nir. MEMORIAS DE LA 'ANTONIO ÁLZATE." .; \- HlÜU ^'■^VíV Tomo III. — Cuadernos núms. í) y 10. MAEZO Y ABRIL DE 1890. I. — I. Proyecto para desaguar las lagunas de Texcoco, Chalco y San Cristóbal, por D. José Antonio Álzate. — 2. Relación déla comarca y minas de Temascal lepec, porD. Gaspar de Covarrubias, extractada por el Ingeniero de Minas D. Manuel de la Puen- te, socio corresponsal en Sevilla. — 3. La ciudad de Puebla bajo el punto de vista de la higiene, por el Profesor D. Manuel M. Mena, socio honorario. IL Revista Científica y Bibliográfica. LoS* temblores de tierra. Premios Jan ssen pa- ra la aplicación de la Fotografía á la Meteorología. Bibliografía. Observaciones meteo- rológicas en varias localidades de la República (1889), Observaciones séismicas en Ori- zaba, por D. Carlos Mottl, socio corresponsal. On prio de rotilóir bien éínblir I'échnnge. Adreaae: SOCIEDAD CIENTÍFICA "ANTONIO ÁLZATE." iTléxico. MÉXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO EN EL EX -ARZOBISPADO, ( Avenida Oriente 2, núm. 726 ). J>»vi 1890 'i*^ ?;2 MEMORIAS J< J DE LA "ANTONIO ÁLZATE." Tomo III. — Cuadernos núms. 9 y 10. MARZO Y ABRIL DE 1890. I. — I. Proyecto para desaguar las lagunas de Texcoco, Chalco y San Cristóbal, por D. José Antonio Álzate. — 2. Relación déla comarca y minas de Temascaltepec, porD. Gaspar de Covarrubias, extractada por el Ingeniero de Minas D. Manuel de la Puen- te, socio corresponsal en Sevilla. — 3. La ciudad de Puebla bajo el punto de vista de la higiene, por el Profesor D. Manuel M. Mena, socio honorario. II. Revista Científica y Bibliográfica. Lo^ temblores de tierra. Premios Janssen pa- ra la aplicación de la Fotografía á la Meteorología. Bibliografía. Observaciones meteo- rológicas en varias localidades de la República (1S89). Observaciones seísmicas en On- zaba, por D. Carlos Mottl, socio corresponsal. On prio d« ronlóir bien ctablir l'échnuge. Adreaae: SOCIEDAD CIENTinCA "ANTONIO ÁLZATE." ¡Tléxico. MÉXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO EX EL EX -ARZOBISPADO, ( Avenida Oriente 2, núm. 726 ). 3»v 1890 A étó établie en Octobre 1884 pour honorer la mémoire du savant mexi- oain Antoine Álzate (n. 1729, m. 1799), Oorrespondant de 1 ' Instituí de Fran- re. Les travaui de la Sociétó sont répaxtis en cinq groupes : 1° Sciences ma- thématiques, 2" Sciences physiqnes, 3" Sciences naturelles, 4" Sciences medica- les et 5° Sciences économiques. Elle publie tous les mois, depuis Juillet 1887, des "Mémoires" qui sont envoyés réguliérement aux Instituts, Sociétés, Ob- servatoires et Professeurs. On prie ceux-ci de vouloir bien établir 1 ' échange des travaux scientifiques. Nous prions instamment de vouloir bien envoyer les publications a 1 ' adresse suivant : Sociedad Científica « ANTONIO ÁLZATE. " México. Mexique. La Commissiou des Mémoires Rafael Agilitar. Guillermo Pa^a. Donaciones recibidas de Febrero á Diciembre de 1889. (Concluye.) García Cubas A. Diccionario Geogi-áfico, Histórico y Biográfico de la Repúbli- ca TVlexicana. Tomos I y II. México, 1888-89. — Etude Géogi-aphique, Statis- tique, Descriptive et Historique des E. U. Mexicaines. México, 1889. Gerste P. A. Archéologie et Bibliographie Mexicaines. Bruxelles, 1888. Giovannozzi P. G. Rassegna Meteoricadell'anno 1887-88 (75™°- d'osservazioni) all'Osservatorio Ximeniano. Firenze, 1889. González B. G. Resumen de once años de observaciones meteorológicas en el Co- legio del Estado. Puebla, 1889. González Obregón L. Anuario Bibliográfico Nacional. 1888. Grünow A. Apuntes para el conocimiento de las diatomasas fósiles de Austria - Hungría. Traducción del alemán de H. Rosler. México, 1885. (Donación del -traductor.) Hayden E. The great storm of the Atlantic coast of the United States. Washing- ton. 1889. Hunfalvy P. Die volker des Ural und ihre sprechen. Budapest, 1888. Lapparent A. de. Note sur le role des agents minéralisateurs dans la f ormation des roches eruptives. Paris, 1889. PROYECTO PARA DESAGUAR u '1 m 1 1 J Y LAS DE CHALCO Y SAN CRISTÓBAL POE KL BACmLLEX D. JOSÉ ANTONIO ÁLZATE Publicado por primera vez por la Sociedad Científica "LNTONIO ÁLZATE. " Tomo III.- 24. ADVERTENCIA. L Sr. D. José María de Agreda y Sánchez nos dio noticia de que en el Arcliivo General y Público de la Nación, existía un manuscrito referente al Desagüe del Valle de México, por nuestro sabio D. José Antonio Álzate. En efecto, el manuscrito del cual ninguno de los biógrafos de Álzate da noticia, se halla en el lugar antes citado, en el to- mo 17 del ramo del Desagüe. Es un cuadernillo en 4? de 10 fo- jas, escrito claramente y sólo lleva autógrafa la firma de su au- tor, acompañándose un mapa de colores y el documento original que dirigió Álzate al Ayuntamiento de México, cuando el en- tendido Presbítero presentó el fruto de sus vigilias á las consi- deraciones del Cuerpo Municipal. El Sr. D. José María Andrade sacó, hace algunos años, copia del manuscrito mencionado, y la que nos ha servido pa- ra obtener la presente, que debemos á la fineza de nuestro res- petable amigo el Sr. Presbítero D. Vicente de P. Andrade, po- seedor actual de la rica biblioteca de su finado tío el Sr. D. José María. 188 ; Nuestra copia está cotejada escrupulosamente cou el origi- nal del Archivo ; y deseando por una parte que este documento no quede olvidado, y por otra, como es muy justo, que la Socie- dad Científica « Antonio Álzate » sea la que lo dé á la estampa por primera vez, nos complacemos en presentárselo, para su pu- 'blicación, si lo juzga oportuno y conveniente. Así creemos rendir un tributo de respeto, al eminente me- xicano autor del trabajo que nos ocupa. Advertiremos que en la copia se ha procurado seguir la or- tografía del original j adoptando por nuestra parte la prosodia antigua, que juzgamos más adecuada al carácter del repetido manuscrito. Haremos notar por último que, debido á las bondadosas ges- tiones de nuestros distinguidos amigos los Sres. Dres. D. Fer- nando Altamirano y D. Secundino E. Sosa, miembros honora- rios de nuestra Sociedad y del Instituto Médico Nacional, el Sr. Secretario de Fomento se sirvió aprobar se obsequiaran nues- tros deseos, erogando el Ministerio de su cargo el costo comple- to de la lámina que acompaña á esta Memoria. MÉXICO, Marzo, 1890. ¿iesús cíalindo u Viíia, Socio de Xi'meeo. Muy Ilustre Señor: El Br. D. Josep Antonio de Álzate y Ramírez, clérigo Pres- bítero de este Arzobispado, natural y vezino de esta Capital; en la mejor forma que aya lugar: paresco ante V. S: Y Digo, que como buen Patricio, me he interesado en el bien de esta Ciu- dad, de que hace la mejor parte, la libertad, que siempre he de- ceado gozar de las opresiones que le acarrean los riegos de inun- dación, sobre cuya evitación es manifiesto quanto ha laborado el zelo de Y. S. sin reusar industria, ni gastos; Y dejándome lle- var de estos tan poderosos motivos, resolbí trascribir á el pa- pel (que es el mismo que aora presento) el Proyecto que se propuso á mi idea, para facihtar, con pocos costos vn modo de Desagüe, cuyo arbitrio, á mi juicio, está fundado en razones, y experiencias, que hacen creer su buen suceso. En esta atención; remitiéndolo como lo remito, al ingenioso examen de V. S. de que hará la estimación que sea de su agra- do, y dará la Providencia que por conveniente tuviere; se ha de serbir mandar que de este escrito y su proveído, se me dée tes- timonio en forma.= A V. S. suplico se sirva prestar su acepta- ción al contenido de dicho Quaderno, que es el vnico premio que intereso &^.=Br. Josej)h Antonio de Álzate y Bamirez. En el cabildo que celebró esta Nobilísima ciudad de México hoy martes 28 de JulHo de 1767, se vio este Pedimento con el re- caudo que le acompaña del Proyecto que se precenta. Tratado y conferido, se Acordó se le déen Ínterin las gracias por su ze- lo, y Passe al Señor Procurador general, como parece del Libro Capitular. = t/bse c7bac/u'» de Arroio. = Bernardo Quirós. PROYECTO DESAGUAR LA imU ñ TESCEO, Y POR COSSIGCIKSTE LAS DE CHALCO, Y SAN CHRISTOVAL, 8eguu¡las cii'cuDslaccias, osscquible y por el poco costo, apreciable. Fondado sobre variaslobseí bariones phíeicas que comprueban su no difícil execacicin, por el Bacbiller D. JOSEF ANTONIO ÁLZATE T RAMIRES Presbytero de este Arzobispado de México. L intento de libertar á esta Ciudad de inundaciones, ha sido bien promovido, assí por los Indios, en su Gentili- ,^j^ dad, como por los españoles, después de la Conquista; (sZeJ lo manifiestan las obras que, en parte destruidas, ó exis- tentes permanecen, como son los Albarradones ó Diques y el desagüe por donde se extravian las avenidas de Pachuca y Rio de Quautitlan; que si no, entraran en esta Laguna, como suce- día antes de executado el desagüe. Los proyectos para desaguar 192 estas Lagunas, son muchos, y todos, por distinto rumbo: Quien quisiere instruirse mas á fondo, puede ocurrir, á el conjunto de papeles impresos por Zepeda, en ol siglo pasado. Para dar una idea, aunque general, de ellos; expondré los modos de Desagüe, que todos se reducen á quatro: Primero; el dar vn socabón al Sur, ó ÍSud-Este de esta Capital; esto aun á la vista, se conoce impracticable: Segundo, abrir tajo al Nor- deste ó Norueste de estas Lagunas; esto aunque en realidad sea executable, los gastos son inmensos, y el tiempo que para ello es necesario, muy dilatado: Tercero; el Desagüe mediando má- quina; esto ya se vée, que por si se manifiesta insuficiente: á mas de que, la manutención de dichas es muy costosa, y ellas por sí muy perecederas: Quarto; reconocer los sumideros, que algunos suponen existentes y otros tapeados por los Indios; es- tos han sido siempre solicitados por personas inteligentes sin poderse encontrar, no obstante hallarse demarcados con los nombres do Atitlan, y Pantitlan en un Mapa antiguo, deposita- do en uno de los ofíicios de Govierno. Supuestas las dificultades de los tres primeros modos de desagüe Será posible hacer algún sumidero ó Laguna, ya que en la realidad no consta que lo tenga? Esto será lo que promo- veré llevado vnicamente de el amor de buen Patricio, para lo que es necesario hacer varias suposiciones, ó advertencias,' pa- ra comprobar mi Proyecto. Es innegable que en los contornos de esta ciudad, ha ávido, y ay fuegos subterráneos: se comprueba; lo primero, con las erupciones que ha tenido el volcan, y que aun menores se ex- perimentan continuamente; segundo, con el calor de las aguas del Peñol ; para lo que es necesario advertir, el que las aguas Mi- nerales, son calientes, ó por pasar inmediatas á fuegos subte- rráneos, ó por constar de sales, que por si^ mixtura fermentan, y hacen calentar la agua. Las Aguas del Peñol examinadas por personas inteligentes, no tienen sales, que por su mixtura pue- den causar el calor de las aguas : luego su calor vnicamente pro- viene de pasar inmediatamente por algún fuego subterráneo; 193 esto es assentado vnánimemente por todos losThísicos. Es ver- dad que en vn impreso que ay acerca de las aguas del Peñol, se le atribuyen varias sales; pero experiencias más descisivas, me demuestran lo contrario. Las aguas del Peñol, no contienen mas de vna sal, que aquí llamamos tequesquite (propia de éstos Paises, y nada conocida por los chimicos de Europa). Segunda prueba de hallarse fuego subterráneo. En la Pe- nínsula que divide las Lagunas de Chalco, y Tescuco, se hallan vnos cerros ó collados, estraños por su figura, y mucho mas por lo que contienen dentro. Son estos de figura cónica, cóncavos en la parte superior. Reflexionando sobre la figura de ellos: no se viene en conocimientos de ser formados, por las erupciones de fuego subterráneo? Assí lo demuestra el ser dichos cerros formados de material muy distinto de el de el común de los ce- rros ó montes; lo comprueba la concabidad de la superior; pues se conoce que esta parte, aviendo quedado sin cimiento, sumió por la parte que halló hueco. Lo interior de estos cerros, es vna materia tan estraña á to- dos (por no hallarse mas de en ellos) que reflexionando con al- gún cuidado, se conoce no ser mas de vn barro quemado, ó cal- cinado : Quien hubiere visto el que vn ladrillo puesto en fuego de Reberbero se buelve vn verdadero tezontle (que es como le llaman al material de estos cerros ) no estrañará la congetura. El que este tezontle no sea piedra, se prueba con la ninguna firmesa que adquiere en los edificios ; pues aunque dicen ser muy bueno, es llevados vnicamente de su ligeresa, contra el dicta- men de los Authores de Arquitectura, que assientan el que pa- ra los edificios, la piedra ha de ser la más compacta que se ha- llare ; por lo que reprueban la piedra Pomex, que en su Hgeresa y fragilidades es tan parecida al Tezontle; y la debilidad de los edificios de México (pues los más están con rajas), depende, mas de la fragiUdad de el Tezontle, que de el terreno, á que regularmente atribuyen los defectos que acontecen en ellos. El Tezontle, si fuera piedra, adquiriera en los edificios aquella fir- mesa que todo lo que es verdadera piedra, adquiere pasados al- ToinoIII.-2.'3. 194 gunos años; y es evidente, que el tezontle que se halla en los edificios antiguos, de mas de un siglo, se halla tan débil como el día en que lo colocaron.^ Tercera prueba: Hállase entre los cerros (de que antes ha- blamos ) vno que llaman la Caldera, perteneciente á la Hazienda de San Isidro, en este, continuamente se oyen ruidos subterrá- neos, que no dependen de otra cosa, que de las concabidades en que el fuego hace circular á el ayre, esto es bien notorio, por ser el sitio muy traqueado por los operarios de dicha Hazienda de San Isidro, coa el motivo de sembrarse anualmente mayz en la concavidad que tiene dicha Caldera. Se comprueba también ha- llarse fuego subterráneo en lo interior de ésta Caldera, con la experiencia que ( aunque á otro intento ) hizieron el dueño de dicha Hazienda, y vn agrimenzor, ambos vezinos de esta Ciu- dad, quienes mandando hazei- vn hoyo en lo concavo de ella, se retiraron promptamente, por aver comensado á salir vn humo muy espeso; á más de que en esta Caldera se halla arena, que se conoce ser quemada. Pruébase también hallarse en este ce- rro ó Caldera, fuego; porque siendo su figura como se vee en el Mapa, la de concava, y sin desagüe conocido, avia de hacer- se con las lluvias vn Algibe, ó Jagüey en la parte inferior de las aguas que caen en la parte más superior; no siendo assí, si- no que inmediatamente á la sesasion de un aguasero, por gran- de que sea, se halla esta concabidad sin alguna agua represa: Y assí se prueba ó el que la agua se filtra por entre la tierra á buscar algún desagüe : ó que por el calor del fuego subterráneo, promptamente se evapoi'a. La corteza ó parte exterior de estos cerros, es tepetatosa, de la misma calidad que el fondo que se halla en estas Lagunas ; lo que prueba también, el que en la erupción del fuego subte- rráneo, lo que era fondo de la Laguna, se convirtió en parte ex- terior de los Cerros; como era preciso que sucediera. Para com- prueba de esto, se puede registrar la Historia, y se veerá que 1 Lo que llaman corazón de Teíontle, no es otra cosa, que las pedrczuelas que antes se hallaban mescladas con el barro, calcinadas por la violencia de el fuego. 195 junto al Lago Lucrin en el Reyno de Ñapóles, se formó el año de 1532, va cerro con la erupción de vn fuego subterráneo, for- mado de el mismo que el de los que hemos hallado. En las ex- periencias que hizo Lemery el Mozo, en la Academia de las Cien- cias de Paris, para imitar los fuegos subterráneos, mezclando una porción de Azufre, limalla de fierro y agua fria; el terreno en que se depositó esta cantidad, se estremeció, y formó vnas berrugas cónicas, semejantes á los collados de esta Península, que aunque muy pequeñas, pero proporcionadas á la causa que aplicó Lemery. Probada ya la existencia anterior, ó presente de el fuego sub- terráneo, en los parajes referidos; es preciso convenir, que en la parte inferior de ellos, se hallen grandes concabidades; sien- do necesario que donde ay fuego, aya mucho ayre, y este, ya se vee, que no circula, sino es en los parages donde aya ámbito, ó extencion para circular. Assentadas estas pruebas, fundadas en lo que assienten los Phísicos, se riene en conocimiento que para desaguar estas La- gunas ; el modo más fácil, seria el abrir una Sanja, ó Azequia, de el bordo de la Laguna de Tescuco, á la falda de vno de los Cerros, (terreno bien corto) como se vee en el Mapa. Después, hecho vn socabon al cerro, buscar vna de las concabidades, que según va dicho, se hallan en ellos ; con lo que quedarían ente- ramente desaguadas las Lagunas. Las concabidades que se hallarán en la parte interior de es- tos Cerros, serán bien grandes; siendo muy verosímil, que el mismo fuego que formó el tezontle de ellos, sea el que respira por el Volcan; como prueba la inmediación de los parages. El modo de buscar vna concabidad en estos cerros, lo exe cutarian las personas que por su intehgencia han sido embiadas á este Reyno. Yo propondré el que me parece más fácil, y es el siguiente. Es evidente que el enrrarecimiento del ayre causado por el incendio de la Pólvora, se hace en todos sentidos; por lo que si vn cañón tuviera la culata algo débil, por aquella parte reben- 196 taria: luego si se execuíara vna mina, en lo interior de uno de estos Cerros; el terreno que se hallara superior á alguna con- cabidad, avia de precipitarse. Réstame satisfacer, á las dificultades que se pueden oponer. Puede alguno decir, que aunque el Proyecto no caresca de pro- babilidad, seria peligroso exponerse á el gasto, quando no con- taba de la certeza. Si este argumento tuviera alguna fuerza; las ideas mejor pensadas quedarían sin execucion. Y seria mejor veer á esta Ciudad amenazada á inundaciones, como tarde, ó temprano sucederá, por no exponerse á vn corto gasto? Quau- do hemos visto se gastó competente suma en vn Albarradon, ó Dique, que ciertamente no huviera sorbido : Es verdad, que á falta de desagüe, vn Dique es el que puede libertar á esta ciu- dad de inundaciones, como aseguró Adriano Boot, Ingeniero: pero fabricado con otras circunstancias que las que tiene el exe- eutado. Esto lo conocen los que tienen luzes de la Hydrauliea. Pueden oponer lo segundo, el que puede perecer alguna gen- te, si se llega á executar alguna mina. Confieso el que algunos de los Trabajadores pueden perecer; pero, no sucede assí en otras muchas cosas ? En los socabones que se hacen á las minas, y á sus laboríos, perece mucha gente; y estos, sin más que bus- car algún Thesoro : Y avrá mina que equivalga á el valor de es- ta ciudad, siendo de las primeras del Orbe? En los sitios, ó de- fensas de la ciudad, perece mucha gente, porque el bien público lo pide. Lo tercero, pueden decir que los fuegos subterráneos caso Oj^ue los haya, pueden ser muy profundos. A lo que respondo, ampliando la prueba tomada del calor de las aguas del Peñol, y digo assí: Es assentado, y cierto, que el mayor calor que pue- de adquirir el agua, es el de su hervor : el calor de las aguas del Peñol, tomado en su nacimiento es de quarenta y nuebe gra- dos, en el Thermómetro de León; y de ciento y veinte y vno, en el de Fareneith : Y siendo el grado quarenta y nueve de el Thermómetro de León, y el ciento y veinte y vno en el de Fa- reneith el calor medio entre la congelación de el agua, y su her- 197 vor ; se demuestra, que el calor de las aguas del Peñol, es el ca- lor medio entre la congelación de la agua, y el hervor; con lo que joruebo, que dichas aguas se calientan por passar inmediatas á algún fuego subterráneo muy superficial, porque de otro modo no mantuvieran las dichas aguas calor tan fuerte (calor, que assí en el invierno, como en el estío, se mantiene en el mismo grado : de lo que se infiere, no provenir de la fermentación de las sales, por ser muy difícil, que estas se mesclaran en igual cantidad) quando es notorio la promptitud con que la agua se enfría, apartada de la inmediación del fuego. Me responderán, el que las aguas del Peñol, se calientan, no por pasar inmediatas á fuego subterráneo, sino por constar de Azufre, con cuya fermentación so calientan. A lo que repito lo que antes tengo propuesto, afirmando, después de executadas varias experiencias, el que las aguas del Peñol no tienen azu- fre; la experiencia es desciciva. Se sabe que el azufre hace su- bir el oro de color: las aguas del Peñol no exaltan el color de el oro, ni el de la plata; con lo que se manifiesta, el que no tie- nen azufre, ni alumbre; sino que se calientan con la inmedia- ción de un fuego subterráneo. Lo quarto que pueden decir es, el que aunque se halle algu- na concabidad, en esta por ser pequeña, cupiera poca agua, con lo que no se desaguaban las Lagunas. A esto, lo que se puede responder es, manifestando la elebacion de el terreno de Méxi- co, y sus contornos, fundado en las experiencias del Barómetro. Es constante, que quanto más inferior el terreno, es mayor la elevación del Mercurio en él; y quanto más elevado el terre- no, muestra menor la elebacion del Mercurio: Pues siendo la elevación de este en el terreno de México, de veinte y dos pul- gadas y siete líneas en su mayor elebacion (según las experien- cias constantes, primeras y vnicas hechas en esta ciudad por my, en concurrencia de vua persona bien conocida en esta Re- pública, por sus descubrimientos tan vtiles ) y de los terrenos inferiores, y Riveras del Mar, de veinte y ocho pulgadas, y lí- neas; resulta el que la elebacion del terreno de México, y sus 198 contornos, respecto Je otros Países, y Riveras do el mar; es por lo menos, de seis pulgadas, en el Barómetro, que son como dos mil varas de elebacion : De lo que se infiere el que la agua de- positada en alguna de estas Cuevas ( caso que solo quedara depo- sitada) avia de hallar su desagüe por hallarse en terreno, tan elebado, respecto de otros Paises. Puede alguno reconvenir diciendo, el que aviendo alguna concabidad de las que hemos dicho; la agua por sí, avía de ha- ber buscado su desagüe; pero siendo el fondo, y bordo de la La- guna, de terreno tepetatoso; esto misnlo le ha impedido el bus- car su desagüe. La otra reconvención que pueden hacer, y pa- rece la más fuerte, es de que aunque aya alguna concabidad, pueda ser esta tan profunda, que sea quasi imposible hallarla. Pero á esto, qualquiera que reflexione la pequeñes de estos ce- rros, puede conocer el que el fuego subterráneo que los causo, no fué muy profundo, por que de otro modo, huvieran sido ma- yores de lo que son; quando se sabe, que quanto mayor la re- sistencia al fuego, tanto mayor el estrago. De todo lo dicho se infiere, el que en las cercanías de esta Laguna de Tescuco, ha ávido y ay fuegos subterráneos : que pre- cisamente ha de aver grandes concabidades: que buscando al- guna de estas, pueda desaguarse la laguna: Que el costo, no es de lo mayor, quando se vee por el Mapa adjunto la poca distan- cia que ay. Esto es quanto se me ofrece al presente decir sobre semejante assumpto: otras personas pueden agregar otras re- flexiones, ó pruebas, para comprobar el Proyecto, el qual, á al- gunos parecerá fantasía, ó sueño, á otros, por su novedad, les parecerá assequible: las reflexas que pueden hacer, las respon- deré en quanto alcanzare; sin hacerme cargo de las que provi- nieren de vna malicia fundada en ignorancia, quando en esto no llevo más ínteres que el que reside en cada patricio, que de- be mirar por el bien do la Patria. Proyectos más inassequibles que este, merecieron el que se imprimieran por el Relator Ze- peda. 199 3Sr OT-A.. El desagüe que intento de estas Lagunas, no debe ser com- pleto, sino vnicamente do aquellas aguas que exceden la canti- dad de los años regulares; pues de lo contrario, se seguirán gra- ves daños á este Público : lo primero el costo de fletes, en los materiales y bastimentos que entran por agua: lo segundo, la pasca, y caza, de que se mantienen muchos Pobres, y no Po- bres, y en cuyo exercicio se entretiene mucha gente. Tercero, porque la Admósphera se templa con los vapores, que el vien- to, ó el sol extraen de las Lagunas; pues aunque muchos ase- guren, que de el desagüe total de estas Lagunas, se seguirla mucho beneficio á esta Ciudad, assí en el terreno que podia be- neficiarse que ocupan estas Lagunas; como por que el tempe- ramento no fuera tan enfermiso. A esto lo que se responde es; que poco terreno podia beneficiarse por ser el fondo de la La- guna de Tescuco salobre, quando se vee el que las aguas que entran en ella dulces, se buelben saladas, lo que depende, sin duda, de la mucha sal, en lo que se advierte la gran providen- cia Divina de aver dispuesto el que esta Laguna, que no tiene corriente como las otras, sea salada para su conservación ; pues de lo contrario, se corrompiera por falta de movimiento, y fue- ra inhabitable este Pais; lo mismo sucede con las aguas del mar, cuya conservación depende de la sal: enconando la experien- cia, que las aguas del Mar, quanto más vezinas á climas cálidos, contienen más sal; y quanto más se van acercando á los Polos, contienen menos, proporcionalmente á el frió, ó calor de cada pa- rage. Desaguando totalmente estas Lagunas, llobiera menos de lo que llueve, por soplar regularmente el viento Nordeste, tan seco, como se experimenta, por venir de essos parages de Guy- 200 pustla, territorio de el Mesquital en que raramente Iluebe; y con esto, no se experimentaría anualmente el beneficio de la sesa- cion de las enfermedades, que se .veen sessar en los principios de las aguas. Y es obserbacion corriente, de llover más en la Provincia de Languedoc, después de executada la grande obra por donde se comunican ambos mares. El terreno d§ esta Ciudad, no es tan enfermiso como se su- pone, pues se conoce que el número de los nacidos, excede com- petentemente al de los muertos : Si la vezindad de las Lagunas fuera nociva á esta Ciudad, lo fueran los "Puertos de mar de Eu- ropa, y otras muchas ciudades inmediatas á Lagunas, como Mantua &? y se experimenta lo contrario : Es verdad que mu- chos de los Puertos de la América española, son enfermos; pe- ro eso depende de otras causas, que de su inmediación á las aguas. La ciudad de Philadelphia, capital de la Pensilvania, si- tuada entre dos Rios navegables, es de las más sanas que po- seen los Ingleses en esta América Septentrional; por lo que se conoce, que la inmediación á Lagunas ó Rios, no hace el terre- no de los Lugares, tan enfermiso como se supone. No ignoro el que Monsiar Bordeii, en vna conclusión defendida en las Es- cuelas de Medicina de París, el 15 de Abril de 1753, impugna el exercicio de la Pesca, fundado en que se respira vn ayre hú- medo, que puede ser nocibo; pero la experiencia de cada dia, nos demuestra lo contrario. Para dar alguna idea de la vtilidad que resulta á esta Ciu- dad de la conservación de las Lagunas; manifestaré la cantidad de agua que se lebanta en vapores cada dia, que ciertamente templa el calor de la Admósphera, según el cálculo hecho por algunos de los Miembros de la Regia Sociedad de Londres : La cantidad de agua que se evapora en el Mediterráneo en el es- pacio de un dia, corresponde á treinta y tres millones de barri- les, en el espacio de 17 leguas y media, ó vn grado en quadro : Y teniendo estas Lagunas como la tercera parte do vn grado, con la compensación hecha de los Lugares en donde ellas se es- trechan; resulta el que en vn dia se evaporan en estas Lagunas, 201 como once millones de barriles, poco más, ó menos, por ser el temperamento poco diferente de el de la mayor parte de el Me- diterráneo, y variar algunas circunstancias. Estos once millo- nes de barriles de agua evaporados en vn dia, templan mucho el calor, y más cuando ésta cantidad cae en la noche en rocíos. He procurado exponer el pensamiento que tengo formado, ciñéndome quanto me ha sido posible, por no incurrir en la no- ta de difuso, intentando poner el Andamio, para que otro fabri- que el edificio. México y Julio veinte y seis de mil setecientos sesenta y sie- te años. Br. Joseph ,lntonio de Álzate Eamirez. Tomo III.-28. RELACIÓN COIlAECi y ilIiS i niiSCiLTEPEC neclia en 1579 por D. GASPAR DE COVAEHUBIAS Alcalde mayor de dichas minaa y CoiTegidor por Su Majestad, de la provincia de Tucautln. EXTRACTADA POR EL SR. INGENIERO DE MINAS 13. JM^^TÑrUEL UIG LA. IPTJENTJE ^t^ OLEA, Socio cokrusponsal en Seyilla (Espíña). Terminadas las luchas épicas á que diera lugar la ocupación española, comenzaba en el último tercio del siglo XVI la gran emigración á las Américas, y deseoso el Consejo de Indias de reunir cuantos datos y noticias pudiei'an ser útiles al mejor co- nocimiento de aquel mundo nuevo para Europa, formó una Ins- trucción á la manera de los modernos Interrogatorios, para quo impresa y repartida, facilitase el objeto propuesto. Pedíanse en primor término en dicha instrucción, toda cla- se de noticias geográficas y topográficas, distancias á la capital, ríos, lagos y fuentes principales, cordilleras, volcanes y demás curiosidades de la naturalei^a. 204 Otras preguntas se referían á la población india y su aumen- to ó distribución, sus lenguas, su manera de vivir nómada ó se- dentaria y sus hábitos; significado del nombre indio de cada pueblo; religión de los indios en tiempo de su gentilidad, sus costumbres, guerras, etc.; su salubridad y enfermedades y por último su medicación. En el grupo de preguntas relativas á la agricultura pedían- se noticias de los árboles, frutos y semillas y de las hortalizas y verduras más usadas y las que de España se habían llevado; si se da seda ó grana; yerbas y plantas aromáticas con que se curaii los indios, así como las medicinales y las venenosas; ani- males domésticos y bravos y noticia de los transportados de Es- paña y de cómo se multiplicaban. Pedíanse además informes de las minas de oro y plata y otros metales y coloi'es; de las piedras preciosas, jaspes, mármoles y oti'as sustancias. En lo relativo á construcción se preguntaba acerca de la for- ma de las casas y edificios, y noticia de las fortalezas y puntos fuertes. Comprendíanse también en los interrogatorios preguntas re- lativas al comercio, á la tributación y á la administración, ter- minando la extensa instrucción con la averiguación de todo lo relativo á la costa, puertos y navegación. Tales eran en resumen las materias que comprendía la Ins- trucción enviada por el Consejo de Indias. Era por aquel en- tonces D. Martín Enríquez Virrey de Nueva España y desem- peñaba los cargos de Corregidor de la provincia de Tucantla y alcalde mayor de las minas de Temascaltepec, D. Gaspar de Covarrubias, el cual pi'ocedió á contestar á la información con- cienzuda é inteligentemente asistido para ello por D. Diego Cas- tañón, beneficiado de aquellas minas. Prestan interés á esta información los datos etimológicos, como asimismo los relativos á las costumbres de los indios an- tes de la llegada de los españoles, aunque por la extensión de algunas materias no la publiquemos íntegra. 205 * * «Las minas de Temascaltepec, cabecer?„ de la alcaldía ma- yor, asiento y población de los vecinos españoles, tiene tres pue- blos de indios en su jurisdicción que son: Texcaltitlán, cabeza de todos, que dista tres leguas de las minas, y los otros dos que se llaman Temascaltepec el uno, á tres y media leguas, y el otro Xupilco, que dista tres ó cuatro leguas. El corregimiento de Tucautla sujeto á esta alcaldía dista ca- torce leguas. Las minas de Temascaltepec y población de mineros, se llama así por el pueblo próximo. Temascaltepec quiere decir pueblo de baños ; se compone de temascal, baños, y tepec que quiere decir cerro ó peñasco, por un risco ó peñasco que está en el mismo pueblo en que tenían los baños. El asiento de estas minas está en un valle llamado Cacalostos ó casa de cuervos, porque abun- daban antes de la venida de los españoles. Caen estas minas en la provincia que llamaban antes Matal- cinga, que se conquistó después de ganado México, y parece que vino á ello el capitán Andrés Tapia, enviado por D. Her- nando Cortés, Marqués del Valle. El clima es más bien cálido, la tierra sana, tiene tres ó cuatro ríos y llueve de Abril á Octu- bre; todos los días hay turbonadas y tormentas. El valle en que viven los mineros está rodeado de muclios cerros, abundan pastos, no se cogen frutos porque se dedican al trabajo de las minas y los traen de los pueblos próximos. No había en este valle poblado de indios, pues los que al pre- sente hay los han traído los mineros españoles y han venido de muchas partes á trabajar los minas. Los hay de diferentes len- guas y hablan en general la mexicana, aunque su natural es la matalciuga. Los mexicanos son de buen entendimiento y los de- más son de naturaleza y entendimiento rudos. El descubrimien- to de estas minas fué hecho en 1555 por un indio llamado Adria- no, natural de Texcaltitlán, que sabiendo que había una alba- 206 rrada cou cantidad de metales de oro y plata, trajo á ella cinco españoles llamados Diego Martín Cuadrado, Alvaro González, Francisco Gómez Bernal, Lorenzo Yáñez y Francisco Vargas, los cuales vinieron á hallar unas vetas con mviestras de oro y plata. En los ensayos que hicieron acudió gente de mineros es- pañoles y empezaron á poblar la dicha albarrada, que así se lla- ma porque va sobre la haz de la tierra, con más de treinia bra- zas de ancho de gran cantidad de pendería de guija blanca, toda ametalada y tiene plata y oro que por su mucha dureza no se deja labrar, y corre esta albarrada más de doscientas brazas á lo largo á lo que se ve sobre la tierra; y por ser la albarrada tan recia y dura de labrar, la despoblaron los españoles y se bajaron á este asiento de Cacalostos y Real que ahora se llama de los ríos, que está á una legua al Este de la albarrada, porque se des- cubrieron metales más blandos y de mejor beneficio y por la co- modidad de los ríos en donde hay más de veinte ingenios de agua con que se mueven los metales. La altura del polo (sic) de este pueblo es de 20° próxima- mente. Está á diez y ocho leguas al Oeste de la ciudad de Mé- xico, Dista de la villa de Toluca, pueblo de españoles, nueve le- guas hacia el Septentrión. Texcaltitlán quiere decir lugar de peñascos. La lengua de los naturales es la mafalcinga, aunque corre también la mexicana. Eran en su gentilidad sujetos á un Señor de México llama- do Axayacacin, al que sucedió Moctezuma, á quien el Marqués del Valle encontró por Señor de México cuando vino. Tenían estos indios con los Tarascas de Michoacán guerra, y los que cautivaban se los llevaban para sacrificarlos y servirse de ellos como esclavos. Tributábanle cada vez que lo pedía dos ó tres cargas de mantas de neqiien que se hacen de un árbol que se lla- ma maguei y dábanle hongos con qvte se emborrachan y ocoie que es tea para alumbrarse y tinta hecha del zumo del ocote, que se llama en su lengua ocotlibi, y adoraban unos ídolos de piedra y 207 palo de hechura de hombres sentados en sus ticpales que son unos asientos bajos con sus espaldares. Llamábase por su nom- bre propio el ídolo quequcx, que no se pudo entender su signifi- cación. Tenían por ritos y ceremonias picarse las orejas y sa- carse la sangre de ellas y de la lengua y nariz y recogerla en unos vasillos de barro y poníansela delante y dejábanla allí. Sau- mábanlo con ocote y cópale, que son inciensos y resinas de árbo- les de la tierra. Se ocupaban en las guerras de sus fronteras y emborrachábanse coYipulqiie, que es un vino de mal sabor y olor que hacen con una raíz fuerte y se emborrachan para ir á la guerra sin temor. Gobernábanlos gobernadores que nombraba Moctezuma (sic) de entre ellos, los que se ocupaban en las guerras y en recoger los tributos para Moctezuma y en castigar los delitos, pues á los adúlteros los mataban con piedras ó los despeñaban y lo mismo á los ladrones y homicidas. Peleaban con unas espadas de palo con navajas de piedra encajadas y con unas rodelas de cañas macizas, y con hondas y con dardos de puntas de navajas y con flechas y dardos. Vestíanse de unas mantas de nequeíi pintadas y otros eneue - ros, y ahora se visten con camisas y saragüelles y mantas de al- godón y algunos con calzado y sombrero. Comían raíces que se llaman cimates y que no se pueden tra- gar, chupábanlas, y otras yerbas y hongos de árboles y las fru- tas que tenían y calabazas y frijoles, y los principales comían al- gunas gallinas, la gente común comía perrillos y venados y co- nejos que cazaban y ahora comen de todo lo que crían. Vivían sanos y muchos morían de viejos; no usaban medi- cinas ni sangrías ni otros remedios, y ahora tienen algunas en- fermedades y usan de medicinas, purgas y sangrías. j[: Lo mismo tenían y tienen los de Texupilco y Temascaltepec, que eran de una misma jurisdicción y cabecera. El pueblo de Texcaltiilán está asentado en un valle llamado en su lengua Teconfejyec; esto es piedra sacada de cerro por una cantera que allí hay en un cerro. 20S En cuanto á Xíipüco, está en un valle que se llania IsÜanac, que quiere decir tierra llana. Temascaliei^ec está en un valle de mucha llanura, poblado de malpaixaves, que se llama izqiútetcqiieqiie, que quiere decir maíz tostado. Texcalüüán es tierra sana, fría y de buenos aires ; viven sanos en ella los naturales, menos el año pasado de 1577 que les dio una enfermedad que llaman coUste (nestilencia), que fué gene- ral en toda la tierra. No tenían remedio ni cura para ello y mu- rieron la mitad de los tres pueblos. Texupilco es caliente y sano; suelen tener bubas y algunas calenturas; se curan con sudores que toman en sus temascales y ahora se acostumbran á sangrar cuando tienen calenturas con unas navajas de pedernal. TemascaUejjec es tierra sana, ni fría ni caliente y viven sanos los indios. Está la Sierra Nevada, que todo el año tiene nieve, á cuatro y media leguas de Texcaltitlán, á la parte del Septentrión. En su lengua se dice cMcnaqititecalt, que quiere decir nueve cerros, que los tiene á la redonda de sí. Dicen que tiene en lo alto un hueco grande en el que hay dos lagunas, una muy clara y otra de color negro donde en su gentililidad dicen que hacían los sa- crificios. En el pueblo de Temascaltepec, á una legua por la par- te de mediodía, hay un cerro de piedra llamado Terministlán, tan alto que no se ha subido á la cumbre. Pasa por el pueblo de Texcaltitlán un río pequeño que nace en la Sierra Nevada y por ir hondo no se puede regar con él. Texupilco tiene muchos ríos pequeños y uno mayor que se llama Qiieyatengo, esto es, río grande. Lleva pescados que se lla- man bagres y truchas y mojarras; tiene muchas tierras baldías y algunas con riego que siembran los naturales. Por TcmascaUejxc pasan dos ríos que abajo se juntan y lle- van pescados. Al Sur de Texcaltitlán y á una legua hay un cerro en el que existe una cueva ó boca que se llama ecalt y camas, que signifi- •209 ca boca de viento; arroja fuera tan grande fuerza de aire que expulsa lo que se echa dentro. Temascaltepec tiene una laguna á una legua, no corre el agua y está honda. Hay una fuente en el mismo pueblo que echa un caño de ja- bonaduras y dicen que es buena para el mal de piedra y está ex- perimentado. Los árboles de Texcáltitlán son encinas que algunas echan be- llotas. Los naturales las muelen y hacen de ellas tamale, que es una clase de pan. No se da trigo, cebada ni aceite. En término de Temascaltepec hay algunas labranzas de españoles, de trigo y cebada. * Los indios de Texcáltitlán usan una yerba que se llama sucM- jjatli, cuyo zumo beben para purgarse. Otra que se llama ista- fiatl, es como incienso con que se lavan y sahuman y les aprove- cha para el dolor de cabeza. Los animales bravos son leoncillos pardos y coyotes, que son como lóbulos de Castilla y otros que se llaman ostotes que son co- mo zorros. Otros monteses que se llaman ai/otages y son arma- dillos ( acompaña su dibujo tosco hecho á pluma), tienen el cuer- po cubierto como de corazas, cómenlo los indios y algunos es- pañoles, y dicen es comida sabrosa y buena. Cuando le siguen encoge la cabeza debajo de las conchas y déjase caer rodando por los cerros. Otro animalejo que llaman tlaquacint, que significa comedor de gallinas, tiene unos senos, seis ó siete tetas, y cuando le quie- ren coger llama los hijos, los mete dentro y huye ( también acom- paña la figura.) Y otro llamado tlacomisili, que quiere decir gato montes, cu- yo pellejo es muy galano para forros de ropas. En los montes hay gallinas que son pavos de la tierra, fai- sanes y otras aves. En la comarca die Texcáltitlán son minas las más que se be- nefician con azogue. En el término de Texiipilco hay otras que se llaman Tianguis- ToinoIU.— 27. 210 tepec, que es una sierra muy alta, á legua y media del pueblo, que están pobladas por cuatro ó cinco españoles; sacan muy po- ca plata y son de poco efecto. En el pueblo de Temascaltejjec cae la albarrada de que se ha- bló; en la misma albarrada, en lo alto de ella, hubo una mina de azogue que dio dos ó tres quintales y en lo bajo se perdió. Se coge yerba añil. En los tres pueblos hay unos dos mil tributarios. Tiene los tres pueblos en encomienda D. Felipe de Castilla. Hay dos clérigos beneficiados. Una iglesia matriz en el real de los ríos. Hay una eapelhxnía que dejó fundada D. Francisco Fer- nández de Avellaneda, minero que fué. Hay otra iglesia sufra- gánea en el otro real. » Termina aquí la relación con la fecha de 1? de Enero do 1580 y las firmas de Gaspar de Oovarrubias, Melchor Núñez de la Cerda y Diego Castañóu. Acompañan á esta relación cuatro planos ó dibujos bastan- te incorrectos para representar las posiciones relativas de los pueblos y reales de minas, como asimismo^la situación de los ríos y de las montañas principales. Adornan estos planos dibujos hechos á pluma que represen- tan luchas de indios ó figuras de los animales de aquella tierra, cuyos dibujos aunque interesantes por su época, no se recomien- dan por su ejecución. Representa el primer plano tener en su centro al Real de los ríos; al Este se halla el Real de San Andrés con su iglesia; al Sur el cerro Temeroso; al Oeste el Real viejo; por el Nor-Oes. te está y se representa la albarrada y más allá el cerro de Ter- mimitlán. El segundo plano ó pintura representa tener en su centro las minas de Temascalte])ec ; al Noreste se encuentra el pueblo de Texuxñlco; al Sureste se representa el pueblo de Temascáltepec ; al Suroeste está México; al Oeste la Sierra Nevada; y al Nor- ueste el pueblo de Texcaltitlán. Sigue el tercer plano con el pueblo y comarca de TexiipiJco, •211 de cuyo pueblo dependen diez y ocho pueblos que se llaman : Tinguiaztepec, Queutla, Quizcacingo, Texñxi guaya, Aguatlún, Cuz- ca, Qiiaufenango, Ixtololoch, Cuscaatla, Tepdlatkxja, Acamogiilán, Texapa, Tlapicdltepec, Ixtatacoya, Tepuztepec, Tepetlaücpa, Ahnólo- ya y CacaJozfoz, oa el que están las minas. El cuarto plano tiene en su centro la cabecera de Temascal- tepec y al rededor diez y ocho pueblos que se llaman : Macatepiec, Pixmitepec, Ixcapa, Mitla, Silaamanalco, Aüzcapan, Oxuxitepec,Ate- ticpac, Zum'ütepec, Epuxtepec, Quautepec, Concozfcj^ce, Ocelapa, Ca- cacontepec, IxtapatiÜcui , Tenayacaquc, Texcapan, Teguaztcpec, Te- qiiipinÜa, Capulco, Igiapan, Tenantored, Toixtepec, Acatitlán,Iztapa. Dista Temascaltepec de las minas tres leguas y media. Al Suroeste de TemazcaUepec hay en el plano ocho cerros su- cesivos que son: Teücpac^ XocMtejjec, TlaximUoya, Trapoquanütla, Onutepec, Tlatlatiaya, Cincatepiec, Tóloape. Hasta aquí lo contestado por D. Gaspar de Cavarrubias al Consejo de Indias en lo relativo á las minas de Temascaltepec, como alcalde mayor de las mismas minas; pero teniendo además el cargo del Corregimiento de la provincia de Tucanila, remitía camo tal al Consejo los datos relativos á la misma. De la misma manera que en la relación que á las minas de Temascaltepec se refiere, suminístranse en esta algunos datos cu- riosos relativos á la religión y cultos de los Indios de la comar- ca y también algunas etimologífis. Acompaña á esta relación del pueblo de TucanÜa su corres- pondiente plano ó dibujo por el mismo oi'den de los de Temaz- caUepec y con los nombres de hasta catorce pueblos entonces existentes. En la noticia breve del pueblo de TucántJa, dice: « Tucantla quiere decir lugar de tucas ó topos en lengua ta- rasca y macagua. En su gentilidad estaban estos Indios sujetos á un Señor lla- mado Satziz'qxinda, que tenía su asiento en el pueblo de Zinzon- za y tenía sobre ellos señorío. Tributábanle mantas de algodón, algodón, chile y maíz, como también de la caza y arcos y flechas y también algunas doncellas hijas de los más principales. 212 Adoraban dos ídolos de piedra que tenían figura de hombres, que el uno se llamaba aristicaqui y el otro midecaguecara y así los llamaban por nombre propio. Por rito y ceremonia presen- tábanle comida de lo que tenían y cuando por delito habían de ajusticiar á alguno, le ajusticiaban delante de ellos y les pre- sentaban los cuerpos y la sangre de los muertos en la guerra y aseguraban que se les aparecían muchas veces en sueños, dán- doles las gi'acias de los sacrificios y estos que sacrificaban, des- pués la carne de ellos la partían para su comida. De ordinario había tres indios de guarda de los ídolos, que se sacaban san" gre de las orejas con que se pintaban y eran reputados y aca- tados como sacerdotes y á su muerte les substituía un hijo suyo. Sahumaban á los ídolos con incienso y otros olores. Los gobernadores se los enviaba Satzimpanda, que era su Se- ñor, los cuales cobraban los tributos y los ocupaban en las gue- rras que traían con los indios de Toluca, Temascaltepec y Xa- lisco. Peleaban con arcos y flechas y con macanas de palo y rodelas. Llevaban á la guerra petos y espaldares hechos de al- godón y nudillos, y para ir á la lucha se almagraban de rojo y negro y otros colores. Traían una camisa sin cuello ni mangas, y otra manta, atadas las puntas al cuello y lo demás suelto. Traían algunos sombreros y muchos de ellos traían sayos y ca- pas como los españoles y calzados también. Comen ahora vaca y carnero y dicen que antes vivían más sanos y lo atribuyen á que en aquellos tiempos no conocía el hombre á la mujer hasta los veinte y cinco años ni se casaban hasta tener esa edad cumplida. Está asentado este pueblo á la orilla de un río caudaloso en- tre dos sierras, la de Levante que se llama Capuapeque que sig- nifica lugar de un ídolo, y la otra ni el valle tienen nombre es- pecial. Se padecen bubas y calenturas. Para las calenturas usan una raíz que W^vasai qiiera poserar- gua, que quiere decir raíz de alacrán, la cual muelen y se lavan con ella. 213 Para las bubas usan de otra raíz que llamau operagna, que quiere decir cosa caliente, la cual toman cocida y bruída. Púrgause con otra raíz que llaman mecgoacan, la cual se sue- le llevar á Castilla. Hay á tres leguas del pueblo una cordillera muy grande que atraviesa toda la provincia y que se llama Mcliayaraimñi, que sig- nifica lugar de tiestos. Pasan por la provincia dos ríos que se llaman Cinapan el uno que pasa por el Oeste, y otro que pasa por el pueblo. Hay muchos árboles, entre ellos uno que se llama urisauda, que quiere decir árbol del incienso. Otro que se llama curagua, es colorado como el palo Brasil y con él se tiñen cordobanes. El árbol llamado tapinzaran tiene la madera de varios colo- res y con ella se hacen cuentas y sillas y hay otro que se llama uxiiaca el cual tiene la madera blanca cuando se corta y á los cuatro ó seis días se pone de color rojo. Se da el añil en la provincia y se coge algún trigo. Hay leones, lobos, martas, venados y un animal llamado quahz- cuhi que es como un perro y muerde muy bravamente. Se crían también unas arañas como cangrejos, con bocas y dos cornezue- los y tan ponzoñosas que matan sin remedio. Depende este pueblo de la diócesis de Michoacáu. Hay en él un beneficiado á cuyo cargo está la administración de justi- cia de los naturales y en cada pueblo hay una iglesia y un hos- pital para los Indios enfermos, donde se curan y se les da de comer y lo que necesitan y lo pagan y sostienen con una semen- tera de maíz y chile que se hace en comunidad con este objeto. » Termina aquí el documento de D. Gaspar de Covarrubias al Consejo de Indias acerca de la comarca y minas de Temascalte- pee y de Tucantla, al que prestan más interés que las noticias re- lativas á sus riquezas naturales, las que suministra relativas á las tradiciones y costumbres de los indios. La formación de esos pueblos de indios, de que habla Cova- rrubias, para evitar el contacto con los extranjeros y la consi- guiente desmoi'alización, la magistratura de los naturales ejer- 214 cida en los primeros años por el sacerdote, la construcción en todo pueblo do la iglesia y del hospital de indios, marcan los pri- meros pasos dados para llegar á conseguir el gran hecho que juutemente con la inmigración española, había de transformar aquellos países; nos referimos á la cristianización de aquellos pueblos. Merced á estos cuidados, cuando tres siglos más tar- de y cumplida su misión histórica, plegáronse en el continente americano las banderas llevadas por Colón, el sueño de las tres almas creyentes que presidieron el descubrimiento de las Amé- ricas se había realizado. Cristóbal Colón, Isabel de Castilla y el Guardián de la Rá- bida podían estar satisfechos, America era cristiana. Sevilla, 24 de Marzo de 1890. LA CIUDAD DE PUEBLA Bajo ei punto de vista de la Higiene, por el Profesor Sooio honorario, Ooaserrador del Gabinete de Historia Natural del Colegio del Estado de Puebla. El año de 1530, D. Sebastián Ramírez de Fuenleal ordenó la fundación de una ciudad en el lugar que llamaban Cuetlax- cuapan. El comisionado de esta obra fué el reverendo Toribio Benavente ( á) Motolinia. La idea se debió al religioso, y el Pre- sidente de la segunda Audiencia de México dio un apoyo para realizar el pensamiento de Benavente. Al precisar en Abril del mismo año el lugar donde se edificai'ía la nueva ciudad, hizo lo que ninguno de su época': buscó las condiciones necesarias de Higiene. En el sitio más á propósito del valle, entonces com- pletamente desierto, eligió aquel que llenara todas las exigencias requeridas; en efecto, sobre la colina á cuya base cori*e el ria- chuelo, hoy de San Francisco, delineó la que sería Puebla de los 216 Angeles. Con esto procuró una corriente magnífica para las aguas pluviales y para los caños que servirían para desahogo de las casas; y á la vez una corriente de agua que sin tener el ame- nazador huésped de un río propiamente tal, procurara una can- tidad suficiente para arrastrar los desechos de la población. Alturas de la ciudad con relación al río. — Tenemos la ciudad ubica,da sobre dos rampas, una bastante prolongada y alta, como es la línea de San Matías al Puente «Romero Vargas,» y otra alta y breve como la que sigue la línea de la Plazuela de Romanes y la Luz al Puente de Toro, ó la que viene de las calles de la Ba- rranca al Puente citado « Romero Vargas, » siendo el centro el lecho del río. La Plazuela 'de 8an Antonio y la de San José se hallan inmediatas á la entrada del río de San Francisco, lo que nos acusa su altura, respecto de la plazuela del Carmen, calles de Múgica, que son puntos inmediatos y vecinos de la salida del mismo río, extremo opuesto á San Antoiiio.y San José. Las ga- ritas de San Pablo y la de Tlaxcala, que se hallan al N. de la ciudad y á una distancia de 2,500 metros de la torre S. de la Ca- tedral, tienen una altura de 29 metros; y de la misma torre á la calle de Cabezas, última que ve hacia el S., hay un descenso de lOJ metros. La garita de México, arriba de San Matías, al N., tiene una altura sobre la Plaza de 25 metros, y de la Plaza al río, aproximadamente 11 metros. Las calles de la Luz, situadas al E. de la población, tienen una altura de 26 metros probable- mente. En consecuencia, las líneas de descenso de la ciudad convergen más ó menos hacia el S., salida, como se dijo, del re- petido río de San Francisco. El punto más bajo de la ciudad es el Molino del Carmen y de las calles la denominada del Navio. Orientación. — La orientación de la'ciudadno fué indudable- mente obra del acaso. El fundador, teniendo en cuenta los cam- bios de posición de la tiei'ra, respecto al Sol y los vientos domi,- nantes del lugar, fueron delineadas las calles de NNE. á SSW. y de ESE. á WNW. Por esta disposición las calles de la ciudad 217 tienen pleno sol durante pocos minutos en el día en todas las estaciones del año, procurando sombra á los transeúntes; y en cuanto á los vientos, oponen obstáculo con los edificios. La dirección que las calles de una ciudad deben tener, así como las fachadas de los edificios que las forman, lia sido obje- to de discusiones. En Francia se aconseja la orientación regia ó sea de N. á S.; se recomienda igualmente la de NE. á SW., pero dando crédito á Zuber, estas recomendaciones no se fun- dan en datos científicos, aunque Vogt asegura que por sus cál- culos obituarios referidos á la orientación, debe preferirse la de N. á S. Los alemanes no optan por ninguna de las dos citadas y señalan como la mejor la de WNW. á ESE. y su perpendi- cular do NNE. á SSW. Cuando una ciudad tiene sus calles que van de N. á S. y de E. á W., las aceras del N. no tienen la acción benéfica de los rayos solares, en tanto que las que miran al S. tienen calórico y sol de sobra. Sabido es que la insolación sobro los muros posee su importancia, porque los materiales de construcción están dotados de poder absorbente, el cual sirve para transmitir á las habitaciones una parte de ese calor, de lo que se sigue, que las situadas al N. son excesivamente frías y excesivamente calientes sus opuestas. Los edificios que saludan al Sol á su salida, gozan de buena temperatura, y los que con- templan su ocaso, el calor que sufren es excesivo y molesto, con la desventaja de que á la madrugada su descenso de tempera- tura es bien notable. La orientación NE. á SW. participa de las ventajas y molestias antihigiénicas, señaladas a la orienta- ción anterior. Una orientación intermedia á las citadas debe ser la mejor, por no contar en su contra los inconvenientes que li- geramente se han apuntado; esta es la aceptada por los alema- nes, y es la que tiene Puebla, y con ella la distribución de caló- rico sobre los muros de los edificios, se obtiene de una manera casi igual por todas direcciones. Dimensiones de las manganas, altura de los edificios y anclmra de las calles. — Las dimensiones dadas á las manzanas de 83 "^80 Tomo III.— 28. 218 por 167™ 60 y la aucliura de sus calles de 11™ 73, fueron bien calculadas. Cou las dimensiones expresadas podrcá darse á las casas 42 metros de fondo, ya estuviesen por las cabeceras ó por las cuadras. La latitud de las calles era y es bastante para el tráfico de una ciudad muy populosa. Estas disposiciones son tanto más notables cuanto que en aquella época los conquista- dores poca ó ninguna curia tenían para la población que fun- daban. La regla que se tiene para establecer la anchura de la vía pública, es que debe ser igual ó un poco infei'ior á la altura de los edificios que la forman. Con pocas excepciones las casas 'de Puebla miden de 12 á 14 metros de elevación; en consecuen- cia, gozamos de calles que se hallan conformes por su anchura á la prescripción higiénica. ¿Sería esto efecto de la casualidad, ó fué una de las inmejorables condiciones que estableció el fun- dador de esta ciudad? Es de creerse que el que tuvo tanto acier- to en la realización de su idea, no dejó al acaso asunto que en conjunto ó aisladamente debía tomarse en consideración; pero sea de ello lo que fuere, la realidad es que tenemos calles con la anchura debida. Las calles están tiradas á cordel con contadas excepciones que no llegan á cuatro, proporcionando esta rectitud y las otras condiciones el acceso libre del aire, que á su paso lleva consigo miasmas y gases viciados de la población, esto es, un cambio fácil de su atmósfera. Terreno en que está construida la ciudad. — La ciudad se halla construida sobre un terreno calcáreo en su mayor extensión. Una porción de la área ocupada por los edificios se encuentra sobre un terreno que al menos, en sus primeras capas, contie- ne sales de magnesia. Desde la garita de Tlaxcala, caminando hacia el S. por las calles inmediatas al Ferrocarril Mexicano al "W., entrando hasta por la Merced y dirigiéndose hacia la Gari- ta de México al W. y barrio de Santiago, es donde se encuen- tran los terrenos calcáreos magnesianos. Hacia el N. E. hay un 219 depósito de conglomerado de origen neptuniano. La capa de carbonato calcáreo presenta espesor variable; puntos hay que mide de 8 á 10 metros y otros que pasa de 40, teniendo á pro- fundidades diversas, esparcidos cantos rodados de dimensiones regulares. En algunos sitios en que la perforación ha traspasa- do el manto calizo, se han encontrado arcillas diferentemente coloreadas. La consistencia de la caliza es muy variable ; hacia el S. de la población presenta una extremada dureza, teniendo incrustadas conchas de diversas especies. En otros lugares es más ó menos blanda, v cu otros todavía no se encuentra sino mezclada con arcilla, constituyendo una especie de marga. El calórico más ó menos intenso que se siente sobre la su- perficie de la tierra no tiene sobre el hombre una acción aisla- da sino que se asocia con otros elementos. El más importante entre estos es el agua al estado de vapor ó formando masa con los materiales del suelo. La influencia del vapor me ocupará más ii delante y tomaré en consideración el agua líquida incor- porada á las diversas substancias sobre que caminamos. Las ca- pas terrestres por sí solas se ha creído tienen influencia sobre el hombre, ya estén formadas poi- detritus vegetales ó humus, ya sean terrenos contempoi'áneos, como los de aluvión, ya sean, en fin, cualquiera de los otros que clasifica la Geología. Muchos ilustres higienistas y epidemiólogos han querido establecer en determinados terrenos, causas predisponentes é inmunidad pa- i'a algunas enfermedades y epidemias. Pettenkofer, entre mu- chos, ha señalado inmunidad para el cólera á los lugares que yacen sobre granito, gneis y otras rocas de formación contem- poránea á estas; pero la realidad es que los mencionados suelos manifiestan al cólera, á la fiebre tifoidea, etc.. poca ó ninguna facilidad para su desarrollo, porque carecen de permeabilidad y casi siempi'e son inhabitados. La naturaleza del suelo influye sobre la salud pública por su mayor ó menor facilidad para ab- sorber y retener el agua. Las rocas á que se ha hecho referen- cia son, á no dudar, las más salubres por su impenetrabilidad; un suelo formado por arena es inofensivo, siempre que el sub- 220 suolo no esté constituido por arcilla. Encontrándose arena con un subsuelo absorbente, toda el agua que se deposite será ab- sorbida una parte y otra pasará al estado de vapor bajo la in- fluencia de los rayos solares. Los suelos de carbonato de cal son variables por su diferente agregación; cuando existe el estado marmóreo y el oolítico, puede rivalizar con el piso formado por los gneis, greses y granitos; cuando se encuentra el estado de creta, puede comparársele al suelo arenoso; lo mismo puede de- cirse de la creta tuffeau y la dolomía. El sulfato de cal so en- cuentra siempre compacto yla absorción y conservación del agua se hacen imposibles, razón por lo que puede creerse que un sue- lo constituido por esta sal no será de malas trascendencias pa- ra el hombre que habita sobre él. Los suelos impermeables son inofensivos, siempre que su inclinación permita la corriente de las aguas; de lo contrario, estancándose éstas, dan el resultado, primero de aguas estancadas y después el de pantanos. Las ar- cillas tienen la propiedad de absorber el agua y conservarla mucho tiempo, aun bajo la influencia del calor del sol; sus par- tículas tenues y movedizas entremezclan los detritus orgánicos producidos en su superficie ó depositados por los vientos, y en presencia de la humedad y con el calórico solar, engendran fer- mentaciones en que los infinitamente pequeños se desarrollan' viven, se reproducen y mueren, para dar la vida y multiplica- ción ársus sucesores. Un suelo, pues, en que hay arcillas no pue- de ser sino insalubre, Las capas de humus do tierra arable, son insalubres, á no ser que el hombre las aproveche para su manutención. Cuando és- te abandona su cultura y no le hace producir los frutos que ne- cesita para su subsistencia, entonces aquellos principios que le serían tan útiles, cual si quisiesen tomar venganza, facilita las fermentaciones, desarrollando los gérmenes de los micro-pará- sitos que engendran variadas enfermedades. Como se ve, los sue- los formados por tierra vegetal son nocivos por falta de cultivo. Reasumiendo : tenemos suelos formados de rocas compactas íntegras ó desmenuzadas hasta formar arena; estas mismas ro- 221 cas en estado de transformación constituyen las arcillas; las rocas calizas, carbonatadas ó sulfatadas, aquellas en diverso es- tado de agregación, y por último, se encuentran suelos en que existen mezclas de los elementos citados, formando conglome- rados de origen neptuniano ó plutónico. Débese deducir de estas consideraciones generales, si el sue- lo de Puebla es favorable para la higiene. Como queda arriba dicho, nuestra ciudad yace sobre un grande manto de carbona- to de cal de compacidad variada, de diferente espesor con al- gunas interrupciones periféricas en que existen carbonato de magnesia y depósitos de acarreo. Las elevaciones pequeñas de Guadalupe, Loreto, el cerro de San Juan, lo mismo que el Tepoxuchitl y la cordillera á que está ligado, son de origen vol- cánico. La capa de arcilla á q^ie se ha hecho referencia, exis- tiendo á gran profundidad, no debe tomarse en consideración. Las condiciones de la perfecta inocuidad de una capa caliza son: que sea compacta, que siendo desmenuzable no tenga un subsuelo de arcilla y que haya una inclinación suficiente en el terreno para que el agua no se deposite, ni después forme pan- tanos. Estas son las condiciones que se encuentran en el suelo en que está fundada la ciudad de Benag^ente, y aun las capas húlmicas que rodean el caserío se hallan incesantemente culti- vadas; en consecuencia, el suelo de nuestra ciudad debe tener- se por completamente higiénico. Aguas. — Las aguas potables para el consumo de la nueva población fueron señaladas por el fundador, y aunque su caudal era menor del que se disfruta en la actualidad, fué sucesivamen- te aumentando á medida de la necesidad. Antes de 1855 se per- día por derrames una buena porción de agua, hasta que, en el año citado, el Sr. Ignacio Guerrero y Manzano, por contrato hecho con el Ayuntamiento, no se perdieron más las aguas sobrantes de las casas, aumentando el servicio de este líquido sin aumen- tar la cantidad total. No obstante la economía obtenida por el nuevo sistema de cañerías y el aumento habido por la adición 222 de aguas que no servían para el gasto de toda la ciudad, la can- tidad existente no alcanza para, cubrir las necesidades indispen- sables. Disminuye el agua por la cantidad que se escapa de las cañerías de barro. En cuanto á pureza hay algo que desear, y basta atender al nombre de uno de los manantiales: la «Ciene- guilla; » además, desde el punto de su nacimiento hasta cerca de la ciudad corren las aguas á cielo descubierto y reciben mate- rias orgánicas é inorgánicas que el viento y el agua les acarrea. La ciudad de Puebla recibe agua de los manantiales « Tri- nidad, » « Cieneguilla, » la « Luz, » el « Carmen, » y el « Alto, » que dan 105¿ litros por segundo; admitiendo 100,000 habitantes, corresponde á cada uno 91 litros por día, cantidad que no es la señalada como indispensable para los habitantes de una ciu- dad. La cantidad de principios fijos y volátiles que contienen, está de acuerdo con la admitida para ser potables. La cantidad de materia orgánica es variable y no llega á ser nociva, habién- dose notado que á medida que circula en las cañerías, esta cantidad decrece, aunque nunca llega á desaparecer, ni el decre- cimiento se hace notable. El grado hidrotiraétrico es 5.4G del agua tomada en la Plaza de la Constitución; el del agua del Co- legio del Estado es 4.5 ^el del agua del Paseo Viejo es 2.08 (?). Situación geográfica. Temperatura. — La ciudad de Puebla es- tá situada á los 1903' latitud N. y á 0^56' longitud E. del me- ridiano de México: su altura sobre el nivel del mar es 2,150 me- tros. Si se atiende á la latitud en que nos encontramos y á la división cosmográfica climatológica, debe concluirse que nuestra ciudad está situada en la zona tórrida, puesto que esta se ex- tiende hasta los 80° N. y S. del Ecuador teri'estre; las dos tem- pladas entre 30"^ y 60°, y las finas entre los 60° y los 90°. Esta división tan exacta y matemática no puede admitirse, supuesto que las observaciones térmicas acusan resultados diferentes. Aun antes quo se construyeran las líneas isotérmicas se había deducido una diferencia con lo establecido, atendiendo á la in- clinación del eje de nuestro planeta; se comprendía, que reci- 223 biendo el hemisferio boreal una exposición mayor á los rayos del sol y el otro una más corta, tenía que ser mayor el calor en uno que en otro. La experimentacióa ha dicho que el Ecuador térmico está situado al N. del Ecuador geográfico, que no sigue una línea recta, sino que describe ondulaciones más ó menos curvas. Rochard ha hecho la dÍAásión de los climas, guiándose por las líneas isotérmicas y estableciendo há zona tórrida en aquella faja que al N. y S. está limitada por las líneas isotérmi- cas que marcan + 25°, lindando con esta las zonas calientes que se extienden á las isotérmicas de +15°; de estas á las isotér- micas, marcadas con +5°, las zonas templadas; las líneas que acusan —5°, son el límite de las zonas frías; y por último, las polares, cuyo término se encuentra en las isotérmicas de —15°. Esta división nos coloca á la ciudad de Puebla en la zona tórri- da, pues que hallándose á los 19° de latitud, queda dentro de los 30°, límite de la zona tórrida cosmográfica y dentro de la isotérmica de -f 25°. Las condiciones especiales de nuestra ciu- dad nos libran del riguroso calor que corresponde á los datos de latitud y á la división climatológica. Si nuestro planeta tu- viese una superficie plana, esto es, curva, sin elevaciones y su costra homogénea, la temperatura decrecería uniformemente del Ecuador á los polos un grado de temperatura por 2° de la- titud, haciendo también abstracción de los vientos y de la hu- medad que contiene. Pero no es así, porque variadas causas engendran efectos igualmente variados. En un punto dado no puede darse una temperatura constante, consecuencia natural y precisa de la armonía de la Naturaleza, pues que girando nues- tro esferoide al derredor de su centro, el Sol, y sobre su eje, eje- cutándose á la vez un círculo de ascenso y descenso relativa- mente al Ecuador terrestre, se originan los años, los días y las estaciones; y con estas posiciones en que varían la dirección de los rayos solares, se tiene mayor ó menor calor, en cantidad que aumenta ó disminuye para cada lugar, según la proximidad de los polos ó del Ecuador, ó sea según su latitud. Hay que no- tar que las observaciones practicadas dan una diferencia para 224 1 Iguales latitudes en los hemisferios opuestos N. y S., debida á la inclinación del eje terrestre con respecto á nuestro Sol. La evaporación del agua del suelo y la de las masas acuosas con sujeción á las leyes físicas, absorbe al am^biente una cantidad respetable de calorj de aquí el descenso de temperatura en los lugares poblados de vegetales, ó en donde por riego ó existencia de lagos ó ríos, se produce una buena volatilización del agua, sintiéndose, al contrario, el calor con toda su fuerza en aquellos sitios, como en los desiertos, en que la ausencia del agua es com- pleta ó casi completa. Diversos aereonautas nos refieren que á medida que aumen- ta el alejamiento de la superficie terrestre, el termómetro y el barómetro descienden, ó sea, van encontrándose latitudes sobre- puestas, vati como alejándose del Ecuador hasta encontrar tem- peraturas polares : la presión atmosférica decrece con suma ra- pidez comparable con el descenso que se nota en la ascensión de las montañas altas: fenómenos muy naturales, porque sien- do las capas atmosféricas que se arrastran en el suelo, las que absorben maj or cantidad de calórico, serán más calientes que las consecutivas, de tal manera, que á 400 metros el termómetro se- ñala 10 o 5 50 á 1,300 y 0° á 2,200, teniendo en cuenta que este descenso está relacionado íntimamente con la latitud del pun- to de partida; porque decreciendo la temperatura del Ecuador á los polos sobre las alturas de la zona tórrida, el cero de la es- cala termométrica se encuentra á una altura superior, pues lo vemos en la superficie de la tierra. A las causas enumeradas como modificadoras, deben aña- dirse las corrientes de aire ó vientos. Dependiendo estas corrien- tes de la dilatación gaseosa y su diminución de densidad por el calor de la superficie con que está en contacto, viene á ser subs tituída por capas más pesadas y de menor temperatura. El aire á menor densidad y mayor temperatura aleja la saturación hi- groscópica, por lo que al hallarse en estas condiciones, absorbe más cantidad de vapor de agua que toma calor y aumenta el descenso térmico, como por la substitución de aire menos ca- 225 líente. Son, pues, una causa de descenso de temperatura las corrientes de aire, ó sean los vientos. Las inmediaciones de ríos caudalosos son frescas en los climas ardientes; la vecindad de grandes lagos en las zonas cálidas producen descenso de tem- peratura; las playas en los mismos climas, á ciertas horas, ex- perimentan un fresco agradable debido á que las influencias térmicas sobre las aguas del mar establecen corrientes hacia la tierra, que, llevando vapor de agua, hacen descender la tem- peratura. En consecuencia, las cercanías de grandes cantidades de agua modifican palpablemente la temperatura de una región. Dados los antecedentes enumerados y aplicándolos á nues- tra ciudad, la deducción es que aug cuando Puebla se encuentra á los 19° de latitud, ó sea en la zona tórrida, la influencia por su altura, 2,150 metros sobre el nivel del mar, la proximidad de grandes montañas en esplendorosa vegetación, constantes los vientos de NE. y N., la vecindad del Atoyac, el Alseseca, el riachuelo de San Francisco y sus alrededores, siempre cultiva- dos, su clima es templado: su temperatura media es IS^TT. Nubes y luz. — El fundador Benavente, por ser innecesario, supongo no tomó en consideración la luz que recibiría la ciudad que trazó, porque, como nos consta, contados son los días en que las nubes ocultan ó disminuyen la intensidad de los rayos lu- minosos, pues el máximum de la cantidad media de nubes tie- ne lugar en el Estío, presentándose siempre por las tardes á una hora próxima de la puesta del sol. Puede decirse que gozamos constantemente de un cielo puro, diáfano y transparente, y que las acciones debidas á la diminución ú ocultación de la luz nos son desconocida^. Días nebulosos son una rareza para nosotros; los torrentes de luz enviados por el sol, los recibimos sin inte- rrupción con la facilidad misma ó mayor con que el viento se introduce por los intersticios más pequeños. En conclusión, los grandes elementos de vida, oxígeno en el aire, rayos violetas en la luz, los recibimos en cantidad y calidad bastantes para vivir con salud perfecta. Tomo III.— 29. 226 Arca. — El espacio que nuestra ciudad ocupa con sus cons- trucciones es próximamente de 2.846,400 metros cuadrados. El espacio ocupado por la vía pública es próximamente de 515,738 metros cuadrados : sumadas estas cantidades dan 2.862,138 me- tros cuadrados. El número do casas que tiene Puebla es de más de 4,000, que por la área que ocupan y por el número de habi- tantes que se cuentan se deduce que á cada una de ellas le to- can 25 almas. El solar ocupado como queda dicho es de 2.346,400 metros cuadrados; corresponde, pues, á cada casa 561.60 metros cuadrados, y cada individuo cuenta con 23,46 me- tros cuadrados; si dividimos también la vía pública entre los ha- bitantes y aumentamos el cud^iente que so obtenga á la cantidad de más de 23 ya obtenida en la división de las casas, se obtiene que á cada poblador corresponden 28,62 metros cuadrados. Las opiniones sobre el territorio de que debe disponer cada indivi- duo en una población son muy variadas; pero se desprende que cuanto mayor sea el que disfruto cada uno, es mejor el estado higiénico del lugar. Puebla no tiene que desear bajo las rela- ciones de extensión para el número de habitantes que hoy cueii- ta, nada por lo que toca á la rectitud y anchura de sus calles, nada por la altura de sus edificios ni por su orientación. Altura^ com])Osicwn del aire, xiresión atmosférica, — La influen- cia de nuestra altura sobre el nivel del mar, no solo se extien- de á la temperatura en general, sino que como es consiguiente, hace variar la composición del aire ó volumen dado sobre la su- perficie ó al nivel del mar. El punto de comparación que se ha adoptado para determinar la composición del aire, es uñ vo- lumen, un litro, á 0° y á la presión de 760""^ de altura en el barómetro. Con arreglo á estos datos, el aire contiene 30 cen- tigramos de oxígeno y el resto de ázoe. Pero si la temperatura aumenta sin decrecer la presión, disminuye consiguientemente la cantidad de los gases; así es que á 15°, la cantidad de oxígeno baja á 28 centigramos. Igualmente, si decrece la altura baromé- trica conservándose idéntica temperatura, la composición del 227 aire no queda la misma, por lo que á 2,000 -metros de altura y á 0^, la cantidad de oxígeno es de 23 centigramos. A una altu- ra de 2,150 metros, como es la de Puebla, y á una temperatura de 15 o, un litro de aire contiene 105 miligramos de oxígeno. Se hace abstracción por el momento del volumen del vapor de agua, ácido carbóinco y otros gases que en cantidades jnínimas exis- ten en el aire. Una proporción inversa está establecida entre la tempera- tura y el volumen del aire : la densidad es inversamente propor- cional á la temperatura en los gases ; á mayor temperatura me- nor densidad; á menor poso específico, menor peso relativo y absoluto; de lo que se deduce que las capas de aire cuanto más baja es su temperatura, mayor es su peso, y cuantas más capas gravitan sobro un punto dado, mayor es el peso de éstas; de es- tas deducciones resulta que á igual temperatura y á desigual elevación, la presión ejercida por las capas atmosféricas es des- igual; y cuando altura y temperatura son desiguales, la presión varía con ellas. La situación de Puebla á una altura considera- ble sobro el nivel del mai', y por su temperatura media, el ba- rómetro acusa una presión de 593 ™"\ La presión atmosférica, como todos los elementos climatológicos sujetos á alzas y bajas, es variable en nuestra población. En los doce años de observa- ción ha llegado á subir la columna barométrica hasta 598 """34 y á descender hasta 588"™ 03. Humedad del aire. — La humedad del aire produce, con otras causas, la movilidad del mercurio en el barómeti'O, y como esta humedad tiene un papel muy interesante en la higiene de un lu- gar, se buscó también la cantidad relativa por ciento que hay en nuestra atmósfera. Por los cuadros adjuntos se tendrá una idea del ascenso y descenso del barómetro y diminución del va- por de agua del aire; en esta líltima se obtiene como humedad media anual 62.3, esto es, una atmósfera más que medio satu- rada, lo que no es de admitirse sino bajo el punto de vista ma- temático. 228 Vientos dominantes. — El calórico transmitiéndose á la atmós- fera y dilatando su masa, tiende como menos densa á elevarse. Estas ascensiones de masas aéreas producen un desequilibrio atmosféx-ico, porque tendiendo á ocupar el espacio del aire en- rarecido, otx'o m<ás denso, en este movimiento se originan las corrientes de aire, ó sean los vientos. La acción que sobre la hu- manidad tienen esos cambios más ó menos rápidos del aire es muy interesante. La proximidad do depósitos grandes de agua, las montañas, los terrenos ó lugares muy altos ó bajos, las es- taciones y latitudes, son causas que determinan los vientos; ade- más, la altura en que en el día se coloca nuestro Sol. Como cau- sas constantes determinan'vientos constantes, como son los ali- sios y otros. Si con la exactitud con que se verifica la traslación de la tierra y cambio de estaciones, se verificaran los cambios de temperatura, los vientos serían uniformes y sucesivos; pero co- mo otros factores no constantes coadyuvcín a determinar las corrientes aéreas, resulta que ni su dirección, ni su velocidad, ni su estado higroscópico son siempre los mismos. En la variedad que presentan hay unos que se repiten á determinada hora del día en una estación y en otras no; en fin, que con corta diferen- cia, se establecen con cierta constancia. Estas corrientes, atra- vesando espacios más ó menos dilatados, arrastran de ellos va- por de agua, materiales sólidos, vegetales ó animales, miasmas y efluvios, aumentan ó disminuyen su temperatura inicial, lo mis- mo que su velocidad; y por donde van pasando depositan ios elementos variados que trasportan para recoger otros nuevos. La diversa temperatura, la cantidad de vapor de agua y los gér- menes, haciendo abstracción de su impetuosidad en algunos ca- sos, son las causas determinantes de diversas afecciones mor- bosas- Los vientos en Puebla varían, como es natural, á distin- tas horas durante el día y con las estaciones; pues como se ve en el adjunto resumen sacado de doce años de observación, no soplan en una misma dirección en veinticuatro horas. El vien- to dominante en nuestra población, á las siete de la mañana, varía del N. al NNE., á las dos de la tarde SS W., á las nueve 229 de la noche proviene del NE. y del ENE., de lo que sin dificul- tad se deduce que la mayor parte del día, de las estaciones y de los meses, los vientos del NNE. y del NE. son los frecuentes; pues aunque tenemos vientos del S. é inmediatos al W., sólo se hacen sentir, aunque todos los días, en las horas en que el ter- mómetro apunta su máximum. La velocidad de los vientos que por Puebla pasan, es variada. La velocidad media en las esta- ciones se halla en relación con la media total ; sin embargo, en la Primavera se tienen los vientos más veloces, y en Estío los más suaves. La velocidad media es 1.9 metros por segundo. Se ha dado la humedad relativa contenida en el aire; pero como son útiles las indicaciones del psicrómetro, que acusan el estado de saturación del aire, con relación á la cantidad que ne- cesita para su perfecta saturación, se acompañan, sin discusión, las observaciones que indican las tensiones máximas, mínimas y medias del vapor de agua. Lluvias. — La pluviometría nos da con exactitud el agua que las nubes descargan sobre la superficie de un lugar. Las lluvias originan cambios de temperatura, presión y humedad y aun tam- bién en las corrientes gaseosas déla atmósfera. Interesa igual- mente para saber, aunque de una manera vaga, la cantidad de agua que humedece el suelo, atendiendo á la inclinación del lu- gar; el cuadro respectivo indica la cantidad total de agua reco- gida en cada uno de los doce años de observación. Todos los datos climatológicos y meteorológicos que he ci- tado pueden verse con alguna extensión en los adjuntos cua- dros formados con las observaciones practicadas por mi ilustra- do amigo el Sr. Ingeniero Benigno González. A grandes rasgos quedan señalados los agentes naturales cu- ya acción determina la salubridad de nuestra población, que so- lamente un cataclismo podría hacer variar, y que de otra manera tienen que conservarse relativamente constantes, aunque en rea- lidad están sufriendo con mucha pausa un cambio, con la varia- ción que el eje de nuestro planeta viene sufriendo hace muchos 230 años, según las observaciones de astrónomos notables. Como las influencias que modifican la naturaleza del hombre, hacien- do de él un ser vigoroso ó }j(i ser raquítico, son de un origen múltiple, deben pasarse todas en revista, aun cuando sea con suma brevedad, omitiendo aquellas que no presentan gran inte- rés. El terreno en que está edificada la ciudad ya está clasifica- do ; resta ahora hablar de las modificaciones que en su superficie han impreso los pobladores que ha tenido en más de trescientos años de su existencia. Ko han podido ser tan profundas, que exija un estudio minucioso, pues han consistido únicamente en depositar capas más ó menos gruesas de tierra vegetal y casca- jo, con objeto de mejorar la nivelación natural. Son tan pocos los puntos en que á flor de tierra se encuentra la capa geológi- ca, que á mi juicio no deben mencionarse. El espesor del man- to de tierra vegetal formado se encuentra particularmente en la vía pública, asegurando ó formando cimento de las baldosas y cantos que constituyen las banquetas y empedrados. En las áreas de las construcciones se encuentra también tierra vege- tal más ó menos modificada con los restos depositados de los edificios construidos. El padre Benavente dividió con el capitán Martín la superficie del sitio señalado é hicieron la distribución entre las familias que vinieron áformar la nueva ciudad; éstas edificaron casas, y aunque amplias, les sobró terreno que dedi- caron para el cultivo. Sucesivamente fueron haciéndose cons- trucciones sobre los terrenos que fueron de labor, y de aquí la explicación del humus por todas partes, aunque cubierto en su mayoría por los materiales, ladrillos, losas ó cantos que consti- tuyen los pisos bajos de las habitaciones y sus dependencias. Debe llamarse la atención sobre que solamente calles que están en la periferia de la ciudad, carecen de embanquetado y empe- drado, y una inmensa mayoría no tiene este defecto. Las ban- quetas de la ciudad miden l'"76, formadas por mesas ó bal- dosas de 85 centímetros de largo poco más ó menos, con una anchura de 43 centímetros, colocadas en la dirección de la calle, paralelas á los edificios. La altura de las banquetas sobre el in- * 231 mediato nivel del empedrado, es próximamente de 15 centíme- tros. Los empedrados están formados unos con cantos irregu- lares, perfectamente unidos los unos á los otros; con el objeto de procurar el fácil escurrimiento de las aguas pluviales, hay un descenso de nivel variable, pero bastante rápido para obte- ner el fin deseado. Otros empedrados están hechos con adoqui- nes de piedra, siendo éstos los de mejor aspecto, de mayor co- modidad y que llenan las exigencias de la higiene. Oreo que no es de temer el humus cuando está cubierto con materiales que imposibiUtan el paso del agua y el contacto del aire, como su- cede en la vía pública de nuestra ciudad. El paso de las ondas caloríficas y las corrientes de aire ó ga- ses á través de los materiales con que están construidas las pa- redes de los edificios, difiere con la naturaleza de éstos, y por esta razón y por lo que toca á la higiene, menciono cuáles son los empleados en la generalidad de los edificios. Mortero ó ar- gamasa formada con cal, agua y arena en diversas proporciones pava unir ladrillos, cantos irregulares, es lo empleado común mente en la actualidad; en otro tiempo se substituía la argama- sa con lodo; de manera que en cuanto á la mezcla que servía de liga, encontramos diferencia. Los grandes edificios, como pala- cios, iglesias, colegios y otros en que nuestros predecesores de- mostraron esplendidez, las construcciones se encuentran ejecu- tadas con materiales de mejor calidad, habiendo la tradición que el hoy Colegio del Estado y la iglesia de la Compañía, que per- tenecieron á los jesuítas, que en nuestro país se distinguieron por la magnificencia, belleza y solidez de sus fabricaciones, es- tán construidos con una argamasa en que intervino la albúmi- na. Las casucas de los suburbios, algunas están construidas con arcilla cruda, mezclada á arena y humus. Fácil es colegir de la consistencia y porosidad de los materiales nombrados, la calo- rificación, ventilación y humedad de las habitaciones que están formando. Las habitaciones para las clases que no son la ínfi- ma, puede decirse que son regulares ; en lo general las dimen- siones son buenas por su capacidad, siendo una rareza encontrar 232 ^ una recámara que tenga menos de 130 metros cúbicos ; y la ex- plicación es fácil, si se atiende al número de metros cuadrados con que cuenta cada habitante entre nosotros; sucede frecuen- temeijte que en un cuarto ó recámara se entregan al sueño dos y tres personas, en cuyo caso la viciación del aire es cierto que aumenta, pero sin darse el caso de que se agote el oxígeno. La altura más común y general es de 5 meti'os; no faltan ventanas por donde se baga la renovación del aire, ayudando á éstas las puertas de entrada y de comunicación con el resto de las otras piezas de la casa. La clase pobre y la pobrísima, como en todas partes y en todo, disfruta de habitaciones sin comodidad y ca- reciendo de las más indispensables reglas de la higiene; la ma- yor parte ocupan pisos bajos en que la humedad del suelo es sensible, en que no hay más que una puerta y un espacio cir- cundado por cuatro paredes, es el todo; allí tienen las oficinas necesarias para la vida, sucediendo por último, que la famiha se compone de cinco ó más individuos, que sobre todo en la no- che, producen una atmósfera densa, miasmática y pestilente. Las clases acomodadas guardan la higiene con procurar el aseo y lujo de la casa que habitan, y su bienestar pecuniario contri- buye á viciar la atmosfera del lugar en que duermen; alcobas, cortinajes, cómodos asientos tapizados, alfombras y otra multi- tud de objetos inútiles, consumen el oxígeno que necesitan, em- peñándose además en evitar el paso libre aunque moderado del aire exterior. En las jóvenes que pertenecen á las familias á que se hace referencia, demuestran en su semblante la miseria de oxígeno que utilizan en su respiración. Las oficinas tan intere- santes de una casa como son cocina y ciertos lugares reserva- dos, en la mayoría son pésimos: las primeras, receptáculos de gases carbonados formados en los fogones, y cuya salida no se facilita de manera conveniente; en los mismos lugares se lavan trastos que sirven en las mesas y los que se usan para la con- fección de los alimentos, allí también las materias animales y vegetales sufren un lavado, permanecen un tiempo más ó me- nos largo, y la temperatura propicia en todo tiempo para las 233 fermentaciones, siempre se están verificando, y gases de las des- composiciones que originan, forman parte de la atmósfera. Hay más: unos caños que i-eciben las aguas á que se lia hecho men- ción y otras, desprenden sin cesar gases insoportables por su olor. Los inodores son el foco en que á millares se desprenden esquizoofitos de todos géneros y especies, predominando aque- llos que son especiales en esta clase de materias y que produ- cen el tifo entre nosotros y la tifoidea en Europa. Los gases son infectos, de olor insoportable y que vician la atmósfera. Entre nosotros son desconocidas las cubetas de Rogier-Mothes, con válvulas automotoras, los obturadores hidráulicos, los water- closet de Jennings, los sterfput y otras invenciones que cortan la comunicación de los gases entre los depósitos de materias fe- cales y el ambiente; el común inglés que no da el resultado ape- tecido y es una especie de water-closet, son los introducidos en contadas casas, aunque ya ezisten en gran número de ellas los obturadores hidráulicos por mandato de la autoi'idad política. Las vasijas con sifón ó sex-pool han sido también colocadas eu algunas habitaciones, y entre los edificios púbUcos, sólo en el Hospital de San Pedro se ha procurado disminuir la viciación del aire, estableciendo los mencionados sex-pool. En una ciudad se hace imposible dar una orientación con- veniente á las habitaciones, por lo que no me ocupo de la que tienen las casas de Puebla. Atarjeas. — Los pueblos civilizados, conociendo lo nocivo de las precisas inmundicias que se elaboran en los centros de po- blación, han buscado la manera más perfecta de llevarlas lejos, procurando evitar la mezcla de sus gases con el aire. Con ese fin han surgido mil invenciones, y Roma antigua y la sepultada Pompeya, nos enseñan uno de los sistemas que se han acerca- do al objeto propuesto. En las ciudades tenemos producto constante de los desaho- gos directos del cuerpo y de otros, que recogidos por el aseo de las habitaciones, de las ropas y de las personas, se unen á aque- Tomo III.-30. 234 líos dando una suma sorprendente: en Puebla tenemos, calcu- lando con Lent, que corren en nuestras atarjeas 1,972,500 litros al día, haciendo abstracción del derrame de las aguas que de muchos establecimientos industriales van á imirse con las de las habitaciones. Haciendo el cálculo con los datos de Pettenkoffer, obtendremos 2.902,500 litros al día; pero á mi juicio ambas can tidades están lejos de ser la verdad, y me apoyo en la reflexión de que, cuando una ciudad no tiene agua bastante para su uso, ésta tiene que ser consumida por completo aun cuando las aguas de pozos se tomen para el uso. Puebla tiene 105 litros de agua potable por segundo, que en veinticuatro horas suman más de 9.000,000; si de esta cantidad sustraemos la que permanece en las fuentes, la que se evapora y otras, haciendo subir su suma al día á 4.000,000 de litros, 5.000,000 serán los que corran al día en nuestras atarjeas. Los canales de que me ocupo están muy lejos de los parisienses y otros en que los municipios, estiman- do lo que vale la salubridad pública, han gastado grandes capita- les en alejar las asechanzas de los productos zimoóticos de estos focos; pero si no tenemos esas obras de arto, lo existente llena en gran parte nuestra necesidad. Culpables han sido los ayunta- mientos que comenzaron á construir las atarjeas y los que se han sucedido, por no haber dado dimensiones y material de construc- ción páralos canales subterráneos de que me ocupo. Desde lue- go se nota falta absoluta de un plan general, pues no siguen una dirección recta de declive, sino que van dividiéndose muy ca- prichosamente, y fracciones hay, aunque pequeñas, en que se ha obligado á un caño á seguir un trayecto opuesto al descenso natural. Los canales últimamente concluidos son rectos y una que otra porción de los antiguos; pero el resto describen líneas curvas, algunas tan pronunciadas, que pasan debajo de las ban- quetas, y otros por último, van de una acera á otra. Las dimen- siones de los caños son 419"™ de profundidad y anchura; se en- cuentran algunos de menores dimensiones y que siendo trayec- tos muy cortos, no se toman en cuenta. Otra excepción es el gran caño mandado construir por las religiosas de {Santa Catalina, que 2S5 mide aproximadamente 1.25 metros de profundidad, 1 de anchu- ra y 200 de longitud. El material con que están construidos es la- drillo y argamasa común, cubiertos por mesas, sobre las que des- cansan terrenos y empedrado. Conocida la inclinación de núes- • tras calles, se comprende que os difícil, imposible, el estanca- miento de las aguas en los canales de la ciudad; el depósito de materias sólidas tampoco se verifica por la causa misma de la inclinación; por consiguiente, sólidos y líquidos se precipitan sin cesar. Una inclinación de 0.75 metros por 1,000 metros, ha- ce correr una masa líquida de 2,616 metros por hora; una incli- nación de 2.4 metros por 1,000, da una velocidad de 3''60 por hora, y una de 1 metro por 100, hace correr una masa líquida por razón de 4'' por hora. Tomando las avenidas más altas y más bajas de nuestra ciudad, se encuentra que es sobrada la inclinación para producir una velocidad que lleve en pocos mi- nutos las aguas de nue.stros caños hacia fuera do la ciudad. El estancamiento, el calor y materiales vegetales ó animales, en- gendran las fermentaciones nocivas para la salubridad; pero cuando esas materias están impulsadas por una gran velocidad, que escasea el oxígeno, que el agua es abundante, las descom- posiciones son lentas, si se verifican. Estos razonamientos m@ hacen deducir que nuestros canales son malos, pero no en gra- do superlativo como generalmente se cree. Los canalillos ó ca- ños pequeños, que de las casas parten para la atarjea ó caño principal exterior, son más perjudiciales todavía; un declive in- significante, malamente cubierto en comunicación con los min- gitorios de los zaguanes, los inodoros, etc., y teniendo aberturas para que penetre en ellos el agua llovediza, son unos tiros de chimenea que arrojan hacia la atmósfera los productos de des- composición de las sustancias que lentamente acarrean, y aun algunos del canal de la calle. Por lo expuesto, se ve claramen- te que los caños ó atarjeas son nocivos accidentalmente, y que el mayor perjuicio proviene de los que pertenecen al cuidado de los propietarios. Es muy frecuente señalar como causa, entre otras, de algu- 236 ñas enfermedades, la humedad del suelo y los gases, productos ambos de las aguas corrientes en las atarjeas, deduciendo la ex- plicación de su presencia al paso de las aguas mencionadas á través del encortinado que forman los expresados caños, mez- clándose con la tierra inmediata, y saliendo por fin á la super- ficie del suelo. Soy de opinión, qae si agua y gases provienen de estos focos, sus salidas se verificarán de otra manera y no como se ha descrito. La creencia de la salida del agua entre la masa de los ladrillos y la mezcla ó mortero que los une, se apo- ya en la porosidad de aquellos y lo deleznable de 1^ argamasa que no es hidráulica. Expondré brevemente las razones que militan en contra. El paso á través de los ladrillos debe fundar- se en el principio físico de la capilaridad y de la endósmosis con- firmados por las experiencias y análisis que se hayan hecho. Wolffhügel, Sander j- Wibel examinaron este punto y ejecutaron análisis de los materiales inmediatos á los canales, y no encon- traron las sustancias que llevaban las aguas que corrían en és- tos, con lo que demostraron la no existencia de corrientes de intra acl extra. Los materiales que circundan niiestros caños tie- nen siempre alguna humedad, debida á las infiltraciones de las aguas de riego y llovedizas; esta humedad es igual aun en pun- tos distantes de los canales, sin que se note un aumento en la proximidad de éstos, aumento que debería haber si hubiese transfusión. El agua de las atarjeas está en continuo movimien- to; y es indudable que no hay difusión de un líquido á través de las paredes que lo contienen cuando se halla en movimien- to, y mucho menos si en la parte de afuera hay humedad. El sistema de desecación de terrenos, consiste en hacer caños en que se derrame el agua de los espacios circunvecinos y que to- ma una corriente según el declive que se les da; este hecho de- muestra que la canalización capilar se verifica hacia el punto donde existe una masa de agua en movimiento, debiéndose no- tar aun más, que los autores que han estudiado este punto, acon- sejan poner cañerías de barro, vacías, para que pase el líquido por los intersticios que dejan entre sí sus moléculas, y en las 237 experiencias ejecutadas, se ha visto que el agua penetra al in- terior de los cilindros citados y corre como si viniese de un manantial; todos estos datos dejan fuera de duda que no hay corriente en nuestros caños de intra ad extra. A mayor abunda- miento, debe tenerse presente que los objetos de arcilla pierden casi por completo su porosidad bajo la influencia de una solu- ción de jabón, solución que no falta en las atarjeas. Las dimen- siones son pequeñas, pues aunque pueden contener sobradamen- te el líquido que por ellas camina, en las épocas de las lluvias, á veces son insuficientes. No negaré que una reforma radical es indispensable para la plena seguridad higiénica; deberíanse construir más amplias, con sección ovoidea, tapizadas con ar- gamasa hidráulica y con un sistema que hiciera la corriente más rápida de lo que es en la actualidad; de desearse sería que se tapizaran con clinquart. Muy perjudiciales son á la salud las coladeras ó pichanchas existentes en algunos cruceros de calles muy concurridas y otras situadas á la orilla de algunas banque- tas y por donde salen algunos metros cúbicos de gases de las atarjeas. Las poblaciones que carecen de una topografía como la de Puebla, han emprendido notables obras de arte con el fin de ale- jar las inmundicias; y en aquellas en que la inclinación del te- rreno se presta, han recurrido á introducir grandes cantidades de agua para lavar y alejar los manantiales de las atai'jeas ó ca- nales urbanos. Puebla puede recibir la inmensa mejora de lavar sus calles y sus caños con el gasto de unos cuantos millares de pesos: existe el proyecto, pero como todo lo que redunda en be- neficio público y no de particulares, quedóse olvidado, y ni los estudios presentados al Gobierno sobre el particular se encuen- tran en los archivos. El río Atoyac que pasa al Poniente de nuestra ciudad tiene un caudal de agua quer,sería bastante pa- ra ed objeto indicado, introduciéndolo de manera conveniente. La casa del «Rancho Colorado» está sobre el nivel de la Pla- za principal, á una altura de 30 meti'os; los manantiales que 1© son inmediatos dan agua que ha sido conducida hasta la fábri- 2S8 ca on necesarias, para que llegado el caso se pueda deducir una con- clusión ó conclusiones al estudiar la alimentación en Puebla. ¿Qué cantidad en peso debe ser la ingerida por un individuo? ¿Guales y qué clase de alimentos deben usarse? En cuanto ala cantidad todos los autores están acordes, y la experiencia de- muestra que es muy variada por ser diferentes las causas que importan esa variación, diciéndose lo mismo de la clase, porque se encuentran motivos que son igualmente diferentes. Los ha- bitantes de las diversas zonas climatológicas que existen en el Globo, así como las vaiñedades de climas que en las mismas se encuentran, dan desde luego una de las razones de la variedad en el régimen alimenticio de los pueblos. Cada zona tiene sus producciones especiales, las que se encuentran en relación ín- tima con las necesidades de sus pobladores; en algunas el hom- bre, intuitivamente, de las materias con que cuenta, prefiere aquellas de que su organismo necesita. Los habitantes de los pueblos y los de las zonas en que no hay necesidad de combus- tible, decrece el uso de ese elemento como el de sus análogos, hasta llegar al Ecuador, á donde por lo contrario, la Naturaleza ofrece materiales par^i calmar el fuego del suelo. La fisiología nos enseña la influencia marcada que tiene la temperatura so- bre el aparato digestivo, y nos hace ver que aun las estaciones, en un mismo lugar, toman su parte en la importante función de la digestión. De esos datos se deduce que la cantidad de alimen- to debe ser diferente para cada pueblo según su latitud, altitud, etc., y todas aquellas causas que hacen variar sus producciones, su temperiitura, etc. A las influencias térmicas se tienen que aña- dir las individuales que para cada grupo ó profesiones tienen que ser diferentes y que varían con el sexo. El herrero que ha- ce grandes esfuerzos, debe tener un gasto más considerable que otros artesanos, como el sastre en que la acción de los músculos es insignificante. El peón del campo durante diez horas tiene pérdidas por trabajo muscular no interrumpido, y su alimenta- ción debería ser proporcionada á la reposición que necesita, ma- TouioIII.— 31. 242 yor que la del sastre ó del individuo que viviendo en el ocio, tiene pérdidas insignificantes. Siendo tan diversas las causas que modifican la cantidad de alimentos, debe buscarse un pro- medio, un número que exprese aproximadamente las cantidades de ázoe y carbono que necesita un hombre para equilibrar sus pérdidas. El alimento substituye pérdidas, y si tomamos la can- tidad de éstas, se podrán deducir las necesidades que se deben de llenar. Voil, Pettenkoffer, Scbiefferdecker, Marvaud, Payen y otros, con este punto de partida, observando en artesanos, in- dustriales, soldados é individuos de otras clases sociales, han señalado cantidades que se acercan al término medio de 310 de carbono y 20 de ázoe, obteniendo este resultado por las pérdi- das que sufre un adulto, que son 20 gnmios en materias fecales, orina y sudor, 310 en respiración y excreciones y 30 en sales. Debe repetirse que estas cantidades no son fijas, variíindo en la práctica de tal manera, que cualquieía que sea ol número seña- lado será susceptible de aumento ó diminución. Tenemos un ejemplo en nuestros peones: éstos trabajan incesantemente, tie- nen grandes pérdidas y sus alimentos son casi exclusivamente bidrocarbouados; los azoados los ingieren pocas veces, y á no ser por la muy pequeña. cantidad de legumina contenida en los frijoles y el maíz, no introducirían ninguna materia cuaterna- ria. Los mismos individuos ingieren también gran cantidad de vegetales; mas esta clase de alimento nada cede al organismo, porque los principios en ellos contenidos son mnj difíciles de atacar por los líquidos del aparato digestivo, volviéndose todos desperdicios, produciendo una ilusión alimenticia debido á su gran volumen, y sólo verifican un paseo por el tubo intestinal, funcionando éste en balde para arrojar una cantidad abundan- te de materia fecal. Ante esta cita, preciso es admitir la influen- cia de raza y educación. De paso debe decirse, que los que se alimentan sólo con vegetales, sus aptitudes son casi nulas pa- ra producciones intelectuales. Saint-Hilaire cita los irlandeses grandes comedores de papas, y á los indios grandes consumido- res de arroz, comprobando lo que acaba de decirse. Oircunscri- 243 biéndose á nuestra ciudad debe decirse que la mayoría de sus habitantes se alimentan mal. La alimentación de las clases so- ciales es proporcionada á los recursos pecuniarios de cada uno. El arte culinario entre nosotros ó al menos su práctica, se halla distante de un verdadero progreso, atendiendo á las aplicacio- nes obtenidas en el conocimiento de las mejores sustancias ali- menticias y la manera de condimentarlas para hacerlas nutriti- vas y bien digeribles. Un gran número de familias, conservando el estilo tradicional de nuestros antepasados, toman al medio día una comida consistente en la olla ó cocido, con algún otro agregado. Si este cocido fuese preparado según las observacio- nes del Barón de Liebig, podría usarse con la carencia de que surtía sus efectos reparadores; pero confeccionado á la antigua usanza de lavar muy bien la carne, hacerla hervir mucho tiem- po, agregarle sustancias ricas en aceite esencial, espumarlo con cuidado y con exceso, colorearlo cou azafrán, recargarlo de ver- duras, no puede dar sino un caldo con gelatina derivada de la condrina del tejido cartilaginoso y otros, y que en realidad no es alimento; materia proteica en cantidad infinitesimal debida á la paralbúmina que se encuentra en el tejido muscular, por- que la albúmina y materias albuniinoideas, se coagulan con el calor y son separadas con las espumas; hay que añadir, como factor indigesto, la cantidad de grasa de las carnes que entran en la confección. Como parte más nutritiva del cocido que nos ocupa, se busca la carne que privada de las materias verdade- ramente alimenticias, no es más que un armazón formado por los vasos, nervios y otros tejidos que no pueden ceder al orga- nismo sino pequeñísima cantidad de materia útil. Los otros pla- tillos que acompañan al cocido y al caldo, son las sopas, frijoles y algunos guisos con carne de cerdo, con grasa y verduras in- digestas. La clase pobre se limita al uso de la carne de cerdo y frijoles al medio día ó poco después, como comida principal. Todas las clases, entre nosotros, no usan sino abusan del pican- te, con pocas excepciones. El desayuno se hace con leche, aso- ciada al chocolate ó al café, por una parte de la sociedad; las 244 clases pobres tomau agua ai'ora atizad a cou hojas de naranjo, corteza de lima ó agua ligeramente coloreada con café ó mui- tle, substituyendo estas aguas con atole. Por la noche la alimen- tación más común se reduce á carne mal condimentada, pobre en principios nutritivos y algunos feculentos; la clase desgra- ciada sólo toma frijol. En resumen, las materias alimenticias usadas, son las de los pueblos civilizados en proporción y con- dimentación especiales. Los feculentos se consumen en gran cantidad, particularmente maíz y frijol. Entre los condimen- tos, el más favorecido es el excitante chile. El alimento repara- dor por excelencia, carne ó huevos, lo emplea la clase que cuen- ta con algunos recursos; la clase pobre toma carne, pero de cerdo que es la peor de las usadas. Eu nuestra casa de abastos entran al año, término medio, 28,536 cai'neros,^ 2,378 al mes y 79 al día: el peso medio de uno es de 20 kg. ; por consiguiente, á cada individuo toca 21 gr. al día, incluyendo pesuñas, huesos, etc., etc., que deducidos resultan aproximadamente 15 gr. de carne fresca. Al mismo establecimiento ingresan al año 7,830 animales de raza bovina, 652.50 al mes y 21.75 por día. El pe- so medio se calcula eu la gran variedad de ellos, 100 kg., que dan 21.75 kg. total al día, y una dotación de 29 gr. bruto por ha- bitante, que deduciéndose piel, cornamenta, materias y líquidos excrementicios, etc., etc., quedan útiles 20 gr. La estadística alcabalatoria acusa para la ciudad el sacrificio de 17,744 cerdos al año, 1,478.66 al mes, 49.28 al día; y calculando 75 kg. por cabeza, se tendrá que á cada habitante le corresponden 29.28 gr. A esta cifra deben sumarse 4 gr. que les corresponde por 2,160 cerdos que criados en la ciudad se matan y á los que se debe suponer un peso de 50 kg. El desperdicio en estos animales es menor por ser más los aprovechamientos que en los otros, y la sustracción siendo menor, resultará que de 33.28 bruto que co- rresponden á cada persona son útiles 25 gr. La carne, por su composición, presenta los elementos más 1 Datos tomados en 1885, época en que se creía que la ciudad tenía 75,000 habitantes. 245 interesantes de substitución para los gastos del organismo, y por esta razón debe colocarse á la vanguardia d^ las materias alimenticias. Los hombres instintivamente procuran alimentar- se con carne, y una multitud de los habitantes de nuestro pla- neta ingieren cierta dosis diariamente ; muchos hay que ven pa- sar varios días sin llevar á sus labios una pequeña porción, y cuya existencia sé mantiene tan sólo por el hábito; un ejemplo tenemos en nuestros indígenas, para quienes la carne es un ra- ro manjar: la clase pobre, nuestro pueblo trabajador, come pe- queña porción de carne, siguiendo en esto auna mayoría de los pueblos europeos, donde esta clase, la que se constme más en el trabajo material, es la que consume menos. Los cálculos ex- presados arriba nos dan una suma de 83.28 gr. de todas carnes por persona, ó 60, descontando las pérdidas de lo completamen- te inútil. Dada esta cantidad, resulta que cada habitante con- sume al año 21,900 gr. Según Bloch, Mecklemburgo gasta por persona 29,000 gr. de carne al año; Toscana 8,500; Francia 20,000; Luxemburgo 21,500. Mecklemburgo y Toscana son los extremos de una lista que cita, y si tomamos el medio 18,500, se deduce que Puebla consume más de ese medio, consume como Mecklemburgo y Toscana. Hay ciudades como Lille y Rouen, que consumen anualmente por habitante de 42 á 45 kg. ; pero en algunas poblaciones de Italia gastan de 1 á 8 kg. Los sáladeiros en Brasil comen varias libras al día y nuestros indios la prueban pocas veces. Las aves de corral, las gallináceas, no son alimento muy co- mún, pudiéndose calcular que el número que se sacrifica anual- mente puede ascender á 100,000, correspondiendo 1^ por habi- tante. Las otras carnes no merecen especial mención, por ser muy poco el'uso que de ellas se hace; debe llamarse la atención que en cuanto á peces se consumen los conservados con cloruro de sodio, en salmuex*a y en aceite; los frescos se comen pocos, por- que debido á los crecidos fletes del ferrocarril que nos une al puerto más cercano, son muy elevados; y si bien se encuentran 246 en nuestro mercado, se reservan para familias que pueden pa- gar. En Puebla se vende-en época determinada una especialidad en carne: esta es la proveniente de las matanzas de ganado la- nar y cabrío que se verifica anualmente al fin del Otoño, con el objeto de extraer la grasa. La osamenta con el nombre de es- pinazos, caderas y otros, vienen al mercado con restos de mús- culos, comenzando á sufrir la fermentación pútrida; y como su precio es bajo, la gente pobre y aun la media hacen provisión abundante, sucediendo lo mismo con las cabezas, riñones y otras menudencia», proporcionándose enteritis y diversas enfermeda- des consiguientes á la ingestión de carnes descompuestas. La leche debe ocupar un lugar entre los preferentes, al ha- cer el estudio de los principales y comunes alimentos de nues- tras masas, porque siendo el objeto hacer una breve reseña de todos ellos para deducir su influencia mas ó menos directa so- bre la salud pública ó investigar así la parte que le correspon- da como causa ocasional ó predisponente á las enfermedades en general, y muy particularmente las que determinan la constitu- ción médica en nuestra ciudad. La leche es un alimento que lle- na las exigencias del organismo animal; es un alimento realmen- te biológico, porque encierra en sí los principios necesarios para las substituciones de los elementos gastados por la vida, por la conversión del trabajo en calor y el calor en trabajo. Caseí- na, albúmina, materias azoadas, azúcar, materia hidro- carbo- nada rica en elementos de agua; y grasa, hidro -carbonado en que existe una buena cantidad de carbono y finalmente, sales re- constituyentes. La carne necesita la ayuda de pan ú otro mate- rial combustible; la leche lo lleva en sí: la carne ingerida sola es alimento en que hay pérdida por el ázoe seco que la economía desaloja para darse elementos de agua y de carbón : do fe, leche todo lo aprovecha, nada pierde, y satisfactoriamente (ía los ele- mentos substitutivos al gasto. Pueblos hay como Suecia y otros, en que el hombre se alimenta casi exclusivamente de leche; esto no obstante, no puede usarse por la generalidad con ese ex- 247 clusivismo, debiendo atribuirse esa imposibilidad más al hábito de ingerir siempre buena proporción de elementos producto- res de heces, que ineptitud para ser el mejor alimento conocido. La leche, líquido que Natura da á las madres para el alimento de sus pequeños, viene proporcionada á la edad de éstos, y de aquí las diferencias que se notan en la producida por varias hembras de una especie y aun en una en varias épocas. La alimentación da motivo de diferencias en la composición de la leche, como lo han comprobado entre nosotros los trabaJQS de los Sres. Ibá- ñez y Beguerisse. En las vacas, la hora de la ordeña da diversa proporción en lactosa, sales, caseun, etc. Los fraudes que en otros pueblos se cometen, son desconocidos generalmente. No fué posible, ni aproximadamente, conocer el total de la leche que se consume en Puebla. La leche obtenida en los establos de la ciudad, en su mayor parte es buena y mucha irreprochable. La que se obtiene en lecherías, cafés y revendedores, casi toda se halla lejos de ser buena; la cantidad de agua, según análisis practicado con el lactoscopio, galactómetro, lacto- butirómetro y lacto- densímetro, llega hasta 5 décimos; de la mantequilla no se ha encontrado sino ligeros vestigios. Se dice vulgarmente que los revendedores agregan á la leche cierta cantidad de gra- sa de cerdo ó carnero para aumentar la nata; pero en las diver- sas muestras que se han tenido á la vista, no se ha hallado este fraude. Nuestras vacas lecheras generalmente sufren raras enferme- dades, no obstante que los establos en que habitan distan mu- cho de tener las condiciones higiénicas adoptadas en los países que procuran el bienestar de los animales útiles al hombre. Afec- ciones morbosas transmisibles al hombre por la leche, nos son desconocidas. La leche es el alimento completo, originario del reino ani- mal; el trigo es el ncc j)liis ultra de los alimentos vegetales. En el trigo encontramos también proteicos ó hidrocarbonados: fi- brina, caseína vegetal, glutina, fécula, sales, fosfatos, etc., etc. ; elementos para restitución. El trigo, como la leche, no puede, 248 no obstante sus componentes, constituir un alimento exclusivo; y la existencia en él de los tipos alimenticios, no arguye su uti- lidad perfecta. El Estado de Puebla produce uno de los mejores trigos de nuestra patria, y en época no remota no tenían rival los do San Martín y Atlixco. Con el trigo se fabrica el pan, y como alimento de sumo in- terés por su poder nutritivo, la agricultura se ha empeñado en hacer producir al suelo un gran número de variedades para ob- tener mejor pan. En la inmensa variedad de las clases exami- nadas, hay granos ricos en elementos albuminoideos, y otros en que predomina la materia hidro - carbonada. La industria pana- dera se ha esforzado igualmente en obtener el pan más hermo- so á la vista y más nutritivo á la economía, aprovechando los avances de la ciencia agrícola. El mejor trigo no da el mejor pan, y por consiguiente, el trigo de mala calidad da pan nada aceptable; los trigos mediocres no dan buen pan. Las mezclas de diversas clases de trigo, según su composición, son con las que se obtiene el pan de mejor calidad. La pulverización del trigo modifica su clase, por cuya razón la harina de primera no pro- duce el mejor pan como alimento: la harina de segunda, de as- pecto no muy bueno, es la que da el mejor pan, el más nutri- tivo, por retener mayor cantidad de albuminoides. El jpam&aso, tan usado por nuestro pueblo, se fabrica con grano barato, sin separar en la pulverización las diversas materias que se extraen del trigo en general ; por consiguiente, es un pan análogo al pan negro de algunos lugares de Europa. Es una creencia muy vul- gar, la de que el pamhaso contiene á igual peso con el pan común, mayor cantidad de principios nutritivos, pero no es así; como en otros casos, sólo hay ilusión que paga el tubo digestivo. Según Meissner, la materia acumulada bajo la capa exterior del grano, no es albúmina propiamente dicha, sino un derivado me- nos asimilable: las observaciones de Dauders revelan que la ce- lulosa del salvado, rica en ázoe cuando so ingiere, pasa en las materias fecales. Panun ha hecho notar que en la ingestión del 249 pau con salvado disminuye la cantidad de urea; por último, los que comen pan con salvado, defecan en abundancia. Otro autor dice; el pan de todo el grano es más difícil de digerir, trayen- do una pérdida más considerable de materia alimenticia no ata- cada; aun dándose en mayor volumen, no dejaría de ser una ilusión de alimento para la mayor parte de los estómagos. En vano ha sido que se haya pretendido hacer sobresalir la rique- za del salvado en principios alimenticios ( almidón 50 por cien- to, gluten 14.9 ), si hay una economía real comiendo pan blanco. El pan de Puebla tuvo gran reputación en aquellos tiempos, que habiendo buen trigo, no estaba recargada su fabricación, contra las reglas de la higiene, con los impuestos excesivos sobre ha- rinas, piedras de molino, cernederos, hornos do pan y panade- rías; en la actualidad, por lo expuesto, la industria panadera tiene que dar malos productos para procurarse gran consumo, máxime cuando los negocios mercantiles y de todo género, se resienten de un malestar que acarrea la paupertad, y con ella las pretensiones de vender y comprar barato. De las diversas clases de pan que hay en el comercio, es preferible el blanco de agua, pues aun el fino, el que se hace con harina de primera, es malo, por contener gran cantidad de materia inerte y no llenar las condiciones que caracterizan al pan bueno, que son; estar esponjoso, tener un aroma especial agradable, una costra de co- lor amarillo moreno, sonora, llevando la miga íntimamente ad- herida, siendo ésta blanca, elástica, homogénea, no adherente entre sí. Afortunadamente entre nosotros no se envejece el j)an, ni hay lugar al desarrollo del botritis, grísea, oidium, aurantia- cum, aspérgilus y otros capaces de hacer mal. El maíz, de todos los granos ahmenticios que se dan en nues- tro privilegiado suelo, es el que tiene la preferencia, siendo su consumo muy superior al del trigo. Poseemos variadas especies que se cosechan en abundancia, siendo por tal motivo su precio muy módico. Benigno nuestro clima y con la regularidad de es- taciones, los agricultores cosechan el maíz en tiempo oportuno, cuando el fruto está perfectamente maduro, contando después Tomo IU.-32. 250 con tiempo suficiente para su completa desecación. Todas estas circunstancias son muy favorables para que el grano que nos ocupa sea, si no excelente bajo el punto de vista de la agricul- tura, sí lo bastante para la liigiene, porque en esas condiciones se evita la producción de la pelagra. El maíz, como alimento, es inferior al trigo y otros cereales por los principios alimenticios que contiene. La muestra analizada con motivo de esta Memo- ria dio: materia albuminoide —9, fécula — 61, grasa —9, celu- losa —5, sales — 4.50, agua —11.50; en tanto que el trigo ana- lizado con el mismo fin contenía: materia albuminoide .— 13.7, almidón —64, grasa —1.50, sales —2, agiaa —16.55, celulosa —2.25. La diferencia de 4.7 en albuminoides y de 3 en fécula, están á favor del trigo en contra del maíz. Si el pan de trigo por sí sólo no es uu alimento perfecto y debe añadírsele carne, el de maíz, que á igualdad de peso, contiene más agua y menos principios constitutivos, y además, el estado de grano, también á igualdad de peso con el trigo, contiene menos sustancias nu- tricias, la adición de carne deberá ser mayor. El pan mexica- no de maíz ó sea la tortilla, es defectuoso, por más que sea muy general su uso: su preparación con maíz, sometida á la ac- ción del agua de cal y en caliente, lo priva de una cierta canti- dad de grasa con la película que cubre el grano, no perdiéndo- se el pedumenlo de éste, que siendo del todo inatacable por los jugos del estómago y el intestino, desempeñan en ellos el papel de materia inei-te. Cuando la cantidad de cal es excesiva, se mo- difican los principios inmediatos contenidos en el maíz, y dan un producto difícilmente atacable por la ptialina. En el verano la masa con que se preparan las tortillas entra en fermentación con facilidad, produciéndose ácidos láctico, acético y otros que no se pierden completamente por el calor á que se someten pa- ra su cocimiento. Con las proporciones que contiene el maíz de albuminoides y fécula, la cantidad de agua que retienen las tor- tillas, un hombre para alimentarse con este pan, necesita una cantidad prodigiosa, de la que la mayor parte expulsa en la de- fecación, sin haber aprovechado nada la economía, y sí haber 251 fatigado el aparato digestivo, que hace esfuerzos para veriñcar la digestión, siu conseguirlo. El atole es un alimento pobre y de fácil digestión cuaudo.SQ toma en cantidad prudente, verificándose la sacarificación casi por completo por ser la cantidad de fécula no exagerada, no mo- lestándose el aparato digestivo. Este líquido es el alimento na- tural de muchos individuos de nuestro pueblo. De uso común se hallan otras semillas que pertenecen á las leguminosas como son las habas, frijol, lenteja, arvejón y otras, teniendo todas fécula y una materia nitrogenada, la legúmina, como principales elementos, y además agua, celulosa, leñosa, etc. La proporción de fécula es de 60 por ciento, y la de la le- gúmina es de 25 por ciento. Como es de suponer, esta compo- sición no es exactamente igual para todas, sino que presenta alguna diferencia. Al hablar de pan y carne, se llamó la aten- ción de las cantidades mínimas, que se consumen por los habi- tantes pobres de nuestra ciudad, y en este momento que con- sideramos la buena dosis de albuminoide que contienen, parti- cularmente los frijoles, plato predilecto de la clase proletaria, resalta una compensación que se establece en el menos y el más de uno y otro alimento en la proporción de materia proteica y la explicación de la fuente de materia azoada que substituye las pérdidas por trabajo físico excesivo de la clase á que se hace mención. De las leguminosas, las lentejas presentan mayor di- ficultad pax-a su digestión: los frijoles, bien cocidos y mastica- dos, son digeribles, aunque producen abundancia de materia fe- cal, como todas las sustancias muy ricas en fécula. No quisiera ocuparme de otras materias alimenticias para no ser diruso j pe- •ro presentando interés algunas por el uso que de ellas se tace y su influencia sobre el organismo es muy mareada, no puedo prescindir, como lo haré, con una multitud. Uno de los productos de la leche es el queso, sustancia que presenta gran dificultad para su digestión, particularmente cuan- do se ingiere en gran cantidad. Quesos extranjeros de todos orí- genes se encuentran en el comercio; pero el de uso más común •252 es el fabricado á inmediaciones de la ciudad y puntos más leja- nos, con las leches de vaca y de cabra. La preparación de estos quesos no presenta las variedades que en algunos lugares de Europa, donde la manei-a de cuajar la leche con mantequilla, ó sin ella, á caliente ó á frío, les da ai'tículos de gusto, caracteres y digestibilidad diversa, procurando en ellos fermentaciones es- peciales, y cuyos productos son los ácidos butírico, valeriánico, caproico, caprílico, carbónico, caprínico, hidrógeno, sales amo- niacales y materias de desdoblamiento y descomposición de la grasa de la caseína y de las pequeñas cantidades de lactina que retiene, dominando en muchos la aposepedina. Nuestros quesos se obtienen á frío, correspondiendo al queso no cocido, en la cla- sificación de los quesos. Como la agregación de nuestro queso es muy íntima y contiene gran cantidad de agua, la masticación no es bastante para desmenuzarlo bien y para que su disolución por los jugos pépticos se haga perfecta, evitando el paso de ma- teria inerte por el intestino. Por otra parte, el queso de por sí es un buen alimento, por contener una buena proporción de ázoe. Nuestro pueblo consume queso del país, y á no ser por su diges- tión difícil, podría contar con un buen substituto de la carne. Los huevos, de uso muy grande en todas las clases sociales, son preparados de la manera que es más difícil su digestión^ completamente coagulada su albúmina. Después de las materias alimenticias expresadas, que son las principale&, y que propiamente hablando son alimentos ver- daderamente tales, réstame decir dos palabras sobre otras sus- tancias usadas en gran abundancia y que interesan también por su acción nociva, por su abuso: estas son las verduras y las frutas, las primeras contienen cantidad pequeña de fécula, ma- terias colorantes, materia extractiva, ambas en proporción mí- nima, muy grande cantidad de celulosa, más grande aún de agua y dosis insignificante de albúmina vegetal; algunas contienen también materias oloi'osas y sápidas. Con pocas excepciones, los vegetales se ingieren todos después de cocidos; en la coc- ción se coagula la albúmina, aprisiona la fécula, y al ingerirse 253 se da al estómago un material inerte, inatacable por los agentes gástricos y entéricos, resultando que la cantidad ingerida es arro- jada íntegra hacia afuera con el aumento de los líquidos secre- tados en el trayecto de su camino: muy malos alirnentos tienen que ser los vegetales, y desgraciadamente se usan con exceso. Nuestra ciudad, colocada en medio de los climas frío y ca- liente, recibe los productos agrícolas de toda especie, y muy par- ticularmente las frutas. Hacia el S. de nuestro Estado, en que reina una temperatura ardiente, se producen- todas las frutas d© ese clima con una abundancia que asombra, y el mercado más cercano es nuestra ciudad, por lo que las tenemos á un precio bajo y al alcance de todas las fortunas. Las frutas se dividen en azucaradas, acidas, feculentas y oleosas, produciendo una ac- ción diversa sobre la economía. En lo general, y usándose bien maduradas y en cantidad prudente, son benéficas, salvo aquellas que contienen gran cantidad de celulosa. Las frutas llegan á nuestra ciudad, sin que los fenómenos biológico -químicos se hayan verificado en la planta que las produce y que dan una maduración perfecta; en este estado son puestas á la venta, pro- duciendo su ingestión un gran número de enteritis. Como complemento de la breve reseña sobre alimentación, me ocupíiré de las conservas más comunes que tenemos y de los utensilios de cocina. Sobre las primeras hay quC referir unas preparacionnes que en todo rigor no deben llamarse como que- da dicho, por no llenar el objeto; estas son la longaniza y sus congéneres, tripas embutidas de carne de cerdo picada y ado- bada. Bien preparadas tienen el inconveniente que presenta to- da carne añeja; pero tal como se hacen entre nosotros son ex- cesivamente nocivas, porque en jjírimer lugar la carne que se utiliza al efecto, son ciertas recortaduras que varios días van reuniéndose en los expendios de carnes de cerdo, en cuyo inte- rregno se inicia la fermentación correspondiente; después se pican, se adoban y se introducen en la tripa: si quedase la car- ne como debe quedaí', al abrigo del aire, no podría esperarse nin- guna descomposición ; pero sucede que á medida que se hace 254 la iuti'oducción dicha, van haciendo perforaciones con un instru- mento punzante, quedando en contacto con el elemento más in- teresante de casi todas las fermentaciones. Sobre utensilios, sólo hay que exponer la ninguna precau- ción que se tiene al hacer uso de vasijas de cobre y fierro, no comprendiéndose lo atacable que es aquel y lo perjudiciales que son los productos que so forman. Últimamente se ha introdu- cido el uso de fierro zincado para vasijas conductoras de leche, sin comprender los grandes males que tal uso puede producir. Licores. — Vinos de todas clases llegan á Puebla, siendo los más abundantes los de origen español y francés; en cuanto á calidad, se importan muy buenos y muy malos; pero como es- tos últimos son baratos, son los de mayor consumo. El vino ro- jo español, en el mayor número de casos, es de una mediana ca- lidad, habiendo dado el análisis de una muestra estudiada 19.5 de alcohol. Hay que notar, que desde tiempo inmemorial este vino viene cábezeado ó chaptalizado, como dicen los franceses, operaciones que consisten : la primera, eia añadir una cierta can- tidad de alcohol al ya contenido; y la otra, en aumentar azúcar para mayor rendimiento del mismo líquido espirituoso; por otra parte, muchos de nuestros comerciantes, con el fin de asegurar su larga conservación, le adicionan otra cantidad de alcohol, des- naturalizándolo por completo. El vino rojo francés se encuen- tra con frecuencia adulterado con materias coloi*antes vegetales, y últimamente con los colores provenientes del alquitrán de la hulla. En lo general son muy delgados y muy poco generosos : Qna muestra tomada del comercio no dio más que sus mate- rias colorantes naturales, 10 -^pv ciento de alcohol, y las materias propias á este líquido. Se encontró en el comercio un licor con el nombre de vino de Málaga, que todo tenía menos ser vino. Los llamados vinos de Champagne, casi todos son licores que en Francia llaman « Vinos espumosos artificiales. » En materia de alcoholes puros, los más usados son el cognac, el catalán, el mezcal y el aguardiente común. Del cognac hay gran número 256 lie imitaciones hechas con alcohol inodoro y éter enántico arti- ficial y materias colorantes. El catalán se encontró imitado, y en cuanto al mezcal sólo se le determinó sustancias que le son propias, pero en cantidad mínima, suponiendo que se le mezcle aguardiente común. Vulgarmente se dice que al catalán se le mezcla una cierta cantidad de sulfato de alúmina y potasa al mezclarlo con aguardiente común, no pudiéndose sostener esta aseveración respecto de cuatro que se analizaron. Se pretendió investigar la cantidad total de aguardiente consumido en la ciu- dad; pero el número que arroja el dato obtenido es tan insigni- ficante, que se prefirió hacer punto omiso de él. En las tabernas de aspecto lujoso á donde concurren personas de buena clase , social á rendir culto á Baco, so venden unas mezclas de diver- sos licores muy escitantes, que en mi concepto deben ser más perjudiciales que los aguardientes solos, que el dañosísimo ajen- jo y otros. Pulque. — El licor nacional, el vino de Xóchitl, es el que tie- ne un consumo prodigioso; rara es la familia en cuya casa dia- riamente no se bebe una cierta cantidad de él. Como es la bebi- da alcohólica más barata y á la que por gusto ó so pretexto de uso medicinal se nos habitúa desde la primera infancia, tiene que ser el más favorecido. Increíble parece que al día y según datos oficiales, se consuman al año 400,000 arrobas, más de mil al día, y con tendencia de aumento en el consumo, y sin contar el contrabando que con él se hace diariamente. Tócale como ración á cada habitante de Puebla, 50 gr. al día, cantidad exce sivamente pequeña, si se atiende á que los individuos que lo beben, por lo menos en cada comida ingieren de 360 á 500 gr. Constantemente vemos á los individuos de la clase pobre, con- currentes á las pulquerías, que para apagar su sed ó al aceptar la invitación de un amigo, vacían sendos vasos hasta llegar á una cantidad tan exorbitante, que toca á la imposibihdad. Pa- recería exageración que haya personas que en poco menos de una tarde beban hasta 25 litros de pulque, si no fuese fidedig- no el conducto de donde se obtuvo esta noticia. 256 El pulque uo tiene utia composición aproximadamente igual; varía según las haciendas de donde viene; varía con las estacio- nes, en un mismo tinacal; lo hacen variar los que lo conducen á la ciudad, y por último, los expendedores. En las haciendas los mayordomos agregan á la madre algunas sustancias con el mayor secreto, siendo una de ellas el almidón; en los expendios agregan agua, almidón también, y el vulgo asegura que igual- mente se compone con jugos de algunas plantas. El íSr. Río de la Loza analizó el pulque; el Sr. Boussingautl lo hizo en Euro- pa; el primero dijo: que se verificaba en el aguamiel tan sólo la fermentación alcohólica, y señaló la existencia de un hongo mi- croscópico, fécula y otras sustancias; el segundo determinó la existencia de un número mayor de principios; pero en mi con- cepto ni uno ni otro encontraron todas las materias que debe contener por la manera de como se prepara. La cantidad de al- cohol encontrada en tres muestras que se estudiaron, varió en- tre 2.80 á 10.66 por ciento. Ha preocupado á multitud de perso- nas la conservación indefinida del pulque, habiendo soñado mu- chos con haber conseguido su objeto. El pulque se descompone luego por su pobreza en alcohol; auméntese este principio y se evitarán las fermentaciones. La preparación del pulque ha estado siempre en manos de personas muy ajenas á los maravillosos fenómenos que ante sus ojos pasan, é incapaces de apreciar algo siquiera de lo que ejecutan; su norma es \?ij)ráctica que tradicionalmente han reci- bido de sus antepasados, de lo que resulta una gran variedad en los productos. Los estudios que sobre el vino nacional se han hecho, al me- nos los publicados en el gabinete, en mi concepto debía ser otro el lugar de su investigación. La fermentación del aguamiel no es simplemente la alcohóUca; es una fermentación múltiple dig- na de estudio minucioso que mejoraría el producto bajo todos aspectos. El aguamiel contiene sacarosa, glucosa, fécula, una materia hidro- carbonada y otras nitrogenadas, etc. Este líqui- do fermenta en locales determinados, tinacales, donde pululan 257 millaves de seres, capaces por sí solos de producir la ferineuta- ción y el pulque. Los materiales contenidos eu el aguamiel, al fermentar, tienen que producir alcohol, lüanita y ácido sucú- nico, como eu todas las fermentaciones de líquidos azucarados; una materia viscosa proveniente de la fécula y por fermentación viscosa; por el mismo origen ácido láctico, y más adelante se des- ari'ollan unas sobrefermentacioms ó fermentaciones acética, pro- piónica, alcohólico -maní tica, y por último, la pútrida. Un licor tan favorecido en su consumo, recomendado por los médicos, debe preocupar la atención de los que se dedican al cultivo del maguey y de los que lo ordenau para el uso de individuos deli- cados de salud. Otras bebidas alcohólicas se usan por nuestro pueblo, como son el tepache, proveniente de la fermentación de la panela, en un macerado de cascaras de pina, jugo del mismo fruto y algu- nos condimentos aromáticos como clavo y canela. El título alco- hólico es de 1 por ciento. La chicha que se prepara, provocando la transformación de la fécula de cebada ó maíz; le asocian tam- bién jugo de pina, corteza de naranja ó limón y materias aro- máticas como pimienta y clavo. El tibico es una bebida muy común, preparada con una materia azucarada que fermenta ba- jo la influencia de un mi ero -organismo no clasificado y que lle- va el mismo nombre, tibico. La cerveza que se prepara en nues- tra ciudad, no se parece á la inglesa, alemana y americana; se comprende desde luego que hay variantes en la fabricación, por lo quo se obtienen productos tan desemejantes y de una rique- za alcohólica muy inferior. Vestido. — La manera de vestir eu nuestra población, está á la altura de los países más civilizados por su corte y la variedad de telas con que se confeccionan ; está en relación igualmente con el rigor relativo de nuestro clima, aunque á ser imparcial, debe decirse que hay alguna exageración en el verano é invier- no, en atención á que nuestros fríos y calores no llegan á los de París, de donde tomamos nuestra manera de vestir. Tomo III,— 33. 258 Las reglas generales para la preferencia de telas para el uso de las ropas, son primeramente, que su poder emisivo sea me- diano, esto es, que el calor recibido no se pierda con brevedad ; que sean medianamente higroscópicas, para que no absorban el vapor acuoso de la atmósfera con exceso, y á la vez no pierdan con violencia la humedad corporal ó sea el sudor; deben ser tam- bién malos conductores del calor, porque la buena conductibili- dad trae una considerable pérdida de calorías: un gran poder emisivo aumenta el desperdicio del calor, y la fácil absorción y retención de la humedad, tienen el inconveniente de un gran gasto de calórico, y además se hacen repetidas las impresiones bruscas de frío por la evaporación rápida. Las telas de algodón son las preferidas entre nosotros en el uso de ropas interiores, ya por el hábito y ya porque son las de precio más módico. La clase pobre gasta las telas gruesas de esta fibra; la media, las finas y también las usan algunos de la clase acomodada, prefi- riéndose entre éstos las telas de lino. Como el algodón es mal conductor de calor, sin ocupar los extremos á este respecto, está en perfecta relación con nuestra temperatura que no exige telas tan especiales en las diferentes estaciones. Las telas fabricadas con otras fibras animales ó vegetales, no gozan del término medio como el algodón, pues que tienen con exceso las propiedades propias de conductibilidad, poder emisivo, capacidad higroscópica, etc. Generalmente se reco- miendan las telas de lana; pero en mi concepto, y fácilmente es demostrable, no se les debe conceder una preferencia, porque es grande su capacidad, reteniendo el vapor de agua que se des- prende del cuerpo; serán recomendables en los climas fríos, pe- ro nunca en los templados. Los vestidos usados por el pueblo pobre son ligeros, parti- cularmente en el tronco, nada menos donde se debe agrupar más abrigo. El traje más común del sexo masculino se compone de camisa de algodón y una blusa de la misma fibra y de pantalón comunmente de lana, con el correspondiente calzón. El traje 259 femenino eu muclios casos es aún más descuidado, conformán- dose una multitud con el uso de camisa escotada y un lienzo sencillo que cubre el cuello y partes vecinas. En cuanto al cal- zado, debe decirse que no hay esmero liigiénico en ninguna cla- se social. La clase media y la acomodada hacen sufrir constan- temente tortura á los pies, para amoldarse á la moda; en la clase pobre, los que lo usan, por razón de economía, lo gastan de ma- teriales duros y molestos. Al calzado de mala clase, unido al desaseo y al excesivo sudor de los pies, se debe, en muchos ca- sos, el mal olor que exhalan, no reconociendo en otros las mis- mas causas; en ambos so verifica una fermentación: en uno la pútrida, y en otro, no es fácil dar su denominación : donde hay humedad, pieles mal curtidas, etc., se desarrolla aquella, la fer- mentación, bajo la influencia de anaerobios, siendo los aerobios los que determinanlas reacciones generadoras de materia oloro- sa. No fué posible designar con su clasificación á los micro- organismos que en este momento nos ocupan; pero su existen- cia se comprobó por medio de agentes apropiados. El lecho de los pobres debe mencionarse porque conspira contra su salud; al nivel del suelo, sin elasticidad y colocado so- bre piso húmedo, coadyuva con otras causas á procurar muchas enfermedades y modificar sus constituciones. Con la mejor voluntad presentaría algunos apuntes sobre antropometría, con todas sus relaciones y resultados generales; pero á mi pesar fueron tan numerosos y tan grandes los obs- táculos que se opusieron para conseguir mi objeto, y por otra parte, el tiempo disponible era tan corto, que prescindí por com- pleto de mi tarea. Una reseña demográfica tan interesante para la higiene por- que pone á la vista la alza y baja de una población, en sus di- versas especialidades, fué imposible realizarla, por la razón tan- tas veces repetida, de la falta absoluta de estadística entre nos- otros, pudiendo únicamente dar en extracto la mortalidad en el año que acaba de terminar, y es como sigue: •260 Total de defunciones de hombres.. 1,603 ídem de ídem de mujeres 1,551 Suma 3,154 Las defunciones se verificaron en cada mes de la manera que indican los números siguientes: Enero: Hombres 136 „ Mujeres ... 117 Febrero : Hombres 101 „ Mujeres 96 Marzo : Hombres 125 „ Mujeres 139 Abril : Hombres 148 „ Mujeres 123 Mayo : Hombres 136 „ Mujeres 116 Junio : Hombres 131 „ Mujeres 149 Julio : Hombres 150 „ Mujeres 134 Agosto : Hombres 134 „ Mujeres 146 ►Septiembre: Hombres 144 „ Mujeres 123 Al frente 253 197 264 271 252 280 284 280 .267 2,348 261 Del frente 2,348 Octubre : Hombres 141 Mujeres 130 271 u Noviembre : Hombres 136 Mujeres 139 275 )) Diciembre : Hombres 121 Mujeres 139 260 )í Suma 3,154 Promedio mensual, 262.83. Máximum: Julio, 284. Mínimum: Febrero 197. Promedio de la mortalidad diaria, 8.64. Clasificada la mortalidad por eda- des, da los resultados siguientes; De 1 día á 5 años: Hombres 776 Mujeres 691 1,467 De 6 á 10 años: Hombres 62 Mujeres 58 120 é De 11 á 20 años: Hombres 63 Mujeres 65 128 De 21 4 30 años: Hombres 122 Mujeres 146 268 De 31 á 40 años : Hombres 161 Mujeres 113 274 A la vuelta 2,257 262 De la vuelta 2,257 De 41 á 50 años : Hombres 121 Mujeres 127 248 De 51 á 60 años : Hombres 107 Mujeres 134 241 De 61 á 70 años : Hombros 102 Mujeres 99 201 De 71 en adelante : Hombres 89 Mujeres 118 207 Suma 3,154 En la clasificación de la mortalidad por edades están com- prendidas las defunciones de las municipalidades que pertene- cen al Distrito de Pueblajpero que estando en proporción con las de la capital, no es un inconveniente ese aumento para for- marse juicio de la progresión y regresión de pendiente, según el número de años. '^ Por los datos expuestos se deduce una mortalidad de 3.15 por ciento al año. Las notas precedentes sobre higiene general, proporcionan materia bastante para inferir la nosología de Puebla. Con una claridad más ó menos grande, se encuentran las causas predis- ponentes, ocasionales y determinantes de las enfermedades, la etiología de las constitucionales y de donde deducir el origen de la mortalidad impresa á casi todas las enfermedades, ó sea la constitución médica. El cuadro es incompleto; lo sería mucho más, si no se apuntasen también los datos que pueden y deben tenerse correspondientes á la higiene especial. Los estableci- mientos en que por su institución se acumulan algunos indivi- duos de la sociedad, permanentemente ó durante algunas horas al día, ó en ciertos días, influencian directamente á esos indivi- 263 dúos ó indirectamente á las habitaciones vecinas y á la pobla- ción en general. Las escuelas afectan á los niños que á ellas concurren; su estancia durante unas horas del día es nociva, cuando el local y su menaje no están conformes á las leyes de la ciencia, y su acción puede ser tal, que determine constitucio- nes viciadas que les harán llevar una vida enfermiza, legar á sus hijos una herencia fatal, y su existencia será breve. Los cuar- teles, cárceles, hospitales, si no llevan las precauciones debidas, son focos perjudiciales á los individuos que contienen y á la ciu- dad entera. La asistencia á los espectáculos teatrales es peli- grosa, por la dificultad, todavía invencible, de darles á los tea- tros una disposición que evite los cambios bruscos de tempera- tura. Expresar las condiciones y reglas á que deben sujetarse, se- ría inútil, y me limitaré á presentar tina revista á grandes ras- gos, de los defectos de que adolecen los edificios á que me re- fiero, con la precisa indicación de su insalubridad. Escuelas. — Las localidades que ocupan nuestras escuelas pú- blicas están obligadas á servir para tales establecimientos, en- contrándose dispuestas para babitaciones. Algunas lian reci- bido modificaciones que disminuyen la incomodidad para sus concurrentes; pero que no llenan medianamente los preceptos de higiene pedagógica. La ventilación y la luz no son adecua- das ni distribuidas en proporción al número y edad de los edu- candos. Los materiales de ios pisos, comunmente de ladrillo, son perjudiciales, por las partículas sólidas que dan á la atmós- fera y que se introducen en el aparato respiratorio. Los ban- cos y mesas, todas de igual altura, son desproporcionadas á las tallas de niños de diversa edad. Los libros escritos con letras de proporciones variadas en muchos casos, fatigan el órgano de la vista. El trabajo incesante durante dos ó tres horas, cansa la atención y el cerebro se debilita. Estos son los defectos más cul- minantes de nuestros planteles de instrucción primaria, y don- de los niños, con su aprovechamiento, se hacen anémicos y es- 264 ci'ofulosos, ó pueden contraer deformaciones más ó menos apa- rentes del tronco. En bien de la humanidad debemos influir, de todas manei*as, para el mejoramiento de los establecimientos de enseñanza, no tan sólo por la educación intelectual y moral, sino también por el perfecto desarrollo físico. Cuarteles. — La higiene militar no ha ocupado la atención de nuestros Gobiernos; los edificios ocupados por nuestros regi- mientos carecen de las condiciones de su objeto, y al ser noci- vos para los individuos que encierran, lo son también para la población. Situados dentro de la ciudad, poco espaciosos y per- maneciendo en ellos los soldados constantemente, determinan todos los males consiguientes á la acumulación que creo por de- más enumerar. Cárceles f — La cárcel de ciudad es un edificio que en nuestro estado de transición no ha recibido las reformas necesarias pa- ra la higiene; ubicado dentro de la ciudad, perjudica y vicia la atmósfera con los miasmas que an cantidad abundante parten de esa acumulación de individuos que guarda. Las inmundicias que allí toman curso atraviesan gran parte de la población. Los hombres allí secuestrados, entregados á la ociosidad que gasta sus fuerzas físicas y nulifica la moral, sufren la pena consigna- da por la ley y la consiguiente á la falta de salubridad de su pri- sión. Debe reformarse, en todas sus partes, aquel edificio, para no ser tan nocivo á la generalidad y para sus detenidos, modi- ficándose además, para éstos, el sistema de alimentación y los dormitorios que son tipo de insalubridad. La casa para detenidos y de niños corrigendos, adolece de los defectos mencionados al hablar de la cárcel, multiplicándo- se los provenientes de la acumulación, por ser ésta mucho ma- yor, estando inmediata, y además el cuartel de policía, el de rurales y la oficina de sanidad. La salubridad reclama con ve- hemencia la distribución de los edificios citados, en lugares con- venientes de la ciudad. TI iU m cimiFiCA "iMi mí rrri JJ iUt MÉXICO. Eevista Mensual Oientíñca y Bibliográfica. Núm, 9. MARZO. 1890. LOS TEMBLORES DE TIERRA. CX:R C TrL-A-iR, C051ISÍ' i (¡EOülJÜCi M U SOCIAD "ALM envía a sus corresponsales. V Reconocida por la Sociedad Científica «Antonio Álzate» la utilidad de la observación de todos los fenómenos seísmicos, no ha vacilado en procurar despertar en nuestro país el gusto por esta clase de estudios, que á la vez que presentan una utilidad práctica á diversos ramos de la ingeniería, sirve para investigar las causas de los fenómenos que como los temblores y terremo- tos llenan de pánico y de terror. Con el fin de llevar á cabo esta propaganda y á la vez ini- ciar los estudios de esta clase, nombró de su seno dicha socie- dad una Comisión que con el nombre de Comisión de G-eodiná- mica, se encargara de formar una estadística de los hechos seís- micos pasados así como de los venideros, proponiendo á la vez los medios más adecuados para estudiar de la mejor manera po- sible todo lo concerniente á este ramo de la Geología Dinámica. Revista, 1889-90.— 17. 130 Nombrados los que suscribimos para formar dicba Comisión, hemos resuelto desde luego solicitar la ayuda no sólo de los na- turalistas de profesión, sino de todas aquellas personas que bon- dadosamente se dignen cooperar para el adelanto científico de nuesti'O país; á este fin se encaminan las presentes líneas. Los temblores de tiei'ra son fenómenos naturales de los que más embargan la imaginación del hombre, llenando de espau- to y consternación todos los lugares donde se dejan sentir. Jus- ta razón hay para ello, pues además de que nunca vienen pre- cedidos de ningún aviso, hau provocado catástrofes verdadera- mente espantosas, algunas de las cuales son las mayores que registra la historia de la humanidad. En Europa el año de 526^ perecieron unas 200,000 perso- nas en sólo unos momentos por un terremoto que se dejó sen- tir en casi todo el litoral de Italia. En 1693 en Sicilia perecie- ron 60,000 personas. En Lisboa el año de 1755 hubo 30,000 víc- timas. En América se registran igualmente catástrofes de esta cla- se en casi toda la costa del Pacífico. Chile, Bolivia, Ecuador, Centro América y México, son los países predilectos en estos fenómenos. Causas de los temblores. De pocos años á esta parte es cuando se han dado teorías casi completas para explicar los movimientos de tierra, pues anteriormente se tenía sobre los temblores multitud de ideas á la vez falsas é insuficientes para explicar esos fenómenos y sus consecuencias; pero hoy que el estudio de la geología ha hecho tan notables progresos, se puede decir que se conoce á fondo todos los motivos que originan esos movimientos, lo que ha permitido que se consideren tres especies principales de ellos: 1? Temblores volcánicos. 2? Temblores provocados por hundimiento's. 1 Fuclis, Les Vblcans et les tremblements de torre. — París 1878. 131 3" Temblores provocados por las dislocaciones de la corte- za terrestre. Respecto á los primeros, como fácilmente se comprende, se dejan sentir solamente en aquellas regiones donde se manifies- ta el volcanismo, extendiendo su zona de acción muclias veces á grandes distancias; generalmente preceden á las erupciones de los volcanes y cesan pasadas éstas : son los que conmueven la tierra con mayor fuerza. Los segundos son debidos generalmente al rompimiento de las paredes que forman las cavernas ó cavidades que existen en la corteza terrestre. Los terrenos y montañas formadas por ro- cas calizas, son los más propensos á sentir estos temblores á causa de los hundimientos provocados ])0v la acción disolvente que ejerce el agua sobre esas rocas. Generalmente la acción de estos movimientos es muy corta y puramente local. En cuanto á los de la tercera clase son quizá los más impor- tantes por ser sus efectos más continuados, aun cuando no tan intensos en la actualidad, como los debidos al volcanismo. Su ac- ción se extiende á grandes regiones, aun en aquellas de las más lejanas de los centros volcánicos, y son entre los que se deben colocar la mayor parte de los movimientos casi imperceptibles ó sólo apreciables con instrumentos delicados y que por esa ra- zón se han llamado inicroséis micos. Las dislocaciones dar^ía corteza terrestre que originan estos movimientos, son debidas al enfriamiento de la tierra que por esta causa disminuye constantemente de volumen, provocando estos movimientos de las capas terrestres que constantemente buscan acercarse al centro de la tierra. Esta misma causa es sin duda la que ha originado los grandes cataclismos que pare- cen separar unas edades geológicas de otras. En los tres casos que acabamos de considerar se compren- de fácilmente que hay un punto que experimenta más de cerca la conmoción, comunicándose después ésta por la superficie del suelo según la mayor ó menor conductibilidad de las rocas que 132 lo forman. En los temblores de la primera clase el volcán mis- mo es el centro de los movimientos ; en los de la segunda el lu- gar donde se verificó el derrumbe ó el hundimiento, y en los de la tercera el centro de gravedad de la superficie conmovida. Las observaciones que se ejecutan respecto á estos fenómenos tie- nen precisamente por objeto fijar la posición de ese centro en la tierra. Manera de observar los temblores. Cualquier movimiento séismico está caracterizado por las si- guientes particularidades : Carácter del movimiento. Dirección del mismo ó Intensidad del propio. Las maneras como pueden ser los movimientos ó sea su ca- rácter, son: movimiento trepidatorio ó sea una oscilación del suelo de ai^riba á abajo en sentido vertical; movimiento oscila- torio ó sea en sentido horizontal,' y por último, ondulatorio, en el que la superficie del suelo forma ondulaciones como las que se observan en el agua cuando se arroja á ella un cuerpo. En los dos últimos es en los únicos en los que hay que ob- servar la dirección, anotando el sentido del movimiento con re- lación á los puntos cardinales, para lo cual hay aparatos espe- ciales que generalmente son péndulos; pero las personas que no tengan algún péndulo instalado, pueden servirse para conocer dicha dirección, del sentido en que se mueven los cuerpos sus- pendidos, como candiles, lámparas, etc., que en cierto grado ha- cen las veces de péndulos, y mucho mejor acusa la dirección de uno de estos temblores los movimientos que toma el agua en los lagos, estanques, charcos, etc., y en cualquiera otro receptáculo. La intejisidad de los temblores es sumamente variable, pues los hay apenas estimables con instrumentos delicados y otros que son capaces de provocar las más terribles catástrofes. Unos y otros se pueden medir por medio de aparatos especiales lia- 133 mados seismómetros ; pero las personas que no los posean pue- den darse cuenta de su intensidad poi- los fenómenos que ori- gina. Se comprende desde luego que los primeros, es decir, los microséismicos quedan fuera de la estimación personal, y para estimar la intensidad relativa de los segundos, los profesores Rossi y Forel han propuesto la escala siguiente: 1 ° Sacudimiento señalado sólo por seismógrafos. 2? Sacudimiento señalado y sentido sólo por algunas per- sonas. 3? Sacudimiento sentido por gran número de personas en reposo. 4° Sacudimiento sentido por hombres en actividad, movi- miento de objetos, trepidación de vidrieras. 5? Sacudimiento generalmente sentido, sonido de algunas campanas, balanceo de muebles, camas, etc. 6? Interrupción general del sueño en los habitantes, sonido de campanas, detención de relojes, ondulación de árboles. 7? Inversión de objetos sensibles. 8 ? Muros cuarteados, caída de chimeneas, algunos estragos. 9? Destrucción total ó parcial de algunos edificios. 10? Grandes desastres, ruinas, trastornos de las capas te- rrestres, agrietamientos, desplomes y hundimientos de monta- ñas. Junto con estos datos debe estimarse lo más exactamente posible la duración del temblor ó movimiento, pues se compren- de cómo este es un factor que influye poderosamente para que se verifiquen algunos de los fenómenos marcados en la escala anterior. Los temblores vienen acompañados algunas veces de ciertos fenómenos que es importante observar, como son los ruidos sub- terráneos, desprendimiento de gases ó vapores por las grietas del terreno, hundimiento ó agrietamiento del suelo, cambio de curso y caudal de las corrientes de agua, aparición y desapari- ción de manantiales, y en fin otros muchos fenómenos que to- dos ellos sirven para dar una idea de la intensidad de la conmo- ción, así como de sus efectos. 134 Para terminar diremos que existiendo la creencia y la posi- bilidad de que los fenómenos seísmicos vengan acompañados de modificaciones en los elementos atmosféricos, es convenien- te anotar los fenómenos meteorológicos que les precedan, acom- pañen ó sigan. Con el objeto de que las personas que se dignen porporcio- narnos datos sobre estos fenómenos, no tropiecen con las meno- res dificultades posibles, hemos dispuesto un cuestionario en el que se encuentran todas las preguntas relativas á caracterizar un movimiento y poder estudiar sus causas- Antes de exponerlas sólo suplicamos á todas aquellas personas que deseen ayudar- nos, no dejen de poner todos los datos y observaciones que ha- yan recogido ó lleguen á sus noticias; suele acontecer que res- pecto á estos fenómenos hay noticias que parecen ridiculas, exa- geradas ó increíbles; pero esto no debe desalentarlas para pro- porcionarnos toda clase de datos; y si quieren de alguna manera indicar lo más ó menos segura que sea una noticia, pueden ano- tar ésta con una, dos ó más interrogaciones (?), según el menor ó mayor grado de credulidad que les parezca deba dársele. No dudamos que todas las personas á las que lleguen estas cortas líneas, se presten bondadosamente á proporcionarnos los datos referidos, y les suplicamos igualmente que traten por los medios que estén á su alcance de propagar lo más que les sea posible el gusto por este estudio. La Comisión de Greodinámica : G. B. Y PuGA. J. Orozco y Berra. R. Aguilar. Cuestionario, ¿Qué día y á qué hora y minutos se sintió el temblor? ¿Cuál fué su duración ? ¿ Cuál fué su dirección y qué grado de intensi- 135 dad le corresponde según los grados de Rossi y Forel? ¿Qué clase de movimiento? trepidatorio, oscilatorio ú ondulatorio. ¿Fué uno sólo el movimiento ó varios? En el segundo caso indicar hasta donde sea posible los caracteres de cada temblor, así como el intervalo entre un movimiento y el consecutivo. ¿Qué fenómenos acompañaron al temblor? ¿Hubo ruidos sub- terráneos? ¿Cambiaron de curso las aguas de los ríos ó arroyos? ¿Se ha salido de sus límites el agua de los lagos ó del mai', etc. ? ¿Han aparecido ó desaparecido manantiales? ¿Se han formado grietas ó abras en la tierra? ¿En qué dirección están las abras? ¿Qué inclinación y en qué sentido están las abras? ¿Ha habido por ellas algún desprendimiento de gases ó va- pores? ¿Qué aspecto tenía el cielo en el momento del temblor? ¿Qué fenómenos meteorológicos han precedido y seguido al temblor? ¿Qué males ó trastornos ha ocasionado el temblor en las cons- trucciones? En caso de haber habido ruinas, ¿cómo está orientado el edi- ficio arruinado y en qué sentido están los escombros? ¿Cuántas desgracias personales hubo? Si se quiere obtener mayor extensión en esta clase de estu- dio, puede consultarse con gran provecho los artículos de los profesores Rossi, Denza, Bertelli, Silvestre, Giovannozzi, Fo- rel, Montessus, etc., que se hallan en el Biillettino del Vulcanis- mo Italiano, Roma, en el BoUettino delV Osscrvatorio de Mojicalieri, en las Atti della Accademia Pont dei Nuovi Lincei, en los Archi- ves des Sciences Physiqíics et Naturelles, etc., y además las obras : Transacüons oftlie Seismological Society ofJapan^ Les tremhlemenfs de ierre par F. Fouqué. 13? París, J. B. Bailliere, 1889. La Me- teorología endógena del Pro/. M. S. de Rossi. 1 vol., 8°, 1879-82, F^^ JDumolard, Milano. G. (xiovannozjsi, A cJte servono i Sismo- grafi e la Seísmología, 12". Torino, E. LoescJier, 1889. A. Serjjíeri, Scritti di Sismología, I y II. Firense, 1888-89. Trcmllements de 136 ierre et eriipüons vólcaniqucs au Centre -Amérique par F. de Ilon- fessiis de Ballore. 4" I>ijon, 1888. Todas las personas que deseen establecer aparatos especia- les para estudiar los temblores, tendremos mucho gusto en en- viarles descripciones, láminas y todos los datos que deseen. Tan- to estos pedidos como las noticias que se sirvan enviarnos y toda la correspondencia relativa pueden dirigirla así-: Al Secretario dé la Sociedad Científica «ANTONIO ÁLZATE." MÉXICO. PREMIOS JAÍÍSSEN para la aplicacián de la FOTOGRAFÍA A LA METEOROLOGÍA.' El sabio astrónomo J. Janssen, Miembro del Instituto de Francia y Director del Observatorio de Astronomía física de Meudon, con objeto de impulsar los trabajos de Fotografía meteorológica, ha establecido premios consistentes en cinco me- dallas de plata dorada. Una de estas será adjudicada cada año al mejor trabajo, por una Comisión nombrada por la Sociedad Meteorológica de Francia. Entre esos cinco años se adjudicará también una medalla de oro al autor del trabajo más notable. Se han recomendado principalmente los siguientes estudios: 1 ? Historia de los trahajos lasados en el empleo de la Fotografía en Meteorología. 2° Fotografía de los fenómenos de la atmósfera bajo el punto de 1 Journal de I' Industrie Photozraphiqxie (Gauthier-Vülars, Paris) Jan- vier 1S90. vkta descriptivo. (Como relámpagos diversos, fuegos de S. Tel- mo, auroras polares, etc.) 39 Fotografía de los relámpagos por aparatos dispuestos- xmra es- tudiar la velocidad de xnopagación delfenómerio. ( Se recomienda en particular el empleo de revólvers fotográficos ó de placas ani- madas de un movimiento continuo y uniforme. Jf. ? Fotografía simiütánea con aparatos comhinados para reprodu- cir los relámpagos vistos de dos lugares diferentes. ( Estos estudios permitirán reconocer cuál es la trayectoria de los relámpagos en el espacio y determinar la forma verdade- ra de los rayos. En cuanto sea posible se necesitará fotografiar los relámpagos en dos planos verticales rectangulares. Para estas medidas hay que tomar en consideración que producién- dose un relámpago vertical á una distancia dada del observador ó de la placa sensible, subtiende un ángulo que es tanto meno- cuanto está más elevado sobre el horizonte. Además, las mejor res condiciones para la discusión de las fotografías se hallan reu- nidas cuando el mismo relámpago se reproduce en dos planos rectangulares. Para satisfacer esta condición deben elegirse tempestades que estén en lo posible igualmente distantes de los dos aparatos, y para que el relámpago se proyecte según una lí- nea que no sea muy reducida por efecto de la perspectiva, los aparatos deben estar bastante alejados para que la aliura á que ven la tempestíid sobre el horizonte sea á lo más de 50°. La mejor posición para el observador que descubre eléctricamente el aparato, es la intersección de dos perpendiculares á las pla- cas sensibles; de esta manera cuando el aparato es cenital para él, es visto bajo el mismo ángulo en los dos aparatos. Estos úl- timos estarán en condiciones satisfactorias para tempestades que no pasen de una altura absoluta de 3,00U™ cuando estén ale- jadas próximamente un poco más de 4 iim. y colocadas en las extremidades de la hipotenusa de un rectángulo isósceles, de manera que cada placa esté en la prolongación del lado adya- cente.) 5? Fotografía de las nubes bajo el punto de vista descriptivo y es- pecialmente xmra fijar tipos. RíViSTi, 1889-90.— 18. 138 (>? Medida de la altura^ del sentido y de la velocidad de la mar- cha de las nid)es jior medio de aparatos combinados. (La disposición de los aparatos indicada en el número 4 po- dría emplearse ventajosamente, pero no se puede hacer variar el azimut de las placas, colocarlas paralelas y fotografiar nubes situadas en el azimut qne es normal á los dos aparatos. Para las nubes elevadas, los cirrus por ejemplo, cuya altura tiene gran interés, esta e&la mejor disposición. Es necesario tomar las nu- bes muy arriba del horizonte, pero no muy cerca del cénit, pa- ra que su proyección sobre el plano horizontal caiga entre los aparatos. ) 7? Formación, desarrollo , aglomeración , transformación y des- aparición de las nidjes. (Formación de los cúmulos en las montañas, fusión de las nubes en los valles, cristalización rápida de los cirrus en un cie- lo puro; resolución de los cirrus en nubes más espesas de con- textura de algodón.) 8 ° Aplicación de la fotografía al estudio de los elementos que com- 2)onen las nieblas y en general los hidrometeoros. (Reproducción por la fotografía de los elementos de la nie- bla, granizo, copos de nieve, etc. Se llegarán á obtener imáge- nes amplificadas, sirviéndose de un aparato de micrografía fo- tográfica y alumbrando vivamente durante su corto tiempo, so- bre fondo negro, los elementos de la niebla.) ,9? Fotografía instantánea bajo el ininto de vista descriptivo de la lluvia, nieve, granizo, etc. (Es necesario colocarse lo más paralelamente posible á la trayectoria de la caída de estos cuerpos; la placa sensible debe- rá tener una línea vertical de comparación para medir el ángu- lo bajo el cual caen la lluvia, el granizo, etc. ) 101 Estudio de la capacidad de las nieblas y las transformaciones del esjiectro solar á su ptaso por ellas. ( Para estudiar la intensidad de la luz, debe tomars.e en con- sideración el principio demostrado por Janssen, que la base de comparación debe ser el tiempo de exposición necesario para 139 obtener imágenes idénticas y no la intensidad de las imágenes obtenidas durante el mismo tiempo de exposición.) 11? Fotografías de coronas, halos, paraselenes, etc., actinismo químico de la luz reflejada ;por el cielo. bibliografía. Leqons sur l'Electricité pkofessées a l'Institut Elec- tro-Technique MONTEPIORE annesó á PUniversitó de Liége par Eric Gerard, Directeur de cetlnstitut. Paris, Gau- tMer-Villars et Fils, Editeurs, Quai des Grands-Augus- tins 55. Tomo I. Tliéoric de V Electricité et du 3Iagnétisme. Electrométrie. Thcorie et Construction des Géncrateurs et des Transformateurs éléctriqíies. 8° gr., 558 págs. con 246 figs. en el testo. 1890. (12 £r.) Tomo JI. Modes de distribufion et de canalisation de Véncrgic élec- trique. Motcurs éJectriques et leurs applications, á la traction des véhicides et aiix transports de Vénergie mécanique. Eclairage élec- tríque. Electrometallurgie. 8? gr. con figs. 1890. (8. fr.) Para dar una idea de la importancia y extensión de esta ex- celente obra, insertamos á continuación un extracto del índice del tomo I. Introducción. Unidades de medida. Teoremas generales relativos á las fuerzas centrales. Aplicaciones. — Magnetismo. Propiedades de los imanes. Imanación por influencia. — Electri- cidad. Propiedades de los cuerpos electrizados. Condensadores. Dieléctricos. Descargas y corrientes eléctricas. Leyes y ener- g a de la corriente eléctrica. — Electro -Magnetismo. Fenómenos magnéticos debidos á las corrientes. Aplicaciones relativas al potencial magnético de la corriente. Electro -imanes. Unidades 140 electro -magnéticas. — Inducción. Leyes y aplicaciones. Rota- ciones bajo la acción de las comentes inducidas. Consideracio- nes generales sobre las corrientes. — Medidas eléctricas. Patro- nes. Métodos de medida, medida de las intensidades. Medida de las diferencias de potencial, de las resistencias eléctricas, de las capacidades electro -estáticas, de la potencia eléctrica, de la intensidad de un campo magnético, de la permeabilidad magné- tica y de los coeficientes de inducción. — Generadores de energía eléctrica. Pares termo -eléctricos. Agrupación de los elementos de las pilas en general. — Pilas Mdro -eléctricas. Pilas primarias y secundarias. Condiciones de funcionamiento de los acumula- dores de electrodos de plomo. — Máquinas dinamo -eléctricas. Ge- neralidades. Máquinas de corriente continua- Circuito magné- tico de dinamos. Modos de excitación. Teoría de los dinamos de corriente continua. Ensayo de los dinamos. Representación gráfica de los resultados. Construcción de las máquinas de co- rriente continua. Descripción de algunos tipos de dinaiüos de corriente continua. Proyecto de un dinamo de corriente conti- nua. Aplicación numérica á una máquina Manchester.— i)fa- quinas de corrientes alternativas. Formas diversas y condiciones de empleo de los alternadores. — Transformadores de corrientes al- ternativas. Diversos tipos de carretes de inducción. Teoría y en- sayes de los ti'ansformadores. Proyecto de un transformador. Cada lina de estas materias está extensamente desarrollada y acompañada de variadas fórmulas de aplicación y numerosos ejemplos, que forman un valioso libro de estudio y consulta. ACADÉMIE DES SCIENCES ET LeTTRES DE MONTPELLIER. Me- moires de la Section des Sciences. Tome XI. !"■ fase, an- nées 1885-8G. Montpellier, 1887. 4? 242 págs., 21 láms. Contiene : Pluviómetro registrador instalado en la Escuela N. de Agricultura de Montpellier, por M. Houdaille. Sobre el principio de las velocidades virtuales, por E. Combescure. Ob- 141 servaciones actinométricas hechas durante los años de 1884, 1885 y 188G, por A. Crova. Estudio de las lluvias de 1885, por M. Houdaille. Descripción de un contacto de breves emisiones de corriente, aplicado al anemómetro registrador Rédier, por M. Houdaille. Demostración de un teorema de E. Picard, rela- tivo á la descomposición en factores primos de las funciones uniformes que tienen una línea de puntos singulares esenciales, por S. Dautheville. Propiedades de un grupo de tres parábo- las, por H. Brocard. Algunas teorías elementales de cálculo in- tegral, por E. Combescure. Monografía geológica de la Comu- na de Cabriéres (Hérault), por P. de Rouville. Observaciones relativas al análisis indeterminado de primer grado, por H. Bro- card. Cuadros gráficos mensuales de las observaciones meteo- rológicas hechas en la Escuela N. de Agricultura de Montpe- llier(Dic, 1884-Nov. 1886). Atti deIíLa Accademia Gioenia Di SciENZE Naturali in Ca- taría. Anno LXV, t. 1888-89. Serie quarta. Volume I. Catania, 1889. 4° 33i págs. y láms. Reconstituciones con viñas americanas de producción direc- ta, de los viñedos atacados por la filoxera, por G. Basile. La le- pra en Italia y más especialmente en Sicilia, por P. Ferrari. Las mayores profundidades del Mediterráneo recientemente explo- radas y análisis geológico de los sedimentos marinos relativos, por O. Silvestri. Examen bacterioscópico del agua mineral de Paterno, por S. Aradas. Los bacilos y la vacunación, por P. Fe- rrari, Estudios relativos á la formación de las fibras lisas mus- culares, por A. Capparelli. El Etna, la Sicilia y las islas adya- centes bajo el punto de vista de los fenómenos eruptivos y geo- dinámicos verificados durante el año de 1888, por O. Silvestri. 142 Annales de la SociÉTÉ Belge de Microscopie. Tome XII. Année 1885-86. Bruxelles, 1889. 8" 148 págs. y láms. Primeras investigaciones sobre la localización y la significa- ción de los alcaloides en las plantas, por L. Errera, Dr. Mais- triau y G. Clautriau. Los microbios de la leche y de los quesos, por E. Laurent. Investigaciones microquímicas sobre la locali- zación de los alcaloides en e\2^(fpciver somniferum, por G. Clau- triau. Anatomía y fisiología de los tejidos conductores de las plantas vasculares, por A. Gravis, Origen de los tejidos de subs- tancia conjuntiva. Tome XIII. l'^''- et 2«- fase. 1889. Los Po- roxylons, vegetales fósiles de la época ullífera, por C. Bertrand. Contribución al estudio histológico del Xanthoma, por Galle- maerts y Bayet. La distinción microquímica de los alcaloides y de las materias proteicas, por L. Errera. Annales de la SociÉTÉ Botanique de Lyon. 14 '■ année. 1 886. Notes et Mémoires. 1887. 8" 253 págs. Un mes en Túnez y en Ai'gelia, por L. Sargnon. B. Vaivo- let y los i:)rimeros exploradores de la ñora de Beaujolais, por A. Magnin. Reseña de la flora de las cercanías de Naucy y la ca- dena de los Vosgues, por el Dr. Perroud. Herborizaciones en Bourboule y en Mont-Dore, por F. Morel. — 15^- année. 1887. Notes et Mémoires, 1888. 8? 448 págs. y láms. La Flora Fa- raónica, por V. Loret. Flórula de la isla Miquelon, por Delania- re, Renauld y Cardot. Documentos para servir á la historia de la Botánica en la región lyonesa, por E. Bonnet. Observaciones acerca de dos Rosas prolíferas, por el Dr. Beauvisage. El Jar- dín botánico de la Facultad de Medicina de Lyon y el método natural, por el Dr. Beauvisage. Investigaciones acerca de las Apocyreas, por M. Garcin. R. A. 1 143 — __ ** •* o -( rs o o 05 oí co co Ci 00 3 V 13 t- L-~ ^ lO 1- L- co o 4 ¿ "S 3 ^ ^ ^ m H ^ 02 Iz; 02 H CZ2 C ii m 03 1 c 02 ¡32 o; a2 m 02 02 < Q ti •A 5 -§ 1 .5 Cl o ei co o co co co H «*- 3 ^ 1 i 0 0 <5 1 o IÍ5 VO ■* tJ< co co 'í» r. \ d A S « .5 c-^ T— 1 in o — ' co o o •í¿ i —1 Th CJ o co co <1 co o C1 ■^ o o o co ÍS o "^ •-H co o> o co o CJ ^ 1-1 O C1 o o >— 1 .—1 co !?; Íh t^ o -H C1 o C5 co f¿ :í O o o Cl tí ü ?3 o C4 fi c3 rt rf O 1-4 Ah Ph OQ 02 NI 3 2044 072 198 393 144 OljservacioDes ámim corresponáientes al mes de Fekero de 1890. ORIZ^BA. HORAS. Amplitud tn- gulo-verticuL Direccián apa- Escala de Fo- FECHAS. m. m. rente. reí y Kossi. h. m. j 5 2 25 a. m. 0.6 w. I 6 8 16 p. m. 0.2 ssw. " 1 10 5 13 a. m. 0.1 NW. V 11 1 57 i 0.1 NW. 1} 3 19 jy 2.3 NW. II 8 07 J7 0.2 NW. I 15 7 .50 J) 0.1 W. 11 19 1 47 3J 0.1 sw. 11 2 20 0.2 sw. 11 3 28 yj 0.2 sw. 11 20 12 18 )j 0.1 NW. 11 6 50 p. va. 0.1 NW. 11 21 2 26 a. m. 0.1 NNW. 11 23 2 31 jj 0.1 NW. 11 7 36 )> 0.1 NW. 11 1 Día 20, entre las 2 y 3 h. pm., he observado una lluvia fi- nísima de polvo blanco y reluciente, volando aquel al im- pulso de la brisa en el espacio. c. Mota. Ijeón N. Notas de Botánica. Morelia, 1S89. — Studies on the Archeology of Mi- choacau. The "Lienzo" of Tucutaeato. Washington, 1888. Liceaga E. Las inoculaciones preventivas de la rabia. México, 1889. Michel A. Narraciones y Confidencias (Memorias de nn Naturalista). Artículo» científico -literarios sobre Zoología. México, 1889. Montessus de Ballore A. Tremblements de terre et eruptions volcaniques au Cen- tre-Amérique. Dijon, 1888. Peñafiel A. Explication de 1 ' édifice mexicain a 1 ' Exposition Internationale de Pa - ris en 1889, Barcelona, 1889. Phillips Jr. H. An account of the Congo Independent State, Philadelphia, 1889. Puga G. 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Apuntes his- tóricos sobre su hidrografía, 1888. — Memoria presentada al Congreso de la Unión por el Secretario de Fomento General Carlos Pacheco. (Enero 1883- Junio 1885.) 5 vol. y atlas, 1887. — Morales Pereira. Puebla. Su higiene, sus enfermedades, 1888, — Eovirosa. Nombres geográficos del Estado de Tabasco, 1888. — Buiz de Velasco. Breve relación sobre el drenage, según se practica en la Hacienda de Zacatepec, Mo., 1885. LISTE DES SOUSCRIPTEURS xvx NOUVELLES TABLES DE L0GARITHME8 LA CIRCONFÉRENCE ÉTANT PRISSE POUR UNITÉ Par M. J. de Mendizábal Tamborrel, Ingénieur Géograplie Professeur d ' Astronomie et de Oéodegie k 1 ' École Mllitairc, Membre ile la Soc.ifté "álzate," de la SociétC iliith< Sociétéi de Géograpbie de Me:£ico et I'aria, etc. Kxeni- pliiirei. M. Ch. V. Zenger, Professeur á 1 ' Ecole Polyteclinique de Prague 1 M. le C'«- H. de Bizeraont, Commissaire Gen. du Congi-és des Sciences Géo- graphiques i M. le Contre-Amiral E. Mouchez, Directeur de 1 ' Observatoire de París. . Observatoire de Paris M. 6. Bigourdan, Astronome á l'Observatoire de París M. O. Callandrau, Astronome á l'Observatoire de Paris M. Démétriue Eginitis, Docteur es Sciences, Astronome M. Bossert, Astronome á 1 ' Observatoire de Paris M. Gaillot, Astronome á 1 ' Observatoire de Paris M. J. Janssen, Membre de l'Instítut, Directeur de l'Observatoire d' As- tronomie Physíque de Meudon Observatoire d ' Astronomie Physíque de Meudon M. Trouvelot, Astronome á l'Observatoire d' Astronomie Physíque de Meudou M. A. Coi-nu, Membre de 1 ' Instítut et du Bureau des Longitudes M. Ch. Lallemand, Ingénieur au Corps des Mines M. Canülle Flammarion, Více-Président de la Sociótó Astronomíque de France . P. Philippe Gérigny, Secrétaire de la Société Astronomíque de France M. le Commendent Defforges •. M. le General Derrécagaix, Directeur du Service Géographíque de l'Ar- mée M. Caspari, Ingénieur Hydrographe de la Maiine M. le Lieut- Colonel Bassot, du Bureau des Longitudes M. l'abbé C. Tondiní de Quarenghi, Membre de l'Acadéraíe des Sciences deBologne M. Perrotin, Directeur de 1 ' Observatoire de Nice M. Gruey, Directeur de 1 ' Observatoire de Besangon (A eoniinver).