, Gran Duque de Sajonia- Weimar y Eisenach; las representaciones que mere- cieron en los teatros de Weimar, Dusseldorf y otros; los aplausos que les tributaron los poetas más eminen- tes, como Goethe y Schiller, proporcionaron á nuestro poeta el más glorioso y feliz de los renacimientos. VII El Mágico Prodigioso y el Fausto de Goethe. — Relaciones que se rie- ne estableciendo entre estas obras. — Examen comparativo de las mis- mas.— Conclusiones que de esta comparación se deducen. ESDE el punto y hora que la patria del mago Fausto conoció al mago Cipriano, comenza- ron ya los eruditos á asociar estos nombres y á investigar las relaciones que entre uno y otro hu- bieran de existir en el campo de la Historia como en los dominios del Arte. Fausto y Cipriano vienen des- de entonces unidos, así en los estudios relativos al drama calderoniano, como en los concernientes al poema del vate de Francfort. A imitación de Alemania, en Francia, Inglaterra, Holanda, Portugal y otros pueblos de Europa y América, como en nuestra misma España, los que SÁNCHEZ MOGUEL han escrito sobre El Mágico Prodigioso han discurri- do igualmente, con mayor ó menor extensión, acer- ca de las relaciones de esta obra con la de Goethe; y ha llegado ya á ser tan general y corriente esta costumbre, que no se concebiría hoy escrito algu- no referente al drama de Calderón en que se de- jara de recordar al momento el poema de Goethe, bien para hablar de semejanzas, bien de parentes- cos entre ambas obras. Largo sería el catálogo de los autores que podríamos registrar aquí en com- probación de nuestro aserto; pero nos bastará men- cionar, entre otros nombres, en Alemania, los de Koberstein y Rosenkranz, que pasan por los prime- ros que plantearan estas cuestiones, y los de Gar- riere y Dorer, los más modernos, que conocemos, que las hayan tratado i°3; en Francia, á Philaréte Chasles i°4; en los Estados -Unidos de América, Ticknor ^°s; en Suecia y Holanda, Hagberg y Put- man '°6; en Portugal, Teófilo Braga y Joaquín Vas- concellos i°7, y entre nosotros sucesivamente Ochoa, Ayala, y otros i°8. Las doctrinas por estos y otros muchos autores sustentadas tocante á las relaciones de El Mágico Prodigioso y el Fausto, njo pueden ser más diferentes y contradictorias de lo que son, hasta el punto de EL MÁGICO PRODIGIOSO que reine, como reina en realidad, la más completa anarquía, la confusión más absoluta de pareceres y opiniones. Quiénes encuentran entre una y otra obra vínculos de parentesco; quiénes, por el contrario, meras semejanzas artísticas, y, del mismo modo, to- cante á estas semejanzas, mientras unos creen que sólo existen en algunos elementos, otros van más allá asegurando que, no sólo en éstos, sino entre los argumentos mismos de ambas concepciones; dispa- ridad que asimismo veremos existir entre los parti- darios del parentesco de las mismas concepciones, pues al paso que unos lo establecen, digámoslo así, en línea recta y de ascendiente á descendiente, de padre á hijo, suponiendo fundada la de Goethe en la de Calderón, otros, de muy diverso modo, lo sostie- nen en línea trasversal, y aun esto mismo en diversos grados, toda vez que hay quienes las conceptúan inspiradas en una misma fuente, una misma leyenda y quienes sostengan que tienen por baí-e leyendas distintas entre sí, pero derivadas de una misma fuente. Ante confusión tan asombrosa, en presencia de ese verdadero caos de pareceres, hora es de que la crítica imparcial restablezca la verdad, perdida en ese enmarañado laberinto. 112 SÁNCHEZ MOGUEL Con buen acuerdo, pues, la Real Academia de la Historia, en el segundo Centenario del gran dramático español, ha convocado público certa- men sobre punto de tanta importancia y trascen- dencia. Y entrando ya en materia, comenzaremos por decir que todas las opiniones arriba dichas, con ser tan diversas, convienen, sin embargo, igualmente, en un mismo principio , tienen por fundamento una misma afirmación, á saber: que entre El Mágico Prodigioso, de Calderón, y el Fausto, de Goethe, median semejanzas artísticas esenciales. Las diver- gencias estarán luego en la mayor ó menor extensión que unos y otros atribuyan á estas semejanzas y en las causas y explicaciones diferentes que les supon- gan ; pero el punto de partida es el mismo para to- dos y es, lo repetimos, la existencia real y positiva de tales semejanzas. Por eso hemos de dar principio á nuestras investigaciones examinando ésta que, por los motivos dichos, es en rigor la cuestión de las cuestiones, la cuestión fundamental y primera. ¿Existen en realidad relaciones esenciales y ex- clusivas entre Fausto y El Mágico Prodigioso? La verdad es que hasta aquí han venido fundándose estas relaciones en argumentos, á la simple vista EL mXgico prodigioso 113 concluyentes, pero que, con alguna atención exa- minados, no bastan á producir verdadero convenci- miento. Fausto, se dice, es un mago como Cipriano, que ama á Margarita como éste á Justina, y que, como el mártir antioqueno, pacta con el Diablo la posesión de Margarita como aquél la de Justina , al precio de su alma. Supongamos por un momento que así sea-, no sabemos entonces cómo puede bas- tar esto para establecer semejanzas esenciales, y menos aún especiales y privativas entre estas dos obras (como para que algunos deduzcan luego pa- rentescos y plagios ) , pues de igual modo hay otras muchas con las cuales ofrecen igual 6 análogo pare- cido, por ejemplo. El Esclavo del Demonio, Quien mal anda mal acaba, arriba citados, y tantas otras en que vemos igualmente el pacto diabólico por amor. Para que estas semejanzas sean realmente esencia les y exclusivas, preciso es que Fausto y Cipriano se parezcan y de igual modo Justina y Margarita, el Pemonio y Mefistófeles, y que este parecido exista también en las situaciones, en el desenvolvimiento de estas dos obras, en una palabra, que el argumen- to de la una corresponda íntimamente al argumento de la otra. ¿Es esto así? ¿Se corresponden de este modo el 114 SÁNCHEZ MOGUEL argumento de Fausto y el argumento de El Mágico Prodigioso? En modo alguno. Es el de Goethe la cabal pintura déla nueva vida de un anciano y sabio Doctor que, cargado de años y de ciencia , piensa en el suicidio como término de sus dias, pero que, de improviso, oyendo los can- tares que la juventud consagra á la Pascua florida , siente un ansia desapoderada de vivir y gozar, y para alcanzarlo, no vacila en vender su alma á Me- fistófeles. Remozado por éste , y en su compañía , se lanza en una serie de aventuras, que el poeta nos va sucesivamente mostrando hasta la terminación del poema. En el trascurso de éste veremos al Doc- tor , con su inseparable compañero , ya en la cueva- taberna de Auerbach, en Leipzig, bebiendo y bro- meando ; ya practicando la hechicería, ora en los palacios imperiales, ora en la Walpurgis Night ó no- che del sábado clásico de la brujería; cuándo en Ale- mania, cuándo en Esparta , cuando en otras muchas partes, viajero incansable, aventurero perpetuo, que ya ama á Margarita, ya á Elena , y que á este tenor in- terviene en otros muchos episodios en que es siempre el protagonista ^°9. «Ji/^/r(?^«/ urbem Romam, et matrona vene- rabilis Rufina reverenterexcipiens illa sepelivit in praedio suo. > 34 Breviarium romanum... Hemos manejado, entre otras, las ediciones lugdunensey veneciana, de 1557 y 1558 respec- tivamente.— MissaU Romanum... Nos hemos valido con es- pecialidad de la edición hecha en Salamanca por Guillermo Foquel, en 1588. En ésta, pág. 570, viene: la Sanctorum martyrttm Cypriani et lustina Missa. Que el Breviario como el Misai romanos se ajustan á la versión occidental, cosa es de muy sencilla demostración. Abramos el Breviario y veremos á Cyprianus, primum Magus, postea Martyr, cum lustinam, Chtistianam virginem, quam ardenter amabat, sin que se haga la menor referencia al amor de Aglaidas y mucho menos á tercerías mágicas de Ci- priano. Dícenos después cómo Cipriano, arrastrado por su amor, Damonem consuluit, quanam id re conseguí posset y cómo el auxilio infernal fué vano, porque el Demonio, después de probar la invencible fortaleza de Justina, se ve obligado á declarar á Cipriano que nuUam illi artem proce- ssuram adversus eos qui veri Christum colerent.. 6* y Otro tantp sucede con el J^iíalropiq.nq.y como dem^strarfa,- mos aquí si esto no alargarla, coip^q ^argaría, demasiadio est* .'onsmoR oigoloiiJifill» Blisa ab oiBcioiiíisBI • 35 Legenda ópus aureum, qüód tegetidd Sanctéhipi''üüt- go nuncupatur. Con este título y qon los de Zí^wúia ut vo^ cant, seu sanctorumqúé Jyit(^, Ileg^nd4í' <¡^W'^'<^ 'V^^K<> ^^.B^ lombardica dicta, y otros, fué impresa mifcItósreceS y tió tienen cuento los ejemplares que de unas y otras edidiones conservan atín nuestras Bibliotecas, ^ólo .ep la ¿e San Isidro, y de las prensas; de Leon de Francia, existen ejemplares' de l^''i$«;Í.SSÍ).ií 536, ¿54Ja y 1554 y d«;leste ültimoiaño de doS éd:¿iohés'distltoáS, üná'dp ^Francisco Gabiano y la otra cl^J%- cobo Crout, ambas lugdunenses. En una y Crtráj al fptjo '|:''j[6'j viene la leyenda de nuestros Santos con «steimigmó títultt? De sancta Justina. u ,,,>,,, vav-v.^w^^-iW k' id Sobre t^' Flmi^Sant^ifirMyy(:f^^o¡i!i^^ lante.deciraos en la nota49. ^^ ^,.,, ¡j^.^ ^.j .^j, ¡, ;,¡!„¡j-jq M\Vv>A-i\v;íV. í:! :•->!!■)!■' •'-■'Te '^^'i. ■•'^■'■'•■•' :'■!. ''-^'ri 'f- .¡•j:'|k.'[ 37 Sanctorum Catalogt^ vttc^e,^,'J)(isnqfies. ,ei^ tntzficiiffh; auctore Petrus de Natalibus. Hemos manej,adQ C^atíp .e4Í9Ío- nes distintas de e^ta obra, de los años y prensas sig^i^t^^ — tugduni, 1534. apudNicolanm PetitetHi^tpremPe^. ;3^^^°^' ^543UpudJa<»bu,,QrQi^t^.V ,,,,,, .,,v,,,vu ^.-.u^ j! T^Idem, 1545, id. ,, , ,^ ,. ,„,, „^ ^,,^,^^,,,, .,,^,,.^,,^ '., — |t.ovanii, 1565, apud Martinuip. Verliaíf^í. , ,, , . ,^^ . El ejemplar de esta últim^a que, coij^f). l^ip^ ímjtenjC^^,^,9^m en la Biblioteca de San Isidro, tjiene esta noía: PfÁ^lp '^iSñ^ legio de Madrid el licenciado Ducu^te de Acuña. L^ leyend^ de nuestros Santos lleva igualmeiiteen; todas el ntismo,^ epí- grafe, á saber:, De $anctisCypri(^n^^^ep^,scjqp<^i ftj(^ü^i^;fi^ ¿ine it^^^ñb^s,^''^;^^^^ ;.; ,,;^ ^^^^ ^^,^.^ ,^^^^^^,^,^^^^ ^^^;;^^^^ NCffAS 455 \ü\>v.\\l. .('■■^ .(I • -, ". / . '■' j. ",í rií.' ■iíi.;Í!i¡;''/ í. r. .•ji;ilfii-;ij'jr: iMíq^ .V«a«tía; 1551-58, 6 vqI. 111.4.° Reprodtíj ola ^^^go «nmendkda, Lorenzo Sitrio, Colonia^ 157Ó-75. Obra en la Biblioteca de San Isidro. En la misma hemos vist» la obr^: Historia Aloysi Lipomani Episcopi veronensis de vitis Sancto- rum... Fars prima... Z<7^a^jf ai^údjK^ártuijum Verhaffe^ IS^S; y otra edición, también,, fi¿ jI^y*UWnj,f56á, apud Petrum Zangrium Tiletaámny Aasba^petteHebierón ál Colegio impe- rial de San Isidro, la primera dice al frente: Dióio al Cole- gio de Madrid EUictnciado DuarU de Acuña, y la seguida: Diólo el S.'^ D. Fran. "> de IdiofUtg al Coi" de Ja Cem."' de Ihs de Madrid. ■'IV ,ií"ltI"io'J ¡«üaiíiíl— 40 Amo Virginem de GalHaisi dice Cipriano, refiriéndose á Justina, al primer demonio que evoca con su magia, en la Passio (p. 218, Act. Bol.-r^yam enim non solus A¿laidas Fuella: amore tenebatur, sed idem ipse ego patiibflr, diee la Confessio (cap. II, p. 229, Acly;ppl.)»-.>-'i— ,.M.r^^''. .<'g?l ,}:U.\n¿\ltíUir.'X^^ ¡KsugínuX — 41. Por lo menos, no los hemos hallado en ellos nos- otros. iv 011 , ..li» ,:ii ;)!i ;iani ■.m;_; »Íj::.' ;•. i/, i.l 'it- ^1 .! ■jí,'.-j<¡ .; :!i;;¡r;;! !fj ••' •■ - r ht// >:;;,. - ' 42. BreviMwm'gvtíkietfms\se(imdum ^egulan^ Beatíssimt Jsideri Archiípiscopi kispalensis^imsu CaV'diftalis Franeisci Ximenis de Cisneros, priusedifum,\:. kiunc ópérdExc^^'D. Francisñ Artíotiá Lormtana.iMa.tñúi, 1775, apud loachinum Ibarra. li/Z 'JO .ih oun/. :.JIí;iI1 V i.hiv i.l -.'íl-ji/ ui'4>i!uli)!)j/. -jir-y ¡\'A 43 Missale muzarabicum cum notís et observat. P. An- dseeeJBurríel. Manusclrito en la Biblioteca Nacional D. D. 65. Está sacado, como en el mismo se declara, de un vetustísimo C¿dice membranáceo Bibliotheete Almee Eclesies Toletatue. 156 NOTAS 44 En el Misal mozárabe, tiene fiesta especial, el 14 de Setiembre, San Cipriano de Cartago. Véase p. 708, Missa in diem sancti Cipriani. Por lo que respecta á los himnos, á más del ya citado de Prudencio, contiene otro diverso el Breviario que comienza: Urbis magister Tascise Tu Cypriane Pontifex Fax luminosa et efficax Verbo docens et sanguine, &. 45 Hemos examinado los Breviarios siguientes: — Sevilla; Hispali, 1521. — Burgos; Compluti, 1538. — Coria; Hispali, 1552. — Sigüenza; Seguntise, 1561. — Santiago; Salmanticte, 1569. — Lérida; Czesaraugustae, 1541. — Pamplona; Salmanticse, 157 1. — Segovia; Compluti, 1539. — Zaragoza; Csesaraugustse, 1556. 46 El Martirologio romano ha sido, no sólo adoptado, sino impreso varias veces en España. Desde luego, mencio- naremos aquí el Martyrologium romanum, ad novam Kalen- darii rationem et Eclesiástica: historia: veritatem restituturn^ Gregorii XIII Pont. M. lussu editum. Matriti Ex Typographia Regia. Anno M. DC XVII. En este Martirologio viene la vida y martirio de nuestros Santos, p. 294. Al tratar del Breviario romano en España, no podemos menos de consignar aquí que en la Biblioteca de San Isidro existe un ejemplar de la magnífica edición del Braiiarium NOTAS 157 tvmanum, hecha en París, chezlamet Mettayer, en 1 588, avec les Rtdmques traduites en Franfois, par comandemet ex- prés du Roy f'our l'usage de ses religieuses Congregations, en dos vol. gran fol., regalo del Rey de Francia, como lo de- clara la curiosísima nota siguiente: Este Breviario en dos cuerpos selo regaló el Rey de Francia al Cardenal Infante guando le hizieron Arzobispo de Toledo: y Este se lo dio al P. Gerónimo de Florencia, el qual los dio para este Archivo. 47 Códice en gran vitela, sin foliación, letra del siglo XII y tal vez del XI , muy á fines de éste . Comienza por la Passio Aciscli et Vietorice y acaba con la Vita vel obitus Sane- ta CastissnuB Virginis. Contiene 123 Pasiones: la 87 es la de nuestros Santos, que lleva por título Passio sanctorum lustina et Cy^ani. Perteneció este Códice á la Librería del famoso Monaste- rio de San Juan de los Reyes, donde estuvo quizá hasta la extinción de las Comunidades religiosas. En el pasado siglo lo vio allí el P. Burriel, extractándolo en unas cosas y co- piándolo á la letra en otras. Obra hoy este trabajo en la Bi- blioteca Nacional, D d. 34, 35 y 36. 48 Del estudio comparativo del texto toledano con el pu- blicado por los PP. Bolandos, resulta: i.° Que el primero comprende, no sólo la Passio B. Cy- priani et lustince, por otro nombre Conversio S. Tustina et S. Cypriani episcopi, y con este publicada por los Bolandos, sino también el Martyrium Sanctorum martyrum Cypriani et Justina, formando un mismo relato, y un solo texto, lo cual hace pensar si primitivamente serían una sola narración, dividida luego en las copias, ó si siendo originariamente dos, separadas y sueltas, las relacionaron y unieron luego algimos hagiógrafos. En uno ó en otro caso, no sabemos que tjS NOTAS haya otro códice más que éste que láá contenga nnidas y como un solo relato. Los PP* Bolandos públicaw)ii '¿epá- radamente y como narraóiones ibdependientes la ConVey^ sio y e\ Maríyrium, sin que conocieran ni mencionarán Có- dice alguno que ta¿ >contaTÍ«ra unidas, ai •por 'I» taiitoi-'él nuestro. • '';•.^■^'^ \\ .v\- ' ' ', ' .ívv-^ <^ • r-y'-:_'-^\v\ ^ Y 2.° Que entre eV texto de esté' Códice -y el dé láCV»»»* 7/ersio y Martyrñmi publicados por los Bolandos, hay difé- rencias de redacción dignas de ser conocidas, y que revelan que el uno iio es copia á la letra del otro. Por rio' aláilgar más esta nota, no los ' confrontamos aquí,' dejándolo párá el primero de los Apéndices, donde, en la imposibilidad -de ptiblicar íntegros documentos tan extensos, pondremos algu- nos párrafos no más de los mismos, el uno al lado del otro¿ para que se aprecien mejor las analogías y diferencias ^Ué existen i entre :ellos.'- .:i'""<'!. i y\ r; v^iÜm/ ' ^J" ó' .::: .Jí'/í •:' ! jMjrí i;\'i:¡i 'íVijVo «il)ít.,b .r^-)v>! '■•! 'b '. ¡ :'f_ n/:'^ •>?) c!-¡ '^49 'i'i^/«rFii-ía«W¿?«íWíj^D6diee'eEÍ>pergaririno,' sib {)¥Íno}]|:^o ni foliación, que acaba: Explitium Flores sahctonilk. Lavi^ dít de nuestros Santos comienza zs\: Passio sanchB Itisüna et Cypriani, qtii passi sjint snb Euttdmio Comité XIV' Kakn^as Octobñs. Existe en la Biblioteca de la Catedral de Toledo, dopde hemos tóiido el gusto de disfrutarlb; Tnviiiiios dfe él noticia por el índice del inismo que obra' to los papeles del Jí.:'Btirriei]at,» .i , 50 Dice así á la letra esta curiosísima nota: iS'jíí A'^¿> dio ala BiUiotheca de la j"» Igla de Tol" el Mro Al^ de Ville- gas autor' del Flos scmetorum año de Tj8g. Si J^íro At'. )U Villegas, (a^uí la rúbrica). Debajo, y de la misma letra del firmante, se añade: Fve de vn tio suyo llamado Ger'^ Gtt- tie-r* Capf* Mozárabe y gran Aniigo de yoamnes iafe Mspinoia Wtibos excelentes tn Música. '•' '■■"' "-■ -•'■nv^ ;,:'::, '■.'■>;''• injtoJV^Hse lo dicho en las notas 35 y 37."- '' " ' ■' ' ^' " sb al h •.■)■' '/'.'/'.< 'lo 1"^ ''' ofi ijlii I) iir! '• ; -j íVí' cWlaBib. N. S. 10. ■•^^■.■■- •.^' •■li.-.;;!';' '•■ -- .' "'ni;:-'. >.,M-v ■¿'j tiij. ■ i, ' ,.!,:/ iíuíjjvr' oJ.'lr-i ük'j ti¡>j;niíUi;/.:i ohfi'jiti 53 VéaseiaÍMCtCS^/^i íj'j oniJul ol/oJ lab nóia-jubiJiJ I-jft ,ll5^.•I^\BWps''394^•40!i;'Col^«^^*5S^Vvvt^^i \>^«l^'•S.^ x'jiori .T Ij; m»i£íin<)1 ^i-i^ ^¡PJ^ 3CXXII."lííia f^u "^ io¡i9)f.oci ,Jf.m/ sb liJnss nfi s'jv ¡>:; «I-, "("I, T:;T>>"rv''"! '''< >or'i tí! ?;■.)»; ''i !■ ?!/ orriviífi '-i 57 Nos referimos, como es natural, á los que 'nosotros conocemos. De los posteriores á Calderón, que no sean tra- dncctónCB bí "kÉT^io» de «ompilaciones extranjeras, como el íiuÉBSO^el F. Isla; vereidn del de Croisset, sino de nueva y oKghiaJ.'foratacíón, en cnaiito cabe éa trabajos hagiográñcos, AereCe,je5pecial' nüenoidn el notaMe "Aha ■CAristiano de Es- /i«ab>'de D. Jóaquüa íjorfénzo Viílanneva; d cual en ¿1 i. VII, pí.383 (Madrid; i793Vcont¡ene la vida de nuestros Santos, -n La naturalera propia de estos estudios, no nos consiente liscerlos extensivcis d los ««íora/fj catalanes, portugueses, &, que ¿o dejan de'ser numerosos. Respecto á los primeros, no podernos Veslstir á. la tentación de dar aquí' noticia de uno poT extremo importante ya por estar MS., como por seguir en «n todo la versión occidental ó latina. Obra éste en la sata de MSS. de la Biblioteca de la Real Academia dé la Historia. De la nota que se ha serv-ido facilitamos el entendi- dísimo oficial de esta Biblioteca, nuestro querido amigo Don Manvel Goicoechea^ resulta que dicho MS. está incompleto, en papel grueso, sin filigrana, y que corresponde al primer tercM-deifiigi» xiv. Comienza en el fol. XXV, perteneciente 1 6o NOTAS á la vida de San Esteban Protomártir, Está incompleto tam- bién en el fin: el último es el fol. CCXXV referente á la de San Miguel Arcángel. En el fol. CCXX comienza la vida de nuestros Santos con el epígrafe De Santa Justina verge. Ha- biendo examinado este relato hemos visto claramente que es fiel traducción del texto latino de la Leyenda áurea. En las Alémonos para ayudar á formar un Diccionario crítico de los escritores catalanes, del Sr. Torres Amat, p. 701, se menciona un Flos sanctorum, en lengua catalana, en el archivo de la S. I. de Vich, escrito antes de 1243, según in- formaron al P. Florez (España sagrada, t. 28, p. 219); pero en sentir de Amat, posterior en un siglo. ¿Será acaso éste el mismo MS. que acabamos de registrar aquí? ¿O tal vez copia suya? 58 Segunda palie del Flos sanctorum, ó libro de las vi- das de los Santos... escrito por el F, Fedro de Ribadeneira de la Compañía de Jesús, natural de Toledo... p.^ 361-63, de la edición de Madrid, Luis Sánchez, año 1601, y pag.* 662- 664 de la de 1 6 1 6, también de Madrid y del mismo Luis Sánchez. Estas son las ediciones que hemos podido manejar. No hemos visto las de 1599 y 1604 que menciona el eru- ditísimo colector de las Obras escogidas de Rivadeneira, señor D. Vicente de la Fuente, en el Discurso preliminar de las mismas, p. XVII, t. 60 de la Biblioteca de AA. Esp.' (Ma- drid, Rivadeneyra, 1868). Brunet, en su Manuel du libraire (t. IV, col. 1270), y Graesse, Trésor de livres rares etprecieux (t. VI, p. 105), mencionan como una sola hecha de 1599 á 1 60 1, las que como dos diversas, correspondientes la una al año 1599 y la otra al de 1601, ya citado, menciona el docto Académico. Da la casualidad, que sólo hemos podido haber el tomo segundo 6 segunda parte del Flos sanctorum respec- tiva al año 1 60 1, la cual obra en la Biblioteca de San Isidro, y NOTAS I 61 así no sabemos si la primera será ó no de este mismo año 6 del de 1599, y si, por consiguiente, es una ó son dus las edi- ciones. El Sr. Morel-Fatio menciona solamente una edición de Madrid ibio, et lóog; y Graesse otra de Barcelona, 1623, que no conocemos. Con estas no serían cuatro, sino seis, las ediciones anteriores al Mágico Prodigioso. 59 Biblioteca Nacional, BB, 58759; dos vol.* fol. El pri- mero comienza al fol. XXXVII, y acaba en el CCCCXXXIX, respectivo, aquél á la Encamación, y éste á la vida de San Segundo Mártir. El segundo principia en el fol. 1 1 con la historia de Sta. María de las Nieves y acaba en el CCXXXIII con la del Papa San Pelagio. La vida de nuestros Santos co- mienza en este vol. en el fol. XCVIII, y termina en el CIV. 60 Bib. Nac. Q. 2, un vol. de 638 fol.* sin título. En el dorso se lee: Flos sanctorum antiguo. Comienza así: y^esus. Estas son ¿as Estorias que son escripias en este Libro e Co- legio de los Santos e a guantas fojas señaladas. La vida de nuestros Santos comienza en el fol. 579 v.'°, y termina en el 584 v.'o, 61 Bib. Nac. F. 34. Un vol. 4.°, que comienza al folio 291 con la historia de San Felipe y Santiago, y acaba en el 542 con la de Sto. Toribio de Astorga. La primera parte, que contiene la vida de nuestros Santos, como declara el índice general de toda la obra que viene en el volumen anterior, se ha perdido. Como en este volumen se sigue en un todo la Leyenda áurea, es de creer fundadamente que de igual modo en el otro se siguiera también la misma Leyenda, y por con- siguiente, en la vida de San Cipriano y Santa Justina. Por i6s ésono hemos vacilado en contarlo entre i los relatos que si« gtien Ja versión occidental ó latina, si bien con las resérvaé CÓ¿sigtiientes;>l)''ifíi;l<)-: moi-jívav. i.irü'l-l- -uil/i !<-; I.'-J .í-.mioíj 62 MS! en fol. sin principio ni fin, que comienza en el fol. XXXIX con la vida de San Joan gtialberto, y acaba en el XCI con la de San Quintín mártir. Está en la Biblioteca de lia Catedral de Toledo,"y páifece ser un tomo Suelto de un tFles sunctorum, del cual no ha quedado más que éste, ixfi ' En la vida de nuestros ¡Santos, el anónimo escritor, adop^ tá la versión occidental, pero no sigue exclusivamente el te^f- tó de uü solo hagiógrafo, sino que tuVo presente ■Varios, pHn- cipalmente Natali, como la simple lectura de ^u escrita ^o demuestra. Que conocía á ' Métafrastes y á Snrio, dícetilo las muchas veces que los cita en las vidas de otros Santos. i • Véase' la ^ de los nuestros' en el Apéúdice ÍV^ léondc la insertamos íntegisui'J* .<\\\¿\\\\\\ w>«v\')V.u\iv v>A'-\ ::i')( >•. ■ >ii.i) Habíamos pensado, y así I9 decimos en la pág. 63 de la Memoria, publicar, también íntegros, todos los relatos caste- lla'iióá q\ie cónocemcíá; pero el crecido número y la mucihá^ex- ténfeí6n de éstos, nos lo impide; Hemos tenido, pues, que vr^» (fucir dicho húmero, y que escoger entre todos los de ulayor importancia en estos trabajos, como son los relatos inéditos hjs de Rivadeneira, Villegas y Ortiz, y la traducción castellana «del Míartirologio Romano' del P. Vázquez, esto és, siete de los WM^Wi» anteriores á la cóniposicióli de El Mágica Prodigioso, que hemos manejado; los primepos, por no haber sido pu- blicados ni conocidos siquiera hasta ahora; los de Villegas y Rivadeneira, por el hecho de negarse, como se ha negado, su «bcistencift; el delJP. Ortir, por las circunstancias dichas en la pág. 74' y, por último, la traducción del Martirologio Ro- mano por la ^gnificación del mismo en la hagiografía éspa- ijkxla. Q)(«dan^ pnes^ fuera solamente^ los'iFelatos'detiantpro NOTAS iéi Y Cari'ásco, una y otro por su mucha extensión, como por sn esca:>ísima importancia. l>a traducción del Martirologio 5rá en la nota siguiente; los otros seis relatos, en los Apéndices II al VII xéspectivamente. ..•.,'. -w ^ \ ■- !<• -63 Pág. '158 v'<'. Para que se vea cóhió tradtíjb'el padre Vázquez el Martirologio romano, pondremos aquí juntos, á ilñ lado el texto castellano, t at otro el latino, següb^ l&'edicíólí de Baronio Cantas veces citada^ ' '^ . , / A « Nicomedix natalis sanctorum «ÉnNicomedla losS. S. Marjy- martyrum Cypriani etiustinscvir- •■''restCyprianOy lustina virgen:!)! ginis, quae sub Diocletiano Impe- qualpadescia^iuchofitoFinetospor ratoreetEutholmíoPrsesíde multa Christo, en tiempo de Diocíeciano pro Christo perpessa, ipsum quo- y del presidenteEutelmió: y (ton- que Cyprianum qui erat ma.^us, et virtió á la Fe a Cypriano, que era suismagicis artibuseam dementa- ' encantador, y )a pretendiá énhe- re conabatur, convertit ad Chris- chizar cosu^ firt!:sai.%;¡cas, yam- tum, ctim quo postea martynum bos fuerdn Juntos martyrisados : sumpsit. Horum corpora feris-ob- echaron m^ cuerpos a lai bestias iecta, nocte quidam nautae Chris- y tomaiolos de noche unos marine- tiani rapuerunt, et Romam detule- rofrChrútiimas y Ileu^uolés á koma nintrqusepostmoduminBasiüc^m y, después lp« sepultaron e.i^ ^an Constantinianam transl&ta, prope luán di Létrah, junto á la pila bap- Baptisterium condita sunt.» tii=ival,()elgrau Constantino.', i El Martirologio del P. Vázquez fué reimpreso y aclicíóna- do luego por el P. Francisco García, de la misma Compañía. Martirologio romano...... ifitdtéeido ^e latín ew ^asttlíanó for el Padrt Dionisio Bá%• a<\'.\\ íiwiV. 'á'X i; 74 Si estudió ó nó Calderón ea(l^,'UjQiiv^tsidad de \McJi- lá, cosa es no averiguada aún con cabal certeza, sino mera- mente' Jjiipotéti.>sii;Segun4Q Centenaiio. /i .q.-j ,i j ,v.a J[5l/ AV-pié de estg<' obra, en la reimpresión del Sr. Hart- zen^)isjQhjXt.)IY de íí^?, obras d§ Calderón), escribía oportu- n^mentp, eJ.^j9Cto,<»ítÍ5P, i^isi :la,/k«:l)iesfe vieto )¥í)ltaire, no hubiera dudado que sabía latín Caldesfén-^inamoo ísh i./kI/í ,7§ , C^bp, á^cji Xo.jay^xftí^já^^^G y bI ísoibiii .brijiíuQ v jajJiEi/L \ oisiikS ^h zanohih^ ^vA ob Z7q BÍíi5*tií-3?9^!^^^f^'0"J^'"^ .«fnmb bb ijíoDiib v Ii-io^q innrnóqi! !■»[ inroi;:);-!) .roiJgínírJsm oíkÍ'jt !^ !*>;• sltl 78 , Consúltense las narraciones latinas y castellanas, sin- £ul^t^ei^e4^,,iUúoias^,eo sus respectivos Apéndic^. NOTAS 167 \\i79 Sobre la magU eu Espa.ña hai) esqrito. especialmente J9^ 3res. Amador de los Rios {Jievisttf de España, t. XVII jflXVIIIX y Memendez Pelayo {liist, de Us^Heter. tspañokf, tomos.I-y U). , _, ,| 80 lom. I, Ek.,1,1/! .iX b -iJií-./.r Hrvii. . ^ri 81 lom. I, 3eÍ9Q.:L,,|/ ..^ |.j i,oüjji,| «I ii-jüín: ! c« .„.|8»i.l.ÍQro. I, Bw, llf Jjhilyíí jV .j i .oil/i'l-bioM 09 -r.(| .¡ .1 i! •:;i;í1 \\\\\\ ■■V. V:\ ..■,\\u.. ...fiy ,,,i,,)i ,.!.: of));jtfi; 11I81J '.f)o,]S^, G^í.cabc¡ a^gwfir,.q}ie >^,esciitQ) por lo menos, txeiata añQs después d^ El\Mági- co Prodigioso, esto es, con posterioridad al 15 de Setí^anbrp de 1667, fecha del fallecimiento del Príncipe africano, pro- tagonista de este drama, como puede verse, ^trc o(tips obras, cniU titulad* jC/c^TMir, Ia)!!, i 1 nihli;, ;,ti¡ .;(, ¡jí) or.-'-h-j \'ji) .fjirr-ini «¡ib •jli^í; (i. Roskoff; Geschichte des Teu/e/s; Leipzig, 1869.— J^^Ittmmier. T^(f¿Af¿uf, <^ri E.fufst^des ¡Mi^fia^^Sf g¡i^ limbuig l84S|.^.rf.,„fn <>bav(Wiv.i} .¡"rntr -o{..Kljt;if<-r sb Lj;bil ■.■.^¿ .'-J'.'i. .J)i¡ ',i>i^^^.'j .-jli-i-,!: o.-i). ,]'j ,u,n-!i;::- ... .■•11 .,.l¡¡; [iii^.u.^^ 4|>íí^4ic^,yW.iiWfftWW¡íntf«rp^ los. «ÍPft>|ffi- j^<^ casteUaifos más antignos^ inéditos y desconocidos p<^ completo hasta hoy, q^e.,se contienen respef:tivaiqente en d Saruoral y. F/os sanctorum, MSS. de que damos notÍ9Í4..,^ JWipág»» 62^4» *577- — Manlio: Locortim conmmunium coUectana: Ba- silese, 1562. — Wiero; De prcestigiis damonum et incantatio- nibus ac veneficiis libri V. Basil., 1563. 1 20 Sobre la leyenda de Fausto, es mucho lo que se ha escrito desde el siglo xvi acá. Franz Peter publicó en 185 1 un curioso Catálogo bibliográfico de las obras referentes á ella: Die Literatur der Faustsage... I^ipzig, Friedrich Voigt, 1 85 1. Es aún más notable la Bibliotheca FaustinceÁt, Engel en la primera parte de sus Deutsche Puppenkomódien 1872. Como estudios especiales de la leyenda, á más de los arriba dichos, mencionaremos el de Dlintzer: Die Sage von Dr. yohann Fausttis (Stuttgart, 1 846) y el de Ristelhu- ber: Fattsto en la historia y en la leyenda, en otro lugar men- cionado, y que hemos tenido muy presente. 121 T. n, p. 623. 122 L. c. lib. L 1 23 Disquisitionum magicarum, libri VI. Lovanii, 1 599, libro U. 124 Lessing's Werke, edición de Kurz, t. II. Sobre el Fausto de Lessing, debe consultarse la publicación de Car- los Engel, yohann Faust, ein allegorisches drama in fünf Aufxügen... Oldenburg, 1877, y la notable crítica de este opúsculo, de E. Schmidt, en la Jencer Literaturzeitung, 1878, p. 409-10. 176 NOTAS 125 Heine; L' Allemande, t. II, p. 124. 126 Caro; La philosophie de Goethe. R. des Deux' Mon- des, 1857, p. 855. 127 Con razón escribía ya Ristelhuber en \86y. Juicios literaños, interpretaciones de todas clases, hipótesis pedan- tescas ó frivolas, todo ha sido agotado ya por los comentaris- tas del Fausto de Goethe. 128 La gratitud nos obliga á tributar aquí nuestro más vivo reconocimiento al respetable canónigo Bibliotecario de la catedral de Toledo, y á los dignísimos empleados de las Bibliotecas de la Academia de la Historia, Nacional y de San Isidro, Sres. Goicoechea, Octavio de Toledo, Ferraz, Cañizares, Catalina, Baquero y Vidal por la puntualidad y diligencia con que nos han servido en nuestras indagaciones en sus respectivos establecimientos. Reciban también aquí nuestras más expresivas gracias los respetables académicos, señores marqueses de Molins y de San Gregorio, por los espontáneos cuanto honrosísimos elo- gios que tributaron sucesivamente á esta Memoria en sus Discursos en las Reales Academias de Ciencias Morales y Políticas y de Medicina, llevando la voz de estas ¡lustres Corporaciones en las sesiones públicas del Centenario. Gran- de honra es la nuestra, que personas tan competentes se ha- yan dignado prestar su conformidad á nuestros pobres jui- cios, y con ellas unánimemente la prensa periódica, para quien no es menos vivo nuestro reconocimiento. APÉNDICES f, .• ■^i:^ APÉNDICES Passio Sanotorum lustina et Cyprlanl. ComUnsatt así respectivamente: CÓDICE TOLEDANO niustratio Dei et Salvatoris nos- trí lesu Chrísii de ccelo facta est completis verbis Prophetarum , omnisque natío quse sub ccelo est tlluminatur verbo Dei, et cre- dentes in Deo vivo, et vero Patre omnipotente, et in Domino Jesu Chrísto, et Spiritu Sancto bapti- santur. ACTA SANCTORUM Inluminatio Domini nostri Jesu Christi Salvatoris de coelo facta est, et completis verbis propheta- rum, omnis, qui sub ccelo est, mundus inluminatus est verbo Dei , et credentes in Deum Pa- trem et dominum Jesu Christum et sanctum Spirítum baptizaban- tur. CoKveitio de Agtaidas y Cipriano. — Evoca éste á los demonios. Aglaidus autem iratus, accésit ad Cyprianum Magum, et promi- sit ei dúo talenta auri et argenti ut per maleficia sua caperet Vir- ginem Iiistinam, ignorans infe- lix.quia invicta est Virtus Christi. Cyprianus autem per Mágicas suas artes vocavit ad se dasmonem et daemonad seven¡ensdixit:Quid vocasti me? Dixit ei Cipriaiius: Amo Virginem de Galilaeis, etc. Agladius autem accessit ad Cy- prianum magum, et promisit ei dúo talenta auri et argenti, Jt per maleficia caperet ei virginem lustinam , ignorans infelix, qu6d invicta est virtus Christi. Cyprianus autem per suas má- gicas artes vocavit daemonem, et dxmon veniens dixit ad eum: Quid me vocasti ? Dixit ad eum Cyprianus: Apio Virginem de Ga- Ulsis, etc. i8o APÉNDICES Conversión de Cipriano. Beatissimus autem Antemius Episcopus putans, quod Eclesiam velit in errorem mittere: Expoliati eum, inquit, dicens: Sufficianttibi Cypriane h¡j qu¡ de foris sunt nihil potest adversus EcclesiamChristi: invicta est enius virtus ejus. Beatissimus autem Antimius episcopus putans, in forte eccle- siam venisset in errorem mittere, expulit eum, dicens: Sufficiant tibi Cypriane hi, qui foris sunt, nihil potes adversus ecclesiam Dei, in- victa est enim virtus Christi. Principio del relato del Martirio. Cura completi fuissent Prophe- tici sermones, et quse á Christo dictae sunt parábolas Dci, de eo qui exivit seminare semesnura, quia quaedam acciderunt secus viam, quaedam in petrosa quae- dam necabantur in spinis et ziza- niis, et multus circa fidem popu- lus dispergebatur. Terreni autem Reges in idolorum cultura insa- nientes, suscitaverunt persecutio- nem adversus Christianos ut sacri- flcarent daemonis. Sanctus autem Ciprianum Episcopus tamquam bonus Pastor per epístolas omnes ecclesias consolabatur, et confir- mabat per singulas Civitates, et multos convertit de errore genti- lium ad veram culturara Domini nostri Jesu Christi . Irapletis prophetarura sermoni- bus et quse á Domino nostro Jesu Christo dictasunt de semine fru- menti et muUiplicatiszizaniiscura populas dispersas e^set et lupus disciparet gregera Christi, S. Cy- prianus epistolis oranes confir- mans per oranem civitatem et lo- cura plurimus ex lupi faucibus eri- piebat. 5° Concluñón. Suscepit autem ab eis Rutina quídam Matrona de genere no- bilissimo, et procurans sancta cor- pora beatissimorum Martyrum reposnit loco digno in quo loco qui daemonia habent, vel varias inñrraitates accipiunt sanitatem a Domino per orationes Mattyrum glorificantes Patrem et Filium et Spiritum Sanctum, per omnia sae- cula sseculontm. Amen. Ferentes donum pretiosisimum sacro corpora, et illaattuleruntad Rufinam , orlara genere Cabaro- rum, quae acceptas sacras reliquias deposuit in illustri loco, ubi omnes, qui eo conveniunt, medelam co- nesquentes laudant Deum. Conti- git hoc sub consulatu Diocletiani in celebérrima Nicomedia, regnan- te Domino nostro Jesu Christo, cui sit honor et gloria in saecula sa:cu- lorum. Amen. APÉNDICES l8l n (SANTORAL anónimo, texto del «iglo Xlil ú prlnoiplot del XIV.) AQUl COMIENZA LA YSTORIA DE SANTA lUSTINA B SANT CBBRIAN. DeclarasioH de sus nomires. lustina es dicha de lusticia por q ella dio a cada vno lo q era suyo por la virtud de la lusticia. Ca ella ofresció adiós obediencia. E a su mayor rreuerencia e su egual concordia. E al mayor disciplina. E guardo paciencia en las ynjurias q le eran fechas. E ouo compasió de los atormentados e mesqui- nos. E ouo en si santidat e honestidad. Sigúese su ystoria. Santa lustina fue virgen e de la Qibdat de antiochia e era fija de vn sacerdote de los ydolos e oya cada día de vna fi- niestra desir eleuangelio a vn diácono q auia nonbre prelo. E fue conuertida por el a la fee del nro medianero. E como es- tuviese vna ves en la cama con su padre e con su madre e les contase algunas cosas del cuágelio de Xpo adormieronse amos e aparescioles ihu Xpo con los angeles e dixoles venid vos para mi e darvos he el regno de los gielos. E despertan- do baptisaronse amos con su fija. E a questa virgen santa fue mucho afincada de vn encantador q auia nonbre cebrian e fue conuertido por ella a la verdadera creencia. E a queste cebrian fue encantador desde su mocedat ca fue ofresgido de sus padres al diablo desde q auia siete años e muchas vezes tomaua en vestías a las dueñas segimt páresela a los otros e a ellas e facia otras cosas semejables por sus malas artes. E iSa APÉNDICES encendido en amor de la virgen lustina trauajaua mucho por su arte mala por la auer para si o para vn estudiante q auia nonbre Agladio q estaua encendido en el amor. E llamó por su encántamelo a vn diablo e vino luego el diablo a su llama- do e preguntóle q para q lo llamara e respondióle cebrian q amaua mucho a una virgen Xstiana e q qria q sse la fissiese auer para complir con ella su voluntad. E respondióle el dia- blo e dixo yo eche al primer orné del parayso e fize a cayn q matase a su hermano auel e fisse a los ludios q crucificasen a ihú Xpó e bien te podré facer auer vna moga para q cunplas con ella tu voluntad. E por ende toma aqste vnguente e der- rámalo a la puerta de su casa defuera e yo yre aella e encen- deré el su coragon en el tu amor e la fare consentir en lo q place a ty. E a la noche entro el diablo a la santa doncella e comento a encender el su coragon en mal amor. E ella sin- tiéndolo encomendóse deuotamente al señor e armóse con la señal de la crus del facedor de salut. E el diablo Veyendo la señal de la crus del facedor de salut fue muy espantado e dio a fuyr de las armas de vida e fuese para el encantador cebrian e pregutole cebrian e dixo por q no me traxiste a la virgen gali- lea. E respondióle el diablo e dixo. Vi en ella vna señal muy es- pantable e oue grát themor e fallesgieron en mi todas lasfuergas e no te la pude traer. E sant cebrian oyendo aquesto dexo yr a aquel diablo e llamo a otro de mayor esfuerzo e el diablo vino luego e dixo a cebrian Oy el tu mandamiéto e vi la mengua de las fuerzas de un conpañero e vine luego e yo yre e he- mendare lo que el fallesgio e conplire el deseo del tu coraron ca yo encenderé el su cueipo con el tu amor e fare q cuplas con ella el deseo de la tu delectado. E fuese luego el diablo para santa lustina e trauajauase por encender el su coragon en amor del encantador cebrian. E ella sentiendolo encome- dose deuotamente al facedor de salut e armóse de la señal de la crus e vengio toda aquella tenptagion e soplo contra el APÉNDICES 183 spü de maldad e ñzolo fuyr de aquel lugar e el diablo tornó- se con vergüeña al encantador cebrian E dixole cebrian Ado es la virgen por q te enbie. E el diablo confesóle q era ven- cido e q viera en ella vna señal muy espantosa e ouiera muy grant pabor de llegar e ella e q perdiera luego todas las fuer- gas. E el encantador cebrian fizo del escarnio e enbio por el pringipe de los diablos. E vino luego a el y dixole Que fuer- ^ es la vra tan pequeña q asi es vencida de vna doncella. E dixole el diablo yo yre alia e la encenderé de dentro y de fuera e la fare enloquecer e le presentare muchas fantasias e la traeré a ty a la media noche. E fuese luego para ella el dia- blo e tomo semejanga de vna Virgen e entro a ella e dixole yo vengo a morar contigo e rremedar la tu castidad mas qr- ria q me dixiese primero qual es el galardón del nro vengi- miento. E rrespondiole santa Justina e dixo. El nro galardón es grande e de grant prescio e el trauajo es muy pequeño. E dixole el diablo. Mucho querria saber que es aquello q man- do dios diziedo creced e amochiguad e fenchid la tierra ca themo hermana q si quisiessemos guardar virginidat traspasa- mos el mandamiento diuinal e seremos condepnadas asi como desobedietes e traspasadoras de los sus mandamietos e abre- remos grant tormento en lugar de galardón q esperamos en el gielo. E comengo el coragon de la virgen Justina a ser vengi- do del diablo por la amonestagion e aser lleno de malos pen- samientos e aser encendido en amor de cobdigia camal en mana que se quería ya leuantar e yrse al encatador cebrian. E tomando en si la santa fenbra e conosciendo quie era aquella doncella q fablaua con ella encomendóse al facedor de salud e armóse de la santa señal de la crus e soplo contra el diablo q veniera a ella en figura de doncella e derritióse luego asi como cera e fue librado luego el ííu coragon de toda aqlla tenptagion. E después apresgiole el diablo en forma de mance- bo muy fermoso e entro a ella a la cámara e langose sin ver 184 APÉNDICES güeña con ella en la cama e comentóla a abiagar e atractar. E veyendo aqsto santa Justina e entendiendo q era el spu malo fizo la señal de la crus e desfisiole luego asi como cera el enemigo de salud. E el diablo veyendose vengido en aqlla manera encendió en grandes fiebres la santa doncella e mato muchos oms e muchas animalias por consentimiento diuinal e predicaua por los que eran atormentados de los spús de mal- dad q vernia grant mortandad en toda aqlla §ibdat sino quisiese Justina casar. E llego toda la gibdat á la puerta de los padres de santa Justina E comengaro adar boses e a los afincar q fisiesen assu fija casar e librasen de aql tan giant mal a toda la gibdat. Mas como Justina no consintiese, en mar ñera alguna acasar e todos la amenasasen q la farian mata- fiso ella oragion por ellos a los siete años de aquella mortan- dat e fiso cesar toda aquella pestilencia mortal q destruya to- da la 9Íbdat. E veyendo el diablo q no auia aprouechado cosa alguna en todas tomo forma de Justina por la enfamar y fuese al encantador Cebrian por lo escamescer e engañar di- ciendo q ella era Justina e comengo la abragar e abesar e ve- yendola el encantador cebrian ouo grant alegria e dixo Vie seas venida Justina mas fermosa que todas las mugeres. E luego q cebriá nonbro a Justina no pudiendo sofrir el diablo el su nonbre desapareció asi como fumo. E cebrian teniéndo- se por escamescido qdo muy triste e crescio mucho mas en el amor de la santa virgen e yuase muchas veses de noche a ve- lar a su puerta e mudauasse por su arte a las beses en fenbra a las veses en aue mas qndo llegaua a la puerta de la santa doncella niparescia cebrian aue nin fenbra mas onbre asi como era. E agladio tomóse por arte del diablo en paxaro e voló e asentóse a la finiestra desta Justina. E veyendolo Justina co- nosgio q era agladio e no pa.\aro. E comengo Agladio a tre- mer e ase ensagustiar por q no podia entrar nin tornar. E te- miendo santa Justina q no cayese e rebentase fisolo descender APÉNDICES 185 por el escalera e amonestóle q desase de aquella su cobdícia nescia por q no fuesse atormentado segimt las leys asi como encantador e ladrón. E todas estas cosas eran fechas aparcsa' mieto segimt los fingimientos del principe del ynfiemo. E de q el diablo fue vengido en todas las cosas tomóse co gran confusión a cebrian e preguntóle cebrian e dixole. Eres tu tan- bie vencido. Mesquinos q fortaleza es la vra q no podedes vencer a vna mo^uela nin auer poderlo en ella. Ea vos ha vencido e derribado raesquinamente. Ruegote q me digas en q manera ha tan grant fortalesa aqlla doncella galilea. E dixole el diablo Si me jurases de no te partir de my descu- brirte he la verdat. E dixole cebrian en q tengo de jurar. E respondióle el diablo e dixole. Hasme juraraeto por bis mis grandes virtudes q nunca te partas de my. E dixole luego ce- brian. Yo te juro por las tus grandes virtudes q nunca me par- ta de ty. E oyendo aquesto el diablo e tomando alguna segu- ridat q no se partirla del dixole Aquella doncella q tu de- seas fiso la señal de la crus e perdi luego toda las fuergos e derrctime asi como si fuera cera. E dixole cebrian. Segxmt a- qucsto mayor es el crucificado que tu. E respondió el diablo e dixo. Mayor es q yo e q todos los q en el mundo son e a todos los q nos engañamos fara el atormetar de tormentos de grant espanto e dixole cebria pues si asi es como tu dices ansi conuiene qbrantar el juramento e ser amigo del crugi- ficado por q no sea del ta cruelmente atormentado. E dixole el diablo ya me juraste por las virtudes de la mi hueste q nun- ca te partirás de mi e no te conviene qbrantar el juramento q me fesiste. E respondióle cebrian e dixo yo desprecio a ty e a todas tus virtudes famosas e rrenuncio a ti e a todos los diablos e me armo de la señal del crucificado. E veyendo aqsto el diablo partióse del confondtdo e espantado. E fuese luego cebrian para el obpo de la gibdat e veyendolo el obp j e creyendo que venia a engañar a los q scg^aian la Xstiandat 1 86 APÉNDICES dixole Abástate cebrian engañar a los que son fuera de la iglia ca no podras faser cosa alguna contra los que son den- tro en ella por q la virtud de ihu Xpó es de muy gran fuer- Qa. E rrespondiole sant cebrian e dijo: Cierto io yo q no pue- de ser vengida la virtud de ihú Xpo vro dios. E contole lo q le acaesciera e iTOgole q le pluguiese de lo baptisar sin detenimiento. E tanto crescio después en sgiengia e en santi- dat q muerto el obpo de la gibdat fue elegido en obpó sant gebrian. E después p sant cebrian fue obpo metió asanta Jus- tina en un monesterio e fisola abadesa de muchas monjas vir- gins consagradas. E enbiaua muchas epistolas a los mártires q estañan presos e esforgauales mucho en los tormentos. E el conde de aqlla tierra oyendo la fama de santa Justina e de sant cebrian fisolos llamar e preguntóles si qrian sacrificar e como los fallase firmes en la fee de la Xstiandat mandólos meter en vna caldera q estaña llena de pez e de grosura e cera e llego un sacerdote de los ydolos al conde e dixole. Si tu me das licécia de llegar a la caldera yo venceré la virtíid de los dioses poderosos y altos, E llegóse luego aquel sacer- dote a la caldera e dixo. Grande es hércules el dios e grande es el Júpiter padre de los dioses. E salto luego el fuego q es- taua so la caldera e la pez e grosura e cera q estaua en ella e quemólo del todo e tornólo cenisa. E fueron luego sacados de la caldera sant cebrian e santa Justina. E mandólos el conde degollar e dexar sus carnes para q las comiesen los canes. E después fueron tomados sus cuerpos e leñados a rroma e están agora segu se dise en la gibdat de plasengia. E estos santos mártires fueron martirisados a veynte e seys dias del mes de setiebre ados cientos e ochenta e siete años de la encarnagio del señor en tpo de dioclegiano el enperador. Aquí se acaba la ystoria de los santos mártires cebrian e Justina a honrra e glia del nfó señor ihú Xpo el qual con el padre e con el spu sanio biue et rregua por todos los siglos amen. APÉNDICES 187 III (FLOS SANCTORUM, anónimo: texto del siglo XIV.) (Santa Justina Virgen de la Cibdat de Antochia, fue fija del Sacerdote de los Ydolos, e seyendo cada dia a la finiestra oia cada dia del Diácono que dicia el Evangelio quel conver- tió después diciendolo á su Padre en el lecho, e ambos dur- miendo aparescioles Jesuchristo con los Angeles díciendoles, venit vos para mi, e darvos he el Reyno de los Cielos e des- pertando ambos a desora dijieron lo que oyeran. A esta Jus- tina virgen persiguiéndola mucho Cebrian, en cabo converti- do ella a la fe, ca este Cebrian de niño fue grand Nigromán- tico, ca habiendo siete años, su Padre e su Madre ofreciéron- lo al Diablo; e este usaba de Nigromancia, e semejaba que tornaba las buenas dueñas en bestias, e facía otros muchos encantamientos; e habiendo grand amor de Justina la Virgen, tomóse a sus encantamientos por que la pudiese haber por si o por otro alguno home que le dician Acladico que otro si la amaba e por tanto encanto un diablo que se viniese jjara el por que pudiese por el haber a Justina. E el Diablo viniendo dijole para que me llamaste e dijole Cebrian, amo a la Vir- gen de Galilea, e por ende si puedes tu facer que yo la haya e que cumpla mi voluntad con ella, e dijole el Diablo, yo que pude echar al home de Parayso e fis que Cain matase a su hermano Abel, e fís que los Judios matasen a Jesuchristo, e turbe los corazones de los homes, non potlré facer que ha- yas esta niña e mas della asi como tu quieres: toma este uu- 1 88 APÉNDICES guento e esparselo fuera de su casa, e yo veme e encendré su corazón en tu amor, e facerle he que te consienta: e el Diablo entró a ella otra noche e trabaiabase de encender su corazón en el susio amor, e sintiéndolo ella santiguóse muí devotamente, e el Diablo espantado por la señal de la Cruz fuxó, e viniendo a Cibrian e estando ante el dijole, Cibrian, porque non me adufiste aquella Virgen; e dijole el Diablo hay una cruz en ella e desleime todo, e fallesciome toda la mi fuerza: e dejó Cibrian a este e llamó a otro mas fuerte, el qual viniendo dijole oi tu mandado e oi la flaquera del otro Diablo, mas yo lo enmiendo todo, e cumplo la tu voluntat, ca iré e llagaré el su corazón en amor de lujuria e tu haberla has e usarás della segund deseas; e entrando el Diablo traba- jábase de adosirla á esto e de encenderla en este susio amor, e ella acomendóse a Dios mui devotamente, e signándose con la señal de la Cruz ¿chó de si toda temptacion, e soltando contra el Diablo luego le aredró de si; é el Diablo confundi- do partióse dende a estido ante Cibrian e dijole, Cibrian do es la Virgen a que te embié e dijole el Diablo, digote que so venido en manera que non lo oso decir, ca vi en ella una señal de la Cruz e a la sazón perdi toda mi fuerza, en- tonce escarnecióle Cibrian e conjuró al Principe de los dia- blos, e viniendo dijole Cibrian, que fortaleza es la tuya tan pequeña: e dijole el Diablo evaste que vo a ella e faré que le tome la fiebre e encendré mui sin mesura el su corazón, e por ende pomé y tanto fuego q'' le faga frenética e pomé ante ella muchas semejanzas e a la noche vino á ella en semejanza de muger virgen; e viniendo a ella dijole evaste que vengo á ti por vevir contigo en castidat, mas con todo ruegote que me digas que merced habremos por este trabajo; e dijole la vir- gen santa, la mercet es mui grande e el trabajo pequeño; e di- jole el Diablo, pues por q« mandó Dios crecer ante el é mul- tiplicamos e hinchir la tierra toda, por ende buena dueña he APÉNDICES 189 miedo que si guardaremos castidat que pasaremos el manda- miento de Dios e \ememos en mal juicio, e asi como menos- preciadores e menoscabadores e desobedientes e logar de ga- lardón sofriremos grandes penas; e allí comenzó el corazón de la virgen á tremer con pensamientos malos e encenderse en amor e ardor mui fuertemente de cobdicia en manera que se levantó e queríase ir: e entonce la virgen santa tomando en si mesma conociendo como aquel era el Diablo santiguóse luego, e sollando contra el Diablo luego se rehaló todo en manera de cera e nunca mas sintió aquella temjitacion. Des- ])ues el Diablo tomó ligiua de home mui fermoso, e y asien- do ella en su cama entró á ella e saltó con ella sin ninguna vergüenza, e queriala abra^jar, e veyendolo Justina e cono- ciéndole quien era, luego se santiguó e desató el Diablo como cera e entonce el Diablo sufriéndolo Dios púsola en grand fiebre e mató muchos homes con los ganados e con los bus- cos, e predicaba por las bocas de los deraoniados, que habia de venir grand mortendat en Antioquia si Justina non casase; e por ende toda la Cibdat enferma de mala andanza vino ante la puerta del Padre e de la Madre de Justina dando voses que ficiesen casar á Justina, por tal que librase la Cibdat de grand peligro: mas ella non lo quiso consentir; e amenazáronla ellos que la matarian: e a cabo de los siete años de la mortandat rogó por ellos e librólos desta pestilencia: e veyendo el Dia- blo que non aprovechaba nada tomó la semeianza de Justina por tal de la difamar e engañase a Cibrian; e asi fue para el en semeianza de Justina, 6 quísole besar diciendo que habia del grand amor e que muria por el; e veyendolo Cibrian cre- yendo que era ella dijole mui gozoso, bien seas tu venida Justina la mas fermosa que quantas en el mundo son: e luego que la nombró Cibrian, el Diablo non pudo sofrir su nombre, mas a la sazón se desfizo como fumo; é por ende Cibrian ve- yendose mui engañado fincó mui triste, e yogó grand tiempo 1 90 APÉNDICES á la puerta della, e segund que le semeiaba á la vegada se mudaba por nigromancia en muger, a las veces en Ave, mas viniendo a la puerta de la virgen nin apáresela muger nin Ave, mas luego semeiaba Cibrian e andrelo por arte del Dia- blo mudándose en pajaro vino á la siniestra de Justina, mas luego que le \ao la virgen non semeiaba Pajaro, mas acidivo comenzó luego a tremir, e eusangostosele el corazón, ca nin podía fuir nin salir; e temiendo a Justina que caería e moriría mala muerte fizóle descender por una escalera, conseiandole que se partiese desta locura, sinon que lo mataría segund le- yes como a mal fechor. E el Diablo después de todo esto tor- nóse a Cibrian, e estído ante el confondido, e dijole é tu eres vencido mesquinos que fortaleza es la vuestra que non podíestes vencer una niña, nin haber poderío en ella, mas ella vos venció e quebrantó tan mesquinamente, empero ruegotc que me digas en que ha ella tan grand fortaleza; e dijole el Diablo si me jurases que non te partirás de mi descobrirte he la verdat e decirte he la su fortaleza que nos vence: e dijole Cibrian, por quien te juraré: e respondió el Diablo júrame por las mis virtudes grandes que non te partirás de mi: e dijo Cibrian, juro que non me partiré de ti: entonce dijole el Dia- blo quasi seguro del, aquella niña muestra señal del Crucifi- cado, e luego me deserta como cera ante el fuego, e pierdo la mi fuerza, e dijole Cibrian, pues aquel Cracificado mayor es que tu; e respondióle el Diablo, sin dubda mayor es que todos nosotros e quantos andamos á engañar, e engañamos han de ser en el fuego que nimca han de morir, por que sea- mos siempre atormentados: e dijole Cibrian, pne que asi es devoser amigo del Crucificado, por que non haya en algund tiempo tan grand pena; e respondióle el Diablo, ya me juras- te por mis virtudes e porque ninguno non puede ser perjuro, tu nunca te debes partir de mi: e dijole Cibrian, niego ati e a his tus virtudes que son como fumo, c mor.iré con la señal APÉNDICES 191 del Crucificado que es de salut, e luego se partió deude el Diablo confondido. Entonce Cibrian fuese para el Obispo el qual temiendo que trastornarla algunos e que los pornia en error dijole Cibrian cumplente los tuyos que son contigo, ca aqui non podras empescer a ninguno en la Iglesia de Dios, ca la virtud e el poder de Jesucristo non se puede vencer, e con- tándole el lo que le acaeciera tizóse batear, e después apro- vechando mucho en esciencia e en vida santa muerto el Obis- po deste Logar fue Obispo e a Santa Justina virgen fizóla Monja e fizóla Abbadesa de otras muchas vírgenes santas, e Sant Cibrian embiaba muchas vegadas sus cartas á los Márti- res, e esforzábalos en las muertes c en las pasiones: e el con- de de aquella tierra oyendo la fama de Cibrian e de Justina fizólos adosir ante si e demandándoles si querían sacrificar: e ellos estando mui fuertes en la fe de nuestro Señor Jesucristo, mandóles poner en la Cárcel e después en una Sartén llena de pez e de grosui-a, empero dioles Dios en ella mui maravi- llosa folgura e non sintieron ninguna pena: e el Capellán de los ídolos dijo al Conde, grande es el Dios Hercules, que es padre de los Dioses e de Júpiter; e salió luego adesora fuego de la sartén e quemólo todo: entonce sacaron á Cibrian e a Justina de la Sartén e dieron sentencia que los degollasen: e los cuerpos yoguierau siete dias entre los Canes sin ILsion al- gima, e después trasladáronlos en Roma, e agora son en l'Ia- cencía.> 192 APÉNDICES IV (Flos Sanctorum. MS. toledano del slolo XVI.) S. Cipriano y lustitta mártires. Cosa cognoscida es q la ciudad de Anthioquia fue una de las famosas del mundo asi por antigüedad y por las cosas q en ella vbo notables antiguamente y después de venido Christo fue mas famosa pues alli se llamaron los confesores de Christo y los que comengaron a seguir la doctrina del euangelio christianos como dice S. lucas en los Actos de los Apostóles (cap II). Y si quisiese referir las personas princi- pales de la primitiua Iglesia q alli uiuieron nunca acauaria y asi floreció en varones sanctos en mugeres piadosas en mar- tires constantes en doctores sapientísimos y prelados de gran veneración sobre toda.s las iglesias de grecia. mas dexadas esas cosas q no hacen el argumento que lleuamos al lado de lo q se podia degir el exemplo q se nos propone muestra bien cuan fundada estaua la fe en aquella ciudad pues vna doncella delicada supo pelear tan valerosamente q venció las mañas y astucias del demonio guardo su cuerpo limpio y virgen', convirtió aun encantador y lo hizo doctor y obispo esti es S. Justina. Fue pues la virgen S. Justini (por q por aqui emos de co- menzar para qla historia se aya bien ordenada) natural de .\nihioqu a la de Siria q esta fundada riueras del rio Olearte. Su padre se llamo Aedfsio y su madre Cledonia y coinu q APÉNDICES 193 los padres amasen esta hija y la regalasen con amor tierno y a manera de una flor puesta en el vergel de su casa todauiaesta- ua cercada de espinas y abrojos por *1 sus padres eran idolatras. Mas como cresciese y uiniese a edad mas prefecta asi fue alunbrada de la luz diuina q fácilmente vino a cognoscer las tinieblas en que estaua y a entender la virtud y engaños de los demonios q estañan en los Ídolos y a cognoscer a dios ver- dadero el qual era uno y inconpresible y mirando cada dia mas el error de sus padres ella iua alimpiandose poco a poco de manera q como el pan para que sea blanco y este ensu per- fection es necesario limpiarlo mucho asi ella se disponia para hacerse jjan limpio para la mesa de su señor, lí perseuerando pues en esta cosa y caminando cada dia de virtud en virtud acaeció q el demonio lleno de inuidia quiso estoruar el ca- mino de la sancta doncella Habia un diácono anthioqueno al qual ella oia de buena gana por q uió q ablaba de la ve- nida del hijo de Dios y como fue encamado y todo lo demás que tocaua al misterio de la redención del linaje humano. Este diácono se llamaua Prelio. Grande deseo tenia la don- cella ya q auia oido tales cosas ablar en particular con el diá- cono Prelio para ser informada mas perfectamente y quitar desi muchas dubdas q la ignorancia le ponia y como a la vir- gen le pertenesca mucha onestidad no le pares^io cosa hace- dera yr á buscarlo y asi dexo el pensamiento q tenia de ablaile asólas mas determino buscar ocasión de ir a la iglesia y como ya tuuiese mucha luz y cognoscimiento de las cosas celestiales pasado algún tiempo y aliada ocasión á su madre lo q para auia aprendido decía conuertirla si pudiera. La madre aun q oia aquello no curo mucho de ello y pasocon lo q decia la hija por q como estaua endurecida en la idolatría no podia comprender cosas tan leuantadas. V una noche es- tando con su marido en la cama descubrióle lo que dixera su hija. Kl padre no hico algún sentimiento mas tomándolo in 194 APÉNDICES diferentemeate contendía entre si de lo que le podía suceder de aquella novedad, ymaginando enesto quedóse dormido. Y a medio del sueño aparecióle un gran exercito de angeles y en medio de ellos nuestro señor Jesu Christo. y como el viese tal gente tan diferente de la q el tenia en vso qdo turnado y siendo llamado fuele dicho venid a mi y dareos el reino de los cielos, y desaparegio aqlla visión luego se lleuanto y sin aguardar mas testimonio de la verdad de Jesu Christo toma á su mujer y hija y ablando con el diácono prelío le rogo el bautismo y luego fueron bautizados. Grande mudanga higo la gracia diuína en Aedesio después de lanado y purificado por q luego comengo a burlarse y reir entre los vecinos de los ídolos' q adorauan y reprendía aquellas estatuas y decía ya- mando ser quemadas y umdídos y tanto mas se marauíllaban los q oían aquella novedad quanto antes auía sido sacerdote de los mesmos ídolos y como el obispo opiato lo uiese tan perfecto instruido en todas las cosas de la yglesia ordeno asta la dignidad de presuitero y auiendo uiuído un año y seis meses en la dignidad con toda perfection murió en el se- ñor lo qual mucho deseaua. S. Justina no era menos mantenida en la fuerga da la fe q es el fundamento de la salud de las almas. Pues como uíuia en tanta perfection, no pudo ser menos sino que el demonio fatigase á la virgen y de tal manera la tentó que mostró su poder. Auía en la ciudad de Antioquia un estudiante llamado Agladío el qual puso los ojos en Justina con grande amor y aliando ocasión procuro de descubrirle su voluntad y con pa- labras procuraua atraerla asi pero la doncella prudente no pa sando mas adelante en la conversación de con palabras corte- ses creía q aquello todo era burla y el Aglaída viendo q por esta uia no podía ganar el castillo fuerte determino buscar otros pertrechos fuertes. Auía en Anthioquia vn estudiante gran encantador llamado ^íbrían el qual siendo hombre prin- APÉNDICES 195 cipal en el pueblo asi se auia dado á la necromancia y á todas las partes de ella que desde su niñez abia exercitado su inge- nio en ella por lo qual creció mucho en la giencia propia- niente del demonio. Aglaidas viendo la sauiduña de ^ibrian y a q todos los remedios del mundo le faltauan fue en busca de los del infierno comunicóle todo su pensamiento y lo que asta aquel punto le auia acaecido y dixole ya as oido mi mi- seria y los remedios q echo asta remediarla asta agora q tu solo mires por mi y remedies mi calamidad y pongo me en tus manos si quieres que uiua. Y en buena esperanza q llenaras premio bastante de tu trabajo si sales vencedor contra aquella doncella por que te daré mucho oro y otras cosas ricas. El Ci- priano confiado de sus artes diauolicas prometióle aun mas de lo que pedia Aglaidas. Con esto fuese muy alegre y pare- cíale q ya tenia la virgen en las manos, el Cipriano luego co- mengo a ver sus libros para ver lo q auia de hager y llamando uno de los abominables demonios q el cognoscia q podían ayudarle en tan gran maldad quando le tuvo delante dixole: si me ayudares a dar fin a lo q tengo entre manos yo te prometo de darte grandes cosas y ser mas magnifico contigo q asta aT[ora y hacer q seos nonbrado sobre los otros tus compañeros. El demonio lleno de arrogancia y soberbia ablo como solia y dixo: Y q cosa puedes tu pedir q si yo quiero no lo haga en vn momento? muchas veces derribe ciudades muchas veces moui las manos de los hijos para q derramasen la sangre de los pa dres. alteré las animas de los hermanos contra los hermanos y los maridos contra las mugeres. Y el echo te mostrara bien para lo q soi por tanto dime lo que quieras. El Cipriano contó lo que pretendía y lo que le auian pedido luego el demonio le dio un vaso lleno de cosas diabólicas y dixo iras a la casa de la Virgen y rociaras con este tinguento su casa y si te fuera mal desde luego no creas lo que te dixere y dicho esto fuese el demonio. 196 APÉNDICES El Cibrian tomando su ungüento fuese en lo mas secreto de la noche y entro en la ca:a de lustina. I como la viese al punto se encendió en amor por ella determinando haberla para si y no para el mancebo Aglaidas. Esforzandose en este pensamiento como hombre loco y pleno de amor, unto las paredes y puertas y suelo con aquel ungüento. I como la S. Virgen se leuantase alia a las dos para orar comenzó li- geramente a ser tentada de la carne y se iba de ella el fue- go divino y entraña el infernal. I llegando la tentación á fa- tigarla mucho sufriendo cantaba salmos usando de semejan- tes armas contra el enemigo malo en tan fuerte batalla echa la cruz en su frente y pecho desechó desi al enemigo cruel y huyo avergonzado dever que no se salia con su intento. I vuelto con mucha vergüenza a Cebrian le confesó ser venci- do.— I queriendo Cebrian salir con lo que hauia intentado llamo al principe de lus demonios el qual lleno de ar- rogancia y presunción dixo q el supliria las faltas de sus compañeros y que tuviese el buen animo — que le prometía de salir con lo que deseaua. El principal de los demonios qriendo destruir el alma santa de aquella doncella de ter- mino llenar otro camino y uistiendose con habito de donce- lla muy onesta y virtuosa vino a verse con lustina y come- zando a trauar platica con ella dixole como auia sido moui- da de Dios para aprender de ella recogimiento y castidad. Fulgrandose y creyéndole lustina, el demonio quiso entonces mostrarle como era cosa vana la virginidad y dixole mucho qria sauer q prouecho traxo para el mundo y como se multi- plicara el mimdo si asi perseuerara y q se quitase el matri- monio y faltara el uso de la conversación del hombre con la nmjer y Santa lustina como le oyese parece que comento á denudarse en alguna manera pero hizo la señal de la cruz y aquel que poco antes se preciaua de muy onesto y casto vista aquella señal de salud luego desapareció dejando señal APÉNDICES ,197 de lo que epa. El demonio que era tan principal vino a la presencia de Cebrian muy humilde y confeso q auia sido vencido de la santa virgen por auerle puesto delante aquella señal. Cebrian entonces viendo que de ninguno de los de- monios q auia llamado auia echo nada de lo q les auia pedi- do y ellos auian promitido dixo axi: pues como tu siendo el mas principal de los demonios pudiste ser vencido de una muchacha? q virtud vbo en ella que asi a vencido y tiene tan gran poder? Le respondió el demonio nosotros no podemos sufrir la virtud de la cruz porque en viéndola perdemos la fuerzas y no podemos nada aunque la mesma cruz no este bien figurada. Cipriano quando vio esto cognoscio como la jíotencia del demonio era poca pues asi era vencido de solo ver la cruz, por donde conoció lo mucho mas que esta valia y fuese a la yglesia y ablo al Obispo q se llamaba Antimio y rogóle con mucha importunación q lo escriuiese en el nú- mero de las ouejas de Christo y que tomase sus libros los quales fueron principio de todos sus males y los echasen al fuego para que fuesen tragados deel. El Obispo persuadido de las señales de Cebrian y q era mudado en otro higo que- mar los libros y vendiciendolo lo llauo con el agtia santa del bautismo. \o se olvido después de pagar con oraciones el bien que reciuiere de santa lustina por quien vino en cog- noscimiento de la verdad de Christo y su poder. Mouida persecución por Duio (pie era grand enemigo de los cristia- nos Cebrian fue preso y santa lustina por el conde de Oriente lutimio, y luego mando aparexarla tormentos y q Cebrian fuese colgado y echo pedazos y a la Virgen que la echasen en una sartén de pez hirviente. De estos tormentos los libró Nuestro Señor haciendo que no sufriesen daño ni padescer en las angustias estas. I pasados quince dias fuese a Nicomedia y llevóles consigo y alli sufrienin nuevos martirios hasta que Nuestro Señor los llevo para si donde están pidiendo y oran- 198 APÉNDICES do por salvamos de las pestilencias de los pecados, de que nos libre Dios y su Santa Madre con estos bienaventurados. Amen. (RIVADENEIRA: Flos Sanotorum. Hadrid, 1601, p. 361-63.) La vida de los Santos Cypriatio y lustina. Mártires. Los mudos que Dios Nuestro Señor tiene para saluar las almas, son muchos, y marauillosos; porque de nuestros ma- les saca bienes, y de la jjogoña hace triaca, y de la muerte vida. Veese esto ser verdad en la vida y martyrio de S. Cy- priano: el qual siendo Mago, y Nigromántico, armado lagos por mano de los demonios, y ministros del infierno, para que cayesse en pecado la gloriosa virgen santa lustina, fue preso, y enlazado, y se cóuirtio a Christo, y después fue con ella Martyr del Señor. El Martirio destos santos Cypriano y lustina es de esta manera. Fue santa lustina de la ciudad de Antiochia. Su padre se llamaua Ducio; ó como Metafraste dize, Edesio, y su madre Cledonia. Eran gentiles, y también lo era su hija lustina; mas por la dotrina de un santo diáco- no, llamado Praylo, ó Proelio, se conuirtió á la Fé del Se- ñor, y por su medio y por una reuelació que tuuieron, tam- bién se conuirtiero, y se butizaron sus padres. Era lustina hermosa por estremo, y de muy grandes gracias naturales; y mucho mas hermosa por las virtudes con que su alma res- APÉNDICES 199 plandecia en los ojos del Sefior, á qnien tomó por esposo y cósagro su virginidad. Timo embidia el demonio de la san- tidad de Justina, y preiedio derribarla y íkazerla caer de aquella perfecion en q estaua. Para esto incitó a vn mancebo rico, y lasciuo que se llamaba Agladio, que pusiesse los ojos en Justina, y se enamorase della, y por todos los caminos que suele el amor ciego, procurasse atraerla á su voluntad. Ningún medio bastó para vencer el proposito de la santa \nrgen, porque estaua fundado sobre la peña firme y no te- mía las auenidas de los ríos ni el ímpetu y braueza de las tempestades y vientos. Como Agladio vio que le salía en vano sus intentos, tomó por postrer remedio el fauorecerse de los demonios que le incitaua, para alcagar por ellos lo que por si no podía. Auia en la misma ciudad de Antíochia vn grande hechicero, y Nigromántico, por nombre Cypriano: a este descubrió Agladio lo q pretendía de Justina: los me- dios que auia tomado para abládarla: el animo obstinado, y mas duro que el diamante, que tenia; y que sino quería que de piu-o amor de aquella doncella, el se muriese le soco- rriese con sus artes poderosas y sobre humanas, por que el se lo pagaría liberalmente y quedaría su perpetuo esclauo. Tomo Cypriano a su cargo el vencer á Justina y atraerla á la voluntad de Agladio. Conuocó los demonios: mandóles lo que auian de hacer: fueron vna dos y tres veces á la Santa: assaltaronla, combatiéronla; trasfigurandose en mil formas y ñgnras y después de auer vsado contra ella todas sus artes y embustes quedaron vencidos y corridos. Porque la Santa donsella fauorecida de su dulce esposo Jesu Chrísto y armada de oración y ayuno y especialmente de la señal de la Santa Cruz, triunfó dellos gloriosamente. Quedó Cyjiríano a.s.som- brado, por ver que con est-«s tenían tan poca fuerga; y qtic los mismos demonios confessauan su flaqueza, y que no po- dían prevalecer cótra Justina, por ser Christiana, y estar ar- APÉNDICES mada con la virtud y poder de Christo crucificado. De aquí entendió Cypriano que lesu Christo nuestro Saluador era Dios y mas poderoso q todos los demonios, á quien el tanto reuereciaua: y entrando la luz del cielo en su coragon, de- terminó hacerse Christiano. Vino á Antimo Obispo, y le des- cubrió lo que passaua; y en efeto quemando sus libros Ni- gromáticos, y renunciando al demonio, y á sus malas artes, se bautisó, y después fue ordenado de diácono, y resplande- ció, con gran santidad, y muchos milagros, que por el obró el Señor. Y por q el le auia hecho tan grandes mercedes por medio de la santa virgen lustina, tuuo siepre gran cuenta de ayudarla, y de lleuar adelante sus santos propósitos, siendo ella Abadessa, y madre de vn monasterio de dozellas, que con gran pureza seruian al Señor. Floreciendo pues los San- tos de la manera que auemos referido, vn Conde llamado Eutholmio, los mádo prender y atormentar á Cypriano, y rasgarle los costados con uñas aceradas y á lustina después de auerla dado muchas bofetadas, agotar con cnidos neruios. Después pusierÓ a Cypriano en la cárcel, y a lustina en casa de vna mujer honrada. De alli a pocos dias traydos á su presencia, y viendo la constancia y perseuerancia que tenían en la Fé los mando echar en una caldera grande encendida llena de pez, sebo y resina. Entraron los santos Martyres en la caldera, y salieron sin lesión algima, por virtud de aquel Señor a quien obedecen todas sus criaturas: y un sacerdote de los Gentiles, llamado Atanasio fue quemado del fuego q auia perdonado á los Santos. De alli fueron licuados á Nicomedia: y después de auer padecido otros tormentos, con grande animo, y alegría los degollaron, y dexaro seis dias sus cuerpos sin sepultura, para q las fieras los comiessen: mas quedaron enteros, guardándolos Dios. Ciertos Christianos una noche los tomaron, y pusieron en un nauio y los jiassa- ron á Roma: adóde primero fueron sepultados en una here- APÉNDICES dad de Rufina noble matrona, y después trasladados á la yglesia de S. luán de Letran, donde al presente están junto al Baptisterío. Celebra la Yglesia la ñesta destos dos Santos á los 26 de Setiembre, que fue el dia de su martyrio, impe- raba Diocleciano y Maximiano. Escriuieró destos satos los Martyrologios Romano, el de Beda, Vsuardo y Ado y Meta- fraste. liase de advertir que algunos autores Griegos confun- de este santo Cypriano con S. Cypriano, q fue Obispo de Cartago, e illustrisimo Martyr, y eloquentissimo escritor cuya ñesta celebra la Yglesia á los 16 deste mes de Setiebre: pero ellos fueron dos y no uno y diferentes en la patria, grado, profesio, tiepo y lugar del martyrio. VI (VILLEGAS: Flos Sanctorum, Madrid, 1594, fol. 321-22.) La vida de S. Cipriana y ¡ustina, Mártires. Para confundir a los sabios del mundo, dice san Pablo es- criuiendo a los de Corinto, que escogió Dios la locura del mundo. Esto á la letra se dixo por los Apostóles: pues sien- do tenidos por cosa de locura, en quererse poner a enseñar y dar dotrina, viniesen a predicar a letrados, y por su pre- dicación se couirtiessen, y recibiessen el Euágelio. /Vsi mismo se verifico en la virgen y mártir lustina: q siendo doncella sin letras ni saber humano la escogió Dios por instrumento para conuectir á vn Pagano, lleno de letras humanas, y aü infernales. Porque no solo era Filosofo, sino mago y hechi- M 202 APÉNDICES cero, que tenia tratos y contratos co los demonios: y con ser tal vino a conuertirse a la Fé de lesu Christo por ocasió de santa Justina, y a padecer martirio en su copañia. La vida de los dos escriue San Gregorio Nazianceno: aüque se enga- ñó en pensar que fuesse este Cipriano el Obispo de Cartago . coligiédo pues de lo que el, Beda y otros autores dizen, la historia es desta manera. Assi como no es afretoso a S. Pablo dezir del q fue perse- guidor de los Christianos, ni de San Mateo, que fue arreda- dor y publicano, antes que el vno y el otro se conuirtiessen, pues sus heroycas virtudes y hazañosos hechos encubren, y del todo deshacer sus primeras faltas, assi también no es afrenta de Cipriano decir del, quie fue antes de su conuer- sion: pues aunq tuuo muchas faltas todas las deshizo con la vida q después de conuertido hizo. Estaua en la ciudad de Antiochia vna doncella, noble por linaje, hermosa en la per- sona: Christiana y gra sierua de Dios en la profession. Desta se enamoró Cipriano, q biuia en la misma ciudad: el qual era en la edad mogo, grade Filosofo, y muy mayor Nigro- mante. Comengo a solicitarle primero con mensajes, cartas, promessas y dadiuas; á todo esto resistia la santa donsella con vn animo inuencible, haciendo poco caso de sus ofrecimien- tos, y menos del. Visto por Cipriano q no auia medio por esta uia, para cóseguir lo que desseaba, busco otro, y fue aprouecharse de sus artes. Invocó demonios, haceles sacrifi- cios, promételes amistad perpetua, que no tedra ni reconoce- rá á otio por Dios, sino a quie fuese parte para que el gozas- se de lustina. Có tales promesas los demonios sus familiares van a la doncella: ponenla imaginaciones torpes y feas. Le- uantan detro della vn toruellino de malos pensamientos: ha- zen todo lo posible para atraerla a q tuuiesse amor a Cipria- no. Figurauansele mogo de buen parecer, rico, sabio, muy su enamorado. Las palabras tiernas y regaladas que el las auia di- APÉNDICES 203 cho, y ella ning[un caso dellas auia hecho, repetía muchas ve- zes. I^ santa donsella, q sintió la tempestad que se leuan- taua dentro de si, ocurrió a Dios: y puesta de rodillas en su recogimiento, hizole vTia deuota oración, pidiédole, que como libró a Susana de los enojosos viejos, y a Tecla de su importuno esposo, y a otros santos de otros peli- gros, la libre a ella del que tenia presente. Pidió también co mucha humildad á la humilde Virgen María, fauore- ciesse á la virgen lustina, puesta en tan manifiesto peligro. Añadió a la oracio ayunos, asperezas de cilicios, y dormir en el suelo; y desta manera venció a la tentación. Quedó la virgen vecedora: quedó el demonio vencido. Boluio al aman- te Cipriano, y cofiesse su poco poder y fuerzas contra Justi- na. Dice ser la causa, ser ella Christiana, y q contra los Christianos ningú poder tiene, si ellos no se le da. Oyedo esto Cipriano sintió en si grandísimo dolor y pena: no tanto ya por lustina (por q en casos semejantes el perder del todo la esperanza de alcanzar lo que se pretende, suele ser mani- fiesto remedio) como por ver quan engañado iua en reueren- ciar y auer dado la obediencia á los demonios, q tan flacos eran y tan poco podian. Acordó de dexarlos, y su mala y perniciosa arte, y hacerse Christiano. Y para esto comunicó- se con vn Obispo llamado Antimo, que estaua en aqlla ciu- dad: el qual le mando quemar todos los libros q tenia de ar- te mágica. Instruyóle en la Fé, y bautizóle: bautizado, dio noticia de todo á lustina, y como le deuia a ella su remedio, pues por su ocasió auia venido a conocer a lesu Christo. Sa- bido esto por la santa doncella holgóse por estremo, y comé- 50 a comunicarse con el, animándose el vno al otro al servi- cio de Dios, y siendo ocasión para q otros le siruiesen reci- biédo su Fé y Bautismo. Tenia el Imperio de Roma á esta sazón Diocleciano, y por el regia la Prouincia de Oriente, en •Tuyo distrito estaba Antiochia, \'n Comité, llamado x\urelio 204 APÉNDICES O como dice Beda, Eutelmio. Este perseguía á los Christia- nos por ordé del Emperador: y auisado de que Cipriano y lustina lo eran, y auiá sido ocasión q otros muchos lo fues- sen, mandóles prender. Y oyda su confession, á Cipriano le mando desnudar y desgarrar su cuerpo co vñas de hierro, y a lustina, dar en su rostro muchas bofetadas, y después ago- tar c5 crudos neruios de animales. Después de los auer he- cho padecer estos tormentos, los mádo poner en la cárcel. Estuuieron alli algunos dias: y visto q permaneciá en su pro- posito, y no auia traerlos a q adorasen Ídolos, madolas sa- car de la cárcel, y poner en vna grade caldera ardiédo, llena de pez, sebo y cera. Turbóse algún tato la santa donsella lustina, al tiempo del querrerla poner en este tormento: mas animada por Cipriano, los dos fuero puestos dentro, sin q sintiessen pena alguna: y por ello dieró muchas gracias á Dios. Tornarolos a la prisión: y porq Eutelmio passó a N¡- comedia, mádo que le lleuassen alia a los dos santos mar- tires. Y alli después de muchos tormetos que el les dio, y ellos padecieron con grade animo y fortaleza, mandólos degollar. Estuuieron sus cuerpos seys dias sin q se atreuie- se alguno á darles sepultiua. Al cabo dellos, ciertos Chris- tianos líos llenaron de noche, y pusieró en vn nauio, y los passaron á Roma, a donde primero fuero sepultados, en vna heredad de Rufina, noble matrona, y después trasladados dentro de la ciudad en la basílica, o iglesia Constantiniana, y alli sepultados junto al Batisterio, a dóde dice el Martiro- logio Romano q están de presente. Celebra la Iglesia su fies- ta el dia de su martirio, q fue a veintiséis de Setiembre, cer- ca de los años del Señor, de trecientos: imperando el ya nombrado Diocleciano. Destos dos santos escriuieró Simeón Metafraste, Beda y otros. APÉNDICES 205 VII (ORTIZ LUCIO: Compendio de vidas de los Santos. Madrid, 1597, rollo 237 v.t") La vida de san Cypríano y Itistina martyres. Ay de ti, dize Isaías hablando del demonio, y del q es su miembro; ay de ti, que andas e hacer gete para el infierno, andas en caga de almas, y por ahi te ha de cagar, andas en hazer mal, y encamas venganzas y escupes al cielo, y có los mismos instrumentos con que hazes mal, te ha de hazer mal, y con lo que pensauas y pretendias ganar, has de perder. Esta dotrina se vee bien exemplificada en Cypriano y lustina, la qual era natural de Antioquia, hija de vn sacerdote idola- tra, que ya era Christiano, ella también Christiana, y virge muy honesta. Enamoróse della vn nigromante encantador, llamado Cypriano, natural de la misma ciudad, consagrado al demonio desde edad de siete años. Este comengó á solici- tar a lustina en cartas y mensajes, y hallándola inuenciblc, procuró por medio de su arte diabólica atraerla á cumplir su voluntad. Conesta arte llamó a los demonios y pidióles ablan- dasscn el coragon de lustina, pues en pago desto el les avia (lado su alma, que es lo que ellos pretendían. Ellos se ofre- cieron a hazerlo, y comengaron á dar batería al coragon de lustina con arcabuzeria y artillería de malos pensamientos en el alma, y encendimientos sensuales en el cuerpo. I, a santa acordauasc de la dotrina de Santiago, que dice: Resistamos «1 diablo, y hyra.se de nosotros; y con un no, hemos cnnplido 2o6 APÉNDICES con el: y assi fue, que le cerraua las puertas del coragon, y no dándole entrada, huia, y vencido y corrido boluio a Cy- priano, y confiessa su poco poder y fuergas contra lustina, y que es como lebrel atado, que no puede morder sino al que del quiere ser mordido, llegando cerca del y assi el está ata- do y que lesu Christo le ató. Y particularmente a los Chris- tianos que tienen mucho fauor y caudal de gracia para resis- tir y no oyr sus ladridos, que estos solos puede dar, y no pue- de empecer ni dañar, porque para los que creen en Christo, ningún daño puede auer. Finalmente el demonio declaróle que lesu Christo era Dios todo poderoso, defensor de su esposa lustina, por ser Christiana, y que los dioses q el ado- raua, no eran dioses. Oyendo esto Cypriano comentó á creer en lesu Christo, y acudió al Obispo de la ciudad, llamado Automio, y dixole todo el discurso de sus amores; y que ya los auia buelto en lesu Christo muy digno de ser amado por su sumo poder y bondad. El Obispo le catechisó: y bie infor- mado en la í'é, le bautisó. Cypriano viéndose vestido de la alba de lesu Christo, diole muchas gracias, y embióselas tam. bien á dar á lustina: creyendo que este remedio de su alma le auia venido por medio de su oración. Holgóse en estremo lustina, y confortauale en la Fé con sus oraciones, y con al- gunas breves platicas que con el tuuo, y con algunas cartas que se escriuieron animando y esforzandose para el martyrio, que en bautizándose le tenian cierto de ordinario: mayor mé- rito en aquella Era de Claudio Segundo, cruelissimo perse- guidor tle Christianos. Algunos historiadores dize, que este santo fue Obispo,, y puso á lustina en vn monasterio primero que fuesen martyrizados. Tenia este Emperador Claudio vn Comité llamado Aurelio en la prouincia de Oriente, en cuyo distrito estaua Antioquia. Este supo que Cipriano y lustina eran Christianos, y auian sido' causa que otros lo fuesen y mandólos preder, y viéndoles firmes en la Fé, mando á Cy- APÉNDICES 207 priano desgarrar sus carnes con vftas de hierro y a lustina darle muchas bofeUdas y agotar con crudos y secos niervos de toros. Después mandólos poner en vna caldera ardiendo llena de pez, y sebo y cera. Entraron los santos en este tor- mento; no le sintieron y salieron del sin daño alguno, por auer hecho otra mayor obra, y mas loable, de librarse del fuego de la luxuria y torpesa sensual. A este caso passo Au- relio á Nicomedia, y mandó que le lleuassé alia á los santos martyres. Alli les dio diuersos y muchos tormentos, y final- mente los degolló. Estuuieron sus cuerpos seys dias que no huuo quien se atreuiesse á darles sepultura, y passados estos dias, los sepultaron vnos Christianos passandolos de noche á \-n nauio, y llenándoles a Roma, en vna heredad de Rufina noble matrona: y después fuero trasladados a la Iglesia Cons- tantiniana junto al Baptisterio, y agora están en Tlacecia de Italia. Su roartyrio fue á veynte y seys de Setiembre, año de 272, imperado Claudio segundo. Muestra bien esta historia lo que prometió Dios por loel diciendo que derramaría su diuino espíritu sobre toda carne, esto es, sobre todo hobre, y cada día vemos q de grandes pecadores hace Dios grades santos y á todos acude con su gracia. 2o8 APÉNDICES VIII LEYENDA DE TEÓFILO. '* .Anticuas relatos castellanos inéditos. t •'i I." (SANTORAL. B. B. 59, de la Bib. Nao. fol. LXXII) «E avn a quinientos e treyta e siete años de la encarnagio del señor, fue en cegilia vn bue varo mayordomo de vn Obpo q auia nombr theofilo. E segunt dice sant filiberto obpo de la gibdad de caruoto ta sabiamente se auia en el rregimie- to délas cosas de la obispalía q muerto el obpo todo el pue- blo dixia q theofilo era digno de ser obpo. E theofilo seyedo contento de la mayordomia nó quiso el obpdo e rrogo q fue- se hordenado. E el q fue eleto por obpo después q fue con- firmado priuo a theofilo de la mayordomia e ouo dello tam grade ympaciencia q se fue avn judio encantador e ouo con el consejo como podría auer su oficio primero. E el Judio llamo al diablo por sus encantamientos e el diablo vino lue- go e dixo a theofilo q si el queria el oficio q tenia primero negase a chrixpo e a su madre e a la Xstiandat que rresgibie- ra e escriuiese de aquesto vna letra e la sellase con un sello e qela diese. E theofilo fisolo todo asy como el diablo le dicia e prometióle deser su vas.illo toda .su vida. E otro día évio el obpo por theofilo procurándolo el diablo e rrec0n5ilio.se APÉNDICES 209 con el e diole el oficio q solía tener. E tomando después en sy theofílo e reconociendo el mal q auia fecho pesóle mucho por ello e tomóse con toda deuocion a la virgen bie auentu- rada e rrogole de todas entrañas q quisiese ser su abogada. E apares^iole vna noche la virgen bien auenturada e rrepren- diole mucho de la maldat q ficiera e mandóle q rrenegase del vasallaje q prometiera al spu maligno e confesase en la fe de la Xstiandat e de su fijo. E theofilo fisolo asy e la stá virgen ganóle perdón de su fijo nro salvador e aparesciole otra ves e mostróle la cá q diera al diablo e pusoqela sobre los pechos porq no ouiese ya temor del diablo a quien se diera por vasallo, mas se alegrase por ser por ella librado. E rres- gibiendo theofilo la cá ouo grant placer además e contó de- lante el obpó e de todo el pueblo lo q le acaes^iera e murió dende atres días en paz c con seguridad.» (Fioi Sanotorum; Q. 2 da la Bib. Nac, fol.' 318 v.'° al 317.) •rOtro si en Cecilia fue un hume aquicn dician Theophilo que era Señor en el Ix)gar del Obispo que, con grand sabi- doria e entendimiento ordenaba las cosas del Iglesia con el Obispo. E después el Obispo muerto todos dijeron que el merecía el Obispado: e el teniéndose por abondado con el oficio en que estaba quiso mas que ficiesen otro Obispo. E en cabo este Obispo tiróle de su oficio aunque le pesó é por ende fue asi quebrantado, que por que pudiese rescebir su estado demandó consejo a un judio que era sabidor en una arte engañosa que llaman Nigromancia c el conjuró el dia- l>lo e á hevoslo alli muy presto. E Theophilo por mandado APÉNDICES de el Diablo negó a lesuchristo e a Santa María, e renegó la fe, e ficieron desto una carta partida por a. b. c. e sellóla con un sello e diogela al diablo; e asificose su vasallo: E otro día procurándolo el diablo hobo la gracia del obispo e tornólo en su oficio. E en cabo tornándose asi mismo e pen- sando en su facienda pesóle de los que habia fecho. E tor- nándose á la virgen gloriosa de toda voluntad, e pidiendo le de merced que le acorriese en esta cuita. Una vegada a]>a- resciole Santa Maria en visión reprehendiéndole mucho de la falsedat que ficiera, e mandóle que renegase al Diablo, e ficole confesar a lesuchristo su fijo toda la cristiandat e asi cobró la su gracia e la de lesuchristo; e por mostrarle que lo perdonara Dios aparesciole otra vegada, e diole la carta que el diera al Diablo e pusogela sobre los pechos porque non temiese al Diablo como su siervo e se gosase porque lo li- brara Santa Maria. E rescibiendo esta carta Theophilo, mui alegre ante el Obispo lo que le acaesciera e loando todos á Dios e a Santa Maria porque por sus ruegos Dios habia li- brado á Theophilo de tan grand lazo, a cabo de tres días mu- rio Theophilo e fuese para Parayso.» IIN DE LUS APÉNDICES. , ' índice Páginas. Discurso dei. Sr. Ualaguer 7-i8 Mbmokia drl Sr. Sánchez Mogcel: I.— El Drama Relgioso Español en el primer tercio del si- glo vxa. — IjiS Comedias de Santos. — ^Teatro de Calde- rón.— El Mágico Prodigioso 21-28 II. — El Mágico Prodigioso: su argumento. — Fuentes su- puestas.— Leyenda de Fausto. — El Herntitaño Calan. — Comedias de magia 29-43 III. — San Cipriano y Santa Justina en las Iglesias de Oriente y Occidente. — Memorias más antiguas. — La leyenda de nuestros Santos. — Monumentos especiales. — Versiones di- versas.— Estudio comparativo de las mismas 43'54 IV. — La leyenda de San Cipriano y Santa Justina en Espa- ña.— Memorias más antiguas. — Hagiografía hispano-lati- na. — ídem castellana. — Relatos impresos y manuscritos. 55-70 V. — Versión en que está fundado El Mágico Prodigioso. — Fuentes inmediatas. — Examen comparativo de la leyenda y del drama.— Juicio critico de la obra calderoniana 7i'99 212 ÍNDICE Páginas. VI. — Historia Hteraria de El Mágico Prodigioso. — Composi- ción y estreno. — Publicación. — Ediciones. — Traduccio- nes.— Trabajos críticos 99-107 VII.- — El Mágico Prodigioso y el Fausto de Goethe. — Rela- ciones que se viene estableciendo entre estas obras. — Exa- men comparativo de las mismas. — Conclusiones que de esta comparación se deducen 109-121 VIII. — Fuentes del Fausto, de Goethe. — La leyenda del doctor Fausto: su historia. — Sus relaciones con otras leyendas. — La leyenda de Fausto y el poema de Goethe. — El Fausto y El Mágico Prodigioso. — Calderón y Goethe i23-i42 Notas 145-176 Apéndices 179-210 uNivEnsmr of illinois-urbana 3 0112 084203964