Pr rVArb dr AI AAA PNARINAN Pe e endo PAI er da a ers rre rs RARA ppp 09 NA A e erre mnarer DD DOÓLAS A IODOSA! 14 Ipopabege dida picabris mota PA ra. » AIR PRADA ANI PO pre ermerbi? Progr pre ojo , ¿ 2. rs jetaprdalird= 7-36 pata fa, «foja y $ qelc hadas 44 pao agobio hos Y . * a +4 he Mn A y ' band arm diass » rn mirta y et '. pu '. , P Y . Pi nado sobe , 7 : | cateo . 1 4 + asopoheda 1] pl pabobe in , . . di totes pierre nara mp q... .p9 ho ne pelota a0gó s. sl (e . > -bo eS AN Y . e. poe be $0 hs 4.0 +. qee Led 0ndi Ls E LN Y AN A E =Ó - O Ñ : = » , 1 NE A CAE A GEN ) NR W tique générale et linguistique historique; par Antonio Meillet, París, 1921.—II. Por mi ciudad; por Juan B. Terán, Bue- $ Dr. Juan M. Dihigo ... 373 nos Aires, 1920.—III. Vocabulario cuba- no; por Constantino Suárez, Barcelona, | MESA AN RN SO A OS Ed a IV. Los precedentes musulmanes del Pa- ) rí de Pascal; por Miguel Asín Palacios, | Dr. Aurelio A. Boza ... 380 Santander, 1000 A o io Sas J Canje dea Rovista ol aa proa cra A O O NA 385 a Y VoL. XXXI. UNIVERSIDAD DE LA HABANA Nums. 12. REVISTA E : DE LA FACULTAD be LETRAS y CIENCIAS DIRECTOR: y Dr. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiiística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental REDACTORES JEFES; Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané. Dr. SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas. de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD 0 ENERO-JUNIO 1921. cd Te E 4 SUMARIO: dd MO << PERTURBACIONES DE LA PALABRA .... vocoocccc conce. dns Dr. José F. Castellanos. E INSERT PROFESOR DR. Luis MONTANÉ Cococonocacono ooo. Dr. Arístides Mestre. - —MÉTODO PARA RESOLVER EL TRIÁNGULO ASTRONÓMICO ..... Dr. Victorino Trelles. —SCOPAS Y SU INTERVENCIÓN EN LA ESTATUARIA.......-..-- Srta. Blanca H. de la Iglesia. EL NUTRICIÓN NITROGENADA DE LOS VEGETALES -.....----...> Dr. Carlos Theye. 1 — ELOGIO DEL DR. JUAN F. DE ALBEAR ....00.oooo0 00 cs ... Dr. Juan M. Dihigo. na —DR. LUIS DE ÁROZARENA (con un grabado) ......-..-..--.. La Dirección. EDWIN WHITEIELD FAY ....o eoconeror rr rr La Dirección. CARLOS SALVIONT 202. co noororarcmeracn rr rca La Dirección. - —NOTAS BIBLIOGRAFICAs. —1. Contributi al Lessico etimolo- ÓN gico romanzo, por G. De Gregorio (1920) .......ooo.oomon.. ) II. Ortografía Racional con prólogo de D. J. Cejador (1919) | e 111. Compendio del idioma maya, por S. Pacheco Cruz + Dr. Juan M. Dihigo. SS eN E Id AS ES RR TOR AA E | 2 IV. La Oración y sus partes, por R. Lenz (1920) ......... ) PS V. Mésures practiques en radioactivité, par Makower y 5 SI E AR EA A Dr. P. Casanova Parets. E —CANJE DE LA REVISTA. HABANA , IMPENTA “EL SIGLO XX» % TENIENTE EY, 27 ñ 1921 7] ; ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Carlos de la Torre. Secretario: Dr. Salvador Salazar. l. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Adolfo de Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)... ..... a Vacante. Lingúística AU o NA > E 0 Enología MOCULSO) ios o eii olle slats DN da Dr. Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Española (1 curso)... Historia de las literaturas modernas extranjeras de Dr. Guillermo Domínguez y [2 COEN ae a Paro lee e Did a Roldán, Historia de América (1 curso)... O PO q E Dr, Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) dián. Psicologia (dl CHESO) > Mole ao a aldo Cies Filosofía: Moral (PCurSO). bata ela de je ada Edo le ae Dr. Sergio Cuevas Zequeira. Sociolde ta (IICA) e das a arde ode le po x Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Salvador Salazar para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clásicas y Dr. Eligio de la Puente (aux. int“) para el grupo de Literaturas; los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Linguística. 2. ESCUELA DE CIENCIAS. [a] Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) curso. Análisis matemático (Cálculo diferencial éinte- + Profesor Dr. Pablo Miquel. PAD AMESO > Us IS o TE alla ciao Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (1 curso)............... a Dr. Claudio Mimó. Trigonometría ( PULSO TE os Sales de Física Superior (ler. CULO) ill > y : - Pisica SOpenor (ZLCUrSOs) toas ed > Dr. Plácido Biosca. Química renetal«MECHESO): va ao oo eos ea alas 53 Sr. Carlos Theye. a E A ad SE e MA , A De Gallos de ta Tora Dibujo Lincal duro a a ie pros ) Dibujo Natiral: MCU xs auna o e oe 2 Sr. Pedro Córdova. Cosmolosta (ANCHO) ae ea pulidos Mecánica acional (MIICUESO)- LE aloe 5 Dr. Victorino Trelles. AStronotmiiar (Curso st a A le Ceodestartl cursolin yuan topo o iia Sa Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... ... A Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (1 curso) .....o.oooooooooo.... ¿e Dr. Felipe García Cañizares. [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica? ......... - : Trigonometría (plana y esférica).............. q Dr. Claudio Mimó. Eísica Superior (Her curso) aii elsa ea ) E , Sica SAperiorZICUESO isla ados Bel datada 0) ¡$0 Dr. Plácido Biosca. Química inorgánica y Analítica (1 curso)...... ) ' Química Orgánica (1 curso) ......ooooooooo... El SS Dibujo Lineal (LCuESO cama do as dió Ele ) Dibuja Natural (InCUTSO) ai ajo salas . Sr. Pedro Córdova. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... Se Dr. Santiago de la Huerta. A ía Ji E o ee US ES da De Carlos de la DOS Botánica general (1 curso).............. Ea SS Dr. Felipe García Cañizares Cosmología (1 CULSO) Las pes ade a oa ed 7 Dr. Victorino Trelles. [c] Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático (Algebra Superior)1 curso Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sir la ¿Anal NS TE Trigonometría (plana y esférica).............. Zi Dr. Claudio Mimó: Química general (EEUESD) A ciolr ore ns MA a = Sr. Carlos Theye. Dibujo Lineal ( CUESTA oa ON CE Dibujo Natural (MLCUESOD o o lee a sara 2 Sr. Pedro Córdova. Física general a CUTSO ) oo coracccnonnrrrn $ Dr. Plácido Biosca. o De de c2 DOS (ACULSOS Ao ) E DE Eanbaco dd le sit > 2 LCAESO).-. o. sal aa a a A Ele A Botánica general (1 curso),.......o.o.o....<.... ' ; E ¿E Fitografía y Herborización (1 curso).........- y Dr. Felipe García Cañizares a A Vol. XXXI. ENERO-JUNIO 1921 Núms. | y 2 REVISTA de vor DE LA UAK DIN FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS A ——————. PERTURBACIONES DE LA PALABRA: CORRECCION DE LA TARTAMUDEZ Y LAS DISLALIAS MECANICAS (1) POR EL DR. JOSÉ F. CASTELLANOS PELÁEZ Graduado en la Escuela de Pedagogía INTRODUCCIÓN ““Es una de las reglas del método científico moderno mejor establecidas que una verdad no puede ser descubierta por razonamiento. ““Sólo la intuición—matemática o ex- perimental—puede darnos a conocer una realidad. ?” ABEL REY, Lógica. Deseosos de realizar un trabajo que pudiera tener utilidad in- mediata, hemos escogido éste, relativo a la Ortofonía, con el fin de estudiar dos aspectos de evidente interés: la tartamudez y las dislalias, por ser ambos trastornos glósicos los más frecuentes en la vida escolar, como tendremos ocasión de comprobar seguida- mente, examinando la estadística que fué objeto de la investigación, Consta de cuatro capítulos el presente estudio : (1) Tesis leída y sostenida para optar al grado de Doctor en Pedagogía ES de esta Universidad el 17 de Diciembre de 1920. Se publica por recomenda- S> ción del Tribunal examinador. AUG . 2 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 19—Las perturbaciones de la palabra en nuestros escolares. 2—La tartamudez. Características generales. Tratamiento. Casos prácticos. 32—Las dislalias. ¿Cuáles son las más comunes entre nosotros ? Tratamiento de las más interesantes. , 4% Conclusiones. Cómo podrían organizarse cursos para la corrección de la palabra. Siguiendo las normas trazadas por el espíritu científico de la hora presente, desde el primer capítulo entramos en materia y prescindimos de todo aquello que, acaso documentando mejor nues- tro trabajo y hasta dándole unidad, pudiera estimarse extemporá- neo. En efecto, pudiéramos agregar ligeros apuntes relativos a la forma en que el niño adquiere el lenguaje, cómo se efectúa el proceso psíquico de la palabra, cómo se produce ésta, etc., etc. Y nos ha parecido útil el estudio del asunto, al considerar la importancia de la expresión normal de la palabra (por lo menos, desde el doble punto de vista intelectual y social), ya que de an- tiguo se ha estimado el poder de expresión como la medida del des- arrollo mental del individuo. Tracy, en su libro Psychology of childhood, dice así: ““juzga- mos el desarrollo mental del niño principalmente por la rapidez de sus progresos en la manipulación inteligente de los instrumentos de expresión””. Binet y Simón consideran el lenguaje como elemento principal para hacer el diagnóstico más exacto de los niños idiotas, imbéciles y débiles mentales; tal es el espíritu de las definiciones que propo- nen. Y de una manera más concluyente, en la escala para la me- dición de la inteligencia infantil, toman la forma de expresión co- mo test muy importante para precisar la edad psicológica de los individuos sometidos al examen: si el niño, ante las láminas es- cogidas como tipo, se limita a enumerar lo que ve, se le asignan 3 años de edad mental; si, más que esto, hace una descripción de lo que observa, se le calculan 7 años y, por último, si lo que ofrece es una interpretación de las láminas, se le considera en la edad de 15 años. Un testimonio más: el Dr. Alfredo M. Aguayo ha creado una escala para la medición de la inteligencia, en la que no hay más elemento de apreciación que el lenguaje del examinado. La can- tidad de palabras interpretadas y la manera de expresar esa in- terpretación nos da la edad buscada. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 3 La apreciación que en el orden social se hace por la generali- dad acerca de los individuos perturbados de la palabra es bien conocida. Véase lo que dice E. Drouot en un estudio sobre la materia publicado en Archives de Laryngologie, refiriéndose a los tartamudos : ““Sirven de blanco, constantemente, a las burlas de camaradas poco caritativos; maltratados siempre por los reproches de que son víctimas, no encuentran en lugar alguno el consuelo y las ener- gías de que tienen la mayor necesidad y pierden la confianza en sí mismos. Gradualmente llegan a' ser tímidos. Incapacitados para reaccionar, realizando un acto útil de firme voluntad, se des- lizan de manera insensible por la desgraciada pendiente de la co- bardía.”” ““Creen incurables sus males y ven desaparecer los sueños y es- peranzas más queridos. Hasta algunos, entregados a excesos de misantropía, huyen de la sociedad y se condenan a un mutismo com- pleto y progresivo. Y cuando las cosas no toman el aspecto de ma- yor gravedad, el tartamudo, al llegar a la edad adulta, júzgase, por lo menos, disminuído desde el doble aspecto moral y social, al darse cuenta del defecto que le aqueja; se halla en la imposibilidad absoluta de reemplazar sus funciones sociales o de alcanzar un rango al que tenga derecho por su inteligencia, su instrucción, su fortuna o su situación de familia.”” Parecen, pues, suficientes estas causas para que la escuela pri- maria le conceda alguna atención al problema; por eso, al dedicar- nos al estudio del mismo, hemos señalado las soluciones que pue- den dársele. LAS PERTURBACIONES DE LA PALABRA EN NUESTROS ESCOLARES Hemos tratado de conocer, en la investigación realizada, la fre- cuencia con que se manifiestan en nuestros escolares las perturba- ciones de la palabra (aparte de las características fundamentales que presenten), ya que, a medida que se avanza en las cuestiones pedagógicas, se comprueba más la necesidad de convertir en una realidad el viejo axioma relativo a que “la escuela debe adaptarse al niño?””, con tendencias a la nacionalización de los principios que rigen la enseñanza popular. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vos Op SZ 9€ 0p 96 v€l ETE." -TOF0L Lez Op £9 6 el ee 67 Op ”* SBJ1qusH Lee 0 cl Le LE €9 So! £01 *** SAUOJBA PICA RA IAE Sk NA a (E A A o VAS A a a] (AE AN RIO DEDOS a Sr 0 SS o 9. 000 Pp 1. el. 2.0.9. 01 CO SS. 11.c. SE SC 6L €.-9- 9 L. 1€ 06 *SS]BJOL I .. I RO OO O OS OS O O NOA O CO O OSA O A A O IO O OS OO ORO ONO ATA RR O IS A A EA <“ 61 I .. .. .. I .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. o... s.. ..o .. o... o... ..... .. .. .. .. .. .. ...o .. .. ... ...o..o. .. 0... .. o... .. «“ 81 G I .. I .. .. .. 1 A ONO OOO OO OO O OS ARA AO CS OO A O ORIO OO CO TORO OO O A OO ROO A OR O OS OR E OO “ AT 9 I . I Ao .. I OA OA ARO OO O O A ANO OA A A A OR O RO AO OO ER PORO OA ORO IO EMO A E A) «€ 91 ez I y .. ¡8 . .. .. I . .o..o .. .. ..o .. I ee oe laa, 0 do 0 ao: le e 0... e. e, 1 .. .. .. .. .. .. 0... .. .. .. o .. . 113 SI 0p . . I 8 16 Z I I . . . . . I . . 133 pl LS . .—. 9 . Z . I . I .. . .. . a 66 €l de A : MINA O MN — M — - a] E IS ¿NODO — an a] ("NN E N — — em 10 NN —= -= SAR SS A . ¿ANONAN LZ .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ¡900 .. aa .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. EL) AS AO AAA AAA ARA RA AA A A A AA SA EN EAS A A A ASS RAS A UY A "I32N "'IS992N “dUEJJ “13IN “352 'DUBIJ “"JÍIN "JSN “DUE “JÍIN “JSN “DUB. “'JÍ2N “ISIW "dE “'J32N “IS9MW “DUI “JÍ9N “IS9W '9UB|g OUVYAD OWILAAS OUVAD OLXAS OUVYAD OLNINO OUVYD OLAVAD OUVAD ADAL OUVYAD OUNNADAS OUVAD AIWIYA I I z I I TA I T A NNAWO9 VZNVNISNIA 44 SVINV NA SOUVNIWVX4A SIAVIODSÍ—"1 “"9N OYAVAD J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 081 e zl 6 L 61 le Le: T6J0J; — — ——_— —_—_—_— ——— —— — —_—— 9€ S L Z Z 9 GS 6 “* SBIQUIH PL 0 S L g €l 9z 8 “'* SIUOJBA (PRA ¿-—-A-—-—- EN LE -— -A-—-—- ATT AP A [AR — A -—-—-—, ¡AEFVA — A —-——, ¡FAP -— A —-——, _ _—— A 55] 08 O A MER Na 0 O 0 E A A A ES dE (A A 0 0h I I EAS a! I I ts! I I 04 J I . .. «6 Sl 6 I es IU o A ir I I 0%: PRE $ zl E More e I I ETA TT: Z E zz DAA I € I ESE I A EE + I ESBTA 6 I .. I . o. 1 I 8 . E «“« ¡ql 91 A I I E E brea Ot +1 EA Te e “a 040 Sl . . E J 1 .. 7 | Z 8 «“« 8 L I O, => il Z A AS - 1 1 soe 9 a a AA A A AA A O A rod Ser pa ro ie TUE Uria :1S0N "IS9MN "DUB “JN “JSN '0UBIZ “133N "SW “2UElg "132N “JSN “DUE. “YÍIN “IS9MW “EJ “139N “IS9MW *SUBIg "¡SIN “IS9MW “Sdutlg OUVAD OWILAAS OUVYAD OLXAS OUVAD OLNINO OUVAD OLAVAO OUVAD AJOYAL OUAVYD OUNNADAS OUVUD YAWIYA —____———2———— —_ __ _ __ => E2>A> > —— ________ 0 0 — —_ 2 OOS2Ó2>—> SODITV ISI —NNAWOD VZNVNISNA JU SVINV NA VAYAVIVd V1 4U SOUVIAN LAIA —Z "ON OYUVANO Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. AAA aa a a da as dd asa Ds da a da a, ao 0.02 0. 100. s.6 00 340 0. 0... 0.0. M5. 560 00 20 "10 00 00 0.00 80,00 ¿4 94 “ .. .. .. .. 1 RU aa ja da a a Ca. ME AM A a - 2 I ans 0200. 00. 0 20: so J J a TO RT IE NN NN A A A A A “ SENADO AAA aa Te AE a a AR AA AA MA A 0 1D AAA A ¿DO ¿AAA J Ca da, DA DA 00" 0 A I A A A J 1 « AR A AA AA a ¿Aa a 2 CO. ds e da Es A DA a 0-20 ¿0 ¿ds 0 10,000 60 000200 00 00... 0... ena J .. “ .. .. .. o. . . I “ .. .- . o». e - “e O-=ODO0“«- +O*+*oOo0ooDOoO pe 61 81 L! 91 sI y AAA ada aa da da ds pa a 24 ad ed aa a ao sa dd IS Ap 00, 10 590 40: 04 09. 10, 40 060 00 00-09 $0 00. 00 00 40:04 “s £] a yl ol 6 8 L 9 AA AAA E OATES A DM AAA BD MAH AAA AA AA A MBA A CHA HA BACA A HA H “Y "22N TIN. UG EN 2353N “IET “IN SIN "SUEZ “122N 2359M “EHIG LIN SIN "DUES "1225 3594 “DUTY “322N 389 “3UYIG OYE OMILI3S OYE O1X3S OUYID OLNINÓ OY OLAYaMO OYE 43D8L 00749 00NNDIS OYE A3WIZA __ - —_-_—— _- _—_ »vP- E ----- =--_- A SOGNMWYLAVI—NMOMWOD VZNYNISNA 3U SVINVY NI VUSV IV V1 30 SOUVIANIVIA SONIN—E “ON OYUAVAND J, Y, Castellanos Peláez: Porturbaciones de la palabra. 7 Preparación del trabajo. En una labor de investigación como esta a que vamos a refe- rírnos, es indispensable observar el principio básico que guía al historiador en sus pesquisas: una imparcialidad absoluta. Sí nos dejamos llevar por la más ligera sugestión será difícil garantizar la posible y siempre relativa exactitud de las eonelusiones que obtengamos. Con tal orientación, pues, nos propusimos tomar una o varias escuelas completas, examinar todas las aulas, y, en conse- euencía, todos los grados, en días sucesivos, Para ello tomamos Ja escuela número 3 y las dos primarias anexas a las Escuelas Nor- males de esta Capital Parece oportuno advertir que no figuran en nuestros cuadros alumnos de séptimo grado; la causa no puede ser más justificada: no existen, Nuestros niños, con muy contadas excepciones, abandonan la escuela al cumplir los catorce años, aguí- joneados por un estímulo común: cooperar a la mejor solución de los problemas económicos de la familía. Las niñas, en sentido opuesto, permanecen algún tiempo después, y así podemos com- prender cómo figuran 41 en las edades de 15 a 19 años; desde Jue- go se trata de alumnas de la Anexa a la Normal de Maestras, de donde sale cada año un grupo apreciable de aspirantes a ingreso en la propia Escuela Normal. También hemos hecho figurar alumnos de kindergarten (de la escuela número 2 y de la primaria Anexa a la Normal de Maestras) y de las dos aulas de perfeceionamiento (retrasados y anormales) que funcionan en esta Capital, anexas al Laboratorio para el Es- tudio del Niño Cubano (recientemente clausurado). De este 1mo- do nos será permitido apreciar las influencias que cada modalidad (retraso pedagógico, edad, etc.) pueda tener en las conclusiones a que nos conduzca nuestro estudio, Cómo procedimos. La tarea resultó fácil en las aulas de enseñanza común, a partir del segundo grado: hacíamos leer a los escolares en una página eualquiera del libro corriente, o bien recitar una composición es- tudiada durante el curso. Este examen daba .lugar a la primera selección. Los alumnos en que advertíamos defectos eran sometí- dos a un nuevo examen, minucioso esta vez, para fijar todos los trastornos de que padecía cada uno; para ello utilizamos bien las 8 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. láminas que sirven para ilustrar las palabras “normales?” del li- bro Primario del Dr. Aguayo, bien todas las que ha empleado Ore- llana en su libro para la enseñanza de la lectura a los sordomudos. En el primer grado, como en el kindergarten, la primera selec- ción la hacíamos estableciendo una conversación animada con los niños, a fin de que todos hablaran y, de este modo, poder separar los perturbados de la palabra. El segundo ejercicio se realizó de igual modo que con los demás. La lámina es el medio por excelencia para que la pronunciación de los niños se aproxime más a su forma libre. Leyendo, tienen la palabra a la vista y muchos defectos pueden disimularse, re- pitiendo es posible copiar el modelo que ofrece el investigador. Niños examinados. A 663 asciende el número de niños examinados. Nos ha pa- recido una cifra prudencial, no sólo por la razón que nos guió to- mando un limitado número de escuelas, sino porque examinando las estadísticas de igual índole que nos ofrecen algunas investigacio- nes encontramos el trabajo realizado por Ferreri, en Roma (pu- blicado en enero de 1909), que sólo alcanzó a 572 infantes. De los 663 niños aparecen: en kindergarten: kate E e 32 en aulas de perfeccionamiento.......... 67 Sie as , de enseñanza común....... 064 Total cobos El número total de niños perturbados de la palabra es de 169, lo que representa el 25.49% de los examinados. Tal proporción revela, a primera vista, que el problema es digno de mayor atención que la que generalmente se le presta. La cireunstancia de haber incluído en esta proporción los niños de kindergarten y los retrasados (en los que, como es sabido, resul- tan de notable frecuencia los trastornos a que venimos refiriéndo- nos) no aminora en absoluto la gravedad del problema: primero, porque es notablemente reducido el número de los que aparecen en esta estadística, y luego, porque anotados en tal o cual forma, no por eso dejan de existir. Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 9 (Véanse los cuadros que aparecen seguidamente.) No. 4.—PROPORCION DE NIÑOS PERTURBADOS DE LA PALABRA No. de niños. No. de niños Tanto por CONCEPTOS examinados perturbados ciento Dislálicos en aulas comunes....... 564 110 19.50 Tartamudos en aulas comunes..... 564 11 1.95 Dislálicos en aulas de perfecciona- DUCULO A o ici e citas sie 67 15 22.38 HERTAMUCOS MA cta ma ao 67 5 7.46 Dislálicos en kindergarten......... 32 12 37.50 Dislalias mecánicas y otros tras- ORO tae aia a eo 3 663 16 2.41 Niños dislálicos en aulas de enseñanza camún. Clasificados por sexos y por grados los 564 niños de enseñanza común aparecen de este modo: CUADRO No. 5. GRADOS Varones Hembras Total BOAT qe tetera nista 103 40 143 EBRO e + e. cae 105 29 134 RETESTO NA aa cds 63 33 96 EA 27 13 40 LO AO 21 9 36 DA rd 12 63 US SEPLIAO e naaa 00 40 40 Totales io.. cos. 337 227 564 Si la clasificación la hacemos por sexos y por razas obtenemos es- tos resultados : 10 “Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Varones blancos.. 90 Hembras blancas.. 31 Varones mestizos.. 7 Hembras mestizas. 6 Varones negros... 6 Hembras negras... 3 Totales.. 143 BLAMCOS Pt MEestizOS matias INEZROS Mm co falo Totales coo .. CUADRO No. 6. GRADOS 20 3o 4o 5o 79 45 2 20 25 19 12 6 15 12 2 4 2 12 1 2 11 6 4 3 2 2 0 1 134 96 40 36 CUADRO No. 7. RESUMEN Varones Hembras 265 171 42 38 30 18 337 227 60 “7o Totales 10 053269 48 305 AA 2 0 42 8 7 38 0 0 30 7 3 18 75 40 564 Totales 436 80 48 564 Las dislalias mecánicas, como veremos más adelante, se hallan en una pequeña proporción; las funcionales ocupan el primer lu- gar, por eso habremos de referirnos a ellas de manera preferente. En efecto, algo más del 65% de todas las perturbaciones de la palabra que hemos advertido en nuestros escolares corresponden a esa clasificación. pondiente que aparece al final del capítulo. Véanse estos resúmenes y el cuadro corres- No. 8.—NIÑOS ATACADOS DE DISLALIAS FUNCIONALES GRADOS Primero Segundo Tercero Cuarto Quinto Sexto ....o.o....o ..o......s ..o.o.o...s. CIO RCA CONO CA ROA ORO CO Varones Hembras | aonvounao | (95) [o] Totales 2 31 19 7 9 12 5 110 J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 11 No. 9.—RAZA Y SEXO DE LOS NIÑOS ATACADOS DE DISLALIAS EN CADA GRADO GRADOS RAZA Y SEXO ]o 20 3o 4o 5o Go “o Totales Varones blancos... 15 14 10 3 6 S 0 DL Hembras blancas.. Zi 4 4 2 2 4 3 26 Varones mestizos.* 2 4 0 1 1 2 0 10 Hembras mestizas. 2 0 2 0 0 Ze 0 6 Varones negros... 1 8 3 1 0 0 10) 13 Hembras negras... 0 1 0 0) 0 1 2 4 Totales.. 27 31 19 7 9 12 AO. No. 10.—RESUMEN DE LOS NIÑOS ATACADOS DE DISLALIAS FUNCIONALES Varones Hembras Totales Blancos. dara 51 26 77 MESTIZOS arta cetata 10 6 16 NETOS ale oda als 13 4 17 Dota are aos 74 36 110 Ya hemos visto que la proporción en que se hallan los niños dislálicos en aulas de enseñanza común es de 19.50%. M. Sala, en Como (Italia), halló 24.34% en el examen de 2,140 niños; G. Ferreri ha podido señalar en Roma hasta 33.91%, sobre un total de 572 niños examinados, y el Dr. G. Rouma, en 1,072 niños de la escuela núm. 7 de Bruselas, descubrió (en el año de 1905) 26.1%. Es muy diena de señalarse esta comprobación, que ofrecen todas las estadísticas de igual género: las dislalias son más fre- cuentes en los varones que en las hembras. El siguiente cuadro nos lo dirá: No. 11.—NIÑOS ATACADOS DE DISLALIAS EN CADA SEXO SEXO Niños examinados Niños atacados Proporción MARQUESES related ts 337 74 21.95% PEMDTAS Vta de 227 36 15.85% E Diferencia.... 110 38 6.10 12 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Algunas cifras ilustrarán más esta afirmación: el Dr. Rouma ha señalado, en su investigación de Bruselas, 10.1% en los varones y 5.88% en las hembras; en Praga anotó el Dr. Scehleissner, 14% en los varones y 7.5% en las hembras, de las escuelas primarias elementales, así como 4.4% en los varones y 1.6% en las hembras de las escuelas intermedias. Quizás pueda encontrarse la expli- cación de esto en el mayor refinamiento que rodea la vida de la niña, y, hasta es muy posible, en el mayor uso que hace de la palabra la mujer, según se ha probado desde la antigijedad. Hemos obtenido esta otra conclusión : las dislalias son más fre= cuentes en los niños negros que en los mestizos y en éstos más que en los blancos. La comprobación la tenemos seguidamente: No. 12.—LAS DISLALIAS EN RELACION CON LA RAZA Niños Niños RAZA examinados perturbados Proporción Blanes ento 436 71] 17.66% MESTIZOS rear poe clatolo 80 16 20.00% Neorosu ron tati 48 17 35.41% Dotales adi aa 564 110 Y si examinamos detalladamente, en cada raza, los tres grupos teniendo en cuenta el sexo, veremos confirmada una vez más la primera conclusión : No. 13.—LAS DISLALIAS EN RELACION CON LA RAZA AMELASEXO y Niños Niños RAZA Y SEXO examinados perturbados Proporción Varones negroS....... 30 13 43.33% Hembras negras...... 18 4 22.22% Varones mestizos..... 42 10 23.80% Hembras mestizas..... 38 6 15.18% Varones blancos...... 265 5 19.24% Hembras blancas..... 171 26 15.20% Totales o 564 110 J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra, 13 Las niñas blancas son las que, proporcionalmente, padecen me- nos dislalias; las mestizas menos que los varones blancos, a estos siguen las hembras negras, luego los varones mestizos y, por úl- timo, los varones negros. Todo induce a pensar que la influencia del medio debe hacerse sentir, de una manera notable, en tales proporciones. Se ha observado que '“a medida que es más elevado el grado disminuyen las dislalias””. Esto parece axiomático, puesto que las lecciones de lenguaje, lectura y redacción y el ejemplo del maes- tro durante el período de asistencia a la escuela han de aminorar constantemente los defectos de pronunciación. Desde luego, no podemos esperar que la disminución se presente de una manera regular en todos los grados. El Dr. Rouma (por no citar otros casos), que realizó su labor sobre un grupo bastante homogéneo de escolares, no obtuvo esos resultados con tal exactitud: la curva que presenta en la gráfica núm. 1(**Enquete Seolaire sur les trou- bles de la Parole Ches les Ecoliers Belges””) manifiesta una subida del 22 al 3er. año de estudios, en los varones; del 4? al 5% año es pequeña la disminución, y entre este y el 6? año se mantiene la curva en el mismo nivel. En nuestro trabajo, a pesar de lo heterogéneo que resultan los cuadros, puesto que contienen niños de tres razas distintas, que, como hemos visto ya, ofrecen características diferentes, halla- mos los resultados que siguen: No. 14.—LAS DISLALIAS SEGUN EL GRADO QUE CURSEN LOS NIÑOS Niños Niños Tanto por GRADO examinados disláticos ciento ER a tao ini os caja a 143 27 18.88 SEO tas dos oa e 134 31 23.13 AAA A 96 NUFE 19.79 TDS ua cis a 40 7 17.50 AA OI 36 9 25.00 A AA da 12 16.00 O 3. fatima te só 40 5 12.50 _— — Tote 564 110 14 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. De 18.18% y 22.13% en los grados 1? y 2*, respectivamente, la proporción de dislalias disminuye a 16% en 6* grado y a 12.5% en T*. La tartamudez en aulas de enseñanza común. A. Herlin cita las estadísticas relativas a los adultos, en cuan- to a la tartamudez, con motivo de la exención del servicio militar que se concede en aleunos países a los que padecen tal defecto. Sólo por curiosidad vale la pena de hacer la mención: Hunt en Ingla- terra, y Otto y Rust en Alemania, hallaron el dos por mil, y en Francia 3.27 por mal. En cuanto a la proporción advertida en los escolares la con- signamos en el cuadro No. 15.—LA TARTAMUDEZ ESCOLAR EN OTROS PAISES PAIS E INVESTIGADOR Varones Hembras Totales Alemana (BEI) AGUA e dto 1.25% Alemania ROS cm) GUZMAN ie e ti 1.00% Atemantac (Dresde): Guizmam aro ista pi IRA aan 2.00% Bohemia (Praga): Dr. Scheleissner 1.75% 1.00% A Holanda (La Haya): Sociedad Baldolo pica ee ero taa is 1.50 0.20 OS Italta (Kona): MESTTETE de siena o Tae erase qe 1 ade ¡pido 4.30% Italia"((Gomo) Salas ela al at a io ala 1.60% Bélgica íBruselas): G. Rouma.... 1.69 0.88 e Por nuestra parte, de los 564 niños examinados en escuelas de enseñanza común, once son tartamudos, lo que nos da una pro- porción de 1.95%, cifra que se aproxima bastante a las que (re- lativas a otros países) figuran en el cuadro que antecede. De estos tartamudos, 6 son varones y 5 hembras. Como ten- dremos oportunidad de ver, también en nuestro trabajo (a pesar de sus modestas proporciones) hemos comprobado el principio de que la tartamudez se fija más en los varones que en las hembras, aunque no resulta muy notable la diferencia: los primeros arro- jan 1.78%, mientras las segundas alcanzan 1.76%. Debemos ad- vertir, para mayor claridad y exactitud, que hemos excluído, al establecer el tanto por ciento de las niñas, una de séptimo grado, J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 15 puesto que de éste no hemos anotado niño alguno, como queda dicho. En lo que se refiere a las razas, 9 de nuestros sujetos son blan- cos y dos mestizos; las proporciones resultan, pues, de 2.06% y 2.50%, respectivamente. El hecho de que no hayamos estableci- do proporción alguna para los niños negros, no significa que sean inmunes al padecimiento que estudiamos; en otro aspecto de la investigación hemos de encontrarlos. El cuadro que sigue muestra, con mayor claridad, los datos a que hacemos referencia : No. 16.—NIÑOS TARTAMUDOS RAZA Varones Hembras Totales BICIS Saeta 5 4 9 IESO o erro e ol 1 2 INES oO 0 0 0 IRE A je 6 5 1 En cuanto a la investigación realizada por el Dr. G. Rouma en la escuela núm. 7 de Bruselas, al comenzar el curso de 1904-05, resulta que: “la escuela tiende a favorecer el desenvolvimiento de esta perturbación””; más adelante expresa esta otra conclusión : ““la tartamudez se agrava durante el período de frecuentación es- colar”. En el primer caso, las cifras que arrojó la estadística determinaron un tanto por ciento mayor, a medida que era supe- rior el grado; la segunda afirmación la dedujo del hecho de que los niños ligeramente atacados fluctuaban entre los 6 y los 10 años, mientras las graves perturbaciones existían en los de ma- yor edad. A pesar de toda la autoridad que reconocemos a tan eminente investigador, nos vemos obligados a disentir del criterio expuesto en ambas conclusiones. En efecto, para que podamos afirmar que la escuela es una causa agravante de la tartamudez, tendríamos que realizar previamente un estudio comparativo con tartamudos que no frecuentan las aulas. ¿No es acaso la influencia del con- tacto con personas extrañas, lo mismo en la escuela que fuera de ella? Y en aquellos individuos que contraen el defecto por imita- ción ¿no puede influir el contagio fuera de la escuela también ? 16 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. En el cuadro correspondiente (““Niños perturbados de la pala- bra en aulas de enseñanza común: tartamudos””) podemos obser- var con toda precisión que no es el grado sino la mayor edad. lo que aumenta la tartamudez en cantidad y en intensidad: tenemos en ler. grado 4 sujetos; 2 en 2*; 3 en 3%; 1 en 4* y 1 en 7% Pero considerados por edades aparecen: 1 de 7 años, 1 de 10 años, 1 de 11 años, 4 de 12 años y 4 de 14. Esta comparación nos releva, por sí misma, de todo comentario. Bien es cierto que la relación constante que debe existir entre la edad del escolar y el grado que curse resultará en Bélgica más exacta que entre nosotros, y esto ha sido, probablemente, la causa origen de la apreciación a que nos hemos referido. Y corrobora más aun nuestra afirmación el siguiente hecho: los casos graves de tartamudos que hemos hallado ascienden a 4, esto es, el 36.36%: 2 cursan el primer grado, 1 el segundo y 1 el tercero; por otra parte, 3 de tales sujetos cuentan 12 años de edad y uno es de 14 años. En el 75% de estos casos graves la tartamudez se asocia a dislalias: 3 son varones y 1 hembra. Características que ofrecn estos tartamudos. (A) RETRASO. Con excepción de dos casos (un niño de 7 años que cursa el primer grado, y una niña de 14 que sigue el séptimo), en los 9 restantes se advierte desacuerdo entre la edad y el grado. En efecto, en primer grado aparecen 1 de 11 años y 2 de 12; en el 2*, uno de 10 y uno de 12;.en 3er. grado hay un niño de 12 años y dos de 14, por último, hay un niño de 14 años en 4* grado. En consecuencia, el retraso pedagógico apreciable en este grupo de escolares es como sigue: No. 17.—RETRASO PEDAGOGICO DE LOS NIÑOS TARTAMUDOS Núm. de niños Edad (años) Grado que cursa Años de retraso. Ro dodo nat 11 lo 4 IO eS ES far e 12 ]o 5 O o enel 10 20 2 O a Sa 12 20 4 A O e 12 30 3 O OA 14 30 5 Mie je isiaiato see lalo 14 4o 4 J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 17 No alcanza a nuestra investigación fijar las causas de ese re- traso, pues, en realidad, lo normal en nuestra escuela primaria es que en la gran mayoría de sus alumnos ocurra de igual modo, en cuanto al aspecto que estudiamos. Mas, a pesar de ello, el retraso que se advierte en estos niños es demasiado notable, fuera de lo corriente; por otra parte, los antecedentes personales de cada sujeto, obtenidos de los propios maestros, nos afirman en la creencia de que hay disminución intelectual. (b) Origen del padecimiento. Hemos señalado cinco apartados, en la ficha correspondiente, para clasificar las causas de la tartamudez y, con arreglo a los informes que hemos obtenido en cada caso, resulta que han ad- quirido el padecimiento: por imitación o contaminación psíquica............... 8 sujetos. A e EA AAA sl sujeto: PUN Re rte dad: IMTECCIOsSA 0 occeadas dae ea 0 e par eolpe sobre la CADEZA TT dao dao rss E 0 2 PURA calisasanor aparentes to aya aa ase tea 2 E En los casos de contaminación psíquica figuran 4 que tienen familiares tartamudos. Uno de ellos ofrece notable interés: un hermano mayor. ha sido tartamudo y también lo es otro menor. Al contagio directo, en este caso, parece que es preciso agregar la predisposición de la familia. El único caso de emoción violenta se debe a la mordedura de un perro. Por último, entre las causas no aparentes, un caso se debe al hábito adquirido, sin que exista imitación; en el otro es indeter- minada, la tartamudez existe desde que el niño comenzó a hablar. (c) Edad en que comenzó la tartamudez. en 1 sujeto a los 2 años. >” 2 ” ” 3 ” ” 4 ” ” 4 ” ” 1 ” ” 6 ” ” 1 ” ” 8 ” ” 1 »” ” 9 ” 1 ” ” 12 Total TA 18 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Son más numerosos los casos (siete de once) en que la tartamu- dez comenzó de los 2 a los 4 años. Gutzmann ha consignado en su estadística el 64.8% de individuos en los que se manifestó de los tres a los cuatro años de edad. (d) Estado de los órganos de articulación. Para muchos ortofonistas, los defectos de los órganos de la articulación tienen una importancia excepcional (por la frecuen- cia con que se manifiestan), porque tienden a darle mayor gra- vedad al padecimiento. Hemos consignado seis aspectos en nuestras fichas: mandibu- las, dientes, lengua, paladar, amígdalas y vegetaciones adenoideas; aparece un séptimo aspecto, además, con el título de ““Otras cir- cunstancias agravantes”?. De nuestro examen resulta el cuadro No. 18.—ESTADO DE LOS ORGANOS DE LA ARTICULACION EN NUESTROS TARTAMUDOS ORGANO Normal Con anormalidad Mandibulas tonto Rai 11 sujetos. O sujetos. Dientes o o jiois 7 SS 4 IAE AS Ae oO 11 E DAA Paladar ol epa to mareos Me nara te ialeto do 6 5 aa E 'Amiedalas a ie elos AS 10 55 Tienes Vegetaciones adenoideas .......... 0 y AA Otras Pcircunstancias ese aleta lalo 0 3 PA . No hemos registrado un solo caso en que aparezca anormalidad en la disposición de las mandíbulas o en la estructura de la len- gua. Los cuatro casos de anormalidad en los dientes se presentan de este modo: 3 por articulación muy defectuosa y 1 por la ausen- cia de; ellos en gran parte, debido a las caries. En, cuanto al pa- ladar, 5 individuos lo tienen dispuesto en forma de ojiva; en un caso existen granulaciones en las amígdalas, y en 2 vegetaciones adenoideas. Más adelante trataremos de la influencia que se atri- buye a tales defectos. Por último, en dos sujetos hemos advertido *“otras circuns- J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 19 tancias agravantes””: en uno, evidente retraso psíquico, en otro una gran debilidad de carácter, sin personalidad alguna. (e) Localización de la perturbación. La mayoría de los sujetos presentan trastornos en la articula- ción y muy pocos en la fonación. Para mayor claridad hemos compuesto el cuadro que sigue: CUADRO No. 19. Ligeramente Notablemente APARATO Normal perturbado perturbado. RESPIFALOMO vas corte eo 5 casos 1 caso 5 casos. DEIA FOnación q... e ques EE AS De la articulación....... pias NA 8 ” En 4 casos la perturbación se manifestó en la emisión de las sibilantes, en 7 al emitir las explosivas. En 6 individuos el calambre es tónico y clónico en 5. Este calambre se aprecia: ESTOS ADIOS iaa ira ia earn se os 9 sujetos. A E A A IA A CAFADDOS MALITES A ets ad meta adas ES Las perturbaciones de la palabra en niños retrasados. La gran mayoría de los niños que fueron objeto de nuestro examen, en las dos aulas de perfeccionamiento a que nos hemos de referir, pertenecen a la categoría de retrasados pedagógicos, sin que falten algunos tipos de anormales. A pesar, pues, de no tratarse de verdaderos anormales, el tanto por ciento que alcan- zam las perturbaciones de la palabra en estos niños es bastante elevado: 29.85. Las diversas estadísticas que se han hecho seña- lan un promedio entre 25% y 35%. 20 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. No. 20.—NIÑOS EXAMINADOS EN LAS AULAS DE PERFECCIONAMIENTO Proporción de RAZA Y SEXO examinados perturbados perturbados Varones "DIAncOS ia oa etilo 16 5 31.25% Hembras blancas ra este teño le 19 4 21.05 Varones IMestizOS +. neta te toto lela 7 4 57.14 Hembras MesStizaS...n......... 11 1 9.09 WMAarones MAS erOS ota aiatelaletorena 1 3 42.85 Hembras neeras. as soto 7 3 42.85 Totales dias 67 20 Considerados por razas y por sexos, separadamente, nos dan este otro cuadro: No. 21.—RAZA Y SEXO DE LOS NIÑOS EXAMINADOS EN AULAS DE PERFECCIONAMIENTO RAZA Varones Hembras Total Blancos aletas ada 16 19 35 IMEStIZOS 7 ao tale 7 11 18 NETOS a tati fate 7/ 7 14 Totales hacias io 30 37 67 El tanto por ciento general (29.85) que hemos hallado, se descompone así: 'EIFFAMUAOS Aaa ear ate ala pl aii ee 7.462% DISTAliCOS arenero Toto denota ade ea aia te olarolle ato (a 22.388 Además, hemos encontrado asociados ambos defectos en 2.98%. Veamos los cuadros que siguen, relativos a las investigaciones realizadas en otros países con niños anormales. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 21 No. 22.—LOS TRASTORNOS DE LA PALABRA EN NIÑOS ANORMALES DE OTROS PAISES Total gral. de PAIS E INVESTIGADOR — Dislalias Tartamudez perturbados Alemania (Dalldorf): Pieper... 36% 1% Alemania (Berlín): Cassel..... E Ho 33% Alemania (Berlín): Góúerke.... .... e 38 Bélgica (Amberes): Dr. Ley.... 12% 13% 30 2435 En la investigación belga, realizada por iniciativa del Dr. Georges Rouma, se aprecian estos resultados : CUADRO No. 23. Tanto por ciento Tanto por ciento TIPOS ESCOLARES de dislalias de tartamudez Total Niños retrasadosS............ 19.5 3.0 22.5% Niñas retrasadaS............ 14.5 3.8 18.3 NIDOS AnOLMales.Ex era ae obre 22.9 TE 30.1 Ninas:=anormales: odio. US sn 1:41 Clases mixtas de anormales. 56.2 12.5 68.7 Sin duda alguna que esta elevada proporción es una prueba innegable del alto valor intelectual de la palabra. Hasta en los simplemente retrasados la evolución del lenguaje sufre un retar- do; esto es conocido de antiguo respecto de los mentalmente de- ficientes. Como veremos después, la dureza de oído en muchos casos, en otros la tardanza en el inicio de la palabra, enfermeda- des graves en la primera infancia, etc., han podido ser factores influyentes en la predisposición de tales niños para las perturba- ciones a que venimos contrayéndonos, aparte de la deficiencia in- telectual que en los mismos exista. Con las reservas consiguientes, puesto que el número total de niños retrasados que hemos estudiado es bastante reducido, pensa- mos que acaso la edad influya (entre otras causas) en la mayor gravedad de los trastornos glósicos. El cuadro que sigue puede darnos alguna luz en ese sentido, exceptuando desde luego la edad de 8 años, puesto que el único niño examinado es dislálico (¿podría afirmarse que todos los re- 22 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. trasados de 8 años padecen ese trastorno, así como que ninguno de 7,9 ó 10 años puede padecerlo?). No. 24.—LOS TRASTORNOS DE LA PALABRA, SEGUN LA EDAD, EN ALUMNOS DE AULAS DE PERFECCIONAMIENTO j 4 Examinados Perturbados Proporción 3 $ de AOS aros q 0 0 0 % : e da 1 1 100 3 e de RUS IS 1 OS 0 : As A e 4 0 0 3 E A A AE 8 2 25 O ASS O 26 6 23.07 e O Y 18 8 44.44 IM e 8 3 37.50 Esto resulta considerando en conjunto las perturbaciones, que si examinamos separadamente las dislalias y la tartamudez apa- rece que, a mayor edad mayor es el número de trastornos y más graves. Así lo demuestran estos datos: CUADRO No. 25. EDAD % de dislálicos % de tartamudos Total E NU o e SA A a OO A 100. % Mu El ala a A AO es E A O ES a a a a PS 25 EA A TA 7.69 15.38 23.07 O A A 44,44 44.44 LE O O A 12.50 25.00 37.50 En las primeras edades de la vida escolar se aprecian disla- lias solamente, más tarde (11, 12 y 13 años) los tartamudos pre- dominan y a los 14 años la proporción es merecedora de igual cuidado en ambos aspectos, de manera notable en la tartamudez. Pero hay otra causa, además, que afirma nuestro aserto: a los J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 23 12 años, en dos casos de tartamudez hay uno asociado a dislalias, y a los 14 el único tartamudo las padece también. Apreciando estos datos por el grado que cursen los niños, apa- rece que son mayores los trastornos en el 2? que en el ler. grado: 31.25% y 28.57%, respectivamente. Un ligero examen del cua- dro 26 A, nos reafirma en la opinión de que el grado no influye y sí la edad en la frecuencia de las perturbaciones de la palabra. He aquí un cuadro resumen de los niños examinados: No. 26.—EDAD Y GRADO DE LOS NIÑOS EXAMINADOS EN AULAS DE PERFECCIONAMIENTO EDAD ler. grado 20 grado Total AO cate Aaa ae 1 0 1 A, 1 0 1 Ms de ct 1 0 1 A, A 2 2 4 5 EAS E AAA 2 6 8 A A A 13 13 26 A A 9 9 18 OR 6 2 8 Ar AA 35 32 67 No figuran en 2? grado hasta los 10 años, de esta edad (como de 12 y de 13) aparece el mismo número de niños en ambos grados, y a los 14 son más numerosos los de 1? (6) que los de 2? (2). Como ya pudimos apreciar en los niños matriculados en aulas de enseñanza común, también en los retrasados es más elevado el tanto por ciento de varones atacados de trastornos de la palabra que el de niñas. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 24 S1/(UZ)S (ALI 0/7 1/1 AO DATO DATO AO EMO E s9¡830L Z/a1 O O tt y 8/0 A e A NE eS v/(41) z O A AOS DR OO O A AA | 0/Z O A a ie eo is eg A AR . z A O A RRA 6 EE «20 AAN > TA A RIGEN TORA E a 1/0 A O A a a A ea ree Mg > ; A ; La CAR e o Se y A ; A IA A oye 9 S9]BJ0L A E AS AS HA AAA sopepa SOI3IN SOZIISIWI So9UBIg SOJ32N SOZISINW SOJUBIH OUVAD OUINNDAIS OUVAD AIMNIAA OLNIINVNOIDOAJ1YAA JA "— —SWINV SV1 NA VAYV IVA V1 4A SOUVIANLAAA SONIN—V 9Z “ON ifica lgni El numerador se refiere a los niños tartamudos; la D s que el individuo es dislálico a la vez que tartamudo. En el denominador figuran los niños dislálicos. Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 25 De los 30 niños examinados, 12 tienen anormalidad de la pa- labra: : 40% De las 37 niñas sólo 8 sufren esa anormalidad : 21.62% También la tartamudez se fija más en los varones que en las hembras: nuestra estadística arroja 3 y 2 casos, respectivamente. Por último, en lo relativo a las razas, tenemos los datos que figuran en el cuadro No. 27.—PROPORCION DE LAS PERTURBACIONES CONSIDERADAS POR RAZAS Niños Niños Tanto RAZAS examinados perturbados por ciento BARCOS Tao 35 9 Zo dl MestizOS) 00» 18 5 21.77 NETOS tes 14 6 42.85 Totales 2. 67 20 Las perturbaciones de la palabra en los niños matriculados en aulas de perfeccionamiento son más frecuentes en los negros que en los mulatos, y en estos más que en los blancos. Las cifras más elevadas, como vemos, corresponden a los varo- nes, aunque por rara casualidad varones y hembras de raza ne- gra presentan una proporción exactamente igual. Causas que influyen en las perturbaciones de la palabra de los miños retrasados. Ya hemos hecho mención de las causas distintas que han podi- do influir de manera decisiva, junto con las predisposiciones in- manentes en cada sujeto de los que estudiamos, para que las per- turbaciones hayan llegado a fijarse. En efecto, ni uno solo de estos 20 niños ha dejado de padecer toda una serie de esas enfer- medades propias de la infancia, que se fijan en individuos dé- 26 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. biles, precisamente, y que traen como secuela múltiples trastornos orgánicos, cuando no sean graves lesiones permanentes en la vida del sujeto. Atrepsia, sarampión, coqueluche, escrófulas, eclamp- sia, etc., han sido los padecimientos; tres de ellos, cuando menos, en el mismo individuo. La dureza de oído constituye otro motivo justificado de tales trastornos; es natural, a una audición deficiente ha de correspon- der una reproducción incorrecta de la palabra. En 10 de los vein- te sujetos (50%) ha podido apreciarse esta deficiencia. Padecen de vegetaciones adenoideas. . . . 5 niños Tienen hipertrofia de las amígdalas. . .. 3 ,, Asociados ambos padecimientos en. ... 6. ,, Todo esto sin contar con la insuficiente alimentación y las en- fermedades de los progenitores. Las perturbaciones de la palabra en aulas de kindergarten. El cuadro que aparece más abajo muestra, en forma de quebra- do, el número de niños examinados (en el denominador) y los que presentan trastornos (en el numerador), de 3 a 6 años de edad, en dos kindergártenes. No. 28.—NIÑOS EXAMINADOS Y PERTURBADOS DE LA PALABRA EN KINDERGARTEN SEXO WB:00 HB. VoM: H.M. V.N. H.N. Totales DAMOS. as A latas a ON Lora a AS A a O OZ AA 2/2 Ese Eo PR E EA 2/8 4/4 A Ea de al 94 7 LLE re A pe A Aa o AO o e RON 0/2 2/8 0/4 E A loro TAM An do pa a E Oia RA DA 0/2 0/2 Totalesutn no 2a/AL0r 18/1005 =2/0 os ras Eo 12/32 En el kindergarten, como era de esperarse, aumenta de manera notable el tanto por ciento de niños dislálicos, comparados con los de aulas de enseñanza común y de perfeccionamiento: es la época en que el lenguaje se halla en pleno período de instalación. DÁ Wide * , Pl J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 27 Hemos tenido que anotarlos por medios años (3, 3 1/2, 4 etc.), puesto que en estas edades, como son más rápidos los progresos en la adquisición del lenguaje, también son más apreciables las variaciones que se manifiestan. En el cuadro núm. 28 tenemos que, de los 32 niños objeto de investigación, 12 padecían dislalias; esto constituye una propor- ción de 37.50%. Hemos visto ya que las dislalias disminuyen a medida que es mayor el niño; pero donde más puede apreciarse este progreso es en los parvulitos que frecuentan las escuelas a que nos referimos. He aquí la siguiente tabla: A los 314 años padece dislalias el 100. % de los niños. ” 4 ” ” 2) S0. % «33 ” 5 »” »” »” 1 4.28 % ” No aparece un solo caso de tartamudez. En cuanto a la comparación por sexos y razas tenemos estas cifras: CUADRO No. 29. Niños Niños RAZA Y SEXO examinados perturbados Proporción Varones blancos...... 10 2 20 % Hembras blancas...... 16 8 50 % Varones mestizos...... 6 2 33 % Totales aa atar 32 12 Las dislalias mecánicas y otros trastornos. Fuera de la clasificación a que nos hemos referido (tartamu- dez y dislalias) aparecen 16 casos, de los que 8 corresponden a dislalias mecánicas, esto es, el 1.20% del total de niños exami- nados. Estos 16 sujetos han sido clasificados del modo que sigue: Articulación deficiente por obstrucción nasal........... 3 casos. Articulación deficiente por defectuosa disposición den- O AR IR AIRE AIRES AE RAR E 5 A A AS 3 A AR A A A 1 GORraconto EXIFID]EFO oo emana ao ca e eee ar ataóne 2 O A E A 2 28 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. En uno de los niños que se advierte farbulleo se asocia este defecto a la pésima articulación de los dientes, y en uno de los que figuran en la clasificación de ““mala disposición dentaria”” he- mos advertido que sólo tiene carácter de temporal el padecimiento. II LA TARTAMUDEZ.—CARACTERÍSTICAS GENERALES.— TRATAMIENTO.—CASOS PRÁCTICOS En todos los congresos de las diferentes ramas del saber huma- no (concediéndole toda la importancia que merece) se trata siem- pre de llegar a un acuerdo respecto al tecnicismo de la especiali- dad respectiva. Y aunque en lo relativo a las perturbaciones de la palabra las clasificaciones resultan más bien teóricas, pues en contados casos se encuentra un trastorno de manera exclusiva, sino que se asocian dos o más en el mismo sujeto, forzoso es aceptar aquella por la cual se decide la generalidad. La denominación de tartamudo resulta bien clara—el Diccio- nario de la Lengua, edición de 1914, dice así: ““tartamudear (de tartamudo): Hablar o leer con pronunciación entrecortada y re- pitiendo las sílabas””.—, a pesar de ello, no siempre hay un acuer- do perfecto acerca de la naturaleza sintomática del expresado de- fecto del lenguaje. Meumann, en su estudio sobre **El proceso representativo y el lenguaje del escolar””, ecnduce a una frecuen- te confusión entre el balbuceo y la tartamudez, cuando el primero sólo consiste en una “pronunciación dificultosa, terda y vacilante”” —Diccionario citado—. En este trastorno no interviene como fac- tor apreciable la respiración (de notable importancia en el tar- tamudo), sino que las alteraciones respiratorias son una consecuen- cia del estado anímico del balbuciente; no es una causa, sino el efecto. Refiriéndose al balbuceo dice Herlin—“*Elements d*Orthopho- mte...?” páginas 160 y 161—: ““El balbuciente quiere hablar; pero nada dice; ha comenzado, pero no sabe qué idea va a expresar, o, por lo menos, no ha encontrado los términos de que habrá de ser- virse; por esta causa comienza su frase de tres o cuatro modos diferentes o intercala entre sus palabras e, e, e, o también expre- siones inútiles...”” al punto de que manifiesta una idea en evi- dente contradicción con el sentido de la frase que quiere decir. Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 29 Así, pues, mientras en el tartajeo (con el cual suele a veces confundirse la descripción de la tartamudez) la expresión es con- fusa y atropellada, y-en el balbuceo resulta vacilante, en la tar- tamudez se presentan estas Características: 1*—Puede consistir en la imposibilidad momentánea de iniciar la conversación, o, después de comenzada, de continuar hablando: 2—En la repetición más o menos frecuente y rápida de cier- tas letras o de ciertas sílabas. En ambos casos se debe esta imposibilidad a espasmos de gru- pos musculares que intervienen en la producción de la palabra; alcanzando la alteración a los órganos fonadores, a los de la arti- culación, o a los respiratorios. Sin embargo, se señalan otras cau- sas: elaboración defectuosa del pensamiento, falta de coordina- ción entre los actos que concurren a la emisión de la palabra, un estado nervioso anormal, timidez excesiva, etc. Pero lo corriente es encontrar varios de estos defectos unidos a una respiración in- suficiente o viciosa. En el primer tipo, si la imposibilidad para hablar se presenta al emitir una vocal seguida de consonante, el impedimento se halla en las cuerdas vocales, que no pueden vibrar por el calambre o adinamia que en las mismas se produce. A veces la glotis se halla abierta, al mismo tiempo que las cuerdas se mantienen rígidas y alejadas; la corriente de aire pasa sin producir sonido alguno, co- mo es natural. O bien, y este es el caso más grave, las cuerdas vocales se hallan próximas en el instante de ocurrir el calambre, a la vez que la glotis sufre el espasmo; el aire no puede circular y aparecen fenómenos de asfixia. Cuando esto ocurre (Gutzmann, Rouma, Deecroly, Herlin, describen numerosos casos clínicos), la cara del sujeto se congestiona, lo mismo que las venas del cuello; los dedos se erispan; agita la cabeza, las manos, las piernas... al fin, tanto esfuerzo restablece el equilibrio y, franqueado el obstácu- lo, logra emitir la frase. Cuando ocurre el fenómeno en la emisión de una consonante, el calambre radica en los órganos articuladores: si se trata de p, m, por ejemplo, se halla localizado en los labios; si se manifies- ta en el extremo de la lengua, esta no podrá separarse de los in- cisivos superiores al pronunciar d, nm, t; por último, si la dificultad 30 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aparece con c fuerte, como en casa, o con gy, como en gato, la len- gua se halla contraída, sin que logre separarse del velo del pala- dar, en el momento preciso. En estos es uniforme la intensidad del calambre. Tratándose de un tartamudo que repite con mayor o menor frecuencia y rapidez ciertas letras o sílabas, el calambre es vio- lento e intermitente, pasando los músculos de una manera cons- tante de la contracción al relajamiento y viceversa, emitiendo ya la misma letra, ya la misma sílaba en cada uno de esos movimien- tos convulsivos; y es que los órganos, dispuestos para la pronun- ciación de tal sonido o sílaba, pierden y recuperan, sin el control del sujeto, la posición adecuada, pero volviendo siempre a la misma, mientras dura la crisis. El análisis de estos fenómenos ha sugerido al Dr. Montard-Martin la siguiente definición: ““La tar- tamudez consiste en un estado coreico, intermitente, de los apara- tos que presiden la fonación articulada, y el acto respiratorio in- clusive??. Como es necesario mayor esfuerzo para pronunciar las conso- nantes explosivas (p, b, t, d, k, ) que las continuas (s, z, f, etc.), el calambre se manifiesta fuertemente en aquéllas, de aquí que a la generalidad de los tartamudos se les presente el mal en las pri- meras especialmente. Este calambre puede ser tónico o clónico: es tónico cuando hace adoptar a los labios, la lengua o la laringe una posición fija, retrasando el sonido, ejemplo: c...abeza; es clónico cuando se repite la articulación, como en C...C...ca...cabeza. La respiración del tartamudo y su examen. Al describir los dos tipos generales de tartamudos hemos se- ñalado la importancia que tiene la respiración en la producción del mal. Ya cuando se trate de un calambre tónico, como cuando ten- ga el carácter de clónico, el aire que se escapa no hace vibrar las cuerdas vocales o, haciéndolas vibrar, la repetición de una misma letra o sílaba agota el caudal de aire de la respiración y no per- mite realizar la completa expresión del pensamiento. Desde luego, no por esta irregularidad habrá de estimarse que el aparato respiratorio de un tartamudo, desde el punto de vista anatómico, será siempre anormal; en la generalidad de los casos no lo es ni tampoco resulta inferior la capacidad pulmonar. Aho- J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 31 ra bien, en aquellos individuos en que existan defectos de constitu- ción que favorezcan la anomalía respiratorio a que nos contraemos, habremos de estimar, necesariamente, una predisposición para la tartamudez. Ya Kussmaul, en 1884, aseguraba que el desarrollo del pecho y de los músculos de la respiración del tartamudo de- jan que desear. En la gran mayoría de los casos, todo es funcional en lo que al acto respiratorio se refiere; los tiempos empleados en la inspi- ración y en la espiración se invierten y así, en vez de inspirar profundamente o de manera frecuente y espirar con lentitud, la inspiración del tartamudo es corta y la espiración rápida. Por lo común, la caja torácica no se ensancha en la proporción debida, sino la cavidad abdominal, todo lo contrario de lo que debe ocurrir. La tendencia científica de la época—que rechaza todo dogma- tismo—no puede admitir como causa única o predominante de la tartamudez las modificaciones respiratorios; es indispensable agre- gar las relativas a la fonación y a la articulación, el estado ner- vioso y mental del sujeto, los reflejos de la herencia, etc. A pesar de esto, son numerosas las clasificaciones que se han propuesto por autoridades en Ortofonía, para distinguir los dife- rentes tipos de tartamudos, teniendo sólo en cuenta cómo respiran los individuos examinados. De ellas, una de las más recientes (de Chervin, París, 1900) es la que sigue: 12 Tartamudez inspirada: el sujeto habla en el momento de inspirar, como los ventrílocuos. 2 Tartamudez espirada: se pronuncian las primeras sílabas; pero el resto de la frase se pierde como en un suspiro. 32 Tartamudez espirada anticipada: el tartamudo no reserva el aire; deja escapar cierta cantidad antes de iniciar la conversa- ción; de tal modo, que cuando comienza no hay reserva suficiente en los pulmones, y por ello se producen sacudidas en la frase y el defecto respiratorio se hace visible. 42 Tartamudez espirada nasal: la palabra se produce durante la espiración; pero hay una pérdida considerable de aire, por la nariz, al pronunciar ciertas consonantes, especialmente las explo- sivas por la caída del velo del paladar. 52 Tartamudez mixta: que tan pronto se produce, en un mis- mo individuo, ya en una ya en otra de las formas mencionadas anteriormente. E Un aparato usado en las Clínicas de Ortofonía—tomado de las 32 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. médicas—, el neumógrafo, permite obtener el trazado gráfico de la dilatación y retracción del tórax durantie cada acto respirato- rio. Por líneas descendentes para la inspiración y ascendentes para la espiración pueden seguirse todas las intermitencias que en ambos actos realice el tartamudo durante la respiración en el momento de hablar. Pero como no siempre tendremos a mano tal instrumento (cu- yo costo es apreciable), podemos valernos de una cinta métrica, que si no da las alternativas respiratorias, permite apreciar, por lo menos, cuál es la forma de respiración del sujeto que motive nuestro examen. Se pueden tomar cuatro circunferencias: 1 por debajo de las axilas y de los omóplatos; 2? al nivel de las tetillas; 3* a la' altura de la fosa esternal, y 4* al nivel del ombligo. Per- fectamente ajustada la cinta al cuerpo desnudo, basta una ligera tensión de uno de los extremos, mientras el otro permanece fijo, para obtener la dilatación que en cada zona se realiza. Otro procedimiento consiste en la aplicación de ambas manos del examinador, ya en sentido anteroposterior, ya de manera trans- versal, al tórax y al abdomen del paciente; pero para poder regis- trar observaciones precisas es indispensable una práctica previa. Ninguno de ambos medios nos darán indicaciones concluyentes; pero sí las indispensables para conocer cómo respira el examinado: si los dos costados se amplían en igual sentido; si los hombres se elevan; si adquiere mayor amplitud la región abdominal que la torácica, etc. Asimismo se advertirá si las vibraciones del calam- bre se trasmiten al abdomen; cuáles son los movimientos del dia- fragma, etc. Debe apreciarse también el volumen de aire recogido en cada inspiración y la manera que, para reservarlo, observa el tartamudo; para ello se le hace emitir la vocal a, después de una fuerte inspiración, y se cuenta el tiempo que la sostiene de una ma- nera continuada. La fonación en el tartamudo y examen de la misma. Resulta difícil y delicado el examen de la laringe, especialmen- te de las cuerdas vocales, de aquí que aseguren los Dres. Decro- ly y Rouma que el órgano de la fonación ha sido poco observado y, er consecuencia, que sean poco numerosas las anomalías adver- tidas en esa región. Sin embargo, deben ser suficientes los datos obtenidos para Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 33 permitir a todos afirmar que el órgano de la fonación, estimado anatómicamente, presenta muy raras perturbaciones en la tarta- mudez; hasta al mismo Kussmaul, que muy contadas veces pudo hallar anormalidad en el órgano de la fonación en aquellos indi- viduos de los cuales advirtió —examinando la respiración—deficien- cias en la conformación del pecho y en los músculos que inter- vienen en la función respiratoria. Por otra parte, una autoridad de tanto crédito como Gutzmann ha presentado a la observación casos dignos de estudio: en uno de ellos resultaba de un grosor excesivo la pared posterior de la la- ringe y la tartamudez se manifestaba en la emisión de las vocales; con la ingestión de substancias vasoconstrictoras mejoró notable- mente. El mentol o algunas gotas de cocaína han sido suficientes para disminuir y hasta cortar la tartamudez en estos casos, aun- que transitoriamente. Asimismo afirma este autor que la infla- mación de las cuerdas vocales superiores puede contribuir a la producción de los espasmos característicos de la tartamudez. Concretándonos al punto de vista que el profesor de Ortofonía ha de tener en cuenta a este respecto, podemos afirmar que un gran número de trastornos de la fonación observados en los tarta- mudos son de carácter funcional: ya porque la oclusión involunta- ria de la glotis impide la salida del aire necesario para producir el ruido laríngeo; ya porque, inversamente, la separación de ella se anticipe demasiado, al punto de que se escape todo el aire sin la producción del sonido; o bien porque la contracción de los músculos que ponen en acción las cuerdas vocales sea persistente en Ocasiones, o ya momentánea, lo cual perturba el ritmo necesa- rio entre estas contracciones y el pase de la corriente de aire. En cuanto al examen de la fonación del tartamudo nos resta decir que, de manera consecuente con lo ya expresado, se realizará teniendo en cuenta los síntomas que presente el individuo: la ma- nera de producirse el ruido laríngeo nos indicará el estado y la fisiología de los órganos correspondientes. 2 La articulación en la tartamudez. Kussmaul, entre otros muchos especialistas, concede excepcio- nal importancia a los trastornos de la articulación y a los respi- ratorios en la tartamudez—relegando a un segundo plano los la- 34 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ríngeos—, por ser más frecuentes y presentar síntomas de mayor gravedad. En efecto, son los fenómenos más perceptibles y fáciles de analizar, de aquí que para muchos tengan un carácter primario. Y si los órganos de la fonación y de la respiración pueden estar normalmente constituídos, todas las autoridades en Ortofonía han señalado deficiencias morfológicas en estos a que ahora nos contrae- mos, sin que tal cosa signifique que todos los tartamudos las pa- dezcan. La estadística ha demostrado la existencia de dichas irregula- ridades en las siguientes proporciones: según Gutzmann, del 50% al 80% de los tartamudos padecen de alguna afección nasal; en el 33% de los casos observados por él se manifiesta la existencia de tumores adenoideos, y del 30% al 40% acusan vegetaciones de esa índole. En algunos casos el velo del paladar es elevado y la campa- nilla no alcanza a obstruir la corriente de aire hacia la región na- sal en el momento preciso; en otros, las amígdalas se hallan hiper- trofiadas, lo cual impide la normalidad de la función a que aca- bamos de referirnos y, la del velo del paladar; a veces la bóveda palatina afecta la forma de ojiva, irregularidad que induce a esti- mar que la respiración por la nariz tenga dificultades; en otros casos los dientes se hallan deformados o articulan mal, etc., de todo lo cual resulta que las dislalias se asocien a la tartamudez. Puestos en actividad los órganos articuladores es cuando puede apreciarse la importancia de ellos, por la localización que adopten los calambres, ya tónicos, ya clónicos. En la emisión de las ex- plosivas es donde de manera especial se manifiestan tales trastor- nos, como ya hemos dicho, y en los casos graves los movimientos de otras regiones del cuerpo acompañan a la tartamudez, aumen- tando la inquietud del paciente en el momento de hablar. Variaciones en la manera de expresarse el tartamudo, por wmfluen- cias distintas. El clima, la temperatura y hasta laa horas del día influyen en los fenómenos de la tartamudez de cada paciente; por lo general, en el invierno se agravan las manifestaciones si se comparan con las que se presentan en el verano; en días tempestuosos son más vigorosos los calambres y los trastornos respiratorios; por la ma- J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 39 ñana es más fuerte que en las demás horas; algunos tartamudos aseguran que ““amanecen con la garganta cerrada””. Esto se atri- buye a la influencia que ejercen los fenómenos atmosféricos sobre las personas generalmente nerviosas, que son siempre las predis- puestas a contraer el mal, en mayor grado. Pero donde más se advierten esas influencias es observando al paciente en distintos medios: cuando habla ante personas des- conocidas y aun ante familiares con los que no tenga trato fre- cuente, entonces se manifiesta con toda precisión. Uno de los su- jetos de nuestro estudio pudo ocultar la tartamudez a una tía du- rante los dos primeros años de padecimiento; una fobia completa del habla se apoderaba de él ante las personas que no eran de su mayor intimidad, y aun para éstas empleaba la menor cantidad po- sible de palabras, en frases muy breves. La lectura en alta voz y la declamación disminuyen notable- mente la tartamudez y con muy contadas excepciones persiste du- rante el canto; algunos autores explican tal fenómeno por la mayor fuerza desarrollada para la vocalización, lo que tiende a combatir, precisamente, la causa principal del padecimiento. Los estudios realizados acerca de las relaciones existentes en la duración de los dos actos respiratorios (inspiración y espiración) determinan que, en estado normal, en la espiración se invierte doble tiempo que en la inspiración; durante la lectura en alta voz la primera es tan lenta que llega a durar siete veces más que la segunda, proporción que se eleva hasta 16 tratándose del canto. A esto debemos agre- gar la importancia que tiene el ritmo para la corrección del tras- torno. En la voz cuchicheada desaparecen totalmente los fenóme- nos, por la menor cantidad de energía que es preciso desarrollar. Las emociones violentas, los esfuerzos exagerados, etc., tienen, asimismo, una influencia marcada en el aumento de su intensidad ; la cólera, el miedo, etc., la agravan profundamente, y es bien sabido que hasta en individuos que disfrutan de una palabra nor- mal un susto puede hacerles perder momentáneamente el uso del lenguaje. Por último, muchas causas ocasionales tienden a su aparición y desarrollo, de manera especial las relativas al desenvolvimien- to físico, como la segunda dentición y la pubertad, cuando a la excitabilidad exagerada del organismo no corresponde una re- sistencia vigorosa. 36 Kevista de la Facultad de Letras y Ciencias. Epoca en que aparece y su localización. Esta perturbación de la palabra aparece generalmente de los tres a los cuatro años, durante el período de adquisición del len- guaje. Gutzmann ha encontrado, como ya hemos dicho, el 64.8% en tal edad. Sin embargo, puede ocurrir más tarde algunas ve- ces. Al principio suele consistir en la repetición de palabras o en el retraso para la emisión de ellas; poco a poco el mal se agra- va y destaca, otras desaparece. En cuanto a la localización de la tartamudez en tal o cual cen- tro se ha discutido ampliamente; pero sin llegar a nada concluyen- te, a tal punto que todos los ortofonistas que no se han dejado arrastrar por una teoría determinada declaran francamente su ““ignorancia'” a este respecto. No hay duda de que todas las manifestaciones que se estudian y se tratan en el tartamudo son periféricas; pero al referirlas a los centros superiores de la die- ción nos encontramos con los principios de Ramón Cajal, expues- tos en su obra relativa al “Sistema Nervioso del Hombre y los Vertebrados””. : Se ha señalado la edad de diez años como la época apropiada para iniciar el tratamiento de la tartamudez, porque entonces el mal estará perfectamente definido así como el carácter del pa- ciente. Causas del mal. Corresponde el trastorno que estudiamos a la serie de aquellos que se fijan, con predilección, en los individuos cuyas caracterís- ticas físicas o mentales se hallan debilitadas por razones heredi- tarias, y aunque en muchos tartamudos no se encuentre desvia- ción del tipo normal, no han faltado autores que lo estimen como un síntoma de degeneración : resultado del alcoholismo, de males nerviosos, enfermedades venéreas en los progenitores, etc. Mas si la herencia en este sentido lo que hace es predisponer al indi- viduo para contraer la enfermedad, los que resulten hijos de tar- tamudos podrán serlo (acaso con mayor motivo) como consecuen- cia de la imitación. | Gutzmann ha obtenido el 9.5%, en los casos de tartamudos ob- servados por él, cuyo origen se debía a la contaminación psíquica, y Decroly y Rouma han señalado el 9% en igual sentido. Uno de nuestros casos prácticos (denominado A.) tiene como e dl A J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 37 origen el contagio del abuelo, que vive junto al niño y con quien habla constantemente. También en el caso B la tartamudez se manifestó en el sujeto durante su vida de interno en un colegio; un compañero que la padecía ocupaba siempre un lugar próximo a él, en clases, duran- te el estudio y hasta en la mesa. La influencia no podía ser más constante. Otra de las causas comunes que se han señalado consiste en las emociones violentas. Frecuentemente podemos observar los trastornos que se producen en la palabra, como concomitantes de estados emocionales distintos. Rouma y Decroly han hallado una proporción mayor de estos, respecto de los anteriormente citados, el 20%. En nuestro trabajo tenemos anotado el caso de una niña, a causa de la mordedura de un perro. Gutzmann ha señalado 10.2% de individuos que debían su es- tado al padecimiento de enfermedades infecciosas. Herlin cita entre éstas las escrófulas, tisis, difteria, escarlatina, etc. En la investigación de Rouma y Decroly encontramos el 4% de enfermos a los cuales se les presentó la tartamudez a causa de la coquelu- che o tos ferina. Todas estas enfermedades, especialmente la última, atacan el órgano de la fonación o se reflejan en él de algún modo, de aquí la importancia que se les concede. Hemos hecho un último grupo en nuestra clasificación, el de las causas no aparentes, porque, en realidad, a veces se hace im- posible hallar el origen en la pobreza de referencias que dan los familiares. Así (con la denominación “sin causa conocida””) Gutzmann ha encontrado 26.7% y Rouma y Decroly 20% en sus respectivas investigaciones. También los golpes en la cabeza, de cierta consideración, pue- den constituir una causa (Gutzmann ha encontrado el 14%). Desde luego, se explica el hecho por las posibles alteraciones que puedan sufrir los centros del lenguaje. Importa mucho fijar la atención en los informes que den los padres o los familiares de los atacados. Para la generalidad, bien por ignorancia o por indiferencia, pasa desapercibido el comien- zo de la tartamudez y con mayor razón la causa, y es de valor indiscutible el conocimiento de ambos datos, pues dan orientacio- nes apropiadas acerca del tratamiento que deba seguirse y, en ge- neral, sobre los resultados que se puedan obtener. 38 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Si a los ejercicios pedagógicos a que se someta un tartamudo, cuya enfermedad se manifestó a consecuencia de la imitación, agre- gamos una tomficación orgánica y del carácter, no sólo habrá de mejorarle notablemente hasta lograr su corrección, sino que pode- mos evitar las posibilidades de que se reproduzca posteriormente. En un individuo tartamudo a causa de un fuerte golpe en la cabeza, no será dado asegurar un éxito feliz; es posible que exista alguna lesión, y en este caso la obra educadora obtendrá alguna mejoría, pero difícilmente logrará eliminar el padecimiento de manera absoluta. Influencia psíguica y moral que ejerce la tartamudez. Hemos mencionado en el primer capítulo cuál es la acción que ejercen las perturbaciones de la palabra en la moral y en la psi- quis del paciente. Corroborando aquellas afirmaciones séanos per- mitido ahora, al referirnos a la tartamudez (por no citar otros casos), reproducir las confidencias de un tartamudo, que acoge- mos por merecernos un erédito absoluto la persona que las for- mula. Este individuo, que ha estudiado su padecimiento con la sa- gacidad de un especialista, nos revela que ha existido en él una doble influencia: la predisposición congénita y la imitación. Su padre fué siempre un melancólico, la mamá resultó víctima de una erave crisis de debilidad orgánica antes y durante el período de gestación que dió origen a su nacimiento; así se explica que ha- llemos en él un organismo débil con un temperamento nervioso. La tartamudez apareció hacia los cuatro años de edad, y fué agra- vándose gradualmente con la presencia de un amigo íntimo de la casa que la padecía. Ocupa nuestro amigo una decorosa posición profesional; pero padiera ser mejor (como él mismo reconoce) si la tara de su mal no hubiera resultado tan pesada............ Sin embargo, rehe- cha su vida, se orienta hoy por los derroteros que consideró ce- rrados para él. Pero es mejor que le escuchemos: “Hago estas confidencias en obsequio de los que, encontrándose hoy en el caso mío de hace seis años, se propongan buscar la feli- cidad, que parece no existir en tal situación. “En la vida escolar se inició el calvario de mi existencia. Los antecedentes de familia de mis condiseípulos en nada influían J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 39 para que el latigazo de sus burlas se dejara sentir en todos los momentos. Sólo a un iluso se le ocurrirá pedir reflexión a la niñez. En ese sentido, la conducta del hijo del más infeliz indi- viduo no es desdeñada por el del opulento señor. Y aunque en los bancos de la escuela no fuí el último ni pertenecí a la cate- goría de los medianos ¡cuántos esfuerzos de la voluntad no me costó mantenerme en los primeros puestos! ““Pero si en aquella época la sensación de inferioridad dió a mi carácter ciertos rasgos próximos a la misantropía, más tarde, en la juventud, pude medir el alcance de mi infelicidad...... En- tonces eran otros los intereses de la edad; con la crisis de la pu- bertad pensé que habría de perder la razón, porque mi loca fan- tasía no podía solazarse—como habrá de ocurrirle a todos los jó- venes en esa época—eon las dulces creaciones de una Dulcinea; al contrario, entonces experimentaba un profundo sentimiento de terror: la amorosa imaginada se burlaba también de mí al escu- charme. “*¡Cuántos de mis amigos terminaban los estudios universita- rios y con ello obtenían la justa compensación a sus esfuerzos, trazándose un porvenir pletórico de dignidad, de estimación y de bienestar! Me sentía tan capaz como ellos, pero me estaba vedado el trato de la bulliciosa y festiva legión estudiantil. ¡Cuánto hubiera sufrido! ¡Cuánto me hubieran mortificado sólo con mi- rarme atentamente! Renuncié a los estudios como antes había renunciado al amor en su forma más simple: un amor sin objeto definido, completamente fantástico... “Hablaba muy poco, casi nada, para que los desconocidos no advirtieran aquello que tanto me empeñaba en ocultar. Todos mis amigos me saludaban con lástima; hasta en los ojos del tran- seunte que había de pasar por mi lado indiferentemente leía yo una compasión infinita. “Me dediqué a la lectura, a buscar en los textos de medicina la curación de mis enfermedades, con las que ningún médico acer- taba (pero que tampoco les había consultado), y la explicación etiológica me dió el diagnóstico ¡de males tan terribles, de abe- rraciones tales ! “Y cosa original, quien por temperamento de familia se sen- tía en lo íntimo altivo, oreulloso e impulsivo, había de mostrarse siempre sumiso, sin personalidad, débil, tímido en extremo y nada más que por la tartamudez huía de todo y de todos. 40 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ““Desde luego, tal estado no podía ser continuamente sosteni- do; a unas crisis de desesperación sucedían otras de calma, aun- que no de indiferencia......aproveché una de las últimas para aplicar los conocimientos que las lecturas me habían dado: reali- cé un esfuerzo (que me permito juzgar extraordinario), dominé la voluntad y me impuse la curación de todo aquello que tan do- lorosamente me había afectado. Más tarde, provisto de indicacio- nes racionales (después de probar con infinidad de drogas) lo- gré, tras pacientes esfuerzos, destruir el mal y alcanzar la feli- cidad aspirada... Hoy he transformado mi vida.”” Examen y ficha del tartamudo. El secreto de un buen éxito en la corrección de la tartamudez depende, en gran parte, del mismo punto de vista que se sigue en medicina: obtener el diagnóstico más exacto que sea posible. La seguridad del profesor que actúa sin vacilaciones, en firme, tiene un valor excepcional en la confianza que da al paciente. Este aspecto constituye una de las piedras de toque. No siempre será posible iograr una información adecuada en un mismo día; los datos que recoja el profesor en el primer exa- men deben revisarse en nuevas sesiones, hasta alcanzar la certeza de todos los antecedentes. En primer término, persiguiendo los propósitos que hemos se- ñalado, corresponde hacer las observaciones necesarias en cuanto a la respiración, al aparato fonador y al articulador del tartamu- do, tanto desde el punto de vista anatómico como del funcional, a fin de poder fijar todas las anomalías que se adviertan. Se visitará el domicilio del enfermo, una, dos, tres veces, cuan- tas sean necesarias, hasta obtener una idea completa del mal que padece: en cuanto a la época en que apareció, en qué circunstan- cias se manifestó y cuáles han sido los accidentes del proceso se- guido; acerca de otros muchos particulares que den noción del desarrollo físico, intelectual y moral del niño: dentición, marcha, comienzo de la palabra, cuál es su carácter, cómo se manifiesta en el juego, etc.; sobre los antecedentes hereditarios relativos al lenguaje, enfermedades de los progenitores (alcoholismo, ties, etc.), en una palabra, todo aquello que conduzca con exactitud al conocimiento más completo del niño y de su perturbación debe tenerse en cuenta. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 41 Después de un examen detenido de numerosas fichas hemos adoptado la que aparece a continuación, por parecernos que, den- tro de su simplicidad, tiende a satisfacer las necesidades más concretas. No obstante la limitación que hemos hecho de los asuntos, pueden agregarse todas las informaciones que se consi- deren precisas, de acuerdo con lo manifestado en el párrafo an- terior: (Primera plana): A 0 , edad....años; raza MEE caco edo ; asiste al aula número....de la escuela número...., del distrito de....... O Grado Retraso intelectual..... 7 E ES ERE años A A O NA Y ARA A RU a RI a dea Localización de la perturbación a) ¿En el aparato respiratorio?...... Modo de respirar... Situación del calambre: en los labios...... ARA parte anterior........ PRES ESOO CES POSTOTIOD..-....coro co. .i. AA AA AP A q AN NC OUBTCLIOE. o AMAAPErsonas. extradaS todo e ma eee En la repetición de palabras y frases.......... S Bmcla dectuta en AMA VOZ. diri dre En la recitación........... SEA O En el lenguaje libre................ JE DOS AANÍO cr ds TA 42 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Estado de los órganos: , Mandibaulas.... e A oe DIEOtES 70 de AS A RR RS DÉNBUA NA A O A PA A atan AAA AMICS e qe a gi Ao AS Vegétaciones ¡adenoideaS io. saeta ie cta Otras circunstancias agravantes............... (Segunda plana): Miembros de la familia atacados de tartamudez. Causas de la perturbación. MITACIÓN A E ei moción Molenta his a e Enfermedad infecciosa........ o. ..... Golpersobre dascabezar. eii a aleta Causas 10! aparentes. cil on idea ola ei o AN Epoca en que apareció. Edad que tenía el niño......... ¿Cómo se advirtió?....... Marcha del tratamiento: FECHAS EJERCICIOS RESULTADOS "e Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 43 Faltas de asistencia So daa CAS O Rena Dl aa a a A o 0 (Tercera plana): Recomendaciones hechas a los padres y maestros: Consejos para el porvenir: . .. $ 2.0 ... e y ... .... .... ... .. oc... Final del tratamiento...... A A ¿Qué tratamiento debe seguirse? Tentativas médicas y quirúrgicas. La historia de la curación de la tartamudez resulta curiosa y original. La intentaron desde los tiempos antiguos Galeno y Aris- tóteles, y todos partieron de un error de concepto etiológico. Atri- buyendo la tartamudez—como ellos pensabaa—a una lengua grue- sa, larga, fija, ete., habían de concebir procedimientos curativos de manera congruente. Todo esto, sin contar con el exceso de hu- medad del cerebro y de los órganos de la fonación (!) que advertía Mercurial y que se proponía curar con emplastos. No resultaron menos desacertados los que buscaban la curación de este mal por la aplicación de aparatos de cierta índole o la eje- cución de operaciones quirúrgicas: ya una placa sobre la lengua, ya un aparato que se fijaba al maxilar inferior, etc. Pero quien 44 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. realizó una revolución, ganándose numerosos discípulos ansiosos de perfeccionar el procedimiento, fué Dieffenbach, por medio de in- cisiones en la lengua, en una época en que eran desconocidos los anestésicos. Este desbordamiento de charlatanismo (como se le ha llamado con toda propiedad) tuvo que decaer, ante tales excesos, y dar paso a procedimientos pedagógicos más en harmonía con el exacto conocimiento de la enfermedad, y de resultados más eficaces y menos cruentos. Todos los métodos que se han alejado de los filtimos (los pedagógicos) han resultado ilusorios y perjudiciales en general. Con el comienzo del pasado siglo se orienta el tratamiento de la tartamudez por los medios en boga, figurando la Sra. Leigh, en los Estados Unidos de Norte América, Glombart, Blume, Jour- . dan y tantos otros en Europa, entre los que actuaron en el pe- ríodo de reacción. Medidas de carácter general. Kalen Kamp hace preceder los ejercicios preparatorios y for- males para la corrección de la tartamudez, de un período de silen- cio absoluto, práctica que ha sido adoptada por todos los profeso- res de Ortofonía y que se ha extendido a la mayoría de los casos graves de perturbaciones de la palabra. Este procedimiento tiene doble finalidad: en el orden moral ejerce una especie de autosu- gestión en el paciente, pues le arraiga la idea de que habrá de advertir una notable mejoría cuando comience a hablar; desde el punto de vista psíquico tiene, en realidad, una acción fecunda, pues la falta de ejercicio hace olvidar, hasta cierto punto, las defectuosas imágenes motrices verbales que se hallan registradas en los centros. La medicina presta un gran auxilio; pero de orden distinto a la finalidad que le vimos asignada en los tiempos pasados. Ya he- mos dicho que este mal se fija preferentemente en los débiles, en los indecisos, en los tímidos, en aquellos individuos víctimas de viciós congénitos; la acción del médico debe limitarse a señalar un régimen apropiado, que fortifique a los anémicos, dé tranquilidad a los nerviosos, depure a otros, ete.; una vida higiénica, de ejer- cicios moderados y metódicos, alimentación suficiente y normalidad digestiva, sueño reparador, aire puro, la vida del campo, supre- sión de excitantes, etc., serán medidas todas de un valor aprecia- ble en alto grado, para el buen éxito de nuestra labor. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 45 En cuanto a lo que han dado en llamar los especialistas el trata- miento moral, que para algunos tiene una importancia excepcional, pues lo consideran exclusivo, el profesor habrá de poner toda su actividad en acción para el logro de estos propósitos: 12 Inspirar absoluta confianza al paciente. 22% Levantar el espíritu del sujeto, que en la generalidad de los casos podrá sentirse deprimido. 32 Convencerle de que la persistencia del mal depende de él mismo y de que todas sus energías deben hallarse al servicio del tratamiento que se le imponga. El Dr. G. Rouma cita el procedimiento que Liebmann ha pues- to en práctica; interesante y eficaz casi siempre: comienza por ex- plicar al tartamudo cómo se emiten las vocales y las consonantes, tanto normalmente como en la tartamudez, y en qué consiste la en- fermedad; demuestra cómo el ritmo, durante el canto, alarga las vocales, de aquí que entonces no se manifieste la perturbación, e invita al paciente a cantar: primero ambos, de manera fuerte, más tarde con dulzura, luego el tartamudo solo. Este primer ejercicio facilita la sugestión al enfermo de que de igual modo puede ser evitado su defecto en el lenguaje corriente. Ofrece una frase cor- ta, que articula con precisión, para que repita el alumno, esta ten- tativa, que se reproduce con otras frases (todas de fácil emisión) tienden a que el individuo llegue a la convicción de que es posible y no tan difícil hablar correctamente. Pasa luego al lenguaje es- pontáneo y propone preguntas familiares que el alumno debe con- testar siempre con frases breves: *“¿Qué edad tienes?””, **¿ Dónde vives?””, etc. Este mismo plan se sigue luego en la lectura. Cuando el paciente ha ganado la confianza requerida en su pro- pio esfuerzo y en las bondades del procedimiento, hace presenciar la lección por algún familiar—la madre, generalmente—, teniendo cuidado de preparar esta prueba con tacto y delicadeza. Como es consiguiente, huelga decir que las dificultades se irán venciendo de manera gradual. Ejercicios respiratorios. Al examinar las irregularidades que en el aparato respiratorio presentan los tartamudos, hemos expresado que no son las únicas que es preciso atender; pero esto no significa que dejen de poseer una importancia suma. En efecto, según hemos visto, en la mayo- 46 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ría de los sujetos existen hábitos viciosos, en la manera de utilizar el aire necesario durante la espiración, para hacer actuar las cuer- das vocales. Así, pues, necesitamos realizar una educación de los actos respiratorios; formar determinados hábitos que pongan «l individuo en el dominio del aparato correspondiente. Existen tres tipos respiratorios: el abdominal, predominante en la niñez;pectoral o costosuperior, frecuente en la mujer, y costo- inferior, que se manifiesta en el hombre. Ahora bien, en la ge- neralidad de los tartamudos la respiración resulta abdominal, y la tendencia del profesor debe ser hacia la formación de un tipo mixto (costo-abdominal), por medio de la gimnasia respiratoria, que modi- ficará los movimientos del diafragma y los de las cuerdas vocales, actuando a manera de tónico. El Dr. Rouma aconseja una serie de ejercicios típicos, que de- ben realizarse en una habitación perfectamente ventilada, cuidan- do de las corrientes de aire. Su procedimiento es el que sigue: Acostado el paciente, debe apoyar la mano izquierda sobre el tórax y la derecha sobre el vientre: la primera controlará los mo- vimientos de la caja torácica, sabiendo el sujeto que deben ser pre- dominantes sobre los abdominales. La mano derecha tiende a im- pulsar el diafragma hacia arriba, durante el acto de espirar, por la compresión que ha de ejercer sobre el paquete intestinal. En los casos graves es preciso realizar esta operación con el concurso de ambas manos. En tal disposición, los ejercicios de respiración de- ben ejecutarse del siguiente modo: 12 a) Se harán distintas inspiraciones, muy breves, enérgicas y sucesivas, hasta llenar de aire los pulmones; b) Con la boca abierta se hará una brusca espiración, que tiende a disminuir el diámetro vertical de la caja torácica por la presión del diafragma hacia arriba; este movimiento adquiere el mayor vigor por la presión que, precisamente, ejercen las manos. 2 Como el anterior; pero sólo variando la forma de espira- ción que, también con la boca abierta, se realizará lentamente. 32 a) Con la boca abierta se hará una sola inspiración enér- gica. b) La espiración será lenta y también por la boca. Cada tipo de ejercicio se repetirá siete, ocho veces, o más; pero siempre teniendo cuidado de no llegar a la fatiga. El ritmo puede jugar un importante papel para lograr la coordinación respiratoria: bien cada uno de los dos movimientos J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 47 (inspiración y espiración) ha de coincidir con otros que ejecute el profesor, o bien con los que realice el mismo alumno, a los que habremos de referirnos más adelante. En resumen, desde el punto de vista respiratorio, el alumno habrá de observar las siguientes reglas: 1]? Hacer una rápida y corta inspiración antes de comenzar la conversación. 22 No perder en ningún momento, mientras habla, la reserva de aire. 32 Aprovechar todas las pausas de la conversación para ha- cer cortas y rápidas inspiraciones. 4: Aspirar por la boca, mientras habla, y por la nariz en los momentos de reposo. 52 No hacer inspiraciones profundas. Ejercicios de fonación. Tienen por objeto adiestrar las cuerdas vocales en su norma- lidad funcional. Es evidente que la fonación y la respiración marchan al uní- sono, de aquí que los ejercicios de esta clase tengan un valor respiratorio. Una práctica que favorece ambos aspectos, de muy .valiosos resultados en el tratamiento de la tartamudez, es la que sigue: 12 El alumno hace una inspiración, a la vez que levanta los brazos, lateralmente, al nivel de los hombros. Si no llegan a esa altura resultará incompleto el primer acto respiratorio, y si exce- den se mermará la amplitud absoluta de la cavidad torácica. 22 Los brazos descenderán lentamente, a la vez que el suje- to emite una vocal, en el mismo tono y de manera continuada, todo el tiempo que transcurra hasta que los brazos vuelvan a su posición normal. Tales ejercicios constituyen una verdadera gimnasia de la fo- nación. El Dr. Rouma, a fin de que resulten más completos, hace entrar en juego, gradualmente, una serie de músculos en cada ejercicio: primero los tiroaritenoideos internos, por medio de la voz ligeramente suave; luego actúan también los cricoaritenoideos laterales, con la voz cuchicheada, y, por último, junto con aquellos, los ericoaritenoideos posteriores, con voz natural. 48 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Primero se emiten las vocales, luego las sílabas, más tarde pa- labras, y frases por último. El propósito invariable del profesor consistirá en que las con- sonantes se produzcan con toda suavidad, mientras la pronuncia- ción de las vocales sea viva y ligeramente prolongada, de una ma- nera especial la primera de cada palabra. Estos ejercicios pueden ser muy variados desde el comienzo, por ejemplo (ya con el movimiento rítmico que hemos mencionado, ya con otro cualquiera de los brazos, las manos o el pie) : prolongar la emisión de una vocal durante 10, 15 o 20 segundos (esto de- penderá de la forma de respiración del' sujeto) ; emitir dos, tres o más vocales en una sola espiración; alternar, con un movimiento rítmico, la acción vocalizadora con silencios, en tiempos de igual duración, etc. Ejercicios de articulación. Ya hemos mencionado el elevado tanto por ciento que ofrece la estadística acerca de las irregularidades que se observan en los ór- ganos de articulación del tartamudo, agravándose así el padeci- miento con la asociación de dislalias. Pero es más, aun en los casos en que no existan tales irregularidades serán indispensables los ejercicios de este orden, pues, cuando mencs, el funcionamiento de tales órganos es débil. El espejo constituye un valioso medio auxiliar: alumno y pro- fesor ante él, el último emitirá correctamente los sonidos, de mane- ra que sea bien perceptible toda la coordinación de los órganos; así podrá ¿imitar el alumno, a la vez que observarse y hacer opor- tunamente las debidas correcciones. Además, los calambres lin- guales y labiales serán notablemente dominados con el uso de tal artefacto. , Debe perseguirse en la articulación una finalidad semejante a la que hemos señalado para la respiración: en ésta, invertir los tiempos empleados en la inspiración y la espiración; en la primera hacer destacar notablemente las vocales en la pronunciación, res- tándole toda importancia a las consonantes. El tartamudo, por lo común, procede en sentido opuesto. Existen unos signos convencionales para los ejercicios de lec- tura, que el profesor debe marcar en las primeras lecciones e irá omitiendo gradualmente hasta que el alumno se habitúe a una ar- y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 49 ticulación correcta; estos son: ya un trazado en forma de ve ma- yúscula (V) o bien una línea (/), para indicar las inspiraciones rápidas y breves; un trazado horizontal sobre la vocal que debe prolongarse (a); un arco para la unión de las palabras (casi bien). A Van Lier se debe un procedimiento muy recomendable y que consiste en hacer pronunciar, de manera sucesiva, primero la sí- laba inicial, luego esta y la siguiente, luego tres, etc., hasta ob- tener la frese completa; con esto se logra que el tartamudo salve todas las dificultades. Veamos un ejemplo: se trata de hacer recitar el aforismo de Luz y Caballero: “Instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo””, y procederemos así: / Tns; / Instru; / Instruir; / Instruir pue; / Instruir > / puede; / Instruir puede cual; / Instruir puede cualquiera, No Y NX / etcétera. Luego de realizado este análisis se leerá todo en la siguiente forma: / Instruir puede cualquiera / educar / sólo quien sea xo Na Nr Nr / ún evangelio vivo. / A En realidad, sólo ante un sujeto tartamudo será posible señalar el tratamiento en sus líneas generales y cada clase de ejercicio a que debe ser sometido, tanto de fonación, como de articulación y respiración. Los que hemos mencionado sólo tienen un carácter general y, por lo mismo, pueden dar la impresión de cierta vaguedad. He aquí cuál ha sido nuestro proceder con tres sujetos que nos han servido de experimentación : Caso A. Un niño de siete años de edad, blanco, de temperamento ner- vioso unido a debilidad orgánica congénita (aunque no grave). La palabra apareció en época normal; pero comenzó a caminar con aleún retraso. Muy vivo en extremo, siempre se ha caracterizado por una logorrea inagotable. Ha tenido un crecimiento rápido y con seguridad que su talla excede de la normal, mas todo esto ha sido con perjuicio de su mejor constitución orgánica. Padece de eneuresis nocturna, atribuída a nervosismo. 50 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. > Considerado en el orden intelectual, hemos advertido que se manifiesta en él una atención fugaz en extremo; sensorialmente es normal. Comienza a concurrir a la escuela. Aplicada la escala de Binet resulta normal. En el orden moral resulta muy tímido y muy dado a la imi- tación. La tartamudez apareció hacia los seis años de edad, debido al contagio del abuelo paterno (en éste es ligero el mal), con quien vive desde hace tres años. No existen trastornos respiratorios; esta función se realiza nor- malmente y aunque a veces tiene carácter abdominal, es más bien, de manera predominante, costosuperior. Las circunferencias to- madas dan las siguientes variaciones, en el acto respiratorio: axt- lar, 53 y Yo a 57 centímetros; a la altura de las tetillas, 54 a 55 y 12 centímetros; a la altura de la fosa esternal, 53 a 54 centíme- tros; a la altura del ombligo, 41 a 48 y 14 centímetros. En el aparato de fonación se manifiesta a veces un calambre clónico, otras no. También en la articulación aparecen algunas veces calambres labiales clónicos. El estado de sus órganos articuladores es normal, aunque la oclusión nasal (al emitir la e sostenida) no es tanta por la eleva- ción de la campanilla como por el acercamiento de la faringe. La tartamudez se manifiesta en el lenguaje libre, cuando habla ante personas extrañas o con sus propios familiares, de manera especial si se excita; pero no cuando habla solo, en la repetición de frases, en el canto, ni en la voz cuchicheada. Este niño no era capaz de seguir un tratamiento, por eso in- tentamos reducir toda nuestra acción a tonificarle en general, me- diante una racional sobrealimentación y el auxilio de reconstitu- yentes. Muy desganado al principio, ahora come de manera asom- brosa. La familia se ha trasladado a una pequeña quinta fuera; de la ciudad, donde el niño respira aire puro, rico en oxígeno, recibe la benéfica influencia de los rayos solares y tiene oportu- nidad de ejercitarse libremente. Las medidas ortofónicas, propiamente dichas, se han limitado a prohibir las alusiones de los familiares y a que se vigile por ellos (sin que se haga sistemáticamente, más bien tratando de que aparezca incidental) la conversación del niño, haciéndole hablar Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 51 despacio, proporcionándole un medio agradable y modelos cons- tantes de una elocución correcta. Esta labor, tan simple, ha ido eliminando gradualmente la tartamudez, al punto de que sólo cuatro meses de tratamiento han bastado para operar en el niño una admirable transformación. Caso B. ( Un joven de 14 años, blanco, pertenece a una familia acomo- dada. Durante la primera infancia disfrutó de excelente salud; la palabra apareció en época normal. Intelectualmente ofrece un retraso pedagógico de cuatro años. Parece que la causa fundamental es la tartamudez: ha recorrido distintos colegios privados, ha tenido profesores en el propio do- micilio (huyendo siempre de las mortificaciones), y todos los sis- temas y procedimientos pedagógicos que se alejan de la intuición y del razonaminto han anulado el desenvolvimiento normal de los poderes mentales de nuestro sujeto. Físicamente es un joven bien constituído. En el orden moral presenta los caracteres clásicos del tartamudo: tímido, algo mi- sántropo; de voluntad vacilante, acaso débil en alto grado. El origen de la enfermedad aparece dudoso; según la mamá, después de una caída, en la que recibió un fuerte golpe en la ca- beza; pero ese después constituye un intervalo de más de un año. Posteriormente, los informes adquiridos nos hacen suponer que la tartamudez tuvo origen en la convalecencia del sarampión. ¿Se- rá admisible este informe? Continuamos nuestras pesquisas y nous hallamos con que B. tenía un compañero tartamudo en uno de los colegios a que concurrió como interno; eran amigos inseparables y en esa época, precisamente, fué cuando aparecieron en él los primeros síntomas, hacia la edad de 9 años. Por otra parte, tie- ne antecedentes de herencia (un abuelo tartamudo); pero esta última causa no nos seduce. A nuestro juicio, se trata de un individuo predispuesto para la tartamudez, cuyo mal apareció a causa de la imitación. El dato relativo al golpe, no es muy admisible para estimarlo como causa productora del trastorno glósico, porque no es razo- nable pensar que un año después viniera a tener consecuencias una lesión (si es que se produjo) ni que se agravara paulatina- 52 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mente y luego cediera a un tratamiento pedagógico, desde que se inició. El mismo B. explica así su caso: ““Los primeros síntomas fueron muy ligeros y con alternativas; pero a medida que pasaba el tiempo se agravaba mi enfermedad. En estos últimos meses (antes de empezar mi curación) me sentía tan mal que no podía hablar casi nada.”” ““Desde que comencé las clases encontré un gran alivio y ahora me siento cada vez mejor.?”” B. se expresaba y se expresa bien cuando habla solo, en la re- citación (aunque la articulación es débil), en el canto y em la voz cuchicheada; mal ante sus familiares, en la repetición de palabras y frases y en la lectura en alta voz, al comenzar las frases; muy mal ante personas extrañas y de una manera pésima en el lenguaje libre; entonces (nos ha dicho) la garganta se le cierra. En el aparato respiratorio presenta las siguientes caracterís- ticas: respiración muy corta, de manera interrumpida constante- mente; ¿nvertía los tiempos, esto es, la inspiración era más pro- longada que la espiración. En la fonación no presentaba nada apreciable desde nuestro punto de vista. En el de articulación, a pesar de que el estado de los órganos correspondientes resulta normal en absoluto, se advierte todavía una debilidad constante, una timidez absoluta, más bien pereza para hablar con despejo. El calambre es clónico, de manera especial al emitir las explosivas y las sibilantes. Tratamiento: Comenzamos por desterrar el uso de toda droga calmante (se advertía en él una gran depresión nerviosa a causa del bromu- ro), recomendando la cura del silencio (hablar lo menos posible) durante quince días. Como es consiguiente, hicimos las sugestio- nes del caso. Vencido este período, iniciamos los ejercicios respiratorios a que nos hemos referido en el curso de este trabajo, y más tarde los de fonación, también mencionados. Las primeras sesiones fue- ron breves, 15 minutos a lo sumo; pero contrayendo B. la obliga- ción de repetir estos ejercicios en el hogar, mañana y tarde. Luego pasamos a los ejercicios de articulación, asociados a los respiratorios, siguiendo este plan: 1? emitir a, o, u, haciendo bien ostensible la coordinación muscular a fin de ejercitar los labios Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 53 adelantándolos; 2% producir a, e, 2, con el propósito de dominar el movimiento de los labios en la extensión de ellos; 32 / (inspira- ción rápida) repetir d.....p, €..... PO DO yo DO, pe, pi, para el control de las explosivas; 4? decir papá, pipa, popa, Pepe, pupa, paladar, Pablo, etc. (articulación normal de palabras, cuidando de que las consonantes sean ligeramente sonoras mien- tras los sonidos vocales deben distinguirse con toda precisión). En todas las lecciones de articulación hemos comenzado por ejercicios respiratorios y de fonación (los últimos con miras res- piratorias también) y se han referido a las consonantes b, d, t, 1 D;.C. A los dos meses, aproximadamente, consideramos a B. con su- ficiente aptitud para iniciar el tratamiento formal, a medida que abandonábamos los ejercicios preparatorios. He aquí nuestro plan, observando con toda minuciosidad los consejos de carácter general consignados acerca de la respiración y la articulación, y haciendo uso constante del espejo: 1? Repetición de frases breves. 22 Contestación a preguntas familiares, en frases completas muy cortas. 32 Lectura de diálogos, primero la parte correspondiente a uno de los personajes y luego en conjunto. 40 Lectura corriente. 52 Descripción de grabados, en oraciones simples y haciendo un estudio anticipado de todo el asunto. 6% Contestar a un interrogatorio, ante personas conocidas; pero con las que tuviera poca familiaridad. 72 Preparar una conversación acerca de un asunto conocido: las frutas, la caña de azúcar, etc. La articulación había mejora- do bastante, pero la voz continuaba siendo muy débil: se ensayó, con buen éxito, colocar a una distancia mayor de la normal al alumno, lo cual le obligó a elevar el tono. Todo marchaba de una manera satisfactoria; pero he aquí que un suceso inesperado vino a retrasar las conquistas hechas: B ingresó en un establecimiento de enseñanza e inmediatamente re- sultó objeto de las burlas de sus camaradas. Aquello produjo tal impresión en su ánimo (después de un largo período de solícita atención en favor de su padecimiento) que la desconfianza se apo- deró de su espíritu al momento y los trastornos respiratorios y de articulación reaparecieron. Ha sido preciso, pues, comenzar de - 54 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. nuevo la tarea. Un mes después se ha iniciado la mejoría, aunque de manera lenta. Este hecho nos da una prueba evidente del valor que tiene el tratamiento moral en la corrección del trastorno a que nos refe- rimos, y de que ella se logrará siempre que el sujeto, una vez en aptitud de dominar la palabra con absoluta independencia del profesor, observe rigurosamente las reglas que hemos señalado en páginas anteriores, desde el punto de vista general, y en particu- lar aquellas especiales que su caso demande. Caso C. Srta. C., de 25 años de edad, blanca; cultura general superior a la corriente y bastante notable en trabajos manuales, a cuya enseñanza privada se dedica. Es la tercera de cinco hermanos; los demás disfrutan de una palabra normal. Tiene una prima tartamuda, que es anormal, y otros dos que son sordomudos. Es buena su constitución general. Moralmente, revela bastan- te timidez, aunque ésta (como veremos por sus propias declara- ciones) no debe considerarse como consecuencia del padecimiento. Tiene firmeza de voluntad poco común, que se revela en el domi- nio que ha querido imponer a su palabra desde el primer día de tratamiento. Su articulación es firme, clara y precisa. Los órganos corres- pondientes están bien constituídos; pero tiene calambres tónicos bastante fuertes en la emisión de las explosivas d, t, p, b, y, c, y de las sibilantes, particularmente de la s y la f. Por esto, los tras- tornos existen tanto en los labios (algunas veces se presenta tam- bién en la m) como en la lengua, lo mismo en la parte anterior que en la posterior. En el aparato respiratorio tiene estas características: las ins- piraciones son frecuentes y la espiración es brusca. - Algunas veces existen calambres en la fonación; esto hace más grave su caso que el de B. Cuando habla sola lo hace bien, lo mismo ocurre en el canto y con voz cuchicheada; la emoción es causa de trastornos, al co- menzar la frase, ante sus familiares; en la repetición de palabras se congestiona la cara, quedan fijos los órganos de la articulación, a consecuencia de los calambres tónicos; resulta difícil el momen- J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 55 to en que comienza la conversación. Tanto en la lectura como en el lenguaje libre se presenta una serie de pequeños calambres tónicos, así como la prolongación de las vocales y de la conso- nante d. Algunas causas externas influyen en el padecimiento de C' (en los días de vientos fuertes, por ejemplo, se producen crisis), la cara, muy especialmente, sufre una congestión al querer iniciar una frase que comience por vocal. Resultan interesantes los informes confidenciales de C': ““Por las observaciones que he hecho, desde que empecé el tra- tamiento, he notado alguna variación entre mi estado de ánimo habitual y el que ahora tengo. Los primeros días me sentía ner- viosa, un poco distraída, porque muchas veces mi imaginación se hallaba distante del lugar en que me encontraba. También perdí el apetito por completo y apenas si podía conciliar el sueño. La tristeza se apoderó de mí, a veces pensaba que podía estar enfer- ma, y temí varias veces que tuviera que abandonar el tratamien- to, pues pensaba que quizás hablando alegraría mi vida.?” “£A los siete u ocho días de comenzado el tratamiento me siento mejor: mis nervios se han tranquilizado, duermo bien y el ánimo se ha manifestado alegre a ratos, pues no resulta muy dado a esto mi temperamento. Me ha entusiasmado el adelanto que advierto, noto que son muy acertados todos los ejercicios, especialmente el de la “*a?” pequeña, antes de las consonantes m y p, que resuelven mi problema. ?”” : ““Debo hacer aleunas observaciones anteriores a esta época, por si son de alguna utilidad : nunca me ha causado mal genio ni me ha faltado la calma para soportar mi defecto; tampoco las personas que me han rodeado me han dado que sentir, ni aun siquiera las compañeras de colegio, que siempre fueron indulgentes conmigo. Lo que sí creo que me empeoró fué el mal trato de una de mis pro- fesoras (la que me enseñó a leer); su carácter era muy severo y se proponía hacerme hablar claro; desde luego, el resultado entonces era que no lograba yo decir palabra alguna, y las penitencias me acosaban. Afortunadamente, luego tuve una profesora de carác- ter completamente distinto. Las mayores dificultades las advierto cuando me duele la cabeza (cosa frecuente) o si tomo algún cal- mante.” 56 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Tratamiento: Comenzamos por imponerle el mayor silencio posible durante un, período de dos semanas. El caso es más grave que el de B., como hemos dicho; no sólo por el carácter de los trastornos sino por la mayor duración que tiene el mal; comenzó a los 4 o 5 años, tiene 25 de edad, por tanto, - la fijeza de las imágenes verbales incorrectas es más considerable; a pesar de ello, existe un dato a nuestro favor, las condiciones de carácter de C. El uso del espejo. ha sido más frecuente, para dominar el movi- miento de los calambres. Practicamos los ejercicios respiratorios, de fonación y de articulación, ya referidos. La forma externa del trabajo es igual que para B., siguiendo el mismo orden; pero los propósitos son distintos: normalizada la res- piración y la fonación, nuestra labor tiende a destruir los calambres. He aquí cómo procedemos: Inútil sería intentar que C. acometa las consonantes sin un pequeño artificio (nos referimos a las explosivas); para destruir su adinamia es preciso que todas las consonantes que le ofrecen obstáculos sean emitidas previamente en un estado que no exista la oclusión, así, al decir apa no se hallarán los inconvenientes que se manifiestan al decir pa; es natural, la disposición en que se encuentran los órganos de la fonación al emitir a... permite que los labios se unan y separen rápidamente para lograr la p. Una serie de ejercicios nos dará idea del plan seguido: a a pa AE A . po AA a PR 1 E pi a PS a pil El profesor instruirá al alumno en la pronunciación de la *“a”” chiquita (como dice C.), esto es: la vocal que se antepone debe ser aspirada y producirse con mayor rapidez y debilidad hasta omi- tirla. No se presentarán dos inconvenientes en una misma palabra “difícil”? (así llama C. a las que contienen letras explosivas o si- bilantes, que le dificulten la conversación) ; eso es elemental en las condiciones de todo procedimiento pedagógico racional. A J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 57 Las palabras que contienen sentido son más interesantes. He aquí algunas utilizadas en un ejercicio: ¿as a palo Oo. Pera SUISSE: DIO MAS pa 2%: apear aparato oponer apelar época apremio apalear épico opinión aparejo ipomea apilonar 32: polo, pila, pelo, paz, pino, pena, pala, palo, palero, país, paila, paella, pájaro, papa, papel, popa, Pepe, pipa. TIT LAS DISLALIAS.—CUÁLES SON LAS MÁS COMUNES ENTRE NOSOTROS. TRATAMIENTO DE LAS MÁS INTERESANTES Etimológicamente considerada la palabra dislalia—que procede del griego—significa hablar mal (dis, mal; y laleó hablar), ya por educación viciosa, ya por defecto de los órganos vocales. En unos casos—según Kussmaul—podrá ser congénito el defecto, y adquirido en otros. Pero aquí conviene señalar la misma distin- ción que hemos advertido tratando de la tartamudez: es posible que el mal ejemplo de los padres influya en mayor grado (de ma- nera decisiva) que la herencia, siempre que no se trate de una dis- posición defectuosa (heredada) de los órganos que intervienen en la pronunciación de los sonidos. Ahora bien, en nuestro estudio hemos eliminado del grupo de las dislalias ciertos hábitos de pronunciación que tienen más bien un carácter nacional: tal es el seseo del cubano. Pueden manifestarse en las dislalias los siguientes casos: 12 la omisión de una articulación ; 22 su deformación; 32 su sustitución por otra; 4? la no articulación de consonante alguna, Causas. Si recordamos el proceso que sigue el niño en la adqusición de la lengua materna veremos que unos sonidos son reemplazados por otros, aleunos omitidos, etc. a medida que el aparato encargado 58 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de la articulación adquiere normal desarrollo. Los sonidos labia- les y linguodentales, por no demandar una coordinación compleja, son fáciles de emitir y, por lo común, se producen con toda regula- ridad; pero aquellos en que, más que la visión de los movimientos, intervienen las sensaciones auditivas, el trabajo es lento y a veces presenta obstáculos. Muchos especialistas han atribuído las dislalias infantiles—cuan- do no se deben a una anormalidad orgánica—a la dureza de oído, y aunque es incuestionable que a una percepción incorrecta de la palabra ha de corresponder una emisión análoga, se citan otras varias causas como originarias de tales defectos de articulación : a) El mal ejemplo ofrecido por familiares y amigos cuya pronunciación sea defectuosa. b) La 2gnorancia de esos mismos, que no se preocupan de en- mendar las deficiencias del lenguaje del niño, en el período de formación. ec) La indiferencia del sujeto para fijar su atención en las formas correctas del lenguaje. Esta característica la advertimos en los débiles, en una pro- porción mayor que en aquellos individuos bien constituídos. La dureza de oído tiene una excepcional importancia. La es- tadística ofrece datos abrumadores a ese respecto y las investiga- ciones realizadas entre los escolares de distintas ciudades elevan a un 25% el número de sujetos cuya audición no es absolutamente normal; entre éstos, necesariamente, hemos de hallar el gran gru- po de los retrasados pedagógicos, cuya primera manifestación de inferioridad intelectual podrá consistir en los disturbios del len- guaje. Los duros de oído confunden, evidentemente, aquellos fonemas de gran semejanza: p con b; t con d; f con v, etc. Como dice Rouma, la palabra del duro de oído es monótona, sin ritmo. El habla es rápida, las articulaciones son acentuadas y la unión de las sílabas y palabras es confusa frecuentemente. Todos tienen la tendencia a emplear un tono demasiado bajo cuan- do hablan. El profesor Bezold, que ha prestado al asunto un gran interés, aconseja que debe retirarse de la escuela común todo niño que no perciba la voz euchicheada a una distancia de dos metros, para recibir la instrucción en establecimientos apropiados a su deficien- cia sensorial. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 59 Realmente, la situación menos difícil para un sordo consiste en el padecimiento de dislalias. Cuando la deficiencia auditiva es muy marcada puede afectar de manera profunda el uso del len- guaje, si tales manifestaciones aparecen antes de los siete u ocho años, aunque se admite también que a los nueve y a los diez años de edad la sordera influye todavía en la pérdida del lenguaje, en aquellos niños que lo adquirieron con retraso. Cómo se clasifican las dislalias. Según hemos visto, las dislalias tienen uno de estos dos carac- teres: el defecto se debe a una constitución defectuosa de los ór- ganos de la articulación, o sólo existe por un mal hábito. En el primer caso se denominan mecónicas u orgánicas. Las ocasiona- das por malos hábitos, abandono o indiferencia reciben el nombre de congénitas o ideopáticas; pero nos parece más correcta y menos complicada su interpretación si se les da el nombre de funcio- nales. Influencia que ejercen las dislalias en el retraso pedagógico del paciente. Al llegar a este punto tenemos que trasladar nuestra atención al primer capítulo del presente estudio; entonces quisimos de- mostrar la importancia que se concede a la palabra normalmente expresada por el niño, para apreciar el grado de su desarrollo psíquico, aspecto en el cual no existe desacuerdo. En cuanto al retraso pedagógico advertido en otras investiga- ciones, también lo hallamos en la nuestra; pero mediante un estu- dio especial, ya que, por circunstancias que no nos es dado exami- nar, no disponemos de las normas invariables que determinan una correspondencia constante entre la edad del niño y el grado que curse en la escuela primaria. Por lo común, la matrícula entre nosotros se realiza tarde, la asistencia no es regular... ante tal situación de indiferencia de los más interesados no es posible obtener resultados satisfactorios con medidas de orden técnico o administrativo. Esto hace que se nos ofrezcan reservas para afirmar, de manera concluyente, que (como es nuestro criterio y hasta cierto punto hemos comprobado) las dislalias influyen en el retraso escolar de los niños que las pa- decen. Mas, examinando los datos ofrecidos por M. Lepage, de 6N Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Mons; por el Dr. Boulenger, de Bruselas, y por el Dr. Rouma (que cita las investigaciones anteriormente mencionadas) es evidente la comprobación de ese retraso escolar: Mr. Lepage señala un percen- taje de retrasados, para cada grado—del 1* al 6*—que da un pro- medio de 55% para todos los perturbados de la palabra examina- dos por él. Boulenger afirma que, a pesar de que muchos infan- tes perturbados del lenguaje fueron mostrados a él como los más inteligentes de la clase, pudo comprobar que los trastornos glósi- cos se hallaban asociados a un retraso pedagógico. Por último, en la investigación del Dr. Rouma se encuentran las siguientes ci- fras, que demuestran de manera elocuente la afirmación a que venimos refiriéndonos: De 120 niños atacados de dislalias, 94 estaban considerados co- mo de una inteligencia mediana o superior a la media; sin em- bargo, 87 ofrecían de 1 a 4 años de retraso en sus estudios. Esto es, mientras el 78.33% no hacía temer un desnivel psíquico, el 72.50% de los niños mostraba desequilibrio en el grado de cono- cimientos, teniendo en cuenta las edades respectivas. : Si observamos detenidamente el cuadro relativo a dislalias en aulas de enseñanza común (N? 2) veremos que, de 110 casos exa- minados: - 5 manifiestan adelanto en sus estudios, 19 aparecen normalmente dentro del grado que les corresponde, y 86 se hallan retrasados. Estos últimos constituyen el 78.18%, mientras la proporción de adelantados es sólo de 4.54%. La importancia de ese retraso puede apreciarse en el cuadro que sigue: No. 30.—RETRASO DE LOS NIÑOS QUE PADECEN DISLALIAS GRADO l año 2años 3años 4 años 5años Total Primero 12 al 2 0 1 19 SESUAAO A iaa da ES 10 5 7/ 3 29 ¡DETCOLO Race 3 1 3 22 2 11 GUA 0 5 1 0 10) 6 O 4 3 1 0 0 8 SEXTO atra 3 5 0 0 0 8 SEPELIO: 2er 1 1 1 1 1 5 Totales..... 27 29 13 10 7 86 J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 61 Pero si es cierto que este fenómeno no puede atribuírse de ma- nera absoluta al aspecto que estudiamos, pues (como hemos dicho) lo que constituye un ideal en la organización escolar dista mucho de la realidad entre nosotros, podemos intentar un estudio compa- rativo, determinando el tanto por ciento de retrasados dentro de cada grupo, en cuanto a los atacados de dislalias. En efecto, de los 564 niños de aulas comunes examinados se encuentran retrasados 403, lo que representa el 71.45%; en rea- lidad, pues, las dislalias deben tener una influencia marcada sobre ese retraso. He aquí el siguiente cuadro comparativo: CUADRO No. 31. CONOCIMIENTOS Niños examinados Niños dislálicos Adelantados .......... 5.32% 4.55% Dentro del grado..... 23.23 1721 REMAsSados” 0... 0.2. 71.45 78.18 100.00 100.00 Esto es, resulta inferior la proporción de adelantados y nor- malmente dentro del grado en los que padecen dislalias, mientras en los retrasados aumenta de manrea notable el tanto por ciento. En el cuadro que sigue, necesario para la mejor interpretación de los dos anteriores, tenemos: No. 32.—RETRASO ESCOLAR EN TODOS LOS NIÑOS EXAMINADOS GRADO 1año 2años 3años 4años 5años Gaños Total PRIMCRO o. ció 53 14 9 5 3 1 85 Segundo ...... eS 39 23 16 - 1 108 ¡RECTO 0. .... 13 24 57 5 - 1 64 LT A 12 13 6 2 0 0” 33 510 A 10 5 1 1 0 0 17 EXPO e a ae 30 23 5 1 3 0 62 Séptimo ...... 9 16 5 2 1 1 34 in CA 152 134 66 32 15 - 403 Por otra parte, se encuentran adelantados 30 niños: 5 en 22 grado, 11 en 3%, 1 en 4%, 9 en 5? y 4 en 6%. Y dentro del grado 62 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que les corresponde: 58 en ler. grado, 21 en 2*, 21 en 3%, 6 en, 4”, 10 en 5, 9 en 6 y 6 en 7, que hacen un total de 131. Por último, en el siguiente cuadro tenemos la demostración de lo que afirmamos: en casi todos los grados es mayor el tanto por ciento de retrasados en los niños que padecen dislalias. No. 33.—CUADRO COMPARATIVO DEL RETRASO ADVERTIDO EN LOS NIÑOS EXAMINADOS Jo de retrasados % de retrasados DIFERENCIA GRADO enlatotalidad enlos dislálicos de más de menos PTMI a 59 70 11 Segundo ....... 80 93 13 E TOTEerO asa 68 57 20 11 CUADO Aa lala iae ro 82 85 Oiunto pas 47 88 41 E SEXTO erecta edo 85 66 Ra 19 SEDLMO 82 100 18 Totales 86 30 Diferencia mayor en las dislaliaS............. 56 Investigando si la causa de ese mal consistía en la falta de asistencia, encontramos que de los 86 niños que se hallan retrasa- dos, muy poco más del 27% se ha matriculado tarde en la escuela. Sin embargo, comparando el retraso de los escolares atacados de dislalias (véase el cuadro núm. 31) con las proporciones que hemos obtenido en la apreciación que hacen los maestros acerca de la inteligencia de sus alumnos, tenemos que, mientras se estima adelantado el 4.55% del total de niños, la proporción de los con- siderados inteilgentes es de 45%; el 17.27% se halla dentro del grado que le corresponde y se estima de inteligencia mediana el 30%; por último, los retrasados llegan a 78.18%, y los tardos y torpes sólo alcanzan el 10% y 15%, respectivamente, Necesidad de un tratamiento especial. Es indudable que el trabajo regular del aula tiende a disminuir gradualmente los vicios de pronunciación en los escolares. Todas las lecciones, de manera muy especial las de lectura y lenguaje, J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciores de la palabra. 63 tienen de modo evidente una acción favorable en tal sentido. Nues- tra investigación lo demuestra: a medida que se asciende en la graduación de los escolares disminuye el tanto por ciento de dis- lálicos, en oposición a la curva de la tartamudez, que resulta mayor conforme sea el grado más adelantado. ¿Pero logrará la escuela destruir todas las irregularidades sin especializar su acción? No es razonable pretenderlo: lo mismo hemos hallado dislálicos en el sexto grado que en el primero, la única diferencia consiste en la proporción. Así, pues, resulta in- dispensable el tratamiento especial de esas perturbaciones, de acuerdo con la organización que señalamos en el último capítulo del presente estudio. Influencia de los trastornos glósicos en la deformación del carácter. En el primer capítulo tratamos del cuadro que ofrece el niño tartamudo, desde el punto de vista social y de las deformaciones del carácter. ¡Cuántos niños no nos recuerda la descripción de Drouot al leerla! También en las dislalias encontraremos el mismo fenómeno. Hemos querido comprobarlo en nuestra investigación y, en efee- to, el 46% de los niños dislálicos que examinamos son tímidos. Podrá objetársenos que, para afirmar categóricamente que una condición es consecuencia de la otra, es preciso establecer compa- raciones con una estadística (que no poseemos) acerca de la timi- dez en los niños cubanos; pero es que la experiencia diaria del au- la nos dice que no es posible hallar tal proporción. El niño eu- bano tiene poco de reservado y misántropo, por lo común, y hemos encontrado en nuestra estadística, de dislálicos el 29% con tal con- dición. Y es tan necesario un tratamiento especial, puesto que si es cierto, de una parte, que la escuela por sí misma mejora muchas perturbaciones, también contribuye por otra al desarrollo de nu- merosos casos: por el contagio psíquico, del cual hemos hablado; por las frecuentes burlas de que son víctimas no pocos casos inel- pientes, con lo cual se agravan, y, de manera especial, por la acción intensa que es preciso realizar para combatir las falsas imágenes verbales. 64 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Ficha para el examen da dislálicos. Ya hemos dicho cómo procedimos al realizar la investigación; réstanos copiar ahora la ficha utilizada para el examen de las dislalias. Consta de una hoja de papel, impresa por una de sus caras, con el siguiente texto: Nombre ds le iaa ela ejido REA e AA Taza oa ES E DR A E o Su atraso escolar es de.......años; ingresó en la escuela el A a IS RA El atraso consiste en...... MS ¿Habla mucho?....... ..... ¿es tímido?..... ¿Cuál es su ca- TAC OS Arado A ¿Cómo se manifiesta enel. JURO da la Se e AA Examen de los órganos periféricos Implantación de los dientes... pais coco a ¿Nelo del paladar elevador. a oo a A reno Pi. pe e TN RES IRE E bi ¿Vegetaciones adenoideas?.............. Cs AN Amgdalas o oa ld a Estado del odo: aora ctra do aa ts ona te Dislalias en que incurre e... .........o...........0000/0000:000:/000000/0000000.00008/000:000000000060.. . ..o..... .........0..«....o.0..—Áo0<0...02..—.<<0.—.0000000:/000:/00000000000.0..00000.. Observaciones (especialmente, para las influencias del medio)... Tratamiento e. .202... ....................—... 0... .000.0000000/000:0000. ..0..00006000000000€ ..... ..oo.n...cS. + .n<.ons$2>..............0........... 0000000000000. .100000.. .. . o... ......<... ....o.............« ....—-.«005000000000 60000000000 Fecha del CXAMEI oo aio a aaa to o atraca ia lenela ela a alo ol TAS e J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 65 Las dislalias mecánicas. Son éstas las ocasionadas por una deficiente conformación or- gánica y pueden ser dentales, labiales, linguales y nasales (a estas últimas se les da también el nombre de rinolalias), según el ór- gano que origine la perturbación. Dislalias dentales. Consisten en la ausencia o en la deformación de los dientes, de tal modo que impide la correcta emisión de los sonidos en que ellos intervienen, como s y 2, por ejemplo. Es variadísima la forma en, que pueden manifestarse estas ano- malías; en el capítulo I, relativo a la estadística, hemos citado cinco casos, todos distintos. Veamos sus características : 1*—Adelantados los incisivos superiores: como es consiguiente las sibilantes sufren deformación. Este niño no tiens absoluta se- guridad. al emitir s o 2, lo hace indistintamente. Tiene otro defec- to, además: debido a la, estructura de sus dientes, los labios no se unen, de aquí la dificultad que manifiesta para las explosivas la- biales. 22—Los incisivos no articulan: se trata de un defecto tempo- ral, pues el niño tiene 9 años de edad y se halla atrasado en el cambio de la dentición. ¡Sus dislalias son las mismas del caso 12 32—La mandíbula inferior se halla retrasada, a la vez que los incisivos superiores están implantados oblicuamente. 4% —Es tan anormal la situación de los dientes (unos no existen, otros agrupados, casi todos con una posición irregular) que hasta la lengua sufre notable trastorno en la articulación; por eso al ceceo se asocia el rotacismo y la incapacidad para unir las con- sonantes br, tr, pr, y dice badazo por brazo, pdlemio por pre- mio, etc. 5%—Puestos en contacto los colmillos, impiden la aproximación de los incisivos, al extremo de que la distancia que media en el eje menor del óvalo (más bien en forma de menisco convergente) que afecta la separación de los incisivos mo es menor de un centí- metro. Por tal circunstancia resulta notable en sumo grado el ceceo en este sujeto. Desde luego, sólo hemos hecho mención de las dislalias que pa- 66 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. decen estos cinco niños, teniendo en cuenta nada más que la con- formación de los dientes. A estos defectos tenemos que agregar la dureza de oído en uno y la disposición del paladar en ojiva en dos de ellos, causas suficientes para agravar el carácter de las dis- lalias que hemos mencionado y ocasionar otras muchas. En el caso 4 hemos visto que la lengua sufre la influencia de la defec- tuosa implantación de los dientes. Para la correcta emisión de los sonidos es preciso: 1?, que to- dos los órganos de la articulación ocupen sus verdadero sitio; 22, que los obstáculos que el aire encuentre en su camino sean los pre- cisos y, en consecuencia, que la dirección que siga sea correcta. En la mayoría de estas dislalias es necesaria la intervención del dentista; pero podrán aminorarse de una manera notable con el tratamiento ortofónico a que habremos de referirnos más ade- lante. La Ortodontosia, nueva rama de la Cirugía Dental, ha hecho progresos asombrosos en estos últimos tiempos, y aunque su finali- dad ha sido más bien de carácter estético, sin que a los especialis- tas haya guiado el propósito nuestro, uno de los **principios car- dinales””—según el Dr. Baker (1)—consiste en obtener una oclu- sión perfecta con la cual se logra hasta normalizar la configura- ción de la bóveda palatina. Las dislalias labiales pueden consistir ya en una perforación, ya end parálisis, etc., que dificulta la emisión de p, db, f, v, m, etc. El tratamiento pedagógico es necesario, después de la acción mé- dica para la unión del labio abierto, aplicación de masaje especial, ete., en cada caso. Las linguales tienen origen en una lengua atrofiada, hipertro- fiada, poco móvil, etc. La generalidad de los especialistas se opone a la intervnción de la cirugía en el tratamiento de estas dislalias, pues la experiencia ha demostrado la inutilidad del esfuerzo (sin resultado en el 99% de los casos). El niño capaz de haber realiza- do con su lengua los movimientos necesarios para la succión se ha- lla en condiciones de pronunciar correctamente, lo que se podrá lograr con un método pedagógico. Rinolalias. Las rinolalias o dislalias nasales pueden tener es- tos caracteres: 1%, abierta, en la cual se halla permanentemente (1) Orthodontia.—Its place in dental Education, by Lawrence W. Baker. D. M, D. Ñ J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 67 abierto el conducto nasal (parálisis, pequeña dimensión del velo del paladar con lo cual no se efectúa la necesaria oclusión, o perfo- rado el paladar) ; 6, 2*, cerrada, por obstrucción del conducto nasal, lo que hace que todos los sonidos se produzcan con un timbre par- ticular. A estas últimas corresponden nuestros tres casos: en dos exis- ten vegetaciones adenoideas, en el tercero se aprecia una notable estrechez de las fauces. Es necesaria la intervención del cirujano y después es posible seguir un tratamiento ortofónico, que permita esperar buen éxito. Gimnasia de los órganos de la articulación. Se trata de una serie de ejercicios que el profesor hará ejecutar al alumno a fin de obtener la movilidad y, como consecuencia, la necesaria habilidad funcional del órgano perturbado; tales son, tra- tándose de la lengua, por ejemplo: 1? Extenderla y contraerla, alternativamente. 29 Describir un círculo alrededor de los labios. 3% Tocar el labio superior o el inferior por la parte externa, etc. De igual modo pueden ejecutarse infinidad de ejercicios: hacer gárgaras, para el adiestramiento del velo del paladar; hacer avan- zar o retroceder la mandíbula inferior; inflar los carrillos, etc. Pa- rece innecesario advertir que cada sujeto realizará aquellos ejer- eicios que son necesarios para la corrección de sus defectos y que- da a la iniciativa del profesor señalarlos, imaginándolos. Dislalias funcionales más frecuentes. En muy contados casos se hallan individuos que padezcan de un solo tipo de dislalia; lo más común es que existan dos o tres en el mismo sujeto. Hemos querido fijar las proporciones de este aspecto entre nos- otros, pudiendo asegurar que casi una tercera parte de los niños atacados y que fueron objeto de nuestro examen, deben considerarse como gravemente perturbados; en efecto, el 68% padece de una, dos o tres dislalias distintas, mientras en el 32% son múltiples. Los tipos desmayor frecuencia pertenecen a las denominadas paralalias (sustitución de las consonantes) y mogilalias (imposi- bilidad para emitir algunas consonantes) : ; 68 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Rotacismo: r gutural por lingual. . . . . 44 casos TT A MA O EA A PE AR Asociados ambos defectos. . . . . ..... 3 ,, g o ny por s: como egcalera por escalera, log por los y dog por Omisión de las letras finales. . . . . . . 18 ,, Omisión de letras: cobata, deo, sentao, Oge, por corbata, so sentado y Jorge. .. . ... TA Substituir 1 por r: palmal, da epa. Ja Ni La Otras alteraciones de la r: sasdín. lane: Se d por 1 y por r: pedota, Bedascoaín, pa- doma, Edena, Judio (por Julio), E toro (por todo), niro, carena. . . . OL Dificultad para la emisión de sílabas com- puestas Con Y... 2 IN: Malo lei dr (como en dare) o A A RE gr (gande, tiguere). . .. 14 DESTÁTUCO UIC o a a NS ATEN E NAO SEE ut, rUEA SITTO cr (clía). 3 fr (fluta). 5 agregar letras: SPESr O 4 Pp y t por c fuerte: pabeza, apura, lolo ta- MIA a IA e ca RO II 107 EA Corrección de estas dislalias. Rotacismo: Se refiere a todos los trastornos que se manifiestan en la pronunciación de la r: omitiéndola (que se denomina chino- nismo, por no tener este sonido en su lenguaje los chinos), o bien sustituyéndola por 1, d, s, j, 9, ete. (pararrotacismo), o bien, por último, que se le dé una emisión semigutural, en vez de lingual, que es el caso más frecuente. Para la correcta producción de la r se hace vibrar rápidamente la punta de la lengua, entre el borde de los incisivos superiores y la bóveda palatina. La corrección de esta dislalia figura en pri- mer término en cuanto al orden de mayor dificultad. J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 69 Existen distintos procedimientos para la corrección de la r se- migutural; pero el más eficaz (adoptado por el Instituto de Orto- fonía parisién) consiste en: 1? Explicar al sujeto prácticamente, ante un espejo y con el auxilio de esquemas, la disposición de los óreanos para producir la r lingual y la semigutural. 2% Hacer emitir d y t, lc más rápidamente posible, hasta ob- tener la r lingual: 32 Repetición de series de palabras en las que se emplee el citado sonido. Ceceo: Es una de las formas del sigmatismo, en el que se pue- den presentar tres casos: le? Si la lengua se apoya fuertemente contra los incisivos su- periores o contra el velo del paladar, al forzar la corriente de aire para producir s, se escapa lateralmente, constituyendo el sigma- tismo lateral. 22 Si la lengua se sitúa entre los dientes, el aire pierde todo su carácter (se produce la 2) y el defecto se llama sigmatismo fron- tal; por último, 32 El velo del paladar permanece abierto, con lo cual el aire pasa a la nariz y da origen al sigmatismo nasal. Para la corrección del ceceo o seseo se hace observar al indi- viduo la posición correcta de los órganos de la articulación, por medio de diseños y ante el espejo, así como la temperatura y di- rección del aire. En la correcta emisión de la s los órganos se disponen del si- guiente modo: a) Separadas las comisuras de los labios. b) Los bordes de la lengua se apoyarán en los molares y la corona alveolar superior, mientras la punta de la lengua descansa en los incisivos inferiores. e) Los dientes se aproximarán, sin tocarse; los inferiores no corresponderán a la vertical imaginaria que parta de los superio- res, sino más atrás. d) El velo del paladar se elevará. La corriente de aire atraviesa el pasaje formado por la lengua y el paladar, choca con los incisivos superiores y cambia de direc- ción, produciendo el ruido. Para la producción de z, los labios y el velo del paladar adoptan la misma posición que para la s. Además, la lengua se adelanta 70 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y ocupa todo el espacio que deja la separación de los dientes (que es mayor), apoyándose con fuerza en los superiores, a lo que le ayuda la presión que al mismo tiempo ejercen los incisivos infe- riores. Para los franceses es incorrecta esta posición pues, según ellos, entre la s y la 2 no hay más diferencia que las vibraciones larín- geas que se producen para la última. La r semigutural es impropia para ellos y, sin embargo, les suena mal la pronunciación lingual. Omisión de letras. En estos casos, cuando la omisión es tanto en medio como al fin de palabra, así como en aquellos en que se agregan letras, debe buscarse el origen en la audición anormal del niño. En otra parte de este trabajo hacemos alusión a los duros de oído. Como me- dida de carácter general, los niños que adolecen de esta clase de dislalias deben ocupar los pupitres inmediatos al maestro. La cela- se especial de Ortofonía consistirá en, la repetición correcta de las palabras mal emitidas, utilizando el espejo. El mismo procedi-. miento será eficaz con aquellos que hayan contraído el mal por imitación. Silabas compuestas con r: Se logra la corrección de estas dislalias haciendo que el niño articule, separadamente, las consonantes que constituyen la sílaba, uniendo la vocal a cada una; en bre, por ejemplo, dirá be re. La mayor rapidez que se logre imprimir al ejercicio nos dará la elisión de la vocal agregada, y, en consecuencia, la debida pronunciación. Substituciones de las velares ce o ka y ge. Los niños que manifiestan dificultades para producir estas con- sonantes, las substituyen, generalmente, por i y d. Este defecto se denomina paragammacismo. En algunos casos, no tan frecuen- tes, la substitución también se hace por ch, r ó s; pero no los hemos anotado. Cuando la c fuerte o k se cambia por t o d (el niño dice tabeza, estuela, damisa, etc.), la punta de la lengua se apoya sobre el bor- ur Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 71 de inferior de los incisivos superiores para producir la explosión. La adecuada disposición de los óreanos articuladores, para la c fuerte o k, debe ser ésta: la lengua se-contrae, por lo cual se eleva hasta ponerse en contacto con el velo del paladar, que también se levanta, ocluyendo la vía nasal; el aire, pues, al separarse la lengua bruscamente, pasa a la boca, de una manera violenta. Tra- tándose de la gy, la lengua y el velo del paladar adoptan una posi- ción análoga, pero el ruido se produce por las vibraciones laríngeas. Para la corrección de estas dislalias se empuja la punta de la lengua (con una paleta pequeña, un creyón o el índice), haciéndola reposar en el fondo de la boca y se invita al sujeto a producir t, en todos los casos dará la c fuerte o k. En resumen, las dislalias mecánicas o funcionales requieren, para corregirlas, los siguientes cuidados generales: 1? Demostrar al individuo la correcta posición que deben adop- tar los óreanos articuladores, comparándola con la que tienen en la pronunciación defectuosa. 22 Hacer percibir la dirección y temperatura del aire y las vibraciones que acompañan a determinados sonidos, laríngeas en unos casos, nasales en otros, etc. 39 Vigilar constantemente al sujeto que adolece de un vicio de pronunciación, y no dejar pasar un solo error. 4o Realizar frecuentes ejercicios con sílabas, palabras y frases, tendientes a la corrección de los defectos. Tratándose de niños es necesario prescindir de las sílabas, que les parecen monótonas, sin interés alguno. Ya hemos explicado la importancia que tiene el uso del espejo. IV CONCLUSIONES.—CÓMO PODRÍAN ORGANIZARSE CURSOS PARA LA CORRECCIÓN DE LA PALABRA Hemos llegado a los límites que nos señalamos al iniciar este trabajo. Sintetizando los puntos de vista mantenidos podemos for- mularlos en las siguientes conclusiones: 1: La palabra tiene un alto valor intelectual y social. Todo nos induce a pensar que, cuando haya anormalidad en su expre- 72 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sión, habrán de afectarse el desenvolvimiento psíquico del indivi- duo y sus relaciones con la colectividad. 22 La más exacta interpretación de los trastornos glósicos in- fantiles reclama el conocimiento previo del mecanismo que inter- viene en la producción de la palabra, de su evolución en el niño y de su proceso psíquico. 32 Son bastante frecuentes las perturbaciones de la palabra, de manera especial lás dislalias funcionales y la tartamudez, en los escolares cubanos. 4: Las dislalias funcionales se presentan más en los varones que en las hembras. Son más frecuentes en los negros que en los mestizos y en éstos más que en los blancos. 52 La edad del niño es un factor importante en la existencia de las dislalias: abundan más estos trastornos en el kindergarten (desde luego, porque es la época de fijación del lenguaje), y dis- minuye gradualmente la proporción, a medida que son mayores los individuos examinados. Esto no significa que desaparezcan las perturbaciones con la, edad. 6: Las perturbaciones de lz palabra son manifestaciones de re- traso intelectual, en mayor o menor grado. En los retrasados pe- dagógicos son más numerosos los trastornos glósicos que en los que no se advierte anormalidad. 72 La acción indirecta de la escuela primaria (por medio de las lecciones de lectura, de lenguaje y del ejemplo del maestro) no es suficiente para obtener la corrección de las dislalias funciona- les; es indispensable concederles una atención inmediata, por me- dio de cursos especiales. 82 La tartamudez reviste caracteres de mayor gravedad que las dislalias funcionales, y sigue un proceso inverso al de éstas, desde el punto de vista de la edad: son más numerosos y más gra- ves los casos de tartamudez en los niños mayores; la proporción disminuye gradualmente hasta hacerse casi imperceptible en los alumnos de kindergarten. También, como las dislalias, se fija más en los varones que en las hembras. 9: La debilidad orgánica, como las crisis del desarrollo físico (dentición y pubertad) influyen en la aparición y desarrollo de estos trastornos: cuando a la excitabilidad exagerada del organis- mo no corresponde una resistencia vigorosa. 10% Las dislalias funcionales pueden corregirse mediante pro- cedimientos pedagógicos; las mecánicas sólo se mejoran, por lo co- Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 73 mún, con los procedimientos pedagógicos, pero en casi todos los casos es indispensable la cooperación de la cirugía. 11? Es un error (hasta ahora) pretender feliz éxito, en la corrección de la tartamudez, con la aplicación de drogas, el uso de aparatos o la ejecución de operaciones quirúrgicas. Sólo el tra- tamiento pedagógico puede garantizar mejor resultado, puesto que los trastornos comunes (respiratorios, de fonación y de articula- ción) resultan, en la mayoría de los individuos, de carácter com- pletamente funcional. 122 Como la tartamudez y las dislalias aparecen en la mayo- ría de los casos durante la época en que el niño concurre a la es- cuela, y entre las altas funciones que se le asignan a ésta tiene la de preparar hombres para la vida, no es admisible que subsistan abandonados los trabajos de Ortofonía. Por lo común, al examinar cualquier asunto de orden científico, el empeño del expositor se pone a contribución para hacerlo re- saltar, a fin de que sea considerada la cuestión como de vital inte- rés. En el presente caso no nos dejamos llevar de práctica tan conocida: los hechos han sido expuestos con toda concisión, de- mostrándonos cómo las perturbaciones de la palabra influyen en el retraso intelectual «lJdel paciente; cómo deforman el carácter del individuo y cuál es el daño que hacemos a un tartamudo o dislá- lico abandonándolo a su propia suerte (cuando pudo ser corregido el padecimiento durante el período de asistencia escolar), sin preo- cuparnos de la tara que pueda llevar en la edad adulta y que, ante los demás—prejuicios injustificados, pero existentes—habrá de dar- le una situación de inferioridad. Dice el Dr. G. Rouma en su libro ““La parole et les troubles de la parole”?: “Es, pues, el deber de los administradores la busca constante de las mejoras que se puedan aportar al bienestar de los administrados”. Y continúa: ““Su dignidad de hombres y su res- ponsabilidad de mandatarios públicos se oponen a que permanezcan indiferentes ante un movimiento tan poderoso, cuando los menores ensayos que se realicen podrán disminuir sufrimientos humanos y mejorar existencias?” Parece razonable que confiemos en que no siempre el problema escolar de la Nación habrá de limitarse a reducir el analfabetismo; nada se opone a que lo existente sufra las transformaciones ne- cesarias hacia el mayor progreso y bienestar. 74 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Nuestra reforma escolar data de 1899, hace veinte años; se ha laborado en beneficio de la educación, pero aun queda mucho por hacer para mejorar el incompleto sistema educacional que nos rige. Los resultados finales son los que determinan el buen éxito en toda obra, y doloroso es confesar que la afirmación que en 1913 hacía Revista de Educación, refiriéndose a las escuelas oficiales, no ha perdido la novedad : “Con honrosas excepciones seguían su mar- cha fúnebre hacia la decadencia y el fracaso. ”” Mucho antes de finalizar el pasado siglo se produjo en Europa un vigoroso movimiento pedagógico en favor de los escolares per- turbados de la palabra, tanto con la creación de cursos normales para la preparación del personal docente, como con el establecimien- to de clases especiales, en las escuelas primarias, para el tratamien- to de los pequeños pacientes: Daniel, Rouma y Herlin, en Bélgica; Drouot y Chervin, en Francia; Gutzman (padre e hijo), Liebman y Kussmaul, en Alemania; Sala, en Italia, Van Lier, en Holanda; Coén, en Austria; Von Sarbo, en Hungría, y tantos otros, han sido los verdaderos apóstoles, en sus respectivos países, de obra tan al- truista. Ya en época anterior (es de observar que fueron médicos y cirujanos, pero no pedagogos) existieron otros precursores, crea- dores de formas distintas para la corrección de la palabra; pero to- dos obtuvieron un fracaso absoluto. Factores que es preciso tener en cuenta: Para poder ofrecer soluciones admisibles es indispensable seña- lar previamente qué aspectos del problema deben ser estudiados. En efecto, la creación de cursos para la corrección de la palabra entre nosotros, reclama el examen de estos factores principales: 1? naturaleza de las perturbaciones que habrán de ser tratadas; 2? la influencia del medio en que vive el niño; 3? la condición física de los pacientes; 4% preparación del personal docente; 5 organización del trabajo en las escuelas. 12 Naturaleza de las perturbaciones que habrán de ser tratadas. Sabido es que la nomenclatura de las distintas formas de per- turbaciones de la palabra alcanza a más de treinta tipos: ya se trate de incapacidad del sujeto para expresar sus pensamientos (dislogias), entre las que podemos citar la ¿pología inhibitoria, Y. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 75 a causa de una fuerte emoción; ya de la no evocación de las imáge- nes verbales necesarias al discurso, como en la afasia amnésica (disfastas) ; bien de la elocución perturbada, como en la ecolalia (disfrasias); cuando no existe armonía entre los impulsos motrices y la acción de los aparatos periféricos articuladores, como en la tartamudez (disartrias); o bien, por último, como en el ceceo, cuando hay anormalidad en la articulación (dislalias). Cada tipo de perturbación requiere un tratamiento especial; no significa esto solamente que tal especialización la demanden de una parte las disartrias y de otra las dislalias, no, sino que, aun dentro de las mismas dislalias, no podrán ser tratadas de igual mo- do las funcionales que las orgánicas; y hasta para las primeras (las disartrias) la curación de la tartamudez se realiza de modo diferente que la del tartajeo o farfulleo. Es más, distintos indivi- duos atacados de tartamudez, por ejemplo, requerirán ejercicios diferentes, según la naturaleza del calambre que se produzca, si se manifiesta ya en las vocales ya en las consonantes, y hasta la mentalidad distinta de cada uno demandará un tratamiento es- pecial. Será, pues, de la mayor conveniencia, que los cursos de Orto- fonía se establezcan para aquellas perturbaciones más corrientes en los escolares (ya hemos visto cuáles son las que se encuentran en tal situación). Por otra parte, los trastornos leves pueden ser tratados por los mismos maestros de instrucción primaria, mientras que los de mayor gravedad necesitarán la intervención de un es- pecialista o la concurrencia a una clínica de la materia. 29 Influencia del medio en que vive el miño. Muchos de los trastornos del lenguaje de los niños se deben al ejemplo del hogar, cuando no sea al abandono o indiferencia de los familiares, y no falta en ocasiones la oposición de éstos a que el escolar sea sometido a un tratamiento: un profesor de Bruselas, cuenta Rouma, fué amenazado de que sería retirado un niño del establecimiento si persistía en hacerlo seguir un curso de Ortofonía. Por otra parte, no deja de ser corriente la idea (hasta para per- sonas de cierta cultura) de que la tartamudez, por ejemplo, sólo - podrá ceder mediante la acción de calmantes del sistema nervioso, cuando no afirmen que es incorregible (!). -En consecuencia, es indispensable vencer la oposición del medio 78 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. en que vive el niño, que no sólo es hostil en los aspectos menciona- dos, sino también (y esto es de la mayor importancia, por la gra- vedad que encierra) por las burlas que a muchos inspiran los pa- decimientos a que nos referimos. Nadie como una madre solícita e inteligente podrá convertirse en el profesor ideal de Ortofonía de su hijo (en lo que se refiere a las dislalias), siempre que no se manifieste el exceso de ternura, porque entonces serán inútiles cuantos progresos se logren en esta empresa que es de abnegación y paciencia. El profesor de esta es- pecialidad, pues, obtendrá mejor éxito, si convierte en colaboradores de su obra a los familiares más cercanos de cada sujeto sometido a tratamiento. Para ello deberá ofrecer conferencias de divulgación, de una manera regular y periódica, en las que dé a conocer, en for- ma sencilla y comprensible, el mecanismo de la palabra, cómo se produce, en qué consisten las perturbaciones y cómo pueden ser co- rregidas, especialmente por la acción de esos familiares, aparte de la que realice el profesor. Asimismo hará apreciar los progre- sos que se obtengan en cada sujeto, como prueba de la confianza que debe inspirar el tratamiento y de estímulo para intresarlos más cada vez. 39 La condición física de los pacientes. La pobreza fisiológica del sujeto se refleja en todas las manifes- taciones de su actividad, y si las perturbaciones de la palabra tien- den a fijarse más en los sujetos débiles de espíritu, en los tímidos, que en aquellos cuya personalidad resulta bien definida, habremos de afirmar que es este uno de los factores que no debe olvidar el orto- fonista. No sólo las experiencias realizadas por los biólogos, con plantas y animales inferiores, para comprobar cómo las condiciones físicas del medio influyen en el desenvolvimiento del individuo, sino hasta las efectuadas en el mismo niño demuestran de manera evidente que, para que la escuela dé a la sociedad, en cada individuo, el su- jeto apto para su personal desenvolvimiento normal y capaz de con- tribuir, en la parte que le corresponda, al mejoramiento del agre- sado, debemos comenzar por atender el aspecto físico, como base del intelectual y del moral: la investigación de Mac Donald en Washineton (publicada en 1897-98) probó que los niños de buena condición social estudian mejor que aquellos que sufren miserias y J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 77 privaciones, y la de Schuyten, en Amberes (1902) demostró que los niños de mayor fuerza muscular en el dinamómetro eran los más inteligentes. Concretándonos al aspecto que nos ocupa, tales hechos demues- tran que no le basta al profesor con la explicación de su curso, sino que debe conccer el medio de vida de sus pacientes y tratar de mejorarlo en cuanto le sea dable. El poder de la sugestión no será bastante eficaz, en otras palabras: la influencia personal del maestro resultará estéril cuando se dirija a un niño sin atención voluntaria, porque carece de fuerza vital a causa de una alimenta- ción insuficiente. Un desayuno tonificante, una sobrealimentación bien pensada, la administración de reconstituyentes, etc., serán au- altares poderosos para el buen éxito de un curso de Ortofonía en las escuelas populares. A esto debemos agregar los ejercicios fí- sico y los deportes al aire libre, que actúan de manera tan eficiente sobre el desarrollo general de las aptitudes del individuo. 4% Preparación del personal docente. El ideal sería que todo el profesorado contara, por lo menos, con la preparación necesaria para el tratamiento de las dislalias más simples. Sería necesario que en nuestras Escuelas Normales se crearan cursos de la especialidad, mientras que en un Instituto Central (el Gabinete de Paidología, por ejemplo) se dieran las nociones precisas al personal en activo servicio. Tal Instituto Central serviría, a la vez que para la enseñanza normal, teórica y práctica, como de clínica en el tratamiento de los casos graves, de consultorio para los propios maestros, en, una pa- labra, de centro organizador y director de la especialidad, en toda la República, con un carácter médico-pedagógico. 5% Organización del trabajo en las escuelas. Convendría hacer antes un examen de los diferentes tipos de organización implantados en otros países: a) El adoptado por Bruselas y otras ciudades belgas y alema- nas: los cursos funcionan todo el año, en todas las escuelas, después de las horas consagradas a la enseñanza común. b) El plan ensayado en Berlín: el trabajo de ortofonía se rea- liza en las últimas horas de la sesión de la mañana de cada día, 78 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. durante los dos primeros trimestres del año escolar, agrupándose las escuelas para cada curso. ec) Cursos de vacaciones y de colonias escolares de vacaciones (tipos de Zurich). d) Clases especiales para la corrección de la palabra (tam- bién ensayado en Zurich), concurriendo a cada clase, de todas par- tes de la ciudad, un solo tipo de perturbación. e) Un Instituto Central, internado, para todo el país (como el que en 1898 se estableció en Copenhague, Dinamarca) donde eran tratadas, gratuitamente, todas las perturbaciones del lenguaje. f) El sistema ensayado en Holanda (la Haya), que consiste en Institutos Centrales para externos; la ciudad ha sido dividida en zonas, teniendo en cuenta las distancias que han de recorrer los niños, y en cada una existe un pequeño establecimiento. Consideramos que el trabajo debe ser constante para que dé buenos frutos, por eso desechamos los dos tipos incluídos en c), ya que un tratamiento de dos o tres meses no es bastante, en la mayoría de los casos, para obtener resultados apreciables. Por la misma causa desconfiamos del buen éxito que ofrezca el tipo b), aunque su- perior al e). El tipo d) fué abandonado al poco tiempo, por las dificultades que ofrecía el transporte de los alumnos y los inconve- nientes no previstos al agrupar los niños teniendo en cuenta sólo la naturaleza de las perturbaciones y olvidando las diferencias de edad y de desarrollo intelectual. Todavía no han sido ensayados entre nosotros los internados oficiales. Ofrecería, pues, no pocas dificultades adoptar un plan basado en el tipo e) ; quizás una orga- nización mixta, inspirada en los tipos a) y f), resultara favorable a nuestro medio. En resumen, con un propósito eminentemente práctico y de apli- cación inmediata, la organización de cursos de Ortofonía en la Re- pública podría ajustarse a las siguientes bases: 1: Limitar toda la organización a la Capital, por ahora, con el carácter de ensayo; esto daría la experiencia necesaria para lle- varla más adelante a otras localidades. 2 Dar la preparación necesaria en la materia al profesorado que se gradúa en las Escuelas Normales. 32 Utilizar los elementos de que disponemos en la actualidad : el Laboratorio de Paidología de esta Universidad se halla en exce- lentes condiciones, por su propio carácter, para contar con una sec- ción anexa que tuviera funciones de Instituto Central de Ortofonía, J. F. Castellanos Peláez: Perturbaciones de la palabra. 79 capaz de organizar y dirigir el movimiento en favor del aspecto que estudiamos. Por un reciente decreto de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, se establece, sobre bases prácticas y científicas, la educación de anormales en aulas de perfeccionamiento, que se erea- rán en distintas localidades del país; y por otro decreto de la pro- pia Secretaría se determinan qué materias abarcará el programa de exámenes para aspirar al certificado de aptitud para el manejo de tales aulas: entre esas matcrias figura la Ortofonía. El Laboratorio servirá como Instituto Central, que prepara maestros, organiza cursos, dirige el trabajo de las aulas, aconseja, realiza una obra de divulgación entre los profesionales y los padres de familia, etc.; mientras las aulas de perfeccionamiento se encar- garán de la corrección de la palabra, después de las horas de clase, de los alumnos procedentes de las escuelas más próximas. Para esto, siguiendo el plan de la Haya, se cuidará de situarlas conve- nientemente. 5% Los casos graves de perturbaciones serán sometidos al tra- tamiento del Instituto que, a la vez, tratándose de los débiles físi- cos, tendrá la misión de proporcionarles reconstituyentes. 6* El Instituto Central debe contar con un Laboratorio de Ortofonía y un consultorio médico-pedagógico de la especialidad. 72 En todos estos centros se ofrecerán conferencias periódicas, con los propósitos y el alcance que ya hemos señalado. Todas estas medidas, de posible aplicación inmediata, reunen a la vez la ventaja de no demandar una apreciable alteración del pre- supuesto de instrucción primaria, y el aliciente de que, al dar a nuestra enseñanza derroteros en armonía con el movimiento peda- gógico de la época, van a remediar un mal sentido, a satisfacer una necesidad que habrá de traducirse en goces espirituales para los que en su resolución pongan el alma de maestros, en beneficio de la infancia desvalida, fatalmente condenada a una vida de tor- mentos. BIBLIOGRAFÍA AGUAYO, Dr. Alfredo M.: Enseñanza de la lengua materna, Haba- na, 1900. CaJaL, R.: Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebrados. Drovor, E.: Les Troubles de la Parole chez l'enfant.—Begaiment et Blésités.—leur correction. París, 1909. 50) «Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. GonzáLez, J. de Jesús: Los Niños Anormales Psíquicos. Lib. Vda. de Bouret, 1918. GueY, Dr. E.: Tratado de Fisiología. (Versión española de la terce- ra edición francesa; Casa editorial Salvat. Barcelona, 1919). HerLIN: Elements d'Orthophome a l'usage de tous les edicateurs, (Bruselas, 1910, librería Castaigne). MEUMANN: El proceso representativo y el lenguaje del escolar, (De los Archivos de Pedagogía y Ciencias Afines de la Plata.) Publicado por Revista de Educación: diciembre de 1912, enero y febrero de 1913. PRrEYER: El Alma del Niño. Rouma, Dr. Georges: La parole et le trouble de la parole. (Pa- rís, 1907.) Rouma, Dr. Georges: Notre Bébé (Lib. Nathan, París, 1914). Rouma, Dr. Georges: Enquete Scolatre; sur les Troubles de la Pa- role chez les Ecoliers Belges (Bruselas, 1906). Rouma, Dr. Georges: L*Organisation de cours de traittemient pour enfants troublés de la parole (Leipsig, 1906). SenNeET: Psicología Infantil (Buenos Aires, Lib. Cabaut, 1911). TestTur: Tratado de Anatomía Humana, sexta edición, tomo 3* Ca- sa editorial Salvat, Barcelona). Tracy: The Psychology of childhood. EL PROFESOR DR. LUIS MONTANÉ (1) (APUNTES BIOGRÁFICOS) POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané Le caractére, marque propre de 1%indi- vidu, est la maniére relativement une et constante de sentir, de penser, de vouloir... ALFRED FOUILLÉE. Reproducimos en estas páginas el siguiente artículo relativo a uno de nuestros profesores que, durante este último siglo, más ha figurado por la brillantez y cultivo de su mentalidad, manifes- tándose principalmente sus producciones en el dominio de la An- tropología; en cuya rama, y desde el punto de vista de las inves- tigaciones realizadas en Cuba, su figura científica se destaca por el mérito de sus trabajos. Después de desempeñar el Dr. Montané la cátedra de Antropología en esta Universidad desde su funda- ción en 1899 solicitó, pasados los veinte ¿ños de servicios, su re- tiro, que le fué recientemente concedido. Esta cireunstancia nos ha estimulado a publicar ahora, en el órgano de la Facultad de Letras y Ciencias, los “apuntes biográficos”? que en la Revista Mé- dica Cubana vieron la luz en 1907, si bien con ligeros cambios y adiciones que los completan. La prensa literaria y científica de la Habana desde 1874 guar- da la producción intelectual, tan variada como importante, del Dr. Luis Montané, notable profesor de Antropología en la Univer- sidad de la Habana y médico de gran erudición. Cuando un amable compañero y amigo me invitó a escribir para la “Revista Médica Cubana”” esta nota biográfica, nada podía pedirme que fuera tan grato a mi espíritu, unido de largo tiempo 82 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. acá al de aquel querido maestro por los mejores vínculos de confra- ternidad profesional; y con esa favorable disposición de ánimo he revisado últimamente las publicaciones que han dado prestigio a tan renombrado hombre de ciencia, he buscado entre viejos pape- les los datos que forman, unidos y relacionados, la historia de su vida laboriosa y llena de interés por muchos conceptos: historia que apreciaré en su conjunto, haciendo hincapié en uno de sus trabajos; ocupándome después de sus excursiones científicas en Cuba y de la enseñanza de la Antropología a partir de la creación de la cátedra. El Dr. Montané nació en la Habana el 7 de Abril de 1849. A los dos años fué llevado a Francia, donde permaneció casi cinco lustros consecutivamente. En el Liceo de Tolosa realizó con bri- llantez sus estudios literarios; fué Bachiller en Letras de la Fa- cultad de Tolosa y Bachiller en Ciencias de la de París; en esta ciudad efectuó su carrera médica, de 1867 a 1874. Durante la guerra franco-prusiana ingresó en la armada francesa e hizo la campaña como Médecin aide-major. En la capital de Francia, siendo estudiante, visitaba a menudo las mejores clínicas; pero también asiduamente iba a los Laborato- rios antropológicos de Broca y de Quatrefages, sus grandes maes- tros y amigos de siempre, hasta que la muerte los arrebatara a la patria y a la ciencia universal. Teniendo veinte años de edad, el Dr. Montané fué nombrado “Miembro titular”? de la Société d*Anthropologie de París, donde lo presentaron Broca, Bertillon (padre) y el general Faidherbe. En Febrero de 1874 se graduó de Doctor en la Facultad de Me- dicina de París. Su tesis Etude anatomique du cráne chez micro- céphales la juzgó un tribunal formado por Broca, Charcot, Isambert y Cruvelhier, obteniendo la más alta de las calificaciones (Extréme- ment Satisfait). Ese trabajo es citado en las obras de anatomía. - Aquella Facultad de Medicina premió la tesis mencionada; y, antes de volver a la Habana, el Dr. Montané revalidó su título en la eiu- dad de Barcelona (España). Poco después de su arribo a las playas de su tierra natal, en 1874, fué nombrado médico de visita del entonces Hospital San A. Mestre: El Profesor Dr. Luis Montané, 83 Felipe y Santiago. Allí vuleariza por primera vez el uso del al- godón en las heridas y la aplicación de la banda de Esmarch; practica como cirujano algunas operaciones de notable importancia entonces, entre las que se recuerda la extirpación completa de un tumor parotideo y la osqueotomía. Miembro de la Academia de Ciencias de la Habana, de la que fué más tarde Secretario general y Socio de Mérito. Bajo los aus- picios de aquella Corporación llevó a efecto varias misiones antro- pológicas al interior de esta isla en 1889 y 1904 a Sancti Spíritus y a Maisí en 1891. Miembro fundador y luego Presidente de la Sociedad Antro- pológica de la Isla de Cuba (1); fundador y Vice-Presidente de la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana. Nombrado en 1899 Profesor de Antropología de la Universi- dad y también poco después Decano de la Facultad de Letras y Ciencias (1900-1902). Creador y organizador del Museo Antropológico que lleva su nombre, en el mismo superior centro docente (1903). Delegado del Gobierno de la República de Cuba a los Congresos de Mónaco (Antropología y Arqueología Prehistóricas) y de To- rino (Antropología Criminal) en 1906. Miembro Corresponsal de varias sociedades científicas de Eu- ropa y América. Caballero de la Legión de Honor y Oficial de Instrucción Pú- blica (Francia). He aquí, por orden eronológico, la relación de muchas de las publicaciones del Dr. Montané, ya que no aludiré a sus trabajos inéditos: éstos se refieren sobre todo a investigaciones antropoló- gicas. (Los aborígenes de la isla de Cuba. Estudio antropoló- gico; ete.). (1) En la Sociedad Antropológica presentó estos trabajos: — La Antropología en Cuba. Consideraciones generales sobre el estado y la importancia de la Antropología em la Isla de Cuba (1877). — La Antropología; su definición; su división (1878). — Consideraciones sobre un cráneo deformado (1878). — Teratología. Nota relativa a un caso de enanismo raquítico (1878). — Patología ocular étnica. Discusión (1878), * — Teratología. Presentación de un monstruo pseudoencefálico (1878). — Un caribe cubano. Estudio craneológico (1885), 84 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 1875—Cáncer encefaloideo renal en una niña. , —Un cráneo de hidrocéfalo. 1876 —Extirpación de un tumor parotideo. , —Un caso de fareino agudo. , —Imperforación congénita de la membrana himen. Tra- tamiento quirúrgico. ,, —Informe y Reglamento profiláctico del muermo. 1877—El cráneo desde el punto de vista antropológico (Dis- curso de ingreso en la Academia de Ciencias). , —Nota sobre un caso de microcefalia y escafocefalia. —Discurso sobre las localizaciones cerebrales y la facultad del lenguaje en particular. , —Herida por arma de fuego del hemisferio cerebral de- - recho (hemiplegia izquierda, contractura permanen- te del miembro superior del mismo lado; consecuen- cias, diagnóstico y pronóstico). 1878—Observación de histero-epilepsia. —Un caso de fractura múltiple de la laringe. , —Presentación de un operado de elefantiasis del escroto. , —Descripción de un monstruo doble heterotópico del gé- nero heterodimo. 1884—Consideraciones sobre los cáleulos intestinales en el ca- ballo. 1885—Un cráneo guanche: estudio antropológico. 1886—Un caso de cálculo brónquico. , —Un monstruo heterodimo. 1887—Adeno-linfocele. Linfangitis intra-ganglionar generali- zada. 1888-1892—Diversos informes sobre Medicina Legal. (Aca- demia de Ciencias.) 1899—El cráneo de Antonio Maceo. Estudio antropológico (en colaboración con los Dres. Montalvo y Latorre.) 1900—Oración inaugural en la apertura del curso de 1900 a 1901 en la Universidad. 1903—Chanchas y Jívaros. 1905—Conferencia en la Univrsidad sobre la infancia de la humanidad. 1905.—El ídolo de la Gran Tierra de Maya. y) > A. Mestre: El Profesor Dr. Luis Montané. 85 Entre los trabajos del Dr. Montané, enumerados anteriormente, es sin duda uno de los de mayor importancia—quizás el que más la tenga—su tesis laureada sobre la microcefalia: en efecto, ella hace época, pudiera decirse, en la historia de la Antropología. De los ocho cráneos descritos en esa erudita memoria, cinco fueron reunidos en el Laboratorio de Broca; los otros tres forman parte de la excelente colección craneológica del Museo de Historia Na- tural de París. “Hemos dado—decía entonces, en 1874, el Dr. Montané—el epíteto de intermediarios a dos cráneos cuyos volúmenes se alejan de nuestros microcéfalos, quedando debajo del límite asignado a la especie. Son de interés porque ellos establecen una suerte de lazo de unión entre los verdaderos microcéfalos y el hombre nor- mal.”? “Y esa distinción entre los diversos cráneos que sufran de microcefalia dió origen a una clasificación establecida en antropo- logía; posteriormente el mismo Hamy ha manifestado en público. por si alguna duda quedara, que ella pertenece al Dr. Montané y no a Broca como se creía generalmente. Discutiéndose sobre un caso presentado por M. Magiot en la Sociedad de Antropología de París (Bulletins de la Soc. d*Anthrop. de París, quatrieme, 3me serie, 1881), dijo Hamy: “Montané ha dividido estas clases de individuos en dos categorías: 1? los microcéfalos clásicos como el de Amsterdam, que se acaba de mos- trar; 22 los semimicrocéfalos que gozan de cierto desarrollo relativo, teniendo el cráneo más pequeño y las vértebras faciales, al contra- rio, más desenvueltas. Esta división en la ciencia era atribuída a Broca.”? Así, la prioridad quedó resuelta. En mi discurso sobre La Antropología en Cuba (1) leído en (1) Además de este trabajo en otros escritos publicados por mí pos- teriormente me ocupo de esas diversas cuestiones, aunque consideradas de diferente manera y no desde el punto de vista con que ahora se presentan en la REVISTA: La enseñanza de la Antropología en París (Revista de Medi- cina y Cirugía de la Habana, 1900); Antropología Cubana (El Fígaro, 1902); Antropología, Museo Montané (Diario de la Marina, 1903); Excursión a Ma- tanzas. La Enseñanza de la Antropología en nuestra Universidad (Cuba y América, 1905; Revista Médica. Cubana, 1905); En pos del hombre prehistó- rico de Cuba (El Mundo, 1905); Congresos Antropológicos (Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Marzo de 1906); y Excursión al Presidio y al Manicomio hecha por los alumnos de Antropología (Idem, Mayo de 1906); posteriormente, véase Las Ciencias Zoológicas en nuestra Universidad, por el Dr. Arístides Mestre (Discurso inaugural, 1915). 86 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la sesión solemne de la Academia de Ciencias del 19 de Mayo de 1894, dividí la historia de esa ciencia entre nosotros, en dos épocas: antes de 1874 y después de esa fecha. ““El segundo período en que he dividido—decía entonees—la historia de nuestra Antropolo- gía, se inicia en 1874, con la llegada a Cuba de un médico inteli- gente que recibió el espíritu de la Sociedad de Antropología de París y estudió en su Laboratorio y Museo bajo la dirección de Broca y Hamy. Bien adivináis que me refiero al Dr. Montané, que volvía en aquella época, hace ahora veinte años, de la incomparable capital de Francia, lleno de entusiasmo por sus dedicaciones fa- voritas, dispuesto a aprovechar sus excepcionales circunstancias en obsequio de la ciencia local””... Y así ha venido sucediendo al ocuparse con particular empeño de las investigaciones antropo- lógicas, persiguiendo sin descanso los progresos de aquella ciencia por él tan amada en los ratos que le han dejado libre su dura y extensa tarea profesional: porque el Dr. Montané es ante todo, y por encima de todo, un médico inteligente y un clínico instruido. La primera expedición científica con fines antropológicos tuvo lugar a mediados de 1888 y la última a fines de 1904. ““En el año de 1900 el Dr. Montané envió a París aleunas de las piezas rece- sidas anteriormente en la cueva del PBurial, objetos que no fueron estudiados sino hace unos pocos meses a la llegada del Dr. Montané a la capital de Francia. Hasta entonces para nada habían fijado la vista sobre aquellas piezas los hombres de saber, y sólo en la en- trevista del Dr. Montané con los célebres antropólogos Hamy y Verneau en el Laboratorio de Antropología de la calle Buffon, fué cuando comenzaron el estudio de dichas piezas. En aquellos días (Julio de 1904) se verificó una sesión extraordinaria en la céle- bre Sociedad de Americanistas y en la cual el Dr. Montané hizo una conferencia sobre la cueva del Purial, interesando notablemen- te a su selectísimo auditorio. Allí el sabio Hamy bautizó el ha- llazgo antropológico de la expedición de 1888 con el título del Hombre de Sancti-Spiritus; y, en la misma sesión, como resultado de la discusión y de la crítica, le indicaron al profesor de Cuba que volviera a estudiar con toda, la detención necesaria el subsue- lo de la cueva del Purial.”? De la expedición de Diciembre de 1904 el Dr. Montané dió cuenta detallada en el Congreso de Antro- pología y Arqueología Prehistórica celebrado en Mónaco en Mayo de 1906; este estudio aun no se ha publicado, siendo, en él, proble- ma importante el hecho de las analogías (?) entre los cráneos pro- A. Mestre: El Profesor Dr. Luis Montané, 87 cedentes del oriente de nuestra isla y los cráneos antiguos de Méjico. ¡Cuán cierto es—como elegantemente se ha escrito—que en el continente americano vagan casi a tientas los sabios, desci- frando jeroglíficos sobre una inmensa tumba donde están sepul- tados los restos incompletos de razas remotas que mucho pu- dieron contarnos! Al crearse por el Plan de Estudios de Noviembre 4 de 1899 la cátedra de Antropología, el llamado a ocuparla, sin dudas para nadie, era precisamente el Dr. Montané; y fué nombrado, realizán- dose un acto de justicia con quien tenía de mucho tiempo atrás los mejores títulos para esa elección. Primero la enseñanza ver- só sobre ** Antropología y ejercicios antropométricos”? a los alum- nos de Derecho (período preparatorio); después se organizó la Escuela de Pedagogía y eon ella un curso de Antropología, al que asistían también los alumnos de la Escuela de Ciencias. Al poco tiempo tuvo lugar la creación del Laboratorio y Museo de Antropología, el cual, por acuerdo de la Facultad de Letras y Ciencias, lleva el nombre de Museo Antropológico Montané, en atención a sus merecimientos especiales respecto de esa ciencia, a la adquisición para aquél de objetos bien valiosos y a la organiza- ción que ya presentaba en 1903. En la actualidad se hallan ins- talados, el Laboratorio y Museo, en la parte alta del edificio desti- nado a las enseñanzas de la Biología, de la Zoología y de la An- tropología. Pero el carácter de la cátedra de que trato ha cambiado desde su fundación, existiendo hoy dos cursos legalmente constituídos : uno de Antropología jurídica, para los alumnos de Derecho (de lección alterna) ; y el otro de Antropología general para los que es- tudian Ciencias Naturales y Pedagogía (de lección diaria). En el primero se explica la Antropología jurídica, es decir, la Antro- pología considerada en sus más importantes aplicaciones al Derecho Civil y al Derecho Penal, previas pocas lecciones que se relacio- nan muy especialmente con trabajos de Laboratorio (nociones so- bre el cráneo, cerebro, craneometría, etc.), y que forman como la base para comprender el valor científico de aquellas aplicaciones. El curso de Antropología general comprende lo referente al origen y antigiiedad. del hombre, así como el lugar que ocupa en la na- turaleza; abarca también la prehistoria, de Europa y América, in- e 88 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dicándose lo más interesante respecto de la de Cuba; explícase en él la Etnología y la Etnografía propiamente dichas. En ambos cursos se realizan trabajos prácticos de Laboratorio, estudiándose los elementos que ya contiene el Museo; y a los alum- nos de Derecho se les lleva al Presidio y al Manicomio para que comprendan a la luz de los hechos la exposición y crítica de la doctrina de Lombroso y se penetren de las condiciones físicas, psí- quicas y sociales, en una palabra, de la historia personal del de- lincuente. Esa ilustración científica a los alumnos de Derecho, explicándoles varios aspectos de la Antropotecnia, de la Antro- pología aplicada, revela un progreso indiscutible en la Universidad, siguiéndose la vía trazada por los Manouvrier, los Lacassagne, los Ferri y los Abadame. La Antropología—Incluyéndose la Psiquia- tría y la Medicina legal—es de sumo interés tanto para el magistra- do civil como para el que se dedica a los asuntos criminales, porque el Derecho en sus diversas ramas descansa y echa mano a conoci- mientos científicos comunes al médico y al abogado: éste y el ma- gistrado—inspirados en ese espíritu y en esas disciplinas—verán en el médico y al abogado: éste y el magistrado—inspirados en ese es- píritu y en esas disciplinas—verán en el médico o en el antropó- logo a su más poderoso auxiliar, a su mejor amigo. ¡Qué vasto y complejo programa para el profesor de Antro- pología! Con dificultad puede señalarse otra enseñanza con un horizonte tan extenso y que abrace tantas y tan diversas materias de estudio. A causa del rápido desenvolvimiento de las investi- gaciones antropológicas y de las múltiples aplicaciones de la mis- ma, ya Broca tuvo ocasión de señalar los escollos con que ha- brían de tropezar los que aspirasen a conocer la ciencia del hom- bre. ““Es preciso—decía aquel sabio—renunciar a la esperanza de ser un completo antropólogo. Aquí, más que en ninguna otra parte, es imprescindibie la división del trabajo; en este inmenso dominio cada uno planta su tienda donde más le agra- da, donde le llaman sus aptitudes y sus luces especiales.”? Por eso ante este hermoso espectáculo del desarrollo imponente de la Antropología, no es tarea envidiable—por mucho y nutrido aplau- so que ella merezca—la de iniciar a los alumnos en sus fundamen- tos generales, preparar discípulos para que más adelante realicen aplicaciones especiales, enseñarlos a templar sus armas para la ardua vida profesional. Se necesitan—si se aspira a llenar cum- plidamente todo ello—dos condiciones con frecuencia no armo- A. Mestre: El Profesor Dr. Luis Montané, 89 nizadas en el mismo individuo: la posesión de la ciencia y, lo que es más raro, la aptitud para difundirla con éxito entre la ¡juventud confiada al maestro. Después de la de 1905 el Dr. Montané ha dado en la Univer- sidad estas dos conferencias: 1907—En la Sierra de Banao. 1910—Estado actual de nuestros conocimientos sobre el origen del hombre. En cuanto a estudios, agregaremos a los mencionados: 1908—L”Homme de Sancti Spiritus (lle de Cuba). 1911—El Congreso Científico Internacional de Buenos Aires. 1916—L”Homme fossile cubain. Esos trabajos han sido leídos en los últimos Congresos de An- tropología y Arqueología. En la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey?””, fundada en 1913, ha sido electo Vice-Presidente y Director de su Sección de Antropología sucesivamente; y hace poco lo proclama- ron Socio honorario, nombrándosele este año Director honorario de dicha Sección. En esta Sociedad se leyó sus Notas sobre un Chimpancé nacido en Cuba (1915); Un diagnóstico antropoló- gico (1916); y Alrededor de la psicología de Poey (1917). A solicitud del que estas líneas escribe, por último, la Facul- tad de Letras y Ciencias propuso al Claustro Universitario se le otorgara el título de Director Emérito del Museo Antropológico Montané, institución que lleva este nombre en justa recompensa al que lo fundara en buen hora y en prestigio de nuestra primera institución de enseñanza, donde el Dr. Luis Montané ha dejado un grato recuerdo. Larga y saludable vida deseamos al distin- guido maestro al lado de sus seres queridos y en el encantador lu- gar de la Francia donde actualmente reside, cerca del incompara- ble París; sintiendo nosotros verdadera satisfacción en haber reci- bido de sus manos la Cátedra que él ilustró durante tantos años. Será nuestro empeño hacernos dignos de tan honroso legado. 90 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. METODO GRAFICO PARA RESOLVER EL TRIANGULO ASTRONOMICO POR EL DR. VICTORINO TRELLES ESTURLA Profesor de Astronomía El triángulo esférico astronómico tiene por vértices: el Polo de la esfera celeste, el Zenit del observador y el Astro o cuerpo celes- te que se observa, y se resuelve con toda exactitud por el cálculo de las fórmulas trigonométricas; pero la conveniencia y muchas veces la necesidad de conocer rápidamente el resultado, cuando no se exije una eran precisión, fueron motivos suficientes para in- ducirnos a investigar la manera más práctica de resolver este pro- blema gráficamente, ya que sus aplicaciones son tan numerosas en la Astronomía y en otras ciencias que como la Navegación y la Geodesia, hacen tanto uso de los triángulos esféricos. Si bien es cierto que los métodos gráficos no permiten obtener una precisión absoluta en sus resultados, debido a la naturaleza misma del trazado gráfico, no por eso deben desecharse por com- pleto, porque unas veces basta obtener un resultado solamente aproximado y en otras ocasiones conviene hacer un tanteo con los datos del problema para saber cual resultado convendría mejor a los fines del calculador, y las operaciones hechas por el cálculo son por lo general largas y. fatigosas, mientras que las construccio- nes gráficas—cuando son sencillas—se hacen rápidamente y sin gran fatiga, sirviendo, además, para comprobar resultados obteni- dos por el cálculo numérico. Privarnos de los métodos gráficos porque no son tan precisos como los analíticos sería como desechar la Geometría descriptiva porque se funda en trazados puramente gráficos, y a nadie se le ocurriría una idea tan absurda. El problema que vamos a tratar por el Método gráfico con- siste en lo siguiente: conocidos tres de los seis elementos del trián- gulo esférico astronómico hallar los otros tres. Expondremos el principio del método, lo más brevemente po- V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 91 sible: la inspección de las figuras que intercalamos es suficiente para comprenderlo con facilidad. Como este método se aplica también para deducir las fórmulas analíticas de los triángulos esféricos, dividiremos este trabajo en dos partes: la primera tratará del Método gráfico en sus diversos casos y la segunda se referirá a la deducción de las fórmulas tri- gonométricas de los triángulos, terminando con algunas aplicacio- nes a problemas prácticos de Astronomía. El triángulo astronómico está formado por seis elementos: tres lados que sen arcos de círeulo máximo de la esfera celeste: la co- latitud del observador complemento de la latitud, la distancia po- lar complemento de la declinación, y la distancia zemital, comple- mento de la altura, y tres ángulos: el ángulo horario, el azimut y el ángulg paralático siendo sus vértices: el Polo, el Zenit y el Astro. Sea en el triángulo A B C (Fig. 1) [A el Polo. Vértices 4 B el Zenit. C el Astro. í A B =y = colatitud del observador. Lados 4B C = 2 = distancia zenital. [4 C = p = distancia polar. [4 = P = ángulo horario. Angulos ¿B = Z = azimut. C = S —= ángulo paralático. Además tendremos que: El círculo A B C, C2 es el meridiano del observador. El lado A C es arco de círculo horario del astro. El lado B C es arco de círculo vertical del astro. Conocidos los tres lados del triángulo astronómico hallar los tres ángulos. Haciendo girar (en la figura 1), el círculo horario A C alrededor de la recta A O como charnela hasta que este círculo cincida con 92 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. e a o — V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 93 el meridiano, el punto C ocupará la posición Cz y el arco A Ce será la verdadera magnitud de la distancia polar p que también mide el ángulo 4 O C2z Haciendo lo mismo con el círculo vertical B C, es decir, giran- do alrededor de B O como charnela el punto C' ocupará la posi- ción Ci y el arco B C, será la verdadera magnitud de la distancia zemiítal 2 que también mide el ángulo B O C, Por esta sencilla construcción se ve que en todo triángulo as- tronómico, conocidos sus tres lados, se pueden situar éstos en su verdadera magnitud en un círculo de radio arbitrario—que po- demos suponer igual a la unidad—y quedar representados por tres arcos o tres ángulos, que en la figura están señalados por las letras p yz, cuyos ángulos se construyen con un transportador. Inversamente, si los lados A C2 y BC, que están rebatidos en el plano del meridiano, los hacemos girar respectivamente alre- dedor de sus charnelas, el punto C2 tendrá como proyección de su movimiento la recta C2 D perpendicular a su charnela; y de igual modo el punto C, tendrá como proyección de su movimiento la recta CD”. Como los puntos C, y C2 deben coincidir para for- mar el triángulo resulta que este punto de coincidencia (lugar del astro) tendrá como proyección el punto de intersección de las dos cuerdas (2 D y C, D” que es el punto C en la figura. Por otra parte; el círeulo diurno del astro, que está en C, es perpendicular al eje A O de la esfera celeste y también perpen- dicular al meridiano; luego su proyección sobre este círculo es- tará representada por la recta o cuerda Ce D; y por las mismas razones el círculo paralelo al horizonte (almucantar) del astro C es perpendicular a la línea vertical B O y al meridiano, y su pro- yección sobre este círculo es la cuerda Cy D?. Si ahora hacemos girar el círculo diurno alrededor de la cuer- da C2 D como charnela hasta coincidir con el plano del meridiano, este círculo diurno será el C2 C”” D y el punto C en el espacio, ocupará la posición rebatida C”” punto de intersección del círculo rebatido con una perpendicular a la cuerda C2 D en el punto C; trazando la recta C”* d el ángulo C?” d C será el que mide el diedro B A O Co sea el ángulo horario P. que se buscaba. Análogamente y por las mismas razones rebatido el almucantar alrededor de la cuerda, C, D”, el punto C' ocupará la posición C? y el ángulo C” d” C será la medida del ángulo diedro 4ABOCo sea el azimut Z deseado. 94 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Para hallar el ángulo paralático S se sigue un procedimiento análogo; pero en vez de hacer los rebatimientos sobre el meridia- no se hacen sobre el círculo horario, o sobre el círculo vertical. En la fig. 2 se han rebatido sobre el círculo horario; se pueden seguir fácilmente las construcciones sin necesitar más explicación. A fin de hacer más rápida la construcción se puede efectuar ésta del modo siguiente: se traza un círculo de un radio cualquiera, en el centro de este círeulo se construyen (con el transportador) tres ángulos iguales a los lados conocidos del triángulo: sean 2, y, p (fig. 3), se trazan las cuerdas C2 D y C¡ D”, desde el punto de intersección C se toma la distancia Cd con un compás y haciendo centro en € se marca en d” la cuerdaC. D o en su prolongación; desde este punto d* y con una abertura de compás igual a d C) se traza el arco C? C?”, con una distancia igual a la mitad de la otra cuerda d*” D, haciendo centro en d”” se traza un arco que cortará al anterior con el punto C” uniendo este punto con los puntos d* d'” se formará un triángulo plano d?” d* C” cuyos án- gulos P y Z serán el ángulo horario y el azúimut pedidos. Se funda esta construcción, en que haciendo girar el trián- gulo d CC?” alrededor del punto C, este triángulo ocupará la posición d? C? C. Esta construcción se ha efectuado en la fig. 4 para hallar los tres áneulos P Z SÉ. Otro caso de resolución de triángulos que también tiene mu- cha aplicación en la Astronomía esférica es el siguiente: Conocidos dos lados y el ángulo comprendido; hallar el tercer lado y los otros dos ángulos. Sean los datos: Lados fyw = colatitud. lo distancia polar. Angulo P = ángulo horario. Se trata de hallar: ¿2 = distancia zenital. Z = azimut. Situaremos los lados y p en el círculo del meridiano (Fig. 5), haciendo girar el círculo horario (rebatido) A C, O alrededor de su charnela A O; el punto (, tendrá por proyección de su movi- 95 Método para resolver el triángulo astronómico. RS TTeles: Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 96 V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 97 miento la cuerda C, D: perpendicular a A O, desde el punto de intersección de la cuerda y la charnela, trazaremos una recta d C” que forme con la cuerda un ángulo P igual al ángulo horario dado; a partir del punto C” intersección de esta última recta con el círculo trazado desde d. como centro y con un radio d C, ba- jaremos la perpendicular C” D” a la cuerda C, D y desde el pun- to D” trazaremos la perpendicular D” C a la recta O B hasta que encuentre al círculo meridiano en € y uniendo el punto € con O el ángulo B O C o el arco B C será la distancia zenital 2 pedida. Si ahora se lleva la distancia D” d* a D” D y se une el punto D con el C? tendremos el ángulo Z que es el azimut deseado. No hay más que recordar lo expuesto en el caso anterior para com- prender fácilmente los fundamentos de esta construcción. Análogamente se resolvería el caso cuando se conocen: la co- latitud, el azímut y la distancia zemital, y se desea hallar el án- gulo horario y la distancia polar. No presentamos la figura por- que es análoga a la del caso anterior con solo cambiar las letras. Vamos a exponer otros casos que pueden resolverse fácilmente por el método gráfico. Conocidos: un lado y los dos ángulos adyacentes de un trián- gulo esférico; hallar los otros dos lados. Sean los datos: y = colatitud. Z = azimut. P = ángulo horario. y las incógnitas: 2 = distancia zenital. p = distancia polar. Para resolver este caso haremos las construcciones indicadas en la figura 6. En un punto a de una recta indefinida C C* se construye un ángulo Z igual a uno de los dados, en otro punto S de la misma recta, se traza la recta S D que forme con la C C” un ángulo y igual a la colatitud. En el punto S se levantan dos perpendiculares: una a la recta CC? y otra a la recta SD. La distancia £ e, en que la recta S e corta 98 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a la recta a e, se lleva a S f y en esta recta en el punto f se traza la recta f b que forme con la S f un ángulo igual al complemento del otro ángulo conocido, o sea 90—P; desde el punto » intersección de fb y S D se levanta una perpendicular b o que cortará a la recta a c (perpendicular a la € C”) en el punto o. Con un abertura de compás igual a e se lleva esta distancia a a C””, de igual manera la distancia f b se lleva a b D. Uniendo ahora los puntos C”” con O tendremos los lados 2 y p del triángulo que deseábamos resolver. No hay necesidad de exponer los fundamentos de esta construcción porque se comprenden fácilmente con solo recordar lo expuesto en el principio del Método gráfico. Caso dudoso. Conocidos dos lados y, p, y el ángulo Z opuesto a uno de ellos ps hallar el lado 2 y el otro ángulo P (Fig. 7). Para resolver este caso, no hay más que hallar los dos puntos de intersección del círculo diurno con el plano del círculo vertical que forma con el meridiano el ángulo conocido Z (mos referimos al triángulo astronómico). Haciendo centro en d”” intersección de la charnela A O y de la cuerda C2 D, se lleva la distancia d?” a a d?”” a” y en a? se cons- truye un ángulo z igual al dado, la línea a? d” corta a la prolon- gación de la charnela A O en d”; prolongando la cuerda (2 D y la otra charnela O B, se halla el punto de intersección b; se unen por una recta los puntos b y.d”? y deseribiendo el círculo diurno (rebatido) que tiene por centro d”” y por ralio d”* D, este círculo cortará a la recta d”-b en los puntos c y c?. Desde uno de estos puntos el c, por ejemplo, se baja una per- pendicular a la cuerda (, D y desde el pie C se traza otra perpen- dicular a la charnela B O, que se prolonga hasta encontrar al neeridiano en Cy, el arco B Cy o el ángulo B O C darán el lado buscado 2. Para hallar el ángulo P se une el punto d”” econ c y el ángulo D d?? c será el ángulo P buscado. Para comprobación se levanta en C una perpendicular C y a la cuerda D” C, igual a la recta Cc y uniendo g con d, el án- gulo y d C debe ser igual a Z. Si partiendo del punto c” hacemos análogas construcciones, tendremos otra solución 2? y P” que también satisfacen al problema, V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 99 100 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El fundamento de estas construcciones es el siguiente: El vertical del astro corta al meridiano—que aquí está repre- sentado por el plano del papel—según la recta o b, y como tiene que formar con el meridiano un ángulo Z, este ángulo diedro se mide por ángulo plano que forman la intersección de estos dos planos con un tercer plano que sea perpendicular a la arista eo- mún o b; haciendo girar este plano alrededor de una perpen- dicular al meridiano que pase por el punto d””, el punto a pasará a tomar la posición a”, y trazando por a” la recta a? d* que forme con C¿ D'(cuerda perpendicular a la charnela A O) un ángulo igual a Z, el punto d* en que la recta a? d* corta a la recta d*” d* (charnela A O prolongada) será el punto rebatido de la recta perpendicular al meridiano, punto situado a la vez, en el plano perpendicular al meridiano que pasa por Cz D y por el plano del círculo vertical que pasando por O B forma con el me- ridiano el ángulo Z; como el punto b es también intersección de estos dos planos, resulta que la línea d” b es la intersección (re- batida) de estos mismos planos. Ahora, esta línea cortará “al círculo diurno del astro con los puntos ec y c” y uniendo estos puntos con el centro d”” tendremos las dos soluciones para el án- gulo horario que son P y P”; la construcción del lado 2 ya no ofrece dificultades y se ve claramente en la figura. Si la recta b d” fuera tangente al círculo horario rebatido, ha- bría una sola solución y si esa recta no fuera secante ni tangente no habría solución. Este es el caso dudoso de la Trigonometría esférica. Conocidos dos ángulos y un lado opuesto a uno de los ángulos de un triángulo esférico, resolver el triángulo. Sean los datos: y = colatitud. P = ángulo horario. S = ángulo paralático. y las incógnitas: = distancia polar. P z = distancia zenital. Z = azimut del astro. V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 101 Para resolver este caso procederemos de la manera siguiente (Fig. 8): Situaremos el lado conocido y en un círculo de radio cual- quiera, trazaremos la cuerda B B” perpendicular a la charnela A 0, en el punto d construiremos el ángulo P igual al dado, desde el punto C” intersección de la recta d C? con el arco B C” baja- remos la perpendicular” C, uniremos €. con O, desde el punto c medio de €” O deseribiremos un semicírculo con el radio c O. Ahora en el punto C” trazaremos la recta C? d”? que forma con la recta C? C un ángulo igual al complemento del otro ángulo dado, sea 90—S, desde € y con un radio Cd” trazaremos el ar- co d* d*” que cortará, al C d*”” O en d””. Uniendo el punto O con d”” por la recta O (', tendremos el lado desconocido A OC, = p. Trazando la recta Cd?” hasta Ce y uniendo O con C2 tendremos el otro lado desconocido C1 O C=2. Para hallar el tercer ángulo Z no hay más que ha- cer las construcciones como en el caso en que se conocen los tres lados, y. así se ha hecho en la figura. La teoría de esta construcción es la siguiente: En este caso hacemos los rebatimientos sobre el plano del círeu- lo horario; para ello trazamos la cuerda B B” perpendicular a la charnela A O, considerando rebatido el círculo diurno que será B C”, y trazaremos por d una recta que forme con B B” un án- gulo igual al dado P, esta recta cortará al círeulo diurno en C”. Bajando la perpendicular C” C sobre B B”, el punto C será la po- sición del astro proyectado en el plano del círculo horario. Aho- ra formaremos el triángulo C”? d* C, que según la segunda cons- trucción del método gráfico, el ángulo en d* será igual al ángulo S (dado) que forma el círculo horario con el círculo vertical; ha- ciendo girar este triángulo alrededor del punto €” de modo que el punto d? describa un arco que sea tangente a una recta que pase por el punto O, resulta que esta recta O Cy es la otra charnela y DC: perpendiculara ésta es la cuerda correspondiente al otro lado que se busca 2. Para hallar el punto d*” no hay más que resolver el problema de trazar desde un punto O una tangente a una cir- eunferencia cuyo centro es € y su radio C d*; se une el punto O con C, se toma el punto medio c de la recta O C y desde este pun- to con un radio c O se traza un arco que cortará a la circunferen- cia de radio Cd” en el punto d”” y uniendo O con d””, esta recta será la tangente pedida. 102 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El caso en que se conocen los tres ángulos y se quieren hallar los tres lados, se resuelva fácilmente por el triángulo suplemen- tario, y queda este caso reducido al primero, por lo que no hay necesidad de insistir en él. Como se ve por lo que precede, todos los casos de resolución de triángulos esféricos oblicuángulos pueden resolverse fácilmente por el Método gráfico; en cuanto a los triángulos esféricos ree- tángulos se resuelven análogamente con solo hacer un ángulo igual a 90% y en este caso particular, se simplifican las construcciones generales que dejamos explicadas. R * * % DEDUCCIÓN DE LAS FÓRMULAS ANALÍTICAS DEL TRIÁNGULO ASTRONÓMICO El Método gráfico que dejamos expuesto en la primera parte de este trabajo, nos ha conducido a encontrar un nuevo método para obtener los tres sistemas de fórmulas analíticas que se usan para resolver trigonométricamente el triángulo astronómico, fór- mulas que como se sabe son de rigurosa exactitud. Nada análogo a nuestro método hemos encontrado en los dis- tintos autores que hemos consultado, quienes para llegar al mismo resultado emplean procedimientos más largos y complicados; eree- mos que nuestro método es mucho más ventajoso, pues sin compli- caciones ni artificios de cálculo, se escriben las fórmulas casi direc- tamente, siendo tan sencillo que puede servir como medio mnemó- mico para retener las fórmulas fácilmente en la memoria. Demostración. Supongamos conocidos los tres lados del triángulo astronómico y, Pp, 2 y construyamos la fig. 9 con arreglo a lo expuesto al tra- tar del Método gráfico, tracemos desde el punto db intersección de la cuerda Dg y la charnela A C la perpendicular bc a la charnela B O y la perpendicular bd a la cuerda h C, se formarán dos trián- gulos rectángulos el O' bo y el bd S que tienen los ángulos y igua- les por tener sus lados perpendiculares. Ahora—y en vista de la figura—no tenemos más que estable- V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 103 LE 2q. 70. 7 . a. / Ll En 104 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cer las relaciones siguientes, teniendo en cuenta la representación gráfica de las líneas seno y coseno de un arco. sen 2 cos 2 sen p .= COS p sen 2 cos Z sen z sen Z =' sen Pp cos P = sen p sen P Cos p sen y COS P COS y sen p cos P sen y = sen p cos P eos y l l SS O O RNRADdo RRRRISOA l a En los triángulos S b f y a S e tenemos NAT e En el cuadrilátero a S b O tenemos a0=c0+bd AS EDREAL ANS y haciendo las sustituciones respectivas resultan las fórmulas si- guientes: (1) sen z sen Z = sen p sen P (2) Cos 2 = COS p COS y + sen p sen y cos P (3) sen zcos Z = cos p sen Y — sen p cos y cos P que son las fórmulas de los tres sistemas fundamentales de la As- tronomía esférica. Estas fórmulas sirven para pasar de las coordenadas horarias a las coordenadas zenmitales. Se pueden obtener las fórmulas de la transformación inversa para pasar de las coordenadas zenmitales a las coordenadas horarias, teniendo en cuenta la figura 10 en la que sólo señalamos las líneas necesarias acotadas. Partiendo del punto a trazamos las perpen- V. Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 105 diculares a d? y ac* a la cuerda b S y a la charnela b O con lo que se forman los triángulos a d* S y a c? O y se escriben los valores de las líneas b o y b S lados del cuadrilátero a S db O, que fácilmente se obtienen viendo la figura, con lo que resultan las fórmulas (4) COS p = COS 2 cos y + sen 2 cos Z sen y (5) sen p cos P = cos 2 sen y — sen 2 cos Z cos y la fórmula (1) de los senos es la misma que la del caso anterior cam- biando los miembros. (6) sen p sen P = sen z sen Z Si en vez de emplear la colatitud, la distancia polar, la distan- cia zenital y el azimut, contado desde el N al W, queremos em- plear la latitud, la declinación y el azimut contado del S al W, no hay más que sustituir en las fórmulas halladas los complementos de los lados y el suplemento del ángulo Z. Sean > $ = 90 — y 5 = 90 — p h= 90 — 2 Z = 180% — Z” tendremos las órmulas (a) cos h sen Z? = cos 8 sen P (b) cos h cos Z? =— sen 8cos $ + cos 8 sen $ cos P (e) sen h = sen 8sen $ + cos 58 cos € cos P (d) cos $8 sen P = cos h sen Z? (e) cos 5 cos P = sen h eos p + cos h sen ¿ cos Z? (£) sen ¿ = sen h sen $ — cos h cos ¿cos Z” que son las fórmulas en la forma que se acostumbran a usar en la Astronomía esférica. Aplicaciones. Como en la construcción gráfica de los ángulos no se pueden apreciar los segundos de arco con el transportador, tomaremos en 106 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. % cuenta solamente los grados y minutos en la resolución de los pro- blemas que vamos a exponer. Problema 1?*—El día 2 de Septiembre de 1919 en la Habana (Lat. 23 8” N y Long. 5" 297 W de Greenwich) se tomó una altura del Sol; hallar el ángulo horario y el azimut del astro. Los datos del problema son: 2 = 50% 59” = distancia zenital del Sol (corregida de semidiá- metro y refracción). 2) 81% 55” = distancia polar. y = 66% 52* = eolatitud. | Haciendo las construcciones indicadas en la figura 11 se obtie- nen los valores siguientes : l E 50% 54” = ángulo horario = 3» 23m 368 en tiempo. A ISS TARA E: Resolviendo este problema: por el cálculo se obtiene: P = 50% 53* 20” = 3h 23m 33s LSO LA resultado que difiere poco del anterior. Problema 22—Hallar la altura y azimut del centro del Sol el día 22 de Noviembre de 1919 en la Habana a las 6% 467 a. m. hiem- po medio civil. Datos: y = 662 52” = colatitud. p = 109% 58* = distancia polar. P =—-74% 58” —= ángulo horario. Haciendo las construcciones indicadas en la figura 12 para el . Trelles: Método para resolver el triángulo astronómico. 107 Lin 12 Pig 77 108 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. caso de dos lados y el ángulo comprendido de un triángulo esférico, se obtiene el valor de las incógnitas h AS Z = 65% 40” El cálculo da para este caso h o -8*:40” Z = 65% 42* 1” Pudiéramos presentar otros de los muchos problemas de astro- nomía que hemos resuelto por este método, pero creemos suficientes los expuestos para dar una idea de las ventajas de este procedi- miento- que esperamos pueda prestar útiles servicios a los astróno- mos, marinos, agrimensores y a todo el que necesite resolver con frecuencia problemas de astronomía esférica. SCOPAS5 Y SU INTERVENCION EN LA ESTATUARIA (1) POR LA SRTA. BLANCA H. DE LA IGLESIA MOAS Graduada en la Escuela de Letras y Filosofía A mis padres. A mi maestro el Dr, J, M. Dihigo en testimonio de consideración y afecto. Leed un autor si ha escrito algo; contemplad su labor si ha pro- ducido en otra dirección del Arte; empapáos en su pensamiento y comprenderéis de una sola ojeada su vida, su carácter, sus impre- siones, sus sentimientos; en una palabra, viviréis su época. Hasta los innovadores, esos que se adelantan a sus tiempos, no pueden eximirse de ser hijos de los mismos; siempre, allá en el fondo de sus ideales, de sus aspiraciones, surgirá, como el aroma en las flo- res, la nota que a su época los encadena con tan fuertes e indiso- lubles lazos, que si logran romperlos es consagrando con su sangre tan altas concepciones, tan maravillosas creencias. Díganlo si no, aquel que al expirar en infamante madero, allá en el Gólgota, lo hace símbolo de su sana moral, y aquel otro que al sorber en deli- cado vaso la amarga cicuta sentó la base del poderoso edificio re- presentado por las ciencias humanas. Por tanto, ineludible resulta al tratar de aquel escultor, Scopas, que al imprimir en su obra con profundos rasgos el sello indeleble de su personalidad y las características de la sociedad en que se desenvolvió se constituyese en un novador del Arte. Muy hijo de su époea nos obliga a conocerla en sus menores detalles; época en que los ideales religiosos en inestable equilibrio amenazan des- aparecer; época de esplendor en el Arte, de progresos en las cien- cias, de lujo inusitado en las costumbres; época que siguiendo a aquella de luchas y encontradas pasiones de las guerras del Pelo- poneso, conservó un fondo doloroso que encontramos como chispas (1) Tesis leída y sostenida para optar al grado de Doctor en Filosofía y Letras de esta Universidad el 28 de Octubre de 1920. Se publica por reco- mendación del Tribunal, 110 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ) brillando en determinados individuos. Esa época en que Atenas después de aquel grandioso siglo V, pletórica de fuerzas y con ten- dencias a dominarlo todo, es presa de la discordia que aún no pudo conseguir eclipsar tanto esplendor. Es el siglo IV, gozando ya de paz, en que sin pensar en el pasado aun cuando fuertemente influído por él, y sin temor en lo porvenir, resurge el Arte, no más erandioso, sí más vigoroso y humano. Si en el fondo de toda polémica encontramos ineludiblemente un apasionamiento, siempre funesto, hacia lo sustentado, procura- remos en cada caso para tener el cabal concepto de una obra, cual- quiera que ella sea, compilar, sondear, pesar y cotejar cuanto más o menos directamente a ella se refiera. Así, y sólo así tendremos la más aproximada idea de la obra en cuestión. Por eso, en este trabajo hemos de ocuparnos de aquellas tradiciones, tanto sociales como religiosas, que en su constante evolucionar llegan ya en las postrimerías del brillante siglo V a variar su concepto tan profun- damente que Homero y Hesíodo difícilmente reconocerían. Y nos ocuparemos de ellas ya que en ningún tiempo puede romperse con el pasado, para determinar, ligeramente, desde sus orígenes las influencias que fiotando en el aire, pudiéramos decir, son gérmenes que en no lejano tiempo producirán sus frutos. Co- menzando por la influencia de las creencias religiosas que deter- minaron, unidas al sistema educacional, el noble arte que ilustra- ron tantos maestros, analizaremos las tendencias filosóficas para en subsecuentes páginas tratar, en la medida de nuestras fuerzas, el movimiento escultural eu ese período del Arte en el cual dominada por completo la materia, verdadero señor de la Creación, llega el pueblo heleno a dar vida a sus más altos ideales. Muchos y grandes defectos, hasta gran número de errores, no dudamos puedan señalarse a nuestro trabajo toda vez que nuestra ienorancia es mucha y el material de que hemos podido disponer pobre. Por otra parte, no se nos oculta que un golpe de vista se- euro sólo puede poseerlo quien haya dedicado largos y laboriosos años al cultivo de esta disciplina, disponiendo al mismo tiempo del examen. directo de las estátuas, originales o copias. Una vez expuesto el plan que nos proponemos seguir, lógico, y hasta un deber por nuestra parte, es adelantar el propósito que nos guía al intentar hacer realidad nuestro empeño. No preten- demos hacer minuciosa reseña de esculturas, hacer acabadas des- eripeiones ni dar la solución a complicados problemas de Estética Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 111 o de Estatuaria, sino trazar a grandes rasgos la imagen que nos he- mos hecho de la particular fisonomía de una época fielmente refle- jada en su Arte, y tratar de preferencia al artista que a nuestro juicio encarna en maravillosa síntesis el sentimiento punzante y doloroso, que siempre queda en el fondo de toda raza que habiendo respirado a plenos pulmones aires de libertad viene a quedar so- metida a otras que consideró inferiores; al artista que jamás pu- do eximirse de mostrar aleún repliegue de su alma en la más in- significante de sus obras. De pobres resultados, como nuestros, estos esfuerzos, sean nuestra mejor recomendación. PRIMERA PARTE I LA CREENCIA RELIGIOSA : SU INFLUENCIA SOBRE LA CULTURA ““El Arte aparece siempre en el ori- gen de las bellas civilizaciones inevita- blemente ligado a las creencias.?*” (1). DUBUFE. La religión griega, como ninguna en la antigiiedad, a excepción de la inda, se halla ligada intimamente, en su: evolución, a su Lite- ratura, si ésta puede definirse, como la deificación de los fenóme- nos naturales. Prescindiendo de los caracteres generales presentados por toda religión en sus comienzos, asunto que a más de llevarnos demasiado lejos, no pide la índole del trabajo, tomaremos esas creencias cuan- do ya establecidas forman elemento distintivo del pueblo sustenta- dor; partiremos desde Homero y Hesíodo, quienes nos legan con sus trabajos, aunque de carácter distinto la sabiduría y las creen- cias del pueblo maravilloso que supo revestir con el más pintoresco de los ropajes su pensamiento infantil, manteniéndolo con ligeras variantes aún más allá de su período de esplendor. Sin embargo, diremos que si tales tesoros de belleza pudo encerrar esa religión débelo algo a la situación especial del pueblo que la produjo. Aris- tóteles ya había observado en los habitantes de los países fríos energía, pero poca viveza de espíritu; en los países cálidos, por el (1) Dubufe: El valor del Arte. Versión castellana, 1913, pág. 22, 112 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. contrario, el espíritu es despierto y las energías escasas, mientras los de ciertos países como Grecia, eslabón entre ambas aptitudes, guardan perfecta armonía entre la viveza de su espíritu y sus energías corporales, resultando de este modo el conjunto admirable del individuo heleno. Poseedor de un clima templado su vida se desliza plácida bajo un cielo de zafir; teniendo constantemente ante la vista un hermoso mar que tranquilo lame sus rizadas costas o con furioso bramar aterroriza al viajero que en ligera nave pre- suroso lo surca; en fin, dependiendo del suelo para su subsistencia, ineludiblemente tenía que sentirse amante de la Naturaleza, inter- pretarla, descubrir en ella esa belleza que jamás tan bien alojada estuvo como en lo más hondo de su ser; belleza que informando todos los pensamientos y actos de su vida es arte en Fidias, Seopas y Praxiteles; ciencia en Tales y Pitágoras; filosofía en Sócrates, Platón, Jenofonte y Aristóteles; el efebo en la Educación; y así mismo con sus dioses, así nos los presenta Fidias, la suprema belle- za, el perfecto equilibrio entre la materia y el espíritu. Es tendencia de todos los pueblos en su infancia dar a sus dio- ses forma humana, pero ese antropomorfismo en ningún pueblo llegó tan lejos ni fué tan delicado, ni tan divinamente humano co- mo en Grecia. El culto griego es el reflejo del alma griega, alma que se engrandece e intensifica en determinado período y al pode- roso impulso de su más grande sacerdote, el inmortal Fidias, se aloja en la escultura, sabiamente bella, constituyendo el más valio- so legado del pueblo artista a las civilizaciones que le sucedieron. Ese antropomorfismo tiene su profunda raigambre en el ani- mismo que como señor reina en la constitución lejana de los pue- blos; ese animismo es la tendencia a poblar el mundo de seres que ejercen poder sobrenatural sobre nuestra voluntad. Estos seres se parecen al que siente ese influjo etéreo, tienen sus sentimientos, o como dicen Perrot y Chipiez, no es más que “la primera expli- cación que el hombre se da a sí mismo de los misterios de la Natu- raleza y de la vida. En todas partes su primer movimiento es el de figurarse el mundo lleno de fuerzas voluntarias, caprichosas y apasionadas, semejantes a la fuerza que siente agitarse en sus sentidos; él se extiende y se refleja en todas partes en el mundo exterior... En el sol que se eleva o desciende en el horizonte y en la elaridad que brilla, en la fuente que esparce alrededor de ella la frescura y la fertilidad, en el árbol que abre sus hojas en el ti- bio Abril, en la serpiente que se esconde rozando las hierbas se- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 113 cas, en la bestia montés que acomete sus rebaños y en el perro que le guarda el hombre, busca y eree encontrar las personas, los agen- tes libres en que los unos son sus enemigos y los otros sus amigos, sus benefactores.”” (1) Entre los indos encontramos las mismas creencias. Los Vedas, ese exponente grandioso de su literatura y de su antigua civiliza- ción, se encuentran plenos de animismo; en ellos, como en toda la religión de ese pueblo, plantas y animales, todo tiene un espíritu que comprende a los vivientes y se hace sensible en mil futilidades: en el río, su murmurio al deslizarse con suavidad de sierpe entre las plantas; en el aire, el cadeneioso susurro entre las hojas de su exuberante vegetación, €., que interpreta el creyente ventajosa o desventajosamente. La bella protagonista del poema de Kálidá- sa, Sakuntala, nos da un maravilloso ejemplo en la tierna sensibili- dad con que se despide de los inocentes animales del bosque y de las fragantes flores, de las cuales era como una hermana. Esa vida espiritual que lo anima todo; ese panteísmo delicioso, verda- dero fondo de la religión inda, se nos muestra florido y perfumado, con los mil sonidos y matices que la selva inmensa encierra ento- nando un himno de amor en esta pieza, donde la Naturaleza des- pojada de lo monstruoso, tan común en la India, se nos aparece haciendo espléndido derroche de sus más bellas galas. Por otra parte, la fe del indo en la transmigración de las almas es la que da hasta a los objetos inanimados sensibilidad, razón y voluntad. De ahí su incansable esfuerzo en procurarse el aniquilamiento com- pleto, mediante el ascetismo: el Nirvana, bien supremo, aspiración constante del creyente que así consigue sustraerse a las sucesivas encarnaciones, al trabajo constante y por fin gozar del ansiado des- canso. El lenguaje hablado de todos los pueblos conserva rastros del animismo en las expresiones de los poetas, y mientras más en con- tacto con la Naturaleza se viva más preciso se muestra : interroga- do el piel roja por la causa de que el río corra, dice con senci- llez: *“es el espíritu del agua que huye”. La Mitología griega no otra cosa que creencias animistas, nos muestra en el fondo de sus más bellos mitos: Dafne fué en lejanos días el espíritu sagrado del laurel, sus hojas excitaban el delirio (1) Perrot et Chipiez: Histoire de L*Art dans L”4Antiquité, t, VII, pá- gina 14. 114 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. profético; al correr el tiempo y cambiar los ideales del pueblo, aquella sencilla creencia de un alma cuyo alojamiento era aquel árbol se transforma en mito, y es el dios Apolo quien poseído de divino delirio amoroso persigue a Dafne a quien su padre, el río Peneo, transforma en laurel. Vemos al alma tornar a su cárcel. Dafne de nuevo mora en esa planta; coronas tejidas con sus hojas se ofrecen como premio a los poetas. De la religión a la literatu- ra, de ésta, a la plástica es el proceso natural que en Grecia ne- cesita breve tiempo para mostrarnos en toda su esplendente be- lleza la sencilla creencia revestida de huraanas y perfectas formas. Esas fuerzas de la Naturaleza también se personifican en otros pueblos a los cuales no faltaron elementos poderosos que pudieran llevarlos a tan alto grado de esplendor, como son el sentimiento, la pasión, «., pero que al mismo, tiempo poseen otros que en pug- na con los primeros contribuyen no a anularlos, mas sí a obscu- recerlos, tal la aspiración al Nirvana en el pueblo indo; tal la creen- cia de hacer poderoso al dios o al rey deificado dándole atributos de animales entre los asirios, babilonios y egipcios. Es que en Grecia, los sedimentos sutiles de la antigua religión aria y las creen- cias recibidas por condueto, de otros pueblos más antiguos al suave calor de su esplendente sol se fundieron, se compenetraron ínti- mamente con esa raza tan original y de tan varia imaginación que dieron por resultado otra, rica y por completo formada, cual Afro- dita surgió del seno de las aguas. Ya no era la de sus progenito- res aquella religión. El pensamiento del pueblo griego es prolífico por excelencia, por eso sus dioses son la expresión de la impresión que en ellos pudo producir aquel ideal heredado del tronco de la ra- za aria frente a la Naturaleza esplendente de aquella tierra hospi- talaria que tan poco exigía para poder vivir. La originalidad, la variedad, y sobre todo la individualidad son las condiciones que faltaron a los pueblos del Oriente. Pueblo de carácter vivo y franco; ajeno a la meditación, no se abstrae pensando en el alma del dios, para representárselo en un todo análogo a él, encerrando en formas semejantes las mismas pasiones. Sus Cioses desde lo alto del Olimpo presiden todos los actos de su vida, y alguno desde el Oráculo, por medio de extática pitonisa manda a sus fieles; tan, poderoso lenguaje mueve las con- ciencias y ningún creyente jamás faltó a tan elevadas órdenes. Si tales son sus creencias no es extraño encontrarlas dando origen a la escultura, poderosa en su sencillez, cobrando ímpetu, Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 115 adquiriendo gracia y revistiéndose de majestuosa serenidad a me- dida que el tiempo transcurre. Pero los días no pasan en vano, al huir veloces devoran nues- tras horas, despojándonos de las más gratas ilusiones; hacen va- riar nuestras creencias a merced de las nuevas ideas que surgen porque en la naturaleza todo es evolución. Nada en el Universo se escapa a su acción lenta, pero segura. Sila que ayer vimos in- significante larva hoy es bella e inquietante mariposa; si el tier- no tallo se convierte en robusto tronco de frondosa copa; si la fra- gante rosa ha días era simple botón ¿cómo las ideas, únicas que salvando distancias enormes, inaccesibles montañas y dilatados ma- res jamás perecen, no habrán de sufrir transformaciones seme- jantes? Y así fué, las puras creencias, las que hacían de cada in- dividuo un ciudadano fiel, un cumplidor de sus deberes para con sus dioses y su patria, viéronse un día maleadas palidecer y casi huir de los fieles corazones. Hombres venidos de todas partes de Grecia (Gorgías, de Leontino; Pródicos, de Ceos; Hippias, de Elis y Protágoras, de Abdera), se encargan de cobrar fuertes salarios instruyendo la juventud; instrucción por medio de minucioso aná- lisis de lo existente y del que no escapaba la religión ni la fami- lia; la exagerada relatividad que hallaban en la virtud, en la jus- iieia, en cuanto analizaban elevó desmesuradamente el egoísmo, la ambición y el desprecio por todo lo que significase una ley. El remedio inmediato a tan inminente mal—el desmoronamien- to del Estado—era “reemplazar la educación exclusiva de la in- teligencia que ni quería llegar a una verdad definitiva, con una investigación que descubriese los últimos cimientos de la vida moral”” (1). Modificar un pueblo, elevarlo moralmente por la enseñanza de sus hijos, esa fué la única reforma que al recto espíritu de Sócra- tes se apareció con claridades de aurora; esa fué la verdadera mi- sión que se impuso aunque sin vislumbrar el largo alcance de su la- bor en el campo moral; ““el egoísmo de los que entonces empuña- ban las riendas del poder”” (2), era inmenso, de ahí que Sócrates La más dulce Musa Que a nadie fué molesta ni dañosa tuviese ocasión de oír la sentencia: ““Melito Piteense, hijo de Meli- (1) Curtius: Historia de Grecia, t. VI, pág. 142. (2) Miller: Historia de la Literatura Griega, t. III, pág. 18. 116 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. to, acusó a Sócrates Alopecense, hijo de Sofronisco, de los delitos siguientes: Sócrates quebranta las leyes, negando la existencia de los dioses que la ciudad tiene recibidos, e introduciendo otros nue- vos; y. obra contra las mismas leyes corrompiendo la juventud. La pena debida es la muerte.”” (1) Ya veinte años antes Aristófanes en las Nubes le había acusa- ds como sofista: Sócrates es culpable de haber querido penetrar, con curiosidad impía los secretos del cielo y de la tierra, de hacer de una mala una buena causa y de enseñar a otros cosas seme- James (2 Si Sócrates fué condenado la. culpable fué su vida entera, lar- ga y fructífera en la cual tuvo, con su sistema de comprobar el Oráculo de Delfos, ocasión de ridiculizar a muchos, y sobre todo el terrible sarcasmo encerrado en su propia defensa: el premio, el honor como condena. Sócrates negándose a iniciarse en los misterios eleusinos da el más pernicioso ejemplo al pueblo contra los hierofantes del tem- plo mermándoles en sus medios de vida, lastimándoles en sus in- tereses, cosa que nadie perdona, y la voz demoníaca, esa nueva di- vinidad exclusivamente suya, son las que informan la primera parte de la acusación. Como amigo y maestro de Alcibíades y Jenofonte, traidores a la patria, sobre todo Alcibíades que había puesto en ridículo los ritos sagrados, jamás perdonado por los sacerdotes, siempre odia- do por los eumólpidas; como maestro y amigo de Critias y Carmi- des, hiriendo gran número de susceptibilidades se hace reo de la segunda. En realidad no debemos buscar la acusación de Sócrates en su acusación contra esos sofistas con quienes se le quería confundir, ni en su nueva divinidad, aquel demonio familiar que siempre que le hablaba era para disuadirle si pensaba emprender alguna cosa, jamás para animarle, como tampoco la encontraremos decisiva en la acusación de Melito—detrás de la cual estaba vigilante el poder de Anito, antiguo proseripto de los Treinta—que de manera tan concluyente y con tanto valor destruyó Sócrates, como nos lo muestra la '*Apología”” de Platón, testigo ocular de todos los de- bates de la causa. Tampoco pudo condenarle la envidia que roía (1) Diógenes Laercio: Vidas de los Filósofos más ilustres, t. I, pág. 118. (2) Platón: Obras, Casa Editora: Garnier Hermanos, París. Pág. 11. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 117 el corazón del orador político Licón. Ningún hecho aislado tenía “fuerza para tanto. “Lo que me perderá, si sucumbo, decía él mismo, no es Melito ni Anito, no, sino la calumnia y la envidia.”” (1) Tal fué el hombre que murió bajo el dictado de impío; muerte vengada con creces después, pero que no pudo impedir el escepti- cismo en materia religiosa que dominó al siglo IV. Aún existen los dioses, aún se les venera y ofrecen sacrificios, aún disfrutarán aleunos siglos de dominio en el alma popular, pe- ro su poderío decreciendo con relativa rapidez pronto quedará es- fumado ante creencias nuevas, más humanas, más humildes que venidas también del Oriente cimentaron tan sólidamente su tro- no que podrán sufrir variaciones y ser pretexto para encender gue- rras pero difícilmente podrán ser alteradas en su esencia: el pro- fundo amor predicado por Cristo. II EL SISTEMA DE EDUCACIÓN ATENIENSE TIENDE A FORTALECER EL NACIMIENTO DE LA ESTATUARIA ““El fin de la educación es dar al al- ma y al cuerpo toda la belleza y perfec- ción de que son susceptibles. ??” PLATÓN. Muéstrannos las leyendas en los tiempos sólo de ellas conocidos y cuidadosamente trasmitidos de generación en generación, la edu- cación de ese pueblo de maravillosas concepciones como una mera preparación para la vida práctica. Homero, discreto y precioso confidente de cuanto se refiere al alborear de la civilización, nos dice que ella penetraba lo mismo en la casa, en el ágora que en el campo y en el campamento. Allí la encontramos, donde quiera que haya seres aptos para recibirla, ya que las escuelas necesitaron largos siglos de evolución para ha- cer su aparición triunfante. Escuela llamadas S.800kakeiov Se en- cuentran ya funcionando en tiempos de Solón, 590 A. C., pero verdaderas escuelas patrocinadas y dependientes del Estados, en el período alejandrino. (1) Platón: Obras. Versión castellana de la Casa Editora Garnier Her- manos, París, pág. 30. 118 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Este sistema de educación, por demás sencillo, parece haber in- fluído notablemente en los artistas, legándoles ese profundo espí- ritu de observación que en ellos encontramos ya que ““aprendiendo a hacer lo que hacen por el precepto y el ejemplo descubren por su propia observación por qué lo hacen”?. Así era, el joven desde su más temprana edad miembro independiente de la sociedad que en su seno lo contaba; así también resulta en extremo atrayente esa educación tan sencilla que abarca todos los aspectos de la vi- da del hombre. A Homero sucede Hesíodo, a lo práctico se suma lo ideal, a la primitiva sencillez de la existencia aúnase el justo deseo a satis- facer las aspiraciones del alma en las ciencias, las artes y la Filo- sofía, y plegándose a las exigencias de esa! distinción entre lo práe- tico y lo espiritual encontramos el sistema de educación: a nutrir el alma se dirige la Música en el Didascaleion, a formar bello y robusto el cuerpo la Palestra, dirigida por el paidotribes, más tar- de el Gimnasio. Como ésta la educación corporal es la que in- teresa a los fines de nuestro trabajo sólo de ella nos ocuparemos desde ahora. Dice Levéque: “Desde los comienzos de la literatura griega, el elogio de la gracia y de la forma visible llena sus obras. Ya en el viejo Homero la hermosura física es considerada como divina. Homero no la describe a la manera de Luciano y de los demás re- tóricos de la decadencia, sino que se conforma elevándola a la altura de un atributo, el cual no puede separarse de la majestad de los dioses. En sus héroes la hermosura es el brillo, el corona- miento necesario de las más robustas virtudes. Numerosos he- chos atestiguan que desde los comienzos hasta el fin los griegos con- sideraron la belleza como algo religioso y sagrado. Desde los tiem- pos antiguos el sacerdocio de Júpiter no se otorgaba sino al joven veneedor en los concursos de belleza, y tan luego como llegaba a la pubertad honor tan insigne pasaba a otro maneebo.”” (1) En el período arcaico, un pequeño bronce encontrado en Creta, el Crió- foro, aparte de su valor escultórico está señalando la antigiiedad del rito que en las fiestas de Mercurio pedía que el adolescente más bello llevase a cuestas el cordero sagrado. Cuando el triunfo de Salamina contaba Sófocles quince años y presentaba esa belleza perfecta, la cual dada por los griegos a (1) Carlos Levéque: El Espiritualismo en el Arte, pág. 34. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 119 sus dioses, sólo ostentaban después los mortales como un accidente de corta duración o como una rara excepción. Esto le permitió, _ ungido y perfumado, dirigir el coro de adolescentes que cantó el pean de la victoria alrededor de los trofeos. Sófocles debió el ser escogido además, por su perfecta preparación musical. Así ante los dioses, como ante el pueblo la educación que triunfaba era aquella de conjunto donde todos los poderes del hombre operaban ““en concierto con una elegante y soberana facilidad””. (1) Esta belleza tan justamente apreciada por el pueblo griego, se acrecentaba y armonizaba por su sistema de educación en la pales- tra y en el gimnasio, ya señalados. Realizábase en la palestra una serie de ejercicios, la cual por componerse de cinco juegos se denomina el pentathlon; allí lanzar la jabalina y el disco provoca el desarrollo del pecho y brazos al mismo tiempo que dando gra- cia al movimiento le imprime un sello de belleza tal que un día Mirón, comunicando movimiento al bronce lo ha de inmortalizar. El salto y la carrera, ya de velocidad, ya de resistencia, prestan a las piernas la elegante finura nerviosa que se observa en los grandes maestros. La lucha, en fin, armonizando el todo hace resaltar los músculos del brazo, presenta el torso bajo diferentes aspectos y da a las caderas un relieve muy acentuado; esos cam- biantes sin cuento, absorbidos con avidez por los artistas son sufi- cientes a provocar la aparición de un arte que respondía digna- mente a la encarnación de sus creencias religiosas. Estos ejercicios que cada vez van siendo más fuertes, a medida que la edad transcurre, se eree derivan de los ejercicios de guerra que describe Homero en los funerales de Patroclo, pero parece fue- ron reducidos a sistema por los Asclepíades, quienes los adaptaron al desarrollo físico de los jóvenes. Un último juego, el pancracio, donde se permitía toda clase de golpes, producía horror al pueblo griego, raza artística por excelencia, porque deformaba el rostro y el cuerpo. Para Continuar esta serie de ejercicios perfeccionándola, esta- ban los gimnasios instituidos por el Estado. Nada en ellos pasaba inadvertido a los artistas y muchas de las operaciones llevadas a cabo en esas lecciones fueron por ellos con amor recogidas y al mármol o al bronce confiadas; de ello podemos dar fe si considera- mos la labor llevada a efecto en este sentido; Miron con su Dis- (1) Perrot et Chipiez: H. de L*4Art dans L*Antiquité, t. VIII, pág. 120. 120 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cóbolo nos trasmite el acto de arrojar el disco; Policleto, austero y elegante, fija el Canon con su Doríforo, joven en la plenitud de su desarrollo que marcha con la lanza apoyada al hombro, y su Diadúmeno, más joven que el Doríforo, nos muestra al corredor en el momento de ceñirse la cinta que en el estadio ha de contener la sangre en las sienes; pero es Lisipo con su Apoxiómenos quien siempre a la espectativa de algo estético y nuevo, modificando el Cánon de Policleto, nos lega el último e insuperable representante de la belleza física; de cabeza algo melancólica muestra al atleta cuando una vez terminada la lección, con la estrigila se frota pa- ra quitarse el aceite con que, al iniciarla, había sido ungido así como la fina arena con que se recubría para facilitar la lucha. Una vez limpio de aceite y arena el joven atleta se bañaba y expuesto al sol descansaba adquiriendo su piel ese ligero tinte ave- llanado que comparado con la palidez de cutis de los discípulos de Sócrates permitió afilar sus dardos al sarcástico Aristófanes, en las Nubes, y que, por otra parte, explica el color de ciertas es- tátuas pintadas. ““Hasta inmóvil y desnudo, cuenta Taine, el atleta, daba testi- monio de sus ejercicios por la belleza de sus formas. Su piel bru- ñida y fortalecida por el sol, el aceite, el polvo, la estrigila y los baños fríos no parecía desnuda; estaba habituada al aire; al verla se la sentía en su elemento; ciertamente no se extremecía, no pre- sentaba vetas ni carnes de gallina, era de un tejido sano, de hermo- sa tonalidad que anunciaba la vida libre y viril.?”? (1) Después de comparar estas carnes con las blancas y fláccidas de los persas, continúa: “Los músculos habían sido todos fortalecidos; las diver- sas partes del cuerpo se equilibraban; el antebrazo tan flaco hoy, los omóplatos mal provistos y salientes se habían rellenado y for- maban pareja proporcionada con las caderas y los muslos; los maestros, verdaderos artistas, ejercitaban el cuerpo para darle no sólo el vigor, la resistencia y la celeridad, sino también la simetría y la elegancia. El Galo Moribundo, que es de la escuela de Pérga- 1mo, muestra si se le compara a las estatuas de los atletas, la dis- tancia que separa un cuerpo inculto de una cuidado; de un lado una cabellera esparcidai en, mechones rudos como erines, unos pies y manos de aldeano, una piel basta, músculos sin ablandar, unas venas hinchadas, unos contornos angulosos, líneas que se chocan, (1) H. Taine: Filosofía del Arte””, t. IL, pág. 170. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 121 nada más que un cuerpo animal de salvaje robusto; del otro lado todas las formas ennoblecidas, el talón primero grueso y blando, ahora cireunscrito a un óvalo perfecto; el pie primeramente dema- siado aplastado, delatando su parentesco simiano, ahora arqueado y más elástico para el salto; la rótula, las articulaciones, toda la osamenta, primero saliente, ahora medio desvanecida y simplemente indicada; la línea de los hombros primero horizontal y dura, ahora inclinada y suave; en todas partes la armonía de los fragmentos que se continúan y fluyen unos en otros, la juventud y la frescura de una vida fluída tan natural y tan sencilla como la: de un árbol o la de una flor.”” (1) Así la gimnástica ayudada grandemente por la Orquéstrica— ciencias de las posturas graciosas y danzas sagradas—dando la ple- nitud de hermosura al cuerpo, al extremo de poderlo ostentar des- nudo en las fiestas sagradas ante los dioses, permite al joven a los diez y ocho años ser consagrado efebo y ocupar dignamente su puesto en la República de adolescentes, previo juramento, ante el altar de Aglaura, de ser fiel. Allí permanecerá dos años; el prime- ro aprendiendo a cumplir sus deberes para con la patria y el se- gundo defendiéndola en las fronteras, acostumbrándose a la vida de sacrificios. Este sistema de educación es el que encontramos en Atenas antes de la guerra persa y puede tomarse como tipo de la educación griega en general hasta ese tiempo; sistema que en Maratón, Pla- tea y Salamina no sólo señala' el triunfo de la civilización sobre la barbarie, sino, sobre toda, el nacimiento de la libertad humana. La Gimnástica elevada a institución religiosa y social ““prepara la apoteosis de la belleza que fué la obra de la escultura””. Ya lo hemos visto, porque llamando la atención la armonía de las formas que en los grandes juegos nacionales se mostraban descubiertas a todas las miradas, tanto en los preparativos como durante la ac- ción, inspira a los artistas, mas la costumbre establecida de colocar en los bosques de los templos de Zeus las estatuas de los atletas vencedores es la que origina aquel profundo conocimiento anató- mico que vemos lentamente surgir y evolucionar, desde la serie de Apolos arcaicos hasta la de atletas que consagrados por vencedores inmortalizan en su cuerpo al artista que supo vencer al bronce o al mármol dándole la forma, el vigor y flexibilidad de la vida, al (1) H. Taine: Filosofía del Arte””, t. II, pág. 171. 122 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. par que poblando de silenciosos mármoles los consagrados bosques, antes sólo turbados por las plácidas cadencias de murmurantes fuentes; por las cuitas de parieras avecillas, por el suave susurrar de la brisa entre los limoneros, laurel y olivos, ahora por el pue- blo que bullicioso acude a la procesión sagrada. A esas primitivas estatuas labradas en madera jamás se las dotó de algún raseo individual en el rostro, aunque el vencedor tres veces consecutivas en los juegos olímpicos tenía derecho a una es- tatua icónica. Este gusto se despertó en Grecia hacia el siglo IV, con Silanión el ateniense, y fué coronado por el más lisonjero éxito en tiempo de los sucesores de Alejandro. Hasta entonces, una es- tatua fué un tipo ideal de atleta, corredor, ete. TI ESTUDIO DE LA ANATOMÍA; INTERPRETACIÓN EN LA ESTATUARIA; LA EXPRESIÓN EN LA ESCULTURA ““Los griegos, naturalistas por ex celencia, no desconocían tanto la Ana- tomía como generalmente se ha escri- to; no hicieron disecciones de cadáve- res humanos, pero se advierte que es- tudiaron la Anatomía tal como el artista debe conocer la organización desde el punto de vista de sus mani- festaciones externas, (1) J. PARADA. a A propósito de los principios anatómicos observados en las es- tatuas griegas se suscita una cuestión: ¿los griegos fueron admi- rables anatomistas por haber cultivado la disección o no practi- caron ésta ? En múltiples páginas de connotados autores se puede encon- trar este asunto ampliamente tratado. Se ha negado a los artistas de la antigúedad el conocimiento de esta ciencia por la razón de no estar aún formada. Decir que los artistas griegos no aprove- charon la disección de los cadáveres porque la ciencia anatómica no estaba aún formada parece una frase hueca, vacía de sentido por completo, porque si es cierto que una ciencia se halla constituí- (1) José Parada: **Anatomía Pictórica?”, pág. 9. de + Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 123 da cuando las leyes que ella abarca se han sistematizado, no es menos cierto que esos principios, esas leyes pueden ser más o me- nos utilizados antes de la sistematización de las mismas. Desde los tiempos más remotos existieron individuos que se dedicaron a la curación de sus semejantes sin que por eso la cien- cia médica hubiese surgido. Los antiguos conocieron que haciendo el vacío con una bomba el agua subía a treinta y tres pies y se aprovecharon de ello, sin saber que en ello intervenía el peso de la atmósfera; utilizaban la consecuencia de una ley, esto es, esta- ban en posesión de una, ley empírica, y sin embargo la ciencia en que esa ley quedaría incluída al convertirse en derivada no es- taba constituída tal como la conocemos hoy. Pudieran los griegos haber estado realizando disecciones y más disecciones sin que por eso hubiere surgido la ciencia anatómica; por el contrario podía ya haber existido esta ciencia sin que por ello viese el artista la necesidad de recurrir a ella. Ahora bien, si decimos que la disección de cadáveres no se practicaba en Gre- cia por prohibirlo leyes tanto sociales como religiosas, pues sabe- mos que el cadáver debía ser inhumado para que el alma teniendo donde alojarse no se hiciera enemiga de los vivos, y que ese res- peto al cadáver de un semejante era tan profundo que ni aun los médicos se sentían exentos de él; si decimos que el medio social, las costumbres y el sistema de educación permitian la observación directa de los detalles anatómicos en el cuerpo vivo, entonces po- demos asegurar que los griegos conocieron la Anatomía precisa, exacta que a su arte convenía sin preocuparles lo más mínimo es- tuviesen o no sus principios sistematizados. Los escultores im- primían en sus mentes las más hermosas actitudes, del mismo mo- do que el pueblo recitaba las delicadas composiciones de los favore- cidos de Apolo. ¿Dónde, pues, encontramos esa necesidad de la disección en aquellos artistas ? Ni en las civilizaciones orientales encontramos aplicada la cien- cia anatómica al arte de la Escultura, y aun el relieve muscular que aparece en el arte asirio se realiza de manera sistemática, sin sujeción a principio anatómico aleuno; y, no debe extrañarnos esto si consideramos que las artes del Egivto y Oriente antiguos vieron el lento paso de los milenarios, antes que los dioses se hi- cieran semejantes a los hombres y sentasen sus reales en el Olimpo, sin que pudieran desenvolverse libremente, guardadas en el estre- cho marco del dogma, y sin entregarse a nobles competencias sus 194 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ciudades que allí, en Atenas, la condujeron a la cima del Arte, - lugar aun inaccesible al resto del Universo. Ese Arte antecesor del griego es anónimo, carece de persona- lidad; señalando levemente los detalles anatómicos se ajusta a un canon sacerdotal, espiritualista y simbólico cuyos motivos son sin cesar repetidos. Y sin embargo, no puede negarse que al im- pulso del genio helénico, surgió, de esos elementos hieráticos y simbólicos del arte oriental, el arte naturalista; la inmovilidad de ese arte lentamente desaparece; el letargo en que yacía sumido cesa al cambiar sus condiciones de vida. Pero la ciencia anatómica si no excluída del campo artístico, pobremente representada no era extraña a los estudiosos; hasta al- eunos soberanos del antiguo Oriente no desdeñaron realizar di- secciones si de determinar el origen de ciertas enfermedades se trataba, y es más, prestaron su concurso al progreso dedicándose a escribir sobre anatomía, siendo lo probable que tales escritos se refiriesen más al arte de embalsamar. Por otra parte, en Grecia, penetrando en los tiempos legendarios encontramos que Escula- pio fué médico notable. Fuera por completo del mundo de la le- yenda y después de aleunos siglos de tanteos cuando la Grecia, como enorme cnajambre de abejas se presta a libar el néctar de las flores del saber encontramos que Pitágoras, Demócrito, Hipócra- tes, Aristóteles v Epicuro fundan sistemas racionales sobre el eo- nocimiento físico del hombre, y ““aquellos, dice Herder, que re- husen a los griegcs el genio severo de las ciencias que lean a Aris- tóteles y a Euclides donde el espíritu del método no ha sido jamás superado; Aristóteles y Platón tuvieron además el mérito de des- pertar el genio de las ciencias naturales y matemáticas. Muchos discípulos dieron un feliz impulso a la astronomía, a la botánica, a la anatomía y a otras ciencias””. (1) Todavía podemos remontarnos a los tiempos homéricos para ob- servar precisos conocimientos anatómicos en ese grandioso monu- mento, la más grande epopeya de todos los tiempos, la Ilíada, don- de Homero se complace en enumerar y describir las heridas que sus héroes reciben en la sin igual tragedia de dos naciones, ha- biendo inspirado al cirujano Malsaigne la idea de realizar en ella un estudio anátomo-fisiológico; esto comprueba que existe en la (1) Tiberio Avila: **Anatom. y Fisiolog, para uso de Artistas?””, t. 1, pág. 14. Xx Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 125 Iliada por parte de su autor, un profundo conocimiento de las re- giones por donde fácilmente el alma abandona su cárcel; las he- ridas de sus combatientes son por regla general mortales. Estos conocimientos se depuran, abandonan el campo de las puras ciencias y penetran en el del Arte, así Hipócrates en el si- glo V dirá: ““Algunos médicos y algunos sofistas dicen que es imposible saber la medicina si no se conoce lo que es el hombre y de que manera su cuerpo está constituído: en cuanto a mí pienso que cuanto esos médicos han dicho o eserito sobre la naturaleza del cuerpo humano pertenecen menos a la medicina que al arte de la pintura””. (1) Pero hemos de observar en esta afirmación que ya estamos de lHeno en el gran siglo, que ya no estamos en presencia de un arte que se esboza, que lentamente se forma, sino que inimi- table y perfecta la escultura es la Grecia inmortal. Además Hi- pócrates dedicó a Apolo en el templo de Delfos un esqueleto de bronce, y escribió también “sobre el uso y belleza de las diferentes “partes del cuerpo humano”” de acuerdo tal vez con las exigencias de médicos y artistas. ““La época que preeedió a Aristóteles, dice Gegenbaur, no ha sido del todo extraña a la anatomía, sólo que a nosotros nos faltan los documentos ciertos; algunos de los que conocemos es por re- ferencias de autores posteriores. Los conocimientos anatómicos parecen haber sido difundidcs, sobre todo entre los pitagóricos, a los cuales pertenecen Empédocles de Agrigento y Anaxágoras de Clazomene. Demócrito de Abdera de la escuela ecléctica, era tam- bién célebre anatomista.*? (2) Pero si de todas las épocas, en el arte escultórico, nos faltan obras auténticas que atestiguen un pro- fundo conocimiento anatómico, y ello es de lamentar grandemente, nos han quedado copias de muchas de ellas, las cuales acusan el tecnicismo artístico, el dominio acabado de una ciencia adquirida por observación directa en las palestras, en los gimnasios, en los juegos públicos, en fin, donde quiera que la forma surgía bella y perfecta haciendo nacer en cada artista la justa aspiración de reproducirla en sus mármoles y bronces. Nada existe sobre la faz de la tierra que siendo verdaderamente (1) Cita de Tiberio Avila: **Anatomía y Fisiología para uso de Ar- tistas?”, t. I, págy 15. ; (2) Cita de T. A.: **Anatomía y Fisiolog. para uso de Artistas?””, t. 1, pág. 16. 125 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. erande haya escapado a la crítica, benigna o acerada de los hom- bres; Homero, verdadero foco de donde irradia la cultura antigua, ha merecido la más minuciosa atención por parte de apasionados: artistas y críticos; para que el teatro griego ocupase tan alto lu- gar preciso fué sondearlo con mano segura y espíritu entero; no había de ser menos la estatuaria en que brillan tantos preclaros maestros, encontrando también y en profusión, quienes hayan es- cudriñado cada uno de sus aspectos en sus menores detalles, sea poeta para cantarla, filósofo para descubrir sus enigmas o anato- mista para señalar las fuentes a una ciencia relativmente nueva. La antropología no había de permanecer inerte ante estudios ta- les; así fijándose en la conformación cefálica señaló dos grandes divisiones para la agrupación de las esculturas: los Apolos, las Ve- nus; las Gracias y las Musas son dolicocéfalas, en tantos Hércules y Sileno son braquicáfalos, del mismo modo los trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides que como Pericles, Aristóteles y Demóstenes pertenecen al primer tipo y Sócrates al segundo. Esas formas de cabeza servían para distinguir al verdadero heleno del pelasgo braquicéfalo, las divinidades rústicas y los pueblos calificados por los griegos de bárbaros. Hasta hace poco se pensaba que una cabeza de notables propor- ciones era indicio infalibie de una gran inteligencia; así lo pen- saron también los escultores antiguos por eso dieron a Zeus, Hera, Palas Apolo y Esculapio cabezas relativamente grandes si las comparamos con las de Hermes, Arés, Plutón y Poseidón. Esa diferencia de tamaño se nota más aún si la comparación se hace con las cabezas de Heracles, Dionisos y Sileno. En la actualidad, a pesar de tantas y tantas discusiones como se han mantenido acerca de si la mujer es más o menos inteligente que el hombre, si es apta o no para las altas pesquisas en las Cien- cias y en las Artes, si debe o no ocupar un puesto intelectualmen- te al lado de su semejante el hombre, no se ha llegado a una conelu- sión categórica, ni siquiera a mantener un criterio sin oscilaciones hacia uno u otro campo. Los antiguos si no hicieron la superio- ridad o igualdad de la mujer asunto de dialéctica (la vida de la mujer encerrada en el gineceo no lo permitía), tácitamente. con- sagraron esa disputada igualdad y si aleuna mujer sobresalía, como la milesia Aspasia, se le reconocían sus méritos. Tal vez se nos objetará que la índole especial con que suele presentársenos Aspasia permitía ese reconocimiento; no es ese punto a dilucidar Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 127 en este trabajo, el hecho existe y en sus consecuencias lo tomamos, baste decir que “Sócrates la honraba, Jenofonte la respetaba y Pericles la tomaba por espcsa*”. Croiset en las ““Democracias Antiguas””, Cap. III dice: *““la mujer es con más frecuencia de lo que pudiera creerse la asociada y la amiga de su marido; más de una parece que ha sido el verdadero señor de su casa””. Ese pue- blo al cual no escapaba un: detalle que pudicra mostrar no sólo la individualidad, sino también la genealogía y jerarquía de sus dio- ses y héroes immortaliza en el mármol ese reino tantas veces dis- _cutido. ¡Sus escultores nos muestran representantes femeninos que habiendo alcanzado los más altos grados de sabiduría presentan su cabeza perfectamente desarrollada como Hera y Palas (más pe- queña con respecto a su estatura en Venus, Diana, etc.). ¿Su escaso número significará que esas diosas constituyen, únicas y ex- elusivas, la excepción? No queremos interpretarlo así ya que en todo tiempo y en todos los pueblos existieron en uno y otro sexo representantes sin merecer integrar el grupo, medianías e indivi- duos capaces de alcanzar prominente lugar en el campo de las elevadas disquisiciones intelectuales. ¿Conocieron los griegos la significación del ángulo facial? To- dos sabemos qué queremos expresar por ángulo facial: esa línea que pasando por el borde inferior de las fosas nasales llega al agujero auditivo externo y que forma ángulo con otra que desli- zándose a lo largo del perfil toca por la parte inferior el borde de las fosas nasales y por la superior la parte más saliente de la frente, dependiendo como claramente se ve la abertura angular de la elevación de la frente y de la situación más o menos alta del agujero auditivo. Se ha afirmado que la medida de ese ángulo facial es un medio para reconocer y determinar científicamente el nivel relativo de las facultades intelectuals de los individuos, co- rrespondiendo el más elevado lugar en la “escala zoológica a aquellos seres que lo presentan con una abertura mayor. Debemos la invención de este ingenioso procedimiento intelec- tométrico al holandés Pedro Camper, quien sólo lo útlilizó como medida craneal para clasificar esqueletos de vertebrados. Esas ob- servaciones del pasado siglo fueron después comprobadas con gran exactitud. Tal parece que los griegos tuvieron conciencia de ese que aparece descubrimiento demasiado reciente. Sea de ello lo que fuere, podemos decir que pueblo de intuiciones maravillosas lo presintió por completo presentándolo en sus obras con la serena 123 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. seguridad de lo verdadero, sin caer en falta ni una sola vez; lle- gando en los dioses mayores hasta 90%, abertura con la cual corre parejas, la belleza, la nobleza y la inteligencia, en oposición mani- fiesta con la abertura menor, dada por una frente deprimida, que encontramos en Dionisos y Heracles y mucho más limitada en los faunos y sátiros menos inteligentes también. La cabellera es un detalle bien observado y mejor llevado a la práctica por los griegos: atada a la nuca la tienen Venus y Arte- mis; Apolo y Dionisos la dejan libre flotar por sus hombros; Zeus, del Olimpo soberano, la levanta sobre la frente formando tupé y después dividida desciende en bucles. Largos y como húmedos son, los cabellos de las divinidades que moran en el claro seno de las aguas; erizados y retorcidos en sus extremos, como exaltadas son sus pasiones, como quebrados son los senderos que los conducen al logro de sus deseos, en los sátiros y faunos. Hasta en el culto encontramos un lugar reservado a la cabelle- ra: se ofrecía en sacrificio a los dioses; se cortaba y arrojaba en la pira funeraria en holocausto al amor conyugal o a la amistad, tal lo podemos ver cuando el valeroso hijo de Tetis, el de ligera planta. Aquiles, pues, no debiendo a la patria volver, él mismo lo dice: ARAN TA do mi cabellera al heroico Patroclo, al dulce amigo daré porque la lleve al hondo averno para “menotia nia nd as Y no sólo Aquiles, sino todos sus amigos llevando el cadáver ES OREA encima derramaban parte del cabello que cortado se habían todos en solemne rito. (1) Las antiguas esculturas griegas ofrecen sus frentes como ancho campo abierto a la inquisitiva mirada de los frenólogos. Júpiter y todos los dioses mayores, presentan bien marcadas la anchura, (1) Homero: “La lliada”?. Traducción de Gómez Hermosilla, t. II, Cap. XXIITI, versos 253, 254, 269, al 272; 238, 239 y 240. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 1:29 elevación media y perpendicular, denotando sabiduría y elevado carácter. La línea inferior de la frente se prolonga insensible- mente, sin interrupción sobre la raíz de la nariz, dando lugar a ese perfil clásico tantas veces admirado cuantas veces discutido. ¿Es creación de las febriles mentes de los escultores que apa- sionados por su raza quieren legar a sus sucesores un depurado tipo de belleza? ¿Era en realidad el perfil propio de ese privile- giado pueblo, y la misión de los artistas se reducía a copiarlo ? Es fácil encontrar en la actualidad no sólo en Grecia, sino en- tre los habitantes de otros pueblos individuos presentando dicho perfil; por eso es lógico creer que los artistas teniendo modelos de maravillosas cabezas, considerándolas perfectas las idealizaran un tanto dándoles esa expresión inmaterial, tan severa y atrayente. La pasión de la cólera entre los sabios, artistas y poetas de la antigúedad tenía su asiento en la nariz, de ahí que el Apolo del Belvedere nos la muestre en las dilatadas ventanas de la misma; el dios colérico contempla como se aleja la serpiente Pitón que acaba de herir con su flecha. Las cejas sólo complemento estético de los ojos, según unos, defensa fisiológica según otros, imprimen a la fisonomía carácter y expresión. Sus movimientos revelan las más encontradas pa- siones que puedan agitar al individuo; de este modo: si Zeus frun- ce las cejas, el Olimpo se extremece; tal lo consigna Homero, Ilíada, libro 1, ““el hijo de Saturno frunció las negras cejas, la di- vina cabellera agitóse en su cabeza inmortal y el vasto Olimpo tembló””. Con respecto a la representación de las cejas en la composición de arte tenemos que los griegos mediante un convencionalismo dis- tinguieron el tipo de la divinidad en la uniforme blancura del mármol, y por eso como dice Mengs: *“lo recto de las cejas no es buena regla para distinguir los tiempos, pues los antiguos se ser- vían de este carácter para mostrar el color de ellas y para darles expresión. Para explicar la seriedad que da el ser negras debie- ron hacerlas con un ángulo muy agudo en el sobrecejo y así lo vemos practicado constantemente en todas las cabezas de Júpiter. En las divinidades de pelo rubio, al contrario, se ve el ángulo mu- cho más obtuso””. (1), (1) Tomado de T. Avila: Anatom. y Fisiolog. para uso de los Artistas, t. IL, pág. 27. 130 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Todos los sentimientos del alma al igual que las impresiones de los sentidos se muestran al exterior en el individuo, sobre todo en la cara y más especialmente en los ojos; de ellos depende en gran parte la expresión del rostro del individuo: de inconstancia y voluptuosidad si se presentan un tanto oblícuos; condiciones morales en perfecto equilibrio si su dirección es paralela a la línea del horizonte. En los distintos reimos de la Naturaleza la diree- ción de las líneas predominantes produce semejantes impresiones. ““En algunos grandes árboles, como el cedro, sus ramas horizonta- les nos indican la energía que resiste a las tempestades y una es- pecie de tranquilidad vegetal unida a la majestad de la fuerza que se hace patente sobre todo cuando se compara con el aspecto me- lancólico del abeto cuyas ramas se inclinan al suelo, o al carácter tierno de ese árbol melenudo que la poesía popular llama el sauce llorón””. (2) Las líneas oblícuas hacia abajo de estos árboles ex- presan las ideas de meditación y recogimiento. Y los sentimien- tos expresados por ellas encontraron su representación en la en- cantadora religión de los griegos en aquellas que diosas y todo se aprestaron a disputar el premio de la belleza en aquel legendario concurso donde el troyano Paris, simple mortal, al fungir de juez preparó con su voto la horrible contienda de dos pueblos igual- mente fuertes e igualmente grandes, aqueos y troyanos. Venus, al quedar vencedora se constituye en natural protectora de los co- terráneos del para ellos funesto París; Palas y Hera, las vencidas patrocinaron la causa de los al fin triunfantes aqueos. Los ojos, ese ornamento de la cara, esa nota de expresión tan poderosa, como todo lo que es exponente de vida pasan por inevi- table progreso: los antiguos egipcios y los artistas del Oriente los esculpían superficialmente, de frente siempre, aun cuando la figu- ra se presentase de perfil; frecuentemente se incrustaban con otras materias de colores dando así un extraño detalle viviente a la fiso- nomía grave e inmóvil de la escultura, detalle que también puede encontrarse en alguna estatua griega no sólo en los primeros pe- ríodos sino también en la més grandiosa obra del genial maestro del siglo V, en la Partenos encontramos los ojos de piedras pre- ciosas. Los escultores griegos ya por ser detalle común en sus modelos, (2) Tomado de T. Avila: Anatom. y Fisiolog. para uso de los Artistas, Ll pága 125 Blanca H. de la Iglesia: Scopas. doll ya porque buscasen una estética especial, o porque persiguiesen efectos de claro-obscuro, presentaban los ojos de sus esculturas bas- tante hundidos, y son esos ojos los que dan a conocer las cabezas de sus dioses, pequeños y el párpado inferior algo elevado para expresar gracia y languidez en Venus; grandes y de párpados ba- jos en Minerva; abiertos y redondos en Juno. Júpiter, Neptuno y Apolo los tienen grandes y casi redondos. Generalmente las pupilas se dejan en hueco con un punto de relieve donde ha de herir fuertemente la luz. En las estatuas griegas la barbilla es prominente, presentando algunas una pequeña depresión la cual, como hace notar Winkel- mann no debe ser tomada como signo distintivo de sublime belleza, sino más bien como carácter individual, comprobándose esto en la Venus de Médicis. “Por eso no es visible en la Niobe ni en sus hijas, ni en la Ceres de las medallas de Metaponte, ni en la Pro- serpina de las de Siracusa, que son las figuras de mujer más be- llas. Sucede lo mismo en las estatuas más hermosas de hombre. No la tiene el Apolo del Vaticano, ni el Meleagro del Belvedere, ni eh Baco de la Villa Médicis, ni otras cabezas ideales que se ofrecen a nuestra admiración””. (1) Uno de los detalles más tenidos en cuenta por los artistas grie- gos es el que se refiere al cuello; éste es tanto más bello cuanto más regular sea, así la Venus de Milo, esa maravilla que reapa- recía ante los conquistadores de la belleza antigua, en el mismo año que el infortunado suelo, que si acaso no la vió nacer la con- servó para encanto nuestro y tormento de mujeres bellas, trataba de rescatar por todos los medios su libertad de los sectarios de Mahoma, nos presenta un cuello casi cilíndrico, considerado como prototipo de los cuellos femeninos. Bellísima es también la gar- ganta de Niobe. De tal modo da carácter el cuello que Venus dis- frazada de vieja puede ser reconocida por Helena, merced a la hermosura de su garganta y al sin par brillo de sus ojos. Indicio de fuerza es un pecho desarrollado y su elevación, siempre que no rebase los límites de lo normal, es un signo de belleza. Grande importancia le concedieron los artistas clásicos legándonos acabados modelos de desarrollo, perfección y belleza con (1) Tomado de T. Avila: ““Anat. y Fisiolog. para uso de los Artistas, t. IT, pág. 38. 182 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. el Diadúmenos de Policleto, el En de Lisipo, el Hermes de Praxiteles, el Laocoonte, etc. La representación de las venas en la estatuaria es conquista del más acabado período del arte griego. Entre los egipcios y pueblos del Oriente difícilmente se encuentra; este detalle pudié- ramos señalar como característico, distintivo de esa escultura en perfecto reposo y donde el ritmo del movimiento se lleva al infi- nito. En el período arcaico de la escultura griega tropezamos de nuevo con esa tendencia ¡que tanto cuesta emanciparse de la vieja tradición! ¡Sin embargo, el griego, poseedor como ningún pueblo en lo antiguo del espíritu de independencia y libertad, incansable y valeroso guerrero pronto se apresta a la lucha y no halla reposo en tanto no cree ha conseguido su ideal, de ahí que en corto plazo, tres siglos a lo sumo, alcanzara el más grande éxito en todos los órdenes de la actividad humana. Esa supresión del relieve venoso, se explica en las grandes ma- ravillas que en las cellas del Partenón y del templo de Olimpia recibían el homenaje y adoración de los mortales; les robarían su inimitable ideal belleza, y por otra parte, ellos, los dioses, no las ne- cesitan. Discretamente vemos las venas ir apareciendo en los héroes, en los gladiadores, pero es preciso llegar a Lisipo y a la época ro- mana para encontrarlas con humana naturalidad representadas; así pueden observarse fuertemente pronunciadas en el Laocoonte, cuyos miembros se crispan en un horrible espasmo de dolor, y también en el Gladiador Moribundo del Museo Campidoglio. En la actualidad no es posible desconocer el juego de los músculos del rostro a los artistas del mármol; la orientación que ha tomado la escultura casi exclusivamente civil y de retrato y la índole compleja de nuestra civilización piden un minucioso co- nocimiento anatómico. Ya no se puede ignorar que para que la alegría se imprima al rostro es el zigomático mayor el que debe funcionar, y según Duchenne, para que esa risa no resulte falsa debe a la vez contraerse el orbicular inferior, de ahí que en este trabajo, aunque alejándonos aparentemente del asunto, nos ocu- pemos ligeramente del funcionamiento de los músculos correspon- dientes a algunos sentimientos. Curioso resulta el comportamien- to del zigomático mayor; en él no influye la voluntad, pues sólo le mueven las afecciones del alma. Su acción asociada a otros músculos, como el del dolor, produce la sonrisa melancólica; la A Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 133 sonrisa húmeda en lágrimas y también la risa amarga, revelado- ra de un profundo sentimiento de dolor moral. En cambio, la expresión del enternecimiento, la compasión, la simpatía, la aflic- ción y a veces el llanto está encomendada al zigomático menor, el cual asociado a su vez al elevador común del labio y al elevador propio del labio produce el llanto; pero si a esos músculos se añade la acción del superciliar el llanto resulta doloroso, como está fielmente expresado en el Laocoonte. Los sentimientos tristes, las pasiones dolorosas y sombrías son expresadas especialmente por los músculos motores del labio su- perior. A la feliz labor de M. Duchenne en 1862 se debe la demostra- ción científica de la relación existente entre cada músculo facial y una expresión determinada. Antes de él se analizaban más o menos fisiológicamente y en relación con el fin artístico. Duchen- ne aplicaba los reóforos de una pila eléctrica sobre cada uno de los músculos faciales obteniendo diferentes expresiones. Pero co- mo la impresión producida por la electricidad sobre el rostro de los individuos quedaba modificada por la expresión personal se convenció de que mientras no pudiese disponer de un individuo cuyos músculos obedeciesen pasivamente a la corriente eléctrica sus resultados serían siempre considerados poco menos que nu- los. Por fin pudo disponer para sus experiencias de un sujeto ya anciano atacado de anestesia facial. Ya era un paso de avance notable, pero su buena suerte le hizo encontrar y poder disponer de un joven, artista teatral notable al par que anatomista, el cual ya había hecho ensayos sobre las expresiones en sí mismo. Du- chenne pudo comparar las experiencias sobre este individuo con las realizadas en el anciano fijándolas por medio de fotografías temadas por él mismo para mayor exactitud y seguridad, permi- tiéndole llegar a estas conclusiones: el músculo frontal es el de la atención y asombro; a la contracción del orbicular orbitario superior y el orbicular palpebral corresponde la expresión de la reflexión, meditación; la del superciliar produce el sentimiento del dolor; la del zigomático maycr la risa; el triangular de los labios corresponde al desprecio; el cuadrado del mentón al disgusto, etc. Consiguió Duchenne lo que se propuso: averiguar sobre cuales músculos influye la voluntad para producir el gesto correspondiente. Hoy nos permitimos asegurar que en cada músculo tiene asien- to una expresión, pudiendo cada uno actuar en combinación con 134 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. otros que pudiéramos llamar concordantes, siendo imposible, por otra parte, la función combinada de algunos músculos, como es imposible también la unión de dos sentimientos opuestos. La representación en la escultura de este juego de los múscu- los del rostro no fué recurso obligado de los maestros de la buena época, porque ellos preferían expresar las pasiones y los senti- mientos sólo por las líneas del rostro. Pero ellos sí representaron en el mármol con toda fidelidad cuanto al movimiento, al juego de las articulaciones se refiere. Aquellos Apolos de piernas uni- das y brazos caídos en el transcurso de aleunos siglos vencen su pereza y aun con bastante timidez les vemos avanzar una pierna, separar las manos del torso, ladear un poco la cabeza hasta que Mirón rompiendo para siempre los antiguos moldes da comienzo a la era esplendorosa que habían de coronar dignamente Scopas y Praxiteles. El Discóbolo presenta un cuerpo exactamente anatomizado, del mismo modo que el sátiro Marsyas acusa en lo marcado de sus músculos, en sus rodillas, en los pies, ete., un conocimiento de la anatomía bastante perfecto. Ese tórax revela el conocimiento, la observación concienzuda de las modificaciones que en él imprimen los actos de la respiración, actos a que van unidos también la ex- presión de las emociones; la sorpresa en Marsyas está representa- da con naturalidad pasmosa. Dejando a un lado a Fidias, excelso escultor de dioses, es Po- licleto quien recogiendo cuanto en siglos anteriores contribuyó al progreso, establece un Canon cuya copia mejor conservada es la del Museo de Nápoles. El Doríforo de Policleto; el Idolino de Licios y el Discóbolo de Alcamenes son del mismo tipo; sin embargo, notamos que el Do- ríforo muestra un exagerado relieve, como corresponde a la obra que ha de ser vaciada en bronce, la cual al ser copiada en már- mol acusa más las uniones de las distintas regiones del cuerpo. El Idolino fué copiado en bronce; aparece más fino, delicado, des- cartando la parte de esta delicadeza que corresponde a su mayor juventud. El Discóbolo de Alcamenes desde su origen realizado en mármol nos presenta los relieves del pecho y las caderas me- nos acentuados. La articulación de las rodillas en todos está hábilmente reali- zada; la posición que Stratz denomina “de caderas”? revela maes- tría y está copiada con perfecta naturalidad. Las tres estatuas Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 135 tienen el cabello corto y rizado, labios carnosos, frente ancha y nariz recta. Son los detalles característicos de la época. Los músculos del cuerpo hallaron fiel interpretación en los ar- tistas clásicos. Con sus estatuas podemos formar la más extensa gama. Y no sólo en las obras de los períodos de esplendor; en el período arcaico, tomando como tipo de comparación los Apolos veremos que en el de Tera la cabeza no se aparta de la ley de fron- talidad, sus facciones tienen la fijeza de lo sin vida; su cuerpo ajustado al modelo egipcio le hace aparecer a primera vista más antiguo, sobre todo porque conserva el antiguo estilo de la talla en madera. Sus formas son redondeadas y sus contornos despro- vistos de líneas agudas. Los brazos pendientes a lo largo del cuerpo sólo se separan un poco a la altura del codo. Ha llegado a nosotros hasta la mitad del muslo. Los músculos de toda la figura bastante mal observados, en corto tiempo, los vemos pro- egresar notablemente en el de Tenea, presentando en la articula- ción de la rodilla sus tres prominencias. La pierna en su conjun- to se ajusta a las; reslas del natural; el tobillo se afina, la panto- rrilla eleva sus músculos señalando con bastante claridad el borde de la tibia. Notable prosreso podemos observar de uno a otro Apolo en las extremidades superiores y en los músculos del tronco; pero en cuanto al movimiento audaz en la figura, esfuerzo por despojarse del pasado inmóvil y presentar los adecuados detalles de la vida, ninguno que deba la escultura mirar con más amor, por lo mismo que en remotos tiempos y sin precedente alguno se presenta, que el del erupo de los eginetas, donde al guerrero he- rido, al intentar romper con las características de su período con- serva la posición de frontalidad desde los pies al ombligo y el resto del cuerpo se mueve aunque sin naturalidad. Los Tiranicidas al dar un ejemplo del valor de dos ciudadanos frente a los ultrajes de un enecumbrado parecen indicar a todos, ciudadanos y artistas de la independiente Grecia el camino de la heroica libertad sin trabas ni yugo alguno. Mirón en el período de transición recorrerá aleo más en la sen- da del progreso; pero Polieleto es quien, sin disputa aleuna, ahon- dando más el surco del naturalismo lleva al arte escultórico a in- discutible progreso. No se piensa en esa era tantas veces prometida y con tantas an- sias esperada, sin que acto seguido al labio acuda el nombre de 136 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. los grandes maestros que ilustraron tan vigorosa florescencia es- cultórica: Praxiteles, Scopas y Lisipo. El Hermes, del primero de estos genios, de gracia maravillosa, hallado en las excavaciones de Olimpia, en el mismo lugar donde lo vió Pausanias, es la genuina representación del suave modela- do en que ni el más nimio detalle acusa un leve defecto anatómico. Las formas ya no se presentan ofreciendo aquella notable sucesión de planos a que respondían las estatuas hastal el período anterior; se sienten blandas; la marmórea superficie hace concebir una piel delicada y tibia. En el Hermes encuéntrase acentuada la promi- nencia ilíaca, ello es un carácter de virilidad, pero las líneas de la pelvis en sucesiva fusión de músculos acusan una maravillosa observación del natural. La estatua en conjunto revela un tecni- cismo llevado a la perfección, provocando en quien la contempla .n encanto y seducción inexplicables. Se ha tratado de restaurar dándole piernas a Hermes y brazos al niño. En la Venus de Cnido encontramos la inimitable representa- ción de un bello cuerpo viviente; tal como corresponde a la que es diosa del amor y al sentimiento griego elevado y sutil; apasio- nados por la belleza habían de brindar al más bello y tierno de los sentimientos la más acabada prisión, el más encantador cuerpo. Del tronco a los muslos los músculos se suceden insensiblemente; sus extremidades inferiores de formas redondeadas y articulacio- nes estrechas cual a un cuerpo femenino corresponden, no se apar- tan ni un ápice de los principios anatómicos; sus talones delicados y estrechos, por un proceso natural de la imaginación se acusan con tenue color de rosa cual si la vida los animara. Así como el Hermes praxitélico es la transformación realizada por un artista, en un período de cambiantes ideas religiosas, de un dios en un mancebo brindando uvas a Dionisos, y Friné le sir- vió, para copiando a la diosa, introducir el desnudo femenino en el arte, el delicado muchacho que se distrae intentando matar un lagarto es la humana representación del mito de Apolo cuando priva de vida a la serpiente Pitón. Este Apolo Sauróctono, aun- que delicadamente conformado, lo mismo que el Hermes, muestra a nuestra consideración, exactitud en sus detalles anatómicos: el movimiento espontáneo del brazo izquierdo que busca su punto de apoyo a la altura del rostro, el movimiento de los hombros, la sua- ve flexión de todas sus líneas revelan la energía en potencia que acumula este joven dios. La rodilla es una maravilla de ejecu- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 137 ción y la especial posición en que lo ha colocado el autor da la clara percepción del movimiento libre y natural; esta casi feme- nil creación es la que da patente en la Historia del Arte a la fran- ca posición isquiática. Por último, podemos decir: que Mirón con el Discóbolo, y el Sátiro de Praxiteles eruzando las piernas y un brazo descansando en la cadera consiguen lo que pretendió Akermos con su Artemis alada: libertar el Arte de la Escultura del quietismo, ese pesado legado del arte Oriental. Dejando a un lado a Scopas para quien reservamos prominente lugar en este trabajo, digamos algo de Lisipo, el único escultor por quien Alejandro quería ser retratado ““porque este artista figuró con la mayor viveza aquella ligera inclinación del cuello al lado izquierdo y aquella flexibilidad de ojos que con tanto cuidado procuraron imitar después muchos de sus sucesores y amigos. (1) Lisipo, modificando con su Apoxiómenos el Canon de Policle- to revive algo de la estructura ya pasada en el cuerpo de sus hé- roes, como el corte de pelvis antiguo, e introduce la mierocefalia en el Arte. De él no conocemos obras originales que nos permitan apreciar esas alteraciones, sin embargo, podemos decir que men- cionadas por Plinio y **realizadas a conciencia?” tienen su razón de ser si consideramos la altura a que eran colocadas sus obras, por eso el Apoxiómenos sobre una alta columna de la Palestra *“la cabeza perdida en el espacio hubo de ser empequeñecida, y las piernas, sobre todo los muslos tuvieron que ser prolongados, para que vistos de abajo causasen la impresión del natural. (2) Ei Hércules Farnesio, que según Woermann, se debe al cincel del artista Gel vigor muscular, tiene el tamaño natural; muestra los músculos de todo su cuerpo en la plenitud de su desarrollo sin faltar por eso a la armonía total de la figura, pudiéndose admirar en él la notable observación y perfecta ejecución del sistema vas- cular en toda la superficie del cuerpo. En ese msmo siglo IV las graciosas y fráziles figuras de Tana- gra y Beocia delicadamente bellas constituyen un arte costumbris- ta, carácter al cual debemos agradecer el conocimiento preciso de la época. A partir de Lisipo toma el Arte la denominación de helenístico, (1) Plutarco: “Las Vidas Paralelas””, t. IV, pág. 8, 1916. (2) Stratz: *“La Figura Humana; en el Arte””, pág. 94. 138 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. significando con ella cuánta es su extensión, sin degeneración de ninguna clase; antes, al contrario, es a ese período al que debe- mos poder contar entre el antiguo legado el verdadero retrato es- +altórico y la representación de aquellas edades que por poco be- llas y por poco precisas quedaron excluídas del cincel de los gran- des maestros: la ancianidad y la infancia. Es en este período cuando aparece interpretada en todo su esplendente encanto esa feliz edad todo risas, alborozo y juegos en la cual si acaso el llanto aparece con presteza huye, evaporándose al nacer el aljofarado rocío que entre sus pestañas brota. En este período de verdadero arte va lentamente palideciendo hasta acabar por sumirse en peligroso letargo; sin perder nada de su majestuosidad, como el sol desciende a su ocaso derramando aún luz, tal vez sus más fructíferos rayos. É IV LOS FILÓSOFOS Y LOS SOFISTAS, NUEVA ORIENTACIÓN DEL ARTE La sofística había despertado el sen- tido de la observación de los carac- teres y temperamentos y la escultura imitó hasta célebres inscripciones de sofistas, como Heracles entre el vicio y la virtud. (1) CURTIUS. Los primitivos habitantes de la Hélada al crear los dioses que habían de habitar el Olimpo y los mitos con ellos y los mortales relacionados, tal parece quisieran fijar una serie para cada época de su historia, en armonía con las ideas que habían de predominar en los distintos siglos. En realidad, debemos decir, esas creencias no son más que el reflejo de las ideas predominantes en cada épo- ca, nacidas de las necesidades de la existencia. Desde la edad más remota hasta el siglo X A. C. ¿qué creían, qué temían y qué amaban los griegos? Si difícil es saberlo con certeza no lo es tanto conjeturarlo; la sencillez de toda vida pri- mitiva; el constante contacto con la Naturaleza; la dependencia íntima entre el hombre y su medio natural originan ese temor que (1) Curtius: ““Historia de Grecia”?, t. VII, pág. 386. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 159 los inexplicables fenómenos naturales despiertan en un alma vir- gen de toda experiencia. Lentamente comienza el individuo a in- terpretar a su modo esas fuerzas misteriosas y a cavilar sobre él cómo las dispondrá a su favor, interpretación que en Grecia por virtud de ese especial carácter de su pueblo, extraño a la medita- ción, atraído sólo por io especulativo sufre una modificación : 1as simples observaciones de ayer se transforman en creencias asimila- das completamente a sus pensamientos y pasiones, de ahí que 2 temible poder antes impersonal y desconocido aparezca como lg voluntad de seres superiores, pero a ellos semejantes; así surge a la vida el antropomorfismo de tan fructíferos resultados al Arte. Ya del siglo X al VIII A. C. son esos dioses los que gobiernan el mundo. Homero y Hesíodo, que según Heródoto constituyeron la, ciencia de los dioses, mos los muestran como los reyes del cielo y de los infiernos gobernando sus pueblos con una mezcla de ra- zón, inteligencia, justicia, benevolencia y de las pasiones que agi- tan a los hombres. Surgen los mitos que el tiempo tamiza, la in- teligencia depura y la fantasía adorna y agiganta; la vida está llena de encanto pero también de sinsabores sin cuento y los mitos se adaptan a cada una de sus fases. Como dice Miiller, las ideas religiosas de Homero adaptábanse a una época en que los más distinguidos y los más cultos se dedicaban a los ejercicios de las armas y a discutir sobre los negocios públicos, esto es, a la época heroica. Así van llegando al siglo Y donde los dioses mayores tienen una personalidad precisa a la cual Fidias se encarga de dar fiso- nomía; así son sobrenaturales, magnánimos, grandes y bellos eo- mo Atenea y Zeus; así mismo Esquilo nos los presenta en la esce- na. Siglo portentoso no amagado por serios temores, en el mismo suelo griego en que la inteligencia, la riqueza y el Arte recrean los sentidos, encantan la existencia. Nada delicado y bello perdura. Verdad es que la niñez, la más hermosa parte de la existencia rápidamente se esfuma; los ideales forjados en la juventud presto se pierden y al final sin ideales ni juventud se contempla la propia alma hecha girones en el camino. Tal la Grecia, feliz en su infancia, gloriosa en su ju- ventud, alcanza a ver en medio de ese nismo siglo V tanto esplen- dor y maravilla tanta decaer. Los mitos ya no encuentran eco en el fondo de los corazones; poco a poco van perdiendo el dulzor del néctar recién libado en las rientes y floridas faldas del Himeto; 140 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la pureza de aquella rica miel, nueve veces menos dulce que la ambrosía y que al pie del Helicón gustara Hesíodo en los mismos labios de las Musas; ya no poseen su mágico encanto; ya no mues- tran su inimitable belleza. Es en sus colonias (siglo VI A. C.) donde Grecia ha de en- contrar la iniciación de prineypios demoledores, como en ellas tam- bién había hallado cuanto en Artes la elevara. Tales, en Mileto, afanoso busca la explicación del origen de las cosas fuera de la interpretación teológica colocando en inestable equilibrio el mundo de las leyendas. El vió fuerzas naturales allí donde Homero y Hesíodo veían dioses; creyó que el Universo era un organismo viviente y los dioses fueron para él las fuerzas mis-- mas de la Naturaleza, las causas que producen los fenómenos”” (1) de ahí que sin ponerse en contradicción con sus creencias pu- diera decir: todo está lleno de divinidad. La filosofía cambiando incesantemente el elemento originario y primordial de las cosas, buscando paciente y constantemente la causa primera, ataca la religión en su fuente, pues, el mito se analiza sin piedad y de su fondo surge una nueva creencia, la cual siendo cuna de una futura ley, es, en cambio, tumba de un ideal presente. Elevándose cada vez más en el campo de lo científico se llegó a decir, ya en, el siglo V, “los dioses son una creación de la ima- ginación de los hombres atemorizados por las convulsiones de la corteza terrestre””. (2) Este grito surgido espontáneamente de las investigaciones de Demócrito infiere mortal herida al cada vez más vacilante templo griego, permitiéndonos con Duruy decir: “la imaginación y el sentimiento habían fundado el politeísmo y la ciencia le mató””. (3) Fué Demócrito con su teoría at: mística quien preparó el cami- no, quien trilló la senda por donde el escepticismo pronto se des- lizó, y el mismo Demócrito al recomendar el rehuir los enfadosos cuidados de la vida si se quiere ser feliz fué quien depositó en lo moral el germen del epicureísmo. Mas ¿Demócrito puede ser con- siderado culpable por tales consecuencias? Nunca podrá ser afir- mativo el juicio. Al desprenderse el espíritu griego de los lazos (1) Duruy: ““Historia de los Griegos?””, t. I, pág. 322. (2) V. Duruy: “Historia de los Griegos?”, t. II, pág. 278. (3) V. Duruy: ““Historia de los Griegos?””, t. II, pág. 278. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 141 de la antigua fe; al interrogarse a sí propio sobre los fenóme- nos de la aturaleza y sus causas; al avanzar tan sólo una lí- nea hacia el progreso científico Grecia incubaba en su seno, sin darse cuenta, el germen, fatal a sus dioses y a su fe, pero de fe- eundidad inconcebible a la posteridad. El pueblo dejó de ser niño para convertirse en adulto de ahí que cesasé el canto y comenzara la preocupación por los problemas serios de la existencia. ““Las doctrinas filosóficas de los primeros tiempos, dice Paul Janet, nacidas de la curiosidad y de la admiración, chocan unas con otras y armadas de la dialéctica se destrozan. La religión minada por los ataques de los filósofos, las burlas de los poetas y el buen sentido del pueblo pierde de día en día su autoridad o degenera cada vez más en torpe superstición. La antigua moral, que a decir verdad, no estaba exenta de dureza y barbarie, pero que producía costumbres fuertes y sencillas, se desmorona y cae por sí misma. El desarrollo exagerado de la democracia, la mul- tiplicidad de las revoluciones, el exceso de lujo, todo favorece la corrupción. Al final el Estado oscila entre la tiranía y la dema- gogia y no escapa de la primera sino para caer en la segunda o viceversa””. (1) Ese momento de incertidumbre fué el escogido por los sofistas para hacer su aparición triunfante, exponentes fieles del incesante socavar en el antiguo orden de cosas. La educación hasta entonces inconmovible en sus antiguos pi- lares acrecienta su esfera; a mediados del siglo V toma incre- mento inusitado y ante la terrible duda que al ánimo agita, des- pués de la transcendental y enorme interrogación formulada por los sofistas: ¿es posible en este mundo hacer afirmaciones absolu- tas? ¿nos encontramos en presencia de algo vago, impreciso, in- corpóreo, que no tiene más valor que el que queramos darle? La juventud ateniense se presta a medir sus fuerzas en el destructor torneo de una dialéctica mal dirigida, para la cual todo asunto forma lema a propósito para la argumentación. Ya la gimnástica ha olvidado su primitiva misión; ya no for- mará ágiles efebos, vigorosos ciudadanos, sino aspirará a propor- cionar bienestar individual; sus fines de objetivos se-transforman en subjetivos. La música sobre la cual había descansado hasta entonces la (1) Paul Janet: “Historia de la Ciencia Política””, t. 1, pág. 105. 142 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. severidad e integridad de la educación, auxiliar poderoso y eficaz del Estado sufre no menos profundas modificaciones, las cuales aceptadas con bastante timidez al principio acaban por enseño- rearse del espíritu popular. Aquellos cantos dóricos tan sencillos de que tan apasionado se muestra Aristófanes, son desplazados por otros que se adaptan perfectamente a los sentimientos dominantes en la época, requiriéndose preparación larga y agilidad prodigiosa para tañer los instrumentos, modulaciones nuevas y difíciles en la voz que canta. El ritmo, la medida, todo se complica expresando ya ligereza alada y sutil, ya pasión avasalladora, penetrando en el teatro con Eurípides. Con él las ideas puramente nacionales se echan a un lado para hacer espacio a temas más amplios que atañen a la humanidad entera, trazando de este modo su camino a la estatuaria. Se originan ciencias nuevas, como la lósica, retórica y gramá- tica que amplían la esfera de la enseñanza. Pero donde encontra- mos actuando con más vigoroso impulso el efecto demoledor de las nuevas ideas es allí, en el terreno escogido por los sofistas para hacer fructífera su simiente, allí donde el campo estaba verdadera- mente preparado, entre aquellos jóvenes que suspiraban por dis- tinguirse en la vida pública o que aspiraban a conseguir la feli- cidad. De este modo, el individualismo tomando cada vez mayores vuelos iba lentamente destruyendo cuanto era grato a los dioses. ¿Qué de extraño es, pues, que el viejo Aristófanes, apegado a las costumbres de sus antepasados y de su juventud hiciera vibrar en sus comedias con lamentable acento la angustia que a su alma laceraba? ¡qué de amargas lágrimas no habrán destilado sus cansados ojos! Cada cual piensa en un remedio para evitar tan grandes males, pero indiscutiblemente, nineuno más que Sócrates tuvo la visión clara de la verdadera fuente de donde emanaba tan lamentable corrupción, y al mismo tiempo que su clara inteligencia pudo vis- lumbrar, si no el principio que había de salvar su patria el que daría por siempre libertad a la humanidad, tuvo valor sin igual para acometer él sólo la empresa de acabar con el terrible mal encauzando las inteligencias por los derroteros de la moral. Só- crates se propuso ““aislar el sentido moral a cuyo alrededor los sofistas habían acumulado tantas nubes; buscó en el individuo lo que es la naturaleza humana””, (1) partiendo del ““conócete a ti (1) V. Duruy: “Historia de los Griegos””, t. III, pág. 24, Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 143 mismo” que a las miradas de todos se ofrecía en el frontis del templo de Delfos. , Mediante su palabra fácil y vigorosa '“a más de uno condujo por la senda de la virtud””; su fina ironía llevaba insensiblemente a confesar el error, a asegurarse en lo cierto. Y Sócrates, no ene- migo, sí contrario a los sofistas fué acusado de tal; aun más, lo que parece inconcebible, Aristófanes pudo confundir la labor nega- tiva de los sofistas con la verdaderamente filosófica del creador de la moral y ciencia humanas, tal vez cegado por el brillo de la dia- léctica sutil con que Sócrates revestía su religión filosófica? Por- que si es cierto que en principio Sócrates no difería de los sofis- tas, en la interpretación de las mismas máximas era completamen- te opuesto. Con Sócrates el hombre individual de los sofistas se engrandece, amplía su concepto y constituye el hombre transcen- dente universal. ¡Qué estupendo crimen cometido por un hom- bre! ¡Cuán laudable esfuerzo, cuán ruidoso triunfo el de los tres individuos que necesitaron su elevada posición para condenar a un hombre que se sabía mortal: así las más nobles aspiraciones de un individuo por proporcionar a sus contemporáneos el bienestar moral abre a sus sucesores el paraíso del sentimiento, inunda de celestes claridades cuanto de espiritual encierra el hombre. En el lento rodar de los tiempos quedó señalada una fecha, 399 A. C. y la hora en que la cieuta cumplió su misión fatal se- ñala el surgir poderoso de una vida hasta entonces desconocida. Los principios socráticos, rayos de luz en profundas tinieblas, to- mados más o menos al pie de la letra serán fuentes inagotables de donde se extraerán innúmeros sistemas filosóficos. Sólo otra fecha, aquella de la crucifixión de Cristo, sobrepuja a la que nos ocupa y nos muestran ambas que ya desde la cruz, ya sorbiendo cicuta se puede favorecer a la humanidad. Tratar de ahogar un princi- pio es arrojar materias combustibles a un incendio, es tratar de detener el rayo, es, en fin, probar que existe lo imposible. En esa situación las creepcias elaboradas ofrecen nuevas orien- taciones a las artes “vertiendo en los molaes tradiciones de las viejas leyendas la rica substancia de sus pensamientos formados por una cultura nobilísima y hechos sensibles a todos por la be- lleza de una forma incomparable'”. (1) “La Naturaleza, dice Paul de Saint Victor, entra en el teatro con Eurípides. Esquilo (1) A. Croiset: *““Las Democracias Antiguas””, pág. 155. 141 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y Sófocles por hallarse aun demasiado cerca de los dioses para condescender, no habían mostrado sino los aspectos grandiosos. Eurípides la pone de manifiesto en todos sus aspectos; hace que los sufrimientos se quejen, que los caracteres desfallezcan y que sangren las heridas; agita en todos sentidos a los cuerpos y a las almas y ex- trae del corazón, palpitantes, las pasiones que hasta entonces no habían sido expresadas?””. (1) Seopas y Praxiteles en la estatuaria serán los genuinos repre- sentantes de ese movimiento humanista; esencialmente religiosos y eminentemente delicados se ocuparán de preferencia de aquellos dioses cuyas pasiones los acerquen más a los hombres. No hemos de temer encontrar en ellos la actitud descompuesta de la pasión des- ordenada, sus motivos llegarán a sus límites, mas allí se detendrán, jamás osarán traspasar los umbrales de ese reino; la delicadeza, la exquisitez y gracia en los movimientos por parte de uno, la ex- presión atormentada en el rostro, el gesto apasionado, el movi- miento rápido, pero sin descomponerse, del otro constituirán la regla en este período. (Concluirá.) oo ———— (1) Paul de Saint Victor: ““Las dos Carátulas”? Eurípides. pág. 189. NUTRICION NITROGENADA DE LOS VEGETALES POR EL DR. CARLOS THEYE Profesor de Química En el mes de Septiembre del año pasado, Monsieur Lutz, profe- sor en la Facultad de Farmacia de París pronunció en una de las aulas de la Universidad (Sorbona) cuatro conferencias sobre la alimentación nitrogenada de los vegetales, estudiando la utiliza- ción del nitrógeno nítrico, del amoniacal, del orgánico y del at- mosférico; y la fijación de este último por las simbiosis bacterianas. A —Nutrición por el Nitrógeno nítrico. —Boussingault fué el primero que se ocupó de ella demostrando que las plantas absor- ben el nitrógeno nítrico. Examinemos los diferentes factores que intervienen en esa absorción. 1?—Naturaleza del vegetal: se ha demostrado la presencia de los nitratos en los tejidos de los vegetales por la acción de una solución de clorhidrato de cineonamina que forma un nitrato ama- rillo insoluble. Las experiencias de Capus demuestran la presen- cia de nitratos en todas las plantas, aún en los parásitos, aunque en éstas en proporción menor; en cambio en el tabaco se acumulan proporeiones enormes de nitratos. 22—Influencia del substratum: la acumulación de nitratos de- pende en segundo término de la naturaleza del terreno. En los bosques las plantas no absorben nitratos; por lo menos la cantidad de nitratos que esos suelos contienen es ínfima a causa de la gran cantidad de humos, que es un obstáculo para la nitrificación. 32—Intensidad de asimilación elorofiliana: este es un tercer punto que debe considerarse. En presencia de la luz solar, que es el momento de la mayor asimilación clorofiliana, la-planta no absor- be nitratos; pero sí en la oscuridad. En las plantas marchitas y por consiguiente sin clorofila los nitratos son abundantes. Transformación de los nitratos en las plantas.—Toca ahora con- siderar cómo esos nitratos absorbidos se transforman en las plan- tas. Según Godlewski los nitratos absorbidos se transforman en amidas en los tejidos, y éstas a su vez en materias proteicas. Esta 146 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. es en efecto una transformación conocida en las síntesis orgánicas, pasando primero las amidas a peptidos y polipeptidos. Pero otros experimentadores sostienen que esa formación intermedia de ami- das no existe; la cuestión no está pues dilucidada. Pero se sabe que en ausencia de la luz esa transformación es retardada o im- pedida; sin embargo en, presencia de azúcar la transformación en materias proteicas se realiza aún en la oscuridad. Repartición de los mtratos.—En los tejidos embrionarios no existen nitratos; pues la presencia del almidón impide la acumula- ción de los nitratos. En el comienzo de la vegetación los nitratos se encuentran en el tallo y persisten allí hasta después de presen- tarse la flor. En el momento de la fructificación es en las hojas donde se hace la transformación de los nitratos en materias pro- telcas. B.—Nutrición por las sales amomacales.—Por las experiencias realizadas se ha comprobado que ellas pueden ser absorbidas tan bien como el nitrógeno nítrico, con tal que la concentración de la solución no pase de 0,50 por 1000; el haber descuidado esta con- dición ha causado decepciones en' el empleo de las sales amoniaca- les; la adición de sales de calcio facilita esa absorción, aún en las soluciones concentradas. Absorción de los amomiacos compuestos o aminas.—Emplean- do soluciones de elorhidratos de aminas en arenas esterilizadas y bien lavadas se ha observado que las plantas fanerógamas absor- ben dichas sales, pero con la condición que el radical alcohólico R que sustituye al hidrógeno en el amoníaco para formar la amina sea de poco peso molecular; también se ha observado que las ami- nas primarias dan la mayor asimilación, por ejemplo (C3 H”) NH? dará mayor asimilación que (CH* N*). En las aminas aro- máticas cuando el nitrógeno se encuentra sobre el núcleo la ami- na es tóxica para las mucedíneas y muchas otras plantas; mien- tras que cuando el nitrógeno se halla en la cadena lateral como en la benzilamina C* H*-CH?-NH? ella no es tóxica. Las bases pi- rídicas no son asimilables; pero no son tóxicas. C.—Nutrición por el nitrógeno orgánico.—Los alcaloides tienen una verdadera función nutritiva y en casi todos los casos son absor- bidos. La experiencia ha demostrado que una solución de atropina al 1 p. 1000 es fácilmente absorbida y que se puede luego encontrar este alcaloide en los tejidos, de donde desaparece finalmente. C. Theye: Nutrición nitrogenada de los vegetales. 137 En 1898 Lutz operó en fanerógamas, en alvas y en hongos em- pleando como sostén arena bien lavada' y esterilizada por el calor; observó que el alcaloide aislada es tóxico, pero no cuando se halla en forma de sal. Según él los clorhidratos de quinina, de cocaína, de morfina no son nutritivos para esas plantas; pero Comére, ope- rando sobre algas, ha llegado a un resultado opuesto; es probable que éste empleara soluciones de concentración distinta a las de Lutz. La presencia de nitrógeno en combinación mineral facilita la absorción mineral del alcaloide por la planta. Una vez absorbido el alcaloide se transforma pasando a formar albuminoides, y éstos producen asparagina. El asparagina también es asimilable. Se- eún Frank otras amidas, como la urea lo son también; y Lutz ope- rando sobre algas y hongos observó que las amidas de la serie gra- sa son directamente asimilables, así como los ácidos amidados; mientras que las amidas aromáticas son tóxicas. De todo esto resulta que la cuestión de la asimilabilidad de las amidas está resuelto en un sentido positivo. Lutz ha hecho sobre honeos un estudio comparativo de la asi- milabilidad de amidas, aminas y nitrilos. De ello resulta que las primeras son las más asimilables, viniendo luego por orden las ami- nas y los nitrilos. D.—Fijación del: nitrógeno atmosférico por las simbiosis bacte- rianas.—Winograski se ha ocupado mucho del asunto y ha clasi- ficado esas bacterias en bacilos a y B El Clostridium Pasteuria- nus es un fermento butírico que proporciona ácido butírico y áci- do acético con desprendimiento de anhídrido carbónico y de hidró- geno. La temperatura máxima es de 30” y entonces la absorción de nitrógeno es mínima; la bacteria sin embargo resiste a una temperatura de 75". El Clostrídiun absorbe nitrógeno en un medio privado de oxí- geno sobre todo si se halla en presencia de dextrosa; con 1000 par- tes de glucosa puede fijar 1.5 de nitrógeno en cultivo anaerobio; pero en cultivo aerobio esa proporción de glucosa fija hasta 1.8 de nitrógeno. Los cultivos más enérgicos se obtienen con dextrosa, inulina y levulosa. Hay que tener en cuenta además la concen- tración de la solución de hidrato de carbono; a mayor concentra- ción corresponde un menor poder de absorción. El Clostridium se encuentra en las hojas muertas en descompo- sición ; ello explica por qué el humus natural es rico en nitrógeno. 148 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Al lado de los mierobios anaerobios existen microbios aerobios fijadores de nitrógeno. Esos trabajos se deben principalmente a Beyerinek, el cual establece 3 clases de bacterias: 1? micronitrófi- las; 2% mesonitrófilas; 3* polinitrófilas. De estas bacterias el Azo- tobacter chroococecum es la más importante; se encuentra en los terrenos fértiles y falta totalmente en los suelos ácidos. Un me- dio de cultivo muy favorable para esta bacteria es el siguiente: 100 gramos de agua 2 » Manito 2 centing, solución normal de fosfato potásico 2 gramos de gelosa y una temperatura de 300, La apariencia de la bacteria en el mieroscopio es cociforme. Después del azotobacter chroococeum coloca Beyerinck el Az20- tobacter agilis que es mesonitrófilo; y otra especie, el granulobacter sfericum fija por sí solo el nitrógeno, pero con más abundancia cuando se halla en presencia de azotobacter. A esas bacterias Loehrin y Westerman agregaron en 1909 el azotobacter vitreum (especie inmóvil) y el Bacilus daniscus. Estas cinco especies que acabamos de reseñar constituyen las más impor- tantes: existen otras que lo son menos, como el Bacilus azofilo de Fulner y Fred. Para el buen funcionamiento de todas esas bac- terias se necesitan grandes cantidades de materias orgánicas, so- bre todo hidratos de carbono como dextrosa y levulosa. Se ha observado que el furfurol (compuesto heterocíclico), que se en- cuentra en ciertos estiércoles, facilita también la absorción del nitrógeno; y Heinze ha demostrado que las materias úlmicas son igualmente favorables; por el contrario la hidroquinona y el ácido salicílico son perjudiciales. Una solución concentrada de eloruro de sodio constituye un verdadero tóxico en esa absorción del ni- trógeno por las bacterias. En cuanto a la urea, a la'glicocola y a la formiamida, no pue- de decirse que ellas perjudican al azotobacter, pero como esta bac- teria toma el nitrógeno de esos cuerpos, sucede que entonces ella no realiza su función fijadora del nitrógeno atmosférico. Hills ha demostrado que si en lugar de ser orgánico, el nitrógeno de la materia que está en presencia del azotobacter es mineral, por ejem- plo en forma de nitrato, entonces la acción es favorable o adversa según la naturaleza del nitrato; si es de calcio es favorable y si de amonio perjudicial. C. Theye: Nutrición nitrogenada de los vegetales. 149 En cuanto al mecanismo de la absorción del nitrógeno hay que abandonar para su explicación la idea de la simbiosis; ese nitró- geno es inmediatamente transformado en albuminoides, y la prue- ba es que el azotobacter desecado llega a contener 80% de albumi- noides. a Influencia de la radivactividad.—Ha sido estudiada con pech- blenda colocada a distancia o bien encerrada en tubos de vidrio que han sido introducidos en el medio de cultivo del azotobacter; pero los rayos By y de la radiación son desfavorables. En re- sumen este es un punto que necesita más estudio. Fijación por simbiosis intervimendo una planta verde.—Este es el caso de las leguminosas cuyas raíces están esmaltadas de no- dosidades cuyas células contienen bacteroides. Beyerinck estable- ce dos variedades de bacterias en las nodosidades: 1? las de las al- verjanas, del trébol, del chícharo que dan en su desarrollo for- mas redondeadas; 2% las de los frijoles que se desarrollan mejor que las anteriores y dan grandes bacteroides de forma óvala. El chícharo da el máximum de cosecha cuando se le inocula econ cultivo puro y es inoculable con bacterias de otras especies; pero en general se necesitan bacterias de plantas cercanas en su especie. Se ha querido hacer del Bacilus radicicola Y especies, pero debe más bien verse en esas subdivisiones razas de una misma especie. Diversas sustancias influencian en uno u otro sentido el des- arrollo de esas bacterias; en medio puede ser ligeramente ácido o alcalino sin perjudicar al desarrollo. Los nitratos entorpecen la formación de las nodosidades; una solución de nitrato alcalino al 1 por 1000 impide por completo la formación de las nodosidades en los chícharos; pero las sales de calcio favorecen la producción de las bacterias. Cuando se agrega sulfato de amonio a un terre- no, las leguminosas que allí crecen son pobres en nodosidades; los superfosfatos son favorables para los chícharos y las alverjanas, pero no para las habas. Para no exagerar el valor de esas conclu- siones debe tenerse en cuenta que las concentraciones empleadas por esos autores no son precisamente las que se encuentran en el terreno. En los suelos esterilizados y sin materia orgánica los ni- tratos sódico, potásico y cálcico aumentan las bacterias; las sales de cromo, manganeso y niquel son favorables. En cuanto a las materias orgánicas las observaciones de Wohltmann demuestran que el humus es favorable; pero Heinze agrega que para que esa 150 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. acción sea favorable es necesario que exista en el suelo nitrógeno soluble. De todo lo anterior se deduce que la simbiosis bacteriana de las leguminosas fija el nitrógeno atmosférico; sacarosa, pentosas, exo- sas en la proporción de 2 a 6% favorecen esa fijación. Mecamismo de la fijación del mitrógeno.—Se debe a Mazé la teo- ría siguiente: cuando no hay ganancia de nitrógeno se observa que el líquido de cultivo permanece elaro; pero cuando hay fijación el líquido se pone viscoso; y esta sustancia viscosa es un grupo de coloides que se observa en las nodosidades sólo al principio; des- pués se difunde en todas las partes de la planta y entonces se forman los bacteroides. Pero antes de aceptar esta teoría es pre- ciso que otras investigaciones la confirmen. Virulencia en las bacterias. —Hay analogía con las bacterias pa- tógenas. Se exalta según Hiltner por pases sucesivos de un líqui- do de cultivo en las nodosidades. Como consecuencia se ha que- rido en agricultura práctica aumentar la producción de las nodosi- dades por inoculación de un cultivo puro de las bacterias fijadoras; y para eso se ha lanzado en el comercio en 1896 lo que se ha lla- mado amitragína que es un cultivo puro de bacterias; los primeros resultados no han sido satisfactorios y se ha dicho que era porque esos microbios de las nodosidades perdían su propiedad cuando se incorporaban al suelo; pero si en lugar de introducirlos en el sue- lo se hacen reinoculaciones en la planta, la cosecha aumenta en un 18%. Apesar de eso parece más lógico exaltar la virulencia de las bacterias que existan en el suelo. No son sólo las leguminosas las que poseen esas nodosidades; las algas, las cicadáceas, tienen nodosidades radicolares como las leguminosas; Spratt y Trotter las han observado y estudiado. Además de las raíces, en otros órganos pueden también encon- trarse nodosidades con bacterias, por ejemplo en las hojas de cier- tas rubiáceas como lo han observado Von Trimen y Zimmerman. Lutz también las ha observado en las hojas de 8 rubiáceas africa- nas. Von Faber les atribuye una función fijadora de nitrógeno. ¿Es posible la fijación de nitrógeno fuera de toda simbiosis en las plantas superiores? Eva Mameli y Gino Pollacci han demos- trado que algunas algas filamentosas con tejido celular son aptas a la absorción, como también el rábano, la calabaza, el trigo negro. Pero debe tenerse en cuenta que la naturaleza del substratum ejerce una gran influencia; supongamos en efecto un terreno rico en elementos nitrogenados asimilables, entonces a una mayor can- C. Theye: Nutrición nitrogenada de los vegetales. 151 tidad de nitrógeno combinado absorbido corresponderá una me- nor cantidad de nitrógeno libre tomado por la planta. Moliard ha negado esas conclusiones; pero La Dra. Eva Mameli y Pollacei las han confirmado con nuevas experiencias. De todos modos nuevas investigaciones son necesarias. Catalisis—Se ha tratado de ver en esos fenómenos una ae- ción catalítica y se ha dicho que probablemente los protoplasmas de las plantas superiores favorecen la combinación del nitrógeno atmosférico con el hidrógeno naciente que se desprende en las sín- tesis realizadas por la planta. Berthelot se ocupó mucho de ello. Frank dice que la ganancia en nitrógeno en los suelos esterilizados y sin bacteria se debe a las algas que en mayor o menor número allí se encuentran. Auximonas.—Ellas constituyen la nueva teoría sobre la fijación del nitrógeno atmosférico; su naturaleza y su composición son des- conocidas, lo mismo que ocurre con las vitaminas, pero se distin- guen de éstas por su mayor resistencia al calor. Bibliografía de las auximonas: Bottomley.—Proceedings of the Royal Society of London, tomo 610, pág. 102-108; tomo 621, pág. 480. Florence Mockeridge.—Proceedings of the Royal Society of London, tomo 621, pág. 508. En esas publicaciones puede verse todo lo investigado hasta hoy con respecto a las auximonas. La Dra. Eva Mameli que cita el conferencista es la Profesora Dra. Eva Mameli de Calvino que, desde el mes de diciembre 1920 es Jefe del Departamento de Botánica en la Estación Experimen- tal Agronómica de Santiago de las Vegas. Esos importantes tra- bajos suyos sobre la asimilación del nitrógeno atmosférico en los vegetales fueron realizados en 1909 y 1911 en colaboración con el Prof. Gino Pollacei. Ya la influencia de su poderosa intelectua- lidad se ha manifestado en los estudios anatómicos y fisiológicos sobre la caña de azúcar en Cuba, y empieza de ese modo a laborar, en cooperación con el ilustre Dr. Mario Calvino, por el engrandeci- miento agrícola de nuestro país. 152 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ELOGIO DEL DK. JUAN FRANCISCO DE ALBEAR (1) POR EL DR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología. Honorable señor Secretario de 1. Pública y B. Artes: Señor Decano de la Facultad de Letras y Ciencias: Señores Profesores, Señoras y Señores: ¿A qué se debe el que hoy nos congreguemos aquí, en acto universitario, sin que en nuestros rostros, como en pasadas o0ca- siones, se refleje goce alguno? ¿Por qué la Facultad de Letras y Ciencias interviene de modo tan directo dando así prueba del espíritu de solidaridad que siempre la distingue? ¿Qué significan esas caras amigas que presurosas acuden a identificarse con la idea que nos preside, qué los alumnos que siempre dispuestos al auge de los actos universitarios hanse reunido también para demostrar que en materia de sentimientos sus corazones laten al unísono de los nuestros? ¡Ah, señores! es que no en vano se acude tras in- números años a las cátedras para difundir en ella la sana doetri- na haciendo un hecho el perfundet omnia luce de nuestro símbolo universitario, es que no resulta indiferente a los diarios observa- dores las limpias ejecutorias de nuestros compañeros de fatigas, es que cada manifestación personal, cada actuación pública, cada revelación de caballerosidad de ellos deja en el espíritu de los que las advierten imperecedera huella que resulta estímulo en determi- nado momento; y cuando por el azar de la vida alguien de los privilegiados en este sentido nos abandona para siempre, el jefe, los compañeros, los discípulos y amigos acuden presurosamente para cooperar con su presencia al mayor éxito del acto que habrá de ser justo homenaje a merecimientos indiscutibles, a una actua- ción ejemplar que distinguiera al camarada de luengos años ya que podemos decir con Cicerón sed tamen recordatione nostrae amicitiae sic fruor. Y cuando se discurre de este modo y cuando se quiere y se (1) Leído en la sesión solemne celebrada el 7 de Mayo de 1921 en el Aula Magna de la Universidad. Y. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 153 debe lanzar a los cuatro vientos las excelsas virtudes del desapa- recido, cuando ha sido una realidad lo que consideró difícil Es- cipion, al decir del famoso orador romano, nihal difficilius esse dicebat quam amicitiam usque ad extremum vitae permanere, parece, sin duda, que debe ser vocero de ellas por la sinceri- dad del decir y por el mejor conocimiento de las mismas quien haya vivido más cerca de él, quien haya aquilatado mejor las bellezas de su espíritu, apreciar más sus condiciones mentales, para en acto de esta naturaleza proclamarlas bién en alta voz a fin de que la sociedad las conozca en detalles y sea su vida ejemplo que ofrecer a la juventud bien amada que nos cireunda ya que no es de aplicársele la frase de Teócrito, en su delicioso idilio TlaiSixá, sobre la veleidad humana: Núv Se rúde pev Guaros Gov éxeus kAádov, áldtov 5 aúpiov, él érépo 8 ¿repov párns. Por eso, es, señores, que el último de vosotros en todo levanta su voz desde esta tribuna universitaria porque fué su amigo del alma, rás yuxñs pitos, como ba dicho Jenofonte, porque vivió unido al Dr. Albear desde que juntos realizaron sus estudios en el inol- vidable Colegio de Belén, juntos continuaran en la Universi- dad, unidos efeetuaran estudios análogos y compartieran las ru- das labores de la vida del profesorado enalteciendo con idén- tico entusiasmo las bellezas de esa lengua griega melodiosa co- mo un canto perpétuo, de claridad extraordinaria, plástica y psi- cológica al decir del eximio literato Richepin, cuya frase constitu- ye un todo armónico y cuya construcción singular permítele ex- presar con Píndaro, en sus odas, una mezcla de poesía y de mú- sica, con Anacreonte la gracia y la pasión de sus canciones amo- rosas y báquicas, con Esquilo el genio atrevido y vigoroso, al psi- cólogo y al moralista en Sófocles mientras Aristófanes revela en ella la gracia en sus decires y en Demóstenes se exterioriza la enérgica precisión, la concisión, haciéndole en verbo de verdad el más grande orador de los tiempos antiguos. Es por eso y nada más que molestamos vuestra benévola atención, y como no sabe- mos apostatar del amigo como dijera Aristófanes oúx ároorráro pitos, bien quisiéramos tener, sábelo Dios, la elor:encia de un Bossuet, la inspiración de un Crisóstomo, la dicción impecable de nuestro Varona o de nuestro Sanguily para cumplir cual corresponde el encargo que se nos ha hecho, para enaltecer con tino las bellezas 154 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de orden moral del amigo del alma, de ese inolvidable compañero a quien por la suavidad, delicadeza de su decir le es aplicable la frase del disputado vate de Quio roú kal ámó yhóoons péduros yhukiov péev. add que ha dejado tras sí la brillante estela de una conducta inmacu- lada, de ese hombre ejemplar, igual siempre, noble siempre, caba- lleroso siempre, para quien el afecto fué un culto no permitiendo que labios impuros mancharan ante él, y con su sanción, el honor de sus conocidos, ut me criminibus aut inferendis delectetur aut credat oblatis como pensaba Cicerón, y quien si no brilló como otros, si no hizo ruido en el mundo intelectual como los más no fué porque careciera de méritos para lucir econ luz potente y pro- pia sino porque la modestia de su carácter, la humildad de su sentir mantuviéronle lejos de todo ya que la vanidad nunca fué mezquino sentimiento que se albergara en su pecho y sí el de la sencillez y la nobleza. ¡Cómo se estremece, señores, nuestro es- píritu en estos momentos, cómo el dolor ha penetrado en el cora- zón de todos ráciv vreSv yóos al decir de Homero, cómo se ahoga la frase a impulso de nuestro pesar, y es que junto a la pena honda que embarga nuestra alma, pues túvonos por uno de sus mejores amigos, junto a este gran dolor que ha estrechado tristemente la fila de nuestra Escuela hay una consideración que surge al me- ditar sobre su límpida psicología y el medio social en que uno se mueve, los elementos con quienes, por ld general, uno se trata, las decepciones de la vida diaria que sirven para hacer resaltar sus indiscutibles méritos, como sirven también para comprender, no sin excepciones, por fortuna, que esas prendas de carácter casi han desaparecido en los tiempos que corremos en que el interés mezquino, la finalidad alcanzada o por alcanzarse borra por com- pleto del común de las gentes los matices psicológicos que distin- guieran al Dr. Albear, ya que en la dura realidad de este vivir, que no es vivir, impera el egoísmo, desenfrénanse los sentimientos impuros a impulsos de apetitos insaciables, sonrójase el rostro ante los espectáculos que contempla, conmuévese el espíritu con las emociones que recibe, provocando una decepción y un dolor, al ver cómo se inspiran los actos humanos en aquella célebre frase de Horacio: O cives, quaerenda pecunia primum est Virtus post nummos. Y ante tantos desengaños, señores, tanta vacilación, cómo acu- den a nuestra mente aquellas palabras inspiradas del más elocuen- Y. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 155 te escritor sagrado, de aquel a quien se llamara el Cicerón de la lelesia griega cuando en admirable homilía pro Eutropio exclamó, y esas exclamaciones son aplicables a las señales de los actuales tiempos, lo siguiente: : rod vóv ol mermhAacpévo. pídoL, rod TÁ ouprrócia kal Ta Seimva,.. vúe dv TróvTa éxetva kal óvap kal hppépas yevopévns npaviodn. Nacido en esta ciudad, el 4 de Junio de 1863, en hogar que for- mara un hombre de maneras distinguidas y de mentalidad superior, que si empuñó la espada en la profesión que ejerciera supo también dar expansión a su espíritu en el campo de las investigaciones cien- tíficas, como gustar de los encantos que la literatura le ofreciese, dejando tras muchos años de incesante bregar esculpido su nombre en el corazón de la patria al dotarla de obra de ingeniería que es exponente de su gran saber, en ese hogar, que en compañía de augusta matrona, consolidase al calor de la virtud discurrieron los primeros años de la vida del amigo inolvidable, continuador afortunado de las condiciones morales de sus padres que sintieron por él admiración y orgullo tanto al grado de haber querido el uno, al sobrevenirle la muerte, descansar en el hombro del hijo bien amado, su cabeza abrumada ya por el peso de los años y por la enfermedad que le minara, como supo bendecirlo la otra porque había sabido siempre sembrar de flores el camino de su vida. Quien recoge en momentos tan trascendentales, en testamento de amor, expresiones de afecto, de lo más grande que en la vida se posee, acredita bien las excelsas virtudes que le distinguieran aqui- latadas en el discurrir de sus años para destacarse del común de las gentes en lo que siempre enaltece y dignifica: la hombría de bien a carta cabal. Y esas cualidades de su espíritu mantenidas en todo mo- mento revélase también desde los primeros años de su vida, des- de que en 1876 ingresara para hacer sus estudios de segunda enseñanza en el Colegio de Belén, alcanzando de sus maestros las distinciones a que se hiciera acreedor por su aplicación y ejem- plar conducta, sembrando en el corazón de sus infantiles camara- das semillas de buen afecto que dieran fruto excelente en el andar de su vida. Allí, en esa Institución benemérita, cursó con singular aprovechamiento las materias del bachillerato, allí demostró, en las pruebas que rindiera, su devoción por saber, y lo mismo se le 156 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vió brillar en el aprendizaje de la lengua latina, a juzgar por sus cuadernos de temas con superior calificación, como fué excelente alumno en las ciencias matemáticas aprovechando las magníficas enseñanzas de sus maestros, obteniendo premios en Geografía Ge- neral, en Historia General al igual que en Aritmética, Algebra y en Análisis y traducción latina, como dió asimismo expansión a su espíritu con los estudios literarios que entonces, y para suerte de los escolares, hallábanse a cargo de un maestro incomparable, de imborrable recuerdo, de Luis Vinuesa, de aquel poeta excelen- te, exquisito y afamado escritor, entusiasta de esas materias, ins- pirado tal vez en las bien orientadas doctrinas de Kleugen en su Ars Dicendi, de porte distinguido, apasionado de Bretón de los Herreros cuyas obras llevaba siempre bajo el brazo para deleitar su espíritu en todes los momentos con sus producciones admira- bles y quien, por su atractivo carácter, correcta dicción y entu- siasmos nunca decaídos, despertó entre sus discípulos devoción grande por estas especulaciones formando un grupo de hombres que son hoy honra de nuestra patria y hasta orgullo algunos de ellos de nuestro Claustro Universitario. En ese medio excelente formóse nuestro compañero, en él supo con tan magnífico mentor orientar su gusto en las disciplinas que más tarde enseñara en este Centro ya que de él recibiera las primeras impresiones sobre los clásicos griegos que le permitieran más tarde saborear las be- llezas de sus obras inimitables. La Universidad de la Habana recibióle en 1881 como alumno de las Facultades de Filosofía y Letras y de Derecho Civil y Ca- nónico; en ellas realizó todos los estudios que el Plan entonces vigente exigiera, y en ellas, y en cada materia que eursara, demos- tró su disciplinada mentalidad así como sus particulares aficiones al grado de alcanzar entonces, en aquella cátedra que explicara, con tanta brillantez como erudición, el inolvidable Dr. Rafael Fer- nández de Castro, el premio ordinario de la asignatura como asi- mismo obtuvo el correspondiente al primer curso de Derecho Ro- mano y el de Economía Política. Ahí están los expedientes de am- bas carreras como brillante testimonio de los estudios que cursara, las superiores calificaciones que se le discernieran como también aparece que graduado de Licenciado en Filosofía y Letras en 1884 y en Derecho Civil y Canónico en 1886, desarrolló como tema para optar al grado de la primera el que se redactara así: “Estudio ana- lítico, división y clasificación de los signos fundamentales y auxi- v Y. M. Dimigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 157 liares del árabe”” y para el propio de la segunda el siguiente: “¿Son de la misma índole y obedecen al mismo principio racional y ju- rídico las circunstancias eximentes comprendidos en el artículo oe- tavo del Código Penal?””. En esas pruebas finales, señores, dió a comprender nuestro amigo los sólidos conocimientos que obtuviera, y como acompañámosle en esos momentos de verdadera emoción en la vida del estudiante, no podemos olvidar, en cuanto al primero de los temas indicados, la importancia del mismo, el buen plan que se trazara para el desarrollo de la tesis como las oportunas indicaciones que hiciera dada la importancia literaria y extensión geográfica del abuged colocado con razón después del alfabeto la- tino y el cual por sus condiciones especiales, así como por mani- festación de raza y de sentimiento, lanzó el correspondiente griego del Asia Menor, de la Tracia, Siria y Egipto como el latino del norte de Africa. No olvidó, por cierto, en esos instantes la estre- cha relación que el abuged mantuviera con la familia aramea, su aproximación al siriaco entre los alfabetos literarios, consignando las dos más importantes variedades el neski y el cúfico así como el tipo intermedio que se advierte en el de los cármatas. Y metó- dicamente llamó la atención de la célebre inscripción cúfica que en letras de oro grabóse en el borde de losa azul sobre las arcadas que sostienen la cúpula de la mezquita Qubbet-es-Sakbra en Je- rusalén, no la más antigua, por cierto, en caracteres cúficos, ilus- trando su exposición erudita con las referencias que hiciera a las monedas de los primeros califas, de las de Muáwiah en que se ve al califa y la leyenda de espíritu altamente religioso que a la letra dice Mohamed rasul Allah, Mahoma es el apóstol de Dios. Estos títulos, señores, permitiéronle ampliar sus conocimien- tos en las manifestaciones literarias con los estudios que efectuara en el doctorado en Filosofía y Letras de Historia crítica de la literatura española, interesante cátedra que explicara por enton- ces de modo maravilloso en la Universidad Central de Madrid, el gran polígrafo Marcelino Menéndez y Pelayo, como la Historia de la filosofía ofrecióle horizonte extenso para apreciar el pensa- miento filosófico de hombres y de escuelas al través de las edades, la Estética cuanto concierne a la belleza y a la teoría fundamental y filosófica del arte y el Sánserito, magníficos elementos para pro- fundizar en el campo de la ciencia del lenguaje por su importancia en el grupo de la familia indoeuropea, por el privilegio de hallarse más próximo a los orígenes, por ser más rico en formas gramaticales, 158 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. con abundante sinonímia de sus raíces y mmltiplicidad de las mis- mas, todo lo cual despertara encanto como medio de singular valer en la citada familia que cultivaran con especial aprovechamiento los erandes lingiistas para ofrecer con sus estudios fonéticos y mor- fológicos material riquísimo en el campo de la gramática compara- da, asunto predilecto de las investigaciones de la memorable So- ciedad Asiática de Calcuta, consienadas sus labores en los Asiatic Researches y cuya aparición permitió, como todos sabemos, orien- tar los estudios que realizaron los precursores del genial Bopp, y fueron en el sentir de Max Miller como la chispa eléctrica que hizo cristalizar en formas regulares todos los elementos flotantes, permitiendo su conocimiento profundizar el campo literario y apre- ciar el mérito, entre otras producciones, de las estancias del inol- vidable poeta Bhartrihari, el Ramayana de Valmiki y el Sa- kuntala de Kálidása del que ha dicho Goethe, como apología del teatro indio, lo siguiente: “Quieres las flores de primavera y los frutos de otoño, quieres cosa que enamora y encanta, quieres algo que alimenta y sacia, quieres comprender el cielo y la tierra en un solo nombre ¡pronuncia Sakuntala! y todo está dicho”” (1) und so ist alles gesagt. Y tras los requisitos indispensables para optar al más elevado título de la carrera literaria, que había hecha con indecible amor, conquistóle mediante ejercicios que realizara, el 27 de Junio de 1885, sustentando interesante tesis acerca de las ** Reformas introdu- cidas por la monarquía visigoda en la legislación vigente en Es- paña?”, con consideraciones atinadas tendientes a dar clara idea de la idiosincracia de la legislación romana modificada por los pue- blos sucesores, ya que fué de todo punto imposible adoptarla ín- tegramente, demostrándose con ello que si la ciencia es una en sí puede ser muy varia en sus aplicaciones. De ahí el que los bor- goñones, los lombardos y los godos la alteraran en consonancia con sus costumbres, carácter nacional y forma de existencia, como los visigodos de España fundaron códigos acomodando a ellos su propio desenvolvimiento. Por eso háblanos, nuestro compañero, de las colecciones de Ulpiano, de Paulo, como de los códigos gre- (1) Willt du die Blithe des frúhern, die Friichte des spáteren Jabhres. Willt du was reizt und entziúckt, willt du was sáttigt und náhrt Willt du den Himmel, die Erde mit einem Namen begreifen Nenn ich Sakontala dir und so ist alles gesagt. J. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 159 goriano, hermogeniano y de Teodosio, para presentar en cuadro la legislación vigente en la Península Ibérica al realizarse la invasión visigoda y dar a conocer las reformas por este pueblo introduci- das, pues guiados en su desenvolvimiento por la tradición y las costumbres advirtieron que era más conveniente la promulgación de leyes especiales. De ahí, como él indica, el advenimiento de la ley de Eurico, la importancia del código de Alarico recono- ciendo derechos y deberes, la significación trascendental de los Concilios de Toledo inclinándose a unificar la legislación, para aparecer más tarde la unidad legal debidamente representada por el Fuero Juzgo en el que se advierte el cumplimiento de la ley biológica que señalara el Dr. Albear en el comienzo de su tesis, pues el pueblo visigodo recoge la legislación vue en su caída dejara el imperio romano, para promulgar después el Forum Judicum, admirable código que atemperado a las cireunstancias de la época modifica saludablemente la condición civil de la mujer ya que de hija de familia, sujeta. al poder del esposo en, la legislación roma- na, transfórmase su carácter, por el feliz y elevado pensamiento que presidiera la confección de ese monumento jurídico, haciéndola la compañera del hombre, confiriéndole derechos a que ha sido siempre acreedora, demostrándose así que el espíritu de esas leyes codificadas no revisten carácter personal y de raza que se nota en las precedentes, sino que son generales para todos los hombres, porque si el código romano dióse para Roma, la ley Gombeta para los borgoñones y los códigos de Eurico y de Alarico tienen caráe- ter racial, en cambio el Fuero Juzgo se estableció para que rigie- ra a todos los súbditos de un pueblo; no en balde, señores, al for- mular el gran historiador Gibbon el juicio que le mereciera ma- nifestó la necesidad de una sociedad más culta e ilustrada que la de los lombardos y borgoñones para que tal legislación sobrevi- niese, como el gran Guizot pudo apreciar en ella un carácter eru- dito, sistemático y social. Recordemos, en fin, lo que dijera el exi- mio escritor cubano José Ienacio Rodríguez en su tesis para optar al grado de Doctor en Derecho con motivo de la situación civil de la mujer en España, ya que sus palabras elevadas y dignas de todo encomio reflejan bien la necesidad que hubo de mejorar la triste suerte de la porción más preciada de la humanidad: “La tenden- cia del progreso va llevando constantemente a la plena emancipa- ción de la mujer, a la perfecta y racional independencia de su espontaneidad. La legislación tiene que seguir a las costumbres y 160 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a las instituciones, porque la verdadera ley, la que gobierna en realidad, no es otra cosa que la expresión de esas costumbres y su condensación en una fórmula. Aquella que más se acerque al reconocimiento y la sanción de la igualdad de dignidad de los dos se- xos, esa será la más adelantada y la más digna de la época gran- diosa, en que plugo al cielo eolocarnos.”” Apenas salido de las aulas universitarias fué nombrado nues- tro compañero catedrático de latín y castellano en el Instituto de 2* Enseñanza de Santa Clara, en el año de 1884 (1); laboró allí con verdadero entusiasmo, el propio de la juventud, y vemos muy pronto modificarse satisfactoriamente la orientación de una ense- ñanza tan fundamental no sólo para los consagrados con amor a los estudios clásicos sino para cuantos quisiesen conocer su idioma así como la génesis del mismo; ahí está el programa que desarro- llara en consonancia con los derroteros del momento, pues si es cier- to que las especulaciones lingúísticas, tales como se advierten en las admirables monografías que se han escrito, acusan una ampliación de conocimientos, una exposición de detalles que revela el dominio alcanzado en campo de tanto interés, aun no habían surgido en España exposiciones doctrinales como las que nos muestran Ceja- dor, Alvarez Pérez y Obradors en sus magníficos estudios sobre la lengua latina, aquellas que advertimos en las eruditas páginas de Stolz en Lateimische Grammatik, que muestra Lindsay en su La- tin Linguage dándonos referencia sobre los sonidos, temas y flexiones de dicho idioma, como hace Sechmalz en el campo de la sintaxis, con lujo de detalles verdaderamente abrumador al grado de exponer junto a estas nociones cuanto afecta a la estilística y Heerdegen al proporcionarnos la historia y literatura de la lexi- cografía latina así como la teoría de este aspecto tan importante de la lengua. Cuántos motivos, señores, de gratitud para esos pa- cientes investigadores que años tras años, con perseverancia digna del mayor encomio, como el arqueólogo con la pala al remover la tierra para interrogarla alcanza elementos muy valiosos para sus estudios que iluminan potentemente la ciencia así el lingilista ex- plorador de cuanto atañe al lenguaje logra elementos que permiten conocer mejor ese admirable instrumento que es junto a la expre- (1) Nombrado en 4 dei Septiembre de 1884 cesó el 7 de Julio de 1885, fué Secretario interino del Instituto de Santa Clara. Y. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 161 sión de nuestras ideas la manifestación también de nuestras vo- liciones. Ya la Universidad de la Habana, al iniciar su profesorado el Dr. Albear (1), en la extinguida Facultad de Filosofía y Letras, por nombramiento que en él recayera, como sustituto de lengua griega, en 29 de Julio de 1885 (2%), contaba en su plan de estu- dios la enseñanza de dicho idioma desde el comienzo del último siglo, más bien desde el año de 1831 viéndose las primeras inicia- tivas de esta disciplina en los colegios privados que en el país se establecieron. Y si en el de Cubí y Soler laborábase satisfac- toriamente en el aprendizaje de la lengua y la literatura helénicas, traducíase a Homero y a otros autores clásicos, si el plan de 1863 fundó la cátedra de leagua griega, pobre muy pobre, como hemos tenido ocasión de decirlo, fué el comienzo de esta enseñanza en nuestro Centro Universitario comparado con los esfuerzos de las Instituciones particulares, ya que el texto empleado acusaba una exposición elemental y deficiente que no habría de dejar en los que en el aprendiesen nociones profundas de lo que en cuanto al sonido, a la estructura y a la sintaxis vemos en las mag- níficas obras que posteriormente hubieron de surgir. Y mientras las gramáticas de Ortega, Bergnes de las Casas, Burnouf aparecen en el cuadro de la Facultad como los libros especiales que debían los alumnos consultar, cuando vemos a nuestro maestro el inolvi- dable Dr. Tagle, que tan bien conocía el griego, seguir iguales derroteros, al grado de aceptar a Ortega por texto, deficiente libro, tanto más cuando se le compara con los redactados por Maunoury, Motte, Curtius, Inama, Brugmann y tantos otros; cuando la fo- nética, que hoy casi se la considera como una ciencia aparte por su importancia y extensión, se la ve expuesta en aquel texto en una docena de páginas, sin orden y mucho menos sin interés, cuan- do el método comparado e histórico que ha hecho de la gramáti- ca una verdadera ciencia, método que al decir de Motte es extraor- dinaria antorcha por cuya luz se ha logrado ver con claridad allí donde antes no se notaba más que oscuridad y confusión, el ingre- (1) Fué Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, desempeñó la cátedra de Historia Universal 2% curso, Miembro de 1”Association pour 1'en- couragement des études grecques en Francia, individuo de la Sociedad Eco- nómica de Amigos del País, primer Secretarid de su Sección de Ciencias. (2) Tomá posesión el 3 de Agosto de 1885, 162 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. so del Dr. Albear en el profesorado público para explicar cátedra tan importante fué de excelente éxito para estos estudios ya que orientado en las verdaderas doctrinas, supo desterrar añejos sis- temas, supo legar al olvido guías que perjudicaban y colocar el desenvolvimiento de la materia en la vía científica aceptando como faro para el mejor conocimiento de la misma la admirable obra que sobre gramática griega escribiera el muy ilustre helenista Jor- ge Curtius. Sólo esto es suficiente para que no olvidemos lo que en pro del mejoramiento de los estudios de lengua griega hiciera el Dr. Albear en esta Universidad; pesado los argumentos en pro de la nueva vía designó como texto la famosa gramática vertida a múltiples idiomas, aceptó las reformas por Curtius introducidas no sólo en cuanto al estudio del léxico sino de modo muy parti- cular en cuanto a la teoría gramatical del griego. Con razón ha dicho el gran lingilista Fumi, en brillante síntesis acerca de la sig- nificación de esta obra en la historia de la ciencia del lenguaje, que las gramáticas prácticas se conformaban, respecto de los sonidos, con distinguir simplemente las vocales, los diptongos, las mudas y semivocales y de reunir en pocas reglas algunas observaciones sobre su unión o modificación, algunas ideas sobre la cantidad y el acento, todos, añade, han reconocido los errores, inexactitudes e insuficiencia de tales métodos que tal vez podrían tolerarse si la teoría de la declinación y de la conjugación se diera a conocer se- gún las indicaciones de la propia lengua, mas por desgracia resul- ta todo lo contrario dado que la forma de la lengua hállase obli- gada a obedecer al método gramatical, a acomodarse a esquemas arbitrarios, a representar ciertas partes que no puede ni debe representar. Buena prueba de todo ello nos ofrecen las gramáti- cas al exponer la tercera declinación, la formación de los adjetivos, comparativos y superlativos; en la exposición verbal cuanto ata- ñe al modo, a la clasificación de los verbos en puros e impuros, contraíbles y no contraíbles, ete., demostrando que si el método práce- tico hace aprender mecánicamente la lengua no permite que _e co- nozca su verdadera estructura, el origen, el desenvolvimiento, la relación o discrepancia, el valor real y el uso sintáctico. La lin- gitística comparada, como agrega Fumi, y con razón, demostró que la vía era equivocada, que otro debía ser el derrotero aunque fuese más largo, pero más cierto, el que nos lleva paulatina y gra- dualmnte a la obtención de la finalidad anhelada. Recordemos lo que dice la gramática práctica en cuanto a la forma y significado J. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 163 de ¿hvra, cómo de Avw se forma el futuro Ave sin indicar cómo del futuro puede surgir un tiempo pasado, cual sea el valor del aumento, cual el de la terminación «va, por qué Av queda in- modificable. Ninguna gramática práctica, señores, como dicen los lingiistas, podría dar una respuesta satisfactoria pero sí la cien- tífica al manifestar que ningún tiempo se forma de otro, que todos proceden, con elementos variados, de la raíz. Y como lo dicho es suficiente para advertir la fundamental diferencia entre ambas orientaciones no hay necesidad de molestar vuestra benévola aten- ción con la multiplicación de ejemplos, para comprender que la gramática científica ha sabido dar a conocer estos problemas, y aun cuando para algunos pudiera estimarse, como dice Fumi, que más bien todo esto pertenece a la gramática comparada que a la griega, es innegable que las consecuencias de estas investigaciones han guiado a Curtius en la reforma del método gramatical; cuanto expone en el tratado de la fonología con todas sus leyes bien es- cogidas, bien exteriorizadas, admirablemente encadenadas, resul- ta de interés a sus propósitos, a esas pesquisas obedece su nuevo derrotero en el tratado sobre la flexión con el justo concepto de la raíz, del tema, de la terminación, y de todos los elementos for- mativos, de esos esfuerzos resultan la exposición metódica de los tiempos, la interesante formación de la palabra. He aquí por qué os hemos dicho que el advenimiento del Dr. Albear en el profesorado produjo gran bien a la enseñanza; analizó las nuevas doctrinas y las pesó, no fué reaccionario nunca, escu- driñó cada asunto con el interés de conocerlo mejor, abogó por la pronunciación de Erasmo frente a la de Reuchlin como si oye- ra la voz autorizada del gran lingiista Hatzidakis cuando dijo que ni los erasmianos ni la pronunciación moderna griega puede iden- tificarse con ninguna única pronunciación antigua del griego si bien admite que en muchos puntos, y sobre todo en lo relativo a las vocales, el método erasmiano teóricamente hállase más cerca de la verdad; antes de tomar una resolución en este sentido estudió eui- dadosamente lo que Blass expusiera en su Uber die Aussprache des Griechischen. Ahí están los progranfas que redactara al través de su largo profesorado para corroborar lo dicho y para ver cómo sus alumnos se familiarizaron con los autores clásicos sobresa- lientes. Y esos principios a que nos hemos referido, tendientes a que reverdeciera en la Universidad la enseñanza de la lengua griega, como en la memorable época del Sr. Antonio Franchi Al- 164 3 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. faro, llevólos el Dr. Albear y expúsolos ante el tribunal que ¡juz- gara sus ejercicios de oposición a la cátedra de lengua griega para le que fué nombrado por R. O. de 29 de Enero de 1892, tomando posesión del cargo el 26 de Febrero del propio año. Leed las pági- nas de la memoria explicativa que acompañara al programa que para optar a dicha cátedra presentase y allí advertiréis cómo en- tiende que debe desenvolverse esta enseñanza discurriendo al tra- vés de sus partes fundamentales y revelando con lo dicho que la ruta del gran helenista alemán era el medio mejor para alcanzar un resultado más positivo, cómo su programa obedece a un prin- cipio puramente pedagógico, fúndase en un método analítico y procura que el alumno vaya de lo sencillo a lo complejo, de lo fundamental a lo variable ofreciendo el método por él adoptado el de ser completo en la materia y de fácil práctica dirigiendo al alumno al conocimiento del mecanismo de la lengua griega y a la exacta interpretación de los clásicos. El desenvolvimiento político de Cuba trajo en el campo de la instrueción pública modificaciones en el plan de estudios durante la primera Intervención Americana, tanto en la actuación del inolvidable Dr. González Lanuza, en su pase por la Secretaría de Instrucción Pública, como en la posterior de nuestro querido compañero el Dr. Enrique J. Varona; por la Orden No. 250 de 28 de Diciembre de 1899 fué confirmado el Dr. Albear como catedrático de Lengua griega primer curso y Lin- gilística General y Filología, tomando posesión del cargo en 1* de Enero de 1900, como lo fué posteriormente por la Orden No. 280 de 12 de Julio de 1900 en la cátedra B de la Escuela de Letras y Filosofía o sea en Lengua y Literatura Griegas que desempeñara hasta el 28 de Diciembre de 1920 en que falleciese (1). En esos veintiún años de labor universitaria consagró todas sus energías al mejor desenvolvimiento de la materia que explicara (2) su orientación, por lo que hace a la lengua griega, fué la misma que años antes hubiera con fundamento aceptado, sus explicaciones so- (1) Fué Secretario interino de la Facultad de Letras y Ciencias desde el 14 de Julio de 1900 hasta ef 6 de Marzo de 1201 en que renunciara el Cargo. (2) Tanto interés sintió por estos estudios que no los abandonó en el final de su vida, pues leía con atención la Sintassi Greca de Zenoni, que aca- baba de recibir, repasó la Homilía pro Eutropio de S. Juan Crisóstomo y nos pedía con ahinco la "IMás Mixpá que deseaba leer de nuevo. J. M. Dihigo: Elogio del Dr. J, F. de Albear. 165 bre literatura griega basáronse en los derroteros señalados por los brillantes cultivadores de estos estudios teniendo para él predi- lección especial las exposiciones eruditas de los hermanos Croiset; pero no debemos callar que fué el Dr. Albear quien primero enseñó en esta Universidad, merced al plan Lanuza, la lingiís- tica y la filología siguiendo el camino trazado por los eminentes lingiúistas Max Miller, Whitney, Hovelacque, etc., como puede ad- vertirse en el contenido de las lecciones que redactara para el programa de esta materia y para lo cual más de una vez consultó la autorizada opinión del gran Bopp, tuvo en cuenta oportunas in- dicaciones del inolvidable Bréal, dando idea en sus lecciones de cuanto atañe al origen del lenguaje, a los alfabetos de las diversas lenguas, a las teorías de las raíces, a la importancia de la metáfora, a la decadencia fonética y renovación dialectal, al problema, inso- luble aun, de la clasificación de las lenguas, tan discutido recien- temente en la Sociedad Lingilística de París, al carácter de los idiomas desde el punto de vista de su estructura, materias en que hubo de demostrar nuestro amigo que no le eran desconocidas en el campo indoeuropeo gramáticas como la de Bopp, la de Bleek para las aglutinantes del Sur de Africa y la de Caldwell para las dravidianas, ete., ete. (1) Desde entonces acá, señores, y mucho an- tes, sin duda, las investigaciones admirables de Brugmann y de Osthoff en la esfera indogermánica, las de Meyer Libke en la de las románicas en general, los descubrimientos admirables de Brug- mann de las líquidas y nasales sonantes, el criterio de Saussure expuesto en las indagaciones scbre el vocalismo primitivo, los tra- bajos de Meillet, haciendo derroche de erudición en libros, artícu- los sobre lingiística general, fonética general, gramática compa- rada e indicaciones sobre el armenio, lenguas eslavas, bálticas, célticas, germánicas, etc., ete., todo ello, señores, denota un salu- dable progreso en el círeulo de las especulaciones lingiiísticas en las que los nombres de Ernout, Vendryes, Pernot, Brunot, Gau- thiot, Grammont, son el mejor exponente de la labor efectuada. He ahí lo que fué nuestro compañero en su actuación univer- (1) Hemos hallado al través de sus libros anotaciones, documentos que acreditan que se familiarizó bien con las obras de Riemann y de Goelzer, Gildersleeve, Sayce, como conoció también la paleografía de los papiros grie- gos en Kenyon y gustó mucho de Anacreonte, al grado de hacer traducir con suma frecuencia en su clase sus bellas poesías, 166 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sitaria. Las circunstancias de una vida llena de preocupaciones impidiéronle legarnos, como hubiera querido, trabajos que refle- Jasen su labor de tantos años de profesorado; sin embargo, antes ue terminar estas líneas, trazadas a impulso del más sincero afecto que por él sintiéramos, no debemos olvidar su colaboración en la Revista de nuestra Facultad obsequiándola con atinadas observa- ciones que hiciera con motivo de la traducción de la Ilíada hecha por el Dr. Segalá, catedrático de lengua griega en la Universidad de Barcelona, y el juicio que le mereciese la Introducción a la gra- mática comparada de las lenguas indoeuropeas escrita por Meillet y por el cual se sintiera altamente satisfecho el autor. Recorde- mos asimismo la Oración inaugural que nos leyera en la apertura del curso académico de 1894 a 1895, ella revela bien su cultura general en el campo de la ciencia del lenguaje al hablarnos sobre la gran importancia del conocimiento de las lenguas sabias por sí y por sus múltiples aplicaciones a otros ramos del saber; allí demostró cómo viven y se desenvuelven hoy esas lenguas dentro de las modernas, interviniendo en todas las manifestaciones del espíritu ya en la formal vulgar, como en la científica o en las pro- ducciones literarias; en ella nos hizo saber que son excelente me- dio para estudiar y conocer la vida humana y en fin como lo es también para el desenvolvimiento social en la esfera de la an- tropología, de la etnología y de la historia. Ahí está la serie de anotaciones que dejara entre sus libros para comprender que siem- pre mantuvo encendido el fuego de sus entusiasmos por las obras clásicas, ahí está el vocabulario hispano-greco que redactara para el uso de su clase y que empezara a mediados de Enero de 1906, estampando en él, con su propia letra, frases que son evidente tes- timonio de aquel gran dolor que tuvo siempre hasta la tumba. Y así como la Universidad de la Habana, señores, y la propia Facultad de Letras y Ciencias, nunca han escatimado honores para los grandes de nuestra patria que viven para honra de ella y or- gullo de sus hermanos, así como a los hombres de méritos, aun sa- biendo que habría de turbar la soledad de sus retiros y:a trueque de lastimar su modestia los ha buscado con singular interés para sentarlos en su mesa, les ha hablado como dijera el inspirado escritor mejicano Casasús, “de sus triunfos y de sus glorias, ha refrescado sus laureles, ha rejuvenecido sus espíritus, ha recon- fortado sus corazones””, así en esta ocasión, como en otras, ha que- rido actuar de igual modo con sus muertos inolvidables pues como o: , Y. M. Dihigo: Elogio del Dr. J. F. de Albear. 167 ha dicho Cicerón mortui vivunt y este culto, al decir de un eximio literato es más desinteresado todavía y si el dolor lo hace más fácil el tiempo tiende también a hacerlo más severo, justificado queda el motivo que nos congrega en el paraninfo da esta casa de nuestros amores por las excelsas virtudes que adornaran al com- pañero de fatigas, ejemplo admirable de hombre bueno y hu- milde y a quien no podría aplicársele la célebre frase de Me- nipo, en uno de los diálogos de Luciano, al informar a Empédocles la causa de haber sido lanzado és tods kparipas, siendo sus defectos morales kevoSofía, kal ródos kal rroAAy kópvia el fundamento del ámnvdpaxórere en que se convirtiera según el dicho del fa- moso escritor a que hacemos referencia. Cómo olvidarlo, se- ñores, por doquiera veíasele pasar a la hora de su clase; allí en la puerta de la misma permanecía esperando la hora rodeado de sus discípulos o a la salida de clase discurriendo sobre la materia explicada; la Universidad fué gran oasis para su vida, sintió vivo interés por cuanto contribuyera a su propio mejora- miento como se sintió siempre feliz con las conquistas que sus com- pañeros alcanzasen en las ciencias de su predilección y si su tem- peramento modesto impidióle desenvolverse como a otros, sus pro- cedimientos siempre fueron firmes por lo que bien puede aplicár- sele la célebre frase de Esquines contra Ctesifón Vng:o00ua: kará rods vópovs, Juzgaré de acuerdo con las leyes, lo que hizo invariablemente, Tal fué, señores, el Dr. Juan Francisco de Albear; aproximé- mosnos silenciosos ante la tumba que guarda sus restos mortales, identifiquemos nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, sea uno solo el dolor que experimentemos y si en su tumba querida no aparecen deshojadas rosas frescas como en tantas otras es porque como ha dicho mi inolvidable maestro de Retórica el inspirado poeta Manuel Asenjo, ante la tumba de Vinuesa. La tumba de los amores No se embalsama con flores Su perfume es la oración. 168 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. DR. LUIS DE AROZARENA Y LASA Profesor de Ingeniería de Caminos Cuando en el número anterior de esta Revista dábamos cuenta de la muerte muy sensible de nuestro amigo y compañero el Dr. Juan F. de Albear, no sospechábamos en absoluto que las páginas de esta publicación enlutaríanse de nuevo como expresión de otro dolor análogo. Pocos días después, sin reposo aún de los estreme- cimientos que a nuestro espíritu produjera la caída del camarada inolvidable, desaparece, casi repentinamente, el Dr. Luis de Aro- zarena, apenas llegado de Europa, ese amigo exquisito y ejemplar compañero que tuvo para los que se honraron con su afecto la La Dirección: Dr, Luis de Arozarena y Lasa. 169 sonrisa de su espíritu siempre afable y el testimonio con su pro- ceder de una adhesión absoluta por sus amigos y por la entidad a que perteneciera. Todos los años veíasele llegar con especial gusto, franco, animoso, jovial, dispuesto a servir, caballeroso en su actuación, delicado en su forma y de porte distinguido; tuvo el don de saber sumar simpatías y afectos dejando tras sí una estela de gratas impresiones. Antiguo profesor de la extinguida Facultad de Ciencias en la que explicara las cátedras de Física-matemática, Geometría superior, Análisis matemático y Química biológica, con la preparación alcanzada en los estudios que hiciera, tanto en Barcelona como en la Escuela Central de París, comenzó su ense- ñanza con los bríos propios de la juventud divuleando por las au- las de la antigua Universidad los conocimientos que en esas mate- rias tuviera que hubieron de prepararle para servicios que pos- teriormente prestara y de modo particular para el ejercicio de su profesión. La Facultad de Ciencias, en su Sección de las Físico- químicas, pudo apreciar su tesis sobre el Análisis del aire atmosfé- rico que fué, tras la obtención de su grado de licenciado en la propia Sección, testimonio evidente de sus simpatías por los estu- dios químicos al grado de haber sido éstos tomados en consideración cuando reformada por primera vez la Facultad de Ciencias fué nombrado titular de Análisis químicos especiales (Toxicológicos y bromatológicos) de la misma. La nueva reforma universitaria de 1900 permitióle su reingre- so, mediante oposición, en la Escuela de Ingenieros Civiles, Elec- tricistas y Arquitectos para desempeñar hasta el 10 de Enero de este año, en que falleciera, una de las cátedras de mayor importancia, la de ingeniería de caminos que comprende los asuntos relaciona- dos con las carreteras, calles y caminos y ferrocarriles. Si supo el Dr. Arozarena enaltecer como correspondía esta su Universidad, representándola en ocasiones diversas en el extranjero, supo tam- bien guardar en su alma intensa gratitud por la Escuela Central de París que tanto admirara al extremo de divulgar incesantemen- te los saludables efectos de su superior enseñanza, conservar gra- titud imborrable por su profesorado eximio así como por ese país de Francia que tanto amase y al que hemos admirado con singular asombro en la lucha titánica por salvar los principios de la verda- dera civilización. ; Pasar por la vida dejando en cada actuación un recuerdo agra- dable es hacer imperecedera una memoria; así ha de resultar para 170 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cuantos tuvimos la dicha de contarnos entre sus amigos, pues en relación con el afecto y la consideración que a sus escogidos tu- viese, bien pudiera en sentido afirmativo aplicársele lo que en son de duda dijera Cicerón: Ubi enim istum invenmtas quí honorem amici anteponat suo? La DIRECCIÓN. EDWIN WHITFIELD FAY Profesor de la Universidad de Tejas Nada sabíamos de su muerte no obstante las frecuentes y bue- nas relaciones que mantuviéramos desde que en 1? de Diciembre de 1894 ingresamos, en la misma sesión, en la Sociedad Lingúíis- tica de París. Unas palabras del Profesor Meillet en nota biblio- gráfica relativa a un trabajo de Fay titulado Important defects in indo-european phonology, que oportunamente nos enviara el autor, despertó en nuestro espíritu la duda de si había ya rendido su tributo a la madre tierra tan infatigable trabajador. La carta que nos contestara el Sr. Presidente de la Universidad de Tejas confirmó, por desgracia, nuestro presentimiento. El Profesor Fay había fallecido el 17 de Febrero de 1920 en Pittsburgh, Pennsyl- vania, a donde fuera por gravedad de una hermana. Con su muer- te se apaga un maestro digno del mayor encomio, sutil investiga- dor en el amplio campo de la ciencia del lenguaje, que supo con su labor demostrar la excelente preparación que alcanzara en la Johns Hopkins University, a la sombra de su gran mentor el notable helenista Basilio Gildersleeve, con los esfuerzos que realizase en la justificadamente afamada Universidad de Leipzig. Sorpren- dióle la muerte al frente del Departamento de Latín en la Uni- versidad de Tejas y su obra meritísima, dentro del profesorado, pudo apreciarse bien tanto en la enseñanza del sánscrito y de las lenguas clásicas en la Universidad de Michigan, donde dejara es- tela de buen recuerdo el inolvidable Profesor D'Ooge, como en la cátedra de latín en las de Washington y Lee, Chicago y Tejas. Las notables Revistas Umiwersity of Texas Bulletin, The Ame- rican Journal of Philology, Journal of the American Oriental So- ciety y Bulletin de la Société de Eimguistique de Paris, contienen en sus páginas su constante contribución en la esfera de sus espe- culaciones, en ellas puede apreciarse bien el merecido renombre La Dirección: Carlos Salvioni. 171 que alcanzara siendo buena prueba de ello The Mostellaria of Plautus, Important defects in Indo-Europezan Phonology que juz- gara el Profesor Meillet recientemente, Composition, not Suffixa- tion, Education through the Study of Words, Indo-Iranian Word- Studies, Pro Domo Mea en que analiza el superlativo, la flexión en los verbos nasales, sin olvidar su curioso estudio Indo-European Verbal flexion was analytical exponiendo la supervivencia de los compuestos analíticos, la elipsis en los mismos, los aoristos sigmá- ticos en sánscrito, el futuro (i) s-yati en el propio idioma, como los latinos en bo, etc., importante trabajo que también juzgara el Profesor Meillet en la Revue Critique consignando los puntos débiles del mismo. Añadamos a lo dicho las pesquisas etimológi- cas que publicara en periódicos de su país y del extranjero como así lo hizo en el Boletín de la Sociedad Lingúística antes mencio- nada al discurrir sobre los términos latinos sine, nesi, nisi; NA, misi o el griego yhóroa Descanse en paz el ilustre maestro que con tanto afán difun- diera, desde su cátedra, sus útiles conocimientos; bien hicieron los que advertidos de su sólida cultura la supieron aprovechar en sus establecimientos de enseñanza, felices aquéllos que al tenerle por maestry lograron mejorar sus mentes asimilando su sana doctrina. La DIRECCIÓN. CARLOS SALVIONI Profesor de la Academia Científico-literaria de Milán Con qué dolor consignamos en las páginas de esta publicación la muerte del gran lingilista que fué a su vez dienísimo ciudadano. Un periódico 11 Marzocco que atentamente nos enviara su viuda hízonos saber que, como Fay, había desaparecido el amigo eminente cuya labor intelectual tanto ros beneficiara por las excelencias de la misma. Sucesor de aquel gran lingiliste Graziadio Ascoli que tanto en la cátedra que explicara como en su monumental Archivio Glottologico Italiano reveló su dominio en el campo de las lenguas, su erudición extraordinaria, llegó a ser Salvioni en las manifes- taciones de sus trabajos feliz heredero del gran Flechia en el co- nocimiento de la dialectología italiana como fué asimismo encar- nación de un elevado sentimiento patriótico, bien demostrado, con 172 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. los dos hijos que ofrendara a la patria en la redención de la mis- ma, circunstancia que ha contribuído a elevar justificadamente su personalidad alcanzando de todos la consideración y el respeto a que siempre se hizo acreedor. Los que se honraron con su amistad, cuantos han aquilatado bien el mérito excepcional de sus esfuerzos, han podido compren- der cómo su clara inteligencia, en medio tan científico como el de la Universidad de Leipzig, supo aprovechar bien las enseñanzas que allí se realizaban, reflejadas después en las indagaciones que hiciera en la esfera de sus estudios predilectos, como así lo demues- tra su tesis sobre el dialecto milanés, magnífico exponente de una voluntad firme al servicio de una inteligencia superior. Por esa sorprendente actividad que explica su abundante bibliografía, por esa actuación sin ejemplo logró oeupar puesto prominente entre les romanistas italianos o extranjeros, ampliando incesantemente su saber hasta alcanzar singular dominio en el muy dificultoso y extenso campo de la dialectología italiana. Abramos las páginas de sus memorias y de inmediato se verá con qué éxito espigó en la fonética, en la morfología, en la etimología, ete., cómo de acuerdo con el método que en estas labores debe seguirse supo coleccionar numerosos hechos que a la luz de los principios científicos estudia- ra, analizara, clasificara, consagrando sus esfuerzos preferentemen- te a la etimología italiana que cristalizaran en su Postille italiane al vocabulario latino-romano, en su Nuove postille, así como en las notas etimológicas que diera a luz en las páginas del Archivio de Ascoli, que más tarde, a la caída de este gran lingiista, dirigisee, a contar del Volumen XVI, y en cuya meritoria labor pusiera, jun- to con su extraordinaria preparación, el amor entrañable que al maestro consagrara. Para que los lectores de esta Revista comprendan lo que en la ciencia del lenguaje significó Salvioni ponemos a continuación los títulos de algunas de sus obras: An- cora 1 nomas leventinesi in engo; Appunti diversi sur dialetti meri- dionali; Dell*antico dialetto pavese; Di qualche criterio dell'indagi- ne etimologica; Graziadio Ascoli; Il dialetto di Poschiavo; Lingua e dialetti della Svizzera italiana; Note di lingua sarda; Osservazioni varie sui dialetti meridionali di Terraferma; Per la fonetica e la morfología delle parlate meridional: d*'Halia; Quisquiglie di topo- nomastica lombarda; Spigolature Siciliane; Del posto da assegnarsti al Sanfratellano nel sistema de dialletti Gallo-italici; Il Nuovo Tes- tamento Valdese; Saggiío intorno ar dialetti de alcune vallate all es- La Dirección: Carlos Salvioni. 173 irenitá settentrionale del Lago Maggiore; Spigolature friulane; Appunto sull'antico e moderno lucchese. He ahí en breves palabras lo que significó para la ciencia del lenguaje el hombre notable que acaba de morir, el afortunado in- vestigador en las materias de su preferencia, el honorable ciuda- dano que soportara con valor ejemplar el sacrificio de dos hijos, soldati martir: d'Italia, ardenti nella fede y de quien podría de- cirse sobre su significación como maestro lo que el inolvidable Bréal afirmaba del gran Ascoli pour parvenir a une maitrise il faut des dons hors de ligne. La DIRECCIÓN. UA Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. NOTAS BIBLIOGRAFICAS I. Contributi al Lessico etimologico romanzo por Giacomo Dr GrEGO0rRI0.—Torino, 1920. El muy ilustre lingúista Prof. Giacomo De Gregorío acaba de reafirmar, con el excelente libro que ha tenido la bondad de ofre- cernos, cuánta es su competencia en la muy amplia esfera de la ciencia del lenguaje y 'cómo sus constantes y excelentes investiga- ciones al través de las páginas de sus Studi Glottologici Italiami le hacen merecedor, justificadamente, a nuestro aplauso y admira- ción. La obra que acaba de publicar acusa fina observación en el campo de los fenómenos lingiísticos relacionados con las lenguas romanas y de modo especial con cuanto atañe al siciliano por el que siente gran amor como que es su verdadera lengua materna. Para los que hemos revisado, en más de un caso, los léxicos valio- sos de Diez, Kórtine y Meyer Liúbke permitiéndonos advertir la exuberancia de ciencia que en ellos se encierra, la publicación de otro léxico en la misma rama del lenguaje tenía que despertar viva curiosidad pues parecía que aquéllos debían siempre representar la última palabra en la materia. Y leyendo cuanto nos dice el colega distinguido y viendo el cachet propio de su obra se nota que no sólo ha pensado en lo que esos ilustres romanistas nos han dicho sino que ha querido también dar a conocer sus particulares pesquisas, el juicio a que llegara en el examen de las voces románicas y de mo- do especial de las sicilianas ya que ellas iluminan potentemente los elementos de esta familia ofreciéndonos De Gregorio junto a la indagación efectuada las rectificaciones que ha estimado oportuno dar a conocer sin olvidar las adiciones pertinentes a los léxicos men- cionados. Esas páginas demuestran su personalidad lingiística, revelan la justa apreciación de los principios fundamentales dentro del lenguaje pero también manifiestan que no se acomoda a ellos cie- gamente cuando considera que no hay motivo para tanto por lo que teniendo en cuenta la orientación de la nueva Escuela, cuando el caso lo requiere, ha sabido ser! liberal, como dice, en la explica- Notas Bibliográficas, 175 ción etimológica indicando leyes fonéticas y de morfología sin perder de vista el antiguo criterio de la razón semántica y el mo- derno de la analogía. Leamos pausadamente su bien expuesta Prefazione y veamos cómo no siempre puede aceptarse como cau- sa de la evolución lingúística el principio del menor esfuerzo que otros afamados glotólogos defienden explicando por él la elisión de algunos fonemas estimados por el vulgo como abreviaturas ya que según De Gregorio, y la razón en un todo le asiste, ni la abreviatu- ra ni la asimilación representan toda la evolución fonética y la frase el menor esfuerzo resulta término muy relativo, como ha di- cho Osthoff, citado oportunamente por Oertel, como la influencia etnográfica y climatérica resulta de poca importancia así demos- trada por Whitney y otros y la vecina de un dialecto sobre otro no puede ser tomada en consideración en cuanto aparece como un simple hecho aislado. Para De Gregorio el fundamento de la evo- lución, bien sea lenta o brusca en el lenguaje descansa en la aso- ciación de hábito y preciso es buscar la verdadera naturaleza de la lengua no en la del arte sino en los dialectos que viven en boca del pueblo como ha dicho Delbriick y constantemente lo indica Cejador. Siempre hemos notado en los trabajos del Prof. De Gregorio un espíritu de veracidad que lo enaltece, a ello se debe que en ocasión como ésta pregone a los cuatro vientos que no es en Ale- tania donde deben buscarse las primeras investigaciones en esta rama porque si Diez fué quien redactó el primer léxico románico ofreciendo defectos su clasificación etimológica, por lo que sus con- tinuadores han señalado una forma más cómoda y más lógica al investigador, no es menos cierto que el verdadero fundador de la filología románica fué F. Raynouard, como no debe olvidarse la gran contribución de los italianos en esta esfera así confirmada en las referencias de Kórting y de Meyer Liibke. Realizar un esfuer- zo como se advirte en este libro es propio de una voluntad firme y de un amor a toda prueba por estos estudios, es vivo deseo de facilitar el camino, dentro de excelente derrotero, a los que siguen sus mismas aficiones y a ello sin duda se debe el que la palabra sea latina, italiana o siciliana, con sus cambios aparezca bien ana- lizada, que consigne etimologías que han sido aceptadas por Me- - yer Liibke, que censure en más de un caso las formas que este con- serva, de a conocer la literatura del grupo que escudriña seña- lando las diferencias que lo separan de otros investigadores como 176 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. del inolvidable Salvioni, por ejemplo, muestre que los cambios de fonemas determinan variautes semánticas, precise la influencia del árabe en la explicación del origen de términos sicilianos, censure las etimologías fantásticas para evitar el er1or, concrete entre dos o más etimologías cuál a su juicio es la mejor, de a conocer el pase de una sonora o sorda indicando para bien de la cultura lingúís- tica las dicciones que faltan a los lexicógrafos. Bienvenida sea esta útil obra que coadyuvará a orientar la men- te en los casos de duda que puedan surgir. II. Ortografía Racional con prólogo de D. Junio CEJADOR.—Bar- celona, 1919. Es un libro que produce interés desde el comienzo de su lectu- ra, está hecho con inteligencia y nos recuerda como se ha dicho, por el estilo, el característico de Valbuena al través de las obras que escribiera contra la R. Academia Española; hubiéramos querido un poco de moderación en la forma que emplea el autor anónimo para defender sus ideas pues así sin duda despertaría interés ma- yor a los mismos que difieran de su pensar. Lai idea concebida y la forma de darle expresión es sui generis, ella acusa las condi- ciones psicológicas del autor, bien adiestrado en el manejo del lá- tigo de Juvenal y sea dicho en honor suyo la mayor parte de las veces con fundamento sobrado. Ortografía Racional tiende a com- batir la ingerencia etimológica en la confección de la estructura de las voces y como afirma su muy entendido prologuista tiende a que se llegue a escribir como se pronuncia prescindiendo de la influencia etimológica ya que ella no sólo suele arruinar el len- guaje, sino que llega a calcarlo en un molde que no es el propio. Realmente cuando se estudia el diccionario de Littré, el de Webs- ter, etc., se nota la diferencia en sentido desfavorable que pre- senta el léxico de la Academia. Trátase de demostrar, para ro- bustecer la crítica, la singular importancia de la carta que a Pi- dal y Mon, como Director de la Academia de la Lengua, escribiera el gran polígrafo Menéndez y Pelayo quien con verdadero cono- cimiento del asunto señala casos singulares que han surgido por ignorancia de las leyes fonéticas. En esas páginas esfuérzase el anónimo autor, que casi le conocemos al través de su estilo, en de- mostrar que la docta Corporación es la única responsable de la estructura que se advierten en las voces ya que cuando se fundó Notas Bibliográficas, 177 la Academia no había ortografía en castellano como se comprue- ba analizando los textos antiguos, por lo que entiende que la ley del lenguaje es el uso, es decir, el de las personas que hablan bien, notándose tanto en América como en Filipinas cómo se ha conservado mejor las buenas tradiciones del lenguaje y que debe escribirse como se pronuncia. Al estudiar los casos principales de crítica señala cuanto atañe a la s y la z, a la sílaba ex, a la mutación de trans en tras, ins en is, mons en mos, obs en os, subs en sus, a la contracción que debe sur- gir para evitar la cacofonía, a los casos de aféresis que el uso au- toriza, al uso del apóstrofo para evitar la sucesión de vocales, al sonido simplificado de gue, gui, al uso de la g y de la j, a, la sín- copa dental intervocálica, a la supresión de las letras inútiles, ete., etc. Termina el autor dando una serie de consejos a la Aca- demia que descansan en el mejor conocimiento de la fonética, en limpiar al lenguaje de galicismos que hace aparecer como pobre en expresión un lenguaje tan rico y tan sonoro. Romper con el hábito ortográfico tiene que resultar un mayor esfuerzo, cambiar la fonética de los vocablos que está acostumbrado el oído a es- cuchar con frecuencia requiere una voluntad muy firme pero sin que resulten todos y cada uno de los casos expuestos aceptados ciertamente que al autor no le falta razón en la eruzada cáustica que ha iniciado como le sobran motivos al erudito prologuista para acoger con beneplácito los puntos fundamentales que en esas pá- ginas se defienden. 111. Compendio del idioma maya; por S. PacuHeco Cruz, Mérida, Yucatán, 1920. Este libro es un nuevo esfuerzo en pro de la enseñanza de una lengua que tiene gran significación histórica porque en maya se efectuaron los pourparlers entre los conquistadores españoles y los mejicanos sirviendo de intermediario Doña Marina, como la tiene muy grande asimismo desde el punto de vista lingúístico no sólo por lo que en su fonética y su morfología nos ofrece, sino por las relaciones que mantiene, en el sentir de Hervás, con el tonquinés como muestra analogía con el huastico y hasta con el otomí en sus monosílabos y en el uso de dar diferentes significaciones a una misma voz, simplemente con variar el tono de pronunciarlas. Las ruinas esparcidas de un extremo a otro de la península yucateca proclaman la cultura de esta nación que no podía dejar de tener 178 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. también un idioma culto: Zavala con su Gramática maya y López Otero con la que publicara hace pocos años, han demostrado el celo que sintieron por la vulgarización de una lengua que compa- rada con las que se derivan del latín y del griego resulta más sen- cilla, más regular, más expresiva y fecunda que éstas. Por estas razones el Sr. Pacheco Cruz ha querido contribuir a la propaga- ción de la lengua con el compendio del idioma maya que ha pu- blicado modificando la orientación de los autores ya dichos para basarse en tres puntos fundamentales en la enseñanza de este idio- ma a su juicio: ejercicio, traducción y frases al objeto de determi- nar tan exacta como sea posible la pronunciación figurada para que el estudiante venza la gran dificultad que le ofrece el articular las cineo letras propias del idioma, es decir las letras enlazadas. Hubiéramos querido que el método del Sr. Pacheco siguiese de cerca el de Gaspy-Otto-Sauer que ha dado resultados tan exce- lentes constando cada lección 1? de una exposición clara y breve de la parte gramatical; 2? de un ejercicio en que apareciesen en pequeñas oraciones las formas diversas contenidas en los para- digmas; 3% de un tema y 4* de una conversación en que se viesen las formas, terminaciones de voces, ete., no frases aisladas como las que aparecen en su libro y aun cuando el Sr. Pacheco Cruz en- tiende que hoy resultaría ridículo aprender este idioma gramati- calmente, no es otra cosa lo que él hace, como se nota bien en la segunda parte al exponer el artículo, al hablarnos de la declinación del nombre substantivo defendiendo que es flexible en la lengua maya punto que si respetamos no podemos aceptar pues la de- clinación consiste en expresar las relaciones entre las ideas por medio de ciertas alteraciones hechas en la estructura material de los nombres y ello no resulta en la flexión del substantivo pooc (sombrero) como tampoco la tenemos en castellano. IV. La oración y sus partes; por Roponro Lenz.—Madrid, 1920. Agradecemos al autor de este interesante libro la atención que nos ha dispensado obsequiándonos con un ejemplar. Lo hemos leído con singular interés por lo que significa en relación con nuestro idioma, por el caudal de conocimientos que acusa per- mitiendo al Dr. Lenz señalar, merced a la gran cultura que en esta esfera demuestra, los puntos de coincidencias, dentro del desarrollo de su tesis, con los idiomas que compara, así como las Notas Bibliográficas, 179 discrepancias advertidas en múltiples casos por la idiosineracia de cada idioma. Estimamos la obra de utilidad suma, magnífico exponente de una larga y fructífera labor, admirable enlace de la psicología lingiiística con la lengua española hasta ahora por nadie efectuado en castellano como hubieron de hacerlo en forma brillante, y con carácter general, Hermann Paul en sus Prineipien de Sprachgeschichte, Van Ginneken en Principes de Linguistique Psychologique y Wundt en Volkerpsychologie, entre otros. Real- mente tales investigaciones son del todo nuevas en España, ellas revelan el interés que este aspecto del lenguaje ofrece ya que en él no hemos de considerar simplemente cuanto atañe a su estrue- tura sino todo lo que sea digno también de conocerse por la in- fluencia subjetiva a la que están subordinadas los matices diver- sos que en el campo de la psicología lingiiística se observan. El Dr. Lenz revélase un lingiiista en su obra y en los infinitos de- talles que en su libro se notan se le ve siempre con una orienta- ción fija que acusa dominio de la materia y un vivo deseo siempre que le sea posible de aplicar en nuestro idioma los principios psi- cológicos que consigna Wundt en las páginas de su obra magistral. Aun cuando afirma el Dr. Lenz que no es su objetivo realizar un tratado sistemático de lingilística general sino preparar modesta- mente el terreno para un estudio razonado de la gramática en los cursos superiores de enseñanza secundaria pasó en esta exposición los lindes de su propósito y hemos de regocijarnos de ello porque así ha efectuado una obra completa digna de encomio permitiendo conocer, con lujo de detalles, cuanto atañe a la oración en su as- pecto gramatical y lógico, el juicio que de ella formara Wundit, los fundamentos en que éste ha hecho descansar su apreciación así como el equivocado concepto que de la misma mantiene la Acade- mia en discrepancia con lo que se ve en muchos idiomas. En esas páginas discurre el Dr. Lenz sobre el concepto de la palabra, analiza el significado del substantivo estudiando su fun- ción gramatical, clasifícalo y consigna que la construcción refleja pasiva debe llamarse refleja impersonal, como afirma que la de- clinación orgánica sólo existe en castellano en el pronombre personal conservándose funcionalmente en el substantivo bien se indique la función por el orden de las palabras o por el auxilio de otros elementos como las preposiciones. Y si es cierto que respecto de la declinación orgánica del pronombre estamos en un todo de acuer- do no resulta así cuando se hace referencia al substantivo indica- 180 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. do o por el orden de las palabras o por el auxilio de partículas dado que no se admiten alteraciones en la forma de las voces dentro de nuestro idioma que es lo que se llama flexión. El capítulo re- ferente al género señalando la forma de su cnseñanza, la substan- tivación de los adjetivos con su representación en los idiomas de tres géneros y la confusión surgida en las lenguas románicas al desaparecer la forma neutra así como las pertinentes observaciones sobre la clasificación de los adjetivos demuestra cómo se desenvuel- ve el Dr. Lenz sobre firmísima base que le proporciona su expe- riencia y su fina penetración en el campo general de las lenguas permitiéndole conclusiones definitivas. Más adelante al ocuparse de la concordancia indica cómo las varias declinaciones en los substantivos y en los adjetivos, las múl- tiples excepciones en la correspondencia normal entre el género y la terminación producen un sistema muy complicado de corres- pondencias que dificulta el aprender lenguas como el sánscrito, griego, latín, etc., pero que perdida la declinación orgánica en las lenguas neolatinas simplificóse en castellano, cosa que a nuestro jaicio revela empobrecimiento del idioma si se compara con lo que para expresar las relaciones entre las ideas se nota en las va- riantes de los substantivos. Y como el adjetivo atributivo en las len- guas tiene determinado carácter según el lugar que ocupe, al eri- ticar Lenz a Bello expresa que Gróber en su Grundriss, refirién- dose al francés, indica cómo el adjetivo antepuesto atribuye una cualidad en tanto que el pospuesto caracteriza la especie. Digamos, por último, que todo lo relativo al pronombre, en cuanto al origen de sus formas, a su clasificación, a las peculiari- dades de los personales del castellano-americano, a la importancia y empleo del artículo al través de lenguas diferentes, al verbo con su mecanismo, a la representación de las terminaciones personales en las lenguas flexivas y a multitud de problemas fundamentales en el campo del lenguaje aparece todo bien expuesto y claramente in- dicado el criterio que en cada caso sustenta el Dr. Lenz. Y no hemos de callar el buen efecto que nos ha producido cuanto dice acerca de los infinitivos como meros substantivos abstractos que ex- presarr el concepto del fenómeno correspondiente sin determinarlo en ningún sentido acostumbrados como hemos estado a lo que acer- ca de los mismos se nos ha venido enseñando, el criterio del Dr. Lenz concuerda con lo que la ciencia del lenguaje entiende que representa el infinitivo como se ve en la forma sánscrita Kshép- Notas Bibliográficas. 181 tum de la raíz Kshep, lanzar, con alguna de la vocal radical. Con esta síntesis puede darse uno buena cuenta del mérito de este li- bro y de las razones que tuviera el muy ilustre filólogo Dr. Me- néndez Pidal para incluirlo en la Colección de Manuales que pu- blica la Revista de Filología Española que con tanto éxito dirige. Dr. J. M. DruicO, Profesor de Lingiística y de Filología. V. Mesures practiques en radioactivité, par W. Makower er H. GrIGER.—París, 1919. Desde que Sir William Crookes en 1897 hizo su famoso descu- brimiento acerca de la naturaleza de los ““rayos”” que parten del electrodo negativo de los tubos que llevan su nombre, la Física comienza a rejuvenecerse, otras teorías aparecen para explicar tan curioso fenómeno hasta entonces no sospechado y los investigadores redoblan sus esfuerzos por penetrar el nuevo campo que se les ofrecía a sus actividades. Al año siguiente, otro sabio no menos famoso, el gran Henri Becquerel, descubre otras radiaciones que guardan estrechas analogías con las anteriores y tienen un origen completamente distinto: nos referimos a la radiactividad, cuyo estudio, ampliado y completado por Mad. Curie, Rutherford, Ram- say y otros ha adquirido tan extraordinaria importancia en nues- tros días; fenómenos imprevistos, comportamiento en aparente con- tradicción con las leyes que hasta entonces regían la energía y la materia, eran las características del nuevo descubrimiento y ha- cían necesarios nuevos procedimientos para apreciar no sólo la parte “cualitativa”? de tales hechos sino también la ““cuantitati- va'?. Al estudio y exposición de estos últimos, tratados aislada- mente por sus respectivos autores, han dedicado Makower y Gel- ger la interesante obra cuyo título encabeza estas líneas; estos métodos, muchos de ellos ampliados, han sido agrupados convenien- temente en dicho volumen, que está formado por nueve interesan- tes capítulos, completados con tres apéndices de gran utilidad y a los que sigue un índice alfabético. En el primer capítulo hacen los autores un estudio bastante profundo del ““electrómetro de cuadrante”? y de los instrumen- tos empleados corrientemente con el mismo; el segundo lo dedican a los electroscopios; y el tercero a la ionización de los gases. Los 182 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. capítulos cuarto y quinto tratan de los experimentos de medida y comparación de los rayos A, B y T, cuyo solo conocimiento nos revela sus caracteres diferentes a pesar de tener un origen co- mún. Los capítulos siguientes hasta el noveno son el complemento indispensable del volumen y tratan respectivamente de los depósi- tos activos y las emanaciones radioactivas, las transformaciones radioactivas y medios de comprobación. En el último describen los autores los diversos procedimientos que se emplean para la separación de los distintos cuerpos radioactivos conocidos hasta hoy, descritos con bastante claridad y de una manera sencilla. Los apéndices primero y segundo son dos tablas de gran utilidad; la primera se refiere a las constantes radioactivas y la segunda a la destrucción de dichas substancias. El tercer apéndice comprende una lista de las pocas casas que pueden proporcionar substancias radioactivas e instrumentos especiales destinados a su manipulación y estudio, lista cuya ventaja práctica puede apreciarse fácilmente. Podemos decir con satisfacción que los autores han logrado el em- peño expresado en el prefacio del libro y han enriquecido a la bibliografía científica con una obra de importancia no sólo para los amantes de la ciencia en general sino también para los que se dedican especialmente al interesante estudio de tan extraordina- rios cuerpos a cuyas propiedades, tan variadas como sorprenden- tes, ha querido cierto autor dar mayor amplitud al expresar sus ideas sobre “la generalidad de las disociaciones atómicas?””, con- siderando a estos cuerpos radioactivos como casos particulares de esa desintegración general. Dr. P. CASANOVA PARETS, Ayudante del Museo Antropológico. CANJE Se han recibido las siguientes publicaciones: Nosotros, B. Aires; Boletín Oficial de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia, Habana; L*Opinion, París; Sociedades de Geografía de Lisboa, Lisboa; Industria e Invenciones, Barcelo- na; Boletín de la Biblioteca Nacional, S. José de Costa Rica; Atlacatl, San Salvador; University of California Chronicle, Berkeley; The Ohio Journal of Science, Ohio; Revista de Medicina y Cirugía de la Habana, Habana; Razón y Fe, Madrid; Revista de Instrucción Primaria, S. de Chile; La Hoville Blanche, par Brugére, etc., Marseille; Memorias y Revista de la Sociedad Científica, An- tonio Alzate, Méjico; Revista de Matemáticas, B. Aires; Boletín de la Unión Pan Americana, Washington; Le Goút Francais, París; Boletín de la Provincia Eclesiástica de la Rep. de Cuba, Habana; Journal of the Elisha Mitchell Scien- tific Society, Chapel Hill, N. C.; Cuba Pedagógica, Habana; Crónica Médico. Quirúrgica de la Habana, Habana; Revista de la Sociedad Cubana de Inge- nieros, Habana; The Johns Hopkins University Circular, University Register, Paltimore; Estudios Franciscanos, Sarría, Barcelona; Bulletin de la Société d*Archeologie d*Aléxandrie, Aléxandrie; Ilustración del Clero, Madrid; Boletín Histórico de Pto. Rico, S, Juan P. Rico; Las Antillas, Habana; The Theoso- phical Path, Point Loma, Cal.; Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, R, Argentina; El Maestro, Méjico; Revista Histórica, Montevideo; L*Image, París; Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, Santander; El Guatemal- teco, Guatemala; Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras, Habana; Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores, S. Salvador; Bulletin of the New York Public Library, N, York; Boletín del Ejército, Habana; Villes Meurtries de France-Arras, Bruxelles et París; Pegaso, Montevideo; La Inge- niería, B. Aires; Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy, por E. Temple, B. Aires; Correspondencia do 22% Visconde di Santarem, Lisboa; Anales del Museo Na- cional de Montevideo, Montevideo; Boletín del Centro de Estudos Americanis- tas de Sevilla, Sevilla; Letras Gúineras, Gúines; Repertorio Americano, 8. J. Costa Rica; The Johns Hopkins Univ, Circular Summer Coarses, Baltimore; Revista de la Asociación Politécnica del Uruguay, Montevideo; Annales de la Faculté de Droit d'Aix, París; La Espiga, B. Aires; Revista Sud Americana, B. Aires; Estudios de Deusto; Bilbao; Pica-Pica, S. Juan P. Rico; Apuntes de Química General, por Antonio Moleón, Habana; Revue d*Ethnigraphie, Pa- rís; Notes on the Silvae of Statius, by W. Merrill, Berkeley, Cal.; Anales de Ingeniería, Bogotá, Rep. de Colombia; Boletín del Archivo Nacional, Habana; La Cienca Tomista, Madrid; Sucinta Historia de los Juegos Florales, discurso por A. Ramírez Pena, S, Salvador; Ethnos, Méjico; The Cultivation of Citrus Fruits in P. Rico; by J. S. Earle, San Juan P, R.; La Morriña Negra, por J. Bagúé, P. Rico; El mejoramiento de nuestras siembras por selección, por E. Parker, S. Juan, P, Rico; Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 184 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Córdoba; Revista Calasancia, Madrid; University of Califormia Record, Ber- keley; Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid; Informaciones y Memorias, Lima; Ll Mosaico de la Caña, por F. Earle, S. Juan, P. Rico; Report of the President of The Johns Hopkins Uniwersity, Baltimore; Revista Dental, Habana; Cours de Méchaniques Génerale, Grenoble; Rapport sur la marche du service du Musée d'Aléxandrie, Aléxandrie, Revista Municipal y de Intereses económicos, Habana; Anales del Instituto de Ingenieros de Chile, S. Chile; 4mérica Latina, París; Ateneo de El Salvador, S. Salvador; Revista de la Universidad, Tegucigalpa; La Cuestión Económica, R. del Salvador; boletín de la Real Academia Española, Madrid; Journal of Entomology and Zooiogy, Claremont, Cal.; Boleiín Oficial de la Secretaría de Estado, Habana; Biblioteca Nacional, Lima, Perú; Secretaría de Fomento, Dirección de Agri- cultura, Méjico; Arquitectura, Montevideo; Las Baleares, Habana; Nuestra América, B. Aires; Boletín de la Unión Panamericana, Washington; Anales de T. Primaria, Montevideo; Discurso en la inauguración oficial del edificio del Ins- tituto de 2* Enseñanza de Matanzas, 1921. La Revista Agrícola, México; Revue Hispanique, New York; Revista Bimestre Cubana, Habana; Revista de Ciencias Médicas de la Escuela Militar, Méjico; Tohtli, México; Annual Report of The Insular Experiment Station, Porto Rico; La enfermedad de la raíz en el café, por J. Matz, San Juan, P, R.; £l cultivo del cocotero en Puerto Rico, por P. González Ríos, San Juan, P. R.; La Renovación del terreno por medio de siem- bras intermediarias de plantas leguminosas, por E. E, Barker, San Juan, P. R.; Varios Trabajos presentados en la reunión de productores y profesionales azuca- reros celebrada en Río Piedras el 17 de Nbre. de 192€, San Juan, P. R.; La sie- rra de Altamira y sus relaciones con la submeseta del Tajo, por P. Royo Gómez, Madrid; Anuario de Colegio de Belén,¡ Habana; Catálogo General de la Casa Editora Hijos de Reus, Madrid; Ingeniería, Lima; Acción Municipal, México; Armonía Social, León; Cuba Intelectual, Habana; Biología (1 curso) ........0....ooo.oomomm.o.. l Zoología (MÍNCUESO JS 04/0020 A AR AODRTA TA CATS ia ale o RATO A dal ade ATA Dr. Carlos de la Torre. Entomología (1 curso) ........... A A A Antropología general (1 curso).............. .. Dr, Arístides Mestre. CONFERENCIAS ¡AÑALGDIACOMIPATada. on caros o ao ) y , Paleontología animal........ A A ato INES Dr. Víctor J. Rodríguez. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Víctor J. Rodríguez, Auxiliar de Biología, Zoología € y Vonservador del Museo Antropológico y de Zoología; Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Ouímica); Dr. Francisco Muñoz (auxiliar interino para Química) y Dr. Jorge Horstmann (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El «Museo Antro- pológico Montané» y el Laboratorio de Antropología tienen por Director al Profesor titu- lar de la asignatura; lo mismo que los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología, 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 curso)............... Historia de la Pedagogía (1 curso)............ Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. ¡Estena Escolar CIA CUESO) te OA dt AOS e Metodología Pedagógica (2 cursos)... ......... A Dr. Luciano R. Martínez. Dijo nue (ll Curso) AS ADA ) Diao natural (Icaro) vs dies di Sr. Pedro Córdova. Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gógico es el Profesor titular de Metodologia. El Profesor Auxiliar es el Dr. Rafael Fer- nández. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico ) NO AO A IA A A ' Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomia! (curso aa ed ona Geodesia y Topografía (1 curso)......... Pa a EUA e 10) APN ATEN Materiales de Construcción (1 curso) ......... Resistencia de Materiales. Estática Gráfica ' IPC lata ad dedo a SAO Aa Ue AAN ¡ Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso).. Elndromecánica (Cuts) a o ado ed S Mantimaria (MU COESO ajo dede ld ii :á Ingeniería de caminos (3 cursos: puentes, fe- ) S rrocarriles;,. calles y carreteras). cio.me. delos E Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) ye Sr. Ovidio Giberga. ra e Higiene de $ Edificios (1 curso) Í Historia de la Arquitectura (l curso).......... » Contratos, Presupuestos y Legislación especial ( a Dr. Andrés Castellá. a la Ingeniería y Arquitectura (LCUESO ZE Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Vacante, (Jefe del Laboratorio' y Taller Me- cánicos); Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctricos); Dr. José R. Martínez, Dr. José R. García Font y Dr. Juan M. Lagomosino (interino) con sus co- rrespondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras exigiéndose asignaturas que corresponden a otras Escuelas. 5. ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS : Física y Ouímica Agrícola (CUE Asa Fabricación de azúcar e industrias derivadas ' Profesor Dr. Francisco Henares. MENCGSO ). Isearcda also ont palo E e AA DA APOLO RIA CÉCUISO ) ua eee ela E A lO AO a e ) as Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. al Sr. Aurelio Sandoval. . Eduardo Giberga. . A. Fernández de Castro. ENtO teca (CUT) ea IS, RUDA A E ME a KE Sr. José Cadenas. EOOLeCcura le CUA e ARI O PN y Beonomía Rural (il 'CUESO) dl a ao | Administración rural y formación de proyectos L O A A O e ME RA 1 ESIStación: tUral(T Curso). alo la | iadustrias rurales (1 Curso)... uo aaa o aa ado 1 Sr. José Comallonga. Maquinaria agrícola (1 curso)................. yA Dr. Buenaventura Rueda. Construcciones rurales (1 curso).............. Microbiología agrícola (1 curso) .............. ' Patologia yegetal (ICUrESO) ins ia ; Son profesores auxiliares los Sres. Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos), Félix Malberty (interino). Para los grados de /ngentero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Pe- rito químico y azucarero se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. me Dr. Jorge Navarro. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 3 de la tarde, se dan informes respecto a los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AWISO LA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es trimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y d= los Centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Director de la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Universidad de la Habana, República de Cuba. Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. N: O TF LCE The REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued quarterly. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Director de la REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Uni- versidad de la Habana, República de Cuba. AVWVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRÁS Y CIENCIAS paralt tous les trois mois. On demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser au Director de la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et la REVUE n'est engagée par 1 opinion personelle d*aucun d'eux. UNIVERSIDAD DE LA HABANA Núms. 3 y 4 o REMISTA - FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental REDACTORES JEFES; - Dr, ARISTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané Dr, SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD JULIO-DICIEMBRE 1921 SUMARIO: : —La Universidad y sus problemas ....:...... +. ..00.... Dr. Alfredo M. Aguayo. —La toma de posesión del nuevo Rector de la Univer- 2 A DUE SUE péa 70S RD UI de 9 ==... “La Dirección. —$Scopas y su intervención en la estatuaria (con graba- Pados:) COORCRIPCOI A AT o e a lo Srta. Blanca H. de la Iglesia. —Reminiscencias HiStÓTiCaS ..;¿..o.ocooomoo coco. ..o.. '" La Dirección. —Antonio C. González (econ un grabado) ...0...co...... La Dirección. —Notas Bibliográficas.—I. Linguistique générale et Lin- .guistique historique; por A. Meillet, París, 1921.— 11. Por mi ciudad; por Juan B. Terán, Buenos Aires, 1920.—IIT. “Vocabulario cubano; por Constantino Suá.- lie ad E e e Ue ERAS y E O AMI Dr. J. M. Dihigo. JIV. Los precedentes musulmanes del Parí de Pascal; ¡por Miguel Asín Palacios, Santander, 1920 ......... Dr. Aurelio A. Boza. —Canje. > HABANA Imprenta ''La Propagandista””, Monte 87 y 89, 1921 EN SEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. AS Dr. Carlos de la Torre. Secretario: Dr. Salvador Salazar. 1. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos) ..... o Profesor Dr. Adolfo de Aragón. y Lengua y Literatura Griegas (3 QUISOS)/ a4ci20a 2 Dr. Juan Maza y Artola. Fudloga (1 ou dy 7 De dues Miguel Diigo. la Historia de la Literatura Española (1 curso) ... ] y - Historia de las literaturas modernas extranjeras MEA Dr. Era Domínguez Y (AICUTSOB a ele e ola alo ds cil Siga la an IRE reia 18 Historia“ de' América (LCUISO) o mesi. ars o ; os O da te - Historia moderna «del resto del mundo (2 cursos) ] 2 Dr. Evelio Rodríguez Lenin. , Psieologíd (L:curso) Y... Vo sie.» AN 2 ea SE Y Filosotía, Moral (LAQUTSO. Do ca nar la a es SA YN Dr. Sergio Cuevas gequeira Sociología CIAUPSO do ai al Cda ob TA J Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Salvador Bola para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clásicas y Dr. Eligio de la Puente - (aux. int.) para 'el grupo de Literaturas; los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. ¿El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de ABUSA 2." ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) (1 .eurso) ] Análisis matemático (Cáleulo diferencial e inte- + Profesor Dr. Pablo Miquel. gral) (L QUE) recto J Geometría superior y analítica (1 eurso) ....... 1] Geometría descriptiva (1 Curso)... .....c. F Ss Dr. Claudio Mimó. Trigonometría (1 O J Física Superior (ler. Curso) ......nc.mo.. ll at ed : Física Sapérior LARCOUTAOS os ai el dora o Raya a J 9er GE | EVOCA One Química ener (ACUTSO) ve dates dan one) ole aj oigó AA Sr. Carlos Theye. Brolonta bd ACUESO Dór c e ela tl lea o ae ESE ] j A E de O EOL Eon La a ar aros ab ion Dibujo: Lineal (USCIS e la É Dibujo ere ULA A Ed A ] > Sr. Pedro; Córdova, Cosmología” (IRRITsO yde pica a ed a ) Mecánica Racional (Di CUTSO) re a li qa tao , AS Dr. Victorino Trelles, Astronomia (euro Sabe altar ola i o bla J : Géodesta” EL CUBO) tn aos Ye oie pe Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso) .1...... e Dr. Santiago de la Huerta. . Botánica general (1 CUISO) aia: eo al Dr. Felipe García Cañizares, - (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1eurso) Profesor Dr, Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 Cba 130 > x Co Trigonometría (plana y esférica) (1 curso) ..... e: O Física Superior" (her. Curso) e 1 ; y a : Física Superior 2 Curso) ............ La J ey O SON Quémica inorgánica y Analítica (1 curso) ..... EA , : Química Orgánica (1 CUTSO) ...o..ioneomom.... 5) 2 dr Dibújo Lineal. HL GUISO) Ne aaa es E Dibujo «Natural ¡CIRO ariba a E o o 27 Air MALTA OOO Mineralogía y Cristalografía (1 curso) ........: 4 Dr. Santiago de la Huerta. o Botánica. general (Ll CUBO in are o aaa ee » Dr. Felipe García Cañizares. Cosmología (Ll. CUNSO) Loarre r E Dr. Victorino Trelles. (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1gurso) Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 eurso) . ] Di Claudio “Miinó Trigonometría (plana y esférica) (1 curso) ..... J 13 (ESA mad Químicas general (IUAEDTSO) o uimio ego ol do Jools o a Sr. Carlos Theye. Dibujo Laneali (CUrS O). eri idea ada hi0 uo a da E Sic 3 e Dibujo Natural CLiCUEDO) EEES Aso od Rh J e) Br. Pedro COrdoYAa. Wisica general: (1 BUTSO) 215 lo lo e PA Dr. Plácido Biosca. eos IS (2 CUTSOS) Lote ] A Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (dh iCUrSO) * Al lado de las luminosas claridades de cultos como el de Apolo, nos encontramos en la Grecia legendaria eultos ocultos de terror Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 287 y sangre y cuyas deidades hallan su representación en la estatua- ria en ese siglo de notables contrastes, de deslumbrante luz, pre- cursor de profundas tinieblas, como la noche sigue al día. Ese culto es el de la triple Hácate. Hija del Sol la llaman Museo y Hesiodo; del Tártaro y Ceres, Orfeo. Para Ferecides lo es de Aristeo y para Baquílides de la Cabeza del Discóbolo. (Palac. Lancelotti, Roma). Noche, sin haber faltado quienes la supongan hermana de Diana, ni quienes la hagan triple reina: Selene en el Cielo, Artemis en la Tierra y Perséfona en los Infiernos. No es la Grecia madre de este culto, probablemente, su origen podemos hallarlo en el Egipto, encarnado en el de Isis, según Apuleyo. Transportado a Grecia por Orfeo lo adoptaron los pri- 288 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. meros, los eginetas. Lentamente le vemos evolucionar y casi con- fundirse con el de Diana en Efeso, Delos, Atica y Micenas, Mag- nesia y otras. Si dudosa y confusa en sus orígenes, no lo resulta menos en su carácter. Respetada de Zeus en Hesiodo, concede infinitas bienandanzas a quienes la ofrendan; su intención sóla bastaba a dirigir sus flechas sobre hombres y animales. El tiempo al pa- sar le imprime su huella, lentamente va esfumando su aspecto benéfico, hácela dañina y cruel; envenenadora certera enseña su terrible arte a Medea y Circe, viniendo de este modo a conver- tirse en indiscutible patrona de magos y hechiceros. Su culto infundía pavor; en la misteriosa soledad de la noche, cuando el velo que cubre la Tierra es más sombrío e impenetrable, ovejas de vellon negro como los pesares le son sacrificadas, y en medio de densos, oscuros vapores aparecía tricéfala, erizada de serpientes, una rama de encina en la mano y rodeada de infernal jauría, al conjuro de su nombre siete veces invocado. Hasta víctimas humanas se inmolaron en sus altares en Espar- ta; pero en Atenas, ciudad de franca alegría, no turbado el ánimo de sus habitantes por espectros nocturnos se le ofrendaban tortas con la imagen de un buey pintado. Ese horripilante culto más parece engendro de las timoratas mentes de la Edad Media, sin cesar turbadas ante la idea del pe- cado, temiendo ininterrumpidos castigos y cuyos temores lejos de alejarlos del mal, en él más profundamente los sume, dando pábulo a las más falsas creencias. ¿Cómo en el siglo 1V, donde la alegría, la juventud y el amor sin cesar sonríen, pudo ocurrírsele a ningún artista representa- ción semejante? ¿Sería tal vez el temor a dolores sin cuento tras tan encantadora existencia? Sólo Scopas, abstraído en la idea que encierra el mito pudo detenerse a pensar en la triple divini- dad infernal, como antítesis y consecuencia del lujo y placer en- tonces reinantes. Profundamente preocupado ante el presente ¿cruzó por su mente fugaz visión acerca del porvenir reservado a la Grecia destacándose como enorme interrogante en densas sombras, sólo comparables a las reinantes en la región infernal y quiso de este modo dar la voz de alarma a sus contemporáneos, o solo accedió a cumplir el pedido de una ciudad que solicitaba Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 289 su concurso? Lo cierto es que Seopas esculpió una Hécate para la ciudad de Argos. En un templo de Roma, dedicado a Neptuno, se conservó du- rante mucho tiempo una serie de figuras ejecutadas por Scopas, procedentes de un fronton o de alguna tumba templo del A. Me- nor. Verosímilmente se suponé las tomaron los romanos de la ciudad de Bitinia, donde gobernaba Domicio Enobarbo, quien la llevó a Roma. Representaban a Poseidón, Tetis y Aquiles ro- deados de Tritones y Nereidas, montadas sobre Delfines o Hi- pocampos. De esta composición, que según Plinio “habría bas- tado para ilustrar toda una vida”? mo conocemos nada absoluta- mente. Se ha pretendido reconocer una reproducción de ella en un bajo-relieve de Munich, encontrado no lejos del templo en que estuvo colocado el original de Seopas, es de la época romana y tal vez el dibujo general de la composición derive del original. Siempre en el campo del Arte ocurre que hemos de lamentar la pérdida, precisamente de aquellas creaciones que más subyugaron a sus contemporáneos, impidiéndonos de este modo poder esta- blecer conclusiones categóricas. Tal ocurre con este grupo que tan halagiúeña crítica ha merecido. De él dice Ernesto Gardner, es interesante comparar estos tipos marinos con el Sátiro de Praxiteles, ellos muestran como ambos artistas se han mantenido cada uno en su particular campo de acción dando a sus maravi- llosas concepciones aquellos caracteres peculiares que les hacen inconfundibles entre todos los seres de la creación. kx >* Heracles, hijo de Zeus y Alemena, mujer de Anfitrión, rey de Tebas, desde la cuna lleva sobre sí la vengativa persecución de la celosa Hera a cuyo mandato debe doblegarse y realizar los doce peligrosos trabajos que le 'inmortalizan. Pero Heracles, con su pequeña cabeza y recia musculatura nos seduce y admira cuan- do le vemos rindiéndose a los impulsos de su generoso corazón antes que detenerse a indagar la razón de las cosas; tal lo en- contramos disputando a las Parcas, la sombra de Alceste para devolverla a su esposo, que abrumado por tan cruel dolor le da 290 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. franca y espléndida hospitalidad, procurando no amargar la pro- verbial alegría del héroe con el espectáculo de su hondo pesar. Apenas enterado de las congojas que afligen a su huésped no va- cila en acometer, la más hermosa, pero la más arriesgada también de sus empresas, oponiéndose a los designios del Destino, para entregar a los suyos la bella y abnegada Alceste, para devolverla Cabeza del Doríforo. (M. de Nápoles). a la tibia luz del sol, tan amada de los griegos. De igual modo no le arredra la sombría mansión de Proserpina, a donde descien- de, venciendo eraves obstáculos en busca de su amigo Teseo. Tan animoso contra los monstruos y maldades que asuelan el mundo, no puede romper el encanto con que le subuyga la bella Onfala, la cual mucho con él se divierte. Unido en matrimonio Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 291 con Deyanira, la prometida del río Aqueloo, al querer, incons- tante desprenderse de los fuertes lazos para unirse a lole, hija del rey de Ecalia, perece consumido por la fatal túnica que em- papada en su sangre diera el centauro Neso a Deyanira, que ésta le envía ciega en su dolor y sus celos, queriendo, la infeliz reco- brar de este modo al amado. Tomado literalmente cuanto a Heracles se refiere sin tratar de extraerle un significado oculto, tiene todo el atractivo encanto que de lo griego emana y es así como concebimos tentara a Seo- pas y lo esculpiese para el gimnasio de Sicione. En Londres, en la colección Landsdowne, Heracles, sin el viejo atributo de sus barbas, desnudo, mostrando sus bien desarrolla- dos músculos y apoyando sobre su hombro izqzuierdo su terrible maza si recuerda por la sólida estruetura de su cuerpo y por lo alargado de las líneas del pecho la manera de Policleto en su Do- ríforo, es en cambio por la expresión de su cabeza próximo pa- riente de las cabezas descubiertas en Tegea. Colignon se pregun- ta si será ésta copia del que Seopas esculpió para Sicione, dedu- ciendo de esto en caso afirmativo la influencia ejercida en Scopas a su llezada al Peloponeso, por el ideal argivo-sicionense, como más tarde también fué influído Lisipo no solo por el maestro de Sicione sino también por el de Paros, como lo demuestra su Agias. Una factura de obra que revela proceder de los años juveniles del maestro se pretende señalar en una cabeza de Heracles del M. Británico, encontrada en Gensano, joven imberbe coronado de álamo blanco y de expresión apasionada. Puede así mismo ha- cerse notar esa primera manera en el Hermes del M. Nacional de Roma. La expresión pensativa de la mirada es la de las obras de Scopas. La poderosa mentalidad de Scopas jamás se siente detenida en sus ansias de creación, ni aún en los tipos ya consagrados, en los dioses aceptados con carácter determinado. Así Artemis Eucleia es esculpida para el Artemision de Tebas, y para el Ís- menion la Atenas Pronaia. En el M. de los Offici, en Florencia se conserva una copia de esta diosa: el rostro lleno de entusias- mo se vuelve hacia arriba buscando el cielo con la mirada; se aparta por completo del ideal que el siglo V se había forjado de 292 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la diosa, especialmente Fidias, el escultor de las líneas serenas y la belleza majestuosa. Si seguros los críticos sitúan la creación de esta diosa en el siglo IV, dejan amplio margen a lo hipotético si de asignarle ereador se trata. Ek * b) Templo de Atenea-Alea en Tegea: las cabezas de Scopas. El arte pone en juego nuestras más puras y elevadas activida- des; sin reconocer patria localizada alguna, forma por sí sólo una cuyas fronteras están señaladas por las del infinito; su poder es eterno y universal. El verdadero artista, el que lleva en sí la fuerza de su misión, no atiende sino al poderoso acicate de su inspiración y allí donde encuentre esfera en que moverse con amplitud, campo en que sembrar las bellas y delicadas flores de su genio, lo hallaremos desafiando las mezquinas pasiones de sus semejantes, indiferente a cuanto no sea su Arte, él se yergue cual poderoso cóndor sobre los convencionalismos y necesidades hu- manas, siguiendo la ruta que el progreso le marca y atendiendo solo los mandatos de su genio. De ahí que al concentrar nuestra atención en Grecia en ese período final de las guerras del Pelo- poneso encontremos que éstas si funestas para Atenas, la cual ya había logrado escalar las altas cumbres que el Arte reserva a sus elegidos, resultasen en alto grado beneficiosas para los dorios, pues que pudieron disfrutar las hermosas concepciones de los ar- tistas atenienses. Para la agreste región de Arcadia, letinos recibe el encargo de levantar el templo erigido a Apolo Epieureos (auxiliador) por haberles, durante las guerras, preservado de epidemias, en Figa- lia. Templo del que aun quedan en pié trentiseis columnas con su arquitrabe, y cuyos frisos en 1812 se llevaron los ingleses. No es necesario transcurra mucho tiempo para que veamos a Seopas reconstruyendo el viejo templo de Atenea-Alea, en Tegea. Era éste el mayor y más hermoso templo del Peloponeso, el cual, eo- mo tantas otras obras Pausanias nos describió. Es a las excava- ciones llevadas a efecto en ese templo a las cuales debemos poder señalar con certeza el estilo incomparable del maestro. Dice Pausanias (Pausanias's Description of Greece, J. G. Fra- zer) que el templo sobrepasó a todos los otros del Peloponeso en Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 293 medida y estilo. Las columnas exteriores (peristilo) eran dóri- cas, las que le seguían, rodeando el pronaos, corintias, y las del interior del templo, en la cella, sosteniendo el techo del orden jónico. El arquitecto fué Seopas de Paros, quien hizo imágenes en muchos lugares de la antigua Grecia y algunas en Jonia y Ca- ria. Sobre el frontón del frente desarrolló la cacería del jabalí de Calidonia. El jabalí está casi en el medio. A un lado de él están Atalante, Meleagro, Teseo, Telamón, Peleo, Polux y lole el compañero de Hércules en muehos de sus trabajos. Están tam- bién Protos y Cometes hermanos de Altea. Al otro lado del j¡a- balí está Epocus sosteniendo a Ancaeus herido, con su hacha go- teando, al lado de él están Castor, Anfiarao y Oieles, también Hippotous hijo de Cerción, y a lo último de todos está Pirítoo. En el frontón del fondo está representada la lucha de Telefo con Aquiles en la llanura de Caicos. La cuestión acerca del lugar donde estuvo emplazado el templo surgió en 1879 después de las excavaciones dirigidas por el pro- fesor Milehhófer del Instituto Arqueológico Alemán quien des- cubrió el emplazamiento cerca de la iglesia de S. Nicolás, en Piali. Así dice J. G. Frazer en el tomo IV de sus comentarios a la “Descripción de Grecia?” por Pausanias : en Piali sobre un lugar de la antigua Tegea se han encontrado algunos fragmentos de escul- tura que parecen haber pertenecido a los frontones del templo de Ateneo-Alea. Los más importantes son dos cabezas humanas, una de ellas econ caseo, y la cabeza del jabalí. Las razones principales para identificarlas como parte de los frontones esculturados, sigue diciendo él, son éstas: 1.—Parecen haber sido encontradas dentro de la construcción, en el ángulo N. E. del templo. 2.—Uno de los fragmentos encontrados es la cabeza del jabalí y sabemos por Pausanias que el jabalí de Calidonia fué es- culpido en el fronton del E. 3.—Las cabezas humanas están trabajadas cuidadosamente por uno de sus lados como en los frontones del templo de Zeus en Olimpia, indicando que el otro lado no debía ser visto. 4—Las esculturas son del mismo material que el templo, lla- mado ““mármol blanco de Doliana””. 294 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 5.—La medida de las cabezas corresponde a aquella que se es- peraría encontrar en las pertenecientes a un templo de ta- les dimensiones (49.9 x 21.3). La cabeza del jabalí per- fectamente terminada coresponde a la de un animal de 2m. y ofrece a las miradas dos agujeros correspondientes a los dardos que se le arrojaron. (1) El torso de Atalanta, sacado a luz en las excavaciones de 1900, nos coloca, según Colignon, por primera vez ante un original bien notable procedente del taller de Seopas. La flexibilidad de la ligera túnica con que cubre sus robustas formas; el fino plegado que se adapta, como la hiedra a la roca, al busto de la cazadora, ciñéndose con más amplitud a los lados; el vivo movimiento del juvenil cuerpo echado hacia delante, el brazo derecho en alto blandiendo el venablo, el seno al aire la cazadora merece ser contada en el número de las producciones de Seopas. Es dudoso completar este torso con una cabeza des- cubierta aisladamente, bastante mutilada por el tiempo. Ella . deja ver como la ha descrito M. Mendel, el director de las exca- vaciones, “la calma de este rostro de un bello óvalo alargado, la dulzura de esos labios entreabiertos y de sus raseados ojos pen- sativos, la gracia suave de esos cabellos delicadamente ondula- dos. Se diría la transposición en mármol de una preciosa Tana- cra (2) Tanto el torso de Atalanta como esa cabeza femenina (Figs. 2 A) con que aleunos quieren completar la figura son de mármol de Paros; este detalle más el ser ambos fragmentos de la misma es- cala hace pensar a Ernesto Gardner que pertenezcan el uno al otro. Ambos son así mismo de diferente material que el resto de las figuras del frontón lo cual explica Ernesto Gardner por ser la única figura femenina del cortejo, para contrastar su blancura brillante con el tono color carne de los demás cazadores. La cal- ma que se descubre en esas facciones no dice nada, según E. Gardner en contra de su atribución a Seopas ya que no hemos tenido del maestro una cabeza femenina para elevarla a la cate- eoría del tipo. Esta si no presenta los ojos sumidos en profun- das sombras como las cabezas masculinas, muestra en cambio una (1) J. G. Frazer: Pausanias?s Description of Greece, t. IV, pág. 426. (2) Tomado de Collignon: *“*Scopas et Praxitéle””, pág. 30. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 295 curiosa elevación entre la ceja y la línea del ojo que no desdice en nada de este carácter reconocido del maestro. Admite, pues, Gardner la Atalanta (torso y cabeza) como obra de Seopas en su juventud, cuando aun su estilo se encontraba en estado experi- mental. Con estos asuntos tan extraños a la diosa para la cual el tem- plo ha de servir de morada, nos imaginamos al artista en lucha a AA Yuy 9 Cabeza de Atenea. Gema de Aspasios. con su inspiración para al fin ser vencido por ella dejando al des- cubierto una vez más ese repliegue patético de su espíritu ator- mentado. Pocos en número son los restos descubiertos, suficientes en cuanto a sus espléndidos resultados; los. de más interés corres- ponden al frontón oriental, son dos juveniles cabezas, bastante deterioradas, silenciosas, melancólicas, la mirada perdida en el 296 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. distante horizonte tienen esa expresión inconfundible de quien vuarda de extrañas inquisitivas miradas un profundo pesar, de quien no pudiéndose librar es arrastrado, o se complace abstra- yéndose en las congojas, torturas y angustias de su propio ser. Hsas cabezas son la de un guerrero con su casco (Fig. 3), de ojos dirigidos al cielo; un joven imberbe (Fig. 4) de cabellos cortos bien trabajados en que el dolor ha encontrado fiel expre- sión; los ojos hundidos, casi perdido en sombras, bajo la frente de fuertes y acusados rasgos, da la impresión de la angustia del guerrero que desfalleciente implora piedad. Un Heracles ya des- pojado de su barba y con ella de gran número de años, escasa- mente cubierto econ los despojos del león de Nemea ostenta su ju- ventud. Su cara con la misma apasionada expresión de las otras cabezas expone a la observación unos ojos medio abiertos obseu- recidos por la masa muscular a los lados, debajo de las cejas, Aun cuando sin lugar Heracles entre los cazadores, según el mito, es de creer esta cabeza pertenezca al héroe antes que pensar Seo- pas fuese autor de una mixtificación dando los despojos del león de Nemea a otro héroe. Un grupo de Asclepios e Higia esculpió Seopas para ese mismo santuario. A excepción de la cabeza, Higia se reconoce en una copia del M. Nacional de Roma, atribuída antes de la concepción de esta hipótesis de M. Curtius, a una de las Musas del templo de Apolo Palatino. La hipótesis no carece de fundamento. Al decir de Colignon, esta antigua Musa, ahora Higia, guarda rasgos de parentesco con la Atalanta del frontón oriental. El tocado de Higia: cabello partido en largas bandas, haciendo numerosos bucles, es el mis- mo de una cabeza de la misma diosa de la colección Hope. Esta serie de fragmentos con entusiasmo estudiada ha permi- tido reconocer el estilo de Seopas en múltiples copias de la época romana y agrupar alrededor de su nombre gran número de pro- ducciones hasta entonces anónimas. El hecho de encontrarse reunidos en ese templo los tres órde- nes arquitectónicos, es detalle que está revelando su época, pues el corintio aún no existía en tiempos de Pericles, Vitrubio lo re- monta al 440 inventado por Calímaco; en 396 Seopas lo emplea en el templo de Atenea-Alea, junto econ el jónico al interior y el dórico al exterior. Ante este templo nos hallamos en presencia Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 297 de la exuberante floración arquitectural del siglo IV que dentro de muy poco encontraremos en Asia Menor, como diría Colignon. Relacionada con estas cabezas de Tegea está la de Meleagro, el joven héroe del mito de Etolia, profusamente tratado en vasos griegos y sarcófagos romanos. Seopas representa al joven en el preciso instante de determinarse a asistir a la cacería que tan funesta le ha de ser. En el M. Vaticano existe una copia con la cabeza restaurada, con tan poca fortuna que a distancia denuncia el poco conocimiento del que tal hizo del estilo de Sceopas; sin expresión de ninguna clase, más exacto es asignarle la cabeza de un Apolo praxitélico de la Villa Médicis (Fig. 5), al cual por equivocación se le dotó de la de Meleagro. El mismo cuerpo del cazador no es más que una copia libre con el aditamento del ro- paje que en el original no existió. En la verdadera cabeza, la de la Villa Médicis, encontramos fielmente revelada esa secreta incierta emoción que se anticipa a las grandes catástrofes. El héroe parece conocer las desdichas que derivaran de tal cacería. Ese mito de Etolia, como vemos, preocupaba hondamente el es- píritu de Seopas; lo demuestra en sus obras. Representa la ca- cería del jabalí en los frontones del templo de Tegea, y reprodu- ce aislada la fisura principal del mito, la del joven Meleagro. Lo numeroso de las copias por qué se le conoce, alrededor de veinte, indica lo célebre que fué esta obra. Seopas, más que por la posición, se distingue por la confee- ción de las cabezas de sus estatuas. Los fragmentos depositados en los diversos Museos de Europa nos muestran los detalles par- tieulares y exlusivos del escultor de Paros. Nada que se parez- . ca encontramos antes, nada semejante después. Con Fidias parecía que la estatuaria había alcanzado su máxi- ma evolución, pero las cabezas de Tegea vinieron a señalar un nuevo elemento de progreso, el único que faltaba para cerrar el cielo. Esas cabezas muestran intensidad trágica en la expresión, nota saliente del estilo de Seopas y que, cualquiera que sea la forma de estatua a la cual nos refiramos, no encontraremos en ninguna de sus cabezas en períodos anteriores. No podemos dejar de mencionar a este respecto el estudio rea- lizado por tan notable autoridad como E. F. Benson, el cual en un artículo publicado en el ““Journal of Hellenie Studies””, Tomo XV, con argumentos de peso trata de demostrar como la cabeza 298 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. encontrada en el Laurium y llevada al M. Central de Atenas no es de un Apolo Licio, como se pretende, sino de una Afrodita tan cercana a las cabezas de Tegea que no vacila en erigirla como re- presentante del tipo femenino de Seopas. Benson en su erudito trabajo al comparar esta cabeza con las de Tegea nos da la más exacta descripción de ellas y por tanto, de los detalles que carac- terizan el estilo del maestro. Los caracteres que señala el estilo de Scopas, dice Benson, es- tán dados por las dos juveniles cabezas que se hallaron en Piali pertenecientes al templo de Atenea-Alea. Ambas cabezas son muy redondas y profundas, profundidad que tomada hasta la base de la nariz excede en extensión al largo de la cara. Esta es corta y la frente como caída violentamente sobre las cejas las cuales aparecen muy marcadas. Pero es examinando por qué y cómo la boca es corta y por qué y cómo los ojos están colocados tan profundamente que podemos descubrir mejor lo qué es que hace tan notable la manera de Seopas y separa su escuela de las demás, porque aun cuando la cortedad de la boca es caracterís- tica de Scopas resulta igualmente característica de Lisipo, sin embargo, no existen dos casos en que con un mismo carácter sean dos bocas menos iguales que las de las obras de estos maestros del arte. La primera impresión que nos producen las obras de Seopas es única desde el punto de vista de la vida y la fuerza que contri- buye a dar cada elemento al conjunto total. Los ojos parecen estar siempre atentos en la contemplación de un objeto lejano y elevado, pero no con somnolencia, sino intensamente que se en- cuentra también en cada facción. En la cabeza descubierta con casco la manzana de Adán es prominente y la piel parece tirante; los músculos de la parte derecha del cuello están notablemente acentuados en la cabeza pequeña. El trazado de la frente es muy marcado. Una línea profunda divide la parte superior de la frente de la inferior como si cayese pesadamente la línea de las cejas. Pero esa línea aguda que se encuentra en el hueso de las cejas en las cabezas de Lisipo, no aparece en las de Scopas, en las de éste está cubierto por un músculo prominente que va sobre el hueso a formar una línea continua con la ceja aumentando la aparente profundidad de los ojos, y en vez de colocar éstos en la armazón del hueso como apa- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 299 rece en las cabezas de Lisipo, los embosca bajo la curva aumen- tada de la frente; esa profundidad se hace más notable por la prominencia del hueso de la mejilla, dando así una expresión de ansia a la mirada. En ambas cabezas el párpado superior se hace casi invisible. Este recogimiento se produce, como es natural, por la mirada elevada del ojo que lo hace casi desaparecer bajo IQ PREZZ Hermes de Praxiteles. (M. de Olimpia). la carnosidad de la ceja, apareciendo como una línea casi desva- necida en el ángulo exterior. La expresión de esta atenta mirada se completa muy sutilmente como E. A. Gardner ha hecho notar por la elevación del párpado inferior que va rápidamente en su extremidad exterior a encontrar el párpado superior. Cuando la mirada se fija en un objeto distante el párpado in- 300 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, ferior, aprisionado por el globo del ojo, desaparece en la parte media; Scopas observó y ejecutó esto más ardientemente que na- die y con un éxito completo. La mirada fija largamente en la lejanía tan característica de sus obras está indicada por ésta des- aparición. Resulta interesante observar esto mismo en otros ar- tistas menos notables de su escuela que lo interpretaron falsa- mente. La nariz es muy ancha en la base, pero nunca da una impresión de pesadez; esto se.debe al hecho de que en ambas cabezas del pedimento de Tegea y en otras de la misma escuela las alas de la nariz están fuertemente infladas por la inspiración. Esto da un eran ancho a la terminación inferior de la nariz; menos afortu- nados sus discípulos copiaron la nariz siguiendo el ancho que dan las alas de la misma, pero ésta no las hicieron hinchadas impre- sionando así solamente la pesadez de la construcción. Esa impresión ardiente la da también la boca; el labio supe- rior está elevado hacia el centro, tanto que la distancia desde la elevación aguda del labio a la parte inferior de la nariz es extre- madamente corta. Esa elevación del labio da a éste una forma triangular, elevación que afecta también a la abertura de la boca; en las obras de Lisipo también encontramos dicha abertura, pero econ carácter individual, mientras que en las de Seopas obedece a un estado del individuo, no a su manera de ser habitual, de ahí que el espacio comprendido entre los labios se presente de dife- rente manera en ambos. Esa vigorosa elevación del labio supe- rior sugiere irresistiblemente una boca palpitante, una respira- ción ardiente, la cual hemos visto también en las hinchadas alas de la nariz. Esto unido a la cortedad de la boca en sentido hori- zontal completa la expresión de intensa pasión característica de Seopas. (1) La cabeza de Meleagro viene a confirmar esa dirección del ge- nio artístico del maestro. Su importancia es grandiosa en el cam- po de la Historia del Arte, permitiendo se pueda llegar hasta for- mular esta conclusión : si en todos los fragmentos hallados en que se muestre esta tendencia llevándose a efecto no se observan esos detalles elevados a la más acabada perfección, ello revela que no (1) E. F. Benson: Fourth Century Head in Central Museum, Athens, ““Journal of Hellenic Studies?””, t. XV, pág. 195 y sgtes. 4 Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 301 todos proceden de la misma mano. Seopas tuvo colaboradores y discípulos quienes pudieron ajustarse de un modo más o menos preciso a su inspiración, pero siempre atentos a la prosecusión del ideal que se forjara el jefe artístico que les guiaba. En la parte sur de la Acrópolis ha sido encontrada una cabeza de mujer (Fig. 6) cuya expresión ““de ensueño y pasión contenida”” está designando si no la mano del maestro, al menos la de un discí- pulo que lo siguiese tan de cerca que resultase su otro ““yo””, tan del carácter de Scopas resulta la expresión de los ojos y la boca semiabierta. Para comprender claramente lo que representan esas cabezas de Meleagro y Tegea, precisa señalar como esa parte, la más ex- presiva del ser, ha sido representada a través de distintos perío- dos: apagados y hundidos los ojos en los Apolos arcaicos, el único signo de vida está dado por unos labios que perennemente son- ríen. ¿Qué querrá expresar esa sonrisa inconsciente? ¿Acaso cual la infancia nos quiere revelar el contento inacabable de esa feliz edad ?, ¿el bienestar únicamente? Aun cuando sin arte al- guno, esa sonrisa tal vez constituya entre los primeros esbozos del arte, el jalón encargado de hacernos ver el contento del ar- tista emanado del vencimiento de una dificultad; en cambio en el Apolo de Tenea, conservado en Munich, el rostro es más comple- jo en su expresión : las cejas harto curvas sobre sus grandes ojos, que en forma de almendra parecen prisioneros en las hendiduras parpebrales, manifiestan asombro, y sin embargo sus labios con- tinúan sonriendo. De creer a Luciano, buscaremos la sonrisa grave y discreta por primera vez en Cálamis. Con Harmodio, el tiranicida, la risa cesa; su frente estrecha, ojos grandes y poco hundidos bajo la curva de las cejas, y sus labios gruesos acusan toda la antigua técnica del bronce. En las cabezas de Mirón, de semblante tranquilo, solo preocu- pa la acción ejecutada. Sintiéndose con fuerzas suficientes para la ereación personal, Mirón abandona para siempre la anonadan- te y enojosa sonrisa de sus predecesores, (Fig. 7). El primer esplendoroso brote de la estatuaria, una vez vencidas, aun cuando guardando ligeras supervivencias, las tendencias ar- caicas, nos muestra las vigorosas facciones con carnosos labios, sin sonrisa, pero fresca, alegre y feliz, con sus ojos rectos per- fectamente destacados tras los párpados ligeramente levantados 302 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de Policleto (Fig. 8). Las figuras de Fidias y su escuela, con ca- racteres personales siguen el tipo normal de Policleto (Fig. 9). En este siglo IV de que nos ocupamos preferentemente, Praxi- teles, con la perfección de sus creaciones y la refinada belleza de sus tipos imprime un reposo majestuoso y sereno a la gracia inimitable de las facciones, (Fig. 10). La ternura, la dulzura en la expresión del rostro ya se inicia un tanto en las creaciones de Cefisodoto (Fig. 11). Cabeza de la Irene de Cefisodoto. (Munich). El cráneo en las cabezas de Tegea se presenta notablemente profundo, profundidad que resalta tanto más cuanto que la al- tura de ellas es relativamente corta, presentando de este modo el óvalo del rostro menos pronunciado que en Praxiteles; la osa- menta facial ligeramente pronunciada en las mejillas limita sus amplias superficies. Carácter particular de la cuarta centuria y peculiar de Seopas es la interpretación muscular libre y movible de las mejillas, la Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 303 frente y el cuello ; detalles semejantes, como hace notar L. R. Far- nell, en su artículo del tomo VII del Journal of Hellenic Studies, se encuentran en Praxiteles y Lisipo, el modelado de la frente, las líneas de la cara yel asiento firme de la cabeza sobre el cuello, diferenciándose de Seopas en que éste modela la forma impreg- nándola profundamente de sentimiento patético. Pero es en los ojos donde la expresión patética se acusa con mayor fuerza, colo- cados en la profundidad de las cuencas quedan sumidos en som- bras, la mirada como abstraída en la contemplación de un objeto distante y elevado hace casi desaparecer el párpado superior, en tanto el inferior se une bruscamente a él mostrando el globo del ojo más corto en su medida horizontal; muy de cerca estrechados por las cejas muestran el párpado superior algo abultado. Los labios de ondulación pronunciada, llenos y cortos dejan entrever la línea de los dientes, dispuestos como para dejar escapar invo- luntario lamento; el labio superior algo levantado viene a com- pletar la expresión patética que no falta a ninguna de las estatuas de Seopas (Fig. 12), ni en ninguno de sus discípulos. Ya al fi- nalizar este período de creaciones Lisipo dará a sus cabezas una expresión ecléctica cuyos detalles podemos encontrar en sus pre- decesores (Fig. 13). c) Niobe y los Nióbides. El espíritu de aquella época en que la creencia se transforma- ba profundamente lo encontramos con precisos caracteres, con enérgicos rasgos e indelebles señales destacándose en Niobe víe- tima propiciatoria en sus hijos inocentes de los celos de Latona. Tan cruel sacrificio, tan horrendo martirio infligido a una madre, orgullosa de serlo mútiples veces, aun cuando llevara en sí la idea de superioridad hacia Latona, parece simplemente feroz, y son dos dioses, Apolo y Diana quienes con cruel ensañamiento ven- can la leve ofensa inferida a su madre. La leyenda es tan antigua, como lejanos se hallan los más vie- Jos dioses helenos, y allá en las nebulosidades de los arcaicos se menciona en Lidia una roca esculpida en el monte Sipilo con la imagen de Niobe, aunque al decir de Pausanias esas rocas del Sipilo que vistas a distancia semejan la figura de Niobe, no pa- san de ser rocas sin forma humana alguna cuando se observan 304 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de cerca. Mucho después en la base de la estatua de Zeus, es- eulpido por Fidias en su destierro encontramos reproducido ese asunto. Mas si queremos formarnos idea exacta de la feliz con- cepción del espantoso sacrificio, debemos buscar ese mismo asun- to en el siglo IV. Niobe y la muerte de sus hijos es elemento que ayuda a reforzar la idea que del estilo de Scopas y su escuela nos hemos formado. Ya en tiempos de Plinio la crítica se inclinaba ora a Praxite- les, ora a Seopas cuando de Niobe se trataba, atribuyéndola ya al uno, ya al otro. El asunto es de los que excitan el interés en grado sumo desper- tando compasión y simpatía: una familia blanco de la cólera de los dioses cae de lleno dentro de la esfera de Seopas. Las fisono- mías patéticas, no alteradas en sus rasgos por el dolor físico que sufren; el amor materno que exaltado hasta la desesperación ha- ce esperar la descomposición en los rasgos, y nos presenta en cambio una pureza inimitable de líneas, una sorprendente armo- nía de-conjunto, aun a distancia denuncia la escuela de nuestro artista. Por otra parte Praxiteles ama apasionadamente el des- nudo, mientras el ropaje de Niobe y sus hijas finamente plegado, adherido al cuerpo sin transparentarlo, y especialmente el de la Nióbide que sin restaurar se conserva en el Vaticano (Fig. 14), huyendo en desatentada carrera, loca de dolor, presa de espanto- so terror, el vestido flotando hacia atrás a impulso del viento nos dice claramente el círculo en que debamos incluirla, la escuela de Scopas. Y ese dolor que amarga doblemente a la madre que a los hijos lo encontramos expresado en la actitud de cada cual más que en las líneas faciales *“la sencillez llena de nobleza con que está tratado el grupo de Niobe y su hija””, la delicadeza del asunto escogido para formar el grupo son elementos que nos afir- man en nuestra idea. Y como carácter general de la época en las flotantes túnicas que forman mil ligeros pliegues podemos se- ñalar la influencia de la pintura en la estatuaria. Sin embargo, la crítica moderna, en presencia solo de copias, no puede afirmar categóricamente proceda la concepción originaria del maestro de Paros, pero allí se encuentra de un modo patente transparentán- dose su alma ardiente y apasionada que hace asegurar si no de su propia mentalidad emana la concepción del grupo de un dis- cípulo amante del estilo del maestro en tal grado que asimilán- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 305 doselo íntimamente haya podido concebir con tal apasionada in- tensidad ese asunto que desde tan lejana fecha despertó la duda en el ánimo de los críticos. En Roma, en Florencia, en el Louvre y otros Museos se con- servan copias antiguas de ejecución bastante desigual y deficien- te. El grupo principal, el centro de la obra escultórica fórmanlo Niobe y la más pequeña de sus hijas (Fig. 15). La madre arre- batada, mas sin doblegarse bajo su inconcebible dolor, el rostro levantado, con veloz paso trata de substraer a su tierna hija, a la cual ya apenas puede sostener, de los invisibles dardos, con su cuerpo y con la natural al par que llena de gracia extensión del manto. La niña agotadas las fuerzas cae de rodillas, medio des- nuda, apenas cubierto el débil cuerpecito por ligera túnica, se abraza a su madre tratando de hallar refugio en las vestiduras de la que le dió el ser. A su alrededor se agruparían sus otros hijos y el pedagogo. El duque de Yarborough posee una cabeza de Niobe que háse encontrado sobre el campo de Marte, en Roma. Con respecto a esta copia de la escultura genial que logró tras- mitir a tan lejana edad la concepción que del profundo dolor ma- terno tuvo aquel pueblo encontramos que, como dice Duchenne, “ninguna arruga turba su frente. Parece que debiera suceder lo contrario para expresar el inmenso dolor que debió sentir aque- lla madre que ve asaetar cruelmente y morir a sus hijos y que por lo tanto había de entregarse a la mayor desesperación des- componiéndosele los rasgos todos de su cara a la vez que los del cuerpo y miembros. Pero no sucede así porque el artista ha que- rido evitar las arrugas para no perjudicar la belleza, limitándose a dar a las cejas la dirección oblícua al par que ha dirigido los ojos al cielo, difundiendo además el dolor por toda la figura de un modo tan natural como patético...?”. (1) En todos los individuos de esta familia y de este grupo: el pe- dagogo y su discípulo descubierto en Soissons; los Nióbides he- ridos o moribundos; el otro que yace difunto en tierra (M. de Munich) y en el joven que con su manto extendido parece pro- teger a alguna de sus hermanas, (Fig. 15 A), encontramos los mismos detalles, idénticas cualidades, igual elegancia, la misma (1) Tomado de T. Avila: *““Anat. y Fisiol. para uso de Artistas?””, t. l, pág. 135. 306 , Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, finura que puede observarse en los personajes del Mausoleo, y con ese carácter que los distingue de cualquiera otra creación del mismo género, carácter que constituye nota saliente, sello pecu- liar de Seopas: en Niobe y sus hijos se revela claramente lo pa- tético. El joven torso de llioneo, del M. de Munich, (Fig. 16) despro- visto de cabeza y brazos, revelando en su natural espanto los ea- racteres generales de la escuela hace pueda incluírsele entre los Nióbides. Acaso no es de los que integran la numerosa familia de Niobe, como tampoco parecen serlo el Nióbide de Subiaco (Fig. 17), un pié doblado en tierra en tanto sus brazos dirigién- dose a lo alto parecen suplicar cese el martirio, ni la Nióbide encontrada en Roma (Fig. 18) al abrir los cimientos de la Banca Comercial y que medio desnuda, queriéndose arrancar una flecha de la espalda muestra a las miradas de los apasionados del Arte un admirable torso lleno de juvenil flexibilidad y belleza, el ex- presivo rostro vuelto al cielo cual buscando, para pedirles cuen- tas, a los autores de sus padecimientos, y como la Niobe sin des- componerse en sus rasgos generales. En el modelado que de este grupo se conserva en la Escuela de Bellas Artes de París, no aparece ninguna de estas tres figuras; ello no es óbice a considerarlas englobadas en el conjunto gene- ral de las obras del maestro, y de preferencia en este trágico asunto, pues claramente lo encontramos revelado en la actitud de doloroso espanto, en cada uno de los detalles, en una palabra, en la expresión particular de cada elemento. En 1583, en una viña de la Vía Labicana, hoy iglesia de La- tran en Roma, fueron descubiertas gran número de estatuas de este grupo. Adquiridas por el Cardenal de Médicis, más tarde gran duque de Toscana fueron en 1772, después de restauradas, transportadas a Florencia, al M. de los Offici donde se hallan en una sala especial llamada la Tribuna. Ellas no son más que las copias de los originales que en tiempos de Plinio decoraban el templo de Apolo en Roma, siendo llevadas allí según parece por C. Sosius desde el Asia Menor. Según S. Reinach, la segunda hi- ja, la Nióbide Chiaramonti, es la sola figura que pertenece a un grupo original. Acerca del número de los Nióbides encontramos desde los tiem- pos más antiguos citándose varias cifras; dice Aulo Gelio: ““en Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 307 los relatos de los poetas griegos encuéntrase extraordinaria, 0, mejor dicho, ridícula diversidad sobre el número de los hijos de Niobe. Homero dice que tenía doce entre hijos e hijas; según Eurípides tenía catorce; Safo cuenta diez y ocho; Baquílides y Píndaro los hacen subir a veinte; otros dicen que solamente tuvo tres”? (1). Overbeck es de la opinión de Eurípides admitiendo Cabeza del templo de Tegea. (M. de Atenas). que el grupo entero del siglo IV estaba formado por diez y siete figuras: Niobe, la nodriza, el pedagogo, siete hijos y siete hijas. Y mientras unos piensan, como el inglés Cockerell que el grupo decoraba un frontón, otros, y es lo que se desprende por la dis- posición de las copias conservadas en los diversos Museos, las disponen entre las columnas de un pórtico, de modo que apare- cian aisladas. Una hipótesis surgida ante la observación de las bases rocosas de las estatuas las coloca al aire libre y a altura (1) Aulo Gelio: “Noches Aticas?”, t. II, pág. 270. 308 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. desigual, tal como se las había dispuesto en los jardines del Car- denal de Médicis. En 1863, Stark con su ““Niobe y los Nióbides”” ha puesto es- pecial empeño en dilucidar esta cuestión, siendo él de los que dis- ponen las figuras aisladas, disposición que, por otra parte, com- prueba el grupo del pedagogo y el Nióbide, del mismo modo que puede verse combinando las copias que de esas estatuas existían diseminadas por todo el mundo romano. Esa disposición decorativa en los templos-tumbas estaba en boga. Se dice fueron llevadas a Roma desde el Asia Menor, y allí precisamente es donde encontramos ese estilo. Allí el Mauso- leo de Halicarnaso presentaba entre las columnas gran número de estatuas; allí mos muestra otra vez esa disposición de estatuas intercolumnas el Sarcófago de las Mujeres Dolientes. Este os- tenta colocados en todos sus lados, en alto relieve, hermosas fi- guras femeninas separadas por columnas jónicas; cada una en actitud distinta, mostrando por el gesto la tristeza que las embar- ga. (Es casi seguro que contuvieron los restos de Stratto rey de Sidon, amigo de Atenas. Se conserva en el M. de Constantino- pla). Allí también, en el Asia Menor, Niobe y sus hijos ador- narían un templo respetando esa disposición que era la moda. ¡0nl Mausoleo de Halicarnaso. Columnas del templo de Efeso. ““La presencia en Halicarnaso y Efe- so de maestros venidos de Grecia, marca una fecha importante en la H. del Arte. Con Seopas y sus émulos, el contacto se establece entre las florecientes escuelas y estas regiones de la Jonia, donde en otra época el naciente arte de los hele- nos había hecho su aparición””. (1) Colignon. Como el brazo poderoso de Fidias no dió abasto a ejecutar sus concepciones y hubo necesidad de colaboradores, tal Scopas, en el siguiente siglo, se ve precisado a unir estrechamente a su fama (1) Colignon: *““Scopas et Praxitéle””, pág. 164. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 309 los nombres de algunos de sus contemporáneos: Timoteo; Briaxis y Leocarés; como arquitectos a Satiros y Pitis. Otro nombre tan glorioso como el del mismo Seopas une Vitrubio, algunos si- glos después, el de Praxiteles, el amante del desnudo, del reposo indolente y la gracia fascinante de la juventud. Esa labor de colaboración que da una nota más de igualdad a Scopas con Fidias, no es un templo en el sentido religioso de la palabra, como pudiera presumirse en un siglo aún profunda- mente religioso; es. simplemente una idea que se quiso hacer símbolo; es el amor conyugal cuyo recuerdo quiere perpetuarse, elorificándose y erige el más hermoso sepulero a los restos del bien amado. Obra monumental como asiática, es una de las ma- ravillas del mundo; es el Mausoleo de Halicarnaso, construído y decorado a petición de Artemisa, como homenaje póstumo al compañero de su vida, el sátrapa de Caria, en 352 A. €. A tan alto grado de esplendor llegaba esta obra que Luciano en su “Diálogo de los Muertos”? reunía en conversación amena al fastuoso sátrapa con Diógenes para ponderar su propia tum- ba que le concedía la inmortalidad. Plinio refiere que esta obra, contada entre las siete maravillas del mundo, tiene por basamento un alto cubo más lareo de los lados que de los frentes y encima treintiseis columnas. La fa- chada del E. la decoró Seopas; la del N. Briaxis; la del S. Timo- teo y Leocarés la del O. Parece que un quinto artista trabajó también en la decoración. El monumento terminaba en una pirá- mide de veinticuatro peldaños y en la cúspide estaba la cuadriga marmórea que hizo Pitis a la altura de ciento cuarenta pies. Por los descubrimientos realizados en Halicarnaso se supone que fuera un templo tumba de orden jónico cuya naos sobre el sub-basamento se hallaba rodeada de columnas. Probablemente en el sub-basamento se abría la puerta que conducía a la cámara funeraria. Lo que realmente admiraba a los antiguos por ser de mérito indiscutible era la construcción de la pirámide que coronaba el edificio. Fué necesario vaciarla en el interior, produciendo en el ánimo del que la contemplaba el efecto de una visión aérea, tan difícil parecía pudiera ser sostenida por tan débiles soportes. El tiempo respetaba el monumento; los bárbaros tal vez se sen- tían sobrecogidos en su presencia, sólo las ocultas fuerzas que la 310 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tierra guarda en su profundo seno osaron atacarlo y en el siglo XII de nuestra era, un terremoto lo destruyó, como queriendo in- dicar que a la Naturaleza nada importan las soberbias de los re- yes y tarde o temprano toma su desquite. Una crónica de la Edad Media señala este hecho: en el siglo XV (1402) los caballeros de S. Juan se apoderan de sus már- moles y relieves para construir el castillo de Saint Pierre. En 1522 aun se encontraban en el interior del sepulero los sarcófa- gos; pero en 1665 nada recordaba en la pobre aldea turca de Bu- drun a la antigua Halicarnaso que substituía. En 1846, el viz- conde Stratford de Redecliffe envió algunos de los restos encon- trados, trece piezas bajo-relieves, al M. Británico; más tarde, 1856, la comisión exploradora dirigida por M. Newton descubrió restos de los frisos, como ochenta pies, que formaban una zona esculturada en el basamento, fragmentos de la cuadriga y las estatuas de Mausoleo y Artemisa. El Mausoleo contaba tres frisos, en el primero, sobre el sub- basamento se desenvolvía una carrera de carros, de la que el más importante fragmento es el auriga que se inclina sobre el pescante (Fig. 18 A). Su vestido, túnica larga a estilo asiático, se hincha, se pliega, se riza a impulso del viento que levanta en la carrera; la expresión de la cara, los profundos ojos sombrea- dos dirigidos fijamente en la lejana meta “recuerda irresistible- mente las cabezas de Tegea (Ernesto Gardner)””. El segundo friso eorrido, como corresponde al orden jónico representaba la lucha entre griegos y amazonas, y el tercero, que se conserva grandemente mutilado, se desenvolvía en la parte superior de la naos. En él se había esculpido la Centauromaquia, tema amoro- samente mirado por los griegos. En cada pueblo y en cualquiera de sus manifestaciones encon- tramos repitiéndose detalles particulares cuya presencia cons- tituyen el sello distintivo que ni aún el progreso logra borrar. Tal en el pueblo heleno se repiten desde respetable antigúedad los mismos asuntos y no sólo dentro los límites de la patria, sino también al ponerse el genio al servicio de extranjeros. Amado sobre todos es el combate de griegos y amazonas que igualmente podemos señalar en el Mausoleo que en el Partenon y en el tem- plo de Figalia, obra de letinos, sin remontarnos más lejos. En el friso del Mausoleo se “representan, dice P. Paris, episo- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 311 dios sencillos y sorprendentes, como conviene a una lucha empe- ñada en que el único deseo de los combatientes es matar sin ser muertos. Unos procuran asestar golpes, otros los previenen re- Cabeza de Apoxiomenos. (M. del Vaticano). trocediendo bruscamente y todos dan muestras de eran vigor y agilidad adoptando actitudes violentas. Agitados los paños por los esfuerzos y sacudidas de los cuerpos, flotan al aire tras éstos, o se ciñen por delante a los torsos, brazos y piernas; y las formas de guerreros y guerreras son finas, esbeltas y harto elegantes e inadecuadas a tan encarnizada y salvaje lucha de bárbaros””. (1) g. 265. l=] (1) P. Paris. *““La Escultura Antigua”, pá 3112 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. “Es sumamente instructivo compararlas, dice S. Reinach, con la del Partenón. Encuéntranse en aquellos todos los caracteres del nuevo Arte, el gusto por los movimientos vivos e imprevistos, la tendencia al efectivismo y lo pintoresco, una elegancia que no excluye la fuerza pero que llega frecuentemente al refinamien- to”” (1). Añade en su Filología Clásica, ““por el vigor y el mo- vimiento, ellas no ceden a ninguna obra análoga””. (2) Así describe Colignon uno de los fragmentos del friso de la lu- cha de las amazonas (Fig. 19): ““La amazona postrada en tierra ha caído para atrás y el vencedor se apresta a herirla; Sin em- bargo, una de las guerreras montada sobre un caballo lleno de fuego toma parte en la acción. Por una maniobra familiar a los Jinetes escitas y asiáticos ella se ha vuelto rápidamente sobre su Y montura lanzada al galope y lanza una flecha huyendo””. (3) Para Colignon el estilo del friso queda caracterizado en la fi- gura de ese griego musculoso y nervioso que violentamente se echa hacia atrás en tanto una amazona de flotante y plegado ro- paje, la mano derecha en alto se apresta a herirla con su hacha. En el conjunto de la obra realizada no es posible señalar con certeza la mano de Secopas, pero un mismo sello impreso en el - conjunto de la misma hace patente la dirección del genial maes- tro; y últimamente Farnell combatiendo a Brunn y a Treu en su artículo del ““Journal of Hellenic Studies””, tomo XI halla que esas características relevantes de las cabezas de Seopas, amplitud de las mejillas, profundidad en la cabeza, superficies severamente planas, protuberancias de la frente, ojos profundamente coloca- dos en las cuencas, pestañas cortas y levantadas no se encuen- tran de un modo notable en las figuras del Mausoleo, descontan- do las superficies planas de las mejillas que él no considera de ningún modo como característica de Scopas. Por último él ve en los rasgos de las figuras de los frisos el patrimonio común a las diferentes escuelas contemporáneas. Hasta ahora siguiendo a Plinio, los relieves hallados hacia la parte oriental del Mausoleo se han atribuído a nuestro artista; para L. R. Farnell, sólo mues- tra la apropiación de los dibujos del maestro por sus discípulos (1) $S. Reinach. *“Apolo?”, pág. 66. (2) $S. Reinach. ““Filología Clásica””, t. IL, pág. ? (3) Colignon: ““Scopas et Praxitéle””, pág. 55. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. ; SES manifestándose de este modo la poderosa influencia de Scopas sobre sus contemporáneos. : Si se quisiera tratar de establecer un paralelo entre los per- sonajes de esos frisos y los del templo de Apolo Epicureos, en Figalia, que reproducen el mismo asunto, se vería como sus cuer- pos sin esbeltez ni gracia contribuyen a realizar la belleza, armo- nía y seducción que encontramos en los de Seopas, los cuales tra- ducen econ extraordinaria fidelidad el espíritu del siglo IV, así como en los del Paternon encontramos la más genuina expresión del siglo V. Es de notar también el amplio campo en que se agita cada figura en el friso del Mausoleo, antes de él los frisos pre- sentaban un conjunto abigarrado de figuras. Era Seopas de todos los que colaboraron en el Mausoleo el más acreditado por la fama, es lógico suponer sean suyas las más acabadas figuras del mismo. Las colosales estatuas de ambos esposos, personajes esencialmente notables por el precedente que señalan, representan la tendeneia al personalismo, son los más antiguos retratos que se conservan de la estatuaria helena. Si- guiendo un orden de ideas ya establecido se atribuyen aunque con el carácter de probable a Pitis. En Mausolos (Fig. 20) no escapó detalle de raza alguno a la penetrante observación del estatuario, al fino cincel del artista : la cabellera larga, de ligeras ondas, pero desprovista de rizos, echada hacia atrás sin cuidado; los bigotes caídos marcando el contorno del labio superior; ojos ligeramente oblícuos, son deta- les que señalan con precisión no sólo a un semi-bárbaro sino una nacionalidad conocida y observada de antemano, un cario. El ropaje es otro detalle que no podemos dejar pasar inadver- tido: de pliegues pronunciados, adherido a las piernas, sin trans- parentar el cuerpo lo deja adivinar robusto y poderoso; un man- to ceñido al torso cuyo plegado corta la longitud de la línea hace más robusto el tipo al mismo tiempo que se aviene al estilo de vestir asiático. La posición en reposo, descansando todo el peso del cuerpo sobre el pié derecho y la expresión general de la es- tatua hace nacer la idea de poder físico dominado por un senti- mentalismo doloroso y amargo que se hace patente en los plie- gues de la boca y en la leve, casi invisible contracción de los músculos de la frente. La disposición general de la estatua de Artemisa (Fig. 21), es 314 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la misma que la de Mausolos: una pierna, la opuesta en cada es- poso, semidoblada, apenas señalándose bajo el ropa, y el peso del cuerpo cayendo sobre la otra que se mantiene recta. El traje en sus característicos y bien dispuestos pliegues denuncia la adap- tación a un plan concebido de antemano: que ambas estatuas por su disposición no dejaran traslucir a simple vista diferente mano en su ejecución, lo cual se descubre claramente en su des- igual factura. Un manto cubriendo los bien rizados cabellos, de los cuales una doble fila encuadra el rostro, pasado con gracia y arte entre los brazos viene a sustituir el paño que se ciñe al torso de Mausoleo. En sus “Principles of Greek Art'”, Percy Gardner, hablando del ropaje dice que la variedad en los vestidos crece constantemente y que los maestros escultores encuentran continuamente adapta- ciones nuevas. Las figuras de Mausolos y su esposa llevan con gran dignidad vestidos jónicos. El escultor del friso de las ama- zonas hizo prodigios de escultura en el chitón dórico de las mu- jeres combatiendo. Mucho se ha hablado del lugar que ocuparon estas colosales estatuas, y a poder señalarlo con certeza quedaríamos en posesión del nombre de su autor. Si colocadas sobre el carro, naturalmen- te que a Pitis cabe el honor de firmarlas, pero la disposición de Mausolos, recordando al Zeus cario, sin atavío alguno de con- ductor del carro indica su colocación en tal lugar, a menos que como señala Colignon una Victoria interviniese y guiase el carro. Pero admitiendo, como lo hace el mismo Colignon, que las estatuas de ambos esposos fuesen estatuas de culto y el lugar de su colocación la naos del templo-tumba, se llega a la conclu- sión de que Pitis no tuvo nada que ver en su ejecución, y sí al- guno de los cuatro escultores venidos de Grecia, correspondiendo a Seopas como jefe y mejor artista la adjudicación de la estatua de Mausolos, y a Leocarés, más hábil en las estatuas-retratos, la de Artemisa, cuyo estilo difiere del de la de su esposo. Percy Gardner tampoco eree que la estatua estuviese colocada en la parte superior del edificio, sino dentro de él. “*Es, dice, una de las más elevadas obras de la antigiiedad y tiene que ha- ber sido hecha por alguno de los cuatro escultores que trabajaron en el Mausoleo, Seopas, Leocarés, Briaxis o Timoteo. La cabeza de Mausolos muestra los ojos profundamente colocados en la Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 315 abovedada obscuridad que distingue las obras de Seopas, el ves- tido de la estatua es semejante a aquel de la bella Demeter de Cnido del M. Británico. Su tipo es el de un noble de Frigia o Persia””. (1) La intervención de este rey en los asuntos de Grecia es bastan- te desdichada para ésta. Soñando con el dominio sobre el mar, el sátrapa de Caria encuentra siempre ocasión de favorecer a los Nióbide sin restaurar. (M. del Vaticano). enemigos de Atenas; primero prestando subsidios a Esparta; des- pués haciendo triunfar en Rodas y Quio la revolución oligárqui- ea para acabar poniéndolas bajo su dependencia. De las “Noches Aticas”” tomamos esta “Historia de Artemisa”? que prueba como el amor exaltado de ésta por su esposo la llevó a construir tan suntuoso monumento. “Dícese que Artemisa profesó a su esposo Mausolos amor extraordinario, superior a las (1) Perey Gardner: *““Principles of Greek Art””, pág. 177. 7 E 316 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. pasiones célebres que nos refiere la fábula, y muy por encima de todo lo que puede esperarse del cariño humano. Según Cicerón, Mausolos fué rey de Caria; según algunos historiadores griegos, gobernador o sátrapa de la provincia de Grecia. Después de su muerte Artemisa estrechando el cadáver entre los brazos y re- gándolo con sus lágrimas, le hizo llevar a la tumba con magnífico aparato. Enseguida en su dolor profundo, mandó mezclar las cenizas y los huesos de su esposo con perfumes, hizo reducirlos a polvo, los mezcló en una copa de agua y los bebió. Otras prue- bas dió también de violento amor. Para conservar la memoria de su esposo hizo construir con grandes gastos aquel sepulero fa- moso, que mereció se contase entre las siete maravillas del mun- do. El día que dedicó el monumento a los manes de Mausolos, estableció un concurso para cantar las alabanzas de su esposo, siendo el premio una cantidad considerable de dinero””. (1) Pero Artemisa no vió el fin de la magnífica obra, y sus arqui- tectos después de haberlo terminado por amor propio para su mayor gloria escribieron una obra acerca del famoso templo- tumba. E Por Plinio sabemos que Seopas esculpió numerosos tambores de columnas del templo de Efeso, el más famoso de los de Arte- mis; el gran santuario nacional de la Jonia, que mereció ser con- tado entre las maravillas del mundo. Su construcción comenzada en el siglo VI por el eretense Cher- siphron y su hijo Metagenes tardó más de dos siglos en termi- narse, para verse víctima en 356 de la devoradora sed de fama que poseyó a un loco. Al llegar a este punto la leyenda nos toma de la mano y nos muestra un sueño que tuvo Olimpia, madre de Alejandro antes de este nacer: resonó un trueno y cayó sobre ella un rayo, se produjo un gran fuego que dividiéndose en varias llamas se des- vaneció rápidamente. El primer síntoma de la realización de este sueño es un funesto presagio para la raza griega y le vemos realizándose el mismo día del nacimiento del que había de ser el destructor de la libertad (1) Aulo Gelio: “Noches Aticas?””, t. I, pág. 356. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. Su helénica. Una de las infinitas llamas vistas por Olimpia es aque- Ma que las manos del pastor Erostrato acercan al templo de Efeso, herejía castigada por los efesios quienes llegaron hasta prohibir se pronunciase el execrable nombre del incendiario. Para señalar causa al incendio se llexó a decir que ese día Arte- mis abandonó su templo para asistir al nacimiento de Alejandro, dando lugar a que se consumase el sacrilegio. El templo era de dimensiones enormes, cuatrocientos veinti- cinco pies romanos (126 m.) de longitud, por doscientos veinte (65 m.) de anchura. Presentaba doble hilera de columnas alre- dedor de la eella (díptero), ocho de frente, ciento veintisiete en conjunto y de cerca de diez y ocho m. de elevación y de ocho diá- metros de altura; gran número de ellas fueron regaladas por el rey de Lidia, Creso, famoso poseedor de cuantiosos tesoros; des- pués del incendio los príncipes contribuyeron también, como di- ce Plinio '“dando cada uno una columna””. Las excavaciones realizadas han mostrado fragmentos de la primitiva construcción, pudiéndose de este modo observar que las columnas restauradas son más esbeltas (más delgadas y de capitel más fino) que las antiguas. Antes de la base las colum- nas del templo de Efeso tenían un pedestal cuadrado en que se apoyaban, es ese carácter de este orden arquitectónico y respe- tando la tradición del viejo templo, en el siglo IV como en el VI fueron esculpidos. Del conjunto de las ciento veintisiete colum- nas que rodean el templo, treintiseis, al decir de Plinio, estaban esculpidas. Una de esas famosas columnas conocida bajo el nom- bre de *““columna celata”” (Fig. 22), procedente de las excava- ciones realizadas en Efeso de 1863 a 1869, fué llevada por M. Wood al M. Británico y se supone haya sido esculpida por Seo- pas. “Es, dice P. Paris, por la ingeniosa agrupación de las figu- ras, fino modelado de los vestidos de hombres y riqueza y gra- cia de los trajes femeninos digna del maestro, sin que por esto pueda decirse que semejante obra sea precisamente la suya”” (1). La suavidad y delicadeza del asunto desarrollado en la columna celata son tan poderosos que el espectador inconscientemente queda sumido en hondas meditaciones. Un sacrificio de la natu- raleza del de Alceste solo era patrimonio de la poesía, la estatua- (1) P. Paris. ““La Escultura Antigua”?”, pág. 262. 318 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ria no había aún acometido con vigor las escenas ocurridas en el sombrío reino de Hades; por concesión divina pocos había sido favorecidos por la dicha de abandonar aquellas profundidades, y eso por tiempo limitado. Heracles, el semi-divino, pudo con- mover a Hades y Perséfona, y la dulce sombra de Alceste, des- pedida con pena por Tanatos, el dios de la muerte y conducida por Hermes Psicopompo disfrutará nuevamente del cariño de sus familiares, volverá a contemplar los encantos de la Naturaleza y a sentir la tibia caricia del sol en el seno de los suyos. La divinidad alada, Tanatos, el desnudo Hermes y la graciosa y seductora Alceste son del más bello estilo. Sin embargo, acos- tumbrados siempre a que lo mejor de los maestros sea lo perdido y a que se cuente entre lo recibido la mayor parte de copias, en presencia de la columna celata se duda sea la esculpida por Seo- pas, buscándose entre otros artistas, cualquier desconocido que no sea el maestro su autor, temiendo, como dice Colignon ““que sea un golpe singular de la casualidad que el único tambor de columna esculpido por él fuese precisamente el que nos ha sido conservado””. (1) Ernesto Gardner señala en su “A handbook of Greek Seulp- ture”” la oposición existente entre ese asunto poderosamente pa- tético y la suave gracia de las figuras, hallando en ello la imposi- bilidad de la atribución de la columna a Scopas, el maestro de la pasión. Débese mejor, según él, a un artista que trabajó a su lado aprendiendo sus maneras, encontrándose al mismo tiempo subyugado por la gracia seductora de los escultores áticos, es- pecialmente Praxiteles. Cuando Alejandro en 333 llegue a Efeso, sustituirá con la de- mocracia la oligarquía; se ofrecerá a costear lo necesario para terminar el templo imponiendo una sola condición: se grabe su nombre como el de su fundador; otra chispa de las del sueño de Olimpia, ésta más brillante, pero de igual fondo egoísta estuvo para caer sobre el templo, los efesios tal vez la vieron y se ne- garon a tanto honor. (1) Colignon: *““Scopas et Praxitéie””, pág. 64. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 319 IV ¿La Venus de Milo y la Victoria de Samotracia de la escuela de Scopas? ““La vibración del corazón es como la de la luz; se comunica por todo el con- torno??”. (1) Guyan. La más hermosa estatua del M. del Louvre (Fig. 23), descu- bierta en 1820 en la isla de Melos y adquirida por el marqués de Riviére, embajador del rey Luis XVIII, en Constantinopla, para S. Reinach presenta en su “Filolovía Clásica”? analogías con Niobe, considerada y admitida como de la escuela de Scopas, pa- ra en su ““Apolo””, representando a Anfitrite, referirla a la es- cuela de Fidias, escuelas que a pesar de los puntos de contacto que podamos señalar entre sus jefes difieren tanto entre sí como el carácter de los siglos en que cada uno floreciera, como distinto fué el doble nacer de la diosa que penetrara en el Olimpo surgien- .do un día de las aguas, y su representación en el mundo contem- poráneo a merced del cavar en la tierra privilegiada de Melos. Si es verdad que en uno de los bajo-relieves del Partenón apa- rece indicada en el momento del nacimiento, ese mismo ins- tante está revelando el espíritu del siglo V, el TV más humano y sensual, todavía aprovecha para representarla francamente desnuda un pretexto de la vida diaria, el baño, al entrar o al sa- lir de él, en aquel período que los dioses perdido un tanto su ele- vado carácter eran casi compañeros de los hombres. Si el asunto escogido nos lleva algo lejos de Fidias y su escuela, el rostro y el ropaje nos prestan no menor auxilio. Braun y Liibke la asimilan a la Venus de los Jardines de Al- camenes; es falso ese camino, dice Reinach, y fácilmente puede demostrarse, aun cuando esta demostración echa por tierra la opinión del mismo Reinach respecto a la escuela en que debamos incluir la escultura, porque si no es de Alcamenes, el único dis- cípulo de Fidias a quien lógicamente pudiera atribuirse, tenemos (1) Guyau: *““El Arte desde el punto de vista Sociológico””, pág. 129. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 320 ES 2 (Florencia). be y la menor de sus hijas. 10) Ni Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 321 decididamente que llegar a algún discípulo de Seopas para asig- narle aún dudosa paternidad. Esta Venus de los Jardines conocida por Venus Genitrix, para S. Reinach resulta primero copia de la de Alcamenes, de cuya opinión son también Furtwáneler, Wolters y Robert; pero más tarde S. Reinach piensa con Curtius que es una copia de la Afro- dita vestida de Praxiteles, preferida por los habitantes de Cos. No habiendo faltado quienes la supongan perteneciente a media- dos de la V centuria, pero no de Alcamenes, sino de Calímaco o Cálamis, ni quien la haya supuesto copia de una estatua del año I A. C. Tan discutida creación escultórica nos muestra la severa ex- presión, “el gesto, el peinado y el movimiento de las estatuas aisladas de Fidias”” (1). Su ropaje, sin apartarse aún del plega- do fino y vertical, ajustándose al cuerpo perfectamente, muestra, es verdad, un hombro al descubierto, pero ese tímido intento de desnudez, esa recatada y pudorosa presentación del ropaje dista mucho del manto apenas sostenido por las caderas y la ligera presión de la pierna izquierda de la Milo. Ni Aleamenes, ni Peonios, otro notable discípulo de Fidias, so- bresaliente en cuanto al ropaje se refiere como lo comprueba su Victoria, muestra tanto cuidado al par que tanta libertad y pu- dorosa gracia en sus obras. La expresión que al rostro dan los ojos, la línea lizeramente sinuosa de la boca en ambas maravillosas y extremadamente be- llas; las proporciones con cuidado respetadas, comunicando la eracia de lo viviente, la serenidad del equilibrio interior, revela, sin embargo, distintas condiciones psíquicas en sus autores, dis- tintos temperamentos, diferente influencia. Aunque lejos de las cabezas de Tegea, en la Venus de Milo, se nos antoja, un sutil etnólogo pudiera descubrir la célula atávica que a ellas la unen. Y en ambas Venus, la de Alcamenes y la de Milo, indiscutible- mente resulta admirable la armonía del conjunto. Posición natural, expresión ajena de terrenos sentimientos, sin languidez ni abandono; robusta, plácida, imponente, noble, ma- jestuosa y puramente casta; viviente, al extremo de hacernos esperar ver su pecho elevarse a impulso de la respiración son las (1) 3. Pijoan: ““ Historia del Arte”, pág. 291. 322 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cualidades que harán a la Venus de Milo amada, admirada y eterna. La posición en que tendría los brazos ha suscitado vivas discu- siones. En alguna de las restauraciones antiguas se la puso una manzana elevada, ello pudiera ser ya que el símbolo de la isla en que se descubrió es la manzana y Melos quiere decir manzana. Se ha supuesto también que sostendría una rama de laurel, un tridente o el ropaje caído; que posaba su mano sobre la cabeza de un pequeño Eros puesto cerca de ella, o contemplaba complacida su imagen reflejada en el escudo de Arés; por la observación del torso solamente puede determinarse la posición que tendrían los brazos, no así la de los antebrazos y manos. ““El brazo derecho estaba inclinado hacia delante y abajo, el izquierdo levantado hacia delante hasta formar un ángulo casi recto”. (1) El hermoso torso, declarado prototipo de perfecciones muestra, sin embargo, asimétricas las proporciones, alteraciones bien visi- bles si la estatua se observa fuera de las condiciones a las cuales se ajustó el autor al esculpirla, tales como la dirección de los rayos luminosos al herirla y el punto de vista desde el cual había de ser mirada. Si el relieve sumido en sombras se hace menos notable, la mayor anchura del lado izquierdo permite deducir que la estatua debe recibir la luz por el lado de menor ancho, el derecho, presentando así a los ojos del espectador la ilusión de ser ambas superficies de iguales dimensiones, quedando de este modo desechada la opinión de Henke, el primero que notó la asi- metría en el rostro de la Venus, y que la explicaba: '“para dar una mayor fuerza a la expresión del movimiento””, y la de Hesse quien halla la naturalidad de la obra en ese mismo detalle de asi- metría, “porque también en la vida se encuentran rostros asimé- tricos?”. La Venus de Milo en sus proporciones estaba calculada para un pedestal alto y la perspectiva que la colocación imponía fué compensada con una ligera inclinación hacia delante en la parte superior y con una prolongación de las piernas para la parte in- ferior. “Desde el punto de vista de la perspectiva, dice Stratz, toda la figura está colocada en una dirección cuyo principal pun- to visual hállase debajo del pié, al paso que los puntos inestables (1) Stratz: ““La Figura Humana en el Arte””, pág. 104. o a 0 OS Blanca H. de la Iglesia: Scopas. PE —- H— der ASA. Nióbide. (Galería de los Ufízi, Florencia). [YE] 324 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de la misma altura desplázanse mucho hacia los lados, y el dere- cho a más distancia que el izquierdo. De este modo explícase también la asimetría de la cara””. (1) Así ““en el Louvre, el original está situado a la altura debida y recibe la luz de donde debe recibirla, merced a lo cual produce la admirable impresión plástica”? (2). Es así como únicamente “se puede apreciar la esencia de fuerte musculatura y elástico cuerpo””. (3) Tal como aparece *““en lo último de la galería del Louvre, dice P. Paris, destacando su desnudez divina sobre el obscuro cam- biante del terciopelo, bañada por una sobria y discreta luz y con los brazos cortados, así subsistirá siempre en la memoria de los - que la contemplaron, sin que el espíritu deslumbrado por el bri- llo de una belleza tan pura, lamente las mutilaciones del tiempo o eche de menos una restauración superflua””. (4) Volviendo a la asienación de firma a la encantadora estatua que tantas discusiones ha suscitado, respecto a la época de su ejecución y al feliz maestro que tuvo la envidiable fortuna de hacerla vivir en el mármol, señalaremos que para muchos, entre ellos Colignon, es un original, no la obra de un copista Alex (an- dros) o Ages(andros) de la época alejandrina como se ha preten- dido partiendo de un error, como lo señala Colignon: juntamente con la estatua se descubrieron dos fragmentos de Hermes, uno de los cuales el que llevaba la firma del citado copista se asignó co- mo sostén del brazo izquierdo de la diosa; error que en parte hizo prevalecer el dibujo realizado por Voutier, Oficial de la ma- rina francesa en ocasión del descubrimiento; de esta opinión es Furtwángler. Uno de los Hermes, perdido, reeneontrado en 1900, el de Teodoridas, hace suponer que la base firmada por Alexan- dros soportase también un Hermes y fuese en época posterior a su ejecución y a la de la diosa utilizado para restauración de ésta. La posición de la diosa y el arreglo del paño a la altura de las caderas, sin que podamos en modo alguno designarla como de tal o cual maestro nos permite colocarla en aquella época que corría entre el estilo severo de Fidias y el de atrevidas innovaciones de (1) Stratz: “La Figura Humana en el Arte?””, pág. 105. (2) H. Stratz: ““La Figura Humana en el Arte””, pág. 106. (3) H. Stratz: ““La Figura Humana en el Arte””, pág. 106. (4) P. Paris: “La Escultura Antigua?””, pág. 289. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 325 Seopas, sin hacerla llegar a la del completo desnudo de Praxite- les. La idea matriz de ella pudiera tal vez encontrarse en la Afrodita desnuda de Scopas que Brutus Galaecus colocó en el templo consagrado a Marte. Al decir de Plinio, ella sobrepasaba en belleza a la Cnidiana. Sig 16 Torso de Ilioxeo. (M. de Munich). Esta hipótesis de M. Michaelis, que señala precedente a la Afrodita de Milo, nos permite concluir que verdaderamente, aun cuando sea de época anterior a Scopas, ella lo hace presentir de una manera notable; si después de él, lleva profundamente im- 326 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. pregnada la fresca esencia, el perfume delicado y delicioso de su estilo severo y elegante al par que bello y maravilloso. Cuán lejos nos hallamos ya de aquellos pliegues simétricos, profusos y duros con que el artista arcaico quiso vestir sus eon- cepciones, ese intento infantil de plegado que siguiendo una di- rección determinada no se preocupaba lo más mínimo por la di- rección que bajo él pudiera el cuerpo seguir. Fué Fidias el del mágico, primoroso cincel, “el rey del ropaje escultórico?” quien transformó la arcaica veste en amplios man- tos fina y delicadamente plegados en sus dioses, en graciosas tú- nicas apenas ceñidas en las diosas, ropajes en los cuales cada figura conservando su personalidad gana en majestad divina, le da un sello verdaderamente olímpico. Sus discípulos y continua- dores se aplicaron con más o menos lisonjero éxito a dejar adi- vinar prodigiosos cuerpos desnudos bajo ropajes con toda libertad tratados. Así Agorácrito, entre todos el preferido del maestro, y otros hicieron con gracia suma y destreza consumada desapare- cer el paralelismo de los pliegues por el avance natural de una pierna. Es Alcamenes de Lemnos, aquel que intentó el púdico desnudo de Afrodita, creador tal vez del ropaje fino y transparente tras el cual delicadas y bellas líneas encantan al observador. Y Peonios de Mendé, discurriendo en este mismo campo se convierte en el feliz creador de las ligeras vestiduras flotantes a la espalda por el movimiento rápido del cuerpo ligero y sutil cual el mismo aire que a su paso levanta. La fuerza dinámica que esta genial obra descubierta por la Comisión alemana en Olimpia, comunica a la estatuaria solo pudo ser superada por aquella otra Victoria (Fio. 24) en cuyas ropas el dulce viento de Grecia al chocar blandamente tal parece no ofrecer resistencia, sino que comunica una mayor celeridad a la rauda carrera emprendida por la diosa. Ella no se detiene un segundo y cuanto más adherido el ropaje, cuanto más dirigido hacia atrás mayor es la velocidad que impri- me a su marcha hollando sin fijarse, solo atenta a su fin, aquel mar de zafir. El viento ligero sopla sutilmente, plegando en mil revueltos caprichosos dobleces el ropaje de lana al cuerpo robusto y fuerte que ostentando en su espalda poderosas alas es el que guía, el que impulsa, el que comunica veloz movimiento a la nave que Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 327 rauda surca las ondas, siendo para Demetrio Poliorcetes nuncio de grandiosa Victoria. La estatua es de mármol de Paros y fué descubierta en Samo- tracia en 1863 por el cónsul francés Champoiseau. En 1897 se recibió en el M. del Louvre, gracias al mismo Champoiseau, la proa que le sirve de base. Con respecto a la fecha en que pudo ser hecha, las monedas de Demetrio Poliorcetes nos dan el año 306, cuando su vietoria so- bre la flota egipcia, '“en el auverso copia la Niké alada, de pié sobre la proa del barco haciendo sonar la trompeta que empu- ña con la mano derecha y lleva en la izquierda el asta de un trofeo””. A nosotros ha llegado lastimosamente mutilada, mas eso mismo muestra tantas bellezas, hace adivinar tantas perfec- ciones, sospéchanse en ese cuerpo sin cabeza ni brazos las pal- pitaciones de vida que sin duda animaron al modelo, y, cual la amorosa madre mira con más ternura a su hijo enfermo o inútil, así en el campo de las Artes el apasionado ama y estudia tanto más las joyas artísticas que se le presentan cuanto más mutila- das se las muestren el tiempo y los azares. Nada de extraordinario puede encontrarse en la idea que eolo- ca en el radio extenso de la tradición de Seopas la más acabada ejecución del fino ropaje adherido en infinitos pliegues al cuerpo, flotando en mil revueltos giros, provocando millares de ondula- ciones en el éter de la Niké de Samotracia. Todo en ella mues- tra redivivo el espíritu del maestro de Paros. Tal vez si su perdida cabeza con los entreabiertos labios aspi- rando con fruición la brisa saturada de emanaciones marinas y los ojos hundidos, sumidos en sombras revelando ansias de apre- surar aún más su vertiginosa marcha no fueran rasgos que seña- laran con tanta exactitud el genio del maestro que supo hacer comprender las pasiones de su época ytraducir con espontánea fidelidad el fondo patético de su psiquis por la posición y por los rasgos generales de sus estatuas. 328 Revista de la Facuitad de Letras y Ciencias. vw Valor de la escuela de Scopas. ““Se necesita mucho tiempo para que las creencias humanas se transformen y todavía se necesita más para que las prácticas exteriores y las leyes se mo- difiquen””. (1) F. de Coulanges. Después de haber pasado revista a tantos aspectos del siglo IV, fácil nos será fijar el valor de toda la obra de Scopas, aun cuando pocas palabras son suficientes a determinarlo. Decir Seopas, lo mismo que decir Praxiteles, es señalar eon se- guro además el siglo IV A. C., y señalar éste es representarnos en la mente realizadas las ideas de Libertad, Arte, Armonía, Hu- manidad, en una palabra. Libertad : por ser esa la época en que rotas las antiguas trabas se borran las escuelas locales, ocupando prominente lugar en la República del Arte la ciudad de Atenas a la cual acuden cuantos en sí sienten bullir la inspiración. El Arte acrece su poderío sin desmerecer en nada del de Fi- dias, genial maestro que con su poderoso cincel cual encantada varilla abrió el mágico reino a las maravilladas miradas de sus contemporáneos y sucesores. Armonía porque sin ella toda obra de arte es negativa, y Hu- manidad, compendio de aspiraciones, revelación de principios hasta entonces ni siquiera sospechados puestos al alcance de to- dos por los filósofos y artistas. Y es en ese período que la gran figura de Scopas interviene en la estatuaria para dejar en ella la huella profunda de sus sentimientos, la cristalina gota que había de colmar la medida, pasada la cual el Arte deja de ser tal para convertirse en mera copia del natural, no siempre dieno de re- presentarse. El cielo que comprende la producción de Seopas es infinita- mente variado campeando en todas sus obras la idea que les dió origen: si escoge una Ménades la representa agitada, en el acto (1) F. de Coulanges: *““La Ciudad Antigua”?”, pág. 19. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 329 del sacrificio; si Apolo, en el feliz momento que la inspiración le mueve; le apasiona lo trágico del castigo de Niobe en sus hijos; aprovecha fugaz impresión de Meleagro presintiendo su impla- cable destino. Fidias dió fisonomía al ideal religioso del pueblo griego, él lo llevaba en su mente; al igual Scopas encarna en sus personajes las aspiraciones de su época, dotándolos, animándolos con la vena patética de su carácter. Fidias impregnado de larga fecha atrás de ideas grandiosas acerca de sus dioses aprovecha cuanto se intentó en el Arte hasta entonces para perfeccionarlo, para hacer la creación estupenda de los colosales dioses todo poder, y forjándose una idea de Ate- nea y de su mismo padre, Zeus, la reviste de formas jamás alcan- zadas hasta entonces, nunca modificadas desde ese instante, me- nos igualadas en cualquier tiempo. Después de vista una de las creaciones de Fidias, la idea que le dió origen queda en el fondo de la conciencia clara, precisa, inalterable, sin modificación ma- terial alguna. En presencia de las de Sceopas el proceso a que se entregan los poderes del espíritu es completamente opuesto: formas acabadas, síntesis de historias donde el puro sentimiento, lo patético, hallan su adecuado lugar, momento culminante de una existencia envuelta en la espesa gasa de aleún dolor. Que- remos con todo esto decir: ante Zeus o Atenea sólo vemos, sólo pensamos en el padre de los dioses o en la protectora de Atenas, en tanto que ante las de Scopas es el origen, medio y fin de la historia religiosa lo que mueve nuestra fantasía. En presencia de las obras de uno no pensamos sino admiramos, que así lo su- blime nos abruma! Ante las de Seopas es una necesidad de la mente, pasado el momento de admiración, remontarse a las fuen- tes originarias que nos revelan lo feliz de la concepción, lo exacto de la ejecución. Tales son sus obras. Luz radiosa y tenebrosas sombras como claridades en el siglo, pesares y dolores en su espíritu encontramos en su labor. Los dioses por él esculpidos habían de sentirse en sus manos como entre las de un padre amoroso. Seopas, traductor del pensa- miento, aspiraciones y temores de su época encarna un momento psicológico de Atenas. Su alma profundamente griega, eleván- dóse a etéreas regiones sin duda ansiaba lo desconocido, pero hombre genial y apasionado al sentirse ligado a la vida material, 330 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. al medio que le rodeaba, descubrió que el dolor también informa- ba la existencia, luchó por adaptarse, lo consiguió obteniendo como magníficos e inesperados frutos la representación pasional de sus dioses, representación a la cual no escaparon en sus manos Ti 41 Nióbide de Subiaco. (M. de las Termas, Roma). ni los mortales, llevando cada uno en los toques del cincel átomos vl álitos de su ser. ¡Cuántos e él e j de su vida, hálitos de su ser. ¡Cuántos como él en ese siglo no podrían continuar la fácil corriente de las costumbres que se Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 331 iniciaba !, ¡cuántos sentirían las mismas aspiraciones, las mismas congojas y menos afortunados no hallaron la natural expansión ! Sin ello no se explicaría el continuado triunfo de su obra, la singular atracción que su genio ejercía, pues lo hemos podido ver trabajando y recibiendo pedidos de lejanas ciudades. Luego, el género respondía a una aspiración, llenaba una necesidad de la época si toda obra de Arte está determinada por un conjunto de factores que forman el estado general del espíritu y de las costumbres de los que conviven en un mismo período. Como dice Ernesto Gardner, Seopas fué el más grande de los maestros de la cuarta centuria y su influencia si menos directa y visible en las formas que las de Lisipo o Praxiteles, fué más pro- funda y más extensa. Fué Seopas sobre todo, sigue diciendo, quien hizo el mármol de sus estatuas no solamente lleno de vida y de carácter individual, sino con instinto, eon pasión y emoción. ““Es difícil incluirlo en una escuela particular entre sus ante- cesores, pero él parece haber asimilado todo lo que le pareció mejor para su arte en el Peloponeso y en Atenas, haciendo sentir su poder no rivalizado de expresión a aquellos que trabajaron con él en su madurez””. (1) No es el movimiento sólo, no únicamente la expresión los que hallaron en Seopas su genuino representante; el ropaje con él al- canza su perfección; sin dejar de aprovechar las flotantes vesti- duras del estilo de Peonios, con genial superioridad le condujo al máximo grado de esplendor, belleza y delicadeza. No es el vestido en sus obras el pretexto convenido para mostrar el cuer- po desnudo, para hacer adivinar tras ligero velo delicadas for- mas, sino que es el complemento maravilloso de su concepción escultórica; es en verdad tan natural que asombra que artista alguno en duro mármol haya podido alcanzar tanta delicada per- fección. (1) E. Gardner: ““A Handbook of Greek Sculpture””, pág. 471. 332 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vI Fidias y Scopas. ““Procedente de tal o cual medio, el genio es un creador de medios nuevos > un modificador de antiguos medios””, (1) Guyau. Fidias y Scopas, los dos más grandes representantes del arte escultórico de todos los tiempos, guardan entre sí notables seme- janzas: Fidias trabajó de preferencia el oro y el marfil, fundió estatuas de bronce, pero también trabajó el mármol, como Seo- pas. El arte de éste es el mismo religioso de Fidias, con las va- riantes ineludibles que a toda obra imprime el tiempo, y ambos también hacen del ropaje su culto, si bien en uno se presenta con pliegues rectos cayendo a lo largo del cuerpo como regulados por la ley de gravedad, y en el otro ciñéndose al mismo en variados pliegues llenos de gracia y suavidad. Sin embargo, entre Fidias y Scopas media la gran diferencia que existe entre lo infinito y lo finito, lo divino y lo humano. Son como clara corriente de gemelos arroyuelos que de uno a otro se trasmiten la cadencia de sus murmuríos, tan cerca se desliza uno de otro, mas Jamás sus , transparentes linfas llegan a confundirse. Son cual puntos con- tiguos de un gran círculo: se tocan, mas cerca no pueden estar, pero ¿a cuál de ellos daremos la preferencia? Todo depende del punto de vista en que nos coloquemos, mirándolos en conjunto o aisladamente, porque si es verdad que esos puntos no se con- funden, al tocarse cada uno participa de la esencia del otro, y al alejarse presentan una gradación tal que en último término se hacen únicos, pero siempre notables, siempre maravillosos, siempre grandes. Y de tal manera son notables, maravillosos y erandes Fidias y Seopas. Ese carácter único que en cada uno encontramos nos está dado por sus diferencias: Fidias encontraba la imagen de la ideal belleza, en tanto Seopas imprimía al már- mol el sello de su sentir. En la actitud general de la obra y en la expresión del rostro es donde difieren estos prodigiosos ar- tistas, geniales intérpretes de las aspiraciones de sus épocas. Bas- taba a Fidias absorberse en la contemplación de su ideal y de- (1) Guyau: *“*El Arte desde el punto de vista Sociológico”?”, pág. 100. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 333 / dicar sus energías a su adecuada expresión artística, mientras Seopas y sus contemporáneos aprovechan los variados aspectos que al ser comunica la pasión que a ellos mismos agitaba. Se distingue tanto uno de otro como diferencia existe en el orden moral entre lo ético y lo patético; como dice Percy Gardner, Fi- dias fué el más grande escultor ético en tanto Scopas es el pri- mero entre los patéticos, entendiéndose por escultor ético aquel que en sus obras da a conocer el elemento fundamental y esen- cial del ser, aquello que recibió de sus antecesores y que él mo- difica en el curso de su existencia, aquello permanente que en cualquier momento y siempre hace único al individuo. Menos ideales los escultores patéticos interpretan, y en ello fueron afor- tunados, los estados transitorios, los sentimientos y las acciones. Este carácter patético lo presintió Sócrates cuando hablando con Cleiton le hace notar que las afecciones del alma pueden ser indicadas en la escultura. Los guerreros combatiendo de Sceopas expresan en la cara tanto como en la actittud del cuerpo ““el de- leite y el horror de la guerra”?. La Atenea y el Zeus de Fidias el carácter permanente e inmutable, el poder y la benignidad de los dioses. Seopas en sus concepciones interpretó caracteres de la huma- nidad. universales; su Niobe revela el dolor materno en toda su trágica pureza, en su cruda realidad; la Niké de Samotracia, sa- lida de su escuela, es eúspide de la genial representación del ro- paje, como la Venus de Milo lo es del equilibrio perfecto entre el espíritu y la materia, y como todas sus obras en conjunto lo son de ese sentimiento apasionado y doloroso, de esa congoja interna que todo ser normal alguna vez ha experimentado allá en las reconditeces de su alma, cuando alguna fibra del corazón ha vi- brado intensamente y el rostro fielmente ha dejado transparen- tar. Esas son cualidades que señalando de preferencia una época, caracterizando una religión determinada resultan al mismo tiem- po copias de la humanidad entera y de todos los tiempos, mien- tras el hombre aliente y tenga aspiraciones nobles y elevadas. Esas son las notas que tan extenso hacen su dominio en el Arte elevándole a la categoría de genio en que le colocamos; en cambio Fidias, genio también, con sus majestuosas figuras sintetiza una época y una religión precisas, la de la Grecia clásica impere- cedera. 334 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. VII El material factor importante en la obra escultórica. Policromía. ““En toda interpretación artística in- fluye necesariamente la materia en que se ejecuta y los útiles con que se rea- Aa.) R. Agrasot. El privilegiado pueblo de Grecia, tanto por las condiciones físicas de su suelo como por sus caracteres peculiares estaba destinado desde los tiempos inmemoriales que con dificultad la mente puede concebir, para la Estatuaria. Antes que el hombre pensara en robustecer primero y embellecer después su cuerpo en Palestras y Gimnasios, ya la Naturaleza misma se había en- cargado con prodigalidad de dotarle del material preciso que había de glorificarle, si bien su exelusivo empleo parte del si- glo IV. El suelo de vigoroso relieve, muestra a las ávidas miradas de todos sus marmóreas entrañas que emergen y se dilatan en rocas salientes, cual queriendo indicar las alturas que escalaran quie- nes lo trabajen. Allí el Pentélico da al hombre sus preciadas ri- quezas, engalanando la ciudad con tanta esplendidez que aún en la actualidad hasta las aceras ostentan mármoles, y las islas del mar Egeo de puro mármol, rompiendo la monocromía del mar, como montañas de inmaculada espuma ofrecen sus tesoros al se- guro cincel del artista. Siempre, el verdadero genio al primer golpe de vista descu- brió aquello en que podría sobresalir: mejor dicho, su inspira- ción le condujo, le arrastró y colocó ante lo que le permitiría brillar, y supo hacerlo con tesón y energía realidad viviente. Así en el campo de la estatuaria por el material empleado, tanto como por el asunto y los detalles, se descubre la época, se conoce al artista, y el mármol que se presta a todas las creaciones es em- pleado frecuentemente en las distintas épocas, y casi exclusiva- mente en el siglo IV, por los escultores. 1) Ricardo Agrasot: ““Egipto”?”, t. L, pág. 27. 8 g 8 Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 335 Fidias, puede decirse, fué el único que trabajó todos los mate- riales: el mármol con bastante frecuencia, aunque algunas veces sólo en las cabezas, manos y pies de sus estatuas; el bronce en la Promacos que, guardián sereno y majestuoso, detuvo milagro- samente la invasión de la ciudad por las huestes de Alarico, cua- trocientos años después de Cristo; pero donde su genio prodigio- Nióbide encontrada en Rome. (Banca Com. de Milán). so sobresalió fué en sus maravillosas creaciones eriselefantinas, la Partenos y su divino padre Zeus, vestidos y coronados de oro, los cálidos tintes de la carne de marfil. Tan seguro se hallaba de su poder que se complació en combinar los variados tonos del oro con el marfil y las piedras preciosas. Miron y Policleto solo utilizaron el bronce que comunica a la obra vigor y energía, pero supeditados a sabias graduaciones de 336 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. las luces porque a veces sus brillantes tonos y sus reflejos des- componen la serenidad de la expresión. Lisipo del siglo IV no empleó otro material, de ahí que las muestras de su cincel hayan escapado a la observación directa de nuestros eríticos, pues el bronce, material vivamente codiciado en tiempos de guerra fun- dido nuevamente presta material precioso a la misma. Seopas y Praxiteles conocieron las ventajas de un material donde el color no entorpeciera la expresión apasionada o llena de delicada gracia, lo blando de las formas, lo suave de los con- tornos, y donde sus ejercitados cinceles no admitían parangón alguno. Maestros inimitables del arte conocen el partido que pueden sacar a este material distribuyendo con sabia mano los matices de luz, los detalles que en sombra han de quedar sumidos, obteniendo la más acabada confección artística. Ese era el ma- terial adecuado para tal época: las costumbres exentas de seve- ridad y seriedad; los dioses todavía en el Olimpo moran, pero la creencia en ellos encuéntrase algo modificada; hasta el sistema, casi nuevo, de educación lo están señalando con seguro gesto, y esos artistas conocedores profundos del medio en que se desenvol- vían no vacilan en elegirlo como el único adaptable a la confir- mación de su genio y de su habilidad. Ellos son también los que conducen por nuevos caminos la aplicación del colorido en la escultura. “El arte arcaico del siglo VI con sus estucos y pin- turas y el uso conjunto del mármol y la piedra, y el arte del si- elo V con los relieves pintados de dos o tres colores y las estatuas de oro y marfil conservaron el recurso de la policromía”” (1). Para prescindir de ésta se necesitaba haber estudiado concienzu- damente cuánto sería el material capaz de favorecer la labor del artista y ésto precisamente encontramos en los grandes maestros del siglo TV, unos aprovechando la transparencia del mármol de Paros, otro fiando a los reflejos del bronce la determinación de sus creaciones varoniles. Ya las pupilas de piedras preciosas han desaparecido dejando los ojos sin luz, pero comunicando una mayor calma y serenidad a la fisonomía, mas sin embargo, de Praxiteles se cuenta que sus estatuas pasaban de su taller al del pintor Nicias para salir de- finitivamente recubiertas de ligeras capas de tenue color, y al (1) Elías Tormo: *““La Escultura Antigua y Moderna””, pág. 82. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 337 decir de los antiguos, eran esas estatuas pintadas las más apre- ciadas del autor. Fragmento del auriga del Mausoleo. (M. Británico). 338 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. TERCERA PARTE Ñ I Carácter y tendencias de los otros grandes maestros del siglo IV. ““ El arte, en una palabra, es la ma- nifestación más desinteresada y más sincera de la vida individual y ceoleeti- va, y las verdaderas fuentes del arte, por consecuencia, son las fuentes más íntimas de la vida?””. (1) A. Fouillée. Dos principios informaron siempre toda actuación en Atenas: uno el pensamiento religioso; otro el sentimiento artístico. Así como era la doctrina de Sócrates susurro de blanda brisa que per- fumada por las flores se espareía por toda la Hélade, así la creen- cia religiosa, varias veces secular hallábase profundamente arrai- gada en los griegos corazones, infiltrada de modo tal que cons- tituía obstáculo ,y grande, a su completa desaparición, de ahí que a pesar de las transformaciones que el progreso le imprimiera, que a pesar de tantos y tantos golpes como la sofística le asestara continuase en el siglo IV, si algo variada en el fondo, en lo que atañe a la particular interpretación de cada uno, la misma en esencia, idéntica en forma; y son esos dos principios, Arte y Re- ligión, los que a través de los siglos dominan cuanto pensamiento hermoso alienta en Grecia. Un día, en los juegos Olímpicos de 720, el dorio Orsippos se desembaraza de cuanto a sus libres movimiento se opone y corre completamente desnudo por el estadio. Precioso momento e ins- piración feliz que en no lejano tiempo había de legarnos un Her- mes, síntesis maravillosa de cuanto hermoso puede ofrecer a las miradas el cuerpo del hombre: formas delicadas, líneas puras, sentimiento, expresión. Religión y Arte coadyuvando siempre a la magna obra produjeron el modelado más bello del desnudo, y era la misma mano la destinada, siempre dentro de esos dos 1) A. Fouillée: ““La Moral, el Arte y la Religión según Guyau??, pág. 65. . >] = , p g 339 *(ODFUBIFIL “IA) 'O9TOSNBIA TOP SOSLIJ Op SOJUQUIB EA Y 340 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. principios Arte y Religión, a dar patente en la estatuaria al summum de perfecciones femeninas: otro día no menos feliz que el de 720, algunos siglos después, es Friné quien despojándose de su túnica, ante el pueblo congregado para la celebración de los misterios de Eleusis, ávido de sanos goces, muestra su pagana radiosa desnudez; con el mismo seguro paso y sereno semblante de la diosa del amor se lanza al mar de plata, siendo para el ce- rebro del mismo Praxiteles el destello, la chispa sagrada creadora en su taller de la Afrodita adorada en Cnido. El reinado del desnudo femenino supeditado por completo al pensamiento religioso es exclusivo de este siglo; después lenta- mente va perdiendo su elevado carácter y la diosa desciende has- ta convertirse en la mujer desnuda. Hemos visto al dios transformarse en hombre por la pasión en manos de Seopas y acabamos de mostrar al atleta elevándose has- ta el dios en el Hermes ¡grandes y gratas sorpresas que este siglo nos reservaba! Así de la imitación exacta de la naturaleza a la bella invención basada en el conocimiento profundo de la misma Naturaleza; de los escultores de Egina a Fidias dominado por el ejercicio absoluto de la voluntad de un alma, el arte se preparaba sabiamente para convertirse en la copia idealizada del modelo con Praxiteles y el reflejo del alma apasionada con Scopas. Siguiendo el curso de sus pensamientos, plegándose a las exi- sencias de su inspiración y sin desdeñar la más leve nota que a la ideal consecusión de su arte le llevase, Praxiteles se aparta del Canon establecido por Polieleto, ereando sus figuras esbeltas, delicadas y juveniles cada vez más distantes de aquel tipo pleno de su antecesor. Esa alteración debida a causas subjetivas, si- guiendo un ideal artístico fué emprendida conscientemente, Plinio lo dice, por Lisipo. Las formas cuadradas de Polieleto fueron en sus manos redondeadas, la cabeza se empequeñeció (miecrocefalia en el arte) y los cuerpos se hicieron más esbeltos, prefiriendo además Lisipo a los hombres de Policleto sin deformación algu- na, pero bien desarrollados, la corpulencia robusta y vigorosa del hombre maduro. Faltaba representar al arte escultórico aquella edad de trán- sito, aquel segundo fugaz de la existencia individual en la cual el niño dejando de serlo aún no ha alcanzado la virilidad; en que las formas sin lozanía ni pompas son simples promesas y que cual Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 341 la mariposa en su erisálida, espera el momento oportuno para fio- tar en el azul espacio, semejando pétalos ligeros y delicados de flores, todo luz y color; momento en que todo le sonríe durando como las flores y las mariposas sólo una mañana. Precisamente, encontramos en las creaciones de Praxiteles, como dice muy be- llamente Beulé “ese mismo tipo de juventud de formas tiernas y delicadas, de morbidez ideal, de gracia penetrante que emana como un perfume enervador del cuerpo de sus figuras viriles; el artista buscó esa flor de juventud amada por los griegos, esa naturaleza poco definida que sucedía a las proporciones heroicas de Fidias””. Desde sus primeros momentos anúnciase este segundo período de esplendor con deslumbrantes fulgores. Después de las gue- rras con Esparta, Atenas esperaba en la tranquilidad laboriosa de la paz alcanzar en cuanto fuera posible aquellos pasados tiem- pos de riqueza y grandeza, y esas legítimas aspiraciones, esas án- sias fervientes las interpreta y traduce al lenguaje escultórico, un gran maestro, Cefisidoto, con su Irene y Pluto, obra de culto, de la cual solo copias poseemos, siendo de las mejores la del M. de Munich. Tanto la diosa como el niño han sido objeto de restau- raciones poco afortunadas en las cuales los que se encargaron de hacerlas no tuvieron en cuenta ni por un momento que para po- der llevar a feliz término tal labor preciso es darse profunda cuenta del estilo del autor cuya obra se trata de restaurar; em- paparse verdaderamente de los ideales de la época, conocer ésta en sus pequeños detalles y por último tener la concepción clara del conjunto de la obra, de lo contrario, las restauraciones se convierten en verdaderas deformaciones; teniendo en cuenta, por otra parte, que más se estima un buen mármol mientras me- nos la mano del profano se ha posado sobre él. Una imaginación disciplinada, un gran amor a la estatuaria y buenas fuentes de información pueden en estos casos más que todas las restaura- ciones del mundo. En la Irene la tendencia a la copia del natural es bien manifies- ta, destacándose perfectamente en el plegado del traje: comple- tamente recto, hace pensar en las Cariátides del Erecteo; denun- cia la escuela de Fidias lo mismo que su actitud. La cabeza pensativa, inclinándose hacia el pequeño, revela ternura, sensibi- lidad, solicitud maternal. Irene y Pluto tienen caracteres de Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 342 (M. Británico). solos. 5 Estatua de Mau Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 343 una nueva época, sin desprenderse por completo de la anterior; es el eslabón que une el siglo V con el IV, siendo de aquel por las proporciones y los paños, de éste por la expresión nueva hasta ahora del rostro. Cada vez distanciándose más de la tradición de Fidias, el jo- ven Praxiteles, hijo de Cefisodoto, continúa la msima escuela. Sus prodigiosas concepciones, de donde emanan como efluvios misteriosos los caracteres de un arte ya meditativo, nos muestran al escultor de Venus y el Amor a veces concentrado en sí mismo presentando rasgos de misticismo. Desde el cabello, una de sus especialidades, libre y con primor pintoresco presentado, contras- tando con la fineza sin igual de las carnes; el ojo hundido en la órbita como signo de reflexión (1), hasta lo que más admira a los virtuosos del arte en su Hermes, la suave, delicada y fiel lí- nea del muslo, todo en él llama poderosamente la atención; la expresión “húmeda”” de los ojos de Afrodita de Cnido; la que tal vez es copia de una suya, Diana, encontrada en Gabies, y sus tipos del cortejo dionisíaco atestiguan la encantadora escuela del csenial maestro. En el reverso de una moneda de bronce de la Elida, del tiem- po de Adriano, se ha grabado una imagen de Dionisos en pié con el manto largo; en la mano izquierda un tirso, en la derecha un vaso de cuerno; a sus pies, sentada, una pantera y a su lado iz- quierdo un tambor. ¿Será acaso esa, como se ha señalado por alguno, la representación del Dionisos praxitélico descrito por Pausanias? El Dr. Weil ha mostrado hábilmente que la figura de Dionisos sobre la medalla de Adriano es con mucha probabi- lidad una copia de la estatua de Praxiteles. También se señala como imitación de él el pequeño bronce del M. Nacional de Ná- poles, denominado Narciso; para Colignon ““pertenece a la fa- milia praxiteliana, ese joven dios de cara maliciosa y mohina muy ocupado en mortificar a su pantera familiar””. (2) Dentro de la esfera del mismo mito dionisíaco que tanto sub- yugara a dos de los grandes maestros de este siglo, tenemos re- presentaciones praxitélicas de mérito indiscutible. El Sátiro, sólo instinto bajo sus bellas formas humanas, cuya figura hace pensar (1) $S. Reinach: **Apolo””, pág. 62. (2) Colignon: “*Scopas et Praxitéle””, pág. 103. 344 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. en la exuberante vegetación de su agreste morada; cuyas líneas tienen la misma suavidad y esencia de la rica miel que afanosa la abeja deposita en el tesoro de su panal, revela a la mirada su naturaleza entre salvaje y humana en la expresión de sus ojos y en lo carnoso de sus labios entreabiertos, no en la extremidad aguda de sus orejas perdidas en su parte superior entre las ondas de sus cabellos. Esta obra maestra del escultor ateniense fué del agrado particular de los artistas romanos quienes la copiaron hasta la saciedad conservando siempre los rasgos generales, pero modificándola infinito en los detalles. La mejor copia de las que se conservan es la del M. del Louvre, de mármol de Paros. Se encontró en las excavaciones realizadas en el Monte Palatino y el material permitió a los apasionados sospechar se encontraran ante el original muy mutilado. Para H. Brunn es seguramente superior al Hermes y obra de los años juveniles de Praxiteles. En el M. del Capitolio se encuentra otra copia no tan buena. Este Sátiro además puede servirnos para interpretar, para formarnos una ligerísima idea de lo que sería el Fauno visto en la Vía de los Trípodes por Pausanias y trasmitido a nosotros su recuerdo sólo por las letras. El Fauno y el Eros (éste aun no fijado con certeza) fueron los preferidos de Praxiteles, predilección que nos ha sido trasmitida por la anécdota de todos conocida del incendiado taller. En todas las creaciones de este autor, conocidas o sospechadas, en cada uno de los personajes por su cincel tratados no podemos dejar de admirar la delicadeza de la línea, el encanto sugestivo que en nosotros despierta, la placidez de ánimo en que nos sumer- ge, la languidez llena de ensueño que sentimos flotar en derredor de sus mejores estatuas. Pudiera esperarse el arte continuando por esta senda, sin preo- ecuparse ya de antiguas tendencias cayese en el hondo abismo del sentimentalismo para nunca más levantarse, pero Lisipo al con- tinuar el ideal dórico le vuelve a sus precisos cauces, por lo me- nos en este siglo: le lleva a la realidad, no exenta sin embargo, de cierto idealismo; mas destruyendo un mal todavía sin señales, inoculó al arte, si se quiere, otro mayor: la tendencia, el gusto por lo extraordinario que produjo el Coloso de Rodas y pretendió tallar el monte Athos. Lisipo, teniendo por escuela la humanidad viviente de su siglo, 345 Scopas. Blanca H. de la Iglesia Británico) misa. (M Estatua de Arte 346 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aquella que el pintor Eupompos le mostraba en la multitud des- filando por las calles; por método la observación directa del na- tural y como medio para dar a conocer su idea el bronce, es el último jalón que marca el progreso al arte verdaderamente griego. Lisipo, cuya actividad llena la última mitad del siglo IV, no pudo eximirse de seguir las influencias dominantes en su medio como jamás ningún artista verdaderamente tal, pudo hacerlo. Natural de Sicione, como Polieleto, muestra en las estatuas de su taller salidas la influencia argivo-sicionense, mas el entusiasmo siempre creciente que despertaban los juegos panhelénicos le hi- cieron modificar el antiguo canon, viniendo a ser el representante del ““elevado naturalismo artístico””. (1) Si las necesidades de su escuela le hacen positivo observador, las ideas reinantes, tal vez, comunican a sus cabezas una expre- sión particular que recuerda el estilo patético de Scopas. El Apoxiomenos, copia en mármol descubierta en Roma en 1849 ha permitido comprender su genio. De cuerpo flexible y nervioso y de miembros alargados no es un tipo vulgar, el artis- ta lo ha visto de una manera nueva para la estatuaria. Su cabeza menor de lo natural muestra en la frente una arruga pronuncia- da, los ojos en sombra despiertan en nuestra mente reminiscen- cias de Meleagro y las cabezas de Tegea. La actitud de la esta- tua, con los brazos hacia delante ejecutando una aeción precisa y determinada, complemento de los ejercicios realizados en el eimnasio, perpendiculares al cuerpo dan a la figura una tercera dimensión, revelando al mismo tiempo que la educación física continúa ocupando preferente luar, si bien no como medio de adquirir un cuerpo robusto y sano, sino persiguiendo la belleza en las formas, la gracia en los movimientos. Agias, encontrado en Delfos en 1897 es una copia en mármol de un original de Lisipo, estatua que formaba grupo en una fa- milia de príncipes de Tesalia donde estuvo el original. De miem- bros finos y nerviosos como el Apoxiomenos de la exacta noción del estilo de este artista. La actuación verdaderamente naturalista del arte de Lisipo de- bemos de buscarla en sus relaciones con el joven Alejandro, como escultor oficial de su persona. Muchos retratos suyos se conocen: (1) TJ. Pajoan: Historia del Arte?1t. L. pág Sul Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 347 Alejandro con la lanza en la mano; Alejandro en un grupo de soldados y amigos que le acompañaban a la batalla del Gránico; Alejandro cazando un león, pero únicamente la cabeza Azara, regalada por ese ministro a Napoleón I, conservada en el Louvre ha servido para identificar este tipo, pues lleva la inscripción: Alejandro hijo de Filipo, sin que pueda asegurarse sea de Lisipo, mas sí que reproduce un buen original porque en las últimas ex- cavaciones de Pérgamo se ha encontrado una reproducción del mismo tipo. Con los retratos de Alejandro, en cuanto a la copia del natural se refiere da Lisipo a la estatuaria, junto con Silanion, en este mismo siglo, el último impulso, ya nada podrá crearse. Las naturalezas corpulentas, vigorosas, entran en la esfera par- ticular de este artista. Frecuentemente esculpió a Hércules y como hemos visto a Alejandro, en múltiples actitudes repetido, así Hércules en sus doce trabajos encuentra en Lisipo notable representación; también en reposo, apoyado sobre la clava, y sentado, participando del banquete olímpico. Para Tarento, Li- sipo hizo en bronce un Hércules descansando. Llevado a Roma, Constantino lo trasladó a Bizancio donde hasta 1202 fué orna- mento prineipal de su foro. Los cruzados la destruyeron, pero se conoce por su reproducción en las cajitas de marfil de esa ciudad. Alejandro profesaba especial predilección por un Hércules sen- tado disfrutando un festín en compañía de los dioses, y a pesar del gran número de torsos sentados del héroe que se conocen no se ha podido identificar con ninguno de ellos, por falta de datos suficientes. El del Belvedere del M. Vaticano, firmado por Apo- lonio, hijo de Néstor, tan estimado de Miguel Angel, acaso sea inspirado en el de Lisipo. Este escultor se muestra perfecto conocedor de cuanto obten- drá acogida favorable respecto a las posiciones, a la colocación de la figura, Jasón, del M. del Louvre, atándose una sandalia, con el pié en alto y el cuerpo doblado con gran naturalidad lo demuestra ; la posición podrá encontrarse en otras ramas del ar- te; en bajos-relieves encontramos en el templo de la Victoria Aptera la misma posición y la misma acción; en la Pintura pu- diera encontrarse, pero en el campo de la escultura aparece con Jasón, copia probable de un bronce de Lisipo. 348 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dE Direcciones del arte escultórico en el período helenístico. “El progreso del Arte se mide en parte por el interés simpático que pres- ta a los aspectos miserables de la vida, a todos los seres íntimos, a las peque- ñeces y a las deformidades””. (1) Guyau. El reimado del arte nacional y religioso que con tan segura mano dirigieran durante dos siglos sus preclaros mantenedores; los asuntos grandiosos; las tradiciones de raza, tanto religiosas como sociales a que la Escultura se complació en dar vida, van reduciendo sus aspiraciones. Los artistas que antes dirigían sus miradas al Olimpo en demanda de inspiración, o que sólo les bas- taba fijarla en algún lugar del suelo sagrado, testigo tantas veces de la predilección de los dioses, ahora con la cabeza inclinada, la buscan y encuentran en los pequeños detalles de la vida co- tidiana. El horrible caos en que la muerte de Alejandro dejó sumido al mundo griego, en 323, aquel mundo tan extenso y tan brillante se precipita con pasos agigantados en el hondo abismo de la am- bición. Todos sus extremos son teatros de sucesivas y terribles luchas que van reduciendo cada vez más el número de los que quieren erigirse en jefes. En vano los pocos y verdaderos pa- triotas que aun alientan en Grecia, alzarán su voz en contra de tiranos extranjeros; sin embargo, aun podemos presenciar un úl- timo poderoso esfuerzo que si en realidad no dió beneficios ma- teriales a la Grecia, le permitió caer con un gesto lieno de arro- gancia y valentía. La guerra Lamíaca fué el último gesto viril del pueblo que contaba las más heroicas acciones en sus leyendas y en su historia; fué cual la posición bella y noble escogida por el gladiador para caer sobre la arena; fué la nota honrosa que unió en el mismo haz a los griegos de este período con sus glo- riosos antepasados. Esa victoria queda borrada en la misma página de la historia (1) Guyau: ““El Arte desde el punto de vista Sociológico””, pág. 158. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 349 por la derrota de Cranón (322), mas la página nada pierde en su prístina belleza y si la lamenta el apasionado por la Grecia, ya que señala su definitiva caída, la aplaude entusiasmado por- que aparece grabada con la energía y noble vigor de los vence- dores de Maraton y Salamina, pues así como hay fáciles triunfos que restan a los mismos, siempre, algún valor, existen honrosas derrotas que lejos de rebajar elevan y los griegos sólo se some- tieron al darse cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos, sumisión cuyos primeros desastrosos efectos sufrieron aquellos que alen- taron al pueblo y aún constituían eran peligro para los vence- dores, los oradores. Con el último de ellos, Demóstenes, “cayó para Atenas no solamente la independencia, sino también el de- coro”? (1). Este último esfuerzo por sacudir el yugo de los suce- sores de Alejandro la dejan sin fuerzas, exhausta por completo. En 303 el canto triunfal con que los griegos reciben a Deme- trio Poliorcetes: “los otros dioses se hallan demasiado lejos, o son sordos o no existen o no se cuidan de nosotros. A tí te ve- mos, tú no eres un simulacro de madera o de piedra, sino un cuer- po de carne y sangre”” (2), muestra no sólo la extraña motilidad de aquel pueblo, eterno adorador de la belleza y nacido para rea- lizarla en todos sus aspectos, sino también el cambio que se efec- tuaba en los factores de la Historia, como cambiaba el sujeto de ella al mismo tiempo que el objeto; la caída definitiva del dios para incensar al soberano. A pesar de ésto, fraccionada y agota- da, en concurrencia con nuevos focos de cultura y arte seguirá Atenas esparciendo fulgores, aprovechando los momentos de paz para entregarse a sus gustos; pero como consecuencia del con- cepto que de la civilización griega tuvo Alejandro encontramos otras ciudades que erigiéndose en centros poderosos de cultura: Alejandría, Péreamo y Rodas, compiten con ella. Seopas había introducido la pasión en la estatuaria revelando en las líneas del rostro de sus concepciones el terror y el sufri- miento; Praxiteles, la gracia suave y delicada y Lisipo la fuerza viril en sus figuras esbeltas de cabeza fina e inteligente; en este período helenístico al abandonarse los cánones ya establecidos, pudiéndose disponer de modelos a millares presentados por las (1) V. Duruy: “Historia de los Griegos?””, t. III, pág. 255. (2) V. Duruy: “Historia de los Griegos””, t. III, pág. 279. 350 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. menores futilezas de la vida diaria; ofrecidos por el medio netos y precisos, con la facilidad y rapidez que la cristalina linfa fluye del puro manantial, no es extraño los artistas haciendo de sus casas talleres, pudieran realizar sus obras sin ajustarse a escuela de ninguna clase. Así, copiando la realidad son distintos los senderos por donde la inspiración les conduce: copiando al hom- bre llegan a la estatua retrato; copiando la Naturaleza nos legan verdaderos paisajes campestres, idilios pastoriles; la nueva di- rección tomada por la literatura parece cobrar vida al invadir el campo de la escultura. Las divinidades despojadas casi por completo de su morada van perdiendo sus atributos para ser sus- tituídas por representaciones alegóricas, encontrándonos, pues, que la escultura sabia por su ejecución, grandiosa por sus asun- tos y por las tradiciones de una raza libre a las que la fantasía sin trabas se complació en dar vida va lentamente alejándose de ese mundo ideal, ajustándose a lo real hasta llegar al período helenístico y plegarse servilmente a la reproducción de tanto pe- queño detalle como la vida ofrece, convirtiéndose en “escultura de género””. En este período en que las escuelas se borran por completo, en que cada escultor es su único maestro no es difícil encontrar en cada uno de los grandes centros artísticos asuntos semejantes informando la estatuaria. Los artistas alejandrinos sienten especial predilección por los tipos sensuales de Praxiteles, con una exageración manifiesta de la delicadeza de las formas; pueblo sutilmente irónico, burlón y travieso muestra este detalle de su carácter en sus pequeños bron- ces. Entre ellos siéntese el espectador familiarmente ante los personajes de la comedia menandrina: negros, eunucos, “la ca- nalla más soez”? ete. Esta escultura en bronee era común a todas les ciudades como lo manifiestan los bronces de Pompeya y de la misma Atenas. El arte alejandrino complácese en jugar con las divinidades del infierno; las furias que aun en sus horas de agitado reposo sueñan con la persecusión, con sus infernales cacerías, en este siglo maravilloso en que no se cree en nada, para no temer a nada sumen a esas divinidades en profundo tranquilo sueño del cual ya jamás lograrán despertar. Nada turba, pues, la feliz existen- cia de estos verdaderos hombres de ciencia que, incansables ob- 351 Scopas. Blanca H. de la Iglesia La e Ñjna columna del templo de Efeso ¡BE ánico . Brit (M Y Tambor de 352 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. servadores, interpretan profundamente los nimios detalles de las sencillas y agradables escenas de familia al par que se divierten con motivos más antiguos. Gigantes, Musas y Faunos, Sátiros y Centauros salen en tropel de sus agrestes mansiones para ser- vir de modelo, para imprimir al mármol o al bronce el retozo de su libre existencia, lo inquieto de su pensamiento cuyo único pun- to fijo es el determinado por sus instintos. Nótase el profundo descenso de serenidad y severidad en las ideas: se contemplan los bosques y sus habitantes, cual si obedecieran a mágica lla- mada desfilan contentos, a pequeños saltos, complacientes ante la lente del observador. Las diosas y los dioses mayores son desplazados por alegóricas representaciones: los ríos, las ciudades, etc., el detalle de más interés, reflejando el cambio de ideales de la época, como se sobre- ponía a lo religioso lo civil. Hemos podido notar en el transcurso de este trabajo que fué honda preocupación de la buena época la reproducción de tipos bellos, perfectos y robustos, desdeñando la niñez y la ancianidad; en el arte helenístico alejandrino el niño alcanza su verdadera y exacta representación, como se puede juzgar por el precioso gru- po del Niño y la Oca. La vejez, si bien la encontramos sin falsear detalles anatómicos, manifiesta en sus actitudes la falta de res- peto y miramientos hacia ella tenidos, y puede verse plenamente confirmado en la anciana embriagada, en la cual la serenidad y el respeto que exige este período de la existencia del hombre fal- ta por completo. Y si desde el punto de vista de la representación la realidad resulta maravillosa, el asunto en sí es de esos que no despiertan simpatía alguna. En Asia Menor, al N. de Esmirna, en el pequeño Estado de Pérgamo es donde encontramos la ampulosa interpretación de la escuela de Seopas. La ficción mitológica y el sentimiento heroico íntimamente uni- dos, exactamente amalgamados producen al llegar a Pérgamo ese arte de grandiosas proporciones y exageradas concepciones que distingue su escuela: dioses, gigantes y héroes combatiendo, bár- baros muriendo, ete. Este reducido Estado pudo vanagloriarse en 240 A. C. (siglo TIT) de impedir una invasión de los bárbaros galos y su rey Ata- lo I conmemora tal triunfo haciendo esculpir en bronce a los ven- Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 353 cidos de los cuales se conservan algunas copias en mármol. Sor- prendente sobremanera es el realismo del Galo Moribundo, del Capitolio: la sangre cuajada en las heridas, en el bigote y en los rizados cabellos; la expresión verdaderamente dolorosa en el ros- tro no oculta los caracteres de raza. Su escultor fué el griego Epigonos. Los artistas de Péreamo no desdeñan consignar actos heroicos de sus enemigos, y el galo que para evitar a su compañera los dolores de la servidumbre la priva de la existencia, hiriéndose después, muestra no solamente la magnanimidad de corazón del autor reconociendo el valor en sus contrarios, sino también la fuerte mentalidad del artista, su observación prodigiosa y su teecnicismo de ejecución sorprendente. El Galo arrodillado, del Vaticano y la Amazona herida del M. de Nápoles cuéntanse tam- bién en este primer período de Pérgamo. Más tarde (166 A. C.) Eumenes II henchido de orgullo, para consignar nuevas victorias, contrastando con la pequeñez de su reino el valor de la obra realizada, trata de consignar en blanco mármol los distintos espisodios de las notables hazañas de su pueblo. Tan estupendo y maravilloso pareció el triunfo que los mismos dioses intervienen en sus heroicidades. En realidad, los dioses no intervienen, son los mismos habitantes de Pérgamo, así como los gigantes de la tradición están representando a los galos. Muchos artistas intervinieron en la erección de ese altar con- sagrado a Zeus y Minerva, dejando en él señales de su sentir, de ahí que en su factura total se observen desigualdades notables : fragmentos exactamente terminados alternando con otros donde el esfuerzo se hace sentir de un modo manifiesto, indicando la distinta procedencia, la diferencia de medio artístico en que se desenvolvió el autor. Los restos del enorme altar, frisos del ba- samento, fueron encontrados en las excavaciones realizadas por Humann y se conservan en el M. de Berlín; en ellos puede verse revivir aquel detalle modificado por Scopas, la aglomeración de figuras en los frisos. Este monumento exagerado, tanto en lo que a sus proporciones se refiere, cuanto al movimiento de sus personajes es por la expresión de las pasiones, la perfecta anato- mía de los personajes un fiel exponente de la fina observación de los escultores. El estilo de Pérgamo es de los del período helenístico el más 354 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. conocido; su arte como síntesis de una época encuentra repre- sentantes en las otras ciudades a donde la civilización griega lle- gara; ésto puede comprobarse fácilmente comparando las cabezas genuinas del arte de Pérgamo con la encontrada en Atenas y que se conserva en su Museo. Un persa, del M. de Alejandría, mues- tra los mismos caracteres de las cabezas de Pérgamo, esto es, los detalles característicos de raza llevados con toda fidelidad a! mármol o al bronce, la expresión de angustia que una lucha des- igual imprime al rostro. Dice L. R. Farnell: “ciertos rasgos de los tipos de Pérgamo están ya contenidos en las cabezas de Tegea del templo de Atenea- Alea: las protuberancias sobre la frente, el gran espacio entre los ojos, lo muy profundo de sus cuencas y lo abultado del cen- tro del huevo del ojo”” (1). Esa exageración de los detalles ca- racterísticos de la escuela de Seopas no es más que la diferente interpretación de la voz pathos, que para un griego expresa tanto pasión como sufrimiento. Scopas hizo suya la acepción subjetiva y sus continuadores, especialmente los de Pérgamo y Rodas, die- ron vida con prolijos detalles a la segunda, a su carácter físico. Esa expresión de sufrimiento físico; esa angustia que se revela en las obras de Pérgamo las encontramos de un modo más nota- ble ejecutada por los escultores Agesandro y sus hijos Polido- ros y Atenodoros de la escuela Rodia que procede del naturalis- mo de Lisipo. Laocoonte constituye el nudo, el lazo que une al arte del se- eundo florecimiento de la estatuaria con las creaciones del período helenístico, consiguiendo en síntesis maravillosa legarnos la ex- presión de un dolor moral, el mismo que hace vibrar las fibras del corazón de Niobe, y de un dolor físico, terrible, el de la muer- te por estrangulación. En tiempos de Plinio se desconocía la fecha de su ejecución, pero recientemente en la isla de Tera se encontró una inserip- ción que permite colocarlo en el siglo 1 A. C. Este grupo de Laocoonte llenó de entusiasmo a Plinio concediéndole superiori- dad extraordinaria sobre cuanto anteriormente produjeron la pintura y la escultura; Winkelmann lo admira y estudia pro- (1) L.R. Farnell: “Various works in the Pergamene style””, Journal of Hellenie Studies, t. XI, pág. 185. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 355 fundamente, y siendo para Lessing la expresión más elevada del arte antiguo le inspira su ““Laocoonte”” donde establece la se- paración entre la pintura y las artes plásticas, comparándolo con el episodio de Virgilio que se ocupa del pasaje mitológico que reproduce esa escultura. En la actualidad es bastante discutida, habiéndose llegado a decir que representa ““el punto culminante de aquella tendencia helénica que se esforzó en crear lo que nun- ca ha existido”? (Woermann); y se han hecho derivar de él los defectos del arte iniciado después de su descubrimiento. En rea- lidad señala *'“un momento de erisis en el que se ha agotado la propia fuerza y más allá de la cual no es posible un ulterior des- arrollo””. (1) Es el grupo de Laocoonte a pesar de sus defectos anatómicos, una obra que despierta el interés en grado sumo presentando caracteres manifiestos de otras escuelas: *““por su anatomía re- cuerda la de Lisipo, por su composición e intensidad excesiva, la de Seopas y por su aire exagerado y declamador, la de Pér- gamo””. (2) Donde verdaderamente se ha perseguido el efecto teatral es en el grupo del Toro Farnesio de la escuela de Tralles, descubierto en 1546 ó 1547 en las termas de Caracala, siendo pontífice Paulo III. Sus escultores Apolonios y Tauriscos no vacilaron en escoger la parte de la leyenda más intensa en emociones; de mayor com- plejidad psíquica y susceptible del más exagerado movimiento, traspasando con ello los límites de la estatuaria a que con tanta discreción llegara el Laocoonte. En síntesis podemos decir que el arte helenístico representa el último esfuerzo de un pueblo que ha sido templado en su vida con todos los goces y todos los dolores. (1) Stratz: ““La Figura Humana en el Arte””, pág. 128. (2) P. Paris: ““La Escultura Antigua””, pág. 312. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 356 S. (M. del Louvre). Afrodita de Melo Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 357 TIT Obras de imitación. ““Como los dominios de la escultura parecen explorarse en sus más remotos límites y hay que renunciar a la origi- nalidad, cada cual elige, dándose o no cuenta de ello, un maestro entre los grandes maestros antiguos, y se entrega a la imitación de sus obras””. (1) P. Paris. La influencia ejercida por Scopas, Praxiteles y Lisipo fué po- derosa y profunda. La interpretación de los ideales de aquel tiem- po fué tan exacta, tan fiel por parte de estos artistas que su orien- tación intervino con la inconsciencia de lo verdadero, en las obras llevadas a cabo por escultores de menor nota. Dentro de la misma escuela de Sceopas, bebiendo en las mismas fuentes de su inspira- ción nos hemos atrevido a colocar la Venus de Milo; aleo más dis- tante del artista en el tiempo, la magistral Niké de Samotracia; influyendo su espíritu en otras creaciones, también notables en- contramos el Apolo del Belvedere y la Diana de Versalles. Del mismo modo se descubre el encantador estilo del escultor de la eracia en la Venus de Médicis, y el de Lisipo se muestra un tanto exagerado en el Hércules Farnesio, de Glicón de Atenas, y en el Marte Ludovisi incluído por unos críticos en la escuela de Seopas y por otros en la de Lisipo. Llamamos a estas obras de imitación, porque pudiéndose seña- lar en ellas raseos de determinados artistas no podemos, sin em- bargo, incluirlas en la particular esfera de cada uno; es más, alguna presenta caracteres peculiares a más de una escuela. El Apolo del Belvedere, colocado por Winkelmann y los apasio- nados de su siglo en el más eneumbrado lugar de la belleza, ha perdido bastante en el espíritu de los críticos modernos. Mientras para P. Paris puede ser ineluído en la escuela de Seopas, Pijoan lo encuentra entrando de lleno en la de Praxiteles y Stratz lo considera merecedor de ser colocado lo mismo entre las obras de (1) P. Paris: ““La Escultura Antigua?”, pág. 319. 358 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Praxiteles que entre las de Lisipo. Esta diversidad de opiniones confirma con claridad meridiana lo que decíamos hace poco al ex- plicar por qué llamamos a éstas, obras de imitación. La estatua es bella, aunque falta de espontaneidad; en ella es bien visible el esfuerzo del autor por comunicarle la majestuosa dignidad de un dios. De miembros flexibles, de anatomía perfee- ta, de movimiento franeo y natural, en el instante no intentado hasta este momento, que Richer denomina “fin del doble apoyo”” el Apolo viene a constituir la apoteosis del joven de diez y ocho a veinte años, con su altura ideal de 85 alturas de cabeza. Esta estatua no es más que la copia de un original más antiguo, en la que se ha introducido el manto que lleva pendiente al brazo. Un bronce del Renacimiento lo muestra con el manto más pequeño y echado sobre el hombro. Comparando el Apolo del Belvedere con el Ganimedes de Leoca- res se ha llegado a sostener sea él el autor. Ernesto Gardner sin afirmar ni negar nada acerca de tal paternidad le parece imposible colocar la estatua en el cuarto siglo. Su hermana gemela, la Diana de Versalles, es del mismo estilo. El movimiento semejante y la casi idéntica posición hacen sospe- char la misma mano interviniendo en su ejecución. Mejor que obra de imitación resulta la Venus de Médicis la mo- dificación consciente del tema de Afrodita. Para el ilustre $. Rei- nach constituye una transformación del tema de la Astarte fenicia, de ahí la significativa colocación de sus maravillosas manos. La posición, que quiso parecer pudorosa, no es natural; extremada- mente seductora y coqueta, de formas llenas y redondeadas mues- tra claramente, hasta en la expresión del rostro el sentir de la época; nada en ella permitiría por equivocación colocarla entre las obras del gracioso, pero eminentemente religioso Praxiteles. Firmada por Cleomenes, hijo de Apolonio, viene a mostrar la trans- formación de la diosa del amor en la joven coqueta que segura de su belleza se complace en mostrarla. La técnica de la estatua es inmejorable, el mármol de Paros en ella utilizado contribuye a darle encantos y atractivos aun mayores. Ella, en la sala de la Tribuna del M. de Florencia, da realce al grupo de bellezas que allí se reunen. Encontramos también imitación de estilos en el joven dios de la guerra ,el Marte llamado Ludovisi. > Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 359 Victoria de Samotracia. (M. del Louvre). 360 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Para algunos, sin dudas de ninguna clase, fué obra de Lisipo; para otros es de la escuela de Seopas. Por los rasgos de su cabeza mas bien debe colocarse entre las obras de imitación del estilo de Praxiteles; por su cuerpo de for- mas prolongadas y por cierta individualidad que se descubre en la misma cabeza cae dentro del Canon de Lisipo. La posición no nueva para el joven dios en pinturas y relieves, sí lo es para la estatuaria, resulta algo inadecuada, si se considera el carácter turbulento de Marte, de ahí que para darle carácter de reposo el artista lo haya sentado con las piernas hacia delante y entre ellas un amorecillo, que contradice a los que se afanan por descubrir en él el estilo de Scopas, ya que ese es detalle que no encontramos en su escuela. Ese amor nos indica las gratas ocupaciones a que suele entregarse el dios en sus momentos de reposo o los pensa- mientos que le abstraen en sus instantes de meditación. Notable es también el Gladiador Borghese de Agasias de Efeso. Si su actitud fuese menos violenta, tal vez pudiera pensarse en una copia de un original de Lisipo, lo cual por otra parte no es- taría fuera de tono ya que S. Reinach lo estima como copia pro- bable de un original de ese escultor y P. Paris dice: *“el atleta alto, esbelto, nervudo, de apropiada y exacta anatomía, de fina y pequeña cabeza, está visiblemente inspirado en la escuela de Lisipo”*” (1). Por la actitud este mármol recuerda a Mirón. El artista no pudo resistir la tentación de reproducir en una sola obra los caracteres de dos de los grandes maestros. Otro mármol que ha sido considerado como copia de una obra de Lisipo es el Hércules Farnesio, en cuya base se ostenta la fir- ma de Glicón de Atenas, el cual para Woermann no viene a ser más que el copista. Pero este Hércules en reposo con su cabeza reducida, cual al carácter del héroe corresponde, y sus músculos bien notables denotando la vida de trabajos y esfuerzos museu- lares a que se ha entregado el semidivino, con su bien interpre- tada anatomía y ajustándose a las proporciones ideales parece verdaderamente una fiel adaptación al estilo de Lisipo, bastante exagerada, pues conocemos, su Apoxiomenos lo ha demostrado, la sabia discreción con que el maestro trata el relieve muscular en sus estatuas. Esta estatua, como ya hemos tenido oportunidad (1) P. Paris: *““La Escultura Antigua??”, pág. 327. Blanca H. de la Iglesia: Scopas. 361 de hacer notar, es exponente de la verdad con que el relieve ve- noso, en el dorso del pié, en el vientre y en los brazos de Hércules, es llevado a la práctica. Esa perfección es característica en este período. En esos momentos en que el arte de la Grecia esparce sus ful- gores con tanta intensidad en el Oriente como en el Occidente con caracteres distintivos, peculiares, vienen estas obras de pura imitación a reverdecer los laureles de aquellos artistas que solo tuvieron en cuenta para sus creaciones la espontaneidad de su inspiración. Son estas estatuas las notas de color puro que mues- tran a las miradas de la nueva generación algo de la técnica, de la habilidad y el atrayente encanto que fluye de las obras de los grandes maestros. Conclusión. Al ocuparnos de los distintos aspectos por los cuales el siglo IV puede ser considerado, y al tratar de hallar una relación en- tre los mismos fué nuestra mayor preocupación llegar a fijar conceptos precisos en todos y cada uno de esos aspectos. Al dar por terminado este trabajo—terminado en el sentido material del vocablo, pues la índole del mismo por su vasto fondo difícilmente deja satisfecho al que de él se ocupa—queremos ver si fijamos aún dos conceptos más relacionando el arte de la Grecia con su ciencia, con su Filosofía. Terminó allí el arte escultórico por donde había empezado la Filosofía : el hombre individual de los sofistas que tanto Sócrates pretendió extender y confundir con la humanidad, lo encontra- mos siendo el último aspeeto tomado por la estatuaria, el retrato. La ciencia y el arte, también en orden distinto, moviéndose en la Naturaleza la hacen centro de sus investigaciones. Tales de Mileto y los demás filósofos la observaron para apoderarse de sus secretos, que tanto les intrigaban. El artista también la observó, la interpretó y asimilósela para reproducirla en sus obras. Así al comienzo como al final tanto la ciencia como las artes tocan ineludiblemente los mismos resortes, aprovechan iguales recursos, abrevan en idénticas fuentes. El artista, de la Naturaleza sólo se interesa por lo que es exponente de vida, en tanto el hombre de ciencia interroga con el mismo entusiasmo lo vivo que lo 362 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. inerte. El campo en que ambos se mueven es el mismo, lo que difiere son las miras particulares de cada uno y el fin que se pro- ponen. Uno, el Arte es la consecuencia de la evolución religiosa; el otro, la Ciencia, deriva de la explicación racional de las fuer- zas originarias de esa misma creencia. Por último, la Grecia esa región donde residió aquella raza de poderosa mentalidad que tan alto llevara el pendón de la eivili- zación, que tanto se distinguiera en las Artes y que fué la genial iniciadora de cuanto hoy conocemos en el orden cultural ¿qué lugar ocupa en la actualidad en la eran República del Arte que ella también creara? La soledad, el vacío que el tiempo ha de- jado al pasar; la ambición siempre creciente de los hombres y un exagerado mal entendido amor al Arte de pueblos poco do- tados que, como los romanos, se sentían más artistas cuanto ma- yor fuera el número de estatuas de que se apoderaban, es lo único contemplable en el suelo de los dioses. No así lo verían exta- siados aquellos que nacidos en su suelo respiraban la belleza en el aire, la veían reflejada en sus aguas, la sabían morando en sus montes y la oían cantar a los poetas. Quienes adorándola desfi- laban por los templos, la vitoreaban en el estadio, que, en una palabra, era algo integrante en cada individuo. Esa Grecia de los dioses y los héroes, sólo visible en sus augus- tas ruinas nos legó un lenguaje universal: el de su estatuaria; lenguaje no suplantado aun por otro similar, ni aun igualado; lenguaje que ya poderoso en Fidias se enriquece con la gracia indolente y ligera de Praxiteles y adquiere tonos de verdadera intensidad patética, humanizándose, con Seopas. Ese lenguaje admirable lo han puesto al alcance del estudioso eminentes filó- logos; ellos han hecho revivir esa amada Grecia, poniendo al descubierto los inapreciables tesoros que un día ella, como pre- sintiendo la inícua explicación y queriendo retardarla, aprisio- nara en su seno, cual amorosa madre. Hoy ese pueblo emprendedor sintiendo y amando tanta gran- deza pasada, apegado cual pocos a sus gloriosas tradiciones, tra- ta de igualar aquella feliz época ansiando ser el trasmisor del genio que animara a aquellos que siendo los creadores del ver- dadero Arte, fueron los aún no alcanzados, tal vez habiendo desentrañado la profunda enseñanza que se encierra en estas palabras de uno de sus poetas: “no hay en este mundo sino un Bianca H. de la Iglesia: Scopas. 363 camino que conduzca a la felicidad, y es no permitir que nuestra alma se doblegue por el excesivo sufrimiento, ni se deje abatir por las desgracias que nos acosan en la vida””. BIBLIOGRAFIA Perrot et Chipiez: Histoire de L”Art, dans 1'Antiquité. T. VIL Salomón Reinach: Orfeo. Fustel de Coulanges: La Ciudad Antigua. Platón: Obras. Versión castellana de T. Meabe. T. Davidson: La Educación del Pueblo Griego. Taine: Filosofía del Arte. Dubufe: El Valor del Arte. Ernesto Curtius: Historia de Grecia. C. 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Farnell: Various works in the Pergamene style. Journal of Helle- nic Studies. Tomo XI. Notas de Clase. REMINISCENCIAS HISTORICAS El Decano de la Facultad de Derecho, como Presidente de la Comisión nombrada por el Consejo Universitario, en la sesión celebrada en 15 de Junio de este año, en relación con la de 1% de Abril, en la cual acordó solemnizar el segundo centenario de la publicación de la Bula de Inocencio 13%, por la que se mandó fun- dar la Universidad Pontificia de San Gregorio de esta Ciudad, cuya Comisión había de proponer al Consejo los medios más ade- cuados para conmemorar tan alta, señalada y meritísima funda- ción, manifestó, que después de varias reuniones que la Comisión había celebrado y de la más prolija deliberación sobre los ante- cedentes del asunto para cumplir del mejor modo posible el man- dato del Consejo, llegó al acuerdo de recomendar a su ilustrada consideración, la conveniencia de modificar el de 1* de Abril próxi- mo pasado, tanto para diferir la conmemoración de la publica- ción de la Bula de 1721, cuanto para extenderla a la propia eree- ción, fundación y establecimiento de la Universidad Gregoriana que tuvo lugar el día 5 de Enero de 1728, a juzgar, de modo cier- to, por la Real Pragmática de 1728, que dictó el Rey Felipe 5 en la Villa y Corte de Madrid, que confirmó el establecimiento y fundación de la Real y Pontificia Universidad, señalándole en 1734 el blasón de sus armas, en el Convento de San Juan Letrán de la Habana, de la Orden de Predicadores. Ha pesado mucho en el ánimo de los Comisionados que fué en 5 de Enero de 1728, y luego por Real Despacho de 27 de Junio de 1734 que completa la Cédula de 1732, en que pudieran adver- tirse los primeros elementos de la autonomía de la Universidad, cuando se tuvo por definitiva la erección de la Real y Pontificia Universidad que perduró hasta 1820 y 1842, hasta tal punto que nuestra Ciudad en 1734 celebró con magnífica y suntuosa fiesta cívico-literaria la memorable fundación, siendo parte muy prin- cipal de la solemnidad, por donde se prueba que muchas veces lo nuevo es viejo, la publicación de un libro, por desgracia per- La Dirección: Reminiscencias Históricas. 365 dido, debido a la pluma del erudito Maestro José Manuel Ma- yorga, cuyo título era, “la Habana exaltada y la Sabiduría aplau- dida””, del que habla José M. N. de Arrate, uno de nuestros pri- meros historiadores, en su conocida “Llave del Nuevo Mundo”, en la página 309, y al que también se refiere el ilustre Pezuela en su conocida obra “*Diccionario Geográfico, Estadístico e His- tórico de la Isla de Cuba””. Parte principal de nuestra conmemoración debiera ser, como hace dos siglos, la publicación de otro libro, análogo al de Ma- yorga, escrito por los Profesores del Claustro General que volun- tariamente quisieran contribuir a él y la reproducción de aquel de 1734, recomendando con particular empeño a nuestra Acade- mia de la Historia la busca y pesquisa del precioso libro perdido, que la tarea sería digna de tan sabia corporación. La publicación de la Bula de Inocencio 13” que los Religiosos, hijos de Santo Domingo de Guzmán, el cabildo del Ayuntamien- to de la Habana y los Reyes de España, gestionaban desde prin- cipios del siglo 18"—y quizás antes—a juzgar por las recomen- daciones hechas al Duque de Uceda y al Cardenal Aquaviva— que tropezó, sin duda, con las graves dificultades de los azarosos tiempos de Carlos el Hechizado y de Felipe 5%, podría llevarnos a poner en relieve el celo apostólico de la Beatitud de aquel mo- destísimo sucesor de San Pedro y, sobre todo, de la perseveran- cia y amor a la enseñanza pública de los Frailes de hábito blanco, pero nos arrastraría, como asunto principal, a festejar la funda- ción de la Gregoriana, que data de 1728 y 1734, como Real y Pontificia Universidad con todas las prerrogativas de las de San- to Domingo y de Méjico, como éstas disfrutaron de las de la Sa- lamanquería y Complutense. La celebración de la Bula de Inocencio de 1721, está segura la Comisión que nos llevaría a euriosas y muy eruditas investiga- ciones sobre los verdaderos y positivos motivos de la tardanza en su ejecución y eumplimiento, porque poco versado se necesita estar en ciencias histórico-eclesiásticas para ereer que sólo la pe- tición del Maestro Fray Gerónimo Valdés—Obispo de Puerto Ri- co, y luego de Cuba—para fundar y erigir en Santiago de Cuba la Universidad, en la Obra de San Basilio, pudo ser obstáculo de cuenta para dilatar siete años la fundación de la Real Grego- riana. 366 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ¿A qué conduciría renovar, como motivo real, la antigua que- rella entre Franciscanos y Dominicos sobre los respectivos privi- legios para monopolizar la enseñanza superior en las Islas de Barlovento, resuelta, definitivamente, a favor de los últimos por Breve Apostólico? ¿A qué recordar el celo vivísimo y reanimado de los Domínicos en 1720, cuando los hijos de San Ignacio, vi- nieron a establecerse entre nosotros ? Todos estos problemas, y muchos más, podrían despertar en el campo de la historia de las luchas mantenidas por las Ordenes Religiosas, la conmemoración de la Bula de 1721, apartándonos de la erección de la Universidad en 1728, pero como no fueron éstos los propósitos del insigne Profesor Dr. Bustamante, autor de la moción de 1* de Abril, ni tampoco los del Consejo Univer- sitario, la Comisión cree que con la modificación y adición que sugiere, esto es, la de solemnizar a la vez entre ambas fechas, 1721 y 1728, en 5 de Enero de 1928, se cumplirían mejor los pro- pósitos de todos y resultaría enaltecida en la realidad de la his- toria, en sus orígenes, en su desarrollo y en su influencia social y política, la fundación de nuestra memorable Universidad de la Habana. El Consejo estimará en lo que valen estas modestas conside- raciones, inspiradas en el mismo sentimiento de respeto y de jus- ticia que dictaron la moción y el acuerdo de 1? de Abril de este año, pero quizás, mejor enderezados, al propósito común de enal- tecer nuestra enseñanza pública superior. El Consejo Universitario acordó celebrar el segundo centenario de la Bula de Inocencio 13% de 1721, y al efecto nombró una Co- misión compuesta del Decano de la Facultad de Derecho y de los Dres. Varela Zequeira y Salazar, de Medicina y Filosofía y Le- tres, respectivamente, para que propusieran los medios más ade- cuados para llevar a cabo la solemnidad, y la Comisión fué del siguiente dictamen que el Consejo aprobó por unanimidad, llevan- do la voz de la misma ante el Consejo el Decano de Derecho Doe- tor José A. del Cueto. La Dirección. ANTONIO C. GONZALEZ La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias lamenta en al- to erado la desaparición, casi súbita, en 25 de Abril próximo pasado, del distinguido cubano Sr. Antonio C. González y Gon- zález, prominente miembro de la bien conceptuada firma Olcott, Mestre € González, que por muchos años se consagrara al ejer- cicio de la profesión de abogado en la ciudad de New York, al- canzando por los prestigios intelectuales de sus componentes y por la acrisolada honorabilidad de los mismos, altísima conside- ración. Y tal pérdida le es sensible, y de modo particular a la Redacción de este periódico, por la estrecha unión que mantu- viera con algunos de los miembros de aquella firma, por tratarse, en este caso, de una persona que a la delicadeza y exquisitez de 368 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. su trato siempre igual y amenidad de forma, unía una excelente cultura acreditada en su inalterable devoción por el estudio, por el vivísimo interés que sintiera por el mayor auge de este expo- nente de nuestros esfuerzos universitarios desde que leyera en 1905 las páginas de su primer número, por lo que él significó co- mo político ostentando una ejecutoria inmaculada prestando a los movimientos revolucionarios su coneurso como hombre jurí- dico, como patriota desinteresado y digno que conquistase todo el afecto y la consideración merecida de aquel excelente ciuda- dano que en vida se llamara D. Tomás Estrada Palma. Esta Revista que en el momento oportuno y por medio de plu- ma más autorizada siempre que la nuestra quiso e hizo revivir en el recuerdo de los que le conocieron la augusta personalidad del Dr. José Manuel Mestre, como quiso señalar sus excelsas vir- tudes para los que no tuvieron esa suerte, quiere también exte- riorizar la vida de un gran patriota, divulgar las excelencias de otro meritísimo cubano, tan íntimamente ligado a aquél, el último superviviente de la acreditada firma a que se ha hecho referen- cia como espejo en que deba mirarse la juventud que pulula por nuestras aulas encargada como habrá de estarlo en un futuro, más o menos próximo, de los destinos de la patria. Y como todo aquel que ha tenido la suerte de discurrir por el sagrado plantel que dirigiera el eran Luz y Caballero, siente un honor inmareesible por ello, pues pudo formar su espíritu al ca- lor de las más nobles ideas que despertaran reverencia extraor- dinaria por tan gran mentor, así pasóle a González, devotísimo del maestro, cuya personalidad y actos recordaba con indecible amor apreciados al pasar en aquellas aulas bien amadas los años de su vida que correspondieron a la enseñanza elemental para ampliar después sus estudios en el colegio de D. Ramón Iturarte y alcanzar más tarde, a los 17 años, mediante honores que lo enaltecen, el título de doctor en filosofía y letras en la Universi- dad de la Habana, en 1861. Inelinado en primer término a los estudios de medicina que quiso efectuar en Francia, poderoso centro entonces, ahora y siempre de superior saber no pudo consa- erar sus energías a la adquisición de los conocimientos indispen- sables en carrera de tanta responsabilidad y de tanto deleite es- piritual al suavizar los dolores físicos, porque la airada perse- cución española hacia los que luchaban por la libertad de la pa- La Dirección: Antonio C. González. 369 tria proporcionó sinsabores múltiples y bien los experimentó nues- tro amigo al embargarle el Gobierno español sus propiedades y sentenciarlo a muerte como consecuencia del proceso que se le formara. Y como hicieran tantos otros cuya vida hubiera sido segada de no alejarse del sitio peligroso escapó a los E. Unidos en el vapor Black Harok, como lo hiciera el Dr. Mestre por análo- ga causa cuando escondido en el fondo de un vapor que se diri- cía a New York el 13 de Marzo de 1869, librábase para siempre de la furia española. Sus inclinaciones a los estudios hipocráticos borráronse del todo y nació en su espíritu el deseo de profesar la muy honorable carrera de leyes cuyas enseñanzas empezara con ahineo ingresando, al objeto de familiarizarse con cuanto en la práctica de la misma tiene relación, en el muy acreditado bufete de los Sres. Coudert Brothers, de la ciudad de New York, donde alcanzara la debida preparación que le permitiera más tarde des- envolverse con el más absoluto conocimiento de causa, sin olvidar que al latir en su pecho un sentimiento cubano habría de coope- rar también a la obtención de la libertad de Cuba. Y porque tal modo de sentir vibró siempre en su espíritu sin que el aceptar la ciudadanía americana, en 25 de Febrero de 1869, le amen- guase en nada, aparece ora como miembro del Partido Revolu- cionario que radicara en la ciudad de New York, ora como va- lioso elemento de la Junta Cubana a la que prestó inapreciables servicios tanto en la primera como en la segunda guerra de in- dependencia organizando sociedades tendientes a auxiliar a los enfermos y desvalidos que desprovistos de todo medio de vida iban a los Estados Unidos para ponerse a salvo de las aviezas ideas de los representantes de España. La experiencia de largos años de vida profesional por un lado y la que le diera el medio en que vivía permitiéndole conocer el país y las características de sus hombres, preparáronle para una sólida y posterior actuación política en la que puso a contribu- ción su saber y su dinero en la organización de la segunda y de- finitiva guerra como lo comprueba la absolución que obtuviera de los filibusteros de la Expedición del Bermuda a las órdenes del General Calixto García al ser detenidos por el Gobierno de los E. Unidos por el delito de infidencia que denunciara el Gobierno de España a base del tratado existente entre ambas naciones. Y no fué por cierto tan sólo ésto su actuación en la causa cuba- 370 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. na, los que mantuvimos con él relaciones estrechísimas nos dimos cuenta del excepcional concepto en que le tuviera el Gobierno de los E. Unidos, pues al estallar la guerra con España fué consul- tado frecuentemente por el Congreso de aquel país, merced a los positivos conocimientos aleanzados y a la experiencia obtenida en los asuntos de Cuba. Entonces salieron de su pluma inflamada en el más ardiente patriotismo e inspirada en el más elevado con- cepto de la verdad, multitud de artículos que la prensa ameri- cana publicara en relación con el casus' belli como contribuyó asimismo al establecimiento de un tribunal español de reclama- ciones en Washington donde pudieran presentarse las justas pe- ticiones de aquellos cubanos que la Revolución damnificase. Por estas condiciones especiales que tanto lo distinguieran a los ojos de los americanos y de los cubanos, ocupó lugar promi- nente entre ellos, a ello cooperó su equilibrio mental, y en aten- ción a los servicios generosos y voluntarios que prestara a la cau- sa cubana, tanto en la guerra de los diez años como en la final iniciada el 24 de Febrero de 1895, fué condecorado por el Gobier- no de Cuba por Decreto Presidencial de 10 de Octubre de 1913, con la medalla de la Emigración y con el testimonio que el propio Gobierno le otorease considerándolo como uno de los libertadores y patriotas de Cuba, representando a ésta al inaugurarse el mo- numento erigido en el Central Park al gran libertador Simón Bolívar. La larga práctica de su profesión eranjeóle a la vez que sim- patía y envidiable consideración, un singular concepto en el cam- po del derecho internacional latino-americano, por lo que a dia- rio se le consultaba por Corporaciones y por individuos de los E. Unidos, por países extranjeros y gobiernos de tales naciones. Y como supiera mantener en el orden social relaciones que llega- ron a constituir verdaderos vínculos de sincero afecto, es que le vemos ya miembro del Committee of One Hundred citizens para celebrar el cuadragésimo aniversario del descubrimiento de Amé- rica en la ciudad de New York, representar a ésta al descubrirse el monumento a Colón en el Central Park, formar parte de la Asociación New York County Lawyers, del Club Ibero-americano de New York, de la Sociedad de Jurisprudencia-médica, de la Academia de Ciencias Políticas, de la West End Association, So- La Dirección: Antonio C. González. 371 ciedad Mejicana y tantas otras en las que desplegara el más ae- tivo interés. Y por si todo esto no fuese bastante para enaltecer la vida de quien a la vez de ser un hombre bueno fué un abnegado patriota, añadiremos que amó tanto la libertad, tanto estimó el libre ejer- cicio de la misma, que rompiendo como Saco y como su socio el Dr. Mestre con cuanto cooperase a la humillación del pobre negro bajo las férreas cadenas de la esclavitud, libertó, a los diez y ocho años de edad, González a los infelices esclavos que por ley de he- rencia formaran parte del patrimonio paterno. Y así como en época Juvenil supo sentir en forma tan elevada arraigándose este sentimiento más y más con el transcurso de los años en su espíritu, por singular coincidencia así pensó y sintió también su gran ami- s0 y compañero de bufete el Dr. Mestre, como de igual modo pen- sara el gran hombre de cultura Dr. José Ignacio Rodríguez a su vez amigo suyo muy querido, ya que esa hostilidad del Dr. Mes- tre hácia la esclavitud manifestóse desde que fuera un niño, como si obedeciese todo a profundas convicciones que más tarde le lle- vasen a ser un ardoroso abolicionista. He ahí en pocas líneas dibujada la fisonomía intelectual, moral y patriótica del gran cubano que viera coronada sus aspiracio- nes contemplando en el Morro de esta ciudad y flameando llena de orgullo la gran enseña de la patria, he ahí al que fué gran amigo de nuestro inolvidable Estrada Palma y de aquel otro eu- bano Gonzalo de Quesada que merecen bendiciones por lo que en pro de Cuba realizaran, he ahí al hombre, que si de estatura pe- queña, peinando canas que ornaran su agradable y apacible fiso- nomía, abrigó en su pecho el más grande y generoso de los cora- zones y que si supo alcanzar respeto y estimación de los nuestros que le conocieron y trataron, también tuvo afecto, respeto y con- sideración en su patria adoptiva de personas de elevada catego- ría social como Mr. James Blaine, Secretario del Presidente Cle- veland y del ex-Embajador de los E. Unidos en Alemania, Mr. Ja- mes Gerard, que supo despertar vivo interés en nuestros espíritus con los curiosos relatos de su obra, de oportunidad extraordina- ria, que titulase Four Years in Germany. Recordemos con amor a quien fué en vida soldado devoto de la noble causa a la que consagrasen sus energías los Céspedes, Agra- monte y Maceo, a quien supo enaltecer a la patria en todas sus 372 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. actuaciones mereciendo gozar más de los beneficios del sol es- plendoroso de su libertal; y si bien Horacio ha dicho aequo pulsat pede significando que la muerte nunca selecciona sus víctimas, cuando se trata de una personalidad como ésta acreedora a se- guir gozando de los encantos del mundo, bien merece, por lo que hubo de significar en la historia de su patria, que repitamos respecto de él aquella otra frase también del propio poeta Non omnis moriar, justificada en demasía en las múltiples manifesta- ciones de sus actos. La Dirección. NOTAS BIBLIOGRAFICAS I Linguistique historique et Linguistique générale; por Antonio Meillet, París, 1921. Enriquécese la literatura lingiística con una obra donde se ex- ponen principios y se encauzan ideas. Esas páginas saturadas de tan buena doctrina, exponente todas ellas de una eultura vas- tísima que permite al autor allegar datos importantes de las di- versas lenguas cada vez que el caso lo exige, formado el volumen econ distintos artículos que se publicaran en periódicos y revistas, es la obra de un hombre tan modesto como grande en la esfera intelectual, es el reflejo de un verdadero sabio, continuador afor- tunado de aquel maestro extraordinario que se llamara Bréal que desde la cátedra del Colegio de Francia supo irradiar, con la fres- cura de su intelecto, tanta ciencia, brotando de sus labios, siempre inspirados, las conquistas que arraneara a sus estudios predilec- tos. Es un libro, como dice su autor, escrito sin plan concebido pero que por las materias en él desenvueltas, fácil es advertir las relaciones que entre sí mantienen, por lo que se destaca bien su unidad. Con él ha querido Meillet demostrar que si las reglas generales tienen su influeneia en la explicación de los fenómenos lingiiísticos, los cambios operados en la esfera del lenguaje há- llanse ligados a hechos de eivilización, al estado de las sociedades que utiliza tan valioso instrumento por lo que tiene su puesto justificado en el campo de la Sociología y como las ciencias so- ciales, debe ser estimada la del lenguaje como una ciencia histó- rica. Son de tanto interés los artículos de esta obra, no solo por lo que la materia significa sino por la erudición que ellos demues- tran, la claridad de exposición que los hace fáciles para aprender y agradables en su lectura, que difícil sería afirmar de modo ro- tundo cuál de ellos es el mejor. En esas páginas se nos da idea del estado actual de los estudios de lingiiística general, de la ne- cesidad de ampliar la esfera de la investigación interrogando cuando el caso lo requiera a elementos extraños que aclaren la 374 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vía permitiéndonos conocer la verdad, en ellas se nos señala con lujo de detalles cuanto debe saberse sobre el método de la gramá.- tica comparada, cómo el que lo ejercita debe en cada hecho que estudia indicar la existencia de un mismo y solo idioma, cómo se precisa la esfera de la lingilística histórica, cómo la de la lingúís- tica general por valiosos que sean sus elementos integrantes, tie- ne por fuerza que descansar en la gramática histórica y deserip- tiva y cómo al darnos a conocer su eriterio, siempre fijo sobre el problema del parentesco de las lenguas, consigna la necesidad, por virtud de contarse por centenares las lenguas distintas y por millares los idiomas diferentes que exigen intérpretes, para esta- blecer orden en esta variedad, de clasificar las lenguas, clasifica- ción que se ha hecho desde el punto de vista de la morfología sin carácter de utilidad práctica ni científica, contradiciendo los he- chos como ha manifestado un ilustre lingiiista español, por lo que aboga Meillet, por la genealógica que satisface en ciertos casos permitiendo tras innúmeros de años hacer la historia de las len- guas indoeuropeas, semíticas finugria, bantues, clasificación que es a su juicio actualmente posible, y que siendo la más perfecta como abstracta, semejando su método el usado en historia natu- ral resulta para algunos inaceptables para agrupar en familias las lenguas. Y discurriendo acerca de punto tan interesante ma- nifiesta que el parentesco de las lenguas puede demostrarse allí donde el sistema fonético y gramatical presente concordancias, donde las correspondencias regulares permitan conocer la unidad de origen de las palabras y del sistema fonético y donde el siste- ma de formas gramaticales se explique partiendo de un original común. Meditemos bien acerca de las ideas por él sustentadas en esas páginas inimitables, aquilatemos el mérito de las mismas, apreciemos con serenidad sus puntos de divergencias en cuanto a las concordancias entre el vasco y las lenguas hamíticas defen- didas por el muy ilustre lingiista Sehuchardt y nos convencere- mos de la fuerza de sus razonamientos, de la manera terminante de expresarse en campo tan discutido como el del nexo ario-semí- tico, donde personalidades tan salientes como Schleicher, Sayce, Reanan, Lepsius, Gesenius, Pott Steinthal, Max Miiller entre otras han hecho manifestaciones en pro o en contra, al decirnos en forma paladina que mientras la gramática comparada del hamí- tico y del caucásico estén poco bosquejadas, mientras la posición Notas Bibliográficas. 375 exacta del semítico sea desconocida será prematuro querer ligar el semítico al indoeuropeo. Más adelante discurre acerca de la diferencia y unificación de las lenguas consignando las variedades entre el lenguaje adqui- rido por el niño y el de las personas que le rodean, las distincio- nes notadas en el interior de un grupo social, cómo las mujeres y los hombres forman, en eivilizaciones inferiores, dos grupos distintos con lenguas diversas que se notan en regiones de la Amé- rica del Sur, en pueblos de Europa y cómo toda sociedad que tiende a constituir clases distintas sus miembros se dan hablas diferentes. En prueba de ésto alega que entre los indos se ve a los dramaturgos emplear el sánscrito para brahmanes y reyes mientras para las castas inferiores es utilizado el praerito. Y así nos va diciendo los cambios en cada profesión, en los oficios, en actividades transitorias, en ceremonias religiosas que ha hecho el latín la lengua de la iglesia romana, el griego antiguo la de la eriega, el eslavo eclesiástico la de la eslava, el árabe literal la de la religión del Islam, usándose en el budismo meridional el páli. Esas diferencias, todas de origen social, afectan particularmente al vocabulario, poco a la pronunciación y a la gramática. Y para no extender estas consideraciones diremos que con la maestría y claridad siempre reveladas lo mismo discurre sobre la categoría del género y las concepciones indoeuropeas que cuan- to atañe al aspecto subjetivo del lenguaje en los cambios semáu- ticos de las voces. Todos cuantos sientan interés por los estudios lineiísticos deben revisar econ cuidado las páginas de esta obra que es manantial fecundo de sana doctrina y anotación exactísi- ma de hechos que revelan las maravillas del lenguaje. Reciba, pues, el maestro, amigo y compañero las gracias por su precio- so libro. II. Por mi ciudad; por Juan B. Terán, Buenos Aires, 1920. El autor de este libro agradable es eseritor del todo conocido para nosotros desde hace años y siempre hemos podido advertir en su actuación un elevado espíritu preocupado dentro de su pa- tria por el desarrollo de la ciencia y por el mayor auge de aquélla traducido en instituciones que cooperara a erigir y en actos que 376 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la enaltecieran. Así como ahora, en artículos de índole diversa, en discursos y conferencias, nos habla del espíritu de los trova- dores, del magnífico ambiente del feudalismo en un todo propicio para las facultades líricas, nos esboza la figura espiritual del gran Ferrero que sobresale en la descripción de personajes como Sila, César, Cicerón, ete. al exteriorizar sus actuaciones en el cuadro histórico que de mano maestra nos bosqueja, ensalza con ardiente entusiasmo la labor científica del gran representante de la escue- la positiva italiana, en el campo de la criminología, Enrico Fe- rri, quien en la difusión de sus principios se exterioriza antro- pólogo, psicólogo y orador de verbo cálido y elevado, pone de relieve las ventajas que se derivan del estudio y del libro, la des- eracia de los que han carecido del maestro, del libro y de la pa- labra cordial, rinde homenaje a los que en aras de altos ideales han sabido cooperar en bien de su patria y al tratar del lenguaje, como un hecho social, estampa en sus páginas afirmaciones evl- dentes de tal carácter, con naturaleza y fin de igual índole, no concibiéndosele, como afirma Meillet, fuera de sociedad, de cuyas fuentes, como bien dice Terán, recibe la vida al grado de no in- corporarse voz alguna sin el consentimiento general, así también le vemos consignar oportunas ideas sobre la personalidad de Ro- dó, sobre el sentido moral del árbol y sobre el que debe tenerse de la patria. A caza siempre nosotros de obras que puedan be- neficiar nuestro espíritu hemos tenido, por esa natural inclinación del mismo, oportunidad de aquilatar los plausibles esfuerzos de este autor ya en su libro Una nueva Universidad donde expone el origen de ella, el carácter de sus diversas enseñanzas, como en aquel que publicara en Tucumán, en 1908, Estudios y Notas, que nos enviara bondadosamente en la esperanza de amistad intelec- tual, lo que mucho le agradecimos, como así hubimos de manifes- társelo, y en el cual dió a luz artículos que ha repetido en el libro a que hacemos ahora referencia pero donde se hallan juicios como el de Taine refutando a Unamuno, como el de Lugones en que nos habla del poeta y de su léxico, demostrándonos, el que fué dignísimo Rector de la Universidad de Tucumán, que si sabe dis- currir sobre materias de interés general que revelan su buena cultura, sabe asimismo, dentro del verdadero concepto de lo que es una Universidad, orientarla para su mejor desenvolvimiento e impulsarla en las verdaderas corrientes pedagógicas. Notas Bibliográficas. 377 TIT. Vocabulario cubano; por Constantino Suárez, Barcelona, 1921. Un léxico cubano que respondiendo a las necesidades de estos tiempos mejorara los que se han publicado sobre nuestras voces provinciales tenía que ser recibido con plácemes porque si el es- fuerzo de Pichardo mereció justificados encomios, si a Macías por su léxico se le aplaudió por lo que labor de tal índole significa no podría hacerse menos con la de Suárez ya que algo nuevo habría de ofrecer respecto de libros de igual clase. Es un hecho indubi- table que la ciencia del lenguaje desde la época en que aquellos libros se imprimieron ha progresado de modo extraordinario has- ta nuestros días; el caudal de las voces cubanas se ha extendido y la forma de explicación de las causas de determinadas estructu- ras realízase en la actualidad con sujeción a los principios esta- blecidos por la fonética y morfología de los idiomas y no como se ha hecho, por ignorancia, desechándose como corrompidas for- mas del todo arcaicas que aparecen consignadas en los léxicos. Por eso pensamos, prescindiendo de cuanto atañe a la esfera de los sonidos, que la publicación del Vocabulario cubano de Suá- rez vendría a responder a una, necesidad sentida de mejorar el esfuerzo de los lexicógrafos cubanos a quienes nos hemos refe- rido. Supusimos que las voces registradas habían sido escogidas de la lectura de nuestros eseritores ya que así y sólo así estima- mos que pueda redactarse tal obra porque esos escritos son fe- cundo manantial que ofrece al investigador elementos valiosísi- mos para su estudio. En este sentido el libro de Suárez ha sido para nosotros una verdadera decepción ya que nos revela con toda claridad que no conoce nuestra literatura por lo que no ha podido apreciar nues- tros variados modismos, no se ha dado cuenta que la morfología de determinadas voces es a veces una forma de expresión de las ideas que tiene su explicación en leyes que rigen el lenguaje. No significa ésto que la obra merezca una total censura, nó, pues en ella hay acopio de voces en el campo de las ciencias naturales, sobre todo, que merecen nuestra aprobación, pero su lectura deja la impresión, más que de una obra científica, de un trabajo de in- vestigación al través de textos que reflejen términos que expre- sen cosas de Cuba, de una labor mecánica en que no se advierte el discurrir de la mente para explicar los fenómenos lingúísticos, 378 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. el esfuerzo por consignar cuanto corresponde a un vocabulario de esta índole en sus aspectos diversos como son los referentes a términos geográficos, antigúedades, nombres de animales, árboles y plantas, objetos comunes, regiones, ciudades, surgido todo de la investigación paciente de nuestra fecunda literatura. ¿Hay algo de ésto en el Vocabulario de Suárez? No seríamos sinceros si tal eosa afirmáramos, ya que fácilmente se nota la ausencia de tantas dicciones importantes que acusan no haberse leído las Memorias de la Sociedad Económica donde aparecen embucha- miento, ensacar, empaque, encaramar, encañar, ebullir, la Colee- ción de artículos del Conde de Pozos Dulces que nos ofrece 8s- pumadera, engrifar, ensemillado, guanar, guaicán, guacajarima, galita, a Villaverde empleando espolazo, futraque, gachimbo, ga- jazón, a Fornaris con sus dicciones, a Poey con su galafate, gua- camayo, como parece asimismo no haber estudiado la Naturaleza de Rodríguez Ferrer donde se consignan garnacha, gúiquina, gua- yacina, guabadiabo y tantos otros que como Suárez Romero, Cal- cagno y Mesa emplean dieciones propias de nuestra patria. La labor de un léxico de provincialismos no es obra de un momento, hay que trabajar con perseverancia y saber recoger las voces que andan de boca en boca de nuestro pueblo que tienen un mérito particular, una vida exuberante y un colorido que las hacen sim- páticas como que ellas son la expresión de un alma que las vi- vifica, si esto se hubiera hecho no faltarían en el léxico de Suárez, términos como chiqueretero, coy, curcusio, salea, guengué, raja- pullón, socairo y tantos más. Hay en la obra de Suárez además desigualdad de criterio pues si incluye en su léxico las voces co- munes buen número de ellas han sido olvidadas así lo hemos ad- vertido. al redactar las correspondientes a la letra A del léxico eubano que escribimos. De muy diversa manera ha sido juzgado este libro mientras unos lo estiman como un léxico de ñáñigos reprobando la inser- ción de determinadas voces por entenderse que ellas contribuirán a deprimir el concepto de nuestra cultura en el extranjero, es lo cierto que no debe confundirse un diccionario de la lengua con uno de provincialismos, mientras mucha debe ser la severidad en la admisión de los artículos en el primero, en el segundo debe abarcarse todo como ha dicho fundadamente un eximio lingiista mejicano “bueno o malo, propio o impropio, bien o mal formado, Notas Bibliográficas. 379 lo familiar, lo vulgar y aun lo bajo, eomo no toque en soez u obs- ceno””, aspecto este último, por ciento no tomado en consideración por Suárez al esparcir al través de las páginas de su libro vocablos del todo obscenos. En cambio otros han juzgado la obra, como ha pasado en Camagiúey, de modo enteramente diverso, así se lee en un artículo titulado “Notas Bibliográficas. Diccionario de vo- ces*” estimándose que ha de prestar gran servicio a la cultura na cional cooperando al estudio y catalogación de múltiples términos propios de Cuba, de sentido local aleunos, siendo magnífico expo- nente de la evolución advertida en los idiomas en su condición de elemento orgánico, que no permite el estancamiento ni la petrifi- cación de las voces, sino la expresión inequívoca de su lento pero constante mudar. En un interesante artículo *“Breves acotacio- nes al Diccionario de voces cubanas*” del *““Españolito”” que es- eribiera el Dr. E. Rodríguez Herrera, en Morón, y publicara *“La Discusión”” de 5 de mayo de 1921, se hacen observaciones atinadas acerca de este libro que atenta a la cultura, según en él se dice co- mo también así se expresara el chispeante escritor Billiken. Cen- súrase el ingreso de voces que acusan un perfecto galicismo y que si bien no tienen el sabor exclusivamente eriollo, decimos, consti- tuye una forma del enriquecimiento del lenguaje, que encaja den- tro de los fenómenos conexos a las acciones sociales, por lo que tie- nen una fuerza irresistible; razones múltiples justifican la crítica hecha a la falta de explicación de voces como arepas, cobija, conu- co, casabe, cusubé, cuyugí, gucocabina, como bien está que se des- echen en principio aquellos términos que populacheros o de náñi- eos corrompan el habla, pero si eomo se ha dicho no debe confun- dirse el léxico de un idioma con el provincial no está demás que aparezcan estas diceiones que censura el Dr. Rodríguez Herrera siempre que sea para poner de manifiesto la mala forma, señalar el defecto e indicar cual sea la que deba emplearse en su lugar. Esas estructuras no constituyen el habla de la persona culta, pero sí el habla absolutamente popular que en los eseritos literarios apa- recen recogidos como un aspecto peculiar que tiene que interesar al lingiista y que con sorpresa a veces puede explicar por medio de las leyes fonéticas del lenguaje; entre esas pueden señalarse acaraira, señó, etc., que el escritor trae a colación y que acusan la una el caso de la prótesis y la otra el de apócope así como el que la sílaba privilegiada acaba por hacer desaparecer las otras, 380 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. por eso el acento es uno de los principales destructores que presi- den la transformación de las lenguas. No siempre Pichardo tuvo razón al juzgar una voz como corrompida frecuentemente se ha podido advertir que la forma corrompida para él era un arcaismo advertido en el Diccionario de Autoridades del año de 1726. En síntesis, al agradecer al autor el ejemplar que nos ha remi- tido, y al afirmar que si la obra ofrece algo bueno también son muchos los defectos que en ella pueden señalarse, terminamos afirmando que mientras cuidadosamente no se revisen los diecio- narios de provincialismos cubanos que se han publicado, mien- tras no se estudien con detenimiento los léxicos españoles, em- pezando por el de Autoridades, no se lean con cuidado los de provincialismos españoles, no se registren todos los léxicos hispa- no-americanos, no se aquilate bien cuanto nos ofrece la Flora de Cuba, no se anoten los términos y frases de nuestros escritores de todos los órdenes científicos, literarios, ete., no será posible rea- lizar la magna obra de dotar a Cuba de un léxico provincial. Dr. J. M. Dibhigo, Profesor de Lingúística. IV. Los Precedentes Musulmanes del Parí de Pascal; por Miguel Asin Palacios, Santander, 1920. Es la civilización musulmana una de las más notables que pue- den estudiarse por su amplitud y por su producción; ella pre- senta un arte de líneas inconfundibles que acusa una verdadera personalidad, conocimientos científicos que impulsaron a la cien- cia moderna y una filosofía rica y sutil fiel reflejo de la idiosin- crasia de su raza. * Esa civilización fecunda y grande que hoy reverentemente se explora, reserva no pocas sorpresas al estudioso que la analiza, que viene a encontrar en ella el germen de criterios y teorías des- envueltas más tarde y proclamadas como concepciones originales de los modernos. El notable profesor de árabe de la Universidad de Madrid, Don Miguel Asin Palacios, que posee el recurso envidiable de poder conocer directamente esa literatura, de ““kásidas”” de una Notas Bibliográficas. 381 melancolía de singular sentido estético y esa filosofía sobre la que tanto gravitaron las ideas de los pensadores de Alejandría, ha encontrado, en esas exploraciones a que nos referíamos, ““los pre- cedentes musulmanes del parí de Pascal””, publicando con este título un trabajo que resulta interesantísimo para los que ama- mos el estudio de la Historia de la Filosofía, como que es parte integrante de la filosofía misma al decir de Fouillée, y esta es la ciencia de las ciencias según felicísima expresión del Carde- nal González. Del mismo modo que el presbítero Asin Palacios escribió su diseurso de ingreso en la Real Academia Española acerca de “La Escatología Musulmana de la Divina Comedia””, luciendo en ello toda su habilidad en la pesquisa literaria, sus conocimientos lin- gúísticos y su vasta erudición, presentando leyendas musulma- nas en las que parece palpitar en germen la idea del viaje por las ignotas regiones de ultratumba, idea que cobra todo su esplen- dor al ser desenvuelta por el inmenso poeta florentino a quien el mundo entero acaba de rendir homenaje con motivo del sexto centenario de su muerte, así en el trabajo a que nos referimos discurre de manera admirable respecto de los precedentes musul- manes del parí (apuesta) que como recurso de una gran fuerza moral y apologética formuló el gran geómetra y filósofo Blas Pas- cal y que se encuentra en la colección de sus eseritos filosóficos publicados con el título de *““Pensées””. El tema es interesante por diversos motivos: por lo discutida y sutil que es la silueta filosófica de Pascal, por el valor de la fi- losofía árabe que llenó una etapa de la historia del pensamiento humano, por el problema apologético que encierra, por estar su asunto tan íntimamente relacionado con disciplina tan interesan- te y hermosa como la Etica y por lo atrayente que resulta ver los progresos que vienen alcanzándose en las investigaciones filo- sóficas. A todos estos atractivos inherentes al tema, súmanse, la manera serena y consciente con que el sabio arabista lo desarrolla, su léxico natural y elegante, su plan racionalmente trazado que sigue en todo el decurso de su tesis y ese resorte precioso, de una diáfana forma de exposición, tan digno de elogio y de capital importancia al tratar cuestiones filosóficas un tanto engorrosas. Después de referirse al estado de la cuestión de los anteceden- tes del parí, de citar la opinión de Bayle que consideró un pa- 382 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. saje del ““Adversus gentes”? de Arnobio como su precedente re- moto, de referirse a la ““Theologie naturelle”” de Sabunde, a la obra del jesuíta Sirmond y al tratado ““De 1l'inmortalité de 1'áme”” del apologista Silhon; expone el criterio de Blanchet que considera que solo el texto de Sirmond eoincide no solo en su fondo sino en su forma con el de Pascal, infiriendo que él fué su inspirador; según esto la idea de Arnobio estuvo inerte desde el siglo IV al XVII en que los franceses citados la utilizaron. Es raro que durante trece siglos no fuese tocada por los apologistas eristianos, si bien es verdad que, como dice Asin Palacios, no abundaron por los siglos medioevales muchos incrédulos que ne- cesitasen de su fuerza. : Hace mención de la apologética musulmana contra los incré- dulos, que al surgir las sectas de cariz rebelde, de tendencias al libre examen, de matiz racionalista, hubo de intentar que rena- eieran, en aquellos pensadores independientes, las creencias y la sumisión perdidas y al persuadirse de que ello no era tan fácil, el profundo y notabilísimo filósofo Algazel recurrió al último ex- tremo a que podía apelar para llevar al ánimo de los inerédulos que debían practicar la virtud y proceder como si en verdad ereyesen en una vida posterior a la muerte, inspirándose en un escepticismo místico que tiene palpables coincidencias con el que informará siglos después al jansenista de Port-Royal. El profesor Asin Palacios estudia la análoga actitud de Al- gazel y Pascal ante el problema de la fé, la desconfianza de Pas- cal respecto de los sentidos y de la razón es la misma que torturó el espíritu del pensador árabe; el escepticismo de ambos tiene allí su origen y las ideas son tan similares que llegan a coineidir hasta en la expresión de ellas. La influencia de Pirron y sus se- cuaces de Alejandría nótase en ambos y la resolución de las du- das que como secuela de su escepticismo padecen, tratan de en- contrarla en lo divino, en el aislamiento de lo humano, en des- prenderse de lugubraciones racionales y dedicarse a la virtud y a la piedad, al arrobamiento místico, que Dios agradecerá ha- ciendo prender en el corazón del hombre la llama de la fé. Apunta la idea de que los textos de Algazel son precedentes del parí y el lazo de unión entre el precedente remoto que se ha considerado y sus manifestaciones por los apologistas del siglo XVIL Justifica el origen evangélico del parí y lo corrobora con Notas Bibliográficas. 383 citas diversas del Nuevo Testamento, que presentan el simil de la ganancia y de la pérdida. Después de hacer notar el influjo del ideal ascético en el islam que culmina con los hamifes, refiérese a las primeras muestras del parí en la apologética musulmana, señala el “Camino de Elo- cuenciz”” del Xerif Alcortada y al famoso poeta incrédulo Abul-ala que impresionado por la fuerza del argumento lo desenvuelve en sus versos; entra a estudiar el desarrollo de “la apuesta”” en las obras de Algazel, cita pasajes del ““Ihia””, del ““Mizan alamal'””, del ““Kitab-Arbain””, estudia el fondo y la dialéctica de ellos, los atisba, los traduce, los explica, como atisba, traduce y explica los textos cristianos que usan ese argumento; enumera las analogías y diferencias del parí de Alseazel con el de Pascal y sus precursores cristianos. Aconseja Pascal al inerédulo que una vez que desee creer no intente adquirir y asegurar la creen- cia con razonamientos teológicos ni análisis de dogmas (abétisse- ment, dice el filósofo), para él la mente del hombre es incapaz de comprender ciertos problemas, sino que se aplique a obrar co- mo sl creyera, para él el medio de alcanzar la fé es anestesiar la razón; este eriterio lo compara Asin Palacios con lo expuesto por Algazel, este se limita a convencer al incrédulo libertino de que debe ser moral porque ello siempre le reportará un bien, si hay vida futura, porque en ella tendrá premio seguro, si no la hay, porque gozará más de la presente y será más considerado, además de que como el problema de la vida futura no es eviden- temente demostrable, así no se expone al castigo de sus faltas sl la hay. Hace curiosas observaciones el notable arabista respecto de la psicología religiosa y reduce a un esquema las ideas de Algazel y de Pascal, respecto al modo de adquirir la fé y termina el trabajo con un diáfano resumen de analogías, e hipótesis para explicarlas y discurrre acerca de como han podido eoineidir, dos teólogos separados por cinco siglos, en un mismo argumento, que emplearon, el uno en favor del islam y el otro abogando por la fé cristiana. El resorte del parí en nuestra opinión descansa en que excita en el hombre ese sentimiento sobre el cual fundaba Hobbes su filosofía, que si bien no es el único imperante en el corazón hu- mano como pretendía el utilitario inglés, es uno de los que más alto le habla y de los que más escucha; el razonamiento que en- 384 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. carna el parí conduce a tomar una posición egoísta, pero lógica y de apreciable valor ético frente al insondable problema que abisma y obsesiona al pensamiento humano sin que jamás llegue a comprenderlo: el misterio de la muerte. El interesante trabajo que vertiginosamente hemos analizado nos revela que el presbítero D. Miguel Asin Palacios, prestigio de la Universidad Central, no solo es el notable arabista, el di- sertísimo literato y el valioso investigador que conocíamos, sino un excelente historiador de la filosofía. Dr. Aurelio A. Boza Masvidal, Ayudante del Jjaboratorio *““Dihigo”” de la Universidad. CANJE Estudios Franciscanos, Barcelona; Atlacatl, San Salvador; Industria e Invenciones; La epopeya y los romances españoles examen de una antigua teoría, de la Revista de Filología Española, Madrid; Revista de Filología Española, Madrid; Ilustración del Clero, Madrid; Razón y Fé, Madrid; Bulletin of the New York Public Library, New York; L*Opinion, Paris; Revue Hispanique, New York; Letras Gilineras, Giiines; Boletín Oficial de la Secretaría de Estado, Habana; Revista Bimestre Cubana, Habana; El Guatemalteco, Guatemala; Boletín del Ejército, Habana; Cuba Pedagógica, Habana; Bodenreforn, Berlín; Journal of Entomology and Zoology, Califor- nia; The Ohio Journal of Science, Ohio; Anales del Instituto de Ingenieros de Chile, Santiago; Revista de Ciencias, Lima; Memoria del Liceo de Matan- zas, Matanzas; Revue d*Ethmographie et dés Traditions Populaires, Paris; Boletín de la Provincia Eclesiástica de la República de Cuba, Habana; La Revista Agrícola, San Jacinto; Informaciones y Memorias de la Sociedad de ingenieros del Perú, Lima; Koyos, San Salvador; Crónica Médico-Quirúr- gica de la Habana, Habana; Repertorio Americano, San José de Costa Rica; Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores, San Salvador; Boletín del Centro de Estudios Americanistas de Sevilla, Sevilla; Fórjate!, por Juan R. Uriarte, Bruselas; Boletín Municipal, Méjico; Sanidad y Beneficencia, Bo- letín Oficial de la Secretaría, Habana; El Maestro, Méjico; Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros, Habana; Revista Da Universidade De Coim- bra, Coimbra; Arquitectura, Montevideo; Revista de Ciencias Médicas de la Escuela Médico Militar, Méjico; Nosotros, Buenos Aires; Revista de la Aso- ciación Politécnica del Uruguay, Montevideo; Anales de Instrucción Prima- ria, Montevideo; La Ingeniería, Buenos Aires; Ligue Francaise, Paris; Bo- letín de la Biblioteca Nacional, San José de Costa Rica; The Theosophical Path, California; La Ciencia Tomista, Madrid; El Eco de Florida, Florida; Bevista do Instituto Histórico e Geographico do Río Grande do Sul; Revista de la Universidad, Tecucigalpa; Catálogo de las obras existentes en la Bi- blioteca, Buenos Aires; The Johns Hopkins University Circular, Baltimore; La pressione d'urto e quella dei gas secondo il metodo sperimentale, Ing. Gaetano Svaldi, Milano; Informaciones y Memorias de la Sociedad de Inge- nieros del Perú, Lima; Bulletin des Publications nouvelles, Librairie Gau- thier Villars, Paris; Atti E. Memorie della R. Accademia Virgiliana di Man- tova, Mantova; Memorias de la Real Academia de Ciencias, Madrid; Revista de la Real Academia de Ciencias, Madrid; Anuario de la Real Academia de Ciencias, Madrid; Anales de Instrucción Primaria, Montevideo; The Dublin University Calendar, Dublin; Boletín Decenal Epidemiológico Sanitario, Ha- bana; University of California Chronicle, California; Boletín Histórico de 386 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Puerto Kico, San Juan; Boletín del Ministerio de Fomento; Germinal, Cár- denas; Nosotros, Buenos Aires; Revista de Educación Primaria, Santiago de Chile; Sucinta Evolución de los Trabajos que se han realizado en la Acade- mia Artística Renovación, San Salvador; Liga de Sociedades de la Cruz Ro- ja, Boletín, Ginebra; Repertorio Americano, San José de Costa Rica; Abo- nos, por Rafael Vila Mayo, San Juan; Cultivo del Banano en Puerto Rico, por P. González Ríos, San Juan; Plant Inspection and Quarantine Report, by L, A. Catoni, San Juan; Citrus and Pineapple Fruit Rots, by J. Matz, San Juan; Plant Inspection and Quarantine Report, San Juan; Lombrices del cerdo, por J. Bagué, San Juan; La Pepita del cerdo, por J. Bagué, San Juan; La Bronquitis Verminosa o Tos del Becerro, por J. Bagué, San Juan; La Mos- ca del Ganado, por E. G. Smyth, San Juan; Lamparones, por J. Bagué, San Juan; The Journal of The Department of Agriculture of Porto Rico; Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, República Argentina; The Hatchet Planimeter, by John Satterly; Studies in Industrial Psycho- logy, by E. A. Bott; La Ciencia Tomista, Madrid; Revista de Educa- ción, Santo Domingo; Legislación Escolar Vigente, Montevideo; Memorias y Revista de la Sociedad Científica “*“Antonio Alzate'”, Méjico; Revista de Electricidad, Energía Eléctrica, Madrid; Revista de Matemáticas y Físicas Elementales, Buenos Aires; Anales del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, Buenos Aires; Revista de Medicina y Cirugía de la Haba- na; Carta Biológica del Estado de Sonora; Sanidad Militar, Habana; Uni- versity of California Record, California; Lucretius and Cicero's verse, by William A. Merrill; Revue d'Ethnographie et des Traditions Populaires, Paris; Manumisión, Madrid; La teoría eterea della luce, del calore, del” elettricita secondo il metodo sperimentale, Milano; Carnegie Endowment for International Peace, Washington; Discurso presidencial pronunciado en la décimaquinta conferencia anual de la Sociedad Americana de Derecho Inter- nacional, Washington; El tratado de paz con Alemania ante el Senado de los Estados Unidos, por George Finch, Washington; Comisión encargada del es- tudio de la responsabilidad de los autores de la guerra e imposición de pe- nas, Informe presentado a la Conferencia Preliminar de la Paz, Washington; Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid; Notes on the Silvae of Statius Book V, by William A. Merrill, California. JUAN ' AN AAN y Ne ALLEN A mi lo VA "y y A No. NO / Ay! Ñ Ple 0 1 1 AY JO ñi NL UNO O A, dl Va J > GA f Al, AN ' ATI UNA EA My oa PA DOOR A ANO , A PAN O A LUNES NÓ A E A NN ó ; A IA O ON . y VA a INN A ME y dd! ATI IN Al PL AAN MA 0 dl Dn mi NN No al O A O a NE PO ) ] MN Ph AA de N Ñ AA A dd y PA p h CAI | yl e UN Al e : ra NT a PANES í p eN 7) h NN y ( IN OO WU me AN A: Ñ Y SA y ' JAR ATA! ñ ñ . MAA a AA l 0 ÍS o ! iN A (a ' E ' ' Ñ H ff Ñ oW y al! ( j 4 AAN í » y ! / ñ q 1 EN sl d' , 1 4 o ' 41 Ú j p 1 ' y ' Y | h h k ' h vu) l Í DU vÚ j ON pl 14% 1] ñ j N A An! . . E Y,” AUN / h y AN UN 4 a f Í ' ay e 1 E ' ! ES ' E j Ñ p Y y mos > ñ A y / Ney | ' a d AA AO 2 WE : YE | AT ES MA . ' PA j É NN 1) Ñ . ' ' y , y] 1 MA l í ' LA Doa ' 1 ( CE 4 " y , fi ' " . f 5 = Es | 1 % mE ir í Si = I Ñ e ñ 1 » s E ñ y ñ + 1 a y $ e > y " > MANE ) E pu / pl ' £ as e > j | z á y y ' A ” A 4 A Mn DANA ' e Biplogta (L paro) a dae oe OA: A A O a ali a Entomología (1 curso) E o A EN SE J > AGRA Antropología general. (1: curso) o A A ed Antropología Jurídica (1 curso, para los alumnos h wo Dr. Arístides Mestre. de alar PAE E altera pa latndS Als POIS da) fe es, y o O Ae O ANA Anatomía comparada SAA SO NS y ! LN, = Paleontología animal ..i..i0clo...o. ARS OS O O Rodríguez. bs de E, Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Víctor J. Rodríguez, Ao AN Biología, Zoolo- - gía, etc. y Conservador del Museo Antropológico y '*de Zoología; Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Je- fe del Laboratorio de Química; Dr. Francisco Muñoz (auxiliar interino para Química) y Dr. Jorge' Horstmann (Director del Jardín Botánico). , Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. El '*Museo Antropológico Montané'” y. el Laboratorio de Antropología, tienen por Director al Profesor titular dela asignatura; m7 mismo quo los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología, - 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 eurso) AS IA AN Historia de la Pedagogía. (1 curso) ...... NTRA y Profesor Dr. Al£r edo M. Aguayo. Higiene Escolar (1 curso)... J ' Metodología Pedagógica (2 entsos) ........ Bay » Dr. Luciano R, Mabictel de "Dibujos Hns al USO) PS EA Ata ] : E Dibujo mautral di CursoJ: a UDS o leicstle da A y O mos A: 'Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en “otras Escuelas de la misma Facultad. El Director 'del: Museo Pedagógico es el Profesor titular de Me- todolozía. El Profesor Auxiliar 'es el Dr. Rafael Fernández. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. S ze Ú “Dibujo: Ttopográfico estructural y arquitectónico ] CATA) e A ER O i Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1. curso) .....0.... RA, AE) J : y ; Geodesia y Topografía (1:eurso) ....2i..2..... E , Dorian 4 Curso) $ PES 2 O EEE | qu Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. . Materiales de Construeción (1 curso) 2... O ] ' a all de, Materiales, Estática Gráfica | , Sr. Aurelio Sandoval, Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso) Cep Haidromocanica (E CULO) o e A a AS das | Maquinaria (1 curso) SE E O | q02 Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de caminos. (3; cursos: puentes ferto--) | carriles; ealles y “CArreteras) ¿ise ; Ss J ds sd rernáudoz de Castro. Enseñanza especial de la Electricidad (3 eursos) y Sr. Ovidio Giberga: Arquitectura e Hiviene de los Edificios (1 eurso).> po Historia de la Arquitectura (1 eurso) ......... | x Contratos, Presupuestos y Legislación especial a ' de DE. PUATES: CAStelTa, la Ingeniería y Arquitectura (1 curso) ] y Esta Escuele tomprende las carreras de Ingeniero Civil Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Sr; Luis Falcón (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); Sr. Plácido Jordán ; (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctricos); Dr. José R. Martínez, Dr. José R. García Font y Dr: Juan Lagomasino (interino) con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras exigiéndose asignaturas que corresponden 4 otras Escuelas. 5. ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS. Física y Química Agrícola (1 eurso) -...... A Fabritación de azúcar € ¡industrias derivadas + Profesor Dr. Francisco Henares. (HECUBDOS ) 0% a FA pad tea bes Re ds J Agrológía. (1: curso) “......«... SN A ] Fitoteenia (1.curso) ¿........... Jer A a J> Sr, José, Cadenas. Zootecnia (1 Curso)... AI a J : Economía Rural (1 curso) ERA O. EROS APRA . Administración rural y formación : de proyectos y uN Sr, José Comallonga! EETEDESO NES ES in NASA OO A Legislación rural (1 Curso) ....o..oomo.... A ; | Ñ Industrias rurales: (Y, QUESO) 2 pia. e nta PE] | Maquinaria agrícola. (1 CuUTSO) ......oo.ooommo.. É a Dr. Buenaventura Rueda. Construcciones rurales (1 curso) 0... e... ) Microbiología agrícola (1 curso) .........0.... ) Patología vegetal CLACUOASO o ta ta Ad a a A DN J0res Navarro: Son profesores auxiliares los Sres. Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos), Pólix Mal- berty (interino). Para los grados de Ingeniero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Perito químico y azu- carero se exigen. estudios que se cursan en otras Escuelas: En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 3 de la tarde, se dau informes respecto a los detalles de la organizaczión de sus diferentes Escuelas, distribución de los eur- sos en las carreras que se estudian, títulos, duo disposiciones reglamentarias, incorporación de títu- los extranjeros, ete. ) REO EN : La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias es trimestral. : Se solicita de Jas publicaciones literarias o científicas que reciban la Revista, el canje co- -:rrespondiente; y de los Centros de instrueción o Corporaciones a quienes se la remitamos, . E el envío de los periódicos, catálogos, ete., Co publiquen: de ellos daremos cuenta en: nues- O «tra sección bibliográfica. : Para todo lo concerniente a la o bta (mirar canje, remisión de obras, ete.) dirigirse al Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la ÍA : Habaua, República de Cuba. E Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la Revista no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. $ z e NOTICE The Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, will be issued quarterly. ' - We. respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction : and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them, > A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. > Address all communications whetheron business or otherwise, as also periodicals, printed “matter, ete:, to the Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. j AVIS La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias parait tous les trois mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique, Pour tout ee qui concerne la Revue au point de vue de 1*administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s*adresserau Direetor de la Revista de la Facultad de Le- tras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seul responsables de leurs A et la Bevue n'est eugasós par 1”opi- nion personelle d'aucun d*eux. 2 Ss > e > E za e PAIS S E A OR Ye MEN do E ES y INTANCII EU 280 3482 «arre añ: orde poro. ergo pre - prenda Pad epalcbadabidobicopeiaajo . 0 . Ai! 1» p e mea . Furojopal adrjab LAIA AS Peret . pers ANN , LD bib: O 'm teja habodsd