o NADA DA AO A A Ed IRA AI PEA Ja. AS RA PE ; cn i + ¿mp RA A: 1 AA E comia cui E áíIKÓÁá€[,> A ———— MS É Ae e AAN .n GAS a POS IE $, AN ' ma y j AO Ae NS Ml y Me Ye de A A ¡AAN AN Ñ O AN y REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE. LETRAS Y CIENCIAS VOLUMEN XXI, 1915 DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHICGO. COMITÉ DE REDACCION: Dres. GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, SERGIO CUEVAS ZEQUEIRA, CARLOS DE LA TORRE, CARLOS THEYE, ALFREDO M. AGUAYO, LUIS PADRO, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, ANTONIO ESPINAL, FRANCISCO HENARES Y BUENAVENTURA RUEDA IMPRENTA “EL SiaLo XX»” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE ReY 27 HABANA el ñ ON AAA AL Eu peo IS O M0 RCN E Dn Na Y! A E Y Pal Ñ ANO 1 $ 074 me E IN) DEA Pe ) ' Pa da ' AO IA i y A A ps ION se ol 4 ¡108 Me AP WA E Ni IA j “ » / e.” =3 . A ” | . . > - » “4 - , A má * . , . 1 ; ' í = 0 4 ñ eN a ' " de y y > N » Y INDICE DE LAS MATERIAS DEL VIGESIMO PRIMERO VOLUMEN Poey en su aspeeto literario y lingúistico, NUMERO 1, JULIO El sistema pedagógico de María Montessori. Lecciones de lengua griega sobre el texto as Homero (conclusión)... Bibliografía de Luz Caballero a aaa CAS (continua- / CON a ada y La Poesía Dramática en Roma después de la primera guerra púnica AIR O MO CAC MOCOS ) Dr. Juan M. Dihigo.... Dra. Angelina Edreira Rodrigues Srita. Laura Mestre.... Sr. Domingo Figarola Carritos Dra. Ma Luisa Fernán- de y Re. «=] 00 Ss 110 pr O] INDICE vI Páginas Ma do ea aan Sd lsaiiae teja Ta Redacción s.m 141 BlpPloraa octal eelalsle va ple anto reto aereos 142 I Historia de la lengua y literatura caste- ) llana por Julio Cejador ............... PDT Je -M: DIMGO o 142 II Elementos de Gramática histórica caste- | yea ) llana por Vicente García de Diego NUMERO 2, SEPTIEMBRE La Poesía Dramatica en Roma después de la | Dia Ma a Rena primera guerra púnica (conclusión)....... ) HENAO cs corooo on 147 Montalene auditivo locos aliento sele aros Dr. Enrique J. Varona. — 231 Guia para la determinación de algunas plan- | Dr Mane Cbmtz dela basicubanas ano tolero Masas 232 Dr. Antonio Espinal y Bestard............... La Redactión e road 240 NUMERO 3, NOVIEMBRE Dr. Arístides Mestre.... Las Ciencias Zoológicas en la Universidad... O ae Dr. Juan M. Dihigo ... La Universidad de la Habana XXI UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 1. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: Dres. GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, SERGIO CUEVAS ZEQUEIRA, CARLOS DE LA TORRE, CARLOS THEYE, ALFREDO M. AGUAYO, LUIS PADRO, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, ANTONIO ESPINAL, FRANCISCO HENARES Y BUENAVENTURA RUEDA JULIO DE 1915 SUMARIO: —POEY EN SU ASPECTO LITÉRARIO Y LINGUÍSTICO...... Dr. Juan M. Dihigo. —EL SISTEMA PEDAGÓGICO DE MARÍA MONTESSORBI.... Dra. Angelina Edreira Rodríguez. —LECCIONES DE LENGUA GRIEGA SOBRE EL TEXTO DE COME RON (CORCIÓSION) tear dd AE A NS Srta. Laura Mestre. —BIBLIOGRAFÍA DE LUZ Y CABALLERO A Sr. Domingo Figarola-Caneda. —LA POESÍA DRAMÁTICA EN ROMA DESPUÉS DE LA PRI- MUERA CPUNICA coo ero A Dra. Ma. Luisa Fernández y Real. SII EA RRE a as da La Redacción. —BIBLIOGRAFÍA.—I. Historia de la a y Litera- tura Castellana, por Julio Cejador.—II. Elementos de Gramática Histórica Castellana, por Vicente ol SENDO id 7 ate lo Dr. J. M. Dihigo. IMPRENTA “EL SiaLo XxX>” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE REY 27 HABANA ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. - Decano: Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. ó Il. ESCUELA DE LETRAS “Y. FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)... .... se Dr. Juan F. de Albear. A do , Eos lo to do A ero (0 Dr, Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Española (1 curso)... : z 3 Historia de las literaturas modernas extranjeras | q SS Guillermo DOHA oldán. : CUE odas a IE E Els tora der Ata erica Curso pe Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) / dián. ESTO a IRCUESO as UN ER Es E Eulosotía Moral Carso a E y Dr. Sergio Cuevas Zequei- SOCIO LA ACULSO). ri O OE: ra (Aux.) Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Sergio Cuevas Zequeira para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Ezequiel García y Enseñat para el grupo de Literaturas y Dr. Sixto López Miranda para el grupo de estudios de Lenguas, lo- cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Linguística. 2. ESCUELA DE CIENCIAS. [a] Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso) Análisis matemático (Cálculo diferencial éinte- + Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) A A er e lol GA Geometría superior y analítica (1 curso)....... - Geometría descriptiva (1 curso)............... SS Dr. Claudio Mimó. rsonometaa (dl catso) A ao cs A sica Superior il erCcurso) A NOA 1 Ls : HISIiCarOUpenor (27 CUESO)A o IN io ) de ur. Tlacido BIastn Otmicayseneral (IC e Sa S Sr. Carlos Theye. PAOLO ACUSA IS EA » ] pa LOLITA CULSO sa oa 23 o Dibujo mea (curso) eos de NO E 1 < ES Dibujo Natural (Lic Ne Jj a Sr. Pedro Córdova, (Cosmología curso). ea TN WecánicarRacional (CUE a ES % Dr. Victorino Trelles. INSPEORORMA TÍ ¿CUESTA SE : (Eeodesta” (Al PCUESO NTE As a ae Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... ... ee Dr. Santiago de la Huerta. Botánicatoeneral (curso). A Dr. Manuel Gómez de la Maza. [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) Geometría Superior (sin la Analítica)......... 1 E tieonomestria (plana y esférica)... convocado / »e e Física Superior (Tex. AO A A AS 1 13 Dido Bioes Pisica Superior (20 CUESO loca ana oo oee Ú Química Inorgánica y Analítica (1 curso)...... 1 > SE Caños hera Química Orgánica (LiCcurso) ue niyoin.. dana $ + Mibuo mea UCuESO Na parta lo o ale Plone: / A 4 ? ibijo Natural CUESO) Fo cta de e perio lala y 22 dá Ae o Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... 2 pr Dr. Santiago de la Huerta. Biología MISC ESO ro ber ciar alo ea eine mio L z Dr. Carlos dela a ZOO LOAN CUESO) o cala llos deta ediles aloe ale j Botánica: general (TACUESO) acens e = Dr. Manuel Gómez de la Maza. Rosimolopía (ICUESO) Ma. aia eo e Dr. Victorino Trelles. [ce] Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático(Algebra Superior) 1 curso Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) Geometría Superior (sin la Analítica) E Es 9) >) Dr. Ulandio Mimk' IU risgonometría (plana y esférica) io.i aa y Oáimica general (1 CUESD)A seas aaa Se Sr. Carlos Theye. Dibujo Lineal CES rn E E / E PAS Doo abmuo Natural (dl CUESO) ra as e e ca $ : ásica general (Curso) +: beso tija ote o lela la 5h Dr. Plácido Biosca. Mineralogía y Cristalogtafía (1 ¡CHLSO). sl E Dr Santiago He Mil Contar ato oa oo oa o f Botica lseneral (di curso). aso aaa ' z A _ Dr. Manuel Gómez de la Maza, Fitografía y Herborización (1 curso).......... j de Ma Gó EN ES E Vol. XXI ¡LIO DE*I91O Núm. 1 REVISTA DE- LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUÍSTICO ! POR ELDR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiúástica y de Filología. Señores: Celebra la Sociedad “Felipe Poey”” su sesión solemne en la misma fecha del natalicio de aquel grande hombre que tanto pres- tigio diera en Cuba al desarrollo de las Ciencias Naturales. El res- peto a su memoria consagrado en cuantas ocasiones se presentan es sentimiento que enaltece y proporciona el mejor de los ejemplos. Y así como el 28 de Enero, fecha luectuosa, congréganse los que fue- ron sus discípulos en torno del que fué, y con razón, el predilecto por excelencia para rememorar los hechos de aquel ilustre de la patria, y alrededor de su tumba oyen los estudiantes de ciencias zoo- lógicas de la Universidad la voz de su sucesor exteriorizando las erandes virtudes del naturalista insiene, y con fervor edificante depositan todos en su tumba flores que embalsaman el ambiente y elevan un himno de gratitud como prueba inequívoca de la consi- deración que por su recuerdo sienten, congréganse hoy también para dar cuenta de la labor realizada con entusiasmo digno de ejem- plo, por lo que nunca como en esta ocasión para ponderar la exce- lencia de aquel talento tan múltiple reflejado en obras de diversa índole que expresan su superioridad mental. Permitásenos pues, que por nuestra palabra tosca y nuestra fra- 1 Leído en la sesión solemne celebrada el 26 de Mayo de 1915 por la Sociedad Cubana de Historia Natural «Felipe Poey». LIBRAR Y NEw YORK BOTANICAL GARDEN, 2 JUAN M. DIHIGO se desaliñada os diga, pregonando así el éxito del cultivo de otra disciplina en que Poey revelara su vasto saber, su dominio grande, todo lo bueno que en ella hemos encontrado, mostrándose éste sol esplendoroso que al caer en el tiempo, cumplió su derrotero, dejó tras sí un haz de luz que ilumina las inteligencias y pone de mani- fiesto el poder de su mentalidad. Permítasenos que os haga conocer la delicadeza de su sentir revelada en la admirable belleza de su dicción y en el concepto elevado que tuvo de lo que es la forma en el campo de la literatura para la mejor y más agradable expresión del pensamiento. Y si Poey fué grande en las investigaciones que efectuara en el ameno campo de la Historia Natural, si en él demostrara el brillo de su mente, manifestándose dominador profundo de sus discipli- nas al grado de sorprender y producir admiración entre los más afamados maestros de esta ciencia en el extranjero; si el esecudri- ñamiento que de la madre naturaleza hiciera dió resultados mag- níficos, también merece que se enaltezca en todo lo que valen sus conocimientos literarios, ya al tratar las cuestiones propias de sus incesantes desvelos, ya revelándose maestro en el dominio absoluto de las lenguas clásicas y de modo muy especial de la latina, que fueron siempre bases seguras para la resolución de sus problemas lingiísticos, ya dentro de esos dos elementos, como al discurrir so- bre aleún punto de gramática francesa o al aclarar asuntos que no estimase bien determinados en la lengua castellana. Sus aficiones literarias y su inclinación a los estudios de lengua- je lleváronle a discurrir con éxito en este terreno de íntima cone- xión de la literatura con la leneua, y así como al hablarnos del Anobiíum bibliothecarum esparce su ciencia en cada línea, así tam- bién le vemos demostrar las bondades de la lengua latina, que tan- to estimara, como exponer con claridad meridiana un punto de tee- nicismo científico en relación con el griego o abordar, en fin, un problema literario orientando con la luz potente de su inteligencia la vía que otros habían de seguir. A los que en medio de un utilitarismo desmedido pregonan a los cuatro vientos la necesidad de relesar al olvido el cultivo de las lenguas clásicas para substituirlas por otras que a juicio de ellos brindan mayor interés, como si fuera posible que el saber ocupase lugar, presentamos un ejemplo contrario a tales inclinaciones: la labor literaria de Poey, los beneficios que obtuviera del conocimien- to de la lengua latina y de la griega para la denominación correcta POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO cs de géneros y de especies y que sólo por la plasticidad admirable de esos idiomas podrían obtenerse resultados tan satisfactorios. Es muy común en la vida la crítica por lo fácil que resulta, pe- ro qué difícil es la resolución de un caso sin los apropiados elementos para ello. A los que por cireunstancias especiales están llamados a ocupar un puesto en el magisterio o sin pertenecer a él tengan conciencia de lo obligados que están a conocer su idioma, no podrá serles indiferente el producir una impresión desfavorable. Pues bien: Poey siempre pensó en la necesidad de poseerle como se de- be, y no se alcanza tal beneficio si sólo se reduce a la parte mecá- nica del lenguaje y se abandona por completo cuanto pueda con- tribuir a proporcionar satisfacción grande al espíritu, como es el saber bien la causa de todas las cosas, de aquéllo que de modo muy principal a uno interesa. Y así como los hechos históricos tienen una significación en el desarrollo de los pueblos y el historiador desde su estudio analiza eon cuidado cuantos elementos puedan tener conexión con ellos a fin de obtener una gran lección de vida, así también no se alcanza- ría un dominio en la esfera literaria si no se obtuviese un profundo saber en el campo del lenguaje ya que en las relaciones íntimas de estos dos elementos, explícanse bien las mutaciones que fácilmente se advierten entre sí. La lengua castellana como obra de arte popular, al decir de un esclarecido escritor, vale aún más que su bella literatura. Y porque así lo hubo de pensar Poey, porque en sus escritos al lado del as- pecto literario se advierte un dominio del idioma que le permitió en los modismos, metáforas, frases hechas, refranes, advertir la profundidad del pensamiento, la sutileza del ingenio, el colorido her- moso, el chiste más delicado que en todo lo que de sobresaliente pu- diera notarse en las obras literarias, de ahí su afán en extremo gran- de, por llevar al ánimo de cuantos se precien de cultos lo indispen- sable de conocerle bien, ya que su carácter subjetivo ofrece al in- vestigador elementos que causan admiración cómo pueden producir atractivo tal los cambios de sus letras, las variantes morfológicas, su personalidad en la esfera de la sintaxis. La lengua castellana como organismo ha estado en evolución constante. Examinada a través del tiempo bien pueden apreciarse las modificaciones experimentadas y la necesidad de darse uno bue- na cuenta de ello ya que en el lenguaje escrito surgen frecuente- mente las voces que se oyen-en labios del pueblo. Pero por muchas 1 JUAN M. DIHIGO que sean las alteraciones que se ofrezcan cuando se examine un tex- to, como las Siete Partidas, u otro cualquiera, siempre se conservan elementos bastantes que permitirán un análisis minucioso de los signos, de sus combinaciones, hasta llegar a una etapa en que clara- mente se demuestra lo fundamental y sin dificultad se notan las transformaciones introducidas descansando en hechos ciertos que afirman en poder extraordinario de las grandes leyes que rigen los cambios en el lenguaje. De ahí el necesario conocimiento del idioma básico, de ahí los beneficios en cuanto al castellano y francés que ofrece la lengua la- tina, de ahí la segura orientación en el terreno de la ortografía descansando la presencia y combinaciones gráficas en los grandes principios que explican las formas y que han permitido a Poey idear algunas cuando la pobreza del lenguaje lo hubo de aguijar, como al Dr. Antonio Mestre para resolverle a Poey las dudas que en este orden pudieran presentársele. Sólo así y moviéndose ambos sobre inconmovible base se hu- bieran podido salvar dificultades que no hubieran tenido solución : la determinación exacta del encuentro de dos consonantes preci- sándose el grado a que debían pertenecer, la ley del tema y la de la influencia del yod latino. La necesidad de que dos consonantes se- guidas se hallasen al mismo diapasón es lo que ha despejado la du- da y asegurado la ortografía racional de estalagmita y de estalac- tita en castellano, que vemos reflejada con los mismos signos en francés, inglés y alemán, sin violar la ley de atracción de las eonso- nantes que se observa en- italiano. A esos conocimientos, a esos principios de aplicación matemá- tica, se deben la forma en que aparecen las voces en nuestro idio- ma en que el fonetismo predomina de modo extraordinario sin ries- go para la legítima ortografía, como se advierte en sísmico, sismó- grafo, sismología, sismológico, en Fidias y en enólico, enología, enológico, enólogo, voces en que aparecen las combinaciones con su verdadera pronunciación y los signos representativos de los soni- dos sin necesidad de la presencia de los elementos todos que vemos en la lengua madre y reflejados en las derivadas, por necesidad en éstas, dado sus principios ortoeráficos y variedad fonética de un de- terminado signo, de conservar los elementos gráficos de la lengua primitiva. Así lo ha entendido la Academia Española de la len- gua y con perfecta razón. Cuando se examinan las páginas literarias de Poey rápidamente POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 9 se nota su estilo correcto e inspirado; sus frases poéticas, sus imá- genes felices, demuestran por doquiera sorprendente erudición; revélase en ellas su magnífico espíritu de observación, “observador de las costumbres cubanas, como se ha dicho, que ha descrito con singular donaire, las gracias de Clementina y algunas escenas car- navalescas de Escauriza””, como ha relatado en inspiradas descrip- ciones la naturaleza de nuestra amada patria donde la luz, como ha escrito el Dr. Arístides Mestre, brilla profusa y donde el admi- rable conjunto está en relación con lo bello del detalle. Hablándo- nos Poey de la maravilla del instinto en las abejas, hormigas y otros himenópteros, nos hace apreciar su atinada aplicación de los asun- tos mitológicos en relación con la materia que trata. Abrid si que- réis refrescar vuestro espíritu, sediento de belleza, las admirables páginas que dedica a la Divinidad; y si es cierto que en nota ad hoc expresa que ellas reflejan una etapa de sus creencias modifica- das después merced a las doctrinas de Lamarek, Comte, Darwin y Spencer, ello no empece para que se reconozca su exquisita ins- piración al referir las ilusiones de su vida, llenándose de infinito placer al advertir que si los hombres mudaban “*la naturaleza man- teníase para él la misma, ya que las aves conservaban sus cantares, el arroyo sus murmurantes quejas,el árbol su verde cabellera, el rocío sus fuegos diamantinos””. Y así, línea tras línea, nótanse sí- miles magníficos, extasía su espíritu adjetivando el reino vegetal y mantiene en las figuras retóricas la gradación debida. De este modo, señores, y en forma natural y sencilla, nos habla en sus Memorias de los pinares y las auras, recordándonos en más de un caso al feliz poeta de la prosa, al eximio escritor Anselmo Suá- rez y Romero en sus cuadros admirables. De este modo, en forma descriptiva y elegante, con estilo correcto, sencillo y ameno, re- lata, despertando vivamente nuestro interés, cuanto estima per- tinente acerca del Anobio de las bibliotecas, demostrando cómo a los seres diminutos a veces les está encomendada misión de gran importancia, por lo que lo pequeño viene a ser lo grande como lo proclama el lema de la Sociedad Entomológica de Francia: Natu- ra maxima miranda in minimis. Y con la lóvica aplastante de sus conclusiones, hace resaltar—dicho todo con gran belleza y verdad indiscutible—la injusticia de la queja humana sobre el daño que a la industria pudieran hacer los insectos destructores de sustan- cias orgánicas cuya labor es de beneficiar los campos de la fetidez que esparcen los cadáveres de animales, de igual modo que pasa 6 JUAN M. DIHIGO eon los pergaminos, archivos y bibliotecas. Y como para justificar la obra realizada, y como si fuera un ¡quién vive! a los que gustan de la apariencia más que de la realidad, de exhibir bibliotecas ele- vantes, por su estantería, como por el lujo de la encuadernación de sus libros, lo inútil de todo ello si no se satura la mente con los buenos principios en sus páginas esparcidos, es que afirma que sl los libros no se visitan, no se sacuden, no se leen, si los herbarios no caen en sujetos entendidos, ni en manos laboriosas ¿de qué sir- ven al mundo? Vale más, agrega, quitarlos del medio y para ésto acuden los insectos dándonos una lección admirable. Léanse bien esas páginas, medítese sobre lo estampado en las mismas y grande será la enseñanza que habrá de derivarse de su lectura, pues si en ellas se nota una gran lección práctica hácese tanto más agradable lo expuesto, cuanto que resulta con la sencillez y candor propio del carácter del maestro inolvidable que supo siempre en sus escritos científicos y literarios tener muy presente aquel final del verso de Horacio que dice así: omne tulit punctum que miscuit utile dulcr. En otro artículo El Jejen al discurrir sobre dicho insecto y en lenguaje ameno y propio, expone sus puntos de vista etimológicos en la determinación del género oecacta: señala el origen del tér- mino oicactes que aparece eserito oecactes en latin, prefiriendo de- jar la terminación es para prohijarla en la lengua latina de acuer- do econ el consejo de Fabricio que consigna en su filosofía entomoló- ica sonus nOMNAUM, Quantum fieri potest, facilitandus, ideoque nec graeca, nec barbara admittimus; et terminationem graecam in latinam mutamus. En el referente a La culebrita de la Crin apare- cen salpicadas sus deseripciones con cuentos y anécdotas intere- santes, como el relativo a La Abeja resulta en extremo instructivo exponiendo el concepto que le ha merecido el himenóptero que es emblema de la actividad y el trabajo, tanto al poeta de Mantua como al lírico de eos. Quien haya leído La vida de las abejas, por Maeterlinek, comprenderá bien el mérito sobresaliente del escrito de Poey, preocupándose de ese insecto que tanto ha llamado la atención desde Plinio hasta Biúchner y sobre el cual no obstante la potencia mental de sus historiadores, difícil es hallar uno tan concienzudo, tan profundamente observador, tan interesante y tan ameno como el del escritor belga. No obstante lo dicho, no habrían de desdeñar los que nos escuchan la lectura del escrito de Poey, don- se aunan de modo excelente la inteligencia del saber y el exquisi- to gusto literario. POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 7 ¿ Y qué diremos, señores, de los conocimientos de Poey en el ars bene dicendi? Parécenos escuchar frecuentemente en los jul- cios que ha consignado en su memorable Oración Inaugural del cur- so académico de 1864 la voz del gran retórico Kleugen quien en páginas de enseñanza de los preceptos literarios expuestas en ex- celente y elegante latín, señala, como lo hace Poey, con claridad manifiesta y seguridad plena, los principios a que ha de ajustarse tanto el orador como el poeta. Aquella memorable sesión no podrá borrarse de nuestra mente, como tampoco aquella palabra segura y propia y aquel concepto siempre elevado que exteriorizaba al li- '“terato distinguido. Abrid esas páginas, que son un dechado de eru- dición y talento vastísimos, y veréis cómo piensa sobre la composi- ción literaria en prosa y en verso, haciendo indicaciones oportunas, consignando en el discurrir de su tesis fundamental cuanto esti- mó conveniente sobre la lengua castellana y los escritores que en ella se distinguieron. Y al señalar como se deben enlazar las ideas mediante su correcta expresión, indica asimismo el modo de efectuar las transiciones evitándose la forma vulgar, conservando en el es- tilo la expresión propia en cada modificación del pensamiento que es un magnífico exponente del conocimiento profundo de la len- gua adquirido enel estudio de los buenos autores. Y conociendo Poey, la singular importancia, en el orden vul- gar de los refranes, que son la sabiduría y moral de los siglos, ma- nifiesta que ellos supieron dar a la Retórica sus mejores ejemplos de hipérboles y metáforas y que, si el vulgo posee palabras de sin- gular valor que han sido tachadas de ordinarias por la aristocracia académica, no se recata de llamar vulgares los modos de expresar que van directamente al fin por el camino más corto y sin erudi- ción. No es a la poesía a la que le está sólo reservada la manifesta- ción estética de la idea, la prosa ofrece también ejemplos ricos y elegantes: dígalo si no cuando exclama: “Atalaya, la hermosa Ata- laya, ha herido mi corazón. Amena es como la brisa; libre como el Dorado en la líquida llanura, como la Gaviota en los cayos, como el Rabihorcado en las regiones etéreas. Hija del mar, tiene los ojos sesgos y verdinegros; áspera melena cubre su frente tostada por el sol. Su seno es inexpugnable, porque lo defienden Erizos y Lan- gostas, y los dientes de la Morena, y los brazos del Calamar. Sus perfumes son de asfalto; sus peinetas, blancas vértebras de Pargos y Jureles; sus alfileres las púas del Diodón, las espinas del Roba- lo, del Caballerote y del Rascacio. Los atavíos de su cabeza, en vez S JUAN M. DIHIGO de airones, son racimos de perlas entre esponjas punzó, carmelitas y moradas, hechos florones de la frente. Torzales de Algas forman su cintura; y sartales de Cípreas, sus collares. Calzado no tiene, porque pisa la combatida arena, y lava sus pies a todas horas en las olas incesantes del salado mar. Su retrete es una cueva de en- riscado acceso, vedada al sol de mediodía, tachonada de Lapas y Litorinas, ceñidas de corales, visitada por incautos peces; sus pe- lásgicos jardines están sembrados de pólipos flexibles, que burlan el ímpetu de las olas y contrastan con la furia de la tormenta; sus escabeles son estrados madrepóricos, obra grandiosa de diminutos seres. Su lecho es arenoso, sus colchones son escamas: su sueño es en los brazos anchos de la mar. ““Su dulce voz, si platica con las guijas y pedrezuelas de la apa- cible playa, es la del viento murmurador que todo lo ve, todo lo to- ca; su quejumbrosa voz cuando gime, es el sordo concierto de le- janas tempestades; su ronca voz cuando brama, es el alto y multi- plicado' acento del insano huracán, moviendo guerra a las tierras y a los mares. ““Sus espectáculos son el reglado movimiento de los cielos, los instables horizontes de la tierra; las estrellas que en innumerabies escuadrones se miran en la mar, la luna que quiebra en ella su me- lancólica faz; las exhalaciones que a manera de fuegos artificia- les, interrumpen la quietud de la noche; el fulgor de los relámpa- gos, el estampido del rayo que en surcos encendidos cae y rasga las nubes y derroca los altos promontorios, retumbando por valles y collados; la Aurora, sembrando de rosas el manto ya pálido de las tinieblas; el sol asomando por el oriente, lanzando ráfagas de luz y arrebolando la esfera; el sol apagando sus luces en el Ocaso, que le abre sus puertas purpurinas; los vapores acuosos, tendién- dose por la azulada bóveda en altas y bizarras condecoraciones re- camadas de plata y oro; los árboles movidos por el viento; el beso de la brisa, los embates del aquilón; los torrentes del cielo sorbidos por el Oceano; las hinchadas olas, que se alzan como corceles, sacu- diendo las blancas crines y sobrepujan las peñas, y refluyen en hi- los desatados; la espoleta del Escualo y los saltos de cetáceos bu- fadores; las dos plumas del Rabijunco, las alas tendidas del Rabi- horcado, la ancha red del Alcatraz, las vociferaciones del Fraile- cillo, las danzas de los Jejenes y las corridas de los Cangrejos. ¿Qué ángulo terrestre podrá en su pompa competir con la cuna de las Nereidas? No las abrasadas arenas de la Libia, el horrendo Cáu- POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 9 caso, los páramos incultos del Brasil, las selvas coposas del Para- guay. “Lejos de ti, me consume la ausencia; sin ti perezco, Atalaya. Si abro un libro de estudio, descubro tus pies entre renglones; me llamas, me conversas, me interrumpes en mis meditaciones. Como el forzado en el banco y atado de la cadena, he de remar nueve me- ses privado de los atractivos: llega una Pascua y otra Pascua y se aproxima la de San Juan; suelto el remo, dejo el banco, tomo las alas de la Golondrina. ““Ya la tierra se estremece de amor, penetrada por las primeras aguas del verano; salen de su seno electrizado a poblar montes y praderas, millares de mariposas blancas, rojas y amarillas; yo, empero, dejo los prados, dejo los sombríos y repuestos valles, de- jo las breñas ocultas en la espesura de los bosques, y corro al mar; a besar el arrecife, a pesar en mi mano un puñado de arena, a ilu- char con las olas, en pos de ti, Atalaya, ¡oh, hermosa Atalaya!?”” Y así revelando Poey sus conocimientos literarios señalando el movimiento poético advertido en aquella época, la asociación de los afectos humanos a la naturaleza como se nota en “La Campana de Schiller””, afirma cómo no puede obtenerse la elegante vestimen- ta con que deben presentarse las ideas con el simple conocimiento de los libros de gramática porque en ellos se hallan las reglas de construcción pero no la copia y significación de las voces. En otro discurso que leyera en el Liceo de la Habana nos ha- bla sobre de la música, diciéndonos: **¿ Quién duda que el violi- nista tenga nuestros corazones en la punta de su arco? Con él nos columpia en calma por los aires o nos arrebata con la tempestad, o nos conduce con el tren y al paso de una locomotora. Enciende en nuestros pechos el ardor guerrero, la piedad, la ternura; tris- tes o alegres al arbitrio de su instrumenta políglota.*? Y con esti- lo siempre adecuado al asunto sobre que discurre nos va señalando los efectos distintos de la música para tratar después de la decla- mación por la que los ánimos y los corazones hállanse pendientes de ajenos labios, del mismo modo que influyen en las impresiones que se experimentan, la acción, el acento y el estilo como la pintura y la escultura en el mejoramiento del gusto. Tal concepto llegó a alcanzar Poey entre los de su época sobre la absoluta imparcialidad de sus juicios, la conciencia con que hacía el análisis de las obras científicas y literarias que se sometían a su consideración que al ser preciso designar un ponente que juzga- 10 JUAN M. DIHIGO ra y estudiase las odas al Cable Subatlántico, recayó en él tan di- fícil encargo. Y en corroboración de lo dicho se le ve afirmar de un modo categórico que aún considerado el asunto bajo diversos aspectos no ha sido tratado dentro de las condiciones del caso y sin que ninguno de los aspirantes haya podido expresar en verso lo que León y Mora en la prosa exquisita de su memorable discurso inaugural. Háblanos también de otras obras literarias sin dejarse arrastrar por influencia de nadie y por ello si ensalza ciertos pasa- jes exterioriza en otros los defeetos que nota; afirma que en esas obras los asuntos tratados son dignos de la poesía, nada dejan que desear en lo material de la ejecución : metro variado, bien distribuí- do, léense las poesías sin cansancio, exordios llenos de inspiración, invocaciones oportunas y novedad en la forma. La amplia cultura literaria de Poey permitióle al juzgar diversas composiciones li- terarias como la invocación a la F'e con que se da principio al Cos- mos, decir que reúne la mística poesía de Lamartine, la gala de Lo- pe de Vega, sin dejarse de advertir arranques de poeta, mientras en Grandes pasos del Genio y en La Brújula, se advierte la falsa poesía de sus odas por la escasez de ideas. Como una prueba más de la imparcialidad de su juicio, justo es que citemos el emitido sobre la obra que escribiera D. José Martín de Arrate, Descripción de la Habana, que no es siquiera la histo- ria de los gobernadores de la misma y cuyo mérito no puede medir con las reglas que la retórica establece para escribir la historia, ni menos compararla con las de los clásicos eriegos y latinos. En ese estudio hace Poey atinadas observaciones sobre la obra, señala la ausencia de hechos que la hubieran mejorado, rechaza con ener- gía la equivocada apreciación de que el rápido aniquilamiento de los indios se debió a su pusilanimidad e inclinación al ocio y des- canso, como afirma Arrate, cuando dependió del rigor de los enco- menderos que les hizo preferir la muerte a la servidumbre. Nota también Poey cómo silencia este autor a la historia de los bucane- ros, la causa y progresos de sus rapiñas, la audacia de sus jefes y el daño ocasionado a Cuba; cómo apenas dedica algunos renglo- nes a la introducción de los esclavos africanos, sin analizar la in- fluencia moral que esta institución tuviera sobre el ánimo de los na- turales y cómo aparte de los asuntos que Arrate desenvolviera en su escrito, se advierte que la obra fué escrita con el espíritu del siglo, que resplandece en todas sus páginas y que no es otro que la religiosidad de aquellos tiempos. POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 11 En el estudio sobre Baltasar Gracian hace observaciones atina- das sobre su estilo, señala cómo se contagió con el gongorismo al extremo de oferecernos Poey de este autor ejemplos de estragado eusto e indica cómo ello podría evitarse bajo la “saludable influen- cia de lecturas como las de Jovellanos, Bossuet y otros escritores que dan brillo a su literatura por la elegancia de su decir y la eleva- ción de sus conceptos. Los que hayan leído los trabajos literarios de Poey y sobre todo los que tuvieron la suerte de conocerle bien recordarán que fué una de sus características siempre saliente el chiste oportuno, la gracia con que hubo de desenvolver ciertas materias. Así se ex- plica aquella conferencia que le oímos en el Liceo, en 1885, so- bre Algo del hombre y de la mujer y más del mono y de la mona, de- clarándose francamente amigo de la chanza, ornando su delicio- sa causerie con historietas en extremo oportunas. Y con la natura- lidad propia de un sabio, enriqueció la literatura cubana con máúl- tiples cuentos, con variadas deseripeiones que dan viveza y colori- do a su narración. Antes de entrar de lleno en los trabajos lingiísticos de Poey, permítasenos hacer algunas indicaciones sobre sus aficiones al cul- tivo de la poesía, sobre el mérito de su égloga a Silvia, en las que se leen estrofas de primer orden y en la que a veces se escapan aso- nantes en medio de aquéllas cuya rima es perfecta. La Revista Bi- mestre Cubana trata de las que dedicara a su esposa tomando como base de su inspiración el hermoso campo de nuestra patria bajo la influencia de un clima que coopera a su mayor esplendor. En esas poesías se hallan pinturas vivas de los lugares que frecuentó y cortas descripciones de aves, insectos y plantas. En El canto del enamorado pondera el dolor de la ausencia y la parte que la natu- raleza toma en su duelo cuando dice: El Sol pierde su brillo y olvida su cantar el pajarillo. Más adelante indica el contraste de la alegría causada por la presencia de la amada y la hermosura del suelo hollado por sus pies: Los montes brindarán con:su frescura, la tierra agradecida su alfombra cubrirá de vivas flores 12 JUAN M, DIHIGO y las abejas pastarán con blando susurro, los ruiseñores cantarán, las otras avecillas volarán gozosas y todos llamarán a sus amores. El canto de los dulces pajarillos, la verdura del prado, los árboles amenos y frondosos, el cielo claro, el aire freseo y puro, las aguas y los vientos inclinan a los tiernos pepsamientos. Y después se explica el autor así: Ven pues a contemplar estos prodigios, respira la frescura y perfume apacible de la selva, mírala florecer bajo las plantas, mira la mariposa en tus labios buscando miel sabrosa. Y así, olvidando por momentos sus aficiones a la madre natu- raleza, cultivando su espíritu con la lectura de las obras clásicas latinas, griegas, francesas, cooperó, aunque nunca en tan alto gra- do como en su condición de naturalista, al progreso de las artes en Cuba, a dar maravilloso resultado en la cátedra de lectura en alta voz que profesara en el Liceo de la Habana en el desempeño de la cual se unieron la inspiración del poeta, el talento del litera- to y la erudición del naturalista. Para no extender demasiado este trabajo y no cansar vuestra siempre benévola atención, vamos a exponer aleo de Poey en el campo de sus estudios lingúísticos. Claro es que no habréis de ver en él un émulo de esos grandes hombres que han iluminado con su saber la ciencia que con tanto éxito cultivaron Bopp, Bréal, Max Muller y otros; queremos sí haceros saber cómo por efecto de su dominio de la lengua latina principalmente y por los conocimientos que alcanzara en otros idomas hubo de discurrir econ tino y hubo de reconocer el beneficio inmenso que ese material le proporcionaría para la denominación de especies, no al capricho, sino de acuerdo con los principios de la composición y derivación en la esfera de la etimología. Y por ese convencimiento profundo que en estos asun- tos tuviera es que el Dr. Antonio Mestre en su bien escrito y me- POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO [ 9 jor pensado estudio Lexicología nos dice “que Poey desde hacía muchos años había insistido en sus cursos de la Universidad so- bre la propiedad de los términos, la exactitud y corrección en las palabras traducidas al castellano, en la necesidad de no transfor- mar indebidamente un término técnico en otro que, aunque de as- pecto más castizo, haga desconocer por completo el objeto a que se refiere”?. Y preocúpale de tal manera el lenguaje correcto y propio que por ello nos dice en su Curso Elemental de Mineralogía “no hay que decir a cuán graciosas interpretaciones conducen los voca- blos reformados. Han hecho del alma un sique (psyche) y han con- vertido la psicología en un estudio de higos (sicología), han trans- formado un murciélago que tiene una hoja sobre la boca (Phyllos- toma) o séase una membrana sobre la nariz en un amigo de la boca eseribiendo filostoma así como escribimos filosofía, amigo de la sa- biduría.?? Y porque siempre tuvo por guía la orientación latina en la resolución de muchos problemas ortográficos es que le vemos preferir en el cambio de la ¿ latina en castellano a y o j a esta últi- ma en la voz juxtaposición que la Academia escribe con y: yuzta- posición. Deseoso siempre de resolver los conflictos que se le presenta- sen en cuanto al teenicismo dentro de los principios de la ciencia del lenguaje, quiso cada vez que la duda pudiera asaltarle oir la voz perita del Dr. Antonio Mestre al objeto de robustecer su eri- terio logrando unificar las clasificaciones no sólo en cuanto a los caracteres zoológicos sino respecto de los términos en ellos emplea- dos sobre género de los nombres de personas o animales dando pre- ferencia a la terminación latina, pues como dice Poey casi todos los seres animados son naturalmente masculinos o femeninos. Cree asimismo que deben latinizarse todas las voces griegas en on ter- minándolas en um; si recordamos la escala vocalaria en la que se nota la atenuación de los sonidos y se explica el muy diverso colori- do que se ve en el estudio comparado de las voces se comprenderá mejor el criterio que desea mantener Poey. Por ello es que anali- zados frente a frente términos de las lenguas griega, latina y sáns- erita, se obtiene que la vocal original a, por ejemplo, se ha modi- ficado primero en los tres sonidos a, e, o y por continuada debilita- ción de dichos sonidos mientras en griego el proceso de la mutación vocalaria limitóse al cambio de la 6 en a,e o y en latin tales trans- formaciones por su frecuencia toman el carácter de especiales leyes fonéticas. 14 JUAN M. DIHIGO Tanto fué el interés que sintió por estos idiomas advertidas las infinitas dificultades que nuestra habla opusiera en el campo del teenicismo científico que lamentó como pocos que la mayor parte de los nombres latinos y griegos no pudiesen pasan al easte- llano sin alterar su ortografía, modificándose grandemente pues siempre pensó que era desastrosa la idea de escribir del modo que se pronuncia, alterando hasta los nombres propios como el español Jenofonte, italiano Omero, porque la facilidad hallada no habría de compensar el barbarismo en que fácilmente puede uno colocar- se sobre otras naciones cultas, como la alemana, inglesa, francesa, ni la dificultad de comprender el sentido de las voces empleadas en historia natural y medicina, como consigna Poey, desde que se pierden los vestigios de la etimología. Asimismo afirma que las vo- ces derivadas del latín y del griego habrían de tener las terminacio- nes acomodadas al genio de esas lenguas v. g.: mycetophagi o my- cetophagides; haematomy2z1 o haematomyzides, haematomyzandes. Que si en vez de Chupadores de materias animales se quiere expre- sar Lamedores se pondrá zorcóloechos en vez de z0icómyzos, forma ésta y no 20ómyzos que adopta Poey prefiriendo tomar la raíz en el adjetivo, pues no se trata en este caso del animal, como dice, sino de sustancias animales. Es preciso evitar que cada autor nombre las familias sin aco- modarse a reglas y usando de las denominaciones y desinencias que más le han agradado sin sujetarse a principios teóricos. Es necesa- rio, manifiesta Poey, para los progresos de la ciencia, el poner un término a tanta arbitrariedad, fijando algunas reglas bastante ra- cionales para que sean generalmente admitidas y por ello propone que los nombres de familias, sean adjetivados, que las grandes di- siones de clases, órdenes, erupos de familias y todos los nombres que no derivan de un substantivo se pongan en plural neutro, con- certando con ¿nsecta, por lo cual pecan contra esta regla los siguien- tes nombres de Latreille Clavicornes, Xylophagi, Clavipalpi, Mala- codermi que deben escribirse Clavicornia, Xylophaga, Clavipalpi- da, Malacodermata. Que para estas grandes divisiones se deberán tomar nombres sacados de las costumbres o de las formas, que se deriven los nombres de familias del substantivo genérico; que to- men los adjtivos su derivación del genitivo; que las terminacio- nes se pongan en plural y en género masculino, femenino o neutro de acuerdo con el género del substantivo a que se refieren, pecando contra esta regla los géneros de Agassiz Erotylenae, Parmádae, Co- lydír, pues salen de Erotylus, Parnus, Colydium. POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 15 Sobre los cambios en las terminaciones es de opinión Poey que deben variar del modo que más complazca al oído sin admitir una misma desinencia para todas las familias de una clase, pues se ha- ce desagradable la repetición del mismo sonido. Si bien todo ello tiende a velar por la eufonía del idioma debe aceptarse si se acomo- da el cambio, como debe acomodoarse, a los principios de composi- ción en los términos. La prioridad en las terminaciones, añade Poey, no vale, pero ha de guardarse bajo cierto aspecto en la raíz. Bue- na prueba de ello son en los géneros de Agassiz Anisotomidae, Cy- phonides, Atopites, derivados de los géneros Anisotoma, Cyphon y Atopa. Refiriéndose Poey a la expresión Elatobranchia de Mencke que es tomada del griego, con la misma significación que Lamelli- branchiata aborda el problema de si se ha de hablar latín o grie- go, y si es permitido el uso de ambas lenguas en la clasificación de los seres naturales, no para formar términos híbridos, dice, sino para usar alternativamente unos y otros. Manifiesta que el escribir todo en griego no entró en la filosofía de Linneo ni de Cuvier, por lo que cree que en general debe preferirse la lengua latina y que en casos más favorables debe acudirse al griego aunque alternen pa- labras de ambos idiomas. Asegura que la opinión y práctica de Mencke y Pfeiffer es más exacta porque tiende a la uniformidad por medio de la lengua primitiva que es al mismo tiempo la lati- na; sin dejar de comprender las razones en que descansa el erite- rio de Poey hubiera sido más exacto no estimar a la lengua lati- na como lengua primitiva ya que en la investigación de la ciencia del lenguaje ella no es más que otra de esa eran familia denomina- da indoeuropea, al mismo nivel que el griezo y el sánserito, siendo necesario para llegar a la primitiva, o sea al ario, remontarse más, como lo han hecho los autores que han discurrido sobre este asunto. No fué Poey hombre fácilmente impresionable en el campo de sus investigaciones; la labor paciente en cada caso, el análisis cui- dadoso de las cuestiones, las bases científicas en que debiera «dles- cansar sus puntos de vista, contribuyeron a determinarlo en tal o cual sentido. Por ello es que indica los motivos para adoptar la voz masia en vez de maxilar partiendo siempre del latín y no de otro idioma, lo que no se advierte en los libros elementales que se dan por texto español en las Universides, defecto perfectamente apreciable que lo lleva a quejarse del eran desprecio con que se mi- ran las raíces latinas. | En una interesante disertación gramatical aconseja se escoja 16 JUAN M. DIHIGO una de estas tres formas Guaminiquinar, Guaminiquinar y Guabi- niquinar; discurre sobre las voces castellanas que terminan en sin- gular en zx y forman su plural en y o en j como se ve en relox, relojes (1851); consigna cómo la x en la antigúedad se usó con sonido gutural teniendo el sonido de cs cuando la acompañaba un acento cireunflejo como en inconexro; manifiesta que Go- mara escribe la dicción con x, Herrera con y y Casas forma su plural Guaminiquinaces; que según el género de la len- eua latina y de su hija la castellana corresponde este derivado al primitivo singular Guaminiquina.r, debiendo los que sigan a Ca- sas conservar la x en singular. Cree Poey que la forma Guamin- quinar y ordinariamente Guabiniquinar es más sonora, alegando como razones, a su juicio de peso, la autoridad de Oviedo, el he- cho de que en la letra cursiva castellana se ve el gran parecido de la r minúscula con la c que se llega a confundir, por lo que propo- ne se uniforme la ortografía de Casas y de Oviedo tomando un tér- mino medio Guaminiquinar como pronunciación usada por los in- dios. Aun cuando los estudios hechos acerca de esta cuestión en el campo lingiístico señalan relaciones de semejanzas en el parecer de los autores, ellas no son bastante a uniformar el criterio, pues Pi- chardo en su Diccionario de Provincialismos registra Guabiniqui- mar que para Macias es la forma más aceptable, mientras Bachi- ller se refiere a Guabiniquinar, Rafinesque a quinajes y guadoqui- najes, Armas al señalar las voces criollas derivadas del árabe trae guabiniquinaje, guaminiquinaje y Oudin, Franciosini y Terrero guadaquinaje que es cualquiera caza de animal pequeño montesino. Bueno es consienar lo peregrino que resulta el origen etimológico que Macias señala a esta voz en su Diccionario cubano. En cuanto a la opinión de Poey sobre el sonido que en la anti- gúedad tuvo la x de cs, ella descansa en una razón de fonética que de igual modo se ve en otros idiomas, como el griego, en cuanto a los elementos componentes de la £.. Esta combinación que da ori- gen a la x usóse también para expresar dicho sonido en el alfabeto etrusco, sirviendo más tarde como símbolo númerico para el núme- ro 10. Mucho más podría decirse sobre la orientación de Poey en el campo de la ciencia del lenguaje, mas ello haría interminable este trabajo y lo anotado basta para formular un juicio sereno y acaba- do sobre sus excelentes condiciones mentales y su cultura extensa y variada. En un trabajo inédito sobre El movimiento lingiístico en Cuba POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 17 hemos recogido también sus opiniones sobre la lengua latina : “Y ¿eó- mo olvidar al sabio Felipe Poey, decíamos, profundo conocedor de la lengua latina, dominándola como pocos, exponiendo con tan hermoso ropaje sus lucubraciones científicas como se advierte examinando las páginas de sus Memorias sobre la Historia Natural, las de sa Enume- ratio Piscium Cubensium y cómo tampoco olvidar su traducción de la primera égloga de Virgilio? Poderoso auxiliar, añadíamos, para sus clasificaciones, plástico molde a que fácilmente acomodara se- ñalada voz necesaria para la exposición de una determinada idea.”” Y más adelante en el mismo trabajo y refiriéndonos a los cultiva- dores de la lengua castellana añadíamos: “Y así como al tratar del movimiento del estudio del latín en Cuba, señalamos la importan- cia que entre sus cultivadores tuvo nuestro eminente D. Felipe Poey, también ocupa puesto especial en la hermosa falange de cu- banos que profundizaron nuestro idoma, revelándose castizos en sus escritos. Por ello es que Poey escribió un artículo sobre el ca- rácter eufónico de la lengua española afirmando que es más eufó- nica que lógica en su expresión, mientras la francesa es eminente- mente lógica bastando el comparar una con otra para advertir la diferencia; y al apuntar las observaciones por él hechas indicamos que hasta el carácter lógico de la francesa y antilógico de la espa- ñola se advierte también en la puntuación, ya que los franceses puntúan analizando y los españoles conforme a dos reglas, aten- diendo al sentido, o séase al análisis lógico y atendiendo a la nece- sidad de la respiración; mientras los franceses ponen entrecomadas todas las oraciones incidentales los españoles ponen las dos comas cuando la incidental es larga o la suprimen si es corta.*? Esas ma- nifestaciones de Poey descansan en la práctica de los autores clá- SICOS. En otro artículo titulado Prosodía, de gran importancia, asi- mismo consigna “la arbitrariedad y diferencia de opiniones en la pronunciación y por lo tanto en la ortografía de los nombres propios correspondientes a la historia antigua””. Como no se ad- vierte regla sobre esto indica la conveniencia de salir de la anar- quía aconsejando que los casos dudosos se resuelvan por la proso- dia griega y latina. Al ocuparse de los Acentos, en otro escrito, censura a la Academia por no señalar en su gramática (1854) las reglas ortográficas, obligando a buscarlas en tratado de ortogra- fía de la misma Corporación el cual no contiene todas las reglas so- bre la acentuación de las palabras, siendo conocidos a veces por la 18 JUAN M. DIHIGO práctica del Diccionario. Y si parece natural que exista relación entre la Gramática y el Diccionario de la Academia, examinando cuidadosamente aquélla se nota cuánto deja que desear en su redac- ción, pues hay reglas sobrantes, las hay repetidas con varias formas v las hay demasiado materiales o mecánicas, afirmando Poey que las reglas no deben darse a la memoria que la sobrecarguen y que se olvidan, sino al entendimiento que no las puede olvidar. Y como todos los aspectos del código de nuestra lengua fueron por él analizados de ahí el artículo Observaciones gramaticales en el que las hace muy atinadas “sobre el régimen directo que no de- biera en ningún caso llevar preposición para no confundirlo con el dativo o régimen indirecto, trayendo a colación cómo los franceses siempre lógicos en sus construcciones gramaticales no la usan en acusativo de persona ni de cosa y que en cuanto a las personas la regla, o más bien la excepción, ha sido introducida para dar mayor majestad o eufonía a la expresión””. Entiende Poey que debe ineli-- narse uno a infringirla cada vez que la presencia de la preposición no cumple con uno de estos dos fines. Más adelante afirma “que es punto árduo la regla de la Academia sobre el uso del pronombre le para el masculino, la para el femenino y lo para el neutro, pues hay ejemplos en contra de los autores clásicos del siglo de oro de la literatura española, así como de excelentes escritores mo- dernos.?” En una disertación titulada La hija y la madre: relaciones filológicas, manifiesta Poey los estrechos vínculos que existen entre el latín y la lengua castellana; que la antigua Universidad Pontifi- cia de la Habana, tuvo un tiempo de brillante latinidad : los estu- dios se hacían en textos latinos y las oposiciones en latín y recuer- da cómo areumentaban en la leneua de Cicerón, Prudencio Hecha- varría y Francisco Encinoso de Abreu. Y al esforzarse por deter- minar la conveniencia de su conocimiento, dadas las semejanzas de nuestro idoma con aquél afirma que es indispensable para el ju- risconsulto en el estudio del Derecho Romano, para el médico co- mo hombre científico y para el literato, debiendo aprenderlo los que se dedican a la poesía en Cuba, pues es innegable que si leyeran a Virgilio y a Horacio harían mejores versos, sin que esto quiera de- cir, añade, que los hagan defectuosos, pues no quiere se interprete indebidamente su criterio llevándole a malquistarse con los poetas, ““clase de hombres a quienes admira por lo que tienen de misioneros, y a quienes respeta porque pertenecen a una familia caracterizada con la nota de ¿rascible genu?”?. POEY EN SU ASPECTO LITERARIO Y LINGUISTICO 19 Refiérese Poey en Observaciones filológicas a lo frecuente que resulta en el habla el uso de locuciones viciosas como turrón por le- rrón, sancochar por salcochar; esfuérzase por contribuir a la per- feeción del habla de Castilla en suelo cubano, discurre sobre el em- pleo de los acentos en palabras esdrújulas que otros hacen breves, " que si los puristas pronuncian cérebro tal vez porque la segunda sílaba es breve en latín olvidan otras cireunstancias que aconsejan el carácter grave de la dicción; que es error decir intérvalo y no intervalo, puesto que nuestra voz deriva de la forma latina interva- llum euya penúltima es larga por la consonante doble que se advier- te en dicho idoma como debe decirse paralelogramo y no paraleló- gramo no sólo porque en latín tiene dos m sino porque ya la Aca- demia, inspirándose en un prineipio científico ha resuelto, como dice el inolvidable Cuervo, en cuanto a los nombres de medidas ter- minados en gramo, que sean reputados por graves, como así debe ser con los que finalicen en litro. Y por estas mismas razones de origen debe pronunciarse Tibulo y Catulo como lo hace Jáuregui en una traducción de Marcial que dice así: También al docto y cándido Tibulo Dió eterna fama Némesis hermosa; Rigió la lengua culta y numerosa Y a Lesbia del suavísimo Catulo. o Lope de Vega en el Laurel de Apolo, silva IX: Pomponio, Horacio, Juvenal, Tibulo, Propercio, Mauro, Itálico y Catulo. Y de es modo, haciendo la crítica del empleo de algunas letras, del equivocado uso de señaladas voces contra el criterio de los bue- nos hablistas, del desconocimiento de la verdadera acepción de un término equivocando así su mal empleo, demuéstranos Poey cuánto hubo de interesarle el lenguaje como expresión de las ideas y cómo trató de estudiarlo para poder con seguridad absoluta señalar el error en cuanto a la propiedad que en determinado uso se ha que- rido advertir. El campo del lenguaje tan fecundo para múltiples observaciones proporcionó a Poey infinitos elementos para diversas clases de es- tudios; por ello es que discurre, inspirado siempre en una erítica 20 JUAN M. DIHIGO elevada sobre la idiosineracia de ciertas preguntas, sobre locucio- nes ridículas utilizando el chiste cada vez que lo juzgó oportuno, señalando las expresiones consagradas por la costumbre, exteriorl- zando las rarezas de ciertos anuncios y letreros y precisando el verdadero concepto de los verbos reconocer y apercibar. Y para terminar, señores, os diré que el dominio erande de la lengua latina permitió a Poey, en el campo a la vez de la literatu- ra como de la gramática, interpretar de modo realmente superior las obras de aquel poeta imitador de Varrón como de los griegos, sobre todo de Homero, Virgilio, en cuyo lenguaje fácilmente se nota la armonía perfecta entre las ideas y la forma, la habilidad en la construcción de la frase, ritmo melodioso, propiedad en la expre- sión, poseyendo los secretos, como se ha dicho, de admirable versi- ficación. Hemos analizado frecuentemente su traducción de la pri- mera égloga de Virgilio y fácil ha sido comprobar la exacta ex- presión del pensamiento del poeta latino; y si devotos admiradores de la versión que en verso ha hecho el por muchos títulos literato y lingitista insigne Sr. Joaquín D. Casasús, nos hemos sentido emocio- nados al ver cómo su verso castellano ha revelado de modo sorpren- dente el pensamiento del inmortal mantuano, justo es que confese- mos asimismo que nuestro sabio maestro supo también ofrecernos una versión que revela su conocimiento profundo de un idioma que tanto hubo de enriquecer a Virgilio, venciendo las dificultades que ofreciera a Lucrecio y a Catulo. Expresemos pues, como resultado de la admiración intensa que por Poey siempre hemos sentido, lo que dijo Ovidio de Lucrecio: Carmina sublimis tunc sunt peritura Lucreti Exitio terras cum dabit una dies. esto es, que se borrará aquélla de nuestra mente el día que el uni- verso se haya destruído. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI ?* POR LA SRITA. DRA. ANGELINA EDREIRA RODRÍGUEZ ELECCIÓN DEL TEMA E) ideal de la moderna pedagogía es adaptar sus principios y enseñanzas al organismo o sujeto encargado de recibirla, de modo que, habiendo perfecta concordancia entre la una y el otro, los re- sultados de su unión sean fructíferos. Y este principio nuevo en cuanto se refiere a asuntos pedagógl- cos, no contiene nada original. No hace más que seguir las leyes de la naturaleza, que vemos comprobadas por doquier: adaptarse a la ley de las circunstancias. La pedagogía moderna es muy experimentalista. El maestro, el pedagogo, necesita conocer al sujeto objeto de su enseñanza. Pa- ra conocer es necesario experimentar; así se adquirirá un conoci- miento de cada una de las facultades, de las vocaciones, de los sen- timientos del sér que ha de guiar, y se realizará la compenetración entre ambos, teniendo en su mano la clave que ha de guiarle en la distribución de la savia adecuada a cada personalidad. Por esto, hoy conviven, junto con la pedagogía, ciencias diver- sas como la **Psicología experimental?””, la **Paidología””, la **Hi- giene escolar”? y la “Biología””, que, entrelazando sus ramas, y a modo de vasos capilares, eliminando todo aquello que está fuera de su alcance, dan a la Pedagogía principios sólidos sobre que ba- sarse. Tal cambio, tal transformación, ha debido hacer surgir tenden- cias nuevas en los siglos xIx y xx, y después de los sistemas pedagó- gicos de Rousseau, Pestalozzi, Froebel y Herbart, cuando se creía que ya nada nuevo podía crear la mente humana, aparecen ideas nuevas, sostenedores de nuevas doctrinas. Por esa misma novedad, hay asuntos dentro de la pedagogía que no han llegado todavía al conocimiento de muchas de las perso- nas que se dedican a la noble carrera del magisterio, y ya que la 1 Tesis para el grado de Doctor en Pedagogía, Se publica por recomendación del Tribunal. 9) ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ oportunidad se me presenta para exponer y desarrollar este tema, paréceme que debo escoger uno de esos asuntos nuevos, verdadero asunto de revolución en que aún no está dicha la última palabra. Es esta la razón porqué me decido a tratar este tema: “El sis- tema pedagógico de María Montessori””, nombre desconocido para la mayoría de los que no se dedican al estudio de las cuestiones pe- dagógicas. Pero también quiero hacer constar que ese tema no será para mí un tema de crítica; que no llegaré a ninguna conclusión cate- górica: el sistema pedagógico de María Montessori es novísimo, y aunque aceptado con júbilo por algunos, a veces la crítica más se- vera se ha exacerbado en él; pero lo estudio, considerando que cuando se analiza con imparcialidad, hay que suspender lo mismo la alabanza entusiasta, que la impugnación declarada, dejando el fallo definitivo al porvenir, que será el único llamado, después de una dilatada experiencia, a negar o a aceptar sus principios. ; La autora titula sus experiencias ““ensayos””: como tal los tomo, y los expondré, deseando que esas ideas se esparzan y estudien, con la esperanza de que al mismo tiempo que signifique un gran campo de experimentación por parte mía, resulte terreno abonado para el estudio de otros. La psicología experimental nos ha dado la clave de muchos se- eretos hasta ha poco ignorados. Los laboratorios paidológicos nos permiten pesar y medir, podríamos decir, el efecto de nuestra en- señanza. La pedagogía moderna entra en el campo de ciencia defi- nida y tiende cada vez más a merecer la denominación de pedago- gía científica. ¿Y qué hemos podido deducir de ello? Que la mayoría de las veces el efecto no responde al motivo. Nuestra enseñanza no es semilla abonada, no germina; y enton- ces nos preguntamos: ¿de dónde viene el mal? Esto es precisamente lo que más importaba averiguar y lo que a fuerza de experimenta- ción se ha podido deducir o conocer. La mayor parte de las personas que se dedican a educar niños piensan que éstos son unos hombrecitos y que las facultades de su intelecto, se hallan proporcionalmente disminuídas como su orga- nismo, y no alcanzan a comprender el abismo que media entra una y otra mentalidad. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 18] 2) María Montessori trata al niño como una personalidad distin- ta. Lo estudia detenidamente desde los puntos de vista antropoló- gico y psicológico. Le deja en completa libertad de manifestar sus instintos y vocaciones, y esto, según ella, redunda en beneficio del conocimiento. Y sienta sobre todo un principio nuevo, opuesto a todos los actos seguidos hasta hoy y notablemente original: el prin- cipio de libertad. María Montessori es una revolucionaria pedagógica y en todas sus reformas es esencialmente radical. Ni horarios, ni pupitres, ni obligaciones: libertad sin límites; excepto en lo que la menoscabe la libertad de otro, o sea insocial. Y así, sentada una serie de verdades, ha producido un sistema pedagógico, no como el de Rousseau, impracticable; sino que la brillantez de sus teorías va aparejada con el éxito de la práctica de sus “Casa dei Bambini”” creadas y sostenidas por el Instituto de Bienes Raíces de Roma. MARÍA MONTESSORI Y SU ESCUELA El siglo xx, siglo de renovación e ideas nuevas, caracterízase más que ningún otro, entre diversos motivos, por el gran concurso que la mujer presta a la obra de la educación. Bien es verdad, que esta afirmación no empece a que en siglos anteriores vengan a relucir en la Historia de la Pedagogía, nom- bres de mujeres notables por sus escritos y por la ayuda prestada a la enseñanza. Tras de Jacqueline Pascal y Madame de Maintenon, cubre el eran campo de la educación un extenso velo, en cuanto pudiera re- ferirse a la colaboración de la mujer en la enseñanza, a pesar de los esfuerzos aislados de muchas mujeres cultas e instruídas, como Madame de Miremont y Madame Lambert. Hay que llegar al siglo xIx, esperar que den frutos los princi- pios de libertad que brotan después de la Revolución Francesa, para ver entonces abrirse horizontes nuevos y comenzar, pudiéra- mos decir, la verdadera obra de las pedagogas feministas. Pero esto era natural. Llevada a sus límites ciertos la misión de la mujer, deslindado suficientemente el campo de su acción, ábrensele de par en par las puertas de las ciencias, y las Univer- sidades no les impiden su colaboración a la obra de difusión cul- tural e instructiva. 24 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Francia fué entonces la encargada de iniciar este movimiento, y por eso son franceses los nombres de las mujeres que más sobre- salieron en estos momento: Mme. de Genlis, Mme. Campan, Mme. Necker, Mme. Guizot y otras tantas. Pero el siglo xx se inicia con otra tendencia. La mujer en el si- glo xx funda sistemas de educación, sistemas basados sobre sólidos cimientos y sin dejarse gular por el vuelo de su imaginación, va a la ciencia: escudriña, experimenta, observa y compite, en la segu- ridad de sus principios y en la firmeza y energía de sus afirmacio- nes, con los más ilustres pedagogos que han legado sus nombres a la humanidad. Tal es la obra de María Montessori, la pedagoga italiana, que ha dado su nombre a todo un nuevo sistema de educación. María Montessori, conocedora experta del espíritu y del cuer- po del niño, funda su sistema en las experiencias obtenidas tras largos años de estudio: y de práctica, como Doctora en Medicina, primero, y como estudiante de Filosofía, después. María Montessori era la primer mujer que recibía aquel grado de la Universidad de Roma. Estos conocimientos profundos son los que le permitieron rea- lizar su magna obra, y de aquí que su sistema, erróneo o no en la aplicación, tiene como base cimientos de granito, y como ella no tra- ta de ocultarlo, la verdadera novedad de su sistema estriba en la aplicación al niño normal de procedimientos y métodos empleados anteriormente con los niños deficientes, sistema deducido de obser- vaciones derivadas de su práctica personal, en colaboración con sus estudios médico-antropológicos. Desde que la Pedagogía deslindó su propia esfera de acción, nó- tase la falta de adaptación de la enseñanza, al sér que la recibía; y de ahí la necesidad de conocer a este sér en todas sus actividades. Tratóse de remediar el mal, pero no se hicieron más que esfuerzos aislados; se veían de dónde venía el efecto, por todos lados surgía una protesta, pero los métodos seguidos no eran los adecuados al esfuerzo. Así las cosas, inicióse en Italia años ha, con el establecimiento de la Escuela de Pedagogía Científica, la tendencia a poner en práctica principios muy en boga entonces, sobre la regeneración de los métodos de enseñanza. Tal escuela constituyó un verdadero acontecimiento, llegando de todos los países maestros ávidos de co- nocer sus métodos. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 2 Or Esto dió lugar a que se acentuase más el esfuerzo de renova- ción, pero como todavía no estaban bien deslindados los límites de la pedagogía, lo que motivó fué una verdadera confusión, y la Es- cuela de Pedagogía Científica conformóse con instruir a los maes- tros sobre la manera de tomar las medidas antropométricas y en el uso de algunos aparatos psico-métricos. Pero aquí no está todo : el ideal de la moderna pedagogía es emi- nentemente práctico. Y aquéllo no era más que concretarse a llevar las prácticas del laboratorio experimental a la escuela; estaba muy lejos de repre- sentar su renovación. » Para que los maestros preparados en esta Escuela de Pedagogía Científica estuviesen empapados de su misión, además del uso de los instrumentos y el aprendizaje de su manejo, habrían de tener la preparación intelectual necesaria para no hacer esos mismos experimentos de una manera mecánica y de utilidad dudosa. El progreso práctico de la escuela, afirma María Montessori, de- manda una fusión de estas tendencias modernas, en la práctica y en el pensamiento. Y ella misma es la primera que nos ha presenta- do un sistema de enseñanza completo, cumpliendo con los precep- tos expuestos, y derivados del conocimiento exacto del niño. Sien- do María Montessori doctora asistente a la clínica de Psiquiatria de la Universidad de Roma, tuvo ocasión de estudiar la mentalidad de los niños deficientes. Se aficionó de tal modo a ese estudio, que después de vencido el tiempo marcado como obligatorio a todos los alumnos, se dedicó a estudiar detenidamente la mente humana en sus fases normal y anormal, y al estudio comparativo de ambas. A este punto, buscando sobre qué basar sus experimentos, tuvo que guiarse por los estudios realizados pos Eduardo Seguin sobre la mente humana, sobre todo en su fase anormal. Eduardo Seguin, había sido discípulo del célebre Itard, médico del Instituto Nacional de Sordos Mudos, quien le había iniciado en la psicología experimental. Itard había dedicado gran parte de su vida a la educación de un niño encontrado en Francia en esta- do salvaje, y aunque sus esfuerzos no se vieron coronados por el éxito, no fueron perdidos, y sí sabiamente aprovechados por Sé- guin y sus discípulos. Estudiando las obras de Seguin y las mismas de Itard, María Montessori pudo asimilarse bien sus principios, y afirmarse más en las ideas que había adquirido durante su larga práctica. 26 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Invitada por el Ministro de Instrucción Pública de Italia, Gui- do Baccelli, dió una serie de conferencias a los maestros, donde ex- puso su método de educación para los niños deficientes; y poco des- pués se hizo cargo de la Dirección de la Escuela Ortofrénica de kRo- ma, la que desempeñó por más de dos años. A esta escuela asis- tían niños de las escuelas privadas y públicas que habían sido cali- ficados como anormales. Varios años después María Montessori viajó por Londrés y Pa- rís, con el propósito de perfeccionarse y adquirir mayor dominio sobre sus ideas, disciplinando también a los maestros elementales que se ponían bajo su dirección. Ya bullía en su mente la idea de aplicar al niño normal el mé- todo que tan buen resultado le había dado con el anormal; y que- riendo experimentar bien, se matriculó por segunda vez en la Uni- versidad de Roma, como estudiante de Filosofía. Había ya terminado sus estudios, después de haberse dedicado durante algún tiempo a la psicología experimental con niños de las escuelas públicas, cuando fué invitada por Eduardo Tálamo, para dirigir la primera “Casa de Párvulos”” de Roma. Esto abría nuevos horizontes ante María Montessori y le ofrecía la oportuni- dad de aplicar su método al niño normal. Eduardo Tálamo, director general de la Asociación de Bienes Inmuebles de Roma, había adquirido a nombre de la sociedad que dirigía una serie de edificios en el barrio de San Lorenzo. Estos edi- ficios fueron construídos años ha, con el propósito de hacer de aquel barrio de las afueras de Roma, un barrio aristocrático. La realidad no correspondió a los esfuerzos y al fin los inquilinos de aquellos edificios fueron todos obreros. De las grandes salas se hicie- ron varias habitaciones, donde residían familias diversas, cada una con sus costumbres, cada una con sus vicios. Hombres, mujeres y niños vivían hacinados en aquellas habitaciones mal aereadas, nun- ea visitadas por el más tenue rayo de sol y que constituían verda- deros antros de corrupción y enfermedades. La Asociación de Bienes Inmuebles de Roma, adquirió esos edi- ficios, los reconstruyó en departamentos separados, y los alquiló a pobres trabajadores por un precio reducido, fomentando así en- tre los inquilinos el amor al hogar y hábitos de limpieza y orden. Pero sucede siempre en estas capas sociales que la mujer tie- ne sobre sus hombros infinitas obligaciones. Trabajan para fuera, a fin de contribuir a los gastos de la casa, y además están obligadas EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 27 a cuidar del hogar. Como se le da más predilección a la primera de estas ocupaciones, las otras son olvidadas o desatendidas. Por eso resultó que los pequeños hijos de los inquilinos, de aquellos obreros, que no estaban aún en edad escolar, cuando sus padres iban para sus trabajos, se quedaban en la casa, deteriorándola y desor- denándola. ¿Qué hacer con esos pequeños? Nada mejor que lo ideado por la Asociación de Bienes Inmubles: institituir escuelas dentro de cada manzana de departamentos; y la dirección general de estas escuelas fué la que encomendaron a María Montessori. Estas escuelas estaban abiertas para los hijos de todos los in- quilinos cuya edad fluctuase de 3 a 7 años. La primera se estabie- ció en Enero de 1907 en el barrio de San Lorenzo y fué encomenda- da a la señorita Cándida Nuccitelli bajo la dirección de la señorita Montessori. Á ésta siguieron otras en barrios habitados por gentes trabajadoras, como la establecida por la Sociedad Humanitaria de Milán en Octubre de 1908. El trabajo realizado por la señorita Montessori en sus “Casas de Párvulos”? es nuevo y muy notable. Nuevo, por la originalidad de aplicar, como ya se ha dicho, al niño normal, métodos que dieron resultados admirables en la educación del niño deficiente; notable, por los resultados obtenidos. María Montessori cuando aplica su nuevo método de enseñan- za, deja al niño en completa libertad para realizar todos sus actos. Y con el radicalismo que la caracteriza afirma que el niño debe aprender a realizar todas las acciones necesarias para su vida, por- que el que es servido, resulta esclavo de quien le sirve. Desarrollando su mente por el ejercicio diario y graduado va perfeccionándose de una manera natural, sin esfuerzo alguno, des- arrollando sus sentidos, adquiriendo ideas, y, por último, consoli- dando sus conocimientos. Para el niño educado en ese sistema, no habrá fuerzas perdi- das en la Naturaleza, sabrá dónde están sus resortes y logrará aprovecharse de sus bellezas. La influencia beneficiosa de estas escuelas se realiza, no sólo durante el tiempo que los niños están en clases, sino que la maes- tra en comunicación con las madres y demás familiares de los alum- nos, tiene el derecho de obligarlos a una colaboración activa. Afán de la escuela moderna es éste; la labor de la enseñanza, en efecto, 28 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ pierde mucha de su acción, de la falta de concurso de los padres a la obra educativa. La maestra, por eso, en las “Casas de Párvulos”” tiene el dere- cho de obligar a las madres de sus pequeños alumnos a visitarla por lo menos semanalmente, para tenerla al corriente de todas las cireunstancias por que atraviesa la vida del niño durante el muy corto tiempo que está lejos de la escuela. Y esto es así, porque esa escuela está abierta a los pequeños hasta la hora en qte sus padres regresan de su trabajo, recibiendo mientras tanto los cuidados y atenciones de la maestra. En estas “Casas de Párvulos?” los niños, realizando un trabajo casi inconsciente, pero útil, aprenden a ejecutar los actos primor- diales de la vida, que los niños ricos reciben de una manejado- ra y de que se ven privados los niños pobres por no poder sus infe- lices madres atender al trabajo y a los hijos. Allí comen los niños, aprenden a estar en la mesa y a servirla, colocando los utensilios de ella; aprenden a contar y a fijarse en la forma de los objetos que manejan. Limpiando el aula adquieren hábitos de aseo y se acostumbran a no desdeñar los trabajos más humildes. Cuidando de las plantas y animales se van dando cuenta de la naturaleza. La vida en común, con otros niños, les da nociones de trato social. Las “Casas de Párvulos?” tienen por todo esto una gran impor- tancia social. La labor de la escuela dentro de la casa misma queda marcada por surcos indelebles. Pero al lado de esto se haya la importancia pedagógica, esto es: el método de educación seguido en ellas. En estas escuelas las maestras no reciben tal nombre sino el de directoras, pues para la señorita Montessori, la verdadera misión de ellas es dirigir las vocaciones y tendencias del niño, por el camino más favorable, para sin esfuerzo alguno, desenvolverlas. La directora de la *“Casa de Párvulos?” ha de vivir en el mismo edificio donde está establecida su escuela, y ha de ser en su vida un ejemplo para el resto de los inquilinos. Su misión no se conere- ta sólo a enseñar, sino que debe también contribuir a dar ejemplo, por lo que ha de vivir la misma vida que el pueblo hace. Estos nuevos maestros han de necesitar, más que ningunos, una condición indispensable: vocación. Han de sentirse arrastrados por una fuerza invencible que les lleve a dejar los placeres del mundo para realizar entre las capas sociales más humildes su obra de re- dención. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 29 PRINCIPIOS PEDAGÓGICOS DE MARÍA MONTESSORI María Montessori inspirada en esos ideales y entendiendo desde ese punto de vista el fin de la pedagogía científica, no vacila en pre- sentar nuevos principios de enseñanza. Antes que nada, la moderna pedagogía hace del maestro un ob- servador del niño, para así poder adaptar su educación a la perso- nalidad de cada uno. Pero para esto hay que llenar una condición considerada como indispensable: dejar al niño en completa liber- tad de realizar todos aquellos actos que ayuden a su desenvolvi- miento individual. Y este es uno de los puntos más interesantes y originales de la pedagogía de la señorita Montessori: el principio de libertad. La pedagogía científica necesita como toda ciencia un método peculiar a ella, y aunque sus raíces han de venir de las diversas ciencias que la ayudan a formarse ha de ser distinto al practicado en cada una. El método de María Montessori es, como he dicho en otra opor- tunidad, una evolución de las ideas que han informado el mundo pe- dagógico de Rousseau a nuestros días, evolución necesitada por el progreso realizado en la misma pedagogía. La señorita Montessori no trata de engañarse ni de engañar al declarar que las ideas pedagógicas puestas en práctica por ella en las ““Casas de Párvulos”? no son más que una aplicación, con los niños normales, de los principios aplicados por los médicos Séguin e Itard, con los niños deficientes. IHtard, célebre médico del Instituto Nacional de Sordos Mudos de París, fué quien comenzó los experimentos con niños deficientes; en su obra titulada: Los primeros desenvolvimientos del niño salva- je de Aveyron fija los principios seguidos por él al tratar de llevar una naturaleza salvaje al estado de civilización. El salvaje de Aveyron, era un niño que había sido abandona- do después de haberlo tratado. de matar, en el Departamento de Aveyron, en Francia. Durante varios años había hecho una vida salvaje en los montes, y siendo capturado fué llevado a París, don- de en vano se trató de hacerle adquirir el desenvolvimiento ne- cesario para adaptarse a las condiciones de la vida civilizada. Con- tribuía mucho a acentuar esta dificultad, el que el niño fuése mudo e idiota. : 30 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Se mostró siempre contrario a toda educación y de los esfuerzos realizados por vencer su naturaleza fué de donde surgió la peda- cogía positivista. Ttard en su obra citada, afirma que las diferencias que mostra- ba el niño de Aveyron, con respecto a los demás niños de su edad, eran causadas más que por deficiencia mental, por falta de edu- cación. Más adelante Itard, rectificó esta afirmación, pero ya había mar- cado el sendero por donde la nueva Pedagogía habría de adelantar. Itard lleva primero al niño salvaje a la vida de sociedad, y des- pués atiende a su desarrollo intelectual. María Montessori acepta y copia este programa, y basándose en la afirmación, de la igualdad que presenta una mentalidad no desarrollada aún con una retar- dada en su desenvolvimiento, trata de llevar al niño normal, igual que Itard al deficiente, primero a la vida social y después, a des- arrollar su mente. Y esto es de resultado positivo por las condiciones en que se des- envuelven las “Casas de Párvulos?”, donde los alumnos por su poca edad se preparan para aprovecharse de los beneficios de la vida en comunidad, que viene a compensar los sacrificios que proporciona la renunciación de las libertades de la vida aislada. Pero todo esto lo realiza la señorita Montessori de una manera eradual, sin apresurarse y sin imponerse. El maestro, según ella, es el que ha de adaptarse al alumno y atraerlo mañosamente hacia la vida escolar, que es un eroquis en pequeño de la vida social. Su posición es más bien pasiva que activa, y su preparación profesional ha de ser tal, que se dé clara cuenta de su misión, y de la necesidad que tiene de observar la vida que bajo su vista se en- treabre. Y María Montessori ve en sus “Casas de Párvulos”? como Itard vió en su intento con el niño de Aveyron, el triunfo de estos prin- eipios y cómo sus pequeños alumnos se adaptan a sus ideas, al igual que el salvaje de Aveyron se adaptó a su nueva vida y prefería el afecto y cuidado de Itard a su vida de libertad, ella se ufana de alcanzar también la victoria en su noble empeño. La vida en contacto con la naturaleza no ha de excluirse com- pletamente. El hombre, y en especial el niño, ha de tener expues- ta su alma, como dice la señorita Montessori representando el ideal moderno, a las vivificantes fuerzas de la naturaleza. Un discípulo de Itard, Eduardo Séguin, completó y amplió el EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 3 método. Seguin al igual que su maestro, recopiló sus experiencias en dos obras tituladas: Tratamiento moral, higiene y educación de los idiotas e Idiocia y su tratamiento por el método fisiológico. En esta última obra Seguin habla de un método fisiológico, que él aplica en aquella oportunidad al niño idiota. Este método fisiológico se basa en el estudio individual del ni- ño y el análisis de sus fenómenos físicos y psíquicos. La señorita Montessori influenciada por los principios de Sé- guin e Itard, y dirigida por sus profundos conocimientos de antro- pología y psicología, estableció una parte de su método. Así, antes que todo, atiende al desarrollo físico del niño, mens sana in corpore sana; después empieza a desarrollar los sentidos, primero en general, y luego cada uno en particular, de modo que el niño se halle en condiciones de adaptarse a la vida vegetativa. Lue- go empieza a trillar otro sendero, el del espíritu; a dirigirlo, a des- envolverlo, a guiar la mente hacia la posesión de principios, hasta adquirir nociones coneretas, y por último pensamientos abstractos. Tal será, también, el orden que escogeré en la exposición de sus principios. Por educación, dice la señorita Montessori puede comprenderse la ayuda activa, dada la expansión normal de la vida del niño. María Montessori para poner en vigor esta idea implanta, co- mo ya he dicho, el prineipio de libertad. Para ella, un aula está disciplinada no cuando los niños permanecen inmóviles en sus asientos, sino cuando ellos se mueven para llenar un fin útil e inte- ligente, sin cometer actos reprochables. Sin dejar al niño en liber- tad de manifestar su personalidad, no habrá conocimiento de ella, y la observación del maestro será inútil. Pero si en cambio, las per- sonalidades se presentan en todo su vigor, el maestro adquirirá un concepto exacto de lo que cada uno es. Y así, despertando y - tocando las almas que se presentan en su camino, llevará a exis- tir una compenetración tal, que el maestro no necesitará de esfuer- zo alguno para hacerse comprender y surgirá el momento, como di- ce la señorita Montessori, en que los pequeños tratarán de leer en su mirada sus deseos y mandatos para adelantarse a sus órdenes. De ese modo sin darse cuenta de ello, todos contribuyen al mis- mo fin. Esto sucede en las '“Casas de Párvulos””. La señorita Mon- tessori no trata de imponer su nuevo método con leyes basadas en lo que no concierne directamente al niño. Ella primero le deja ma- 92 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ nifestarse, después lo observa y adquiere una medida exacta de su valor y entonces dominándola sin esfuerzo, logra disciplinarla. ESTUDIO DEL NIÑO Comprenderé bajo este título todo aquello que tiende a benefi- ciar el conocimiento del niño. Como este es el punto culminante y de donde dimana el método Montessori, será también el comple- mento del estudio de su método. Dentro de él se comprenderá el estudio antropológico y el estudio psicológico. El estudio antropológico del niño adquiere para la pedagogía científica una gran importancia. La tendencia de la novísima doc- trina es llevar las prácticas del laboratorio a la escuela, de modo que nunca un maestro pueda engañarse y separa la causa del efecto. Bien conocida de todos es la depresión general por que pasa el organismo del niño en las erisis de crecimiento: éstos son momentos de cambios, de adquisición de poderes nuevos. Cualquier parada brusca en la curva del crecimiento indica un esfuerzo indebido. ¿Cómo se puede notar esto? Llevando una medida metódica de los niños que nos encomiendan. La pedagogía científica, antes que nada, prepara a los maestros en el conocimiento antropológico del niño. La señorita Montessori trata de llevar a la conciencia de los maestros la responsabilidad que sobre ellos pesa, en cuanto a lo que atañe al desenvolvimiento físico y moral del niño. Es verdadera y no desconocida esta misión de la escuela, unida en gran parte con el hogar. Como los niños de hoy son los hombres del mañana, hay que prepararlos, para el medio ambiente en que han de vivir; de aquí que la educación ha de ser realista, y al mis- mo tiempo, en torno del educando, han de colocarse todas aquellas cosas que constituyen el medio ambiente, en condiciones tales, que involuntariamente coadyuven a esta obra. María Montessori por sus conocimientos médicos profundos, ha podido independizarse de todas las observaciones realizadas ante- riormente y experimentar por sí, y como dice ella, sin concepcio- nes previas de ninguna clase. En su obra Antropología Pedagógica, define esta ciencia como: ““un método que sistematiza el estudio positivo del alumno, por los EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI v9 y) medios pedagógicos, con el fin de establecer los principios filosóficos de la educación ””. “Tan pronto, agrega, como la antropología se anexa el adjeti- vo pedagógica, basa su objeto sobre el concepto fundamental de un mejoramiento posible del hombre; fundado sobre el conocimien- to positivo de las leyes de la vida humana. Contrastando con la an- tropología general, la cual parte de una base fundada en la obser- vación de datos positivos, ascendiendo hacia los problemas filosó- ficos en relación con los orígenes del hombre, la pedagogía antropo- lógica, partiendo de una base análoga de observación e investiga- ción, puede elevarse a los conceptos filosóficos en relación con el futuro destino del hombre desde el punto de vista biológico.”” Las investigaciones antropométricas que se realizan en las *“Ca- sas de Párvulos”? no constituyen, en principio, nada nuevo; mo- dernamente igual tendencia se inicia en las escuelas. Ahora sí, se diferencian esencialmente de todas las realizadas en que el maes- tro no las realiza de una manera insconsciente, en que se establecen obligatoriamente y en la nueva forma que presentan los libros de notas. La señorita Montessori divide ese trabajo entre el que puede realizar la maestra por sí, y el que necesita del concurso del médico, prefiriendo sea escogido éste entre los especialistas de higiene in- fantil. El conocimiento antropométrico total del niño, se simplifica mucho en las “Casas de Párvulos””; porque la maestra habita en la misma casa que sus pequeños alumnos, por lo tanto tiene opor- tunidad de ver cómo se desenvuelve su vida: y la obligación que tienen las madres de visitarla y ayudarla en todo lo que redunde en beneficio de sus hijos facilita esta labor. Un trabajo similar al realizado en las “Casas de Párvulos”” efectuado por nosotros en el laboratorio paidológico de esta Univer- sidad no dió los resultados que debía porque nos faltaba el encur- so de los padres de los niños. María Montessori ha establecido unos registros para llevar exac- tamente las medidas antropométricas. Al maestro están encomendados los registros de estatura y pe- so. Al médico los antecedentes personales y hereditarios, así como las medidas del tronco, cabeza, ete. Para facilitar las mediciones de estatura, éstas han de hacerse ordenadamente, una vez al mes y en la misma fecha en que el niño 31 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ nació. Las medidas son tomadas en el antropómetro que consiste en una escala que media entre 0.50 mts. y 1.50 mts. A los 30 ems. de altura de la plataforma hay colocado un pequeño banquito para que los niños se sienten cuando se desee tomar las medidas en esta posición. Este asiento puede colocarse del otro lado de la escala de modo que pueda hacerse independientemente una medida de la otra y que puedan tomarse medidas dos niños al mismo tiempo. La doctora Montessori realiza estas operaciones con suma faci- lidad y nota que el niño siente un gran placer por ser medido y que a la más mínima indicación corre al aparato y se coloca en la me- jor posición, facilitando la operación. El peso del niño ha de tomarse semanalmente, cuando los ni- ños están en la sala de baño, teniendo cuidado de hacerlo el mismo día de la semana en que el niño nació. Ordena de este modo las investigaciones sobre peso y estatura de los niños para metodizar el trabajo, y aconseja que de ningún modo se deje de hacer porque al mismo tiempo que el dato recogi- do es de interés, influye en los niños despertando en ellos hábitos de orden. Además, los niños aprenden así, a fijarse en qué fecha y día nacieron y a observarse ellos mismos antropométrica- mente. Las investigaciones que el médico realiza son las mismas que nos- otros conocemos. Antes que nada el conocimiento de los anteceden- tes hereditarios, cosa muy fácil de adquirir y que necesita de des- treza y de delicadeza por parte del investigador. Hay niños que tienen una gran debilidad en la columna vertebral y son candidatos a sufrir de desviación. Conociendo sus antecedentes hereditarios se ha podido averiguar que son hijos de padres dados a las bebidas alcohólicas o que padecen de enfermedades como el mal de Potts. Los antecedentes personales también son tenidos en cuenta, co- mo enfermedades graves, caídas, golpes, ete., que pueden dejar en el niño imperfecciones e incapacidades. A más de esto, el médico debe tomar anualmente, en el mismo mes que el niño nació, la medida de la circunferencia de la cabeza y de los grandes diámetros, la cireunferencia del tórax y los índices de estaturz ponderal y cefálico. Los dos priemros se obtienen combinando para el de estatura las medidas del niño tomadas sentado y de pie y el índice ponderal combinando el peso con la estatura. Con esto, se simplifica la ta- rea del médico que en todo el año puede realizar por partes su la- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 30 bor sin perder tiempo, dado la claridad de las cartas biográficas que se poseen impresas en las “Casas de Párvulos””. Al médico también le está encomendado la tarea de observar al niño y estudiarle en su parte orgánica, tejidos, músculos, ete., así como adoptar las disposiciones necesarias para que la vida del niño se realice en las mejores condiciones para su organismo, ya en la escuela, ya en el hogar. Junto con la maestra puede aconsejar a los padres, acerca de las medidas necesarias para que se desenvuelva la vida del niño del modo más favorable y la maestra así apreciar en todo su valor su CONCUurso. El niño que llega a las escuelas Montessori se halla en momen- tos especiales de su existencia. Este niño reclama aún los cuida- dos de sus padres. Sus ideas no corresponden a ssu necesidades. Su poder de expresión, rudimentario y defectuoso, ha de ser obje- to de enseñanza especial; su mente dejará pasar, por inadvertidos, estímulos de importancia capital, muchas asociaciones de ideas, por no decir todas, están sin formar. ¿Es este el momento de empe- zar la enseñanza? ¿Podrá este niño advertir cualidades compren- der sentimientos, abstraerse de lo que le rodea? Su mundo es su yo particularísimo, y lo que le rodea tiene un lugar muy secundario en su espíritu. ¿Será por exceso de egoísmo? No; el niño no es entonces ni egoísta ni malvado: sino un organismo en embrión que necesita fuerzas incalculables para desarrollarse , y que no puede desperdi- ciarlas ocupándose del mundo que le rodea. Los estímulos que para el hombre son de gran importancia él ni los nota siquiera a veces; y hay que darse cuenta del abismo que existe entre el mundo real y aquel en que permanece. Lo que más le atrae es la naturaleza; no comprende la ficción y por eso a ve- ces se nos muestra eruel. He visto a niños gozar cuando en su casa todos le buscaban ereyéndolo perdido y contestar a su madre que, quejosa, le decía: *“No me veías llorar ?””—“*Pero yo me reía.”” La enseñanza dada al niño no es posible que sea igual a la del hombre, como las necesidades del organismo del uno, no correspon- den a las del otro. Atendiendo a esto es por lo que en las. *“Casas de Párvulos”” se le da gran importancia a la alimentación del niño. Los niños nece- sitan una alimentación adecuada a sus óreanos digestivos no acaba- dos de formar y pobres de jugos; por otra parte, su alimentación 36 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ debe ser abundante, de modo que haya material de reserva y las células posean la plasticidad suficiente para contribuir al ereci- miento. Por esto, sus alimentos deben ser ricos en azúcar y grasa y al mismo tiempo ligeros, consistentes en sopas, leche, huevos y frutas. María Montessori se ocupa con gran cuidado de este asunto. Recordemos que en las “Casas de Párvulos”” los niños no van a sus domicilios hasta por la tarde cuando regresan sus padres del trabajo, y que, por lo tanto, almuerzan en ella. No me he de detener en detalles acerca de los consejos que da refiriéndose a este particular; sólo he de agregar que en las ““Ca- sas de Párvulos”? los niños comen lo que desean y en cantidad su- ficiente, pero siempre en las horas regulares de comida, y fuera de ellas les está prohibido tomar alimento alguno. Si nos fijamos, notamos en seguida el valor que tiene el estable- cer este régimen de alimentación en las escuelas. No hablo aquí de los niños pudientes, que tienen quienes se ocupen de ellos y atien- dan a lo que necesitan; me refiero a esos pobres infelices, hijos de gente trabajadora, que no todos los días ven poner la mesa en sus casas, que se alimentan de fiambres del bodegón, que pierden el es- tómago primero, y el cerebro después, por el desorden y la mala alimentación, y que entonces debilitados física y moralmente, me- nos que nunca pueden poner obstáculos a las tentaciones y a los vicios. María Montessori afirma que el ideal en cuanto al aseo se re- fiere, sería que el niño tomase un baño diario; pero dada la gran tarea que representaría para una sola directora bañar diariamente a 40 o 50 niños, éstos no reciben en su escuela más que un baño en la semana, dividiendo la clase en grupos, y bañnándose cada niño el mismo día en la semana en que nació. Al tratar María Montessori de la educación física del niño, muéstrase tan radical como en otros puntos de su método. Verda- deramente ha existido siempre una gran diserepancia sobre la im- portancia dada a los ejercicios eimnásticos de los niños, y en ge- neral, del hombre. Han existido momentos en la Historia de la Edu- cación en que los hombres, admitiendo la existencia de la vida como un dón sobrenatural, y la estancia en la tierra como un cúmulo de bendiciones, dábanle tan gran importancia al cuidado del cuerpo que llegaron a ser modelos vivientes de belleza por la pureza y EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 37 proporción de las líneas. Ejemplo de ello es el período de apogeo de Atenas y Esparta. Al llegar el Cristianismo y afirmar que la estancia del hombre en la tierra es un período de preparación y prueba del alma para otra vida mejor, y que el cuerpo no es más que fuente de tentación, trocóse el primer concepto y los castigos y flagelaciones se impusie- ron para batir al enemigo. Hay que llegar a los tiempos modernos y esperar a que surjan ideas nuevas para que se empiece a limitar esta afirmación e im- poner la noción de correspondencia entre el desenvolvimiento del alma y el desarrollo del organismo físico. Sabido es la divergencia que hay entre los principios de educa- ción física admitidos como mejores; pero en algunos extremos se ha llegado a conclusiones aceptadas por la generalidad. Modernamente existe la tendencia de adaptar para los niños la enseñanza de los ejercicios físicos a aquellos movimientos natura- les del hombre, con el propósito de ayudarle a adquirir la perfee- ción y el fácil dominio de los movimientos que ha de realizar en la . vida. María Montessori es partidaria de ese procedimiento; ella es una psicóloga que posee conocimientos exactos de las capacidades, instintos y tendencias del niño, y, además, es un médico; esto la capacita para conocer cabalmente las exigencias de cada organis- mo Ella entiende por gimnástica y en general por educación mus- cular una serie de ejercicios que tienen por objeto ayudar al desen- volvimiento fisiológico necesario a los actos ordinarios de la vida, o, por lo menos, que contribuyan a protejerlos, cuando el niño por cualquier causa esté retardado o sea anormal; al mismo tiempo que resulta un estimulante para los niños que no han adquirido aún el dominio de sus actos. Divide los ejercicios gimnásticos en aquellos en que no se usan aparatos y, por lo tanto, el niño realiza libremente; y aquellos otros en que se usan aparatos. La gimnástica libre la divide a la vez en dos grupos: uno que abarca ejercicios con un fin determinado y otro que constituyen los juegos libres. Entre los del primero, están la marcha acompañada con el canto de ritmos fáciles, combinando así al mismo tiempo un ejercicio muscular con unos respiratorios, y aleunos de los juegos de Froebel; y entre los del segundo están los juegos de pelotas, el 58 ANGELINA EDRETRA RODRIGUEZ ed conocido entre nosotros por la ““candelita””, y todos aquellos que los niños juegan entre ellos. En la otra división de juegos se hallan incluídos todos aquellos ejercicios en que se usa de aparatos. María Montessori, no hay que olvidarlo, quiere adaptar siem- pre su enseñanza a las leyes naturales y adaptarlas a la persona- lidad que es objeto de ella. Los ejercicios gimnásticos que ocupan un lugar preferente en las ““Casas de Párvulos?” son los que tienden a fortalecer las ex- tremidades inferiores. La célebre maestra afirma que hasta los 6 o 7 años de edad los niños no han adquirido la proporción debida entre el largo y la fortaleza de sus piernas con el largo y la fortaleza del tronco, pues desde que nacen aquéllas son mucho más débiles y de menor longl- tud que éste, desproporción que se aminora según los niños crecen. Esto es, sin embargo, un asunto de eran importancia y de los que primero debe atenderse. La señorita Montessori declara que el método usado por ella, para lograr el desarrollo de las piernas de los niños se los sugirieron ellos mismos, en uno de los momentos en que se dedicaba a la observación de sus manifestaciones es- pontáneas. Ella notó que cuando los niños se encontraban marchan- do por el patio, los más pequeños casi siempre salían de la fila y se sentaban en la cerca de alambre que rodea a éste, mostrando, por lo tanto, al parecer, estar fatigados. Pero sentados en ella no esta- ban quietos, ni mostraban cansancio en las piernas, sino que al con- trario, apoyándose en los alambres superiores, agitaban éstas en el aire, cosa muy peculiar en los pequeños. De aquí dedujo María Montessori que lo que a los niños les fatigaba no el mover las piernas sino soportar el peso del cuerpo sobre ellas, y por consiguiente, lo que había que hacer para desarro- llailas era fortalecerlas y ejercitarlas sin que el niño tuviera que realizar esfuerzo considerable. Basándose en esta observación, ideó un aparato para que vinie- ra a sustituir las cercas y lo colocó en una sala cuyas ventanas abiertas permiten a los niños ver lo que hacen los que juegan fuera. Este aparato está constituído como la cerca por barras paralelas soportadas sobre poleas verticales y donde los niños puedan reali- zar iguales movimientos a los que hacían cuando estaban sobre ella. Hay otro aparato empleado en las “Casas de Párvulos”? con igual fin, usado con anterioridad por Séguin y que recibe el nom- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 39 bre de trampolín. Consiste en un columpio de asiento tan ancho que permite soportar las piernas del niño extendidas, pendiendo todo él de fuertes cuerdas. La pared que se halla frente al columpio está recubierta por una fuerte y pulida tabla y está a tal distancia con relación al co- lumpio que el niño al mecerse puede hacer presión sobre ella con sus piernas dándose impulso. Tal combinación permite al pequeño ejercitar sus piernas y fortalecerlas sin tener que resistir sobre ellas el peso de su cuerpo. Existen otros muchos aparatos que tienen gran importancia educativa, como el llamado péndulo, cuyo objeto es ejercitar los músculos del brazo, la columna vertebral y adiestrar la vista en calcular la distancia de los cuerpos en movimientos. Otro de los ejercicios consiste en subir y bajar una pequeña escalera de las comúnmente llamadas de caracol por tener la forma de espiral. Esta escalera de un lado tiene balaustrada y del otro no. En ella los niños aprenden a subir y bajar las escaleras sin ayuda de otras personas y con facilidad, pues como el alto de los escalones está adaptado al largo de sus piernas, no tienen que rea- lizar el esfuerzo que les cuesta hacerlo en las escaleras comunes, de dimensiones regulares. El ideal de todos estos juegos es ayudar al niño a adquirir co- ordinación en sus movimientos y por lo tanto ayudarlo a realizar actos necesarios de la vida. La doctora Montessori posee una gracia especial para atraerse a los niños y lograr que en medio de su independencia, escojan lo que ella tiene destinado a su personalidad. Como el material em- pleado en las '“Casas de Párvulos”” es eminentemente auto-educati- vo, no hay gran conflicto de motivos al escojer. Para ella el fin de la gimnasia es, como queda dicho, ayudar, y siempre, como todos los principios pedagógicos de la Montessori, se encuentra subordinado al principio general de libertad. TEORÍA DE LA DISCIPLINA PRINCIPIO DE LIBERTAD E INDEPENDENCIA María Montessori considera la disciplina escolar, desde un pun- to de vista diverso, al generalmente considerado en la escuela co- mún, y dándole un fin más elevado a sus propósitos, y procedien- 40) ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ do de manera completamente opuesta a la seguida en ella, es como implanta su teoría de la disciplina activa. La escuela es una preparación para la vida, y como tal, no de- be contentarse con remediar un mal interior, sino el ideal consiste en lograr que la vida escolar se resuelva en tales condiciones que sea un croquis de la vida real. Como en ella, entonces, la vida debe resolverse, no por la coac- ción y la inmovilidad, sino por actos libres que tengan un fin útil. Basándose en esto la señorita Montessori, estima que un indivi- duo cumple con los preceptos disciplinarios, no cuando se ha lo- erado reducirlo a la inmovilidad y a la mudez, sino cuando se pue- de dirigir a sí mismo y adaptar su conducta en consonancia con una ley de la vida. Y esta diferencia entre uno y otro concepto, estriba, más que na- da, en el fin que la señorita Montessori da a la obra de la escuela. Esta debe, según ella, poner al individuo en las mejores condiciones posibles, para vencer los obstáculos que se presentan en la vida y esto no se consigue con la pasividad. La mayor ayuda que se puede prestar a los niños, es, para di- cha señorita, dejarlos en completa libertad de realizar las acciones espontáneas y no imponerles tareas de ninguna especie, de modo que sus vidas se desenvuelvan de una manera progresiva y na- tural, entendiéndose esta libertad aplicada a los actos no repro- chables, ya porque no estorban al interés colectivo, o estén dentro de los preceptos que se ajustan a la buena educación. Así el maestro, ha de darse clara cuenta de lo que es su misión. Un acto necesario en la vida, y que ayuda a su desenvolvimiento, sofocado, puede dar contradictorios resultados. Todo niño tiene que acostumbrarse a vencer dificultades, y para ello lo mejor es adquirir desarrollo, ejercitando los músculos, y poniendo a prue- ba la voluntad propia. La misma señorita Montessori encuentra que este principio de libertad no es muy fácil ni de comprender ni de aplicar, y llama la atención hacia sus propias discípulas, que después de estar bien instruídas en su método, cuando empiezan a practicarlo, se sienten desorientadas, y no son capaces de poner oredn en la clase que dirigen. Pero ella dice que ese primer desorden es necesario, y que siem- pre tras él viene la quietud, así como que existe una gran distancia EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 41 entre lo que hay que alentar por necesario en la vida, y que repro- bar por innecesario o perjudicial. El niño queda libre para ejecutar los actos que le parezcan. Pero antes hay que dar una noción de lo bueno y de lo malo; con- vencerlo de lo que debe hacer, darle a comprender porqué lo bue- no ha de hacerse y lo malo no; señalar el beneficio que debe repor- tarle lo correcto, estimulándolo y guiándolo, sin confundir el bien con la inmovilidad y el mal con la actividad. Sin duda es la primera en expresarse de tal modo. Las teorías disciplinarias hasta ahora en curso, más exageradas en cuanto ata- ñen a la libertad, ligan al niño con deberes incomprensibles e in- adaptables a su edad. El gran mérito de la nueva teoría se halla precisamente en lo adecuado de sus principios a la personalidad del niño. El niño ha de trabajar; pero no se verá forzado a hacer lo que a él no le agra- da, sino dirigirá su actividad por los canales de su vocación. De ese modo, sin imponérsele nadie, sino recibiendo una especie de lección, dice la señorita Montessori, el niño comprende la idea,*y el acto que realiza será un acto completamente definido como volun- tario. Asociando un acto a otro va adquiriendo dominio sobre sus ae- ciones, y se acostumbra a reflexionar, siendo desde entonces un in- dividuo libre para ejecutar sus propósitos, y con personalidad mar- cada. María Montessori pone en práctica en las “Casas de Párvulos”” su teoría de la disciplina, que bien mirada, se reduce a no forzar la naturaleza del niño. El niño es libre pero no responsable. Sus primeros actos son inconscientes y el único propósito del maestro estriba en hacerle dirigir sus pensamientos a consumar un acto determinado. La señorita Montessori hace con mucho acierto un paralelo en- tre la esclavitud a que se halla reducido un hombre por estar pa- ralítico de sus piernas no se puede valer de ellas para salir por sus propios pies y el príncipe que no por una causa patológica, sino social, se ve también privado de ese placer. En las escuelas comunes, los niños cuando llegan a ellas, han conquistado gran parte de su independencia, pues por lo regular no necesitan de los servicios de nadie para realizar los actos esen- ciales de la vida. En las “Casas de Párvulos”” adquiere mayor ne- cesidad todavía el principio de independencia, hay que contar con 42 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ que los pequeños alumnos sólo tienen dos y medio o tres años, y que aún no han gando la destreza necesaria para adquirir el do- minio o control en los movimientos. Su paso vacilante, su habla bal- buciente, su instabilidad, su completo desconocimiento de los actos más rudimentarios de la existencia, indican falta de preparación, aun admitiendo el principio de que el niño no hace algo porque no sabe cómo hacerlo, enunciado por la Montessori. Pues precisamente, si esto es así, lo que falta es educación, y es lo que se propone re- mediar la ilustre maestra italiana. Generalmente queremos suplir la actividad con la obediencia pasiva y servir al niño en todos sus actos para evitarle cansancio y fatiga. El efecto de ese modo de ver es contraproducente. Todo niño lleva en sí un caudal de nergía suficiente a lograr la coordinación de sus actos y es dañino no permitir que se ejercite esa energía. María Montessori con su gran radicalismo afirma que el que es servido es esclavo de su servidor y que no por sólo mandar y no ser mandado se es libre. Algo, por no decir todo, hay de cierto en ello, ya que palpamos constantemente los inconvenientes de estar bajo manos mercenarias. Es, pues, de una importancia primordial poner a esos pequeños en condiciones de saber hacer las cosas, y, por lo tanto, en condicio- nes de hacerse independientes. Y esto es lo primero a que se atiende en las ““Casas de Párvu- los?” y lo que María Montessori encierra bajo el amplio epígrafe de “Ejercicios de la vida práctica?”. Estos tienen por objeto enseñar al niño a ser aseado, a tener su cara, manos, ropas, etc., limpias y presentables, dentro de la modes- ta posición de cada uno, a tener cuidado de su persona y a obser- varse a sí mismo. tin las “Casas de Párvulos?” hay instituídas salas para baños, ya totales o parciales, y la directora las hace usar, enseñando al mismo tiempo nociones de los objetos que se emplean y el nombre de las distintas partes del cuerpo. También enseñan a los niños a vestirse y desnudarse a la vez que acostumbran a los mayores a prestar ayuda a los más pequeños; a limpiar el aula, a sentarse y levantarse sin hacer ruido, a expre- sar sus necesidades, gustos y deseos en un lenguaje claro y com- prensible, y hacer todas las cosas de utilidad en la vida diaria, pa- ra no tener necesidad de esperar que otro se las haga. El niño EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 45 aprende así a pesar sus acciones y a tener gusto en la ejecución de sus propósitos y deseos. María Montessori llega, de una en otra deducción, a encontrar desechables el sistema seguido de premios y castigos. Si cada ac- ción tiene un valor, para el niño disciplinado en la libertad, él no tratará de desvirtuarlo, sino le dará el que realmente tiene. Apren- diendo a no hacer más que lo útil, y conveniente, sus actos le pare- cerán siempre naturales, por lo que no los realizará ni temiendo al castigo ni esperando recompensa. Cita ella en su obra, como corroboración a tal afirmación, va- rios casos que ponen a relieve la poca importancia que tiene para el niño disciplinado en este régimen un premio. En los primeros meses de establecidas las '“Casas de Párvulos””, una de las directo- ras, no comprendiendo aún sus principios de libertad e independen- cia, trataba, estando ausente la señorita Montessori, de volver a los métodos comúnmente conocidos. Un día para premiar a un ni- ño muy inteligente, le puso al cuello una linda cruz de plata, mientras que a otro que no se había portado bien, le tenía sentado en castigo, en medio del aula. Habiendo entrado inesperadamente ,en el aula, se encontró con tal situación. El niño premiado seguía su trabajo sin interrupción, mientras que el castigado no quitaba sus ojos de la pequeña cruz de plata que tenía el otro, hasta que no pudiendo dominarse más, al ver que la cruz de plata se había desatado de la cinta que la sujetaba y caído al suelo, le preguntó si no lo había notado. —'*No me importa?” —contestó el niño pre- miado. *“Si no te importa, pónmela””, replicó el castigado; ruego que no fué desatendido. Esto demuestra que el niño premiado le daba tan poco valor a su premio, que lo cedió a un compañero que lejos de merecer tan señalado favor había sido castigado. Y también de- muestra que no fué por compasión sino guiado más bien por un sen- timiento de independencia que se hizo la cesión. María Montessori afirma que el niño activo no necesita premio: la satisfacción del cumplimiento de un acto útil le es suficiente. Hay que tener en cuenta, para apreciar el alcance de esta creen- cia, que la vida en las escuelas Montessori no es una vida forzada. Tan adecuadas se hallan, en cuanto a estímulos y material escolar se refiere, a lo que el niño necesita, que todo en ellas se encuentra equilibrado. Para María Montessori resulta, entonces, el niño que se des- compone y desordena, y aún el que prorrumpe en gritos atronado- HH ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ res, fácilmente reducible a la buena conducta, no por castigos ru- dos, ni por golpes, ni regaños, sino tratándolo de-un modo especial, sui generis, tratando su descomposición como si se tratara de un caso patológico. Ese niño es un enfermo, porque no ha logrado realizar la coordinación necesaria a su edad, y hay que aislarle del resto de los compañeros para que no sea un elemento nocivo y per- judicial. Y este es el único castigo seguido en las “Casas de Párvulos?” y con brillantes resultados, y aún en los casos de niños calificados como incorregibles por agitadores, afirma María Montessori, el mé- todo le ha dado buen resultado. El niño que perturba el orden, es aislado del resto de la clase y colocado en su silla en uno de los ángulos del aula, desde donde puede contemplar todo lo que en ella pasa, la conducta de sus com- pañeros disciplinados, moviéndose en orden, pero con libertad, rea- lizando el trabajo que desean, sin importunar a los que le rodean. Estos niños son atendidos como si estuvieran enfermos y fue- ran muy pequeños, frente a los otros que dueños de sus acciones son considerados como hombres grandes, y esta lección inconscien- te, pero esencialmente objetiva, despierta en el niño el deseo de conducirse bien. Ahora, se presenta un problema: admitiendo el principio de li- bertad ¿puede obligarse al niño a atender a una clase sobre un te- ma dado? ¿El horario fijo no está en completa contradicción con el principio de libertad ? María Montessori resuelve el conflicto de la manera siguiente: las lecciones son individuales, al mismo tiempo que la misión de la maestra debe ser no forzar al niño a lo que no quiere, pudiendo desistir de la lección, antes que el cansancio se produzca. La aeti- tud de la maestra es más bien de ayuda y dirección que de coae- ción: una actitud esencialmente sugestionadora. Y por esto tam- bién las características de toda lección las resumen en tres: conel- sión, simplicidad y objetividad. La primera se refiere a reducir al menor número posible de palabras la explicación del maestro; co- mo bien dice la señorita Montessori, el maestro debe pesar el efee- to de sus palabras. La segunda se reduce a preferir entre las pa- labras y giros sinónimos los más fáciles y los más simples, la terce- ra referir lo dicho al objeto, haciendo resaltar sus características para que se grabe más fuertemente en la mente del niño. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 45 EDUCACIÓN DE LOS SENTIDOS Uno de los asuntos a que María Montessori le da más importan- cia en su nuevo sistema de eneseñanza, es a la educación de los sen- tidos, y esta importancia puede exagerarse dado que el método por ella empleado es esencialmente experimental. Ahora bien, lo que María Montessori entiende y aplica en sus escuelas, como medio de educar los sentidos, no es lo mismo que ge- neralmente se lleva a cabo entre nosotros en la escuela común. La señorita Montessori emplea un método completamente cien- tífico: con material didáctico adecuado, hace actuar al pequeño y espera la reacción de sus órganos sensoriales al estímulo. Y de aquí el doble principio, mil veces repetido, de que el maestro ha de ser un observador, y de que debe negársele una parte muy actl- va en la obra de la enseñanza. La señorita Montessori quiere formar en el niño un cerebro bien desarrollado y pronto a la asociación de ideas y el único medio de obtener esto, es según ella, poniendo en condiciones su vida sen- sorial. Otro punto esencial de su Pedagogía es la auto-corrección. El maestro no puede intervenir en la corrección de los errores que co- mete un niño en la realización de un trabajo. Puede suponerse el enorme dominio de sí mismo que ha de costar esto al maestro no instruído en el sistema Montessori. Ella basa el trabajo que se realiza en sus escuelas en el material que emplea. Este lleva de por sí el control para los errores. Y cuan- do el pequeño que está trabajando con uno de estos objetos, no pue- de resolver el problema que le presenta, y una y otra vez trata de vencerlo, y al fin se impacienta y desespera, pierde el dominio so- bre sí; la maestra entonces tiene que dominar el impulso que le lleva a ayudarle y dejarlo en el error, sin resolver el problema. Y esto es así porque para María Montessori el niño recibe un eran placer cuando logra coordinar los movimientos e ideas nece- sarias para realizar un acto, y en cambio siente su pequeñez cuan- do al fin tiene que entregarse en manos de otras personas para que le ayuden, se siente deprimido. El niño deficiente, según ella, no responde al mismo estímulo presentado al normal, sino después de muchos ejercicios prepara- torios; y aun así, necesita de la acción del maestro para que su aten- 46 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ ción no decaiga. Ahora bien, cuando el niño anormal comete un error lo que debe hacerse es procurar su mente reconozca la falta. No es el propósito de ella que el niño resuelva el problema que se le presenta sin cometer ningún error; al contrario, en llevarlo a la corrección de los errores se halla precisamente la importancia educacional del material escolar. La señorita Montessori adimite la existencia de una cultura sensorial, esto es, la disposición ganada por la repetición de los ejercicios para responder con seguridad y prontitud a un estímulo. Aún así, los niños presentan características individuales, y mayor o menor facilidad para responder, con más o menos prontitud, a un estímulo dado. La educación de los sentidos tiene otra fase de suma importan- cia en las “Escuelas Montessori?”, que es la de ser como coadyuvan- te en el desarrollo del lenguaje. María Montessori al dar una lee- ción sobre cualquier asunto que tienda a desarrollar bien un sen- tido determinado, o la sensibilidad general, sigue los pasos marca-- dos por Eduardo Seguin como constitutivos de toda lección. Estos pasos son tres que pueden enumerarse por orden de des- envolvimiento : 1.—Asociación de la percepción sensorial con el nombre. 2.—Reconocimiento del objeto correspondiente al nombre. 3,—Recuerdo del nombre correspondiente al objeto y su enun- clación. Cuando María Montessori trata de educar un sentido deter- minado, su primer paso se dirige a aislar el sentido que es objeto de su atención, valiéndose para esto o del cierre voluntario de los ojos del sujeto que experimenta, o del vendado de los ojos. Esto constituye un elemento desfavorable para el experimento, pues el x1iño concentra más su atención sobre el trabajo que realiza al mismo tiempo que la despierta con más fuerza, sobre todo en los ejercicios de educación táctil y los auditivos. María Montessori atiende también a la graduación de los estí- mulos fuertemente contrastados o muchos estímulos en gradual di- ferenciación cada vez más imperceptibles. Para esa educación de los sentidos en particular, posee un ex- tenso e instructivo material, y además series variadas de ejerci- cios. Para la educación del sentido táctil comienza con ejercicios de EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI +7 la vida diaria, como lavarse las manos con agua caliente, preparan- do así el discernimiento táctil. Después el niño aprende a tocar superficies y a notar la dife- rencia que hay entre ellas. Cuando se da clara cuenta de esto, de- be hacer los experimentos con los ojos cerrados; pero el maestro no ha de obligarlo, sino hablar a su razón, estimulándolo e indepen- dizando así, poco a poco, el sentido del tacto del de la vista. Su propósito es hacer cada vez mayor la influencia del sentido del tacto y desligarlo de todos los otros, haciéndolo guía de la ma- yor parte de las sensaciones. Entre el material didáctico empleado para la educación del sentido táctil hay uno que consiste en una tablilla de madera de forma rectangular dividida en dos rectángulos iguales; una de es- tas mitades está cubierta con papel pulido, o bien con una made- ra que a fuerza de pulimento está completamente lisa y la otra se halla cubierta con papel de lija. También se hace uso de tiras de papel en que la suavidad es- tá graduada. El niño así adquiere un discernimiento delicado en ei sentido del tacto. En esto basa la señorita Montessori su método de lectura y escritura espontáneo, como más tarde se ha de ver, pues la delicadeza de sensibilidad que el niño demuestra hasta los siete años para las sensaciones táctiles se pierde pasada esta edad. Para la sensación del sentido térmico la señorita Montessori em- plea principalmente agua a diferentes grados de temperatura, contenidas en recipientes donde los niños introducen las manos. En la educación del sentido de peso, el material consiste en pequeñas tablillas de madera de distintas clases, cuyos pesos es- tán en una proporción graduada, teniendo cuidado de que el mate- rial esté muy pulido. Estas tabletas, deben siempre conservar el color de la madera, de modo que sólo observándolas, comprenda que son distintas y pueda corregirse a sí mismo cualquier error de apreciación. Con ellas en la mano, los niños tratan de descubrir cuáles son las que más pesan, adquiriendo, según aumenta el nú- mero de ejercicios realizados, más facilidad de apreciación, de modo que con los ojos cerrados puedan realizar el ejercicio. Ella nota el gran interés que toman los niños por descubrir cuál de las tabletas pesa más, sintiéndose tan atraídos que los que en el momento no se encuentran realizando el experimento, rodean al que lo hace, y con gran atención observan sus aciertos o equi- vocaciones. 48 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ La señorita Montessori emplea en la educación del sentido es- tereognéstico los ladrillos y cubos de Froebel. Antes que nada, ex- plica la complejidad de sensaciones táctiles y musculares que lo forman. Estimula al niño a fijarse en las figuras de los cubos y la- drillos, invitándolo a palparlos; después hace que el niño los se- pare, colocando los ladrillos a la izquierda y los cubos a la dere- cha, gulándose sólo por el sentido del tacto y con los 0jss cerrados; y, por último, con los ojos vendados, el niño ha de realizar el ex- perimento. La señorita Montessori con estos ejercicios llega a la siguiente conclusión : el niño, desde que toma el objeto, aun antes de palpar- lo, lo reconoce, e independizando el sentido del tacto del de la vis- ta, la sensibilidad táctil se hace más exquisita. Para la educación del sentido de la vista, la señorita Montesso- ri emplea un material variadísimo y esencialmente instructivo. Los niños, a los tres años aproximadamente, tienen el sentido de la vista bastante desarrollado pero, sin embargo, no es completo: no posee nociones de las dimensiones, ni de las formas y colores. Esto es precisamente lo que trata la señorita Montessori de des- envolver; por eso divide los ejercicios que tienden a educar este sentido en tres grandes grupos: 1.—Ejercicios basados en objetos de diferentes dimensiones. 2.—HEjercicios con objetos de diferentes formas. 3.—Ejercicios con objetos de distintos colores. Para el primer grupo de ejercicios posee la señorita Montesso- ri un extenso material denominado por ella: Solid Insets. (Sólidos intercalados. ) Consisten en tres blocks sólidos de madera cada uno de 55 ems. de largo, 6 ems. de alto y 8 ems. de ancho. Cada uno de ellos con- tiene 10 piezas de madera de forma cilíndrica en su abertura co- rrespondiente. Uno de los blocks contiene cilindros todos de igual altura pero de diferente diámetro. En otro por el contrario los cilindros difieren en altura y diámetro. Como se ve por la enumeración de los componentes del Solid Insets el niño manejando los cilindros aprenderá a clasificar los objetos en largos, cortos, anchos y estrechos. Los niños trabajan con estos sólidos tratando de colocarlos en su correspondiente abertura después de haberlos mezclado todos sobre una mesa. Estos sólidos son esencialmente auto-educativos, pues cuando el niño no realiza el ejercicio bien, como cada abertura se adapta al sólido correspon- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 49 diente, se encontrará con que tiene en sus manos formas mayores o distintas a las de las aberturas que no están cubiertas. Cada una de estas nociones sobre dimensiones son luego amplia- das y reforzadas econ ejercicios adecuados. Por ejemplo: para fijar bien las nociones de grueso y delgadez emplea la señorita Montesso- ri prismas cuadriláteros de igual longitud y de base decreciente de 10 ems. a 1 em. Los niños después de mezelarlos han de colocarlos de modo que estén en escala creciente o decreciente. viniendo a for- mar como los escalones de una escalera. El dominio de este ejercicio se halla en la vista, y los errores que el niño comete rompen la regularidad de la escala. Este ejer- cicio es denominado por la señorita Montessori Big Stair. Para dar nociones de longitud posee ella varillas cuadrangula- res cuyo largo varía de un metro a un decímetro y denominado por ella Long Stair; estas varillas están pintadas a cada decímetro, al- ternativamente, de rojo y azul, de tal modo que igualando las va- rillas en su base, las secciones coloreadas se corresponden, forman- do franjas transversales. Este material es empleado también en la enseñanza de la numeración y otras operaciones aritméticas. A los niños se le presentan mezcladas, y ellos deben colocarlas en orden de una manera progresiva, y el error que cometan es notado fá- cilmente, pues introducirá en las franjas coloreadas un color que no es el que le corresponde. Para dar las nociones de largo y corto, posee diez cubos de ma- dera, el mayor de los cuales tiene una base de 10 ems. y el menor de 1 em. El niño debe construir una torre superponiendo uno a otro cubo, según sus dimensiones. Si comete aleuna equivocación en el eurso del ejercicio la torre ha de ser irremisiblemente irre- gular. Aconseja la señorita Montessori mezclar el material diverso que constituyen los ejreicios antes mencionados, y que los mismos pequeños vayan seleccionando los que pertenecen a cada serle, y agrupándolos en una mesa aparte. El segundo de los grupos establecidos por la señorita Monte- ssori lo constituye aquellos ejercicios realizados con objetos de di- ferentes formas. Para esto ella trata de imitar el material usado en el Reformato- rio de San Miguel en Roma, para la enseñanza manual. Consiste en figuras geométricas modeladas en madera las que pueden ser eolo- 50 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ cadas en aberturas correspondientes o sobre formas iguales, estan- do en esto caracterizado el propio control. Con anterioridad, siendo directora de la Escuela Ortofrénica ella usaba otro material, el mismo empleado por Itard y Séguin. Consistía en figuras geométricas que los niños debían colocar en sus correspondientes aberturas, y que ella había dividido en dos grupos, ya tendiesen a enseñar las diferentes formas, ya los co- lores; aquéllas eran por lo tanto, de forma variada y del mismo co- lor, éstas todas circulares y de distinto color. Para las “Casas de Párvulos”” la señorita Montessori constru- yó una bandeja rectangular perforada por seis aberturas cuadradas donde pueden colocarse en posición variada las figuras. Presentán- dole al niño estas figuras combinadas del modo que más le agrade a la maestra, bien atendiendo a la analogía o al contraste se mez- clan sobre la mesa del niño que ha de colocar después cada figura en la abertura que le corresponde. Al principio el niño se siente interesado y pone cuidado en rea- lizar bien el ejercicio; pero una vez qe ha reconido las figuras geo- métricas el trabajo se vuelve aburrido. La señorita Montessori afirma que a los niños de 3 a 4 años es suficiente con 5 o 6 repeticiones del ejercicio, pues asocian con más energía el sentido de la vista al muscular-táctil puesto que ella ha despertado en los niños la convicción de que los ejercicios se reali- zan con más precisión cuando ellos palpan los objetos y nunca de- Jan de cumplir su observación. Así cada vez se hace más incons- ciente para el niño la acción de palpar los objetos y no hay necesi- dad de volver a llamar su atención a esto, puesto que desarrollán- dose cada vez más su sentido táctil y adquiriendo más delicadeza y facultad de discernimiento, se va convenciendo de la gran ayuda que tiene palpando los objetos. Al mismo tiempo emplea cartulinas donde se hallan en tres dis- tintos aspectos representadas las figuras. Están graduadas en tres series. En la primera hay una figura de papel superpuesta sobre la cartulina, representando un forma concreta, que el niño puede palpar y que sabe que existe. En la segunda no se encuentra su- perpuesto sobre la cartulina nada más que el contorno de la figura: en este ejercicio el trazo de la mano del niño en su movimiento in- consciente de palpar los objetos, da un paso de lo concreto a lo abstracto. Y la tercera que da la idea abstracta del sólido es el tra- zo de la figura con tinta negra sobre la cartulina: esto es la línea. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI ol Los ejercicios con estas cartulinas se realizan en combinación eon figuras de madera. En la primera serie los niños, después de haber mezclado las formas de madera correspondiente a las repre- sentadas en la cartulina, tratan de superponerlas sobre sus igua- les de papel azul, de modo que el contorno de ambas se correspon- dan. Cualquier error que el niño cometa, salta a su vista, y como reconoce donde yace, probará una y otra vez, en las otras figuras, hasta lograr superponer una forma a otra que se ajusta perfecta- mente. En la segunda serie, ya el niño no trabaja con cosas con- eretas; la figura en sí no existe. El niño realiza ejercicios con esta serie iguales que en el caso precedente; pero en su mente se va abriendo campo una nueva idea: la representación de la forma en el trazo de un movimiento. En la tercera serie ya tenemos la línea. El niño ve que ante él no hay forma sobre que superponer la que maneja sus pequeños dedos, pero se da cuenta de la representación gráfica de la figura, y la reconoce como tal. La línea es una abs- tracción que su mente concibe como el resultado de un movimiento, no ya de los dedos sino de un instrumento tan fino como un lápiz. Con el mismo fin posee la señorita Montessori un estuche que contiene seis gavetas, en las cuales existen sólidos intercalados en su correspondiente abertura, y donde se puede encontrar desde el cua- drado y el rectángulo de variadas dimensiones, hasta el círculo y el polígono y figuras Curvas. Ejercicios con objetos de distintos colores.—En las “Casas de Párvulos”? María Montessori emplea para educar el sentido ero- mático un material distinto al que empleó en la Escuela Ortofréni- ca con los niños anormales. Con anterioridad queda dicho que ella utilizaba figuras sólidas de forma circular y de colores variados. En las “Casas de Párvulos” emplea tabletas planas, en las que hay como en los ovillos de una máquina de devanar, sedas de diversos colores. Estos colores son: negro, rojo, anaranjado, amarillo, ver- de, azul, violeta y castaño, poseyendo de cada uno de ellos ocho eraduaciones del color. Ella escoge dos o tres colores de los que más contrasten y los agrupa por pares. Escogiendo uno, se lo presenta al niño, y lo es- timula a encontrar entre los que tiene delante otro igual. Poco a poco puede hacerse el ejercicio con colores de los menos contrastan- te, hasta llegar a hacerlo con los diversos tintes del mismo color. Así los niños adquieren un gran discernimiento visual para los colores, y los pequeñitos de tres años logran agrupar cuando han ad- 92 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ quirido una clara percepción, los 64 colores que constituyen los ocho fundamentales que la señorita Montessori escoge, con los ocho tonos que de cada uno posee. El método usado por dicha señorita tiene la gran ventaja de que el niño mismo puede darse cuenta de sus errores, comparando la tableta escogida por él como igualmente coloreada con la que pri- mero le presentamos. La educación del sentido del oído tiene para la señorita Monte- ssori una gran importancia. Su ideal es, dado el régimen de liber- tad por ella establecido, hacer la naturaleza del niño refractaria a los ruidos desordenados. Por esto ella trata de educar el oído del niño, haciéndole notar la diferencia que existe entre un ruido y un sonido, de modo a excitar su sensibilidad para que rechace los primeros y busque los segundos, dándole de ese modo a esta ense- ñanza un gran valor educativo. Los ejercicios de discernimiento de los sonidos necesitan irre- misiblemente de un factor: un gran silencio. En algunas “Casas de Párvulos”? se emplean aún los medios usados por Itard y Séguin con este mismo fin: esto es, el tambor y la campana. Encuentra la señorita Montessori una gran sugestibi- lidad en estos elementos que indican desde los comienzos de la hu- manidad las reliquias de dos de los sentimientos más arraigados en el hombre: el amor y el odio, representado por la religión y la gue- rra. Trata ella con estos instrumentos de despertar el alma del ni- ño haciéndolo refractario a los ruidos inesperados o choques repen- tinos. En otras “Casas de Párvulos”? se usan trece pequeñas campanas de forma idéntica pero que produce cada una un sonido distinto. Este instrumento no es muy práctico porque no le permite al niño comparar los sonidos. Además, se emplean a veces los silbatos de Pizzoli, bolas llenas de diversas substancias como arenas, guijas, etc. En íntima relación con la educación del sentido del oído se ha- lla la educación musical. He dicho que el propósito de María Monte- ssori es hacer del oído un colaborador educativo en cuanto a la dis- ciplina. Así el intento de ella al educar al niño musicalmente, es hacer su capacidad receptiva contraria a los desórdenes, despertar en su espíritu una sensibilidad especial contra lo discordante o rui- doso. Esto lo vemos plenamente comprobado en las personas que Or [8] EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI han recibido educación musical, y cómo notan en una orquesta de gran número de profesores cuál de ellos es el que desafina. María Montessori aconeseja junto con la campana y el tambor, ya citados, instrumentos de cuerdas muy sencillos y el canto de canciones adecuadas a su edad, que la maestra pueda acompañar. A lo que debe atenderse en esto es al ritmo. Actualmente ya no hay discusión acerca de la influencia moral del canto en las escuelas y en los Estados Unidos ocupa un puesto de importancia en los horarios. La educación de los sentidos del gusto y del olfato es de lo me- nos importante. En las “Casas de Párvulos”” se emplean diversas substancias y flores con ese objeto; pero son de los sentidos menos intelectuales y por lo tanto su influencia en la educación no es deci- siva. En este mismo capítulo trataré del trabajo manual como relati- vo al sentido muscular. Gran diversidad de eriterio ha existido aceera del exacto concepto de los trabajos manuales. María Montes- sori está en este punto acorde con los higienistas modernos. El trabajo manual en las escuelas no significa preparación pa- ra una profesión determinada sino adquisición de habilidad para el ejercicio de cualquiera de ellas. La escuela debe preparar al niño para cuando, al salir de ella, entra en el taller sus músculos no se hallen atrofiados por falta de ejercicio; pero no por eso, sin atender a vocaciones debe enseñar al que va a ser carpintero el trabajo de un sastre. Esto, lejos de faci- litarle su tarea lo inhabilitaría. La .señorita Montessori admite muy pocos de los ejercicios de Froebel, pues cree no están adecuados a la personalidad del niño por el excesivo trabajo que les impone, haciendo una sola excep- ción de los trabajos de arcilla. Imitando la labor realizada por el profesor Randone, fundador de la escuela de Educación Artística, ha resuelto el problema de la educación artística, siguiendo siempre su método fundamental de educar en medio de la libertad, sugiriendo al niño lo que tiene que hacer, pero dejándolo en completa libertad de que sus caracterís- ticas individuales se manifiesten. En la Escuela de Educación Artística. el profesor Randone se proponía educar a sus jóvenes alumnos de modo que sintiesen amor y respeto por los monumentos históricos que abundan tanto en Italia. 54 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Y el profesor Randone no veía más medio de llegar a este fin que educar artísticamente a sus alumnos, para que apreciando el valor de las obras de arte que los rodean, mirasen por su conser- vación. En las “Casas de Párvulos”? también hay que hacer por que los niños conserven el edificio, dada la situación especial establecida, por la propiedad colectiva; se necesita que todos ayuden a conser- var la casa de la comunidad y tengan amor a lo que hay en ella. Además, las puertas de la escuela está abiertas desde temprano para todos los niños y a veces llegan a ella antes que la maestra, pudiendo comenzar sus trabajos; si esos niños no toman en consi- deración la labor realizada por otro, ni se acostumbran a amar y respetar su propia casa y escuela, estarían a merced de sus ins- tintos deterioradores. Randone trata en su escuela de revivir el arte del alfarero y so- bre todo su industria. No voy aquí más que a recordar lo caracterís- tico del vaso en los tiempos primitivos, y cómo la perfección de la industria del alfarero acompaña al grado de civilización del pueblo. María Montessori afirma que la importancia mayor de la indus- tria de los vasos estriba en que después que el alumno, bajo la diree- ción del maestro, ha aprendido a construirlos, se halla en magní- ficas condiciones para dejar expresar su personalidad por las varia- ciones que puede introducir. Ella advierte que sus pequeños alumnos se entusiasman desde los primeros momentos en la construcción de los vasos y según van adelantando en perfección, introducen variaciones y lo adornan con huevos o frutas coloreadas. Cuando los niños llegan a los seis años comienzan a manejar el arco del alfarero. María Montessori imitando también a Randone enseña a sus alumnos a fabricar pequeños ladrillos, a levantar paredes y a fa- bricar casitas que ornamentan en sus fachadas con azulejos fabri- cados también por ellos. La satisfacción que experimentan estos pequeños, que ya han aprendido a fabricar una casita, es indecible, con la gran ventaja de que aprenden lo que es el trabajo al mismo tiempo que empie- zam a sentir amor por las obras humanas o naturales esparcidas a su alrededor. También los niños se dedican a trabajos de jardinería en el EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 35 terreno que rodea la escuela, y donde cada uno tiene una porción que puede cultivar. Estos trabajos son de mucho provecho, en todo sentido, pues como se realizan al aire libre, su influencia es muy be- neficiosa sobre la salud de los niños. EDUCACIÓN INTELECTUAL Llenando todas las condiciones citadas en el anterior capítulo, el niño se encuentra en condiciones inmejorables para cultivar su inteligencia. A la cultura física sigue naturalmente la cultura inte- lectual como una legítima consecuencia. Las fuerzas del Universo se hallan repartidas de tal modo que el efecto sucede a la causa; aunque en la mayor parte de los casos, precedidos por causas adicionales e intermedias. Sin embargo, el ideal en educación es poner al sér humano en condiciones de com- prender mejor esas fuerzas y de que se dé cuenta de esos hechos. Para el hombre plenamente educado, esta condición está cumplida; luego el defecto consiste en una deficiencia en la educación, que ma- tando impulsos, no despierta lo que existe en muy rudimentario estado. María Montessori por eso da tan gran importancia a la educa- ción de los sentidos. El primero de ellos que en el niño se desarro- lla es, como queda dicho, el del tacto. No hay nada que tanto guste al pequeño como atrapar objetos. El hombre, por el contrario, no es ese el primer sentido que trata de educar y la gran sensibilidad de que está dotado se pierde y atrofia por falta de ejercicio. No debe ser este abandono el propósito de la educación por cierto. No obstante, el abandono es frecuente, por parte de los edu- cadores. La vida está marcada por leyes inmutables, la naturaleza posee surcos, senderos, que ninguna fuerza puede desviar y ¿no cae entonces sobre el maestro la gran responsabilidad de los hechos, que no él, sino la sociedad con sus exigencias ha tratado de desviar ? De todos modos, el mal existe y ya que el remedio no ha sido encontrado con los métodos seguidos hasta hoy, bueno será expe- rimentar con algo nuevo. El método experimental, como ya he dicho, se basa en la obser- vación. El maestro ha de ser un observador del niño, éste a su vez, ha de ser un observador de la naturaleza de donde recibirá las pri- meras verdades. El maestro dirigirá su observación, pero nunca tendrá el derecho de imponerse. En libertad de acción, él comete- 16) ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ rá sus equivocaciones, sus errores; ¿quién le sacará de ellos? Su propia experiencia. Vivirá errado hasta el momento en que a fuer: za de observar asocie el estímulo a la reacción. Esta es la doctrina, muy fácil de observar, para el niño educado en el sistema Monte- ssori. Estos niños tienen sus sentidos bien desarrollados. La sen- sación recibida establecerá lazos, se asociará y de percepción in- consciente al principio, pasará a ser percepción pronta a re- producirse en presencia del mismo estímulo. Este es el instante de dar conocimientos; el espíritu adquiere entonces ideas para no olvidarlas fácilmente, y siguiendo las leyes de la asociación agru- pa las semejantes, desune las que no lo son, echa a un segundo plano lo que no domina entonces, para que resurja, fúleida, llena de vida, como en en el momento mismo en que apareció por vez prime- 'a, en un momento dado. Por esto es que María Montessori aprovecha tanto la vida senso- rial del niño, para desarrollar sus ideas y dejarlo en completa li- bertad de observar el medio ambiente. Ahí están todas las verda- des, todos los principios, y no teme ella que las generalizaciones, que al fin adquiera, estén falta de base. En estas condiciones no hay el temor de ver perder al niño lo que ha adquirido. Mientras más se convenza, dice María Montessori, de la concordancia que establece su experiencia entre las ideas que flotan en su mente y las percepciones que constantemente recibe, se volverá el niño más observador, amará más los descubrimientos, los nuevos experimentos. Hay en él ahora, una nueva capacidad que aumentará, que extenderá su espíritu y que establecerá lazos que ningún esfuerzo podrá desunir. Como el propósito del maestro se reduce en las escuelas Monte- ssori a ayudar al niño a desenvolver su personalidad, y como los niños presentan características individuales que los diferencian no- tablemente, su acción será muy variada, al que necesita de su ayuda se la prestará, al que tiene una personalidad definida le dejará li- bertad, aunque inconscientemente bajo su dirección. María Montessori limitó en un principio su enseñanza a lo ya citado y no enseñaba a sus alumnos ni a leer ni a escribir. Verda- deramente ella no había pensado, ni había encontrado en qué ba- sar el método especial para estas asignaturas teniendo la creencia de que antes de los seis años era contraproducente enseñar a los ni- ños a leer y eseribir. Itard y Seguin, en cuyas experiencias había basado ella su en- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI Ot | señanza habían empleado un método poco racional. Para ellos, el que dibuja escribe, puesto que la escritura no era más que una aplicación del dibujo. Su método no era ni práctico, ni comprensible para los niños anormales que ellos educaban, puesto que exigía un análisis de geometría que no lograrían, por lo tanto, asimilar ni comprender. Seguin enseñaba a los niños a escribir en letras de imprenta, por eso trataba de hacerles comprender las línas y dibujarlas. Ma- ría Montessori se muestra completamente enemiga del sistema usa- do hasta ha poco y aún practicado por maestros atrasados que con- sisten en hacer llenar planas y más planas de rasgos verticales. Ver- daderamente esto es muy enojoso para el niño, puesto que no es más que la abstracción de uno de los elementos constitutivos de la escritura que la mente del niño no es capaz de comprender. Esto es forzar la naturaleza pues como observa ella, en los di- bujos libres de los niños muy pocas veces, o más bien nunca, se ven línas rectas de corto tamaño, las que hacen son de gran tama- fo y muy mezcladas con curvas. Estando aún dirigiendo la Escuela Ortofrénica tuvo oportuni- dad de observar a una niña idiota de once años que no podía com- prender de ningún modo los movimientos de la mano necesarios para coser. Ella entonces, trató de ejercitarla más en los tejidos de Froebel y cuando terminaba esta labor, le fué encomendada a la niña una costura; pudo realizarla. Entonces comprendió que para encomendarle a un órgano una tarea, se puede ejercitar con anterioridad en otra que no es la que se desea hacer, a fin de.los movimientos necesarios para ejecutarla se hagan mecánicos por el trabajo preparatorio. De este modo por analogía dedujo que de igual manera podría valerse en la enseñan- za de la escritura. Afirma la señorita Montessori que se asombró de no haber pen- sado antes en ello, y que la observación de la niña que no podía co- ser fuese lo que le sugiriese. Desde entonces pensó en valerse del sentido del tacto tan desarrollado en todos los niños de los tres a los siete años, y mucho más en los que ella instruía, por estarlo ejerci- tando constantemente en palpar figuras geométricas, para enseñarles las letras. Así construyó un alfabeto, cuyas letras eran de madera, de ti- po cursivo, las menores de 8 ems. de alto y las otras en proporción. Se diferenciaban las consonantes de las vocales en el diferente co- OS ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ lor de la pintura: las vocales eran rojas, las consonantes azules, cubriendo las bases de ambas una ligera capa de bronce que impe- día que se deterioraran fácilmente. Además de este alfabeto poseía un gran número de cartulinas donde las letras estaban pintadas con el mismo color, teniendo las mismas dimensiones, y estaban agrupadas por analogía o contras- te. En estas cartulinas también habían pintados objetos cuyos nom- bres empezaban con igual letra a la de la cartulina, así como la misma letra en dimensiones menores en tipo de imprenta. María Montessori procedía en la enseñanza del nuevo alfabeto del modo siguiente : enseñaba a los niños a colocar las letras de ma- dera sobre las iguales que presentaba la cartulina, y hacía que el niño las toctase del mismo modo que si la estuviera escribiendo, aprendiendo así los niños a realizar el movimiento necesario a 're- producir la forma sin escribirla. Pero sucedía que aun cuando el niño pronto dominaba su mano para ejecutar el movimiento, no podía escribir, porque no sabía cómo manejar un instrumento. Luego, como dice la señorita Montessori, son dos los momentos por que el niño tiene que pasar para escribir: movimiento de la mano para ejecutar la forma, y mecanismo muscular especial para manejar el instrumento. Partiendo de esto, ella les enseñaba a tocar las letras con los dedos índice y del medio, que son los encargados. de sostener el instrumento, y, por último, les hacía repetir el movimiento con una varilla sostenida como si fuera una pluma. Este sistema tenía un inconveniente: en el caso de un error, la vista era la única que podía indicar al niño cuando su dedo estaba fuera de la línea que marcaba la figura, y esto es un grave obstácu- lo en las “Casas de Párvulos”? donde la actitud de la maestra es pasiva. Pero así y todo, verdaderamente, este método dió buen resul- tado en la escuela Ortofrénica, de tal modo, que los niños deficien- tes presentados por ella, junto con los de las escuelas públicas, pa- ra un examen, pudieron resolver todos los asuntos notablemente. María Montessori no había implantado este método en las ““Ca- sas para Párvulos?” por apreciar, como he dicho anteriormente, que tanto la lectura como la escritura no debe enseñarse con ante- rioridad a los seis años. ““La lectura, dice la ilustre maestra, requie- re un largo curso de instrucción que necesita de un desenvolvi- miento. intelectual superior, puesto que consiste en la interpreta- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 59 ción de signos, y de modulaciones de acentos de la voz, para que la palabra pueda ser comprendida. Y todo esto es una tarea puramen- te mental, mientras que escribiendo al dictado el niño traslada ma- terialmente sonidos en signos y mueve aleo que siempre es fácil y agradable para él. La escritura se desenvuelve en el niño con facili- dad y espontaneidad, análoga al desenvolvimiento del lenguaje ha- blado, del cual es una traducción motora de los sonidos percepti- bles. La lectura, al contrario, forma parte de una cultura intelec- tual abstracta, cual es la interpretación de ideas representadas por símbolos gráficos y que sólo se adquiere después. ”* Pero los niños de las *“Casas de Párvulos””, a pesar de su cor- ta edad, estaban en mejores condiciones para empezar esta ense- ñanza que los que entran en las escuelas públicas, dada la cuidadosa educación sensorial de que han sido objeto, así como el desarrollo adquirido por su organismo en general. Los niños primero, y sus madres después, francamente le pi- dieron a la señorita Montessori que les enseñaran a leer y escribir, en la seguridad de que ella sabría librarlos de la gran fatiga que les causa este aprendizaje en la escuela pública. María Montessori afirma que esto le causó gran impresión, y desde entonces no dejó de pensar en el modo de evitar ese gran tra- bajo a los niños. En un principio imaginó valerse del alfabeto que empleó en la escuela Ortofrénica, pero la falta material de dinero para cubrir los gastos que originaba, y el temor de no encontrar una persona que le mereciese la suficiente confianza para encargár- selo, le hicieron perder tiempo y esperar. Pensaba empezar con es- ta enseñanza junto con la apertura de las clases públicas, de modo a comparar el resultado de su método en relación con el usado en ellas. Pero obstáculos imprevistos retardaron su propósito y aún en el mes de Diciembre de aquel año no había empezado, mientras en las escuelas públicas los niños ya habían adelantado algo. Entonces fué cuando pensó en sustituir su alfabeto de madera por uno de papel. Este alfabeto consistía en letras de esmeril mon- tadas sobre cartulina. Las vocales coloreadas montadas sobre car- tulina obscura y las consonantes de esmeril negro montadas en car- tulina blanca. También posee gran número de alfabetos coloreadas las voca- les de azul y las consonantes de rojo, colocados en cajas donde cada letra tiene un compartimiento, facilitando así el que los niños pue- dan escoger lo que deseen. Las letras representan cada una un ob- 60 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ jeto que el niño puede manejar a su gusto y las mayúsculas están montadas en cartulinas o fuera de ella. Todas son de tipo cursivo y de gran tamaño; contándose entre el material tiras de papel o cartulina sobre las que hay escritas frases y palabras que sirven pa- ra la lectura. Para que los niños que no conocen aún las letras no se equivo- quen en su dirección cada letra lleva una tira de papel transversal que permite guiar al niño. La señorita Montessori afirma que mientras ella trabaja jun- to con dos maestras en la construcción de este alfabeto, tenía en su mente un claro concepto del método que había de usar como si ya antes lo hubiese empleado. Antes de utilizar el alfabeto, María Montessori hace que el ni- ño adquiera práctica en el manejo del lápiz y en el movimiento de los músculos de la mano y muñeca, por medio del dibujo. Para este objeto posee pequeñas tabletas de madera, formando un plano inclinado, para ser colocadas sobre una mesa. En cada una de ellas pueden intercalarse cuatro formas geométricas de metal, idénticas en dimensiones y figura a las de madera empleadas pa- ra la educación del sentido de la vista. El niño puede elegir una forma, colocarla sobre una hoja de pa- pel y con un lápiz de color seguir el contorno de ella. Ya los niños en ese momento se han acostumbrado a colocar for- mas geométricas sobre su representación gráfica, como en la terce- ra serie de cartulinas nombradas anteriormente; y ahora se con- vencen más de la similitud que existe entre una y otra, colocándolo sobre el dibujo realizado por ellos mismos. Esta operación también han de realizarla dejando correr el lápiz alrededor de la abertura donde se intercala dicha forma y así, comparando la analogía entre ambos dibujos, nacerá en su mente la idea de la línea, aprendiendo al mismo tiempo a trazar figuras. Pero esto no es todo, ni es suficiente para darles la práctica nece- saria para manejar un lápiz. Así es que la señorita Montessori apro- vecha esas figuras dibujadas por el niño mismo haciéndolas llenar de líneas con lápices coloreados. Al poco tiempo de realizar el ejercicio, como el niño no tiene destreza, las líneas por él dibujadas guarda- rán proporción diversa y hasta atravesarán los límites de la figura; la maestra debe atraer la atención del niño sobre esto, acentuando así más la idea de la figura abstracta. A medida que los niños van dominando sus manos, realizan con EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 61 tan gran parecido al original sus dibujos, que los más mínimos de- talles son por ellos copiados. Ya, cuando llega este momento, la coordinación de movimientos necesarios para el dominio del lápiz existe, y, sin embargo, los niños no escriben, aun cuando saben rea- lizar los movimientos necesarios de la escritura. A partir de este instante es cuando María Montessori empieza a enseñar a sus niños el alfabeto, comenzando con las vocales de pa- pel de esmeril ya descritas, y usando el método fonético: las conso- nantes son enseñadas en segundo término. En cuanto la maestra da al niño el sonido de una letra se la enseña a trazar, siguiendo el método ya empleado en el trazo de figuras. Aquí como allá, cualquier error del niño es notado pronta- mente por él mismo, pues la franja de esmeril que marca la forma de la letra es la mejor guía para su mano. La imagen de la letra se establece fuertemente en la memoria ayudada por las sensaciones musculares táctiles, adiestradas por la repetición del ejercicio con los ojos cerrados. La señorita Monte- ssori logra así fijar más pronto la imagen de la letra por el múlti- ple concurso de sensaciones que en su ayuda aprovecha (visuales, táctiles, y musculares asociadas al sonido de la letra). La dicho constituye una primera parte de la lección sobre una letra. La maestra no sabe aún el resultado de ella, y siguiendo el plan de lección establecido en las Escuelas Montessori, y con ante- rioridad descrito, tratará de convencerse de ello. Si el niño no re- conoce las letras ni por el sentido visual ni el táctil, la maestra no tratará de sacarle de su error, pues acentuaría más la falta de aso- ciación, pero en caso contrario le invitará a que diga el sonido que representa. Ella afirma que no es necesario para enseñar las comsonantes que el niño conozca todas las vocales, dando mejor resultado guiar- se por el deseo que el mismo niño manifieste por aprender unas le- tras antes que otras. En la enseñanza de las consonantes, después de pronunciar el sonido por el método fonético, debe unirse al de aleuna vocal. Con facilidad el niño conoce así todas las letras del alfabeto y puede escribirlas con bastante destreza y seguridad, al mismo tiempo que asocia el sonido a su imagen. Determinar cuál de estos dos actos debe anteceder, no está en manos del maestro, pues con este método las individualidades pue- den manifestarse con gran potencia. El niño aprenderá a escribir 62 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ o a leer según sus facilidades, y este método lo deja en libertad, que es, como no debemos olvidar, base del principio que informa el sistema Montessorl. Cuando se ha llegado a esta altura de adelanto puede ponerse en manos del niño gran cantidad de letras, colocadas en las cajas que han sido descritas, y cada una en su compartimento separado. Los niños las seleccionan, componen palabras, las mezclan, las vuelveñ a entresacar, una y otra vez, y con el mismo ardor, notado por Claparéde, con que siendo pequeñitos hacían el inventario de las palabras que sabían pronunciar diariamente; en estos momentos las hacen de las que saben escribir. María Montessori nota que no le es muy fácil al niño leer las palabras por él mismo escritas, pero que el afán de la maestra ha de lograr que eso suceda. Para hacer más interesantes estos ejercicios, María Montessori posee gran número de objetos cuyos nombres se hallan en correspon- dencia con cada sonido. Cuando los niños desean eseribir una palabra realizan un ver- dadero trabajo de selección de sonidos entre los muchos que poseen para formarla. Cuando la han escrito tratarán de convencerse de que lo han hecho bien y traducirán los signos gráficos en sonidos, hasta convencerse de que la palabra por ellos escrita corresponde a la oída. María Montessori hace hincapié sobre el gran placer que el niño siente al realizar estos ejercicios, que por largo tiempo no se cansa de repetir. Dado el gran número de estímulos que ella aprovecha, la ense- ñanza está muy simplificada. Esto sin contar la novedad que cons- tituye el acto mismo de la escritura, a la que ha llegado por medios maravillosos para él, debido a la preparación separada de los actos que, fusionados la constituyen. Así el niño adiestra su mano en el manejo del lápiz, y en el mo- vimiento de la mano con ejercicios de dibujos. Cuando conoce todas las letras y compone palabras, traduce imágenes oídas en imágenes vistas, y así, sin escribir, realiza los actos de la escritura sin que és- ta, al parecer, pierda la novedad que producen las cosas nuevas. Poseyendo estos resortes elementales, la eseritura se presentará de pronto sin causa aparente. Por esto es por lo que la señorita Montessori afirma que sus alumnos creen que saben escribir porque son grandes, y éste es un poder que adquieren con la mayor edad. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORL 63 Este momento es de gran excitación nerviosa para ellos, que quieren hacer testigos de su poder a todos los que le rodean, lla- mándolos incesantemente para que observen su trabajo. Ella los compara, con sano juicio, a una gallina que acaba de poner un huevo. Su actividad es inacabable, rodean la pizarra y subiéndose en los baneos o sillas aprovechan aún los espacios más al- tos que están desocupados para llenarlos de palabras y ni aun el suelo puede librarse de las consecuencias de su ardor. Asegura la señorita Montessori que las madres en sus momentos de confidencias le han confesado verse precisadas a regalarle a sus hijos lápices y papel, pues ni aun la corteza del pan que servía pa- ra su alimentación estaba a salvo en sus ansias de escribir; hacien- do notar que es imposible poner medida al impulso que lleva al ni- ño a realizar tales actos. La maestra no debe forzar al niño a que escriba a no ser a aque- llos que se muestren tardíos después de realizar todos los ejercicios preparatorios y preliminares, y para esto debe guiarse por el para- lelismo y seguridad que demuestre en las líneas que traza, el reco- nocimiento con:los ojos cerrados de las letras de esmeril y la seguri- dad y prontitud que revele en la composición de palabras. Pero aun así, el ideal es que el niño realice el movimiento de una manera espontánea, tanto que María Montessori no ha encontrado mejor nombre para su método que el de: “lectura y escritura espon- tánea?”. Sin embargo, si el niño demuestra vacilación al escribir, no de- be perfeccionarse escribiendo, sino debe realizar por varias semanas los ejercicios preparatorios, por lo que hay niños que aún al año de estar iniciándose en la escritura todavía realizan los ejercicios preparatorios. Esto se practica, porque en las escuelas Montessori, conviene repetirlo, el niño es el único que debe corregir sus errores, y si la preparación no ha echado raíces fuertes el método no da re- sultado por falta de base. El que se prepara y el que se perfeccio- na, ambos siguen el mismo sendero; los que aún no han empezado en cuanto pueden hacerlo, aprovechando el instinto de imitación, lo harán. Algunos han escrito su primera palabra a los tres años y medio, pero por lo regular la mayoría lo hace a los cuatro años, después de haber pasado mes y medio en los ejercicios preparatorios, y a los seis meses de escribir muestran tal seguridad en los trazos, que pue- den compararse en la letra a los niños del tercer grado. 64 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Para la lectura se necesita mayor desenvolvimiento mental. El acto que realiza el niño al repetir verbalmente la palabra que ha eserito, no es para la señorita Montessori, lectura propiamente di- cha, sino traducción de signos en sonidos, y sólo lee el niño cuando sin oir pronunciar dicha palabra sabe lo que significa cuando la ve. Por lo tanto, los ejercicios ideados para hacer llegar a este fin son muy variados. Los primeros consisten en la interpretación de palabras escritas en tiras de papel y que representan objetos, con- tándose entre el material didáctico una serie de objetos de pe- queño tamaño ya de uso en la vida diaria, o Juguetes. Estos ejercicios son de gran utilidad, pues aumentan notable- mente el vocabulario del niño al mismo tiempo que desarrollan sus ideas. Si el nombre escrito en el papel corresponde al de un juguete, después que el niño ha logrado comprender lo que significa la pa- labra, tiene derecho a jugar por el tiempo que quiera con él. Cuan- do todos los que saben leer han logrado interpretar el nombre que les tocó en suerte, y, por lo tanto, posee el objeto que el nombre significa, comienza otro ejercicio en donde las hojas de papel lo que tienen escrito no son nombres de juguetes sino de niños que aún no saben leer, y a los que cada uno debe ceder el objeto con que jugaban hasta entonces. Estos ejercicios pueden ser muy variados, extendiéndose hasta las cualidades de los objetos, nombres de ciudades, ete., y los ni- ños pueden hacer libre uso de ellos, demostrando igual ansia y ar- dor al que mostraron cuando comenzaron a eseribir, pasándose ho- ras enteras leyendo palabras. Al mismo tiempo van aprendiendo a conocer las letras de im- prenta en tiras de papel con nombres impresos en aquel tipo. María Montessori ha notado que los niños en estos momentos só- lo son capaces de comprender aquellas palabras que significan ob- jetos muy familiares, pero que resultan incapaces de entender el sentido de lo escrito en un libro, pues aún, por su poca edad no tienen formado el lenguaje lógico. Para remediar este mal, es para lo que en las “Casas de Pár- vulos”” se han establecido los ejercicios de lectura de frases que se prestan también a gran variedad y consisten en pedazos de papel en los que hay escritas oraciones. Se comienza con pequeñas oraciones eseritas en el pizarrón y que los niños deben contestar verbalmente. Aleunas de ellas contienen EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 65 acciones que los niños deben ejecutar en el momento, como cantar una canción, marchar, ete. Del mismo modo, son estimulados a escribir composiciones, aun cuando esto a veces precede a la lec- tura. Otra maestra distinguidísima la señorita Elena Stevens para darnos un claro concepto de lo que es esta enseñanza en las “Ca- sas de Párvulos”? cita en su obra Guía para el método Montessori el hecho siguiente. Habiendo penetrado una mañana en la escuela establecida en un convento en Via Giusté un grupo de niños co- rrió hacia ella para desearle buenos días, y una niñita de cinco años le preguntó cortésmente su nombre. Después de haberlo oído se dirigió a la gran caja que contiene las letras, y combinándolas formó sobre el suelo la siguiente ora- ción: “Bienvenida la señora Elena Stevens.”? Como se ve, la niña le había agregado al apellido una letra más, pero como en las es- cuelas Montessori no se corrije a los niños, la maestra se contentó con decirle con énfasis el apellido Stevens al que la niña le había añadido una 7. La pequeña entonces quitó la letra que sobraba, y se dirigió a la pizarra donde con muy bella caligrafía trazó la misma oración. A otro ramo de enseñanza se atiende también en las *“Casas de Párvulos””: a la enseñanza de la Aritmética. Los ejercicios preliminares consisten en el cambio demonedas, a imitación del sistema usado con niños deficientes en Roma, lo que al mismo tiempo que interesa al niño, tiene una gran ventaja por el lado práctico. La serie de diez varillas citadas por mí anteriormente, coloreadas cada un decímetro alternativamente de azul y punzó y denominadas Long Stairs, son ahora usadas con predilección, recibiendo cada una de ellas por nombre el número total de secciones que contiene. Después de mezclarlas, la directora le presenta al niño una, invi- tándole a contar cuántas secciones contiene. Estos ejercicios se pue- den ir haciendo más abstractos a medida que el niño los domine pa- ra que así adquiera la noción del número. En cuanto al reconocimiento del signo gráfico, el método em- pleado es el mismo que el seguido con las letras: números de esme- ril colocados en compartimientos distintos dentro de una caja, y en donde los niños deben situar un número de objetos igual al que indica. Ahora, cuando algún niño le toca el cero, ya este núme- ro es objeto de una lección aparte, y hay que hacerle comprender 66 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ bien que el cero no es nada poniéndole diversos ejemplos. Esto es difícil al principio, pero al fin dejará siempre vacío el comparti- miento correspondiente al cero. Entonces vienen ejercicios de memoria numérica en que, a la presentación eráfica de él el niño tiene derecho de seleccionar entre muchos objetos tantos como números le correspondan al que le tocó en suerte. El material consiste en tiras de papel en las que hay colocados diversos números. A cada niño se le da una para que vea el núme- ro que tiene escrito, y lo retenga. Después sin la tira en la mano, ha de ir a una mesa en donde hay muchos objetos, y seleccionar tantos como derecho le daba el número que en suerte le tocó. La maestra tratará de convencerse si el ejercicio está bien hecho, pa- sando revista a cada una de las mesas en que los niños tienen sus ju- guetes. María Montessori nota que en los niños se advierte la tendencia de llevar para su mesa más objetos de los que les corresponde, no porque dejen de recordar el número sino por poseer mayor número de objetos. Al niño que le toca el cero no le está permitido tomar objeto alguno, lo que da lugar a innumerables gestos de desaprobación. María Montessori también les enseña las operaciones fundamen- tales de la aritmética. Siempre basándose en el concepto adquirido por los niños de los números hasta 10, les hace reunir las varillas de dos en dos, aprendiendo a sumar. Al cabo de aleún tiempo irá desligando la idea de la varilla y formándose en su mente el con- cepto del número. Procediendo de modo inverso les enseña a restar y a escribir las operaciones que realizan. Por este método la multiplicación es espontánea. Cuando al su- mar y restar se llega al número 5 se le hace ver al niño que el 10 con relación al 5 se halla en una proporción doble. Así se enseña primero con predilección, a multiplicar números cuyo duplo sea conocido por los niños; después, colocando objetos sobre la mesa, de dos en dos, se les hace notar cómo es posible dividirlos exactamente en dos grupos iguales, y la imposibilidad de hacerlo cuando estos erupos contienen un número impar de objetos. Muchas combinaciones verifica María Montessori con este mate- rial, llegando hasta darles nociones a los niños de las fracciones de- EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 67 cimales. Pero todo de un modo tan práctico y objetivo, que sus ni- ños, según sus observaciones, no se sienten fatigados. La admirada pedagoga ha sabido darle una amplia base a su método; de tal modo que cuando los niños llegan a los momentos de cultivo mental, han adquirido sobre sí tal dominio, y han acos- tumbrado de tal modo a su voluntad a dirigir su mente que son due- ños de sus actos. En las “Casas de Párvulos”? se usa con mucho acierto por parte de las maestras y con gran regocijo por la de los niños el llamado juego del “silencio?”. Afirma ella que el silencio tiene un gran poder educativo. Un día les presentó a sus niños una eriaturita de meses, hija de una de las mujeres de la barriada. Ella elogió la quietud y conformidad del niño, su placidez y su dulzura, estimulándoles a imitarlo. Dice María Montessori que todos los niños de las “Casas de Párvulos”” sintieron deseos de imitarlo, instituyéndose desde entonces el jue- go del “silencio””. Antes de empezar el juego, cada niño escoje un sitio y procura estar en él lo más tranquilo posible, sin que sus pies, ni sus manos, produzcan ruido aleuno. Ya preparados, la maestra cierra las ven- tanas y queda sumida el aula en una semiobseuridad, después de lo cual se retira a una habitación contigua. Todos los niños están inmóviles en sus asientos, aun los más per- turbadores, esperando ansiosos que la maestra pronuncie algún nombre. Ellos saben que no todos han de ser elegidos y también que la maestra ha de hablar en voz baja. Así sucede; al cabo de unos minutos de expectación, se oye la voz de la maestra, casi como un susurro, que pronuncia un nombre. El elegido deja su puesto tratando de no realizar ruido alguno y caminando sobre las puntas de sus pies deja el aula para ir a en- contrar a su maestra. Á poco se oye otro nombre y se repite lo mis- mo hasta que unos cuantos niños estén fuera. Todos ansiosos obser- van al que camina que trata de poner un gran cuidado para no rea- lizar ruido. La señorita Montessori ha notado la eran influencia que tie- ne para los niños estos ratos de descanso y cómo aún los más revol- tosos son completamente distintos, después de ese juego, por su quietud y calma. 68 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ CRÍTICAS Y CONCLUSIONES Brevemente he expuesto los puntos más salientes del sistema de la señorita María Montessori y los detalles prodigiosos de que se vale esta extraordinariao mujer para lograr un fin satisfactorio con su nuevo método. El resultado de su sistema en las “Casas de Párvulos”? es admi- rable. Niños de 31% a 4 años son capaces de distinguir los diversos matices de un color y darle un nombre apropiado; pequeños de 5 años saben ya eseribir cualquier palabra sin vacilación y con per- fecto dominio, como personas avezadas en el arte de la escritura. Hay que añadir a esto el mejoramiento social que realizan las ““Casas de Párvulos””. En ellas, los niños aprenden a considerar la casa, el hogar, co- mo un objeto de veneración ; se habitúan a respetarla, a cuidarla y conservarla, reprimiendo ese impulso innato en los niños, que los lleva generalmente a destruir lo que les rodea. Ellos saben que los jardines que rodean la escuela, el material, los objetos todos que hay dentro de ella, le pertenecen, y las diree- toras procuran hacerles comprender el deber que tienen de velar por todo ello. Por eso no es raro ver en las “Casas de Párvulos”?, como he di- cho otras veces, a los pequeños ir de un lado a otro, limpiar y arre- glar el salón, mucho antes de que la maestra haya llegado. Los ni- ños conocen su misión y saben lo que de ellos se espera. Verdaderamente el sistema pedagógico de María Montessori ne- cesita para su completa comprensión y dominio un estudio práe- tico de él, y ese estudio presenta un grave inconveniente en cuanto a afirmaciones categóricas por su novedad misma. No obstante, gra- cias a su obra, El método Montessori, se pueden fijar sin temor a equivocaciones sus principios. Su trabajo ha sido considerado, den- tro del mundo pedagógico, de tan gran importancia, que es compa- rable a los tests de Binet. Mr. Howard C. Warren de la Universidad de Princenton, en un estudio hecho sobre el método de dicha señorita, la trata de ex- cepcional. Mr. Warren puede, en verdad, emplear con exactitud ese calificativo, porque lo emplea después de su visita a María Mon- tessori y de la observación directa de sus procedimientos. Dice él, tratando sobre la Montessori: “Después de un examen EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 69 atento, hecho por mí últimamente en sus escuelas de Roma, y des- pués de un estudio del libro de la señorita Montessori, estoy firme- mente convencido de que el éxito del sistema es debido principal y exclusivamente, a las bases psicológicas en que descansa. Reclama por esta causa más que otro alguno, la atención de los maestros y de los psicólogos. ”?” Siguiendo su estudio hace observar Mr. Warren la gran solidez y robustez de líneas que presenta el método de la Montessori, dado la base en que se apoya: conocimiento exacto del niño desde el pun- to de vista físico y mental. Verdaderamente este es el principio más prominente del siste- ma Montessori y que lo haría digno de estudio diere o no resultado en la aplicación práctica. Rousseau en su Emilio sienta verdades y principios, exagera- dos unos, llenos de verdad otros, y aun cuando en la práctica lo más resulta desechable, el pedagogo siempre lo estudia, sirviéndole de orientación científica. Aúm así, no todos los que conocen el sistema de María Montesso- ri lo aceptan con igual júbilo y contento. A veces se ha criticado duramente sus principios, y es más, se ha tratado de darle un giro inverso y hacer punto principal lo que ocupa muy secundario lugar. Como corroboración a esto está el informe emitido por la Comi- sión que nombró el Colegio de Maestros de la Universidad de Co- lumbia, con el objeto de que realizacen un estudio detenido del sis- tema Montessori. Dichos comisionados, entre los que se encontraban la señorita Annie E. Moore, quien estuvo varias semanas en Roma estudiando prácticamente el nuevo método, y el Dr. Hillegas, se mostraron con- “trarios a su introducción en los Estados Unidos. El Dr. Hillegas, advierte que no encuentra en el sistema Monte- ssori nada nuevo, y otorga un valor pedagógico muy escaso, a la im- portancia que en él se le da a la educación de los sentidos. El Dr. Hillegas, cae precisamente en el error que tanto ilustra María Mon- tessori al aclarar su concepto de educación sensorial. ¿Qué adelan- tan los niños por sí, y la escuela en general, con llevar como gene- ralmente se hace una tabla cronométrica de la capacidad sensitiva de cada niño, si no le beneficia, si no despierta órganos dormidos y desarrolla los atrofiados?... Indudablemente María Montessori de antemano refuta la objeción del Dr. Hillegas. 70 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Es lamentable, verdaderamente, la confusión que existe entre los términos educación y medición; y resulta casi contraproducente al tratar de desviar sus resultados. Los niños que han pasado por el Kindergarten, aun cuando ny han recibido la educación sensorial especialísima que se recibe en las “Casas de Párvulos””, se encuentran en mejores condiciones-pa- ra proseguir la enseñanza que los que no han ido a él. Y esto es así, porque se hallan en mejores condiciones para aprovechar los estí- mulos externos, y por lo tanto, los primeros grados de la enseñan- za que son esencialmente objetivos se hallan revestidos para ellos de una gran facilidad. El Dr. Hillegas, también afirma, que el método de lectura es- pontáneo de la señorita Montessori no ha dado resultado en los Es- tados Unidos. Aquí le ayuda más la razón, el idioma inglés posee erandes dificultades que el italiano no tiene, y es muy raro en- contrar una palabra inglesa que pueda escribirse con ortografía euiado sólo por la pronunciación de sus sonidos. El inglés no es una lengua fonética, de tal modo que tiene una gran importancia el de- letreo. Refiriéndose a la misma señorita, nuestro catedrático Dr. Alfre- do M. Aguayo cuya capacidad y dominio en todos los asuntos pe- dagógicos, no he de encomiar, dice: “lo que eleva a esa genial mu- jer a la categoría de una gran educadora es el haber llevado a la escuela de Párvulos, los estudios y progresos de la moderna paido- logía.” ““La necesidad de llevar a la pedagogía del kindergarten los principios de la ciencia, tiene la solidez de un cimiento de granito.”” El Dr. Aguayo, al hacer tal afirmación, reconoce en la señorita Montessori méritos indiscutibles y niega a la importancia de ha- ber hecho de la escuela un centro social, como dice el señor Hillegas, el fundamento capital de su método. En realidad de verdad, ¿ha tratado María Montessori en sus ““Casas de Párvulos”? de modificar el sistema de Froebel basándose en él, o su sistema marca líneas nuevas ? Para mí el sistema Montessori, parecido en el fondo al froebe- liano, en la práctica difiere totalmente. En las “Casas de Párvulos”” la vida es muy intensa, los niños viven una vida real, la misma vida que hacen en sus casas y por el contrario en el kindergarten, la vi- da para ellos es más atractiva, pero más ficticia. ' María Montessori con su nuevo método, ha hecho algo propio y EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 11 algo nuevo. Aunque esto no exime que la base de él se encuentre en los principios sustentados en la moderna Pedagogía. Su método espontáneo para la enseñanza de la lectura, reviste un carácter tan propio, que es imposible negarle esa gloria. Su ori- ginalidad es indiscutible. La enseñanza en las ““Casas de Párvulos”? es más radicalista que la dada en el kindergarten, aun cuando Froebel tendía a liber- tad al niño y dejar en expansión sus actividades; pero en el kinder- varten existen horarios y los niños se ven obligados a seguir el cur- so de una explicación o clase. María Montessori ha llegado con su sistema disciplinario a don- de la mente de Froebel no alcanzó. Ella no confunde la libertad con la responsabilidad; las faltas no tienen castigo. son más "bien consideradas como consecuencia de un estado morboso; la bondad no tiene recompensa; ella quiere formar un alma en el bien, por- que es lo bueno lo que debe hacerse; adiestrarlo por la propia ex- periencia; libertarlo de toda traba inoportuna para su más tem- prano desarrollo. Por esto en las “Casas de Párvulos””, como hemos podido ver, los niños trabajan independientemente y las maestras sólo pueden diri- gir su trabajo, guiarlos, estimularlos. Y de aquí, lo bien que viene el cambiar el nombre de maestra por el de directora. Cada niño está compenetrado en su papel, y sabe qué es lo que hace. Ellos sirven la mesa, limpian el aula, cuidan del jardín y de los animales y se sienten felices sabiendo que son útiles. Henry W. Holmes, de la Universidad de Harvard, nos ha dado la idea de un posible arreglo entre el kindergarten y las **Casas de Párvulos”?. El afirma que los ejercicios de disciplina mental, mo- ral o intelectual, pueden ser individuales o en grupos voluntarios, y los que desarrollen las actividades sociales o imaginativas en gru- pos regulados. En el primer año de vida escolar se preferiría el material de Montessori al de Froebel y cuando los niños pudiesen adaptarse a un trabajo más formal se empezaría con los dones de Froebel. En el segundo año éstos predominarían sin excluir del to- do los ejercicios Montessori y al terminarlos, se incluirían los ejer- cicios preparatorios a la escritura de María Montessori. Tratando de la aplicación del sistema Montessori, no es fácil lograr iguales condiciones a la establecida en las “Casas de Pár- vulos””. Una escuela en el hogar, como dice la señorita Montessori, necesita irremisiblemente estar respaldada en una serie de hoga- 12 EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI res, sólo lograble en esas manzanas de edificios construídos a la mo- derna. Mr. Holmes encuentra, por lo demás, no adaptable a las condi- ciones en que se desenvuelve la vida del niño en el hogar, la liber- tad sin límites permitida en las “Casas de Párvulos””. Verdadera- mente, los niños en el hogar están subordinados a la voluntad de sus mayores y no son libres de escoger el camino que más les plazca. La señorita Elena Yale Stevens después de un estudio concien- zado del método de María Montessori, seguido, como he dicho en otra oportunidad, de una visita y observación práctica de él, en- cuentra que la diferencia manifestada entre el sistema Montessori y el de Froebel se halla en el distinto campo filosófico en que sur- cen sus ideas. Froebel, para ella, establece sus principios pedagógicos sobre una idea abstracta del niño, más bien sobre el lado filosófico que el biológico. María Montessori, por el contrario, hermana ambos prin- eipios y deja guiar su mente por los principios modernos que in- forman el idealismo científico. Agrega la señorita Stevens, siguiendo el curso de estudio, que' Froebel mira hacia lo genérico y María Montessori a cada individuo en su espontáneo desenvolvimiento, para dar un paso más alto en el desenvolvimiento de la raza. “Mientras Froebel era, dice, ge- neral y simbólico, la Montessori es principalmente concreta y prác- tica.?” A pesar de todo, mientras no se aplique prácticamente el nue- vo método, no se puede comprobar sus efectos. En la misma lIta- lia, su cuna, se probó en el eurso de 1910 a 1911, en una escuela primaria dicho sistema. Se inseribieron 23 niños, sin contar los que por no reunir las condiciones debidas fueron rechazados. Hubo que luchar con el in- cenveniente de la falta de mobiliario preseripto en el sistema, lo que no proporcionaba la libertad física permitida en las “Casas de Párvulos””, sin añadir el atraso que sufrieron, a causa del mate- rial adecuado a la enseñanza de la lectura, escritura y aritmética, que no recibieron hasta Enero, empleando el tiempo, desde la aper- tura del curso hasta ese mes, en desarrollar los sentidos y en ejer- cielos musculares y prácticos. El resultado de este experimento fué notable. Cuando se cerró el eurso, de los 23 niños 18 pasaron al segundo grado; entre los res- tantes se encontraba un atrasado de 9 años, y los otros por defee- -] ) EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI tos hereditarios y falta de salud, no habían podido alcanzar a sus compañeros, y tan poco se les apuró por dejarlos en libertad y espontaneidad. Ellos no se daban cuenta del adelanto y poder que adquirían, costándole no poco trabajo a la maestra conseguir que se acostumbrasen a obrar por sí y no confundir la disciplina con la inmovilidad. Se me ocurre ahora, una pregunta: ¿si al fin, al cabo de va- rios años de prueba el método Montessori se implanta combinado con el kindergarten o sustituyéndolo por corresponder más que nin- guno a las necesidades del niño y desarrollo natural de sus activi- dades mentales y físicas el adelanto de esos niños, estará en corres- pondencia con los métodos empleados en la escuela primaria ? A la implantación del kindergarten siguió una reforma de los métodos de la escuela primaria. Un niño educado en el sistema Mon- tessori, que estará más adelantado aún en su desenvolvimiento, habrá ganado mucho tiempo, y al llegar a la escuela primaria, pa- ra el mayor desarrollo intelectual tendría que encontrar en esa es- cuela cosa distinta a la que ahora existe. Vendrá, entonces, necesariamente una reforma de los métodos escolares, se pesarán motivos, surgirán conflictos y la balanza al fin y al cabo, inelinará la opinión hacia los que más valor presen- ten. De cada uno de ellos se escogerá las verdades que contenga, y de los ya practicados los principios adaptables a la nueva situación. Nosotros estamos con Spencer cuando dice: “Mientras que mu- chas personas lamentarán esa multiplicidad de sistemas de educa- ción, el observador descubrirá en esto un medio de lograr finalmen- te el establecimiento de un sistema racional. Sean cualesquiera las opiniones acerca de las disidencias en materias pedagógicas, es elaro que toda controversia, que tenga por objeto fijar los me- jores medios de educación, contribuye a facilitar el examen por la división del trabajo. Si poseyéramos ya el verdadero método, to- do lo que fuera apartarse de él sería perjudicial; pero como toda- vía estamos por encontrar ese verdadero método, los esfuerzos de numerosos observadores independientes, que extienden sus investi- gaciones en distintos sentidos, constituyen el método más apropia- do para hallarlo, el mejor de cuantos pudieran proponerse. Tenien- do cada uno su idea nueva, probablemente más o menos fundada en los hechos, mostrándose celoso en favor de su plan, fértil en expe- dientes para probar su corrección, incansable en los esfuerzos para hacer conocer sus ventajas e inclemente en sus críticas sobre los 14 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ demás sistemas, no puede dejar de resultar, por la combinación de fuerzas, una aproximación gradual de todos a la dirección conve- niente. Lo que cada uno descubra que sea digno de formar parte del método normal, tiene que hacerse reconocer y adoptar a favor de la constante exhibición de sus resultados; y todas las prácticas in- convenientes deben reprobarse por igual medio. Así, por la agre- gación de verdades y eliminación de errores, tiene que llegar un día en que se complete un cuerpo de doctrina acertado.”” Esta teoría es aplicable a cualquier momento de confusión peda- cógica. El siglo xx con todas sus libertades y todas sus conquistas debe preparar al niño para el mayor goce de ellas. También es el resultado que María Montessori espera de su mé- todo. Ella quiere que se aplique, se coleccione el resultado de los experimentos, se recopilen y se impriman muchas obras como la de ella, que determinarán de seguro la línea en que debe proseguirse la enseñanza. De todos modos es muy temprano para juzgar definitivamente el resultado del método de María Montessori. Han de pasar algunos años aún, para poderlo aceptar o negar con plena conciencia. Por lo pronto, recibámosle con los brazos abiertos, meditemos las ver- dades que encierra, experimentemos sobre sus principios, que pre- sentan base tan amplia como bien delineada. El Dr. Aguayo, a este respecto dice: ** Todavía es muy tempra- no para juzgar con toda Justicia e imparcialidad la revolución que en la enseñanza de los párvulos ha realizado la genial maestra. Pe- ro si hemos de juzgar por los arrebatos de admiración que produ- cen cuantos visitan las “Casas dei Bambini”” esas parecen nuncio de un cambio tan radical en las ideas admitidas o quizás precurso- res de una reforma del kindergarten, que parece haberse momifi- cado entre los continuadores de Federico Froebel.”” Este juicio, imparcial y sereno, sirve de asiento a las conclusio- nes a que he llegado. Con mis escasos conocimientos he querido es- tudiar este método, leyendo cuanto sobre él ha caído en mis manos; y meditando sobre su valor teórico, he puesto a contribución todo lo que la Pedagogía tiene ya proclamado como principios funda- mentales de la ciencia y el arte de la educación para llegar al co- nocimiento de que la señorita Montessori ha señalado una nueva ru- ta a todos los que toman como empeño hacer del niño contemporá- neo un hombre de su tiempo. La vida ha evolucionado en todos los sentidos: industrial, económica, política, socialmente, el mundo que EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI 75 el hombre habita se ha modificado de modo extraordinario en todo el siglo xIx. No es posible que educacionalmente se permanezca es- tacionario. El hombre de ese medio nuevo, tiene que educarse des- de niño de otro modo: el mérito de María Montessori estriba en haberlo comprendido así, y en haber ideado un método novísimo, cuya adaptación a nuestra época de progreso y democracia se re- conoce y afirma con decir que descansa en el principio de la liber- tad. Y ese método, aunque una experiencia dilatada aconseje refor- mas de detalles, ampliando o recortando en este o aquel extremo, siempre quedará como la expresión de un esfuerzo del genio en busca del bien y de la verdad. W - APÉNDICE Como complemento al conocimiento de María Montessori me me ha parecido bien incluir en este estudio el programa puesto en práctica en las “Casas de Párvulos””, aun cuando verdaderamente la enseñanza dada no se ajusta estrictamente a él, combinando en- tre los primeros grados los ejercicios más variados. Primer grado. Ejercicios de la vida práctica.—Cambio de sitios en silencio. Hacer lazos, botonar, abrochar, ete. Ejercicios de los sentidos.—Los cilindros. a. Con cilindros del mismo alto y de diámetro decreciente. b. Con cilindros disminu- yendo en todas direcciones. e. Con cilindros disminuyendo en altu- ra solamente. Segundo grado. Ejercicios de la vida práctica.—Levantarse y sentarse en silen- cio. Caminar en una línea al compás de la música. Ejercicios de los sentidos.—Long Stair. Big Stair. Los cubos. Ejercicios con las parejas de colores. Los niños van adquiriendo el sentido del ritmo por la repetición de músicas fáciles. Ejercicios de silencio. 716 ANGELINA EDREIRA RODRIGUEZ Tercer grado. Ejercicios de la vida práctica.—Los niños se bañan, visten y desvisten, sacuden las mesas, aprenden a manejar varios objetos, ete. : Ejercicios de los sentidos.—Ejercicios táctiles, cromáticos, ete., con estímulos variados. Reconocimiento de ruidos y sonidos. Las pe- queñas tabletas de peso diferente para la educación del sentido bárico. Ejercicios con los intercalados geométricos y con la serie de tres cartulinas que representan formas geométricas. Cuarto grado. Ejercicios de la vida práctica.—Los niños ponen y quitan la me- sa. Aprenden a poner un cuarto en orden y a arreglarse personal- mente. Ya saben caminar perfectamente y han adquirido dominio en sus movimientos. Ejercicios de los sentidos.—Son repetidos todos los enunciados y además introducidos los de reconocimiento de sonidos musicales por la serie de dobles campanas. . Ejercicios preparatorios de la Escritura.—Dibujos. Ejercicios con los intercalados geométricos en metal, siguiendo el contorno con un lápiz, llenando la figura con lápiz coloreado. Los niños aprenden a conocer las letras del alfabeto y a componer palabras con el alfabeto movible. Ejercicios aritméticos. —Repetición de los ejercicios sensoriales con la Long Stair. Se concluye el cuarto grado con los ejercicios ideados por Séguin que consisten en colocar debajo de cada cifra, sobre la mesa, el número correspondiente de fichas coloreadas. Quinto grado. Se continúan los ejercicios precedentes y se comienzan más com- plicados ejercicios rítmicos. En dibujo se emplea el agua coloreada y dibujos libres. Para la lectura se combinan palabras y frases en el alfabeto mo- vible y se leen las tiras de papel preparadas por la maestra. Se continúan las operaciones aritméticas. EL SISTEMA PEDAGOGICO DE MARIA MONTESSORI id BIBLIOGRAFÍA Montessori, María.—The Montessori Method, traducido del italia- no por Annie E. George.—New York.—PFrederick A. Stokes. 1912. Montessori, María.—Pedagogical Anthropology, traducido del ita- liano por Frederick Taber Cooper.—New York.—Frederiek A. Stokes. ] Stevens Ellen Yale.—A Guide to the Montessori Method.—New York.—Frederic A. Stokes. 1913. Aguayo, Alfredo M.—María Montessori y las Casas de Párvulos. — Revista de Educación. —Junio de 1911. Augusto de Benedetti.—La Pedagogía de la doctora Montessori.— Revista de Educación.—Noviembre de 1911. Howard C. Warren.—Un nuevo sistema de Enseñanza Primaria.— Revista de Educación. —Mayo de 1912. Revista de Educación —Septiembre de 1912.—Contra el método Montessor1. Revista de Educación.—El método Montessori en la escuela pri- maria. Revista La Instrucción Primaria.—Mayo-Octubre de 1911.—Ma- ría Montessori y su obra.—Traducción de Mac Clure*s Maga- zime, de Francisco Johanet. LECCIONES DE LENGUA GRIEGA SOBRE úL TEXTO DE HOMERO POR LA SRTA. LAURA MESTRE (Concluye.) Caerruno. VILT: "ls ¿par evxópevos: rod 5” ¿kAve Poíflos 'ArróAAov. Bf St kar” OvAúprTOLO kapñvov, xwóp.evos kñp, TÓE Wpororiv ¿xov áudnpepéa Te papérpnv* éxhdaytav 5 4p diorol mr uv XwopévoLo, adrod kivndévros" ó E qie vukTl éonkos. Traducción, Tal fué su súplica, y Febo Apolo la escuchó. Bajó de la cima del Olimpo con el ánimo irritado, llevando en los hombros el arco y la repleta aljaba: a! agitado andar resonaban las flechas sobre los hombros del dios enojado: parecía la noche que se acercaba. TÓ Lexiología. Artículo: To%, 6, us. como pronombres. Nombres: Kápnvov, ov, ró, neutro, de la 22 decl. Káp, kñpos, ró, contr. de kéap, éapos, el corazón, de la 3% decl. Tó£' por róta; rófov, ov, ré neutro de la 22 decl., la aljaba,. "Quos, ov, ó, el hombro, dat. pl. ¿powow, jon. por óows, de la 2% decl. Páperpa, as, y, jónico dapéren. R. dépo. "Oierós, 00, ó, dle la 22 decl. NúE, vuxrós, y, la noche. Adjetivos: Poífos, epíteto, claro, espléndido, brillante. LR. Paós, acos la luz, de aquí doífos, Febo, el sol. "Apónpedís, dos ó, hy; da, jon. porñ. De ánot y ¿pégo, cubrir. Pronombre.: *Avroú. Verbo. ”Egaro, imperf. dle pnul. Participios: Evxópevos, de evxopos, fut. evtopas, rogar, rezar, de donde edxñ, As, y, el voto. Bñ Sé kar por xaréBn, bajó; 32 pers. de sing. del aor. 2% de ind. de karaBalvo. LECCIONES DE LENGUA GRIEGA 79 Xuópevos, perturbado, part. de xóopax; fut. xócopos, de xoAóopas, 1d . R. xo0Mñ, %s, bilis, . "Exday¿av, 32 pers. del pl. del aor. 19 de kkAáfo, fut. 19 kAáy£o; aor. 20 ¿kdayov; perf. medio kéxdaya, jónico. R. kAúo, romper. Kuvndévros, gen. de sing. del part. de aoristo 12 pasivo, de kivéo, fut. xkuwñjoe mover, cambicr, Kivopa, 1d. "Eowxós, part. de elxw solo usado en el perf. y pluscuamp. medio: élka y ático towxa part. domkós. "Hie de elpa, ¿r; perf. medio ea, de donde a y jónico iia. Preposición: tr (ewt) hacia, ac. (emi vñas) gen. sobre, (em ópov). Conjunciones: ús, así, adverbio también; en exclamación tiene la fuerza del latino quam. Aticamente se Usa por mpós, á y á veces por elípsis en vez de tos. El Ae, Se: re: 5: dp (Apa.) Composición. 'ArróAhov éxev Gel Sporoiv Tófa Gubnpebéa Te papérpny. "Ek 0% $ ¿kAve aúro Poifos ArróMiov karéBn OvkAúprroLO KApRvov. Ot diorrol ¿khayiav émr "Guov ArróAdovos: éovkós kukAl Tue. Apolo siempre lleva en los hombros el arco y la aljaba llena de flechas. : Desde que oyó a Crises, bajó Febo Apolo de las cimas olímpicas. Las flechas resonaban sobre los hombros de Apolo; avanzaba semejante a la negra noche. CapíruLO IX. “Eler émevr” ámráveude vebv, pera $ lov ¿nke. a s s , 1)» 1 ” Sevy Se khayyn yéver “GpyupéoLo Broto. Ovpñas pev, TPOTOV ETÓXETO kal kúvas ¿pyoús* NES ” , , m , * , aúrap émeir” adroioi Bédos éxerreukes équels, BálM atel Se rupal vekúwv katovro daperal. Traducción. Sentándose luego a cierta distancia de las naves lanzó un dardo: ¡terrible fué el ruído del arco de plata! Sus primeras víctimas fue- ron los mulos y los ágiles perros; pero luego sus dardos mortales hirieron a los hombres; y muchas piras de cadáveres ardían siem- pre en el campamento. SO LAURA MESTRE Lexiología. Nombres, Neóv at. por vaóv, gen. pl. de vaús, gen. vnós, veós, veós; CONÉT, - ático de la 32 decl. "Iós, ou, ó; ó ¿xk tófov iépevos, le tmp, enviar, de la 22 decl. Khayy%, ns, y, de la 12 dec!l. Biós, 0%, jon. oto ó, de la 22 decl. R. Bía, as, ñ, la fuerza. Oúpeús jónico Por ópeús, eos; Jon. ños, 6, el mulo, contr. de la 32? decl. De ópos eos, ró, la montaña. Béxos. ITópa, ás, ty, le la 1% dec]. De rúp, pos, tó: Nexúvwv gen, pl. de véxus, vos, 6. De vexpós, á, óv, muerto; dle vi, priv. y kñp- Adjetivos: Aewvñ, Sevós, í, óv, de la 1% clase. De Aéos,'eos, Tó, O Acios, en Homero, temor. "Apyupéos, éa, éov. Apyupéoo, gen. de la 1% clase. R. ápyós, ñ, óv. "Apyoús, (le ápyós, í, óv. R. a, intens. y ¿pyov. "Exereuxñs, éos, 6, y, amargo, destructor, de la 2% clase; de ¿xo y rteúxn. Oaperós, á, óv (Bayrvós, y, óv) dle la 1% decl. R. Oapá, adv, 4 menudo, de ápa. Pronombre: avroiai dat. pl. Verbos: "Etero, 32 pers. sing. del imperf. medio de éfopas; fut. 20 ¿Sovpar; Lo, le tu, colocar. "Enxe por ñxe; aor. 19 de ifpa, enviar; fut. foo; perf. exa; aor. 20 fp. Téyer (yévero) 32 de sing. aor. 29 de yiyvopas ser; fut. yevioopas; perf. yeyévnpas; aor. 19 ¿yeyñOnv; aor. 20 é¿yevópnv; perf. medio yéyova, de yelvw. 'Eróxero, 32 de sing. aor. 22 medio de éroíxopar (eri y olxopas). "Epreís, sica, év, part. de ¿dimnpr. De ém y impa, enviar. Bálre, de Bóldio, fut. Barñoo (de Baléw) y Biñoo; perf. pas. BéBAnpas; aor. 20 ¿Bañov, herir. Adverbios: "Erevra. *Aéí por ateí; de aquí atóuos. Preposición: perá (separada del verbo) pedénxe. Conjunción: avráp, eol. por áráp, pero, porque. Composición. Khayyn Bioio ArróAhovos yévero SeLví. EE ov 51 o ios ápyupéoto Bioío éróxero Apyoús Aavaovs, mrupal Daperal vekúw kalovTo, Tapa vnudi. El ruído del arco de Apolo fué terrible. Desde que el dardo del arco de plata alcanzó a los activos grie- gos, ardían muchas piras de cadáveres junto a las naves. » LECCIONES DE LENGUA GRIEGA 81 CAPÍTULO X. "Evvapap pev áva orparov 4xero kika deoío, Ti Sexárn $ dyopivde kadéroaro Aaov * AxikAdeús. Tó yáap éml peo Oñxe dea Aeukókevos “Hpn: kñSero yap Aavaov, óri pa dvñokovras óparo. Oi 8 érrel odv Nyepdev, Óunyepées T ¿yévovro, Toi 5 áviorápevos perépn módas okds *AxikAeús* Traducción. Los dardos del dios atravesaron el ejército nueve días seguidos. El décimo Aquiles convocó al pueblo a una asamblea: Juno, la diosa de blancos brazos, conmovida por la mortandad de los griegos, le sugirió una idea. Una vez convocados y reunidos, levantóse en me- dio de ello3 Aquiles, de pies ligeros, y habló así. Lextología. Artículo: Tá, dat. sing. Nombres: Erparóv, ac. de erparós, ov, 6; de la 22 decl. regido de ává. Kñhta, ac. pl. de kñAov, ov, ró, neutro de la 2? decl. Qeoío, gen. sing. dle Oeós, ó. "Ayopñvie (áyopú, ás, y). La partícula $ unida a un ac. signific: hacia. Aaóv, ac. de haós, ov, ó, masc. de la 22 decl. "AxudMeús, de la 32 decl. Se declina por Bac:iAcús. Ppeci, dat. pl. Hpá, as, y, jon. Hem Juno. Aavaóv, gen. pl. de Aavaol. TlóSas (kara) ac. pl. de rroús, rrodós. Adjetivos: Sexárn, dat. de Séxaros, arn, arov; de la 12 clase. Aevkódevos, ov, 6, y, de la 1% clase. De heukós, %, óv, y GAévn, ns, y, el brazo: la que tiene blancos brazos, hermosos brazos (sinéecdoque). R. ókos. | . "Qxús, eta, ú, ligero, adj. de la 32 clase; comp. oxúrepos, wxiov; superl. OKÚTATOS, YKLOTOS. “Opnyepées, nom. pl. de óunyepñs, eos, ó, y, de la 22 clase. Pronombres: Tá dat. oi, masc. pl.; roía., dat. pl. Verbos: "Eóxero, 32 pers. sing. aor. 22 medio de olxopas, 27. Kolkéooaro, lor. por éxakécraro; 32 pers. sing. del aor. medio de xokéo; fut. ¿de y yoo, llamar. Oñxe, por ¿bnxe, aor. de ri8npa. 82 LAURA MESTRE Kxgero, jon. por éxñdero; 32 pers. sing. del imperf. medio de kfdopa., apiadarse. "Opáro, jon. por ópáero, 32 pers. sing. imperf. ind. de ópáo, ver; perf. act. éópaxa; perf. medio éópa. "Hyépdev por ayépIncav, eol; 32 pers. de pl. aor. 1% pas. ind. de áyelpo, TEuntr. "Eyévovro, aor. 29 de yíyvopar O yivopas, ser; fut. yevioopas; perf. yeyévnpos; aor. 19 ¿yeviónv; aor. 20 ¿yevópm»; perf. medio yéyova (de yelvo). Merégn, 3% pers. sing. aor. 22 medio de perábnpa, hablar. Participios: Ovfokovtas, pres. ac. pl. m. de Ovfoko; fut. ño; aor 29 ¿davov; pert. réfvnka y aor. jon. réfvaa; fut. medio Oavoópar, MONT. "Apiorrápevos, pres. medio de áploernpa, levantarse; avierrapos, de ávé y torn, colocar. Adverbios: 'Evvipap, adv. de évvéa, nueve y pap, aros, ro, á veces usado poet. por rpépa, as, 7. Preposiciones: avá, ac; en áva oxyrrpw, dat, Ent, dat; emi vñas, ac. Conjunciones: pév; yáp; óti, causal; erel, porque, entonces. “Pa, por transposición de áp, ápa, pues, continuativa, Oúv, así pues. Composición. - Oéa heukwdAevos “Hpn kidero Aavaóv, ori évvipap Bvñokovras ópúTOo. "Eva rródas oxvs 'Axikdeds dyopivde kadéroaro "Ax aroús. “Hpn Oñxe TO él ppecl. Juno, la deidad de hermosos brazos, se compadeció de los grie- gos, porque durante nueve días los vió perecer. Entonces el activo Aquiles convocó á los griegos a una asamblea. Juno se lo inspiró. CapítuLO XI. ” ArpelSn, viv áppe rakiurhlayxbévras 0íw any árrovorrícev, el kev Dávaróv ye púyoLpev, el 59 óp.o0 tródepos Te Sap.ó kal horuos *Axaoús. Traducción. Atrida, llegó, según creo, para nosotros el día de abandonar la empresa, escapando al menos de la muerte; pues la guerra y la peste juntamente rinden a los griegos. LECCIONES DE LENGUA GRIEGA 83 Lexiología . Nombres: Oávaros, 0v,ó. R. Ovicko. Ilókepos, ov, Ó. Aotpós, ov, 6, el contagio. Pronombres: "Appe, dor. y col. por vát, vó, ac. dual del pron. ¿yó. Los poetas lo usan como ac. pl. También vppe y ooé. Verbos: 'Otwo y oléw, creer; ful. ote y oyo. La forma media otopa: por olga. se usa más en prosa: los poetas emplean la forma óípar. "Arrovorrícemv, de ármovocréo, fut. foo, ¿rse, retornar, de áró y vocTéw. (Nócros, ov, la vuelta.) Púyompev 1% pers. de pl. aor. 29 de opt. act. de deúyo, fut. Eu. Aapá, 32 pers. de sing. de Sapáo; fut. foo; dor. ¿Sayov. Participios: llaMprhayxdévras, ac. pl. de radipriáto, retroceder. La metáfora viene del rebote del dardo (rrádmw, atrás y mito, hacer andar, * desviar; fut. rkAáyio; mhálopas. Adverbios: Núv; ás, atrás, otra vez. *Opoú, de ópós, %, ov, juntos, Conjunciones: Et, si. Ké lo mismo que áv; se escribe también kév y x; es partícula poet. 2 Te, a veces expletiva, verdaderamente, al fin. Composición. El 57 0ávaros Sapa "Axaods otw viv Gppe tradiurhayxdévras devteiv perébn rróSas xds *AxuAdeús. Pazsto que la muerte rinde a los griegos, creo que ahora debemos huir, desaudando el camino, dijo entre ellos Aquiles de ágiles pies. CarítTuLO XII. AAMX úye 5% tiva pávriv épelopev, Y iepña, ” , , , DE , , 3 y kal oveiporródov (kal yáp T' óvap ék Álós ¿orriv), ós k elrro. dr Tóroov ¿xócaro PoiBos *ArróAkov DES E +9 a , , “ar € z - cir ap Oy evxoAñrs empréueras, el0” éxaróuBns al kév tros ápvov kvicons alydv Te reAeíwv Bovkeral ¿vriácas qpuiv ármo Aovyov ápudvas.” Traducción. Pero consultemos a un adivino o a un sacerdote, o siquiera a un interpretador de sueños—que también el sueño viene de Júpiter— para que nos diga por qué Febo Apolo está tan irritado, si es por algún voto o hecatombe: tal vez recibiendo en ofrenda el humo de 84 LAURA MESTRE los corderos y de las cabras más escogidas, consienta en alejar de nosotros la plaga. Lexiología. Nombres: Mávrss, vos, 6, el profeta. "Overporrókos, ov, 6. ”Overpos, ov, 6, 11 SUEÑO. “Ovap, ró indeclin: óvempos. EúxoAf, As, Y de evxopas, T0JAT. “ExarópBn, ns, y; de éxaróv y Boús, Boós 6, *. ”Aps, ápvós, O, 7; o Apñv, Ápévos (Apvós). Kvicoa, ns, 4, olor, humo de la grasa quemada en los sacrificios. Adjetivo: Téheros, eía vov, O tédeos, excelente, perfecto. Pronombre: “OTt neutro, de éoris, Aris, Óre. Verbos: "Aye, imper. de áyo; casi siempre se le agrega Sn. 'Epto, de ¿pu y elpo. Epelopev (de ¿ptopev) en que el prezente se usa por el futuro. Etrow, 32 sing. Op. de ¿mo, decir aor. 19 etra, poet. ¿eura; aor. 29 érov (de aquí eirro.) poet. ¿eurov. "Empéuoeras, 32 ind. pres. de émpépoopas; fut. popal; de érí y pépoopas, acusar. vituperar. Boúkopa:; fut. BovAñoopas. "Apóvo, fut. vo; arapúvo, rechazar, ápóva,, aor. 19 inf. Participio: "Avriásos, part. 19 aor. de ávriáv. Adverbios: Tóvoov; de rórcos, y, ov. Dor. róroos. Más, enclítica; con elo ph, quizá. Conjunción: at, dor. por el. Composición. Aéyova: óvap ¿xk Ános elvas. Ava óri róroov xócaro Poíflos 'ArrólAwv; “O viós Anroús, avriácas kvioons éxarópBns, BovAfcera: "Axaroís árro (1) Aovyov Gpuivas. Dicen que el sueño viene de Júpiter. ¿Por qué está tan irritado Febo Apolo? El hijo de Latona, habiendo aspirado el humo de la hecatombe, querrá apartar de los griegos la plaga. (1) A juicio de Buttmann estas partículas no deben considerarse como preposiciones separadas de los verbos, sino que en Homero son adverbios. LECCIONES DE LENGUA GRIEGA 85 Oraciones. Oca, úerde piviv AxiAños. "H ¿Onxev úyea "Ax atoís. “H mpotade buxas”Atór. “H redxe aúrods ¿hópia kúveroL. BovAn Auos érekelero. "EE cv Arpeíóns Siarrirnv re AxikAeús, Tis Euvénke, páxeodal rue; “O úpoe kakyv vodoov. Aaol ohékovTO. Oúvexa Arpeións yTÍpnoe xpúc ny. “O ñA0e eri vias. “O hurópevos Oúyarpa. “O dépov árroiva. O éxov oréuua Aróllovos. O éhicoero "Ax arods. Qeol Sotev (Uprv) éxrrépoas tróAiv kal ixérda, olkade. Qeol oi ¿xovres Sóuara 'Odúpreia. Añcas traia époi. Aéxeodal ¿srova. Y peis áLópevoL viov Átós. Oi 'Axavol emevpipnoav aldeioda: iepña kal Séxdal árrouva. Toúro oúx qvdave 'Arpeidn (0uyo). “O *Arpeíóns ápice iepña. "Arpelóns érérelde p.ú0ov. "Eyo ph kixelo de (7 5ndúvovra $ lóvra). Mx o% xpaicpy ro. rkfirrpov kal orréupua Beoío. "Eyo od Aúco Thv (mplv kal yipas érevo(pv). Muy érrouxopevny iorrov kar ávriówoav ¿uov Aéxos. "IO.. MA épébute pe. ": , LA (ls ke vénal caórepos. “Arpeións eparo ús, “0 yépov ¿Sderrev. "O yépov érreidero pido. “O Bñ rapa diva dadácons. “O yeparos mpáro rroAka “Arrókkove, Anró téxe * ArróAhova, "Apyupóroé, kAVOL prev. “Os ápodiBéBnias xpúonv re Kildav. "Os áváooes Tevédoro. Elrrore émépedya vnóov xaplevra, Etrore katéxna pnpía, Tos. Kpñnvov pol róde ¿¿Adwp. Aavaol tícevav eya Saxpva coíoi Béeoov. S6 LAUBA MESTRE "Eparo. "Arrólhov ¿kkve ToÚ., "ArróMiov karéBn. "Exov dapérpnv ArróAiov, "Oíoro. ¿khaytav. “O mie. "Arrókhov tlero. “Arrókkov pedéenke lóv., Khayyn yévero Semví. lós émóxero odpñas kal kúvas. Béhos (ac. ) ¿buels ArrókAov, "ArróAhov Bálhe avroici. ITúpal katovro. Kia oxero (áva oTparóv). "Axihdeds kadéroaro Aaov ¿yopívde. "Hpn Oñxe ro. (Omit. el ac.) “Hpn kíiSero Aavaov. “Ori óparo avrods Bviokovras. "Axikdeds perébo. 'Erel nyepdev Aavaol, 'Errel Op yepées éyévovro oi Aavaol, "Oíow áppe (radpurhayxdévras) árovorrícev ay. Et kev púyorpev dávarov. El rrókepos kal houpos Sapa *Axaroús, "AMM Gaye pávtiv ¿pelopev. "Ovap éx Anos éorriv. “Oséros ori 'ArródkAov éxócaro. Elr *Arólhov impéuoeras. At ros *ArrólAov Boúdera: ámapóiva, Aouyóv. Análisis de la construcción poética. Antes del adjetivo que califica a un nombre puede intercalarse el régimen de éste: Maviw InAniáseo AxiAños, ovAouévny. El orden de la oración puede ser: acusativo, verbo y sujeto: Múñyviv acude, dea. Entre el adjetivo y el nombre puede colocarse el caso indirecto: Mupl Axaroís úl yea. El orden puede ser el siguiente: sujeto, término indirecto, acu- sativo y verbo: “H pupY *Axaíos ¿Aye ¿0nxe- Hay tendencia a colocar el verbo al fin: duxas” Ain rpotane. El complemento en genitivo puede ir separado del nombre por otras palabras: duxas”Aiói mpolayev qpúwv. LECCIONES DE LENGUA GRIEGA 87 Aé se pospone: rácoi y Suv también. N>3nbres en op»sición y en acusativo separados por un verbo: Tóv xpúcn y iripno ápnripa, Ooás emi vias; xpúséo áva oxfrrpw: la preposición entre el adjetivo y el nombre que rige. Entra la pre osición y el verbo se intercala el acusativo, en estos ejemplos: éxl vnov épeyra; emi 00ov éreAde; kará miova pupl ¿kna. Br $: kar: aquí la preposición va después del verbo. TóE ¿poroiv ¿xv dupnpepéa re dapérenv; el verbo entre dos acusativos. El 5% ópov rrokepos Te Saá kai Aovuos * Axaroús: el verbo entre dos nomi- nativos. El nombre regente entre dos complementos en genitivo: *Apvóv kvicons alyov te rehelov ávridas,. Advertencia. Este pequeño curso de lengua griega debe considerarse como el bosquejo de un míto.lo de enseñanza análogo al de Robertson—tan adecuado al estudio de las lenguas clásicas— y que pudiera conti- nuarse recorriendo las obras maestras de la bellísima literatura he- lénica.—L. M:; r BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO POR EL SR. DOMINGO FIGAROLA-CANEDA Director de la Biblioteca Nacional (Continuación.) 773. La estatua de Don Pepe.—S. S. (C. y A., Habana, 2 Julio LA e) 774.—[... don José de la ELmz...] (Tendencias idealistas de la educación, por A. M. Aguayo: KR. d. E., Habana, 1911, vol. 1, p. 4.) 775.—[... José de la Luz Caballero...] (La literatura cubana, por Fernando Ortiz: C..y A., Habana, 1.2 Octubre 194% año XV, vol. XXXI p. 3:90) Resumen escrito para figurar como introducción de la parte de Cuba en la Biblioteca Internacional de Obras Famosas [Londres, 1912], t. XXVII, p. TXX.) 776.— José de la Luz y Caballero. (Bibliografía Cubana del Si- glo XIX, por Carlos M. Trelles, Matanzas, 1911, t. I, p. 139, 142.) 777. [... José de la Luz y Caballero. ..] (América.—José Mar- tí, por Roque E. Garrigó. Habana, 1911, p. 39.) 778.—[... D. José de la Luz y Caballero...] (Los González del Valle, [por] Ramón Meza, Habana, 1911, p. 18, 20.) 779.—|... Luz Caballero...] (Historia de la poesía hispano-ame- rmicana, por el Doctor Don Marcelino Menéndez y Pelayo, Ma- drid, 1911, t. 1, p. 215.) 780. [... Luz Caballero...] (Ideas pedagógicas del Padre Va- rela, por A. M. Aguayo: KR. d. E., Habana, 1911, vol. I, p. 9.) BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO SN) 783. [... Luz y Caballero...] (Al Padre Félix Varcla—Home- naje, por La Redacción: R. d. l. F. d. L. y C., Habana, 1911, vol. XIII, p. 235.) 1912 782.— |... D. José de la Luz y Caballero...] (Las escuelas priva- das, por Arturo Montori: C. P., Habana, 15 Noviembre 1912, DEE) 783.—[... Luz...] (Cartas de José Antonio Saco [por Domingo Figarola-Caneda.]: R. d. l. B. N., Habana, 1912, t. VI, p. 165-167.) Rep. Colección de Manuscritos de la Bibliotece Nacional, Habana, 1909, t. L, p. 174: 784, [... Luz...] (La instrucción primaria en Cuba, por Ra- miro Guerra: C. P., Habana, 15 Noviembre 1912, p. 9, 16.) 785.—Luz Caballero. (L. E. C., Habana, 20 Junio 1912, p. 4.) Conmemoración del 50. aniversario del fallecimiento del Don Pepe. 786.—[... La Luz y Caballero...] (La tertulia literaria de Del- monte, por el Dr. Emilio Blanchet: R. d. 1. F. d. L. y C., Ha- bana, 1912, vol. XIV, p. 49-50.) 19153 Acta de la inauguración del monumento a Luz Caballero. (Ro B..C., Habana, 1913. -1. VIT, p: 81283.) 787. 788. Dos anécdotas sobre Luz y Caballero. (L. D., Habana, 24 Febrero 1913.) La primera es reproducida de El Siglo, Habana, 27 Junio 1862, y la se- gunda de la Prensa de la Habana, diario también de esta capital y de la misma fecha. 90 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 789.—El aniversario de la muerte de Luz y Caballero.—Homenaje de los maestros públicos. (C., Habana, 23 Junio 1913.) Relación de esta ceremonia, celebrada el día 22 ante la tumba y ante la estatua de Don Pepe. 790.—Ante la estatua del Maestro.—Roque E. Garrigó. (C. y A., Habana, 1. Marzo 1913, vol. XVI, sin paginación.) Reflexiones sobre un aforismo de Don Pepe. 791.—Ante la estatua de Luz Caballero.—M. Gómez Gordido. (D. d. 1. M., Habana, 24 Febrero 1913.) Con motivo de la erección de la estatua. 792.—Ante la estatua de Don Pepe. (£L. E. C., Habana, 28 Febre- ro Mg) Descripción de la ceremonia inaugural, 793.—Bibliografía.—Emeterio S. Santovenia. (El Comercio, Ha- bana, 18 Febrero 1913.) Juicio del libro Don José de la Luz y Caballero, del señor Luz y Duarte. 794, Brillante éxito de la Asociación de Maestros.—Himno a Luz Caballero. (El Magisterio, Habana, Marzo 1913.) Relación de la ceremonia celebrada por la Asociación Nacional de Maes- tros, “como complemento de la del 24 [de Febrero] ante la estatua de José de la Luz y Caballero. ?? 795.—En el bronce y en la luz.—Al Dr. Raimundo Cabrera.—Au- relia Castillo de González.—Febrero 25 de 1913. (C. y A., Ha- bana, 1.2 Marzo 1913, vol. XVI, sin paginación.) Con motivo de la inauguración de la estatua de Don Pepe. 796.—M. Charles Cousin, Arquitecto francés que construyó el pe- destal de la estatua de Luz Caballero. (C. y A.; Habana, 22 Febrero 1913, año XVI, sin paginación.) BIBLIOGRAFIA: DE LUZ Y CABALLERO 91 797.—El Día de la Patria. (E. M., Habana, Marzo 1913.) Relación del homenaje rendido el 24 de Febrero ante la estatua de Luz y Caballero, por la Asociación de Maestros de Instrucción Primaria y por la de Emigrados Cubanos. 798. 18 de Mayo. 8 a. m— Homenaje á D. José de la Luz y Caba- llero. (Primer Congreso Pedagógico. —Programa general, Ha- bana, 1913.) 799.—|[Discurso] (La Instrucción Primaria, Habana, Enero-Fe- brero 1913, p. 183-190.) Es el diseurso pronunciado por el Dr. Alfredo Zayas en la inauguración de la estatua a Luz y Caballero. También se publicó un fragmento del mismo en Cuba y América, Habana, 1.2 Marzo 1913, vol. XVI, sin paginación, e in extenso, en La Escuela Cubana, Habana, 15 Marzo 1913, p. 8-10, en la Re- vista de la Facultad de Letras y Ciencias, Habana, 1913, vol. XVI, p. 146-150, - y por último, en una edición en 4.”, 4 p., con el título: José de la Luz Caballe- ro—24-2-1913. [ Habana, Imp. “La Universal””, 1913.] 800.—Editoriales.—La fiesta de hoy. (La Prensa, Habana 24 Fe- brero 1913.) Con motivo de la inauguración de la estatua. 801.—Editoriales.—Programa de la Inauguración de la Estatua de Luz Caballero. (C. y A., Habana, 8 Febrero 1913, año XVI, sin paginación.) 802.—La Escuela N.* 8 ante don José de la Luz y Caballero. (£. D., Habana, 5 Marzo 1913.) Relación de la ceremonia celebrada por este plantel ante la estatua. 803. La estatua á Luz Caballero. (Diario Español, Habana, 25 Febrero 1913.) Relación del acto. 92 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 804.—La estatua de Luz y Caballero.—Esta tarde se ha efectuado su inauguración ante una gran concurrencia.—Brillante dis- eurso del Doctor Alfredo Zayas.—Siete bandas de música eje- cutan el Himno Luz Caballero, bajo la dirección del Maestro Tomás. (1. P., Habana, 24 Febrero 1913.) 305.—La estatua de Luz y Caballero. (E. F., Habana, 2 Marzo 1913, p. 97.) Breve relación de la ceremonia inaugural. 806.—La estatua del Maestro. (L. /. P., Habana. Enero y Febrero 1913, p. 183-190.) Relato de la ceremonia de la inauguración, mencionándose en aquélla las es- cuelas públicas que concurrieron, a saber, las números 1, 2, 4, 8, 9, 14, 18, 22, 25, 30, 34, 35, 40, 41, 42, 46, 48, 50, 53, 59, 60, 61, 65, 67 y 70, la Es- cuela Luz Caballero, la Práctica de la Universidad, la de la Beneficencia y Ma- ternidad y la de Hoyo y Junco, incluyéndose el discurso inaugural pronunciado por el Dr. Alfredo Zayas, y, por último, citándose el discurso leído por la niña Herminia Pérez, la poesía que recitó la niña Aurora González y la peroración del Dr. Ramiro Mañalich. 807.—La estatua de Don Pepe.—Billikem. [Féliz Callejas.1| (L. P., - Habana, 25 Febrero 1913.) Artículo humorístico. 808.—Estatuas de ayer y hoy.—Paco Mantilla.—El Andaluz. [Dr. Raimundo Cabrera.] (C. y A., Habana, 22 Febrero 1913, año XVI, sin paginación.) Artículo humorístico. 809.—Las fiestas patrióticas de ayer en toda la República.—La inauguración de la estatua de Luz Caballero. (E. D., Habana, 25 Febrero 1913.) Las fiestas de la Patria.—El 24 de Febrero.—La estatua de Luz Caballero. (C., Habana, 25 Febrero 1913.) 810. 811.—Un folleto interesante. (C. y A., Habana, 1.” Febrero 1913.) Juicio de la obra del señor Luz y Duarte, titulada Don José de la Luz y Caballero. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 93 812.— Frente al monumento Luz y Caballero. (L. D., Habana, 3 Marzo 1913.) Descripción del homenaje de la Asociación Nacional de Maestros frente a la estatua de Don Pepe. 813.— Galería de Educadores Cubanos.—José de la Luz y Caballe- ro.—Luis A. Baralt. (Página de Educación. —Dirigida por el Dr. Luis A. Baralt.: H. d. C., Habana, 31 Diciembre 1913.) 814.— Himno a Luz Caballero.—Letra de Oscar Ugarte.—Música de Guillermo M. Tomás. (L. D., Habana, 24 Febrero 1913.) 815.— Himno a Luz y Caballero de G. M. Tomás y O. Ugarte.— Luz y Caballero.—Himno.—Letra de Oscar Ugarte.—Música de G. M. Tomás.-——Reducción fácil de Canto y Piano para las Escuelas Públicas. [ Habana, 1913.] 49, 4 p. 816.— El Himno á don Pepe. (E. M., Habana. Marzo 1913.) Noticia sobre esta composición musical, 817.— Homenaje á “D. Pepe de la Luz.”*—La Asociación de Maes- tros solemniza el 51. aniversario de su muerte. (£. D., Habana, 23 Junio 1913.) 818.—Impresiones.—Para “La Discusión.*””—Madrid, marzo.— José de Armas. (£L. D., Habana, 20 Abril 1913.) Con motivo de la estatua, de las obras y de la personalidad y significación de Don Pepe. Rep. Cuba y América, Habana, 26 Abril 1913, p. $. 819.—La inauguración de la estatua Luz Caballero. (C. y A., Ha- bana, 1. Marzo 1913, vol. XVI, sin paginación.) Relación de este acto, incluyendo el discurso pronunciado por el Dr. Rai- mundo Cabrera. 941 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 820.—La inauguración de la estatua del Maestro. (£. C., Habana, 25 Febrero 1913.) Descripción del acto. 821.—La inauguración de la estatua del Maestro.—Importantes da- tos biográficos. —Francisco de la Luz Duarte.—£La historia de una oda.—José Fornaris. (L. L., Habana, 24 Febrero 1913.) Rep. de ambas piezas, publicada la primera y reproducida la segunda en el libro del Sr. Luz y Duarte, Don José de la Luz y Caballero. | 822.—La inauguración del monumento de Luz y Caballero.—En importante manifestación acude al acto el pueblo habanero.— La lluvia impertinente no deja cumplir el programa.—El Minis- tro americano en la tribuna de la Presidencia. (E. Md., Habana, 25 Febrero 1913.) 5 Descripción de la ceremonia. 823.—[... José de la Luz...] (Fernando Ortíz, Entre Cubanos... París, [1913], p. 98, 137-138, 201-202.) 824, José de la Luz Caballero.—Diseurso... por Manuel Sangul- ly...—Max Henríquez Ureña. (Cuba Contemporánea. Haba- na, Abril 1913, t. I, p. 311-312.) Juicio sobre el diseurso pronunciado el 22 Febrero 1900. 825.— José de la Luz Caballero: por K. E. Reineman. (E. S. T., Point Loma, California, E. U. A., Noviembre 1913.) 826.— José de la Luz Caballero. (Lelras Giúineras, Gines, 28 Fe- brero 1913.) 827.—[... Don José de la Luz...] (El Maestro; sus versos: su biografía, por J. F. Campillo: R. d. 1. F. d. L. y C.., Habana, 193 t: IV Tp: 205.) 828.—[... don José de la Luz...] (Ignacio Agramonte, discurso por Antonio Zambrana,, Habana, 1913, p. 3, 10.) BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 95 829.—[... don José de la Luz...] (Crónicas ligeras.—La consa- gración del marmol, por Arturo KR. de Carricarte: Actualida- des, Habana, 17 Octubre 1913.) 830.—Don José de la Luz y Caballero.—Jesús Romeu.—Marzo 12- 913. (C. y A., Habana, 22 Marzo 1913.) Recuerdos e impresiones personales. 831.—Don José de la Luz y Caballero. (L. E., Habana, 15 Junio 1913, p. 212-216.) Conmemoración del 51? aniversario ele la muerte de Don Pepe, reproducien- do los datos biográficos publicados en Don José de la Luz y Caballero, por el señor Luz y Duarte. 832.—|[... don José de la Luz y Caballero...] (Un autógrafo de Ricardo del Monte.). por Emeterio S. Santovenia (M. Terio.) (C. C., Habana, Abril 1913, t. I, p. 303-304.) 833.—D. José de la Luz y Caballero, ilustre educador cubano. (Al- bum Patria, Habana, 20 Mayo 1913, p. 67.) 834.— José de la Luz y Caballero.—M. Rodríguez del Valle. (E. M., Habana, Marzo 1913.) Poesía recitada ante la estatua del Maestro el 2 Marzo 1913. 835,—Don José de la Luz y Caballero.—Guillermo de Sanz. (B., Ha- bana, 4 Mayo 1913, p. 207.) 836,.—D. José de la Luz y Caballero. (Los ciento cincuenta libros más notables que los cubanos han escrito, por Carlos M. Trelles: C. y A., Habana, Octubre 1913, p. 20-21, 23.) 837,—Don José de la Luz y Caballero.—Datos biográficos, recopila- ción de escritos sobre su muerte, así como los aforismos, pensa- mientos y artículos más interesantes del sabio maestro.—Por Francisco de la Luz y Duarte.—Prólogo del Dr. Jesús Saiz de la Mora. Habana, Imp. y Pap. de Rambla, Bouza y C.?, 1913. 8.%, 127 p., ret., autóg. 96 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA Contiene las materias siguientes: Prólogo, Jesús Saiz de la Mora, p. 3-9. Al Lic. Alfredo Zayas y Alfonso, Francisco de la Luz Duarte, p. 11. José de la Luz y Caballero. Datos biográficos, p. 13-20. Luto público.—José de la Luz Caballero, J. C. Zenea.—J. F. Ruz, p. 21-33. Historia de una oda, José Fornaris, p. 38-42. En la muerte de mi amigo y maestro el Sr. José de la Luz y Caballero, Francisco Ramírez, p. 42-45. Artículo prohibido de José Ignacio Rodríguez: “*El 22 de Junio de 1862,*” p. 44-48. A nuestros lectores, José Bruzón.—Felipe F. Rodríguez, p. 49-51. En la muerte de José de la Luz y Caballero, J. L. Luáces, p. 52-56. En la muerte de D. José de la Luz y Caballero, Saturnino Martínez, 57-58. Soneto, Merced Valdés Mendoza, p. 59. Citas de Roque Barcia, Mrs. Julia,Ward Howe, p. 59-62. Conelusión, p. 61-69. ' Discursos leídos por los Sres. José María Zayas, Enrique Piñeyro y Jesús Benigno Gálvez, p. 70-88. Pensamientos, p. 89-99. Aforismos. p. 100-102. Elenco de “*El Salvador,?? p. 103-107. Discurso de Luz (1857), p. 108. Fragmentos de un discurso de Luz (1861), p. 109-112, Carta del señor Luz describiendo la visita á Walter Seott, p. 113-116. Carta dirigida al señor José L. Alfonso, p. 117-120. El estudio de la naturaleza. La metafísica y la ciencia, J. de la L. C, p. 121-194, Una frase de Don Pepe, El Marqués de Esteban, p. 125-126, El sepulero de Luz, El País, p. 127. W cubanos, por Julio Villoldo: €. C., Habana, 1913, t. I, p. 153- 154, 157-160.) 838.—[... José de la Luz y Caballero...] (Necesidad de colegios 839.—D. José de la Luz y Cabailero, ilustre educador cubano. (4. P., Habana, 20 Mayo 1913, p. 67-69.) Noticia biográfica. 340, Mr. Julian Lorieus (sic). escultor francés autor de la esta- tua á D. José de la Luz Caballero. (C. y A., Habana 22 Febre- ro 1913, año XVI, sin paginación.) Rep. en la Memoria, Habana, 1913, p. 56-57. 341.—| Luz Caballero. . .] (L. D., Habana, 24 Febrero 1913:) BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 97 Se alude, en un artículo titulado La fecha, a la erección de la estatua a Don Pepe. 842.—Luz Caballero. Estudio biográfico y pedagógico. Dedicado al señor Jesús María Barraqué, ex-Secretario de Justicia. Confe- rencia pública.—Carlos Martí. (C. y A., Habana, 1.2 Marzo 1913, vol. XVI, sin paginación.) 843.—[...Luz Caballero...] (“Labor intelectual,” por Saturni- no Escoto y Carrión, Habana, [1913], p. [7], 53, 84, 99, 192, 207, 225.) 844.—[... Luz Caballero...] (Página de educación —Dirigida por el Dr. Luis A. Baralt.: HA. d. C., Habana, 17 Diciembre 1913.) 845.— Luz y Caballero. (Crónicas de Santiago de Cuba, por Emi- lio Bacardí y Moreau, Barcelona, 1913, t. III, p. 293.) Con motivo de las exequias celebradas en Santiago de Cuba por la muerte de Luz. 846.—|¡... Luz y Caballero...] (El Dr. Manuel Valdés Rodríguez, por A, M. Aguayo.: R. d. E., Habana, 1913, vol. III, p. 437.) 847.—[... Luz y Caballero...] (La patria en la escuela, por el Dr. Ramiro Guerra, Habana, 1913, p. 6.) 848.—[... Luz y Caballero...] (Dr. José Varela Zequeira, Boce- tos académicos, Habana, 1913, p. 96.) 849.—Luz y Caballero (José de la) —(Pequeño Larousse Ilustrado, París, 1913, p. 1314.) Breve noticia biográfica. Rep. en la ed. de 1914, p. 1314. 850.—Los dos maestros.—Saturnino Escoto Carrión. (L. E C., Ha- bana, 30 Marzo 1913.) Con motivo de la doble fiesta patriótica del 24 de Febrero y de la inau- guración de la estatua de Don Pepe. 98 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 851.—Los maestros á Luz Caballero. (D. d. 1. M., Habana, 23 Ju- nio 1913.) Reseña del homenaje llevado á cabo por una comisión de maestros públi- cos, ante la estatua y ante la tumba de Don Pepe, con motivo del 51% aniver- sario de su fallecimiento. 852.— Los maestros á Luz Caballero. (E. Md., Habana, 23 Junio 1913.) Relación del homenaje de la Asociación Nacional de Maestros rendido en el 51.2 aniversario de la muerte de Luz y Caballero. 853.— El señor Marcos Tobón Mejía, autor del dibujo de la me- dalla conmemorativa de la inauguración de la estatua de Luz Caballero. (C. y A., Habana, 22 Febrero 1813, año XVI, sin paginación.) 854.— Mármoles y bronces.—Luz Caballero.—Camaño de Cárdenas. (E. T., Habana, 24 Febrero 1913.) Con motivo de la inauguración de la estatua de Luz y Caballero. 855.— Memoria sobre la suscripción popular realizada por la So- ciedad Económica de Amigos del País para erigir un monu- mento público á la memoria del maestro de la ¡uventud cubana José de la Luz Caballero.—Nóminas de suscriptores, cuentas de inversión de las sumas recaudadas y otros datos. Habana, Emp. *“EEIESiglo XX?” 1918. 82 249p: Comprende este libro las materias que siguen: Junta de Gobierno de la Sociedad Económica Organizadora de la Sus- eripción Popular y de la Erección del Monumento á Don José de la Luz Ca- ballero, en 1908, p. 5. Comité Ejecutivo Encargado de la Suscripción Popular y de la Erección del Monumento, p. 7. Antiguo proyecto de estatua de Luz Caballero, p. [9.] (Fotograbado.) Junta de Gobierno de la Sociedad Económica elegida para el trienio 1912 a 1915, p. 9. José de la Luz.—Juicios de José Tenacio Rodríguez (1862), Juan Clemente Zenea (1862), José Silverio Jorrín (1862), Francisco Caleagno (1878), Ma- nuel Sanguilq (1890), p. 11-12. [La Sociedad Económica...], p. 13-16. IBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 99 Estatutos, p. 17. El Monumento, p. 18. Comité Ejecutivo, p. 18-31. Primer proyecto de monumento de Luz Caballero, por el escultor francés Mr. Julien Lorieux, p. [25] (Fotograbado.) Ingresos, p. 35-50. El modelo en yeso de la estatua de Luz Caballero en el estudio del esecul- tor Lorieux, p. 41. (Fotograbado.) Cuenta de gastos, p. 53-62. M. Julien Lorieux, escultor, autor de la estatua Luz Caballero, p. [57] (Fotograbado.) Lista de suscriptores para el Monumento de José de la Luz Caballero, p. 67-243. El Monumento á Luz Caballero durante las obras de colocación, realizadas por el Departamento de Obras Públicas, p. [75.] (Fotograbado.) M. Charles Cousin, arquitecto francés, constructor del pedestal de granito de la estatua Luz Caballero, p. [91.] (Fotograbado.) Anverso de la medalla conmemorativa de la inauguración de la estatua de Luz Caballero, dibujo del artista M. Tobón Mejía, p. [107.] (Fotograbado.) Reverso de la medalla conmemorativa de la inauguarción de la estatua de Luz Caballero, dibujo del artista M. Tobón Mejía, p. [123.] (Fotograbado.) Erratas muy notables, p. 244. Programa de la inauguración de la estatua Luz Caballero, p. 245-246, Decreto. Invitación al pueblo, p. 247-248, [La Junta de Gobierno de la Sociedad Económica...], p. 249. 856.—El monumento á Luz y Caballero. (Ornato público. Sección redactada por Mario Guiral Moreno, Julio Villoldo y Carlos de Velasco: L. D., Habana, 25 Febrero 1913.) 857.— El monumento á D. Pepe. (La Opinión, Habana, 25 Febrero 1913.) 858.— Notas editoriales.—A la memoria de cuatro ecubanos.—+osé de la Luz y Caballero. (C. C., Habana, 1913, t. I, p. 149-150.) Además, en las p. 313-314, bajo el título Honrando a nuestras grandes figuras. —La estatua de Luz y Caballero, se lee una relación de esta ceremonia inaugural. 859.—En el Parque Luz Caballero. (C., Habana. 31 Agosto 1913.) 860.—La Patria honrando al Maestro. (L. L., Habana, 24 Febre- ro 1913.) 100 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 861.—Sobre un aforismo de Luz y Caballero.—R. P. González. [Francisco de la Luz y Duarte.] (L. S., Habana, 23 Febrero TOUS , Reflexiones sobre el aforismo: “Tengamos el magisterio”?. 862.—Tributo á Luz Caballero.—La Asociación de Maestros se lo rinde. (L. D., Habana, 23 Junio 1913.) Descripción de este acto con motivo del 51.2 aniversario del fallecimiento de Don Pepe. 863.—22 de Junio.—Luz y Caballero.—R. P. González. [Francisco de la Luz y Duarte.] (La Noche, Habana, 22 Junio 1913.) 7 Artículo conmemorativo del 51.” aniversario del fallecimiento de Don Pepe. 864,—El 24 de Febrero.—Rogelio Caramés. (E. T., Habana, 24 Fe- brero 1913.) Con motivo de las dos fechas cubanas que se conmemoran en este 24. de Febrero: aniversario del Grito de Baire e inauguración de la estatua a Luz. 865.—El 24 de Febrero.—La estatua de Luz y Caballero.—Datos biográficos —Retrato. (D. d. 1. M., Habana, 25 Febrero 1913.) Descripción de la ceremonia inaugural, incluyendo un extracto biográfico relativo á Don Pepe. 1914 866.—Actualidades.—Fiesta patriótica. (B., Habana, 24 Mayo 1914.) Breve reseña de la inauguración de la lápida en la calle del Teniente Rey núm. 39. 867.— Aniversario. 30 Junio 1914.) 1914.—Franeisco Taymil. (L. F. C., Habana, Soneto. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 101 868.—[... calle “Luz y Caballero””...] (Cámara Municipal: L. D., Habana, 19 Noviembre 1914.) 869.—La conmemoración del 20 de Mayo.—El homenaje a Luz Caballero.—Diseurso pronunciado por el Dr. Gerardo Fernán- dez Abreu, catedrático de la Universidad. en el acto de ser descubierta la lápida conmemorativa. (H. d. C., Habana, 21 Mayo 1914.) 870.—“Dejó a su patria el ejemplo de su vida””...—““En su mo- desta esfera y desde el rincón de su colegio””...—Manuel San- guily. (L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 1.) Citaciones de José de la Luz y Caballero, el estudio crítico del señor San- Sanguily, p. 199. Rep. Evolución, Habana, 25 Junio 1914, segundo época, novia Le 871.—El Día Histórico.—Luz y Caballero. (E. D., Habana, 11 Julio 1914.) Aniversario del nacimiento de Don Pepe. 872.—Discurso del Dr. A. Figueroa. (L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 11.) Discurso pronunciado por su autor en la inauguración de la lápida conme- morativa en la calle del Teniente Rey núm. 39. 873.—Discurso del Dr. Gerardo Fernández Abreu. (L. F. C., Ha- bana, 30 Mayo 1914, p. 8-10.) Discurso pronunciado por su autor en la inauguración de la lápida con- memorativa donde estuvo el colegio El Salvador, en la calle del Teniente Rey. 874.—Un discurso del Dr. José Luis Vidaurreta a la memoria de Luz Caballero.—La lápida de Teniente Rey a Don Pepe, la Central Autonomista y “El Triunfo”” dedicada por La Far- u macia Cubana y el Dr. Sarrá. (E. D., Habana, 21 Mayo 1914.) 875.—Estudio sobre José de la Luz Caballero, por Alfonso E. Páez. Habana, Imp. “Cubana””, 1914. 8. 240 p. 102 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA Componen el expresado estudio las partes que siguen: Prólogo, p. 3-5. Introducción, p. [7.] Datos biográficos más culminantes, p. 9-18, Luz, escritor, p. 19-37. Luz, moralista, p. 38-S0. Luz, educador, p. 81-123. Luz, filósofo, p. 124-201. El sabio, p. 202-240. 876.—Estudio sobre José de la Luz Caballero, por Alfonso E. Páez. Imprenta Cubana, 1914. (C. y A., Habana, 1914, 2.* ép., p. 137.) Juicio de este libro. 877.—Estudio sobre José de la Luz Caballero. (El Certamen del Colegio de Abogados.—(D. d. l. M., Habana, 15 Enero 1914.) 878.—Fundación Luz Caballero.—Invitación.—Habana, Imp. Ram- bla, Bouza y Comp., 1914. 12%, 6 p. ““La Fundación Luz Caballero”? se propone interrogar a toda hora el alma del Maestro con el saludable objeto de revivir sus doctrinas y poner en alto la grandeza imperecedera de sus no igualadas virtudes.—Habana, Noviem- bre 12 de 1914.—La Comisión Gestora.”” 879.—Las grandes fiestas de la República.—En honor de Luz Ca- ballero. (D. d. l. M., Habana, 21 Mayo 1914.) Relación de la ceremonia para inaugurar la lápida colocada en la calle del Teniente Rey núm. 39. 880. El homenaje á Don José de la Luz Caballero. (L. F. C., Ha- bana, 30 Mayo 1914, p. 3-4.) Relato de la inauguración de la lápida en la calle del Teniente Rey. Rep. de El Mundo del día 21. ¿ 881.—En honor de Luz Caballero.—Hermosa velada en honor de Don “Pepe”” de la Luz.—Brillante resumen del acto. (£. D., Habana, 28 Junio 1914.) Relación de esta velada conmemorativa del 52% aniversario del fallecimiento del Maestro. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 103 882.—En honor de Luz Caballero.—Se descubre una lápida con- memorativa en la casa Teniente Rey 39.—Veladas censuras a la inscripción de Montoro. (L. N., Habana, 20 Mayo 1914.) Noticia de esta ceremonia. 883.— En honor de Don Pepe de la Luz.—Esta tarde se verificará el acto de descubrir la lápida de bronce costeada por el Dr. Sarrá. (L. D., Habana, 20 Mayo 1914.) Noticias relativas á esta ceremonia. 884.—Honrando a Luz y Caballero.—Discurso pronunciado el 19 de Marzo último en la escuela n.” 8 por el Sr. Francisco de la Luz Duarte, con motivo de conmemorarse el santo del Sr. José de la Luz y Caballero. (R. H., Habana, 30 Abril 1914, p. 96-97.) 885.— Honrando la memoria del gran educador. (E. Md., Habana, 21 Mayo 1914.) Descripción de la ceremonia de descubrir la lápida consagrada á Don Pepe en la calle del Teniente Rey núm. 39. 886.— Impresión literaria.—Estudio sobre José de la Luz Caballero, por Alfonso E. Páez, Matanzas.—Alfonso Camín. (D. d. l. M., Habana, 9 Junio 1914.) Juicio de esta obra. 887.—[... José de la Luz...] (Un centenario, por Segundo Val- buena. [Arturo R. de Carricarte], Habana, 1914, p. 12.) 888.—[... don José de la Luz...] (Un educador, por Félix Calle- jas.—Octubre, 1914: E. F., Habana, 18 Octubre 1914, año XXX, p. 501.) 889.—[... don José de la Luz.] (La obra de la “Fundación Luz Caballero.*”: L. D., Habana, 1. Diciembre 1914.) 890.— José de la Luz Caballero. (Efemérides de la Revolución Cu- bana, por Enrique Ubieta: L. D., Habana, 27 Marzo, 11 Ju- lio, 24 Septiembre 1914.) 104 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 891.—José de la Luz Caballero.—De '““La Cuna de América.* — P. Mendoza Guerra. (B., Habana, 4 Octubre 1914.) Poesía. -892.—[... José de la Luz Caballero...] (José Antomo Saco, por Arturo R. de Carricarte. Sept. 26, 1914: E. F., Habana, 4, 11 Octubre 1914, p. 482.) 893.— José de la Luz Caballero. (Ideales de los niños cubanos, por Arturo Montori, Habana, 1914, p. 40, 44, 79-80, 82, 85.) 894.—[... D. José de la Luz Caballero...] (€. y A., Habana, Abril 1914, año XVIII, 2* ép., voi. 1L p. 1.) 895.—[... don José de la Luz Caballero...] (In memorian (sic), por Josephus: L. D., Habana, 8 Noviembre 1914.) 896.—[... don José de la Luz Caballero...] (Nuevos horizontes, por F[ederico] Córdova : H. d. C., Habana, 11 Noviembre 1914.) 897.—[... don José de la Luz y Caballero...] (José Antonio Saco, su estatua y los cubanos, por José Sixto de Sola: C. C., Habana, 1914, t. VÍ, p. 323, 332, 343.) 898.—[... José de la Luz y Caballero] (José Antomio Saco, por el Dr. Evelio Rodríguez Lendián: C. C., Habana, 1914, t. V, p. 174-175, 179-180, 182.) 899,—[... D. José de la Luz y Caballero...] (La expulsión de los diputados cubanos del Parlamento español en 1857, por el Dr. Eyelio Rodríguez Lendián, Habana, 1914, p. 15.) 900.—[... D. José de la Luz y Caballero...] (El Centenario de la Avellaneda, por José Salgado.: R. H., Habana, 30 Marzo 1914, p. 72-73.) 901.—D. José de la Luz y Caballero.—R. P. González.—[Franciseo de la Luz Duarte.] (J. C., Habana, 20 Junio 1914.) Conmemoración del 52% aniversario de la muerte de Don Pepe. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 105 902.—[... Don José de la Luz y Caballero...] (L. N., Habana, 24 Septiembre 1914.) 903.—¡... Don José de la Luz y Caballero...] (H. d. C., Habana, 31 Octubre 1914.) 904.—Don José Cipriano de la Luz y Caballero.—Alfredo Portela, Presidente de la ** Asociación Nacional de Escolares Públicos. ”” —Habana, 26 de Junio de 1914. (L. D., Habana, 19 Julio 1914.) Conferencia. 905.—Lápida conmemorativa.—Por A. González Curquejo. (C. y A., Habana, 1914, vol. II, 2.2 ép., p. 110.) Con motivo de la inauguración de la lápida en la calle del Teniente Rey. 906.—Lápida a Luz Caballero.—“La Farmacia Cubana”” honra a don **Pepe.*”— Hagan los demás igual. (E. C., Habana, 21 Mayo 1914.) Relación de esta ceremonia. 907.—La lápida de D. José de la Luz. (L. L., Habana, 21 Mayo 1914.) Reseña de la inauguración de dicha lápida en la calle del Teniente Rey. 908.—Un libro interesante sobre Luz y Caballero.—R. P. González. [Francisco de la Luz Duarte] (R. H., Habana, 30 Junio 1914, p. 138-139.) Juicio del libro del señor Alfonso E. Páez. 909.—[... Luz...] (Página de Educación. —Dirigida por el Dr. Luis A. Baralt.: H. d. C., Habana, 21 Enero 1914.) 910.—[... La Luz...] (Letras e ideas, por Arturo R. de Carricar- te.—Octubre 5-1914: H. d. C., Habana, 6 Octubre 1914.) 911.—[... La Luz...] (Gobernantes y gobernados, por Arturo R. de Carricarte.: E. T., Habana, 7 Septiembre 1914.) 106 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 912.—Luz Caballero.—El himno escolar.—Un triunfo completo. (L. D., Habana, 18 Junio 1914.) 913.—Luz Caballero. (E. T., Habana, 22 Junio 1914.) Conmemoración del 52% aniversario de la muerte del Maestro. 914.—|Luz Caballero...] (Página de Educación. —Dirigida por el Dr. Luis A. Baralt.: H. d. C., Habana, 14 Enero 1914.) 915. [... Luz Caballero...] (Actualidades, [por Nicolás Rivero]: D. d. 1. M., Habana, 1. Abril 1914.) 916.—[... Luz Caballero...] (En la Sociedad Económica de Ami- gos del País.—|[Oración pronunciada por el Dr. Fernando Or- tiz] : D. d. l. M., Habana, 10 Enero 1914.) 917.—A Luz Caballero. (L. F. C., Habana, 20 Junio 1914.) Discurso pronunciado por la niña Petra Piniella en la inauguración de la lápida en la calle del Teniente Rey. 918.—[... Luz y Caballero...] (El deporte como factor patriótico y sociológico, por José Sixto de Sola: C. C., Habana, 1914, t. V, Pp 122. 130.) 919.—[Luz y Caballero...] (La instrucción pública, por Manuel Y Valdés Rodríguez.: D. d. l. M., Habana, 1.” Enero 1914.) 920.—[... Luz y Caballero...] (A Armando Riva, en la tumba, por José Manuel Carbonell: H. d. C., Habana, 12 Diciembre 1914.) 921.—[... la Luz y Caballero...] (Wifredo Fernández, Artículos y discursos, Habana, 1914, p. 30.) 922.—En memoria de D. “*Pepe”” de la Luz. (L. D., Habana, 21 Mayo 1914.) Reseña de la colocación de la lápida en la calle del Teniente Rey. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 107 923.—En memoria de Luz Caballero.—La lápida donde estuvo el Colegio “*El Salvador.”” (L. O., Habana, 21 Mayo 1914.) Reseña de la erección. 924.—En memoria de Luz y Caballero.—R. P. González. [Francis- co de la Luz Duarte.] (J. C., Habana, Abril 1914, p. 4.) Con motivo de la lápida conmemorativa que se ha de poner en la calle del Teniente Rey, núm. 39, casa donde estuvo instalado el Colegio del Salvador. 925.—In memoriam.—José de la Luz Caballero. (R. H., Habana, 20 Junio 1914, año 1I, p. 129.) Con motivo del 52% aniversario de la muerte de Luz. 926.—Un monumento a la memoria de Don José de la Luz Caba- Mero. (L. D., Habana, 17 Mayo 1914.) Con motivo de la lápida conmemorativa que se hubo de descubrir el día 20 de dicho mes en la casa calle del Teniente Rey número 39. 927.—Obra de arte cubano.—Retrato al óleo del gran educador José de la Luz Caballero. (E. D., Habana, 5 Octubre 1914.) Artículo referente a la Sociedad de Artemisa La Luz, para la cual fué pintado por el Dr. José Rodríguez Acosta un retrato de Luz y Caballero. 928.— Pasando por ante la estatua de Luz Caballero.—Por Aurelia Castillo de González. —Diciembre 13, 1913. (C. y 4., Habana, Enero 1914, año XVIII, 2.* ép., p. 178.) Poesía. 929.—[... don Pepe...] (£. 7., Habana, 30 Septiembre 1914.) 930.—[... don Pepe de la Luz...] (Una educadora, por Luis Abril.: B., Habana, 2 Agosto 1914.) 931.—[... Don Pepe de la Luz...] (H. d. C., Habana, 8 Noviem- bre 1914.) 108 DOMINGO FIGAROLA-CANEDA 932.—Planas de ayer.—José Ignacio Rodríguez.—El 22 de Junio de 1862.—José Ilenacio Rodríguez.—Habana, Junio 29 de 1862. (Universal, Habana, 4 Enero 1914, p. 17-19.) Rep. de Vida, p. 323-327. 933. El Platón cubano.—Conde Kostia. [Aniceto Valdivia.] (£L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 13-14.) Con motivo de la inauguración de la lápida en la calle del Teniente Rey. 934.—El rasgo del Dr. Sarrá. (E. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 2-3.) 935.—Un recuerdo al Colegio “*El Salvador.””—Descubrimiento de una lápida.—Discurso del Subsecretario de 1. Pública. (£. T., Habana, 21 Mayo 1914.) 936.—Las representaciones en el acto de descubrir la lápida. (£L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 15-16.) 937.—[... sabio y humilde maestro...] (“Fundación Luz Caba- llero*?, por Francisco G[onzález] del Valle. Novbre. 16 1914: H. d. C., Habana, 18 Noviembre 1914.) 938.— De tiempos pasados.—R. P. González. [Francisco de la Luz Duarte.] (H. d. C., Habana, 18 Mayo 1914.) Con motivo de la próxima inauguración de la lápida conmemorativa en la calle del Teniente Rey. Rep. La Farmacia Cubana, Habana, 30 Mayo 1914, y Revista Habanera, Habana, 10 Agosto 1914, p 162. 939, Todavía está aquí nuestro Don Pepe.—Dr. Abdón Trémols. (L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 12-13.) Artículo con motivo de la inauguración de la lápida en la calle del Te- niente Rey. 940.—Dr. Vidaurreta, y su discurso. (L. F. C., Habana, 30 Mayo 1914, p. 7-8.) Síntesis de este discurso pronunciado por su autor en la inauguración de la lápida conmemorativa en la calle del Teniente Rey. BIBLIOGRAFIA DE LUZ Y CABALLERO 109 Sin año. 941.—Caballero (José de la Luz) (Grand Dictionnaire Umiversel du XIX” Siecle, par Pierre Larousse, París, t. TI, p. 7.) 1d Repítese en esta noticia el error de que Luz huyó de la Habana, y á donde regresó cuando el general O*Donnelll dejó el mando de Cuba (?). 942.— Caballero (José de la Luz) (Enciclopedia Viiversal Ilvs- trada Evropeo-Americana, Barcelona, t. X, p. 52.) 943.—Caballero (José de la Luz) (Diccionario Salvat, Barcelona, t. II, p. 444-445.) Brevísimos apuntes, con la inexactitud de que Luz: ““Perseguido por sus ideas abolicionistas, tuvo que abandonar su patria.?? 944.—[... José de la Luz y Caballero...] (Profesores de idealis- mo, por Francisco García Calderón, París, p. 152-153.) Nota del señor Pedro Henríquez Ureña. (Continuará.) LA POESÍA DRAMÁTICA EN ROMA DESPUÉS - DE LA PRIMERA GUERRA PÚNICA 1 POR LA SRITA. MARÍA LUISA FERNÁNDEZ Y REAL Doctora en Filosofía y Letras. Le Théatre est un art qui se propose de peindre la vie humaine, ayant pour moyen d'exécution des hommes vivant d'une vie d'emprunt devant d'autres hommes assemblés pour les voir. EMILE FAGUET. Hombre que asistes lleno de regocijo y con el corazón henehido de entusiasmo a cruentas luchas, donde haciendo alarde de fuer- zas físicas y estudiada táctica, dos hombres se hieren y golpean semejantes al troglodita primitivo que sólo confía en la potenciali- dad de sus músculos de hierro como medio para conservar la pose- sión de la tierra que ha de brindarle elementos de subsistencia, recor- dándonos la frase del célebre cómico latino cuando exclama: lupus est homo homan:. ¡ Por qué buscas estos espectáculos tan emocionan- tes, tan fuertes, tan poco edificantes para tu corazón ? ¿ Por qué sien- tes placer en ver cómo se aniquilan dos seres humanos dotados de constitución robusta, sin acordarte del sintético y verdadero pensa- miento expresado por Salustio en su Bellum Catilinarium al decir: “Sed nostra ommnis visin animo et corpora sita est. Anima imperio, corporis servitio magis utimur: alterum nobis cum diis, alterum cum belluis commaune est.?? “Pero todas nuestras fuerzas están en el cuer- po o están en el espíritu, con el alma mandamos y el cuerpo lo uti- lizamos más comúnmente para obedecer: la primera nos enlaza con los dioses, el otro nos relaciona con las bestias. ?” ¿Estas fuerzas corporales perdidas inútilmente, acaso no ten- drían más provechoso empleo si con ellas buscasen el bienestar de sus semejantes?... Me explico tu entusiasmo : sientes en lo íntimo de tu sér una atá- vica influencia que te hace experimentar sensación placentera an- 1 Tesis para el Doctorado en Letras y Filosofía, leída y sostenida en la Universidad el 12 de Junio de 1915. Se publica por recomendación del Tribunal] examinador. LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 111 te esa lucha, que te permite observar el sufrimiento con avidez en lugar de desviar tu curiosa mirada con desagrado. Mr. Hercken- rath comprueba esta afirmación al decir: “Ese placer real que se experimenta al ver el sufrimiento, me parece resultante de disposi- ciones crueles engendradas en la raza por la guerra, en otros tiem- pos necesaria, y a menudo, estado habitual de tribus y pueblos. En la mayor parte de los hombres el instinto feroz se ha debilita- do; pero hay que buscar sus vestigios en el gusto de espectáculos sangrientos: corridas de toros, combates de perros, lidias de gallos, la caza, o narraciones de escenas atroces. ?” Si examinamos, en efecto, la literatura en lo que se refiere al género dramático que en lo relativo al pueblo romano estudiamos en nuestra tesis doctoral, observaremos que en el fondo toda emo- ción dramática, no sólo en lo referente a la tragedia sino aun a la comedia, tiene un fondo de malignidad, pues en ella se busca la burla, el escarnio de nuestros semejantes que de un modo disfra- zado se mostraba en Roma con el uso de máscaras que a veces eran tan exactas que daban idea del personaje. Con lo expuesto queda demostrado que al analizar la emoción dramática e investigar su naturaleza vemos que existe ese especial sentimiento de buscar fuertes impresiones, de ver la desgracia hu- inana, sus tristezas y desengaños revelados en la tragedia; sus debi- lidades, su ignorancia, sus ridiculeces en la comedia; no es, pues, exacta la apreciación de Saint Mare Girardin al opinar que “el fondo de la emoción dramática es la simpatía del hombre por el hombre”?”. No, en la escena se ve representada la lucha que. ei hom- bre sostiene en la vida, sus pasiones, sus ideales, sus ambiciones, sus vicios, sus virtudes. Acudimos al teatro para observar represen- tada de un modo a veces fantástico pero en la mayoría de las oca- siones real y positivamente, nuestra propia existencia, la de nues- tros antepasados o la de nuestros contemporáneos. El arte dramá- tico nos pone de manifiesto las bellas concepciones literarias de un Eurípides, de un Sófocles, de un Esquilo, y de un Aristófanes que tanto contribuyeron a hacer inmortal el nombre de ese país todo arte, todo inspiración, todo poesía: Grecia; nos habla de los vicios v virtudes de la civilización romana, ya en las obras de Ennio o Nevio o en las comedias de un Plauto o un Terencio; nos pinta la pasión de los celos en el Othello de Shakespeare; las luchas del co- razón, los nobles sentimientos del alma en Corneille y Racine, las ridiculeces y exageraciones de su época que Moliere nos presenta, 151:2 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL las admirables concepciones y elevados pensamientos de los funda- dores del teatro alemán, y ese sentimiento moral y filosófico del teatro de Calderón unido a la descripción fiel que del pueblo es- pañol con sus características del honor, religiosidad, respeto al monarca y a la palabra dada, nos legó Lope de Vega en su inmortal Estrella de Sevilla. Revilla al definir la poesía dramática nos dice que es: ““La ex- presión de la belleza de la vida humana mediante la representación de una acción que se manifiesta con todos los caracteres de la reali- dad””; a lo cual añade Faguet la afirmación de que el arte dramá- tico es complejo y sintético, capaz de unir las formas visibles, ideas, movimientos rítmicos, dibujos, melodía, palabra; no excluye pues ringuna forma del arte sino que todas las acepta. Con esta ligera idea de lo que representa en sí la poesía dramá- tica, antes de entrar de lleno en el estudio de este interesante asun- to determinemos, en virtud de una necesidad metódica a la cual de- hemos atender so pena de incurrir en vaguedades y falta de orden, el lugar que corresponde a la poesía dramática en las divisiones que se hacen de la literatura latina. Cuando deseamos abordar el asunto importante de la división de la literatura latina para determinar el período en el cual la poesía dramática se muestra con singular esplendor, surge ante nuestra vista una dificultad que trataremos de vencer, basándonos en la autorizada opinión de nuestro profesor Dr. Adolfo Aragón. Esta dificultad consiste en la gran variedad de divisiones que se han hecho de esta literatura. Examinemos aleunas divisiones para poder determinar a nues- tro juicio la que nos parece más exacta. Jeanroy forma seis períodos: I.—Período arcaico desde la fundación de Roma hasta la re- presentación de la primera pieza imitada de los griegos. TIT.—Iniciación de la Literatura Griega. TIT.—Epoca de Cicerón. TV.—Epoca de Augusto. V.—Primer siglo después de J. C. VI.—Período de decadencia. Resulta curiosa esta división porque el autor concede según po- demos ver, gran importancia a la dramática latina, pues cree que el hecho de representarse la primera pieza dramática, es suficiente para determinar la división entre una época y otra. Ahora bien, no A o IN O SS e ds LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 115 nos parece que puede aceptarse completamente esta división, que es con la variante de reunir la IV y V época en una sola la que nos presenta Borneque en su interesante estudio titulado Rome et les Romaíns. Autores hay que opinan que la literatura latina debe dividirse en edades formando cuatro que comprenden: I.—Aetas aurea desde el final de la primera guerra púnica has- ía la muerte de Augusto. TI—Aetas argentea desde Ja muerte de Augusto hasta Trajano. TII.—Aetas aeneas desde el fallecimiento de Trajano hasta la destrucción de Roma por los bárbaros. IV.—Aetas ferrea et lutea, desde el siglo V hasta el advenimien- to de las literaturas modernas extranjeras. No refutaremos detenidamente esta división pero no podemos aceptarla, ella olvida el importantísimo período de antecedentes en el cual se ve la evolución de la lengua y los orígenes de la literatu- ra jurídica y sin embargo incluye el estudio de la literatura latina en la Edad Media cuando ya ella no caracterizaba al pueblo roma- no, cuando sus poetas verdaderos habían muerto, cuando no inspi- raban sus obras en los ansiados ideales que el pueblo romano per- seguía. Citaríamos más divisiones pero casi todas ellas tienen el incon- veniente de no determinar por un hecho preciso los distintos pe- ríodos de la literatura. El método histórico-literario seguido por profesores tan nota- bles como Mr. Patin, Canalejas y otros, tiene sólidas bases: es his- tórico porque forma con la literatura épocas, sirviendo para ca- racterizarlas acontecimientos cuya decisiva influencia se ha he- cho notar en los destinos de Roma, y es literario porque en esas épocas se estudian los géneros poéticos o prosaicos que aparecen y la vida de los autores cuyas obras han contribuído a formar ese ra- millete de flores hermosísimas que constituye en su conjunto la li- teratura latina. Experimenta la literatura latina las vicisitudes de la histo- ria del pueblo Rey y de acuerdo con las indicaciones de nuestro profesor presentemos la división más exacta de esta literatura to- mando siempre como punto de partida hechos importantes para determinar la división de una y otra época, y señalemos la impor- tancia que para la dramática considerada como género literario ha tenido cada una de ellas. 114 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL La Primera Epoca comprende lo que algunos llaman la infancia de la literatura latina que no es más que el estudio de las primeras manifestaciones literarias que se produjeron en Roma; comienza con los primeros días de la ciudad y termina al final de la prime- ra guerra púnica. Los autores que en ella se hicieron notar son anónimos, hecho que vemos después repetido en las literaturas mo- dernas además de este carácter es mítica, religiosa y fragmentaria. En ella poco desenvolvimiento tiene la dramática latina, sólo mere- ce citarse algunas manifestaciones poéticas que afectaron esta for- ma y que estudiaremos en su oportunidad. Tarento cae en poder de los romanos, Grecia comienza a mos- trar su influencia en sus conquistadores, la primera guerra púni- ca concluye y estos hechos marcan el límite entre la primera y se- gunda época. Asegurada la hegemonía de Roma en el Mediterráneo reina la paz y las letras se cultivan con tranquilidad durando has- ta la muerte de Sila. Los romtanos se dedican a cantar a sus hé- roes, de aquí que se le llame heroica, es en parte fraementaria y nominal pues de aleunas de las obras producidas sólo el nombre y algunos trozos han llegado a nosotros. Lelio, Graco, Catón y Esci- pión, protegen a los literatos, muchos de ellos autores dramáticos cuyo nombre recogerá regocijada la posteridad como el de Ennio y Terencio y agradecidos por este hecho muchos denominan a esta época siglo de Lelios, Gracos, Catones, Escipiones, etc. Es en esta feliz época de la literatura latina llamada dramática cuando el es- píritu romano siempre investigador y amante de la belleza bus- ca en Grecia modelos admirables: los autores griegos circulan de mano en mano, sus tragedias y comedias son leídas con entusiasmo, imitadas, refundidas, copiadas por los autores latinos, al extremo que sería imposible estudiar las obras de los autores dramáticos de esta época, sin ver en ellas vivos reflejos de Grecia, sucediendo con esto algo muy semejante a lo acaecido en las literaturas modernas extranjeras, con el entusiasmo despertado por el clasicismo greco- romano que llegó a hacer olvidar en ocasiones los primitivos mo- numentos de la literatura nacional como acaeció en Francia y Es- paña, por considerarlos inferiores comparados con las obras maes- tras de la literatura antigua. Livio Andrónico primero, Plauto, Terencio y Cecilio después, hacen sus nombres inmortales legando a la posteridad acabados modelos literarios en el género dramático. La tercera época se extiende de la muerte de Sila hasta la muer- te de Augusto, es, según opinión de Schlegel la única que debe lla- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 115 marse literaria, debido a sus obras perfectas y acabadas que pue- den servir de modelo en las clases, por eso se le llama clásica; épo- ea estética se le llama por los sentimientos que despirta la contem- plación de los acabados modelos de belleza que presenta, siglo de ” cro por sus obras superiores en la lírica y en la épica con Horacio y Virgilio que hacen sus nombres inmortales, de Augusto por la protección que prestó a los artistas; pero de acuerdo con Schlegel sería más acertado llamarle siglo de Cicerón pues éste cultiva to- dos los géneros en prosa y trasmite las creencias religiosas y filo- sóficas de Grecia, siendo el verdadero padre de la literatura latina. En ella a pesar de ser muy notable el brillo de otros géneros litera- rios la dramática sólo tiene reflejos muy débiles, casi insignifi- cantes. La cuarta época se extiende de la muerte de Augusto hasta el advenimiento al trono de Trajano; la lengua decae por la afluen- cia de extranjeros en Roma y con ella decae la literatura; no es sólo la dramática la que carece de importancia, sino también otros géne- ros literarios excepto la sátira. La quinta época comienza con el advenimiento al Trono de Tra- jano y termina con la caída del Imperio Romano, de ese gigante poderoso que hizo temblar al mundo. Esta destrucción se llevó a cabo por Odoacro, rey de los hérulos. Se la denomina didáctico- ensstiana, apologética, bizantina, por sus tendencias a propagar el eristianismo, por sus enseñanzas, por las apologías o escritos de los Santos Padres; por el traslado realizado por Constantino de la Se- de Imperial a Bizancio, recibiendo también el nombre de Edad de Oro de la jurisprudencia romana. Ya en esta época, la poesía dra- mática en Roma, era sólo un cadáver, antes, mucho antes de caer el imperio romano, la literatura latina había visto ir extineuiéndose poco a poco el arte dramático, legándonos sólo al morir autores de segundo orden, de escasa importancia, que estudiaremos de modo rápido, para hacer completo nuestro trabajo. PRIMERA ÉPOCA Hemos ya determinado el lugar que en las divisiones de la literatura latina corresponde a la dramática; pero antes de «avanzar en nuestro estudio, para poder darnos exacta cuenta de lo que significó la poesía dramática después de la primera guerra púnica, nos parece oportuno y nos seduce la 116 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL idea de realizar un recorrido, aunque sea rápido, por el campo de la poesía en el género que estudiamos. El paciente e inteligente filólogo que investiga y busca todos los datos relativos al asunto que estudia, el célebre autor de biografías cue escudriña en archivos y bibliotecas los detalles de la vida del hombre célebre que va a dar a conocer, presta importancia a los antecedentes de la vida del autor, a su infancia, a su adolescencia, determinando las influencias que esta primera edad pudiera tener en la vida futura del hombre célebre; nosotros procuraremos, pues, investigar el nacimiento, la infancia del arte dramático en el pue- blo Rey, y ver después las ulteriores modificaciones que en él se introducen. ¿Podríamos acaso ver el progreso que el teatro espa- ñol idealizó en manos de Lope de Vega y Calderón sin haber estu- ciado antes el origen de este teatro, su primitiva sencillez, las obras literarias donde se encuentran los primeros latidos del drama, y esas primitivas representaciones que fueron su primera aparición ? Nuestro empeño sería inútil, por eso al ocuparnos de Roma, estu - diamos estos orígenes, prestamos atención a este período de antece- dentes de la literatura en lo referente al drama. Estudiemos, pues, este período que Niebuhr y Mommsen presen- tan como un gran poema de autor desconocido pero de encanto y belleza singulares. La poesía dramática en Roma tiene origen en una fiesta reli- giosa, siendo en esto igual a todas las literaturas, pues si observa- mos, por ejemplo, el pueblo notable en la historia, al cual Roma volvía sus ojos en busca de inspiración, veremos que el culto de Ba- co, expresado en formas diversas, dió origen a la tragedia y a la comedia griega. En Roma la poesía dramática tenía en el fondo un carácter emi- nentemente satírico; así opina Paul Albert y con él otros autores notables; pero en esos versos primitivos hay también muchos ele- mentos dramáticos. No nos sorprende esta inclinación a la burla, a la sátira, a poner en ridículo a los demás: eran los romanos de un carácter muy propenso a buscar la parte cómica que la vida hu- mana tiene, a burlarse aun de defectos físicos o vicios notables. Examinemos ligeramente aleunos de los sobrenombres y veremos comprobada esta afirmación: Cornutus, Capitus, Bestia, Bibulus, Dentatus, etc., llegando a veces esta inclinación al sarcasmo a crear e introducir palabras nuevas en el idioma y sobre todo transfor- mándose en virtud del tiempo y por los autores que a él se dedi- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 117 caron, en ese género literario que tan elevado puso el nombre de Roma haciendo exclamar a Quintiliano con natural orgullo: Sa- tira tota nostra est. Prestemos nuestra atención, por encontrar en ellos gérmenes del arte dramático en Roma, a los llamados Cantos Fesceminos, nombre cuyo origen aún se discute, pues aleunos opinan con Al- bert que sea debido al dios Fascinus, divinidad italiota que tenía por objeto conjurar todos los maleficios, nombre que también se le daba a la palabra maleficio fascinum, o bien opinemos siguiendo su más probable origen que es debido a la ciudad etrusca de Fescen- nia, donde antes que en Roma era conocida esta clase de poesía sarcástica. Estos cantos se entonaban en fiestas agrícolas después de efee- tuada la recolección de los granos; para explicar su origen citemos la opinión de Horacio en la Epístola II. '“Nuestros antiguos la- bradores, hombres enérgicos y contentos econ poco, después de ter- minada la recolección, reposaban, en días de fiesta, sus cuerpos y sus almas de los rudos trabajos que habían soportado con la espe- ranza de verlos terminados. En unión de sus compañeros, de sus hijos y de una esposa fiel, ofrecían piadosamente un cerdo a la Tie- rra, leche a Silvanio, flores y vino al Genio que nos hace acordar- nos de la brevedad de la vida. Es de esta costumbre que nació la la licencia de la poesía fescenina que en versos dialogados lanzaba rústicos sarcasmos. Esta libertad se sucedía cada año y fué bien acogida hasta el día en que la burla haciéndose cruel, se cambió en lra amenazadora y sin freno penetrando en los hogares más hon- rados.?? Sabemos que llegó a tal extremo la licencia y libertad, que fué necesario castigar severamente por medio de la promulgación de una ley a aquellos que atacasen la familia o los ciudadanos por lo que llamaban malo carmine. Según autores de nota estas fiestas tenían parecido con las pe- queñas Dionisiacas campestres que según la opinión de Miller die- ron origen a la antigua comedia. ateniense. Al comenzar nuestro trabajo hablábamos de la malienidad que en el fondo encerraba la emoción dramática, aquí lo vemos com- probado y los actores para poder ocultar su rostro y tener más libertad usaban máscaras hechas de corteza de árboles que según decía Virgilio eran: Oraque corticibus sumunt horrenda cavatis. Estos versos al principio eran muy comunes en todas las fies- 118 | MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL tas; pero después su uso se fué limitando empleándose sólo en las bodas en las cuales se dividían los concurrentes en dos grupos en- salzando uno las virtudes y eriticando otro los vicios de los desposa- dos. De este modo la poesía fescenina fué conservada en los epita- lamios durante largo tiempo, viéndola aparcer en el Carmen Nup- tiale de Catulo y en el siglo IV después de J. C. cuando Claudio hace cantar los mismos coros en la boda de Honorio y María. Tito Livio afirma que estos cantos fesceninos en unión de las saturae fueron los principios del teatro latino opinión que com- parte L. Hendrickson en su trabajo titulado: The Dramatic Satura and the old Comedy at Rome. Los orígenes de las saturae y de los cantos fesceninos son los mismos. En Ocasiones hechos que parecen ser origen de tristezas para la humanidad traen nuevas ideas y hacen avivar el ingenio humano para buscar una ¿justa compensación. Licinio Stolon y Lucio Poetico vieron esto demostrado cuando con objeto de quitar preocupaciones y animar al decaído pueblo por la peste que aso- laba a Roma en aquella época, trajeron artistas etruscos que con sus . juegos escénicos distraían a los temerosos ciudadanos. La afición de los jóvenes romanos se mostró bien pronto por estas representa- ciones, la innovación echó raíces profundas y para adaptarlo me- jor aún al espíritu romano le agregaron un diálogo satírico. Todas estas diversiones unidas a las atelanas que estudiaremos inme- diatamente, son el germen del arte dramático en Roma e interesan tanto al que investiga el origen de la sátira como el de la poesía dramática; pues en sus comienzos los dos géneros estaban casi con- fundidos. Pasemos a estudiar las atelanas sobre cuyo nombre no hay du- da alguna que sea originario de Atela ciudad de la Campania. Patin con su reconocida autoridad opina que sólo podemos cono- cer la atelana de un modo vago y general. Afirmaremos con nuestro profesor el doctor Aragón que: “las atelanas fueron en un principio diálogos chistosos por personajes ridículos; pero que más tarde creciendo la afición por esta clase de diversiones hubo actores asalariados contratados para represen- tar farsas escritas de antemano””. Se considera a la atelana como una variante del entremés osco primitivo. Pougin le atribuye gran semejanza con piezas satíricas griegas por la elección del sujeto, carácter del personaje, baile y música. LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 119 El estudio de los personajes que integran las atelanas resulta en extremo interesante: representaban las clases bajas de la so- ciedad, los campesinos, los habitantes de extramuros, hablaban a veces un lenguaje extraño con el objeto de provocar la risa de los oyentes; pero los actores que tomaban parte en ellas podían ser ciudadanos romanos y aun considerados en la sociedad. Estos per- ¡Ssonajes eran en extremo grotesecos y para comprobar ésto sólo nos bastará observar la presente figura: , Caractericemos rápidamente los personajes de la atelana cuyos nombres principales son: Maccus, Buccus, Pappus, Manduccus, Dossennus y Stupidus, e identifiquémoslos con los personajes de la Comedia Italiana dell'arte que parece tener en ella su resurrec- ción y aun con personajes que encontramos en la comedia fran- cesa. Maccus era un aldeano osco, que a su deformidad física unía la deformidad moral de su alma. Cabeza abultada, nariz larga y torcida, andar lento, su cuerpo ostentaba una doble joroba, gran- des orejas, haciendo constantemente muecas con la cara para pro- vocar la hilaridad. Ch. Magin protesta de esta pintura de excesiva fealdad diciendo que según estatuillas de: bronce encontradas en Roma en 1727 nos lo representa con el esternón y las espaldas lige- ramente arqueadas. Usaba sólo el vestido necesario para cubrir su 120 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL desnudez sin llevar el menor adorno. Este hombre grosero, goloso, sin dignidad ni honor, cuando se trataba de obtener aun la más mí- nima ganancia era el más célebre personaje de las atelanas siendo tomado como origen del polichinelle francés, del pulcinella ita- liano o, según otros autores opinan, del arlechino de los italianos modernos. El Buccus era menos grotesco que el anterior aficionado a pa- sar la vida entregado al dolce far mente, inoportuno en grado su- mo, entregado a la lisonja y a los afanes materiales de la vida, enre- daba todo con sus chismes y mentiras. Pappus es un viejo avaro y libertino, objeto de mofa y escarnio de los jóvenes y de los ancianos, se le consideraba antecesor de los Cassandre, Bartholo y los Pantalon, complicado siempre en intri- sas amorosas de las que a veces no sale muy bien. Representaos un personaje con largos y afilados dientes que asustaba a los niños y a los cándidos aldeanos que según expresión de Juvenal oían de buena fe sus amenazas, y tendréis caracterizado al Manduccus el más popular en Roma después de Maccus, hace sonar sus dientes de un modo notable teniendo representación de él en el croquemitaimme francés y en los ogros que entretienen nues- tra imaginación en la infancia cuando leemos los diversos cuentos de Calleja. El Dossenus o Dorsenus se le llamaba así por la prominencia de una de sus espaldas, era el tipo verdadero del engañador de las personas que fiaban de la veracidad de su palabra creyéndolo un sabio conocedor del pasado, del presente y del porvenir; en el Pathe- lin francés vemos algunos de sus rasgos característicos. Por último el Stupidus causaba la risa y obtenía el agrado de la muchedumbre con sus insolencias y disparates que rayaban a ve- ces en grosería. Realizado ya este estudio de las atelanas réstanos sólo decir que ellas eran una forma rudimentaria de la poesía dramática en Roma, las primeras manifestaciones de su teatro. Eran para los que buscan el espíritu nacional en las obras, una especie de protesta contra la influencia griega que empezaba a introducirse en Roma. La juventud la aceptó con entusiasmo pues tenían la ventaja de sustituir el empleo peligroso de personajes severamente prohibidos por los magistrados, por personajes ficticios. Sufre más adelante modificaciones que en su oportunidad estudiaremos. Tanto la atelana como los otros cantos de que hemos hablado LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 121 ya, tenían como medio de expresión el verso saturnino conside- rado tan antiguo como el reino de Saturno, el cual no tenía leyes fijas y podía ser empleado por las personas sin cultura que de él se servían :'la poesía primitiva de los romanos era rítmica, no mé- trica, de dimensiones variables y separadas las sílabas sólo por la cadencia. Vistos estos antecedentes debemos hacernos la siguiente pre- gunta ¿se puede considerar a la atelana como génesis, como origen de la comedia romana? Las opiniones de los diversos autores están divididas en este asunto. Para responderla con toda exactitud de- bemos fijarnos en los autores que merecen renombre en la poesía dramática latina. Sus primeros cultivadores al comenzar la segun- da época sienten todos la influencia griega que comienza con las traducciones de Livio Andrónico y se ve reflejada en las obras de Plauto que imita a Difilo, Apolodoro y Epicarmo y en las de Te- rencio que refunde dos comedias griegas en una imitando a los au- tores del teatro griego. Visto esto, podemos afirmar que la comedia latina es de origen griego, y que las atelanas, forma rudimenta- ria de la poesía dramática no han sido las inspiradoras de los poe- tas cómicos del Lacio. y Cuando en nuestros ratos de ocio o bien cuando nos sentimos con el espíritu decaído, buscamos algún fortificante en la lectura de esos libros escritos expresamente para educar nuestra voluntad, que nos indican en teoría los resultados de la perseverancia y la energía de carácter, presentándonos para que veamos la aplicación de sus preceptos, ejemplos tomados de la vida, biografías de lite- ratos, comerciantes o guerreros eminentes, nos asombra al leerlas un hecho que casi se puede considerar general. Esos hombres nota- bles no han tenido en muchas ocasiones ricos pañales, no ha presi- dido su infancia la fortuna, casi todos han tenido que luchar con el medio ambiente en que vivían, su historia está constituída por una innumerable serie de esfuerzos encaminados a la realización de un ideal. La historia de Roma nos presenta en sus inicios esa misma serie de luchas, parecidas a las que sostiene el genio para llegar a la me- ta de sus aspiraciones. | Si recordamos a Salustio al explicarnos los orígenes de la ciu- dad romana habuere imitio Trojam quí nea duce profugi, per- 122 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL seguidos y acosados por los dioses según Virgilio nos describe en su Eneida, debían ellos ser los dominadores del mundo: luchan sin cesar; defienden su territorio, es inútil que los ecuos, volscos y ga- los la ataquen, ella siempre subsiste victoriosa. Roma, tuvo, como dice un célebre profesor desde su origen, conciencia de su destino: conquistó primero por la atracción, después por la astucia, más tar- de por la fuerza. En nuestro tiempo la historia de la conquista y civilización de los pueblos resulta en extremo interesante; pero la historia de Ro- ma en este sentido asombra en grado sumo. No buscaba ella la de- solación, la destrucción y la muerte que tras sí dejaban ejércitos tártaros; no separaba las razas conquistadas de la conquistadora; no tenían las legiones romanas el objetivo de Alejandro de exten- der la cultura helénica El pueblo romano no imponía sus teorías, sus dioses y sus ideas, al contrario, formaba, organizaba a los pue- blos por donde pasaba, los hacía progresar llamándolos a la vida del derecho. Esto nos lo demuestra el hecho de que admitiese los dioses del vencido en el Olimpo nacional. Cuando el dominio se presenta de un modo moderado van impo- niéndose poco a poco las ideas, y Roma al hacerse conquistadora del mundo era una ciudad de habitantes honrados, sobrios, va- lerosos, respetaban y amaban su religión, para ellos era prime- ro el amor patrio que el interés personal; pero Roma ambicionaba más, deseaba, según expresión feliz convertir el urbis im orbis, ha- cerse el eje, la gobernadora de la humanidad. En su afán de con- quista se pone en contacto con el pueblo griego y después de rudo batallar es vencida Grecia al impulso de las victoriosas legiones romanas. Tarento, orgullosa de su flota y su ejército, osa resistir- le, llama a su auxilio a Pirro y todos reunidos se proponen ven- cerla invadiendo Italia. Envía Pirro su embajador a Roma, pero ésta, en el esplendor de su gloria, rehusa tratar con él, a menos que el territorio sea abandonado por los soldados de Pirro; pasa éste a Sicilia y de nuevo regresa a Italia, siendo vencido, y poco des- pués de su muerte la altiva Tarento queda bajo el dominio de la poderosa Roma. Hay autores que opinan que las guerras son a ve- ces motivo para conocerse y comprenderse los pueblos que en ellas toman parte, para admirar aun enemigas y rivales, no sólo el va- lor en la lucha sino también su cultura y su mérito. Roma se en- contró en este caso, no pudo darse cuenta que la conquista de la Magna Grecia realizada en los comienzos del siglo 111 le hiciese LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 123 admiradora y servidora de la cultura helénica. Pero antes de esta completa dominación de Roma sobre Grecia ya el helenismo había penetrado en la Ciudad Eterna. Una embajada romana había reco- rrido Grecia para estudiar su legislación, la toma de Palépolis, más tarde Nápoles, puso en contacto diario a griegos y romanos y el artista Fabius había ya decorado el templo de la diosa Salus. Después de la guerra sucedió el hecho notable y curioso de que la nación conquistada subyugó a la conquistadora por su cultura, sus artes y letras. Horacio nos lo demuestra cuando exclama: Graecia capta ferum victorem cepit, el artes, Intulit agresti Latio... Las familias más poderosas de Roma tenían preceptores griegos que traían sus artes, su literatura; la juventud admira los mode- los que le brindaba Grecia, aprende con entusiasmo la lengua helé- nica; se traducen las obras de los autores más notables al latín y sobre todo, esta influencia, en la que nos hemos detenido con pre- meditado intento, se ejerce en la poesía dramática, se representan las obras de Eurípides, Sófocles, Esquilo, en la escena romana, griegos son actores teatrales y modelos griegos imitarán más tarde los escritores dramáticos latinos. Hay quien opina, basándose en esta influencia griega, que la li- teratura del Latio no es más que un capítulo de la Helénica y otros tomando un punto de vista diametralmente opuesto, opinan que la literatura latina fué eminentemente nacional. Esta última afirma- ción no resulta exacta, pues aunque los romanos nunca perdieron sus características ni la admirable concisión de su lengua, sin em- bargo, en el género lírico y dramático imitaron a los griegos; pero a pesar de ello tienen superioridad sobre Grecia en los géneros di- dáctico y epistolar, en su literatura jurídica y sobre todo en la sá- tira. a Después de haber visto la. influencia helénica en la literatura latina justo es que prestemos nuestra atención, aunque sea ligera- mente, a un acontecimiento notable que en unión de la conquista de Grecia marca el límite entre la primera y la segunda época : el origen, desenvolvimiento y consecuencias de las Guerras Púnicas. Situada en la costa norte de Africa y fundada por una colonia de fugitivos fenicios que poco a poco fueron captándose las simpa- 124 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL tías de los naturales hasta que superiores a ellos en cultura y fuer- za se establecieron definitivamente en el país, la ciudad de Carta- go fué aumentando en riqueza y poderío, sus habitantes eran há- biles colonizadores, valerosos guerreros, y poseían una escuadra que causaba admiración al mundo antiguo. Deseosos de procurar la extensión de su territorio y quizás con el premeditado objeto de ocupar a los ciudadanos preponderantes en la posesión de la Isla de Sicilia, de gran importancia dada su ventajosa situación, fijaron sus miradas en el continente europeo, ansiando a fuerza de sus riquezas que poseían como hábiles comerciantes, y de su constan- cia a toda prueba, hacerse dueños absolutos de la Isla. Mas Roma, ciudad grande y poderosa, soberbia y altiva, no podía permitir este poderío de Cartago, tan cerca de ella; así es que desde tiempos antiguos tenía fija en ella la mirada, no permi- tiéndole extenderse más allá de ciertos límites. Celebráronse va- rios tratados entre una y otra, documentos valiosos para la histo- ria y la literatura que nos fueron trasmitidos por Polibio. Estipulábanse en ellos varias condiciones. Primeramente no se permitía navegar más allá del Cabo Bueno a no ser arrojados por el enemigo y aun así sólo podían permanecer en Italia el tiem- po necesario para reparar sus naves y adorar a sus dioses, de- biendo levar ancla antes de cinco días. No podían construir forta- lezas en países latinos, ni pernoctar en ellos cuando estuviesen at- mados, en cambio los mercaderes romanos no pagaban contribu- ción alguna al llegar a Cartago. En un segundo tratado amplióse con Tiro y Utica el número de ciudades que comprendía el tratado. Los cartagineses quedaban obligados a ceder a Roma cualquier ciudad latina de que se apode- rasen, la reciprocidad se estableció por parte de Roma no edifican- do ella ciudad aleuna en Africa; pero teniendo comercio libre en Cartago como ellos lo tenían en Roma. Cuando Pirro invadió Sicilia se celebró un nuevo tratado por el cual sólo en caso necesario Cartago suministraría naves, lo cual hizo, enviándolas a Ostia; pero Roma las despidió, dándole las gra- cias. Esta situación de paz armada no podía subsistir largo tiempo, aunque hubiesen tratados que demostrasen su aparente amistad. No es éste un hecho que sólo sucedió en la época antigua, se repi- tió en todas las edades de la historia, así sucedió cuando el genio de Napoleón deseaba someter a Europa bajo su dominio, y así lo ve- A E e o — — A LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 125 mos realizarse en nuestros días cuando Europa se desgarra en erue- les batallas tomando parte en ellas numerosas naciones, dispután- dose como en otro tiempo las poderosas ciudades Roma y Cartago, el predominio de Europa y el mayor desenvolvimiento del eomercio. Un pretexto, una causa ocasional, se presenta para provocar la lucha. Sicilia, según lo había predicho Pirro, fué el motivo de ella. Roma, dueña ya de la Magna Grecia, deseaba agregar a su diadema de vencedora el nuevo diamante de Sicilia, poblada por cartagineses, siracusanos y mamertinos. Estos últimos, acosados por Hierón de Siracusa, resolvieron entregarle a Mesina, pero en- tonces Aníbal se opone enviando tropas cartaginesas a Mesina. Los mamertinos piden auxilio a Roma, y en ésta la opinión se divide: unos piensan que esta intervención es una injusticia, pero triunfan los políticos que la desean, y legiones romanas son enviadas a Me- sina combatiendo con tal rapidez que Hierón asombrado y. temero- so pacta una alianza con Roma, y violando todo derecho apresan al general cartaginés Hannón que logra por fin su rescate. Roma se pasea victoriosa por la isla pensando al mismo tiempo que apo- derarse de ella, humillar a su rival Cartago; pero a pesar de tener Roma un fuerte ejército y unidad en su gobierno aventajándose en esto a Cartago que estaba interiormente dividida y con un ejér- cito compuesto de soldados mercenarios, carecía Roma de una bue- na flota; pero siempre emprendedora y aprovechando la oportuni- dad de haber visto una galera cartaginesa que había naufragado, improvisa en cincuenta días una flota de 130 bajeles, ejercita a sus hombres, perfecciona sus medios de defensa agregando espolo- nes y puentes que como garfios de hierro enlazaban al buque enemi- so facilitando el ataque. Una parte de ella mandada por el cónsul Duilio gana sobre los cartagineses la batalla de Miles y otra al man- do de Régulo sitia a Cartago y es vencida por Xantipo, mientras que Amilcar Barea perdiendo en las islas Egatas, hace que Car- tago se vea obligada a pedir la paz por la cual los cartagineses de- bían abandonar Sicilia y las islas cercanas, pagar a Roma en el tér- mino de diez años 2,200 talentos, restituir prisioneros y desertores, y no hacer guerra al Rey de Siracusa. El resultado de esta primera guerra púnica no pudo ser más ventajoso para Roma: se quedaba convertida en dueña y señora de toda Italia, veía abatida a su rival; pero para el que busca las consecuencias en el orden literario no era sólo esto. Roma adquirió nuevas relaciones de cultura, comercio y civilización que tan gran- 126 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL de influencia tendrían más tarde en ella, al extremo que aún uno de los más notables cómicos latinos, Plauto, volverá más tarde su vista a Cartago para eseribir su Poenulus o Pequeño Cartaginés; pero aun victoriosa Roma se siente algo debilitada y una tregua se impone. Roma fuerte y poderosa pronto se repone, no olvida la riva- lidad con Cartago y nota que ésta está aniquilada por la guerra in- terior que sostuvo con los Mercenarios vencidos al fin por Amilcar. Roma por su parte tuvo también que defender su territorio contra los galos que fueron al fin derrotados. Amilcar en Cartago se hacía poderoso, llegó a hacerse jefe del partido de los patriotas; pero temiendo los cartagineses que provo- case la guerra con Roma lo enviaron a España conquistando palmo a palmo el territorio defendido por los valerosos celtíberos. Al mo- rir Amilear le sucedió en el mando su hijo Aníbal que, rencoroso y altivo, no podía soportar a Roma como rival de su patria. Sa- gunto, protegida de Roma, cae heroicamente, sirviendo esto de pre- texto para que Roma pida satisfacciones a Cartago al mismo tiem- po que prepara su ejército. No detallaremos las batallas en las cua- les en lugar de sentimientos sagrados como la libertad del territo- rio patrio, tomó parte la codicia y la rivalidad de los hombres. Aní- bal atravesó los Alpes, realizando así un acto digno de ser cantado en epopeyas y que con el transeurso del tiempo habría de ser imi- tado por Napoleón; es vencedor en Tesina y Trebia, pero a pesar de haber vencido al cónsul Flaminio en Trasimeno cree arriesga- da la empresa de marchar sobre Roma sin material de guerra sufi- ciente y con su rendido ejército se retira hacia al sur de Ttalia de- teniéndose en Capua. Roma se limitaba a esperar; pero aleunos impacientes compro- meten las fuerzas romanas en la desastrosa batalla de Camnas; pero ella ve surgir un general de valor indomable y extraordinaria fuerza de voluntad: Escipión, que vence en España a Asdrúbal, pasa al Africa venciendo al Rey de los Númidas, Sifax, poniendo en lugar suyo a Masinisa. Vuelve Aníbal de Italia y en Zama se encuentra con Escipión; la lucha fué terrible, pues en ella se ju- gaba una cuestión de vida o muerte para Roma o Cartago; pero el glorioso Aníbal fué vencido y Cartago perdió su independencia, si no de nombre al menos en el fondo; debía entregar todos sus elefantes y gran parte de sus naves, pagaría durante 50 años 10,000 talentos, restituiría a Masinisa lo que pertenecía a sus ante- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 127 pasados, entregando a Roma todas las posesiones en Italia y Espa- ña, y se comprometía a no emprender guerra alguna sin el permi- so de Roma. Es verdad que Roma aseguraba su poderío en el Mediterráneo pero la contienda prolongada había extenuado sus fuerzas, las ciudades italianas estaban devastadas o empobrecidas, la agricul- tura, fuente de riqueza de los romanos primitivos era sólo un nom- bre, los ciudadanos romanos habían disminuído y la literatura la- tina no había podido tener muchos cultivadores dado que el rudo combate y la vida de inconstante zozobra no era campo propicio al cultivo de las letras. Cincuenta años más tarde la rivalidad resurge, la orgullosa Roma no satisfecha aún con las humillaciones que había hecho su- frir a su rival, y envidiosa de la prosperidad que a fuerza de saeri- ficios y afanes en la vida agrícola y comercial había alcanzado Car- tago, decide aniquilarla, destruirla. Catón, el censor, termina sus discursos con la tristemente céle- bre frase: Delenda est Cartago y abusando Roma, cual poderosa señora, de la paciencia y humildad de su sierva, toma por pretexto que Cartago había organizado un ejército contra Masinisa y envió su ejército a Africa. Cartago, temerosa de la guerra, le ofrece una reparación; pero la altiva Roma con esa soberbia y omnipotencia característica de los estados poderosos cuando tienen en sus cerca- nías uno pequeño, les hace entregar sus armas, máquinas de gue- rra y barcos y hecho esto por los cartagineses les obliga a reti- rarse 15 kilómetros tierra adentro, lo cual significaba la ruina de su comercio. Hay momentos en la vida de los pueblos como en la de los hom- bres, que la dienidad ofendida se rebela, los agravios contenidos dentro del alma se exteriorizan y el sentimiento del honor se mani- fiesta poderoso y noble. Así sucedió a Cartago: no pudo medir sus fuerzas con el enemigo porque éste era poderoso, pero se decidió a morir con gloria. Las casas fueron destruídas y con sus maderas se construye- ron barcos. Escipión Emiliano bloqueó la ciudad y cerró el puerto con un dique, el valor indomable de los cartagineses les hizo hora- dar una roca para buscar salida; por fin lograron los romanos des- pués de seis días y seis noches de ruda batalla, entrar en la ciudad; pero sus habitantes, aniquilados por el hambre y el cansancio aún combatían. Asdrúbal y sus soldados se rindieron, más, su esposa, 128 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL heroicamente, con valerosos cartagineses incendiaron el templo de Esculapio y se arrojaron en las llamas. Roma es vencedora y Cartago asolada, su asiento declarado maldito y el territorio con- vertido en provincia romana. La historia celebró regocijada el triunfo de los romanos y de Escipión Emiliano; pero el valor, el heroísmo de los cartagineses es mencionado por la historia con alabanza, mientras que el nom- bre de Roma es, por este hecho cruel e indieno, aborrecido por eo- razones nobles y humanitarios. Las guerras púnicas habían coneluído con la destrucción de Cartago; Roma, reina entonces como poderosa señora en los ma- res y estas guerras a pesar de lo mucho que la abatieron no dejaron de aportarle beneficios en el orden literario: se conocieron nuevos países, nuevos ideales y civilización, el contacto en el sur de Italia con el pueblo griego le trajo caudal inmenso de conocimientos en artes, ciencias y literatura encontrando esta última nuevas fuentes, se inspiró en inmejorables modelos; por eso las guerras púnicas resultan tan importantes en la historia literaria de Ro- ma, y con relación a la dramática su influencia es decisiva, debido a esto le hemos dedicado nuestra atención. La historia y la litera- tura son dos buenas hermanas: para explicarse la vida y las obras de los autores tenemos que fijarnos en el momento histórico en que han vivido, y siendo el final de la primera guerra púnica el pun- to de partida de nuestra tesis, justo es que las hayamos estudiado. en El arte dramático es el reflejo de la vida nacional de un pueblo de sus aspiraciones, de sus anhelos, por eso Royer en su libro titu- lado: Histoire Universelle du Théatre nos dice que “al reconocer el desarrollo de un pueblo sorprendemos de modo perfectísimo si misterio de su vida social””. En el alma nacional se encuentra siempre en germen el teatro. Gubernatis en su monumental Storia Uniersale della Letteratura, busca los orígenes del arte dramático en la más remota antigúe- dad; oigamos sus palabras llenas de esa dulzura infinita de la len- eua italiana: “Chi volesse rimontare alle vere origini del drama, dovrebbe incominciare a descrivere la storia degli anticht riti sacri- ficali; ogni gran sacrificio nell? India come in Grecia nell?* Messico e sempre stato un vero dramma??. El arte dramático se encuentra en los pueblos, tanto en las ' LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 129 comarcas del Iran como en la estacionaria sociedad del Imperio Chino. El nataká indio ofrece, según el decir de un eseritor nota- ble, cumplida manifestación del genio nacional: la ley de castas que rige su sociedad religiosa y civil. “Cuando la civilización emi- gra a Europa, dice él, nacen bajo el patrocinio de la religión los misterios de Eleusis, los cantos dionisiacos, las nocturnas proce- siones de las Canéforas y los combates y danzas de las Panate- neas, gérmenes que anuncian aquel extraordinario florecimiento, aquel esplendor de la dramática griega que movía a Platón a con- siderar como una theatrocracia la constitución de Atenas, aconse- jando la lectura de las comedias de Aristófanes a Dionisio de Sira- cusa, el cual deseaba estudiar las costumbres de Cecrops. Pero este arte dramático necesita lugar apropiado donde poder manifestarse, donde los actores den sus representaciones al pú- blico que los aplauda o desapruebe por silbidos. En las explicaciones de clase en la asignatura de Filología, nos decía el Dr. Dihigo al referirse a la Historia del Arte con relación a la arquitectura en el pueblo griego y romano : “Entre la arquitec- tura del pueblo griego y romano hay una diferencia notable: en Roma hay basílicas, baños, acueductos, teatros, mientras que el tem- plo es la característica del pueblo griego””. Y en efecto, en Roma hay teatros notables situados en la misma ciudad, según podremos apreciar en el plano que a continuación insertamos de la ciudad de Roma y sus edificios notables. ROME asas Enceinte d Aurchen non... _- — de Sermus Tulhus um Cité Leonine (848-852

Teatros había en Roma que presentaban en distintos pisos di- versos órdenes de arquitectura. El de Marcellus por ejemplo, te- nía el primer piso de orden dórico severo y sin muchos adornos, el segundo jónico y el tercero corintio. Muchos de estos teatros no tenían techo al principio pero más tarde se extendían toldos de lona para resguardar a los espectado- res de los rigores del sol, hecho que vemos reproducirse más tarde en el teatro español primitivo. Para combatir el calor Pompeyo hizo llevar agua al teatro, y más tarde se ideó hacer caer sobre los asistentes agua perfumada con azafrán. Semejantes a nuestros modernos acomodadores existían tam- bién en Roma designatores que llevaban una varita en la mano con la que indicaban el puesto a cada concurrente; de ellos nos habla Plauto en el prólogo de su obra Poenulus. cuando dice: “Neu de- signator praeter os obambulet””. Los conquisitores estaban encar- . sados de guardar el orden. En el primitivo teatro romano no había separación de puestos, todos podían sentarse en el lugar que les pareciese más oportuno, observando algo semejante a lo que vemos en muchos cinematógra- Q9 LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 13: fos habaneros que la papeleta de entrada da derecho a la elección de luneta. El que deseaba un buen sitio en el teatro debía apresurarse, y por eso algunos venían desde por la mañana a guardar su lugar. Plauto dice con respecto a los retrasados: ““Los que han dormido en su casa toda la mañana deben resignarse a quedarse de pie, al menos que no duerman hasta tan tarde””. Más tarde se separaron los hombres de las mujeres relegando a éstas al último puesto, a los sitios peores. Seipión Africano asigna puesto de distinción en la orchesta y a partir del año 68, A. J. C., la lex Roscia concedió a los ca- balleros que formaban una nueva clase, las 14 primeras gradas que seguían a las de los senadores. A medida que el tiempo avanza- ba, nuevas distinciones se concedían: se designaba una plaza se- parada para los soldados, las mujeres, los jóvenes que asistían acompañados del pedagogo, mientras que la cavea sólo se dejó pa- ra el vulgo, para los comedores de nueces de que nos habla Hora- cio en su Epístola a los Pisones, algo parecido a lo que en nuestro teatro se designa con el nombre de cazuela o gallinero. Por una contraseña en la forma siguiente, se designaba este sitio. La numismática, importantísima disciplina de la ciencia filo- lógica, presta útiles auxilios a la literatura; ella nos ha aclarado puntos al parecer obscuros en relación con el arte dramático. Se han descubierto en Roma pequeñas contraseñas llamadas thesaras. Se ha investigado por personas inteligentes el objeto de estas thesaras: era marcar el sitio que se debía ocupar e indicaciones so- bre el espectáculo. Romanelli nos habla de una encontrada por él que dice: Cav 11, cun III, grad VIII, Casina Plauta. Muchas de estas thesaras han llegado a nosotros debido al her- moso filón que a la ciencia filológica ha aportado el descubrimien- to de las ruinas de Herculano y Pompeya, representando unas el número de la localidad y otras un retrato. 134 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Hay algunas que afectan forma redondeada con inscripciones diversas como podemos ver en la siguiente figura. Los materiales empleados para la confección de ellas eran: bronce, mármol, cristal, presentando a veces forma rectangular o circular. Hay quien afirma que estas thesaras son el equivalente roma- no de nuestros billetes teatrales; imposible nos es compartir por completo esta opinión : es verdad que en ellos como en las thesaras se señalan localidades; pero en Roma el teatro era completamente eratuito, mientras que en nueestros días el teatro resulta una di- versión costosa que no está al alcance de todas las fortunas, sobre todo los dramas de importancia y la ópera, pues sería imposible hacerlo de otro modo, ya que tanto se paga por el alquiler del edi- ficio, los trajes de los artistas, el trabajo de éstos y los decorados de la escena; pero, cosa extraña: en Roma las representaciones eran eratuitas y sin embargo se dice que para atraer espectadores era necesario ofrecer dádivas y dar aceite, frutas, carnes o bonos que daban lugar a la percepción de sumas metálicas, probándonos ésto que la plebe prefería las groseras escenas del teatro primitivo a las bien pulidas y escritas obras de los dramáticos de entonces. Las representaciones teatrales en Roma tenían lugar cuando los ediles decretaban diversiones populares, juntamente con los combates de gladiadores, luchas de animales feroces y otros espee- táculos groseros. La representación de muchas piezas dramáticas que han llega- do a nosotros coincidían con fiestas religiosas. Acompañaban a los ludi roman celebrados en Septiembre, a los ludi plebeí en No- viembre, después de 220 a las fiestas en honor de Apolo ludi Apo- llinares, las fiestas de Cybeles lud Megalenses celebrados en Abril. LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 135 Existían también representaciones extraordinarias con motivo de los funerales ludi funebres de los triunfos, de inauguración de mo- numentos ludi votiva, ete. Se calcula que los romanos dedicaban cin- cuenta días al año a representaciones escénicas. No se representaba más que una sola obra al día comenzando al medio día y concluyen- do antes de la noche, pues es sabido que en estos teatros no existía como en los nuestros alumbrado que permitiese hacer fantásticas combinaciones y seguir la representación de la obra. Dediquemos nuestra atención, llegados ya a esta parte de nues- tro trabajo, a hacer un ligero examen de los actores, de los artis- tas, encargados de interpretar las obras escritas por los principa- les autores dramáticos que estudiaremos en su oportunidad. Mr. Brieux en una interesantísima conferencia pronunciada en la Academia de Ciencias de la Habana, nos hablaba de las pena- lidades que pasaba un autor dramático para ver representada su obra; podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que los trabajos del autor dramático romano superaban a los del autor moderno. En nuestros días la llamada cultura social o educación extiende sobre el público que asiste a los teatros una capa de tolerancia; si la pieza es muy mala se contentan con eseribir en las columnas de los periódicos largos artículos de crítica severa, el público demues- tra la más completa indiferencia y sólo un inoportuno silba, si aca- so osa hacerlo. En los tiempos de Roma, la situación era diferente: los magistrados pagaban muy mal a los autores y a los actores; si la obra era silbada no recibía el autor pago alguno. La represen- tación se anunciaba en la ciudad por medio de heraldos y por el director en el teatro al comenzar. Plauto en el prólogo del Poenulus nos demuestra los variados incidentes de una representación dramática: “Quiere que los que están en ayunas, como los que han comido bien, vengan a sentarse a las gradas con buena disposición de ánimo. Ninguna vieja corte- sana se sentará en la parte delantera del teatro; las nodrizas cui- darán en la casa a los niños de pecho,. no los llevarán al espectáculo y de este modo ellas no sufrirán sed y los niños no se morirán de hambre y no geritarán como cabritos. Las señoras moderarán el sonido de su voz penetrante, reirán sin ruido. Los lacayos, duran- te el espectáculo, entrarán en la taberna””. Vemos por esto lo difí- cil que sería al recitante del prólogo obtener el silencio del públi- eo cuando comparecía en la escena vestido de blaneo y con un ramo de olivo en la mano en señal de paz. 136 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL La organización de la compañía de actores fué después imita- da en parte por los organizadores del teatro español. Formaban éstos, en tiempos de Plauto y Terencio, compañías o greges que te- nían un director dominus gregis, que en muchas ocasiones era el mismo autor de la pieza, idea que practicó Livio Andrónico y fué seguida por otros autores, destino que seguirían después grandes maestros de las literaturas modernas extranjeras, como lo hicieron Moliére en Francia, el inmortal Shakespeare en Inglaterra y Lope de Rueda en España. Los actores y autores estaban bajo la vigilancia de la policía, siendo por lo general de las últimas clases sociales, esclavos o liber- tos, si bien es verdad que hubo honrosas distinciones, pues los se- ñores principales de Roma no dudaron en agasajar y sentar a su mesa a algunos autores dramáticos. Los actores estaban muy mal mirados: si representaban mal se les corregía con golpes y a veces representando bien, no se les daba por recompensa más que vino; su condición se declaró infamante, llegando al extremo que todo hombre libre que subiese a la escena a representar piezas que no fueran las saturae y las atelanas, perdía sus derechos de ciuda- dano. El autor también era despreciado: escribía pronto y mal, a veces sólo se limitaba a traducir obras griegas; ejercía un oficio degradante. | El dominus gregis que ya hemos mencionado era un interme- diario entre los actores y los magistrados, recibiendo de éstos una suma proporcionada al éxito de la obra; por interés particular de percibir una cantidad mayor disminuía a voluntad el número de histriones, desempeñando a veces el mismo actor dos o tres perso- najes distintos. Los hombres desempeñaban papeles de mujeres, con excepción de los mimos. Hay que agregar a éstos los figurones o figurantes, numerosos en piezas de gran movimiento, que se captaban los aplausos de la muchedumbre en época de Horacio. En tales condiciones, ¿era acaso posible que los escritores, los artistas, tuviesen empeño especial en elevar en Roma la poesía dramática? Triste es, en verdad, confesarlo: el artista representa- ba temiendo un probable castigo, el autor temía que su obra fuese silbada y en esas condiciones todo empeño era vano, la libertad no presidía sus acciones, su obra no podía ser duradera. Los actores en Roma, en los primeros tiempos, usaban solamen- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 137 te pelucas, lo cual comprueba la afirmación de Pitisco que dice: Ante Livium, Andronicum galeris mon personis utebantur.. Cuando la tragedia y la comedia se empezaron a representar regularmente se creó una gran variedad de máscaras, opinando al- gunos autores que el uso de las máscaras teatrales personae fué importado de Grecia después de muerto Terencio. Tenían ellas por objeto intensificar la voz, representaban tipos diferentes, unos de carácter cómico como la presente: Representaban otras máscaras en su semblante la expresión propia de la tragedia: Estas máscaras se cambiaban con facilidad, según el persona- je pasase del infortunio a la felicidad. Gubernatis opina que el uso de las máscaras debió ser muy antiguo, atribuyendo los cambios que en el hombre se efectúan a algo parecido a lo que ocurre en la naturaleza en los cambios de estaciones: de la tristeza del Invierno a las bellezas y alegrías de la Primavera. Los actores trágicos usaban para aumentar su estatura un cal- 138 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL zado especial de suela espesa llamado coturno, pudiendo verse en la presente figura al actor con este calzado, máscara y peluca. Es ésta, por lo general, la indumentaria de los actores a la cual en algunas ocasiones se agregabam mantos vistosos para represen- tar personajes fantásticos, como cuando Plauto pone en escena la estrella Arturus. * * * Al tratar de los antecedentes de nuestro estudio hemos hecho mención de dos géneros especiales de la poesía dramática: los ver- sos fesceninos y las saturae y las atelanas, que se consideran como los inicios del drama; eran poesías groseras, mezcladas de versos y danzas mímicas; pasemos rápidamente revista a las distintas manifestaciones de la poesía dramática en Roma antes de estudiar los autores, siguiendo las diversas épocas de su historia Roma, desde sus inicios, tuvo siempre inclinación a lo có- mico y hay autores que consideran en ésto original al pueblo roma- no. Tenían para ello disposiciones naturales y si se hubiesen dedi- cado a su cultivo quizás hubieran alcanzado renombre en la lite- ratura; pero así no sucedió, les faltaba la inteligencia y el amor de LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 139 la belleza de la forma. Hicieron sólo pequeñas tentativas pero no una obra completa. N La comedia nacional romana no cedió completamente su lugar a la importada de Grecia y se presentan tentativas dignas de loa en la poesía dramática. ; La comedia tomó, pues, en Roma, aspectos diversos y debido a ello denominaciones distintas: la comedia palliata imitada del griego, en la cual los personajes vestían el palliuum, especie de manto griego, exceptuando los soldados que llevaban la clámide. Algunas de estas obras son sólo simple imitación de obras griegas, otras, adaptaciones libres o mezclas. Plauto Cecilio y Terencio con sus obras, engrandecen esta manifestación del teatro en Roma. La comedia togata representaba asuntos propiamente romanos: sus actores vestían la toga, traje romano; pero debido a la admira- ción que los romanos sintieron por los griegos, fué superada por la palliata siendo cultivada, sobre todo, por Afranio. Se subdividía en trabeata, nombre debido a la trabea, toga de aparato que lle- vaban, sobre todo, los caballeros, pensando otros autores que tome su nombre del poeta cómico Trabea, recordado por Volcatio Se- digito y en comoedia tabernaria, que tenía por objeto retratar las costumbres de la plebe, personajes que asistían a las tabernas, en las cuales se desarrollaban actos que demostraban su bajo nivel moral, Pudiéramos añadir a estas subdivisiones la rhintonica que algunos opinan era un antecedente de la trabeata, tomando su nombre de Rhinton de Tarento, que introdujo en Italia este género de tragi-comedia, ya popular en Grecia y en la cual se distinguie- ron Lucio Pomponio y Novio; y la planipedaria, recitada con los pies descalzos. Presentemos sólo como mera información los nombres de las siete especies de comedia latina según Lydo: 1.—Palliata. 2.—Togata. 3.—Atelanas. 4.—Tabernaria. 5.—Elhintomica. 6.—Plampedaria. 7.—Mímica. Como puede verse fácilmente él considera como una clase de comedia algeunas que no son más que subdivisiones. La tragedia romana tuvo dos aspectos distintos: uno trataba 140 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL de asuntos sacados de la historia de Roma, como fueron las de Nevio, Ennio, Pacuvio y Attius, en las que se representaban al- tos magistrados, llamándose pretextas o pretextatae, porque sus personajes llevaban toga pretexta y la que tenía por base la ¿ma- tación griega. Pero, en general, la tragedia en Roma tuvo un éxi- to menor que la comedia. Las atelanas, que al prineipio sólo fueron comedias bufonas, se convirtieron, después de la muerte de Terencio en género litera- rio distinguiéndose en su cultivo Novius y Pamponius. El mimo suplantó a las Atelanas; eran piezas bufonas que imi- taban escenas grotescas y burlonas de la vida diaria. Las Pantomimas son una transformación del mimo en las cua- les a la palabra se le sustituye por el gesto; es, generalmente, una historia de amor acompañada por el coro. Resumamos en el presente cuadro los distintos géneros de poe- sía dramática en Roma, que estudiaremos en su oportunidad con toda la extensión debida: 1.—Saturae y cantos fesceninos. 2.—Comedia y sus divisiones. 3.—Tragedia y sus divisiones. 4. .—Atelanas. 5.—Mimos. 6.—Pantomimas. (Concluirá.) EL DR. BERRIEL En la tarde del 27 del mes actual falleció el doctor Leopoldo Berriel, Rector de esta Universidad; habiéndose colocado su cadáver en nuestra Aula Magna hasta el momento de su entierro, que fué una verdadera manifestación de duelo. A él concurrieron las más altas representaciones de la sociedad habanera. Profesor de Derecho desde 1869, y Decano por mucho tiempo de dicha Facultad, había sido también Presidente de la Sección de De- recho Civil y Mercantil del Círculo de Abogados y Decano del Co- legio de Abogados de la Habana; colaborando con patriótico empeño en las tareas de la Sociedad Económica de Amigos del País. Asi- mismo formó parte de nuestra Convención Constituyente. Desde 1898 y por sucesivas reelecciones, ocupó el puesto de Rector de esta Universidad por la espontánea voluntad del Claustro, que siempre supo apreciar en el ilustre cubano la bondad inagotable de su carácter, cualidad que se destacaba entre sus otras prendas per- sonales. La Redacción de la Revista, asociándose al justo dolor que ha producido su fallecimiento—no por esperado menos sentido—se li- mita hoy a consignar en sus páginas el triste suceso; que ya la Uni- versidad en solemne sesión rendirá, al que fué nuestro querido Rec- tor, el homenaje que corresponde a sus grandes merecimientos. BIBLIOGRAFÍA I.. Historia de la Lengua y Literatura Castellana, por D. Junio CEJADOR. 2 vol., Madrid, 1915. A la amabilidad de nuestro excelente amigo, Sr. Cejador, debe- mos los dos volúmenes de su nueva obra Historia de la Lengua y Li- teratura Castellana. Comprende el primero desde los orígenes hasta Carlos V, y el segundo la época de este monarca en la que florecie- ron Boscán, Garcilaso de la Vega, Gutierre de Cetina y tantos otros que han contribuído al esplendor de la literatura hispánica. La impresión que nos han producido estos volúmenes es en extremo satisfactoria, pues a la claridad de exposición, al desenvolvimiento cronológico de las materias, hay que añadir una riqueza de datos que revela lo bien preparado que resulta el autor para trabajos de esta índole. Obra como ésta era en extremo necesaria, los trabajos que se han escrito, no obstante el mérito que en sí tienen resiénten- se de carencia de la indispensable fuente de información en la for- ma en que la expone el Sr. Cejador y que ofrece utilidad grande pues permite a los estudiosos la más completa orientación. Hemos recordado en más de un caso, revisando las páginas de estos volú- menes, la gran obra de lenguas romanas de Meyer Liibke, el conti- nuador de Diez, y en las que el autor, con muy buen criterio, ofrece en cada estudio fónetico, morfológico y sintáctico una relación de los principales autores que han discurrido sobre la materia al igual que lo hace nuestro amigo en su libro. Hay además en estos volú- menes algo que no hallamos en los otros y que tiene su importan- cla en el desenvolvimiento literario de cada época; el análisis de aquellos escritores que si no han podido sobresalir en grado sumo no carecen de mérito relativo aportando una colaboración muy apre- ciable como resulta con Turranius Gracilis, Cayo Julio Higino, Anio Floro, Osio, San Paciano, etc. durante la época romana y con Flavio Merobaudes, Blosio Emilio Draconcio y San Martín Dumien- se en la visigótica. Nos ha llamado la atención el serio y bien expuesto estudio acer- ca del Nacimiento del romance en el que trata de todos aquellos ante- cedentes necesarios para la fácil comprensión de las materias que con posterioridad desarrolla. A fin de que el trabajo resulte com- BIBLIOGRAFIA 145 pleto expone el Sr. Cejador la evolución del idioma latino, el ori- gen éuscaro del romance—haciendo resaltar en cada caso la razón de la doctrina que en el campo del lenguaje viene defendiendo desde el primer volumen de su Tesoro de la Lengua Castellana— sin olvidar el arabismo en el romance como la influencia que en él han tenido las lenguas germánicas. A seguir por el camino emprendido esta obra será valioso elemento para el aprendizaje de la literatura castellana. IL. Elementos de Gramática Histórica Castellana, por D. VICENTE García DE DieG0. Burgos, 1914. Para los que venimos ocupándonos de cuanto se relaciona con la ciencia del lenguaje la obra del Sr. García de Diego no constitu- ye una novedad, pues su Gramática Gallega ya nos hizo pensar en sus condiciones especiales para una obra de esta naturaleza que ha- bría de permitir obtener un conocimiento histórico de las formas múltiples que hallamos en nuestro idioma. Rompiendo con la tra- dición académica sigue en su exposición las buellas de gramáticos tan eminentes como Cejador, M. Pidal y Alemany al tratar las di- versas categorías gramaticales; y tanto en la fonética como en la morfología y sintaxis, así como en las otras partes que analiza re- vela el autor conocimientos, presentando los distintos puntos con método y claridad de exposición. En cuanto a la abundancia de ejemplos que se advierte en el libro entendemos que mejor hubiera sido no concretarlos principalmente a los de señaladas localidades, sino presentar sobre todo los que tuviesen carácter general para que al menos hubiese una relación perfecta entre el título y Jo expuesto en la obra que no es el habla tan sólo de Soria y de Burgos. Ello no empece para que reconozcamos la bondad del trabajo y el acier- to en las etimologías que estudia. Jn morfología nos permitimos discrepar del Sr. García de Diego respecto a la existencia de la de- clinación en castellano, pues consistiendo ésta, como ha dicho un eran lingiúista, en expresar las relaciones entre las ideas por medio de ciertas alteraciones hechas en la estructura material de los nom- bres, se infiere que en castellano no existe porque la apócope privó de las desinencias de flexión a los nombres, resultando invariables para todas las relaciones. De ahí el que se haya dicho que las de- nominaciones, pues, de nominativo, genitivo, ete., que existen en la declinación latina no son aplicables a la lengua castellana, sien- 144 BIBLIOGRAFIA do por lo tanto absurdo tratar en la sintaxis como lo hacen muchos autores del uso del genitivo, del acusativo, etc. Constituye ciertamente una novedad ver estudiada la semántica en un tratado como éste, dado que la generalidad de los escritores prescinden de ella bien por no estimar oportuno el lugar o por des- conocimiento de la materia. De todos modos señalamos ésto como algo que nos ha llamado la atención, y a fuer de sinceros hemos de decir que la exposición resulta algún tanto deficiente porque lo tra- tado parece más propio de un estudio general sobre el lenguaje que de uno especial sobre gramática. La semántica tiene mayor campo de acción que el mero conocimiento de las voces sinónimas, homó- nimas, homófonas, homógrafas, primitivas, simples, etc. o la clasifica- ción partícular de los sustantivos en propio, común, abstracto, concre- to, colectivo, ete.; comprende cuanto atañe, dentro de un carácter general, a la variabilidad del elemento dominante, a la oscilación que resulta de la variabilidad de este elemento, a la fusión de dos conceptos adyacentes en uno, a la modificación de la estructura sin- tética en la analítica, a las alteraciones que puedan surgir debido a la interferencia asociativa, puntos que han debido estudiarse entre otros en nuestro idioma, o dentro de un aspecto más concreto cuan- to se refiera a la reduplicación semántica, al equilibrio del sincronis- mo o a la refracción de la voz al pasar de un medio a otro. Todas estas materias, como la conservación de la 2¿sonomía, las luchas en- tre las voces populares y las sabias, así como la eliminación de si- nónimos, son puntos de vista que interesan al lingiiista, que hubie- ran dado novedad al libro que se escribiese e indicaría una aplica- ción a la lengua castellana de los principios fundamentales de esta ciencia que con tanto acierto hubo de exponer el gran lingiista Bréal. Dr: JM. Diuico, Profesor de Lingúística y de Filología. Il Ta El COESO)O Arda e AOS EAN $0 S LN Ade MASA AA Profesor Dr. Carlos de la Torre. OO Sata (PCS OR A E A Antropología general (1 curso)............... 5 Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Sistema nervioso: morfología y funciones. Su evolución en el hombre y en la serie zooló- + Dr. Arístides Mestre. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo Zoológico y Jefe de los trabajos prácticos del Laboratorio de Biología, ); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química ; y Dr. Jorge Hortsmann “Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respecti- vos ayudantes. —El «Museo Antropológico Montané» y el Laboratorio de Antropología tienen por Director al Profesor titular de la asignatura. 3 ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagónica (ICO). io a o 1 Historia de la Pedagogía (1 curso)............ Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. Enprene Escola (CASO da Ss J Metodología Pedagógica (2 Cursos)... ......... e Dr. Luis Padró. IA NO y palito Cdi bis mata CO ANS pa e 9 cuao, COraoya. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea...) La Pedagogía Experimental............. TI. Lectura é interpretación de las obras de los grandes pedagogos contemporáneos ..... ) Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gógico es el Profesor titular de Metodología. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico. ) ! (Vacante. ) VENCE SIA o O bos la Usadas >» Profesor Sr. Eugenio Rayneri. ENStEreO toma (UE CUESO) dea o ) : Geodesia y Topografía (1 curso)......... ol ; 4 Agrimensura A so nero IALEIRE NA As Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 curso) ......... 1 Resistencia de Materiales. stática Gráfica LN 1 drda) A pStabe a ' $ Sr. Aurelio Sandoval. AO ECOS TES ROA INR O TACO 1 Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso).. ) ¡ENEO ne canican (CUESO ue. dy Dl a E Maquinaria (1 curso). . y ANITA NS j y > Bruaido Ciberga: Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / , 3 rrocariles calles y ACarreteras)k ..oís. iia y y Dr? kmis"de Atozatehia, Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) A Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) ] . > e ; Historia de la Arquitectura (1 curso).......... ( En Dr. Antonio Espinal: Contratos, Presupuestos y Legislación especial f á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... : Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: I)r. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Labo- ratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de lZaestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso). Fabricación de azúcar (1 curso)............... IO RO MORIA WIAGUESO ida ea aro estela aloe Ea Ras ANNA A ori Sa Sr. José Cadenas. ENEOTECIANCINCUESO NA a a ae USE aos Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 cur- ) A DS A SO TARO RIE Legislación Rural y formación de Proyectos A A O E e A ) El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr. Buenaventura Rueda (Jefe de los Mu- seos y Laboratorios). Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. | Profesor Dr. Francisco Henares. — pe Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AVISO LA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y de los Centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la REVISTA (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. NO TETGE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. : We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AWVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. On demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l!administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et la REVUE n'est engagée par 1"opinion personelle d'aucun deux. VoL. XXI UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 2. REVISTA DE LA FAGCUETAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: E GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, SERGIO CUEVAS ZEQUEIRA, CARLOS DE LA TORRE, CARLOS THEYE, ALFREDO M. AGUAYO, LUIS PADRO, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, ANTONIO ESPINAL, FRANCISCO HENARES Y BUENAVENTURA RUEDA SEPTIEMBRE DE 1915 SUMARIO: —LA POESÍA DRAMÁTICA EN ROMA DESPUÉS DE LA PRI- MÉRA GUERRA PÚNICA (finaliza)................... Dra. Ma. Luisa Fernández y Real. —MONTAIGNE, AUDITIVO ........... a EAN Dr. Eurique J. Varona. —GUÍA PARA LA DETERMINACIÓN DE ALGUNAS PLANTAS COBANA Sais oe ame ala il aa atar rela aa . Dr. Manuel Gómez de la Maza. —DR. ANTONIO ESPINAL Y BESTAND..........o oo... .. La Redacción. IMPRENTA “EL SiaLo XX>” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE ReY 27 HABANA ; de | y E a da ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Evelio Rodríguez Lendián. , Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. [, “ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (9 CULSOS E Td Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)... .... SS Dr. Juan FE. de Albear. ie uistica. (1. Curso eo a al Set la ? : e Pilología (1 Curso do 1 UE EEE 0 y y Do A Historia de la Literatura Española (1 curso)... Dr. Guillermo Domínguez y Historia de las literaturas modernas extranjeras yo z Roldán. (ZCUESOS A A to DA Ms AE Elustoria de América UE a ad E os Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) / dián. Bstcolostar lacus tn EE ENOsotía Mora licua q Dr. Sergio Cuevas Zequei- Sa a SNE ra (Aux.) Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Sergio Cuevas Zequeira para el grupo de Historia y Cieneias Filosóficas; Dr. Ezequiel García y Enseñat para el grupo de Literaturas y Dr. Sixto López Miranda para el grupo de estudios de l,enguas, los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El profesor auxiliar interino de la Escuela es el Dr. Salvador Salazar. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Linguística. k 2-MESCU ELAS. DES CIENCIAS: [a] - Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso) Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) ra (CUADO ña ad A A Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (1 curso)... ............. en Dr. Claudio Mimó. Trigonometría (1 curso) BÁSICA ¡SUPerior (Mer Curso) RS ; 2 : SICA O HpPERO A LUESON ÍA O ) qe Dr. Plácido Biosca. Otímica general (Micueso) ro AS Sr. Carlos Theye. Pi 1 z 7 , - TOO SAILOR S » Zoología va o A IS SS e ) as DE. Cato daion Dino aca (ACUSA a 1 OS Ve . Dibujo Natural (Curso A NA JS q pu SO OR Cosmolosia (ACUSE o AN : Mecanica Racional (curso) a da Dr. Victorino Trelles. Astronomía (LEATSO). culto de ads ON ica GEOolesia (a Cuesta atada El ETE ER > Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... E Dr. Santiago de la Huerta. Botánicatoeneral (ll Curso). e Dr. Manuel Gómez de la Maza 2 A ,») . [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) Geometría Superior (sin la Analítica ......... “ y a AOS Trigonometría (plana y esférica)... 0.0... ... J vo O ENSICA SAPERORer CUESO) 7 a 1% US : SICA SaperoAiCHESO stos do boe oe IA j ps O Os Química Inorgánica y Analítica (1 curso)...... Y os Theje Oiñímieca Organica (ACUSA J 19 DE í A DIO UN CarSs oO) a os a o cd AA / > < cia S=O) j a Dr. Carlos de la Torre. log A O Suse > Botámica ¡SEueral (AR CUESO) y. eno UNS Gosmología (curso) es lo tods IN E 8 Dr. Manuel Gómez de la Maza. > Dr. Victorino Trelles. [ce] Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático(Algebra Superior) 1 curso Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux. ) Geometría Superior (sin la Analítica)......... / Trigonometría (plana y esférica)... .oimo.o.oo. y pa O Química general (1 curso)......... AOS Ea AS Sr. Carlos Theye. Dibujo pridealo ciicurso le / . A ñ E Dibrijo Natural A o AE y Ae Pr Eebro Córdogal RASICaN General lO a eE de Dr. Plácido Biosca. ooo EN (CULO ) E Dr. Santiago de la Huerta. Botánica seneral UE curso o | Fitografía y Herborización (1 curso).......... | 2 A JEL 24 1913 Vol. XXI SEPTIEMBRE DE 1915 Núm. 2 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS —— — RE LA POESÍA DRAMÁTICA EN ROMA DESPUÉS p y LIBRARY DE LA PRIMERA GUERRA PUNICA NEW YORK POR LA SRITA. MARÍA LUISA FERNÁNDEZ Y REAL BOTANICAL Doctora en Filosofía y Letras. (Continuación.) SEGUNDA ÉPOCA Cyando recorríamos rápidamente, al comenzar nuestra tesis, las divisiones de la literatura latina, designábamos a la segunda época con el nombre de dramática debido a la gran cantidad de obras que en este género se produjeron; llegada es ya la oportu- nidad de detenernos en ella, de examinar la produeción dramá- tica en esta segunda época y admirar los grandes modelos que nos brinda. LIVIO ANDRÓNICO La influencia griega, de la cual ya hemos tenido ocasión de ha- blar, se introdujo en Roma después de ponerse en contacto grie- gos y romanos por la guerra; la primera guerra púnica había lle- gado a su fin, y al caer Tarento en 272 en poder de los romanos, mandados por Papirius, Cursor, sus habitantes fueron hechos pri- sioneros por el vencedor. Uno de estos prisioneros hecho esclavo, nativo de Tarento, Andrónico, pasó a Roma y entró al servicio de la familia Livia, algunos opinan que era en la de Livio Salinater y otros lo ponen en duda; pero es el caso que este joven, es- 146 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL te siervo humilde y desterrado, había de ser el intérprete, el in- troductor de la musa helénica en el pueblo romano. Su dueño se portó con él de un modo admirable, favoreció su natural inclina- ción al estudio, proporcionándole medios de extender sus cono- cimientos a los que le rodeaban, confiándole la educación de sus hijos y dándole en premio de sus servicios perfectos, la libertad y su nombre de Livio. Livio Andrónico fué, pues, un pedagogo; pudo enseñar prime- ro a los hijos de su dueño la lengua griega e iniciarlos en los prin- cipios literarios del pueblo helénico pero no limitó a ello sus as- piraciones: su reputación iba en aumento, su nombre era conocido decidiéndose entonces a enseñar, según expresión de Suetonio, do- maforisque (en casa y afuera) reuniendo en su escuela, a la que concurrían los jóvenes pertenecientes a las más distineuidas fami- lias, un conjunto de jóvenes inteligentes, amantes de las innova- ciones. La gramática, la retórica y el estudio de la lengua griega, formaban parte de su programa, les daba a conocer las poesías más hermosas de Grecia y así, sin darse cuenta los romanos, la in- fluencia helénica penetraba en su idioma, en sus costumbres, y co- nociendo la lengua la juventud romana podía admirar y compren- der mejor las obras literarias. La práctica constante de la enseñan- za le hizo fijarse en las lagunas que ésta tenía, y viendo que algu- nos jóvenes romanos desconocían la lengua helénica empreddió la tarea paciente de traducir la Odisea al latín. No es nuestro obje- to hacer de ella una erítica, y aunque quisiésemos sería imposible porque sólo han llegado a nosotros fragmentos incompletos de es- ta obra, lo que sí podemos afirmar es que si las obras homéricas fueron durante mucho tiempo el texto de lectura de los niños grie- gos, la Odisea, por él traducida, fué hasta la época de Horacio, tex- to en las escuelas romanas, y él mismo hace de Livio Andrónico el siguiente juicio: “No acuso a Livio, y no quiero destruir sus versos que me dictaba cuando yo era niño, me acuerdo del brutal Orbilius; pero que se les encuentre acabados y hermosos, lo más cercano posible de la perfección, he aquí lo que me asombra”. No se limita sólo a la traducción de la Odisea la labor litera- ria de Livio; a él se le puede considerar como el antecesor, el fun- dador verdadero del teatro griego en Roma, como lo califica Al- bert. Se propuso dar a conocer en latín las obras de los grandes trá- gicos y cómicos griegos habiendo obtenido permiso para ello: tra- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 147 bajo que reemplazó al de la redacción de las atelanas, sin valor literario alguno. Livio deseó hacer más: transportó a Roma la representación de las piezas griegas. El año 240 A. J. C., 514 de la fundación de Roma, marca para la poesía dramática una fecha de gloria; fué en esta época cuando por vez primera, previa autorización de los ediles, representó Livio Andrónico la primera pieza dramática en la Ciudad Eterna, abriendo de este modo la era del teatro regular de los romanos, como ha dicho un autor notable. Se citan los títulos de muchas obras dramáticas de Livio, pe- ro la mayor parte son tradueción de obras griegas. Era eseritor cómico y trágico, pero nos inelinamos a creer que fué mayor el número de tragedias que el de comedias que eseri- bió. Sólo tres títulos nos quedan de sus comedias: Gladiolus, Ludus y Virgus. Sus tragedias que alcanzan el número de 19 tenían, se- eún el decir de sus contemporáneos, la ventaja de presentar bien determinadas las situaciones dramáticas y hacer perfecta elec- ción de personajes; cítanse entre ellas: Achilles, Aegisthus, Ajaz, Andromeda, Danae, Equus Trojanus, Hermiona, Ino, Tereus. Fué nuestro autor poeta afortunado; se captó las simpatías de sus contemporáneos permitiéndosele como favor componer un him- no que en honor de los dioses fué entonado por veinte y siete jóve- nes para procurar alejar a Asdrúbal. Para elorificarlo como poeta y actor se les concedió a los come- diantes el derecho de corporación con un lugar reservado y la fa- eultad de depositar ofrendas en el templo de Minerva. El inmortal Cicerón en su obra De claris oratoribus lo respeta; pero sin em- bargo declara que sus tragedias no merecen más que una lectura y compara las obras de Livio, sobre todo la Odisea, a las estatuas de Dédalo, preciosas solamente por su antigiiedad. Sintetiza esta idea de Cicerón el más completo juicio sobre las obras de este autor; pero ya que del teatro romano se trata, después de haberlo exami- nado como educador, traductor y autor, no podemos dejar de estu- diarlo como actor. Se ha llezado a considerar a Livio como un transformista y ventrílocuo que, cambiando de traje y voz a imitación de nuestro moderno Frégoli, representaba distintos personajes de sus obras. Tito Livio dice con respecto a él, que fatigado por tantas re- presentaciones que le hacían perder poco a poco la voz, obtuvo permiso de los ediles para acompañar con sus actitudes y gestos los 148 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL cantos de un esclavo. Este hecho, verdadera innovación de nuestro autor, fué puesto después en práctica en el teatro romano. Dubos funda en ésto su sistema acerca de la declamación de los antiguos actores, cuya entonación suponían ajustada a una anotación mu- sical previa y Schoell eree que esta separación del canto y baile tuvo sólo lugar en los intermedios. Podemos afirmar que al dedi- carse sólo a la mímica adquirió Livio gran práctica y dominio en ella. Los romanos no dudaron en aceptar como reglas que los acto- res sólo hablasen en la diverbia y que en las cantica el gesto y las palabras estuviesen separados. La empresa de fundar una compañía en Roma era sumamente difícil en los inicios del teatro; requeríase para ello grandes cul- dados, actividades y talento, cualidades todas que poseía Livio An- drónico. A trueque de sacrificios que animoso realizó y después de haber recibido la negativa de los hijos de familia romana que pre- ferían a estas representaciones las farsas primitivas sin someter- se a las exigencias de una escena ordenada, buscó sus cólaborado- res entre los esclavos y libertos que tuviesen alguna cultura li- teraria y después de hacer todo lo posible para convertirlos de humildes histriones en émulos de los artistas, logró formar una compañía digna de su empresario que representase en Roma las obras maestras de Grecia. A Livio Andrónico le cupo el honor de ser el primero que dió a conocer en Roma las obras griegas, el verdadero introductor de las representaciones escénicas, enriqueció el verso saturnino y el lenguaje de Lacio con palabras nuevas traídas del griego, y sl en ocasiones sus obras no fueron admiradas como era debido tuvo esto por motivo la poca preparación del pueblo, amante de grose- ras saturae y atelanas, e incapaz de comprender un género de poe- sía más elevado, como era el producido por la imitación griega. El primer paso estaba dado: él fué el introduetor y su labor sería con- tinuada por sus sucesores. NEVIO En estos primeros momentos de la poesía dramática nos asom- bra ver a los autores cultivando al mismo tiempo la comedia y la tragedia, sin desdeñar por ello la práctica de otros géneros; es ver- dad que la tarea se facilitaba, porque muchos de ellos sólo imitaban servilmente sus modelos griegos, pero otros sólo los tomaban co- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 149 mo guía mostrando cierta originalidad en sus obras, oponiéndose esto a la idea que algunos autores sustentan que la poesía dra- mática romana no es más que un reflejo fiel de la griega. Hermoso ejemplo de lo dicho nos lo presenta el notable y des- graciado poeta Nevio, el cual cultiva al mismo tiempo la sátira, la epopeya y la poesía dramática en sus aspectos cómico y trágico, mostrándonos su originalidad en sus comedias togatas de asunto romano. Alrededor del más cercano, del verdadero sucesor de Livio An- drónico, como lo califica Patín, se ha formado una aureola de afecto y simpatía. Continúa la obra de su antecesor con notable progreso para la versificación y el estilo; más. que Livio poseía inspiración propia, originalidad en el pensamiento, sabía darle for- ma a los asuntos nacionales presentando a los personajes de algunas de sus obras con la toga pretexta; en todos sentidos este notable poe- ta se manifiesta con su poderosa inteligencia. Los autores tienen dudas acerca del lugar de nacimiento de Nevio; unos opinan que era extranjero, y otros, por el contrario, lo creen originario de Campania, basándose en el orgullo especial de los naturales de esta región que cree Aulo Gelio encontrar en el epitafio que se atribuye al mismo Nevio: Mortalis inmortalis fleret si foret fas, Flerent divae Camenae Naevium poetam Itaque postquam est Orcino traditus thesauro, Obliter Romae loquier sunt latina lingua. ““Si se permitiera a los inmortales llorar a los mortales, las di- vinas musas llorarían al poeta Nevio. Desde que él pertenece al te- soro de Oreus, no se sabe hablar más en Roma la lengua latina.”” Klussmann y Berchem creen que la patria de Nevio fué Roma, basándose para ello en que la erónica de Eusebio no lo indica co- mo extranjero y que entre sus antecesores se encuentran aleunos que se distinguieron por su odio a-la familia de los Escipiones. Su muerte se cree ocurrida en el año 550 de la fundación de Roma, en el año 519 coloca Aulo Gelio su primera representación dramá- tica y Klussmann y Berchem señalan la fecha de 523 y 527 respee- tivamente; y aunque sea difícil determinar ésto con toda exactitud ello no deja de tener importancia, pues señala en su vida dos partes distintas, dedicada la una al servicio de la patria durante la prime- ra guerra púnica y la otra al cultivo de las letras. 150 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Poseía nuestro poeta odio encarnizado al partido aristocrático, sentimiento éste que hubo de manifestar al querer introducir en Ro- ma la comedia antigua ateniense de grandes condiciones satíricas; fijo en su idea y sin medir las consecuencias de sus actos, basándose en sus sentimientos democráticos lanzó invectivas primero encubier- tas y después de un modo abierto, a familias romanas. En el tea- tro habló de Escipión Emiliano aunque sin nombrarlo, poniendo de manifiesto sus juveniles devaneos y vicios de sus primeros años; no se prestó a esto gran atención debido quizás a la forma velada en que fué dicho; pero su atrevimiento no se detuvo en ello, la defensa de los intereses de la plebe, a que se consagraba con ardor, le hizo poner de manifiesto a la familia de los Metelos exclamando en verso yámbico: Pato Metelli Romae fiunt consules. “El destino hace en Roma cónsules a los Metelos??. Era esto demasiada audacia en un simple poeta y esta aristocrática familia contestóle en ver- sos saturninos que encerraban una amenaza: Dabunt malum Mete- lla Naevio poetae?”. Y, en efecto, así sucedió, como acontece siem-. pre cuando un desgraciado sin influencia alguna, se rebela contra un poderoso: fué puesto en prisión, encadenado creyéndose ver una alusión a sus suplicios en el Miles Gloriosus, de Plauto. Encarcela- do y triste, se consolaba escribiendo a semejanza de lo que haría más tarde el inmortal manco de Lepanto. Hariolus y León obras que parecían una retractación de sus ideas salieron de sus manos y los tribunos pudieron obtener su libertad. En posesión de este bien tan largamente esperado no logró experiencia de sus sufrimien- tos y volvió a sus sátiras y la orgullosa aristocracia determinó deste- rrarlo, según unos a Utica y según otros al mismo campo de Es- cipión, que noblemente perdonó la ofensa por él recibida. En el destierro, eruel calvario para un amante patriota, lejos de la tie- rra que lo vió nacer y que encerraba sus más dulces ilusiones, al- hereando sólo en su corazón recuerdos de su vida, compuso su trabajo épico, titulado De bellum punicum que serviría más tarde de modelo a sus sucesores y en el cual sus siete libros comenzando por la invocación a las Musas, hecho que vemos repetido más tarde en la Eneida de Virgilio, nos narra los orígenes de Roma y Cartago, sus luchas, la expedición de Régulo hasta concluir con la paz pactada. No nos detenemos a analizarlo por no ser de la índole de nues- tra tesis, pero podemos afirmar que por él se captó las simpatías de sus contemporáneos y la admiración de autores posteriores. ¡ Lás- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 151 tima grande que sólo queden de esta epopeya histórica pocos frag- mentos! Estudiemos a Nevio como poeta cómico y trágico y veamos el rápido progreso que realizó en estos géneros iniciados en Roma con Livio Andrónico. Nevio es el favorito de Niebuhr que saluda en él al poeta na- cional, valeroso independiente que se aparta con desprecio de los modelos de Grecia para tomar sus asuntos de la viva fuente de la inspiración. patriótica. Los eríticos alemanes modernos, sobre to- do Klussmann, comparten esta opinión que no podemos aceptarla de modo absoluto. ¿Por qué? Examinemos su labor poética y lo com- prenderemos con facilidad. Por los pocos datos que nos restan de Nevio se puede decir que él era ciudadano romano y, por lo tanto, no pudo representar sus obras por temor a perder sus derechos; fué sólo autor notable, aun- que sólo se conserve de sus obras unos cien versos coleccionados por Klussmann y Ribbeck. Si observamos la labor de Nevio en cuanto a la comedia se re- fiere, vemos que en este sentido su obra es más extensa que como trágico. A los que pretenden hacer de él un poeta nacional aparta- do por completo de Grecia, debemos recordarles que Nevio obtuvo el tercer lugar después de Cecilio y Terencio en la lista de auto- res de fábula Paliata, de imitación griega, redactada por Volcatius Sedigitus, por lo cual se ve, al mismo tiempo, que el mayor renom- bre de Nevio lo aleanzo por sus comedias, aunque la posteridad no lo haya conservado en este lugar distinguido. Disecrepan los distintos autores al determinar el número de sus obras, las cuales parecen haber sido numerosas, aun ateniéndose a cáleulos moderados; Bothe cuenta 37, Ribbeek 34 y Berchem 29, muchas de las cuales, debido a la obra del tiempo son sóló meros títulos; de acuerdo con este último demos la clasificación que de ellas hace, siguiendo un orden alfabético: Aconzitomenos-Proiectus, Agitatoria, Agrypinuntes, Appella, Colax, Corollaría, Demetrius, Dolus, Figulus, Glaucoma, Gimnas- ticus, Hariolus, Lampadio, Leon, Ludus, Macedo, Nautae, Pellezx, Personata, Stalagmonissa, Stigmatias, Tabellaria, Tarentilla, Tech- nicus, Testicularia, Tribacelus, Triphallus, Tunicularia. Si observamos sólo los títulos de las obras veremos que muchos de ellos son de origen griego como lo serán más tarde los de Plau- to y Terencio. 152 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Nevio representaba en Roma el papel de introductor de la come- dia media y nueva del teatro ateniense imitando a Antiphano, Di- philo, Philemon y Menandro, pero, sin embargo, no hacía de ellos una copia servil: refundía a veces varias obras en una; las comedias servíanle para llevar al alma nacional sus ideas. En los fragmentos que se conservan de sus comedias se ve re- tratada la sociedad de su época, que más tarde veremos en Plauto y Terencio. Hijos que derrochan el capital adquirido por su padre, como en Tarentilla: ...Ubi isti duo adulescentes habent Qui hic anteparta patria peregre prodigunt. y que llevando su maldad más lejos aún para poder obtener más libertad, desean la muerte de éstos, demostrando los espantosos abismos a que conducen desenfrenadas pasiones: Deos quaeso ut adimant et patrem et matrem meos. Se ve desde Nevio al esclavo adulón que apaña los vicios del joven amo para procurarse una determinada cantidad de dinero y que son duramente apostrofados por el padre, como en Tripha- llus: ““Si sé que por sus amores mi hijo pide dinero prestado, te pondré en un lugar del cual no podrás salir.?” El padre de familia preséntase a Ocasiones severo, otras trata con dulces palabras y sabios consejos de devolver al redil a su descarria- da ovejita que, muchas veces por inexperiencia, es atraído por las astucias y seducciones de una hábil cortesana. El lenguaje de Nevio es a veces libre, sus frases son groseras y ofenderían a un auditorio de cultura refinada; pero no al públi- eco grosero y divertido que asistía a sus representaciones; tomaba a veces animación, calor, de aquí la expresión de Voleatius Sedi- eitus: Naevius que fervet. E Transportaba la representación de sus comedias de Grecia a Roma, mostrando su tacto exquisito al dar al habitante de cada localidad lo que estaba más de acuerdo con sus gustos. Alteris inamen bulbam madidam dar, Alteris nuces in proclivi profundere. ' ““A unos le dió la cebolla en salsa y a otros nueces en profu- sión.?” LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 153 Esta gran reputación de Nevio como autor cómico, ha hecho a algunos afirmar que él no fué poeta trágico, comparándolo con Alexis, que sólo eseribió parodias de tragedias, opinión sustentada por Wecker y rebatida por Berchem. Los títulos de sus obras son los siguientes: Danae, Equus-Troja- NUS, Hector-proficiscens, Hesione, Lycurgus. Es verdad que sus pensamientos se expresaron con sencillez, como en Danae: Omnes formidant homines ejus valentiam. “Todos los hombres temen su fuerza.?” ¿Qué mayor elevación de pensamiento, qué mayor afecto en un hijo, que esta frase citada en Hector-proficiscens, tan encomia- da por Cicerón? : Laetus sum laudari me abs te, pater a laudato viro. ““Feliz soy de ser alabado por ti, padre, un hombre tan ala- bado.?” Tanto en la comedia como ya hemos podido apreciar, como en la tragedia, Nevio vuelve su vista a Grecia en busca de modelos. Nevio captóse las simpatías de sus contemporáneos no sólo por su trabajo sobre la guerra púnica, sino también por el sen- timiento de nacionalidad vivo y fecundo que imprimió a algu- nas de sus obras, escribiendo fabulae togatae pretextae; tentativa de un patriota para crear una tragedia nacional, pero que fué anu- lada, olvidada, por la influencia de los perfectos modelos griegos; su gloria, sin embargo, subsiste, pues fué el inventor de estas fabu- lae pretextae. Rápidamente analizaremos tres de estas obras de Nevio frecuen- temente citadas. La titulada Alimonium Remi et Romuli—La Alimentación y Nutrición de Remo y Rómulo—. El origen obscuro de ambos geme- los, el recuerdo tributado a la loba que los alimentó, según la tra- dición, y los primeros años y la juventud de estos dos niños, uno de los cuales había más tarde de inmortalizarse con la fundación de la Ciudad Eterna, es el fondo de esta obra. La obra Romulus nos presenta este personaje en edad viril, co- mo fundador de la Ciudad, deseribiéndonos los maravillosos orí- cenes de ésta. Los acontecimientos ocurridos en el tiempo en que vivió, le prestaron material para su obra Clastidium, representada en la fies- ta triunfal o en los juegos fúnebres de Marcelo y contribuyó a des- 154 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL pertar más aún en los romanos el odio a los Galos; llevaba el nom- bre de la ciudad de Galia, entregada por traición a Aníbal. Horacio ha dicho con respecto a él: ““¿Nevio no está en todas las manos, presente a todas las memorias, casi como un contempo- ráneo? ¡Tanto se venera un antiguo poema, cualquiera que sea!?”” Para afirmar más el renombre de este poeta, recordemos que Ci- cerón lo defiende de injustificados ataques que le dirigen sus de- tractores, sobre todo Ennio. El es, indudablemente, un poeta en ocasiones original, nacional, de lenguaje perfecto, sin mezcla de pro- vincialismos; imita a Grecia en sus obras dramáticas, pero de un modo tímido, aun duda si entregarse por completo a la imitación o seguir un nuevo sendero nacional. Ambas tendencias tendrán, después, sus manifestaciones; pero su inmediato sucesor, Ennio, es el que le dará dirección fija y la mente griega influirá definitiva- mente en la producción dramática romana. ENNIO Aspicite, o cives, senis Ennú imagina formam: Hic vestrum panxit maxuma facta patrum.. Nemo me lacrumis decoret, neque funera fletu Faxit Cur? volito vivu*per ora vivum. ““Contemplad, ¡Oh ciudadanos!, la imagen del viejo Ennio: fué aquél que cantó las hazañas de vuestros padres. Que nadie, pa- ra honrarme derrame lágrimas ni que prorrumpa en fúnebres la- mentos. ¿Por qué? Porque viviendo siempre vuelo sobre los labios de los hombres. ??” Este epitafio colocado sobre la tumba de un poeta y escrito por él mismo, es, según aleunos, prueba del orgullo, de la soberbia del inmortal autor de los Anales, y, según el decir de otros, la conciencia del propio valer que tenía de sí el célebre Ennio; atri- buyámoslo a esto último, pues el hecho de haber vivido en una posi- ción modesta, a pesar de las riquezas que pudo haber acumulado, quien como él tuvo amistades poderosas y talento notable, no es prueba de soberbia. ¿Está justificado este epitafio? Lo afirmamos sin temor a equi- vocarnos, después de conocida su obra. Es verdad que sobre él desa- ta su cólera Niebuhr acusándolo de haber ahogado al nacer el sentimiento nacional romano, esbozado por Nevio en la literatu- [3 LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 15 ra, lo tacha de extranjero, griego, cortesano y vano, que sólo rinde culto a Grecia; pero, ¿es esto justificado? No fué él, ciertamente, como hemos visto, el primero que introdujo en Roma modelos li- terarios griegos; esta conquista hermosa de Roma de los modelos de Grecia, se había efectuado; Nevio la presentía completa y la temía, experimentando, sin darse cuenta, su influencia. La poesía latina tenía un desenvolvimiento penoso y lento, la influencia ex- tranjera lejos de serle perjudicial, la benefició; celebremos, pues, al poeta Ennio y veamos en él al último representante de la uni- versalidad de ideas de los antiguos poetas de Roma, como Patín lo califica, que en su deseo de fundar la literatura cultivan todos los géneros, sin especialidad alguna. Ennio cultivó todos los géneros: el épico en sus Anales, hermo- sa obra que lo ha inmortalizado; el didáctico en su poema Epicar- mo; el satírico y el dramático; en este último su renombre no fué notable en lo que se refiere a la comedia, pero sí a la tragedia. El hombre que había de adquirir renombre como dramático latino, nació, por singular coincidencia del destino, al año siguien- te de haberse representado en Roma la primera pieza dramática, es decir, en 515, perteneciente a una familia distinguida de Ru- dia, origen que él mismo afirma en su poema épico, vanaglorián- dose de ser ciudadano romano: Nos sumu*Romani qui fuvimos an- te Rudint. “Somos romanos los que fuimos antes de Rudia.”” De cultura extensa, hablaba el dialecto de su patria, el osco y el latín, y sus conocimientos del griego le permitieron perfecta- mente comprender las obras literarias haciéndole decir que poseía tres almas, debido a los tres idiomas que hablaba. Como en la vida de Livio Andrónico, en la suya se presentan dos fases distintas: una en la cual toma parte en la segunda guerra púnica, llegando a ser centurión, y la segunda en que, llevado por Catón, que lo apreció y admiró por su talento, de Cerdeña a Roma, bien pronto fraguó los ideales de su protector que quería hacer de él un poeta nacional y no un admirador e introductor de las letras griegas en Roma. De bondadosos sentimientos demostrados al compartir su vi- vienda con Cecilio, fué, como Livio, profesor de griego y latín, te- niendo la protección de Marcus Fulvius Nobilior y Escipión el Africano, expresándole este último su afecto, aun cuando po- bre, debido a sus sentimientos de orgullosa independencia. Dejó de existir Ennio en edad avanzada, disponiendo que sus restos fue- 156 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL ran colocados en el panteón de la familia Cornelia, para que la gloria uniese después de muertos a los dos que juntamente la ha- bían obtenido en vida. Hecho ya este ligero resumen de su vida, digamos antes de es- tudiar su labor como dramático, que él no fué jamás vil adulador de sus protectores, como algunos han pretendido; agradecía los beneficios como es deber de toda alma noble, correspondía a ellos del mejor modo posible, pero sin convertirse jamás en pesada car- ga, ni alabarlos para obtener bienes de fortuna. Su vida fué modes- ta y pura, aunque se le reproche, con justa razón, el escepticismo religioso en que hizo incurrir al pueblo romano. Albert opina que: “las tragedias de Ennio no son más que imitaciones, casi traducciones, de las producciones del genio grie- O Pocos son los fragmentos que nos restan de sus obras, por lo cual es imposible comprender su labor con exactitud. Patin afirma que las tragedias de Ennio conservaban el pró- logo y el coro tradicional, aunque no la elegancia y la sonori- dad, del verso griego, torpemente vertido en los moldes de la len- gua latina. La antigiiedad de las tragedias de Ennio ha hecho que mu- chas de ellas se hayan perdido y sea difícil determinar el mode- lo griego en el cual se inspiraron; en particular, eran todas co- mo las de sus antecesores y como lo serán más tarde las de Pacu- vio y Accio, imitación de las tragedias griegas, las cuales no halla- ron eco en el pueblo romano, pues, como dice el doctor Aragón, éste las tenía propias. Se dice como cierto que Ennio tradujo las Eumenides de Esquilo, el Ajax de Sófocles y la Ifigenia de Eurí- pides; éste, sobre todo, fué el autor que imitaron Ennio y sus suce- sores. Ribbeck, a quien tanto se debe en el conocimiento de estos pri- meros autores latinos, opina que son 22 sus comedias; Bothe dice que esribió 28 y Lamarre cree, teniendo en cuenta los modelos imi- tados, que puede ampliarse este número aunque no se encuen- tren los fragmentos. Los nombres de estas tragedias son, según Rib- beek, los siguientes: Achilles, Achilles, (Aristarchi.) Ajax, Alcmaeon, Alerander, Andromacha aechmalotis, Andrómeda, Athamas, Cresphontes, Erechteus, Hectoris Lystra, Hecuba, Iphigenia, Medea Athenien- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 157 sis, Medea (exul,), Melanippus, Nemea, Phoenix, Telamo, Telephus, Thyestes. Cuando vemos esta gran cantidad de obras dramáticas de Ennio en lo relativo a la tragedia, nos asombra advertir sus pocas come- dias, al extremo que algunos han llegado a afirmar que él no había escrito comedia alguna; es verdad que todas se han perdido, sólo nos restan pocas palabras de ellas y tres títulos: Cupioncula, Pan- cratiastae, Ambracia. Pensando sobre esta última O. Ribbeck dice que fué una fábula pretezxta, compuesta sobre la toma de Ambracia en honor de Ful- vius Nobilior. No parece haber tenido Ennio gran renombre como poeta có- mico; poco han dicho sus contemporáneos en honor suyo en este sentido y Voleatius Sedigitus lo nombra el último en su celasifica- ción de poetas latinos, sólo por respeto de antigiiedad. Estas citas nos comprueban en unión de lo dicho por Terencio en una de sus obras que los considera como uno de aquellos que le sirvieron de inspiración, que aunque muy inferior en cantidad y calidad sus obras cómicas, merecen siquiera el honor de ser citadas. Ennio no había nacido para la comedia; su inteligencia se pres- taba más para pintar las grandes pasiones del alma, las heroicas luchas, los violentos sentimientos; no es de extrañar, pues, el gran número de tragedias por él escritas y de que hemos hablado y cuyos caracteres más importantes habremos de estudiar. Deltour opina que en las tragedias los movimientos oratorios substituyen a la pasión y compara para comprobarlo trozos de la Medea de Eurípides y la de Ennio; pero, sin embargo, podemos decir que nuestro autor considerado por sus sucesores como padre de la poesía latina, sabía describir de mano maestra las fuertes pasiones que agitan el corazón. Alemaeon nos prueba las torturas del remordimiento, el espanto, el terror, cuando después de haber cometido el crimen mayor de su vida, el asesinato de su madre, deplora su triste suerte experimentando mientras habla, el paro- xismo del dolor y del remordimiento: Multi sum modis circunventus, morbo exilio atque inopia; Tum pavor sapientiam omnem mi examinato expectorat Mater terribilem minatur vitae cruciatum et necem, Quae nemo est tan firmo ingenio et tanta confidentia Quin refugiat timido sanguen, atque exalbescat metu... ...Unde haec flamma oritur? 158 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL ““Muchos son los males que me rodean: enfermedad, destie- rro, pobreza. El temor quita de mi ánimo toda razón; mi madre me amenaza de una vida de tormentos y una muerte terrible. A tal pensamiento no hay corazón tan firme donde no se hiele la sangre y tanta confianza que no palidezeca de miedo... ¿De dón- de viene esta llama?”” : Caracterízase a veces su lenguaje por la energía, pero muy a menudo los personajes de la obra griega se transportan a Roma; en Medea vemos que los confidentes son, en Eurípides, mujeres del vecindario, mientras que en Ennio son ricas damas de Corinto; pero no conforme con esto Ennio cambia más aún los personajes: si Eurípides presenta en Iphigenia el coro compuesto de mujeres de Eubea que visitan el campo griego, Ennio pone en su lugar rendidos soldados, hecho que no podemos explicarnos. Uno de los caracteres que más han llamado la atención de las obras de Ennio es el afán que tiene de mostrarse filósofo y mora- lista en sus escritos; pero también se le ha eriticado el afán de dis- ereteo en el cual exagera a Eurípides: sus tragedias se han califi- cado por un notable autor como “una escuela pública de moral?”. Citemos algunas de ellas que encierran hermosos pensamientos: Benefacta male locata malefacta arbitror. “Los beneficios mal colocados son perjuicios a mi entender.”” Qui ipse sibi sapiens prodesse nequit, nequidquam sapit. “El que no sabe sacar ventaja de su sabiduría para sí, nada sabe.?? Qui volt esse quod volt ita dat se res ut operam dabit. Todas estas máximas eran recordadas por sus contemporá- neos y Cicerón mismo la cita en sus obras con encomio. En Andrómaca prisionera al verse ésta quitar a Astyanax, su último consuelo, se desespera y estos gemidos, que parten de su co- razón, Ennio los expresa: “¿Cómo buscar, encontrar un apoyo? ¿A qué destierro, a qué fuga recurrir? Sin ciudadela, sin ciudad, ¿donde dirigirme???” O pater, o patria o Priami domus Saeptum altisono cardine templum Vide ego te astante ope barbarica o Testis caelatis lacunatis Auro ebore instructam regifice Haec omnia vida inflammar:. LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 159 ““¡Oh padre, oh patria, casa de Priamo, santa residencia de ele- vadas puertas, te vi en el esplendor de tus riquezas, con tus bóve- das esculpidas, tus ornamentos reales de oro y marfil. He visto todo esto cubierto de llamas. ”” Se ve en ellas el triste lamento de la pérdida de la patria, de los lugares familiares, de la destrucción y el horror esparcidos por doquier. En otros fragmentos vemos que no es este dolor sin consuelo y pacífico el que late, es un dolor con vehemencia expresado, que busca la venganza y vémoslo de modo manifiesto en la obra de Thyeste, la” cual parece increíble fuese escrito por Ennio cuando contaba ya setenta años, prueba evidente de que conservó hasta el fin de su vida su gran talento dramático. Los conceptos que ex- presa en esta obra tuvieron para los romanos una celebridad que se hizo proverbial con el nombre de Preces de Thyestae. Descubre el padre el horrible banquete que su hermano le ha servido y su cólera, su indignación, va creciendo, prorrumpiendo en maldicio- nes como la siguiente: “Que sobre la aguda punta de un peñasco quede clavado, con las entrañas de fuera... Que no haya tumba para recibirlo, para ofrecer a sus restos el puerto donde, al ter- minar la vida encuentre el reposo de sus males. ?” El sentimiento de amor filial más noble y elevado se encuentra en la primera invocación de Casandra cuyos fragmentos han sido conservados por Ribbeck: “¡Oh madre!, mujer la mejor entre mu- chas óptimas mujzeres.?”? Algunos versos de Telamon y Erechthews nos muestran que en las tragedias de Ennio el sentimiento del sa- erificio por la patria estaba en todos los corazones. Telamo recibe con estoica resignación la noticia de la muerte de sus hijos y el heroísmo de la esposa del Rey de Atenas, sacrificando a sus hijas por la salvación de sus ciudadanos. Emnio, por los fragmentos que hemos podido examinar, se nos muestra siempre el poeta de ingenio, vigoroso en sus expresiones; sus obras fueron acogidas con entusiasmo, como nos lo muestra Cicerón en sus Tusculanas, hablando de la acogida entusiasta que tuvo la Andrómaca. Quintiliano, hablando de Ennio y sus obras, dice: ““Adoremos a Ennio como a las selvas que su antigúedad ha consagrado””. Fué tanto el renombre alcanzado por este autor que en tiempos de Aulo Gelio, los rápsodas, tomando el nombre de ““ennianistas”” declamaban sus versos en el teatro. Mereció él la admiración de 160 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Cicerón y Virgilio, pudiendo afirmarse que sus Anales merecen fama imperecedera, a la cual contribuyeron también sus obras en otros géneros; respecto al dramático afirmaremos que, aunque ba- sándose en el teatro griego no deja de mostrarse con cierta liber- tad en sus obras. Su sobrino y sucesor, Pacuvio, continuará su obra y con él y con Aeccio veremos la manifestación de la tragedia en el pueblo ro- mano, tentativas valerosas por afianzarse en un pueblo que no po- día comprenderla, pues la comedia, aunque fuese imitada del grie- go tenía personajes que estudiaremos, como son: el padre de fami- lia, el hijo corrompido, el esclavo adulador, ete., que son caracte- res universales, pero respecto a la tragedia, sus héroes no tenían una historia conocida de los romanos, sus ideales diferían de los de este pueblo, el modo de ser de los griegos era distinto al de los romanos y el mismo Plauto afirma que si el pueblo no está confor- me con la tragedia él la cambiaría en comedia para complacerlo. No debe extrañarnos, pues, que el número de poetas trágicos sea menor que el de autores cómicos. PACUVIO Cuando las escuelas de filosofía y las obras literarias y didác- ticas se transportaron de Grecia a Roma, la ¡juventud romana las acogió con entusiasmo y el doctus Pacuvius fué el llamado a lle- var estas escenas, tomadas de obras griegas, al teatro. Este joven sencillo, de talento, honrado y amistoso, títulos que conservó toda la vida y que le captaron las simpatías de Cicerón, que lo cita en su diálogo ““De la amistad ””, mereció la considera- ción de sus contemporáneos y la protección de su tío Ennio que vió más tarde en él un rival, como Pacuvio lo vería en sus últimos años, ea el poeta Accio; pero Ennio, siempre noble y generoso, aplaudió desde su retiro las obras de Paecuvio, viendo su singular talento y eriticándole sus defectos, siendo de éstos el más notable, la exageración que él hace del carácter sentencioso de Ennio. Nacido en Brindis vino a Roma debido a la influencia de su tío y bien pronto se distinguió en el cultivo de las bellas artes que supo admirablemente hermanar. Se afirma que eseribió comedias pero de éstas ni aun los títulos se conservan; compuso aleunas sá- tiras, pero su renombre fué debido a las doce tragedias de asunto LA POESIA DRAMATICA EN ROMA ” 161 eriego y una de carácter nacional romano que escribió y que se- eún Ribbeck son las siguientes: Atalanta, Antiopa, Armorum judicium, Chryses, Dulorestes, Hermiona, Iliona, Medus, Niptra, Pentheus, Periboea, Teucer, re- cibiendo la de origen romano el nombre de Paulus. Si comparamos el número de obras de Pacuvio con el de sus antecesores y su sucesor Aecio, notaremos que es mucho más limita- do; por esto hay quien desea restarle reputación. A los que tan erróneamente piensan, gustosos les preguntaríamos: ¿No es pre- ferible escribir un número limitado de obras fijándose bien en ellas, que una gran cantidad, siendo todas deficientes? Pacuvib prefería esmerarse en una tragedia a escribirla mal, de aquí que su obra sea limitada comparada con el número de años que vivió. No era tampoco solamente el componer o imitar tragedias la ocu- pación de Marcus Pacuvius; amante decidido de las artes culti- vó al mismo tiempo la pintura, sirviéndonos para corroborar ésto la cita que de él hace Plinio, el naturalista, y cuéntase que fué tan- to su renombre, que se le encomendó el decorado del templo de Hércules, no permitiéndole ésto dedicarse por completo al teatro, siendo grande su reputación como artista. Viendo su talento envejecido al lado del de Accio en el apogeo de su juventud, deseó pasar tranquilo sus últimos días, recibiendo en su retiro de Tarento la visita de Aececio, que le leyó su obra Atrea, alabando el tono elevado de la obra y reprochándole sólo la dureza de su expresión. No deseando ser olvidado ni aun des- pués de muerto, compuso su epitafio modesto pero poético; esta inseripeión eserita sobre su tumba parecía pedir un tierno recuer- do a la juventud: Adulescens, tametsi properas, te hoc saxum rogat Uti ad se adspicias, deinde quod seriptum est legas. Hic sunt poetae Pacuvius Marc: sita Ossa. Hoc volebam nescius ne esses, Vale. “Joven que pasas con mucha prisa, acércate: Este mármol te llama; mira y lee. Aquí están encerrados los huesos del poeta Pa Vive como puedas, cuando no puedas vivir como deseas. Nam hi sunt inímici pessum, fronte hilaro, corde trists. ““Los peores enemigos son los que tienen rostro sonriente y corazón sombrio.”” ““La riqueza no da saber, y muchas veces bajo una capa rota y pobre se oculta un hombre de privilegiada inteligencia.?? Cecilio agregó una franca alegría a sus obras; pero les dio cierto carácter aristocrático que las excluyeron del gusto del pue- blo, y esto, unido al juicio severo que hizo de él Horacio, fueron las causas de que sus obras no fuesen conservadas. Pero rindámosle justicia, ¿qué importa esa pérdida lamen- table de sus obras si aboga por su fama la opinión casi unánime de sus contemporáneos, considerándole en el número de los princi- pales cómicos latinos? Estudiemos a Terencio y en él veremos reflejadas muchas de las características del viejo Cecilio, el cual llevó a tal grado su influencia en la literatura, que logró introducir nuevas palabras en el lenguaje para expresar sus felices ideas. PUBLIO TERENCIO AFRICANO.—El destino tiene en ocasiones ra- rezas increíbles, y nunca se ha visto esto de modo más manifiesto que en lo relativo a este poeta, que Volcatio Sedigitus coloca en el sexto lugar y que, sin embargo, ha sido reivindicado aun en tiempos antiguos, admirando y aplaudiendo sus obras, considerán- dolo en unión de Homero, Virgilio y Menandro, uno de los cuatro príncipes de la poesía, admirando en él la posteridad a uno de los principales cómicos latinos que en unión de Plauto comparte los laureles de la poesía dramática. Pocos son los datos que se conservan de su vida; de éstos, los más completos parecen ser los atribuídos a Suetonio, mejor que a Elio Donato que los copió del primero. Se discute aún en nuestros días el lugar de su nacimiento, creyendo Suetonio que fué la Ciudad de Cartago, ocurriendo éste al fin de la segunda Guerra Púnica; 200 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL que fué en Roma siervo del Senador Terencio Lucano, el cual al poco tiempo lo manumitió; sufriendo, según opina Lucius Porcius, muchas privaciones, y murió, no se sabe si en Arcadia o en el mar de regreso de un viaje a Grecia que hizo con objeto de per- feccionar el idioma griego y los estudios que tuviesen más relación con la literatura, atribuyendo aleunos su muerte a la tristeza de haber perdido algunos ejemplares de Menandro, falleciendo, se- gún se opina, cuando sólo contaba 35 años de edad, y en pleno apogeo de su eloria. Terencio fué, según opinión de algunos biógrafos, esclavo, sien- do este hecho un poco extraño, pues se cuenta que una hija suya contrajo matrimonio con un caballero romano, hecho que estaba prohibido entre hombres libres y esclavas. Que fué prisionero de los romanos, es un hecho que también se duda, pues era imposible que adquiriese tan pronto un perfecto conocimiento de la lengua latina como el que él poseía, y Fenestela dice que él no pudo ser cautivo, conocida la fecha de su nacimiento al terminar la segunda Guerra Púnica y antes de comenzar la tercera, lo cual hace impo- sible el apresamiento. Betti sustenta la tesis de que el sobrenombre de Afer no es un derivativo de patria, pudiendo venir del color como Albus, Flavus, ete., y citando el hecho de que muchos en Roma tenían ese sobre- nombre, como el orador Domitius Afer, Elius Adrianus Afer otros; también se niega la afirmación de Lucius Porcius de que él pasara dE pues su vida fué feliz y tranquila, legando al morir, a su hija, una gran quinta en la vía Apia, en cuyo lugar, a excavaciones, se ha encontrado un busto que coincide con la descripción que se ha dado de Terencio: Fursse dicitur, mediocri statura, gracila corpore, colore fusco. ““Se dice que fué de estatura mediana, cuerpo agraciado, co- lor pálido.”” Su gran talento le valió, como hemos dicho al estudiar a Cecilio, la amistad de éste, que lo hizo conocer de los más precla- ros varones cuando nuestro poeta era sólo un jovencito pálido y melancólico, pobre y mal vestido. Debido a sus propios méritos, cbtuvo la admiración primero y la íntima amistad después, de Cayo Lelio y Escipión, que lo sentaron a su mesa en diversas ocasiones y lo distinguieron en grado sumo, hecho éste que dió margen a que los envidiosos, que nunca faltan al lado de una cele- bridad artística, científica o literaria, y que se valen de medios LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 201 más bajos e indignos cuanto más elevado está el personaje que envidian, llegasen al extremo de decir que valido de esta amistad Terencio se hacía pasar por autor de obras escritas por sus ami- gos, sin pensar que las dotes de la natural inteligencia de Terencio y la esmerada educación que le proporcionó el Senador Terencio Lucano, agradablemente impresionado por las gracias de este niño y su precocidad manifiesta, lo hacían apto para brillar con propio resplandor en el campo de las letras. Es verdad que a veces esta crítica era justificada, hecho que él atestiguaba al defenderse de ella diciendo: ““Los envidiosos pretenden que hombres de posición elevada me ayudan con sus luces y trabajan conmigo, y bien, ¿qué tiene de injurioso esto pa- ra el poeta ?”” La crítica se exagera en ocasiones, llegando a citar los comen- taristas los pasajes que ha dictado Lelio y los que ha dicho Esei- pión; pero consideremos esto sólo como mero afán de erudición. ¿Podremos afirmarlo de un modo preciso? En manera alguna, como tampoco podemos negar que quizás ellos le sugiriesen algu- nas ideas; lo que sí podemos afirmar es que él inicia en la literatura latina una nueva era, teniendo en grado sumo lo que los griegos llamaban aticismo y los romanos urbanitas, euya principal condi- ción era una rica y variada cultura intelectual que sólo podía ve- nirle de Grecia. Educado Terencio con gran refinamiento, solicitado y admi- rado por la clase patricia romana, él admiraba lo que ésta consi- deraba elevado; sentía, como esta clase privilegiada, gran afecto por todo lo helénico: por su lengua, por su literatura; de aquí su romántica peregrinación en busca de cultura e inspiración, de sóli- dos conocimientos literarios a la madre de las artes: a Grecia. He- mos dicho que el medio, democrático en sumo grado, en que vivió Plauto, le hizo ser el intérprete de los pensamientos populares; Terencio, viviendo, por el contrario, en íntimo contacto con la aristocracia, sería más medido en sus expresiones, más especial en sus gustos, y sufriendo esa misma influencia del medio llegó a ser el más griego de los romanos de su tiempo. Podemos afirmar, sin temor, que a Terencio le ocurre lo eon- trario de Plauto; este último, como hemos tenido ocasión de obser- var, retrataba la sociedad de su época, aunque la escena ocurriese en Grecia; Terencio, por el contrario, aunque habla el sermus 202 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL urbanus o lingua nobilis, presenta personajes cuyos trajes y cos- tumbres son griegos. Al clasificar las comedias de Plauto hemos dicho que perte- necían, por la vivacidad de su movimiento, a las llamadas Motoriae ; las de Terencio eran, por el contrario, Statariac. Fué Terencio más inclinado a buscar la perfección y buena presentación de la obra, que el interés que ella pudiera inspirar al vulgo que concurría a la cavea, que no podía juzgar las bellezas de su estilo; él era, ante todo, artista; sus obras interesaban cuan- do se leían, pero su representación era fría; Plauto, por el contra- rio, buscaba la complacencia del público con las escenas groseras y bufonas, encantaba a la sociedad romana; las obras de Terencio hubieran tenido aceptación de Grecia; nada importaba a Terencio que el vulgo no lo admirase, a él le bastaba con el aprecio de la sociedad culta, y el tributo de afecto y simpatía que la crítica le hubo de rendir, haciendo notar Bergeron el adelanto que la lengua latina realizó en el corto espacio de tiempo que hubo entre él y Plauto. Tarron, teniendo en cuenta la elevación de sus ideas, elogia sus obras. Horacio lo encomia por la maestría que despliega al pintar las costumbres. Quintiliano se lamenta de aleunas faltas observadas en la versificación, y Ansonio encuentra en su vejez deleite singular en la lectura de las comedias Terencianas. Pero estas opiniones no sólo se ven sustentadas en tiempos anti- euos; la fama del poeta va en aumento al correr de los siglos, y sus bellas concepciones literarias hacen decir al inmortal Erasmo que considera superior una sola comedia de Terencio a todas las ae Plauto reunidas. Julio Scaligero enaltece la belleza de la for- ma, y José Scaligero opina que entre 100 sabios sólo uno puede apreciar las bellezas de las obras del poeta. En fin, Blair lo de- romina ““Padre de la comedia seria”?. Eschemburg lleva más ade- lante su admiración no encontrando falta aleuna que censurarle, y en 1801 el Barón de Einsiedel hizo representar a los comedian- tes del Duque de Weimar su traducción alemana de los Adelpha. Pero, ¿debemos, después de conocidas estas opiniones, dejarnos llevar por ellas y anteponer el culto, optimista Terencio al po- pular Plauto? Ellas deben ser tenidas en cuenta, pero no al ex- tremo de hacernos incurrir en un juicio arbitrario y parcial. In- mensa es, en verdad, su fama y notable su obra; pero a pesar de sus esfuerzos, sus personajes no perduran como los de Plauto, opi- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 203 nión que compartimos gustosamente con nuestro profesor. En sus Obras muéstrase Terencio más optimista que Plauto, la lectura de sus comedias anima y consuela; a la desesperante exclamación de Plauto en Asinaría, al poner de manifiesto la maldad del hom- bre para con el hombre al decir lupus est homo hominis, opone Te- rencio, al decir del señor Canalejas, aquella admirable máxima que aleunos estiman como una inspiración profética del humanismo eristiano y otros como la eonclusión más levantada de la antigua filosofía, homo sum: humani nihál a me alienum puto. Es un hecho general que los hombres buscan preferentemente aquello que está más en armonía con sus condiciones de carácter, por eso vemos que Plauto al buscar modelos en la literatura griega se fija en Philemon, que es alegre y poco eserupuloso, mientras que Terencio presta atención a Menandro, poeta delicado; sus obras son completamente griegas: por la elección del sujeto, por la tra- ma. El no oculta esta imitación y lo dice en los prólogos de sus obras. Menandro compuso la Andriana y la Perintia. Terencio confiesa haberlo trasladado, sirviéndose de ello cual si fuese su pro- pia invención. Y esto es lo que sus enemigos le censuran. Porque dicen que no es bien hacer de varias una sola fábula. Presumiendo de muy sabios, muestran saber poco, pues al acusarle de esto, acu- san por igual a Nevio, a Plauto y a Ennio, a quienes nuestro poeta tiene por más maestros y cuya libertad más precia él imitar que no las obscuras exactitudes de esos censores. El teatro se ha afirmado, con razón, que es una escuela de corrupción moral o bien un medio de propagar benefactoras ideas de virtud. Mr. Brieux nos lo decía no ha mucho, cuando nos citaba como una reacción en Francia contra la ley del divorcio, la representación de la obra La Cuna, que fué suficiente para unir matrimonios mal avenidos; el teatro latino era también, en muchas ocasiones, moralizador; el de Tereneio, mucho más que el de Plauto, está todo impregnado de máximas morales, inspirándose en las virtudes de los antepasados para censurar los vicios. Demiphon exclama irónicamente diciendo: **Ahora se censuran las virtudes y se premian los vicios”. En Eunucus Gnathon afir- ma que la lisonja es el oficio que más produce: la complacencia nos procura amigos y la ingenua confesión de la verdad nos capta odios. ; Si estudiamos las obras de Terencio veremos en ellas reflejado el espíritu de justicia más perfecto, diciendo: Jus summum soepe 204 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL summa est malita. Ella hace recordar a los poderosos las grandes responsabilidades que sobre los mismos pesan, en razón directa Gel cargo elevado que desempeñan, frase digna de ser colocada en los libros que, llenos de consoladoras palabras, son lenitivos en ruestras tristezas; nos muestra la hermosura de la resignación ante lo imprevisto, lo inevitable, y la paciencia que se requiere pa- re ser feliz en la existencia, exclamando: “Cuando no puedas ser lo que deseas, confórmate con lo que sea posible””. Quando non potest 1d fieri quod vis 1t velis, quod posstt. Estas y muchas más frases pudieran citarse para comprobar nuestro aserto, pero no es necesario. Basta leer sus obras para comprender que el poeta busca los más elevados ideales en el hogar; los prólogos de sus obras tienen un fin educador, no son como los de Plauto, un medio de comprender las representaciones dramáticas y censurar al público, sino que leyéndolos se ve la lucha que el poeta sostuvo con sus adversarios, los cuales de acuerdo con Mr. Audollet fueron de dos clases: una la de los hombres de letras, la de los poetas rancios como los califica Pedro Simón Abril en la traducción que hace de las obras de Terencio, los cua- les lo acusan de contaminación, es decir, de formar de dos obras una sola, al frente de los cuales figura Lucio Lanuvio, al cual se refiere el poeta, sin decir su nombre, en el prólogo del Eunuco, citando las obras que Lanuvio eseribió y amenazándolo con poner de manifiesto sus muchos defectos si prosigue en sus ataques. La otra clase de adversario es el pueblo; son los espectadores que acuden al teatro y debido a su poca cultura son incapaces de comprender las delicadezas de sus obras, prefiriendo piezas bufonas que buscan la risa a carcajadas, aunque los medios para provocarla no sean artísticos. Esta muchedumbre extrañaba las vulgares y groseras palabras del teatro plautino, las orgías de Casina, y cuando estas piezas movidas faltan, el pueblo busca nue- vas distracciones, sin tener en cuenta los desaires que a veces hace al artista. De esto se lamenta Terencio en algunos prólogos de sus obras, sobre todo en la Hecyra, quejándose de que durante la primera re- presentación la obra fué despreciada y el público abandonó el teatro para asistir a una representación de funámbulos siendo el bullicio insoportable. Cuando se representó por vez segunda, se anunció al mismo tiempo una lucha de gladiadores, y el público gustoso fué a verla, quedando desierto el teatro. Terencio, con tristes pala- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 205 bras, se lamenta de ésto y hace su causa popular, suplicando la atención. Al conocer este hecho, ¿no pensáis que en él se ven los primeros síntomas de la decadencia del teatro en Roma, que des- pués de la muerte de Terencio se acentuaría más aún? ¡Qué degra- dada estás, sociedad romana, que prefieres a la representación de piezas teatrales, luchas humanas que envilecen al individuo! La única relación que los prólogos tienen con la pieza que se representa, es la indicación de las fuentes en que se inspira. Pasemos a estudiar los personajes de las obras de Terencio, que son los mismos que integran las comedias de Plauto, pero no- tablemente modificados; ellos están suavizados, no tienen aspere- zas en el lenguaje, los chistes equívocos se eliminan de acuerdo con las ideas de una sociedad culta; de aquí su superioridad sobre Plauto; pero le falta la virtus cómica, como con razón afirmaba César, que a pesar de ello le llamaba semi-Menandro. Plauto, en sus caracteres descritos a erandes rasgos, dice Mr. Al- bert, está cercano de la caricatura; Terencio pinta con amor finas miniaturas, de aquí su aversión por personajes bajos e innobles que exigirían tonos descompasados. Los directores del hogar, los padres de familia, no son en Te- rencio libertinos ni comparten con sus hijos las locuras de la pri- mera juventud, no son duros, avaros ni muy severos en su castigo. Menedemo, hablando con su amigo Cremes, se lamenta del trato que ha dado a su hijo. El esposo, en muchas ocasiones, es poco amable con la esposa. El parásito no es ya rudo y grosero; asiste, es verdad, a la mesa ae los ricos; pero no es el recibidor de golpes: sabe engañar con su inteligencia despierta; merece el honor de dar su nombre a una obra de Terencio: Phormion; pero donde se muestra de modo ma- rifiesto es en la obra titulada Eunucus, en el tipo de Gnathon, que liautroduce innovaciones en el oficio de parásito, pero por ser más refinado no puede expresarse en los términos cómicos y groseros que lo hacía en las obras plautinas. En las obras terencianas el tristemente célebre tipo del leno ha desaparecido casi por completo, presentándose sólo en Phormion y en los Adelpha. Sólo una vez aparece en el Eunuco el soldado fanfarrón: es siempre el mismo tonto, pero en sus palabras se encuentra un fondo de verdad; opinaremos con Lamarre, que el autor, pintán- dolo, teme salir de límites moderados. 206 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL En Terencio las cortesanas son más humanas, más bondadosas; él busca el lado bueno de la naturaleza humana. Chrysis en Andriana tiene sentimientos elevados, los cuales manifiesta al ha- blar de su hermana. Opónese a esto la idea de Deltour, que dice que aunque son más amables las mujeres, también son en Terencio más peligrosas. Los esclavos son revolucionarios; ellos son a menudo buenos y agradecidos con sus dueños, y sólo ocasionalmente se muestran intrigantes para proteger a sus jóvenes amos; se les trata con dulzura, llegan a ser consejeros de sus amos; los esclavos de Mene- demo son un modelo de fidelidad, lo consuelan cuando entra en su casa triste y abatido, lo descalzan, le preparan la comida y solícitamente lo atienden. Los jóvenes hijos de familia, aunque tienen ciertos vicios pro- pios de la juventud, no son, sin embargo, tan divertidos como en las obras de Plauto; los matrimonios son más comunes; pero se advierte en ellos que la hipocresía se ha introducido en las cos- timbres. Clitiphon en el Atormentador de sí mismo, oye en silen- cio los consejos de Chremes, pero después se guía por su propia voluntad. Estos personajes podemos decir que, aunque no son modelos de bondad, Terencio los presenta del mejor modo posible; no mues- tran los caracteres de un realismo a menudo repugnante, como en Plauto, tienen un término medio; sus vicios son inherentes a la naturaleza humana, sin aumento aleuno; las debilidades, las pa- siones, agitan el corazón de sus personajes; pero en ellos se ve que ruestro autor elimina de propio intento la descarnada pintura de la maldad y el crimen. Estudiemos sus obras, no muy numerosas por cierto, y así po- dremos observar esa eracia uniforme del estilo, esa pureza de gus- to, ese arte con el cual todos los personajes son trazados, como dice Mr. Magin. Este mérito de Terencio se demuestra por sus obras, de las cuales sólo se conservan seis, que son: Andria, Heautontimorumenos, Phormio, Heyra, Eunucus, Adelphs. Al tratar estas obras nos encanta la idea de presentar en aleu- nas de ellas el sumario escrito por €. Sulpicio Apolinario, siguien- do el criterio de nuestro profesor que opina que por ello podemos formarnos un juicio del argumento. LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 207 La Andriana fué, según opinan los autores, la primera obra escrita por Terencio, se considera como la refundición de la 4A2m- driana y Perintía de Menandro, siendo muy celebrada por Cecilio; se representó en los Juezos Megalenses por la compañía de Lucio Ambivio Turpion, que protegió también a Cecilio, y Lucio Atilia Prenestino con música de Flaco, empleándose flautas iguales y desiguales, pudiéndonos dar una idea de esta representación de las obras de Terencio en la presente lámina, en la cual se ve al esclavo, al padre de familia irritado al que un amigo detiene, y al tocador de flauta ya mencionado. El sumario escrito por Sulpicio Apolinario de la obra Andriana, es el siguiente: Sororen falso creditam meretriculae, Genere Andriae, Glycerium vitiat Pamphailus. Gravidaque facta, dat fidem, uxorem sib1 Fore hanc: Nam aliam pater er desponderat, Gnatam Chremetis; atque ut amorem compertt, Simulat futuras nuptias, cupiens suus Quid haberet anima filius cognoscere. Daví suasu non repugnat Pamphilus. Sed ex Glycerio natum ut vidit puerulum Chremes, recusat nuptias, generum abdicat Mozx filiam Glucerium insperato agnitam Hanc Pamphilo dat, aliam Charino conjuguem. ““Gliceria, hermana de una joven cortesana de Andros, ha sido 208 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL seducida por Pánfilo, teniendo un hijo. Pánfilo le promete casarse con ella; pero su padre lo había prometido a otra joven hija de Chremes. Enterado de los amores, simula adelantar las bodas para asegurarse de las intenciones de su hijo. Aconsejado por Davio, Pánfilo no se resiste, pero Chremes, desde que ha visto que Pán- filo ha tenido un hijo con Gliceria, rehusa aceptarlo como yerno. Bien pronto un inesperado acontecimiento le prueba que él es padre de Gliceria, se la da en matrimonio a Pánfilo al mismo tiem- po que casa a su otra hija con Carino.??” Uno de los más importantes caracteres de esta obra es el de Pánfilo, que sostiene una lucha titánica entre la palabra dada a la desventurada Gliceria, que le ha sido personalmente encomen- dada en el lecho de muerte por Chryses; él es hombre de buenos sentimientos, que ama a la desamparada jovencita, que se encuen- tra triste y sola en una ciudad que no es la suya, expuesta a mil peligros; pero la voluntad paterna se impoen. Simón, su padre, desea ardientemente la boda de Pánfilo con la hija de Chremes, aunque no duda de celebrar, hablando con Sosias, su liberto, las buenas condiciones de su hijo cuando dice: “Al revés de lo que hacen casi todos los jóvenes, que es inclinar su voluntad a alguna manera de ejercicios, como a eriar caballos o perros para caza, o darse a los estudios; él en nada se ejercita por extremo, aunque en todo ello moderadamente se empleaba.?”? El mismo Chremes se muestra a veces condescendiente con su amigo Simón, buscando ambos un noble fin: la educación del joven. El desenlace de la obra parece ser un premio a la bondad de sentimientos de Pánfilo y a su filial obediencia, que raya en el sacrificio de su corazón y su voluntad. No es extraño, pues, dada la nobleza de caracteres que pinta, que fuese aplaudida por los contemporáneos del poeta. La comedia Heautontimorumenos, “El atormentador de sí rmismo, es una de las más importantes de Terencio; en ella se plantea el problema de la educación. Se ven los remordimientos que experimenta el viejo Menedemo por su conducta en extremo severa con su hijo Clinia, castigándose asimismo con la tristeza de haber vendido sus bienes y conservar sólo una pequeña here- dad que por sí mismo cultiva. Desea guardar para sí sus penas; pero su amigo Chremes le interroga por la causa de su tristeza, llegando a decirle: LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 209 Menedemo-Chreme, tantumne ab re tua'st otr tibr, Aliena ut cures, ea quae nihal ad te adtinent. Chreme-Homo sum: humani nihal me alienum puto. “Tas desocupado estás, Chremes, de tus cosas, que te haga pen- sar en las ajenas y mayormente en las que no te importan nada. —Chremes, hombre soy y no tengo por ajenas las cosas de los hombres. ”” Chremes réprocha a Menedemo el poco conocimiento que tiene de su hijo Clinia, después de haber Menedemo relatado su severa conducta y constantes reprensiones, debido a las cuales el joven partió al Asia en busca de nuevas aspiraciones, dejando al padre sumido en el dolor y en arrepentimiento tardío. Las estrechas relaciones de afecto y amistad que deben tener los hijos con los padres para considerarlos como consejeros y no temerles como a verdugos, lo expresa Chremes al decir a Menedemo: *“*Hombre me pareces de tierna condición para con tus hijos y el mozo harto obediente si le trataran bien y como convenía. Pero ni tú le cono- ces a él bien ni él a ti; y donde esto pasa no se vive verdadera vida. Tú nunca le diste a entender cuánto le apreciabas ni él 0só confiar en ti lo que es justo confiar de un padre. Lo cual si se hiciera, nunca esto te hubiera sueedido.”” Clitiphon anuncia a su padre Chremes el inesperado regreso de Clinia, que es alojado en casa de Chremes. Reflexiona Clitiphon sobre los defectos de su amante Bacechis, avara y orgullosa, y la bondad y humildad de Antiphila, amada de Clinia. En el acto segundo muéstrase Clinia satisfecho de la conducta que en su ausencia observó Antiphila, sólo pensando en su amado ausente. De acuerdo Clitiphon con su esclavo Siro, invita a cenar a cual figura Antiphila como criada suya, haciendo pasar a Bacchis como amada de Clinia para ocultar el engaño al padre de Clitiphon. Chremes, regocijado, anuncia a Menedemo el regreso de Clinia, y al mismo tiempo le manifiesta su compasión por el triste fin de su hacienda si consiente los amores de Clinia con Bacchis. Mene- demo no fija su atención en ello, creyendo que nada hay compa- rable a la alegría de recuperar a su hijo, pensando tolerarle todas las faltas que cometiese. Aconséjale Chremes que proteja indiree- tamente a Clinia, para no perder la autoridad paterna, diciendo 210 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Menedemo: *“Oh soberanos dioses! Y es posible que sea tal la con- dición natural de los hombres que vean y juzguen mejor las cosas ajenas que las propias! ¿Es, por ventura, porque en nuestras Co- sas o el mucho contento o la misma tristeza nos lo estorba ?”” En el cuarto acto Antiphila al entrar en el baño da a Sostrata, para que se la guarde, una sortija por la cual ésta reconoce a su hija pequeña, que fué expuesta por orden de Chremes recién na- cida; Chremes, que está en buena posición, reconoce como hija a Antiphila, en otro tiempo abandonada, y Clinia, regocijado, se pro- pone pedir la mano de ésta a Chremes. Siro dice que Clinia finge su cariño, pues él ama a la cortesana Baechis, y pide, haciéndose intérprete de la voluntad de ésta, una erecida suma por la alimen- tación y educación de Antiphila . En el acto quinto se descubren las intrigas de Siro y Clitiphon; Chremes accede a las insistentes peticiones que hace Menedemo para su hijo Clinia de la mano de Antiphila, e indignado con la conducta de Clitiphon piensa desheredarlo en castigo, perdonán- dolo después debido a los ruegos de su esposa y de Menedemo, poniendo sólo como condición, para otorgar el perdón, que su hijo contraiga matrimonio con la hija de Archonides. Este es el areumento de Heutontimorumenos, que aunque ten- ga un Vulgar desenlace, es una de las más importantes obras del teatro antiguo, por los elevados conceptos que encierra. La obra Adelphi presenta analogía con la anterior, por tratar también el interesante problema educacional; es movida e inte- resante en los cuatro primeros actos, como opina Canalejas, con versificación acreedora de alabanzas, pudiéndose, sin perjuicio de la obra, suprimir el acto quinto, porque el desenlace se pre- siente. Presentemos el sumario de Sulpicio Apolinario, para darnos cuenta del areumento de ella: Duos quun haberet Damea adolescentulaus, Dat -Micioni fratri adoptandeum AEschinum, Sed Ctesiphonem retinet: hunc citharistriae Lepore captum, sub duro ac tristi patre, Frater celabat AEschinus, famam ret Amorisque in se transferebat denique Fidicram lenom eripit. Vitiaverat Idem AEschinus cent Atticam pauperculam; LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 211 Fidemque dederat, hanc sibi uxorem fore. Demea jurgare, graviter ferre: mux tamen, Ut veritas patefacta est, duxit AEschinus Vitiatam, potitur Ctesipho Citharistriam. ““Damea era el padre de dos jóvenes: Esquino y Ctesiphon. Esquino había sido adoptado por su tío Mición, y él tenía con él a su hijo Ctesiphon. Este se enamoró de una tocadora de lira; Esquino para evitarle la gran severidad del padre, vuelve todas las sospechas contra él y se hace pasar por el amante de la ejecu- tante, quitándosela al fin al mercader de esclavos.”” Esquino ha seducido a una pobre joven de Atenas, ofrecién- dole hacerla su esposa. Damea se irrita por la aventura y se queja de ella, pero bien pronto la verdad se descubre; Esquino se casa con la pobre ateniense y Ctesiphon con la tocadora de lira. Damea nos da una idea de lo que constituía, según Terencio, la educación, la cual no debía ser ni excesivamente rigurosa ni demasiado libre, porque el primer extremo conduce a formar sólo caracteres débiles e hipócritas, mientras que el segundo lleva a los mayores desatinos, siendo concedida la libertad en una dosis razonable. Hemos podido ya observar, al hacer el estudio de los prólogos, las dificultades que tuvo Terencio para poder representar su obra Hecyra, por lo tanto, teniendo esto en cuenta, la obra tuvo dos prólogos, aunque Terencio no pensó en darle ninguno; fué repre- sentada durante los Juegos Megalenses y el modelo imitado fué Apolodoro. . La trama está fundada en el matrimonio de Pánfilo con Filo- mena, los amores de éste con Bacchis, la partida de Pánfilo y la repulsión que siente por su esposa; terminando con la aceptación que hace Pánfila de su esposa e hijo en virtud de un anillo descu- bierto por Mirrina, madre de Filomena, con el cual se justifica la inocencia de su hija. Salvo algunos chistes, la obra no pre- senta grandes situaciones cómicas. En la escena segunda, Parmenon habla del diseusto de Pánfilo por verse obligado por su padre a contraer matrimonio, diciendo: “Perdido soy, Parmenon! ¿Qué es esto que he hecho? ¿En qué trabajo me he puesto? No podré yo sufrir esta desdicha.”? En este concepto del matrimonio están de acuerdo Plauto y Terencio; pero en esta obra se presenta el carácter de la cortesana Bacchis 212 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL más perfeccionado, ella llega al extremo de devolver la perdida paz a la familia mostrándose con ello satisfecha, pudiendo afirmar que aunque no obtuviese el éxito de otras obras es una de las que presenta mejor retratado el sentimiento moral y más puro y castizo el lenguaje. Podemos afirmar, de acuerdo con autores notables, que las obras Eunucus y Phormion son las dos composiciones de menos mérito de Terencio, aunque en ellas siempre se muestra con su correcto lenguaje. Concluído el estudio de Terencio, pasemos a estudiar los E AUTORES SECUNDARIOS.—Terencio y Plauto representan las figu- ras más notables del teatro latino; los autores dramáticos que son sus inmediatos sucesores, no podrán nunca elevarse a la altura que ellos lo hicieron, llegando Albert al extremo de excluir el estudio de poetas como Luscius Lanuvius, Licinio Imbrex, Sextus, Tur- pilius, de su obra sobre la literatura romana. Nos mostraremos más benévolos que él en este caso, por con- siderar que, aunque escasa, su labor no debe ser olvidada, y dedi- caremos un recuerdo a los continuadores de las comedias palliatas en Roma, para estudiar después la manifestación de las fábulas togatas, las Atelanas, los Mimos y Pantomimas, aunque no brillen con esplendor extraordinario los autores modestos de esta clase de composiciones. Estos autores de segundo orden han merecido en la antigie- dad grandes honores, llegando Volcatius Sedigitus a colocar a Licinius Imbrex y a Attilius antes que a Terencio; pero este méri- to es bastante dudoso. De LICINIUS IMBREX restan sólo fragmentos conservados por Aulo Gelio de una comedia llamada Neara, en la cual se presenta in soldado fanfarrón semejante al de Plauto, que presuntuosa- mente se compara con el dios Marte. Se le atribuye también un himno cuyo objeto era desviar la cólera de los dioses. ATTILIUS ha merecido el honor de ser nombrado por Cicerón y hay quien opina que escribió la obra Electra, que se atribuye a Attius, representada en los funerales de César; la dureza se con- sidera como una de las principales características de su estilo, se- gún opina Cicerón, Se cita también como obra suya a Misoginos, LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 213 ““El Enemigo de las mujeres””, de la cual ni aún los fragmentos se conservan. M. AQUILIUS parece haber tenido gran influencia en Roma como poeta, según el decir de Attius, que opina que a este autor perte- necen muchas obras atribuídas a Plauto. Mayor importancia que la anterior presenta para nosotros el poeta LUSCIUS DE LANUVIUM, contemporáneo de Terencia y rival uyo; según Patin, se mostró envidioso y detractor de las obras del gran cómico latino, llegando a tal extremo que acusa a Teren- cio de contaminare fabulas graecas. No nos detendremos a hablar de los diseustos de estos poetas y expondremos sucintamente el argumento de dos obras que escribió imitando a Menandro. Mme. Dacier cree que, por estar citadas reunidas en el prólogo de Eunucus, él hizo una refundición de ellas, hecho que no podemos admitir si tenemos en cuenta la crítica que ya hemos indicado que Lanuvium hacía a Terencio. Sus dos obras son: Phasma o ““La Aparición”? y Thesaurus o “*El Tesoro””. ““La Aparición”? presenta el siguiente areumento: Antes de contraer matrimonio un individuo, había tenido un hijo, el cual vive en la casa; su esposa había tenido en su juventud una hija, euya existencia es de todos ignorada; pero a la cual la madre visita diariamente, conversando con ella en una especie de orato- rio que de exprofeso había mandado construir en la casa contigua, en comunicación secreta con la suya. Todo es ignorado, hasta que un día la inoportuna curiosidad del joven descubre el secreto, ena- morándose perdidamente de la joven, terminando la obra con el enlace de ambos jóvenes, previa la autorización dada gustosamen- te por los padres. El argumento de **El Tesoro*” es aún, si se quiere, más intere- sante, pues se ve en él la crítica de la disipación de los bienes de fortuna, a la cual se entregan muchos jóvenes, viendo después con la experiencia la tristeza de. los bienes perdidos. Un padre al morir deja por herencia a su hijo un hermoso campo en el cual se eleva su tumba, poniéndole sólo como eondi- ción que a los diez años ha de ir a hacerle servicios fúnebres en el mismo lugar. El joven se entrega a toda clase de vicios, que acaban con su fortuna, llegando al extremo de vender el campo heredado; pero guardando en su corazón un puro amor filial, acu- > 214 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL de a los diez años a cumplir el mandato paterno, encontrando en la tumba un rico tesoro depositado por el padre previsor. El dueño del terreno pretende apoderarse del tesoro por estar en un lugar que le pertenece; pero al lado del tesoro encuentra el hijo un do- eumento que lo acredita como dueño legítimo de dicho tesoro. Luscius es el jefe de una escuela dramática cuyo fin es modi- ficar lo menos posible los modelos griegos; pero se le critica de haber escrito mal en latín, de aquí que Volcatius Sedigitus sólo le conceda el noveno lugar. JUVENTIUS es sólo conocido por insignificantes fragmentos, lo mismo que FABIUS DOSSENUS O DORSENUS, a quien acusa Horacio de abusar de la rapidez de la acción y del papel del parásito; se le considera por unos contemporáneo de Plauto, y por otros de Terencio. Séneca lo reivindica en su epitafio, considerándolo sabio. El nombre de QUINTO TRABEA sirvió de margen a un curioso incidente entre Muret y Scaligero, pues el primero escribió seis versos enviándolos al segundo y diciéndole que los había encontra- do en un antiguo manuscrito, preguntándole al mismo tiempo a quién podrían atribuirse, a lo cual respondió sin temor Scaligero que eran de Trabea; al poco tiempo Muret descubrióse como autor, lanzando sus epieramas contra su erítico. Trabea nos es sólo conocido por seis versos conservados en las Tusculanas, celebrando en él Varron la expresión con que des- eribe la pasión. Prestemos atención, por último, a SEXTUS TURPILIUS, que es, en unión de Lanuvium, uno de los más conocidos e importantes de los autores secundarios de comedias palliatas. Fué gran amigo de Terencio, opinándose que sus comedias se representaron casi simultáneamente con las de éste; pero esto no está probado históricamente. Los personajes que integran sus obras son lo mismos que los de Plauto y Terencio; imita en ellas a Alexis y Menandro. Trece son las obras que de él se tiene noticia, siendo de ellas la más importante Leucadiía, cuyo argumento ha sido reconstruído por Ribbeck. Phaon, viejo horroroso, ha transportado en su barca, sin eo- brar estipendio alguno, a la diosa Venus disfrazada de mendiga; ella, en premio, le da un bálsamo por el cual todas las jóvenes lo adorarán, no obstante su fealdad; en efecto, así sucede, convir- tiéndose en un tenorio antiguo; una cándida joven se enamora perdidamente de él, olvidando los juramentos hechos a su pro- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 215 metido, y siendo despreciada por el viejo Phaon se precipita al mar desde un peñasco elevado; pero el joven olvidado por ella, viendo el acto realizado se arroja al mar logrando salvarla, y cu- rándose ella de su amorosa locura por el baño frío que destruye el encanto, es feliz con su amado, mientras que Phaon, más tarde, cansado de su poder, pide a Venus que destruya el encanto sin- gular que él produce, y concedido esto le eleva, agradecido, un templo. Son notables en esta obra los versos de la joven Leucadiana cuando, semejante a Sapho, exclama: Miseram terrent me omnia, Maris scopula, sonittus, solitudo, sanctitudo Apollinas. ““Desgraciada! todo me asusta: el mar y sus peñascos, el ruido de las olas, la santidad de este lugar solitario consagrado a Apolo.?”” Mereció Turpilius las mayores celebraciones de los antiguos y le cupo el honor de ser el continuador de Terencio. Los autores siguieron cultivando la fábula palliata, pero todos se dedicaron a pintar pasiones amorosas sin mérito literario; este género encuentra cultivadores hasta en tiempos de Trajano; pero como manifestación artística había muerto con Terencio, según el decir de Mr. Patin. COMEDIAS TOGATAS.—La comedia latina buscaba aleuna novedad; sus autores no querían perderse en el más completo olvido, y de aquí que se idease cambiar el pallium griego por la toga romana, nacionalizando las costumbres. Se desprecian las comedias togatas al compararlas con las palliatas, sin tener en cuenta que ellas y las tentativas de Nevio por escribir tragedias romanas, son los únicos latidos del alma nacional en el teatro latino. Es lamentable que las obras escritas sobre este asunto se hayan perdido casi totalmente, pues se sabe que ellas estuvieron en la escena tres cuartos de siglo después de la muerte de Terencio, representándose obras de Atta en tiempos de Augusto, y comedias de Afranius en época de Nerón, Entre los principales cultivadores de la fábula togata, que fué una especie de reacción contra la fábula palliata, que tanta influen- cia: había adquirido en manos de Plauto y Terencio, se cuentan: Titinius, Quintio, Atta y Afranius, 216 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Una variante de la fábula togata es la fábula tabernaria, repre- sentada en lugares pobres, en tabernas, en posadas, cuyos persona- jes tienen un lenguaje de acuerdo con el medio en que viven, y que debido a su carácter excesivamente democrático, no fué con- siderada por inteligencias cultivadas y amantes de costumbres delicadas, produciéndose entonces, introducida por C. Melissus, la trabeata, de la trabea que vestían los caballeros, y que por sus caracteres estaba más próximo a la tragedia que a la comedia. Dedicándose por completo a escribir fábulas fogatas, se presen- ta TITINIUS, al que le añaden algunos autores el sobrenombre de Vettius, y que supera, según el criterio de Varron, a Terencio en la descripción de costumbres. Sus obras se consideran como fábu- las tabernarias, reprochándosele la antigiiedad de algunas pala- bras y sus groseras expresiones, teniendo otros caracteres que lo aproximan a Plauto más aún que a Terencio. Sus piezas demues- tran sólo por los títulos el bajo nivel social de los personajes: Fullomia, Tibicina, y presentaban preferentemente papeles feme- ninos, como hemos podido observarlo al ver que nueve de sus obras representan mujeres. El estilo más pulido de ATTA parece haberse captado mejor que el anterior, las alabanzas de los gramáticos, y también porque sus personajes, pertenecientes a la fábula togata, se presentan más elevados. Tomaba como inspiración de sus obras sucesos acaecidos en distintos lugares de Italia, por ejemplo: Aquae caldae, nombre de una pequeña estación balnearia. Las fiestas que en Roma se cele- braban todos los años le permitieron escribir su obra Megalensia. Frontón lo celebra por saber hacer hablar bien a las mujeres, con- siderándolo bastante original. Horacio se refiere a él, aunque lo eritica, sobre todo por la libertad del lenguaje. Pero estos dos autores palidecen extraordinariamente al lado de AFRANTUS, que se considera por los críticos al nivel de Plauto y Terenecio y cuya importancia principal estriba en ser el autor más notable de fábulas togatas, creyéndosele también autor de atelanas. Cicerón lo califica de dis-ertus, mientras que Valerius Paterculus declara que sostendría la comparación con los mode- los griegos. Se puede afirmar que Afranius volvía a menudo la vista: a Menandro, en busca de inspiración, hecho que el poeta afirma y LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 21 “J que Horacio, no se sabe si con marcada ironía o bien procurando celebrarlo, lo recuerda diciendo: Dicitur Afranmi toga convenisse Menandro. ““Se dice que la toza de Afranio convendría a Menandro.”” Las obras griegas no fueron sólo motivo de inspiración para Afranius; él consagra un afectuoso recuerdo de reconocimiento a Titius, orador y autor de tragedias, y a Julius Cesar Strabon. No hay dato alguno sobre la vida de este autor, al que Quinti- liano celebra por su talento aun reprochándole inmoralidades en los caracteres. De sus obras se conservan numerosos fragmentos, pero todos ellos muy cortos para darnos completa idea de ellas, pudiendo calcularse que el número de obras asciende a cuarenta, mereciendo citarse entre ellas: Vopiscus, Emancipatus, Tiítulus, Divortius. Al escribir recordaba Afranius las personas que en Roma des- empeñaban diversos oficios, colocando la escena en Roma o en ciu- dades italianas. Afranius se toma la libertad de intervenir aun en asuntos de familiares; deja oir la voz de la hija de familia, cuando se trata de su boda; algunos personajes se presentan desinteresados, prefi- riendo la belleza a la riqueza. Alude Afranius en sus obras a las instituciones políticas y sociales de Roma, y aun fija su atención en el campo del derecho. A semejanza de lo realizado por Atta, celebra también las fiestas nacionales, como en Compitalia, en la cual tomaban parte el pueblo y. los esclavos. La obra Augurio representaba a uno de esos charlatanes que predecían el destino, semejante a lo que en nuestros días ocurre con palmistas y adivinos. Pero no olvidemos algo que nos presenta a Afranius como un gran conocedor de la vida, un notable filósofo práctico y que son las máximas que se encuentran entre sus escritos; citemos algu- nas para comprobar nuestro aserto: Cur nimum adpetimus? Nemini nimium bene est. ““Por qué apetecer demasiado? Para nadie demasiado es bueno. ”” Sollicito corde corpus nom potitur... quie. ““Con el corazón inquieto no hay reposo para el cuerpo.”” ““La memoria de lo que se sabe, y la experiencia de lo que se ve, forman al hombre.” 218 LA POESIA DRAMATICA EN ROMA Hemos advertido que, a pesar de la importancia que realmen- te tiene, Volcatius Sedigitus ni siquiera nombra a Afranius. Re- conoce ello por causa el que él no eseribió comedias palliatas; pero, ¿resta esto aleo a su mérito? En modo alguno. Su labor en pro de la fábula togata es hermosa, y es triste en verdad que este gé- nero no hubiese tenido más cultivadores; su decadencia fué rápida, pues debió ceder lugar a otros géneros más populares. LAS ATELANAS.—De las cuales hemos tenido ocasión de hablar ¿l comenzar nuestro estudio, analizando sus personajes más im- portantes, y determinando su origen, merecen ser consideradas como género dramático; diferenciándose por estar escritas de las atelanas primitivas, que eran sólo improvisaciones que causaban la risa del populacho con sus groseros ademanes. La atelana sufrió en el sielo VII una notable y necesaria trans- formación, llevada a cabo por dos autores distinguidos: Pomponio y Novio; tenían por objeto, para despertar mayor interés, ador- nar la antigua farsa por procedimientos literarios, agregar nuevos personajes y darle una forma regular, representándolas histriones de profesión y no simples aficionados; llegando al extremo de de- cirse que Sila, que gustaba mucho de las atelanas, escribió algunas, de las cuales no quedan ni aun fragmentos, Se dice que Pomponius y Novius fueron contemporáneos, en- contrándose en ambos autores muchas locuciones antiguas. Pomponius de Bolonia eseribió 70 atelanas, según Ribbeck; pero, deseraciadamente, se han perdido, siendo esto de lamentar para la Literatura, pues en ellas se verían las costumbres romanas yv las de provincias reflejadas, lo mismo que las industrias y ofi- cios. La innovación que vemos en los títulos de sus atelanas es la de tomar un antiguo personaje, Maceus por ejemplo, y ponerlo en diversas condiciones sin perder su carácter tradicional, tenien- Go así a Maccus miles, Maceus Gemini, Maccus sequester; y Novio, de acuerdo con él, nos presenta entre sus 41 obras a Maccus exul, Maccus copa, etc. El campo fué, comúnmente, para estos dos autores, el medio en que la atelana era representada, poniendo en escena al rústico campesino y sus costumbres; de aquí que Pomponius nos dé obras tituladas Rusticus, Asina, Capella, Vacca, y Novio: Gallinaria, Vindemiatores, ete. Nútrese la atelana de supersticiones populares; lo grotesco in- LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 219 terviene en ella, pudiéndose afirmar que después de haber sido transformada por Pomponio y Novio, sólo el latín se empleó, no así en los tiempos primitivos, que se escribían también en osco. Patin califica a las atelanas como fábulas tabernarias de extra- muros donde se representan costumbres campesinas. La atelana hizo aún más: ponía en un lenguaje familiar per- sonajes tomados de la fábula palliata, como lo realizó Pomponius con los Adelphi de Terencio. Procuró Pomponio hacer con ellas comedias de caracteres presentando Los Jugadores, La Coqueta, ete. Si las atelanas presentaban un lenguaje que era llevado a veces hasta la obscenidad con su alegría tan viva que se hacía grosera; presentando estos caracteres en Pomponius y Novius, en ocasio- nes, pasajes delicados y elegantes, aun cuando los individuos estén algo molestos, como en Dotata, hablando un personaje a un im- portuno: Possum exorare te ut recedas a me paulis per modo? Quantsi per sat habes. ““Podría rogarte que te alejases un poco? Cuántos pasos, me haces el favor.?” La versificación misma podía comparase a composiciones de un orden más elevado; empleaba ritmos diversos, pero aunque Novius y Pomponius hayan alcanzado, según opinión de Séneca, erandes éxitos en la representación de estas obras, su nombre no duró mucho, pues al igual que ella restó espectadores a la comedia y tragedia, su importancia decayó a causa de los mimos, nueva composición dramática que aparecía. Digamos con Jeanroy: “Que después de un eclipse la atelana volvió a ganar popularidad bajo el imperio; por medio de ella se atrevían a burlarse de los vicios de los emperadores. Datus hizo alusión al parricidio de Nerón, y Calígula hizo quemar a un actor por haberle dicho un verso satírico.'? Mucho tiempo después de haber dejado de repre- sentarse en Roma, tenían aún gran boga en provincias, y no repe- tiremos aquí el nombre de los tipos que aún se representan en la comedia del Arte Italiano, en el Vaudeville francés y aun algunos personajes que figuran en nuestros circos ecuestres. En Roma fué un género verdaderamente nacional, de gran popularidad e im- portancia. 99) MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL TERCERA EPOCA El Siglo de Oro de la Literatura Latina marca en ella un momento de gloria en el cual florecen todos los géneros literarios, comprendiendo de la muerte de Sila.a la de Augusto. Catulo, Marcial, Horacio y Ovidio brillan en la lírica; Virgilio y Ovidio llenan de gloria su nombre en la épica; Cicerón y Varron se distin- euen en la Literatura, y César, Salustio, Cornelio Nepote y Tito Livio dan esplendor a la historia. La influencia griega se muestra poderosa, el lenguaje se ha perfeccionado, los poetas encuentran protectores en Augusto y en Mecenas; pero el poder de los eobernantes era absoluto; las joyas producidas en esta época se olvidarían posteriormente, las ideas religiosas habían perdido su influencia llegando Cicerón a mofarse de los augurios; la sociedad había dado un cambio notable; la libertad se había apoderado de las costumbres, la familia se había depravado y todo ello parecía predecir la caída de Roma. ¿Qué podremos decir de la dramática en esta época? Se mues- tra avergonzada al lado de la gloria que alcanzan otros géneros. Nada importa que Cicerón encomie los méritos como actor trágico de Aesopns, y las gracias exquisitas, el encanto que en los espec- adores produce Quintus Rocius: las obras representadas no igua- laban al mérito de estos grandes actores. ¡Pobre teatro romano! ¡qué importa que se eleven poderosos edificios para las representaciones si en tu alma ha penetrado la earcoma del vicio y el libertinaje! La comedia, la tragedia, pasaron al olvido más completo, como se olvidaron por algún tiempo las atelanas; sólo un género dramático tenía importancia: El Mimo. Dos significados tenía en Roma esta palabra: representaba a los actores que lo ponían en escena, y a la composición escrita, obra de un auvor determinado. Eran los mimos, como las atelanas, farsas groseras y obscuras en las que tomaba parte el gesto, la palabra, el canto y el baile. El teatro había sufrido una completa transformación; las alusio- nes a la vida pública, dominando en los mimos la parte satírica que adoraron siempre los romanos, era aún, si se quiere, más grosero que la atelana; la gesticulación jugaba papel importante al prin- cipio se representaba sólo en los entreactos, para hacer descansar el público de la representación de la tragedia o comedia; pero más tarde él substituyó a toda representación escénica. | LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 221 Los personajes que tomaban parte en la representación de los mimos eran semejantes a los de las atelanas, aunque no tenían los tipos tradicionales de ellas: tenían un actor principal, Archi- mimus, servido por otro, Stupidus, cuya misión era replicar al primero. Alrededor de éstos había otros personajes secundarios. El teatro romano había respetado siempre las instituciones pú- blicas y la familia; pero como el libertinaje se había apoderado de todo, las pasiones se manifestaron desenfrenadamente: la mujer subió a la escena haciéndose la heroína de galantes aventuras y perdiendo su moderación, y así el respeto hacia ella se extinguió, llegando a tal extremo esa disolución en las costumbres que hace exclamar a Ovidio: “¡Qué hubiera sido de mí si hubiese escrito mimos de obscena alegría! He aquí lo que contemplan la joven y la madre de familia en el teatro, y el padre y su hijo, lo que cl Senado casi por completo autoriza con su presencia. Si no se es criminal escribiendo mimos, imitación de actos vergonzosos de la vida, una pena más dulce debería imponerse a los asuntos que yo he tratado.”” Los mimos tuvieron cultivadores notables en Decimus Laberius y Publius Syris. DECIMUS LABERIUS era un caballero romano que cultivaba las letras, lo cual no era ya el oficio degradante de antes; ocupaba en Roma primer lugar como autor de mimos, gozando de gran fama aun en su vejez; cuando César, al volver lleno de gloria de una expedición a España, colocó entre los números de festejos un con- curso de mimos entre Laberius y P. Syrus, procurando de este modo satisfacer un capricho o humillar al anciano caballero ha- ciéndole subir a la escena. Laberius no pudo esquivar esta súplica de César, pero se lamen- tó de ello en el prólogo del mimo con frases como la siguiente: ““Necesidad que con tu impetuosa carrera te interpones en nuestro camino y llevas contigo, a pesar de los esfuerzos, a la mayor parte de los mortales, a qué abismo me has precipitado cuando en mí el sentimiento estaba a punto de extinguirse.”” PUBLIUS SYRUS, de origen extranjero, esclavo primero y liberto después, educado por su dueño y primitivo y acostumbrado a re- presentar mimos en provincia, obtuvo la palma de la victoria, reci- biendo Laberius un valioso regalo y un anillo de oro que lo res- tituía al rango de caballero, exclamando César al dárselo: 999 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL Favente tib3 me, victus est Laberi a Syro. “Era partidario tuyo, Laberio; pero has sido vencido por Syrus.?” A esta humillación se sumó la recibida de Cicerón al no querer admitirlo entre los caballeros diciéndole que estaban muy estre- chos, desdén que mostró asimismo por Syrus el ilustre Cicerón. Representábanse en los mómos de Laberius y Syrus escenas de ridícula mitología, como el de Laberius titulado Lacus Avernus; la vida doméstica con sus acontecimientos, como en Nuptiae, del mismo autor, y también fiestas, escenas campestres, etc., parecidas a las fábulas togatas. A veces entre las groseras palabras empleadas en los mimos, que han hecho considerar al teatro como la principal escena de corrupción moral, aparecen brillantes y hermosas sentencias que instruyen al pueblo entre la alegría de la representación, pu- diendo comprobarse esto por el encomio que de ellas hace Séneca, las cuales pertenecen a Publius Syrus: Cuivis potest accidere quod cuiquam potest. ““A todos puede acaecer lo que sucede a alguno.”” Injuritam remedium est oblivio. ““El remedio de las injurias es el olvido.”” Ad alio expectes alteri quod faceris. ““Esperad de otros lo que a otro habéis hecho.”” Heredis fletus sub persona risus est. ““Lásrimas de herederos, son risas bajo la máscara.?” Al lado de estos dos individuos podemos citar a MATTIUS, amigo de César, autor de mamiambos, especie de mimos según el decir de Botne. El mimo y la atelana son, según el criterio de Patin, la comedia del Imperio. Se rebajan y envilecen mientras más depravada está la sociedad romana, llegando al extremo, según dice Marcial, de que en tiempos de Domiciano representándose un mimo, la escena fué ensanerentada, muriendo crucificado el héroe de la obra. PANTOMIMaAs.—Fueron las pantomimas las inmediatas suceso- ras del mimo; es más, ellas lo destronaron del sitial elevado en que lo había colocado la sociedad de tiempos de Augusto; presentaban LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 159) 159) (o) dos ventajas por las cuales el mismo Emperador las admitía gus- toso y las aplaudía: como no se hablaba, las alusiones, claras o encubiertas, al gobierno, estaban descartadas; y como Roma triun- fante atrajo tan variada cantidad de individuos pertenecientes a diversos países donde el latín era casi desconocido, representar obras dramáticas de autores antiguos, según su criterio, era un absurdo, pues tomando sólo parte el gesto, todos podían compren- der lo representado y salir complacida la abigarrada muchedumbre que asistía al espectáculo. Eran las pantomimas un conjunto de danzas, gestos, movimien- tos armoniosos del cuerpo, con los cuales el actor expresaba todos los sentimientos, todas las pasiones, alcanzando tal perfección que se representaron las más difíciles situaciones. En ellas al artista, al poeta, los reemplazaba el histrión; el coro se usaba sólo en los intermedios; en ellas, aun la música era su- primida en ocasiones; todo el predominio lo tenía la gesticulación. Lias acciones, que llaman la atención de los sentidos, pero no de la inteligencia; la palabra es un accesorio, el gesto lo importante; y así tenía que ser en el pueblo que había perdido ya el gusto por la poesía dramática. Tuvo este género en Roma dos cultivadores notables, represen- tando el mismo individuo con el solo cambio de máscara cuatro o cinco personajes distintos, hecho que hizo exclamar a un extran- jero: *““¡lenoraba que los romanos tuviesen varias almas!””: Pyla- de, de singular perfección como ejecutante del baile patético y grave, y Bathyle, favorito de Mecenas y de singular perfección en la danza cómica, se disputaban la preeminencia, rivalidad que ori- einó el destierro del primero, decretado por Augusto, el cual cam- biando de parecer lo llamó de nuevo diciéndole: “No excitarás más diseustos contra Bathylle””; a lo cual respondió el actor: ““Pero César, te conviene que el pueblo se ocupe de Bathylle y de mí””, contestación oportuna que demostraba que él conocía bien el estado de la sociedad romana de su época. La pantomima buscó inspiración en la tragedia, de' aquí la frase Saltare tragoediam, “bailar tragedias””, y aun la Medea, de Ovidio, fué representada de este modo, hecho que asombró e in- dignó al autor; la comedia sirvió también para representar las mudas escenas de las pantomimas. La influencia de la pantomima fué desastrosa para la poesía dramática romana; el pueblo, desde muy antiguo, había mostrado 224 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL su gusto por algo semejante cuando permitió a Livio Andrónico accionar solamente mientras el esclavo tocaba la flauta o recitaba. El poeta dramático fué, en tiempos de Augusto, un ser com- pletamente inútil en Roma; la pantomima, unida a otras causas, contribuyó a destruir en Roma la poesía dramática. Se arraigó de modo notable en los individuos, al extremo de poder apreciarla aún en nuestros días, no sólo en teatros de la eran ciudad neoyorkina, sino aun en los artistas de cireo que pre- senta en la Habana el amigo de los niños: Pubillones, o bien en los movimientos admirables en las escenas verdaderamente asombro- sas que representando cuestiones de palpitantes, como los Apaches de París, por ejemplo, nos ha mostrado el diestro Molasso. * La poesía dramática en tiempos de Augusto, cuenta con muy pocos cultivadores; se citan los nombres de C. Fundanius, autor de comedias palliatas, y Cayus Melissus que, opuesto al anterior, eseribió comedias de asunto romano, el cual obtuvo, gracias a Me- cenas, la protección de Augusto, atribuyéndosele también algunas tragedias trabeatas. En la tragedia se recuerdan los nombres de Antonius Rufus, Pupius, Aristius Fuscus y sobre todo Varius, que eseribió una tragedia denominada Thyeste, la cual cita Quintiliano al mismo tiempo que la Medea de Ovidio, diciendo que ambas son compa- rables a las mejores tragedias de Grecia. Estas obras de Thyeste y Medea fueron las principales de una especie de renacimiento dramático, que Mecenas ideó llevar a cabo, sin pensar que los grandes movimientos literarios no son producto de la voluntad de un hombre, sino más bien de una feliz casualidad que da lugar a la producción de esas hermosas concepciones lite- rarias por artistas distinguidos. El célebre Ovidio, que tanto se distinguió en la poesía latina, ocupa, como hemos visto, un lugar en la dramática. El mismo hablaba de su talento, de su vocación por la tragedia, como se ve en “Tristes'?: “He hecho hablar a los reyes sobre la escena trá- gica, con la gravedad que convenía al Coturno””; pero de esta vo- cación lo disuadió una hermosa mujer, según él dice; pero Lama- rre Opina que sería más bien por los grandes esfuerzos que el cultivo de la tragedia exigía. De su labor como poeta dramático no se conserva más que el LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 225 título de su tragedia Medea y dos versos, conservados uno por Séneca, concebido en estos términos: Feror Huc illuc, vae plena deo. El otro nos ha sido conservado por Quintiliano y dice: Servare potui, perdere an possíim rogas? ““He podido salvarlo y me preguntas si he podido perderlo ?”” Por ellos podemos notar que de haberse conservado la obra hubiera sido un modelo notable del teatro latino; pero el tiempo que tan eruel se ha mostrado con tantas joyas literarias, no ha dispensado sus favores a las obras dramáticas de Ovidio. a La hermosa constelación de estrellas literarias que apareció en tiempos de Augusto, se ocultó a la vista del pueblo romano y con ella la gloria literaria de Roma. La cuarta y quinta época de la Literatura Latina no presenta autor alguno que brille extraordinariamente en la poesía dramá- tica. La decadencia se había iniciado ya en las letras romanas; se ve más que nada, como dice Mr. Albert, en la gran cantidad de plagiarios que se presentan. Entre los poetas que florecen en esta época de decadencia lite- rario, merece citarse el español LUCIUS ANNEUS SENECA, autor de varias tragedias según unos, literato que dió su nombre a obras que no le pertenecían según otros, siendo los títulos de sus obras los siguientes: Medea, Tebaida, Edipo, Hecuba, Thyeste, Hércules furioso, Agamenon, Hipólito, Troodes y Octavia. Esta última, so- bre todo, se asegura que no fué escrita por él; en ella se represen- taba a Octavia, la joven esposa de Nerón; pero podemos decir que su autor y la época en que fué escrita son ignorados, creyéndose que fuese en tiempos próximos a los que vivió el poeta. Al desgraciado preceptor de Nerón, le cupo el triste destino de reflejar en sus obras la decadencia que se había iniciado en las costumbres romanas y en la literatura, de aquí que sus escritos presten utilidad para estudiar esta época. Puede decirse de sus tragedias que fueron todas imitadas del griego; pero en general él exagera en sus obras los caracteres. Medea ha perdido, según el decir de un autor contemporáneo, lo que le quedaba de humanidad en Eurípides. 226 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL En los intermedios se entonaban versos por el coro, que en unión de las odas de Horacio, es lo que nos queda de la poesía lírica romana. Ideas similares a las sustentadas en su filosofía, se sostienen en su teatro; todos los personajes son estoicos. Sus obras se esceribie- ron más bien para ser recitadas en pequeñas reuniones de amantes de las letras que representadas en la escena, como efectivamente así sucedió, pues no se tiene noticia de que se representaran en Roma. En tiempos de Nerón se reunían los amigos del poeta leyéndose y comentándose las obras; no se prestaba atención al diálogo ni a la acción. Si leemos las obras de Séneca, veremos que el gusto por lo terrible se refleja en ellas. Expuestas estas breves ideas sobre Séneca, digamos dos pala- bras de un autor cuyas obras se cree fueron representadas en la escena romana: POMPONIUS SECUNDUS, que vivió en tiempos de Tiberio y Calígula, de quien ha dicho Quintiliano: **De los que he visto, el primero entre muchos, era Pomponius Secundus, a quien los ancianos encontraban poco trágico, aun reconociendo su ciencia y elegancia.'? Se le considera autor de una obra titulada AEneas, que fué, según el decir de sus contemporáneos, una obra escrita en buen estilo, pero poco apropiada para la representación. *k kk En nuestro recorrido por la historia de la poesía dramática he- mos podido admirar sus humildes inicios y su posterior desenvol- vimiento, las constantes miradas que sus autores dirigen a Grecia en busca de inspiración, las tímidas tentativas que realiza el tea- tro nacional romano por tomar carta de naturaleza en la literatura, y el olvido y poca atención que sus contemporáneos le prestaron. Réstanos sólo, antes de concluir nuestro estudio, decir algunas palabras de la influencia que ha ejercido en las literaturas moder- nas este teatro latino, tan despreciado por algunos al extremo que sólo ven en él un servil imitador del teatro griego, opinión que no compartimos en su totalidad, pues los autores latinos tienen, aun imitando, cierta originalidad que hemos hecho notar en el cur- so de nuestra tesis. Plauto, con sus hermosísimas obras, ha tenido el honor de ser- vir de inspiración al inmortal Shakespeare, por medio de su obra Menaechmes en la titulada The Comedy of Errors, y vestigios del LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 227 Rudens de Plauto se ve en Pericles, Principe de Túro, del mismo autor inglés; cambiándose sólo la personalidad de la diosa Diana en Shakespeare y Venus en Plauto, y la personalidad de Marina es más ideal en el poeta inglés que en el cómico latino la de Pa- lestra. Gubernatis opina que el Trinummus de Plauto ha servido de motivo de inspiración al autor italiano Goldoni en su obra 7 quattro Rusteghi, y tipos presentados en el Truculentus han inspirado la farsa contemporánea titulada /1 Tigre del Bengala. El mérito mayor de Plauto ha sido el de dar carácter de uni- versalidad a los tipos que presenta. El teatro francés más que otro aleuno ha bebido en las fuentes de inspiración que él le brinda. El Amphitryon de Plauto, ha sido imitado por Rotrou eseri- biendo Les Sosies, en la cual más bien copia que escribe nada ori- ginal, excepto en el tipo de Cephalie. El gran cómico francés Moliére le rinde tributo a nuestro autor en su obra Amphitryon; y.en su obra L*Avare presenta su bien retratado carácter de Harpagon, ese avaro acumulador de tesoros que viéndose robado a semejanza de Euclión en Aulularia, ex- clama: Au voleur! au voleur! a l%assassin! au meurtmer! Justice, ¿uste ciel! Je suis perdu, je suis assassiné, on ma coupé la gorge, on m'a dérobé mon argent. Regnald se inspiró en los Menaechmes de Plauto para escribir la suya con el mismo nombre, pero muéstrase en ella no como un imitador servil, sino con trama y disposición propia. La obra Miles Gloriosus, a pesar de no ser de las mejores de Plauto, influyó en Corneille al escribir L'“Ulusión. Hay quien cree ver en Rudens en el monólogo del pescador Gripus, la insipración del principio de la fábula de La Fontaine La Lavtiere et Le Pot au Last. Si pasamos a Terencio, notaremos que su influencia, aunque menor que la de Plauto, se ejerce también en la poesía francesa; Los Adelphi de este autor presenta como principal problema la educación, y Moliére en L*école des maris refleja en Ariste y Sga- rarelle los dos sistemas de educación completamente opuesta dada por sus hermanas Leonor e Isabel. Si esta influencia se nota en los principales autores del teatro latino, otros no tan notables la han ejercido también, como Attius, 228 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL por ejemplo, en su Brutus, a Bernard, Crebillon, Voltaire, Chenier, Hardy, Moratin y Ponsard. El mismo Séneca, a pesar de su poca importancia como trágico obtuvo gran boga en la sociedad francesa del siglo XVI y princi- pios del XVII, que según el criterio de Jeanroy no fué muy be- neficiosa. El teatro español presenta en sus inicios puntos de contacto con el teatro latino en lo que se refiere al lugar de sus primeras representaciones, en no admitir en los primeros tiempos a las mu- jeres en la escena, y en otros detalles que distingeu el observador que se dedica a comparar uno y otro. Pero, ¿cuál fué el fin de ese teatro latino que tan hermosas obras produjo, que tanta admiración causó a los habitantes de Roma y a la posteridad? ¿Qué causas poderosas influyeron en la deca- dencia y fin de la poesía dramática? Había ésta entrado por un sendero que la llevaba irremisiblemente a su completa destrucción; la libertad de los mimos no era más que el reflejo de las costum- bres que tenía entonces ese pueblo, en otro tiempo tan digno y tra- bajador y ahora envilecido por la pereza, la maldad y el vicio. Se había producido también un acontecimiento sumamente no- table en la historia: la predicación de las doctrinas del Salvador del Mundo: Jesucristo, y los Padres de la Iglesia, procuraban des- viar a sus prosélitos de este teatro pagano de Roma, tan lleno de corrupción, donde desde el Emperador hasta el último ciudadano, acudían a presenciar escenas desmoralizadoras y degradantes. Ho- racio al referirse al teatro en tiempos de Augusto, dice: **Por la escena desfilan durante cuatro horas escuadrones y batallones; des- pués viene llevada en triunfo con las manos atadas hacia atrás, la fortuna de los reyes vencidos; ¿qué voz habrá demasiado pode- rosa que pueda dominar el ruido que se siente en nuestros teatros ??” Era imposible que la versátil atención del pueblo romano pu- diera tomar interés en las fingidas agonías de los actores trágicos, pudiese complacerse en las chistosas frases de un poeta cómico. La sociedad romana de entonces era más aficionada a asistir al Circo, al Anfiteatro, a presenciar las luchas de hombres contra hombres, se obsrvaba con marcado interés el menor movimiento de los gladiadores, se despreciaba al vencido y se daban vivas al vencedor. Más tarde, en tiempos de Nerón, los cristianos primitivos, por defender su fe, perecieron víctimas de animales feroces, que quizás LA POESIA DRAMATICA EN ROMA 229 lo fuesen menos que los individuos que sin inmutarse siquiera, sin la menor compasión por los sufrimientos de sus semejantes, asis- tían a estas horribles escenas de terror y de muerte. El teatro en Roma se quedaba desierto, los individuos preferían las tragedias verdaderas, estaban ebrios de sangre; el autor dra- mático, aunque fuesen muchos sus esfuerzos, no podía encontrar buena acogida en este pueblo tan depravado. La poesía dramática dejó de existir en Roma aun antes de la caída del Imperio bajo el impulso de los bárbaros del Norte, legándonos al morir las obras de sus grandes poetas, como preciada contribución a la Literatura Clásica Latina. BIBLIOGRAFÍA Histoire de la Littérature Latine depurs la fondation de Rome jusqu'a la fin du gouvernement republicain.—CLovis LAMARRE. Histowe de la Littérature Latine au temps D*Auguste.—CLovIs LAMARRE. Etudes sur la poésie latine.—M. PATIN. Histowe de la Littérature Latine.—A. JEANROY y A. PuEcH. Histovwe de la Littérature Romame.—PAUL ALBERT. Histovre de la Littérature Romaime.—F. DELTOUR. Historia de la Literatura Romana.—ALEXIS PIERRON. Storia Unwersale della Letteratura.—ANGELO DE (GHUBERNATIS. Notas para nuestro curso de Literatura Latina.—DR. ADOLFO ARAGÓN. Apuntes para un curso de Literatura Latina.—JosgE CANALEJAS. Notas para nuestro curso de Filología.—Dr. Juan M. Dimi0. Historia Umiversal.—CESAR CANTU. Historia de la Civilización antigua.—CH. SEIGNOBOS. Minerva.—JAMES Cow y SALOMÓN REINACH. Rome et les Romains.—H. BORNEQUE y D. MorNEr. The dramatic Satura and the Old Comedy at Rome.—L. HenN- 230 MARIA LUISA FERNANDEZ Y REAL DRICESON. (Artículo publicado por The American Journal of Philology.) Dictionnaire historique et pittoresque du Theatre.—A. PoUuFIn. Roma.—SEVERO CATALINA, Drame ancien, drame modernec.—EmILE Faquer. Etudes sur la vie et les oeuvres de Plaute.—MR. FRANCOIS. Autewrs Latins. Etudes critiques et analyses.—LEON LEVRAULT. Notes sur Terence.—MRr. Main. Collection des Auteurs Latins.—MR. DE NISARD. Extraits des classiques Latins: Plaute et Terence. Collection szuantomne.—MR. A. AUDOULLENT. Biblioteca Clásica. Traducción de Plauwto y Terencio.—PEDRO SIMÓN ABRIL. MONTAIGNE, AUDITIVO POR EL DR. ENRIQUE JOSÉ VARONA Profesor de Psicología Se pasa de sabido que el asunto principal de los famosos (ensa- yóos» de Montaigne no es otro que su misma interesante persona. Aquelsagaz gentilhombre de la segunda mitad del siglo xvr, envuelto en los sangrientos disturbios de su época, a quelo arrastraba su con- dición social, y llevado por su temperamento al estudio reposado y a la meditación detenida, a la rumia paciente, como hubiera él preferido decir, encontró tiempo bastanre, e inagotable filón para sus meditaciones en el estudio de sí mismo, No digo esto, sino para explicar cómo esa autodisección mental me ha facilitado un pequeño hallazgo, que hice releyendo el más extenso de sus ensayos, el verdadero tratado que dedica a la defen- sa del filósofo español Raimundo Sebunde. | Hablando Montaigne de los sordos mudos, y sin que nos im- porte la poca solidez de su argumento para el punto que deseaba establecer, dice lo siguiente, como si se tratara de un hecho general: “Le sens de l”ouie... se rapporte á celuy du parler, et se tiennent ensemble d'une cousture naturelle; en facon que ce que nous parlons, il fault que nous le parlions premierement á noús, et que nous le facions sonner au dedans á nos aureilles, avant que de l'envoyer aux estrangieres.” El caso es suficientemente común; pero no universal. Lo que llamamos la palabra interior, y eso lo saben hoy todos los psicólo- gos, presenta tres formas predominantes, que pueden llamarse puras, o pertenece a un tipo mixto. En las primeras la imagen verbal puede ser auditiva; cuando nos oímos pensar, como si estu- viéramos hablando, pero sin sentir la articulación; puede ser muscular, cuando nos sentimos pensar, como si estuviéramos arti- culando; puede ser visual, cuando nos parece leer escrito lo que estamos pensando. Resulta claro, por tanto, que el señor de Montaigne era un au- ditivo, puramente auditivo; y creyó que los demás hombres oían, como él, su pensamiento. Que es todo lo que me proponía demostrar. GUÍA PARA LA DETERMINACION DE ALGUNAS PLANTAS CUBANAS POR EL DR. MANUEL GÓMEZ DE LA MAZA Catedrático de Botánica General y Fitografía Las plantas que se encuentran en este estudio son las determi- nadas en nuestros cursos de la Cátedra de Fitografía, de la Univer- sidad. Ya en la Flora habanera, pág. 522, habíamos presentado la lista de las especies determinadas en el curso de 1896-97; y antes, aún, habíamos publicado las Plantas clasificadas en el Jardín Botánico de la Habana, en el curso de 1892 a 93 (Repertorio Médico- Farmacéuti- co, YV, núms. 3, 4 y 5. Marzo a Mayo de 1893. Habana. Para las determinaciones se usan, principalmente, las obras siguientes, cuyos títulos abreviados se indican: Maout Flore.—Maout (E. le) et Decaisne (J.), Flore élémentaire des jardins et des champs. Paris. Orio Bot.—Orio (A), Elementos de Botánica, 2 ed., Y. Madrid 1881. Puerta Bot.—Puerta (G. de la), Botánica descriptiva, 2 ed., Madrid 1891. Maza Fl. haban.—Maza, Flora habanera. Habana 1897. — Determ. 1% y 22 p.—Determinación de plantas cubanas (Anales de la Academia de Ciencias, XLIX). Tirada aparte, con índi- primera y segunda partes. Habana 1913 — Determ. supl. n9 1.—Determinación de plantas cubanas. Suple- mento núm. 1 (Revista DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIEN- cras, de la Universidad, XIX, núm. 2, pág. 225-234. Haba- na y Septiembre de 1914). El empleo de esos libros, en las determinaciones, se hace en esta forma: para determinar se emplea pe Puerta Bot. 503. 1. la familia... Maout Flore 24 y 25.—Orio Bot. 41. a Determ. 2% p. Y Puerta Bot. 522. l Maza Determ. 1% p, Determ. supl. n9 1. Í Maout Flore.—Orio Bot. l Maza Fl. haban. 2. el género por el sis- tema linneano..... 3. el género dentro de la dama o DETERMINACION DE ALGUNAS PLANTAS CUBANAS 233 En el trabajo actual las determinaciones de los géneros son por el sistema sexual de Linneo, pero, establecida la familia de una planta, se recurrirá a la sinopsis de géneros que, dentro de las fa- milias, traen Maout, Orio y Maza, Fl haban., a ver si así es posible determinar el género por este procedimiento. Al indicar la determinación que se hace con una planta en fruto, se sobreentiende que a la vez se necesitan las flores. o Para las descripciones de las especies, además, Usamos a veces: Cut. Bot.—Cutanda (V.) y del Amo (M.), Botánica descriptiva. Madrid 1848. DC. Prodr.—De Candolle, Prodromus systematis naturalis regni vegetabilis. Dtre. Man. pl. —Duchartre, Manuel des plantes. Griseb. Flora.—Grisebach (A. H. R.), Flora of the British West Indian Islands. London 1864. ACANTÁCEAS Thunbergia alata, Bojer. Ojo de poeta; Anteojo de poeta. Didina- mia Angiospermia. Africa. Thunbergia grandiflora, Roxb. Tumbergiía azul. Didinamia Angiospermia. India.—laza Fl. haban. 412. Con el fruto se de- termina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 2? p.; sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio. AMARILIDÁCEAS (Amarilídeas) Crinum broussonetii pluriflorum, Hortul. Lirio de cinta. He- xandria Monoginia. Guinea, Sierra Leona.—Maza Fl. haban. 65. Sin el fruto se determina el género por Maza Determ. supl. n?. 1, pág. 227, y la familia por Maout, aunque este autor omite el géne- ro; con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 14 y 22% p. Polianthes tuberosa, Lim. Azucena. Hexandria Monoginia. Méjico.—Cut. Bot. 829 (Liliáceas). Sin el fruto se determina el género por Maza Determ. supl. n2 1, pág. 227, y la familia por Maout y Orio; con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 19% y 2? p. 234 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA AMARILÍDEAS : véase AMARILIDÁCEAS. AMBROSIÁCEAS: Véase COMPUESTAS. AMIGDALÁCEAS: Véase ROSÁCEAS. AMOMÁCEAS: véase ZINGIBERÁCEAS. ANACARDIÁCEAS (Terebintáceas) Mangifera indica, Lin. Mango. Monandria Monoginia. India. Anacardium * occidentale, Lin. (Acajou, Maza). Marañón. Mo- nadelfia Decandria. América cálida. Nora.—Las Anacardiáceas de la Flora habanera comprenden dos familias: Anacardiáceas y Burseráceas. ANONÁCEAS Anona 2? muricata, Lin. (Guanabanus muricatus, Maza). Gua- nábana. Poliandria Poliginia. Anona palustris, Lin. (Guanabanus, Maza). Eacá; Palo Lobo. Poliandria Poliginia. Anona squamosa, Lin. (Guanabanus squamosus, Maza). Anón. Poliandria Poliginia. América cálida. Anona cherimolia, Mill. Chirimoya. Poliandria Poliginia. Perú, Méjico. APOCINÁCEAS (Apocíneas. —Neriáceas) Vinca * rosea, Lin. Vicaría. Pentandria Monoginia. Tiene una variedad albiflora.—Cut. Bot. 548 (Pervinca, Maza Fl. haban. 360). Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 12 y 22 p., y Puerta; sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio. Nerium * oleander, Lin. Adelfa; Rosa francesa. Pentandria Mo- noginia. Región Mediterránea. Presenta variedades.— Puerta Bot. 266 (Nerion, Maza Fl. haban. 363.) Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 2% p., y Puerta; sin el fruto se determina la famila por Maout y Orio. Thevetia ? neriifolia, Juss. Cabalonga. Pentandria Monoginia. pa Acajou: Fl. haban. 212. Guanabanus » » 113. Pervinea: Fl. haban. 359, Nerion: » » 363. Ahouai: » » 30, E Qi DETERMINACION DE ALGUNAS PLANTAS CUBANAS 235 —Cut. Bot. 547 (Ahouai thevetia, Maza Fl. haban. 357). Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 22 p.; sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio. Puerta omite el género. APOCÍNEAS: Véase APOOINÁCEAS E AURANCIÁCEAS (Hesperídeas. —Rutáceas, en parte) Citrus * vulgaris, Risso (Aurantium, Maza). Naranjo agrio. Po- liadelfia Poliandria. Asia. h Murraya exotica, Lin. Muralla. Decandria Monoginia.—Maza Fl. haban. 204. Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 2% p.; sinel fruto se determina el género por Maza Determ. supl. n? 1, pág. 228. BALSAMINACEAS (Balsamíneas. —Geraniáceas, en parte) Impatiens ? balsamina, Lin. Madama. Pentandria Monoginia: realmente es Singenesia Monogamia. India.—(Balsamina horten- sis, Desp.: Maza Fl. haban. 189). Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 22 p.; sin el fruto se de- termina la familia y el género por Puerta y Maout (Balsamina), y la familia por Orio. Nora.—Las Geraniáceas de la Flora habanera comprenden seis familias: Geraniáceas, Coriariáceas (exóticas), Oxalidáceas, Balsa- mináceas, Tropeoláceas y Limnantáceas (exóticas). BALSAMÍNEAS: véase BALSAMINÁCEAS BEGONIACEAS (Begónicas) Begonia heracleifolia, Cham. «€ Schlecht. Begonia. Monoecia Monadelfia. Méjico.—DC. Prodr. XV, 19, pág. 335. Sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio; con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 22 p. 1 Aurantium; Fl. haban. 204. 2 Balsamina,; Fl. haban. 188. 236 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA BEGÓNIEAS: Véase BEGONIÁCEAS BIGNONIÁCEAS (Gesneráceas, en parte) Tecoma stans, Juss. Saúco amarillo. Didinamia Angiospermia. —Maza Fl. haban. 409. Con el fruto se determina el género y la familia por Maza Determ. 1% y 22 p.; sin el fruto se determina la familia por Maout y aproximadamente por Orio. Tabebuia | pentaphylla, Hemsley (Tecoma, Juss.). Roble de yugo; R. blanco. Didinamia Angiospermia. Corola blanca o rosada. BIXÁCEAS: Véase CARICACEAS BOMBACÁCEAS (Bombáceas. —Malváceas, en parte. — Esterculiáceas, en parte) Ceiba anfractuosa, Maza (Eriodendronanfractuosum, DC.) Seiba; Ceiba. Monadelfia Poliandria (o M. Dodecandria?). Pachira insignis, Savign. Carolina. Monadeltia Poliandria. Amé- rica austral. Pachira aquatica, Aubl.? (P. fastuosa, Decne.?) Carolina. Mo- nadelfia Poliandria. Pachira alba, Walpers (Carolinea, DC.) Carolina blanca. Mo- nadelfia Poliandria. Cultivado. BOMBÁCEAS: Véase BOMBACACEAS BORAGÍNEAS: Véase BORRAGINÁCEAS BORRAGINÁCEAS (Boragineas.—Cordiáceas.—Heltotropiáceas) Borrago * officinalis, Lin. Borraja. Pentandria Monoginia. Re- gión Mediterránea.—Puerta Bot. 280 (Borago, Maza Fl. haban. 339). Con el fruto se determina el género y la familia por Puerta y Maza Determ. 1% y 22 p.; sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio. Heliotropium indicum, Lin. Alacrancillo. Pentandria Monogi- nia. India. —Griseb. Flora 485 (Heliophytum, DC.: Cut. Bot. 575). Con el fruto se determina la familia por Puerta y el género y la fa- milia por Maza Determ. 1% y 22 p. El género no puede determinar- se por Puerta, cuyo Heliotropium es solo una parte del género tal 1 Tecoma sec. Tabebuia: Fl. haban. 408. 2 Borago: Fl! haban. 339. DETERMINACION DE ALGUNAS PLANTAS CUBANAS 237 como lo admitimos, sin que en esa parte se incluya la especie. Na- da puede determinarse por Maout y Orio. BROMELIÁCEAS Ananas sativus, Roem. € Schult. (Ananassa sativa, Lindl.) Piña. Hexandria Monoginia. América cálida. CABOMBÁCEAS: Véase NINFEÁCEAS CANNÁCEAS Escitamináceas, o Escitamíneas, en parte) Canna * indica, Lin. Platanillo de Cuba; P. de monte; Flor de can- grejo. Monandria Monoginia.—Puerta Bot. 437. Con el fruto se determina la familia por Puerta; sin el fruto se determina el géne- ro por Puerta y Maza Determ. 1% p., y la familia por Maout y Maza Determ. 2? p. Canna coccinea, Ait. (Cannacorus coccineus, Maza). Platanillo de Cuba; P. de monte, P. de monte. de flor colorada. Monandria Monoginia. Nora.—Las Escitamíneas de la Flora habanera comprenden cua- tro familias: Cannáceas, Marantáceas, Musáceas y Zingiberáceas. CAPARIDÁCEAS (Caparídeas) Pedicellaria ? pentapbylla, Schrank (Gynandropsis, DC.—E£j- napistrum triphyllum, Maza). Volantín; Volatina. Hexandria Mo- noginia. CAPARÍDEAS: Véase CAPARIDÁCEAS CAPRIFOLIÁCEAS Sambucus intermedia insularis, Sehwerin (S. nigra, Autores cu- banos; no Lin.—S. canadensis, Maza Fl. haban. 485 y 524; no Lin.). Saúco blanco. Pentandria Triginia. Lonicera;? japonica, Thunb. (Caprifolium hortense, Maza Fl. haban. 486 y 524; no Lamk.). Madreselva. Pentandria ¿¡Monoginia. China, Japón. 1 Cannacorus: Fl. haban. 73. 2 Sinapistrum en parte: Fl. haban. 181, Caprifolium F!. haban, 485, [9] 238 MANUEL GOMEZ DE LA MAZA CARICÁCEAS (Bixáceas, en parte. —Papayáceas) Carica * papaya, Lin. Fruta bomba; Papaya. Dioecia Decandria o Decandria Monoginia. América meridional.— Griscb. Flc1a 290. (Papaya carica, Gaertn.; Maza Fl. haban. 167). Flores dioicas o polígamo-dioicas, las masculinas gamopétalas, las femeninas o her- mafroditas dialipétalas. Sin el fruto se determina el género y la fa- milia por Maza Determ. 1% y 2% p., y también en la Decandria Mo- noginia por Maza Determ. supl. no. 1, pág. 234. CESALPINÁCEAS ) E - véase LEGUMINOSAS CESALPÍNIEAS / CESTRÍNEAS: Véase SOLANÁCEAS CLUSTACEAS (Gutíferas) Mammea americana, Lin. Mamey de Santo Domingo. Monadelfia Poliandria. América tropical. COI.CHICÁCEAS: Véase LILIÁCEAS COMBRETÁCEAS Quisqualis indica, Lin. Piscuala. Dodecandria Monoginia. India. COMPUESTAS ( Sinantéreas.— Ambrosiáceas ) Aster novibelgii floribundus, DC. Ramillete cubano. Singene- sia Poligamia Supérflua. América del Norte. Callistephus ? chinensis, Nees. (Aster, Lin.). Extraña; E. rosa; Reina Margarita. Singenesia Poligamia Supérflua. Japón. Sonchus * oleraceus, Lin. Cerraja. Singenesia Poligamia Igual. Puerta Bot. 255 (Lactuca oleracea, Maza Fl. haban. 501). Se deter- mina el género por Puerta y Maza Determ. 1% p., y la familia por Puerta, Orio, Maout y Maza Determ. 2? p. Eupatorium aromatisans, DC. Trébol de olor. Singenesia Poliga- mia Igual. Tagetes erecta, Lin. Flor de muerto; Clavelón; Copete. Singene- sia Poligamia Supérflua. Méjico. Tagetes patula, Lin. Flor de muerto; Damasquina; Oajigala. Sin- genesia Poligamia Supérflua. Méjico. 1 Papaya: Fl. haban. 167. 2 Aster sec. Callistemma: Fl. haban. 505. Lactuca sec. Sonchus: » » 501, o) [5] DETERMINACION DE ALGUNAS PLANTAS CUBANAS 239 Helianthus * annuus, Lin. Girasol; Mirasol. Singenesia Poliga- mia Frustránea. América del Norte.—Puerta Bot. 226. (Corona- solis, Maza Fl. haban. 509. Se determina el género por Puerta y Maza Determ. 1? p., y la familia por Puerta, Orio, Maout y Maza Determ. 2? p. Helianthus cucumerifolius, T. € G. Singenesia Poligamia Frustránea. Texas. Parthenium ? hysterophorus, Lin. (Partheniastrum, Maza). Es- coba amarga. Singenesia Poligamia Necesaria. CONVOLVULACEAS Argyreia speciosa, Sweet (A. tiliaefolia, Maza Determ. 2% parte, 63; no Wight). Aguinaldo morado; Ipomea; I. morada. Pentan- dria Monoginia. India. Ipomaea * fistulosa, Mart. Aguinaldo. Pentandria Monoginia. India. CORDIÁCEAS: Véase BORRAGINÁCEAS CRASULÁCEAS Bryophyllum * pinnatum, S. Kurz. (B. calycinum, Salisbh.— Bryophyllon pinnatum, Maza). Prodigiosa; Víbora; Hoja bruja; Siempreviva; Pólipo herbáceo; Inmortal. Octandria Tetraginia, CRISOBALÍÁNEAS: Véase ROSÁCEAS CRUCÍFERAS Brassica juncea, Cosson (B. juncea, Hook. f. € Thoms.; Maza Fl. haban. 177.—B. nigra, Maza Fl. haban. 525; no Koch). Mosta- 20; M. de la tierra. Tetradinamia Silicuosa, Asia.—Con el fruto se determina el género y la familia por Puerta y Maza Determ. 18 y 22 p.; sin el fruto se determina la familia por Maout y Orio. Iberis odorata, Lin. Carraspique blanco. Tetradinamia Siliculosa. Creta.—Cut. Bot. 32. Se determina como la especie anterior. (Concluirá.) 1 Coronasolis sec. Helianthus: » » 307. 2 Partheniastrum: Fi. haban, 516. 3 Quamoclit » » 344. Bryophyllon » » 192, pp. DR. ANTONIO ESPINAL Y BESTARD No repuesta aún la Universidad del gran dolor que experimen- tara con el sensible fallecimiento del que fué su Rector dignísimo Dr. Leopoldo Berriel, conmuévese de nuevo al estrecharse sus filas, viendo desaparecer a uno de sus maestros distinguidos que mereció de todos respeto por sus relevantes cualidades de hombre honora- ble. Los que íntimamente trataron al Dr. Espinal pudieron aqui- latar sus excelsas virtudes de patriota, su labor meritoria en la guerra de 1868, así como el prestigio que gozara entre sus compa- ñeros de armas, al extremo de confiársele el difícil cargo de Gober- nador del Departamento oriental. En esa gran epopeya supo de- mostrar su patriotismo acendrado secundando el movimiento revo- lucionario de 1895, si no con las armas en la mano porque a ello se oponía su naturaleza quebrantada, con la influencia de su palabra y con los recursos de que pudo disponer. Fué el Dr. Espinal un hombre bueno, caballeroso y a la vez modesto, con una modestia ejemplar que le llevaba a querer pasar inadvertido en la hora de su muerte como trató siempre de lograrlo en vida. Cumplidor de sus deberes, demostró constantemente con sus actos el concepto que de ellos tenía; por eso siempre se le vió coneurrir a sus clases, asistir a todos los actos académicos, luchando contra su enfermedad y despertar interés y consideración entre los alumnos por su competencia en las materias que hubo de explicar, bien cuando fué Profesor en la extinta Escuela Profesional desem- peñando las cátedras de Composición de edificios y de Arquitectura Legal, bien en la Escuela de Artes y Oficios, explicando la de Di- bajo Geométrico lineal y de Aplicación, o en la Escuela de Inge- nieros de nuestra Facultad como Catedrático por oposición de Ar- quitectura e Higiene de los edificios, Historia de la Arquitectura y Contratos, Presupuestos y Legislación especial a la Ingeniería «y Arquitectura. La Redacción de la Revista, de cuyo Comité formaba parte, lamenta en extremo la sensible pérdida de un compañero tan esti- mado como el Dr. Espinal, de importante significación en los pro- gresos de nuestra Escuela de Ingenieros y Arquitectos. A EA iS NS 7 DI NN a o) E Zonlo gia CE CHLSO AA votes Dr. Carlos de la Torre. Zoografía CUE CHESS a a tario Antropología general (1 curso)............... y Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Sistema nervioso: morfología y funciones. Su evolución en el hombre y en la serie zooló- » Dr. Arístides Mestre. EE A A NA Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo Zoológico y Jefe de los trabajos prácticos del Laboratorio de Biología, ); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química ; y Dr. Jorge Hortsmann “Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respecti- vos ay udantes.—El «Museo Antropológico Montané» y el Laboratorio de Antropología tieneñ por Director al Profesor titular de la asignatura. El profesor auxiliar interino de la Escuela es el Dr. José García Font. 3 ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (e STEE 1 Historia de la Pedagogía (1 curso)............ Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. SY A J - Metodología Pedagógica (2 cursos)... ......... - Dr. Luis Padró. Dibajorlmeal ECOS). brain o ra » a Dibujo tara CUE io ole las da OS mat e S pa Sr. Pedro Córdova, CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea... ] La Pedagogía Experimental............. (v A II. Lectura é interpretación de las obras de los ( acante.) grandes pedagogos contemporáneos . Agrupada la carrera de Pedagogía en es cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas : de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gógico es el Profesor titular de Metodología. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico. / A A A A o A A PR O Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía a CULO da ee SAR. ads sados ' Geodesia y Topografía (1 curso)......... | z z Agrimensura E o AR L Ia E EL $ E Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 curso) ......... ] Resistencia de Materiales. Estática Gráfica | io adora AC dao oro a ( Z Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso)... J lr 1 é OQuinaria VICUESO) baxo maos ie no ia o ata SIPETRAS Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / , rrocarriles, calles y O ore ae j AS E Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) q Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) ) Historia de la Arquitectura (1 curso).......... ÍN Contratos, Presupuestos y Legislación especial í y á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... z Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. “Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Labo- ratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á: otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA Química Agrícola é é Industrias Rurales (1 curso). ) Pame Etancisco Henares? Fabricación de azúcar CUE) e aos A Pe Dr. Antonio Espinal. ASTOMOIUEN CU Sn ae a ZOOL rua CASO la a e oc DN Sr. José Cadenas. ETOtECMANEACUISO AA to o / Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 cur- ) O Re o PE E L Legislación Rural y formación de Proyectos ( a ENCUESTA Ai UR ie ) El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr. Buenaventura Rueda (Jefe de los Mu- seos y Laboratorios). Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 á5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes «Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extran jeros, etc. AVISO LA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y de los Centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la REvISTA (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. NOTICE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. ; We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AVIS La REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et la REVUE n'est engagée par 1 opinion personelle d'aucun d'eux. ' cd e AS lo. XXI UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 3. REVISTA DE LA EACULTAD DE LETRAS y CIENCIAS . DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. : COMITÉ DE REDACCION: Dres. GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, SERGIO CUEVAS ZEQUEIRA, CARLOS DE LA TORRE, CARLOS THEYE, ALFREDO M. AGUAYO, LUIS PADRO, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, FRANCISCO HENARES Y BUENAVENTURA RUEDA. NOVIEMBRE DE 1915 SUMARIO: —LAS CIENCIAS ZOOLÓGICAS EN La UNIVERSIDAD (con un grabado). Dr. Arístides Mestre. —La UNIVERSIDAD DE La HaBaNa (con treinta y ocho grabados).. Dr. Juan M. Dihigo. IMPRENTA “EL SiaLo XX» DE AURELIO MIRANDA TENIENTE Rey 27 HABANA ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. |. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. . Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)....... 7 Dr. Juan F. de “Albear. Panpuística (1. Corso e / : Filología CL CUT a lo ao SNA y e Dr. Juan Msn Historia de la Literatura Española (1 curso)... : - y Historia de las literaturas modernas extranjeras Y Dr. Guillermo? Doma 7 Roldán. (LTCUESOSI LO A A NE METER CON ; Historia de América (1 curso) .........0...... 1 Sd Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) / dián. E Psicologia (IECUESO)E AE e ¡ Enlosotía: MOS ICUESO Aid RE E Dr. Sergio Cuevas 2d Sociología (1 curso)..... E E E LA dd ) ra (Aux. ) Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Sergio Cuevas Zequeira para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Ezequiel García y Enseñat para el grupo de Literaturas y Dr. Sixto López Miranda para el grupo de estudios de Lenguas, los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El profesor auxiliar interino de la Escuela es el Dr. Salvador Salazar. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Linguística. 2. “ESCUELA, ¡DES CIENCIAS. [a] Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso) Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte | Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.) ANA o A E NA Geometría superior y analítica (1 curso)....... ] Geometría descriptiva (1 curso)............... e Dr. Claudio Mimó. recono metria ICUESO dodo j o Superior (ler. A O t De PICO Biden (SICA SAPEROE (2 ACHESO Dl as At j : Oiimucrteeneral (UACULSO Oe e St. Carlos heye: Biología CUCOESOD EII a IO SN Y E De Cadosde la ora HORA NCUESO) ea tU Ue or INES J Dibujo nea CUESO tae alOlar 1 ES : Dibujo Natural i-Clfrso lr. la as ee ¡A O Mosmiolo aq (ECHESOD:: po. o RN E 4. Mecamea Racional (1 Curso). ds aa a tae ' aa Dr. Victorino Trelles. INSELO OIM NCUESO) 1 a a O LEAR j SEUA IICIESO) a AAN E Dr. Alejandro Ruiz adalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso).. ss Dr. Santiago de la Huerta. y Botamaea to eneral (CUE omo a a S Dr. Manuel Gómez de la Maza. [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux.):' Geometría Superior (sin la Analítica )......... % A Trigonometría (plana y esférica) .....0........ j pe j z : Física Superior Er ACUESO a at Ai IAS 1 PI do Prasea Física Superior (BR CUESO) dad j A ; e Onuímica Inorgánica y Analítica (1 CUESO Mini L Sais PReva Química Orgánica (Penso) noO a: J Sn NU y 2 s Doa maca NCUESO aaa id de / A E Al 3 Sr. Pedro órdova. IM a IN A A NI y ; : Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... 5 Dr. Santiago de la Huerta. 31 ría (1 SO o A NS S 5 OR o ' 53 Dr. Carlos de la Torre. log O E o Botanica o eneral (Ue GUESO) ne e Dr. Manuel Gómez de la Maza. (POsmo loa Micro) ralla cie A Se Dr. Victorino Trelles. * [c] Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático Algebra Superior) 1 curso Profesor Dr. Pablo Miquel (Aux. ) Geometría Superior (sin la Analítica)......... / De Claudio Mimó Trigonometría (plana y esférica).............. / y . ñ j Ouímica general (1 curso)......... o 5h Sr. Carlos Theye. Mbujo Minsa tcurso A se oie / z z HAZE EA ? Sr. Pedro Córdova. Dibajo Natural! (MICUESO IS oe SN e Eisicarrenera ll (Curso) ea ae te leia= ta Era A Dr. Plácido Biosca. ineralogía y Cristalografía (1 curso).........) AS a a 0 > 259) j SA Dr. Santiago de la Huerta. Eolo Ta CUESO AAA E A lo daa ae Botanica rs eneral (CUE) o bs / Fitografía y Herborización (1 curso).........-. ) Al A FELIPE "LOEY Fundador de la enseñanza de las Ciencias Zoológicas en la Universidad de la Habana. 1799 - 1891. >= O > AA 5 á > y - É : = É ] dí: Es > de de - o as pa - - a: 32 A y E $ 1 . + 2 q> s > » = 5 - - 4 Y 1 y ñ í Í pS Vol. XXI NOVIEMBRE DE 1915 Núm. 3 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS —-— — * LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD (%) POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología Echemos también nosotros una ojea- da sobre el pasado, y tratemos de encontrar en él la explicación del presente: que no será fuera de lugar, por cierto, ese propósito en los mo- mentos en que nos preparamos para dar otra vez principio a nuestras ta- reas universitarias. (2) Dr. JosÉ MANUEL MESTRE. Tienen estas solemmidades princi- palmente por objeto hacer visible la íntima unión que debe existir entre Cuba y su Universidad. (3) Dr. ENRIQUE JosÉ VARONA. Sr. Presidente de la República: Señores: Abre hoy sus puertas esta muy querida Universidad para dar comienzo al curso académico de 1915 a 1916; y al iniciar en fiesta solemne sus próximas, inmediatas tareas, lo hace con la perfecta conciencia de sus altas funciones en la vida y porvenir de la patria. Apenas se ha descansado y empieza el trabajo, si cabe, con más empeño que antes—On travaille pour le repos, puis le repos est imsupportable—eomo si ese rápido sosiego entre una y (1) Discurso leído en el Aula Magna de la Universidad el 19 de Octubre de 1915, en la apertura del año académico de 1915 a 1916. (2) De la Filosofía en la Habana, por el Dr. José M. Mestre. Habana, 1861. (3) Discurso de apertura, por el Dr. Enrique J. Varona. Habana, 1903. 242 ARISTIDES MESTRE otra laboriosa y fructífera jornada nos fuera de todo punto into- lerable: es ley de vida la acción, el movimiento, y para nosotros realmente no hay reposo! ¿Qué ha de haberlo y menos en la época histórica, tan llena de sucesos extraordinarios, en que nos agitamos bajo el influjo de factores tan diversos? Focos de luz donde se vivifica el espíritu público, donde se esti- mula el alma nacional, son, sin duda las Universidades, poderosas centros de energía intelectual llamados a derramar su savia fecun- da en todo el ámbito del país. “La Universidad será el centro de los intereses vitales de la región. Los grandes propietarios, los jefes de industria, los directores de los grandes establecimientos comer- ciales o financieros, no menos que los ingenieros y los hombres de ciencia o de letras, tendrán una tendencia a agruparse en torno de la cuna de sus estudios””—se ha escrito, con sobra de motivos, al comentar un proyecto de reorganización de la enseñanza superior francesa. “Allí—agrégase—a la vista y con el concurso de sus anti- euos maestros, ellos discutirán las cuestiones que les interesan, los proyectos que les conciernen. Allí se debatirán, bajo la influencia de las costumbres y de los hábitos locales, bajo el imperio de las necesidades y de las tradiciones propias al medio, con el tempera- mento de la raza, los problemas de la economía política y social. AM, se formará el lazo de solidaridad, entre los grupos, los sindicatos, las asociaciones de todo orden de una región determinada...” () ¿Qué otro elemento, en efecto, es capaz de elevar a mayor altura la condición mental y moral de un país como esa síntesis de pensa- miento científico y filosófico que constituye la Universidad? Sí, señores, pero entiéndase bien, surtirá ese saludable y eficaz resul- tado la Universidad que prodigue una enseñanza esencialmente libe- ral, en el verdadero sentido del término; “es decir—como lo ha afirmado un distinguido compañero nuestro—que debe fecundar cada espíritu, para que éste vuele con sus propias alas y escoja por por su propio impulso la región del espacio que le promete más dilatados y luminosos horizontes””; porque de esa manera se apro- vecharán las mejores aptitudes y el éxito más lisonjero coronará al espontáneo esfuerzo. Estrecha relación, íntima y recíproca, interesa que haya entre la patria y la Universidad. Aquí debe sentirse la vida exterior; y nuestra obra, la que represente el producto genuino de nuestra ae- (1) L*ame francaise et les Universités nouvelles; par J. B. Jean Izoulet, Paris, 1892. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 243 tividad, ha de repercutir ante el país cubano, si hemos de serle útil y cumplir la misión que nos corresponde; que no de otra suerte se ha de concebir el papel de este Instituto en la pesquisa y difusión de la ciencia, cuya “más alta incumbencia consiste en formar hom- bres cada vez más aptos de realizar la plena vida humana, y más capaces de asegurar a su país condiciones favorables al desarrollo armónico y continuado de sus elementos de bienestar, cultura y moralidad superior””. Tal es su finalidad, su justificado anhelo, su aspiración suprema! A ello tiende la ciencia, cuyos saludables principios proclama esta Universidad; esa ciencia que ha sido considerada como la nueva visión de la Naturaleza y de la Vida, del Universo y del Hombre; esa ciencia que conduce al descubri- miento de bellezas infinitas y proporciora aquella profunda ale- ería que el gran Virgilio cantó en hermooss versos: Felix que potuit rerum cognoscere causas. En circunstancias análogas a la que ahora nos reune, un ilus- tre profesor que fué de esta Universidad y al cual nos ligaban los lazos del afecto y de la sangre, se propuso “seguir con rápida mirada la evolución de las ideas filosóficas en nuestro país, dando cuenta de las influencias que hayan podido modificarlas y condu- cirlas a mayor grado de perfección””; y, al realizar tan interesante estudio, dejó trazada “la historia de la enseñanza filosófica pro- piamente dicha en Cuba, el recuerdo patético y respetuoso de los precursores, la esencia de sus altas doctrinas y sobre todo su hermoso ejemplo*'—; así también yo, inspirado en esa norma, voy a ocuparme de relataros, aunque sea en sus líneas más importan- tes, la historia de las disciplinas que forman las llamadas Ciencias Zoológicas, erupo de conocimientos pertenecientes a la Historia Natural; proponiéndome haceros ver cuándo surgió su enseñanza en esta Universidad, y qué desarrollo ha venido experimentando a través del tiempo y en relación con el progreso científico, sin olvidar los aspectos de la filosofía biológica y de su interpretación; y el examen de la condición actual de esa enseñanza nos condu- cirá como de la mano a considerarla en su porvenir y ante las nuevas orientaciones de sus estudios en el orden teórico y en el práctico, es decir, en sus aplicaciones. Y no ereo incurrir en inoportunidad, abrigando este propósito, al poner manos otra vez en la obra universitaria; por lo menos él responde al criterio de interesar a Cuba en los asuntos de su Universidad, de darle a 244 ARISTIDES MESTRE conocer algunas de las páginas de la historia de su superior cul- tura. Perdonadme, señores, si mis fuerzas no corren parejas con mi gran voluntad, con mi empeño de corresponder a la significa- ción del encargo que se me ha conferido. Mi deseo, la sinceridad de mis palabras quizás sean el único mérito de este trabajo que por espíritu de obediencia leo en esta tribuna, bien honrada por va- liosas personalidades. Modesto cultivador de las ciencias a que he de aludir, siento no ofrecerle a la Universidad en este día en que orgullosa ostenta sus mejores galas, aleo digno de su prestigio y de su indiscutible grandeza. A medida que los evidentes adelantos de la Historia Natural y los métodos prácticos de investigación abrieron nuevos horizontes a la mirada escrutadora del sabio, fueron precisándose los carac- teres y dominio del variado conjunto de conocimientos que cons- tituyen las Ciencias Zoológicas; pero éstas, cualquiera que sea el aspecto que consideren, refiérense siempre al Reino Animal: ya se estudie en la Biología sus manifestaciones generales como seres vivientes, formulándose las leyes de su organización y de su actividad; ya en la Morfología al examinar sus formas, o en la Fisiología indagando sus funciones, penetrándose de sus fenóme- nos dinámicos; ya en la Anatomía describiendo los órganos en los animales adultos, o bien en la Histología, que se ocupa de la íntima estructura; ya desde el punto de vista genético, aprendién- dose con la Embriología todo el proceso que comprende las fases del desarrollo individual en los animales actuales, y con la Paleon- tología su evolución a través de las diferentes edades de la tierra; ya cireunseribiéndose, a los efectos de la enseñanza, lo que com- prende la Zoología y Zoografía propiamente dichas, tratando la primera de problemas morfológicos y de las agrupaciones funda- mentales en sus caracteres de mayor generalidad, para no citar otros capítulos, y la seeunda de la descripción de las especies y de su distribución geográfica, entre varios particulares de gran interés y relativos a la serie animal sobre el planeta; o ya también apreciando los hechos en el campo de la Anatomía Comparada, que se preocupa no sólo y como su nombre lo indica de la compa- ración de los resultados obtenidos por la disección de los animales y el examen de los diversos órganos, sino que se eleva a las más altas concepciones filosóficas respecto de su naturaleza y desenvol- vimiento. He ahí, en sus ramas principales—pues no indico en LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 245 este cuadro general las subdivisiones que han ido sucesivamente creándose conforme a nuevas direcciones impresas por el pensa- miento investigador—el haz de disciplinas científicas a las cuales van unidas, desde sus obscuros orígenes hasta el esplendor que alcanzan en nuestros días, los nombres de legiones de naturalistas, a quienes encabeza el genio fecundo de Aristóteles; y al lado de las mencionadas disciplinas y como si en ella culminara la serie de las mismas, está la Antropología formando un hermoso cuerpo de doctrina que abarca, en su sentido más lato, toda la historia natural del hombre. ¿De qué manera se ha realizado en nuestra Universidad la enseñanza de esas ciencias?; ¿en qué momentos comenzó ?; ¿cómo la determinaron los planes de estudio? Al objeto de esta relación dividiré en tres grandes períodos la historia de esa enseñanza: el primero comprenderá el espacio de tiempo entre 1842 y 1880; el segundo el transcurrido entre 1880 y 1899; y el tercero desde 1899 hasta estos días. El establecimiento de la Universidad habanera tuvo lugar en 1728; (*) pero más de un siglo después, en 1842, (?) fué cuando se Inició la enseñanza de las Ciencias Zoológicas. El plan de esa fecha establece el estudio, en el tercer año de la Facultad de Filosofía, de la Zoología y de la Anatomía Comparada, asignatura ésta que debían aprender los alumnos de Medicina; en el primer año se daban Elementos de Historia Natural, comprendiendo las nociones sobre los animales. Indudablemente que la Real Orden del Gobierno español del 24 de Agosto de 1842 cambió el carácter de la Universidad: de Pontificia pasó a ser Literaria; además, ““tuvo una base científica con la enseñanza de la Historia Natural, de las Matemáticas y de la Anatomía””, que constituyó un evidente progreso; expresando el Dr. José Ignacio Rodríguez que el desen- volvimiento intelectual de entonces, en 1858, se debió a dicha ““reforma y a los esfuerzos, no vacilo en decirlo, de nuestra Uni- versidad; que se debe, en fin, decía, principalmente a esa misma organización enciclopédica de la Facultad de Filosofía y a la (1) Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de S. Gerónimo. Imprenta Real Marina. Habana. 1833. (2) Reglamento de la Universidad de la Habana. Aprobado en 1844, Habana. 1846. 246 ARISTIDES MESTRE merecida importancia concedida a sus estudios””. (*) Así, pues, con aquellas asignaturas comenzaron a explicarse en esta Univer- sidad las Ciencias Zoológicas. El Real Decreto de Julio 15 de 1863 (?%) nos trajo la siguiente modificación en esos estudios: en el Bachillerato en Ciencias se enseñaba la Zoología; en la Licenciatura había dos cursos: uno de Zoología de Vertebrados y otro de Zoología de Invertebrados. El primero comprendía la parte general de esa ciencia; y los otros dos la parte descriptiva de los erupos zoológicos, vertebrados e invertebrados, respectivamente. En el Doctorado la Anatomía Comparada y la Zoonomía (*) y Paleontología. Pero en realidad, esa distribución de la enseñanza indicada por el plan de 1863 no se llevó a la práctica, explicándose solamente la Zoología como una de las asignaturas que, con las de Mineralogía, Botánica y Geolo- oía, constituían la cátedra de Historia Natural; y continuándose así hasta la reforma de 1880, en que hubo una verdadera diferen- ciación en esos estudios. Durante ese largo período, de 1842 a 1880, en que los dos planes mencionados determinaron las asignaturas que habían de explicarse, un solo profesor tuvo esa ciencia: el sabio Felipe Poey, a quien con sobra de razón se le considera como el verdadero fun- dador de la Historia Natural en Cuba. (*) Cuando en 1842 se hizo cargo de la enseñanza de la Zoología y de la Anatomía Com- parada en esta Universidad, ya Poey era conocido en el mundo científico por sus importantes trabajos zoológicos; ya había sido citado por Cuvier y Valenciennes en la monumental Historia Na- tural de los Peces; ya había aparecido en 1832 su Centuria de Lepidópteros cubanos (*), formando aquél parte del grupo que fundó en esa lejana fecha la “Sociedad Entomológica de Francia””. (1) Discurso por el Dr. José Ignacio Rodríguez. Habana. 1858. En el mismo año en que el Dr. Rodríguez leyó en la Universidad su discurso sobre la importancia práctica de la Filosofía, ya había escrito un magistral informe sobre Reforma del plan de estudios en la Revista de Jurisprudencia. Habana. 1858 (año III, tomo 1). (2) Real Decreto estableciendo el nuevo plan de estudios para la Isla de Cuba. Habana, 1863. (3) Etimológicamente comprende la Zoonomía el conocimiento de las leyes que rigen la organización animal; pero, ignoro qué materias habrían de estu- diarse en la nueva asignatura. (4) ““Al tratarse de fundar la Universidad Literaria de la Habana, hubo que pensar necesariamente en el único que podía desempeñar a satisfacción las cátedras de Zoología y de Anatomía Comparada.?? Felipe Poey. Apuntes para su biografía; por el Dr. Juan Vilaró, Revista Cubana, Tomo II, 1885, Habana. (5) Centurie de Lepidopteres de 1*Ile de Cuba, Paris, 1832. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 247 Y en ese espacio de tiempo de 1842 a 1880, Poey no solamente desempeñó con singular prestigio su profesorado, sino que fué la época fecunda de sus importantes producciones intelectuales, de las cuales están repletos sus Memorias (*) y su Repertorio (2); siendo la más notable de aquéllas su /ctiología Cubana (?), que constituyó, puede decirse, la constante atención de su vida, dedi- cándole todo el tiempo que le permitían las ocupaciones univer- sitarias. Por el mérito indiscutible de sus trabajos y la sienificación de muchos de sus descubrimientos, brilló Poey a gran altura como naturalista: bien dando a conocer nuevas especies zoológicas en sus diversas ramas; bien resolviendo complicados problemas de Anatomía Comparada; O ya, realizando experimentos y observa- ciones sobre ciertos hechos biolósicos considerados a la luz de la filosofía y cuyas concepciones revelaban siempre su vasta erudición y su severo espíritu científico; por eso mereció los honores de sabias corporaciones extranjeras consagradas a las ciencias naturales, y la dedicación—por parte de ilustres zoólogos—de nuevas especies animales; deferencias que reunidas constituyen la Corona Poeyana, síntesis bien interesante de su valor intelectual y del modo con que fué estimado en otros países. La norma que siguió Poey en su enseñanza es fácil de apreciar, gracias a que se conservan en la biblioteca del Museo actual de Zoología—el Museo Poey, así llamado en memoria del insigne maes- tro—muchas de las obras (*) que utilizó aquél para sus cursos. Entre ellas, hay una que da idea cabal de la manera como reali- zaba sus explicaciones en los primeros años que siguieron a la (1) Memorias sobre la Historia Natural de la Isla de Cuba; por Felipe Poey. Tomos lo y 20, 1851-1858, Habana. (2) Repertorio Físico-Natural de la Isla de Cuba. Director: Felipe Poey. Tomos lo y 20, 1865-1868, Habana.—El artículo del Dr. Manuel J. Presas sobre La Historia Natural en Cuba (tomo 10, pág. 3), es un importante tra- bajo, bien documentado, sobre los estudios relativos a la naturaleza cubana desde las observaciones de Oviedo, publicadas en 1520, hasta 1865, en que apareció el Repertorio. (3) La lctiología Cubana obtuvo medalla de oro en la Exposición de Amsterdam, siendo condecorado Poey con la Cruz de Caballero de la Orden del León Neerlandés. Los Dres. C. de la Torre y F. García Cañizares están comisionados en la actualidad para recopilar los trabajos relativos a la Histo- ria Natural de Cuba, y especialmente los realizados por Poey. (Decreto presi- dencial de Julio 19 de 1911, ratificado por el Poder Legislativo). (4) Philosophie Zoologique, ete.; par J.'B. P. A. Lamarck, Paris, 1809;—La conformité organique dans l'échelle animale; par A. Dugés. Mont- pellier, 1832;—Philosopmie de l”Histoire Naturelle, ete.; par J. J. Virey. Paris, 1835;—Moeurs, instinct et singularités de la vie des animaux mamiféres, par R. P. Lesson, Paris, 1942;—Nouveauz éléments de Zoologie, par H. Hollard, 248 ARISTIDES MESTRE fundación de la cátedra: me refiero al Curso de Zoología (*) pu- blicado por el mismo Poey en 1843. ““El objeto principal de esta publicación—dice en el Pró- logo—es presentar a los alumnos de la Real Universidad de la Habana una serie de cuadros sinópticos, por medio de los cuales puedan fijarse en la memoria la clasificación que Cuvier y Latreille, dienos émulos de Linneo, han adoptado en la segunda edición del Reino animal. ““No es este el único testo que he seguido: porque posterior- mente ha progresado la ciencia zoológica con los trabajos de Blainville, de los continuadores de las obras de Buffon publicadas por Roret; y también por los autores de varios diccionarios cientí- ficos, como son los que se han dado a luz para completar la Enci- clopedia metódica, el Diccionario de Ciencias Naturales de que es editor Levrault, el Diccionario clásico de los Sres. Audouín, Bory de St. Vincent y otros, y el Diccionario pintoresco publicado por Mr. Guérin. He bebido pues, en esas fuentes, y he consultado ade- más, con fruto los excelentes compendios de Milne Edwards y de Delafosse. En cuanto a las costumbres de los animales, aunque he tratado muy pocas de ellas en esta primera edición de mis lecciones escritas, no he dejado de consultar las obras del inmortal Buffon, ni las del admirable observador Reaumur, ni las noticias de los apreciables autores ya indicados que han trabajado en las publicaciones del editor Roret.”” “Un testo era necesario—agrega Poey—a continuación de los cuadros sinópticos, para esplicar los caracteres de los géneros que presentan las últimas columnas: más tarde figuraré un tipo de cada uno, si esta obra tiene la aceptación que deseo. Por ahora me limitaré a cortas descripciones genéricas, acompañadas de algunas particularidades específicas: para ser más breve, no reproduciré en él los caracteres señalados en los cuadros; de manera que el estudiante ya prevenido no deberá extrañar que mis descripciones de familias y otros grupos parezcan incompletas en el testo.”” Paris, 1839;—Nouwveauz Manuel d*Anatomie Comparée, par Siebold et Stannius, Paris, 1849;—Anatomie Comparée, par P. J. Van Beneden, Bruxelles, 1854; —Cours Elémentaire d*Histoire Naturelle.—Zoologie, par Milne Edwards, Paris, 1855;—Précis élémentaire d'Histoire Naturelle, par G. Delafosse, Paris, 1863;—Elementos de Zoología, por Laureano Pérez Arcas, Madrid (la pri- mera edición en 1861), etc., ete. (1) Curso de Zoología, profesado en la Real Universidad de la Habana, por el Licenciado Don Felipe Poey. Habana, Imprenta del Gobierno y Capi- tanía General por S. M. 1843. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 249 ““Los profesores—expone al terminar dicho Prólogo—pudieran hacerme un cargo más grave; y es la falta de nociones prelimina- res sobre la anatomía y fisiología; partes tan esenciales de los estu- dios zoológicos, que sin ellas no pueden hacerse sólidos progresos. A esto digo que para arreglarme al plan universitario he tenido que anteponer aquellas nociones en el curso del primer año que profeso con el título de Historia Natural en general; dejando para el último, destinado a la Anatomía Comparada, la explanación del testo sobre tan importantes conocimientos. En cuanto a la clasifi- cación que forma principalmente el objeto de este curso, está a la vista que descansa sobre caracteres anatómicos. ”” En los párrafos anteriores—que he creído conveniente trans- eribir íntegros, sin desvirtuar la forma en que fué escrito el Pró- logo—bien claramente expresa Poey el modo de llevar a efecto sus clases de acuerdo con ese plan de 1842, demostrándose así cómo se explicaban entonces las Ciencias Zoológicas en la antigua Facultad de Filosofía: las nociones sobre Anatomía y Fisiología Animales quedaban comprendidas en el primer año al estudiar la Historia Natural en general; sus lecciones de Zoología se refe- rían a la parte descriptiva de los grupos zoológicos, incluyendo los géneros y las especies, cuyas particularidades se limitaban, sin olvidar las costumbres y hábitos de muchas de ellas; y, por último, completando esos cursos con la Anatomía Comparada. De 1842 a 1880 sirviéronle, pues, a Poey de fundamento principal en sus explicaciones los libros de Hollard, Lesson, Milne Edwards, Dela- fosse, Van Beneden, Siebold y Pérez Arcas (en sus sucesivas edi- ciones); y este último autor manifiesta ya en 1861 que aprovechó, entre otros datos, lo publicado por Poey respecto de la fauna de Cuba, la entonces colonia española. En el curso de 1864 a 1865 el texto fué Galdo; después, Pérez Arcas durante muchos años. Este es el libro en que yo estudié Zoología en 1880 cuando asistía a las lecciones de Poey (*) en la vieja Universidad; aparte de las notas (1) Felipe Poey nació el 26 de Mayo de 1799. El 24 de Octubre de 1842 fué nombrado Catedrático de Zoología y Anatomía Comparada; encargándosele en 1863 de las asignaturas de Zoología, Botánica, Mineralogía y Nociones de Geología; en 1871 de la Zoología y Mineralogía. En 1881 de Zoografía de Vertebrados; desempeñando también en ese año las Zoografías de Articulados, de Moluscos y Zoófitos. En los expedientes universitarios aparece que Poey en ese primer período (1842 a 1880) sólo fué sustituído por Presas, durante tres meses, en 1865, y de este año a 1870 algunas veces por Vilaró: tal fué la incomparable constancia de Poey en su profesorado. Además de los artícu- los ya citados de Presas (1865) y de Vilaró (1885) pueden consultarse estos otros trabajos: Biografía de Poey; por David S. Jordan. N. York, 1884; 250 ARISTIDES MESTRE personales que el sabio maestro facilitaba a sus alumnos al hacer las explicaciones complementarias, salvando las deficiencias del texto, modernizándolo en lo deseriptivo y doctrinal. Una de las páginas más brillantes en la historia de las ciencias es, sin duda, la que corresponde a la evolución de la filosofía zooló- eica—sí, a la filosofía de esa ciencia, que también las ciencias biológicas tienen su filosofía !—durante eran parte de la pasada centuria, desde la aparición del libro de Lamarek hasta que la doctrina de Darwin alcanzó su mayoría de edad y con ella su reconocimiento definitivo. ¡Famoso período que abarca etapas ex- traordinarias del pensamiento humano y en el cual se levantan, destacándose, entre los de mayor renombre, Lamarck, Geoffroy St. Hilaire, Cuvier y Darwin! ¿Cuáles doctrinas esos sabios pro- clamaron como producto de sus estudios sobre la naturaleza vi- viente? ¿De qué manera las hubo de interpretar nuestro Poey en sus escritos y en esa primera fase de la historia de la enseñanza de las ciencias zoológicas en la Universidad ? Como fundador de la moderna teoría de la evolución, Lamarck se considera la figura más eminente de Aristóteles, que con la fuerza de su genio creó la Historia Natural, a Darwin, el sabio pensador de Beckenhan. La Philosophie Zoologique, publicada por Lamarek en 1809, y cuya obra de la biblioteca de Poey he tenido en mis manos al trazar estas líneas, contiene la doctrina del natu- ralista inmortal. *“Asií—decía entonces Lamarck refiriéndose a su libro—esta Pilosofía zo0ológica presenta los resultados de mis estu- dios sobre los animales, sus caracteres generales y particulares, su organización, las causas de su desarrollo y de su diversidad y las facultades que ellos adquieren; y para redactarla utilicé los mate- riales más importantes que había reunido para una obra en pro- yecto sobre los cuerpos vivos, bajo el título de Biología; obra que por mi parte, quedará sin ejecución.?? Sus estudios taxonómicos sobre los vegetales y los animales condujeron a Lamarck a la concepción transformista; llegando a **la certidumbre de la varia- bilidad de la especie bajo el influjo de los agentes exteriores, a la Poey; por A. Mestre, Habana, 1891; Elogio de Poey (en la Sociedad Eco- nómica de Amigos del París); por A. Mestre, Habana, 1891; Discurso sobre Poey, por C. de la Torre, Habana, 1903; Conferencia sobre Poey, por C. de la Torre, Habana, 1914; Poey en su aspecto literario y linguístico; por el Dr. Juan M. Dihigo, Habana, 1915. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 251 de la unidad fundamental del reino animal; en fin, a la idea de la generación sucesiva de las diferentes clases animales, saliendo, por decirlo así, unos de otros, como un árbol cuyas ramas, hojas, flores y frutos son el resultado de evoluciones sucesivas de un solo órgano, el grano o la yema””. El punto de partida de los seres vivientes, el origen de los animales de más sencilla organización, era para Lamarck la generación espontánea; afirmando también que aquéllos no están dispuestos en serie única y lineal, “sino en series lineales múltiples, resultantes de la dicotomía de una serie anterior; y ellas se dicotomizan a su vez, como las ramificaciones sucesivas de un árbol””: el verdadero árbol genealógico, forma ha- cia la cual debe tender toda clasificación. En la evolución de los tipos juega la herencia un principal papel, influyendo los hábitos en las modificaciones de los órganos. Lamarek invoca el hábito, puesto en acción por las necesidades; el empleo de un órgano lo desarrolla, y la falta de uso lo atrofia. En una palabra, se puede sintentizar la mencionada doctrina diciendo que *“las transforma- ciones se producen por adaptaciones lentas a las condiciones de medio, adaptaciones trasmitidas hereditariamente y teniendo por orígenes las variaciones que el organismo hace aparecer y desarrolla sucesivamente, actuando sobre sí mismo voluntaria o involunta- riamente, bajo el influjo de las necesidades; el mundo exterior, el medio, interviene creando esas necesidades”? Lamarek ideó la doctrina transformista científica: proclamó, en efecto, el cam- bio continuo e indefinido de las especies oreánicas como una ley natural, estableciendo la doctrina de la evolución progresiva de los seres; sin sacudidas ni cataclismos, concibió su poderoso inte- telecto el desarrollo de la tierra, lento y gradual como el de la vida, cuyos misterios fué el primero en explorar a la luz de las ciencias físicas. Pocos años después, en 1818, expone E. Geoffroy St. Hilaire en su Philosophie Anatomique sus ideas transformistas y formula los principios de la unidad de plan de composición, de las conexio- nes y de la compensación de los órganos; y descansa sus apreciacio- nes en los datos suministrados por la Embriología, la Anatomía comparada y la experimentación, que le demuestra el influjo del medio en las metamorfosis de los animales. Señala—una vez que estudia las fases sucesivas embrionarias y en determinados estados permanentes—el paralelismo “entre la serie de las formas evolu- tivas de las especies elevadas de una clase y la serie de las formas 252 ARISTIDES MESTRE eraduales de las especies de esta clase””: es decir, lo que son hoy las relaciones entre la ontogenia y la filogenia. Concurso independiente prestaron al transformismo, tanto su ilustre creador, Lamarck, como St. Hilaire, fundando, respeeti- vamente, sus ideas de filosofía zoológica, ya en los procedimientos de clasificación o ya en las investigaciones anatómicas y embrioló- gicas. Ambos contribuyeron a ello, a pesar de las diferencias exis- tentes entre sus apreciaciones; porque si el primero aceptó la ge- neración espontánea, la transformación continua de las especies, la propia acción del animal para modificarse y el influjo de la trasmisión hereditaria, en cambio, el segundo, se inclina menos a aquella forma de origen y sí al papel pasivo del animal sobre el cual actúa el medio, atribuyendo a la herencia una función in- ferior; pero los dos notables naturalistas convienen en la teoría de que los animales actuales descienden de los fósiles por una se- rie no interrumpida de filiaciones. Mas, frente a la hipótesis transformista sostenida por estos representantes gloriosos de la Francia, Lamarck y G. St. Hilaire —precedidos desde la antigúedad griega hasta fines del siglo diez y ocho por eminentes filósofos y naturalistas, y a los cuales no he querido referirme por no ser ese mi propósito—levántase la doc- trina del creacionismo defendida por Cuvier, el gran fundador de la Anatomía Comparada y de la Paleontología, y también por Agassiz y d'Archiac: doctrina que apoya el principio de la fijeza de las especies. Cuvier en las Recherches sur les ossements fossils (1812) y en el notable Discours sur les révolutions de la surface du globe et sur les changements qu'elles on produit dans le régne animal (1840) expuso sus ideas. ““La vida, decía, ha sido fre- cuentemente trastornada sobre la tierra por advenimientos espan- tosos; innumerables seres vivos han sido víctimas de estas catás- trofes; unos, habitantes de la tierra seca, se han visto desaparecer por los diluvios; otros, que poblaban el seno de las aguas, han sido colocados en seco por la súbita elevación del fondo de los mares; sus mismas razas han concluído para siempre.”? Cuvier aceptó como un dogma absoluto la fijeza de las especies, creadas para vivir en condiciones determinadas y adaptadas preconcebidamente al medio, siendo producto de una potencia sobrenatural; para él las capas geológicas presentan “una flora y una fauna distintas y sin relación genealógica con las que le precedieron y le han seguido.?”” Formuló, pues, en Paleontología estas dos principios: el de las LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 253 revoluciones del globo y el de las creaciones sucesivas; así como en Anatomía Comparada, los de subordinación de los caracteres y correlación de las formas: principios que contrastan evidentemente con su idea de que no había más ciencia que la constituída por la acumulación de hechos “sin ninguna tentativa de teoría”?. Y Cu- vier, con su influencia preponderante y autoritaria, después de la famosa polémica con G. St. Hilaire en el Instituto de Francia en 1830, hizo sucumbir, aunque transitoriamente, las teorías trans- formistas de este último y de Lamarek, que no encontraron sino un eco bien débil entre los contemporáneos, hasta el punto que desde Lamarck a Darwin son pocos los naturalistas que han emi- tido, y eso vagamente, opiniones sobre aquellas teorías. El libro sobre el Origin of Species, publicado en 1859, considérase como una revelación; marca una de las fechas más memorable en la historia de las Ciencias Naturales. En Julio de 1858, y después de una sesión celebrada por la Linnean Society de Londres, dióse a conocer al mundo científico la teoría de la selección natural de Darwin y Wallace, porque no deben separarse los nombres de esos dos sabios en lo que atañe a la grandeza del descubrimiento, cuya historia no voy ahora a hacer: sólo diré que la lectura del libro de Malthus Essay of population determinó, en uno y otro, el que concibieran y se expli- casen la evolución de las especies orgánicas por el mecanismo de la selección natural; porque en realidad, la doctrina de Darwin no es otra cosa “que la selección natural, mediante la lucha por la vida, aplicada al transformismo. El transformismo es de La- marek; pero la selección, que es como su piedra angular, corres- ponde a Darwin””. Y el darwinismo es una doctrina integrada por elementos que han sido condensados así: existencia de las variacio- nes individuales que se trasmiten por herencia; caracteres here- ditarios que en los animales domésticos se fijan y exageran por la selección artificial, y en el estado salvaje por la selección natural mediante la lucha por la vida; procesos que producen al cabo individuos cuyos caracteres divergen cada vez más, originando primeramente las razas y luego las muevas especies. Si el autor de la Philosophie Zoologique concedió importancia preponderante al medio ambiente, al uso o desuso de los órganos, a la necesidad que crea o esboza por brote interior variaciones útiles, el del Origin of Species se la otorgó a la selección natural: no hay con- tradicción entre esos factores, que de uno u otro modo determinan 254 ARISTIDES MESTRE la evolución de los organismos. La lucha por la existencia, que trae dicha selección, se conoce también por la supervivencia de los más aptos, al considerarse los resultados del conflicto constante que sostienen los seres en la naturaleza y que presenta aspectos tan variados. Hecha esta rápida exposición de las doctrinas que sustentaron en el campo de la filosofía zoológica Lamarek, Geoffroy St. Hilaire, Cuvier y Darwin—y en cuya relación de ex-profeso no he descen- dido a referir detalles de las mismas, y, además, prescindido de la participación de otros sabios, aludiendo a las personalidades más salientes—voy a fijar el punto que juzgo más importante al ob- jeto de apreciar la evolución mental de Poey; y este punto es el concepto que se tenga sobre la especie, animal o vegetal. Del bos- quejo filosófico anterior, dedúcese que dos nociones bien opuestas han sugerido al espíritu del naturalista el examen de los seres vivos al tratar de explicarse sus múltiples y sorprendentes apa- riencias a través de las edades del planeta: una, discontinua; la otra, continua. La noción de lo discontinuo es el creacionismo, es la doctrina de Cuvier; la noción de lo continuo es el transformis- mo, es la doctrina de Lamarck, St. Hilaire y Darwin. Para la primera las especies se presentan como entidades aisladas sin rela- ciones entre sí, creadas para tener un modo de vida particular; se consideran en absoluto diferentes de las razas, y al mismo tiempo inmutables y fijas: es la doctrina de las causas finales, conocida también por los nombres de teológica y mosaica, y con ella el complejo problema de las adaptaciones de los seres se resuelve previamente. Para la segunda—que comprende lo con- tinuo—es evidente la serie orgánica con sus grados, desde las formas más seneillas hasta las más complejas y superiores; es relativa la diferencia entre las especies y las razas; las especies actuales se han constituído progresivamente por la acción de fac- tores naturales: es la doctrina que recibe los epítetos de evolucio- nista y científica, además del de transformista. Deslindados los campos, limitados convenientemente sus respectivos aspectos, tóca- me estudiar a Poey ante esa marcha del pensamiento filosófico, la que interpretó de una manera admirable como se verá examinando aleunas de sus publicaciones, y con las peculiares circunstancias que en el maestro habanero concurrieron y que dan, si cabe, ma- yor interés a su historia intelectual. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 255 Efectivamente, cireunstancias peculiarísimas del caso son el hecho de que Poey tratara personalmente a Cuvier cuando éste se encontraba redactando su obra sobre la Historia Natural de los Peces, sin la cual tal vez *'“no me hubiera aventurado a publicar la mía”” (la /ctiología Cubana), decía Poey en 1851; y agregaba: ““Debo esta manifestación al hombre que el siglo XIX proclama como el primer naturalista; el cual ha tenido la dicha, privilegio del genio, después de haber ilustrado al mundo durante su vida, de dejar a su muerte un diseno sucesor (Valenciennes) que se asoció a su gloria, habiéndose asociado a sus trabajos.'? Fué Poey, puede decirse, testigo del debate de 1830, a que me he referido, entre Cuvier y Geoffroy St. Hilaire; fué asimismo amigo de Agassiz, el que con d'Orbieny y d'Archiac, discípulos de la escuela eu- vieriana, defendieron con singular talento la hipótesis de las erea- ciones sucesivas. Tuvo la suerte de presenciar la evolución de la filosofía biológica en una de las épocas más críticas de su historia; asistió al triunfo de las creencias en la fijeza de las especies y en el renovamiento de las floras y faunas por los cataclismos geoló- gieos, sobre la doctrina de la descendencia, de las transformaciones de los seres como resultado, para Lamarck, de una “adaptación a las necesidades fisiológicas””, y para St. Hilaire de la *““influen- cia directa de los medios ambientes””; St. Hilaire, que sembró en la ciencia los gérmenes de la hipótesis de la variación brusca y de la teoría del paralelismo entre el desarrollo embrionario individual y la evolución paleontológica. Y Poey presenció también el rena- cimiento del transformismo en 1859, después del eclipse de algunos años, cuando recibió la doctrina el extraordinario y definitivo im- pulso determinado por los estudios de Carlos Darwin sobre el proceso de la formación de las razas y de las especies mediante la selección artificial y la selección natural, euya causa es el com- bate por la vida, sin tregua ni descanso; doctrina que contó como a uno de sus partidarios más decididos, a Heeckel, el sabio de pasmosa erudición y *“arrogante fuerza subjetiva””, autor de tra- bajos de valor científico excepcional. Pero, ¿cuál fué la actitud de Poey ante ese proceso filosófico?; ¿cómo evolucionó su pensamien- to ante esos cambios en las ideas, ante ese empeño de la inteli- sencia humana por resolver esos abstrusos problemas de la natu- raleza orgánica?; ¿de qué modo consideró el choque de teorías tan opuestas y contradictorias? Así como uno de los más presti- giosos discípulos del gran Luz y Caballero, para caracterizar lo 256 ARISTIDES MESTRE que era el fondo y la esencia de su filosofía, empleó este término: Armonía!, yo he calificado la historia de Poey en materia de doe- trinas biológicas, con esta otra palabra tan llena de significación : Excelsior! En sus Memorias (1851 a 1858), nos ofrece Poey numerosas pruebas de ser partidario de los principios de Cuvier y de la teoría de las causas finales que apoyó Agassiz, y en la cual el naturalista habanero buscaba la interpretación de los hechos; lo que puede verse en sus trabajos sobre El Anobio de las bibliotecas, la Circulación del cocodrilo, El Manjuarí, el Estudio de la especie, Los peces ciegos y Los colores, para no citar otros, y donde se ob- servan el arraigo a la doctrina cuvieriana y también el influjo que van teniendo en el espíritu de Poey las concepciones transformis- tas que aceptó más tarde. Así se manifiesta al referir la acción destructora del anobio, al explicarse las costumbres acuáticas del cocodrilo y al analizar la existencia actual del manjuarí, pez con- temporáneo de los reptiles secundarios extinguidos. **Estos ecos antidiluvianos proclamados por Agassiz, y las lucidas notas que cayeron de su docta pluma—escribía Poey en 1854—han desper- tado en mí aleunas ideas que me han dejado satisfecho acerca de las causas finales que encubrían estos peces y que mi razón no acer- taba a demostrar. ¿Por qué, decía yo, siendo el manjuarí un pez poderoso en la laguna, corpulento, armada su mandíbula de duplicada fila de dientes, fuertes y aeudos, viviendo entre las turbas tímidas de biajacas y de anguilas, por qué le ha dado Dios una armadura tan sólida, que envuelve y protege su cuerpo por todas partes, que ningún diente puede penetrar, ningún instru- mento perforar, si no son los que perforan la piedra o el hierro? Pero ya que este habitante de las aguas dulces es un hijo sobre- viviente de las primeras edades del globo terrestre, comprendo el fin de su tegumento catafractado. En aquel tiempo que medió entre la época moderna y la geogonía primitiva, el núcleo incan- descente de la tierra yacía bajo una corteza de poco espesor; las fuerzas plutónicas la rompían sin erande esfuerzo; las altas cordi- lleras no existían por no poder echar hondos cimientos, los abis- mos del mar no se habían formado a una profundidad bastante erande para engullir las aguas esparcidas sobre la redondez de nuestro planeta: un diluvio perenne lidiaba con la parte árida; las irradiaciones del calor central, la evaporación de la líquida Manura, tal vez la abundancia de gas ácido carbónico, levantaban LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 257 hasta las nubes los colosales eriptózamos que dieron origen al car- bón de piedra. Aparecieron los peces que se contentan con poco oxígeno, y que debían servir de alimento a los reptiles de dimen- siones gigantescas, los cuales por su circulación incompleta se ha- llaban en igual caso. Pero en aquella edad del mundo, los lagartos tenían alas y las serpientes bogaban con remos sobre la tierra anegada. Los Lepidósteos, perseguidos por los temibles Pterodáe- tilos y Plesiosauros, debieron la conservación de su especie a la resistencia de sus escamas. Así explico la causa final, siempre infalible, aun cuando nuestra inteligencia no sepa descubrirla.”?” Sí, Poey explicó la causa final y, sin embargo, lo que hizo fué darle al hecho una interpretación darwinista. ¡Admirables conceptos eseritos algunos años antes de que Darwin publicara su libro in- mortal! y euya exposición de literaria belleza en “nada tiene que envidiar a los elocuentes rasgos con que deseribe el naturalista inglés la supervivencia de los más aptos en la lucha por la vida, base fundamental de su grandiosa teoría de la selección natural?””, según dijo, en frase ciertamente feliz, el Dr. Carlos de la Torre cuando su ingreso en nuestra Academia de Ciencias en 1889. Estudiando Poey la organización y género de vida de ciertos peces que carecen de ojos 'y viven en lugares obscuros, trata de plantearse el problema y de resolverlo a la luz de las dos doctrinas mencionadas. Primeramente dice: *““De esta suerte tiene el pez lo que le basta, una organización apropiada .al lugar que habita, lugar de elección para él”?; y más adelante se expresa así: “Dos erandes escuelas se dividen la ciencia biológica: una que tiene al frente el nombre de G. Cuvier, y otra que se halla personificada en E. Geoffroy St. Hilaire; dos ilustres contemporáneos del fin del siglo pasado y principios de éste (el XIX). La primera tiene fe en las creaciones directas, que coinciden con las épocas geoló- gicas; en la inmutabilidad de la especie, por tanto en la infecun- didad de los híbridos, y en las causas finales; no admite la unidad rieurosa del plan, ni la serie rigurosa; ni las fases del embrión en el sentido de que la Embriogenia venga a ser una Anatomía Comparada transitoria y la Anatomía Comparada una Embrioge- nia permanente. La segunda admite la variabilidad de la especie, y con ese solo hecho niega las causas finales; admite la trasmu- tación de una especie en otra, y proclama altamente la unidad del plan o principio de conformidad orgánica; y así como consagra la idea de una evolución creciente, sdmite también la decreciente 258 ARISTIDES MESTRE por degeneración, según la influencia de los lugares y de los tiempos. ”” ¿Cómo aplicó uno u otro eriterio al objeto que investigaba? “Los que son de la escuela de Cuvier—agrega Poey—considerarán indudablemente las dos especies de Lucífugos cubanos y el Am- blyopsis de las cuevas de Kentucky, como seres creados para vivir en lugares obscuros, organizados desde el principio de la creación de la misma manera que hoy se encuentran. Mas los que se ineli- nan a la escuela de Geoffroy Saint Hilaire, no hallarían dificultad en admitir que proceden de otro tipo, provisto al principio de ojos, viviendo a la luz del sol, pero extraviados de. su morada primitiva, y modificados por la necesidad y los hábitos.” Y al preguntarse, a continuación, cuál de estas dos opiniones es más probable, responde de esta manera: “Yo no soy de ninguna escuela, sin embargo de que mis convicciones más firmes son por las creencias de Cuvier; pero he encontrado tanta filosofía en las doctrinas de la escuela contraria, que me he dejado arrebatar por ella de un movimiento simpático. Y como busco ingenuamente la verdad, he 1omado el partido de quedarme con Cuvier, siempre que la fuerza de los hechos bien observados no me obliguen a apar- tarme de las lecciones de tan ilustre maestro.*” **El problema que hoy nos ocupa—se expresaba—es de los más bellos que presenta la filosofía zoológica; y si nos hallamos en la actualidad impotentes para su completa resolución, siempre será forzoso reconocer su importancia; y podemos esperar que los experimentos bien dirigi- dos por espacio de algunos años, darían con el auxilio del micros- copio una respuesta satisfactoria.”? Este estudio de Poey es sufi- ciente a dar una idea bien elevada de su intelectualidad, de su modo de analizar escrupulosamente el problema, de su espíritu científico, de su muy notable disciplina mental, del asiento con que discurría en aquel entonces, en 1856, aplicando el concepto filosófico reinante. Bajo este aspecto en que voy estudiando al nunca olvidado maestro, es bien interesante su escrito sobre Los colores en los animales, asunto que le preocupó y al cual se refiere en este pá- rrafo magistral: “Los colores están distribuídos—escribía—en la piel de los mamíferos, en la pluma de las aves, en la escama de los peces, en las alas de los insectos, en la concha de los moluscos y en la corola de las flores con la más admirable sabiduría. La inteligencia humana reconoce en todos los rasgos del divino pincel, LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 259 la intención del pintor, que derramando con profusión sus tintes inimitables, los dispone con simetría, realces, gradaciones, com- plemento y armonía: algunos seres se distinguen por sus sencillos adornos, para mostrar la variedad en medio de la magnificencia; ninguno peca contra las condiciones del arte. El hombre, por el contrario, infringe a cada paso en sus manufacturas la ley de los complementos, que apenas empieza a descifrar; y ofende la vista con sus lienzos pintados sin acierto.”? La causa final de los colores quedaba, en ese razonamiento hecho por Poey, sin objeción: así lo creía con toda su íntima convicción. Y esto lo afirma en el mismo trabajo donde en su última parte se retractó de la opinión que sostuvo en su discurso de apertura de 1856—el primero de esta serie en que hoy me ha tocado el sexagésimo turno—conside- rando ciertas leyes como entidades; diseurso en que aparece su bello trozo sobre la Divinidad, testimonio de sus antiguas creen- cias. ““Creo con Lamarek—consienaba Poey en aquella época—que no hay más que Dios y el Universo, y que por la palabra Natura- leza debemos entender un orden de cosas: no admito otra entidad en la tierra más que la que anima el cuerpo humano.”” Esa etapa filosófica de Poey, en que fué partidario de Cuvier y de Agassiz, pasó para no volver; la doctrina del transformismo la aceptó aquél “a medida que Darwin y su escuela fueron des- truyendo los areumentos que hicieron sucumbir las tentativas de sus ilustres predecesores”? (Dr. C. de la Torre); y ese cambio en sus ideas lo hubo de expresar sucesivamente en diversas publica- ciones hasta los últimos años de su vida, pudiendo considerarse, como los puntos extremos de esa cadena de su evolución filosófica, el célebre discurso universitario a que he aludido ha poco y su apreciación sobre las armónicas y ordenadas relaciones de los áto- mos en la restitución de los eristales: que ya en su no menos interesante disertación De la especie en general y con relación a los moluscos **se sienten palpitar—para valerme de otras palabras del Dr. La Torre—los gérmenes de las nuevas ideas y presenta numerosos ejemplos de variabilidad de las especies, base funda- mental del transformismo””; y en la contestación de Poey al dis- curso de ingreso del Conde de Pozos Dulces en la Academia de Ciencias de la Habana no se define en el sentido de la doctrina de la fijeza, sino que se mantiene en actitud espectante respecto del resultado de venideras investigaciones. Estudió con interés el problema del instinto en los animales, 260 ARISTIDES MESTRE viéndosele en sus primeros escritos relativos a esta materia dis- currir conforme a las apreciaciones de Federico Cuvier, expues- tas por Flourens, cuidando de no caer en los errores de Descartes, en las exageraciones de Réaumur, ni en las contradicciones de Buffon. Al referirse al arduo asunto de la inteligencia y del instinto en los insectos, Poey, en su Historia de la Abeja de la tierra, con- viene “en que la inteligencia-es nula o casi nula, en la generali- dad de los inseetos; pero, pienso que existe—agrega—hasta cierto grado entre los individuos de esta clase que viven en sociedad, como las abejas y las hormigas. El instinto social, en los insectos y en el hombre, es inseparable del ejercicio de la inteligencia”; y cita curiosos ejemplos tomados de la historia de las abejas, com- probatorios de ambas facultades. “Lo que parece que debemos referir a la inteligencia es la corrección de un trabajo ya coneluí- do; como cuando por un aceidente amenaza ruina el edificio de los panales y se ponen los puntales necesarios para su conserva- ción; como cuando una abeja bizoña o inadvertida—eseribe tam- bién Poey—eoloca mal los montones de cera, y llega otra más en- tendida que desbarata su obra y la corrige.*? Esta opinión supera, sin duda, a la emitida por los que consideran en términos del todo absoluto esas manifestaciones del psiquismo animal, y son de tanto más valor sus observaciones cuanto que datan de aquella época en que prevalecían los viejos conceptos filosóficos. De esos tiempos data su artículo sobre El hombre intelectual y moral comparado con el bruto, artículo que al reproducir muchos años después, en 31886, lo hace corregido y ampliado, “pero conservando cierta exa- geración, debida a la escuela de Cuvier, Flourens, Quatrefages, trocadas actualmente por las de Lamarck, Darwin, Huxley y otros eminentes pensadores, con los cuales concedo a los brutos los actos inteligentes y morales del hombre, aunque en grados inferiores; cuya elevación corresponde al lugar que ocupan en la escala de los seres: esto no quita que la distancia sea inmensa, en este res- pecto entre el hombre civilizado y el bruto”. La interpretación transformista surge también en el mismo problema de los colores en los animales y en otros estudios donde rectifica sus conceptos científicos. Pero, digámoslo de una vez y para no prolongar más esta ex- posición de hechos: Poey al publicar en 1888 sus Obras literarias, declaró precisamente en el Próloszo de las mismas—y esa manifes- tación la creyó una obligación por su parte—que sus opiniones LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 261 filosóficas no eran las de 1856, cuando su primer discurso univer- sitario, ni cuando más tarde redactaba sus Memorias sobre la His- toria Natural de la Isla de Cuba; entonces, si la ciencia no le explicaba un hecho, modestamente decía: yo ignoro. Ah!, qué se- ductora es la evolución filosófica del fundador de la enseñanza de la Zoología y de la Anatomía Comparada en esta Universidad ! Dentro de la marcha de su pensamiento a través de su profeso- rado, las nuevas ideas fueron sustituyendo al antiguo concepto sin apreciable oscilación: no volvió atrás, siempre adelante, Excel- sior!—que no hubiera importado aleuna regresión en el proceso de sus ideas—¡ tantos la han tenido antes de encauzarse definiti- vamente! ¿No la presentó, en cuanto a la especie, Linneo, trans- formista en Amenitates y partidario de la fijeza en su Sistema nature?; ¿no defendió Buffon la variabilidad, para después acep- tar un tipo de especie intermediario, a la vez inmóvil y mutable? Poey, a este respecto, mostróse muy por encima de otros hombres eminentes. “Aunque no sea más que para exhibir, sostener y comprobar—escribía el Dr. Juan Vilaró, considerando la condición mental del maestro—que la metapsicosis evidente entre el joven y el viejo, Poey, es superior, muy superior a la evidenciada entre el joven y el viejo Baer, entre el Virchow de Wurzboure (1848-1856) y el Virchow de Berlín (1878), tan diena, justa y cumplidamente fustigados por el Naturalista de Jena*”: mentalidad comparable a esos cuerpos celestes que atraviesan el espacio infinito en su mo- vimiento constante y alejándose incesantemente de su punto de partida a donde no han de volver jamás! A Poey no le fué extraño el positivismo de Augusto Comte, que continuaron dos tendencias filosóficas a las cuales están unidos Littré y Laffitte; y cuya doctrina tomó cuerpo entre hombres de- dicados a las ciencias experimentales. Uno de los discípulos de esa escuela refirió las que a su juicio eran relaciones entre el darwinis- mo y el comtismo. “La revolución zoológica—decía Andrés Poey en un libro que vió la luz en 1876 (*)—iniciada en 1809 por Lamarck, vagamente precedida ¡por Wolff en 1759, preparada y secundada por el eran poeta Gaethe, y sostenida por E. Geoffroy Saint Hilaire, ha tomado, a partir de 1859, proporciones colosales bajo la impulsión sistemática de Carlos Darwin, en Inglaterra, y de Ernesto Heckel, en Alemania”; agregando más adelante estas palabras: “Finalmente, en una época en que Lamarck cayó com- (1) Le Positivisme; par André Poéy. Paris. 1876. 262 ARISTIDES MESTRE pletamente en el olvido, Augusto Comte tuvo el mérito indiscutible de haber sabido apreciar, rectificar y completar una doctrina que se ha vuelto hoy el eje del darwinismo.” No pienso diseutir los puntos de contacto que pudieran tener esas escuelas, ni el influjo de Comte en el evolucionismo de Lamarek y Darwin, sino sólo indicar que Felipe Poey cayó siempre, en sus apreciaciones, del lado de Littré, de la tendencia **de los que, a pesar de haber bo- rrado alguna parte del lema primitivo, se han conservado en rea- lidad leales a este espíritu y al rieuroso método inductivo””, no aceptando prematuras construeciones; y dió así aquél una prueba más de sus aptitudes intelectuales y del temple de su espíritu. Y digo del temple de su espíritu, porque cuando más adelante su hijo Andrés volvió a escribir en favor del erupo que capitaneaba Laffitte, el padre pidió opinión sobre el nuevo libro a un médi- co (*) buen conocedor de esa escuela filosófica. La respuesta fué contraria al hijo, pero al padre le satisfacía; estuvo éste de acuerdo con el crítico, a quien dijo, agradecido: ““mi hijo sabrá que usted además de médico es cirujano, y que aleo ha de doler la cuchilla?”; y no tardó en enviársela, sin vacilación, cumpliendo sinceramente con lo que estimaba su deber. En Felipe Poey la fisonomía moral corría parejas con su prestigio científico; sin prejuicios, reveló siempre su capacidad para instruirse. “Entre todos los zoólogos de nuestros tiempos—expresábase respecto de él David Starr Jordan, un sapiente naturalista norteamericano—no conozco a ninguno tan dispuesto a aprender de donde quiera que le venga la enseñanza; no tiene ninguna teoría que no esté dispuesto a cambiar por otra mejor.?” Palabras que Jordan escribió en 1884, y que yo, apenas hace un año y siendo compañero suyo, en un viaje de Liverpool al río San Lorenzo, experimenté la dulce satisfacción de oírselas pronunciar; Poey era un hombre franco, sin afectación, sencillo, pero Jleno de una dienidad tranquila. Es lósico suponer que Poey, a juzgar por esas admirables ca- racterísticas de su superior intelecto, se inclinara del lado de Darwin—cuya teoría se consideró con el valor de las leyes new- tonianas—y sustituyera en su espíritu la noción de la fijeza y la (1) Me refiero al Dr. Antonio Mestre, mi padre, quien en su tesis leída y sostenida en la Universidad de la Habana en 1862 sobre los diversos siste- mas médicos que prepararon el establecimiento de una Noción científica de la vida, se expusieron y sustentaron por primera vez en dicho superior Centro docente las opiniones filosóficas de los Comte, los Jantet y los Robin (Revista Enciclopédica, 1886; Revista Cubana, 1887). LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 263 interpretación de las causas finales por la del transformismo. La lectura y estudio detenido de las obras del naturalista inglés, de Huxley, Lyell, Heckel y Spencer, entre otros autores, y sus per- sonales investigaciones posteriores a la luz de las nuevas doctrinas, cambiaron profundamente su pensamiento filosófico, satisfaciéndole el admitir la evolución gradual de las especies y su explicación por factores naturales como la compleja acción de la concurrencia vital, la selección natural y el influjo del medio en que los organismos nacen y se desenvuelven. El que en 1856, y buscando ““ingenua- mente la verdad””, a pesar de las simpatías que le inspiraba la teoría opuesta, resolvió entonces seguir con Cuvier mientras la fuerza de los descubrimientos no le obligasen a abandonarlo, tenía que hacer esto, tan pronto como los hechos y las observaciones bien comprobadas, destruyeran el ruinoso sistema de la fijeza de las especies. Poey, con juicio sereno, acepta el darwinismo como doe- trina que viene a dar solución a problemas interesantes, pero distinguiendo en ella sus bases sólidas y sus fundamentos hipoté- ticos; sin apasionamiento ni temor va en pos de la realidad que ha de descubrirle la ciencia sin vanas ostentaciones, siendo siem- pre respetuoso con los insignes naturalistas Cuvier y Agassiz—cu- yas atenciones y amistad mereció—aunque aquella realidad deter- minara en su mente el abandono de ideas formadas en su juventud y que proporcionaron en otras épocas intensos placeres a su her- mosa inteligencia y a su corazón bondadoso. El transformismo no le hacía olvidar la Causa Suprema, ni lo despojaba de sus senti- mientos religiosos. La Biología moderna no suprime a Dios: lo ve más lejos y sobre todo, más alto!—ha escrito con sano juicio un ilustre zoólogo contemporáneo, Lamarck no dudó de Aquél, y Darwin en sus obras le rinde homenaje a la Divinidad. “Lo absoluto permanece inaccesible a nuestra inteligencia; quedémonos en lo relativo y contentémonos con el estudio de los fenómenos y de sus condiciones.*'? **Analizar las condiciones de esos fenóme- nos—dijo Paul Bert, el ilustre fisiólogo—y medir la importancia de cada uno de ellos, he ahí la ciencia; tratar de explicarse la esencia y, por tanto, suponerle un móvil inmaterial; imaginar una fuerza que esté fuera de aquéllos y, sin embargo, los domine: he aquí la fantasía.” Y la fantasía y el sentimiento no son el mejor criterio para apreciar los problemas del dominio científico. Esa fué la pauta de Poey y el marco a que ajustó su obra de naturalista, tan variada y extensa; así comprendía la mencionada 264 ARISTIDES MESTRE doctrina en años bien próximos a la inmediata reforma de estu- dios, precisamente, cuando fuera de los muros de la Universidad, en 1879, exponíase en una conferencia—hecha en aquella época en que el movimiento intelectual cubano demostró una selecta acti- vidad—la doctrina de Darwin y su aplicación al hombre con un sentido de severa filosofía, deslindando convenientemente los campos al invocar el método apropiado a tales investisaciones, y juzgarla, además, desde el punto de vista de la moral humana; porque nada más digno que pensar cómo nos emancipamos de la brutalidad, de la ignorancia y de la miseria, para alcanzar la civi- lización, el saber y la libertad, y por nuestras propias fuerzas! ““Y sin embargo—decía el Dr. Antonio Mestre (*), al examinar el origen animal del hombre dentro del darwinismo y bajo ese concepto—no repuenan esa descendencia hombres eminentes, hon- ra y gloria de la humanidad y de la ciencia; de esos que han ahondado el surco del saber y levantado los cimientos de la inmensa pirámide a cuya altura han subido, ínterin a su base pululan y hormiguean innumerables seres que tampoco querrían tener tan bajo origen, pero que poseyéndolo muy noble, acaso por atavismo o por reversión genealógica muestran la fiereza del tigre o el vicio de la urraca, o son ejemplos vivos de los caracteres más degrada- dos, de los instintos más sanguinarios y de los crímenes más ho- rrendos! ¿Qué querríais mejor ?—se preeuntaba el que fué nuestro profesor de Historia de las Ciencias Médicas. ¿Qué preferiríals entonces? ¿Tener un humilde principio y llegar a un fin soberano, o lo inverso? ¿Haber nacido en pobre pesebre, como aquel hom- bre sublime en quien la humanidad adora prosternada una ver- dadera y divina Providencia, por haberse elevado sobre los demás hombres, sobre los Césares de su tiempo a impulsos del amor por sus semejantes, de su caridad y de su abnegación, o haberos mecido en las doradas cunas de los Calígulas y de los Nerones?...”? Ah! con cuánta razón dijo entonces que la teoría darwiniana no es la teoría del descendimiento, sino por el contrario la teoría de la ascensión ! Mediante el Plan de Estudios de 1880 (2%) establecióse en la Universidad Literaria la división de la Facultad de Ciencias en ' (1) Origen natural del hombre; por el Dr. Antonio Mestre. Revista de Cuba, tomo V, 1879. (2) Legislación de Instrucción Pública de la Isla de Cuba. Habana, 1881, LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 265 las secciones de Físico-Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales, comprendiendo los estudios comunes y especiales con asienaturas de los períodos de Ampliación, de la Licenciatura y del Doctorado. Por este plan la enseñanza de las Ciencias Zoológicas sufrió una importante diferenciación, ampliándose notablemente. En el pri- mero, se explicaba la Zoología, considerada de una manera gene- ral y en su conjunto. En el de la Licenciatura, inicióse aquel cam- bio con las asignaturas de Zoografía de Vertebrados vivientes y fósiles, Zoografía de Articulados vivientes y fósiles y Zoografía de Moluscos y Zoófitos vivientes y fósiles; agregándose después la de Anatomía y Fisiología Animales. En el del Doctorado—no cons- tituído sino más adelante—se explicaron la Anatomía Comparada, la Paleontología estratigráfica y la Histología, que se estudiaba en la Facultad de Medicina. Todas ellas formaron en ese sentido el cuadro del meneionado plan. Esta reforma, lo mismo que la de 1863, encontró a Poey en su puesto, porque él llenó con su profesorado todo el espacio com- prendido desde 1842 a 1880—período que bien merece llamarse época de Poey,—la primera en que he dividido esta relación his- tórica. Entonces él, además de la Zoología de los estudios comu- nes del grupo de Ciencias Naturales que venía desempeñando ha- cía tantos años, se hizo cargo de explicar las Zooerafías acabadas de crear. Yo tuve la satisfacción de contarme entre sus discípu- los de Zoología en el curso de 1880 a 1881 y de ser alumno suyo de Zoografía de Vertebrados en el de 1886 a 1887; como también de recibir el incomparable honor de haber sido encargado de esta última asignatura al ocurrir su fallecimiento en 1891. Así es que experimenté la dicha inmensa de escuchar sus eruditas explica- ciones, de recibir saludable enseñanza de sus labios, de admirar al profesor ejemplar, eumplidor inflexible del deber académico, al maestro honrado en toda la extensión del término; y me fué dado contemplar las bellezas de su espíritu y penetrarme de todo lo que valía su eran inteligencia sabiamente cultivada, que brilló en el ocaso de su larea y laboriosa vida con el esplendor que ostentara en sus mejores días! Dilatóse, desde luego, y en los tiempos que corrieron después de 1880, y especialmente en la década de 1880 a 1890, el horizonte de la enseñanza a que aludo; se sacaron a oposición la mayor parte de aquellas cátedras y nuevos elementos integraron el cuerpo de Profesores de la Facultad de Ciencias, en su Sección de las Natura- 266 ARISTIDES MESTRE les: el Dr. Vilaró obtuvo la de Historia Natural, comprendiendo la Zoología (período de estudios comunes); el Dr. La Torre la de Anatomía Comparada; y el Dr. Vidal Careta la de Paleontología estratieráfica. Las distintas Zoografías fueron dadas por Poey, Vilaró y La Torre; y todos ellos —cualesquiera que fuesen las asig- naturas que por tal o cual cireunstancias se les encomendasen—de- mostraron, al desempeñarlas, una franca aceptación de los progre- sos realizados en esas ciencias. En efecto, las clasificaciones zoológicas sufrieron cambios que se imponían. Cuvier realizó, sobre el sistema artificial de Linneo, un importante adelanto al dividir el reino animal en estos cuatro erupos naturales: vertebrados, articulados, moluscos y radiados, a - los que consideraba como tipos fundamentales; y Baer, desde el punto de vista embriológico, distinguió también cuatro formas prin- cipales, las que correspondían a los erupos formulados por Cuvier, a quien sirvió de base la anatomía. Pero, más tarde, las nuevas adquisiciones de los naturalistas exigieron la multiplicación de ese número de tipos o ramas: se separaron los infusorios de los ra- diados y se les llamó a los primeros, protozoarios; los radiados se dividieron en celenterados y equinodernos, y los articulados en artropodos y vermes. Por otra parte, “la idea de una separación bien completa entre las diferentes ramas sin ninguna transición posible—ha eserito un célebre zoólogo de Viena—debió ser com- pletamente abandonada. Investigaciones más profundas han de- mostrado que entre los tipos fundamentales existen formas inter- mediarias, que tienden a borrar esta línea de demarcación infran- queable en que se ereyó anteriormente””; formas de transición que favorecen el criterio de un punto de partida común para el desarrollo de las distintas series animales, sin desvirtuar la ver- dadera noción del tipo; y el conocimiento de la evolución onto- génica, si se quiere precisar con rigor sus relaciones naturales, completará el estudio del animal adulto. “Una buena clasificación no debe tener en cuenta las formas exteriores*”—dice A. Girard a este propósito; “no hará intervenir los caracteres tomados de la anatomía del ser adulto sino cuando estos caracteres se hayan pesado en la balanza de la embriogenia. Las semejanzas adapta- tivas, resultado de un mismo género de vida y comparables a lo que se llaman en el hombre las semejanzas profesionales, no afectan solamente al aspecto exterior de los individuos; ellas reaccionan sobre todo el organismo y en ciertos casos lo deforman, enmasca- LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 267 rando los lazos reales de consanguinidad entre animales de la misma familia*”?; consideraciones que fueron estimadas al esta- blecer las divisiones fundamentales y secundarias en Zoología, que respondieron al influjo de la teoría darwiniana sobre la taxo- nomía y los otros capítulos que comprende aquélla. Poey siguió el cambio en la clasificación zoológica como lo de- muestra su Cuadro sinóptico de la clasificación de los simios y su Tabla sinóptica de los animales divididos en tipos y clases, ambas publicadas en 1886 (*), cuando explicaba la Zoografía de Verte- brados vivientes y fósiles. Los tipos de Poey corresponden por lo general a los nueve formulados por Claus, pero invierte el orden colocando al principio los organismos superiores; lo que explica del signiente modo: '““Aunque admito—manifiesta en la primera de las notas que acompañan a la Tabla—con Lamarck, Darwin, Huxley, ete., la evolución de los tipos a partir de las formas infe- riores, ereo más conveniente colocar a la cabeza de mi Tabla los organismos superiores; a la manera de las clasificaciones, que re- presentan el orden de superposición de los terrenos. En esta Tabla—agrega Poey—el orden jerárquico no corresponde siempre al de sucesión en la serie; atiendo más al grado de complicación que alcanza cada tipo en virtud de la diferenciación morfológica, y por eso coloco debajo de los Vertebrados a los Artropodos y no a los Tunicados, aunque estos últimos parezcan haberles precedido en la evolución del tipo.*? Con estas palabras queda salvada cual- quiera errónea interpretación. La Distribución metódica de los Vertebrados de F. Martínez y Saez (Madrid, 1879) fué el texto oficial de Poey para la clase de Zoografía de ese erupo de anima- les, el más alto en la serie; pero, realmente explicaba el curso con sus notas personales, publicadas más tarde por el Dr. Vilaró. El Tratado de Zoología de Claus sustituyó a la obra de Pérez Arcas; reforma que introdujo en la enseñanza el Dr. Vilaró al explicar la Zoología en el curso de 1882 a 1883. Esa obra, publi- cada en alemán, fué primero vertida al francés (2) y luego al cas- tellano, prestando inapreciables servicios a los que estudiaban aque- lla ciencia. Moquin-Tandon, en la traducción francesa de 1877, expresa terminantemente su preferencia por el mencionado libro, debida a múltiples cireunstancias; él “ofrece a la cabeza de cada (1) Revista Enciclopédica; director: Dr. Carlos de la Torre. Habana, 1886. (2) Traité de Zoologie; par Claus. La segunda edición francesa es de 1884, París; está traducida de la cuarta alemana. 268 ARISTIDES MESTRE erupo principal, rama, clase, orden, una exposición sucinta, pero completa, de la organización de los seres comprendidos en cada uno de estos grupos, y un resumen de su desarrollo””; y en las ceneralidades, en la primera parte, se expone imparcialmente la doctrina del transformismo. En 1885, el Dr. Vilaró publicó sus Apuntes de Zoología (*) para facilitar la tarea de los alumnos. Sirviéronle de fundamento a este texto—que utilizó durante varios años para la enseñanza de dicha ciencia—las obras de Claus, Lanessan, Sicard, Heeckel y E. Perrier. En las generalidades, siguiendo principalmente a Claus, trata las cuestiones relacionadas con la filosofía zoológica, alude a múltiples problemas que sirven de fundamento a la sistemática y que corresponden a la biolovía animal, tales como las leyes de la herencia y de la adaptación, para no citar otros. Estudia Vilaró, con relativa extensión, el concepto de la especie, siendo partidario entusiasta del transformismo. Aparecen en el libro, antes de las descripciones de los erupos que hace metódicamente y a partir de las formas inferiores, la Tabla sinóptica de Poey, ya mencio- nada, y las clasificaciones de Heeckel y de Claus, que sigue en el texto referido; y consíenanse aleunos datos relativos a la fauna cubana tomados de los trabajos de Poey y Gundlach. “Su valor como profesor—escribe de Vilaró un distinguido compañero nues- tro—se condensó en la publicación de sus numerosos libros de texto. Y no podía ser de otra manera, porque fué antes que todo un escritor.*? “Qué discípulo del Dr. Vilaró—dijo también uno de sus apreciables panegiristas—no recuerda con placer al maestro asiduo y laborioso que curso tras curso iba enseñando doctrina de buena ley, como él decía?”” Indudablemente, durante los años de 1892 a 1900 (2) en que aquel profesor explicó la cátedra de Zoología y a la cual dedicóle atención especial, hubo de demostrar una marcada laboriosidad, empeño manifiesto en cumplir su come- tido, como lo revela el desenvolvimiento de sus clases universita- (1) Zoología. Apuntes; por el Dr. J. Vilaró. Habana, 1885. (2) El Dr. Juan Vilaró y Díaz nació el 3 de Diciembre de 1838, falle- ciendo el 4 de Octubre de 1904. En 1880 fué nombrado Profesor Auxiliar de la Facultad de Ciencias. En Diciembre de 1882, por oposición, catedrático de Historia Natural; desempeñando también otras cátedras. Dió a la publicidad numerosos trabajos: La Fauna de Cuba, Las leyes de pesca y caza, La espon- gicultura, ete., ete. Véanse: Apuntes biográficos del Dr. Juan Vilaró; por el Dr. Antonio González Curquejo (Repertorio Médico-Farmacéutico) 1890, Ha- bana;—Elogio del Dr. Juan Vilaró; por el Dr. Santiago de la Huerta (Revis- ta de la Facultad de Letras y Ciencias, vol. IV), 1897, Habana;—Elogio del Dr. Juan Vilaró (en la Academia de Ciencias); por el Dr. Felipe García Cañizares, 1907, Habana. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 269 rias y las numerosas publicaciones debidas a su pluma, que versa- ban sobre materias propias de su enseñanza, y, sobre todo, su adhesión, a veces apasionada, por las teorías científicas modernas. Difundió la Zoología a la altura de su época en el alto magisterio; y Vilaró, en los actos públicos universitarios donde tuvo parti- cipación, en más de una oportunidad dejó ver que “la ciencia no puede estancarse, porque para ella también el movimiento es condición de vida, y va personalmente y lleva a sus alumnos con los que progresan**; y lo efectuaba respondiendo a estas dos co- sas que constituían en aquel profesor cualidades dignas de enco- mio: su amor a la ciencia y lo que consideró su deber de maestro. Con el plan de 1863 la Anatomía Comparada dejó en realidad de explicarse hasta algunos años después de la reforma de 1880. Surgió de nuevo su enseñanza y en relación con los progresos doe- trinales ya definitivamente establecidos, al crearse el doctorado en la Facultad, cuando el Dr. Carlos de la Torre tomó posesión de aquella cátedra en 1885, una vez terminadas sus brillantes oposiciones. Las obras de Blainville, de Hollard, de Siebold y Stannius, Van Beneden y Cuvier, que inspiraron las lecciones y los notables trabajos de Poey, resultaban fuera de lusar ante las nue- vas orientaciones de aquella disciplina científica, cuya interesante historia me atrevería a dividir en estos tres grandes períodos: el primero de Aristóteles a Cuvier, el segundo de Cuvier a Darwin, el tercero de Darwin a nuestros días. Poey explicó la Anatomía Comparada de 1842 a 1863 bajo el influjo de los estudios y teorías del célebre profesor del Museo de Historia Natural de París; y La Torre la enseñó en plena época darwiniana, mostrando a sus discípulos—y yo proclamo aquí mi buena suerte de haberlo tenido entonces por maestro, de ser ahora su compañero en la obra de la enseñanza, y siempre el admirador de su genio de naturalista—co- mo esa rama de la ciencia fué un apoyo indiscutible del transfor- mismo, robusteciéndolo con sus hechos e inaugurando su período moderno. Para esa labor profesional universitaria, utilizó La To- rre, en sus clases superiores y por texto en sus cursos, un libro espléndidamente escrito y repleto de hechos y de doctrinas y que respondía a las lógicas exigencias de aquellos tiempos: me refiero al Manual de Anatomía Comparada de Gegenbaur (*), el emi- (1) Manuel d*Anatomie Comparée; par Carl Gegenbaur. Paris, 1874; consultándose también en curso sucesivos los Eléments d*Anatomie Comparée, par Th. H. Huxley. Paris, 1875 y 1877; y el Traité d*Anatomie Comparée pratique; par C. Vogt et E. Yung. Paris, 1888. 270 ARISTIDES MESTRE nente Profesor de la Universidad de Heidelberg; en el cual, según Vogt, se *“presenta por primera vez la aplicación rigurosa y metó- dica de la teoría de la descendencia a la Anatomía Comparada”, que es sintética frente a la condición analítica que distingue a la Zoología propiamente dicha; y es la ciencia de las homologías, a las que sigue en el complicado proceso de la diferenciación em- briológica, o en las transformaciones infinitas experimentadas por los órganos en la serie de los animales. Se comprende bien la sig- nificación que aleanzan los estudios de esa importantísima rama de las Ciencias Zoológicas, de las que viene a ser algo así como su coronamiento; y, por otra parte, las aptitudes que debe tener el profesor llamado a difundirla, que ha de ser de excepcional competencia. Excusadme, señores, que no refiera en estos momen- tos las cireunstancias extraordinarias que coneurrían entonces, y coneurren ahora, aumentadas desde luego, en el Dr. La Torre, profesor actual de Zoología en nuestra Escuela de Ciencias: dema- siado conocida es su pericia científica; palpita aún en este recinto el eco mundial de sus notables descubrimientos, el triunfo de su clarividente inteligencia investigadora; Poey, al morir, puso en sus manos la antorcha de la ciencia, y él la ha mantenido siempre enhiesta y refulgente! Agregósele al Dr. La Torre la asignatura de Zoografía de Mo- luscos y Zoófitos, materia—la primera—que constituía su dedica- ción predilecta; su especialidad zoográfica es la Malacología, a la que ha consagrado sus mejores tiempos y en la que goza de justo y universal renombre. He dicho ya que las tres Zoografías—la de Vertebrados, la de Articulados, y la de Moluscos y Zoofitos, com- prendiendo los seres vivientes y los fósiles—fueron enseñadas, des- de que las creó en nuestra Universidad el plan de 1880 y en años académicos sucesivos, por Poey, Vilaró y La Torre en cursos dis- tintos dentro del período ya indicado; sirviendo de guía, entre otras obras, principalmente las de Martínez Sáez, Claus y Chenu. La Paleontología fué explicada en su aspecto estratieráfico por el Dr. F. Vidal Careta (*), al que se le encargó también de la Geolo- (1) El Dr. Francisco Vidal Careta comenzó sus lecciones de Paleontología estratigráfica (Doctorado) en el curso de 1885 a 1886. En 6 de Enero de 1886 se le encargó la Geología. En 1894 pasó a Madrid, tomando posesión al siguiente año de la cátedra de Paleontología estratigráfica en aquella Univer- sidad. En su discurso de recepción en la de la Habana trató de las relaciones entre las plantas y los insectos desde el punto de vista de la evolución pa- lentológica. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 271 gía, utilizándose el libro de Hoernes (*); esta obra y la de Zittel, las aprovechó el Dr. Santiago de la Huerta cuando más tarde que- daron a su cargo esas clases. La Anatomía y Fisiología Animales la estudiaron los alumnos en Paul Bert y Letourneanu, generalmente; y se dió de 1889 a 1900 un medio curso de Biología general, siguién- dose el tratado de Herbert Spencer (*%). La Histología, cuyas lee- ciones iban a tomar en la Facultad de Medicina los estudiantes que eursaban el Doctorado en Ciencias Naturales, no era la Histo- logía Zoológica sino la Histología Normal Humana que servía de base a los futuros galenos para el conocimiento de las alteraciones más o menos profundas, benignas O graves, que sufren los tejidos a consecuencia de diferentes procesos morbosos. Esta forma de la enseñanza de las Ciencias Zoológicas terminó con la dominación española en Cuba, viniendo después la nueva era que tanto se anhelaba y que transformó completamente nuestro porvenir. Durante la primera intervención americana se dictaron las Or- denes 212 y 266, conteniendo dos planes de estudios, correspon- dientes a Noviembre 4 de 1899 y a Junio 30 de 1900: de ambos parte el período actual, el último de los tres en que he dividido la relación histórica objeto de mi discurso; estas organizaciones de enseñanza determinaron, sucesivamente, una ampliación, y luego una reducción en lo que al aprendizaje de las Ciencias Zoológicas atañe. Así, en la de 1899 existieron las 'asignaturas de Zoología general, Zoografía de Vertebrados, Zoografía de Invertebrados, Anatomía y Fisiología Animales, Biología y Anatomía comparada, Paleontología, Evolución del reino animal y Antropología general con ejercicios de Antropometría; y en la de 1900, todo fué re- ducido a estas tres cátedras: la de Biología, la de Zoología (dos cursos), y la de Antropología, no quedando, como consecuencia de dicha Orden 266, más que un solo doctorado en la Escuela de Ciencias, y fueron suprimidas las tres secciones de 1880 y 1899. La reforma que trajo la Orden 212, y que respondió a los mejores deseos del ilustre cubano que la redactó, tuvo una existencia efí- mera; apenas fué implantada, vinieron nuevas exigencias a pro- (1) Manuel de Paléontologie; par R. Hoernes. Paris, 1886. (2) Principes de Biologie, par Herbert Speneer. Paris, 1880. Esta obra del ilustre evolucionista inglés me sirvió para dár una serie de lecciones sobre Biología general, autorizado para ese medio curso por el Sr. Decano de la Facultad de Ciencias. Me ocupé principalmente entonces de la evolución de la vida y del desarrollo morfológico y fisiológico, a ARISTIDES MESTRE Y ducir su remoción definitiva. En ese espacio de tiempo tan corto de su vida, unos seis meses próximamnete, no fué posible orientar como era debido los estudios zoológicos que comprendía, no bien limitados a los efectos de su misma enseñanza, de la que se encat- saron los doctores Vilaró, La Torre, Borrero (*) y Montané; siendo nombrado en Febrero 23 de 1900 el Dr. J. I. Torralbas Profesor auxiliar y Conservador de los Museos de Zoología y de Antropo- logía. No puede negarse, pues, que el plan Lanuza, si bien reunió en la Zoografía de Invertebrados la de Articulados y la de Mo- lusecos y Zoófitos del anterior, en cambio creó las asignaturas de Biología, de Evolución del reino animal y de Antropología: fué un paso de avance en la historia de las Ciencias Zoológicas en nuestra Universidad, que si abortó al nacer, a él se debe la ini- ciación oficial de estudios ratificados por la Orden 266 y que mo- dificaban ventajosamente aquellas enseñanzas. El plan de estudios que contiene la Orden que acabo de citar fué redactado por el Dr. Enrique José Varona, siendo Secretario de Instrucción Pública del Gobierno del General Wood (2). Pro- púsose su autor—cuyos prestiglos personales nadie desconoce y yo no necesito encomiar—“la renovación del espíritu que presidió por muchos años la enseñanza superior””, porque el vigente era para él “un plan de proliferación por el que se aumentaban cáte- dras y se subdividían sin que se advirtiese un cambio de orienta- ción en la enseñanza pública, pues todo seguía dentro de las anti- cuas líneas y hasta respetándose el viejo método?” (*); y ese cam- bio radical se imponía a los ojos de Varona desde muchos años atrás: era imprescindible la objetividad de la enseñanza; mejor era, decía, leer menos y observar más, comparar y experimentar más, pero faltaban los elementos, aun los más esenciales. “N1 aulas, ni laboratorios, ni gabinetes, ni aparatos—escribía el eminen- (1) El Dr. Esteban Borrero Echeverría fué nombrado en Diciembre 28 de 1899 catedrático de Anatomía y Fisiología Animales, Biología y Práctica de Zootomía y de Anatomía Comparada. Con el plan Varona pasó a la Escuela de Pedagogía, creada por la Orden 266. (2) Memoria Anuario de 1888 a 1889; Habana, 1900. Gaceta de la Ha- bana de Julio 5 de 1900. La enseñanza universitaria quedó organizada en tres Facultades: Letras y Ciencias, Medicina y Farmacia, y Derecho. Este plan, comprendido en la Orden núm. 266, sufrió posteriormente algunas modifi- orígenes; y ha sido ampliamente documentado para su reproducción en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, 1915. (3) La Universidad de la Habana. Ensayo histórico; por el Dr. Juan Miguel Dihigo. (Cuba Pedagógica) 1912. Este trabajo es una bien redactada síntesis de la evolución histórica de nuestra Universidad, a partir de sus orígenes, ampliamente documentado se ha reproducido en la Rev. de la Fac, de Letras y Ciencias, Vol. XXI, 1915, LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 2 J [do] te patricio, que hoy ocupa con sobra de títulos la Vicepresidencia de la República, en uno de sus artículos críticos en 1888 (*)—ni agua siquiera encuentra en la Universidad el alumno, que ha de cursar, sin embargo, física, química, histología, anatomía compa- rada, fisiología animal y vegetal... ni menos encuentra manipu- ladores prácticos que lo adiestren en el uso de los instrumentos indispensables para realizar siquiera las operaciones elementales; y de todo ello resulta que, por grandes que sean el saber y el talento del profesor, no logra el estudiante iniciarse en el verda- dero espíritu de esas disciplinas.”? “La experiencia descrita en el libro no debe aceptarse, sino a título provisional, mientras no se realice en el laboratorio””: ellos son, según la frase de Huxley, los vestíbulos del templo de la filosofía de las ciencias! Y esto sin con- tar con nuestra condición psicológica que exigía todavía más ese cambio; porque el cubano pretende alcanzar con su imaginación lo que sólo se logra por medio del riguroso experimento o de una observación bien completa; sin olvidar que descendemos—y la he- rencia es un factor no despreciable—de quienes han demostrado ““entre los pueblos cultos, la menor suma de aptitud o de ineli- naciones para las ciencias experimentales””, esas que nos enseñan 2 interrogar a la naturaleza a fin de conocer sus energías y poder dirigirlas y utilizarlas convenientemente. Muchos de los empeños del plan no han podido llevarse a cabo, aleunas de sus deficiencias las ha dejado ver el tiempo transcu- rrido de su implantación acá, que otras fueron indicadas en el primer momento; pero, las mejoras reales y el incremento que aquél ha producido en la enseñanza práctica de las ciencias puras y aplicadas que se explican en diversas Escuelas de esta Univer- sidad, es un hecho que envuelve un adelanto positivo y de los más importante : desde entonces es cuando en realidad hemos tenido laboratorios. Es un mérito evidente del plan Varona: hay, pues, que reconocerlo; y ese eran beneficio fué el punto de partida de ulteriores progresos. Ahora bien, expuestas las anteriores consi- deraciones sugeridas por la apreciación general de la reforma de 1900, ¿qué camino ha seguido, de entonces a estos días, la triple enseñanza de la Biología, de la Zoología y de la Antropología, únicas asignaturas que comprendían las Ciencias Zoológicas con- forme a la Orden N*? 266; reducción de cátedras que respondió (1) Notas editoriales. El Dr. Johnson en la Universidad; por el Dr, E. JJ. Varona. Revista Cubana, tomo VIII, 1888, 274 ARISTIDES MESTRE a imposiciones de orden económico, poco compatibles con la nueva orientación pedagógica que pensaba establecerse? Referiré sepa- radamente este proceso, y se verá cómo esas cátedras han tenido ya aleunas modificaciones: va manifestándose la diferenciación que en no lejano plazo se impone, si no se quiere estar en abierto conflieto con lo que nos muestran las universidades más modestas. No es tan antigua la idea de reunir en un cuerpo de doctrina todo lo que a la vida de los seres organizados concierna, así como la de sienificarlo en un solo término: en efecto, se le debe por primera vez, simultáneamente, a Lamarek y a Treviranus, que en 1802 crearon la palabra Biología, cuya ciencia, para el segundo de dichos sabios, se ocupa “del estudio de las diferentes formas que reviste la vida orgánica, las condiciones y las leyes que pre- siden a su existencia, las causas que determinan su actividad””. Desde que comenzó aquélla a constituirse, bosquejáronse los dos aspectos que cada vez se han definido más claramente: el estático, que es el de las ciencias morfológicas, y el dinámico, que corres- ponde a la Fisiología sobre todo; y esa concepción unitaria del conjunto de las ciencias biológicas, “está ligada íntimamente por un nexo lósico y original a la teoría transformista, de la que es en cierto modo su ilustración y resumen””; y los mismos que fun- daron aquélla—curiosa coinmcidencia—son dos precursores ilustres del darwinismo. Considerada la Biología en su carácter general, comprendién- dose la extensión de su dominio, y el desarrollo que han ido adqui- riendo sus distintas ramas a impulsos de las investigaciones cien- tíficas contemporáneas, el problema de su enseñanza revestía sumo interés por lo mismo que no se realiza de igual manera en las uni- versidades. Cuando en la nuestra se declaró oficial por los planes de 1899 y 1900—que, según ya he consignado, en 1889 dióse libre- mente y siguiendo a Spencer—sirvió de base principal a las ex- plicaciones, como fuente de estudio para el profesor y los alumnos, el libro de Letournean La Biologia (*); ““donde tienen cabida sólo la exposición y coordinación de los más importantes hechos y leyes de la vida, algo así como una fisiología comparada de los dos reinos orgánicos””, sin prescindir de la parte morfológica, es decir, anatómica, punto de partida del examen de las funciones; y tam- (1) La Biologie; par Ch. Letourneau, Paris, 1891. Consta de estas siete partes: de la materia organizada en general; de los fenómenos primordiales de la vida; del crecimiento; de la generación; de la motilidad; de la inerva- ción; y, por último, de las fuerzas físicas en biología. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 275 bién el curso comprendía la historia del transformismo, al menos en sus líneas generales: así la explicaba el Dr. Torralbas, cuya ““vida laboriosa y modesta quedará como un saludable ejemplo””: Eso constituía la enseñanza biológica cuando me hice cargo de ella en Abril de 1904 por encontrarse el Dr. La Torre, titular de dicha cátedra, ocupando su puesto en la Cámara de Representantes; pero en el curso inmediato—el de 1904 a 1905—introduje una modifi- cación que desde entonces se ha mantenido constantemente: fué el estudio de la morfología y fisiología de una serie de tipos de oreanización animal y vegetal, analizados en orden de complejidad ereciente; cambio que me inspiró el libro de T. J. Parker sobre Biología elemental (1), en el cual procediéndose “*de lo simple a lo compuesto, elevándose—según expresé en mi lección de apertura de 1905 a 1906—desde los protistas hasta las plantas y los animales superiores, examina ciertos tipos escogidos de organización, de estructura cada vez más compleja, y los estudia desde el punto de vista estático y dinámico: es la biología de un grupo de seres pertenecientes a ambos reinos; y es la biología sistemática a la par que conereta.”” (2) El ilustre profesor de la Universidad de Otago, New Zealand, fundaba su manera de difundirla en que las ideas científicas ““son sobre todo bien comprendidas, al menos por los principiantes, cuando ellas constituyen el objeto de un estudio conexo de los tipos concretos de animales y plantas””, sir- viendo los ejemplos para ilustrar el grado particular de orga- nización. Desde entonces el curso de Biología se compone de estas tres partes: biología sistemática conereta, biología general (estática y dinámica biológicas consideradas en su conjunto) y exposición de las doctrinas biológicas (?); realizándose los ejercicios zootómieos una vez que se conocen, por la biología concreta, los tipos de orga- nización preferidos al objeto de esa práctica. Tal como se des- empeña actualmente la enseñanza de la Biología—desde luego que en el orden teórico—respóndese a la situación de la asignatura (1) Lessons in The Elementary Biology; by T. Jeffery Parker. London, 1901. La edición francesa es de 1904. (2) La Biología y el programa de su enseñanza, Lección de apertura del curso de 1905 a 1906; por el Dr. Arístides Mestre. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Vol. 1, 1905. Habana. (3) Curso de Biología (Instrucción general y trabajos prácticos); por el Dr. Arístides Mestre. Habana, 1910. “Este libro sólo debe considerarse co- mo un guía para las lecciones que hemos venido profesando el Dr. La Torre y yo””, hace algunos años. Rev. de la Fac. de Letras y Ciencias, Vol. XI, 1910, 276 ARISTIDES MESTRE en el plan vigente de la Escuela de Ciencias y en sus relaciones ¿con otros estudios de los que aquélla puede considerarse como la piedra angular. Conducimos al alumno, al penetrarlo de los fenó- menos de la organización y de la vida en la naturaleza, desde las en cierto modo sencillas manifestaciones de los seres monocelula- res, como las amibas, hasta llegar por un camino más y más com- plejo pero siempre interesantísimo, de peldaño en peldaño, a la estructura y funciones supremas que revela el cerebro humano. Sí, señores, la Biología abre las puertas a otros conocimientos a ella subordinados y a los que ilustra seguramente: a la Botánica y Zoología con sus divisiones fundamentales, a la Antropología, a la Psicología, a la Agronomía y a la Medicina humana y vete- rinaria; y en una buena sistematización de estudios universitarios aquella ciencia debería ser una fuente a la cual irían a beber los jóvenes dedicados a profesiones bien diversas. En nuestras lecciones de fisiología de los centros nerviosos superiores dejamos a los alumnos en el dintel de la Psicología; dos ciencias éstas—la Psicología y la Fisiología cerebral—que avanzan por vías distin- tas, y de las que dijo un ilustrado profesor de Filosofía de esta Universidad que se alargaban las manos en medio de las tinieblas sin conseguir alcanzarse, porque demasiado distantes estaban sus fronteras. La Escuela de Agronomía, por otra parte, entendiendo que el estudio de la Biología es de gran utilidad para los agricul- tores, la exige en un nuevo plan ya proyectado. En Medicina, la Anatomía, la Fisiología, la Bacteriología, la Patología experimen- tal, reclaman a diario las nociones biológicas. Antes, los estudian- tes cursaban la Zoología y la Anatomía Comparada en la Facultad de Filosofía de la ley de 1842, y Zoología en la de 1863; y el Dr. Federico Horstmann, maestro que no es fácil olvidar, llamó - la atención en su tiempo sobre la importancia de la Anatomía Comparada y de la Embriología zoológica para una sólida com- prensión de la Anatomía humana, pensando con un sabio profesor de Jena que, sin las vivificantes ideas de las primeras, la última no es más que “una seca y árida nomenclatura””. Los médicos que se reciben ahora, no estudian en la Universidad de la Habana las Ciencias Naturales! La Zoología estaba primeramente dividida en dos cursos: uno de Invertebrados y otro de Vertebrados. En los primeros tiem- pos del plan Varona mientras el Dr. Torralbas explicó la cátedra (cuando sustituía al Dr. La Torre, quien en sus cursos distintos LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 277 siguió a Sicard, Claus, Martínez Sáez y E. Perrier) daba, con las generalidades, ““aleunas nociones sobre la distribución geográfica de las especies, sobre paleontología y embriología, con ejercicios de clasificación, y disertaciones escritas por los alumnos respecto a los capítulos tratados, sin que olvidara hacer un bosquejo de la marcha del conocimiento de la fauna de Cuba y de la influencia que en el mismo han tenido nuestros naturalistas””; y solía comen- zar el estudio de los organismos animales por los grupos superio- res, como lo hizo Poey anteriormente; ambos siguieron el consejo de Huxley a quien “la experiencia le demostró no ser muy prác- tico principiar bruscamente con el examen de las organizaciones más sencillas, microscópicas, campo desde luego extraño para el alumno a quien conviene llevar primero por un camino donde esté ya iniciado”? (*). De 1904 a 1906 guióme principalmente en la enseñanza de dicha ciencia un pequeño y excelente libro, formado con las lecciones del notable profesor de la Facultad de Ciencias de Toulouse, Luis Roule; a las nociones de morfología general (es- tructura y desarrollo de los tejidos y órganos) se sucedían las de la morfología especial de los grupos (?). El Dr. La Torre tuvo siempre a su cargo en esa época el curso de Zoología de Inverte- brados, no obstante las ocupaciones que le demandaban las funcio- nes de Representante. En 1907 (*) vuelve a establecerse la división de la Escuela de Ciencias en las tres secciones de Físico-Matemáticas, Físico-Quími- cas y Naturales; pero continuaron constituyendo las Ciencias Zoo- lógicas las mismas tres asienaturas (*) de la Orden 266, sin que (1) El Dr. José I. Torralbas nació el 23 de Enero de 1842, falleciendo el 6 de Diciembre de 1903. Durante dos años próximamente (1902 y 1903) explicó en la Universidad la Biología y uno de los cursos de Zoología. Véanse: Elogio del Dr. José 1. Torralbas; por el Dr. Arístides Mestre (Rev. de la Fac. de Letras y Ciencias, Vol. X, 1910); y Bibliografía del Dr. José I. Torralbas; por el Dr. Federico Torralbas (id. id. 1910). (2) Cours de Zoologie Médicale (redigé d'aprés les lecons de L. Roule); par M. A. Luis. Toulouse, 1889. (3) Decreto No 737 de Junio 29 de 1907. (4) El Dr. La Torre es el profesor titular de Biología, Zoología y Zoogra- fía. En 12 de Febrero de 1885, fué nombrado catedrático de Anatomía Com- parada, que obtuvo por oposición; y desempeñó las Zoografías cuando el plan de 1880. En Enero 2 de 1900, la de Paleontología y la de Evolución de los reinos organizados. Los trabajos científicos del Dr. La Torre, encuéntranse publicados en los 4nales de la Academia de Ciencias, La Enciclopedia, Revista Enciclopédica, Revista de Cuba, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Revue de Malacologie, The Nautilus, etc.—El naturalista Cuvier y sus para- dojas científicas. Homenaje al Dr. La Torre, por el Dr. A. Mestre (Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Vol. XII), 1912.—El Dr. Mestre, auxiliar de las enseñanzas que profesan los Dres. La Torre y Montané y Conservador 278 ARISTIDES MESTRE de momento el carácter de ellas se modificase; éste, en efecto, no cambió sino cuando tuvo lugar la incorporación de la Escuela de Medicina Veterinaria de Cuba a la Universidad de la Habana; y desde entonces en vez de los dos cursos de Zoología existen uno de Zoología y otro de Zoografía; tomándose en consideración la carrera del alumno para dar preferencia al estudio de las especies útiles y perjudiciales a la agricultura o al de los animales domés- ticos, según se trate de matriculados en Agronomía o en Veterina- ria. Durante estos últimos años académicos se han ido precisando las materias correspondientes a cada curso, distribuyéndose la en- señanza de ambas asienaturas—en consonancia con la línea de con- ducta indicada a este respecto por acreditadas universidades—entre el profesor titular y el profesor auxiliar (*), a fin de hacer mayor la eficacia de aquélla. Así, pues, el curso de Zoología consta en la actualidad de las siguientes partes: (a) Generalidades—donde tienen cabida el con- cepto de órganos y funciones, la subordinación de los elementos componentes del organismo, la división zoológica fundamental, ete.; (b) Estudio morfológico de ciertos tipos de organización animal a partir de las formas inferiores—examen de los animales mono- celulares primeramente y luego los metazoarios, de la Spongilla al Cavia; (c) Caracteres generales y diferentes formas de los pro- tozoarios, espongiarios, ete.; (d) Citología, Histología y Embrio- logía Zoológicas; (e) Organografía y fisiología generales—estudio sintético de los órganos y funciones de nutrición, reproducción y relación. Además, se dan las instrueciones generales para la práe- tica de zootomía, microscopía zoológica (procedimientos histológi- cos y métodos embriológicos) y zoología experimental (?). Este es un eurso cuyo aprendizaje ha de descansar principalmente en los trabajos de Laboratorio, para que el alumno conozca directa- mente la organización animal no sólo por medio del escalpelo, del ““Museo Poey?””, ingresó en la antigua Facultad de Ciencias por nombra- miento de Julio 2 de 1888; de 1900 a 1903, explicó, en eursos libres, Antropo- logía; en 1904, obtuvo por oposición el cargo que hoy desempeña. (1) Véase la Memoria Anuario de 1913 a 1914, donde se expresa esta distribución (pág. 179). (2) Zoologie Pratique; par L. Janmes, Paris, 1904.—Manual of Zoology; by Parker and Haswell, New York, 1900.—Zoologie; par R. Perrier, Paris, 1906.—Zoologie Descriptive; par L. Boutam, Paris, 1900.—Principles of Animal Histology; By U. Dahleren and W. A. Kepner, New York, 1908.— General Embriology; by W. E. Kellicott, New York, 1913.—L£”Embriologie Comparée; par L. Roule, Paris, 1894.—Ezxperimental Zoology; by T. H. Mor- gan, New York, 1910, etc., etc. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 279 efectuando disecciones, sino también profundizando su estructura, siguiendo el proceso en los primeros períodos de su desarrollo, y realizando experimentos relacionados con la evolución, herencia, influencia del medio ambiente, crecimiento, etc.; pero triste es con- fesarlo, sólo se han podido hasta ahora verificar los ejercicios zootó- micos: no tenemos Laboratorios ad hoc, ni el material científico necesario para aquellas prácticas tan interesantes, indispensables al verdadero conocimiento de la Zoología, tal como ella se aprende donde, con los recursos del caso, se enseña debidamente. Ojalá que no tardemos en ver subsanadas esas lamentables faltas (*), que constituyen un serio obstáculo para el buen estudiar de nuestros discípulos. La Zoografía tiene un programa distinto al que acabo de refe- rir: su concepto descansa en el de las Zoografías del plan de 1880. Al conocimiento de la Biología en su más lato sentido, el de “los seres vivos considerados bajo todos sus aspectos y relaciones””, sigue el de la Zoología, cuyo marco he delineado; y, después, la Zoografía, que se ocupa del conjunto de todos los animales, *““des- cribiendo sus especies e investigando las relaciones que guardan entre sí y con el medio en que viven, sus costumbres, su distri- - bución geográfica y tantos otros aspectos bajo los que cabe consi- derarlos y que dan origen a tratados especiales””. Y consecuente con este modo de comprenderla, el curso de Zoografía, una vez establecido y separado del de Zoología, lo constituyen hoy estos capítulos: 1% Generalidades—sobre Taxonomía, Glosología y cla- sificaciones; 2? Zoografía sistemática: invertebrados; 32 Zoografía sistemática : vertebrados; 4” Geografía zoolósica; 5? Paleontología ; 6” Fauna de Cuba; 7? Anatomía Comparada; 8? Instrucciones prác- ticas relativas a los ejercicios de clasificación y a las excursiones zoológicas (2). Como se ve, el campo correspondiente.a esa asig- (1) El Sr. J. R. Villalón, Profesor de la Escuela de Ingenieros y en la actualidad Secretario de Obras Públicas, tiene el propósito de levantar en la Universidad un edificio destinado a las Ciencias Zoológicas, donde puedan ins- talarse convenientemente los Laboratorios destinados a los estudios prácticos de Biología, Zoología y el Departamento taxidérmico, con lo que recibirán un positivo beneficio esas enseñanzas. (2) Zoografía; por 1. Bolívar y S. Calderón (Historia Natural) 1900; Traité de Zoologie; par Edmond Perrier, Paris, 1893; Traité de Zoologie concréte; par I. Delage et E. Hérouard, Paris, 1896; Paléontologie (Conferen- ces); par M. Boule, Paris, 1905; Anatomie Comparée del animauzx; par L. Roule, Paris, 1898; Determination d* animaux (Faculté des Seiences de Paris. P. C. N. Zoologie); Guide du naturaliste preparateur et du voyageur scienti- fique; par G. Capus, Paris, 1903, etc. Consúltanse las publicaciones de los Sres. Poey, Gundlach, Arango, La Torre, etc., sobre la Fauna de Cuba. 280 ARISTIDES MESTRE natura no puede ser más vasto al estudiar, en la forma que lo hace, las especies animales, tanto las vivas como las formas fósiles, y dedicándosele algunas lecciones a la fauna de Cuba, cuyos pri- meros trabajos fueron debidos a Poey y Gundlach. Por otra parte, se completa la enseñanza de la Zoografía con la Anatomía Com- parada, a cuya significación científica he aludido anteriormente. Y así como la Zoología constituye una disciplina ligada estrecha y principalmente a la práctica del Laboratorio, la Zoografía está más relacionada con el Museo y las excursiones científicas, cuyo principal objetivo es la recolección de animales para su estudio. El Museo de Zoología—que lleva, según dije, el nombre de Museo Pocy en recuerdo del ilustre profesor, cuyos restos descan- san en el mausoleo central de aquél (*)—tuvo su origen en el Gabinete o Museo de Historia Natural que debió su existencia al plan de estudios de 1842 (2); y los objetos que se adquirieron en dicha fecha se aumentaron con los del Museo de la Real Sociedad Económica, clausurado por falta de recursos. Fueron sus primeros Directores los catedráticos, de Mineralogía y Botánica, Sr. Emilio Auber, y de Zoología y Anatomía Comparada, Sr. Felipe Poey; pero con el de 1863 sólo ocupó la Dirección este último. El Museo de Historia Natural permaneció durante muchos años en el mismo local en que se instaló durante el rectorado del Sr. Gómez Mara- ñón, de memorable recuerdo, hasta que después de la Orden 266 y cuando el traslado de la Universidad al lugar de la antigua Pirotecnia, donde hoy estamos, dividióse en tres partes: Minera- logía, Botánica y Zoología, que constituyeron otros tantos depar- tamentos independientes adscritos a esas diversas enseñanzas. El (1) El mausoleo tiene esta inscripción latina: Peremnniter-Vivat Gloria-Nomen Philippi-Poey Qvem-Omnes-Praedicant Cvltorem-Eximium Almvm-Parentem Natvralivm-Seientiarivm In-Cubana-Insula MDCCXCIX-MDCCCIXI Hvivs-Praeclari-Viri Mortales-Exvviae Heie Reposita-Qviescvnt A-Nonis-Jvnii MDCCCCYITL Vivitur ingenio caetera mortis ervnt. (2) Universidad de la Habana. Anuario de 1865 a 1866 (p. 19 y siguien- tes). Habana, Enero de 1866. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 2981 _Museo de Zoología ocupó entonces una amplia sala en el lado sur del edificio central, de donde fué trasladado a su ala oeste, reconstruída en 1906 con ese destino y también para alojar al Museo Antropológico, recientemente creado. Poey trató de mejorar la condición del Museo de Historia Na- tural haciendo todo lo posible por su engrandecimiento; pero nun- ca los recursos tan limitados de que disponía se lo permitieron debidamente, oponiéndose asimismo a ello la reducida capacidad del local. Todavía hoy se conservan muchos objetos de aquella época; entre éstos, numerosos ejemplares de la colección de peces que Poey utilizó para las descripciones de la lIetiología Cubana. Después de la división del viejo Museo, el de Zoología, de 1900 a 1903,—cuando era Conservador el Profesor auxiliar Dr. J. 1. To- rralbas, quien puso su buen deseo, su paciencia, su eserupulosidad, al servicio de la mejor organización de aquél,—se adquirieron nue- vas especies zoológicas, siendo digna de mencionarse la colección de insectos; e indudablemente el mencionado Museo experimentó modificaciones favorables. En la actualidad, en los últimos años, el Museo Poey ha aumentado muy poco su material científico; pero se espera en la adquisición de un crédito, pendiente del Poder Le- gislativo (*), para que pueda dársele un impulso adecuado, por lo menos, a sus más urgentes necesidades desde el punto de vista de la enseñanza, su principal objetivo; por más que no es sólo este aspecto el que interesa en su desenvolvimiento: también im- porta formar las colecciones cubanas, ampliando y completando otras existentes, como las del Museo Gundlach, aprovechándose pa- ra ello las excursiones científicas que se vienen realizando en dis- tintos lugares de la isla y en los mares que la rodean; hechos que favorecerán positivamente el conocimiento de nuestra fauna. (1) En la Gaceta Oficial de la República de Cuba de Marzo 24 de 1908, subastóse el material científico que pensaba adquirirse para los Museos de Zoología y de Antropología, y Laboratorio de Biología; mas, por una u otra cireunstancia desgraciada que no es del caso enumerar, aun no se dispone del crédito necesario para su compra. Aparte de los ejemplares de peces de la antigua colección de Poey y de la colección entomológica mencionadas, exis- ten: la colección de aves, en la que figuran muchos ejemplares preparados por el Dr. Gundlach; una excelente colección de moluscos, formada personalmente y donada al Museo por el que fué su benemérito Rector Dr. Nicolás J. Gutié- rrez, y una colección de esqueletos de tipos principales de organización; ade- más con los pequeñísimos recursos que tenemos, se han adquirido otras rela- tivas a morfología animal y paleontológica. Procuramos ahora enriquecer el material de la fauna cubana, aprovechando paza ello las aptitudes del ayu- dante Sr. Víetor J. Rodríguez, que ha hecho su práctica taxidérmica en el Museo Americano de Historia Natural de New York. 282 ARISTIDES MESTRE La Antropología fué comprendida en la enseñanza de las Cien- cias Zoolósicas en la Universidad con la Orden 212 del año de 1899, al mismo tiempo que la asienatura de Biología, con cuya disciplina guarda la primera tan íntimas relaciones. Pero aque- lla ciencia, en cuyo extraordinario desarrollo actual influyó de un modo notable la fundación de la Sociedad Antropológica de Pa- rís y, desde el punto de vista doctrinal, la aparición del libro de Darwin, presenta a los ojos de los que a la misma se dedican, un campo tan grande que es preciso renunciar a la esperanza de ser un completo antropologista””, decía el erudito Broca, señalando en cierta ocasión las dificultades que originó su rápido desenvolvi- miento. “Aquí, más que en nineuna otra parte, agregaba, es im- prescindible la división del trabajo; en este inmenso dominio cada uno planta su tienda donde más le agrada, donde le llaman sus aptitudes y sus luces especiales. Mas, para que estas investiga- ciones tan distintas no corran el peliero de hacerse divergentes, para que puedan dirigirse al mismo punto, es necesario que todos los obreros logren iniciarse, sin eran pérdida de tiempo, en los prin- cipios generales de la Antropología, en sus métodos y en el con- junto de los hechos que ella tiene comprobados.*”? Tal era el obs- táculo con que habrían de tropezar los que aspirasen a estudiar esa ciencia del hombre y también el profesor a quien tocara ex- plicarla en la época presente. Fué nombrado para su desempeño el Dr. Luis Montané; y nadie, en verdad, ostentaba mejores títulos para esa elección: dis- cípulo de Broca y de Hamy, era ya bien conocido por sus intere- santes investigaciones antropológicas realizadas con éxito en el suelo de Cuba (*). Desde el comienzo de sus lecciones preocupóle la orientación de una enseñanza que tenía por objeto, al establecerse, dar principalmente una cultura científica—que comprendía, entre otros problemas, los ligados a la célebre teoría de Lombroso—a los alumnos de Derecho, por un lado; por el otro, la difusión de la Antropología a los estudiantes de la Escuela de Ciencias en un primer momento, y, luego, a los de la Escuela de Pedagogía, orga- (1) Profesor de Antropología general con ejercicios antropométricos en Diciembre 28 de 1899, y en Julio 12 de 1900 se le encarga de la cátedra de Antropología, —Consúltense: La Antropología en Cuba; por el Dr. A. Mes- tre, 1894;— Antropología Cubana; por id., 1902;—Antropología. Museo Mon- tané; por id., 1903;—En pos del hombre prehistórico de Cuba; por id., 1905; —Excursión de los alumnos de Antropología jurídica a Mazorra; por id., 1905;—El Dr. Lwis Montané, por id., 1907;—En pos del origen del hombre; por id., 1910; etc. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 283 nizada por la Orden de 1900. Y esta doble circunstancia contri- buyó a que bien pronto se definiera y precisara el carácter de las explicaciones, que condujeron a la formación de dos cursos: el de Antropología jurídica y el de Antropología general; lo que se aprobó, a propuesta de la Facultad de Letras y Ciencias en 1907, y rige actualmente (*). En el dedicado a los alumnos de Derecho se estudia la Antropología considerada en sus más importantes aplicaciones al Derecho Civil y al Derecho Penal, y esto una vez que se han dado aleunas lecciones de antropología física, funda- mento de la comprensión del valor científico de aquellas aplica- ciones. En cuanto al curso de Antropología general, abarca éste lo concerniente a la origen y a la antigiedad del hombre, así como al lugar que ocupa en la naturaleza, a la Prehistoria europea y americana, sin olvidar la de Cuba; y también la Etnología y la Etnografía, ramas que tratan del conocimiento de las razas y de los pueblos. El cuestionario para el curso de Antropología y ejercicios an- tropométricos de 1900 a los alumnos del año preparatorio de la Facultad de Derecho, contenía estos diez capítulos: 1% Nociones de Antropología general; 2? Antropología especial. Craneología; 32 El cráneo en Antropología; 4? Craneometría; 5? Craneografía; 6 Osteometría; 7? Antropometría; 8? Aplicación de los conocimien- tos que preceden a la Antropología Criminal; 9? Aplicación de ellos a la Antropología judicial; y 10? Nociones antropológicas sobre la Prehistoria en Europa, en América y en Cuba; sirviendo entonces de textos, principalmente, el libro de Topinard y el primer volumen de la obra de Hoyo Saimz (2). Como es observa, reúnense en el mismo cuestionario la parte que corresponde aprender a los estu- diantes de las Escuelas de Ciencias y de Pedagogía; pero, en los siguientes años académicos se dividió convenientemente, y hasta después de los primeros cursos no se explicaron las aplicaciones de la Antropología al Derecho Civil, lo que constituyó un progreso evidente. La enseñanza teórica de la Antropología se ha acompa- ñado de lecciones prácticas de Laboratorio, llevándose también en (1) Revista de Facultad de Letras y Ciencias. Vol. V, 1907. (2) Antropología, por P. Topinard, 1877 y siguientes ediciones; —Leccio- nes de Antropología; por L. Hoyos Sainz, 1889;—Anthropologie et Etnogra- phie; par H. Girard, 1898, ete.;—La Antropología y el Derecho; por L. Ma- nouvier, 1903;—La Antropología Criminal; por J. Francotte, 1893;—La Cri- minel aux point de vue anthropologique, psichologique et social; par E. Laurent, 1908;—Précis de Médécine Légale; par A. Lacassagne, 190;—Eléments de Médecine Mental appliqués á 1” etude du Droit; par le Dr. Legrain, 1906; ete. 284 ARISTIDES MESTRE diversas ocasiones a los 'alumnos al Presidio y al Manicomio con objeto de que se penetren bien de las condiciones físicas, psíquicas y sociales, en una palabra, de la historia personal del delincuente. Progresivamente ha ido modificándose el estudio de la Antro- pología jurídica, en consonancia con el espíritu que debe infor- marla. Actualmente constituye su enseñanza—fuera de las gene- ralidades donde se examinan las relaciones de la Antropología con el Derecho atendiendo a la clasificación de los conocimientos hu- manos—las nociones relativas al cráneo, cerebro y huesos largos, que son de utilidad manifiesta; la parte pertinente a la Antropología eriminal, en la que se aprecian las doctrinas sustentadas a ese respecto y con el valor que les ha dado la ciencia; la policía y la investigación judicial a la luz de las adquisiciones más recientes; y por último, analízanse las relaciones de la Antropología con el Derecho civil, conociéndose algunas de las cuestiones médico-legales más interesantes relacionadas con el nacimiento, el matrimonio, la muerte y la enajenación mental. La tendencia del Dr. Montané es darle cada vez más amplitud a esta última parte de su curso, haciéndose cargo de la conveniencia que tiene ese estudio para los futuros abogados; mejoramiento que ha correspondido, sin duda, después de la sustitución de los términos *“antropología criminal ”” por los de “antropología jurídica””, que abraza la aplicación de la ciencia antropológica a ambos derechos. El Dr. Lacassagne, de la Universidad de Lyon, *“afirma, sin restricción alguna, la necesidad del estudio de la Antropología—en- tendiendo y aceptando esta ciencia en su sentido más general, que comprende no sólo la Psicología, sino también la Psiquiatría y la Medicina Legal—para el filósofo jurista, el legislador y el magis- trado que se ocupan de Derecho Civil*”; y, considerándolo así inau- euró en su Facultad de Derecho el aprendizaje de la Medicina Legal, cosa que en otros tiempos indicaron los viejos maestros Tardieu y Devergie. En algunas universidades existe ya dicha asignatura en la Facultad de Jurisprudencia. Ahora bien, ¿cómo difundir esa enseñanza ?; ¿la Medicina Legal que han de aprender los alumnos de Derecho es la misma que se da a los de Medicina ?; ¿han de estudiar iguales materias?; ¿se les ha de exigir tanto a unos como a otros? Muy lejos se está de eso, porque ““el jurista no debe conocer todos los detalles del campo médico, y sí formarse una idea exacta de sus límites, apreciar los puntos de contacto po- sibles entre la Legislación y la Medicina; comprendiendo los ser- LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 285 s vicios que ésta, la Medicina, puede prestar a la ciencia del Dere- cho...'? “El Derecho en sus numerosas ramas apela a conoci- mientos científicos que deben ser comunes al médico y al abogado.””* Para éste y el magistrado, el hombre de ciencia—antropólogo o médico—será un poderoso auxiliar: mayor solidez ha de tener la administración de justicia si descansa en una buena fuente de in- formación científica. El Dr. Montané al darle esa orientación a sus lecciones hace, sin duda, una hermosa obra social; y yo he tenido oportunidad de palpar sus saludables efectos—el de la enseñanza de la Antropología a los alumnos de Derecho—en ciertos casos de responsabilidad criminal y examen del estado mental del procesado, al ventilarse problemas de ese carácter en las Salas de las Audiencias. Separada la Antropología general del primitivo troneo, obtuvo un rápido y natural desenvolvimiento. “Este curso es, en reali- dad, un curso de Antropología general pura—decía el Dr. Monta- né en la exposición donde solicitaba la división de la cátedra—y comprende sobre todo lo referente al origen y antigúedad del hombre, así como al lugar que ocupa en la naturaleza. Comprende también toda la Prehistoria de Europa y América, indicándose lo más interesante respecto de la de Cuba; y lo que más se destaca del vasto dominio de la Etnología y de la Etnografía propiamente dichas.*? Actualmente, y dentro de ese concepto de la asignatura, su cuestionario contiene los siguientes capítulos: 1? Antropología zoológica; 2? Antropología prehistórica; 3? Antropología étnica; y 4% Nociones de etnografía; sirviéndole de guía las publicacio- nes de Topinard, Broca, Mortillet, Quatrefages, Verneau y Hoyos Sainz. Y para el estudio práctico, así de éste como del curso de los alumnos de Derecho, aprovéchase el material del Laboratorio y Museo de Antropología, que lleva el nombre de Museo Antro- pológico Montané, en atención a los méritos del fundador de esa enseñanza en nuestra Universidad, del que inició en 1874 la nueva era para los cultivadores de esa ciencia en Cuba; Museo y Labo- ratorio (*) que ocupan actualmente los lados sur y oeste de la (1) El Laboratorio tiene su instrumental completo. El Museo lo compo- nen varias secciones: 12 didáctica (aplicada a la enseñanza) econ colecciones de eráneos de todas formas, edades y razas, y de cráneos deformados; colee- ción de cerebros de criminales; íd. de bustos de los principales tipos de razas humanas; íd. completa de objetos relativos a la prehistoria europea;—2a sec- ción, la más importante, de Antropología Cubana; se refiere a a la etnología, etnografía, paleontología indo-cubana, considerándose como piezas valiosísi- mas las que se relacionan con el hombre de Sancti Spíritus (hombre fósil eu- 286 ARISTIDES MESTRE planta alta del edificio destinado a las Ciencias Zoológicas. El Mu- seo contiene objetos valiosísimos relativos al hombre fósil de Cuba; porque este problema ha sido para el Dr. Montané su natural obsesión de siempre y a él se dedica preferentemente. No se con- creta a sus clases universitarias; interésanle, como lo que más, las investigaciones antropológicas locales, recordando en sus constan- tes trabajos esta frase de Poey: “Sea cubana nuestra antropo- logía antes que general; así prestaremos a la marcha progresiva de la ciencia servicios efectivos y duraderos”? Y lo ha cumplido satisfactoriamente y con el unánime aplauso de propios y extraños. Hoy, después de cuatro décadas del comienzo de sus estudios, labo- ra con el mismo empeño que entonces por descifrar los enigmas de nuestro suelo, las incógnitas que encierra esta tierra de Améri- ca, cuya civilización dejó estupefactos a los sabios que sólo se ocu- paban en penetrar los misterios de la antigua humanidad que vivió en el viejo mundo. Desde la creación de la enseñanza de las Ciencias Zoológicas hasta las más recientes reformas indicadas, largo es, sin duda, el trayecto recorrido y que—no perdiendo de vista el carácter del discurso—se ha considerado en sus líneas generales; pues otra cosa hubiera sido incompatible con la idea de estudiar ese proceso en sus rasgos más salientes al referir los hechos que aparecen en la historia científica de esta Universidad, constituyendo una de sus más hermosas páginas. La reseña tiene que resultar, por lo tanto, necesariamente incompleta; mas, espero que detrás de mí no falte quien salve las deficiencias, repare los errores y llene las lagunas que encuentre, con datos que no han podido ser aprovechados por la natural proporción de este trabajo. De etapa en etapa se ha llegado a esta época, y al dirigir la mirada en torno nuestro, evidénciase la situación en que están esas disciplinas, cuya marcha he seguido primero en la antigua Facultad de Filosofía del plan de 1842, luego en la Facultad de Ciencias correspondiente a las legislaciones de 1863, 1880 y 1889, y últimamente en la Facultad de Letras y Ciencias conforme a la de 1900, ¿Qué esfuerzo no representa y bajo aspectos tan diversos todo ese empeño de mejo- bano) y las sepulturas indias actualmnete en estudio, y sobre las cuales tra- tará el Dr. Montané en el Congreso Científico que ha de celebrarse en Wash- ington a fines de este año;—32 un principio de museo criminal; y 42 serie de objetos de Africa meridional, central y septentrional. Además, hay una valiosa biblioteca de obras de Antropología. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 287 ramiento intelectual desde los albores de la Universidad Literaria hasta hoy, en que el horizonte de la ciencia se dilata más y más, y fuera de su dominio? Allá, muy lejos, se divisa un mar infinito cuyas olas chocan y se deshacen en la orilla! De generación en ceneración, cada una inspira la labor de la siguiente, enlazándose entre sí como eslabones no interrumpidos de una extensísima ca- dena que mantiene fuertemente relacionados los pensamientos y las obras. ““El edificio que un siglo no ha podido terminar, lo con- ecluyen los que le suceden. La idea que comenzó a germinar entre los hombres de ayer, los hombres de hoy la fecundarán y acaso consigan llevarla hasta su último desarrollo**—expresaba el Dr. Jo- sé Manuel Mestre en una oración que ha dejado en esta Universidad huella profunda. Así, de unos a otros -se han sucedido, en nuestra vida intelectual, los sanos propósitos de los maestros que elevaron lo más posible, y a través de mil vicisitudes, las manifestaciones de la cultura científica cubana. Si me obligaran a precisar la significación que han tenido los planes universitarios varias veces mencionados, yo diría en concreto que así como el de 1842 fundó, con Poey, la enseñanza de las Ciencias Zoológicas, inauguradas brillantemente con la de la Zoología y de la Anatomía Comparada, y el de 1863 no dió ningún paso de avance puesto que lo redujo todo a explicar la primera, suprimiendo la segunda,—en cambio, la ley de 1880 nos presentó una importante diferenciación de las asignaturas, lo mismo que la Orden 212, de breve duración; y si la Orden 266, por un lado disminuyó considerablemente los cursos, por otro ha servido de base—a virtud del carácter práctico que le ha ido imprimiendo a ciertos estudios—a un desarrollo progresivo de los distintos capí- tulos que constituyen en la actualidad las asignaturas de Biología, Zoología, Zoografía y Antropología; y cuyo mejoramiento lo mis- mo afecta a las lecciones teóricas que a los trabajos de laboratorio. Así, por ejemplo, en Biología, la parte relativa a la estática y dinámicas biológicas estimadas en conjunto, y el capítulo sobre los factores de la evolución orgánica, necesitan sufrir determinados cambios conforme a los adelantos de la ciencia. En Zoología, lo que comprende las explicaciones de la Citología, Histología y Embriología de los animales, va tomando un incremento cada vez mayor, y hay que dedicarles la atención que merecen. En Zoografía abarcamos un mundo: la sistemática, la Paleontología, la Anatomía Comparada, forman en cualquiera Universidad otras ARISTIDES MESTRE 18) 00 00 y tantas asignaturas perfectamente diferenciadas. En Antropología, bien la rama jurídica o la llamada general, no están exentas de convenientes modificaciones aun en relación con el espíritu que hoy informa a esos aspectos de la Antropotecnia. No me detendré en estos particulares por mucho que sea su importancia; pero basta a mi propósito el indicar como aquéllas se imponen, manifestando que la reforma de 1907, si bien nos ha devuelto las tres secciones y los tres doctorados de la Escuela de Ciencias, todavía seguimos, hace ya algunos años, con igual número de asignaturas, como si vi- viéramos en pleno período de formación, y cuando se redujeron ex- traordinariamente. Ya he dicho que la Zoografía se da toda en un solo curso, y en 1880—nada menos que siete lustros atrás—for- maba tres asignaturas; y -la Anatomía Comparada, que por ese plan constituía una enseñanza especial, y lo fué también en 1842, hoy se concreta a una docena de lecciones en el citado curso de Zoografía (*). Falta hace, Señores, que esas y otras deficiencias de primer orden desaparezcan, experimentando las Ciencias Zooló- gicas la diferenciación que a su enseñanza corresponde y de acuerdo con el lógico desenvolvimiento alcanzado por nuestra Universidad. Si los antiguos profesores de Ciencias Zoológicas en este supe- rior centro docente no vacilaron en ir tras el progreso que aportó la filosofía de Darwin, abandonando la doctrina cuvieriana—pues de seguirla se hubieran inmovilizado junto a los que adoptaron tal consigna, —los que han venido desempeñando el honroso encargo de explicar aquellas enseñanzas, mantuviéronse también en cons- tante relación con los adelantos efectuados, y todo lo más cerca posible del movimiento científico ocurrido posteriormente a la épo- ea en que la teoría de la selección natural fué definida por el genio inmortal que la concibiera. Bajo ese interesante aspecto, hemos sido y somos un caso de verdadera continuidad histórica, y yo siento gran regocijo al manifestarlo así en esta oportunidad. No nos hemos estancado ante la marcha de la ciencia, com- prendiendo siempre la relatividad del valor de las doctrinas formu- ladas en el campo de la filosofía zoológica. El mismo Darwin no consideró—en sus últimos trabajos publicados—exelusivamente a la selección natural como factor de evolución; ya había expuesto (1) Lecciones que, como las de Paleontología, se han incluído en el cues- tionario del eurso de Zoografía con el objeto de llenar ese vacío; no se concibe un grado de Doctor en Ciencias Naturales sin la aprobación de tales estudios. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 289 con singular sinceridad las dificultades que entrañaba su teoría. Depurada ésta a la luz de nuevas investigaciones, vióse que sólo podía admitirse a la selección cual factor secundario; y es curioso, por demás, el proceso que ha ido determinando el descubrimiento de los diversos elementos que intervienen en la transformación de los organismos. Comprendieron ya, aunque exageradamente, La- marck y G. St. Hilaire, y con ellos Buffon, la influencia del medio cósmico en los cambios experimentados por las especies: tendencia contra la cual expresóse Darwin, reduciendo el valor otorgado a la reacción etológica. Los factores que determinan la evolución animal, mejor cono- cidos, se dividen en primarios—ya directos, determinados por los medios cósmico y biológico, o indirectos, que comprende las reac- ciones de los seres contra ambos medios—; y secundarios, como la herencia y la selección. Frente a los cambios producidos por la aparición brusca de formas nuevas en el tronco antiguo, están los originados por la acumulación gradual de variaciones; categoría de evolución, la primera, defendida por el eminente biólogo Hugo de Vries, quien con sus admirables investigaciones ha ratificado las leyes descubiertas por Mendel en los complejos fenómenos de la herencia; y la segunda—-_la de evolución por acumulación lenta de ligeras fluctuaciones—separa a los naturalistas de nuestros días en dos campos distintos, representados por las escuelas neo- lamarckiana y neo-darwiniana, según que consideren como agente modificador al medio o a la selección natural. Las dificultades que envuelve el estudio de los factores men- cionados son bien numerosas, y su solución está principalmente encomendada al trabajo del laboratorio, que ilustra a diario el arduo problema del origen de las especies, donde la experimenta- ción constituye hoy la nota dominante. El transformismo experl- mental adquiere extraordinaria y justificada preponderancia en la época presente; y al influjo bienhechor de la científica doctrina, nuevas ramas de la Biología han surgido y se han desenvuelto vigorosamente: pregónanlo así, la Biométrica, aplicando a los seres vivos los métodos estadísticos y las fórmulas del cáleulo de proba- bilidades; la misma Geonemia razonada, la Morfología en sus últi- mas conquistas, gracias al retorno realizado hacia las geniales ideas de Lamarck. ¿Hasta dónde no llegarán las venideras expansiones del frondoso árbol biológico? Es imposible predecirlo; pero si es un hecho que la ley de división del trabajo se impone más y 290 ARISTIDES MESTRE más a medida que la diversificación de los campos de estudio se acrecienta maravillosamente, también es verdad que no pueden permanecer aislados los investigadores, sino, por el contrario, eo- municarse los resultados obtenidos manteniendo una estrecha soli- daridad, la armonía conjunta del esfuerzo a que obliga la labor sobre un mismo objeto: el ser vivo, con sus polimorfas e infinitas manifestaciones. No perdemos de vista, en la enseñanza, orientaciones tan inte- resantes como las que se refieren al estudio anatómico y fisiológico del sistema nervioso, considerado comparativamente en la serle zoológica (*); sistema cuyo papel es excepcional en el funciona- miento de conjunto del organismo, donde establece comunicaciones comparables a la telegrafía, cualquiera que sea la hipótesis acep- tada—la de Golei y Cajal o la de Apathy y Bethe—para expli- carnos las relaciones de elementos que constituyen unidades fisio- lógicas anatómicamente complejas; y que, al desarrollarse, se extiende a la manera de un hongo parásito y domina a todo el ser, una vez que aquel sistema ha completado su peculiar evolución individual. Y esos conocimientos de la inervación—en el orden está- tico y dinámico—coadyuvan a adquirir los propios de la psicología animal, la que, por otra parte, ha tomado una nueva y original dirección en manos de Loeb, Holmes, Yerkes, G. H. Parker y otros. Tampoco no es indiferente la significación que alcanzan actual- mente los Laboratorios de Zoología marítima, que tanto han ilus- trado la vida de los animales inferiores; siendo el más importante de aquéllos el fundado en la bahía de Nápoles por Anton Dohrn. En el verano de 1914 visité el de Múggel-See, cerca de Berlín, el Institut fúr Meereskunde de esa ciudad, y el Aquarium de la Real . (1) Según quedó establecido en una conferencia por mí pronunciada en el eurso último (serie 112 de las organizadas anualmente por la Facultad de Letras y Ciencias) los alumnos de Biología, Zoología, Psicología y Antropo- logía, recibirán en lo sueesivo varias lecciones especiales y objetivas sobre el sistema nervioso: morfología y funciones; su evolución en el hombre y su filogenia. Para llevarlas a cabo contamos con colecciones de modelos anató- micos, de preparaciones mieroscópicas y de proyecciones luminosas (Rev. de la Fac. de Letras y Ciencias, Vol. XXI, No 2). The nervous system of Vertebrate; by J. B. Jhonston. Philadelphia, 1906;—La naissance de l*intelligence; par G. John. Paris, 1910;—La nouvelle Psychologie animale; par G. Bohn. Pa- ris, 1911;—The “evolution of animal intelligence; by S. J. Holmes. New York, 1911;—Principios de Psicología Biológica; por J. Ingegnieros, Madrid, 1913, ete. En la biblioteca de la cátedra recibimos The Journal of Animal Behavior, Cambridge, Boston, Mass., reciente publicación que está en su quinto volumen. LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 291 Sociedad Zoológica de Amsterdam; pero, el conflicto europeo im- pidióme conocer la organización de otros establecimeintos de esa clase existentes en Francia, Bélgica e Inglaterra; estudio para el que me autorizó la Facultad de Letras y Ciencias. Anteriormente estuve en dos de Norte América: el de Woods Holl, Massachusetts, y el de Cold Spring Harbor, Long Island, N. Y., que dirige Daven- port, uno de los más distinguidos biólosos de esta época. En Agar's Island encuéntrase la Bermuda Biological Station, objeto de un informe de E. L. Mark, competente profesor de la Univer- sidad de Harvard. Pero, el más próximo a nosotros, es el que la afamada Insti- tución Carnegie, de Washington, tiene en una de las Islas Tortu- sas, al sur de la Florida; laboratorio destinado a la biología tro- pical. En una entrevista verificada en la ciudad capitolina no hace mucho tiempo, el Sr. R. S. Woodward, Presidente ilustre de aquella Institución que abriga miras científicas bien altas, quejá- baseme de los inconvenientes ofrecidos por esas islas, con frecuencia azotadas por terribles tempestades que han ocasionado en el esta- blecimiento grandes perjuicios; y, considerando la situación de Cuba en los mares antillanos, nos decía aquel apreciable profesor que quizás en una inteligencia internacional—de nuestro Gobierno y el de Washington y de acuerdo con la Institución que repre- sentaba—podría ser instalado el Laboratorio de las Tortugas en un lugar adecuado de nuestras costas. Y, si eso sucediera, los que aquí cultivamos las Ciencias Zoológicas tendríamos un motivo de legítima felicitación; porque un Laboratorio de esa índole, orga- nizado bajo tan sólidos auspicios, ensancharía el campo de las in- vestigaciones, sobre todo si, como sucede en París, en New York, en Boston, ete., estuviese relacionada con aquél la enseñanza uni- versitaria. Nos proporcionaría ventajas no sólo para la ciencia pura, sino también—lo cual es de gran valor—en el terreno de las aplicaciones. ¿Qué progresos no han efectuado la espongicultura, la ostricultura y la piscicultura en los países donde hay esos labo- ratorios marítimos ? : Aspiramos, con sobra de fundamento, a mejorar en ese senti- do nuestra condición científica, de la misma manera que nos empe- ñamos en hacer todo lo que de nosotros dependa por lograr que, en plazo no lejano, el Museo de Zoología se engrandezca especialmente con la adquisición de ejemplares de esa fauna y sea un centro de exploración local; y para no abandonar ese propósito, ni olvidar 292 ARISTIDES MESTRE en el común esfuerzo el estudio de los otros reinos (*) de la espléndida naturaleza de la patria, se han agrupado y reunido elementos que trabajaban dispersos, se ha creado recientemente la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey, que es hija de esta Universidad, algo así como una extensión de ella, y lleva por emblema el nombre glorioso del Maestro. Señores: He terminado esta mi tarea—defectuosa por más de un concepto—de mostrarle al país cubano en nombre de su Univer- sidad, lo que en ella fué y es la enseñanza de las Ciencias Zoológicas, su historia en la pasada y presente centurias; difusión de conoci- mientos hecha—en períodos diversos de esa misma historia—por maestros que, por sus notables investigaciones e importantes des- cubrimientos, elevaron a envidiable altura la personalidad cientí- fica de nuestra patria entre los sabios extranjeros. ¡Que nos sirvan, los que ya no existen, de eficaz ejemplo por sus servicios a esta Universidad! Y entre ellos, la sin igual figura de Felipe Poey, que fundó y sostuvo la enseñanza de la Zoología durante medio siglo; que fué tan amigo de los egregios naturalistas citados, como de Virgilio y Lamartine; porque vivió enamorado de la ciencia y de las letras, hacia las que sintió irresistible afición y en cuyo bello campo hubiera sobresalido extraordinariamente de cultivar sus felicísimas disposiciones. Yo conservo de él en mi corazón los más dulces recuerdos de mi época de estudiante, y al evocarlo en la memoria siempre me produce algo así como la fascinación del respeto! A la nueva ráfaga de juventud que afanosa va a penetrar en nuestras aulas con el espíritu alegre, rebosante de ensueños mati- zados de flores y de esperanzas, presentémosles esos modelos bien dignos de imitarse: los Poey, Gutiérrez, Zambrana, González del Valle, Auber, Cowley, Mestre, Aenlle, Carbonell, López, Vilaró, Hernández Barreiro y tantos otros. Ah! que los hombres formados por los primeros maestros en la Universidad de 1842 fueron vivas manifestaciones del patriotismo y de las más grandes virtudes: a ellos volvamos la vista en esta hora de necesitada regeneración! (1) Revisión del catálogo de la fauna cubana, Introducción; por el Dr. Carlos de la Torre (Memorias de la **Sociedad Cubana de Historia Natu- ral Felipe Poey??”, 1915);—Flora de Cuba; por los Dres. M. G. de la Maza y J. T. Roig (Boletín de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, 1914) ;—Estudios mineralógicos y geológicos relativos a la Isla de Cuba; por el Dr, D. F. Ramos (Memorias de la ““Soc. Cub. de H. N, E, Bosya o), L0LO, LAS CIENCIAS ZOOLOGICAS EN NUESTRA UNIVERSIDAD 293 Sepan nuestros educandos que es fuente de dicha el inspirarse en el amor de la verdad y de la justicia; y que la senda de la ciencia conduce al templo de la fama. ¡Que vuestras actividades, queridos alumnos, y vuestras inicia- tivas estén alimentadas de los mejores propósitos, y nunca perdáis la fe en el propio esfuerzo! Porque vosotros seréis—en un porvenir bastante próximo—los propagandistas de la cultura universitaria de un extremo a otro de la República! Fomentad, por otra parte, en vuestros pechos los sentimientos de la más fraternal sociabili- dad, organizando convenientemente asociaciones con fines diversos y cual ocurre en otras universidades, y hacedlo teniendo clara con- ciencia de vuestros derechos; pero no olvidéis jamás que a medida que éstos se definan y desarrollen, las responsabilidades que pesan sobre vosotros también se acrecentarán. Como hijos de nuestra Alma Mater, no dependéis de ella solamente por la educación inte- lectual, sino además por vuestra conducta pública; penetraos bien de que la fidelidad a nuestras instituciones enaltece, y que en la práctica de la disciplina consiste la verdadera escuela de la libertad ! Este año será para nosotros de dolorosa recordación. Primero Yarini, y luego Espinal, cayeron en el surco para no levantarse más. Por sus méritos son acreedores a nuestra memoria y a nuestra eratitud : no dejarán entre nosotros huella tan deleznable como esas que sobre la arena fácilmente el viento borra! ¿Qué importa que esos compañeros de ayer se despidieran por toda una eternidad, si aquí siguen teniendo su hogar, consagrado por nuestro cariño y mantenido por la sincera admiración que nos inspiraron sus prendas personales ? Pero un golpe más rudo ha venido a conmover en sus cimientos esta secular institución. El Dr. Leopoldo Berriel, que por la vo- luntad nuestra—tan espontánea como libre—oecupó, sin interrup- ción, el Rectorado desde 1898, revelando una ecuanimidad incom- parable, siendo siempre fiel cumplidor de la ley, justo, noble, abne- gado, generoso, —rindióse, al fin, al peso de la fatalidad inexorable! Su pérdida reviste para nosotros especial sienificación por la tras- cendencia del puesto que desempeñaba, y nos hace hondamente pensar en el porvenir de esta Universidad a la que miró con pre- dilección el ilustre desaparecido, porque el espíritu que informa hoy a las universidades no es el mismo que era hace medio siglo: hay que responder debidamente a los estímulos que nos vienen de 294 ARISTIDES MESTRE todas partes, si no queremos caer en tristes regresiones. Vivimos en la acrópolis de la Habana, en una situación ventajosísima, donde los hermosos edificios levantados por el tenaz empeño de nuestro amigo y comprofesor, el ingeniero Sr. Villalón—a quien nunca agradeceremos bastante sus excelentes propósitos—indican nota- bles transformaciones en el orden material; pero, al lado de ese desarrollo, es preciso centuplicar nuestras energías en pro del en- erandecimiento moral e intelectual de este centro. Es preciso unir más y más los elementos que integran la Universidad, apretar los lazos existentes y utilizar todos los medios adecuados al perfeccio- namiento de su cultura; hacerla progresar en sus múltiples senti- dos, aunque tal adelanto haya de realizarse a veces volviendo los ojos atrás y resucitando, no fórmulas desaparecidas, sino la idea que ellas simbolizan. ¡Que llegue nuestra Universidad a ser un poderoso foco de instrucción superior, de investigación científica, y que en esa cadena de montañas que constituyen los altos centros de enseñanza, se destaque majestuosa, ostentando su labor fructí- fera, como una de las cumbres más elevadas! LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 1 BOSQUEJO HISTORICO POR EL DR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología La Universidad de la Habana debe su existencia a los reli- ejosos de la Orden de Predicadores que viviendo en el Convento de San Juan de Letrán alcanzaron del Papa Inocencio XIII una Bula fechada en 12 de Septiembre de 1721 por la que se les con- cedía autorización para fundar una Universidad que confiriese, co- mo resultado de los estudios que en la misma se efectuasen, los correspondientes grados académicos. Y como era preciso, para que tal Bula se cumpliese, el debido Pase por el Consejo Real de las Indias, que fué otorgado en 27 de Abril de 1722, no pudo, a pesar de ello, ejecutarse aquélla por causa de la representación formulada por el Obispo de Santiago de Cuba pidiendo “que la tal Bula se interpretase concedida para la casa e iglesia que fabricada a su costa había donado el mencionado Convento con el fin de que sir- viese para Colegio y Universidad. Por ello quedó en suspenso por cerca de seis años la ejecución de la Bula Pontificia hasta que con fecha 5 0. Enero de 1728 se erigió, fundó y estableció la Universidad de la Habana por los dichos religiosos y en el Conven- to de su Orden aprobándose su creación, fundación y estableci- miento, a pesar de las gestiones en contra del Obispado de Santia- go de Cuba, por virtud del Real Despacho de 23 de Septiembre del propio año. Fué dicho Convento donde se instalara por vez pri- mera tan loable Institución hasta que fué trasladada, en 1842, al ex-Convento de Santo Domingo, a aquel lugar donde se han desliza- do los mejores años de nuestra vida, donde se han formado las más sobresalientes eminencias de nuestra patria, y por cuya casa se sin- tiera afecto tanto que produjera pena intensa el abandono de la misma a sus maestros, cuando las necesidades de la enseñanza exi- gieron mayor amplitud para el mejor A ea de ella en su carácter técnico y práctico. 1 Este trabajo se publicó por vez primera en el número de Cuba Pedagógica de Noviembre 15 de 1912. 296 JUAN M. DIHIGO La instalación en el nuevo ex-Convento trajo consigo algunas modificaciones, contándose en su número la de su denominación, desapareciendo el sobrenombre que llevara de Pontificia por acuer- do de la Junta de Inspección de Estudios, como prueba del cese de toda influencia religiosa, y cuyo acuerdo fué aprobado por el Go- bernador General quedándole tan sólo el título de Real Universi- dad que conservara en su escudo y otros membretes hasta que la cesación de la soberanía española le diera por único nombre el de Universidad de la Habana que es el que actualmente conserva y no el de Universidad Nacional como algunos la llaman por error de la Secretaría de Obras Públicas aunque moralmente lo sea. El estado ruinoso de su vetusto edificio por un lado, las condi- ciones de inadaptable para los efectos que tal Institución se propo- nía por el otro, y el natural deseo de que la que debiera ser la casa más grande del país estuviera representada en debida forma, con- tribuyó a que surgiese la natural ansia de transformarla y de ahí las gestiones del Senador doctor José Giiell y Renté en obtención de la ley de 24 de Marzo de 1883 * disponiendo la construcción de un edificio en la ciudad de la Habana destinado a Universidad e Instituto y demás enseñanzas, haciéndose la designación y empla- zamiento del terreno necesario para la obra entre los derribos de las antiguas murallas, para lo cual vino a esta isla el Senador Giiell, apoyado en sus meritísimas gestiones por el Gobernador D. Ignacio María del Castillo, al extremo de colocarse la primera piedra, que fué extraída de los cimientos del antiguo Convento de Santo Domingo, donde estuvo la Universidad, a las nueve de la mañana del 23 de Enero de 1884, después de pronunciar el Gober- nador General un oportuno discurso y de leer el señor Giiell y Ren- té otro muy notable, bendiciendo el lugar el Pbro. doctor Teófilo Martínez de Escobar. 1 Ley de 24 de Marzo de 1883: “Artículo 3.—Para la adquisición del solar o solares necesarios y para los gastos de la obra se destinan: El importe de la venta del edificio y de los terrenos que ocupa- ban la Universidad y el Instituto. El importe de los solares del Estado que aún no se han enajenado y que proceden del derribo de las murallas de la Habana, siempre que no se encuentre afecto a otras obligaciones. El importe de la venta de otros terrenos de aquella ciudad que pertenecen al Estado, cuyo producto no tenga anteriormente apli- cación determinada. El importe de las donaciones y suscripciones que con este objeto promoviera el Gobernador General de la Isla entre Diputaciones Provinciales, Ayunta- mientos, Juntas, Corporaciones Civiles y personas particulares. Y por último, el importe de la cantidad que anualmente se fijará en el presupuesto de gastos de la Isla de Cuba con destino a esta obra, hasta su completa terminación.” Esta ley fué publicada en la Gaceta de la Habana correspondiente al día 5 de Ma- yo de 1883. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 2907 SS E Frente de la antigua Universidad 298 JUAN M. DIHIGO Asistieron a tan hermoso acto las Autoridades, Ayuntameinto, Claustro y Consejo Universitario, el Senador señor Giiell, el Inspee- tor de Obras Públicas, el Arquitecto del Estado, los Claustros de Profesores de las Escuelas Profesionales y del Instituto de 2.? Ense- ñanza, Comisión de la Real Sociedad Económica, Clero y otras corpo- raciones científicas y literarias, levantándose la correspondiente acta que firmaron todas las personas distinguidas que asistieron a la ceremonia. No olvidaremos nunca aquella mañana de sol espléndi- do, como siempre lo es el de Cuba, ni aquel natural regocijo de los estudiantes, en cuyo número nos contábamos, ni aquella satisfacción intensa de los Profesores de la Universidad que veían la aproxima- ción de un gran día en que su Alma Mater, apareciese para siem- pre ataviada con la hermosa vestimenta que proporcionara el arte más exquisito, ni tampoco la obra grande del inolvidable Senador de la Universidad euyo amor profundo por esta tierra, no obstan- te los vínculos de afecto que por España sintiera, le llevaba a que- rer dotar a Cuba, su patria, de una Institución digna de ella. Por R. O. de 16 de Abril de 1887 fué aprobado el programa de las necesidades y servicios que había de llenar el edificio para la nueva Universidad, disponiéndose que por la Sección de Cons- trueciones Civiles de la Inspección General de Obras Públicas de la Isla, se formulara el proyecto correspondiente a dicha obra. Pe- ro todo se quedó ahí. Cuba por medio de sus hijos supo agasajar al Senador Giiell y Renté de muy diversos modos cuales correspon- dían a Catedráticos y estudiantes; la plancha de bronce en que se erabara la famosa Real Orden colocóse en el modesto paraninfo del antiguo edificio, como ahora lo está en el recibidor del Reecto- rado, exponente, por desgracia y para vergilenza, de una hermosa idea concebida y no realizada, ya que todas las gestiones del ilus- tre cubano, honra de las letras, esfumáronse, y al desaparecer de entre los vivos, sin esa satisfacción de su alma, llevóse en su mor- taja la Real Orden antedicha y lo que es más, el pensamiento que pudiera haber recogido otro prohombre, si la desconfianza que de nuestra Institución tuvieran los españoles, y la suspicacia del Gobernador en cuanto a las ideas de sus mentores, no hubieran contribuído a poner trabas y más trabas en el camino de su ejecu- ción. He aquí el manifiesto que escribiera el señor Giiell y Renté des- de España con motivo de la misión que le había traído a la Haba- na. Dice así: Habitantes de la Isla de Cuba. “La ley votada por 299 LA ¡UNIVERSIDAD DE LA HABANA “ 315 E, pu NI_L30VF NON "PBpISI9ATU(] BOSIJUB B| SP LIMOTQIT B] IP Ppeagua e[ us eysand oAngsa anb uorodr1osur ed DEIA VNIDITIA 01 S 31034 YN NA eS “S18 Y 4d VILVTOS ML e 1 LH Vd) ONQISSV 038 V111: 300 JUAN M. DIEIGO las Cortes en 24 de Marzo de 1883, para la construcción de la Uni- versidad de la Habana, principia a tener su cumplimiento.”” ““El Excmo. señor Gobernador General de esta Isla, rodeado del Claus- tro Universitario y de las Autoridades de esta ciudad, ha puesto la primera piedra de la Universidad en los terrenos de las derruídas murallas que pertenecen al Estado y que dan frente por el lado de la mar al Morro, y por el otro, al nuevo mercado de Colón.?”” “En el magnífico edificio que debe construirse, se enseñarán no sólo las ciencias, sino también las artes; conteniendo las bibliotecas y los museos para llenar este fin.?? “Esta Universidad evitará a la juventud de la isla el ir a Europa a buscar una instrucción que hallará completa, en todos los ramos del saber, en la Universidad de la Habana.”? “Para ayudar al Gobierno de la Nación a realizar esta grandiosa idea antes de cinco años, me dirijo al millón y me- dio de habitantes que tiene Cuba, pues todos están interesados en que se construya pronto este monumento donde vendrán a estu- diar sus hijos, para su bien, el de sus familias, el de la isla y el de la madre patria.?*? “Yo no les pido grandes sacrificios a los gene- rosos habitantes de esta hermosa Antilla, les ruego que cada uno contribuya con la modesta cuota de un duro anual, por espacio de tres años, que es poco más de medio real al mes, y con esta pequeña ofrenda, y lo que el Gobierno ha decidido señalar en el presupues- to de cada año, para la construeción de la Universidad, y los de- más recursos que se expresan en la citada ley, se levantará este edificio, que al paso de embellecer la capital de la isla, será el firmí- simo monumento de la paz, de la libertad y de la conciliación.”” ““El representante de la Universidad en las Cortes que se ha dis- puesto a consagrar hasta el último momento de su vida a la felici- dad de la isla, y que será en el Senado el representante de todos sus intereses, ruega a las madres de familia, a los hombres de todos los ectores y partidos, que contribuyan con su ofrenda a la reali- zación de este eran pensamiento, que será por la nobleza de su ob- jeto dieno de la eran nación española.?” Este proyecto de Universidad inspiró al poeta español don An- tonio F. Grilo el bien pensado y bien sentido soneto que copiamos a continuación : O! o a) HABANA LA 1 4 DE UNITVERSIDAD Ñ pepis 3AU()] BOUSNUR 14 [ 3p vue IN +puy 302 JUAN M. DIHIGO LA PRIMERA PIEDRA Al ilustre poeta D. José Giiell y Renté (en su viaje a la Habana) ¡Por ser en todo igual nuestro destino, cuando tú vuelas a tu hogar remoto y luchando entre el piélago y el noto lanzas, osado, tu cantar divino, yo recorriendo el golfo cristalino, mientras el llanto y la paciencia agoto, también navego con mi brazo roto, fingiéndome seguirte en tu camino! ¡Dejas nido y amor, paz y contento, porque tu hermano convencerse pueda de que arrostras por él vida y aliento! ¡Sólo tu hermano en júbilo me exceda cuando al inaugurar tu monumento | te abrace con el brazo que me queda ?. A pesar de estas plausibles gestiones de Gúell y del natural deseo de los cubanos de mejorar su más alta Institución, todo an- duvo como se ha podido observar; cuanto se hizo en pro de la ense- ñanza fué obra exclusiva de la mentalidad superior de sus maes- tros, de su amor intenso por la casa que tenía una representación social muy singular; al poco interés por el trabajo bien remunerado y a la indiferencia por el bienestar del país obedecía lo reducido de los salarios siempre atrasados en sus abonos, el estado miserable de sus cátedras, la pobreza de sus laboratorios, la carencia de material científico para realizar la parte experimental y tantas cosas y tantas más que no acabaría uno de exponer y que constitu- yeron deficiencias irremediables que enfermaran el espíritu progresi- vo del cubano y que tan cívicamente pusiera bien al desnudo el doctor Manuel Johnson en memorable y famosa Oración Inau- gural. Por ese estado de cosas hubo de decir el Dr. E. J. Va- rona al referirse a esta Oración que “ni aulas, ni laboratorios, ni gabinetes, ni aparatos, ni agua siquiera encuentra en la Univer- sidad el alumno, que ha de cursar, sin embargo, física, química, histología, anatomía comiparada, fisiología animal y vegetal... ni 1 La Universidad de la Habana. 2 El autor sufría entonces la fractura de un brazo. Q (2) 30 LA UNTVERSIDAD DE LA HABANA E 1 ep A Ae a 0 ls 1), pe pI81 JAM) v031JuYe al 9p [v1que 9 Ol ye d 304 JUAN M. DIHIGO menos encuentra manipuladores prácticos que lo adiestren en el uso de los instrumentos indispensables: para realizar siquiera las operaciones elementales; y de ello resulta que por grandes que sean el saber y el talento del profesor no logra el estudiante iniciarse en el verdadero espíritu de esas disciplinas?”. Tal estado de cosas hubo de continuar por muchos años hasta que en 17 de Noviembre de 1899 terminada la soberanía española, el Gobierno Militar Interventor hizo entrega a la Facultad de Medicina del edificio que ocupó el antiguo Cuartel de la Guardia Civil española para establecer en él las enseñanzas de esa Facultad, trasladándose en el mismo mes y año a dicho edificio el Anfiteatro y Museo Anatómico que estaban instalados en el ruinoso local del ex-Convento de San Isidro, como también las demás dependencias y cátedras de la expresada Facultad, existentes en el edificio Uni- versitario. Msta medida significó un paso de avance relativo por- que la amplitud del nuevo local permitía mejor desenvolvimiento a la enseñanza, dió a entender el concepto verdadero de lo que es una Facultad con todas sus necesidades dentro del molde moderno de una Universidad, rompióse con el sistema de adaptación que no tiene más que una ventaja transitoria y no permanente, y que es buena prueba de la aplicación de un dinero que no ha de bene- ficiar. Independizadas como andaban las enseñanzas clínicas, fue- ron reunidas en el Hospital '“Nuestra Señora de las Mercedes””, mediante una subvención anual por este servicio. Mientras tales reformas de locales surgían, la Universidad man- teníase en su antiguo edificio, hasta que por Orden del Goberna- dor Militar se trasladó a la antigua Pirotecnia Militar después de haber sido debidamente acondicionada por virtud de los planos que se hicieran para que fuesen arreglados los edificios con objeto de que cada Departamento estuviese bien instalado. Mientras tal pen- samiento se trataba de llevar a la práctica la Escuela de Ingenie- ros, Electricistas y Arquitectos se posesionaba provisionalmente del local que había ocupado la Escuela Profesional suprimida por la Orden número 266 de 1900; el Secretario de Instrucción Pública entregaba al Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia los Laboratorios construídos en el Paseo de Carlos III esquina a In- fanta con destino a las Escuelas de la expresada Facultad, los que fueron denominados “Laboratorios General Wood”” por acuer- do de la misma, como una demostración de reconocimiento al Go- bernante celoso que si bien supo preocuparle los problemas polí- "PYpISADALU(] BNIIUR Y[ DP PIOJO1|Q1E 7 3 ral LA UNIVERSIDAD DE LA HALF A O 306 JUAN M. DIHIGO ticos y económicos de Cuba, supo manifestar su interés decidido por la enseñanza en todos los órdenes, pero de modo muy princi- pal en cuanto se refiriera a la Facultad de Medicina de la que era él un graduado. Y así las cosas, desoyéndose la voz del Rectorado de la Uni- versidad pidiendo se dictasen órdenes oportunas para que en bre- ve plazo se diera cumplimiento a la ley de 24 de Marzo de 1883 sobre construcción de un edificio universitario, ya que dicha ley no había sido derogada ni modificada, y a pesar de que la Junta de Inspectores de la Universidad acordó hacer suya la exposición del Rectorado por entender que cumplía el más alto e importante de sus deberes asociándose a la petición prometida por el Jefe del pri- mer Establecimiento docente, fueron voces clamantes im deserto ya que no se dictó resolución alguna en cuanto a la exposición aludi- da sino que lleváronse a cabo los preparativos para acondicionar en debida forma la antigua Piroteenia Militar efectuándose el traslado de la Universidad del 1.? al 7 de Mayo de 1902, quedando así desalojado el antiguo edificio en que se fundó dicha institución docente. Grandes fueron los esfuerzos por cumplimentar una or- den manu mailitari en que parece que no hubo para la Universidad toda la consideración que se mereciera y sí el deliberado propósito de que tal cosa se efectuara para que la voluntad del Czar quedase cumplida en todas sus partes cesando de este modo el abono de la renta mensual del edificio que ocupara en la calle de O*Reilly. El traslado de la Universidad a la antigua Pirotecnia fué eler- tamente una resolución plausible porque el sitio es ideal, su als- lamiento prometía que la enseñanza se desenvolviera mejor, se evi- tasen las faltas frecuentes de asistencia a clases que se notaba en la de la calle de O'Reilly, hubiese regularidad y orden, como no los había allí, y pudiera la Institución desarrollarse en cuanto a sus exigencias técnicas como en ninguna otra parte. * Es curio- so advertir cómo la asistencia hubo de mejorar, lo que fácilmente se comprende por su lejanía y aislamiento de cuanto pudiera ser motivo para impedir que el alumno asistiese a su clase. Lástima que el impulso de la época del General Wood haya cesado en parte o por lo menos se haya amortiguado, pues todo cuanto de bueno 1 El traslado de la Universidad fué debido a las gestiones hechas por los Dres. Arístides Mestre y Juan M. Dihigo cerca del que fuera entonces Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Dr. Luis Montané y quien comprendiendo el beneficio del traslado a lo indicó al Dr. Enrique José Varona, Secretario de Instrucción Pública, obteniendo del Gobernador Militar su aquiescencia. 307 LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA $ id Uat "1OPO(J 9P OPRAIS [9P VAINPIJSIAUT BOSUE B| 9p SBIUSIsu] 308 JUAN M. DIHIGO tiene la Universidad sólo a él y al doctor Enrique José Varona, su Secretario de Instrucción Pública se debe. Lástima que hasta ahora poco no se haya permitido la venta del edificio y de los te- rrenos que ocupaba la antigua Universidad y aún ocupa el Institu- to, pues bien empleado ese dinero hubiera contribuido a embellecer con nuevos y elegantes edificios el área que ocupa la actual y no que equivocadamente dejó de reconocerse el derecho que tuviera la Universidad al antiguo edificio por la ley de 24 de Marzo de 1883 * promulgada por las Cortes Españolas y sí se beneficiara la Iglesia con el producto de la venta del mismo, perdiéndose en el vacío la defensa que hiciera el Rector de la Universidad doctor Leopoldo Berriel. Lástima que no pueda ensancharse nuestro espíritu como debiera con el progreso de su Alma Mater como se ensancha con el de otros países que tanto se afanan por el mejoramiento de su Instrucción Pública, como Grecia, Siria, Viena, Berlín, París, ete., donde puede apreciarse junto al adelanto obtenido por sus sistemas de enseñanza la belleza de sus edificios elegantes, levantados a im- pulso de un sentimiento nacional plausible y realizada la obra por quienes han sabido ser fieles intérpretes del más refinado gusto artístico. Y cuando tales emociones se experimentan en el extranjero, cuando ansioso por ver la patria amada vuelve uno con la concien- cia tranquila de haber cumplido con el deber que siempre tenemos de servirla y llenos de entusiasmo se sube la cuesta que conduce a la Acrópolis habanera, donde se asienta majestuosa y ufana nues- tra Universidad querida para contemplar de nuevo los lugares donde hubieron edificios que permitían que la enseñanza se des- envolviera y que el azote de un ciclón derribara en el espacio de pocas horas, y que la situación económica del país por un lado y por el otro la soberbia olímpica y maldecida de un improvisado em- pleado de la última desgraciada Intervención americana que es- calara el puesto de Jefe de Construcciones Civiles, impidiera por capricho propio de un sentimiento estrecho y no de manifiesta hi- daleuía, que la Universidad se desenvolviera, empleando su dine- ro como estimase que debía hacerlo; y se ven los corredores, labora- torios y cátedras apuntalados * como si fuera presagio de un des- plome que habría de sepultar para siempre el valioso material cien- 1 El Congreso, por Ley de 30 de Junio de 1914, aprobó la venta del edificio de la antigua Universidad para aplicar el precio al fomento de la actual Universidad. 2 Este mal ha sido subsanado por la Secretaría de Obras Públicas. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 509 Escudo de la antigua Universidad. 310 JUAN M. DIHIGO tífico que en esos Departamentos se encierran, el corazón se estruja y el espíritu se aturde pensando que no es así como debiera estar la bien amada Institución que puebla la mente de sus hijos con sa- nas ideas, mientras inculca en la simpática juventud que bullicio- sa se desliza por sus patios y corredores en pos del saber, los más elevados sentimientos de moral, para que sean en lo futuro firmes sostenes de la República que concibieran nuestros mayores. * H * La Real Universidad de la Habana se ha debido al celo del Maestro Fray Diego Romero, Provincial de Santa Cruz que se ha- llaba en esta ciudad por el año de 1670; por Real Cédula de 14 de Marzo de 1732 se mandó que por el Claustro se formasen los Esta- tutos 1 para su régimen y verificado se aprobaron por otra de 27 de Julio de 1734 y en los cuales se la consignó el título de Real y Pontificia Universidad, publicándose dichos Estatutos y Constitu- Y ciones por la imprenta de la Real Marina el año de 1833. De acuer- do con lo establecido en esta Constitución y Estatutos quedó la Universidad sujeta al Real Patronato honrándosela con blasón de armas y sello y más tarde con insignias; estaba regida por un Ree- tor, ? Vice-Rector, cuatro Conciliarios * y el Secretario que con pos- terioridad fué declarado perpetuo. El Claustro de Doctores se re- unía anualmente para hacer los nombramientos de dos Comisarios, 1 Como las constituciones de la Universidad de Santo Domingo debían servir de base para la formación de la nuestra no apareciendo el ejemplar de aquélla fué preciso redactar las de la Real y Pontificia de San Jerónimo. Tal suceso originó violentas dis- cusiones que retrasaron la sanción Real de los Estatutos por lo que por Cédula de 14 de Marzo de 1732 dispuso el Rey que se formaran de nuevo en los términos prevenidos y conforme a lo dispuesto para la de Santo Domingo por Paulo III en su Bula de 28 de Diciembre de 1538. 2 Se recomendó que los nombramientos de regentes y catedráticos recayesen en las personas más competentes y que el Rector, Vice-Rector, Notario, Conciliarios y Secretario, debían ser siempre religiosos, derecho que conservaron hasta la reforma. Este privilegio motivó grandes protestas de parte de aquellos que así lo consideraron. El 7 de Septiem- bre de cada año se reunía el Claustro General de Doctores y Maestros para elegir el Re- verendísimo Sr. Rector Cancelario. Los rectores usaron del derecho de aumentar las cátedras necesarias, por ello se fundó la de Cirugía por gestiones del Dr. Fernando Gonzá- lez del Valle. El primer rector fué elegido por S. M.; los siguientes por el Claustro anual- mente y la primera elección se hizo en Fr. Juan Bautista del Rosario Sotolongo en 7 de Septiembre de 1735; la elección de los Rectores en la época constitucional fué mo- tivo de reñidas controversias. 3 El día 10 de Septiembre de cada año se reunía el Claustro General para la elección de los Oficios y por boletas se hacía las del Vice-Rector y Conciliarios y nom- brados éstos, también por boletas, se procedía primero a la del Fiscal y después a las del Tesorero, Maestro de Ceremonias, Comisarios y Secretario. En 1761 se declaró este cargo perpetuo. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 311 General Jerónimo Valdés, Gobernador de la Isla de Cuba desde 6 de Marzo de 154] hasta 15 de Septiembre de 1843. Bajo su gobierno tuvo electo, en 1842, la reforma universitaria. 312 JUAN M. DIHIGO un Fiscal que intervenía en los expedientes de matrícula, grados y demás actos, un Tesorero, un Maestro de Ceremonias y dos Si- nodales de latinidad formándose un Tribunal de Justicia compues- to del Rector, un Censor regio, un Asesor, el Fiscal y el Secretario, cuyo Tribunal entendía en todo lo relativo a matrículas, exámenes, grados, así como lo concerniente a la disciplina interior de la Cor- poración y de los alumnos. El número de cátedras ascendía a 21: de Teología que regenteaban los Religiosos Dominicos; de Leyes, Cánones, Medicina, Artes (filosofía), Matemáticas, Sagrada Escri- tura, Retórica y Gramática dirigidas cn seculares me Oposl- ción cuyo resultado era la propiedad. ? En esos Estatutos y Constituciones se determina con toda cla- ridad cuanto atañe a los exámenes secretos de ia licenciatura, la manera de llevarse a cabo los ejercicios de oposición a cátedras, su duración por seis años, así como todo lo relativo a su nueva provi- sión. 2 Este sistema que no será del agrado de muchos tiene la in- mensa ventaja de impedir que los profesores una vez triunfantes en la oposición miren con indiferencia el progreso de la ciencia a su cargo y puedan en cualquier momento dar cuenta exacta de lo gue a ella haga referencia. Este sistema adoptado en el siglo xvHI hállase aún vigente en algunos países, proporcionando grandes be- neficios. En esa ley fundamental se hacen también indicaciones sobre fundación de cátedras y su funcionamiento; se especifica to- do lo relativo a estudios y grados menores de las Facultades, la forma de los grados de Teología exigiéndose al aspirante haber cursado y probado ante el Secretario de la Universidad señalado número de cursos; la de los grados de Cánones después de haberse cursado en la Cátedra de Prima de dicha Facultad cinco cursos; la de los Bachilleres en Leyes, requisitos que se exigen caso de ser un graduado o no en Cánones; la de los Bachilleres en Medicina con los estudios previos correspondientes, debiendo los que aspiren a este grado leer ante sus catedráticos las materias siguientes: 1.2, de Rebus naturalibus; 2.2, de Rebus non naturalibus; 3.2, de Re- 1 Poca tiempo después de establecida la Universidad fué preciso pedir reformas haciéndolo su Rector Fr. Juan Chacón, solicitando se dotasen cátedras, se creasen otras, señalando la necesidad de una de Física Experimental que no se aceptó, dos de Matemáticas aprobándose una. También indicaron esta necesidad el Dr. José Agustín Caballero, el Rector Fr. José Calderón y el Dr. Tomás Romay. Fué Comisionado D. Francisco Arango y Parreño para redactar el nuevo plan de estudios y para ello quiso oir a la Universidad, habiendo encontrado algunos osbtáculos. 2 Los primeros nombramientos de profesores de la Universidad fueron hechos sin el requisito de oposición ni de límites en la duración. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 3 ENS: oia Dr. José María Sierr: 842-1844). Rector de la Universidad (1 314 JUAN M. DIHIGO bus practer naturam; 4.2%, de Sanguinis missione; 5.2%, de Expur- gatione; 6.”, de Pulsibus; 1.2, de Urinis; 8.2, de Cirujia; 9.2, de An- natomia; 10.2, de Facultatibus medicamentorum. Igualmente se de- termina que el bacalaureando sufra un examen de diez y ocho Ca- sillas o Conclusiones de las materias siguientes: 1.2, de Physica; 2.?, de Generatione et Corruptione; 3.2, de Honoribus; 4%, de Spiriti- bus; 5.”, de Partibus; 6.2, de Facultatibus; 7.2, de Ciwo et Potu; 8.", de Somno et Vigilia; 9.2, de Morbis; 10.2, de Causis morborum; 11., de Symptomatae; 12.2 de Signis Criticis; 13.2, de Pulsibus; 14.2, de Urinis; 15.2%, de Indicationibus; 16., de Sanguinis missio- ne; 17.%, de Expurgatione; 18.2, de Febribus. * Más adelante se expone cuanto atañe a los grados de Medicina así como al procedimiento del examen y a la calificación de aproba- do 0 reprobado que se manifestará por medio de las letras A y R, entregadas a los examinadores a fin de que con el más riguroso se- ereto y sin que jamás se muestren las letras, se comience la votación por el Decano o por el más antiguo, guardándose el orden corres- pendiente, debiendo examinarlas el Rector ante el Secretario y Examinadores. Si saliese aprobado por mayoría se le concederá el erado de Bachiller, como si fuese reprobado se le negará y en caso de ieualdad de votos se estaría por lo que el Rector o su Vice-Ge- rente determinase, como el Decano o su Vice-Gerente comunicán- dose al otorgarse el grado el número de votos con que salía apro- bado o si lo hubiese sido nemine discrepante. Los que conocenos la historia de la Universidad de la Habana conocemos bien que tal procedimiento de las letras en la calificación de los grados se con- servó hasta casi fines de la última guerra de independencia, pero con los cambios operados todo ha desaparecido, suprimiéndose esta forma de votación secreta para reducirse a la franca manifestación del juicio que el ejercicio hubiere producido a cada juez, sin que el secreto como se exige sea un hecho por lo que no resulta raro en caso de diserepancia que la responsabilidad no sea total sino muy parcial. Asimismo se consiena en esa Constitución de la Real y Pontifi- cia Universidad de San Jerónimo, cuanto atañe a los exámenes para Licenciados en Artes, todo lo relativo al erado del Magisterio en Ar- tes, a la licenciatura y doctorado en Teología, licenciatura y doctora- do en Cánones, licenciatura y doctorado en Leyes y Medicina. Las in- corporaciones de grados hechos en otras Universidades, como la ad- 1 Quedan señalados en las Constituciones los requisitos para los Grados de Medicina. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Dr. Manuel Gómez Marañón, Rector de la Universidad (1848-1852). Dt 316 JUAN M. DIHIGO misión de cursos efectuados en otros establecimientos análogos, tam- bién queda expuesto con toda claridad. Es curioso advertir todo lo relativo a lectura y ejercicios de Artes, Teología, Cánones, Leyes, Medicina, Matemáticas, Retórica y Gramática. En esa misma Cons- titución se determinan las funciones del Notario de la Universidad señalándose los documentos sobre los que debe actuar, libros que llevar y uso del sello pequeño de la Universidad en los títulos de Bachilleres en todas las Facultades y de Licenciados en Artes, se- llo que representa un león con un rótulo que dice Vicit Leo, alu- diendo a San Jerónimo, y el sello mayor * en forma de escudo ova- lado con la imagen de San Jerónimo, que es el patrono de la Uni- versidad, un cordero con el Agnus Des, que son las armas del Con- vento de San Juan de Letrán, un can con un hacha en la boca alumbrando a un Orbe y una estrella en significación de la Reli- sión de Predicadores, teniendo alrededor del óvalo el siguiente ró- tulo: Acadm. S. Hier. Conv. S. Joan. Later. Ord. Praed. Haban. ? Como un recuerdo de lo que se hacía en esta época, copiamos a continuación los siguientes formularios: FIDE[l PROTESTATIO ET JURAMENTA QUAE ANTE GRADUUM Receptionem Facienda sunt. Ego N. firma fide credo, € profiter omnia, € singula, quae continentur in simbolo Fidei, quo Saneta Romana Ecclesia utitur, videlicet: Credo in unum Deum, Patrem Omnipotentem, Factoren Coeli, € terrae, visibilium omnium, $ invisibilium, € in unum Dominum lesum Christum, Filium Dei Unigenitum, € ex Patre natum ante omnia soecula, Deum de Deo, lumen de lumine, Deum verum de Deo vero, genitum non factum, consubstiatalem Patri, per quem omrja facta sunt, quí propter nos homines, € propter nostram 'salutem des- cendi¿ de Coelis € incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, € homo factus est, erucifizus etiam pro nobis sub Poncio Pilato, passus, € sepultus est, € resurrexit tertia die secundum Seripturas, € ascendit in Coelum, se- 1 Al escudo se le suprimió la leyenda que se refería a los frailes. 2 Bueno es advertir cue las cátedras estuvieron desiertas de discípulos; reinaba el dogma de Aristóteles resistiendo al criterio de la experiencia y de la observación; la Retórica se reducía a las varias fórmulas de la lógica; la cátedra die Matemáticas aun ceñida a las nociones indispensables aparecía desierta. Todo ello justifica el juicio pobre de los que la conocieron, como el de Madden, Salas y Quiroga, Olavide, Wilston y Pezuela que demuestra la deficiente cultura de los Padres Dominicos, la imposi- bilidad de exponer la doctrina filosófica imperante por falta del texto aristotélico que les sirviese de guía, por lo que tomaron el acuerdo de hacerlo venir de España enca- denando así el pensamiento. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Ldo. Antonio Zambrana, Rector de la Universidad (1856-1861). 318 JUAN M. DIHIGO det ad dexteram Patris, et iterum venturus est cum gloria judicare vivos, « mortuos, cujus Regni non erit finis, € in Spiritum Sanetum Dominum, € vi- vificantem, qui ex Patre, Filioque procedit, qui cum Patre, € Filio simul ado- ratur, € conglorificatur, qui locutus est per Prophetas, € unam Sanctam, Ca- tholicam, € Apostolicam Eecclesiam: eonfiteor unum baptisma in remissionem peecatorum, € expeeto resurrectionem mortuorum, «€ vitam venturi, saeenli: Amen. Apostolicas, € Ecclesiasticas tradditiones, reliquasque ejusdem Ecele- siac observationes, € Constitutiones firmissime admitto, € amplector, item Sa- ecram Seripturam juxta eum sensum, quem tenuit, € tenet Sancta Mater Eecle- sia, cujus est judicare de vero sensu, € interpretatione Saerarum Seriptura- rum admitto: nee eam unquam nisi juxta unanimem consensum Patrum acci- piam, «€ interpretabor; profiteor quoque septem esse vere, € propie Sacramen- ta Novae Legis a Jesu Christo Domino instituta, atque ad salutem humani ge- neris, licet non omnia singulis necessaria, scilicet Baptismum, Confirmationem, Eucharistiam, Poenitentiam, Extremam-Unctionem, Ordinem, € Matrimonium: illaque gratiam conferre, € ex his Baptismum, Confirmationem € Ordinem sine sacrilegio reiterari non posse, receptos quoque, € approbatos Eeclesiae Ca- tholicac Ritus in supradietoraum omniuam Saecramentoram solemni administra- tione, recipio, € admitto, omnia, € singula quae de peceato originali, et de justificatione in Sacrosanta Tridentina Synodo deffinita, € declarata fuerunt amplector, € recipio; profiteor pariter in Missa offeri Deo verum proprium, «€ propitiatorium sacrificium pro vivis, € defunetis, atque in Sanctissimo Eu- charistiae Sacramento esse vere, realiter, € substantialiter Corpus, € Sangui- nem una cum Anima, € Divinitate Domini nostri Jesu Christi, fierique con- versionem totins substantiae parus in Corpus, € totius substantiae vini in Sanguinem, quam conversionem Catholica Ecclesia transubstantiationem appe- llat, fateor etiam sub altera tantum specie totum, atque integrum Christum, verumque Sacramentum summi constanter teneo; Purgatorium esse Animas- que ibi detentas Fidelium suffagijs ¡jubari, similiter, € Sanctos una cum Christo regnantes venerandos, atque invocandos esse, eosque orationes Deo pro nobis offerre: atque eorum reliquias esse venerandas finniter assero: ima- gines Christi, ac Deiparae semper Virginis, necnom aliorum Sanctorum ha- bendas, 6 retinendas esse, atque eis debitum honorem, ac venerationem im- partiendam, indulgentiarum, etiam protestatem a Christo in Ecclesia relie- tam fuisse, illarumque usum Christiano Populo maxime salutarem esse, affimo; Sancetam, Catholicam, € Apostolicam Romanam Eeclesiam omnium Eecclesia- rum Matrem, € Magistram agnosco: Romanoque Pontifici Beati Petri, Apos- tolorum Principis, Suecesori, ac Jesu-Christi Vicario, veram obedientiam spon- deo, ae juro: caetera item omnia a Sacris Canonibus, € Occumenicis Conci- lijs, ac precipue a Sacrosanta Tridentina Synodo traddita deffinita, € de- elarata indubitanter recipio, atque profiteor, simulque contraria omnia, atque haereses quascumque ab Ecclesia damnatas, € rejectas, € anathematizatas, “ego pariter damno, rejicio, € anathematizo: hane veram Catholicam Fidem, extra quam nemo salvas esse potest, quam in praesenti sponte profiteor, $ veraciter teneo, eandem integram, € immaculatam, usque ad extremum vitae spiritun constantissimae, Deo adjubante, retinere, confiteri, atque a meis sub- ditis, seu illis, quoram cura ad me in munere meo espctabit, teneri, doceri, $ LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Ldo. José Valdés Fauli, Rector de la Universidad (1861-1864). 320 : JUAN M. DIHIGO praedicari (quantum in me erit) curaturam, ego idem N. spondeo, vobeo, ac juro: sic me Deus, adjubet, € haec Sancta Dei Evangelia. Ego N. reprobo, € condemno tanquam erroneam in fide, et moribus, doe- trinam anathematizatam in sessione quinta decima Concilij Constantiensij hac assertione inbibita: Quilibet Tirannus potest, et debet licite, et merito- rie oceidi per quemeumque vasallum suum, vel subditum, etiam per claneu- lares insidias, non obstante quocumque juramento, sea confederatione factis cum eo, non expectata sententia, vel mandato Judicis cujuscumque. Juroque Deum, et haee Sancta Dei Evangelia nom solum contrariam sen- tentiam. amplectere, et docere verum etiam satagere, ut omni ex parte obser- vetur: consecuenteque pernisiosam doctrinam de Regicidio, et Tirannicidio, adversus legitimas Potestates a plerisque Autoribus dogmatizatam, identidem damno et detestor, velut destructivam status, et quietem publicam subverten- tem; ¿juroque eam numquiam, vel sub probabilitatis specie, docere. Juro etiam, neque pertinuisse, neque in posterum pertinere ad aliquam societatem ex prohibitis ab Ecclesia vel a Rege, cujuscumque nominis sit: ne- que eas protegere; sed potius authoritatibus denuntiare. Item deffendere Misterium Conceptionis Beatissimac Virginis Mariae, jux- ta morem aliarum Universitatum Hispaniae. Item promito deffendero doctrinam, Angelici Nostris Praeceptoris. Sustinere demum, ac totis deffendere vivibus, Jura omnia ac in omnes sibi commissos Populos, supremam Hispanarium, ac Indiarum Regis Catholici Potestatem: sic me Deus adjuvet, et haec Sancta Dei Evangelia. Ád Gradum, Sive Incorporationem. Ego (Doctor, Magister, Bacalaureus, Licentiatus) ¡juro Deum, «€ haec Sancta Dei Evangelia quod vobis Reverendissimo Patri Rectori hujus Uni- versitatis Sancti Hieronymi de la Habana, ae omnibus mandatis vestris, licitus, « honestis obediens ero, vestrisque succesoribus, statuta Universitatis quan- tum in me fuerit observabo, et in negotijs Universitatis, et factis Concilium, praestabo, nec praedicta contra ipsam Universitatem, alicui dabo, € in quem- cumque statum venero, haec omnia toto vitae meae tempore procurabo, € ad vocationem vestram toties quoties, fuerim requisitus veniam: sie me Deus ad- juvet, € haec Sancta Dei Evangelia. Pro Cathedraticis. Ego N. Doctor, € ad Cathedram admittendus, juro Deum, € haec Sancta Dei Evangelia, quod vobis admodum R. P. Rectori, hujus Universitatis Sane- ti Hieronymi, ac omnibus mandatis vestris licitis, € honestis obediens ero, vestrisque succesoribus, statuta Universitatis quantum in me fuerit observa- bo, € aliis quibuscumque curabo, lectiones, et alia exercitamenta ad quae se- cumdum Constitutiones teneor cum omni diligentia, fidelitate, € veritate ad majorem fructum, «€ utilitatem audientium pro viribus meis legam: lecturam mihi assignatam integre, € fideliter interpretabo, € Cursum ad quem sum elee- tus perficiam, necnon in Cathedra, usque ad sex annos completos vitam Do- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 921 ] A al Y 1 ! | ' ñ ¡ JE AER AI A Dr. Nicolás J. Gutiérrez, Rector de la Universidad (1879-1881). 322 JUAN M. DIHIGO mino praestante, € salutem, perseverabo, nec cedulam, € signaturam dabo pro graduandis nisi pro illis quos probabiliter novero peregisse cursum summe, vel alij regentibus honorem, «€ utilitatem hujus Universitatis semper procu- rabo, damna autem, quantum in me fuerit, avertam; Concilium meum é au- xilium in omnibus, € singulis negotijs praefatae Universitatis praestabo, « in quemeumque statum venero toto vitae mae tempore procurabo, necnon ad vocationem vestram toties quoties fuerim requisitus veniam: sic me Deus adjubet, «. FORMULAE AD CONFERENDOS. GRADUS, A DECANO PROFERENDAE Pra Bachalaureatus Gradu. Authoritate Pontificia, « Regia, qua fungor in hac parte concedo tibi gra- dum Bacalaureatus, et do tibi licentiam, ut possis Cathedram ascendere, $ ibi legere, interpretari, € possis uti frui, € grandere omnibus privilegiis, ex- cemptionibus, € immunitatibus quibus potiuntur, € 'gaudent omnes simili gradu condecorati in Universitate Dominico politona, € Complutensi in no- mine Patris, € Filij, € Spiritus Sancti: Amen. Pro Licenciatus Gradu A Rectore dicenda Cum fueris ab omnibus approbatus (nemine discrepante) concedo tibi Li- centiam, ut cum volueris possis ad gradum Doctoratus ascendere. Pro Doctoribus, Sive Magistris A Decano Accipe osculum pacis in signum fraternitatis, € amicitiae. Aceipe anullum aureum in signum conjugij inter te, € sapientiam. Accipe librum sapientize ut possis libere, € publice alios docere. Accipe ensem deauratum in signum Militiae non enim minus militant Doc- tores adversus vitia, € errores animae, quam milites adversus inimicos. Pro Medicis Non minus militant, Doctores Medici ad morbos profligandos, quam wmili- tes fortes adversus inimicos. Accipe aurea calearia, nam quemadmodum equites aurati hostiliter pro- rrumpunt in inimicos; ita Doctores Medici adversus morborum catervam. Ascende in Cathedram, «€ sede in ea, ut ibi possis libere, € publice legere, ac docere, € Doctores interpretari. FoRMULAE a RmMo. D. RECTORE PRO IMPONENDO PILEO. Authoritate Pontificia, € Regia, qua fungor in hac parte concedo tibi Li- cenciato meritissimo gradum Doctoratus in N. per impositionem hujus pilei, LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 323 Dr. Fernando González del Valle, Rector de la Universidad (1881-1890). 324 JUAN M. DIHIGO $ concedo tibi omnia privilegia, € inmunitates, € exemptiones quibus portiun- tur, € gaudent, qui similem gradum adepti sunt in Universitatibus Dominico- politana, € Complutensi, in nomine Patris, «. Pro Incorporatione. Authoritate Pontificia, € Regia, qua fungor in hac parte Constituo te In- corporatum, € factum Bacalaureum, Licenciatum, Magistrum, Doctorem in N. in hac nostra Universitate Saneti Hieronimi de la Habana, ut possis uti frui gaudere omnibus privilegijs, exemptionibus, € inmunitatibus quibus po- tiuntur, et gaudent omnes simili gradu condecorati in Universitate Dominico-. politana, € Complutensi in nomine Patris. 1 Y al objeto de que instituídos y establecidos los Estatutos se publiquen con asistencia e intervención del Gobernador y Capitán General como Vice- Patrono para su confirmación y envío después al Supremo Consejo para su exa- men y aprobación se levantó un acta que corroborase el cumplimiento de la Real disposición que se firmó en el Convento de San Juan de Letrán: en 22 de Diciembre de 1732 ante Fr. Pedro Cabello, Notario Apostólico y Secretario. Asimismo en 10 de Enero de 1733 fueron confirmados los Estatutos por D. Dionisio Martínez de la Vega, Brigadier de los Ejércitos de S. M. Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba, obligando a todos los que se graduasen de Doctores y Maestros de cualquier Facultad, a hacer el juramento que se acostumbra hacer en otras Universidades. En la propia fecha fué notificado de ello Fr. Melchor de Sotolongo, Rector de la Pontificia y Real Universidad de San Jerónimo, resolviendo en 12 de Enero de 1773 tanto el Rector como Fr. Juan de Salcedo y Fr. Juan Bautista del Rosario, como Consiliarios y los P. P. Presentados y Doctores Fr. Diego de Escobar y Fr. Francisco Martínez Consiliarios con asistencia de otros Doctores y Maestros de que se compone el Claustro, exigir a los que se graduasen el juramento a que se ha hecho refe- rencia. No estará de más que, a vía de ilustración, se indique algo acer- ca del desenvolvimiento de la enseñanza de la Medicina en esos tiempos pasados y sobre cuya materia hubo de ocuparse, hace muy cerca de cuarenta años, el que fué muy competente catedrático de Terapéutica de esta Universidad, Dr. Rafael Cowley, en un in- teresante libro que titulara Breves noticias sobre la enseñanza de la Medicina en la Real y Pontificia Universidad del Máximo Doc- tor S. Jerónimo. En esa obra de paciencia, que bien demuestra la devoción del autor por esta noble carrera se han acumulado datos preciosos que revelan cómo antes de haber surgido nuestra Uni- versidad, ya el amor por la vulgarización de estos estudios había contribuído a que se abriesen cursos públicos de Medicina en el Ll Aun cuando hemos advertido algunos errores ortográficos en el original se ha preferido transcribir el texto sin enmienda, LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 325 Dr. Joaquín F. Lastres, Rector de la Universidad (1890-1898). 326 JUAN M. DIHIGO propio Convento que había de ser más tarde la firme roca en que había de descansar nuestra Institución tan ilustre. Y justo es que se indique entre los nombres de aquellos que co- adyuvaron a labor tan meritoria el del Dr. Francisco González del Alamo, fundando un curso al que asistieron tres jóvenes. No hay duda alguna que esta carrera de Medicina fué la privilegiada por excelencia; sólo así se explica que los primeros estudios profesiona- les hechos en nuestra patria lo fueran de esta carrera, como así se desprende de los datos consignados en el Libro de Estudios Con- ventuales de 1700 a 1744. Y era de llamar tanto más la atención esto cuanto que, a juzgar por los que sobre estos asuntos han es- erito, tan sólo se aspiraba a ingresar en la milicia o sacerdocio, co- mo así hubo de ocurrir con los tres jóvenes precitados. Ciertamente que la época hubo de influir no poco en el mejor o peor concepto que de las disciplinas se tuviesen y ello, en ver- dad, explica cómo a principios del siglo xvHu el estudio médico lle- gó a ser en Cuba un arte desacreditado, tal vez un mero conjunto de reglas, las suficientes para una enseñanza que se hacía en pri- vado y habría de realizarse en poco tiempo. Las cosas no se mantu- vieron siempre así, rompióse el statu quo que se advertía y ya a fines del propio período hacíase tan evidente el progreso que, mientras el concepto de arte en que era considerado el estudio de la Medicina decaía, surgía el carácter científico de tales discipli- nas a lo cual hubo de contribuir la constitución de su Claustro, formado por más de veinticinco doctores. Todos sabemos qué significación siempre han tenido en Cuba sus Sociedades Económicas; siempre las vimos a la cabeza de todo movimiento progresivo, dispuestas a dar la mano a todo el que emprendiese la realización de una idea buena y por ello siempre se decidió, merced a los grandes pensadores que tenía en su seno, a cooverar con tesón sin igual por la difusión de la enseñanza en Cuba; por ello brindaron sus escaños a los médicos, pues en sus conocimientos advertían elementos útiles. Que esta época fué di- fícil, ¡quién lo duda!; que grandes escollos se presentaban para la realización del incipiente problema de esta enseñanza, nadie ha- brá que lo niegue si ha hecho detenido y sereno estudio de este momento de la vida de Cuba; por eso, como afirma el Dr. Cowley, erande, muy grande, fué el mérito de aquellos que contribuyeron a elevar la instrucción médica a la categoría de Facultad, ofre- ciendo en medio de aquel especie de caos advertido en el desen- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Dr. Leopoldo Berriel, Rector de la Universidad (1898-1915). 328 JUAN M. DIHIGO volvimiento de las disciplinas médicas, una enseñanza reglamenta- da y metódica, tal como debía esperarse de quienes hubiesen pro- fundizado la materia y se hubiesen afanado por obtener una exce- lente orientación. Los nombres de los doctores Luis Fontayne, de la Facultad de Montpellier, Francisco González del Alamo, José Arango y Ba- rrios, Pbro. Ambrosio Medrano, José Melquiades Aparicio y Este- ban Vázquez, quedan grabados en la historia de la medicina cuba- na, por haber sido los primeros que al inaugurarse la era cientí- fica de Cuba, señalada especialmente con el establecimiento de la Universidad, se apresuraron a difundir los conocimientos que te- nían, a levantar la Medicina al nivel que le correspondía, forman- do hombres para el ejercicio de la profesión, que fuesen dignos de honrar la noble profesión que abrazaban, por sus virtudes y su saber profundo. Fecunda fué, en extremo, la labor emprendida y como el res- peto y la consideración por el saber se abriesen paso, de ahí que no sorprendiera que Fontayne se encargase del Decanato, a la vez que desempeñaba la cátedra de Anathomia, en la que hubo de su- cederle el Sr. Vázquez. Para González del Alamo se dedicó la de Prima (Fisiología) siendo reemplazado por Medrano; la de Vís- peras (Patología) para Arango Barrios, ocupando el Dr. Aparicio la de Methodus medendi (Terapéutica). Y ásí, con un solo objeti- vo por finalidad, llegaron en el correr del tiempo, a formar alum- nos que fueron honor de sus maestros y fundadores asimismo de un Claustro que había de brillar en gran modo por formarlo en- tidades tan superiores como los Alvarez Franco, Ayala, Cantos, Caro, Romay, Marín, Hevia, Sánchez Rubio, Riesgos, Sandoval, Cowley, Abreu, Alonso Fernández y los Castros y con ellos tam- bién los González del Valle, y Gutiérrez (D. Nicolás). Teniendo en cuenta las manifestaciones hechas al exponer en su lugar los puntos tratados en las Constituciones, bueno será ad- vertir que las asignaturas que debían cursarse para aspirar al Ba- chillerato en Medicina, eran: Prima (Fisiología), Vísperas (Pa- tología), Anatomía y Método (Terapéntica), incluyéndose, por ereación en 1824, la de Cirugía, por virtud de la autorización que tuvieron los Rectores para crear nuevas cátedras. El desenvol- vimiento pedagógico de ella revela el poco concepto que aún se te- nía de cómo debían hacerse las explicaciones, pues sólo así se com- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 329 Dr. José Ignacio Rodríguez, Protesor de Filosofía (1856) y autor de la Exposición de Motivos del Proyecto de Plan de Estudios de 1857. 330 JUAN M. DIHIGO prende que la enseñanza de la Anatomía fuera teórica, transcu- rriendo, como afirma el Dr. Cowley, sesenta y nueve años sin que hubiera una demostración y ni siquiera modelos en cera, utilizán- dose únicamente, al parecer, las láminas, lo que hubo de significar desventajas grandes para los alumnos, que hubiesen tenido un con- cepto más exacto de ella si el estudio se hubiera hecho sobre el ca- dáver. Tal estado de atraso en la enseñanza anatómica no pasó inadvertido para los hombres de saber de la última década del pa- sado siglo y como una prueba de esto, son las frases de Romay en el elogio al General las Casas. Volvamos a poner de relieve el mérito de la gran labor de la Sociedad Patriótica, a la que ya nos hemos referido en relación con esta materia, pues a ella, por su especial celo por la causa de la instrucción, debióse la fundación o gestión de un Hospital Mi- litar que fuese poderoso auxilio en el mejor aprendizaje de la en- señanza médica y remedio de las deficiencias en el estudio de la Anatomía. A ella, pues, se ha debido este gran paso de adelanto, permitiendo se inaugurase el curso de Anatomía práctica el 5 de Abril de 1797, desempeñándolo con el general beneplácito el Ldo. Franscisco X. Córdova. Por causas poderosas no logró larga vida este estudio en la forma en que hubo de iniciarse por lo que, cerra- da la Cátedra, estuvo regenteada en calidad de interino por el Ldo. Antonio González, hasta que, obtenido los necesarios recursos por la Sociedad Patriótica fué reinstalada, encargándose su di- rección al Dr. José Tasso. Satisfechos los deseos de la Corporación, inauguróse el 8 de Enero de 1819 la cátedra de Anatomía, Fi- siología y de Química desempeñándola el Dr. Antonio M.* de Cas- tro. Posteriormente y en vista de las necesidades, ereóse un Museo regenteado por los Dres. Francisco Alonso Fernández y Nicolás J. Gutiérrez; y así como la patria debe sentirse siempre agradeci- da pera con aquellos que han coadyuvado a su mayor progreso en todos los órdenes, no puede estarlo menos respecto de los Sres. In- tendentes José Pablo Valiente y Alejandro Ramírez por la parte que tomó el primero en cuanto a la creación de la cátedra en 1797 y al segundo removiendo cuantos obstáculos pudieran presentarse a su reinstalación en 1819. El inolvidable Dr. Cowley hace presente las dificultades con que llegaban a Cuba las conquistas de la Ciencia por la escasez de comunicaciones y queriendo, como buen cubano, salvar toda censu- ra al lado práctico de la enseñanza de la Medicina en la época a LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Dr. José M. Mestre, Profesor de Filosofía (1856). Redactor del Proyecto de Plan de Estudios de 1857 y 1863. 00 1319) JUAN M. DIHIGO io] IS que nos referimos, señala el hecho interesante de que el título uni- versitario no autorizaba para el ejercicio profesional, por lo que se explica bien la falta de clínicas, pues para obtenerlo preciso se hacia el pasar visitas en clase de practicante con un médico autori- zado y a virtud de certificación de aptitud expedida por él se su- fría un examen teórico y otro práctico ante el Tribunal del Proto- medicato, después ante la Junta Superior de Medicina y Cirugía, suprimido por las reformas universitarias de 1842. Señala muy ati- nadamente el Dr. Cowley el error de las divisiones que existían en la profesión y que llegaron hasta 1833, por las que aparecen: 1.*, los médicos cirujanos que podían ejercer por las leyes todos los ra- mos de la ciencia y arte de curar; 2., médicos cuyo ejercicio está limitado por las leyes a la asistencia de las enfermedades. pura- mente internas; 3.” cirujanos latinos con ejercicio limitado a la asistencia de enfermedades puramente externas y a los casos mix- tos en que éstos sean producto o causa de las internas; 4.” ciruja- nos romancistas con ejercicio limitado a la asistencia de enferme- dades puramente externas y a las internas de los casos mixtos en ocasiones muy urgentes, pero avisando de inmediato a un médico cirujano, a un médico o a un cirujano latino. Relata el Dr. Cowley con toda minuciosidad la historia de la Cátedra de Fisiología (Prima), indicando la labor efectuada por los profesores que la desempeñaron, desde el Dr. Francisco Gon- zález del Alamo en 1728 hasta el Dr. Agustín Enecinoso de Abreu en 1834. De igual modo expone cuanto concierne a la de Anato- mía, a la de Patología (Vísperas), Terapéutica (Método), ete., ete., señalando con toda claridad cuanto se refería al desenvolvimiento de las mismas como a las dotes de su profesorado, haciendo resal- tar la nota distintiva de cada uno de los catedráticos que con más o menos éxito hubieron de contribuir al progreso de su enseñanza. Coa esta Constitución y Estatutos siguió rigiéndose la Univer- sidad, salvo alguna que otra reforma parcial, hasta el año de 1842 en que, gobernando el país D. Jerónimo Valdés, propuso una re- forma de ellos que dieron por resultado nuevos Estatutos y Re- elamento aprobados por Real Orden de 24 de Agosto de 1842, El medio en que se desenvolvía nuestra Universidad, las €o- rrientes de ideas de la época, hacían necesario un cambio radical motivado por una reforma que no fué otra que la secularización LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 333 DI) Y a aa D. José Giell y Renté, Senador por la Universidad, 351 JUAN M. DIHIGO del Establecimiento con motivo de la supresión de las Ordenes Re- ligiosas en esta Isla, declarándosela nacional y sujeta a la inspee- ción inmediata del Gobierno. Y no sería posible callar los benefi- cios que tal modificación hubo de proporcionar, ya que desenvol- viéndose dentro de moldes aleún tanto estrechos la enseñanza de este Centro Superior, hacíase imposible que las cosas continuaran en igual estado por lo que para el mayor lustre y prestigio del mis- mo se extendió la esfera de la enseñanza elemental, secundaria y de la Universidad, dotando a la Institución de catedráticos y empleados necesarios, creándose las asignaturas de Matemáticas, Física, Quí- mica, Historia Natural, Botánica y Mineralogía, Literatura, Geo- grafía e Historia, Filosofía, Religión, y Derecho Natural, así como las correspondientes a las Facultades mayores de Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Farmacia. | Por esta reforma se establecieron dos clases de catedráticos, unos propietarios y otros supernumerarios, siendo requisito para obtener la propiedad de la cátedra el haber sido supernumerario previamente, mediante oposición que se efectuara y nombramien- to del Rey, a propuesta en terna que hacía el Vice-Real Protector oída la Inspección de Estudios. Es a este cambio famoso que tam- bién se debe la determinación del sueldo del profesorado según que fuese de entrada, de ascenso y de término y es por dicha modifi- cación que la dirección de la Universidad fué confiada a un Rector 1 Con este plan auedaroón suprimidas las enseñanzas de Jurisprudencia establecidas en las ciudades de Cuba y Puerto Príncipe y la Cátedra del Seminario Conciliar de San Carlos de la Habana; se refundieron las Juntas Superiores de Medicina y Cirugía y Farmacia en la Inspección de Estudios y en el Claustro de las Facultades respectivas; desapareció la antizua Facultad de Cirujanos Romancistas y la de Cirujanos Latinos. La alta Inspección de Estudios que se estableció formó expedientes a personas intrusas en el ejercicio de la profesión acusados de supersticiones que degeneraban en explo- tación de la ignoranciz del pueblo. Para matricularse en la Facultad de Jurisprudencia se necesitaba tener el título de Bachiller en Artes y de Bachiller en Ciencias para las otras; esto demostraba el criterio aque después se ha advertido de que según la índole de las carreras así debía ser el título de Bachiller que se obtuviese. Las Ciencias y las Artes tenían su grado de Li- cenciado, dividiéndose el de aquéllos en Ciencias Matemáticas y Naturales. Entre otras reformas del plan está el establecimiento de una Sala de Disección y otra de prepara- ciones y dos de enfermos en el Hospital General para la enseñanza de las Ciencias Mé- dicas y Quirúrgicas. Se obligó a los Sangradores o Flebotomianos a asistir durante un curso a las lecciones de Anatomía, Fisiología y Vendajes en la Universidad y las Matronas o Parteras ganar dos años de estudios y otros dos de práctica. Como característica de este Plan de Estudios debemos señalar, en relación con la Universidad, la constitución de un colegio llamado de la Universidad en forma de ver- dadero internado. La segunda enseñanza invadía la esfera de los estudios superiores comprendiendo asignaturas algunas de las cuales perduran en las Escuelas de Le- tras y de Ciencias de nuestra actual Facultad. Las pruebas de los exámenes por este plan de 1842 eran severas. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA (Proyecto del Senador Giiell). de Enero de 1884. No 25 lad, el ula nueva Universi 'a pare y piedi .. C 1 primer € Colocación de 1 336 JUAN M. DIHIGO de nombramiento Real, a propuesta en terna y previo informe del Vice-Rector que sólo intervenía en los asuntos académicos a falta del Rector, como asimismo se consignó que hubiera un Secreta- rio, un Vice-Secretario y un Tesorero y otros funcionarios admi- nistrativos, debiendo ser el Secretario bachiller por lo menos en Facultad mayor, y sin que tal cargo pudiera desempeñarlo un catedrático. Estos cambios afectaron a su vez a otras Institucio- nes, pues merced a ellos se incorporaron a la Universidad el Co- legio Seminario de San Carlos de la Habana y los de Santiago de Cuba y Puerto Rico, limitándose su enseñanza a la Sagrada Teo- logía hasta el grado de Doctor inclusive. | Por virtud del Real Decreto de 15 de Julio de 1863 ? estable- cióse un nuevo Plan de Estudios segregándose de la Universidad todos los ramos que no correspondían a los estudios de Facultad; es por ello y por la necesidad de dar orientación y vida a esos estu- dios que se crearon un Instituto de 2.? Enseñanza y otros Estable- cimientos independientes de la Universidad. Según dicho Real De- ereto había las Facultades de Derecho, Sección de Civil y Canóni- co, Farmacia, Medicina y Cirugía, con las enseñanzas agregadas de Practicantes o Flebotomianos, Dentistas y Comadronas; y de las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias se establecieron las asignaturas propias hasta el grado de Bachiller inclusive. Fué ese Plan de Estudios la ley de la materia con la modificación hecha 1 A virtud de Decreto superior del Gobernador General la Universidad Literaria formó un proyecto para el régimen de toda la Instrucción Pública en la Isla de Cu- ba como reforma del Plan de Estudios vigente. El Dr. José 1. Rodríguez escribió la ex- posición de motivos y el Dr. José M. Mestre tomó parte muy activa en los trabajos, mereciendo ambos que el Claustro General les diese las gracias. Este Plan comprende loz siguientes capítulos: De la enseñanza primaria elemental.—De la enseñanza prima- ria superior.—De la enseñanza secundaria elemental.—De la enseñanza secundaria su- perior.—Da la enseñanza facultativa profesional—De la enseñanza facultativa litera- ria.—D+*l modo de hacer los estudios.—De los estudios fuera de la Isla.—De los es: tudios privados.—De las escuelas primarias.—De las escuelas o establecimientos de en- señanza secundaria.—De los establecimientos de enseñanza facultativa profesional.—De los establecimientos de enseñanza facultativa literaria.——De las Academias, Bibliotecas, Archivos y Museos.—Del profesorado en general.—De los maestros de enseñanza pri- maria.—De los maestros de enseñanza secundaria.—De los catedráticos de enseñanza profesional. —De los catedráticos de Facultad.—Del Vice-Real Protector.—De la Junta Jentral de Instrucción Pública.—Del Rector.— Del Claustro General—Del Consejo Universitario.—Del gobierno y administración de la Universidad.—Del gobierno y ad- ministración interior de la enseñanza facultativa profesional—De la administración local de la enseñanza primaria y secundaria.—Disposiciones transitorias. 2 La Universidad presentó una reforma a este Plan de Estudios tomando parte muy principal en la Comisión el Dr. J, M. Mestre, A LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 397 D. José Silverio Jorrín, Senador por la Universidad. 338 JUAN M. DIHIGO por Decreto del Gobierno General de 10 de Octubre de 1871 1 a excepción de los grados de Doctor restablecidos por Real Decre- to de 24 de Febrero de 1879 hasta el de 18 de Junio de 1880 que resolvió en el sentido de la asimilación de estudios con la Metró- poli y estableció bases para la organización del profesorado y su unificación con el de España en los escalafones correspondientes; unificación que no se efectuó originando el Plan de Estudios de 9 de Diciembre de 1880 con las modificaciones introducidas por la aplicación del Real Decreto de 13 de Agosto de 1880 y las demás disposiciones que más adelante se expresarán. Merced a este Plan estableciéronse en la Universidad las Fa- cultades de Filosofía y Letras y Ciencias con sus secciones de Fí- sico-Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales, hasta llegar al gra- do de Licenciado inclusive; la Facultad de Derecho comprendía dos secciones: la de Derecho Civil y Canónico también hasta el gra- do de Licenciado inclusive y la de Derecho Administrativo hasta su grado de Licenciado asimismo inclusive y a cuya Facultad es- taban adseriptos los estudios del Notariado. En cuanto a la Facul- tad de Medicina y Farmacia, por virtud de este Plan las enseñan- zas llegaban hasta el Doctorado, apareciendo adscriptos a la pri- mera los estudios de Ministrantes. Entre las modificaciones intro- ducidas cuéntanse la supresión del grado de Bachiller en Facultad, las plazas de Catedráticos supernumerarios de Facultad, creándo- se en cambio las de Catedráticos Auxiliares en la proporción de una para cada tres cátedras. Pero como el avance en los estudios univer- sitarios y la influencia de otros Planes de Estudios habían de dejar sentir sus efectos en el vigente, amén de la necesidad de dar mayor importancia a determinados estudios, de ahí el fundamento de la Real Orden de 24 de Febrero de 1880 suprimiendo los exámenes y matrículas para ministrantes dentistas, creándose en su lugar la profesión de Cirujano Dentista,—que posteriormente, en la épo- ca de la seeunda Intervención americana, vemos elevarse en cate- coría—, sujetándose los aspirantes a este título a los exámenes y pruebas que determinan el Real Decreto de 4 de Junio de 1875 y Real Orden de 24 de Febrero a que se ha hecho referencia. 1 No es para olvidarse, como dice el insigne publicista Sr. Raimundo Cabrera en su notable libro Ouba y sus Jueces, el famoso sistema o plan urdido en 1871 por el que fué Secretario del Gohierno General D. Ramón Ma de Aráirtegui que revela la exa cerbada pasión política de la época, cuyo preámbulo demuestra que el propósito oficial era matar la enseñanza por estimarla fuente generadora directa del movimiento revo- lucionario. Léase lo escrito sobre ésto por R. M. Merchán en Cuba, justificación de su guerra de independencia, 339 LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA , dad. bonell ar Dr. José Ma C Í S Senador por la Univer 340 JUAN M. DIHIGO Posteriormente y mediante la Real Orden de 24 de Enero de 1881 se resolvió que la organización de los estudios de la Facultad de Sagrada Teología fuese de la competencia del Obispo de la Dió- cesis, como por Real Orden de 14 de Septiembre de 1881 se aprobó la aplicación a esta Isla del Real Decreto de 13 de Agosto de 1880 que determina la distribución normal de las asignaturas de 2.2 Enseñanza y las de Facultad en la Península; mandándose a ob- servar por la Universidad de la Habana, desde el curso académico de 1881 a 1882, las prescripciones de los artículos 17, 29, 36, 48 y 54 de dicho Decreto que indican la agrupación normal de los es- tudios de Facultad con excepción de los que corresponden al pe- ríodo del Doctorado de Filosofía y Letras, Ciencias y Derecho Ad- ministrativo, excepción que hubo de quedar anulada por Real Or- den de 23 de Agosto de 1883 por la que se amplió hasta el grado de Doctor inelusive los estudios propios de las Facultades de Fi- losofía y Letras, Derecho en la sección de Administración y Cien- cias en sus tres secciones. La Real Orden de 7 de Junio de 1883 dispuso el establecimiento del Distrito Universitario de la Habana para el régimen de la enseñanza pública a tenor de la Ley de 9 de Septiembre de 1857 y Reglamento de 20 de Julio de 1859. Dicho Distrito abarcaba las seis provincias y el Rector era el jefe de todos los Establecimientos de enseñanza pública que existían, entendiéndose directamente con el Gobierno General; pudiendo acudir al Ministro de Ultramar por conducto de la Autoridad Superior delegada cuando fuese ne- cesario. Tal reforma introducida por la Real Orden de 7 de Junio "de 1883 manifiesta claramente la tendencia española a la centra- lización administrativa; tal idea de la enseñanza es un verdadero absurdo, como lo es más el suponer que radica en el Rector de la Universidad la cultura bastante para conocer competentemente cuanto se pueda referir al desenvolvimiento de la enseñanza, a la capacidad de los maestros para el mejor desempeño de sus funcio- nes. Por eso se desenvolvía la primera enseñanza irregularmente cuando llegó Mr. Frye, por eso la reforma fué tan radical y de tan- to éxito y por eso surgieron los organismos que habían de inter- venir en la parte técnica y administrativa de la enseñanza pri- maria desligándose el Rectorado de la Universidad de una carga insoportable que hubo de proporcionarle no pocos disgustos. En 19 de Julio de 1883 quedó constituido el Consejo Universi- tario del Distrito con el que se iniciaron y desde esa fecha el nuevo LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 3 Dr. José A. González Lanuza, Secretario de Instrucción Pública en la Primera Intervención Americana y autor del Plan de Estudios de 1899. 41 342 JUAN M. DIHIGO régimen que se estableciera en esta Isla completado por la decla- ratoria que hiciera la Real Orden de 5 de Febrero de 1884 deter- minando que al Rectorado competía el nombramiento de maestros y maestras de primera enseñanza cuyos sueldos no excediesen de $300 anuales, nombrándose los de mayor sueldo por el Gobierno General. Manifiesto error, pues si el Rectorado tenía capacidad pa- ra una cosa, debía también tenerla para la otra y no que la se- gunda designación lo fuese del Gobernador General, aun cuando resultase persona vulgar. Todavía, y aun en plena vida autonó- mica de la Universidad se padeció de un mal idéntico, ya que el nombramiento de los empleados administrativos de este Estable- cimiento dependió, por un criterio estrecho, y según la categoría bien del Rector o del Secretario de Instrucción Pública. La Facultad de Derecho sufrió también reformas; debido a la Real Orden de 12 de Agosto de 1886 se comunicó a Cuba el Real Decreto de 10 de Agosto de 1886 por el que quedaron refundidas las dos secciones que la componían, creándose nuevas asignaturas para dicha Facultad, así como para la carrera del Notariado; re- forma que empezó a regir desde el curso de 1886 a 1887, pero res- petándose el derecho de los alumnos que habían comenzado sus es- tudios con arreglo a planes anteriores que hubiesen aprobado o cursado académicamente el primer grupo de asignaturas corres- pondientes a aquellos planes y fijando el plazo de dos años para que quedasen sometidos a esta reforma los matriculados que no hubiesen sufrido examen en dicho término y los que habiendo ob- nido aprobación en el primer grupo de asignaturas mencionado no hubiesen continuado sus estudios en el plazo de referencia. En virtud de la Real Orden de 5 de Julio de 1887 se puso en vigor el Real Decreto de igual fecha estableciendo el procedimiento para dar validez académica a los estudios hechos privadamente, validez que había de obtenerse mediante iguales pruebas de suficiencias conforme al mismo Reglamento y programa de exámenes y ante los mismos tribunales de enseñanza oficial, que se reunirían tres veces al año durante la segunda quincena de Enero, Mayo y Sep- tiembre, debiendo los interesados verificar sus inscripciones en la primera decena de los meses indicados. Esta concesión que tuvo que ser recibida con aplausos porque ella tendía a facilitar el medio de obtener una carrera a los que por circunstancias de la vida tuvieran que hacerla con prontitud, no ha sido bien interpretada por aquellos que se han aprovechado LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Dr. Enrique J. Varona, Secretario de Instrucción Pública en la Primera Intervención Americana y autor del actual Plan de Estudios de 1900, 344 UNIVERSIDAD DE LA HABANA de ella. Más que para los jóvenes estudiantes a quienes un estudio metódicamente hecho conforme a sabias agrupaciones habría de proporcionar beneficios sin cuentos, debía ser utilizado por los de capacidad superior y no por las medianías, como a veces ha acontecido, aunque advirtiéndose siempre honrosas excepciones. . Esta concesión es, por desgracia, una llaga que lentamente corroe la enseñanza oficial, causándole inmenso daño, pues la experiencia hace pensar en una puerta que se proporciona al alumno para esca- par del estudio metódico de una carrera, cuando firme la direc- ción técnica no permite que se inscriban dentro de un curso aca- démico más que las materias que correspondan. Hay un vértigo en nuestra vida por hacer todo a escape, de resultado funesto; lo aprendido sin base se esfuma con facilidad. El espectáculo que viene dando la Universidad en estos últimos años y principalmen- te en el actual curso académico de 1914 a 1915, es altamente do- loroso. La avalancha de alumnos privados es sorprendente. Las Facultades de Medicina y Farmacia sufren igualmente re- formas en el cuadro de su enseñanza comunicadas a Cuba por las Reales Ordenes de 28 de Julio de 1887, enterándola de los Reales Decretos contentivos de esos cambios. Merced a ellos se crean nue- vas asienaturas, se autoriza la elección libre del tema para el gra- do de Doctor, restringido después por la Secretaría de Instrue- ción Pública de la primera Intervención, se establece la enseñan- za Oficial de asignaturas especiales como complementarias de los estudios médicos sin que sean obligatorias para obtener el título de Licenciado o el de Doctor. Como resultado de la implantación de estos Decretos, en el curso de 1887 a 1888 se hizo obligatorio el contenido de los mismos para los que ingresasen en esas Faculta- des y para los del Doctorado, si bien se reservó a los matriculados por el Plan de 7 de Diciembre de 1880 el derecho de continuar los estudios por el mismo durante el período de la Licenciatura. La Real Orden de 5 de Junio de 1889 dispuso que en armonía con lo establecido por Real Orden del Ministerio de Fomento de 29 de Mayo de 1855, los alumnos de los cursos clínicos hiciesen la matrí- cula ordinaria de estas asignaturas dentro del mes de Junio, luego que hayan aprobado las que deban precederles, dando prin- cipio la enseñanza de estas materias el 1.2 de Julio para concluir el 15 de Junio siguiente, verificándose los exámenes en la del in- mediato Septiembre. La matrícula con carácter de extraordinaria estuvo abierta todo el año, habiendo podido solicitarse los exáme- "BUPQB !] P[ 9PSIP PYBPSI9ATU()] B| 9P PISTA 345 ABANA £ PAR TA AAN CONLELULE H TS LA LA UNIVERSIDAD DE 346 JUAN M. DIHIGO nes en cualquier época si los alumnos acreditaban con certifica- ción de los catedráticos respectivos que habían asistido a sus cla- ses durante el año solar correspondiente, con la única limitación de que los suspensos no podrían presentarse a nuevo examen has- ta que hubiesen transcurridos dos meses desde el día de la sus- pensión. Entre otras muchas disposiciones se encuentra la relativa a los textos que habrían de regir en Cuba, que es la Real Orden de 27 de Agosto de 1888, obras que podían adoptar los titulares ya fuesen originales, ya traducidas de otro idioma, siempre que la obra u obras fuese sometida a la aprobación del Rector del Distrito Uni- versitario, quien en caso de disentimiento llevaría consulta al Mi- nisterio de Ultramar por conducto del Gobernador General, dán- dose la enseñanza mientras una resolución recaía, por el texto o conforme al método que hubiese servido en el curso anterior. No se necesita profundizar mucho para comprender el alcance de una medida de suspicacia, pues no era posible que el Rector pudiese hallarse siempre capacitado para juzgar la bondad del texto propuesto para la enseñanza de determinada materia, si es que tal medida no tuviera por móvil el establecer estrecha vigl- lancia en las ideas que quisiesen desenvolverse en materias que se estimasen peligrosas. Sea de ello lo que fuere, el caso es que hu- biera bastado con que en Junta de Facultad, como resulta ahora, se hubiese aprobado el horario de la misma, pues el contenido de esa Real Orden se ha prestado a aleunos atropellos indignos co- mo así ha acontecido en la extinguida Facultad de Filosofía y Le- tras con uno de sus catedráticos. Y como si no fuesen bastantes las resoluciones tomadas, en múltiples casos, para suponer el deliberado propósito de España de asimilarnos, lo más posible a ella, como si fácil fuera inculcar sentimientos de simpatía y de adhesión hacia quien nada había he- cho por conquistarlos, obsequiónos de nuevo con el desgraciado Real Decreto de 19 Enero de 1892, del funesto Romero Robledo, suprimiendo el Doctorado en todas las Facultades de esta Univer- sidad, pasando los catedráticos de las asignaturas respectivas a ocupar las vacantes existentes en el período de la Licenciatura, haciendo más y más patente el poco aprecio que de este pueblo se tuviera en España, evidenciándose ahincadamente su desconfian- za hacia el mismo, mediante la farsa de querer aumentar los víncu- los de afecto con una medida tan impolítica, que trajo la resolu- 47 4 . LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA *O9[UQUOIJS Y OTIOJBALOSO “BOISIA IP OLLOJELOQYT A DIQUIQBO) "BOL uIn?) 9p OLLOJBIOQ YT “UQDRISIUNUPY 9p OPBIPH yu (SBoI[qnd seliqO op oj99Lo1J) “PepIsd9Aru(] Y] 9p *peaquo BADON 34S JUAN 'M. DIHIGO ción plausible de una viril protesta del Claustro Universitario y de otra de los alumnos exigiendo el restablecimiento de dichos es- tudios, ya que sin causa justificada se infería a la Universidad un ultraje que su dienidad no podía tolerar. La agitación natural a un arbitrario estado de cosas y la presión que se hiciera para que la rectificación de una medida improcedente no tardara en lle- varse a cabo, fueron sin duda los motivos del Real Decreto de 3 de Septiembre de 1892, restableciendo dicho período de enseñan- za, pero encargando de las asignaturas propias del mismo, en con- cepto de agregadas, a los Catedráticos titulares de las materias de 2 Licenciatura. Aunque el Gobierno autonómico de Cuba tuvo su Secretaría de Instrucción que funcionó hasta que por la conclusión de la gue- rra tomó posesión de la Isla el Gobierno Interventor Americano, su desenvolvimiento no pudo ser amplio merced a las circunstan-. cias por que hubo de atravesar el país, que no permitía el desen- volvimiento sereno de ninguna esfera, mas cuando pronto pudo advertirse, y por fortuna, el resultado negativo de un régimen au- tonómico falso. Sin embargo, dió algunas disposiciones en relación con nuestra Universidad, entre las que se cita la que por orden del Gobernador General dejaron en suspenso los artículos 278 al 281, ambos inclusives, del Reglamento Universitario, que se refieren a los actos de investidura del grado de Doctor. Nunca hemos estado conformes con tal medida que quitó lucimiento a la obtención del más preciado de los títulos para limitar la adjudicación del mismo al simple examen de grado y a la expedición por el Rectorado del correspondiente diploma. Y desaparecieron con tal medida las fiestas que anualmente se celebraban, la hermosa reunión del Claustro con nuestras mejores familias que acudían a oir la palabra autorizada del que apadri- naba poniendo de relieve los méritos del graduando, el advertir el regocijo del Rector aque daba la bienvenida estrechando en su pe- cho al adolescente distinguido y a un Claustro que complacido por el triunfo de un hijo predilecto de la casa unía, por medio de es- trecho y sincero abrazo los latidos de su corazón con el del gra- duando como prueba de simpatía y afecto, y en fin, a suprimir un acto que contribuía a dar lustre y esplendor a las fiestas univer- sitarias. Y para que no se pierda la idea de lo que fué el ceremo- nial para la investidura del grado de Doctor, copiamos a continua- ción la fórmula de conferir al laureando por el Rector, la investidn- "PRPISIOATU ] Y] 9P VUSVIN B]INY PAMN pa [ Por tanto, haciendo uso de la autoridad que me está delegada y en nombre de SMA (Q. D. G.) declaro solemnemente que se os confiere el grado de Doctor en la Facultad de ...... en testi- monio de lo cual vais a recibir de mis manos las nobles insignias de vuestro honor y dignidad.?”? ““Recibid primeramente el bonete laureado antiquísimo y venerado distintivo del magisterio, y lle- vadle sobre vuestra cabeza como la corona de vuestros estudios y merecimientos.?”? ““Recibid el libro de las leyes que habéis jurado guardar, cumplir y obedecer, el libro de la ciencia que os cumple enseñar, difundir y adelantar. Sea para vos significación y aviso de que por grande que vuestro ingenio fuere debéis rendir acata- miento y veneración a la doctrina de nuestros maestros y predece- . sores.?” ““Recibid el anillo que la antigúedad entregaba en esta ve- neranda ceremonia, como emblema del privilegio de firmar y sellar los dictámenes, consultas y censuras de vuestra ciencia y profe- sión.?? “Recibid los guantes, símbolo de la pureza que deben con- servar vuestras manos, y signo también de la distinción de vues- tra categoría.?? ““Recibid, por último, la espada. En los antiguos tiempos esta arma de la nobleza significó que la profesión de las ciencias era elevada por ella a la dignidad y rango de la caballe- ría. Hay os la entregamos como testimonio glorioso de lo antigua que es en nuestra patria la nobleza de la ciencia, como emblema consagrado de la justicia, como símbolo de la fortaleza de que debe 1 El Secretario General leía en alta voz la fórmula de los juramentos que es la siguiente: “¿Juráis por Dios y por los Santos Evangelios profesar siempre la doctrina de Jesucristo Señor nuestro, creyendo y defendiendo nuestra religión única y verdadera como lo enseña la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana?” El candidato contes- taba: “SÍ juro.” “¿Juráis por Dios y los Santos Evangelios obedecer las leyes que rigen en esta Isla y las mandadas observar para el Reino, ser fiel a ............... y cumplir con las obligaciones que os impone el grado de Doctor ed ........... que se os va a conferir?” “Sí juro.” Y el Presidente decía: “Si así lo hiciéreis, Dios os lo pre- mie, y si no os lo demande, y además seréis responsable en el ejercicio de vuestro cargo con arreglo a las leyes.” 351 A UNIVERSIDAD DE LA H T/ wm 9p onb 2 JU Iv C£ pr] 1 | DAVU ] * ] ap np > yu ) ) OT) !l 119) l op A PISTA > E E EPA 352 JUAN M. DIHIGO armarse nuestro espíritu, para cumplir dignamente las obligacio- nes de nuestro ministerio y los juramentos que habéis prestado. ”” “¿Ahora DOCtor Ena levantáos! y recibid el abrazo de fraterni- dad de todos los que se honran y congratulan de ser nuestros her- manos y compañeros.?”? En la Facultad de Medicina antes de en- tregar la espada se entregaba el bastón diciendo: ““Recibid el bas- tón, enseña honorífica de vuestra ciencia y distintivo del ejercicio de vuestra profesión desde sus más remotos orígenes.?” Y con la desapa- rición de este acto de solemnidad extraordinaria, han ido desapa- reciendo también o por lo menos tolerándose la realización de ejer- cicios académicos sin la toga que va paulatinamente aminorando el respeto al acto y al tribunal que interviene. Si la moda de la in-, novación sigue imperando puede que los letrados en sus informes judiciales, los magistrados en sus funciones, los fiscales, etc., eo- rran la misma suerte que la Universidad en este sentido. Con la anterior exposición acerca del desenvolvimiento de la enseñanza universitaria llegamos al momento del cese de la sobera- nía española y a las alteraciones que en este orden hubieron de sur- gir como resultado de la ocupación militar americana en nuestra patria. Las cireunstancias no fueron de lo más propicias para que al Gobernante sólo preocupara nuestro Centro Superior, ya que in- finitos problemas de orden político, económico, administrativo, ete., absorbían la mente del celoso primer gobernante, de quien Cuba guardará siempre eterno y grato recuerdo no sólo por sus relevantes cualidades, por su caballerosidad que tanto le distinguen, sino por- que penetrado bien de la misión que se le confiara entendía, y así hu- bo de expresarlo, que debía mantener las cosas en el estado en que las recibiera, salvo lo que urgentemente exigiera una modificación, a fin de que en su día el Gobierno de Cuba y su Congreso resolvie- ran lo pertinente ya que su permanencia era del todo transitoria. Y así lo hizo, mereciendo el aplauso que el país le tributara y así hubo de manifestarlo al Rector de la Universidad como consecuen- cia de la exposición que le presentara acerca de dicha Institución. Unida en una sola persona las dos carteras de Justicia e Ins- trucción Pública y estando casi todo por hacer, abrumador fué el trabajo que tuviera el dienísimo primer Secretario, siendo expli- cable que los asuntos de enseñanza tuviesen que supeditarse al des- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 399 Busto del naturalista Felipe Poey, en el patio central de la Universidad, 394 JUAN M. DIHIGO envolvimiento de los de justicia, porque en la forma en que se ha- llaban aquéllos al cesar la soberanía española, podían esperar la reforma natural que sobreviniera, cosa que no resultaba lo mismo en el orden judicial. Así se explica que transcurriesen los meses del año de 1899 hasta el de Noviembre en que con fecha 4 se dictara por el Gobierno General de la Isla, la Orden número 212 contenien- do un nuevo Plan de Estudios para la Universidad, para los Insti- tutos de 2.* Enseñanza y para la Escuela de Pintura y Escultura. Según puede verse por este Plan se ampliaron los estudios de las cinco Facultades, sobre todo las de Filosofía y Letras y Ciencias; se Crearon nuevas cátedras, se conservaron los grados de Licencia- do y Doctor en todas ellas, aunque se suprimió el período de estu- dios propios de este último, modificándose el procedimiento para el ejercicio del Doctorado en el sentido de exigirse a los aspirantes a este grado que los trabajos presentados para optarlo revistiesen caracteres de originalidad y verdadero mérito científico a juicio del Tribunal respectivo que así debía declararlo y certificarlo al aprobar dichos trabajos. Pronto se vió que tal cosa era poco menos que irrea- lizable si debía el Tribunal atenerse al concepto propio de lo que debe ser la originalidad. Las mejoras de este Plan estribaban en la ampliación de estudios, aumento del número de Catedráticos, así como de otros funcionarios facultativos y administrativos por la creación de las nuevas cátedras y de nuevos cargos de uno y otro orden dotándose con mayores elementos y recursos todos los servi- cios universitarios. Tal cambio significó la nueva éra de prosperi- dad de la Universidad, la conformación del papel que representa dentro de un medio social que sabe apreciar los beneficios que de ella puedan derivarse. Los estudios establecidos por la Orden número 212 de 4 de No- -—viembre de 1899 son los siguientes, agrupados dentro de sus res- pectivas Facultades: Facultad de Ciencias, Sección de Físico-Mate- máticas: Algebra Superior, Geometría Superior, Trigonometria, Di- bujo Lineal, Física, Química General e Inoreánica, Mineralogía Ge- neral y Cristalografía, materias todas correspondientes al Período Preparatorio. El de la Licenciatura comprendía : Geometría Analíti- ca, Geometría Descriptiva, Topografía y Agrimensura, Dibujo apli- cado, Cálculo Diferencial, Física, Cosmografía, Mecánica Racional, Meteorología y sus prácticas, Geodesia y sus prácticas, Mediciones eléctricas y Electricidad aplicada, Astronomía, Física Matemáti- va. El Período Preparatorio de la Sección de Físico-Químicas com- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA pe pIsS al 1 ALU] Y [ 9p pt 21 JUIL) Y TO E En 9990111 C € [ 356 : JUAN M. DIHIGO prendía: Algebra Superior, Geometría Superior, Dibujo Lineal, Física, Química General e Inorgánica, Mineralogía General, Quí- mica Orgánica y Mineralogía Descriptiva. En la Licenciatura se es- tudiaban: Física, Química Inorgánica, Análisis Químico Cualita- tivo, Dibujo Aplicado, Análisis Químico Cuantitativo, Mineralo- gía General y Cristalografía, Micrografía y Fotografía, Química Orgánica, Análisis Químico Orgánico, Mineralogía Descriptiva y Docimasia, Meteorología, Mediciones eléctricas y Electricidad apli- cada, Análisis Químicos especiales, toxicológicos y bromatológicos, Química biológica, Bacteriología. El Período Preparatorio de la Sección de Físico-Naturales comprendía: Física, Química General e Inorgánica, Anatomía y Fisiología Animales, Anatomía y Fisio- logía Vegetales, Mineralogía General, Dibujo Aplicado, Química Or- gánica, Mineralogía Deseriptiva, Fitografía, Zoología general. Los estudios de la Licenciatura eran: Biología y ejercicios de Zootomía, Fitografía con herborizaciones, Mineralogía general y Cristalo- grafía, Zoografía de los Invertebrados, Zoografía de los Vertebra- dos, Mineralogía Descriptiva y Docimasia, Micrografía y Foto- grafía, Bactereología, Anatomía Comparada, Geología con ejerci- cio de Petrografía, Paleontología, Antropología General y ejerci- cios de Antropometría, Evolución del Reino Animal, Evolución del Reino Vegetal, Ejercicios de Clasificación. Como puede adver- tirse, dentro de esta Facultad la ampliación de los estudios ten- día a hacer más intensa y extensa la: cultura y puede que a ello se haya debido la restricción que necesariamente hubo de sobrevenir con posterioridad. Los Períodos Preparatorios eran de dos cursos en todas las Secciones, los de Licenciatura eran de cuatro. La Facultad de Farmacia tenía también dos cursos de Período Preparatorio que comprendió los siguientes estudios: Algebra Su- perior, Geometría Superior, Física, Química General e Inorgánica, Mineralogía General, Anatomía y Fisiología Animales, Anatomía y Fisiología Vegetales, Química Orgánica, Mineralogía Deseripti- va, Fitología, Zoología General. Los estudios de la Licenciatura se agruparon en cuatro cursos: Física, Química Inorgánica, Análisis químico cuantitativo, Materia Farmacéutica animal, Farmacia práe- tica, Análisis químico cuantitativo, Botánica descriptiva aplicada, Materia farmacéutica vegetal, Micrografía y Fotografía, Química Orgánica, Análisis químico orgánico, Mineralogía General y Cris- talografía, Mineralogía Descriptiva y Docimasia, Bactereología, Análisis químicos especiales: toxicológicos y bromatológicos, Hi- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA pe ya ci a y Antropología. , 1 a, Zoolog s.—Biologí Jencia scuela de O e 4 1 308 JUAN M. DIHIGO giene Pública y Legislación Sanitaria, Química Biológica. La Fa- cultad de Medicina en su Período Preparatorio de dos cursos com- prendió los siguientes estudios: Física, Química General e Inor- gánica, Anatomía y Fisiología Animales, Anatomía y Fisiología Vegetales, Mineralogía General, Química Orgánica, Fitología, Zoo- logía. El período de la Licenciatura en Medicina comprendía seis cursos con las siguientes materias: Anatomía Descriptiva, His- tología Normal e Histoquimia, Fisiología, Disección con su práe- tica, Bacteriología, Anatomía e Histología Patológicas, Anatomía Quirúrgica y Operaciones, Patología General con su clínica, Te- rapéutica, Higiene privada, Patología Experimental, Patología Mé- dica, Patología Quirúrgica, Obstetricia y Ginecología, Clínica Mé- dica, Clínica Quirúrgica, Clínica de Obstetricia y Ginecología, Patología y Clínica Infantiles, Medicina Legal y Toxicología, Higie- ne Pública y Legislación Sanitaria, Química Biológica. La Facultad de Filosofía y Letras tenía un Período Preparatorio de un curso con los siguientes estudios : Literatura General, Lingúís- tica General y Filología, Lógica y Psicología, Prehistoria e Historia Universal y una Licenciatura con 3 cursos: Literatura Clásica, Lite- ratura Española, Lengua Griega, Etica y Sociología, Historia Uni- versal, Filosofía General, Historia de la Literatura de los pueblos de origen latino, Historia de la Literatura de los pueblos de origen ger- mánico, Hebreo o Arabe, Historia de la Filosofía, Historia de América. Esta Facultad quedó poco más más o menos como apa- recía en el Plan español, pero con el defecto de reunir en una mis ma cátedra la Lingúística y la Filología como si fuesen una sola cosa y hasta resultando agregada, apareciendo tener en el orden de la enseñanza un papel secundario, a uno de los cursos de len- gua grieza. En cuanto a la Facultad de Derecho, que es la que falta por exponer, se compuso de un Período Preparatorio de un curso con las materias siguientes: Literatura General, Lógica y Psicología, Etica y Sociología, Antropología con ejercicios de Antropometría, un Período de Licenciatura en cimeo cursos en que se estudiaba: Prehistoria e Historia Universal, Introducción General al estudio del Derecho, Derecho Romano, Economía Política, Derecho Ci- vil, Derecho Político, Instituciones de Hacienda Pública, Derecho Penal, Derecho Administrativo, Derecho Procesal, Derecho Inter- nacional Público, Derecho Mercantil, Derecho Internacional Pri- vado, Derecho Político Comparado y Teoría y Práctica de Re- LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA A EN GuUNERRE Zz £ ane, Museo Antropológico Mont 360 JUAN M. DIHIGO dacción de Instrumentos Públicos. La carrera del Notariado, comprendió cuatro cursos: Introducción General al Estudio del Derecho, Derecho Civil, Derecho Político, Economía Política, Derecho Administrativo, Instituciones de Hacienda, Derecho Pe- nal, Derecho Procesal, Derecho Mercantil, Teoría y Práctica de Redacción de Instrumentos Públicos. * La Secretaría de Instrucción Pública dictó las reglas relativas a precedencias e incompatibilidades en cada una de las Faculta- des, a fin de que el desenvolvimiento de la enseñanza fuese gra- dual y pedagógico. Tal Plan de Estudios duró menos de un se- mestre, pues el cambio del Gobernador Militar trajo consigo la substitución de personas en las Secretarías y como resultado de ello una modificación radical en toda la enseñanza y en el Profeso- rado que había sido elegido, no mediante oposición sino por medio de Comisiones designadas que propusieron al Gobierno las perso- nas que estimaron capacitadas para desempeñar las cátedras. Si bien este Plan como ya hemos dicho, tuvo que modificarse para ajus- tarlo a otro de orden en parte más económico y de nueva orienta- ción, aunque no exento de defectos como el tiempo se ha encarga- do de demostrar; la Secretaría de Instrucción Públicaresolvió mu- chas cuestiones que fueron altamente beneficiosas; entre ellas pue- den citarse la supresión de los derechos que se pagaban al Estado por la expedición de Títulos Académicos y Profesionales de cual- quier clase que fuesen, expidiéndose desde entonces libres de gas- tos para los interesados; el nombramiento y separación del perso- nal subalterno de la Universidad por la Junta de Decanos; las nue- vas disposiciones para la incorporación a la Universidad de los títulos obtenidos en el extranjero, la libre elección. de temas para el grado de Doctor; la manera de hacer el nombramiento del Se- cretario General de la Universidad, así como de los Secretarios de Facultades; la forma de proveer las plazas de Auxiliares de la Uni- versidad y otras más que revelan el interés que el Gobierno de la Intervención y muy en especial su Secretario de Instrucción Pú- blica tuvo por encauzar la enseñanza contribuyendo a su completo mejoramiento. La entrada del doctor Enrique José Varona en la Secretaría de Instrucción Pública dió origen, merced a necesarias modifica- 1 Por la Orden No. 179 de 28 de Abril de 1900 se creó una Escuela de Ingenieros y Arquitectos para la enseñanza de las carreras de Ingenieros Civiles, Mecánico-Electri- cistas, Químicos y Arquitectos. LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA MN Mn pad! me 361 ca. le Fís al al de 10 € te y Laborator Gabine scuela de Ciencias: E "ísica. De gu ca es exactamente ími lo de Quí l Laborator E 362 JUAN M. DIHIGO ciones impuestas por el entonces Gobernador Militar Leonardo Wood, a un nuevo Plan de Estudios que actualmente se halla en vigor y por el cual se introdujeron reformas del todo beneficiosas para la enseñanza, no obstante las quejas legítimas a que dieron lugar las inmerecidas imputaciones que se hicieron de aleunas per- sonas del profesorado y la injusticia de que todos no fueran ¿juz- gados con igual criterio. Pero nadie podrá negar que si el Plan Lanuza complacía porque daba satisfacción a naturales deseos de formar parte del Claustro Universitario, también fueron tantas las cátedras creadas, que el lado económico hubo de imponer la reforma en un sentido más modesto, dentro de un nuevo aspecto científico. Era el plan Lanuza, como el mismo doctor Varona ha dicho, “un Plan de proliferación por el que se aumentaban cátedras y se subdividían sin que se advirtiese un cambio de orientación en la enseñanza pública, pues todo seguía dentro de las antiguas lí- neas y hasta respetándose el antiguo método de enseñanza. El re- sultado era el de un número desproporcionado de catedráticos en relación con el de alumnos.?” Había, además, otras razones para ex- plicarse el cambio que surgió por la Orden número 266 pues en el estado en que se hallaba todo en la Universidad, “todo resultaba añejo e inservible, aulas pobres, laboratorios desprovistos de ma- terial y mal acondicionados y ni bibliotecas existían, porque la de la Universidad no podía ser más vetusta y menos surtida de obras indispensables para el aprendizaje de los alumnos.”” De tales cosas, no por voluntad ni por falta de preparación, que todo ello le sobra- ba al que fué dignísimo Secretario del General Brooks, sino por falta material de tiempo, dado el inmenso trabajo que sobre él pe- saba con ambas Secretarías, no pudo ocuparse de las múltiples exigencias de la enseñanza universitaria, la Orden número 212 de 4 de Noviembre de 1899, y como era preciso cambiarlo todo, de ahí la determinación de no conservar por más tiempo “los instru- mentos comidos de herrumbre que estaban arrinconados en viejos desvanes, el no mantener la buhardilla donde estaba lo que se lla- mó Laboratorio de Química, el ridículo y desprovisto Museo de His- toria Natural, los apolillados infolios de la librería del convento de Santo Domingo, el miserable Gabinete de Física”? y tantas y tan- tas cosas más que han desaparecido gracias al muevo Plan de Es- tudios y a la firmeza de carácter del Secretario respectivo. Merced a esa reforma el cambio radical se ha operado tanto en lo relativo a la manera de enseñar y aprender como en las materias LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA "PBpISIOA TU ( DES: 4 ] Y[ 9p ov1uy ' JO C £ Í Upaep [9p BP uo A) 364 JUAN M. DIHIGO de estudio. La objetividad de la enseñanza se imponía, imposible antes por falta de elementos, era mejor, como ha dicho el doctor Varona, leer menos y observar más, comparar más, meditar más, experimentar más. (Quiso el legislador que los profesores fuesen sólo profesores, y es sensible confesar que no lo ha conseguido; aumentó la consignación a cada cátedra para evitar ésto, pero el médico, el abogado y el ingeniero que pertenecen a la Universidad, si prestan atención a su cátedra no hacen de ella dedicación úni- ca sino, en algunos casos, aparece en un segundo plano, sometida en absoluto a la profesión que ejercen que ha de proporcionarles mayores beneficios que los que pueda brindarle la cátedra. La su- presión de los programas que convierten en arte mecánico todo el proceso de la instrucción, fué otra de las innovaciones de este Plan, medida que se imponía porque coartaba la libertad para enseñar. Los exámenes sometidos al programa sufrieron cambios asimismo y tanto la Facultad de Medicina y Farmacia como las Escuelas de Ingenieros, Ciencias, Pedagogía y Agronomía se surtieron por causa del nuevo sistema de laboratorios que han cooperado a hacer la enseñanza mejor y más sólida, pues la consignación para el ma- terial científico ha permitido que las experiencias sean un hecho. ¿ Podría afirmarse que el Plan está exento de toda crítica? Realmen- te, nada hay que pueda escapar de ella, pero en honor a la verdad debemos confesar que tampoco el Secretario pretendió que así fuese ya que siempre reflexivo ha sabido modificar aquellas cosas que me- reciesen un cambio. Con este Plan se ha efectuado la renovación del espíritu que presidió por muchos años la enseñanza superior. La Orden número 266 manifiesta en su preámbulo que *“el Go- bernador General desea dar a la Universidad de la Habana una base sólida y estable, proveyéndola del número de catedráticos su- ficientes para impartir con eficacia la instrucción necesaria. Y por el Plam contenido en la antedicha Orden se estableció una reduc ción considerable del número de Catedráticos e Instructores, pru- curando agrupar los cursos de modo que catedráticos competentes pudieran enseñar aquellos cuyas asignaturas son más o menos afi- nes. En cuanto al nombramiento de Catedráticos y de Auxiliares se aceptó por el Gobernador General que entre aquellos que desem- peñaban cátedras, los que las habían obtenido por oposición debían continuar así como los que dadas sus aptitudes especiales y cono- cimientos superiores estuviesen capacitados para ocupar las que desempeñaban. Este último extremo produjo erítica intensa, pues LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA 365 Observatorio de Astronomía 365 JUAN M. DIHIGO entendían los perjudicados que se establecía en el escalafón uni- versitario el sistema de castas, porque si era lógico que los que es- taban por oposición, quedasen como catedráticos, no lo era el que la mayor parte del resto saliese para hacer ejercicios de oposición, permaneciendo dentro de la Universidad un número que apare- cía calificado de intelectuales indiscutibles y que debía como los otros, rendir sus pruebas. Por fortuna los rozamientos han pasado y cada cual dentro de sus funciones trata de desempeñar el cargo de la mejor manera posible. La enseñanza universitaria según la Orden número 266, que es la actual, comprende tres Facultades: Letras y Ciencias, Medici- na y Farmacia y Derecho. La primera se compone de las Escuelas de Letras y Filosofía, Pedagogía Ciencias, Ingenieros, Eleetricis- tas y Arquitectos y Agronomía; la segunda de las Escuelas de Me- dicina, Farmacia, Cirugía Dental y Medicina Veterinaria y la ter- cera de las Escuelas de Derecho Civil, Público y Notariado. Re- elrá la Universidad un Rector que tendrá un Secretario General electos por los Catedráticos de todas las Facultades reunidos en Claustro Pleno. Para desempeñar los cargos de Rector y Secreta- rio no se necesita ser Catedrático; si lo fueren los elegidos, deja- rán de desempeñar sus cátedras todo el tiempo que ejerzan sus funciones. También se establece el tiempo de duración de ambos cargos, así como una Junta de Inspectores encargada de velar por su fomento y prosperidad y de proponer al Gobierno las medidas conducentes a ese objeto. La Junta estará compuesta de once miembros : tres ex-oficio que serán el Presidente de la Academia de Ciencias de la Habana, el de la Sociedad Económica y el del Tri- bunal Supremo; dos desienados por el Claustro de la Universidad que no pertenezcan al mismo; dos por los seis Institutos de la Isla en iguales condiciones que los anteriores; uno por la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana, uno por el Colegio de Abogados de la Habana; dos elegidos por el Gobierno entre las personas pro- minentes por su saber o méritos artísticos, cargos que serán reno- vados por mitad cada tres años. Las Facultades se componen de los catedráticos de sus diversas Escuelas, dirigidas por un Decano teniendo un Secretario electo entre los profesores. En virtud del carácter técnico de la Facultad regula libremente el orden de en- señanza de sus distintas Escuelas, distribuye y subdivide los cur- sos, fija las épocas de vacaciones y exámenes y propone las refor- mas, ampliación de estudios y aumento de cursos, de cátedras y . LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA E o A [«b) == w Es] — v = o [v2] = 7] = 6] [5] Y [cb [a 3 > Y [5] .— + Escuela Prác 368 JUAN M. DIHIGO laboratorios que exija el desarrollo de la Facultad. De acuerdo con este Plan los cursos de la Universidad duran nueve meses dentro del año. Como esta ley autoriza a que cada Facultad establezca su propio Reglamento, que ha de ser aprobado por el Rector, cada una ha redactado el suyo dentro de sus propias exigencias para todo lo concerniente a la enseñanza. La Escuela de Letras y Filosofía comprende los siguien- tes estudios: Lengua y Literatura Latinas, Lengua y Litera- tura Griegas, Lingiística, Filología, Historia de la Literatu- ra Española, Historia de las literaturas modernas extranjeras, Historia de América, Historia moderna del resto del mundo, Psicología, Filosofía Moral, Sociología e Historia de la Filo- sofía dada en conferencias. Estas materias han sido debida- mente agrupadas en tres años guardándose las incompatibili- dades y precedencias acordadas por la Facultad. Los exámenes son parciales y finales; aquéllos orales y éstos orales y escritos, so- metidos a la forma acordada. La experiencia ha demostrado la ne- cesidad de suprimir los exámenes escritos por orales preguntando el Tribunal a cada examinando sobre toda la asignatura. Tal medi- da, doloroso es confesarlo, ha obedecido a la ausencia de todo sen- tido moral por parte de la generalidad de los alumnos que conspi- raba contra la seriedad del acto universitario; no se rendía verda- dera prueba de saber, el engaño al tribunal resultaba manifiesto, conocidos los temas se desenvolvían en la Biblioteca y se valían de sus medios los que auxiliaban para hacerlos llegar al que sufría el examen cuando no se llevaban apuntes preparados con el fin de burlar la honradez y celo del tribunal. A grandes males, grandes remedios; sin embargo no todas las Escuelas han suprimido el examen escrito.Cuando el alumno haya aprobado todos los cursos de la Escuela de Letras y Filosofía, será admitido a los ejercicios para el grado de Doctor en Filosofía y Letras que consta de dos actos; el primero, de lectura de una tesis previamente ele- gida de un cuestionario redactado por los Catedráticos de la Escuela y de las observaciones que el Tribunal creyese pertinente dirigir al graduando y el segundo del desarrollo de un tema, con veinte y cuatro horas de preparación en un espacio de tiempo que no excederá de tres cuartos de hora. A los alumnos que hayan apro- bado estos ejercicios, el Rector, a propuesta de la Facultad discer- nirá el título de Doctor en Filosofía y Letras. (Conclwirá.) Biología (1 curso) ....... A ad ect TAI E de De cara |Proteor Dr. Carlos de la Torre. ZOO CHESO) LE os a eat a Antropología general (1 curso)............... SS Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Sistema nervioso: morfología y funciones. Su evolución en el hombre y en la serie zooló- » Dr. Arístides Mestre. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo Zoológico y Jefe de los trabajos prácticos del Laboratorio de Biología, ); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química ; y Dr. Jorge Hortsmann “Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respecti- vos ayudantes. —El «Museo Antropológico Montané» y el Laboratorio de Antropología tienen por Director al Profesor titular de la asignatura. El profesor auxiliar interino de la Escuela es el Dr. JoséR. García Font. 3 ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 curso)... A A NS 1 Historia de la Pedagogía (1 curso)............ - Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. Erarene Escolar (io Carso) e J : Metodología Pedagógica (2 Cursos)... ......... A Dr. Luis Padró. Mb oraca MCU) o OR IAS emo dd o ) q , Dibujo natural (EnESO) O ia at dc, ¡AP Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea....| La Pedagogía Experimental............. as S. Se ¿ (Vacante. ) TI. Lectura é interpretación de las obras de los ( grandes pedagogos contemporáneos ..... ) Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gógico es el Profesor titular de Metodología. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico. , AS A O AA MEN PA >» Profesor Sr. Eugenio Rayneri. ISTSReOLoOrTA tan (Carso) 00. Ce ae aia y Geodesia y Topografía (1 curso)....... a ; , e ucensutn (1 dro) í e Dr. Alejandro Ruiz adalso. Ag da PONEIS << 20 de E ateriales de Construcción (1 curso) ......... 1 Resistencia de Materiales. Estática Gráfica | AA A ARS IRA AR DRESS E Re Sr. Aurelio Sandoval. Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso).. ) TOM e canica (Ll CHCSD or ne ta e nao z z Manor INCURSO) UE an ole E ea ) As Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / : rocrarriles,: calles. y ¡Carteteras) coadaleo => y 2 Dr. Luis de Arozarena. Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) Je Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) | Historia de la Arquitectura (1 curso).......... ( Contratos, Presupuestos y Legislación especial : Se Dr. Andrés Castellá, á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... f Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Labo- ratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctri- cos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso). 1 oro prancioda FTenaros Fabricación de azúcar (1 curso)............... ) O o ap O EN E AA 1 IES COTA BUESO)S: Sd ve aso eel ee : y Sr. José Cadenas. FEE UE AA A ON j Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 cur- | A A A AA E AO dl - > Legislación Rural y formación de Provectos A EAS Sr. José Comallonga, A A A A TS RS J El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr. Buenaventura Rueda (Jefe de los Mu- seos y Laboratorios). Para lós grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AVISO / La REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. 58 Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REVISTA, el ca p rrespondiente; y de los Centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, envío de los periódicos, catálogos, etc., ds publiquen: de ellos daremos cuenta en 1 sección bibliográfica. A _ Para todo lo concerniente á la REVISTA (administración, canje, remisión de obras, eto. , pública de aa, : Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace sol de las ideas sustentadas en los mismos. N:O"FECE month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction an | -Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. detailed:account of work thus received will be published in our iahosranidl section. de ; Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, y República de Cuba. % A E AVWIS La REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. 0 demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte ON dans notre partie bibliographique. pe Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser an Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, - Universidad de la Habana, República de Cuba. ea Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et la REVUE n'est engagée par 1 opinion personelle d'aucun d'eux. y 4 AV 0 NA e IN Ms ] ' 0 AUN 1 ANDAR AENA A dl ANN 7 AD US AS E « An Sy e ss 2 Ea AO SAA i MJ ll 5185 002 | N York Botani EA