A A o A O O cs a o he PILAS DRA O ERAS IO EAS e a ÓN : > pe tb ' y . € o AUDE, NO o E 43 é A 7. 7. M y >” * o j Y DA VA EN IN e MEMORIAS REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. MEMORIAS DE LA PH < REAL ACADEMIA DE CIENCIAS. AU NINO SO IA IU NODO OS MADRID. POR AGUADO, IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. Y DE SU REAL CASA. 1850. Publicado por acuerdo de la Academa. El Secretario perpétuo, ME, Lorente. TMIW HO Ml d— EE DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTA PRIMERA PARTE DEL TOMO 4. Real Decreto de creacion de la Academia. ......... pág. V Estatutoside ASMA ala VII Aprobacion de los Estatutos. .....oo.oooooooommmmmmmm.... XXXVII Estado de los Académicos que componen esta Corporacion... XXXIX Estudios y observaciones geológicas relativos á terrenos que comprenden parte de la provincia de Badajoz, y de las de Sevilla, Toledo y Ciudad-Real, y cortes geológicos de estos terrenos: por D. Francisco de Luján. . . ............. 5 Ensayo de una Descripcion general de la estructura geológica del terreno de España en la Península: por D. Joaquin ESQUEMAS A O 35 Noticias sobre las larvas de las Agapantias: por el Doctor DARE REP TAO ARIANE 67 Clasificacion de las aguas minerales de España, por razon de su temperatura: por el Excmo. Sr. D. Pedro María Rubio. 81 Catálogo de las Aves que frecuentan las inmediaciones de la ciudad de Santiago y otros puntos de Galicia: por D. Fran- ciscoydeslos; Rios, Naceyroirao, Enola sutccioo Die ÍA 93 REAL DECGRE 0 DE CREACION DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS Y NATURALES, ——_= 3 — Mansrerio DE COMERCIO, INSTRUCCION Y OBRAS PÚBLICAS.=Ins(rucción pública. Excmo. Sr.=S. M. se ha dignado espedir con fecha 25 de febrero último el Real decreto que sigue: “En atencion á las razones que me ha espuesto el Ministro de Comercio, Instruccion y Obras públicas , he venido en decretar lo siguiente: Artículo primero. Se crea en Madrid una Academia Real de Ciencias exactas, físicas y naturales, que declaro igual en categoría y prerogativas á las Academias Española, de la Historia y de San Fernando.—4Artículo segundo. Declaro suprimida la actual Academia de Ciencias naturales de Madrid.=Artículo tercero. La Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales se com- pondrá de treinta y seis académicos, número que ha de tener siempre com- pleto, proveyendo cada vacante qne ocurra en el término improrogable de dos meses.=4Arlículo cuarto. Por esta sola vez nombraré yo la mitad del número de académicos prefijado en el artículo anterior, los cuales, reunidos bajo la presidencia de aquel que yo tenga á bien señalar, procederán á ele- gir los diez y ocho académicos restantes. Mi Ministro de Comercio, Ins- truccion y Obras públicas procederá á instalar la Academia luego que se halle completa. =Artículo quinto. En lo sucesivo la Academia elegirá siem- pre los individuos que hayan de completarla.=4rtículo sesto. La Academia Real se ocupará inmediatamente despues de su instalacion en formar sus es- tatutos, que someterá á mi Real aprobacion.=4r(ículo séptimo. Se incluirán en el presupuesto de Instruccion pública que ha de someterse á la delibera- cion de las Cortes, las cantidades necesarias para que la Real Academia de Ciencias pueda cumplir debidamente con los objetos de su instituto. Dado en Palacio á 25 de febrero de 1847.=Está rubricado de la Real mano.=El Ministro de Comercio, Instruccion y Obras públicas, Mariano Roca de Togores.”? Lo que traslado á V. E. de orden de S. M. para los efectos convenien- tes.=Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 5 de marzo de 1847.= Roca.—Señor Marqués del Socorro, Presidente interino de la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales. LUV UU UULVVY YY UV UY LY UY LV Y UY UY Y LY UY Y UV UV LU LV Y UY UU LU UV A LV Y Y UV A Y UU ESTATUTOS. —>S+— Objeto de la Academia y medios de cumplirle. —= ae — ArrícuLo 4.” Sa objeto de la Academia el cultivo, adelantamiento y propagación de las ciencias exactas, físicas y naturales. a. Los medios con que la Academia debe cumplir su objeto son: 1. Las investigaciones de toda especie sobre los diferentes ramos de las ciencias de su instituto: 2.” La discusion de los tratados, memorias ú otros escritos presen- tados á la Academia: 5." La adquisicion de datos relativos á los progresos que se hicieren en las ciencias de su institucion dentro y fuera de España: 4. La correspondencia científica con las corporaciones y sábios na- cionales y estrangeros: 5.” La formacion de una biblioteca especial, compuesta de las obras y periódicos científicos mas acreditados: 6." La de un gabinete de física y mecánica, y la de un laboratorio químico: 7. La de colecciones de objetos de historia natural, particularmente de nuestras provincias de la Península y de Ultramar: VIII $. La publicacion anual del resumen de sus actas: 9.: La de sus memorias, informes y demás escritos que considere oportuno: 10. El señalamiento y adjudicacion de premios por concurso público, sobre cuestiones importantes de las ciencias exactas, físicas y naturales. Organizacion de la Academia. 3 o La Academia se divide en tres secciones iguales entre sí, á saber: De Ciencias exactas, físicas, naturales. k o Para facilitar el desempeño de las tareas de la Academia se nombra- rán tambien, á juicio de la misma, comisiones especiales, compuestas de individuos de las diferentes secciones, que podrán ser temporales ó permanentes. k S. La Academia se compondrá de dos clases de académicos, á saber: numerarios y corresponsales. 6. Las plazas de numerarios son treinta y seis. den Para ser académico numerario se necesita: 1. Ser español, mayor de veinte y cinco años de edad: 2.” MHaberse distinguido notablemente en cualquiera de las ciencias del instituto de la Academia. 5.” Tener su residencia habitual en Madrid al tiempo de la eleccion. IX 8 o Los numerarios que por notoriedad se hallasen impedidos de conti- nuar desempeñando las funciones activas correspondientes á su clase podrán quedar á peticion de ellos mismos con el caracter de jubilados, dejando vacante su plaza de número. 9 Los corresponsales serán nacionales ó estrangeros. 10. El número de corresponsales nacionales no escederá nunca de trein- ta y seis. aL. Para ser corresponsal nacional se necesita: 1.> Ser español, mayor de veinte y cinco años de edad: 2. Haber compuesto y presentado á la Academia la memoria ó tra- bajo científico de que tratan los artículos 71 y 72: 5. Tener su residencia habitual fuera de Madrid al tiempo de la eleccion. 12. El número de corresponsales estrangeros no escederá nunca de treinta y sels. 13. Los corresponsales estrangeros se elegirán entre los sábios de otros paises que hayan publicado una obra de mérito reconocido acerca de cualquiera de las ciencias del instituto de la Academia. 1. Se entiende que hacen dimision de su plaza de académicos: 1.* Los numerarios que dejen de desempeñar sus funciones por es- b Xx pacio de un año, sin algun impedimento legítimo, á juicio de la Academia : 2." Los corresponsales que dejen de desempeñar los trabajos que les encomiende la Academia, sin impedimento considerado tambien legítimo por la misma: 3.7 Los nacionales que en mas de dos años no hayan remitido tra- bajo alguno á la Corporacion sin igual impedimento. 15. La Academia tendrá: Un Presidente: Un Vice-Presidente : Un Secretario general: Un Vice-Secretario: Un Tesorero: Un Contador: Un Bibliotecario-Archivero. 16. Estos cargos serán desempeñados por académicos numerarios elegi- dos por la misma Academia. 7 Los cargos de Presidente y Bibliotecario-Archivero son trienales: Los de Vice-Presidente y Vice-Secretario bienales: El de Secretario general perpétuo: Los de Tesorero y Contador anuales. 18. Habrá una Junta directiva, encargada de todo lo concerniente al gobierno interior de la Academia. 119! Habrá una Junta administrativa encargada de todo lo relativo á la parte económica de la Corporacion. XI 20. Son atribuciones del Presidente: Vigilar el exacto cumplimiento de los estatutos: Llevar la correspondencia con el Gobierno: Presidir, abrir y cerrar las sesiones: Poner á discusion los asuntos en que ha de ocuparse la Academia: Dirigir las discusiones: Convocar á sesiones estraordinarias: Nombrar los individuos que han de componer las comisiones especiales: Firmar con el Secretario los títulos ó diplomas, y las actas é in: formes de la Academia: Presidir las Juntas directiva y administrativa: Providenciar en casos de urgente necesidad, con obligacion de reunir brevemente á la Academia ó á las juntas, segun fuere el caso. 21. El Vice-Presidente tiene las mismas atribuciones que el Presidente en caso de ausencia ó vacante. Es miembro de las Juntas directiva y administrativa. 99 bal bl El Secretario general, además de tener á su cargo los asuntos pro- pios de Secretaría, Es responsable del sello de la Academia, de las actas, títulos, re- gistros y papeles relativos á asuntos pendientes: Hace entrega formal é inventariada al Archivero de los espedientes concluidos: Autoriza con su firma los acuerdos, certificaciones y corresponden- cia que no exijan la del Presidente: Firma con éste los títulos de académico, las actas é informes de la Academia: XII Forma los resúmenes anuales de actas de que ha de darse cuenta á la misma: Es el encargado de sus publicaciones: Es secretario de las Juntas directiva y administrativa. 23. El Vice-Secretario tiene las mismas atribuciones que el Secretario en caso de ausencia ó vacante. 2h. El Tesorero recauda los fondos de la Academia por el método que ella misma apruebe: Los custodia bajo su responsabilidad: Hace los pagos que determine la Junta administrativa, con las for- malidades y requisitos que previene el artículo 110: Presenta á la misma Junta cada tres meses un estado de caudales, y anualmente una cuenta documentada de ingresos y gastos: Es miembro de la Junta administrativa. 29. El Contador lleva la cuenta y razon de la Academia por el método aprobado por ésta: Interviene la entrada y salida de caudales en tesorería: Autoriza con su V.” B.” el estado de fondos que cada tres meses ha de presentar el Tesorero á la Junta administrativa, y la cuenta anual do- cumentada del mismo: Es miembro de la Junta administrativa. 26. El Bibliotecario-Archivero tiene 4 su cargo la biblioteca y el archivo de la Academia por el método y orden que determine la Junta directiva: Los recibe y entrega por formal inventario: Los custodia y conserva ordenados , formando índices y catálogos: xn Propone á la Junta directiva todo lo que crea conveniente acerca del aumento, mejoras y buen servicio de la biblioteca y del archivo: Entrega bajo recibo al Secretario general los documentos y papeles archivados que pidiere. Tareas académicas. == Y) SÁ 27. Las tareas de la Academia consisten: 1.” En las investigaciones y estudio del objeto de su instituto, por medio de la formacion y discusion de memorias ú otros escritos presen- tados por los académicos, tanto numerarios como corresponsales nacio- nales y estrangeros, y aun por personas estrañas á la corporacion: En la adquisicion de datos relativos á los progresos que se hagan en las ciencias exactas, físicas y naturales: En la correspondencia científica con las corporaciones y sábios na- cionales y estrangeros: En el señalamiento y adjudicacion de premios: En la publicacion de sus actas, memorias, informes ú otros escritos que se considere conveniente. 2.” En el despacho de informes, proyectos y demás asuntos que la encargue el Gobierno: En el de informes procedentes de autoridades generales y provin- ciales por orden del mismo Gobierno: En el de consultas é informes pedidos por particulares cuando la Academia lo juzgare conveniente. 28. Entre las tareas de la Academia , comprendidas en el artículo ante- rior, será una de las mas principales la formacion de una Revista de los progresos de las ciencias exactas, físicas y naturales. 29. Esta Revista será un resumen ó análisis de lo mas notable que con- tengan las actas y periódicos científicos de España y del estrangero. 30. La Revista será mensual, y cada una de las secciones formará la parte de ella relativa á las ciencias que respectivamente la corres- ponden. 31. A este fin nombrará cada seccion, en su reunion ordinaria mensual, el individuo que haya de desempeñar este encargo. 32. El encargado de formar la Revista dará cuenta de ella en la sesion ordinaria del mes siguiente. La seccion determinará las partes ó artícu- los que conceptúe conveniente poner en conocimiento de la Academia. 33. El Secretario de la seccion comunicará al general de la Academia lo que se haya de poner en conocimiento de esta, segun lo prevenido en el artículo anterior. 3h. La seccion puede desde luego tomar en consideracion , y de la ma- nera que estime conveniente, cualquier asunto de los contenidos en la Revista. 35. Examinada por la Academia la comunicacion de cada una de las secciones, acordará lo que juzgue mas oportuno para cumplir con el objeto á que va encaminada la formacion de esta Revista. XV 36. Ninguna memoria puede ser leida en Junta general de Academia sin acuerdo anterior de la seccion correspondiente. Sesiones. Ls 37. La Academia celebra sesiones ordinarias y estraordinarias. 38. Tendrá una sesion ordinaria en la cuarta semana de cada mes, y las estraordinarias que á juicio de la Academia ó de su Presidente se con- siderun necesarias. Los corresponsales podrán asistir á ellas con voz, pero sin voto. 39. El orden de los asuntos que han de formar el objeto de las sesiones de la Academia es el siguiente: Acta anterior: Actas de secciones: Comunicaciones del Gobierno: Id. de las Juntas directiva y administrativa: Correspondencia estrangera, oficial y particular: Id. nacional: Tareas científicas remitidas á la Academia: Revista de los progresos de las ciencias: Indicaciones ó comunicaciones que sobre el mismo objeto hicie- ren los académicos: Propuestas é informes de las secciones y comisiones: Proposiciones de los académicos: Asuntos estraordinarios. XVI Si por la urgencia ó importancia de algun asunto conviniere alterar este orden, podrá hacerlo el Presidente con acuerdo de la Academia, esceptuándose el acta anterior, las actas de secciones y las comunica- ciones del Gobierno, que han de ser siempre los primeros asuntos de la sesion en el orden que queda establecido. LO. Las sesiones de la Academia serán públicas para los dos objetos siguientes: 4.* Para dar anualmente cuenta de sus tareas: 2. Para la recepcion de académicos. LM. La sesion pública destinada al primer objeto se celebrará en uno de los dias del mes de noviembre de cada año, y en ella se leerá por el Secretario general un resumen conciso de las actas del año anterior, con una ligera indicacion de las circunstancias y obras de los académicos que hubieren fallecido en el mismo año; se adjudicarán los premios conce- didos en él, y se dará cuenta del programa de los premios para el si- guiente, que se habrá anunciado con anterioridad. 42. En la sesion pública para la recepcion de académicos se dará cuen- ta de la vacante acaecida y de la eleccion hecha por la Academia. En seguida el académico electo leerá un discurso alusivo á las cir- cunstancias , á que contestará el Presidente , concluyendo con darle po- sesion de su plaza. L3. La Academia celebra en los primeros dias del mes de octubre de cada año una sesion destinada: 1. A leer un resumen estenso de las actas del año académico anterior: 2. A leer el discurso del Presidente saliente en los años que cor- respondiere: XVII 5. A dar posesion de los cargos académicos á los miembros que hubieren sido nuevamente elegidos. hh. En los años en que no haya renovacion de Presidente , acordará la Academia con la debida anticipacion si ha de leerse algun otro discurso, asi como su objeto y estension. £5. En ausencia del Presidente y Vice-Presidente presidirá las sesiones de la Academia un Presidente de seccion por el orden de su antigúe- dad, y á falta de éstos el académico mas antiguo de todos los presentes. Elecciones. AIDA LÓ6. Las elecciones pueden ser: 1.* Para la admision de académicos: 2.” Para desempeñar los cargos de la Academia. 47. En ningun caso de elecciones se podrá entrar en discusion que ten- ga por objeto el mérito y circunstancias de las personas. Elecciones para admision de Académicos numerarios. L8. Siendo preciso, conforme á lo prevenido en el artículo 3.” del Real decreto de creacion de la Academia, proveer las plazas de numerarios dentro de los dos meses siguientes á la declaracion de la vacante, se procederá á la eleccion de la manera y por los trámites que siguen: Cc XVII La declaracion de la vacante de una plaza de académico numerario se hará en sesion ordinaria de la Academia, pasando inmediatamente aviso de este acuerdo á la seccion de donde es la vacante, para que proceda á la propuesta de candidatos en la forma que á continuacion se establece. 49. La seccion ha de reunirse para este objeto en sesion estraordinaria, celebrada precisamente dentro de los diez dias que siguen á la decla- racion de la vacante: su Secretario citará con la mayor anticipacion po- sible por medio de aviso especial en que se esprese el objeto de la reu- nion. 30. En ella la seccion procederá á hacer la propuesta de candidatos; pa- va lo cual cada individuo de la seccion podrá presentar uno en nota firmada por el mismo, espresando los méritos científicos del propues- to, y pudiendo acompañar á ella las obras, escritos 6 documentos que considere oportuno. 31. Para ser propuesto como candidato se necesita reunir las tres cir- cunstancias que establece el artículo 7.” 32. El Secretario de la seccion dará una lista de los nombres de todos los propuestos á cada uno de sus individuos, y se terminará la sesion: que- dando en la Secretaría para que puedan ser consultadas por los aca- démicos las propuestas parciales y las notas, obras y documentos con que se hubieren acompañado. Dentro de los diez dias siguientes se volverá á reunir la seccion en junta tambien estraordinaria, y en ella se leerá la lista de los propues- Los, sin poder adicionarla por ningun motivo. XIX SA. Acto contínuo se procederá 4 votar en escrutinio secreto por bolas, y á mayoría relativa de votos, el orden de preferencia con que se han de colocar en una lista todos los candidatos, despues de lo cual se cer- rará la sesion. Esta lista asi ordenada será la propuesta que la seccion ha de presentar á la Academia. D0. En caso de igualdad de votos para ocupar un mismo lugar en la lista de preferencia, se repetirá la votacion entre los que hubieren ob- tenido el mismo número; y cuando por segunda vez resultase esta igual- dad, decidirá la suerte. 36. En estas votaciones se necesita reunir la mayoría absoluta de votos de todos los individuos de la seccion presentes. 57. Para que haya eleccion de propuesta se requiere que esté presente la mayoría de los miembros de la seccion existentes en Madrid. 58. La propuesta de la seccion será inmediatamente trasmitida á la Se- cretaría general con las notas, obras y documentos presentados por los proponentes, dándose cuenta de ella en la primera sesion ordinaria. 59. En esta sesion, enterada de la propuesta la Academia, decidirá si ha ó no lugar á adicionar la lista de propuestos. 60. Si la Academia decidiese adicionar la lista, cada académico por el orden de su antigiedad podrá proponer en esta sesion un nuevo candi- XX dato en nota firmada por el mismo, espresando los méritos científicos del propuesto, y pudiendo presentar en Secretaría general dentro del término de cuatro dias los documentos que determina el artículo 50. 61. Estas propuestas de los académicos, colocadas por el orden con que se hicieren, se añadirán á la lista presentada por la seccion, quedando en Secretaría general las notas y documentos para los efectos que el ar- tículo 52 establece. 62. Hecho esto, ó bien despues de haber declarado la Academia que no ha lugar á adicionar la propuesta de la seccion, se fijará dentro de los ocho primeros dias siguientes el destinado para la votacion de admi- sion de un académico entre todos los candidatos propuestos. 63. Por la Secretaría general se dará á cada académico una lista de los nombres de todos los propuestos. 6h. Reunida la Academia para la eleccion se leerá la lista general de candidatos, y acto contínuo se procederá en escrutinio secreto, por bo- las, á elegir uno de entre todos los propuestos; y aquel que reuniese el número de votos establecido en el artículo siguiente quedará elegido académico. 65. Para que haya eleccion se requiere : 1. Que se hallen presentes la mitad y uno mas de los académicos numerarios que existan en Madrid: 2.” Que el elegido reuna las dos terceras partes de votos de los aca- démicos presentes, escepto el caso que previene el artículo 67. XXI 66. Si no resultase votacion por no haber reunido ninguno el número de votos establecido en el artículo anterior, se procederá á otra nueya en- tre los tres que hayan obtenido mayor número. Si aun asi no hubiere eleccion se votará entre los dos que mayor número de votos hubieren reunido; y no habiendo ninguno de los dos llegado 4 obtener las dos terceras partes de votos de los presentes, se suspenderá el acto de la votacion para repetirle en otra sesion estraordinaria. Cuando haya que proceder en los dos casos espresados en este ar- tículo á nueva votacion entre los que hubieren obtenido mayor número de votos, si resultase que sacasen iguales votos mas individuos de los señalados para entrar en aquella votacion, se comprenderán todos estos en ella. 67. En la sesion estraordinaria que determina el artículo precedente, y que deberá celebrarse dentro de los ocho dias siguientes á la anterior, convocando para ella por citación especial en que se advierta el objeto de la reunion, se procederá nuevamente á verificar la votacion de ad- mision de académico entre todos los propuestos, en la cual, y solo en este caso, se exigirá la mayoría absoluta de votos de todos los académi- cos presentes. 68. En casos de empate se repetirá la votacion; y si hecha esta resul- tare de nuevo el empate, decidirá la suerte. 69. Concluida la eleccion el Presidente proclamará académico al que hubiere sido elegido. El Presidente determinará el dia en que ha de verificarse la sesion de recepcion, XXI! 70. Cuando ocurriese la provision de dos ó mas vacantes de académicos á la vez, se seguirán los trámites aqui establecidos, en actos ente- ramente separados y diferentes para cada una. Elecciones para Académicos corresponsales. dl Para ser propuesto académico corresponsal nacional se necesita ha- ber presentado un trabajo correspondiente á cualquiera de las secciones, que habiendo sido declarado por ella digno del conocimiento de. la Academia, y leido en esta, mereciese por votacion secreta que se haga mencion honorífica de él en el resumen de sus actas. 72. Podrán tambien ser propuestos para corresponsales nacionales los individuos de la estinguida Academia de Ciencias naturales, que ha- biendo presentado en ella alguna memoria hubiere merecido una califi- cacion semejante. 13. Para ser propuesto académico corresponsal estrangero se necesita ser autor de una obra de mérito reconocido sobre cualquiera de las ciencias del instituto de la Academia. Th. La propuesta para corresponsal, tanto nacional como estrangero, ha de ser hecha en sesion de Academia, y firmada á lo menos por tres nu- merarios. 75. En esta propuesta, igual á la que previene el artículo 50 para la XXUI admision de numerarios, se espresarán los méritos científicos del pro- puesto, indicando precisamente cuál sea respecto de los nacionales la memoria ó escrito de que tratan los artículos 71 y 72, y acompañando respecto de los estrangeros la obra que previene el artículo 75. 76. Las propuestas, con los escritos y obras de que habla el artículo an- terior, pasarán á una comision especial compuesta del Presidente, Se- cretario general, y un miembro de cada una de las secciones elejido por ellas mismas. le La Comision, despues de haber comprobado los escritos referentes á los corresponsales nacionales, y de tener á la vista la obra ú obras de los estrangeros, fijará la lista de los propuestos que llenen las condicio- nes establecidas, y acto contínuo procederá á votar, por escrutinio se- creto y á mayoría relativa de votos, el orden de preferencia con que se ha de presentar la propuesta general de candidatos á la Academia. Si fuese uno solo el propuesto, la comision estenderá su dictamen del modo que la parezca mas conveniente. 78. Trasmitida inmediatamente á la Secretaría general la propuesta ó dictamen de la comision, con las propuestas parciales y los escritos y obras de que tratan los artículos anteriores, se dará cuenta en la pri- mera sesion ordinaria. 9 La Academia resolverá si en esta misma sesion se ha de proceder 6 no á la eleccion. Si resolviere que no, fijará el dia en que haya de ve- rificarse dentro de los ocho siguientes, quedando entretanto la propues- ta y sus documentos en la Secretaría general para conocimiento de los académicos. XXIV 80. Sea en aquella sesion, ó en la que haya fijado la Academia, se leerá la propuesta de candidatos por el orden de preferencia que de- terminó la comision, y acto contínuo se procederá á la eleccion por pa- peletas y escrutinio secreto, quedando elegido corresponsal el que reu- niese mayoría absoluta de votos de los académicos presentes. Si fuese uno solo el propuesto tendrá necesidad de reunir la misma mayoría de votos para ser elegido. Elecciones para los cargos académicos. —_—— A s1. Las elecciones para ejercer los cargos de la Academia se harán en sesion estraordinaria celebrada en uno de los quince primeros dias del mes de junio; anunciándose por el Presidente en la ordinaria del mes de mayo anterior la eleccion inmediata y el dia en que ha de cele- brarse. 82. En el caso de quedar vacante algun cargo académico en cualquier otro tiempo del año, decidirá la Academia si ha de procederse inmedia- tamente á su provision, ó si ha de prorogarse hasta las próximas elec- ciones ordinarias. 83. La eleccion para estos cargos ha de recaer precisamente en aca- démicos numerarios, debiéndose convocar á ella con la debida anticipa- cion, y con indicacion espresa del objeto y de los cargos que deban proveerse. 8h. En la sesion destinada á este fin se leerá la lista general de nu- merarios; la de aquellos cuyos cargos continuan en el año siguiente; la XXV de los que cesan en el año de la eleccion; y por consiguiente la de las vacantes que han de proveerse. 85. En seguida se procederá á elegir uno por uno los académicos que hayan de desempeñar estos cargos. La eleccion se hará por escrutinio secreto de papeletas. 86. En todos los cargos académicos puede haber reeleccion. s7. Para la eleccion se necesita reunir mayoría absoluta de votos de los académicos presentes: Para la reeleccion dos terceras partes de votos. En uno y otro caso se requiere que esté presente la mitad y uno mas de los académicos numerarios existentes en Madrid. 88. No resultando eleccion se votará nuevamente entre los tres que ha- yan obtenido mayor número de votos; y no habiéndola tampoco se hará otra votacion entre los dos que mas hubieren reunido. Cuando haya que proceder, en los dos casos espresados en este ar- tículo, á nueva votacion entre los que hubiesen obtenido mayor núme- ro de votos, si de ella resultase que sacasen iguales votos mas indivi- duos de los señalados para entrar en aquella votacion, se comprenderán todos estos en ella. Si resultase empate se repetirá la votacion, y si hecha ésta hubiese nuevo empate decidirá la suerte. 89. En el caso de que no haya reunido las dos terceras partes de votos para ser reelegido el académico que cesa en el cargo que se ha de pro- veer, ni al mismo tiempo hubiese obtenido mayoría absoluta ninguno de d XXVI los que pueden ser elegidos, se procederá á nueva votacion, en la cual no podrá aquel ser incluido. 90. En la sesion ordinaria de la Academia del mes de junio de cada año el Presidente proclamará estos nombramientos, y los miembros que los obtuviesen empezarán á ejercer sus cargos desde el dia 4.” de octubre próximo. 91. Cuando por cualquier motivo no se presentase en 1.* de octubre á ejercer su cargo alguno de los nuevamente elegidos para desempeñar- los, continuará el que le ejerció en el año anterior y debia cesar enton- ces, dándose inmediatamente parte á la Academia: no entendiéndose es- to con los cargos de Presidente y Secretario, siempre que se presenten el Vice-Presidente y Vice-Secretario, encargados de sustituir 4 aquellos en sus funciones. 92. Los cargos académicos son obligatorios, escepto en casos de reelec- cion; y solo la Academia puede dispensar su cumplimiento. Secciones. HDD 93. Cada una de las tres secciones de que se compone la Academia constará de doce plazas de académicos numerarios. 9h. Cada seccion tendrá un Presidente y un Secretario elegidos entre los miembros de ella. XXVII 95. Por ausencia de los Presidentes presidirán las secciones los aca- démicos mas antiguos de ellas, y en casos de igual antigiedad el de mayor edad. 96. En ausencia del Secretario habilitará el Presidente á un académico para ejercer interinamente sus funciones. 97: Los académicos numerarios de cada seccion son los que únicamente tienen en ella yoz y voto. Pueden asistir á las sesiones de una seccion los miembros de las demás, asi como los corresponsales , teniendo en ellas yoz y no voto. 98. El Presidente de la seccion Vigila el exacto cumplimiento de los estatutos en ella: Preside, abre y cierra las sesiones: Pone á discusion los asuntos en que ha de ocuparse la seccion: Dirije las discusiones: Nombra los individuos que han de componer las comisiones especiales de seccion: Convoca á sesiones estraordinarias: Es miembro de la Junta administrativa. 99: El Secretario tiene á su cargo todos los asuntos de la secretaría de su respectiva seccion, lleva la correspondencia con la Academia, y lee en las sesiones de ésta las actas de aquella. 100. Son incompatibles los cargos de Presidente de la Academia, Se- XX VvHIl cretario general, Tesorero y Contador con los de Presidente y Secre- tario de seccion. 101. Cada seccion celebrará una sesion ordinaria al mes, y las estraordi- narias que á juicio de la misma seccion , ó de su Presidente , se consi- deren necesarias. 102. La seccion de ciencias exactas tendrá su sesion ordinaria en la pri- mera semana del mes: La de ciencias físicas en la segunda: La de ciencias naturales en la tercera. 103. El orden de los asuntos en las sesiones de seccion es el siguiente: El acta anterior: Las comunicaciones de la Academia: Los dictámenes, informes y demás tareas de la seccion: La Revista de los progresos de las ciencias: Las indicaciones ó comunicaciones que sobre el mismo objeto hi- cieren los individuos de la seccion ó los de otras que asistie- ren á ella: Las proposiciones que hagan los individuos de la misma seccion: Los asuntos estraordinarios. Si por la urgencia ó importancia de algun asunto conviniese alterar este orden, podrá hacerlo el Presidente con acuerdo de la seccion, es- ceptuando el acta anterior y las comunicaciones de la Academia, que han - de ser siempre los primeros asuntos de la sesion. 104. Hechas las elecciones para los cargos generales de la Academia , se harán en cada seccion las correspondientes de Presidente y Secretario, observando en todo los mismos trámites y con las mismas circunstan- cias que se determinan para los cargos generales de la Academia, dando XXIX aviso á la Secretaría general del resultado de las elecciones antes de la sesion ordinaria del mes de junio. 105. Estos cargos son anuales y obligatorios, escepto en casos de reelec- cion. La Academia podrá dispensar su cumplimiento. Junta directiva. 106. Constituyen esta Junta el Presidente, Vice-Presidente y Secretario general. A ella corresponde el gobierno interior del cuerpo , y en tal con- cepto la compete: La ejecucion de los acuerdos de la Academia que no sean cientí- ficos ni económicos: La inspeccion de los gabinetes, biblioteca, archivo y demás depen- dencias de la Academia: El nombramiento de los dependientes de ella y el señalamiento de sus Obligaciones: La vigilancia de todo el establecimiento, de su decoro y aseo , y de todo lo necesario á las sesiones. 107. A propuesta de la Junta directiva la Academia determinará el sueldo que deban disfrutar sus dependientes, pudiendo la misma Junta suspen- derlos de su sueldo y funciones si lo creyere conveniente, dando cuenta de ello inmediatamente á la Academia. 108. Esta Junta celebrará una sesion ordinaria al mes, y las estraordina- rias que á juicio del Presidente se consideren necesarias. XXX Junta administrativa. > 0MBIDECO— 109. La Junta administrativa se compone del Presidente, Vice-Presidente, Secretario general, Tesorero, Contador y los tres Presidentes de seccion. Como encargada de todo lo relativo á la parte económica de la Aca- demia le corresponde: Dirigir la recaudación y distribucion de los fondos de la Academia: Proponer á la misma el orden de contabilidad que ha de estable- cerse en la administracion de aquellos fondos: Someter con su informe á la aprobacion de la Academia la cuenta anual justificada de ingresos y gastos, formada por el Tesorero y visada por el Contador. 110. Los libramientos de la Junta administrativa contra los caudales de la Academia serán espedidos por el Secretario, visados por el Presidente y tomada razon por el Contador, sin cuyos requisitos no será de abono al Tesorero cantidad alguna. AE A propuesta de la Junta administrativa la Academia presentará cada año al Gobierno un presupuesto ordinario de sus gastos, comprendiendo en él: 1.7 El sueldo del Secretario general y gastos de escritorio: 2." Una cantidad fija para compra de libros, susericion de periódi- cos científicos y adquisicion de objetos de colecciones y gabinetes: 3. El valor de los premios: 4. La cantidad necesaria para impresiones: 5. Los sueldos de dependientes y demás gastos de conservacion de la Academia. XXXI 112. Además de este presupuesto ordinario la Academia presentará tam- bien al Gobierno, á propuesta de la misma Junta, los estraordinarios de los gastos que exijan las comisiones ó informes que el mismo la encar- gue, ó que ella crea necesarios para el adelantamiento de las ciencias. 143. La Junta administrativa celebrará una sesion ordinaria al mes, y las estraordinarias que á juicio del Presidente se consideren necesarias. Publicaciones de la Academia. —— (10 —— M4. La Academia podrá publicar: 1.” El resumen anual de sus tareas: 2.7 Las memorias é informes de los académicos y de las comisiones: 3. Las memorias premiadas: 4.* Las memorias de la estinguida Academia de Ciencias naturales: 5." Las memorias ó cualesquiera otros escritos presentados á la Aca- demia por personas estrañas á la Corporacion, prévio su consentimiento: 6. Los elogios fúnebres de los académicos. Cc 115. Para la publicacion de cualquiera de estas obras se necesita el con- sentimiento espreso de la Academia, obtenido por votacion secreta y á mayoría absoluta de votos de los académicos presentes. 146. La Academia determinará por acuerdos especiales los trámites que han de seguir estas diferentes tareas antes de dar el consentimiento de que trata el artículo anterior. XXXI AA La Academia no adopta ni rehusa las opiniones de sus individuos: cada autor es responsable de lo que contengan sus escritos. 118. Se consideran de propiedad de la Academia las memorias que la presentaren sus individuos, asi numerarios como corresponsales. Podrán sin embargo sus autores publicarlas en cualquier tiempo si ya no estu- viese acordada y próxima la impresion por cuenta de la Academia, re- cobrando aquellos en tal caso su propiedad. 119. Las memorias premiadas serán siempre propiedad de la Academia. Sin perjuicio de este derecho sus autores podrán imprimirlas con licen- cia de la misma, en cuyo caso el original quedará en el archivo de la Corporacion, sacándose á espensas del interesado copia autorizada por el Secretario. Premios. ollo 120. Con el fin de promover el estudio, adelantamiento y propagacion de las diferentes partes de las ciencias que forman el instituto de la Acade- mia, convocará ésta á concurso público, proponiendo tres premios á lo me- nos y otros tres accessit en cada año á los autores de las mejores obras ó memorias presentadas al concurso. 124. Se procurará cuidadosamente que los premios propuestos correspon- dan con igualdad al objeto de cada una de las secciones. XXXIII 192. Acuerdos particulares de la Academia fijarán el tiempo y objeto de los programas, la época y duracion del concurso, la naturaleza de los premios, los trámites que han de seguirse hasta concederlos, y todo lo demás relativo á este asunto. 123. Los premios se adjudicarán en sesion pública, para lo cual serán citados los autores de las memorias premiadas, y si se hallasen en Ma- drid los recibirán de manos del Presidente. Disposiciones generales. DIRE 1214. El año académico comienza en 1.* de octubre y concluye en 30 de junio. 125. La Academia tiene vacaciones durante los meses de julio, agosto y setiembre. 126. La Academia usará para autorizar sus documentos un sello par- ticular alegórico á su objeto. 127. La Academia no comunicará pública ni oficialmente el juicio que ella ó sus secciones hubieren formado de cualesquiera obras, memorias ú otros escritos, á no ser cuando los haya mandado calificar el Gobierno, ó cuando hubieren de imprimirse los comprendidos en el artículo 119. e La Academia no delibera sobre proposiciones que no estén escritas y firmadas por algun académico. 129. En los primeros dias de octubre han de quedar instaladas las nuevas Juntas directiva y administrativa, dando parte á la Academia de haberse asi verificado. 130. Todos los libros, manuscritos, máquinas y demás objetos estarán á disposicion de las secciones, comisiones y académicos para su estudio y tareas; pero no se podrá autorizar su estraccion fuera del edificio de la Academia, proporcionándose dentro del mismo por los respectivos en- cargados la comodidad necesaria para su reconocimiento y manejo. 134. Para derogar cualquier acuerdo de la Academia se necesita propo- sicion formal firmada por tres académicos á lo menos, no pudiéndose tomar resolucion sobre ella en la misma sesion en que se presente. 132. La Academia tendrá para su servicio los dependientes que erea nece- sarios, fijando de antemano su sueldo y obligaciones. Disposiciones transitorias. >> 0 [o cco— 133. No obstante lo prevenido en los artículos 70, 71 y 75 acerca de las condiciones que se requieren para ser propuesto en la clase de cor- responsales nacionales y estrangeros, la Academia podrá por ahora ele- XXXV gir hasta las dos terceras partes de su número sin sujecion á lo preseri- to en ellos, pero observando los demás trámites establecidos en los Es- tatutos. En lo sucesivo, tanto para la otra tercera parte como para las vacantes que despues ocurran, se observará lo que aquellos artículos previenen. 134. Aprobados por S. M. estos Estatutos se procederá inmediatamente á la eleccion para cargos académicos, observándose lo dispuesto en los artículos respectivos, escepto la parte relativa á la época ó tiempo de las elecciones. 135. Asi constituida la Academia fijará el dia en que ha de dar princi- pio á sus tareas, y en él se celebrará una sesion estraordinaria para dar posesion á los nombrados é inaugurar el primer año académico. Madrid 20 de octubre de 1847.=Marqués del Socorro, Presiden- te interino.= Andrés Alcon. = Vicente Vazquez Queipo. = Francisco de Lujan. = Francisco de Travesedo. = Jacobo María de Parga. = Antonio Terrero. = Mariano de la Paz Graells. =Joaquin Ezquerra del Bayo. = Nicolás Casas de Mendoza. = Vicente Santiago de Ma- sarnau. =Jvoaquin Alfonso. =Vicente Cutanda. Joaquin Blake.= Fernando García San Pedro. = Agustin Valera. = Donato García.= Antonio Remon Zarco del Valle.=Diego Genaro Lletget.=Rafael de Amar de la Torre. =Pedro Miranda.=Juan Subercase.=Mateo Seoa- ne.=Celestino del Piélago. = Ventura Mugartegui. = Gerónimo del Campo.= José García Útero. =Antonio Moreno. =Pedro María Ru- bio. = José de Odriozola. = Venancio Gonzalez Valledor. = Pascual Asensio.=Mariano Lorente, Secretario interino. Es copia de los Estatutos originales aprobados por S. M. = Madrid 4 de febrero de 1848. r co. - El Secretario mtevmno. APROBACIÓN DE LOS ESTATUTOS. ——————>4 Y en ——— MINISTERIO DE COMERCIO, INSTRUCCION Y OBRAS PÚBLICAS. =La Rema (q. D. g.), de conformidad con el dictamen del Consejo de Instruccion pública, se ha dignado aprobar los Estatutos de la Real Academia de Ciencias exactas, fisicas y naturales, formados por la misma en cumplimento de lo prevenido en el artículo 6.” del Real decreto de su creacion, los cuales devuelvo á V. $, para que se im— priman y demás efectos correspondientes. =De orden de S. M. lo comunico áú V. S. para conocimiento de esa Academia y fines espre- sados. Dios guarde ú4 V. S. muchos años. Madrid 23 de diciembre de 1847.=Bravo Murillo.=S”. Presidente de la Real Academia de Ciencias. añ Aral e 7 o ESTADO DE LOS ACADÉMICOS NUMERARIOS Y CORRESPONSALES QUE COMPONEN BA RBAD ACADRUMA DE CUANTIAS DB HADRID EN 30 DE JUNIO DE 1850. — q — Presidente. Excno. SR. D. ANTONIO REMON ZARCO DEL VALLE Y HUET, Académico de número en la seccion de Ciencias físicas, Caballero Gran Cruz de la Real y distin- guida Orden Española de Carlos 11; de la Americana de Isabel la Católica; de las militares de S. Fernando y de S. Hermenegildo; de la muy noble y militar de S. Benito de Avis de Portugal; de la del Aguila roja de Prusia; Gran Oficial de la Legion de Honor de Francia; tres veces Caballero de primera clase de la espresada orden de San Fer- nando; condecorado con las cruces de distincion de las batallas de Bailén, Aranjuez, Almonacid, Chiclana, la Albuera, y con las del segundo y tercer ejército de la guerra de la Independencia; dos veces benemérito de la Patria; Senador del Reino; Padre de Provincia en la de Alava; consejero Real estraordinario; Ministro plenipoten- ciario de S. M.; Gentil-hombre de cámara con ejercicio; individuo de la Academia de la Historia; de la de ciencias y artes de Barcelona, y la de Buenas letras de la misma ciudad; de las de bellas artes de S. Fernando de Madrid, S. Luis de Zaragoza y la Concepcion de Valladolid; de la de ciencias militares de Suecia; de la Sociedad Geológica de Francia; de la de Geografía de Paris; de las económicas Matritense, Aragonesa, de Jaen, Lucena, Baena, Huelva, Granada, Pontevedra, Puerto-Rico y la Habana; Teniente general de los Ejércitos Nacionales; Ingeniero general de los mis- mos, y de las plazas y fronteras del Reino; Inspector general del regimiento de Inge- nieros, «e. $e. Vice-Presidente. SR. D. JOSE SOLANO DE LA MATALINARES, MARQUES DEL SOCORRO, Aca- démico de número en la seccion le ciencias físicas; Arquitecto; Consiliario de la Real XL Academia de Bellas Artes de S. Fernando; individuo de la Sociedad económica Matri- tense; corresponsal de las de Lérida y Caracas, y de la Academia de Arqueologia de Bélgica; Contador de la Caja de ahorros de Madrid. Secretario perpétuo. SR. D. MARIANO LORENTE; Académico de número en la seccion de ciencias naturales; Doctor en Medicina y Cirujía; Vocal numerario del Real Consejo de Sani- dad del rcino; antiguo secretario general de la Academia de Ciencias naturales de Madrid; Socio de la económica Matritense, é individuo de la Junta Directiva del Colegio de Sordo-mudos y ciegos; Socio de mérito de la Academia Quirúrgica de Ma- drid; Académico correspondiente de la de Ciencias naturales y Artes de Barcelona, de la Academia de Arqueologia de Bélgica, de la Sociedad Médico-quirúrgica de Brujas y de la Sociedad económica de la Sajonia Real; Benemérito de la patria; condecorado con las cruces del 7 de julio, y de la milicia espedicionaria de 1823, Vice-Secretario. SR. D. CIPRIANO SEGUNDO MONTESINO; Académico de número en la seccion de ciencias físicas; Catedrático de Fisica en el Conservatorio de artes. Tesorero. SR. D. FRANCISCO DE TRAVESEDO; Académico de número en la Seccion de ciencias exactas; Catedrático de término en la facultad de Filosofia de la Universidad de Ma- drid con la asignatura de Cálculos Sublimes. Contador. SR. D. GERONIMO DEL CAMPO; Académico de número en la seccion de ciencias exac- tas; Caballero de la Real y distinguida orden de Carlos 111, Consejero de instruccion pública; individuo de número de la Real Academia Española; honorario de la Academia de la Purísima Concepcion de Valladolid; Ingeniero Gefe de primera clase de caminos, canales y puertos; Director y Profesor de la Escuela Preparatoria para las especiales de Caminos, de Minas y de Arquitectura. Bibliotecario—Archvero. SR. D. JOAQUIN ALFONSO, Académico de número en la seccion «le ciencias físicas, Director del Conservatorio de Artes. ACADÉMICOS DE NUMERO. SESVAON YE SAENSAMS EPAESTMI, WA WII A Presidente. SR. D. FERNANDO GARCIA SAN PEDRO; Brigadier de infantería y Coronel de Ingenieros. Secretario. SR. D. AGUSTIN VALERA; Coronel de Infantería; Teniente Coronel de Artillería; Secretario de la Junta superior Facultativa de esta arma. ===> ILMO. SR. D. JOSE GARCIA OTERO; Académico de mérito de la Academia de San Fernando, Inspector general de caminos, canales y puertos; del Consejo Real en clase de estraordinario; Comendador de número de la Real Orden Española de Carlos IL. SR. D. JOSE DE ODRIOZOLA; Brigadier de infantería; Coronel de Artillería y vocal de la Junta superior Facultativa de este Cuerpo; Caballero con Cruz y Placa de la Real y militar orden de S. Hermenegildo; condecorado con varias cruces de distincion por acciones de guerra; Académico de la de Nobles Artes de S. Fernando; Director del Seminario de Vergara en comision por S. M. ILMO. SR. D. JUAN SUBERCASE; Bachiller en filosofía y Maestro en artes en la misma Facultad; Inspector general en el cuerpo de Ingenieros de caminos, canales y puertos; Consejero del Real de Instruccion pública y Presidente de la seccion 6.* del mismo; Consejero del Real de Agricultura, Industria y Comercio; Secretario de S. M. con ejercicio de Decretos; Intendente honorario de provincia; Comendador de la Real y distinguida orden de Carlos 111, y agraciado con igual condecoracion en la de Isabel la Católica; Socio de mérito y de Honor de la Sociedad de Amigos del Pais de Valencia; Académico de honor de la Real de S. Carlos de la misma ciudad, Socio cor- respondiente de la Academia de ciencias naturales y artes de Barcelona. SR. D. PEDRO MIRANDA, ex-Director general de caminos, canales y puertos; indivi- duo de la Sociedad económica Matritense. SR. D. CELESTINO DEL PIELAGO; Caballero Cruz y Placa de la orden militar de S. Hermenegildo; Oficial de la orden de la Legion de honor de Francia; Comendador f XLII de la orden Real del Aguila roja de Prusia; Académico de mérito de la Real de No- bles artes de S. Fernando; Brigadier de Infantería; Coronel del cuerpo de Ingenieros. SR. D. FRANCISCO DE TRAVESEDO (véase pág. XL). SR. D. GERONIMO DEL CAMPO (véase púg. XL). SR. D. JOSE SANCHEZ CERQUERO; Brigadier de la Armada; Comendador de la Real orden de Isabel la Católica; Caballero de la orden militar de S. Hermenegildo; miembro estrangero de la Real Sociedad astronómica de Londres, y de la Meteo- rológica de la misma capital. SR. D. ANTONIO TERRERO; antiguo oficial facultativo de Artillería; Coronel del cuerpo de Estado mayor del ejército y Profesor de Astronomía y Geodesia en la Es- cuela especial del mismo; Caballero de varias órdenes nacionales, y condecorado con diferentes cruces de distincion por acciones de guerra, «e. Xc. SR. D. SESVNIM- BE SVENVAMS TASAS, DE == —— = Presiúlente. EXCMO. SR. D. VICENTE VAZQUEZ QUEIPO; Caballero Gran Cruz de la Real orden americana de Isabel la Católica ; Secretario de S. M. con ejercicio de Decretos; Ministro honorario del Tribunal mayor de Cuentas; Individuo de la Junta consultiva de Moneda; y Diputado á Cortes. Secretario. SR. D, CIPRIANO MONTESINO (véase púg. XL). ——————>4 DO SR. D. JOSE SOLANO DE LA MATALINARES, MARQUES DEL SOCORRO (véase pág. XXXIX). SR. D. VICENTE SANTIAGO DE MASARNAU; del Colegio de Farmacéuticos de Madrid; Doctor en Farmacia y en Ciencias; Bachiller en Jurisprudencia; Catedrático de ascenso de la Universidad de Madrid con la asignatura de Química general; Ca- tedrático de nociones de Física y Química de la Escuela normal de Profesores de primera educacion, individuo de las Sociedades económicas de Amigos del Pais de Lérida y Lugo. SR. D. VENANCIO GONZALEZ VALLEDOR ; Catedrático que ha sido de Física en los suprimidos Estudios Reales de S. Isidro; ex-Profesor de la Escuela especial de Ingenieros de caminos , canales y puertos; Catedrático de ascenso en la Universidad literaria de Madrid, y Profesor de la Escuela preparatoria para ingenieros y arqui- tectos. XLIMI SR. D. DIEGO GENARO LLETGET ; Doctor en Farmacia; individuo de la Sociedad económica Matritense; Caballero de la Real y distinguida orden de Carlos 111; Farma- céutico de cámara honorario d e S. M.; ex-Gefe local y Catedrático jubilado del anti- guo Colegio de Farmacia de S. Fernando, éc. SR. D. JOAQUIN ALFONSO (véase pág. XL). SR. D. VENTURA MUGARTEGUI Y MAZARREDO; Catedrático de Química en el Conservatorio de Artes. ILMO. SR. D. ANTONIO MORENO ; Doctor en Farmacia; Boticario segundo de cámara de S. M.; Catedrático de Fisica y Quín:ica que fué del Colegio de Farmacia de esta corte; individuo del Consejo Real de instruccion pública, y del de Agricultura, Industria y Comercio; Vocal del Consejo de Sanidad del Reino; de la Junta de mo- neda, y de la consultiva de aranceles ; Caballero Comendador de número de la Real y distinguida orden de Carlos HI. EXCMO. SR. D. ANTONIO REMON ZARCO DEL VALLE Y HUET (véase púg. XXXIX). SR. D. JOAQUIN BLAKE; Brigadier de Caballería; Coronel del cuerpo de Estado mayor del ejército. SR. D. SESUUON VE CVENSAYS NNTVBAN ES» Presidente. EXCMO. SR. D. MATEO SEOANE; Doctor en Medicina; Caballero Gran Cruz de la Real orden americana de Isabel la Católica; Comendador de número de la Real y distinguida de Carlos III; condecorado con las cruces del 7 de julio, del sitio de Cadiz y de la de epidemias; Presidente de la primera seccion del Consejo de Sanidad del rei- no; vocal del Consejo de Instruccion pública, de la Junta general de Beneficencia y de la consultiva de aranceles; Director de la Sociedad económica Matritense, y Presi- dente de la Junta Directiva del Colegio de Sordo-mudos y ciegos; individuo de la Real Academia española; Secretario general de la Sociedad para propagar y mejorar la educacion del pueblo; Socio estrangero de la Sociedad médica de Londres; indivi- duo estrangero por España de la asociacion Médico-quirúrgica general de la Gran Bretaña; Académico corresponsal de las Academias de Medicina de París, Atenas, Bruselas, Granada, Cadiz, ée.; Individuo de las Sociedades económicas de la Sajonia- Real, Caracas, Jerez, Cervera, «ec. XLIV Secretario. SR. D. VICENTE CUTANDA ; Catedrático de Organografia y Fisiologia vegetal de la Universidad de Madrid. A A A SR. D. PASCUAL ASENSIO; Profesor de agricultura; Jardinero mayor del Botánico de Madrid; individuo del Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio. SR. D. JOAQUIN EZQUERRA DEL BAYO Y GUIRIOR; Gentil-hombre de Cámara de S. M.; Inspector general en el cuerpo nacional de Ingenieros de Minas, y vocal nato de su Junta superior Facultativa; antiguo Catedrático de Laboreo de minas y Mecánica aplicada en la Escuela especial de este ramo; miembro de la sociedad eco- nómica del gran Ducado de Baden; individuo de la de Amigos del Bien público de la ciudad de Tudela en Navarra, y su representante en esta corte. SK. D. DONATO GARCIA; Catedrático de Mineralogía y de término en la Universidad de Madrid. SR. D. MARIANO LORENTE (véase pág. XL). SR. D. MARIANO DE LA PAZ GRAELLES; Doctor en Medicina y Cirujía, y en la Fa- cultad de Ciencias de la Universidad de Madrid; Catedrático de Zoologia en los Estu- dios Superiores de la misma; Consejero de Instruccion pública; Gefe local del Museo Nacional de Ciencias naturales; Presidente de su Junta Facultativa; Vocal de la Co- mision encargada de formar la Carta geológica de la provincia de Madrid y la general del reino; miembro estranjero de la Sociedad Entomológica de Francia y de la de His- toria Natural del Museo de Strasburgo ; socio de la Real Academia de Ciencias na- turales y artes de Barcelona; corresponsal de la Academia físico-médico-stática de Milán; de la de ciencias y Bellas letras de Mahon; de la Provincial de ciencias y le- tras de las Baleares; de la Sociedad económica Barcelonesa; de la de igual clase de Tortosa y de Lérida; del Instituto industrial de España ; antiguo Médico Director de Banos minerales, etc., etc. SR. D. RAFAEL DE AMAR DE LA TORRE; Inspector general del cuerpo nacional de Ingenieros de minas; Vocal nato de la Junta superior facultativa de Minería y de la comision encargada de formar el mapa geológico de España, antiguo catedrático de Mincralogia y Geologia de la Escuela especial de Ingenieros de Minas y de la de Inge- nieros de caminos, canales y puertos; dos veces declarado Benemérito de la patria; condecorado con varias cruces de distincion en el ejército y Milicia Nacional. SR. D. FRANCISCO DE LUJAN; Brigadier de ejército; capitan de Artillería; oficial cesante del Ministerio de la Guerra; Diputado á Cortes por Madrid; Presidente de la comision encargada de formar el mapa geológico de España; caballero de la orden militar de S. Hermenegildo; de la de S. Fernando de primera y segunda clase; de la Estrella polar de Suecia; y condecorado con otras eruces de distincion por acciones de guerra. XLV SR. D. NICOLAS CASAS DE MENDOZA; Director de la Escuela superior de Veteri- naria; Catedrático de Fisiologia y Patologia general en aquel establecimiento; antiguo Académico de la de Ciencias naturales de Madrid; de la Sociedad económica Matri- tense; socio corresponsal de la Sociedad de Medicina Veterinaria y comparada del Sena; y de otras corporaciones cientificas y económicas nacionales y estrangeras. EXCMO. SR. D. PEDRO MARIA RUBIO ; Doctor en Medicina y Cirugía ; Caballero gran Cruz de la Real Orden americana de Isabel la Católica, de la Real y distinguida Orden de Carlos II, y de la Real Orden de la Legion de Honor de Francia; Médico Cirujano de Cámara de SS. MM., Consejero del Real de Instruccion pública, y del de Sanidad del reino; Diputado á Cortes; Académico de número de la antigua Academia médica Matritense; de la de Medicina y Cirujía de Castilla la Nueva; de la de Médi- cos estrangeros en París para estudiar el cólera; de la de Naturalistas y Médicos de Alemania ; socio corresponsal de la Real Academia de Medicina de Paris; de la So- ciedad de Medicina de Tolosa de Francia; de la Sociedad médico-quirúrgica de Ber- lin; de la Academia Tiberina de Roma; de la científico-literaria Pitiglianesa; de la de la Valle Tiberina Toscana; de la Academia de Medicina de Méjico; de la de Medicina y Cirujía de Cadiz; de las de Sevilla, Córdoba y Estremadura; de las Sociedades eco- nómicas de Sevilla y Toledo; socio de mérito de la Academia Quirúrgica Matritense; declarado Benemérito de la patria; y condecorado con las cruces del 7 de julio de 1899, del sitio de Cádiz en 1825, y de epidemias por las de cólera en el estrangero y en España. SR. D. XLVI CORRESPONSALES NACIONALES. RESIDENCIA. S. Fernando, SR. D. SATURNINO MONTOJO; Capitan de navío; honorario de la Armada; Director del Observatorio astronómico de Marina de la ciudad de S. Fernando; Gefe de estudios en comision del Colegio Naval militar. Barcelona. .. SR. D. JOSE ROURA Y ESTRADA; Doctor en ciencias por la Univer- Salamanca. . Segovia... Valencia. ... sidad de Montpeller; catedrático de Química de las escuelas gratuitas de la ilustre Junta de comercio de Barcelona; Académico de número de la de ciencias naturales y artes de la misma ciudad; premiado con Medalla de oro de primer orden por sus aparatos para combinar gases solubles ; cor- responsal de la Sociedad de Fomento para la industria nacional de Fran- cia; socio estrangero de la Sociedad de ciencias físico-químicas, artes agrícolas é industriales de Francia; individuo de número de la Sociedad económica de Amigos del Pais de Barcelona, y corresponsal de la Gerun- dense; socio de la Filomática de Perpiñán; corresponsal de la Academia de Medicina y Cirujía de Barcelona. SR. D. MANUEL HERMENEGILDO DAVILA; Doctor en ciencias; an- tiguo Catedrático de Matemáticas sublimes, y actualmente de Historia Natu- ral de ampliacion en la Universidad de Salamanca; miembro de la escuela de Nobles y Bellas artes de S. Eloy , de la Sociedad económica, de la Junta de Agricultura, y de la Comision provincial de Instruccion primaria de aquella provincia; corresponsal de la antigua Academia de ciencias natu- rales de Madrid. . SR. D. MANUEL FERNANDEZ DE LOS SENDEROS; Coronel graduado de Infantería; Teniente Coronel efectivo de Artillería; primer Catedrático del Colegio de la misma arma de Segovia; Caballero de cruz y placa de la Orden de S. Hermenegildo; Comendador de la americana de Isabel la Católica; y condecorado con otras cruces de distincion por acciones de guerra. SR. D. IGNACIO VIDAL; Doctor en Medicina y en Ciencias; catedrático de Mineralogia y Zoologia de la Universidad de Valencia; socio de número de la Academia de Medicina y Cirujía de la misma ciudad, y corresponsal de las de Sevilla y Coruña; vocal de la Junta municipal y supernumerario Santiago. ... Manila... Valencia... Sevilla. .... Guadalajara. Habana... Málaga. ... XLVIIL de la provincial de Sanidad de Valencia; numerario de la Sociedad eco- nómica de Amigos del Pais de la misma; y socio corresponsal del Museo de Historia Natural de Madrid. SR. D. JOSE VARELA DE MONTES; Doctor en Medicina; Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago; antiguo Catedrático de Fisiologia é Higiene y en la actualidad de Clínica médica; Caballero de la Real y distinguida Orden Española de Carlos 11; Secretario Honorario de S. M.; condecorado con la Medalla de distincion concedida al mérito sobresaliente en Medicina; socio de número de la Real Academia Médico- Quirúrgica de Galicia y Asturias; antiguo socio corresponsal de las extin- gnidas Reales Academias Médico-matritense y de ciencias naturales; socio de mérito de la Academia de Esculapio; de la Quirúrgica Matritense; del Instituto Palentino de ciencias médicas ; del Instituto Valenciano; de la Academia Cesaraugustana ; de la Academia Mallorquina; de la Asociacion médica de Jerez de la Frontera; igualmente de mérito y Director de la Academia de Emulacion de Santiago; miembro Honorario de la Sociedad Real de Ciencias, Letras y Artes de Amberes; corresponsal de la de Me- dicina de Willebroeck; de la de Medicina legal del gran Ducado de Baden; ex diputado á Cortes. - SR. D. JUAN CARLOS CARDONA ; Brigadier de Ingenieros; Sub-Ins- pector del Departamento de Manila. . SR. D. JOSE MONSERRAT Y RIUTORT; Doctor en Ciencias; Licen- ciado en Medicina y Cirujía; Catedrático de Química en la Universidad de Valencia, y en el Conservatorio de Artes de la misma ; socio de varias corporaciones cientificas. SR. D. MIGUEL COLMEIRO; Doctor en ciencias, y en Medicina y Ciru- jia; Catedrático de Botánica de la Universidad de Sevilla, habiéndolo sido antes de la de Barcelona, y primeramente de Botánica y Agricultura de la Junta de Comercio de la misma capital; socio de la Academia de ciencias naturales y artes de Barcelona; de la Sociedad económica y de la Acade- mia médica de Emulacion de la misma ciudad ; de la antigua de ciencias naturales de Madrid; de las Academias italianas Valdarnesa y de Arezzo; de la de Medicina y Cirujía de Barcelona, la Sevillana de buenas letras y la de ciencias médicas de Lisboa; Corresponsal del Museo de Historia Natural de Madrid; y miembro de la Junta de Agricultura de Sevilla. SR. D. MANUEL DIEZ DE PRADO; Teniente Coronel; Capitan del cuerpo de Ingenieros; Profesor en su Academia; Caballero supernu- merario de la Real y distinguida Orden Española de Carlos 1H. . SR. D. JOSE LUIS CASASECA; Catedrático de Química en la Habana. SR. D, PABLO PROLONGO; Profesor de Farmacia en Málaga. XLVIO .SR. D. FRANCISCO DE PAULA SANCHIZ Y CASTILLO; Teniente Coronel; Capitan de Artillería; Profesor de la Academia de dicha arma en la ciudad de Segovia. SR. D. ANTONIO CASARES; Licenciado en Farmacia; Doctor en Filo- sofía; Catedrático de ascenso con la asignatura de Química general en la Universidad de Santiago; Director de la Sociedad económica de la misma ciudad; corresponsal de la Academia de ciencias naturales y artes de Bar- celona; de la de ciencias médicas de Lisboa ; de la Sociedad de Farmacia de París; y socio de honor y mérito de la Academia de Esculapio. .SR. D. FRANCISCO DE LOS RIOS NACEIRO ; Presbítero y Capellan de la Santa Iglesia Catedral de Santiago. SR. D. FERMIN PUJOL; Teniente Coronel, Capitan de Ingenieros, y Profesor en la Academia de esta arma en Guadalajara. SR. D. PEDRO DE LUJAN; Coronel de ejército; Teniente Coronel de Artillería; Sub-director y fundidor mayor de la fundicion de cañones de bronce de Sevilla; Caballero de la orden militar de S. Hermenegildo. SR. D. ISIDRO SAINZ DE BARANDA; Inspector de Minas en las Islas Filipinas. . SR.D. FRANCISCO DE ALBEAR; Teniente Coronel; Capitan de Ingenieros. Guadalajara. SR. D. ILDEFONSO SIERRA Y ORANTES; Doctor en Filosofía de la seccion de ciencias Físico-matemáticas; segundo Comandante graduado de Infanteria; Capitan del cuerpo de Ingenieros del ejército ; y Profesor de Física y Química de su Academia especial. SR. D. FRANCISCO GARCIA OTERO; Doctor en Farmacia; Catedrático jubilado de Química en la Universidad de Sevilla; Caballero de la Orden de Carlos TH. EXCMO. SR. D. MARIANO CARRILLO DE ALBORNOZ; Mariscal de Campo de los ejércitos nacionales; Director Sub-inspector del arma de Ingenieros en la isla de Cuba. XLIX CORRESPONSALES ESTRANGEROS. RESIDENCIA. NOMBRES. BEUIRo Sr. D. J. H. Alejandro Humbold. Londres. ...... Sr. D. Miguel Faraday. Viena: Sr. D. N. Estinghausem. ÚS go00o dos Sr. D. Arturo Julio Morin. Nápoles. ...... Sr. D. Macedonio Melloni. ME a 000090 Baron D. Leopoldo de Buch. Londres. ...... Sr. D, Roberto Brown. Londres. . ..... Sr. D. Ricardo Owen. Freiberg....... Sr. D. Augusto Breithaupt. Lisboa. ....... Ymo. Sr. D. Joaquin José da Costa de Macedo. Poulkowa. ..... Excmo. Sr. D. Federico Jorge Guillermo Struve. S. Petersburgo. . Excmo. Sr. D. Pablo Enrique Fuss. Berlina Sr. D. Juan Francisco Encke. Goltinga. ...... Sr. D. Carlos Federico Gauss. UBH aba Sr. D. N. Plana. Copenhague..... Sr. D. A. E. Oersted. Neufchatel. . ... Sr. D. Luis Agassiz. bones, Sr. D. María-Juan Pedro Flourens. Berlin. . ...... Sr. D. Carlos Gustavo Jacobo Jacobi. Giessen. ...... Sr. D. Justo Liebig. bobos olbos Sr. D. Pedro Mateo Orfila. Leon de Francia. Sr. D. Leon Dufour. oca oona r. D, Domingo Francisco Juan Arago. Bruselas. ...... Sr. D. A. Quetelet. Londres. ...... Sr. D. Juan Herschel. IT 00 Soo OO Sr. D. Enrique Victor Regnault. IL dodo ooo Excmo. Sr. D. Juan Bautista Dumas > db dao ole Sr. D. M. J. E. Guerin-Meneville. CINCUTAAN Sr. D. Edmundo Boissier. + REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. 3. SERIE. — CIENCIAS NATURALES. — TOMO 1. — PARTE 41 —— > — MADRID. POR AGUADO, IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. Y DE SU REAL CASA. 1850. NOTA. > A AAA La Academia no adopta ni rehusa las opimones de sus indiwduos: cada autor es responsable de lo que contengan sus escritos. ESTUDIOS Y OBSERVACIONES GEOLÓGICAS RELATIVOS á lerrenos que comprenden parte de la provincia de Badajoz y de las de Sevilla, Toledo y Ciudad Real; y cortes geológicos de eslos terrenos, POR DON FRANCISCO DE LUJAN, Académico de número en la seccion de Ciencias naturales. —====> 8 eooo— MEMORIA 4. Copogra [teo y Sitemoo bidrografico. VUVUVUVUVUVVVV TOPOBRABIA, “S-— El terreno de que vamos á ocuparnos en esta Memoria comprende un sector cuyo centro está en Madrid, y los rádios se hallan trazados: 1.* por la carretera general de Andalucía, que pasando por Aranjuez, Manzanares, Despeñaperros, Córdoba y Sevilla termina en San Lúcar y Cádiz; 2.* la de Estremadura, cuya línea pasa por Talavera, Alma- raz, Trujillo, Miajadas, Mérida y Zafra, á morir en la frontera de Por- tugal en Valencia de Mombuey. En este espacio de terreno están comprendidos los montes de Tole- do, gran parte de la Sierra-Morena y otra muy notable de la meseta central de la Estremadura, que tan influyente ha sido en los accidentes que determinan el horizonte geognóstico de esta seccion de la Península, y que á su vez lo es en el total y completo estudio de la constitucion geognóstica de las formaciones y terrenos de la Europa occidental. h Mas para proceder con orden en un trabajo tan importante lo dividi- remos en las secciones siguientes: 1. Topografía. 2. Rocas, terrenos. 3. Cortes geológicos. El total comprendido en esta Memoria puede dividirse respecto á su topografía en dos grupos naturales, que son: 1.* - Terreno montañoso. 2.” Terrenos de llanuras. Y es tanto mas fundada esta division, cuanto coincide casi en su to- talidad con otra muy significativa en la constitucion de los mismos ter- renos, que corresponden en la primera seccion por lo general á los eris- talinos y silurianos, al paso que los de la segunda se hallan comprendi- dos en los diferentes grupos ó secciones de los terciarios y cuaternarios, enclavados en las cuencas de nuestros grandes rios Guadalquivir, Tajo y Guadiana. Pero á las dificultades de un estudio de esta naturaleza, prolijo de suyo, embarazoso en los medios prácticos, de muchos inconvenientes en nuestro pais por falta de datos, de comunicaciones, de conocimientos en las ciencias naturales, y la sobra de peligros que rodean al que recor- re las provincias y sus montañas con el propósito de estudiar sus terre- nos, hay que añadir las consiguientes á la falta de cartas geográficas en que se hallen consignados con toda exactitud, no tan solo los límites y el contorno litoral de su territorio y la subdivision de sus distritos, sino tambien la situacion, enlace y estension, relieve y direcciones de los diferentes grupos de montañas que las cruzan; el origen, curso y demás circunstancias físicas del sistema hidrográfico su derivado; la si- tuación de las poblaciones; el trazado de los caminos; eleyacion de los puntos culminantes; y mejor la verdadera espresion gráfica de la forma física del suelo de nuestra Península, sin cuyo conocimiento ofrece difi- cultades casi insuperables el estudio de sus terrenos por mas conoci- mientos que se posean, por grande que sea la voluntad del que tome sobre sí el empeño de llevarlo á cabo con exactitud, y cual se requiere ya en los adelantos de la ciencia. 5 Es verdad que hay cartas geográficas de la Península y de los terre- nos comprendidos en esta Memoria, pero ninguna de las publicadas actual- mente llena las necesidades de un trabajo concienzudo en esta materia; y á las muchas y no pequeñas dificultades que ofrece el estudio de la Geologia de un terreno en nuestro pais, hay que agregar la falta de una carta exacta que sea el cimiento y la guia del mineralogista y del geólogo en sus trabajos, y á la cual ajusten sus observaciones, el estu- dio de los fenómenos y la naturaleza de los terrenos. Sin embargo, como el trabajo que nos proponemos en esta Memoria, mas bien que la descripcion minuciosa y detallada de un distrito, es refe- rente 4 los grandes rasgos y trazos principales que presenta en sus cortes geológicos y al través de la Sierra-Morena en diferentes secciones; como nuestro principal objeto sea el presentar del modo mas conveniente las relaciones de los diferentes terrenos, y de las rocas de una seccion nota- bilísima del esqueleto de la Península, y, lo que no es menos impor- tante, sus tránsitos á los depósitos que constituyen las cuencas del Gua- dalquivir y del Guadiana, asi como tambien al golfo terciario que par- tiendo de Castilla la Nueva penetra hasta la confluencia de los montes de Toledo y la cadena de Guadarrama en Almaraz, los de la Mancha, tan importantes por su naturaleza y en razon á su enlace con las perturba- ciones volcánicas que han sufrido, con las cuales se hallan entremezcla- das y en relaciones de cronología geológica; y por último, el lazo y man- comunidad que puede haber entre el relieve de la Sierra-Morena y el que presenta la meseta central de Estremadura, tan conocida por su ca- racter y generacion de cuarcitas, como si se atiende á la poderosa y eficaz influencia de los granitos en la configuracion de sus terrenos, es evidente que harán de menor exijencia la necesidad de una carta detallada como sería indispensable en un trabajo dedicado á otro género de observaciones. En una palabra, vamos á establecer puntos de partida y á trazar líneas para el estudio de los problemas que presenta la constitucion de nuestro suelo, y derivada de la generacion de la costra terrestre en la Europa occidental; porque estamos persuadidos que con este trabajo, y siguiendo este camino, es el medio mas seguro de sentar sobre cimientos sólidos el conocimiento que vendrá despues de los detalles y de la composicion 6 de los diferentes terrenos, capas, rocas y minerales que contiene el suelo de la península. El terreno montañoso comprendido en esta Memoria forma un cua- drilátero, cuyos lados pueden representarse por las líneas siguientes : 1.* Desde el puerto de Despeñaperros, punto culminante de aque- lla parte de la Sierra-Morena en el nudo que ata las dos regiones mon- tañosas del S. de la península siguiendo la Sierra, y los accidentes geo- lógicos que determinan la direccion E. S. O. del curso del Guadalquivir por Córdoba y Cantillana, y que termina en la venta de la Pajanosa, en la carretera de Sevilla á Badajoz. 2. Desde esta venta siguiendo por la misma carretera y Monasterio, Jerez de los Caballeros á terminarse en Valencia de Mombuey en la fron- tera de Portugal. 3." A partir de dicha villa pasando por las de Burguillos y Zafra, cor- riendo la serie de cadenas de Hornachos, Alange, Santa Cruz, enlazán- dose por Trujillo con la cordillera de Almaraz y los montes de Toledo hasta esta ciudad. 4. La línea de montañas que desde Toledo constituyen el lindero de la llanura de la Mancha, y que corriendo del O. S. al E. N. se unen á la Sierra-Morena, y siguen en esta á Despeñaperros. Pero aun cuando se hallen comprendidos en los límites descritos los terrenos montañosos de que vamos á ocuparnos, sería mucho error el suponer que todos presentan iguales caracteres en su composicion y accidentes geognósticos , y mas si cabe en la cronología de las diferentes perturbaciones á que deben su relieve actual: sin embargo, como des- pues veremos hay un hecho de tanta estension como eficacia en sus efectos, y que determina una de las épocas mas significativas en la di- reccion, altura y disposicion particular de los macizos de montañas, y que constituyen, ya sea la Sierra-Morena, ya los demás grupos desta- cados de este grande núcleo de las dislocaciones del S. de la península: el granito, cuya aparicion en la Cronología geológica de nuestro suelo es el primero y mas importante de los datos para la resolucion de los complicados problemas á que se halla ligada la topografía de nuestras montanas. 1 La seccion de la Sierra-Morena comprendida en esta Memoria corre á la derecha del Guadalquivir, y la componen los accidentes geognósti- cos que determinaron el cambio de direccion de aquel rio, que cor- riendo al E. S. O., lamiendo la Sierra y sus contrafuertes desde Andu- jar y Córdoba, en Palma del Rio modifica su curso, y en Cantillana decidida y bruscamente se desprende de la Sierra de N. á $. en la direc- cion del meridiano atravesando la llanura de Sevilla, en tanto que la Sierra se inclina mas al O. por el Ronquillo, y penetra en las provincias de Badajoz y de Huelva para terminar su curso en la desembocadura del Guadiana en el Océano á el cabo de San Vicente. A primer aspecto, y observada la Sierra-Morena desde los llanos de Sevilla , aparece muy semejante á otras cadenas de montañas con línea de particion de aguas , direccion determinada y constante entre sus ma- cizos, valles, etc.; pero examinada esta region montañosa de nuestras provincias meridionales, demuestra evidentemente que es muy compli- cada la topografía del grupo ó cadenas de montañas conocido con el nombre de Sierra-Morena. Sus límites se hallan muy bien diseñados al S. por el curso del Gua- dalquivir, que corre desde Córdoba á Cantillana en direccion E. 5, O., pero al N. no son tan claros y definidos, y sus últimos eslabones se en- lazan sin mucha violencia con los accidentes de la Estremadura central: sin embargo pueden reconocerse y trazarse estos límites en la serie de elevaciones y macizos montañosos que desde Valsequillo corren á una legua al S. de Azuaga, prolongándose por Llerena, Guadalcanal, Monas- terio y Cumbres-Altas, que forman un accidente topográfico bien carac- teristico á distancia, y que acusa decididamente la barrera y los límites de separacion entre la Estremadura y la Andalucía. La region culminante de la Sierra-Morena se halla concentrada en una línea que partiendo de Santa Elena en Despeñaperros sigue por Constantina, Cazalla y las alturas situadas entre el Ronquillo y la ven- ta de Val-de-Febrero, y considerada en mayor horizonte se halla en la direccion determinada por las Islas Baleares y el cabo de San Vicente; pero no existe accidente geológico que determine en esta region la línea de particion de las aguas, siendo un hecho característico de la Sierra- S Morena que los cursos de agua como el Guadiato, Galapagar, Huezna y Biar, Sotillo, La Cala, cuyos nacimientos se hallan en el reverso N. de los últimos contrafuertes de la Sierra-Morena, atraviesan esta en su mayor anchura y los macizos que la forman contorneándolos, y consti- tuyen en virtud de esta disposicion especial los afluentes de la derecha del Guadalquivir, en el cual vierten sus aguas desde las inmediaciones de Almagro en la provincia de Ciudad-Real hasta la de Santi-Ponce en la de Sevilla. Esta disposicion particular de la Sierra-Morena tiene su origen en un hecho de importancia suma para el conocimiento topo- gráfico del S. de la península. En la provincia de Ciudad-Real, y á dos miriámetros de la Calzada de Calatrava, corre el arroyo llamado La Fresneda en direccion de S. á N. entre la sierra de la Atalaya y la Gallega, y el de Puerto-Llano de N. á S., reuniéndose los dos en la depresion ó puerto parabólico llama- do la Piedra Horadada en la sierra Gallega; y ya reunidos estos rios corren al S. atravesando el primer escalon de la Sierra-Morena llamado la Sierra del Hoyo, por cuya depresion (el Chorrillo) penetran en los macizos de la Sierra, se unen al rio Montoro y luego con este al Jándu- la, que desemboca en el Guadalquivir cerca y á la derecha de Andujar. Por otro lado, á un miriámetro al S. de Azuaga, y fuera ya de la accion de la Sierra-Morena, se separan las aguas del Zujar, que van al Guadiana, de las del Sotillo que las lleva al Biar, y este al Guadalqui- vir; por manera que el sistema hidrográfico de este rio no tan solo com- prende las vertientes S. O. de la Sierra, sino que abarca la del N. E. y N. O., y con ellas si no el todo mucha parte de los afluentes deriva- dos de la seccion N. O. de la provincia de Ciudad-Real en la cuenca de la Calzada de Calatrava y de las montañas de la Estremadura, los cua- les en otras localidades por lo general enlazan sus vertientes con el Guadiana. Semejante disposicion determina la fisonomía particular de la topo- arafía de la Sierra: sus formas son de macizos alargados y á veces re- dondeados; sus valles paralelos cortados por cadenas mas ó menos in- clinadas á la direccion general de la Sierra; y en el meridiano de Caza- lla, por ejemplo, constituye la Sierra-Morena una serie de cadenas y 9 valles comenzando al N. en Malcocinado, San Miguel de la Breña, Mo- linos del Alanis, Minas de Cazalla, Pedroso, cuestas de Monte-Gil se- paradas por los valles del Sotillo, San Miguel de la Breña, Peñoncillo, Huezna, Pedroso, etc., notándose además en la bajada de las cuestas de Monte-Gil, y en contacto con el depósito carbonífero del Biar, que la pudinga de cantos rodados y reunidos con un cemento arcilloso carga- do de peróxido de hierro se halla trastornada y casi vertical en la di- reccion E. N. 0. S., y formando una barrera en dos escalones llamados Cuesta Grande y Cuesta Chica de Monte-Gil, que siguen la direccion S. O. de la Sierra, que cae rápidamente por el S. O. á los llanos de Sevilla. Esta disposicion topográfica de los valles y de los macizos de la Sier- ra, ofrece la facilidad de trazar carreteras ó caminos sin atacar cuestas ó desniveles de consideracion como sucede en Guadarrama, Somosierra, Almaráz y Despeñaperros. La Compañía del Pedroso ha trazado y abierto el camino carretero desde las minas de Villanueva del Rio, pa- sando por su fábrica y hasta el centro de la Sierra al N. de Cazalla, atravesando diez y siete leguas de sierra sin desniveles. Desde Ciudad- Real se halla hoy trazado el camino 4 Almadén, y desde esta villa á la de Belalcazar, y puede llevarse con igual facilidad hasta el pie N. de la Sierra-Morena á una legua al S. de Azuaga; por manera que restan únicamente unas cinco ó seis leguas en las cuales la topografía de la Sierra permitirá sin duda atravesarla, como el resto lo ha sido hasta el valle del Guadalquivir. Semejante resultado sería de muchas ventajas, porque de un lado es facil la construccion del camino en un terreno compuesto desde Ciudad- Real hasta Villanueva del Rio de rocas cristalinas ó silurianas á propó- sito para la firmeza y duracion de las carreteras, de otro no tendrian desniveles; y por último enlazaria las minas de Almadén con su puerto Sevilla, y aproximándose en Belalcazar al criadero de carbon del valle de Espiel. Para concluir y en general la Sierra-Morena presenta circos de le- vantamiento con radios de bastante estension y cerros de formas cóni- cas, como se muestran entre la venta de la Pajanosa y la cuesta de la 2 10 Media-Fanega, y en las alturas inmediatas á la venta de Val-de-Febre- ro, y mas particularmente en los terrenos graníticos que se hallan en- tre Santa Olalla y la venta del Culebrin, y aun en el camino de Cazalla desde las cuestas de Monte-Gil á las inmediaciones del Pedroso. Próxi- mo á dichas cuestas, y á la derecha del camino de Cazalla 4 Cantillana, se marca mucho un macizo de granito elevado que por su figura le nombran el Monton de Trigo. La seccion montañosa comprendida al N. O. de la Sierra-Morena puede dividirse en dos secciones, una al O. agrupada al rededor de la montaña granítica muy notable de Burguillos en la provincia de Bada- joz; segunda, la que constituye la meseta central de Estremadura, enla- zada al N. con las montañas de Toledo, y cuyas dos secciones están se- paradas por el golfo ó depósito terciario llamado Tierra de Barros, cu- yo centro se halla en Villafranca y Almendralejo; el cual comenzando en Fuente de Cantos se estiende al E. en direccion de Llerena hasta las inmediaciones de Azuaga, al N. se enlaza con los depósitos de Guareña, Villanueva, Don Benito y Medellin, y al O. por Badajoz á Azauchal si- guiendo el Guadiana, y que penetran en Portugal formando la cuenca de este rio por Moura, etc. Estas dos secciones se distinguen de la Sierra-Morena por mas de un caracter; y prescindiendo de otros mas ó menos notables, presentan uno marcadísimo y que las determina, cual es el desenvolvimiento de las cuarcitas, rocas que crecen en cantidad é importancia en los grupos de montañas que constituyen el suelo de la Estremadura en Zafra, Alan- ge, Hornachos, Castuera, Puerto de las Ollas, Medellin, Serena, Ore- llana, La Puebla de Alcocer, etc. Estas cadenas se levantan sobre la meseta central de Estremadura, formada en la Serena de esquistos alu- miniferos de los terrenos silurianos, y que es característica en la cons- titucion geológica de aquel distrito; ó de granito, como en el Valle del Barrial, Malpartida, Esparragosilla, Higuera, Magacela, ete. El grupo de Burguillos se halla situado al O. de la Tierra de Bar- ros y separado de la Sierra-Morena, cuya prolongación forma las de Aroche y de Monchique en Portugal; y aun cuando al primer aspecto aparece el terreno montañoso comprendido desde Zafra hasta Jerez de los 11 Caballeros, Santa Ana y mas allá de la Marilleja, pueblo ya portugués, como dependiente de la Sierra-Morena, sin embargo presentan direccio- nes distintas en las elevaciones que lo forman; las cuarcitas dominan hasta cierto punto, y los macizos que las constituyen toman aquel to- no propio y característico de las cadenas (que aparecen como aisladas), y se destacan del horizonte formado en Estremadura por las mesetas y ondulaciones de los esquistos aluminíferos y del granito. Estudiado este grupo desde Valencia del Barrial, Zafra, Santa Ana, Barcarota, Villanueva del Fresno, Valencia de Mombuey y la Marilleja, que pueden considerarse como sus límites, es facil reconocer que los re- lieves del terreno se hallan en relacion íntima y derivada de la accion impulsiva de la masa granítica cuyo núcleo es la montaña de Burguillos, y que se estiende de N. á S. desde cerca de Salvatierra hasta las inme- diaciones de Valencia del Barrial, y de E. á O. desde una legua de Za- fra hasta las alturas de Jerez de los Caballeros y pasada la hacienda de la Granja. La potencia de la masa de granito, su elevacion en Burgui- llos, cuya sierra es acaso uno de los puntos mas culminantes de aquel distrito, y la intercalacion de los filones graníticos entre las capas de los esquistos en las alturas de Jerez y otras localidades, demuestran bien á las claras la influencia poderosa del granito como causa eficiente en el relieve de la topografía de este distrito, que puede calificarse como debi- do á los trastornos causados por la inyeccion de la masa granítica de Burguillos. Zafra se halla situada al pie de la cadena de cuarcitas llamada del Castellar; y de tanta intensidad fue el movimiento que trastornó el ter- reno siluriano que rodea la villa de Zafra, que las capas de los esquis- tos están casi verticales y en direccion E. S. O. N., como se muestran en la ermita de Belén, y á la entrada de dicha villa por el camino de Jerez de los Caballeros. Estos trastornos, producidos por la accion del granito de Burguillos, aparecen con mayor energía en Jerez de los Caballeros, que está situado sobre un estribo derivado de la sierra de Santa Ana, las cuarcitas y los esquistos silurianos se hallan casi verticales, las quebradas son pro- fundas, los desniveles de muchos metros, y todas estas circunstancias 42 topográticas dan al distrito de Jerez un caracter montañoso tan rudo en sus formas, que contrasta notablemente si se compara al de la Tierra de Barros, cuyos linderos corren por la Puebla de Sancho Perez, Salva- tierra, etc. En el mismo distrito la sierra de Santa Ana descuella como la mas elevada, si lo es de mayor elevacion que la de Burguillos. Iguales accidentes siguen al O. en direccion de Oliva; pero á un cuarto de legua de esta villa los cerros se abajan, las ondulaciones son mas redondeadas, el horizonte se estiende y sigue hasta Valencia de Mombuey que toman mayor energía, y en la direccion N. O. aparecen algun tanto marcadas, especialmente en el camino de Villanueva del Fresno, y entre sus cerros crece el de Santa Bárbara como mas elevado; pero no hay accidente geológico mi hecho topográfico alguno que indi- que ni pueda determinar geográficamente los límites de los dos reinos de España y Portugal: los macizos y los valles siguen y penetran en el territorio portugués sin violencia ni obstáculo natural que los detenga en la serie de su generacion geológica, y la línea convencional y políti- ca que separa la España del Portugal, no está marcada mi acusada por la mas insignificante de las barreras naturales que distinguen y separan á las naciones. La naturaleza de los terrenos, su enlace y hasta sus re- laciones geognósticas protestan contra la separacion de dos pueblos que solo intereses estraños pueden mantener divididos en esta parte de la frontera. Pasada esta siguen las colinas de esquistos trastornados, y pasando la Marilleja hasta cerca de Moura, que comienzan los depósitos terciarios de las orillas del Guadiana, y que se estienden y penetran en la provincia de Alentejo de Portugal. El grupo montañoso de la izquierda del Guadiana, y que ocupa el espacio comprendido desde la Sierra de los Santos de Maimona por la de Hornachos, Alanje, Oliva, Magacela, Orellana, Puebla de Alcocer, Ca- beza del Buey, Castuera, Monterubio á Valsequillo y Azuaga, es quizás el mas notable de los que se agrupan á la Sierra-Morena en estas pro- vincias, tanto por la clase de rocas que lo forman, como si se atiende á la disposicion de las cadenas de montañas, á sus formas especiales y á otras condiciones, que dan á la topografía de este distrito la fisonomía particular que le distingue. 15 Desde luego se nota el hecho singular en la topografía de estos ter- renos, que presentan en el centro una meseta casi circular llamada Dehesa de la Serena, de ocho leguas de diámetro, y la cual está rodeada y cercada de cadenas de montañas de cuarcitas desde Orellana corrien- do al E. por las de Puebla de Alcocer, la Zarza, Cabeza del Buey, Cas- tuera al E. S. O. y Magacela al O. N.; y al N. las de Rena y Castill- nOvO. Estas cadenas, ni son contínuas ni siguen la misma direccion, que varía en cada una de ellas; y de tal modo, que observadas desde el cen- tro de la meseta de la Serena ocupan el perímetro de sus límites, y están cortadas en su continuidad por espacios mas ó menos estensos, y aun ellas mismas lo están con aberturas ó puertos parabólicos que las marcan de- cididamente. La semicircunferencia, á partir del N. desde Orellana si- guiendo por el E. al S. hasta Castuera, puede considerarse cercada por las cadenas de Orellana, La Puebla, Sancti-Spiritus, la Zarza, Cabeza del Buey y Castuera, que aparecen casi en continuidad, si bien separa- das por los espacios y puertos parabólicos del Rey, Castillo del Morchon, Garbayuela, etc.; al paso que otra semicircunferencia desde Castuera siguiendo el (O. y hasta Orellana al N., se presenta mas abierta y des- pejada, pero con los macizos ó estaciones de continuidad de la sierra de Magacela, la de Rena y Castillnoyo. Todas estas sierras se hallan formadas por las cuarcitas, cuyas ca- pas, sumamente trastornadas y casi verticales, constituyen las crestas; y los flancos depósitos de trozos de cuarcitas angulosas de diferentes ta- maños, y en formas derivadas siempre del romboedro, y procedentes de las capas de cuarcitas, cuya fractura por la accion de los agentes atmos- féricos los ha mutilado en formas dentadas, y muy semejantes á la de una sierra, que es característica en estas cadenas. La seccion vertical es triangular isósceles, y la direccion rectilínea en su longitud. A distancia parecen aisladas, mas sin embargo se prolongan por fi- lones ó capas de cuarcitas que pasan de una á otra, enlazando las dos curvas de los puertos parabólicos, como se ve en el del Rey entre Ben- querencia y el Rincon de la Soriana, en Castuera á la salida del pue- blo, y en el camino de Sevilla y al fin de la calle de los Huertos, que 14 enlaza la Sierra con el Cerrillo; y las capas de cuarcitas que forman la cresta de este cerrillo siguen y se continúan por el Peñoncillo hasta la ribera de Gualefra, á una legua de distancia en el camino de Castuera á La Haba por la misma direccion, y en la que sigue la sierra de Magace- la á pesar de hallarse cortada en la depresion en que corre el Gualefra por la masa granítica del Chantre; notándose además que en las abertu- ras parabólicas de las cadenas se halla siempre al frente á cierta distan- cia (cincuenta metros) un macizo aislado de la misma composicion que la cadena, y enlazado con ella por medio de curvas que ni son rápidas ni ofrecen dificultades al tránsito y paso de la cadena; y en el caso de hallarse ésta cortada por dos puertos inmediatos, presenta en su masa un nudo de dislocación que recrece la elevacion y la potencia de su masa. Un hecho semejante se nota en el Rincon de la Soriana, entre Benquerencia y Cabeza del Buey, y el nudo se halla entre los dos puer- tos parabólicos del Rey y del Castillo del Morchon, y frente á cuyos puertos están los dos macizos que ya hemos indicado, en el del Rey á la parte S. O. de la cadena, en el Morchon al N. E., y coronado este último macizo por el castillo antiguo que le da nombre. Bajo estas condiciones topográficas las cadenas de Alange, Magace- la, La Puebla, Orellana, etc., aparecen á distancia, no solo aisladas si- no como arrojadas del grupo montañoso que forma al S. el apéndice de la Sierra-Morena, y con el cual tienen mayor y mas íntimo enlace que el que á primer aspecto puede creerse. Los accidentes de la Sierra se prolongan en los brazos montañosos que forman dos ejes de levanta- miento, uno al S. en direccion E. S. O. N. siguiendo las cadenas y sier- ras del Puerto de las Ollas, Valle, Hornachos, hasta Alange y Torre- Mejía, y el otro al O. S. E. N. desde Garbayuela, la sierra de la Pue- bla de Alcocer, Orellana, etc. El espacio que separa estos dos brazos, y á la distancia de nueve á diez leguas por su diámetro, desde La Higuera hasta Esparragosa de La- res, situada al pie O. de la sierra de la Puebla de Alcocer, forma la meseta central de Estremadura, sobre cuyo nivel descuellan las cadenas ya enumeradas de Cabeza del Buey, Castuera y Magacela, La Pue- bla, etc. El suelo de la meseta está compuesto de esquistos aluminífe- 15 ros muy trastornados, y adquiere mucha importancia cuando desde su centro se consideran sus límites marcados por cadenas de cuarcitas. La elevacion de la meseta sobre el nivel del mar puede calcularse igual á la de Castilla la Nueva, 600 metros, y sobre este nivel se le- vantan las sierras ó cadenas, 300 metros, que si bien consideradas en sí pueden tener importancia, miradas desde la meseta ésta la toma en su totalidad, y aquellas aparecen tan solo como apéndices insig- nificantes y muy rebajados en su composicion topográfica. Esta dispo- sicion de las cadenas ó sierras de este distrito, aisladas entre sí, favo- reció en estremo el establecimiento de puestos militares y castillos que aseguraban la defensa del territorio cuando fue la frontera entre el rei- no de Castilla y de Leon, y los de Córdoba y Sevilla en tiempo de los árabes: todas las cadenas entre Tajo y Guadiana estaban coronadas de castillos, y aún se conservan las ruinas de los de Alange, Hornachos, Medellin, Magacela, Castillnovo, Orellana, La Puebla, Morchon, Ben- querencia, etc., desde los cuales, como aves de rapiña, se arrojaban moros y cristianos á las Algaras ó Rhazías que asolaban los campos y las poblaciones no fortificadas. Sería un error suponer que el espacio comprendido por la meseta se compone de llanuras, ó al menos con pocos ó escasos desniveles; por el contrario los esquistos están sumamente trastornados y sus capas que- brantadas, y á media legua de Castuera comienzan ya en Vallehondo grandes quebradas, cerros elevados y desigualdades en el terreno, que pudieran pasar por montañas en otros distritos. Ejemplos de estos acci- dentes topográficos se presentan en las inmediaciones del Rincon de la Soriana, en los del rio Zujar al N. E., y en Gualefra al O.; y si bien próximo á la ermita de San Antonio, situada casi en el centro de la me- seta (ó sea de la dehesa de la Serena) se halla un espacio poco acciden- tado, á muy corta distancia este caracter de llanura se pierde, y en todas las direcciones el terreno se presenta cortado por valles y quebra- das profundas, por cerros elevados, y muchos de dificil acceso. En una palabra, observada la meseta desde el centro no es posible resistir á la impresion y á la idea de considerarla como un estenso crater de levan- tamiento, cuyos bordes están perfectamente dibujados en la línea cur- 16 va trazada por las cadenas de cuarcitas á su alrededor; y aun las desi- gualdades de los cerros de esquistos considerados desde los puntos cul- minantes de la sierra de Castuera y Benquerencia, Morchon, La Pue- bla, ete., presentan las ondulaciones y el aspecto de un mar de lava agitado y en movimiento. ¡A tanto llega la ilusion en este terreno, sin- gular por mas de un concepto y digno de los estudios detallados de la geología! Otro de los caracteres que presenta la topografía de estos terrenos es el paralelismo de algunas de sus cadenas: la de Castuera corre pa- ralela á la de Candalija, separadas por un valle de una legua de anchu- ra, el suelo es granítico en su mayor parte, y se prolonga hasta Mon- terubio y Belalcazar. Las dos sierras de Castuera y Candalija terminan á la entrada de este valle formando dos promontorios, la primera en direccion de Cabeza del Buey, la de Candalija en la de Monterubio, y las dos inclinándose del S. O. al N. 0. Con muy cortas variaciones corren en la misma direccion las cade- nas del puerto de las Ollas, la de Hornachos, y en todas ellas se per- cibe una cierta fisonomía ó trazos de cráteres de levantamiento, como se presenta en el valle casi circular que separa el puerto de las Ollas del de Villanueva del Zaucejo (Peraleda). Todo este valle se halla cercado por cadenas de cuarcitas, muy cerrado al S. O. en direccion de la sier- ra de Hornachos y abierto en Monterubio, y por cuya abertura corre el rio Zujar, que viene de las inmediaciones de Azuaga. En una palabra, las cadenas de montañas de este distrito pueden y deben considerarse como dos promontorios destacados de la Sierra-Morena, el uno por Monterubio, la Higuera, Hornachos hasta Alanje, que termina en la orilla del Guadiana frente al islote de granito de San Pedro, y que viene de Montanches y avanza hasta cerca de Mérida y á la orilla derecha del Guadiana; y el otro por Cabeza del Buey, La Zarza, La Puebla, Ore- llana, y tal vez en continuidad con la sierra de Santa Cruz por el pue- blo de la Abertura. AIN. de la region montañosa de la Serena, y pasadas las cadenas de cuarcitas de Rena, El Villar y Castillnovo, se levanta la sierra de Santa Cruz, situada á mitad de distancia entre Miajadas y Trujillo, for- 17 mando un núcleo de levantamiento muy semejante al de Burguillos, y que presentará sin duda relaciones de composicion y cronología con los granitos de Trujillo. La sierra de Santa Cruz es uno de los accidentes topográficos mas notables de la derecha del Guadiana, tanto por la naturaleza de las ro- cas que la componen, como si se considera su elevacion y mancomuni- dad con las colinas de Trujillo al N., con las de Guadalupe y Logrosan al E., y aun en algun modo con la Serena al S. por la Abertura. El is- lote de granito que lo constituye se estiende á la Abertura, á Villame- gía y á Miajadas; y es tal su aspecto y la impresion que ejerce la sierra de Santa Cruz en el ánimo del observador, que domina todos los demás accidentes de su distrito, y aun sin descender á detalles se percibe la influencia que comprobarán estos mas decididamente. El de Trujillo á su vez determina un hecho topográfico de suma im- portancia en esta parte de la Estremadura; la meseta granítica sobre que se halla edificado Trujillo se levanta y descuella comparada con los terrenos silurianos que la rodean á una legua de radio, cayendo con planos inclinados en todas direcciones; y si bien los esquistos silurianos y cambrianos están en contacto en todas ellas con el granito de Trujillo, puede sospecharse con algun fundamento que este islote se halla en re- laciones con el de Santa Cruz, Montanches, Logrosan, etc., que forman una corona á su alrededor. Pasado este terreno comienzan mayores y mas fuertes desniveles en la region montañosa del Tajo. Ya el rio del Monte corre en una profun- da quebrada antes de llegar á Jaraicejo, y desde este pueblo el terreno se levanta gradualmente hasta el puerto de Mirabete, punto culminan- te de este distrito (y acaso de Estremadura): y la bajada es rápida al Tajo, que á duras penas se abre paso entre los esquistos pizarrosos muy trastornados que forman las dos orillas del rio y los cimientos del puen- te de Almaráz. Pasado este aún se prolonga la caida de la sierra de Mi- rabete en la topografía del terreno, hasta que en Almaráz principia el golfo abrigado por las dos cadenas de Gredos y Guadarrama y de los montes de Toledo, y que sigue abriendo y ensanchando en direccion de Madrid. 5 18 La elevacion de las cadenas de estos distritos no es tan variable como podria indicar su número, distinta direccion, etec., y las de Cas- tuera, Candalija, puerto de las Ollas, Magacela, La Puebla, Zarza, apa- recen con muy cortas diferencias, y á la simple vista de igual eleva- cion, al paso que se levantan mas las de Berilla (entre Benquerencia y Cabeza del Buey) Hornachos, sierra de Santa Cruz y Mirabete; y desde luego puede establecerse la serie crescente en los puntos culminantes: 1." Castuera, Candalija, Magacela, Zarza, La Puebla, puerto de las Ollas; 2.* Berilla; 3. Hornachos; 4.* Santa Cruz; 5.” Mirabete, que es el punto mas elevado y culminante de estas regiones montañosas. AIN. E. de la meseta de la Serena, y en relacion con las cadenas de montañas que proceden de Cabeza del Buey, Siruela y La Puebla y Orellana, comienza el distrito montañoso y poco estudiado y conocido de los montes de Toledo, distrito sumamente importante, pues de un lado se enlaza con los accidentes mas ó menos marcados de la Sierra- Morena por la Alcudia y Fuencaliente, y de otro con la de Guadalupe, que á su vez se corre al N. O. en relacion con la cadena de Almaráz, que viene á confluir en la de Guadarrama por Plasencia. El islote montañoso que constituyen los montes de Toledo forma un promontorio frente y al S. O. de Ocaña y Aranjuez, corriendo luego al S. la serie de alturas que lo forman frente 4 la Guardia, Tembleque, Consuegra, Ciudad-Real, hasta enlazarse al O. de Almagro, en la Cal- zada de Calatrava, con los primeros contrafuertes de la Sierra-Morena en la llanada Gallega, del Hoyo, etc. De esta barrera montañosa, límite de las llanuras de la Mancha al N. 0., se destacan ramales al N. E. formando las cadenas de Madride- jos, Puerto-Lápiche, y la del grupo notabilísimo de Almagro, que co- mienza en la venta de Borondo, y compuestas estas últimas desigualda- des de cuarcitas, y en ellas terrenos de volcanes apagados que comien- zan en el cerro de la Yezosa de Almagro y en su radio hasta el Moral, y siguen por el cerro de la Atalaya hasta Cabeza-Arados, etc. Frente á Toledo, y en la orilla misma del Tajo, comienzan los acci- dentes del terreno que indican desde luego los mayores de los montes. En Noez y Totanez se muestran cerros mas ó menos elevados, pero en 19 las Navillas y en San Pablo comienza de hecho la cadena y los macizos de la Sierra, y el grupo que siguiendo al N. O. lo atraviesa el Tajo pasado Toledo y Talavera desde los Molinos hasta Almaráz, y del cual se avanzan al valle de Talavera los contrafuertes de Oropesa, La Calza- da de Oropesa, Belbis y Almaráz. En esta localidad se reune con la sierra de Guadalupe, que viene del S. E. La elevacion sobre el nivel del mar en la meseta de la Serena es la misma que la de Madrid; la de las mesetas de la Sierra-Morena sobre las llanuras de Sevilla puede calcularse de 1000 á 1200 metros; y so- bre estos dos horizontes se levantan en Estremadura las cadenas de cuarcitas de Castuera, Cabeza del Buey, La Puebla, Magacela, Horna- chos, La Fuente, Zafra, Alanje y los montes de Toledo; y en la Sier- ra-Morena sus puntos culminantes, pudiendo calificarse el total desni- vel entre las mayores elevaciones de Estremadura y de la Sierra-More- na y las llanuras de Sevilla de 1500 á 1600 metros en sus mas gran- des diferencias. En la region de Jerez de los Caballeros las sierras mas elevadas son las de Santa Ana y de Burguillos; en la Serena la de Hornachos y tal vez la del Rincon de la Soriana; en la de Almaráz el Puerto de Mira- bete, la sierra de Santa Cruz, próxima á Trujillo; y en los montes de Toledo deben hallarse los puntos culminantes en las regiones de la cues- ta de Villalta de los Montes, en la llamada el Espinazo del Can; por último, en la Sierra-Morena las del Pedroso y Constantina pueden ser- vir de tipo para determinar sus mayores eleyaciones. Si presentan tanto interés las regiones montañosas que hemos des- erito, no son de menor importancia las llanuras que corren á su pie, y que comprenden la mayor parte de la provincia de Sevilla en la ver- tiente S. O.; asi como en la Tierra de Barros de Villafranca y Almen- dralejo en la N. 0O.; las de Talavera al N. y las de la Mancha al N. E., compuestas en su mayor parte de los golfos terciarios abrigados por los contrafuertes de los grupos de montañas ya descritos, y que constitu- yen una seccion importante de la Sierra-Morena, de los montes de To- ledo y de los de Estremadura, si no derivados todos, al menos en rela- ciones de bastante afinidad con el hecho y el movimiento que produjo 20 uno de los trazos mas definidos de la configuracion y topografía de nuestra península, la Sierra- Morena. Estos mismos contrafuertes cons- tituyen el litoral de los mares terciarios en que se depositaron los ter= renos de las llanuras de Andalucía, los de Tierra de Barros, Don Be- nito, Villanueva en Estremadura, los de Talavera de la Reina y de la Mancha, y muy notables en la série de los del S. de nuestro suelo, y los cuales por su calidad, estension y demás circunstancias favorecen tanto la agricultura y la riqueza de la provincia de Sevilla, la de Villa- franca, Almendralejo, Villanueva, Don Benito, la Haba, cuyas últimas localidades pueden considerarse como los graneros de Estremadura, es- pecialmente Villafranca, Almendralejo y Don Benito. El contraste entre los terrenos de las llanuras y los de las monta- has es marcadísimo, y con diferencias notables en Andalucía, Estrema- dura y la Mancha. Elevada y de colores sombríos la sierra, forma una barrera en Andalucía de 1600 metros de altura respecto á los llanos de Sevilla. En Estremadura la diferencia de nivel entre los de Villafranca y la Sierra podrá ser la mitad, puesto que asi como en Don Benito y Villa- nueva los terrenos terciarios se hallan al mismo nivel que la meseta central de la Serena, esta lo tiene al igual que Madrid y las llanuras de la Mancha. Además, su aspecto terroso y colores mas ó menos claros, y con muy cortas ondulaciones y quebradas, indica la idea de mares cu- yas costas se hallan trazadas en el perímetro de los contrafuertes y de los estribos de la Sierra-Morena, de los montes de Toledo y de los de Estremadura, Examinados estos terrenos de sedimento, presentan diferencias mar- cadas y accidentes geológicos de mucha influencia en la topografía de los distritos en que se hallan enclavados, y con la circunstancia de afec- tar notablemente á su disposicion particular, y no solo en las distintas llanuras unas relativamente á otras, como es la de Sevilla, Estrema- dura y la Mancha, sino tambien en cada una de estas de por sí, y en su estension y condiciones especiales. En la de Sevilla, por ejemplo, hay un hecho el mas importante, y que contiene quizás el primer término para resolver, si no todos gran 21 parte de los problemas geognósticos de esta seccion de la Andalucía; y lo constituye la serie de colinas que comenzando en Carmona sigue al S., prolongándose por el Viso, Mairena, Gandul, Alcalá de los Panade- ros, y los que pasando por Lebrija y Trebujena terminan en la orilla del Océano en San Lúcar y Cádiz. La masa ó cimiento de esta serie de colinas la forma una caliza ma- rina terciaria, compuesta casi en su totalidad de restos orgánicos, y que se halla en toda la estension del triángulo cuyo vértice forma el pro- montorio de Carmona y la base en la costa del mar desde San Lúcar á la isla de San Fernando; pero se marca mas y al descubierto en Al- calá de los Panaderos en la fractura por la cual lo atraviesa el Guadai- ra, que lleva sus aguas del valle del Arahal al de Sevilla y al Guadal- quivir; en la barra de San Lúcar tambien se muestra dicha caliza, en Jeréz, en los cimientos de Cádiz y en los del castillo de Santi Petri, cons- truidos sobre la citada caliza. La cadena de colinas á que nos referimos forma un promontorio al N. de Carmona y en ángulo agudo, el cual ensancha su base á medida que avanza al S., y fracciona en dos el golfo que procede de los contra- fuertes de la sierra de Andújar, produciendo los valles ó cuencas de Se- villa y Marchena, Arahal, Coronil, etc., por los cuales se desaguaron sin duda las aguas del mar interior y terciario, cuyas costas están mar- cadas en los límites de las sierras Morena y de Ronda y en sus contra- fuertes. El litoral de este grupo de colinas se estiende á partir de Carmona al O., y en el valle de Sevilla por el Viso, Mairena, Alcalá de los Pana- deros, hacienda del Acebuchal, La Torrecilla, Quintos y Doña María, en cuya localidad se acerca á la orilla izquierda del Guadalquivir frente á las colinas de Herbes, La Puebla y Coria, prolongándose despues por Los Palacios, Dos Hermanas, Lebrija, Trebujena, etc. Al E. en el valle del Arahal pasan por Gandul, y corriendo hácia Utrera al S. ata sus ondulaciones con las alturas de Jerez de la Frontera. En la derecha del Guadalquivir y al O. de Sevilla se levanta un grupo de colinas que forman el cerro de Santa Brígida, frente á Santi Ponce, y otro promontorio, si no tan señalado muy semejante al de Car- 92 mona, y el cual estiende sus dos flancos, uno al N. O. en direccion de Albaida, y otro al $. siguiendo la orilla derecha del rio por Camas, San Juan de Alfarache hasta La Puebla y Coria, que se revuelve al O. en di- reccion de San Lúcar la Mayor. Este grupo se aproxima á la misma orilla del agua en Coria, y el rio ha cortado la colina produciendo un es- carpado ó corte natural en su macizo, y forma con el que viene de Carmo- na por la orilla izquierda el estrecho por el cual corre el Guadalquivir. Al pie del horizonte formado por estos dos grupos de colinas se es- tienden las llanuras de Sevilla; pero si bien constituyen en su esten- sion la mayor y mas importante parte de la provincia de Sevilla, sería mucho error el suponer que toda ella es igual y con escasos y cortos desniveles; por el contrario, hay diferencias muy notables en las inme- diaciones de los contrafuertes de la Sierra, y que se muestran ya en el camino de Sevilla 4 Estremadura cerca del cortijo del Peral, y siguen hasta la venta de la Pajanosa; desde Alcalá del Rio hasta Castilblanco, á una legua del Arahal camino de Morón; Utrera, cuyo terreno lo forman colinas mas ó menos elevadas; y tambien las hay que modifican el tono y la uniformidad de la llanura, que se nivela mas en las inmediaciones de Sevilla, y sobre todo desde Cantillana siguiendo el S. en la direc- cion del rio. Pasada Coria y La Puebla se pronuncia mas y decididamente este caracter de nivelacion, y el terreno se estiende del E. al O. acercándo- se á un nivel casi uniforme, y al separarse el rio en los tres brazos que abarcan las Islas Mayor y Menor constituye la llanura una casi per- fecta y nivelada con la cara de las aguas del rio, y con el tono muy semejante al de las Pampas de Buenos-Aires, terminando en las Ma- rismas que penetran en la izquierda del rio frente á Lebrija y Trebuje- na hasta los confines del Puerto de Santa María y Cádiz; y en la dere- cha hasta la ermita de Nuestra Señora del Rocío, Almonte y el Coto de Doña Ana, formado casi en su totalidad del terreno importante de Dunas que desde la orilla derecha del Guadalquivir frente á Bonanza se estiende hasta las orillas del Océano, y que tambien penetra en la iz- quierda del rio en San Lúcar desde el castillo del Espíritu Santo hasta pasado Bonanza y el primer torno del Guadalquivir. 25 Los llanos de la Estremadura forman un golfo que partiendo de la union del Zújar y el Guadiana sigue por Villafranca de la Serena y Don Benito, pasa á Guareña y Mérida, adquiere mayores dimensiones en Villanueva y Almendralejo y en direccion á Badajoz, y penetra en Por- tugal siguiendo la corriente del Guadiana, desde Valdepalacios al E. hasta Portugal, formando golfos en las dos orillas. El litoral de estos terrenos puede trazarse comenzando á media le- gua de la Calzadilla en el camino real de Badajoz á Sevilla, siguiendo al E. en direccion de Llerena; y el curso del rio Matachel por Rivera, Torremejía, que se halla en el borde del valle terciario del Guadiana (característico en Lobon), y continuando por Badajoz y Olivenza sigue á Salvatierra, Zafra, La Puebla de Sancho Perez y los Santos de Mai- mona. De este depósito como centro se desprenden los golfos tambien ter- ciarios que penetran al E. desde Fuente Cantos, Rivera y la Fuente del Maestre hasta las inmediaciones de Azuaga; de la sierra de Alan- je, el de Villagonzalo y Guareña, separado en el rio Guadamez por un promontorio de granito del de Don Benito y Villanueva de la Serena, tan importante como lo es en su caso el de Villafranca y Almendralejo; y los de La Puebla y el Montijo, Mérida, Villar de Rena, que corren hasta cerca de Miajadas, Escorial y la Abertura. El de Don Benito comienza en la orilla derecha del rio Guadamez, sigue en direccion de La Haba, rodea la parte N. O. de la sierra de Magacela, continúa al N. hasta el rio Molar en el camino de La Coro- nada, y por esta villa se estiende hasta el Guadiana que se revuelve al O. siguiendo este rio á Medellin, Santa Amalia, Mérida, etc. El mismo depósito continúa entre los rios Gargalija y Ruecas al E. por Madriga- lejos hasta Valdepalacios. En general estas secciones de la Estremadura presentan colinas mas ó menos elevadas, como se ven en Don Benito y Villafranca, las de Lo- bon y Mérida; pero no aparece en ellas el carácter de nivelacion tan pronunciado como en la cuenca del Guadalquivir. Sin embargo, al N. de Don Benito y Medellin y Rena pasado el Guadiana, todo el espacio comprendido entre la orilla derecha de este rio y Miajadas (aparte de las 9 sierras de cuarcitas de Rena, el Villar de Rena, y la de Yelbes en Me- dellin) forma una llanura casi de nivel y mucho mas decidida desde el Villar de Rena hasta Miajadas. El mismo rasgo se nota en el terreno comprendido entre Don Benito, Medellin y Mingrabil, y aun desde Vi- llanueva de la Serena al Guadiana, y con la circunstancia especial en estas dos últimas localidades de ser casi en su totalidad depósitos de arena suelta, característica entre Mingrabil y Don Benito; desde esta villa á la de Medellin, y mas particularmente desde Villanueva al Gua- diana en direccion 4 Miajadas. Por último, Villafranca y Almendralejo son el tipo de los terrenos conocidos con el nombre de Tierra de Barros; y Don Benito lo es á su vez del comprendido entre Villanueva y Medellin. Estas consideraciones pueden dar una idea de la topografía de las llanuras de Estremadura, pero se formaria un concepto equivocado al considerarla como la de Andalucía, y bajo el aspecto de un todo segui- do y en continuidad. En Estremadura los terrenos llanos penetran en los golfos abrigados por las cadenas de cuarcitas, tan características en sus montañas, los rodean, y de su nivel se destacan estos promontorios ó islotes montañosos aislados, como se verifica en Feria, Zafra, Los San- tos, La Fuente del Maestre, Alanje, San Serban, Magacela, Rena, Medellin, ete. Este carácter propio de los terrenos llanos de Estrema- dura, es el accidente topográfico mas enérgico de aquel distrito, y tanto que es el primero que se fija desde luego al primer aspecto, y lo marca de un solo rasgo en la fisonomía de los terrenos comprendidos entre las sierras Morena, la de Montanches y Almaráz. Además de las llanuras de que nos hemos ocupado, y correspondien- tes á los últimos depósitos en la serie de los que constituyen la costra terrestre, presentan los terrenos de Estremadura otras con caractéres de tales llanuras, si bien cortadas por ondulaciones mas ó menos pro- fundas, y con la circunstancia especial de pertenecer al granito y rocas granitoídeas en algun caso, y en otros á los esquistos silurianos. Ejemplos de llanuras graníticas se hallan en el terreno que ocupa el espacio comprendido entre Campanario, Magacela, La Guardia y los al- tos de Badija, y que se prolonga entre Malpartida y Castuera al S. E, 25 constituyendo el suelo del valle formado por las dos cadenas ó sierras de Candalija y Castuera; asi como de esquistos en la dehesa de la Se- rena desde la ermita de Belén siguiendo á Cabeza del Buey, en la ermita de San Antonio en el centro de la misma Serena, y pasados Santa Cruz y la Abertura, ocupando el espacio comprendido entre los granitos que forman el terreno de estos dos pueblos y la gran masa de esta roca, que constituye el islote de Trujillo: lo mismo se verifica en Belalcázar, etc. ALN. 0. de las sierras de Guadalupe, y comenzando en Almaráz, forman los montes de Toledo el litoral E. S. O del valle que los separa de la cadena de Guadarrama y de la sierra de Gredos, su prolonga- cion, y que contorneando los macizos de granito de Navalmoral y de la Calzada de Oropesa, y los esquistos silurianos de Torralba, avanza por Toledo, frente y enlazándose con los de la Mancha. El tipo mas característico, y cuyos rasgos marcan la topografía de estas llanuras, se halla desde la Calera hasta Santa Cruz del Retamar, y mas particularmente desde Talavera de la Reina hasta Gismundo; en estas localidades los valles del Tajo y del Alberche están abrigados por colinas talladas en depósitos terciarios coronados por uno de cantos ro- dados muy estenso, especialmente pasada la Calera y á dos leguas de Talavera en la casa de Postas del camino de Madrid. La direccion de es- tos valles en la derecha del Tajo forma ángulos mas ó menos próximos al recto y paralelos á la«del Alberche. Las colinas alcanzarán de 60 á 80 metros de altura, las pendientes son mas suaves, redondeadas en sus cabezas, y si bien compuestas de arcillas en la meseta del Bravo y Ma- queda, las hay de cascajo en la casa de Postas citada, y las que forman el litoral del valle del Tajo frente á la Calera, y á una legua corta de Talavera de la Reina. Pasado Santa Cruz del Retamar comienza ya el terreno de Madrid con sus colinas de mayor estension , los valles mas ensanchados, y aun cuando de profundidad notable en el rio Guadarra- ma entre Navalcarnero y Madrid, en Méntrida, en las márgenes del Man- zanares desde Madrid hasta cerca de Aranjuez, ni pueden ni deben aso- ciarse estos accidentes topográficos á los del valle ó cuenca del Tajo, que se muestran en las inmediaciones de Toledo y especialmente en Cabañas, 4 26 Aranjuez, en todo el curso del Jarama, sin embargo en el terreno de Madrid se notan las colinas de San Isidro que se prolongan por la dere- cha del Manzanares hasta el Pardo, las de la orilla izquierda del Prín- cipe Pio y Vallecas, y mejor las que constituyen los bordes del valle del mismo rio, y cuyo trazado topográfico completa al S. el cerro de los Angeles, que le sirve de contraste, y uno, si no el mas importante, de los accidentes significativos del terreno de Madrid; y todos ellos en re- laciones de dependencia con la cadena de Guardarrama y Navacerrada y con sus puntos culminantes. En los demás hay tambien circunstancias especiales y muy dignas de apreciarse debidamente, y bastará enunciar la magnesita de Vallecas, los yesos del canal, y los restos orgánicos ca- racterísticos de los depósitos de San Isidro. En la Mancha vuelve á presentarse desde Ocaña el carácter de ma- yor nivelacion, los espacios que la tienen en mayores dimensiones son frecuentes y de mas importancia, y en realidad pueden considerarse las llanuras de la Mancha como fraccionadas en mesetas de dimensio- nes notables, y cortadas por quebradas profundas en algunos casos, como sucede en Ocaña, La Guardia, Madridejos, etc., notándose además en este distrito el carácter ya enunciado en el de Estremadura (aun cuando no de tanta intensidad) de cadenas de cuarcitas que penetran en el terreno llano, que rompen su continuidad, y á los cuales rodean y envuelven los depósitos de las llanuras. Este carácter se presenta muy particularmente en Puerto-Lápiche y en Almagro, cuyo grupo adquie- re mayor y mas significativa estension asociado con terrenos de volca- nes apagados, cuya accion é influencia debe haber perturbado muy efi- cazmente la topografía de este distrito, y entrado por mucho en la de- lineacion de los trazos mas espresivos de su fisonomía particular. Comparados los terrenos de las llanuras que forman la corona del grupo montañoso que abraza esta Memoria, y abrigados por sus contra- fuertes puede decirse: 1.2 Los de Andulucía presentan continuidad en su forma y com- posicion; los valles son abiertos; sus colinas de grandes dimensiones; la direccion al S. O.; la nivelacion es casi absoluta en su estremo al O. si- guiendo el curso del Guadalquivir, especialmente desde Sevilla 4San Lúcar. 27 2. Los de Estremadura forman golfos irregulares y salpicados entre los islotes que constituyen las cadenas de cuarcitas, y no presen- tan ni toman el carácter de nivelacion tan marcado como los anteriores. La topografía está en relacion con los accidentes y la influencia de los macizos de las cadenas de las cuarcitas. 3.2 Los de Toledo se hallan mas tallados en el terreno, y su carác- ter es contínuo en el litoral, y formado de colinas redondeadas, valles profundos. 4.” Por último, en la Mancha los cabezos de las colinas adquieren la estension y carácter de mesetas, sus caidas son profundas, y participan de la influencia de los montes de Toledo en relacion con los de Estre- madura en sus cadenas de cuarcitas, que los penetran y fraccionan en algunas localidades. Además se hallan caracterizados por su asociacion á los terrenos de volcanes apagados en Almagro, cuya estension y energía debe haber modificado mucho sus accidentes topográficos. STSTtUIA MIDROGRABICO, O Derivado este de los accidentes topográficos ya mencionados, par- ticipa tambien en cuanto á su importancia como caudal y riqueza de aguas de la latitud, del clima y demás circunstancias geográfi- cas; no se hallan nieves perpétuas en todo el espacio montañoso com- prendido en esta Memoria; y aun cuando en los confines de la Man- cha y Castilla la Nueva permiten sus condiciones físico-geográficas es- te fenómeno, apenas alcanza su duracion 4 un corto número de dias; consecuencia debida á la elevacion y latitud del terreno y á la de sus montañas. Además pertenecen estos por lo general á terrenos crista- linos de granito, y á los silurianos, y sus aguas potables y provecho- sas en su accion sobre la economía animal son escasas, ó al menos no abundantes cual las correspondientes á los terrenos secundarios y ter- ciarios. Consiguiente á tales condiciones apenas hay cursos de aguas que . 28 mantengan su corriente en la estacion calurosa , y únicamente el Tajo, el Guadalquivir y el Guadiana pueden conservarlas, y aun en este úl- timo hay años y ocasiones en que la corta; y al menos desde su naci- miento hasta muy cerca de la entrada en el mar es vadeable la mayor parte del año; impracticable únicamente en la estacion de las grandes lluvias y por corto tiempo en casi la mitad de su curso. El Tajo y el Guadalquivir participan de estas condiciones, y este último en todo el verano es vadeable desde Sevilla subiendo su curso en muchas y repe- tidas localidades, empezando desde la Puerta Real frente á la fábrica de la Cartuja. El Zujar, el Genil y todos los demás afluentes de aquellas tres ar- térias de nuestras provincias meridionales apenas conservan su corrien- te en verano, casi todos la pierden, y en sus accidentes y marcha pe- viódica pueden y deben calificarse como torrentes invadeables en es- taciones y tiempos de grandes lluvias, pero de escasísimo caudal de aguas, ya se consideren bajo el aspecto de fuerza motriz, ya como de- pósitos para el riego, y por último, como via pública de comunicaciones aplicada á la navegacion interior. El Guadalquivir solo es navegable actualmente hasta Sevilla, el Tajo lo es hasta Abrantes, y el Gua- diana en su embocadura en el mar; y si bien será posible penetrar mas en sus corrientes, esto será venciendo los obstáculos naturales que pre- sentan por las condiciones topográficas y físicas del terreno que atraviesan, y no sin grandes esfuerzos, y empleando muchos y cuantiosos capitales. Como ya hemos indicado, la cuenca del Guadalquivir se estiende y alcanza á mayor espacio é influencia que parece debia por la posicion y ramificaciones de las montañas; y los accidentes geológicos que han determinado su topografía permiten el descenso de las aguas de la me- seta de la Mancha por el rio Montoro y Jandula, las de Estremadura por el rio Biar, atravesando en ambos casos la Sierra-Morena, y las de Granada por el Genil al Guadalquivir, recojiendo este en su corriente toda la masa de las aguas derivadas de la sierra Elvira y sus macizos, y de los contrafuertes N. de la Sierra-Morena en su enlace con la Mancha y con las montañas de la provincia de Badajoz. La corriente del Guadalquivir tiene un desnivel desde el puente de 29 Córdoba hasta el de Sevilla de 574,01 pies en una distancia de 715.969 pies siguiendo el curso del rio, ó sea 35,75 leguas de 20.000 pies; de las cuales 3,52 leguas con desnivel de 15,51 pies á partir de Sevilla, están sujetas 4 la marea. Corresponden 11,20 pies de desnivel por legua; y siendo mas que duplo desde 4 6 5 pies por legua, tipos de los rios navegables, deter- mina el del Guadalquivir en la clase de torrentes y de muy dificil y costosa navegacion, resultado debido á la topografía del terreno en que sigue su cauce, y por el cual corre desde Córdoba hasta Sevilla. Desde la barca de Cantillana hasta Sevilla es de 0,00042 por pie de curso, ó sea de 0,4 por cada 1000 pies, ó de 8,0 por legua. Todos los afluentes de la derecha del Guadalquivir se desprenden de la sierra con grandes velocidades, y acumuladas en cortas unidades de tiempo, especialmente en la época de lluvias, y en razon á correr aquel rio al pie de la Sierra-Morena. Las aguas arrastran consigo el detritus de cascajo, arcilla, arena de la sierra, etc.; producen las gran- des avenidas que inundan los terrenos inmediatos 4 Sevilla, particular- mente si reinan los vientos del S. O., que dificultan el desagúe del rio. Al retirarse las aguas de éste se precipita el limo, y produce los depó- sitos anuales de arcilla cargada de peróxido de hierro que cubren las orillas del Guadalquivir. El álveo del rio corre en Andujar al pie de los contrafuertes de la sierra, y desde Córdoba hasta Cantillana al pie de la Sierra-Morena, y sobre los depósitos de arcilla terciarios, atacables por la accion de las aguas, las que trabajan continuamente contra las orillas, dando lugar á inflexiones ó tornos que modifica 4 su tiempo, cortando el istmo que los separa por medio de un rápido, por el cual se precipita la corriente de las aguas en la época de las avenidas. Comenzando desde Córdoba presenta el rio una série de tornos que son: 1.” frente á Posadas; 2.” barranco de los Ciegos; 3.” Guadajoz; 4. Cantillana; 5.2 Brenes; 6.” frente á la cortadura que se estiende hasta la venta de la Negra; y el mismo carácter continua en la corrien- te del Guadalquivir hasta Bonanza, próximo á su entrada en el mar: pero los ejemplos mas notables de este trabajo de reconstruccion en las 50 orillas del rio se hallan en los tornos de Guadajoz, Cantillana, y en la cortadura que la Compañía del Guadalquivir hizo hace años al estable- cer la navegacion por el vapor de Sevilla 4 San Lúcar y Cádiz. La fuer- za de la corriente se ha dirijido por la cortadura, y abandonado casi de todo punto el recodo que sigue al O., y alcanza hasta la venta de la Negra al pie de las colinas que vienen de San Juan de Alfarache, y cuyo brazo del rio acabará por cegarse como lo ha sido el antiguo que pasaba por las inmediaciones de la Algoba. En esta localidad se ve aún de manifiesto el álveo del brazo del Guadalquivir, que corriendo al pie de las colinas y de los muros de Itálica, hoy Santi Ponce, seguia la- miendo las colinas de Castilleja de la Cuesta, y el cual abandonado por el rio hace siglos, ha privado á dicha poblacion de las condiciones que sin duda determinaron su eleccion para el asiento de una colonia romana. Los afluentes mas notables del Guadalquivir son el Genil, Guadia- to, Biar, Guadaira, ete., pero casi todos pierden su curso en el vera- no. El Biar se une al Guadalquivir en Cantillana apenas fuera de la sierra, y abriéndose paso por la profunda quebrada que desde las cues- tas de Montegil sigue á Cantillana, y cuyo suelo está constituido por el depósito carbonífero del Biar. El Guadiana procede de la sierra de Moron, atraviesa el valle del Arahal y la cadena de colinas de Carmona, deslizándose por la quebra-= da de Alcalá de los Panaderos, y lleva sus aguas, favorecido por este accidente topográfico, al valle de Sevilla y al Guadalquivir pasada la venta de Eritaña. El Guadiana estiende su cuenca al N. ÉE., pasada la llanura de la Mancha hasta la sierra de Cuenca, que le separa del Tajo, y al N. O. recoje las aguas de los montes de Guadalupe y las de Montanches al S. 0., y al S. E. las de Sierra-Morena y montañas de Estremadura. Sus afluentes principales son: en la Mancha el Jabalon y la Vega; en Estremadura, en su orilla izquierda el Matachel, Guadalmez, Ortigas, Molar y Zujar; en la derecha Burdalo, Ruecas, etc.: pero aun el Jaba- lon y el Zujar, que son los mas caudalosos, pierden su corriente en el verano, y los demás apenas pueden alcanzar el rango de rios de ter- cer orden. 31 Consiguiente á este caracter del sistema hidrográfico del Guadiana, pierde casi la totalidad de su corriente gran parte del año, y especial- mente en la estacion calurosa, desde Badajoz hácia su nacimiento toma el tipo de lagunas ó charcos laterales y aislados, unos seguidos y otros enlazados por chorreras 6 rápidos de pocas pulgadas de fondo, dificul- tando la navegacion del rio, y produciendo en el pais que recorre el desarrollo de las calenturas tercianarias, tan perniciosas y tenaces en Estremadura. Medellin, por ejemplo, se halla situado en la confluencia del Ortigas y el Guadiana; y es tal la influencia de esta disposicion to- pográfica, que sus habitantes sufren una epidemia de tercianas que diezman anualmente la poblacion, y que concluirán por abandonarla de todo punto si no se remedia el mal canalizando el Ortigas, y haciendo que desde Mingrabil siga directamente al Guadiana, abandonando el actual cauce que pasa por Medellin. La humanidad reclama esta obra de muy corto gasto; y por grande que sea, siempre será pequeño si se compara con el bien inmenso de salvar una poblacion, víctima de azote tan terrible como facil de remediar, y poblacion digna de mejor suerte y de llamar la atencion del Gobierno por su posicion topográfica á la orilla de un rio, en pais de mucha produccion agrícola, con lanas al pie de sus muros y carbon de piedra á 15 leguas de distancia en Fuente-Ove- juna; y cuando por esto no, siquiera porque en Medellin nació Hernan Cortés. El Guadiana presenta en el primer terreno de su curso el hecho sumamente importante de perderse entre Alcázar de San Juan y Vi- llalta de San Juan, y despues nace cerca de la venta Quesada. Este fe- nómeno, debido á la naturaleza de los depósitos que forman el suelo de la Mancha en esta localidad, y ligado á otro que despues examinare- mos, corta la corriente del rio hasta los Ojos de Guadiana, y continúa inclinándose al N. O. hasta que penetra en los montes de Toledo, fren- te á Piedra-Buena y Luciana en Tabla Caldera, cambiando su curso en direccion de la sierra de Guadalupe. Los macizos de esta sierra le obli- gan á revolverse al S,, y en la Puebla de Alcocer y Orellana sale de las montañas y entra en las llanuras de Estremadura, que comienzan en Villanueva de la Serena, sigue á Medellin, Mérida, Badajoz, y en el úl- 32 timo tercio de su curso atraviesa las sierras de Aroche para desembo- car en el mar en Ayamonte. Se ve por lo espuesto, que atravesando el Guadiana las llanuras de la Mancha, en la primera seccion de su curso encuentra el grupo de montañas de los montes de Toledo, los cuales atraviesa en un espacio comprendido desde Luciana á la sierra de la Puebla de Alcocer y de Orellana. Aprisionado su curso en este terreno, cuya topografía es su- mamente accidentada y de rocas silurianas, ni presenta las inflexiones y tornos que modifican la corriente del Guadalquivir, ni le son posibles las variaciones propias y consiguientes á los grandes rios en terrenos meridionales y de formaciones modernas; notándose que aun desde que se abre paso á su salida de los montes en Orellana, y al recorrer el terreno llano de Estremadura desde la Serena hasta Badajoz consti- tuyendo como el eje de los depósitos terciarios de esta provincia, se apega á las cadenas de cuarcitas de Rena, Medellin, San Serban, ete. En una palabra, el Guadiana lleva un cauce obligado casi en todo su curso por los accidentes de un terreno que por su naturaleza resiste á la accion errosiva de corrientes vagabundas variables, propias de los rios que tienen el caracter de torrentes con grandes y fortuitas aveni- das, y cuyos cauces se hallan tallados en depósitos mas menos move- dizos ó compuestos de arcillas, arenas, cascajo, etc. El Tajo estiende su cuenca á mayor distancia y fuera del alcance de esta Memoria; nace de la falda N. del cerro de San Felipe, en la sierra de Molina, á dos leguas escasas del origen del Júcar, que lo tie- ne en la vertiente S. del mismo cerro. La prolongación de la sierra de Molina separa los afluentes de los dos rios, inclinando los del Tajo al O. y los del Júcar al S.; mas al en- trar aquel en la provincia de Toledo se apega ya á sus montes, y for- ma al N. O. el litoral del grupo montañoso cuyas vertientes del E. S. O. baña el Guadalquivir; por manera, que asi como este rio lame des- de Andújar el pie de la Sierra-Morena hasta Cantillana, de un modo pa- recido el Tajo sigue desde Toledo el de los montes de este nombre has- ta el puente de Almaráz, en cuya localidad, atravesando el nudo de las dos cadenas de Guadalupe y Guadarrama, continúa su curso trabajoso 35 estrechado por un terreno de montañas en España y Portugal, hasta que sale á las llanuras en Abrantes. Sus afluentes desde Aranjuez en la orilla derecha son el Alberche, que se le reune en Talavera de la Reina, y todos los demás arroyos de- rivados de las vertientes de la cadena de Guadarrama y su prolonga- cion por Plasencia, asi como en la izquierda recoje los que se despren- den de los montes de Toledo á partir de la sierra de Guadalupe y cerro del Buey, en los montes cuyas crestas forman la línea de la division de las aguas al Tajo y al Guadiana. Bajo este concepto entran en el Tajo muchos arroyos en la orilla izquierda y algunos rios de tercer orden, como los llamados Guadajara, Torcon, Madrigal, Pusa, Sangrera, Ceba- do, Guadija, Del Monte, etc., siendo los mas notables en la derecha el Alberche, y el Pusa, Cebado y Del Monte en la izquierda; y con la cir- cunstancia de participar todos del caracter de torrentes, y de cortar su curso en el verano. Por lo dicho se conocerá facilmente que el sistema hidrográfico de los terrenos comprendidos en esta Memoria es el consiguiente á la dis- posicion especial de los macizos de montañas de que depende, fraccio- nándolo en tres cuencas ó grupos muy distintos en caudal de aguas, en direccion y aun en la inclinacion de la cara de sus corrientes, con la circunstancia notable de influir con grande enerjía en el alcance del rádio de sus afluentes respectivos la disposicion de las mesetas centra- les de la Mancha y Estremadura, su enlace con los macizos de la Sierra- Morena y montes de Toledo, y mas que todo la topografía especial de la primera, que permite el hecho que tanto caracteriza su relieve, de trasportar la línea de particion de aguas desde las alturas culminantes de Despeñaperros, Cazalla y Constantina á los terrenos de La Calzada de Calatrava en la Mancha, y á los de Azuaga en la provincia de Ba- dajoz. Estas condiciones, las de las líneas isotermas, y las que nacen de la estructura de la Sierra-Morena y de sus relaciones con las llanu- ras de Sevilla y Estremadura, hacen que el clima africano penetre muy adentro en las Andalucías, y que la flora y la fauna de esta provincia participen del caracter propio de las del otro lado del estrecho de Gi- 5 34 braltar. La palmera crece con lozanía en Sevilla y en sus alrededores; la palma enana entra en la Sierra-Morena y sube hasta las cuestas de Montegil; el laurel rosa pasa la Sierra-Morena y llega muy adentro en Estremadura; y el naranjo crece y da fruto al aire libre en Orellana, al pie de los montes de Toledo; el cactus vulgar en la provincia de Se- villa, etc. El camello vive y se reproduce en el coto de Doña Ana, en San Lúcar; y en toda la orilla derecha del Guadalquivir, desde Constantina hasta su entrada en el mar, se halla indígeno el animal llamado Melon, que es una variedad del Ichneumon, propio y característico de las ori- llas del Nilo en Egipto; y observaciones posteriores, y el examen com- pleto del reino vegetal y animal de la Andalucía, hará sin duda mas evidentes estas indicaciones, importantísimas en el estudio de nuestras provincias meridionales. En otra Memoria nos ocuparemos de las rocas, de los terrenos y de los cortes geológicos que determinan sus relaciones en la seccion de nuestro suelo, cuya topografía y sistema hidrográfico hemos procurado examinar, si no cual corresponde, al menos conforme á los datos que hemos podido adquirir en muchos y trabajosos estudios verificados sobre el terreno. Francióco de Tano. 62 | > Ela y sE se Lam2/2 oe | Guadarrama MA de las provincias de MADRI CACERES, BADAJOZ, SEVILLA He en la park COMPpread E, 3 MADRID Angeles E Claies A POS: 5 ¿TE E e ol ranjuez 2 AS N delos dl ¡e > __—- E pl / | La Guarda NS y j Ñ Manto me ea as 2--£ Palla La Se y. ” 5 52 | I y | | e 4 A gas HE : E | Guadarrama E Ñ MAPA UA / las provincias de MADRID, TOLEDO, (IDAD-REAL ALS S/-MADRID CACERES, BADAJOZ, CORDOBA, HUELVA, e ge Lio SEVILLA y CADIZ, A A = // y Jlodoas f —.+ Lorlt y So E 0. ae Ez TOLEDO) ñ A | S 4 a a p i 5 | y J Y Madridejos Deeto |rapia 192 o A BADAJOZ / E F q | Hlawiailos dr y Buyxupróta Nile , ( vitral $ SE O valia del [ dl ; , hs A í Cuutos / hana, 1 A : +] 14 Es Casplla = =P Ñ 3 y ESA Mirtela. | ES NE Elmadiep ol ) Y A S z S Ñ E , Ñ OD 2 N E y Co SEVILLAYA í . y pu e | ¿HUELVA y f Ne Mardiena seriamente Ñ >> >) ) thu ¿ 1 Roc 7 y Upa e = ' Moron == > J AS EA) y £ T E F reir N 7) lnA pr Espiel CAJA CADIZ yo Leguas españolas de 1696 al grado o scan 8.000 varas castell ál | : > 4 ” 4 + WS 1 4 Ñ , 3 1 4 SÍ Debra DE UNA DESCRIPCION GENERAL DE LA ESTRUCTURA GEOLÓGICA DEL TERRENO DE ESPAÑA BN DA PBNÍNISVLA, POR DON JOAQUIN EZQUERRBA DEL BAYO, Académico de número en la seccion de Ciencias naturales. —==o () seso— SECCION 41. Los estrangeros nos echan en cara, y tal vez con alguna razon, el que no hayamos todavía puesto en conocimiento del público científico la or- ganizacion geológica de nuestro suelo, como lo han hecho ya otras na- ciones. Los españoles somos muy mirados y muy reservados en la pu- blicacion de nuestras tareas científicas: no sé si esto será una virtud ó un defecto; no sé si será consecuencia de nuestra moderacion y de la desconfianza de nuestras propias fuerzas, ó si será un orgullo de no querer presentar nada que no lleve el sello de la perfeccion, cosa bien dificil por no decir imposible de alcanzar en todas las cosas humanas, y muy particularmente en materias científicas, y que dependen como la geologia, de la acumulacion de una repetida y larga serie de de obser- vaciones. El trazado completo de la carta geológica de un pais es em- presa árdua, de mucha duracion y que exije grandes dispendios, por cuya razon tienen que tomarla á su cargo los Gobiernos, como tan sa- biamente lo ha dispuesto hace poco tiempo el nuestro, nombrando al efecto una comision de personas dignas y entendidas en la materia. Pe- ro en otros paises, antes que el Gobierno tomase á su cargo la realiza- cion de tan útil empresa, varios geólogos habian ya publicado aislada- mente la descripcion de ciertas localidades especiales: otros, mas atrevi- dos ó mas emprendedores, ó tal vez con el objeto de llamar la atencion 56 del Gobierno ó de corporaciones científicas, avanzaron hasta formar por sí solos la descripcion geológica de una gran comarca, y aun de un reino entero, pero sin aspirar de ninguna manera al título de perfec- cion para el trabajo que presentaban, el cual despues se ha ido comple- tando y perfeccionando sucesivamente con las observaciones posteriores de otros naturalistas. Teniendo presentes todas estas consideraciones, y animado con el deseo de dar el primer paso, que es el que suele decidir á que los de- más entren en la tarea y manifiesten al público las observaciones que hubieran siempre yacido entre los apuntes de sus escritorios, y las ideas que, sin este aliciente, ni siquiera hubieran sido nunca estampadas en el papel, me atrevo á presentar á la Real Academia este primer ensa- yo de una descripcion general de la constitucion geológica de nuestro suelo, sin mas pretensiones que la de escitar y promover la buena vo- luntad de otros geólogos que vayan delineando, contornando y dando colorido á mi primer bosquejo. Para el trazado de este primer bosquejo no cuento solo con los da- tos que yo haya podido reunir en mis muchos viajes y escursiones; cuento además con las observaciones hechas y publicadas por varios geólogos estranjeros que han viajado por España, y cuento sobre todo con las numerosas descripciones parciales de diferentes individuos del cuerpo de ingenieros de minas, algunas de las cuales han contribuido á formar el testo de nuestros cuatro tomos de Anales de minas y de otros periódicos oficiales, habiendo tenido además ocasion de examinar las que no han visto la luz pública por razon de mi destino y categoría en dicho cuerpo. Á mí me parece que, reuniendo todos estos datos, aun cuando verdaderamente hay todavía muchos vacios ó grandes cla- ros por llenar, se pueden sin embargo formular algunas partes con bas- tante exactitud, y hacer sobre el todo consideraciones generales del ma- yor interés. Estimular á los geólogos á que llenen aquellos vacíos, es en realidad el principal objeto que me propongo con este imperfecto traba- jo, el cual quedaria cumplidamente recompensado si pudiera servirles de alguna utilidad para apoyarse en él como punto de partida. Antes de entrar en materia debo advertir que haré uso de la no- 31 menclatura y clasificacion geológica adoptada por el distinguido Sir Charles Lyell, y que ya tengo antes de ahora trasmitida al lenguaje castellano, considerando por consiguiente en las rocas cuatro grandes clases ó secciones, á saber: Rocas acuosas, Rocas plutónicas, Rocas volcánicas, Rocas metamórficas, dividiendo despues las acuosas en tres grupos principales, y estos en varias formaciones ó terrenos ordenados de arriba para abajo , es decir, yendo de los mas modernos á los mas antiguos, de la manera siguiente. 1. Post-plioceno y formacion actual. 2. Plioceno (antiguo y moderno). ......... 0 MOCOS lo aaa aloe ele sia e ola aialela atera 9 TUDO Cerciario: 4. | ALELLA tt ralla: Esti is E O O O AOS: llo VEA EM 00rgoo do dUoPo Vo no uo SO ota superior Lt as lts 2 Walla Mruanmelkooconoocoobovoouadonc 10. Oolita inferioP. .........<............ ¿Grupo secundario. illo IEboocoVoonoobovo Poco Dor OO 12. Arenisca roja moderna superior.......... 15. Arenisca roja moderna inferior y zechstein.. o ndo o sob Ue nad 15. Arenisca roja antigua y devoniano........ Fosilíferos prima- rios Ó de transicion de algunos autores. 16% SMA UC So a 17% "Siluriano terior 0% A O 18. Cambriano y fosilíferos antiguos. ........ Otra advertencia necesito tambien hacer sobre el modo como yo comprendo la clasificacion de las rocas metamórficas, en las cuales en- 38 cuentro hasta ahora cierta confusion, nacida principalmente de que no siempre se puede conocer á qué terreno ó formacion correspondian an- tes de estar metamorfizadas, y no se las puede por consiguiente con- signar con exactitud su edad relativa. No pudiendo hacer debidamente esta clasificacion, yo las consideraré divididas en dos grandes clases, in- dependientes hasta cierto punto de su verdadera antiguedad. Rocas cristalinas ó gneísicas, y rocas simplemente metamórficas. Las prime- ras, que son las que antes se designaban con el nombre de rocas pri- milivas estratificadas, se hallan en el grado mas superior y mas com- pleto de metamorfismo, habiéndose alterado todos sus caractéres pri- mordiales, hasta la contestura interior, conservando únicamente la es- tructura ó estratificacion general. Esta clase de rocas constituyen casi siempre grandes estensiones de terreno, penetran hasta profundidades indefinidas, y rara vez se puede reconocer la época á que correspondie- ron. Las segundas no están todavía tan completamente metamorfizadas, y se puede reconocer con mas facilidad su edad relativa, bien sea por- que conserven aún algunos de sus caractéres sin alterar, ó bien porque el metamorfismo no se ha estendido á todo el terreno que constituye aquella formacion, quedando por consiguiente perceptible el tránsito de la parte alterada á la no alterada. Idea general de la distribucion de las cuatro grandes clases de rocas en España. — > En el pequeño trozo de la corteza del globo que constituye la pe- nínsula conocida con el nombre de España, se presentan todas las rocas plutónicas, volcánicas y metamórficas reconocidas y clasificadas por los geólogos; y de la gran serie de rocas acuosas solo faltan dos ó tres miembros principales, que tal vez tendrán tambien sus representantes. Una vez sentado este principio, se puede desde luego deducir a priori que nuestro suelo debe ser clásico y singular para la industria minera. Efectivamente, en él tenemos, y en abundancia, los diferentes minerales 59 de que se obtienen todos los metales conocidos, escepto la platina; te- nemos todas las sales y todos los combustibles del reino mineral, y, en una palabra, tenemos casi todas las especies mineralógicas que se citan en los tratados de esta ciencia. Nuestras diferentes formaciones acuosas han servido tambien de sepultura á multitud de séres terrestres, mari- nos y lacustres correspondientes á todas las épocas geológicas. De mo- do que, cuando se haya estudiado debidamente nuestro suelo, y que se hayan reunido y ordenado las colecciones de muestras ó ejemplares cor- respondientes á cada ramo, se podrán estudiar y aprender completa- mente la mineralogía, la geologia y la paleontologia sin necesidad de sa- lir de la península. Para proceder con algun orden en la descripcion que nos hemos propuesto, necesitamos ante todo dar grandes trazos y hacer clasifica- ciones por mayor, digámoslo así, ó en grande escala, y que yo concibo de la manera siguiente. Las rocas plutónicas y las cristalinas constituyen el relieve de las grandes murallas que nos separan de la Francia y del Portugal, y que dificultan en parte nuestra amalgamacion con ninguna de dichas dos naciones, á pesar de lo mucho que nos convendria el verificarlo con la segunda nombrada. Esta muralla portuguesa debe haber servido de di- que al Océano por aquella parte desde la época cretácea cuando menos, como lo haremos observar á su tiempo al tratar de las rocas acuosas. El relieve de la prolongada cordillera cantábrica nos defiende de las irrupciones del impetuoso mar del mismo nombre. No se ve asomar en ella ninguna roca plutónica, pero este gran dique ó presa se apoya y está sostenido al Poniente por el intenso foco plutónico de Galicia, y al Oriente por algunas masas plutónicas de los Pirineos. De la gran barrera ó muralla de Portugal se destacan, digámoslo asi, tres ramales plutónicos que se dirijen casi paralelamente hácia el E. N. E., sin pasar ninguno de ellos del meridiano central de España, dando origen á otras tantas cordilleras principales que corren en la mis- ma direccion. El resto de nuestro suelo, inclusos los intérvalos entre las precitadas cordilleras, está constituido por rocas acuosas de todas las edades, las 40 cuales por todas partes se hallan atravesadas y trastornadas por diver- sidad de rocas volcánicas, predominando las mas modernas de ellas, es decir, las basálticas y las traquíticas, en la proximidad de casi todo el litoral del Mediterráneo, sin que por eso dejen de existir tambien algu- nos basaltos en los territorios mas centrales. Siguiendo los ramales plutónicos que antes he indicado, se observa que mas adelante el terreno constituido por las rocas acuosas viene á estar muy levantado, resultando una especie de gran cordillera que, aun cuando no muy bien marcada ni decidida, corre en direccion casi normal á las otras tres, y va descendiendo y modificándose hácia la costa oriental mediterránica, que es la que en general ofrece mas playas suaves y asequibles. La zona mas meridional de la península está constituida por una gran serie de sierras paralelas, que casi se tocan unas á otras, conti- nuando de este modo hasta el mismo mar, el cual por consiguiente tie- ne mucho fondo en aquella costa, pero es de dificil acceso para buques de gran porte fuera de ciertos y determinados sitios, razon por la que dicho litoral se presta tan bien al contrabando marítimo con pequeños buques. Con solo lo que llevo espuesto, se deja conocer desde luego cuántos han de ser los grandes rios que corren por España, y que la mayor par- te de ellos han de dirigirse de E. á O. Si son cinco las grandes cordille- ras en esta direccion, los grandes rios en la misma direccion deben ser cuatro. La cordillera de los Pirineos ha de tener tambien el suyo; pero la otra cordillera que hemos dicho corre de N. á S. (con corta diferen- cia), como que es tan irregular y que está tan próxima á la costa, hácia donde inclina, no puede dar origen á ningun rio de mucha considera- cion, como efectivamente es el caso. Otra consideracion muy digna de notarse hay que hacer con tres de los grandes rios que corren de E. á 0., es decir, los tres que corren por las cañadas de las cordilleras plutónicas. Estos tres rios, por lo que hemos visto, van á chocar de frente con la gran barrera ó muralla por- tuguesa, que debe oponerles un obstáculo á su curso. El Tajo sin em- bargo, segun indican los mapas, sigue recto sin variar su direccion pri- 44 mitiva, hasta tropezar en la cordillera de los montes de Junto, dentro ya de Portugal. No conozco aquellos sitios ni siquiera por relacion, pero sin la menor duda debe haber allí alguna cireunstancia particular en la configuracion del terreno que esplique este fenómeno: tambien puede ser que la indicada muralla esté interrumpida en aquella parte ó haga una ondulacion, internándose en dicho reino. El rio Duero choca de frente contra la barrera plutónica cerca de Car- bajosa, y no pudiéndola atravesar la va lamiendo hácia el S. S. O. duran- te unas quince leguas, casi siempre metido en un profundo y escarpado barranco de rocas cristalinas, hasta que por fin vence el obstáculo junto á Castro-Alba y vuelve á tomar su dirección normal, para ir á fertilizar las célebres campiñas de Lamego y Oporto. Esta rotura del Duero para franquear la barrera, no debe sin embargo datar de tiempos geológicos muy remotos, como lo demuestra el inmenso depósito terciario lacustre que constituye el feracísimo terreno conocido con el nombre de Tierra de Campos, y que procede de las aguas del Duero allí remansadas en dicha época por su dificil salida. El rio Guadiana no ha podido hasta ahora superar la barrera, y des- de que tropieza en ella, entre Badajoz y Olivenza, tuerce y sigue casi directamente al S. hasta desembocar en el mar por Ayamonte. Tambien de lo dicho se podrian deducir algunos principios generales para la cuestion que en el dia se debate sobre el establecimiento de grandes líneas de caminos de hierro; como por ejemplo, el que todas las que traten de establecerse en direccion N. S. han de presentar en su construccion obstáculos muy difíciles de superar, á no ser, tal vez, en la proximidad de la costa oriental mediterránica. Estos tres rios, aunque caudalosos y constantes en agua, no pue- den disponerse facilmente para la navegacion en razon á los obstáculos que han de presentar los grandes estribos y ramificaciones de las cordi- lleras plutónico-cristalinas, no solo por las sinuosidades y curvaturas que les hacen describir, sino tambien por lo costosos que resultarian los ca- nales de derivación, que sería preciso ejecutar para salvar las cascadas ó saltos repentinos. No así el Ebro, que como se halla muy distante de la barrera francesa, y que desde antes de Logroño va siempre hasta 6 42 su desembocadura sobre terreno de sedimento no trastornado, se pue- de con facilidad habilitarlo para la navegacion, segun se ha demostrado con los recientes trabajos de los ingenieros de la empresa que la ha to- mado á su cargo. La cañada del Guadalquivir, á pesar de su gran am- plitud, produce muy pocas aguas antes de Sevilla, desde cuyo punto este rio puede mas bien considerarse como un estuario; así es que los ingenieros que se han ocupado de la resolucion del problema de su na- vegacion, han dado la preferencia á la apertura de un canal lateral des- de Córdoba á Sevilla. Una vez trazado, aunque muy ligeramente, el esqueleto ó arma- zon en grande de la constitucion geológica de nuestro suelo, pasare- mos á ocuparnos de los detalles, es decir, á indicar la distribucion lo- cal de cada una de las diferentes clases de rocas y de sus accidentes di- versos, hasta donde alcancen los datos que hasta ahora he podido reu- nir, tanto por mis propias observaciones, como por las descripciones de otros, que han llegado á mi conocimiento. Empezaré por las ROCAS PLUTÓNICAS Y CRISTALINAS. AGA Caracteres generales de las rocas plutónicas en España. Las rocas eruptivas tienen diferentes caracteres y diferentes rela- ciones segun es su antigúedad. Los granitos, por ejemplo, pueden ha- ber sido empujados y aun semifundidos despues por otras masas erup- tivas que los hayan hecho asomar á la superficie en épocas posteriores; pero consideradas como causa inmediata y principal de los trastornos, los granitos son las rocas mas antiguas entre las que han atravesado la corteza del globo. En seguida vinieron los pórfidos y demás rocas llama- das trápicas por algunos geólogos; luego los basaltos, y por último las lavas que brotan en el dia de nuestros volcanes. Pero á pesar de esta clasificacion científica, hecha mas bien con el objeto de facilitar su es- 45 tudio, es imposible marcar, ni aun aproximadamente, los límites en que deben comprenderse estas cuatro clases de rocas eruptivas. El fe- nómeno de su aparicion á la superficie se ha estado verificando siem- pre por un punto ó por otro de la corteza terrestre, sin que se pue- da decir haya habido nunca la menor interrupción, considerándolas en totalidad. A medida que ha ido transcurriendo el tiempo se han ido tambien modificando, tanto la naturaleza de la masa interior fundida, como la de las otras rocas que tenian que atravesar, y las condiciones atmosféricas que encontraban á su salida; y como que estas circunstan- cias y relaciones se han ido modificando gradual y sucesivamente, re- sulta por consiguiente que es imposible determinar cuándo, por ejem- plo, dejaron de ser graníticas y empezaron á ser porfídicas , y así de las demás. Por eso se dice en geologia, que los tránsitos de unas rocas á otras son insensibles. Fundándome en estas consideraciones, y teniendo presente lo que se observa en España, comprenderé en la clase de rocas plutónicas, no solo las graníticas, las sieníticas y sus análogas ó semejantes, sino tam- bien ciertos pórfidos groseros, digámoslo así, que en razon de su es- tructura y composicion son conocidos bajo el nombre de granitos apor- fidados ó de pórfidos graníticos, indistintamente. La roca plutónica que mas abunda, casi esclusiva en España, es el granito comun, compuesto de cuarzo, feldespato y mica, aquellos dos blancos y esta de diversos colores. La verdadera sienita solo la he visto en la provincia de Sevilla, lindando con la de Huelva , por los pueblos de Zufre, Santa Olaila y Real de la Jara, constituyendo uno de los principales focos que han dado origen al levantamiento de la sierra de los Aroches. Tambien parece que la hay en algunos puntos de Galicia, cerca del cabo Ortegal, y entre Orense y el Carballino. Entre nuestros granitos comunes el mas general es de grano grue- so, preponderando en él el feldespato, que entra facilmente en descom- posicion por las influencias atmosféricas; de donde resulta, ó bien un cierto aspecto de estratificacion, ó bien el aislamiento de trozos de todas magnitudes, los cuales á primera vista parecen cantos que hayan roda- do, ó que hayan sido colocados artificialmente en el sitio en que se en- 44 cuentran. El que ha pasado por Las Rozas, Galapagar, Guadarrama ó cualquier otro sitio de la sierra de este nombre, no puede menos de ha- ber fijado la atencion en algunos trozos de granito que parecen estar sostenidos en un equilibrio accidental, apoyados casi sobre un solo pun- to de su base, por haber desaparecido enteramente una zona inferior de feldespato. Este mismo fenómeno se presenta en otras muchas partes de España, como por ejemplo entre Carbajales y Carbajosa, provincia de Zamora, junto á la frontera de Portugal; en las inmediaciones del fa- moso puente de Alcolea, provincia de Toledo; y sobre todo en Peña Corneyra, en Galicia, cerca de Rivadavia. Otro efecto tambien de la descomposicion de la parte feldespática de los granitos, es el igualarse su superficie esterior, formando una plani- cie horizontal y sin la menor desigualdad, á no ser algun que otro can - to aislado de los que antes he mencionado, y que parecen haber sido tras- portados de distancia. Este fenómeno es muy digno de ser tenido en consi- deracion, pues de lo contrario se podrian inducir consecuencias erróneas sobre las formas que afectaron las masas plutónicas al salir á la superficie. Hablando de la descomposicion de los granitos, no puedo menos de llamar la atencion sobre el gran monumento de esta clase de roca, eri- gido por la arrogancia y valentía de Felipe Il para perpetuar la memo- ria de nuestras glorias militares en el Norte de Europa. El magnífico y suntuoso edificio del Escorial, en que se encuentran reunidos el templo, el monasterio, el palacio de los Reyes y todos sus correspondientes ac- cesorios, si bien no está todo él abierto y labrado á cincel en una masa contínua de granito como lo están en la India algunos templos de remo- ta antigúedad, no por eso es menos maravilloso y sorprendente. Sus cimientos y parte de algunas bóvedas subterráneas fundamentales, están abiertos en la masa granítica que constituye el núcleo de aquellas mon- tañas. Sobre esta masa granítica del mismo terreno, los célebres Toledo y Herrera colocaron artísticamente otra gran mole de la misma roca, formando un edificio de la mas bella y magestuosa arquitectura, que van á visitar y á admirar viajeros de todas Naciones. Bien se deja co- nocer que, para cortar y labrar tantos millares de sillares como alli hay colocados y haberlo verificado en el transcurso de pocos años, menes- 45 ter sería tener simultáneamente abiertas y en actividad una infinidad de canteras por aquellas inmediaciones, sin curarse mucho de escojer siem- pre la mejor clase de granito, sobre todo para los sillares ordinarios. Asi es que, la mayor parte de estos son de un granito de grano muy grueso y con grandes cristales de feldespato, y por cuya razon están predispues- tos á descomponerse y desmoronarse, particularmente en todo el frente y en el ángulo que reciben la accion de los fuertes vientos del Norte, alli tan frecuentes y acompañados muchas veces de lluvias y nieves. Es nece- sario, pues, no descuidar nunca la conservacion de tan suntuoso y pre- cioso edificio, para preservarlo de una degradacion semejante á la que ha sufrido el célebre acueducto romano de la ciudad de Segovia. La descomposicion del feldespato, que tan malos efectos produce en la aplicacion del granito á la construccion, nos proporciona un gran recurso para la industria cerámica, suministrando el caolin, que es su componente mas esencial. El caolin se encuentra con abundancia en mu- chas de nuestras regiones graníticas, aun cuando hasta ahora se ha sa- cado partido de él en muy pocas. Galapagar, Valdemorillo, Sargadelos, la Coruña. Variedades de grantto. Es claro que hallándose tan estendidas, como veremos despues, las rocas plutónicas en una gran parte de España, los accidentes que sue- len presentar los granitos, tanto en su grano como en su color y en las sustancias adicionales que contienen, deberán ser muchos y muy varia- dos. Nos contentaremos con indicar los mas notables. Granito rojo. Esta variedad es bastante frecuente en algunas loca- lidades, aunque no muy abundante en ninguna de ellas, y por lo tanto entra muy parcialmente en los adornos de construccion. No tiene el as- pecto sombrío del de la Scandinavia y bloques erráticos del Norte de Europa, porque no suele ser hornabléndico; su color rojo es debido á una agradable tinta rosácea del feldespato, y, como por lo general con- tiene poca mica, la cual está reemplazada por el talco, formando algu- nas veces un verdadero protogino, resulta un colorido de muy buen efecto con solo la labra ordinaria. 46 Como indicio de localidades citaremos en la falda meridional de la cordillera de Guadarrama las inmediaciones del Pardo y de Colmenar Viejo, que es de donde se ha sacado para construir el monumento del Dos de Mayo y la fuente del antiguo local de la Real fábrica de China en Madrid; Buitrago, Berrocal del Vellon y San Martin de Valdeigle- sias. En Galicia en la sierra del Pindo, junto al cabo de Finisterre, el cuarzo de granito rojo es algo oscuro y la mica dorada es muy escasa. En Estremadura se encuentra en término de Cadalso, no lejos de la frontera de Portugal, y en la sierra de Santa Cruz cerca de Trujillo; y por último, en Andalucía cerca del Pedroso. Estos son los sitios que yo he visto ó de que tengo noticia, que probablemente no serán los únicos. Granito escrito ó gráfico. Llamado así por la disposicion en que se encuentra diseminada la mica, que suele ser dorada, produciendo cuan- do se pulimenta unas líneas fantásticas y con un orden aparente que les da cierto aspecto de letras de escritura. He obtenido ejemplares muy vistosos de las inmediaciones de Almendralejo en Estremadura. Granito fosforescente. Este es un fenómeno muy singular, que se presenta en muy corta estension á la salida de Trujillo cerca de una fuente que brota del granito. No es del caso repetir ahora las discusio- nes que he sostenido sobre la esplicacion de este fenómeno, y solo haré presente que en el famoso surtidor de los baños de Carlsbad en Bohe- mia, llamado el Sprudel, que sale espumoso y esparciendo vapores á través del granito, el análisis de sus aguas manifiesta un contenido na- da despreciable de ácido fosfórico. Tambien indicaré que no yace lejos de Trujillo la célebre fosforita de Logrosan en el contacto del granito con el esquisto talcoso. Granito de grano fino. Esta es una variacion ó diferencia que me- rece fijar algun tanto mas la atencion, por cuanto se ve claramente que es un granito de aparicion posterior á la del de grano grueso, á quien siem- pre atraviesa, bien sea constituyendo masas interpuestas, ó bien ramifi- cándose y formando vetas ó dikes que penetran hasta en las rocas eris- talinas inmediatas, y siendo muchas veces los que parecen haber sido la causa eficiente de la formacion de ciertos filones metalíferos. Este fe- 47 nómeno, que se cita de muchas localidades de Europa y de todo el globo, se halla tambien muy repetido en nuestro territorio. Esta diferencia y estas relaciones del grano fino con el grano grue- so, se estiende como es natural á todas las clases de rocas plutónicas, sin ser necesario el que las atravesantes y las atravesadas sean siempre de una misma especie. El granito gris y el rojo de grano grueso tienen sus respectivas correspondencias de grano fino; á la protogina corres- ponden probablemente ciertas euritas. Las sienitas se presentan igual- mente de grano grueso y de grano fino, debiendo comprenderse á mi modo de ver en esta última clase muchas dioritas y algunas otras ro- cas de las llamadas del trap. En la cordillera de Guadarrama no solo se reconocen las masas y dikes de grano fino atravesando á los granitos groseros, sino que tam- bien hay otra erupcion de pórfidos graníticos ó granitoídeos todavía mas moderna; por manera que, la aparicion de las rocas plutónicas, que sin duda ninguna son las que han formulado esencialmente su actual relie- ve, debe haberse verificado allí en tres períodos distintos, y probable- mente con cortos intérvalos, geológicamente hablando. Este fenómeno del granito fino atravesando al grueso se presenta muy marcado en Estremadura, sobre todo en el emplazamiento de la ciudad de Trujillo, y probablemente se hallará repetido en todas las re- giones plutónicas de España. En Andalucía, en la localidad antes citada cerca del Pedroso, el granito comun de grano grueso se halla atravesa- do por multitud de filones de granito rojo de grano fino. Las sienitas de Zufre y Real de la Jara están igualmente atravesadas por otras de gra- no mas fino. El granito de grano fino admite un hermoso pulimento, como se ve en algunas fuentes y otros monumentos públicos de la ciudad de Viena. En el palacio de la Granja hay tambien una muestra en dos co- lumnas perfectamente pulimentadas, que sirven de separacion para una de las régias alcobas. 48 Estension que ocupan en España las rocas plutónicas y las cristalinas. vUVV ROCAS PLUTÓNICAS. Una vez dados á conocer los principales caracteres que suelen pre- sentar nuestras rocas plutónicas, pasaremos ahora á señalar la esten- sion que ellas ocupan en la parte visible de la corteza que constituye el suelo de España; es decir, los puntos en que asoman á la superficie, prescindiendo de los núcleos que puedan constituir á profundidades mas ó menos considerables, lo cual tampoco sería muy aventurado el indicar en algunas localidades. Nuestras rocas plutónicas están distribuidas ó esparcidas de una manera y en un orden tan facil de comprender y por consiguiente de describir, que me atrevo á verificarlo con la mayor con- fianza de exactitud, pudiéndose ya desde luego marcarlas en la carta geológica del reino, si tuviéramos un mapa que se prestase á ello. No entraré sin embargo en muchos detalles, por no corresponder al fin que me he propuesto en esta memoria. Tres son los grandes focos de masas plutónicas que han contribuido á formar el actual relieve de nuestro territorio, segun se deja conocer por mis primeras indicaciones sobre la distribucion general de las cua- tro grandes clases de rocas. La cordillera de los Pirineos; la grande erupcion de Galicia; y la no menos considerable que llamaremos de Es- tremadura, por aparecer allí en su mayor intensidad. La cordillera de los Pirineos es tan irregular, tan tortuosa y con tantos entrantes y salientes, que es muy dificil marcar la verdadera línea de separacion 6 frontera de ambos reinos; dificultades que todavía han complicado mas los tratados y convenios hechos en diferentes épocas por los respectivos gobiernos; y de aquí las cuestiones que contínua- mente se están suscitando entre los fronterizos. Las masas plutónicas corren todo lo largo de aquella cordillera, pero su foco principal parece hallarse en la parte oriental, llegando hasta el mar; por la occidental ya 49 solo se ven asomar de cuando en cuando. Casi todas las masas plutó- nicas de esta cordillera se encuentran en territorio francés; en España entran un poco en Aragon hácia la parte de Jaca, vuelven despues á presentarse en el estremo septentrional de las provincias de Huesca y de Lérida, y por la frontera de la provincia de Gerona se hallan igual- mente repartidas en ambos reinos, hasta llegar al agua. El cabo de Creus es granítico. En el estremo occidental solo hay en nuestro territorio una pequeña masa aislada junto al Vidasoa, entre Navarra y Guipúzcoa. Tambien deben considerarse como dependientes del foco de los Pi- rineos, aunque algo distantes, las erupciones graníticas que con bas- tante continuidad asoman en Cataluña no lejos de la costa, desde las inmediaciones de La Bisbal, Bagur y Palafurgell, pasando despues por las inmediaciones de Mataró y la montaña de Montseny hasta cerca de Barcelona. Algunas otras mas localidades se han citado en aquella pro- vincia y en la de Tarragona, que á mi modo de ver merecen todavía confirmacion, tanto por los caracteres que se consignan á los llamados granitos, como porque en alguna parte que yo los he reconocido no he podido convenir con semejante clasificacion. Lo que por allí abunda mu- cho son las erupciones volcánicas de todas épocas, desde los pórfidos dioríticos hasta las lavas del periodo actual ó postplioceno. Otros dos puntos muy notables por su aislamiento, y que tal vez se hallan relacionados entre sí y con el estremo occidental del foco pire- náico, son, el uno de bastante estension entre Oña y Medina de Po- mar, sirviendo el granito de caja al rio Ebro en una parte de su curso; el otro es en Nájera, provincia de Logroño. Fuera de estos sitios, en toda la banda oriental de España, y con una anchura casi igual á toda la longitud de los Pirineos, no vuelve á asomar, que yo sepa, el menor indicio de rocas plutónicas; lo cual es ya un dato muy interesante para el conocimiento geológico de nuestro suelo. El terreno del antiguo reino de Galicia, segun se deduce de la carta petrográfica de aquel distrito publicada por nuestro ingeniero de minas D. Guillermo Schulz en 1835, se halla casi esclusivamente constituido por rocas plutónicas y cristalinas, con solo algunos pequeños trozos de 7 50 terrenos terciarios y post-diluvianos, que ocupan el fondo de ciertos va- lles 6 depresiones consiguientes á las erupciones. Entre las rocas plu- tónicas la predominante es el granito comun, de grano grueso y de Bra- no fino; la sienita solo se presenta en un punto ya citado; rocas anfi- bólicas, euritas y pórfidos granitoídeos se ven asomar tambien en varias localidades. Este gran foco plutónico se halla mas ó menos ramificado en todas direcciones, pero sin estenderse á grandes distancias; es decir, que su accion debió estar siempre concentrada en una determinada estension. Por la parte del N. estarán tal vez estas ramificaciones ocultas en el mar, y á saber hasta dónde llegarán; por el O. sucederá lo mismo, pero ya se muestran algunos indicios, tanto por la configuracion dentellada de aquella costa, como por los numerosos islotes á ella inmediatos, que todos son de granito, habiendo probablemente desaparecido por la fuer- te accion del Océano todas las rocas estratificadas que les estaban su- perpuestas é interpuestas. Por el lado del S. deben sin duda ninguna internarse en Portugal, desde la parte de Monterey y la sierra Segun- dera, pasando por el distrito de Braganza y viniendo á terminar en nues- tro territorio por Carbajales, Carbajosa y Losacio, últimos pueblos de la provincia de Zamora. En las inmediaciones de Oporto tengo noticia de una gran masa granítica. Por el costado del E. se ramifican los gra- nitos, formando especie de pequeñas islas por los valles del Vierzo y cañada del célebre rio Sil. Tambien se introducen otras semejantes en Asturias, viniendo desde el distrito de Rivadeo hasta llegar al pueblo de Ablaneda en el concejo de Salas. La otra grande erupcion plutónica que hemos llamado de Estrema- dura, y que tambien podria llamarse erupcion central, considerando el territorio de toda la Península, es la que principalmente contribuye á marcar la configuracion de nuestro suelo, y su general carácter mon- tañoso, quebrado, áspero y desigual. Las masas de mas consideracion se encuentran á la izquierda del Tajo en la provincia de Cáceres, por la parte de Trujillo hasta el rio, al O. de la ciudad de Cáceres, al N. de la de Mérida y en el próximo estremo de la provincia de Toledo por la parte de Almaráz, Talavera la Vieja y Puente del Arzobispo, estendién- 51 dose hácia el S. en la misma provincia. Por el O. se internan en Portu- gal á unas 9 leguas de Valencia de Alcántara. Por el N. siguen hasta mas arriba de Plasencia, pero ignoro si continuan por la frontera de la provincia de Salamanca ó si van por el interior de Portugal, como pare- ce hacerlo sospechar el recodo que allí forma el Duero. Hácia el $. si- guen con mucha contiguidad en la provincia de Badajoz, por tierra de Campanario y de Castuera, Zafra, Llerena, Montemolin, y despues en la provincia de Huelva por la sierra de Aracena, inmediaciones de las minas de Riotinto, Valverde del Camino y Condado de Niebla. Desde Llerena entran tambien en la provincia de Sevilla por cerca del Pe- droso, Castillo de las Guardas, el Ronquillo, el Garrobo y Aznalco- llar. En esta estremidad meridional las masas plutónicas están inmedia- tamente recubiertas ó en contacto con los terrenos terciarios marinos de la gran cuenca del Guadalquivir. Como continuacion de estos grandes grupos de masas plutónicas, la ramificacion mas considerable es la que, casi sin interrupcion, viene por la derecha del rio Tietar, pasa por San Martin de Valdeiglesias, Ga- lapagar, el Pardo, San Agustin, la Cabrera, el Cardoso y Colmenar de la Sierra; pudiéndose tal vez contar como correspondientes á esta zona plutónica algunos de los pórfidos de Alpedroches y la Miñosa, que son los que deben haber influido en la formacion de los ricos filones argen- tíferos de Hiendelencina, en la provincia de Guadalajara. Esta gran ramificacion que acabamos de considerar, sigue decidida- mente hácia el N. E. por la falda meridional de la cordillera de Gua- darrama; pero por la falda septentrional de la misma cordillera, va otra zona ó faja plutónica paralela á la anterior, desde antes de Ayila hasta mas allá de la Granja ó sea San Ildefonso; de modo que, conside- rándolas ambas en conjunto y suponiéndolas reunidas á no mucha pro- fundidad, lo cual es mas que probable, componen la masa plutónica mas considerable que tengamos en España. En este caso tampoco sería des- acertado el designarla como un gran foco central castellano, que se ra- mifica hácia el S. O. para ponerse en comunicacion con el foco es- tremeño. Desde este último foco se puede considerar como una pequeña rami- a) 59 ficacion la que viene por los montes de Toledo hasta la ciudad del mis- mo nombre, en donde es atravesada por las aguas del Tajo. Otra ramifi- cacion de bastante consideracion, pero no tanto como la primera citada, es la que sigue hácia el E., bastante interrumpida ó tal vez recubierta por otros terrenos, pero muy marcada por la falda meridional de Sierra- Morena, subiendo despues de repente hácia el N. pasando por Linares, hasta Despeñaperros, y tal vez del otro lado de la cordillera. Con esta lijera descripcion me parece que es lo suficiente para ha- cer comprender la estension que ocupan y las influencias que han debi- do ejercer las rocas plutónicas en el terreno de España, sin necesidad de entrar en mas detalles para marcar los límites exactos y determina- dos de la estension que ocupan, lo cual nos llevaria demasiado lejos en nuestro trabajo. Lo que sí puedo asegurar, casi con certeza completa, es que, fuera de las regiones indicadas, no hay que buscar esta clase de rocas en todo el territorio. Otra observacion resta por hacer, que yo creo muy interesante pa- ra la ciencia. Algunos geólogos han querido contradecir el hecho gene- ralmente admitido de que, las masas plutónicas nunca aparecen en las partes culminantes de las sierras Ó cordilleras; este axioma en España apenas admite ninguna escepcion. En Trujillo, por ejemplo, que es un sitio donde tal vez podria haber alguna duda, la ciudad se encuentra edificada sobre la culminacion de la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana, pero no por eso quiere decir que aquel punto sea el mas ele- vado de toda la línea, lo cual convendria averiguar por medio de nive- laciones hechas al intento, que no creo se hayan verificado aún. Por otra parte, las fuentes que alli salen del granito, sin ser surtidores como las de Bohemia, y sobre todo la gran alberca de la antigua fortaleza de Julio César, que no se ve seca en ninguna época del año á pesar de la intensidad calorífica del sol estremeño, demuestran que debe haber á no grande distancia otros terrenos mas elevados, de donde procedan las fil- traciones antes de aparecer á la superficie. Yendo de Trujillo para Mé- rida, á cosa de tres leguas de camino, se atraviesa la sierra de Santa Cruz, que es granítica, y se presenta á la izquierda una gran promi- nencia enteramente aislada y saliente; pero el granito de que está forma- 615) da es rojizo, y con una tendencia muy marcada á la testura columnaria, lo cual induce á sospechar que aquella erupcion es mas bien porfídica, quiero decir, algo posterior á la época plutónica. Fuera de estos dos ca- sos, siempre he visto los granitos en las laderas de las cordilleras, y nunca en los puntos mas culminantes de ellas. Rocas cristalinas. El tipo de esta clase de rocas es verdaderamente el gneis, con los tres elementos fundamentales del granito, cuarzo, feldespato y mica; pe- ro asi como hay muchas rocas que, aun cuando no contienen los mismos tres elementos del granito, no por eso dejan de ser plutónicas, de la misma manera las hay tambien cristalinas cuya composicion difiere de la del gneis; asi es que se incluyen en ellas, no solo los esquistos micá- ceos, arcillosos y cuarzosos, sino tambien muchas calizas cuya masa es completamente pura y homogénea. Las rocas cristalinas por lo tanto no pueden clasificarse únicamente por sus caractéres oritognósticos ó pe- trográficos, sino que hay que tener además en cuenta sus caractéres y relaciones geológicas; y mientras estas no estén bien conocidas y deter- minadas, quedarán siempre muchas dudas y mucha inseguridad en su clasificacion. Los geólogos del principio de este siglo inventaron la pa- labra transicion, que consignaron á todas aquellas rocas que carecian de caractéres bastante decididos para poder determinar con seguridad su edad relativa, y á pesar de eso las consideraban como anteriores á los terrenos mas antiguos de sedimento; pero segun se ha visto despues, entre las llamadas rocas de transicion, las unas pertenecen á las eristali- nas y metamórficas en general, otras á los terrenos silurianos, y aun otras á épocas de sedimento mucho mas moderno. Estas mismas dudas y esta misma confusion han existido y existen todavía en España, ha- biéndose prodigado estraordinariamente el epíteto de transicion, tanto para rocas especiales como para terrenos de mucha estension. No ha- llándonos todavía en estado de desenmarañar debidamente esta enreda- 54 da madeja, nos tendremos que contentar por ahora con algunas rectifi- caciones parciales, conforme se vaya presentando la ocasion. Por la indicacion que he hecho al principio sobre las dos clases en que yo considero divididas las rocas metamórficas, se infiere desde lue- go que las cristalinas (1) deben encontrarse con preferencia en las in- mediaciones de las rocas plutónicas, bien sea sobrepuestas á ellas por haber sido levantadas cuando su aparicion, ó bien apoyándose lateral- mente porque fueron quebrantadas y atravesadas en la misma ocasion. Casi no habia necesidad de decir ahora, que en Galicia abundan estraor- dinariamente las rocas cristalinas, y en particular las verdaderamente gneísicas. En la ligera descripcion con que D. Guillermo Schulz acom- paña su carta petrográfica de aquel distrito, nos dice que, las rocas que en el dia llamamos plutónicas y eristalinas ocupan tres cuartas partes de su terreno, y que la otra cuarta parte corresponde al período de transicion, entre cuyas rocas no dejará tambien de haber algunas que sean cristalinas, bajo la acepcion que les dejamos consignada. El gneis comun, dice el señor Schulz, se halla muy característico en las cerca- nías de Pontevedra, en Taillor, en la sierra de Porto, tierra de Viana, del Bollo y de Tribes, en las riberas del Sor, en Puente-Noval, en Ges- toso y Toldas, cerca de Betanzos, al S. de Noya, y entre el Carril y Bancio. Además cita en una porcion de localidades diferentes varieda- des de gneis, entre ellas uno muy cargado de anfibol y de granates en la sierra de la Capelada, cerca del cabo Ortegal; el esquisto micáceo, el talcoso, el cloritoso, la roca anfibólica ú hornabléndica, las pizarras de distintas composiciones, todas las rocas en fin que constituyen la clase de cristalinas, escepto la caliza, que dice ser muy escasa, y solo la cita en San Jorge de Moecha, tres leguas al E. del Ferrol. Antes de bajarnos á Estremadura, como parecia mas natural, dire- mos algo sobre la cordillera de los Pirineos, que en el sistema de las rocas cristalinas de España es un distrito aislado, y de muy poco inte- rés geológico para nosotros. Como detalla muy cumplidamente nuestro (1) He suprimido ahora la sinonimia de rocas gneíseas, porque no puede aplicarse con exactitud á todas las cristalinas, sino solo á una parte de ellas. 55 ingeniero D. Amalio Maestre, en una larga descripcion geológica y mi- nera del distrito de Aragon y Cataluña, inserta en el tercer tomo de Anales de minas, las rocas cristalinas son muy escasas en la falda me- ridional de aquella cordillera, tal vez se hallen recubiertas por la faja de terreno cretáceo de que nos ocuparemos mas adelante, y aun tam- bien por el terciario que le es subsiguiente. El gneis, dice Maestre, es citado en diferentes localidades de la falda septentrional, pero él no lo ha visto en ninguna de la meridional ó española, y solo ha encontrado algunos cantos rodados en la cañada del Cinca. El esquisto micáceo constituye en algunas partes una banda paralela á la cumbre de la cor- dillera, pero en el territorio español no está tan desarrollado como en Francia; puede sin embargo observarse en el término comun de Sin, Señes y Serveto; en Puerto-Lopez, entre Valencia de San Juan y el puerto de Espot; en el Puig Salvador, junto al cabo de Creus; y tal vez en otros puntos. Estos esquistos tienen sus variedades y sus tránsitos al taleoso y al arcilloso, pasando algunas á ser verdaderas pizarras en razon á su grano mas fino y homogéneo, y su testura foliácea en grue- sas lajas. Añade por último que, en ninguna localidad puede citar la ca- liza del sistema cristalino. En la sierra de San Lorenzo, que por la parte de Castilla constitu- ye, en union con el Moncayo, el otro gran murallon de la cuenca se- eundaria y terciaria del Ebro, saliendo de Mansilla de la Sierra hácia el N. y el N. E., se presenta una serie de rocas metamórficas, que van caracterizándose cada vez mas, hasta llegar á ser un verdadero gneis; el todo en relacion con la erupcion granítica de Nájera, que he mencio- nado en su lugar. Hay por allí una gran estension de terrenos que me- recen fijar muy particularmente la atencion de los geólogos por mas de un concepto. En las inmediaciones de la pequeña erupcion plutónica de la costa de Cataluña se hallan tambien á descubierto algunas rocas cristalinas, las cuales es probable que sean las que contienen los criaderos aurífe- ros que en el dia se están investigando. Ya con esto podemos volvernos á Estremadura. Existiendo en aquel territorio tantas y tan estensas erupciones plu- 56 tónicas como hemos visto, claro es que deben tambien ser allí muy considerables los terrenos constituidos por las rocas cristalinas. Aun cuando no he podido todavía reunir todo el gran número de datos que se necesitan para presentar los hechos y deducir reglas generales con toda la seguridad y confianza que la ciencia requiere, me atreveré sin embargo á sentar ciertas proposiciones que resultan de las noticias que hasta el dia tengo adquiridas. Es seguramente un hecho muy digno de llamar la atencion, el que entre las diferentes rocas cristalinas de aquella region no se encuentra nunca el gneis propiamente dicho. Cerca de Carbajosa, provincia de Zamora, se ve algun gneis, pero sumamente cargado de mica, y que se puede todavía considerar como dependiente del sistema de Galicia y provincia de Tras-os-Montes de Portugal; fuera de allí ya no se le vuel- ve á encontrar ni en las inmediaciones de Salamanca, ni en el camino de esta ciudad á Ciudad-Rodrigo, mi por Cáceres, mi por Trujillo, mi en el resto de Estremadura, ni en la provincia de Huelva, ni en la de Se- villa. Las rocas cristalinas que por allí predominan, y que con mucha frecuencia presentan una inclinacion casi vertical, son los esquistos mi- cáceos, pasando algunas veces á la pizarra, los esquistos talcosos y al- guna vez los cloríticos, como por ejemplo en Guadalcanal. Por el terri- torio de Rio-Tinto son generalmente los talcosos y sin nada de mica. Todas estas rocas cristalinas están en relacion con la region plutó- nica que hemos llamado de Estremadura, ocupando los intérvalos en- tre aquellas erupciones, salvo algunos trozos en donde aparecen las cali- zas del mismo sistema, como por ejemplo por la parte de Badajoz, que dicen se internan en Portugal hasta cerca de Evora, de donde al pare- cer sacaban los romanos la que empleaban para tallar la cabeza y ma- nos de las muchas estátuas consulares de granito, que se han encontra- do enterradas por tierra de Medina de las Torres y de Zafra. Tambien en Mérida hay muestras del gran uso que los romanos hacian de aque- lla caliza, tanto para la construccion de los sepuleros, en tiempo ya del cristianismo, como para el adorno de los templos en épocas anteriores. Tambien en la provincia de Huelva por la parte de Galaroza abun- dan las calizas, alternando con las pizarras arcillosas; aquellas son impu- Dl ras y negruzcas, lo cual no las hace propicias para la escultura; pero en cambio de eso, la alternancia de ambas rocas constituye un terreno el mas adecuado para la agricultura, que utilizan muy bien sus habi- tantes. Yo no he visto en toda España ningun pais mas ameno ni mas pintoresco, y sin embargo no es visitado por ningun viajero de los mu- chos que andan buscando frescura y verdor en el verano. . Otro fenómeno que ha llamado mucho mi atencion sobre las rocas cristalinas de Estremadura son las planicies que llaman serenas, tan célebres por sus buenos pastos, que van á disfrutar las merinas en el in- vierno. Al tender la vista por aquellas grandes llanuras de Aldea-Nue- va (término de Trujillo), Don Benito, Villanueva y Cabeza del Buey, que son las que yo he atravesado, cree uno andar sobre una superficie plana, resultado del depósito 4 sedimento de aguas tranquilas que se hubiesen evaporado; y sin embargo, aquel suelo tan igual y tan á nivel está constituido por las aristas de los esquistos micáceos y taleosos, cu- yos estratos tienen una posicion próximamente vertical. Por la descripcion que llevo presentada se manifiesta un contraste muy singular entre el sistema cristalino de Galicia y el de Estremadu- ra: allí abundan los gneises y no hay calizas; y aquí es por la inversa, no hay gneises y hay algunas calizas. Sin tratar de esplicar la causa, y solo para referir los hechos por si alguna vez pueden servir para sacar una consecuencia, haré presente otra circunstancia y es que, en Galicia apenas se encuentran rocas volcánicas ni aun trápicas, cuando en la re- gion estremeña son ambas tan abundantes y están interpoladas con las plutónicas, como veremos á su tiempo. Siguiendo ahora la ramificacion plutónica que hemos dicho corre por la falda meridional de Sierra-Morena, encontramos por allí muy poco desenvuelto el sistema cristalino, particularmente por las inmediaciones de la orilla derecha del Guadalquivir. Tal yez aquí tambien estén recu- biertas por los terrenos terciarios, pues en Linares por ejemplo, á no ser por los trabajos de las minas no se conoceria toda la estension que ocu- pa el granito, el cual se halla oculto debajo de dicho terreno. Por la parte de Fuencaliente y del Hoyo de San Lorenzo, en los grandes estri- bos que de la cordillera principal se destacan hácia Andújar, Aldea del $ 58 Rio y Montoro, juegan sin embargo un papel muy principal las rocas cristalinas. Todo aquel terreno está casi esclusivamente constituido por los esquistos micáceos, arcillosos y cuarzosos, llegando estos á ser algu- nas veces una verdadera cuarcita ó masa de cuarzo puro. Los estratos se presentan con mucha frecuencia en posicion próxima á la vertical, que es uno de los caracteres que en el dia están consignados á las rocas cristalinas; hallándose además tan trastornados y variando tanto en su direccion, que no se puede apreciar cuál sea la normal ó general del terreno. En Despeñaperros, y en relacion con la erupcion plutónica de Santa Elena, se presenta tambien el esquisto micáceo y otras rocas cris- talinas, que hacen tan pintoresco aquel célebre portillo de la Sierra-Mo- rena que pone en comunicacion la hermosa Andalucía con la desabrida Mancha. Trasladándonos ahora á la gran ramificacion plutónica que hemos dicho se desprende de Estremadura y sigue casi sin interrupcion hasta la cordillera de Guadarrama, encontraremos en ella con mas constan- cia y continuidad el sistema cristalino, predominando siempre el gneis y sus rocas mas análogas, pero escaseando los esquistos talcosos; yo por lo menos no los he reconocido en ninguna parte, y como tambien esca- sean las calizas, quiere decir que es un sistema muy semejante al de Galicia. Los gneises empiezan en Torralba, cerca de Oropesa, á la izquierda del Tietar, y al mismo tiempo tambien en Jaramilla, que está en la ri- bera opuesta; siguiendo despues y siempre interpuestos entre los gra- nitos, por Arenas, Adrada, San Martin de Valdeiglesias, Casas de Na- vas del Rey, Escurial, Miraflores, el Molar; en una palabra, siguiendo toda la zona que antes hemos indicado para las rocas plutónicas, aso- mando por último una pequeña porcion en Hiendelencina, circundada de terrenos secundarios. La parte culminante de las sierras de Avila y de Guadarrama está igualmente constituida por rocas cristalinas, predominando entre ellas el gneis, y lo mismo sucede en la ladera opuesta ó septentrional, siguien- do la línea de los granitos con quienes están interpuestas; pero ya aba- jo en la falda todo se encuentra enmascarado por los terrenos secunda- 59 rios, apareciendo solo de cuando en cuando en su proximidad algunos islotes, como por ejemplo en San Chidrian y en Santa María de Nieva. Ahora necesitamos dar un gran salto hasta el litoral del Mediodía, para reconocer otro sistema cristalino que allí se presenta, á pesar de no haber salido á la superficie ninguna erupción plutónica; tal vez lo hayan procurado, y tal vez sea esta la causa de la grande elevacion de Sierra- Nevada. El completo metamorfismo que han alcanzado las rocas que va- mos á indicar, debe suponerse debido á la accion de las rocas volcáni- cas, aun cuando en la sierra de Cabo de Gata, donde mas pronunciada está la erupcion basáltica, es precisamente donde el metamorfismo ha sido menos intenso y menos general; es decir, que aquellas rocas no se pueden consignar entre las verdaderamente cristalinas. Hemos dicho al principio que la zona mas meridional de la Penínsu- la se halla constituida por una gran serie de sierras paralelas que casi se tocan unas á otras, continuando de este modo hasta el mismo mar. Pues bien, en los últimos miembros de esta serie, es decir, cn la proxi- midad del mar, y formando tal vez la base 6 punto de partida de toda ella, es donde se presentan las rocas cristalinas, predominando los es- quistos micáceos y pizarras correspondientes, pero sin dejar de haber algunas indicaciones de rocas gneísicas. Las grandes masas calizas allí inmediatas, que tanto han asombrado al mundo con su produccion de minerales plomizos, están algo mas internadas y me parece no deben enumerarse entre las rocas cristalinas. Estas, por las noticias que yo tengo, empiezan á manifestarse desde las inmediaciones de Marbella, alrededor del gran foco trápico ó porfídico; siguen despues por la pro- vincia de Málaga, aparecen en la de Almería por Orjiva, Albuñol y has- ta cerca de Adra, internándose despues por sierra Alhamilla, sierra de Almagro, y terminando por último en la famosa sierra Almagrera ó de Montroy, esclusivamente constituida por el esquisto micáceo que algu- nas veces es arcilloso y tambien cuarzoso, pero, escepto en este caso, siempre muy deleznable y poco tenaz. ln la cumbre de esta sierra se conservan todavía algunos trozos del terreno terciario, que se han sal- vado de la gran denudacion á que ha dado lugar la poca consistencia del terreno que le servia de base. Mas allá hácia el N. E., en territorio 60 de Aguilas, suelen volver á asomar en el fondo de los valles algunos es- tratos de rocas cristalinas. Tambien merece mencionarse una faja de gneis que corre, ya en la provincia de Murcia y bastante tierra adentro, desde Pulpí á la sierra de Enmedio en direccion N. O. Estoy persuadido de que cuando se es- tudien bien aquellos terrenos, resultarán ser cristalinos ó metamórficos la mayor parte de los que han sido calificados por de transicion. Aun cuando reconozco que podia y debia haber sido algo mas pro- lijo y detenido en la descripcion que llevo hecha de las rocas plutónicas y cristalinas que se presentan en nuestro territorio, me parece sin em- bargo que alcanzará á dar una idea bastante aproximada de la estension que ellas ocupan y de las relaciones que tienen entre sí, sobre todo con el auxilio del adjunto croquis geológico, en el cual he omitido para ma- yor claridad la representacion, no solo de las otras regiones en que no aparecen estas rocas, sino tambien la de los pequeños trozos de terrenos secundarios y terciarios que en algunos sitios les están intercalados y sobrepuestos. Réstame pues, para completar la tarea que me habia pro- puesto sobre esta primera parte, hacer algunas indicaciones acerca de los recursos que para la industria minera ofrecen las rocas de que nos hemos estado ocupando. De los criaderos de minerales útiles cuya existencia está re- conocida en la region plutónica y cristalina de España. MUNVARA VAR AAA VA A VA VA ESTAÑO. Us cosa ya hace tiempo demostrada y sabida de todos, que las dife- rentes mineralizaciones del estaño, bien sea en el estado de óxido ó en el de súlfuro, solo se encuentran en las rocas plutónicas, de las cuales pasan algunas veces á las cristalinas que les son en contacto, procedien- do de ambas los cantos que suelen encontrarse en algunos aluviones ó placeres de rios. Esto mismo se halla comprobado en España, aun cuan- 61 do hasta ahora no tengamos ninguna mina de estaño que haya produ- cido grandes beneficios. En Galicia son conocidos desde tiempo de Plinio los granitos estañí- feros de las inmediaciones de Monterey y de Viana, de los cuales se ha hablado mucho pero se ha sacado poco partido hasta ahora, á lo menos en nuestros tiempos. Modernamente, en 1850, se ha descubiérto otro criadero que ofrece mas porvenir en los montes de Avion, entre las pro- vincias de Orense y de Pontevedra. Se hallan ya reconocidos mas de 50 filones que atraviesan el esquisto micáceo anfibólico cerca de su contac- to con el granito, Bajo las mismas condiciones, es decir, atravesando el gneis en las inmediaciones del granito, se presentan tambien varios filo- nes aunque de poca potencia en el término de Carbajosa y de Villapera, provincia de Zamora, frontera de Portugal. Tambien en Asturias, cerca de Rivadeo y en el concejo de Salas, las grandes labores que se recono- cen del tiempo de los romanos debieron tener por objeto el beneficio de minerales de estaño, segun hacen observar los ingenieros Schulz y Paillette en una interesante memoria que acaban de publicar en París. No puedo menos de llamar la atencion sobre esta circunstancia, que contribuye á caracterizar mas el foco plutónico de Galicia. En ninguna de las otras regiones plutónico-cristalinas de España, ni en sus ramifica- ciones, se ha encontrado hasta ahora que yo sepa el menor indicio de criaderos de estaño. Ono. Tambien este hermoso metal es peculiar de las regiones plutónico- cristalinas; pues aun cuando no siempre sea de gran utilidad el estraer- lo directamente de la roca, ó con trabajo de mina como suele decirse, de esta clase de rocas es de donde procede el que la pródiga naturaleza nos deposita en las arenas de los rios, despues de haberlo arrancado con las lluvias de la superficie ó costra de las montañas. De tiempos muy remotos es tambien conocido el beneficio de las arenas auriíferas del Sil y de otros rios sus afluentes en Galicia y tier- ra del Vierzo, que continua siendo muy productivo. Con los recientes y 62 portentosos descubrimientos de la California se han puesto en movimien- to nuestros intrépidos mineros, y se están en el dia haciendo muchos reconocimientos en distintos puntos de la frontera de Portugal, los cua- les van dando ya algunos resultados, ó por lo menos buenos indicios de que sus afanes podrán ser recompensados. No hablo de las arenas auríferas del Darro, porque no he visto de ellas mas que descripciones de poetas: no he reconocido el sitio, ni ha llegado á mis manos ninguna descripcion científica. En la region de la cordillera de Guadarrama no hay oro. En Cata- luña dicen ahora que lo hay en abundancia; y me consta que el año pa- sado ha venido el actual Director general de minas de Sajonia á recono- cer el criadero, que de tal lo ha calificado; no he podido averiguar cuál sea la localidad, pero la supongo en las inmediaciones de los granitos de aquella costa, y cerca de los Pirineos, como ya tengo indicado antes. MINERALES ARGENTÍFEROS. Las rocas que constituyen el terreno en que se halla enclavado el célebre criadero de Guadalcanal las considero yo como correspondien- tes al sistema cristalino; esquistos micáceos cloritosos y ashestosos, pa- sando alguna vez á pizarras. Atravesando á todos los estratos se presen- ta una gran masa plutónica de una especie de eurita, tambien cloritosa. En esta masa, y continuando á veces por los esquistos, corren algunos filones de barita y otros de espato calizo, en direccion de N. E. á S. O, de la brújula. Los primeros son decididamente estériles, los segundos suelen contener algunas ricas mineralizaciones de plata, aunque en poca abundancia. Uno de los segundos, el titulado de Pozo-rico, es el que mejor se ha presentado, y el que produjo en su tiempo las grandes ri- quezas que se cuentan, las cuales se aplicaron en parte á equipar las primeras espediciones que fueron al nuevo mundo, y á costear la construccion del palacio real de Madrid. Pero hasta los minerales de Pozo-rico llegaron á estinguirse en la profundidad de unas 300 varas (250 met.), por cuya razon la Real Hacienda abandonó las labores. La 65 compañía titulada de Cleonard, á fines del siglo pasado y principios de este, fiándose mas en los dichos populares que en los documentos ofi- ciales, obtuvo un triste desengaño desaguando la mina á costa de mu- chos dispendios. En el dia una compañía de accionistas ingleses, querien- do repetir la segunda edicion de la de Cleonard, han vuelto á desaguar enteramente la mina, gastando mas de 20.000 libras esterlinas, y ya es- tán á punto de volverla 4 abandonar. Por el mismo estilo, y abiertas en la misma clase de rocas, son las minas de Cazalla, dos leguas distantes de aquellas. Las minas de Sierra-Almagrera son demasiado conocidas, y yo mis- mo me he ocupado de su descripcion en varias ocasiones; por lo tanto me limitaré ahora á recordar su existencia en las rocas cristalinas y á decir que, la riqueza del filon principal continúa á la profundidad de mas de 200 varas (170 met.) y sin el menor indicio de que concluya tan pronto. Los filones argentíferos descubiertos en 1844 en término de Hiende- lencina, corren todos en las rocas cristalinas, pero los mas ricos de ellos están enclavados en el gneis comun, que está caracterizado por una gran abundancia de maclas de cristales de feldespato inerustadas en su masa. Son los únicos criaderos, de los hasta ahora descubiertos en España, que merezcan con toda propiedad el título de criaderos de plata, en razon á que este metal es el predominante en todas las mineralizaciones con- tenidas en los filones ricos. Por otra parte, la naturaleza de la roca del terreno da lugar á poder pronosticar una grande permanencia en longi- tud y profundidad. La ganga ó matriz de los filones ricos es, en unos la barita y en otros predomina el cuarzo; corren por lo general en direc- cion E. N. £, 4 0.5, 0., y todos abundan en súlfuros de plata, fahlerz y plata roja, con otras diferentes combinaciones del mismo metal. PLOMO Y COBRE. Muchos son los casos en España de criaderos de plomo y de cobre en las rocas de que nos ocupamos, pero son muy pocos los que en el dia ofrecen utilidad ú sus beneficiadores, en razon al bajo precio á que 64 se pusieron los metales desde el descubrimiento de las Américas. Tam- bien contribuye á que no sean beneficiables esta clase de criaderos, pri- mero la impureza con que en ellos suelen presentarse los minerales, y segundo lo poco constantes y permanentes que son los minerales cobri- zos en España, sea la que quiera la roca en que están encajonados y la época geológica á que ésta corresponda. Tenemos muchos ejemplos de vetas de pirita cobriza diseminadas en el granito, como en Galapagar y Colmenar Viejo; filones de barita y de cuarzo con galena mas ó menos pura y mas ó menos beneficiable, cor- riendo por los gneises y los esquistos en la proximidad de los granitos; y por último, tenemos tambien algunos casos de filones de galena y blenda en el contacto de ambas rocas, como en la mina Teresa, entre Ca- sas de Navas del Rey y San Martin de Valdeiglesias; y filones cobrizos bajo las mismas circunstancias en las ventas de Murba, entre el Pe- droso y Villanueva del Rio. Todos estos criaderos son en general po- bres, pero hay uno muy notable por su especialidad; el muy conocido de Linares, que tantos productos ha dado y promete continuar dando por tiempo indefinido. En el granito de Linares están reconocidos hasta siete filones, que corren casi exactamente paralelos entre sí y en direccion N. S. Las la- bores en ellos practicadas alcanzan á una longitud de mas de 5000 va- ras (unos 4155 met.) y una profundidad de mas de 500 (250 met.) El plomo es de escelente calidad, y la galena que lo produce es constan- te y en abundancia; el cobre es igualmente muy superior, pero sus mi- nerales son escasos é inconstantes. Fuera del granito, en los terrenos cristalinos hácia Despeñaperros hay tambien otros muchos filones que son muy productivos. Aquel es un distrito eminentemente minero. Por conclusion no puedo menos de citar los criaderos de Losacio, provincia de Zamora, en la region plutónico-cristalina de Carbajosa. En las rocas gneísicas, y tambien en el contacto y aun en el mismo granito, se presentan vetas y filones de galena y de carbonato de plomo, muy ricos en contenido de plata; pero todavía es mas notable la existencia de otros filones de ácido antimonioso ó antimónio oxidado, cuyo mineral solo se conocia antes por pequeños ejemplares en las colecciones, y allí 65 se presenta en grande abundancia, y algunas veces suele ser argentí- fero. Tambien hay algo de súlfuro de antimonio. Lástima es que la parte metalúrgica presente allí tantas dificultades, que han impedido sean has- ta ahora recompensados como debieran los afanes y dispendios de aque- llos mineros. El célebre criadero cobrizo de Rio -Tinto, aun cuando se halla enca- jonado en rocas cristalinas en la proximidad de los granitos, lo consi- dero mas bien como constituyendo por sí una erupcion volcánica muy moderna, y por lo tanto me reservo ocuparme de él mas adelante al tra- tar de las rocas volcánicas. Madrid 7 de mayo de 1850. Toa uedt Ózó UCEID E del Bayo a o e o he ee] A s : pes Folia: «años ads mm grrr) A A ha TEO que a rl: ee m1 Y «mias e ma, que ID pres Me Uli > prienal vrs Eheim Brida pa ph tdi ] LA eS Qs ppeóió EL aj tner Alas * Jo rd ab ia dias A 0 haa Mir: 1er: m dle pupa Sl cdas sino do TAN PE sñ o WI set y A Cros as de MN. Ha rios dl: rd ws. $ lin e ade rv aña ras, parta A sm aa E sramió en ab: A nd a TA E har Arda, de ¡de Maa > «n partio ay e > MAIS ade > Mii e x dá pd E a pat US 1 Lab ua P a er paa As AS es cil VA A ua AS amd CN e TN > q de Mar Me pa. YY 4 - e de A rl UNT X cid. de , Año di e. 1¡¡más A A > a rpr MA Qui T UM, - A Lz (int de o co, 1 0 o y > Lúbo de (peter Lam! 2. 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GRAELLS, Académico de número en la seccion de Ciencias naturales. >2304H)Dcc— E, estudio de las larvas de los insectos no ha merecido generalmente tanta atencion por parte de los entomólogos como el de su estado per- fecto, y sin embargo, no pocas veces es mas interesante al hombre. Por lo general nos contentamos con describir las especies bajo la forma que toman en su última metamorfosis, y cuidamos poco de averiguar cuáles han sido las que le han precedido, y cuál su género de vida desde que se desarrolló el huevo hasta que el animal adquirió la aptitud necesaria para reproducirse. Por este motivo, la mayor parte de las obras ento- mográficas son incompletas, y dejan vacíos inmensos que llenar. Bien sé que el estudio de los insectos en sus primeros estados es mas difi- cultoso, porque frecuentemente viven en lugares poco accesibles á nues- tras investigaciones; pero por lo mismo los esfuerzos deben redoblarse, y de este modo llegará el dia en que la entomologia quede establecida sobre las verdaderas bases de un método enteramente natural, puesto que la comparacion de las afinidades orgánicas, tan necesarias para cons- tituir grupos homogéneos, habrá podido hacerse ab ovo. Penetrados sin duda de estas mismas ideas, no han faltado en to- das épocas entomólogos distinguidos que, con una asiduidad digna de 68 imitacion, han empleado su vida en recojer observaciones de esta clase para enriquecer los archivos de la ciencia, y proporcionarnos utilísimos materiales con que ir llenando tan lamentable vacío. Yo, el mas humil- de de cuantos dedican sus momentos al estudio de los insectos, vengo hoy á depositar en manos de nuestra ilustrada Academia algunos datos, que quizá pueda utilizar la mano predilecta del sábio que escriba la historia completa de los coleópteros longicornios. Mr. Lucás nos ha dado en el tomo II de la segunda serie de los Anales de la sociedad entomológica de Francia (pág. 161), al referir sus observaciones sobre la larva del Ergates faber Linn., una noticia in- teresante de los trabajos que han sido publicados sobre las larvas de los insectos de esta familia. Entre ellos no he visto referentes á mi ob- jeto mas que los de Mr. Rodriguez y Mr. Stephens; el primero hablan- do solo de la Saperda asphodeli, y el segundo de la Saperda cardui. Siento infinito no haberme podido proporcionar estas observaciones ta- les cuales las dieron sus autores, para ver si están de completo acuer- do con las mias, aunque sospecho por el silencio que guardan los es- critores que posteriormente han hablado sobre el género Agapanihia, que los dos citados mas arriba habrán sido poco esplícitos en sus noti- cias, cuando de estas no han podido estractarse sino cosas muy genera- les. En efecto, Mulsant en su Histoire naturelle des coléoptéres de la France, al tratar de los longicornios del género Agapanthia, se conten- ta con decir: Les larves connues des agapanthaires vivent de la moélle de plantes en général assez tristes, dont elles paraissent des- tinées d nous délivrer. Apres avoir pendant pres d'une année rempli cette utile mission, elles changent leur condition obscure contre un róle plus glorieux et passent leurs derniers jours sur les fleurs. Ni dice una palabra sobre los caractéres de estas larvas, ni hace la mas concisa relacion de sus costumbres. Tambien he consultado sobre este asunto á nuestro sábio corres- ponsal Mr. Leon Dufour, que como la Academia sabe, es uno de los naturalistas que mas han trabajado en la descripcion é historia de las larvas de los insectos de diferentes órdenes; y es él precisamente quien me ha instado 4 que comunicase á los entomólogos las observaciones 69 siguientes, pues no conoce noticia especial sobre las larvas de las Aga- panthtas. Estos insectos en su estado perfecto se encuentran principalmente sobre plantas ánuas y herbáceas antes de su floracion, si bien pasada ésta sus tallos suelen endurecerse y adquirir alguna consistencia este- riormente. Las Cynarocéphalas, sobre todo de los géneros Onopordon, Silybum y Carduus, son vejetales muy frecuentados por las Agapan- thias, entre las que algunas especies, apartándose del gusto dominante en el género, se apasionan de los Asphodelus, Thapsias, etc. Mulsant dice que estos insectos pasan sus últimos dias sobre las flores; y sin ser esto incierto, no obstante yo las he encontrado mas frecuentemente agarradas á los tallos de sus plantas favoritas, ocupadas en la perpetui- dad de la especie. Son animales astutos, que al amago de cualquier pe- ligro se dejan caer al suelo, confundiéndose con presteza entre las yer- bas; y de ellos las especies que viven sobre los cardos saben sacar de las espinas que guarnecen á semejantes plantas un partido ventajoso para burlar la avaricia de los entomólogos, que pagan á un precio do- loroso los ejemplares que recojen para sus colecciones. Segun la identidad de las observaciones que tengo hechas sobre un buen número de especies de Agapanthias, casi me atreveré á asegurar que cuanto voy á esponer conviene á la caracterizacion del género, ya por lo que respecta á la forma de las larvas y ninfas, como tambien á sus costumbres, dejando á un lado las pequeñas variaciones correspon- dientes á los distintivos específicos, poco notables por cierto en un gé- nero tan natural como es este. No obstante, por si alguno quisiese re- petir mis observaciones, ó ver si se confirman en especies de otros pai- ses que no he podido estudiar, bueno será decir que principalmente se refieren á las Agapanthia asphodeli, irrorata, cardui, frenata, su- turalis, cynare y angusticollis, cuyas larvas, á escepcion de la prime- ra especie que vive en las Thapsia y Asphodelus, las demás se alimen- tan de la médula de los tallos de las compuestas indicadas. Es el mes de mayo el tiempo en que por lo comun se presentan las Agapanthias; y las hembras, luego de fecundadas, verifican con su taladro una herida en el tallo herbáceo del vejetal favorito, precisamen- 70 te en la época en que se encuentra florido, penetrando mas ó menos profundamente para aproximarse al cuerpo medular y depositar un huevo, pues tengo observado constantemente que si el vejetal solo tiene un tallo el insecto no pone en él mas que un solo hueyo, ni otro in- dividuo de la misma especie lo utiliza tampoco para este fin. Mr. Vest- wood dice “que Mr. Rodriguez ha observado que la larva de la Aga- panthia asphodeli pone los suyos en las raices del Asphodelus luteus,” cosa para mí dudosa por mas de una razon, pues precisamente es esta especie una de las que tengo mas observadas, y siempre la he visto de- positarlos en los tallos de la Thapsia villosa, del Asphodelus ramosus ú otras especies de estos géneros, pero jamás en las raices de ninguna planta. Los huevos de las Agapanthia asphodeli, irrorata y cardua, tienen la longitud de cinco milimetros y uno de grueso, estraordinario gran- dor en unos animales de su talla; pero magnitud tan desproporcionada se compensa con el corto número que cada hembra desova. Los de las Agapanthia frenata, suturalis y angusticollis son mucho menores; no obstante, siempre grandes proporcionalmente al volúmen del animal que los produce. Dichos huevos, de forma muy oblonga, como queda indi- cado por sus medidas, son blancos y opacos. Su presencia entre los te- jidos tiernos vejetales donde fueron depositados, ó quizá algun humor que la hembra derrame al ponerlos, produce una retracción de la mate- ria vejetal que determina la formacion de una pequeña célula, la cual sirve de cuna en un principio á la delicada larva que nace de ellos. Este nacimiento tiene lugar á los pocos dias de la puesta, y al nacer las larvas de las Agapanthias son de forma y dimensiones análogas á las del huevo que las produjo, distinguiéndose facilmente por presentar en uno de sus estremos un punto oscuro, que corresponde á la cabeza. El primitivo alimento de que tan delicado gusano hace uso quizá sea líquido, pues en los primeros dias de su existencia apenas he notado alteracion en la sustancia de las paredes de la celdilla que le contiene, contentándose acaso con chupar los humores que se derramen de las li- geras heridas que verifique con sus débiles mandíbulas. Robustecida esta larva da principio á la formacion de los primeros reductos, y 7A abandonando la cuna que la vió nacer, emprende la marcha hácia el centro del cuerpo medular, el cual siendo aún muy herbáceo, opone poquísima resistencia á las mandíbulas de tan débil enemigo. Este por su parte tambien busca los tejidos mas fáciles de roer, y en vez de di- rijirse indiferentemente hácia uno ú otro lado, sube hácia la parte ter- minal del tallo, cuyo eje en lo sucesivo vacia en toda su longitud, sir- viéndole de habitacion y despensa casi un año entero. Pero antes de hablar de las costumbres de semejantes larvas, describiremos las formas que las caracterizan. Las Agapanthias en tal estado son ápodas; generalmente blancas y lustrosas. La cabeza, de color mas oscuro (comunmente rojizo), es cór- nea y bastante retráctil en el segmento subsiguiente; su figura es algo aovada y deprimida, con un pliegue transversal anteriormente que re- presenta al epistoma, y al cual adhiere el labio superior. Este es re- dondeado y ancho por delante, con el borde muy pestañoso, angostán- dose por detrás en el punto de union con el epistoma , cuyo sitio está señalado con un surco transversal. Las mandíbulas son cortas, algo en- corvadas, y de color mas oscuro que la cabeza; tienen algunas arru- gas transversales en la base, un diente en la parte media de su borde interno, y terminan por dos en la punta. Las maxilas están en su es- tremo adornadas con un pincel de pelos algo rojizos, y á su lado ester- no se ven los palpos correspondientes, compuestos de cuatro artículos sucesivamente menores, algo globuliformes, y el último cónico. La len- gúeta es oblonga, velluda en su estremidad, pestañosa como el labio superior, y los palpos labiales muy pequeños, de tres articulaciones, y de forma análoga á los maxilares. Es singular que unos insectos que en su estado perfecto poseen tan largas antenas, en el de larva no ofrezcan mas vestigio de estos órganos que dos simples tuberculillos colocados en la parte anterior de la cabeza, al lado esterno de la insercion de las mandíbulas. El cuerpo tiene su primer segmento superior é inferiormente an- cho, con la parte tergal convexa transversalmente, y plana y oblícua de atrás adelante la esternal: ésta en la parte posterior forma con igua- les porciones del segundo y tercer segmento (que son los mas cortos de 72 todos) una especie de joroba bastante notable, guarnecida transversal- mente de dos líneas de pelos ríjidos, mas largos los del centro que los de los lados, y dispuestos á manera de pestañas. Pudiera decirse que los tres pares de pies verdaderos están representados por esta gibosi- dad, y en efecto, de ella y de la estremidad de su cuerpo se sirven las larvas de las Agapanthias de un modo particular para encaramarse por su habitacion vertical. Los segmentos restantes hasta el penúltimo in- elusive son de forma igual entre sí, casi planos por la faz abdominal, conyexos por la dorsal, y provistos en esta region de dos tuberculillos retráctiles. El último es truncado posteriormente, casi infundibulifor- me, y marcado con dos pliegues longitudinales á cada lado, de modo que parece estar formado de seis piezas soldadas en verticilo, una dor- sal y otra ventral anchas, y cuatro laterales angostas. La abertura del ano se ve prominente en el fondo de la cavidad de este segmento. Ade- más de lo dicho, todo el cuerpo está cubierto de pelos cortos , sedosos y dirijidos hácia detrás, siendo muy notables en los tres segmentos primeros y en el reborde posterior del último, sobre todo en la faz ventral. Tengo observadas en sus diferentes edades un gran número de lar- vas de este género, y en todas he visto las mismas costumbres. Ya llevo indicado que despues de nacer, en los primeros dias de su exis- tencia, se dirijen hácia la parte mas tierna del vejetal, pero que á me- dida que van ereciendo y robusteciéndose emprenden sus obras de mi- nería hácia la parte inferior del tallo, taladrándole en toda su longitud. Ahora añadiré que la cavidad tubular que forman estas larvas escede apenas al diámetro transversal de su cuerpo, pudiendo asi recorrer con facilidad toda su habitacion con el sencillo mecanismo que voy á des- cribir. Para trepar la larva, apoyándose en el último segmento alarga to- do lo posible los demás, y fijando la corcova de los tres primeros sobre la pared, contrae el cuerpo hácia la cabeza. En este caso adquiere mas diámetro, se hacen prominentes los tuberculillos contráctiles, conyir- tiéndose en otros tantos puntos de apoyo que obran contra la superfi- cie interna de la habitacion tubular, evitando asi que por su propio 75 peso se precipite al fondo el insecto. En el resto del viaje el último segmento representa un papel principal, pues faltando un suelo donde apoyarse, tiene la larva que verificarlo contra las paredes verticales de su morada, y con tal objeto el borde posterior del referido segmento (que ya hemos dicho cómo estaba dispuesto) se ensancha y llena com- pletamente el diámetro transversal del tubo, aplicándose contra la su- perficie de éste, é impidiendo resbalarse los pelos ríjidos que le guarne- cen. De este modo las larvas de las Agapanthias siguen verificando los movimientos primeramente descritos, y avanzan en su ascension con una rapidez sorprendente. Cuando la necesidad ha obligado á estas larvas á consumir mas material del que se necesita para que el diámetro del tubo no esceda de mucho al de su cuerpo, y con el mecanismo espuesto anteriormente no es practicable la progresion, entonces verifican sus ascensiones en- corvándose y apoyando la cabeza y último segmento sobre un mismo lado, mientras que con la parte mas convexa del dorso hacen hincapie sobre el opuesto. Los descensos se verifican en ambos casos de los mismos modos pero en sentido inverso, pues avanza primero el seg- mento anal y le sigue el resto del cuerpo, porque generalmente no dan la vuelta cuando quieren evitar un peligro próximo, sino que huyen andando hácia atrás. Si los tallos donde viven las Agapanthias en su primer estado no han sufrido mutilacion, en el interior solo se encuentran los desperdi- cios producidos por el animal; pero si la casualidad hizo que alguno de dichos tallos fuese cortado á mayor ó menor altura, entonces la larva que le habita se apresura á cerrar la brecha resultante, formando un obturador con el serrin que aglomera en la parte abierta, mezclado con su saliva glutinosa. Este obturador es reforzado en seguida con un ta- co, á veces de cinco ó seis centímetros de longitud, hecho de fibras ve- jetales que saben desprender y arrollar muy ingeniosamente. Tal ope- racion debe serles fácil de practicar, porque muchas veces en que me he entretenido en deshacer semejantes barricadas, las he visto recons- truidas en un corto espacio de tiempo. En el largo período que pasan las Agapanthias bajo la forma de gu- 10 74 sano, si mudan varias veces de piel, las camisas que se quitan desapa- recen prontamente, hallándose al fin sola la que dejó la larva para to- mar la investidura de ninfa. ¿Tendrán la costumbre de devorar las de- más, como lo hacen la Cucullia verbasci, Dicranura vinula, Deilephi- la euphorbice, etc.? Aún no he podido asegurarme de este hecho. Ninfa. Llegadas á su completo incremento las larvas de las Aga- panthias pasan al estado de ninfa hácia fines de marzo ó primeros de abril, segun hayan sido los frios del invierno. Para verificarlo, si el ta- llo donde han vivido fue accidentalmente cortado, comienzan por refor- zar la cerradura descrita, haciéndola mas compacta y segura, y en todos casos reducen su habitacion á menor espacio, formando un lecho con serrin y fibras vejetales sobre el punto donde corresponde el cuello de la raiz; de modo que por este medio elevan su pavimento á tres ó cuatro centímetros del suelo. Concluidos estos trabajos preliminares, que indu- dablemente tienen por objeto asegurar la tranquilidad y reposo que ca- da individuo se propone disfrutar por espacio de algunas semanas, la larva se coloca en su cama, permaneciendo en completa inaccion duran- te algunos dias, en los que solo se observa la contraccion de su cuerpo, trasparentándose al fin hácia la region torácica las patas y élitros tales cuales luego aparecerán en la ninfa. A medida que estas partes se van desarrollando la piel se hiende por la region occipital, y con movimientos agitados, ya vermiculares de abajo arriba, ya laterales de todo el cuerpo, se verifica la muda y que- da la larva convertida en ninfa. En esta ya se descubre un bosquejo de lo que deberá ser el insecto en su postrer estado, pero algunas de sus partes aún se encuentran contraidas y como rudimentarias, al paso que otras deberán sufrir en la última mano de obra una reduccion mas ó menos notable. La cabeza, semejante á la del insecto perfecto, está inclinada sobre el pecho y tiene bien desarrolladas sus largas antenas, las cuales bajan por los flancos hasta el espacio comprendido entre el segundo y tercer par de patas, en cuyo punto se redoblan precisamente en el sitio cor- respondiente á la union de su tercer y cuarto artículo, para subir por delante del torax y alcanzar en la cabeza su base, en cuya primera ar- 75 ticulacion se fijan, enroscándose en ella los dos últimos artículos. Los ojos son muy aparentes y semejantes á los del insecto, lo mismo que los palpos, el lábio, epistoma y demás partes de la boca. Las patas están recojidas á los costados, en términos de dirijirse los muslos hácia atrás, llegando la articulacion tibial á la línea media lateral para dirijirse las piernas hácia delante y alcanzar la línea media esternal, en cuyo punto, apareándose los tarsos de ambos lados, bajan paralelos hácia el abdómen. Los élitros y las alas, contenidos en su estuche membranoso, son mas cortos que en el insecto perfecto, y se dirijen hácia la region abdomi- nal, bajando oblícuamente entre el segundo y tercer par de patas, que al paso queda cubierto por dichos órganos, siguiendo hasta alcanzar el centro inferior del cuarto segmento del abdómen. El vientre, encorvado hácia abajo, descubre superiormente siete segmentos, cuyo diámetro va disminuyendo gradualmente hasta el anál, que es el mas largo y termina por dos pinceles. Como en la larva, todos están provistos de dos tu- bérculos dorsales contráctiles, guarnecidos de pelos cortos y además pro- vistos en el lomo de algunas espinas córneas encorvadas hácia atrás. El color de estas ninfas en sus primeros dias es casi el mismo que tenian las larvas de que proceden; pero á medida que se aproxima su transformacion en insecto perfecto, la cabeza, antenas, torax, élitros, patas y último segmento abdominal yan tomando un color mas oscuro; viéndose señaladas las antenas con los anillos que caracterizan estos ór- ganos en las Agapanthias. Las partes restantes tardan mas en colorear- se, siendo los primeros segmentos abdominales los últimos en adquirir el matiz que les corresponde. Cuando se ostigan las ninfas de las Agapanthias verifican movi- mientos muy activos, que consisten en contorsiones laterales, por medio de las que suben y bajan agilmente por su celda tubulosa, ayudadas co- mo las larvas por los tubérculos dorsales y espinas retroversas que he- mos descrito. Generalmente ocupan la parte mas baja de la habitacion; pero algunas veces las he encontrado en la superior, en circunstancias en que, sumerjidos los tallos inferiormente por alguna inundacion, pe- netraba el agua en su interior. La transformacion en insecto perfecto se verifica á las tres ó cuatro 76 semanas de haber principiado el segundo período de su vida. Para esto, los movimientos de empuje hácia adelante que verifica la Agapanthia determinan la rotura de su envoltorio en la region occípito-frontal, abriéndose una brecha lineal, por la cual se ya escurriendo primero la cabeza, luego la porcion anterior del torax y el primer par de patas, las que desde luego utiliza el insecto para agarrarse á las paredes y ayudar- se activamente en el cambio de traje que va á verificar: maniobra que no deja de ocuparle bastantes horas. Recien transformadas las Agapanthias, todos sus colores son mas claros: los élitros son diáfanos, viéndose en la Agap. irrorata marcadas las series de puntos que han de adornarlos, y en la Agap. suturalis la línea del borde sutural, lo mismo que en el corselete de todas las espe- cies las líneas claras que suelen caracterizarlas. El abdómen escede á los élitros en la longitud de sus tres últimos segmentos. Las alas sin ple- gar se ven estendidas encima del dorso. Las antenas poco activas dejan aún conocer los pliegues en que estuvieron dobladas; continuando así el animal delicado y reblandecido dentro de su guarida por algun tiem- po, hasta que ya robustecido y estimulado por el calor de la estacion se dispone á dejar su larga vida enclaustrada, para entregarse á las de- licias con que le brinda la primavera en un recinto menos limitado. Con este fin no abre las puertas que tan cuidadosamente se esmeró en cerrar, sino que taladra con las mandíbulas la pared de su habitacion, y forma un agujero redondo que permite pasar cómodamente todo el cuerpo; abandonando así para siempre su primitiva morada, no como el dueño que ha sido de ella, sino como un preso que huye de la car- cel donde fue largo tiempo detenido mal de su grado. De todas las costumbres que han sido observadas en las larvas de los longicornios y han llegado á mi noticia, ninguna tiene mas analogía con las de las Agapanthias que las de la Parmena pilosa observadas por el sábio Mr. Solier, y las del Calamobius gracilis, descritas por el labo- rioso é instruido Mr. Guerin. Todas viven en el centro de tallos de plantas herbáceas; todas se alimentan de la sustancia medular de las mismas; todas se construyen una habitacion tubulosa y vertical que re- corre el centro del sistema axil del tallo, y les sirve durante los dos 7 primeros periodos de su vida; todas saben tapar del mismo modo las brechas que ocurren en su fortaleza para impedir la entrada de huéspe- des importunos ó perjudiciales; y por fin, todas sufren en este recinto cuantas metamórfosis necesitan verificar para llegar á adquirir el único estado en que solo les es permitido salir á disfrutar de la compañía de sus semejantes. Sin embargo, la forma de las larvas de la Parmena pi- losa, y aun quizá alguna otra particularidad de su vida, son diferentes, pues de lo que Mr. Solier dice me parece puede deducirse que en di- cho estado viven los individuos en comunidad, cuando en las Agapan- thias no se verifica así. Mr. Solier tambien parece creer que las larvas de las Parmenas se introducen por el agujero que suele tener el tallo mu- tilado en que habitan; y sin participar yo de esta opinion, pues supon- go que tal entrada la verificarán del mismo modo que las Agapanthias y Calamobius, si así no fuese, esta sería otra costumbre distintiva en- tre las larvas de ambos longicornios. Por lo que hace á las del Calamo- bius de Mr. Guerin la identidad es menos sorprendente, porque sabido es que este nuevo sub-género, segun Serville y otros autores, es una Agapanthia verdadera que Fabricio ya conoció con el nombre de Sa- perda marginella. ML. Gral alo GR a .) 3 ÓN lr SR A a dl ero o E e dl . á 9 m0 ad : e dispar $ degue ns dra eta esctlamicnd pura. l lio a yr do astas lo prisa ero 099,96 reiuolo. meta: Hinds AAA o Se. ls sraralíbalas la prarmal de ¡m hajiiticion, y Srta as » poro pagar cinrilarmente todo:el cues; pol id tel queeñ peas 0 pripatios uiorados 09 ana ld ¿ue de elder olla, do mo Un pros que hayedo le age rol Arale Pio largo Mea ecmrimbo mal de e De tuslas lus qorturmbes que hem sida oder ries rs, Las larwas de has Lugiarnics y ten Ed q mugen ere es a hagia E hos pilcra oleervialia por ATA A E a grid, alpwestas, qui 44 Daba» ño drid, My. Cruarin. Calas ved ll roto de olor de (llsitos luar hora: rd 1 Lera aer do data llar dee da ne hrados ses martroyn ara la lmiaris 1 beta ver teril queres a rs del in rut de ll, y de ira nirrto ds de 1 , ESPLICACIÓN DE LA LÁMINA 5: —>>0 45) e=oo— I. Porcion de un tallo de Onopordon cortado en el sentido vertical de su eje, para ver en su interior la larva y ninfa de la Agapanthia irrorata, de magnitud y color na- tural.=Fig. 1.2 larva. Fig. 2.* y 3.2 ninfa. II. Detalles característicos de las larvas del género Agapanthia.=Fig. 4.2 cabeza de una larva vista por la faz superior, y aumentada seis veces su magnitud natural; a, epistoma; b, labio superior; cc, mandíbulas; de, primero y segundo segmento.=Fig. 5.2 la misma cabeza vista por su faz inferior; b, labio superior; cc, mandíbulas; ff, maxilas con sus palpos maxilares; g, labio inferior con los palpos labiales; e, segmentos ya in- dicados vistos por su cara inferior.=Fig. 6.* perfil de una larva de doble magnitud que la natural; h, corcova formada por la porcion esternal de los tres primeros segmentos. IL. Tallo de Onopordon, taladrado por una Agapanthia irrorata para salir de su in- terior, despues de haber sufrido en él todas sus metamórfosis. CLASIFICACIÓN DE LAS AQUAS UNNBRASES DA Braña POR RAZON DE SU TEMPERATURA: POR EL EXCMO. SEÑOR D. PEDRO MARÍA RUBIO, ACADÉMICO DE NÚMERO EN LA SECCION DE CIENCIAS NATURALES AA ADVERTENCIA. AS L, clasificacion de las aguas minerales de España que va á con- tinuacion es una de las muchas tablas que contendrá el tratado completo de aquellas, que verá la luz pública dentro de poco. Los datos que han servido para la formacion de todas las tablas son de una autenticidad incontestable. La que aqui insertamos está dividida en dos partes, conteniendo la primera las aguas minerales con di- reccion facultativa, y la segunda las que carecen de ella. Las tem- peraturas corespondientes á las de la parte primera son rigorosa- mente exactas, como sacadas de informes oficiales: las asignadas d las aguas comprendidas en la parte segunda, aunque debidas ú in- formes tenidos por verídicos, no tienen la misma autenticidad. Sin dar á esta tabla grande importancia, diré sin embargo sobre ella, que no he visto en los numerosos escritos de hidrología médica, IL franceses é ingleses, que he consultado, ninguno en que se hallen clasificadas así las aguas minerales de aquellos paises. En el pri- mer tomo de la obra de Osann, que lleva por titulo Physikalisch medicinische Darstellung der bekannten Heilquellen der vorzúglichsten Lánder Europx's, es donde he encontrado una clasificacion análoga á la de mi Tabla, que contiene las temperaturas de las principales aguas minerales de Europa, entre ellas muchas de Portugal, y no menciona ni una sola de las españolas. Entre nosotros este trabajo es- taba por hacer, lo que no debe estrañarse atendiendo ú la perseve- rante diligencia que requiere el llegar áú reunir noticia exacta de la temperatura de las aguas, siquiera sea de los trescientos cincuenta manantiales, pozos y fuentes mencionados en la presente Tabla. (o de las aguas minerales de España por razon de su tem- peratura, con arreglo ú la propuesta por Welzler y generalmente adoptada en Alemama. PRIVERA PARIO, MAMA MAMA ANA Aguas minerales que tienen Direccion facultativa oficial. Nombre 1d. de la pro- de las aguas minerales Ó | vincia en que baños. se hallan. Alange. Badajoz»... Alcantud. a y Alhama de Aragon. Alhama de Granada. . |Cuenca. ... +» [Zaragoza. ». «|Granada., . . Alhama de Murcia...... Murcia. .... » » ] » » Almería ó SierraAlhamilla.| Almeria. . .. ATAmayOTA o ...o.oo.o.. Alaya..o.oo.. » » Arch Murcid..... Arcchavaleta.......... Guipúzcoa. . Córdoba. ... + | Logroño, ... Arenosillo... Arnedillo, ... INTO OIDO DAS Coruna..... Barambi0......... ... | Alava:...... Bejar y Montem . | Cáceres... .. Bellús Valencia... Benimarfull... ...... Alicante. ... E OR AOS Alicante. ... Buyeres de Nava....... Oviedo. .... Caldas de Buelna. ..... Santander... Pontevedra. . » Caldas de Cuntis. ,.... Idem de las fuentes ó manantiales, Fuente del Depósito cubierto. Fuente de los Baños........ Fuente de los Baños. . Fuente de los Baños. . Fuente de los Baños. +. Otra inmediata....... La Poza........ cnn... Fuente de los Baños. ....... Fuente de los Baños. + ojala Fuente de la Bebida........ Fuente de los Baños y la de la Bebida. ...oooooooooo.-. Fuente de los Baños.. ..+.+... Fuente de los Baños Primer Pozo. Segundo. .. TOO DO sNanopa a Fuente de Barambi0. ....+ Fuente de los Baños. +... ++ Fuente de la Alfama.....+.-. Fuente del Baral del Prat ó del Todas las fuentes en uso Ocho Fuentes. ..... Fuente Nueva... .... Todas las fuentes Una fuente Cuatro........ Otras cuatro. . Número de la clase, mon OA OOO IN O ar a IR a o o lila o ple ela DOHA Warp oN DADES DNS non Su denominacion Aguas templadas. FrescdS......... Calientes........ Muy calientes... .. Muy calientes... .. lalientes.... Calientes........ Muy calientes... . IA ono dados NU TOO ODIOSO Frescas... Muy calientes... . Calientes... ..... Calientes... .... Muy calientes Templadas.... a : IRIS: DUELO Muy calientes... Templadas...... INTESCUsS Calientes.. Frescas .. Templadas...... Calientes... .... Calientes... Calientes... Grados de tempera- tura por la escala de Reaumur [12 50 céntimos. 132 á 34” variable. ES EN Nombre h 1d, de la pro- Idem Número PE Grados de tempera- e las aguas minerales Ó | vincia en que : an tura por la escala . NACION, 0 EIA de las fuentes Ó manantiales, | delaclase. | denominacio EE Caldas de Estrach ó Cal- ARSS OSO Barcelona... | Fuente de los Baños. ....... 5. Muy calientes. . . 33 Caldas de Mombuy..... Barcelona... | Fuente del Leon - > Muy calientes. . . 56" » » Fuente de la Canaleta....... EN Muy calientes. .. 54 » » o pe de do ES cd cani : a 2 » año del Hospital. ..... . uy calientes. .. 2 » » Las fuentes restantes. . .....13.*, 4." 5.*| Temp., calientes y Ñ muy calientes. . 24 4467 Caldas de Oviedo. ..... Oviedo... . .|Fuente de los Baños... ..... 5 Muy calientes. .. 34 Caldas de Reyes. ...... Pontevedra.. |Una fuente. +... ..oooo.o. 3 Templadas. .... 24" » » (SY o boocposoa 4 Calientes. .. b 282 » » Otra... bobas 5. Muy calientes. .. 342 » » OU aii OA 5 Muy calientes. ..|37* 5o céntimos. Caldelas de Tuy.......|Pontevedra, . | Fuente del Estanque... E Muy calientes. ..|37 439" variable. Carballino y Partovia. . . | Orense. . . « +» [Fuente delos Caños (Carballino). 3 Templadas. .... 25 » » Fuente de la Balsa (Partovia)... 4 Calientes. .. 28" Carballo caia aissimida esse Coruñt..... Primer pozo..... ; 2.” Frescas. ... 20 » » Segundo. ... En Templadas. 23 > » Tercero. ... 3. Templadas. YA 5 » Cuart0...... 0000 4. Calientes, .. 29" Carratraca. . concen. , Mulaga..... | Fuente de los Baños 3 mor Frias. 0... 900 15 Cestona ó Guesalaga . » + |Guipúzcoa. . | Fuente Nueva. .... DE (3 Calientes. ......|26” 56 céntimos. » » Fuente Antigua. +... En Calientes. ...... 25% 12 céntimos. Chiclana... Cadiz. .....|Fuente Amarga. . o E 1OR » » Pozo de Braque. . y on 15 Cortegada.+....o.o... ++ |Orense. ....|Baños de la Piedra. A 3. Templadas...... 20 á 24” variable. » » Idem del Campo. .. ETA ya? eE y calient.. E á e Pe » » Idem del Monte (1)... hb. alientes. oo... 26 á 30” id, . » » Fuente de agua ferruginosa. . + 2. Frescas. «......| 184 20” id. Blood als Vizcaya... .| Fuente de Isasi ó Baños Viejos. da FridS.coooaoo.. 120 » » Idem de Belerin ó Baños Nuevos. en LO LL OOASOS 122 2) » Idem de Teleche y la Cruz MAS Od0Bobogos ADODÓ ds FridS....om.o... 122 Esparraguera y Olesa ó _ Aguas de la Puda....|Barcelona...|Todas las fuentes. . .. 30 Templadas. . ... 23" Fitero antiguo. . ......¡Vavarra....|Fuente de los Baños. 5. Muy calientes... 38 Fitero nuevo. .........|Vavarra, ...|Una fuente. . ...... (E Calientes. ...... 26 » » Obra sde A Calientes... o... 30 » » 5 Muy calientes. .. 34 II boconoadása +. |Murcia Sa 4 Calientes. ..o.oo.o. 28" » » Fuente nueva en el fondo. . .. en Muy calientes. .. 42 rales tt Jasa ¡Unasfaentes o RAS tí 13 » » Otra. OR Ena des 140 » » Ola: o TES FrUAS. o. .oooo.. rr Fuen-Caliente..,...... | Ciudad-Real.| Fuente de los Baños. ... GEN Muy calientes. 32 Fuente-Alamo STA AGS HO Las dos fuentes. ...... /007 Frias. .... =...-| 450 céntimos. Gigonza: ... +». | Cádiz, ..... | Fuente de los Baños. 7 TOS ASOCIADA 14% 50 id. Grabalos. ... .. | Logroño... . | Fuente Podrida. . ... ÚS Frias. «««.|13 4 14 variable. Grana ios . .|Granada....|Fuente de la Bebida. . JS Sr Frias. e onoonoss [ste » » Manantial del Fuerte. ....... 5 Muy calientes. ..|32? 50 céntimos, » » Los demás manantiales. ..... 4 Calientes. ...... 28 Guardia Vitja........ . | Almeria. ...| Fuentes del fondo de la Balsa. 3 Templadas...... 222 Hermida (La). ... .... | Santander... | Fuente de los Baños ó de la de- ALO dona dnoo RV aMabo 5 Muy calientes. .. 4y? » Fuente de Enfrente ó de la lz- quid ada 5 Muy calientes... 42 Hervideros de Fuensanta. | Ciudad-Real. | Fuente del Estanque. ....... 2. FresCdS...o.oooo. 17" (1) Se asegura que estas aguas eran frias antes del terremoto de 1755. Nombre 1d. de la pro- de las aguas minerales Ó | vincia en que baños. Nervideros de Fuensanta. | Ciudad-Real. Mervideros de Villar del Ciudad-Real. Córdoba .... Horcajo de Lucena Jaen ó Jabalcuz ....... Jaen. . LanjaroD.. .......... | Granada » » » » » » » » Ledesma... 0... «.. | Salamanca, » » » » Liérganes. ....... . | Santander... Loujo ó Toja grande. -. . | Pontevedra. . » » LUgO. 0... +... anos [LUGO » » » » » » Malaha ó6 Malá. ...... Granada.... » » Marmolejo. [Jaen Martos. ..... ¡[Jano Molar. Cc oUas . | Madrid. ... .|Pizcaya. .. Mula..... .|Murcia..... NavalpiD0. ..oooooo.o.. Ciudad-Real. » » OS Santander... » » Huesca. .... Paracuellos de Giloca. .. |Zaragoza. .. Paterna de Rivera. ..... | Cúdiz... .. Puente-Tiesgo. . Lo. .... | Santander... Puertollano. . | Ciudad-Real. Quinto... Ribera. - Sacedon ó Real Sitio de la Isabela. ............|Guadalajara, San Juan de Azcoitia. ... ER San Juan de Campos. ... | Baleares. , Santa Agueda ó Guesa= a . | Guipúzcoa. . Segura de Aragon......|Teruel...... Solan de Cabras. . .|Cuenca.... SU Lon aao gor Santander. .. se hallan. + |Podas las fuentes + [Fuente de los Baños. . +» |Fuente del Toro. . . [Caño de la Balsa Idem de las fuentes Ó manantiales. Las dos inmediatas. ........ Fuente del Baño. ........... Fuente del fondo del Estanque. Fuente del Salado. -.22..0.. Fuente de la Capuchina. Fuente de San Antonio. Fuente Agria. ........ Fuente de Gomez. ... Fuentes de las inmediaciones. Fuente de la Bebida...... La Fuensanta. ...... La Burga. ... Las otras fuentes. . Una fuente. ..... La Fagria y las otras dos. Las dos fuentes. ...... Fuentes de los Baños. . ...... Fuente de los Baños. Fuentes del Baño grande. .... Fuente de los Baños en Onta- MEbandso dd isc ONE Fuentes de los Baños de Alceda. Fuente del Bigado.......... Fuente de los Herpes, ....... Fuente del Estómago. ....... Fuente de la laguna ó del Ibon. Fuente de la Jaqueca Fuente. . Fuente del Prado de S. Gregorio. Fuente de Delgado.......... Fuente de los Baños Altos. ... Fuente de los Baños Bajos. ... Fuentes del a Fuente de los Baños. La Font-Santa nueva y “antigua. Fuente de los Baños. ........ Fuente de agua ferruginosa. . Fuente de los Baños. Fuente de los Baños. . . [Fuencaliente Número de la clase. 1 p ON Oro mom NO Ca OY » e o a ZaRea ¡en 7 DN my wo wo o e NIN NON me Su denominacion. Frescas... ...... Templadas. lala Frias, Templadas. % Templadas. . Frescas. ... Frias. Muy calientes. .. Muy calientes... Templadas...... Frescas... oo...» Muy calientes, .. Frescas y Temp.. Calientes Calientes. » Calientes. . ..... Muy calientes... Frescas 4 Temp. . Templadas...... Frescas... Frescas.. Frias. . + Calientes... Calientes. . Templadas...... Templadas ..... Templadas Templadas, Templadas. Templadas, Templadas. . Templadas. Frescas... Frias. . .. Frescas..... CalienteS.o.o.... AO ubonoa Frias... 90 ¡ETESCAS alone TES Casto Templadas...... Grados de tempera- tura por la escala de Reaumur. 17? ar” 10 24” 50 céntimos. 16 á 22 17 á 217 variable. 20% 199 . [15% 50 céntimos. O 28" 75 céntimos. 3o” 20% 23” 227 217 50 céntimos. 25% DN 16" 10 á 13" variable. . (15% 50 céntimos. 28” 13 16” variable. 14%50 á 16%50 variable. 13,95 á 16%50 variable, 15 117 50 céntimos. rr Lo? 15% 50 céntimos. 22 50 céntimos. ld, de la pro- de las aguas minerales Ó | vincia en que baños. Tiermas........ » Urberoaga de Alzola. ... » Vilo 6 ROSaS.......... » Villatoya... » Villavieja de Nules... ... » Zujar, Benzalema ó Baza. se Hallan, «Zaragoza... » » » . | Guadalajara. » » Guipúzcoa. . Malaga... Albacete... Castellon de la Plana. . Granada... Idem de las fuentes Ú manantiales. Fuente del Petrillon........ Fuente de los Herpes ó la Ripa. El Chorro ó Teja. .......... Otras varias fuentes. . a Fuente del Rey. ....... Manantial del Rey. .... dela Reina. .... del Principe. .... . de la Princesa.... de la Condesa..... de la Piscina. .... del Director, ..... de Santa Teresa... Nuevo... Aguas reunidas. ..oo.oooo... Fuente de Plazaco-errota (fer- ruginosa). . Fuente de Apatriz (ferruginosa). «| Fuente de los Baños......... Fuente de la Bebida y Alman- ZOTA. Fuente de las Lombrices. .... Fuente Calda........ alta jale Pozos de dentro del pueblo... sis Fuente de los Baños. Número del la clase e DW DD O Sy O slolo los o o o 2 o rn o 2 oo Su denominación. Muy calientes. .. VIAS LO Muy calientes. .. Muy calientes.'.. Templadas...... Templadas. Templadas...... Templadas. Templadas. . Templadas. Templadas. Frescas. ... Templadas. Templadas. Templadas. FETESCAS. . ...... DY i7 RS Templadas...... Cal. y muy cal... Muy calientes.. ... Grados de tempera- tura por la escala de Reaumur. . 123% 25 céntimos. 24? 50 céntimos. 1 * 50 céntimos. 15% variable. 16" 217 variable. IBGUUDA PARTE, UY UY UY UU UA Y Aguas minerales que no tienen Direccion facultativa oficial. Nombre de las aguas minerales Ó baños. Alameda de Cervera .... Alaraz...+.. OOO RODDS Alcoléa. ...... Algarinejo. Albama la Seca. Alicun de Ortega. ..... Aliseda ......<<.. .. Almeida de Sayago. Alomarte. + Alzolabea Andujar. Angeles... «...|Coruna.. Antequera. -.. ....|Málaga.... Añover de Taj0....... »|Toledo...... ATQn]uez. +20 0cleecnenso Madrid. .... Ardales. ... Málaga..... Arenys de mar... Argentona. ...... . Astillero de Guarniz.. ALQuN. .......... .... Bedoña....ooooomocs. Guipúzcoa. . Benasque. .... clas Huesca. .... » » » » » » » » » » BelelarMi 0 000jatójete¡ Cuenca. .... Boñar. . Brozas Caborneras «des Leon... Calatayud. ... «+ |Zaragoza. .. Caldas de Bohi....... + |Lérida...... Barcelona. .. +» + | Barcelona... +. |Santander. .. Guipúzcoa. . + |Gerona..... 1d. de la pro- vincia en que se hallan. Ciudad-Real.|Fuente de agua dulce y ágria Salamanca. . .|Almeria..... .|Granada.... le +. | Almeria..... » Granada.... » » [Jane «+ |[Zamora..... +. |[Granada.... Milaga..... + |Guipuzcoa. . eo. [Jaeh........ » Ñ Fuente de la Piedra. ........ . [Fuente de los Baños de San Idem de las fuentes ó manantiales. red a Fuente del Regajal. . Varias fuentes... ....... DS Fuente del Estanque. . ...... Una fuente de la Caverna. +... Dead Fuente de los Baños Segundo manantial. Tercer manantial. .. DUO Fuente del Pozo. ........... Hervideros de S. Vicente. .... Fuente Hedionda ó del Hachuelo, Fuente de AlOTa............. Fuente de Alzolabea. ... Fuente de la Encina, ... Fuente de los Baños. ... Fuentes de la Mina, S. Bartolo- mé y S. Gregorio......... Fuente Amarga. ........ Fuente de los Baños. ........ Fuente de los Baños de Titus. . Fuente Medicinal. .......... Fuente de la Planchada. ..... Fuente de los Remedios. ..... Fuente Hedionda ó Font-pudosa. Fuentes del Alcrebite. Fuente Hedionda..... Manantial de Bedoña. Fuente de S. Roque. . Fuente de S. Juan........... Fuente de las Opiladas....... Fuente de S. Cosme y S. Da- A das dc COTEASODOS Fuente del Rosal ó de Beteta. , Fuente de la Peña. .......... (EU Aoono e nbdobodoo Fuente de Cabornera. . o Fuentes de junto al Salto... Fuente del agua simplemente imAbonosar dogo ranNos Fuente del Baño de arriba... Fuente de al lado del Baño... Número de la clase. AA O A e ON A o o o a o o o o o a o o o o o A DN. DUNEDIN now a Grados de tempera- ER tora por la escala denominacion. Amir A eco AER 12% Templadas. 22 Templadas.... 20" Frescas, ..... 15% 25 céntimos. Muy calientes... 35 Calientes........ ADS Calientes... 28” 50 céntimos. Calientes. . 28" Calientes 250 Frias... 13” 50 céntimos. Templadas. 220 Frescas... Ely IATA 15 TODO NUBAS 12" 18" 140 14" Sivad DoSE0S ro á 120 variable. Frias. ... 10” Frescas..... 2 180 Muy calientes... 32” LON ri? 14 LITO 0 DvESOd 13” 50 céntimos. AA 10 412% Eras o 12 Aguas frescas 16" Calientes. ...... 28” 5o céntimos. Calientes... ..... 29” 50 céntimos. ERA ona 18% Templadas...... 222 Templadas. .... 21 Templadas...... FTeSCAs....... Frescas. . Muy calientes... Muy calientes... Muy calientes... 21” 50 céntimos. 17” 17 ld. de la pro- Jerá- de las cEtalls Ú Sl al Ml a ora es rn api de las fuentes ó manantiales. | de la clase. | denominacion. banos. se hallan. de Reaumur Caldas de Bohi.......+.|Lérida...... Fuente del Baño de abajo.... 5. Muy calientes... 34 » Fontela. 2 enioiato deleita he. Calientes. ...... 25 Caldillas de San Miguel.. | Salamanca. . [Fuente de la Balsa. .... nd Templadas... .- 220 » » Fuente de la Bebida. . slo Templadas...... 20” Calzada de Calatrava... | Ciudad-Real.|Fuente del Baño de la Bebida y de la Huertas 2. ....... 2. AA 0 RR o Casa del Camp0........ Madrid. Fuente Medicinal. ........ o 1. Ad Er e 12% Casares ....... ... | Mulaga.. Fuensanta ó Fuente del Duque. qa FriaS..... 13% 50 céntimos. Castañar de Ibor. . | Cáceres.» « » +. [Fuente del Loro ó del Oro... a Frias... 140 Casino 6CÍGL «| Guadalajara. | Fuente Medicinal........... an Frias... 10” Castillejo. - «| Cuenca... ..|ManantialeS.. o. <..... Coma 2 Frescas. . 167 Castellon... . | Fuente de Ntra. Señora de la Abellá.. oo... ... dd sr Krids dana 140 Guipúzcoa. . | Fuente Sulfurosa. +... Sbodos O Frias E 1947 Murcia... ..|Fuente de la Sierra de Áscoy. An Frias. . E 122 .|Leon.... Fuente Salina. +... a Frescas. . 7 18% Guadalajara: Fuente de la Aurora. ó Sm Templadas %, 16% Vizcaya. ...|Baños de Cortezubi. SA E Frias... 150 Ciudad-Real.|Fuente del Diezgo. . 3 DEN Frias. 122 Guipúzcoa... |Fuente de Cascante. ...ooo... na Frias: a 0 Encina=hermosd+....... Jae iaiaa o Fuente de Encina-hermosa... 2. IETELC Sao ala 19 Espino de los Doctores. . | Salamanca. . [Fuente del Espino de los Doc= MEbaodosd ocio o LN Frids. <... 107 Espinoso del Rey....... Toledo. ....|Fuente Herrambricnta. . na Frias... ro á 15? variable. Estivella. ....- ....| Valencia... .|Fuente de Barraix...... Caño Men Frias... 130 Exqui0gd+oo.0oo.omomoo» Guipúzcoa. . | Fuente de Ezquioga. ... Eon Frias... 11” 50 céntimos. RUSO LD ea alejes Guipúzcoa. . [Fuente de Fausoro.... Lor Erias. UN Ferreira, + Granada. . » . | Fuente del Peralejo... eN Frias. 12 Fontellas ==... | Zaragoza. .. |Fuente del Monte... ... Lo Frias. 140 Fuente Sublantina. AOIGNO Leon, ...... |Fuente Sublantina. - > AN Frescas. 16% Galera. ....... ««-|Granada....| Varias fuentes... . Cr Frias. 12% Garriga (La). +. | Barcelona. . . |P0z0S......... +. Ñ E Muy calientes. 30” Gavá. ....-- «-..| Barcelona... |Fuente de la Salud. . Da Frias, 13 á 14,50 var Gavilid. o... e... ..... Guipúzcoa. . [Fuente del Molino de Vidaur» AS coo an buacno CE 0) Je Erias.. 140 Gazte: aeao e eolelajela +» | Guipúzcoa... [Fuente de Gazte. ......... h a Frias. . . 110 Almeria... .. | Fuente Santa del Gergal..... 2 Frescas. . : 18% Goribargoiti Guipúzcoa. .|Manantial ....ooocormm..... ÓN Eran e sajara LaS Granja (La) ó San llde- ÍOMSO.....-... no Segovia..... | Fuente de Santa Isabel. ..... Er IDO ao 000OS 120 Guitirriz. eno... | Lugo... Manantial de S. Juan... 5 Lon rias iaa 150 Hecho... .......|Huesca.. Fuente de Hech0.....<...... 2. FrescdS........ 18% Hellin. ....«.<........ Albacete... . | Fuente de los Baños del Aza- TAQUO oro coooooooooo 3* Templadas...... 20% Heredad.............. Guipúzcoa. . | Manantial de la Heredad. ... 7 FridS..... O? Hervideros de Carrion. . . | Ciudad-Real. | Fuente de Carrion E Me Frias. . 19 Hervideros del Emperador. | Ciudad-Real. | Fuente de los Baños. . . E An Frescas. 20% Hervideros del Chorrillo. | Ciudad-Real.|Pozillos....... en aaeiasjas Lar UA R e 12% Hervidero de la Fuente del GUra......-....- Ciudad-Real.|Fuente del Cura... +... ...... Lon Frias 12 Hervideros de Fontillesgo. | Ciudad-=Real.|Fuente de Fontillesgo....... Lu Frias... 14% Hervideros de Granátula. | Ciudad-Real. | Fuente y Pozos de Granátula... a Frias 12 Hervideros de Saladilla ó Celadilla.... + LODOS Ciudad-Real.|Fuente de la Laguna... ..... Uan 122 Hervideros de Villafranca.| Ciudad-Real.|Fuente de Villafranca. . ... Sá or co 00 yO 122 Humera 6 Sumas-Agnas. | Madrid. .... Pozo de Sumas-Aguas,...... Ao FrescdS.....»».».. 172 Idiazabal. . Guipúz, Fuente de Venta-]turri...... Da Frias. 10% Iguruzaga. ........... | Guipúz Fuente de Iguruzaga....... Cel Frias... 110 IurgorTi... +... ...... Guipúzcoa. .|Fuente de Aguarroja..... ... Lo» Frias 10? Nombre de las aguas minerales Ó baños. Iturri-gorri...... Laptu oo 00 00 000 oje Lasa0.... Ll as Losa (La)... Manilba. .. 3 Marbella......... 2uo Mecina de Bon-baron. 06 Mediana..... Melon. . dodo do MendarO ein alatamato/ Mendest EA MolBdS.ooocococomomo. Molina de Aragon. .... Moncada....... Monforte. Montanejos Munategul. ... Nava... 5h ... Nieves... ...... Olapoto. .. DP co co yonaOno non » Oyarzun... ... OD Parada de las Hachas. » MEU EMAbOsOn E Penáguila Fam anovossódoa Piedrabuena... Portugus ó Pitres.. Pozo-amargo.. elas» Priori0...... Puente Caldelas....... . » Ribas... Rio-tinto.. Rubena.... Halo cócosunca Sagastiberriaran. San Adrian ..... San Agustin. San Antolin ó Apatriz. .. San llario Sacalms.... San Marcial.......... Santa Catalina, ,......- ld. de la pro- vincia en que se hallan. Guipúzcoa. . Guipúzcoa. » Guipúzcoa. . Guipúzcoa. . Guipúzcoa. . Guipúzcoa. . Lérida..... Segovia. .... Malaga..... Granada.... Granada.... Zaragoza. .. Orense. o... Guipúzcoa. » Orense. .... Orenst..... Guadalajara, Barcelona... LUgO....... Castellon. .. Guipúzcoa. . Ciudad-Real. Castellon. .. Ciudad-Real. Guipúzcoa. . Orense. .... Guipúzcoa. . Pontevedra... » Almeria. ... Alicante... Granada... Pontevedra: 50 » Gerona. . Huelva. Burgos. .... Cuenca..... Guipúzcoa. . LEON... Madrid. .... Guipúzcoa. . Gerond..... Guipúzcoa. . Guipúzcoa. . , [Fuente de Lés..... Ciudad-Real. Ciudad=Real. Idem de las fuentes 0 manantiales. Fuente de Agua Roja. ...... Fuente de la Peña, Fuente de Lasao.... Fuente Aportuna........... Fuente ó manantial de Elordi, Fuente de Leaburu..... loud Fuente de la Losa. ... Fuente de Manilba. . Fuentes de Marbella. Fuente de Mecina. : Fuentes de la Magdalena. 5050 Fuente Santa. . Manantial... ...... Primer manantial. ... Segundo id... .. Tercero id.......... Fuente del Baño grande. Burga...... Fuente de Molina de Aragon. Fuente de Moncada... .. Fuente de Aguas-sanlas. Fuente de Montanejos. . Fuente de Munategui.. Fuente dela Nava... ...... Fuente del Baño...... Fuente de las Nieves. ....... Fuente de Olapot0.... ... Burga de Arriba... La otra Burga........ La del Surtidero ó Pilon pe- QUCÑO...... Fuente de Gambo, +... Fuente ó Baño Salgueiriño. .. Manantial de junto al Deba... El del Barrio de Poldras..... El del Barrio de Fial....... Fuente de Paterna. . Fuente de Penáguila. ....... Fuente del Peral. Fuente de Piedrabuena... .... Fuente de Portugus.... Manantial... Fuente de Priorio. + Primer manantial... ....... Segundo id.. +... ....... . Tercero id........- Manantial. ......... Fuente de las minas de Rio-tinto. Fuente de Rubena......... Fuente de los Baños. . .... ++. Manantial. Fuente de los Baños. ...... Fuente del Colmenar y de la Cerca. Fuente de Apatri Fuente de S. llario.. Manantial..........- Fuente de Sta. Catalina.... Número de la clase, RU =NR RN OowNOIRID A. + Non UN UA mom Dr p=-N=ANNDON mmm Num Or A IC A A Su denominacion. FridsS........ FridS. ..... Frias... Frias... Frias... FridS. ..... Templadas. Frias. .... Frescas. Templadas Frias... FresCdS..o ooo... Frias. - Grados. de temperá- tora por la escala de Reaumur. 10” 50 céntimos. ab 12 18% 20% 13 19” 50 céntimos. 7% 25 céntimos. Frias. .. . | 11% 50 céntimos. Calientes. ..... . [297 50 céntimos, Calientes. ..|27? 1o céntimos. Muy calientes. ..|31% 10 céntimos. a 230 Muy calientes. ..|37” 50 céntimos. DATA O Ronano 160 Frias. ..... 16% 50 céntimos. 'Enasiiiaa 130 Frescas... . 16? INEA 090300 Xy TORIO 00noaón 122 Frescas, o .|15 50 céntimos. úiaoantadona 140 li Soononarngas 110 Muy calientes, .. Muy calientes. ... Muy calientes. .. II BoosLaDanOo Templadas...... FridS.. ... Frias. . . Frias, . » Frias... FrestOS...oom... Muy calientes, ... FrescaS..... Frescas Frias Frias. . . Frescas. Frias. .. Templadas...... Vd cororno oe PO co oo ronona TEO OOOO AN Frias. . eoraco ana e 12 53 20 céntimos. 53% 6o céntimos. 54 So céntimos. 13% 20" 244 26 variable. 14 4 162 variable. céntimos. 36" 167 16% 14 rá 16? variable. 18? 10” 167 13? 20 17 50? xOS 9” 50 céntimos. 12 50 céntimos. Pe Nombre E ld. de la pro- nen Número su Grados de tempera- e las aguas minerales Ó | vincia en que : Sant tura por la escala Ús. se hallan. | 9 las fuentes Ó manantiales. | delaciase. | denominacion AR Santa Columba de Piedra . Furada..... e... ... | Pontevedra..| Manantial... ..oooo..mo.o... 2. FresCaS..ooco.oo. 170 Santaella. .........-..»| Córdoba... .|Baños de Santaella. ......... a Frescas. ..... 4 18% Santa María de Layas.. .| Orense. .... [Fuente de junto á la Iglesia. .. 5.* Muy calientes. 5u” Segorbe.....o.oo... «+.» | Castellon... . [Fuente de Mosen Miguel. ... a. HreSCaB ia aaa e 18% 50 céntimos. Sierra Elvira. «| Granada... . [Fuente de los Baños......... 3 Templadas. 240 Sotoca. .... » | Guadalajara. |Baños de SOt0CA..ooooomoo.. mas LA e ale 130 Tardon. - ».| Sevilla. .... [Fuente del Pradillo del Tardon. 3. Templadas. . 20% Teruel... «+ | Teruel... ...|Fuente de los Baños. ....... 3." Templadas. 22 Torre de San Miguel... .| Zaragoza. ..|Pozo de San Miguel. ... . 0 Frias A Torrij0S + .... ro... ..» | Huesca. .... [Fuente de Torrijos. . o Kia Frias, Urrejola. . «..».| Guipúzcoa. .|Manantiales....... . ua Frias. . Veran. ... +. ..| Orense. ....|Pozo de Veran... 50 Se Templadas, Zaldua. .. o «| Vizcaya. ...|Fuente de Zaldua. .. 3 Templadas Zaragoza. . ..........| Zaragoza. ..|Fuente de la Salud... ..... m0 Frias RESUMEN DE LA TABLA PRECEDENTE. Número de temperaturas de que se da noticia. ......... 2. USO Id. de las que se tienen por constantes. ......ooo.oooomomo.... 305 Id. de las que se tienen por variables. ....... IAS. AN IN IZ, Corresponden á la primera clase: Aguas minerales Frias. ........ 118 á la segunda. ........ IIA . Frescas. .... 51 ECO O IO IdILOO Templadas. .. 63 E GUÍA e co aas cobcaV ol . «Calientes. ... 58 AE ua oscVdo ooo nor . « . « Muy calientes. 52 x—___—————á—AA< << De las comprendidas en la primera parte ó sea aguas minerales que tienen Direccion facultativa. Número de temperaturas de que se da noticia. . .............. 161 Id. de las que se tienen por constantes. ......o.ooooo.ooooo.m.... 146 Id. de las que se tienen por variables. ........... doo dnVa Vos 15 Corresponden á la primera clase. .......... SOME Boro ala segunda. «oo... iso. Soboroc Frescas. . ... 24 la tercora y ele ..... Templadas... 45 cl EA o. olaoadaobadon as . Calientes. .... 28 lb. quitlid ooococovdoocooVa. Muy calientes. 58 De éstas la mas fria es el agua mineral ferruginosa de la fuente de Apatriz junto á la de Urbeoraga de Alzola (Guipúzcoa), que tiene 9,50 Reaumur. La mas caliente es el agua mineral salino-alkalina de la Fuente del Leon, en Caldas de Mombuy (Barcelona), que tiene 56” Reaumur. De las sin Direccion la mas fria es el agua mineral ferruginosa de la Peña de Lapiritu, término de Idiazabal (Guipúzcoa) que tiene 5' Reaumur. La mas caliente el agua mineral salino-alcalina del Surtidor ó Pilon pe- queño de las Burgas de Orense (Orense), que tiene 54” 80 cent. de Reaumur. De todas las de España, cuya temperatura está conocida, es la mas fria la ya nombrada de Lapiritu (5), y la mas caliente la del Leon de Caldas de Mombuy (56”). Pedro Abaria Predio. DE LAS AVES OBSERVADAS EN LAS CERCANÍAS DE SANTIAGO Y OTROS PUNTOS DE GALICIA, POR D. FRANCISCO DE LOS RIOS NACEYRO, Corresponsal de la Academia en Santiago —==so OD eeeo— Secos Veniet tempus, quo ista que nunc latent, in lu— cem dies eatrahat, et longioris evi diligentia. LINNEO. Auxove la España parece se halla tan atrasada respecto á las demás naciones de la culta Europa en lo tocante á Ciencias Naturales, no es porque tal vez no haya sido una de las primeras que han cultivado este interesante ramo del saber, como lo acreditan los escritos de tantos esclarecidos españoles que desde muy antiguo se han dedicado á este estudio, mereciendo muchas de sus obras ser traducidas, como lo fueron, á la lengua de las naciones que hoy nos llevan tantas ventajas; sino que desgraciadas circunstancias han impedido seguir la senda trazada por tan distinguidos sábios. Y aun cuando nuestros antiguos escritores fue- ron demasiado crédulos sobre cosas maravillosas, defecto que tambien alcanzó á muchos del último siglo, y de que tampoco estuvieron exen- tos los estrangeros, todos no obstante han enriquecido la ciencia á costa de grandes fatigas. Cierto es que en sus trabajos la mayor parte de estos sábios natu- 94 ralistas, unos han tenido solo por objeto aplicaciones á la Agricultura y Medicina, y otros no han publicado por sí mismos sus inmensas ob- servaciones; no obstante, unos y otros con sus interesantes tareas, han hecho conocer parte de las riquezas de nuestro suelo. Cuando la Europa apenas tenia otras noticias sobre Ciencias Natu- rales que las tomadas de los griegos, escribió sobre ellas en nuestra España, en tiempo del imperio romano, el célebre Columela. Mas tarde en el siglo X, Ebn Roschd, vulgarmente Averroes, que aunque árabe, fue la España su cuna. En el XI, Ledesma. Desde este siglo hasta el XVI se nota un gran vacío en la histo- ria de la ciencia, debido sin duda, ya á las contiendas de los españoles, ó ya mas bien por llamar esclusivamente su atencion la espulsion de los moros. Al principio del siglo XVI parece empezó á renacer la ciencia, inaugurándose con la publicacion de la escelente obra para aquella época, de Alvaro de Castro; y en el mismo vieron la luz pública la de Andrés Laguna y las de los Acostas; viviendo en el mismo siglo, aunque poco conocido como naturalista, el célebre Francisco Micó. En el XVII florecieron los Carrillos, Cortés, Funes, Fernandez, Sal- vadores y Valdecebros. En el XVIIT los Barcos, Cornides, Cabanilles, Dávilas, Ortegas, Quer, Sarmientos y Ulloas. Y en el actual, Clemente, Lagasca, Colmeiro, Graells, Lopez Alonso, Prado, Rodriguez, y otra porcion de laboriosos españoles que, tanto en este como en los anteriores siglos, han hecho conocer las producciones de nuestra patria; no habiendo faltado hasta en el bello sexo quien se hubiese dedicado á este hermoso estudio, como lo acreditan los escritos de Doña Oliva Sabuco. Y si hubieran llegado hasta nosotros las obras de tantos sábios ára- bes españoles que, cual Averroes, Isa Ben Alí Hassano Asadita, y Ebn Albaithar, han cultivado las Ciencias Naturales, ¿de cuán útiles y raras noticias no estaria llena su historia? Si de Albaithar dice Casiry en su Biblioteca Arábigo-Española..... 95 tantá vero rei herbariee peritid instructus , ut preestantissima hac ars in ipso uno consummala esse viderelur; y el erudito Asso en la Biblioteca Arábigo-Aragonense tambien escribe..... et in historia natu- rali, tam exigua el jejuna prestiterunt Arabes, ut hoc, quo vivimus seculo, nihal sil cur eorum vigilias desiderare debeamus ; ¿cuánto no debemos sentir la pérdida de los escritos de tan eminentes sábios? Sea esta ligera reseña de los hombres célebres que nos han prece- dido un poderoso estímulo para, ya que no sobrepujar, al menos poner- nos al nivel de las demás naciones en este interesante ramo. Y puesto que los Acostas, Fragosos, Hernandez, Monardes, Jime- nez y otros célebres naturalistas españoles han surcado los mares, y atravesando sus embravecidas olas han marchado á un nuevo mundo, como los Ortegas y Rodriguez por una gran parte de Europa, para ha- cer tributarios de las ciencias tan remotos y lejanos paises, ¿no pueden otros en su misma patria enriquecer la Historia Natural, sacando inmen- sas ventajas de la fecundidad de su suelo? Cuando Bowles, en su Historia Natural de España, dice que..... solo de tierras y piedras creo que contiene todas las especies que se hallan esparcidas por lo restante del mundo; y Quer, en su Flora Española, piensa que..... nuestra España encierra en su seno la mayor parte de las plantas necesarias al hombre como alimento y medicina, ¿por qué no habemos de persuadirnos que en el reino animal sea tambien de los paises mas abundantes? Si pues la España es el suelo mas rico en productos naturales, al menos de toda Europa, como tal vez llegue 4 demostrarse despues de mejor observada, Galicia, este privilegiado pais, donde parece quiso el Autor de la creacion hacer brillar su poderío, es indudablemente la pro- vincia mas fecunda de toda ella. Las 937 leguas que tiene de superfi- cie, en la que se ven elvadas montañas, dilatados valles, bosques frondo- sos, sierras y cañadas, son otras tantas causas para notarse en ella tanta diversidad de climas; siendo sus variadas temperaturas, lo mismo que la inmensa costa que la rodea en una estension de 117 leguas, y los cau- dalosos rios y multitud de arroyos que la cruzan en todas direcciones, lo mas á propósito para todas las producciones de la Península. 96 Parte de esta verdad, aunque no con la estension que fuera de de- sear, lo han demostrado: el ilustrado D. José Cornide en su Ensayo de una Historia de los peces y otras producciones marinas de la cos- ta de Galicia; el modesto D. José Lopez Alonso en la obra que publicó anónima , á principios de este siglo, bajo el título de: Consideraciones generales sobre varios puntos históricos, políticos y económicos, ú fa- vor de la libertad y fomento de los pueblos; y en la que trata, aunque ligeramente, de los productos naturales de los tres reinos, observados en las inmediaciones del Ferról; y últimamente, el distinguido D. Miguel Colmeiro en sus Recuerdos botánicos de Galicia. De sentir es que este último no pudiese dedicar á Galicia por mas tiempo su genio observador con que ha hecho brillar la Flora de Cataluña, lo mismo que el que no puedan dar á luz por sus muchas tareas, D. José María Gil y D. Tomás Martinez Servida, la copiosa coleccion de plantas de Galicia que poseen, y en cuya formacion hace años se ocupan, figurando en ella muchas especies poco comunes y aun algunas raras. Mas por mucho que hayan observado estos doctos esploradores, mucho mas queda aún por descubrir, pues nunca se acabará de arran- car á nuestro suelo todos sus tesoros, que siempre se presentará al ob- servador con nuevos objetos de estudio y admiracion. Deseando imitar á tan beneméritos compatriotas, escitado por mi amigo el Dr. Gutierrez de la Cruz, celoso amante de las Ciencias Natu- rales y particularmente de los productos de la Península, para quien he formado y clasificado un numeroso Gabinete de aves de España, hace algunos años me dedico al estudio de estas ciencias. Algunos parages de las dos Castillas, de Estremadura Alta, y par- ticularmente de Galicia fueron el teatro de mis observaciones: por ellas he llegado á persuadirme que nuestra España contiene, ya de paso ó sedentarias, la mayor parte de las aves de Europa, pues en los puntos que designo, he reconocido mas de la tercera parte de las que contiene la obra ornitológica de Mr. Temminck. Parte de este trabajo, el que corresponde á Galicia, es el que pre- sento como un tributo debido á la distincion con que me ha honrado la Academia. 97 Temerario sería en otras circunstancias, consultando mis reducidos conocimientos, ocupar mi tosca pluma en un objeto cual es el que me he propuesto, y mucho mas habiendo de figurar mi desaliñado escrito al lado de los sublimes de tan acreditados sábios. Mas sírvame de discul- pa el deseo de que sean algo mas conocidas estas provincias, siendo cual deben ser un rico adorno para la Mineralogia, Flora y Fauna española. Sea este ensayo un estímulo para que otros patricios con mejor dispo- sicion llenen mas cumplidamente un objeto que tantas ventajas debe proporcionar á las ciencias, á las artes, y con particularidad á la agri- cultura, primera base de la riqueza de un pueblo como la España. Secúndense, pues, los afanes de tantos laboriosos españoles contem- poráneos, asi como á los sábios estrangeros que han recorrido la Espa- ña: cúmplase lo dispuesto por el Gobierno, formándose en las Universi- dades é Institutos museos de las producciones de cada provincia; des- tiérrese el lamentable afán que generalmente se tiene de procurarse objetos raros, dando solo estimacion á los de remotas regiones, descui- dando, ó lo que es peor, ignorando lo que poseemos, y llegará el dia en que se verifique el axioma del inmortal Linneo: Veniet tempus, quo ista que nunc latent in lucem dies extrahat, et longioris cevi diligentia, UE 13 ADVERTENCIA. RD El presente Calálogo no solo comprenderá las especies de aves que conozco, sino tambien los sitios que frecuentan ó donde se han hallado, las que son de paso Ó se- dentarias, épocas en que se presentan las primeras, y liempos de su emigración. Mas como no he tenido lugar de hacer estas observaciones en todos los meses del año, menos en las especies de las cercanías de Santiago, las que por esta circunstancia ignoro si son ó no sedentarias llevarán, además del tiempo en que se han observa do, la indicacion de Accidentalmente, y las que no hubiesen sido vistas sino muy pocas veces, ó en un año solamente, la de Rara. Nada diré sobre sus costumbres, por estar perfectamente descritas en la obra analítica de las aves de Europa del exacto observador Mr. Temminck, cuyo orden de clasificacion he adoptado, por pa- recerme la mejor obra metódica de Ornitología aunque con el modesto título de Ma- nual: solo podré advertir, que como la mayor parte de las aves de este Catálogo han sido por mí cazadas, he observado diferentes veces en individuos de una misma es- pecie, que en (alicia y otros puntos de España las dimensiones en lo general no son iguales á las marcadas en la citada obra de Mr. Temminck, suponiendo haya sido el melro francés la medida adoptada por este autor; pues aunque en algunas aves convienen, la mayor parte son unas algo mayores y otras mas pequeñas en lama ño. ¿Se deberá tal vez ú influencia del clima ó alimentos? Cuando designare cercanías de Santiago, deberán entenderse los términos com- prendidos en la circunferencia de 15 418 leguas de un rádio de 3 de dicha ciudad, por ser en donde he ocupado mas tiempo en observar, aunque tambien me son conoci- das muchas de las mismas especies ú mas largas distancias. Las que no se compren— dan en este círculo, irán ya señalados los sitios donde las he hallado. La traduccion de la Enciclopedia melódica de Mr. Mauduyt me ha suministra do nombre castellano para el mayor múmero de las especies; mas en otras, por no le- nerle, he hecho lo que el traductor de la misma obra, darle el mas análogo al testo que me ha servido de clasificacion. Tambien llevan el nombre con que vulgarmente se conocen en el pais, sintiendo no pueda esto estenderse á todas las que, d por poco comunes ó menos conocidas, no le tienen; y como muchas veces se conoce y designa en el pais todo un género con un solo nombre, se hará en su lugar la oportuna advertencia. Por último diré, que como solo hace ocho años me dedico á este ramo de la ciencia, no he tenido aún todo el tiempo necesario para observar muchas de las especies que comprenden algunos géne— ros, y que abundan en (alicia, como el Silvia, Alauda, Emberiza, Fringila, Larus, Anas y otros, en los que estoy persuadido hay mas número que el que designo. pS N RS MR a! oh Y l NN Ss DO : AD Cl Mi in A a My A VULTUR. Vultur fulvus, Linn.—En castellano, Buitre. —Vulgar gallego, Bu- tre.—Sedentario.— Comun en varios sitios montañosos. — Cercanías de Santiago del O. N. O. al N. N. O. CATHARTES. Cathartes perenopterus, Tem.—Cast., Buitre alimoche.—Sin nom- bre vulgar. —Accidentalmente.— Raro.—Parroquia de Arines inmedia- to á Santiago, al S. E. De esta especie se conservan dos individuos en el Gabinete de la universidad de Santiago, uno cojido en el sitio designado, y el otro en las cercanías de la Coruña. Tal vez frecuenten las altas montañas de Galicia, pues se me ha asegurado por algunas personas del campo se observan entre los Buitres otros blancos. ¿Será esta especie, ó jóvenes del Fulyus? FALCO. Falco subbuteo, Lath.— Cast., Buaro. — Sin nombre vulgar pro- pio. — Accidentalmente. — Raro. — Cercanías de la Coruña. —En no- viembre. F. tinnunculus, Linn.—Cast., Cernícalo.— Vulg. gall. Lagarteiro, Peneiriño, del verbo gallego peneirar, cerner. —Sedentario. —Comun en toda Galicia. F. nisus, Linn. — Cast., Gavilán. —Vulg. gall., Azor.—Sedenta- rio.—Comun en invierno en las inmediaciones de Santiago. F. milvus, Linn.—Cast., Milano.—Vulg. gall., Miñato.—Sedenta- rio. —Comun en las cercanías de Santiago. 100 F. ater, Linn. —Cast., Milano negro. —Sin nombre vulgar pro- pio.—Accidentalmente.—Poco comun. —Islas de Sisarga, al N. O. de la Coruña.—En setiembre. F. buteo, Linn.—Cast., Milano rojo. — Vulg. gall., Buxardo. — Sedentario. — Comun en invierno en las inmediaciones de Santiago. — La especie varía bastante en este pais. F, rufus, Linn. —Cast., Arpella. —Sin nombre vulgar propio. — Sedentario.—Poco comun. —He cazado dos individuos en la parroquia de Grijoa, al N. de Santiago, en dos años diversos, enteramente negros, solo con una ligera tinta parda; uno de ellos le posee el doctor Gutier- rez en su Gabinete, y del otro no pude hacer uso por estar muy mal- tratado. F. Cyaneus, Mont.—Cast., Ave de S. Martin.—Vulg. gall., Rapi- na. —Sedentario.—Comun.—Cercanías de Santiago. Aunque en el pais se da á algunas especies de aves de presa un nombre propio, no obstante en lo general á todas indistintamente se las llama Azores, Bexatos, Minatos, Miñotos, Muxatos, segun los lugares. Siendo todo el pais en lo general montañoso y abundantísimo en caza, es muy probable haya muchas mas especies que hasta ahora no he podido observar. STRIX. Strix aluco, Meyer.—Cast., Estrige.—Sin nombre vulgar. — Acci- dentalmente.— Rara.—Los dos individuos que he observado, un ma- cho y una hembra, fueron cojidos en diversos años; el uno en la par- roquia de Leyra al N. N. E. de Santiago, y el otro en las cercanías de la Coruña, y ambos en el invierno. St. flammea, Linn.—Cast., Bruja. —Vulg. gall., Curuxa.—Seden- taria.—Comun en toda Galicia. St. passerina, Auctorum. — Cast., Lechuza. — Vulg. gall., Mou- cho. —Sedentaria.—Comun en toda Galicia. St. Brachyotos, Lath.—Cast., Buho Braquisto.—Sin nombre vul- gar.— Accidentalmente.—Rara. — Parroquia de Urdilde en las cerca- nías de Santiago, al O. 101 St. bubo, Linn.—Cast., Buho.—Vulg. gall., Boy.— Sedentario, — Parroquia de Fecha al N. O. de Santiago. —Comun en muchos sitios montañosos de Galicia. St. otus, Linn. — Cast. Buho mediano. — Sin nombre vulgar. — Accidentalmente.—Poco comun. —Parroquia de Conjo, en las cercanías de Santiago al S, En invierno. QUAILZLIYI DBA, WN CORVUS. Corvus corax, Linn.—Cast., Cuervo negro. —Vulg. gall., Corvo.— Sedentario.—Comun en muchos sitios de Galicia. Corv. corone, Linn.—Cast., Corneja negra.—Vulg. gall., Choya.— De paso.—Comun en toda Galicia.—Se presenta al mismo tiempo que el Frugilegus, y se retira en la misma época. Corvus frugilegus, Linn. — Cast., Corneja calva. — Vulg. gall., Choya.—De paso.—Comun en toda Galicia. —Se presenta por noviem- bre en bandadas numerosas, y permanece hasta marzo. GARRULUS. Garrulus picus, olim Corvus pica, Linn.— Cast., Urraca.— Vulg. gall., Pega rabi-larga.—Sedentaria.—Comun en toda Galicia. Gar. glandarius, olim Corvus glandarius, Linn. — Cast., Grajo. — Vulg. gall., Pega marza.—Sedentario.—Comun en toda Galicia. PYRROCORAX. Pyrrocorax graculus, Tem.—Cast. Chova.— Vulg. gall., Choya. — De paso. — Comun en las cercanías de la Coruña. —Se presenta en las mismas épocas que el Corone y Frugilegus, y frecuentando los mis- mos parajes, da lugar á que las gentes del campo confundan las tres 109 especies dándoles un mismo nombre, á pesar del notable color del pico y patas. ORIOLUS. Oriolus galvula, Linn.—Cast., Oropéndola.—Vulg. gall., Papaga- yo, y por analogía 4 una parte de su canto, Biche-lo-crego. — De pa- so. —Comun en toda Galicia.—Se presenta á principio de mayo, y per- manece hasta setiembre. STURNUS. Sturnus vulgaris, Linn. — Cast., Estornino. — Vulg. gall., Estor- niño. —Sedentario. — Comun en toda Galicia. St. unicolor, Marm. —Cast., Estornino de un solo color. —Vulg. gall., Estorniño. — Sedentario. —Comun en toda Galicia. Como la generalidad no conoce ciertas diferencias, se da en Galicia un mismo nombre á diversas especies de un mismo género, y aun á ve- ces á las de diferentes. ENSEGCTITFTODRLS. AAN LANIUS. Lanius meridionalis, Tem. —Cast., Pica-griega meridional. — Sin nombre vulgar. — De paso. — Raro. — Inmediaciones de Santiago al N. E.— Se presenta por enero, desapareciendo en marzo. Aun cuando á esta especie se le ha puesto la indicacion de Rara, no es porque se le haya visto en un solo año ó una sola vez, sino por- que se presentan aisladamente dos ó tres individuos en la época indi- cada. Lan. collurio, Briss. —Cast., Desollador. — Sin nombre vulgar.— De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santiago, del E. al O. —Se presenta en primavera y se retira en estío. 105 MUSCICAPA. Muscicapa grisola, Linn. —Cast., Papa-moscas gris. — Sin nom- bre vulgar. — De paso. — Raro. — Cercanías de Santiago al S. —Se presenta en estío y desaparece á los primeros frios del invierno. —Solo he observado esta especie el año de 1849 en la Parroquia de Conjo. Musc. luctuosa, Tem. — Cast., Papa-moscas luctuosa. — Sin nombre vulgar. —- De paso. —Poco comun. — Cercanías de Santiago, del S. E. al O. —Se presenta como la anterior, y marcha en las mis- mas circunstancias. Solo he observado esta especie en los años de 1848 y 49; en el pri- mero solo al S. E. de Santiago, y en el segundo mas estendida hasta el O. —- Aparece ya con el plumaje de invierno. TURDUS. Turdus viscivorus, Linn. —Cast. , Drena. — Vulg. gall., Tordo real. — De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. — Se pre- senta por primavera, y se retira á últimos del estío. Turd. pilaris, Linn. — Cast., Zorzal. —Sin nombre vulgar. — De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santiago al N. E. —Se presenta por enero en bandadas pequeñas, y se retira en marzo. Turdus musicus, Linn. —Cast., Tordo.— Vulg. gall., Tordo. — De paso. —Comun en toda Galicia. — Se presenta en invierno, y se retira en marzo ó abril. Turd. merula, Linn. — Cast., Mirlo. —Vulg. gall., Melrro. —Se- dentario. — Comun en toda Galicia. Turd. saxatilis, Lath. —Cast., Mirlo de rocas. —Sin nombre vul- gar. — Sedentario. — Raro. — Cercanías de Santiago, sobre la monta- ña de San Juan da Cova, al E. del puente Ulla. CINCLUS. Cinclus aquaticus, Bechst. — Cast., Mirlo de agua. — Vulg. gall., Rieiro. —Sedentario. -— Comun en todos los rios de Galicia. 104 SILVIA. Silvia luscinia, Lath. — Cast., Ruiseñor. — De paso. —Comun en muchos sitios de Galicia del E. al O. S. O. —Se presenta en primave- ra, y se retira en estío. Silv. atricapilla, Lath. — Cast., Curruca de cabeza negra. — Sin nombre vulgar propio. — De paso. — Poco comun.—Cercanías de San- tiago del E. al O. —Se presenta en primavera, y se retira en estío. Silv. sarda, Marm. — Cast., Curruca sarda. —Sin nombre vulgar propio. —De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santiago del S. al E. —Se presenta en primavera, y se retira á últimos del estío. Silv. cinerea, Lath. — Cast., Curruca gris. —Vulg. gall., Papu- da. —De paso. — Comun en las cercanías de Santiago.—Se presenta en primavera, y se retira en otoño. - Silv. rubecula, Lath. —Cast., Gargantirojo. —Vulg. gall., Pei- foque.—Sedentaria. —Comun en toda Galicia. Silv. tithys, Scopoli.—Cast., Cola roja.—Vulg. gall., Tizon Ferrei- rólo. —Sedentaria.—Poco comun.—Santiago y varios sitios de Galicia. Silv. hippolais, Lath. —Cast., Curruca de pecho amarillo. — Sin nombre vulgar propio.—De paso. —Poco comun.— Cercanías de Santia- go del E. al O. —Se presenta en primavera y se retira en estío. Silv. rufa, Lath.—Cast., Curruca roja.—Vulg. gall., Papuda. — Sedentaria. —Comun en las carcanías de Santiago. A muchas especies de este género dan en el pais indistintamente el nombre de Papudas. REGULUS. Regulus ignicapillus, Brehm.—Cast., Reyezuelo de tres fajas.—Sin nombre vulgar.—Sedentaria.—Poco comun.— Cercanías de Santiago. TROGLODYTES. Troglodytes vulgaris, Lath.—Cast., Troglodita.—Vulg. gall., Car- rizo. —Sedentario. —Comun en toda Galicia. 405 SAXICOLA. Saxicola cenante, Bechsteim. —Cast., Culiblanco grande.— Vulg. gall., en algunas partes, Pedreiro, en otras sin nombre. — De paso. — Poco comun.—Cercanías de Santiago.—Se presenta en mayo y emigra en estío. Sax. rubicola, Bechst. —Cast., Collalba. — Vulg. gall., Chasco.— Sedentaria. —Comun en toda Galicia. MOTACILLA. Motacilla alba, Linn. —Cast., Lavandera. —Vulg. gall., Lavandei- ra. —Sedentaria. —Comun en toda Galicia. Motac. boarula, Linn. —Cast., Pastorcilla. —Vulg. gall., Lavan- deira paxiza. —Sedentaria. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. ANTHUS. Anthus arboreus, Bechst. — Cast., Alondra pipi. — Vulg. gall., Pio. —Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. ALAUDA. Alauda arvensis, Linn. —Cast., Alondra de campo. — Vulg. gall., Laverca. —Sedentaria. — Comun en toda Galicia. Alaud. arborea, Linn. — Cast., Totovía. — Vulg. gall., Cotóvio.—- De paso. —Poco comun. — Cercanías de Santiago. —Se presenta en primavera y desaparece á últimos del estío. Alaud, cristata, Linn. — Cast. Cogujada. —Vulg. gall. Calan- dra. — De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. —Se presen- ta en primavera y se retira á últimos de estío. PARUS. Parus major, Linn. — Cast. Carbonero grande. —Vulg. gall., Xilgaro ferreiro. — Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. Par. ater, Linn. — Cast., Carbonero pequeño. — Vulg. gall., Pica- Fólla, —Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. 14 106 Par. ceeruleus, Linn. —Cast., Paro azul. —Vulg. gallego, Pica- folla. —Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. Par. cristatus, Linn. — Cast., Paro moñudo. —Sin nombre vul- gar.— De paso. — Raro. — Parroquia de Grijoa al N. de Santiago, en las robledas, orillas del rio Tambre. —Se presenta en los inviernos ri- gurosos; solo he observado la especie por el mes de enero en los años de 1844 y 47. Par. caudatus, Linn. — Paro rabilargo. —Sin nombre vulgar. — De paso. — Raro. — Inmediaciones y cercanías de Santiago, del O. N. O. al S. y de este al S. E. — Solo he observado la especie por los meses de marzo y abril. EMBERIZA. Emberiza citrinella, Linn. —Cast., Verderon de seto. — Vulg. gall., Trigueiro. — Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. Emb. cirlus, Linn. —Cast., Verderon. —Vulg. gall., Trigueiro. — Sedentario, — Comun. —Cercanías de Santiago. Emb. cia, Linn. —Cast., Verderon loco. — Vulg. gall., Triguei- ro. —Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. A estas tres especies indistintamente se les da en el pais un mismo nombre. PIRRULA. Pirrula vulgaris, Briss. — Cast., Pirrula. — Vulg. gall., Carde- nal. —De paso. —Poco comun. — Cercanías de Santiago, del N. N. E. al E. —Se presenta á la entrada de la primavera y marcha en el estío. FRINGILA. Fringila chloris, Tem. —Cast., Verdecillo. —Vul. gall., Verde- rol. —Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. Fring. domestica, Linn. —Cast., Gorrion. —Vulg. gall., Gor- rion.—Sedentario. — Comun en toda Galicia. Fring. serinus, Linn. —Cast., Cini. — Vulg. gall., Serin. —Seden- tario. — Comun en la cercanías de Santiago. 107 Fring. celebs, Linn. — Cast., Pinzon. — Vulg. gall., Chinchon, — Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. Fring. cannabina, Linn.—Cast., Pardillo.—Vulg. gall., Pardi- llo. — Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. Fring. Carduelis, Linn.—Cast., Gilguero. — Vulg. gall., Xilga- ro. — Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. BUDDATITLL. MUA AN CUCULUS. Cuculus canorus, Linn. —Cast., Cuclillo. —Vulg. gall., Cuco. — De paso. — Comun. — Cercanías de Santiago. — Se presenta en prima- vera y desaparece en estío. PICUS. Picus viridis, Linn.—Cast., Pico verde.—Vulg. gall., Peto real.— Sedentario. — Comun. — Cercanías de Santiago. Pic. major, Linn. — Cast., Pico variado. —Vulg. gall., Peto ne- gro. —Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago, del O. al S. y de este al E. YUNX. Yunx torquilla, Linn. — Cast., Torcecuello.—Sin nombre vulgar.— Monforte; provincia de Lugo. — Esta especie la posee el Gabinete de la Universidad de Santiago: fue cojida en el mes de setiembre por el doc- tor Casares; ignoro si es de paso ó sedentario, comun ó raro. ANTSCVDACILLL UVA CERTHIA. Certhia familiaris, Linn. — Cast., Trepador.— Vulg. gall., Pica- folla. — Sedentaria. — Comun. 108 En esta especie se verifica lo que se ha dicho en el género Sturnus, darle en el pais el mismo nombre que á algunas especies del Parus. UPUPA. Upupa epops, Linn. —Cast., Abubilla. —Vulg. gall., Rubela. — De paso. —Poco comun. — Cercanías de Santiago.—Se presenta por la primavera, y se retira en estío. ALCEDO. Aleedo ispida, Linn. — Cast., Martin pescador.—Vulg. gall., Mar- tin pescador; y en los puertos de mar que frecuenta, al O. y S. O. de Santiago, Ruiseñor da mar. —Sedentario.—Comun en los rios de las inmediaciones de Santiago, y á las orillas del mar. GERSLLUVONSES. HIRUNDO. Hirundo rústica, Linn. — Cast., Golondrina. —Vulg. gall., Golon- drina. — De paso. —Comun en toda Galicia. — Se presenta por prima- vera, y se retira en estío. Hirundo urbica, Linn. —Cast., Golondrina de ventana. —Sin vul- gar propio. —De paso. — Comun en Santiago y otros sitios de Gali- cia, — Se presenta y marcha como la anterior. Hir. riparia, Linn. — Cast., Golondrina de ribera. — Sin vulgar propio. —Rara. —Solo he observado esta especie á orillas del rio Tam- bre al N. E. de Santiago; no he visto sus pasos, mas supongo sean en las mismas épocas que los demás Hirundos , pues no se la ve en in- vierno. Hirundo rupestris, Tem. — Cast., Golondrina de rocas. —Sin vul- gar propio. — Sedentaria. — Rara. — Esta especie se halla á orillas del rio Ulla, al S, E. de Santiago, en unos peñascos elevadísimos cercanos 109 al puente del mismo nombre. Aunque por las observaciones que he he- cho en todas las estaciones del año de 1849 y en el invierno y prima- vera de 1850 resulta sedentaria, pienso repetirlas para poder fijar me- jor todas las circunstancias. A todos los Hirundos se da indistintamente en el pais el nombre de Golondrinas. CYPSELUS. Cypselus murarius, Tem. — Cast., Vencejo. — Vulg. gall., Vence- xo. — De paso. — Comun en toda Galicia. —Se presenta algo despues que los Hirundos, y marcha tambien mas pronto. CAPRIMULGUS. Caprimulgus europzeus, Linn. — Cast., Papa-vientos. — Vulg. gall., Denoiteira. — De paso. — Poco comun. — Cercanías de Santia- go. — Se presenta en primavera y se retira en octubre. GOPLVUNVDAS. WN COLUMBA. Columba palumbus, Linn. — Cast., Palomo. — Vulg. gall., Pom- bo. —Sedentario. — Poco comun. — Cercanías de Santiago. —Se reu- nen á últimos del otoño en bandadas de 30 y 40, y bajan del N. al S. de Santiago. Columb. livia, Briss. — Cast., Palomo zurano.—Vulg. gall., Pom- ba. —¿De paso, ó tal vez de los palomares del campo donde les escasee el alimento? —Se presenta en los meses de junio y julio en las inme- diaciones y cercanías de Santiago, en bandadas de 50 á 100, y des- aparecen en la misma época. Columb. turtur, Linn. — Cast., Tórtola. — Vulg. gall., Rula.— De paso. — Comun en toda Galicia. — Se presenta en primavera, y se retira en estío, 110 LABLDIMSAS. UNA VW PERDIX. Perdix rubra, Briss. —Cast., Perdiz roja. —Vulg. gall., Per- dís. —Sedentaria. — Varia en el pais, aunque muy rara vez, segun lo manifiesta Mr. Temminck. Perdix coturnix, Lath. — Cast., Codorniz. — Vulg. gall., Cuturnás, y por analogía á su canto Pás-Pallás. — De paso. — Comun en toda Galicia. — Se presenta en primavera, y emigra en estío. TUBLSORUES. WU OTIS. Otis tetrax, Linn. —Cast., Avutarda pequeña. —Sin nombre vul- gar. — De paso. — Rara. — Cercanías de Santiago al N. E. y O. N. O. — Se presenta por setiembre en las cercanías de Mellid, y por enero y febrero en las de la Coruña y Santiago, aisladamente, ó cuando mas dos individuos, y se retira en marzo. Los individuos que he observado eran hembras, y machos jóvenes. CRADBLALTORES. UVA OEDICNEMUS. Oedicnemus crepitans, Temm.— Alcaraván. — Vulg. gall., Alca- raván. — De paso. —Poco comun. — Cercanías de Santiago al $. y al S. O. —Se presenta en primavera, y se retira en estío. H/AEMATOPUS. Heematopus ostralegus, Linn. — Cast., Zampa-ostras. — Sin nom- bre vulgar. —Accidentalmente. — Raro. —Ria del Burgo, cercanías de la Coruña. — En enero. 111 CHARADRIUS. Charadrius pluvialis, Linn. —Cast., Pluvial dorado. — Vulg. gall., Chorlito, Pilrro. — Sedentario. —Comun en varias rias de Galicia. — De paso en algunos años por enero y febrero en las cercanías de San- tiago. Char. minor, Meyer. —Cast., Pluvial pequeño. —Vulg. gall., Pí- llara. — Sedentario.— Comun en las orillas del mar de Galicia, y con particularidad en las rias. Ch. cantianus, Lath. — Cast., Pluvial de collar interrumpido. — Vulg. gall., Píllara. — Accidentalmente.— Poco comun. — Ria de Arosa, en los meses de agosto, setiembre y octubre. VANELLUS. Vanellus melanogaster, Bechst.— Cast., Ave-fria vistosa. — Sin nombre vulgar. — Accidentalmente. —- Raro. —Ria del Burgo, cerca- nías de la Coruña. —En enero. Vanell. cristatus, Meyer. —Cast., Ave-fria. — Vulg. gall., Galo- mariño, — De paso. — Comun. — Cercanías de Santiago. —Se presenta por los meses de diciembre, enero y febrero, en bandadas mas ó menos numerosas; frecuenta los terrenos húmedos; de preferencia en los sem- brados recien trabajados. STREPSILAS. Strepsilas colaris, Tem. —Cast., Revuelve-piedras. — Vulg. gall.., Pillera, — Sedentario. —Comun.— Ria de Arosa y otras de Galicia. CICONIA., Ciconia alba, Bellon.—Cast., Cigúeña.—Sin nombre vulgar. — De paso. — Accidentalmente. — Rara. Dos individuos que he visto fueron 112 cojidos en diferentes años en las inmediaciones del puente Ulla, á últi- mos del estío, sin duda estraviados en su paso. ARDEA. Ardea cinerea, Lath. —Cast., Garza cristada. — Vulg. gall., Gar- 20. —Sedentaria. — Comun en todas las rias de Galicia. —Emigra al in- terior por invierno, y se la ve en todos los rios de las cercanías de San- tiago. Ard. stellaris, Linn. — Cast., Garza dorada. — Vulg. gall., Boy. — Sedentaria.—Poco comun.—Ria de Ares, cercanías de la Coruña; y en el estío y otoño, orillas del rio Tambre, al N. O. de Santiago. PLATALEA. Platalea leucorodia, Linn. — Cast., Espátula blanca. —Sin nom- bre vulgar. — Accidentalmente. — Poco comun. — Ria del Burgo, cer- canías de la Coruña. -— En enero. Aunque tengo algun fundamento para creer cria esta especie en las cercanías de Malpica, al N. de los baños de Carballo, como me he pro- puesto no consignar sino lo que haya por mí sido observado, no lo ase- guro. NUMENIUS. Numenius arquatus, Lath. — Cast., Zarapito real. — Vulg. gall., Mazarico. —Sedentario. — Comun en todas las rias de Galicia. — Emi- gra al interior en algunos inviernos; inmediaciones de Santiago, al N. O. por enero y febrero, Num. tenuirostris, Vieillot. — Cast., Zarapito de pico delgado. — Vulg. gall., Mazarico pequeño. — Accidentalmente. — Poco comun. — Isla de Cortegada en la ria de Arosa, en agosto y setiembre. TOTANUS. Totanus ochropus, Tem. —- Cast., Arenosa. — Vulg. gall., Anda- rio. — De paso. — Poco comun. —Sedentaria en el rio Tambre, al N. de 145 Santiago; y en el invierno en los riachuelos de las inmediaciones de esta ciudad. SCOLOPAX. Scolopax rusticola, Linn. — Cast. Chocha-perdiz. —Vulg. gall. Arcea. — De paso. — Comun. — Cercanías de Santiago. — Se presenta en noviembre y se retira á últimos de febrero. Scol. galinado, Linn. — Cast., Agachadiza. — Vulg. gall., Agua- neta. — De paso. — Comun. — Cercanías de Santiago. —Se presenta á principios del invierno y se retira en marzo. Scol. galinulla, Linn. — Cast., Agachadiza pequeña ó sorda. — Vulg. gall., Aguaneta pequeña. — De paso. —Poco comun. — Cerca- nías de Santiago al N. E. —Se presenta y marcha cuando la anterior. GALLINULA. Gallinula crex, Lath. — Cast., Rey de las codornices. — Vulg. gall., Guion de Pás-pallás. —De paso. — Poco comun. — Cercanías de San- tiago. — Se presenta en mayo y se retira en otoño. Gall. porzana, Lath. —Cast., Polla de agua porzana. — Sin nom- bre vulgar. — Accidentalmente. — Rara. — Cercanías de la Coruña, en febrero. Gall. baillonii, Vieill. — Cast., Polla de agua Baillon. —Sin nom- bre vulgar. — Accidentalmente. — Rara. — Cercanías de la Coruña, en febrero. Gall. chloropus, Lath.—Cast., Polla de agua. —Vulg. gall., Ga- liñola. — De paso. —Poco comun. — Orilla de los riachuelos de las cer- canías de Santiago; solo en invierno, PLNNALITEDES. FULICA. Fulica atra, Linn. —Cast., Diablo de mar. — Sin nombre vul- gar. — Accidentalmente. — Raro. — Ria del Burgo. — Cercanías de la Coruña, en enero. 15 414 PODICEPS. Podiceps minor, Lath. —Cast., Colimbo pequeño. — Vulg. gall., Pito. — Accidentalmente. —Ria de Arosa. —Comun en los meses de se- tiembre y octubre. PALUVUITEDVDES, UA STERNA. Sterna cantiaca, Gmelin. — Cast., Golondrina de mar rayada. — Sin nombre vulgar. — Accidentalmente. —Poco comun. — Ria de Arosa. — Cercanías é inmediaciones de Rianjo, en agosto, setiembre y octubre. Ster. hirundo, Linn. — Cast. Gran golondrina de mar. —Vulg. gall., Carran, por analogía á un grito que da cuando anda volando. — Accidentalmente. — Comun; como la anterior en la misma época y en los mismos parages. LARUS. Larus argentatus , Brunnichii. —Cast., Gaviota de manto gris. — Vulg. gall., Gaiwvota. —Sedentaria. — Comun en la ria de Arosa. Lar. flavipes, Linn. —Cast., Gaviota de pies amarillos. —Sin vul- gar propio. —Sedentaria. — Comun como la anterior y en los mismos parages. Lar. trydactilus, Lath. — Cast., Gaviota de tres dedos. —Sin vul- gar propio. — Gomun en la ria de Arosa en los meses de agosto, setiem- bre y octubre. — De paso. — Accidentalmente en algunos inviernos, aunque aisladamente, ó cuando mas dos ó tres individuos en algunos rios de las cercanías de Santiago. Lar. atricilla, Linn. — Cast., Gaviota manchada cenicienta. —Sin vulgar propio. — Accidentalmente. — Poco comun.—Ria de Arosa, cercanías de Cambados; en diciembre. — En lo general llaman en Galicia á todas las especies de este género Gaivotas. 115 ANAS. Anas boscas, Linn. —Cast., Pato silvestre. — Vulg. gall., Pato, Lavanco, Parrúlo. —Sedentario en el rio Tambre y laguna de Berreo, al N. N. E. de Santiago.—Comun en las rias de Galicia. —De paso en invierno en los rios algo caudalosos y lagunas del interior.— Cercanías de Santiago. Anas penelope, Linn. — Cast., Pato silbador.— Sin vulgar pro- pio. —Accidentalmente. — Poco comun. — Ria del Burgo, cercanías de la Coruña, en enero y febrero. An. querquedula, Linn. —Cast., Cerceta comun. —Vulg. gall., Lavanquillo, Chuparau. —Sedentario. — Poco comun. — Ria de Aro- sa. — De paso en los rios del interior por el invierno, aunque en corto número. — Cercanías de Santiago. An. fuligula, Linn. —Cast., Anade cristado de ribera. —Sin vul- gar propio. — Accidentalmente. —Poco comun. — Ria del Burgo. — Cercanías de la Coruña; en enero y febrero. A todas las especies de este género llaman en Galicia, á las grandes Lavancos, Patos, Parrúlos indistintamente, y á las pequeñas La- vanquillos, aunque alguna otra le tiene propio. MERGUS. Mergus merganser, Linn. — Cast., Mergo. — Vulg. Gall., Trullo. — Accidentalmente. —Ria del Burgo. — Cercanías de la Coruña. —Co- mun en enero y febrero. — Todas las especies que he observado en di- cha época eran hembras, y machos jóvenes. CARBO. Carbo cormoranus, Meyer. —Cast., Gran Cormoran. — Vulg. gall., Corvo mariño. —Sedentario. — Comun en las rias de Galicia. Carb. cristatus, Tem. Cast., Cormoran de copete. — Sin nombre vulgar. — Accidentalmente. — Raro. — Solo en octubre de 1846. 116 SULA. Sula alba, Meyer. — Cast., Ave loca manchada. —Sin nombre vul- gar. —De paso. — Accidentalmente. — Marin, cercanías de Ponteve- dra; ria de Ares, cercanías de la Coruña, en octubre, noviembre y di- ciembre. — Rara en ambos sitios, aunque en las mismas épocas. COLYMBUS. Colymbus glacialis, Linn.— Cast., Somormujo. —Vulg. gall., Patoula.—Accidentalmente.—Poco comun.—Ria del Burgo, cercanías de la Coruña, en enero y febrero; solo he observado en dicha época hem- bras y machos jóvenes. URIA. Uria troyle, Lath. —Cast., Guillemote. —Vulg. gall., Arau, por analogía al grito que da. — Accidentalmente.— Comun en la ria de Arosa, en agosto, setiembre y octubre. MORMON. Mormon fratercula, Tem. —Cast., Pingiiino. — Sin nombre vul- gar. —Accidentalmente.—Poco comun. —Entre el Ferról y la Coruña en enero y febrero. Firaneico de Los Pos Haceyro DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. —%o TOMO Bo Tercera serie.— Ciencias naturales. SEDID TOMO /."— PARTE 2." e Y OBSERVACIONES GEOLOGICAS relativos 4. terrenos que comprenden parte de la provincia de BADAJOZ, y de las de SEVILLA, TOLEDO y CIUDAD-REAL, y cortes geológicos de estos terrenos. OR LON PRANCIECO DE BLUJAS, Académico de número en la seccion de Ciencias malurales. — => (+ eeo— PARTE SEGUNDA, NUIVIVA En la primera parte de nuestro trabajo tomamos en cuenta la topo- grafía y el sistema hidrográfico de los terrenos comprendidos en esta Memoria. Vamos ahora á ocuparnos de las rocas y de los terrenos, y de su enlace en la série geológica que presentan; y para proceder con or- den estudiaremos : 1. Rocas. 9. Terrenos. 5. Criaderos minerales. 4.” Cortes geológicos. Terreno de granito. El granito forma el primer término en la sé- rie de las rocas cristalinas que se presentan en el distrito comprendido entre los límites ya indicados; y su abundancia en este grupo de ro- cas, la estension de sus masas, la naturaleza de su composicion, y las relaciones de nivel y de continuidad en que se halla con los demás de- pósitos que lo rodean, hace de importancia suma el estudio de esta roca en todos sus accidentes y modificaciones. TOM. I. 1 Despeñaperros. o = Pero si las rocas granitoideas son de interés consideradas bajo to- dos estos aspectos, crece en sumo grado este valer atendiendo á su presencia en esta parte de la Península, á la estension que alcanza en los diferentes grupos de montañas del S. O. de nuestro suelo, y mas que todo á sus efectos como agente de los movimientos, y en los trastornos que se han sucedido en la série de las convulsiones por que ha pasado la costra terrestre en esta seccion de la Europa occi- dental. Las observaciones ya comprobadas de muchos geólogos distingui- dos, y el estudio de los terrenos de las provincias de Galicia, y aun de sus limítrofes en Portugal, han consignado el hecho importante de ha- llarse acumulado el granito en la seccion occidental de la Península es- pañola; y si bien se admitia como cierta la prolongacion de la misma roca en la sierra de la Estrella, en Portugal, y aun enlazada con el distrito de Montanches y de la Serena en Estremadura, para muchos era un carácter reconocido la corta estension, la escasísima importancia del granito en la generacion de la Sierra-Morena, y de los grupos de montañas sus derivados, y que constituyen parte del suelo de la Es- tremadura central: por manera que la Sierra-Morena presentaba una escepcion particularísima en los trazos geológicos del O. de la Europa. Sin embargo, observaciones posteriores, y comprobadas por el es- tudio que se ha hecho de la Sierra-Morena en diferentes meridianos, demuestran que tambien las rocas granitoideas, como en Galicia, Es- tremadura, Castilla y Portugal, forman el núcleo de sus macizos; y de tal modo, y es tanta su estension y enlace con los depósitos siluria- nos, que los islotes de granito, por sus masas, estension y demás acci- dentes que los acompañan, esplican y han determinado la forma, di- reccion, y cuantos accidentes topográficos constituyen el total de la Sierra-Morena. El granito se presenta pasado Despeñaperros á unos 100 metros de Santa Elena; continúa hasta las inmediaciones de la Carolina, y toma mayor estension pasado Bailén, en el valle que forma el lecho del rio Rumblar, en el campo de batalla de Bailén, y continúa hasta Linares cubierto por los esquistos y las pizarras. - a) En el meridiano de Cazalla forma el granito el fondo del valle de San Miguel de la San Miguel de la Breña, el del rio San Pedro entre Cazalla y la mon- taña del Pedroso, y mas al S. de este pucblo todo el espesor de la Sierra hasta los altos de las Cuestas de Montegil, cuya línea culminante forma el granito, estendiéndose del E. al O. desde las inmediaciones de Lora del Rio hasta Almadén de la Plata, y constituyendo el islote del Pedroso, de mucha estension, y de grande influencia en la constitucion de la Sierra, puesto que forma su eje y su núcleo en este distrito. La fábrica de hierro del Pedroso se halla sobre el granito, y todos los es- tribos de la cadena de Montegil pasado el rio Parroso son de la misma roca, notándose entre ellos el conocido con el nombre de Monton de Trigo. A la derecha del Biar, y en Castilblanco, forma otro islote ó ma- cizo en relacion inmediata con el del Almadén de la Plata, y cuya es- tension alcanza á dos leguas de Alcalá del Rio al S., al terreno carbo- nífero del Biar al E., y por el N. penetra en la Sierra cuando menos al paralelo del Pedroso, estendiéndose al O., y dándose la mano con el granito de la venta de la Pajanosa. Siguiendo el camino de Sevilla á Estremadura, se presenta el gra- nito á dos miriámetros de esta venta; y formando los primeros contra- fuertes de la Sierra, se estiende al O. al distrito de Gerena, y conti- núa hasta la cuesta de la Media-Fanega, cuya cúspide la forma el gra- nito. Al fin de la cuesta vuelve á mostrarse la misma roca, continúa en el rio Huelva hasta cerca del Ronquillo, y pasado este pueblo sigue sin interrupción hasta el Monasterio, y aún pasa de esta villa, forman- do los últimos contrafuertes al N. O. de la Sierra-Morena, terminán- dose en el paralelo de Montemolin. El granito se prolonga al 5. O. de la carretera de Estremadura, y precisamente en la direccion marcada por la que lleva la Sierra-Morena, y con igual influencia en la generacion de esta cadena de montañas en Anazcollar, que lo hace en la Pajanosa y Santa Olalla. Desde la Paja- nosa continúa el granito al castillo de las Guardias, y hasta la Higue- ra de Aracena y la Cala sin interrupcion, y al O. de este pueblo (Cala) se presenta en Cortes, Concepcion, Galaroza y la Nava, y las Breña. Castilblanco. Camino de Sevilla á Ba- dajoz. S. O. de la Sierra- Morena. 4 disposiciones del terreno indican su continuidad en la misma direccion hasta Portugal. A dos leguas al N. de Anazcollar cesa el granito, y el terreno pasa á las dioritas y pórfidos, que toman grande estension siguiendo á Rio- Tinto, y mejor al O. Así, pues, en el meridiano de Santa Olalla, y siguiendo el camino real de Sevilla á Badajoz, el granito constituye el total del espesor de la Sierra-Morena desde sus contrafuertes próximos á la venta de la Pa= janosa (principio de la Sierra) hasta los de Montemolin en su termina- cion al pasar á Estremadura, pues si bien se presentan y hay esquis- tos de los terrenos silurianos en la bajada N. de la cuesta de la Media- Fanega en las inmediaciones del Ronquillo, y desde la venta de Valde- Febrero hasta Santa Olalla, y en las proximidades al Monasterio, estos depósitos silurianos se hallan subordinados al granito, que forma los puntos culminantes en la region mas elevada de la Sierra entre el Ronquillo y la venta de Valde-Febrero, y la disposicion de las masas graníticas revela desde luego la mayor y mas enérgica influencia del granito en la constitucion de la Sierra. Con efecto, al N. E. de la cuesta de la Media-Fanega el granito afecta en sus cerros formas cónicas, y en el conjunto de éstas, tenden- cia á circos de levantamiento. Pasada la venta de Valde-Febrero esta disposicion se hace mas perceptible; los cerros al S. O. se marcan por sus formas redondeadas y cónicas, y desde Santa Olalla á la venta del Culebrin este carácter se pronuncia todavía mas, y la disposicion del granito á cráteres circulares de inyeccion, que siguen en série y en la direccion E. S. O. de la Sierra. Además, debe notarse que en todos los contactos del granito con los depósitos silurianos que le rodean, ya sea en la cuesta de la Media- Fanega, ya en el Ronquillo y Monasterio, siempre penetra entre las capas de los esquistos, se ramifica, altera su composicion y carácter como roca, en la testura, en las proporciones de sus componentes, ete.; hecho de mucho valer para apreciar las influencias del granito en la estructura de esta seccion de la Península, Se ve, pues, que desde el meridiano que pasa por Despeñaperros 5 hasta el de Santa Olalla, las rocas graníticas forman el núcleo y el eje de la Sierra, constituyendo casi la totalidad de su espesor desde la venta de la Pajanosa hasta el Monasterio en el de Santa Olalla; y de tal manera interviene el granito en la constitucion de los terrenos mon- tañosos de la Sierra-Morena, que por sí presenta el dato mas seguro para comprender, si no todas, las mayores y mas notables de las cues- tiones á que se halla ligada la generacion y la topografía de los gran- des trazos del relieve del Mediodía de nuestro suelo. Pasada la Sierra, y al N. O. en direccion de Badajoz, aparece otro islote de granito cuyo centro ó núcleo es la sierra de Burguillos, y la cual por sus formas, y la estension á que llega el litoral de las masas graníticas que la forman, es uno de los rasgos mas significativos del terreno montañoso de la izquierda del Guadiana en su enlace con la frontera de Portugal. A dos leguas al O. de Zafra, en direccion de Jerez de los Caballe- ros, se levanta en Burguillos una masa de granito compuesta en su totalidad de cúmulos de esta roca, y cuya elevacion sobre el horizonte de los esquistos de Estremadura puede calcularse de 500 metros; y tanto descuella entre las sierras ó alturas inmediatas, que escasa- mente la de Santa Ana podrá elevarse 4 mayor altura. Su estension en longitud será de 600 metros, y en direccion E. N. O. S., prolongándose la masa de granito al E. hasta el pie del puerto de Burguillos, á una legua de Zafra; al O. á las alturas de Jerez de los Caballeros, y próximo á esta ciudad; al N. alcanza pasado Salva- tierra y á una legua de Barcarota, y al S. al rio Ardila; por manera que el islote granítico de Burguillos forma un elipsóide alargado en la direccion E. N. O. S. que sigue la Sierra, y cuyos ejes tienen sus lími- tes en el rio Ardila y Barcarota el mayor, del puerto de Burguillos á las alturas de Jerez el menor. El pueblo de Burguillos se halla situado en la falda S. O. de la masa granítica que forma la Sierra, así como el castillo en la parte mas cul- minante é inaccesible del macizo que constituye la montaña, y sus des- niveles, el lujo salvaje propio de esta roca cristalina, si bien cede algun tanto en direccion de Jerez, presentando terrenos cultivables y deriva- Burguillos. Filones de gra- nitos Serena. 6 dos de la descomposicion del granito, al acercarse á la hacienda de la Granja, recrece el carácter granítico (si puede usarse esta calificacion), los cúmulos de esta roca se aglomeran, estendiéndose al S. en direc- cion al rio Ardila, y formando un cráter de inyeccion que rodea á la Granja con una circunferencia de trozos enormes de granito acumula- dos, y al través de los cuales se abre camino, con no poca dificultad, el rio de la Granja, que viene de la parte de Salvatierra, y que vierte sus aguas en el Ardila. El macizo de granito se levanta gradualmente desde sus linderos en Barcarota, rio Ardila y puerto de Burguillos hasta este pueblo, en cuya localidad forma bruscamente la Sierra, de 300 metros de altura, notándose que al O. y camino de Jerez el granito sube hasta la parte culminante de las alturas de Jerez, y penetrando sus filones entre las rocas silurianas que las forman, como se ve en la cuesta desde la Granja, y pasado Jerez, camino de Oliva, mas al O. de la cuesta de los Borregos. En todo el camino de la Granja á Jerez aparecen filones de granito mas ó menos alterados que penetran en los depósitos antiguos de las rocas silurianas, que comienzan en las alturas de Jerez y siguen al O. en direccion de la Oliva y de Portugal; y la situacion de este macizo de granito, su potencia, el enlace que presenta con la Sierra de Santa Ana, con la de Alconera y Zafra, y aun con la série de elevaciones que se prolongan en direccion de Aroche y de Barrancos, hacen de mucho interés el estudio del granito de Burguillos, tanto mas cuanto esta ro- ca reaparece y se estiende al O. de Jerez pasada la cuesta de los Bor- regos camino de Oliva, y con el carácter en Burguillos de levantarse á las mayores alturas, y formando los puntos culminantes de las monta- ñas de este distrito; circunstancia que lo distingue del que se halla á la parte de la Serena. En esta region montañosa hay asimismo un islote de granito de mucha estension, y el cual, si bien no crece á grandes alturas, en cam- bio compensa en sentido horizontal lo que no alcanza en el vertical, estendiéndose y formando gran parte del suelo de los terrenos del N. al S. en las inmediaciones de Castuera. 7 La masa granítica de Malpartida de la Serena y Quintana, pueblos situados en su centro, forma una elipse muy alargada, cuyos diámetros son: 1, Del S. al N. desde la dehesa Moruna de Benquerencia, entre Castuera y Monterubio hasta Magacela, y media legua de la Coronada, es de ocho leguas. — 2." De E. á O. desde un miriámetro al O. de Cas- tuera hasta el pie de los contrafuertes orientales de la sierra de Horna- chos en el Guadamez, y á una legua al O. de la Higuera, de unas tres y media leguas de ancho. A partir de Castuera, en la cuesta y camino de Sevilla, comienza el litoral del granito que sigue inclinándose al N., pasa por la cuesta de Quintana, corre en direccion del Chantre hasta el arroyo Gualefra en el charco del Molinillo, y sube á los altos de Badija. En este punto se inclina al E., formando el lindero de esta dehesa y de la de Alham- bra, continúa al E., y en las inmediaciones del arroyo Gualefra re- vuelve al N. al rededor de la villa de Campanario, se inclina aún al O., y pasando por el mismo asiento del pueblo continúa á Magacela, cuya cadena de cuarcitas rodea y envuelve desde el arroyo del Molar por su estremo S. O. hasta la Haba. En esta villa el granito sigue al O., y revolviéndose al S. por la Guarda y Quintana, se estiende al rio Guadamez á una legua al O. de la Higuera y de Zalamea, formando el límite de los últimos macizos de la sierra de Hornachos, penetra en la dehesa del Rincon de Zalamea en forma de golfo abrigado por las cadenas del puerto de las Ollas y de Candalija, envuelve y rodea el promontorio de esta cadena, se di- rije al S. E. por la dehesa de los Nueve-Pies, próximo á la aldea de Puerto-Furraco, y forma el suelo del gran valle que separa las dos cadenas paralelas de Candalija y Castuera, y el total del terreno de la dehesa Moruna, y de manera que las espresadas cadenas en su pie di- bujan el perímetro del granito desde la de Candalija por Puerto-Fur- raco volviendo á Benquerencia, y atando en Castuera en la cuesta y camino de Sevilla los dos estremos de su litoral. Los pueblos de Malpartida y Quintana están situados en el centro de esta masa granítica, y acumulada la roca en cantidad y trozos de grande volumen en una línea que se dirije desde Esparragosa de la Se- Granito de Malpartida y Quintana. Litoral e esta masa de granito, Filones de granito. 8 rena por Malpartida á Quintana, pueblos cuyos cimientos están asenta- dos sobre tablas y trozos de granito de grandes dimensiones, especial- mente Esparragosa y Quintana. En los demás espacios forma el granito colinas rebajadas, valles muy abiertos, y el terreno un depósito de arena arcillosa, procedente de la descomposicion del granito, y tal se presenta el espacio comprendido desde una línea que pasa á un miriá- metro al O. de Castuera hasta la sierra de Candalija, y la série de al- turas que corren desde Malpartida á Quintana y el Chantre, estendién- dose igualmente á todo el terreno comprendido entre Campanario, La Haba, La Guarda y Quintana en los baldíos llamados de Campanario, y asimismo el suelo de la dehesa Moruna, y entre las cadenas ó sierras de Castuera y Candalija. El granito, sin embargo, se acumula en algunas localidades, y pre- senta grupos de grandes trozos reunidos en forma de bolas sobrepues- tas unas á otras, marcándose este carácter en la dehesa Moruna (en la cual es de notar un trozo enorme llamado en el pais el Chinato, que tiene de circunferencia 20 metros y de altura mas de 6, y situado al pie del camino de Castuera á Monterubio, apenas se entra en la de- hesa Moruna), Esparragosa de la Serena, en Malpartida, Quintana, en el arroyo Molar, próximo á Magacela, y muy particularmente en esta localidad, al rededor del antiguo convento ó casa prioral de la Orden de Alcántara en Magacela, con tendencia á circos y cráteres de inyeccion en las masas graníticas, que toman mucha energía entre el Molar y el pie de la sierra de Magacela. La masa granítica se halla rodeada en todo su litoral, y en contacto con los esquistos silurianos, escepto el espacio comprendido desde La Haba en direccion de Mingabril, que lo está con los depósitos terciarios de Don Benito y Villanueva; y en algunas localidades se ven los filones de granito intercalados entre las capas y siguiendo la estratificacion de los esquistos aluminíferos, alterados estos y el granito; y de tal modo, que hay casos de contarse una série de filones paralelos de diferente espesor. Al O. de Castuera, en la cuesta y camino de Sevilla, se cuentan 20 filones en un espacio de 100 metros, de diferentes dimensiones, y algunos de dos me- tros de espesor, y disminuyendo éste en los demás hasta ser de una pulga- 9 da, ejemplo que no es el único, pues se reproduce en toda la línea de con- tacto del granito con las rocas silurianas, y que corre al pie S. O. de la cadena de Castuera desde el Hornillo hasta el arroyo Gualefra en Ba- dija; pero puede notarse con mas evidencia en la region comprendida desde la Huerta de la Sierra, frente á la era del Campillo por la cuesta de Sevilla hasta la de Quintana, en cuyas localidades los esquis- tos están casi verticales, y el granito intercalado entre sus capas en forma de filones de diferente espesor. A distancia de unos 50 metros, el granito toma ya todos sus caractéres é importancia, constituyendo la totalidad del terreno; notándose sin embargo que las proporciones de sus elementos han sufrido alteración, y tambien que la mica disminuye en los filones y en la esfera de actividad del contacto, el feldspato pierde el tono cristalino y pasa al de masa amorfa, y aun el cuarzo se funde en la roca. Los esquistos se alteran, toman el aspecto de rocas cristalinas metamórficas, aumentándose, y haciendo mas perceptible la dureza y las partículas de mica que contienen. Este hecho no se limita á“la línea de contacto de la masa granítica, pues se presenta en este distrito otro además, al que puede hallarse ligado el problema de su generacion geognóstica. La cadena que corre de Castuera á Cabeza del Buey forma un nudo en la Berilla, en el rincon de la Soriana, creciendo en elevación y au- mentando su espesor, y haciendo pasar su forma de triangular á pira- midal; y desde el N. E. de esta localidad se desprende un filon graní- tico que nace al pie de los contrafuertes N. del Rincon de la Soriana en la posesion llamada El Chite, continúa por las de Yuntilla y Mata- sanos, casi paralelo á la cadena de Benquerencia, en el arroyo Mejo- rada frente al puerto de este nombre, se inclina al N. formando un ángulo, y sigue á la posesion del Peñon, en cuyo punto vuelve 4 in- clinarse mas al N. en direccion de la sierra de Magacela. Este filon corre del S. E. al N. O., y atravesando la dehesa de la Serena, compuesta de rocas silurianas, pasa á una legua al N. de Cas- tuera, sigue á la dehesa de Alhambra, y se une á la masa granítica de Campanario y Badija; advirtiendo que el granito del Bercial llega al pie S. O. de la cadena y del Rincon de la Soriana. TOM. I 15) Filon notable de granito Filon de la Pared ó Cuerda de Quia- tana 10 El filon de rocas graniíticas sale del nivel del terreno, y forma un verdadero dique de 124 15 metros de espesor, y á distancias deter- minadas cúmulos de trozos aglomerados unos sobre otros en las crestas de los cerros, ocultándose en las cañadas para reaparecer despues, co- mo se verifica en el Peñon y al atravesar el camino de Castuera y Orellana. El granito está muy alterado en su composicion; por lo comun ca- rece de mica, y está formado de pasta feldspática con granos de cuar- zo hialino en algunas localidades, pasando al petro-silew; se hace fria- ble, y con facilidad se fractura en trozos mas ó menos redondeados que se destacan de la superficie del terreno, dándose á conocer al primer aspecto por su color blanquecino, que resalta y manifiesta mas el os- curo de los esquistos arcillosos y pizarrosos en que se hallan encla- vados. A una legua al O. de Castuera, entre esta villa y la de Quintana apa- rece otro filon granítico de la misma masa de esta roca, que constituye el terreno, y que corre desde el promontorio formado por la cadena de Candalija, por Malpartida, los baldíos de Castuera hasta las minas aban- donadas del Chantre, formando una línea contínua ó dique de dos ó tres metros de altura en algunas localidades, y de dos leguas de longi- tud en la direccion E. S. O. N., conocido en el pais con el nombre de la Pared 6 Cuerda de Quintana. La masa del filon está fracturada en algunos casos, y se utiliza para el paso de los caminos; en otros en continuidad, y sirve de cercado para reparar las propiedades ó terrenos particulares. La roca que constituye el filon está formada de una masa granítica de color gris claro, con cristales de feldspato de diferentes tamaños, y visibles á la simple vista; la mica es verdosa, y el cuarzo en muy escasas proporciones, y únicamente en algunos trozos del filon ó dique; y son tales las modificaciones de. la masa y de sus componentes, que hay casos en que puede asimilarse á las euritas, en otros á los petro- silex. El filon se prolonga hasta la mina de plata del Chantre, aban- donada desde el tiempo de los Fúcares, y formando una curva muy y abierta, que sigue las ondulaciones del macizo derivado del promonto- 11 rio que forma la cadena de cuarcitas de Castuera; y entre ésta y la de Candalija, y consiguiente á la accion de sus macizos, corre la línea mas profunda ó thalweg del valle, y mas próxima á la cadena de Can- dalija que á la de Castuera, que tambien lo está del Dique ó Pared de Quintana; y por el thalweg corre el arroyo Gualefra, que naciendo entre Benquerencia y Castuera en la vertiente O. de la cadena de esta villa, y faldeando su macizo, sigue de S. á N. al Zujar. El granito entre Castuera y Candalija forma valles abiertos y des- igualdades en el terreno, que siguen diferentes direcciones; pero los hay en la de N. áS., y su cresta marcada con filones de cuarzo lechoso, que contiene hematites rojas ó peróxido de hierro, y óxido de cobre en filones que siguen la misma direccion de N. á S. Una de las desigual- dades que presenta este hecho con mayor claridad, puede verse desde el camino de Castuera á Malpartida en la entrada del monte llamado la Parte de Cayetano, y la cual sigue al S. en direccion de Candalija, pa- sando por los Cuadrados. En esta localidad el filon de cuarzo que for- ma la cresta de la colina tiene mas de un metro de espesor: en él se manifiesta el peróxido de hierro, que estraen y utilizan en el pais para señalar de almagre el ganado lanar; y al llegar á la pared de las huer- tas que se hallan á la orilla del arroyo La Venta, y que corre por el thalweg del valle buza y se oculta para reaparecer pasado el arroyo en la colina del S., que se levanta á igual altura que la precedente del N. Como esta série de alturas hay varias que corren en la misma di- reccion de N. á S.; y en la que pasa por el sitio llamado la Magda- lena, se presenta el óxido de cobre en el filon de cuarzo que corona las colinas, y que ha dado motivo hace pocos años á varios trabajos de investigacion para el cobre, habiendo producido algunos quintales de mineral; sin embargo, la roca es tan dura, el filon de tan corto espe- sor, y tales los gastos de la esplotacion, que han sido abandonados los trabajos. En toda la region granítica entre Castuera, Malpartida y Es- parragosa, abundan los indicios de cobre en los filones que coronan las séries de desigualdades formadas por el granito, y llamados en el pais cuerdas. En los arroyos se hallan trozos de minerales de cobre, y Valles, filones de cobre. Granito del Bercial. 12 cristales de cuarzo hialino procedentes de la descomposicion ó fractura de los filones. El granito de Castuera se da la mano con otro de mayor longitud y estension que comenzando en la linde N. de la dehesa del Bercial, si- gue sin interrupción al S. E. por Hinojosa y Bellalcazar hasta pasado Pozo-Blanco; y si no forman un todo unido se hallarán en relacion de continuidad, pues cuando mas están separados por una faja que corre desde la cadena de Candalija á la de Benquerencia, de media legua de ancho, y compuesta de esquistos silurianos. Esta faja la forma en la superficie del terreno un depósito ó con- glomerado de tierra rojiza y cantos no rodados de cuarcitas, y debe ser muy corto el espesor de la masa que cubre el granito cuando en la Barranca de los Milanos, á la derecha del camino de Bellalcazar y entrada del Bercial por Castuera, se manifiesta un corte del terreno (4 cuyo pie pasa el arroyo de Benquerencia), y formado por el granito, de mas de 12 metros de altura, cubierto en la parte superior por el con- slomerado rojizo que solo alcanza 0,50 de espesor. Este hecho, y to- das las indicaciones del terreno, conducen sin violencia á creer que el granito del islote de Castuera no hace alto en la linde S. E. de la de- hesa Moruna, como aparece en la superficie del terreno, sino que se prolonga por debajo de la faja que lo interrumpe en el Bercial, y se une al de esta dehesa, que sigue, como ya se ha dicho, á Bellalca- zar, Hinojosa y Pozo-Blanco. Esta masa granítica, como la de Castuera y Malpartida, se halla orientada próximamente de E. 122 S. al O. 12” N. direccion de las cadenas de Castuera y Candalija, que lo es tambien del grupo de mon- tañas destacado de la Sierra-Morena, y cuyo eje principal puede con- siderarse á la sierra de Hornachos. El macizo de granito se estiende desde Pozo-Blanco y Torremilano, atraviesa el Zujar, y se termina en los linderos N. del Bercial, marcándose en Torre-Milano desigualdades y accidentes en la topografía del terreno, al paso que al estremo de N. O. en Bellalcazar á Hinojosa es muy horizontal, y compuesto como el de Malpartida y Campanario, Castuera, etc., de arenas arcillosas, procedentes de la descomposicion del granito, cuyos mayores depósitos, 15 acumulados en las depresiones de los valles, han motivado el cultivo de huertas y viñas en todos los cursos de agua entre Castuera, Esparra- gosa, Zalamea, Malpartida, Quintana, etc. Este islote, así como el de Malpartida y Quintana, ocupa el nivel inferior de los terrenos, y ambos se hallan enclavados entre los depósi- tos silurianos y cambrianos, y al pie de las cadenas de cuarcitas que constituyen los puntos culminantes del pais. Al N. O. existe otra masa granítica entre Guareña y Mingabril, con la cual probablemente tendrá su enlace geognóstico, y se prolon- gará tal vez al promontorio de granito que desde Montanches llega y pasa de San Pedro á la orilla del Guadiana. Con efecto, á cuatro ó cinco miriámetros de Guareña, en el camino de Villafranca á Guareña, á un cuarto de legua del puerto de Alhanje, aparece el granito en las colinas que forman la base S. O. de la sierra de Alhanje. En el ca- mino de Mingabril se presentan ya las crestas de masas ó filones gra- níticos, que salen y rompen el depósito arcilloso terciario de este dis- trito, y aparecen con frecuencia hasta media legua de Guareña que se presenta el granito, y un macizo de esta roca que continúa hasta el rio Guadamez, cuya orilla izquierda la forma el lindero del granito, y la derecha los depósitos arenáceos del terreno de Medellin, Mingabril y Villanueva, que comienzan en el mismo rio Guadamez, y se estienden al N. á Villanueva de la Serena, al E. á la Haba, al O. al Guadiana. Tam- bien aparece el granito en el pueblo de Don Alvaro, y á una legua de Mérida en el camino de Alhanje. Este macizo de granito forma una meseta con ondulaciones ó des- igualdades que se levantan como 30 metros sobre los terrenos de Gua- reña, se sube una cuesta al granito, y al llegar 4 Guadamez se baja al depósito arenáceo de Mingabril, estendiéndose el granito del S. E. al N. O., y al Guadiana, y formando una barrera de unos 30 metros de elevacion que determina la costa del mar en que se depositaron estos terrenos, y tanto mas definida cuanto el rio Guadamez corre al pie y constituye el litoral de los depósitos arenáceos de Mingabril hasta el Guadiana. Por último, á la izquierda de este rio, y á una legua al N. E. de Nivel del granito. Granito de Guadamez. Granito de Valdeazogues. Granito Santa Cruz. Grauito de Trujillo. 14 Almaden del Azogue, se presenta el granito en el rio Valde-Azogues, que se estiende del S. al N., ocupando un espacio notable entre Garlitos y Almadén. Su mayor estension corre del N, E.al S. O., y todas las indi- caciones conducen á creer se halla en relacion con los granitos de Bellal- cazar, y quizás con los de Logrosan y Guadalupe á la derecha del Guadiana. La sierra de Santa Cruz forma el núcleo y uno de los islotes de granito entre Tajo y Guadiana, y que avanza al O. hasta Villamesía y Miajadas, pueblos situados sobre el granito, al S. pasada la Abertura, al E. en direccion de la Conquista, y al N. á una legua y media de Trujillo. Su direccion es de N. á S. próximamente, distinguiéndose por su elevacion que alcanza á mayor altura entre las de este distrito. El granito constituye el macizo de la sierra de Santa Cruz, y al rededor de su base y en el pueblo de su nombre, cúmulos de estas ro- cas, de formas mas ó menos redondeadas, aglomerados unos sobre otros, y con la circunstancia que separándose de la Sierra las masas graníti- cas, suavizan sus formas, los valles son estensos y abiertos, y se nive- la el terreno tomando el tono de las llanuras graníticas en direccion de Villamesía y de la Abertura, condiciones que hacen resaltar y mas perceptible la elevacion de la sierra de Santa Cruz, sus formas rudas y su masa imponente, que descuella como una isla de costas muy escar- padas, y dominando todo el terreno adyacente. La caida rápida de sus macizos corresponde á la vertiente S. O. La ciudad de Trujillo se halla situada en el centro de una meseta granítica de dos leguas de ancho en direccion E. O., y que se estiende en la de S. E. al N. O. desde media legua de los granitos de Santa Cruz en direccion del Tajo, de manera que forma un macizo granítico casi circular de dos leguas de diámetro próximamente, en cuyo centro se halla Trujillo (1). (4) Los granitos de Trujillo son conocidos en el pais con el nombre de berrocales, y consignada su estension en la siguiente redondilla: Si fueres á Trujillo, Por donde entrares Andarás una legua De berrocales. 15 El granito comienza en el arroyo Magasca, su lindero con los es- quistos silurianos que se estienden al S. O. en el camino real de Ba- dajoz y en direccion á la Abertura, y desde la orilla derecha de dicho rio se levantan bruscamente los cúmulos de granito de grandes di- mensiones de formas bizarras, y mas ó menos redondeadas, especial- mente en el camino de la Abertura, hasta las inmediaciones de Truji- llo que se sube á la meseta, y que continúa en la ciudad y desciende pasado ésta al N. gradualmente hasta el arroyo 0 puente del Carrascal, en el que comienzan los esquistos silurianos; y la meseta granítica de Trujillo cae rápida y bruscamente al S. O., al paso que se enlaza por planos inclinados muy suaves al N. E., con los eslabones ó macizos que vienen del puerto de Mirabete, ó mejor de la sierra de Guadalupe. Esta masa granítica de Trujillo es de mucha influencia en la re- gion comprendida entre Tajo y Guadiana, porque además de su poten- cia y de la direccion de su masa, debe alcanzar mucha en sus rela- ciones, de un lado con el granito de Guadalupe y de Logrosan y San- ta Cruz, y del otro con las deMontanches y Alburquerque. Pasado el Tajo y el puente de Almaráz, apenas se baja de los der- rames de la cadena de montañas de Mirabete, comienza el granito á un cuarto de legua antes del pueblo de Almaráz, y se prolonga al E. por Belvís, y al N. en direccion de Navalmoral y la Calzada de Orope- sa hasta pasado Lagartera, y muy próximo al pueblo de Torralba. Esta masa de granito constituye el asiento de los pueblos de Alma- ráz, Belvís, Navalmoral, La Calzada, y sus macizos las colinas que cor- ren de S. á N. desde antes de Belvís, pasando á la derecha de Naval- moral hasta las inmediaciones del promontorio de Oropesa, formado ya por los esquistos trastornados de los terrenos cambrianos y silurianos. Sus límites los forma al S. O. el camino real de Estremadura con pe- queñas diferencias, y la barrera natural que separa el golfo terciario que viene de Madrid de los terrenos montañosos de la izquierda del Tajo; pero al N. E. penetra el granito en los montes de Toledo, y acaso pueda hallarse en relacion con los de Guadalupe, Toledo y Menasalbas. ALN. 0. de los montes de Toledo, y formando los estribos ó con- trafuertes del puerto de Matachéz, situado en la última cadena de los Granito Menasalbas. 16 montes, se halla otro macizo de granito que comenzando en la falda N, E. del puerto de Matachéz, y antes de las Navillas, sigue al N. su direccion de Menasalbas, y continúa pasada esta villa muy cerca de To- tanéz, y cesa para reproducirse pasado Noez, y continúa hasta el Tajo, y pasa á su derecha, constituyendo un promontorio sobre el cual se halla edificado Toledo, con la circunstancia de formar una quebrada profunda en semicírculo al rededor de la ciudad, por la cual dirije el rio su corriente, abandonando los terrenos terciarios, y abriéndose paso entre las rocas de granito que continúan por la série de alturas que forman el litoral de los terrenos montañosos de este distrito, que se prolonga al S. O., y con el carácter de contener granates, que son abundantes en las inmediaciones de Toledo. 0 El granito se reproduce en Montanches, Alburquerque y Malparti- “Guadiana, — da de Cáceres, formando tres macizos tan notables por su estension co- mo por las elevaciones á que alcanzan, especialmente en Montanches, cuya sierra, como la de Burguillos, es el eje de la masa granítica que forma uno de los puntos mas culminantes de esta region montañosa, y que alcanza á la orilla derecha del Guadiana al S. de San Pedro, y al N. en Torremocha y Plasenzuela, y con muy corta interrupcion conti- núa á Malpartida, Arroyo del Puerco, Alcántara, ete. Cada uno de estos tres islotes presenta caractéres topográficos dife- rentes; el de Malpartida afecta en su masa una nivelacion muy seme- jante á la de Hinojosa y Bellalcazar, especialmente entre Malpartida de Cáceres y Arroyo del Puerco, notándose que la superficie del terreno se halla cubierta de trozos redondeados de granitos de grandes dimen- siones, y como si procediesen de un depósito arrastrado por grandes corrientes de agua; pero en realidad proceden de la descomposicion de la masa granítica sobre la cual han trabajado los agentes atmosféricos, redondeando contínua y constantemente por espacio de siglos las aris- tas 6 ángulos planos, y sólidos de las asperezas con que estaba erizada la superficie del terreno desde la aparicion del granito. El macizo de Alburquerque sigue en su mayor estension del O. 15” N. al E, 15” S., y su escarpado al S. O., al paso que al N. E. se enlaza por inclinaciones suaves al nivel de los terrenos silurianos. Tam- 17 bien este granito presenta desigualdades en su masa y trozos de for- mas romboédricas ó cúbicas, y cuyas aristas y ángulos sólidos están re- dondeados y formando paredes verticales. Pero si estos granitos manifiestan. mayor tendencia á nivelar el terreno, como los de Malpartida de la Serena, Zalamea, Castuera y Bellalcazar de la izquierda del Guadiana, el de Montanches por el con- trario participa del carácter de la sierra de Santa Cruz y Burguillos; sus formas son rudas, los cúmulos de la roca mayores, sus ángulos muy vivos y agudos, y recrece en su masa el carácter que es tan do- minante en la sierra de Santa Cruz y en la de Burguillos, con las cuales presenta mucha afinidad en sus formas, elevacion, y mas que todo en el tipo agreste de sus masas, muy poco modificadas por la accion de los agentes esteriores. El granito presenta mucha variedad en las diferentes localidades que hemos descrito, tanto en sus elementos de composicion como si se atiende á su dureza, testura, etc, pero las mas notables son las si- guientes: En el reverso N. de la montaña que separa el Huezna del Guarda- barba, el feldspato es de color rojo, lamelar, granudo y terroso á ve- ces, y la mica en láminas muy pequeñas amarillentas. En el Chantre, á mitad de distancia de Castuera á Quintana, la masa de la roca afecta un tono verdoso debido á la mica de este color; el feldspato se halla descompuesto y de color gris, y toda la roca sal- picada de manchas de hierro oxidado, debido á la alteracion que ha su- frido la mica. En el dique que atraviesa la Serena desde el Rincon de la Soriana á la dehesa de Marina, y que pasa al N. de Castuera, se nota tambien el color verdoso de la mica, la descomposicion de esta y la tendencia de toda la masa de la roca á pasar á otra feldspática de color agrisado: en la Haba la mica es verde, el feldspato blanco, y este y el cuarzo de tres decímetros de grueso. En Quintana, Malpartida y Campanario el cuarzo es hialino, el felds- pato cristalino y como fundido en la pasta, que es de un blanco bri- lante, y que hace resaltar el color negro de la mica. Iguales caracteres TOM. I. 3 Carácter diferente de los granitos. Variedades del granito. En el rio Huezna Chantre. Dique de la Se- rena. La Haba. Quintana. Aburquerque. Testura dureza del eravito. 18 presenta el granito de la Sierra-Morena, especialmente en el meridiano de Santa Olalla, y en la venta de la Pajanosa y Val-de-Febrero con es- pecialidad, notándose que las proporciones del feldspato crecen relativa- mente á las del cuarzo y la mica, esta escasea, y toda la roca aparece con el tono blanquecino que distingue el granito de la region compren- dida desde Monasterio hasta la venta de Val-de-Febrero, aproximándo- se en esta última localidad 4 los caracteres de la leptinita. En Alburquerque el cuarzo es rojizo, el feldspato se descompone con facilidad, y toma así como la masa de la roca un color oscuro ca- racterístico en estos granitos. Pero si tanta es la variedad y tales las modificaciones en los com- ponentes de los granitos en los diferentes macizos que hemos examina- do, mayores y mas eficaces aparecen sus diferencias respecto á su tes- tura y á la cohesion de sus elementos constitutivos. En Santa Elena, y mas en la orilla del rio Rumblar, el feldspato se descompone facilmente, la roca se desagrega y da lugar á una roca are- no-arcillosa que forma la superficie del terreno en grandes estensiones; desde el Pedroso hasta las cuestas de Montegil se verifica igual fenóme- no, y es tan eficaz la accion de los agentes atmosféricos sobre la masa del granito, que esta roca ha pasado en no pocos casos á otras grani- toideas sumamente friables que se descomponen con facilidad, produ- ciendo depósitos arcilloso-arenáceos de grande espesor, y que puede in- ducir á error creyéndolos formados por acarreo. Por las mismas causas, los islotes de granito de Bellalcazar, Mal- partida, Campanario, etc., sufren iguales alteraciones, y se han des- compuesto formando la superficie del terreno depósitos que son mas ó menos arenáceos, segun se hallen mas ó menos inmediatos á las crestas de las colinas, ó del fondo de los valles; en estos crece la proporcion de la arcilla, en los cerros la de arena, y en las crestas corren filones de cuarzo lechoso, asociado al peróxido de hierro, siendo de notar que es- tos resultados son la consecuencia de la accion química y mecánica de los agentes esteriores, y que harian clasificar á primer aspecto todo el terreno desde Campanario, La Guarda, Quintana, Castuera, Bellalcazar en los terciarios ó de acarreo moderno, y confundirlos con los depósitos 19 de Medellin, Mingabril, Villanueva de la Serena si los trozos de granito que se destacan de la superficie no fueran como testigos para compro- bar su origen y naturaleza. Por el contrario, los de Montanches y Santa Cruz no se prestan á la descomposicion, sus ángulos son agudos, y todos los contornos de sus formas dan á estos granitos un grado de estabilidad muy diferente de los del Pedroso, Santa Elena, Bellalcazar, etc. En una palabra, estas masas graníticas respecto á su tenacidad, son muy diferentes de las an- teriores. ¿Será este fenómeno consiguiente á la composicion de la masa, á las condiciones atómicas de su generacion, á las físicas de sus enfria- mientos? ¿Será por ventura el resultado de la diferente época de su presencia en la superficie de la tierra, ó de su generacion? Cuestiones son estas que podrian conducir á determinar la edad relativa de las ro- cas, y calculada por la accion de los agentes esteriores sobre su forma y testura; y sería mucho adelantar en la cronología de los fenómenos geológicos si, como en los animales y en las plantas, llegásemos á encon- trar el camino, ó un medio de apreciar con exactitud la duracion de su vida por las indicaciones esteriores, ó mejor por los rasgos de su fiso- nomía. Terrenos de meláfiras, eufótidas y dioritas. Las rocas cristalinas como meláfiras, eufótidas, aparecen en algunas localidades de los terrenos comprendidos en esta Memoria; y su presen- cia, y las circunstancias que acompañan á sus relaciones con las que se hallan en contacto, dan motivo á creer que sea mayor su estension, y mas fuerte su influencia en la generacion de estos terrenos. Las meláfi- ras se hallan en el islote granítico de Malpartida y Quintana al E. de Zalamea, entre esta villa y la de Esparragosa de la Serena, y aun se estiende mas al S. de esta poblacion, marcándose tanto por su color co- mo en razon á las alteraciones que ha producido en las rocas que las rodean. Su masa la forman el feldspato y el anfibol hornblenda, en la cual se hallan diseminados cristales de feldspato nacarado; no presenta Melábras Eufótidas. 20 ni el tono ni los indicios de estratificación alguna, y todos sus caracte- res son claros y distintos como roca cristalina, y de origen evidente- mente igneo. En varias localidades de los terrenos pertenecientes al granito apa- recen indicaciones de meláfiras, y no cabe duda que en algunas ya re- conocidas, como Zalamea y Esparragosa de la Serena, el granito se ha- lla asociado á las meláfiras, y que estas concurren con su presencia y eficacia para determinar el tono y la generacion de estos terrenos; pe- ro sus efectos aparecen de corta estension, limitados á pequeños espa- cios, y únicamente están comprobados rigurosamente en las regiones graníticas de Zalamea, Guareña y acaso Burguillos. Además y en di- ferentes lerrenos se muestran las crestas de rocas cristalinas, cuya composicion se modifica mas ó menos en razon á las proporciones de los componentes, pero siempre entre los límites de pasta feldspática y cristales ó masa dialágica, ó de anfibol verde actinocta; y su color aparece mas ó menos verde conforme sea la relacion de las proporcio- nes atómicas de estos componentes. En el primer caso constituyen las eufótidas, en el segundo pasan á las dioritas. Generalmente la roca es sumamente dura y tenaz, circunstancia que unida al color hace mas facil su reconocimiento por su contraste con las que la rodean. Las eufótidas se muestran próximo y al E. de Almaden, en Gua- reña, Mérida, Alburquerque, Cazalla, y en las colinas sobre que se ha- lla construido el castillo de Badajoz, que en esta localidad han hecho pasar á la dolomía la caliza de agua dulce que forma dichas colinas; debiendo notarse que se hallan rocas eufótidas inyectadas en los filones de súlfuro de mercurio de Almaden, y la cireunstancia particular de pre” sentarse estas rocas en la proximidad de los granitos, y hasta cierto pun- to en la esfera de actividad de su eficacia ígnea. Este hecho aparece mas determinado y mayor la estension de las eufótidas en Castilblanco, pro- vincia de Sevilla, y ha sido tanta y tan activa su energía que forma el asiento del pueblo, y se estiende á su alrededor una roca compacta, muy tenaz, de color verdoso intenso con porciones de verde mas claro, y mo- teadas de pequeños cristales ó masas amorfas de feldspato blanco. Su 21 composicion aparece ser diálaga verde ¿jade? con feldspato, y todos sus caracteres la determinan como perteneciente á las eufótidas. Puede ci- tarse esta localidad como característica en este grupo de rocas, y tanto que todas las casas se hallan construidas con trozos de esta roca, y en las calles obstruyen el paso y salen del nivel del terreno masas muy vo- luminosas de la roca ya indicada, y que puede y debe llamarse de Cas- tilblanco. Desde el castillo de las Guardias y en direccion á Rio-Tinto comien- zan las dioritas y sienitas, pero tomando mayor incremento y dominan- do marcadamente las dioritas. Esta roca se presenta en Campo-Frio, y siguiendo el camino de este pueblo al de Aracena hasta el puente Ro- mano sobre el rio Odiel, cuyos estribos son de dioritas; en el cerro de las Minetas, término de Paimogo; en el de la Virgen de la Peña; Pue- bla de Guzman; cuesta de la Hilandera; en el camino del Castaño á Rio- Tinto; y mas todavía en Trasierra, en cuya localidad forma la diorita una montaña de mas de una legua de longitud: por manera que la ma- sa diorítica ocupa una grande estension en este distrito, y por consi- guiente deberá ser muy poderosa su influencia en la generacion de la seccion O. de la Sierra. Siguiendo mas al O., y al paso que cede el granito en su influencia, aparecen los pórfidos, que lo reemplazan y continúan alternando con las dioritas; debiendo notarse que son arcilloso-feldspáticos y aun augíti- cos, y que han trastornado y levantado las capas de los esquistos pizar- rosos y arcillosos. Los pórfidos han penetrado y trastornado todo este distrito, cruzan todo el terreno desde Aracena y Rio-Tinto hasta Portugal, y es tal su abundancia y su energía relativamente á las rocas en que se hallan en- clavados, que puede llamarse este distrito el de los pórfidos. Aparecen estas rocas en Rio-Tinto, Almonaster la Real, en Zala- mea, en el cerro de Cabañas, en las orillas del Rio-Tinto, Oligade, Odiel, Escalada, etc., y llegan á la ribera del Chanza; siendo una cir- cunstancia especial en esta seccion de la Sierra-Morena, que desde Val- verde , Cabañas y Santa Ana siguiendo al O. cambia de todo punto la topografía de la Sierra, y de áspera, montañosa y desigual pasa á una Dioritas. Porfidos. Neigs, micaschistos. 92 llanura surcada por colinas mas ó menos elevadas, y entre las cuales descuellan algunas cabezas de formas cónicas, como son las de Agujas, Europa, La Hueca, España, que se hallan formadas de pórfidos y se des- tacan del terreno á la manera de picos volcánicos. Además todo el terreno de la Sierra al O. del camino Real de Es- tremadura se halla cortado por filones, capas y bancos de cuarzo y jas- pe córneo, abundando mas el primero, y en Peñas Altas, á dos leguas del castillo de las Guardias, se nota un banco de jaspe córneo de seis metros de espesor, cuya direccion es del E. al O. próximamente, y pue- de seguirse media legua en la superficie del terreno. Los pórfidos han influido marcadamente en la constitucion geognós- tica de estos terrenos, y se hallan asociados en esta region montañosa á una porcion de criaderos ferroso-cobrizos, cuya generacion se halla ligada indudablemente á la aparicion de masas porfídicas que han tras- tornado las capas de los esquistos silurianos y cambrianos. Bajo este concepto deben comprenderse los criaderos de Rio-Tinto, la Peña del Hierro, San Miguel, El Castillo, La Concepcion, La Esperanza, La Po- derosa, La Gaditana, El Buitron; y estos y otros mas hacen muy pro- bable y calificada la influencia de los pórfidos en la generacion de los criaderos. Todos se hallan enclavados en montañas porfídicas, ocupan una es- tension de ocho leguas de diámetro, y todos siguen exactamente la di- rección que los cerros en que se hallan, y que corre de 115” al 120" de la aguja minera, ó sea de N. O. al S. E.; notándose por último que en algunos puntos, y próximo á estos criaderos, el pórfido arcilloso afecta formas mas ó menos lávicas, y apareciendo como si hubiera corrido en masa fundida. En contacto con el granito, y formando una zona que lo separa de las rocas correspondientes á los terrenos silurianos y cambrianos, se ha- llan en estos terrenos los micaschistos, esquistos maclíferos, los tal- cosos; y en las inmediaciones al Pedroso el micaschisto está formado de mica de color rojo amarillento con reflejos dorados. En las cuestas de Montegil el granito que constituye los puntos culminantes pasa al es- quisto talcoso, cuya roca forma el terreno de toda la primera cuesta al 25 bajar la Sierra, y estendiéndose en su direccion á uno y otro lado del camino de Cazalla, notándose que en el primer caso pasa al neigs con facilidad. En la region de la venta de la Pajanosa, en la del Ronquillo, Santa Olalla, Monasterio, tambien se modifica la testura del granito en su con- tacto con las rocas cambrianas; y tanto en estas localidades como en mucha parte del perímetro de los islotes de granito de Castuera, Bellal- cazar, Trujillo, Menasalbas, etc., el micaschisto y el neigs mas ó menos de- terminado se presentan y forman el lazo de continuidad entre el granito y las secciones posteriores, y en la masa granítica de Toledo á la izquier- da del Tajo en el camino de Noez pasa al neigs muy caracterizado y con granates en cristales bien distintos, y cuyas formas en dodecaedro se re- conocen á la simple vista. En Alburquerque se hallan con frecuencia los esquistos maclíferos con el granito; pero mi los esquistos, ni el neigs y sus terrenos adquieren grande estension; y es muy pequeña su impor- tancia en el distrito comprendido en esta Memoria comparada al grani- to, y mas si cabe á los esquistos cambrianos y silurianos, especialmente en el centro de Estremadura, en la Sierra-Morena, y aun en los Montes de Toledo. Estos distritos montañosos pueden dividirse en tres secciones res- pecto á las rocas que dominan en sus terrenos, y marcados clara y dis- tintamente en la meseta de la Serena, y en toda la esfera de su influen- cia por las cuarcitas y grauwakas; en las demás por los esquistos alu- miniferos, ya terrosos, ya de pizarras, y aun podria agregarse la tercera seccion por el desenvolvimiento de la caliza, que desde Llerena se pro - longa por Guadalcanal al Alanís en el meridiano de Cazalla, y tambien en Villalta de los Montes hasta el Guadiana, Almaden, etc. En contacto con el granito se hallan los esquistos aluminíferos, ter- rosos ó arcillosos, su color es pardo amarillento, fractura terrosa, se di- viden en capas delgadas de media á dos pulgadas de grueso, y siempre con tendencia á fracturarse en formas romboédricas; la accion del agua y de la temperatura los descompone, y pasan sin grande dificultad á tier- ra arcillosa de color mas ó menos oscuro. Ejemplo de estos esquistos se ven en todo el litoral de los granitos Terrenos silurianos y € brianos, Esquistos aluminiferos, rosos, elc. 2m- ter 24 de Castuera, Pedroso, Burguillos, Montes de Toledo, entre Santa Cruz y Trujillo, etc.; notándose que en las capas de estos esquistos se hallan intercalados en muchos casos filones de granito en la proximidad de es- ta roca, que ha sufrido alteraciones mas ó menos esenciales, y los es- quistos que en algunos casos han adquirido cierto carácter, y aun el tono hojoso parecido al neigs no muy pronunciado. Los tipos de esta ro- ca pueden verse en la cuesta de la Media-Fanega en el camino de Sevilla á Badajoz, entre la venta de la Pajanosa y el Ronquillo, en este pueblo, en Castuera, en la Cuesta de Sevilla y próximo al Cerrillo, en Malcoci- nado, San Miguel de la Breña, en la Dehesa de la Serena. Estos esquistos alternan á veces con el talcoso, especialmente en Es- tremadura, el cual es mas ó menos blanco, suave al tacto, y que pasa en Monterubio á una tierra arcillosa blanca azulada, llamada en el pais tierra blanca, y de la que se hace mucho uso en toda la Estremadura para el blanqueo de las casas, diluyéndola en agua á la temperatura or- dinaria. Las capas de tierra blanca se hallan intercaladas y en estratifi- cacion concordante con las de los esquistos aluminíferos, y aun las de cuarcitas, y llegan hasta dos y mas metros de potencia, afectan la testu- ra esquistosa, su color es blanco azulado al estraerlo, que pasa al blanco mate espuesto al aire y á la luz del sol, y se diluye en el agua con faci- lidad; mancha y escribe mucho. Por lo general se encuentra al pie de las cadenas de cuarcitas de es- tos distritos, como en la de Alhange, pero el criadero mas abundante se halla en la falda N. O. de la cadena que desde Candalija corre 4 Monte- rubio siguiendo á corta distancia de la línea de separacion del granito de Castuera y del Bercial; y se hallan reconocidos estos esquistos blancos desde próximo á Puerto Furraco hasta la dehesa de Sijuela, una le- gua S. O. de Monterubio. Próxima á estos esquistos, y entre ellos y el granito, hay una capa de pudinga de cantos rodados muy gruesos de cuarcitas, cementados por el peróxido de hierro ó hematites roja, que si- gue desde Candalija hasta Monterubio, y que hace ferruginosas las aguas que brotan por ella; tal es la fuente del Guapero, y cuyas aguas apro- vechan en baños para las afecciones escrofulosas. Los esquistos talcosos son característicos en Monterubio y en las ca- 25 denas de cuarcitas de Candalija, pero estas rocas no adquieren la impor- tancia ni pueden compararse á la anterior, que ocupa grandes regiones de mucha estension, y que forma pisos (assises) muy notables y en contacto con el granito. Los esquistos aluminíferos se modifican en su composicion 4 medida que se apartan del granito; la mica aumenta, la dureza tambien y el co- lor se oscurece, adquieren sonoridad y pasan á pizarras azuladas, como sucede en la dehesa de la Serena, en la Sierra-Morena, especialmente en todo el meridiano de Azuaga y Cazalla, comenzando en la bajada al Rio- Sotillo, á una legua al S. de Azuaga, y los molinos del Anís en el Pe- ñoncillo y en las minas de Cazalla, pudiendo servir de tipo en toda esta region: 1." la dehesa de la Serena, especialmente en la izquierda del Zu- jar; 2. Rio-Sotillo; 3.” molinos de Anís; 4.* bajada al Peñoncillo y al ya- lle próximo á las minas de Cazalla; 5." dichas minas; y en todas estas lo- calidades las capas de pizarras están trastornadas y casi verticales, al descubierto, y mostrando tanto su testura hojosa como su tendencia á fracturarse en formas romboédricas muy determinadas. El color varia desde pardo terroso, azul sucio, al verdoso y azul intenso; y siendo de notar que en no pocos casos se hallan atravesadas las capas por filones y vetas de cuarzo blanco lechoso con tono hialino. Estos filones suelen ser las cabezas de otros plomizos, 6 de galena, de los que se hallan en to- dos estos terrenos, y que han dado motivo á trabajos de minas anti- guas, cuyos escombros y pozos son muy comunes en la dehesa de la Se- rena. Las márjenes del Tajo en el Puerto de Almaraz pertenecen tambien á las pizarras, que se hallan muy trastornadas en direccion E. S. O. N., y aun puede decirse que en el distrito de Almaraz el Tajo corre abrién- dose paso en una quebrada muy profunda, tallada en los esquistos pi- ZAYrOSOS. Por último, al O. de la carretera de Estremadura domina principal - mente el esquisto arcilloso, como en el distrito de la Serena es mas esca- sa la pizarra silícea y menos abundante el esquisto micáceo, y no se pre- senta el clorítico. Este último carácter distingue sus terrenos de los de la derecha, en los cuales se halla, como ya hemos dicho. TOM. I. 4 Grauwakas. Cuarcitas, 26 Esta roca ocupa grandes estensiones de terreno en Estremadura, y siempre con cierto carácter de uniformidad; y aun cuando se halla en muchos casos entremezclada con las pizarras, se reconoce por sus carac- teres. Es dura, compacta, grano fino, color mas ó menos oscuro y siem- pre agrisado en algunos casos, como en la Sierra de Castuera, aumenta la proporcion de la mica, y puede confundirse con los esquistos pizar- rosos, á los que se halla asociada con mucha frecuencia. La grauwaka constituye casi todo el terreno comprendido entre los macizos de granito de Alburquerque y Malpartida de Cáceres; en la re- gion montañosa que se estiende desde Almaden por el rio Guadamez, dehesa de la Serena hasta Azuaga, y muy particularmente en la sierra de Castuera, Cabeza del Buey, Orellana, La Puebla, Fuenlabrada, etc. Se conoce la grauwaka en aquel pais con el nombre de Piedra jabaluna. Estas rocas son características en todo el distrito montañoso que se estiende desde los montes de Toledo á la Sierra-Morena, y cuyos límites están marcados entre los contrafuertes del O. de esta cadena y el curso del Guadiana en toda la longitud que corre desde la Mancha hasta su entrada en Portugal; pero el centro de mayor desenvolvimiento de las cuarcitas se halla concentrado en la region cuyo focus puede fijarse en la dehesa de la Serena, y estendiéndose á su alrededor y por los pue- blos de Almaden, Sancti-Spiritus, Talarrubias, Puebla de Alcocer, Ore- llana, Rena, Villar, Medellin, Alhanje, Hornachos, Azuaga, Monteru- bio, Castuera, Benquerencia, Cabeza del Buey, La Zarza, etc. Las rocas conocidas por cuarcitas presentan mucha variedad en sus caracteres mineralógicos, y pasan por tránsitos insensibles desde el cuarzo compacto, casi hialino, al lechoso, las areniscas conglomeradas y pudingas formadas de cantos rodados de cuarzo blanco lechoso, hiali- no, etc. En la seccion del E. al O. de las cadenas que corren del N. E. al S. O., desde Almaden hasta Hornachos, adquiere el cuarzo tal grado de compacidad en dichas cadenas, que toma el tono de euritas en muchos casos, como en Castuera, que la cuarcita que forma la cresta del Cerri- llo se hace tan compacta, que parece un filon de cuarzo en todos sus caracteres; lo mismo se observa en Candalija, en el Puerto de las 27 Ollas, etc., al paso que en otras localidades su testura se modifica, el grano se manifiesta mas, pasa al tono de arenisca, y en el arroyo que corre al pie del cerro sobre que está edificado el pueblo de Villanueva del Zaucejo se presenta la pudinga, y de cantos rodados del grueso de avellanas, de cuarzo lechoso blanco, hialino, ahumado, etc. Las cuarcitas no forman depósitos de grande estension, y sí capas desde pocos decímetros á ocho ó diez metros de espesor, intercaladas y en estratificacion concordante con los esquistos arcillosos y grauwakas, y con la circunstancia especial de constituir la línea culminante de las cadenas de este distrito, cuya cresta se halla siempre compuesta de una capa ó muralla vertical de cuarcita dentada, y si no en toda, en mucha parte de su estension, inaccesible. La disposicion que tienen estas rocas á fracturarse por la accion de los agentes esteriores, ha producido sus formas agudas, dentadas y pa- recidas á una sierra, mutilada como se halla la masa de la cuarcita; y puede concebirse cuál sería la elevacion de estos diques ó murallas en los primeros tiempos de su levantamiento, cuando se consideran los de- pósitos inmensos de trozos de cuarcitas procedentes de dicha capa que forman los flancos de las cadenas, y cubren toda la superficie del terre- no hasta el fondo de los valles que las separa. Son de tanta considera- cion estos depósitos, que los flancos de las cadenas de Castuera, Cabeza del Buey, Candalija, Puerto de las Ollas, Hornachos, Magacela, Alhan- ge, etc., se hallan cubiertos de pedrizas inagotables de trozos de cuar- citas, desde un decímetro á un metro de lado, dificultando el cultivo en todos los terrenos á que alcanza la influencia de las cuarcitas. Como ti- po de estas pedrizas pueden notarse las cadenas de Cabeza del Buey á Castuera, la de Candalija, Puerto de las Ollas, Villanueva del Zaucejo, Hornachos, y aun se estiende á los montes de Toledo, Fuenlabrada, Espinazo del Can, etc.; debiendo advertirse que los cantos ó trozos de cuarcitas conservan sus aristas y ángulos sólidos sin alteracion, que presentan caracteres mineralógicos idénticos á las capas que coronan las cadenas en cuyos flancos se hallan, y que nada indica en ellos traspor- te ni rozamientos mas allá que el consiguiente á su descenso ó caida de la línea culminante de la cadena. Esquistos arci= llosos. Caliza. 28 Por último, las cuarcitas aparecen en este distrito en primer térmi- no, ocupan las líneas culminantes de las cadenas, y sus fragmentos dan un tono tan suyo y pedregoso al terreno, que con dificultad puede di- rijirse la vista ni sentarse la planta del pie sin tropezar con las cuarci- tas; y tanto que la region comprendida desde Azuaga hasta los montes de Toledo puede calificarse el pais de las cuarcitas por escelencia. Los esquistos arcillosos y las pizarras constituyen la totalidad del terreno en la dehesa de la Serena; sus capas se hallan trastornadas y con muy fuertes inclinaciones; y aun cuando presentan ondulaciones y desigualdades de muchos metros de altura, hay espacios de grande es- tension, y en los cuales las capas de los esquistos se hallan cortadas á un mismo nivel y formando llanuras; y esto á pesar de estar casi ver- ticales. Este hecho, asociado á la circunstancia notable de formar siempre las cuarcitas las crestas de las cadenas de montañas de estos distritos, conduce á estudiar las modificaciones que han sufrido las formas este- riores del terreno con el trascurso del tiempo, y por la accion de los agentes esteriores sobre las capas de estos depósitos antiguos. El ca- lor, el frio, la humedad, etc., alteran y modifican la cohesion de las sustancias minerales segun su naturaleza: la lluvia primero, y los ar- royos y torrentes despues, arrastran el detritus de los terrenos, ten- diendo á nivelarlos, mientras que las cuarcitas permanecen firmes y re- sistentes, como señales indelebles de la disposicion anterior del ter- reno. Con este trabajo lento, pero constante, de destruccion á que se ha- lla sometida la superficie de la costra terrestre desde su emersion de las aguas, se esplican muchos fenómenos topográficos difíciles de com- prender por otro camino; y en la meseta central de Estremadura, cu- ya superficie se halla formada por las capas casi verticales de los es- quistos silurianos y cambrianos, cortados de nivel, se halla un ejemplo quizás el mas concluyente de este procedimiento de la naturaleza, re- conocido ya en la ciencia, y el cual cada dia recibe mayor y mas jus- tificada comprobacion. La caliza apenas presenta algunas capas insignificantes en Badija, 29 á una legua de Castuera, pasado el Gualefra en el camino de la Haba, y en Magacela se hallan algunas otras de muy corto espesor de caliza intercalada entre las de los esquistos; y es tal la escasez de la caliza en esta parte de la Estremadura, que todas las casas están construidas de trozos de cuarcitas, grauwakas y pizarras, unidos por un barro ó tierra arcillosa mas ó menos cargada de peróxido de hierro, y que en algun caso pasa á la hematites roja. Esta falta de la caliza es un caracter muy significativo en esta re- gion, y que la distingue de la Sierra-Morena, en la cual la caliza de montaña, ó sea la inferior al carbon y superior á los depósitos siluria- nos, toma grande desenvolvimiento, y se estiende desde Llerena por Guadalcanal, Malcocinado á San Miguel de la Breña, próximo al Alanís, y á los alrededores del Pedroso al S. de esta villa. Sin embargo, en el estremo N. de la sierra de Magacela, y en contacto con el granito de la Haba, las capas de caliza toman alguna potencia, la caliza es ferrífera, cubierta de un baño de flossferrí, presentando el caracter de ser fosfo- rescente. Tambien se presenta la caliza en el puerto de Burguillos frente al pueblo de Alconera, y constituyendo la cresta del espresado puerto; y por último en los montes de Toledo, en la bajada de Villalta, ocupando el terreno que media entre esta villa y la orilla izquierda del Guadiana hasta el puente por el cual se pasa este rio. La caliza ocupa en Llerena, Guadalcanal y San Miguel de la Breña la parte superior, y en estratificacion concordante con los terrenos silu- rianos, y en el Pedroso, Villalta, puerto de Burguillos, puede creerse se halla en igual posicion relativa de estratificacion; y notándose en Llere- na que forma la parte mas elevada de los últimos contrafuertes de la Sierra-Morena, así como abunda en minerales metálicos, diseminados en su masa, y si no en cantidad para haber producido riquezas minerales de consideracion, al menos presenta indicios muy frecuentes en esta lo- calidad. La mina de plata de Guadalcanal se halla en los esquistos y grauwaka, pero al pie del S. E. de la Sierra y en contacto con la cita- da caliza de Llerena. Al O. del meridiano de Santa Olalla la cal desapa- rece casi de todo punto, y solo puede citarse hasta ahora una capa de 30 espato calizo de dos metros de potencia en las Eras Altas de la aldea del Villar. Para concluir, en el lindero oriental de estos distritos, y en las in- mediaciones de Almaden, las formaciones cambriana, siluriana y de- voniana se hallan muy desenvueltas y caracterizadas, tanto por las rocas que las constituyen, como en razon á los fósiles que las caracterizan; y la caliza de los depósitos inferiores es notable en aquel distrito del Enjam- bradero, etc., y otros de las inmediaciones al N. de Almaden. Esta caliza varia en su color de azul claro al agrisado; es compacta, fractura esquillosa. La del Enjambradero es azul con cristales de espato calizo, y la agrisada muy notable por sus fósiles, entre los cuales se mar- can los spiriferos. El orden de superposicion de los terrenos cristalinos cambrianos y silurianos en Estremadura y la Sierra-Morena parece ser: 1.” Granito, abundante y notable. 2.” Neigs, escaso. 3. Micaschisto y esquisto micáceo y talcoso en pocas localidades y de corta estension. 4.0 Dioritas y pórfidos, grande estension é influencia al S. O. de la Sierra. 5.” Esquistos aluminíferos; terrenos muy abundantes que ocupan grande estension, ó la mayor de estos terrenos, y pasandoá las pizarras en muchos casos. 6.” Grauwakas abundantes. 7.” Cuarcitas muy abundantes, y calificando los terrenos de la me- seta central de Estremadura. 8.” Caliza, casi insignificante en los esquistos inferiores, notables en Almaden por los fósiles que la distinguen. 9. Caliza de montaña, abundante en Llerena, San Miguel de la Breña. Estos depósitos se hallan separados en dos secciones, en Estremadu- ra por una capa de cuarcitas fosilíferas que ocupa la cresta de la cade- na de Castuera en Cabeza del Buey, y compuesta casi en su totalidad de restos orgánicos vegetales, y en la cual se ha hallado una planta fósil perteneciente á las palmeras (monocotiledon). 31 Estos fósiles están entrelazados y cruzados unos con otros, producien- do varios dibujos lineales que han motivado el nombre de piedra escrita, por el cual se conoce esta roca en el pais. En la parte superior de estos terrenos, y próximo á la villa de Alma- den, al pie de la cadena que corre E. 40” N. al O. 40” S. y en rocas de areniscas y pizarras que pasan á las psamnitas, compuestas en su to- talidad de fósiles á los cuales caracteriza un terebrátulo de lados cortos y anchos pliegues, y un espirifero casi igual al Spirifer atenuatus, y tam- bien se ha encontrado un espirífero en las pizarras al E. de Castuera en la posesion de Arzonilla, y con estos fósiles y otros que indagaciones posteriores pondrán de manifiesto, quedará trazada la línea de separa- cion en las dos secciones de terrenos silurianos y cambrianos, en que se subdividen los antiguos de transicion, y separados en Estremadura por el horizonte de las cuarcitas. 1l terebrátulo es el reticularis, y al- canza tambien á los terrenos deyoniano y carbonifero. Terrenos de carbon. Los depósitos carboníferos tambien presentan en Sierra-Morena y Estremadura porciones notables, si no por la esten- sion en los reconocidos actualmente, al menos lo son y mucho si se atiende á sus estratos, con respecto á los silurianos y cambrianos, á su posicion particular, y á la naturaleza del combustible; puesto que de un lado sigue sin romperse en esta parte de la Península la serie de los de- pósitos en la costra terrestre, y del otro se halla en cantidad y calidad y al alcance para satisfacer las necesidades industriales de Andalucía, Es- tremadura y de la Mancha. Los depósitos de carbon reconocidos en los terrenos comprendidos en esta Memoria segun su riqueza é importancia industrial son: 1.” Espiel y Belmez. 2.” Villanueva del Rio. 3. Fuente del Arco. 4.” Biar. 5. Santos de Maimona. 6.” Alanís. En la Sierra de Castuera, casi en contacto de las cuarcitas y grau- wakas, y en la parte mas elevada del promontorio en que termina la ca- Carbon. Antracita, Espicl. Poña-roya. Fuente del Arco. Alanís. 32 dena que viene de Cabeza del Buey y Benquerencia, se halla una capa muy delgada de 0,02 centímetros de espesor y en estratificacion concor- dante con los esquistos y cuarcitas, de una sustancia negruzca, friable, y muy parecida á la antracita. Esta capa se encuentra inferior á las cuar- citas y casi en su contacto, hecho notable, y que debe tenerse presente en el estudio de estos depósitos, puesto que indica hasta cierto punto que en ella se halla representado el combustible Piineral en los diferentes es- tados conocidos al presente. La hornaguera ocupa pequeños golfos abrigado por los esquistos trastornados de los terrenos falsas y sus capas en estratificacion dis- cordante con estos, y cubiertos en algunos casos, como en Villanueva del Rio y los Santos, por los terciarios que forman las cuencas del Guadal- quivir y del Guadiana. En todas ellas son comunes los caracteres propios de estos depósi- tos, las areniscas pasando á pudingas, los esquistos aluminíferos impreg- nados de betun, y las impresiones vegetales de equisetáceas, etc. El criadero de Espiel se estiende desde este pueblo y próximo al me- ridiano de Córdoba al O. por Belmez hasta las inmediaciones de Fuente- Ovejuna, ocupando una depresion abrigada por montañas de terrenos si- lurianos y cambrianos sobre cuyas capas trastornadas reposan en estra- tificacion discordante las del carbonífero, y entre estas domina un conglo- merado ó pudinga de cantos rodados de un decímetro de diámetro. Las psamnitas abundan en este criadero, y las impresiones vegetales, y ade- más se hallan impregnadas las capas de los esquistos de óxido de hierro. El de Fuente del Arco sigue en el mismo paralelo del anterior y en su prolongación en un terreno montañoso, compuesto de pizarras y grau. wakas, lamiendo la cadena cuya línea culminante forma la caliza de Lle- rena. Las capas de combustible son de muy corto espesor, y acompaña- das de psamnitas y conglomerados de granos finos; y han sido trastor- nadas puesto que se hallan en ángulos de 15 á 20” en estratificación discordante con los esquistos silurianos. Al S. de Alanís se halla un depósito de rocas correspondientes al grupo carbonífero y las psamnitas y conglomerados; y una roca arcillo- sa de color amarillento con impresiones vegetales. Este depósito está 35 próximo y circundado por la caliza de montaña que viene de San Miguel de la Breña, y se estiende hasta los molinos de Alanís; pero las indaga- ciones hechas por la compañía del Pedroso no han tenido un resultado feliz, y no se han encontrado capas de combustible de consideracion. Mas al N. 0., y pasada la Sierra-Morena y los Santos de Maimona, en el litoral de la tierra de Barros, se han hecho tambien trabajos de indagación en el camino y á un cuarto de legua de los Santos á la Fuen- te del Maestre, en un terreno que presenta iguales indicios: esto es, ca- pas del terreno carbonífero reposando en las del siluriano, y con algunas muy delgadas de combustible; pero todos los esfuerzos y los gastos em- pleados han sido infructuosos: y si bien se ha comprobado la existencia de un trozo de terreno carbonífero en esta region y fuera de la Sierra- Morena, ni es de consideracion, ni presenta riqueza para obtener un re- sultado mineral, al menos tal y hasta donde se han llevado los trabajos. Por el contrario, al reverso S. E. de la Sierra, en Villanueva del Rio, provincia de Sevilla, toma el depósito del carbon mucha importancia en atencion á las capas del combustible y al espesor conveniente para utili- zarse en la industria; por manera que este criadero y el de Espiel son los únicos que hasta ahora presentan en el Mediodía de España las con- diciones necesarias como depósitos de hornaguera, y la riqueza mineral susceptible del trabajo consiguiente á una esplotacion ventajosa en este agente poderoso de la industria moderna. Se halla situado este depósito en un golfo abrigado por los contra- fuertes de la Sierra-Morena, á la orilla derecha del Guadalquivir; y la serie de las capas que lo constituyen desde la superficie del terreno son: 1.> Capas de arcilla azul, del depósito terciario. 2.” Conglomerado ó pudinga de cantos, que adquieren en algunos casos grandes dimensiones. 3." Esquistos arcillosos de color negruzco cargado de betun, y cu- biertos de impresiones vegetales. 4.2 Capas de carbon alternando con los esquistos. Estas capas se levantan en direccion de la Sierra, y se hallan cerra- das en la misma direccion por sus macizos, mientras que buzan al 5. es- tendiéndose debajo de los terciarios de Sevilla. TOM. 5 Biar. 34 En el golfo del Biar, entre Cantillana y Castilblanco, tambien se halla otro depósito carbonifero compuesto de un conglomerado ó pudin- ga que llaman Chinorro en el pais; y capas de esquistos arcillosos alter- nando con otras de combustible muy delgadas; notándose que en este depósito se presenta tambien la roca feldspática ó arcillosa amarillenta, con impresiones vegetales como en Alanís. El Chinorro se halla inferior á estas capas, y este á la de los esquis- tos y combustible reconocidas actualmente, puesto que los trabajos de indagación no han profundizado mas allá de dicha pudinga, al menos que sepamos. ¿Continuará el depósito de carbon debajo de esta pudinga? ¿Se- rá el Chinorro el mismo conglomerado que cubre el carbon de Villanue- va del Rio? ¿Crecerá el combustible en espesor é importancia debajo de la pudinga del Biar? Los trabajos posteriores aclararán estas cuestiones; y estudiando los dos depósitos de Villanueva y del Biar, comparándolos, y mas que todo si se llevan los de indagacion con la inteligencia y el in- terés que reclama un resultado que tanto puede influir en la riqueza in- dustrial de la provincia de Sevilla. Este depósito se estiende desde la desembocadura del Biar en el Guadalquivir hasta dos leguas al N. subiendo la corriente de dicho rio, y se halla comprendido entre las alturas de las cuestas de Montegil y el estribo formado por los granitos de Castilblanco; su situacion es en un to- do parecida á la de Villanueva del Rio, y aun cuando su riqueza mineral no es de importancia, sin embargo es de mucho precio su estudio, pues- to que penetrando en el golfo de la Sierra, y buzando al $. en direccion de los terrenos llanos de Sevilla, como el de Villanueva, induce á creer sean los dos las cabezas (levantadas por la Sierra) de un gran depósito que continua en la direccion del S. y de la cuenca del Guadalquivir, y cubierto por el estenso y grueso manto de los depósitos terciarios de Anda- lucía. Este ¡uicio se comprueba por el resultado de los reconocimientos que practicó el Coronel Elorza, Director de la fábrica del Pedroso en 1842, por medio de la sonda, en dicho año y en 1841, en los depósitos carboníferos de Villanueva del Rio y del Biar. Tres fueron estos reconocimientos. 35 1.” En el criadero de Villanueva, á la orilla izquierda del Huezna, y próximo á la mina de la Compañía de la Reunion. 2.” En la orilla derecha del Biar y próximo á su confluencia con el Guadalquivir. 5... Subiendo el curso del Biar, y á una legua de su desemboca- dura. En el 1.”, ó sea en el de Villanueya del Rio, atravesó la sonda: CAPAS. ESPESOR. Varas. Pulg. Metros. 1.2 Caliza basta terciaria alternando con arena. .......o..... 292 414 418,72 2.” Arcilla margosa gris de la cuenca terciaria de Sevilla. ...... 12 20 410,50 IAEA E ld A) ¡Arenisca basta: ó pudinsa Cuarzosa- oe toreno aia Jal feta roja 16) 49 5,29 5.” Esquisto bituminifero arcilloso con carbod. ............. 18 35 413,35 6.” Arenisca basta ó pudinga CUarzOSa. .... 00. 0.too oca eo 48 30 15,74 INC la esquistos laa oo elle 1 10 4,07 Si Arenisca bastal 6 pudinga; etc. to dafeanelo Jaro dea dee 9) 54299 8,03 9 ArCUla esquistos anDito mier rl rai leon teta ASAS 1D 25 A0Carbonr tada il » 15 0,55 44. Arcilla esquistosa bituminifera. ......... o... o. ...... 9 4,39 IICA a a DA 1,70 45. Arenisca basta ó pudinga CUarzOSa. .. o. .oooooooo ooo... 135 » 10,86 14 Cao ae arneses 24 1,52 db FATEna y esquistos ar A » 2 0,60 16. Arcilla esquistosa bituminifera, .......o ooo... oo... 005) 1,88 36 2.” En la proximidad de la confluencia del Biar y el Guadalquivir. CAPAS. =- Varas. Pulg, Metros. 4. Depósitos de arena y cantos rodados... .....oooocooooo. 030 16 25,45 AAC TO O EN IE el. ... 16 25 44,02 3.” Pudinga rojiza de las cuestas de Montegil....... 000.000... UNO MAR 6;05: 1.7 Arcilla ro A A NAABAAD 5.” Pudinga rojiza de las cuestas de Montegil.........0..0.ooo.o.o... 10 23 8,88 65 AC a oa A 16 40 13,60 7. Pudinga rojiza de las cuestas de Montegil............... AO NOMS j94 S7 34 75,54 La sonda continuó atravesando capas alternadas de pudinga y arci- lla, y á las 156 varas (150,40 metros) encontró una capa de esquisto bituminífero de muy buen aspecto, pero volvió la arcilla rojiza y pu- dinga hasta las 184 varas (153,80 metros) de profundidad, que se aban- donó el trabajo. A los 54,08 metros, ó sea á las 64 varas y 25 pulgadas, cayó la sonda repentinamente un metro, y se oyó en el mismo instante una de- tonacion profunda y terrible que duró cerca de una hora, y que espan- tó á los trabajadores empleados en la sonda, producido este ruido sin duda por la caida de las aguas superiores en alguna caverna interior. 5. Verificado á una legua de la desembocadura del Biar, y el cual presentó la misma serie de capas de pudinga alternadas con otras de arcilla rojiza, hasta los 73,54 metros que se abandonaron los trabajos; siendo de notar que á las 415 varas (32,69 metros) atravesó la sonda una capa de arena ferruginosa de 12 pulgadas de espesor, que dió aguas ascendentes hasta la superficie del terreno. Resulta de estos tres reconocimientos: 1.” Que el criadero de Villanueva del Rio contiene mas capas de carbon que las reconocidas y trabajadas antes; y las nuevamente reco- nocidas son: ESPESOR. PROFUNDIDAD. IIA ION RA A tn E A Us ed 1191 varas. DAN IA: IO Dodd oro udaadi be AOS A A A ae oo oo ds Doo e 140 Dora AN 12 pies de combustible. Dando un espesor de 4 varas de combustible á las 1149/, 125, 140 varas; y el terreno continuaba en la formacion carbonífera, porque la sonda paró en la arcilla esquistosa bituminifera, y no se habia llegado á la arenisca vieja roja, límite de estos terrenos. 2.” Que en la confluencia del Biar y el Guadalquivir se presentan indicios de continuar en aquella localidad la formacion carbonífera, pues- to que atravesó la sonda á las 156 varas (150,40 metros) un esquisto aluminífero de buenos caracteres, á pesar de seguir la pudinga rojiza de las cuestas de Montegil á las 189 varas (157,99 metros). 5... Que á una legua de la desembocadura del Biar, y á las 41; va- ras (52,69 metros), se han encontrado aguas ascendentes, y las proba- bilidades de obtener pozos artesianos en un terreno y provincia en las que el agua es de tanta necesidad la mayor parte del año. 4.” Por último, cubriendo la arcilla terciaria azul de la cuenca de Sevilla al depósito de carbon de Villanueva del Rio, y buzando las ca- pas de combustible en direccion de los terrenos terciarios de aquella cuenca, es mas que probable que las de carbon se prolonguen hácia Ecija, Carmona y Sevilla; y cuyas probabilidades deberian justificarse practicando reconocimientos por medio de la sonda en los dos valles de denudacion abarcados por el promontorio de Carmona y los contra- fuertes de la Sierra-Morena y la de Ronda; y con tanto mas motivo, cuanto se ha encontrado carbon mineral de muy buena calidad en la parte oriental de Osuna, entre esta ciudad y los pueblos de la Silena y Campillos, lo que demuestra que tambien los contrafuertes de la sierra de Ronda abrigan como los de la Morena depósitos carboniferos, 35 y que estos formen quizás los cimientos sobre que descansen los de- pósitos modernos de la provincia de Sevilla. Estas indicaciones, derivadas del estudio de estos terrenos, son de sumo interés, y merecen que el Gobierno y las autoridades protejan y estimulen trabajos dirijidos á completar la riqueza de la Andalucía con la del carbon, que elevaria su poblacion, la agricultura, el comercio y su poder industrial, y su valer en las artes y en la civilizacion, al gra- do á que está llamada por sus condiciones especiales. El combustible es de buena calidad, y mejorará sin duda á mayor profundidad, en potencia de las capas y en poder calorífico, cuando se abandone el sistema de rapiña, seguido en los trabajos mineros con que hoy se estrae el carbon de las minas de Villanueva del Rio. La Compañía de la Reunion trabaja ya sus minas hace algun tiempo con regularidad, y cual corresponde á la ciencia; y es de esperar que los de- más mineros sigan este ejemplo, tan util á la industria en general co- mo á sus intereses en particular. Examinados estos depósitos se reconocerá que forman dos zonas, ocupando los dos reversos de la Sierra-Morena: 1.2 Los de Villanueva y Biar al S. O. 2. Los de Espiel, Fuente del Arco al N. E., y con la cireunstancia de presentar únicamente los de Espiel y Villanueva el desenvolvimiento bastante como riqueza mineral. Pero la mayor y mas notable diferencia que separa estas dos zonas de combustible, consiste en la circunstancia de hallarse los de Andalu- cía á nivel inferior al de los terrenos llanos de Sevilla, al paso que los de Espiel, Fuente del Arco, Santos, etc., ocupan mayor eleyacion sobre el nivel del mar; y puede calcularse igual á la de la meseta central de Estremadura en la dehesa de la Serena, y que cuando menos llegará á 600 metros: hecho notabilísimo en estos terrenos, y que puede dar mu- cha luz para resolver los problemas á que se halla ligado el relieve de toda la seccion montañosa comprendida entre Guadalquivir y Gua- diana. Las rocas y los terrenos correspondientes á los depósitos compren- didos desde los carboníferos hasta los terciarios, ó sean los del zechstein, lias, oolítico, cretáceo, ete., no aparecen ni se hallan reconocidos en 39 estos distritos en estension, y cual corresponde á la ley de su genera- cion; sin embargo, en los montes de Toledo, entre Garaballuela y Villal- ta de los Montes, en la quebrada que se halla al S. del Puerto de los Carneros, se ve un depósito arcilloso que tal vez pertenece á alguno de los miembros de esta série, y en las dos vertientes de la Sierra-Morena, en el meridiano de Córdoba, algun esquisto y psamnitas de color abi- garrado, que pueden dar motivo á dudas en este particular; y á la ba- jada de las cuestas de Montegil, entre estas y Cantillana, tambien se presentan esquistos y depósitos abigarrados, si no iguales parecidos á los anteriores: pero no están determinados en realidad, y tomando los grandes rasgos de la constitucion geognóstica de esta parte de la Penín- sula, podrá admitirse hasta cierto punto que se halla, si no cortada, in- terrumpida la serie de los terrenos, y grandes vacíos entre los carboní- feros y los terciarios, que en mas de una localidad reposan sobre los graníticos, los cristalinos, y silurianos y carboníferos. Sin embargo, en contacto con los esquistos talcosos de la Sierra- Morena se halla en el meridiano de Cazalla, y en el camino de Canti- llana al Pedroso, una pudinga de color rojo amaranto que constituye la base de la cuesta grande y el total de la chica de Montegil, formando una barrera que se levanta sobre el terreno, y sigue la direccion de la Sierra desde las inmediaciones de Villanueva del Rio hasta las de Alma- den de la Plata en capas verticales á manera de ruinas de fortificaciones antiguas, destrozadas y mutiladas por el tiempo. Forman esta pudinga cantos rodados de cuarzo y de rocas antiguas, de tamaños diferentes, desde el grueso de una almendra hasta un pie de diámetro, y reunidos ó cementados por una pasta de arcilla de color rojo amaranto, que en muchas localidades pasa á la hematites roja. La roca es bastante dura, pero la accion de los agentes atmosféricos, la del agua, etc., arrastran la pasta y dejan desnudos los cantos rodados, pro- duciendo en la pudinga dos caracteres muy notables que marcan la fi- sonomía de los terrenos que median entre las cuestas de Montegil y Cantillana: 1.” Un color rojo de amaranto intenso que domina y tintura toda la superficie del terreno. 2.” Tablas de pudinga de grande esten- sion, en las cuales los cantos rodados se hallan descubiertos y salientes Arenisca nueva roja. 40 de la superficie de la roca, presentando un aspecto análogo al del na- gel -flue de los Alpes. Entre estos depósitos de pudinga resaltan dos mas particularmen- te, uno al pie de la cuesta grande de Montegil y apenas se sale de los esquistos talcosos, otro que forma la cresta y el total de la segunda cuesta para caer al Biar; y el terreno hasta Cantillana se halla formado de capas de esta pudinga, alternando con otras de arcilla rojiza, mar- cándose mucho las de pudinga en las cuestas; y el escarpado de cerca de 100 metros de altura que lame la orilla izquierda del Biar desde una legua de su desembocadura hasta Cantillana, constituido por capas de pudinga cortadas 4 pico en forma de cornisas salientes sobre las de ar- cilla socavada por las aguas. Sobre este escarpado pasa el camino de Cantillana á Cazalla, y en el cual es bantante frecuente ocurrir desgra- cias de acémilas que se resbalan y caen al Biar. La inclinacion de las capas de pudinga es casi vertical en las cues- tas, cede 4 medida que se aparta de esta localidad en direccion al Gua- dalquivir, y ya en Cantillana se hallan casi horizontales; y este hecho y la posicion de los cantos rodados componentes de la pudinga, demues- tran el levantamiento de esta por la masa del islote de rocas cristalinas que comienza en las cuestas y sigue hasta el Pedroso. El color rojizo amaranto de la pudinga, el de las arcillas, que pre- senta variedades de abigarradas en general y en todo aquel terreno, y su posicion sobre el depósito carbonífero del Biar, coloca el de las arci- llas y pudingas de las cuestas de Montegil en los correspondientes al zechstein, ó sea á la arenisca abigarrada; y bajo este concepto pueden asociarse á las arcillas de color rojo amaranto de Córdoba, con las cua- les tienen muchos puntos de analogía en la posicion, color y demás ac- cidentes geognósticos. La arenisca nueva roja toma mucho desenvolvimiento y ocupa gran- des estensiones desde Bailén por Aldea del Rio, Perabad y demás ter- renos adyacentes, pero falta hasta ahora y absolutamente el lias y el grupo oolítico en todos sus miembros componentes. Terrenos terciarios. Los depósitos correspondientes á este grupo adquieren mucho desenvolvimiento y ocupan grandes estensiones, ya 441 sea en Andalucía, ya en Estremadura ó en la Mancha; y las rocas que los constituyen pueden reconocerse en muchas y muy señaladas locali- dades, con la circunstancia de presentar cada una de las diferentes re- giones terciarias sus caracteres propios, que las distinguen y separan en otros tantos distritos, aun cuando en todas ellas sigan las rocas y los depósitos el orden ya reconocido en esta clase de terrenos. Estos dis- tritos son: 1.? Terreno terciario de la cuenca del Guadalquivir. 2.” Id. del Guadiana en Estremadura. 5." Id. de Toledo y Madrid. 4. 1d. de la Mancha. Los depósitos terciarios de Andalucía ocupan todo el terreno de lla- nura comprendido entre las dos grandes cadenas de montañas de la Sierra-Morena y de Ronda á partir de Andujar, sirviéndole de litoral la corriente del Guadalquivir hasta Cantillana, pasa á su orilla derecha y continúa al N. O. por el territorio de Alcalá del Rio en direccion del Cortijo del Peral, en el camino de Sevilla á Badajoz, y al S. de Gerena á buscar á Almonte y la ria de Huelva en su entrada en el mar, mientras que por E. forman sus límites los contrafuertes de la Sierra-Morena, la de Granada enlazada con la de Ronda, y sigue desde la sierra de Osu- na, se prolonga á Moron, Coronil, Medina-Sidonia á las costas del Océa- no. Sin embargo, dentro de la sierra se hallan depósitos de cantos ro- dados terciarios como salpicados en sus terrenos, y tales son los de la Carolina, que siguen hasta mas allá de Guarroman, y que continúan pa- sado el rio Rumblar en Andujar; y aun el Guadalquivir corre en su va- lle de denudacion de arcilla y calizas. Examinados estos depósitos forman una série con representantes de los diferentes pisos en que se hallan divididos, y las forman: 1.2 Superior arenácea, que se encuentra en varias localidades, y mas evidente y característica entre Sevilla y Ecija, en la Luisiana, en la venta de la Portuguesa, próximo á Dos-Hermanas, en el pinar del Bombero, en los solares camino de Cantillana, en San Lucar de Barra- meda, formando las cabezas de las colinas; y asociados á otros dos el uno de cantos rodados de cuarzo y rocas silurianas, cuya magnitud al- 6 TOM. I. Terrenos terciarios de An= dalucía. 42 canza en algun caso á medio pie de diámetro, el otro de arcilla rojiza arenosa. El depósito de cantos rodados es de mucha estension y de grande importancia en la cuenca del Guadalquivir, tanto por la naturaleza y magnitud de los trozos rodados, como en razon al espesor de su masa, que alcanza muchos metros en diferentes localidades. Antes de llegar, y al N. de Andujar, aparecen los cantos rodados apenas pasado el rio Rumblar; y siguen y crecen tanto estos depósitos, que forman las cabezas de todas las colinas desde una legua al N. de Aldea del Rio y el Carpio hasta el puente de Alcolea sobre el Guadal- quivir, y pasado este rio y próximo á Córdoba cesa en su continuidad, para reaparecer en la Luisiana y en el terreno que atraviesa el camino real hasta las inmediaciones de Carmona; camino de Cantillana desde Sevilla y próximo á la ermita de San Onofre; en Cantillana á la salida de este pueblo camino del Pedroso, en las colinas que se estienden cuatro leguas al N. O. y que se hallan á 80 metros de altura sobre el nivel del Guadalquivir; y con mas especialidad en el reverso N. O. de las colinas que proceden de Carmona, y en la hacienda del Acebu- chal, La Torrecilla, Doña María, y en la localidad llamada la Norieta, cerca de la venta caida del castillo próximo á Dos-Hermanas: y su posi- cion en la cabeza de las colinas, su yacimiento en las anfractuosidades de la arcilla, y la identidad de los caracteres mineralógicos de los can- tos rodados, demuestran (0 al menos indican) que estos diferentes de- pósitos esparcidos en la cuenca del Guadalquivir y en la direccion de Andujar á Sevilla, pueden ser los restos de otros que cubrian el suelo andaluz, y que fueron mutilados al vaciarse el golfo 6 sea mar inte- rior, cuyas costas estaban formadas por las sierras Morena y la de Ronda. Los cantos rodados pertenecen á las variedades del cuarzo y á las rocas antiguas de los terrenos silurianos y cambrianos, y su tamaño no pasa de 20 á 25 decímetros. La arcilla es arenácea, y está cargada de peróxido de hierro, cuyo mineral le da un color rojo muy subido, y se presenta en Alcalá de los Panaderos, en el camino de esta villa á la de Gandul, en la hacienda de 45 Quintos, se conoce con el nombre de tierra de (Juintos, y se emplea en la moldería de la fundicion de cañones de Sevilla. Despues de estos depósitos sigue una caliza llamada Albero en el Caliza Albero. pais, la cual no forma roca y sí es terrosa, ocupa la cabeza de las colinas en el Arahal, en el camino de Dos-Hermanas y en la derecha del rio, particularmente pasado San Juan de Alfarache. Esta caliza abunda en la cuenca de Sevilla, y especialmente en las colinas próximas á la hacienda de Doña María, camino de Dos-Herma- nas, y de cuyo terreno se estrae para la construccion de las casas en Se- villa, tomando mas ó menos estension segun el tanto de la parte denu- dada ó arrancada por la accion erosiva de las aguas, que pudiera hasta cierto punto estudiarse por la magnitud, forma y demás circunstancias de estos depósitos calizos. Tambien pertenecen á esta seccion intermedia de los terrenos ter- ciarios, la caliza terrosa que constituye las colinas situadas entre la Sier- ra-Morena y el Guadalquivir en Córdoba. La caliza es terrosa, porosa, su testura floja y con restos orgánicos, entre ellos terebrátulos y ursinos idénticos á los que se hallan en la isla de Córcega. Esta caliza reposa en estratificacion discordante con los esquistos y rocas, que puede dudarse si pertenecerán á los terrenos secundarios; y próximo á la orilla del Gua- dalquivir se estiende un depósito de ahuvion moderno sobre el cual se halla Córdoba; pero á la izquierda del rio comienza otro de arcilla que podrá pertenecer á la seccion yesosa de los mismos terrenos, ó tal vez ser la continuacion de la arcilla azulada de la cuenca de Sevilla. Debajo, y en algunas localidades, se halla en su contacto otra caliza Caliza basta. compuesta de restos orgánicos, y caracterizada por el cerito, la turbitela imbricataria, la natica epiglotica, la cardita planicosta, etc., fósiles que corresponden á la caliza basta de París (calcaire grossier ). Esta ca- liza adquiere grandes desenvolvimientos desde Carmona hasta la costa de Cádiz, en la serie de colinas que partiendo de Carmona se dirijen al S. en direccion y á la izquierda del Guadalquivir; y se puede ver en la barra de San Lucar que la forma la citada caliza, y mejor todavía en el corte tallado por las olas del océano debajo y al pie del castillo del Es- píritu Santo, en la desembocadura del mismo Guadalquivir. Arcilla azul 44 La caliza descansa sobre un depósito de arcilla que ocupa grande estension, y cuyo espesor no se conoce aún, y la cual forma el suelo de los dos grandes valles en que se fracciona el de Andalucía por el pro- montorio de Carmona. Esta arcilla es azulada, plástica, y con alguna tendencia á la testura esquistosa, y sus propiedades plásticas hacen penosos y difíciles los ca= minos desde Carmona á los pueblos de Lora, Cantillana, Marchena, Arahal, etc., en la época de las grandes lluvias, formándose barros tan tenaces y profundos que hay dias y ocasion en que se interrumpen las comunicaciones. Se hallan en la arcilla dientes de Squalus-Carcarias; al menos se han encontrado en el Arahal en la empleada en la alfarería. Este depósito arcilloso se presenta en las marismas del S. de Nues- tra Señora del Rocío, y forma el litoral de la llanura de Sevilla, consti- tuye las colinas de Castilleja de la Cuesta, y continua á la Algaba, y for- ma los dos grandes valles de Sevilla y el Arahal, cubre el terreno car- bonífero de Villanueva del Rio, sube á Ecija y Córdoba, y se estiende por el Arahal, Osuna, Marchena, Coronil á Trebujena y los puertos, for- mando el fondo de todos los valles de denudacion de San Lucar á Jerez y al Puerto de Santa María; y en la embocadura del Guadalquivir en la costa, buza y se esconde debajo del Océano: por manera, que puede ad- mitirse sin mucho error que la arcilla azulada constituye el cimiento ó fondo de la cuenca de Andalucía. En San Lucar constituyen la masa de sus terrenos: 1.” Depósitos de arena rojiza de cuatro á seis metros de espesor, que forma la cabeza de las colinas, y en el cual he hallado las mandíbulas de box orux en el corte vertical del barranco, y al sitio de la huerta ó fá- brica de almidon. 2.” Arcilla blanca forma los cerros, y se llama en el pais alberizo. En el depósito de arena se halla mineral de hematites parda de hier- ro, y todas las aguas que brotan de la superficie de contacto de la arena con la arcilla son minerales, y cargadas de hierro, magnesia, etc.; como se verifica en la fuente de las Piletas, próximo al castillo del Espíritu San- to, las del Tollo en el Pino, etc. 45 El de arcilla se marca para el cultivo de la vid, y todas las viñas que producen los célebres vinos de Manzanilla y de Jerez se hallan en la arcilla llamada alberizo, siendo de notar que en el depósito de arena no prosperan. Con estos datos, los terrenos terciarios del Guadalquivir presentan las rocas y los depósitos correspondientes á los tres grupos de estos ter- renos. 1. Inferior, arcilla plástica azulada de la cuenca de Sevilla, Ara- hal, etc. 2.* Intermedio, caliza de Córdoba, de Carmona, castillo del Espíritu Santo, San Lucar. 3.” Superior, cantos rodados y arenas de las colinas que parten de Aldea del Rio al puente de Alcolea, Luisiana á Carmona, etc.; carecen de yeso. Los de Estremadura contienen los representantes de estos trozos de la época terciaria; y si bien el inferior aún no se halla bien determina- do, los dos siguientes están reconocidos en los terrenos, ya sea de la cuenca del Guadiana, ya de los conocidos por tierra de Barros. La estension de estos terrenos en Estremadura abraza desde el E. y rio Gargaligas á partir de Valdepalacios al O. hasta Badajoz, y penetra en Portugal por Campomayor, Moura, etc., y de tal modo, que el Gua- diana forma el eje de los depósitos terciarios que penetran en golfos á derecha é izquierda del rio, comenzando de sus dos orillas; en la derecha: 1.” El que alcanza hasta Miajadas y el Escorial. 2.” A la dehesa del Pes- querito. 5.” A Campomayor. A la izquierda 1.” el de la Serena y Guareña, y 2." el mas estenso, y que llega hasta cerca de la Calzadilla al S., y de Azuaga y Sierra de Alhange al S, E. y al E. La caliza, cuyas capas forman el pie de las colinas sobre las que se halla construido el fuerte de San Cristobal en Badajoz, afecta una es- tructura cavernosa, su color el gris rojizo, y en sus condiciones muy se- mejante al trabertino. Estos caracteres y sus fósiles lo determinan en la seccion intermedia de los terrenos terciarios, y toman bastante estension, prolongándose á Portugal en la direccion de Campomayor. Arena. 46 Esta caliza se halla en contacto y en estratificación concordante con otra de dolomía, y mejor pasa á ella por tránsitos insensibles, pero con la circunstancia singular de hallarse asociada 4 masas de eufótidas, cuyas condiciones demuestran haber sido inyectadas del interior de la tierra; siendo de advertir que á muy corta distancia, y próximo al fuerte de la Luneta, á la izquierda del camino de Badajoz á Campomayor, se mues- tran en un pequeño valle, basaltos, pomez y lavas: y la asociacion de estas rocas trápicas y de volcanes apagados, esplica suficiente y clara- mente la trasformacion de la caliza lacustre de la colina de San Cristo- bal en la roca metamórfica dolomía; y cambio acompañado en este caso de la estructura esquistosa y terrosa en otra compacta, y con zonas de colores muy diferentes de los que afectan en su estado primitivo y na- tural. La seccion superior aparece de mayores dimensiones, y puede de- cirse que constituye por sí sola y casi la totalidad de las llanuras de Estremadura. La forman esta seccion: 1.” Arena fina. o 2.” Cantos rodados ó conglomerados. 3.” Arcilla roja ó roja negruzca (tierra de Barros). Los depósitos de arena fina ocupan toda la zona mas inmediata al Guadiana desde Villanueva de la Serena por Medellin y Mingabril, si- guiendo á Mérida y Badajoz; la arena es cuarzosa, su espesor de 1 4 14 y 2 pies, y cubre las arcillas margosas tan fértiles en estos distritos. El tipo mas característico de los depósitos arenáceos forma una-corona de una legua de sagita de ancho desde el camino de Don Benito y Min- gabril, siguiendo á Medellin y revolviendo hasta las inmediaciones de la Coronada; y su litoral: 1.* Arco esterior al Guadiana. 2.” Arco interior, colinas al O. de Don Benito, vuelve al N. O. por las mismas casas de Villanueva de la Serena, y sigue á terminar en el camino de la Coro- nada. Los depósitos de cantos rodados forman los conglomerados de Lobon, y colinas de 60 á 80 metros de altura sobre el nivel del Guadiana, y están compuestas de trozos redondeados de esquistos, grauwakas de cor- tas dimensiones, al paso que los que se hallan mas al E. de las llanuras 47 de la Serena son mayores, y pertenecen á cuarcitas rojas y granudas, bastante diferentes de las anteriores. En Lobon se presenta: 1.” Depósito de cantos rodados. 2.* Arenisca basta, con granos de cuarzo hialino. 3." Arcilla margosa. 4.” Arcilla fer- ruginosa rojiza. Sus capas siguen la direccion de S. E. al N. O., y con 50” de inclinacion correspondiente á la de la Sierra de San Serban, con la cual se hallan en relaciones sus estratos, y derivada de la que afecta su macizo. El depósito mas notable de los que componen estos terrenos de Es- tremadura es sin disputa el llamado tierra de Barros, y que forma el suelo del gran golfo cuyo litoral hemos descrito ya, y que corre de N. á S. desde Mérida hasta las inmediaciones de la Calzadilla, y del E. á O. desde Guareña á Salvatierra. La constituye una arcilla de color rojo intenso, pasando al negruzco, y diseminados en su masa cantos amorfos de cuarzo basto blanquecino no muy rodados, pues conservan sus aristas, aun cuando con indicios de traslación ó de algun trasporte. Esta arcilla es muy plástica, y en la épo- ca de lluvias forma barros sumamente adherentes, y tanto que hacen impracticables los caminos; y en verano se fractura el terreno en formas prismáticas, con grietas ó hendiduras á veces de algunas pulgadas de abertura. El terreno es sumamente fértil en los distritos de Almendralejo, Vi- llafranca, Guareña, Don Benito, etc., célebres por su produccion en ce- reales, que el año regular es de 30 por 1, y quele ha merecido el título de granero de Estremadura. Estos terrenos descansan sobre las capas trastornadas de los siluria- nos y cambrianos en el litoral de Magacela, Alhange, Zafra, Hornachos, Villafranca, etc., y sobre el granito en algunas localidades, como entre los Santos y Rivera, que aparece el granito fuera de los depósitos arci- llosos; y en Guareña, Mérida, etc., las cufótidas rompen la cubierta ter- ciaria. Las aguas son escasas y salobres en estos distritos, especialmente en Don Benito, Villanueva, Villafranca, etc., y sería un beneficio in- menso obtenerlas ascendentes en dichos pueblos, centros hoy de pobla- Terrenos tercia= rios del Tajo. 48 ciones crecientes y de mucha riqueza en cereales, y en las cuales se siente ya la escasez de aguas y de combustible, comparado hoy con el despilfarro que hasta la generacion presente se ha hecho en Estre- madura de este elemento de la vida y de la civilizacion de los pueblos. En Don Benito y Villanueva ha sustituido ya el carbon en los usos do- mésticos á la leña, y no está muy lejos el tiempo en que ofrezcan estas poblaciones un buen mercado de consumo al carbon mineral de Belmez y Fuente-Ovejuna (1). Los terrenos terciarios de la derecha del Tajo forman el suelo del golfo que cerrando en Almaraz se abre y ensancha al N. E. en direccion de Madrid, con cuyos depósitos se halla en série de generacion geognós- tica, ó al menos de continuidad de sus diferentes depósitos, y mas que todo á la denudacion de sus valles y tallado de sus macizos. Abrazan estos macizos el espacio comprendido entre la cordillera de Guadarrama y los montes de Toledo y sus contrafuertes, y el limitado al E. por la meseta de la Mancha, que comienza pasado el Tajo y desde las alturas de Ocaña. Componen estos depósitos los correspondientes á los tres grupos de los terciarios, caracterizados por las arcillas plásticas inferiores de Ca- bañas y de Aranjuez, los yesos del Canal y de Aranjuez, los cantos ro- (1) Es inapreciable la fertilidad del golfo terciario de Don Benito y Villanueva de la Serena, y el cultivo está dividido en dos secciones correspondientes á las de los ter- renos; en la corona ó depósito arenáceo la vid, árboles frutales, maiz, y los melones y sandías tan célebres de Don Benito y Villanueva; y en la arcillosa, que se estiende al S. E. desde Villanueva, Don Benito, por la Haba y la sierra de Magacela, los cereales, habas, etc.; y es tan fértil el terreno arcilloso comprendido entre la Haba, Don Benito, Villanueva y la sierra de Magacela, que dificilmente se hallará otro que le aventaje, y solamente puede compararse al de Villafranca y Almendralejo. Cada pueblo tiene su cultivo y produccion especial, que se halla espresado con exactitud en este distrito por el cantar antiguo: Villanueva, sandías; Nabos, Quintana ; Don Benito, melones; La Haba, habas. 49 dados de las colinas próximas á Talavera de la Reina y del mar de On- tígola, y las arenas de la orilla del Alberche en su confluencia con el Tajo; las que cubren el valle entre el Bravo y Santa Olalla, y las que forman las colinas que desde Maqueda y Gismundo se estienden hasta Madrid, y que son parte del mismo terreno ó formacion superior carac- terística del de la corte y sus alrededores, y de siete leguas próxima- mente de radio. Las arcillas inferiores son de color azul algunas, otras pasan al ne- gro sucio, y sumamente plásticas en el valle entre Olías y Cabañas, y en el de Aranjuez y el Jarama. Tal vez estas arcillas corresponden á la formacion yesosa que inmediatamente las cubre en el canal del Manza- nares y en Aranjuez; pero comparadas estas arcillas con las de la me- seta del Bravo y de Maqueda, se diferencian algun tanto en color, en su altura, y en el orden de superposición de los estratos. Las del Bravo y de Maqueda se hallan al nivel de los depósitos de cantos rodados, y aca- so en su continuidad. Los yesos ocupan el lugar próximo superior á las arcillas, y adquie- ren grande desenvolvimiento desde el canal de Madrid por el valle del Manzanares, y mejor del Jarama, y tanto que pasado Valdemoro co- mienzan ya los yesos en el camino de Aranjuez, y mas todavía despues de Espartinas; y en las inmediaciones de la cuesta de la Reina, al bajar al valle del Jarama, puede decirse que este valle se halla tallado en el yeso, que reaparece pasado Aranjuez en el mar de Ontígola con igual in- tensidad, y formando la contraescarpa de dicho valle y la continuidad de la cuesta de la Reina. Estos depósitos están cubiertos por otros de cascajo y arena, y que forman los superiores del terreno desde el monte de Torralba en el ca- mino real de Estremadura siguiendo á Madrid, y aumentando sucesiva- mente 4 medida que se aproxima á la corte. Los cantos rodados constituyen las cabezas de las colinas á una legua al S. de Talavera, y frente á la Calera, como tambien en los próximos á la Casa de Postas, á dos leguas al N. de la misma ciudad; y en tal supuesto los depósitos de cantos rodados ocupan los bordes de las coli- nas en que se halla enclavado el valle del Tajo, perteneciendo los cantos 7 TOM. I. Ar cillas. Yesos. 50 vodados al cuarzo blanco lechoso, basto, etc., y con dimensiones que no pasan de una á dos pulgadas de diámetro (2 á 5 centímetros). En algunas localidades, como en las colinas de San Isidro del Campo en la derecha del Manzanares, son fosiliferos estos depósitos arenáceos, y en sus capas se han encontrado huesos de elefantes antiguos, que son otras indicaciones que podrán servir para clasificar los terrenos supe- riores de Madrid con exactitud. Además de los depósitos de cantos rodados que hemos indicado en la cuenca de Talavera y de Madrid, hay otro en el puente de Almaraz en la izquierda del Tajo, pasado Lugar-Nuevyo, sirviendo de cimientos al castillo antiguo que sin duda defendia el paso del rio. Los cantos son de cuarzo y de rocas antiguas, y su diámetro de uno á dos ó tres cen- tímetros. Otro depósito muy notable ocupa las dos faldas del puerto de Mira- bete, y las alturas que se hallan á la derecha ó izquierda del Tajo, en una zona que se estiende en los dos macizos de los contrafuertes que abrazan la quebrada profunda por donde corre este rio y próximo á Jaraicejo, cantos rodados que pueden llamarse mónstruos en su clase, pues alcanzan de 50 á 55 centímetros, y corresponden á las cuarcitas rojizas en su mayor parte: siendo de notar que se hallan colocados en una misma línea en las dos orillas del Tajo antes y despues del puente de Almaraz, y próximamente al nivel del pueblo de Roman-Gordo y de Jaraicejo. Un depósito semejante (y del mismo tamaño los cantos roda- dos) es el que se halla en la salida y al S. de la Carolina, y que ocupa como el anterior un nivel de muchos metros sobre las llanuras de An- dalucía, Por último, la cuenca terciaria comprendida entre los montes de Toledo y la sierra de Guadarrama y de Gredos, es un golfo avanzado al S. de la mayor y mas estensa de Madrid; dominan en ella los depósi- tos arenáceos superiores, y la caracteriza y separa de las de Andalucía y Estremadura la presencia de la formacion yesosa, que toma mucho des- envolvimiento en estos terrenos, y de la cual carecen (que se sepa has- ta ahora) las dos del Mediodía de nuestro suelo. 51 Terrenos terciarios de la Mancha. Al subir á la meseta de Ocaña cambia hasta cierto punto el hori- meseta de Oc:%a. zonte geognóstico de los terrenos terciarios, no tan solo en el aspecto esterior de las llanuras, que son mayores y mas de nivel, sino tambien respecto á las rocas componentes, puesto que los depósitos arenáceos disminuyen desde Aranjuez y desaparecen en Ocaña, al paso que las ca- lizas constituyen ya las alturas de esta villa. La caliza siliciosa aparece en Puerto-Lápiche, crece luego en cantidad y estension 4 medida que se avanza en el interior de la Mancha, y ya en Manzanares y Almagro se apodera esta roca de toda la superficie del terreno. El yeso tambien figura en estos terrenos, y lo hay entre Almagro y Miguel-Turra, en la Membrilleja, en capas horizontales; es muy blan- co, y alterna y se halla asociado á sus margas. El litoral de los terrenos terciarios de la Mancha corre desde los contrafuertes de los montes de Toledo y frente 4 Ocaña, inclinándose al N. O., y sigue el contorno de sus macizos por Consuegra, Puerto-Lá- piche, Ciudad-Real, á volver al O. por Cabeza-Arados, Ballesteros, La Aldea, Calzada de Calatrava á Valdepeñas, y continúa al S. E. á la iz- quierda del camino de Andalucía, enlazándose con los que siguen en las provincias de Cuenca y Albacete, y envolviendo algunos islotes de ter- renos anteriores que se hallan enclavados en su masa. El orden de superposicion de los depósitos terciarios en Almagro, comenzando por el superior, es: 1.2 Arena siliciosa, que se muestra en la Membrilleja á una legua al N. O. de Almagro, y cantos rodados sueltos de 5 centímetros de mag- nitud en el valle que sigue desde el Villar hasta las inmediaciones de Cabeza-Arados. 2.2 Yeso, capas perfectamente horizontales en la Membrilleja, y de las cuales hay dos descubiertas; la superior mezclada con arcilla, la im- ferior de yeso blanco muy puro. 3.” Caliza siliciosa, que se estiende en toda la cuenca de Almagro, sigue á Daimiel, y al E. enlazándose con la de Manzanares, y al O. con 52 las de Valenzuela, Granátula, Valdepeñas, etc. Esta caliza presenta tres variedades: 1.* Superior en brecha, compuesta de trozos de caliza ce- mentados por la misma sustancia: es de color rojizo. 2.* Caliza siliciosa rojiza. 5.* Caliza siliciosa blanca. 4. Depósito de arcilla roja llamada en el pais Rubiales: se halla siempre debajo de la caliza siliciosa, y no se conoce su espesor. Sus estratos están horizontales. Este conjunto de rocas y su orden de superposicion pueden admitir- se como tipo de los terrenos de la Mancha, y al menos conduce á creer- lo asi la presencia de la caliza siliciosa, que comienza apenas se pasa Puerto-Lápiche, y sigue en todo el camino real por Manzanares, Alma- gro, Valdepeñas, ete. En Ocaña, La Guardia y Madridejos se presenta una caliza mas terrosa con arcilla; pero el carácter distintivo de los terrenos de la cuenca terciaria del centro de la península es la presencia, y la ma- yor estension y la grande importancia de la caliza siliciosa, que no se halla en Estremadura. La naturaleza de esta roca y su posicion horizontal, da lugar á ca - vidades y cavernas interiores en las que se acumulan las aguas, esta- bleciéndose depósitos de grande magnitud; y de aquí el hecho de la ocul- tacion del Guadiana, y su renacimiento en los Ojos y al pie de la falda meridional de la Sierra de Viliarubia, fenómeno fácil de comprender y esplicar cuando se examina la naturaleza de la caliza siliciosa, su testu-= ra llena de cavidades, y la grande estension que alcanza en esta parte del suelo manchego. Con tales circunstancias se forman capas ó depósitos interiores de agua, inagotables, que se hallan en todo el territorio de Almagro, Va- lenzuela, Manzanares, Daimiel, debidas sin duda á las filtraciones del Guadiana, que introducen un estrato fluido característico en estos ter- renos, y el cual se utiliza en todo aquel pais para el riego por medio de norias, y aplicado al cultivo de la patata con especialidad. Terreno cuaternario. Sobre los terrenos terciarios ya descritos des- cansan otros de la época actual ó cuaternaria, y que presentan depósi- tos de estensiones diferentes diseminados á grandes distancias, y espe- cialmente apegados á las corrientes de los rios, y en las costas del mar. Los primeros están compuestos de arcillas y cantos rodados; y además 55 los hay que no han sufrido trasportes algunos. Los segundos son las dunas, que determinan el litoral del golfo que corre desde la ria de Huel- va á la Isla gaditana. En la cuenca de Madrid adquieren mayor estension estos terrenos, especialmente en las inmediaciones de la corte, caracteri- zados por los huesos fósiles de elefante encontrados en capas en la colina de San Isidro. En todos los cauces, y en las orillas de los cursos de agua (sea cual- quiera su importancia y el caudal de su corriente), se hallan depósitos de arena, arcilla y cascajo, compuestos del lavado y apartado que hacen las aguas en la época de las lluvias; los cantos proceden de las rocas, y las arenas y arcillas del detritus de los depósitos y rocas mutiladas por la accion de las aguas. Bajo este supuesto, el Guadiana tiene marcado su curso con una fa- ja lateral en sus dos orillas de cantos rodados pertenecientes á los gra- nitos, grauwakas, cuarcitas, pizarras, etc., de los terrenos montañosos que recorre; asi como el Jabalon lo está por trozos de rocas ígneas de basaltos, pomez, ete., del territorio que atraviesa, correspondiente á la cuenca de Almagro, y el Guadalquivir de arcillas mas ó menos arená- ceas, y las que arrastran sus aguas en las avenidas del invierno. Asf, en todos los terrenos que cubren estas avenidas ó arriadas (co- mo las llaman en el pais) se hallan depósitos sumamente recientes que comenzaron en la época actual, y continuan aumentando su espesor anualmente con el légamo de sus aguas, alimentadas por los afluentes de la Sierra-Morena y de todo su sistema hidrográfico. La arcilla es rojiza, negruzca, muy fina, cargada de arenas; y sus capas, muy delgadas, levan- tan lenta y continuamente los terrenos bajos de las llanuras, convirtien- do las marismas en terreno de pasto, primero, y preparándolas para la agricultura, que mas tarde se apodera de ellas para el cultivo. Con este trabajo del rio se han levantado y levantan los terrenos pantanosos de las inmediaciones de Sevilla en La Algaba, Prado de Santa Justa, Barrio de San Bernardo, etc., y las dos Islas Mayor y Menor, y las marismas de Trebujena, Lebrija, y las que forman la derecha del rio has- ta la ermita de Nuestra Señora del Rocío. En la actualidad, en verano, se hallan estos terrenos al nivel, y apenas suben de las aguas del Gua- 54 dalquivir; son horizontales, y descansan las capas de los depósitos del rio sobre la de arcilla azulada inferior. En invierno los cubre el agua casi de todo punto, especialmente los de Trebujena y Lebrija, y todos los terrenos de marismas comprendidos entre la cuesta del Reventon, próxi- mo á San Lucar, y el cortijo de Albento ó cerro de Gibraltar; de manera que se necesitan muchos siglos antes que el trabajo actual de reconstruc- cion del rio pueda levantar y poner completamente á seco estas maris- mas en todas las estaciones. Tambien puede asociarse á esta época la ca- liza de Cádiz, compuesta en su totalidad de restos orgánicos y que se halla en esta parte de la costa. Su estudio justificará ó no este juicio, y si realmente pertenece á las formaciones actuales ó á las terciarias. En los Montes de Toledo, Sierra de Guadalupe, de Mirabete en Es- tremadura, en el distrito de la Serena, y mejor en la region de las cuar- citas, hay en todos los flancos de las cadenas de montañas unos depósi- tos de cantos ó trozos de aquellas rocas, producidos por la fractura y mu- tilacion de las capas de las cuarcitas y grauwakas, pizarras, ete. Los tro- zos afectan por lo general formas mas ó menos aproximadas al romboedro, conservan sus aristas y ángulos sólidos, y constituyen depósitos conoci- dos en el pais con el nombre de pedrizas. Estos depósitos comenzaron en la época del levantamiento de las capas de las cuarcitas, etc., y siguen en serie contínua hasta la época actual por la accion de los agentes es- teriores sobre las crestas de las montañas. Los trozos tienen desde 8 y 10 centímetros á 1 metro y mas de lado, y se emplean en la construe- cion de las casas, cercados, etc. Dunas. En las orillas del mar, y desde la ria de Huelva á la Isla ga- ditana, forma el litoral del Océano una série ó línea de dunas que cubren toda la costa en el coto de doña Ana y desembocadura del Guadalqui- vir, pasa á la orilla izquierda desde el torno de Bonanza, y sigue frente á San Lucar por la costa de Chipiona y convento de Nuestra Señora de Regla, Puerto de Santa María, para terminar en el castillo de Sancti Petri, en la Isla gaditana. Pero si bien en todo el litoral la accion determinante de las dunas trabaja sin cesar, hay localidades en las cuales cireunstancias especiales favorecen el desarrollo de este fenómeno geológico, como sucede en el 55 coto de Doña Ana, frente á San Lucar desde Bonanza al castillo del Es- píritu Santo, convento de Regla, Puerto de Santa María y Campo-Soto en la isla de Leon, pues en ellos se reunen las condiciones: 1.* Costa formada de arenas. 2.* Corrientes de agua que acarrea el detritus del continente. 3. Mareas vivas. 4. Fuerte temperatura, que evapora el agua en la zona de la costa sujeta al flujo: y reflujo de las mareas. 5.* Vien- tos bastantes y de intensidad, especialmente al S. O.: y todas ellas hacen sumamente eficaz el trabajo de las dunas en esta costa, y que ha influi- do mas de lo que parece en el curso del Guadalquivir. Libre este rio de la Sierra-Morena en Cantillana, recorre la distan- cia que media hasta Sevilla, atravesando la vega de esta ciudad: pero es tal la disposicion del terreno, que apenas llega al pie de las colinas de Castilleja se apega á sus macizos, y continua lainiéndolos por Herbes, la Puebla y Coria, y pasadas estas poblaciones frente á la hacienda de la Compañía, y en la cortadura se fracciona el rio en los tres brazos llamados: 1.” del Este; 2.” del Medio ó de Tarifa; y 3. de La Torre, y que abarcan las Islas Mayor y Menor, y la pequeña producida por la cortadura hecha para salvar el gran Torno de la Punta del Car- nero. El brazo del rio llamado La Torre (y el mas occidental) se inclina al N. O. en prolongacion de las colinas que vienen de San Juan de Alfa- rache hasta muy próximo á Villamanrique, que vuelve al S. y paralelo al de Tarifa, formado por los dos ya reunidos que abrazan la Isla Menor, para unirse despues frente á Trebujena, y constituir en un solo cauce todo el Guadalquivir. El terreno al frente del brazo La Torre, y el que sigue hasta las primeras salinas contíguas al coto de Doña Ana, es una marisma casi de nivel con el rio, y separada del mar por las dunas de dicho coto. Tendrá este terreno 13 legua de ancho, y de longitud, desde la pun- ta de San Jacinto en la derecha del Guadalquivir hasta las inmediacio- nes de Almonte, unas 9 leguas, espacio cubierto de una série ó lí- nea de cerros de arena suelta de 60 á 70 metros de eleyacion, con pe- queños espacios ó valles intermedios, y cuyo conjunto constituye la for- macion reciente de dunas perfectamente caracterizadas. En la arena se 56 hallan conchas pertenecientes á las que viven actualmente, y en al- gunas conservando hasta los colores. Debe notarse que de las marismas de la derecha del rio avanzan al- gunos golfos y penetran en el coto de Doña Ana, como el llamado la Marismilla, frente al último torno del Guadalquivir; y toda la disposi- cion del terreno presenta indicaciones de haber continuado el brazo de La Torre mas al N. O., y á desembocar en el mar en la direccion marcada por las alturas que siguen á la costa desde Almonte. De otro lado el brazo izquierdo del rio ha seguido y continua en la direccion de las colinas de Lebrija, Trebujena; y por manera que la dis- posicion de estas colinas y las de la derecha del Guadalquivir que forma un ángulo muy abierto desde Sevilla y ensanchándose á medida que avanza á la costa, la del curso del rio y su separacion en los tres brazos que hoy rodean las dos Islas Mayor y Menor, parece indicar la posibi- lidad de haber sido el nudo de separacion de los brazos espresados, el vértice del delta del Guadalquivir comprendido entre el de la Tor- re, que desembocaria á la izquierda de Almonte, y el de la derecha 6 Tarifa, que lo haria en San Lucar. Despues los acarreos del rio levan- taron el terreno de las marismas, y comenzó el periodo de las dunas tan luego como pudo quedar en firme la arena que ha estrechado la salida del Guadalquivir por la derecha de su curso formando el coto de Doña Ana, arrojándolo á la izquierda al S. E. y obligando á reunir sus aguas en un solo cauce, que continua al pie de las colinas de Trebujena, etc.; dique que las contuvo si bien mutiladas, y como parece en su corte ver- tical desde Bonanza hasta el castillo del Espíritu Santo. Despues el rio se ha separado del barranco de San Lucar, y esto á medida que las olas del Océano destruyen el promontorio que ha formado y aún constituye la Barra de San Lucar. Toda la costa desde San Lucar hasta Rota está formada por los de- pósitos que ya hemos indicado, y sobre la arcilla azul descansa la capa de caliza fosilífera, con la cireunstancia de no ser igual su espesor en to- da su estension, sino que aumenta aquel en determinadas localidades, co- mo se verifica en el castillo del Espíritu Santo, Punta de Montijo, Chi- piona, etc., mientras que disminuye en otras formando á manera de 57 lentes 4 continuacion unas de otras, que casi se tocan por sus es- tremos. Consiguiente á esta disposicion de la caliza, la costa resiste mas á la accion del mar en los puntos en que aquella presenta mayor espesor, al paso que en los espacios intermedios cede al batidero de las mareas ó de las olas en los tiempos fuertes; resultando de estas condiciones que el trazado de la costa es una línea ondulada, formada de promontorios sa- lientes de caliza, como los del castillo del Espíritu Santo, Punta del Mon- tijo y Chipiona, y de ensenadas muy abiertas como la de Val-de-Conejo entre los primeros, etc. Además las olas baten y deshacen la capa de la arcilla azul, ahondan en su masa, y escavan debajo de la capa caliza, que concluye por formar una cornisa en el escarpado del corte vertical del terreno, y asi conti- nua hasta tanto que se rompe por su peso y cae al pie del escarpado, for- mando cúmulos de trozos fracturados de la roca á manera de ruinas, y que avanzan y penetran en el mar á flor de agua en prolongacion de los promontorios del Espíritu Santo, Montijo, Chipiona, etc. Tal es el tra- bajo de demolicion que llevan sin descanso desde el periodo actual las olas del Océano, y el cual hace patente el cordon litoral formado desde San Lucar, Punta de Montijo y Chipiona, y la famosa peña Salmedina, de cerca de una milla de estension, que se halla frente á la punta del Carnero entre Chipiona y el convento de Regla á dos millas de tierra, y la cual es de la caliza fosilifera, queda descubierta en la baja mar; que forma uno de los ejemplos mas notables de las ruinas producidas por la accion destructora del Océano en esta parte de la costa de la Penínsu- la. Esta roca podrá corresponder á la formacion de la caliza de Cádiz, y por consiguiente salir del grupo terciario para otro mas moderno. En la superficie esterior se ven bálanos. Con estos datos se esplica facilmente el hecho que presenta hoy el curso del Guadalquivir en su desembocadura, de abandonar y ceder ter- reno en la orilla izquierda, ó sea del lado de San Lucar, y socavar é in- vadir la orilla derecha en el coto de Doña Ana. Desde Bonanza hasta el castillo del Espíritu Santo forma el corte vertical de las colinas, cuyo pie siguió el rio en los primeros tiempos de su curso, un arco muy abierto 8 TOM. l. 58 de media legua de cuerda, y su sagita desde la orilla del agua frente á la Aduana hasta la cuesta de Belen en la calle de Bretones es hoy de ocho- cientos metros; de modo que hallándose situado el último torno del rio en Bonanza, la corriente seguia el barranco á buscar una salida por el estremo del dique que formaba la punta del Espíritu Santo, mientras que las dunas la empujaban, é impedian seguir al N. O. hasta salvar dicho promontorio. Batido este al S, O. por el Océano y socavado al E. N. por las aguas del rio, la capa de arcilla azul ha cedido, la caliza se ha fracturado, y al paso que la corriente ha tenido libertad de seguir su curso en direccion del ángulo formado en Bonanza, el rio se ha separado de las colinas de San Lucar y abandonado el terreno que forma hoy los cimientos de la ciu- dad nueva, desde la cuesta de Belen hasta la Aduana, de quinientos me- tros de ancho, y los Navazos de su alrededor, comprendidos entre las lí- neas de dunas que corren en la izquierda del Guadalquivir desde Bonan- za hasta el castillo del Espíritu Santo. Este trabajo aún no se halla concluido, porque dicho promontorio sa- le dela curva que viene de Bonanza unos treinta metros, y el mar bate y batirá con violencia debajo del castillo del Espíritu Santo, ha socavado ya sus cimientos, y continuará su obra de destruccion hasta que ponga en relaciones de continuidad la salida del rio con la línea de su corriente, derivada del ángulo de inflexion de Bonanza, y que forme naturalmente el cordon litoral por la accion de las mareas, que se halla interrumpi- da con dicho promontorio, y que debe cortarlo próximamente por la fuente de las Piletas. Puede apreciarse el efecto de estos fenómenos con el dato que Don Enrique, séptimo Señor de San Lucar, por privilegio da- do en Huelva en 3 de diciembre de 1478, concedió á los comerciantes bre- tones la facultad de poblar el terreno bajo al pie de los barrancos que iba dejando el mar en la costa con lo que robaba en la opuesta, y se edificó la calle de Bretones de San Lucar, la primera que sale del pie de la cuesta de Belen, tomando principio la poblacion baja, que hoy es la mejor y mas regular de la ciudad; siendo de notar que la plaza de San Lucar y todo el terreno de la poblacion baja se halla al mismo nivel si no inferior al de las mareas altas, y protejido por la línea de dunas, que 59 impiden tambien la salida de las aguas de la ciudad, dando lugar á de- pósitos y á pequeños pantanos en la salida de las calles. Por último, la desembocadura del Guadalquivir está comprendida en- tre la punta del castillo del Espíritu Santo en la izquierda, y la de San Jacinto en la derecha, y el canal hoy se halla próximo á esta orilla y al coto de Doña Ana; su profundidad es de doce 4 catorce brazas en pleamar; y de cuatro á seis en la baja, y estando formada la barra por trozos de la caliza rotos y fracturados por las causas y procedimientos indicados; y descansando estos trozos sobre la capa de arcilla azul, se concibe no ser imposible en lo humano arrancar la cuerda de caliza que forma la barra que impide y hace tan peligrosa la entrada del rio, y la navegacion en una de las principales arterias de comunicacion de nuestras provincias meridionales. El rio ha abandonado y continua abandonando su ori- lla izquierda, y todo el terreno que ocupa no solo la ciudad baja sino los Navazos, que corren desde Bonanza hasta el castillo del Espíritu Santo. Desde la plaza al pie de la cuesta de Belen hay seis metros de desni- vel, trece desde esta cuesta al borde superior del barranco sobre que está edificado el barrio alto 6 San Lucar el Viejo, y de este borde al naci- miento del camino del Puerto de Santa María y de Jerez seis metros, for- mando un total desde el nivel de la plaza de veinte y cinco metros. El rio lamia el pie de la cuesta de Belen, y en prolongación de esta cuesta está la calle llamada del Puerto Escondido, distante hoy ochocien- tos metros de la orilla del agua, y se conserva todavía la tradicion de ha- berse atracado los buques en tiempos antiguos al murallon de la cuesta de Belen, sobre el cual se halla edificado el palacio de los sucesores de Guz- man el Bueno, primer Señor de San Lucar. Este murallon dista hoy del rio ochocientos metros. Terrenos y rocas volcánicas. En la cuenca de Almagro, y en un es- pacio comprendido entrela sierra de Villarubia, derivada de los Montes de Toledo, y la de Puerto-Llano, en contacto ya con los primeros contra- fuertes de la Sierra-Morena, se estiende una region marcada por la pre- sencia de volcanes apagados, rocas volcánicas y desprendimiento de áci- do carbónico en cantidad bastante para dar á las aguas el carácter de 60 acídulas, y tambien de formar depósitos en las cavidades de los terrenos, y corrientes de gas en determinadas localidades. Este espacio comienza al E. en el meridiano que pasa por el Cerro del Tesoro en Bolaños y Torralba, al O. llega hasta Cabeza-Arados y muy cerca de Almaden, mientras que de N. 45. alcanza desde Picon y Piedra-Buena en la derecha del Guadiana hasta pasado Puerto-Llano, y aun puede considerarse de mayor estension la energía volcánica cuando en Cabeza del Buey, y en la falda O. de la cadena de Castuera, hay tam- bien aguas acídulas; hecho que lleva sin violencia la accion volcánica á una estension de veinte y cinco leguas de E. á O. desde Bolaños á Cabe- za del Buey, y en el terreno montañoso comprendido entre la Sierra- Morena y los Montes de Toledo, y en el cual se confunden sus últimos contrafuertes á punto de cambiar y trasportar de unos á otros sus res- pectivos sistemas hidrográficos. Los volcanes y las rocas volcánicas se hallan en las cadenas de cuar- citas derivadas de los Montes de Toledo, ya sea en la sierra de Consue- gra y Fernan-Caballero, ya en la de Almagro y Puerto-Llano; y su tra- zado separa las cuencas de Almagro, Valenzuela, Granátula, Moral, Ciu- dad-Real, Valdepeñas, etc. La direccion de estas cadenas cambia en cada una de ellas, y es muy variable: la que sirve de cimiento y sobre la cual está edificado el castillo y convento de Calatrava corre de N. á S.; la del cerro de Morriones, próximo á la Cornudilla en el camino de Valen- zuela á Granátula, E. S. O. N.; la de la venta de Borondo se dirije al S. O.; y Almagro se halla en el centro de una corona de cerros de cuar- citas de una legua de radio, y que sigue desde Bolaños por Mata-Bes- tias, Boca-Pucheros al camino de Ciudad-Real y de Daimiel. En estos cerros de cuarcitas se hallan rocas volcánicas concentradas en una línea curva que comienza en Bolaños y el Moral, sigue por el cerro de la Yezosa de Almagro, La Cornudilla, etc., Calzada de Calatra- ya, Almodovar, Puerto-Llano, Cabeza-Arados, Alcolea, Piedra-Buena, Picon, para terminar en Torralba, que se da la mano con el cerro del Te- soro de Bolaños; y con todas las indicaciones de un grande cráter de volcanes apagados, cuyos productos están acumulados en esta region, y en ellos cráteres, lavas, depósitos de pumita, tufos volcánicos, etc. 61 Las rocas que se hallan en estos terrenos son: 1.* Cuarcitas, forman los macizos de las desigualdades del terreno, que es pedregoso en estre- mo, y en Almagro constituyen las cuarcitas los cerros de Mata-Bestias, Boca-Pucheros, etc. Estos terrenos de cuarcitas se conocen en el pais con el nombre de guijares. 2.” Arcilla de color rojo intenso asociada á las cuarcitas en dichos terrenos. Se llaman rubiales. 5.” Rocas ígneas, llamadas en general negrizales en el pais en razon al color oscuro que afectan, y son: 1.” Roca compacta, color negro, fractura unida con cristales de pi- roxena y de olivino: es un basalto, y se halla en el cerro de la Nieve á un cuarto de legua al N. E. de Almagro, entre los caminos de Bolaños y Daimiel, en los cerros de la Atalaya, en el de la Yezosa, en Cabeza- Arados, etc. 2.” Roca compacta, fractura unida, algo terrosa, color verdoso: es un basalto á base de hiperstena, y se halla en las mismas localidades que la anterior. 5.” Roca compacta, color pardusco, con cavidades tapizadas de cris- talizaciones blancas (al parecer zeolitas): es una especie de variolita, y se halla en las mismas localidades. 4. Roca esponjosa, aspecto fundido, muy parecida á las escorias de los altos hornos de hierro; es una lava, pasando á la pumita; se halla en el cerro de la Yezosa de Almagro. 5. Roca esponjosa, toda formada de cavidades, de muy corto peso, aspecto vítreo: pumita; se halla en la Yezosa. 6.” Depósitos de trozos de pumita del tamaño de almendras, no es- tán redondeados, antes por el contrario conservan perfectas sus aristas y ángulos sólidos, formando una especie de brecha. Se halla un depósi- to inmenso de estos trozos en el cerro de la Cornudilla, entre Valenzue- la y Granátula. 7.* Depósitos de trozos de basalto como guisantes hasta nueces: es una toba volcánica, y se halla en la Yezosa de Almagro y en la falda E. en el camino del Moral; tambien en el de Ciudad-Real en el sitio de Puentecillo, 4 media legua de Almagro. 8.” Bolas de basalto de 50 á 60 centímetros de diámetro, en el cami- 62 no de Almagro á Granátula y en el de Valenzuela á la Aldea, al pasar los cerros de cuarcitas que separan las cuencas de Almagro y Granátula, en el camino de este pueblo, de la Calzada al Jabalon, y por último, in- mediato á las cadenas de cuarcitas, y en la abertura parabólica de la que se halla en contacto con el cerro sobre el que está edificado el castillo y convento de Calatrava; y en las inmediaciones al pueblo de Cabeza- Arados. Además de estas localidades hay otras en las cuales se hallan rocas ó productos volcánicos (negrizales ), y están reconocidos los siguientes: 1. Almagro, Cerro del Tesoro, de Bolaños, de la Nieve, de la Ye- zosa, Atalaya, Solares del Corral Viejo, Morriones, de los Hoyos, Rube- ron, Cañada de la Fuente del Cochino, Cuestecilla. 2. Miguel-Turra, La Serna, Cabeza-Mesada, Ciruela, Ciudad-Real, Torralba, Calatrava la Vieja, Sancho-Rey, Corral de Caracuel, Villa- Mayor, Ballesteros y su terreno próximo á los Hervideros, Torrecilla, Pozuelos, Aldea del Rey, Puerto-Llano, Almodovar, Cabeza-Arados, to- das estas localidades á la izquierda del Guadiana; y Piedra-Buena, Picon, Alcolea y Valverde á la derecha: por manera que contando con los de Peñabarriga, Montejicar, Puerto del Ciervo, Fuente-Sintero, en las in- mediaciones de Almaden del Azogue, se estiende el fócus volcánico de es- ta parte central de España á una elipse alargada, cuyos ejes son de veinte y cinco leguas el mayor y de doce el menor; y marcado con la presencia de las rocas ígneas ya descritas. Tambien hay indicaciones de volcanes en Pozo- Blanco, Fuencaliente y hasta Montoro. Este carácter volcánico se halla muy pronunciado en las inmediacio- nes de Almagro, y los cerros de la Yezosa, Atalaya, Estrella y Cornudi- lla son todos volcánicos, y compuestos de basalto, lavas, pumita y tobas volcánicas. En ellos pueden reconocerse aún los cráteres y la direccion de las lavas, y tanto que Almagro parece hallarse en el centro de un esten- so cráter de mas de una legua de diámetro, y rodeado de rocas de origen evidentemente volcánico desde Bolaños hasta el cerro de la Nieve, y el cual despues fué un lago en el que se depositó la caliza siliciosa y los de- pósitos superiores, que alternan en algunas localidades en su estratifica- cion con lechos de cenizas volcánicas compuestas de pumita, basalto, ete., 65 de cuyo hecho hay ejemplo á la salida de Almagro en el camino de Ciu- dad-Real, y á media legua en el mismo camino y sitio llamado la Cues- tecilla, y próximo á la cuenca de Miguel-Turra. Aguas acidulas. Comprobando el origen ígneo de estos terrenos se hallan aguas acídulas por el ácido carbónico, que tienen en disolucion, y llamadas en el pais aguas-agrias, en las inmediaciones de Almagro, abar- cando el sector S. O. de la cuenca en un radio de media legua, especial- mente en Mata-Bestias, Yezosa, Rinconada, etc. En la vega de Valenzue- la todos los pozos son de agua agria; tambien en la fuente de San Isidro y en Cervera pasado el Jabalon, con la circunstancia de haber dos fuen- tes muy próximas, la una de agua dulce y la otra agria; la fuente del pueblo de Granátula, ete.: y en general se nota que son acídulas las aguas de las fuentes y de los pozos inmediatos á los cerros volcánicos, y tanto mas cargadas de ácido carbónico cuanto mas en contacto se hallan di- chos cerros. De todos los pozos de aguas acídulas se desprenden emanaciones de dicho ácido, y tanto que ocasiona frecuentemente desgracias de personas, con particularidad muchachos, que perecen asfixiados; y en el camino de Valenzuela á Granátula, término de esta villa, en sitio llamado la Mini- lla, hay una escavacion artificial de tres metros de profundidad en la falda O. del cerro de cuarcitas, en la cual hay una capa de dos metros de espesor de ácido carbónico, y suelen encontrarse á su entrada pája- ros, liebres y zorras muertas de las que llegan á beber del agua que hay en su fondo; y fenómeno igual en sus causas y efectos al de la céle- bre Gruta del Perro en Nápoles. Pero la emanacion mayor de ácido carbónico se halla en los Hervi- deros de Fuen-Santa, sitio de baños á donde concurren las gentes del pais y algunas de la corte en el verano, y situado á dos leguas al O. de Almagro, en la cuenca del Jabalon á su orilla izquierda, y en la falda de la Sierra de Ballesteros. El terreno por el cual brotan los manantiales, cuyas aguas rompe la corriente del gas, es la caliza siliciosa; y muy próxima á los negrizales, ó sea terreno volcánico de Ballesteros, hay dos manantiales, uno antiguo abandonado, y el que actualmente está en uso para los baños. 64 Forman estos un cuadrado de tapia, con la puerta al N., y dentro otro de unos tres metros de lado al nivel del terreno, y al cual se des - ciende por gradas hasta su fondo. Está sin cubierta, á la intemperie, y sin ninguna separacion ni comodidad para las personas que frecuentan los baños. El ácido carbónico rompe las columnas de agua con mucha violencia, y esta presenta el aspecto de una caldera hirviendo, y es constante todo el año. En las inmediaciones se ven depósitos pequeños de hierro car- bonatado, y pasando al hidratado. Tambien en Fontecha, próximo al sitio llamado La Piedra de Bena- vente ála izquierda del Jabalon y frente á Cervera, acuden muchos ve- cinos de Valenzuela, Granátula, etc., á bañarse en verano; pero los ba- ños mas notables son los Hervideros de Fuen-Santa, que están situados en una encomienda de la orden de Santiago, y la casa que habia desti- nada para el acomodo y habitacion de los concurrentes fue destruida por Palillos durante la guerra civil. Estos baños, los de Puerto-Llano y sus aguas, cargadas de ácido carbónico, son tan provechosas en su accion sobre la economía animal como los célebres de Spa en Baden, y otras de su clase en Europa; y es sumamente doloroso el abandono en que se hallan, sin ninguna de las comodidades propias de la civilizacion, cuando tanto bien podia obtener la humanidad doliente de esta riqueza inapreciable de aguas minerales en la provincia de Ciudad -Real. Criaderos minerales. El terreno comprendido en esta Memoria abunda en minerales, y desde luego, además de las rocas propias para la construccion de los edificios, etc., están reconocidos: 1.2 Plata. En Almaden de la Plata, Guadalcanal, Cazalla, Llere- na, ete.; si bien estas minas, abandonadas de antiguo, no han correspon - dido á los esfuerzos y gastos empleados en sus labores en la época actual. Las de Cazalla fueron completamente desaguadas y puestas en trabajo en 1843, pero aun cuando se halló el filon, y de mineral muy rico (pla- ta roja), era tan escaso que no compensaba los gastos, y ha sido abando- nado. La de Guadalcanal estaba desaguándose, y ha sido abandonada como 65 la de Cazalla. En Llerena no han dado producto los trabajos empleados hasta el presente. Cobre. En el granito de Castucra hay muchos indicios de cobre, y filones que corren por lo regular de N. á S.; pero no han correspondido á las esperanzas que habian hecho concebir los muchos cantos rodados de minerales de cobre que se hallan en los arroyos del distrito. El mi- neral es óxido de cobre; pero es tan dura la roca, tan costosos los tra- bajos, y el filon de tan corta potencia, que aquellos han sido abandonados. En el contacto del granito con el terreno siluriano, en el Cerrillo y á la salida de Castuera por el camino de Quintana, se encuentran bas- tantes hematites de hierro abigarrado. ¿Serán estas las cabezas de filones que pasen al cobre 4 mayor profundidad? En el valle de la Alcudia en el quinto del Garbanzal se halla la mi- na de Santa Ana, y en las inmediaciones de Talarubias tambien otra, y su filon de cobre de las especies malaquita y piritoso. Rio-Tinto y Linares son conocidos por su riqueza mineral en cobre, á las que no cede el criadero del castillo de las ruardias: es de suma importancia y de bastante riqueza ya para rivalizar con los de Linares y Rio-Tinto. La mina llamada La Admirable se halla sobre una masa de piritas de hierro cobrizo de trece varas de potencia, que corre en direccion N. O. al S. E., ó sea de 122” de la brújula minera inclinándose al S. O. Contiene el mineral de 23 á 3 por 100, de 5 por 100 de sílice, y el resto azufre y hierro: se estraen ya 20 á 25000 quintales de mineral, y producen 800 á 900 de cobre de cementacion de escelente calidad. Plomo. Es muy abundante en la especie de súlfuro ó galena, y en filones intercalados entre las capas de pizarras y esquistos de los terre- nos silurianos inferiores de estos distritos, especialmente en la Serena y en toda la Sierra-Morena, como se justifica por los trozos rodados que se encuentran en los arroyos; y en razon á los escoriales de mucha esten- sion que se hallan en estos terrenos, y que demuestran la grande acti- vidad que tuvieron los pueblos antiguos en el beneficio del plomo. Las minas de Linares y algunos escoriales, son los que producen hoy el que se obtiene en estos distritos. TOM. L 9 66 Azogues. — De este precioso metal existe la célebre mina de Almaden, y concentrado su criadero en la sierra de cuarcitas sobre que se halla la villa, y que solo está reconocida en sus inmediaciones. Hierro. Es muy abundante en las especies oligisto, magnético, he- matites roja, parda, etc. El criadero del Pedroso lo forman capas inagotables de hierro oli- gisto, intercalado entre las rocas silurianas de la izquierda del rio Huez- na, y el magnético empleado en la misma ferrería se halla en el grani- to. En Orellana corresponde al peróxido rojo, y es muy abundante. La fosforita forma al S. E. de Logrosan un filon vertical intercalado entre las pizarras arcillosas del terreno siluriano; comienza á unos mil pies de la poblacion, y sigue desde el arroyo de Navazarza hasta la fal- da meridional del cerro de la Ermita de la Virgen del Consuelo, en una longitud de dos mil metros: su potencia varía de cuatro á treinta pies de espesor, corre de N. á $,, y su masa afecta la testura testácea. En el cerro de San Cristobal se halla en contacto con el granito y las pizarras arcillosas; y á pesar de haberse denunciado varias perte- nencias de minas por los años 1820 y siguientes, y aun cuando se es- trajeron en 1826 y despues hasta quinientos quintales de fosforita, ac- tualmente se hallan abandonados los tres pozos abiertos en aquella épo- Ca, y cuya profundidad no pasó de unos diez metros. Reasumiendo, y al apreciar los trazos principales de las observacio- nes y de los hechos consiguientes á los estudios de los terrenos compren- didos en esta Memoria, resulta: 1.” El total de cuantos los constituyen se dividen en dos grupos marcados, y correspondientes á las dos notables de su topografía: Montañas. Cristalinos y silurianos, y cambrianos, carboníferos, volcánicos. Llanuras. Terciarios, cuaternarios. 2.” La Sierra-Morena enlaza sus contrafuertes con los de los mon- tes de Toledo en el valle de la Alcudia, y en esta region de tal modo, que su sistema hidrográfico se trasporta á las llanuras de la Mancha, y á la meseta central de Estremadura. 3.” El granito forma el núcleo y el eje principal de levantamiento 67 en la cadena de la Sierra-Morena desde Santa Elena hasta la frontera de Portugal, y en la direccion E. S, O. N. de esta cadena. 4.* Los islotes de granito de Estremadura siguen entre Guadalqui- vir y Guadiana la direccion E. 12 S.; O. 12 N, 5.” La fuerza que determinó la aparicion del granito en la region comprendida entre el Tajo y el Guadalquivir, cuyos bordes se hallan con- centrados entre los linderos marcados en el curso de estos rios, forman un estenso cráter de inyeccion, cuyos bordes están diseñados en el eje de la Sierra-Morena, y en Burguillos, Montanches, Trujillo, Belbís, Gua- dalupe, Logrosan, Menasalbas, y penetrando en Castuera, Bellalcazar, etc., y que corresponde al formado por la cadena de Guadarrama y Somosier- ra, Montanches, Sierra de la Estrella, etc. 6. La composicion del granito presenta pocas modificaciones en los bordes del cráter enunciado, y de grande semejanza, y notables en la re- gion intermedia, como en Burguillos, Castilblanco, etc. En la parte de Estremadura y en la esfera de actividad de Logrosan el granito es fos- forescente. 7.7 Desde el Guadiana al Guadalquivir se marca el granito respec- to á su dureza por falta de cohesion ó de tendencia á descomponer- se, al paso que en el N. del Guadiana desaparece este carácter, y la roca se hace dura, tenaz, y resistente á la accion de los agentes este- riores. 8.2 En todos los casos el granito adelanta y empuja sus filones en- tre las capas de las rocas que se hallan en su contorno; y este hecho, y el de los diques y rocas graníticas que penetran y rompen los depósitos silurianos y cambrianos, demuestran la inyeccion de su masa y el cami- no para conocer, ya sea su lugar en la edad relativa de las rocas, ya las perturbaciones que presentan estas y los terrenos en la distribucion de sus elementos, y en las formas de su topografía. 9. Las meláfiras y eufótidas aparecen asociadas al granito, y en la region comprendida entre Guadalquivir y Guadiana, y en el mismo me- ridiano con pequeñas diferencias, pero en corta estension, y mas bien co- mo cabezas de focus eruptivo. 10. Las dioritas y los pórfidos marcan el estremo de la Sierra, y á 68 partir del S. O. del camino real de Badajoz á Sevilla hasta el mar; y tan- ta es su estension y tal su importancia, que deben calificarse dichos ter- renos como tipo de las dioritas y pórfidos: terrenos cuyo núcleo puede fijarse en la montaña de Trasierra. 11. Los terrenos silurianos y cambrianos forman la casi totalidad de los que constituyen las montañas de esta parte de la península; sien- do de notar que las cuarcitas adquieren mayor energía y desenvolvi- miento en la region marcada por la presencia del mercurio en Almaden; que la direccion de sus cadenas está en relaciones de levantamiento con la forma y estension de los islotes de granito, cuya inyeccion trastornó y fracturó estos depósitos; y hallándose en su terreno el asiento del fo- cus volcánico de la Mancha. En los terrenos silurianos y cambrianos dominan los esquistos arci- llosos y las pizarras. 12. La caliza de montaña se presenta en la Sierra-Morena en el paralelo de Llerena y San Miguel de la Breña; mientras que si no falta la caliza de todo punto, es muy rara y de corta estension en la Estre- madura, salvo la de Almaden: la de Magacela es fosforescente. 15. La formacion carbonífera corresponde á la Sierra-Morena, y si- tuada á grandes diferencias de nivel en las dos localidades que se hallan reconocidas, siendo de corta estension la de los restos que han sobrevi- vido á las convulsiones por que han pasado estos terrenos desde su de- pósito sobre las capas trastornadas de las formaciones siluriana y cam- briana. 14. La serie de los terrenos secundarios desde el grupo carbonífero, únicamente presenta la arenisca nueva roja entre Guarroman y Bailen, Aldea del Rey, ete., como representante de los diferentes grupos ó for- maciones, y falta el lias, la creta, etc. 15. Los terrenos terciarios constituyen la corona ó litoral de las montañas de estos distritos, notándose en ellos el carácter de llanuras y tendencias á la nivelacion mas ó menos decidida. En los distintos golfos terciarios existen diferencias esenciales, y en- tre otras los distinguen: 1.: En la cuenca del Guadalquivir se presentan todos los miembros 69 componentes de los depósitos terciarios, siendo el dominante la arcilla plástica, y carece de yeso. 2. En Estremadura toman mucha estension los depósitos arenáceos y las arcillas de tierra de Barros; carece de yeso. 5. En la cuenca de Madrid el yeso adquiere grande desenvolvi- miento y estension. 4.= Enla Mancha la caliza siliciosa, y de la misma época con los depósitos y productos de los volcanes apagados de Almagro y el Moral. 16. En todos los cursos de los rios existen depósitos cuaternarios; y en la desembocadura del Guadalquivir y costas adyacentes el terreno de dunas que es característico en la costa S. O. de Andalucía; en la cuenca de Madrid tambien toman mucho desenvolvimiento los terrenos cuaternarios. 17. El levantamiento mas antiguo que trastornó los terrenos de Es- tremadura y delineó el relieve de los montes de Toledo, la sierra de Guadalupe, Mirabete y las cadenas de cuarcitas desde Almaden á la Sier- ra-Morena, fue causado por la inyeccion del granito, que tuvo lugar des- pues del depósito de los terrenos cambrianos y silurianos, y en el perio- do intermedio entre estos y los carboníferos. 18. La Sierra-Morena tambien debió su levantamiento á este hecho característico de la generacion del granito: sin embargo, el levantamien- to de la pudinga rojiza de las cuestas de Montegil, y el de las capas de los depósitos carboníferos del Biar y Villanueva del Rio, adosados como se hallan á los macizos de granito y á las capas de los esquistos tal- cosos que constituyen la línea culminante de la Sierra, parece indican que despues de la época del carbon hubo grandes movimientos y tras- tornos en la region del Sur de la Península, y que tal vez haya grani- tos de diferente edad geológica en los que constituyen la Sierra-Mo- rena. De todos modos puede admitirse que la direccion, inclinaciones y de- más accidentes que determinan la espresion gráfica de los terrenos mon- tañosos comprendidos en esta Memoria, se deben al granito, y que son los consiguientes á la masa de los islotes de esta roca que los han frac- turado y trastornado; y la figura de su perímetro, respecto á la cual se 70 dibujan las de las cadenas de montañas y de sus macizos hasta la línea de contacto con los depósitos terciarios que los envuelven. 19. La riqueza mineral de estos distritos comprende el mercurio, cobre, plomo, plata, hierro, carbon, etc. Las aguas minerales son Fuen- caliente, Alhanje, Fuen-Santa, etc. Por último, para comprender el enlace de los terrenos, y el comple- mento de las relaciones geognósticas de las rocas que los constituyen, además del plano geológico cual puede resultar de estos estudios incom- pletos, acompañan á esta Memoria los cortes geológicos que podrán tal vez hacerlo mas perceptible: 1. Desde Madrid por el camino real de Andalucía á Sevilla y San Lucar. 2.” Desde Madrid por el camino real de Estremadura á Valencia del Mombuey. 3. Desde Madrid por Toledo atravesando sus montes y el Horcajo, Villalta, Castuera, á Cazalla y Sevilla. 4.” Desde Manzanares por Almagro, Almaden, Castuera, Hornachos, Zafra, Burguillos, Jerez de los Caballeros á Valencia del Mombuey, y á la Marilleja en Portugal. 5. Desde Mérida por Almendralejo, Los Santos, Santa Olalla, Ron- quillo y Sevilla. 6. Desde Trujillo por Miajadas, Medellin, Villanueva, Castuera, Be- llaleazar á Córdoba. Los tres primeros cortes se hallan arreglados á las proyecciones so- bre la línea que desde Madrid divide en dos partes iguales la distancia entre las desembocaduras del Guadalquivir y Guadiana. Los tres restantes á las que representan la menor distancia entre sus dos estremos. Se comprenderá con facilidad el trabajo y las muchas dificultades que trae siempre consigo el reunir y ordenar observaciones de la natu- raleza de las que preceden, por incompletas que puedan aparecer al exa- minarlas en su totalidad y resultado; y mas si cabe todavía mi desconfian- za al presentarlas á la Academia, conociendo los grandes vacíos que deja- rán en el examen de la seccion de terrenos á que se refieren: pero por TA muchas que hayan sido estas dificultades, por grandes que parezcan tan- tos inconvenientes, es mayor mi deseo de concurrir al estudio, indispen- sable ya en todo pais civilizado, cual es, el conocimiento geológico de sus terrenos. La Academia juzgará en su ilustracion si este trabajo corresponde á su importancia, á mi buena voluntad, y á mi anhelo para correspon- der al loable objeto de nuestro instituto. Madrid 17 de noviembre de 1850. SFinancióco de Le ape, ad grado ¿scan Seco varas castell? > A A 3 10 1 14 16 19 20 Lam. 4” 6% MAPA de lar provincias de MADRID, TOLEDO, CM DAD REAL. CACERES. BADAJOZ, CORDOBA, HUEL- VA, SEVILLA Y CADIZ. cala parte comprendida en este mena ri. y_xI —_—— Corte feolofico. mot A reñerenlas distancias de los Cortes geolóficps Voleanes apagados | Terreno de Dunas y cuaternario Y y P 4 | Verrenos terciarios Arenisca mueva roja il 0) Terreno de carbon | Calo de Mootaña =| lis a 152 gs Plarenicia MADRID bn Anepeler Guardia Wembleque 4 Madridejos Marchena, a Aria Luna Site a la luebla o Ciempil 6. === : 34" 107 Par / 4; A iS ger ye Leguas cspañolas de 16% bl grada ¿aan Áe0O. vanas castell! pl SEVILLA MADRID el La) al 2 1 MADRID — = E Despinperr J | a a > a ) Hlkitsioz Andujar | ej | CoRNonA Hembra E MADRID SEVILLA ( TOLEDO e £ q 7, yl % a X EIA DE UNA DESCRIPCION GENERAL DE LA ESTRUCTURA GEOLÓGICA DEL TERRENO DE ESPAÑA EN LA PENÍNSULA, POR DOT IDAYQUIEN BELQUBLRLSA DEW LALO, Académico de múmero en la seccion de Ciencias naturales. — > e oo— SECCION 2.* NIUNMAV Puna facilitar el estudio de una ciencia, cualquiera que sea, y lo mis- mo para hacer comprender la descripcion de un ramo de ellas en par- ticular, hay indispensablemente que empezar ante todo, por determinar el orden con que sucesivamente se han de ir tratando los materiales en que se haya considerado subdividida la ciencia ó la descripcion. Esto, que sin duda ninguna es lo mas lógico y lo mas natural, suele ofrecer sin embargo, al tratar de ponerlo en ejecucion, dificultades que emba- razan no poco algunas veces, y que cada uno suele resolver á su ma- nera, porque no está claro ni bien decidido el camino que debe seguirse. Así es que, en la division ó clasificacion de las materias suelen estar bastante de acuerdo los naturalistas, pero no sucede lo mismo respecto al orden ó sucesion con que aquellas han de colocarse para su esplica- cion y discusion; y de aquí esa diversidad de sistemas con que los bo- tánicos, por ejemplo, han ordenado su ciencia. No digamos nada de la mineralogía, cuyos profesores, particularmente en Alemania, se consi- deran hasta cierto punto como desairados si no arreglan sus lecciones á un método ó sistema propio, que tenga cuando menos algun carácter TOM, I. 10 74 marcado de especialidad que lo distinga de todos los conocidos hasta la fecha. Esta dificultad de poder clasificar y ordenar las materias en el estu- dio de las ciencias naturales, consiste en que la naturaleza es, como suele decirse, caprichosa en la marcha de sus operaciones; no se ha su- jetado á ningun orden ni regla para ofrecernos sus producciones y pre- sentarnos sus fenómenos; ó por lo menos, si ha seguido ó establecido al- gun orden, no está ni estará nunca al alcance del entendimiento huma- no. Los hombres, sin embargo, lo quieren sujetar todo á los limitados medios de concepcion de que pueden disponer, interpretando y esplican- do la naturaleza segun el modo de ver particular de cada uno; siendo por consiguiente muy pocos los que coinciden y se ponen de acuerdo para sus clasificaciones. Pero no es solo en el estudio de las ciencias naturales donde se nos presentan estas dificultades; hasta cierto punto sucede otro tanto en las ciencias esactas, y aun en las bellas artes. En matemáticas, por ejemplo, ¿conviene mejor dar á los discípulos nociones de álgebra antes de ha- blarles de la teoría de los quebrados numéricos, ó viceversa? La teoría de los logaritmos, ¿debe dejarse para despues de tener nociones de cáleu- lo diferencial é integral? En la geometría misma, ¿se ha de enseñar toda ella antes de saber álgebra, ó al revés? ¿Es de mas fácil comprension pa- ra el discípulo empezar hablándole de volúmenes, y deducir despues las superficies, las líneas y el punto, ó bien tomarlo en sentido inverso, co- mo generalmente se acostumbra? En el estudio de la pintura se empieza enseñando á hacer ojos, despues bocas, narices, ete.; ¿no sería mas ven- tajoso, y se obtendrian mejores resultados, enseñando primero á borronear el conjunto de una cabeza, para pasar despues á los detalles que no comprenden en un principio presentándoselos aislados? Ningun buen pintor se ha formado en este mundo empezando su carrera por el méto- do sistemático que se sigue en las academias. La causa de todas estas anomalías, lo mismo en las ciencias natura - les y exactas que en las bellas artes, estriba en que todas las partes de que ellas se componen se hallan de tal modo ligadas y dependientes en- tre sí, que apenas se puede hablar de una de ellas sin tener conoci- 75 miento de las otras, y es imposible por consiguiente tomarlas por sepa- rado en consideracion, escluyendo absolutamente á las demás. Estas mismas dudas y dificultades son las que me han ocurrido al querer establecer el orden que habia de llevar en la descripcion de las rocas y terrenos que constituyen el territorio de España. Lo mas natu- ral y mas sistemático, despues de habernos ocupado de las rocas plutó- nicas y cristalinas, parece que sería el continuar con las metamórficas, pasar despues á las volcánicas y en seguida á las sedimentarias, empe- zando en estas por las mas modernas ó por las mas antiguas, segun se quisiera. Pero, consiguiente á lo que acabamos de esponer, se ofrece desde luego la dificultad de ¿cómo describir y demarcar aisladamente las rocas metamórficas sin conocer antes las sedimentarias, con quien están enlazadas, como que son ellas mismas transformadas ó alteradas en cier- tas y determinadas localidades? Las rocas volcánicas, al aparecer sobre la superficie de la corteza terrestre, han tenido que atravesar las dife- rentes rocas sedimentarias precesistentes, á las cuales por lo general han trastornado y modificado, siendo ellas la verdadera causa de los meta- morfismos que en estas se observan; y por otra parte, la estructura y naturaleza de las rocas volcánicas depende muchas veces, no solo de la clase de rocas que yacen en las profundidades de donde proceden, sino tambien de las otras rocas que ellas atraviesan en su tránsito hasta el esterior. ¿Cómo es posible pues hablar de las unas, sin hablar ó sin tener un conocimiento prévio de las otras? Atendiendo á todas estas consideraciones, me parece que lo mejor será limitarnos por ahora á hacer una primera indicacion de las princi- pales localidades en que se ven asomar las erupciones volcánicas, y cuan- do tratemos de las rocas sedimentarias nos volveremos á ocupar de ellos al mismo tiempo que de las metamórficas. Rocas volcánicas. Bajo esta denominacion comprenden varios geólogos, y entre ellos Lyell, una larga serie de rocas eruptivas que, á mi modo de ver pue- 76 den y deben subdividirse en dos grandes clases ó secciones, considerán- dolas bajo cierto aspecto, sobre todo el de la edad. Aun cuando no se pueda, lo mismo que dije para las rocas plutónicas, marcar siempre con esactitud los límites que separan las dos secciones, comprenderemos en la una las rocas porfídicas y en la otra las volcánicas propiamente di- chas. En la primera seccion entrarán todas las diferentes clases de pór- fidos, sean del color y de la composicion que quieran, las eufótidas, las afanitas, las dioritas, serpentinas, etc., cuyos caracteres mas distintivos son: la estructura columnaria mas ó menos decidida; asomar algunas ve- ces á la superficie en grandes masas prolongadas, que se destacan en la parte culminante de los cerros y cordilleras, y por último, destacar al- gunas veces dykes penetrantes en las rocas inmediatas, pero sin haber corrido sobre éstas su masa liquidada. Por el contrario, en las rocas vol- cánicas, las corrientes de masa líquida es su carácter mas especial, y que comprende á los basaltos, traquitas, doleritas, amigdaloides, etc. Todavía podria formarse una lercera clase, considerando por sepa- rado las rocas lávicas procedentes de los volcanes actualmente en activi- dad, y que se hallan íntimamente ligadas con las solfataras, con las ema- naciones gaseosas y con los temblores de tierra. Empezaremos la reseña y descripcion de nuestras rocas volcánicas, haciendo fijar la atencion de los geólogos en las verdaderamente tales, que se presentan agrupadas y muy bien caracterizadas en tres diferen- tes distritos de la península: el uno es en Cataluña, provincia de Gero- na; el otro en Castilla la Nueva, provincia de Ciudad-Real; y el tercero en la costa del mediodía, provincias de Murcia y Almería. Para fijar al- gun tanto mas las ideas y simplificar la nomenclatura, llamaremos al 1.* region volcánica de Castelfollit de Gerona, al 2. region volcánica del Campo de Calatrava, y al 5.” region volcánica de la Sierra de Cabo de Gata. Region volcánica de Castelfollit de Gerona (a). He escojido el nombre de este pueblo, por ser el punto donde se halla mas patente y mas pintoresca una gran corriente basáltica, aunque denudada en par- (a) Téngase presente la figura 4.* lámina 7.*, puesta al fin de esta Memoria. y 3 y nd, te, constituida por cinco capas columnarias, separadas entre sí por una delgada arcillosa, y descansando visiblemente la inferior sobre un alu- vion que recubre al terreno de la época cretácea, cuyos estratos yacen con cierta inclinacion. Varios son los naturalistas que se han ocupado de esta region vol- cánica. El difunto D. Francisco Bolós, botánico distinguido y escelente crítico, ha sido el primero que nos la ha dado á conocer, en una memo- ria que publicó en 1796 sobre los volcanes estinguidos de la villa de Olot, su patria, y otras localidades inmediatas; de cuya memoria imprimió des- pues una segunda edicion en 1841, aumentándola con nuevos datos y observaciones propias. En el mismo año de 1841 el célebre Charles Lyell, en su segunda edicion de Elements of Geology, presenta una descrip- cion muy científica y muy detallada de la misma region, que habia vi- sitado en años anteriores, y en cuya visita fué acompañado y auxiliado por el referido Sr. Bolós. En 1844 nuestro laborioso y entendido inge- niero de minas D. Amalio Maestre, en una descripcion geológica y mi- nera del distrito de Aragon y Cataluña, inserta en el tercer tomo de nuestros Anales de minas, se ocupa igualmente de esta misma region, que yo tambien he tenido ocasion de examinar, aunque no toda, en di- ciembre de 1847. Esta region volcánica, que ocupa unas veinte y dos leguas cuadra- das de estension (unos ocho miriámetros cuadrados), se manifiesta en la provincia de Gerona, inmediatamente al O. de la ciudad del mismo nombre, entre los rios Ter y Fluvia, siendo su mayor longitud de N. á S., desde Castelfollit hasta Amer, unas 5% leguas, y su mayor anchura de E. 4 0., desde Argelaguer hasta mas allá del Bosch de Tosca, unas 4 leguas. Los principales puntos donde se han verificado las erup- ciones son: Castelfollit, Olot, el Bosch de Tosca, monte de Santa Mar- garita de la Cot, Graderas de Santa Pau é inmediaciones de Granollers de Rocacorva. El Sr. Maestre da todavía mayor estension á esta region volcánica, citando además otros puntos de erupcion á la derecha del Ter, en el camino de Gerona á Barcelona, en Masanet de la Selva, Hos- talnou y Hostalrich, y tambien dice haber visto colinas volcánicas en- tre Gerona, Verges y La Bisbal. Si se toman en cuenta estas indicacio- 78 nes de Maestre resulta que, aquella region volcánica tiene mucha mas estension que la señalada anteriormente y que, una gran parte de ella, ha brotado á través del terreno terciario, lo cual está muy de acuerdo con lo observado en otros puntos del globo. La erupcion especial de Castelfollit es esclusivamente basáltica, habiendo dado lugar á la vistosa y caprichosa corriente de estructura columnaria sobre que se halla edi- ficado el pueblo, como lo manifiesta el dibujo de la lámina 6.”, sacado por mí en el sitio. Las otras erupciones son casi todas ellas propiamente volcánicas, semejantes á las del Etna y de las inmediaciones de Nápoles, habiéndo- se formado grandes conos ó promontorios de lava, escoria y puzolana, en muchos de los cuales está todavía muy marcada y muy patente la boca del antiguo cráter. En donde, al parecer, tuvo mas intensidad la accion volcánica, ó donde continuó durante mas tiempo en actividad, fué en las inmediaciones y aun en la misma villa de Olot, desde cuyo sitio, sin duda ninguna, se derramaron la mayor parte de las corrientes de lava que, en el dia constituyen y terraplenan el lecho de varias cañadas, aun cuando en algunos trechos haya sido despues abierto y socavado otra vez por el curso natural de las aguas; resultando de este modo al alcance de nues- tras observaciones la naturaleza y disposicion del anterior rellenamiento. Tambien en las inmediaciones de San Juan de Llorá, no muy lejos de Gerona, se conserva todavía la boca de un grandísimo cráter, de donde proceden los trozos de lavas y de escorias que han arrastrado las aguas hasta cerca del referido Gerona. Desde los tiempos históricos ó de que haya tradicion, aquellos vol- canes se han conservado tranquilos; solo á principios del siglo XV se sintieron unos fuertes terremotos que destruyeron completamente la vi- lla de Olot, y conmovieron el terreno hasta Barcelona y Perpiñan. Con- siguiente á las antiguas erupciones, deben ecsistir debajo de los grandes conos ó promontorios volcánicos estensas cavidades, cuyo aire, esperi- mentando en el verano menor presion atmosférica que en el invierno, se dilata, y buscando su salida por las rendijas ó grietas naturales que comunican á la superficie, sale por ellas con ímpetu, constituyendo chor- ros 6 corrientes que, en el pais llaman con mucha propiedad bufadors, 79 ó bufadores en castellano. Teniendo presente las leyes de la presion de los fluidos y que, á poca distancia en el interior de la tierra la tempe- ratura es siempre la misma en cada punto, nada tiene de estraño que, el aire que sale de los bufadores en el verano parezca fresco, y el poco que alguna vez sale en invierno parezca templado. Lyell indi- ca doce de estos bufadores ó surtidores en las inmediaciones y aun en la villa misma de Olot, los cuales aprovechan jos habitantes para re- frescar sus bebidas y conservar las sustancias alimenticias en la esta- cion calurosa. Si nos estendemos fuera de la region volcánica que acabo de des- cribir, nos encontramos desde luego con algunas erupciones de las ro- cas correspondientes á la seccion porfídica ó sean del trap, y que for- man parte del gran sistema de esta clase que, segun la opinion de va- rios geólogos distinguidos, fue el que contribuyó á modular el actual relieve de la cordillera pirináica. A este gran sistema de erupcion creo yo deben referirse las masas que los franceses han llamado ofitas, aun cuando su principal aparicion se manifiesta en el estremo occidental de la cordillera, tanto en Francia como en España. Lo que es en el terre- no de que nos ocupamos y en las inmediaciones de Camprodon, que viene á estar unas 5 leguas al poniente de Castelfollit, y en relacion con el depósito carbonífero de San Juan de las Abadesas, he visto yo varias erupciones de pórfido negro, en particular una muy intensa y muy bien caracterizada, cerca del mencionado pueblo de Camprodon. Maestre cita varios pórfidos, pero ya muy distantes, al mediodía de la provincia de Barcelona y en la de Tarragona. Lo que es el terreno propiamente volcánico de que nos ocupamos, se halla circundado á distancia por las erupciones plutónicas que he- mos indicado en la primera seccion de esta memoria (tom. I, pág. 49), formando una especie de gran anfiteatro que está abierto hácia la par- te del O. No será fuera del caso indicar ahora una gran depresion que por término de Camprodon presenta la cordillera; es decir que, el terreno no ha sido por allí tan sublevado como en el resto, resultando un bo- quete ó interrupcion de dicha cordillera general, por bajo de la culmi- s0 nacion del Canigó. Este ámplio boquete, que forma insensiblemente la divisoria de aguas hácia Francia y hácia España, parece que está mar- cado por la naturaleza para facilitar las relaciones mercantiles entre ambos reinos; y efectivamente, no ha faltado quien haya ya pensado en continuar por él hasta Perpiñan, el camino de hierro que se trataba de construir desde Barcelona á San Juan de las Abadesas. El paso del ca- mino de hierro por dicha frontera no presenta, ni con mucho, tantas dificultades de ejecucion como desde San Juan de las Abadesas á Vich hasta atravesar el Ter. Una vez manifestada la existencia de este paso de los Pirineos, no se estrañará el ver que siempre por aquel distrito es por donde entran y por donde se escapan los enemigos de nuestra tranquilidad, sobre to- do la gente de á caballo y equipajes, que absolutamente pueden verifi- carlo por otro punto. Pero volvamos á nuestras erupciones. Tomando en consideracion lo que dejamos espuesto, se puede decir que, el terreno del antiguo principado de Cataluña, comprendido ahora en la provincia de Gerona y una buena porcion de la de Barcelona, ha sido siempre un foco constante de erupciones, desde las épocas geológi- cas mas remotas; cuya idea podria concebirse desde luego, con solo fijar la atencion en la marcha tan tortuosa y tan irregular del rio Ter, y en la forma circularmente saliente que presenta el respectivo litoral, dando lugar por contraposicion al estenso y proceloso golfo de Lyon, y aun, si se quiere, influyendo tambien tal vez en los terribles caprichos del otro golfo que, algunos llaman la Luna de Valencia. En los primeros tiempos de nuestra existencia peninsular, cuando los mares cretáceos nos tenian casi reducidos á los estrechos límites de Galicia, parte de Castilla la Vieja y la Estremadura, el resto de lo que ahora se dice España se hallaba entonces marcado únicamente por el conjunto de una porcion de islas de diferentes magnitudes, y mas ó me- nos ligadas ó relacionadas entre sí. Ya entonces, sin duda ninguna, se hallaba trazada la costa de Cataluña en cuestion, asomando sobre las aguas las masas plutónicas que se estienden desde Mataró hasta el cabo de Creus; y tambien ecsistia el Ampurdan y aquella parte de los Piri- neos franceses que, tan en acuerdo con lo que marca la geología, estaba 81 comprendida en el territorio catalan en el reinado del invicto Don Jai- me Í de Aragon. En el mapa que se publicó en Madrid en 1811 está muy bien marcada esta seccion de la cordillera, que por su aislamiento debia ser toda ella catalana, y por consiguiente de España: resultando igualmente marcado en dicho mapa el paso ó boquete de que antes he- mos hablado, y en el cual toma origen el rio Tech, que va luego á des- embocar en el golfo de Lyon, no lejos de Perpiñan. Despues de depositados los terrenos cretáceos en el fondo de sus res- pectivos mares (aunque esto sea anticipar ideas), empezó á hacerse sen- sible la accion de las erupciones porfídicas, brotando en algunos puntos á la superficie, y sublevando el terreno en general que, en gran parte se sustrajo de este modo del dominio de los mares. Durante la época ter- ciaria continuó desplegándose la accion eruptiva y sublevante, pero ejer- cida ya por las masas basálticas y volcánicas propiamente dichas, las cua- les acabaron de realizar la completa emancipacion de aquel territorio, librándolo definitivamente del dominio del agua salada. Es muy de notar la relacion que se observa entre la parte material de las conmociones geológicas que acabamos de indicar, y la parte mo- ral del caracter inquieto y turbulento de los habitantes de aquel terri- torio. Y no es solo en aquel pais, sino en todos los del globo: la confi- guracion y la constitucion geológica del terreno es sin duda una de las causas que mas influyen en la índole y en las costumbres de sus mora- dores. Muy interesante y muy util sería el estudio de la infiuencia de estas relaciones, y sin embargo, no lo ha tomado hasta ahora en con- sideracion ninguno de los filósofos viajeros que han tratado de darnos á conocer el caracter de los diferentes pueblos que han visitado. Verdad es tambien que la geologia es una ciencia moderna, poco estendida to- davía, y por lo tanto poco conocida y no apreciada en lo que realmente vale. Region volcánica del Campo de Calatrava (a). No he visitado ni por consiguiente reconocido la parte mas interesante de este gran foco de erupciones, á pesar de su procsimidad y de sus relaciones con el (a) Téngase presente el dibujo de la figura 2.2, lámina 7.? TOM. IL. 11 82 distrito de Almaden; pero puedo sin embargo estenderme algun tanto en su descripcion, porque varios de nuestros ingenieros de minas que la han reconocido y ecsaminado, han publicado algunas de sus obser- vaciones, comunicándome además con la mayor franqueza y amistad todas las que podian interesarme para el caso presente. Esta region volcánica, considerada en su totalidad, viene á ocupar mucha mayor estension que la de Cataluña, pero se encuentra tam- bien como aquella cireunscrita ó limitada por una serie de erupciones plutónicas; solo que, el circuito de estas en Cataluña forma una especie de herradura ó anfiteatro abierto hácia el O., y que el circuito plutó- nico del Campo de Calatrava lo está hácia el E., es decir, en sentido inverso. Tambien en Castilla la Nueva las erupciones volcánicas, pro- piamente dichas, han surtido á través de los terrenos terciarios, y las erupciones porfídicas han atravesado y trastornado los secundarios, que son de mayor antigúedad geológica que los de Cataluña. En una pala- bra, la provincia de Ciudad-Real, á pesar de estar situada casi en el centro de la Península, ha sido tambien un foco constante de erupcio- nes desde las épocas mas antiguas. Nuestro ingeniero D. Felipe Naranjo y Garza, en una estensa me- moria que ha publicado en el moderno periódico científico titulado Re- vista minera, hace indicacion de los puntos donde asoman las erupcio- nes volcánicas de que nos estamos ocupando. Copiaremos el párrafo de la página 72 del primer tomo, en que dice: “Reconocida por una parte la sierra de Villarubia en dos leguas de »estension de S. á N., y examinada por otra la sierra del Moral y las » pequeñas cordilleras de cerros que forman el valle de Alcudia, como » ramificaciones de Sierra-Morena, resulta que las rocas, ya plutónicas »en parte y principalmente volcánicas, que han trastornado de un mo- » do tan considerable los estratos del grupo de la grauwaka ó período » siluriano en ambos diques de la cuenca, son indudablemente los pór- »fidos. Ellos debieron dar origen á los célebres criaderos de Almaden, »en cuyas cercanías (Peña-Barriga, Montegicar, Puerto del Ciervo y » Fuente-Lintero) se descubren los primeros focos de erupcion, la cual » continúa estendiéndose hácia el N, E. en una longitud de 18 leguas 83 » hasta el barranco del Ayozal y cerro del Tesoro de Bolaños, término »de Villarubia, donde he reconocido aquellas rocas trápicas. Por esta » parte oriental los pórfidos son esencialmente arcillosos, micáceos y cuar- » eíferos (domitas): en la occidental ó de Almaden predominan la eufóti- » da y los dioríticos, hallándose unos y otros generalmente al tercio de » la base de las montañas y muy rara vez en su cumbre, lo cual solo »sucede en el Tesoro de Bolaños, donde asoman á la superficie, aunque » muy ligeramente, sin haber alterado las capas horizontales de pizarra » arcillosa que sobre ellos descansan. Los pórfidos arcillosos y cuarcife- »ros afectan con frecuencia la estructura columnaria, y se elevan sobre »el fondo de los valles ó cañadas á una altura de 1000 á 1400 pies. En »Otras colinas mas achatadas, mas próximas al centro de la cuenca, de » menor eleyacion que aquellas, y bordeando las dos márgenes del rio » Guadiana en dos líneas próximamente paralelas, se encuentran los ba- » saltos en todas sus variedades, el pomez, las tobas ígneas y otras ro- »cas volcánicas, con sus diques, sus cráteres y sus corrientes lávicas »propias de esta clase de volcanes apagados. Las villas y pueblos de » Torralba, Ciudad-Real, Ruinas de Calatrava la Vieja, Torrecilla, Po- »zuelos, Caracuel, Pison, Valverde, Piedra-Buena, Almodovar, Cabe- »za-Arados y otros varios del territorio que se conoce con el nombre del » Campo de Calatrava, son otros tantos focos de erupciones basálticas. A »estas colinas ó conos de sublevacion dan los naturales del pais el nom- » bre de cabezos, del Palo, del Rey, de la Plata, del Hierro, y en general » y con mayor propiedad, sin duda por su color pardo oscuro, los de- » nominan negrizales.” A los puntos indicados por Naranjo, solo añadiremos como mas no- tables el Pardillo, Pozo-Blanco, y el Viso llamado del Marqués. Con solo esta ligera descripcion, y ecsaminando un poco el trazado de la figura 2.*, lámina 7.*, se ve desde luego que, la region volcánica de la Mancha, con sus erupciones basálticas y posteriores, abraza una estension mucho mayor que la de Castelfollit, pues que se manifiesta en una distancia de 9 leguas de N. E. 45. 0., y 7 de S. E. áN. O. Las erupciones porfídicas, aunque anteriores é independientes de las volcánicas, no por eso dejan de estar algo enlazadas con ellas, ó dicién- 84 dolo de otro modo, la accion volcánica de la Mancha se manifestó tam- bien en parte del terreno que antes habia sido trastornado por las erup- ciones porfídicas. Las mas notables de estas son las eufótidas y las dio- ritas de las inmediaciones de Almaden y de Almadenejos, á las que pro- bablemente es debida la portentosa acumulacion del súlfuro de mercu- rio, que tan célebres hace aquellos establecimientos mineros. Esta clase de rocas, alternando con pórfidos propiamente dichos, siguen despues asomando á través del terreno siluriano hácia el N. por Fontanosa, Sa- ceruela, Abenojar y aun tal vez mas allá, y hácia el E. por toda la fal- da de Sierra-Morena hasta cerca de Santa Cruz, cireunscribiendo en parte la region volcánica propiamente dicha. El conjunto de todas estas erupciones porfídicas y volcánicas ha ejer- eido su accion en el terreno comprendido entre dos de las ramificacio- nes que, segun hemos visto en la primera parte, se destacan del gran foco plutónico de Estremadura. Por la parte del N. O. las masas plutó- nicas aparecen algo distantes: tal vez las haya mas prócsimas, y que yo no conozca, en los Montes de Toledo. Por el O. y por el S. ya están ca- si mezcladas y alternando con las porfídicas y volcánicas; empiezan en Sancti-Spiritus, y despues desde Belalcazar van por el valle de los Pe- droches hasta Alanillos, y siguiendo esta línea vuelven á asomar en las inmediaciones de Fuencaliente, Despeñaperros, y por último cerca de Santa Cruz de Mudela. No dejarán de descubrirse tambien en algunos otros puntos intermedios cuando se hagan reconocimientos mas deteni- dos, como ha sucedido con los granitos de cerca de Fontanosa, entre Saceruela y Mestanza, de que no he tenido noticia hasta despues de escrita la primera parte de esta memoria. Esta region volcánica de la Mancha se halla enteramente aislada y circunscrita, debiendo haber sido absolutamente independiente de todas las demás de España, en razon á la gran distancia á que de ellas se en- cuentra, y con tanta diversidad de sierras y de clases de terrenos en el intermedio. Region volcánica del Cabo de Gata. No se puede en realidad com- parar á ninguna de las dos que acabo de describir, tanto por su situa- cion cuanto por la estension en que se halla comprendida. La del Cam- 85 po de Calatrava está enteramente internada casi en el centro de la Pe- nínsula; la de Castelfollit, aun cuando no muy distante del mar, tam- bien debe considerarse como interior; la del Cabo de Gata es entera- mente litoral, y se estiende por la costa ó muy inmediato á ella, desde la procsimidad de Almería hasta mas allá de Cartagena, es decir, en una distancia de mas de 25 leguas. Tampoco está como aquellas cir- cundada de erupciones plutónicas, y aun las porfídicas se encuentran ya algo distantes, en Bacares y en Bayarque las mas prócsimas, y no tie- nen con ella ninguna relacion, porque dependen mas bien de Sierra- Nevada. En lo que sí se asemeja completamente á sus dos compañeras, es en la calidad de las rocas eruptivas, basaltos y traquitas, cuyas erup- ciones atraviesan y han trastornado como aquellas los terrenos ter- ciarios; prueba evidente de que todas son de una misma época geo- lógica. Tal vez las erupciones volcánicas de esta region se estiendan sub- marinamente y se encuentren en cierta relacion con otras regiones del litoral del Mediterráneo; pero esto nunca puede pasar de una suposicion bastante gratuita, y que no puede de ningun modo fundarse en la si- multaneidad de las conmociones ó temblores de tierra en los tiempos históricos y en la actualidad, fenómenos que no tienen, á mi modo de ver, la menor conecsion con los de la época basáltica de que nos esta- mos ocupando. Ecsaminando el mapa geográfico se advierte desde luego en aquella costa una parte saliente, constituida por el promontorio de la sierra de Cabo de Gata. Su terreno se halla sublevado y metamorfizado por la accion de los basaltos, habiendo adquirido de este modo bastante con- sistencia para resistir á la accion destructora de las aguas del mar, el cual, fuera de allí, ha ido apoderándose de la costa y disolviéndola hasta llegar á las rocas volcánicas, que han contenido su accion. Por la dispo- sicion en que se encontraban estas ha resultado una especie de gran ensenada, cuyas dos estremidades están sostenidas ó fortificadas por las mismas erupciones y las rocas que ellas han endurecido, tanto en el Cabo propiamente dicho de Gata, como en las inmediaciones de Carta- gena y Cabo de Palos que, como hemos indicado, son los dos puntos es- S6 tremos. Lo deleznable y la poca consistencia de aquella costa, siguiendo despues hácia el N., lo demuestra el gran lago llamado Mar Menor, jun- to al referido Cabo de Palos, que se ve claramente ser un hundimiento muy moderno, posterior á la dominacion romana, y lo demuestra tam- bien el célebre lago de la Albufera, prócsimo á Valencia, que debe ser de época mucho mas antigua. No conozco ni tengo la menor noticia del terreno de las inmediaciones de Denia, pero por allí debe presentarse algun fenómeno geológico que sea la causa de la ecsistencia de aquel otro saliente tan pronunciado, en que se encuentran los cabos de San Anto- nio y de San Martin, y que tan temidos son de los navegantes. Las erupciones volcánicas de esta region empiezan á observarse junto al mismo cabo de Gata, en lo que llaman el Morron de los Ge- noveses, que es el único sitio donde se presentan los basaltos con su estructura decididamente columnaria. En toda aquella Sierra, que es de muy poca elevacion, se ven los efectos y los indicios de dichas ro- cas, que están azotadas y combatidas por las aguas del mar en toda la costa hasta cerca de Mojacar. Mas tierra adentro, y fuera de la direccion general que llevan las referidas erupciones, empiezan tambien á indicarse otras en las inme- diaciones de Nijar, junto á la rambla ó cañada de las Granatillas, lla- mada así por la inmensa cantidad de granates sueltos que arrastran las aguas las pocas veces que llueve, arrancándolas de los esquistos metamorfizados ó cristalinos, quedando el suelo tan recubierto de ellos que se pueden recojer á cargas. La presencia de los granates es un ca- racter de todos los esquistos de aquellas sierras, desde allí hasta la de Granada. La erupcion volcánica de Nijar es traquítica, habiendo pro- ducido una especie de crater que presenta un gran hoyo ó cavidad de mas de 200 varas (170 metros) de diámetro. Siguiendo hácia el E. entre Bedar y Vera, y fuera ya de la Sierra de Cabo de Gata, hay una gran planicie producida por el remanso y en- friamiento de una corriente lávica que, debió tener lugar cuando las erupciones constituyeron los varios cerros y colinas que por allí se ob- servan; siendo la mas notable de dichas erupciones la que produjo el cerro llamado la Virgen de la Cabeza. Los basaltos no están por lo ge- 87 neral muy bien caracterizados; se asemejan mas á una lava propiamente dicha, y hasta con cierto aspecto escoriáceo. El otro contrafuerte de la gran ensenada que antes he indicado, se halla constituido por las erupciones volcánicas del distrito de Cartajena, entre las cuales merecen particular atencion las de Mazarron y sus in- mediaciones, cuya perspectiva presentada en un dibujo, acompañaria muy bien á la bonita lámina de los volcanes de Olot que nos ha dado Lyell en la segunda edicion de sus elementos de geología. Las capas inclinadas del terreno de transicion, ó mas bien tal vez del terreno si- luriano metamorfizado, forman una especie de dique que circunda á una gran cuenca abierta hácia el S., es decir, hácia el mar, en cuya proc- simidad se halla el pueblo de Mazarron. La longitud de aquella cuenca ó cañada es mas de 2 leguas de S. O. á N. E. y su anchura 14. Los - murallones que constituyen el dique son, por el O. la Sierra de los Mo- reres, por el N. la de Aguaderas y por el E. la de Hazoia que, aun cuando en realidad no están unidas en continuidad porque sus direc ciones son diferentes, aparecen como si lo estuvieran cuando se las con - sidera desde ciertos puntos de vista. Casi en el centro de esta cuenca sobresalen ó se elevan unos ocho ó diez cerros aislados, mas ó menos considerables, todos ellos de formas redondeadas. Están constituidos esclusivamente por traquitas, que sue- len ser arcillosas, y que entran fácilmente en descomposición ó mas bien quebrantamiento, presentando un aspecto, en ciertos sitios como si se hubiera allí amontonado artificialmente el resultado de una trituracion esmerada con el fin de obtener cantos angulosos de pequeño tamaño, pero sin reducir á polvo. Uno de los caractéres particulares de todas estas traquitas, es la estraordinaria abundancia de pequeños cristales de cordierita azulada encerrados en su masa. Tambien en algunos sitios se encuentra la liebrita. Como se ve por lo dicho, las erupciones volcánicas de Mazarron han salido á la superficie atravesando el terreno terciario, el cual no debe ser alli de mucho espesor, porque se observa en algunos puntos que el terreno mas antiguo que le sirve de base ha sido desconcertado y destro- zado, asomando algunos de estos destrozos mezclados con la masa traquítica. 88 Todo aquel terreno se encuentra además atravesado en distintas di- recciones por filoncillos irregulares de galena argentífera, constituyendo en algunos cerros traquíticos un verdadero Stockverk, pero que sin em- bargo no han dado resultados satisfactorios en las diferentes investiga- ciones que sobre ellos se han emprendido desde el moderno renacimien- to de nuestra minería. Lo que allí se beneficia con mucha ventaja es el alumbre, contenido en las traquitas arcillosas y en las otras rocas in- fluidas por ellas, obteniéndose mas de 10000 quintales anuales, que la mayor parte son esportados al estrangero. Los romanos se conoce que trabajaron allí, y en grande escala como tenian de costumbre, pues hay algunos cerros que los llevaban á tajo hecho, como suele decirse, habien- do ya cortado y beneficiado mas de la mitad de su masa. En otros pun- tos, por la misma razon de haber arrancado toda la roca, no se puede colegir si era el alumbre ó si eran los filoncillos de galena el objeto de- sus escavaciones, ó si tal vez eran ambas cosas, como parece lo mas pro- bable. Las mismas erupciones traquíticas siguen apareciendo con bastanté frecuencia por toda la costa, particularmente en las inmediaciones de Cartajena, hasta cerca del Cabo de Palos y del Mar Menor, aun cuando en esta estremidad vuelven otra vez á ser basálticas, como en las inme- diaciones de Vera, y están á veces recubiertas por lavas escoriáceas. Por decontado que, todas estas otras erupciones se presentan tambien á tra- vés de los terrenos terciarios. Habiendo ya descrito las tres regiones volcánicas tan notables que se presentan en España, si no con toda la estension y detalles que su in- terés requieren, lo suficiente al menos para hacer conocer su ecsistencia y escitar el deseo de estudiarlas mas á fondo, pasaremos á ocuparnos de otra serie de erupciones volcánicas de la misma época, que si bien algu- nas de ellas son generalmente conocidas y han sido objeto de varias des- eripciones, no me parece á mí que en ellas se haya considerado bien su conjunto, ni ecsaminado los caracteres que pueden relacionarlas unas con otras en puntos muy distantes y en líneas muy estensas. Para fijar las ideas marcaremos un punto de partida que nos sirva de base para nuestras consideraciones, escojiéndolo en la provincia de Huelva, inme- 89 diaciones de Rio-Tinto, por ser el mas conocido y del que mas se han ocupado nuestros ingenieros. Casi me atreveria á proponer la denomi- nacion de Gran foco volcánico de la Provincia de Huelva. Estas erupciones serán tal vez de la misma época que las mas modernas en las tres regio- nes que acabo de describir; pero, sus relaciones y circunstancias par- ticulares son enteramente diferentes; no se parecen en nada á ninguna de las de aquellas. En primer lugar, no se presentan limitadas en un es- pacio determinado, mi tampoco están cireundadas á mas ó menos distan- cia por otras erupciones porfídicas ó plutónicas; 2.2 no han salido á la superficie á través de los terrenos terciarios, sino que han atravesado las rocas cristalinas y las metamórficas, en cuya transformacion habrán tenido tal vez alguna influencia. Tambien las hay en las mismas masas plutónicas, y mas generalmente en sus inmediaciones; 3.” y principal, que la masa eruptiva es esencialmente metálica, predominando en ella los súlfuros de hierro y de cobre, que se convierten en óxidos hasta cierta profundidad, por efecto de los agentes atmosféricos y del agua que se in- filtra de la superficie. En el primer tomo de nuestros Anales de minas, que salió á luz en 1838, en una memoria titulada Apuntes geognósticos y mineros sobre una parte del Mediodía de España, al hablar del criadero de Rio-Tin- to enuncié por primera vez la idea de su origen volcánico. Efectivamen- te, parece imposible que no se haya así reconocido desde un principio, aunque á decir verdad, en un escrito muy antiguo que despues llegó á mis manos, se dice que en aquel sitio habia antes brotado un volcan. Este volcan sin embargo no es de la forma ordinaria de los actuales, en los que las lavas y escorias van produciendo y agrandando sucesivamen- te un promontorio cónico que, resulta perforado con otro cono inverso hueco, llamado cráter en la parte superior; la erupcion de Rio-Tinto es mas bien por el estilo de las porfídicas en cuanto á su forma prolongada, y que se estiende mas de 4000 varas (3500 metros) de O. á E. con cor- ta diferencia. La masa volcánica cuando estaba líquida, candente, brotó ó se abrió una salida por varios puntos de su flanco ó costado del me- diodía, produciendo unas corrientes que, despues de enfriadas y conso- TOM. 1. 12 90 lidadas, presentan una superficie plana y perfectamente á nivel, Todo aquel terreno ha sido despues considerablemente denudado, y ya solo quedan algunos restos de dichas corrientes, por haber las aguas socavado la ma- yor parte de las rocas deleznables que les servian de base: una de las corrientes sin embargo se conserva todavía en su primordial estado, con 2000 varas (1676 metros) de longitud y 200 sobre poco mas ó menos de anchura, en direccion al S. E., casi recta, habiendo quedado aislada y eleyada por ambos costados, en razon al barranco que han abierto las aguas en cada uno de ellos. Es denominada la Mesa de los Pinos, por- que está abundantemente poblada de estos árboles; se conoce todavía muy bien el punto por donde tuvo su salida en el sitio llamado Puerto- Rubio: tambien está bien visible el pliegue que tomaron las aristas su- periores de los estratos, reblandecidos con el calor de la masa lávica y cediendo á la accion de su corriente. Las escavaciones que constituyen la actual mina de Rio-Tinto, á pe- sar de no haber llegado ni con mucho á la estension y á la profundidad á que avanzaron los romanos, son sin embargo suficientes para poner de manifiesto el carácter eruptivo de aquella inmensa masa metalífera, que salió atravesando y cortando los estratos esquistosos, y que por la misma razon, como era de presumir, va engruesando con la profundi- dad, y su línea ó seccion de contacto es muy irregular. A mi modo de ver, la sustancia que esencialmente constituia esta masa al tiempo de su erupcion debe suponerse que era la pirita de hierro, mezclada algunas veces con mas ó menos cobre, y atravesada accidentalmente en cierta profundidad con filoncillos ó vetas de galena argentifera sin direccion constante. Toda la parte superior de la gran loma donde se hallan los cerros de San Dionisio, Colorado y Salomon, como que, por su configuracion y la de los barrancos inmediatos, puede ser penetrada por las aguas llo- vedizas, se conoce que estas han ido poco á poco descomponiendo la pirita, despojándola de su azufre y convirtiéndola en un óxido de hierro hidratado. A medida que se profundiza se encuentra la pirita menos des- compuesta, y es por consiguiente mas útil para el beneficio. Lo mas no- table que nos han hecho conocer las escavaciones interiores es una ca- 91 pa (salbanda) de mas ó menos espesor, que recubre por todas partes la masa metalífera en su contacto con los esquistos, y que no es otra cosa sino la descomposicion de estos por la influencia de aquella; fenómeno que tambien puede esplicarse por las reacciones químicas y por las cor- rientes electro-galvánicas en el contacto de ambos elementos. Lo que es en algunos sitios de la gran corriente de la Mesa de los Pinos, antes citada, hay trozos que tienen todo el aspecto de una verdadera escoria, como la que se produce en los hornos altos de fundicion de hierro. Me he detenido algun tanto en la descripcion de la erupcion de Rio- Tinto, porque es uno de los puntos mas característicos y en que está mas marcada y fácil de reconocer su procedencia, evitando así el volver- la á repetir para las demás localidades de que voy á ocuparme. Tambien tenemos con esto la ventaja, de poder desde luego predecir la gran pro- babilidad de obtener minerales productivos, si se estableciesen escava- ciones en los puntos que presentan las mismas señales y condiciones de Rio-Tinto, que son muchos. Conozco la existencia de criaderos metaliferos análogos á este, en una zona ó faja que corre casi exactamente de E. á O. en longitud de mas de 30 leguas dentro de España, siguiendo despues todavía en Por- tugal; pero antes de indicar mis observaciones propias, y para darles mayor fuerza, copiaré algunos párrafos de una pequeña memoria del muy entendido ingeniero portugués D. Juan M. Letau, publicada en el número 2.” de la Revista minera, con el título sobre una formacion me- talifera de la provincia de Huelva, la misma precisamente de que nos estamos ocupando, aun cuando él solo la ha reconocido desde Rio-Tin- to hácia el O. “La identidad de los caracteres generales que presentan estos dife- »rentes criaderos, dice Letau, nos induce á considerarlos como perte- » necientes á una misma época de formacion; y los fenómenos que se ob- »seryan, asíen la masa de que se componen como en los planos de con- » tacto de las rocas en que se hallan intercalados, parece autorizarnos á » atribuir su origen á una vasta erupcion, posterior á la sublevacion de »los terrenos intermediarios de la Sierra-Morena. » La potencia de estos criaderos es en general considerable, como la 92 »de los dykes, y siguen por lo regular la inclinacion y direccion de las » capas del terreno que atraviesan. En su proximidad los esquistos pier- »den con frecuencia el color, y á veces se vuelven azules, violáceos, » morados y rojos, dando lugar á pequeñas esplotaciones de tierra blan- »ca para el blanqueo, y de ocres amarillos, y colorados sobre todo, en »los terrenos antiguos. La estructura esquistosa del terreno desaparece » en las zonas inmediatas á los inmensos crestones de óxido de hierro que, » constituyen la parte superior de los criaderos. Estos crestones presen- » tan indicios vehementes de fusion, y encierran fragmentos de cuarcita » y esquisto mas ó menos voluminosos, cuya coloración debida al óxido » rojo de hierro, así como las demás alteraciones producidas por las ro- »Cas en una temperatura elevada, decrecen gradualmente de la cireun- » ferencia al centro. » Las cuarcitas del terreno de transicion tambien se hallan, como los »esquistos, notablemente alteradas por esas masas á veces enormes de »oligisto, á que se ha dado el nombre espresivo de sombreros de hierro. » La masa principal de los criaderos es una mezcla de cuarzo com- »pacto y de pirita ferruginosa, que constituye esclusivamente la parte » superior del criadero, recubierta por los crestones de hierro oxidado. » A una cierta profundidad se encuentran diseminadas en venas mezcla- » das ó separadas, la pirita cobriza, la galena y la blenda, en medio de »la pirita de hierro cuarzosa, que es la ganga, y por decirlo así el ye- » hículo de las tres especies mencionadas.” Ya con estos antecedentes podremos empezar nuestra escursion des- criptiva, saliendo de Rio-Tinto hácia el E. A cosa de una legua en esta direccion, á media falda de un grandísimo cerro que domina á todos los demás, y en todas las ondulaciones de aquel asperísimo territorio, asoma su cabeza nuestra masa metalífera en el sitio denominado la Peña del Hierro que, en razon á la corta distancia, direccion y demás condicio- nes, puede considerarse como intimamente dependiente de la erupcion de Rio-Tinto. Las escavaciones que de poco tiempo á esta parte se han establecido en aquella masa, están corroborando la existencia de nues- tros asertos, poniendo de manifiesto todas las relaciones y circunstancias que hemos indicado como caracteres generales de esta estensa erupcion. 93 Siguiendo la misma direccion hácia el E., á las 33 leguas del punto de partida y media al N. del pueblo llamado Castillo de las Guardas, que queda por consiguiente á la derecha, hay otra gran masa piritosa, en la cual se ha abierto la mina Admirable, que ha obtenido y sigue obtenien- do muy buenos productos en cobre, sobre todo desde que han estableci- do el nuevo método (considerablemente perfeccionado en aquel pais) de beneficiar en grande la pirita, por la via húmeda. Las escavaciones allí practicadas han dado á conocer que, aquella masa es enteramente de la misma clase y naturaleza que la descrita de Rio-Tinto. Una legua antes de llegar á la Admirable hay otra mina, la Soberana, que ha trabajado sobre indicios de mineral cobrizo, pero sin adelantar lo bastante para deducir si ecsiste ó no la masa metalífera útil, pues solo se han descu- bierto pequeñas venas de pirita de hierro y de cobre, y otras de hierro oligisto. El Pedroso, provincia de Sevilla, dista unas seis leguas del Castillo de las Guardas y se halla en la misma direccion que marcan los puntos que acabo de indicar. Bien conocida es la gran fábrica fundicion de hier- ro que lleva el nombre de este pueblo, aunque dista de él cerca de una legua, junto al rio Huesna. El mineral con que se alimentan aquellos hornos altos, lo obtienen principalmente de tres sitios diferentes que, to- dos ellos parecen corresponder á un mismo criadero que, corre á media falda de un gran cerro, y que tiene mucha semejanza con los criaderos de Rio-Tinto; solo que en el Pedroso, como el objeto es la produccion del hierro y que en este sea tan perjudicial la mezcla de los súlfuros, cuando llegan á las piritas dejan de profundizar y abren nuevas escava- ciones en otros puntos mas altos, sin continuar los reconocimientos en lo que no les interesa para su objeto. Tambien por aquellas inmediaciones hay otras erupciones de hierro magnético, algunas de ellas á través del granito, y que á mi modo de ver son independientes hasta cierto punto de la que ahora nos ocupa, como veremos mas adelante. Pero en donde está muy clara la analogía y la correspondencia es, hácia las ventas de Mulba y por el puerto del Cid, entre Villanueva del Rio y el Pedroso: allí se ve entre otros un gran banco por el estilo de los que indica el Sr. Letau, que sobresale 94 sobre el terreno, siguiendo recto hácia el O. S. O. en cuanto alcanza la vista. Tanto en el puerto del Cid como en otros puntos, se conservan visibles escavaciones de los antiguos, y los restos ó escorias de su bene- ficio, que en algunos de ellos se han querido renovar modernamente, pero sin haber dado resultados por falta de intrepidez para avanzar en profundidad. Tres y media leguas al N. E. de la fábrica del Pedroso, en el sitio llamado Puerto del Cerro de Hierro, hay otra gran masa del mineral de este nombre, que manifiesta claramente su origen eruptivo, y sobre la cual trabajaron mucho los antiguos. De modo que, tomando desde es- te punto y sin contar con lo que pueda ecsistir mas al N. E. por la provincia de Córdoba, la erupcion metalífera ferruginosa de Rio-Tinto ha estendido su accion por esta parte 4 una distancia de cerca de 14 le- guas (mas de sicte miriámetros). Otro tanto se estiende al S. O., desde Rio-Tinto hasta Paimogo en la raya de Portugal, en cuyo territorio, segun indica Letau en su precitada memoria, continúa todavía otras 12 leguas, aunque inflecsionando un poco su direccion hácia el O. N. O.: pudiéndose decir por consiguiente que, tenemos reconocida esta erup- cion metalifera ferruginosa cobriza en una longitud de 40 leguas, de E. á O. con corta diferencia. A decir verdad, la porcion de esta línea en el Condado de Niebla, y que pasa por Almonaster la Real y la Puebla de Guzman faldeando la sierra de Andevalo, está mas en concordancia con la direccion de Rio- Tinto, Castillo de las Guardas y el Pedroso. La Vuelta falsa, en las in- mediaciones de Paimogo, se separa un poco hácia el N., y allí es donde empieza la que corre en Portugal. Por lo demás, los caracteres genera- les son siempre los mismos, á diferencia de hallarse mas ó menos car- gadas de cobre las piritas, y abundar mas ó menos las venas de galena. En la provincia de Huelva, desde Rio-Tinto hácia el O., el grandísimo desarrollo de los trabajos mineros, tanto en los tiempos antiguos como en la actualidad, han puesto á descubierto y han hecho reconocer esta masa en una porcion de puntos intermedios. El que mas utilizaron los antiguos fue junto á el Alosno, á 8 leguas al O. de Rio-Tinto, entre Almonaster y la Puebla; pero el fenómeno mas notable para el objeto 95 que nos ocupa se presenta (segun Letau) en la sierra de Santo Domin- go, entre el Alosno y la Puebla de Guzman; una grande hoquedad en forma de erater, que parece ser el foco principal de la erupcion del grupo, junto al cual se encuentran algunas montañas cónicas aisla- das donde asoman los mismos criaderos. Por las indicaciones que acabo de manifestar acerca de esta gran zona de erupciones metaliferas, se deja conocer desde luego lo intere- sante que sería para la ciencia y para la industria minera el reconocer- la detenidamente, ecsaminar hasta dónde se estiende, y cuáles son sus relaciones con las diferentes rocas que atraviesa, y aun tambien con otros criaderos metalíferos que tanto abundan por aquel territorio. Serpentinas de la costa del Mediodía. En la provincia de Málaga, y no muy distante de la costa, corre la Sierra-Bermeja de N. E. á S, O. en unas 12 leguas de longitud, domi- nando considerablemente á todas las de aquel montuoso distrito, inclu- sa la de Antequera y la célebre serranía de Ronda, que se realzan un poco mas distantes hácia el N. de ella. Por la falda meridional de esta Sierra-Bermeja, y desde allí hasta la costa misma, se ven asomar en diferentes puntos las serpentinas, alternando algunas veces con diori- tas, y mas frecuentemente con pórfidos arcillosos y anfibólicos, tambien alguna vez con el basalto, cuyo conjunto debe ser considerado como una estensa y variada erupcion porfídica, que merece fijar la atencion de los geólogos. Empieza á manifestarse junto á las poblaciones de Cártama y Alhaurin de la Torre, orilla derecha del rio Guadalhorce ó Guadaloz, que viene de Antequera y termina hácia Casares y Estepo- na, antes de llegar al rio Guadiaro, que al principio de su curso pasa cerca de Ronda. Marbella con sus pórfidos, sus ricos hierros magné- ticos y sus grafitos, viene á estar en el medio de esta línea ó mas bien zona, porque las erupciones se manifiestan en una amplitud de 5 á6 leguas. En las inmediaciones de Velez-Málaga hay tambien serpentinas que, 96 utilizan los lapidarios llevándolas á labrar 4 Málaga. De mucho mejor aspecto, tanto por lo compacto de su masa como por la hermosura del color, es la serpentina del barranco de San Juan en Sierra-Nevada, no lejos de Granada, y á pesar de eso no se ha vuelto á trabajar la can- tera, desde que se sacaron de ella las columnas que embellecen la ca- tedral de dicha ciudad. Estas dos últimas erupciones serpentínicas no creo yo que deben contarse como dependientes del sistema de Sierra- Bermeja; distan de ella demasiado y están muy aisladas. Segun las observaciones de algunos de nuestros ingenieros, las erupciones de que nos estamos ocupando son posteriores á la época cre- tácea, cuyos estratos han trastornado y metamorfizado en algunos sitios, hasta convertir las calizas, no solo en mármoles, sino tambien en unas verdaderas dolomías. Yo no creo sin embargo que se hayan reunido to- davía datos suficientes para poder asegurar la verdadera edad de aque- llas rocas secundarias. Por lo demás, tambien se ven algunas veces trastornados los estratos de los terrenos terciarios marinos de aquellas inmediaciones, sin que esto quiera decir que lo hayan sido por efecto de la aparicion de las serpentinas, ni mucho menos de los pórfidos. To- da aquella costa, como hemos visto antes, ha estado en conmocion en tiempos geológicos muy modernos, sin haber acabado tampoco de tran- quilizarse en los tiempos históricos. Puntos aislados de erupciones volcánicas en general, es decir, comprendiendo las por fídicas. No tengo noticia de que ecsista sobre nuestro suelo, fuera de las ya descritas, ninguna otra acumulacion de erupciones volcánicas de bas- tante consideracion para poder ser considerada como una region, á me- nos que haya alguna enteramente recubierta por terrenos posteriores de sedimento, lo cual no nos es dado averiguar, ni aun siquiera llegar á sospechar. Pero no por eso deja de haber muchos sitios en donde apa- recen aisladamente diferentes clases de rocas eruptivas, tanto porfídicas ó del trap como volcánicas propiamente dichas que, cuando lleguen á 91 ser bien conocidas y estudiadas, resulten tal vez estar ligadas y mas ó menos dependientes unas de otras: yo creo que bastaria el marcarlas en un buen mapa para comprender desde luego algunas de sus relaciones. Esperando que llegue un dia en que se pueda completar tan interesan- te trabajo, conviene ir reuniendo y disponiendo materiales: yo por mi parte contribuiré á la tarea, indicando los puntos aislados que he visto ó de que tengo noticia. De Galicia tenemos un mapa petrográfico (ya citado en la 1.* par- te de esta memoria) acompañado de una ligera descripcion geognóstica, la cual, como redactada hace mas de diez y seis años, desde cuyo tiem- po ha hecho tantos progresos el estudio de la geologia, no está entera- mente en concordancia con las teorías ni con la nomenclatura que ge- neralmente prevalecen en el dia. En dicha descripcion no se han con- siderado en un grupo separado, las rocas que ahora se califican de vol- cánicas (incluyendo los pórfidos) pero, entre las rocas del terreno enton- ces llamado primitivo se ven figurar los anfibolitos, dioritos, serpenti- nas, euritos y pórfidos, y despues por separado el basalto. Aun cuando esta clasificacion no sea muy ecsacta, como yo estoy persuadido de que hay ecsactitud en la designacion de las localidades, estudiando un poco el conjunto de ellas se percibe desde luego un gran agrupamiento en la parte del N. O. del suelo gallego que, casi podia llamarse una region porfídica ó trápica, si no predominaran tanto en su intermedio las rocas plutónicas. Las principales masas de esta erupcion porfídica se presentan al E. de la ciudad de Santiago, prolongándose despues en una línea hácia el S. E., que, con algunos intérvalos, se puede seguir mas de ocho leguas hasta la sierra de Deza, cerca de Lalin. Marchando desde este pueblo hácia el N., y con un intérvalo de 5 leguas, vuelve á aparecer otra gran masa que, asoma con bastante continuidad durante otras 5 le- guas, y que parece estar ligada con la de Santiago por otras erupciones parciales intermedias. Continuando hácia el N. hay algunos ligeros in- dicios durante 7 leguas, pero despues hay otra erupcion que se es- tiende tambien 5 leguas, desde San Saturnino hasta el mismo Cabo Ortegal. Al N. O. de Santiago hay otra pequeña faja corriendo paralela TOM. l. 13 98 á la anterior, es decir, de S. á N., pero que dista de ella mas de 10 leguas. Por la parte meridional de Santiago se ven tambien asomar de cuando en cuando algunas dioritas. Entre estas rocas porfídicas es bastante frecuente la serpentina que, se presenta además en otros puntos aislados, como por ejemplo al mediodía de Sargadelos en los montes de Barreiro, no lejos de Cangas. Pórfidos propiamente dichos se ven además marcados aisladamente en diferentes puntos del referido mapa petrográfico, sin que den lugar á deducir ninguna relacion recíproca, ni que formen un sistema ó direc- cion particular, solo que cuasi todos ellos se encuentran en la parte septentrional de la antigua provincia ó reino de Galicia. Los hay, por ejemplo, en el estremo ó saliente del N. O., no lejos de la costa, y jun- to á la Coruña muy inmediatos al mar; en el otro estremo de la pro- vincia, cuasi en la costa misma, asoman cerca de Rivadeo, y siguen há- cia el O. unas 5 leguas; los hay tambien en el interior cerca de Lu- go, en la provincia de Orense, entre Monforte y Castro-Caldelas, al E. de Santiago en la confluencia de los rios Ulla y Asnego, etc. De basalto solo se encuentra un filon aislado en el centro de Galicia (Anales de minas, tom. IV, pág. 155), corriendo de N. á S. en la inmediacion de las serpentinas, 6 leguas al E. de Santiago. No me parece probable este aislamiento y singularidad, y no dudo se encuentren otras erupcio- nes basálticas ó sus contemporáneas cuando se estudie con mas deten- cion el territorio. En la parte septentrional de la cordillera cantábrica, que debe ser considerada como una prolongacion de la pirináica, continúan las diori- tas, ofitas y otras rocas porfídicas, atravesando diferentes clases de ter- renos secundarios. No conozco bien las localidades, pero sé que se pre- sentan con mas ó menos continuidad en la provincia de Asturias, Mon- tañas de Santander, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra. En esta última pro- vincia he reconocido yo mismo algunas erupciones de pórfido augítico ó pórfido negro de Leopoldo de Buch, á media falda del cerro de Belate, cerca de Almandoz, en la nueva carretera de Pamplona á Francia. Di- chos pórfidos atraviesan el terreno cretáceo, cuyas calizas han conver- tido en un hermoso marmol en las inmediaciones del contacto. Tal vez 99 las erupciones ofíticas de los Pirineos franceses esten en relacion con la serie de los pórfidos que vienen desde Galicia. Lo que es en la falda meridional de la cordillera cantábrica no ten- go noticia que se conozcan pórfidos; si acaso ecsisten deberán estar re- cubiertos por los estensos terrenos terciarios de Castilla la Vieja que se apoyan inmediatamente sobre ella. Ya dejo hecha mencion al principio de esta 2.* parte de algunas erupciones porfídicas en la falda meridional de la cordillera pirináica, y digo tambien entonces que, continúan algunas de ellas mas al mediodía en las provincias de Barcelona y de Tarragona. En esta última es muy notable la que aparece junto al pueblecillo de Farena, célebre en la úl- tima guerra civil por haber sido una de las mas ásperas guaridas de los partidarios del Pretendiente, y célebre tambien despues por las grandes especulaciones y agios mineros, á consecuencia de haberse encontrado algunos indicios de mineral argentífero sumamente rico, cloruro y súl- furo de plata. Los pórfidos feldspáticos se manifiestan allí con todos sus caracteres bien marcados, y de muchas varas de potencia, corriendo en diferentes direcciones, aunque la mas general es de E. á O. Junto al Mas des Tous, en el fondo de una barrancada, se ve asomar una erupcion de pórfido negro ó mas bien afanita que, sin haber brotado á la super- ficie, ha conmovido y quebrantado el terreno, hasta el punto de resul- tar una gran sima ó boqueron que, han agrandado despues las aguas arrastrando los destrozos del terreno conmovido. De esta masa ó foco principal se destacan varias ramificaciones que penetran por las rocas sedimentarias inmediatas, constituyendo unos verdaderos dykes del trap. No conozco nada con respecto á pórfidos ni basaltos, sin decir por esto que deje de ecsistir, en las provincias de Aragon y de Valencia. So- lo en la de Teruel, cerca de Albarracin, tengo noticia de una erupcion de pórfido negro que ha atravesado y metamorfizado al terreno oolítico; con la particularidad de que todavía en el dia se hacen sentir alguna vez temblores de tierra, y se producen emanaciones sulfurosas por aquel territorio. El ingeniero y profesor en la escuela de minas de Francia, M. F. 100 Le Play, en su descripcion geognóstica de Estremadura y Norte de An- dalucía, solo cita los pórfidos propiamente tales, en una localidad cerca de Zalamea, entre Castuera y Cabeza del Buey. Habla además de las eufótidas y dioritas, que ya sabemos se presentan por el valle de Alcu- dia, Almaden é inmediaciones de Villarubia. Cita además como fenóme- no notable, y lo es en efecto, la complicada combinacion de las eufóti- das y dioritas con la dolomía y con la caliza de agua dulce, en las in- mediaciones de Badajoz en la orilla derecha del Guadiana. Este fenóme- no lo esplica nuestro ingeniero D. Felipe Naranjo por la influencia de una erupcion basáltica, que él ha reconocido en el contíguo cerro de San Cristobal, y que apenas asoma á la superficie, por cuya razon tam- poco yo la eché de ver, á pesar de haber ecsaminado detenidamente aquella localidad en el verano de 1845. Por lo demás, el que la influen- cia de las rocas ígneas haya convertido en dolomías á las calizas tercia- rias, es una consecuencia muy natural á mi modo de ver; y es lo que tambien se ha verificado en el territorio de Farena, de que antes he hablado, en una estension mucho mas considerable. En la misma provincia de Badajoz, el pueblo titulado Calera de Leon, 4 leguas al S. de Zafra, está edificado á media falda de un cerro bastante considerable que, se eleva aislado y en forma casi perfectamen- te cónica. La parte superior de este cerro consiste en una roca ashes- tosa sumamente blanca, compacta y muy dura, de fractura concoide vi- driosa y sin dar chispas al eslabon; pero el núcleo, y probablemente la causa de aquella protuberancia del terreno, es una masa de hierro mag- nético, completamente polarizado en algunos fragmentos, y presentan- do en total una tendencia á la testura columnaria de los pórfidos. A cierta distancia del cerro, ya lejos del pueblo, se encuentran algunas ro- cas asbestosas pertenecientes al terreno siluriano, pero con su caracter ordinario de desagregarse con facilidad en fibras filamentosas. Antes que de la Calera de Leon, puesto que veníamos marchando desde Badajoz hácia el S., debíamos haber hecho mencion del territorio de Feria y de Zafra, pueblos situados entre las sierras del Castellar y de San Cristobal, terreno muy quebrantado y en el que predominan las dioritas; siendo muy de notar en la inmediacion del primero de los dos 101 pueblos, una gran masa de hierro magnético como el de la Calera. Si seguimos despues hácia el S., y pasamos á la provincia de Sevilla, nos encontramos con otra masa de hierro magnético, aunque no polarizado, en las inmediaciones del Pedroso hácia Cazalla, que forma el objeto de la mina llamada Navarrostrillo, está muy marcado su origen eruptivo á través del granito. El escelente mineral que se beneficia en los hornos altos de Marbella, es procedente de una gran masa de hierro magnético que atraviesa y ha trastornado á las pizarras talcosas, micáceas y diorí- ticas. Si se considera en el mapa la situacion de los puntos que acaba- mos de indicar, Badajoz, Feria, Zafra, Calera de Leon, el Pedroso y Marbella, se nota desde luego que todos ellos guardan una perfecta ali- neacion, formando una línea que corre al S. S, E. en una longitud de mas de 50 leguas. No me parece que pueda ser casual esta coinciden- cia, antes bien da lugar á presumir que, en los intermedios se encon- trarán otras erupciones de hierro magnético, escepto en la parte corres- pondiente á la gran cuenca terciaria del Guadalquivir, cuyos sedimen- tos las pueden tener ocultas con su sobreposicion. Resumen. Para concluir con las rocas porfídicas, conviene antes recordar lo que dije en la 1.* parte al hablar de las plutónicas; que es imposible marcar un límite ó separacion entre ambas clases, es decir que, hay ciertas rocas que es muy dificil decidir, por ejemplo, si son pórfidos ó si son granitos, si son dioritas ó si son sienitas, etc., tanto por la natura- leza y mezcla de sus partes componentes, cuanto por las formas de su masa, tendencia mas ó menos pronunciada á la division en prismas co- lumnarios, y las demás circunstancias que recíprocamente las caracteri- zan. En el terreno de España se halla muy frecuentemente repetido es- te caso dudoso y me limitaré por lo tanto á indicar que, se presenta en todas nuestras regiones plutónicas, estando tan mezcladas y tan alter- nantes dichas dos clases de rocas y pasando de unas á otras por trán- sitos tan insensibles que, no es posible marcar su separacion, ni mucho 102 menos determinar la relacion que las porfídicas tienen entre sí, para po- der deducir cuáles sean sus agrupamientos y cuáles sus líneas de direc- cion, en el caso que estas erupciones hayan estado sometidas á las leyes y condiciones que quieren imponerles los geólogos. Reasumiendo todo lo dicho hasta aquí, resulta completamente de- mostrado que, la parte de la corteza del globo correspondiente al terri- torio de nuestra península, se ha encontrado constantemente bajo la in- fluencia de las rocas ígneas que, la han atravesado y han salido á la su- perficie en todas las épocas geológicas, desde las de mas remota anti- guedad, Los trastornos y dislocaciones que estas erupciones han produ- cido en las rocas sedimentarias, será uno de los puntos en que mas procuraré fijar la atencion de mis lectores al tratar de dichas rocas; por ahora solo me resta indicar que, la tranquilidad absoluta no ha llegado todavía á establecerse en nuestro suelo en los tiempos históricos, pues- to que en ellos y aun en nuestros dias, han sido y son muy frecuentes las conmociones que se denominan terremotos ó temblores de tierra. Terremotos. No puedo llegar á comprender en qué consiste que los historiadores y naturalistas estrangeros, que se han ocupado de la relacion y descrip- ciones de los temblores de tierra acaecidos en toda la superficie del glo- bo, hayan omitido siempre hablar de los de España, ó se hayan con- tentado con alguna ligerísima indicacion, cuando todos ellos han sido publicados oficialmente por los periódicos del Gobierno y por descripcio- nes de particulares. Dicen en general los estrangeros que no saben na- da de España; algo podrian saber de lo que ha pasado en ella en mate- rias científicas, si quisieran ocuparse un poco de nuestra literatura en general, y no se concretasen á leer y admirar las comedias y alguna que otra produccion de nuestros antiguos poetas. Los límites y el objeto de este escrito no permiten el que yo entre ahora en la descripcion histó- rica de todos nuestros terremotos; bastará pues el que haga algunas in- dicaciones para llamar hácia ellos la atencion. 105 El único terremoto de que se encuentran descripciones en los auto- res estrangeros, es el acaecido en Lisboa en noviembre de 1755; catás- trofe tremenda que, en seis minutos de tiempo destruyó mas de la mi- tad de los edificios, y sepultó bajo sus escombros cerca de sesenta mil personas; hubo allí grandes hundimientos y levantamientos de terreno, pero las conmociones se estendieron á distancias muy considerables, no solo en la península sino tambien hasta la costa de Africa por una par- te y hasta la de Inglaterra en la direccion opuesta. En la península no llegaron al interior con la intensidad suficiente para ocasionar desgra- cias; pero á pesar de eso, fue tal la consternacion que se apoderó de to- dos los habitantes, incluso el alto Gobierno y la Familia Real que, la piedad de nuestros monarcas creyó deber fundar á perpetuidad una funcion de iglesia que, desde entonces se celebra todos los años el 1.” de noviembre en la Capilla del Real Palacio, con asistencia solemne de SS. MM., en accion de gracias al Todopoderoso por habernos libertado de una calamidad tan espantosa como la de Lisboa. El territorio de la arabesca y florida ciudad de Granada es muy pro- penso á temblores de tierra que, hasta ahora no han producido nunca una verdadera catástrofe, pero que son sin embargo algunas veces bas- tante intensos para alarmar y tener en gran sobresalto 4 sus habitan- tes; porque si bien los sacudimientos no son muy fuertes, tienen en cambio la circunstancia de repetirse durante varios dias. El último que allí se ha esperimentado de alguna consideracion, ha sido en mayo de 1826; las conmociones duraron mas de un mes, y se repetian tres y cuatro veces la mayor parte de los dias; durante este tiempo las casas quedaron casi desiertas, porque las gentes se establecieron en barracas por las calles y por las huertas de las inmediaciones; se quebrantaron algunos edificios principales, pero no hubo desgracia que lamentar. El 16 de julio del mismo año se repitió tambien otra fuerte sacudida, pero fue única. En marzo de 1829 hubo unos terremotos espantosos en la provin- cia de Alicante, por el territorio de Guardamar y Torrevieja, desde la costa hasta la ciudad de Orihuela, ocho leguas tierra adentro, con todas las combinaciones de agrietamentos, solfataras, emanaciones gaseosas, y 104 alteraciones de los manantiales de agua; hubo pueblo que se desmoronó totalmente, sin quedar en pie mas que una tapia de la iglesia; las víc- timas fueron en gran número, tanto de personas como de animales do- mésticos, y todos tuvimos despues que contribuir para el socorro del sinnúmero de familias que quedaron reducidas á la indigencia. Las conmociones, aunque disminuyendo de intensidad con la distancia, las percibimos hasta en Madrid; es decir que, continuaron por todos los terrenos de sedimento, terminando en los hypogénicos de la cordillera de Guadarrama. El año siguiente de 1850 se repitieron los terremotos de Guardamar y Torrevieja, pero no con tanta intensidad. Es muy dig- no de notarse esta terminacion de las conmociones volcánicas al llegar á las rocas hypogénicas; por los dibujos que acompañan á esta memoria se ve que lo mismo debió suceder en las regiones de Castelfollit y del Campo de Calatrava en épocas mas remotas, y lo mismo sucedió tam- bien en la region basáltica de Clermont en Francia, segun las recientes observaciones de M. Martins. Otro acaecimiento de esta especie debió ser la causa del gran hun- dimiento en que quedó formado el estenso lago de agua salada, conocido por el nombre del Mar Menor, que antes he mencionado. Está situado mas al S. de Torrevieja y Guardamar en la misma costa, ya cerca del Cabo de Palos; tiene 5 leguas de largo por 3 de anchura y solo lo se= para del Mediterráneo ó Mar grande, como dicen en el pais, una espe- cie de dique arenoso, de muy corta anchura en algunos sitios y con po- ca elevación sobre el nivel de las aguas. Los pescadores aseguran que, cuando las del Mar Menor están claras y tranquilas, se distinguen en algunos parajes los restos de los edificios sumergidos. Lo que hay de cierto es que, de su fondo se han sacado hace cinco años escorias ó res- tos de fundiciones romanas, enteramente de la misma calidad que las del Campo de Cartagena, y se han utilizado con provecho volviéndolas á fundir; y es sabido que los romanos y cartagineses no arrojaban al mar las escorias, sino que las depositaban y acumulaban cerca de sus establecimientos de fundicion. No hay sin embargo en el pais la menor tradicion de suceso tan notable; acaeceria tal vez en el tiempo en que en ¿spaña nadie se ocupaba mas que de batallas, y en hacerse mútuamen- 105 te la guerra las diferentes hordas de naciones estrañas que la inunda- ron, ó lo que nosotros liamamos la irrupcion de los bárbaros. En marzo de 1817, en el territorio llamado la Rioja, entre la falda septentrional de la sierra de Moncayo y el Ebro, se hizo sentir una fuer- te conmoción de temblor de tierra en una estension bastante considera- ble, manifestando su mayor intensidad en las inmediaciones de Arnedi- llo, cuyas aguas termales dejaron de brotar durante algunos dias, pero despues volvieron á tomar su curso ordinario. Tambien se observaron algunas alteraciones en los manantiales de agua dulce. Si la alta temperatura que se observa en las aguas de ciertos ma- nantiales, tuviese alguna relacion con el fenómeno de los terremotos y dislocamiento de terrenos, lo que yo no creo admisible sino en casos muy escepcionales, corresponderia ahora el indicar y describir los mu- chos que brotan en nuestro suelo y que se están utilizando, desde los tiempos históricos mas remotos, para alivio de la humanidad doliente. Afortunadamente me ha escusado este trabajo nuestro digno colega el Excmo. Sr. D. Pedro María Rubio, publicando en la primera parte de esta coleccion de memorias de la Academia, una Clasificacion de las aguas minerales de España por razon de su temperatura, y en la cual se encuentran todos los datos que son de desear sobre este par- ticular. De los criaderos de minerales útiles cuya existencia está reconocida en las rocas porfidicas y volcánicas de España. Es un hecho demostrado por la observacion, tanto en Europa co- mo en América, el que, las rocas volcánicas y en especialidad las por- fídicas han influido directa y esencialmente en la acumulacion de los minerales metalíferos, y muy particularmente en la formacion y en el rellenamiento de los filones. Un ejemplo bien marcado de esta clase de combinaciones lo tenemos en el territorio eminentemente minero del Erzgebirge en Sajonia; cuatro sistemas de filones argentíferos se pre- sentan en el distrito de Freiberg y del Brand, cuatro son allí tambien TOM, I. 14 106 los sistemas de erupciones porfídicas. Los grandes y ricos filones de la república de Méjico, se encuentran siempre en relacion con alguna erup- cion porfídica. Nuestros filones de Hiendelencina deben ser dependientes de los pórfidos de Alpedroches y de los granitos aporfidados de la cordi- llera de Somosierra; así como los basaltos de Vera y de Cabo de Gata, deben haber dado ocasion al enriquecimiento de los filones de Sierra- Almagrera. Pero lo que es en sí mismas, las rocas porfídicas y volcáni- cas no suelen contener sustancias metalíferas, en cantidad suficiente pa- ra constituir el objeto de las empresas mineras. Los pocos casos favo- rables que se presentan en España, los dejamos ya indicados en las res- pectivas descripciones, y no habia por consiguiente necesidad de volver- los á repetir; sin embargo, para dar cierta uniformidad á las diferentes partes de que ha de constar esta memoria, y considerándolo además co- mo una especie de recapitulación de la presente, recordaremos ahora lo que hemos dicho sobre esta clase de criaderos; reservándonos el hablar de los que les son dependientes, cuando nos ocupemos de los respectivos terrenos en que se encuentran enclavados, como ya lo hemos hecho en la primera parte con relacion á las rocas hipogénicas. Todo ello por con- siguiente está reducido á muy pocas palabras. En la gran erupcion metalífera, cuyo foco principal hemos marcado en Rio-Tinto, lo que mas generalmente utilizan nuestros mineros es el cobre; y, á consecuencia del nuevo método de beneficio que se ha ge- neralizado en el dia, por la via húmeda ó cementacion artificial, apro- vechan tambien la caparrosa verde ó sulfato de hierro que, obtienen en oficinas especiales dispuestas al efecto. El azufre de las piritas, que en otros puntos de Europa y sobre todo en Alemania, constituye una par- te nada despreciable del beneficio de criaderos análogos, lo dejamos aquí arder libremente en las calcinaciones, sin mas aprovechamiento que al- gunas pajuelas para los usos domésticos de los mineros de la localidad. En Rio-Tinto y en el Alosno se conoce que los antiguos, aun cuando su especulacion principal era obtener cobre, no por eso dejaban de uti- lizar el plomo contenido en las venillas de galena y tambien la plata re- sultante en este plomo, y aun hasta el poco oro que contienen algunos de aquellos minerales. En el dia tienen muy poco valor estos dos meta- 107 les nobles, respectivamente al que tenian en tiempo de los romanos, pa- ra que pueda traer cuenta el obtenerlos por separado. En Mazarron, como ya hemos visto, se utiliza con mucha ventaja el alumbre de las traquitas y de otras rocas eruptivas análogas. No suce- de lo mismo con la galena que en algunas de ellas se encuentra dise- minada, cuyo beneficio no reporta utilidad, á pesar de contener cierta cantidad de plata. El mineral de las masas eruptivas ferruginosas sirve para alimentar en muchos puntos la fundicion del hierro en diferentes clases de hor- nos; pero, la base principal de los buenos hierros que se obtienen en los hornos altos del Pedroso y de Marbella, es el hierro magnético ya cita- do en ambas localidades, bien sea fundiéndolo solo de por sí, ó bien mez- clado con otros minerales en ciertas y determinadas proporciones. Madrid 7 de noviembre de 1850. Ioaguir querra del Ba O, ¡E ni CA ide def » E Bio Ar dame» . tn ct le de -. nie Art calor cn. ES cil e teo e O vena ip Drama . É e ini dal o tobas acogedor sia dp pub A Piso sao natal): OO ab dC a +" a 0 O pl e? ce cti A ñ to rd De y A AS Y RARO Srl N El toa en AU ' he NE ye , e ] + mide lo E. vino, do que. a pts d greso pci dio qu do q $7 A o IN e A mi o das vollas de galan hilo ++ de plata mo A plómos y aut basis eel pue sitos qlo! 1 llunds: E AA Bn el iu tus ana uo ral ua dor ad PT co dortiní de: RIO o SE ld a LR Egg E Ro €P A a 5 5 = 3 aa - - PA e _ o ————_— ¡€ IMIITT>> oo... _————— E E E e o. ; Ej cald 1 5p Ay 7 ] j mexedas 0 Sejsandsapur OLE Ln( 0d OJJeseL ap SeÑeo O0UI q 1 $07 3p ayu EN) ; 5 ¡ 10 19 ns 07 PBUINOZS (> 10 LÉ IPLÍVIN] ¿9 UT | E : E ET ES . 5 JAMPO DE CALATRAVA. Fitamegor Brad oborente de Calatra vee L, Lglo! ra, deb! Lib delas Artistas, Lim. VIL ga 571 REGION VOLCÁNICA DE CASTELFOLLUT EN LA PROVINCIA DE GERONA. ¡0 Lorigitud. wtendal ler O E lor lo 6 Y S A - Copoera de Creta Vacía o » E 57 FHanrore: A + + EN Lions veteáiícas 7 ONZA. terciarios y aluxtones 5 plutómicas y crrstalimar LErquerra, debe 59% lat. dor E Torveno ei biriano yy devoniano REGION VOLCANICA DEL CAMPO jaslilblamos. ap Mahora 1 a 2 cakes ura Lineplabrada E Mo Y tiritas. > 2 DE CALATRAVA. Tri y Zormalks A J ojo legos 18 Aldo ll iy 6 Mitimagee | Mtcat | % pr Memianares. a TO] Lou gra Lib dolia Artistas. Lim. VIL. 390 sy. DESCREPGEON DE ALGUNOS INSECTOS NUEVOS VPERTENECIENTES 4£ BA FAURA CENTRABD DE ESPAÑA, POR DON MARIANO DE LA PAZ GRAELLS, Académico de número en la seccion de Ciencias nalurales. Tiene por objeto esta Memoria dar á conocer las especies nuevas de insectos que últimamente he descubierto en el centro de la Península. Pero como antes he publicado otras de la misma region en los Anales de la Sociedad entomológica de Francia y en la Revista zoológica, y de ellas apenas tendrán noticia nuestros entomólogos, quiero en su obsequio reproducir aquí las descripciones que comuniqué á dicha cor- poracion, estractando las notas que le dí, y añadiendo detalles que en- tonces desconocia. De este modo, completando la historia de tales in- sectos, facilitaré su conocimiento á los naturalistas españoles, que para adquirirlo tendrian que consultar unas obras difíciles de hallar en nuestras bibliotecas. No siendo mis ideas conformes en la parte descriptiva con las de los naturalistas del dia, que adoptan un sistema casi esclusivamente compa- rativo, mi caracterización seguirá como hasta aquí siendo principalmen- te absoluta, y estableciendo únicamente comparaciones en el caso de grandes afinidades fisonómicas, para evitar la confusion que á veces pu- 110 diera tener lugar. Varias son las razones que tengo para obrar así, y quizá baste citar una sola para justificar mi proceder. El sistema com- parativo supone siempre un punto de partida, un tipo dado y conocido. Este podrá serlo á algunos naturalistas, pero no á todos; y cuando la determinacion específica debe hacerla el que carece de este dato, las di- ficultades que se le ofrecen son frecuentemente insuperables. Las des- cripciones absolutas jamás conducen á tal conflicto; y siendo bien he- chas, no podrán menos de darnos un retrato parecido. Sucederá, sí, que en la caracterizacion detallada introduzcamos atributos comunes á va-= rias otras especies; pero en mi concepto semejante inconveniente queda salvado con la esposicion de los peculiares á cada una. Como tengo de costumbre, van acompañadas mis descripciones con dibujos que representan las especies de que trato; no haciéndolo aquí mas que con las no publicadas hasta el dia, porque las otras pueden verse grabadas en el lugar que las citas señalaren. Los presentes dibu- jos han sido ejecutados por mi apreciable amigo D. Juan Mieg, sábio naturalista de nuestra capital; asi toda recomendacion es escusada, por- que la ciencia y el arte tiempo hace que están acreditadas en su mano: solo me resta darle las mas sinceras gracias por haber aumentado el pequeño interés que puedan ofrecer los siguientes renglones. COLEOPTEROS. —_—_—_—_—_—_— Pristonychus pinicola, (ls. Depressus, aplerus, nigro-piceus; thorace oblongo, marginibus lateralibus sub-elevatis, posticé utrinque laté impresso; scutello in medio striá transversá signato; elytris planiuscu- lis, striatis, striis tenuiter el distincte punctatis, 4.2% et 52%, 6% et 7,2, 82 el 9% versus apicem anastomosalis; interstitio primo, serie punctorum notato; ceteris levigalis; anten- narum articulis primo, secundo et tertio glabris, reliquis breviter fulvo-pubescentibus; fe- moribus leevibus, tibiis tarsisque valde spinosis, unguibus simplicibus. Long. 2 cent., lat. S mill. Habitat sub corticibus pinorum dejectorum in montibus Guadarrama Hispaniz. El nombre Pristonychus, derivado de las raices griegas 1f(77ns sier- ra, y owé-ówxos uña, esto es, uñas aserradas , parece recordar uno de los principales caracteres asignados por el célebre Dejéan á su género. En efecto, el Conde dice que las uñas de tales carabídeos están aserra- das por debajo, unas veces muy notablemente y otras menos, pero siempre de un modo visible en la base de los garfios formados por di- chos órganos. A la nueva especie que voy á describir le falta el carac- ter referido, siendo por lo mismo semejante negativa un distintivo so- bresaliente. Pero antes de esponer el conjunto de notas que la distin- guen de las otras treinta y tres especies conocidas en el dia, debo ha- cer observar algunos caracteres de este género, que aunque mas cons- tantes que las aserraduras de las uñas, han sido omitidos por su autor, debiéndose por lo tanto añadir ó correjir la carecterizacion que dió en su Species del modo siguiente: Palpos, con los artículos desiguales: los maxilares ester- nos tienen el primero muy pequeño y basilar; el segundo grande, en forma de clava y algo encorvado hácia dentro; el tercero menor, delga- do en su insercion con el anterior y mas grueso en su estremo; y el cuarto terminal, cilindráceo, algo engrosado hácia el medio y truncado 142 en la punta. Los internos son la mitad mas cortos, compuestos de dos artículos casi iguales en longitud, ambos algo corvos y comprimi- dos sin pasar apenas de la estremidad de las maxilas. Estas tienen el tallo casi recto y acanalado superiormente, con la punta encorvada y aguda, y el borde interno muy pestañoso en toda su estension. La lengiieta es triangular, oblonga, con dos pelos rígidos en el borde trasversal cerca de los ángulos, y los palpos labiales compues- tos de cuatro artículos, el primero corto y cilindráceo, el segundo cor- to y geniculado, el tercero largo con algunos pelos rígidos, y el cuarto terminal y truncado. Protorax comprimido lateral é inferiormente. Abdómen con los segmentos ventrales señalados cada uno cerca del borde posterior con dos puntos hundidos, uno á cada lado, de cuyo fondo nace un pelo rígido setiforme mas ó menos largo. Trocánteres de las patas posteriores marcados con un punto hundido pilífero. Volviendo ahora al Pristonychus pinicola, objeto de la presente descripcion, diré que esta especie es una de las mayores que conozco en el género, y su hábito, mas que el de ninguna otra, parecido al de los Sphodrus. El cuerpo es deprimido y oblongo, de color de pez, os- curo por encima y elaro por debajo, sobre todo en las antenas, palpos y patas. La caracterizacion de este coleóptero puede establecerse así: Cabeza tan larga como el tergo del protorax, angostándose gra- dualmente desde los ojos hasta la articulacion céfalo-torácica. Epis- toma ligeramente escotado en el borde anterior, algo ensanchado en el posterior á la altura de la insercion de las antenas, y limitado aquí por una raya hundida y transversal muy ténue. Frente con dos hundimientos lineales bastante notables, y paralelos al eje del cuerpo. Region occipital lisa y un poco convexa trasversalmente. Am- tenas de la longitud de la mitad del cuerpo del insecto, con los tres primeros artículos lampiños, provistos cerca de su estremo superior de algunos pelos rígidos, los restantes pubescentes, y la vellosidad que los cubre corta y rojiza. Ojos redondos, medianamente prominentes, con 143 dos puntos hundidos en la region superciliar, de cuyo fondo nace en cada uno un pelo rígido, erguido y rojizo. En algunos individuos, des- pues de muertos, toman estos órganos un color blanquecino. Boca con el labio superior guarnecido de seis cerd:llas ó pelos rígidos diriji- dos hácia adelante, los cuales nacen de otros tantos puntos hundidos situados en dicho borde; mandíbulas la mitad mas largas que el labio y epístoma juntos; rectas, encorvada su punta y con un diente obtuso en la base del borde interno, junto al labio superior. Labio inferior, palpos y maxilas de color rojizo; estas últimas tie- nen la punta muy aguda y negruzca, lo mismo que el borde esterno y punto de insercion de sus pequeños palpos. Torax con el tergo protorácico algo mas ancho que largo en la línea media, y vice-versa, mas largo que ancho en los bordes esternos; estos son un poco rebordeados y curvilíneos; el anterior es trasversal en el centro y divergente en sus estremos, y el posterior enteramente trasverso y rectilíneo. Los ángulos anteriores son agudos, y los poste- riores rectos. La impresion media del tergo alcanza todo el largo del corselete, y á corta distancia del borde anterior recibe dos líneas oblí- cuas que desde los ángulos anteriores vienen convergiendo para unirse á ella formando una Y, cuyo seno mira adelante: cerca del borde pos- terior tambien hay otra línea trasversa, corta, mas ó menos notable, y á cada lado se ve una impresion ancha, poco profunda y ligeramente rugosa. El pecho nada ofrece de particular, si esceptuamos la punta del poststernon, que tiene en el centro una pequeña quilla ó cresta bien pronunciada. El eseudete es pequeño, triangular, y señalado en el medio con una raya trasversal hundida. Elitros oblongos, mas anchos en la base que el corselete, angos- tándose hácia su cuarto posterior para rematar en punta obtusa en el ápice. Cada uno está señalado con nueve estrías, y el principio de la primera, situado junto á la sutura y de la sexta parte de longitud to- tal de estos órganos. Todas están bien impresas, y cada una tiene una serie de puntos hundidos poco profundos, pero muy distintos. La 2.1 y 5. se anastomosan cerca del ápice del élitro; lo mismo hacen la 4.* y 5.* que son mas cortas, y la 6.” y 7.* aún menores; la 8.* toma origen TOM, l. 15 114 en el hombro y concluye sin reunirse á ninguna otra en la punta mis- ma del élitro; y por fin, la 9.* y 10.*, casi marginales y aproximadas entre sí, se unen antes del estremo de este órgano, y siguen formando una sola raya hasta el fin. El décimo interespacio está señalado con una serie de gruesos puntos hundidos, que tocando por el lado esterno á la 9.* estría, la hacen parecer dentellada ó aserrada; los demás son anchos, planos, y mirados con una lente de bastante fuerza, se les ve cubiertos de numerosos y menudísimos puntos hundidos. La sutura nada ofrece de notable. El borde marginal es algo rebordeado y casi sinuoso en el estremo, redoblándose hácia el abdómen para abrazar sus cinco prime- ros segmentos, sobre todo anteriormente, donde este doblez es mas an- cho y presenta algunas impresiones poco determinadas y puntiformes. La base tiene una estría trasversal, de cuyo borde arrancan todas las longitudinales. Alas completamente obliteradas. Abdómen con los segmentos ventrales largos, algo rugosos por los costados, lisos por el medio, y los puntos hundidos muy marcados, y sus pelos rígidos y rojizos. Patas largas: muslos señalados en la línea media de su faz anterior con una serie de puntos hundidos y pilíferos. Tibias ante- riores muy escotadas inferiormente, y bien desarrollada la espina que precede á la escotadura: tanto estas como las de las demás patas son prismáticas, y las intermedias en el O” algo encorvadas y fulvo-pubes- centes inferior é interiormente. En el primer par de coxas no he podido descubrir ningun pelo rígido; en el segundo se ven por lo menos dos, uno anterior y otro interno, y por fin en la parte media y faz inferior del trocánter del último par de patas hay otro, que como los anteriores nace del fondo de un punto hundido muy visible. El Pristonychus pinicola yive entre la corteza y madera de los troncos muertos y carcomidos de los pinos de la cordillera de Guadar- rama, sitio donde por primera vez le encontré en 1840. A este carabí- deo debemos considerarle util á la silvicultura por alimentarse de ya- rias especies de insectos xilófagos peculiares al pino, que destruye en gran cantidad. 145 Argutor nemoralis. Grlls, Apterus, piceo-obscurus; thorace subquadrato, plano, lineá mediá profunde impressá, antea levigalo, postice subruguloso, utrinque bistriato; elytris oblongo-ovatis, planiusculis, slriatis, striis obsoleté-punctatis, in striá secunda punctis duobus majoribus impressis; an- tennis, palpis pedibusque rufescentibus. Long. 8 mill., lat. 3 mill. Habitat in silvis pinorum de Balsain, non procul oppido La Granja dicto. Pequeña especie parecida al Arg. depressus y amenus por su por- te, pero distinto por los caracteres que le son propios. Es de forma oblonga, color castaño oscuro, mas claro en el corselete que en los éli- tros, con los palpos, antenas y patas rojizas. La cabeza mucho mas angosta que el torax, tiene anteriormen- te dos líneas trasversales impresas; una en la union del labio superior con el epístoma, y otra en la correspondiente á este con la frente; am- bas son algo curvas, sobre todo la superior que es menos profunda. La region frontal tambien está marcada con cuatro líneas hundidas parale- las al eje longitudinal del cuerpo. De estas, dos son esternas, superci- liares y largas, con un punto hundido en su parte media, y otro en la posterior, de cuyo fondo nacen unos pelos rojizos bastante largos; las otras dos son enteramente frontales, la mitad mas cortas, subrugosas en su fondo y unidas á los estremos de la trasversal superior. Los ojos son algo oblongos y negruzcos. Las amtenmas, un poco mas cortas que la mitad del cuerpo, son ligeramente pubescentes en sus ocho últi- mos artículos. El torax es liso, lustroso, casi cuadrado, algo mas angosto poste- riormente y punteado, sobre todo hácia los ángulos, que son rectos y tienen un punto hundido, de cuyo fondo nace un pelo rígido dirijido hácia afuera. Los anteriores son agudos y algo inclinados; el borde en esta parte está escotado para recibir la cabeza; el posterior es casi rec - tilíneo, y los laterales curvilíneos, algo ribeteados, con otro punto hun- dido pilífero en su cuarto anterior, que como el de los ángulos poste- 116 riores se dirije hácia afuera. La línea media está bastante marcada, fal- tándole muy poco para alcanzar los bordes anterior y posterior; parece punteada á causa de las arruguillas ligeras que la atraviesan; tiene á cada lado posteriormente dos impresiones notables, una mayor, lineal é interna, y otra esterna, la mitad mas corta y algo mas ancha; ambas están bastante punteadas, sobre todo en el fondo. Los episternos y epímeros tambien están distintamente punteados, pero no las piezas esternales. El eseudete es pequeño, triangular, y estriado en la base. Los élitros son vez y media mas largos que el tergo protorácico, casi planos, estriados, con las estrías punteadas; de estas la sutural y marginal se unen en el ápice, la 8.*, que tiene un origen comun con la marginal, se separa de ella poco despues de su nacimiento para volver- se á reunir antes del fin. La 7.” va á unirse junto al ápice con la 2,” la 5." y 4.” bajan paralelas, se anastomosan en su parte posterior, for- mando una estría que se une á la 7.* antes de la conjuncion de esta con la 2”; la 5.* y 6.* tambien son paralelas, y se reunen terminando mucho antes que las demás. Los interespacios son lisos, y el borde in- terno del noveno, anterior y posteriormente, parece denteado por efec- to de las impresiones puntiformes que tiene y tocan á la 8.* estría. El abdómen tiene los segmentos señalados con dos puntitos hundidos colocados cerca del borde posterior, de cuyo fondo nace un pelo rígido y caduco: el borde anterior de estos segmentos suele ser li- geramente estriado. Las patas tienen las tibias anteriores bastante ensanchadas de- bajo de la escotadura: las dos posteriores son mas largas y delgadas que las demás, y el trocánter tan largo como la mitad del muslo res- pectivo. Esta especie no es rara en los meses de junio y julio debajo de las piedras próximas á los arroyos del pinar de Balsain. 147 Argutor montanellus, Grlls. Apterus, piceus, gracilis; thorace subcordato, fere marginato, postice utrinque striato- punctato, lineá medid transverse ruyosá; elytris oblongo- ovalis, angustis, strialis, punctis- que tribus obsolelis impressis; interspatiis planulatis, antennis, pedibus pectoreque rufescen- tibus. Long. 9 mill., lat. 3 mill. Habitat in regione montana Carpentanorum; mense junii invenitur. Este Argutor se parece al anterior, con el cual pudiera confundirse á primera vista si no se atendiese á su caracterización particular. El color es igual, pero la forma del cuerpo es mas oblonga, el corselete cordiforme, y todo él mas angosto y atenuado. Cabeza con el surco superciliar poco profundo, provisto de dos puntos hundidos, uno en el medio y otro en la parte posterior, de cu- yo fondo nace una cerdilla rígida y rojiza. Impresiones frontales poco pronunciadas. Amtemas un poco mas largas que la cabeza y corse- lete juntos, de color mas claro que el cuerpo, con los tres primeros ar- tículos lampiños y los restantes vellosos, todos provistos en su estremo de algunos pelos rígidos mas largos. Ojos oscuros. Mandíbulas negruzcas en la punta y borde interno, con algunas cerdillas en la ba- se. Palpos amarillentos, y los artículos bastante oblongos. Labio superior pestañoso y trasversalmente subrugoso. Torax angostado posteriormente, cordiforme, con el tergo liso y lustroso, el borde anterior escotado, los laterales curvilíneos, ribetea- dos y punteados, con un pelo ó cerdilla rígida en el cuarto anterior y otra en el mismo ángulo posterior, que es recto así como el borde, y tambien algo ribeteado. Los ángulos anteriores son agudos é inclinados. La línea hundida media no alcanza á los bordes, y está atravesada por otras muy pequeñas, de las que la primera y última son mayores y cóneavas en sentido inverso, la anterior con el seno dirijido hácia ade- lante y la posterior hácia atrás. En la parte lateral posterior se ve á ca- da lado una estría corta, pero muy señalada y punteada, así como el espacio en que están esculpidas. El eseudete es liso y tiene marca- 118 do en su centro un /A dispuesto de modo que dos de sus ángulos son laterales y el otro anterior. El pecho, oscuramente punteado en los episternos y epímeros, tiene las piezas esternales lisas, con un surco hundido en el poststernon, ancho anteriormente, y posteriormente ate- nuado. Los élitros, algo mas anchos en la base que la parte posterior del corselete, están señalados con diez estrías muy oscuramente pun- teadas. De estas la 1.* sutural, llega desde la base al ápice; la 2.2 ru- dimentaria apenas pasa de la punta del escudete; la 3.” baja paralela á la 4.3%, y se anastomosa con ella en su terminacion; la 4.2 y 5.% tam- bien se reunen antes de concluir; la 6.*, 7.2 y 8.* hacen lo mismo, pe- ro se juntan hácia el cuarto posterior de los élitros, primero la 7.* á la 6., y luego estas á la 8.” formando una estría sola que finaliza en un punto hundido cerca del ápice; la 9.* y 10." 6 marginal, tienen un origen comun, se separan detrás del hombro y vuelven á reunirse cer- ca de la punta del élitro. En su principio hay una hilera de puntitos hundidos en número de cinco ó seis, bastante aproximados, despues en el trayecto que recorre sola la 9.” estría, se ven varios otros mas apartados y mayores, ofreciendo todos, en los ejemplares bien conserva- dos, un pelito rígido dirijido hácia fuera. La 3.* estría tiene un punto hundido en el cuarto posterior, y la 4.* uno hácia la mitad de su lon- gitud, y otro casi frente de la terminacion de la rudimental. Los inter- espacios son planos, y 4 escepcion del décimo que parece dentado por los puntos hundidos de la 9.* estría, los demás no ofrecen cosa no- table. El abdómen tiene cada segmento señalado con dos puntos hun- didos y pilíferos: los costados de los dos primeros son subrugoso-pun- teados. Las patas tienen las tibias del primer par bastante ensanchadas debajo de la escotadura, y con tres ó cuatro espinas en su lado ester- no: las de los siguientes pares son mas largas, delgadas y espinosas. Tambien vive esta especie como la anterior en la region montana de la cordillera de Guadarrama, y se encuentra debajo de las piedras en los meses de junio y julio. 119 Cebrio Carrenii, Grlls. 3 Alter, punclatus, villosus, pilis nigris e foveolis punctorum nascentibus, in elytris brevissimis, decumbentibus: elytris striatis, pallidis, apice merginibusque nigris vel nigri- cantibus. Long. 16 mill., lat. 6 mill. Annal. de la Soc. ent. de Franc., II serie, t. 5, 2 trimest. de 1847, pag. 306, pl. 4, f. 4, el t. 9, 4 trimest. 1851, p. 6. Goubil, Catal. synonim. des coléopteres d'Europe et d'Alger, p. 115. [o] % Aplera, subpubescens; capite, thorace pedibusque testaceis, punctatis; antennis subclavatis, brevibus; oculis mandibulisque nigricantibus; elytris abdomine paulo plusquam dimidio Drevioribus, acuminatis, ú dasi divaricatis, glabris, pallidis, late striatis, intersti- tiis vage el profunde punctatis; abdomine gravido, gibbo, supra glabro, nitido, luteo-vi- tellino; sublus hirsutulo, ultimis segmentis obscurioribus; oviscapo longo, apice bicuspidato; pedibus brevibus. Long. 2 cent., lat. 6 mill. Rev. el Magas. de Zoolog., par Mr. Guérin Méneville, pag. 620. Annal. de la Soc. ent. de Franc., 11 serie, t. 9, 4 trimest. de 1854, p. 6, pl. 4, fig. 1. Habitat Matriti, mense junii. El macho tiene todo el cuerpo negro, mas ó menos oscuro, puntea- do y velloso, con los élitros de color de paja claro, y la parte posterior NCgruzca. Cabeza con la escavacion epistomo-frontal ancha, trasversal, ree- tilínea en el borde labial, y angular en la frente. Amtenas rojizas en el borde aserrado. Palpos blanquecinos en la estremidad de sus ar- tículos. Torax guarnecido de pelos cortos, rojizos y dirijidos hácia ade- lante en el borde anterior del tergo protorácico. Esecudete redon- deado, muy poco escotado en su estremo, y señalado en la parte ante- rior de la línea media con un surco bastante notable, Elitros con nueve estrías que rematan cerca de la punta algo confusamente; los interespacios casi costiformes, la puntuacion bien marcada, y los puntos hundidos provistos de pelos negros, cortos y echados hácia atrás, 120 Patas con las tibias del segundo y tercer par escabroso-espino- sas, y todas las uñas rojizas. La hembra difiere bastante de las de los Cebrios xanthomerus y gigas, por tener el cuerpo menos oblongo, mas convexo, y los élitros la mitad mas cortos. Es vellosa y rojiza en la cabeza, torax y patas; pa- jiza en los élitros, y de color de yema de huevo en el abdómen, oscu- reciéndose algo esta tinta hácia la parte posterior y oviscapo. Tiene la cabeza rugoso-punteada, con la frente ancha y algo cóncava; la region posterior oftálmica lisa, y la anterior provista de una foseta vertical entre el ojo y base de las mandíbulas, para alojar los primeros artículos de las antenas en el acto de replegarse hácia abajo. Los ojos son negros, pequeños y redondos. Las amtenas cortas y comprimidas, apenas pasan del borde anterior del corselete; están com- puestas de once artículos; el primero es globuloso, el segundo cilindrá- ceo y mayor que los demás, el tercero vuelve á ser globuloso y menor, el cuarto es el mas pequeño, y á partir de este los restantes van gra- dualmente creciendo en anchura, para formar una clava oblonga termi- nada por un artículo pequeño y redondeado. Las mandíbulas, ro- bustas y encorvadas desde la hase, son negras, algo rojizas en su Ori- gen, y guarnecidas de pelos de este mismo color en aquel punto. Los palpos maxilares son la mitad mas largos que los labiales, y sus ar- tículos de forma obcónica, menos el último que es redondeado en la pun- ta y menor que los que le preceden, los cuales tienen guarnecido de pelos hastante largos el lado esterno. El epistoma forma un rebor- de rectilíneo y trasversal sobre el labio superior, que es ancho, corto y pestañoso en todo su borde libre. Torax con el tergo trasversal, el borde anterior convexo y el posterior sinuoso, los ángulos anteriores muy abiertos y obtusos, y los posteriores agudos, aunque menos que en el macho. La superficie es convexa, subrugosa, punteada y cubierta de vello rojizo, mas abundan- te por los costados que en el medio. El eseudete es obtuso y seña- lado en el medio con un hundimiento. Los élitros son muy cortos, de modo que apenas alcanzan la mi- tad de la longitud del abdómen; divergentes desde la base, de color de 491 paja, casi diáfanos, muy estriados, con los interespacios anchos y cu- biertos de puntos hundidos grandes y bien señalados. Abdómen con la parte dorsal casi á descubierto en su mayor estension por lo reducido de los élitros; es convexo y ancho, atenuán- dose 4 medida que se aproxima al último segmento para terminar en un largo oviscapo, cuya punta es bífida. Patas cortas y robustas, con las tibias espinosas y cubiertas de pelos largos y rígidos, la estremidad inferior denteada, negruzca y ar- mada de dos fuertes espinas en el lado esterno. Uñas igualmente de color oscuro. Esta especie fue descubierta en 1838 por mi amigo y discípulo Don Eduardo Carreño en la pradera de la fuente de la Teja, cerca de la Casa de Campo. Despues la he encontrado en el Pardo y el Escorial á fines del mes de junio. Su curiosa Y no la conocí hasta 1847. Sobre su des- cubrimiento y costumbres informé á la Sociedad entomológica de Fran- cia en sesion de 14 de julio de dicho año, y posteriormente en el pri- mer trimestre del corriente se han publicado las notas que tuve el ho- nor de dirijirla, por cuyo motivo creo inutil reproducirlas aquí. Cebrio rulifrons, Grlls. >, g Pallide testaceus, punctatus, subvillosus; thorace pedibusque clarioribus; fronte rufescente; oculis apiceque mandibularum nigris; tergo tenuiter punclulato; elytris stria- tis, subrugosis, sparsim punctatis. Long. 14 mill., lat. 6% mill. Habitat in Guadarrama, mense julii et augusti invenitur. Revue el Magas. de Zoolog. par Mr. Guérin-Méneville, 1849, p. 620. Annal. de la Sociét. entomol. de France, II serie, t. 9, 1 trim. de 1851, p. 43, pl. 1, fig. 2. El Cebrio rufifrons es de la magnitud y forma de los Gebr. mela- nocephalus y striatus, pero mas ancho y deprimido anteriormente. Su color general es testáceo pálido, casi amarillento, sobre todo en el to- rax y patas. Todo el cuerpo está cubierto de puntos hundidos y pelos cortos, pero bien distintos y del mismo color que el insecto. TOM. IL. 16 499 La cabeza es bastante ancha, con la puntuacion mayor y de color castaño oscuro, con el espacio frontal y epistoma rojos. Ojos y estremidad de las mandíbulas negros, con la base de estas, los palpos y antenas casi testáceas. Tergo con los puntos hundidos muy pequeños, poco profundos, y los pelos mas largos, principalmente en los bordes, que parecen pes- tañosos. Los élitros son estriados, subrugosos, con los puntos hundidos esparcidos, y los interespacios bastante elevados. Las patas tienen las uñas, las espinas inferiores de las tibias y las articulaciones tibio-femorales del mismo color que la cabeza. El primer individuo de esta especie fue cojido una noche de julio en el Escorial por mi amigo y discípulo D. Laureano Perez; pocos momentos despues yo cojí otro, y al dia siguiente encontré algunos mas ahogados en los charcos de la pradera de San Juan, sitio no distante de aquella poblacion. Cebrio Dufourii, Grlls. 4 Ater, punctatus, infra villosus; antennis subgranulosis; elytris striatis, punctato- rugosis; tarsis subtus hirsulo-rufescentibus. Long. 1% cent., lat. 5 mill. Habitat in provinciis meridionalibus et centralibus Hispaniz: mense julii invenitur. Enteramente negro, muy punteado, casi lampiño superiormente, y velloso por debajo. Cabeza con la puntuacion muy marcada y esparcida; region epistomo-frontal ligeramente escavada por los lados, y algo elevada en el centro. El labio es pestañoso, y los pelos que le guarnecen blanco- rojizos y bastante largos. Tanto los palpos labiales como maxilares tie- nen sus artículos de color rojizo en su terminacion. Las amtenas son lisas en los tres primeros artículos, granujientas en los restantes, y provistas de pelos cortísimos en todos. Torax con la puntuacion algo mas menuda que la de la cabeza, 123 el borde anterior muy pestañoso, y los costados provistos de algunos pelos rojizos. Eseudete redondeado y longitudinalmente acanalado. Elíitros estriados, muy punteados y como rugosos por la con- fluencia de muchos puntos hundidos: tienen el borde esterno pestaño- so, con los pelos dirijidos hácia atrás, y la porcion esterna y terminal vellosa, siendo el vello claro, echado y rojizo. Este es mas abundante y gris en el pecho y vientre. Piernas escabrosas, algo velludas, con los tarsos inferiormente provistos de cortísimos pelos rojizos, muy aproximados á manera de cepillo. El Conde Dejean incluyó en su catálogo un Cebrio que le fue dado por Mr. Dufour con el nombre de C. morio: esta especie no ha sido descrita hasta el dia, y como tantas otras de la coleccion del célebre General entomólogo, solo es conocida por su nombre, mas no por la ca- racterizacion que la distingue. Deseoso de saber si la especie que acabo de describir era la misma encontrada en España por mi amigo Dufour, le pedí me comunicase la que él llamó morio, verificándolo desde luego, pero con un insecto de la Argelia, y sin poderme asegurar si era el mis- mo que halló en España. En estas dudas, y teniendo presente que Du- four no describió su Cebr. morio, y que Leach en el Zool. Journ. pu- blica una especie bajo este nombre, muy diferente de la mia, me he decidido á dedicarla al distinguido naturalista de Saint-Sever, pues es posible sea la misma que encontró en nuestro pais durante su larga permanencia. Cebrio Amorii, Grlls. $ Alter, punctalus, villosus; antennis granuloso-scabrosis, granulis oblongis; elytris testaceo-ferrugineis, subcostulatis, rugoso-punctatis, pedibus scabriusculis, Long. A cent., 4 mill. Lat. 5% mill. Hab. in prov. meridional. Hispaniz. Es parecido al Cebr. Dufourái por la puntuacion, pero mas ancho, deprimido, velloso, y de distinto color en los élitros. 124 Cabeza profundamente punteada, con la escavacion epistomo- frontal semicircular y ancha. Ojos redondos, algo parduscos. Amte- mas ligeramente vellosas, con los artículos punteados y como rugosos en el sentido longitudinal de su eje, á causa de la granulacion oblonga que los cubre. Labio superior pestañoso, con los pelos amarillentos y largos. Mandíbulas obtusas en su punta, y enteramente negras. Palpos negros, provisto cada artículo de algunos pelos largos en el lado esterno, y blanquecinos en su estremidad. Torax lustroso, punteado, velloso principalmente por los lados, con el borde anterior pestañoso en toda su estension, y el posterior so- lamente en el centro. Eseudete finamente punteado, oblongo, re- dondeado en su punta, y cóncavo. Pecho con el proesternon provisto posteriormente de una larga apófisis puntiaguda, y el medisternon con una foseta navicular anterior para recibir dicha apófisis en las inflexio- nes protorácicas. Elitros anchos, subestriados, punteado-rugosos, de color rojo ferruginoso; en el borde pestañosos y por el centro provistos de cortísi- mos pelos amarillentos y echados, poco aparentes por ser el color del fondo análogo. Fijando la atencion, se ven en cada élitro seis ó siete lí- neas elevadas, que desde la base se dirijen 4 la punta, confundiéndose todas antes de rematar en un espacio reticulado; estas líneas elevadas tienen diferentes ramas laterales que pasan de una á otra á anastomo- sarse entre sí. El borde sutural es amarillo. El viemtre lo mismo que las demás partes inferiores están pun- teadas, y cubiertas de una vellosidad amarillenta. Las patas son escabrosas, y los tarsos provistos de pelos cortos, rojizos sobre todo en su faz plantar, con las uñas de color mas claro. Este insecto me ha sido remitido de Córdoba por mi aprecible ami- go D. Fernando Amor, á cuyo nombre lo dedico en prueba de afecto y justo tributo por su aficion á las ciencias naturales, que enseña en el Instituto de dicha ciudad. Se encuentra 4 mediados de ¡unio sobre las plantas crucíferas, en un sitio llamado la Rizofa. N. B. ¿Será quizá este Cebrio una simple variedad de la especie anterior? La puntuacion es muy semejante, pero bastante distinta la 125 coloracion. El Sr. Amor podrá aclarar esta duda, observando si las hembras son iguales ó diferentes. Dasytes ciliatus, Grlls. Viridis, tenuissime punctatus, granulatus; granulis pilo nigro erecto terminalis; mar- ginibus prothoracis el elytrorum ciliatis, ciliis prothoracis prorsum, elytrorum retrorsum versis. Long. 6 mil., lat. 2 mil. (Annal. de la Sociét. Entomol. de France, 1 serie, t. 1, p. 224, pl. X, n. IL, fig. 3 4 6.) Hace diez y ocho años que descubrí este insecto en Cataluña, y nue- ve que fue publicado en los Anales de la Sociedad entomológica de Francia. La descripcion detallada y caracteres que le distinguen del Das. nobilis, al cual se parece, pueden verse en la obra y sitio indica- do por la cita. Aquí solo añadiré, que no es peculiar de la fauna de Cataluña, puesto que de Sierra-Morena me lo han enviado Mr. Ghilhia- ni y D. Fernando Amor, y cerca de Madrid le ha recojido abundante- mente D. Juan Mieg en el monte de Boadilla. Como yo en Cataluña, estos señores siempre le han encontrado sobre las flores de los Cistus. Elophorus fricidus, Grlls. Supra cupreo-ceneus, sublus fuscus; pedibus, palpis, antennisque pallidis; capile, thora- ceque punctulato-granulosis; capite depresso, medio lineá excavatá instar Y signato; tho- race septemsulcato, sulcis rubrocupreis, flexuosis; medio recto, dilatato; exterioribus pone puncto profundo impressis; costulis viridi-eeneis, granulatis, granulis depressis, in medio punctatis; elytris fusco-maculatis, striato-punclatis, slriis decem in singulo, suturali pone angulum scutellarem bifurcatá. Long. 5 mill., lat. 2 mill. (Annal. de la Soc. ent. de France, II serie, t. 5, 2 trimest. de 1847, p. 6, pl. 4, n. 1, fig. 1.—Ganbil, Catalogue synonim. des coleopt. d'Europe et d'Algérie, p. 50.) La frase de este insecto necesita alguna mayor esplicacion, porque siendo las especies del género bastante parecidas en la mayor parte de 126 sus caracteres, es preciso descender á detalles minuciosos para dis- tinguirlas. Empezaré por decir que á la fig. 1 c. de la lámina 4.* del tomo Y de la 2.* serie de los Anales referidos, le falta una línea de puntos hundidos, pues solo ofrece nueve y el insecto tiene diez, mas la bi- furcacion de la décima. Tampoco las series de puntos deben llegar to- das hasta el ápice, porque siendo paralelas, van rematando en el punto del borde á que alcanzan, sin encorvarse para terminar en la punta. Las formas son las del Eloph. grandis, pero el cuerpo es menos deprimido y mas angosto. Cabeza granujienta, con una impresion 4 manera de Y muy marcada. Palpos pálidos con la punta oscura. Torax con el tergo trasversal, los ángulos anteriores algo agu- dos, y los posteriores abiertos: de delante atrás le atraviesan siete sur- cos, y de estos los laterales son casi lineales, y los demás anchos y flexuosos, menos el del medio que es recto y dilatado en el centro y parte posterior. El segundo de cada lado tiene detrás un punto hun- dido, y el fondo de todos los surcos es de color rojo cobrizo. Los in- terespacios que los separan son longitudinales, costiformes, bronceados, en número de seis, y granujientos con los granos deprimidos y provis- tos de un hoyuelo muy pequeño en su centro. El escudete es di- minuto, casi circular y cobrizo. Elitros de color pálido oscuro, lustrosos, oblongos, ligeramente convexos, con diez líneas de puntos hundidos muy visibles. La primera ó sutural está bifurcada cerca de la base, las restantes, hasta la sexta inclusive, parten paralelas desde dicho punto, y van á concluir en el estremo del élitro; la 7.*%, 8.2, 9.2 y 10.* ó marginal, arrancan del hom- bro, y terminan en el borde cerca de la parte posterior, siendo la mas esterna la mas corta y así sucesivamente. Los interespacios son anchos y planos, y cada uno en su medio está señalado con otra serie de pe- queñísimos puntos, solo visibles con una buena lente Stenop. El sép- timo interespacio tiene en el cuarto superior del élitro una manchita pardo-oscura y otra hácia la mitad; en el quinto hay dos, una mas al- ta que la primera dicha y otra mas baja, de modo que aquella viene 197 á caer entre el medio de estas dos; el tercero está señalado con tres, una cerca de la altura en que principia la bifurcacion de la primera serie de puntos, otra algo mas baja, y la tercera un poco mas atrás que la parte media del élitro; por fin, en el primer interespacio se ve una manchita debajo del escudete, y otra en la mitad de la longitud del élitro: esta se une en la sutura con la del lado opuesto. Tales manchas no siempre están bien pintadas, de modo que unas veces pue- den verse todas con facilidad, desvaneciéndose completamente otras, ó presentándose de un modo poco aparente algunas. Además de los ca- racteres espresados, suelen los élitros ofrecer en su base una serie tras- versal de puntos hundidos en número de cuatro ó cinco mayores que los demás. Inferiormente, el cuerpo es negro mate, con alguna vellosidad cor - tísima. Las patas, de color amarillento, tienen los muslos mas oscuros por detrás, lo mismo que las estremidades de las tibias, de los artejos y de las uñas. Encontré esta especie en la Laguna de los Pájaros, cerca de la cima de Peñalara, á principios de julio de 1843. Nunca he visto en tanto número á tales insectos. Volando formaban una nube sobre la laguna, y los que caian cubrian las aguas, bullendo por el suelo entre las yer- bas millares de millares de individuos. Despues, aunque casi en igual época del año he vuelto á visitar dichos sitios, apenas he podido reco- jer media docena de ejemplares. Segun me dijo Mr. Dufour, á quien consulté este fenómeno, tambien le habia observado en otras especies del mismo género. 128 Onthophasus styloceras, Grlls. Niger; 3 clypeo supra hispido, scabriusculo, valdé punctalo, subsemicirculari, mar- ginato, antice subtruncato, laminá occipitali ad basim quadratá, deinde trigoná, hinc utrinque angulo denteve nolatá; cornu subcompresso obtusoque, ejusdem lamine ad an- gulum obtusum inflexo, tunc plane subrecto; thorace scabriusculo, granuloso-punctato, an- ticé reluso, paululumque excavato; elytris substriatis, interstitiis sub-biseriato-granuloso- punctatis. 2 Clypeo semicirculari, carinis duabus validis, parallelis, harum posticá latiore, ad latera angulosá vel dentatá et medio in laminá occipitali truncatá producta; thorace anti- cé retuso, utrinque submarginalo, spatio interjecto prominente, subbidentato. Long. 1 cent., 54 mill. Lat. 73 mill. Habitat in stercore equino regionis montane Carpetanorum. o” Cabeza con el capacete semicircular, algo oblongo, rebordea- do, sobre todo anteriormente donde parece como truncado y un poco escotado, cubierto superiormente de puntos hundidos muy visibles, de cuyo fondo nacen pelos negros rígidos y erguidos, que suelen caerse en los ejemplares mal conservados. La sutura frontal está casi borrada, y en el vértice se eleva una lámina cuadrilátera que se inclina hácia de- trás, y de su borde superior nace un estilete ó cuerno cilindráceo y ob- tuso, cuya base es triangular. Inferiormente todo el borde del capacete está guarnecido de gruesos puntos hundidos, de cuyo fondo nacen pin- celillos de pelos rígidos y rojizos, que le hacen parecer pestañoso: ante- riormente en la verdadera region epistómica, este borde se ensancha formando un espacio elíptico, trasversal y algo escavado. Antenas negras con el segundo y tercer artículo rojizo, la maza pubescente, y la vellosidad cortísima, gris-rojiza. Palpos negros, lo mismo que los pelos setiformes que pueblan las partes vecinas de la boca. Torax con el tergo dividido en una faz vertical anterior, casi lisa y ligeramente escavada en tres hundimientos, uno medio mayor y dos laterales menores, y en otra posterior horizontal, trasversalmente con- vexa, cubierta de granulaciones y puntos hundidos, con un callus en 429 cada costado cerca de los ángulos posteriores, y la línea media puntea- da casi en toda su estension, y sulciforme. El borde anterior está esco- tado para recibir la region occipital; los laterales son cortos y subrec- tilíneos, y el posterior muy estenso y curvilíneo con el reborde angosto y poco aparente en el medio. El amtepectus tiene los episternos granujiento-punteados, y cubiertos de pelos negros y largos; los epi- meros subgranoso-rugosos superiormente y lisos inferiormente. En el postpectus están todas las piezas profundamente punteadas, y ade- más se ye un surco muy bien señalado en la línea media del medister- non y postesternon. Elitros con la base casi tan ancha como largo es el borde sutu- ral, y por detrás tan estrechos como la mitad del espresado borde; su- periormente son planos y algo inclinados por los lados; tiene cada uno siete estrías superficiales, sin contar las dos marginales; la sutural ape- nas es perceptible. Dichas estrías están oscuramente punteadas, los in- terespacios que las separan son bastante anchos, con dos series cada uno de granitos mas ó menos bien alineados, detrás de los que se ve un puntito hundido muy pequeño: en los interespacios mas anchos pa- recen aumentadas las series de granos, pero de un modo confuso. El callus humeral está bien desarrollado y atravesado por la estría se- gunda, que desde el ángulo esterno de la base baja formando una cur- va para irá anastomosarse con la tercera, cerca del estremo del élitro, que en esta parte es obtuso y redondeado: las demás estrías son subparale- las y casi borradas antes de llegar á la terminacion de este órgano. Abdómen con los segmentos angostados en el medio y ensan- chados en los lados. En cada uno se ve una serie trasversal de puntos hundidos, mas notables en las regiones laterales que en la media. IPi- gidio triangular, rebordeado, con el ángulo inferior obtuso, los dos superiores agudos, y la superficie distintamente punteada, pero los pun- tos hundidos bastante separados unos de otros. Patas con los muslos cubiertos de gruesos puntos hundidos, pes- tañosos en los bordes, y con la base del primer par anteriormente pro- vista de una foseta, de cuyo fondo nace un mechon muy notable de pe- los rojos. Wibias anteriores esteriormente cuadridentadas, comprimi- TOM. I. 17 4530 das y casi palmeadas, con los dientes de arriba abajo progresivamente mayores, y adornados en sus bordes con una serie de puntitos hundi- dos muy aproximados unos á otros; las intermedias y posteriores sub- tridentadas, pestañosas, y su estremo inferior embudado y guarnecido de cortísimos pelos rojizos, además de las espinas que hay en la base de cada diente y los espolones del estremo. Tarsos del primer par de patas cortos, filiformes, cilindráceos y con el último artejo mas largo que los dos anteriores reunidos; los de las cuatro estremidades poste- riores son comprimidos, pestañosos y atenuados de la base á la punta, con el primer artejo del segundo par tan largo como los tres siguientes reunidos, y el del último par de la longitud de los cuatro siguientes juntos. Uñas de todos los pies de color ferruginoso. Cabeza con el capacete provisto de dos crestas trasversales, subparalelas; la una en la línea frontal, algo curvilínea, y la otra en la region occipital, muy desarrollada y adornada en el medio con una lá- mina vertical, truncada casi á la altura del tergo, semejante á la del O”, hecha substraccion del cuerno ó estilete que en este lleva. El borde su- perior de dicha cresta ofrece cuatro ángulos ó dientes; los dos superio- res corresponden á la lámina vertical, los otros dos mas inferiores, late- rales y colocados en la base de la lámina, pertenecen á los ángulos de la cresta. Torax con la superficie vertical superficialmente cóncava, y la parte media de la porcion horizontal avanzada como en los Bubas en una especie de cuerno rudimentario, truncado y subbilobo. Este Onthophagus se parece por la forma general al Onth. nutans, al vacca y al austriacus; pero se distingue perfectamente de todos por sus caracteres particulares, y para facilitar desde luego la distincion, voy á esponer el cuadro de notas diferenciales. d 151 DIFERENCIAS ENTRE LOS ONTHOPHAGUS stylocerus Epistoma levantado anteriormente, subtruncado y casi escotado, con la margen rebordeada en toda su estension, y la su- perficie erizada de pelos negros y rígidos. Sutura frontal casi borrada. Vértice prolongado en una lámina cuadrilátera, inclinada hácia atrás hasta la mitad de la altura de la parte anterior del protorax, encorvándose en este punto hácia adelante para subir casi verticalmente, for- mando un cuerno cilindráceo, estilóideo, algo comprimido, cuya base es triangular, la punta obtusa, y un si es no es inclinada á la parte posterior. Antenas con el 1.2, 2.2 y 3.% ar- tículos lustrosos y negro-rojizos: los res- tantes negros, y la maza pubescente con los pelos rojizos. Angulo anterior del protorax sin diente, encorvado hácia arriba. Reborde posterior del tergo liso. Elitros con los interespacios de las estrías casi regular y biserialmente grano- sos, pero mucho menos que en el Onthop. nutans. Pigidio sencillamente punteado, y los puntos mas claros y superficiales que en el Ont. nutans. Costados del antepectus menos pun- teados que en el Ont. nutans, y erizados de pelos mas largos y rígidos, pero negros. Raya longitudinal media del metas- ternon mas señalada que en el Ont. nutans. nutans. Epistoma entero, redoblado ante- riormente; apenas rebordeado eu el resto de su perímetro, y la superficie lampiña. Sutura frontal arqueada poco pro- minente, pero bien determinada. Vértice prolongado en una lámina subsinuosamente triangular hasta la altura de los dos tercios de la parte anterior del protorax; encorvado en este punto, y li- nealmente alargado en un cuerno que se inclina hácia adelante. Amtenas de color pardo ferrugino- so, y la maza gris cenicienta. Angulo anterior del protorax termi- nado en un diente encorvado hácia arriba. Reborde posterior del tergo ligera- mente festoneado hácia delante. Elitros con los interespacios de las estrías irregularmente ó en parte casi tri- serizlmente granosos. Pigidio subrugulosamente punteado. Costados pectorales ásperamente punteados, y erizados de largos pelos rígi- dos y rojizos. Metasternon señalado con una raya media longitudinal. 152 Pelos de las patas negros. Tarsos de todas las patas entera- mente negros con las uñas rojizas. 2 Vértice provisto como en el 4 de una lámina vertical mas corta, cuadriden- tada y desprovista de cuerno: sutura fron- tal elevada á manera de cresta trasversal. Longitud 4 centímetro y 3 milímetros. Pelos de las patas rojizos. Tarsos rojo-ferruginosos, principal- mente los anteriores. 2 Vértice provisto de una arista tras- versal subhorizontal mas larga y elevada que la sutura frontal. Longitud 9 milímetros, esto es, casi una tercera parte menor que el Ont. sty- locerus. DIFERENCIAS ENTRE LOS ONTHOPHAGUS stylocerus Negro enteramente, lo mismo que la vellosidad de todo el cuerpo. ? Lámina del vértice cuadridentada, y desprovista de cuernos. vacca. Verde bronceado con los élitros ama- rillentos escepto la sutura, y una porcion de átomos ó manchitas que los cubren y son del mismo color del cuerpo. Tarsos ferruginosos, antenas rojizas con la maza negra, y pelos ó vellosidad de todo el cuer- po amarillenta. Cabeza y torax mucho mas pubescente que en las dos precitadas especies. 2 Lámina del vértice ahorquillada, con sus ángulos superiores desarrollados 4 ma- nera de cuernos. DIFERENCIAS ENTRE LOS ONTHOPHAGUS stylocerus Enteramente negro. ¿ Frente señalada con los vestigios austiriacus. Negro, élitros rojizos con la sutura y varios átomos oscuros dispuestos como en el Ont. vacca, vellosidad roja. g Con la frente provista de un tu- de una sutura casi borrada; bastante pun- | berculillo casi borrado, y mas lisa que en 135 teada y erizada de pelos lo mismo que la|las otras especies, principalmente la lámi- lámina del vértice, cuyos ángulos son muy | na del vértice, que es redoudeada en sus claros y determinados. ángulos. 2 Con una cresta frontal y otra en 2 Con una cresta frontal y otra en el vértice, provistas de una lámina vertical | el vértice paralelas, y sin lámina vertical: truncada á la altura del tergo. porcion avanzada del tergo mas desarrolla- da que en las otras tres especies. El Ont. stylocerus se encuentra en la region montana de la sierra de Guadarrama, entre los escrementos recientes de los solípedos, prin- cipalmente durante los meses de mayo y junio. Aphodius carpelanus, (ells. Nigro-piceus, subnitidus; supra glaber, subtus punctulatus, subhispidus; clypeo muti- co, punctulato, marginato, angulis ciliato-penicillatis; prothorace transverso, tergo subcon- vexo, rare el levissime punctato; angulis posticis rotundatis, antice margine ferrugineo, lateribus marginato-ciliatis; scutello apice leeviusculo, basi ruguloso-punctato; elytris pi- ceo-nigris vel piceo-castaneis, striatis, interstitiis tenuissime punctato-rugulosis. Long. 15 mill., lat. 6 mill. Annal. de la Société ent. de France, 1 serie, tom. 5, 2 trim. de 1847, p. 7, pl. 4, n. L, fig. 5. Acrossus carpetanus, Grlls.— Gaubil, Catal. synonim. des coléopt. d'Europe et d'Al- gérie, p. 89. Habitat in stercore equino; primo yere frequens in regione submontana montium Carpetanorum., El Aph. carpetanus es una de las mayores especies del género, y por su forma se acomoda bien entre los Acrossus de Mulsant, cuyos caracteres genéricos por otra parte no parecen muy sobresalientes y esenciales para constituir un género aparte. El color de este insecto es negro lustroso en la cabeza y tergo, cas- taño oscuro en los élitros, y de pez en las partes inferiores. Los deta- lles característicos de la especie pueden formularse así: Cabeza con el capacete semicircular, rebordeado, distintamente punteado , pero con los puntos esparcidos y muy claros; ángulos ante- 454 oculares bien pronunciados y guarnecidos con un mechon de pelos ro- jizos y algo divergentes, que nacen de la parte inferior del ángulo. Lí- nea frontal apenas aparente; frente menos punteada que el capacete. Antenas con los primeros artículos rojizos, y la maza oscura y pu- bescente. Boea guarnecida de pelos amarillentos. Palpos rojos y el último artículo de los maxilares como truncado en la punta, en cuyo ápice se ve un agujerito que parece la terminacion de la cavidad tubu- lar del artículo. Torax con el tergo protorácico trasversalmente convexo, liso, reluciente y cubierto de puntos hundidos de dos clases; los unos son grandes, claros y mas abundantes hácia el borde posterior y laterales que en el anterior y centro, y los segundos muy pequeños y mas espe- sos están esparcidos con igualdad por toda la superficie. La línea media tergal solo se ve indicada en la porcion posterior del disco. El borde anterior es liso, ferruginoso en su centro, y ligeramente cóncavo: el posterior convexo, solo está algo rebordeado cerca de los ángulos; los laterales, provistos de un reborde completo, son inferiormente pestaño- sos, con los pelos ó pestañas amarillentas. Los ángulos anteriores son un poco agudos y encorvados hácia adentro, y los posteriores redondea- dos y abiertos. El eseudete es triangular, oblongo, punteado en la base, y liso en la punta. Los élitros, subconvexos, tienen diez estrías, de las que la pri- mera ó sutural se une en el ápice con la décima ó marginal; la 2. y 5." bajan desde la base paralelas hasta el estremo del élitro, reuniéndose aquí sin formar ángulo; la 4.* y 5." empiezan en la base, y la 6.* en- cima del callus humeral, bajando las tres á anastomosarse en la parte posterior, detrás de la abolladura, formando un ángulo muy agudo; la 7.*, que tambien nace en el callus, recorre sola y sin unirse á ningu- na otra la longitud del élitro; y por fin, la 8.” y 9.* empiezan detrás del hombro, y despues de haber recorrido paralelas la parte lateral del élitro concluyen anastomosándose delante de la 7.* Estas estrías, miradas con el lente, parecen punteado-festoneadas, siendo mucho mas distintos los puntos hundidos que cubren los interespacios. Por debajo está el cuerpo y patas punteados, y tiene pelos amari- 155 llentos y rígidos, mas notables en la region anal, bordes de los seg- mentos y muslos que en las demás partes. Los muslos, inferior- mente y cerca de su borde posterior, tienen una hilera de gruesos puntos hundidos, de cuyo fondo suele nacer una serie de pelos rígi- dos y dirijidos atrás. Las tibias anteriores son pestañosas en su bor- de interno, y cada uno de los tres dientes del esterno tiene encima y debajo puntos hundidos bastante grandes, de cuyo fondo nace un pin- celillo de pelos rojizos; las de las cuatro patas posteriores, además de la hilera interna de pestañas, tienen tres semiciclos de pelos espiniformes, siendo el del estremo completado por las dos espinas córneas, de las que la esterna es dos veces mas larga que la interna. Los tarsos son ro- jizos, con el estremo de cada artejo negro, y el primero de las patas posteriores mas largo que los tres siguientes juntos, y con una línea longitudinal y esterna de pelos espiniformes, terminándose cada uno en un semiciclo de pelos ríjidos y rojos. Vive este Aphodius en los escrementos de los solípedos que pacen en la region submontana de Guadarrama, siendo bastante abundante á fines de mayo en el Escorial, Miraflores de la Sierra y demás locali- dades de la misma línea. Anomala rugatipennis, Grlls. Cupreo-enea, nitida; antennis, palpis, segmento penultimo abdominali testaceis: un- guibus piceis supra, capite thoraceque punctatis; elytris striato-rugosis, subscrobiculalis, costis prominulis striatis; pygidio variolosulo; subtus ruguloso-punctata. Long. A cent. 3 mill. , lat. 8 mill. Gaubil, Catalog. synom. des coléopt. d'Europ. et d'Algérie, 268. Annal. de la Sociét. entom. de France, II série, t. 9, 4 trim. de 4851, p- 15, pl. 4, fig. 3. Rev. et Magas. de Zoologie par Mr. Guérin-Meneville, 1849, p. 620. Habitat in regione montaná Carpetanorum super gramineas. Esta Anomala difiere bastante de las demás especies del género por la forma corta y ancha de su cuerpo, sobre todo posteriormente; siendo 136 no obstante algo afin á la Anom. aurata FF. De ella se distingue por ser un tercio mas pequeña, por la puntuacion de la cabeza y tergo, que es mas clara y profunda, por el surco medio de esta parte que es mas mar- cado y prolongado, llegando cerca del reborde posterior, cuando en la au- rata apenas alcanza al medio, y es superficial. El escudete en la rugati- pennis es casi rugoso y bastante trasversal, y en la aurata mas triangu- lar y poco punteado. Las costillas de los élitros son en mi insecto mucho mas pronunciadas, y los intérvalos de las estrías muy rugosos, y con ho- yos que hacen la superficie desigual y áspera. El surco del mesosternon es menos profundo que en la Anom. aurata, y sus dos ramas laterales y divergentes figuran una flor de lis. Los segmentos abdominales son rebordeados, profunda y rugosamente punteados, con la parte central cobriza y verdes los rebordes, excepto el penúltimo segmento que como las antenas y palpos es rojo-ferruginoso. Las tibias son bastante espino- sas y rugosas, y los tarsos de color oscuro con reflejos metálicos, La Anom. rugatipennis vive sobre las gramíneas de los prados ba- ñados por las aguas frias de la zona montana media de Guadarrama; se presenta á últimos de julio, y se la ve en medio del dia suspendida por sus patas posteriores de los débiles tallos de las Poa, Phleum, etc., del mismo modo que lo hacen las Anisoplias, en cuya sociedad se la en- cuentra. Chasmatopterus hispidulus, Grlls. Ater, punctalissimus, hispidulus, elytris testaceis, marginibus nigricantibus. Long. 7 mill. , lat. 5. Annal. de la Sociét. ent. de Franc., Il sér., t. 5, 2 trim. de 1847, p. 7, pl. 3, n. I, fig. 5. Gaubil, Catal. synonim. des coléopt. Europe et d'Algérie, p. 97. Habitat in floribus Pyrethri sulphurei et pulverulenti, aliisque compositis ejusdem famili, montium Guadarramze, mense julii. El Chasm. hispidulus es negro, punteado, cubierto de pelos rígi- dos, erizados, no muy largos, negros en la region dorsal y mezclados con otros amarillentos en la abdominal. 157 La cabeza tiene el capacete semicircular, muy redoblado hácia arriba, con la línea frontal trasversal casi recta. Las amtenas, pal- pos y demás partes de la boca son enteramente negras. Los élitros de color rojo tostado, están ribeteados de negro en todo su perímetro, siendo el ribete mas ancho en el borde marginal que en el sutural. Las patas anteriores tienen el espolon algo encorvado y de color rojizo, lo mismo que las uñas de todos los tarsos, que son negros. Vive sobre las flores del género Pyritruus que se encuentran en la region submontana de la cordillera de Guadarrama. Chasmatopterus parvalus, Grlls. Ater, punctatus, subpubescens, clypeo subtriangulari, marginato, antea unidentato; an- tennis palpisque rufescentibus, basi apiceque obscurioribus; elytris substriatis, testaceis, marginibus suluráque nigris. Long. 5 mill., lat. 25 mill. Habitat. in floribus synantherarum familiz Matritum circa. La coloracion de esta especie es semejante á la del Chas. villosulus; pero la pequeña talla, forma oblonga, pelos cortos y claros, y sobre todo la figura del capacete y diente de su borde anterior, le distinguen muy bien de todos los otros conocidos. Cabeza muy punteada, capacete triangular, con el borde fron- tal limitado por una impresion rectilínea y trasversal, bordes ester- nos algo curvilíneos y revueltos hácia arriba, uniéndose en la línea media para formar un diente muy visible y algo levantado. Amtenas y palpos rojizos con los últimos artículos obscuros. Elitros subestriados, pajizos, con los bordes marginales y sutu- rales obscuros y el disco casi lampiño. Pelos del dorso muy cortos y ne- gros y los del abdomen y partes inferiores mas largos y amarillentos. Patas con los tarsos negros y uñas ferruginosas lo mismo que el espolon de las tibias anteriores. Como las otras especies frecuenta las flores de las compuestas, y TOM. I. 18 158 mas particularmente las del género Bellis. Se encuentra en los circuitos de Madrid, pero menos frecuentemente que el Chasm. hyspidulus y villosus. Misolampus scabricollis, Grlls. Ater, nitidus, tenuissime punctatus; antepectore, lateribusque thoracis subrugoso-sca- brosis: antennis el tarsis piceo-ferrugineis; ore plantisque pilosis, elytris haud strialis. Long. 15 mill., lat. 6 mill. Rev. et Magas. de Zoolog. de Mr. Guerin-Meneville, 1849, p. 624. Gaubil, Catal. synonim. des coléopt. d'Europe et d'Algérie, pag. 272. Annal. de la Sociét. ent. de Franc., LI sér., t. 9, 4 trim. 1854, p. 45, pl. 4, fig. 4. Misolampus Graellsii. Dufour, in litleris. El color general es negro y lustroso, la cabeza muy punteada y la estría trasversal que separa al epistoma de la frente, está bien señalada, arqueada, y en algunos individuos hembras es doble. Las antenas, palpos y labio son de color de pez algo rojiza, con algunos pelos cortos y rojos, principalmente en el borde del labio superior. El torax tiene el corselete globuloso; este es inferior y lateral- mente muy escabroso, con la parte dorsal lustrosa, pero punteada. El escudete no es aparente. Los élitros son convexos, mas angostos anteriormente que por la parte posterior, subrugosos, punteados, pero de un modo poco percep- tible, de manera que vistos sin lente parecen perfectamente lisos, 0b- servándose no obstante, cerca del borde esterno, una ó dos líneas de puntos hundidos mas aparentes que los demás. Las estrías están casi completamente borradas, distinguiéndose apenas su vestigio. Los segmentos abdominales son punteados, lo mismo que las patas, cuyos tarsos, del color de las antenas, tienen la parte plantar cubierta de pelos largos y sedosos. La magnitud del Mis. scabricollis es superior á la de las demás especies, siendo doble de la del Mis. lusitanicus, con el cual tiene alguna semejanza por sus élitros lisos, y distinguiéndose por este ca- 159 rácter del gibbulus, que los tiene estriado-punteados de un modo muy notable. El Misolampus scabricollis vive en la region del Pinus sylvestris de nuestras montañas centrales, principalmente en las de Guadarrama, donde le hallé por primera vez en 1840. Se encuentra debajo de las cor- tezas y troncos caidos de pino, reunido en pequeñas tribus compuestas de cinco ó seis individuos cada una. Al descubrirlos, lejos de huir se encojen y hacen el muerto, hasta que pasada la sorpresa huyen de la luz como los Blaps, y como estos exhalan al tocarlos un olor que recuer- da el de los Diaperis. Mylabris Dufourií, Grlls. Subvillosa, nigra, subtiliter punctulata; elytris pallide testaceis, utrinque nigro-serma- culatis, apice rotundatis, ciliatis, nigro-marginatis; maculá primá humerali, oblongá, brevi, margini parallelá, scutellum circundante, certeris rotundatis; secundá prope suturam, apice prime oppositá; tertia medio juxta marginem: quartá ad suturam, tertiee oppositá, amba- bus inter se el ú margine suturáque «equidistantibus; quintá ante apicem, feré marginali; sextá minore, ad suturam, preecedenti etiam oppositá. Long. 17 mill., lat. 7 mill. Revue et Magas. de Zoolog. par Mr. Guerin-Meneville, 1849, p. 624. Gaubil, Catalog. synonim. des coléoptéres d' Europe et d? Algérie, p. 975. Annal. de la Sociét. ent. de France, II série, t. 9, 4 trim. de 1851, p. 46, pl. 4, fig. 5. Habitat in Guadarrama supra flores Genistee florida; mense juli invenitur. Este insecto es negro, velloso, subgranoso- punteado, con los élitros testáceo-amarillentos, señalados con cinco puntos negros cada uno, y una linea humeral en forma de f tambien negra, la cual despues de ribetear al escudete, viene á bajar paralela al margen por encima del callus humeral hasta llegar frente del primer punto, que está situado cerca de la sutura en el tercio anterior de los élitros: el segundo y ter- cer punto negro se encuentran hácia la mitad de los élitros, están apa- reados y dividen la anchura de este órgano en tres partes iguales; por fin el cuarto y quinto ocupan el tercio posterior, cerca de la estremidad, 140 siendo el esterno mayor que el interno. El ápice de cada élitro tiene el reborde negro que es pestañoso, y las pestañas lo mismo que los pelos que nacen de los puntos hundidos de toda la superficie son cortos, rí- gidos y echados hácia atrás. En algunos individuos desaparece el par de puntos posterior y aun los demás, pero la mancha oblonga y humeral es constante en todos. El Mylabr. Dufourii vive sobre la Genista florida en la region montana media de Guadarrama, y se presenta en los meses de junio y julio. Mylabris. hieracii, Grlls. Nigra, subvillosa, scabriuscula; capite thoraceque variolosulis: tergo prolhoracico me- dio ac postice subfoveolato, foveolá medii rotundatá, posticá transversá; scutello triangu— lari, transverso, apice obtuso, punctato, medio lineá impressd, ante apicem subdepressum- Elytra thoracis basi latiora et paulo plusquam quadruplo longiora, testaceis, pube brevi, nigrá adspersa, confertissime subtiliter ruguloso -punctata, lineis quatuor ú basi usque ad apicem in singulo elevatis; primá marginali, cum sequente infra callum humeralem sub- conjunclá: ad apicem singulatim rotundata: ¿n singulo puncta sex nigra, quorum tria ex- terna feré marginalia, primum pone humerum, secundum in parte mediá procul 4 margine, tertium juxta marginem apicem versus; puncla tria interna circa suluram, externis feré opposita. Long. 2 cent., lat. 7 mill. Revue el Magas. zoolog. de Mr. Guerin-Meneville, 4849, pag. 621. Annal. de la Sociét. entom. de France, 1I sér., t. 9, 4 trim. de 1851, p. 17. Mylabris scabricollis Chor. in litteris. Habitat in regione montana media Carpetanorum supra flores Hieracii el Tlwincio; mense julii et augusti. Esta especie es una de las mayores del género en la Fauna central de España. Es negra, vellosa, con los élitros unicamente testáceos. La cabeza está señalada con gruesos puntos hundidos, y es en su mayor diámetro mas ancha que el borde anterior del corselete; tiene la frente inclinada, con un ligero hundimiento dividido en el medio por una pequeña cresta; detrás de las antenas y á su parte interna se ven 141 otros dos hundimientos mas chicos, uno á cada lado, y delante de aque- llas, una línea trasversal que separa la frente del epistoma: este es an- cho y redondeado en sus bordes. El labio superior es grande y cordifor- me con la parte libre escotada, mas ancha que la adherente al epistoma y señalado en el medio con un pequeño hundimiento lineal. Los ojos son negros, con varios rasgos anastomosados de un color mas claro. Las antemas bastante engrosadas hácia su estremidad, están provis- tas de pelos mas largos en la base que en la punta, que los tiene cortísi- mos. La union de la cabeza con el torax se verifica por un cuello corto. El torax tiene el tergo punteado, y además una foseta redondeada en el centro y un hundimiento trasversal cerca del borde posterior. El escudete es triangular, obtuso y mas ancho que largo, cubierto de puntos y pelos mas cortos que los del corselete, y una depresion cerca de su ápice. Los élitros son mas anchos que la base del tergo y á lo menos cuatro veces mas largos que éste, redondeados en la punta, tenuemen- te rugosos y cubiertos de pelos negros, cortísimos, solo distintos con el auxilio de la lente; tiene cada uno cuatro líneas elevadas que recorren toda su longitud, y las dos mas externas están casi unidas en su origen por debajo del callus humeral. En cada élitro se ven seis puntos negros dispuestos en dos hileras, una marginal y otra sutural: el 4.* de la marginal está colocado detrás del callus; el 2.”, que suele ser el mayor de todos, un poco mas atrás de la parte media del élitro y mas adentro que el anterior; y el 5.” mas cerca del márgen y en la parte posterior. Los puntos de la hilera sutural están colocados entre la 4.* y 2.” líneas elevadas, casi frente de los marginales: el 1.” algo mas atrás que su com- pañero esterno toca á la parte esterior de la 4.* línea elevada; el 2.” eo- locado mas anteriormente que el del márgen tambien toca al lado este- rior de la misma línea; y por fin el 5.” igualmente un poco delante del marginal, está tocando al lado interno de la segunda línea elevada. Como en las demás especies de Mylabris, en esta dichos puntos están sujetos á la reduccion de magnitud y número. El vientre y las patas son algo escabrosos 4 causa de las arru- guillas y puntos hundidos que les cubren. 149 Vive ea la region media de Guadarrama, sobre las flores del Hie- racium, Thrincia y otras cicoreáceas: en fines de julio ó principios de agosto abunda en la subida de Navacerrada al mismo lado de la car- retera. Mylabris sobrina, (rlls. Nigra, villosa, subtiliter ruguloso-punctata: Scutellum parvum, transversum, ad basim punctulatum, marginibus levigatis. Elytra thorace quadruplo longiora, luteola, linearia, pilis brevibus ac nigris dense dispersa; lineis longitudinalibus elevatis feré obsoletis; maculis quinque nigris in unoquoque; primá humerali, oblongo-ovatá; secundá illi oppositá, diffor- mi, per suturam ad elytrorum basim usque denigratam, cum maculá alterius elytri con- junctá; tertia ovatá, atque majore, juxta medium marginis laterali; quartá minore, feré quadratá, versus suturam tertice oppositá; quintá maximá, ad apicem locatá, emarginatá, atque puncto luteo ornatá. Long. 14 mill., lat. 32 mill. Revue et Mag. zoolog., par Mr. Guérin-Méneville, 1849, p. 621. Annal. de la Sociét. ent. de Franc., II sér., t. 9, 4 trim. de 1851, p. 20. Habitat in regione montana Carpetanorum; mense julio el augusto invenitur. Tiene este Mylabris alguna semejanza con el Myl. Dejeanii, tanto por su forma como por su coloracion; pero se distingue facilmente aten- diendo á que es una tercera parte mayor, á que cada élitro solo tiene cinco manchas en vez de seis puntos negros, y por fin á la forma y ca- rácter que ofrece la mancha apical. El cuerpo es enteramente negro, algo velloso, principalmente en el torax y cabeza, ruguloso, y cubierto de numerosos granitos deprimi- dos que en el tergo se tocan, dejando espacios hundidos entre sí mas ó menos puntiformes. Elitros de color amarillo rojizo, rugulosos, y cubiertos de nume- rosos pelos cortísimos y negros. Cada uno tiene cinco manchas, dos basilares, dos en el medio y una apical. De las basilares, la externa ocupa la parte posterior del callus humeral, y es aovada, con el polo mayor hácia atrás y el menor sobre el callus mismo: la interna se es- curre en forma de < ó coma al revés por la sutura hasta ganar todo 143 el borde basilar del élitro, uniéndose por el lado sutural con la mancha igual del élitro opuesto. La mancha externa del medio es grande y toca al borde de la misma márgen, pero la interna es mas pequeña y frecuen- temente de figura cuadrangular, y colocada casi en el mismo borde su- tural: por fin la mancha del ápice ocupa casi la cuarta parte del élitro, y no lejos de su extremo tiene un punto redondo amarillo. Como la especie anterior, vive el Myl. sobrina en la region mon- tana media de Guadarrama sobre varias plantas compuestas, y se en- cuentra á fines de julio ó principios de agosto. hylacites oblongus, Grlls. Oblongo-ovatus, niger, squamis cinereo-submetallicis tectus; setulosus, setulis griseis. Capite thoraceque confertissime granuloso-punctatis; rostro fossulá lineari mediá impresso; antennis obscuré ferrugineis. Thorace lateribus ampliato, plagá discoidali obscuriore sub- rhombeá feré deletá notato. Elytris ruguloso-striato-punctatis, striis subconfusis, setulis re- troversis in seriebus parallelis digestis. Abdomine pedibusque rugulosis. Tibiis apice denti- culatis. Long. A cent., lat. 4 mill, Revue et Magas. zoolog. par Mr. Guerin-Menev., 1849, pag. 621. Annal. de la Sociét. ent. de France, II serie, t. 9, 4 trim. de 1851, p. 22, pl. 4, fig. 7. Habitat in pratis sabulosis Matriti; mense septemb. invenitur, Por lo comun son tan parecidas las especies de este género, que mu- chas veces es difícil caracterizarlas de modo que puedan distinguirse sin un exámen muy detenido. El Thylacites oblongus es negro, subrugoso, cubierto de escamas farfuráceas, cenicientas, con reflejos casi metálicos y de pelos setifor- mes, mas rígidos y largos en la boca, patas y partes inferiores que en las superiores. La cabeza está tenuemente granuloso-punteada; el rostro es cor- to y ancho con un hundimiento lineal en medio de su centro; las am- tenas de color ferruginoso muy oscuro, tienen en sus artículos algu- nos pelos rígidos y espiniformes: los ojos son negros y redondos. 144 Torax con el tergo protorácico algo ensanchado trasversalmente en la parte media, y señalado en su disco con una mancha de figura romboidea casi borrada, de modo que muchas veces apenas es percep- tible. Los élitros son rugoso-punteados, confusamente estriados, y las estrías formadas por séries de puntos hundidos; viéndose además várias carreras de cerdillas grises, algo inclinadas hácia atrás. Las patas son muy rugosas, y pobladas de cerdillas bastante largas y rígidas; sobre todo en las tibias, cuyo extremo tarsiano está guarne- cido de un cerco de dentellones espiniformes. Este insecto es comun en los circúitos de Madrid, principalmente en el soto de Migascalientes, y se le encuentra corriendo por el suelo durante las horas de sol, en los dias del mes de setiembre. Cneorhinus Jateralis, Grlls. Oblongo-ovatus, niger, punctato-subgranulosus, dense squamosus; supra squamulis gri- seo-aurulentis; lateribus infraque viridi-nitentibus; ore, antennis pedibusque setulosis: ely- tris striato-punctatis. Long. 9 mill., lat. 4 mill. Revue et Magas. de zoolog. par Mr. Guerin-Meneville, 1849, p. 622. Amnal. de la Sociét. ent. de France, Il ser., 4 trim. de 1854, pag. 21, pl. 4, fig. 6. Habitat in Guadarrama. Hermosa especie, fácil de distinguir á primera vista por la distribu- cion de sus colores gris rojizo dorado por encima y verde reluciente por los lados y partes inferiores. Dichas tintas están inherentes á las es- camillas circulares que cubren todo el cuerpo del insecto; el cual, des- provisto de estos anejos, es negro, punteado-granoso, con los élitros es- triado-punteados, bastante convexos superiormente y un poco compri- midos por los lados. Los interespacios son algo anchos y adornados con séries de pelos cortos, gruesos, blanquecinos y echados hácia atrás. Las antenas tienen los artículos cubiertos con dos clases de pelos, unos cortísimos pegados contra el tallo y otros mas largos, erl- zados y rígidos. 145 El rostro cerca de la boca, y las tibias en su parte inferior están adornadas con pelos blanquecinos y setiformes. Las patas cuando no han perdido sus escamillas, son del mismo color que las partes laterales é inferiores del cuerpo. Vive en la region submontana de Guadarrama, y tambien lo he re- cibido de Galicia, enviado por mi amigo D. Francisco de los Rios Na- ceiro, celoso ornitólogo de Santiago. Brachyderes suturalis, Grlls. Elongatus, gracilis, niger, pubescens, pilis brevissimis rufis retroversis: antennis tenui- bus, rufescentibus; thorace subquadrato, antea et postice paululum coarctato, punctalo, hirtulo, supra pilis erectis; scutello triangulari, transverso, subleevigato; elytris punctato- striatis; interstitiis ruguloso-granulalis, granulis depresso-squamiformibus; suturá el mar- ginibus albido-argenteo vel purpurescenti vittatis: infra rostro, pectore, abdomine pedibus- que purpureo-argenteo-squamulosis. 3 difert a ? corpore angustiore, graciliore, feré cylindraceo. Long. A cent. 3% mill., lat. 53 mill. Habitat in pinetis montium Carpetanorum et Vallisoleti. Insecto notable sobre todo por lo angosto y oblongo del cuerpo del O”. Es granoso-punteado, pubescente, con los pelos rojizos y diri- jidos hácia detrás. Cabeza corta, con el rostro superficialmente excavado cerca de la punta; lados de la boca provistos de pelos rígidos, blanquecinos y di- rijidos adelante: ojos laterales, globosos y oscuros: antenas inser- tas cerca de la punta del rostro, tan largas como la mitad del cuerpo, delgadas y de color rojizo, con la maza oblonga atenuada en su punta, vellosa y blanquecina. Protorax corto, casi tan largo como ancho, algo cilindráceo, pero mas abultado en el medio que en sus estremos, sobre todo en el anterior que parece algo estrangulado. La línea media longitudinal es- tá únicamente indicada por un espacio angosto en el centro del tergo desprovisto de puntos. En los ejemplares bien conservados, se ve á cada TOM. 1. 19 146 lado una línea blanca formada por escamillas de este color, que se pro- longa muchas veces hasta la base de la insercion de las antenas. Eseu- dete triangular, trasversal, pequeño, anteriormente casi liso con la punta aguda y algo rugosa. Elitros en el O” angostos, sobre todo en la base, que es casi mas estrecha que la parte posterior del corselete; apenas cuatro veces mas largos que éste; con diez estrías punteadas cada uno que vienen á con- fluir dos á dos hácia el ápice, siendo la sutural y marginal las mas lar- gas, y sucesivamente menores las que las siguen hasta las dos mas cén- tricas, que son las mas cortas de todas y mas contíguas. Los interespa- cios están cubiertos de granos deprimidos casi escamiformes, y como recargados ó imbricados, naciendo de la parte posterior de cada uno un pelito rojizo, corto y dirijido atrás. El borde marginal está adornado con una cinta ó faja blanca argentino-rosada, formada de escamillas de este color, la cual muchas veces termina antes de llegar al ápice: la sutura tambien está marcada con una línea de igual matiz, que frecuentemente no pasa de la mitad de la longitud de los élitros y otras veces llega algo mas abajo. Las partes inferiores están provistas de pelos y escamillas blanque- cino-rosadas con lustre argentino, y los primeros y últimos segmentos abdominales tienen en el centro una depresion sulciforme bastante an- cha en el posterior. Las patas son algo largas y vellosas, con los muslos en forma de clava, sobre todo los anteriores, atenuándose un poco antes de la ar- ticulacion femoro-tibial. Las tibias anteriores son encorvadas hácia el estremo, las demás casi rectas. Los tarsos están provistos infe- riormente de pelos blancuzcos reunidos á manera de brocha. La Y difiere del O” en la mayor anchura del cuerpo y forma me- nos cilindrácea. La sutura de los élitros tiene la línea blanca mas lar- ga; las partes inferiores son mas escamosas y rosado-argentinas; las tibias menos arqueadas y el último segmento abdominal mas angosto, y con el surco borrado. Vive el Brachyderes suturalis sobre los pinos del centro de la Pe- nínsula, siendo muy comun en los circúitos de Valladolid. 147 Metalites cristatus, Grlls. Niger, subhispidulus, griseo-squamulosus, punctulatus; antennis pedibusque testaceis; rostro subcanaliculato, fronte inter oculos puncto profundo ¿mpressá; thorace carinato, ca- riná prominulá ; elytris striato-punctatis, punctis subperforatis; femoribus subdentatis: Long. 5 mill., lat. 2 mill. Fondo negro, cuerpo cubierto de escamillas gris-rojizas entremez- cladas de pelos del mismo color que ocultan el verdadero del fondo. Boca, antenas y patas rojas, simplemente vellosas. Cabeza con el rostro ligeramente acanalado: ojos redondos y negros: region frontal señalada con un punto hundido interocular. Tergo protorácico de la longitud de toda la cabeza ó poco mas; convexo lateralmente, oblícuamente comprimido en su faz dorsal para formar una quilla ó cresta muy pronunciada, la cual ocupa toda la línea media superior. Elitros aovados, anterior y posteriormente angostados, termi- nando en una punta obtusa; están señalados con diez estrías punteadas anastomosándose entre sí del modo siguiente: la 1.* con la 10.”, la 2.* con la 9.*, la 3.* con la 8.*, la 4.* con la 7.* y la 5.* con la 6.2 Los puntos de estas estrías á pesar de ser profundos y casi perforados, no se ven distintamente cuando el insecto está cubierto de sus anejos cu- táneos, que son menos abundantes en la faz ventral que en la dorsal. Los muslos tienen un diente bien distinto, pero poco prominente en el lado interno cerca de su estremo inferior. Por la descripcion que da Schóenher del Met. atomarius Ghl., se ve que mi especie debe serle afine; pero difiere por el color de las escamas y su anchura y por la cresta del corselete, mucho mas pronunciada en nuestro insecto. Vive en los circúitos de Madrid, y mo puedo asegurar sobre qué planta, porque cogido con la manga de coleópteros no es facil adivinar el momento en que cayó y de qué vegetal procedia. 148 Dorcadion Perezii, Grlls. Corpus, tomento destitutum nigrum; tomento indulum vittis tribus albidis, media fron- tali, lateralibus pone oculos locatis; epistomate, labro, genisque canescentibus; oculis an- tennisque nigris, basi articulorum albicante; thorace cariná dorsali ex albido tenuissimé limbatá; lateribus canescente nigroque triviltatis: scutello nigro, nitido, leevigato, margi- nibusque albo-pilosis; elytris nigris aut nigro-canescentibus vel rufescentibus; suturá villd- que marginali albá, in apice uncinata; maculá niveá sagiltiformi in unoquoque elytro pictá ac sutura subconjunctá. Long. 14 mill., lat. 5 mill. Rov. et Mag. Zoolog. par Mr. Guerin-Meneville, 1849, p. 622. Gaubil, catalog. synonim. des Coléopt. d'Europe et d'Algérie, p. 270. Annal. de la Sociét. ent. de France, Il ser., 1 trim. de 1851, p. 24, pl. 1, fig. 8. Habitat in pratis regionis medie montan Carpetanorum; mense maji invenitur. A pesar de la grande semejanza que existe entre las especies de este género, la presente es de aquellas que, como el Dorc. cruciatum y grecum, se distingue tan pronto como se ve por la mancha en forma de saeta que adorna á cada uno de sus élitros. Puede este insecto presentársenos en dos estados diferentes; ó des- nudo de la pelusa que suele vestir la superficie de su cuerpo, ó cubier= to de semejante anejo. La caracterizacion establecida únicamente en cualquiera de estos dos estados sería insuficiente para darle á conocer de un modo completo, y por lo mismo es necesario describirle tal cual aparece en ambos. Cuando ha perdido el fino vello que le suele cubrir, cosa que acac- ce con frecuencia, sobre todo en la Q, es enteramente negro, con la cabeza y torax cubiertos de grandes puntos hundidos, muchos de ellos confluentes, en términos de hacer rugosa y desigual la superficie de estas partes. El surco frontal, que principia en el mismo borde del epis- toma, es angosto y finísimamente punteado, dilatándose en medio del vértice, en cuyo punto termina. El lábio superior es rugoso, lo mismo que la mitad basilar de las mandíbulas, al paso que la punta es muy 149 lisa y lustrosa. Las antenas son escabrosas, sobre todo en sus cuatro primeros artículos. El Torax tiene el presternum trasversal y ligeramente rugoso; pero los epímeros y tergo están profundamente punteados, y son rugo- sos y escabrosos: el tubérculo lateral es poco prominente, y obtuso, y la quilla dorsal, plana, lustrosa y algo asurcada, con una depresion ó foseta superficial cerca del borde posterior. El escudete es pequeñísi- mo, triangular, obtuso, casi liso y lustroso. Los élitros, un poco mas anchos en la base que la parte poste- rior del corselete, son convexos, cubiertos sobre todo en su origen y cerca del callus humeral de arruguillas muy marcadas y puntos hundi- dos, que se hacen menos notables á medida que se avanza hácia el ápice, Además de lo dicho, en la parte anterior de estos órganos se nota la indicacion de dos costillas que parten del callus; y examinado el resto de la superficie con el lente, aparece toda ella superficialmente rugosa. Las patas y segmentos abdominales tambien son punteados; pero los puntos están bastante apartados unos de otros, escepto en el borde anal que los tiene mas numerosos y aproximados. Cuando el Dor. Perezii está adornado de su pelusa, presenta la cabeza, pecho, abdómen y patas de color gris, debido á los numerosos pelitos blanquecinos que cubren estas partes lo mismo que á la base de las mandíbulas y de los artículos de los palpos, siendo lampiña la estre- midad de ambos órganos. El borde del lábio superior tiene una franja de pelos amarillentos mezclados en los ángulos con otros negros mas largos y rígidos. La frente está marcada con una línea blanca dividida longitudinalmente en dos por una rayita negra, que corresponde al fon- do del surco frontal. Desde la parte posterior del corselete se estienden otras dos líneas blancas. Las antenas tienen los artículos cubiertos de pelos rígidos , negros y grises, principalmente en la parte basilar. La línea media del corselete es lampiña, negra y lustrosa; está limi- tada lateralmente por dos rayas blancas muy angostas; mas hácia fue- ra se ve á cada lado una faja de color gris amarillento, luego otra ne- gra producida por un espacio desnudo de pelos, y en fin, por cima de los tubérculos laterales del torax pasa otra tira de color blanquecino. 150 El escudete en su centro es negro, lampiño y lustroso, al paso que sus lados se hallan cubiertos de pelos blancos. Los élitros tienen en la margen una lista blanca que al llegar cer- ca del ápice se redobla como la punta de un anzuelo: la sutura tambien es blanca, y tocando á ella se ve en cada élitro una mancha de este color en forma de hierro de flecha ó alabarda, cuya punta mira atrás y el seno hácia adelante. En unos individuos semejante dibujo es muy marcado, al paso que en otros, reuniéndose en la sutura las manchas de ambos lados, forman una central, que representa el hierro de una alabarda ó de una partesana. Tambien he visto en algunos ejemplares la indicacion de otra pequeña línea blanca colocada en el centro de la base de los élitros. Este Dorcadium vive en la region montana media de Guadarrama, y se presenta corriendo por las praderas á primeros de mayo. La hem- bra se traza una galería subterránea para depositar los huevos, y la generacion que de ellos nace pasa los dos primeros periodos de su vida en semejante habitacion. Cyrthonus montanas, dlls. Ovalis, coeruleo-obscurus, nitidus, subtiliter punctalus: antennarum articulo primo el secundo ferrugineis: thoracis angulis posticis valde acutis; sinu denticulato instructis: ely- trorum punclis majusculis vage seriatis: pulvillis tarsorum griseo-rufescentibus aut canes- centibus. Long. 6 mill., lat. 4 mill, Gaubil, Catal. synonim. des coléopt. Europe et d'Algerie, p. 271. Annal. de la Sociét. ent. de France, II ser., t. 8, 4 trim, de 1850, p. 542, in mo- nogr. Cyrthonor. Habitat in regione montana montium Carpetanorum. Este Cyrthonus es de color azul turquí, mas ó menos oscuro con reflejos verdosos. Todo el cuerpo está punteado; pero los puntos hun- didos, aunque bien señalados, no son tan profundos que hagan la su- perficie visiblemente desigual. 451 Las antenas tienen los dos primeros artículos rojizos y los demás negros y cubiertos, principalmente los últimos, de cortísimos pelos blan- quecinos. Los palpos tambien son negros. El eorselete es notable por tener los ángulos posteriores muy agudos y con un seno dentado en el borde correspondiente. Los élitros tienen la puntuacion desigual, con los puntos mayo- res dispuestos en series poco regulares que se dirijen desde la base al ápice, y algo oblícuamente de fuera adentro. Las tibias en su parte anterior é inferior tienen un grupo de pe- los cortísimos y afelpados, de color oscuro con reflejos amarillentos: in- feriormente los tarsos están provistos de brochas formadas por pelos cortos y cenicientos. Este insecto habita en la region montana de la cordillera de Gua- darrama, y en el mes de mayo se le encuentra andando lentamente por las praderas, ó bien reunido en pequeñas familias debajo de las pie- dras, cortezas de pino caidas, ó de los escrementos secos de las vacas. Cyrihonus ruficornis, Grlls. AEneo-obscurus, nitidus, tenuissime punctatus; oculis nigris; entennis, ore, tarsisque rufescentibus; tibiis atque femoribus piceo-obscuris; elytris substriato-punctalis, interstitiis planis ac subtilissime et confuse punctulatis. Long. 6% mill., lat. 4 mill. Gaubil, Catal. synonim. des coléopt. Europe et d'Algeric, p. 271, Annal. de la Sociét. entomol. de France, 1I ser., 4 trim. de 1850, p. 544, in mo- nogr. Cyrthon. Habitat sub lapidibus agri matritensis, non frequens; mense julii invenitur. El Cyrth. ruficornis es algo mayor y mas oblongo que el monta- nus; de color bronceado reluciente, con los ojos negros y algunos pelos en las antenas, las que como la boca y tarsos son rojizas, y los muslos y tibias de color de pez. Todo el cuerpo está finamente punteado de un modo casi igual, menos los élitros que ofrecen tambien dos clases de puntos hundidos, unos pequeñísimos dispuestos sin orden, y otros 152 mayores que partiendo de la base van á la estremidad formando series, y haciendo parezcan estos órganos subestriado-punteados. Uno de los caractéres mas notables de esta especie es la línea trasversal de gruesos puntos hundidos que hay en la conjuncion de los élitros con el borde posterior del corselete, lo cual les hace parecer denteados en su base. Las brochas de la faz plantar de los tarsos son cenicientas, pero los pe- los mas largos que en la especie precedente. Este coleóptero vive debajo de las piedras en las cercanías de Ma- drid, y tambien le he encontrado en Guadarrama á últimos de mayo. Pheedon hispanicum, Grlls. Punctatus, cyaneo-obscurus; elytris striato-punclalis, vitlá rubro-testaceá circumcin- ctis, marginibus paululum deflexis, lineá obscura, tenuissimá, exteriori signatis. Long. 4 mill., lat. 2 mill. Frequens in floribus Leontodonis taraxaci agri Escurialensis; mense maji invenitur. Color general azul turquí subido y lustroso; cuerpo cubierto de puntos hundidos bastante grandes. Elitros punteado-estriados, con un ribete marginal bastante ancho de color rojo-ferruginoso. En cada uno hay once estrías dispuestas del modo siguiente: diez están formadas de puntos hundidos muy visibles; la 1.* ó sutural apenas alcanza al tercio anterior del élitro, y se diri- je algo oblicuamente desde la base á la sutura, donde concluye; la 2.* baja hasta el ápice; la 3.* termina cerca del mismo ápice uniéndose á la 10., que desde el ángulo humeral recorre sola por el centro del ri- bete rojo todo el contorno del órgano; la 4.* va á unirse en la parte posterior con la 9.*, que limita interiormente al espresado ribete; la 5.* y 6.* solo llegan hasta el cuarto posterior del élitro, y despues de bajar paralelas converjen mutuamente un poco hasta juntarse formando pun- ta; otro tanto hacen la 7.* y 8.”, que son algo mas largas; la 11.* 4 mar- ginal apenas está punteada, y sigue todo el largo de este borde por en- 155 cima de su canto, hasta llegar al ápice. Exteriormente el ribete rojo está limitado por una línea angostísima oscura. Los tarsos y antenas son lijeramente pubescentes, con los pelos blan- quecinos y muy cortos. Vive sobre las flores del amargon y margaritas que en el principio de la primavera adornan las praderas del Escorial. Pachybrachis elegans, Grlls. Nitens, supra viridis, subtus eeneus: fronte, fauce, pedibus, antennarum basi, margt- nibus thoracis, basisque elytrorum testaceis. Long. 4 mill., lat. 2; mill, Habitat in Quercu ballotá montis Pardo, Matritum circa. Hermosa especie parecida al Pach. azureus que Suffrian describe en su monografía de los Criptocéphalos de Europa; pero se distingue por algunos caracteres que le son peculiares. Todo el insecto es punteado, con la cabeza, tergo, élitros y pigidio de color verde esmeralda brillante. Los ojos son negros lo mismo que la parte inferior del cuerpo, que además tiene algun reflejo bronceado. Las antenas tienen los cinco primeros artículos por debajo amarillos, y en el resto son negro-parduzcos como todos los demás: los palpos son amarillos con el extremo ferruginoso-oscuro; las mandíbulas ferruginosas; el labio superior, el espacio situado entre la base de las mandíbulas y los ojos, el epistoma y dos rayas paralelas y verticales en la frente, son de color. amarillo; el borde inferior del epistoma es- cotado y negro. El tergo protorácico está punteadísimo, los bordes laterales ador- nados con dos líneas, una negra esterior y otra amarilla mas interior: esta sigue un corto trecho por el filete del borde anterior, viniendo á morir muy atenuada cerca de la parte media. El escudete está muy de- primido anteriormente y elevado por detrás, con la punta casi trun- cada y la superficie lisa. TOM. l. 20 154 Los élitros son muy rugoso-punteados, con el borde basilar y humeral provisto de un filete amarillo como el corselete. Patas anteriores con los fémures enteramente amarillos y la qui- lla esterna negra, tibias y tarsos amarillos, menos los dos posteriores y las uñas, que son casi negras; pelos de los tarsos blanquecinos. La O difiere del O” por su mayor talla, cuerpo mas ancho y tener menos marcados los dibujos amarillos de la frente, que á veces se redu- cen ó borran casi del todo. Este Pachybrachis se encuentra en el mes de mayo y junio sobre el Quercus ballota del monte del Pardo. ORTOPTEROS. El insecto que voy á describir pertenece á los Locustídeos, y á no mediar las divisiones genéricas que Audinet Serville ha introducido en su historia natural de los insectos ortópteros, le colocaria entre las es- pecies del género Ephippiger; pero despues de las desmembraciones verificadas en este género, mi especie no puede incorporarse en ningu- no de los nuevamente formados, y á pesar de la repugnancia que tengo á la multiplicacion genérica fundada en ligeras modificaciones de orga- nismo, no me queda mas recurso que desatender completamente los tra- bajos del sábio Serville, ó crear en esta familia un nuevo género para co- locar al curioso ortóptero de Guadarrama. Su metasternon y mesosternon anchos, trasversales y rara vez es- cotados en el borde posterior; los dos últimos pares de patas distantes en su punto de insercion, y los élitros rudimentarios le aproximan á los géneros comprendidos en el grupo (QQ de los Orihoxiphe; pero le separa de ellos el no tener el último artículo de los palpos doble longitud que el precedente. Aun prescindiendo de este carácter (que tampoco hallo en los Ephippiger ) no puede colocarse en ninguno de los géneros que comprende la tabla de este grupo en la obra de Serville, porque si bien los de la primera seccion de la 1.* llave tienen el presternon bidentado, 455 la primera division de aquella abraza géneros cuyo protorax está en for- ma de caballete, teniéndolo mi insecto plano, y no conviniéndole en ma- nera alguna los caractéres del género Hétrodes. Antes de publicar este curioso ortóptero, he consultado á vários entomólogos entendidos, y entre ellos citaré al sábio Dufour, que insis- te en la idea de que es un Ephippiger. Asi le he considerado por mu- cho tiempo, y sin las reflexiones que preceden continuaría mirándole como á tal. Otros le han creido un Bradyporus, con quien tambien tie- ne semejanza; pero en el estado que hoy dia tiene la ciencia, de unos y Otros se distingue genéricamente. Para ser Bradyporus debiera tener el mesosternon y metasternon mas largos que anchos, y mas ó menos escotados en el borde posterior; el oviscapo muy corto, con las valvas denteadas en el borde inferior de su punta; el protorax redondeado posteriormente; los dientes del presternon aproximados; alas nulas; ojos oblongos; segundo artículo de las antenas pequeño, etc., etc., todos caractéres opuestos á los de mi ortóptero. Por fin, para ser Ephippiger debería tener el tergo protorá- cico en forma de silla de montar, con la parte posterior elevada y redon- deada; el presternon inerme; la placa anal inferior del macho lamelifor- me, profundamente escotada y como ahorquillada y las patas largas, sobre todo las posteriores, cosas todas que faltan á nuestro insecto. En este estado pues voy á caracterizarle genéricamente para hacerlo despues especificamente. hiénero Pycnogaster, Grlls. (1) Cabeza grande, vertical y convexa, de figura oval mas ancha en la region occipital que en la de la boca. Ojos redondos y salientes, colocados al lado externo de las antenas: estas son setáceas, multiarti- culadas, delgadas, apenas mas largas que la mitad del cuerpo, insertas delante y á la parte interna de los ojos, y bastante separadas por un es- (1) ruxvos, denso; yacrip, Vientre. 4156 pacio frontal: epistoma trasversal, mas ancho superior que inferior- mente: labio superior subcircular, truncado en su insercion con el epistoma: mandíbulas cortas, robustas, dentadas en su borde in- terno y con un surco longitudinal en la cara esterna: maxilas tri- cúspides y blandas: palpos maxilares mas largos que los labiales, con los tres últimos artículos casi iguales, cilindráceos, y el último algo abultado hácia la punta y como truncado: labio inferior profundamen- te hendido por la línea media y redondeado en su borde anterior, que es doble mas ancho que el posterior. Protorax subcúbico; con el tergo superior y lateralmente pla- no, trasversalmente asurcado en la faz dorsal, y avanzado hácia atrás para cubrir los élitros: prosternon bidentado, con los dientes es- piniformes y bastante separados: mesostermon menos ancho que el metasternon, ambos casi planos, y con el borde posterior del primero recto y el del segundo un poco escotado, y separados entre sí por un surco profundo. IElitros muy cortos, casi completamente escondidos debajo del borde posterior del corselete; escamiformes, rugosos, y recargados uno encima de otro por su borde interno. Alas rudimentales, pero distin- tas en ambos sexos. Abdómen estraordinariamente abultado, tres veces mas largo que el protorax, convexo superiormente y plano inferiormente, con la placa anal inferior de la hembra entera trasversal y mas pequeña que en el macho, que la tiene muy desarrollada, cóncava superiormente y con el borde posterior corto. Valvas anales triangulares, obtusas en la pun- ta y mayores en el macho que en la hembra: apéndices abdominales cónicos, cortos y obtusos en el macho y agudos en la hembra. O vis- capo tan largo como las tres cuartas partes del cuerpo, comprimido, muy poco encorvado hácia arriba, robusto en la base, con las valvas hen- didas en la punta y sin dentadura alguna. Patas de mediana longitud, mas bien cortas que largas, poco ro- bustas atendido el volúmen del cuerpo del insecto, sobre todo los mus- los del par posterior, que son comprimidos y un si es no es mas cortos que las tibias repectivas. Ameas del primer par con una espina mu y 457 distinta en la cara esterna de su base y en las del segundo y tercero apenas indicado este carácter: tibias cuadriláteras con sus ángulos espinosos: tarsos con los dos primeros artejos algo comprimidos, el tercero deprimido y bilobado, alojando en su faz superior al cuarto que es casi cilíndrico, y con las uñas simples y arqueadas. Pycnogaster juvicola, (rlls. Maximus, gravis; supra obscuré pallido-purpurascente variegatus, infra pallidus; tho- race, dorso lateribusque planis, supra transverse, profunde et late bisulcato, parallelogra- mico, postea pallide luteo et angulatim emarginalo: elytris subfornicatis, exalbidis, posteu reliculatis; alis abortivis, rudiment alibus, feré obliteratis. Long. corp. 4 cent. et ultra, lat. ventr. 15 mill., long. ovisc. 3 cent. Habitat ju jugis montium Carpetanorum; mense augusti invenilur. No es facil describir la coloracion general de este insecto, que sobre un fondo mas ó menos parduzco ofrece lavados de color morado, ama- rillento y hasta negruzco. El cuerpo es rechoncho y abultado, sobre todo en el abdómen, que es muy voluminoso. Cabeza subrugosa con puntos hundidos, algunos bastante gran- des, esparcidos y reunidos entre sí por medio de líneas escavadas y tor- tuosas; ojos laterales, hemisféricos y pequeños; amtienas separadas por una cresta frontal trasversal, dividida en toda su estension por una ranura horizontal algo curvilínea; son de color pardo, claro en la base y oscuro en el resto de su longitud: mandíbulas y maxilas con los dientes negros: frente, epistoma y mejillas de color morado lívido, el labio y demás partes de la boca pálidas, y el sincipucio y occipucio OSCUTOS. Torax con el tergo protorácico algo mas ancho posterior que anteriormente; borde anterior amarillento y ligeramente cóncavo; los laterales escotados en su parte media, y el posterior con la escotadura formada por un ángulo entrante sumamente abierto: ángulos anteriores casi rectos y los posteriores redondeados, en términos de describir un cuarto de círculo. La superficie está dividida en tres partes por dos aris- 158 tas longitudinales y angulosas muy pronunciadas, y un poco convergen- tes en la parte anterior: de estas una es dorsal, horizontal y mayor, y dos laterales, verticales y menores; la dorsal tiene dos surcos trasver- sales, paralelos, que dividen la superficie en tres porciones, de las que la posterior es la mayor y de color amarillento, y las anteriores casi iguales y de color oscuro: las partes laterales son bastante comprimidas, sobre todo hácia el ángulo anterior y abigarrado de morado pálido y negruzco. La punta de las espinas prosternales son negras, y en los sur- cos que dividen las tres piezas céntricas pectorales se ven tres gruesos puntos hundidos en los dos anteriores y dos en el posterior. Elitros de color amarillento, casi circulares y descubiertos en su tercio posterior: allas apenas cubiertas por el borde esterno de los éli- tros, no llegando su punta mas que al borde anterior el primer seg- mento abdominal. Abdomen con los segmentos dorsales pardos anteriormente y negruzcos en el borde posterior; tienen tres hileras de manchas oscu- ras, colocadas una en la línea media y las dos restantes en las laterales, correspondiendo tres manchas á cada segmento, y cada una de estas di- vidida por su centro con una rayita de color amarillento. Los costados están salpicados de manchitas amarillentas subpuntiformes, irregulares y dispersas, ó sin orden en su colocacion: la faz ventral es de color pá- lido lívido uniforme, y el oviscapo de este color y oscuro en la punta. Patas moradas con las espinas oscuras en su ápice. El Pyenogaster jugicola vive en la region montana de la cordillera de Guadarrama, y es comun en los puntos elevados de Navacerrada, Pe- ñalara, Sietepicos, Marichiva, etc.: su larva se encuentra ya en dichas sierras á fines de mayo, y el insecto perfecto aparece en el mes de julio y agosto. Como los Ephippiger, Bradyporus, ete., produce con los éli- tros una estridulacion fuerte, por cuyo motivo el vulgo le conoce como á dichos insectos con el nombre de chicharra. 159 NEUROPTEROS. Ascalaphus Miegii, Grlls. Villosus, ater; orulis flavescentibus, occiputio, tergo pectoreque flavo-maculatis; alis hyalinis nigro-sulphureo-albidoque pictis; femoribus tibiisque nigro-luteis. Long. corporis 2 cent., lat. alar. antic. expans. 3 cent., postic. 43 cent., long. antenn. A cent. S mill. Habitat in locis humidis montium Carpetanorum. Magnitud y forma del Ascalaph. meridionalis, pero muy diferente por su coloración. El cuerpo es negro lustroso, cubierto de vello fino, amarillento en la frente, negro entre las antenas, y gris rojizo mas ó menos oscuro en las demás partes del cuerpo. La cabeza tiene los ojos rodeados en su base con un cerco com- pleto amarillo, mas ancho inferior que superiormente: la foseta occipi- tal es tambien de este color, y las antenas lampiñas en todo el tallo, están provistas de pelos rígidos muy cortos en la maza, que por otra parte tiene muy aparente y ancha la truncadura. El torax es desigual en el tergo, que está señalado con ocho puntos amarillos dispuestos así -::., los dos esternos de la fila del medio caen sobre la insercion del primer par de alas. El antepectus tambien tiene un punto amarillo en cada epimero y episternon. Las alas anteriores son oblongas y amarillas en la base; este co- lor antes de llegar á la mitad del ala se cambia en blanco y luego en pardo trasparente, con un espacio aovado completamente diáfano é in- coloro en el ápice: los nervios del medio y sus ramificaciones latera- les son negros, formando dos séries paralelas de células casi cuadradas, amarillas en el centro y negruzcas por sus bordes, siendo las de la li- nea anterior mayores que las de la posterior. Las alas del segundo par mucho mas anchas y triangulares, tienen una gran mancha negra basi- lar, pasando este color al amarillo de azufre y luego al blanco en el 460 . resto de su estension, menos en la punta cuyo borde es parduzco y diá- fano. Todos los nervios de estos órganos están provistos de cortísimos pelos rígidos, erguidos, del color del nervio en que nacen, y además el borde interno de las posteriores guarnecido de una vellosidad larga y OSCULA. El abdómen, atenuado en su estremo, termina en el O” por dos apéndices algo engrosados en la punta, y provistos en la cara interna de espinas encorvadas hácia adelante. Las patas tienen la base de los muslos, los tarsos y los pelos que las guarnecen negros, con la parte inferior de aquellos y las tibias ama- rillas. Esta hermosa especie se encuentra volando en las inmediaciones de los trampales y otros sitios húmedos de la region montana media de Guadarrama á fines de junio y principios de julio. Dedicándola al nom- bre de mi sabio amigo, satisfago un justo tributo á la ciencia y á la amistad. Pudiera añadir algunos otros neurópteros descubiertos por mí en España y publicados ya en la obra que sobre este orden dió á luz mi amigo el Dr. Rambur en 1842; pero siendo menos raro este libro en nuestras bibliotecas, pueden consultarse facilmente sus descripciones, á cuyo fin solo consignaré aquí el nombre de los pertenecientes á la Fau- na central. Ascalaphus hispanicus, Ramb., Hist. nat. des neuropt., pag. 350, pl. 9, fig. 4.—Le encontré en la subida del puerto de la Marcuera, yendo desde Rascafrías á Miraflores de la Sierra, en junio de 1840. Ephemera hispanica, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 294.— Comun en el Soto de Migascalientes á mediados del mes de mayo. Ephemera angustipennis, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 299.— Le descubrí en el mismo sitio y estacion que la precedente. Perla hispanica, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 452.—La encon- tré en las orillas del Manzanares y en la Casa de Campo en la primavera. Perla madridensis, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 455.—Se encuentra en los mismos sitios y épocas que la anterior. Perla chlorella, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 457.—Vuela en 164 las márgenes del Manzanares cerca de la Puerta de hierro y Soto de Migascalientes en el mes de mayo. Sericostoma festivum, Ramb., Hist. nat. des neuropt., p. 497.— Hermosa especie, que solo he encontrado una vez en la Real Casa de Campo en la primavera de 1859. LEPIDOPTEROS. Saturnia Isabelle, Grlls. Alis patentibus, anticis rotundalis, posticis caudatis, omnibus viridibus, subdiaphanis, basi lanuginosis, marginibus nervisque purpureo-ferrugineis; ocellatis, ocellis fenestratis, annulatis; in unoquoque annulo externo nigro, interno dimidio luteo, dimidio purpureo. Alarum anticarum limbo externo, luteo el nigro quadrivittato, posticarum tantum trivitta- to. Corpore longe villoso; oculis nigris; fronte, antennis scapulisque luteolis; cervice tergo- que purpurascentibus; abdomine ex luteo nigro et purpureo-obscuro annulato. Pedibus pur- pureis, femoribus lanugine flavá longe ciliatis, Lat. alar. pat. AA cent. Larva. Exalbido punctatissima, fasciá latá dorsali abdomineque rufescentibus, late- ribus viridibus. Segmentis tribus primis antea atro-purpureo luteoque maculato margina- lis; certeris preeler duos ultimos, rubello-purpureo annulatis; annulis ú maculis oblongis niveis tuberculoso-piliferis, verticillatis. Pilis tuberculorum trium segmentorum priorum flaveolis, reliquis albicantibus. Pupa. Brumnea, folliculata: folliculo laxo, pyriformi, apice elastico, dehiscente. Annal. de la Sociét. ent. de France, II ser., t. 8, 2 trim. de 1850, p. 244, pl. 8. Revue et Magas. de Zoolog. par Mr. Guérin-Méneville, 1849, p. 604. AL AUGUSTO MOMBRE DE S. M. LA REINA DOÑA ISABEL SEGUNDA, dedico esta magnífica Saturnia, único representante en Europa de la Seccion á que pertenecen la DIANA, LUNA, SELENE, ISIS y otras divinidades menos positivas que la muestra. Alas casi diáfanas, con el fondo de la coloracion verde-manzana, los bordes y nervios purpúreo-ferruginosos: las anteriores son redon- deadas en su ángulo posterior, y el segundo par tiene prclongado hácia afuera y á manera de cola el ángulo anal. En el disco de cada una de TOM. lI. 21 162 las cuatro hay una mancha á manera de ojo, formada exteriormente por un anillo negro, y otro interior cuya mitad esterna es amarilla y la in- terna purpúrea, con pestañas blancas, resultando la pupila de figura elíptica y fenestrada. El limbo del borde posterior, además del color purpúreo-ferruginoso que le tiñe, ofrece en las alas anteriores dos fajas amarillas, limitadas interior y esteriormente por unas líneas negras, siendo la que separa á entrambas fajas mas ancha, y como formada de pequeñas rayas trasversales y paralelas. Las alas posteriores solo tienen una faja amarilla franjeada de negro interior y esteriormente. Tanto en el primer par como en el segundo, las nervaduras rojas que vienen á terminar el borde, dividen las fajas amarillas descritas en porciones que tienen la forma de manchas cuadrangulares, excepto las del ángulo anal que son casi semilunares, y las de la cola de figura aovado-oblonga. La base de las cuatro alas está cubierta de una pelusa fina de color ama- villo y purpúreo en el primer par y pálido en el segundo, cuyo borde interno ó anal tiene un fleco de largos pelos amarillentos. La faz inferior es bastante semejante á la superior, con sola la diferencia de ser la coloración mas baja, y tener las alas posteriores amarillo el borde ante- rior. Todo el cuerpo está densamente cubierto de un vello largo finísimo y variadamente coloreado. Los ojos son negros; la cabeza, antenas y es- cápulas amarillas; el collar y tergo purpúreo-rojizo; el abdómen anilla- do de amarillo, negro y purpúreo-oscuro; y por fin, las patas de color rojo-purpúreo, con los muslos guarnecidos de vello largo sedoso y ama- rillento. La oruga de la Saturnia Isabelle tambien es de las mas hermo- sas entre las de los lepidópteros nocturnos europeos. Como en la mari- posa, forma el fondo de su coloracion el verde-manzana por los lados y el pardo-rojizo-claro por el dorso y abdómen, con numerosos punti- tos blancos esparcidos. La cabeza de color oscuro tiene algunas líneas amarillentas resultantes de la union de varios de los puntos blanqueci- nos. En el segundo segmento se ve una mancha purpúreo-oscura, y el pliegue es amarillo; lo mismo sucede en el tercero, con la diferencia de que en este la mancha purpúrea está dividida en dos por la prolonga- 165 cion de la faja dorsal: estos segmentos son mas abultados que los demás, y cuando se inquieta á la oruga retrae la cabeza dentro de ellos sirvién- dole de capucha. Los otros segmentos, á escepcion de los dos últimos que son enteramente del color de la faja dorsal, tienen cada uno un anillo rojizo purpúreo y seis manchas blanquísimas, oblongas, tubercu- líferas, dispuestas en verticilo, cuyos pequeños tubérculos terminan en un pincelillo de pelos blancos. El penúltimo segmento tiene un tubércu- lo mas colocado en la línea media, y sus pelos son mas largos y amari- llentos como en el segundo y tercero. Las patas verdaderas son de color rojo-oscuro, cuya tinta aún es mas intensa en la parte callosa de las fal - sas. La erisálida es de color y forma análoga á las de las otras Sa- turnias europeas; pero su capullo piriforme es muy flojo y de poco es- pesor, tanto que en algunos casos se trasparenta la crisálida que en- cierra. Esta linda mariposa aparece en la primavera; su oruga crece duran- te la primera parte del verano, y en la canícula hila el capullo en que la erisálida pasa encerrada la mayor parte del año. Peculiar hasta el presente de los bosques de S. M., pertenece de hecho á la Fauna central de España, y sin disputa es el mas hermoso lepidóptero que la caracteriza, Madrid, 1851. e e e ' E a E o Cabe est 'róh: naa brea vel Pez day Pe MA abied aclhy io eco lr sal me edga Inga ab ú bait qua! Hi 0 oaiMasobvwl sde sorgo í TE dde 5 14 digibro ale ercer. Lrab dat. ab alremdoy del, ; (a 100 beef her arrodist roy tider mida dd, stored Y vr pro oo bol mx añiedd cobrndda eos po pe ¡eligió Mods? ¡ber end und it arar rre id a Y ricm pol "1 by dera era oogyraly enc cas ap lor del vibra agora ade ad orando dba aby pee intibadu e 04 nt ami A obio yo de di Ibestisb polla oral cantolaj ramal! , Ñ ” Mié QU, dra ale ad eaolbar erro 9h a a ar JA tum cab e nal» Miras e An re in rt h 4 4 Ñ MA op) Miles pde adrede ¡ ARA! NI , AA A ¿irte 1D 39 100] UA liqites hlaidids o Mito 0999 ng 0 : ner rio ye hp Ta 0 ¡Mya | aid clusinso el try 4 arbual d yé ñ le Mts HI VAGA QHII ooo alero be «168! 7 y £ UP niCaAti9R 92 149 BAQMINAS, Figura 1.2 Figo 2 Fig. 52 Fig. 42 Fig. 52 Fig. 62% Fig. 12 Fig. 8.2 DS Fig. 10 Fig. AMM Fig. MQ PREÍANLD rr IDA IN ca LÁMINA VIIL Pristonychus pinicola, aumentada el doble su magnitud natural. Antena. Pata anterior. Labio superior. Mad cl Todos detalles genéricos Maxila con los palpos maxilares. de la boca de los Pris- Lengúeta y palpos labiales... .......) tonychus. Argutor nemoralis. El mismo aumentado para ver sus detalles especificos. Argutor montanellus. El mismo aumentado para ver sus detalles, Cebrio Dufourii, de magnitud natural. Idem aumentado para ver los detalles, Cebrio Amorii, de magnitud natural. Idem aumentado para ver los detalles. Antena del mismo, aumentada su magnitud. 3 Ontophagus stylocerus, visto por encima, 3 El mismo visto de lado. 3 Su capacete visto de frente. 9 Vista de lado. Brachyderes suturalis, aumentada su magnitud. Antena del mismo. Metalites cristatus, muy aumentada su medida natural. Antena del mismo. Pachybrachis elegans. Su cabeza vista de frente. Phodon Hispanicum, de triple magnitud que el natural. Antena del mismo, aumentado su volumen. Cyrthonus montanus. El mismo aumentado su volumen para ver mejor los detalles. Pata. Antena, Cyrthonus ruficornis. El mismo con sus antenas y una pata muy aumentado el volumen natural. r LAMINA 1X. Pycnogaster jugicola 3. Idem Y. Ascalaphus Miegii. Extremidad abdominal del macho. Pata aumentado su volumen. LÁMINA X. Saturnia Isabelle. Idem vista la faz inferior de las alas. Oruga de esta mariposa. Su crisálida. Su capullo. _Lam. VI z Ñ e = Duchen del. at pine* Lam Duchen del et pin Lam. X Vuchen. del et pine * CATALOGO DE LAS AVES DE LA ALBUFERA, POR DON IGNACIO VIDAL, Corresponsal de la Real Academia de Ciencias, en Valencia. INTRODUCCION. lo de los sitios de la provincia de Valencia que ofrecen mayor interés al curioso observador de la naturaleza animada, es sin duda alguna el lago llamado de la Albufera. La estension de este gran depósito de agua dulce, sus fronteras , formadas por bosques ó por campos cultivados, y su proximidad al mar, son otras tantas condiciones altamente pode- rosas para fomentar la vida de mumerosas y variadas especies. Con efecto, casi todas las clases en que se divide el reino zoológico se en- cuentran representadas en él; mas como semejante concurso es dificil de entender si no se tiene un conocimiento exacto de la localidad , parece oportuno describirla antes de enumerar sus habitantes naturales. A dos leguas cortas de la ciudad de Valencia, en direccion meridio- nal, se encuentra la Albufera. Este lago tiene sobre cuatro leguas de largo de N. á S., y algo mas de una legua de ancho. Al E. lo limita una lengua de tierra, de cerca de media legua de estension en su par- te mas ancha, que lo separa del mar y se llama la Dehesa. Los lími- 22 TOMO TI. En SN A 2 * SN p 168 tes del Norte, Poniente y Mediodía son tierras húmedas, que en otro tiempo formaron parte del lago y en el dia se hallan convertidas en fecundos campos de arroz, perteneciendo á los ocho pueblos mas inme- diatos, que son: Ruzafa, Alfafar, Masanasa, Catarroja, Albal, Silla, Sollana y Sueca. El fondo del lago es arcilloso, y está mas bajo que el de la costa vecina; por manera que conserva siempre una gran canti- dad de agua, cuya profundidad varía desde una cuarta á dos varas, se- gun los accidentes del terreno. Hácia la estremidad S, E. de la Albufera se ve un canal angosto de comunicacion con el mar; canal que se cier- ra y abre en épocas fijas, con arreglo al interés de la conservacion y crecimiento de las aguas, que exije por un lado la pesca y por otro el cultivo de los arrozales. Además recibe el lago todas las aguas sobrantes de los rios Turia y Jucar, que llegan á él por numerosas acequias ó ca- nales de riego, y abriga en su fondo varios manantiales que contribu- yen no mezquinamente al aumento de sus aguas. Abundan en la Albufera las plantas acuáticas, entre las cuales se distinguen el carrizo, la enea y la cara (chara), llamada en valenciano asprella, que forman islas de mucha consideracion y parecen disminuir la estension de las aguas; por manera que dentro de la misma laguna se encuentran como estanques mas ó menos grandes, y mangas ó cana- les que establecen las comunicaciones entre unos y otros. En la dehesa que separa el lago de la costa se crian plantas de monte, algunos árbo- les, como el pino y el sauce, y muchas matas y maleza. Su terreno es arenisco y muy desigual, formando una série de lomas y hondonadas hasta la orilla del mar. Por la sucinta relacion de los datos topográficos que acabamos de consignar se echa de ver claramente, como aseguré poco antes, que la Albufera reune los mejores elementos para la habitacion de casi todas las clases de animales, pues la abundancia y calidad de sus plantas lla- ma á los herbívoros, y estos atraen en pos de sí á todas las especies carniceras. La Dehesa ofrece alimento y guarida á algunos mamíferos, aves de rapiña y páseres, á muchos reptiles é insectos. Los cañaverales del lago y los campos limítrofes llaman y detienen en su seno á casi todas las aves zancudas y palmípedas de Europa. La comunicacion del 169 mar con la laguna facilita singularmente la entrada de algunos peces, y las aguas mismas dan vida á varios anfibios, crustáceos , moluscos y gusanos. Difícil, aunque muy provechoso, sería recojer y describir todas las especies animales que pueblan la Albufera y sus alrededores, porque la formacion de este catálogo general exije mucho mas tiempo y estu- dio del que puede dedicarle quien tiene á su cargo diversas ocupacio- nes. Considerándome no obstante por la naturaleza de mi enseñanza en la obligacion de emprender semejante tarea, hace algun tiempo que he procurado reunir los materiales propios para llevarla á cabo con el or- den que exije la misma ciencia zoológica. Desde luego he dado la preferencia á la clase de las aves, por ser la que ofrece mayor número de especies propias de la localidad que me ocupa, llevando además la ventaja de prestarse mas facilmente á su re- coleccion, así como al estudio y observacion de sus costumbres. El ca- tálogo que de ellas he formado, aunque no le doy por completo , debe considerarse como la primera parte del inventario general de los anima- les de la Albufera. Las aves de este distrito han llamado tanto la atencion de los aficio- nados á la caza, que en todos tiempos se ha hablado de ellas como ofre- ciendo á los valencianos utilidad y diversion. Aunque la Albufera es de patrimonio Real y de administracion particular, está abierta al pú- blico para cazar durante el invierno mediante licencia, y aun sin ella en dos dias determinados del mes de noviembre, en los cuales hay una asombrosa concurrencia de cazadores, tanto de la capital como de los pueblos inmediatos al lago, que matan un inmenso número de ánades, fojas y Otros pájaros de invierno. Sobrada reputacion tienen estas ca- cerías en el pais y fuera de él para detenerme en describirlas; mi ob- jeto al citarlas ha sido tan solo esplicar el natural atractivo que las aves de la Albufera tienen como animales de costumbres particulares, y la importancia de su conocimiento como séres útiles al hombre. Para formar su índice general con mayor acierto, no podia cenirme al resultado de mi propia observacion sin haber antes averiguado los trabajos especiales de personas igualmente curiosas. Busqué con efecto en 170 las historias y crónicas de Valencia, en los archivos del Real Patrimonio y en los del juzgado y administracion de la Albufera, cuantas noticias pu- diesen tener relacion con el trabajo que habia emprendido; pero solo hallé los documentos siguientes: 4.7 Una descripcion del sitio de la Albufera por Escolano en el libro 6.* de su Historia de Valencia, capítulos 27, 28 y 29, con la enumeracion de las aves que entonces se conocian en aquel recinto: descripcion que con muy pocas variaciones se reprodujo en los diarios de esta ciudad del mes de julio de 1792, y últimamente ha vuelto 4 publicarse en los núme- ros 128, 132 y 137 del Boletin oficial de la misma, correspondientes al año 1846. 2.” Un catálogo y descripcion de las aves de la Albufera, compuesto por D. Marcos Antonio de Orellana y publicado en idioma valenciano en 1795, traducido mas tarde al castellano y dado á luz en 1827. 3... Un índice de las aves de la Albufera que D. Tomás de Villanova disecó y llevó á Madrid en el año de 1807: índice que vió la luz pública en el tomo de Memorias de la Sociedad económica de amigos del pais de esta ciudad correspondiente al año referido. 4.” Una memoria sobre la Albufera de Valencia, publicada por D. An- tonio Vives en 1820 con el objeto de demostrar el estado económico de aquel sitio y la mejora del cultivo de sus arrozales. 5.” Algunas noticias sueltas sobre nombres latinos y vulgares de aves de la Albufera en las obras de Juan Bautista Agnesio y de D. Diego de Funez, ó sobre datos relativos al mismo lago y á sus alrededores en las de D, Antonio Cavanilles y D. Guillermo Bowles. Esta última série de documentos ofrece muy escaso interés para el ob- jeto propuesto, y basta el haberla indicado. No así los escritos de Escola- no, Orellana y Villanova, que son de grande importancia para dar á co- nocer los pájaros que en diferentes épocas han frecuentado la Albufera, y por cuya razon merecen un examen detenido. Escolano cita una larga lista de aves, cuyos nombres están las mas veces equivocados. Entretiénese, á fuer de erudito, en dar la etimología y la sinonimia griega ó latina de muchos de ellos, aumentando así la con- fusion en vez de disiparla. Casi todos los que señala este historiador son 474 nombres valencianos que ha castellanizado; y las aves á que correspon- den se hallan tan mal descritas, que con dificultad puede averiguarse la verdad de lo que quiso decir. Consignada esta censura de un escritor tan bien reputado entre los historiadores valencianos, me complazco en confe- sar que ha recojido muy buenos datos sobre las costumbres de ciertas aves, y ha descrito con exactitud el estado en que la Albufera se hallaba en su tiempo. El opúsculo de D. Marcos Antonio de Orellana está escrito con objeto de dar una idea completa de los pájaros que residen en la Albufera, sin detenerse, como Escolano, en consideraciones de otro género sobre el lago mismo. Es un índice ornitológico de esta localidad; mas como formado por persona estraña á las ciencias naturales, si bien muy aficionada á ellas, carece de las condiciones que pudieran darle un valor verdaderamente científico. Este catálago, escrito en lengua lemosina, contiene los nombres yul- gares por orden alfabético de 49 pájaros, cuyas descripciones, siempre in- completas y las mas veces oscuras, no tienen otro mérito que el de señalar con bastante exactitud las épocas de entrada y salida ó de residencia de todas las especies. Es pues un trabajo provechoso y escelente para ilustrar el anterior de Escolano. El índice de D. Tomás de Villanova salió á luz en el tomo 11 de las Memorias de la Real Sociedad económica de amigos del pais de Valencia, impreso en 1808, como trabajo de que se habia dado cuenta en la junta pública del año antecedente. El título que lleva es Indice de las aves que forman la coleccion completa de las especies propias de la Albu- fera de Valencia, disecadas por D. Tomás de Villanova y clasificadas segun el sistema de su obra general de Ornitología y orden alfabé- tico. Contiene los nombres castellanos de 76 pájaros , arreglados como dice el título por orden alfabético, sin ninguna sinonimia latina, y con las indicaciones genéricas y específicas de una obra que jamás ha llegado á publicarse. Dejando á parte la estraña pretension de llamar completa una coleccion de aves que podia admitir muchas mas de las que contiene, no puede desconocerse el mérito de este primer catálogo razonado de los pá- jaros de la Albufera; pero el curioso que le recorra con el objeto de en- 479 contrar en los libros la descripcion de las especies citadas, sentirá la falta de la sinonimia latina, que tan necesaria es para reconocerlas. Tambien se echa de ver que el Sr. Villanova, al formar su catálogo, no tuyo á la vista las descripciones de Escolano y de Orellana, pues de otro modo ha- bria reparado que faltaban en su lista algunos de los pájaros que aque- llas contienen. Por último, la lamentable cireunstancia de no haberse da- do á luz el tratado de ornitología á que se refiere el índice en cuestion, imposibilita las mas veces reconocer las especies que enumera. A fin de que se comprenda con mas claridad la exactitud de las ob- servaciones y reparos que he apuntado sobre los tres catálogos referidos, ereo oportuno publicarlos y compararlos entre sí del modo siguiente. avus 92 8a ALDUPRRA, —_———_—__— AVES DE RAPINA. ESCOLANO. ORELLANA. VILLANOVA. Neblí. Gavilan blanco. Gavilan pardo. Gavilan dos dineros. Sacre. Gerifalte. Alfaneque. Esmerejon. Aguilappescadora Ta: da e Busardo. Bahali. Abanto. Martinete de plumas blan- Cas. Martinete de plumas ne- gras. , Aguila manchada. Arpella. 173 ESCOLANO. ORELLANA. VILLANOVA. Cernicalo. Halcon ceniciento. Alieto. OA Comcel Lechuza grande. 1A PASERES. Martin del rio. --....-... Martinet de riu. ........ Martin pescador. Crealo dgonconary Cuadriñola. SHIA Aron oa aUoaba Serranet. Tetol. Bojet. Roseta. Bomete. Cap-gros. ES Colurion. Hortelano. Carbonero. Paro bigotudo. Curruca. Pezpita de primavera. Andarío. Cantor. Estornino. Totovía. GALLINÁCEAS. Francolin. Codorniz. ZANCUDAS. Carregáda. Camillonga............ Camillonga.. .......-.- Zancas-largas. CRC AS O ASA Cigúeña. CU a o a Garza purpúrea cristada. IU bAO Oo óS ooo o aBS ININE 0000000N0000009S Airon. Garza pardisca......... Garsa blava...........- Garza cristada. Garza blanca. ESCOLANO. ooo adas Gallina glotis 6 Lingulica. Bequeruda............- Raro Eo le Picarote. Picaza marina. Gallina ciega. 174 ORELLANA. Oroval ó Garseta blanca... Espluga-bous 6 Gomet. Vitol. Tlamenc oi Sislot Ó Sirlot.-.-...-= 0 - Terretit. Requerida oonectanes Rasclóniio lies Siseta. Cornioletado. E RA Martinet. Picardona ó Negrilla. VILLANOVA. Garzota. Cangrejero gracioso. Flamenco. Zarapito real. Limosa ladradora. Agachadiza. Ronca de agua. Ronca de tierra. Polla de agua. Calamon. Foja. Agachadiza pequeña. Limosa parda. Chorlito pequeño con eo- llar. Chorlito. Chorlito dorado. Caballero comun. Alcaravan. Revuelve-piedras. Ostrero. Avoceta. Calidris gris. Calidris comun. Chorlito grande. Limosa comun. Ave-fría. Ave-fría de Suiza. Marneta. Grulla. ESCOLANO. CabUrOM o de Cabrilla. Eumadeloriodanididn Ne a Cuchareta. Gaviota ó Gavina. Alcatroz pescador. Cua de junco..........-. Ud conos PcaoRAs Cerca aislar 600 Moris dd 10 Doon0nrotoboDOdaNa Cuerva Marina......... o Negrito. TOMO I. 175 ORELLANA. PALMÍPEDAS. Escabusó. Cadellot. Fumarell 6 Fumadell..... Gavina ó Alcatros. Gavinot. Alcorroc. BA ab09 bb Corva marina. Morell capellut....... Suc Roche es ejaleteto ajo Oca bovgorobnoano SAN soobboVVonoabVa Perdigana d'aigua. Moncheta. VILLANOVA. Castañero. Colimbo cornudo. Golondrina de mar de ca- beza negra. Espantajo. Gaviota de capa gris. Paviota cenicienta pequeña. Oca. Anade bravo. Anade de cola larga. Anade ridente. Anade rojo. Anade penélope. Cerceta pequeña. Anade de ribera. Anade silbon cristado. Anade roseta. Anade bermejo. Anade cristado de ribera. Anade de Berbería. Cerceta comun. Mergánsar cristado, Anade silbon. Skua. Pasin. 23 176 En la comparacion que acaba de hacerse de los diferentes órdenes de aves citadas, se encuentran discrepancias mas ó menos faciles de es- plicar, y que ponen de manifiesto la diversidad de conocimientos ó de intenciones de los escritores referidos, segun se desprende de las siguien- tes reflexiones. Escolano menciona varias especies de aves de rapiña, porque al ha- blar estensamente del lago de la Albufera no debia olvidarse de la De- hesa ó lengua de bosque que lo separa del mar, y que es la habitacion principal de aquellos animales. Por el contrario, Orellana no cita espe- cie alguna, por haberse ceñido tan solamente á describir los pájaros que viven dentro del agua ó en los almarjales. Villanova sigue la idea de Es- colano, muy justamente á mi entender, y da cuenta de muchas menos especies de rapaces, de las cuales no hay ninguna que concuerde con las del historiador valenciano, como no sea el Busardo, que parece cor- responder al Aguila pescadora. De los tres Gavilanes que Escolano de- signa en su nota, no conocemos mas que el Pardo. De las aves que lla- ma Bahali y Abanto, la primera es una especie de Halcon, y la segun- da otra de Buitre que no he podido determinar. El Martinete de plu- mas blancas y el de plumas negras son pájaros igualmente desconoci- dos, y que dudo deban contarse entre los de rapiña, como asegura el autor; pues si hubiera de referir estas dos aves á otras que existen en la Albufera y que Escolano no menciona, me atrevería á decir que la primera, ó el Martinete de plumas blancas,es el Nycticoraz griseus, Gr., y el Martinete de plumas negras, el Vanellus cristatus, Mey. Por últi- mo, la Otis 6 Cornichuela que menciona el historiador valenciano, aun- que lleya por nombre primero el que en lengua latina espresa la Avu- tarda, parece corresponder por el segundo á una especie de Buho ó Le- chuza, que puede ser muy bien la Lechuza grande de Villanova. Entre los ocho Páseres citados por Escolano solo hay uno que no ofrece duda alguna, y es el Martin del rio, de que hablan igualmen- te Orellana y Villanova. El Cuadriñol, citado tambien por Orellana, es ave desconocida en la actualidad. El Serranete de ambos autores podrá ser Páser, pero en el dia se refiere á una especie del género Limosa, así como la otra lleva el nombre de Tetol. El Bojet y la Roseta significa- 477 rian dos especies de ánades que actualmente se denominan así, si el mis- mo Escolano no los llamase Bojos y Rosas; por manera que si son nom- bres distintos, tampoco se conocen los animales á que se refieren. En cuanto al Cap-gros y al Bomete, no falta quien dé el primer nombre á una especie de Lechuza, y crea que el segundo es equivalente á Gomet ó Espluga-bous (ardea minuta, Lin.). Orellana describe pocos páseres por la misma razon que deja de ha- blar de las aves de rapiña; mientras que Villanova, estimulado tal vez por el deseo de presentar una gran coleccion de todas ellas, designa como pájaros de la Albufera varias especies que se encuentran allí como en todas partes, por ejemplo el Hortelano, los Paros, la Curruca y las Pezpitas. Dos géneros de aves gallináceas cita Escolano, que son el Francolin y la Codorniz. El primero, muy abundante en la Dehesa en tiempo de aquel escritor, no se encuentra ya en semejante localidad; el segundo, como pájaro de paso, puede observarse en todos tiempos. Ninguno de entrambos figura en las listas de Orellana y Villanova: tampoco están en nuestro catálogo por las razones referidas. Al orden de las zancudas pertenece naturalmente el mayor número de aves de la laguna, y en este grupo se encuentran tambien las mas notables divergencias entre los tres catálogos ornitológicos. Pocas son las especies que tienen exacta correspondencia en todos ellos, porque esceptuando el Himantopus candidus, Gr., Ardea purpurea, L., Ardea comata, Pall., Phenicopterus roseus, Pall., Numenius arquata, Lath., Gallinago media, Leach., Rallus aquaticus, L., Ortygometra crezx, Leach., Porphyrio hyacinthinus, Temm., y Fulica atra, L., todas las demás aves zancudas se hallan designadas por un solo autor ó por dos de ellos. Escolano habla de la Carregada (Glareola pratincola, Leach.), ave de que no hacen mencion los otros dos escritores, y que reside en la Albu- fera durante el verano, sin ser muy comun; cita igualmente la Cigúeña, en lo cual conviene Villanova, á pesar de ser pájaro de paso accidental. De las cuatro Garzas que describe aquel historiador, la que llama blanca no se encuentra ahora, sino es la (zarceta ó Garzota; al hablar de otra 178 especie de Garza cuyo nombre vulgar de Espluga-bous traduce por Es- pulga-buey, la confunde con el Crex, Rallus ó Gallinula crex, á pesar de que después hace mencion de esta ave llamándola Ortigómetra 6 Rey de codornices. Por ignorar la verdadera etimología de las voces Vitor, Buteo, Vetol, Avetoro confunde Escolano el Ardea stellaris, L., con el Falco buteo, L., ó con el que él llama Abanto. Cuando hace mencion del Flamenco, designa con el nombre de Picaza marina otro pájaro que pudiera ser muy bien el Hematopus ostralegus, L. Del género Trin- ga cita dos especies; la Terretita ó Tringa Temminckii, Leisl.; y la Ter- retitona, que nadie conoce. Casi todas las especies del género Totanus son para Escolano Tifortes, así como para Orellana y los actuales caza- dores son Tifortes y Sisetas; solo el Totanus glottis, Bechst., parece ha- ber merecido el nombre particular de Gallina glottis 6 Lingulica, aun- que tal vez esta denominacion se refiera á un animal desconocido, como lo son en la actualidad el Picarote y la Gallina ciega (no siendo esta última la Agachadiza). Todas las aves zancudas que cita Orellana se refieren á especies de- signadas en nuestro catálogo, sin ofrecer ningun género de duda. No hay pues necesidad de que me detenga en hacer observaciones sobre ellas, sino de manifestar tan solo mi estrañeza al reparar que un aficio- nado tan curioso como exacto, hace sinónimos los nombres de Oroval y Garseta blanca, siendo peculiares de dos Garzas muy diferentes y co- nocidas en el pais; y al ver tambien que omite la denominacion y des- cripcion de otras muchas especies que en su tiempo debian existir. El índice de D. Tomás de Villanova contiene mas aves zancudas que los de Escolano y Orellana; pero las denominaciones, sacadas al parecer de la Historia natural de Buffon, carecen de sinonimia latina, y dan lu- gar á la confusion ó á la duda. Así, las especies que Villanova denomi- na Caballero comun, Limosa parda, comun y ladradora, el Calidris comun y el Chorlito, no pueden referirse á las de nuestro catálogo sino con cierta probabilidad, fundada en la analogía de nombres. Los pájaros que designa con los nombres de Revuelve-piedras y Calidris gris son sin duda los géneros Cinclus y Calidris, que siento no haber tenido ocasion de encontrar en el distrito de la Albufera. La Marneta es ave descono- 179 cida para mí hasta en el nombre. Villanova la trae como 3.* especie de su género 52, que contiene la Ronca de tierra y la de agua. La Garza que él llama purpúrea cristada y el Airon, parecen ser dos nombres de una misma especie, Ardea purpurea, L. Las demás aves no presentan dificultad alguna en acomodarse á nuestra nota. En el último orden de las aves, que con varios nombres reune las especies acuáticas, se echa de ver la misma discordancia de sinonimias en las notas que voy examinando. Del género Podiceps señala cada uno de los tres autores dos especies, que no son las mismas para todos, por- que Escolano llama Cabrilla al Podiceps cristatus, Lath., y Cabuzon al Podiceps auritus; mientras que Orellana, aunque se refiere á este úl- timo cuando habla del Escabusó, se vale del nombre de Cadellot para designar otra ave, que podrá ser la Cabrilla de Escolano ó el Cabrellot de ahora, pero que no lo parece por su descripcion. En cuanto á las dos especies mencionadas por Villanova, la que llama Castañero es sin duda ninguna nuestro Podiceps minor, Lath.; mas su Colimbo cornudo, si se atiende á la nomenclatura de Buffon, debe corresponder al Podiceps cor- nutus, Lath. Los géneros Sterna, Larus, y el antiguo género Anas de Lineo, se ven indicados con bastante variedad y á veces con exactitud por los es- critores referidos. Escolano designa el género Sterna con los nombres de Fumadel, Negrilla y Cuchareta: los dos primeros se refieren induda- blemente á los dos plumajes del Hydrochelidon nigra, Gr.; y la voz Cuchareta tiene en el dia una acepcion muy distinta, pues corresponde á una especie de ánade (Spatula clypeata, Boic). Orellana, además del Fumadel cita la Moncheta, que es la referida Hydrochelidon nigra an- tes de mudar de pluma; y Villanova cae en el mismo error que Esco- lano al señalar con dos nombres diferentes la misma especie. Las mu- chas que contiene el género Larus llevan el nombre comun de Gaviota ó Paviota, segun ahora se usa. Escolano admite dos especies con los nom- bres de Alcatroz pescador y Gaviota ó Gavina: la primera es una ave conocida actualmente con los nombres vulgares de Gavilá de mar, Al- corroc y Álcatroz; la segunda no puede distinguirse bien cuál sea, por cuanto la voz Gaviota ó Gavina conviene igualmente á todas las espe- 180 cies pequeñas del género Larus. Orellana aunque parece designar mayor número de ellas no es mas claro que Escolano, pues confunde el Alca- tros con la Gavina blanca y esta con la Gavina, y usa además las voces Alcorroc y Gavinot para espresar dos especies de Paviota, una mayor que otra, y que no es fácil saber cuáles son, porque en el dia tienen aque- llos nombres una acepcion muy diferente de la que les dió el autor cita- do. Villanova emplea dos denominaciones para hacer mencion de una so- la especie de Larus, que es el ridibundus, L. Este último autor adiciona el género Sterna con el ave que llama Pasin, y el género Larus con otra que denomina Skua; y aunque no es fácil determinar con toda exacti- tud cuáles son las especies de que trata, tengo alguna razon para pre- sumir que la primera es el Puffinus major, Fab., y la segunda es el Stercorarius catarractes, Gr., cuyos géneros son muy análogos á los anteriores. El género Cygnus figura en los índices de Escolano y Orellana, y el Anser en los de los tres autores, sin dar lugar á equivocacion al- guna, por ser tanto el Cisne como el Ganso aves muy conocidas y de corto número de especies. No sucede así con los otros géneros que se han formado á espensas del antiguo género Anas de Lineo, pues abun- dan mas que otro alguno en especies de la Albufera, y todas de muy costosa sinonimia. No fué para Escolano tarea muy dificil designar los muchos ánades que frecuentan nuestro lago, pues se contentó para ello con dar terminacion castellana á los nombres con que se conocian en el dialecto vulgar; pero esta falta de purismo en el lenguaje mere - ce ahora nuestro agradecimiento, porque nos facilita la concordancia de las especies que cita con las que trae Orellana, y conocen todos los aficionados á la caza de la Albufera. Don Tomás de Villanova dió en el estremo contrario, valiéndose para designar sus especies de ánades, de nombres castizos si se quiere, pero las mas veces tan vagos, que no dejan reconocer el ave de que trata sin recelo de confundirla con alguna otra. No obstante de las catorce especies que menciona este es- eritor, una sola he dejado de encontrar, que es el Anade silbon: así como de las que trae Escolano el Anade negrito carece igualmente de correspondencia exacta, como no sea nuestro Fuligula cristata, Steph. 181 El género Mergus, cuya lindísima especie Mergus serrator, L., ci- tan Orellana y Villanova, no figura en la lista de Escolano; el género Graculus se encuentra en la de este escritor y en la de Orellana, y falta en la de Villanova; y por último, el género Colymbus, del cual he podido adquirir una sola especie y un solo ejemplar, no ha sido citado por ninguno de los tres autores. Doy por concluidas las observaciones-que me ha sugerido la com- paracion de los tres índices ornitológicos de la Albufera, y su enojosa lectura dará una idea del pesado trabajo que ha debido costarme el des- entrañar tan confusas sinonimias, y dilucidar su inteligencia de mane- ra que pudiesen servir de base para continuar con provecho esta dis- cusion interesante. Mas no podia contentarme con este trabajo de pura interpretacion y concordancia, sino que al comparar mi lista de aves con las de los autores referidos, y encontrar en ella tal aumento de especies, creció mi empeño de fijar para todas la sinonimia valenciana, y tuve que re- currir para ello, á falta de otra autoridad científica, á la tradicional conservada entre los cazadores y prácticos de la Albufera. Tarea ha sido esta mas entretenida aún que la anterior, pero mas provechosa para llevar á cabo la primera, y ponerme en disposicion de vulgarizar oportunamente el conocimiento científico de la seccion mas amena de la Historia natural de mi pais. No he perdonado, pues, medio alguno de recojer nombres de pájaros de la Albufera, logrando reunir varias listas de ellos, entre las cuales ha sido necesario establecer nuevas con- cordancias. Por otro lado he intentado muchas veces obtener de los cazadores la descripcion de un ave por el nombre que lleva, despues de haber averiguado de otros este nombre en vista del animal. Con semejantes observaciones, y con pruebas tan repetidas, me li- sonjeo de haber llegado á formar un catálogo bastante exacto de las aves que actualmente se conocen como de residencia ó de paso en el lago y en sus alrededores. Su número llega á 105 especies; mas de ningun modo me atrevo á decir que sea completo, puesto que faltan algunas de las designadas en los índices de Escolano, Orellana y Villa- nova, y Otras cuyos nombres vulgares me han dado los cazadores. Esta 182 falta puede atribuirse, en primer lugar á que los pájaros de que se tra- ta serán tal vez de los que no vienen todos los años á la Albufera, ó de los que se detienen muy poco tiempo y durante el verano, que por ser época de veda imposibilita toda observacion. En el modo de distribuir y ordenar las especies hubiera seguido el método del célebre Temminck, á quien reconozco como primera auto- ridad en Ornitologia, á no haber tenido en cuenta los adelantos que este ramo de la Zoologia ha hecho desde la publicacion de su precioso Manual ó cuadro sistemático de las aves de Europa. Estos adelantos se refieren al establecimiento de nuevos géneros ornitológicos consignados en casi todas las obras especiales que la ciencia debe al talento de Gray, Bonaparte, Schlegel, Kayscrling et Blasius, Degland y otros autores, y puestos además en planta para la clasificacion de los mas ricos y fa- mosos museos de Europa, especialmente de los de Londres y París, que he tenido ocasion de visitar recientemente. No me parece lícito resistir al impulso progresivo de una ciencia cuando es verdadero y racional; y admitiendo la exactitud y la justicia de las innovaciones que de algu- nos años acá se han propuesto en Ornitología, tanto para la formacion de géneros como para la distribucion general de las familias, me he creido obligado á aceptarlas, escojiendo entre las clasificaciones publi- cadas la que parecia menos exajerada, y por consiguiente mas natural y filosófica. Creo que debe reconocerse este mérito especial en la del inglés G. R. Gray, consignada en su Genera of Birds, en la lista de géneros ornitológicos, y en la de los ejemplares que forman la coleccion de aves de Inglaterra, publicado por el Museo Británico en el año úl- timo. Me he resuelto pues á adoptar el sistema ornitológico de Gray para ordenar el catálogo actual; mas como el número de aves que este encierra no es muy crecido, y son tambien muy escasas las especies que cada género comprende, he creido conveniente suprimir algunas de las divisiones secundarias del sistema, con el objeto de abreviar la enume - racion de las especies, señalando tan solo las clases, órdenes, familias y géneros á que pertenecen. He tratado además de facilitar la corres- pondencia de cada especie referida con las que anteriormente se cono- cian con nombre diferente; y para no sobrecargar mi catálogo con un 183 lujo inútil de sinonimias, me he contentado con indicar, á continuacion del nombre de cada ave segun Gray, el que le puso Lineo, fundador de la nomenclatura actual, y á falta de este, el que señala el Manual de Temminck. En cuanto á la nomenclatura, he procurado uniformar la castellana con la latina, que sirve de base para el conocimiento de las especies, adoptando con preferencia á otros aquellos nombres de animales que el uso ha consagrado en el lenguaje vulgar, y que se encuentran con- signados en el Diccionario de la Academia Española. A falta de estos nombres he debido admitir los que han usado las personas mas autori- zadas en la ciencia, ó los que figuran en las buenas traducciones de Obras latinas y francesas; sin atreverme á introducir mas variaciones que las que exije la necesidad de no confundir unas aves con otras, ó la claridad y exactitud de la denominacion de todas ellas. Sirvan de ejemplo las voces Picudilla, Zumaya, Falcinelo, Pavo marino, Ra- yuelo y Meauca, que son los nombres que segun el Diccionario de la lengua castellana significan las especies Squatarola helvetica, Brhem., Nycticorax griseus, Gr., Ibis falcinellus, Temm., Philomachus pug- nazx, Gr., Gallingo gallinula, Bonap., y Larus fuscus, L.; los nombres de Milano rojo, Culiblanco grande, Zampa-ostras y otros muchos que he tomado del precioso catálogo de las aves de Galicia por el aca- démico corresponsal D. Francisco de los Rios Naceyro; y los nombres Glareola con collar, Ave-fria moñuda, Garza cangrejera, Caballero chorlito, Gaviota de manto zul, Anade ridente, Pato de ojos do- rados, etc., que me atrevo á proponer para designar las aves á que se refieren. Para dar fin á esta introduccion, prolija en demasía, falta advertir que, á pesar del cuidado que he tenido en buscar la nomenclatura va- lenciana de todas las especies, hay algunas que no la tienen señalada» por ser verdaderamente desconocidas para el vulgo en atencion á su rareza; y otras que, si bien llevan nombre, no he podido adquirirle con la exactitud que exije este género de trabajo. Por consecuencia la frase sin nombre, que llevan muchas especies de mi catálogo, no debe entenderse en un sentido absoluto, sino tomarse como resultado de TOMO I. 24 18h mis investigaciones hasta el dia de hoy: quizá mas adelante pueda cor- rejirla y llenar este vacío, satisfaciendo al mismo tiempo otro deseo de mas importancia, cual es el de aumentar hasta su complemento el índice de las aves de la Albufera. CATALOGO DE LAS AVES QUÉ FRECUENTAN EL LAGO DE LA ALBUFERA Y SUS ALREDEDORES, EN L£ PROVINGIA DE VALENCIA, ORDEN 1.” ACCIPITRES. Fam. 2* Falconide, Gen. BUTEO, Cuv. Buteo vulgaris, Bechst. — Falco Buteo, L.— Castellano, Milano rojo. — Valenciano, Aguila peixcadora. — El joven es muy comun en la Dehesa. Gen. PERNIS, Cuv. Pernis apivorus, Cuv. —Faico apivorus, L. — Castellano, Halcon abejero. — Valenciano, Pilotero. — El adulto es raro en la Dehesa, mas el joven es muy comun. Gen. ACCIPITER, Briss. Accipiter nisus, Pall. — Falco nisus, L. — Castellano, Gavilan.— Valenciano, Gavilá. — Accidental en la Dehesa. Gen. CIRCUS, Lacep. Circus «ruginosus, Sav. --Falco «eruginosus, L. — Castellano, Ar- pella. — Valenciano, Pilotero. — Sedentario, y muy abundante en las orillas del lago. 486 fam, 2," Srigide, Gen. OTUS, Cuv. Otus brachyotus, Boie. — Strix brachyotus, Gmel. — Castellano, Buho de orejas cortas. — Valenciano, Musol marí: cap-gros.—Co- mun en la Dehesa. ORDEN 2.” PÁSSERES. Trib, 4.* Fissirostres,—Pam, 2* Hirundinide, Gen. CYPSELUS, Illig. Cypselus apus, Ilig. — Hirundo apus, L. — Castellano, Vencejo.— Valenciano, Falsia. —De paso, y comun en la primavera. Gen. HIRUNDO, L. Hirundo rustica, L.— Castellano, Golondrina. — Valenciano, Oro- neta. —Comun y de paso en la primavera. Gen. COTYLE, Boie. Cotyle riparia, Boje. — Hirundo riparia, L. — Castellano, Golon- drina de ribera. — Valenciano, Oroneta. — Especie menos comun, y de paso como la anterior. Cotyle rupestris, Boie. —Hirundo rupestris, L. — Castellano, (Go- londrina de roca. — Valenciano, Oroneta. — Como la especie anterior. Gen. CHELIDON, Boie. Chelidon urbica, Boie. —Hirundo urbica, L. — Castellano, Golon- drina de ventana.— Valenciano, Oroneta. — Como la Golondrina co- mun. 187 Pam, 4* Alcedinide, Gen. ALCEDO, L. Alcedo hispida, L. —Castellano, Martin pescador. — Valenciano, Martinet de riu, Blavet. — Comun en el lago. Trib. 3,* Dentirostres,—Fam, 4,* Luscinide, Gen. CALAMODITA, Mey et Wolf. Calamodyta strepera, Gr.— Sylvia palustris, Bechst. — Castellano, Pico-fino verderon. — Valenciano, sin nombre. — Comun en los almar- jales. Gen. SYLVIA, Lath. Sylvia undata, Gr. — Motacilla provincialis, Gmel. — Castellano, Pico-fino provenzal. — Valenciano, sin nombre. — Comun en los al- marjales. Gen. CISTICOLA, Less. Cisticola scheenicola, Bonap. — Sylvia cisticola, Temm. — Caste- llano, Pico-fino cisticola. — Valenciano. sin nombre. — Comun en los almarjales. Gen. REGULUS, Cu». Regulus ignicapillus, Naum. — Sylvia ignicapilla, Brehm. — Cas- tellano, Abadejo ó Reyezuelo de tres fajas. — Valenciano, Reyet.— Comun en los carrizales. Gen. SAXICOLA, Bechst. Saxicola «nanthe, Bechst. — Motacilla «enanthe, L. — Castellano, Culiblanco grande.—Valenciano, sin nombre.—Comun entre la Albu- fera y el mar. 188 Gen. PRATINCOLA, Koch. Pratincola rubicola, Koch. — Motacilla rubicola, L. — Castellano, Collalba. — Valenciano, Cagamanecs 6 Pucha-soques. — Comun en la primavera entre el lago y la costa. Trib, 4% Conirostres,—Pam, 4,* Corvidie, Gen. CORVUS, L. Corvus frugilegus, L. — Castellano, Corneja calva. — Valenciano, Corp. — Accidental en la Dehesa. Pam, 3,* Fringilida, Gen. FRINGILLA, L. Fringilla cselebs, L. — Castellano, Pinzon. — Valenciano, Pinsá.— Comun en la primavera entre el lago y el mar. Fringilla carduelis, L. — Castellano, Gilguero. — Valenciano, Ca- garnera.— Como la especie anterior. Gen. ALAUDA, L. Alauda arvensis, L. — Castellano, Alondra del campo. — Valen- ciano , Terrerola. — Comun y de paso en el otoño. Alauda cristata, Lin. — Castellano, Cogujada. — Valenciano, To- tovía, Cogullada. — Comun en los alrededores del lago. Alauda brachydactyla, Leisl.— Castellano, Alondra de dedos cor- tos. — Valenciano , Terreroli. — Comun y de paso en el otoño. 189 ORDEN 7.” GRALLZ. Fam, 1,5 Charadride, Gen. ALDICNEMUS, Temm. ¿Edicnemus crepitans, Temm. — Charadrius edicnemus, L. — Cas- tellano, Alcaravan. — Valenciano, Alcaravá. — Comun en todas las orillas del lago. Gen. GLAREOLA, Briss. Glareola pratincola, Leach. — Hirundo pratincola, L.— Castellano, Glareola con collar. — Valenciano, Carregada, Carregadet, — Aye de verano y no muy comun. Gen. VANELLUS, L. Vanellus cristatus, Mey. — Tringa vanellus, L. — Castellano, Ave- fria moñuda.—Valenciano, Chudia.—Muy comun durante el invierno. Gen. SQUATAROLA, Cuv. Squatarola helvetica, Brehm. — Tringa squatarola, L. — Castellano, Picudilla 6 Avefria de Suiza. — Valenciano, Fusell de mar. —Ave rara y de paso en las primaveras. Gen. CHARADRIUS, £. Charadrius pluvialis, L. — Castellano, Pluvial dorado. — Valen- ciano, Fusell. — Muy comun en el invierno. Charadrius hiaticula, L. —Castellano, Pluvial mayor de collar.— Valenciano, Corriol cabut. — Comun durante todo el año. Charadrius curonicus, Bechst. — Charadrius minor, Mey.—Cas- tellano, Pluvial menor de collar. —Valenciano, Corriolet.— Especie mas comun que la anterior. AP 490 Gen. HAMATOPUS, L. Hematopus ostralegus, L. — Castellano, Zampa-ostras. —Valen- ciano, sin nombre. — Especie de verano muy rara. Fam. 2,* Ardeido, Gen. GRUS, L. Grus cinerea, Bechst. — Ardea grus, L.—Castellano, Grulla ceni- cienta.—Valenciano, Grulla.—De paso en algun invierno muy crudo. Gen. ARDEA, L. Ardea cinerea, L. — Castellano, Garza comun. —Valenciano, Garsa parda ó blava. — Muy comun en las orillas y carrizales del lago. Ardea purpurea, L. — Castellano, Garza purpúrea, — Valenciano, Agró.— Ave de verano; cria en la Albufera, y el pollo es el que se conoce mas en el pais con el nombre de Agro. Ardea garzetta, L. — Castellano, Garzeta ó Garzota.— Valenciano, Garseta blanca. — Comun en el verano. Ardea comata, Pall. — Ardea ralloides, Scop. — Castellano, Garza cangrejera. — Valenciano, Oroval.— Comun durante el año. Ardea minuta, L. —Castellano, Avetoro menor. — Valenciano, Es- pluga-bous ó Gomet (adulto), Toret (joven). — Comun durante el año, y cria en el lago. Gen. BOTAURUS, Steph. Botaurus stellaris, Steph. — Ardea stellaris, L. — Castellano, Ave- toro mayor. — Valenciano, Vitor ó Vitol. — Comun en el invierno. Gen. NYCTICORAX, Steph. Nycticorax griseus, Gr.—Ardea nycticorax, L.—Castellano, Zuma- ya.—Valenciano, Martinet de garrofera ó de olivera: Martinico real.— Abundante en el verano. 191 Gen. PLATALEA, L. Platalea leucorodia, L.—Castellano, Espátula blanca.—Valencia- no, sin nombre.—Rara, y de paso en el otoño. Gen. IBIS, Mehr. Ibis falcinellus, Temm. —Tantalus igneus et falcinellus, Gmel.—Cas- tellano, Falcinelo. —Valenciano, sin nombre.—Rara, y de paso en el invierno. Pam, 3,—Scolopacida, Gen. NUMENIUS, Mehr. Numenius arquata, Lath.—Scolopax arquata, L.—Castellano , Za- rapito real.—Valenciano, Sislot ó6 Sirlot.—Muy comun en el invierno. Numenius pheeopus, Lath.—Scolopax pheeopus, L.—Castellano, Za- rapito menor.—Valenciano, Chuit.—Ave rara, y de paso en primavera y otoño. Gen. LIMOSA, Briss. Limosa lapponica, Gr.—Scolopax lapponica, L.—Castellano, Limo- sa roja ó parda.—Valenciano, Tetol.—El joven es ave comun en el verano. Limosa «egocephala, Leach.—Scolopax limosa , L.—Castellano, Li- mosa comun ó de cola negra.—Valenciano, Serranet.—Ave de verano, y abundante. Gen. TOTANUS, Bechst. Totanus fuscus, Leisl.—Scolopax fusca, L.—Castellano, Caballero arlequin.—Valenciano, Serranet.—Visita el lago en verano é invierno, siendo rara en ambas épocas. Totanus calidris, Bechst.—Scolopax calidris, L.—Castellano, Caba- llero gambeta.—Valenciano , Tifort.—Comun durante el verano en los almarjales. Totanus ochropus, Temm.—Tringa ochropus, L.—Castellano, Ca- TOMO 1. 25 192 ballero de pies amarillos.—Valenciano, Siseta blanca.—Comun en el verano. Totanus glareola, Temm.—Tringa glareola, L.—Castellano, Caba- llero silvestre.—Valenciano, Tifort de pates roches.—Comun en el otoño. Totanus glottis, Bechst.—Scolopax canescens, Gmel.—Castellano, Caballero ladrador.—Valenciano, Tifort.—Ave de paso, y no suele ver- se todas las primaveras. Totanus stagnatilis, Bechst.—Scolopax totanus, L.—Castellano, Ca- ballero Chorlito.—Valenciano, Siseta.—Rara, y de paso en la pri- mayera. Gen. TRINGOIDES, Bonap. Tringoides macularia, Gr.—Tringa macularia, L.—Castellano, Ca- ballero perlado.—Valenciano, Tifort de pates roches.—Ave de verano, y rara. : Tringoides hypoleuca, Gr.—Tringa hypoleuca, L.—Castellano , Ca- ballero de vientre blanco.—Valenciano, Siseta.—Comun durante el verano. Gen. RECURVIROSTRA, L. Recurvirostra avoceta, L.—Castellano, Avoceta de pescuezo ne- gro.—Valenciano, Primavera. —Rara y de paso en la primavera. Gen. HIMANTOPUS, Briss. Himantopus candidus, Gr.—Charadrius himantopus, L.—Castella- no , Zancas largas.—Valenciano, Camillonga 6 Camallonga.—Comun en los almarjales durante el verano. Gen. PHILOMACHUS, Mehr. Philomachus pugnax, Gr.—Tringa pugnax, L.—Castellano, Pavo marino.—Valenciano, Tifort, ¿Redonell?—Ayve de invierno, y rara; al- gunas veces pasa en otoño; jamás se ha visto con pluma de verano. 195 Gen. TRINGA, L£. * Tringa canutus, L.—Castellano. Alondra de mar cenicienta.—Va- lenciano, sin nombre.—Especie rara, y de verano. Tringa alpina, L.—Castellano, Alondra de mar comun ó de Girar- din. —Valenciano, Siseta. —Rara, y de paso en las dos primaveras. Tringa Temmincki, Leisl.—Tringa pusilla, Lath.—Castellano, Alon- dra de mar de Temminck.—Valenciano, Terretita. —Comun durante el verano. Tringa subarquata, Temm.—Scolopax africanus , Gmel.—Castella- no, Alondra de mar de Buffon.—Valenciano, Siseta rocha.—Comun en el verano. Gen. GALLINAGO, Leach. Gallinago media, Leach. —Scolopax gallinago, L.—Castellano, Aga- chadiza ó Gallineta ciega.—Valenciano, Bequeruda.—Ave de invier- no, y Muy comun. Gallinago gallinula, Bonap.—Scolopax gallinula, L.—Castellano, Rayuelo.—Valenciano, Bequet.—No tan comun como la especie ante- cedente, y visita las orillas del lago en igual estacion. Gen. SCOLOPAX, L. Scolopax rusticola, L.—Castellano, Chocha perdiz.—Valenciano, Becada fransesa. —Comun en el invierno. Gen. PHALAROPUS, Briss. Phalaropus fulicarius, Bonap.—Tringa lobata et fulicaria, L.—Cas- tellano, Falaropo de pico chato.—Valenciano, sin nombre.—Accidental y muy rara en el verano. Pam, 4* Rallide, Gen. RALLUS, L£. Rallus aquaticus, L.—Castellano, Polla de agua.—Valenciano, Ras- cló.—Muy comun en las orillas del lago, en donde reside todo el año. 194 Gen. ORTYGOMETRA, L. Ortygometra crex , Leach.—Rallus crex, L.—Castellano , Rascon, Bitor ó Rey de codornices. —Valenciano , Guala maresa.—Comun en los almarjales durante el verano. Ortygometra porzana, Steph.—Rallus porzana, L.—Castellano, Po- lla de agua menor.—Valenciano, Picardona.—Ave comun y de todo el año. Ortygometra Baillonii, Steph.—Gallinula Baillonii, Temm.—Caste- llano, Polla de agua de Baillon.—Valenciano, Picardó, Picardonet.— Comun, y reside todo el año en la laguna. Gen. GALLINULA, Briss. Gallinula chloropus, Lath.—Fulica chloropus, L.—Castellano, Galli- na de agua. —Valenciano , Polla d'aigua, Polleta.—Especie muy co- mun en la Albufera y residente en todos tiempos. Gen. PORPHYRIO, Briss. Porphyrio hyacintinus, Temm.—Fulica porphyrio, L.—Castellano, Calamon de Europa.—Valenciano, Gall de cañar.—Pasa todo el año en los carrizales del lago, y cria en ellos. En otro tiempo llegó á ser ave doméstica y muy abundante, mas en el dia es silvestre y va esca- seando. Gen. FULICA, L. Fulica atra, L.—Castellano, Foja 6 Pájaro diablo.—Valenciano, Fotja 6 Focha.—Reside todo el año, y es la especie mas comun de todas las que se ven en la laguna. Fulica cristata, Gmel.—Castellano, Foja cornuda.—Valenciano, Focha de cuernets, Focha de bañons.—Mr. Degland, en su Ornitologia Europea, dice de esta especie que es de paso anual en España; y refi- riéndose á Mr. Barthelemy, asegura que en nuestra Albufera se caza esta Foja todos los años. No me parece tan frecuente ni regular su apa- ricion en la Albufera, por cuanto no he conseguido poseer mas de dos 195 ejemplares en muchos años que llevo de observacion y de encargo á los cazadores para adquirirla. La considero pues como aye rara, aunque se me ha asegurado que abunda en las islas Baleares durante su paso. ORDEN 8.” ÁNSERES. Fam. 1,—Anatido, Gen. PHANICOPTERUS, L. Phenicopterus roseus, Pall. —Phenicopterus ruber, L.—Castella- no, Flamenco ó Flamante. —Valenciano, Flamenc.—Comun durante el invierno. Gen. ANSER, Briss. Anser segetum , Mey.—Anas segetum, Gmel.—Castellano, Ganso silvestre. —Valenciano, Oca.—Comun y de paso en el otoño. Gen. CIGNUS, L. Cygnus olor, Boie.—Anas olor, Gm.—Castellano, Cisne domés- tico.—Valenciano, Sisne.—Accidental y de paso en los inviernos fuertes. Gen. MARECA, Steph. Mareca penelope, Selby.—Anas penelope, L.—Castellano, Anade silbador.—Valenciano, Piíulo.—Comun en el invierno. Gen. DAFILA, Leach. Dafila acuta, Eyton.—Anas acuta, L.—Castellano, Pato de cola lar- ga.—Valenciano, Cua de chunc.—Muy comun durante el invierno. Gen. ANAS, L. Anas boschas, L.—Castellano, Anade silvestre. —Valenciano , Coll- vert, Anet.—Mas comun que la especie antecedente, y en la misma estacion. 196 Gen. QUERQUEDULA, Steph. Querquedula crecca, Steph.—Anas crecca, L.—Castellano, Cerceta de invierno.—Valenciano , Sarset.—Abunda en la época que su nom- bre indica. Querquedula angustirostris, Bonap.—Anas marmorata, Temm.—Cas- tellano, Cerceta jaspeada.—Valenciano, Roseta.—Ave de verano y no muy comun. Gen. PIEROCYANEA, Bonap. Pterocyanea circia, Bonap.—Anas querquedula, L.— Castellano, Cercela comun ó de verano.—Valenciano , Roncadell. — Aye que no abunda tanto en su estacion como la (). crecca en el invierno. Gen. CHAULELASMUS, Gr. Chaulelasmus strepera, Gr.—Anas strepera, L.—Castellano, Anade ridente.—Valenciano, Ascle.—Especie menos comun que el Anade sil- vestre, y en la misma época del año. Gen. SPATULA, Bote. Spatula elypeata, Boie.—Anas clypeata, L.—Castellano, Anade de pico ancho.—Valenciano, Bragat, Cullereta.—Muy comun en el in- vierno. Gen. BRANTA, Boie. Branta rufina, Boje.—Anas rufina, Pall.—Castellano, Anade silba- dor cristado.—Valenciano, Sivert.—Comun en el invierno. Gen. FULIGULA, Steph. Fuligula cristata, Steph.—Anas fuligula, L.—Castellano, Anade cristado de ribera.—Nalenciano, Morell capellu.—Abundante en el invierno. Gen. NYROCA, Flem. Nyroca ferina, Flem.—Anas ferina, L.—Castellano, Anade ferino.— Valenciano, Boix.—Como la anterior. Nyroca leucophthalmos, Flem.—Anas leucophthalmos, Bechst.— 197 Castellano, Anade niroca ó6 Pato de ojos blancos.—Valenciano, Ro- chet.—Ave de invierno; el macho es mas comun que la hembra. Gen. CLANGULA, Flem. Clangula glaucion, Brehm.—Anas clangula, L.—Castellano, Pato de ojos dorados.—Valenciano, Retor.—Especie rara, y de invierno. Gen. OIDEMIA, Flem. Oidemia fusca, Flem.—Anas fusca, L.—Castellano, Anade negreta doble. —Valenciano, Morell de mar.—Como la especie anterior. Oidemia nigra, Flem.—Anas nigra, L.—Castellano, Anade negre- ta.—Valenciano, Ocascle.—Ave de invierno y tan rara como las dos especies antecedentes. Gen. MERGUS, L. Mergus serrator, L.—Castellano, Mergo cristado.—Valenciano, Ser- reta.—Ave de invierno; las hembras se ven con mas frecuencia que los machos. Pam, 2—Colymbidz, Gen. COLYMBUS, L£. Colymbus septentrionalis, L.—Castellano, Colimbo de garganta ro- Ja.—Valenciano, sin nombre.—Ave muy rara, que solo se ha visto du- rante algun invierno fuerte y en la primera edad. Gen. PODICEPS, Lath. Podiceps cristatus, Lath.—Colymbus cristatus, L.—Castellano, So- morgujo cristado.—Valenciano, Cabrellot.—Pasa todo el año y cria en la Albufera, sin ser muy comun. Podiceps auritus, Lath.—Colymbus auritus, L.—Castellano, Somor- gujo orejudo.—Valenciano, Escabusó pardo, Vuida flascos.—Muy co- mun en el lago durante el invierno en la primera edad. Podiceps minor, Lath.—Colymbus minor et hebridicus, Gmel.— Castellano, Somorgujo castaño.—Valenciano, Escabusonet.—Muy co- mun en todo el año. 198 Pam, 3—Laride, Gen. LARUS, L. Larus marinus, L.—Castellano, Gaviota de manto negro.—Valen- ciano, Gavilá.—Los jóvenes abundan mucho en la Albufera durante to- do el año. Larus fuscus, L.—Castellano, Gaviota de pies amarillos, Meau- ca.—Valenciano, Gavina. —Especie rara, y que suele verse en la pri- mera edad. Larus argentatus, Brunn., Gmel.—Castellano, Gaviota de manto azul. —Valenciano, Gavilá de mar, Alcatros, Alcorroc.—Se encuen- tra todo el año en el lago, sin ser muy comun. Larus canus, L.—Castellano, Gaviota cenicienta comun.—Valen- ciano, Gavina.—Especie rara, y de otoño. Larus ridibundus, L.—Castellano, Gaviota risueña. —Valenciano, Gavina.—Muy comun en el lago, en donde cria y pasa todo el año. Larus capistratus, Temm. —Castellano, Gaviota de cara parda.— Valenciano, Gavina.—Especie aún mas rara que el L. fuscus, y que me he decidido á adoptar para un solo individuo joven de primera muda de primavera, que si bien se confunde con el joven del L. ridibundus has- ta el punto de dar razon á Mr. Degland para no admitirle como especie distinta, se diferencia sin embargo en el tamaño total y en el de los tar- sos y pico, de manera que queda en pie la separacion que hizo Mr. Tem- minck, y que han seguido los Sres. Gray y Bonaparte. “Gen. RISSA, Leach. Rissa tridactyla, Macgell.—Larus tridactylus, L.—Castellano, Ga- viota de tres dedos.—Valenciano, Gavina.—Ave de paso accidental en el otoño. El único ejemplar que posee el gabinete de esta Universidad es de un adulto con plumaje de invierno, cuyos caracteres se apartan al- go de los que los Sres. Temminck y Degland indican en su descripcion, pues carece de las rayas negras de la region anterior de los ojos y en lu- 199 gar de ellas hay algunos pelos de aquel color. Además las remeras 2.1 y 3.* terminan en un grande espacio negro sin mancha alguna, la 4.* y la 5.* tienen el espacio negro que las anteriores y la punta blanca, y la 6.2 plu- ma del ala lleva dos manchitas negras hácia su estremidad. Gen. STERNA, L£. Sterna anglica, Mont.—Castellano, Golondrina de mar, Hansel ó inglesa. —Valenciano, Tisoreta, Correu.—Comun en el verano. Gen. HYDROCHELIDON, Bose. Hydrochelidon nigra, Gr.—Sterna nigra, L.—Castellano, Golon- drina de mar negra, Espantajo.—Valenciano, Fumarell 6 Fumadell, Negret 6 Negrito, Moncheta.—Muy comun durante el año, escepto en el invierno.—En el dialecto del pais se designan con nombres diferentes los cambios de pluma que trae consigo la edad y la estacion, por creer que corresponden á distintas especies de animales. Así llaman Negret al ave que lleva el plumaje de verano, que empieza á verse en abril; Fu- marell á la que se presenta en agosto, ó con el vestido de invierno; y Moncheta al joven de la primera y segunda muda. Fam, 4—Pelecanido, Gen. GRACULUS, L. Graculus carbo, Gr.—Pelecanus carbo, L.—Castellano, Gran Cor- moran.—Valenciano, Cormorá, Corva marina.—Suele verse en alguno que otro invierno en la Albufera. Valencia 10 de noviembre de 1851. Y gracio Dhidal. TOMO I. Ñ A E 4 Le ARA A e y ES br: UN. 00 Muj 6 tol enla A + lo slo Gay zh al EN sgh CA 1H, m Lo q ox Qe ¡pen ql nr 100,15 alar: uh "1 mE 4 MT «DD — m 14] af t + ) alo PLid up 1991 01 visas le EMO] LE ik tel 3 (1 HA TO LS ral! ala lab 4 - - LAIA DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTA SEGUNDA PARTE DEL TOMO 1. Páginas. Estunios y observaciones geológicas relatwos dá terrenos que compren den parte de la provincia de Badajoz, y de las de Sevilla, Toledo y Ciudad-Real, y cortes geológicos de estos terrenos: parte 2.*; por DAEMON tl 1 Exsaxo de una descripcion general de la estructura geológica del ter- reno de España en la Peninsula: seccion 2.*; por D. Joaquin Ez- MEA iyDsa0ovo0ódoo.. coro rodoVc OP ono noO 73 Descripcion de algunos insectos nuevos pertenecientes 4 la Fauna central de España: por D. Mariano de la Paz Graells......... 109 CaráLoco de las aves de la Albufera: por D. Ignacio Vidal..... 167 ia e MOS cole ls 98 y ad, lo) aho E og o: A caro O a ¿Mo 2 ojos a a Air ne... ae da A a ' eo 0988 Job Bra od » ausramrod aouosir 2otosaó tosojglo sb Mora . e. caspa no ¿BlI940) sd 6l ob ona ¿O 00 como sl hole om «e IobiV oionrgl AS DÁ ab 000 sá otojAri) - DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS DE MADRID. > TORIO lo Tercera serie.— Ciencias naturales. ESOIG TOMO /."—PARTE 3. 1% e. es e a a ESA DO A E UTA - A A EN YE E arra— ban de AMINO 80 ALNCADA JAJA 7] Ñ 1] A ¿O MEMORIA CEOCMÓSTICOSACRÍCOLA SOBRE LA PROVINCIA DE ASTURIAS, PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EN CONCURSO PÚBLICO con arreglo al programa presentado por la misma para el año de 1853. POB D, PASCIAL PASTOR Y LORA, Catedrático que fué de Mineraloyia, Zoologia y Botánica en la Universidad de Oviedo y en la actualidad en la de Valladolid, Doctor en Ciencias naturales, Licenciado en Medicina y Cirujia, etc., etc. PROGRAMA. — > Describir las rocas de una provincia de España y la marcha progresiva de su descomposicion, determmando las causas que la producen; presentando el análisis cuantitativa de la tierra vejetal formada de sus detritus; y deduciendo de estos conocimientos y de más circunstancias locales, las aplicaciones á la agricultura en gene— ral, y con especialidad al cultwo de los árboles. (Gaceta de Madrid del dia 1.* de abril de 1852.) MEMORIA GEOGNÓSTICO- AGRICOLA suyas ba PROVINCIA 8 ASIVAJAS, A 2 Pretender fijar la agricultura de un pais sin el concurso de su estudio físico-natural, es querer un imposible; lo contrario es lo racional, el espíritu del programa de la Academia, y el plan de esta Memoria. La provincia de Asturias, situada al N. N.-O. de España, á lo largo del Océano Cantábrico, entre los 42 57/ y 43” 38/ latitud N. y 8” 5 y 10”23/ longitud E. del observatorio de San Fernando, y los 43” 5/ y 45” 42/ latitud septentrional y los 6” 45! y 9” 27/ de longitud occi- dental contada por el meridiano de París, segun el geógrafo Dufour, está limitada naturalmente al $. por los Montes Herbáseos, celebrados por Ptolomeo y otros antiguos cosmógrafos (1), ó sea la cordillera de los puertos secos de Pajares, Cubilla, Somiedo, Piedrafita y demás lin- dantes de Castilla la Vieja; al N. por el Océano Cantábrico; al E. por las montañas de Santander y bosque de Liébana, de donde la separan los rios Santiuste y Deva; y al O. por los confines de la provincia de Lugo. Su estension de N. á S., en la parte mas ancha, es de unos 84 (1) Trelles, 4sturias ilustrada, t. 1, pág. 46. 6 kilómetros (15 leguas próximamente), en la mas estrecha, de 67 kiló- metros, y de E. 4 O. de unos 234 (sobre 42 leguas): lo que la hace dar la figura de una faja, y con mas exactitud la de un mero, cuya cola correspondiese al E., y la cabeza muy abultada al O. Su nivel so- bre el mar varía estraordinariamente, pues vemos que á su entrada por la Perruca tiene 1811 metros (6500 pies), altitud que va disminu- yendo gradualmente hasta la costa: asi que Sama se halla 4 355 metros, Oviedo á 220 (789 pies con corta diferencia), y en el litoral es tan diver- sa que corre todas las graduaciones, desde unos 80 metros á que se halla el cabo de Peñas, hasta el nivel de las aguas, y aun á 26 3 metros por bajo de ellas, como acontece á lo mas hondo del valle en que está situado el convento de San Salvador de Valde-Dios en el concejo de Villavi- ciosa. Se halla cruzada en encontradas direcciones de un sistema de mon- tañas nada comun, ramas, á no dudar, oriundas de la estremidad de levantamiento de los Pirineos, teniendo alguna de ellas elevaciones considerables, como los Picos de Europa (de Cornion de los Aldeanos) referibles al Mons Vindius de los romanos, en el concejo de Cabrales, que llegan 4 2500 metros (unos 9000 pies). Mas estas ramificaciones, por mas complicacion y enmarañamiento que ofrezcan, pueden clasi- ficarse en tres series principales. Una que, empezando en el E. por el concejo de Cabrales, y corriéndose al $. continuamente á las montañas que separan Castilla la Vieja hasta el puerto seco de Leitariegos, produce numerosas y escarpadas sierras /cordales de los naturales) al interior, que se subdividen y ramean, confundiéndose sus estremidades con las de las otras series: á esta serie la llamaré central. Otra, cuyo foco prin- cipal se halla en el 0., por lo que la denominaré occidental, la forma toda la parte comprendida en el S.-0, O. y N.-0., en una línea que partiendo del origen del rio Pigúeña, que se halla entre las gargantas de Somiedo y Leitariegos, y siguiendo las montañas de (renestosa para cruzar el Narcea por la Sierra de Peñamonteca, y recorrer Tineo y Navia, acaba en Castropol y parte N.-O. en la costa, donde ya se con- funde con la serie siguiente. Y finalmente otra paralela á la costa, por lo que la llamaré serie marítima, puede considerársela naciendo donde aca- bala anterior, y con mas exactitud, del concejo de Pravia y de Luarca. En su centro ensancha hasta llegar á Piloña; despues se estrecha entre los concejos de Rivadesella y Cangas de Onís; y abriéndose por último un poco con remedo, hasta cierto punto, á el lóbulo superior de la cola del pez con que he representado la forma de la superficie de la provincia, termina en Peñamellera, cuyas quebradas, aunque mas pequeñas que las de las anteriores, no por eso dejan de sorprender al viajero que vi- sita las montañas de este último punto, que le están subordinadas, llegando su altura principal á 1.114 metros sobre el nivel del mar. En estas tres series ó zonas comprendo los partidos judiciales y sus 1] concejos, como manifiesta el cuadro que sigue. LONAS, OCCIDENTAL... PARTIDOS JUDICIALES, CONCEJOS, Allande. ' Cancas De TINEO... ple de Tineo. Boal. Castropol. Coaña. CASTROPOL:. ¿as b San Tirso de Abres. Taramundi. Vega de Rivadeo. DARA Ras GRANDAS DE SALIME. . San Martin de Oscos. Villanueva de Oscos. E de Salime. A A A ZONAS, PARTIDOS JUDICIALES, CONCEJOS, CENTRAL. ...../ BELMONTE» << +»... >» INEIESTO: ......-.. (IN ERASO E IAVIANA AN. odo aro rai ¡Yernes y Taméza. Miranda. alas. Somiedo. Tebérga. Cabranes. Nava. Piloña. Sariego. Llanera. Morcin. Noreña. Oviedo. Proaza. Regueras. Rivera de Abajo. Rivera de Arriba. Santo Adriano. | Siero. VLudela: ,Lena. Mieres. O O SAA un Caso. Laviana Langré San Martin del Rey Aurelio. Sobrescobio. Amieva. Ponga. , (1) ¡Cabrales. | Riosa. E (1) Estos dos concejos los saco del partido de Cangas de Onís, por no acomodarse 4 aquella zOna. 9 LONAS, PARTIDOS JUDICIALES, CONCEJOS, o PRA ALU EE: andamo (1 E Ral Gijon. (ORTA OO Era Cangas de Onís. Onís. Parres. “Rivadesella. Llanes. Peñamellera. Rivadedeva. Caravia. Colunga. Villaviciosa. MARÍTIMA....... Cancas DE Onis. ... PANES OO Y E VILLAVICIOSA. ...... Con tal disposicion topográfica, sin ejemplo en ningun otro punto de España, ni tampoco en lo observado de otros paises, si se atiende á los accidentes geológicos que ofrece, relato fiel de los trastornos hor- ribles que en épocas remotas acaecerian en este suelo, no deberá estra- ñarse que su superficie se represente por 1.204.935,4184 hectá- reas (388 leguas cuadradas), segun el Sr. Madoz, y por 958.047,8777 segun Antillon, estension muy pequeña si se la compara con la po- blacion, que asciende, para unos á 454.635 almas, para otros á 510.000, y para otros terceros á 900.000, apoyados estos últimos en razones de gran valer, y que no es de este lugar esponer, siquiera por no perjudicar al pais que describo. Vienen á corroborar esta es- tadística los cálculos de otros, que señalan 2.150 personas por legua cuadrada (310,50536 hectáreas): poblacion portentosa, á la que si se agrega el gran número de cabezas de todo ganado, se comprenderá (1) Este concejo en la distribucion oficial se halla en el partido de Oviedo. TOMO 1.—PARTE Jl. 2 10 cómo esta provincia es por do quiera una habitacion contínua. Si por el estudio de la superficie se deduce el número de habitantes, tambien sa- caremos por consecuencia para llenar las necesidades de aquellos, que suponiendo que hoy 602.467 hectáreas (casi 194 leguas cuadradas) sean de rocas y monte bajo, 301.235 (97 leguas cuadradas) de selvas, oque- dales, etc., 149.064 (cerca de 48 leguas cuadradas) de rios, barrancos y otros sitios incultivables, quedan 152.169 (unas 49 leguas cuadradas), tomando por tipo las 388 leguas cuadradas, ó sean, reduciéndolas á la medida del pais, 9.580.247 dias de bueyes, para prados, frutales, y cul- tivo de las materias de primera necesidad. Si de esto se deduce que una mitad sea de cereales, se comprende que tiene que haber un sobrante de poblacion de una quinta ó sesta parte de la existente, que emigra por falta de alimento, y cuyo mal acrecerá ínterin no se modifique este estado de cosas, que es lo que trataré de aconsejar en este escrito. Entre las cadenas de montañas de este antiguo principado, centu- plicado en la estension de su superficie, si imaginariamente desdoblá- ramos sus curvas y precipicios, se ven numerosas fuentes, resultado del deshielo de la nieve, de la lluvia, y de densas y pertinaces nie- blas (cierzo y orbayo de los naturales), y complicadas denudaciones, ocasionadas, además de por la accion de estos agentes, por el caprichoso curso de los rios Nalon (Navilubio de Plinio), Eo, Sella, Narcea, Navia, Piloña y otros 26 mas, pero de menos importancia; cañadas, gargan- tas, valles y collados, con la amenidad de un verdor no interrumpido de gramíneas y algunas leguminosas que sirven de pasto al ganado vacuno que hay en esta provincia, y de otras plantas y árboles de que me haré cargo mas adelante. Esta vejetacion está en concordancia con un clima suave; porque si bien hay cumbres, como algunas de los desfiladeros de Pajares, Leita- riegos, Aller, y Cabrales, en que la nieve dura unos siete meses, y aun en las peñas de Morcin es perpétua, se vé que la permanencia de esta en los primeros puntos no es para hacer riguroso un clima, y la del último, que está 41.000 metros por cima del nivel del mar, es por hallarse en pozos escavados por la naturaleza, al modo de lo que practica el hom- 14 bre para conservar la nieve. Toca, sin embargo, hacer escepcion de las laderas N. de las Peñas de Europa, donde no se deshiela por completo, habiendo por ello dado lugar á crearse una fábula entre los aldeanos; y como está á una elevacion de 2500 metros, no ejerce aún influencia en los valles de aquel concejo. Mas en cambio de estos casos raros, en las faldas de las montañas de toda la provincia y sus cañadas es poco frecuente, en completa armonía con su situacion geográfica, sus altu- ras barométricas y fenómenos meteorológicos, que pueden establecerse del modo siguiente. Temperatura media del año 4-15” centígrados; la del invierno, de +7 448"; la de primavera, de +12” ¿ +15”; la de verano, de +18 á +20"; la de otoño, de +11” 4 +14; la máxima, de +31”; la mínima, de —0,5 á4 +1”. En este año, á la madrugada del 13 de febrero, marcó en la capital el termómetro —4”; pero desde el año de 1829 no se habia esperimentado tanto frio. Presion media, de 741 4743 milímetros, la má- xima de 754 4 757, y la mínima de 718 á 721. Resultado annual del pluviómetro, de 190 á 194 centímetros, procedente de unos 150 á 140 dias de lluvia, 30 á 54 en el invierno, 54 á 40 en primavera, 19426 en verano, y 36 á 40 en otoño; siendo los meses de noviem- bre, febrero, abril y mayo en los que mas agua cae, y con tan fre- cuentes nieblas que pocas veces dejan limpio el horizonte. Acontece este caso favorable, que podrá regularse en unos 80 dias al año, por los meses de octubre, diciembre y enero. La humedad relativa media annual es de 85” 4 84%, la de invierno 84” á 85”, la de primavera 82” a 85”, la del estío de 80” á 81”, la de otoño de 864 87”, la má- xima 96” á 97”, y la mínima de 76” á 80”: Los vientos reinantes son el N.-E., N.-0. y O., siendo el tiempo mas hermoso el que hay con el primero, pues templa el calor por el verano, y despeja la atmósfera en los meses de enero, febrero, setiembre y octubre; al paso que el segundo da algunos aguaceros, y el tercero lluvias y nieblas, no es- casas tampoco con los demás vientos menos frecuentes, muy particu- larmente con el E. y el S.-0.; acompañando tambien á este algunas tronadas. Cuando sucede el buen tiempo, se ve en la atmósfera una calina blanquizco-azulada (Heherauch de los alemanes), ó sea una es- 19 pecie de humo atmosférico ó neblina, que no deja á los rayos solares penetrar con toda su fuerza. Este fenómeno debe tener la misma causa que el de Rusia, Suiza, etc., donde ofusca las montañas de los Alpes y los demás puntos del norte de Europa, porque es imposible que reconozca la de los paises meridionales, como nuestras provincias del Sur y de Levante, donde las observó Willkomm (1), y la de las costas occidentales de Méjico, en Acapulco, descritas por Humboldt, pues ni tenemos esas temperaturas, ni volcanes, vi fumarolas, y sí turberos considerables. La templanza señalada en calor y frio hace que no haya tempesta- des borrascosas, porque si bien hay muchas y densas nubes, no ha- biendo una condensacion rápida por el elemento frigorifico, como dice - Becquerel, no sucede la tempestad; y habiendo probado un sábio belga, que hay menos electricidad en un clima nebuloso que en otro despe- jado, no puede esta en Asturias dar lugar á ese fenómeno meteoroló- gico con la intensidad que observamos en las demás provincias de la Península. Temperatura tan igual, higrometricidad tan intensa y lluvias tan continuadas, bien tienen su causa naciente en la disposicion topográfico- geológica, y en tan bella vejetacion como alfombra y engalana su suelo. La propiedad reflejante de la tierra para las vibraciones caloríficas por un lado, y la accion del sol por otro, levanta nubes entre los valles; pero no pudiendo estas vencer las cimas de las montañas, que impiden y cortan la violencia de los vientos, y condensándose por los vegetales herbáceos y leñosos, por su propiedad absorvente del calórico, ó con- densadora de los vapores, cae, ya en forma de lluvia, si obraron con intensidad tales causas, ya en niebla ó rocío, si en menor escala. Esa propiedad absorvente quita el frio del invierno, y la evaporación que la es consiguiente hace desaparecer un calor molesto en la estacion en que los habitantes del resto de España apuran mas ó menos su su- frimiento á tan altas temperaturas; y con tan benéficos efectos las (1) Zoey Jarhein Spanien und Portugal, t. TIL, p. 110, e£ Poggendorff's Annalen der Physik, 3 serie, p. 431.—1849. 15 plantas absorven el ácido carbónico que les presta el humus de la tierra vegetal, y que, en otro caso de exageracion, no habria estado disuelto en el agua, porque es sabido el antagonismo entre este fenómeno y el mucho calor. Los datos acabados de manifestar están tomados de las tablas publi- cadas por el laborioso profesor de física en la universidad de Oviedo Don Leon Salmean, correspondientes á los años de 1851 y 1852, de mis propias observaciones, y de las notas que pone el doctor Casal en su Historia natural y médica de Asturias, impresa en 1762. Ellos son aplicables á las tres zonas en que he dividido la provincia, con solo ad- vertir que en la occidental y parte S. y S.-E. de la central son mas con- tinuadas y densas las nieblas, y en el centro de la del litoral, como son las esplanadas de Llanera, Avilés, Gijon, etc., llueve menos, la atmós- fera está mas limpia, porno estar tan quebrados los vientos, la tempe- ratura media puede calcularse en dos grados mas, y la caida de la nieve es tan accidental como en algunas provincias del mediodía de España. En los equinoccios domina un N. ó un N.-0. violentos por toda la marina, que agita las aguas de su costa brava por las quebradas de sus arrecifes, cabos y peñascos, pero que internándose, le atenúa y debilita el sistema de montañas, quitándole sus efectos perniciosos para el hombre y las plantas. Tal es el cuadro general delineado á grandes rasgos que ofrece la provincia de Oviedo, merecedora, en el terreno industrial y agrí- cola, de llamar la atencion de los gobiernos, de las corporaciones cien- tíficas, y aun de los particulares que deseen emplear con provecho sus capitales en la fabricacion, la minería y la industria rural. Espongamos ahora con algunos detalles, en capítulos correspon- dientes, la naturaleza del terreno y sus rocas, la vejetacion principal que se encuentra, tanto espontánea como cultivada, y finalmente, los raciocinios que de tales datos deduzcamos, y la oportunidad en acon- sejar cuál deba ser la agricultura en general de este pais, y en particu- lar la del arbolado, con algunas reflexiones económico-administrativas; teniendo muy en cuenta su situacion, elevacion, desigualdad, y en una palabra, su geografía, su meteorológia, y las condiciones de localidad. mos pld scams Inecabiome mit “he afoaiol antíoloie 01 uu 69H au enieolr evioscoiupo eol al ab el 100 igwrid lata as cabo A ope pon 9q qeorecñolp Y codo ratipográ bene coloso leño olobnitirp acñcifoadal), ematritalos asilidarb propliedad voñajuaro de la pro pora amadas vostld sup reoyertiaobrlerg! brobsomijibslsmnog nebossule e. lalo cha Y haíitaa Bo orromtembes armas dr ohairOcob aisibroidgel envia rartoioruiproo 4d óde sombidog eobobaciodosa pbadorbtraby iron. auecitamorg des molqars ospaob coup lasralirirrág amb ableriarg (eeafi dncecra drama pobres: ca o anoqaótrdo able! iqeo-io esla: lr ogh 009 radar margas Hl RR eekwñtoc dera oca lado palomo cenit 4 Abro s gas matraca 04h artcbpade 08-05 ¿unan bibiculroqe sl ptroorimbsd soporto sup orita nn prrlaprotas abolir ma rastas ans adobo ha rejas rariterialaibeooimónoss esacias sr asun glo oo ¿obetudra lab sl asi RN pi e e o, ra obaimas abubilooo) aba igólommartas va ¿eorosy ve endoso PARTE PRIMERA. (reognósia. A tres grupos importantes de terreno pueden reducirse las rocas mas principales á mi objeto. Unas al terreno de transicion de Wer- ner, que, siguiendo al Doctor Buckland, comprende, procediendo de abajo arriba, el cambriáno, siluriáno, devoniáno de Sedgviek y Mur- chison, y el carbonífero. Y mo paso adelante sin advertir que adopto en esta ocasion el modo de ver de tan célebre geólogo, á pesar de la oposicion de la mayoría de los que forman la escuela inglesa, los que creo adoptarian, incluso el mismo Lyell, idéntica marcha, si observa- sen el terreno de Asturias, donde por efecto de cataclismos violentos hay mucha dificultad para la clasificacion, y muy notablemente para el aislamiento de las formaciones siluriána, devoniána, y aun de la car- bonífera en no pocas localidades; cuya última no puede, por otro lado, quedar bien subordinada al sistema siguiente, por estar en discordan- cia las capas. Otras rocas se refieren al terreno keúprico; y finalmente, otras al período cretáceo. En algunos sitios, como sucede en las cumbres de las montañas del O. y N.-0., por ejemplo en Salabe, en cuya cuarcita se cree hubo algun mineral estannifero esplotado desde el tiempo de los fenicios, en Boal, en el cabo de Peñas, y en algun punto del ter- reno cambriáno se suele hallar alguno que otro trozo de rocas erup- tivas, pero de insignificancia por su influencia en la vejetacion. Por último, encuéntranse tambien depósitos de formacion contemporánea al hombre, como acarreos fluviátiles y marinos, tierra vejetal, y tur- beros. De esta época podemos citar los guijarrales de muchos valles, las pequeñas playas de Gijon, Luanco, Rivadesélla, ria de Avilés (donde se 16 forman dunas que traeria un gran interés local el asegurar con veje- tales de raiz cundidora, que no es de este lugar esplanar), la toba ca- liza formada por las infiltraciones del agua en la caliza devoniana de la ladera izquierda del Narcea, concejo de Miranda, la turba de la mayor parte de las vertientes de arroyos y rios en el mar, entre Cudillero y Artedo, en la sierra de Bodenaya, en la parte S.-0, de Gijon, etc., las estalactitas y estalagmitas calizas de las cuevas de Rivadesélla, Lavia- na, Candamo, etc., etc., y las tan admirables de la cueva de Segueras pertenecientes á la caliza cambriána, en el concejo de Cangas de Tineo, y por fin, la capa de tierra vejetal que en diversa potencia oculta las otras formaciones, si se esceptuan los picos de cuarcita y de pizarra del terreno cambriáno, y los de caliza encrinifera y de cuarcita del siluriáno. A tales formaciones pudieran agregarse las dudosas del lias y del período terciario. Y digo dudosas, porque la primera solo se puede sos- pechar por un belemmites en una caliza encontrada hácia Peñamellera (de la zona marítima, parte E.); y aunque es bien sabido que tal gé- nero de testáceos se reconoce como característico de este período, no basta una sola especie mal conservada para su cabal determina- cion. La segunda solo se indica por las capas de arcilla que se encuen- tran en muchos valles, algunos conglomerados y arenas que forman gran parte del subsuelo, agronómicamente hablando; pero la falta de fósiles nos aparta de una resolucion absoluta por ahora, y por ello la incluyo provisionalmente, asi como la anterior, en la cretácea; porque si bien es cierto que en un valle del concejo de la ribera de Abajo y tér- mino de Casielles de la parroquia de San Juan de Priorio, se han re- cojido la Cyclostoma elegans , la Neritina viridis, la Limnea auricula— ría y el Ancillus fluviatilis, restos lacustres muy recientes, mas bien parecen conchas calcinadas ó alteradas que verdaderos fósiles, y deben, en mi concepto, referirse á la formacion actual, con tanto mas motivo cuanto que corresponden á idénticas especies que viven en los char- eos de las inmediaciones. Los terrenos enunciados, aunque se hallan en alguna confusion por levantamientos y rompimientos que acaecieron en épocas remotas, y 17 cuya accion poderosa se ve por do quiera en este suelo , no por eso dejan de ser susceptibles de una distribucion aproximada, en con- cordancia con la division geográfica que de él llevo hecha: asi vemos, que el terreno cambriáno ocupa las cordilleras del S., lindante con la provincia de Leon, S.-E. con la de Palencia, y parte del S.-0. y todo el O. con la de Galicia, se prolonga hasta la direccion N.-0., y termi- na cerca del puerto de Cudillero, alcanzando al cabo de Peñas: de modo - que viene á corresponder en su mayor incremento con la serie ó zona occidental. El terreno siluriáno se origina desde el S.-0. en el puerto de Lei- tariegos, y corriendo en la parte E., en cuya estremidad se halla la esmaltina, cobaltina, eritrina y el cobalto terroso (erdkobalt), llega has- ta el concejo de Potes, dando en su trayecto ramificaciones al interior que alcanzan hasta la costa, de lo que es buen ejemplo el cabo de Tor- res, entre Gijon y Candás. Esta formacion se la puede referir, aunque con alguna violencia, á una parte de la série ó zona marítima, y 4 no poca estension de la central, por las ramificaciones que da. Pero tanto á esta como á la anterior las sobreentenderé en las aplicaciones agrí- colas con el título de parte montañosa, por su disposicion topográfica. El terreno devoniáno se ofrece en los mismos puntos que el últi- mo descrito, pero domina en los cordales de la zona central, como es de ver en Sama, Siero, sierra del Naranco y Mieres, en cuya última localidad se halla el cinabrio, presentando un fenómeno nuevo á su inmediacion (en la Pola de Lena), es á saber, que este sulfuro está mez- clado con vetas de oropimente (rauschgelb) y rejalgar (rauschroth). Tambien se ve ese terreno en Santo Firme, Ferroñes, Santa María del Mar y otros sitios de su inmediacion, donde está en confusion con las terminaciones del siluriáno, hasta el punto de hacer pensar, muy jui- ciosamente, por la abundancia de hulla en estos sitios, que este Car- bon corresponde además á este periodo. Y llega á tal la dificultad de especificar la relacion geognóstica de los dos últimos puntos citados principalmente, que aún permanece dudosa la determinacion para geó- logos eminentes. Asi que, de los fósiles hallados y descritos por los paleontólogos Du- TOMO 1.—PARTE II. 3 18 verneuil y D'Archiac (1), cuya lista es de ver en el cuadro sinóptico puesto al fin de esta primera parte, la Terebrátula daleidensis, Orthis orbicularis y la Loptena Murchisoni corresponden al terreno siluriá- no; la Terebrátula primipilaris, T. Verneuille, Orthis crenistria, Ort. striátula, Ort. arachnoidea, Leptena Dutertrii, Aulopora serpens, Gri- serpia Michelinii, Serpula omphalotes y el Pentremites Pailleti son del devoniáno; el Productus antiquatus, Prod. tenvistriatus, Spirifer striatus, y el Sp. mosquensis del carbonifero; los otros que llevan un asterisco en el cuadro son nuevos, de los que la Terebrátula Oliviani y la Orthoceratites Jovellani, por nexus bastante naturales con otras espe- cies, se refieren á la formacion siluriána. La Terebrátula sub-concéntri- ca, T. Pelapayensis, T. Campomanes, T. Ferronesensis, T. Ezquerra, T. Hispánica, T. Adrieni, T. Cabedánus , T. Cabanillas, T. Pellico, Pentremites Schulzii y el Orthoceras Jovellani pertenecen á la devo- niána; y la Terebrátula Toreno á la carbonifera. Y finalmente, la Tere- brátula prisca, Favosites polymorpha, Fav. fibrosa y el Luhodéndron ceespitosum son comunes á la siluriána y devoniána; y la Orthis resu- pinata y el Spirifer heteroclitus lo son de la devoniána y carbonífera. Dificultades que con otras muchas solo quedarán orilladas con mas observaciones que las hechas hasta hoy. Sigue al terreno devoniano el carbonífero, que le está tan subordi- nado que rara vez se los ve separados. Alcanza una longitud de unos 100 kilómetros paralelamente á la costa, desde Teberga hasta cerca de Colun- ga, internándose por la zona central, en cuyos puntos y parte de la litoral le recubren formaciones modernas con mas Ó menos espesor. Al terreno kéuprico puede fijársele su asiento en la parte me- dia de la costa, formado casi esclusivamente por la arenisca en la par- te mas próxima al mar, y por las margas irisadas en lo mas interior, tocando con la série central. Está recubierto por el período eretáceo, si se esceptúa en algun punto, como la cresta del Naranco y la mon- taña de Ferroñes en la ladera N., que está al descubierto. En el contorno de Buyeres de Nava he recolectado los fósiles Os- (1) Bulletin de la Société geologique de France, 2.* serie, t. 2, p. 439, 1845. 19 trea virgula y la Nerinea Goadhallii, y por ello sospecho corresponda al periodo jurásico, si bien en confusion con el cretáceo por hallarse al lado de algunas Nummulitas. El terreno cretáceo cubre, como llevo dicho, al anterior, y alcan- zando las formaciones carboniferas y devoniánas, las oculta, aunque someramente, en no pocos criaderos, como sucede en Santo Firme, mi- nas de los Pisones, en los concejos de Oviedo, Avilés y Gijon. En muchos casos sus capas son ondulantes y hasta replegadas co- mo las de los terrenos subyacentes, menos en el triángulo formado por Avilés, Sama y Gijon, donde es de creer no habria tanto poder en los levantamientos que esperimentó el suelo, ó fuera un levantamiento menos violento que el que se verificó en los periodos anteriores, y que alcanzó á la arenisca cretácea que cubre las minas de los Pisones, las inmediaciones del puente de Entralgo y de Piniella. Esta formacion, internándose en los valles, ya en los cerrados del interior, ya en los abiertos de los concejos de Gijon, Villaviciosa, Co- lunga, Carreño, Llanera, Parres y Cabranes, de las zonas marítima y central, puede decirse que ocupa todos los llanos y gargantas, pero siendo la creta tan rara que solo la he visto pura en Cayés. En este mismo terreno se ven algunas capas limitadas de yeso, como en Vi- llaviciosa, Gijon y Oviedo, de donde he estraido hermosos ejemplares de selenita. Los carbones de Arnao ó de Sta. María del Mar contienen algunas hojitas de yeso y de karstenita, y en las de Ferroñes espato calizo. En el concejo de Sariego, al pie de la parte S.-E. de la Llomba, 41.145 kilómetros (2 leguas) distante de la ria de Villaviciosa, y á 111 me- tros sobre el nivel del mar hay una balsa de agua salada, que aprove- chan los naturales en la levadura del pan de escanda, á pesar de las precauciones adoptadas por los dependientes del resguardo y otras au- toridades, sobre cuya formacion discutiríamos en este lugar si no te- miéramos apartarnos de nuestro fin principal, ó si nos hubiera de re- sultar en esta ocasion algun beneficio inmediato de su dilucidacion. Cubre á este terreno, como hemos dicho, una capa de tierra veje- tal de variado espesor, cuyo mínimum está en la parte montañosa, don- 20 de tiene necesidad de contenes para su conservacion en las roturacio- nes, y su máximum en los valles y esplanadas; llegando algun punto, como las dunas de Avilés y las pequeñas playas esparcidas en el litoral, en que falta absolutamente y se halla reemplazada por acarreo moderno. Tal es el bosquejo geológico, digno de tener presente al objeto de este opúsculo, y al que me han guiado los caractéres geográficos, los geognósticos y los paleontológicos. De todos ellos me ocuparia esten- samente, pero debo ser mas preciso: 1.” porque sería hacer un tra- bajo demasiado lato; 2.” porque el punto propuesto en la convocato- ria no pretende ese fin; y 3.” porque, aun cuando son de gran impor- tancia para la cuestion puramente geológica, no lo son tanto para la aplicacion agrícola, que es el espíritu que debe guiar esta Memoria. Reducido ya el campo de mi descripcion á la naturaleza de las ro- cas que dominan en esta provincia, habré de acomodarme en la espo- sicion á la clasificacion que he hecho de los terrenos, distribuyéndolos en la conformidad posible con su geografía; y sacrificaré á tal marcha todo sistema de clasificacion que no sea la de por regiones, por aco- modarse mas ventajosamente á lo propuesto. Empezando, pues, por el orden cronológico, manifiesto que en el terreno cambriáno se hallan, en las faldas de las montañas, la pizarra y la grawaka, dominando la primera, y la cuarcita en las cumbres; unas y otras con colocaciones violentas, por efecto, prudentemente calculado, de fuerzas centrífugas, y disgregadas en algunas regiones la pizarra y hasta la cuarcita por la accion química y mecánica de los agentes erosivos; encontrándose por causa de estos mismos, grandes y repetidos trozos en las esplanadas del Nalon en los 111 kilómetros (20 leguas próximamente) que atraviesa desde San Esteban de Právia has- ta Sobrescobio, en las orillas del Narcea (desde Právia hasta Cangas de Tinéo) convertidas en cascajera, muy particularmente en la parroquia de Quinzanes, del concejo de Právia. La pizarra, que es la que da á este terreno, desde alguna distan- cia, un caracter distintivo, es muy aluminosa en general. Y digo en general, por haber trozos con un 20 por 100 de magnesia, segun, no solo los puntos de procedencia, sino hasta los lados diversos de una 21 misma laja, de tal modo que no puede fijarse su análisis cuantitativa; y esto no debe estrañar al hombre verdaderamente científico, que se- pa la dificultad y hasta la imposibilidad de fijarle en las rocas: asi es, que al lado de esas pizarras aluminosas y magnesianas, se ve tal cual gigantesco ejemplar conteniendo hasta 8 por 100 de cal, incorporada sin duda de algunas vetas de esta sustancia que se ven cruzar esos esquistos. En otras se ve el feldspato maclifero, si bien esto es muy limita- do á los pequeños crestones que corresponden al reducido terreno lla- mado antiguamente primitivo, pero que induce á creer que, si se ana- lizasen las pizarras que circundan á esta roca hipogénica, sería pro- bable el hallarse la potasa, por ser la especie ortosia: análisis repeti- das que se hacen imposibles, si ha de cumplirse con otras asíduas atenciones. Y en unas terceras aparecen pequeñas porciones de gra- nito, sienito, diorito, ofito, anfibolito y pórfido, siendo de una masa del primero de donde brota el manantial de aguas sulfurosas de Prelo. Respecto á su esterior, unas son negruzcas y otras de gris aplomado, presentándose en grandes lajas para poderse destinar á enlosados, te- chumbre y escritura de encerado, etc. La grawaka es silícea, de estructura amigdaloidea, y teniendo por cemento una arcilla sumamente dura. Se presenta como intercalada en las pizarras, y en la proporcion aproximada de 10 : 100; siendo la ganga de alguna de las especies señaladas en el cuadro, é incrustada de algunas madréporas, indeterminables por su mala conservacion. La cuarcita corona las cúspides, y su composicion es esencialmen- te silícea, con una cantidad insignificante de los óxidos ferroso (oli- gisto) y férrico (limonita), asi como de la blenda, marcassita aurífe- ra, leberkisa, cassiterita, estibina, jamesonita, spherosiderita, asbes- to (1), y de la galena argentifera en filones de Peneleda, de Rebolo y (1) Este mineral y el amianto (queímona de los paisanos) fueron hallados por pri- mera vez en 1757 al lado de la plombagina, y de monedas de plata de Vespasiano, por el Ilmo. Sr. Conde de Toreno, y del segundo hizo papel Fr. Iñigo Buenaga, Benedictino del monasterio de Corias. 22 Lastredo, de Vijande y de los concejos de la Vega, parte N. de Riva- desella y de Castropol, de cuyo punto se beneficia, llevándola indebi- damente á la fábrica de Sargadelos. Su estructura es granitoidea, con una trabazon íntima, que es lo mas general, ó ya con tendencia á la disgregacion, como la de San Zabornin del concejo de Carreño, que tan grandemente se beneficia en la fábrica de vidrios de Gijon. Esta abundancia de minerales, muy especialmente la marcassila, fue acaso la que dió lugar á las decantadas riquezas que nos refieren los antiguos. Plinio asienta que se sacaban 20.000 libras de oro anuales. Lucio Floro (de Gestis Roman., cap. 12, lib. 4): La naturaleza de toda aquella tierra es aurífera en su circuito, pues produce oro, y es fertil de bermellon, etc. En nuestros dias no podemos decir otro tan- to respecto á los dos metales mas ricos; sin embargo, es de creer se benefició algun oro, pues en el término del lugar de la ferrería de la parroquia de Navelgas hay restos de un lavadero, y en aquel terreno se halló hace seis años una pepita de peso de kilógramo y medio, que se vendió á los plateros de Oviedo; pero esto no constituye los place- res de que se nos habla. El terreno siluriáno presenta una caliza, cuarcita, pizarra arci- llosa y arenisca blanca, que alternan sin orden fijo, sirviendo las dos primeras de matriz á las rocas eruptivas diorito y ofito. La caliza tiene todos los caracteres que corresponden á su epíteto de siluriána, y se halla en tal abundancia que constituye las principa- les eminencias de todas las series; se la ve muy marcada y al descu- bierto en el cerro llamado el Aramo, peña de la Magdalena, Ollonie- go, Villaviciosa, Rivadesella, Carabia y en el Monsacro, cerro tan ce- lebérrimo por haberse guardado en él (segun dice Trelles en su Astu- rias ilustrada) las reliquias que hay hoy en la cámara santa de la Ca- tedral de Oviedo, en la persecucion que sufrió la Iglesia por los moros invasores. Esa caliza, que en alguna localidad, como la del Naranco, adquiere la cualidad de ser fétida, sirve de núcleo á la azulita, mala- guita, tennantita y ziguelina de Laviana, de Po, de Cabrales y de al- gun otro punto, á la calamina de la sierra de Piedrajueves, que divide los concejos de Somiedo y Teberga, á la esmaltina, cobaltina, eritrina 253 y cobalto terroso (Erdkobalt) de Cabrales y Peñamellera, á los hermo- sos cristales de cinabrio de Caravia Alta, y gotas de azogue del térmi- no de Po del concejo de Cabrales, á los cubos de fluorina en cavidades geódicas de Berbes, del concejo de Rivadesella, á algunos ejemplares de cuarzo prismático, de óxidos de hierro, de galena, de estibina, de es- tibiconisa y de piedra litográfica, que si no es comparable por la finu- ra de su grano con las de Baviera, sirve para trazados pequeños y re- gulares; á tal roca muy principalmente pueden referirse los fósiles Terebrátula daleidensis, T. Oliviani, T. prisca, Orthis orbicularis, Orthoceratites Jovellani, Loeptena Murchisoni, Favosites polymorpha, Fav. fibrosa y Lithodendron cespitosum que dejo mencionados con motivo análogo, y á los aún no citados Productus depressus, Prod. antiquatus, Prod. tenuistriatus, un Encrinus y un Trilobites. En la parroquia de Taranes, concejo de Ponga, al pie de una caliza siluriá- na, brota un manantial de agua termal de la clase que llaman los mé- dicos salina, y sobre cuya instalacion para baños públicos se forma hoy espediente en el Gobierno político de la provincia, á instancias del laborioso profesor D. Antonio María Campomanes. La cuarcita se halla en cortas capas entre la caliza, y se carga tanto de esta que insensiblemente pasa á una arenisca caliza, estando desnuda de toda vegetacion en los puntos que asoma al horizonte. En la pizarra arcillosa está este último componente en razon de 1 :5, y es lo bastante higrométrica para formar una materia legamo- sa, que hace ya de lecho, ya de muro en algunas vetas de carbon an- tracitoso, y de sosten á la novaculita del puerto de Vegarada, con la que labran piedras para vaciar navajas de afeitar. En los puertos secos y en los cordales en que está á la superficie, tiene tal tendencia á la descomposicion, que forma un detritus cubierto de gramíneas de pasto que contrasta agradablemenie al entrar de las montañas peladas de caliza siluriana de la provincia de Leon en la de Asturias. El terreno devoniáno contiene pizarras y arenisca roja; siendo tan dificultosa su demarcacion, que casi no se puede aislar del que le precede y del que le sigue. 24 Las pizarras, unas son de color verdoso y tiernas, y otras negras y duras, de entre cuyas últimas las hay muy lustradas, que los paisa- nos denominan lisos. Las primeras tienen hasta un 12 por 100 de magnesia, con algunas impresiones de helechos; mientras que en las segundas la reemplaza la cal y materia carbonosa. Entre estos esquis- tos se hallan mármoles y anfibolitas formadas sin duda alguna por la metamórfosis que haya sufrido el suelo á consecuencia de fuerzas pi- rogénicas. De especies minerales encierra azulita, malaguita y cina- brio en los mismos mármoles, como se ha descubierto recientemente en el Infiesto. La arenisca roja se observa en su mayor pureza en los sitios al- tos; pero en los declives y pequeñas mesetas aumenta el grosor del grano, pasando casi imperceptiblemente á un conglomerado que alter- na con una marga irisada, en la que la parte caliza pasa de un 60 por 100, y el resto es arcilla ferruginosa. Aloja la calamina en La- viana, la knebelita y el cinabrio de Mieres y el de la mina Eugenia de la Pola de Lena en punto de contacto con el período siluriáno, donde ofrece el contraste singular de estar asociado con el oropimen- te y rejalgar en cristales, si no tan hermosos como los procedentes de Almadén, sí mejor referibles al tipo romboédrico; observacion, y sca dicho de paso, que comparada con los terrenos siluriános de la última localidad mencionada, de Idria, Hungría, Transilvania, Bolonia, etc., debe tenerse presente en el laboreo de los pozos, en los que se hace indispensable para beneficio de las empresas establecidas y que se funden en adelante en todo el criadero del concejo de Mieres y confi- nes del de Langréo en la estension de una legua, á que se cree llegue, ahondar hasta que se encuentre el verdadero terreno, matriz de tal producto en los hechos mas confirmados que conocemos. Se refieren mas especialmente á esta roca los fósiles Calcéola sandalina, Terebrá- tula porrecta, T. primipilaris, T. Verneuille, T. subconcentrica, T. Pelapayensis, T. Campomanesii, T. Ferronesensis, Y. Ezquerra, T. hispánica, T. Adrieni, T. Cabedanus, T. Cabanillas, T. Pellico, T. prisca, Orthis crenistria, Ort. Striátula, Ort. arachnoidea, Ort. resu- pinata, Lepténa Dutertrii, Aulópora serpens, Criserpia Michelini, 25 Sérpula omphalotes, Pentremites Pailleti, Pentremites Schulzii, Or- thocéras Jovellani, Fabosites polymorpha, Fab. fibrosa, Lythodendron cepitosum y el Spirifer heteroclitus. El terreno carbonífero se halla tan subordinado al anteriormente descrito, que parece no tener roca propia; sin embargo, alterna con las capas replegadas, ondulantes y hasta rotas de hulla, conglomerados calizos y silíceos, y una pizarrilla arcillosa, los que parecen poder re- ferirse al período último, si no fuera por los fósiles Productus puncta- tus, P. costatus, Terebrátula Toreno, T. hastata, Spirifer semicircu- laris, Sp. lineatus, algunos Solarios, Lepidodendros, Calamites, Hele- chos, Asterophillas, Esphenópteros y Nevrópteros que en ellas se en- cuentran caracterizándolas; si bien es cierto que el Orthis resupinata y el Spirifer heteroclitus tambien las acompañan, asi como á las del periodo devoniáno. Esta formacion sigue una direccion de S. O. 4 N. E. en una es- tension de 100 kilómetros, segun la respetable opinion de los Señores ingenieros de minas D. Guillermo Schulz, D. Adriano Paillette y Don Amalio Maestre, de cuyos trabajos he sacado algunas notas geológicas que grandemente me han auxiliado. El principal depósito se halla en Langreo, y puede considerársele dimanando de Teberga para finar en Colunga; pero recorre antes de llegar á su término cierta parte del centro de la provincia, con ramificaciones á algunos cordales y llom- bas. En él se recojen la Spherosiderita (de la que hay buenos ejempla- res en Tudela, y de menos consideracion en Mieres), cinabrio, bari- tina, caliza, diorito, ofito, yeso en los carbones de Santa María del mar y Ferroñes, y una abundancia estraordinaria de hulla, que ya pre- dijeron Jovellanos en un informe que dirijió al Gobierno, y Proust en el examen que del suelo hizo. El terreno kéuprico le constituye una arenisca y margas. La arenisca es amarillenta y esencialmente silicea, con algunas manchas cobrizas, pero desmenuzable por falta de trabazon. Se halla cubriendo muchos depósitos carboniferos, como en el Carbayin, con- cejo de Siero, en Turon, en Langreo, y en casi todo el concejo de Mie- TOMO J.—PARTE 111. 4 26 res y Lena, y es el primer indicio que sirve á los aldeanos para bus- car el carbon. La marga tiene por composicion hasta un 60 por 100 de cal, sien- do muy terrosa con solo no llover en quince dias; y su color es ocrá- ceo, verdoso y morado, presentando el conjunto un dibujo veteado. Se la ve al descubierto en Llanera, Villaviciosa, Luanco, Sama, Gijon, camino de Oviedo á las Caldas, y algun otro punto. En el terreno cretáceo, que, como dejo antedicho, tiene mucha mas estension que el kéuprico, al que recubre en gran parte, se en- cuentra en algunas localidades ocultando la formacion carbonifera, por ejemplo las faldas del Naranco, Sotiello, etc., y en otras (entre el Infies- to y Torazo) con tal verticalidad, que prueban un violento levantamien- to despues de la formacion de tal período. Comprende rocas bastante variadas, como puede verse en el cuadro-resumen que llevo citado. De ellas, las tres primeras pudieran referirse al lías, muy limitadas á los contornos de Peñamellera, que hasta ahora sepa: referencia que solo la autoriza, como ya tengo dicho, el hallazgo de una Belemnita, y es bien sabido que tal género de cefalópodos empieza á presentarse en este período, pero no es aún bastante dato para darlo por sentado, y mucho menos en este escrito, que no tiene un objeto puramente geológico. Las tres últimas se refieren, hasta cierto punto, á la época terciaria; pero ya anteriormente he emitido mi opinion. Como quiera que sea, y atendiendo á mi intento, que debe ser simplificativo en lo intrincado de los ramos que abraza la Memoria, coloco, con el parecer de eminentes geólogos, estas diversas capas en el período cretáceo; y de ellas solo detallaré la caliza basta, la arenisca, la marga y la arci- lla por su importancia agronómica, en razon á formar alternadamente y en general el subsuelo de la tierra vejetal. La caliza basta es arenácea y de un color amarillento, alojando con tal profusion los fósiles Ostrea carinata, Griphea columba, Pec- tenes, Nummulitas, Cardios, Ceritas, una Ampullária y el Spatangus cor anguinum, que por do quiera que haya cercas de esa piedra, allí se ven amontonadas tales especies, muy particularmente las cuatro primeras. 27 La arenisca está muy suelta, es verdosa en no cortos espacios, le amarillea en otros el óxido ferroso, y en unos terceros le colora el férrico; sirviéndole estos componentes accidentales, asi como un 20 por 100 de arcilla procedente de algunos esquistos de esta naturaleza que se hallan acumulados en las laderas ó vertientes de los valles, de debil cemento. El sucino (1) de San Claudio de Naranco y de Valde- soto, la siderosita, ya sola ya asociada á las hematites roja y parda y á la pyrolusita, la halloysita, el marmol y los cristales sueltos de sílice de las Caldas, la sperkisa, aereolitos, limonita geódica, melan- teria, alunógeno, websterita, pisophana y azufre eflorecido de Fuensanta, y de otros muchos puntos los cuatro primeros; el yeso de Avilés y Gijon, la sal muria del concejo de Siero, y las aguas minera- les de las Caldas y Fuensanta tambien aparecen en esta roca. Las margas unas son pardo-negruzcas, otras de color de rosa, y unas terceras blancas, siendo en unos sitios calizas, en otros areno- sas, 6 ya, finalmente, muy arcillosas, segun la calidad del terreno. En ellas, particularmente las blancas, se aloja el yeso de Oviedo, en muy corta cantidad para influir en la vejetacion, pero la necesaria para los usos económicos de la capital, el azabache de Oviedo, Villa- viciosa y Gijon, la creta y el asfalto. La arcilla es gris-rojiza, un tanto calcárea por la caliza de las margas y la creta del mismo período, y con tal estension que ocupa casi todo el subsuelo de los valles de las zonas occidental, central, y algunos colindantes con esta de la marítima; siendo la causa de que las aguas corran muy superficialmente, y se encuentren, por el con- trario, pocos veneros subyacentes. El terreno moderno consta de cantos rodados, arenas, toba, tur- ba, y tierra vegetal. Los cantos rodados son, ya silíceos, ya pizarrosos, ya calizos, que (1) Este mineral le dió á conocer primeramente el Doctor Casal en 1744, poniéndolo en conocimiento de un Capellan de la corte, quien le contestó manifestándole haberlo he cho presente á la Academia; y por cierto que le proponia una cuestion muy peregrina, y le encarecia las punticas de diamante engastadas en los pedernales de Vicálvaro, que se echaron de cimiento en el Real Palacio de Madrid. 28 son los mas; es decir, de la naturaleza de las rocas que hay en los terrenos cambriáno y siluriáno, muy gastados, y del diámetro desde catorce centímetros hasta el de granos de mijo. Las arenas corresponden á las playas de la costa, en general; son de grano fino, aunque hay puntos, como la parte del cabo de Torres, en que pasan á almendrilla, cascajo y guijarro; pero esto es mas de- bido á la descomposicion y rodado de los escarpados de los picos. Esto queda corroborado al ver que la composicion de los cantos es idéntica á la de los puntos de que decimos proceden (á la manera del de los guijarros), por lo que no habria gran inconveniente en estu- diarlos juntos, si no fuera por la relacion de localidad. Los rios, gas- tando las calizas y cuarcitas por donde pasan, tambien depositan, ya en sus álveos ya en sus márgenes, este detritus, en el que, proce- dente de algunas localidades, como en el Navia y terrenos de Valle- dor, se encuentran algunas pajitas de oro no esplotado hasta ahora, si no damos crédito á lo que dejamos dicho en otro lugar. La toba es muy porosa, y se halla en las inmediaciones del ma- nantial termal de las Caldas, y muy particularmente en el concejo de Miranda, en el que el desplome de algunas masas ha causado graves conflictos. Mas sin embargo, su formacion es en poca escala, para que merezca darla gran importancia por su aprovechamiento á los usos á que pudiera destinársela. La turba tiene cualidades muy recomendables para su aplicacion en el hogar; asi es que, de los sitios en que dije hallarse, se destina á este uso en Bodenaya solamente, y no toma otras proporciones, ni se investigan otros depósitos, por hallarnos en el pais clásico de Es- paña del carbon de piedra. De la revista geognóstica espuesta resulta que, hecha abstraccion de las rocas accidentales y de poca importancia á la mision agrícola en el pais de que me ocupo, las montañas de esta provincia y las ca- pas menos elevadas se hallan compuestas, en resumen, de rocas sili- ceas, calizas y pizarrosas, dominando las primeras en la zona de la costa, comprensiva de todo el litoral de la provincia, las segundas en la central, y las terceras en la occidental. De la tierra vejetal, ó Geonomia asturiana. Averiguada la composicion dominante de las rocas de Asturias, fá- cil es deducir al geólogo agrónomo, viniendo ya directamente á la apli- cacion, cuál será la de la tierra vejetal , sabiendo que esta no es sino el resultado de la desagregacion y descomposicion por los agentes ero- sivos de todas las rocas de la superficie, mas alguna proporcion de humus ó mantillo, producto de la putrefaccion y combustion lenta de los restos vejetales y animales. Pero si la composicion cualitativa es fá- cil entreverla por lo antedicho, no asi la cuantitativa ; pero esta difi- cultad queda solventada manifestando el resultado de mis investigacio- nes. Analizada la tierra vejetal de las tres zonas admitidas, por los mé- todos ordinarios tan conocidos, me han dado lo siguiente: GRAMOS. occidental, tomada en Sta. Colomba, | Caliza......... 171,90 Un kilógramo de tierra vejetal de la zona iútEoooVone 15,62 parroquia de Sta. Eulalia de Presno, |Sílice......... 281,50 concejo de Castropol, da.........- Arca DO 15d O 26,90 Igual cantidad de la zona central, tomada E 978,69 en San Juan de Mieres, parroquia del Sílice EAN de 98.55 propio nombre y concejo de Lena, da. [4 ropa... A Sisa EA Igual cantidad de la zona marítima, to- A se a 97 mada en Candás, parroquia de idem, Sílice. A. PES z 581.81 concejo de Carreño, da. .......... MN 374.86 30 Estas esperiencias autorizan á clasificar las tierras labrantías ana- lizadas, la primera como arcilloso-silicea, la segunda como arcilloso- calizo-arenosa, y la tercera como arenoso-arcilloso-calcarífera. En su- ma, todas participan del carácter que el vulgo de la ciencia denomina fuertes, viéndose en esto una relacion íntima con las condiciones cli- mográficas, pues reteniendo la arcilla gran cantidad de agua, es una de las causas de la temperatura benigna que se esperimenta en lo mas riguroso de la canícula, que, como senté al principio, no pasa de +51" centígrados. Por esta circunstancia nos damos cuenta de la permanencia del no interrumpido verdor con que engalana y alfombra donde quiera que se halle la mas lijera porcion de tierra de descomposicion. Y es esto tanto mas visible, cuanto que en la zona occidental, donde domina mas la arcilla por la descomposición de las pizarras del terreno cambriano, y en algunas montañas y lomas de la central y sus cordales, en que se halla la pizarrilla perteneciente al terreno carbonífero, son mas pal- pables los fenómenos acabados de describir. Esto es debido á la gran tendencia de esas pizarras á la disgrega- cion, ofreciendo por todo punto que no sea las rocas lavadas de cuar- cita y de caliza encrinifera, un detritus esencialmente arcilloso , que mantiene la frescura necesaria para que vejeten prados naturales, adonde veranea mucha parte del ganado vacuno del pais, y en algunos años el trashumante del interior del reino, en que por motivos de aumento de cabezas ó mal estado de los barbechos de la limitrofe pro- vincia de Leon, doblan los puertos secos lindantes. Y por la inversa, en los puntos mas arenosos, como son los de la zona del litoral, en general, son menos húmedos, y la temperatura media vimos que as- cedia +2” á la del interior. Estas cireunstancias contribuyen, aunque en menor escala, en el último punto citado, á que las frutas, unas sean insípidas y poco fra- gantes, y otras no lleguen á perfecta madurez. Y si tal es lo que se deduce de los datos ofrecidos, ¿podrá con- cluirse que en la estension de las tres zonas en que he dividido el ter- ritorio asturiano, participen en sí del mismo carácter sus tierras labo- 31 rables? Error grave y trascendental sería como afirmativa, porque en un pais donde parece que la naturaleza se ha complacido en ofrecer trastornos de tanta consideracion por medio de séries de levantamien- tos, desgarraduras y hundimientos; en un pais donde, por efecto de esos cataclismos, los terrenos se intercalan unos en otros, y en donde su carácter distintivo es la falta de horizontalidad; en un terreno en que hasta las capas cretáceas se encuentran ondulantes y accidentales; en un pais, en fin, tipo de fuerzas erosivas, centrifugas, y no pocas centrípetas, se comprende facilmente que no ha de permitir una con- elusion general, porque, en mas de un caso, se podrá observar, que si el límite inferior de una montaña, y aun de un valle ofrece en su suelo unos caractéres petrográfico-agronómicos de una naturaleza quí- mica, á poca distancia y en otro lado de los mismos presentará otros distintos: fenómeno que solo se esplica por los trastrocamientos fre- cuentes de épocas remotas, y mas recientemente por las fuerzas ero- sivas meteorológicas, las alteraciones introducidas por el hombre en el cultivo tradicional y preferente de unas tierras y no de otras, y por su mano de obra en algunas modificaciones exigidas por la industria minera. A tales dificultades en el asentimiento de una conclusion, que- da, sin embargo, el consuelo de otros estudios, pues no hay quien deje de repetir, que si influencia puede tener en la vejetacion el conoci- miento de la naturaleza química de las tierras, tiene mas el de sus pro- piedades fisicas, como su estado de division, grado de humedad, apti- tud en la desecacion, coloracion, conductibilidad, etc., etc.; porque, hecha deduccion de los fenómenos superficiales, hay que considerar á la tierra mas como un aparato que como un agente (1). Hay mas: agre- gando á estos agentes de las propiedades físicas de la tierra algunos de los que de ella emanan, y los de la atmósfera, vendremos á dismi- nuir, dejando en su verdadero límite, la importancia de la accion de los elementos constitutivos de la tierra, quitando la parte de exajera- cion que se le ha dado, y á que tan dispuestos están la mayoría de (1) Geologie appliquée aux arts et úá agriculture, D'Orbigny et Gente, pág. 458. 32 los hombres en todo estudio de aplicacion que inaugura una época. Este modo de discurrir redunda en provecho de las influencias clima- téricas 6 del clima, porque de la diversidad de estos es de donde nace la variedad de producciones. Oigamos lo que dice el eminente Gaspa- rin.....“La misma naturaleza de tierra que en Noruega produce pi- »nos, da abundantes cosechas de trigo en Alemania, se cubre de rico » viñedo en Francia, y bajo el trópico es el asiento del hermoso cul- »tivo de la caña de azucar, de la pimienta, canela, etc. ¿Qué ha obrado »para efectos tan diferentes? Modificaciones-en el calor, la luz, la hu- » medad, etc., que varian con la latitud, la esposicion, etc., etc.” En Asturias, cualquiera que sea la naturaleza del suelo en las tres zonas, tan luego como no se cultiva la tierra, dejándola de barbechera por dos ó tres años, brotan con fuerza admirable el helecho, la aliaga y los brezos, lo que prueba, mas que la calidad de la tierra la influencia del clima. D'Orbigny y Gente añaden otras consideraciones. “Abstraccion »hecha de las ligeras modificaciones que ha introducido el hombre en »algun cultivo particular, se ve que las especies vejetales se hallan »repartidas sobre la superficie del globo segun ciertas leyes inherentes »á la naturaleza del suelo, y sobre todo del clima (1).” Y en otro lu- gar: “Es evidente que el agricultor debe tener muy en cuenta los di- »ferentes grados de humedad, de calor y de luz de las diferentes espo- »siciones, y debe, en su consecuencia, cultivar cada planta en la localidad » que le es mas favorable. Asi, la vid y los árboles frutales se acomodan » mejor al mediodía; los árboles de hoja persistente prefieren la espo- »sicion del norte; las cereales la de levante; mientras que el poniente, » mas saturado de humedad, es muy á propósito para pastos y herba- »zal..... Despues de lo que queda dicho en este capítulo, se ha po- »dido observar que entre las propiedades fisicas de la tierra, la higros- »eopicidad nos pone en el caso de juzgar si las plantas encontrarán la »frescura conveniente á su crecimiento; su tenacidad nos hace apre- »ciar las dificultades del laboreo; su temperatura y caloricidad nos da (1) Géologie appliquée aux arts et ú 'agriculture, par MM. C. D'Orbigny el A. Gente. Paris, 1851. 35 »los medios de estimar si la vejetacion tiene un grado de actividad en »relacion con la humedad, ete., etc.” Humboldt, sábio á quien no puede menos de citarse siempre que de geografías se habla, establece una escala de cultivos por la del termómetro, empezando por la vainilla, á la que sigue el cacao, el cocotero, el ananas, la caña de azucar, el cafetero, la palma, el na- ranjo, el olivo, la morera, el castaño y la vid, y termina con las cereales, yerbas, encinas y los abedules. Estos vejetales forman cinco regiones agrícolas en Europa, segun el sábio agrónomo Gasparin, re- presentadas, la mas meridional por el olivo y la morera, la segunda por la vid, la tercera por las cereales, la cuarta por los prados, y la quinta, la mas al norte, por los árboles de bosque. De ellas me per- suado que en las dos últimas debe colocarse á Asturias, ya por las condiciones de su clima, dadas á conocer al empezar este trabajo, ya por sus productos mas naturales y apropiados á su constitucion, no por otras producciones, que deben considerarse como escepciones, que satisfacen la vana ostentacion de un orgullo mal entendido, y en el que tanto parodia el deseo exajerado, sin considerar lo dificil que es el verse en un reducido distrito reunidos todos los elementos, que han de cubrir las necesidades del pobre y las ostentaciones del rico: es, en fin, oponerse á las miras de la Providencia, que son las de hacer de los habitantes de la tierra un solo pueblo, unidos por sus necesidades y sus cambios recíprocos de produccion. De tanta importancia dada á la influencia del clima y propiedades físicas de la tierra, fácilmente haremos aplicacion al suelo, de que me ocupo. La del primero no necesita por ahora mas esplanacion que la acabada de manifestar. En las de las segundas se comprende, que si solo se atuviera en Asturias á la naturaleza del suelo, no se encontra- ria óbice para agricultura universal. En efecto, en él vemos tres cla- ses de tierra, considerado á grandes rasgos, y mucho mas variadas si se examinase en detalle cada montaña, y sobre todo cada accidente geológico; pero como algunas de las cualidades físicas, de que carece, nacen de la composicion, se debe correjir ó mejorar esta en lo posi- ble para obtener buenos resultados. Asi es, que aquellas tierras cuyas TOMO 1.—PARTE Jl. 5 34 malas cualidades lo exijan, se correjirán fácilmente con los medios ge- nerales que conoce la ciencia: la arenosas y no disponibles para el riego, como son muchas de la costa, se les mezcla arcilla, que se encuentra por do quiera con buena facultad higrométrica; arena á las muy arcillosas, que son las del interior y alguna que otra del litoral, práctica que he tenido la satisfaccion de ver ensayar (interponiéndola en los abonos orgánicos) con buen resultado en unas caserías del Excmo. Sr. Conde de Peñalba, concejo de Carreño y parroquia de Candás; y aun sería mas ventajosa la marga silícea, tan abundante en la formacion cretácea de Asturias, pues esponja la arcilla, por cuya ac- cion queda espuesta á la oxigenacion de la atmósfera y fácil acceso del agua, sirve de nutrimento á las plantas, estorba la propagacion de al- gunos insectos, roedores y topos, por no prestarse tan fácilmente á la construccion de sus galerías; separará, segun Liebig, la sílice de la ar- cilla, poniendo aquella en un estado naciente y muy dividida para que sea absorvida por las espongiolas radiculares de las gramíneas prin- cipalmente; y por último, como dice Boussingault, acaso tenga alguna materia azoada, resultado de una parte de los elementos, que consti- tuian la sustancia orgánica de los animales y plantas que le fueron contemporáneas, y obre por su accion estimulante combinándose con el hidrógeno del suelo, al modo de la marcada influencia de los abo- nos por las materias amoniacales, que contienen. Como quiera que su- ceda, averiguado su efecto ventajoso, como lo están esperimentando con sacrificios muy costosos en Bélgica, Inglaterra, Francia, Estados- Unidos y otros paises adelantados en Agricultura, debe margarse mu- cho la tierra labrantía de Asturias, por su naturaleza arcillosa ó fria en general. Las cantidades proporcionales no me es posible determinar, pues para esta operacion de detalle hay que examinar en cada locali- dad las variantes de la naturaleza de la tierra, y esto no es posible á un trabajo de la naturaleza de esta memoria; pero hasta conocer el prin- cipio para que con una ligera instruccion, y el buen sentido comun, pueda practicarlo el rústico. En las tierras destinadas á las leguminosas se arroja algun yeso, esparciéndole de dos modos: uno en el suelo por el mes de octubre y 35 de cuatro en cuatro años, ó mas tarde, segun la necesidad que se es- perimente, con el fin de que no se evaporen las materias amoniacales de los abonos animales; y otro por la primavera, espolvoreándole por cima de las plantas destinadas á forrage, porque siendo lo mas pro- bable (en lo que opino con M. Becquerel) que obra escitando el apa- rato respiratorio, hace crecer la hoja aumentando asi el pasto; efectos prodigiosos, que desde que fué aplicado á mediados del siglo ante- rior como abono por el ministro protestante Mayer, se han espe- rimentado en todos los paises agrícolas, muy particularmente en el Norte-americano, en donde el sábio Franklin popularizó tanto su uso por los campos de Washington, que hoy se ha estendido por toda la república, á pesar de lo costoso que les sale el trasporte de esta sustancia, llevada de las inmediaciones de París y otros puntos, por ca- recer en sus islas de tal especie. Mas esta dificultad queda orillada en algunos puntos de Asturias acudiendo al yeso del terreno cretáceo de la parte 0.-E, de Oviedo, y al de Avilés y Gijon; y aun cuando tales canteras concluyeran, se deberia establecer algun sistema de cambios, fácil á este pais teniendo, como tiene, 250 kilómetros (cerca de 45 le- guas) de costa. En las reservadas á gramíneas de pasto se abona con alguna sal y el agua del mar, pues se sabe el gran escitante de las fuerzas nutri- tivas que es el cloruro de sodio, como lo comprueba la fertilidad de los polders holandeses, muchos puertos de la Normandía, y otros terrenos de Alemania y Francia irrigados con los resíduos de algunas de sus salinas, pero nunca pasando la proporcion de dos centésimas partes. Una condicion reclama su empleo, es á saber, la humedad de la tierra; y tanto por esta circunstancia como por lo eficaz que es como reme- dio (segun las esperiencias de Teschemacher en el Reino-Unido y las de Neuman en París) contra la enfermedad de las patatas, que de algunos años á esta parte esperimentan, debe ensayarse en Asturias, en donde ya ha empezado esta planta á alterarse. Si aún queremos dar algunas propiedades á las tierras con otros abonos inorgánicos, la geognósia asturiana nos los ofrece profusamente. Las sales de hierro en los estados de peróxido y de hidróxido se hallan 36 en todas las formaciones, y en el de sulfuro la Esperkisa en la arenisca margosa del período cretáceo, formando bancos y nódulos tan descompo- nibles que rara vez no se hallan rodeados de Melanteria, de Alunógeno, de Websterita y de Pisofana. Su interés geopónico es innegable: son un escelente estimulante para los actos fitológicos; absorven las sus- tancias azoadas; sirven en muchos casos como agente terapéutico para el ailamiento de las plantas, y en otros como profiláctico, segun las esperiencias de célebres agrónomos. Las tierras silíceas y calizas son las que mas reclaman este abono. El carbon mineral es susceptible de dar algunas materias que con- tiene, y absorver los abonos orgánicos y los rayos caloríficos necesa- rios á la vejetacion. En cualquier caso en que haya de cumplirse con algo de lo manifestado debe hacerse uso de él, pero no abusar para con los verjeles ó frutales, porque pudiera perjudicarlos. A la tierra arable debe agregársela, para auxiliar á los mejoramien- tos y abonos inorgánicos, la cantidad necesaria de estiércoles. Las algas y fucus (ode) que despiden las marejadas en esta estensa costa, de- ben emplearse convenientemente en mayor escala que lo que se hace hoy por Luanco, Candás, Gijon, etc., ya por la accion de la sal que contienen, ó ya por las sustancias orgánicas de que se componen. Fi- nalmente, no bastando este recurso para todo el terreno cultivable, se hace indispensable destinar á este objeto, hasta donde alcance, el cucho ó basura del pais. Y es esto tan necesario, que á pesar de tomar algu- nas plantas azoe libre, y la mayor parte de él combinado, no solo del aire sino tambien de algunos minerales que le contienen, como lo aseguran repetidos esperimentos, y muy notablemente los del joven químico Mr. Ville, de París, hechos en los años de 1850, 1851 y 1852, no les bastan esas cantidades ó ese modo de estar, y recurren al de los abonos orgánicos (procedentes de los animales preferentemente), ora para incorporársele en unos casos, ora para estimular ó modificar sim- plemente sus funciones. Todo lo manifestado en los párrafos anteriores hará, no que pros- peren las especies de plantas que rechace el clima, sino mejorar las que se hallen en correlacion con la humedad media anual de 83”, de 37 invierno 85”, de primavera 82, de verano 81”, de otoño 86”, una temperatura media annual de +15”, de invierno +7”, de primavera +12", de verano 4-19”, de otoño +12”, y de todo lo que se men- cionó en la caraterística meteorológica, reduciéndose esa variedad á las que espondré mas adelante. Acordado que la influencia de la tierra es auxiliar, y teniendo en Asturias, como hemos visto, algunas condiciones ventajosas, y las que de ellas carecen sean susceptibles de un mejoramiento por medio de las mezclas, diré unas cuantas palabras acerca del origen de esos com- ponentes constitutivos en la de este suelo, ya que lo exije la propo- sicion. Dos fuerzas ó elementos antagonistas mantienen la superficie del globo que habitamos con las condiciones que hoy tiene: elementos que han dado lugar á fines del siglo anterior á las acaloradas disputas de los discípulos de Werner con otros geólogos, estableciéndose por espí- ritu de partido las dos sectas significadas con los nombres mitológicos de Plutonistas y Neptunistas. Esas dos fuerzas son el fuego y el agua. La primera tiene una accion centrífuga, la segunda centrípeta; aquella, obrando por su fuerza espansiva, tiende á elevar con desigualdad la corteza terrestre; la otra, con su accion mecánica, propende á pulir esos relieves, y se halla en tan gran obra auxiliada por la accion at- mosférica y los fenómenos meteorológicos. Pero en medio de esta dis- paridad que hay entre ambas, tienen, sin embargo, de comun el ser incesantes en su accion, y tener menos violencia en la edad del hombre que en los periodos que le precedieron, desde el portentoso Fiat de la creacion ó época cahótica de los geólogos. Describir tan largas épocas y los trastornos acaecidos en ellas, con- forme nos lo indican esas páginas geognósticas y esos restos paleonto- lógicos, sería, además de un abuso de mis fuerzas, un trabajo dema- siado estenso para una memoria de la clase de la presente, y una repro- duccion de lo que célebres geólogos tienen publicado. Necesitamos, para llenar nuestro cometido, desamparar el examen de esos aconteci- mientos, en cuyos tiempos, por efecto del estado termométrico y quí- mico de su atmósfera, y otras condiciones que se entreven por el estu- 38 dio de la geognósia debió ser una parte de aquel suelo muy á propó- sito para la vejetacion, si hemos de juzgar por las formas gigantescas de las criptógamas y monocotilédones de la Flora antediluviana, y ve- nirá una época mas avanzada que aquella en que, despues de haber su- frido el levantamiento de los Alpes con sus emanados los Pirineos, y como ramas suyas la cordillera cantábrica, que corriendo aproximada- mente de E. á 0. da por la parte N.-0. las ramas de Asturias, cesa de obrar impetuosamente el agente pirogénico, y empieza, lenta sí pero de visibles resultados, á ejercer su influencia modificadora el agua y otros ajentes esternos, para ir ofreciendo gradualmente al hombre un suelo que le es contemporáneo, y en donde ve fructificar el sudor de su rostro. Corridas las aguas á los mares actuales, del cretáceo que se recu- briera en las estensiones que se observan en Asturias, por la elevación de nivel que esperimentara el suelo, no solo del inmergido sino de los que en este periodo se hallaban en seco constituyendo islas, como son los de una cronología anterior, quedó al descubierto la capa muy superficial de esa última formacion, compuesta, en la zona marítima, de arenas poco cementadas en general, que constituyen hoy el sub- suelo, en lenguaje geopónico, de esta zona; en la central de margas os- curas y de otros colores, muy calizas en unos puntos, arenosas en otros, y de arcilla en gran estension; y en la occidental casi esencialmente arcillosa, con cantos silíceos no muy gastados. Observaciones que, su- jetas al raciocinio, hacen ver que el suelo de ese mar cretáceo se formó á espensas de los ajentes erosivos, que obraron sobre las rocas emer- gidas de aquella época, muy análogas á las que existen hoy, aunque acaso de menos elevacion por no haber sufrido el cataclismo pirogénico que las esperaba. Y esos mismos detritus, aunque en menor escala y por diferente via, han sido los que se han formado posteriormente; los que mezclados con los restos modernos de vejetales y animales, y los abonos que el hombre ha introducido, constituyen el suelo que sirve de base á la agricultura de este pais. Por los razonamientos dichos se deduce, que esta tierra vejetal es local, es decir que está formada por la desagregacion y descomposicion 39 de las rocas de la provincia, pues no hallándose en ella elementos de otras, no podemos menos de convenir que si, bajo el punto de vista geográfico y geológico tiene unos verdaderos límites este suelo, y es susceptible de un buen trazado, de un mapa y de una carta geológica, aunque algo difícil por los accidentes, no lo es menos de otra agrónomo- geopónica, que acaso algun dia se vea realizada si los desengaños no frustran el deseo. El espesor de esta tierra es muy vario, siguiendo en esto la pro- porcion de los declives, porque desde la cima de las montañas forma- das de caliza siluriana, y de las de pizarra y cuarcita del terreno cam- briano, en que no existe, desde las de pizarrilla del periodo devoniáno y carbonifero en que por su espesor es, por término medio, desde 9 á 56 centímetros, hasta los valles y llanos mas abiertos y amenos, en que suele alcanzar un hondo de 126 centímetros, hay una variedad estraordinaria segun lo violento de las pendientes, los abonos emplea- dos, el estado del arbolado y diversas plantaciones, y otros medios contentivos empleados por los labradores. Con tales consideraciones presentes, queda esplicada tácitamente la formacion de la tierra vejetal, cuyos detalles están sujetos á lo que es tan sabido por los libros elementales de la ciencia geológica, y sería muy por demás entrar en los pormenores del modo de actuar de los agentes erosivos: repeticiones que lograrian no ilustrar con nada nuevo, sino aumentar por un lado las páginas de esta Memoria, can- sar por otro con lo que es tan conocido, y lastimar, en fin, la pro- funda instruccion de la Ilma. Corporacion á quien va dirijido este escrito. ar, atv 0. rot a del Opt pri] pr sia E Pat al A us hábais luar bb UR Ati dino pintan pb pinadod; ¡blanes sostar dt. de A ¿hussjay irsiv atra hoioarole el po det pa A TN COD Aura 3D on EE li ZONA AS? eb o Y E il ir al alas nds! e Obi ala OE OS AO cores ob mid A ON guta de aquella época, muy adlogas 4 hot que existen. boy, 1 * qbo de Menos ¿lesvción por no hnbr sofcido úl meri gpir Lar bsp rubros Y esa em detritás, E babnle > pardllerató vis, Un ade los qoe «has fura da pad rre: lps qe ere pan a rematada de vrjotalós Y ad ie, + lo Ie q dd istralación, cromitayan 4 41 PARTE SEGUNDA. Vejetacion y agricultura. Caracterizada meteorológica, geográfica y geológicamente la pro- vincia de Asturias, y emitidos algunos consejos para el mejoramiento y abonos de la tierra vejetal, voy á completar el cuadro, dando en es- ta parte un catálogo de las plantas, ya espontáneas ya cultivadas, ob- servadas por mí en los tres años que llevo de residencia en este pais (1), y ocuparme seguidamente de la Agricultura en general y sistema de cultivos, no perdiendo de vista el precepto de que si el acierto en el cultivo de un pais puede hacer ú éste feliz, el yerro acarreará su ruina. Sin pretender hacer una flora, porque esto sería un trabajo de mu- chos años, y necesitaria auxilios, que no tengo para tal empresa, es- pondré, sin embargo, por aquello de Linneo: Omnis vera cognitio cog- nitioni specificcee innititur, las especies de vejetales siguientes. Dicormévoxes. Ranunculáceas (2). Aconitum napellus L.; Aquile- gia vulgaris L. et canadensis (5) L.; Anemone coronaria L.; Clematis (1) Algunas especies nuevas parece que fueron descubiertas en esta provincia el año de 1846 por M. Durieu de Maisonneuve, á quien acompañó en sus espediciones el Sr. Don Benito Valdés, llamado el Botánico por los ovetenses; pero solo sé de una que se cita en el lugar correspondiente. Esperemos la /conografía de las plantas raras de Es- paña, prometida por el profesor de Leipsik Mauricio Villkomm, que en el año último vi- sitó la Península, y si es cierto el dicho tendremos probablemente la satisfaccion de agre- gar algunas mas á este catálogo. (2) Los géneros y especies van en orden alfabético. (3) Por abreviar se ha suprimido en las especies segundas, terceras, etc., el nom- bre del género. TOMO 1.—PARTE 1. 6 42 Hammula L., orientalis L. et vitalba L.; Delphinium Ajacis L., conso- lida L., cuneatum, Her. et staphysagria L.; Helleborus fetidus L. et viridis L.; Nigella damascena L.; Peeonia off. L.; Ranunculus acris L., aquatilis L., muricatusL., ficaria et repens L.; Thalietrum flavum L., minus L., nigricans Jacq. et nutans Desf. Papaveráceas. Argemone intermedia H. M., mexicana L. et sul- phurica Sweet; Chelidonium majus L.; Hypecoum procumbens L.; Glau- cium fulvum Smith. et luteum Scop.; Papaver bracteatum Lindl., rheas L. et somniferum L. Fumariáceas. Fumaria off. L. Cruciferas. Arabis auriculata Lam. et alpina L.; Brassica oleracea L., napus L. et rapa L.; Bunias orientalis L. et erucago L.; Biscutel- la auriculata L. et erigerifolia D. C.; Barbarea preecox R. Br.; Capsella bursa-pastoris Moench.; Cardamine hirsuta L.; Cochlearia off. L.; Cheiranthus annuus L. et cheiri L.; Farsetia eriocarpa D. C.; Iberis linifolia L.; Lunaria annua L.; Mathiola incana R. Br.; Nasturtium off. R. Br.; Raphanus raphanistrum L. et sativus L.; Sinapis alba L., ar- vensis L., cernua Poir., erucoides L., japonica L., levigata L. et ni- gra L.; Vesicaria utriculata L. Violarieas. Viola canina L., odorata L. et tricolor L. Resedáceas. Reseda lutea L. Poligaleas. —Poligala vulgaris L. Cistíneas. —Cistus hirsutus Lam. et incanus L. Cariofiláceas. Arenaria serpyllifolia L.; Cerastium pensylvanicum D. €. et dichotomum L.; Cucubalus bacciferus L.; Dianthus barbatus L., cariophyllus L., plumarius L., prolifer L. et superbus L.; Gypso- phila altissima L.; Lychnis calcedonica L., eoeli-rosa Desr., coronaria Lam., dioica L., flos-cuculi L. et githago Lam.; Polycarpon tetraphyl- lum L.; Saponaria off. L.; Silene chlorewfolia Smith, fructicosa L., in- flata Smith, italica Pers. , longiflora Ehrh. et viscosa Pers. ; Spergula arvensis L., Stellaria holostea L., graminea L. et media Smith. Lináceas. Linum angustifolium Huds., perenne L. et usitatissi- mum L. Malváceas. Althea cannabina L., narbonensis Pers. et off. L.; (os- 45 sypium religiosum L.; Hermannia denudata L. fil.; Hibiscus hispidus Spr., syriacus L. et trionum L.; Lavatera arborea L.; Malva rotundi- folia L., sylvestris L. et capensis L.; Sida virgata Cav., rhombifolia L. et triquetra L, Tiliáceas. Tilia microphylla Vent. Auranciáceas. Citrus aurantium Riss., limonum Riss. et vulgaris Riss. Hipericáceas. Hypericum androsemum L., hircinum L., perfo- ratum L. et quadrangum L. Acerineas. Acer campestre L. et pseudoplatanus L. Hipocastáneas. —Esculus hippocastanum L. Ampelideas. Vitis vinifera L. Sapindáceas. Cardiospermum halicacabum L. Filadelfeas. Philadelphus coronarius L. Geranieas. Erodium hymenodes L., moschatum W., precox Cav., pulverulentum W. et romanum W.; Geranium cicutarium L., mon- tanum L., odoratissimum L., pratense L., pyrenaicum L., robertia- num L. et rotundifolium L.; Pelargonium L. et roseum W. Tropeoléas. Tropeolum majus L. Zigofileas. Zigophyllum fabago L. Rutáceas. Ruta graveolens L. Celastrineas. lex aquifolium L. Rhamneas. Rhamnus aculeatus L. et catarcticus L. Terebintáceas. Rhus coriaria L. Leguminosas. Acacia farnesiana W.; Anthyllis barba-Jovis L., hermanize L. et vulneraria L.; Astragalus glyeyphyllos L.; Gercis si- liquastrum L.; Cicer arietinum L.; Colutea orientalis Lam.; Coronil- la emerus L., glauca L. et varia L.; Cytisus capitatus Jacq., alpi- nus L. et laburnum L.; Doryenium hirsutum Sering. et rectum Se- ring.; Ervum lens L.; Faba vulgaris L.; Grenista spheerocarpa Lam.; Galega off. L.; Gleditschia triacanthos L.; Glyeyrrhiza echinata L. et glabra L.; Hedysarum coronarium L.; Lathyrus odoratus L., sativus L. et tingitanus L.; Lotus palustris W. et corniculatus L.; Medicago apicu- lata W., sativa L., scutellata All. et tuberculata W.; Melilotus len- 4h cantha Koch.; Onobrichis peterxa Desv.; Ornithopus compresus L.; Phaseolus vulgaris L.; Pisum sativum L.; Psoralea palestina Gouan.; Robinia pseudo-acacia L. et hispida L.; Trifolium angustifolium L., agrarium L., elegans Savi, frugiferum L., melilotus L., pratense L., procumbens L., repens L. et spadiceum L.: Vicia cracca L, et sati- va L.; Ulex europe*us L.,mnanus Sm., provincialis L. et forsan sp. nov. Durieu (1). Rosáceas. Amygdalus persica L.; Agrimonia eupatoria L.; Cera- sus caproniana D. €., juliana D. €. et laurocerasus Lois.; Crateegus avia L., monastyla D. €., exyacantha L., torminalis L. et viridis L.; Fragaria chilensis Ebr. et vesca L.; Geum canadense Murr., cocci- neum Sibth. et urbanum L.; Kerria japonica D. €.; Laurus nobilis L.; Mespilus germanica L.; Persica vulgaris Mill.; Prumus armeniaca L., domestica L. , mahaleb L. et spinosa L.; Pyrus communis L., eydo- nia L. et malus L.; Potentilla argentea L., canescens Bess., cinerea L., hirta L., Morisoni D. €., pilosa W., reptans L., supina L. et tormen- tilla Nestl.; Poterium sanguisorba L.; Rosa alba L., arvensis L., ca- nina £., carnea L., centifolia L., damascena Mill. , gallica L., mul- tiflora Thumb. var., carnea et officinalis L.; Rubus fructicosus L. et id:xeus L.; Sorbus domestica L. et hybrida L.; Spireea ulmaria L. Litrariéas. Lytrum hyssop'folia L. et salicaria L. Onagrarieas. —Circxa lutetiana L.; Epilobium hirsutum L. et par- viflorum Schr.; Gaura biennis L.; OEnothera biennis L. Tamariscineas. Tamarix gallica L. Granatéas. —Punica granatum L. Myrtáceas. Myrtus communis L. Cucurbitáceas. Bryonia dioica Jacq.; Cucumis sativus L.; Cucur- bita pepo L. (muchas variedades); Momordica balsamina L. et elate- rium L. Pasiflóreas. Passiflora ceerulea L. Portulacáceas. Portulaca oleracea L. Paroniquiéas. —Corrigiola littoralis L. (1) A4nmales des Sciences naturelles, 1849, 3 séric, t. 14, p. 215. 45 Crasuláceas. Cotyledon orbiculata L. et pistorinia Ort.; Sedum cepea L. et dasyphyllum L.; Sempervivum arboreum L. et tecto- rum L.; Umbilicus erectus D. €. et pendulinus D. €. Ficoideas. Mesembryanthemum tenuifolium L. Nopaleas. Cactus opuntia L., y otras especies de invernáculo. Grosulariéas. Ribes rubrum L. Saxifrageas. Escalonia rubra? Pers.; Hydrangea hortensia Sm. Umbeliferas. Amethum segetum L.; Angelica archangelica L.; Apium graveolens L. et petroselinum L.; Ammi majus L.; Bupleu- rum perfoliatam Lam. et rotundifolium L.; Cicuta virosa L.; Conium maculatum L.; Crithmum maritimum L.; Daucus carotta L. et muri- catus L.; Eryngium campestre L. et planum L.; Feniculum vulgare Geert.; Ligusticum pyreneum Gouan.; OEnanthe crocata L., pimpi- nelloides L. et virgata Poir.; Pimpinella anisum L. et peregrina D. C.; Seseli elatum Gouan et petreum Bicb.; Sium latifolium L.; Thapsia villosa L, Corneas. Cornus alba L. et sanguinea L. Lorantáceas. Viscum album L. Caprifoliáceas. Lonicera periclymenum L.; Sambucus ebolus L. et nigra L.; Viburnum lantana L. et opulas L. Rubiáceas. —Galium mollugo L., palustre L., verum L. et uligino- sum L.; Rubia peregrina L. et tinctorum L. Araliáceas. Hedera helix L. Valerianeas. Valeriana calcitrapa L., off. L. et rubra L. Dipsáceas. Cephalaria alpina Schr.; Dipsacus laciniatns L.; Sca- biosa atropurpurea L., graminifolia L. et stellata L. Compuestas. Achilea magna L. et millefolium L.; Andryala la- nata L.; Anthemis cotula L. et nobilis L.; Arctium lappa L.; Ar- nica montana L.; Artemisia absinthium L.; Aster chinensis L.; Bel- lis annua L. et perennis L.; Cacalia ficoides L.; Calendula off. L. et arvensis L.; Centaurea aspera L. et nigrescens W.; Cichorium intybus L. et sativa L.; Crepis barbata L. et virens L.; Dahlia va- riabilis Desf.; Dipsacus sylvestris Mill.; Erigeron canadense L. et glaucum Ker.; Eupatorium cannabinum L.; Flaveria contrayerba Pers.; 46 Helianthus annuus L. et tuberosus L.; Hieracium sylvestre Fausch.; Inula bifrons L., disenterica L. et helenium L.; Lactuca virosa L.; Leon- todon taraxacum L.; Matricaria chamomilla L., inodora L. et parthe- nium L.; Pyrethrum corymbosum W.; Scolymus hispanicus L.; Scor- zonera hispanica L.; Senecio vulgaris L.; Serratula alata Desf.; Solida- go canadensis L.; Tagetes erecta L. et patula L.; Tanacetum vulga- re L.; Taraxacum densleonis Desf. et montanum D. C.; Tussilago far- fara L. Campanuláceas. Campanula patula L., pyramidalis L. et rapun- culus L. Ericáceas. Arbutus unedo L.; Erica arborea L., ciliaris L., cine- rea L., multiflora L., scoparia L., vulgaris L., umbellata L. et urceo- laris Berg.; Rhododendrum ponticum L. Oleáceas. Fraxinus ornus L. et excelsior L.; Ligustrum vulga- re L.; Olea sativa L.; Syringa vulgaris L. Jazmíneas. Jasminum officinale L. Apocíneas. Nerium oleander L.; Vinca minor L. Asclepiadeas. Asclepias carnosa L.; Cynanchum vincetoxicum R. Br. Gencianáceas. Chlora perfoliata L.; Gentiana centaurium L. et lutea L. Bignoniáceas. Bignonia catalpa L. Convolvuláceas. Convolvulus arvensis L., undulatus Cav., sepium L. et siculus L.; Cuscuta europea L. Borragíneas. Anchusa off. L.; Asperugo procumbens L.; Borrago off. L.; Cynoglosum off. L. et pictum Ait.; Echium vulgare L.; He- liotropium europeum L.; Lithospermum off. L.; Myosotis palustris W.; Pulmonaria off. L. et stricta L.; Symphytum off. L. Solanáceas. Atropa belladona L. et mandragora L.; Capsicum an- nuum L.; Datura stramonium L. et tatula L.; Hyosciamus albus L. et niger L.; Licium europeum L.; Lycopersicum «sculentum Mill.; Nico- tiana tabacum L.; Physalis alkekengi L. et tuberosa L.; Solanum dul- camara L., melongena L., nigrum L., pseudo-capsicum L., radicans L. et tuberosum L. 47 Escrofulariáceas. Anarrhinum bellidifolium Desf.; Antirrhinum majus L. et origanifolium L.; Digitalis tapsi L. et purpurca L.; Li- naria genistefolia Mill. et spuria Mill.; Pedicularis sylvatica L.; Ri- nanthus minor Ehr.; Serophularia aquatica L. et glabrata L.; Verbas- cum blattaria L., niger L. et pheniceum L.; Verónica agrestis L., ar- vensis L., beccabunga L., chamedrys L., maritima L. et off. L. Labiadas. Ajuga reptans L.; Glechoma hederacea L.; Hyssopus off. L.; Lamium album L., maculatum L., purpureum L. et vulgatum Bth.; Lavandula off. L.; Leonurus cardiaca L.; Melissa clinopodium Bth., nepeta L., off. L. et patavina Bth.; Mentha arvensis L., genti- lis L., pulegium L. et sylvestris W.; Marrubium supinum L. et vul- gare L.; Origanum majorana L. et vulgare L.; Prunella vulgaris L.; Phlomis tuberosa L.; Rosmarinus off. L.; Salvia off. L.; Satureja hor- tensis L.; Sideritis montana L.: Scutellaria peregrina L.; Stachis an- nua L.; Teucrium scordium L.; Thymus vulgaris L. Verbenáceas. Aloysia citrodora Ort.; Lantana aculeata L.; Ver- bena lappulacea L. et off. L. Primuláceas. Anagallis arvensis L.; Primula auricula L., elatior Jacq. et veris W. Plantagineas. —Plantago coronopifolia L., lanceolata L., eynops L., maritima L., major L., media L., psyllium L. et vaginata Vent. Nyctagíneas. —Mirabilis jalappa L. et longiflora L. Amarantáceas. Amaranthus flavus L., sanguineus L., sylvestris L. et viridis L. Quenopodiáceas. Beta vulgaris L.; Chenopodium album L., am- brosioides L., botrys L. et viride L. Polygoneas. Polygonum aviculare L., bistorta L., orientale L. et persicaria L.; Rumex acetosa L., acetosella L., hydrolapathum L., pa- tientia L., pulcher L., sanguineus L. et tuberosus L. Aristoloquieas. Aristolochia longa L. et rotunda L. Euforbiáceas. Buxus sempervirens L.; Euphorbia characias L., helioscopia L., lathyris L., peplus L. et sylvatica L.; Mercurialis an- nua L.; Ricinus inermis Jacq. Urticáceas. Broussonetia papyrifera Vent.; Cannabis sativa L.; 48 Celtis australis L.; Ficus carica L.; Humulus lupulus L.; Morus mul - ticaulis Perv. et nigra L.; Parietaria off. L.; Ulmus effusa W. et cam- pestris L.; Urtica urens L., dioica L. et nivea L. Yuglandéas. Juglans regia L. Amentáceas. Alnus glutinosa Greert.; Betula alba L.; Corylus avel- lana L. et colurna L.; Fagus castanea L. et sylvatica L.; Platanus vul- garis var., vitifolia Spach.; Populus alba L., fastigiata Poiret, nigra L. et tremula L.; Quercus ¡lex L., robur L., sessiflora Sin., suber L. et tozza L.; Salix alba L., babylonica L., caprea L., cinerea L. et vi- minalis L. Coníferas. Cupressus sempervirens L.; Juniperus communis L.; Pinus abies L., larix L., pinea L., pumilio L. et sylvestris L.; Paxus baccata L. Moxocormévones. Alismaceas. Alisma plantago L. Orquideas. Ophris apifera L.; Orchis morio L.; Serapias cordi- gera L. Dioscoréas. Tamus communis L. Irídeas. Crocus nudiflorus Sin.; Gladiolus grandiflorus L. et com- munis L.; Iris florentina L., germánica L., pseudo-acorus L. et sisy- rinchium L. Amarylideas. Narcissus poeticus L., pseudo-narcissus L. et ta- zetta L. Esmiláceas. Asparagus off. L.; Convallaria majalis L. et polygo- natum L.; Ruscus aculeatus L.; Smilax aspera L. Liliáceas. Allium cepa L., porrum L. etsativum L.; Aloe fructico- sa L., variegata L. et verrucosa Áit.; Asphodellus albus L., luteus L. et ramosus L.; Fritillaria imperialis L.; Hemerocallis flava L. et ful- va L.; Hyacinthus orientalis L.; Lilium candidum L., bulbiferum L., martagon L., pyrenaicum L. et tigrinum Gaw.; Scilla campanulata? Áit., maritima L. et peruviana L.; Tulipa gesneriana L. et oculus solis Saint- Amans. Colchicáceas. Colehicum autumnale L.; Merendera bulbocodium Ram. 49 Juncáceas. Juncus communis L. Tifáceas. Tipha latifolia L. Arovídeas. Arum dracunculus L. et maculatum L. Ciperáceas. Cyperus fuscus L. Gramíneas. Aira canescens L.; Agrostis canina L., capillaris L., verticillata Vill. et tenacissima L.; Alopecurus pratensis L.; Arundo donax L.; Avena fatua L. et orientalis L.; Bromus mollis L., triflorus L. et squarrosus L.; Dactylis glomerata L. et hispanica Roth.; Digitaria sanguinalis Koel.; Elymus canadensis L. et villosus Muhl.; Festuca unioloides L. et pratensis Huds.; Holcus lanatus L.; Hordeum muri- num L. et vulgare L.; Lolium perenne L. et tenue L.; Panicum dac- tylon L., italicum L., altissimum L. et verticillatum V.; Pbhalaris arundinacea L., paradoxa L. et tuberosa L.; Phleum pratense L.; Poa angustifolia L., annua L., glauca Sm. et trivialis L.; Secale ce- reale L.; Triticum spelta L., repens L. et vulgare Will.; Zea mays L. Acoriénones. Equisetáceas. Equisetum arvense L. et fluvia- tile L. Helechos. Adiantum capillus-veneris L.; Aspidium fragile Sw.; Asplenium ceterach L.; Athyrium filix femina Roth.; Osmunda rega- lis L.; Polypodium vulgare L.; Polystichum filix mas D. C.; Pteris aquilina L.; Scolopendrium off. Sm. Musgos. Bryum carneum L. et pomiforme L.; Dicranum viridu- lum Sw.; Fontinalis antipyretica L.; Hypnum murale L., triquetrum et velutinum L.; Mnium purpureum L.; Polytrichum commune L. Líquenes. Lichen caninus L., islandicus L. et pulmonarius L.; Par- melia parietina Ach., stellaris et tihacea Ach., y otros. Hongos. Agaricus bulbosus Huds. et ulmarius Bull.; Boletus edu- lis Bull., fraxineus Bull., luteus L. et perennis L.; Clavaria praten- sis Pers.; Peziza aurícula L., populnea Pers. et stercoraria Pers,; Spo- risorum maydis Ebr.; Tremella albida Huds., y otros. Algas. Varias especies, tanto de agua dulce como salada. De esta lista, que contiene mas de 700 especies, ni aun la mitad de las que debe haber si se atiende á la escala que recorre en Asturias el termómetro, las que dan el carácter botánico al pais son: en los TOMO 1.—PARTE 111, 7 50 verdugales y monte bajo el Ulex europeus (Cadavas Tojo), las Ericas cinerea, ciliaris, vulgaris, multiflora el scoparia (Roso Brezo) y el Pte- ris aquilina (Felechos ); en las cercas (seves) el Rubus fructicosus (Artos ), Ligustrum vulgare (cornapuz) et Sambucus nigra, entrela- zadas con el Salix viminalis (Pioxera), Smilax aspera, Lonicera peryclimenum y el Tamus communis; en los prados la Poa annua, tri- vialis et pratensis, Dactylis qlomerata et hispanica, Phleum pra- tense, Alopecurus pratensis, Trifolium pratense, Lolium tenue et pe- renne (cuya última especie tan indebidamente se importa de Ingla- terra con el nombre de Ray-gras para adornar parques y formar gaso- nes en los jardines del Real Patrimonio y de opulentos cortesanos) entre las que abundan el Ranunculus acris el ficaria, Lotus cornicu- latus, Plantago media, Daucus muricatus, Rhinanthus crista-galli seu minor, Serapias cordigera (Gallos), Bellis perennis et Achillea mille- folium; en las paredes viejas la Hedera helix, Umbilicus pendulinus, Cotyledon pistorinia, el Polypodium vulgare (Felechos) y el Asple- nium scolopendrum; en los oquedales el Quercus robur (carballo), Fagus sylvatica (Haya) y E. castanea, que aun cuando se cultivan, tambien son espontáneas; y en los sotos, los diferentes álamos que he mencionado. De las plantas que mas provecho saca el hombre en su cultivo vemos en la zona central (la mas favorecida en hermosos valles) que abunda de maiz, patatas, nabos, berzas, manzanas (unas veinte varie- dades), repollo, coliflor, arvejo (copiosisimo, y de escelente calidad en Pajares y Tameza), garbanzos en el concejo de Potes (aunque de poco aprecio), pésimos melones y peores pimientos, fresas esquisitas (dos variedades), alcacer para forrajes, algunos prados artificiales de alfalfa en el concejo de Oviedo (1), escanda, laurel de robustez estraordinaria, olmos gigantescos, espineras colosales, álamos de varias especies, ci- (1) Esta planta se conocia hace muchos años, creciendo espontánea, pero no se cul- tivó hasta el año de 1814, á invitacion de una circular mandada á las parroquias por la Sociedad Económica de Oviedo, en consecuencia de una memoria que sobre su propa- gacion escribió D. José Sanchez Cueto. 51 ruela de cinco variedades, una de ellas la de yema (claudia de los Cas- tellanos), de gusto análogo en los veranos secos á las tan afamadas de Jadraque y otros puntos del interior y mediodía de la Península; pe- rales (unas diez variedades), muchos cerezos y algunos guindos, abri- dores, melocotoneros y albaricoqueros, siendo el pueblo del Barco de Soto el mas provisto de estas frutas, pero en las que el ácido málico y materia sacarina es, por regla general, menos perceptible que las de otras provincias. En la parroquia de San Miguel de Argame se cojen muchos higos. Los avellanos abundan en Langreo, Lena, concejo de Aller (donde se halla la Arnica montana), Quirós y Teberga (en cuyo último sitio hay tanta violeta que es requerida para el estranjero, pero el ramo principal es el de la avellana, que se esporta para Londres por el puerto de Gijon), habiéndola tambien, aunque no tan abundante, en Somiedo, Piloña, parte de Siero y en Laviana, ya tocando con la zona marítima. Ha dos años que en Oviedo se ensayó por algunos in- dividuos de la Junta de Agricultura la siembra de la Zulla (Hedyssa- rum coronarium), y se da con la frondosidad que en los famosos pra- dos de la provincia de Cádiz. En la serie occidental se cultiva, centeno en la montaña, algun trigo, limoneros y morera negra en su costa, mucha patata y nabos, lino, viñedo en Cangas de Tineo, que da un vino áspero y agrio, y avellana en Allande. (En este concejo hay colmenas, las que dan dos tercios de la cera que se gasta en el pais.) En la zona del litoral se coje maiz, y en la jurisdiccion de Illas bastante mijo, que mezclan con la borona. Tambien recolectan algun trigo y escanda. Siembran tal cual alfalfar en Luarca, Villaviciosa y Gijon; se dan al aire libre los limones, naranjos, granados y moreras, haciéndose árboles un poco robustos, y dando un fruto, no de la cali- dad que el de nuestras provincias meridionales y orientales, pero que llena las necesidades del pais. La fresa y freson se dan con profusion, siendo la de mas justa nombradía, por su abundancia y buen paladar, la de los concejos de Valdés y de Grado. La manzana, si no es tanta co- mo en la parte central, lo es mas que en la occidental, donde no se fabrica sidra; y su gusto es mejor que el de toda la provincia, que- 52 dando de ello convencido el que visita las estensas pumaradas (man- zanares ) de Villaviciosa y Colunga. El viñedo se cultiva en Candamo, lindando con el de la zona occidental en direccion N.-E., con una nom- bradía legítima para el pais. Y en general, abundan las frutas, algo mejores que las del interior. El sistema de cultivo de los frutos de primera necesidad para hom- bres y ganados es contínuo, ó sea el quinto de los admitidos por M. Gas- parin; asi es que en el mes de julio, despues de levantar la escanda y demás cereales, y apalearlos, que es su mal método de trilla, para sa- carles el grano, se siembran los forrages, nabo gallego (Brassica ra- pa), alfalfa, y alcacer á su debido tiempo; se siegan (guadañan) estos dos últimos, y se arranca el primero en la primavera para pienso al ganado que ha rumiado calabaza, ó heno principalmente, ya de gra- míneas, ya de ramas de las ahulagas ó tojo bien machacadas (como hacen en los concejos del S.-O. E. durante el invierno). Consecutiva- mente se abonan las tierras, y se siembra en mezcla maiz, patatas, judías (fabes), habas (habas de mayo), arvejos y calabazas, los que recojidos en octubre se estercola de nuevo, y pone el centeno y la escanda, que son recolectados en julio. De modo que, de dos en dos años, hay una alternativa diferente de cosecha. Este sistema sería escelente si no se mezclasen las especies, pues como demostraremos, tal urdimbre minora el producto. Hay mas, los abonos son de materias muy enterizas, y se desparraman sin haber su- frido la descomposicion requerida para formarse las sustancias amonia- cales nutritivo-escitantes; y finalmente, no se consulta en la calidad del terreno, ni su esposicion, ni su mejoramiento, cuyas condiciones van cumpliéndose en esta Memoria. Para el cultivo del arbolado, como le destino una parte de este tra- bajo, á ella me remito en su descripcion. Produccion tan variada como la anteriormente espuesta, parece manifestar que este suelo es á propósito para un cultivo general, y sin embargo no es asi. Muchos de estos productos agrícolas no son sino cu- riosidades que perjudican, pues el suelo que se les destina es mas á propósito para otros rendimientos. Porque, en último resultado, ¿cuál 35 es la característica de la provincia? Un suelo quebrado y una atmósfera tan húmeda, que hizo decir al Dr. Casal este elegante y discreto juego de palabras: Bebemos los que aqui vivimos, mas por las narices respi- rando, que los de otros parages por la boca engullendo. Todo lo que no sea cultivar plantas en relacion con estas disposiciones será impro- ductivo, y no se lograrán sino rarezas que no satisfacen la verdadera necesidad, mas no un plan general bien entendido de Agricultura. Al- gunos verán en esto un disfavor; pueden juzgarlo asi si les place, pero ni mis conocimientos, alcancen donde quiera, ni mi conciencia me per= miten, por ninguna consideracion de debilidad, otra cosa que rechazar lo que encuentre vituperable, y alabar lo que sea digno de recomen- dacion. ¿Qué ha sucedido, desde fines del siglo anterior hasta en estos úl- timos años, con el empeño de aclimatar y multiplicar la morera? Que solo se logra en regiones muy limitadas y en sitios muy abrigados, co- mo determinados puntos de Avilés, Villaviciosa, etc. Y no hubo desen- gaño completamente, porque hay la idea equivocada en este antiguo Principado, de ser el suelo y el clima á propósito para toda vejetacion que se da en las otras provincias: idea que prueba el amor pátrio, tan característico á los naturales, pero que llega hasta hacerse imprudente, pues haciendo apurar los recursos de la influencia para con los Gobier- nos, estos, que prescindiendo de los actos políticos ansían la prosperidad de su nacion, mandan circulares y Reales órdenes que en mas de un caso quedan frustradas en sus felices resultados, por haber prestado oido á consejeros tan poco inteligentes como pertinaces, gastándose de este modo el prestijio de que debe estar revestida la autoridad, y ve- nir con él la indiferencia, consecuencia del desengaño, y la sordera á justas reclamaciones posteriores. Otro tanto puede decirse de la cria del gusano de seda. Nada ventajoso se ha logrado, á pesar de los re- cursos laudables y dignos de mejor causa que se pusieron en planta en el concejo de Castropol, entre ellos el de rociar las larvas con aguardiente para preservarlas de la escesiva humedad de lluvias, ro- cios y nieblas; y aun cuando se hubieran vencido estos óbices, aún quedaba el que no lo es menor, de que pocas veces estaria la hoja de 54 la morera con la sequedad necesaria para no producir enterilis morta- les á los gusanos; circunstancias que dan muy mal pronóstico hasta para los ensayos de alimentacion de este lepidóptero por la hoja de cas- taño, no debiéndose esperar el buen éxito que espresa la nota instruc- tiva que nuestro enviado en China remitió al Gobierno en 1847. Igual resultado produce la propagacion de los enjambres de abejas en mas estension que la limitada que hoy tiene; no pudiendo, por otro lado, entrar la cera á disputar competencia en el mercado por el difícil blan- queo á falta del calor del sol. De la plantacion de vides ¿qué resulta- dos se obtienen? Los que son consiguientes en un departamento donde prospera el castaño: un vino áspero y agrio, que muchos no preferi- rian al chacoli de las provincias Vascongadas; y solo en algun año en que el verano es seco, como por ejemplo los de 1811, 1814, 1831 y 1851, se consigue un fruto maduro, ó al esmero de un laborioso ha- cendado, que á toda costa pretende obtener vino regular, aunque su precio sea escesivo. Y no se trate de sostener tal cultivo, poniendo por comparacion el viñedo de algunos puntos de (alicia; pues además de que en esta antigua provincia la naturaleza de las rocas , siendo gra- nitoidea y cuarzosa, hace que reflejen los rayos caloríficos que caen en sus superficies mandándolos sobre los vejetales, no es tampoco dig- no de ponerse en competencia con los buenos vinos, como no sea el procedente del Rivero y Valdeorras, puntos que, como en general to- do el distrito de Orense, se apartan de los restantes por su meteo- rología. En fin, es Asturias un pais donde en su fauna no se cuenta la langosta, ni jamás hay noticia de haberle visitado, ni otros insectos dañinos que en sus destrozos hacen ver la riqueza; donde las aves bac- civoras son una curiosidad rara en tiempo de verano: y todo esto dice mucho para quien sabe filosofar sobre las compensaciones de la natu- raleza. Mas sin embargo, de lo acabado de manifestar ¿se deberá aconsejar el abandono completo de estas industrias rurales? La de la morera la creo prudente, pues su cultivo, siquiera en las proporcio- nes en que se halla en nuestras provincias orientales y meridionales, y aun en algun punto de la occidental, segun la Memoria publicada por Don Francisco Javier de Mugártegui y Parga, inserta en el número 178 55 del Boletin Oficial del que fue Ministerio de Comercio, Instruccion y Obras públicas, es como podria tener cuenta; y á tal estado supongo sea imposible elevyarle en Asturias, por haber una escesiva humedad constante, y descender en lluvia anual de 190 á 192 centímetros, re- partida del modo que tenemos manifestado. La cria de colmenas, si bien no debe tomar grandes proporciones porque en tal caso distraeria la atencion de los labradores sin buenos resultados, como lleyo dicho, para entrar en competencia en cantidad, calidad y valuacion del producto con otras provincias, debe limitarse á la que es hoy por no perjudicar los demás ramos, y dar la miel su- ficiente para cubrir las atenciones del consumo, y una tercera parte de la cera gastada en el culto. El vinedo deberia quedar restrinjido á las posesiones de recreo, porque en Asturias nunca será un ramo de competencia, y ha de te- ner siempre en justa alarma al aldeano por temor de la pérdida del fruto, bien frecuente por desgracia , ya por la falta de calor para ma- durar, ya por los frecuentes aguaceros en la época de la floracion. Hay otra razon, y es, que el año de tal cual cosecha de vino, hay mas crimi- nalidad en los concejos; y otra: concejo donde no se conoce el vino, hay mas docilidad y mas obediencia á las leyes. ¿A qué es debida, en parte, sino á la escasez de tal producto esa reducida estadística de acu- sados? Preciso es convenir en que figuran por mucho las costumbres sencillas de estos habitantes, su honradez proverbial y carácter pací- fico; pero aun asi concedido, y de justicia, si hubiera abundancia de ese licor, que con una vigésima parte que la sidra embriaga, ¿no es- cederian los procesados en la proporcion de 1 : 1000, como se deduce de los estados del Sr. Madoz, y á cuya ventajosisima data no llega nin- - guna nacion de Europa, y sí sola alguna otra provincia de España? ¿Cómo contestarse aun cabalmente al poco encarnizamiento y grave- dad de esos delitos, que muy pocos merecen el nombre de crimen? ¿No habria precision, en el caso opuesto, de una fuerza armada que hoy no existe? Pues parece fabuloso que una poblacion de donde sa- len cerca de 1.000 mozos para el cupo de 25.000 hombres, y que en la época de la guerra de la Independencia se pusieron 40.000 sobre las 56 armas en solo ocho dias para rechazar las huestes estrangeras, sin ci- tar hechos mas portentosos de la antigúedad, esté velado por unos 200 visoños, que será toda la fuerza que haya en la provincia. No establez- co comparaciones, por ser ellas siempre odiosas, pero demos gracias á Dios por hallarnos escasos de ese licor. Para los naranjos, perales y frutal fino les reservo las huertas cer- radas de la costa, pues no pudiendo dar fruto sino con alguna escep- cion, como las peras llamadas Manteca de Oro, y la de Doña Urraca y alguna pavía, que se ponga á la vez con los de otras de nuestras provincias, deben quedar reducidos al consumo del pais, que es bien poco, y alguna para en dulce. Aprovéchese el suelo con preferencia al cultivo de arbolado y prados, y será mas beneficioso. Segun lo espuesto, convienen pues al suelo de Asturias, como sistema de siembra, los productos que estén en relacion con su clima agrícola, caracterizado por el castaño, manzano y roble; y con la indus- tria ganadera, en creciente decadencia hoy, desechando la absurda má- xima : crianza quita labranza, pues la esperiencia la desacredita. Ahi están los ingleses, que en sus Antillas (la Jamaica, en Antigua, en la Barbada) han aumentado el cultivo de la caña de azúcar, desde que han introducido ganados, alimentados perfectamente con yerba de Guinea; y todo lo contrario ha sucedido en la isla de Cuba (1), donde quedan destruidas muchas fincas, ó se hacen viejas á los 20 6 50 años de culti- vo por falta de estiércoles; lo que ha hecho decir al Sr. La Sagra (2): no hay cosechas ricas y abundantes sin abonos, abonos sin animales, y animales sin pastos ; de consiguiente los abonos , los animales que los producen y las plantas de que éstos se alimentan, forman los tres grandes ejes sobre los cuales gira la buena agricultura, el fundamento del sistema agrónomo europeo. En consecuencia de lo manifestado, deberán hacerse prados de es- (1) Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, por D. Ramon de La Sagra. París, 1842, 1. 1, p. 227. (2) Obra citada, t. 1, p. 229. 57 parceta, de yerba de Guinea, nabo gallego, zanahoria, festuca de pra- dos, alfalfa, etc., sembrándolos por el mes de marzo en tierras de re- gadío, y en el de octubre para las de secano, que son bien pocas en el interior, dándoles labores profundas para aquellos que lo exija la na- turaleza de sus raices. La escanda debe irse sustituyendo paulatina- mente por los prados y el arbolado, si no se quiere que las rentas de los propietarios lleguen á hacerse ilusorias á medida que se faciliten las comunicaciones. La siembra del maiz será la necesaria con destino á cebo y forraje del ganado, ó ya en mayor escala si, aprovechando su caña como elemento de una importante fabricacion de azúcar, se pro- yectase y realizase por algun capitalista ó por una compañía este be- neficio. Mas en uno y otro caso no irá interpuesto con la calabaza, guisantes, habas y judías, como es hoy costumbre, porque no medra cada uno de por sí lo que debiera, ya porque con los tallos y zarcillos de éstos encaman la caña de aquel, ya por perjudicarse recíprocamen- te en su nutricion. Véase con relacion á esto el estado adjunto, saca= do de las repetidas esperiencias de varios observadores del pais, y de algunas notas que se han servido poner á mi disposicion los Sres. de la Sociedad Económica de Oviedo. A 0 O — qq AA TERRENO. SIMIENTE, CANTIDAD. | PRODUCTO. | PROPORCIÓN. Aca nes Go O libras (19) 1880 libras AROS Maiz. .)(97,60.558 ki-) (1297,46226 kiló- 47 por 1. 64 áreas) sem- lóo 1d a padre 1 > ógramos) an.| gramos)......- Una fanega de tierra sem- >Judías. 40 libras den 920 libras (654.998 95 por 1. brada de... kilógramos).. . y (1) Esta libra es de veinticuatro onzas, la usada en el pais. TOMO 1.—PARTE MI. 8 58 Dos fanegas Maiz. .3 (41,408 kiló- ) (1.242,251 kiló- de tierra sem- gramos) dan..) gramos)........ bradas en mez- 20 libras 320 libras cla de..... .) Judías.¿ (15,805 kiló- , (220,845 kilógra-)16 por 41. gramos) dan. NA A 60 libras 1.800 libras ] pa por 1. Estos resultados hacen ver el aumento de un 17 por 4 en el maiz y un 7 en las judías, de sembrarlos separados á seguir el método de las mezclas usadas en Asturias, cuyos valores toca apreciar al econo- mista (1). En lo demás no hay razon para cambiar el método de siembra adop- tado, tanto en el laboreo de tierra como en la época. Téngase, sin em- bargo, cuidado de quitar y quemar las mazorcas ó panochas que estén atacadas del Sporisorium magdis, con el fin de evitar la propagacion de tal parásita, que altera el grano. De hortaliza puede aumentarse la habichuela por el justo aprecio que merece. La patata tambien debe tomar mayor incremento, y en su siembra se cortará cada una en cuatro ó seis pedazos, de modo que todas ellos lleven, cuando menos, un ojo ó cicatriz, origen de la nueva planta: precaución muy necesaria en este suelo, donde ade- más de haber la razon de economía perfectamente entendida, hay la de que la escesiva humedad, obrando mas sobre la fécula del tu- bérculo que sobre una pequeña parte, la dispone muy facilmente á la fermentacion pútrida, como sucede frecuentemente, y aun acaso á la penetracion morena. Esta enfermedad que, 4 manera de la que hizo y hace el cólera epidémico, viene recorriendo en estos últimos años por Alemania, Francia é Inglaterra, ya se deja sentir en Asturias, per- diéndose por ella y por la antedicha algunas cosechas de las dos que deben cojerse al año, la una procedente de la sembrada en el mes de (1) Las plantas de pasto producen 70 por 4. 59 febrero y la otra en el de abril. Como profilaxis aconsejaríamos situar su plantacion en declives, renovando la casta, y por via de ensayo car- bonar y turbar el suelo, é irrigar en otros puntos con agua salada. Em- pero si todo esto no diese los resultados apetecidos, se la sustituiria con la pataca (Helianthus tuberosus L.), planta con muchas mejores condiciones para vivir en el clima de Asturias, y no despreciable co- mo nutritiva, Ó bien con nabos, zanahorias, etc., etc., si aquella pro- bara mal. Las cruciferas de las propias plantas de hortaliza deben, si no des- terrarlas por no ser esto prudente, á lo menos separarlas de las demás, pues son las que mas azoe toman para formar los principios que en ellas se encuentran, empobreciendo mucho el terreno de las sustan- cias amoniacales del mantillo. Relativamente á las plantas que han de prestar socorro á la indus- tria fabril, el lino y cáñamo deben adquirir su perdida reputacion, pues téngase presente lo que encarece Plinio: el lino z0ético, cono- cido en este pais por los romanos en el tiempo que con tanto ¡ú- bilo dominaron desde que la desgraciada batalla dada en los Montes Herbáseos puso en poder de César Augusto el puñado de montañeses que poblaban estas breñas; recuerdos que, unidos á lo que dice nues- tro Herrera, que “el lino se da bien en tierra que no sea de panes ni viña y sí de pastos, y es lo tal de mas precio que á cada cosa se apro- pia la naturaleza su lugar conveniente,” y muy particularmente á los esperimentos concluyentes verificados por D. José María Alonso de Lau- rens en Avilés en 1849, probando que el lino de Flandes se da aún mejor en este suelo que en su pais natal, pueden ser el orígen de la ocupacion de muchos telares, la semilla dar mucho aceite y servir de cebo al ganado vacuno ; y sería una lástima despreciásemos estos con- sejos prácticos y las deducciones científicas, que confirma la esperien- cia. El cáñamo no es menos digno de cultivo : es la primera materia de las lonas, jarcias y demás cordaje, etc. La siembra de uno y otro de- berá hacerse como la del trigo y maiz, á puñado, volviendo luego la tierra con el arado para cubrir la grana, tanto para preservarla de las 60 aves espermófagas, cuanto para favorecer su germinacion. De las plan- tas espontáneas aprovéchese el Serapias cordigera (Gallos), la corte- za del Almas glutinosa (umero), y con el aumento de la plantacion del arandáno, del Rhus coriaria (zumaque) y del Carthamus tinctorius (alazor), constituirán elementos poderosos para escelentes tintes. Pro- cúrese la recoleccion en mayores proporciones de lo que se hace hoy de la Valeriana off. et phu, que hay en todas partes, y muy particular- mente en la cordillera de los puertos secos, la árnica de Teberga, el líquen de Arbás, la regaliz ú orozuz de Tineo, el torvisco, la dulcama- ra, carquexa, acónito, belladona, violeta, tila, centaura, genciana, di- gital, ete., ete., de cuyos simples pueden beneficiarse sus estractos, y auxiliados con los preparados dignos de hacerse del sucino de Val- desoto y de San Claudio de Oviedo, la estraccion del yodo de las al- gas, fucus y otras plantas marítimas, son suficientes para fundar una droguería-farmacia central, que surtiera gran parte de las atenciones de la medicina patria. Tales deben ser, en resumen, las plantas que simbolicen en ade- lante este suelo. Respecto á la eleccion de tierra, destino las mas ar- cillosas á linos, cáñamos, prados artificiales de vejetales de raiz fibro- sa, y á los de maiz; las mas sueltas por las margas cretáceas á la pa- tata, habichuelas, arvejos, alfalfa, ete.; y las en que se hallan cantos, ya de caliza, ya de marga silícea, á la escanda, trigo y centeno provi- sionalmente en la esposicion del $., dejando las espontáneas de prado en los puntos que no perjudiquen á las ya mencionadas. No concluiré, por último, esta parte, sin insistir que no preocupe para en adelante la siembra de maiz y escanda con el destino que hoy se los da, pues acarrean espensas y trabajos, que de ningun modo los hace preferibles al trigo de Castilla, de donde cada fanega considera- da económicamente cuesta, puesta en el centro de Asturias, á 34 rs. por término medio. Esta valoracion descenderá 426 6 28 rs. sí, co- mo es de esperar, prosperan las vias de comunicaciones del ferro- carril de Alar, y el ramal que ha de salir de Asturias á su confluencia; y la fanega de escanda sale de 44 4 50 rs., y la del maiz de 30 á 52, Ahora bien: tocando de paso la cuestion de estadística adminis- 61 trativa, supongamos que se necesitan dos millones y medio próxima- mente de fanegas de toda cereal para el consumo, y que en cada una de ellas haya un ahorro de 8 rs. en traerla de fuera. Si la provincia da millon y medio, queda un millon que importar de Castilla, que á razon de 8 rs. de ahorro en fanega beneficia ocho millones de rs., y subiria á veinte millones si todo el consumo viniera de otros puntos, mas el aprovechamiento de los terrenos á otro cultivo. A esto hay que añadir otra consideracion mas importante, porque atañe á la salubri- dad pública, esá saber: que la calidad del pan es mejor que la de la escanda, y sin comparacion con la borona, pues al fin esta es una masa sin levadura (formienta) y de mucho salvado, y que quizá su uso sea la causa del mal de la rosa ó podagra, tan disminuido desde el aumen- to de importacion del trigo castellano (1). (1) Para ver las materias alibles contenidas en estas semillas hemos hecho diferen= tes ensayos, y los resultados son: El trigo bueno de Castilla da. ... 10 por 100 La escanda mejor (de Labares) da. 12 por 100 (de salvado. Ara a 15 por 100) 90 por 100 de fécula. 8 por 100 de gluten. ( 2 por 100 de sales. (85 por 100 de fécula. La harina de escanda da........ 3 8 por 100 de gluten. ( 6 por 100 de sales. La harina de trigo castellano da... (ed por 100 de fécula. El gluten no le he La harina de maiz da......... podido sacar, si es que le contiene. 35 por 100 de otras materias. El glúten del trigo es compacto, homogéneo y muy malaxable, y aumenta cinco ve- ces de volumen á una alta temperatura, con cuyo calor adquiere un olor decidido de pan cocido. El gluten de escanda no es tan homogéneo, ni aumenta sino en proporcion de tres veces y mediaz razon que esplica lo poco esponjado que sale el pan de este ce- real comparado con el del trigo. En la borona el peso es enorme por lo compacto de la masa, no esponjada por la accion dilatante de un fermento, ni de un glúten que no existe, ó si lo hay es en cantidad mínima, y acaso no de la mejor bondad. Sin embargo de lo manifestado, aún habrá sus dificultades para hacer desaparecer la PARTE TERCERA. Arbolado. Delineada ya la Agricultura de Asturias á nuestro parecer en con- formidad con el programa ofrecido, veamos ahora la parte que debe- mos tratar mas ampliamente, la Arboricultura; cuál haya de ser su estension en esta provincia, y cuál su sistema de cultivo. Estension y sistema de cultivo. He aquí los dos puntos que hemos de tratar. El primero, porque el conocimiento de las condiciones me- teorológicas, geológicas y topográficas nos servirá para determinar las especies convenientes de árboles, y los límites á que debe reducirse su produccion. El segundo, porque teniendo presentes todos los fenóme- nos naturales, sabremos por ellos las variantes que debemos introdu- cir en el cuidado de esas plantas para utilizar sus maderas y frutos. Suelo arcilloso, lecho en su mayor parte arenáceo y profundo, at- preocupacion favorable á la escanda y al maiz. Créolo así; pero tambien tengo la persua- sion (escluyendo de ella á los que reciben rentas en estas semillas) que nace del modo de panificar. El de estos se hace en colosales hogazas que ahitan con solo mirarlas, y el pan de trigo se fabrica en panecillos de una ó dos libras, que lejos de aminorarse el apetito á su vista le escitan mas y mas por su tamaño y blancura; figura, pues, por mucho el vo- lumen de los alimentos: désele 4 un aldeano una racion de arraw-root, de tapioca, ete., y se creerá menos alimentado que con su colosal escudiella de fariñes Ó con su repug— nante pote de berza. Ahora bien, teniendo en cuenta esta indicacion, que es la de todo pobre, háganse del trigo hogazas enormes, y no de harina pura sino dejada de cerner, ó con solo separar lo mas tosco del salvado, y se obtendrán los dos resultados que pretendemos, cantidad y ca- lidad, ambos á dos en mayor escala en el trigo castellano que en la escanda y el maiz. 63 mósfera húmeda y nebulosa, clima templado, topografía en declives mas ó menos violentos; tales son los signos naturales que ofrece este pais. Poblacion numerosa, agricultura pobre, industria reducida, pe- queños capitales, apego al trabajo; tales son las condiciones que se agregan á aquellos. Los primeros llamarán nuestra atencion en este lu- gar; á los segundos los dedicaremos mas adelante unas reflexiones eco- nómico -administralivas. Estension del arbolado. Cruzada Asturias en todas direcciones de montañas de variada elevacion, con valles estrechos, collados empina- dos, fallas infinitas, colinas y lomas menos violentas, ofrece por do quiera pendientes de todas inclinaciones, por donde corriendo las aguas de las filtraciones de las cumbres, ya del deshielo de las nieves, ya de lluvias y de nieblas, arrastran con su impetuosidad la capa de tier- ra vejetal que fertilizaria los campos en el caso de no ser removida, descarnando el subsuelo que le sirve de lecho, y conduciendo estos despojos á las cortas tierras llanas, donde arrasan y destrozan con su choque y peso las plantas sobre que caen. ¿Cómo remediar este daño? Con el arbolado, porque éste, quitando con sus troncos y ramaje el ímpetu de esos manantiales, los divide y convierte, de un agente des- tructor en otro benéfico y provechoso. El arbolado, condensando los vapores de la atmósfera, mantiene el suelo con el frescor necesario para la vejetacion de prados espontáneos, y con arbolado y prados ha- brá ganadería; y la ganadería, los prados y el arbolado son, como dice tan precisa y elegantemente el Sr. D. Alejandro Olivan en su Manual de agricultura, un círculo en cuyo centro se halla la riqueza del. agri- cultor. El arbolado, contribuyendo con el sistema de montañas á mo- derar la fuerza de los vientos, evita sus influencias perniciosas, que- dando todo él espuesto á la accion libre del aire y del sol por la misma circunstancia de los declives, que impiden se sobrepongan unas capas á otras, y dejan funcionar á la hoja con libertad y desahogo; con lo cual se acelera el medro y aumenta la dureza de las maderas por la mayor cantidad de ácido carbónico absorvido, que en otro caso sería escasa. Por razon de la topografía queda, pues, autorizada la estension del arbolado en Asturias. 64 Ofreciendo una temperatura media de 4-13”, la mínima 41”, la máxima +31", y las correspondientes á las estaciones que dejamos manifestadas; una humedad relativa media annual de 85” á 84”, la de invierno de 84 á 85”, la de primavera de 82” á 85”, la de estío de 804 81”, la de otoño de 86” á 87”, la máxima de 96” á 97”, la mini- ma de 76” á 80”, y 1904 192 centímetros de agua en lluvia anual, no hay duda que el arbolado ha de prosperar, porque en clima benig- no y húmedo es ley constante que progresen las plantas leñosas, le- gando á formas colosales: asi es en Asturias, Los pies toman una al- tura jigantesca, y el ramaje un vuelo portentoso. Estas maderas, por efecto de esa gran humedad, no son tan resistentes como las de pais seco, mas en cambio, por su rectitud y corpulencia, dan piezas de gran valor para obras de importancia de fábrica y de la marina; ma- deras que no se ventean, ni ofrecen colainas, ni pies de gallo, con anillos leñosos iguales, pies muy rectos, y susceptibles (si se podan convenientemente) de dar baos, cureñas, barengas levantadas y otras piezas de la construccion marítima. Bajo el aspecto meteorológico se autoriza, pues, la propagacion del arbolado en Asturias. La disposicion geológica y geográfica del pais, la naturaleza de sus rocas dadas á conocer anteriormente, el análisis de la tierra arable y la composicion de la capa que la sirve de lecho tampoco rechazan el arbo- lado, antes le acojen y protejen. Jn los sitios en que están las calizas peladas, por entre sus hendiduras se permitirá el paso el haya, que no se hace melindrosa en la eleccion de terreno, y solo exije cierta altura barométrica, pues debe hallarse figurando como el segundo miembro de la pirámide de esta region, cuya cúspide estará ocupada, en unos casos por el tojo y brezo, y en otros por algunas especies de pino, si nos auto- rizasen los datos científicos para aconsejarlas particularmente. El subsue- lo, arenoso en general y por consiguiente suelto, permite que los árboles de raiz profunda no hallen obstáculo en su natural direccion; y encon- trándose entre dos capas, la inferior arcillosa compacta que retiene el agua que corre y se filtra por el subsuelo, y la superior de la misma na- turaleza aunque algo mas disgregada, en unos casos por la caliza y en otros por la arena, presta al vejetal una humedad con que mantener su 65 lozana existencia. Las condiciones geológicas tampoco se resisten á la estension del arbolado. Siéndole, pues, á la arboricultura de Asturias favorable la topogra- fía, la meteorología y la geología, ¿cómo negarle la prudencia un lugar preferente? ¿Cómo no ver en este suelo una region de bosques? Sería oponerse á la ley natural y á las indicaciones de su prosperidad. ¿Se cree hallar una oposicion en el ganado? Ciérrense las plantaciones con seves de tapin arctos, espinos, felechos, etc., que tan facilmente crecen en este pais, para librarlas del diente dañador, segun ya proponia con empeño el ilustre Jovellanos en su Informe de ley agraria (págs. 25 y 52), y no se tema que un sistema de arbolado tan estenso llegue á empobrecer la composicion del ambiente de su ácido carbónico dejando un resíduo in- hábil para la vejetacion ulterior, porque tal temor desaparecerá con las demostraciones de hábiles esperimentadores, los que, y entre ellos el in- fatigable Liebig, han calculado que aunque este componente se halla en el aire en la proporcion de — en peso, el total del carbono atmosférico 1000 es de 1.400 billones de kilógramos, cantidad mayor que el de todas las plantas, hullas, antracitas y lignitos que se cree habrá en la superficie del globo; y si á esto aumentamos el existente en las aguas del mar y en combinacion, es motivo para calmar el ánimo mas meticuloso. Pero si esas cireunstancias son tan abonadas para la estension de la arboricultura, deber nuestro es advertir que es á la arboricultura de bosques, no á la de vergeles ó frutales. Ni podia ser otra cosa tampoco, teniendo en cuenta la constitucion atmosférica. ¿Cómo ha de ser á pro- pósito para beneficiarse en grande la fruta delicada en un distrito que, como en este, los calores del sol de verano se convierten en neblinas y lluvias, que lejos de ayudar los fenómenos de maturacion los retrasan y aun entorpecen? ¿Cómo esperar jugos sacarinos de unos frutos bañados en agua, y cuya planta madre es un higrómetro ad maximum? ¿Cómo esperar la duracion de una fruta (caso de no haber los inconvenientes antedichos) para su traslacion á mercados distantes, si su esceso de hu- medad la ha de hacer entrar en fermentación pútrida? Convengamos de buena fe en que la naturaleza imposibilita su ventajosa propagación; y TOMO 1.—PARTE 1. 9 66 si en regiones dadas, como algunas de la marina, ó en posesiones par- ticulares, ó en algun valle espuesto al S., se dan bien algunas especies que dejamos mencionadas, esto no constituye el abasto del mercado: son casos que como simple galantería del pais pueden encomiarse Ó tomarlos por pretesto de elegantes declamaciones de un discurso, mas no admitir- se como ley general de cultivo. Convengo en que no deberá destruirse el arbolado frutal donde le haya, porque al fin llena las necesidades del pais; pero entre esta limitacion y aconsejar su propagacion para establecer competencias hay una gran distencia, y no quisiera oir fallos ventajosos á este desarrollo, porque lo consideran imprudente los datos naturales que llevamos examinados en esta Memoria. El manzano, el avellano y el cerezo son las escepciones á tal consejo; pero escepciones que, lejos de destruir la regla general, la confirman mas y mas. La naturaleza de estos árboles, que quieren humedad, un clima benigno, una tierra arcillosa y poca in- tensidad de calor para llegar á madurar sus frutas, en fin, un todo que las hace formar parte de la region agrícola á que corresponde Asturias, nos manifiestan que deben propagarse aún mas de lo que se hallan, muy particularmente los dos primeros, por los rendimientos que dan y au- mento de que son susceptibles. Despues de los motivos espuestos, tanto en esta parte como en las anteriores, ¿habrá todavía quien se empeñe en hacer de Asturias un gra- nero y una huerta? ¿Habrá todavía quien roturando sin límite pruden- cial ataje las pendientes con miserables contenes para hacer producir ce- reales á un pais ingrato para tal rendimiento? ¿Será tal la ceguedad, que á una arboricultura provechosa se la sustituya con lastimosas siembras de maiz, escanda y trigo? Seguid, seguid en vuestro proyecto si quereis continuar en vuestro estado de miseria y desconsuelo; continuad tal obra, que ella os merecerá la justa reprobacion de vuestros sucesores. No abandoneis ese ruin camino, que él os conducirá á mayor espatriacion que la que estais viendo en vuestros hijos. Continuad con obstinación ese portentoso beneficio que os hace tributarios de sumas considerables de maderas que os empiezan á traer de fuera para vuestra naciente in- dustria. Pero si algo valen los datos científicos comprobados por la espe- riencia, estended la vista por esos montes espontáneos que poseeis, por 67 los estremos oriental y occidental de la provincia, y admirareis la vejetacion portentosa, que es en sí capaz de competir con las selvas mas ricas, y os están gritando, en el lenguaje mudo sí pero elocuente de la naturaleza, que los pongan en circunstancias ventajosas para su aprove- chamiento, estendiendo su propagación á lo mas accesible de vuestro in- terior y costa. Considerad tambien que aunque de efectos lentos, los re- sultados serán mas seguros y menores los sacrificios, y legareis á vues- tros hijos una riqueza inagotable, y con ella una gratitud de eterna me- moria. Puesta en tan buen camino vuestra produccion, entonces progre- sará vuestra decadente ganadería, y obteniendo con ella abundancia de estiércoles, entonces podreis hacer otros ensayos de plantas que han me- nester de mas sustancias amoniacales que las que tiene hoy el poco abo- no orgánico de que se puede disponer: porque habeis de tener en cuenta que todo cereal, para que dé un rendimiento considerable, ha menester muchas materias azoadas para formar su mas importante principio; ma- terias que no deben tener razonablemente otro origen en Asturias que el ganado, pues ni aun de las tempestades que, segun Liebig, las pres- tan al suelo en combinacion, hay que esperarlas por su poca frecuencia y limitada intensidad; comprobando estos juicios la escasez de plantas que, como la borraja, apio y otras, encierran esos elementos. Pero esos ensayos dejadlos para otra generacion, y en la nuestra contentémonos respecto á esto con atraer las industrias con las maderas y ganados, y con dar gracias á Dios por habernos puesto en vecindad con las llanuras de Campos, de Salamanca, etc., etc., que nos proporcionan trigo abun- dante y barato, sin tener que acudir como otros pueblos de Europa á los cosecheros de las vastas llanuras de Tchornoii-zem de la Rusia meridio- nal, de las de las costas de Marruecos, de las de los Estados Norte-ame - ricanos y demás lejanos centros productores. CULTIVO DEL ARBOLADO. A Hemos llegado al punto mas culminante de que hemos de ocuparnos, y por cierto el mas dificil de trazar, muy particularmente en este Princi- pado por la disposicion topográfica de su suelo, donde cada montaña ne- 68 cesitaria ser estudiada separadamente por las esposiciones diversas bajo que hay que considerarlas, y por las circunstancias propias que cada es- pecie de arbol reclama. Generalizar con estos elementos heterogéneos, además de ser un trabajo que no serviria sino de programa, sería una repeticion de lo que se debe esponer en el tratamiento de cada arbol, y por tanto á ellos de preferencia nos remitimos. Su repartimiento actual es muy caprichoso, pero en ciertas localida- des guarda alguna conformidad con la naturaleza de las especies; así es que las hayas y robles, en esos puntos, se hallan en las pendientes de las montañas; síguelos el castaño en orden descendente, y en los valles los nogales, manzanos y avellanos, siendo los alisos, abedules, fresnos y ála- mos los que limitan los arroyos, rios y zanjas. Los pinos se encuentran en las lomas de la costa en sitios aireados, como en los concejos de Santo Adriano, Avilés, Castropol, Luarca y Gijon, cuyo total número será de unos 6.000, y no de formas robustas. En estos últimos años se han sem- brado muchos piñones en varios concejos de la costa y entre el Navia y el Eo; y á pesar de lo poco á propósito que les son las condiciones natura- les de este pais, como dejo indicado, me ocuparé de ellos mas adelante, siquiera para combatir la porfía protectora á esta especie de ciertas per- sonas peritas en otros ramos. Con esta reseña quedan espresadas las especies que hemos de esponer. HAYA. (Fagus sylvatica, L.) Este arbol, alto, frondoso y corpulento, crece bien en las montañas por no necesitar mucha tierra vejetal, que es la condicion que ofrecen los declives mas elevados de Asturias; teniendo la ventaja de detener el detritus de las rocas, que con los despojos de la vejetacion forma una capa, en la cual crecen yerbas de prados espontáneos. Tampoco lo recha- zan los valles, pero su madera resulta floja y mas dispuesta á ventearse, si bien se eleva con mas rapidez. Esto se halla en conformidad con las observaciones higrométricas, que manifiestan haber mas humedad en es- tos puntos que en los primeros; y es ley constante que todo arbol que 69 crece con prontitud tiene su tejido menos denso que otro de medro in- verso, por cuya razon es preferible elegir los sitios primeramente cita- dos, lo cual permite destinar los parajes bajos á otras especies de árboles mas propios de ellos, como nogales, manzanos, etc. Su propagacion debe procurarse en la zona central inmediata á la cos- ta, y en la de la marina, puntos en donde deben acumularse las maderas, como tengo repetido, para la construccion naval y para la industria mi- nera, por hallarse la formacion carbonifera en estas regiones, donde se hallarán además resguardadas de los vientos E. y N. ÉE., que podrian, de otro modo, arrancarlas facilmente por tener unas raices superficiales. Hoy abunda en la cordillera principal de la zona central y en la parte orien- tal de la marítima, pero queda sin aprovechamiento por las dificultades de los trasportes, en razon á lo quebrado del terreno y falta de unos caminos, que solo son en la actualidad trochas peligrosas y querencias intransitables, Escojido, pues, el terreno, se labra con azadon ó fesoría para enter- rar las yerbas, ó bien se hacen hormigueros (borrones en el pais), si hu- biese rozo ó brezales en los sitios donde no ofrezca peligro de trasmitirse el fuego al arbolado, caseríos, etc. Al cabo de un año (por el mes de oc- tubre), se da una vuelta de arado, ó de azada si no puede emplearse el primero, lo que sucederá casi siempre; y recojida la semilla, de la que han despedido por el mes de agosto los árboles ya existentes, se siembra de asiento. Es preferible este procedimiento por lo mucho que padece el arbol si fuera de trasplante, y porque estando los sitios que le desti- namos en Asturias en puntos fragosos, sería muy costosa tal operacion, y sin la recompensa que exigia. Tambien ofrece ventaja la época señala- da para su siembra, porque no siendo intensos los frios, no impiden su germinacion en el invierno, asegurándose con sus raicillas para la prima- vera, que trae torrentes de agua, y que en otro caso arrastrarian la si- miente: su podredumbre tampoco hay que temerla antes de la germina- cion, pues se deslizará el agua por esos declives que les fijamos. El modo de sembrar la grana debe ser á puñado, y espesa. A puñado ó boleo, porque si fuese á marco real, ó en cualquiera otro modo de fila, nos esponíamos á que los muchos arvícolas y esciuros que inundan el 70 pais, luego que dieran con estas rectas, acabasen con un sembrado; y además, en tiempo de fuertes aguaceros se formarian grandes arroyadas que descarnarian el suelo, por mas precauciones que se tomasen sobre su direccion. Espesos, por defender para en adelante al arbol de los vientos; mas sin embargo, en lo sucesivo deben aclararse los que salgan, y po- darse en su crecimiento del modo siguiente. Siendo el objeto principal del beneficio de esta y otras maderas de monte el formar pies robustos y derechos, deberá á los cuatro ó cinco años de la siembra hacerse un clareo, si hubiesen nacido tantos que se ahogasen entre sí: se retuercen algunas ramillas laterales, que se corta- rán al año siguiente, pero con la mesura precisa para no dar lugar á que subiendo la sávia con gran violencia por falta de entretenimiento en el trayecto que recorre, alargue tanto el arbolillo que necesite un tutor que evite la torcedura del tronquito por el peso de su cima, operacion que siempre trae un aumento de gasto y pérdida de tiempo, aun en el caso de cumplirse satisfactoriamente la indicacion. Estas maniobras se deben repetir anualmente antes de la subida de la sávia, y á los 10 años debe estar ya formado el bosque. En este caso se hace una entresaca para Otras plantaciones, si sobran brazos, ó se ro- za para leña, ó para madera de tornero; se limpia el terreno, y á los 20 años se hace otra entresaca, cortando el tallar con las distancias necesa - rias en que los pies mas vigorosos hayan de quedar (unos cinco ó seis me- tros, área que por lo regular toma su ramaje en Asturias). Á estos se les separa algunas ramas primordiales para que acabe de crecer el tronco en su última edad. La época de la corta total ó arrasamiento de estos oquedales, en me- dio de que ofrece dificultades por la edad, hablando en general hay que observar que les llega en este pais de los 50 á los 60 años, en que se acopan, se amarillean muy pronto sus hojas (por el mes de setiembre), y se inutilizan algunas ramillas de las cogollas. Esta será, pues, la oca- sion oportuna para su tala, no debiendo preocupar la idea equivocada de estar en razon directa la consistencia de la madera con su mayor edad, porque si bien esto es aplicable hasta cierta época, si se les deja llegar á la decrepitud, su leño se desorganiza por la presion que hacen 74 sufrir sus capas á los vasos que las irrigaban y vivificaban. Una planta es un sér que tiene sus edades de incremento, equilibrio y decrepitud; todo lo que no sea mirarla bajo este aspecto fisiológico con todas sus deducciones, es caminar á ciegas y por puro empirismo. Pero ¿cuál será la estacion en que se deberán arrasar? No reproduciremos cuestion tan debatida, y en que tan encontradas opiniones figuran, acaso por querer generalizar demasiado; pero nosotros, adoptando la tan autorizada de Duhamel, y por haber observado en la corta de maderas de esta provin- cia por los meses de invierno, que despues se ventean menos que las de verano, adoptaremos esa estacion. Semejante práctica la apoya la teoría, pues retirada la sávia en la época aconsejada del sistema ascendente aéreo, se hacen mas compactas las capas leñosas por su retraimiento. Con estas salvaguardias de esperiencia y teoría quedamos autorizados para seguir tal marcha, por mas que entre los holandeses y en algun otro pueblo se adopte la opinion contraria, que bien examinada con conoci- miente de la localidad y Otras circunstancias en que se hallen, acaso no les quede eleccion, y hagan de la necesidad virtud. El arrasamiento debe ser descuajando, no tallando, pues habiendo de volver á sembrar el terreno despues de beneficiado á pastos por algun tiempo, si se dejasen las raices, sus brotes empobrecerian la tierra, sin mas resultado que quitar un lugar á gramíneas provechosas, y dar re- nuevos que no deben respetarse en pais que puede tener abundancia de fresnos y otros árboles que den maderas para aros de pipa, toneles, ete. Hay mas: es regla constante que (salvo el avellano) todo arbol proce= dente de semilla tiene mas medros, mejor direccion y madera que el de cepa ó retoño; y claro es que asi sucederá, pues por un lado las nuevas raices irán por puntos distintos que las que le antecedieron, y hallarán un terreno no esquilmado de su composicion química y orgánica, y por otro, la nueva planta, no teniendo los vicios que la anterior por sus muchos años, medrará lozana y robusta. A los instrumentos comunes (fesoria y azadon) empleados en esta operacion, podrian sustituirlos ventajosamente la máquina grubber, ¡n= ventada en los Estados-Unidos, que es muy preferible por su prontitud en obrar. 72 Siendo la propiedad mas importante de esta madera, así como la de todas, la poca propensión á la venteadura, que les hace tan apreciables por su testura igual y compacta, no debemos limitarnos á lo aconsejado para alcanzar tan recomendable cualidad, ínterin podamos echar mano de algun otro recurso. Y en efecto, no en vano se hacen esperiencias. Vitru- bio en su tratado de Arquitectura, Buffon en el libro IV de sus Obras completas, Duhamel en su Pratado del cuidado y aprovechamiento de los montes, y hoy todos los selvicultores, despues de sus repetidos esperi- mentos, recomiendan el descortezado del arbol en pie para darle mas con- sistencia y duracion. Adoptemos sin discusion este parecer, suficiente- mente garantido por la unanimidad de la opinion, y los principios de la fisiologia fitológica, mas no así respecto á la época de su ejecucion. En los meses del invierno tiene graves obstáculos en Asturias, porque si bien no son de temer los hielos, por ser la temperatura media de esta esta- cion +7" cents., tampoco es este calor suficiente para evaporar la hume- dad que se infiltraria en las primeras capas de albura, espuestas por ella á la podredumbre: no asi practicándose en el verano, pues siendo por un lado menores las lluvias y mas bajos los grados del higrómetro, y por otro una temperatura máxima de ++51* cents., se hallarán en circunstancias mas abonadas para su conservacion. El aprovechamiento de la madera de este árbol, además de la utilidad que presta para remos, tablazon y obras de escofina, como achicadores de barco, sillería, madreñas, horcates para el ganado de tiro, etc., tiene un gran objeto en este pais para la construccion de barriles y toneles, y es bien sabido que no será la pesca la que menos valdria á Asturias si estuviese mejor gobernada, no solamente la de agua salada sino la de rio, pues sus salmones, anguilas, tru- chas y lampreas tienen mucho precio en fresco y en tostado. Antes de haberse destruido los montes del litoral se esportaba para América y nuestra costa meridional por los puertos de Luarca y Rivadesella mucha madera preparada en duelas para este objeto. Sus virutas y astillas mejoran la sidra, que se echa en toneles que las contengan. La semilla de este árbol, llamado fabugo ó hayuco, es un buen alimento para el ganado de cerda: así es que, por regla general, con- 73 cejo de muchas hayas debe criar cerdos; y tanto es asi, cuanto que, como diremos mas adelante, en las mismas zonas, é inmediatamente por bajo en ciertas direcciones, se deben poner robledales, precepto que aproximadamente se cumple en el concejo de Luarca, y al que es debida la prosperidad que en él esperimenta el mencionado ganado. De esa semilla se estrae aceite, que sirve para la pintura y otros usos económicos, que han originado la esportacion de algunas cantida- des de esta provincia para Andalucía; debiéndose aumentar esta in- dustria, sustituyendo los morteros y fuerza de puños que se destinan hoy á su estraccion, igualmente que al de la nuez, por molinos ade- cuados á la práctica seguida en los lagares de Castilla, de lo que ya nos ofrece un ejemplo 1). Ramon Arias Cachero, del concejo de Aller, parroquia de Piñeras, en que es muy abundante el nogal; ó aún me- jor, con prensas de rosca, por su mayor sencillez y precision, como se practica en Marsella y Toscana, á lo que debe agregarse un esce- lente método de clarificacion, dejando el resíduo ó casca para cebo de cerdo. Con semejantes aparatos se estraerian tambien los aceites de linaza, de semilla de nabos, de cañamones y de avellana, si se esten- diese el cultivo en las proporciones que es de desear. ROBLE. (Quercus robur, L.) Este arbol se cria bien donde nace, y trasplantado no medra tan- to, no porque deje de ser susceptible de esta traslacion, sino porque requiere que se haga tal obra á los dos años antes que sus raices hayan tomado gran incremento; y como por un lado sería muy costo- so este trasporte para un gran número de individuos, y no siempre posible al que dirija un monte-por falta de brazos en el tiempo oportuno, y por otro está ya el arbolillo habituado á un terreno rico en humus, que no ha de tener en la montaña, por ambas razones es preferible la siembra de asiento. Sé que la ordenanza de montes dis- pone lo contrario; pero como opino con razones mas que con la au- TOMO J.—PARTE Ill. 10 74 toridad, por eso no la adopto, viendo en ella solamente la formacion de parterres, mas que los estensos robledales que pretendo. Para su propagacion se cojerá la bellota en sazon, y se sembrará por el mes de noviembre, preparando la tierra como para la haya, aunque algo mas profundamente, por exijirlo así la direccion de sus raices. Los cuidados ulteriores de clareos, entresacas, etc. , deben guiarlos los mismos principios sentados en el capítulo anterior. En las podas se consultará el objeto á que se destina la madera. De aque- lla que se deseen pies largos y derechos, se hace como para la haya, cortando algunas ramas interpoladas de las haldas; y si se quieren pa- los de figura, que tanto se utilizan en la construccion naval, y aun en algunos artículos de la civil, se cortan de la copa ó cogolla para violentar su direccion, comunmente recta; pero de ningun modo han de darse esos tercios bárbaros que acostumbran, dejando los troncos inservibles, é inútiles para otra cosa, en los casos mas favorables, que para tajos de carnicero, y su desmedrado ramaje para leña de horno; y en otros, no pudiendo cicatrizarse tan vastas heridas, se carcome la madera, y resultan huecos esparcidos que de nada sirven. Estos montes, por su mucha importancia, deben ser cerrados con mas solicitud que los de otras especies hasta que estén completa- mente formados, y puede hacerse muy económicamente con las zar- zas, sauco y mimbreras, tan fáciles de multiplicar en este pais; por- que siendo el ganado cabrío tan ávido de su hoja y los demás de su fruto, podrian destruir en un solo dia la obra de algunos años. Formado ya el robledal no hay que hacer otra cosa sino entre- sacar los pies que se necesiten, reponiéndolos si ya la naturaleza no ha aumentado convenientemente el número por la caida de la bello- ta. En ellos debe procurarse una limpieza general de las espesuras del suelo, pues deben ser oquedales, no mohedales, que favorecerian la propagacion de animales dañinos, y la de la yedra y líquenes, que la primera con sus ramas, y los segundos con sus cormus, sofocan al arbol y paralizan su circulacion. Si razon hubo al tratar de la haya para descortezarla en pie con objeto de mejorar su madera, aún hay otra mas en el roble. Su cor- 75 teza, reducida á casca ó taño, es el elemento del curtido por el mucho tanino que encierra; y teniendo este pais infinitas tenerías, es por demás encarecer su utilidad, lográndose por este medio que no se sa- crifiquen los plantíos en beneficio del interés individual, que es una de las principales causas de la decadencia de la selvicultura en As- turias. No son indiferentes las esposiciones del arbolado; las maderas y los frutos cambian de propiedades segun cuál de ellas sea. Las del Norte son de mejor disposicion y figura en las primeras, y menos sa- carinos los segundos. Las del Sur mas duras y compactas, y de fruta sabrosa. Las del Oeste, empapadas con la mucha humedad que trae en este pais el viento reinante de esta direccion, son mas blandas que las otras, y el fruto, poco bañado del sol por el corto tiempo que per- manece en este horizonte, no es influido lo bastante por su accion vi- vificante, y resulta insípido, ó inmaduro. Las del Oriente, poco es- puestas al calor por la misma causa que las del Occidente, no tiene éste mas intensidad que la precisa para evaporar el rocío, y quedan por consiguiente, en razon de la poca traspiracion, de cortas dimen- siones, aunque de mejor estructura que las espuestas al céfiro, y el fruto en consecuencia participa de estas desventajas. A juzgar por estos preceptos generales de la ciencia, parece que deberíamos acumular todas las siembras y plantíos en la direccion del Mediodía. Así sería si únicamente pretendiésemos una sola aplicacion de la madera; mas como ésta se ha de utilizar, no solo en las obras de astillero sino en la carpintería, fábricas, etc., etc., se hace preciso que tenga diferentes cualidades, segun su uso, y por consiguiente di- ferentes orientaciones. Si á estas exijencias de consumo se agrega la naturaleza de las especies, que unas rechazan lo que agrada á otras, se verá la necesidad, en el terreno de los prudentes dictámenes, de se- ñalar punto de residencia, fijar domicilio á los árboles, evitándoles de ese modo ese cosmopolitismo permitido por la indiscreta é ignorante tolerancia. Al roble, en el caso presente, deberá asignársele la parte del Norte por bajo de las hayas, siempre que se quieran esperar de él pies elevados, derechos y robustos, y al Sur si madera dura para la 76 marina; tal debe ser su situacion. Conocido es tambien que puede estar en los paseos y sitios bajos, donde su madera adquiere un tinte oscuro: dígalo sino la de las islas del Rin. No habrá inconveniente en esta propagacion, siempre que no pase de los límites de la pru- dencia para su aprovechamiento en la ebanistería ú otros usos de puro ornamento, pues su madera, aunque mas hermosa por su color, el esceso de humedad que absorvió la deja muy dispuesta á la podre- dumbre, y á ser atacada por el Ptinus pertinax y toda clase de po- lillas. Hemos dicho que debe estar esta especie por bajo de las hayas, y en efecto es así. Pero ¿cuál es la razon que puede haber para no po- nerse en sitios mas elevados? Fácilmente nos contestaremos teniendo presente que la capa de tierra vejetal escasea en tales puntos, y te- niendo el roble raices profundas, le sería imposible atravesar algunas rocas duras, como la caliza siluriána, que se encuentran en los corda- les; y como por otro lado las hayas marchan horizontalmente en la distribucion radicular, hé aqui esplicada la eleccion topográfica en tales especies, comprobándose de este modo la necesidad del estudio geognóstico en la agricultura. El roble, pues, debe empezar donde acaben las hayas en la esposicion N., siguiéndole el abedul, y esten- derse hasta las colinas en el S. para tocarse con los nogales. ¿Y cómo siendo tan á propósito el terreno de Asturias en los pun- tos marcados, y las influencias climográficas para el cultivo del roble, lo son tan poco para la encina, especie que tantas relaciones tiene con la anterior respecto á su foliacion, floracion, incremento, fructi- ficacion y germinacion, y que con el castaño y el manzano son los que mas caracterizan la region media botánica, particularmente la septentrional de las dos en que aquella se divide, á que corresponde Asturias? La ciencia no lo esplica satisfactoriamente, y sin embargo el hecho no es dudoso. La bellota de encina sí germina; el arbol cre- ce, pero no medra. El número de encinas en la provincia, á pesar de los ensayos que en otras épocas se hicieron, acaso no llegue á 4.000, y la mayor parte de ellas, limitadas al partido judicial de Belmonte, y no en el mejor estado, mientras que el roble es robusto, colosal, vol admira al viajero en su corpulencia y pintorescas formas. El citar el carbayo de Serin, el carbayin del Campo de San Francisco de Oviedo y el roble del monte de San Martin del Rey Aurelio, es mencionar otros muchos, comparables solamente con el negrillo del laberinto de Aranjuez, que prueban el desenvolvimiento de que son capaces en este suelo, y lo incierto que es por otra parte atenerse para las cortas á la edad del arbol, en vez de atender á sus signos de decadencia, que indudablemente les llega, pues no son inmortales, como decia muy for- malmente Dalechampio. Es indudable, volviendo á nuestro propósito, que por mas conexion que exista entre las especies y las longitudes y latitudes geográficas de los paises en que se hallan, cada una tie- ne su vida propia, su modo de ser, y una finalidad á que frecuente- mente no nos es dado alcanzar. En el caso presente, ¿consistirá en que la encina requiera ser influida mas perpendicular y directamente por los rayos solares que en lo que en Asturias acontece por las con- tinuadas nieblas? ¿O será porque en su alimentacion necesita una can- tidad de sílice en cierto estado, que este suelo no le puede prestar? ¿0 dependerá en fin de que sus hojas no tengan la accion fisiológica necesaria para absorver el ácido carbónico atmosférico, y la incorpo- racion á su leño del radical de este cuerpo binario? En el campo del raciocinio algo significan estas cuestiones; pero con su solucion nada ganaria la selvicultura, porque la esperiencia demuestra, y ha mani- festado desde los tiempos mas remotos, que no prosperan los encina- res: y si en ello obra la primera causa enunciada, queda irremedia- ble la modificacion del clima por la disposicion geográfico-geológica que tiene la provincia; y si la condicion necesaria fuese el tener su suelo una cantidad de sílice en estado naciente, tampoco se alcanza- ria por lo costoso de tal práctica; además que el modo de colocar en esa circunstancia á esa materia lapídea no pasa de ser una opinion, si recordamos lo que queda sentado acerca del mejoramiento y abo- nos de la tierra, por mas respetos que merezca su autor, á quien leo con entusiasmo; y últimamente, si consiste en la poca permeabi- lidad ó predisposicion de las boquillas absorventes á incorporarse el ácido carbónico, no nos es dable cambiar esa estructura singular. En- 78 medio, pues, de esta falta de razon para tal fenómeno, quédanos la satisfaccion en manifestar que la madera de nuestros robles, si bien no es para competir por su carbon con la de encina, ni da un fruto preferible, tiene la consistencia necesaria para la construccion naval y civil, á que se la destina, y con el fruto puede mantener algunos miles mas de cabezas de ganado de cerda que el que hoy nutre, sin que por eso se pretenda que supere en calidad á la sabrosa de Estre- madura, del Pardo y de los montes llamados del Duque, en la pro- vincia de Toledo. En algunos años se disminuye mucho la cosecha, debido á algunos aguaceros en la época de la floración, que arras- trando el polen de los estambres inhabilita la fecundacion y con ella la fructificacion; mas en las temporadas que esto sucediera, deberia sustituirse el cebo al ganado con el caput mortuum del fabuco, ó de la misma grana antes de ser estrujada, aunque fuera disminuyendo en semejantes años la cosecha de su aceite, en el caso de plantearse su estraccion, como dejo antedicho, ó bien de la hoja del abedul, ali- so, etc., etc., segun nos han enseñado los antiguos y hoy practican en Italia. CASTAÑO. (Fagus castanea, L.) El castaño es un arbol que tiene tres objetos en su aprovechamiento; uno para maderaje, otro para fruto, y otro, para mejorar el suelo con los despojos de sus anchas hojas, y poder servir con este beneficio de asiento á pastos naturales para todo ganado luego que se hallasen los castañales enteramente formados y erecidos. Cuando se le destine al primero debe cultivarse en la esposicion de Levante, por exijir cierta humedad que hallará en estos vientos para criar escelentes pies dere- chos que compitan con los del Jura francés, inmediatamente por bajo de las hayas, guardando la misma posicion relativa con éstas que el roble en la esposicion septentrional, pero no corriéndose á los llanos y sitios aguanosos, ya porque la escesiva humedad les es perjudicial, 79 ya porque el suelo, 4 medida que se acerca á la horizontal, no suele ser lo suelto que necesita este arbol. Si se le emplea para fruto se le espondrá al Sur, por necesitar la castaña, para adquirir suavidad y un gusto mas sacarino, la accion di- recta de los rayos solares desde que empieza á desarrollarse: consejo digno de seguirse en Asturias mas que en ningun otro pais, por las muchas nieblas que interceptan esta accion vivificante; y á su falta de observancia es á lo que se debe que tal fruto sea insipido, el antípo- da del sabroso de Lion, de Navarra y de Soria, pues se plantan hoy indistintamente en cualquier sitio, sirviendo solo de guia el capricho del propietario, y ocupando lo que debiera destinarse á otras planta- ciones. Para la siembra se elije la mejor castaña de las dos variedades co- nocidas en el pais, las llamadas Valdunas para los de fruto, y las Za- patonas para los de madera, y se adoptan los principios generales fi- jados en las especies anteriores, es decir, trabajar el terreno con un año de anticipacion, enterrando la broza y yerbas antes de estar en semilla para que no renazcan. Esta siembra no se hará en la época de la de los árboles descritos, sino por el mes de febrero, y para ello me fundo en lo tardía que es la foliacion en esta especie, que no apa- rece hasta últimos de mayo ó principios de junio en Asturias, y sería demasiada provocación el poner en la tierra una semilla con tantos meses de anticipacion, quedando espuesta á muchos accidentes, en los que no figura por poco la avidez del oso, que por un instinto ad- mirable ó una estrema agudeza de su olfato, las descubre de entre la tierra. Dispuesto todo así convenientemente, se ponen las castañas de dos en dos á distancia de 8 decímetros (cerca de 3 pies), pasando despues la grada para cubrirlas de tierra. De los que nazcan se en- tresacan anualmente los menos medrados, dejando mas claros que para el roble y la haya, por abrir mas el ramaje que en estas especies; así que deben quedar á los diez años 4 metros uno de otro, y unos 54 metros los ingertos, por beneficiarse mejor el fruto y no necesitar elevarse tanto; y el duplo á los treinta años. Los pies entresacados pueden ya plantarse en otro sitio, en cuyo caso se hacen hoyas pro- 80 fundas de 8 á 11 decímetros (3 4 4 pies), y de 144 17 (546 pies) de ancho para favorecer la estension de las raices; se estercolan en este caso, muy especialmente los de fruto, ó ya se destinan para aros de pipas, ete., etc. Los cuidados ulteriores serán los generales descritos, y procuran- do despuntar las ramas madres, pues tienen tal tendencia á echar el fruto en las estremidades, que con su peso las hacen tomar ángulos casi rectos y aun inversos, con cuyas inventiladas sombras perjudican á las plantas subyacentes; mas no se han de hacer esas mutilaciones que convierten las copas en matorrales, y dejan al arbol achaparrado, y con tanto nudo y caries que le inhabilitan para un uso beneficioso. La corta debe hacerse cuando el arbol se acopa por tomar las ramas una direccion próxima á la horizontal, formando ángulos de 60 4 80”, y secarse algunas; época necesaria para el completo desar- rollo y perfeccion de la madera, empleando ésta para edificios, enti- llado, muebles ordinarios y todo destino que esté fuera del agua, es decir, lo contrario de la del roble y haya. El castaño para fruto requiere alguna otra esplicacion que paso á manifestar, pues si interés ofrece el de madera no es menor este otro, porque la castaña, ya verde ya mayuca (pilonga), sirve de ali- mento á gran parte de las familias pobres; y aunque su uso debe dis- minuir por ser ella causa de muchas indigestiones, 4 medida que se aumente el cultivo de la patata ó ya de la pataca, como sentamos an- teriormente, bueno es que se tenga este recurso mas, toda vez que están habituados á él los naturales, y que sirve de escelente cebo al ganado de cerda, con cuyo auxilio no se cuenta hoy, y que puede subvenir á las malas cosechas de bellota y fabugo. El suelo de su asiento exije una vuelta de arado ó de azada anual - mente (por abril), si se quiere buena y crecida castaña, para per- mitir libre paso á los detritus vejetales y animales de que ha de for- marse la buena sávia que alimente fruta tan abundante en principios azoados. El ingerto se practicará cuando el pie sea del grueso de 5 centí- metros (2 pulgadas próximamente), siendo preferible el de pua por su 81 sencillez, y antes de la foliacion por razones que todos conocen, sa- cándose esta pua de un renuevo de otro ingerto el año anterior. La recoleccion de la castaña debe seguirse practicando del modo que hoy se hace. Así que empieza á caer por octubre, se sacude el ramaje para desprenderlas con varas largas de avellano; no pudiéndose abandonar tal operacion á la naturaleza, porque se espondria el cose- chero á perder este producto, unas veces por la podredumbre sufrida en la espera de la seca de sus pedúnculos, y otras por el diente des- tructor de los numerosos arvícolas, ardillas, tejones y osos. Si se lo- grase desterrar estas plagas de alimañas por medio de la libertad que deberia haber en el uso de armas de caza y buenos premios para su destruccion, es indudable que en los otoños secos se preferiria re- cojerlas del suelo, pues no dejan de padecer los ramajes con el va- reo. El modo de quitarlas el erizo tampoco debe variarse de como se ejecuta, que consiste en ponerlas en corros ó montones (por ocho dias) cubiertos con césped y piedras, y la ligera fermentacion que se esperimenta en este tiempo favorece el separarle con las morgazas ó tenazas de madera, ó ya se esvillan á garabato (1) si el tiempo fuera muy lluvioso. Para secarlas se colocan en el sardo ó cievo, bastando esto para que salten sus cubiertas y acaben de orearse. La madera de este arbol injerto, ora cuando sea tan viejo que no dé fruto, ora del ramaje seco, debe destinarse á combustible, pues es poco á propósito para construccion por su falta de tersura, por lo encontrado de sus fibras, que levantan astillas con facilidad, y por su fragilidad: estructura que guarda la mayor relacion con la teoría de injertos de Duhamel y de Link. No obstante, habiendo escasez de ma- deras, puede emplearse en piezas que no reciban la accion del agua ni del sol. (1) Esta operacion consiste en quitar los erizos de las castañas por medio del gara- bato de madera ó de hierro sin formar antes corros, y la practican si el tiempo es muy lluvioso, ó ya principalmente por el temor á la rapiña de gentes poco respetuosas de la propiedad agena. TOMO [.—PARTE 11. 11 NOGAL. (Juglans regia, L.) Sin entrar á hacer la historia interesante de este hermoso arbol, procedente de la Persia segun Plinio, de donde pasara á Grecia, des- pues á Europa, y á España en el primer tercio del siglo último an- terior á la era cristiana, como asientan otros escritores, es uno de los mas connaturalizados en Asturias, por la gran relacion de las condi- ciones de su existencia con este suelo y clima, muy particularmente en la zona del litoral y la parte de la central que la linda, pues hay que tener presente que es originario de pais cálido, aunque la serie de los siglos haya cambiado en parte su predisposicion. Él apetece la humedad, y Asturias le ofrece 190 á 192 centímetros de agua anual, y 96 4 97” en máxima y 76 4 80” de mínima del higrómetro de Saussure; no tolera en nuestra época el calor escesivo ni el mucho frio, y nuestra temperatura media es de +13 4 +15, la máxima +51” y la mínima +10; quiere suelo de suaves pendientes ó lla- nos, y hasta ahora ningun otro arbol de los que llevamos recorridos le estorba, ni le disputarán el lugar los que le siguen, adjudicándole las direcciones de E. y S. en ese nivel; demanda un suelo suelto, y podemos recordar lo que dijimos en la parte geognóstica, que el sub- suelo de la zona marítima, particularmente de las pequeñas colinas y llanos, y gran parte de la central, era de arenas poco cementadas. Condiciones tan satisfechas bien merecen ocuparse de un arbol que, por otro lado, es de lo mas útil, al paso que por la dureza de su leño y susceptibilidad en tomar un hermoso pulimento, le hace muy apre- ciable para mueblaje fino, para utensilios de gran resistencia, como Cureñas, cajas de fusil, timones, etc. , y que sus raices sirven para embutidos de ebanistería por lo caprichoso de sus veteados, y para la tintorería por su materia colorante; su fruto es delicioso al paladar, y 83 bien conocido lo provechoso del aceite que de él se estrae con destino á la pintura, imprenta y otros usos económicos. Debemos reconocer, sin embargo, que no en todos los sitios que le señalamos hallará fertil suelo por la abundancia de tierra vejetal. Mas por tener esta poco espesor en no cortas estensiones, ¿habremos de re- nunciar á su cultivo? No, porque la falta de este arbol en los parages en que por lo costoso del abono sea irremediable en muchos miles de pies, puede compensar obligando á todo casero (arrendatario) ó propie- tario, si lleva sus bienes, á que plante á las orillas de sus prados ó pre- dios 20 6 50 nogales cuando menos, una mitad para madera y otra para fruto, dejándoles el usufructo, con la reserva á la Hacienda del de- recho de adquirirlos por un precio módico para sus manufacturas, y siendo reemplazados á su corta. De este modo, calculando que haya en Asturias 80.000 familias, resultará una data de dos millones y me- dio de pies de nogal, guarismo suficiente para surtir las Reales fá- bricas de Trubia y demás del reino, y de madera para los otros usos á que se destina, quedando una utilidad ventajosa al labrador que los cultivara, pues rendiria anualmente algunos capitales de nuez, sin que por eso perjudicara á sus otras plantas, por ir las raices de aque- llos á buscar su sustento muy profundamente. Este consejo no es sino la reproduccion de lo que encarecia el asturiano D. José Antonio Sam- pil en su libro del Jardinero instruido, movido por los felices resul- tados debidos á práctica semejante en otra clase de árboles por los tártaros del Dagostan. Hecha, pues, la salvedad anterior, remediada en nuestro concepto por lo propuesto, empecemos á dar otros detalles. Para las consideraciones de siembra y cultivo es de necesidad mi- rar á este arbol del modo que á la especie anterior, es decir, ó que se destina á madera de construccion ó á fruto. En el primer caso se escojen las nueces grandes, de costillas y anfractuosidades rudas, que son las que dan mejor y mas robusta madera, y se guardan entre arena hasta febrero. En este mes se siembran de asiento, removiendo el suelo profundamente en el sitio de su postura, además de haber hecho otro tanto en todo el suelo con unos meses de anticipacion, como dejo 84 dicho en los artículos anteriores, para que su radícula, 4 medida que va tomando el caracter de raiz, no se encuentre contrariada en su descenso, porque es una condicion necesaria para incremento del tronco “que el sis- tema descendente no sufra en su natural direccion.” Este precepto está muy en conformidad con las leyes de nutricion, pues de otro modo echa- ria muchas raicillas, la absorcion de sus esponjiolas se aumentaria, y en su consecuencia el arbol se haria prematuro, arrojaria muchas y vigoro- sas ramas laterales á espensas del eje principal, y su madera no tendria la consistencia que de hecho le corresponde, no acelerando por este me- dio su existencia. No acepto en la siembra de asiento de esta especie la regla general admitida, que todo arbol de fruto de cáscara dura ó de al- mendra haya de sembrarse por noviembre, siempre que no se tema un crudo invierno, para que humedeciéndose con tiempo abra su endocar- po y se desenvuelva el cuerpo embrional en la primavera; no porque se esperen grandes hielos en Asturias, lo que ya tengo dicho que no sucede, sino porque siendo su foliacion algo tarda (á fines del mes de abril), no escaseando la humedad para tener que aprovechar la de invierno, y ser muy espuesto el abandono de la nuez á merced de los tejones, topos y osos en una época en que no suelen estar muy ahitos, bay razones sufi- cientes para colocar este arbol en condiciones análogas á las del anterior. En su consecuencia se siembran las nueces; se ponen por febrero de tres en tres y á distancia de un metro; se recubren con la grada ó 4 mano con unos cinco centímetros de tierra para que no sean sofocadas con otro mayor espesor, no empleando mucho tiempo en que el vértice del fruto mire al horizonte, porque la tendencia de la plúmula, luego que ger- mine, la hará elevarse á buscar la luz por mas que lo contraríe la falta de trabajo en este esmero, y cuyas pruebas nadie puede hoy refutar con verdad, despues de los esperimentos de los célebres fisiólogos Knight, De-Candolle (Augusto), y otros. Al año siguiente se entresacan los muy acumulados, y se reponen en los sitios en que haya grandes claros por haberse perdido la semilla, ó haber sido comida por los roedores y las aves frugívoras (el cuervo, corneja y el grajo, tan copiosísimos en este pais), y los que sobren se destinan para arbol de fruto con preferencia á la formacion de noguerales de madera, por acelerarse la vejetacion con 85 estos trasplantes, cosa que debe evitarse en arbol destinado á este último uso. En los años sucesivos se deben ir haciendo entresacas del modo que para el castaño y con la misma espaciacion. Con tal sistema, rara vez se necesitará de la poda para robustecer el tronco del arbol; pero tanto con el objeto de darle mayor elevación, cuan- to y principalmente por quitar todo motivo de prevencion contra él, se le tallarán las ramas mas bajas para dejarle una copa alta, no omitiendo el cubrir las heridas con el ungúento de ingeridores, por la propensión á la caries en un clima tan lluvioso como Asturias. Para el nogal destinado á fruto pueden aprovecharse, como acaba- mos de decir, los pies de la entresaca de los de bosque; pero será mucho mejor hacer semilleros con la nuez de cáscara fragil y de almendra muy jugosa, poniéndolas con dos decímetros de distancia recíproca con mucha arena en cajones ó tinas, si es factible, para preservarlas de la voracidad de algunos animales, y si nó en cuadros rodeados de plantas de sahuco y de ajos, por ser sus emanaciones oloríficas una buena profilaxis del mayor enemigo, que es el topo. Tomadas estas precauciones no hay inconve- niente en entrar en la regla general, que no admitimos para los de asiento. Por el mes de febrero las nuevas plantitas se trasladan á almácigas (pevidales), dejándolas de 11 á 14 decímetros (4 á 5 pies) de distan- cia recíproca; y cortándoles al cabo de un lustro la estremidad de la raiz central, asi como á los procedentes del clareo, se colocan en el lugar que han de quedar. El injerto puede y debe omitirse, porque quita las buenas cualida- des á la madera, que es el fin mas importante que debe guiar en el cul- tivo de este arbol, porque lleva mucho tiempo, se pierden muchos pies, y porque sin él produce un fruto de escelentes cualidades y abundancia de aceite, con la operacion mencionada de acortar las creces de la raiz madre: única escepcion que creo debe hacerse de este arbol, consultan- do la simultaneidad en el aprovechamiento de madera y fruto, muy par- ticularmente el de este. En los 16 á 20 años consecutivos se le quita la madera muerta y las ramillas que se inclinen, ya para evitar el peso que con sus frutos 86 gravitaría sobre las ramas principales esponiéndolas á rasgaduras, ya im- pidiendo que con su demasiada estension perjudiquen la vejetacion de las plantas de pasto y otros vejetales que haya en su proximidad, sin lograr por eso mas fruto, pues la nuez muy cercana al suelo es presa de los ganados; y, finalmente, tambien se harán desaparecer las ramas que se crucen, 0 que tengan otras direcciones viciosas. Llegados á su estado de mas vigor, tanto los de asiento como los de trasplante, se procede á su corta del modo aconsejado para las hayas, descortezándolos con dos años de anticipo, no porque esta madera tenga como la de aquella tendencia á ventearse, sino porque gana en consisten- cia. Esta medida es general á todo árbol que se destine á construccio- nes, mucho mas necesaria en todo clima lluvioso, como es el del pais de que me ocupo, y apoyado aún mas en el destino de la corteza para casca, proporcionando de este modo que tengan en las tenerías existencias su- ficientes para que no destruyan los árboles jóvenes, como acontece hoy, lo que es, sin que me canse de repetirlo, una de las mas poderosas cau- sas, en union con la de la opinion pública, que influyen en la decadencia del arbolado de esta provincia. El modo de recojer el fruto se refiere en un todo al del castaño, pues si bien sería preferible tomarle á mano para no lastimar las ramas, y no desprender la hoja que sirve como medio atractivo de la sávia para crear los ojos del año siguiente, se evita en gran parte haciendo el vareo suavemente, y del otro modo sería muy costoso y dificilísimo para la nuez de las ramas mas endebles y esteriores, que es donde precisa- mente carga mas. El aguardar á que se desprendan del arbol, ya dijimos en cl artículo del castaño las contras que tiene en Asturias tal método de espectacion. Respecto á su seca nada hay que añadir á lo dicho en la de la castaña; asi como tampoco de la estraccion de su aceite, despues de lo referido al hablar de la baya. Hecha la historia agrícola de este árbol, examinemos ahora si es le- gítima la guerra ó especie de cruzada que hay levantada contra él. Sabido es que en algunos concejos de Asturias, que ya senaló el Dr. D. Gaspar Casal en su libro de este Principado, se padece endémi- camente el bocio, enfermedad que, si bien en lo general no altera las fun- 87 ciones tanto de la vida orgánica como de las de relacion, hay casos en los que es tal el desarrollo de estos tumores, que llegan por su volumen á comprimir los vasos sanguíneos que pasan por el cuello, y de aqui las apoplegías, aneurismas, etc., etc.; y tal cual vez sufren degeneraciones escirrosas, siendo el resultado no menos fatal, aunque de mas espera. Pues esta dolencia es comun atribuirla al uso del agua que corre por sitios en que se encuentran nogales. Semejante supuesto ¿podrá ser ve- rídico? La comparacion lo desecha. Abundan los nogales en los concejos de Piloña, Grado y Aller, y los hubo en Trubia hasta que han desapare- cido en estos últimos años para la fabricacion de cajas de fusil, sin que en tales puntos se conozca esa enfermedad, y sí en Mieres, la Pola de Lena y Arenas, donde son muy raros esos árboles. La Olmeda, Valfer- moso, Miralrio y otros pueblos de la Alcarria, abundantes en nuez, cuyo consumo principal se hace en Madrid, no han conocido jamás esos infar- tos, y todo lo contrario acaece en algunos valles de las Provincias Vascon- gadas. En el siglo último se atribuia por las gentes del vulgo esa enfer- medad á los trabajos y fatigas que consigo traian las monterías ó batidas que en persecución de las alimañas y fieras se ordenaban por las justi- cias. Desapareció esta costumbre, que la llevaban á mal los tributarios de ella, y tomando despues algun desarrollo el beneficio del cinabrio, hubo hasta asonadas ó pronunciamientos, como llaman hoy á los moti- nes, contra tal industria, por suponerla nociva á la salud. Calmada la ansiedad se volvió la opinion contra los nogales, y sabe Dios á dónde irá á parar mas adelante. Otras son las causas de esa hipertrofia: el ha- bitar los que la padecen en parages sombríos y encharcados, donde el sol aparece en su reducido horizonte á las 10 de la mañana para desapare- cer á las 3 de la tarde; el cargarse á la cabeza pesos enormes, que com- primiendo el cuerpo tiroideo, las parótidas, las submaxilares y los gán- glios linfáticos de la region cervical anterior y laterales, causen una irritacion latente que hace tomar á todos ó á algunos de estos órganos creces enormes; la alimentacion con pan sin levadura, de pocas ó nin- gunas carnes, ó á lo mas de la de cerdo, cuyo abuso es tan perju- dicial que hace recordar un gran precepto que no es de este lugar emi- tir; la bebida de aguas poco aireadas, ya por tomarlas de puntos in- 88 mediatos al de su descenso de la atmósfera ó del deshielo de las nie- ves (1), y, en fin, otras causas que solo al médico toca examinar. ¿Y no será mas prudente atribuir esos bocios á la simultaneidad de los móvi- les indicados, que á la influencia de la raiz de los nogales? No desecho enteramente la idea de que pueda esta especie vejetal tener alguna exha- lacion invisible; pero un supuesto tan hipotético y las Otras causas tan efectivas, ¿no motivan rechazar tal acusacion? Confieso ingénuamente que me siento dispuesto 4 adherirme á los dichos del pueblo siempre que en el campo científico pueda darles alguna significacion favorable; pero en el caso presente no puedo ser docil á esa persecucion. Mas no para en esto la aversion, sino que se atribuye á la sombra de su copa una influencia perniciosa, y que su ramaje es el que atrae rayos y centellas. En lo primero convengo si no se cambia el sistema de cultivo, pues desprendiendo las hojas un olor fuerte por el mucho aceite esencial que contienen y no poco ácido carbónico, y no podando el arbol bajo las reglas establecidas, se forma bajo de su hueco ramaje una at- mósfera que no se renueva por lo mucho que caen las ramas, y el des- cuidado que duerme á su sombra sufre en su respiracion la falta de proporciones que debe tener el aire que mantenga la accion fisiológica del pulmon; pero hágase que haya la ventilacion necesaria en tales sitios, de- jando el ramaje alto, y de tal modo dispuesto que nunca formen ángulos de mas de 60", y desaparecerá tal motivo de prevencion. La atraccion que tiene para los meteoros ígneos tambien es cierta, esplicándose por la humedad de que se carga el arbol durante la tem- pestad, y sabiendo que ella es un buen conductor de la electricidad des- componiendo la de la nube y prestándola otra de igual naturaleza, de cuyo choque resulta el rayo; pero esto es poco temible en este suelo, en atencion: 1.” á que son poco frecuentes las tormentas; y 2.” á que las que se forman son de invierno, y las cúspides de las montañas hacen las veces de aquella en este caso, evitando que obre la cima de tal árbol (1) Véase la Memoria de Mr. Marchand de las aguas potables y su influencia en el desarrollo endémico del bocio, leida el 2 de febrero de 1852 á la Academia de Medicina de París. 89 por encontrarse muy bajo, segun aconsejo anteriormente que deben ha- llarse. Finalmente, la accion perturbadora que tambien se dice ejerce en las otras plantas, desaparecerá dirigiendo bien la poda, y orientándole al E., y preferentemente, para apartar todo escrúpulo, al S., pues la accion vi- vificante del sol quitará todo recelo, elevando esa emanación, y convir- tiéndola en un suave aroma que agrade al que le aspire. Y si aún se exije mas seguridad, puede suprimirse su propagacion en los valles poco soleados, para los que pueden reservarse los álamos y todo arbol de ma- dera blanda. Tales son las medidas que creo deben tomarse para calmar la pre- vencion contra el nogal. Bien conozco que no bastan los mayores esfuer- zos para apartar las preocupaciones motivadas probablemente por el es- píritu sustitutivo de especies de plantas. La ciencia no alcanza á esa al- tura, pero sí duele al amante de su pais que un arbol tan provechoso como es el de que tratamos, se le reemplace con olmos, álamos, fresnos, y tambien las imprescindibles acacias y robinias de nuestros arbolistas modernos, cuya influencia va estendiéndose por Asturias: árboles que si el deseo de atraer humedad, ó de animar paseos que cuentan con escasez de aguas, los reclaman algunas capitales de España, á nada de esto hay que atender en la provincia de Oviedo, sino al producto que pueden dar para ayudar á sostener una poblacion numerosa, retrayendo á sus mora- dores de la emigracion. FRESNO. (Fraxinus excelsior, L.) Este arbol tiene una madera de menos aprecio que la de los anterio- res, ya por la blandura de su tejido, ya por su propensión á apolillarse, como sucede á todas las de testura floja, ó á las criadas con esceso de agua por exijirlo así sus condiciones vitales. Mas, sin embargo, como sus cañas se destinan para rayos de ruedas, varas de carruajes, sillas, y aros de cuba, de cribas y arneros, etc., etc., pueden conservarse y reponerse sucesivamente los existentes en las márgenes de los rios y arroyos, alter- nando con los alisos, como diremos en otro lugar, para sombrear al mis- TOMO 1.—PARTE 1. 12 90 mo tiempo estas aguas, y mantener la frescura que en el tiempo de la canícula busca la pesca. La siembra debe hacerse de asiento por el mes de noviembre, siempre que sea en ribazos que eviten los arrastres de la semilla por las aveni- das, y por febrero en caso opuesto, sin que corra peligro en uno y otro caso de ser comida la grana por los ratones, limazas, etc., por no apete- cerla. Tambien pueden reproducirse por trasplante de los renuevos que arrojan las raices de los adultos, en cuyo caso se ponen un mes antes de la época de su foliacion, que acaece á principios de abril. Su cultivo debe reducirse á quitar de las haldas sucesiva y alternati- vamente algunas ramas, conservando las de la copa si se desean mejores pies y mas elasticidad en la madera. Los tercios y desmoches que están tan en uso en el pais deben desterrarse por completo, pues disponen al árbol á dar unas ramas que solo sirven para trallas, y al tronco escres- cencias y verrugas por el acumulo de la sávia. NEGRILLO. (Ulmus campestris, L.) Esta especie, conocida por el vulgo con la variedad de nombres de olmo, álamo negro, negrillo, etc., y que tan bien se da en Asturias por la mucha humedad, puede ponerse á las orillas de los caminos y paseos públicos, ya trasplantándola de un vivero donde se puso de semilla por setiembre del año anterior, ya de los escasos renuevos que brotan de sus raices; siendo preferible el primer método, por acomodarle la regla gene- ral de que “arbol procedente de semilla da mejor madera;” y no aconse- jamos que sea de asiento, porque en Asturias no hay necesidad de él (si se multiplican las otras especies que llevamos descritas), y porque no exije grandes gastos su semillero y almáciga en las poblaciones principa- les, quitando tal cuidado al aldeano, por no convenir que ocupe un tiempo precioso en un árbol euyas raices horizontales y superficiales han de es- quilmar sus tierras. Resérvese muy enhorabuena con gran estension para las provincias que hayan menester de grandes sombras, y no pue- den obtenerlas de otro modo, que en esta no las pretendemos. 91 Lo que acabamos de decir de este árbol respecto á la conveniencia de su multiplicacion, es aplicable 4 los álamos blanco (Populus alba, L.), negro (P. nigra, L.), temblon (P. tremula, L. ), y otros, los que deben solo limitarse á los sitios pantanosos de algunos valles, por contribuir á hacer desaparecer estos focos de intermitentes epidémicas; se reemplazan de estaca (4 los 30 años), y se economiza la poda cuanto sea posible, pues está probado que por mas esmero que se ponga en los cortes, crian en este suelo mas que en ningun otro, por la flojedad de su ma- dera, escrescencias, les sobrevienen caries, y el arbol queda inservible para cualquier uso de alguna importancia. ABEDUL. /Betula alba, L£.) Este árbol se da perfectamente en los valles mas hondos de Asturias, y en las pendientes de la esposicion occidental de las montañas; y aun- que hoy no se le destina á un objeto determinado, sería oportuna su pro- pagacion, pues, como diremos, puede rendir grandes utilidades por la variedad de su aprovechamiento. Como requiere humedad y poco sol, se pondrá en los sitios acabados de mencionar, destinándole los puntos que menos se presten á otro culti- vo, porque necesitando poca tierra vejetal, no quitará lugar á otras plantas útiles. Esto sucede en los declives de las montañas, donde se interpolan con algunos robles y castaños destinados á leña. El modo de propagarlos consiste en ponerlos de estaca ó de tras- plante (por febrero) de un semillero hecho dos años antes, situándose de dos á tres metros de distancia recíproca, y á tres decímetros de profundi- dad. Teniendo en cuenta su estructura floja, como la de todo arbol que requiere mucha humedad en su incremento, no exije otra poda ulterior que la general para formar pies derechos y vigorosos. Las utilidades que presta este arbol son varias. Su corteza sirve para curtir pieles pequeñas, por ejemplo las del ganado lanar y cabrío, de tejon, de garduña, de meloncillo, de marta, de zorra, de robezo ó gardu- ña, y otras de que se hace acopio en Oviedo para enviar á París, y 99 para dar á las baquetas el olor especial que tienen los llamados cueros de Rusia. Su madera con la corteza se aplica á entibaciones de mina y otros destinos en que se necesite resistencia á la humedad, utilidad que debe tenerse en cuenta para reservarse el roble á la construccion naval. Su hoja, además de dar un tinte amarillo-rojizo por la coccion, es un escelente alimento para el ganado, y pudiera suplir la escasez de heno en los años malos; no olvidando este aprovechamiento en Asturias, que está llamado á ser el primer pueblo ganadero. Y por último, de sus flores se saca cera; y de su sávia, preparada convenientemente, un vino blanco espumoso, que sería muy del caso ensayar su estraccion, ya solo, ya mezclado con la sidra, para ver si se podia estorbar la importacion del vino blanco y tinto, que tantos miles de duros cuestan á este pais. ALISO. (Betula alnus, L.) En los puntos donde se cultiva el fresno debe ponerse esta especie (mero) en mucho mas número en la esposicion occidental, por ser el árbol mas acuático de este clima. Su propagacion es ventajosísima, por ser su madera bastante resistente para entibaciones y acodalamientos de pozos y galerías de minas, y su corteza tiene algun tanino, que puede ser ventajoso para la tintorería; aprovechamientos muy dignos de tenerse en cuenta en un pais donde su riqueza oritognóstica reclama la industria minera, y sus saltos de agua la fabril. Su multiplicación debe hacerse de estaca en el mes de febrero, te- niendo éstas 11 decímetros de largo, y haciéndolas enterrar hasta su mitad para que arraiguen mejor. El modo de proporcionarse buen nú- mero de ellas consiste en enterrar hasta unos 14 centímetros (unas 6 pul- gadas) por la misma época varas de 25 4 28 centímetros, de cuyos bo- tones saldrán brotes que pueden trasplantarse á los tres años. ste mé- todo no tiene contra-indicacion en Asturias, no introduciéndolas á mayor profundidad que la señalada, pues siendo la temperatura media de ve- rano +18”, hallándose quebradas las vibraciones solares por una at- mósfera nebulosa, y marcando el higrómetro S0” á 81” en esta estacion, 95 no hay peligro de que se sequen. Al año de trasplante se entresacan, de- jando los mas robustos. PINOS. En otro lugar prometimos ocuparnos de este arbol, siquiera para combatir el vano empeño de algunas pocas personas, que pretenden establecer muchos pinares en Asturias; y es llegado el momento de cumplirlo. ¿Cuáles son, pues, las condiciones que requiere el pino para lle- gar á las formas que reclama la obtencion de pies vigorosos para ar- boladuras, de vigas y tablas para la arquitectura civil, y de buena re- sina para los usos industriales á que se destina? No es fácil satisfacer de un modo general con bastante exactitud á esta pregunta, porque si bien demandan en comun (despues del examen de las observacio- nes de los puntos mas favorecidos en esta vejetacion) una latitud geo- gráfica de 40 á 60”, y aun alguno, como el Pinus Coulteri, 36”, y un suelo suelto y profundo, exijen, segun las especies, otros pormenores que pasamos á detallar para las mas principales. El Pino comun (Pinus sylvestris, L.), llamado tambien pino de Escocia por los ingleses, pino de Riga (por el comercio que de él se hace en las provincias limítrofes á esta ciudad de la Rusia europea), daille de los suizos, pino de Rusia ó del Norte (cuyos nombres cons- tituyen otras tantas variedades de localidad), necesita una altura ba- rométrica de 400 á 500 metros por cima del nivel del mar, una la- titud de 48 á 60”, y un terreno fresco, pero no demasiado húmedo, circunstancias que concurren en el Norte de Escocia, en cuyos pun- tos se marca, segun el profesor Kaemtz, de 55 á 58” de latitud sep- tentrional, de 51” en los montes de la Westfalia, y de 58 á 60” en algunos otros de Suecia, por ejemplo Upsal, ciudad tan célebre por ser patria del mineralogista Bergman, y haber sido el teatro de las primeras y mas importantes glorias científicas del eminentísimo Carlos Linneo. En todas estas localidades prospera el pino de que nos ocu- 94 pamos, y se hallan además á la elevacion barométrica que les corres- ponde. En los parajes de la Rusia y de la Polonia que mas en rela- cion están con estos, tambien se hace gran comercio, y se destinan por su escelente madera dura y flexible, elevacion de los pies y propor- cion de sus capas, á las grandes arboladuras; y aun en Prusia no se conoce otra especie mas que esta. Por cima de la altura métrica señalada no se dan tan magestuosos, ni aun en los sitios que les son mas favorables. ¿Dependerá en que el suelo y su lecho no tengan la profundidad necesaria? ¿O acaso en que el peso de la nieve y de las escarchas, mucho mas abundantes y permanentes á mayor nivel, como es consiguiente, deteniéndose en su hoja anchita y persistente, le quite los medros, rompiéndole algunas ramas ó interponiendo la subida de la sávia? Pero si obra alguna de estas causas, 0 ambas á la vez, ¿cómo es que á una mitad de esa ele- vacion se produce el mismo efecto? El hecho, no obstante, es cierto, como nos lo aseguran los concienzudos Sres. Bravais y Martins en la Memoria que ad hoc han publicado. No veo en ello sino una finalidad que no me es dado alcanzar por ahora. Si en su propio pais es tan exijente con las condiciones que de- manda, ¿cuánto mas no será á otras distancias del polo? En efecto; los que se ven en las llanuras del Rin, en el bosque de Fontaine- bleau, en las inmediaciones de Londres, en la costa de Asturias y en la de Galicia, ni tienen una latitud correspondiente, ni una altura barométrica que pase de 63 metros, y con ello coincide una madera que no puede competir con la del Norte ni en calidad ni en propor- ciones. Los que se hallan en las laderas de Guadarrama y de las mon- tañas de los Vosgos, en las sierras de Cuenca y de Soria, etc., están á la altura de 400 á 500 metros, y sin embargo solo son útiles para tendidos de los ferro-carriles, viguetas de edificios, y, á lo mas, de ta- jones, como los de Cuenca, Espinar, Balsain, etc., con otras obras de menos importancia que para las de la construccion naval, particular- mente las arboladuras: lo que se esplica teniendo en cuenta que la latitud Norte de esos puntos no escede de 45”, y los de España ni de 41. El fenómeno que parece ser comun á este pino en los sitios 95 de poca latitud es el crecer mucho en la primera edad, llegando á la decrepitud antes de tiempo: circunstancia que acaso obre en ella la mayor temperatura, que haciéndole prematuro no le deje robustecer por espacio de tres ó cuatro siglos, que es su longevidad , segun la tradicion y algun dato histórico recojido en el Norte de Europa. El Pinabete comun ó blanco (Abies pectinata, D. C.) vejeta bien en clima templado; pero requiere, como el anterior, casi idéntica ele- vacion sobre el nivel del mar: así es como se le ve con formas gigan- tescas en el Hartz, los Vosgos, Pirineos, montañas del Jura y demás cordilleras de Francia, donde figura por mucho, en los montes Karpa- tos, elc.; y aun cuando crece en sitios bajos es con poco resultado, como sucede en Holanda, que le destinan á fertilizar el suelo, y á es- tacas de diques en algunos puntos de Francia (inmediaciones de Pa- rís principalmente), en la Normandía, Alemania, Inglaterra, Bavie- ra, etc., en cuyos puntos se hallan ya desengañados de no deber es- perar buenos resultados sino de plantaciones en sitios elevados. Con razon, pues, dice el Baron de Sahune en los Annales forestiéres cor- respondientes al año de 1843, “que este arbol es esencialmente de montaña, y que no puede prosperar en sitios bajos.” Idénticas circunstancias que las de esta especie reclama el deno- minado Pinabete, Pinabete rojo de los alemanes y suizos (Abies ex- celsa, D. C.); teniendo además tal tendencia á arrojar yemas adventi- cias en parajes bajos, que se hace muy á propósito por los desmayos que forma para figurar al lado de los cipreses y tuyas en el cortejo fúnebre de los cementerios. Esto es lo que se ve en algunos parques de Inglaterra y Francia, y en aquellos en que se descubre la obra de la podadera para hacerles mas gigantes y quitarles ese aspecto tétri- co, como los reducidos del Jardin de plantas de París y los del Parque de Trianon (cuyo jardin será de eterna memoria para los amantes del método natural), son de ruines dimensiones, y no están en el mejor estado. El Pino de Córcega (Pinus larix, Poir.), tan elevado en las mon- tañas de la Córcega y en las de Siles de la Calabria, demanda los mis- mos requisitos, y nada se pierde en Asturias por no tenerle, pues 96 aunque en Tolon le suelen emplear para tablazon de barcos, su ma- dera es astillosa, y mas bien propia para servir de candelas, á cuyo uso la destinan en la sierra de Cuenca y alguna parte de la de Gua- dalajara, donde la sobreentienden con la denominacion de teas, ha- ciendo muy bien ese oficio por la materia resinosa en que abunda, y que tan decantada fue por Virgilio y Horacio. El Pino del lord Weymouth, que llaman Pino blanco los anglo- americanos (Pinus strobus, L.), se da bien en sitios llanos, pero á 200 ó 300 metros sobre el nivel del mar, como se le ve en el condado de Kennebeck, del estado de Maine (América del Norte), donde la latitud septentrional es de 46”, la longitud oriental de 65”, la temperatura mas fria que templada, y el cielo despejado. En otras localidades que están á poca elevacion, por ejemplo, las inmediaciones del estenso la- go Champlain de esos mismos estados, y los introducidos en los par- ques de Inglaterra, Francia y Alemania, se achaparran, su corteza se resquebraja aún mas de lo que la corresponde, y su madera, de suyo ligera y poco resistente por la corta cantidad de resina que contiene, se hace de peor calidad, y solo se puede destinar á cajones de emba- lado, barriles, ete., usos en que emplean los anglo-americanos la del lago Champlain, dejando la de Kennebeck para armazon de casas, y aun para arboladuras cuando escasea el pino del Norte de Europa. Esa condicion de elevacion llega á su máximum en el Pino alerce (Larix europea, D. C.); por eso se conserva robusto en las montañas de Blair de la Escocia y de las Tierras altas (Higlands), en los Alpes de la Suiza, en los montes Karpatos, Ourales, los Vosgos, los de la Sibe- ria, y en la sierra del antiguo condado de Charolais de la Borgoña, que perteneció á la España en la dinastía austriaca, habiéndolos ha- llado el sábio Kasthofer hasta 2.000 metros. En estas alturas de nivel no es sin embargo destrozado como el silvestre por el peso de la nie- ve, debido á ser su hoja caediza; antes por la inversa, necesitando en sus raices una humedad continuada y renovada, como ya decia De- Candolle en una carta-contestacion que dirijió en 18544 los redacto- res del Quarterly Journal of agriculture, se la presta esa agua con- gelada á medida que se deshace. 97 Con lo acabado de decir, y con las infructuosas observaciones ve- rificadas en Londres con el doble objeto de tener sin mayores sacrifi- cios una madera tan á propósito como es esta para obras hidráulicas, por la mucha cantidad de resina que la fortalece, y el de economizar la importacion del agárico (Boletus laricis, L.), que se ve implantado en los troncos viejos, se evidencia que por bajo de 200 metros de ele- vacion, perece Ó no medra esta especie. El Pino albar ó de piñones (Pinus pinea, L.), que hallamos en Chamartin, Cuenca, Soria, algunos puntos de Asturias, etc., y aún mas vigoroso en Italia y Mediodía de Francia; el Pino de Austria (Pinus austriaca, Hoess.), conocido tambien con los nombres de Pino de Romania negro, elc., con cuya madera muy resinosa hacen bajeles los turcos y los austriacos; el Pino uñal (P. cembra, L.), ó cedro de Siberia de otros, abundante en Suiza, en el Piamonte, en el Tirol, los montes Ourales, Hungría, ete., y en nuestro pais en San Martin de Valdeiglesias; el Pino de España (P. hispanica, S. E. Cook), des- crito por el viajero Cook y el naturalista Lapeyrouse (1), que se en- cuentra en la sierra de Segura con una latitud Norte de 59”, cerca del famoso valle de Gistan, y á las faldas del picacho del elevado Maladeta del Pirineo español, á 43” latitud septentrional; el Abeto español (Abies pinsapo, Bossier), descubierto en la Serranía de Ronda; el Pino de Culter (P. Coulteri, D. Don), hallado en la California sobre la mon- taña de Santa Lucía (2), con una latitud Norte de 35”, etc.; todos, todos los correspondientes á este grupo necesitan la misma condicion de altura barométrica que los anteriores, llegando al grado mas su- premo en el Pino uñal, qne junto con el Alerce parece quieren dis- putar el lugar á las nieves perpétuas, como dice muy oportunamente Bose en el Dictionnaire raissonné el universel d'agriculture. Si los citados han menester, además de otras circunstancias acci- dentales, la mas importante, que es la elevacion sobre el nivel del (1) —4nnals of natural history, 1839, tom. II, pag. 163. (2) 4rboretum et fructicetum britannicum, tom. IV, pág. 2250. (D. Don.) TOMO 1.—PARTE UI. 13 98 mar, hay unos segundos que viven y medran casi á ese nivel, y de ellos es digno de citarse en primer término el Pino marítimo (P. ma- ritimus, Lam.). Este, aunque de madera inferior á la del silvestre, y de corteza tan resquebrajada que retiene una humedad que le perju- dica en los puntos que la puede haber, sería digno de propagarse si el clima de Asturias fuera seco, de mas temperatura estival y de un suelo árido, que son los requisitos que halla cumplidos en algunos si- tios arenosos de la provincia de Maine y de la antigua Orleanais, en las dunas de Burdeos, en la baja Provenza y en la isla de Córcega; y si está en otras condiciones, no medra, y su madera no sirve sino para obras insignificantes. Así es que en el estranjero, en otras circuns- tancias que las espuestas, no se planta sino para fertilizar las tierras con sus despojos, uso que sería muy necesario en algunas de nues- tras provincias de Levante, para atraer lluvias con la accion absor- vente de sus órganos foliáceos. Otros hay dentro de este mismo grupo, v. gr.: el Pino mugo (P. mugho, Poir.), el Pino enano (P. pumilio, Waldis) y el Pino pa- lustre (P. palustris, H. Kew.), que ofrecen la robustez que les cor- responde en el mismo nivel que los de la última clase, pero con celi- ma mas templado y suelo mas húmedo. Ahora bien; conocida la provincia que describimos bajo diferentes fases, y las circunstancias en que han de hallarse las diversas especies de pinos referidos, y otras no enumeradas, pero que pueden com- prenderse en alguna de esas dos secciones, ¿es susceptible y deberá aconsejarse su siembra y plantacion? Veámoslo. En Asturias hay una latitud geográfica de 42? 57/ 4 43” 58/; el suelo de la costa es mas arenoso que de otra naturaleza, y con un lecho silíceo, suelto y profundo. Bajo estas consideraciones no se im- pide la propagacion del género Pino, escepto el de Culter y el sil- vestre, como dije; mas para que merezca procurarse y estenderse, es preciso se reunan algunas otras condiciones, que pasamos á examinar, conforme á los grupos que he establecido. En cuanto á las del primero, exijiendo una altura barométrica que no se observa en la marina asturiana, si recordamos lo manifestado 99 en la parte geográfica y meteorológica, veremos que sería imprudente emplear trabajo y capitales en su propagacion, cuando solo se habrian de obtener palos poco elevados, y, sobre todo, de una madera muy pe- sada cuando jóven por la mucha agua que encierra, y quebradiza cuando vieja por no ser abundante en principios resiniformes. Y no se nos diga que en el Ferrol y Betanzos se dan algunos, si no para competir con los hermosos del Norte, bastante buenos para utilizarse en trinquetes de buques de mediano porte; porque hay diferencia entre aquel clima y el de Asturias, y está bien significado con decir que son puntos donde se coje escelente uva, y solo les faltaba (sin que esto sea generalizar para el resto de Galicia, de lo que estoy muy distante) estar en elevaciones convenientes para que su madera tu- viera Mas aprecio, aunque no para compararla con la del Norte. A esto se contestará que en Asturias se situasen por cima de la region de las hayas en la costa, siquiera para lograr pinos regulares; pero no teniendo en estos puntos un suelo profundo, mal podrian prospe- rar unas raices tan hondas como las de este género, cualquiera que sea su especie, por mas que diga en contra el profesor Richard en su Mémoire sur les coniferes et les cycadées, pretendiendo armonizarlas con las palmas y otras monocotilédones; y aun cuando habria el re- curso de mutilar la raiz principal en el trasplante de la almáciga para hacerles arrojar otras horizontales, sería equivalente á quitarles los medros, y constituir un árbol achaparrado, é inútil para arboladu- ras, etc. Hay mas: suponiendo que se hallase esa condicion cumplida, aún no estaban á la altura que les correspondia, por no pasar nin- gun punto de la costa mas allá de 80 metros sobre el nivel del mar. Respecto á los del segundo, parece que deberian señalárseles mu- chas localidades desde Grozon á Rivadesella; pero ¿dónde está el mí- nimum de higrometricidad para que se eleven á mas de 28 metros que les corresponde, y ofrezcan un leño de la fibra apretada que es- timamos en los procedentes de los parajes que les son mas propicios? Y téngase en cuenta, que, en el caso de hacerse plantaciones, cada vez se pondria en peor estado el clima para este objeto, pues con su accion refrigerante, mas poderosa que la de ningun otro árbol por la 100 permanencia de su verdor en la mayoría de especies, atraerian aún mas humedad de la que hoy se esperimenta, razon que por sí sola bastaria para abandonar su propagacion. Siendo prudente tener que renunciar al beneficioso plantío de las especies marcadas en el primer grupo y otras del segundo, ¿les son mas favorables las condiciones de las tres postreras especies de este último que hemos señalado? Así es en el campo del raciocinio: el Mugo y el Pino enano, por un lado, prosperarán en este suelo por la mucha humedad que requieren, la poca altura barométrica y una tem- peratura benigna; pero estas mismas circunstancias son sin duda las que les hacen ser de poca estatura, hasta en su pais, de los alrede- dores de las minas carboníferas del departamento de Maine y Loire (territorio que tiene semejanza con Asturias por su climografía, si se examinan las observaciones de M. F. Huette, hijo, y por sus produc- tos mineros), y nosotros buscamos pinos gigantescos, no pigmeos de 16 á 20 decímetros, que solo sirven para atraer algunas especies de roedores, sin que por ello indemnice el valor de su pésima leña. El Pino palustre, por otro lado, tambien hallaria en este pais la hume- dad que necesita; pero acaso por su gemmacion centrifuga tiene tal tendencia á arrojar tantas yemas adventicias, que, ó hay precision de estar con ojo avizor para quitarlas en la primera época de su apari- cion, lo que traeria gastos y pérdida de tiempo irremunerables donde, como en Asturias, habria que atender á otros árboles y á otras faenas, ó de lo contrario una madera con tanto nudo que solo sería muy buena para celosías de monjas. Queda, pues, en nuestra concepto demostrado, que en Asturias no puede razonablemente ni debe emprenderse el establecimiento de es- tensos pinares, por serles contrarias las condiciones barométricas en unos, termo-higrométricas en otros, topográfico-geognósticas en unos terceros, y económicas en los últimos. Todavía podrian pasarse por alto estas conclusiones si no fueran obra mas que de trabajos de gabinete; pero desgraciadamente estan de acuerdo con la esperiencia, como sucede siempre que se fundan en la naturaleza de los seres. Diferentes ensayos se han hecho modernamen- 101 te de siembras de piñones y de plantaciones de pinos traidos del es- trangero de climas distintos, como del norte y mediodía de Francia, de Inglaterra y de Alemania, y aun de Galicia, y los resultados son po- co felices. Es verdad que han mediado pocos años, pero ahí tenemos otros de una edad de 70 á 80 años, y sus formas, como hemos referido, y su madera son de poco valer; y esto está tan en relacion con la tra- dicion, que por do quiera se oye la voz casi unánime, y aun instintiva, de no deber esperarse grandes beneficios de este arbolado; razon que gran- demente se acuerda con la justa persuasion de que solo á la falta de madera de pino en la construccion, es debido el que acaso no haya otra provincia donde tan pocos incendios de edificios ocurran como en esta. Mas no nos acongoje, por otra parte, esa falta de pinos, pues de no obtenerlos como los del norte para grandes arboladuras, no ten- drian otro uso que para acodalamiento de minas, travesaños para los caminos de hierro, carpintería, etc., etc., y para estos destinos no so- lamente no faltarán á la provincia, sino ni tampoco á todo el reino, si se adoptase el sistema de arboricultura que he tenido la honra de es- poner para este suelo, con cuyas buenas circunstancias pueden vana- eloriarse sus naturales. MANZANO. (Pyrus malus, L.) Examinadas las condiciones de existencia y cultivo de los árboles llamados silvestres ó de monte con aplicacion al suelo á que consa- gramos nuestras tareas, veamos ahora las del manzano y avellano, que son los que de entre los frutales están mas en conformidad con este clima y terreno, como dijimos anteriormente. Con solo recordar lo manifestado acerca de la vid y de la constitu- cion atmosférica, se deduce que Asturias, por su clima y suelo, es la patria del manzano en España. En efecto: es especie que no prospera á un calor capaz de dar buena uva, y este suelo posee esta cualidad; tiene por compatriotas al lino y al castaño, y ya podemos recordar lo que se dijo en el particular; el escesivo frio le perjudica, y en Asturias 102 raro es el año en que el termómetro marca —2”; exije humedad y sua- ves pendientes, y es la característica de gran parte del interior y de la costa; tiene buen suceso en tierra arcilloso-arenosa, y es precisa- mente lo que mas le podemos ofrecer. En fin, para que todo contribu- yaá su propagacion, hay hasta el deseo de los naturales, que quisie- ran ver por do quiera estensas pumaradas, segun denominan á estos plantios, como lo vemos de algunos años acá, que van multiplicándose acaso mas de lo que convenga para algunos que suponen que la sidra es un elemento de desmoralizacion. Hoy se producirán unas 7.000 pi- pas de este licor, que valen igual número de onzas de oro, y supo- niendo que cada arbol dé uno con otro un cuarto de pipa, hallamos que habrá 28.000 manzanos, de los que los dos tercios puede regu- larse corresponden á la zona del litoral (entre Villaviciosa y Tolunga), y lo restante en los valles del interior, sobre todo en el concejo de Oviedo. A este número pueden agregarse otros 7.000, cuyo fruto se consume sin otra elaboracion, y mas de 10.000 de nueva plantacion, resultando un total de 45.000 de muchas variedades, los que com- prenderán una estension de unas 1761 hectáreas (14.000 dias de bue- yes próximamente, ó sea unas 2.734 fanegas de tierra). Con semejantes datos ya no sería dificil á la ciencia administrativa resolver la conveniencia del cultivo de este árbol, porque es indu- dable que representa un producto de millon y medio de reales, de los que suponiendo se absorva una tercera parte en el cultivo, aún dan un resultado ventajoso (1). No es de nuestra inspeccion examinar si el consumo de la sidra por las clases obreras las dispone ó no á la holganza y á la crimina- (1) En los momentos en que escribimos esto, está el Sr. Luanco ensayando en la universidad la estraccion del hidrógeno bicarbonado (sas del alumbrado) de la casca, hagazo Ó magaya de la manzana; y aun cuando no da la llama la brillantez que fuera de desear, nuevas esperiencias acaso resuelvan favorablemente esta aplicacion. Si asi su- cede será de la mayor importancia en Asturias, porque si bien hay ricos veneros de carbon, este es mas propio para fundiciones, por ser antracitoso en general, que para el uso de que hablamos. 105 lidad, pero si á juzgar fuésemos por la estadística que hoy tenemos, se notaria que en el concejo de Villaviciosa, el principal don- de se cosecha este licor, es el que menos ocupa á los tribunales: consideracion que, unitla á la necesidad que hay de proporcionar algu- na tregua á las fatigas del jornalero, apoyan la opinion del cultivo de este árbol. Acaso se dirá, por otra parte, que el manzano quita un ter- reno precioso al maiz, escanda, hortalizas, alfalfa y pastos de raiz pro- funda. Pero tal reparo desaparecerá haciendo los plantíos en las lindes divisorias de los terrenos de labor, alrededor de los caseríos y en los caminos transversales de las aldeas: consejo digno de seguirse en tan- to que la química aplicada descubre un medio de mejorar la sidra ó componerla de un modo ventajoso (1) para poderla esportar y ponerla en competencia con la de la Normandía y Estados-Unidos, y aun con la cerbeza de Baviera y algun otro vino, lo que no creo imposible al ver la perfeccion de su fabricacion en esos paises, que es tanto mas digno de procurarla cuanto que en paladar les aventaja la nuestra, por mu- cho que nos las hayan exagerado hasta estos últimos años, en que los viajes recíprocos nos han enseñado lo que queda sentado. En tal caso no habria inconveniente en establecer plantios en mucha parte de las tierras ocupadas con maiz y escanda, las arcilloso-arenosas con mucha potencia, de pendientes algo elevadas y espuestas al S., porque este suelo quedaria para pastos artificiales de plantas de raiz superficial, como la avena, etc., para no perjudicar á las mas profundas del man- zano, y en las que no se pusieran para las de raiz profunda, sin que perdiera en ello, ni los intereses materiales (porque sería el medio de aumentar la ganadería, y este es uno de los cuatro ramos prefe- rentes de este pais, que, como hemos dicho en otro lugar, son: la im- (1) Para esto deben tenerse presentes, una instruccion que publicó en el mes de julio de 1834 la Sociedad económica de Oviedo á consecuencia de un trabajo que pre- sentó D. Sebastian Alvarez y Calleja, vecino de Villaviciosa, y la memoria ad hoc escri- ta en 1852 por el apreciable jóven D. José Ramon de Luanco, sustituto de la cátedra de Química en la universidad de esta capital. 104 dustria fabril, la minería, la arboricultura y el acabado de mencionar), ni la salud pública, pues sustituyendo la alimentacion de la borona por la del pan de trigo, que por el sistema ventajoso de cambios nos traerian de Castilla, en cuya provincia refluiria tambien el beneficio de estas sustituciones, disminuiria y aun desapareceria el mal de la rosa del catálogo patológico de Asturias, en concepto de médicos aventaja- dos. Y ese reemplazo es por otra parte tan ventajoso, que en el caso de no adoptarle, hay que continuar con el gravámen de los abonos frecuentes que exijen esas gramíneas en este suelo, las repetidas es- cardas (sallar y arrendar el maiz dicen los naturales), y el mal siste- ma de molienda del grano, para recojer el poco fruto que da relativa- mente á los trabajos empleados, que representan un capital efectivo, haciendo salir, como hemos dicho ya en este escrito, la fanega de se- milla á un precio mas subido que el del trigo importado, y cuyo daño lastimará cada vez mas los intereses de propietarios y caseros. Sentados estos precedentes, veamos lo que conviene preceptuar para este pais en el cultivo del manzano. Todos los arbolistas, adoptando la marcha sábia del célebre Duha- mel, hacen dos secciones de las infinitas variedades de manzanas que se conocen, y de ellas poseemos unas 16, no contando las que se culti- van en los jardines particulares, en cuyo caso llegarán á 40: una la de manzana comestible, y otra la destinada á sidra. En la primera seccion podemos incluir las conocidas aqui con las denominaciones de la Magda- lena, Coloradina, Corazon de Buey, de San Julian, Esperiega, Rane- ta (encarnada y blanca), Camuesa, de Oso, Ramonas, de Balsain, de Balbonis, Repinaldos (blancos y encarnados), de Bilbao, Vizcainas, Es- candinas y de San Juan, que tienen un sabor dulce y bastante suavi- dad; y á la segunda la Najara, Pero pardo, Pero comun, Pero helado, Rojilla, San Jorge, Peruétano, Pardona, de Calabazon, Blanquinas y de formiento, las que son algo mas tardías en su maturacion y tienen un gusto agridulce mas ó menos decidido ó dominante, segun las va- riedades, la mas ó menos humedad del verano, su situacion en valles poco soleados, y naturaleza de las tierras, dependiendo de estas circuns- tancias la calidad de la sidra. Los particulares que quieren tener sidra 105 dulce, elijen las mas sanas y maduras, á las que suelen añadir alguna variedad de las dulces, ó la hacen solamente de estas; y otros coseche- ros, como son en general los de Villaviciosa, la mezclan toda, comesti- ble y sidrera, resultando un vino de las mejores cualidades en su clase relativamente á los de otros puntos, pero facilmente fermentable. Ya se adopte el sistema de la mezcla de toda la manzana, ya el de la se- paracion para la fabricacion de la sidra, debemos adoptar la division an- tedicha por no desatender el consumo de ambas, pues sirven en parte para lisonjear el paladar del rico, dar algun desahogo á las fatigas y llenar algunas necesidades del pobre, y proporcionar al pais una rique- za positiva, el dia que el sistema de comunicaciones permita trasladar- las al interior de la Península en gran cantidad con las precauciones que exije el trasporte de este fruto. En este concepto parece que deberia tratar separadamente el cul- tivo de estas dos clases ó secciones; pero puesto que una misma es la manera de propagarlas, quedando reducida solamente la diferencia á que los manzanos de fruto agrio se espongan al levante, y los del dulce ó comestible al mediodía (siempre que sea dable, con el objeto de evitar el cruzamiento de razas en lo posible), no hay precision de su aisla- miento. Escojida la manzana bien madura y sana, y de las variedades mas apreciables para su objeto respectivo, dando la preferencia para las comestibles á las ranetas y repinaldos, y á la calabazona y formiento para las de sidra (1), se deben dejar por 60 dias entre capas de paja, pues no hay duda que en este tiempo ganará la grana á espensas del peri- carpio carnoso. En tal estado se separa la semilla, se la orea, y tenien- do presente que este árbol entra en sávia, por regla general, al empe- (1) - Creo sería ventajosa la propagacion de pocas variedades, y estas las mejores: 1. Porque el número no trae mas utilidad que ostentacion de nombres. 2." Que para la fabricacion de sidra deben quedar eseluidas las de mala calidad, y solo desterrándolas del cultivo es como será susceptible este líquido de mejoramiento, estrellándose en este inconveniente cuantos aparatos y precauciones se inventen; porque sin entrar en mas detalles, que tienen un objeto industrial, me persuado que la sidra para esportacion ha de sacarse de la primera elase de manzana; la destinada al consumo del pais, de la mezcla TOMO 1.—PARTE 1. 14 106 zar el mes de marzo, se siembra á principios de febrero, aprovechando los dias serenos y despejados, que ordinariamente hay en este mes, en abonados tablares ó platabandas de 11 decímetros de anchura para poder escardillar las nuevas plantitas mas adelante sin esposicion de pisotearlas; se la cubre con un espesor de tres á cuatro centímetros (dos traveses de dedo á corta diferencia) de tierra acribada para no ahogarlas con mayor peso, y se rodean estos cuadros de ajos y tallos de sahuco para preservarlos de los topos y ratones, y evitar que en- tren las gallinas y demas aves de corral. Prefiero este método al adop- tado por punto general en el pais, que consiste en cojer la casca de los lagares, porque mucha parte de la simiente va magullada, y la que no lleva lesion, no siendo elegida, resulta la esposicion de propagar variedades de poco valor, ó una generacion enfermiza y raquítica. Al año siguiente se pasan las nuevas plantitas, que tendrán en este suelo mas de 28 centímetros de altura, á una almáciga ó plantel (pevidal), esparcidas de 5 á4 8 decímetros (24 3 pies), se las riega para apel- mazar suavemente la tierra y hacer desprender el esceso de aire que podria perjudicar á planta tan tierna. En este vivero estarán tres á cuatro años, abonándolas, escardándolas y arreglando la direccion de sus ramas, ya cortando las horquillas de la cima, si tal disposicion se notara, ya retorciendo los chupones del tallo. Pasada esta época, y eli- giendo la de poco antes de entrar en sávia, se trasplantan, dejándolas á 11 metros de distancia recíproca, para que permitan paso libre á la accion vivificante del sol, y se fertilicen las plantas de prado. En esta Operacion se respetará todo el sistema radicular, y muy encarecida- mente la raiz central ó nabo, porque en los sitios que les fijamos la tierra es honda, y, además, que con semejante mutilación arrojarian de esta y de la 2.?, y la reservada á embotellarse para halagar el paladar, de la dulce; y 3.”, porque las numerosas variedades que hoy se conocen son inclasificables rigorosa- mente hablando, de cuya dificultad nace la diversidad de sidras, y lo imposible del acier- to en el cálculo anticipado sobre sus buenas cualidades, por mucho cuidado que se pon- ga en la elaboracion, si se esceptua algun caso dado en que el deseo unido á la inteligen- cia separe una misma calidad de fruto, lo que bien pocas veces sucede relativamente á lo que es de desear. 107 otras en direccion horizontal que perjudicarian á las gramíneas y otros vejetales que hayan de prosperar en el mismo suelo, sin ganar por ello ni el fruto ni la madera, antes por el contrario, les quita al- gunos años de vida. En el febrero consecutivo se tercian á la altura de un metro ó poco mas, para ingerir de escudete de otro manzano de la misma variedad y buen fruto. En este estado quedan para dar manzana á los tres ó cuatro años, y madera de construccion á los trein- ta, la que á pesar de los ingertos tiene bastante resistencia, es suscep- tible de pulimento, y posee, en fin, cualidades para destinarla á obras de ebanistería y carpintería. Acabamos de aconsejar para la propagación de este arbol la forma- cion de semilleros y pevidales. Esto es seguir la marcha general de to- dos los arbolistas. Pero ¿convendria en Asturias ponerlos de asiento des- pues del semillero? Las esperiencias tendrán que responder, y no ha- biéndolas hoy, con gran sentimiento dejamos por resolver esta cuestion. Aplacemos por algunos años esta duda, en tanto que los resultados que obtengamos en nuestros ensayos, y en los que está practicando mi amigo D. Benito Gonzalez en su hermosa posesion del camino de Castilla, nos hacen ver el método preferible. Mas no debo omitir que la causa de este nuevo procedimiento tiene una consideracion muy atendible; es á saber: que en Asturias la raiz principal del manzano toma tal longitud, que á los tres años de estar en el plantel en terreno hondo y mullido, tiene mas de 17 decímetros de larga, y, ó se hace muy costosa la trasplanta= cion, ó imposible de otro modo el arrancar sin lesion toda la raiz, y des- graciadamente hasta ahora no tenemos datos esperimentales sobre los efectos de esta mutilacion en Asturias; y aunque es verdad que pudiera creerse que de ella depende el escesivo y confuso ramaje que arrojan es- tos árboles, es de mucha importancia el cultivo de tal planta para aven- turar 4 priori una conclusion absoluta. El cultivo ulterior se dirije á llenar cuatro indicaciones: 1.*, á poner el arbol en disposicion de que sea bañado y penetrado por el sol, con el objeto de que madure la fruta; 2.*, quitarle la tendencia á la alternativa de cosecha, que tan marcada se muestra en Asturias con perjuicio del cosechero, que se mantiene inactivo en las especulaciones que con ella pu- 108 diera emprender en otro caso; 3.”, que deje el paso libre al ganado, y haya una atmósfera renovada bajo su copa; y 4.*, en fin, que consiste en ale- jarle todo motivo de distraccion á sus jugos nutricios. La primera se cumple arreglando, al año de verificado el ingerto, las yemas que de él salgan en forma de campana, quitando los pimpollos ó brotones que tengan mala direccion. La segunda se satisface con la poda en los años siguientes, antes de entrar en sávia el arbol, de algunas ramas del segundo y tercer orden, sin hacerle perder la figura anterior, para que se renueven las ramas fruc- tíferas que debe tener, y alternen en la floracion por las leyes fisiológi- cas que son conocidas. De esto resultará probablemente la continuidad de la fructificacion en todos los años. Las ramas de madera deben respetarse en corto número, en razon á que en Asturias no es necesario sombrear mucho el arbol; pero sin caer en el estremo opuesto. La tercera indicacion se llena quitando la madera muerta y las ramas muy pendientes ó las escesivamente erguidas, que son un equivalente de chupones, dejando solamente aquellas que hayan de tener ángulos de 40? á 50” con relacion al eje. Finalmente, la cuarta indicacion se resuelve no respetando los chupo- nes que salen del tronco y de las ramas; separando el arfueyo (Viscum album, L.) en enero por ser el mes siguiente cuando brota nueva hoja, y en el de marzo la flor, y los líquenes que por la mucha humedad, tanto del suelo por lo arcilloso cuanto por la de la atmósfera, prosperan en estos poma- res, causan ambos algunos daños, ya estorbando la accion exhalante y absorvente de la corteza del tronco y ramos, como acontece con estos, ya robando la sávia y jugos propios, del modo que funciona el primero, sien- do unas y otras plantas, falsas y verdaderas parásitas, el único azote temible á esta especie en este pais, porque acaso el mismo esceso de humedad, y las abundantes lluvias de los meses de abril y mayo, no dejen desarrollar los bombix y otros insectos que atacan á este y otros vejetales, resultando fe- lizmente para la agricultura en general una entomologia poco numerosa. Con proseguir sosteniendo estos tratamientos siempre que haya que cumplir en lo sucesivo alguna de sus indicaciones, el arbol rendirá todo lo que la prudente ambicion puede desear. 109 AVELLANO. (Corylus columa, L£.) Aunque en Asturias por do quiera se encuentre el avellano silvestre (Corylus avellanum, L. ), no asi el columa, que necesita tierra suelta y esposicion norte en pequeños declives y algo húmedos: condiciones exis- tentes en parte en Lena, Quirós, Teberga y Allande, que son los pun- tos adonde se hace la principal cosecha para esportar al interior, y preferentemente á Londres. La falta de observancia de estas condicio- nes por muchos cultivadores, fundada acaso en el aserto de Herrera, no aplicable á Asturias, de que “es buena tierra para avellanos caseros donde nacen los monteses,” hace que los planteles de esta especie no den un fruto redondo, abultado y de cáscara delgada, que constituye lo que llaman en el pais avellana hembra, obteniendo en contraposicion una que denominan avellana macho, y que se aproxima por su cáscara dura, y su forma prolongada y comprimida, á la silvestre, ó cae antes de su completa maturacion: cualidades y propiedad que adquieren en mayor ó menor proporcion segun el esmero que se tenga en su reducido cul- tivo, ó por cualquiera otra esposicion que la conveniente. La propagacion debe llevarse á cabo por los grandes intereses que rinde á los propietarios, calculados aproximadamente en dos millones de reales un año con otro, y por servir sus cañas viejas para la construc- cion de hermosas banastas chicas (goxwas de los naturales) y grandes (macones), de que hay una gran feria en Oviedo el dia de S. Mateo, y para varas de sacudir los castaños. La plantacion (medio mas acreditado que el de la siembra) se verifi- ca eligiendo los esquejes mejores de los avellanos viejos, plantándolos por el mes de octubre. Al año siguiente, y á principio de febrero, porque en este pais dan su foliacion por marzo, se cortan á dos decímetros (una cuarta próximamente) del suelo, para que eche ramas laterales; y ya en 110 lo sucesivo no exije mas cuidados que el de quitarles la leña seca y las ramas que se crucen. La siembra prueba tan mal, que da avellana macho por mas esmero gue se la prodigue. Reasumiendo, pues, diré que el sistema de arboricultura manifesta- do es el que creo debe seguirse en Asturias, pues al cabo de formados los oquedales y demás plantíos permitirian la entrada á los ganados para nutrirse de las yerbas, ya de prados naturales, ya de artificiales, sin que se perjudicasen las especies entre sí, pues recordando lo que hemos di- cho, distribuiríamos las hayas en los puntos mas altos, donde empiezan á ser recubiertos los terrenos cambriano, siluriano, devoniano y arena del cretáceo por la tierra vejetal, y en todas esposiciones, que son las propias de la parte montañosa; los robles por bajo y en las colinas, pero en las direcciones N. y S. y algun sitio bajo, segun el destino de su ma- dera; el castaño en la misma altura que el roble, pero espuesto al E. el regoldo, y al S. el de fruto, no estendiéndose bajo ningun concepto á los llanos, ni sitios aguanosos, ni terreno que no sea arenoso con un poco de arcilla; el nogal por bajo del castaño y en las mismas esposiciones; el abedul en los parajes de peor cultivo de los valles y en las pendientes oc- cidentales , alternando con los robles y castaño de leña; los álamos á las márgenes de sitios encharcados; los olmos en los paseos y carreteras; el aliso en las orillas y terreros de los rios y arroyos, interpuesto con el fresno; el manzano en las inmediaciones de los caseríos y caminos trans- versales, por ahora en la esposicion E. para el de fruta sidrera, y á la del S. para el de la dulce; y finalmente, el avellano en la parte N. de estos últimos puntos. Concluyo la primera seccion de este parte, repitiendo que nuestro arbolado merece mas atenciones en la zona marítima y en la parte de la central y occidental que la lindan, que en lo mas escabroso de la mon- taña, por la facilidad en su estraccion y cultivo, y porque tal cordillera, llamada de los puertos secos ó de tierra, y la cima de los cordales, y aun alguna parte de las esposiciones occidentales, deben quedar para las ca- davas, tojo ó aliagas (las especies de ulex que figuran en el catálogo de plantas, con particularidad la primera), y el brezo ó. rozo (las ericas 11) que tenemos mencionadas), que grandemente surtirian de leña á los hor- nos, y entretendrian provechosamente con sus nuevos brotes al ganado que en tales terrenos veranease. CONSIDERACIONES ECONÓMICO-ADMINISTRATIVAS. NINA RÑk Hemos señalado los árboles que mejor pueden prosperar en Asturias en los diversos terrenos y posiciones indicadas, atendida la naturaleza de aquellos y la de la atmósfera que la modifica, en completa consonancia con los datos científicos que han resultado del anterior exámen; mas es tal la fraternidad de esta materia con las ciencias administrativas, que no bastarian tales antecedentes por sí, para deducir por conveniente su aplicacion al cultivo de árboles, si no fuese favorecida ó se hallase contrariada por otras circunstancias de localidad. ¿No sería, con efecto, tan imprudente como nocivo consumir tiempo, trabajo y capitales en granjearse abundantes productos, así de los árboles silvestres como de los frutales, si por el mayor coste de su cultivo, ó por la dificultad de los trasportes, ó por la falta de suficiente demanda, ó en fin, por la con- currencia de los de otras partes mas favorecidas, habian de carecer de mercado ó ser en él postergados? Y cuando la salida fuese segura, ¿de qué serviria empeñarse en desarrollar esa rama industrial, si el sistema de legislacion que hubiera de garantizarle, ya que no se estendiera á protejerle, no pudiese alcanzar la eficacia necesaria, y el productor viera hacerse ilusorias tales ventajas naturales por el espíritu destructor que desde hace algunos siglos, y en Asturias especialmente desde el último pasado, va estendiendo cada vez mas y mas la tala del arbolado, hasta el punto de amenazar dejar peladas por completo las montañas, lomas y declives que atesoraban los inmensos bosques de los tiempos anteriores? Claro es que en cualquiera de esos casos sería un error gravísimo pre- sentar el cultivo de los árboles del modo indicado como una aplicacion provechosa de los datos científicos, y que, ó nadie se cuidaria de reali- 112 zarla, ó el que se empeñase en ello deslumbrado por solas las antedichas circunstancias, labraria su ruina. Preciso es, pues, para completar el es- tudio que venimos haciendo, y ofrecer aplicaciones aceptables y venta- josas de los datos científicos, como sin duda desea la sabiduría de la Academia, examinar las circunstancias de la localidad en el órden eco- nómico-administrativo con relacion á esta materia. No es necesario para esto entrar en un exámen estenso y profundo, porque semejantes deta - lles tocan mas bien á los hombres versados en las ciencias sociales, y se- ría estraño á la materia de esta Memoria, cuyo objeto esencial es ilus- trar tan grave asunto con la luz que destellan las ciencias naturales: basta indicar lo que el naturalista puede tambien y debe ver, antes de presentar aplicaciones útiles de sus ideas para que estén en armonía con las verdades de las otras ciencias, pues así como en el campo de la teoría la verdad es una, y no es posible se hallen en contradiccion las de unos ramos del saber con las de otros, antes sí en completa concordancia, aunque cada una ilumine por la diversa faz que le compete el objeto de sus estudios, del mismo modo en el campo de las aplicaciones han de marchar de acuerdo, y no pueden ofrecerse por aceptables las que sean evidentemente rechazadas por los principios de las ciencias, que en cor- respondencia mútua analizan bajo diversos aspectos las materias sujetas á su dilucidacion. Sin entrar, pues, en la esplanacion profunda de un ter- reno que considero vedado para mí, espondré mis observaciones en esta materia, tanto mas dificil, cuanto que los datos á que yo debo limitarme son harto oscuros ó mal averiguados, no ya por haberme escaseado so- brados trabajos para esclarecerlos, sino por la gran dificultad de adqui- rirlos aun á los que por su posicion y competencia correspondia dárnos- los siquiera bastante aproximados á la verdad. La estension del ramo de industria agrícola de que me voy ocupan- do, aunque en muy mal estado, es tan considerable y son tan numero- sos y poblados algunos montes de Asturias, que á pesar de la destruc- cion que sufren, en especialidad desde el siglo anterior, como llevo di- cho, todavía se cuentan mas de mil, siendo imposible fijar, ni aun apro- ximadamente, los árboles que contienen, pudiendo solo consignarse con seguridad que la proporcion entre ellos es en el órden siguiente: robles, 1415 castaños, manzanos, hayas, abedules, y otros de madera blanca, nogales, avellanos, y otros de menos importancia. De aquellos (los montes) há- llanse situados, 400 en la zona central, que comprende otros mas en la parte mas escabrosa hácia el Este, en tal disposicion que sería dificil con- tarlos; 362 en la occidental, con otros en iguales condiciones que los de la anterior; y 258 en la de la costa: encerrando en su parte oriental mu- chos mas sin aprovechamiento por lo áspero de los riscos y la falta de caminos. De ese total bien conocido pertenecen al Estado 565, y los res- tantes, salvos algunos de particulares, son del comun de los pueblos (1). La destruccion que esperimentan desde el final de la última centuria es muy considerable, pues solo la costa, que contaba en época no muy re- mota 375 montes, se halla reducida á los 258 indicados, cuyo deterioro es además considerable por el espíritu destructor que los mutila; y á él es debida la desaparicion de los llamados del Rey en los concejos de Lan- greo, Bimenes, Grado y otros. La reposicion desde igual época se redu- ce con tal cual regularidad á un bosque de castaños en la Cuesta de Na- ranco, de estension de 113.136 áreas (9 dias de bueyes), otro de 57.752 áreas en el concejo de Rivadeo, y, finalmente, uno de 176.082 en el de Soto del Barco, con 1.000.000 de pinos, abedules, castaños y robles: plan- taciones todas acojidas con benevolencia por la Sociedad Económica de Oviedo. El resultado ya visible de tan gran desnivel entre la reposicion y la destruccion se marca perfectamente por el precio de los árboles al principio del siglo y en la actualidad; un castaño de 24 pies costaba en poblacion 25 rs., y hoy 80; un roble que no pasaba de 80 rs., hoy, si se (1) La dificil demarcacion de los montes en un terreno tan quebrado y á menudo ¡naccesible, y la oposicion entre los hábitos tradicionales de los pueblos y las leyes vi- gentes, de tal modo impiden el formar la estadística de este ramo en Asturias, que los trabajos que se han hecho al efecto y están depositados en las oficinas, carecen de exac= titud. Despues de examinados, merced á la ilustrada condescendencia del Sr. Goberna- dor el Excmo. Sr. Marqués de Gastañaga, tuve que dedicarme á un trabajo bien asíduo y dificil para acercarme á la verdad en este punto; y gracias á ello, y á las noticias que se han dignado comunicarme varias personas entendidas, entre las que debo mencionar al Excmo. Sr. Marqués de Sta. Cruz y Marcenado, y al laborioso Sr. Comisario de mon= tes D. Luis Vigil, he logrado formar este resúmen estadístico bastante exacto para ser- vir de base á lo que toca decir aquí. TOMO 1.—PARTE Jl. 15 114 halla de las propias dimensiones, sube á 100; un carro grande de leña de roble se compraba por 14 rs., y ahora cuesta 40; debiendo tener presente que ha debido bajar esta de precio por el consumo de carbon de piedra, que la ha reemplazado desde el desarrollo creciente en el laboreo de las fecundas minas de aquel. Se ve, pues, que ese espíritu destrue- tor tiene una potencia que escede en mucho al de reproduccion, y que de no atajarle en su progreso, daria fin sin aguardar el trascurso de los siglos 4 los montes aprovechables que hay hoy. Este breve trazo de la situacion y porvenir de los árboles en Astu- rias, encierra los suficientes datos para determinar el punto que me ocupa, esto es, si son favorables ó adversas las circunstancias económico-admi- nistrativas de la localidad á las aplicaciones deducidas de solo las natura- les. Bueno será observar antes que las causas accidentales, y por ello pa- sajeras, no deben servir para resolver esta dificultad, porque si son ad- versas se pueden cambiar, y si favorables no tendrán la duracion nece- saria; y por lo mismo lo que se ha de determinar son las circunstancias permanentes que radican en el genio, costumbres, naturaleza y demás elementos constitutivos de un pais. Partiendo de este punto, puedo ase- gurar sin vacilación que las cireunstancias de Asturias son favorables en cuanto á la produccion y al consumo de este ramo. La produccion no puede menos de ser abundante si se dedican á fomentarla, puesto que al paso que la estension de los montes es tan considerable, como queda sentado, la facilidad de su multiplicacion se percibe bien claro, toda vez que aun abandonados al solo esfuerzo de la naturaleza, y aun contraria- dos por el furor de la tala, todavía se ostentan tan numerosos, aunque no en un estado satisfactorio: razones que se robustecen mas, ya se atienda al poco trabajo que reclaman estos productos, debidos casi esclusivamente á las fuerzas de la Madre comun, ya á la frugalidad de los habitantes, que tan económicamente mantienen los jornales, ya á que, no obstante los obstáculos que la disposicion del terreno ofrece á las comunicaciones para algunos puntos, por lo general son poco costosas las traslaciones, atendida, por una parte, la proximidad de unos montes al mar, sitios adonde mas principalmente debe radicarse la arboricultura, y de otros á los mercados interiores, y por otra á lo barato del pienso para el ganado 115 vacuno que ha de hacer el trasporte. Con tales condiciones, fácil es adi- vinar que no faltará consumo á la produccion, y muy á la inversa, podrá estenderse indefinidamente; y esto es lo que prueba en parte la esperien- cia. Si no fuera ast, ¿cómo se esplicaria esa gran destruccion creciente que hemos manifestado sino por un consumo cada vez mayor? ¿Quién duda que si mas sidra se fabricase, y sobre todo si se mejorara, mas se consumiria; y que la mayor produccion de la manzana y castaña de- terminaria un despacho mayor? Y bien sabido es que si no se esporta mas avellana, es porque no la hay, pues por mucho que se aumentase, no saturaria facilmente el solo mercado de Londres, cuanto mas á los otros, que habiéndola pudiera abastecer. Y no hay que temer que la con- currencia de otros paises pudiera alejar del mercado la produccion astu- riana, porque prácticamente se ve que si se consumen aun en nuestros propios puertos maderas del Norte en construcciones marítimas, nO es porque sean mejores (esceptuada la del pino), ni mas baratas que las de nuestra costa, sino por las dificultades que entre nosotros hallan las cor- tas, y por consiguiente las plantaciones; dificultades que no proceden de la naturaleza de las cosas, sino de vicios de nuestra legislacion, que re- claman correjirse, y que no es dificil conseguirlo. Al contrario sucede respecto de los árboles frutales, que dejé sen- tado rechazaban las condiciones naturales de la localidad; tambien las escluyen las económicas, porque respecto de estas producciones serían mas costosas que en nuestros paises meridionales y orientales, por tener que suplir imperfectamente con abonos, sacrificios pecuniarios y trabajos que en aquellos no necesitan, ó solo en menor grado, las importantes cualidades de su meteorológia y disposicion geográfico- geológica para una vejetacion conveniente. Solo deben admitirse los que dejo indicados como susceptibles, y con la condicion en los otros de no aspirar á otra estension que á la bastante para el abastecimiento del pais, donde deben ser preferidos por salir dentro del recinto en que se erian mas baratos que los que hubiera que trasportar de lar- gas distancias de Oriente y Mediodía, y tener en la opinion asturiana un lugar favorable en cuanto á su buena cualidad. Limitada así la es- tension del cultivo de los árboles de fruta fina por las circunstancias 116 naturales, en completo acuerdo con las económicas, la cultura preferente bajo ambos conceptos es la de los indicados; y la única circunstancia económica que parece balancear y aun vencer todas las favorables refe- ridas, es la imposibilidad que parece hay de que puedan florecer, aten- didos el gran espíritu de tala para los silvestres de un lado, y el des- aliento que se nota en la reposicion de otro. Preciso es convenir en que el obstáculo es serio, y aun decisivo ínterin subsista; pero ¿es acaso de aquellos que están en la naturaleza de las cosas, y por ello invencible? ¿O nace de circunstancias accidentales, que pueden y de- ben desaparecer? Si lo primero, habria que concluir por el abandono de semejante cultivo; si lo segundo, solo debe servir para buscar los medios de remover el obstáculo, pues la ciencia no debe dejar de sen- tar como convenientes las acatadas aplicaciones de sus principios, cuan- do solo pueden frustrarse sus efectos por el abandono en dejar sub- sistentes las causas accidentales que impiden su éxito, y que deben desaparecer. La prueba mas patente é incontestable de que tal espí- ritu de tala y tal desaliento son accidentales, es que han sido desco- nocidos, al menos con la eficacia que hoy les da tanta importancia, hasta el siglo último; porque si tal vez es cierto que tambien antes se talaba, no lo es menos que se reponia del modo suficiente á que quedaran balanceadas la destruccion y reposicion, de manera que los montes subsistieran con la estensión y pujanza necesarias para la pros- peridad de este ramo industrial. Causas especiales hay, pues, para que ahora progrese ese espíritu destructor; pero causas que deben ser por lo mismo accidentales. En efecto: la principal consiste en el cambio que ha habido en la opinion, que de respetuosa antes hácia el arbolado, se ha vuelto ahora enemiga declarada, á virtud, ya de las ideas erróneas que se han difundido acerca de las mayores ventajas de otras culturas, ya tal vez tambien de errores de la legislacion. Ya dejo bien sentado que el amor patrio, hasta cierto punto lau- dable, ha hecho creer á estos habitantes que su suelo era á propósito para toda clase de producciones, y que empezara por ello 4 conside- rar como menos provechosos los pastos y bosques, que tanto en el orden natural como en el económico, son la produccion por escelen- 147 cia del pais, para darse al cultivo de la vid, etc., ó ya al rompimiento para la siembra del maiz y escanda. Los efectos de tal estravío tenian que ser bien marcados respecto del arbolado: por una parte el empeño de sustituirlo con tales culturas, y á su virtud los trabajos y peque- ños capitales que se habian de destinar á su cultivo, se retiraban para aplicarse á los indicados productos; por otra, exajerado el corto be- neficio de los montes, no solo se vió nacer el desaliento para la repo- sicion, sino que se llegó á considerarlos como un obstáculo que era preciso destruir para que cundiesen los otros artículos sustitutivos, y así lo practicaron. Cuando los montes hubieran sido de particulares, todavia hubiera sido mas lenta la introduccion de prácticas tan funes- tas para que se hubieran mirado mas en ponerse á destruir lo que les habra costado trabajo, tiempo y capitales para producirlo; pero como los mas de los bosques, segun he dicho, son, ó del Estado ó de los comunes, hubo menos reparo en no poner tasa á la tala, que les dejaba un lucro sin trabas, porque la vigilancia de las autoridades lo- cales no era ó no queria ser tan eficaz que impidiera la destruccion. Cuando la opinion era favorable al arbolado, el carácter comunal de la propiedad de los montes era sin duda tambien una causa de que no se cuidase cuanto se podia y hubiera cuidado un dueño particular de su conservacion; pero ni era tan vivo y estenso el espiritu de tala, mi tanta la indiferencia de las autoridades locales, y habia un resguardo mayor que hoy en la conciencia general, resguardo que ha venido á debilitarse al estremo con el cambio de la opinion. Este es- tado lo han concurrido á exasperar las leyes, opuestas á las tenden- cias de los habitantes del pais, fáciles de conducir por los móviles del honor y las recompensas, como poco dispuestos á someterse al rigor de los castigos. El cumplimiento de las leyes depende mas bien de ha- llarse apoyadas por la opinion, que de los medios coercitivos destina- dos á ejecutarlas: cuando chocan con aquella y con los usos del pais, vendrán siempre á quedar insuficientes, por útiles que fueran, hasta que se logre el cambio adecuado con las ideas; y si á vista de los obstáculos se les quiere vencer por el rigor de los castigos, no se con- sigue mas que hacer odiosa la ley, y ofrecer pretesto á las autorida- 118 des encargadas de aplicarla para eludirlas á título de escusar los daños de su crueldad. Esto es lo que ha sucedido en Asturias con las seve- ras Ordenanzas restrictivas desde que se quiso arraigarlas en 1748, La atencion con que se dedicaban á fomentar los montes y á contener las invasiones del arado ó de la fesoria cuando cabalmente la opinion les era ya adversa y favorable á los rompimientos, las hicieron consi- derar como dañosas, y acabaron de quitarle toda la fuerza moral las trabas con que los dueños particulares del arbolado se vieron embar- gados y vejados de mil modos por aprovecharse de él, únicos que parecia podrian regocijarse del amparo que se queria dispensar á sus propiedades; el rigor de los castigos á los contraventores, y la multi- tud de casos en que se le decretaba, las hicieron odiosas á un carác- ter altivo y avezado á ser conducido blandamente, mas por la persua- siva y los estímulos que por el temor. El efecto de todo esto era fácil de preveer: para los dueños de montes el desaliento, tanto por las muchas fórmulas, espedientes y dificultades que embarazaban su ac- cion, cuanto por los gravámenes con que se sujetaba el aprovecha- miento en beneficio del Estado; para las autoridades, sobrecargadas con tantos cuidados y procedimientos por las Ordenanzas, y encarga- das de herir ó mas bien de arruinar á sus pobres convecinos con la persecucion de las contravenciones, el disimulo con los delincuentes, y la flojedad en la vigilancia para los meros labradores; y los pobres que nunca tuvieron interés en el progreso de un ramo que no apro- vechaban mas que por la corta, irritarse contra unas leyes que les parecian hechas contra ellos, y practicar con odio una tala 4 que an- tes solo les conducia la necesidad: así se retrajeron los propietarios de montes de una industria que se sobrecargaba de trabas y gabelas, para inclinarse á las que libres de ellas se creian muy beneficiosas; la autoridad inmediata redujo su policía á fórmulas que la pusieran á cubierto de represiones superiores, y el arbolado, destituido del res- guardo doble de la conciencia pública y de la autoridad, quedó á mer- ced del espíritu de tala, hecho general. La continuacion de estado tan funesto, dándole el carácter de uso reconocido, hizo de esas propie= dades, asi comunes como individuales, un campo de esplotacion casi 119 lícita y al descubierto á todo el que le conviniera cortar, fuese para su uso ó para vender la leña y maderas; y la tendencia maléfica se ar- raigó poderosamente, aumentando el desaliento del interés particular, que veia su propiedad encadenada por la ley, y combatida por el con- traventor. A vista de tales sinsabores, ¿es posible, como es preciso, infundir aliento al interés individual para que vuelva á dedicarse con empeño al cultivo del arbolado, contener el espíritu de tala, al menos dentro de los límites que no estorben el progreso de los montes, y reanimar en el público y las autoridades la opinion y la ley, favorables á su conservacion y desarrollo? Dejando al economista y publicista propo- ner los medios conducentes al intento, y limitándome á lo que es pre- ciso para fijar el carácter pasajero de tales obstáculos económicos, di- ré desde luego que parece bien posible, sin mas que acudir á reme- diar el daño, combatiendo las causas que lo han engendrado, pues no siendo constitutivo en el pais, desaparecerá con ellas; y para mí es incontestable que tales causas serán destruidas en algun tiempo, si se dedican á eilo los conatos necesarios. Lo primero y mas importante es ilustrar al público para correjir los errores de la opinion, y volverla favorable á la conservacion y progreso de los montes, tanto porque mientras le sea enemiga ó in- diferente por acariciar otros cultivos que rechazan las cualidades del pais será mas difícil, si no imposible, atajar el mal que lamentamos, cuanto porque tomando ella arraigo, favorecerá con su apoyo las le- yes que garantizan tal propiedad á las empresas ó individuos que se dediquen á establecer plantaciones. Afortunadamente el tiempo y es- periencias malogradas facilitan la pronta consecución de esto; el afan de hacer á este pais cosechero de vino ha dado desengaños tan pa- tentes, que se necesita poco para que los espíritus harto alucinados entren de lleno en las verdaderas ideas; y la conclusion del ferro- carril de Alar, por otra parte, que nos pondrá en comunicacion con los graneros de Castilla, convencerá con duros desengaños á los ami- gos de rompimientos y descuajes de terrenos para estender la cosecha del maiz y escanda. Porque si la escasez y mala calidad del fruto de 120 la vid, y los obstáculos á la propagación de la morera y á la vida de los gusanos de seda acaban con estos cultivos desatentados, é incapaces de sostener bajo ningun concepto la concurrencia de las de localida- des mas idóneas para su desarrollo, ¿cómo se insistirá en el estenso cultivo de la escanda y del maiz, cuando el trigo castellano, como de- jamos demostrado en otro lugar, se presenta abundante y muy barato? Preciso será que se dediquen á beneficiar los prados, las plantaciones y demás, en que, favorecidas por las condiciones naturales, hallarán ga- nancias mas ciertas y considerables. Sin duda los rutineros ignorantes retrasarán este suceso cuanto puedan; pero en cambio, los hombres previsores y mas amigos de su interés que de funestas preocupacio- nes, se adelantarán por el buen camino tan luego eomo le hallen es- pedito, y el buen éxito que han de obtener acelerará la conveniente reforma de la opinion. Si se quiere dejar libre á los particulares el aprovechamiento de sus montes, al menos en las nuevas plantaciones que hicieren, bien pronto el interés individual sabrá aprovechar las condiciones natura- les favorables al progreso del arbolado, y en tanto que este crezca en toda la estension que aquellas alcanzasen, el Estado obtendria de ese modo una reposicion que la esperiencia acredita, y hallaria mas abun- dantes y baratas las maderas que con el actual sistema. Pero aten= diendo á los pocos montes que hay de particulares, sería preciso au- mentarlos para que tal medida fuese de grande y seguro éxito, aforan- do ó dando en enfiteusis la porcion que se estimase conveniente (ya que no fuese la totalidad) de los pertenecientes al Estado, y los comunes á los que quisiesen adquirirlos en tal concepto, con la carga de un ca- non moderado, y la obligacion de conservarlos y verificar plantacio- nes periódicas cerradas, que aprovecharian sin mas gabela que la nueva de tantos pies por ciento. Con esto, y con la proteccion del Go- bierno á los particulares para que no sean envueltos por la avaricia de asentistas inmoderados, se obtendria un doble resultado, el de ha= cer desaparecer grandemente el espíritu de tala de un lado, y de otro hacer propietarios á unos infelices que no tienen sino el cielo por co- bertizo, por apoyo su angustiosa existencia, y por capital el sudor de su 191 frente, consiguiéndose tambien de esta conversion de desamparado á pequeño propietario el asegurar mas y mas una honradez, vidriosa por la necesidad, porque (y aun cuando sea duro confesarlo) el hombre sin mas arraigo que su angustiosa existencia, tieneun gran movil que le impulsa á faltar á los respetos que exije la sociedad, muchas veces madrastra suya, pues solo una colosal fuerza de voluntad contiene el instinto del mal. Correjidos los errores de la opinion, y hecha amiga de los montes, aumentados tan considerablemente como podrian los interesados en su progreso y por consiguiente en su custodia y replantacion, desen- cadenada la accion del interés particular, é impulsada naturalmente á estender las plantaciones, si algo aún quedaba de apatía en unos, de afan destructor en otros, facil sería apartar ambos inconvenientes, ó al menos reducirlos á insignificantes proporciones, por los móviles bien manejados de las recompensas y los castigos. Premiar con alguna exencion al que acreditase grandes mejoras ó adelantos, sin constituir un gravámen que no hubieran bien de compensar estos, facilitaria grande impulso, y despertaria una emulacion provechosa. Los premios de honor nada cuestan cuando son bien repartidos, y serian de gran- de efecto en este pais, donde el mas pobre se engrie de llevar Don. Las preferencias para admitir á ciertos servicios públicos en favor de los que hubiesen acreditado un celo eficaz al menos por la conservacion de los montes, al paso que contribuiria á arraigar la opinion favorable á su fomento, llevaria una emulacion provechosa á las clases mas ne- cesitadas de ocupacion. Y respecto de aquellos infelices que faltos de todo recurso viven de las cortas furtivas, que suelen ser los que mas desmayan por lo poco que aprovechan, cuando no se les emplee en otra ocupacion, que fuera lo mas acertado, ¿no se podrian amenguar los daños que causan regularizándolos, y por decirlo asi legalizándolos bajo condiciones menos funestas? Si en cada pueblo se concediese á cada vecino indigente el permiso de cortar la cantidad de leña que se juzgase imposible de evitar destruir, con la precision de hacerlo á la luz clara, en dias y sitios marcados, reponiendo en otros el número de pies correspondiente al corte que cada cual hiciese, ¿no se holgarian TOMO 1.—PARTE VI. 16 492 mas de poder obtener asi sin riesgos y sin cargar su conciencia la leña que ahora sacan furtivamente, y espuestos á las persecuciones legales? Una práctica análoga se usa en Alava, y los montes son bien conser- vados; la semejanza de naturaleza y poblacion de Asturias indica que la introduccion de la que alli se predice daria análogos resultados. Sin duda sería preciso dejar algo que hacer á los castigos, sin los que son raras las leyes que hallan ejecucion cumplida, porque en medio de las sociedades mas morigeradas y de costumbres mas virtuosas, no dejan de encerrar algunos discolos y mal avenidos con el buen orden de las co- sas, que dan lugar á ejecutorias y fallos vejatorios; pero aun dado este caso, la proporcion de las penas con la contravención y la suavidad deben ser su caracter distintivo en la aplicacion á Asturias, y sobre to- do la prontitud en los procedimientos, si se desea no arruinar á las familias y alarmar á los convecinos del infractor. El entrar asi á parti- cipar de los beneficios, ó escluir de ellos por contrariar lo dispuesto, no podria menos de robustecer la opinion favorable del arbolado, y con ella su fomento. No sostendré yo que estas sean las mejores medidas de remover las causas de la destruccion de los montes para fomentarlos en otras plantaciones, con las condiciones naturales que tengo manifestadas en su lugar; otras sin duda mas acertadas podrán presentar las personas competentes en estas materias, lo cual no servirá mas que para robuste- cer la idea que tengo de que el mal es accidental y remediable; pero ¿no se podrá contestar que á falta de otros mejores, tendrian la eficacia apetecida? Porque es claro, si el estravío de la opinion que hizo mirar como preferente el cultivo de otros ramos al del arbolado fue el prin- cipio del desaliento para conservarlo y reponerlo, la caida del error y la vuelta á las ideas favorables á lo que sostengo, no solo quitará una causa del mal, sino que producirá un cambio en la opinion, tan favo- rable á ello como la anterior les perjudicaba; si las trabas y gravámenes á que se sujetó el interés particular desarrollaron el desaliento para la reposicion, la libertad de accion y de aprovechamiento le dejará es- pedito el camino de las mejoras, y le impulsará en él; si el carácter comunal de la propiedad y la esclusion de lo mas del aprovechamien- 195 to de los montes, origina que no tengan interés en replantar y con- servar, el aforo que llamará á tantos á la participacion de beneficios les empeñará en conservar y dar creces á lo que vendrá á ser para ellos una fuente de ganancias; y si la falta de estímulos alimenta su apatía, y el rigor de las penas la impunidad, la buena distribucion de recompensas, y la suavidad y proporcion de los castigos con las contra- venciones, infundirán nuevo aliento, y contendrán el brazo del dañador por el doble influjo del premio y de la conminacion. Que los que viven de la tala, y los que la aprovechan para sus usos, hallen otros medios legítimos de vivir y de proveer á las necesidades de las construccio- nes y del fuego, y tanto mayor será el correctivo de destrozar, y aun el fomento natural de los árboles, en el que hallarán entonces medios mas fáciles y seguros de aprovecharlos que con las cortas furtivas y desmochadoras. Siendo, pues, accidental y remediable el espíritu de tala y el desa- liento para reponer, quedan en toda su fuerza solas las condiciones permanentes económicas favorables al cultivo indicado de los árboles, en completo acuerdo y armonía, como era de esperar, con las naturales, y por consiguiente pueden presentarse como aceptables y ventajosas las aplicaciones que dejé sentadas, deducidas de los datos científicos que me incumbia especialmente examinar; dejando á los publicistas el cuidado de ofrecer el sistema de medios administrativos mas acomoda- do para el progreso de este importante ramo (1). (1) Varios escritos se han dirijido á encaminar á este objeto. Don Lorenzo Martinez Posada en 1838 presentó una Memoria á la Sociedad económica de Oviedo, en la que propone algunos medios para la conservacion de los montes de Asturias; mas, y perdone su autor, no merece los elogios que se hacen de ella en el pais, bajo ningun concepto. Don Alonso Arango Sierra tiene escrita una Memoria en 1787 sobre la decadencia del arbolado y medio de remediarla, la que apadrinada por la Sociedad de Oviedo la elevó en el mismo año al Gobierno; tambien tiene otra Memoria escrita en 1790 sobre el mismo asunto, que se halla en la Sociedad económica de Madrid. Tanto estas dos Memorias como otros informes del propio escritor, están en la forma bien redactados; era á no dudar elocuente y literato, pero no naturalista: son, no obstante, trabajos que deben consultarse sin apasionarse por ellos. Pero lo que está en completo acuerdo con nuestro humilde sentir es la llamada Ley agraria del ilustre Jovellanos, cuyo mejor elogio es remitir al lector á consultarla. CONCLUSIÓN. Adoptado que fuera el sistema de la agricultura en general, y el del arbolado en particular, que he tenido la honra de manifestar en este es- crito, me persuado que los intereses de la provincia ganarian. Con el primero, dando un lugar preferente á los prados, se veria aumentar la ganadería hasta la proporcion de 7.000 cabezas por legua cuadrada, de que es susceptible, mucho mas de lo en que está representada hoy, como se ve, aunque no cabalmente, por el cuadro de la página 125, acomodado á las divisiones que hice al principio, y sacado de los datos y noticias que se tienen en las oficinas del Gobierno civil, las que han sido puestas á mi dis- posicion por la ilustrada condescendencia del Excmo. Sr. Marqués de Gastañaga (1). De ese ganado debe darse la preferencia al de cerda por el buen pienso que se le puede suministrar, y al vacuno por la natura- leza del terreno, que es impropio por otro lado para el lanar en grandes proporciones, en atencion á las condiciones cosmológicas; escluyendo tam- bien el cabrío, porque así lo recomienda la prudencia en un pais en don- de ha de ser uno de sus principales manantiales de riqueza la arbori- cultura, que se veria contrariada en su desarrollo por lo que ramonea y destruye esta especie, la cual se cria además tan poco robusta á causa del esceso de humedad aun en los concejos de Tineo, Cangas de Tineo y Teberga (que es donde mas prospera), que no merece distraer otros cui- dados mas provechosos. Del mular y caballar tampoco deben esperarse (1) Mi apreciable y respetuoso amigo D. Antonio Rafael Oviedo y Portal escribió, en 1844, de orden de la Sociedad económica de amigos del pais de Oviedo, un informe sobre las causas de la decadencia de la ganadería en Asturias, y medios de mejorarla, digna del mayor encomio por el tino con que está tratada y correccion de estilo, pero sin una verdadera estadística: inconveniente que no estraño despues de haber esperimentado la dificultad en el acierto. 125 grandes resultados, por la falta de estensas dehesas donde apacentarse, y de pienso fuerte ó feculento, que es el que mas necesita para su acre- centamiento; debiéndose mirar como hechos escepcionales las pondera- ciones de los poetas Virgilio y Marcial, y las del consul Silio Itálico, diri- jidas al famoso Panchates, que llevó el premio de la carrera (1); no per- diendo tampoco de vista aquella esclamacion en que prorumpe con otro objeto el asturiano D. José Antonio Sampil en su Nuevo plan de colme- nas. “¡Cuántas fábulas y patrañas leemos en los escritos, que no tienen mas realidad que la que les dió la exaltada imaginacion de un poeta!” Mas en el caso de empeñarse en la granjería de este ganado, deberá ser con una raza análoga á la gallega, y respecto al mular con la condi- cion de sacar las mulas de lechuzas á otros puntos del interior, donde puedan robustecerse con nutrimento' mas fuerte. ESTADO DE LA GANADERÍA. PE A _ _ el Ganado yacuno.| —Lanar. Cabrío, | De cerda. | Mular. | Caballar. CentraL...] 67.102 | 70.483/ 8.610/ 24.241] 656 | 14.764]185.856 OccimeNTaL.] 34.639 | 55.353, 11.381| 16.981| 189 6.0351124.578 MARINA....] 59.103 | 40.887] 8.317| 12.510 6 5.496/126.319 Sumas...] 160.844 [166.723 28.308 53.732] 851 | 26.295/436.753 Con esa ganadería preferente, mejorada la de cerda con la importa- (1) Véase Asturias ilustrada, por Trelles, tomo 1, página 57. 126 cion de alguna casta inglesa, que tan grandemente prueban á juzgar por las esperiencias del infatigable Sr. D. Gaspar Cienfuegos y Jove- llanos, de Gijon, y la vacuna con la introduccion de las razas Durham ó de cuernos cortos, ya pura ó ya la perfeccionada por Colling, con la Normanda, Contentina, Bretona, Flamenca, etc., segun la que mejor probara en Asturias (1), habria abonos abundantes; pues suponiendo que cada cabeza de ganado vacuno dé estiercol suficiente para engrasar 25 áreas, y siendo lo cultivable en Asturias 154.511 hectáreas (1.226.898 dias de bueyes próximamente), aún habria un sobrante que podria uti- lizarse en otra industria. Y esto es todo lo contrario de lo que sucede en el dia: cada familia agrícola necesita para su manutención unas 505 áreas (40 dias de bueyes próximamente), y existiendo de aquellas so- bre 80.000, claro es que no alcanza el abono para producir el preciso sustento á esos infelices, privados por la misma causa de otros pro- ductos de esa industria rural, como pieles resistentes, suculenta carne, y leches susceptibles de alimentar una escelente fabricacion de buena manteca y esquisitos quesos, que disputaran el mercado á los de Ches- ter, Suiza y Holanda. El segundo sistema, ó el del arbolado, podria dar sobrada madera de construccion civil y naval, adoptándole con una marcha semejante á la antedicha. Mas, para asegurar el resultado, convendria agregar las disposiciones siguientes: 1.”, cuidar de que la corteza para las fábricas de curtidos fuera de leña vieja y caida (lo que seria fácil conseguir no permitiendo se vendiese leña sin descascarar); 2.”, no consentir que en las ferrerías se surtiesen de otro carbon vejetal que de el pro- cedente del ramaje de las podas y de la madera de desecho (2); 3.*, prohibir las quemas de las rozas ó monte bajo, cuyas llamas se es- tienden fácilmente al arbolado, como la esperiencia lo ha comprobado (1) Ha cuatro años que el laborioso D. Antonio Ruiz se ocupa en hacer algunos en- sayos dirijidos á este fin, en sus huelgas ó polders de Avilés. (2) Un año con otro gastan 6.061 quintales métricos de leña, y 39.108 de carbon, sin contar con mas de iguales sumas llevadas á los martinetes y fraguas de mano esten- didas por los concejos de la zona occidental, segun el Sr. Schulz. 191 en varios años; y 4.”, en fin, dar una hoja instructiva de selvicultura en las escuelas de primeras letras, y aun hacer que la agricultura en general formase parte de la enseñanza en los seminarios, por la in- fluencia que el clero ejerce en sus feligreses (1). Con tan buenos principios en ejercicio, entonces la abundancia y baratura de maderas atraeria emprendedores, pues téngase presente que acaso haya sido el estado floreciente del arbolado de Mieres y de la Pola de Lena el que haya creado allí las especulaciones existentes, y se veria en tres ó cuatro lustros desaparecer el estado tan lasti- moso que presentan los oquedales de este hermoso pais, llamado á ser una de las mejores perlas que engalanen la Corona de España. Sí; Asturias no vivirá solo de recuerdos gloriosos de los tiempos herói- cos; no mantendrá solamente su orgullo con sus demostraciones de independencia. Si Asturias fue la cuna del sólio español, tambien será la que enriquezca la nacion. Asturias entrará en competencia con los pueblos mas civilizados del mundo, no ya solo por sus carbones, co- bres y cinabrio, sino tambien por los productos de su industria fa- bril. Porque ¿de qué no es susceptible, considerado bajo este aspecto, (1) Este mismo deseo lo han manifestado diferentes sábios. Linneo, hablando de su pais, lo encarece sobradamente en su Fundamenta scientir economico é physica et scien— tía naturali petendo..... cuyos consejos fueron adoptados con tan brillante éxito. En Ale- mania, Ernesto Augusto (1730) puso los libros de los agrónomos griegos y latinos en manos de los seminaristas. Los asturianos D. Gaspar Melchor de Jovellanos en el Informe sobre el espediente de ley agraría publicado á nombre de la Sociedad económica de Ma- drid en 1795, y D. José Antonio Sampil en sus Tratados de colmenas é instruido jardi- nero, y otros muchos autores, recomiendan una cosa análoga. No faltará quien pretenda el establecimiento de una hacienda- modelo, donde se ensa- yaria el cultivo que conviene al pais, la introduccion de nuevas plantas y la propagacion de otras, se daria conocimiento de los mejores instrumentos de labranza, de la crianza de animales, de la preparacion y conservacion de los estiércoles, y de todo lo concerniente á la ciencia agronómica. Sin oponerme á ello, debo manifestar que creo que el medio mas á propósito de preparar la opinion sería el propuesto, porque si bien aparecerá mas tardío en sus resultados, será mas seguro por adaptarse despues á toda la provincia, y no á un pequeño espacio, como no podria menos de suceder en la hacienda-modelo. La simultaneidad de ambos modos sería lo mas acertado. 128 un pais de clima benigno, de saltos y corrientes de agua abundan- tes, de una costa estensa, y con pobladores frugales, laboriosos, ro- bustos y nada rudos? ¿Qué no se podrá hacer en una provincia que reune mas elementos que ninguna otra de España para recibir los adelantos y espíritu del siglo? No, no es una pintura exajerada: si las Castillas y Estremadura pueden ser el granero universal, Murcia y Valencia la huerta por escelencia, y las Andalucías la bodega de Eu- ropa, Asturias y Cataluña serán centros fabriles. Véanse, examínense los diarios y publicaciones cientificas de la Bélgica, Alemania, Fran- cia é Inglaterra, y allí se verá un trazado de lo que es y debe ser Asturias. Hoy, sin esfuerzos, ya cuenta fábricas é industrias de fama sorprendente. Trubia es visitado con admiracion de los inteligentes, y en sus talleres se representa la actividad del siglo; y acaso dentro de poco nos evitará el gravámen de la importacion de locomotoras, wagones, rails y otros efectos para nuestras nacientes líneas de ferro- carriles. Lena entra en competencia por sus aceros con el pais del hierro, y lleva un premio en la esposicion de Hide-Park. Gijon y Avi- lés nos ofrecen escelentes vidrios, fabricándose en aquel además bu- gías palmíticas no conocidas hasta ahora en España, y conservas ali- menticias premiadas en nuestra esposicion pública de 1850, y traba- jando en éste martinetes de cobre, donde se construye toda clase de utensilios de cocina. Salas, Piloña y Caso nos convidan con esquisita manteca, cocida y fresca; y Teberga, Aller y Gijon nos la dan imi- tada á la de Flandes, con la que se confunde por su pastosidad, sa- bor, color y demás buenas cualidades. En Cabrales se fabrica un queso de reconocida estimacion. Ceceda, Faro, Avilés y la Pola de Siero nos dan buena alfarería. Castropol, Oviedo, Gijon, Cangas de Onís, Can- gas de Tineo, Avilés, Navia, etc., etc., sostienen acreditadas tenerías de suela y becerro. Y por último, de Oviedo y Avilés salen lienzos, mantelerías, cintas y encajes de hilo muy requeridos por propios y estraños. Préstense, pues, materiales á esta provincia para mover las ruedas que hoy tiene paradas, y se verán realizados tales pronósti- cos. Protéjase la pesca de agua dulce y salada, y se podrán establecer fábricas de frito y salazon en otro rango que las miserables de Las- 129 tres, Candás, Luanco y Cudillero, y aun de fresco si los ensayos que me consta están haciendo con grandes esperanzas, salen como fuera de esperar. Promuévase un buen cultivo del arbolado conveniente, y él dará las maderas que necesite una vigorosa industria y construccion naval. Unidos estos medios á todos los que dejamos espuestos, á la estraccion y conduccion del carbon por el ferro-carril de Langreo y otros ramales que deben confluirle, á la metalurgia, á la alfarería por las buenas arcillas que tenemos, y otros ramos de minería, proporcio- narian ocupacion á los brazos sobrantes que hoy se entregan á la emigracion y al pauperismo, y apartaríamos esas plagas de idéntica proporcion á la en que se hallan en Bélgica y Suiza, poniéndonos en el estado floreciente de los Estados-Unidos, porque el pais necesitaria de sus brazos, y las familias se estrecharian mas y mas, sus fatigas tendrian alguna tregua, y su felicidad sería mas completa. ¡Quiera el cielo que mis deseos y esperanzas vean cumplidas estas mejoras en beneficio de este pintoresco pais! $ AS Pastor Y Lopes. TOMO 1.—PARTE III. ENDIGE. Reseña geográfica y topográfica de Asturias. ........... OOO o Meteorológia asturiadd. . ooo... PARTE PRIMERA. Geognósia. Bosquejo geológico de Asturias. DRUM IA, RUN SLI. E 20 y Estension de los terrenos, su relacion con la geografía, y dificultades en la bas minación de alguNOS. oo omejo morro o aaa aa eee Esposicion de las rocas, especies minerales y fÓSIlES. o 0oooomomo oo ooo.. Cuadro sinóptico de rocas, minerales y fósileS. ........<..... 00 ooo Tierra vegetal Ó geonómia asturiaDd. +... ..ooocorooorroo ooo... IO Analisis de tierras vegetales de Asturias. .... «<<... .... ; Relacion entre la tierra vegetal, algunos caracteres melotalégicost y Ape de 7 VOgehaCiO. Causas de la variedad de tierras en ASLuTidS.. . «<<<... o ooo oo o... .... Importancia relativa de la tierra vegetal en los fenómenos fitológicos comparada con los meteorológicos... +... ooooooooo room .o ooo... Mejoramientos y abonos que pueden emplearse en Asturias, aprovechando los com- ponentes geognósticos dados á conocer y las materias orgánicas que hay en NU NS SS NS MRS Rápida ojeada geogénica, y origen y formacion de la tierra vegetal. ........ PARTE SEGUNDA. Vejetacion y agricultura. Catálogo de plantas. ............. 00d oOco. 000 ea 6 OOO O Plantas que dan la fisonomía al PaiS. ... ooo oooooo ooo... ooo oor”.-. o Plantas de huerta, hortaliza, cereales, etc., y demás de un cultivo general y prefe- rente en AStUMIAS. . ...< o... o... oo SODOmnor 34 37 41 49 50 SEQIENO GUÍE o op oO ojo O ooo o 4 oa do 0.00 OO OOO OOOO a 52 Plantas que deben escluirse del cultivo en Asturias, y las que deben admitirse en relacion con las condiciones naturales espuestas, y algunas económicas, con algu- nos preceptos de cultivo. . ........... IO ooo OOOO 53 Considerandum administrativo acerca del empeño de cultivar cereales en Asturias. 61 PARTE TERCERA. Arbolado. ARBORICULTURA. Estension y sistema de cultivo en general... ............ 62 Estension que debe tener el arbolado en Asturias. +... ...oooo.oooo.o.o.o... 63 CutiyodelfaxBolado en rAstas A Ea 67 Especies de árboles mas dignos de cultivarse en Asturias. .........o ooo... 68 Hayas ((Kagussylvaicao PEU INA o daleleda tano lodo lo o e fele a iede id. ROD (QUECUSAOIAAMI Relata e IN nia eñeio 73 Gastado(EEQQusicastanea a aa A paar 78 Nogal ((JUJORS reia DI Y Ma le ara > ll > 82 ¿Es justa la guerra que se hace al md lo 0000000 o inaioo oa boo 86 ¡Eresnod ((Eraainusiexccelsior, iodo ad ln a ge 89 Nero (UIMas canes 90 INEA) AAA ao o oa Ó Da OOO oO AA NODO oO Oo 91 AMO (GB elulalalnus DISCO lalo ate hs pai Rado FO OndS o 92 Pinos. ¿Son á propósito las condiciones naturales de Asturias para su cultivo?.. 93 Manzano Byrntosa malas, Dat > ala ta lie te iste sine nonaño ss baso O Ayvellano. ((Corylus columna MU cta aero a Leto rete ODO OO cDaD 109 Recapitulacion sobre la topografía del arbolado en Asturias. ......+..- cooo0 AD Consideraciones económico-administrativas SOBRE EL ARBOLADO DE ASTURIAS. . . . 111 Conclusion lor ii AO OA NAAA oía TONO conaa IA Cuadro estadístico sobre la ganadería de Asturias. ..... anrocpososoooo CORRBESIONDS. AAA PAGINA. — LINEA. DICE. LEASE. 29 8 pero mas 30 10 Por esta circunstancia Por estas circunstancias 31 7 accidentales accidentadas 33 79 para agrienltura universal para una agricultura universal 36 1 sulfuro la Esperkisa sulfuro Esperkisa id. 17 (ode) (ocle) 42 1 Hammula flammula id. 7 sulphurica sulphurea 43 9 quadrangum quadrangulatum 44 1 peterea petrea 1d. 01 monastyla, D. €, exyacantha L. monostyla, D. C., oxyacantha, L. id. 13 Prumus Prunus id. 19 var., carnea et officinalis L. var. carnea, et officinalis, L. 45 2 cepea cepe id. 19 ebolus L. ebulus, L. 49 26 tihacea Ach., tiliacea, Ach., 58 19 á manera de la que á manera de lo que 59 16 encarece Plinio: el /íno zoético, encarece Plinio el lino zoético, 61 11 (formienta) (formiento) 63 29 unas capas unas copas 65 8 tapin arctos, tapin, arctos, 95 12 suelo, y á estacas de diques suelo y á estacas de diques, 102 13 Tolunga Colunga Donde diga columa, léase colurna. CUADR FORMACIONES, | ROCAS, Sienito. .. (nio AOS HiPOGENICA. .. OA Anfibolito. ....... WPórfido........... ] Pizarro | CAMBRIANA.... Cuarcila......... ¡Grawaka........ Caliza encrinifé en montañas 4 tériles..........] SILURIANA. ....% Cuarcita.......... Pizarra arcillc cubierta de verdor contím DEyoNIANa....< Arenisca roja.. | ) CUADRO GEOLÓGICO-ORITOGNÓSTICO DE AS URIAS. a AAA PORMA( JONES. ROCAS, | FOSILES, | ESPECIES MINERALES, | OBSERVACIONES, Í Estas rocas eruptivas ¡están intercaladas en me , o a, ANS Vcortas venas y masas en ' COJCNoÓD os sessrssss== 9 las formaciones siguien— tes, muy notablemente en la pizarra del cam wWriáno. ¡Granito Sienit Diorito. Ofito. Anfibolito. Pórfido INPOGENICA. -. Pizarra..... Caliza en filones.- Macla O Galena argentifera.- Blenda.-Marca ) : sita aurifera.-Leberkisa.- Cassite Cuarcit rita. - Ballesterosita, - Oligisto, - Grawaka Hierro oxidulado. - Limonita. :) Spherosiderita.- Estibina.- Jame- sonita.- Asbesto.- Amianto.-Plom bagina Madréporas confusa Azulita.-Mala« quelina. - ( Terebrátula daleidensi 1.-T. pris- - A ca.- Orthis orbicularis.- Orthoceratites Jove- | Caliza encrinifera) lani.*- Leeptena Murchisoni.- Favosites poly | Cobaltina 2 | en montan: mor[ 1. fibrosa.- Lythodendron cipi- roso. - Cinabrio. Molar ana tosumn.- Productus depressus.- Prod. ntiqua-| de hierro SILURIANA. +... tus.-Prod. Tenuistriatus.- Un Encrinus.- Un biconisa. - - VW Trilobites. prismático. arstenita «dra li Posacia.. y ; : tográfica.-Fluorina SAO Pizarra arcillosa | PERE EOL .” cubierta de un (AS ani En A ess» Noyaculita.-Antracita... verdor contínuo. A Azulita.- Malaquita.- Cinabrio.- Már-| Los fósilos que leve PÍZATTAS: 0oroccnonno IN A OO APN ) moles boli -Hulla sel cia dl a y Uta. co de Asturias . Pelapayensi r. E . Ferrones +-T. E 1 - pris s DEVONIANA....S ATenisca TOja...... . Cabedanus.*-T. Ci - Calamina. - Knebelita. - Cinabrio. - nistr: Ort. striatula.- Ort. arac Rejalg Oropimente.- Ulla.- Es- Ort. resupinata.- Leptena Dutertrii.-Aulópo-( pato CaliZO...ccmomm... OSITOS rpens. Criserpia Michelinii.-Serpula om alotes.-Pentremites Pailleti.- Pent. Schul- | zii.*- Orthoceras Jovellani.*-Fabosites poly- morpha.- Fab. fibrosa.- Lythodendron cxpi- / ) Marga irisad A tosum.-Spirifer heteroclilus. ..oooooncccconcnccnos / /Productus punctatus.-Pr. costatus.-Terebrátu- (1) Esta se ha halla- Pizarra arcillosa..| la Toreno.* (1) - T. os pirifer semi- Y vircularis.-Sp. lineatus. - Orthis resupinata.- CANDONIFERA. ¿ circularis.-Sp. lineatus suy (eo y al Spirifer heteroclitus.- Solarios.- iD / abrio.-Baritina.-| Wo ceabien e la as iorito.-Ofito.- Hu- ) “10N car bonifera de Bel- moz y Espiel, segun los ls; . Verneuille y Q Arc hiac. O AAA dros.- Calamites.- Helechos.- Asterophyllas.- Esphenópteros.- Neurópteros. Krupnica....: | Margas de diferen- Esta formacion no es- Viá aún bien. estudiada Una belemnita. .......- ON PO EdTto ALU LCAMOcODa ==) para suclasificacion ofi malwa Arenisca blanc? Der Lias?....J Arcilla. ... Caliza blanca. Limonita geódica.-Siderosita.- Hier ro oolítico.- Aereolitos. -Melante- a.- Sperkisa. - Mármol. - Creta.- Juarzo prismá- eNorecido Sal- Caliza basta are- nácea. Margas de J Ostrea carinata.- Griphwa e AR tico. Azul ONETACEA. +... diferente compo-> cor-anguinum.-P ctenes.-Numulita Ceritas. mara. - Asfalto.- Sucino.- Azaba- *) sicion y colora-( na Ampullaria.-Varios Cardium... che.- Selenita.-Espato calizo.-He cion. Arena suel- matites parda y roja.-Alunógeno.- ta y aglutinada...) Websterita. - Pisophana. - Pyrolu NIUE roscar ra TO A CEOdaO ; Conglomerados si- (La falta de fósiles deja líceos y calcá- E Al sin resolver definitita- Terciaria ?... y Lignito. ....... ORO ECON AOS : AH Arena. .. Aluviones de can- tos y aren? :) Toba y E tas. / Turba ¡Tierra Pajitas de Or0... MODERNA. +... es 5) ye E PR e : uy ja . 0 p! St y e , o OL LALO RR A O Re Ds A AS A A S A A PS