Brtmiu ilnitrci-eíihr

ORACIÓN FÚNEBRE

QUE EN LAS SOLEMNES EXEQUIAS CELB-

BRADAS EL 23 DE MARZO DE l8oj

EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE

CÓRDOVA DEL TUCUMAN 5

POR EL

ILUSTRÍSIMO SEÑOR DOCTOR DON ÁNGEL

Mariano Moscoso * del Consejo de M. , dignísimo Obispó del Tucuman

DIXO

EL SEÑOR DOCñ DON GREGORIO FUNES,

Dean de la misma Iglesia , Pr&visór , Vicario

Capitular > y Gobernador déí Obispado

Sedevacante*

LIMA í

Ért la iitipréhtá de los Niños expósito** Año de 1806*

rJP\\OBJCION DEL DOCTOR DON PEDRO

Gutiérrez de Cos , Canónigo Doctoral , de esta santa iglesia metropolitana , Comisario y Con- sultor del Santo Oficio , Vocal de la junta del sacro monte de Piedad de Animas , y de la nuevamente establecida para la conservación y propagación del Jjfuido de la Vacuna»

EXC.mo SEÑOR.

jbn cumplimiento del superior decreto con que V. E. se sirve remitir á mi censura la oración fúnebre , que en las exequias del Ilus- trísimo Señor Doctor Don Ángel Mariano Moscoso Obispo que fué de la santa iglesia de Córdova del Tucuman, dixo el Dean de ella> Doctor Don Gregorio Funes, la he leí- do con atención, y me parece que está con- forme á las reglas de la oratoria sagrada. Ella

-I

presenta el retrato ele un hombre ajusfado siempre á la ley : ele pi Prelado zeloso , caritativo, benéfico al estado-, á su iglesia y á los pobres. Los exemplos que dexó de es- tas virtudes el Ilustrísimo Señor Moscoso quedaron como encerrados dentro del terri- torio , donde las practicó , y su memoria que- también ceñida á la duración de aque* Has gentes , que presenciaron , ó tuvieron no. ticia de los^ sucesos que se refieren. Pintados con los bellos colores de la eloqüencia , y transmitidos á la posteridad por medio de la imprenta, son capaces de exítar en todas partes sentimientos de piedad , y provocar á la imitación. Las virtudes , en cuyo exercicib se distinguió este Prelado , unas son caracte- rísticas , y peculiares de los Pastores de k iglesia, y otras comunes, y proporcionadas á toda clase de personas. Así la lectura de es- ta oración podrá aprovechar á todos. Por eso, y por que no contiene expresiones contrarias

á la religión , ni á las regalías supremas de la corona, juzgo que podrá V. E. siendo servido conceder la licencia, que se. solicita para imprimirla , ó resolver lo que sea del superior agrado de V. E, Lima y Julio 24 de 180Ó.

EXC-MO SEÑOR

Pedro Gutiérrez de C&s*

Lima 31 de Julio de 1806.

Visto, se concede permiso para la impresión de la oración fúnebre de que se trata , con condición de entregar en mi Secretaría de Cá- mara un exemplar para cotejarlo con el ori- ginal, que ha de quedar archivado en ella.

Aviles.

Ravago.

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Oferatus est rectiim i tt verum , é£ fow/m i/i univér* m cultura minlsterii domus Dpmlni : : et prosperatuJ est¿ Paralipomenon cap. 31.

Obró quanto era recto, verdadero y bueno en orden al ministerio de la casa del Señor , y todo le salió felizmente.

X TI 1

I <* ¡Jorqué orden íncomprehen-

^S^^^^ sible de decretos debía yo satisfacer esta última obligación , que nos impone el recono- cimiento á la memoria de nuestro piadoso Prela- do i Y quando dispuso el cielo, que por espa- cio de catorce años fuese yo el testigo domésti- co de su vida ^ el depositario de sus confianzas, £ el cooperador aunque indigno , de su alto mi-

(2) -

esteno (i). ¿No tubo sobre otros desunios

W prepararme desde lejos ,- para que fliese' hoy

el órgano funesto de vuestros sentimientos ? Así

es D.os m,o , como contemplando vuestra pro-

videnaa , vemos los acontecimientos mas remotos

en sus mismas causas, y así es también como

reglando en silencio el curso de los sucesos ha-

ceis servir á vuestros fines al mas inepto de vues-

tros siervos.

"Ved aquí nuestros espectáculos , decía en otro tiempo Tertuliano á los Gentiles : nosotro, os abandonamos las luchas de los Athlefas , lOÍ combates de los Gladiadores , los triunfos de vues, tros héroes , porque nos reservamos otros com- bates , otras guerras , otras victorias. Estas son las que presenta la muerte de un justo, que ha de- testado las culpables máximas del mundo , y qua fiel á sus obligaciones ha sabido sostener la san»

( « ) Diputado el Orador por el Cabildo eclesiástico S rec«b.r i su Ilustrísima en U raya del Obispado lo acam- pano en h visita que practicó antes de llegar á su Capi- tal , y en esta lo nombró , j, mantubo hasta 5U ^^ os Provisor y Vicario general.

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(3) í;

tidad de la ley por la santidad de 'su conducta. Es verdad que su cuerpo tendrá en breve el tris- te fin de las cosas caducas ; pero también es cier- to según la promesa de Jesu-Christo , que su se- pulcro es esa tierra misteriosa, donde á manera del grano de trigo que se corrompe , debe re- producirse á una mejor vida. El dia de su muer- te es el dia en que este obrero acabada la tarea, pide juntamente su salario ; ó mas bien por ser. virme de la metáfora de San Pablo , en que este guerrero acuchillado después de haber roto los ex- fuerzos del infierno , reclama la corona de laurel, que le reserva el justo juez.

Este es hermanos míos el único consuelo,, que puede mitigar nuestra aflicción. Dexémos á los oradores paganos el triste desahogo de ostentar en la muerte de sus héroes los títulos faustuosos, con que los honró un mundo profano : recurso men- guado de la pobreza y debilidad. Queriendo ha- cer una engañosa diversión á la vehemencia del dolor , el!os afectan ignorar , q„c sepulcro es el térnuno fatal de las grandezas humanas., y hasta «obre esa tumba lúgubre se empeñan en dar cueiw

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po y realidad al mismo fantasma de la nada. No* no cspereis\eñores que yo entretenga vuestra aten* Cion con esas acciones ruidosas , que solo hieren los sentidos , y en las que empeñado alguna vez íin Pastor ha tenido la desgracia de hacer traición á sus obligaciones. La historia de nuestro Prela- do no presenta mas , que un lienzo donde todo se halla enlazado con el ^espíritu del sacerdocio en que consiste su unidad : sus días perfectamente semejantes los unos á los otros y no parece que hacen de su vida y sino un solo momento* donde ge posee todo entero para consagrarse todo en- tero á la religión. Las pasiones que intentaron vanamente atacar su virtud vencidas y desarma- das , siguen como otros tantos cautivos el carro de su victoria , y para tener un conocimiento exacto de sus obras basta tenerlo de sus obliga, ciones.

Tomemos pues de sobre el altar los gra- nos de incienso que hemos de quemar en honor de este ungido del Señor. Sabemos que el mun. do desconoce la virtud en su simplicidad , y solo adora los vicios brillantes de un delinquiente s*for*

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tunado. Et candor , la probidad , la buena fe ,

la clemencia pasan por estulticia en la sabiduría de la carne , porque en su dialecto el artificio es urbanidad , la mentira saber vivir , , la depravación prudencia , la misericordia debilidad. Es preciso decir y que para morir con honra es necesario ser otra cosa que hombre de bien.

Tal es la prudencia del siglo ¿pero vengo á incensarais caprichos , y á confundir los cánticos •lúgubres de la triste Sion con los de Babilonia ? Nada de lo que no se halle gravado con el sello de la inmortalidad tendrá parte en este discurso. Hablaré de un Pastor que en el declive de los tiempos heroicos de la religión , y en medio de este siglo de hierro, supo conservar los únicos estos de la edad de oro : quiero decir , una mo- deración fecunda que lo enriquecía con todo lo que ño deseaba , una candad generosa , que guar- diana de las puertas de su palacio las abria á los sus- piros de la miseria , un carácter de beneficencia ■> y afabilidad , que daba hechizos á las mas grandes acciones r y grandiosidad á las mas pequeñas , en

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fin un fondo de rectitud , y de probidad tan n* tural á su genio , que lo hacia parecer virtuoso mas por un feliz nacimiento , que por una medi- tada reflexión.

La notoriedad de estos hechos me dexa en plena libertad para presentar á este ilustre Prela- do como un hombre cuyos pasos caminaron siem- pre al nivel de la ley : operatus est rectum. Este será el primer punto. Como un hombre cuyo zelo á favor de la verdad , y del bien de su igle- sia le fué siempre benéfico : operatus est rectum , et veriun. Este el segundo. En fin , un hombre cu- ya caridad ardiente lo obligó á derramar sus te- soros en el seno de los pobres : opertus est rectum* et verum , et honum. Este el tercero.

Ved aqui señores el elogio que yo con- sagro á la memoria del ilustrísijmo señor doctor

DON ÁNGEL MARIANO M0SC0S3 , dignísimo O&ispO

de esta diócesis del Tucuman. Venerable Prelado, vos habéis gozado largo tiempo del placer de vues- tra modestia : permitirnos romper el silencio que vuestra austeridad nos imponía ; vuestra reputación pertenece ya á la fama ; ella es la que debe exer-

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cer su autoridad sobre vuestra memoria. Hay ne> cesidad de vuestro nombre para transmitir á nues- tros descendientes la historia integra de esos Pre- lados , que fueron la gloria del obispado y la salud de h patria, y el honor de la virtud.

PRIMER PVNTO.

JL¿a educación es la que pone por lo común la primera piedra en el edificio de nuestra suerte. ¡ Qué tinieblas en la primera edad ! ¡Qué aver- sión á toda regla ! ¡ Qué vivacidad impetuosa * ¡Qué disipación inconstante! ¡En este periodo de la vida , en que el corazón humano se abre pof la primera vez á la vanidad , y á los placeres * es quando la buena educación debe calmar ese torbellino de deseos que lo agitan , y formarlo sobre las santas máximas del christiamsmo. Bien , que mientras no exista un Fenelon no pre- sentarán con todo su explendor aquellas importan- tes verdades , que rectifican su delicado juicio : con todo basta la religión , para que los autores de

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nuestro ser puedan manejar con destreza las ríen-* das que moderan nuestras pasiones , y dar á la juventud aquella madurez de espíritu , que las dis-* pone á las acciones serias de la vida. Un padre de familia dice San Agustiri t es un Pastor qué revestido de un cierto sacerdocio doméstico , se llalla á la frente de su pequeña grey. Sus funcio- nes se reducen , no tanto á criar succesores de sus bienes , quanto á formar coherederos de Jesu-Chris- \o , como se explica San Pablo. Benditas sean las misericordias del Señor , siempre solícito en dar: á su iglesia unos Prelados capaces de ser mediane- ros entre Dios y los hombres , separó del orden común de los fieles,, ai que hoy es el triste ob- jeto de esta ceremonia. Si hermanos míos, no sin especial providencia lo hizo nacer en el seno de una familia , donde la nobleza , y el pundonor están significados en su nombre , donde la virtud, el recato , y el santo temor de Dios son las re- glas de su disciplina doméstica ; donde la guia de Jos grandes exemplos exita la imitación ; y en fin donde dos deudos muy cercanos elevados á la'

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dignidad episcopal ( 2 ) y urj padre venerable revestido del sacerdocio en medio de cinco hijos ( 3 ) llamados á la misma suerte r son otras tan- tas pruebas de que el Dios de Israel s$ había adjudicado esta familia , como una herencia ^pre- dilecta. Su designio. era sin duda hacer ^ que en nuestro Prelado se compendiasen las misericordias del Señor, y fuese m digno ministro de la nue- va alianza,

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( 1 ) El Ilustríslmo Señor Doctor Don Fernando Obfí- tas, Obispo de Santa Cruz de la Sierra, fue' su tío car- nal , y el Excelentísimo, é Ilustrísimo Señor Don Juan Manuel Hoscoso, actual Arzobispo de Granada, su . prt- tfío hermano. El primero lo llevó á su diócesis de Se* cretario, l0 ordeno, le confirió «1 curato ,d<? ; Tárata , 3 4espues lo nombró ,*u Provisor.

< 3 ) ¡Su Padre Don Gaspar Moscoso , muerta su mu. gerse ordenó Presbítero, y tubo cinco hijos sacerdotes , *l Ilustrísimo Señor Doctor Don Ángel Mariano Moscoso, Señor Don Manuel Tomas , que murió siendo Arcedia- no de Santa Cruz , el Doctor Don Bernardino , el ** P- Fr. Domingo, religioso Merceda rio actual Provincial de fe provincia del Cuzco ¿f Don Bruno .c*j*ufcu

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Todo correspondía en ¿1 á los ocultos fines á que lo destinaba la providencia. Una memoria prodigiosa , que daba á su entendimiento el exer- eieio de la reflexión , la amenidad de los pensa* mier^tos , y la grada de las ocurrencias felices , un ingenió sublime , y desembarazada dote de una* alma naturalmente científica p un juicio sólido y profundo , á quien sqIo podía satisfacer la ver- dad , una decidida inclinación á lo bueno , una mezcla de circunspección , y de dulzura , de gracia T*magestp , que le sometía los espíritus, y le ganaba los corazones. Ved aquí las disposi- ciones coa que sale nuestro joven de la casa pa- ternal para presentarse en el teatro del roun&v.

Un feliz natural le, hizo preferir Jo útil serio á lo frivolo agradable , y lo guió como por gus- to , y por instinto á la indagación de la verdad. El célebre colegio de San Bernardo en la ciudad del Cuzco !, cuyos alumnos contarán siempre ppi: una de sos glorias haber vestido sil besa , mien- tras bañándola de lágrimas en su muerte deshao- gan la ternura de su qorasson , no olvidará <k me- moria 4q un talento -que cploeado , en la cuita

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Europa hubiera obscurecido á machos sabios , y afianzado ei crédito de los ingenios americanos. Sus mantos maestros se Jidmirab^n' al verlo tratar cq* toda l* profundidad de la escuela las qüestione5 •mas -espinosas, y abstractas, desenredar los sofis- mas capciosos del error , y familiarizarse con to- das las verdades del dogma.

'No seria nuevo que estas prendas ayudadas del mal exemplo lo hubiesen conducido al preci- picio 1 ¡ Asi es Dios mío ! ¿ Qué son $in vos los grandes bienes de la naturaleza , sino instrumentas de grandes males f Pero no temáis señores .: nues- tro Prelado -conoció muy tem jarano , que la cien-, ciá sin la virtud es la luz de un cometa perni- cioso , el nombre de sabio .un insulto , y la ins- trucción mas vasta orgullo, y vanidad. Dócil a Ja voz de Dios, que lo llamaba al estado ecle- siástico , y que sin que fíjese necesario colocarlo «obre la montaña , cómo á .otro Ejeazaro , pa/a que viese correr la leche y la miel de la tierra prometida , quiero decir , las riquezas , y la abun- dancia de la casa ¡del. Señor , respondió como el Joven Samu4 v , tuyoz, aquí estoy Seijojyqtfe

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es Jo que queréis: Ecce ego qtáa wcmime.

A Dios no agrada que llevemos los aplau- sos mas alfa de "la verdad. Contentémonos por

ahora con decir, que á pesar de una vocación legítima sensible aun en su juventud á ios place- res , aborreció el desorden , que interezado en la gloria era superior á la vanidad , que sin desde- ñar las dignidades deseo principalmente el acrecer- ías i y que si abrió la mano á las riquezas , fué porque encontraba en ellas el ¿it Ice placer de der- ramarlas/La gracia que transformó á los Clisos- tomos y los Ambrosios , acrisoló también á este su digno cohermano fin d orden de ten temible ministerio.

El hombre en su condición privada, no des- cubre todo su carácter. Xos puestos y los empleos son los que ios presentan por todos sus aspectos* La virtud que ai ek parecer mas solida se encuen- tra entonces muchas veces ligera y defectuosa. Doi gracias al Señor porque no tengo , que temer re- gistréis el corazón de mi héroe á toda la clari- dad de la luz publica. Exponiéndolo á vuestra Vista , yo pongo en vuestras manos esa balanza

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igual , y ese peso exacto del santuario , que aba-r lúa las acciones solo por lo que son. Constitui- do párroco de Taráta en la temprana edad de Teinte y cinco años , condecorado con quatro suc- civos Provisoratos en toda la diócesi de Santa Cruz ,| y elevado después al orden episcopal , para qué rigiese esta santa iglesia catedral del Tucu- man , no encontrareis jamas en él esa indigna mezcla de profano , y sagrado, de- baxeza , y dignidad , que mas de, una vez á cubierto de igno- minia las paredes del santuario. La imagen de sus costumbres es tan respetable , como la de su al- to sacerdocio,

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La decencia de conducta en un obispo dice San Bernardo , consiste en esa gravedad exterior > igualmente distante de la licencia, que de la ri- gidez , que da aliento á la confianza sin degene- rar en llaneza , domina los espíritus sin asustar al corazón , y contiene á todos en respeto sin que deba nada á la violencia. ¿Hubo jarras algún Prelado , que llenase mas perfectamente esta idea ? Yo me lo represento con aquel rostro amable en

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cuya frente se hallaba gravada ía benignidad J co- rrió una viva imagen de la de su alma ¡rodeado de vosotros mismos á nadie era enfadoso ,, por que sabia templar con su modestia el expiendar de su dignidad. Sin mediar entre él, y nosotros etra línea , que el respeto , y la decencia , go- zábamos de un trato familiar , y de una con- versación libre , en la que destilando de sus la- bios cierta eloqliencia dulce y festiva , propia de las almas amenas , obligaba á todos á escucharlo con placer , y á respetarlo con confianza,

La exacta y escuprufosa compostura com- pasaba , por decirlo así , todos sus procederes ; pera jamas excluía ellos las gracias de la afabili- dad. Lejos de que fuese preciso acercarse á su persona en las audiencias comunes con un silen- cio profundo, qué pareciese adoración, la ima- gen de la confianza, que se hacia preceder ^ empezaba á infundir serenidad en las almas mas agitadas. Su corazón oía las voces sordas del do- lor , antes que sus oídos fuesen heridos con el ruido de los lamentos , y jamas se tenia por ma$ feliz , que quando gozaba la satisfacción de ha-

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ber prevenido los deseos., Por medio de su di\U

zura aseguraba á los débiles y consolaba á los desdichados , caraba las llagas , que abría su mis na justicia, y quando no podia condescender á lo que se le pedia hallaba el secreto de hacer agra- dable sus proprias negativas.

La oportunidad del discurso me autorizaba á declamar contra esos jueces desapiadados -, que poco instruidos en sus obligaciones reciben á lasr partes con un semblante inquietojy unas mira- das inciertas capaces de atemorizar al corazón mas resuelto , pero la probidad del magistrado que nos honra con su presencia me pone fuera del caso, y me hace encontrar en su conducta un leniti- vo con que suavizar nuestra aflicción. Continuad señores en vuestros exercicios. Haced de ellos vuestro sacrificio matutino , y vespertino, f Que pracion mas agradable á Dios , que escuchar á la viuda , enjugar las lágrimas del pobre oprimi- do , y cuidar de Ja suerte del huérfano?

La afabilidad fué una de las virtudes mas favorecidas de nuestro Prelado, porque la am- bición miró su pecho como un santuario , que

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debía venerar desde lejos. Libre de los apresura- mientos que ella inspira, se vio elevado á los grandes empleos, no por sus propios esfuerzos, gino por la impulsión de nn viento favorable mo- vido de la providencia. En las fortunas media- bas la ambición toda temblando se mantiene tan oculta , que apenas se conoce así misma. Quan- do se ve encumbrada en los puestos' mas inv- portantes , yo no se que nos habla al corazón para persuadirnos que los merecemos. Esta es la marca originaria de las pasiones ; pero \ qué tie- ne que ver con la senda que guia á nuestro Pre- lado en la madurez de sus años ? Quando el obis- pado mismo viene á buscarlo para decorar- su tnodestia , y le abre las puertas de su santuario, ss quando sorprendido de un terror santo mez- clado de respeto se detiene en sus umbrales á deliberar sobre la entrada. El no ignoraba, que este era un deposito muy peligroso á la fe del depositario, y así ai mismo tiempo , 'que sus em* ^idiosos 0 lo destinaban en secreto , creyéndose indigno de él estubó a punto de renunciarlo*

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(*7) ^ Juzgad ahora podrían embriagar su co- razón esos aplausos , de que tanto se paga el in- genioso amor propio, y que por lo común se estiman como una justa recompensa de las fati- gas inseparables de la autoridad. En efecto , ja- mas los oyó sin sonrojarse. 4 Qué digo f El los rechazó constantemente , porque Je parecía , que alabarlo de haber cumplido sus obligaciones , era alabarlo de no haber cometido un delito.

Bien se que hay una modestia artificiosa ~*jue rehusa los aplausos solo por añadir ese nue- vo motivo de asegurarlos : vana ciencia de los hijos de Adán. ¡Culpable tráfico de verdades y mentiras! Ei corazón de nuestro Prelado estubo libre de este contagio , y estoy por asegurar; que las alabanzas ganaban menos partido en su vo- luntad , que sus propias injurias. Este es el lado por donde. me parece mas grande. Acordaos délo que uno de nuestros mártires decia á §m verdu- gos deseosos de verlo executar un milagro : ved aquí uno les dice: yo os amó, les diez á pesar de ser mis tiranos. Si hermanos mios : perdonar m\

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enemigo es mayor prodigio que resucitar un muer, to , y tolerando David los insultos del atrevido Semei es mas glorioso á los ojos de la fe i que despedazando al incircunciso Goliat. ¿Y quien ignora entre nosotros el mérito que esta virtud le adquirió á nuestro Prelado í Ah í ¿ Quántos re- sentimientos ahogados aun quando tuvo poder para vengarlos h < Quantas censuras sufridas pacien- temente ¿ aun quando estaba de su parte el tes- timonio de su inocencia > ¿ Quantos servicios he- chos á los mismos que lo calumniaban , aun quan- do solo esperaba en recompensa una perfidia > Si sfíic^es ; la recomendación mas poderosa para nuestro Prelado ? parece que era haberlo ofendi- do. La sola presencia de su enemigo T desarma- ba sus enojos, y hacia correr sus favores por las mismas llagas , que habían abierto sus injurias. Nunca débil y ni tímido , supo remitir sus agra- vios y y sostener sus derechos* ceder con pru- dencia, y resistir con dignidad.

Gentes del siglo tan zelosas de vuestros derechos , tan codiciosas de aplausos J tan delica- das sobre el punto de honor , á quienes unaj?a-

( 19 ) labia e^apada ¡frita , una distracción amotina , un olvido llena de indignación , un desprecio trans- porta hasta el furor r ptugiera el délo que os moviese éí exémplo nuestro Prelado * para que gustaseis cómo él las dulzuras de la caridad ; y la unción deliciosa que v producé él perdón de

un enemigo.

Su corazón fió estaba montado sobre aquel temple desapacible, que tiene conformidad coa una virtud triste y amarga. E Cielo me preserve de censurar este espíritu p. pero afirmo con el Ifádrt Sart Gregorio , qué íá virtud más propia: de tin obispó consiste en una austeridad sírr hiél* lina dulzura sin relajación y tm poder sin orgu- llo , una humildad sin abatimiento , urr retiro sin ociosidad , y un comercio de mundo sin disipa- ción. Á imitación de los Agustinos, y lósfrFrárt* ciscos Sales , juzgaba preferible nuestro Prela- do esa amable y dulce condescendencia , que ¿e presta á todas las condiciones , y aun á los usos comunes de la sociedad. Él no hacia con- sistir precisamente la virtud en un retiró perpe- tuo , en una contemplacion'ásidua , en una austera

pobreza , ni en una mortificación rigurosa; pero «i, en ser piadoso sin fingimiento, sin escrúpu- lo , sin superstición ; noble y modesto en la gran- deza , generoso y pobre en la opulencia., so- litario en medio del mundo 9 crucificado en su espíritu sin olvidar % las maceraciones ¿Je la carne. Observad las distinciones exteriores con que hacia acompañar su dignidad, y hallareis , que ellas eran precisamente aquellas que debían hacer valer la autoridad santa del obispado. Es -decir allanar los caminos difíciles del ministerio , infun- dir en el espíritu del pueblo sentimientos de un profundo y religioso respeto, dar energi> á la pa- íabra , y hacer fecunda la semilla del evange- lio. Por lo demás todo lo que alimenta el or- gullo , y la vanidad se hallaba excluido de su persona. Él no quería parecerse á esos ídolos de las naciones, que solo fundaban su adoración sobre la vana magnificencia , de que se hacían acompañar. Conocía muy bien ios límites de la gloria de Dios , y los de la vanidad , y estubo siempre atento a no confundir el decoro de una dignidad santa cpp el aparato orgulloso de un

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( 41 ) puesto profano. Así es que léjoá de insultar % miseria pública con un 'fausto dispendioso sa vestido , fué siempre humilde , su mesa frugal , su menage sencillo , todo en fin distante de lps extremos, y mensurado por la prudencia»

A la vista de un modelo tan proporcio- nado á nuestras fuerzas , ya no tienen excusa nuestros vicios. Exerciendo nuestro Prelado el ministerio privado de su conducta , no induxo otra coación , que la dulce y saludable violencia del exemplo. Pero i es acaso menos poderosa esa ley de imitación que nos intima por su zelo á la verdad, y á los intereses de su iglesia? Reco* cedió en el segundo punto de este discurso. ■'■■•'■

PUNTO SEGUNDO.

A, un corazón naturalmente recto nunca puede faltar el amor de la justicia, y de los intere- ses del Señor.- Todas las virtudes tienen entre

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\\m cierta afinidad rque las pone cercanas \)¿8M xfe otras. Á este motivo/fundado sobse ciertas le- yes de orden , que el alma .busca en sus ac- ciones, se añade respecto de un obispo lo que dice el Apóstol ; Dios no nos ha dado un es- píritu pusilánime , sino un espíritu de fortaleza * y de amor : s$d splrítum virtütis a dilectwnis \ /In- feliz de aquel prelado que da licencia á sus pa- siones para repartirse entre ellas el funesto derg- cho de profanar su dignidad. El verá con indi- ferencia , y acaso con alegría humillado el .obis- pado , con tal que sobre sus ruinas pueda levan- iiar el soberbio edificio de su fortuna. No jcr^ais señolees , que la .._ afabilidad r tar> característica, á nuesr tro Prelado fuese efecto de esa languidez , ó fla- queza , de que se queja San Agustín , que todo lo , y todo lo sufre. La í natural benignidad de su corazón dexaba en toda su energía esa ley de justa equidad , que lo inclinaba á resistir Jas pasiones desordenadas de los hombres. ¿ Qué sería capaz de seducirlo? ¿El interés ? Una tentación tan baxa debió siempre respetar la elevación de su ministerio, y yo no avergonzaré su firmeza

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¡erxdp ^n ..alabar', una victoria tan poco digna dz é\. ¿ El temor ? Después de la gloria de hacer el bien cjeía . que era la mayor de todas ser In- jfeliz .ppr haberlo hecho. ¿El favor ? Él nada veía fin este mundo que pudiese recibir en cambio de ¿u. virtud. Siempre perspicaz prevenido y pruden- te nadie extendió mas lejos que él las previsio- nes para evitar los asaltos de la sorpresa. Con que vivacidad ¿eqogia en un momento el carao". tter de las personas , sus intereses, sus humores r y sus caprichos. Por sabroso que fuese el vene- no de la insinuación preparado por manos hábi- les , por , bellas que.se ostentasen las apariencias con^que se cubría la iniquidad , él penetraba los •disfraces , y sabia conocer aun sobre las flores el camino tortuoso de la serpiente. Los beneficios , y las gracias que, constituyen Ja herencia del Se- ñor jamas, fueron presa de la adulación r ni del favor. : Temía las caricias de los hombres pudien- :tes , y sabio á expensas de ellos mismos huia coa cuidado el peligroso honor de su familiaridad. La amistad , esa amistad que , prepara los peligros, y Jos oculta Jo acompañaba hasta el pie de los

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altares , pero sometida á sus obligaciones solo asistía para aumentar el mérito de sti sacrificio» .Qué digo? Él sabia poner á su voluntad mis- ma, y á los intereses mas íntimos limites mas es- trechos que los 4e su poder. Áh ! ¡ Que no pue- da yo aquí levantar el velo á los misterios 1 En* iónces veríais señores burlados sus propios deseos, despreciados los ruegos de los que mas amaba, y después de una cruda guerra triunfante ía justi- cia sobre los destrozos de su existencia. Pero § donde me arrastra sin pensarlo el hilo del dis- curso ? Yo me hallo en el fatal momento en que lo perdimos. No anticipemos á el alma el sentimiento que exige este infortunio , pero saquemos por consecuencia , quan diferente es la firmeza mundana de la que trae su origen del espíritu de Dios : aquella escucha para agraiir la Voz de un mundo , á cuya voluntad se halla su- jeta. Esta lo irrita , y se aprovecha de la oca- sión en que pueda manifestar una fortaleza , que sin ella quedarla desconocida. Todo es contrario en los principios de estas dos potestades. El es- piritad el siglo nivela S113 operaciones por los

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respetos mundanos, Quando es preciso declararse por la justicia con peligro de desagradar á los hombres, encubre su cobardía con los velos de la prudencia , y la traición misma de esa justi- cia le parece legítima , siempre que lo defienda el juicio de los que intenta complacer. Por jel :cen~ trario el espíritu del Señor halla su gloria &n exponerse á la censura.de los hombres,, y lejos de faltar 4 sus obligaciones sacrifica á su cumpli- miento su opinión misma,

El obispado es un ministerio jde fuerza,, y de valor , ya lo hemos dicho. Confiado á ta&es- tro Prelado en unos tiempos en qite es ta« <&* fícil deslindar los fueros del sacerdocio , y del imperro ¡con que escrupulosa atención procuró siempre ? iu; poner 0 pie en límites ágenos, m que otro los - pusiese en los suyos: ! Las borrascas se suscitan áe tiempo. ¥arios nublados se formar^ Q«e ^parece descargar soke su cabera , da -topa felica se agita emoo un mar proceloso. $j0 rqué juagáis señores i haría en estos lances % nm$t$o íPfe, lado ? Intimidado rdel peligro ¿íBexariai flotar ¡&s

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riendas del gobierno al arbitrio de los sucesos? ¿Compraría su quietud con los despojos, del san- tuario ? ¿ Haría intervenir ese culpable disimulo, con que se honra la cobardía dándole el nombre de prudencia ? No señores. Nosotros lo vimos como un sabio piloto srri espantarse de la bor- rasca ¡¡ caminar \en derechura al término por en- tre escollos i y precipicios. Lleno zelo ; y fir- meza á manera de la arca de Israel , que pues- ta en medio del Jordán hizo retroceder las aguas mi dexarse arrebatar de su corriente, se opuso á las empiezas de los hombres , y nada perdo- nó por conservar ilesos los inalienables derechos del sacerdocio.

Pero acaso la firmeza de un prelado no se dexa ver en todo su vigor mientras no se presenta con la vara de la corrección en la ma- no : diga acaso , porque por desgracia nuestra vivimos en un siglo, en que- no ser mplice de los delitos se trata de indiscreción. Los grandes nombres de vengador de la disciplina y órgano de la verdad , reformador de las costumbres { qué son en el dia . sino títulos Magníficos v y qualidades

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f(*7 "■) imaginarias que solo sirven á la -.decoración, .de los empleos ? La verdad no se atreve a parecer en su trage varonil y sencillo ; toda temblando delante de aquellos á quienes debía hacer tem- blar ] siempre débil porqué ignora su fuerza , me- rece la censura, que debía hacer. Hable la bue- na fe , y díganos j si desconoce por este lado el mérito de nuestro Prelado ? Ignorante de ese nuevo arte de callar que con disimulada crueldad asesta el último golpe á la disciplina, puede i¿) songearse de haber sacado la justicia de esa tris-, te servidumbre en que gemía. Siempre armado contra la iniquidad le hace frente por autori- zada que se halle , y le da golpes vigorosos, que si le atraen alguna vez el odia, siempre le me- recen las estimaciones . . . .Pero dexemos sepul- tada en un eterno olvido una materia que costó tan- to á ¿11 sensibilidad.

KJ Ei bien mismo de aquellos que'- DIqs ha^ bia puesta á su cuidado era el móvil de todas, acciones. Persuadido que para ser asosiado al rn]- nisterio de Jesu-Ghristo era ; necesario recoger , y convertir su ■■ aplicación a todas las necesidades de

(28)

su pueblo >, no hubo alguna que stt escapase á su vigilanda , y que la mírase como agena. Ma- nifestemos á este grande hombre en una- de esas escenas en que se disputan su corazón la fide- lidad del vasallo , y el zelo del Pastor, Un es- píritu de reeblion , y de mudanza, que de tienv po en tiempo se apodera del juicio de los hom- bres hace bambolear sobre la cabeza del Príncipe la corona de esta América , y experimentar á las provincias todos los desastres de la guerra civil : entonas es .. r quando concibiendo nuestro» Prelado aún cura de Taráta , que trabajar en uti- lidad de im Rey católico , que divide sus victo- rias cpn la iglesia era preparar triunfos al Se- Bor , emprende sostener can una mano el tro- no , y con otra la religión/ Quai otro Moysés, dexa el retiro de h montaña, y presentándose en publico hace valer todo su crédito sobre los pueblos I qíje lo idolatran : da concejos de pru- dencia , y precave desgracias inevitables ; enciende hasta el entusiasmo la lealtad , y todo vasallo es toldado y pone en movimiento sus brazos, y los encamina á la victoria, tas -provincias, -qae ya

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se dividían los rebeldes entre sí, perseveran baxo el dominio español. Las ciudades que se hallaban en la vigilia de sucumbir | se ven libres del ase- dio. El territorio de su mando defendido de su nombre respetable , recoge en paz las mieses al raedor de las hostilidades ; y aplacado el fuego de la sedición tiene el consuelo de poner al pie del trono el homenage de su fidelidad. } Y pasaré yo aquí en silencio su justa recompensa ? Porque e-qué otra cosa puede hacer mas honor á sume- moría que ver ocupada la augusta mano del me- jor de los reyes en dexar á la posteridad un do- cumento de su gratitud? En efecto Garlos el grande , el piadoso lo colma de beneficios \ ío cpndecora con sus aplausos, y hace eterna una memoria que debía dar en todos tiempos docu- mentos de lealtad ( 4 ).

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(4) En prueba de haber merecido la aceptación del Soberano los singulares servicios del Ilustrísimo finado en la sublevación del Perú , y su ^lo por ^pacificación de los insurgentes, se sirvió S. M. concederle por Real Or- den de a7 de Junio de i7*? una pellón vitalicia de dos

<3°>

Y pensáis señores , que con esto se en- trega nuestro sabio ministro á la dulzura de urí glorioso reposo. Ah ! Quanto nías dignos de nues- tros elogios son esos héroes , que no descanzan de una conquista sino con otra: tal es nuestro Prelado. Superior en cierto modo á las dificultades, nacido para la acción , incapaz de reposo , jamas creía haber hecho lo bastante por la gloria de Dios; y la salud de los hombres. En todo tiempo, en todo lugar él se reputaba como San Pablo deu- dor á todos Gratas ac Bar taris debkor sum.

Deudor á los Bárbaros ; hacia mucho trem- ió cpie en el fondo de su alma resonaba la trs- te voz de la naturaleza , que ayudada de la re- ligión le represeritaba las desdichas en que gemían tantos infieles, desde que la habian ahogado sus antiguas preocupaciones. Sus lágrimas mudas caiaií sobre el pecho de nuestro Prelado , y sus mira- das dolorosas parecían implorarle su piedad. Hu-

Jhil pesos anuales sobre las rentas del Arzobispado de Char- cas con las mas honrosas expresiones.

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millado el Pastor de Taráta delante de la eterna sabiduría lloraba en su redro la triste suerte de tantos infelices. Él siente renacer en su corazón esa actividad bienhechora , que crece á vista del:peligro5 y se resuelve llevar la antorcha de la fe á los infieles de Yuracarees ( 5 ). | Qué hombre es este r Ello es señores que por uno ét esos prodigios dignos de los tiempos heroicos , sin amedrentarlo las in- jurias del ayre , la incomodidad de las estaciones^ la fragosidad de los caminos y el peligro de los males presentes, y en fin la delicadeza -de su j quebrantada salud , él se dexa ver entre los bár- baros s y abre los fundamentos de una república,; á quien da leyes , costumbres * idioma , y- reli- gión. Persuadido que el exemplo es el que prue- ba , y que el mejor Apóstol del christlanismo es

'I'"»' i'n n.wtir

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( 5 ) Fundó á sus expensas la reducion de la Asunta , délos Indios Yuracarees veinte y cinco leguas distante de U Ciudad de Cochabamba , la sostuvo con I ngentes; gas- tos y fatigas, mantuvo en ellas Conversóles con el esti- pendio de ochocientos pesos anuales , y í defendió vigoro- samente sus derechos casi basta la muerte.

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la virtud , les abre sus tesoros , los visita , sufre

sus indolencias, los aprisiona con la dulzura, los atrae con la confianza V y los vence con los be- neficios : { Quan dulce imperio tiene sobre el aima mas rústica una virtud consoladora l Los bár- baros extienden sus brazos á este héroe de la re- ligión y la humanidad lo rodean, lo colman de bendiciones, y olvidan todos sus males con sola su presencia. Ah! Venerable Prelado, voz disfru- tasteis entre ellos el mas puro de los placeres que puede gustar sobre la tierra un mortal virtuoso y sensible. ¿ Qué nos armiramos legaseis vuestro co- rdón para que fuese colocado en el sagrado edi- ficio de ese templo místico, compuesto de unas piedras espirituales que asemejanza del de Salomón labrasteis sin el hierro , y sin un golpe de mar- tillo? Vuestros amados Yuracarees cuya causa sos- tübíste hasta los umbrales del sepulcro , lo es- peran con "impaciencia, porque saben que siendo necesario se arrojará de la urna sepulcral y será im vengador severo , de sus dias v de su fortuna, de su reposo, de su tímida , y 'débil inocencia. Ellos lo pasarán con el mismo reposo hasta el

(331 último de sus nietos, y ai mbo de tes siglos $e consérvala toda *«tera la «icmoría de vuestros beneficios.

Deudor k los griegos $ esfco ¿s á las per- sonas civilizadas. En que vasta carrera se empe- ña mi discuno, principalmente después que se halló ¿nuestro Prelado á la frente de los nego- cios públicos de esta diócesis! Yo no entraré ea el detalle de esos inmensos; cuidados , por estpr- bar una entrada sacrilega ú los que aspiraban ' ¿L sacerdocio sin una vocación legítima , por dar % las iglesias unos pastores capaces de guiar sus re- baños á los campos mas fértiles de ia docttfi&a ,, por llevar á un estado floreciente m* colegio Se- minario , precioso manantial de la ciencia , ,don- ttt preservada la inocencia se purifican lps cora- zones l que algún día 'han de forma* las costum- bres públicas, y, dar el destino á los pueblos: por mantener á los cuerpos religiosos de su man- éo en la antigua severidad de esas leyes que añV x* el disgusto de una carne corrompida , é res- . fefctatt á m asigno trono una virtud amarga £

(34) cuyo lugar había ocupado otra mas indulgente r por hacer que adquiriese el clero en sus confe- rencias morales aquel arte difícil de manejar las conciencias , igualmente distantes de esa crimina condescendencia, que deroga la ley baxo el pre- texto de suavisarla, que de ese zelo rígido , é indiscreto, que acaba de romper la caña ya que- brada : por fomentar esos Útiles exerclcios de San Ignacio, donde el mas imbujdo. en las máxima» del mundo , no pudiendo sostener la espantosa vista de su conciencia , sale huyendo, de mismo en busca del sacramento de la expiación ; porque salgan como de un cenáculo varones apostólicos, cuyo destino sea evangelizar en las ciudades el reyno de la verdad. < Pero que es lo que hago r < Pre- tendo poner en lista los innumerables objetos que dividieron su atención > Yo desisto de este em- peño por contraermé á los principales.

La solemnidad det culto público es , por decirlo así , el libro y la' erudición del pueblo en las cosas de la fé. ít hace que levante el corazón y reconozca un primer ser á quien es debida la adoración y la alabanza. Pero si tór templos del

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íf 05 ) Señor no ofrecen á la vista sino tristes monu- fitentos de la pobreza : si el; tren de sus ceremo- nias no corresponde á su soberanía y el culto mis- mo debilita la del pueblo y degrada la digni- dad de los altares. Ved aquí señores uno délos objetos' que mas acreditó el zelo de nuestro Pre- lado, y la magnanimidad de su corazón. Ah ! Con que ojos de amargura miraba ese antiguo y humilde edificio de su iglesia de Taráta! ¡Con que santas impaciencias deseaba dar la última ma- no á la decoración del que Jioy nos reúne al reededor de sus cenizas. Los hombres á quienes guia una viva , ven hasta en la desolación del santuario entre las piedras dispersas de los tem- plos 9 entre los terrones de los altares la ma* gestad de todo un Dios , y quando se trata de repararlos , su espíritu se eleva sobre las tí- midas reflexiones : ellos no sienten sino el ar- dor de su zelo y su zelo triunfa. VecHo aquí. A costa de crecidos gastos , y tesoros que no enr traban en los cálculos de la prudencia humana » hace nuestro Prelado comparecer en la escena el ¿obervio templo de San Pedro de Taráta , donde

-

( 3* ) concurren á competencia el atreviniiento de la<eiiu

presa , la dijnidad del pensamiento, la suntuosr*

dad de la obra \ y la brillantez de su decoco (€).

Y tu iglesia santa casta esposa de Sian 3 qus tes

hecho esa gala nupcial can que te condecoró ( 7 %

( 6 ) Ademas de Míer levantado «n la Yice-parrofut* jiel Paredón u^a Capilla desahogada y decente y fabricó su Parroquia de Taráta un suntuoso Templo , lo proveyó de costosos ornamentos , y adornó con magnificencia.

( 7 ) La iglesia catedral ha recibido mudio esplendor con las obras y adornos que le proporcionó sin perdonar ^fatiga ni diligencia. Colocó dos capillas colaterales al Pi*es* fciterlo con altares de exquisito gusto dedicados el uno al Sagrarlo, y el otro i Nuestra Señora de Nieva , cuyo Jiermoso bulto, y quatro lienzos grandes con pinturas alu- sivas á sus milagros , hizo venir de Madrid á sus expen- sas. Puso dos retablos en el crucero trabajados sobre el diseño que dio la real academia de Dibuxo de Madrid , de donde así mismo se remitieron dos grandes quadros de San Pedro y San Gerónimo, con proporcio» á esto* altares : el magnífico Tabernáculo de plata labrada par *1 diseño de la misma ireal academia a y que ha costado ma* de doce mil , pesos ; el altar del corazón de Jesús , una lucida baranda á la entrada del Presbiterio , aumento *

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y de 'que como otra Jerusalcn en stis sábados y neonénias hacías ostentación en los días de tus triunfos? Ah ! -:.Ya advierto que la muerte de t\n esposo ha eclipsado la luz de tus. ojos, y te ha hecho trocar en triste luto el explendor con que le regocijabas al ; verlo presidir tus sacrificios. Con- suélate á lo menos con saber que era deudora á ¿u cuidado del ornato y de los ritos, con que puedes presentarte con decoro ante los ojos de ese esposo invisible que no muere. Eúcunin lacñ- mis gaudium magnum.

Perezca hasta el sonido de esos hombres i que creen no han vivido , quando no han vivido para sí, y que .pierden todos los días que con- sagran al servicio público : nuestro infatigable -Pre- lado creta por el contrario que este era el único medio de aprisionar la rapidez de los años ; y de

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completó la colgadura de terciopelo carmesí con galones, r rapasejo de oro. Hizo en ella varias oficinas para la mayor comodidad siendo de preferente atención la noto- na , en que se ordenó á costa de gastos y no pocas in- comodidades el desarreglado archivo eclesiástico.

( 38 )

ponerlos como en depósito en el seno de esa só- lida gloria que consagra la memoria del hombre justo , é inmortal. Después de ese solemne mo- mento en que como á un esclavo lo cargó la re- ligión de cadenas honrosas , pero pesadas ¿ qué ob- jeto sa escapó á su vigilancia i ¡ Qué no pueda yo representarlo con viveza en el laborioso oficio de sus visitas pastorales ( 8 ) ! Allí encuentra pas- tores dormidos y los despierta : aquí los halla vi« guantes , y los alienta,- cuenta uno por uno su rebaño, y lo confirma (9 ): examina sus lepras * y las cura: en vina palabra , no hubo parte del ministerio pastoral , que no desempeñase cumpli- damente. Desde el fondo mismo de su palacio da- ba movimiento á los muelles mas retirados de su

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( 8 ) Visitó su diócesis que tiene de [extensión terri- torial quatrocientas leguas de Sur á Korte , y ciento cín- quenta de Oriente á Poniente; y remitida al Rey la re- lación de su Visita , se dignó darle en cédula de a$ de Septiembre de 180a las mas expresivas gracias , así por el zelo con que emprendió, y concluyó la visita, como por ix Bxicrítud de la relación.

( 9 ) Confirmó mas de ireiñU mil personas.

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manó : su alma se multiplicaba á beneficio de su Grey,

j Y que pensáis señores de ese magnífico retrato? Pues yo creería no haber sino bos- quejeado , y dado una idea imperfecta del vigor de su espíritu si pasase en silencio sus continúas enfermedades ( io)¿ Vosotros lo sabéis, un padecer sin treguas, en el que correspondía un nuevo sentimiento á cada nuevo instante de sií vida: una absoluta privación de todo gusto , que, na dexaba respirar á su amor propio-, una perpetua debilidad, por la que mudando de situación no hacia mas , que mudar de suplicio, x Este era el círculo de su vida. Ah ! ¡ Quantas veces lo oiar mos hacer serias! reflexiones sobre el peligro de en- contrarse la autoridad en unas mnnos tan débi- les! ¡Quantas nos conjuraba á los que asistíamos í sn lado le advirtiésemos quando flaqueaba su me- moria , ó se debilitaba su juicio , para que por

-( io ) Desde la edad de veinte y dos años tubo una salud débil 5 y quebrantada á causa de sus habituales , y penosas enfermedades.

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un resto de sus fuerzas pudiese evitar al publico los males de que le amenazaban sus achaques! fPero por eso era mas lento el curso de ais trabajos? !No señores : su cama misma le servia de Tríbu- naL para concluir los asuntos mas serios, y aun-* que sus coutinuas enfermedades lo pusieron mu- chas veces en los umbrales de la muerte , ejer- citado por tantos combates salía de ellos mas ac tivo¿ y mas emprendedor. Este es el uso que hizo de su autoridad. Solo falta que sepamos el qije hizo de sus riquezas./ Voy i manifestarlo en la tercera parte*

JPUNTO TERCERO.

l^/uándo I>ios crió el corazón del hombre , le comunicó parte de su bondad , para que fuese como el sello de la mano bienhechora , que lo formaba. La general depravación del Universo ha_ bia borrado esta imagen de la divinidad y pero el christianismo la renovó de un modo que pare- ciese eríteraiiietfíe nueva. Mandumm nóvum. Si ese

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sentimiento tierno , delicado , ese sentimiento dul- #e por el que haciendo la voluntad al espirita «na ilusión encantadora, lo obliga á mirar como propias las miserias agenas , ved aquí la caridad que la religión nos inspira, y ved aquí el fetraío del caritativo Prelado á quien elogio.

Queriendo el Señor servirse de él cOnTd de «n instrumento de sus misericordias «o puso mai límites á áu caridad, que los qué puso á su poder. Aquí debe renovarse señores vuestro íé«#- nocímiento , y la memoria de' felicidad qiíe; gozabas, haceros sentir el dolor haberla perdí* do. Nuestro Obispo se persuadió desdé lifégo % que así como su elevación en el ófden de h sa» bídtwíá eterna, no estaba destinada sino á servir de asilo Ú pobre , al huérfano , y | \k 4^ sh dignidad á vengar sus' intereses , el fesire de su nombre á endutear stís aflicciones, y M é*ém_ pfos á confifmarlos eti la fé, así m> mm ¿ s«s beneficios no enfermas, que tírt sagrado de- pósito, que ©ios ^8 entfe sus manos, par* que estando mas a euMértO de la violencia fus- tía tecnm asegufsáó de sos miseras 5

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(4* )

, también por otra parte , que convertir las ofren- das de los pueblos en usos profanos era incidir en aquella terrible amenaza del Señor , quandó ha- blando con los pastores de Israel les decía : infe- lices de vosotros , que no pensáis sino en en- gordar , en beber la leche de vuestras ovejas , en cubriros con su lana, y nunca teniendo lo bas- tante, las dexais perecer de hambre en los mis- mos campos de la- abundancia, donde os he con- ducido. Así señores su compasión , no era como la de aquellos que siguen la desigualdad de las condiciones Y que se marchitan con el soplo de la enemistad , y que buscando sus inclinaciones no hacen mas que correr tras de si mismos, ella jamas halló otra diferencia entre los desgraciados/ que la que puso en ellos su propia miseria.

Ah ! Salid de vuestros retiros mugeres infe- lices que rodeadas de vuestros hambrientos y peque- míelos os arrepentíais de haberles dado un ser que no podíais conservar. Vírgenes castas, que opri- midas de la necesidad estuvisteis á punto de ven- der vuestro pudor : ciudadanos indigentes que cu- biertos de vergüenza buscabais las tinieblas para

(43) confiarles vuestra aflicción , salid y decidnos *

quien sino á las liberalidades de nuestro Prelado debíais el consuelo de tener con que. arrimar el pan á la boca de vuestros hijos , de salvar esa inocencia , que ofrecéis alegres al cielo , de poden conciliar vuestra pobreza con h decencia de vues- tro estado? ¡Que no pueda yo referir porme- nor esas limosnas abundantes, que supo derramar á propósito en el seno de los pobres ! ¡ Que no, pueda representaros esa consternación que le cau- saban los suspiros de la miseria ( n ) !

Señor , ¿ y con que ojos mirareis á tos que abundando en delitos no tienen una solali-.

*

( ii ) Su caridad con los pobres fue' grande : ademas de asistir á los vergonzantes con mesadas proporcionadas á sus necesidades distribuidas por su Colector, y á los por dioseros con limosnas repartidas diariamente f sus puertas 9 los conventos y monasterios, hospitales, casa de exercicios , y todos los establecimientos públicos par- ticiparon de su generosidad , de suerte , que sin embar- co de haber percebido mas de doscientos mil pesos de las rentas del obispado 3 á su muerte no se cubre el opi- ** ■> <jue formaliza antes de su regreso á él.

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C 4+ )

mo$M q®é ofráeer por saeriiScis de e^píacicm?

4 L los qué rebozando en abündandia ven cotí ©jos enjutos á ese pobre artesano , qi*e agoviado <$on el peso del dia , y del calor no puede di- vidir un pan entre su familia desolada ? ¿ A los que solo embarazados en la elección de los pa* ^atiempos , y sin- otra fatiga , que la sociedad de lo§ placeres endurecen sus manos para no abrirlas i lm que son la presa de los rigores de la ham- bre ? Hermanos míos , ha caridad con los pobre* es un precepto expreso del Evangelio. No $oñ' jalifa gros los que se nos piden. Porque ¡ donde esüú aquellos , que pueden decir como San Pe* dro á ese pobre tullido v que le pedia una li- mosna 7 yo no tengo oro ni plata , lo que ten- go eso te doy r en nombre de Jesús Nazarena levanta y anda. Esos felices tiempos pasaron ya de nuestra vista : los ricos no san apóstoles ; pero siquiera no son hombres ? A y ! todo está mudado : en otro tiempo se daban milagros por limosnas, hoy dia el rico que la da es una especie de mi, Jagro. ¿ Pero que excusa tiene ? El exemplo de nuestro Prelada a& tea m «pi mngMB pretexto

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(4?) con que autorizar su inhumanidad.

Para hacerla mas reprehensible pudiera de- ciros que salía siempre de su persona una. virtud, bienhechora : que donde quiera que volvamos los ojos hemos de encontrar huellas de su beneficen- cia, que socorriendo al necesitado no pretendía, como otros hacer resonar la trompeta de su. ge- nerosidad , y aunque ocultó muchas grandes accio- nes porque no quiso sino que Dios que fué sin principio, y el único testigo de ellas fuese tam, bien su recompensa. Todo esto que sin duda se- ria sobrada materia para el Panegírico de qual-/ quiera otro es la menor parte del suyo. Yo no, tomo de sus virtudes sino Jas extraordinarias , y, elijo flores que arrojar sobre su sepulcro.

No olvidéis, señores esas grandes empresas,; dirigidas á pacificar el reyno , formar reduciones, y levantar templos, al Señor. Si es necesario acre- ■■ ditar magnanimidad ¿pueden otros hechos com- probarla mejor f Ellos son tales que bastan á convencernos no, habia, medianía en nuestro PrtK lado tratándose de ser generoso, Es que- la me-

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díocridad camírfá con lentitud , los grandes honi- brés se forman de un golpe , y no pasan por esos grados que son la señal de nuestra flaqueza.

Todo fué grande en nuestro Prelado ¿ Y quien podrá referir sus extraordinarias misericor- dias, sino es texiendo la historia de las miserias humanas? A otro ilustre Prelado debí»' esta cui- dad ese colegio niñas huérfanas que es el asi- lo del sexo, y de la edad mas desvalida. La compasión habia recibido con sus brazos estos miembros aun no formados, y se exforzaba con todo esmero á suplir las negligencias de la suerte ; pero i quanto faltaba aun para que fuesen cumpli- dos sus anhelos ? La escaces de fondos obligaba á distribuirles el pan con una mano menguada. En estas circunstancias se presenta este nuevo José, y franqueándole sus tesoros hace correr con abun- dancia en esta casa los granos del Egipto ( 12 )•

( 1 a ) No satisfecho con J haber "arreglado en lo formal el nuevo establecimiento del colegio de huérfanas, y so- corrídolo con sus continuas limosnas , compró en seis mil

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¿Y recorreré las sumas considerables con que ocurrió á sus demás necesidades ? ¿ Los medios que Je sugerían en su alivio su ingeniosa , é inagotable caridad? ¿ Los cuidados impendidos en su educa- ción , en su establecimiento , en la conservación de su inocencia ? Yo me rindo á la vista de una tan afanosa operación , pero vosotras almas ino- centes publ ieadlo todo mas de intento , y esas mismas manos , que recibieron sus misericordias sírvanos en adelante de bendecir su memoria.

En los dilatados senos de una caridad tan perfecta jamas pudo estar vacío el puesto que de- bian ocupar los miserables enfermos de esta dióce- sis. Dotado nuestro Prelado de uno de aquellos corazones compasivos , que renunciarían todas las dichas si hubiesen de gozarlas á condición que ellos solos debieran ser felices , no parece que le servia sino de reprehensión su propio alojamiento , ha-

pesss unos molinos , que mejorados considerablemente, los cedió á este colegio , y le subministran con ^bund*úcu k harina para el pan.

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liándose sin él". .el hospital de esta dudad. Sus en- trañas se conmovían viendo á estos miserables ex- puestos á perecer baxo ¡as ruinas de un pobre y desamparado techo. Aunque parecía casi imposible hallar remedio á tamaño mal , él no toma conse- jo sino de su corazón, y emprehende persuadir- nos, que nada se resiste á una candad victoriosa* TJniendo á sus larguezas la diligencia y el es- mero .,. hace que al volver los ojos veamos le- vantado uti edificio digno de servir de alvergue. á un Dios leproso oculto baxo el. sacramento de los pobres ( 13 ). ¿ Y que diré de su amoroso?

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( 13 ) Hallándose cu un estado muy ruinoso, y en términos de venirse al suelo la casa del hospital de esta ciudad, y no teniendo fondos para repararla , ni edificar otra en el lugar de su destino primitivo , su activo zelo to^o lo facilitó proporcionando auxilios oportunos , y con- curriendo con sus erogaciones , por cuyos medios se vio en poco tiempo levantado un nuevo hospital, con., las .pic- eas precisas para sus necesidades > i donde se trasladó el antiguo, mereciendo que S. M. en cédula de de Julio de 1803 aprobase esta traslación, y le significase quan de su agrado y satisfacción , habian sido las providencias que tomó para la permanencia de tan piadosa obra.

(49) cuidado por socorrer al sexo débil abandonado á todos los rigores de la suerte? Ah! Un velo de tristeza caia sobre su rostro á presencia de un objeto tan lastimero. El proteje esta causa con todo el interés de un abogado, y proporcionan* do un competente asilo á las enfermas , hace gus* tar á estas desdichadas uno de los frutos de su misericordia ( 14 ). Pero todo esto ¿ qué era fin sino un ensayo de lo que se preparaba a exe- cutar ?

En efecto nadie ignora, que el .establecí - •miento de .un hospital en la ciudad de Salta era «de mucho tiempo atrás uno >de los objetos mas encarecidos de los votos públicos. 1.a naturale- za cubierta de lepras y miserias , hacia levantar hasta los cielos la voz de sus dolencias , y pedia t,ser socorrida. Todos se contentaban con tributar- Je pna cpmpa§ion ,casí estéril , y la obra caminas

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( 14 .) Así mismo se le aprobó en cédula de 11 de Jflarzo de . 1 80a el haber mandado agregar á este hospi- tal el de mugenes en s¿la separaba.

( ) ba á oasos lentos. Necesitábase de mucbs firmeza y constancia para vencer los obstáculos : de gran- des'fondos para acometer un empeño tan dispen. dioso , y ^e una Prildencia mas que humana pa- ■r.i establecer el orden de una saludable disciplina. Solo, nuestro Prelado en* capaz de concluir esta empresa. Exítado de una mano invisible y. se dexa ver acompañado de todo quanto podia superarla. Lleno de zeío y de generosidad hace erogaciones quantiosas , asegura las capitales , esfuerza el tono áe la compasión, persuade á unos r representa á la Magestad , * exórta á todos , dicta leyes , y ai fin acaba coronado cor* los sucesos mas inespera- dos (15 ).

( r| ) Jfo pudo mirar con indiferencia, la falta de un hospital en la ciudad de Salta xy dajido esfuerzos á la lentitud con que en mas de un sigío se proyectaba este «til establecimiento, aplicó arbitrios suficientes- á concluir % casa con las oficinas : necesarias : aseguro* sus fondos , los aumentó con la donación de veinte mil pesos que le hizo, Obtuvo la licencia del Soberano para su fundación y en- trega , á los religiosos Berhlemitas: consiguió se le apli- case él noveno y medio de diezmos de aquella Intenden- cia. Formó constituciones para m ma««]o y mejor asisten- cia de los enfermos,

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Ahí Prelado caritativo , ya habéis consegui- do hacer de la lepra de vuestros pobres un espectá- culo agradable á los ojos de la piedad. A pesar los estremecimientos secretos de la natureleza las manos no temen abaxarse hasta sus mas repugnan- tes miserias, derrámase el aceyte sobre sus llagas: " su carne corrompida es respetada como el Tem- plo del Espiritu Santo , allviánse sus dolares con palabras llenas de consuelo; cálmame sus impacien- cias con las máximas de la : en fin todo se su- fre por endulzar sus penas , ó aseguras su salud. Ahora es , quando estos infelices levantan sus ma- nos al Cielo-, reconociendo un Dios sabio mode- rador del Universo , y Padre común del pobts, como del rico. Ahora es quando ellos publican las maravillas de su providencia ; ¡ quan jico eres Se- ñor en misericordia f Le dicen , vuestro ojo aten- to á las necesidades de vuestras criaturas, jamas per- mite que ellas sufran mas allá de sus fuerzas : co- nocemos quan digno eres de ser servido : pues que en medio de la corrupción d: este gran mundo, y de los peligros de la prosperidad has querido

tu

os-zsi (5*) suscitar un Prelado generoso y compasivo , que se apropie nuestras miserias.

Este es hermanos mios el hombre caritati- vo á quien tributamos estos fúnebres obsequios. ¿ Podremos persuadirnos que su alma no tubo la suerte de los escogidos? ¿Cómo? ¿El hijo déla paz será víctima de un anatema ? ¿ El que re- cogió en su seno los suspiros de los pobres po- drá ser condenado á los llantos -eternos? ¿Vivirá cautivo en las cadenas el que rompió sus prisio- nes ? ¿No hallará la solvencia de sus deudas en el pagamento que hizo de lasagenas? lío Señor : vos prometisteis en tus escrituras misericordia ppr misericordia, gracia por gracia, favor por favor» vida por vida. No pretendemos entrar en lo pro^ fundo de vuestros juicios : pero ofenderíamos vues- tra palabra v sino confiásemos en ella , que ha re- cibido de vuestras manos esa corona de justicia que prometéis á los que os sirven : es la misrria míe para todos os deseo. < Amen.

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