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POEMA DEL OTOÑO Y OTROS POEMAS
POEMA j^ DEL OTOÑO
Y OTROS POEMAS M
POR
RUBÉN DARÍO
ILUSTRACIONES
ENRIQUE OCHOA
Volumen XI de las obras com- pletas. Adminislración: Edi- torial MUNDO LATINO Madrid
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75/9
03
i/, 1 1
DEDICATORIA
A MARIANO MIGUEL DE VAL
Y sentimos la vida pura, clara, real,
cuando la «nvuclvc la dulzura primaveral.
POEMA DEL OTOÑO
Ü QUE ESTÁS LA BARBA EN
LA MANO
meditabundo, ¿has dejado pasar, hermano, la flor del mundo?
Te lamentas de los ayeres con quejas vanas: ¡aún hay promesas de placeres en los mañanas!
11
RUBÉN DARÍO
Aún puedes casar la olorosa rosa y el lis,
y hay mirtos para íu orgiillosa cabeza gris.
El alma ahita cruel inmola lo que la alegra, como Zingua, reina de Angola, lúbrica negra.
Tú has gozado de la hora amable, y oyes después la imprecación del formidable Eclesiastés.
El domingo de amor te hechiza; mas mira cómo llega el miércoles de ceniza; Memento, homo...
12
POEMA DEL OTOÑO
Por eso hacia el florido monte las alman van, y se explican Anacreonte y Ornar Kayam.
Huyendo del mal, de improviso se entra en el mal por la puerta del paraíso artificial.
Y, no obstante, la vida es bella, por poseer
la perla, la rosa, la estrella y la mujer.
Lucifer brilla. Canta el ronco mar. Y se pierde Silvano oculto tras el tronco del haya verde.
13
RUBÉN DARÍO
y sentimos la vida pura, clara, real,
cuando la envuelve la dulzura primaveral.
¿Para qué las envidias viles y las injurias,
cuando retuercen sus reptiles pálidas furias?
¿Para qué los odios funestos de los ingratos? ¿Para qué los lívidos gestos de los Pilatos?
jSi lo terreno acaba, en suma, ciclo e infierno,
y nuestras vidas son la espuma de un mar eterno!
14
POEMA DEL OTOÑO
Lavemos bien de nuestra veste la amarga prosa; soñemos en una celeste, mística rosa.
Cojamos la flor del instante; jla melodía
de la mágica alondra cante la miel del día!
Amor a su fiesta convida y nos corona. Todos tenemos en la vida nuestra Verona.
Aun en la hora crepuscular canta una voz:
«¡Ruth, risueña, viene a espigar para Booz!>
17
RUBÉN DARÍO
Mas coged la flor del instante, cuando en Oriente nace el alba para el fragante adolescente.
¡Oh! Niño que con Eros juegas, niños lozanos,
danzad como las ninfas griegas y los silvanos.
El viejo tiempo todo roe y va deprisa;
sabed vencerle, Ciníia, Cloc y Cidalisa.
Trocad por rosas azahares, que suena el son de aquel Cantar de los Cantares de Salomón.
18
Gozad de la dulce armonía..
POEMA DEL OTOÑO
Príapo vela en los jardines que Cipris huella; Hecaíe hace aullar los mastines; mas Diana es bella,
y apenas envuelta en los velos de la ilusión,
baja a los bosques de los cielos por Endimión.
¡Adolescencia! Amor te dora con su virtud;
goza del beso de la aurora, ¡oh juventud!
¡Desventurado el que ha cogido tarde la flor!
y ¡ay de aquel que nunca ha sabido lo que es amor!
21
U B E N DARÍO
Yo he visto en tierra tropical la sangre arder, como en un cáliz de cristal, en la mujer.
Y en todas partes la que ama y se consume
como una flor hecha de llama y de perfume.
Abrasaos en esa llama y respirad
ese perfume que embalsama la Humanidad.
Gozad de la carne, ese bien que hoy nos hechiza, y después se tornará en polvo y ceniza.
22
POEMA DEL OTOÑO
Gozad del sol, de la pagana luz de sus fuegos; gozad del sol, porque mañana estaréis ciegos.
Gozad de la dulce harmonía que a Apolo invoca; gozad del canto, porque un día no tendréis boca.
Gozad de la tierra, que un bien cierto encierra; gozad, porque no estáis aún bajo la tierra.
Apartad el temor que os hiela y que os restringe; la paloma de Venus vuela sóbrela Esfinge.
23
RUBÉN DARÍO
Aún vencen muerte, tiempo y hado las amorosas;
en las tumbas se han encontrado mirtos y rosas.
Aún Anadiódema en sus lidias nos da su ayuda; aún resurge en la obra de Fidias Friné desnuda.
Vive el bíblico Adán robusto, de sangre humana, y aún siente nuestra lengua el gusto de la manzana.
y hace de este globo viviente fuerza y acción la universal y omnipotente fecundación.
24
\
¡Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor.
POEMA DEL OTOÑO
El corazón del ciclo late por la victoria
de este vivir, que es un combate y es una gloria.
Pues aunque hay pena y nos agravia el sino adverso, en nosotros corre la savia del universo.
Nuestro cráneo guarda el vibrar de tierra y sol, como el ruido de la mar el caracol.
La sal del mar en nuestras venas va a borbotones; tenemos sangre de sirenas y de tritones.
27
RUBÉN DARÍO
A nosotros encinas, lauros, frondas espesas; tenemos carne de centauros y satiresas.
En nosotros la Vida vierte fuerza y calor.
¡Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor!
28
INTERMEZZO TROPICAL
I— MEDIODÍA
... La Isla quema. Arde ti escollo, y el azul fuego envía.
POEMA DEL OTOÑO
I Oí, ROÍ DES ÉTÉS, COMO CAN- TABA EL CRIOLLO francés. Un mediodía y el azul fuego envía.
Es la isla del Cardón, en Nicaragua, Pienso en Grecia, en Morea o en Zacinío. Pues al brillo del cielo y al carino del agua se alza en frente una tropical Corinto.
37
RUBÉN DARÍO
Penachos verdes de palmeras. Lejos, ruda de antigüedad, grave de mito, la tribu en roca de volcanes viejos, que, como todo, aguarda su instante de infinito.
Un ave de rapiña pasa a pescar y torna con un pez en las garras. Y sopla un vaho de horno que abochorna y tuesta en oro las cigarras.
38
II— VESPERAL
I
Conchas color de rosa y de reflejos áureos ..
POEMA DEL OTOÑO
A PASADO LA SIESTA
y la hora del Poniente se avecina,
y hay ya frescor en esta
costa, que el sol del Trópico calcina.
Hay un suave alentar de aura marina,
y el Occidente finge una floresta
que una llama de púrpura ilumina. Sobre la arena dejan los cangrejos
ía ilegible escritura de sus huellas.
43
RUBÉN DARÍO
Conchas color de rosa y de reflejos
áureos, caracolillos y fragmentos de estrellas
de mar forman alfombra
sonante al paso en la armoniosa orilla.
y cuando Venus brilla,
dulce, imperial amor de la divina tarde,
erco que en la onda suena
o son de lira, o canto de sirena.
Y en mi alma otro lucero como el de Venus arde.
44
ni~CANCIÓN OTOÑAL
AIRE DE «SEMINÓLE»,
DE EGBERT VA-
NALSTYNE
En Occidente húndese el sol crepuscular; vestido de oro y púrpura mañana volverá.
POEMA DEL OTOÑO
I
N OCCIDENTE HÚNDESE
el sol crepuscular;
vestido de oro y púrpura mañana volverá. En la vida hay crepúsculos que nos hacen llorar, porque hay soles que pórtense y no vuelven jamás.
49
RUBÉN DARÍO
CORO
Vuela la mágica ilusión en un ocaso de pasión, y la acompaña una canción del corazón.
Este era un rey de Cólquida, o qaizá de Thulé, un rey de ensueños líricos que sonrió una vez. De su sonrisa hermética jamás se supo bien si fué doliente y pálida o si fué de placer.
CORO
Vuela la mágica ilusión en un ocaso de pasión,
50
í
POEMA DEL OTOÑO
y la acompaña una canción del corazón.
La tarde melancólica solloza sobre el mar. Brilla en el cielo véspero en su divina paz. Y hay en el aire trémulo ansias de suspirar porque pasa con Céfiro como el alma otoñal.
CORO
Vuela la mágica ilusión en un ocaso de pasión, y la acompaña una canción del corazón.
51
IV— RAZA
POEMA DEL OTOÑO
ISOPOS Y ESPADAS han sido precisos, unos regando el agua
y otras vertiendo el vino
de la sangre. Nutrieron
de tal modo a la raza los siglos.
juntos alientan vastagos de beatos e hijos
55
RUBÉN DARÍO
de encomenderos con
los que tienen el signo
de descender de esclavos africanos,
o de soberbios indios,
como el gran Nicarao, que un puente de canoas
brindó al cacique amigo
para pasar el lago
de Managua. Eso es épico y es lírico.
56
V- CANCIÓN
P o E M A
DEL
OTOÑO
INAS QUE DAIS
AL VIENTO,
al ciclo y a la mar
la mirada, el acento
y el olor de azahar
que de vuestros cabellos
bellos
amamos respirar;
69
R V B E N DARÍO
damas de sol y ensueño, de luz y de ilusión, que anima el dios risueño dueño del corazón, por vuestros ojos cálidos, pálidos los sonadores son.
Obras de arte del sacro artista universal, tan bello simulacro dé su gracia fatal y en tal estatua vibre, libre, la psique de cristal.
Pues sois de la existencia la dicha en lo fugaz,
60
damas de sol y ensueño.
POEMA DEL OTOÑO
y vuestra dulce ciencia
suele ser eficaz,
quémese uno en tal fuego;
luego
puede dormirse en paz.
63
i
Yc':)
VI -A DOÑA BLANCA DE ZELAYA
POEMA DEL OTOÑO
EÑORA: DE LAS BLANCAS QUE
TENEMOS NOTICIA
la primera sería Diana la Cazadora, a menos que no fuese la Diosa de justicia, o la que nos anuncia la entrada de la Aurora.
Después hay muchas Blancas entre la negra historia, que asiros de venturanza para los pueblos son, ya perlas de consuelo, o diamante de gloria; por ejemplo: la dulce Blanca de Borbón.
67
RUBÉN DARÍO
En un fondo de azul, como una estrella brilla, siendo como la reina de las flores de lis, la prestigiosa doña Blanca de Castilla, decoro de las reinas y madre de San Luis.
En un ambiente de bizarría y fragancia, otra blancura viene que prestigia y que da a la maravillosa doña Blanca de Francia la música de triunfo que por sus nupcias va.
Y en lo que el cronista preciosamente narra entre lujos de justa y reflejos de lid nos aparece doña Blanca de Navarra, orgullosa, preclara y biznieta del Cid.
Mas ante este desfile que de la gloria arranca, entre tantas blancuras siendo una regia flor, por sencilla, por pura, por garrida y por blanca, Blanca de Nicaragua nos será la mejor.
68
VIH— A MARGA- RITA DEBAYLE
P o E M A DEL OTOÑO
ARGARITA, ESTÁ LIN- DA LA MAR, y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
a Q Q
71
U B E N DARÍO
Este era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes,
un kiosco de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como tú.
Una tarde la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla decorar un prendedor,
72
Y siguió camino arriba, por la luna y más allá;
POEMA DEL OTO N O
con un verso y una perla, y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así.
Pues se fué la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba, por la luna y más allá; mas lo malo es que ella iba sin permiso del papá.
75
RUBÉN DARÍO
Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor.
y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? Te he buscado y no te hallé; y ¿qué tienes en el pecho, que encendido se íe ve?>
La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad: «Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad.»
y el rey clama: «¿No te he dicho que el azul no hay que tocar? ;Qué locura! ¡Qué capricho! El Señor se va a enojar. »
76
«Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad,>
POEMA DEL OTOÑO
Y dice ella: «No hubo intento; yo me fui no sé por qué; Por las olas y en el viento fui a la estrella y la corté. >
y el papá dice enojado: «Un castigo has de tener: vuelve al cielo, y lo robado vas ahora a devolver. »
La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas esa rosa le ofrecí: son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí.»
79
RUBÉN DARÍO
Viste cl rey ropas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.
La princesiía está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen con la estrella, verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar, y el viento
lleva esencia sutil de azahar: tu aliento. .
Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.
80
IX — EN CASA DEL DOCTOR LUIS H. DEBAYLE.— TOAST
POEMA
DEL
OTOÑO
5TA CASA DE GRACIA Y DE GLORIA
ME AUGURA,
en tan dulces momentos, que son de Epifanía, como el amanecer de un encantado día que iniciase las horas de una dicha futura.
Aquí un verbo ha brotado que anima y que perdura, aquí se ha consagrado a la eterna Harmonía por las rosas de idea que han dado al alma mía, en sus pétalos frescos, la fragancia más pura.
85
RUBÉN DARÍO
Suaves reminiscencias de los primeros años me brindaron consuelos en países extraños, y hoy sé por el Destino prodigioso y fatal, que si es amarga y dura la sal de que habla el Dante, no hay miel tan deleitosa, tan fina y tan fragante, como la miel divina de la íierra natal.
Y para Casimira el oro de la lira, y las flores de lis que junten la fragancia de Nicaragua y Francia por su adorado Luis.
86
I
SANTA ELENA DE MONTENEGRO
Hora de Crislo en cl Calvario,
P o E M A
DEL
OTOÑO
ORA DE CRISTO EN EL CALVARIO, hora de terror milenario, hora de sangre, hora de osario.
La luna huraño humor destila en la tumba de la Sibila y solvet seclum in favila...
Hecate aullante y fosca yerra, y lanza el infierno su guerra por las pústulas de la tierra.
93
RUBÉN DARÍO
El hambre medioeval va por sendas de sulfúreo vapor y olor de muerte. ¡Horror, horror!
Ladran con un furioso celo los canes del diablo hacia el cielo por la boca del Mongibelo.
Tiemblan pueblos en desvarío de hambre, de terror y de frío... ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!...
Como en la dantesca Comedia, nos eriza el pelo y asedia el espanto de la Edad Media.
Pasan furias haciendo gestos, pasan mil rostros descompuestos; allá arriba hay signos funestos.
94
POEMA DEL O 1 O Ñ O
Hay pueblos de espectros humanos que van mordiéndose las manos. Comienzan su obra los gusanos.
Falta la terrible trompeta. Mas oye el alma del poeta crujir los huesos del planeta.
Al ruido terráqueo, un ruido se agrega profundo, inoído... Viene de lo desconocido.
Entretanto la muchedumbre grita sin fe, sin pan, sin lumbre, alocada de pesadumbre.
Y bajo el obscuro destino se oyen rechinar de contino los rojos dientes de Hugolino.
95-
RUBÉN DARÍO
Y iodo espíritu se pasma al ver entre el fuego v el miasma retorcerse al dolor-fantasma.
Arruga el ceño el Deo Ignoto, y Átropos, Laquesis y Cloto hacen señas al Terremoto...
Ululan voces lamentables; son idénticos y espantables millonarios y miserables.
Van rebaños dolientes... Van visiones de duelo y afán cual vio en su apocalipsis Juan.
Y sobre ellas ceniza avienta el corazón de la tormenta, y un rincón divino revienta.
'96
¡Mas oíd un celeste allegro! Es que pasa en el horror negro Sania Elena de Monícncgro.
POEMA DEL OTOÑO
Y bajo sus pies huye el suelo, y sobre sus frentes el duelo cae de lo triste del cielo.
|Oh asombro y miedo de lasMusas! ¡Oh cabelleras de Medusas! ¡Oh los rictus de las empusas!
¡Oh amarga máscara amarilla, ojos do luz siniestra brilla y escenarios de pesadilla!
Acres relentes, voz que hiere repentina, gente que muere... ¡Ayl ¡Miserere!... ¡Miserere!
¡Jardines que hoy son cementerios destruidos por los cauterios de los temerosos Misterios!
99
RUBÉN DARÍO
Región que el espanto prefiere y en donde la Muerte más hiere... jAy! ¡Miserere!... ¡Miserere!
¡Mas oid un celeste allegro! Es que pasa en el horror negro Santa Elena de Montenegro.
100
^ GAITA GALAICA ^
POEMA DEL OTOÑO
AITA GALAICA, SABES
CANTAR
lo que profundo y dulce nos es. Dices de amor, y dices después de un amargor como el de la mar.
Canta. Es el tiempo. Haremos danzar al fino verso de rítmicos pies. Ya nos lo dijo el Eclesiastés: tiempo hay de todo: hay tiempo de amar,
103
RUBÉN DARÍO
tiempo de ganar, tiempo de perder, tiempo de plantar, tiempo de coger, tiempo de llorar, tiem.po de reir.
tiempo de rasgar, tiempo de coser, tiempo de esparcir y de recoger, tiempo de nacer, tiempo de morir.
104
A MISTRAL.
r
POEMA DEL OTOÑO
ISTRAL! LA COPA SANTA LLENA DE SANTO VINO [^alza el mundo por ti, y lleva nueva sangre al corazón latino su líquido rubí.
iGran patriarcal ¡Tu canto lleva el mistral sonoro, canto de amor y fe, y alza su palma lírica tu Provenza de oro por su gran Capoulié!
Provenza, que cultiva sus olivos y parras, caida el verde laurel, y al glorioso son de liras y cigarras te corona con él.
107
R L B E N DARÍO
Provenza canta himnos para su rey de cantos, para su hijo inmortal, y dice odas pindáricas, o dice salmos santos, griega y pontifical.
Y las hermanas de Mircia, la preciosa flor que el Arquero hirió, por su memoria ofrendan ramos de mirto y rosa a quien vida le dio.
Sonad, trompetas que anunciáis la victoria de esc amado del Sol, y que entre vuestro coro se oiga tocando a gloria- un clarín español.
y que sobre los mares lleven los vientos libres- la divina verdad, emperador de musas y rey de los felibrcs! de tu inmortalidad.
108
EL CLAVICORDIO DE LA ABUELA
POEMA DEL OTOÑO
iN EL CASTILLO, FRESCA,
LINDA,
ia marquesita Rosalinda, mientras la blanda brisa vuela, con su pequeña mano blanca una pavana grave arranca al clavicordio de la abuela.
¡Notas de LuUy y de Ramean! Versos que a ella recitó el primo rubio tan galán, que tiene el aire caprichoso,
111
RUBÉN DARÍO
y que es gallardo y orgulloso como un mancebo de Roban.
Va la manita en el teclado como si fuese un lirio alado lanzando al aire la canción, y con sonrisa placentera sonríe el viejo de gorguera en los tapices del salón.
En el tapiz está un amor, y una pastora da una flor al pastorcito que la anhela. Es una boca en flor la boca de la que alegre y viva toca el clavicordio de la abuela.
Es una fresa, es una guinda los labios son de Rosalinda, que toca y toca y toca más.
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¡Qué linda esfá la marquesifal Es una blanca marf arita.
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i
POEMA DEL OTOÑO
Tiene en su rostro abril y mayo; en su mirada brilla un rayo; con la cabeza hace el compás.
¡Qué linda está la marquesita! Es una blanca margarita, es una rosa, es un jazmín. Su cabellera es un tesoro; si ríe, brota un canto de oro en su reir de querubín.
El cielo tiene sobre el traje: si hay una nube, es un encaje, espuma, bruma, suave tul; como ella es blanca y sonrosada, y de oro puro coronada, ¡qué bien le sienta el traje azul!
Ella hacia un lado inclina suave la cabecita, como un ave
115
RUBÉN DARÍO
que casi va, que casi vuela; y alza su mano el son sutil de la blancura del marfil del clavicordio de la abuela.
La niña, dulce cual la miel, canta a compás rondó y rondel, canta los versos de Ronsard; y cuando lanza en su clamor los tiernos versos del amor, se pone siempre a suspirar.
Amor sus rosas nuevas brinda a la marquesa Rosalinda, que al amor corre sin cautela, sin escuchar que en el teclado canta un amor desengañado el clavicordio de la abuela.
jAmar, reir! La vida es corta. 116
POEMA DEL OTOÑO
Gozar de abril es lo que importa en el primer loco delirio; bello es que el leve colibrí bata alas de oro y carmesí sobre la nieve azul del lirio.
y aunque al terrible viaje largo empuja el ronco viento amargo cuyo siniestro nombre hiela, bien es que al pobre viajador anime el vivo son de amor del clavicordio de la abuela.
117
i
LA CARTUJA 5?
POEMA DEL OTOÑO
STE VETUSTO MONASTERIO
HA VISTO,
secos de orar y pálidos de ayuno, con el breviario y con el Santo Cristo, a los callados hijos de San Bruno.
A los que en su existencia solitaria, con la locura de la cruz y al vuelo místicamente azul de la plegaria, fueron a Dios en busca de consuelo.
123
U B E N DARÍO
Mortificaron con las disciplinas y los cilicios la carne mortal y opusieron, orando, las divinas ansias celestes al furor sexual.
La soledad que amaba jeremías, el misterioso profesor de llanto, y el silencio, en que encuentran harmonías el soñador, el místico y el santo,
fueron para ellos minas de diamantes que cavan los mineros serafines a la luz de los cirios parpadeantes y al son de las campanas de maitines.
Gustaron las harinas celestiales en el maravilloso simulacro, herido el cuerpo bajo los sayales, el espíritu ardiente en amor sacro.
124
POEMA
DEL
OTOÑO
Vieron la nada amarga de este mundo, pozos de horror y dolores extremos, y hallaron el concepto más profundo en el profundo f^ De morir íenemosT^ .
y como a Pablo e Hilarión y Antonio, a pesar de cilicios y oraciones, les presentó con su hechizo, el demonio sus mil visiones de fornicaciones.
y fueron castos por dolor y fe, y fueron pobres por la santidad, y fueron obedientes porque fué su reina de pies blancos la humildad,
Vieron los belcebúes y satanes que esas almas humildes y apostólicas triunfaban de maléficos afanes y de tantas acedías melancólicas.
127
JR U B E N DARÍO
Que el Mortui esfis del candente Pablo les forjaba corazas arcangélicas y que nada podría hacer el diablo de halagos finos o añagazas bélicas.
¡Ah! fuera yo de esos que Dios quería, y que Dios quiere cuando así le place, dichosos ante el temeroso día de losa fría y ¡Requiescat in pace!
Poder matar el orgullo perverso y el palpitar de la carne maligna, todo por Dios, delante el Universo, -con corazón que sufre y se resigna.
Sentir la unción de la divina mano, ver florecer de eterna luz mi anhelo, y oir como un Pitágoras cristiano la música teológica del cielo.
128
POEMA' DEL
OTOÑO
Y al fauno que hay en mí, darle la ciencia, que al Ángel hace estremecer las alas. Por la oración y por la penitencia poner en fuga a las diablesas malas.
Darme otros ojos, no estos ojos vivos que gozan en mirar, como los ojos de los sátiros locos medio-chivos, redondeces de nieve y labios rojos.
Darme otra boca en que queden impresos los ardientes carbones del asceta, y no esta boca en que vinos y besos aumentan gulas de hombre y de poeta.
Darme unas manos de disciplinante que me dejen el lomo ensangrentado, y no estas manos lúbricas de amante que acarician las pomas del pecado.
129
RUBÉN DARÍO
Darme una sangre que me deje llenas las venas de quietud y en paz los sesos, y no esta sangre que hace arder las venas, vibrar los nervios y crujir los huesos.
¡Y quedar libre de maldad y engaño y sentir una mano que me empuja a la cueva que acoge al ermitaño, o al silencio y la paz de la Cartuja!
130
PEQUEÑO
POEMA
DE
CARNAVAL
POEMA DEL OTOÑO
A Madame Leopoldo Lugones.
A MUCHO QUE LEOPOLDO
me juzga bajo un toldo de penas, al rescoldo de una última ilusión. O bien cual hombre adusto que agriado de disgusto no hincha el cuello robusto lanzando una canción.
133
RUBÉN DARÍO
Juzga este ser tiíánico con buen humor tiránico que estoy lleno de pánico, desengaño o esplín, porque ha tiempo no mana ni una rima galana, ni una prosa profana de mi viejo violín.
Y por tales cuidados me vino con recados, lindamente acordados, que dice que le dio primavera, la niña de florida basquina a quien por la campiña harto perseguí yo .
No hay tal, señora mía. Y aquí vengo este día,
134
POEMA DEL OTOÑO
lleno de poesía, pues llega el Carnaval, a hacer sonar en graía hora, lira de plata, flauta que olvidos mata, y sisíro de cristal.
Pues en París estamos, parisienses hagamos los más soberbios ramos de flores de París, y llenen esta estancia de gloria y de fragancia, bellas rosas de Francia y la hortensia y la lis.
¡Viva la ciudad santa —de diabla que es— que encanta con tanta gracia y tanta furia de porvenir;
135
RUBÉN DARÍO
que es la única en el mundo donde en sueños me hundo con lo dulce y profundo del gozo del vivir!
Viva, con sus coronas de laurel, sus sorbonas, y sus lindas personas pérfidas como el mar; viva, con «gamin» lisio estudiante y aristo, y el gallo nunca visto y el gorrión familiar.
Yo he visto a Venus bella, en el pecho una estrella, y a Mammón ir tras ella que con ligero pie proseguía adelante, parándose delante
1S6
ocnow^o
POEMA DEL OTOÑO
del fuego del diamante de la rué de la Paix.
Creí tras los macizos de un jardín, los carrizos oir, llenos de hechizos, de la flauta de Pan. Reía Primavera de la canción ligera: el griego dios no era. Era el pobre Lelián.
y ahora, cuando empache la fiesta, y el apache su mensaje despache a la Alegría vil, dará púrpura a Momo en un divino asomo escapada de un tomo la sombra de Banville.
139
RUBÉN DARÍO
Las musas y las gracias vuelven de las acacias con sus aristocracias doradas por el luis; y el avaro de Plauío o Moliere, irá incauto tras las huellas del auto al café de París.
Pero lodo, señora, lo consagra y decora, lo suaviza y lo dora la mágica ciudad hecha de amor, de historia, de placer y de gloria, de hechizo y de victoria, de triunfo y claridad.
¡Vivan los Carnavales parisienses! Los males
140
POEMA DEL OTOÑO
huyen a los cristales de la viuda Clicquot. ¡y pues que Primavera quería un canto, fuera la armoniosa quimera que llevo dentro yo!
Y de nuevo las rosas y las profanas prosas vayan a las hermosas, al aire, al cielo, al sol: vaya el verso con alas y la estrofa de galas y suenen cosas galas con el modo español.
Así verá Lugones cómo las ilusiones reviven a los sones del canto fraternal,
141
RUBÉN DARÍO
y brota cl tallo tierno en otoño o invierno. ¡Pues Apolo es eterno y el arte es inmortal!
Que mire nuestro Orfeo cumplido su deseo y que no encuentre un reo de silencios en mí, y para mi acomodo no emplee agudo modo, pues, «a pesar de todo», nuestro Hugo no era así.
¡Vivat Gallia Regina! aquí nos ilumina un sol que no declina; Eros brinda su flor, Palas nos da la mano mientras va soberano
142
POEMA DEL OTOÑO
rigiendo su aeroplano Icaro vencedor.
¡Ah señora! yo expreso mi graíittid, mi exceso de gratitud, y beso tanto ilustre laurel. Celebro aulas sagradas, artes, modas lanzadas, y las damas pintadas y los maítres d hotel.
y puesta la careta ha cantado el poeta con cierta voz discreta que propia suya es; y reencontró su aurora, sin viña protectora o caricia traidora de brebaje escocés .
145
RUBÉN DARÍO
Sepa la Primavera que mi alma es compañera del sol que ella venera y del supremo Pan. y que si Apolo ardiente la llama, de repente, contestará: ¡Presente, mi capitán!
144
^ VALLDEMOSA !^
10
POEMA DEL O 2 O Ñ O
AGO CON LOS CORDEROS Y CON LAS
CABRAS TREPO
como un pastor por estos mojitcs de Valldemosa, y entre olivares pingües y entre pinos de Alepo diviso el mar azul que el sol baña de rosa.
y en tanto que el Mediterráneo me acaricia con su aliento yodado y su salino aroma, creo mirar surgir una barca fenicia, una vela de Grecia, un trirreme de Roma.
149
RUBÉN DARÍO
y me saca de mi éxtasis en la dulce mañana el oir que del campo cercano llegan unas notas de evocadora melopea africana que canta una payesa recogiendo aceitunas.
Pían los libres pájaros en los vecinos huertos; se enredan las copiosas viñas a las higueras, y muestra el sexual higo dos labios entreabiertos junto al ámbar quemado de las uvas postreras.
Plinio llama Baleares lunda bellicosas a estas islas hermanas de las islas Pytiusas; yo sé que coronadas de pámpanos y rosas aquí a un tiempo danzaron ante la mar las musas
y si a esta región dieron Catarina y Raimundo paz que a Cristo pidieron Raimundo y Catarina, aun se oye el eco de la flauta que dio al mundo con la música pánica vitalidad divina.
150
LOS
MOTIVOS DEL LOBO
I
POEMA DEL OTOÑO
L VARÓN QUE TIENE CORAZÓN
DE LIS,
alma de querube, lengua celesíial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, csfá con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubbia, el terrible lobo. Rabioso ha asolado los alrededores,
153
.RUBÉN DARÍO
-cruel ha deshecho iodos los rebaños; devoró corderos, devoró pastores, y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros, como de cabritos y de corderinos.
Francisco salió: al lobo buscó •en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano,
al lobo furioso dijo:— /P^z, hermano lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal; dejó su aire arisco,
154
POEMA DEL OTOÑO
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: — ¡Está bien, hermano Francisco!
/Cd/77o/ -exclamo el santo.— ¿£5 ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor?
¿No han de contener tu encono infernal?
¿ Vienes del infíerno?
¿ Te ha in fundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde:— /fe duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
155
R L B E N DARÍO
mancharse de sanóte, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor
a los animales de Nuestro Señor.
y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco, responde:— £>? el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy que comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
— Está bien, hermano Francisco de Asís.
— Ante el Señor, que todo ata y desata ,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero.
156
'... Padre nuestro, que estás en los cielos.
POEMA DEL OTOÑO
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
y á\\o\—He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me Juró no ser ya nuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios.— ¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
\h9
RUBÉN DARÍO
y los claros ojos se Ic humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
<:olmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
160
POEMA DEL OTOÑO
Cuando volvió al pueblo el divino santo, todos lo buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufrían y perdían tanto por aquel infam.e lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo. Se fué a la montaña a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva halló a la alimaña. — En nombre del Padre del sacro universo, conjuróte, dijo, ¡oh, lobo perverso!, a que me respondas: ¿Por qué has vuelto a! mai? Contesta. Te escucho . Como en sorda lucha, habló el animal, la boca espumosa y el ojo fatal: —Hermano Francisco, no te acerques mucho. .. Vo estaba tranquilo allá, en el convento, al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento
11 161
RUBÉN D A R I O
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra ^
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y pena^
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde^ lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos,
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos,
V así, me apalearon y me echaron fuera.
y su risa fué como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentai .
162
POEMA DEL OTOÑO
Como el oso hace, como el Jabalí, que para vivir tiene que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos,
165
LA ROSA NIÑA
A Mademoiselle Margarita M. Guido.
POEMA DEL OTOÑO
RISTAL, ORO Y ROSA. ALBA EN
PALESTINA.
Salen los írcs reyes de adorar al rey, flor de infancia llena de una luz divina que humaniza y dora la muía y el buey.
Baltasar medita, mirando la estrella que guía en la altura. Gaspar sueña en la visión sagrada. Melchor ve en aquella visión, la llegada de un mágico bien.
167
RUBÉN DARÍO
Las cabalgaduras sacuden los cuellos cubiertos de sedas y metales. Frío matinal refresca belfos de camellos húmedos de gracia, de azur y rocío.
Las meditaciones de la barba sabia van acompasando los plumajes flavos, los ágiles trotes de potros de Arabia y las risas blancas de negros esclavos.
¿De dónde vinieron a la Epifanía? ¿De Persia? ¿De Egipto? ¿De la India? Es en vano cavilar. Vinieron de la Luz, del Día, del Amor. Inútil pensar. Tertuliano.
El fin anunciaban de un gran cautiverio y el advenimiento de un raro tesoro. Traían un símbolo de triple misterio, portando el incienso, la mirra y el oro.
168
su cuerpo hecho pétales y su alma hecha olor.
POEMA DEL OTOÑO
En las cercanías de Belén se para el cortejo. ¿A causa? A causa de que una dulce niña de belleza rara surge ante los magos, toda ensueño y fe.
— |Oh, Reyes! — les dice— Yo soy una niña que oyó a los vecinos pastores cantar, y desde la próxima florida campiña miró vuestro regio cortejo pasar.
Yo se que ha nacido Jesús Nazareno, que el mundo está lleno de gozo por él, y que es tan rosado, tan lindo y tan bueno, que hace al sol más sol, y a la miel más miel.
Aun no llega el día... ¿Dónde está el establo? Prestadme la estrella para ir a Belén. No tengáis cuidado que la apague el diablo; con mis ojos puros la cuidaré bien.
171
RUBÉN DARÍO
Los magos quedaron silenciosos. Bella de toda belleza, a Belén tornó la estrella; y la niña, llevada por ella al establo, cuna de jesús, entró.
Pero cuando estuvo junto a aquel infante, en cuyas pupilas miró a Dios arder, se quedó pasmada, pálido el semblante, porque no tenía nada que ofrecer.
La Madre miraba su niño-lucero; las dos bestias buenas daban su calor; sonreía el santo viejo carpintero; y la niña estaba temblando de amor.
Allí había oro en cajas reales, perfumes en frascos de hechura oriental, inciensos en copas de finos metales, y quesos, y flores, y miel de panal.
172
POEMA DEL OTOÑO
Se puso rosada, rosada, rosada... ante la mirada del niño Jesús. (Felizmente que era su madrina una hada, de Anatole France o el doclor Mardrús.)
¡Qué dar a ese niño, qué dar sino ella! ¿Qué dar a ese tierno, divino Señor? Le hubiera ofrecido la mágica estrella, la de Baltasar, Gaspar y Melchor...
Mas a los influjos del hada amorosa, que supo el secreto de aquel corazón, se fué convirtiendo poco a poco en rosa, en rosa más bella que las de Sarón.
La metamorfosis fué santa aquel día. (La sombra lejana de Ovidio aplaudía), pues la dulce niña ofreció al Señor, que le agradecía y le sonreía, en la melodía de la Epifanía, su cuerpo hecho pétalos y su alma hecha olor.
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LA CANCIÓN DE LOS OSOS
POEMA DEL OTOÑO
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
SOS NEGROS y VELLUDOS DEL RIÑON
DE LAS MONTAÑAS,
si cnciosos viejos monjes de una iglesia inmemorial, vuestros ritos solitarios, vuestras prácticas extrañas, las humanas alimañas neronizan y ensangrientan la selvosa catedral.'
12 177
RUBÉN DARÍO
Osos tristes y danzantes que los zíngaros de cobre martirizan; oso esclavo, oso fúnebre, oso pobre, arrancado a las entrañas de ios montes del Tirol; sé leer en vuestros ojos y podemos hablar sobre AttaTroIl...
Osos blancosdelos polos, bellosososdiamantinos, nadie sabe que venís,
sobre el hielo, de un imperio de hombres blancos y divinos que coronan con castillos argentinos su país.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
¡Arcas! ¡Víctima sangrienta! Plantas, flores, ecos, liras; -Malhadado y cruento crimen del infausto Lycaón;
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POEMA DEL OTOÑO
en Arcadia los amores y los cánticos que inspiras, y en el cielo, con Calixto, la inmortal constelación—- Los dos osos son asombro para el Toro y el León.
¡Va Criniso! Muchas ansias lleva el mozo y vida mucha; si cual toro lucha fiero, como oso mejor lucha quien de Egesta será esposo;
cruje el monstruo entre sus brazos en la luchaque se escucha: ¡Lucha, osol ¡Lucha, oso! ¡Lucha, oso! ¡Lucha, oso!
Bellos osos de oro rojo que ya estáis en el regazo del azul donde el zodiaco sublimiza su visión; de lira hacedme oir el son;
dad saludos a la Virgen en mi nombre, y un zarpazo, si podéis, al Escorpión.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
179
RUBÉN D A RIO
Danzad suave y cuerdamente; que la peluda alpargata cubra la prudente pata cuyo paso no se siente, y bajo la huyente frente mirad con ojo mañero al gitano,
que canta con voz de Oriente un raro canto lejano y hace sonar el pandero con la mano
con que remienda el caldero. A los sueldos de los pobres encomienda alrededor vuestra persona, y en el parche del pandero caen los cobres por los osos, por el perro y por la mona.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
180
fi■^>¿^-
^
giíanüla pintoresca, gifanilla de Cervantes,
POEMA DEL OTOÑO
A vuestro lado va la giíanilla. Brilla
su mirada de negros diamantes, y su boca roja es fresca; giíanilla pintoresca, gitanilla de Cervantes, o Esmeralda huguesca. Ya vosotros bien sabéis de quién os hablo, Pues cien veces junto a ella contemplasteis cola y cuernos del señor don Diablo^ protector de las lujurias en la tierra y los infiernos.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
Danzad, osos, oh cofrades, oh poetas; id, chafad en las campiñas los tomillos y violetas, y tornad entre las flores del sendero.
185
RUBÉN DARÍO
y danzad en el suburbio para el niño y el obrero,
para el hosco vagabundo de las escabrosas rutas,
para el pálido bandido que regó sangre y espanto^
y para las prostitutas
que mastican pan de crimen y de llanto.
Pues vuestra filosofía
no señala diferencia ni da halago ni reproche
a la mística azucena que adornó el pecho del día,
o a la lúgubre mandragora de la entraña de la noche.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
Osos ermitaños que ponéis pavores en pastores y rebaños; el agudo cazador advierte
184
POEMA DEL O r O N O
que os ponéis en cruz aníe Is muerte,
o para dar el formidable abrazo
que ha de exprimir la vida
contra vuestro regazo;
vais en dos patas como el edanida,
es así que he admirado
vuestro andar de canónigo, o bien de magistrado.
Con la argolla al hocico sacudís vuestra panza.
¡Osos sabios, osos fuertes y cautivos, a la danza!
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
Y al pasar un entierro os he visto en la senda con la mona y el perro, entre el círculo formado por hombres zarrapastrosos. Grotescos enterradores iban conducicndoelcarrodepodredumbrey de flores;
185
RUBÉN DARÍO
<:omo signo de respeto
descubríanse un mendigo y un soldado.
El gitano se acordó de su amuleto.
y tú, oso danzarín domesticado,
se diría que reías como estando en el secreto
del finado,
de la losa, de la cruz y el esqueleto.
Osos, osos místenosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
Mas no el réquiem, ni el oremus,ni el responso del gangoso Chantre llegue a vuestro oído, sabio y suave oso;
mas el canto de las zíngaras, o la música del nido, o la estrofa del poeta, o el ruido de los besos, o el ruido <iel amor errante ardiente en la carreta.
186
POEMA DEL OTOÑO
Bien sabéis: la vida es corta,
y teniendo en vuestras fauces una torta,
o un pana!,
profesáis vuestros principios más allá del Bien y el Mal.
Osos, osos misteriosos, yo os diré la canción de vuestra misteriosa evocación.
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RITMOS ÍNTIMOS
Marfa, en la primavera era como una divina flor.
POEMA DEL OTOÑO
ARIA, EN LA PRIMAVERA
era como una divina flor. En la primavera estamos,
amos de la vida y del amor.
María, sé la gallarda; arda
13
193
RUBÉN DARÍO
tu corazón sin razón, y ten la dicha que espero,
pero dentro de tu corazón.
¡Oh, primaveral María! Dios
te diera tantos diamantes como los amantes que te besarán los pies.
y después, con muchas cosas supremas, un palacio de oro y gemas. y después... Un príncipe enamorado a tu lado, para besarte los pies.
194
POEMA DEL OTOÑO
Estupendos pavos reales a tus males llevarán consolación, y soberanos lebreles siempre fieles, soñarán tu corazón.
Estatua viva y gallarda, por ti arda una misteriosa flor. Y vibrante y anhelante sé la amante de la vida y del amor.
Deshójate como rosa. Sé la esposa de toda ilusión fugaz, pues el tiempo al amor muerde, y la ilusión que se pierde ya no nos vuelve jamás.
195
U B E N DARÍO
Y así, María, sé blanca, sé rosada y sé gentil, sé melodiosa y sé franca y de mañana y de Abril.
Sé muy fragante y muy buena, parecida a la azucena . Sé apasionada y sé fina, parecida a la cnglantina. Sé rosada y orgullosa como si fueras la rosa.
En fin, María, sé bella, sé parecida a la estrella; toda luz, toda claror. ¡Vuela del mundo pequeño, sé parecida al ensueño al ensueño y al amor!
196
BALADA DE LA
BELLA NIÑA
DEL BRASIL
K
Es una princcsita rosa que amara Katy Grenaway.
POEMA DEL O 2 O N O
XISTE UN PAÍS ENCAN- TADO donde las horas son tan bellas
que el tiempo va a paso callado
sobre diamantes, bajo estrellas.
Odas, cantares o querellas
se lanzan al aire sutil
en gloria de perpetuo Abril,
pues allí la flor preferida
para mí, es Ana Margarida,
la nina bella del Brasil.
20t
RUBÉN D A R 1
Dulce, dorada y primorosa, infanta de lírico rey, Es una princcsiía rosa que amara Katy Grenaway. Buscará por la eterna ley el pájaro azul de Tylíil, si tú, oboe, arpa, anafil, cuando Aurora a vivir convida, adorable a Ana Margarida, La niña bella del Brasil.
ENVÍO
¡Princesa en fior, nada en la vida hecho de oro, rosa y marfil, iguala a esta joya querida: La pequeña Ana Margarida, La niña bella del Brasil!
Existe un mágico Eldorado en donde Amor de rey está,
202
POEMA DEL OTOÑO
donde hay Tijuca y Corcovado, y donde canta el sabia. El tesoro divino da allí mil hechizos y mil sueños; mas nada tan gentil como la flor de alba encedida que he visto en Ana Margarida, la única bella del Brasil.
203
DANZAS GYMNESIANAS
BOLERAS
T
POEMA DEL OTOÑO
ANZAN, DANZAN LOS
PAYESES
las boleras mallorquínas; forman sus ochos y eses al son de las bandolinas.
Danzar veo una pareja; él danza como los majos; ella está toda bermeja y tiene los ojos bajos .
207
RUBÉN DARÍO
Canran los músicos alto a acompasados compases; cl bailarín da su salto y hay pases y contrapases.
Otra mujer se aficiona, si algo gallarda algo fea, y aunque es un poco jamona muy bien que se zarandea.
Luego va una adolescente calipigia y de ojo brujo, con una cara inocente, de hacer pecar a un cartujo.
Y al vocerío sonoro ella gira y se gobierna con tal cuidado y decoro que apenas se ve la pierna.
POEMA DEL OTOÑO
La payesiía galana No mueve, en su fuga arisca, el talle, a la gaditana, los senos, a la morisca.
Sino que eJla, como el compañero payesito, desempeñan el papel como quien oficia un rifo.
Se regocija la sala cuando hecha rosa y jazmín sale una alegre zagala con un payés chiquitín.
A ella en sus vueltas graciosas el dulce ritmo la impele, y él hace unas raras cosas con sus brazos de pelele.
14 209
J^ U B E N DARÍO
Los mozos están gozosos, las niñas tienen ojeras, y hay indicios voluptuosos en estas graves boleras.
Ya no hay buenos feligreses, ya no hay beatas Catarinas... Danzan, danzan los payeses las boleras mallorquínas.
210
ÍNDICE
Páginas
POEMA DEL OTOÑO
Dedicatoria: A Mariano Miguel de Val 7
Intermezzo tropical:
í.— Mediodía 33
II. -Vesperal 39
IH.— Canción otoñal 45
IV.-Raza 53
V.— Canción 57
VI.— A doña Blanca de Zelayc 65
VIH.— A Margarita Debayle 69
IX.— En casa del doctor Luis H. Debayle —Toast . . 81
Varia:
Santa Elena de Montenegro 89
Gaita galaica 101
A Mistral 105
El clavicordio de la abuela 109
OTROS POEMAS
La Cartuja 121
Pequeño poema de carnaval 131
Valldemosa 145
Los motivos del lobo ' . 151
La rosa niña 165
La canción de los osos 174
Ritmos íntimos 189
Balada de la bella niña del Brasil 197
Danzas gynesianas 205
v?.
191
V.1
user 10:2176100447179504
title.'Obras completas; pr<1ogo author:Ddr0o, RubGn, 1867-1916 Ítem id: 31 761 06391 8890 due: 8/9/2004, 23: 59
ti ti e: Obras completas; pr<logo author:Dar0o, RubBn, 1867-1916 Ítem id:3i7fiinR.iqiqnnfi
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