LIBRARY OF PRINCETON

JUL -S 2003

THEOLOGICAL SEMINARY

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Revista bíblica

CON

SECCION LITURGIC A

Año 16 OCTUBRE - DICIEMBRE 1954 N9 74

SUMARIO

Nota Editorial

María Inmaculada en el Protoevangelio (Gén. 3, 15) - P. Hoyos, Dir.

Interino de la Revista 109

Estudios y Documentos

La mediación de María en la Biblia - Federico Lócher, SVD 115

La Biblia y la Vida

Normas para la lectura de la Biblia 118

La Vocación de los Discípulos (Mt. 5, 13-16) - P. Dr. Pedro Bláser, MSC. 119 Imagen de María en la Antigua Alianza - P. Agustín Bea, S. J 122

Crónica 125

Bibliografía 127

SECCION LITURGICA

Año Litúrgico

La Misa de la Inmaculada - Pedro Alonso, O.S.B 131

Pastoral Litúrgica

“Participación activa” - principio fundamental de la obra de reforma

pastoral-litúrgica de Pío X - Giacomo Cardenal Lercaro 133

Octava mundial de Oración 137

Omnia instaurare in Christo” - San Pío X, el Papa de la renovación eclesiástica interna - J. M. H 138

Miscelánea

La solemne canonización de Pío X - K. W.-H. K 140

Crónica

Bibliografía 143

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EDITORIAL GUADALUPE

María Inmaculada en el Protoevangelio

(Génesis 3, 15)

DATOS Y REFLEXIONES SOBRE UN PROBLEMA ACTUAL

Los dos dogmas marianos de los últimos cien años originaron un verdadero torrente de estudios marianos, y ensancharon en forma insospechada el campo de la argumentación escriturística mariana.

A este respecto, uno de los ejemplos más significativos del avance y ahonda- miento de la exégesis católica, guiada por el magisterio de la Iglesia, nos lo ofrece el así llamado Protoevangelio. Es un hecho sorprendente que hasta en las pláticas y escritos populares comience hoy día a resonar con mucha frecuencia este tér- mino nada común ni popular, lo cual constituye un como símbolo de la progresiva interpretación mesiánica y mariológica del versículo 15 del capítulo tercero del Génesis.

Si abrimos los diccionarios bíblicos protestantes y otras obras suyas de índole escriturística no hallamos registrada esta palabra sino raras veces, si la hallamos alguna. Ningún disidente, aunque no comulgue con el “dogma” de la Escuela wellhauseniana que enseña que en Israel no había mesianismo antes de la época del exilio, admite un sentido mesiánico en las palabras que Dios dijo a la serpiente, relatadas en Gen. 3, 15. S. H. Hooke*1) declara como en nombre de todos ellos: “Se puede decir que, a pesar del hebreo obscuro, ningún sentido de promesa o mesianismo se enfoca en la descripción de la serpiente y del linaje humano en Gen. 3, 15”. Y en el campo católico hasta un San Belarmino, por ejemplo, en un informe del año 1617 se sintió obligado a escribir que, respecto de la Inmaculada Concepción no se encontraba nada en la Sagrada Escritura*2). Un Franz Drewniak*3) creyó poder afirmar en 1934 que “más de la mitad de los Padres no explicaba este versículo en un sentido mesiánico”, mucho menos mariano, contradiciéndole, sí, algunos autores y sobre todo, con gran acopio de datos, Tiburtius Gallus en 1949(4). Aún en tiempos recientes Goossens*5) y Ceupens*6) no aceptaron el sentido literal mariano del texto mencionado.

Después de un siglo de investigaciones llevadas a cabo con cada vez mayor intensidad y los documentos orientadores emanados de la Santa Sede, ¿qué debe- mos decir hoy día? En nuestras conferencias y sermones, huyendo tanto del mi- nimalismo racionalista como de una ciega exageración sentimental ¿qué actitud podemos y debemos asumir, qué posición es prudente y aconsejable tomar, al hablar sobre el dogma de la Inmaculada Concepción en relación con el Proto- evangelio? No pretenderé erigirme en árbitro sino que sólo presentaré algunos elementos de juicio que espero permitirán al lctor formarse una opinión propia al respecto.

I

La pregunta que nos hicimos reviste importancia y la respuesta no es fácil, por cuanto, hasta entre los escritores católicos hay aun hoy día no pequeña dispa- ridad de pareceres, diciendo unos que en el Protoevangelio se habla de María

i

(1) ln the Beginning en: The Clarendon Bible, vol. 6, pág. 33, Oxford, 1950.

(2) Cfr. Cari Feckes: Die Gnadenausstattung Mariens, pág. 128, en: Katholische Marienkunde, herausgeg. von Paul Stráter SJ, II Bd.: María in der Glaubenswissenschaft , Schóningh, Paderborn, 1947 (“Las gracias de María”, en: “Mariología Católica”).

(3) Franz Drewniak: Die mariologische Deutung von Génesis 3, 15 in der Váterzeit (La interpretación mariológica de Gen. 3, 15 en la época patrística) Breslau, 1934.

(4) Tiburtius Gallus SJ, Interpretado Mariológica Protoevangelii (Gen. 3. 15) tempo- re postpatristico usque ad Concilium Tridentinum, Romae, 1949, 170.

(5) W. Goossens: De Cooperatione immediata Matris Redemptoris ad redemptionem obiectivam, 86 ss, 1939.

(6) F. Ceupens: De Mariologia Bíblica, 1947, 60.

Kevista Bíblica N<? 74

Octubre Diciembre 1954

Año 18

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REVISTA BIBLICA

Inmaculada en sentido literal histórico, otros en sentido “plenior”, “más pleno" (lo cual entienden de dos maneras distintas), otros en sentido típico o consecuente, y no faltan los que afirman que no está sino en el acomodado, el cual no es nin- guno, aunque los que tal cosa afirman no son realmente muchos en el cam- po católico.

Los mismos Sumos Pontífices, al parecer, no se expresaron clara y terminan- temente en pro o en contra de algún sentido, dejando abierto el problema de si se contiene en la Tradición o también en la Sagrada Escritura, y si está, en que sentido está en la Escritura.

Pío IX en la Bula “Ineffabilis Deus”, en qu proclama el dogma de la Inma- culada Concepción de María y establece formalmente que es una verdad revelada por Dios, escribe que “los Santos Padres y escritores de la Iglesia” interpretan el Protoevangelio en el sentido mariano, al enseñar que “por este divino oráculo se ha señalado clara y abiertamente al misericordioso Redentor del género humano, o sea al Unigénito Hijo de Dios, Jesucristo, se ha designado a su beatísima Madre, la Virgen María y al mismo tiempo se ha expresado en una forma insigne la misma enemistad de ambos con el demonio”!7 8*. Pero el Papa no afirma directamente que está contenido en la Escritura sino que pone el asunto en boca de los Santos Padres. Como se suscitara una viva controversia sobre el alcance de la expresión “Los San- tos Padres y Escritores de la Iglesia” (vale decir, si había consenso unánime o no) en que terciaron antes de la publicación de la “Fulgens Corona” Lennerz y Roschini y otros, éste en favor y aquél en contra del consenso, Pío XII suavizó en “Fulgens Corona” la expresión aludida, diciendo: “No pocos de los Padres y Doctores y muchísimos probados intérpretes relacionan (este pasaje) con la Vir- gen, Madre de Dios”, pero él tampoco afirmó en forma directa que el Protoevan- gelio señala a María Santísima.

Tiburtius Gallus en sus dos obras, la mencionada en la nota 4 y su continua- ción en la época postridentina, publicada en 1953(8), trató de precisar el término papal: “Non pauci e Patribus et Doctoribus atque plurimi probati interpretes”. No podemos menos de señalar los principales resultados a que arribó.

Por lo menos 12 Padres importantes de todas partes de la Iglesia de entonces interpretan el Protoevangelio en sentido mariológico. Gallus llama “católico” el consentimiento de ellos (Obra postpatrística, pág. 170), mientras otros Padres emplean el pasaje para ilustrar otras verdades o lo interpretan en un sentido aco- modado, pero no hay Padre que niegue abiertamente el sentido mariológico.

Desde el siglo 79 al 16, aumentando de centuria en centuria, comprueba el Padre Gallus que “por mucho, la mayor parte de los intérpretes declara mariano el Protoevangelio”, en particular, es casi la mitad de las obras exegéticas y dogmá- ticas, casi todas las obras homiléticas y marianas, y totalmente los textos litúrgi- cos, los que dan sentido mariano al Protoevangelio. (La misma obra, 167).

Ya en la época escolástica posterior se puede hablar de un “consenso unánime universal” (ib. 140). Lutero explicó Gen. 3, 15a en sentido cristológico-mariológico, pero negó más tarde la cooperación de María a la lucha contra la serpiente infer- nal (ib. 166). Hasta ese momento no se encuentra ni en la época patrística ni en tiempos posteriores intérprete alguno que hubiese excluido positivamente la inter- pretación mariológica (ib. 199), aunque la interpretación moral-alegórica de San Agustín llevara alguna inseguridad a las filas de los intérpretes (ib. 174, 177). Casi todos dan a la promesa divina un sentido literal no solo mesiánico sino ma- riano, no basándose para ello en la palabra “Ipsa”, “ella” de la Vulgata sino en

(7) Los sacerdotes tienen a mano el texto completo del pasaje en el Breviario (lectio V y sobre todo lectio VI) del 14 de Diciembre.

(8) Tiburtius Gallus SJ: Interpretatio mariologica Protoevangelii (Gen. 3. 15) post-

tridentina usque a definitionem dogmaticam Inmaculatae Conceptionis. Pars I: Aetas aurea exegesis catholicae a Concilio Tridentino (1545) usque ad annum 1660, Romae, Storia e Letteratura, 1953, 286. Los más importantes Santos Padres que interpretan Gen. 3, 15 en sentido mariológico serían según Gallus: Justino, Ireneo, Cipriano, Epifanio, León Magno, Isidoro de Sev., Serapión y Crisipo.

MARIA INMACULADA EN EL PROTOE VANGELIO (GENESIS 3, 15)

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el paralelismo: EVA-MAR1A que arranca de Justino*9! y Tertuliano*10! y entre los dos, en forma notoria y con excepcional claridad, de Ireneo quien lo trae en tres lugares distintos'* 11!.

Después del Concilio Tridentino la mayoría de los teólogos católicos se decide por la versión de “él aplastará la cabeza” y no “ella” (“ipse” de la Septuaginta y no “ipsa” de la Vulgata) y lo relacionan con Cristo, y más de la mitad refieren el pasaje directamente a María. Después de la edición de la “Clementina en los años 1592 - 1660 de 144 intérpretes 103 dan a Gen. 3, 15 un sentido mariano (Gallus, obra postridentina 54, 371). En la opinión del mismo Padre (pospatrística 199) debe considerarse como resultado científicamente seguro de las investigaciones que Gen. 3, 15 constituye un “lugar clásico” de la Mariología*12!.

II

Para lograr mayor claridad en el desarrollo hemos omitido un importante detalle al cual volveremos ahora.

Pío XII no se escuda en “Fulgens Corona” detrás de la autoridad de los Pa- dres y Escritores eclesiásticos, sino que después de aludir a la Bula de Pío IX y los hechos de Lourdes, al comenzar la parte doctrinal, dice que su Antecesor en las Cartas Apostólicas “no hizo otra cosa que recibir diligentemente la voz de los Pa- dres y de toda la Iglesia... y consagrarla con su propia autoridad”, de modo que ahora la voz de los Padres ya no es solo patrística sino papal, y en la voz de los Padres viene también el sentido mariológico del Protoevangelio.

Pero Pío XII expresa en forma aún más precisa su pensamiento, pues conti- núa: “Primo autem huius doctrinae fundamentum in ipsis Sacris Litteris cernitur”, “Primero empero, el fundamento de esta doctrina se columbra, se ve, en la Sagrada Escritura”. Luego aduce sólo dos testimonios de la Biblia, el Protoevangelio y la Salutación angélica, de donde es lícito y lógico concluir que “los dos textos bíblicos no pueden tener un sentido meramente acomodaticio, sino escriturístico; de lo contrario, serían insuficientes para fundamentar una doctrina revelada, en cuanto que el sentido acomodado no es bíblico” como dice Eloy D. Carretero*13!. “Hay que descartar el sentido acomodado por incompatible con las Bulas «Ineffabilis Deus», «Munificentissimus Deus» (de la Asunción) y con la Encíclica «Fulgens Co- rona»”*14!.

III

¿En qué sentido verdadero (no acomodado) ha de interpretarse pues el vati- cinio genesíaco? ¿En el literal histórico?, ¿en el “más pleno”? ¿o en el típico o consecuente?

No entraré en detalles filológicos y textuales, sino que me limitaré a exponer un pensamiento de la crítica literaria, del contexto. Me parece que es fecundo en

(9) Dialogus cum Tryphone, MG 6, 328.

(10) De carne Christi, c. 17, PL 2, col 781B-782C.

(11) Adversus Haereses: Primer texto libr. III, c. 22; segundo texto, libr. V, c. 19 (PG 7 col. 957B ss y col. 1175As; tercer texto en su “Epideixis”, vea: Bible et vie chre- tienne n. 7, Sept/Nov. 1954 págs. 25-26. En este último texto dice Ireneo que ‘‘Eva fué restaurada en María’’, lo cual, aunque él no lo diga, envuelve, junto con la de la co- redención, la ¡dea de la primera gracia de Eva, que se vuelve a dar en María, pues esto se llama “restaurar a Eva”.

(12) G. Da Fonseca SJ. en su importante crítica que hace a la primera obra men- cionada de Gallus (la Postpatrística), en Bíblica. tomo 31, 1950, págs. 95-104 no va tan lejos y reconoce que los Santos Padres están divididos respecto del vaticinio genesíaco. Entre los Santos Padres que no proponen una interpretación mariana para Gen. 3, 15 se enumeran a Basilio, Gregorio Nacianceno, Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Gregorio Magno, Cirilo de Jerusalén. B. Rigaux OFM. resumiendo los hechos, dice al respecto en: Revue Biblique, Juillet 1954, pág. 325: “Parece que, de todos modos, resulta que el “unanimis consensus” en el tiempo y en el espacio no se ha podido probar hasta ahora”.

(13) Eloy D. Carretero OSA.: A los cien años de la definición dogmática de la Inma- culada, pág. 30, en: La Ciudad de Dios, revista cuatrimestral, año 70, vol. 164 Nos. 1-3, 1954, Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

(14) Carretero, ib 32.

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REVISTA BIBLICA

posibilidades y luces el método presentado de nuevo por B. Rigaux OFM., en su artículo: “La Femme et son lignage dans Genése 3, 15”'15L

Para contestar la pregunta si el autor mismo de Gen. 3, 15, (o el redactor, el recopilador o quien sea) vislumbró o pudo vislumbrar siquiera la redención del género humano y al Redentor y su Madre, hemos de imaginarnos y estudiar el ambiente religioso y espiritual en que se movía y escribía. Si en vista de esas cir- cunstancias, no hubiese sido posible, que ni explícita ni implícitamente pensara en el Mesías y su obra, sería arriesgado hablar de un sentido literal mariano del Proto- evangelio, es decir el genuino sentido del autor, pues habría que suponer una reve- lación especial de Dios para él cuya existencia, con los medios de que hoy dispone- mos, es imposible probar. A lo sumo podríamos llegar al sentido típico, que es un verdadero sentido escriturístico, aquel que, sin darse cuenta de ello el autor, Dios pone en las palabras y que las revelaciones posteriores a la tradición, o ambos a dos se encargan de manifestar con siempre mayor claridad.

Hemos de dejar a un lado las explicaciones sobre la diferencia del sentido literal y el sentido pleno, y las teorías sobre los diferentes redactores, o tradiciones: jahvistas, elohistas, sacerdotales etc. No importa tampoco para nuestro propósito.

Todos admiten que el “jahvista” o simplemente el autor bíblico no quiso hacer una mera colección de leyendas y tradiciones populares, folklóricas, diríamos hoy día, para entretener a un imaginario o real auditorio sino que estaba movido por una elevada finalidad, quería sacudir espiritualmente a su pueblo, convertirlo, re- generarlo, llevarlo a la penitencia y santidad. Para lograr ese propósito cuenta las grandes tradiciones del pasado. Rigaux dice: “Desde hace mucho tiempo se ha encontrado en sus primeras tradiciones (las del jahvista) una psicología profunda y un pensamiento genial. Los relatos... se mueven esencialmente entre dos grandes polos: el problema del mal y el de la redención. El problema del mal es el sufri- miento, del trabajo penoso, de la muerte, de la concupiscencia, del rechazo de Dios, de la corrupción universal y multiforme”'16^.

En medio de esa noche cerrada y tormentosa, el escritor sagrado hace estallar, siempre de nuevo, la luz del amor y de la misericordia divinos, señalando con dedo seguro, la solución de Dios para las miserias y prevaricaciones humanas. “La histo- ria de sus repetidas caídas se transforma en una historia de salvación por medio de la abiertas intervenciones de Dios o por su secreta providencia”, dice de Vaux en su comentario al lugar'17). En efecto, los problemas de la lucha del mal con el bien y el triunfo del bien, del vicio y su sanción, de la perversión moral y su supe- ración, la rebelión contra Dios y la vuelta a la obediencia, el pecado y su perdón, la ofensa de Dios y la intercesión de un tercero para aplacar la ira del cielo, son los temas tjue con admirable frecuencia afloran en los escritos del autor o de los autores sagrados.

Desde este punto de vista, no es imposible, al contrario muy probable que el hagiógrafo, aun en su primera redacción, y con mayor razón si aceptamos la hipó- tesis de una redacción final bastante tardía, digamos en los tiempos salomónicos, haya previsto, naturalmente en líneas borrosas, los futuros acontecimientos de la redención, de modo que no sería aventurado decir que el autor, al estampar las pa- labras misteriosas de Gen. 3, 15, se refería a la redención y a los protagonistas del triunfo moral decisivo sobre el mal, al Redentor y su Madre, en un sentido literal implícito.

Me permito explicarme, uniendo aquí “ima summis”, “lo pequeño e intrans- cendente a lo excelso”. Los que tenemos la obligación de hablar o escribir a veces comentarios políticos, nos sorprendemos, cuán bien acertamos a veces una situación futura. Tenemos sólo una vaga impresión, una como intuición entre neblinas de situaciones futuras. Basándonos en los hechos y circunstancias de hoy, predecimos el rumbo general que los acontecimientos de mañana después efectivamente toman.

(15) (La mujer y su linaje en Génesis 3, 15) en: Rcvue Biblique, année 61, 3, Juillet, 1954, págs. 321-348, donde se encuentra también una amplia lista de estudios y libros sobre el Protoevangelio, llevada hasta el año 1952.

(16) Rigaux, ib. 330.

(17) La Genése, en: La Sainte Bible, París, 1951, pág. 15.

MARIA INMACULADA EN EL PROTOEVANGELIO (GENESIS 3, 15)

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La impresión vaga se ilumina, se concreta y se aclara por el desarrollo futuro. El hecho distante está incluido en la frase de ahora, o sea, el sentido literal de mi frase, habla realmente aunque de un modo implícito, de los hechos futuros. No pocas veces se ufanan los articulistas por haber anunciado tal o cual situación, pese a que en sus pormenores ínfimos, ella no fué prevista o diste bastante de la pre- vista. Y no diremos que se han equivocado o que querían decir otra cosa en sus vaticinios, no; tenían una especie de intuición; el porvenir se presentaba como un bulto obscuro y nebuloso, pero acertaron innegablemente con sus vagos contornos y su característica esencial; por eso les damos la razón, lo anunciaron, es decir el sentido literal de sus frases aunque sólo implícitamente coincide con los hechos. Algo parecido comprobamos con los autores que cerraron sus ojos a esta vida hace 50, 100, 200 y más años, cuyos escritos parecen reflejar el espíritu de los tiempos actuales. ¿Coincidencia fortuita? No. Ellos tenían visión, visión tal vez harto in- exacta en los detalles, pero real en la configuración medular del porvenir. Sus frases hablan “literalmente” de nuestros tiempos, y ésta fué también la intención del autor.

Ahora bien, ¿le negaremos al genial hagiógrafo del Génesis lo que concede- mos a los inteligentes epígonos de ayer y de hoy? ¿Y esto sólo porque la mirada del autor sagrado tenía que atravesar algunos siglos más para llegar a lo predicho? Al estudiar la historia de la humanidad y de su pueblo, como se manifestaba en las tradiciones antiguas y en la vida de sus contemporáneos, el “redactor final” (o el intermedio o aun el primero) podía columbrar, en vagos contornos, los de- signios de Dios con la humanidad; en tiempos davídicos y posteriores un genio religioso podía prever aun la figura individual de un segundo Noé, o un segundo Abrahán, o segundo Moisés, esta vez todo interior y espiritual, quien junto con su madre que había de darle la vida eliminaría definitivamente las prevaricaciones de su pueblo y “aplastaría la cabeza de la infernal serpiente” causante de todo mal(18).

Si CoppensD9) escribe: “Ni la filología, ni la historia crítica se conformarán con ello”, diría yo: Quizá los doctos escépticos de la “crítica”, no; pero el sentido común, sí, y la fe ilustrada, como advierte Coppens en el mismo lugar, con toda seguridad.

Por el momento nos hemos de contentar con estas insinuaciones generales. Me parece que aun estas rápidas pinceladas inclinan a la mente a pensar que María Inmaculada está en un sentido literal implícito anunciado en el Protoevan- gelio, quedando, de este modo, contestada la pregunta que nos hacíamos al principio.

IV

Mas no puedo concluir este bosquejo sin señalar que la fuerza de la argumenta- ción bíblica no está en este lugar, ni en ningún pasaje escriturístico sólo, ni siquiera en los dos principales que aduce la Encíclica “Fulgens Corona”: El Protoevangelio y la Anunciación, sino que todo el conjunto de revelaciones mesiánicas, toda la vida

1 I ¡ ! I i

(18) Herbert Junker, Génesis, pág. 19 (en: Die Heilige Schrift. Das Alte Testament, herausgeg. von Friedr. Notscher Echter-Verlag. Wiirzburg. 1952) dice que indudablemente interpretamos las palabras del Protoevangelio según la mente del “relator” o sea del hagiógrafo, si suponemos expresado “un sentido transparente más hondo en la enemistad que se anuncia entre la «semilla de la serpiente» y la «semilla de la mujer»”. “La serpiente dirigió su ataque contra la mujer como ser más débil. De la mujer nacerá también aquel que le aplastará la cabeza, aunque no se puede afirmar que ,el Redentor y la Madre del Redentor están allí predichos como figuras o personas individuales determinadas”. No es necesario tampoco; se predice lo esencial y medular y sin precisar los detalles del modo que lo hacen o han hecho los grandes escritores históricos o culturales del pasado, en cuyas frases encontramos hoy no pocas veces una interpretación exacta de nuestra rea- lidad presente, un acierto sorprendente que esos visionarios sólo sospechaban, pero realmente a tientas expresaron. ¿Han captado nuestra realidad y expresado en sus pa- labras? Sin duda alguna. ¿Podremos sostener que éste es el significado que ellos quieren dar a sus frases? Me parece que sí, aunque ellos no pudieron medir el justo alcance de sus palabras y señalar determinadas personas como nos es dable hacerlo hoy. De ningún modo llamaríamos tal sentido acomodación ni sentido típico, sino literal aunque en gran parte, implícito.

(19) Les Harmonies des deux Testaments, Tournai-Paris, 1949, pág. 38.

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REVISTA BIBLICA

del Señor y su Madre, toda la palabra divina, la Biblia entera se levantan y van al encuentro de Jesús Redentor y de su divina Madre, se concentran en ellos y se explican por ellos*20*. Y este conjunto no deja la menor duda de que en sus funda- mentos la Concepción Inmaculada de María es una verdad bíblica revelada.

P. H.

El Texto del Protoevangelio, Génesis 3, 14-15

Versión de Bover-Cantera Versión de Nácar-Coiunga

14:

Entonces dijo Yahveh Dios a la ser- piente:

“Por cuanto hiciste tal, maldita serás como ningún otro ganado y bestia salvaje.

Sobre tu vientre caminarás y polvo comerás

todos los días de tu vida

15:

y enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu prole y su prole la cual te apuntará a la cabeza mientras apuntarás a su calcañar”.

14:

Dijo luego Javé Dios a la serpiente: “Por haber hecho esto,

Maldita serás entre todos los ganados

Y entre todas las bestias del campo.

Te arrastrarás sobre tu pecho

Y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida,

15:

Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer

Y entre tu linaje y el suyo;

Este te aplastará la cabeza,

Y le morderás a él el calcañal”.

(20) Cfr. Karl Rahner SJ.: Die Unbefleckte Empfángnis (La Inmaculada Concepción) en: Stimmen der Zeit, 79. Jahrg. 1953/54. 4. Heft, Janear 1954, págs. 242-243. “Se puede también simplemente preguntar cómo se incorpora una verdad particular en el cuerpo de la doctrina cristiana, cómo vive del conjunto, y cómo de él recibe su más claro significado y contenido. Esto último se recomienda especialmente cuando se trata de verdades como la nuestra (la Inmaculada Concepción); pues tales verdades... nacieron del conjunto del conocimiento cristiano de la fe, o si no, no existirían del todo”.

MÉ'

ESTUDIOS Y DOCUMENTOS

La mediación de María en la Biblia

(Conclusión, véase Rev. Bíbl. N9 72, págs 45-49; N9 73, págs. 78-83)

Los cuatro aspectos de la corredención mariana

En esa unión con Cristo Redentor finca todo el resto de la corredención y mediación de Ntra. Señora. Una vez admitida María a esa intimidad redentora del género humano en la Encarnación, Jesús no la despidió más, sino que la añadió durante toda su vida como socia activa aunque menos principal, para si quere- mos descender a los diferentes aspectos y facetas de la redención objetiva satis- facer por las injurias hechas al Padre, y conceder el perdón de las culpas, al merecimiento de las gracias y de los premios temporales y eternos.

a) La satisfacción

El concepto de la satisfacción mariana se destaca en la profecía del anciano Simeón: “Tu corazón será traspasado por una espada”. La espada a que se refiere Simeón no es una duda acerca de la misión divina de su Hijo, como querían Origines y algunos intérpretes no católicos modernos, sino que significa el hecho alarmante y desconsolador que Cristo será una piedra de escándalo para muchos judíos, el posible objeto de su caída y ruina, una divina “señal” contra la cual en su insensatez y para su mal se levantarán no pocos. Ese hecho producirá an- gustias en el corazón de María a lo largo de su vida, se acentuará en la vida pública de su Hijo y culminará en el Calvario.

La Compasión en el Calvario

Es allí, en el Calvario, donde aparece María por última vez en la vida terrenal i de Jesús, donde llega, como la redención de Cristo, su mediación al coronamiento.

Al divisarle Cristo desde la cruz, en medio de sus tormentos le dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (J. 19, 26), “Gyné”, dice. Homero y Sófocles emplean la palabra “gyné” para las reinas; César hablaba así de Cleopatra; por lo que vemos que “gyné” constituye un título solemne. No se puede hacer un argumento anti- mariano de esta palabra; no denota irreverencia o desprecio, ni siquiera indife- rencia sino sumo respeto. Al ver, pues, que su “reina y señora”, que era su madre, sufría todo lo que sufría El, se compadeció de ella y la encomendó a su discípulo predilecto: “Ahí tienes a tu madre, y desde aquella hora aquel discípulo la recibió en su casa” (J. 19, 27).

El sentido literal es un simple encarecimiento, por cuanto ambos, María y Juan iban a quedar huérfanos: el discípulo, huérfano de su amado Maestro, y la ' Madre de su querido Hijo. Sólo de Juan, no de todos los hombres, habla el texto en el sentido inmediato de la palabra; él debía proporcionarle el sustento, prote- gerla y ampararla; y ella, tal vez había de llevarle la casa, orientarlo, hacerle compañía espiritual en sus trabajos y sostenerlo en sus amarguras y desengaños, como una segunda madre. Por eso, la recibió en su casa.

Estos son los detalles y el texto literal sin segundas intenciones que no se expresan. Puede ser que Cristo haya dado en su mente, como quiere la piedad cristiana, mayores alcances a su recomendación; es probable que así sea; los santos Padres y los documentos pontificios se apoyan en ese texto para hablar de la maternidad espiritual de María para con todos los hombres; pero el texto direc- tamente no lo dice. Doctrinariamente consta esa maternidad, pero no constituye el sentido literal de aquella frase.

Mas aunque no lo exprese directamente el texto, es seguro que María padeció con Cristo, y padeció con El por todos los hombres, asociándose a sus intenciones redentoras, constituyéndose, de hecho, en madre espiritual de todos los hombres.

Que padeció con El está implícita pero indudablemente enunciado en las sen- cillas palabras: “Stabat juxta crucem (María), mater Jesu”: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre”... (J. 19, 25). Esa era la hora de la compasión, agonía y muerte espiritual de la madre con el Hijo, pues es incomprensible que la de María haya sido una presencia estática, de adorno e insensibilidad; ha sido una

116

REVISTA BIBLICA

asistencia dinámica y participante, una cruelísima tortura de su amantísimo y delicadísimo corazón, una convivencia de agonía; porque es imposible que una madre, y menos María, no sufra y desfallezca espiritualmente con la pasión y muerte de su Hijo. María sabía para qué moría Jesús, a esa altura de la vida de Cristo no lo podía desconocer, y hacía, sin duda, suyas sus intenciones. Jesús, empero, coronó en la cruz su obra de satisfacción al Eterno Padre, nos mereció las gracias y el cielo, se inmoló como víctima por los pecadores y los rescató de su servidumbre y esclavitud, pagando el precio de su sangre por ellos. Por su maternidad divina y su compasión debajo de la cruz, María satisfizo así al Padre con Cristo, nos mereció las gracias y el premio con Cristo, se ofreció como víctima por nosotros con Cristo, y nos rescató de la servidumbre por la sangre de Cristo, que era su propia sangre. Esta es la mediación de María en su expresión más nítida.

Explicación. Pero debemos tener la paciencia de estudiar juntos por unos momentos hasta dónde llega esa mediación en el cuádruple aspecto de la reden- ción objetiva.

Satisfacción es el pago de una deuda, como insinuábamos antes, y es de tres clases según los teólogos: la satisfacción condigna rigorosa, que guarda igualdad y proporción con la deuda y cumple con todas las condiciones de la más perfecta justicia, ésta es la satisfacción de Cristo; la condigna simplemente, que sólo guarda igualdad y proporción con la deuda, sin que se den todas las condiciones de per- fecta justicia; la congrua, que no guarda igualdad y proporción con la deuda sino que el ofendido acepta la satisfacción por sola su bondad y benevolencia. La sentencia más común entre los teólogos hasta ahora afirma que la “consatisfacción de María fué condigna sino sólo congrua, o sea aceptada por Dios porque es benigno y clemente; pero aumenta hoy en día el número de teólogos que sostienen que María pudo satisfacer, y de hecho satisfizo, de un modo realmente condigno, aunque no de manera perfecta y rigorosa, que sólo corresponde a Cristo, argu- mentando que la malicia de la ofensa hecha a Dios (sentencia común de los teó- logos) no es absolutamente sino sólo relativamente infinita y el valor de la satis- facción, por consiguiente, no necesita ser absolutamente sino sólo relativamente infinita, el cual valor se da en la altísima dignidad de la maternidad divina de María que es relativamente infinita, vale decir que guarda, entonces, igualdad y proporción con la deuda (vea Alastruey, 559, 569).

b) El mérito

El mérito que se define como obra digna de retribución y premio, obra que no se dirige hacia Dios, sino va en favor del que merece o de otro para quien se merece, y se distingue en forma parecida a la satisfacción: en mérito de condigno por rigorosa justicia cuando, basándose en la justicia, la obra iguala el premio y además se acomoda a las condiciones de una justicia estricta; éste fué el mere- cimiento de Cristo, o de condigno simplemente cuando la obra sólo supone y exige igualdad entre la obra meritoria y el premio; y en mérito de congruo, cuando la obra no iguala al premio y sin embargo se da, por la liberalidad y amistad del que premia. Hasta nuestros días fué sentencia casi general de que María no me- reció de condigno sino sólo de congruo; hoy día no pocos teólogos sostienen la condignidad (de condigno simplemente) del mérito corredentivo de María. (Alas- truey 584, 590).

c) El sacrificio

En cuanto al aspecto sacrificial, aunque la Santísima Virgen no pudo ser sacerdote en el sentido sacramental y jurídico, pudo, sin embargo, en un sentido no estricto ni propio, pero real, aunque amplio, ofrecer al Padre a su Hijo, que era carne de su carne y sangre de su sangre.

“De tal modo padeció y casi murió con el Hijo paciente y moribundo, dice Benedicto XV (Litt. apost. 22-III-1918), cediendo por la salud de los hombres sus maternales derechos al Hijo, e inmolándolo del modo que le era posible, para aplacar la justicia de Dios de modo que, en verdad, puede decirse que ella misma, con Cristo redimió al género humano”. Y Amoldo de Chartres resume nuestro

LA MEDIACION DE MARIA EN LA BIBLIA

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pensamiento de la manera siguiente (Mariale, q. 51): “Una sola voluntad había entonces en Cristo y María y ambos ofrecieron un mismo holocausto. Ella en la sangre de su corazón; El en la de su carne, obteniendo así un efecto común: la salvación del mundo”.

d) La redención

La Santísima Virgen cooperó con su compasión también a la redención estrictamente dicha que es liberar a los hombres de su condición de esclavos del pecado y del demonio y ponerlos de nuevo en la libertad de hijos de Dios, no como Cristo de un modo perfecto y primario sino secundario y bajo su depen- dencia, pues la sangre de Cristo que es el precio del rescate, de alguna manera era también de María, y así en una forma indirecta y subordinada y en forma más directa por la espada que atravesó su corazón haciéndolo desangrar, pudo ayudar a pagar el precio para “sacarnos del poder de las tinieblas, trasladándonos al reino del Hijo de su amor” (cfr. Col. 1, 13).

Conclusión

Ya es hora de terminar esta exposición.

Antes de concluir no dejemos de echar una mirada retrospectiva sobre el camino recorrido y los resultados obtenidos.

Cristo, decíamos, es el único Redentor, principal, necesario y suficiente; pero se dignó en su amor y benignidad, llamar a su lado como socia y “consorte” a una Virgen virtuosa y santa, haciéndola madre suya y dándole ingerencia en su obra de santificación y su operación redentora, es decir en el sentido objetivo y subjetivo de la redención, lo que equivale a la misma redención realizada en su vida terrenal y la distribución de sus méritos a cada uno de los hombres en particular.

Doctrinalmente no cabe la menor duda de que María ha tomado parte positiva en la redención misma y que ahora, en la redención subjetiva, reparte amorosa- mente todas las gracias que necesita el género humano entero. Eslo está, en cuanto se refiera a la tradición y fe actuales fuera de discusión y tan cierto que pertenece al depósito de la revelación. Esto se insinuaba en la primera parte.

Al resumir ahora el punto principal de nuestro tema: “Los fundamentos bí- blicos de la mediación de María”, dice Alastruey (p. 525), que, aunque en algunos aspectos y bajo ciertos modos la mediación de María no está expr^ado en la Biblia, o está controvertido si o no lo está, no cabe controversia, en cambio, de que está contenido en la Sagrada Escritura, por lo menos, en su fundamento, sus lineas generales, constituyendo con la maternidad divina de María, su compasión bajo la cruz, y su palabra intercesora en Caná, la más sólida y consoladora de las verdades marianas.

En particular podremos establecer lo siguiente:

- En cuanto a la mediación subjetiva, o sea que María es la Medianera de todas las gracias, la distribuidora próxima e inmediata de los méritos de la redención de Cristo, encontramos algunos vestigios y ejemplos en su vida, como la justificación de Juan Bautista por su llegada a la casa de su prima Isabel, la feliz intervención en las Bodas de Caná y el primer milagro de Jesús, y quizás en la venida del Espíritu Santo, la cual por las plegarias que bajo su presidencia elevaba al cielo el Colegio Apostólico, no es imposible que co-mereciera.

Pero en la Biblia no hallamos enunciada directamente la universalidad de la distribución mariana de todas las gracias sino en forma indirecta y remota, como contenida en la maternidad espiritual y su participación en la redención objetiva. Sin embargo, doctrinalmente es éste uno de los puntos más claros de la mediación mariana, mas no en virtud de los textos bíblicos sino de los argumentos de la tradición, la cual es la otra fuente inagotable y gloriosa de nuestra fe cristiana y del magisterio vivo de la Iglesia.

- En cuanto a la corredención objetiva, o sea la colaboración que María prestó, en forma libre, voluntaria, y consciente a la obra redentora de Cristo, a la

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REVISTA BIBLICA

recuperación de la perdida gracia y amistad de Dios, Ella vió lo que Dios en sus eternos designios se había propuesto realizar en la Encarnación; se dió cuenta del precio que Jesucristo, su Hijo, se allanaba a pagar, y efectivamente pagó por nosotros para rescatarnos del pecado y volvernos a la filiación divina, viviendo una vida plena de trabajos, renunciamientos y angustias, aceptando gustoso la acerba pasión y dolorosa muerte, y aunque no se declare en la Biblia expresa- mente, ella, de una manera implícita, y quizás también explícita, de todos modos real, aceptó la verdadera maternidad divina con todas sus consecuencias, y con- sintió a su agonía interior y muerte espiritual por nosotros en el Calvario. Consta, pues (cfr. Roschini, 230) que ella en sentido propio y eficaz, aceptó su misión, y sufriendo con su Hijo, satisfizo por nuestros pecados, y de algún modo (congruo y tal vez condigno) nos mereció la gracia y amistad de Dios, pero, naturalmente, no en forma absoluta e independiente sino condicionada y sujeta a la obra de Cristo; no como socia y consorte igual o equivalente sino subordinada y amoro- samente dependiente del Redentor.

Esto está de una manera clara e inconfundible, aunque sólo implícitamente contenido en la Biblia, al enseñar la divina maternidad de María su libre acep- tación y su unión real e intensa con la Pasión y Muerte de Jesús.

Federico Lócher, S. V. D.

LA BIBLIA Y LA VIDA

Norma para la lectura de la Biblia

1. “Toda Escritura sagrada debe leerse con aquel espíritu con que fué es- crita”: son palabras de la Imitación de Cristo. No leas, pues, la divina Biblia, ni por mera curiosidad, ni por la vanidad de parecer doctor, ni mucho menos por voluptuosidad, que siempre quiere apacentarse con nuevos incentivos. Muy severo será el Juicio de Dios sobre tu conducta; te pedirá cuenta el Señor de la reverencia que tuviste para con Su Palabra, para con la revelación que El se digna hacernos al enviarnos estas cartas del Cielo que son las Escrituras.

2. Sacarás de la lectura de la Biblia todo el provecho que es de desear, si acompañas la lección con la oración: pide al Espíritu Santo que te ilumine para penetrar las altísimas verdades que esos Libros adorados contienen; y eleva el corazón al Señor, cuando algo te mueva a la piedad o a la práctica de otra virtud.

3. Pero es preciso ser constante en esta hermosísima práctica de leer la Escritura. Muchos empiezan con interés, hasta con fervor de espíritu a leer, por ejemplo los Santos Evangelios; leen un cuarto de hora, media hora, por una o dos semanas; después lo dejan por cualquier bagatela, o por pereza, y pasan meses, quizá años sin volverse a acordar de que tal lectura empezaron.

4. En cuanto al orden en que debe leerse los libros de la Biblia, puedes seguir el aconsejado por San Jerónimo a sus disc'pu o-: Deberá an"e todo apren- der el Salterio (los Salmos) para regocijarse con sus cantos, y tomar una regla de vida en los Proverbios de Salomón. El Eclesiastés le enseñará a despreciar los bienes del mundo. Job le proporcionará un modelo de fortaleza y de paciencia. Pasará en seguida a los Evangelios que deberá tener siempre entre sus manos. Se asimilará con avidez los Hechos de los Apóstoles y las Ep'stolas. Despué: de haber recogido estos tesoros, estudiará los Profetas, el Heptateuco, los libros de los Reyes y de los Paralipómedos, para terminar sin peligro por el Cantar de los Cantares.

INDULGENCIA

“Los fieles que al menos durante un cuarto de hora lean con la reverencia debida y a manera de lectura espiritual los libros de a Sagrada Escritura, ganan una indulgencia de tres años”. (“Preces et pia opera”, 22 de Marzo de 1932) .

LA BIBLIA Y LA VIDA

La vocación de los discípulos (Mt. 5, 13 - 16)

“Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se torna insípida, ¿con qué se le volverá el sabor? Para nada sirve ya, sino para ser arrojada fuera y pisada de las gentes. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edifi- cada sobre un monte; ni se enciende la luz para ponerla debajo de un almud, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 5, 13-16).

A continuación de las bienaventuranzas hallamos en el Evangelio de San Mateo, las palabras acerca de la vocación de los discípulos. Ambos textos evangé- licos forman una sola unidad. En efecto, las palabras referentes a la vocación presentan las conclusiones que para los discípulos de Cristo encierran las bienaven- turanzas. En ellos las bienaventuranzas hallaron ya su perfecto cumplimiento, y lo que así lograron ser con la gracia de Dios, han de legarlo al resto de la humani- dad. Tal es el sentido del presente texto, que únicamente se llega a comprender a través de las bienaventuranzas. Debido a que los discípulos mismos pertenecen ya al reino de Dios anunciado en las bienaventuranzas, pueden ser sal de la tierra y luz del mundo. Esa pertinencia al reino de Dios es al mismo tiempo una obliga- ción frente al mundo.

Las palabras referentes a vocación no se dirigen, por lo tanto, únicamente a los discípulos (en un sentido más estricto, a los apóstoles) sino a todos aquellos que a raíz de las bienaventuranzas pertenecen a Cristo y a su reino. Se trata de su vocación y de la función que les toca desempeñar. Todos han de ser sal de la tierra y luz del mundo. Su importancia y función en la esfera de lo sobrenatural es semejante a la que tiene en el orden natural la sal para los alimentos y la luz para los hombres. La función de la sal consiste en dar sabor a los alimentos y preservarlos de la corrupción, y la acción de la luz está en librar a los hombres de las tinieblas, dándoles, únicamente de este modo, perfecta posibilidad de vida. De la misma manera los discípulos de Cristo han de hacer que la humanidad se torne “sabrosa” ante Dios y preservarla de la eterna condenación; traerle la luz de la revelación para que brillen en medio de las tinieblas del error y del pecado. La vocación de los discípulos consiste, pues, en trasmitir a la humanidad la ver- dadera y eterna salud, tal como lo expresan las bienaventuranzas.

Pero ¿de qué modo efectuarán esta misión? Considerando el último versículo del texto en cuestión, podría parecer como si únicamente las obras buenas, es decir, una vida verdaderamente cristiana fuera el medio y la forma de influir sobre el mundo; que, por lo tanto, la misión de los discípulos de ser sal de la tierra y luz del mundo se manifestaría a la medida de su vida cristiana. Pues, el versículo 16 dice expresamente: “Brille así vuestra luz ante los hombres de manera que vean vuestras buenas obras”. Luz y buenas obras son aquí expresiones para- lelas. Pero, aquí surge el problema de si debe explicarse todo el texto anterior teniendo en cuenta el versículo 16 y limitar así la misión de los discípulos a las buenas obras. Más probable parece, que con las buenas obras se acentúe solo una parte de esta vocación, y que su vocación y misión se extiendan también a la difusión del mensaje de Cristo. La gran misión que incumbe, pues, a todo discí- pulo de Cristo frente al mundo, es el anuncio de la palabra divina y una vida conforme a esta doctrina anunciada. De este modo han de ser sal de la tierra y luz del mundo. Valiendo como valen estas palabras evangélicas para todos los que pertenecen a Cristo, se refieren, naturalmente también, a todos los cristia- nos de nuestros días. A todos los cristianos sin excepción, se ha impuesto con ello una responsabilidad especial. Estas palabras son el origen divino de lo que hoy llamamos Acción Católica: la colaboración de todos los bautizados, también de los laicos, en la conservación y propagación del reino de Dios. Por cuanto nace de la misma conciencia cristiana, todo cristiano, por el solo hecho de serlo, está llamado por Dios a esta misión y obligado a ella.

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REVISTA BIBLICA

Esta obligación respecto al mundo se expresa con insistencia en el texto evangélico que trata de la vocación de los discípulos. Como la sal que perdió su valor de nada sirve sino (como aún se estila en el oriente) para ser arrojada como desperdicio y pisada de las gentes, así también sucederá con los discípulos que no se conservan a la altura de su vocación. Pierden su valor ante Dios y ante los hom- bres y serán arrojados, es decir, sometidos al juicio divino.

Lo mismo significan las dos comparaciones que siguen a las palabras: “Vos- otros sois la luz del mundo”. Con la parábola de la ciudad edificada sobre un monte que no puede permanecer oculta, se da a entender que el solo hecho de ser discípulo de Cristo le confiere esta actuación sobre el mundo y que para ello no es menester una actitud especial. Cuando en un hombre resplandece realmente viva la luz de la revelación cristiana llega también a irradiarla sobre los demás. La segun- da parábola que se refiere a la luz que no se enciende para ponerla debajo del almud sino mas bien sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa (se trata de la sencilla vivienda campestre de la Palestina donde durante el día hasta se encontraban animales). El sentido de la parábola es el siguiente: si el discípulo de Cristo no es una luz para los demás contradice la naturaleza y el sentido de su vocación. El ser discípulo de Cristo ha perdido su sentido si no ejerce una influencia bienhechora sobre los demás hombres. Imposible expresar con más vigor la responsabilidad que el discípulo tiene frente a su misión y a la humanidad. Esta misión es universal. Y este carácter de universalidad salta a la vista en los textos tratados; ellos son la sal de la tierra, la luz del mundo, se asemejan a la ciudad edificada sobre el monte que es vista de todos, la luz que alumbra a todos los que están en la casa. En este sentido universal que abarca a todo el mundo, se hallan estas palabras en el mismo plano de estas otras que dijo Jesús a sus discípulos: “Id, pues, e instruid a todas las naciones” (Mt. 28, 19). Así como el reino de Dios no conoce límites ni fronteras y está destinado a todos los hombres, así tampoco los ha de conocer la misión de los discípulos. Su misión, en el sentido primitivo de la palabra, es católica, es decir, destinada a toda la tierra.

Es necesario tener en cuenta el carácter universal de estas palabras de Cristo, para percibir el contraste externo y vigoroso que existe entre ellas y los últimos versículos de las bienaventuranzas, contraste seguramente intentado también por el Evangelista. Pues allí se trata de las persecuciones que los discípulos habrán de sufrir por el nombre de Cristo. Sobre este fondo debe s,er considerado el texto objeto de nuestro estudio, entonces resalta el invencible optimismo y la firme confianza en el poder de Dios que a pesar de todas las persecuciones, por terribles que sean, ha dado a la Iglesia el cometido y la promesa de llevar la salud a todo el mundo. También es de notal que tanto la “missio” universal de los discípulos como su persecución son una participación en el apostolado y la suerte de Cristo. Siendo discípulos de Cristo serán perseguidos, como Cristo fué perseguido. Y porque son discípulos de Cristo, son también luz del mundo, así como lo es Cristo, que como luz, que alumbra a todo hombre, vino a este mundo (Jn. 1, 9). Ambas cosas cons- tituyen la vocación del discípulo, una no puede subsistir sin la otra.

Cristo es la única y verdadera luz del universo; junto a El, nada hay que pudiera tener la pretensión de ser luz para los hombres. Ya que “no hay salvación en ningún otro. Pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo, por el cual debamos salvarnos” (Act. 4, 12). Siendo la misión de los discípulos participación en la misión de Cristo, por esta razón, vale también para ellos este carácter exclusivo. Unicamente los discípulos de Cristo son los legítimos porta- dores y ministros de la salud, únicamente por ellos viene la salvación a los hom- bres. Por eso dice Cristo: “Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo” y el texto griego recalca de manera especial en ambas frases la pala- bra “vosotros”. Con ello Cristo hace una protesta formal contra los fariseos y escribas, que pretendían ser los legítimos depositarios de la salvación, conside- rando la ley mosaica como su única fuente. Como esta ley les fué confiada por Dios se constituían en los únicos ministros de la salvación llamados por Dios, sacando de allí la conclusión de que todo el que quería participar en ella estaba obligado a hacerse judío. De esta suerte los fariseos, guardianes de la ley, preten-

LA VOCACION DE LOS DISCIPULOS (Mt. 5, 13-16)

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dían, como lo sabemos por San Pablo, ser luz en las tinieblas (Rom. 2, 19). Las palabras de Cristo rechazan decididamente esta pretensión del judaismo. No es el judaismo, el Israel según la carne, sino la Iglesia, Israel espiritual que está puesta por Cristo como depositaría de toda salvación. Como consecuencia, la misma revelación divina del A. T., tal como se encuentra en los libros sagrados, ya no es patrimonio del pueblo judío, sino de la Iglesia de Cristo, constituida en su guardiana y distribuidora a la humanidad. Pues también la revelación del A. T. es parte esencial de la luz, es decir, de la salvación para los hombres. Pero en sus palabras, Cristo no sólo combate la falsa pretensión de los escribas y fariseos, sino también cualquier otra humana pretensión de salvar al mundo. Quien no viene en nombre de Cristo no puede traer la salvación; el tal, no es el buen pastor que conduce a los hombres a la salvación, sino un ladrón y asesino, como lo dice el Evangelio de San Juan (Jn. 10, 1-7). Sólo los discípulos de Cristo pueden salvar al mundo, pues únicamente ellos son la sal de la tierra y la luz del mundo. El: Extra Ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación) se percibe con toda claridad en este texto sagrado.

El discurso de Jesús a los discípulos finaliza con esta exhortación: “Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glo- rifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Esta exhortación de Cristo de hacer las buenas obras delante de los hombres, para que sean vistas por ellos ¿no se opone a lo que luego dice en el mismo sermón de la montaña: “Guardaos bien de hacer vuestras buenas obras a la faz de los hombres, con el fin de que os vean; de otra manera no recibiréis galardón de vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 6, 1)? ¿No está en oposición directa a la exigencia de Cristo de practicar la oración y la limosna en oculto? ¿Es posible unir ambas cosas? Desaparece toda contradicción cuando se tiene en cuenta el fin que late en estas tres exhortacio- nes. Jesús, al prevenir a los discípulos de obrar la justicia delante de los hombres, rechaza el buscar el aplauso de los demás, el hacer las buenas obras con el afán de ser visto por los hombres. Para expresarlo en forma muy concreta exige que la oración y la limosna se hagan en secreto, sin que con ello se prohíba toda forma pública o en comunidad. El “ser visto de los hombres” es aquí el punto decisivo del cual se habla. Pero tratándose de los discípulos, ese fin egoísta se descarta de antemano. Aquí se enuncia como móvil supremo de conducta: “Para que los hombres glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La meta de sus obras no será su propia honra y gloria, sino sólo la honra y gloria de su Padre Celestial. En todo el transcurso de su vida el discípulo de Cristo, ha de irradiar la grandeza y gracia de Dios y conducir así a los hombres, no a su propia per- sona, sino al Padre Eterno. Pues todo lo que es y lo que hace, lo debe a la gracia divina. p. Dr. pec¡ro Bláser, M.S.C.

(8 de octubre de 1954) Versión por S. C.

Texto de la Vocación de los Discípulos: Mat. 5, 13-16

Versión de Bover-Cantera

13. Vosotros sois la sal de la tierra.

Mas si la sal se volviere sosa,

¿con qué se la salará?

Para nada vale ya sino para ser tirada afuera

y ser hollada de los hombres.

14. Vosotros sois la luz del mundo.

No puede esconderse una ciudad puesta sobx-e la cima de un monte.

15. Ni encienden una lámpara,

y la colocan debajo del celemín, sino encima del candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.

16. Que alumbre así vuestra luz delante de los hombres,

de suerte que vean vuestras buenas obras, y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos.

Imagen de María en la Antigua Alianza

(Conclusión. V. Rev. Bíbl. N9 71, págs. 13-16; N9 72, págs. 50-52; N9 73, págs. 88-89)

IV. MARIA EN SUS FIGURAS

El mensaje mariano del A. T. se manifiesta también en otra forma. Es una característica propia del A. T. que en sus personas y hechos, sea al mismo tiempo figura del Nuevo. Esta manera de comprender el A. T. no es una mera especula- ción teológica o un artificio exegético, sino la doctrina de Cristo y de sus Após- toles. San Pablo resumiendo una serie de sucesos de la Antigua Alianza, dice: “Esto fué en figura (“typoi”) nuestra... Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros” (1 Cor. 10, 6-11). Numerosos son los ejemplos que nos cita el N. T. de tales figuras típicas en per- sonas, instituciones y acontecimientos del A. T. Cristo mismo señala al profeta Jonás como figura de su muerte y resurrección, (Mt. 12, 9s.); y la serpiente erigida por Moisés en el desierto, como figura de su muerte redentora en la cruz. (Jo. 3, 14 s.). Los Apóstoles enumeran una serie de personajes del A. T., figuras de los del Nuevo, así por ejemplo: Adán-Cristo (Rom. 5, 14-17), Melqui- sedec-Cristo (Ilebr. 7 ss.), Isaac-el pueblo de Dios del N. T. (Gal. 4, 21-31). También las instituciones y objetos del antiguo culto, son señalados como figu- ras de los del Nuevo: así simbolizan los sacrificios del A. T. el sacrificio de la Nueva Alianza, la entrada del sumo sacerdote en el Santo de los Santos la de Jesús en el cielo (Hebr. 9). Del mismo modo tienen algunos acontecimientos del A. T. un significado simbólico. Así explica San Pablo el paso por el mar Rojo como símbolo del bautismo cristiano; el agua extraída por Moisés de la roca como símbolo de las gracias que nos vienen de Cristo (1 Cor. 10, 5); según San Juan, el hecho de que al cordero pascual no había de rempérsele ningún hueso, era una figura profética que se refería a Jesús en la cruz (Jn. 19, 36).

Seguramente sería extraño si la Madre de Dios, que ha tenido una misión tan importante en la obra redentora, no estuviera prefigurada en el A. T. que fué una preparación del Nuevo. Es cierto que la Sagrada Escritura misma, no hace alusión explícita a las figuras de María del A. T., pero los santos padres y la Iglesia, ante todo en la Liturgia, han recurrido desde tiempos atrás a esta fuente, para describir la grandeza y dignidad de María. En la bula “Ineffabilis Deus”, mediante la cual Pío IX ha proclamado la Inmaculada Concepción dogma de fe, nos traza a grandes rasgos la doctrina de los santos padres en lo que se refiere a las figuras de la pureza inmaculada de María: “El admirable y singular triunfo de la Virgen, su insigne inocencia, pureza, santidad y exención de toda mancha de pecado, finalmente su inexpresable riqueza de toda gracia, virtud y privilegio, grandeza que los santos padres ven en el arca de Noé que construida por orden divina, quedó completamente salva e inmune en un naufragio universal; en la escala que Jacob vió extenderse de la tierra al cielo, por cuyos escalones subían y bajaban los ángeles de Dios y en cuyo extremo superior estaba el mismo Señor; en la zarza que vió Moisés arder alrededor, en el lugar sagrado y que a pesar de las llameantes lenguas de fuego no se quemaba o sufría detrimento sino que siempre se renovaba y rejuvenecía; en la torre inexpugnabl a todo enemigo, en la que colgaban 1.000 escudos y todo el armamento de un héroe valeroso; en el jardín cerrado que no puede ser violado o corrompido por ninguna falaz perfidia; en la brillante ciudad de Dios cuyos fundamentos están en los montes santos; en el sublime templo de Dios que brilla con resplandor divino y está lleno de la majestad de Dios, finalmente en otras numerosas imágenes de este estilo que según la enseñanza de los santos padres pronosticaban la alta “digni- dad de la Madre de Dios, su inocencia inmune, su santidad no enturbiada por ninguna mancha”. Pío IX no es el primero que hace desfilar ante nosotros tantas figuras de María del A. T. Retrocedamos once siglos y encontraremos en San Juan Damas- ceno (750), en su primer sermón sobre la muerte de la Sma. Virgen (Migne, P. G. 96, 712), una descripción análoga, y su contemporáneo Teodoro, Abad de Studion

IMAGEN DE MARIA EN LA ANTIGUA ALIANZA

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(muerto en 826) resume en doce aves, todo lo que nos ofrece el A. T. en figuras marianas. (Migne, P. G. 99, 725 s.).

Lo que los santos padres y expositores sagrados, desde los siglos más remotos, hallaron prefigurado en el A. T. sobre la Madre de Dios, abarca en la obra monu- mental de C. Passaglia sobre la Inmaculada Concepción, más de 130 páginas (De Inmaculato Dei arae... conceptu, tres tomos, Nápoles 1854 ss.), (I tomo pág. 380, 512). La Iglesia misma se ha valido con frecuencia de estos símbolos, tanto en la Liturgia oriental como en la romana. La letanía lauretana, tan apreciada por los fieles, en gran parte está compuesta de estas típicas interpretaciones del A. T. El que sabe que la Iglesia también en su oración oficial es guiada por el Esp. Santo y que es El que dirige a los maestros en la exposición de las escrituras, ese tal no verá en este grandioso homenaje a la Madre de Dios, conceptos privados de algunos autores; sino a la Iglesia misma, que da un elocuente testimonio, de que el A. T. ha simbolizado en sus instituciones y figuras a su hija más excelsa, la Madre del Re- dentor anunciado.

Entre las figuras femeninas que se han destacado en la A. Alianza, no pocas llevan rasgos de semejanza, que volveremos a encontrar aunque en grado más elevado y perfecto, en la Madre de Dios. Ya anteriormente hemos indicado la seme- janza entre Eva, madre de todos los vivientes y María, que nos dió al Autor de >a vida. La comparación entre María y Eva es casi tan antigua como el cristianismo. Ya San Justino, el mártir, (muerto 163-167) lo consignó en su discusión con al judío Trifón. (Cap. 100). Luego es desarrollado por Ireneo, Tertuliano, Orígenes, Agustín, y desde entonces no ha desaparecido de la Iglesia. “Eva”-“Ave”, juego de palabras tan común a los santos padres, perdura como testimonio de esta fe en el “mutans Evae nomen”, del “Ave Maris Stella”. La Madre de Dios es prefigurada con especialidad en otras figuras femeninas del A. T. mediante uno u otro rasgo. Pero así como en el árbol genealógico de Cristo, aparecen mujeres, cuya conducta no siempre es intachable (Tamar, Betsabé, Rahab), así también las figuras en quie- nes está simbolizada alguna característica de María, por otro lado no se hallan exentas de las imperfecciones propias del A. T. Esto vale también de las dos más usuales en la Liturgia mariana: Judit y Ester. De cualquier manera que juzguemos su proceder, mas nunca debemos aplicarles las normas morales del N. T., queda en pie que Judit y Ester en su acción salvadora, simbolizan a la Madre de Dios, que ha traído a la humanidad la salud y salvación. Tal como Judit decapitó al cau- dillo del pueblo enemigo de Israel, así María aplastó la cabeza del peor de los enemigos: Satanás. Por eso dirige la Iglesia a María aquel elogio con que el pueblo libertado cantó a la heroína Judit:

“Tú, orgullo de Jerusalén;

Tú, gloria de Israel;

Tú, honra de nuestra nación” (Jdt. 15, 10: I. Conc.: Grad.)

La Madre Dolorosa junto a la cruz de su Hijo agonizante, es saludada por la Iglesia con las palabras con que los sumos sacerdotes recibieron a la vencedora de Holofernes:

“Bendita tú, hija de Dios Altísimo,

sobre todas las mujeres de la tierra,

y bendito el Señor que creó los cielos y la tierra

. . .Tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios. Haga El que esto sea para tu eterna gloria, y cólmete de todo bien pues no has perdonado tu vida por librar a tu pueblo. En nuestra caída has sido su socorro, andando rectamente en la presencia de nuestro Dios”. (Jdt. 13, 23-25: Fiesta de los Dolores, epíst.).

Finalmente Ester, elegida reina entre muchas vírgenes, que arriesga su vida por salvar a su pueblo de la perdición que lo amenaza y que escucha de boca del rey las palabras de clemencia:

“No morirás, que mi mandato es para el común de las gentes” (Est. 15, 13: Fiesta de la Ap. Lourd. III Noct.), ha llegado a ser una figura familiar de la Inma-

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REVISTA BIBLICA

culada Concepción, y como reina que con su intervención decidida salva a su pueblo, es símbolo de la Reina Celestial que intercede por la salud de la humanidad.

* * *

Más espléndida y hermosa de lo que se puede suponer, es la figura de María en el A. T. Muchos de sus rasgos han pasado a ser patrimonio de nuestro pensar y orar, sin que nos diéramos exacta cuenta de su origen. El Espíritu Santo que desde el principio ha regido al pueblo de Dios y guiado la mano de sus escritores sagrados, nos ha trazado este cuadro, y es nuestro deber de comprender sus inten- ciones y secundarlas. Por supuesto que no todo lo que el A. T. aporta para este cuadro de María, se refiere directamente a ella. Los profetas hablan de María, ora directamente, ora ven su figura junto a su divino Hijo; y la hacen preceder en múltiples símbolos como la aurora al sol. Luego también es ella el ideal en que se realizan a la perfección las relaciones entre Dios y el alma. Las almas escogidás y santas del A. T. ni siquiera vislumbraron que en todos estos casos el Espíritu Santo se haya referido a María o al menos la haya tenido en cuenta. Aún los mismos hagiógrafos no han llegado a entrever lo grandioso y sublime que encerraban sus palabras. Es pues así como dice Sto. Tomás que también “...los profetas, son instru- mentos imperfectos en la mano de Dios, que no llegan a conocer todo lo que pre- tende el Espíritu Santo con sus visiones, acciones y palabras” (Sto. T. 2, 29. 173-174). Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, y el Hijo Unigénito de Dios se encarnó en María, que lo acompañó a través de su vida hasta el Calvario, para sufrir allí agonías mortales como únicamente una madre puede sufrirlas; y cuando finalmente presenció su Ascensión quedando como Madre de la naciente Iglesia, esperando con los apóstoles la venida del Espíritu Santo; entonces recién era algo claro quién era aquella virgen vaticinada por Isaías y Miqueas, quien, cual segunda Eva había de dar al mundo al vencedor del pecado y de Satán. Madre e Hijo habían de estar unidos en la profecía, ya que tan íntimamente lo han estado en su cumplimiento. Este principio resalta cada vez más cuando en el transcurso de los siglos, bajo la dirección del Espíritu Santo, se van evidenciando los tesoros que ofrece el A. T. para un conocimiento más profundo de Cristo y de su Madre Santísima. Así surge el cuadro mariano, trabajado por manos artistas a través de siglos, sin que ellos vislumbraran cuán hermoso había de resultar, y al que cada cual contribuyó por su parte. Ahora pues, tenemos la figura de María ante nosotros, para gozo de la cristiandad y consuelo de aquellos que pueden llamarse hijos de esta Madre. Una de las grandezas de María es también, que Ella, a igual de su divino hijo, haya sido anunciada y prefigurada aún antes que la tierra contemplara su magnificencia y experimentara su amor de Madre.

P. Agustín Bea, S. J.

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-CRONICA

La Semana Bíblica en la ciudad de Ca- tamarca. Después de un mes de prepa- ración del ambiente, el “Movimiento Bíblico Católico de Catamarca”, bajo la presidencia del Delegado Diocesano y de la Comisión organizadora, realizó la “Semana Bíblica” desde el 26 de Septiembre hasta el 3 de Octubre de 1954.

Los discursos y conferencias se escogie- ron, teniendo por lema: “Con la Biblia contra el error”, y por inspiración central: “La difusión, la lectura y la meditación de las Escrituras Sagradas en el ambiente ca- tólico”.

La primera idea había de servir de ins- trumento para la lucha contra la infiltra- ción protestante, la segunda tenía por obje- to demostrar prácticamente las riquezas que los Libros Sagrados encierran.

Para lograr estos propósitos, desarrollá- ronse los siguientes temas: “La Biblia, pa- labra de Dios”, “La interpretación auténti- ca de la Biblia”, “¿Cómo ha de leerse la Sagrada Biblia?”, “La Biblia y la instruc- ción religiosa”, en cuatro conferencias ra- diofónicas, pronunciadas por el P. Eugenio Lákatos, SVD., profesor de Sagrada Escri- tura en el Seminario de Catamarca, quien fué también el alma de todo el movimiento.

Para demostrar las riquezas, contenidas en las Escrituras, se dieron las siguientes conferencias: “La Virgen en la Biblia”, por el P. Salvador Narváez, OFM., “La Biblia en la Literatura argentina”, por el Prof. Federico E. Pais, “El influjo de la Biblia en la evangelización de Catamarca”, por el R. Pbro. Ramón Rosa Olmos, “La Biblia en el hogar cristiano” por la Sra. Lastenia De la Vega de Wendenbourg, “La Mujer en la Biblia” por el R. Pbro. Ramón Barros, “El obrero y la Biblia” por el Sr. Oscar Reino- so, presidente de la JOC, “¿Qué dice la Bi- blia al obrero católico?” por el Cgo. Dr. Agustín Herrera, “El empleo de la Biblia en la Sagrada Liturgia” por el Dr. P. Guillermo Koehle SVD., “El ideal del sacerdocio a través de la Carta a los Hebreos”, por el P. Eugenio Lákatos, “¿Qué es la Biblia?” por el Prof. Gerardo Pérez Fuentes, socio del 'Movimiento Bíblico de Catamarca», “¿Qué dice la Biblia al soldado?” por el R. Pbro. Juan Regalado, “Los intelectuales mencionados en la Biblia”, por el Profesor Armando Raúl Bazán, Director Gral. de Cultura de la Provincia, “¿Qué dice la Bi- blia a los profesionales, maestros e intelec- tuales?” por el P. Luis Travisono CSSR, Prof. de Exégesis en Villa Allende (Córdo- ba) quien al siguiente día desarrolló tam- bién el tema: “La formación individual del cristiano según las enseñanzas de las Escri- turas Sagradas”.

En dos oportunidades se pronunciaron

sermones en la Catedral, que tuvieron por tema, el uno: “El cristiano frente a la Bi- blia” por el P. Roberto Mildenberger SVD, y el otro: “La Biblia, alimento del alma cristiana” por el P. Luis Trevisono CSSR.

Como se ve no todos los temas eran des- tinados a todos, sino que se dirigían en el transcurso de la Semana Bíblica a diferen- tes grupos de personas: El Domingo 26 de Septiembre: Apertura para todos; el 27 de Septiembre: “Día Bíblico del Estudiante”; el 28: “Día Bíblico de la «Liga de Ma- dres»”; el día 29: “Día Bíblico del Obrero”; el 30 fiesta de San Jerónimo: “Día Bíblico del Clero”, el mismo día: “Día Bíblico del Soldado”; D de Octubre: “Día Bíblico del intelectual católico”; el 2: “Día Bíblico de la ciudad de Catamarca”; el Domingo 3: “Clausura de la Semana Bíblica de Cata- marca”, con misa solemne en la Catedral.

Para la clausura de la tarde se celebró un grandioso acto en el gran Teatro “Cata- marca” bajo los auspicios de la Dirección Gral. de Cultura de la Provincia, la cual se había adherido a la celebración de la “Se- mana”. En este acto lució sus dotes de reci tador bíblico el Sr. Raúl De Lange, acom- pañado por su esposa que ejecutaba música de Bach; interpretó: El sueño de Jacob, el libro Eclesiastés, el Himno Paulino de la Caridad (1 Cor. 13, 1 ss.), el Libro de Job, siendo las recitaciones el broche de oro de la “Semana Bíblica”. Con emocionadas pa- labras cerró el acto el Cgo. Agustín Herrera.

La impresión que deja esta “Semana” no puede ser sino optimista y positiva como ¡o hizo ver el P. Lákatos, director del “Movi- miento Bíblico Católico de Catamarca” en su discurso sobre: “El movimiento Bíblico de Catamarca, sus realidades y esperanzas”. El catolicismo de Catamarca tiene su tradi- ción bíblica por cuanto desde antiguo y hasta hace no mucho, existían en el pueblo “Payadas” por la Biblia Sagrada, es decir, coplas que habían de revelar los conoci- mientos bíblicos del recitador.

Realmente, era un movimiento de toda la ciudad, los actos muy concurridos, los sa- lones en que se celebraban las reuniones repletos de personas, ansiosas de oír la pa- labra de Dios e interesados vivamente en el desarrollo de los temas y de la "Sema- na”. Huelga destacar la organización de les actos en que, además de las conferencias, hallaron su lugar las distintas manifesta- ciones del arte musical y poético.

Todo lo cual prueba lo mucho que es posible hacer en el campo del apostolado bíblico, sea organizando “Semanas” o sea siquiera celebrando “Días Bíblicos” en orden a hacer sentir la importancia y la fuerza que posee la Biblia para conservar y renovar el espíritu cristiano del pueblo.

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REVISTA

UNA NUEVA INSCRIPCION EN LAS EXCAVACIONES DEL VATICANO. En el número 69 de esta revista relatábamos los hallazgos en las excavaciones de la Ba- sílica de San Pedro de un dibujo que repre- senta la cara de San Pedro. Se halla este dibujo en el mausoleo de los Valerios.

Dista este sepulcro del de San Pedro unos 30 metros. Es de los más hermosos que se encuentran en aquel cementerio vaticano. Lo mandó construir C. Valerio Erma poco después de la muerte de Marco Aurelio (180 p. C.) puesto que en uno de los nichos late- rales se halla representado Marco Aurelio como dios; y esto no pudo ocurrir si no es poco después de su apoteosis.

En el nicho principal del mausoleo, fren- te a la puerta de entrada, se halla repre- sentada la figura de Apolo. Y allí mismo, entre el margen izquierdo del nicho y la pierna de Apolo se halla una inscripción escrita en minio, posteriormente repasada en parte en carbón, y adornada de dos rostros superpuestos uno al otro; de los cuales uno parece fácilmente identificable con San Pedro.

La inscripción encontrada y decifrada por la profesora Guarducci, comienza: PETRUS ROGA . . . XS HS PRO SANC(tis)

HOM(in)B(us)

CHRESTIANI (s ad)

CORPUS TUUM SEP(ultis)

Detrás de la palabra “roga” está dibujada la cruz ansata, símbolo de la vida, que los romanos tomaron de los egipcios. A conti- nuación vienen las iniciales de Jesús Chri- stus, en nominativo, quizá porque eran ya una forma esteriotipada, quizá porque fue- ron añadidas por una mano posterior. En- cima del trazo izquierdo de la H se halla dibujada la T, símbolo de la Cruz, de cuyos brazos parecen entreverse colgando el alfa y el omega.

El contenido ' de la inscripción es claro. El autor de la misma se dirige a San Pedro a fin de que interceda ante Jesucristo en favor de los cristianos, que se hallan se- pultados junto a su tumba. De hecho en el mismo mausoleo se encuentra el sarcófago de un tal Valerino Vesatulo, cristiano, que puede datarse entre los años 270-290. Quizá también los sepulcros colocados en la parte inferior de las paredes del mausoleo sean cristianos.

La inscripción debió de pintarse a fines del siglo III o principios del IV. No parece probable que se pudiese colocar una ins- cripción tan ruda en medio del nicho de la divinidad principal del mausoleo poco des-

BIBLICA

pués de construido éste; necesariamente debió de pasar un tiempo bastante largo. Por otra parte, es evidente que es anterior a la construcción de la basílica constantina, porque los obreros que la construyeron se vieron precisados a construir un muro de contención, que partiendo de la puerta de entrada del mausoleo vino a parar precisa- mente en el nicho de Apolo tapando en par- te la inscripción.

La enseñanza de la inscripción consiste en que es un nuevo argumento de la pre- sencia del cuerpo de San Pedro en aquel lugar en aquellos tiempos remotísimos; además, se ve que aún antes de la cons- trucción de la basílica constantiniana exis- tía ya en aquel lugar un culto tributado a) Príncipe de los Apóstoles y que Constantino no hizo sino darle mayor realce; y, por fin, es una prueba de que, por lo menos, los res- tos de San Pedro volvieron de las catacum- bas de San Sebastián al Vaticano antes de la construcción de la basílica, si es que al- guna vez fueron trasladados a aquéllas.

Pero debemos añadir una palabra todavía.

R. North S. J., en una crítica bibliográfi- ca (Verbum Domini Vol. 32 fase. 4, 1954. págs. 244-247) de la obra de: Margherita Guarducci. Cristo e San Pietro in un docu- mento preconstantiniano della necropoli vaticana, (Stampato nella Instituto Poligr. dello Stato, L’Erma di Bretschneider, Roma 1953) dice la inscripción está conforme a los restantes documentos de aquellos tiem- pos, lo cual significa cierta confirmación de la lectura presentada por M. Guarducci; pero falta probar, sólo tomando en cuenta los elementos materiales, que las líneas incompletas y las lagunas etc. no se pueden explicar de otra manera sino en la forma propuesta. La inscripción se está borrando rápidamente. La autora dice que consultó a nueve especialistas que, según ella exami naron diligentemente tanto las fotografías como el muro de la inscripción. Los espe- cialistas habrían enviado por escrito su “consentimiento”, pero no se expresa exac- tamente en qué estaban de acuerdo. Por lo demás la autora misma confiesa que el asunto es obscuro y la reconstrucción de las 55 letras no fácil; las fotografías, por lo menos, dejan muchas dudas. Por ello es prudente esperar la aclaración completa, antes de emplear el texto como prueba ab- soluta, aunque no carece de fuerza. North dice: “En la plancha 20 se reconoce fácil- mente “Pet”, bastante dudoso queda “R” y “U”. En la plancha 22 se descubren “SRG XS PROS” pero no de una manera clara.

BIBLIOGRAFIA

Visiones y Revelaciones Completas de Ana Catalina Emmerick, versión castellana por el P. José Fuchs SBD.,

III tomo (Fiesta de los Tabernáculos hasta la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén), págs. 521, 1953, $ 40. ;

IV y último tomo (Institución de la Sagrada Eucaristía hasta la Asun- ción de la Santísima Virgen y vida de los Apóstoles) págs. 500, 1954, $ 40. - Edit. Guadalupe, Buenos Aires.

El año 1953 se publicó el tercer tomo y acaba de ponerse en circulación el tomo cuarto de las VISIONES Y REVELACIONES COMPLETAS de Ana Catalina Emmerick, la famosa estigmatizada alemana del siglo pasado. Se trata de una obra de extraordi- nario interés literario, artístico y religioso. Abonan este aserto las numerosas reedicio- nes hechas en alemán, inglés, francés, ita- liano y castellano, y las opiniones de emi- nentes personalidades civiles y eclesiásticas de todo el mundo.

Ana Catalina Emmerick es la mujer ele- gida por Dios para revelar, en estos tiempos de grandes conmociones sociales y políticas, los arcanos de la divinidad: la historia del linaje humano desde la creación hasta el fin de los tiempos, la vida de Jesús y su santa Madre, de quienes relata pormenores que no figuran en los sagrados textos; los hechos principales de los patriarcas, de los apóstoles, de los discípulos, de los mártires y de los santos; observaciones sorprenden- tes de carácter geográfico, astronómico y cronológico, de las cuales no hay mención en historias sagradas ni profanas.

La vidente poseía, en grado eminente, el don de discernir las reliquias. En posesión de un hueso, una tela, un objeto antiguo sabía en el acto a quien pertenecía, si era falso o verdadero, de un santo o un infiel; puesta en éxtasis, veía a la persona, animal o cosa, con escenas íntimamente vinculadas con la reliquia. En posesión de un hueso fósil, de la época de Adán, describe el Pa- raíso terrenal; ante un hueso de una paga- na, describe a la dueña y sus costumbres; ante un trozo de tela, adivina que pertene- cía a los regalos de los Reyes Magos; ante un relicario, cuenta detalles interesantísimos de una doncella perdida en una selva euro- pea.

Dan fe de la seriedad y transcendencia de estas visiones los testimonios de escrito- res y teólogos de los siglos pasado y pre- sente, tales como Rorling, Goerres, Brenta- no, Dom Gueranger, Schmoeger, León Bloy, el cardenal Gibbons, Cazalés, García Man- tilla.

León Bloy dijo que si la obra de Ana Ca- talina “fuese leída por veinte personas en cada diócesis. Dios cambiaría la faz del mundo ’. Y el obispo de Baltimore, cardenal Gibbons, declaró: “Pío IX de feliz memo- ria, tiene de ellas una idea tan alta, que él mismo mandó hacer una traducción italia- na de la edición alemana que se le había entregado, para que ambas salieran al mis- mo tiempo”.

El cuarto volumen de las Visiones con- tiene la institución de la Eucaristía y todo el proceso de la dolorosa pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Por primera vez se cono- cen detalles de los actos de Jesús, desde la Resurrección hasta la Ascensión; como asimismo las actividades de los apóstoles, fuera de los que relatan los libros canóni- cos, como las primeras consagraciones y actos litúrgicos de la Iglesia naciente. Con- tiene, además, la vida de los apóstoles, de los santos y los mártires, y la parte rela- tiva al discernimiento de las reliquias, entre las que se hallan referencias conmovedoras de la santa Cruz, de la preciosísima San- gre, y reliquias de la Virgen, como parte de sus cabellos, un velo y el anillo nupcial.

Aquilata los méritos de este volumen una selección de cien revelaciones y un índice de materias que permite el hallazgo de lo que se desea, enseguida, en cualquiera de los cuatro tomos.

Después de las Sagradas Escrituras esta obra debe ocupar un sitio privilegiado en toda biblioteca selecta.

Publicó Editorial Guadalupe con el esme- ro y cuidado que caracteriza todas sus pu- blicaciones.

J. C. Moreno.

Literatura Mariana

1. Consagración y Vida Mariana.

Extractos de San Luis María Gri- gnion de Montfort. (Colección “Vida Mariana-Yida Cristiana” N9 1), PP. Montfortianos, Pedro Heredia 23, Madrid, 40 págs., 2 Pesetas.

2. ¿Cómo ve la Iglesia a la Virgen María? (El sentido litúrgico de tex- tos bíblicos), Federica Müller de Hauser, Ed. Plantín, Buenos Aires, 95 págs.

3. La Virgen María, meditada y predicada. Alfonso Milagro CFM. - Edit. Guadalupe, Buenos Aires, 1954, págs. 479, $ 20. .

4. Realidad de las Apariciones de la Santísima Virgen en Lourdes (se- gún documentos históricos ordena-

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REVISTA

dos y traducidos), Emilio García de la Calle, 4 * edición, Edit. Guadalupe, Buenos Aires, 1954, págs. 191, $ 7. .

5. La Santísima Virgen de Guada- lupe, Emilio García de la Calle, Ed. Guadalupe, Buenos Aires, 1954, 107 págs., $ 7.—.

6. Notre Dame de toute l’année

(Nuestra Señora de todo el año), Jo- seph et Charles Ledit, 12x19, págs. 160, Ed. P. Lethielleux, París-Mon- treal, 1952, fr. 375.—.

7. Le Rosaire dans le Royaume de Dieu. (El Rosario en el Reino de Dios), P. Gerlaud O. P., Ed. P. Le- thielleux, París, 1952, fr. 150. .

8. Recordaciones Marianas. Breve antología para el Calendario escolar, Antonio F. Ballari, 2* edición, 1954, Cuadernos Didácticos Didascalia. Edit. Apis, Rosario. Págs. 71.

I9 La “Consagración y Vida Mariana” es el primer folleto de una colección que desea trasmitir en forma sencilla y popular el espíritu de S. Luis M. Grignion, o sea, el “Reinado de Jesús por María”, “¡Al Cora- zón de Jesús por el Corazón inmaculado de María 1” Después de una introducción a la futura colección del P. B. Guitteny y vle su orientación montfortiana por el P. Vi- rard, se explica en forma resumida y pre- cisa la doctrina montfortiana, valiéndose exclusivamente de citas, entresacadas dei “Tratado de la verdadera devoción a la San- tísima Virgen” y del “Secreto”. En sendos capítulos se expone la necesidad de la devo- ción a María para la vida cristiana, las prácticas montfortianas y los efectos que éstas producen en el alma devota. El fo- lleto será muy útil para una amplia difusión de la verdadera devoción mariana entre personas de modestos recursos y entre to- dos como breve y orientadora introducción al “Tratado” mismo.

29 En palabras diáfanas, llenas de unción, la Sra. Federica Müller de Hauser, expone lo que, meditando, le parece ser el sentido mariano de las epístolas viejotestamenta- rias que encontramos en las fiestas maria- nas, interpretando, frase por frase, los pa- sajes tanto de las fiestas menores de la Santísima Virgen: Ntra. Sra. del Carmelo, del Huerto, del Valle, de Belén, de la Di- vina Providencia como de las mayores: Vi- sitación, Natividad, Asunción y la lección del Común de las fiestas marianas. Son sentidas elevaciones, llamadas a producir un ambiente piadoso en el lector y mucho fruto en su alma; están hechas con .toda sencillez, sin mayores pretensiones escritu- rísticas, que, tal vez, por la acomodación meditada, no estarían en su lugar. Natural-

BIBLICA

mente, esta circunstancia (que no es sino en un sentido acomodaticio que se explican los textos del Eclesiástico, Isaías, Prover- bios, Cantar de los Cantares y Judith) ha de tenerse presente al usar el libro; pero, como sabemos, no es una acomodación antojadiza sino en líneas generales, insi- nuada y autorizada por la Iglesia misma al aplicar en su Liturgia a María Santísima los textos mencionados.

39 El libro del P. Milagro consta de tres partes: La vida de María (sigue el curso de los acontecimientos), los misterios de la vida mariana (expone las verdades y privi- legios marianos) y la tercera, especial que consiste en una exposición dogmática sobre la devoción al Corazón de María y su ex- plicación. El autor procede en cada punto según un orden determinado, poniendo l9 “fragmentos bíblicos”, relacionados con los hechos o la verdad concerniente, 29 el “panorama histórico”, 39 el “panorama dog- mático”, luego 4“ y 59 dos “explanaciones”, para terminar, cada vez, con las aplicacio- nes prácticas para la vida individual. Sor- prende agradablemente y digo sorprende, porque generalmente, en esta clase de libros, nos tienen acostumbrados a toda suerte de acomodaciones que se dan como si fuesen el verdadero sentido bíblico sorprende agradablemente que el autor comience siem- pre la meditación con los pasajes bíblicos pertinentes, haciendo clara distinción entre los textos que hablan en sentido literal e histórico del punto que se trata y aquellos otros que la Iglesia sólo aplica a María en sentido acomodaticio. No son meditaciones presentadas al estilo corriente de los libros de meditación sino que proporcionan el material y las ideas para hacer sobre cada pasaje o verdad una meditación mariana fructífera o un sermón de doctrina sólida. Mas con lo dicho no quisiera causar la impresión de que fuese una colección de materiales sino que, al contrario, cada cua- dro se presenta en forma acabada, con un estilo fluido y galano que en ciertos pasa- jes se eleva aun a mayores alturas litera- rias. Toda la obra se distingue por la feliz unión de una ponderada sobriedad de in- formación con el fervor apostólico y la un- ción de la amorosa meditación mariana. La presentación tipográfica, de la tapa, pa- pel biblia y texto emulan dignamente con su contenido y su forma. Un libro excelente en todo sentido.

49 y 5? El Licenciado en Filosofía y Le- tras, Emilio García de la Calle, nos ha rega- lado a mitad del Año Mariano con dos hermosos libros, uno sobre Ntra. Señora de Guadalupe y otro de Lourdes que la Edito- rial Guadalupe presenta con todo esmero (elegancia y nitidez tipográfica y tapa poli- crómica) que se distinguen por la misma característica de volver a los documentos genuinos de la época de las respectivas

BIBLIOGRAFIA

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apariciones. La Santísima Virgen de Gua- dalupe presenta principalmente, junto con otros documentos posteriores relacionados con el templo y la devoción de nuestra Se- ñora de Tepeyac, la traducción del relato escrito en Náhuatl por el indio Antonio Va- leriano, contemporáneo de los hechos.

La Realidad de las Apariciones de Lour- des es, en gran parte (101 págs. del total de 191, la 2* parte ofrece documentos de las autoridades, de la realidad de los mila- gros etc.) la traducción casi completa de “Los Recuerdos íntimos de un testigo” por J. B. Estrade. En los tratados apologéticos sobre la verdadera Religión hablan los teó- logos de la posibilidad de la revelación di- vina, de las profecías y milagros y expo- nen los criterios para conocer la historici- dad de ellos. En la vida tropezamos no pocas veces con la objeción de los adver- sarios de que son hechos tan remotos, relatados con un espíritu, dicen ellos, poco crítico (lo cual no tiene, naturalmente, ra- zón de ser, por cuanto los criterios interio- res y exteriores manifiestan claramente su autenticidad). No cabe duda de que estaría- mos en mejor situación si las cosas hubie- sen acontecido ayer, bajo la clara luz de las observaciones críticas modernas. Como si el cielo nos hubiera querido ayudar a desbaratar las objeciones arbitrarias de los adversarios de los milagros evangélicos, Ma- ría Santísima ha elegido “en nuestros días” el lugar de Masabielle para probar que los milagros son posibles y reales. Por ello, dice el autor en el prólogo con toda razón: “Si se prueba que la Santísima Virgen estuvo en la Gruta de Masabielle y que dijo a Ber- nardita: “Yo soy la Inmaculada Concep- ción”, los dogmas fundamentales de nuestra fe están probados. El lector que llegue a convencerse de la realidad de estos hechos, no dudará de ninguna de las verdades de nuestra fe... La realdad de estos hechos es muy fácil de probar, pues han ocurrido en nuestros días, y el crítico más exigente tie- ne todos los testimonios que pueda desear” (págs. 5-6). De allí, el “evidente valor apo- logético” y, de un modo indirecto, aun bíblico de los hechos extraordinarios de Lourdes y del presente libro.

6. “Notre Dame” es un libro que, en 30 breves capítulos, contienen galanas y ágiles alabanzas a María Santísima, pronunciadas por Radio Montreal, teniendo como base el santo Rosario. Abarca toda la vida de Nuestra Señora, dando así una mayor amplitud y profundidad a las meditaciones de los 15 misterios. Los autores no se en- golfan en disquisiciones teóricas sino que, con vivaz fantasía y estilo directo y posi- tivo saben hilvanar, como corresponde al discurso radial, los datos que les ofrece la Historia Mariana y bíblica, salpicándola con reminiscencias de la vida palestinense. El

libro, realmente llena de Biblia el Rosario y de grandes consuelos y emociones el co- razón del lector.

79 Cuenta el P. Gerauld en el Prólogo de su librito que algunos jóvenes sacerdotes reunidos, lamentando que la “repetición monótona” del s. Rosario llegara, en mu- chos casos, a ser una como “máquina de oraciones”, aventuraron la opinión de que sería una renovación “fecunda del rezo del Rosario que, durante la recitacón de las «Aves» se abriese el Evangelio y se medi- tase la vida de María, en unión con la de Jesús” (pág. 3). Sólo cuando el Rosario ya no es solo un medio para ganar indulgen- cias, o para ocupar el tiempo en procesio- nes, funciones religiosas con algo útil, sino cuando las Aves, como debe ser, llevan a meditar siempre más hondamente los mis- terios de Jesús y María, interesará a niños y hombres y levantará el reino de Dios en los corazones. El libro que se atiene fervo- rosamente a los textos bíblicos será una preciosa ayuda para el fin señalado.

89 Las “Recordaciones Marianas” son un medio excelente para introducir el año li- túrgico mariano con sus fiestas y emocio- nes en las aulas de nuestros Colegios. Se da, entresacada de diversos autores, una pequeña descripción de todas las fiestas principales marianas que se celebran en la Argentina, junto con una breve reseña de los más importantes santuarios nacionales. Alrededor de ellos se teje una corona de bellas poesías y coplas ingenuas. Todo muy ameno e ideal para que los niños conserven el contacto con el año litúrgico mariano. Desde nuestro ángulo hubiéramos deseado que para ello, cuando la fiesta lo permita, se hubiese recurrido a la solidez divina del relato evangélico. No pocos pasajes son verdaderos poemas, aun en su forma exte- rior y poseen, al mismo tiempo, la macicez convincente de la verdad eterna. P. H.

B. Schneyer: Gottesmánner des Alten Bundes (Hombres de Dios en el Anti- guo Testamento). - Editorial Echter, Würzburg. - 82 págs.

Quince figuras bíblicas, héroes y decha- dos de la humanidad, desde Adán hasta el precursor de Cristo, desfilan en este libro ante nuestra mirada. Cada uno de ellos tiene un mensaje especial para nuestros tiempos. Su vida nos sirve de orientación, estímulo, amonestación y advertencia. No es la importancia histórica que han tenido en su época la que interesa en estas her- mosas conferencias, sino los valores eternos que sus vidas encierran. Agradecemos al autor que, en una forma tan moderna, ha sabido interpretarnos las vidas de los gran- des patriarcas del Antiguo Testamento y actualizar sus enseñanzas.

B. O.

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REVISTA BIBLICA

Pbro. Enrique Lombardi: “Peque- ño Tratado sobre Canto Gregoriano”

- Ed. Psallite (Seminario Mayor Eva Perón FNGR.). 1954 - 126 págs., $ 10.

“Antología de Cantos Eucarísti- cos”. Del mismo autor y Edit. - 1954, 38 págs., $ 3.

Pequeño Tratado sobre Canto Gregoriano. El Pbro. Enrique Lombardi, Profesor de Canto Gregoriano y Director de la “Schola Cantorum” del Seminario Mayor “San Jo- sé” de la Arquidiócesis de La Plata, presen- ta, en un libro impreso con toda prolijidad por la Imprenta de la Escuela de A. y O. San Vicente de Paúl, un tratado sobre Canto Gregoriano que, si bien el autor intitula “Pe- queño”, no por eso deja de satisfacer ampliamente al entendido en la materia, por el profundo conocimiento que, sobre el canto por excelencia de la Iglesia, tras- luce, por la claridad notable de su exposi- ción, y por haber escrito esta obra a la luz de los mejores autores en la materia.

El Pbro. E. Lombardi es, desde las co- lumnas de la revista “Psallite” que con gran acierto dirige, un paladín infatigable de las directivas que, sobre música sacra diera San Pío X en su “Motu Propio" cuyo cincuentenario hemos rememorado no ha mucho, y es uno de los que sienten toda la responsabilidad de aquel mandato del San- to Papa músico: “Procúrese, especialmente, que el pueblo vuelva a adquirir la costum- bre de usar el canto gregoriano para que los fieles tomen de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían hacer antiguamente”.

Muy bien venida sea, pues, esta obra que, además, contiene una versión española del valioso “PROEMIUM” del “Liber Usualis”, y que llena una muy sentida necesidad.

Antología de Cantos Eucarísticos es un librito que contiene 42 cantos, para cantarse principalmente durante la Santa Misa, en el Mes del Sagrado Corazón de Jesús, Hora Santa etc. Es apto especialmente para el uso de Seminarios y Colegios Religiosos.

C. VV.

P. Gerard, S.J.: Catecismo en ejem- plos. - Edit. “Buena Prensa”, México.

- Tres tomos (1949/1953), 780, 784, 750 páginas, respectivamente. - Obra com- pleta en rústica: DIls. 5,40. Empastada: Dlls. 6,20.

En tres volúmenes muy manuables el au- tor de “Año cristiano en ejemplos” ofrece breves ejemplos para cada día del año que ilustran los diferentes puntos de la doctrina cristiana. El primer tomo está dedicado a los Mandamientos y la Iglesia Católica; el

segundo a los Sacramentos y las Virtudes Cristianas; el tercero a la Educación y la Vida Cristiana. Los ejemplos han sido to- mados de las mejores fuentes y con las garantías posibles de veracidad. La obra está destinada a servir de lectura diaria tanto común como privada en las fa- milias, los colegios y conventos. No pre- tende suplantar a los libros que exponen la doctrina cristiana sistemáticamente, sino que quiere servir para ilustrar con ejemplos apropiados y aplicar a la vida práctica la doctrina oída en los púlpitos y en las aulas o leída en diversos libros de teología, ascé- tica y mística. Bajo este concepto, la obra de P. Gerard prestará útilísimos servicios a los sacerdotes, maestros de religión, pa- dres de familia y a cuantos se sienten res- ponsables de la educación de los niños. Y éstos mismos encontrarán en ella una excelente ayuda para su formación reli- giosa.

L. F. R.

A. Valensin, S.J.: La iniciación a los Ejercicios Espirituales. - Edit. “Sal Terrae”, Santander. - 1952, 487 págs.

- 55 y 75 pesetas.

A. Valensin, S.J.: En las fuentes de la vida interior. Un mes de ejercicios.

- Editorial “Sal Terrae”, Santander. - 1952, dos volúmenes, 724 y 524 págs.

- 130 y 170 pesetas cada uno.

Los libros forman una unidad cuya tema son los ejercicios ignacianos, ilustrados por un director de larga experiencia, que pone a disposición de un amplio público los ma- teriales recogidos en los muchos años de su apostolado como predicador de ejercicios. El fin de la obra no es comentar los ejer- cicios o aclarar puntos doctrinales en dis- cusión, sino poner en manos del director y del ejercitante una ayuda en el trato con Dios durante la oración.

La “Iniciación” se compone de 35 capí- tulos que ofrecen materia para otras tantas conferencias o lecturas en torno a los do- cumentos del libro de San Ignacio y la pro- piedad característica de cada una de las cuatro semanas.

“En las fuentes de la vida interior” pro- pone en una especie de oraciones o medita- ciones, consideraciones y lecturas medita- das, repartidas sobre treinta días, la materia de las meditaciones y de las pláticas. Por la hermosura de los pensamientos, la un- ción de la dicción, la abundancia de pasaje* patrísticos y ejemplos sacados de la vida de almas privilegiadas, la obra prestará va- liosos servicios tan(o a los ejercitantes como a los directores.

L. F. R.

SECCION LITURGICA

AÑO LITURGICO

La Misa de la Inmaculada O

La Misa es el punto culminante en la fiesta de la Inmaculada Concepción. También en ella, y tal vez mejor que en otras partes del Oficio, podemos ver expresado el dogma de la Concepción Inmaculada. Y es que el sacrificio de la Misa reproduce de una manera real el divino misterio del Calvario, fuente esencial del privilegio de la Inmaculada Concepción, ya que, si María pudo gozar de esta gracia, fué merced a la previsión de los méritos de la Pasión de Cristo, como nos lo recuerda la oración de este día.

Hasta la misma forma externa de la misa parece como si quisiera recordarnos la grandeza de este privilegio mariano, pues si bien en otras festividades la Iglesia tiene que recurrir a piezas comunes, aquí nos presenta una misa que podríamos llamar toda propia, y con la cual ha levantado en su Liturgia un monumento perenne, digno de la prerrogativa singular que se celebra.

Hay que advertir que las partes variables de la actual misa están tomadas en su mayoría de la compuesta por el franciscano Nogarolis, si bien algunas de las piezas están algo retocadas, para adaptarlas mejor al formulismo romano.

El introito. - La antífona del introito está tomada del capítulo 61, versículo 10 de la profecía de Isaías. Isaías, el gran cantor de la Virgen Madre del divino Emmanuel, el que supo anunciarnos siete siglos antes de su realización el privilegio excepcional de la divina maternidad de María, acompañado de la perpetua virgi- nidad, presta hoy a la misma Madre Virgen los acentos jubilosos de su corazón en este primer encuentro con la vida. Iluminada con la luz sobrenatural se siente libre de toda culpa desde el mismo instante de su concepción. Por ella no ha pasado el amargor de la manzana que comieron nuestros primeros padres en el paraíso; está libre de la perniciosa lacra que con su pecado infundieron a todos sus hijos; se siente gozando de la perfecta amistad con Dios; en ella y con ella está el Señor: “Dominus tecum como dirá más tarde el Angel. Su alma se encuentra revestida con el rozagante atuendo de la gracia y de las virtudes y dones sobrenaturales; la justicia y la santidad la cubren por doquier y la defienden como un escudo contra los mortíferos dardos del enemigo infernal. Su alma se ve templo del Espíritu Santo; y, unida a Dios con los estrechos lazos de un verdadero despo- sorio místico, exclama sin poderse contener: Me alegraré en el Señor y mi espíritu se regocijará en Dios, mi Salvador, porque me ha cubierto con vestiduras de sal- vación y de una túnica de justicia, como a esposa adornada de ricos brazaletes en el día de su desposorio” (3L

Con estas palabras, la Virgen quiere descubrirnos la alegría interior de su alma, pero, reconociendo que todo cuanto de gracia hay en su corazón se lo debe al Señor, nuevamente lo exterioriza con las palabras del profeta David, el gran guerrero de Dios: “Te ensalzaré, Señor, porque me has hecho objeto de tu pro- tección y no has permitido que mis enemigos pudieran alegrarse de mí”(4L

t1 2) Durante el Año Mariano, que se celebra en ocasión del centenario de la defi- nición del dogma de la Inmaculada Concepción, por privilegio especial de la Santa Sede, puede celebrarse una Misa votiva de la Inmaculada Concepción todos los sábados en que no ocurra una fiesta doble de D o ID clase, feria, vigilia u octava privilegiada de 1? y orden, alguna festividad mariana o bien su vigilia u octava (Decreto de la S. Congr. de Ritos, del 29 de noviembre de 1953; Acta Ap. S., 45 [1953|, pág. 819; cf. texto y comentario, en Ephemerides Liturgicae, 68 [1954], pág. 50-53). Para que les ayude a comprender mejor los textos de esta Misa, ofrecemos a nuestros lectores el siguiente comentario, resumen del que publicó Liturgia, n9 101-102 [1954], pág. 136 ss.

(2) Luc. 1, 28.

<3 *) Isaías 61, 10.

(*) Salmo 29, 2.

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REVISTA BIBLICA

La oración. - La colecta está tomada íntegramente de la Misa de Nogarolis. Es un verdadero tratado teológico del dogma de la Inmaculada, en el que se en- cuentran expresados los principios fundamentales de esta verdad de nuestra fe, cuales son: su objeto, su razón de ser, la causa meritoria de este privilegio y, finalmente, los frutos que han de derivarse de este misterio.

En primer lugar, en esta oración se hace confesión del objeto propio del dogma con toda precisión y sin ningún género de duda. “Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen...” No se trata, pues, de una santificación de algo ya en pecado, aunque fuera tan sólo en el primer instante, como pretendían hacerlo creer algunos teólogos de la Edad Media y contra los cuales habla Pío IX en la definición dogmática. Es, sencillamente, su concepción Inmaculada desde el primer instante de su existencia, esto es, tan pronto como Dios creó su alma ben- ditísima y la infundió en su cuerpo sacrosanto.

En segundo lugar, la oración nos declara la razón de ser de este privilegio, tan exclusivo de María como su Maternidad virginal. Unos cuantos años más, y ese cuerpo y esa alma que ahora empiezan a existir, quedarán convertidos en verdadero templo de la Divinidad. “El Verbo se hará carne en aquellas purísimas entrañas y habitará entre nosotros”(5L María fué inmaculada por estar predes- tinada por el Padre para ser la Madre de Su Hijo. No cabe duda que una mansión tan limpia de pecado hubo de ser objeto de especial satisfacción para el Padre que preparaba así la morada de Su hijo, y a la vez habitación dulce y agradable para Este que debería compartirla y santificarla con su misma presencia corporal.

En tercer lugar, la colecta nos declara la causa meritoria de este insigne pri- vilegio mariano. Es cierto que María fué hija de Adán y cierto también que no contrajo el pecado original, mas no por eso estuvo exenta de la necesidad de re- dención. La única y gran diferencia que tuvo con los demás hombres es que María fué redimida de un modo mucho más particular, previniéndosela de caer en la culpa. Por eso, dice muy bien la oración: ut qui ex morte ejusdem Filii tui praevisa eam ab omni labe praeservasti. De este modo la Inmaculada Concepción no desdora la Redención de Cristo, ni Cristo pierde el mérito principal de su pasión y el fruto más insigne de su sangre. María tendrá que agradecer como los demás hombres por eternidad de eternidades la gracia de la redención de Cristo, pues si un día pudo entrar gloriosa en los cielos en cuerpo y alma, fué por haber derramado por ella Jesucristo su sangre divina.

Finalmente, la oración nos recuerda los frutos especiales que deberá producir este misterio en las almas de los cristianos, verdaderos hijos de María. El recuerdo de la limpieza de María no sólo del pecado original sino de toda mancha actual “eam ab omni labe praeservasti” excitará en nosotros el gran deseo de alcan- zar alguna participación en esa misma pureza y santidad para lograr ponernos en contacto más directo con Dios Nuestro Señor. María, que desde su Concepción Inmaculada, estuvo llena de gracia, nos ayudará con su poderoso auxilio para alcanzar más fácilmente los saludables efectos de este divino misterio.

La Epístola. - Está tomada del libro de los Proverbios VIII y nos habla de la predestinación eterna de María. Dios desde toda la eternidad conoció el misterio de la Encarnación. Esta página, escrita para anunciarnos la Sabiduría Increada, ha sido aplicada por la Iglesia y por los Santos Padres a la Santísima Virgen. Así vemos que María estuvo eternamente en la mente de Dios. Su existen- cia comenzó mucho antes del correr de los tiempos, antes que fuera hecho nada sobre la tierra. Antes que la tierra siguiera sus movimientos, ya pesaba en la mente del Altísimo, Dios ya la poseía. Al mismo tiempo ahí encontramos los tesoros internos de bondad, de cariño y maternal solicitud de nuestra Madre para con nosotros, sus hijos. María aparece así, desde el principio, como la que será siempre verdadera Madre y maestra de todos los hombres y de todos los tiempos.

Pedro Alonso, O.S.B.

(5) Cf. Juan 1, 14.

PASTORAL LITURGICA

"Participación activa" - principio fundamental de la obra de reforma pastoral-litúrgica de Pío X (I)

En su Motu Propio Tra le sollecitudine, del 22 de noviembre de 1903, expresó el Beato Pío X, apenas tres meses después de su coronación, que consideraba a la restauración del culto divino su tarea primordial y más urgente. En efecto, el pro- grama de su pontificado, tal como lo anunció en la encíclica E supremi apostóla- tus Cathedra, era la restauración de todas las cosas en Jesucristo: de ella esperaba la renovación y el fortalecimiento del auténtico espíritu cristiano. “La fuente pri- maria e indispensable en que se bebe este espíritu”, añadía el Papa, “es la parti- cipación activa de los fieles en los Sagrados Misterios y en la Oración pública y solemne de la Iglesia”.

Estas memorables palabras, junto con las instrucciones prácticas acerca del canto sagrado, constituían sobre todo un estímulo, expreso y solemne, para un movimiento que había nacido en Solesmes con Dom Prosper Guéranger y era conocido bajo el nombre de “Movimiento Litúrgico” o bien “Renovación Litúr- gica”, el cual ya había dado notables frutos tanto en el campo de la vida espi- ritual como en la práctica litúrgica y que iba extendiéndose cada vez más, aunque no sin dificultades, incomprensiones y resistencias. El Movimiento Litúrgico tenía por fin, entonces como hoy, volver a dar al pueblo cristiano inteligencia y amor a la Santa Liturgia para conducirlo, así, a la participación activa en los Sagrados Misterios.

El individualismo, esa manifestación típica del Renacimiento, que en el campo religioso se encarnaba en el protestantismo, conduciendo, como consecuencia ló- gica, a la abolición de la Liturgia; y que luego se hacía patente en la organización de la vida social por el liberalismo, había debilitado también en el pueblo cristiano el sentido de la familia Dei, la comunidad de los hijos de Dios, llevándolo, por reflejo natural, a acentuar más y más la expresión de su piedad individual. Más inmediata aún fué la influencia del jansenismo que por la frialdad a la que con- ducía a los hijos de Dios en su relación con el Padre, y por el alejamiento de los cristianos de la Santa Comunión, impedía o por lo menos obstaculizaba su más profunda, íntima y concreta participación en la Liturgia en el pleno sentido de su significado.

Contra tales tendencias, el Movimiento Litúrgico, por medio de sus investi- gaciones científicas, puso nuevamente de manifiesto el carácter esencial de la Liturgia como obra comunitaria y como Oración del Cuerpo Místico. Asimismo volvió a poner a los fieles en contacto con los principios fundamentales y los textos de la Liturgia, haciendo que las comunidades católicas alimentasen de nuevo su piedad y su espíritu en estas límpidas fuentes. La palabra del Papa con su suprema autoridad aprobaba, por lo tanto, este movimiento formulando a la vez claramente sus fines y señalando sus saludables frutos.

Al mismo tiempo, el Beato Pío X procuraba también llevar a cabo la obra que había elegido como programa de su pontificado, o sea la “restauración de todas las cosas en Jesucristo”. El desarrollo de este programa en el transcurso de los años de su gobierno llegó a ser, así, la historia de este gran Papa. La doctrina, la legislación eclesiástica, la vida del clero y de los fieles, la vida pública de los pueblos, las relaciones de los estados con la Iglesia y entre ellos: a todo esto ponía el Papa su mano paternal y firme, renovándolo todo según el espíritu de Cristo, “restaurándolo en Jesucristo”. Sin embargo, como fuente primaria e indispensable de este espíritu que por obra del Papa había de renovar la faz de la tierra, seña- laba la participación en los Sagrados Misterios y en la laus perenne de la Iglesia.

(1) Traducción de la conferencia del Cardenal Lercaro, arzobispo de Bolonia, en el III Congreso Litúrgico Internacional de Lugano (cf. las actas del Congreso; v#se la nota bibliográfica en este número de Revista Bíblica; cf. también las Conclusiones for- muladas en Lugano, en Revista Bíblica, 73 [1954], pág. 99).

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REVISTA BIBLICA

Con ello puso el Papa punto final al triste capítulo comenzado por el janse- nismo — tanto más doloroso y trágico, por cuanto el jansenismo nunca había expresado claramente hasta qué punto se separaba de la Iglesia, y porque conti- nuaba viviendo en los círculos católicos cual veneno lento en dosis más o menos considerables . Apareció luego el decreto Sacra Tridentina Synodusv¿) , del 22 de diciembre de 1905, y, todavía en el mismo mes, el Pont editum que facilitaba la Comunión de los enfermos por medio de la dispensa de la severidad del ayuno eucarístico, y, finalGmente, el Quam singulari que admitía los niños a la Santa Comunión.

Los tres decretos están motivados por la misma idea: la renovación de la vida cristiana y del espíritu de los fieles; tienen el fin de facilitar la aplicación del medio indispensable, y a la vez más eficaz, o sea la participación activa en los Sagrados Misterios. Porque la recepción de la Eucaristía constituye siempre la participación más concreta y profunda del Santo Sacrificio, centro de la Sagrada Liturgia.

Por otra parte, el Sumo Pontífice, llamado con razón “el Papa de la Sagrada Eucaristía”, en el Motu Propio acerca de la música sacra y en varios documentos subsiguientes (instrucciones acerca de la música sacra, dadas al Cardenal Vicario de Roma; carta dirigida a Dom Pothier, en ocasión de la publicación de los pri- meros textos gregorianos; carta a la Madre Cécile Bruyére, con motivo del obse quio de un misal con miniaturas) vuelve cada vez de nuevo sobre la participación activa en los Sagrados Misterios y en la Divina Alabanza de la Iglesia.

La importancia que el Papa atribuye al canto y a la música en la Iglesia (la música es parte integrante de la liturgia solemne y participa de su fin último: la glorificación de Dios y la salud de las almas), las prohibiciones y restricciones que dicta (exclusión de todo lo profano, teatral, convencional y artísticamente dudoso), las normas positivas que establece con respecto a las composiciones mu- sicales y su ejecución en los ritos litúrgicos (carácter sacro, valor artístico, uni- versalidad), el elogio y la primacía que le atribuye al Canto Gregoriano procla- mando su plena concordancia con el espíritu de la Liturgia (“en todo tiempo era considerado como supremo modelo de la música sagrada”) : todo ello no deja duda alguna acerca de las intenciones del Papa, llegando a ser un móvil de eficacia inagotable para renovar el culto divino, acercar nuevamente las almas a los sa- grados misterios, congregar en torno del altar a la familia de los hijos de Dios asociando su propia voz, respondiendo en el diálogo, asintiendo a las oraciones, cantando la gloria de Dios e implorando Su misericordia. El espectáculo de una tal familia de los hijos de Dios congregada en torno al Padre, lo quiso el Papa presenciar personalmente y ponerlo a todos como ejemplo, cuando, con motivo del XIII centenario de San Gregorio Magno, todos los alumnos de los colegios e institutos romanos cantaban durante la Misa Papal en San Pedro el Ordinario de la Misa en canto gregoriano.

El fomento y la facilidad de la Santa Comunión, la restauración de la solem- nidad de los sagrados ritos, la intervención de todos los fieles en el canto de la Iglesia significan, en verdad, un comienzo halagador de la obra renovadora del Papa. En el año 1911, la Constitución Apostólica Divino Afflatu <3> continuó esta obra. El Papa había hablado de la participación activa no sólo en los Sagrados Misterios sino también en la laus perennq., de la Iglesia. Es digno de especial men- ción el hecho de que el documento advertía expresamente que se trataba sola- mente de los primeros pasos que se hacían para no esperar las demás reformas

(2) El decreto Sacra Tridentina Synodus sobre la Comunión diaria (Nota de la Dirección).

(3) La Constitución Apostólica Divino Afflatu, del 1 de noviembre de 1911, intro- dujo la nueva ordenación del Salterio del Breviario Romano. A los dos años, el Motu Propio Abhinc dúos annos vuelve a hablar de una reforma total del Breviario que se viene estudiando, advirtiendo, sin embargo, que “las múltiples dificultades obligan a diferir los planes a un tiempo más oportuno” (cf. “Proyectos de Reforma del Breviario”, en Revista Bíblica, n9 73 [1954], pág. 103). - Nota de la Dirección.

REFORMA PASTORAL-LITURGICA DE PIO X

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de la Liturgia que se estaban estudiando y cuya elaboración probablemente lle- varía todavía algún tiempo.

Aunque se trataba sólo de los primeros pasos, la reforma del Breviario signi- ficaba un paso grande hacia adelante. La nueva disposición del Salterio volvió a poner al clero semanalmente en contacto con todos los salmos. La supresión y el traslado de fiestas menores y la restauración del domingo devolvieron, aún sin abreviar el Breviario, al año litúrgico sus caracteres esenciales, dando de este modo a los fieles acceso a esa catequesis viva para comprender y vivir los misterios da Jesucristo.

El camino queda abierto: estos “primeros pasos” del Papa provocarán otros nuevos. Los fieles no sólo se asocian al clero como lo deseaba y recomendaba Pío X en la oración laudatoria oficial de las Vísperas, los días festivos, sino que muchos de ellos han tomado en su mano el mismo Breviario, entero o en parte, nutriendo con él su piedad y uniéndose al clero por lo menos en espíritu. Así, para satisfacer los deseos de los fieles, era necesario traducir el Breviario a las lenguas vulgares. Finalmente, nuestro Papa gloriosamente reinante entregó a todos los que están obligados al rezo del Breviario, una nueva traducción latina del Sal- terio, fiel e inteligible.

Habiéndose de esta manera acercado al altar y asociado a la Jerarquía en la Alabanza Divina, los fieles habrán de sentir, por la profunda renovación de sus sentimientos cristianos, un deseo más vivo y más grande de unión con la Iglesia Con ello llegarán a ser, al mismo tiempo, más accesibles a las enseñanzas de su Magisterio, más obedientes a sus normas, mejor dispuestos a la fiel colaboración con la Jerarquía, más conscientes de su deber de sostener el clero, si fuera nece- sario, y de participar en sus luchas y sufrimientos.

El Papa había llamado a la participación activa en los Sagrados Misterios y en la Divina Alabanza, la fuente indispensable del espíritu cristiano. En la firme con- vicción de que, si el pueblo cristiano bebiera en esta fuente, volvería a encontrar el auténtico espíritu cristiano, el Sumo Pontífice invitó a clero y fieles a renovar su vida. Emprendió la lucha contra el modernismo para defender la pureza de 'a doctrina cristiana; no vaciló en condenar con firmeza los errores y desviaciones que en aquel entonces habían encontrado acogida favorable; llamó a los fieles a la Acción Católica; sometió a los movimientos existentes a una severa disciplina. Asimismo rehusó toda clase de compromisos con el Gobierno francés para asegurar la libertad de la Iglesia; y, mientras liquidaba los últimos restos del galicanismo que en Francia había contribuido tanto a oscurecer la belleza de la Liturgia, exhortó a los católicos franceses a participar efectivamente en el sacrificio pro Ecclesin mncta Dei, participación ésta que habría de hallar una expresión ritual en el Ofertorio . . .

Primeros pasos: este término que el Papa usaba con respecto a la reforma del Breviario, puede aplicarse muy bien, en la historia de la participación activa de los fieles, a toda la obra de Pío X, con la condición, sin embargo, de que esos “primeros pasos” no se entiendan como pasos vacilantes de un niño sino como el comienzo del andar de un gigante ad currendam viam.

En efecto, aludiendo claramente a las palabras del Motu Propio de Pío X, el Sumo Pontífice Pío XI agregará en la Constitución Apuostólica Divini cultus: “En verdad es necesario (pernecesse est) que los fieles asistan a las sagradas ceremonias, no como espectadores extraños y mudos, sino profundamente atraídos por la belleza de la Liturgia, de modo que alternen su voz con la del celebrante y de la schola, según las normas prescritas. Cuando esto se cumpla felizmente, ya no sucederá que el pueblo responda a las oraciones comunes, rezadas en la len- gua litúrgica o en la vulgar, o si apenas con un leve y apagado muimullo”.

En este texto como observa el P. Philipp Oppenheimer O. S. B. el deseo del Santo Pío X se ha convertido en una orden: pernecesse est.

A pesar de las múltiples vacilaciones y alguna oposición, el Movimiento Li- túrgico, apoyado en la aprobación y el estímulo de la más alta autoridad, continuó trabajando por la más amplia y más activa participación del pueblo en los Sa- grados Misterios y en la laus perenne de la Iglesia cual fuente primaria e indis-

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REVISTA BIBLICA

pensable del espíritu cristiano. Y pronto despertó aspiraciones y deseos que antes no se habían sentido o que sólo habían sido formulados por un pequeño número de paladines.

Estas aspiraciones y votos son presentados con filial sumisión a la conside- ración de la Iglesia. Porque a ella sola le compete volver a introducir en los ritos elementos y formas si bien no esenciales que faciliten la participación del pueblo.

La encíclica Mediator Dei de nuestro Papa gloriosamente reinante, el primer documento dedicado exclusivamente a la Sagrada Liturgia, ha dado luego un paso gigantesco en el camino emprendido por Pío X.

La definición de la Sagrada Liturgia como culto del Cristo total, Capitis nempe, et membrorum (o sea, de la Cabeza y de los miembros), y, en consecuencia, la presencia de Jesucristo in omni actione litúrgica (en toda acción litúrgica), la vocación de los fieles al sacerdocio de Jesucristo en razón del carácter bautismal y de su papel de co-oferentes que les corresponde en la Santa Misa: maravillosas luces todas éstas que ponen claramente de relieve la participación del pueblo en los sagrados ritos. A estos principios agrega la encíclica, en el campo práctico, una viva aprobación de las diversas formas de la participación de los fieles en la Santa Misa, como las que se emplean en el Movimiento Litúrgico. Y previendo una futura adaptación de la Liturgia a nuevas situaciones históricas, la encíclica sienta el principio de que la Liturgia podrá cambiar en sus formas contingentes y de que también la lengua vulgar podrá ser de cierta utilidad.

A esta clara previsión, el Papa hizo seguir pronto la anhelada realización: la restauración de la Vigilia Pascual y con ella la restauración de la bendición del Cirio Pascual, la supresión de la lectura simultánea de las lecciones de las profe- cías por el sacerdote celebrante, el momento de silencio entre la invitación del Oremus y la Oración, la renovación de las Promesas Bautismales en lengua vulgar, la omisión de las oraciones al pie del altar y del Ultimo Evangelio, y otras cosas más. Todo esto parece ser el presagio de nuevas reformas futuras.

Fuera de estos importantes “retoques” de la liturgia actual, cabe mencionar la aprobación de Rituales bilingües y, finalmente, con la Constitución Apostólica Cliristus Dominus (amén de otras facilidades para la participación frecuente en el Sacrificio de la Misa según el espíritu de los decretos de Pío X) el permiso de las Misas vespertinas, el cual tanto desde el punto de vista pastoral lo que es inne- gable — como también bajo el aspecto litúrgico, especialmente en ciertas circuns- tancias, reviste una importancia grande.

Séame permitido referirme aquí a mis modestas experiencias propias. Yo con- sideraba siempre el Domingo de Ramos como el gran día de los niños, ya que es el día en que los pueri hebraeorum (niños de los hebreos) son los principales actores y en que el piadoso hosanna del puerile decus (la multitud infantil), en contraste con los acerbos celos de los enemigos que ya preparan el crucifige, recibe el bene- plácito de Jesús: “Por la boca de los niños y lactantes, alabanza te preparaste” (S. 8, 3). Sin embargo, nunca me había sido posible realizar este sueño mío tan bien como este año en que por primera vez estaba autorizada la Misa vespertina. Alrededor de 10 mil niños salieron de la Catedral, a la tarde del 29 de marzo, recorrieron las calles céntricas de la ciudad, con palmas y ramos de olivos en las manos y cantando las dos antífonas, y se reunieron en la plaza y en la escalinata de la Basílica Petro- niana, cuyas puertas se abrían al canto del Gloria laus para la entrada del arzo- bispo y la celebración del solemne Pontifical. ¡Un verdadero homenaje triunfal que los niños de toda la ciudad tributaban a Jesucristo: perfecisti laudem (alabanza te preparaste) 1

Había aún otra preocupación que dominaba sin cesar el espíritu y la obra del Beato Papa de la reforma: quería volver a dar al pueblo cristiano también el pan de la Palabra de Dios.

El mismo había sido catequista. Era el Papa del Catecismo, y todavía hoy día en Italia y no sólo en Italia el Catecismo de Pío X es el texto oficial. Por medio de la encíclica Acerbo nimis, del 15 de abril de 1905, recordó el Papa al clero y al pueblo la necesidad de un estudio metódico y apropiado de la doctrina de

OCTAVA MUNDIAL DE ORACION

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Jesucristo. Esta encíclica sobre el Catecismo seguramente ha de relacionarse con la gran encíclica Pascendi. El propósito de ambas es dar de nuevo la auténtica Pala- bra de Dios a los hombres que echan al olvido el Evangelio, lo adulteran para conformarlo a sus sofismas. Pío X tenía un celo muy particular por la palabra de Dios escrita en la Biblia: con el fin de impedir la crítica y la exégesis racionalistas, dar a los fieles engañados el alimento esencial de la Palabra de Dios, fundó el Ins- tituto Bíblico para el estudio de las Sagradas Escrituras, la Pontificia Comisión Bíblica para la vigilancia del estudio bíblico y la Pontificia Comisión para la revi- sión de la Vulgata, encargada de restaurar el texto crítico de esta más imporante traducción latina de la Biblia.

De esta manera, Pío X, quien ofreció a las almas el Pan de la Eucaristía, les dió también inalterable el Pan de la Palabra de Dios.

Por lo tanto, el deseo hoy día tan difundido, de que las lecturas de la Misa puedan ser recitadas por el sacerdote o los ministros en lengua vulgar, parece encuadrar armónicamente en el marco de las reformas realizadas o deseadas por el Beato Papa. Este ardiente deseo de todos aquellos que piensan con amor en la activa participación de los fieles en los Sagrados Misterios, se apoya no sólo en la fuerza de este adjetivo y de este substantivo “activa participación” o en la práctica de las liturgias orientales que muchas veces son bilingües y en parte trilin- gües, sino también en la autorización muchas veces concedida ahora, de rituales bilingües y especialmente, en la doctrina de la encíclica Mediator Dei, que reconoce en principio la utilidad de la lengua vulgar, si bien reserva con razón a la Santa Sede tal autorización; puesto que nadie podrá negar el alto bien común que implica el uso de una única lengua que ha llegado a ser universal y que es apropiada de modo incomparable para expresar las ideas y los pensamientos cristianos, cual es la lengua latina.

Cuando la familia de Dios en sus asambleas litúrgicas vuelva a escuchar la palabra de Dios en su propia lengua, directa e inmediatamente de boca del sacer- dote, revestido con la autoridad de anunciarla, parece que sería más completa la participación activa de la comunidad, como la quería el Santo Padre. Pío X invitó a los fieles a la participación en el Pan Eucarístico y en la liturgia del Sacrificio; y la consiguió. El uso directo de la lengua vulgar en las lecturas permitiría también una participación más viva y eficaz en la liturgia de la Palabra, en el Pan de la Palabra de Dios.

Con toda modestia quisiera creer que la semilla que se sembró con el Motu Propio de noviembre de 1903, podría producir entonces aquí plenos y fecundos

frutos. Giacomo Cardenal Lercaro.

«OCTAVA MUNDIAL DE ORACION

Recordemos a nuestros lectores la próxima “Octava Mundial de Oración” que se celebrará, como todos los años, entre las fiestas de la Cátedra de S. Pedro y de la Conversión de S. Pablo (18 al 25 de enero). Durante la misma, los cristianos de todo el orbe , tanto católicos como protestantes, oran por la unión de la Iglesia de Cristo.

Unámonos, pues, al Octavario Mundial, rogando al Señor de la Iglesia que pronto se cumpla Su deseo de “que todos sean uno” (Juan 17, 21).

¡Oh Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, único Salvador nuestro y Príncipe de la paz!

Concédenos la gracia de tomar a pecho el grave peligro de nuestra desunión. Quita de nosotros todos los odios y prejuicios y aparta todo cuanto sea contrario a la verdadera concordia. Así como “uno es el Cuerpo y uno el Espíritu, una la esperanza de nuestra vocación, uno el Señor, una la fe, uno el Bautismo, uno el Dios y Padre de todos” (Ef. 4, 4-5), así haz que en adelante seamos un solo corazón y una sola alma, unidos con el sagrado vínculo de la verdad y de la paz, de la fe y del amor, para que con un solo espíritu y una sola boca te alabemos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Liturgia de Santiago, siglo n

¡Dígnate dar a tu Iglesia la paz y la unión, según Tu voluntad!

Ordinario de la Misa

"ümnia instaurare in l'hristo" San Pin X, el Papa de la renovación eclesiástica interna

Guiseppe Sarto nació en Riese, una pequeña ciudad del norte de Italia, el 2 de juño de 1835. Hijo de un modesto campesino, el futuro Papa pasó sus años de niñez en un ambiente sencillo, casi pobre. Apenas tenía 23 años cuando recibió la ordenación sacerdotal. En una pequeña población, entre pobres campesinos, inició su labor apostólica. Diez años más tarde íué designado párroco de una parroquia rural, donde permaneció durante 17 años, hasta que su obispo para gran sor- presa suya y contra su voluntad lo nombró canónigo de la catedral de Treviso y diiector espiritual del seminario diocesano. Poco después pasó a ocupar el carga de vicario geneial. En 1884, el Sumo Pontífice le confió el gobierno de la diócesis de Mantua; y nueve años más tarde lo nombró Patriarca de Venecia y Cardenal de la Santa Iglesia. En su modestia y humildad jamás había ambiciondo dignidades eclesiásticas, sino que, por el contrario, hubiera querido seguir siendo hasta el fin de su vida sólo un sencillo y desconocido párroco rural en medio de un pueblo de campesinos, dedicado a la cura de almas. Ser pastor de almas era la idea dominante de toda su vida sacerdotal. Y lo siguió siendo cuando ya era obispo y patriarca. Su solicitud pastoral, su proverbial bondad y condescendencia, su corazón abierto a todas las necesidades del pueblo, abarcaban por igual a todos los fieles de su grey, pero especialmente a los pobres y desheredados.

El 20 de julio de 1903 había dejado de existir en este mundo el Sumo Pontífice León XIII. Convocado el Cónclave, también el patriarca Sarto se dispuso a partir a Roma para participar en la elección del nuevo Papa. Sus fieles venecianos le dieron la despedida en la estación del ferrocarril, muchos de ellos llorando, coma si presintieran que no volvería más. El Patriarca procuraba consolarlos diciendo; “Ya volveré a vosotros, seguramente volveré. Ya he sacado el boleto de vuelta”.

Sin embargo no volvió, porque la Providencia Divina lo había dispuesto de otro modo. En efecto, el 4 de agosto fué elegido por el Cónclave como sucesor de León XIII. A la primera votación que le dió una mayoría de votos, imploró lloran- do al colegio cardenalicio que eligiera a otro que fuese más digno que él, porque en su profunda humildad se resistía a aceptar la más alta investidura eclesiástica. Y sólo consintió cuando creyó reconocer en el dictado de la elección la voluntad manifiesta de Dios. Como Papa tomó el nombre de Pío, en memoria de Pío IX, el gran perseguido en la Sede Apostólica.

Pío X puso su pontificado bajo el lema: “Omnia instaurare in Christo” (“Res- taurarlo todo en Cristo”), y todo su gobierno de la Iglesia de Dios fué un fiel cumplimiento de esta divisa. También siendo Papa quería ser lo que desde su ordenación sacerdotal y como obispo y patriarca había sido siempre: pastor de las almas. Durante su pontificado, Roma volvió a vivir los tiempos de los primeros Papas que venían del pueblo y vivían en medio del pueblo. Domingo por domingo congregaba a las multitudes en torno de él, y sentado en medio de los fieles, les explicaba el Evangelio como un simple sacerdote. Desafecto a la política y diplo- macia, dedicaba todos sus desvelos y esfuerzos a la renovación interna de la Iglesia, no sólo en lo referente a la legislación y administración eclesiásticas sino extendiéndola a la Iglesia entera y a cada una de las almas. De acuerdo con su lema, esta renovación debía de comenzar por Cristo, y en El. De ahí que el Pon- tífice considerara esencial el retorno de los fieles a una más viva e íntima par- ticipación en el Santo Sacrificio y en la vida sacramental de la Iglesia. La cele- bración de la Misa había de ser nuevamente lo que era en la Iglesia Primitiva: una comunidad viviente en el Sacrificio y en la Fracción del Pan. A los pocos meses de su elección publica el famoso Motu Propio “Tra le sollecitudine” sobre el canto sagrado, llamando a todos los fieles a “la participación activa en los Sa- grados Misterios” (22 de nov. de 1903). Dos años más tarde, el decreto “Sacra Tridentina Synodus” abre los sagrarios invitando a las almas a alimentarse fre- cuente y hasta diariamente en el Banquete Eucarístico (22 de dic. de 1905). Fi- nalmente, el decreto “Qnam Singulari’’ admite también a los niños desde su más tierna edad a la Mesa del Señor. Estas medidas, que le merecieron a Pío X el

SAN PIO X, EL PAPA DE LA RENOVACION ECLESIASTICA INTERNA

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título de honor de “Papa de la Eucaristía”, dieron sin duda inmensos impulsos a la vida religiosa en la Iglesia.

También su encarnizada lucha contra las herejías de la época formaba parte de su programa de renovación, sobre todo la condenación uei namauo moder- nismo”, según sus propias palabras, “el resumidero de todas las herejías”. Así fue que, movido por su incansable celo por mantener la pureza de la doctrina de la Iglesia, refutó y condenó los errores del “modernismo” mediantes el decreto “La- mentabili” (3 de julio de 1907) y la encíclica Pascendi (8 de septiembre de 1907), prescribiendo luego, por el Motu Propio “Sacrorum Antistitum”, a todos los mi- nistros de la Iglesia el juramento antimodernista (10 de septiembre de 1910). Estos documentos fueron poco comprendidos en su tiempo, es verdad, incluso en ciertos círculos católicos. Sin embargo, la historia le dió la razón, demostrando su clarivi- dencia y prudencia que alejaron a tiempo los graves peligros que amenazaban a la fe de parte del modernismo.

La Iglesia tiene la sublime misión de conducir a todos los hombres a la salud eterna. Para cumplirla es necesario que la doctrina que le ha sido confiada por el Divino Maestro llegue a tener la máxima difusión y una aceptación general, en todos los ambientes y aspectos de la vida. Con el fin de lograr este propósito, vi Papa dedicó su atención especial a la reforma del estudio de la teología y la forma- ción teológica y preparación espiritual de los candidatos al sacerdocio. El sacer- dote debe formar a Cristo en las almas, lo que supone que Cristo tome forma en primer lugar en él mismo. De ahí que el Papa en la primera encíclica de su ponti- ficado (4 de octubre de 1903) hablara de la formación sacerdotal, estableciendo sus exigencias y normas, nacidas de su propia experiencia durante su fecunda labor pastoral como teniente, párroco, educador de futuros sacerdotes, vicario general y, finalmente, como obispo. Todas las medidas y disposiciones del Papa tienden a dar al clero la más perfecta formación religiosa y científica. Por lo mismo fomen- taba las ciencias bíblicas, encargando a los Benedictinos la revisión y restauración del texto original de la Vulgata, y fundando el Pontificio Instituto Bíblico; obligaba a seguir la doctrina de Santo Tomás de Aquino y a intensificar el estudio de la

¡teología escolástica. Finalmente, sus instrucciones acerca de la enseñanza religiosa, dadas en la encíclica “Acerbo nimis”, revelan la misma procupación por la difusión de la Buena Nueva de Cristo.

A la par que el Pontífice se daba a la renovación religiosa y espiritual de la Iglesia, disponía también una reforma de la administración eclesiástica. El primer paso fué la Constitución Apostólica sobre la elección del Romano Pontífice, publi- cada un año después de su propia elección. Esta reforma era motivada por el veto del Emperador Francisco José de Austria contra la elección del Cardenal Rampolla, quien en la primera votación había recibido el mayor número de votos. Pío X anuló para siempre el derecho del veto que reclamaban para los estados católicos de Austria, España y Francia. Cuatro años después siguió la reorganización de la Curia Romana y de las Sagradas Congregaciones, por medio de la encíclica “Sapien- tia C o millo” , del 20 de junio de 1908.

Aún más importante que esta reorganización curial fué la reforma de la legis- lación eclesiástica y su codificación. En verdad, el Codex Juris Canonici” el código oficial y único para toda la Iglesia que con excepción de la Liturgia abarca la legislación eclesiástica entera, es la obra de mayor envergadura que emprendió el Santo. Cuando le dió comienzo, por el Motu Propio “Arduum Sane” (19 de marzo de 1904), se levantaban voces, sobre todo entre los canonistas, que consideraban sencillamente imposible codificar la legislación canónica, en vigencia, en su mayor parte, desde hacía siglos. Sin embargo, el trabajo monumental, bajo la dirección del Secretario de Estado Cardenal Gasparri, se llevó a feliz término, y antes de lo que esperaban las más aventuradas previsiones. Cuando el Papa cerró los ojos para el descanso eterno, la labor principal estaba prácticamente concluida, para gran asombro y admiración de los jurisperitos de ambos derechos. Bajo el Pontificado de su sucesor, Benedicto XV, se terminaron rápidamente los trabajos y el nuevo Código de Derecho Canónico entró en vigor en Pentecostés de 1917.

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REVISTA BIBLICA

A pesar de su breve pontificado, que duró sólo 11 años, Pío X realizó una obra de reforma sin precedentes en la historia de la Iglesia. El gran Papa murió al esta- llar la primera Guerra Mundial. El mismo la preveía e hizo lo posible por evitarla. Pero los dirigentes políticos de las potencias europeas no quisieron escuchar la voz que desde la colina del Vaticano exhortaba a la paz, cuando estaban todavía a tiempo para impedir la catástrofe. Esto quebrantó el corazón del Pontífice. “Gustosa- mente daría mi humilde vida, si con ello pudiera obtener la paz para Europa y alejar de sus pueblos la desgracia que ahora ha recaído sobre ellos”. Estas eran unas de sus últimas palabras antes de caer sobre el lecho de la muerte. El 20 de agosto de 1914, en medio del tronar de los cañones, anunciaban las campanas que el Papa había entregado su vida por la paz.

J. M. H.

MISCELANEA

La solemne canonización de Pío X

En la tarde del 29 de mayo, en una de las más imponentes ceremonias de la Iglesia y con el júbilo de más de medio millón de fieles, de Roma y de todo el orbe católico, que colmaban la gigantesca elipse de la Plaza de San Pedro y parte de la Via della Con- ciliazione, se realizó la solemne canonización del Papa Pío X. Por segunda vez en la historia moderna se efectuó el acto de la canonización al aire libre, siendo el primer caso el de María Goretti, en el año 1950. El traslado de la ceremonia, de la Basílica a la Plaza de San Pedro, se hacía necesario porque se preveía que el inmenso recinto de la Basílica resultaría pequeño para dar cabida a las grandes multitudes de fieles que deseban presenciar los solemnes actos.

La ceremonia comenzó a las 18.30, cuando el Sumo Pontífice Pío XII, rodeado de 45 cardenales y unos 500 obispos, desde el trono levantado ante la Basílica, invocó al Espíritu Santo y el coro de la Capilla Sixtina entonó el “Veni Creator”. Momentos más tarde el Papa, puesto de pie, pronunció la solemne fórmula latina de la canonización: “En honor de la Santísima Trinidad, para la exaltación de la Iglesia Católica y para la pro- pagación de la fe cristiana; por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y por autoridad nuestra: decretamos y declaramos Santo y lo inscribimos en el Santoral al Beato Pío X”. En este instante cayó el velo que cubría la imagen del nuevo Santo, colocada en el balcón central, encima del trono papal.

En la siguiente alocución, el Papa hizo el elogio de su preclaro predecesor, señalán- dolo como apóstol de la justicia y de la paz, cuyo “espíritu de justicia y de derecho habrá de entrar en las salas de conferencia de los Estados, donde están en discusión las más graves cuestiones de la familia humana, sobre todo el problema de como se podrá deste- rrar el temor de terribles catástrofes y asegurar a los pueblos un largo período de tranqui- lidad y de paz”. El Sumo Pontífice concluyó su alocución con una ferviente súplica, invocando la intercesión del nuevo Santo ante el trono de Dios, para que triunfe la paz en este mundo aterrorizado; la comprensión entre los pueblos, fraternal concordia y sincera colaboración entre las clases sociales, amor y caridad entre todos los hombres. Finalmente impartió el Papa a todos los fieles la Bendición Apostólica.

La canonización de Pío X fué la primera en la historia de la Iglesia que se efectuó por un Papa que todavía prestó servicios en la Curia Romana bajo el Pontificado del nuevo Santo. Pío X es el primer pontífice canonizado desde hace 242 años, y el 78p de los sucesores de San Pedro, de entre los 260 pontífices que han gobernado la Iglesia, que fué elevado al honor de los altares. La canonización tuvo lugar sólo 40 años después de su muerte y a los tres de su beatificación. Asistieron a los solemnes actos varios parien- tes del nuevo Santo, algunos llegados desde sitios distantes, como el Brasil. Uno de sus sobrinos directos, el ingeniero Giuseppe Sarto, que es Camarero Mayor del Papa, prestó servicios junto al trono pontificio durante las ceremonias de la canonización.

El nuevo Santo nació el 2 de junio de 1835 en Riese, siendo hijo de un campesino.

El 4 de agosto de 1903 fué elegido Papa, como sucesor de León XIII. Murió, tras vanos

esfuerzos para salvar la paz del mundo, el 20 de agosto de 1914, a pocos días de estallar la primera Guerra Mundial, siendo una de las primeras víctimas de la guerra.

El cuerpo de Pío X, revestido con los ornamentos papales, reposa ahora bajo el

altar de la Presentación, en la Basílica de San Pedro, en un sarcófago de cristal. La fiesta

de San Pío X fué fijada para el día 20 de agosto.

K. W. - H. K.

CRONICA

Protección en la Liturgia Católica, en el Brasil. El gobierno del Brasil se vió obli- gado a dar orden a la policía de proteger los derechos de la Iglesia Católica, especial- mente en lo referente al traje clerical, a las vestiduras litúrgicas y a los ritos y cere- monias del culto, puesto que varias sectas norteamericanas los empleaban a fin de en- gañar al pueblo y ganar de esta manera adictos para sus credos. K. H.

Profanación de la fiesta de Navidad. El gobierno comunista de Bulgaria declaró como día de trabajo, a la fiesta de Navidad que en la Iglesia Ortodoxa se celebra el 7 de enero. K. H.

Ordenación de un ex-general ruso. En la catedral de Notre Dame, en París, el Cardenal Feltin confirió la ordenación sa- cerdotal al ex-general ruso Cronkowski. El novel sacerdote tiene ahora 68 años de edad. Sirvió de general en el famoso ejérci- to de Wrangel al final de la primera guerra mundial. Cuando éste fué derrotado por los bolcheviques, Cronkowski también cayó pri- sionero y fué llevado a Siberia, donde por largos años soportó las inhumanas condi- ciones del trabajo forzado, hasta que pudo huir del cautiverio. Luego pasó a los Esta- dos Unidos, donde se convirtió al catolicis- mo. K. H.

Iluminación nocturna de las torres de las iglesias. En España serán iluminadas las torres de los templos para recordar a los fieles, durante las horas de la noche, la pre- sencia del Santísimo Sacramento. Esta ini- ciativa se debe al Obispo de Solsona (Cata- luña). K. H.

Segundo Congreso Internacional de Mú- sica Sacra en Viena. Con motivo del cin- cuentenario del Motu Propio de San Pío X y de la canonización del mismo Papa, res- taurador del Canto Gregoriano y renovador de la auténtica Música Sagrada, se realizó en Viena (Austria), del 4 al 10 de octubre, el II9 Congreso Internacional de Música Sacra Católica, bajo el lema: “La Música Sacra Católica 50 años después del Motu Propio de Pío X, en la evolución de una nueva época”. El Congreso se inició con un solemne acto en honor del nuevo Santo, cuyas directivas pontificias iniciaron la re- forma de la música sagrada. Durante cinco días, los principales expertos en la materia, de todas partes del mundo católico, estu- diaron los problemas de la música sagrada moderna: Música de las Iglesias Orientales, Canto Gregoriano, polifonía vocal e instru- mental en el templo, liturgia y canto popu- lar, órgano, música eclesiástica moderna,

música sacra como profesión, educación y formación en la música sagrada, organiza- ción de la música sacra. El programa fué completado con la diaria celebración de la Misa solemne, por la mañana, y un con- cierto de órgano, por la tarde. En los días del congreso se estrenaron también dos nue- vos Oratorios y se ofrecieron varios con- ciertos profanos. Asimismo la ópera y el teatro de la “ciudad de la música” brindó a los congresistas sus mejores realizaciones. Una exposición: “La técnica al servicio de la música sacra” dió cuenta de los moder- nos progresos en la construcción de órga- nos, la fundición de campanas, la fabrica- ción de elementos didácticos, la edición de partituras, notas, etc. B. L.

Producción de films litúrgicos y bíblicos. Ha sido firmado un convenio entre Mr. de Renesse, productor belga, y Dom Thierry Maertens acerca de la fundación de un orga- nismo para la producción cinematográfica de películas litúrgicas y bíblicas de largo metraje. Este esfuerzo va paralelo con el de la “Misión por el cine”, fundada en Francia por el P. Pichard y que a ha rea- lizado tres películas: La Vigilia Pascual, Moisés, y Las Ordenaciones.

Parr. et Lit.

Congresos de sacristanes y organistas. En el mes de septiembre ppdo. tuvo lugar en Salzburgo el 49 Congreso Nacional de los Sacristanes Austríacos. Viena, la capital de Austria, es sede del secretariado general de la “Hermandad de San Pío”, la federación de todas las asociaciones de sacristanes de Europa, fundada en el Año Santo en oca- sión del primer congreso europeo de sacris- tanes que se celebró en la Ciudad Eterna. El segundo congreso tuvo lugar en Augsbur- go (Alemania), en julio de 1952. El 3er. Congreso Internacional de Sacristanes y Organistas se realizó en Brujas (Bélgica), los días 7 y 8 de julio del presente año.

Las Jornadas de la Roseraie. Repetidas veces hemos informado en esta sección so- bre las reuniones que se vienen realizando periódicamente en el Priorato Benedictino de Notre Dame de la Roseraie, en Uccle, cerca de Bruselas (Bélgica).

La sesión del 16 y 17 de febrero último estaba reservada a los predicadores litúrgi- cos y versó sobre la Cuaresma y la Semana Santa. La primera jornada fué dirigida por el R. P. Roguet, director del C. P. L. de París, y trató sobre las cuestiones de espi- ritualidad y pastoral de la Cuaresma. El segundo día se estudió la doctrina de la Se- mana Santa (abate Poelman) y su pastoral (abate Heuschen). Esta reunión testimonió el interés que los actuales predicadores

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REVISTA BIBLICA

muestran por la liturgia. Numerosos supe- riores de diversas Ordenes patrocinaron las jornadas y enviaron un buen número de predicadores. Durante la sesión, los párro- cos presentes pudieron cambiar ideas con los predicadores y elaborar con ellos las próximas predicaciones parroquiales.

Las conferencias y las discusiones de las jornadas' más importantes se publican en los “Cahiers de la Roseraie”, cuya tercera entrega, dedicada al problema de la inicia- ción en la oración, está en prensa.

Parr. et Lit.

Una nueva revista litúrgica: para sacris- tanes. — Acaba de salir a luz una nueva revista litúrgica que lleva el título de “Cus- tos” y se dirige a los sacristanes de habla francesa. La redacción de la misma ha sido confiada al R. P. A. Veys y la administra- ción está en manos de los Religiosos del Santísimo Sacramento de Bruselas. Desea- mos que esta revista haga de los sacristanes que se suscriban donde todavía no lo sean verdaderos colaboradores en la acción pastoral de su párroco, abiertos a todos los problemas nuevos que ésta sus- cita, para que los párrocos no tengan que quejarse más de la obstinación y de las manías de su organista o de su sacristán. Es digno de alabanza el equipo de sacris- tanes de la diócesis de Brujas, que lanza esta revista, por el fervor y celo con que trabaja en la creación de un movimiento de los sacristanes de habla francesa.

Parr. et Lit.

Acción Católica y Liturgia. La revista francesa “Semaine Catholique” (n9 5-6) pu- blica una comunicación sobre “La Acción Católica y la Liturgia”, que Mons. Galissai- res dirigiera a una reciente Jornada Litúr- gica. El prelado invita a los dirigentes y asesores de la Acción Católica a preguntar- se “si la primera realización de la Acción Católica no es proporcionar a las almas la inteligencia de los sagrados misterios y la participación activa en ellos”.

Desarrollando brevemente en qué consiste esta participación, escribe: “Si los fieles no tienen libro alguno, y no deberían tenerlo, que ellos entiendan lo que el sacerdote pide cuando pronuncia las ora- ción; que escuchen en lengua vulgar el pa- saje del sagrado texto que se va leyendo; y, sobre todo, que reciban cada vez una corta pero viva catequesis que extraiga de la doctrina ofrecida una médula nutritiva y substanciosa”. Parr. et Lit.

Nuevo Oficio Parvo de la Sma. Virgen. La Casa Marietti de Turín acaba de editar, con el texto latino y la traducción alemana, un nuevo “Officium Parvum Beatae Marine Virginis” (Pequeño Oficio de la Santísima

Virgen María), aprobado en 1953 con espe- cial Documento Pontificio. El Santo Padre Pío XII ha autorizado su adopción tanto por las Comunidades Religiosas masculinas y femeninas que acostumbran recitar dia- riamente el Oficio de la Virgen, como por todos los fieles y por todas las Congrega- ciones Marianas y otras Asociaciones reli- giosas. El nuevo Oficio constituye una com- pleta reelaboración del antiguo y concuerda mejor con los períodos y las solemnidades del año litúrgico. El texto de los Salmos es el de la nueva versión promulgada por Pío XII con el Motu Propio “In cotidianis pre- cibus”, del 24 de marzo de 1945. El nuevo Oficio Parvo Mariano ha sido preparado por el P. Agustín Bea S. J., profesor del Instituto Bíblico y Consultor de la S. C. de Ritos. Se están preparando también otras ediciones con el texto latino y la traduc- ción al italiano, francés e inglés, respecti- vamente. Asimismo aparecerá en breve una edición exclusivamente en latín.

L’Osserv. Rom.

Disciplina del ayuno eucarístico en la Vigilia Pascual. A las preguntas de varios Ordinarios, si las Ordinationes acerca del ayuno eucarístico en la celebración de la Vigilia Pascual restaurada que la S. Con- gregación de Ritos publicara en 1952 junto con la prórroga, por un trienio, de la fa- cultad de celebrar la Vigilia Pascual según el nuevo rito, quedaban en vigor, aun des- pués de la promulgación de la Constitución Apostólica “Christus Dominus” del 6 de enero de 1953 y de la Instrucción del Santo Oficio del mismo día sobre la disciplina del ayuno eucarístico, la Suprema Congre- gación del Santo Oficio, en un Decreto del

7 de abril de 1954, determinó la siguiente:

l9 Los sacerdotes que celebraren la Misa

de la vigilia pascual a media noche y asi- mismo los fieles que en ella comulgaren, están obligados a observar el ayuno con- forme al canon 808 y canon 858, 1;

29 si la Misa de vigilia en algún caso par- ticular, conforme al n9 II, 4 de las “Ordi- nationes” de la Sagrada Congregación de Ritos, se celebra antes de media noche, se deben observar las normas de la Constitu- ción “Christus Dominus” y de la Instruc- ción del Santo Oficio.

Nombramiento de Protector y Presidente del “Centro di Azione Litúrgica”. El día

8 de octubre de 1953, el Sumo Pontífice Pío XII se dignó nombrar al Emmo. Cardenal Santiago Lercaro, arzobispo de Bolonia, pro- tector del “Centro di Azione Litúrgica” (C. A. L.l; y asimismo al Excmo. Mons. Carlos Rossi, obispo de Biella, presidente del mis- mo Centro Litúrgico, cargo vacante desde la muerte de Mons. Adriano Bernareggi, quien

fuera su primer presidente. Eph. Lit.

BIBLIOGRAFIA

A. Bugnini, S. M.: Documenta Pon- tificia ad instaurationem liturgicam spectantia (1903 - 1953). - Bibliotheca “Ephemerides Liturgicae”, Sectio Prac- tica, tomo 69 - Editorial Edizioni Li- turgiche, Roma, 1953. - 1 vol. ene., 17x25 ctms., XII y 213 págs.

Una compilación útilísima de los docu- mentos pontificios referentes a la renova- ción litúrgica, desde su iniciación por San Pío X hasta nuestros días. No podemos agradecerle lo bastante al P. A. Bugnini, miembro del consejo de redacción de las “Ephemerides Liturgicae”, el habernos pro- porcionado esta valiosa publicación con motivo del 50» aniversario del Motu Proprio “7 ra le sollecitudine” (22 de noviembre de 1903); del santo Pontífice recientemente canonizado. En efecto, esta colección viene a ser como un Enchiridion del moderno Movimiento Litúrgico que servirá de indis- pensable fuente de documentación a cuan- tos trabajan en el apostolado litúrgico po- pular y se dedican a los problemas de la renovación litúrgica. La compilación abarca los pontificados de San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y del actual Papa reinante. Entre los documentos, trascritos en su texto original, latino o italiano sólo el citado Motu Proprio de San Pío X trae, además, la versión oficial en latín figuran muchos que son poco conocidos y menos accesibles. Dado el carácter particular de la colección señalado en su título y subrayado por el compilador en el prólogo ésta se limita a ofrecer sólo aquellos documentos que ex- presan el pensamiento de la Santa Sede acerca de la renovación litúrgica, omitién- dose, por lo tanto, los decretos, instruccio- nes, etc. de la S. Congregación de Ritos que se refieren a la legislación y práctica co- munes en materia de liturgia. El P. Bugnini ha enriquecido la edición con útilísimas notas documentales, ya sea a manera de introducción, ya sea al pie de página. Los documentos extensos y más importantes es- tán provistos de subtítulos que facilitan la búsqueda de textos. El número correlativo que lleva cada documento, y los marginales que lo subdividen, aumentan el valor de la compilación, lo mismo que el índice alfa- bético de materias, resultando así cómoda la citación de escritos. Todo esto hace que la obra sea un instrumento necesario para el estudio especializado y que los autores en lo sucesivo se sirvan de ella para documen- tar sus trabajos sobre temas relacionados con la renovación litúrgica.

A. Born, Pbro.

Instituto Litúrgico: Liturgisches Jahr- buch (Anuario Litúrgico). Tomo III (1953), entrega - Editorial Aschen-

dorff, Münster, 1954. - 1 fascículo, 18 x 26 ctms., pág. 127 - 335.

La segunda entrega del Anuario Litúrgi- co, tomo III (1953), que publica el Instituto Litúrgico de Tréveris, está dedicada exclu- sivamente al III Congreso Litúrgico Inter- nacional de Lugano (14-18 de septiembre de 1953). El fascículo trae las actas completas de esta importante jornada de estudio, con la transcripción de todos los documentos y trabajos presentados (cf. la crónica publi- cada en R. B. 71 [1954], pág. 32). Segu- ramente, el Congreso tendrá una extraordi- naria resonancia práctica en la pastoral litúrgica y se prevé una influencia notable del mismo sobre los trabajos de la esperada reforma litúrgica que está en plena gesta- ción. Su temario se dividió en dos partes: en la primera se trataron los problemas de pastoral litúrgica relacionados con el prin- cipio fundamental de la renovación litúr- gica: la participación activa de los fieles en el culto de la Iglesia; en la segunda, se expusieron las experiencias de la restaurada Vigilia Pascual en los distintos países, su- giriéndose algunas modificaciones para el ordo definitivo; finalmente, se estudió la futura reforma de la liturgia del Jueves y del Viernes Santo y del Domingo de Ramos. El resultado de las conferencias, relaciones y discusiones del Congreso, por último, fué resumido en cuatro conclusiones (véase Revista Bíblica, n9 73 [1954], página 99), redactadas en colaboración con los obispos presentes y aceptadas unánimemente por el pleno de los congresistas, para ser elevadas a la consideración del Sumo Pontífice.

Al Congreso, propiamente dicho, precedió una pequeña jornada de estudio con un reducido grupo de liturgistas bajo la pre- sidencia de honor del relator general de la sección histórica de la S. C. de Ritos, de Dom Bernard Capelle y del Dr. J. A. Jungmann, S.J., consultores de la misma Congregación. Las deliberaciones, que se prolongaron por espacio de dos días, con- tinuaron principalmente el estudio de los problema tratados en los dos anteriores encuentros internacionales (1951 en María Laach y 1952 en Santa Odilia) : la reforma de las oraciones al pie del altar y de las preces de carácter privado fuera del Canon, como asimismo la nueva ordenación de las perícopas de la Misa.

Todo este extenso material se halla re- unido y documentado en esta publicación de las actas del Congreso que firman, como redactores responsables, Don Luigi Agus- toni y el Dr. Johannes Wagner, principales organizadores de las referidas jornadas, quienes publicaron también una versión italiana bajo el título “Partecipazione Attiva alia Liturgia. Atti del III Convagno Interna-

144

REVISTA BIBLICA

tionale di Studi Liturgici”, Como, 1953. Una relación completa en lengua francesa apa- reció en Maison-Dieu, n? 37, enero-marzo 1954 (C. P. L., París), y otra en inglés se dió a conocer en la revista “Worship” (Col- lcgeville, Minnesota, U. S. A.).

El solo eco general que tuvo el Congreso en todo el mundo católico y la especial atención que le prestaron la Santa Sede y las Congregaciones Romanas competentes que en él estuvieron representadas oficial- mente, junto con varios Cardenales y nu- merosos Obispos de 7 países, demuestran su extraordinaria importancia y recomien- dan el estudio de las respectivas actas, cuya publicación, como la presente, merece par- ticular interés y todo aplauso.

A. Born, Pbro.

Federica M. de Hauser: Cuando vie- ne el Obispo... (La Confirmación expli- cada a los niños). - Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1954. - 1 folleto, 12,5 x 18 ctms., 39 págs.

Pequeño opúsculo donde se entrega en forma popular una clara explicación del tan ignorado sacramento del Espíritu Santo, envuelta en ropaje infantil y dirigida a los niños por la autora, pero en la cual halla- mos todos una perfecta síntesis de la “teo- logía” de la Confirmación. Ofrece el desa- rrollo completo de la tesis dogmática, a través de un natural diálogo hogareño, exacto para los chicos y con muchos puntos y acentos para los grandes, en esta época de renovación por el mayor conocimiento y la más profunda vivencia de la Liturgia.

G. G.

Egidio Caggiano, O.F.M.: La B. V. María Immacolata. Las encíclicas de Pío IX, Pío X y Pío XII sobre la In- maculada Concepción de María, con una introducción histórico-doctrinal. - Editorial: Soc. Ed. “Vita e Pensiero” - Opera Regalitá di N. S. G. C., Milán, 1954. - 1 vol., 12,5 x 18,5 ctms., 111 págs.

Cumpliendo el deseo del S. P. Pío XII, expresado en su encíclica “Fulgens Corona”, de que, además de las solemnes realizacio- nes del Año Mariano, con motivo del cen- tenario del Dogma de la Inmaculada Con- cepción, se aumente de todas maneras la fe del pueblo y crezca cada día más la devoción a la Santísima Virgen, la “Opera della Regalitá de N. S. G. C.’” (por la Soc.

Ed. “Vita e Pensiero”) ofrece esta compi- lación de los documentos pontificios sobre la Concepción Inmaculada de María, reali- zada por el R. P. Egidio Caggiano, O.F.M., profesor del Ateneo Antoniano de Roma. Antecede a las tres encíclicas un breve tra- tado sobre el contenido, los fundamentos revelados y la evolución histórico-doctrinal del Dogma Mariano. Poseemos así una co- lección de encíclicas marianas que nos ayudan a conocer mejor la doctrina y el glorioso desarrollo dogmático del gran Pri- vilegio de la Santísima Virgen, que nos conducirá a amar, honrar e imitar más a nuestra Madre celeste.

G. G.

G. Franceschi y L. R. Capriotti: ¿Dios existe? (Colección: “IMAGENES de Cri- terio”, N9 2). - Editorial Criterio, Buenos Aires, 1954. - 1 cuaderno, 24 x 32 ctms., 28 págs.

Con gran satisfacción ha sido acogido el segundo número de las “IMAGENES de Criterio”, dedicado al tema: “¿Dios existe?” Digámoslo de entrada: Este cuaderno, que sigue al de la Misa (cf. comentario en fíe- vista Bíblica, n9 72 [1954], pág. 72), ha sido perfeccionado, técnicamente, de tal manera que puede calificarse de inmejorable, supe- rando incluso la presentación del modelo francés de “Fétes et Saisons”. En efecto, las páginas interiores están impresas en ro- tograbado, en tanto que la cubierta se pre- senta a todo color en hueco-offset, for- mando así un magnífico álbum que invita irresistiblemente a penetrar en su contenido. El texto, breve y conciso, ilustrado con fo- tografías de admirables enfoques, lleva al lector a través de las maravillas de las co- sas creadas y del estupendo orden del cosmos a la comprobación de una suprema Inteligencia creadora y ordenadora: Dios, que en la naturaleza ha dejado imborrables huellas de Su existencia. “Lo invisible de El, Su eterno poder y Su divinidad, se hacen notorios desde la creación del mun- do, siendo percibidos por Sus obras” (Rom. 1, 20). Esta sentencia de San Pablo halla su mejor ilustración en el presente álbum, cuyo original francés firma el P. M. B. Lów, O.P. Su difusión y lectura no podrán ser recomendadas suficientemente porque será un medio para hacer llegar la luz de la fe a muchas almas atormentadas por la inquietud y la duda.

»

M. J. L.

.tfjnnuuuM.

i

NOTA EDITORIAL.

movimiento bíblico argentino

La primera pregunta que se impone, al leer el título es: “¿Existe un MOVIMIENTO BIBLICO en la AR- GENTINA?” Es natural que una revista bíblica argen- tina trate este problema y se haga esta pregunta.

La respuesta tiene no poca importancia tanto para ella como para la Acción

Católica que inició un movimiento bíblico más intenso, así como para todo cris-

tiano interesado en la solidez, vitalidad y hondura de su fe.

Desde luego, no es aventurado afirmar que, en algún sentido, un movimiento bíblico siempre ha existido desde que comenzara en los lejanos días del descubri- miento, la evangelización del país, ni es difícil probar que en los últimos dos a tres decenios este movimiento ha cobrado perfiles más nítidos y recios. Lo testi- monian las ediciones de la Biblia que unas a otras se siguen sin interrupción en

nuestro país. Las hay sencillas y lujosas, completas y parciales; hay Evangelios

concordados y sueltos, y diferentes libros sagrados de ambos Testamentos han salido a luz individualmente; hay traducciones directas del texto original (sea griego o hebreo) y simples reproducciones de versiones ya existentes; las hay con un aparato amplio o escaso de notas y explicaciones; existen en todo orden de precio y tamaño. Añadamos a las ediciones nacionales las importadas (Biblias, Nuevos Testamentos y Evangelios), especialmente las difundidas por “BAC” y últimamente por AFEBE y tendremos un panorama que no deja de ser alentador, pues manifiesta a las claras que hay un creciente interés por la Biblia en la Argentina católica.

El que abrió una ancha brecha para este movimiento, y a quien no podemos menos de mencionar en esta circunstancia es Mons. Dr. Juan B. Straubinger quien fundara, 17 años ha, la Revista Bíblica que el lector tiene entre manos y llevó a cabo un trabajo titánico de versiones del original, adaptaciones y acota- ciones, total, la mayor parte de lo que el movimiento bíblico argentino puede enorgullecerse a este respecto, si de algo se puede enorgullecer. No queremos desconocer los méritos bíblicos de no pocas otras personas, pero nadie le gana, ni siquiera le iguala en estas latitudes en volumen y empuje del trabajo bíblico popularizador a nuestro celoso fundador.

En la“Crónica” del número 73 de esta Revista (Julio-Septiembre 1954, pág. 92) se ha dado cuenta de las disposiciones de Mons. Dr. Emilio A. Di Pasquo, Obispo de San Luis, sobre la lectura y el estudio de la Biblia en las misas, reuniones y sobre la “Jornada del Evangelio” en San Luis. Recordamos también el Auto Pas- toral de Mons. Carlos F. Hanlon, Obispo de Catamarca que estableció el “Día Bíblico” para su diócesis (Septiembre 1952) y desde entonces las tres celebraciones de esos “días” que llegaron a ser “semanas” en que se ha sabido movilizar toda una ciudad (cfr. las Crónicas, REV. BIBL. N9 67, Enero-Marzo 1953, págs. 21-22; N9 70, Octubre-Diciembre 1953, pág. 134; N9 73, Julio-Septiembre 1954, pág. 90; N9 74, Octubre-Diciembre 1954, pág. 125). Se han tenido en los últimos años Cursos bíblicos, Forum Bíblico, Días y Semanas Bíblicos en diferentes partes. La señorita Erna Masso, de la Acción Católica, ha tenido la amabilidad de reseñar para el presente número todo lo que a este respecto se ha llevado a cabo y se piensa realizar en la Argentina, como un Curso bíblico por CORRESPONDENCIA, cuyo programa se publica también en esta edición (Reseña, pág. 19ss.; Curso, pág. 22).

Como punto culminante de esta etapa y al mismo tiempo punto de arranque para una mayor profundidad y amplitud del movimiento bíblico argentino po- dríamos señalar la Reunión de Profesores de Exégesis del país con algunos laicos de la Capital Federal, interesados en el Movimiento Bíblico convocados para me- diados de Enero del año en curso. La reseña de las reuniones (del 12 al 16 de Enero) y sus conclusiones irán aparte (vea Crónica de este número, pág. 17ss.).

Por la época de vacaciones y las circunstancias especialísimas de los días en que la reunión se realizó no era tan concurrida como se deseara; sin embargo, se lograron varios objetivos importantes, como primero el contacto personal de los profesores de Exégesis entre y con escogidos elementos laicales, encargados de este movimiento en su esfera, segundo las dos proyectadas reuniones en el trans- curso de este año, técnica una y más amplia y general la otra, y tercero la decisión de los integrantes del grupo de profesores reunidos, de impulsar, pese a todos los impedimentos personales que una cátedra de exégesis implica, el movimiento bíblico diocesano, como base indispensable de un movimiento vigoroso nacional, el que ya tiene su vocero y amigo nato y providencial en las páginas de esta revista.

Casi simultáneamente con esta reunión, se llevó a cabo en Roma, como comu- nica el Director en propiedad de esta Revista, P. Otte, un “Conveniat” de todos ios Argentinos que estudian en el Instituto Bíblico de la Ciudad Eterna para conocerse y dialogar sobre el apostolado bíblico y su realización en Argentina una vez que, terminados los estudios, vuelvan a la Patria.

En esta nota editorial he querido, como en un manojo, juntar siquiera con someras alusiones, las diferentes actividades e iniciativas que se relacionan con el MOVIMIENTO BIBLICO ARGEN TINO. Estoy convencido de que, en Parroquias, Capillas y Centros, en Escuelas, Colegios y Seminarios hay mucho más de lo que hemos podido señalar. Agradeceríamos cualquier comunicación (fuera de los datos que trae la “Reseña’ que hace la “Defensa de la Fe” en este número) para com- pletar nuestras noticias y llegar a un cuadro que puede considerarse fiel reflejo de la realidad.

No nos mueve cierto narcisimo que se deleita en contemplar la propia figura y que se ufana con los éxitos. Ciertamente, no hay mucho motivo para envane- cerse ni poco ni mucho; se ha realizado algo pero en comparación con lo que hace falta y urge realizar es poco o nada. No estamos sino en los comienzos, si es que estamos en alguna parte.

¿Por qué hemos dado entonces esta visión de conjunto? Primero, para conocer la realidad. No se puede edificar bien sin reconocer el terreno, ni trabajar con provecho sin registrar antes lo que está hecho o se está haciendo, ni avanzar sin precisar con claridad la actual situación y los efectivos de que disponemos para dar la batalla; segundo, y esto es más importante, para estimularnos mutuamente al ver la labor que llevan a cabo los demás, entusiasmarnos con los éxitos ajenos y aprender de sus métodos y de su fervor.

Hoy quizás más que nunca necesitamos un movimiento bíblico vigoroso para avivar y profundizar nuestra propia fe y la de nuestro pueblo.

Un hombre entendido en el problema religioso moderno, el Dr. Roberto Grosche(1> dice, enfocándolo desde el punto de vista alemán: “La tarea que con siempre mayor nitidez se dibuja ante nuestra mente y se reconoce como urgente, es: sacar de la masa tradicionalmente católica una élite, a los espíritus militantes y formarlos”. “Para esas nuevas tareas se necesitan nuevos métodos... La Liturgia, y por lógica consecuencia también la Biblia, que nutre la Liturgia, están llamadas a desempeñar en ellas un papel decisivo”.

La élite primero, pero no sólo ella. Nuestras parroquias y la Acción Católica deben poner la Biblia en vivo y fecundo contacto con el pueblo, y si el pueblo llega a amar entrañablemente la Sagrada Escritura, lee y medita piadosamente la palabra de Dios, amanecerá un nuevo día religioso para nuestro hemisferio.

Si, después de más de 400 años, una segunda “Reforma” protestante obscurece amenazante los horizontes de la Iglesia en estos países, nuestra “Contrarreforma” apoyada y nutrida en la Biblia, como en sentido amplio y universal llamara el P. Lombardi1 (2) al movimiento renovador, la superará.

P. H.

(1) “Der Deutsche Katholizismus 1945 bis 1950” (“El catolicismo alemán desde 1945 hasta 1950”) en: “Das Katholische Jahrbuch”, 1951/52, págs. 133-140.

(2) “¿Una nueva Contrarreforma Católica?” en: Latinoamérica, Año 49, N9 45, D de Septiembre de 1952, págs. 387-389.

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