ye AIN e, PARA AAA NN AA RUINA AAA poda hrbrid 544 AAA ON PODIAN NAAA AAA AAA A NA OS e. paro LAPARA men pad q. * o ..- nr IIA A USO AA 4 A SS E ñ pa A OA A y 4d ===: = > pe 7 IN : REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS a ME ANO Y AÑ (464 MEAT Ii Y 4 Md a ME UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y ÚGIENCIAS VOLUMEN XXXII, 1922 DIRECTOR: Dr. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané Dr. SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD HABANA Imprenta ''La Propagandista'”, Monte 87 y 89, 1922 AS INDICE DE LAS MATERIAS DEL TRIGESIMO SEGUNDO VOLUMEN 1922 NUMEROS 1-2, ENERO-JUNIO Nenizelos: (con un Srabado) choose LA O MA IEA io ado sara late a Consideraciones sobre la música popular A AE RS MA O RN Dos grandes lingilistas (con dos grabados) DrWbBedro Córdoya. y eake 0... sue. El Profesor Vincenzo Guiffrida-Ruggeri . ENEE dodo sonado a O O TAS AT UR I.—La teoría de la evolución y las pruebas en que se funda; por William Berryman a ME O OE II.—El organismo vivo en la Biología mo- derna desde el punto de vista físico-quí- mico; por Jacques Loeb, Madrid, 1920 .. III.—La verte vicillese; por A. Lacassag- A A NA da a Dirección ....... Dra. Julia Martínez ... Dr. Arístides Mestre . Dr. Luis Montané .... Sr. Gaspar Agiero .. Srta. Laura Mestre .. Dr. Aurelio A. Boza .. Srta. Julia Mestre .... Dr. Juan M. Dibigo ... Ma DITEECcIon Dr AS Mestro naa Páginas 181 183 186 186 vI INDICE IV.—Gotas de sangre; por Willy de Blanck, Habana LOLI. aio ia a O V.—Método de inglés; por P. Julio Albino Ferreira, Londres, 1921 ......... 02... VI.—La verdadera poesía castellana; por Julio Cejador, Tomo II, Madrid, 1921 .. VII.—Historia de la influencia extranjera ds en el «desenvolvimiento educacional y , Dr. J. M. Dihigo ..... científico de Costa Rica; por Luis Felipe / González, San José de Costa Rica, 1921 . VIMT.—Tratado ecompendioso de Arqueolo- gía y B. Artes; por el P. Francisco Na- val, Tomo 1, Madrid 920 ita ais IX.—Enrique Piñeyro. Su vida y sus obras; por Antonio Iraizoz, Habana, 1922 ..... ) NUMEROS 3-4, JULIO-DICIEMBRE Discurso inaugural del Curso Académico .. Dr. Fco, Carrera Jústiz . El Museo de arqueología griega de la Uni- versidad de la Habana ..............- Dr. Luis de Soto ...... Enseñanza de la topografía y la agrimen- A A A O Rd Dr. A, Ruiz Cadalso . Origen y desarrollo de las Escuelas Nor- males de Cavas o ai ere Srta. Caridad González . Solemnes actos universitarios ........... La Dirección Discurso de presentación del Dr. Carpena en la Sociedad Boey o. a al Dr. Arístides Mestre ... Señor Eugenio Rayneri y Sorrentino ..... La Dirección aa a a Páginas 367 Ts e ds e RA E) AN Ae Vol. XXXI! UNIVERSIDAD DE LA HABANA Níuns. 1 y 2 de A REVISTA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr, JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingijística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané Dr. SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD ENERO-JUNIO 1922 SUMARIO: SW OMnizclos: (COn un 9rabado) mao aa aa a la La Dirección. O o de NO LORA AZ AENA, Ae AO STA Ae Dra. Julia Martínez. —Poey en la historia de la antropología cubana ........ Dr. Arístides Mestre. A EA ON A EN EA NCAA Dr. Luis Montané. —Consideraciones sobre la música popular cubana ...... Sr. Gaspar Agiiero. ni—Teoría del arte literario: ........0...... pe O GO Srta. Laura Mestre. o ll A E an DI TAE ROA Dr. Aurelio.A. Boza y Masvidal. —La Victoria de Samotracia (con un grabado) ......... Srta. Julia Mestre. —Dos grandes lingiiistas (con dos grabados) ........... Dr. Juan M. Dihigo. ASE POUTO: COLAOVA Y VARO". aaa aca es La Dirección, —El Profesor Vincenzo Guifífrida-Ruggeri .............. Dr, Arístides Mestre. - —Notas Bibliográficas. —I. La teoría de la evolución y las pruebas en que se funda; por William Berryman Scott, Madrid, 1920.—II. El organismo vivo en la Biología moderna desde el punto de vista físico-químico; por Jacques Loeb, Madrid, 1920.—III. La verte vieillese; por A, bacassagne, Lyon, 1920 0.00. oiocio crec. ce. Dr. A. Mestre. IV. Gotas de sangre; por Willy de Blanck, Habana, 1921.—V. Método de inglés; por P. Julio Albino Fe- rreira, Londres, 1921.—VI. La verdadera poesía cas- tellana; por Julio Cejador, Tomo TI, Madrid, 1921.— VII. Historia de la influencia extranjera en el des- -envolvimiento educacional y científico de Costa Rica; por Luis Felipe González, San José de Costa Rica, 1921.—VIIT, Tratado compendioso de Arqueología y Bellas Artes; por el P. Francisco Naval, Tomo 1, Ma- drid, 1920.—IX. Enrique Piñeyro. Su vida y sus - Obras; por Antonio Iraizoz, Habana, 1922 .......... Dr. J. M. Dihigo. HABANA Imprenta *“'La Propagandista””, Monte 87 y 89, 1922 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Adolfo de Aragón. Secretario: Dr. Salvador Salazar. 1. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos) ....... Profesor Dr. Adolfo de Aragón, Lengua y Literatura Griegas (3 CUTE). ele a 0% % Dr. Juan Maza y Artola. RA AA 1 ; 3 e! OI TA (UAQUISO) Y. alado «y RES Noa A SNS) ) e pr. Juan Miguel Diligo, Historia de la Literatura Española (1 curso) ... ] y IAN Y Historia de las literaturas modernas extranjeras + » Dr. Guillermo Domínguez y 2 Roldán. COROS rato a lao dore LM e TIRO ideas Bale fels ANOS ¡Historia de América (1 CUTSO) ¿ic.icccir ooo ) É y y Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) ] de Dr. Evelio Rodríguez Lendián. RR A A ] mioBafia: Moral" (L CUIGO) an vada ho dis a b A Dr. Sergio Cuevas Zequeira. SOLO SLA (E CUESO RADA ea J Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Salvador Salazar para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clásicas y Dr. Eligio de la Puente (aux. int%.) para el grupo de Literaturas; los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Lingiiística. 2. ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) (1.curso) ) Análisis matemático (Cálculo diferencial e inte- + Profesor Dr. Pablo Miquel. AAA) o o bs vila pS e ista y EIA J Geometría superior y analítica (1 curso) ....... ] Geometría deseriptiva (1 eurso) .............. P 1 Dr. Claudio Mimó. IPPO Mera CECI a iodo ba e 0 Y a J FÍSICA SUDErIOr (er QUISO) lea de a blo aa ? Le l Física oadal E COTE A ir e Io j pr Di, PE 140100 BlaBcn, AICA general (Ii CUISO ii da ca pos a ase PA Sr. Carlos Theye. AO rra on a A OO e o A A ? NO NAO E cio za A A O ONO E O ] 2. DE. Victor ¿Rodríguez Dibujo Lineal (1 curso) ........... UL : es Dibujo nr A A O UA OS dd Sr. Pedro Córdova, DIOR OLOT “CL OUABO o tula Bla a o aii lola lija aa 1 Mecánica Racional (1 Curso) ................. NA Dr. Victorino Trelles. ENS TON OmMia (LURO) Mae lola poa taula: elsa J : AO Me ota O AAA A o MAA 2d Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso) ........ > Dr. Santiago de la Huerta, Sotanica!pyeneral: (DielrBO) a aa al es Dr. Felipe García Cañizares. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1curso) Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 curso) . ] : : Trigonometría (plana y esférica) (1 curso) ..... S/ anar, MO, SICA ¡Superior (Ter, CULBD) aten in ta alto cho laa e ) EAS Ñ ¡PIBICA ¡Uperioór. 2 CUTAO) ud ah da edo a eee J dd ba dd ra Química Inorgánica y Analítica (1 curso) ..... ] x Giimica Orgánica. (1 ORTAO). cero ale ea oo ) si A Dibujo Lineal (1 curso) ....... o A DIBUJO Natural (E curo inaude eallpAoa e dy Sr, Pedro Córdova. Mineralogía y Cristalografía (1 curso) ........ de Dr. Santiago de la Huerta. a NR OR A ONO ) pat dd OLOT A CMAAO conto. e ESE A ada ECN ado PDA No j $ Dr. Victor Bodies. Botánica general (1 curso)... 0... uses raso E "Dr. Felipe García Cañizares. a A E E 10d) A AI UT A AS Y Dr. Victorino Trelles. (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1curso) Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 curso) . 1 ¿ PA Trigonometría (plana y esférica) (1 eurso) ..... do Dr,: Claudio, Mimo. Química ¡goneral”(L COTBO) des 000 oda ao elec a a A Sr. Carlos Theye. Eo ER O EI As IS ? IADUJO Naboral EL QUISO) ore a ) 1 Ar O NC sica general (1 CUTBO) veo abs Ds Dr. Plácido Biosca. a ais (2 lean) iS y Dr. Santiago de la Huerta. Bovtnica peneral (ENCUISO) o da QUe ) Dr. Felipe García Cañizares. Fitografía y Herborización (1 MiRaO) La ) A BOT A GARDEN % Vol. XXXII ENERO-JUNIO 1922 Núms. 1 y 2 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS VENIZELOS La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, que. recoge cons- tantemente en sus páginas las impresiones diversas emitidas por los profesores de su Facultad, respecto de las grandes manifestaciones de cultura del pueblo griego, siéntese en extremo complacida de la visita, que aunque rápida, ha hecho a la patria cubana el gran he- leno Sr. Eleuterio Venizelos y lamenta, que por cireunstancias ale- gadas dignas del mayor respeto, no haya podido tributarle la Uni- versidad, en sesión pública, el homenaje que preparaba a su llegada como testimonio inequívoco de su admiración y de su respeto. Y realmente que Cuba ha tenido motivo para sentirse satisfecha de que fuera su huésped, aunque tan sólo por breves horas, porque ha podido admirar sus extraordinarias condiciones mentales como su delicada y caballerosa manera de ser. Y por lo que él significa y va- le política e intelectualmente no sólo en su patria que ha engrande- cido sino en el mundo todo causa singular extrañeza que cuando debiera, como recompensa de su labor, descansar sobre laureles ex- perimente por inexplicable destino, las amarguras de la ingratitud. Con razón se ha dicho, por su actuación en la moral de su pueblo, que Plutarco le hubiera dedicado unas páginas en sus famosas Vidas paralelas para dejar en ellas estampadas las excelsas cuali- dades morales que tanto le hacen sobresalir del común de las gen- tes y de modo particular de su pueblo, Amante de la libertad eo- mo el que más ha sabido por ella sacrificarse aun a riesgo de su propia existencia y en todos los actos en que ha intervenido ha de- jado seimpre, para enaltecerlo más, el sello de su honorabilidad 2 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que es blasón de que puede enorgullecerse porque entiende que a un pueblo no se le dirige más que predicándole con el buen ejem- plo. Y porque no podía mirar con indiferencia la triste suerte de su preciada isla bajo dominación que la sumiera en el mayor dolor y porque desde bien temprano, concluído sus estudios de derecho en la Universidad de Atenas, dió señales inequívocas de firmeza de carácter, de alteza de miras, de dotes excepcionales en el orden político fué nombrado jefe del partido liberal y obligado a interve- nir en las corrientes políticas de Creta poniendo en Juego sus con- diciones mentales, su trato afable y cariñoso a la vez que la energía de su carácter y su espíritu reformador tendiente todo al mejora- miento de la tierra de su predilección. ¡Cuántos y cuántos ma- tices de la actuación de este grande hombre pudieran servir de modelo en que inspirarse los gobernantes, ahogando toda idea de resentimiento, de desengaño o de dolor para colocar por encima de todo el bien de la patria! Y como su temple de carácter, inspirado siempre en la reeti- tud de principios no le permitía comulgar con los que torciesen la senda que debía seguir, aunque fuesen de su propio partido, de ahí el valor cívico que demostrara al denunciarlos para que el ejemplo dado fuese base de favorable reacción. Su fina penetra- ción en los derroteros políticos hízole suponer cuanto habría de alcanzar en beneficio de Creta librándola de la tortura del oto- mano para sumarla a la nación griega y a ello contribuyó desde sus primeras arengas en que se ve defender esta tendencia que culminó, con el mutuo auxilio, en una realidad, la única aspi- ración de todos. A una actuación tan efectiva, a un empeño tan firme, robustecido por una voluntad inquebrantable, se de- bieron los hechos luetuosos de la despótica intervención de la Su- blime Puerta, sembrando el terror por doquiera, llenando de luto los hogares, segando las vidas de tantos y de tantos que só- lo aspiraban, y con razón, a la libertad a que tenían derecho. Cuando la hora de cumplir con el deber sonaba no eran las vacilaciones las que surgían sino la actuación inmediata, por peligrosa que fuera, si ella iba a dar a su nación el bienestar que le correspondía. Así se explica la sublevación al restablecerse la autonomía en Creta bajo la soberanía del Sultán tiñendo con san- ere y destruyendo por el fueyo a Canea y Retimo. Nunca ha si- do Venizelos hombre de palabra simplemente, sus resoluciones La Dirección: Venizelos. 3 supremas las ha acompañado de hechos elocuentes, desafiando a las fuerzas turcas y a la misma flota internacional que bombar- deara a Akrotiri, labrándose la inmortalidad del bravo patriota; allí demostró lo que es una devoción ardiente y ejemplar por su patria pues mientras muchos de los suyos, acosados por el hambre y aplastados por el sufrir, le pedían la sumisión a las potencias extranjeras “¡nunca! exelamó porque Grecia ha hecho grandes LES z e AE a PROETTIRENT SN ELEUTERIO VENIZELOS sacrificios y lucha por nosotros. No quiero que la historia me acuse de traidor. ¿Seremos tan viles y tan cobardes que aban- donemos a Grecia cuando está a punto de sucumbrir en una gue- rra deseraciada? Ni los voluntarios de Akrotiri ni yo queremos convertirnos en traidores. Antes la muerte, mil veces la muerte””. Estas palabras que en circunstancias tales revelaban el temple del alma de Venizelos pudieron ocasionarle la muerte cuan- do un delegado se le aproximó para hundirle un puñal en el cora- 4 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. zón de no haber intervenido hombres pudientes que detuvieron la mano homicida. La historia de nuestros días se ha encargado de referirnos lo que en esa noche singular aconteció, el desenfreno de las pasiones pidiendo a gritos su cabeza por lo que en arranque de valor puesto a prueba asomóse al balcón acusándolos de traidores a la patria. Tan difícil situación política conjuróla con su patrio- tismo, con su inteligencia, con sus condiciones morales y con su palabra persuasiva surgiendo el régimen autonómico de Creta con la aprobación de los representantes extranjeros. Por estos triun- fos de orden político fué electo Presidente de la Asamblea Nacio- nal cretense revelando en todos sus actos su firme resolución de unir su tierra a Grecia, proclamada más tarde esta unión en la Asamblea revolucionaria. No son de relatarse los demás hechos respecto de la liberación de Creta por ser de todos conocidos, sólo diremos que el triunfo de la Lisa Militar, en Atenas, en 1909, obli gó a buscar un hombre excepcional en la política para que reali- zara con éxito el pensamiento regenerador a que se aspiraba lla- mándose a Venizelos que fué entusiásticamente recibido ponién- dose en sus manos la salvación de Grecia. A este hecho sucedieron otros relacionados con el carácter que debía tener la Asamblea que fué nueva coyuntura para revelar la firmeza de principios de tan excepcional estadista. Que la orientacin dada por el programa po- lítico y regenerador de Venizelos fué de gran éxito no hay más que apreciar como empezaran a efectuarse sus aspiraciones siendo una de las ideas fundamentales de su política la creación de una Conferencia de los Estados balkánicos con el fin de aplastar el po- der turco, Y bueno es consienar, como expresión también de triunfo debido a su genio político, junto a la dicha Confederación, los grandes éxitos aleanzados en la Conferencia de la Paz cele- brada en Londres con los representantes de la nación vencida refle- jados bien en el enerandecimiento de su patria. Sólo enfrentándose valerosamente ante el Rey Constantino que hubiera llevado a Grecia a extraordinario desastre, destronándolo con la revolución de Salónica para coronar a su hijo Alejandro e inclinando el peso de Grecia en favor de los aliados que defen- dían la causa de la justicia, hubiera salvado a la nación por la que tanto se sacrificara. Y como para ello era preciso contar con la valentía del ejército griego que rayó en el heroísmo al romper el frente macedónico produciendo el colapso de Bulgaria, Austria y La Dirección: Venizelos. 5 Turquía, constituyendo como fundadamente ha dicho Heraldo de Cuba ““el principio del fin de Alemania””, pudo palpar el éxito de su feliz orientación en aquellas jornadas épicas a la bayoneta en Skradi-Legen, apreciadas con encomio por el Gral. Guillaumat que se tradujera más tarde, como final de su política sagaz, en el eo- nocido Tratado de Sévres, que representa la conquista de Tracia, el reconocimiento de los derechos de Grecia sobre el Epiro del Norte, la anexión del Dodecaneso, el serio convenio de que al no cumplir Turquía las estipulaciones del Tratado le sería entregada Constan- tinopla. Tanto afán por engrandecer a la patria para recoger de su pueblo la ingratitud exteriorizada en los últimos comicios, per- mitiendo el regreso de un rey autócrata que ha traído a la nación males insignes. Y quien descollara tan brillantemente en las lu- chas políticas, revelándose en sus actos tan grande como Cavour y como Bismark, descolló asimismo en su manifestación intelectual como persona de excelente y amplia cultura. La prensa europea que lo ha venido estudiando detenidamente así nos lo ha hecho co- nocer en ocasiones múltiples al señalar su gran talento, su refina- da expresión tanto en el gesto como en la oratoria, fundamento, sin duda, de los grandes éxitos que alcanzara en sus trascendentales empresas ya que la propiedad y elegancia de su dicción han sido en ello factores muy principales al grado de asombrar, por su singu- lar clasicismo, a su siempre numeroso auditorio. Y como se die- ra cuenta de la singular importancia de lo que fué su nación en la época de su gran apogeo de ahí el que soñara y siga soñando por una Hélade restaurada en que predomine la lengua de Demóstenes en su mayor pureza, resurja en todo su brillo la manifestación artística y sea Atenas aleo así como la capital intelectual del mun- do. Bendito aquél que al luchar por la felicidad de su patria, eo. mo excelente ciudadano, sólo se mueve a impulso de un noble sen- timiento! He ahí una idea sintética de este grande hombre, de este ciuda- dano ejemplar, de este estadista insigne, de este orador que es ému- lo de Demóstenes y de Esquines. La Universidad de la Habana, y de modo muy especial, su Facultad de Letras y Ciencias, aquila- tando las virtudes sineulares que le adornan, quisieron realizar una fiesta literaria en su honor rindiéndole un público homenaje de simpatía y de admiración en la cual hubieran exteriorizado los profesores de la Universidad las altas prendas que le ador- 6 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. nan, se hubiera ejecutado por la Banda Municipal el Himno na- cional de N. Mantzarou arreglado por J. Dezorzi al hacérsele la entrega de la bandera griega confeccionada por las alumnas, se hubiera oido la musa siempre inspirada de nuestro poeta Sr. Gus- tavo Sánchez Galarraga, como la música del himno a Apolo, canto eriego del Siglo II antes de J. C. descubierto en Delfos por la Es- cuela francesa de Atenas e interpretado por una dama de nuestra sociedad. Bien merecía que un acto tal se hubiese podido efectuar no sólo por el eterno y grato recuerdo que hubiera dejado entre los asistentes sino porque hubiese sido la mejor prueba de cómo en la Universidad y en Cuba se ha sabido apreciar las altas cualidades de quien es timbre de gloria para su patria. La Dirección de esta Revista tiene el mayor gusto en transeribir las comunicaciones cruzadas entre el señor Venizelos, la Univer- sidad y los Estudiantes así como la información que publicara el Diario de la Marina con motivo de la entrega que de su bandera le hicieron los alumnos de nuestro primer Centro docente: Umwersidad de la Habana Habana 8 de Febrero de 1922. Señor Eleuterio Venizelos. Habana. Señor: Constituye para mí eran placer expresaros, en nombre del señor Decano de la Facultad de Letras y Ciencias, cuánto la Universidad de la Habana lamenta, al respetar vuestras razones, no poder efec- tuar la fiesta literaria proyectada como homenaje de consideración a vuestros méritos, La Universidad de la Habana quiere, por me- dio de esta comunicación haceros saber sus propósitos y testimo- niaros que en esta tierra cubana en que se ha sabido apreciar la obra de civilización de Grecia, también se ha sabido juzgar la magnum opus por vos realizada para engrandecer más vuestra na- ción. Sírvase aceptar mi consideración más respetuosa. El Rector Dr. Carlos de la Torre y Huerta. La Dirección: Venizelos. 7 Hotel Sevilla Habana le 9 fevrier 1922. A Monsieur le Docteur Carlos de la Torre y Huerta. Monsieur le Recteur: Veuillez bien eroire que j'ai été vivement touché de votre aima- ble lettre ainsi que de l'invitation de 1"Université de cette ville, qu'il ne me fút malheureusement pas possible d'accepter pour les raisons que vous comprennez d'ailleurs bien. Je tiens toutefois, Monsieur le Recteur, á exprimer aux membres de 1”Université et á vous méme, ma sincére appreciation de 1'honneur que vous me fites par votre chaleureux accueil á 1'occasion de mon arrivée dans ce beau pays dont je garderai un ineffacable souvenir. Veuillez agréer, Monsieur le Recteur, l'assurance de ma tros haute considération. E. K. Vénaisélos. Habana 9 de febrero de 1922. Señor Eleuterio Venizelos Habana. Señor : Esta bandera que es símbolo de eloriosas jornadas en que el va- lor de vuestro pueblo y la pericia de sus generales colocaron a en- vidiable altura el patriotismo de vuestra raza encarnado en Mil- ciades en Maratón, Temístocles en Salamina, Pausanias en Platea, Leotíquides y Jantipo en Micala es para nosotros preciosa dádiva que queremos guardéis como testimonio no sólo de la admiración que ella nos causara en las felices empresas que al son del peán han esmaltado las páginas de vuestra historia patria con hechos que la inmortalizan, sino como recuerdo de vuestra estaneia en esta tierra de nuestros amores que sabe bien cuanto significáis en el campo del patriotismo, en la ardiente devoción que sentís por la más elevada cultura. Recibidla, pues, de manos, de las jóvenes estudiantes de la Es- cuela de Filosofía y Letras de esta Universidad que han querido 8 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. honraros con la insignia más preciada para vos ya que ella es ex- ponente de lo que fué un pasado glorioso continuado con honor y con éxito en los hechos recientes que de nuevo la han engrandecido. Aceptad asimismo, señor Venizelos, el respetuoso saludo de la ¿u- ventud escolar universitaria que sabe aquilatar bien vuestras ex- celsas virtudes y rendiros por ello el homenaje de su respetuosa consideración. A continuación la firma de los estudiantes, Hotel Sevilla. le 9 fevrier 1922. Aux Étudiants de 1"Université de la Havane. (Faculté des Lettres et Sciences) Mesdemoiselles, Messieurs : Votre aimable et chaleureux accueil m'a profondament ému et je- tiens a vous exprimer mes remerciements les plus sincéres pour le beau souvenir, admirablementi travaillé par les mains des jeunes étudiantes, que vous m'avez présenté et que je garderai toujours pour me rappeler les quelques jours que j'ai passés dans ce beau pays. Vos études vous enseignent les principes de l'ancienne démo- cratie hellénique, vos péres, comme les notres, ce sont battus glo- rieusement pour leur liberté: táchez, vous les jeunes, de garder ces traditions tant cubaines qu'helléniques afin que par vos forces et par vos actions votre patrie puisse avancer dans la voie du pro- eres et de la prospérité. Cordialement á vous E. K. Vénisélos. Del Diario de la Marina, 10 de febrero de 1922. HOMENAJE AL DOCTOR VENIZELOS Con gran cordialidad se efectuó el acto de entrega de una bandera confeccionada por las alumnas de la Universidad. ““Ayer mañana visitó al eminente estadista griego, de paso por la Habana, Dr. Eleuterio Venizelos, en su alojamiento del Hotel La Dirección: Venizelos. 9 “SEVILLA”” una Comisión de Catedráticos de la Universidad Nacional integrada por los Dres. Juan M, Dihigo, Sergio Cuevas Zequeira, Rafael Fernández y Auxiliar Dr. Soto, presididos por el Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Dr. Adolfo de Ara- són, acompañados por otra comisión de estudiantes universitarios compuesta por las alumnas señoritas Teresa Fernández Jetino, Mercedes García Tudurí, Aurora Méndez del Castillo, Zoila Coro- minas, María Gómez Carbonell, Haydée Betancourt y Graciela Ba- rinaga y alumnos señores Raimundo Lazo, José F. Valdivia, Alfon- so Bernal, José M. Pérez Cabrera y Doctor Joaquín Pedroso. “El objeto de la visita, que tuvo lugar a las nueve de la ma- ñana, era hacer entrega al Dr. Venizelos de una bandera nacional eriega, suntuosamente confeccionada por las señoritas alumnas de la Universidad Nacional, que le fué presentada al ayasajado en un artístico estuche. ““Al acto, que fué delicadamente cordial y afectuoso, asistió tam- bién la señora esposa del Dr. Venizelos y el Secretario particular de dicho eminente político griego. ““El Dr. Dihigo, que desde su viaje a Atenas mantenía particu- lar amistad con el doctor Venizelos fué el encargado de hacer las presentaciones de ritual, mostrándose con todos los visitantes su- mamente afectuoso y comunicativo el distinguido hombre público heleno. ““Por el Dr. Dihigo le fué leída una comunicación del Sr. Ree- tor de la Universidad de la Habana, en la que, se le comunica que, por acatar su resolución de no aceptar homenaje público aleuno, nuestro primer centro docente se veía dolorosamente privado del placer y del honor de realizar en su homenaje un acto en que tes- timoniarle su admiración y simpatía; pero que cumplía un acuerdo del Claustro Universitario haciéndole conocer el expresado propó- sito de aquel Profesorado. “*El doctor Dihigo hizo entrega al doctor Venizelos de un men- saje de las alumnas de la Universidad en que se le hace la ofrenda de la Bandera por ellas confeccionada y en la que se ven identifi- cados los ideales patrióticos de las naciones cubanas y griega, que tienen por colores nacionales los mismos en sus enseñas patrias. *“El Dr. Venizelos respondió a tan especial deferencia con breves frases de sentido reconocimiento, expresando sus mejores deseos por la ventura de este país, cuyo porvenir él considera felizmente 10 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. asegurado si va—como espera—a manos de la brillante juventud universitaria cubana, cuyas altas dotes de antiguo le son conocidas. ““Tuvo especiales atenciones para los señores Catedráticos, con los que departió muy cariñosamente, deplorando de nuevo que su línea de conducta en este viaje por América le imponga—por consecuencia que no podía ya romper—la privación del acto pre- parado en su honor por la noble Universidad de la Habana, lle- vando—dijo—en su alma como la nota de más exquisito recuer- do afectivo, la especial distinción que en aquellos momentos se le tributaba por tan distinguida representación de la intelectuali- dad cubana, ““Y con un expresivo abrazo a su antiguo amigo el Dr. Juan M. Dihigo selló la sinceridad de su gratitud, estrechando luego la ma- no de todos sus amables visitantes. “De tan simpático acto, obtuvo nuestro compañero señor Buen- día la adjunta nota gráfica, en que se ve al eminente estadista grie- go rodeado de la Comisión académica y universitaria que ayer mañana le visitó en el Hotel ““Sevilla””. “Los visitantes fueron, finalmente, acompañados hasta la es- calinata del Hotel por los esposos Venizelos, visiblemente emocio- nados por el cariñoso tributo recibido””. La Dirección. ALMA MATER (4) POR LA DocToRA JULIA MARTINEZ Directora de la Escuela Normal de la Habana Dentro de estos vetustos muros, está condensada una larga his- toria luminosa, inmaculada. Este es templo augusto consagra- do por la intelectualidad y el civismo de tantas generaciones de cubanos ilustres. Es una atalaya invicta que se yergue a tra- vés de todas las vicisitudes de Cuba, inconmovible ante las enfu- recidas olas que la ignorancia y el despotismo engendraran. Y este ha sido el lugar precisamente escogido por la Asociación Pe- dagógica Universitaria para que sus miembros vengan a discu- tir ampliamente, problemas escolares con sinceridad, buena vo- luntad y alteza de miras. Tarea ardua es atreverse a levantar la voz y turbar la placidez que se respira en este salón donde en centurias pasadas, esos, cu- yas efigies nos rodean, se reunían para discutir y defender tenaz- mente el bienestar, la prosperidad y el progreso de su patria; pro- blemas trascendentales que demostraban la grandeza de esos in- sienes patriotas. Nosotros sustentamos sus mismos ideales, surgen a nuestro pa- so problemas vitales que ansiamos solucionar, por eso venimos aquí para discutirlos. ¡Qué la sombra del glorioso pasado de esta ca- sa nos infunda fe y confianza en el presente para que todos los es- fuerzos que se realicen sean precursores de un brillante porvenir! Si estos nuestros antepasados cumplieron como buenos y dieron a sus contemporáneos todo el perfume de sus almas, todas las ener- vías de su vida, nosotros, los humildes maestros de la juventud de hoy, queremos seguir las huellas que nos dejaron en la senda de los años. Todas las conferencias pronunciadas han revelado un vehe- (1) Conferencia dada en la Asociación Pedagógica Universitaria el 17 de Ju- lio de 1921. 12 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mentísimo anhelo de mejoramiento y perfección; esto es más que suficiente para elevarlas a un alto nivel social y moral. La ansie- dad de progreso es la característica por excelencia del hombre ci- vilizado. Estamos aquí para cambiar impresiones sobre lo que con- sideramos reformas necesarias en la educación de la generación actual. Nos hemos erigido en clínicos y reconociendo las dolen- cias de nuestro enfermo, juzgamos los síntomas alarmantes que más llaman nuestra atención según nuestras aptitudes y conoci- mientos, No me amedrenta levantar la voz tan poco autorizada, después de los ilustres y elocuentes compañeros que me han precedido, pues mi actuación no la inspiran ni la vanidad pueril ni el orgullo mal- sano, es sencillamente el cumplimiento sagrado de un deber dis- ciplinario. Traigo mi grano de arena a la gran obra colectiva, im- pulsada por un intenso amor a instituciones escolares. Cada cual aporta lo que puede; unos poco, otros mucho: solo será menguado quien se cruce de brazos y contemple indiferente desde lo alto del parapeto al débil bajel combatido y destrozado. El proceso evolutivo hacia la perfección no es rápido; señalar deficiencias, no es ciertamente obtener inmediatamente la rectifi- cación ansiada; no es posible alcanzar la meta súbitamente. Es necesario convencer y propagar las nuevas ideas para que se adap- ten a la conciencia colectiva. Varios han sido los temas presenta- dos por los otros conferencistas, siempre dentro del campo escolar. Permitidme que siguiendo la misma ruta, pero puesta la vista en alvo menos tangible, en aleo sutil e impalpable, reflexione sobre el vínculo de afecto, de solidaridad que une a Profesores y alumnos. No hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de visitar la Univer- sidad de Michigan, y fuí testigo de un acto emocionante que hizo fuerte impresión en mi ániro y me ha surgerido tema para esta conferencia. Pasaba yo los meses de verano en compañía de una familia amiga, cuyo jefe, Mr. Mendenhall, había cursado le- yes en esa Universidad. Ese año debían reunirse todos sus con- discípulos, como lo habían hecho todos los años desde que se habían eraduado. Pero en esa ocasión la reunión tenía un doble objeto. Entregaban a la Universidad un hermoso y artístico bajo-relieve, costeado por ellos y que representaba al que fué Rector cuando ellos eran estudiantes y a quien todos recordaban con veneración y afecto. Julia Martínez: Alma Mater. 13 Todo fué digno de la suntuosidad del acto que se celebraba, la ceremonia y los discursos entre los cuales se distinguió el de mi amigo encargado del panegírico del profesor a quien se dedicaba el homenaje. Pero lo que allí presencié era algo más trascenden- tal que discursos y ceremonias: era algo que yo quisiera para Cuba. Era el espíritu de unión y cordialidad que se sentía en aquel numeroso conjunto formado en su totalidad por hombres y mujeres que se distinguían en la sociedad en que vivían, alum- nos de la Universidad y que la visitaban con regularidad, inte- resándose por su prosperidad y progreso. La primera fila de asientos en el gran salón de actos había sido reservada para los condiscípulos de mi amigo; serían unos 25 ó 30. El más joven había cumplido los ochenta años. Esa fila de veteranos, doblegados unos, rectos y enjutos los más, cireundadas las sienes con la blanca aureola de los años, vibran- tes de entusiasmo, en cuyos pechos no había extinguido el amor al Alma Mater la acción demoledora del tiempo con su secuela de placeres y amarguras, es una visión tan elocuente que no necesita comentarios, Quiero salir al encuentro de una censura. Quizas se juzgue an- tipatriótica mi actitud al presentar como modelo digno de imita- ción, las costumbres extranjeras. Cuando vagamos lejos del hogar y entramos en un lindo jar- dín, recogemos las flores más lozanas para llevarlas y embellecer el recinto amado; impulso natural y demostración segura, que aun ausentes, nuestros pensamientos converseen al hogar. La abe- ja sale al despuntar el alba en busca del sustento de la prole y vuela de flor en flor, libando los dulces jugos que han de dar vida y sostén a la generación que nace, y ha de ser índice seguro de prolongada vitalidad de la raza. Y no otra cosa experimentamos cuando nos alejamos de la pa- tria. En el alma llevamos el recuerdo del suelo amado y ante las grandiosas y sublimes manifestaciones de la naturaleza y la mente humana que despiertan en nosotros la admiración y el en- tusiasmo, el primer impulso es codiciar lo grande y lo sublime pa- ra nuestra patria. Arranquemos las flores que nos brindan los vergeles de otras tierras para traerlas a la nuestra. Libemos los jugos de otras corolas para alimentar en nuestra colmena el alma y el corazón | 14 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de la juventud estudiosa. Si los que van a tierras extrañas, atraí- dos y seducidos por el lujo y esplendor de los grandes almacenes de modas, de los suntuosos teatros y deslumbrantes cabarets, de- jan en manos de codiciosos especuladores, el dinero duramente ga- nado, arrancado al suelo eubano, se jactan de acumular ahorros para gozarlos en el extranjero y no; se ceultan para hablar con sar- casmo de la insienificancia y pobreza de los placeres que Cuba brinda, a esos no se les censura, más bien se les halaga y se les en- vidia. No culpéis tampoco a los que vagan por las aulas de las escue- las y Universidades extranjeras, por las salas de los Museos, La- boratorios y Bibliotecas, abejas industriosas que gozan en libar la esencia moral e intelectual. Si el gran poeta Heredia, en un momento de exaltación subli- me, cuando la grandeza de la maravillosa catarata se desplega- ba ante su vista y conmovía su alma, recordó sus palmas de ver- des penachos y dulce rumor y quiso en el delirio de su fantasía, verlas en torno del insondable abismo; otros por el contraric, cual la abeja industriosa liban la dulce miel de cuanto hay gran- de y sublime y transpórtanlo a nuestra tierra. Alma Mater, voz universal, la madre del alma, la patria espi- ritual que es fuente de ternura para todo estudiante extranjero, bien salga de las aulas universitarias o de las más modestas, pe- ro no menos dignas, las aulas de la escuela; ¿Existe ese sentimien- to entre nosotros tan generalizado como en otros países? Si nos preciamos de ser un pueblo sentimental e idealista, ¿por qué nos es casi desconocido? ¿Es quizas la indiferencia de algunos que despojan a su sagrada misión de toda emoción, o es ingratitud de los otros cuyos corazones desconocen la nobleza de sentimien- tos tiernos y generosos ? El tesoro escondido en todo centro de cultura y que ansiosa- mente se busca, no es solo materia inerte. La enseñanza en gene- ral, la preparación para la vida, en sus diversas etapas requiere por parte del maestro, no sólo preparación intelectual, base cien- tífica imprescindible para llenar a conciencia sus deberes, incul- car y exponer sabias doctrinas, sino también idealismo inteligente. Sin amor e interés en el trabajo, no se aleanza el éxito. No es únicamente vasta erudición lo que requiere la juventud; bueno Julia Martínez: Alma Mater. 15 es el cultivo de la inteligencia, pero los sentimientos forman la savia de la vida. Desde el momento en que el alumno traspasa el dintel del aula, el medio ambiente ejerce sobre él una eran influencia; surge el sentimiento de fraternidad, de tolerancia, base de la solidaridad humana. El maestro da con entusiasmo el fruto de sus desvelos, el bagaje preciado de su ciencia que significa laboriosidad in- cesante. Es su palabra y su enseñanza cual la lluvia, la que fe- cunda y fertiliza nuestra mente; es su mano la que descorre ante nuestra vista el misterioso velo que oculta mundos de belleza, de maravillosos espejismos; es luz que disipa la tenebrosa y densa oscuridad de la ignorancia. Sinembargo, salimos de esas aulas con el manto del egoismo sobre los hombros. Llega el último día y abandonamos la escuela sin que quede en el alma ni la más li- jera huella y con la misma indiferencia con que se deja un tran- vía al llegar al término de la carrera. Si los alumnos que se alejan necesitan de la sombra protectora de esa madre del alma, de conservar en el santuario de su con- ciencia, los consejos, los ejemplos vivos, las rutas trazadas, los horizontes nuevos, los tesoros de ciencia y. arte conquistados tras incesante bregar; los recuerdos gratos y sonrientes que han de ser consuelo en horas tristes, sostén y guía en la escabrosa senda de la vida; los que atrás quedan, maestros y profesores ¿verán ellos alejarse la bulliciosa juventud con desdén e indiferencia? sin preocuparse de sus derrotas, ni de sus triunfos, sin deplorar y compadecer a los que débiles o maltrechos, faltos de energías pa- ra seguir adelante caen en los linderos del camino y se pierden en los abismos del olvido; ni enorgullecerse de aquellos que alertas y decididos avanzan siempre a la cabeza de huestes victoriosas. Esos que van a la lucha dejan el eco de sus risas, una estela de loca alesría, ráfagas de entusiasmo, el vigor y la exhuberancia de una nueva vida y nuevas energías que irradian en derredor con el encanto de su juventud. Debe existir el intercambio de afecto, simpatías e intereses entre toda institución docente y sus lesiones de ex-alumnos. La cooperación por todos y en todo es el lema de las sociedades modernas. En círculos concéntricos se extiende desde la familia, la escuela, la universidad, el municipio, la na- ción hasta abarcar a la humanidad entera. No es que las instituciones ejerzan el vasallaje, retenvan con 16 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. lazos férreos, sino que persiste aleo impalpable que se ha infiltra- do en el alma. Surgen nuevos afectos, obligaciones y deberes en el transcurso de los años y el pasado se va esfumando poco a poco y al mismo tiempo idealizándose. Entonces el alumno reacciona y se siente a su vez protector, ansioso de cooperar en el progreso de su Alma Mater y por eso se inician las Asociaciones de gradua- dos asombrando con sus donaciones más o menos fabulosas con las cuales rivalizan por engrandecer y enaltecer el Alma Mater. Esta solidaridad de afecto es emulación colectiva, armonía de ideales, sentimientos y sanas ambiciones, intensificadas por el tiempo. Nosotros también tenemos nuestra Alma Mater en la cual se deslizaron las horas fugaces de estudio y meditación, donde no hay una piedra ni una flor que no evoque aleún recuerdo risueño o los rostros de compañeros desaparecidos; las enojosas tareas, los desfallecimientos, los entusiasmos y los triunfos de otros tiempos. Allá en las alturas, dominando la ciudad, se levanta, orgullosa de un pasado glorioso, ostentando en sus registros los nombres es- elarecidos de millares de cubanos que son gala y honor del sue- lo patrio. Honremos nuestra Alma Mater y el fatídico espectro de la fría y estéril indiferencia no levantará muros en torno de ella encerrándola en lóbrego sepulero. No seamos ieonoclastas, no destruyamos nuestros propios ídolos; al derrumbarlos caen también y se confunden en el polvo, el amor y el entusiasmo que los erigéron, la veneración y el amor que los sostuvieron. Sintamos hondamente con ella y que cada cual contribuya a enaltecerla a elevarla por encima de cuanto haya de bajo y de mezquino. Que no se le considere como un centro industrial en el cual se fabrican diplomas, para medrar y atesorar riquezas, sino fuente fresca y fragante donde el ansioso pereerino puede apagar su sed de saber y encontrar la paz y el consuelo que brin- dan los voces y placeres intelectuales. El puesto honroso que ocupa un pueblo en la fila de las erandes naciones depende exclusivamente de la importancia de sus insti- tuciones de enseñanza que forjan en sus fraguas la inteligencia y la voluntad, factores indispensables en el encadenamiento de actos que constituyen la vida nacional, la fuerza motriz que impulsa, alienta y vivifica al comercio, la industria y la agricultura, bases del desenvolvimiento de la riqueza. Julia Martínez: Alma Mater. 17 De aquí surge la importancia magna que nadie niega a esas ins- tituciones; el interés de los gobiernos en prestarles su decidida protección y ayuda. Pero no bastan las cuantiosas cantidades consignadas en presupuestos ni los numerosos diplomas expedi- dos. Las instituciones son organismo vivos y necesitan que pro- fesores y alumnos le infiltren espíritu que las aliente. La obra que realizan es de gran trascendencia, labor intensa de prepara-' ción en el presente de los directores del porvenir. Y no se diga que los sentimientos tiernos y generosos que en- gendran el amor al Alma Mater, sean manifestaciones de debili- dad y decadencia. El idealismo ha sido y será siempre la poten- cia más formidable puesta al servicio de la humanidad. Es el dulce e inseparable compañero del hombre desde la cuna al se- pulero. Vibra en los tiernos arrullos de la madre, en las prome- sas del amante, en las tristes despedidas; en el dolor y en el pla- cer. Es el que ha movido los grandes ejércitos del mundo; el que inspira los grandes reformadores; las eminencias científicas; te- je las guirnaldas y laurel y olivo de los artístas sublimes; esculpe la lista interminable de mártires de todas las creencias y de hé- roes de todas las ideas. POEY EN LA HISTORIA DE LA ANTROPOLOGIA CUBANA POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Secretario general y Director de la Sección de Antropología de la Sociedad Poey. Profesor titular de Antropología. Señores: Realmente, no lo hemos olvidado! ““A la luz de los recuerdos se destaca, se anima y se agiganta aquella figura colosal”':—se ha dicho al pie del monumento que guarda sus restos, en frase expresiva con que se terminaba una bella síntesis (2) de la per- sonalidad intelectual y moral del sabio ictiólogo habanero— Sí, crece, a través del tiempo, “aquella gloria siempre fresca, aquel sol refulgente de nuestro hermoso cielo—más grande aun en el ocaso—que supo atraer hacia sí y hacia nuestra amada Cu- ba la atención de los sabios y la admiración de la cultura univer- sal”?. La Sociedad Poey— pi gro — 4% Mi medolente — igmorpiela: Plegaria EA 1 n E . ¿ ; s E ! / », % ¡aaa : dl b ea e a a e 5 E > Axel - ¿E a e e CE O E AN j Merenqueyla Mema. 4 ¡Boniabillo y crema! ¡Pasteli tas dos! (Las lineas de puntos indican las coincidencias tonales tn Leti fragmento de que Se componen ambas melodías.) Decidme, ahora, señoras y señores: ¿la producción netamente popular que exhala tales fragancias melódicas puede ser dañina al Arte? -¿Con sus elementos rítmicos y tonales, no se pueden construir ricas joyas musicales ? 46 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. En esta amada Patria “el genio corre por las calles”? como diría Voltaire; pero en el arte de los sonidos, ya lo advirtió hace más de un siglo el viejo tratadista francés Reichá, al recoger esa frase vertida por aquel maravilloso polígrafo, el genio es nada sin la lencia y sin el talento. Se hace necesario que la elaboración musical espontánea del pue- blo no sea detractada sistemáticamente. En el fondo, semejante detracción no obedece sino a una encubierta enemiga contra nues- tra gloriosa nacionalidad; porque, sabedlo, nada contribuye tanto a la formación del alma nacional como el cultivo de sus cantos populares. Impedir ese cultivo, o condenarlo, es laborar sorda- mente contra tan intenso instrumento de solidaridad; pero se hace necesario también que esos motivos populares sean acogidos por los grandes compositores para que con la magia de su arte v de su ciencia edifiquen, aprovechando también nuestra rique- za de ritmos, un digno'arte nacional, con obras buenas semejantes a las que váis a escuchar esta tarde. La primera obra que figura en el programa es la “Rapsodia Cubano No. 1*”” de Manuel M. Ponce. Séame permitido repetir parte de un pequeño trabajo que, a raiz de ser editada esta obra, publiqué acerca de ella en “La Na. ción”” de esta Capital el 30 de julio de 1916. Helo aquí: “¡Quién ante la belleza de esa obra podrá sostener la antimu- sicalidad de nuestros ritmos? Con esa composición, la robusta mentalidad del profesor meji- cano nos muestra otro aspecto digno de admirar: la adaptación de su talento. Ponce se ha infiltrado del alma de nuestra música; eo- noce a maravilla su colorido local. No se diga que en su Rapsodia haya algo que no sea de su propia cosecha : sería desconocer lo que es una Rapsodia musical. Liszt, creador de ese género de compo- sición, expone el pensamiento capital que le ha inspirado en la com- posición de la epopeya bohemia, (Así denomina él a sus quince Rap- sodias) en su obra: De los Bohemios y de su Música en Hungría. La lectura de un extenso párrafo de esta obra, copiado por Eugéne Rapin en su Historia del piano y de los pramistas nos convence que el fundamento de una rapsodía ha de ser el canto popular; pero la rapsodia musical ennoblece esos cantos, no así la rapsodia litera- ria que al decir de los diccionarios está formada exclusivamente de diversos materiales ajenos. G. Agiiero: La música popular cubana. 47 El motivo del Allegretto (Re menor) de la Rapsodia Cubana de Ponce es un conocido ““punto”” popular cubano. Ponce lo enriquece con su armonización y con los bellos arabes- cos con que tenuemente lo vela cuando lo repite en su desarrollo; pero en cambio otros motivos son originales suyos y de un cuba- mismo exquisito. La introducción y los periodos de conducción de esta obra paten- tizan la labor de un maestro consumado en Armonía y en Compo- sición. La frase que enlaza con la introducción (andante molto espre- ssivo) es un tesoro de ternura. La Rapsodia toda es hermosa, y puede constituir un magnífico número de concierto para un pia- nista virtuoso. D”Indy, el egregio profesor, sostiene que para crear, en el sen- tido artístico de la palabra, es necesario haber sido conmovido, y tener la voluntad de traducir esa emoción”?; lueso agrega: solo a ese precio una obra será verdaderamente sincera, expresiva y du- rable?”. Una sola audición de esta producción de Ponce bastaría para hacernos visible la sinceridad con que él, en el leneuaje de los sonidos, nos expresa la emoción que en su alma han producido las congojas de la música cubana; Manuel M. Ponce traslada al pentágrama esa misteriosa melancolía que ha invadido su espíri- tu, misteriosa melancolía patrimonio de los espíritus elevados y numen que los inspira !”” La gentil señorita María Teresa Barrera, discípula del distin- evido profesor español Jenacio Tellería, nos deleitará econ los primores de su ejecución, haciéndonos oir esta Rapsodia. Ocupa el tercer lugar del programa la habanera de la ópera “Carmen”” de Bizet, colosal figura de la Música contemporánea, quien al encauzar el caudal de su genio en un ritmo tan generali- zado en nuestra música popular, escribió una página de sabor cubano de arte exquisita. La inmortal habanera será cantada por la bella señorita Digna Flora Fernández, poseedora de una hermosa voz de mezzo soprano, y que bajo la experta dirección de los aplaudidos artistas esposos Farelli-Bovi ha llegado a una ei- ma elevada. Le va a tocar su turno, interpretada por la Banda Municipal, 48 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a la fantasía característica ““Cuba?””, debido al estro fecundo del maestro Ankermann (padre). Este inspirado y culto músico residió en la Habana largos años,, distinguiéndose; no ya como violinista y director de orquesta, sino como compositor. Entre sus producciones figura una Misa objeto de marcadas alabanzas por la erítica musical. Muerto ya, hará un par de lustros, diríase ha legado sus múl- tiples talentos artísticos a su hijo Jorge, el tan justamente aplau- dido profesor. Confieso que el género de composición musical llamado potpou- rri (olla podrida) no me seduce. Aquella mezcolanza de aires, generalmente triviales, unidos sin congruencia tonal, me recuerda los trajes de los arlequines de feria, confecionados con retazos de pacotilla, y mostrando ridícu- los remiendos. Pero hago una excepción con el pot-pourri que vais a oir, pues no es otra cosa esta fantasía, que el autor titulaba: “Gran Fan- tasta mosaico sobre cantos populares cubanos”?. Se ha desplegado tanto talento al urdir esta bellísima obra mu- sical, y es una muestra tan elocuente de la variedad y gracia de los ritmos criollos, que no podía excusarse su ejecución aquí hoy. El último número del programa lo constituye la Rapsodia Mi- litar Cubana de Guillermo M. Tomás. Inspirada en seis “Cantos de la Patria?” de Francisco Sellén, más que rapsodia es un poema sinfónico, donde se describen con notas de música las concepciones del poeta. El preludio, (andante) aprovechando el elemento popular en veladas notas de nuestro Himno Nacional, refleja estos versos: “Triste Niobé de los mares, De los mares de Occidente, Reina de la 20na ardiente, Coronada de palmares : ¡Cuántos acerbos pesares Ocultam llenos de horror Tus campos con su verdor! Y ¡cuántos encumbre el velo De ese azul fúlgido cielo. Insensible a tu dolor!?”?” G. Agiiero: La música popular cubana. 49 Le sigue un Allegro Marziale intérprete de esta estrofa: “Ya la Aurora despunta radiante : Ya el toque de Diana cesó de vibrar; Ya, cubanos, se acerca el imstante Que en montes y selvas se owrá resonar : ¡A caballo! ¡ Adelante, adelante!”” Tomando como motivo la “diana de Agramonte”, la plenitud de la armonía nos sugiere al héroe cruzando la sabana al frente de la legendaria caballería camagiúeyana. ““La Arenga””: ““El tambor redobla, llama La corneta el toque da: ÁA quien patrio amor inflama Sordo al toque no estará?”, etc. se expresa en el período musical siguiente, y a renglón seguido un Allegro vivace pone de manifiesto la “Batalla”. Dibujos me- lódicos de la Marcha Real española combinados con los del Himno de Bayamo indican la naturaleza de los combatientes, y en las tre- tas de este contrapunto, a medida que se esfuma el canto hispano se van haciendo más diáfanas las notas de Perucho Figueredo, lo cual revela el triunfo mamb%. Es un número de efecto brillante y de sorprendente pujanza tonal. ““La muerte de un héroe, patético adagio, y el triunfo del ideal : “Cuba libre!””, allegro en que se utiliza el canto popular, son los últimos números de la obra. No empece la fraternal amistad que desde hace lareo tiempo me une con el autor de esta composición musical, y la profunda admi- ración que tengo por la Banda Municipal, donde no veo sino her- manos en el arte y en el afecto, para aplaudir y pregonar los mé- ritos del compositor y de los intérpretes de la Rapsodia, cuya audi- ción, ilustrados oyentes, os convencerá,—como la de las otras obras aquí escuchadas esta tarde creo os habrá convencido—que el des- dén hacia la música popular cubana es injusto a todas luces! TEORIA DEL ARTE LITERARIO POR LA SRITA. LAURA MESTRE INTRODUCCION Existe un grupo de bellas artes afines que se llaman artes de úma- tación, y lo componen la Literatura, la Pintura y la Escultura. Dis- tintas por sus materiales—el lenguaje, los colores, el mármol o el bronce, —toman sus elementos de la naturaleza misma. Así un bello poema se forma de una vasta acción humana, y el cuadro o el grupo escultórico con figuras tomadas del natural. Pero esos per- sonajes descritos o pintados, no son tales como la naturaleza los ofrece: no obstante la sinceridad del artista en imitar la realidad, esos elementos están más o menos idealizados. Esta idealización y la elección y combinación de los objetos que presenta el universo son las facultades superiores del artista. Aña- diremos su aptitud para el manejo de determinados materiales, lo que hizo decir a Goethe que ““el artista se revela trabajando en límites definidos””. Dichas formas o materiales se estudian en el estilo, que unido a la composición constituye la téenica de las obras de arte. PRIMERA: PARTE DEL ESTILO (1) CaprruLo Il EL LENGUAJE Vocabulario, locuciones, modismos, refranes. Ejemplos de escritores españoles modernos. ““Si al bueno de nuestro amo no se le trastrueca el juicio econ es- (1) En este ensayo se trata de aplicar al arte de escribir el sistema usado en la enseñanza de otras artes, realizando el estudio directo de los modelos, y la aplicación de algunos principios que se descubren mejor en la Pintura y la Escultura. Laura Mestre: Teoría del arte literario. 51 ta boda (decía entre dientes un antiguo escudero del comendador Sancho Jiménez de Solís), se lo debe a los ruegos de su bendita es- posa (¡que santa gloria haya!) '”—¿'“Qué rezas ahí, linda maula? le gritó desde un rincón una dueña con sesenta miércoles de ceni- za bajo las reverendas tocas: en tratándose de trabajar, parece que te punzan espinas: a tí no te aplace más que trotar en la yegua morcilla para llevar en pies ajenos una carta a Jaén, o tener en la mano un halcón cuando va el amo a caza; pero en llegando el caso de aplicar el hombro al trabajo, se te conoce la mala madera””. (Martínez de la Rosa.—Doña Isabel de Solís). » * XX Dejemos aparte las causas y concausas felices o desgraciadas que de vicisitud en vicisitud me han conducido al auge de periodista : lo uno porque al público no le importarán probablemente, y lo otro porque a mí mismo podría serme acaso más difícil de lo que a pri- mera vista parece el designarlas. El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí periodis- ta: miréme de alto abajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es hacer el elogio de su peque- ñez, y dime a escudriñar detenidamente si alguna alteración no- table se había verificado en mi físico; pero por fortuna eché de yer que como no fuese en la parte moral, lo que es en la exterior y pal- pable tan persona es un periodista como un autor de folletos. (Larra—Ya soy redactor). XX ZE Pero no así D. Martín, que no había cosa en que no se metiese. Así era que, como lo que hacía su hermano le infundía respeto, y, por otro lado, el estudio no le inspiraba ninguna simpatía, solía de- cir al oído a Clemencia : —Malva-rosita, dile al tío que menos borla y más limosna; y ten presente que boca brozosa cría mujer hermosa. Otras veces cuando se prolongaban las sesiones con el abad, eruñía : ¡ Tanta lección y tanta lección! ¡De qué te ha de servir eso? An- da, anda, dile al tío que menos espuma y más chocolate. En cuanto a Pablo, solía decirle: 52 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. —Tú también te quieres meter a disereto; tú que no pareces de la familia de los Guevaras sino de los Alonsos que eran treinta y todos tontos? ¡El demonio se pierda! Déjate de latines, Pablo, que la zamarra y la borla de doctor hacen unas migas como un toro y un pisaverde. A tus agujas, sastre. ¿A qué las echas de pulido, si eres fino como tafetán de albarda ? (Fernán Caballero —Clemencia). E E % Pero hay otra gloria que no corre las calles sino que suele al- bergarse modestamente dentro de los muros de Academia como és- ta; y conviene traerla continuamente delante de los ojos para infla- mar con ella las almas capaces de estimarla y comprenderla. No vi- ve en lenguas de las gentes, antes padece detracción y vituperio cuando a sus oídos llega, lo cual sucede raras veces, porque es la Musa de la Historia tan recatada y celosa de su estimación que hasta del aire se ofende. (M. Menéndez y Pelayo.—De la historia como obra artística). ES Yo tuve unas infancias pobres; yo barrí eseritorios en pernetas, después de haber aprendido las escuelas sin zapatos y con pegas y remiendos en los calzones; yo hice los imposibles por rebasar de la raya de dependiente, porque bien se me alcanzaba que no pasar de allí en los días de la vida, como no hubiera pasado sin un milagro de Dios, era oler y no catar lo que a mí se me había metido entre cejas; y aleanzándoseme todo esto, con los ahorros de seis años de escribiente, pagué un pasaje de tercera en un ber- gantín de mala muerte, y me planté en el otro mundo. (J. M. de Pereda.—Nubes de estío). IS CONSTRUCCION, ARMONIA Y RITMO Pero la obra inmortal de San Lorenzo fué sin duda el mejor teatro de gloria que se abrió a los ingenios de aquella época. Fe- lipe TI, deseoso de erigir un monumento que atestiguase a la pos- teridad su devoción y su grandeza, despliega en la fábrica del Laura Mestre: Teoría del arte literario. 53 Escorial todo su poder. La gloria de llenar el espacio de sus vas- tos deseos coronó entonces a dos famosos españoles, a Toledo y Herrera, de cuyos nombres durará la memoria tanto como la eter- na maravilla en que la dejaron vinculada. Para el adorno del templo, del monasterio y del palacio, acu- dieron de todas partes los más acreditados artistas. Entre los extraños trabajaron con esplendor Pelegrín de Bolonia, Jácomo Trezo y Rómulo Cincinato; pero otros no fueron tan felices, por- que al mismo tiempo que los españoles Carvajal, Navarrete, Ba- rroso y Monegro adquirían inmortal fama con sus obras, las de Zúcaro, Cambiaso y el Greco se vieron sucesivamente desprecia- das. Parece que la fortuna vengaba el genio español del desaire de no haberle fiado toda la empresa. Aquellos artistas gozaban de una grande reputación en Italia, que no supieron conservar entre nosotros, como sucede a ciertas plantas indívenas de un suelo, que trasplantadas a otro se debilitan y empeoran, producen frutos de poco gusto y suavidad, y acaban perdiendo la virtud de serminar y producir. (G. M, de Jovellanos —Elogio de las Bellas Artes). e AS Es cierto que el paisaje que la rodeaba, compuesto por el mar y un coto de tierra llana, sin accidentes de terreno, sin árboles, sin agua, ni más señales de habitación humana que la cuadrada y pesada mole del caserío que habitaban, no pertenecía al orden del paisaje que se denomina ameno o romántico, y no obstante, ¿cuál es el encanto que existe en una naturaleza inculta y unifor- me? ¿Por qué infunde ésta ideas alegres y elevadas, mucho más que lo hacen los frondosos paisajes con sus bosques, sus quebra- das, sus arroyos, sus variadas vistas, en las que todo se mueve, se engalana, se agrupa vistosamente? Puede que el amor al país y la costumbre participen al primero su encanto; puede que sea un sentir peculiar a la persona que esto escribe; pero ello es que una dehesa uniforme con su sello de primitiva y libre vegeta- ción, un cielo puro y alto, un mar azul que compite en brillo y erandeza con el cielo, un caserío austero y grandioso, cuidando de su fuerza sin atender a su adorno, le parecen llenos de una ma- Jestad serena que ensancha el alma e impregna el ánimo del tran- 54 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. quilo goce de la soledad y de la gran sensación de lo infinito. Pa- rece allí la tierra más humilde y el sol más sonriente, si es lícito expresarnos así. Es allí el aire más puro y más balsámico, pro- fusamente impregnado como se halla del enérgico perfume de las silvestres plantas. Pocas cosas distraen la contemplación en aque- lla grave Naturaleza que parece ella misma meditar abstraída. (Fernán Caballero. —Clemencia). XX Pues si se buscan colores y matices para pintar un cuadro, qué lengua de las vivas podrá competir siquiera con la que nos legaron nuestros mayores? Tan rica, tan sonora que no ha me- nester el auxilio de la rima ni el compás de la mensura para dar a la prosa el encanto de la poesía: robusta a la par que flexible, majestuosa no menos que suave; hija nobilísima del Lacio, en- riquecida con la pompa de los pueblos de Oriente, como para celebrar al mismo tiempo las proezas de los héroes y las dichas de los amantes. (Martínez de la Rosa.—Doña Isabel de Solís). SAS ¿Quién me dará palabras para ensalzar ahora, como yo qui- siera, a Fr. Luis de León? Si yo os dijese que fuera de las can- ciones de San Juan de la Cruz, que no parecen ya de hombre si- no de angel, no hay lírico castellano que se compare con él, aun me parecería haberos dicho poco. Porque desde el Renacimiento acá, a lo menos entre las gentes latinas, nadie se le ha acercado en sobriedad y pureza; nadie en el arte de las transiciones y de las grandes líneas, y en la rapidez lírica; nadie ha volado tan al- to ni infundido como él en las formas clásicas el espíritu moder- no. El mármol del Pentélico labrado por sus manos se convier- te en estatua cristiana, y sobre un cúmulo de reminiscencias de eriegos, latinos e italianos, de Horacio, de Píndaro y del Petrarca, de Virgilio y del himno de Aristóteles a Hermias, corre juvenil aliento de vida que lo trasfigura y lo remoza todo. Así, con pie- dras de las canteras del Atica labró Andrés Chenier sus elegías y sus idilios, jactándose de haber hecho sobre pensamientos nue- Laura Mestre: Teoría del arte literario. 55 vos versos de hermosura antigua; pero bien sabéis que el proce- dimiento tenía fecha. (M. Menéndez y Pelayo.—De la poesía mástica). X XX % Por orden de un Papa Médicis, aquel genio sin par que se llamó Miguel Angel, y que señoreó con igual poderío la arquitectura, la escultura y la pintura, sin renunciar al poético lauro, erigió el mausoleo donde la familia de los magníficos señores de Floren- cia durmiese el eterno sueño coronado por las artes que le debie- ron impulso. El alma del artista patriota sangraba, sin embar- eo, al ver decaídas las instituciones de su patria, de la libre repú- blica medioeval, y en vez de expresar con el cincel la eloria de una raza ilustre y de recordar a una dinastía reinante la pérdida de sus miembros, tradujo algo más grave y más hondo, la libertad marchita, la ciudadanía aherrojada y exánime. Quien mire es- tas cuatro estatuas famosas, la Noche, el Día, la Aurora y el Crepúsculo, piensa oir el roneo gemido que exhalan, y las ve hos- cas y tétricas, penetradas del mismo sentimiento que torturaba el espíritu del escultor. (E, Pardo Bazán.—Mi romería). ASES EJEMPLOS DE ESCRITORES CUBANOS Amargo fruto de la crueldad de la República con sus esclavos fueron el odio de estos a sus amos, las infames delaciones contra ellos en los días de turbulencias, su funesta participación en las guerras civiles, sus frecuentes conspiraciones, las rebeliones san- erientas de Sicilia, y el formidable alzamiento en Italia del gla- diador Spartaco. Al lado de tantos horrores, no pasaré en silen- cio los hechos heróicos de algunos esclavos fieles, que aún en medio de la tortura inmolaron su vida para salvar la de sus amos. Im- potente la esclavitud para triunfar de éstos por las armas, ven- vóse cruelmente de Roma desterrando los brazos libres de Jos campos y de las artes, llevando la corrupción al seno de las fami- lias, alterando la pureza de las políticas instituciones e introdu- ciendo sus depravados libertos en las tribus, decurias, cohortes de la ciudad, gobierno de las provincias y hasta en el ya envilecido 56 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Senado. Narraré cómo el rigor de la esclavitud durante la Re- pública fué mitigado por la legislación del imperio y por el eris- tianismo; cómo estas dos causas unidas a otras disminuyeron con- siderablemente los esclavos; cómo esta disminución fué transfor- mando gradualmente el trabajo esclavo en trabajo libre, y dando origen a los gremios forzados en las ciudades y al duro colonato en los campos. (J. A. Saco —Historia de la esclavitud). E X % No hay paridad ninguna en la fisonomía del país visto por am- bos lados de las montañas. Por el del Sur la llanura con sus ca- fetales, dehesas y plantaciones de tabaco, continúa casi hasta el extremo de la Isla, y es lo más ameno y risueño que puede imagi- narse. Al contrario por el lado del Norte, en el mismo paralelo, se ofrece tan hondo, áspero y lúgubre a las miradas de los viaje- ros que creen pisar otra tierra y otro clima. Ni porque está aho- ra cultivado en su mayor parte hasta más allá de Bahía Honda, se desvanece esa mala impresión. Quizás porque sus labranzas son ingenios azucareros, porque el elima es sin duda más húmedo y cálido, porque el suelo es negro y barroso, porque la atmósfera es más pesada, porque el hombre y la bestia se hallan ahí más oprimidos y maltratados que en otras partes de la Isla, a su as- pecto sólo la admiración se trueca en disgusto y la alegría en lástima. (C. Villaverde. —Cecilia Valdés.—Tercera parte, cap. TIT). XA Literatos de cuenta nos han sostenido que una traducción poéti- ca consiste en ocuparse del pensamiento original y versificarlo en otra lenoua. Lo hemos negado resueltamente, En literatura, el pensamiento no es todo: a la forma compete la mitad, por lo me- nos, del valor de una obra excelente. La forma es lo que carae- teriza una personalidad, lo que la hace ser ella misma y no otra, lo que la constituye eminente, mediana o nula. Si el pensamien- to fuese el fuste de la obra artística, las letras italianas no se enor- oullecerían con el nombre de Maquiavelo; el más grande orador sagrado de Francia, Massillon, estaría al nivel del más desaliñado Laura Mestre: Teoría del arte literario. 57 cura de aldea, porque el Evangelio que predican es uno mismo, una misma moral. Y traducir pensamientos, aunque sea con ele- sancia, no es empresa que valga cosa: lo que si equivale a pasar por las picas de Flandes es conservar la energía o la dulzura, la concisión o la amplitud, la idiosineracia del estilo, el esplendor de las palabras sin servilismo mecánico, el atrevimiento de la expre- sión, la iluminación de las imágenes, la delicadeza de perfiles, y con el temperamento del poeta, el genio de su idioma hasta donde esto sea posible. Las dificultades son muchas; pero sólo vencién- dolas se merece el nombre de traductor leal. (Rafael M. Merchán.—Estudios críticos). E AE ¡El gran francés del siglo XIX! Más grande que Napoleón Bonaparte que pasó como meteoro asolador, y ni atendió ni satis- fizo más que a una faz secundaria del temperamento nacional. De todos los hijos de esa tierra fecunda en héroes el que en su genio y sus escritos combina mejor los rasgos salientes del carácter mo- ral y de la imponente hermosura de la madre a quien debe el ser, bajo su más serio y elevado aspecto. Francés hasta lo más re- cóndito de su organismo, con las grandes virtudes y los defectos de la nación, lleno de elocuencia brillante y arrastradora, ena- morado de espectáculos y de pompas teatrales, embriagado de au- ra popular, repleto de aspiraciones levantadas y universales, con una penetración artística infinita, fe inextinguible en el porve- nir, confianza sublime en su propia superioridad, en la excelsitud de su patria y en la infalible beneficencia de su propaganda y pre- dominio. (E. Piñeyro —Poetas famosos del siglo XIX.—V, Hugo). «2 ¿Cuándo florecieron en Grecia, esa alma parens de nuestros es- píritus, siempre viva en nuestra memoria, manantial fecundo, pe- renne, de toda cultura en nuestros tiempos como en los pasados, cuándo florecieron sus sabios más eminentes, cuando comenzaron a formar grupos separados que merecieron la denominación de escuelas, de academias? Al empezar las épocas más difíciles y sombrías de su historia, cuando ya la democracia ateniense esta- 58 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ba lanzando sus últimos estertores; cuando por donde quiera, rei- naba el desconcierto, cuando el horizonte estaba más sombrío. En- tonces, algunos, como enamorados únicamente de la vida del es- píritu, se congregan, se apartan, empiezan a aquilatar las viejas ideas, a estudiar nuevas ciencias, a sembrar nuevas doctrinas; la- bor al parecer inútil para esa sociedad, condenada a lenta, pero irremisible decadencia; pero a la que ha debido gloria mayor y más duradera, mejor vida, vida exenta de vicisitudes, la perpe- tuidad de su espíritu en generaciones innumerables, que todavía se llaman y son, aún sin llamarse, las herederas de su cultura ex- quisita, y lo que es más y vale más, de los sentimientos que acen- draron sus artistas, sus poetas, y de la moral profundamente hu- mana que elaboraron sus filósofos. (E. J. Varona.—Elogio del Dr. A. Mestre). E E ¿Quién como él se atrevió a tanto? ¿Quién como él santificó la elocuencia convirtiéndola, no en instrumento de vulgares am- biciones personales, sino en bálsamo y panacea de las desventuras de la patria y verbo divino de las más santas aspiraciones de la virtud?.... El mundo no puede, no debe olvidar jamás que aquel anciano sencillo, fuerte en la verdad y sin más amparo que la pu- reza de su conciencia, una noche por siempre memorable, en su- blime arranque de justificación y de piedad, profirió una palabra inmortal, ardiente como las obyurgaciones de los profetas, terri- ¡Ah! bien me acuerdo. Yo estaba allí, si bien era demasiado niño; pero pude oirla, y no se me ha olvidado nunca. Vivíamos en la colonia militar, y en la sala espaciosa del colegio encontrá- ban reunidos el representante de la autoridad pública y los amos de esclavos, los señores afortunados y satisfechos..... El maes- tro hablaba en el silencio imponente y el recogimiento del con- curso subyugado.... No sé lo que iba diciendo; más, de repen- te, le vi erguirse iluminado y casi sobrenatural, alzó hacia el cielo entrambas manos, y resonó en el espacio, como voz descendida de lo alto, esta sentencia formidable: ““Antes quisiera yo, no digo que se desplomaran las instituciones de los hombres—reyes y em- Laura Mestre: Teoría del arte literario. 59 peradores—los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral ??. (Manuel Sanguily —José de la Luz y Caballero). SS Las bellas artes propiamente dichas, aunque iguales en digni- dad y trascendencia, se organizan en una como gerarquía filosó- fica, seeún la mayor o menor perfección con que en ellas se expre- sa, a virtud de sus medios y sus elementos propios, el ideal del espíritu. La arquitectura habla a nuestros sentidos por la ma- jestad, la severa grandeza o la gracia de sus construcciones que adapta a un pensamiento superior y al cual pretende sujetarlas; pero la piedra que se propone hacer hablar, permanece siempre muda, indiferente; sólo puede prestarse a ese reflejo del ideal que se llama el símbolo. La escultura se vale también de la materia inerte, del mármol, de la tosca piedra que pule y abrillanta, pero no está cireunserita a las combinaciones abstractas de la forma geométrica, sino busca sus inspiraciones en el dominio de las for- mas vivas y de los seres reales, proponiéndose realizar la imagen de una hermosura verdaderamente elásica por cuya virtud el cuerpo se idealice y muéstrese al fin como vivienda digna de nues- tro espíritu; belleza que la escultura griega alcanzó, y que sólo pueden comprender las almas escogidas que sientan un amor eter- no y tanto más profundo cuanto menos realizable, por las porten- tosas creaciones del cincel de Fidias o de Praxíteles. (Rafael Montoro —La música ante la Filosofía del Arte).* E CapPrruLo II CARACTERES Y BFLTEZAS DEL ESTILO INVOCACION Y tú, sublime autor de la armonía, Que das sonido al mar, al viento al ave, Presta viril vigor a la voz mía.... (G. G. de Avellaneda.—Canto a la Cruz). (*) Estúdiense modelos de lenguaje poético; el ritmo y la rima. 60 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Au souffie de l'enfant, dóme des Invalides, Les drapeaux prisonniers sous tes voútes splendides Frémirent, comme au vent frémissent les épis.... (V. Hugo.—Le ros de Rome). e Di, mares et terre tempestatumque potentes, Ferte viam vento facilem et spirati secundi. . (Virgilio.—La Eneida, libro III). E Y % COMPOSICIÓN E IMAGEN Mi lengua es como pluma de escribiente que escribe muy ligero. (La Biblia.—Libro de los salmos). A As whence the sun 'gins his reflexion Shipwreckinge storms and direful thunders break; So from that spring, whence comfort seem*d to come, Discomfort swells. (Shakespeare.—Macbeth). IS “ls 5897 ám Oúhvuprrov vépos ¿pxeral ovpavov elo, aidépos éx Sims, Óre te Zevs haíhara Teivn” os TÓv éx vnóv yévero laxñ te dbófos Te Den A a , , ovde kara polpav trépaov TáAiv. (Homero.—La Iliada, canto XVI). IS REPETICIÓN ¡Cómo pasaré en silencio a Zurbarán, el imitador de Caravag- gio, insigne por la fuerza de elaro-oseuro, por la verdad de sus ro- pajes y por la facilidad de sus dibujos? ¿Cómo no hablaré de Mu- rillo, del suave y delicado Murillo, euyo diestro pincel comunicaba al lienzo todos los encantos de la hermosura y de la gracia? (Jovellanos, —Elogio de las bellas artes). Laura Mestre: Teoría del arte literario. 61 Ainsi tu mugissais dans tes roches profondes, Ainsi tu te brissais sur leurs flanes dechirés, Ainsi le vent jetait 1"'écume de tes ondes Sur ses pieds adorés! (Lamartine.—El lago). XX 2% Si bene floruerint segetes, erit area dives: Si bene floruerit vinea, Bacchus erit : Si bene floruerint olece, nitidissimus annus Pomaque proventum temporis hujus habent. (Ovidio.—Fastos, libro V). DA ES PONDERACION Por Jesucristo vivo, cada pieza Vale más de un millón, y que es mancilla Que esta no dure un siglo, eran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y erandeza. (Cervantes. —Soneto). XX Xx *%X Ami, si vos cheveux avaient été moinds blonds, J'aurais cru voir le Cid !—Oui, nous nous ressemblons. (E. Rostand.—Los romanceros). kk ox "AMX dre En kal ¿yo mpódbpov ¿Dedo ¿púcas, adri kev yaín épucaia, adri re dadácon * depnyv pév kev éreura rrepi piov OvkAúpuToLO Snoaipev Ta Sé k avre perfopa mávra yévouro Tóooov ¿yo rrepi T” elpi dev, trepi Tel Ávdpór o (Homero.—La Iliada, canto VIII). XX % *% SINONIMIA El rayo misterioso, ténue y ligerísimo de una lejana estrella. (Juan Valera.—Pepita Jiménez). 62 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Solo e pensoso 1 piu deserti campli Vo misurando a passi tardi e lenti. (Petrarca.—Soneto). kk * á Atque idem ego, cum jam opes omnes et suas et populi Romani, Pompeius ad Cosarem detulisset, seroque ea sentire copisset, quee ego multo ante provideram, inferrique patrice bellum viderem ne- farium, pacis, eoncordie, compositionis auctor esse non destiti. (Cicerón.—Segunda Catilinaria). kk % INTERROGACION ¿Y cuál es la nación que no tiene sus héroes propios a quienes admirar y seguir? ¿Cuál la que no ha sufrido vicisitudes del bien al mal y del mal al bien, que es cuando se crían estos hom- bres extraordinarios ? (Quintana — Vidas de españoles célebres). kk ok Mich, spright sie, sollte dieses kránken ? Wer ist die Welt? wer sind sie die so denken ? (Lessing —Fábulas). X Y % Aces tiva Snure Ilei0w país áynv és rav bihórara, Tís 7, Y dámo”, ¿Sue (Sofa.—Oda) . E XX CONDICION Si la suerte fatal que me ha cabido, Y el triste fin de mi sangrienta historia, Al salir de esta vida transitoria, Deja tu corazón de muerte herido.... (Plácido.—Soneto). X* X *X Cosi fatta mi disse: 1l mondo m'”ebbe Gui poco tempo: e se piú fasse stato, Í Molto sará di mal, che non sarebbe. (Dante.—El Paraíso, canto VIIT). Laura Mestre: Teoría del arte literario. In vitium ducit culpo fuga, si caret arte. (Horacio.—Epístola a los XXX PERSONIFICACIÓN 63 Pisones). Así es como mientras el celo duerme, la codicia vela... (Jovellanos —Memoria del castillo de XX Xx O douce religion qui s'égaye et qui rit. (V. Hugo.—La oración por XX Xx “Y TrVO0S TrÓVOS TE KÚPLOL TUVWHÓTOL,..... (Esquilo. —La E eS ALEGORIA Débil mortal, no te asuste Mi oscuridad ni mi nombre, En mi seno encuentra el hombre Un término a su pesar. Yo compasiva le ofrezco Lejos del mundo un asilo, Donde a mi sombra tranquilo Para siempre duerma en paz. Bellver). todos). Orestra). (Espronceda.—El Diablo Mundo, canto I). ASS Dentro dal monte sta dritto un gran veglio Che tien volte le spalle in ver Damiata, E Roma guarda si come suo speglio. La sua testa e di fin” oro formata, E puro argento son le braccia e” petto, Poi e di rame infino alla forcata; Da indi in quiso e tutto ferro eletto 64 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Salvo che *1 destro pede e terra cotta, E sta in su quel piú che in su 1'altro, Ciascuna parte, fuor che 1'oro, e notta D” una fessura che lagrime goccia. Lor corro in questa valle si diroccia: Fanno Acheronte, Stige o Flegetonta, Poi sen van gui per questa stretta doccia In fin lá ove piú non si dismonta: Fanno Cocito; e qual sia quello stagno Tu *' vederai; pero qui non si conta. (Dante. —El Infierno, canto XIV). EY Extemplo Lybio masnas et Fama per urbes Fama malo quod non aliud velocius ullum. Mobilitate viget, viresque adquirit eundo: Parva metu primo, mox sese attollit in auras Ingrediturque solo, et caput inter nubila condit. Tllam Terra parens, ira irritata Deorum, Extremam, ut perhibent, Coco Enceladoque sororem Mostrum horrendum, ingens, quot sunt corpore plume Tot vigiles oculi subter (mirabile dictu!), Tot linguce, totidem ora sonant, tot subrigit aures. Nocte volat ecoli medio terreque, per umbram Stridens nec dulei deelinat lumina somno; Luce sedet eustos aut summi culmine teeti, Turribus aut altis et magnas territat urbes, Tan ficti pravique tenax quam nuntia veri. (Virgilio.—La Eneida, libro IV). XX X %X CarrruLo TIT CUALIDADES DEL PENSAMIENTO INSPIRACION Yo digno soy de contemplarte, siempre Lo común y mezquino desdeñando, Ansié por lo terrífico y sublime. Al despeñarse el huracán furioso, Laura Mestre: Teoría del arte literario. 65 Al retumbar sobre mi frente el rayo, Palpitando gocé.... Ví al Océano Azotado por austro proceloso Combatir mi bajel, y ante mis plantas Vórtice hirviente abrir, y amé el peligro; Mas del mar la fiereza En mi alma no produjo La profunda impresión que tu erandeza. (Heredia.—Oda al Niágara). * XX X ENERGIA Kaíro:, diklav ye kal fevíav aúrnv ovopáfe, kal vóv elmé Trov Aéyov ó Thv "Adetávipov eviav óvedilov ¿pol. ¿yo cor Eevíav *Adefávipov; Tródev AafBóvri, % Trós Gfiwdévri; oure Pikimirov févov, our” " AdefávSpov bihov elrroyw dv ¿yo oéÉ ovx ovro paívopas el py kal rods Bepurrás, kal roús GúAko Ti puodod mpárrovras bíkovs kal févovs Set kadetv TÓV puodooopévov. (Demóstenes. —Discurso de la Corona). XX % AMOR : Heu! vatum ienarse mentes! quid vota furentem, Quid delubra juvant? est mollis famma medullas Interea, et tacitum vivit sub pectore vulnus. Uritur infelix Dido, totaque vagatur Urbe furens: qualis conjecta serva sagitta Quam procul incautam nemora inter Cresia fixit Pastor agens telis, liquitque volatile ferrum Nescius: illa fuea silvas saltusque peragrat Dict«wos: horet lateri letalis arundo. (Virgilio.—La Eneida, libro IV). * XX X SUBLIMIDAD essssss TÓV pEv trokhdóv Boúpos "Apms útrro yoúvar” ¿huaev” Os Se por olos ¿nv elpuro Se 4oru kal aúrods, TÓV TY TPÓnNV kTELÍVAS, ÁpuVÓNEVOV TrEPL TTÁTPNS, “Exropa' rod vuv elvex ixkávo vñas "Axabv, Aucópevos rrapa celo, bipw Sarepelo Aroma. "AM alóeto Beovs, "Axudeó, aúrov Téléncov, pvnoápevos cod rarpós ¿yo Déheevórepós Trep' érAnv 5”, ol our Tis émioxdóvios Bporós úkAos, ávSpos raidobóvoro rrorl arópa xeip ópéyerdas. (Homero.—La Iliada, canto XXIV). 66 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. MISTICISMO Como el corzo sediento desea y busca el manantial de las aguas, así mi alma busca a Dios todavía. A Dios se vuelve para que le dé reposo, y anhela beber en el torrente de sus delicias, cuyo ím- petu alegra el Paraíso, y cuyas ondas claras ponen más blanco que la nieve; pero un abismo llama a otro abismo, y mis pies se han clavado en el cieno que está en el fondo. Sin embargo, aun me quedan voz y aliento para clamar con el Salmista: ¡Levántate, gloria mía! Si te pones de mi lado, ¿quién prevalecerá contra mí? (Juan Valera.—Pepita Jiménez). XK XA XA ADORACION Thee, Father, first they sung, Omnipotent, Immutable, Immortal, Infinite, Eternal King; thee, Author of all being, Fountain of light, thyself invisible Amidst the eglorious brishtness where thou sitt” st Throned inaccessible, but when thou shad 'st The full blaze of thy beams and through a cloud Drawn round about thee like a radiant shrine Dark with excessive bright thy skirts appear, Yet dazzle Heaven, that brightest Seraphim Approach not, but with both wings veil their eyes. (Milton.—El paraíso perdido, libro TIT). XX * GRACIA De su embelesamiento le volvió Sancho Panza diciéndole: Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado se vuelven bestias: vue- sa merced se reporte, y vuelva en sí y coja las riendas a Rocinan- te, y avive y despierte, y muestre aquella sallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto ? ¿Qué des- caecimiento es este? ¿Estamos aquí o en Francia? Mas que se lle- ve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la Laura Mestre: Teoría del arte literario. 67 salud de un sólo caballero andante que todos los encantos y trans- formaciones de la tierra. (Cervantes. —El Quijote, cap. XX). X X % SATIRA Interea pleno quum turget saceulus ore Crescit amor nummi, quantum ipsa pecunia erescit ; E minus hane optat, qui non habet. Ergo paratur Altera villa tibi quum rus non sufficit UNUM, Et proferre libet fines, majorque videtur Et melior vicina seges: mercaris et hanc, et Arbusta, et densa montem qui canet oliva Quorum si pretio dominus non vineitur ullo Nocte boves macri, lassoque famelica eollo Jumenta, ad virides hujus mittentur aristas; Nee prius inde domum, quam tota novalia soevos In ventres abeant, ut eredas faleibus actum. (Juvenal. —Sátira XIV). X* XX % PESIMISMO E quando miro in cielo arder le stelle Dico fra me pensando: ¿A che tante facelle ? Che fa Varia infinita, e quel profondo Infinito seren? che vuol dir questa Solitudine inmensa ? ¿ed io che sono? Cosi meco ragiono; e della stanza Smisurata e superba, E dell” innumerabile famiclia; Poi di tanto adoprar, di tanti moti D”ogni celeste, ogni terrena cosa, Girando senza posa, Per tornar sempre lá dove son mosse, Uso aleuno, aleun frutto., Indovinar non so. Ma tu per certo, Giovinetta inmortal, conosei il tutto. 68 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Questo lo conosco e sento Che degli eterni giri Che dell” esses mio frale Qualche bene o contento Avra fors” altri; a me la vita e male. (Leopardi.—Canto del pastor). (*) 0 7 CariruLo IV FORMAS DEL ESTILO Las formas del estilo son las siguientes: La lírica o personal que expresa el sujeto: comprende las invo- caciones, discursos, reflexiones y disertaciones. La descriptiva que revela el objeto. La dialogada o dramática que expresa la acción directamente. La épica o narrativa que expresa la acción indirectamente. Ejemplos de estas formas se hallan en el poema, la historia, la novela, el drama. Las disertaciones y descripciones son como paréntesis en el de- sarollo de la acción, que se expresa con la relación y el diálogo en las composiciones mencionadas. Las formas del estilo pueden existir por sí solas. IS EJEMPLOS DE LAS FORMAS DEL ESTILO s DISERTACION Así que, es razón concluyente que el intentar las cosas de las cuales antes nos pueden suceder daño que provecho, es de juicios sin discurso y temerarios, y más cuando quieren intentar aquellas a que no son forzados ni compelidos, y que de muy lejos traen des- cubierto que el intentarlas es manifiesta locura. Las cosas difi- cultosas se intentan por Dios o por el mundo, o por entrambos a dos: las que se acometen por Dios, son las que acometieron los san- tos, acometiendo a vivir vida de ánseles en cuerpos humanos; las (*) Otros varios caracteres y bellezas de estilo y de pensamiento pueden hallarse en las retóricas, con el nombre de figuras, y en el análisis de los buenos modelos li- terarios. Laura Mestre: Teoría del arte literario. 69 que se acometen por respeto del mundo, son las que aquellos que pasan tanta infinidad de agua, tanta diversidad de climas, tanta extrañeza de gentes por adquirir estos que llaman bienes de fortu- na; y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente, son aquellas de los valerosos soldados, que apenas ven en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando puesto aparte todo temor, sin hacer dis- curso ni advertir el manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapues- tas muertes que los esperan. (Cervantes. —Don Quijote.—Primera parte, cap. XXXIII). E X Y DESCRIPCION Allí le parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva; ofrécele a los ojos una apacible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta, que alegra la vista su verdura y entretiene los oídos del dulce y no aprendido canto de los pequeños, infinitos y pintados pajarillos, que por los intrinca- dos ramos van cruzando. Aquí descubre un arroyuelo, cuyas fres- cas aguas, que líquidos eristales parecen, corren sobre menudas arenas y blancas pedrezuelas, que oro cernido y puras perlas se- mejan. Acullá ve una artificiosa fuente, de jaspe variado y de liso mármol compuesta; acá vé otra a lo egrutesco ordenada, adonde las menudas conchas de las almejas con las torcidas casas blancas y amarillas del caracol, puestas con orden desordenada, mezclados entre ellas pedazos de eristal luciente y de contrahechas esmeral- das, hacen una variada labor, de manera que el arte imitando a la Naturaleza, parece que allí la vence. (1d.—Id.—Cap. L). E DIALOGO No estaba tan maltrecho Sancho que no oyese todo cuanto su amo le decía, y levantándose con un poco de presteza, se fué a poner de- trás del palafrén de Dorotea, y desde allí dijo a su amo: 70 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. —Dígame, señor, si vuestra merced tiene determinado de no ca- sarse con esta gran princesa, claro está que no será el reino suyo, y no siéndolo, ¿qué mercedes me puede hacer? Esto es de lo que yo me quejo; cásese vuestra merced una por una con esta reina, ahora que la tenemos aquí como llovida del cielo, y después puede volverse con mi señora Dulcinea; que reyes debe de haber habido en el mun- do que hayan sido amancebados. En lo de la hermosura no me entrometo, que en verdad, si va a decirla, que entrambas me pa- recen bien, puesto que yo nunca he visto a la señora Dulcinea. — ¿Cómo que no la has visto, traidor blasfemo? dijo don Qui- jote; pues ¿no acabas de traerme ahora un recado de su parte? —Digo que no la he visto tan despacio, dijo Sancho, que pueda haber notado particularmente su hermosura y sus buenas partes punto por punto; pero así a bulto me parece bien. —Ahora te disculpo, dijo don Quijote, y perdóname el enojo que te he dado, que los primeros movimientos no son en manos de los hombres. —Ya yo lo veo, respondió Sancho, y así en mí la gana de ha- blar siempre es en mí primero movimiento, y no puedo dejar de decir por una vez siquiera lo que me viene a la lengua. —Con todo eso, dijo don Quijote, mira Sancho lo que hablas, porque tantas veces va el cantarillo a la fuente.... y no te di- go más. —Ahora bien, respondió Sancho, Dios está en el cielo, que ve las trampas, y será juez de quien hace más mal, yo en no hablar bien o vuestra merced en obrallo. —No haya más, dijo Dorotea; corred Sancho, y besad la mano a vuestro señor, y pedidle perdón, y de aquí adelante andad más atentado en vuestras alabanzas y vituperios, y no digáis mal de aquesa señora Tobosa, a quien yo no conozeo sino es para servilla, y tened confianza en Dios que no os ha de faltar un estado donde viváis como un príncipe. (Id —1d.—Cap. XXX). E NARRACION Y quiso la suerte que, cuando llexó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mismo lugar y vecino suyo, que venía de llevar una carga de trigo al molino, el cual, viendo aquel hom- Laura Mestre: Teoría del arte literario. 71 bre allí tendido, se llegó a él, y le preguntó que quién era, y qué mal sentía, que tan tristemente se quejaba. Don Quijote creyó sin duda que aquel era el marqués de Mantua, su tío, y así no le respondió otra cosa sino fué proseguir en su romance, donde le daba cuenta de su desgracia y de los amores del hijo del empe- rante con su esposa, todo de la misma manera que el romance lo canta. El labrador estaba admirado oyendo aquellos disparates; y quitándole la visera, que ya estaba hecha pedazos de los palos, le limpió el rostro que lo tenía lleno de polvo, y apenas le hubo limpiado cuando le conoció y le dijo: Señor Quijada (que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante) ¿quién ha puesto a vuestra merced de esta suerte? Pero él seguía con su romance a cuanto le preguntaba. Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y el espaldar para ver si tenía alguna herida; pero no vió sangre ni señal aleuna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecerle ca- ballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liolas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensa- tivo de oir los disparates que don (Quijote decía, y no menos iba don Quijote que de puro molido y quebrantado no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo, de modo que de nuevo obligó a que el labra- dor le presguntase, le dijese, qué mal sentía. (1d.—Id.—Cap. V). E YE SEGUNDA PARTE DE LA COMPOSICIÓN OBSERVACION DE LA NATURALEZA En las artes de imitación es de suma importancia que los ob- jetos y caracteres estén fielmente observados, y tengan siempre por base la realidad. En este punto coinciden el artista y el hombre de ciencia. Los preceptos más esenciales de la revelación artística son la sencillez y la sinceridad. La sencillez no sienifica absoluta falta 72 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de detalles, sino la supresión de pormenores inútiles para expre- sar el carácter de los objetos: es un precepto que comprende to- dos los estilos. La sinceridad que: nos hace ser fieles al interpretar nuestras impresiones, conduce a la originalidad, revelando cada artista su propio temperamento. AS ELECCION E IDEALIZACION Los principales elementos de la composición literaria están to- mados de la realidad, y su elección depende de la personalidad del artista. No le atrae solamente la belleza, sino más bien el carác- ter de los objetos que su imaginación idealiza. Cada artista tie- ne una manera especial de ver y de expresar la naturaleza. Esta idealización es inconsciente, si bien hay otra que consiste en agregar ideas, sentimientos, pasiones, a los personajes que se re- velan. Por ejemplo, el tipo del Hidalgo manchego era popular en su tiempo, en la literatura caballeresca. Cervantes le aña- dió a más de sus extravíos, ideas y empeños nobilísimos que le dieron complejidad y valor; lo magnificó y lo convirtió en sím- bolo de altas aspiraciones humanas y en una de las figuras más excelsas del arte. Hay obras literarias que sobresalen por la magnitud y belle- za de la composición y en que los caracteres están poco idealiza- dos. Tales caracteres se esfuman en el género a que pertene- cen, y sólo representan el tipo de su clase, como en la literatura eriega el guerrero, el rey, el sacerdote, etc. Pero no suponga- mos que la profusión de pormenores, la individualidad prolija- mente descrita, sienifique un progreso en el arte, sino el valor de las idealizaciones en los personajes de una composición, sean O no tomados de la realidad. AA ES DESARROLLO DE LA ACCION Si la composición pictórica es el arte de colocar las figuras, la composición literaria es el arte de moverlas. La acción litera- ria se desenvuelve en un sólo sentido, o bien se divide: el argu- mento se desarrolla de un modo simple como en la Eneida, o com- Laura Mestre: Teoría del arte literario. 73 plejo como en la Odisea, donde la trama se bifurca en el viaje de Telémaco en buusca de Ulises. A veces hay episodios que in- terrumpen la acción, como la Dolonia o la Fabricación de las ar- mas en la lliada. La composición literaria se comparte en cuadros sucesivos, que vienen a ser cantos o libros en el poema, o capítulos en la novela; aunque estos cortes suelen comprender varios cuadros. La com- posición dramática, dividida expresamente en cuadros sucesivos, revela todavía más el punto de unión con la Pintura. XX * CUALIDADES DE LA COMPOSICIÓN Las dos cualidades más esenciales de la composición son la un:- dad y la armonía. Se falta a la umdad de la obra literaria cuando se introducen otros argumentos que dividen la atención, o episodios de suma im- portancia. La variedad no debe oponerse a la unidad. Consiste la armonía en que todos los elementos de una obra concuerden entre sí, de modo que, según el poeta, el busto de una mujer hermosa no termine en la cola de un pez horrible””. La perspectiva es cualidad que pudiéramos llamar moderna, y se falta a ella cuando, v. gr., se componen novelas zurciendo estudios eseritos con igualdad de pormenores; y no se acepta el principio de que en toda composición deben sacrificarse aleunos elementos. Dicha cualidad implica la subordinación de caracte- res. En una obra bien combinada, descuellan unos personajes, y otros quedan en segundo o tercer plano. El equilibrio.—Esta cualidad que Poore estudió en la Pintura, bajo el aspecto mecánico, consiste en que el argumento esté dis- tribuído en toda la extensión de la obra. En algunas novelas la acción se concentra en la primera parte, y el resto queda vacío. Hay cuadros literarios en que resaltan las figuras con tanta ener- eía como pudiera obtenerse de la más brillante combinación de co- lores o efectos de luz y sombra en una obra pictórica, sobre todo cuando se emplean los recursos y bellezas de la composición. XX X* % RECURSOS DE LA COMPOSICIÓN Si la narración no empieza ex ovo gemino, es decir, por el prin- cipio, sino en alguna situación interesante. 74 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Cuando el personaje principal brilla por su ausencia, como Aqui- les en la primera parte de la Iliada. Al colocarse juntos tipos que forman contraste, belleza muy usa- da por V. Hugo; también el interés, el misterio, el quid pro quo, ete. Estos recursos vienen a ser idealizaciones de la acción, y se en- cuentran imitados en composiciones de menos importancia. Otras idealizaciones en la literatura clásica y medioeval son las siguientes: El aparato religioso o mitológico, los sueños, los augurios, los personajes fantásticos como las sirenas, las harpías, Proteo, Scila, y Caribdis.—Los dioses son idealizaciones de los hombres. Las personificaciones de los ríos. Los caballos divinizados que lloran y hablan. Los personajes que toman la apariencia de otros. AA LUGAR DE LA HISTORIA EN EL ARTE LITERARIO La historia, considerada como obra de arte, corresponde al gé- nero épico: relación de sucesos notables, representa una acción cuyos autores o personajes están ya fuertemente caracterizados por la naturaleza, y sólo reciben del historiador idealizaciones de escasa importancia. No obstante, desde Herodoto hasta los más documentados historiógrafos modernos, se advierte la actua- ción del artista que moldea la obra según su propio temperamento. La composición de las obras históricas es más fija: no consiente esos recursos de arte que trastornan el orden de la narración y la adornan con los más bellos efectos. Está sujeta, sin embargo, .a los preceptos de unidad, armonía, perspectiva, equilibrio y varie- dad, como toda obra artística cuyos principales elementos son fieuras o personajes, sean o no tomados de la vida real. EX X CLASICISMO, ROMANTICISMO Y REALISMO - Clasicismo es el arte de los griegos y latinos y su imitación por los pueblos modernos: es un arte que tiene aleunas obras realis- tas, pero que se distingue por una gran idealización. El romanticismo representa la literatura idealista de las na- ciones de la Europa occidental, desde las primeras producciones de la Edad media. Cada nación moderna ha aportado su tesoro Laura Mestre: Teoría del arte literario. 75 de idealismo en las obras maestras de Dante, de Shakespeare, de Goethe, de Cervantes y de Víctor Hugo. El realismo constituye la menor parte en esas literaturas: ex- presa el principio del arte, o una tendencia de raza, o el tempera- mento de un artista. En nuestros días, el realismo revela el in- flujo de los métodos científicos en la interpretación de la natu- raleza. LS DE LA ORIGINALIDAD EN EL ARTE LITERARIO A primera vista las grandes creaciones del genio nos abruman con su magnificencia; pero a medida que las vamos estudiando, se va desvaneciendo en nosotros la ilusión o el vulgar prejuicio de su originalidad, y casi llegamos a creer en el nihil novum sub sole. Los argumentos de esas obras maestras han sido tomados de la tradición o de la historia; las ideas que informan aparecen difundidas en la raza y en el tiempo a que el artista pertenece. Lo que sí es producto de la imaginación de esos esregios autores son los recursos con que embellecen la acción de sus poemas o de sus novelas. Cuando el escritor intenta hacer un trasunto de los tiempos pa- sados, y compone una novela clásica o de la Edad media, tiene que tomar de la historia los personajes que presenta. La verda- dera originalidad y personalidad de los grandes maestros está en la idealización de los caracteres. Nótese la insignificancia de Hamlet en la leyenda originaria, y cómo Shakespeare le agregó la duda como un elemento valioso. Goethe puso en la figura del Fausto ideas de gran fuerza. En esta gran imaginación, soste- nida por un juicio superior, está el último reducto de la originali- dad de los más egregios compositores. F X % LOS GRANDES ARTISTAS LITERARIOS La tradición y la historia son las dos grandes fuentes de la com- posición literaria: manantial eterno de aguas puras y vivas, can- tera inagotable, cuadro inmenso de imágenes vivientes donde vie- ne el poeta a escoger sus temas y los personajes de sus obras. En esta elección demuestra el artista su elevado juicio: el águi- 76 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la altanera irá a posarse en las cumbres más elevadas: Homero escoge la guerra de Troya, el tremendo choque entre dos civili- zaciones, la contienda por el rapto de Helena. La imaginación interviene, y modela la composición, embelleciéndola con los re- cursos del arte. La ausencia de Aquiles es uno de los más bellos efectos del poema. Viene luego la caracterización de los personajes: no basta que estén bien descritos, es preciso que estén ricamente idealizados. El poeta escoge sus figuras, pero les agrega ideas, sentimientos, pa- siones: una fuerte idealización se advierte en los tipos de Ulises, Héctor y Aquiles. De esta suerte la imaginación viene a dar la medida de la grandeza del poeta. E E LENGUA Y LITERATURA La historia literaria de cada pueblo presenta un conjunto de idealizaciones propias de la raza, y que varían con el tiempo, aunque siempre dentro de los límites del espíritu nacional. Esta revelación del genio de un pueblo no debe confundirse con la for- ma en que se expresa. El idioma es la forma, el arte es la raza. La literatura se detiene en los ámbitos del país donde ha nacido, y la lengua traspasa sus límites, y sobrevive al espíritu de los pueblos a quienes ha servido de expresión artística. En este con- cepto, una literatura no puede completarse con otra del mismo idioma, aunque le falten tales o cuales idealizaciones. Las letras eriegas, por ejemplo, euyo período más brillante termina en las oraciones de Demóstenes y de Esquines, no pueden continuarse econ los eseritos de los autores alejandrinos o bizantinos, que em- plean el mismo idioma, pero que expresan una idealización de otra raza. Esto no impide que en la historia literaria de un país haya escritores que no revelen el sentir común de su pueblo, y que constituyan excepciones, como Byron en Inglaterra y Bécquer en España. Una literatura puede dar origen a otra sin valerse del mismo idioma, v. gr., la literatura griega respecto de la latina. Otras se desarrollan paralelamente, como las literaturas de las nacio- nes modernas del occidente de Europa y las de los países hispano- americanos. EL ESTOICISMO (1) POR EL DR. AURELIO A. BOZA Y MASVIDAL Graduado de la Escuela de Letras y Filosofía Philosophia studium virtutis est, sed per ipsam virtutem. (2) Séneca. Epist. LXXXIX, Omnem utilitatem et damnum a semetipso expectare. (3) Epicteto. Encheiridion XLVIITI. Grecia.—Mirada a la civilización del pueblo helénico.— La Filosofía griega antes del Estoicismo. La Historia de la Filosofía es la historia del espíritu humano, ligada en sus primeros pasos a criterios meramente teológicos como era natural que aconteciese en la fase inicial del fenómeno de la civilización, en la que los hombres, incapaces aun de con- cebir y de desenvolver un pensamiento filosófico que pretendiera explicar las causas de los fenómenos de la naturaleza o que se recogiera sobre sí mismo y analizara a la luz de razonamientos científicos la formación de las ideas, de los sentimientos o el fin moral de los hombres en la Tierra, atribuyen todo lo que les im- presiona a la voluntad de seres superiores, de entidades divinas que por su carácter sobrenatural todo lo pueden y nada escapa de su conocimiento, que todo lo dirigen, que todo lo fiscalizan y todo acontece y se organiza o descompone por sus designios (1)' Tesis leída y sostenida el 16 de Diciembre de 1920. Se publica por recomendación especial del Tribunal. (2) La Filosofía es el estudio de la virtud pero por la misma virtud. (3) Toda utilidad y daño se lo produce uno a sí mismo. 78 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. inapelables. Este criterio, es el que predomina en la filosofía que presenta la civilización que se desarrollara en las márgenes del Ganges y del Nilo. Las especulaciones filosóficas de los pue- blos orientales, de la India, la Persia, la Siria, la China y el Egip- to tienen ese sello más religioso que filosófico; son una alea- ción de filosofía y teodicea, en mayor proporción ésta. Y es, que los pueblos del Oriente se hallaban encadenados, como se halló Prometeo a la roca del Cáucaso por la cólera de Zeus, a la roca de la sumisión a sus dioses, con la vista baja, sin atreverse a in- vestigar las fuerzas naturales que a ellos atribuían, con una mez- ela de pasividad y temor que les hacía esclavos de ese criterio teosófico en todos los actos de su vida y que les detenía como pe- sada rémora para seguir la carrera del progreso humano. Se necesitaba que surgiera un pueblo cuya energía intelectual, cuya idiosinerasia, cuyo genio original e independiente le lle- varan a la cristalización de una civilización superior a todas las que le habían antecedido; que aunque encadenado, se atreviese a levantar su cabeza, a fijar su vista en la inmensidad del firma- mento para analizarlo y que osara mirar a través de la epidermis de los hombres, la mente, la inteligencia, los pliegues innumera- bles de la conciencia humana, y este pueblo fué, el pueblo helé- nico, aquel que saliera un día a la conquista de la antigua Tlion con su viejo rey Agamenón; brotando de sus ruínas, como la pri- mera piedra de la civilización más grande de la Edad Antigua, los majestuosos poemas que concibiera el genio épico del dis- cutido ciego de Quio. La naturaleza fué extraordinariamente generosa con el pueblo helénico; le hizo surgir en una región colocada en envidiable si- tuación geográfica, le dotó de una flora completa, de atmósfera ligera y transparente, de clima tan apacible como las aguas que teñidas del azul de cobalto de su cielo besaban sus sinuosas Cos- tas; su riqueza geológica sin par le dotaba en abundancia de materiales para sus obras en las artes plásticas; mármoles de tinte dorado como los del monte Himeto y Pentélico, mármol blanco reluciente como el de Paros, azul como el de Eleusis, ra- ros alabastros como los de Arcadia, Laconia y Milox y terracota finísima como la usada por los artistas de Tanagra. Entabló relaciones comerciales con los fenicios, los egipeios y otros pueblos orientales, recibiendo el oro de la Cólquida, las ri- Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 79 cas piedras de Golconda, los paños de Cachemira, los tapices y las alfombras de la Persia, las especias, los perfumes y las ma- deras de la Arabia y con ésto, los gérmenes para el desarrollo de sus propias ideas con el conocimiento de las civilizaciones de los pueblos antiguos. Dotado de un genio estético admirable el arte griego se des- arrolló con rapidez vertiginosa en todos sus aspectos. Su estatuaria, iniciada con el ex-voto de Nicandra, con los rí- gidos Apolos de Thera y de Tenea y con la Victoria arcaica de Delos y mil manifestaciones más, porque la fecundidad fué una de las notas características de la civilización helénica, culminó en un Discóbolo como el de Myrón todo movimiento, en un Sátiro como el de Praxiteles de indolencia y naturalidad exquisitas y en una Victoria como la que conmemora el triunfo naval de Sa- motracia. ¿Y cómo no había de ser así, si los atenienses antes de realizar esas grandes obras escultóricas que demuestran de manera evi- dente un exacto conocimiento anatómico y psicológico, trataron de hacer esculturas de carne y que bellos y perfectos fueran sus cuerpos para que tuvieran excelentes modelos que seguir el cin- cel de Fidias, de Seopas, Praxiteles y Lisipo? La arquitectura constituida por la Puerta de los Leones, la fa- mosa ciudadela de Tirinto y los paredones cielópeos de Troya y de Micenas, que hacen recordar las enormes ruinas de Balbeak, delineó órdenes de exquisita belleza como el dórico, del que es ca- pital ejemplar el majestuoso templo que los atenienses levanta- ran a su diosa, la que había lidiado por ser la divinidad tutelar de Atenas con Poseidón; el jónico, desenvuelto en el gracioso templo de la Victoria Aptera, como el corintio iba a ser el que embelleciera el monumento corágico de Lisícrates y las columnas del templo de Zeus. Su pintura, iniciada con los pasos vacilantes que constituyen los dibujos de Clitias y de Excesias llesó a las creaciones de Zeuxis, Parrasio y Apeles. Su cerámica produjo vasos como los de Cnosos, Ampurias y Micenas, llegando a perfección notable en el vidriado, en la com- binación de los colores y en la elección de los asuntos como se ve en el conocido vaso Francois. La orfebrería llegó a la producción de obras admirables como 80 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. las joyas halladas en las tumbas de Orcómeno en:Beocia y los vasos de Vafio encontrados en Laconia. La literatura en todos los géneros tuvo eximios representantes. Una épica heróica capaz ella sola de elevar el nombre de Grecia a la gloria; una épica didáctica con Hesíodo, una poesía elegiaca y yámbica con Calinos de Efeso y Arquíloco de Paros; una lírica monódica con Sato y Aleeo: nn Anacreonte; una poesía coral con Simónides, Baquílides y Píndaro; una prosa con Heródoto, el continuador de aquellos sencillos logógrafos de los primeros tiem- pos, con Tucídides y Jenofonte; una oratoria con Demóstenes y Esquines, y un teatro, que mientras más se estudia y se analiza más cautiva y atrae, que iniciado con sencillas fiestas a Dioniso y con las representaciones de Tespis en su carro se transforma en la majestuosa tragedia de alto coturno y espantosas máscaras, que en el enorme Dioniso de Atenas o en el Zolos de Epidauro habían de desenvolver, en los ditirambos hieráticos de Esquilo, impresionantes asuntos en los que gravitaba con toda su fuerza la ley de la fatalidad y la voluntad de los dioses; un “Edipo rey”” de Sófocles menos pomposo y más humano o una creación dra- mática mucho más humana y libre como la **Andrómaca”” o la ““Medez”” de Eurípides. En la comedia, Aristófanes con toda su gracia y picardía hizo reir a aquel público con la trama de su “Tisístrata'? y con “Las Nubes””. Para ponderar su ciencia basta solo citar el nombre de Hi- pócrates. Llegó la Grecia de las procesiones por mar al templo de Delos, de las famosas danzas pírricas, de los torneos de rápsodas y aedas que cantaban sus poéticas composiciones, de los juegos olímpicos y las luchas agorísticas del Pireo, a un grado de per- fección hasta entonces desconocido en la historia de la civiliza- ción de los pueblos. Pero floreció en Grecia aleo más que las ciencias, las letras y las artes plásticas; floreció lo más grande que tiene el Hombre, floreció la racionalidad, que con la palabra, es lo que más le dis- tingue de los demás seres de la escala zoológica, floreció el pen- samiento, floreció la Filosofía. E Xx * Siglos antes de la aparición del más grande de los filósofos, de Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 81 aquel que queriendo expresar como debía ser el amor sentido en- tre los hombres y conociendo admirablemente la condición hu- mana decía: “ama a tu prójimo como a tí mismo””, el pensa- miento filosófico de la Grecia había comenzado a exteriorizarse, sujeto desde luego al proceso gradual que rige las cosas natura- les y humanas. Si nos remontamos a mil doscientos años antes de Jesucristo, veremos, que los himnos religiosos, las concepciones cosmogónicas de Orfeo, las teogonías de Hesíodo y Ferecides y las sentencias morales de los poetas gnómicos, son sus pristinas manifestacio- nes cuyo horizonte ensanchan y engrandecen luego los siete sa- bios de Grecia. La Jonia y sus islas circundantes fueron la cuna de la filoso- fía griega, el desarrollo de la poesía genómica, el género de vida y el ambiente político, prepararon su germinación que culminaría más tarde en sistemas originales, floraciones de un pensamiento tan sutil y rico como el del espíritu helénico. Los primeros filósofos más que tales son físicos, así lo dice Aristóteles y el análisis de las ideas de ellos así lo demuestra. La fase dinámica de la escuela jónica con su carácter hylozóico, con todos sus errores, hizo investigaciones que revelan una acul- dad que pasma y sabios modernos han venido a apoyar algunos puntos de las tesis por ellos mantenidas en prineipios de aquella antiquísima escuela. ¿El perpetuo devenir del melancólico He- ráclito de Efeso no es un presentimiento de la relatividad de las sensaciones enunciada por la psicología moderna? La fase dinámica con su principio informante del dualismo primitivo desarrollado por Anaximandro, Anaxágoras y Arque- lao el físico, que al enunciar los principios que copia Diógenes Laercio (1) sobre las leyes que rigen la vida de los hombres y acerca del derecho natural, hace que se encienda la luz de la re- flexión, con llama ténue, de poca intensidad, pero que llegará a ser potente faro con Sócrates y Platon, que iluminará la Grecia y su brillo traspasará los siglos a través de las páginas amari- llentas de la historia. En todo este primer período, que comprende de Tales a Sóera- (1) Vidas, Opiniones y Sentencias de los Filósofos más Ilustres. Tra- ducción por J, Ortiz y Sanz, t, 1, lib. II, pág. 105. 82 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tes, se multiplican las escuelas; la pitagórica, marchando ansiosa en pos de lo inefable, pretendiendo reducir a diversas interpreta- ciones del número las fuerzas de la naturaleza y la actuación de los hombres; la eleática, viendo en la grandeza de la naturaleza y en su persistencia la demostración de la eternidad de Dios, demos- trada por Parménides a la vez que Jenófanes mantiene su unidad con espíritu panteista y replica al politeismo, conduciendo por . la vía de los sentidos y la racionalidad a la contemplación mís- tica de las cosas, en tanto que la filosofía de Abdera por boca de Demócrito va a sentar los postulados del atomismo, en el que la observación de la naturaleza y la sutileza de la investigación son sorprendentes. ¿Qué hizo Lavoisier al sustentar su famosa ley, base invulnerable de la ciencia química, más que repetir en fran- cés lo que Demócrito había dicho en griego? Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma. La situación política de la Grecia unida a la rigidez de los sis- temas filosóficos anteriores; encerrados en sus círculos o criterios sin trascender a otros campos y sin permitir que el suyo fuera invadido por nadie ni relacionado con nada, hizo posible que sur- gieran los sofistas, cuyas ideas teniendo el escepticismo como dog- ma les llevaron a la constitución de una moral amoral, a excesos y faltas censurables pero que llenaron una función en la historia de la filosofía al inculcar que el pensamiento debe ser la medida de las cosas. La escuela jónica en sus dos fases, mecánica y dinámica, las escuelas de Italia, todas esas escuelas o sectas filosóficas, tienen sus verdades, sus grandes verdades, que no ha podido la filosofía moderna rechazar sino ha tenido que comprenderlas y aceptar- las, y sus grandes errores, que también ella ha comprendido, sin embargo de los cuales su mérito es digno de reconocerse. . natural y lógica como la evolución física del hombre es la evolu- ción de su pensamiento, se necesitaba ese desarrollo progresivo y pausado, era preciso que el pensamiento subiera escalón por escalón para llegar a las alturas reflexivas que encarna toda la filosofía de Sócrates. Natura non facit saltus (1) decía el gran Leibniz y como tan El empirismo jónico, el materialismo de los atomistas de Abde- (1) La Naturaleza no hace saltos. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 83 ra, la filosofía matemática de Pitágoras y sus partidarios, el idea- lismo de los pensadores de Elea, son esfuerzos, rutas distintas de la filosofía del primer período en el que predomina el pensa- miento cosmológico, al extremo que la moral y la teología son aspectos secundarios y más accidental aun las investigaciones de psicología; lógicamente se explica que el ser humano impre- sionado por lo objetivo, por la naturaleza, se diese primero a la investigación de aquello exterior a él, de aquello que veía y le impresionaba, que a la sutileza de salirse de sí mismo, por así decir, para analizarse como si su vida interior, su psiquis, fuese objeto. | Los sofistas, ya lo indicábamos antes, hacen que la investiga- ción filosófica se agudice, que la argumentación se desenvuelva, que surja la erítica indirecta, errónea en su proceder, pero que constituye un paso de avance respecto del carácter cosmológico de la filosofía anterior porque inició el estudio de el sujeto en- frente de el objeto. De ahí que pueda afirmarse que ellos cons- tituyen los antecedentes de las investigaciones socráticas, me- ramente psicológicas o reflexivas que inician el gran segundo período de la filosofía griega, al que bien pudiera llamarse an- tropológico, porque sin abandonar los problemas cosmológicos y físicos, es el hombre en su condición de ser inteligente, moral y sociable el punto capital de todas las investigaciones. La filosofía socrática se desenvolvió con toda la originalidad y grandeza que su autor supo imprimirle, sembrada de pensa- mientos tan demoeráticos como bondadosos; no concibiendo el mal ejecutado por el hombre sino como una consecuencia de la ig- norancia del bien, porque Sócrates confunde la voluntad y la in- teligencia y su filosofía es puramente intelectual. No se esfumó la filosofía de aquel gran partero de las ideas al apurar la copa que le presentara Critón, escena la más admirable de las que el Fedón relata; grabada en la mente de sus discípulos había de cobrar nueva forma al exteriorizarla éstos con las mo- dificaciones que su independencia mental había de recabar. Así, los semi-socráticos de Cirene desvirtuaron los principios del maes- tro y propalaron una moral egoista. Aristipo estimó el placer como el único fin de la vida; Teodoro justificó el crimen; Hege- sias ensalzó el suicidio llegando al aseetismo a fuerza de ser sen- sualista; pero Platón, el más grande de los discípulos de Sócra- 84 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tes, partiendo de las enseñanzas del maestro y eon toda su idea- lidad fundó la filosofía ideológica y a su luz estudió la teodicea, la moral, la política y todos los problemas del pensamiento; la belleza de su sistema es helénica e ideal y por eso se aparta de la realidad y de lo que el ambiente humano muestra. Aristóteles paseando por las alamedas del gimnasio de Apolo rodeado de oyentes divulga su filosofía en la que el racionalismo sistemático es el carácter dominante, y funda la lógica; su es- píritu observador le lleva a complicadas investigaciones de la psicología dando su explicación sobre todos los problemas como en moral, en política, en física y en metafísica. La filosofía griega había llegado a su auge, había dado cuanto se podía concebir, las exudaciones de los cerebros griegos habían sido abundantes y ricas y como sucede siempre a todo esplendor sigue una decadencia, como a una noche de insomnio y medita- ción reemplaza un cansancio o decadencia moral y física. A los seguidores de Aristóteles no les fué posible ni mantener el nivel de su maestro ni su carácter enciclopédico pues no tenían base para ello. Nada indica tan gráficamente este declinar de la filosofía he- lénica como los prosélitos que hace el escepticismo, manifestación de un pensamiento gastado y enfermo que todo lo cree probable, nada afirma ni nada niega, no tiene la entereza ni la valentía de otros sistemas que aunque a veces equivocados, luchan y man- tienen sus principios, y no hay nada más hermoso que ver a los hombres manteniendo de buena fé sus convicciones, aunque és- tas sean erróneas, revela eso cierta independencia y personali- dad dignas de elogio. Pirrón, Arcesilao y Carnéades son sus erandes representantes; Enexidemo que formula sus diez tropos en tanto que Agripa y Sexto Empírico, también con cierta perso- nalidad, filosofan sobre diversos problemas renovando el escep- ticismo. ; El hedonismo se abre paso y Epicuro divulea su física, su ca- nónica y su original moral, erróneamente interpretada durante siglos, pero ya la erítica moderna ha rectificado y le hace eum- plida justicia. Todas estas escuelas de la decadencia no son por completo ori- ginales, aceptan y comparten eriterios de filosofías anteriores ceo- mo se observa en el epicureismo y enel estoicismo. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 85 Y tenía que acaecer esta decadencia. Comenzamos nuestra tesis diciendo que la Historia de la Filosofía es la historia del espíritu humano, lo que equivale a sentar la relación íntima que existe entre la historia política de un pueblo y su filosofía, y Grecia, en su período áureo había tenido hombres de una sen- cillez, de un espíritu tan amplio y altruista, que antes de pensar en el bien, en la utilidad y en el regocijo personal pensaban en el del pro-común; la personalidad quedaba en un segundo plano porque el primero lo ocupaba por completo el ideal colectivo. Las conquistas de Alejandro, sus expediciones por el Asia acom- pañado de generales y de un ejército que gustó de los placeres fastuosos de la vida oriental con todas sus lascivias y que retornó a Grecia, transformó la vida del ciudadano griego; sucediendo, al régimen de vida aquel de las especulaciones filosóficas amplias y profundas, del espíritu estético sereno, de laboriosidad asom- brosa, una vida muelle en la que el placer individual todo lo lle- naba, sembrando en las conciencias una inquietud de deseos no sa- tisfechos, que le apartaban de aquella fiel creencia en los dioses del Olimpo para caer en supersticiones ridículas, y el pueblo labo- rioso cuya civilización apuntamos antes se sumerge en un mar de -holganza. Todo esto se intensifica y agranda a la caída del Imperio Ma- cedónico determinando la transformación de las ideas y el des- arrollo de sectas filosóficas como las formadas por los escépticos, los epicúreos y los estoicos, en las que se busca con una ansiedad rayana casi en el frenesí, el medio de asegurar los favores de la deidad a cuyo respecto decía el Dr. Salvador Salazar, (1), nues- tro profesor de Historia de la Filosofía: **Tengan o no derecho a ello, los pueblos han tendido siempre a la conquista, cada vez más difícil, de esa dulce presea; la cantan los poetas de todas las edades; analizan su valor y contenido los filósofos de todos los tiempos y las religiones, no pudiendo borrar su concepto de la mente ni su anhelo del corazón de los hombres, y viendo, por otra parte, que resulta incorpórea e inasequible, la substraen de la tierra, a la' que convierten en valle de lágrimas, y la sitúan en una existencia post-terrena, más allá de la muerte, en el seno in- sondable del misterio ””. “Y esta diosa no es otra, que la Felicidad. (1) La Felicidad como Fundamento de la Moral, pág. 5. 86 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. II Nacimiento de una filosofía en el Eroá IloxíAy: sus antecedentes y características.—El filósofo de Citio: sus discípulos. En pos de la felicidad dirigieron sus pasos escépticos, epicú- reos y estoicos, de ahí el carácter predominantemente ético de sus investigaciones, todos tienden a libertar al hombre de sus pa- siones, a dotarle de una serenidad olímpica, a levantar un va- lladar entre el individuo y el dolor, para así sustraerle de su influjo.—¡ Pero por qué medios tan diversos aspiran esos filóso- fos lograr su intento!—Los escépticos con su impasibilidad in- alterable; los epicúreos huyendo del dolor, quieren pasarlo inadver- tido, se inclinan si él les va a obligar a doblarse para así pensar que no fué el dolor quien les hizo inclinarse; en tanto que los estoicos, lejos de huirle, le miran frente a frente con gesto altivo y le desafían a ver cual gime ante la actitud del contrario y van más lejos, no se doblan: sumisamente como los epicúreos, sino que se mantienen rígidos y sin querer que en sus caras se adivi- nen los rasgos patéticos de quien siente su peso, y no solo esto, sino que una sonrisa amable y una placidez divina haga pensar que contra ellos su poder se estrella porque llegan a negar su existencia. El epicúreo se encierra en su torre de marfil, el estoico sale a su encuentro, le arroja su guante y le dice: Dolor, no eres un mal. No te tengo miedo, me atrevo a medir contigo la espada de fino temple de mi esfuerzo. Expuesto lo que antecede no es preciso decir, porque ya el lee- tor lo habrá interpretado, que el carácter de la filosofía de los estoicos es la moral del esfuerzo, del batallar incesante en pos de la virtud. (% róvos áyadóv). (415) Antecedentes remotos del estoicismo, por el predominio que es- te concede a su ética de marcado carácter idealista, puede consi- derarse la filosofía de Sócrates y hasta cierto punto la de Platón, y antecedente más próximo la filosofía de los Cínicos. Al poco versado en esta eran disciplina que se llama Historia de la Filosofía esto le llenará de sorpresa, le parecerá desconcer- (1) El trabajo que hace beneficio. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 87 tante y hasta monstruoso considerar a los Cínicos antecedentes legítimos del estoicismo, la filosofía del esfuerzo eminentemente moralista; y es, que no conoce más que el concepto vulgar repe- tido constantemente respecto de ellos, nacido solo de su denomi- nación y de lo llamativos que han sido los puntos groseros de su filosofía; como del estoicismo quizá será lo único que conozca la divuleada impasibilidad ante el dolor y el adjetivo *“estoico”” que empleará para calificar al personaje que comente como va- liente e inmutable ante grandes desgracias. Para el que haya estudiado el desarrollo filosófico de la Grecia con aleún deteni- miento y haya meditado sobre todos los aspectos de las diversas escuelas y los filósofos que las integran, nuestra afirmación no constituirá una sorpresa ni será desconcertante ni parecerá mons- truosa, porque él sabrá: que los Cínicos del Cynosargo como Antístenes y Diógenes que despreciaban la opinión pública, el honor, la formación de una familia, las riquezas, los goces, in- eluso los intelectuales y en un alarde de pobreza llegaron a la vida mendicante, por una mezcla abigarrada de ideas, transfor- maron a la virtud, idea directriz de su filosofía, de un producto de la inteligencia en una fuerza moral por la que el hombre lle- ea a dominar los ímpetus del caballo negro de que hablaba Pla- tón, tal como establece el estoicismo; él sabrá que tendieron ellos a que la vida humana se desarrollara de acuerdo con la natura- leza y censuraron los formalismos sociales y los intentos de con- travenirla, el estoicismo de allí tomó su teoría de la conformidad necesaria entre la vida del hombre y lo dictado por la naturaleza y su fundador se dijo: Zv ópokoyovpévos Ti púre (1); él sabrá tam- bién que dieron a su filosofía una tendencia práctica: la posesión del bien, dirigiéndose a lo útil para la vida de los hombres, des- echando la belleza y la profundidad de las grandes especulacio- nes filosóficas, tal como pensaron los estoicos en pos de la felici- dad y el mejor vivir de la humanidad; sabrá también, que ellos hicieron la apología del trabajo y todo trabajo supone esfuerzo, luego hallamos en ellos la característica de la filosofía estoica, ambos tienen un mismo héroe: Hércules; sabrá además que los Cínicos llegaron a declarar que el placer es un mal y el dolor es un bien, criterio que parece salido de la boca de un asceta junto (1) Vive sin controversia con la Naturaleza. 88 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a un Cristo y que el estoicismo hizo suyo; y que la frase del des- carado Diógenes: kosuorokirns ipn (1) encierra el gérmen del cos: mopolitismo cautivante y fraternal del estoicismo. Pudiéramos decir que también influyó en el estoicismo el filó- sofo Pirrón, aunque de modo menos intenso e importante, por el predominio que concede a las cuestiones morales sobre las de- más, por su indiferentismo que tendió a no distinguir el bien y el mal y a negarles; en el estoicismo hallamos su impasibilidad y resignación de acuerdo con su fatum (2), para llegar a ese mis- mo fin de él, no apreciar el mal. Ek * Declinaba el siglo IV antes de Jesueristo cuando en la ciudad de Citio nacía, de una familia acomodada de origen fenicio, Ze- nón. Su padre, Mnaseo, como la mayoría de los fenicios, pue- blo comerciante por instinto, era mercader que viajaba por dis- tintos puertos ofreciendo el trueque de sus mercancías por las que poseían los comerciantes ribereños o su venta; llegó a tener una gran fortuna lo que facilitó que la educación de su hijo fuese lo mejor que estaba a su alcance. En sus viajes, puerto princi- pal de su comercio era el Pireo, de donde llevó a Zenón los diálo- vos de Platón sobre su maestro y varios pergaminos conteniendo escritos de otros filósofos; honda impresión debieron causar en el joven las ideas y explicaciones dadas por aquellos hombres, porque su decisión por la filosofía fué desde entonces intensa. Arruinados por una tempestad que sorprendió sus barcas que marchaban cargadas como de costumbre, haciéndolas naufragar y perdiéndolo todo, se trasladaron a la ciudad de Atenas donde el azar le puso en contacto con Crates el cínico, por quien cono- ció aquella filosofía un tanto suavizada, oyó sus enseñanzas y apesar de ello su espíritu seneillo y batallador, en el que la ley de la herencia había dejado no pocos rastros del temple fenicio, se sintió asqueado ante la desfachatez de algunas de sus ideas; a prisa partió de aquella escuela y frecuentó la de Estilpon de Megara y luego la académica o platónica en la que sobresalían u Jenócrates y Polemón; durante veinte años conoció diversos sis- “ temas, analizó sus principios, meditó sobre la utilidad de ellos, y (1) Yo soy ciudadano del mundo. (2) Ley fatal del Destino. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 89 su mente, desde el punto de vista de la ética especialmente, en- contraba bastante que desear y combatir. Así como Platón tuvo albergue en los jardines de Meaicndo: Zenón se cobijó para divulear sus propias enseñanzas en una de- sierta galería del antiguo mercado de Pecile, nombre que se orl- gina de las ricas pinturas con que Polignoto y Micón lo habían decorado, lugar que también había sido en otro tiempo punto de reunión de poetas; allí, en el Eroá4 HowíAn (1) estableció su escue- la, sitio que dió origen a que se le llamase estoica, y estoicismo al sistema filosófico que predicaba, como también a la denomina- ción de filosofía del Pórtico. Si el jardín de Epicuro, en cuya puerta se grabó la inscripción atractiva y tentadora para todo transeunte: **Aquí te sentirás dichoso. Aquí reside el placer que es el bien supremo””, fué el centro capital del hedonismo, el Pórtico de Peecile lo fué de la filosofía del esfuerzo, que apesar de no tener en su arquitrabe tan llamativo anuncio, lo tenía en la médula de su doctrina, que pro- metía al discípulo que la comprendiese y practicase, la anestesia completa ante todos los dolores. ¿No era esta promesa tan aírac- tiva y tentadora como la de la puerta del jardín? Evidentemente que sí, y lo demuestran los prosélitos rapidísimos del estoicismo, los numerosos y entusiastas discípulos que pronto tuvo Zenón, la larga vida de esta filosofía porque como su sentido práctico estaba de acuerdo con el espíritu latino, llegó a Roma donde tuvo grandes representantes como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. Viejo ya Zenón decidió hacia el año 260 (antes de Cristo) cor- tar por sí el hilo de su vida antes de que la Parca lo hiciese, ecum- pliendo con su teoría de la legitimidad del suicidio razonado. Del filósofo de Citio quedaba un recuerdo imborrable en el pueblo de Atenas, que al decir de eseritores de antigúedades, entregó en sus manos cierta vez las llaves de la ciudad para que las diese al ciudadano más dieno de gobernarle, que le ofreció rica corona de oro y levantó estatuas en su honor y magnífica urna cineraria que guardara sus despojos de mortal en el ce- menterio del Cerámico. (1) Pórtico de Pecile. 90 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Diógenes Laercio (1), cuya obra constituye una de las más ri- cas fuentes en las investigaciones de la Historia de la Filosofía eriega y de quien son tomados muchos de los datos que existen de la vida de Zenón y sus discípulos, copia el texto íntegro del de- ereto ordenando tales honores y habla como de uno de los prin- cipales discípulos, de Cleanto el atleta, natural de Asso en la Tróade, quien cautivado por la filosofía del Pórtico y careciendo de medios económicos, sacaba agua de unos pozos durante la no- che por encargo de un jardinero de Atenas para poder asistir a las explicaciones de Zenón, al que sustituyó después de su sul- cidio como director de la escuela; Diógenes Laercio le hace autor de una serie de escritos que no han llegado a nuestros tiempos, cuyos títulos son así: Del tiempo; De la filosofía de Zenón, en dos libros; Exposiciones de Heráclito, en cuatro; Del sentido; Del arte; Contra Demécrito; Contra Aristarco; Contra Herilo; Del apetito, dos libros; Antigiiedades; De los dioses; De los gi- gantes; De los Himeneos; Del Poeía, tres libros; Del Oficio; Del buen consejo; De la gracia; Exhoriatorio; De las virtudes; De la buena índole; Arte amatoria; Del honor; De la gloria; El Po- lítico; Del consejo; De las Leyes; Del juzgar; De la educación; Del raciocinio, tres libros; Del fin; De lo honesto; De los nego- cios; De la ciencia; Del reino; De la amistad; Del convite; Que la virtud de los hombres y las mujeres es toda una; Que es pro- pio del sabio el filosofar; Chríos; dos libros de Diatribas; Del de- leite; De las propiedades; De las cosas ambiguas; De la Dialéc- tica; De los tropos o modos y De los predicamentos. Otros discípulos fueron: Aristón de Quio que luego se separó fundando escuela aparte amalgamando principios estoicos con muchos de los escépticos; Herilo de Cartago que luchó porque el estoicismo diera tanta importancia a las ciencias especulativas como la moral pues de seguir así, no sería una filosofía completa sino una especialización de esta; Perseo, coterráneo de Zenón; Sfero Bosforiano, Atenodoro Solense, Filonides Tebano, Calipo Corintio, Zenón Sidonio y Diocles de Magnesia. Más importante que estos es la personalidad de Crisipo que se- eún el autor antes citado sostuvo frecuentes controversias con varios filósofos de su época abogando por el estoicismo, escribien- (1) Ob. cit. t. 2, lib. VIL, pág. 28; 101 y sigts. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 91 do con tal finalidad más de setecientas obras, llegando a ser lla- mado “Columna del Pórtico””. Los atenienses decían : el pa ydp Av. XpúcurrOs, ok en Ero4 (1). Esto explica el nombre de segundo fun- dador del estoicismo con que aleunos tratadistas le designan. Nació en Solí según unos, aseguran otros que en Tarso de Siei- lia; fué el sucesor de Cleanto realizando una gran labor de divul- gación, aclarando, explicando y precisando muchos conceptos vagos del primer fundador; todo lo que hizo que se le tuviese en eran estima. Su sucesor fué Zenón de Tarso. Otros estoicos fueron: Diógenes de Babilonia, que ciento cein- cuenta años antes de Jesucristo fué embajador en Roma y Pa- necio de Rodas que tendió a moderar el rigor de la ética estoica y llevar a cabo cierta conciliación entre la filosofía del Pórtico con la ideología de Platón y el sistema del filósofo de Estagira. En Posidonio de Apamea, en Siria, hallamos el preceptor del es- toieismo en Rodas, Pompeyo y Cicerón fueron de sus más nota- bles discípulos. Estos tres últimamente citados, Diógenes de Babilonia, Pane- cio y Posidonio, pueden considerarse como los iniciadores del desarrollo del estoicismo en Roma. La filosofía estoica, no es como la platónica, por ejemplo, pro- dueto de la mente de un solo hombre en su mayor parte, lejos de ello comprende las ideas del fundador modificadas y aumentadas por las de sus discípulos y partidarios, especialmente Cleanto y Crisipo en Grecia y en Roma Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, que con mayor originalidad e independencia mental variaron y tamizaron aun más diversas partes del sistema. Todas estas cireunstancias, unidas a que de los escritos de Ze- nón y Cleanto y de los numerosos pergaminos de Crisipo de que antes hablábamos no quedan más que pequeños fragmentos y citas de los otros autores, oblizan a tomar como base de la inter- pretación del estoicismo las obras de los estoicos latinos y de los Padres de la Iglesia que a él se refirieren lo que le hace de carácter heterogéneo, ecléctico en varios de sus aspectos, man- teniendo sí siempre, como lo más original del sistema, su moral. En sus pristinos tiempos fué como una restauración de la es- cuela moralista de Sócrates, porque como éste, Zenón tiende al (1) Si Crisipo no existiera no habría Pórtico, % 92 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. desenvolvimiento de la ética como algo más interesante que las otras disciplinas, de ahí que en último término advirtamos al es- tudiar su filosofía que todas ellas, la física, la metafísica, la teo- dicea, la dialéctica, incluso la religión, están subordinadas a la moral teniendo una tendencia práctica. Enaltece grandemente el valor del estoicismo la separación que supo hacer de la moral y de la política, campos tan frecuente- mente confundidos, al extremo de caer en error otros sistemas por esa confusión de lo que no debe ni puede estar tan estrecha- mente ligado; él dió a la moral la tendencia subjetiva e indepen- diente que le pertenecía. Las grandes filosofías del período áureo, la de Platón como la de Aristóteles, identificaban la moral y la política, con la grave resultante de que la entidad individual, el hombre, no procedía ni se movía más que en relación con la colectividad, lo que era una falta, pues si interesante es la entidad colectiva, tanto o más lo es la individual, cuya suma forma aquella. El estoicismo fijó los linderos de la moral y de la política, el relieve de aquella se acrecienta y en vez de la sociedad absorbente en la que la acción moral individual se esfumaba, dá cabida al hombre en posesión de la verdad y de la razón, al sabio que posee las virtudes y a todo se sobrepone. Queremos sentar también que otros de sus caracteres prinei- pales son: un materialismo tan absurdo como el de los epicúreos, para los estoicos todo es corpóreo o abstracciones de tal forma- das por el pensamiento, una independencia e individualidad ab- solutas, un gran optimismo y un constante matiz voluntista. 108! Física y Metafísica del Estoicismo. Ese carácter de materialidad del estoicismo que antes apun- tamos nos va a llevar a decir, que desde el momento que para los estoicos todo tiene un cuerpo y aquello en que no se le reconoce es abstracción de los que los tienen, todo el campo de la metafí- sica queda dentro de la física, la que a su vez está íntimamente ligada con la teodicea y la psicología, porque ese criterio de cor- poreidad en todo hace que sean sus investigaciones dependientes de la física. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 93 Para los estoicos cuerpo es todo aquello real capaz de produ- eclr y mover pasiones y acciones; si se medita esta definición, fá- cilmente se infiere que todo lo que. existe es cuerpo, inmaterial, espiritual, no hay nada ineluso el mismo Dios, apesar de todas las explicaciones de Aristóteles, porque él es capaz indiscutiblemen- te de mover la acción y la pasión de los hombres. El universo no es otra cosa que una serie organizada y armó- nica de los cuerpos en virtud de las dos entidades capitales que ellos en sí contienen, términos correlativos que como tales supone la una la existencia de la otra; la una potente, enérgica, viril, capaz de realizar un trabajo, (ró rrovodv-ó ev adrñh óyos) (1), la fuer- za; la otra impotente por sí, inerte, pasiva, masa para el des- arrollo del poder de la primera (ró rácxov-van) (2). la materia. No se necesita poseer erandes conocimientos físicos para com- prender la relatividad de ambos extremos. Por ejemplo, para desarrollar una fuerza uniformemente acelerada, retardada o cen- trípeta o centrífuea o variada, lo primero que se necesitará será una bola de marfil, de oro, de madera, una materia, a la que se imprima esa fuerza, y de igual modo, la materia para armonizarse, distribuirse u organizarse necesita, por su condición de inerte, de una fuerza. Además, la materia existe porque las moléculas que forman sus partículas están sujetas por la fuerza o atracción molecular, como a la vez los átomos que forman las moléculas están engarzados por la fuerza atómica. Sin fuerza no habría materia. Además la fuerza de la eravedad dota a la materia de una de sus propiedades generales y características: la inercia. E k E La filosofía estoica cree al mundo los dos elementos primor- diales unificados, la materia inerte y pasiva y la fuerza, el prin- cipio pensante y de razón, Dios; pudiera decirse que su cuerpo es el mundo y su poder o razón su alma, el hóyos orepuarixós (3) de los estoicos griegos, es decir, el origen de la dirección de los cuer- pos, la. semilla del ser. Así que cuanto existe, los astros, la Tie- rra, su flora, su fauna, los hombres, es una manifestación de ese (1) Lo hecho de acuerdo con la razón. (2) Lo que sufre o padece. (3) La razón seminal. 94 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Dios, razón directora del universo, porque él organiza y le impri- me personalidad a todo, lo que es un eriterio panteista o mejor, cosmoteista. Apesar de que dista la filosofía estoica tanto de Platón, que considera las ideas aisladas, los universales, los que rotundamen- te niega aquella, como de Aristóteles, hay que indicar que el ma- terialismo estoico y el epicúreo tienen una distinción capital que mucho les caracteriza; el materialismo de Epicuro es mecánico supone la fuerza exterior, en tanto que el de los estoicos es di- námico, supone inmanente en la materia ese prineipio de razón previsor e inteligente del mismo modo que una semilla de una planta dicotiledónea tiene en sí poder para, fecundada por los principios vitales de la tierra, por el calor del sol y por la humedad, hinchar su tegumento, romperlo y hacer salir a flor de tierra los dos cotiledones y en circunstancias favorables conver- tirse en una planta. Luego la fusión de esos dos elementos de la física estoica no es la fusión de cosas extrañas y separadas sino la colaboración de principios íntimamente ligados penetrando y vivificando todo el universo. Ese Dios o fuerza aunque inmanente en la materia del univer- so, porque como dijimos es su alma, le sobrepasa; le enaltecen los estoicos y le consideran como una Providencia, fatal e im- prescindible que hace que todo se repita, que todo pase y vuelva a su antiguo origen para salir de nuevo a recorrer su trayectoria y esto sin cesar, sin principio ni fin, como la línea de una cireun- ferencia. ¿No es esto el devenir perenne y sin fin de Heráclito de Efeso? Tan es la física de la escuela estoica la de Heráclito, que admite como aquél, el calor o fuezo divino invisible a los ojos de los hom- bres, cuyas variaciones sobre sí mismo dan origen a los cuerpos sólidos, a los líquidos y a los gaseosos, de ahí que cuando esas variaciones desaparezcan o se deshagan vuelvan a su antiguo ser para de nuevo volver a variar. Ese fuego o éter divino es Dios, del que hablaremos en el siguiente capítulo al comentar la teodi- cea estoica. ES Emanación de Dios, una parte de ese fuego sutil, invisible y divino es para los estoicos el alma humana; áúxróeracua roú decos (1) (1) Partícula de Dios. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 95 decían los griegos; Séneca escribe *“in corpore humano pars di- vini spiritus mersa'” (1). Es decir, que considerando el alma parte de ese fuego y ese fuego era material, el alma humana lo es también y ellos lo probaban por la persistencia de los carac- teres de los padres en sus hijos, porque el alma origina la dura- ción y el desenvolvimiento físico e intelectual del hombre y por- que solo un cuerpo puede modificar y dirigir a otro. El alma es un solo soplo de ese fuego, pero apesar de esa uni- dad tiene varias partes: los cinco sentidos, la facultad del len- guaje y la de la generación y sobre ellas, la facultad directora, la TYEMOViKÓV (2) La unión del alma econ el cuerpo que la contenía y en el que el alma desarrollaba sus actitudes, es una resultante de las va- riaciones del Dios éter y volverá a él; es una mezcla física. Admitían la teoría del rvevna (3) cie los filósofos anteriores; do- taban al alma de ese carácter de fuego o aire inflamado que se alimentaba del aire emanado de los astros, de la sangre, de la evaporación producto de la combustión de los alimentos ingeri- dos por el hombre en su organismo, y la situaban en el corazón por estar en el pecho y ser éste el lugar de recepción del aire y de donde salía la palabra, exteriorización magnífica del pensa- miento humano. Conceden lógicamente tan capital importancia al aire en la vi- da humana que en el período de gestación de la madre la vida del nuevo ser la consideran como vegetal, desarrollo de la semi- lla, en la que el varón y la hembra han puesto una parte de su alma; pero cuando sale al exterior, al grito del nuevo ser, a la entrada brusca del aire en sus pulmones, al movimiento de ins- piración de su pecho y a la presión del aire sobre todas sus pa- redes, se inicia la vida animal. IV Teodicea del Estoicismo. Analizando y comparando las teodiceas de los diversos siste- (1) En el cuerpo humano está sumergida una parte del espíritu divino. Véase Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 197. (2) La potencia principal de la mente, ( (3) Aire. 96 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mas filosóficos anteriores al de Zenón y sus secuaces, se llega al eriterio de que la teodicea estoica es de las más amplias y per- fectas, apesar de que no considera a Dios tan fuera del univer- so y sobre él como pensaba el más grande discípulo de Sócrates ni como el filósofo de Estagira que lo situaba fuera del mundo, sino que los estoicos lo consideran el mundo mismo, dada la ma- terialidad de su sistema y de ahí la fusión de la metafísica y la física de que hablamos al iniciar el capítulo anterior y la relación íntima que también apuntamos entre la ciencia del origen y for- mación de los cuerpos con la teodicea y la psicología. El Dios de Aristóteles es poderoso pero inmóvil, como un gran motor situado en el Empíreo que envía su fuerza a la Tierra, el de la filosofía del Pórtico no está tan a distancia de los hom- bres, su naturaleza es material, es el mundo y su poder se ma- nifiesta a cada paso, demostración de su existencia es la misma erandeza del universo y sus fenómenos. Es un axioma filosófico que no hay efecto sin causa y la causa está siempre en relación con su efecto, y ¿si la masa del universo es enorme, la disposición de la marcha de los astros perfecta, las bellezas del mundo incontables, la oreanización de los seres que lo pueblan asombrosa; no hay que pensar en una causa enorme, perfecta, bella y asombrosa? Y esa cauas es Dios, el universo mis- mo en toda su inmensidad, denomínesele entidad viril, fuezo di- vino, origen por medio de variaciones y cambios en sí, de todo, (rip rexvixov ¿56 Bañitov es yéveriww) (1), criterio netamente heracliten- se; y como el filósofo de Efeso acepta el pasar sin fin de cosas la una sucesión de la otra, un proceso de oxidación, una llegada al punto de partida por una inflamación o combustión y una salida de nuevo a recorrer el camino andado, sucediendo lo mismo que antes. Como decían los filósofos del Pórtico y copian todos los historiadores de filosofía, Sócrates explicará de nuevo sus lee- ciones. Los principios tóxicos de la cieuta privaron de vida a Sócra- tes, pero en esa sucesión fatal y sin fin de lo pasado, volverá a nacer, discutirá sobre las ventajas de su fealdad sobre la belleza de Critóbulo con él mismo, volverá a presentarle Critón su bre- baje y de nuevo volverá a morir. Así que el ser, la realidad única que subsiste por siempre es Dios, es ese fuego. (1) Un fuego artista que va generándolo todo. ” Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 97 Como antes dijimos al comentar la física y la metafísica del estoicismo respecto del mundo y su formación, esta filosofía lle- ga al cosmoteismo desde el momento que en todo ve una manifes- tación de Dios. La veneración religiosa por ese Dios llegó a su punto culmi- nante en Roma con Epicteto y Mareo Aurelio y a su tiempo la comentaremos. E AS Para la demostración de la existencia de ese Dios argiúian los estoicos bellísimos y lógicos argumentos; el físico-teológico, al que antes nos referíamos, por el que decían que la mera contem- plación de la Naturaleza demostraba la existencia de una inteli- gencia superior originante y organizadora de ella; el argumento incontrastable para Cleanto era la visión del firmamento, infini- tos mundos moviéndose en el espacio sin el más leve choque apesar de su variedad; el Sol, su función respecto de la Tierra, la Luna, todo esto hablaba al ánimo del Atleta discípulo de Ze- nón de ese ser erande, poderoso e inteligente porque tal tenía que ser el organizador del firmamento. Otro argumento del mismo carácter que el anterior, es el de las letras del alfabeto griego, lo cita Cicerón en su *““De Genealo- gía Deorum”” y lo repiten casi todos los historiadores de la filo- sofía que estudiamos, y quien dice el alfabeto pudiera decir el mármol objetivando aun más el pensamiento. Apesar de todas las perfeceiones del dialecto jónico-épico en tiempos de Homero si no hubiera existido un rápsoda de su vena épica, o mejor di- gamos un pueblo de su estro poético, (vá que la personalidad del poeta discutido por Esmirna, Quio y otras ciudades es un pro- blema de la literatura aun no resuelto y que son múltiples los co- laboradores que se consideran y se llega, como Wolf, a negar su - existencia y a hacer de la lliada como un magnífico tapiz en cuyo tejido intervino todo un pueblo) no hubiera existido esa obra gloria de la Grecia y de la literatura universal porque el arte no tiene nacionalidad, su patria es el mundo. Y decíamos el már- mol, porque tan ricas y abundantes eran las canteras de Himeto, Pentélico y Paros en la época pre-helénica, cuando se construía la tosca ciudadela de Tirinto y en la arcaica cuando se modela- ban los primeros Apolos tiesos e imperfectos, que cuando en la 98 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. etapa de Pericles se levantaba allá en lo alto de la Acrópolis un templo como el Partenón y cincelaban sus esculturas Fídias y Praxiteles, el material era el mismo pero los artífices eran los genios de las artes plásticas en cuyas manos la piedra se trans- formó y recibió el beso del arte. De igual modo la materia del universo no se hubiera organiza- do tan perfectamente sin el impulso del fuego divino, no se hu- biera producido con toda la grandeza que admira y ensimisma a los hombres sin recibir el beso de Dios. E E Aplicaban estos mismos argumentos y otros, a la demostración de la Providencia que creían irrefutable por revelarlo así el or- den existente en la naturaleza y las causas finales porque tanto. en los animales, como en las plantas, como en los hombres, en to- do, hay una finalidad que conduce a reconocer la existencia de una Providencia que para los estoicos tiende a la persistencia y coordinación del universo por lo que organiza esa sucesión infi- nita de las causas, pues tener una finalidad que cumplir es un motivo para existir. La filosofía estoica tiene aleo así como una teología natural cuyo orden serial se rige por la relación y subordinación exis- tente entre los seres de la naturaleza, no de acuerdo a esta por- que ella es poderosa y perfectísima. Sitio preeminente tiene en esta serie teológica el hombre pues como escribe Cicerón: *““ipse autem homo ortus est ad mundum contemplandum et imitan- dum”. (1) Al desenvolver estos pensamientos los estoicos se encontraron un instante perplejos porque pensaron en el dolor.—;¿ Lo dispone la Providencia esa que dijimos tiende a la persistencia y coordi- nación del universo? ¿Ese Dios que tiende al bien del hombre? ¿Los accidentales fenómenos de la naturaleza, las enfermedades, los sufrimientos físicos y morales de los hombres, la muerte, no son un mal? ¿Quién lo dispone? ¿De dónde nace? ¿Cuál es su origen?—Al instante se serenaron, el mal y el dolor fueron in- capaces de hacer tambalear la fé del estoicismo en su divinidad, y redoblando toda su confianza y sonriendo, pensaron que las ca- tástrofes de la naturaleza, el mal de los hombres existe y es ne- (1) El hombre nació para contemplar e imitar al mundo. , Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 99 cesario e incontrovertible porque hay que pensar con Heráclito que es el medio de apreciar el bien. Es preciso padecer los horrores de la guerra para poder apre- ciar exactamente la placidez y la bondad de la paz, es preciso sentir la repulsión que produce la visión de la piel del infeliz le- proso para saber apreciar la belleza de una piel aterciopelada, joven y tersa, es preciso conocer la fealdad para distinguir la be- lleza; portentosa anticipación, en siglos, del pensamiento de Hegel que dice: ninguna eosa puede existir sin que exista su contra- ria; justicia sin injusticia, vicio sin virtud, bien sin mal. Luego el mal acrecienta el carácter optimista del estoicismo. Explicada su necesidad, enseñan los estoicos que no lo dispone Dios, él es perfecto e incapaz de hacer nada que sea mal. El mal surge sin que sea obra de la naturaleza al formarse lo bueno, lo bello y lo útil como algo adherenete y extraño. Y cabría preguntar: ¿Cómo ese Dios universo permitió esa in- tromisión? ¿Si él todo es poder y perfección? Y los estoicos eon- testan a impulso de su filosofía que para que los hombres sepan apreciar toda la bondad del bien. Lo que antecede nos conduce a pensar, que cuando los estoicos hablan de providencia divina y libertad humana no hacen más que nombrar abstracciones que carecen dentro de su sistema de realidad; porque hemos visto que Dios no interviene para evitar el mal, que surge por una ley fatal a cuyo impulso sucede la trans- formación del fuego origen de todo y si de tal modo se cumple esa ley, no es preciso declarar, porque las luces naturales del lee- tor se lo habrán hecho comprender, que el hombre, cuya alma so- lo es un soplo de ese éter divino, una partícula de ese fuego, está por completo sometido al peso de esa ley, a los designios inapela- bles del fatum de los estoicos latinos. La espontaneidad, el poder voluntariamente dirigirse o proce- der es la libertad necesaria, si desaparece la coacción externa, no desaparece por eso la necesidad interna, la que es incompatible con la libertad de los actos, incompatible con el libre albedrío, uno de los problemas más intensos y discutidos de la filosofía de todos los tiempos. EXE % Sobre la vida futura el eriterio estoico es algo impreciso, sin 100 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. embargo, su física, su metafísica y su teodicea llevan a negarla toda vez que las cosas se destruyen, aunque sea para surgir de nuevo como antes fueron. Según Diógenes Laercio (1) los estoicos decían: “Que el alma es sensitiva, y nos es un espíritu innato; por tanto, es corpórea, permanece después de la muerte, y es corruptible. Pero el alma del universo es incorruptible, de la cual son partes las de los animales””. Y cabe objetar que si se tiene en cuenta que las partes tienen las mismas propiedades que el todo y las almas in- dividuales son consideradas partes del todo alma universal, las individuales son tan inmortales como ésta. Muchos estoicos las creyeron persistentes, más que el cuerpo, pero no imperecederas. Cleanto creyó que todas persistían, en tanto que Crisipo solo concede esa persistencia a las almas de los sabios, y la escuela de Rodas comandada por Posidonio que se aparta de la del Pórtico de Pecile en diversos puntos como en no admitir la combustión fin del universo y el surgir de nuevos se- res idénticos a los anteriores, diverge aun más en este problema y niega rotundamente la inmortalidad del alma; alegando como pruebas de ello la similaridad de los hijos con los padres y el he- cho de que cuanto es susceptible de mal es mortal y el alma lo es. Luego veremos como en Roma el estoicismo por una relisiosi- dad que adquirió se aparta del de Grecia en este punto. En conjunto puede decirse, que el estoicismo dotó al alma de corporeidad porque solo así hubiera podido obrar sobre el cuer- po; su materia es más perfecta que la del cuerpo y la descompo- sición de ésta no produce la de aquella, pero esta incorruptibili- dad o inmortalidad no es eterna y al verificarse la combustión del universo perecerá, incluso la del sabio que es la más persistente. La teodicea estoica nos muestra por tanto un fatalismo ineludi- ble y un panteismo ya que todo es manifestación de Dios, el úni- co ser poseedor de la inmortalidad absoluta. V Psicología del Estoicismo. Confundida en la antigiitedad la ciencia filosófica que estudia la vida mental del hombre con las otras disciplinas, el análisis AO os AB oe yes as Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 101 de sus diversas cuestiones cayó dentro del campo de ellas, pero investigaciones posteriores han delineado su personalidad y lo que antes se estudiaba dentro de la física, la teodicea o la lógica ha venido a sentar plaza en su acervo propio; y se han agrupado los fenómenos psicológicos estudiados por los estoicos, como tam- bién los de otras escuelas. Aristóteles, con esa claridad que su entendimiento tuvo y con su carácter de perspicaz observador advirtió algo de esa distin- ción entre el estudio de la vida mental del hombre y las otras cuestiones y escribió estudios especiales sobre ella con un talento que la filosofía moderna ha tenido que reconocer y elogiar. Natural era esa relación que vemos en el estoicismo entre la física y la ciencia psicológica dada la constitución materialista de su filosofía. El alma humana era para ellos un cuerpo de me- jor sustancia, pudiéramos decir, que nuestro exterior, toda vez que era semejante a la de Dios, pero cuerpo al fin; sin embargo el estoieismo por ese predominio que concedió a la individualidad y por su carácter voluntista, mira con gran interés hacia la vida mental del hombre, hacia el conocimiento de el yo. EXE Advierte el estoieismo el valor del fenómeno de el instinto en la vida animal y lo explica. Ese instinto tiene su gérmen en el egoismo que pone la naturaleza en la entidad que crea, que le lle- va automáticamente a procurar la manera de tener las mayores ventajas, los medios más favorables para su vida, a sustraerse de todo aquello que la obstrucciona y a huir rápidamente de lo que sea capaz de destruirle. Llega a declarar el estoicismo que en mucho este instinto di- rector de la vida animal se encuentra en las plantas. En efecto, las plantas, con menos amplitud, instintivamente hacen todo eso que realiza el animal. La sombra y la humedad favorecen la vi- da de los helechos y sus rizomas siempre crecen para seguir su desarrollo y reproducción hacia donde pueden encontrar esas eir- cunstancias favorables; plantas hay cuya raíz gruesa y dura se encuentra una roca que no puede perforar y entonces se divide en finísimas raicillas que se internarán por sus grietas para lle- gar a capas de tierra que les permitan mantener su vida; el fe- nómeno del geotropismo pudiera también citarse como ejemplo. 102 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El instinto por mantener la vida produce la lucha perenne en- tre el animal y el medio que le circunda, el proceso de su adapta- ción a él. El fenómeno en la vida del hombre es el mismo, con la cireunstancia de que él tiene el don precioso de la razón que le pondrá a resguardo del medio e intentará modificarlo a su favor en la medida que sus fuerzas se lo permitan. Platón en su Timeo explica como los animales son hombres de- generados; para Plutareo eran hombres que no han desarrollado, cuya razón está en un grado inferior o incipiente y replicó al es- toicismo su teoría del instinto; teoría que tiene su base en la ca- rencia absoluta de inteligencia en los animales, que desenvuelve Séneca en su epístola CXXI y que le lleva a declarar en la CXXIV que *““el bien lo trae consigo la razón”” y que “el bien no puede encerrarse en el cuerpo de un animal””. (1) El instinto obra en el hombre infinitas veces con independen- cia de la mente, lo que demuestra su interesante papel en la ae- tividad pero con frecuencia existe un compromiso entre ambos extremos, y a veces la vida mental del hombre se sobrepone a él. He ahí por qué interesa tanto el estudio de la psicología y su re- lación con el instinto. (de RS Cuestión capital de la ciencia psicológica íntimamente relacio- nada con la lógica es el proceso por el cual se da cuenta el hom- bre de cuanto le rodea, de todo aquello que para él es objeto y que le impresiona y solicita, cuyo resultado no es otro que el co- nocimiento. El carácter voluntista del estoicismo conduce a la negación rotunda de los universales separados de los objetos como decía Platón y de la idea encerrada en los cuerpos en sí como explica- ba su eran discípulo; las ideas son meras abstracciones de la mente. El alma para los estoicos es una placa de mármol en la que grabador aleuno ha hecho nada; eso no se efectuará sin cier- ta voluntad a favor de ello por parte del individuo. El surtidor de donde emergen las ideas intelectuales es la sen- sación, que Cleanto comparaba a la marca de un cuño comprimi- do contra una lámina de cera, y Crisipo definía: “una modifica- (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 548 y si- guientes, 566 y siguientes. . Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 103 ción en el alma”” lo que es igual a lo pensado por Cleanto, pues la cera antes de ser marcada estaba lisa y sin modificación alguna y el cuño la modificó dejando las huellas de sus trazos o relieves. Maravillosa anticipación de la filosofía estoica a la psicología moderna. Cuando hablamos de la serie teológica natural dijimos que ocu- paba en ella el hombre lugar preeminente y que su fin era adorar e imitar a Dios, y uno de los medios de acercarse a él es la pose- sión de la verdad, conociéndolo todo con certeza. El medio cir- eundante, la realidad objetiva, impresiona el alma del hombre, la modifica y deja su marca, fenómeno simplemente pasivo, es la sensación; para conocer el hombre dicha sensación, es necesa- rio que se transforme en percepción y para tal tránsito precisa que el espíritu salga al encuentro de dicha sensación y le dé su asentimiento, su permiso pudiéramos decir, para llevar a cabo tal modificación; ésto pone de manifiesto el carácter voluntista que apuntamos. Así que el conocimiento es producto de la impre- sión de lo exterior en nuestra mente consentida voluntariamente por ella. Ese asentimiento no debe darlo el espíritu más que a las sen- saciones aquellas que convertidas en percepciones puedan ser por el hombre comprendidas y asimiladas, que son las capaces de lle- varnos al conocimiento; son aquellas en que la fuerza del objeto que las produce, ha sido intensa y en su relación actuó la vo- luntad. XXX Hemos hablado del instinto ante el medio dirigiendo y favo- reciendo la vida del hombre, hemos explicado como los estoicos deseribían el fenómeno del conocimiento, es decir de cuestiones exteriores de acuerdo con el intelecto humano, hablemos ahora de ese intelecto humano conociéndose a sí mismo y comprendien- do su funcionamiento o sea, de la conciencia. Genios como Platón y Aristóteles no podían por menos, al efee- tuar sus investigaciones sobre la vida mental del hombre, que re- conocer esa entidad; hablaron de sus funciones y de su impor- tancia, pero pudiera decirse que ella no tenía aun personalidad en filosofía, al menos no tenía nombre, el estoicismo le determinó a su modo denominándole cuveldnors (1). (1) Conciencia. 104 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Al comentar la metafísica estoica expusimos como ella consi- deraba el alma, de que modo estaba formada y donde la situa- ba. La yenovióv, la mente, la potencia principal es la directora de toda ella, ella es la que dá el asentimiento de que hablábamos para determinar la conversión de la sensación en percepción, ella es la reina de la conciencia que da a conocer el alma a sí misma. Las marcas de que hablamos no se pierden en la mente del hombre, se van guardando, (desde luego que la fuerza que se desarrolló para esa labor influirá en la permanencia de ellas) la hyepovixóv según le parezcan más o menos precisas, según la ha- yan impresionado con más o menos intensidad las irá guardando para sacarlas y hacerlas servir cuando lo crea necesario. La sucesión de percepciones comprensivas y asimilables seme- jantes originan en el hombre un proceso de comparación y fusión del que sureirán las ideas generales; ellas son utilísimas al hom- bre pues le permiten preveer, anticipar criterios («rpókmyis ) (1). Por ejemplo un niño oye el canto de determinada ave canora, la ve y celebra su canto y su plumaje, tiene otras percepciones auditivas del mismo canto y llegará el día en que oiga semejante canto y aunque no vea quien lo produce prevea que el animal que él contempló se acerca y como a varios iguales ha oído can- tar, diga, todos los individuos de la especie tal cantan y hasta llegará al cabo al oirlos a anticipar la visión antes de tenerlos delante y representarse en su mente el vistoso plumaje que él celebró. Un eúmulo de ideas generales lógicamente sistematizadas, un orden serial de ellas unidas por razonamientos inmutables y co- rroborados por la experiencia, que conducen al perfecto conoci- miento de determinados asuntos constituyen la ciencia; que es la verdad y la verdad lleva al bien y el bien es la felicidad, tras la cual camina el estoicismo. Para explicar la formación de las ideas generales los estoicos tuvieron un claro presentimiento de la ley de similaridad de la psicología moderna y dijeron que ellas surgían por incidencia, por semejanza, por analogía, por composición o bien por opo- sición. E E E Respecto del problema del leneuaje diremos que el estoiecismo (1) Anticipación. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 105 le consideró producto de la tensión de la iyepovixóv haciendo fun- cionar el aparato fonético en relación con el pensamiento. Apa- rato organizado por la naturaleza para articular sonidos. Conocieron los estoicos las dos teorías que existían acerca de la relación entre la palabra y lo que ella expresaba, la del gúse (1) y la del dre (2) y hallaron razones de no poco peso en una y otra, por lo que no se pronunciaron por ninguna. E E Hablamos de la razón dándose cuenta de lo útil del instinto y de la vida de acuerdo con la naturaleza, todo lo que fuera obrar en contra de ella era malo y puenaba con la razón; así las pasiones no son más que falsas interpretaciones de la razón, estados de conciencia en que el alma decaída y aplanada no ejerce su tensión. Esa manera de concebir las pasiones les dá un carácter pura- mente humano y como los estoicos las advertían en los animales, dijeron que en los animales surgían de imágenes y de sus arran- ques a impulsos de su condición de brutos. La vida sensible la supedita el estoicismo a la tesis ética que se propone sostener, no la estudió como algo que interesaba gran- demente al hombre en sí mismo; luego nos referiremos a ella. Como hemos visto la física y la teodicea estoicas llevan a la negación, sorprendente por efectuarla la filosofía del Pórtico tan eminentemente voluntista, del libre albedrío. Dió las pruebas para ella irrefutables del determinismo; sucedió lo de siempre que el criterio se amolda a lo que se quiere que resulte demos- trado. El panteismo estoico y su tesis física necesitaba de la existencia del Destino lo que puenaba con su ética y entonces ideó el compromiso de ambos extremos de la manera que le pa- reció más lógica; ya veremos ese compromiso al tratar de la moral. Finalmente diremos, que hemos visto corroborada la relación íntima de la psicología con las demás disciplinas y a cada paso, o nos hemos referido a asuntos antes tratados o hemos anunciado su estudio en capítulos siguientes. (1) La que mantenía el acuerdo con la naturaleza. (2) La que sostenía el mero convencionalismo. 106 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vI Lógica del Estoicismo. Dado el valor que predominantemente concede el estoicismo a la ética, a la que considera capital y suprema ciencia, la física, la teodicea, la lógica y todas las disciplinas merecen estudio y atención no por su valor en sí sino como medios para llegar a la suprema ciencia. En los filósofos anteriores había tenido la lógica una tendencia investigadora respecto del ser en general, un carácter ontológico, pero los estoicos se apartan de esta ruta tendiendo a hacerla la introducción a la ciéncia filosófica, a la interpretación del pensa- miento y como el medio perfecto de la exteriorización de este se efectúa por medio de la palabra, de ahí que la lógica estoica comprenda la retórica y la dialéctica. ¡Séneca en su Epístola LXXXIX (1) después de dividir la filosofía en tres partes: mo- ral, natural y racional y discurrir acerca de las dos primeras dice: “Quédanos por dividir la filosofía racional. Todo discurso es contínuo, o bien está entrecortado de preguntas y respuestas: al primero se le llama Sader y al segundo gnropixh. El retó- rico cuida de las palabras, de su sentido y de su orden. Avaderuch se divide en dos partes, palabras y significaciones, es decir, en el asunto que se trata y en las palabras con que se expresa?”. Como el pensamiento no exterioriza más que lo que la reali- dad le dá a conocer o lo lucubrado sobre esa realidad, de ahí que la teoría del conocimiento descrita al tratar de la psicología del estoicismo sea como la base o sustancia de esta lógica y a la vez lo más original, porque en otros puntos son los estoieos seguidores del eran lógico, netamente aristotélicos. ES Las ideas intelectuales las clasifican los estoicos en cuatro gru- pos bien delineados, según indiquen substancia, modalidad o mo- do de ser, cualidad o propiedad o atributo y relación. Lo verídi- co de una idea depende de que reproduzca de la mejor manera posible las siluetas del cuño, el objeto que modificó la mente hu- mana, de modo elaro e inteligible. (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 352. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 107 Por cierta se tendrá una idea si copia fielmente su objeto. Ze- nón de Citio establece cuatro grados de certeza: la simple ima- ginación ( avracía), fé o creencia (ovyxarádeais), ciencia o saber (karáAqyas' y comprensión (imorqun). Ilustra y hace gráfica esa eradación con una comparación que citan casi todos los historia- dores de filosofía; dice, que la mano abierta se puede comparar a la primera, medio cerrada a la segunda, enteramente cerrada a la tercera, sujetas ambas manos a la última, la comprensión, la ciencia universal y sistemática. La experiencia resulta de una serie de sensaciones homogéneas, palpando la trascendencia de sus efectos; los estoicos explican que del conocimiento de la experiencia se forman los conceptos que son los que permiten al hombre mantener la sensación pre- sente y adelantar las venideras. Llegaban a la formación de los conceptos por diversos caminos, por semejanza de las sensacio- nes o por oposición o por transposición o por combinación de ellas. Los conceptos los clasificaban en dos grupos: naturales y arti- ficiales o formados por una metodización, y luego establecían dis- tinciones de los seres en géneros y especies según comprendieran conceptos más amplios o más estrechos o limitados. Llegaron los estoicos a pensar en la formación de una tabla lógica por la que se clasificaran los conceptos según fuera posible el añadirles los atributos anotados; lo que fué refutado, con razón, por Ale- jandro de Afrodisias, el Comentador, pretextando que había atri- butos propios de individuos de una especie, como el reir en el hombre pero que no es tal atributo el más característico ni tras- cendental del ser humano. Resulta raro y aun contradictorio que el estoicismo cuya física habla del hóyos orepuaricós O razón seminal origen de los cuerpos tan conforme con el realismo de que se habló, dé a los conceptos el carácter de meras abstracciones y llegue al nominalismo, y es, que ellos, los estoicos, no equipararon ambos términos. E E * El considerar la retórica parte de la lógica como Aristóteles, llevó a los estoicos a sutilísimas lucubraciones sobre la filosofía del lenguaje que creemos pueden ser consideradas como antece- dentes de la moderna semántica. Desde el punto de vista gramatical el estoicismo merece gran- 108 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. des elogios, él estudió los casos de la flexión nominal marcan- do su buen uso de acuerdo con la filosofía que encerraban, analizó la flexión verbal como parte capital de las proposiciones, y la sienificación de los tiempos, de igual modo analizó las partes de la oración, que fijó en el número de cuatro, y la sintaxis o unión recta de ellas para expresar los pensamientos clara y exac- tamente. Múltiples términos de nuestra eramática tienen su ori- sen en el estoicismo. En este orden de estudios fué Crisipo el más notable de los es- toiecos griegos. Llevados los estoicos de su tendencia a la distinción de grados y de orden, sentaron su clasificación de las proposiciones y de los juicios que ellas encierran, considerándolos simples y com- puestos, distinguiendo en aquellos la cantidad, la cualidad y la modalidad y en estos el hecho característico de existir siempre en ellos una conjunción que según su clase era la del ¿juicio compuesto. Formularon su teoría sobre el juicio y la necesidad de poder elevarlo a áfivcua (1) para apartarse de lo falso y llegar a la verdad. Si bien todo esto revela un pensamiento claro y una labor útil a la gramática y aun a la misma lógica, hay que reconocer que los estoicos se alejaron con frecuencia del verdadero campo de la lógica cayendo en discusiones formalistas o gramaticales al analizar las cuestiones lógicas. Los juicios se enlazan para formar un razonamiento que lleva- rá al conocimiento de la verdad; para los estoicos el instrumento precioso para llegar a tal fin, era el silogismo hipotético. Conce- dían tal primacía a esta clase de silogismos porque decían que en todo razonamiento existe una hipótesis y una proposición adi- cional de las que surge como consecuencia la verdad. La silogística estoica es complicadísima y eminentemente for- mal, carácter de toda su lógica; de los cinco modos simples pa- san a grandes series de combinaciones formando los modos com- puestos que son innumerables. (1) Proposición fidedigna. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 109 VI Moral del Tistoicismo. La moral como hemos dicho al hablar del nacimiento de la filosofía del Pórtico de Pecile, de sus antecedentes, de sus carae- terísticas y de su fundador, es el punto capital del estoicismo, a ella están ligadas las demás ciencias como coadyuvantes a su mejor desenvolvimiento y perfección. La moral en los sistemas filosóficos del declinar de la filosofía griega cobró una gran preponderancia dado el estado de cosas del momento histórico en que surgían, pero quizá en ninguno has- ta el punto a que llegó en el estoicismo pues él levantó su relieve y la distinguió de la política, porque en Platón y Aristóteles es- taba confundido lo individual y lo colectivo, solo veían el ciuda- dano y los estoicos distinguieron la personalidad, el hombre. Los diversos problemas físicos, teológicos o lógicos no son del todo interpretados de exacto modo por todos los estoicos ni tie- nen un verdadero sello de originalidad ; por el contrario, su idea- lismo moral, como el que se ve en Sócrates y sus discípulos Pla- tón y Antístenes, no solo tiene de original y típico, sino que es el credo o profesión de fé invariable y distintivo de los estoicos de todos los tiempos. Como anotamos al hablar de la influencia de los cínicos en el estoicismo, éste, como aquéllos, pensó que era una necesidad vi- vir y proceder de acuerdo con la naturaleza y Crisipo dijo tam- bién : óuokoyovuéws Ti dúe (1), y como para él la fuerza directora y organizadora de la naturaleza era la razón divina, proceder tal como ella lo estatuía era aproximarse o llegar a la cima de la virtud, porque ella era, todo sapiencia, incapaz de equivocarse y propendía al bien del hombre y le señalaba el camino para llegar a tal altura. Así que el hecho de que,unos estoicos definan la virtud como el acuerdo perenne con la naturaleza y otros con la razón, no es más que coincidir en un pensamiento dominante de su sistema filosófico. Vivir practicando la virtud por la virtud misma, sin abrigar al actuar el más leve germen de interés ni recompensa, por el placer y la serenidad que lleva al ánimo del hombre el deber cum- (1) Sin controversias con la naturaleza. 110 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. plido, produce el bien y el que tal hace recibe los efluvios, cons- tantemente perseguidos y ansiados por los hombres, de la diosa de la felicidad. A tal régimen de vida llegará el sabio porque él comprenderá las leyes de la naturaleza y no osará oponerse a ellas; además, él no solo observará sistemáticamente la práctica exterior del bien (ro ka8ixov) (1) sino que su espiritu llegará a tener por há- bito la tendencia al bien (¿s, karópdopa) (2), finalmente el sabio estoico caerá en un indiferentismo, que demuestra la relación del pirronismo con esta filosofía, que le hará inmutable a todo lo que no sea la virtud llegando a desdeñar con igual displicencia los dolores, los placeres y todos los conveneionalismos de la sociedad. Ahora bien, dentro de ese indiferentismo, distinguía la filosofía estoica lo completamente desligado de la moralidad, lo que no interviene en ella, como la salud o los bienes de fortuna, de aque- llo que dificulta la vida y el desarrollo del hombre, como las en- fermedades y la pobreza, aquellas cosas aunque inútiles a la mo- ralidad son útiles, convenientes al hombre por las ventajas que le reportan, son preferibles, en tanto que las últimas resultan inútiles, inconvenientes, no preferibles. Preciso era, para que la moralidad mereciera tal nombre, que interviniera en ella el poder del individuo porque de lo contrario quedaba reducida al simple impulso del instinto dirigido por la naturaleza lo que no podía ni debía ser, porque el hombre tiene cierta libertad interior y de ahí el predominio de la voluntad en el estoicismo, preciso era que esa armonía con la naturaleza fue- ra dirigida y deseada por ella. La dirección de esa voluntad supone energía, supone una fuer- za en tensión, un esfuerzo para vencer estorbos materiales, para refrenar pasiones, para salvar obstáculos morales lo que es mil veces más difícil que respecto de los materiales, para decidir con- flietos de motivos, siempre en pos del bien; ese esfuerzo es como el sello de la moralidad, él dá valor a los actos que el hombre ejecute. Por otra parte, como el alma humana es una partícula del espíritu divino, recordemos la frase de Séneca: *““in corpore (1) Lo que es decente y conveniente, (2) Hábito de realizar la virtud. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 111 humano pars divini spíritus mersa'”? y el esfuerzo impulsor de la voluntad de ella parte, cuanto mayor sea la tensión de esa fuerza y por tanto la intervención de esa partícula divina, alma, tanto más mérito y moralidad tendrá el acto. El estoicismo sitúa al bien, no en los objetos de la inteligencia o en lo más deseable, sino en el hombre, en su propia voluntad ; pensamiento gigantesco del estoicismo no sólo por lo enaltecedor que resulta a la personalidad moral del hombre, sino por el aci- cate poderoso que constituye para todas sus empresas, que le animará y fortalecerá ante todas sus desventuras, que levan- tará el ánimo decaído del hombre al luchar con fuerzas mora- les y físicas mayores que la suya sintiéndose abrumado y hará que aspirando el aire, esanchando sus pulmones al saber que en su esfuerzo está su triunfo, sienta que se le inyecta fuerza a su espíritu y se levante para seguir su peregrinación tras el bien repitiendo con Epieteto: *““Omnem utilitatem e damnum a se- metipso expectare””. Al oir esta frase el lector perspicaz se preguntará sorprendi- do que cómo será posible, al observar las arciones de los hombres, determinar cuando han sido impelidas hacia el bien o hacia el mal por una voluntad consecuente; y nosotros le dire- mos que esto es el resultado de un concepto paradójico que dis- minuye un tanto el valor de la filosofía estoica; tan frecuente- mente es falaz y ensgañadora la actitud de la humanidad que di- lucidar tal problema, especialmente respecto de ciertos de sus componentes, sería del todo imposible. Ek * Las virtudes que adornan el corazón del hombre sabio consi- dera el estoicismo que son: la impasibilidad (úródia), la pru- dencia o sabiduría (dpóvnows), la fortaleza (úvspia) y la justicia (Sucavoróvy) ; el poseedor de tan grande tesoro es semejante a Dios, no tiene otro elemento distintivo y que envidiarle que su dura- ción, pues el sabio es perecedero y Dios es eterno. La virtud es una, ella sola es el bien y poseer una de ellas es tener en principio todas las demás o a la inversa carecer de una es estar desposeído de todas. Esta correlación de las virtudes 112 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. admira y no deja de tener mucho de verdad. El sabio tiene la impasibilidad por ser tal y el impasible ante los males tiene la fortaleza, el impasible tiene la exacta idea del deber y del cono- cimiento y el que sabe fijar el deber y conocer como debe diri- cirse tiene la prudencia y esta virtud lleva implícita la exacta apreciación de todos los hechos de la sociedad o sea la justicia, y el hombre justo, prudente y fuerte es impasible y el impasible es sabio. El estoicismo se niega a admitir diversos grados de virtud por- que eso sería suponer una graduación descendente de la virtud al vicio lo que para él es inaceptable. Un hombre será o nó vir- tuoso pero en manera aleuna medio virtuoso. Se nos ocurre comparar este criterio del estoicismo con la re- composición de la luz blanca; en efecto, el rayo de sol descom- puesto a través del prisma de cristal dará los siete colores del iris, las virtudes, su reunión perfecta a través de un prisma in- verso, dará la luz blanca, ni más blanca ni menos, la luz; poseer los siete colores es poseer la luz blanca, tener esta es tener aque- llos. Obtener un solo color, una virtud, es aleo que no es posible porque él es originado de la descomposición de aquello que es formado por todos, la luz. El gran Lucio Anneo explica brillantemente esta correlación de las virtudes en la Epístola LXVI (1) en la que escribe: *“La razón es igual a la razón, como una cosa recta a una cosa recta; luego la virtud es igual a la virtud, porque no es otra cosa que la recta razón. Todas las virtudes son razones; si son razones, son rectas, si son rectas, son iguales ””. ES Lo precedente conduce al estoicismo a que no hay en teoría en la humanidad más que dos clases de seres; seres buenos y seres malos, es una conclusión que surge lóvicamente de las premisas anteriormente apuntadas; aunque la sociedad presenta tipos en los que parece que en su conciencia existe una aleación de las despreciables escorias silíceas del vicio con partículas del noble metal de la virtud, el estoicismo de un modo extremista niega tales relaciones entre la maldad y la bondad. (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 202. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 113 Los tipos son: el sabio, de cuyas características hablamos al tratar del problema metafísico de la inmortalidad del alma y en este capítulo, y el insensato, que será un miserable y por añadi- dura loco, porque el estoicismo mantiene que solo estando loco puede el hombre poner su voluntad consecuente a la maldad, al vicio y a las pasiones. A estas las considera movimientos opues- tos a lo dietado por la razón y toda cosa contraria a la razón es un mal; Cicerón las reduce a cuatro géneros; la conscupicencia o deseo y la alegría relacionadas al bien y el temor y la tristeza con el mal. Esa idea inexacta del estoicismo tratan los estoicos de subsa- narla en algo en la práctica, diciendo que el loco podía imitar e! proceder del sabio lo que elevaría su nivel, pues se acercaría a la conformidad con la naturaleza. Pensamiento que no satisface porque parece natural pensar que si al loco no le es dable por su falta de razón tender por sí hacia el bien y lo perfecto, tampoco : tendrá el suficiente poder diseriminativo para comprender los beneficios de tal imitación, a no ser que ella fuese de un modo inconsciente. El hecho de no admitir el estoicismo sino esos dos extremos, o en el bien o en el mal y de establecer entre las virtudes esa es- trechísima correlación y unidad, le llevó a sentar la igualdad de todas las faltas; por lo mismo que una verdad no podía ser más o menos verídica, ni la virtud más o menos buena, una falta mo- ral no podía ser ni más ni menos, todas eran tendientes al mal; lo que resulta francamente paradójico, encierra al hombre en un círculo y le demuestra la ineficacia de intentar compaginar el vi- cio con la virtud, que son extremos irreconciliables. Anuladas por completo quedan las faltas pequeñas porque no existen, solo se conocen las faltas. El hombre en su orgullo y malicia mil veces disculpa sus fal- tas antes o después de cometerlas, buscando explicaciones que las justifiquen y el estoicismo le cierra también esa puerta de escape. Al pensar los estoicos en el castigo de las faltas se encontra- ron con que a faltas iguales había que imponer iguales castigos, si se iba a proceder eon equidad y justicia, pero a la vista de ellos saltó que no merecían todas las faltas una misma pena, y enton- ces, tratando de subsanar en la práctica su paradoja teórica, 114 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. echaron mano a las atenuaciones y las distinguieron según la trascendencia de ellas y la maldad que encerraban; de la misma manera que en las cosas indiferentes habían distinguido las con- venientes y las preferibles, en las faltas_morales distinguieron las más disculpables de las más censurables y malvadas. k XA Lo que asombra de la moral estoica es, que ella, que trata de sostener que en nuestro esfuerzo está el triunfo y le dá el caráe- ter de un estimulante enérgico para batallar y para subsistir en la ruta hacia el bien y la virtud, lo que hace pensar que pone en manos del hombre la libertad, le afirme la existencia de un término completamente antagónico, como es la ley fatal de la Providencia, inalterable a pesar de todos los esfuerzos, y le diga que grabado con agua regia en una eterna plancha de bronce por la mano del Destino está determinado el fin y el or- den de todo. No olvidemos lo que del fatum estoicorum dijimos al tratar de la metafísica y la teodicea, la tesis de ellas es irreconciliable con el verdadero libre albedrío individual. Toda esta antagonía no tiene otro origen, a nuestro modesto entender, que el desconocimiento absoluto que tuvo la filosofía del paganismo del exacto concepto de la libertad. La libertad de los estoicos no es toda poder y espontaneidad, no es verdadera libertad; sino es una voluntad que se dá cuenta de esos designios fatales y trata de hacerlos suyos, de ayudar a su cumplimiento, de pensar y de proceder de acuerdo con esa ley, no porque se resista se sustraerá de su peso, ella es inexorable y poderosa y se cumplirá, sino que marcha al únisono, camina a la par y la voluntad individual consecuente a esa ley universal razonablemente, se siente satisfecha y feliz de ello porque va con- vencida de que es el bien. Así que hay una distinción entre la vida de acuerdo con la naturaleza voluntariamente y la involuntaria, aquella es moral esta inmoral. E XxX La moral del estoicismo apesar de sus: grandes pensamientos es imperfecta, el libre albedrío es concepto básico de la morali- Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 115 dad y no existe en ella, exagera la indiferencia, tiene ideas pa- radójicas como la que conduce a la dificultad de apreciar la vo- luntad consecuente, la igualdad de todas las faltas, la aprecia- ción en su teoría de solo dos tipos opuestos en la humanidad, el sabio y el loco; además si se cree verdad lo que nos relatan Dió- genes Laercio y Sexto Empírico, participa el estoicismo de otras aberraciones que se encuentran en otros sistemas filosóficos; jus- tifica y admite el suicido, legitima la mentira siempre que sea útil, disculpa el incesto, estatuye las mujeres comunes a todos los hombres y la aversión entre padres e hijos cuando ellos están en los dos extremos opuestos de moralidad que supone. Así como no puede dejar de admirársele y concedérsele inapreciable valor a muchas de sus máximas y a la distinción que hizo de la perso- nalidad del hombre. VIII Política del Estoicismo. La moral estoica, enaltecedora de la entidad individual, levan- tó no menos la colectiva como un resultado lógico de sus princi- pios filosóficos. Si todos los hombres actuaban a impulsos de su voluntad, y la voluntad y la razón son exteriorizaciones del alma y el alma era una partícula divina colocada por Dios en todos los hombres, to- dos ellos tenían voluntad y razón, todos estaban ligados por ese lazo de semejanza, todos han sido creados por Dios que tiende al bien de ellos, todos tendrán igual fin en una combustión univer- sal, luego todos son iguales y deben estar sometidos a una ley es- erita inspirada únicamente en la ley natural; esa igualdad de origen y de fin es el lazo primordial que une a todos los hombres ya que a todos hermana sin establecer distinciones, cristalización del gran sentimiento de la fraternidad. Esa ley natural surgió al formar la razón divina el universo y es el punto de partida de la ley eserita y de la constitución del Estado. El hecho de que el alma fuese considerada una partícula de fuego divino que dota a los hombres de la razón, establece un parentesco entre el hombre y Dios, porque si en aquél solo hay una parte pequeñísima de ese fuego y hay la razón limitada al 116 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. humano entendimiento y éste es todo fuego y razón, son ambas entidades de la misma especie, la distinción capital está en la cantidad, pero no obstante este es otro lazo poderoso que une a los hombres y conduce a la fraternidad. Los hombres debían amarse y socorrerse porque eran creación de la fuerza universal y eran compañeros desde su origen a su fin. La filosofía del Pórtico de Pecile quería inculcar en el ánimo del pueblo ateniense, sibarita de la estética, enorgullecido de la fecundidad y grandeza de su ciencia, de su arte, de sus letras y de su filosofía, que despreciaba a los galos por lo que distaban sus rasgos físicos de sus cánones estéticos y por lo inferior de su saber, que soberbio por las bondades de su raza llama ““bárba- ros*? a todos los pueblos que no fuesen él y que hace una división de la humanidad en ciudadanos griegos y hombres que considera más próximos a las bestias que al pueblo descendiente de Hellen, en el que efluvios divinos emanados del mismo Zeus habían re- caído, que esas divisiones eran falsas y desposeídas de toda vir- tud, que entre los seres racionales no había distinción que hacer en principio, el mundo lo poblaba una gran familia, el linaje hu- mano, la humanidad. Esto encierra el germen de una de las virtudes más admira- bles y hermosas que el hombre pueda practicar: la caridad. A impulso de estos conceptos del estoicismo fué que más tarde dijo, aquel hombre que pronunciara ante el Senado y el pueblo de Roma, estupefacto por su grandilocuencia, impetuosa Catilina- ria, “caritas generis humani””. (1) Secuela inevitable de esta fraternidad del estoicismo fué su cosmopolitismo; los límites morales de las naciones se esfumaron, el hombre tenía derecho a habitar en todas las latitudes, en todas las regiones, su patria era el mundo. El filósofo del tonel cuya influencia en el estoicismo señala- mos, había dicho: korporokirns ¿d$n, Zenón el del Pórtico y sus dis- cípulos divulearon y explicaron ese pensamiento y trataron de alejar todo germen egoísta y cayeron en el extremo exagerado del altruísmo diciendo que el hombre no debía vivir para sí sino para los demás. Inspirado por el estoieismo en tiempos posteriores Cicerón es- (1) La Caridad del género humano. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 117 eribió: *“Civis sum totius mundi”? (1) y Séneca: *“Ubi cumque homo est, ibi beneficii locus est'” (2). Algunos autores aminoran el valor de estas concepciones del estoicismo diciendo que la realidad se lo había dado a entender, porque Alejandro había conquistado todo el mundo entonces eo- nocido y había laborado por esa unión extendiendo así su Esta- do, y en el mismo Pórtico de Pecile alternaban en las discusiones filosóficas el hijo del mercader de Chipre de estirpe fenicia, ricos ciudadanos, el esclavo Perseo, Cleanto el sirviente del jardín ate- niense y traficantes de Cartago, de Tiro y de Alejandría; sin em- bargo, puede decirse en favor del estoieismo que existían otras filosofías que no dieron como él tan admirable interpretación a todos esos hechos que les presentaba la realidad. A Las ideas de fraternidad, caridad y cosmopolitismo y el concep- to que del derecho tuvo el estoicismo le llevó a formular la más acerba de las críticas en contra de la esclavitud. El estoicismo sentó el derecho propio del hombre por ser ra- cional, de modo semejante a los derechos impreseriptibles e in- alienables de que nos habla siglos después Juan Jacobo Rousseau. El derecho eserito no debía tener otro modelo que el derecho natural. Cuando analicemos el estoicismo en Roma hablaremos de su influencia en el derecho romano. Esa ley eserita inspirada en la ley natural, si bien no limaba las cadenas del infeliz esclavo, elevábale de la abyeeción y el ol- vido en que yacía a la condición de hombre similar a su dueño. Como escribe Diógenes Laercio (3) el filósofo de Citio decía : “¿Que la libertad es la potestad de obrar por sí: la esclavitud es la privación de esta libertad. Que hay otra eselavitud, consis- tente en la subordinación; y aun otra tercera, que consiste en la posesión y subordinación (a la cual se opone el dominio), y que también es mala ””. Séneca, al oir el anatema de la sociedad dirigido contra el es- (1) Soy ciudadano de todo el mundo. (2) Donde está el hombre, allí hay lugar de beneficio. (3) Obr. cit., lib. VIL pág. 80. 118 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. clavo que aun no ha recibido el favor de la emancipación, y el chasquido del látigo que le asesta crueles golpes, se siente infla- mado en su fraternidad estoica y escribe en una de sus Epístolas a Luecilio (1): ““Sé con verdadero placer, por los que están a tu lado, que vives en familia con tus esclavos. Reconozco tu pru- dencia y tus principios. Son esclavos; decid mejor, hombres. ¡ Esclavos !, decid mejor hombres que habitan bajo el mismo te- cho. ¡Esclavos!, decid mejor amigos en la humillación. ¡Esecla- vos !, decid mejor compañeros de esclavitud, si consideramos que la fortuna tiene igual poder sobre ellos que sobre nosotros ””. ““Así me río, cuando veo a hombres que consideran una des- > honra cenar con el eselavo...??. La moral social de los estoicos llegó a tener como lema: “homo res sacra homini”” (2); y el fin de ella era el mismo que anota- mos en la moral individual: el bien por el bien mismo. IX Roma.—Mirada a la civilización del pueblo latino.—Influencia de Grecia.—Relación entre el carácter romano y la Filosofía que desenvuelve. El pueblo que tuvo origen modestísimo en la colonia de Al- balonga, tuvo en su mente desde edad temprana un presenti- miento de la eran misión que él había de llenar en la historia de la humanidad. Su idiosincrasia y el genio de su raza todo for- taleza, energía y rectitud, le hablaba constantemente de una Ro- ma umbílicus mundi (3), recia, majestuosa y fuerte; este pensa- miento revoloteaba en su mente y era aguijón perenne en todas sus empresas, le enorgullecía y en sus primeros tiempos le dotó . de todo el aliento que le faltaba y que le era preciso. Las antiguas civilizaciones de Lavinia desenvueltas por los (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro. Epist. XLVII, pág. 128 y sigts, A. Fouillée, Compendios de los Grandes Filósofos. Trad. por J. Moreno, t. 1, carta XLVII, pág. 170 y sgts. (2) El hombre es cosa sagrada para el hombre. (3) Centro del mundo. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 119 etruscos y por los griegos que dominaban en el sur de la penín- sula, fueron aprovechadas por el pueblo romano que además ten- dió a conocer otras para iniciar la suya. Salió a sus conquistas guerreras y sus legiones regresaron triun- fantes, vietoriando sus águilas de bronce y agitando sus enseñas que habían triunfado en Cartago, en los reinos griegos y en Es- paña. El tacto que observaba Roma con sus vencidos fué admirable, les dejaba sus dioses, el fácil desarrollo de su ciencia, de sus ar- tes y “de sus letras, les brindaba sitio en su foro y les mostraba las ventajas y la necesidad de atenerse a su derecho. Le faltaba al pueblo latino la originalidad, el exacto sentido de la estética, la viveza de idea para grandes concepciones que no fuesen de la vida práctica, pero que son importantes porque alimentan el espíritu, y todo esto lo tenía con creces la raza que poblaba la Grecia; de ahí que ella fuera su maestra y a ella acu- dieran en constante peregrinación a beber en la fuente de su gran cultura todos los jóvenes de las principales familias roma- nas; porque en Roma se estimaba como una nota saliente y de gran erudición, imprescindible a todo ingenio, conocer e imi- tar lo helénico; había que saber la lengua de Anacreonte, y el mismo Catón, espíritu conservador enamorado de su Roma anti- gua, ya viejo, la aprendió. El cultivo de los campos y el arte de la guerra que lo consti- tuía todo para el romano primitivo, al contacto econ otros pueblos y especialmente con el griego, dió cabida a otras ocupaciones y a otros entuslasmos, sin deponer por ello su ideal de dominación. Roma progresaba en el arte de la guerra, ideaba máquinas que la ayudaran en sus conquistas y estimulaba el valor de sus hijos; Grecia progresaba en las artes de la paz, sutilizaba la máquina de su pensamiento y creaba su grandiosa filosofía. Roma con- quistaba la Grecia con sus balistas y catapultas y por la fuerza de sus legiones, pero Grecia la dominaba con la flamígera es- pada de su saber. ¡Quién lo iba a pensar!—El águila poderosa de pico fuerte y de potentes garras supeditada y sumisa al pen- samiento sutil de la Grecia. En todos los tiempos tan poderosa será la mente del hombre como la fuerza bruta de su brazo, y quizá más aquélla porque 120 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. impulsa a éste. Un himno recitado por Tirteo hizo vibrar el pa- triotismo de un pueblo que enardeecido salió a la guerra. Aunque aleunos hechos de la historia a primera vista parecen indicar lo contrario, es solo en apariencia, la fuerza siempre se ha rendido ante el pensamiento. Xx * No pretendemos hacer de la eivilización romana una copia ser- vil de la helénica pero el influjo de ésta es palpable en aquélla. Una fugaz mirada hacia su ciencia nos enseñará que en geogra- fía, astronomía, medicina, ete., tuvo los conocimientos dados por los helenos. Su estatuaria es pobre y lo mejor que tiene es obra en su ma- yoría de emigrantes griegos. Su arquitectura que pone de relie- ve su carácter, en los raseos personales que tiene, como la pre- sencia de la bóveda, del arco y el fuste de sus columnas liso fre- cuentemente, en muchas de sus partes sigue a los órdenes grie- gos; sin embargo, la elegancia y majestad de la línea helénica se ha perdido y denota una gran pesantez. Considerémonos de pie en la gran plaza del Foro al finalizar el Imperio y miremos to- dos los grandes monumentos a que alcance nuestra vista; el arco de Septimio Severo grandioso por su peso como la famosa Tribu- na de las arengas, la columnata del templo de Saturno de orden jónico, de fuste liso y grueso, y el enorme Coliseo con influencias helénicas pero que no recuerda las grandes obras de la Grecia de Pericles, apesar de su belleza. Las artes menores revelan la dirección de Grecia. Los romanos en su deseo de dotar de magnificencia a sus mo- numentos y sobrepasar a los griegos cayeron con frecuencia en una exageración de adornos y especialmente al declinar su gran- deza en una profusión extraordinaria de decoración botánica. Su literatura abundante, rica y grande, porque tal tiene que considerarse la que posee un Virgilio y un Horacio, carece de verdadera épica heroica y de una gran tragedia; las produccio- nes dramáticas de Terencio están inspiradas por un Menandro y son bellísimas; Plauto es más personal y más sugestivo, presenta la vida romana de modo admirable, pero también participa algo del helenismo; Catulo, Tibulo y Propercio riman frecuentemente a impulso de los líricos griegos, en Ovidio y Cicerón hay más Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 121 originalidad. La conocida frase de Quintiliano respecto de la sá- tira nos hace pensar, que al decir él, tan satisfecho de tal afirma- ción, que la sátira era toda de ellos, era porque se reconocía que en lo demás había de otros. La civilización romana fué apesar de todo grande y es digna de elogio y consideración, porque no sólo legó a la humanidad los monumentos y obras de los autores que citábamos, y su famo- so derecho fuente del derecho moderno, sino que hay que pensar con Polibio que no fué la familia de los Ptolomeos, apesar del enerandecimiento de Alejandría que inició Ptolomeo Sotero, le- vantando el renombrado barrio del Broqueón, con su eran Biblio- teca y su Museo lleno de sabios, ni su hijo Filadelfo que con- tinuó su obra, ni los Seleucidas, los verdaderos sucesores de Ale- jandro en su gran obra, sino Roma, que en su paseo triunfante por el mundo conocido divulgó junto con su lengua y su derecho la eivilización helénica haciéndola la civilización de Europa. Los ideales de dominación del pueblo romano, su idiosincracia y su educación político-militar distaban de hacerlo un pueblo ca- paz de crear una eran filosofía o de darse con entusiasmo al es- tudio de los grandes sistemas filosóficos de la Grecia, le cautiva- ba aquello que creía útil a Roma y a él, le interesaban las discu- siones del Foro y se entusiasmaba con las luchas del Circo que ponían de relieve la robustez de su raza y estimulaba al des- arrollo de la fuerza ; no le interesaba como a los eriegos sus Gim- nasios y su Agora por lo que acrecentaran los juegos que allí se efectuaban su belleza física sino porque ereaban y adiestraban la fuerza que había de darse toda a Roma cuando ella la nece- sitaba para llegar al triunfo. Rendía culto a Roma, la que quería llevar a la gloria y a ella le ofrentlaba, no solo su fuerza sino su vida si preciso era. Ningún pueblo estuvo en tan buenas y constantes relaciones con el intelecto griego como el latino para tomándolo de punto de partida desenvolver una gran civilización; sus relaciones no databan de la época de la conquista sino de mucho tiempo atrás, ya hemos dicho que el sur de Italia fué ocupado por los eriezos; Crotona fué el centro principal del pitagorismo, como Elea lo fué de la filosofía sensible de su hijo Zenón, de Parménides, de 122 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Jenófanes y de Empédocles de Agrigento y el gran Plutón visitó la bellísima Sicilia. El comercio y la guerra, dos fenómenos so- ciales tan diversos pero tan iguales en relacionar y dar a conocer unos pueblos de otros, fué frecuente; pero estas manifestaciones fueron miradas por el pueblo latino con una indiferencia glacial, casi despectiva en los primeros tiempos; le atraían más las tra- diciones romanas y las empresas que dirigía su dios Marte que las que Minerva alimentaba en el ánimo del pueblo helénico. Diversos historiadores hablan de que en tiempos del Consula- do de Strabon y Mesala, filósofos del sur intentaron fundar es- _cuelas y enseñar sus teorías y el Senado presto dictó un decreto que consideraba aquello ““contrario a los usos e instituciones de los antepasados?” y este eriterio subsistió. Cuando hablamos de los partidarios del estoicismo citamos a Diógenes de Babilonia, embajador en Roma en compañía de Car- néades, representante de la filosofía académica, y aunque la sencillez y la robustez agraria del romano primitivo ya se ha- bía desnaturalizado y como dijimos, la clase patricia iba a ilus- trarse a centros de civilización helénica como Atenas, Rodas y Alejandría, la embajada no pudo permanecer allí mucho tiem- po pues como dice Plutarco (1): ““Estaba ya muy adelantado en la edad de Catón cuando de Atenas vinieron a Roma de em- bajadores Carneades el Académico y Diógenes el Estoico a recla- mar cierta condenación del pueblo de Atenas, impuesta sin su audiencia, siendo demandantes los de Oropo, y jueces que la pro- nunciaron los de Sicione, y regulada en la suma de quinientos ta- lentos. Al punto, pues, pasaron a visitar a los personajes los jóvenes más aficionados a la literatura, y dieron en frecuentar sus casas oyéndolos y admirándolos. Principalmente la gracia de Carneades, a la que no le faltaba poder ni la fama que a este poder es consiguiente, logró atraerse los más ilustres y más be- nienos oyentes, siendo como un viento impetuoso que llenó la ciudad de la gloria de su nombre; pues corrió la voz de que un varón griego, admirable hasta el asombro, agitándolo y conmo- viéndolo todo, había inspirado a los jóvenes, un ardor extraordi- nario, los había entusiasmado por la filosofía. Estos sueesos fue- (1) Las Vidas Paralelas. Trad. por A. Ranz Romanillos, t. II, páginas” 328 y 329. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 123 ron agradables a los demás Romanos, que veían con gusto que los jóvenes se aplicasen a la instrucción griega, y comunicasen con tan admirables varones; pero Catón, a quien desde el prin- cipio había sido poco grato el que fuese cundiendo en la ciudad la admiración de la elocuencia por temor de que los jóvenes, con- virtiendo a ella su afición, prefiriesen la gloria de hablar bien a la de las obras y hechos militares; cuando llegó a tan alto punto en la ciudad la fama de aquellos filósofos, y se enteró de sus pri- meros discursos, que a solicitud e instancia suya tradujo ante el Senado Cayo Acilio, varón muy respetable, tomó ya la resolución de hacer que con decoro fueran todos los filósofos despedidos de la ciudad. Presentándose, pues, al Senado, reconvino a los Cón- sules sobre de que estaba detenida sin hacer nada una embajada compuesta de hombres a quienes era muy fácil persuadir lo que quisiesen: por tanto, que sin dilación se tomara conocimiento, y determinara acerca de la embajada, para que éstos, volviendo a sus escuelas, instruyesen a los hijos de los Griegos, y los jóve- nes Romanos solo oyesen como antes a las leyes y a los magis- trados””. Grecia, provincia romana, estrechó de tal modo las relaciones de ambos pueblos, que los romanos la admiraron en todos sus aspectos y se fijaron en uno tan preeminente como el de su filo- sofía, las campañas de Paulo Emilio y Sila, de Pompeyo, César y Mareo Antonio no solo dieron a Roma un poderoso aporte ma- terial sino espiritual. Ese aporte no produjo una filosofía original, los historiadores de la filosofía están de acuerdo en que la civilización latina no tuvo filosofía propia. Los romanos se dieron en la época a que nos referimos a co- nocer los sistemas griegos y a interpretarlos. Así vemos una es- cuela peripatética romana en la que militan Staseas, Pupio Pisón y Marco Craso, de esta fueron luego Andrónico de Rodas, el in- cansable estudioso de las obras de Aristóteles, Jenarco de Se- leucia, Nicolás de Damasco, profesores de la época de Augusto; más tarde Cratipo, Aristocles de Messina yel famoso Galeno que vivió largo tiempo en Roma; así vemos una escuela platónica re- presentada por Bruto y Varron; una escuela partidaria de la Academia Nueva en la que se destaca Cicerón, dentro de su eclec- ticismo; pero el desarrollo de estas escuelas y de las otras filo- 124 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sofías no fué lo preponderante en Roma, ni interesa grandemen- te su estudio. Roma, de acuerdo con el momento histórico en que se hallaba y dada la contextura de su personalidad, necesitaba una filosofía que tuviera un carácter ético-político y desenvolvió en relación con su carácter la filosofía del declinar de la Grecia, los sistemas filosóficos del escepticismo, del epicureismo y el estoicismo, en los que tuvo personajes en verdad notables. Los epicúreos fueron numerosos, Casio y Afamio en los prime- ros tiempos, más tarde Pomponio Atico, Cayo Casio y otros cu- yos nombres son obseurecidos por el del poeta Lucrecio cuyo poe- ma “De Rerum Natura”? es un admirable monumento del epicu- reismo en Roma; el poeta venera a su filósofo y llega a decir Grecia es grande por ser la cuna de Epicuro, expresa sus ideas y a veces las amplía con atinadas explicaciones científicas y fi- losóficas. Partidario también de esta filosofía fué ““el cisne de Venusia””. Se adaptaba más al pueblo que había producido un Cayo Mu- cio Scévola las enseñanzas que en el Pórtico de Pecile había ini- ciado hacía tiempo el filósofo de Citio; por otra parte, Roma triunfante, vencedora con su política mira como un gran peligro para su grandeza que su pueblo cayera en una filosofía de renun- ciamiento, le llenaban de temores las doctrinas epicúreas y de- cidida abrazó el estoicismo, sin pensar, que si bien era cierto que elevaba el esfuerzo a lo sublime y tenía pensamientos que habrían de ser utilísimos a su derecho, contenía quizá un espíritu de re- nunciamiento tan intenso como el de la filosofía de Epicuro. No deja esa preferencia por el estoicismo de tener su expli- cación; el estoicismo llegó a su auge en los días del Imperio en todo su esplendor, cuando el pueblo se hallaba aletargado, víe- tima de la división en clases sociales y de sus magnates; el es- toicismo le brindaba ayudarle a soportar sus dolores y hacia él se dirigió, de ahí ese auge. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 125 X El Estoicismo entre los latinos.—Eclecticismo de Cicerón.— El filósofo de Córdoba.—Influencia del Estoicismo en el Derecho Romano. Cuando enumerábamos los partidarios del estoicismo griego citamos, entre otros, a Diógenes de Babilonia, a Posidonio de Apamea y a Panecio de Rodas, de los que dijimos podían consi- derarse como los iniciadores del desarrollo del estoicismo en Ro- ma, porque efectivamente ellos fueron preceptores de numerosos jóvenes romanos a quienes trataron de inclinar por el sendero de su filosofía; hicimos notar que Pompeyo y Cicerón habían si- do aventajados alumnos de la escuela que en Rodas había esta- blecido Posidonio. Entre los estoicos que contribuyeron de una manera digna de mencionarse a la propagación del estoicismo entre los latinos de- ben citarse, Baldo, Catón el joven, Antípatro de Tiro y Ateno- doro de Tarso. Estoicos también fueron Anneo Cornuto en Afri- ca, Eufrates de Alejandría, Flavio Arriano de Nicomedia autor del "Eyxepisiov(1), Musonio Rufo de Volsena gran entusiasta de Zenón el de Citio y otros nombres, todos ellos secundarios, los erandes representantes del estoicismo romano fueron Séneca, Epicteto y Marco Aurelio; ellos, ya lo hemos dicho antes, acla- raron y ampliaron el estoicismo griego, tamizaron muchas de sus ideas y escribieron poseídos del pensamiento estoico obras que son hoy básicas para el estudio de esta filosofía. E E * Citamos a Cicerón como discípulo del estoico Posidonio y po- demos agregar que lo fué también del peripatético Filón de La- risa, del académico Antioco y del epicúreo Fedro; el genio de aquel hombre quería conocerlo todo, saber cuanto estaba a su al- cance; su educación literaria no fué menos completa que la fi- losófica. La personalidad de Marco Tulio Cicerón no solo es de las más notables de la historia de Roma sino de la historia del intelecto humano en todos los tiempos. Su extraordinaria erudición, la (1) Manual. 126 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. viveza de su pensamiento y la fecundidad de su inteligencia le llevaron a la producción de obras varias y magníficas, orgullo de la latinidad y que parece imposible sean labor de un solo hombre. Cicerón filósofo no está a la altura de Cicerón retórico, de Ci- cerón epistológrafo, de Cicerón orador ni de Cicerón político y apesar de ésto, Cicerón filósofo es un complemento necesario pa- ra el estudio de todos esos aspectos enumerados y para el buen conocimiento de su biografía. Erróneo sería afiliarle a una determinada secta filosófica y hacer de él el mantenedor de una filosofía; conoció varias y a su mejor entender trató de compaginarlas en su mente. Es un eclée- tico; el probabilismo que divulga la Academia Nueva le domina al tratar los grandes problemas de la metafísica, conoce las di- versas explicaciones dadas, comprende la fuerza de opuestos ar- gumentos y en su deseo de llegar a la verdad no se pronuncia por ninguno y se detiene en lo probable, en psicología le admira el platonismo, en física y dialéctica parece que las explicaciones de la Academia Nueva y del Pórtico le insinúan, rebate el atomismo abiertamente, en moral y política odia y desprecia la de Epicuro y le informa una conciliación de la filosofía aristotélica y el es- toicismo. Con la rectitud de juicio que le caracteriza dice Ritter (1): “Seulement il ne faut pas oublier, si 1%on veut étre équitable relativement aux services qu'il a rendus á la philosophie, que (1) Histoire de la Philosophie. Trad. par G. J. Tissot, t. 4, chap. Il, págs. 85 y sigts. ““Es preciso no olvidar, si se quiere ser equitativo con respecto a los servicios que él prestó a la filosofía, que toda su educación había tenido un fin político y por consiguiente también lo tenía su filosofía; mas ella se destacaba de su manera propia de pensar y debía llevar el ceo- lor de sus tendencias políticas. Esto él mismo lo observa, (De off., II, L,) y sus obras filosóficas se resienten de su posición relativa a los asuntos pú- blicos: se ve que ellas no eran más que entreactos que llenaban sus des- cansos forzados, y que no aparecen más que en los intervalos entre los más grandes peligros y el goce del honor y del poder. Sin contar los trabajos de su juventud, porque no son más que traducciones del griego o de las obras oratorias de la filosofía que pueden en verdad considerarse como los preliminares de su carrera oratoria, él no compuso obras filosóficas nada más que en dos épocas; primeramente, cuando el primer triunvirato tuvo al Etado en una agitación tan febril que Cicerón desesperó de él, y por úl- timo bajo la dietadura de César y el consulado de Antonio, época en que él no tenía ningún puesto honorable en los asuntos públicos. Sus obras sobre Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 127 toute son éducation avait un but politique, et par conséquent aussi sa philosophie; plus elle ressortait de sa facon propre de penser, plus elle dut porter la couleur de ses tendances politi- ques. C'est ce qu'il observe lui-méme; et ses ouvrages philo- sophiques se ressentaient de sa position relativement aux affaires publiques: on voit qu'ils n'étalent que comme des entr'actes qui remplissaient ses loisirs forcés, et qu'ils ne parurent que dans les intervalle entre les plus grands dangers et la jouissance de 1'honneur et du puvoir. Sans compter les travaux de sa jeunesse, parce qu'ils ne présentent que des traductions du grec ou des ouvrages oratoires sur la philosophie que l'on peut proprement regarder comme des préliminaires á sa carriére oratoire, il ne composa des ouvrages philosophiques qu'a deux époques, d'abord á celle oú le premier triunvirat tint 1"Etat dans une agitation si fébrile que Cicéron en désespéra, et en dernier lieu, sous la dic- tature de César et sous le consulat d'Antoine, époque ou il n”y avait aucune place honorable pour lui dans les affaires. Ses ouvrages sur la république et ses lois sont de la premiere époque; ses autres ouvrages philosophiques, d'un áge plus múr, sont de la república y sus leyes son de la primera época; sus obras filosóficas, de una edad más madura, de la segunda. ““En esas dos épocas, ni la necesidad, ni la ambición de la gloria lleva- ron a Cicerón a tomar participación activa en la política, pero tan pronto él vislumbró la posibilidad de desplegar de nuevo su talento en los asuntos públicos y que Pompeyo se volvía a poner a la cabeza del partido de los grandes durante la guerra civil y después de la muerte de César o desde que él se preocupó de sí y de su familia, cesa de ocuparse de filosofía. El la consideró como un refugio en las agitaciones de la vida, como una dis- tracción, como un medio de llenar sus recosos de político. Tan pronto ve la nave del Estado en peligro, él participa a su amigo Atico su resolución de dedicarse por completo en medio de las vanidades de este mundo a la filosofía, pero aun no ha perdido toda esperanza cuando le pide que le in- forme econ detalles del estado de esas vanidades. ““Como sus contemporáneos esperaban de la filosofía algunos consuelos en sus infotunios, que les venían o de la escuela estoica o de la de Epicuro, él esperaba también poder ponerse por el mismo medio, por encima de su destino y del de su patria. Pero ¡vana esperanza! si su posición llega a ser apurada él busea la verdad por toda clase de medios sofísticos para descubrir una salida que parezea digna de él; pero su misma filosofía llega a serle un tormento puesto que no logra levantar su ánimo abatido y tomar la resolución que ella le aconseáa y que según él es la única digna de un filósofo ??”. 128 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la seconde, Mais á ces deux époques, ni la necessité, ni 1'ambition de la gloire ne portaient Cicerón á prendre une part active á la politique; aussitót, au contraire, qu'il entrevit la possibilité d” exercer de nouveau son talent dans les affaires, et que Pompeé se remit á la téte du parti des erands, pendant la guerre civile et aprés la mort de César, ou dés qu'il eraienit par trop pour lui et pour sa famille, il cessa de s* oceuper de philosophie. Il la con- sidérait done comme un refuge dans les agitations de la vie, comme une distraction, comme un moyen de remplir ses loisirs. Dés qu'il voit le vaisseau de 1"Etat en peril, il fait part a son ami Atticus de sa résolution de s'appliquer d'une maniére fondamen- tale, au milieu des vanités de fe monde, á la philosophie; mais encore n'a-t-11l pas perdu tout espoir; il s'informe encore avec détails de 1'était méme de ces vanités””. “Comme ses contemporains attendaient de la philosophie quel- ques consolation dans leur infortune, qu'elle leur vínt ou de l'école stóique on de celle d'Epicure, il espéra aussi pouvoir se mettre, par le méme moyen, au-dessus de sa destinée et de celle de sa patrie. Mais, vain espoir! si sa position devient pressante, il cherche, á la vérité, par toute sorte de questions sophistiques, á decouvrir une issue qui puisse sembler digne de lui mais sa phi- losophie méme devient pour lui un tourment, puisqu'il ne peut pas relever son courage abattu et prendre la résolution qu'elle lui conseille, et qui seule est suivant elle, digne d'un philosophe””. Cicerón trató de llevar los pensamientos de la filosofía al de- recho; el cosmopolitismo y la fraternidad estoicos le hicieron ha- blar de caridad. Su labor filosófica aunque desprovista de orieinalidad, es inte- resantísima ; divulgó en Roma la historia de la filosofía, diseurrió acerca de la utilidad de esta disciplina, meditó y expuso siste- mas diversos llegando a despertar el interés entre los romanos; a partir de él el estoicismo se desarrolla e influye en la civiliza- ción latina a la vez que el epicureismo parece extinguirse. E k * Los acontecimientos se fueron sucediendo, la relajación del Im- perio llega a lo escandaloso y el estoieismo aspira a proporcionar a los hombres una libertad y una tranquilidad de espíritu 'que Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 129 distaban de tener en la época de los Césares y con esta dirección su progreso es notable. Del mismo modo que la juventud romana había acudido a los centros culturales griegos en busca de una buena educación, así los jóvenes de España, provineia romana, habían ido a la capital del imperio con igual finalidad; así Marco Anneo Séneca llevó a sus hijos como él había ido, y uno de ellos, Lucio Anneo, que había nacido en Córdoba en el año tercero después de Jesucristo, heredando todo el talento de su padre aumentado por el suyo pro pio, sobresalió dando muestras de su valer. Estudió poesía y elocuencia, analizó con gran entusiasmo los poemas de Homero y de ellos tomó asuntos para sus nueve tra- geedias. Como todos los grandes sufrió las heridas de la envidia y enterado de la mala voluntad que hacia él tenía Calígula se retiró del Foro para dedicar toda su actividad a tarea más apa- cible como la filosofía. A la muerte de aquel emperador intervino en la vida pública y fué Cuestor hasta que acusado por Mesalina de tener ilícitas re- laciones con Julia, fué desterrado a Córcega, de donde regresó a instancias de Agripina para que llenara las funciones de pre- ceptos de su hijo Nerón. La corrupción de la época era escandalosa, la seneillez y la rec- titud de los antiguos romanos habían desaparecido; las conspi- raciones políticas agitaban continuamente aquel pueblo, el lujo y la orgía cundían por todas partes y especialmente entre los gran- des, y Séneca, ayo del emperador, no se sustrajo de la influencia del medio; eso prueba que ni a los sabios les es dable desligarse de la sociedad en que viven en lo absoluto, podrán aislarse más o menos pero a ellos siempre llegará algo de su influencia y Sé- neca no se aisló, vivió como un magnate, rodeado de riquezas, se le otorgó la dignidad de Cónsul y recibía los honores que le tri- butaban los romanos como a uno de sus hombres más sabios; su mismo discípulo llegó a envidiarle. Acusado por aquella fastuosidad con que vivía, según unos, o por no querer continuar cerca de Nerón que había dado muerte a su preceptor militar Burrho, según otros, Séneca pidió retirarse a la vida privada y ofreció al Imperio todas sus riquezas, pidién- dole que le dejase una renta ínfima para subvenir sus necesida- - des; Nerón no aceptó aquello y pareció que todo había pasado; 130 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. pero su ánimo no dejó desde entonces de pensar en una nueva presa y declaróse al filósofo complicado en la conspiración de Pisón y el discípulo dictó la muerte del maestro. La entereza con que Séneca respondió al tribuno Granio 5Sil- vano enviado por el Emperador para que conociese la acusación, la impasibilidad con que se sometió a que le cortaran las venas de los brazos, su petición de que le hiciesen incisiones también en las de las piernas para que su fin no fuera tan lento y no su- friera Popea Paulina su mujer a la que persuadía de que debía marcharse, la valentía con que pide a Statio que le traiga el ve- neno que se había preparado, la serenidad admirable de sus úl- timos momentos en que penetra en el baño tibio dietando senten- cias morales en verdad sublimes, revelan que era un estoico de buena cepa. El pasaje de los Anales de Tácito que describe la muerte de este hombre excepcional tiene todo lo admirable y emotivo de la muerte de Sócrates; corazones erandes que eleván- dose por encima de su condición humana entrevieron la inmensi- dad del mundo ideal de la filosofía y la ceguedad de los hombres. Sus obras filosóficas son: De la tranquilidad del ánimo, De la vida bienaventurada, De la Divina Providencia, De la constancia del sabio y que en él no puede caer en injuria, los tres libros t1- tulados De la Ira, De la clemencia en dos libros, De la brevedad de la vida, La metamorfosis de Claudio, Cuestiones naturales, obra dividida en siete libros, A Polibia. De Consolación, De la pobreza, Los siete libros de los beneficios, Consolación a Helvia y Consolación a Marcia. El filósofo de Córdoba es un partidario del estoicismo y sus principios le informan constantemente, sólo se observa en él res- pecto de la física y sus tentáculos la teodicea y la cosmología, cierto eclecticismo escéptico-académico como en el Príncipe de la oratoria en Roma. Pensando como Cicerón que la verdad de los problemas físicos es algo que la humanidad no puede llegar a poseer se queda a veces como él en lo probable. La grandeza de la naturaleza le atrae y escribe los siete libros que constituyen su obra Cuestiones Naturales, en ellos trata de los diversos problemas de la natura- leza; en el prefacio del libro primero se refiere a la teodicea y declara a ésta como aleo superior incluso a la moral porque trata de Dios, la causa directora del universo hacia el cual debían di- Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 1eju rigir los hombres sus pasos para conocerle e imitarle y dice que si no le fuera dable al hombre elevarse hasta la divinidad y ceo- nocerla, su vida carecería de interés. Su concepción de Dios es tal como la del Pórtico. ** Allí, en la contemplación de la natu- raleza, dice, aprende al fin el hombre lo que por tanto tiempo ha buscado, allí aprende a conocer a Dios. ¿Qué es Dios? El alma del universo. ¿Qué es Dios? Todo lo que ves y todo lo que no ves. Si se le concede al fin toda su grandeza, que es mucho ma- yor de cuanto puede imaginarse, si él es todo, toda su obra está llena de él tanto en el interior como en el exterior. ¿Qué diferen- cia existe, pues, entre la naturaleza de Dios y la nuestra? Que nuestra parte mejor es el alma, y en Dios nada hay que no sea alma””. (1) Tampoco difiere en sus ideas respecto de la psicología y la ló- gica del estoieismo, aunque sí censura que esta última disciplina caiga en un sutil nominalismo como puede verse en su Epístola LXXV (2) en que explica como la filosofía no debe atender a las palabras, sino a las ideas, y mejor aun en la XLV (3) en que dis- ecurre acerca de la inútil sutileza de los dialécticos. Su moral es netamente estoica y su tipo es el sabio, a quien considera (4) síntesis de las virtudes. Con el orgullo típico del estoicismo en su yo sabio, considera a éste más meritorio que el mismo Dios, porque él era todo virtud por su propio esfuerzo, y el esfuerzo es el valor de las cosas; son las características del sistema que gravitan constantemente sobre él. Notabilísima es en Séneca la tendencia a hacer de la filosofía un sacerdocio que apaciguara las inquietudes de los hombres y les fortificara en sus desgracias, es más, que fuera un consuelo de la humanidad. El pasa por la vida predicando el sentimiento humanitario, el amor entre los hombres cosa que cree lógica y natural por ley divina; hablando de todo el universo termina di- ciendo: ““*hae nobis amorem indidid mutuum””. (5) (1) Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. 11. Cuestiones Na- turales. Lib. l, págs. 144 y 145. (2) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 249 y sigts. (3) ¿Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, pág. 123 y sigts. (4) Véase Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. 1. De la cons- tancia del sabio y que él no puede caer en injuria. Lib. IV, pág. 109 y sigts. (5) Estas cosas causan en nosotros amor mutuo. 132 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Su misión en este sentido es constante y así escribe desde su destierro en la lejana isla de Córcega su Consolación a Helvia, que contiene páginas bellísimas por el pensamiento filosófico del pensador que las traza y por el fraternal y tierno amor que las aromatiza; páginas en que el hijo desterrado, lejos de su patria, estrecha con su pensamiento contra su corazón a la mujer que le dió el ser, a la madre que sufre, teme y llora por su ausencia, y le dice: (1) **...me parecía que quedaría libre de todos mis disgustos si lograba, ya que no secar tus lágrimas, contenerla al menos un instante: además no dudaba que tendría autoridad pa- ra despertar tu alma, si sacudía mi letargo” —¿Qué cosa puede ser más hermoso que el amor del hijo?—En nuestra opinión nin- guno. Y ese amor es el que palpita en toda esta producción. Ese amor y esa tendencia sacerdotal de su filosofía son los que le mueven a eseribir su Consolación a Wiarcia, en la que trata de aliviar el dolor de esta infeliz mujer que anesada en llanto la- menta la pérdida para siempre de su hijo; y econ ese carácter de religiosidad que advertimos, le habla de la inmortalidad del al- ma, asemejándose a un apóstol eristiano, apesar de su vacilación, cuando le dice: (2) ““No te someto a preceptos sobradamente rí- gidos; no te digo que soportes inhumanamente los dolores huma- nos, ni vengo a secar los ojos de una madre en el día mismo de los funerales: tomaremos un término medio, y discutiremos “si el dolor debe ser grande o eterno””... Es natural llorar a los propios. ¿Quién lo niega cuando se hace con moderación? La ausencia, y con mayor razón la muerte de los que nos son más queridos, es necesariamente cosa cruel y oprime hasta el ánimo más firme; pero la preocupación nos lleva más lejos de lo que manda la naturaleza... Lo que es natural no decrece, y el tiem- po agota el dolor... Cuando te quejas de la muerte de tu hijo, acusas al día de su nacimiento, porque al nacer se le notificó la muerte. Con esta condición se te dió, y el destino le persigue des- de que quedó concebido en tu seno... Tu dolor, oh Marcia, en el caso de que raciocine, ¿tiene por objeto tu desgracia o la de tu hijo, que ya no existe? ¿Lo-que te aflige en esa pérdida, es (1) Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. II. Consolación a Helvia, pág. 353 y sigts. (2) Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. II. Consolación a Marcia, pág. 388 y sgts. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 133 que no has gozado de tu hijo, o bien que podías gozar más si se hubiese prolongado su vida? Si dices que no has recibido de él goce alguno, haces más sorportable tu desgracia, porque se la- menta menos la pérdida de lo que no ha ocasionado placer ni fe- licidad. Si confiesas que has experimentado grandes regocijos, no debes quejarte de los que te han arrebatado, sino agradecer los que has recibido... La muerte prematura no ha hecho, pues, ningún daño a tu hijo; antes al contrario, le ha libertado de to- dos los males... ¿Por qué hija mía, te entregas a tan larga tris- teza? ¿Por qué cierras con tanta obstinación los ojos a la ver- dad, y crees injustamente tratado a tu hijo que se retiró por sí mismo con sus antepasados?... Y cuando llegue el tiempo en que el mundo haya de destruirse para renacer, todas las fuerzas se destruirán por su própio impulso; chocarán los astros con los as- tros; toda la materia se inflamará, y todo lo que actualmente bri- lla con tanto orden, se abrasará a la vez. En cuanto a nosotros, almas dichosas, gozando de la eternidad, cuando plazca a Dios realizar estas cosas en medio del universal trastorno, restos pe- queñísimos de la gran ruina, nos confundiremos en los antiguos elementos. ¡Feliz tu hijo, oh Marcia, que ya conoce este se- ereto!””. El fragmento que citamos del filósofo cordobés en el capítulo dedicado a la política estoica es sublime por el sentido caritativo que lo inspira como también lo es aquel que dice: (1) ““Laudable es mandar con moderación a los esclavos, y no debes pensar hasta qué punto puedas hacerles sufrir con impunidad, sino lo que te permiten sobre ellos la ley del bien y de la equidad, que manda perdonar hasta a los cautivos y comprados por dinero. ¿Y no es más justa aun cuando manda no abusar, como de un esclavo, del hombre libre, noble y honrado, sino tratarle como a ciudada- no que dominas por tu rango y que te está entregado en tutela y no en servidumbre?””. No se opuso abiertamente a la eselavi- tud, ni podía haberlo hecho, pero sí trató de mejorar la condición del esclavo haciendo que los romanos sintieran la tendencia a ser humanitarios con él. Séneca, sin ser un filósofo original, inspirado por su amor a (1) Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. II. De la clemen- cia. Lib. I, pág. 124, 134 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la filosofía, a la fraternidad y al cosmopolitismo estoico, escribió los más bellos conceptos de sus obras filosóficas, conceptos que en belleza y profundidad pueden ponerse en parangón con los w expresados por los más grandes filósofos de la Grecia. Ex Muy diversas han sido las opiniones emitidas acerca de la re- lación habida entre Séneca y el Cristianismo; en tanto que auto- res dignos del mayor respeto la afirman y le consideran guiado por un sentimiento eristiano, algunos otros la niegan y le consi- deran un filósofo del todo pagano. El Canónigo de la Metropolitana de Granada D. Gaspar Ca- rraseco en su bellísimo y sintético ““estudio biográfico”? que pre- cede a las Epístolas Morales tantas veces citadas por nosotros, hace notar (1) como, “Flavio Dextro, en su crónica desde el na- cimiento de Jesucristo hasta el siglo IV, en que debió escribirla, dice (año 64) que Séneca tuvo buenos sentimientos del Cristia- nismo, y que lo profesó, aunque no públicamente. *“De christiana re bene sensit, factusque christianus sed ocultus”?. San Jeróni- mo lo incluye en el número de los eristianos, libro “De Scripto- ribus ecclesiasticis: Séneca continentissimae vitae fuit quem non ponerem in cathalogo sanctorum, misime illae epistolae quae le- guntur a pluribus Pauli ad Senecam et Senecae ad Paulum””. Tertuliano (libro De Anima) le llama nuestro, es decir, cristiano, aunque oculto, oculte noster. San Agustín, libro IV De Civitate Dei, alaba un libro que eseribió contra las supersticiones gen- tílicas, quemado después por los enemigos del Cristianismo; y el mismo San Agustín, epístola 54, Ad Mardon, dice: *“Merito Seneca qui temporibus apostolorum fuit, cujus etiam quaedam ad Paulum apostolum epistolae leguntur: omnes odit qui malos odit””. Estos testimonios, que como dice el biógrafo son '“muy aten- .dibles””, no llevarán a una conclusión definitiva, pero no han de parecer dudosos a los eríticos cristianos que niegan tal relación y tanto le censuran, por estar consignados en las obras de esos Padres de la Iglesia, a no dudarlo de los más notables. (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, con un estudio biográfico del autor por G. Carrasco, pág. XIX. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 135 Punto muy debatido, en los estudios que acerca de la perso- nalidad de Séneca se han hecho, es la cuestión de las epístolas cambiadas entre el filósofo y el apóstol San Pablo. Respecto de ella dice el autor que hace un momento citábamos (1): “Hugo Blair no cree fuese correspondencia verdadera, sino disertacio- nes sobre asuntos morales que puso en forma de cartas, que el cardenal Baronio reconoce como muy antiguas, conocidas y apro- badas por San Jerónimo (acabamos de citar el fragmento de este autor que termina, nisi me illae epistolae quae leguntur a pluri- bus Pauli ad Senecam et Senecae ad Paulum) considerando no debe suponerse que doctor tan esclarecido las admitiese sin el examen y crítica necesarios. El Padre Sianda expresa de esta manera su juicio: “Aunque no sean auténticas todas estas cartas (las de San Pablo), parece infundado negar que entre el apóstol y el filósofo mediara comunicación epistolar, afirmándolo San Je- rónimo y San Agustín (en la cita antes mencionada de la epísto- la 54, Ad Mardon), sin que por esto se llamen canónicas estas epístolas, título que solamente reciben las que están reconocidas por la Iglesia. No tratan estas cartas de dogmas de fé, antes bien, son muestras de la atención que se debía a un hombre de erudición e importancia en la corte del Emperador, y que, si bien gentil públicamente, podía favorecer en secreto a los eristianos””. Por todo esto puede pensarse que si no llegó Séneca a ser un verdadero eristiano aunque fuese en secreto, al menos conoció toda la alteza moral que encerraba esa doctrina que tan rápida- mente se extendía. kk £ * Séneca con su clara inteligencia y el sentido filosófico de su espíritu se revela un verdadero profeta cuando discurre acerca del progreso humano; con una pasmosa seguridad de juicio ha- bla del perfeccionamiento social y político de la humanidad y anuncia tiempos en que el hombre elevado a un superior nivel moral, con la tranquilidad de espíritu que esto produce, se dedi- que a investigaciones sobre la ciencia, a la que arranque grandes verdades aun desconocidas y comprenda sus misterios; tiempos en que el hombre desarrollando su sentimiento artístico llegue (1) Epístolas Morales. Trad. por F. Navarro y Calvo, con un estudio biográfico del autor por G. Carrasco, págs. XXVII y XXVIII, 136 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a realizar grandes creaciones en todas las artes. Tiene un claro concepto del desarrollo del intelecto humano y conoce la gra- duación con que él se efectúa, y dice (1): “Muchos otros pode- res, cercanos al supremo numen por su fuerza y naturaleza, nos son desconocidos, o tal vez, y esto es más admirable, aun, esca- pan a nestra vista a fuerza de deslumbrarla, bien porque sustan- cias tan tenues no son apreciables a los ojos de los hombres, bien porque su majestuosa santidad se oculta en profundo retiro pa- ra gobernar su imperio, es decir, a sí mismas, y no dejar acceso más que al alma. Que sea este sér sin el cual nada puede existir, lo ignoramos; ¿y nos admira no conocer más que imperfecta- mente algunos puntos luminosos, cuando se nos oculta ese Dios que es la parte más principal del universo? ¡Cuántos animales no conocemos sino desde el siglo actual! ¡Cuántos otros no ceo- nocemos y conocerán nuestros descendientes! ¡Cuántas cosas es- tán reservadas para las edades venideras, cuando no exista ni si- quiera nuestra memoria! Cosa pequeña sería el mundo si no en- cerrase el gran misterio que todos deben investigar. Eleusis guarda secretos para los que vuelven a verla. Así también la naturaleza no se muestra completamente desde luego. Nos ecree- mos iniciados, y estamos aun a las puertas del templo. No se muestran sus arcanos indistintamente y a todo mortal, sino que están recogidos y encerrados en el interior del santuario. Este siglo verá algunos, y otros se revelarán en la edad que nos reem- place. ¿Cuándo llegarán estas cosas a nuestro conocimiento? Los grandes descubrimientos no son rápidos, sobre todo cuando languidecen los esfuerzos””. A quien tal párrafo escribe bien puede llamársele profeta del progreso humano. El nombre de Lucio Anneo Séneca apesar de su eclecticismo en ciencia, de su falta de absoluta originalidad filosófica y de sus no pocas contradieciones, es grande en la historia del es- toicismo y una indiscutible gloria de la tierra que le vió nacer cuya literatura en su período de antecedentes, en la época his- pano-latina, ostenta sus producciones trágicas y filosóficas con legítimo orgullo. XX Las ideas de la moral y la política estoicas gravitaron notable- (1) Tratados Filosóficos. Trad. por P. Fernández, t. II. Cuestiones Na- turales. Lib. XVII, págs. 349 y 350. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 137 mente en el derecho romano. El estoicismo hablaba de la igual- dad de todos los hombres por la igualdad de ellos en su origen, en su constitución, en su desarrollo, en sus relaciones con Dios y en su fin; él explicaba la existencia de un derecho natural ante- rior a todas las normas de justicia que hubieran podido pensar los juristas, dictado por la naturaleza y que recaía en los hom- bres por tener ellos el don “de la racionalidad. Séneca hablaba de ese derecho natural haciendo notar que él recae sobre todos los pueblos; predicador del cosmopolitismo es- toico, aquella ley natural, observa, no es para nación o pueblo determinado, es para la humanidad. Esa ley materialmente no está escrita, pero tiene tanta fuerza y tanto valor como si estu- viese grabada por la misma entidad creadora y organizadora del mundo, pues la dicta la razón y la verdad; identificarse con esa ley no escrita, con ese derecho natural, debe ser la norma del de- recho escrito por los hombres. El gran Marco Tulio imbuido del pensamiento estoico manifies- ta que las leyes deben ser dirigidas por la filosofía porque ella lleva al hombre al conocimiento de la razón común y ella es, la ley; por eso, en el tratado De las Leyes, pone en boca de Atico esta pregunta: (1) “¿Vas a buscar la ciencia del derecho, no en los edictos del pretor, como se hace hoy, ni en las Doce Tablas, como nuestros antepasados, sino en el seno de la filosofía ?—A lo que responde Mareo: ...lo que necesitamos explicar es la na- turaleza misma del derecho, y debemos ir a buscarla a la natu- raleza del hombre”. Llegando a esta afirmación rotunda: (2) ““La justicia, es absolutamente nula si no se encuentra en la na- turaleza: descansando en un interés, otro interés la destruye””. El mismo Cicerón hablando de la necesidad de conocer y darse exacta cuenta de la naturaleza dice: (3) “Este ánimo (el del hombre), cuando haya observado bien el cielo, la tierra, los ma- res y toda la naturaleza; cuando haya visto dónde se han en- gendrado todas las cosas, a dónde vuelven, cuándo y como se destruyen, lo que hay en ellas de perecedero, lo que hay de di- vino y eterno; cuando haya casi conocido al que las modera y (1) Obras Completas de Marco Tulio Cicerón. Vers. de F. Navarro y Calvo, t. VI. De las Leyes. Lib. I, pág. 217. (2) Obr. ant. cit. Lib. L, pág. 237. (3) Obr. ant. cit. Lib. 1, pág. 250. 138 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. las rige; cuando comprenda que no es habitante de un recinto amurallado, sino ciudadano del mundo, de la ciudad única; en- tonces, ante el magnífico espectáculo del universo, ante el cono- cimiento de la naturaleza, ¡dioses inmortales, cuanto se conocerá a sí mismo, según el mandato de Apolo Pitón!, ¡cuanto despre- ciará y reputará por nada todas esas cosas que el vulgo llama erandes !?”. La erítica filosófica y los historiadores del desenvolvimiento del derecho, consideran que los más grandes legistas de la época de los Césares fueron a beber en la fuente de la filosofía estoica los más notables pensamientos que enerandecen sus tratados, que tanta admiración causan y a tantos elogios mueven, y sin quitar su mérito a tales jurisconsultos, justo es decir que el es- toicismo fué su inspirador, que fueron a beber en esa fuente por- que era la que surtía el verdadero concepto del derecho. En este sentido podemos citar la autorizada opinión de Ler- minier que dice: (1) “C'est ainsi qu'a Rome une jurisprudenee symbolique qui venait de Étrurie, qui avait recu ses maximes et ses inspirations de ce sanetuaire de la vielle Italie, fit place a la philosophie ¿juridique des ¿jurisconsultes estoiciens. Les stoi- ciens, paraissant au sein de la république au moment oú elle allait tomber, enseignérent les jurisconsultes, et c'est a cette alliance du Forum et du portique qu'il faut attribuer cette juris- prudenee philosophique, ce style legislatif qui renferme, dans des formes si séveres, les décisions d'une stricte justice et d'une raison impitoyable. La, les théories s'écrivent d'un style abs- trait et précis, et succedent aux formules nationales et ins- tinetives?”. La filosofía estoica fué estudiada por Ulpiano, Modestino, Pau- (1) Introduction Générale a 1'Histoire du Droit. Chap. III, pág. 18. “¿De modo que había en Roma una jurisprudencia que provenía de la Etruria, que había recibido sus máximas y sus inspiraciones de este san- tuario de la vieja Italia, y que le hizo lugar a la filosofía jurídica de los juriseconsultos estoicos. Los estoicos apareciendo en el seno de la Repúbli- ca en el momento en que ella iba a sucumbir, enseñaron a los jurisconsultos y por esto es necesario atribuir a esta alianza del Foro y del Pórtico esta jurisprudencia filosófica, este estilo legislativo que encierra en formas tan severas las decisiones de una estricta justicia y de una razón implacable. Allí, las teorías se escribían en un estilo abstracto y conciso que sucedió a las fórmulas nacionales e intuitivas??. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 139 lo, Papiniano, Justiniano y Gayo antes de dar forma a sus con- ceptos jurídicos, ellos comprendieron la fuerza incontrastable que tenía el derecho natural que descubría la filosofía del Pór- tico, lo justa y lógica que era su igualdad, su fraternidad y su cosmopolitismo que les llevaba a pronunciar la frase admirable: homo res sacra homini; ellos conocieron su acerba crítica del despotismo con los esclavos, ellos vieron que aquella filosofía consideraba a la justicia como una de las cuatro virtudes que avaloraban el alma del sabio y la admiraron y la siguieron. Por eso dice Gómez de la Serna en su Curso Histórico-Exegé- tico del Derecho Romano comparado con el Español (1): ““Des- de los últimos tiempos de la república, el pórtico y el foro habían hecho tan estrecha alianza, que la secta de Zenón tenía por afi- liados a casi todos los juriseconsultos romanos, como a casi todos los hombres de más reputación en el Estado””. No nos será difícil corroborar el mérito del estoicismo desde el punto de vista jurídico; analicemos los conceptos de los más notables jurisconsultos de la antigúiedad romana que hemos eil- tado y la influencia de esta filosofía se verá clara y diáfana; re- corramos las páginas de la Intitutionum D. Justiniani y la veremos palpable en todo el título 11 De Jure naturali, Gentum et civili (2); en el III al declarar: Servitus autem est constitutio iuris gentium, qua quis dominio alieno contra naturam subiicitur; hojemos las Pandectas (3) y en las diversas opiniones acerca del contrato, del derecho natural, de la esclavitud, de la pena, reu- nidas en ellas tomadas de los textos de Paulo, de Ulpiano, de Modestino, de Juliano, de Florentino, de Papiniano, de Gayo, de Pomponio y otros célebres jurisconsultos latinos, notaremos la influencia de la filosofía del Pórtico; leamos la obra de Rodolfo Op anS. (2) Cuerpo del Derecho Civil Romano a doble texto, trad. al castellano del latino publicado por los hermanos Kriegel, Hermann y Osenbrúggen con las variantes de las principales ediciones antiguas y modernas y con notas de referencias por 1. L. García del Corral, t. I, pág. 6. Del Derecho Natu- ral, de Gentes, y Civil; pág. 8, Mas la esclavitud es una institución del de- recho de gentes, por la que alguien es sometido, contra naturaleza, al do- minio de otro. (3) Ob. ant. cit.,.pág. 197 y sigts. 140 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Sohm (1) y veremos como la consigna; Gómez de la Serna en más de uno de sus ““comentarios”” lo hace notar, como cuando eseri- be: (2) “Naturalis facultas.—La naturaleza ha hecho a todos los hombres libres: este principio que se consigna al frente del tra- tado de la esclavitud y que parece una amarga ironía cuando se coteja con las doctrinas, que en este mismo título empiezan a desenvolverse. La filosofía de los jurisconsultos romanos no po- día menos de proclamar este principio burlado en las leyes””. Respecto de la esclavitud le pasaba a ellos lo que a los filósofos estoicos; comprendían su injusticia y sus horrores y sin embar- go no se oponían abiertamente a ella y permanecía entre las le- yes, por no romper con el eriterio ancestral que la establecía y por evitar una sacudida en la sociedad romana; sin embargo el hecho de declararla contraria a la naturaleza fué indiscutible- mente la primera piedra para su abolición; recordemos lo que pensaba Séneca del progreso humano, en ningún sentido es obra de una generación ni de una época sino de muchas generaciones y de más años. XI Carácter que toma el Estoicismo durante la decadencia del Imperio Romano.—Epicteto y Marco Aurelio. La evolución de la filosofía estoica continuó efectuándose du- rante el reinado de los emperadores Flavios y siguió con intensi- dad en la época de los Antoninos; de sus siete emperadores pue- de decirse que Nerva, Trajano, Adriano, Antonio Pio y Marco Aurelio son personajes culminantes en la historia de Roma, que laboraron por el engrandecimiento de la civilización latina, no así Cómodo que no parecía hijo de su padre y su imperio fué una continua desventura, que tenía su origen en los vicios y cruel- dades que le informaban, los que pagó con su vida. La gran Roma de los Antoninos, es sin embargo, en el orden moral de una honda decadencia; el placer con sus excesos había (1) Historia e Instituciones del Derecho Privado Romano. Trad. por P. Dorado. (2) Curso Histórico-Exegético del Derecho Romano comparado con el Español, t. I, tít. III, pág. 31. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 141 deformado el carácter romano; en los palacios de los ricos se efectuaban escandalosas orgías final de banquetes rociados con múltiples ánforas de vino de Chipre y de Falerno. Los sentidos embotados ya, pedían cada vez placeres más intensos porque só- lo así los sentían. Al populacho le corroe una ociosidad escan- dalosa, su vida transcurre en las termas y en el circo, las luchas de gladiadores cuanto más intensas y feroces más le atraen, le place ver teñirse del rojo de la sangre las arenas del circo y más aun el asistir al martirio de cristianos despedazados por las ga- rras de las fieras; conmueve solamente el imaginarse estas es- cenas. Pueblo que a tal grado de inmoralidad llega hace deeli- nar su grandeza e incuba la caída estrepitosa de su Imperio. Y lo que asombra es que el poder de la filosofía estoica es tan erande, que sutilizándose al último extremo a que podía llegar produce en este medio ambiente dos filósofos admirables por su sentido moralista, con la curiosa cireunstancia de no ser ellos individuos de fuera de la entidad de Roma sino precisamente ti- pos exactos de la vida romana: Epicteto y Marco Aurelio, es- elavo aquél, emperador éste, ambos filósofos; espíritus superiores que pensaron que el estoicismo podía regenerar aquel pueblo. La filosofía del Pórtico toma con estos filósofos un carácter religioso de una resignación mística que le lleva a desdeñar la vida terrena como algo transitorio en la que solo es digno de es- timación el bien, que hace al hombre comprender la razón natu- ral, y por otra parte un matiz de fervor hacia Dios, del que pue- de considerarse antecedente el himno que escribiera el atleta Cleanto (1) para musitarlo inflamado en amor junto a la estatua de Zeus. E * X Epicteto nació en Hierápolis, notable ciudad del Asia Menor y causas no bien conocidas le hicieron caer por dos ocasiones en las desventuras de la esclavitud; su carácter de filósofo estoico resignado y reflexivo se pinta en innumerables anécdotas, como la que refiere la paliza brutal que su amo Epafrodito, liberto de Nerón precisamente, le propinaba y él le advertía con paciencia que acabaría o por matarlo o por fracturarle alguna parte de (1) Véase Compendios de los Grandes Filósofos, por A. Fouillée. Tra- ducción de J. Moreno, t. 1, pág. 152. 142 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. su cuerpo y el perjuicio sería para él que no podría ni venderlo ni tener quien le sirviese, el amo continuó profiriéndole impro- perios y agitando su vara impetuosamente hasta romperle una pierna; Epicteto levantó la cabeza para mirarle y decirle que ya él había previsto tal acontecimiento. Como Séneca fué Epicteto incansable predicador de la moral estoica en su rigor más extremo. Corrobora el carácter de re- ligiosidad del estoicismo en esta etapa, la manera de expresarse Epicteto al referirse al filósofo, dice: (1) “¿Crees tú que al con- sagrarte a la filosofía, podrías como hoy comer y beber a tu an- tojo, tener por ciertas cosas un eusto predilecto y por otras re- puenacia? Es necesario que te decidas a pasar las noches sin sueño, a trabajar con ahineo, a separarte de tus amigos y alle- gados, a servir de blanco o de desprecio al último de tus criados y a las risas de los transeuntes, a ceder paso en todo, en honores, dienidades, en una palabra, en todos los asuntos...?””. Su con- cepto sobre el filósofo puede equipararse al de un eremita y has- ta al de un religioso de nuestros días. Paralelamente con la resienación religiosa se desenvuelve en Epicteto esa arrogancia individualista toda ella a precio de la voluntad del estoico que le hace decir: “podrá el emperador man- dar en mi persona pero nadie de mi pensamiento””. Considera él la libertad el poder del hombre para dirigir sus pensamientos y manejar su voluntad independientemente para que esta sea fuerte y se oponga al mal y realice el bien; sin negar por esto la Providencia cuya ley tiende al bien porque ella es sabia. La frase de él que anotamos como uno de los lemas de esta monografía nos parece ser de las que más exactamente estereo- tipa el estoicismo, ella pone de relieve el extraordinario predo- minio que en dicha filosofía se concede a la voluntad, al esfuerzo y su carácter individualista y orgulloso. No obstante el criterio panteista de la teodicea estoica, Epie- teto revela a veces una sumisión al alma del mundo, un amor a ese Dios, que parece un místico en el más fervoroso y vehemente arranque de religiosidad. El predica que el hombre debe pedirle al ser supremo su favor en todo, para dominar las pasiones, pa- (1) Manual de Epicteto. Trad. por J. Delgado. XXIX, pág. 269. Véase XXXITI, pág. 274; XXXIV, pág. 277; XLVI, pág. 281; XLVII, pág. 282. 1 Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 143 ra proceder siempre de acuerdo con la razón y conocer el de- ber. (1) Esto lleva a algunos críticos de filosofía a ver en el estoico es- elavo una gran influencia de las predicaciones cristianas. Como buen estoieo niega el dolor y la muerte como males para los hombres, también admite el suicidio como moral, al igual que los estoicos griegos. No legó ninguna obra a la posteridad, pero sus ideas se co- nocen por el *Eyxepisiov de su discípulo Flavio Arriano que las consigna. E *>* Marco Aurelio sucedió como emperador de Roma a Antonino Pio a quien trató de imitar tendiendo siempre a la paz, al bien de su patria y al progreso moral y material de su pueblo; de apacible carácter y con un desinterés raro en esa época supo eranjearse el afecto de todos. La erítica de la historia estima que su excesiva benevolencia en aquel medio ambiente tan vi- ciado fué la causa de las faltas que cometió. Su imperio pasó por las calamidades del hambre, de la epide- mia y de los temblores de tierra; durante él hubo múltiples su- blevaciones algunas de gran fuerza, como las de diversos pueblos germanos; el emperador salió con su ejército y las venció, pero renacieron, de nuevo él luchó por dominarlas y fué muerto en la contienda en Sirmio el año 180. Con su prudencia y bondad trató de subsanar en cuanto pudo todas las desventuras de su reinado, en medio de ellas, el empe- rador sentía al filósofo y escribía su obra **Pensamientos””, uno de los libros más admirables de la historia de la moral de la an- tignedad; su lectura es excelente para modelar el alma de un jo- ven, templándola para la vida cultivando la virtud. Esa obra inspirada por la moral estoica contiene grandes máxi- mas que Marco Aurelio no solo eseribió sino que las llevó a la práctica constantemente en su vida, aún las más rigurosas y exageradas, apesar del contraste que ofrecían con la sociedad de su época. En todo el libro del emperador filósofo se advierte la misma (1) Véase Manual de Epicteto. Trad. por J. Delgado. XXXI, pág. 277. 144 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. religiosidad y resignación de Epicteto ante la ley del Destino, no sin cierta amargura de medir justamente la maldad de los hombres; econ fervor místico manifiesta su conformidad con cuan- to disponga el fatum, porque eso es lo que él quiere y como el esclavo filósofo dice: fiat voluntas tua””. (1) Tanto distaba su pueblo de practicar aquella moral que él predicaba, que se duele de la distancia a que se hallan la mayo- ría de los hombres de la virtud, la necesidad le lleva a resignarse ante aquel orden moral, lo que no obsta para mantenerse en el bien; a los alejados de este no los maldice, le inspiran lástima y hasta les quiere, a los amorales por completo les desprecia. kk XX El emperador Marco Aurelio es el último gran estoico que se presenta a nuestra consideración en el estudio del estoicismo en Roma y pudiera decirse que marca el fin del estoicismo en la Edad Antigua, si bien es cierto que diversos puntos de este sis- tema filosófico parecen revivir en algunos filósofos modernos eo- mo Spinoza, Rousseau y Kant. Apesar de los grandes personajes que hemos citado la filoso- fía estoica no fué popular del todo en Roma como no lo fué nin- guna filosofía en aquel eran Imperio, cuya decadencia moral y política, cuyo desconcierto y corrupción fueron preparando una caída lenta pero no por eso menos abrumadora. La invasión de los bárbaros era potente; los vándalos preparan su invasión ayu- dados de Eudoxia, esposa del emperador Petronio Máximo, que conociendo él había sido el asesino del emperador Valentiniano TIT su primer esposo, quiere así castigarle. (Genserico con sus huestes desembarca en Ostia y entran en Roma; la historia pre- senta los catorce días del saqueo de Roma como una de las más espantosas páginas de barbarie, los invasores cargaron con cuan- to pudieron hacia el Africa, el suevo Racimiro permaneció en la ciudad dueño de la situación; el Imperio hacía esfuerzos por le- vantarse pero ya era tarde, Orestes hizo coronar a Rómulo Augús- tulo su hijo, el último de los emperadores de Roma, depuesto a (1) Véase Pensamientos de Marco Aurelio. Traducido por J. Delgado. Lib. VII. XXXI, pág. 123; LIV, pág. 130. Lib. X, XXVIII, pág. 201. Lib. XIT. XIT, pág. 234; XIV, pág. 235. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 145 poco tiempo por Odoacro rey de los hérulos que mandó a Cons- tantinopla un águila de bronce y los distintivos del emperador para demostrar el fin de aquel Imperio. Había caído para siempre Roma. XIT Conclusión. Para gloria de la Filosofía y de su Historia y para satisfac- ción de los que sentimos entusiasmo por ella y le concedemos una importancia y trascendencia que sabemos hace sonreir a muchas personas pero que no por eso se aminoran, afirmamos que nin- gún sistema filosófico, aunque haya sido más o menos completo o equivocado y hasta erróneo, ha sido inútil a la civilización de la humanidad. Nosotros citamos los errores mezclados con grandes verdades de los pensadores del primer período griego, es más, apuntamos luego la utilidad filosófica de los sofistas y de los cínicos; así que respecto de la filosofía del Pórtico, que es quizá el sistema filo- sófico más completo del declinar de la filosofía de Grecia, fácil será comprender que apesar de sus errores tiene una gran impor- tancia y una eran belleza y cumplió una finalidad. Como constantemente en todo el desarrollo de esta monografía sobre el estoicismo hemos apuntado sus faltas y las hemos anali- zado y hemos apreciado y elogiado sus bondades y bellezas, pres- ciudamos de enumerarlas de nuevo tanto aquéllas como éstas, diseurramos acerca del estoicismo en conjunto y declaremos la importancia que ha tenido. En resumen diremos, que el estoicismo nació en el Eroá IowkíAn de Grecia, que sus principios básicos, con las influencias que apun- tamos. y su inicio fueron obra del filósofo de Citio, que se per- feccionó y se divulgó en manos de Crisipo y de Cleanto, que se alambicó y llegó a su auge en Roma con el filósofo de Córdoba, que rayó en una moral sublime con Epicteto y que tuvo en Mar- eco Aurelio su último representante en la antigúedad; unos y otros por tanto tienen su mérito. La filosofía estoica dista de ser del todo original; su física, su metafísica y su teodicea denotan una gran influencia de la filoso- 146 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. fía de Heráclito; en su psicología y más aun en su lógica pesan no poco las enseñanzas de Aristóteles, en su moral y en su po- lítica se nota cierto influjo, tanto en lo bueno como en lo malo, de los cínicos y son ambas lo más original, profundo y bello del sistema, contenedoras de conceptos de estirpe netamente estoica, que enaltecen la dignidad moral individual, por vez primera pre- sentada con todo su relieve, y productoras de toda una transfor- mación de la entidad colectiva que había de estrechar los lazos que unen al linaje humano y dar otra faz a la humanidad. Su física y su teodicea en último extremo presentan un pan- teismo psicológico-materialista que le dá corporeidad a todo, in- ecluso a Dios, cuya alma todo lo origina y dirige, por eso su cuer- po es el mundo pero él es superior al mundo. Además, una trans- formación periódica y eterna del fuego divino según lo dictado por el Destino inmutable y perenne es punto capital de su me- tafísica. Su moral, sus más enconados detractores confiesan que es contenedora de máximas sublimes; sin embargo contiene abe- rraciones que citamos. Ella predica la conformidad con la na- turaleza, que la razón debe ser la norma del estoico; el materia- lismo y el panteismo de su sistema al llevar a la práctica sus máximas le hacen caer en sensible equivocaciones, como también en la negación de la verdadera libertad. Exageró un tanto el criterio del esfuerzo y la impasibilidad y quitó el valor que en el hombre tienen las pasiones moderadas y legítimas cayendo en la apatía. Ella contiene preceptos que antes hemos citado de un valor inapreciable, ella llegando a lo sublime ha preconizado la virtud por la virtud misma criterio que a fuerza de ser admirable deja de ser la norma de todos los hombres en todos sus actos y en todos los tiempos. Víctor Cousin después de analizar la filosofía estoica y enume- rar sus aberraciones dice: (1) ““Alors la philosophie n'est plus qu'un apprentissage de la mort et non de la vie; elle tend a la mort par son image, l'apathie et l'ataraxie, árádema kol árapatia, (1) Histoire Générale de la Philosophie. Huit. Lec. pág. 233. *“Enton- ces la filosofía no es más que un aprendizaje de la muerte y no de la vida; ella tiende a la muerte por su idea, la apatía y la ataraxia, ámádeia kal arapatía, y se resuelve definitivamente en un egoísmo sublime. Veis pues, que esto es precisamente la última conclusión del epicureismo y por tanto, que dos filosofías extremadamente contrarias llegan al mismo resultado??. Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 147 et se resout définitivement en un egolisme sublime. Vous voyez qui c*est précisément la derniére conclusion de 1'epicuréisme, et que les deux extremités contraires se terminent au méme résul- tat'”—Tal afirmación en nuestro sentir tiene mucho de errónea, primero, porque apesar de todo el esoísmo que quiera ver el no- table eseritor francés en el estoicismo, este no fué tanto que im- pidiera divulear la fraternidad, la igualdad, la caridad, el eos- mopolitismo, la benevolencia para con los esclavos, y tantos otros erandes y generosos conceptos de su moral y de su política, ve- neros riquísimos del Derecho Romano, y segundo, porque cree- mos que será muy difícil encontrar nada humano donde si no la última, de las últimas intenciones, no sea el sentimiento del egoís- mo, que en cierto modo la naturaleza lo ha puesto en los hombres como algo preciso para su vida y que moralmente tiene su fun- ción; la filosofía moral moderna llega a la conclusión de que el tipo ego-altruista es el tipo normal de la moralidad. Se advierte ese sentimiento en hombres excepcionales, en los santos, en los que el egoismo, si bien ordenado y espiritualizado es factor importante, ellos no ansían nada terreno, afrontan los más grandes sacrificios, ceden cuanto tienen por realizar el bien y muchos ofrendan su vida, todo por su Dios y por gozar, ellos, de la bienaventuranza eterna, por llegar a tener, ellos, en las ig- notas y misteriosas regiones de ultratumba el favor eterno de la felicidad, y conste que esto en manera alguna aminora sus figuras ante nuestra vista ni disminuye sus méritos, porque ese eriterio lo hallamos lógico, natural y en último extremo parte integrante de la misma virtud. ¿Cómo no se ha de hallar el esoísmo en el conjunto de una filosofía ? La filosofía del Pórtico ateniense con todos sus errores y pa- radojas, con su física y metafísica materialistas, con su teodicea panteista, con su psicología un tanto sensualista como su lógica lo es nominalista, con su moral y su política que a veces llegan a un idealismo exagerado, llenó una función histórica de la fi- losofía en la humanidad; ella consoló corazones sumidos en el dolor al ver rotos sus más caros ideales al contacto con el tráfaoo de la vida; ella fortaleció al hombre aplanado por reveses del Destino; ella le tendió la mano al esclavo réprobo de la sociedad antigua y si no le libertó del todo, le hizo considerar hombre; 148 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ella informó a los jurisconsultos romanos; ella habló de igual- dad, de fraternidad y de cosmopolitismo, y Roma trató de hacer esto una realidad con su Imperio. Y como si todo esto fuese po- co a manifestar la grandeza y la importancia de la filosofía del Pórtico, coinciden muchos conceptos de su moral y de su política con las máximas del Cristianismo. Críticos de filosofía cristianos niegan como un gran demérito para la religión eristiana la influencia del estoicismo en ella; nos- otros no vamos a entrar en la discusión de esto porque tendría que ser objeto de una extensa tesis; pero consideramos necesario apuntar la importancia y valor de la filosofía que hemos estudia- do y para ello debemos, además de lo indicado, citar esas coineil- dencias porque a nuestro modo de ver es uno de sus timbres de eloria. No hablemos de la influencia del estoicismo en el cristianismo, sino simplemente de las coincidencias de uno y otro. El estoicismo habla de la bondad, del sacrificio, el eristianismo también; aquel preconiza el desarrollo del esfuerzo, este lo con- sidera imprescindible para oponerse al espíritu del mal; aquel estimula al dominio por parte del hombre de su voluntad, este lo mismo; aquel desprecia las riquezas y los convencionalismos so- clales y considera lo único dieno de toda atención a la virtud, este tiene ese criterio; aquel habla de conformidad con los desig- nios de su Providencia y con el alma universal, este ordena el aca- tamiento de la voluntad de su Dios; aquel habla de igualdad en- tre los hombres, pues todos tienen igual origen, organización y fin, este dice todos los hombres son hermanos pues son hijos de Dios; aquel estatuye el cumplimiento del deber, este lo hace igual; los estoicos hablaron de perdonar a los autores de sus ma- les y de quererles, sintieron la fuerza de la fraternidad, los eris- tianos no solo quieren y perdonan a sus enemigos sino que ruegan a Dios por ellos; el eristianismo también lleva a la impasibilidad ante el dolor que caracteriza al estoicismo, pero ¡ah! el estoicis- mo se orientaba predominantemente por la razón y el cristianis- mo por el amor, y aquí está la eran diferencia, aquí está el mis- terio de los rápidos progresos del cristianismo, de su divulgación vertiginosa, apesar de todo lo que a su paso se ha opuesto y de su vida de veinte siglos durante los cuales ha visto derrumbarse Aurelio A. Boza y Masvidal: El Estoicismo. 149 poderosos imperios, la más larga que entidad histórica aleuna haya alcanzado. Sabemos que además de esta capital diferencia que acabamos de apuntar hay grandes oposiciones entre el estoicismo y el eris- tianismo, aquel es panteista, admite el suieidio, la mujer común y otras aberraciones que condena la moral cristiana. Lo que im- pidió al estoicismo llegar aún más alto en el conjunto de su sis- tema fué el desconocimiento del valor que el amor y el sentimien- to tienen en el hombre. Habla más alto a la humanidad el amor que la razón, por eso más frecuentemente sigue a aquel. El cotejo de las obras de los estoicos con obras cristianas, ceo- mo las de los místicos españoles del siglo XVI por ejemplo, de Santa Teresa, de Fray Luis, de San Juan de la Cruz o Malón de Chaide, o con la “Imitación de Cristo” de Kempis, uno de los libros más admirables de la moral eristiana, hace apreciar esas coincidencias de que hablamos. Coincidencias que advirtió San Jerónimo cuando escribió: Stoici cum nostro dogmate in pleris- que concordat. (1) Enaltece grandemente a la filosofía del Pórtico de Pecile esas colmcidencias con el cristianismo, cuya moral es admirable. Y lo es, porque si todos los hombres amásemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, y al anochecer de cada día nos pusié- semos la mano en el corazón y la conciencia nos dijera que en él habíamos eumplido fielmente el Decálogo, todos los hombres se- ríamos mórales y la humanidad entera sería feliz. De ahí por qué es un timbre de gloria para el estoicismo coincidir, aunque par- cialmente, con la moral más grande y verdadera que existe, con la moral del eristianismo. BIBLIOGRAFIA Albear (Dr. Juan F.). Notas de sus conferencias tomadas en las clases de Lengua y Literatura Griegas. Aragón (Dr. Adolfo de). Notas de sus conferencias tomadas en las clases de Lengua y Literatura Latinas. Canalejas (José). Apuntes para un Curso de Literatura Latina. 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Núñez de Arenas. Madrid. Zeller (Eduard). La Philosophie des Grecs considérée dans son developpe- ment historique. Trad. de 1”allemand par Emile Boutroux. París. 1882. LA VICTORIA DE SAMOTRACIA (” POR LA SRITA. JULIA MESTRE Meses después del armisticio, el Louvre ha dejado ver nuevamen- te sus esculturas más famosas.... Tras tiempo tan largo privada de ella—de la Victoria de Sa- motracia—yo ardía en deseos de contemplarla.... Y tenía, al mismo tiempo, ansias de hacerla “conocer”? a mi ahijado de guerra.... Al subir la escalera monumental del esregio museo, empecé a sentir, divisando en lo alto la estatua-prodigio, que, desde el ta- bernáculo de sus alas, se descargaba sobre mi espíritu todo el pe- so abrumador de la inferioridad humana.... Y me detuve cer- ca, admirándola con unción religiosa que trajo a mis labios, lenta y apagada, esta frase: —¡ Qué maravilla ! El artista amigo, que nos acompañaba, se sonrió al escucharme enseguida dijo: —"Tiene usted razón: una maravilla! Cuántas veces oigo de- sienar de esa manera una “mise en scene””, un traje, una bagate- la cualquiera, con ansias de gritar que se reserve la palabra— porque no hay otra mejor—para pronunciarla ante las obras maestras, las obras excepcionales como ésta.... —¡Esta?... Esta mujer enorme, sin brazos, sin cabeza? Era la voz cálida y un poco sorda—eomo las voces que en mu- cho tiempo no han hablado sino entre el estampido del cañón o bajo la consciencia del peliero—de mi ahijado de guerra—la que ahora se dejaba oir... Yo quería, no obstante, que aprendiera todo lo que es esa mu- Jer, aunque se halle incompleta; yo me empeñaba en hacerle sen- tir y llevarle a amar la grandeza misteriosa y suprema de aquella La (1) Agradecemos al Sr. R. Catalá, Director de *“El Fígaro'” la autorización con- cedida para reproducir este artículo de la Srita. Julia Mestre. Julia Mestre: La Victoria de Samotracia. 153 “maravilla””... Y el artista amigo vino a animarme y auxiliar- me en el esfuerzo... —La Belleza, decía, tiene dos atributos: la materia y el espí- ritu. Así, cualquier arte, idealización del hombre, vive en esos dos mundos: en la escultura, busca, en el primero, la pureza de la línea, el sentimiento de la armonía y de la forma. En el se- LA VICTORIA DE SAMOTRACIA eundo, que es el alma, reside la interpretación del genio de artis- ta, la expresión inmortal de su idea por el pobre agente, que es la materia. Mirad esta mujer; sólo el realce de su cuerpo indi- ca el gesto de triunfo; el clamor de su misión, o el eco de su trom- peta (la historia nos habla de que la tenía) están como amortigua- dos por el ruido de las olas; el impulso de sus pasos y el esfuerzo 154 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de sus alas se muestran en rebeldía contra el azote del viento que ciñe sus formas perfectas en los pliegues del vuelo admirable de su túnica.... La voluntad, empero, la hace avanzar; todo en ella se estremece y triunfa... “Se la siente”” adelantar... y si no existiese la galera bajo sus plantas, nada extraño sería verla ca- minar sobre las olas... Victoria de Samotracia! Victoria naval de los griegos contra el Egipto, victoria contra los elementos, victoria del tiempo, vieto- ria del Arte... Pronto nacerán otras hermanas tuyas, dignas, sin duda, de su primogénita y de la gran época que evocarán; pero ninguna te vencerá! Tu serás la eterna victoriosa! Los miembros que te puedan faltar, después de dos mil años de vida, aumentan el valor de los que conservas y hacen fuleurar todas tus bellezas. Oh! amigos míos: si alguna vez dudáis del valor de un mármol aprended a observarlo tratando de descifrar su alma. Si notáis en él algo más que un volumen y una corteza; si deja entrever músculos, corazón y pulmones; si su actitud os comunica tranqui- lidad, su anhelo de vivir a la fuga de sus nervios; su posición, la destreza de su gesto; sus labios, la voluptuosidad de sus sentidos; su mirada el dolor de un pensamiento; en una palabra, si la veis vivir, ah! entonces, no temáis equivocaros: el artista ha vivido dos veces: sintiendo lo que expresa y venciendo la ingratitud del ofi- cio y de la piedra. La vida es siempre una obra de arte.... Una hora más tarde, al bajar la escalera monumental, después de un recorrido por las otras galerías del Museo, sorprendí la mi- rada de mi ahijado en un rápido y oculto movimiento hacia la es- tatua... ¿Sería que, ¡al fin!, la sentía andar ? DOS GRANDES LINGUISTAS (1 POR EL DR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología JORGE HATZIDAKIS En una isla pequeña por su extensión pero grande por su amor a la libertad, isla que Homero cantara en sus versos inmortales, donde meciera su cuna el eran Venizelos, gloria y orgullo de la Grecia toda; hogar de una civilización original y refinada, como fué la minoana, en que el arte, con sus diversos atractivos, supo exteriorizarse, para asombro general, en frescos y decorados, con muros en palacios, como el de Cnosos que ofrecen combinaciones geométricas de línea, con reflejo en sus pinturas de cómo la na- raleza hubo de ofrecer los elementos para las inspiraciones de sus artistas, estampando en la ejecución de los temas las caracterís- ticas predominantes de la época; allí, en Creta, nació para prez de la ciencia que viene cultivando con éxito el eran lingilista Hatzidakis, honor de su Claustro universitario, orgullo de sus discípulo y de su pueblo y encanto de sus amigos y colegas que han podido aquilatar, en las obras por él dada a luz, lo superior de su mentalidad, el dominio alcanzado en el vasto campo de la ciencia del lenguaje, el merecido concepto que disfruta, dentro y fuera de su patria, como maestro de grandes vuelos, como ciuda- dano ejemplar que conquistara, junto al respeto por su saber, el (1) En la imposibilidad de dar a cada uno de estos lingiistas el pri- mer lugar en el orden de exposición de este trabajo, como así les corres- ponde por su significación mental y propios méritos, nos hemos visto precisado a acudir al año del nacimiento de ellos para resolver tan difí- cil caso. 156 Revista de la Pacultad de Letras y Ciencias. que siempre despiertan las excelsas virtudes cívicas que tanto le enaltecen. Amante de su patria como el que más ha consagra- do, y sigue econsagrando, su vida toda al estudio de su lengua Co- mo elemento esencialísimo de la nacionalidad, ya que no se ama a ésta si no se sabe amar aquélla, pues como ha dicho Renan, “faltaría algo esencial al mundo, el día que cesara de brillar es- ta antorcha clara y centelleante””. Y buena prueba nos ha dado en sus *AxaSnuenó Avayvórpara, dedicadas a exponer cuanto atañe a la misma, con la minuciosidad requerida para determinar las ca- racterísticas de un idioma en que las inteligencias han hallado los medios de expresión en forma maravillosa, colores para todos los matices y orquesta magnífica para todos los gritos del senti- miento, como inspiradamente dijera un eximio eseritor colom- biano, ya que ella, estimamos, ha podido exteriorizarse fácil, abundante y natural en Homero; pomposa y atrevida, sin exage- ración ni violencia en Píndaro; lírica en Esquilo; sobria en Só- focles; armoniosa y clara en Eurípides; para reflejar los enean- tos de sus obras inmortales como algo de elegante en Aristófanes ; mientras enérgica y concisa aparece en los escritos de Demós- tenes, admirable y casi divina en los de Crisóstomo. Para ha- blar de Hatzidakis, como decía de Cuervo un atildado escritor, hay que bajar la frente con reverencia; tal es el mérito de la obra por él ejecutada, tal la competencia por todos reconocida en él al grado de presidir la Comisión que interviene en la redacción del léxico de su patria, tal el respeto y consideración alcanzados en el andar de sus años como consecuencia de ejecutoria inmar- cesible. Su vida de estudiante, al través de las distintas escuelas de Creta y Atenas, que prepararon su mente para estudios posterio- res, para aprovechar las útiles lecciones del Gimnasio y las exce- lentes que recibiera en la Escuela de Filosofía de su Universidad Nacional, en la que se inseribió como alumno para obtener el erado correspondiente que más tarde alcanzara con la califica- ción de híav kadós, es la expresión de quien por natural instinto quiso elevar su espíritu al través de una metódica enseñanza pa- ra darse de lleno a los estudios que más tarde habrían de hacerle brillar con tanto éxito exteriorizando sus excelentes facultades. - Y porque para elevar su cultura preciso era acudir a aquellos Centros donde la enseñanza de su predilección se desenvolviera J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 157 de modo satisfactorio, es que lo vemos abandonar temporalmente la patria de sus amores para concurrir a las aulas de las Univer- sidades de Alemania, país donde estos estudios han alcanzado JORGE HATZIDAKIS Profesor de la Universidad de Grecia adelanto tan notable en el aprendizaje de la glotología helénica, donde un Curtius revelara sus grandes conocimientos de lengua griega, Corssen diera muestras de su saber en la esfera de la len- gua latina, Brugmann sorprendiera al mundo al demostrar su 158 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dominio de la gramática comparada indoeuropea y tantos más que han sido antorchas que han iluminado el camino de la inves- tigación lingúística. Por eso no vaciló Hatzidakis en concurrir, en primer término, a la de Leipzig en Abril de 1878, en la que si diera muestras de profundo saber Camerario con sus traduc- ciones latinas de los elásicos griegos, también brilló con luz pro- pia Godofredo Hermann, para pasar después por la de Jena en la que Augusto Guillermo Schlegel impulsara estos estudios con su profundo saber y por último por la de Berlín que tanto se enalteciera con la enseñanza admirable del gran Bopp como con la de Lachmann, el filólogo por excelencia, conquistando con su vasta cultura en las múltiples disciplinas de la filología clásica, el justificado concepto de haber sido el primero entre los profe- sores de Berlín. La labor de Hatzidakis si no tan extensa que sepamos como la de tantos otros cultivadores de la ciencia del lenguaje es labor de altos vuelos, de observación atinada, de reflexión y de saber en cuyas páginas ostenta, al lado de los conocimientos de la len- gua materna en sus variadas etapas, los que la lengua latina cons- tantemente le ofrece en las comparaciones que efectúa, los utilí- simos de la lengua sánserita que ha sido y es, como se ha dicho, ““la llave maestra que ha abierto los lugares reservados y obseu- ros, tan numerosos antes de que fuese conocida en todas las indo- europeas””. Y por esa especial preparación que le da el bagaje lingiístico adquirido de labios de excelsos maestros, permitién- dole recorrer con seguridad la gama del lenguaje para explicar- se los fenómenos en él advertidos, y al deseo de profundizar más la vía para conocer mejor la lengua griega es que discurre com- petentemente sobre la historia de ella como en la esfera de la bi- bliografía ha dado a conocer la opinión que acerca de algunas obras sustentara en números de la revista de Bezzenberger y en la Gott Gelehrte Anzeiger del año de 1882. A medida que sus conocimientos se ampliaban y se arraigaban más ofrecíanle an- cho campo para las especulaciones; las revistas del extranjero, entre ellas la muy notable de Kuhn y la no menos célebre de Brugmann y Streitberg, titulada Indogermanische Forschungen, acogieron con aplauso sus estudios sobre lenguaje como en la Revue des Etudes Grecques de París y en las Butavrivois X poviois, év ro Thiáron, ró Hapvácoo, Ti EBSoyás., ri 'Adñva, rr “Exernpió roó laverio- J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 159 rnylov, Ti roú Ilapvacrood, ri Khevoi Tis Tepyéoros, Te Acfixoypadixo *Apxelíw se recibieron sus trabajos con marcada complacencia por lo que ellos significan e ilustran. Nombrado tras luengos años de labo- rar en el profesorado, titular de Lingúística en la Escuela de Fi- losofía de la Universidad Nacional de Grecia, en 25 de Junio de 1890, ha venido, desde entonces, divuleando estos conocimientos con el entusiasmo con que profesa esta ciencia, con la seguridad de un saber recibido de buena fuente, de labios de competentí- simos maestros. Y como el mérito de sus enseñanzas ha logrado traspasar los límites de su nación, llegando, por fortuna, hasta nosotros; así como la Universidad Nacional de Grecia supo pre- miar en la celebración de sus fiestas del jubileo, en 1912, a quie- nes habían alcanzado un merecido renombre en las ciencias com- prendidas en sus diversas Facultades, así también la de Leipzig, aquilatando el éxito de su labor, ortovóle el muy preciado título de Doctor honoris causa, como las Academias de Berlín, Viena, y Budapest le dieron el de Correspondiente sin olvidar el que re- cibiera de la Sociedad Científica de Gotinga; atenciones dispen- sadas no por mera complacencia sino en testimonio de cómo se ha sabido apreciar su excelente obra que tanto enaltece la cien- cia y por la que tan intensamente se preocupan los Centros an- _ tedichos. Su libro Trworcokial Mexéra. reafirma nuestras anteriores manifes- taciones, su trabajo Ilepi ro yhwecixod inTiparos év “EAMGSL ofrece múl- tiples ejemplos de lo dicho, acusa una cultura amplísima cuando discurre sobre las causas de la conservación del bilineiiismo, del carácter gramatical de la mezela, de la correcta pronunciación, del origen del lenguaje, de la extensión de esta ciencia, del lugar que ocupa en el árbol general, del principio del menor esfuerzo en la explicación de formas que surgen fácilmente en el leneuaje, expuesta la materia con claridad meridiana, agrupadas las ideas convenientemente para su mejor comprensión, todo inspirado en las verdaderas fuentes que consigna en el trabajo para que apre- elados los juicios emitidos, y junto a ellos el eriterio que en cada caso sustentara Hatzidakis, pueda el lector perito aquilatar o re- chazar las razones por él expuestas. Nos hemos deleitado, nos hemos instruido y nos hemos orientado en sus doctrinas al leer estas páginas; ellas serán de utilidad máxima para la juventud ue acude a su aula, a oir de sus labios la buena nueva; ellas di- 160 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rán, a los que no disfruten de esta suerte, cómo el maestro sabe juzgar las ideas que en el extranjero se ha expuesto acerca de la ciencia del lenguaje, y cuáles sean las de Benfey, Delbrick, Brugmann, Gróber, Sechuchardt, Gabelentz, Leskien, Scherer y Osthoff; qué se ha hecho en cuanto al origen del lenguaje que exija no olvidar la actuación de Grimm, Herder, Benfey, Steinthal, punto que por escabroso prohibe toda discusión en su seno la muy brillante Société de Linguistique de París; qué es lo que se ha hecho y conviene conocer al extenderse las investigaciones lin- gilísticas en que nombres tan eloriosos como el de Whitney oecu- pa un lugar prominente, cual sea el sitio reservado a la ciencia del lenguaje tras las opiniones emitidas, ya que unos lo estiman como formando parte de las naturales, entre los cuales aparecen Sehleicher, Max Miller, Hovclacque, Vinson, Calle, o con un ea- rácter histórico como piensan Whitney, Sayee y Meillet o his- tórico-naturalista, tomando en consideración elementos valiosos de ambos aspectos, como lo ha hecho Federico Miller. Tras esfuerzos tan laudables que evidencian la preparación que alcanzara para especulaciones de esta índole ofrécenos en el año 1902 dos gruesos volúmenes titulados ”AxaSmpexa *Avayvócpara bellísimas páginas en que discurre sobre la ciencia del lenguaje, interesante obra que recuerda, como fundadamente ha dicho el inolvidable lingiiista Víctor Henry, la que econ motivo de confe- rencias pronunciadas en la Institución Real de la Gran Bretaña, por el gran Max Miller, constituyera después un hermoso libro vulgarizador de muchos de los prineipios que tienen señalada importancia en el campo de la lingiística, ya que en el de Hatzi- dakis, como se ha consignado, hay idéntica exposición, abundante y variada y en el que el autor señala lo conveniente para la adecua- da preparación en esta disciplina y donde, con conocimiento del medio en que iba a servir de guía, para iniciar los estudios de es- te orden, era preciso una exposición apropiada para dar a cono- cer los principios del lenguaje concretándose, como así se des- prende de su lectura, y de modo principal a la lengua grie- ga, como asunto fundamental, no dándole mucha extensión a la parte latina y casi nada a cuanto atañe a la lengua sánscrita, a ese idioma que como el propio Max Miller ha dicho, fué like an electric spark, caused the floating elements to crystalise into regular forms, derivándose de su aprovechamiento beneficios in- J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 161 finitos que han reconocido los grandes lingúistas. Pero Henry estima el griego como el idioma más puro, el que tiene importan- cia grande en la comparación de las lenguas y de ahí que acepte como bueno el eriterio que Hatzidakis mantuviera en su obra porque ninguno mejor para norma de estas disquisiciones. En esas páginas que con tanto deleite se leen ha desenvuelto este eminente lingiúista doctrinas de importancia suma para facilitar el mejor conocimiento del lenguaje, y así como el inolvidable Henry nos ha dado en su Étude sur 1"Analogie en géneral et sur les Formations analogiques de la langue gracque cuanto afecta a la misma, y en particular a la familia indoeuropea, señalando su acción en las formaciones temáticas del lenguaje, en la flexión nominal como en la verbal, Hatzidakis nos habla de este impor- tantísimo factor en las mutaciones de las voces, tal como pudo ser apreciado entre los antiguos y entre los modernos; la clasi- ficación de esos fenómenos para indicar las analogías materiales en los caracteres de la dicción, en los eompuestos, en la sintaxis, en el género, acento y espíritu, ete., como al observar las forma- ciones analósicas demuestra también su acción en toda sílaba, generalizando aleún elemento por causa de su significación. Hatzidakis entendiendo que la analogía contribuye a la explica- ción de los cambios del lenguaje de una manera muy especial le dedica particular atención y ello explica por qué Hermann Paul la trata cual corresponde en su Principien der Sprachgestchichte, y el notable lingilista americano Bej. I. Wheeler la analiza con toda minuciosidad exponiendo con plétora de ejemplos los gru- pos diversos para la mejor explicación de los fenómenos lingiís- ticos; Hatzidakis desenvuelve con la mayor amplitud esta mate- ria, observa el lenguaje en sus aspectos: físico, fisiológico y psi- ecológico; analiza con cuidado cuanto atañe a los órganos que intervienen en la emisión de los sonidos para explicar los mati- ces que en los mismos se producen, eomo da a conocer, con lujo de detalles, todo lo referente a la historia del alfabeto, ya que forma parte de la fonética, discurriendo sobre el nombre de las letras, sobre las reformas y enriquecimiento de aquél, es decir, nos da una detallada exposición en que se consignan su uso an- tiguo y moderno, las características del alfabeto de Chipre y cuantos más antecedentes son necesarios para alcanzar una idea . completa de esta materia. 162 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El carácter social del leneuaje oblígalo a las transformaciones que constantemente en él se efectúan, la necesidad del signo para la expresión de la idea, a crear voces que la representen, pero como no siempre esto puede obtenerse y las estrechas relaciones de unos pueblos con otros son factores que cooperan con sus prés- tamos al enriquecimiento de una lengua, por la necesidad que se siente de un signo que indique bien un determinado concepto, de ahí la constante adopción de términos, como dice Hermann Paul, para indicar ideas que carecen de vocablos que los expresen, sur- siendo así los nombres de lugares y personas, los propios de de- terminados productos tomados de la lengua de la comunidad, ceo- mo al ser preciso registrar términos técnicos, científicos, religio- sos o políticos, lógico es suponer que la lengua sometida al préstamo debe ser la de una nación que disfrute de un estado de cultura superior a la de aquella que recibe el préstamo. Aun recordamos con deleite, en corroboración de esto, aquella famosa disertación de nuestro inolvidable amigo el P. Luis Rozenvalle en la Sección XI del XVI Congreso de Orientalistas, celebrado en 1912 en Atenas, y en la que diseurrió con gran maestría, so- bre Los préstamos turcos en el griego vulgar de Rumelia y es- pecialmente en el de Andrinópolis; bellísima monografía que se- ñala la causa de la otomanización del griego rumeliota con plé- tora de ejemplos que revelan la facilidad con que el griego ha asimilado los vocablos turcos, importante hecho en la esfera de la investigación lingúística que exige estudio profundo del dia- lecto andrinopolitano como magnífico arsenal donde hay aún mucho de inédito (1). Y como Hatzidakis no podía desconocer este elemento de renovación y enriquecimiento del lenenaje por fuerza tenía, como lo ha hecho, que tratarle en una obra donde se exponen los principios fundamentales del mismo para diseu- rrir acerca de su necesidad, de la limitación de esos préstamos, de los sonidos de las voces extranjeras como asímismo que la voz y la escritura del préstamo pueden, en la manifestación dialectal y en el tiempo, decirnos el carácter de la lengua griega. Todas sus explicaciones aparecen basadas en excelentes doctrinas que revelan su segura orientación pero como obra humana al fin (1) La erítica de Psichari a este trabajo de Rozenvalle motivó una ré- plica aplastante del autor publicada en la Revue des études grecques de París. J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 163 adolece del defecto de seguir muy de cerca los estudios que en Alemania se han hecho sobre esta materia olvidando los grandes trabajos realizados en Francia, tan simpatizadora de cuanto se relaciona con el pueblo griego, destacándose como astros de pri- mera magnitud en estas investigaciones los Henry, los Meillet y tantos más que tanto honor han proporcionado y proporcionan a su país. Y aunque esto no aminora la meritoria labor efectuada, la hace aparecer en cierto sentido incompleta, pues que a lo di- cho debe agregarse también el silencio de esas pesquisas realiza- das tan brillantemente en el Nuevo Mundo como lo demuestra el American Journal of Philology de la Universidad de Johns Hopkins, que dirige aún, para dicha de sus admiradores, en cuyo número nos contamos, el talentoso helenista Basilio Gildersleve; periódico que realiza de este lado del Atlántico lo que del lado de allá las Mémoires de la Société de Linguistique de París. Mas de todos esos capítulos que tanto dicen en el campo del lenguaje ninguno de mayor importancia, ninguno superior al re- lativo a la pronunciación de la lengua griega Ilepi rpopopás Tis ápxaias Eniqvirns yAóooms, (1) maravilloso trabajo de erudición profunda, juicio elevado y sereno y en el que el material acopia- do, y todo lo que él sienifica, demuestra que sólo quien justifica- damente ostenta el calificativo de sabio hubiera podido eseribirlo, pues aparte de su amor por llevar la luz donde tanta duda ha habido nadie con más derecho que él para ello tratándose de su lengua y nadie mejor preparado para discurrir en un terreno en que las opiniones aparecen tan divididas como lo demuestran los partidarios de los d'Eichthal, de los Mynas, de los Blass que han hecho resonar la autorizada voz de Hatzidakis, de tanta ma- yor importancia en este caso, por lo que significa la competencia del gran maestro, para afirmar categóricamente, aquilatando uno a uno cada argumento de los antierasmianos y en consonancia econ lo expuesto en sus *AxaSnped 'Avayvócuara, Que si ni la eras- miana ni la moderna pronuneiación pueden ser idénticas a cual- quiera antigua de la lengua griega, en cambio admite, que en (1) Sobre este asunto ya han disertado Egger, Blackie, Velasti, Geor- giades, Mynas, Lunzi, Rangabé, Liscovius, Seyfart, Pennington, Leclnse, Alexadre, Deheque, Renan.—Véase el artículo De la prononciation natio- nale du grec por Gustavo d'Eichthal en el Annuaire de 1”Association pour l'encouragement des études grecques, 1869. 164 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. muchos puntos, sobre todo en relación con las vocales, el método erasmiano teóricamente hállase más próximo a la verdad. Abra- mos y leamos con verdadero interés cuanto Hatzidakis consigna en tan eruditas páginas que parecen explicar el movimiento de reacción advertido al través de las Universidades donde se pro- fesa la enseñanza de la lengua griega, justificando así el triunfo alcanzado en Occidente frente a lo que Henry llama las veleida- des rechlinianas de un Ministro que en nada ha podido influir mientras los griegos de refinada cultura mantengan firmemente la creencia de que su idioma, no obstante la mutabilidad que en los mismos se nota, se ha conservado intransformable desde hace veinte y cinco siglos, teniendo en Hatzidakis su más potente y tenaz mantenedor. Admirable defensa que exterioriza el espíri- tu independiente de este griego superior, excelente obra de va- lentía científica que tanto lo enaltece como aquella elocuente peroración en la que conjura a sus compatriotas de no colocar el amor propio nacional por encima de lo que es la verdad en toda su desnudez. Discutidos los problemas principales que tanto juego han dado en el capítulo de la verdadera pronunciación grie- ga, concrétase Hatzidakis a la investigación del verdadero sonido de las vocales, de los diptoneos cuya naturaleza analiza como señala con todos los detalles del caso cuanto tiene relación con las consonantes. En otro volumen que con igual denominación ha publicado, reune las varias labores que en el campo de la investigación lin- guística ha llevado a cabo. Aplausos muy sinceros debemos tri- butarle ya que, como se ve de la lectura de sus páginas, y sobre ello hace hincapié el gran Henry, la materia que lo forma señala el porvenir de la eramática histórica de la leneua griega permi- tiendo apreciar, a base de los datos por Hatzidakis ofrecidos, las características de las formas griegas en sus diversas etapas, lle- gando el helenismo, como añade aquel eselarecido maestro, a po- ner su sello en prosa abundante y límpida. Y aquí, como hemos consignado respecto del primer volumen de esta obra debemos decir que grande es el material recopilado, extraordinariamente bueno en cuanto al griego que tanto preocupa en sus pesquisas a Hatzidakis, con datos tomados de fuentes que no pueden des- pertar duda de ningún género. Y este laborar paciente, en con- sonancia con su psicología, justifica hechos advertidos al través J, M. Dibigo: Dos grandes lingiiistas. 165 del estudio que ha realizado, donde se observan con fidelidad las leyes fonéticas sin que ilusiones etimológicas engañosas le lleven a separarse de las mismas. En este volumen, como en el anterior, señala Henry deficiencias por él advertidas, por lo que hace indicaciones tendientes a mejo- rar la obra en un próximo futuro, a impugnar el que el atico fuese tomado como un verdadero índolo,—ya sabemos como piensa sobre esto Sayce en The Principles of Comparative Philology—, pues aunque aquél se haya transformado en el griego común no es ra- zón bastante para que ocupe un lugar eminente, manteniéndose se- parado de las otras formas dialectales, cuando no es más que uno entre ellos, puesto en el mismo plano que el más modesto o menos conocido, siendo injustificada la preferencia en la exposición de sus leyes antes que la de los otros, debiendo dársele a conocer en conjunto, en un cuadro que permita a la vez advertir las ca- racterísticas de todos y de cada uno de ellos. La patología vo- cálica aparece desenvuelta en forma extensa y minuciosa seña- lándose las bases de las alteraciones o caídas de los ele- mentos que integran una voz. Y aunque no siempre lo expuesto aparece a satisfacción del que bien preparado en la materia ma- nifiesta paladinamente sus puntos de diserepancia, hay funda- mentos para poder explicar las diferencias advertidas ya que orientado Hatzidakis de modo muy particular en fuentes alema- nas no siempre el criterio de éstas conviene con la verdad cuando no resulte, como puede acaecer que la disconformidad dependa más que de un hecho fundamental de un eriterio personal. Cuales- quiera que sean las divergencias que puedan indicarse al juz- garse esta obra nada impide el que se alegren de su aparición los que ahincadamente consagran su vida a estos estudios, por- que esas páginas son el mejor exponente de la mentalidad supe- rior de un notable lingiñista. Al lado de estos estudios serios que revelan las dotes de un buen profesor, ha diseurrido asimismo Hatzidakis en "Eheyxo. kal Kpícess (1901) sobre la polémica que mantuviera Bernardakis con- tra Conto y Bases y sobre la edición de las obras morales de Plu- tarco, señalando errores e inconsecuencias particularmente en la cuestión del acento, o como más tarde, en 1905, en monografía famosa por su mérito como por la seria discusión que motivara su discrepancia respecto de la doctrina de Krumbacher, hizo de- 166 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rroche de erudición y de argumentos en pro de la tesis que con toda razón y valentía sustentara. Este libro titulado Die Sprach- frage in Griechenland, traducido más tarde al francés por su mé- rito, a fin de vulgarizar bien los puntos de vista que en sus págl- nas defendiera Hatzidakis, fué motivo de un juicio que publica- mos en el número de Enero de 1908 de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias con el título de La question de la langue écrite néo-grecque, que mereciera el alto honor de ser traducido al griego y publicado en el periódico *Afñva. En esa nota biblio- eráfica, síntesis de las ideas defendidas por el esclarecido maes- tro decíamos: ““Esta disertación admirablemente impresa y en- riquecida con nuevos datos, es un trabajo substaneioso en que revela el autor sus profundos conocimientos acerca de la lengua eriega nacional, sus sobresalientes cualidades como lingiiista, su ardiente patriotismo, contrarrestando, al exponer las tausas ver- daderas de la forma actual de la lengua escrita, la utilidad que presta a su país que bien la conoce considerándola como posesión verdaderamente nacional, tanto las peregrinas afirmaciones de Krumbacher como los erróneos juicios de Psichari acerca de ella””. Divide Hatzidakis el trabajo, para realizar el móvil de la impugnación, en dos partes, sustentando en la primera la tesis de que la lengua escrita neo-griega es un producto natural y an- tiguo de su perpétua eivilización, dado que ni es creación del si- glo XVI! como ha supuesto Krumbacher, ni la obra de unos pe- dantes como ha afirmado Psichari, sino por el contrario, un ver- dadero producto histórico de su ceilvilización remontándose su origen a los llamados tiempos post-clásicos y sobre todo a la época de los alejandrinos. En la segunda parte cíñese a dar un resumen histórico de la materia en el pueblo griezo deduciéndo- se, como consecuencia de sus afirmaciones, que Krumbacher, a su juicio, ignoraba los principios generales de la ciencia del len- guaje, que desconocía la historia del caso y cuanto a ella atañe, que erraba al discurrir sobre la leneua griega dado que ienoraba muchos de sus aspectos, que se contradecía al recomendar todo lo opuesto a la enseñanza de Coraís siendo un despropósito juz- gar lo referente a la lengua griega por la analogía con otros idio- mas, prescindiendo de la fuerza de la tradición oral entre los eriesos. Y al terminar nuestro juicio decíamos “que su lectura no sólo nos había agradado sino que nos había convencido de los J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 167 poderosos motivos que tuvo el autor para impugnar las manifes- taciones contrarias””. Felicitamos de nuevo al amigo y al ca- marada que tanto se ha afanado por este aspecto de carácter tan nacional reafirmando las frases antes expuestas sobre el concepto que para Renan tuviera la lengua como firmísimo baluarte de defensa en todo país. El año de 1910 eseribió sobre Avádetis trepi rod Kpnrtixod rroképov, COMO en 1911 Kalirádiw repl roú “EMnvicpoó róv ápxaiov Maxedóvov, Materia ya tratada en 1896 con igual título. Mas si todos estos esfuerzos de Hatzidakis revelan una infatigable vida de labor consagrada al bien, a la i¿ustración de su pueblo, justo es que consignemos aquí, tributándole nuevamente el aplauso más caluroso, que su di- sertación Ilepl ro ¿AAquio% Acfixoo leída en la misma Sección XI del XVI Congreso de Orientalistas, celebrado en Atenas y en 1912 bajo su presidencia, trabajo que se publicara en el periódico *A8ñva de igual año, Vol. XXIV es admirable escrito, con acopio de da- tos interesantes para demostrar cómo la lengua griega se viene hablando sin interrupción desde hace tres mil años, siendo in- significante las variaciones que en los caracteres de las voces actuales y en estas mismas y hasta en las construcciones y frases se notan respecto de los elementos antiguos, ofreciendo constan- temente éstos el modelo para las nuevas creaciones, salvándose así, al través del tiempo, su unidad al grado de comprobarse que la nueva lengua griega no puede ser examinada y apreciada cien- tíficamente sin el conocimiento de los aspectos más antiguos ya que estos se completan y corrigen por medio de la neohelénica. A qué seguir, estimamos mejor copiar íntegra en Actes du seiziéme Congrés International des Orientalites en su página 167: 'H ¿Minvixy yhóooa AMaheiras áduaxómos ámo 3.una éróv' émeón Sé kal ypapparicol turroi kal Aéfess kal oruvrágess kal ppácess xkal nacía, ápxaódev rroAhal Suernprdnoav kal kadódov Tó aúvodov Tñs, yAóoons óAlyov póvov mAhñoió60n, kal ¿men rpocérs kal TÁ éxúorote véa mharrópeva tmrávroTe émiárrovro kará rrahaórepa TpóruTTAa, $10 Touro $ TÓvTOV TÓV áLóvwv érófero kal oóferas ¿ri hy évórns Tis yAócrons TOÚTOV Évexev úÚvoykn hvopévos va ouveferátnra. Aefikoypadikós kal ypapparics. Tpósdes óri ús ¿k TOV Tpaypórov áredeixOn «al $ véa “EdAnqvixd Sév Súvaras vá ¿feracOñ «al yvoc07 émornovikós Avev Tis áxpifods yvóreos TÓv Trahavorépwv bácewv, kal ródiv ai raharórepa ara. páces TrroAhaxós couwmrinpoivra kal Tó arrovdaróraToV rmroAhaxós Suopdoivra, Sid Tis véas “EdAnvixis. "Ex Tis rovaúrns Se auveferáceos TÓvV Te Tahavorépov Páceov kal Tov veotépov Siadexrikóv «al ykocooikov orrovxelwv 168 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. roAhá pédhovoi va mpoxúYtwoL yevvaía Sibáypara kal ovx fkiora orovóaóraras yevikal úpxal, Kal rovro elkóros úqod oúseulas GAAnSs Exopev oros ápxalav, rrhovoíav, rroikílAnv kal Aefikoypagixos kal ypapparicos kakhepyovyévnv ápxomóbev rapádociv, Aciypa TAS yevopévns épyacias mrapéxeral vpiv puAdáSiov évvéa repiéxov hppnvevpévas Aétess. "Ev rodro karapalvera: y péoSos quóv, Tlepl róv Eévwv AMEcov ¿MibOn Hpovris”, tepl Se TÓv kuplwv o0vopárov kal TÓvV émovuplwv, kados kal repl TÓV Torovvulov ovxl dxcópun SUéddeupiv rrópov. Ai ¿mumposdoúcas hypiv Svokoklas ”roAhal kal peyádas, AAN oúdels dóBos TÁ oáuepov ¿Ahelrrovra dá ávaminpodúóciw. La muy importante revista *A9rva, Órgano de la ¿y A0fvass "Emori- povieis Eraipeias, CONServa en sus páginas los muy valiosos escritos de Hatzidakis en los que al tratar de diversos asuntos en el campo de la ciencia del lenenaje demuestra sus bien orientados conoci- mientos, dedicando, a veces con preferencia, su atención al estudio de las etimologías—que escudriñara de modo tan maravilloso Pott a quien se debe la primera tabla comparada de fonética siendo su obra Etymologische Forschungen tal vez la inmediata en mérito después de la de Grimm y Bopp—como lo confirman sus numerosos artículos, los estudios recientemente hechos en Thorerokoyixal “Epevvar analizando los términos Zfraia, “Hrea, Ereía * Avarraurípiov, Avappwarí- prov, Avappwrruxós, Avapporin pudóvixos pidovixó y en su escrito que titula NeoekAnvxa: Medera, en que discurre 1 sobre Aetiohoyixa (ZovgAR (To), To réwrrko kal $ téumla, "Héeúpo kai (%) Eépo, 2”. acerca de Texvokoyixá (“H kpúois TO kpadliov, 30 Xápiw TAS úAideias ("Ioávviva, Muínópás Mucrpás, "Apparokoí, Avafáto, Sárkaldos, Aaxrápa, hxrapito). Terminemos, pues, diciendo que la vida de Hatzidakis ha sido la de una absoluta consagración a la ciencia del lenguaje, en una forma positvamente beneficiosa, lo que justifica el merecido re- nombre que ha alcanzado tanto en su patria como en el extran- jero, dentro de aquélla en su cátedra de la Universidad y en las revistas y fuera de ella en los periódicos científicos que vienen divulgando estos estudios. Y si en el análisis de su labor se ha podido señalar aleo de censurable, que más que deficiencia ha de ser discrepancia de opinión, es un hecho indubitable que ha sabido mostrar la senda que podrán otros seguir para mejorar sus esfuerzos, con lo cual ha hecho mucho y bueno porque monstras- se viam, como dijera en una ocasión el muy erudito filólogo Teo- doro Reinach, satis est. J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 169 TI ANTONIO MEILLET ¿Quién con más títulos para merecer el concepto de gran lin- gúista de modo tan justificado? ¿Quién ha realizado obra más fecunda orientando a los que han sabido guiarse por su doctrina, ofreciéndoles ideas exactas sobre los problemas del lenguaje? ¿Quién ha despertado más alto concepto para su maestro el gran Bréal que le hiciera sentir vivo deseo de tenerle por sucesor por- que tanto le honraba en la Secretaría de la Sociedad Lingiística de París como en la cátedra del Colegio de Francia? ¿Y quién, en fin, ha obtenido en el vastísimo campo de las lenguas indo- europeas renombre tal merecido, por la sabiduría con que ha sa- bido espigar en él, revelando en sus concienzudos escritos la am- plísima cultura que alcanzara al grado de permitirle discurrir sobre cualquiera de los grupos que integra esa familia con el dominio que da el saber obtenido tras largas noches de incesante vigilia? Cuando se halla uno ante personalidad tan superior, . euando se escuchan de sus labios las frases que iluminan la inte- ligencia con el fuego de su exquisita erudición, siéntese uno si henchido de orgullo anonadado a la vez por el peso de tan ex- traordinaria sabiduría y piénsase con fundamento en las razones del gran maestro antes aludido para dar paso franeo a quien des- de las clases de la Sorbona y de la Escuela de Altos Estudios, en su condición de discípulo del inolvidable de Saussure reveló cua- lidades extraordinarias que le permitieron suceder a éste en su cátedra en el curso de 1889 a 1890, estudiar con singular prove- cho en el Cáucaso el armenio moderno efectuando investigacio- nes de manuseritos en esta lengua, reemplazar definitivamente a de Saussure en su cátedra como al brillantísimo Darmesteter a su muerte para honrar más tarde, al desaparecer Breal, su me- moria bien amada al ser nombrado profesor de gramática com- parada de las lenguas indoeuropeas en el Colegio de Francia. Porque es Meillet saliente personalidad que si enamora por su saber fascina por su delicadeza y caballerosidad, altísimas cuali- dades que le han granjeado el respeto y la consideración que por él se siente. La cátedra del Colegio de Francia antes aludida y desde la que derramara tanta luz el feliz investigador de las 170 Revista de la Pacultad de Letras y Ciencias. Tablas Eugubinas mantiénese fuleurante como que la ciencia del lenguaje es interpretada por el más preparado de los maestros, como en la Sociedad Lingiística de París es alma y vida de ella con los entusiasmos intensos de su devoción por estos estudios, permitiéndole ilustrar las páginas eruditas de sus Memorias y Boletines con estudios y juicios que aclaran la vía de los inves- tigadores y en los que bien se destacan, como con fundamento se ha dicho, la precisión del método, la seguridad de la erítica y la extensa documentación de los textos. Abranse las páginas que guardan su fecunda labor de profun- do filólogo y de orientalista eximio, medítense sobre las ideas di- luídas al través ¿le sus obras, rememórese cuanto se ha dicho en relación con esti enseñanza y habremos de ver como se agiganta su figura, como se han apreciado sus esfuerzos por cuantos han pasado por su cátedra, han recibido en cualquier forma su ense- ñanza aquilatando las condiciones especiales de su honda labor como faro luminoso, esmaltando sus ideas las páginas de los li- bros por ellos publicados proporcionando un bien a cuantos han sabido y querido especializar estas materias siguiéndole bien de cerca. La muy nutrida relación de sus trabajos y publicaciones demuestra que su vida ha sido de absoluta consagración al estu- dio y si bien supo aprovechar con éxito las luminosas ideas que recibiera de sus maestros inolvidables Bréal y de Saussure no hizo en tiempo alguno dejación de su eriterio para abrazarse sin reserva al credo de sus mentores por lo que con el respeto que revela una veneración ejemplar por los preferidos de su espíritu en estas lucubraciones supo honradamente exteriorizar su juicio cada vez que lo estimó oportuno, como que no fué propósito úni- eco de su espíritu al exponer los distintos puntos sobre que dis- curriera aslomerar hechos que su extensa lectura le ofreciera sino en cada caso señalar aquella nota saliente que conviniese divulgar; de ahí, como dice, el que en su Introducción al estudio comparado de las lenguas indoeuropeas acentuase para su mejor conocimiento los rasgos particulares del indoeuropeo común, en sus Dialectos indoeuropeos cuánto deben las múltiples lenenas de esta familia a las comunidades dialectales de la época en que así aparecían, las innovaciones características del eslavo, cuanto atañe al genitivo-acusativo, los aspectos perfectivo e imperfeeti- vo del verbo, los procedimientos de formación de los nombres en J. M. Dihigo: Dos grandes lingiistas. 17: sus Pesquisas sobre el empleo del genitivo-acusativo en viejo es- lavo y en los Estudios sobre la etimología y el vocabulario del viejo eslavo. Esa relación a que venimos refiriéndonos revela a la vez que ANTONIO MEILLET Profesor del Colegio de Francia ... una mente superior para apreciar con rapidez los puntos linguís- ticos, una feliz plasticidad cerebral que le ha permitido grabar con caracteres indelebles fenómenos que atañen a lenguas diver- 172 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sas y por ello es que las pesquisas ha podido traducirse en obras sobre el armenio, lenguas indoeuropeas, viejo persa y grupo ger- mánico como en lingiística general ha expuesto puntos de vista sobre los sonidos, las transformaciones en el significado de las voces, la orientación en la gramática comparada para su más exacto conocimiento, el cambio operado en las formas gramati- cales, o el problema del parentesco de las lenguas, o sobre fonolo- gía china o acerca del árabe hablado en Ouaday en las notas bibliográficas del Boletín de la Sociedad Lingiística de París, inagotable mina de saber en esta esfera, derroche de extraordi- naria erudición, exponente de un constante laborar sin tregua alguna que representa como esfuerzo de un solo hombre, lo que en verbo de verdad debe ser la labor de muchos. No podemos ol- vidar aquella tarde en que le visitamos en su casa del Boulevard Saint Michel, allí le hallamos con su traje obscuro, de pie ante la estantería que guardaba su rica biblioteca, sin espacio para nada puesto que ni casi lo había para el sillón que galantemente nos ofreciera mientras departimos por algún tiempo, que fué tan fugaz, como es aquel en que el espíritu se siente en alto grado complacido. De Meillet, prescindiendo de la admiración suma que por él sentimos y de la intensa gratitud por lo que nos ha en- señado, guardamos el mejor de los recuerdos y nunca se borrará de nuestra memoria aquella mañana del 17 de Noviembre de 1908, en que en compañía del Dr. Homero Seris, mi querido ami- go y discípulo, acudimos, previa atenta invitación, y a las 9 a. m., al aula pequeña de la Escuela de Altos Estudios en que derra- mara a raudales su ciencia. Allí, siempre de pie, explicaba a su pequeño auditorio la materia del día correspondiendo en aquella fecha la del acento, comparando el védico con el griego, discu- rriendo sobre el ritmo en ambas lenguas y con referencias fre- cuentes al sánserito. Oimos religiosamente su lección, reafirma- mos nuestras ideas y aprendimos mucho de lo bueno que salió de aquellos labios inspirados, con un hablar lento pero seguro, con una honradez de principios que tanto lo enaltece al grado de confesar sin escrúpulos, cuando el caso lo requería, el descono- cimiento que tuviera en algún punto de la ciencia que cultiva. Llamónos la atención la manera como hacía sus explicaciones teniendo siempre delante sobre la mesa sus notas escritas en un papel que le sirvieran de buen guía sin que confiase a la memoria J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 173 los ejemplos que ilustraran cada caso y que llevaba seleccionados para eseribirlos en el tablero en el momento oportuno. Bien re- cordará nuestro querido amigo el Dr. Seris esa mañana de in- vierno, triste, como aparece el día en esa estación, en que aten- tamente, y sin perder una sílaba, escuchábamos a aquel portento de hombre con sus gafas atadas a un negro cordón, su barba y cabellos de igual color bien arreglados, con un pañuelo al cuello como cache-cou, deleado y de talla media. Permítasenos a algu- nos años de distancia de la fecha consignada rendirle de nuevo el homenaje de nuestra admiración y de nuestra eratitud. w Los estudios de fonética han meercido la atención de Meillet en sus múltiples manifestaciones y así como Merkel y Briúcke han discurrido sobre ella pero tal vez no despertando el interés lin- etiístico que alcanzara Sievers con su Grundzige der Phonetik tiene para los exploradores de esta parte gramatical, que es en realidad una ciencia, un singular valor, por ello no podía ser co- locada por Meillet en un seeundo plano en atención a los ele- mentos con que habría de operar y si en sus muchos estudios nos señala lo que para él significa, ha diseurrido de modo especial sobre el acento de intensidad, sobre las condiciones del desarrollo de la 1 velar en las Memorias de la Sociedad Lingiística de Pa- rís como ha dado a conocer su eriterio sobre la cantidad de las vocales cerradas y en el dominio de la gramática comparada de las lengnas indoeuropeas cuanto hace referencia a la alternativa vocálica, a la nasal final en dicho grupo, útiles detalles que acusan, en verdad, un espíritu de fina observación. Y porque no es nuestro propósito discurrir acerca de cada uno de los es- tudios que hiciera en la esfera de su predilección, porque ello exi- giría todo un volumen para dar al lector minucioso detalle de sus ideas sino el de llamar la atención de los aficionados sobre las obras salientes de Meillet, a fin de que se tenga un concepto de su significación en el mundo de las letras y puedan los cubanos rendirle el homenaje a que es acreedor, pensando nosotros que la clasificación hecha por él de sus trabajos y publicaciones nos ofre- ce elementos para realizar la idea que tenemos, prescindiendo de la importancia de las tesis que sustentara para aspirar al grado de doctor en letras es hecho indubitable que su Introducción al estudio comparado de las lenguas indoeuropeas ocupa preferente lugar entre sus escritos, habiendo sido traducida a varios idio- 174 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mas y aleanzado tres ediciones y en cuyas páginas nos hace una exposición clara, a base de un método del todo riguroso, con docu- mentación que acredita a la vez que un sólido saber un conoci- miento profundo para ilustrar el caso, siendo la obra, como se ha dicho, el mejor resumen del estado presente de los conocimientos indoeuropeos y el mejor guía para iniciar a los aficionados en los problemas lingiísticos como fundadamente ha expuesto Nieder- mann, sin que pesen en eran modo los reparos insignificantes que este se sirviera hacerle. En ese libro da idea Meillet de lo que son y significan las lenguas indoeuropeas, estudia su fonética se- ñalando la característica de sus fonemas que ilustra con adecua- dos ejemplos, como discurre asímismo sobre la morfología y den- tro de ella acerca del verbo, del nombre, sin olvidar la sienifica- ción de la frase y la del vocabulario. Ha sabido compilar las más avanzadas teorías de la eramática comparada exponiendo el mecanismo gramatical indoeuropeo ya que por causa del cam- bio operado desde que el sánscrito fuera el prototipo de las len- guas arias hasta los momentos en que apareciera ha sido grande pero muy grande la orientación en estas materias. En el estudio del armenio antiguo que es, como ha dicho Mei- llet, la primera exposición sistemática de la gramática comparada de este idioma y cuyo tratado hemos estudiado con cuidadosa atención, nos describe cuanto atañe al armenio de los primeros traductores fundando, y este es sin duda un mérito principalísi- mo, la exposición en el análisis que personalmente ha hecho de los textos, apreciando de visu cuanto en ellos aparece consigna- do, esforzándose en todos los casos por mejorar, en el desenvol- vimiento de las cuestiones eramaticales, los planes expuestos. En la forma que ha estimado conveniente deseribe la pronun- ciación de este idioma, señala las alternativas vocálicas sin re- lación a sus orígenes históricos y discurre sobre ambas clases de flexión como acerca de la estructura de la frase. Pero ninguna de estas obras por méritos que ofrezcan para los estudios, nin- euna es a nuestro juicio como la que eseribiera con el título de Apercu d'une histoire de la langue grecque bellísimo libro en que revela Meillet su intensa cultura, su penetrante observación, su dominio en esta materia, lo propio de la cita, lo profundo del análisis, la seeuridad de su decir exponiendo la prehistoria del eriego, la estructura del mismo, su vocalismo, la innovaciones del J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 175 eriego común, las fonéticas del griego y las innovaciones grama- ticales. Nada hemos leído mejor, razón ha tenido Vendryes para estimarla como su obra maestra, la más extensa y la más profun- da agrega, la más original, estudio que sólo él hubiera podido realizar por la singular preparación que dicho libro acusa y que constituye un triunfo supremo del helenismo, con aire clásico, cuajado de ideas, armonioso en la composición, límpido en la forma, tan griego y tan francés como nos dice Vendryes. Y por si no fuera bastante esta opinión proveniente de un verdadero lingilista oigamos lo que, otro no menos notable con especiali- dad en lengua griega, el eminente amigo nuestro Boisacq, Pro- fesor de la Universidad de Bruselas, ha dicho en hermoso ar- tículo que escribiera con el título de La langue grecque ancienne eí ses recents historiens afirmando ser el primer ensayo de sínte- sis de los numerosos trabajos elaborados en este dominio desde hace más de veinte años, resultando un manual de excelente ela- ridad, información vasta y segura imposible de superar o de igualar en mucho tiempo. Y como cada grupo de los que constituyen la familia indo- europea ofrece elementos para especiales disquisiciones, ha que- rido Meillet en su libro Caractéres généraux des langues germa- niques, que publicara la casa de Hachette, darnos una idea de la importancia de este núcleo, hacerlo maenífico auxiliar para los que conociendo la materia deseen tener a mano lo esencial de esos idiomas que deseribe en pocas páginas; ha realizado con es- to igual idea que Zauner en su Romanische Sprachwissenschaft, que Henry en su Précis de Grammaire Comparée de l'anglais et de l'allemand, que Regnaud en sus Elémenis de Grammaire Conm- parée des principaux idiomes germaniques. Pero como decíamos al juzgar la obra repetimos de nuevo que este libro supera por- que sintetiza lo importante, lo imprescindible de saber en las va- rias fases en que se desenvuelve la gramática analizando las transformaciones que han dado al grupo germánico un aspecto especial, las características de los idiomas que lo integran, se- ñalando cómo se ha destruído la antigua morfología indoeuropea, cómo se han realizado las mutaciones ya en la reducción de sus finales, en la forma simplificada de su flexión, en las particulari- dades de su fonética, en el sistema de sus consonantes y en el tratamiento de sus vocales. Tan importante como esta obra, y 176 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. puede que hasta más, ha sido la que ne 1918 publicara con el tí- tulo de Les Langues dans 1'Europe Nouvelle y que tanto interés hubo de despertar en atención a los factores sociales y políticos que han contribuído a alterar el mapa del viejo Continente, que explica bien la extensa literatura que en el campo del lenguaje sursió para exteriorizar las excelencias mentales de Bloch en Les parlers des Vosges méridionales, de Mazon en Lexique de la guerre et de la Révolution en Russie, de Setala en La lutte des langues en Finlande dando pie a Dauzat para su estudio sobre L'argot de la guerre con sus formas antiguas, modernas, présta- mos, cambios fonéticos y semánticos y las especialidades de di- chas hablas. Meillet observador sutil de los fenómenos que ad- vierte en los estudios de su especial pesquisa, para explicarlos a la luz de los principios científicos, ha querido, por causa de la revolución mundial que hemos contemplado, analizar la situación lingiística antes de 1914 de los países que intervinieron en la lucha para como consecuencia de su observación decirnos lo que habría de resultar tan pronto terminase la conflagración. Para obtener la finalidad a que aspirara, estudia dentro de cada grupo lingúístico aquellos hechos que se destacan bien y permiten apre- ciar las características del mismo pasando revista al céltico, al romano, al albanés, al báltico, hace observaciones atinadas sobre el griego y el armenio, discurre sobre las familias de lenguas se- ñalando el parentesco de los idiomas respecto de las formas más antiguas indicando atinadamente lo que corresponde a la exten- sión de las leneuas comunes, sobre su diferenciación, ya que la unidad lingiística no pasa de ser un ideal que no se alcanza. Señala asímismo la significación de los dialectos, de las lenguas sabias, la necesidad de las nacionales y la tendencia a ser fijados por lo que las estudia en la Europa oriental, en Austria-Hungría, en los Balkanes, en el antiguo Imperio ruso y en la Europa cen- tral, consignando en cada caso su criterio. Este libro es la obra de un profesor competentísimo sobre múltiples problemas de verdadero interés en la esfera del lenguaje altamente relaciona- dos con la situación política de la Europa. Interminable seríamos, como hemos dicho, si nos propusiéra- mos discurrir sobre cada labor de este insigne maestro pero no habremos de ultimar estas líneas, escritas a impulso de la más profunda simpatía, sin referirnos a su último libro Linguistique J. M. Dihbigo: Dos grandes lingiiistas. NAT historique et linguistique générale, colección de excelentes ar- tículos que publicara en revistas diversas, magníficos estudios que lo han llevado a afirmaciones como la de que el lenguaje de cada individuo es un sistema complejo de asociaciones inconscientes, de movimientos y de sensaciones por medio de los cuales puede hablar y comprender las palabras que otros emiten, es decir, ad- mirable unión por la que se asocian la psicología y la fisiología en el cumplimiento de sus funciones dando al lenguaje un matiz especial con los caracteres que deben advertirse en el mismo eo- mo exponente de un hecho social y por ello sometido a su pode- rosa fuerza. Este sello de distinción que se esfuerza Meillet en demostrar al señalar las notas salientes del lenguaje lo convierte en instrumento valiosísimo para la comunicación entre los seres, lo acredita como un fenómeno social que desenvuelve su papel de modo maravilloso. Mientras hay quienes como Schleicher, Max Miller, Hovelacque, Vinson y Calle que lo estiman con el carácter de ciencia natural, mientras Whitney y Sayce abogan por su condición histórica simplemente y quien como Federico Miller patrocina la de histórico-naturalista, Meillet lo aprecia como una ciencia histórica como las otras sociales, determinando en la exposición que escribiera sobre el método lingúístico los fundamentos de tal creencia. Diena es de ser tomada en cuenta su doctrina sobre la diversidad del lenguaje, cómo gracia a la existencia de numerosos documentos sobre las lenguas antiguas se ha podido constituir la familia indoeuropea integrada por los ocho grupos céltico, germánico, latino, griego, albanés, leto-esla- vo, armenio e indo-eránio, cómo en la renovación del lenguaje para conocerle bien hay que analizarlo históricamente, elevarse al indoeuropeo para la explicación de los fenómenos, advertir en eel habla del niño reflejo del modelo ofrecido por los que le ro- dean, apreciar las innovaciones que se notan en su decir no obs- tante su deseo de reproducir, cual corresponde, el idioma de los adultos. Toda uña vida de consagración absoluta a pesquisas de esta índole con la devoción de un amor intenso, con la perseverancia de quien se mueve tras ideales que le refrescan el espíritu, con la seguridad de alcanzar en sus especulaciones ideas que compen- sen las innumerables vigilias de labor, como el arqueólogo con su azada remueve la tierra donde entiende que a impulso de esa 178 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. acción han de surgir elementos que ilustren la historia de un pueblo, realiza él la suya para mejor orientar, solo así se conci- be una producción tan fecunda y tan benéfica, una exposición tan clara como metódica como se nota al desecribirnos minuciosa- mente el viejo armenio que también indagara el notable lingiis- la Húbschmann, permitiéndonos conocer un aspecto especial del lenguaje. La didáctica de las lenguas exige derroteros especia- les que los expositores han señalado como resultado de sus ob- servaciones y experiencias, la mera indicación de principios, de reglas, hacen a veces difícil la exacta noción de la vía que deba adoptarse, por ello Meillet al discurrir sobre el método en la cien- cia del lenguaje, definida la posición de la lingúística, señala los tres modos en que debe hacerse el estudio de la palabra humana, como manifiesta Gauthiot, los tres aspectos que ofrece el lengua- je con tres formas de estudio: la fonología, la gramática y la lexicografía; la lengua con su habla local y con la literaria, la historia es decir la expresión de las leneuas y del lenguaje en el tiempo; modos indispensables de conocer ya que según ellos va- rían los métodos de la lingiística. Y como este asunto es de im- portaneia trascendental, hace hincapié sobre el mejor conocimien- to de ellos para que la labor se desenvuelva dentro de una orien- tación científica que es la que exige que en fonología sean los mé- todos de la acústica y de la fisiología los que prevalezcan; en el estudio de las lenguas hay marcadas vías según que se trate de una lengua muerta conocida tan solo por documentos escritos que exige aplicar las reglas de la filología y de la erítica histó- rica, como en la lengua escrita, viva, su crítica recaerá a la vez que sobre los textos y las palabras pronunciadas sobre las ac- ciones y reacciones recíprocas. Y cuando se concreta a la Gra- mática comparada indica asímismo el procedimiento que debe adoptarse para obtenerse un resultado favorable, ya que el único medio de prueba que pueda tomarse en consideración en las de- mostraciones que nos ofrezcan estos estudios consiste en compro- bar las concordancias entre ciertos sonidos y ciertas nociones para determinar si aquellas pueden ser estimadas como fortuítas. El problema del parentesco de las lenguas constituye uno de los capítulos más inteersantes del reciente libro que exponemos, tiene vínculos estrechos con lo hecho en la esfera de la clasificación de las lenguas, asunto que ha dado origen a exposiciones diversas que J. M. Dihigo: Dos grandes lingiiistas. 179 descansan, como se ha dicho, en el concepto formado sobre lo que sienifica la flexión; las opiniones de Max Miller, Oppert, de la Grasserie, Schlegel, Pott, Humboldt, Bopp, Bonghi, Cejador y tantos más manifiestan el análisis hecho desde el punto de vista mantenido por cada cual, con el objeto de ver si permitía una solución favorable, también Meillet ha consignado su criterio so- bre que la clasificación de las lenguas basada en los rasgos de su estructura gramatical no ha podido llevarse hasta el fin por lo que hállase desprovista de utilidad práctica y científica; siendo falsa la ordenada por Federico Miller y Fiek según las razas que las hablan por no haber lazo entre el tipo lingiiístico y el somá- tico, entiende Meillet que hay una clasificación que puede satis- facer en ciertos casos, la genealógica, la más perfecta como abs- tracta y que muchos han combatido, por haber dado buenos re- sultados en algunas lenenas, permitiendo tras un buen número de años hacer la historia de las indo-europeas, semíticas, fino-ugria, bantúes, ete. Y como resultado de lo que este problema signi- fica, y en atención al debatido asunto del nexo ario-semítico, ín- timamente relacionado con esta materia, que ha dado origen a discusiones arduas entre grandes eminencias en el campo lingúís- tico como Renan, Schleicher, Ascoli, Delitzsch, Gesenius, etec., unos opuestos a la reducción de esas familias por lo que significa la estructura de sus lenguas y otros a favor del nexo estimando sin fundamento los argumentos alegados por los contrarios, aqui- latando Meillet las razones de cada parte, no olvidando lo dicho por Sechuehardt sobre las concordancias del vascuence con las lenguas hamíticas, ha expresado en forma contundente, que mien- tras la gramática comparada del hamítico y del caucásico estén poco bosquejadas, mientras la posición exacta del semítico sea desconocida será prematuro querer ligar el semítico al indo- europeo. Terminemos pues, diciendo que quien ha revelado tan excep- cionales facultades poniendo tan alto el prestigio científico de su nación, diseurriendo en el campo de las etimologías, sobre las for- mas gramaticales del tokhariano, sobre las inscripciones arca- días con tanto éxito, quien ha orientado la versión al francés de la eran obra sintética de Brugmann sobre las lenguas indo- europeas estampando en ella consideraciones del todo atinadas, quien ha sabido iluminar las páginas de las Mémoires y del 180 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Bulletin de la Sociedad Lingiística de París, con observacio- nes pertinentes y con juicios sapientísimos, bien merece estas lí- neas entusiastas del más humilde de sus discípulos, porque esa vida de consagración absoluta al estudio, con éxito sin igual, al apreciarse como se ha hecho en el extranjero, justifica la causa determinante de habérsele otorgado, en el jubileo universitario de Berlín, el título de doctor honoris causa, por ser el represen- tante, según se dijera, studiorum grammaticorum inter Gallos laeta spe efflorescentium. DR. PEDRO CORDOVA Y LEAKE Profesor de Dibujo Lineal y de Dibujo Natural Parece que fué ayer cuando en una obscura aula de la vieja Universidad realizaba el compañero fallecido, los ejercicios de oposición a la cátedra de Dibujo lineal y topográfico de la anti- gua Facultad de Ciencias. Han transturrido desde entonces trein- ta y nueve años; en ese espacio de tiempo, y por la cátedra del Dr. Córdoba, ha desfilado una legión de alumnos que ha sabido aprovechar sus enseñanzas y desenvolver sus actividades en ór- -denes muy diversos. La muerte del que fué nuestro compañero y amigo ha producido en el espíritu de cuantos fueron sus aso- ciados en la hermosa obra de la enseñanza, la dolorosa impresión de cómo se van estrechando las filas de los antiguos camaradas, para quedar tan sólo el imborrable recuerdo de las virtudes y de la actuación mental de los que nos vienen precediendo en la des- pedida. Le conocimos bien y le tratamos íntimamente; su espí- ritu jovial, la bondad de su carácter y la delicadeza de su forma eranjeáronle simpatías entre los alumnos despertando el más profundo y respetuoso afecto entre sus compañeros. Era el más antiguo de los profesores de la Facultad y aunque veces diver- sas ocupó el cargo de Decano así como el de Secretario de la Fa- ecultad de Ciencias y fueron sus deseos obtener aquél en propie- dad, no pudo lograrlo, ya que las exigencias del puesto y las condiciones especiales que para él se requerían demandaban es- fuerzos que una naturaleza quebrantada no podía ofrecer. Su labor en la extinguida Facultad de Ciencias fué en extremo múl- tiple ya como Ayudante preparador de Química, en 1881, ya como Profesor numerario de Dibujo lineal y topográfico en 1883, de Dibujo lineal y Dibujo aplicado en 1899, hasta ser por úl- timo confirmado de Dibujo lineal y natural en 1900. Por virtud 182 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de su carácter de Auxiliar de la extinguida Facultad de Ciencias, explicó las asignaturas de Cosmografía, Fitografía y Geografía botánica, Geometría descriptiva, Mineralogía, Anatomía y Fi- siología animal, Astronomía y Geodesia, bien por designación especial hecha por el Gobierno de Cuba o por la que en virtud de necesidades de la enseñanza hiciera el Decano de la Facultad. Hizo los estudios de la carrera de arquitecto en Madrid como alumno pensionado por los Ayuntamientos de Guanajay y San Antonio de los Baños y capacitado por el título que obtuviera desempeñó los cargos de Arquitecto vocal de la Junta Provincial de Sanidad de la Habana, de Arquitecto Ayudante del Ayunta- miento de esta ciudad. Los que hemos venido observando cómo se minaba a diario la naturaleza del compañero nos sorprendía verlo acudir con puntualidad a su cátedra de Dibujo para lu- char con las exigencias de la misma cuando por su edad debía más bien descansar de la ruda labor del profesorado con la con- ciencia tranquila del deber cumplido. Recordemos con afecto al compañero que por tantos años com- partiera con nosotros la hermosa obra de formar la mente y el corazón de nuestra juventud escolar y que tuvo siempre para to- dos, con la sonrisa de su espíritu jubiloso, una frase de conside- ración amistosa. La Dirección. EL PROFESOR VINCENZO GIUFFRIDA-RUGGERI Al abrir las páginas del American Journal of Physical Anthro- -pology (January-Mareh, 1922; núm. 1 del Vol. V), leo la siguien- te triste noticia, consignada por el Dr. Hrdlicka. Dice así: ““On November 21, 1921, Italy lost is foremost active anthropo- logist, Dr. V. Giuffrida-Ruggeri, Director of the Anthropological Laboratory and Profesor of Anthropology at the University of Naples. He died after a brief illness in the 50th year of his age. The premature loss will be universally regretted””. Ha sido efectivamente una sorpresa la muerte del prestigioso Profesor. Cuando en el verano de 1920 visitamos la Universidad de Nápoles el Dr. Giuffrida-Ruggeri se encontraba ausente y por esa cireunstancia tuvimos la contrariedad de no haber estrechado su mano en el Instituto Antropológico de aquel superior centro do- cente. No mucho tiempo después de nuestro regreso a la Habana el sabio maestro nos envió un ejemplar de su trabajo sobre L'indice barico im certe sezioni di popolazione a ner due sess1, el cual nos dedicaba bondadosamente *“per ringraziamento della vi- sita e cordiali saluti”?. Esta remisión de dicho estudio inició nues- tro intercambio de publicaciones científicas, mandándome poste- riormente otro sobre el problema eugénico conforme a la moderna genética. Al Dr. Giuffrida Ruggeri le debe la Antropología múltiples tra- bajos de verdadero mérito: entre estos, nos referiremos a sus dos obras tituladas: L'Uomo attuale. Una specie: collettiva que publicó en 1913, y a otra que lleva por nombre Su 1*orgine del'Uomo. Nuo- ve teorie e documentt. La última nos la dirigió recientemente la casa editora de Zanichelli, de Bologna, apareciendo en 1921. Cuando nos proponíamos escribir sobre ella una nota bibliográfica para la REVISTA nos apena saber que su autor ha desaparecido. ¡Bien lejos estábamos del fatal desenlace que privaba a la Antropología italiana de uno de sus más eminentes colaboradores! 184 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El primero de los mencionados libros, en que se ocupa del hom- bre actual, es buena prueba de competencia científica, la que se des- prende de la lectura de sus variados capítulos en que trata pro- blemas biológicos fundamentales a fin de apreciar la taxonomía del erupo humano. En la serie de clasificaciones establecidas respec- to de los Homimanos, desde los sistemas de Linneo y de Cuvier has- ta el presente, la aerupación que establece Giuffrida-Ruggeri re- presenta un sistema mixto de clasificación antropológica, el cual hubo de considerar en su discurso inaugural leído en la Universi- dad de Nápoles en 1911. La especie colectiva actual, el Homo sa- piens, es subdividida en especies elementales, variedades y sub- variedades. Las especies elementales son estas ocho: H. s. austra- lis, H. s. pigmaeus, H. s. indo-africanus, H. s. mger, H. s. awmeri- canus, H. s. asiaticus, H. s. oceamcus y H. s. indo-europeus. En la especie elemental H. s. americanus, tenemos estas variedades: nor- dicus, neotropieus, andinus, patagonicus y fueginus. Estas agru- paciones son objeto de interesantes consideraciones por parte de Giuffrida Ruggeri, especialmente en lo que se refiere al origen y parentesco de los grupos humanos que hoy existen en la superficie de la tierra. ; La obra referente al origen del hombre, la que se nos figura es la última publicada por el malogrado Profesor, tiene por base nue- vos descubrimientos paleontológicos, aparte de conceptos biológi- cos que le sirven para formular sus apreciaciones filosóficas. En- tre los capítulos que contiene, algunos de ellos estudian al Homo heidelbergensis y al Homo dawson; además, el cráneo fósil de Talgai, sobre cuyo significado discurre y respecto de los orívenes de los australianos, tasmanianos, y melanesianos orientales. Otros problemas que analiza son los del ciclo de las razas boreules, el de la domesticidad del hombre y el de la eugenesia de la especie hu- mana como consecuencia de la domesticidad y de una gran afini- dad originaria. Las conclusiones que establece Giuffrida Rusgeri se refieren a la posición de los Hominidi en el sistema zoológico, a la tentativa de separar al hombre de los Primates, cuyos caracteres comprenden los de aquel; y, por último, a como el desarrollo de la inteligencia humana no puede modificar su posición taxonómica, “La superioridad del hombre sobre el animal, dice aquel autor parafraseando a Richet, su sola superioridad pero que es formida- ble, es la inteligencia. Hablar, generalizar, comprender las le- A. Mestre: El profesor Vincenzo Giuffrida-Ruggeri. 185 yes de causalidad y de entidad, construir un silogismo, fabricar una máquina e indicar a sus hijos el medio de construir una má- quina semejante, todo eso es la inteligencia””. En todo el libro bri- lla la profunda erudición y excelente juicio de su malogrado autor, a quien con razón se considera como el más prominente y el más productivo entre los investigadores italianos que han cultivado el campo a que dedicó con fruto sus mejores esfuerzos. Junio de 1922. DR. ARÍSTIDES MESTRE. Profesor titular de Antropología. NOTAS BIBLIOGRAFICAS I. La teoría de la evolución y las pruebas en que se funda: por William Berryman Seott (Traducción de A. de Zulueta, Madrid, 1920. Este libro lo forma una serie de conferencias dadas por el au- tor en 1914. Fueron las seis siguientes: 1% Estado actual de la cuestión; . 2". Pruebas en favor de la teoría. Clasificación, do- mesticidad y Anatomía comparada; 3%, Pruebas procedentes de la Embriología y de las reacciones de la sangre; 4. Pruebas procedentes de la Paleontología; 5% Pruebas procedentes de la distribución geográfica; y 6%. Pruebas experimentales. Conclu- sión.—El Profesor Scott explica la aparición de La teoría de la evolución. ““Mi elección de tema, dice en el **Prólogo””, para las conferencias Westbrook de 1914 fué determinada por el concepto erróneo, tan corriente en la opinión pública, acerca del estado ae- tual de la teoría evolucionista entre los hombres de ciencia. Está muy extendida la creencia de que esta teoría es un artificio gastado que los naturalistas están empezando a desechar y que pronto ten- drá un interés puramente histórico. Este error, pues lo es, ha nacido de las discusiones entre zoólogos y botánicos sobre la manera como ha ocurrido realmente la evolución y sobre las causas eficien- tes que la han producido; y además por el modo ambiguo como se emplea muchas veces la palabra darwinismo. Frecuentemente se considera esta palabra como sinónima de evolución; pero debería propiamente limitarse a la explicación dada por Darwin de la evo- lución mediante la selección natural”?. Y creyendo prestar un servicio a la causa de la vulgarización de la doctrina, expone bre- vemente las pruebas en que se funda, por lo mismo que la signifi- cación de aquellas son poco conocidas. El libro de Seott, por otra parte, es recomendable a los estudiantes de Biología, a quienes in- teresa el conocimiento de problemas filosóficos muy ligados a es- tudios concretos o generales de las ciencias zoológicas principal- mente. Notas Bibliográficas. 187 II. El organismo viwo en la Biología moderna desde el punto dde vista físico-químico; por Jacques Loeb (Traducción de M. García Banús). Madrid, 1920. Mucho hemos agradecido la atención que ha tenido para con nos- otros el profesor Loeb de dedicarnos un ejemplar de su libro nota- ble, reflejo del criterio experimental que domina en las geniales investigaciones del eminente miembro del “Rockefeller Institute for Medical Research”? de New York. Gran número de procesos biológicos individuales se consideran de fácil examen desde el pun- to de vista físico-químico; pero no sucede así al tratarse de ciertas manifestaciones de la vida. ““Sin embargo, escribe Loeb, cuando el biologo se encuentra con hechos como el de que las diferentes partes del organismo están adaptadas entre sí de tal modo que producen un conjunto armónico, y de que los organismos están dotados de estrueturas e instintos calculados para prolongar su vida y perpetuar su raza, pueden surgir dudas acerea de que sea completamente adecuado y suficiente en Biología para la expli- cación de estos fenómenos el punto de vista puramente físico- químico”?. Este problema se complicó más al descubrir Mendel sus leyes sobre la herencia; por otra parte, la teoría de la selec- ción natural es incompleta al no tener en cuenta la composición físico-química de la materia viva. “En este libro, expresa su autor, se trata de probar que la unidad del organismo es debida al hecho de que el huevo (o mejor su citoplasma) es el futuro embrión sobre el enal los factores mendelianos, llevados por los cromosomas, son los únicos que pueden imprimir las caracterís- ticas individuales, probablemente por medio de la producción de hormones o enzimas. Podemos obligar a un huevo a desarrollarse formando un embrión, sin necesidad del espermatozoide; pero, al parecer, no podemos hacer que un espermatozoide se desarrolle en embrión sin el citoplasma del huevo, aunque tanto el núcleo del espermatozoide como el del huevo transmitan igualmente los caracteres mendelianos””. Después de unas “notas preliminares””, el libro de Loeb a que nos referimos trata de estos particulares en diferentes capítulos: 1”. diferencia específica entre materia viva y materia muerta y el problema del origen de la vida; 2”. la base química del género y de la especie; 3”. la especificidad en la fecundación; 4%. parteno- 188 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. génesis; 5. determinismo en el desarrollo embrionario; 6”. dege- neración; 7%. determinación del sexo, caracteres sexuales secunda- rios e instintos sexuales (bases citólogica y fisiológica de la determi- nación del sexo); 8. la herencia mendeliana y su mecanismo; 9o. instintos animales y tropismos; 10%. influjo del medio; 11”. adapta- ción al medio; 12”. evolución; y 13. muerte y destrucción del or- ganismo. Bien conocida es la originalidad y orientaciones que ha dado Loeb a los estudios sobre los tropismos y la partenogéne- sis artificial y de cuyas investigaciones se ocupa el libro de que hablamos, sintiendo no disponer de espacio suficiente para dar cuenta, aunque sea de una manera breve, de como «lesarrolla tanto interesante problema biológico. ““La obra del Darwin—dice Loeb al considerar la doctrina de la evolución en su mencionado libro—ha sido comparada con la de Copérnico y Galileo, considerando que todos estos hombres libra- ron a la inteligencia de la pesadilla de la filosofía aristotélica, que con la cooperación eficaz de otros factores, causó el estancamien- to, la inmoralidad y la miseria de la Edad Media. Copérnico y Galileo fueron los primeros en borrar del entendimiento la idea de un universo creado exclusivamente para el hombre; y Darwin rindió un servicio semejante, insistiendo en que fueron variacio- nes accidentales y no inteneionadas las que dieron origen a la va- riedad de organismos. En esta lucha por la libertad intelectual, de- ben ser recordados con gratitud los nombres de Huxley y Haeckel, pues sin ellos la idea de Darwin no hubiera conquistado a la huma- nidad”. Consecuente con su modo de interpretar la naturaleza y de investigar las leyes que rigen a los fenómenos que en el mundo viviente se manifiestan. Loeb dedica su libro a los grandes pen- sadores y especialmente a la memoria de Diderot; evoca el recuer- do de aquellos que ““por primera vez se atrevieron a aplicar las consecuencias de una ciencia mecanicista, aun incompleta como en aquella época se encontraba, a las reslas de la conducta huma- na, dando de este modo base al espíritu de tolerancia, de justicia y de nobleza, que eran la esperanza de nuestra civilización, hasta ser enterrados bajo la ola de pasión homicida que ha barrido al mun- do””. La filosofía biológica de Loeb responde rigurosamente al determinismo científico que establece la real unión entre los fenó- menos de la vida y sus inmediatos factores. Notas Bibliográficas. 189 TIT. La verte vierllesse; por A. Lacassagne, Lyon, 1920. En el verano de 1920 tuvimos la buena suerte de saludar en Lyon al ilustre profesor Lacassagne, ejemplo de laboriosidad in- comparable, cuya inteligencia y erudición se han revelado constan- temente en su extensa y variada produeción científica. Nos anun- ció la aparición del libro de que damos cuenta en estas líneas; en efecto, apenas regresamos a Cuba de nuestro viaje europeo reci- bimos un ejemplar de La verte vieillesse afectuosamente dedica- do al Director y Redactores de la Revista, por cuya deferencia le estamos bien agradecidos y con tanto más motivo, cuanto que no hacía mucho tiempo que nos había enviado también su bello opúsculo L'Homme vers la fin de sa vie, al que puede considerársele como el precursor de aquella obra. Se ocupa el Dr. Lacassagne en su libro de muy importantes cuestiones relativas a los últimos tiem- pos de la existencia, discurriendo sobre ellas en estos capítulos: 1. El hombre hacía el fin de la vida; 2%. Principio y duración de la vejez; 32. La longevidad; 4”. Las edades de la vida y la vejez según la legislación; 5%. Los viejos juzgados por los filóso- fos y los literatos; 6%. El prineipio de la senilidad; 7%. La se- nilidad según la experimentación y la clínica, con erítica de las teorías y apreciación de conjunto; 8%. El espíritu, el corazón y el carácter de los viejos; y 9. La higiene de la vejez, que abarca el régimen y el ejercicio. Desde el principio hasta el fin de la obra resalta la bien cono- cida mentalidad del autor, el que aprovechando la especial eondi- ción que le dan sus años, vierte en el papel el producto de su es- tudio, de su personal experiencia, formulando saludables conse- jos a los que aleanzan una época avanzada de la vida. El libro se dirige sobre todo a estas dos variedades de lectores: a los mé- dicos y a los viejos instruídos, deseosos siempre de aprender; y en aquel se encuentran ““deseritos la evolución, los signos caracte- rísticos del estado de los órganos y de las funciones en la edad avanzada. El lector se explicará, dice Lacassagne, las condicio- nes de la vejez vigorosa, la que tiene todavía savia como el árbol verde antes de secarse'”: y agrewa más adelante que “para amar la vida es necesario tener una idea exacta de las condiciones que la mantienen; cuando se las comprenden se actúa para entrete- nerla y los esfuerzos constantes y repetidos concluyen por crear eL 190 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. el apogeo a la existencia. Los viejos como seres vivientes tienen el deber de actuar: instintivamente, ellos deben amar la vida y no asustarse de la muerte, que pueden retardar por sus esfuerzos perseverantes. El viejo debe, al contrario, complacerse en mirar los encantos de la naturaleza, contemplar las más bellas produc- ciones del arte, releer las obras maestras del espíritu humano y admirar los progresos de la ciencia. He aquí las antorchas que iluminan esta edad avanzada: el lector encontrará en estos estu- dios y en sus atractivos el vigor necesario para resistir y ¡rolon- gar la vida””. Uno de los capítulos de más sugestiva lectura es el que se refiere a los juicios que sobre los viejos han emitido los fi- lósofos y los literatos de todos los tiempos: las opiniones de Cice- rón, Séneca, Rousseau, Lamennais, ete. Termina, después de in- dicar los recursos que proclama la higiene para mantener la exis- tencia, ya quebrantada por los años, en las mejores condiciones po- sibles; resumiendo Lacassagne su libro en esta frase: ““En la ver- de vejez, el trípode vital consiste en el funcionamiento de la ae- tividad cerebral, del régimen y del ejercicio”?. Los consejos de la vejez, se ha dicho, son como el sol de invierno: ellos iluminan sin calentar. Nadie con más títulos que Lacassagne puede servir de modelo en la senectud : trabaja con el mismo entusiasmo de sus mejores años; ha sido y es de los hombres verdaderamente útiles; pertenece al grupo de los que han manifestado constancia inque- brantable en todos sus empeños, de los que han sentido el estímu- lo de las más altas aspiraciones del espíritu y han vertido a su alrededor, y siguen derramando las luces de su inteligencia y la bondad de su corazón, en su doble carácter de Profesor y de hom- bre público que anhela el mejoramiento de su Francia tan amada y por la que nosotros experimentamos la mayor admiración. DR. A. MESTRE. Profesor titular de Antropología. IV. Gotas de samgre; por Willy de Blanck, Habana, 1921. Una novela siempre despierta interés pero si ella tiene como ba- se de su areumento el que puede ofrecer una euerra como la que hemos contemplado con espanto y sus páginas aparecen escritas Notas Bibliográficas. 191 por un joven que sabe dar colorido a su decir, la lectura por fuerza tiene que resultar amena como que descansa en el fiel re- lato de hechos que han impresionado vivamente nuestro espíritu. En este libro junto a sucesos que se justifican como medida de hi- ciene nacional, a descripciones detalladas de los preparativos de un magno conflicto, a juicios del pueblo recaído sobre los hom- bres, se advierte aleo de confortante la fusión de todas las opi- niones defendidas separadamente en días de paz con singular ca- lor en una sola idea para la defensa de la patria injustamente acometida para deshacer la conquista de lo mal adquirido, anu- lando la actuación perjudicial de los bárbaros, para libertar al mundo de la influencia de un elemento en extremo nocivo. Y cuan- do se aprecia, por la mera lectura, cómo a semejanza del caballo de Atila, dejaron los injustos invasores la tierra que pisaron, cuando se recuerdan los coloquios en las trincheras, las caracte- rísticas de los mismos, el estado psicológico de los que allí dispu- taban, las jereas militares, las descripciones de los soldados, las consideraciones de orden político en esas páginas consignadas, sién- tese uno sobrecogido ante el horror del espectáculo descrito, sub- yugado hondamente el espíritu por la forma como los hechos se ex- teriorizan, por el vivo color con que son presentados al que lee. Agradecemos al autor el ejemplar remitido no sólo por la aten- ción dispensada sino por los agradables momentos que nos ha proporeionado. V. Método de inglés, por P. Julio Albino Ferreira.-Londres, 1921. Hemos leído con todo detenimiento la obra, que en tercera edi- ción, publica el distinguido profesor Ferreiro para la enseñanza de la lengua inglesa y debemos confesar que nos ha impresionado bien no sólo por la forma en que expone la materia, contribuyendo así al mejor aprendizaje del idioma, sino por cuanto dice respecto de la fonética que habrá de permitir alcanzar el verdadero matiz de un sonido con transeripeión que, como se ha dicho, y resulta, es absolutamente segura. El profesor debe atender cuidadosamente, desde el primer momento, a que el alumno, al familiarizarse con el vocablo, se familiarice con el alfabeto fonético que habrá de propor- cionarle un gran bien. En este libro se han reunido las voces que se requieren en la vida diaria, siguiendo una excelente orientación ; 192 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. prescinde de aquellos términos que en nada han de servir al alum- no y que más tarde podrá aprender para concretarse al language of every day life, a lo que un avezado maestro llama the practical linguistry. El que bien guiado logre asimilar cuanto en las páginas de este libro se dice habrá obtenido un buen caudal de términos aprendidos en bien pensadas frases ya que discomnected, isolated words are not language. VI. La verdadera poesía castellana. Floresta de la antigua lí- rica popular; por Julio Cejador. Tomo Il, Madrid, 1921. El volumen segundo de esta obra, publicada hace poco, y mueho después del primero y sobre el que hubimos de ocuparnos en ** He. raldo de Cuba, de 19 de Septiembre de 1921, completa el pensa- miento del autor de ofrecer al público un conjunto de composieio- nes que representen la verdadera poesía castellana; y así como en el primero ocupóse de la métrica determinando su característica, ilustrando los casos de rítmo ascendente y descendente, los cuarte- tos hexasílabicos etc., en éste trata de las coplas iguales, de los ro- mances y villancicos con coplas, espigando con éxito ya en el Can- cionero de Evora, en López de Vega, como en el Cancionero de Barbieri y en el Rinconete y Cortadillo de Cervantes entre otros. Todas estas composiciones, exponente sencillo del sentido popular, con expresiones que brotan con expontaneidad de los labios como salidos del corazón, deleitan el espíritu por su delicadeza como aquéllos que salieron de la pluma de Garcilaso de la Vega que encantan por la belleza, excelente armonía, como las de Fray Luis de León que supo reflejar en sus versos un espíritu elevado, las de Herrera, el divino, con un lenguaje sublime y la de Francisco de Rioja que tan atildado se muestra en su versificación. Bien ha hecho Cejador en regalarnos el oido econ el contenido de su floresta que revela su saber y su buen gusto en la elección. VII. Historia de la influencia extranjera en el desenvolvimien- to educacional y científico de Costa Rica; por Luis Feli- pe González. San José de Costa Rica, 1921. El muy distineuido eseritor cortarricense señor González ha he- cho un gran bien a su país en primer término y a los que por él Notas Bibliográficas. 193 tienen interés en segundo, dando a conocer en agradables y bien expuestas páginas, los factores que han contribuído a desen- volver la educación en Costa Rica, ya que de este modo el lector puede aquilatar, cómo desde sus inicios los elementos directores del mismo supieron colocar frente a las instituciones educativas, hombres capacitados que formando la mente de los hijos de tan querido pueblo hermano han logrado desenvolverlo en forma tan brillante. Esas páginas nos refieren, ¡unto a la influencia de las ideas filosóficas de la Revolución francesa, la que ejercieron las de Pestalozzi y Froebel que tan satisfactoriamente han actuado en los pueblos cultos encauzando la enseñanza en los primeros años de la vida del niño, las nuevas y benéficas orientaciones que los hombres de diversos países llevaron a Costa Rica desterrando métodos an- ticuados, los saludables efectos del ambiente educativo de naciones como Alemania, Inglaterra, Francia, Suiza, y en América, al lado de los E. Unidos, Argentina, Chile, Guatemala y Nicaragua entre otras. Y hemos de agradecer, en alto grado, al autor de libro tan útil las frases generosas que dedica a los hombres de Cuba que por causas políticas pasaron a Costa Riea como Antonio Zambrana, re- cientemente fallecido, como José María Céspedes y Orellana nues- tro maestro querido, devoto del saher como pocos, como Antonio Espinal, nuestro compañero de Facultad, pasados a mejor vida, se- gún se acostumbra a decir, que fueron siempre en nuestra patria modelo de ciudadanos, de virtudes cívicas ejemplares, de honrada conciencia en el cumplimiento de sus deberes profesionales. Los cubanos tenemos todos que sentirnos muy agradecidos por la hos- pitalidad cordialísima que Costa Rica supo brindarles, como or- gullosos de que nuestros hombres hayan podido contribuir, aun cuando fuera en modesta parte, a ayudar a la nación hermana en la obra grande y diena de orientar sus ideas educativas. Pero no debemos terminar estas líneaes de coneratulación cordial al autor de libro tan excelente, que nos revela los grandes empeños, al traves del tiempo, de su país por elevar su cultura, sin expresarle el eusto con que nos hemos enterado de la saludable actuación de nuestro maestro muy querido el Dr. Valeriano Fernández Ferraz en la or- ganización de la segunda enseñanza, en el mejor desenvolvimiento de los estudios de filología defendiendo la cultura de la enseñanza clásica, que abre, como dijera Maunoury, las bibliotecas todas de los grandes escritores para deleitarnos leyendo sus valiosísimos teso- 194 Revista de la Facuitad de Letras y Ciencias. ros. Los que hemos tenido la suerte de honrarnos con haberle te- nido por maestro estamos obligados a pregonar en alta voz los mé- ritos excepcionales del hombre superior que ese país guarda como una reliquia y venera como un gran benefactor. VIII. Tratado compendioso de Arqueología y Bellas Artes, por el P. Francisco Naval. Tomo 1?. Madrid, 1920. A la amabilidad de un amigo nuestro debemos la lectura de este volumen bien impreso, adornado con numerosas láminas que ilus- tran la exposición de las obras analizadas. El autor tras las no- ciones generales sobre la arqueología, método seguido y plan de la obra sin olvidar las fuentes en que ha espigado divide el tomo en dos partes principales: la primera teórico-artística en que discurre sobre el arte y la belleza, la clasificación de las artes; la teoría de la arquitectura, de la escultura, de la pintura y de la ornamenta- ción para desenvolver en la scgunda la parte histórico-erítica que divide en dos secciones en la primera la arquitectura estudiada al través de las distintas edades con señalamiento de sus notas salien- tes, desde la oriental antigua a la contemporánea y en la segunda las artes figurativas es decir la escultura en la historia y la pintura en su manifestación en el tiempo. De acuerdo con lo expuesto en las nociones preliminares aun le falta por desenvolver de esta par- te la simbología y la iconología, de la Sección tereera que compren- de las artes suntuarias, las industrias artísticas, el mobiliario y la indumentaria para tratar en la parte tercera, que comprenderá la teórico e histórico-literaria y en su primera sección las literarias propias como la paleografía y epigrafía, la bibliología, la diplomá- tica y en la segunda que ubearcará las literarias por extensión la sigilografía, numismática y heráldica. El plan como se deduce de lo expuesto, es excelente lástima que el autor haya compendiado tanto todo al extremo de concretarse a un número de autores como fuentes de abundante material callan- do obras de interés indiscutible como el Partenón de Collignon el de Michaelis de valor extraordinario a D'Ooge, Gardner y tantos más en el campo arqueológico y otros, dentro de lo exclusivamente eriego, a Marquardt con su excelente estudio sobre la Arquitectu- ra y sus características al exponer los monumentos de Grecia. Por sintética que sea la obra como ha sabido citar a buenos autores no Notas Bibliográficas. 195 ha debido olvidar a los que como Perey Gardner y Collignon han sido en el campo de las estelas funerarias, como en otros aspectos arqueológicos verdaderos destellos de saber. Sin pretender qu: el autor salga de una exposición elemental, hubiera convenido que en el capítulo de la arquitectura clásica, al tratar del período miceniano, hablara de cuanto atañe a las investigaciones de Sehliemann con láminas que dieran al lector idea de los objetos hallados, y si bien las obras por él publicadas sobre Micenas, Or- cómeno, Troya, Tirinto son en extremo extensas en cambio su li- bro Ausgrabungen sintetiza sus exploraciones y adornan sus pá- ginas interesantes grabados de sus descubrimientos. Este mis- mo reparo hacemos a la parte en que desenvuelve el período ere- tense o minoano ya que al citar a Evans, por la significación que tiene en las labores de este período, pudo ilustrar la escultura con la estatua de mármol de Cnoso, las diosas de las serpientes, la estatua de Atenas descubierta en la Acropolís, vasos de Ka- kobates y de Micena para advertir la forma así como la pintura como acontece en los vasos de Gurnia y Creta, o la dama de Cnoso y otros estudios de interés que son magníficas copias que poseemos en el Museo orqueológico de la Universidad hechas por Gillieron D. Fils en Atenas y que dan maravillosa idea de lo que fué el arte en la antigiiedad. Todo libro de enseñana debe tener como fundamento la claridad de exposición, sólo así se obtendrá un resultado positivo en la fina- lidad a que debe aspirarse, necesario se hace desterrar las formas de lenguaje, reflejo a veces de determinada escuela filosófica y muy empleados por los sustentadores de la misma ya que la interven- ción del concepto filosófico en el arte ha de ser para aclararlo y no para obscurecerlo como lo ha hecho Taine en su preciosa obra sohre Filosofía del Arte. IX. Enrique Piñeyro, Su vida y sus obras, por Antonio Iraizoz Habana, 1922. Este interesante trabajo que fué presentado en la Escuela de Letras y Filosofía, como tésis para optar al erado de Doctor en Fi- losofía y Letras, en esta Universidad, constituye un bien escrito re- sumen de las ideas que al través de sus varias obras consignase el muy esclarecido escritor Enrique Piñeyro. Atraídos por el tema leímos oportunamente este estudio con señalado interés como que 196 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, en él se trata de un cubano de altos relieves tanto en la esfera lite- raria como en la política, y entonces como ahora prodújonos gra- tísima impresión. El análisis sereno de cada una de las producciones de Piñeyro, la característica del juicio emitido al apreciarse las materias por él desenvueltas, la fácil exposición en un lenguaje suelto, correcto y elegante que permite exteriorizar el concepto sin trabas, y el de- seo vivísimo del autor, en esas páginas advertido, de colocar en justificado puesto la personalidad de tan brillante eseritor d+s- pierta todo ello, en el ánimo de los que aquilaten el pensamiento del Dr. Iraizoz, motivos de simpatía y de gratitud hacia él porque siempre hemos de deberla a quienes generosamente se afanen por enaltecer las virtudes y excelsas cualidades de nuestros compatrio- tas. En esas páginas de Piñeyro bien se advierte el precepto ho- raciano que encierra la tan sabida frase Omne tulli punctum, qui miscuit utile et duler Lectorem delectando, pariterque monendo y el joven autor de este libro ha querido en cada caso hacer resaltar ésto por lo que cita párrafos que revelan, junto con la mentalidad superior del escritor que juzga, ideas que enaltecen al esclarecido hombre de letra. Y aun cuando no siempre el Dr. Iraizoz comulga con las ideas que Piñeyro ha sustentado en las diversas obras que escribiera, aun- que no siempre juzga su estilo desenvuelto de igual modo, estima a veces exagerados los encomios, piensa gue en aleunas de sus obras no se ha redondeado el pensamiento por lo que la exposición resul- ta incompleta, diserepa respecto de la época en que entendiera el ilustre cubano que hubo de desenvolver sus facultades determinado eseritor y lleva hasta señalar los elementos de inspiración cue die- ran base a alguno de los estudios que realizara Piñeyro, es un he- cho innegable que siguiendo el Dr. Iraizoz procedimiento muy di- verso al adoptado por los eríticos de señalar sin piedad los lunares advertidos, coopera noblemente, al presentar junto al aspecto dé- bil el elevado, a destacar bien los méritos excepcionales de la labor por Piñeyro desplegada. Todo resulta en este libro bien dicho y excelentemente expuesto; tal vez peque, en aleún caso, la obra de Traizoz de humanitaria y puede que de excesivamente generosa, tal parece que así se muestra al formular su opinión sobre el libro que acerca de Zenea escribiera Piñeyro dado que la actuación política Notas Bibliográficas. 197 del bardo desgraciado aún está en entredicho, pues la historia to- davía no ha dado su fallo «iefinitivo. Todas las obras de Piñeyro tienen para los cubanos muy espe- cial interés pero su libro Cómo acabó la dominación de España en América relatando sucesos recientes que casi todos hemos contem- plado nos da idea de su clarividencia en la apreciación de los he- chos recogiendo en páginas 1razadas al calor de un sentimiento de gran amor a la patria los dolorosos sucesos acontecidos para for- mular sobre ellos, y quien eon más razón, el juicio correspondien- te. En esas páginas que detallan la generosa actuación del noble pueblo americano y que aprecia el Dr. Iraizoz en su crítica no pasan para nuestro joven amigo inadvertidos los esfuerzos mara- villosos de los cubanos por la conquista de su libertad por lo que ha hecho bien repudiando a cuantos injustos y dienos de despre- clio suponen que sólo a la voluntad del pueblo amigo se debe el triunfo de las armas cubanas. Ni somos quijotes, ni somos ciegos al afirmar que ni el esforzado General Miller ni el General Shafter hubiéranse desenvuelto, como lo hicieron, sin el valiente auxilio del General García y de sus huestes abnegadas. Al expresar al Dr. Iraizoz nuestra gratitud por el ejemplar que nos ha remitido le felicitamos ex toto corde por haber hecho la obra buena de realzar, en forma tan brillante, los méritos de nuestro inol- vidable conciudadano Enrique Piñeyro. Dr. Juan M. Dihaigo, Profesor de Lingiíística y de Filología. 0% AN DANS AN k e AI NA AS IEA UN A DNA A NN AO E ON / y ¡ . ACASO A ' ROA E, Í IVA DVI Cra? 10 » IMA AA y | Ñ . ADE AN ? III AL OA EA AI IO, "UNEN 4 A! A E II Lia A plo ANO YO OA Y N IN AN E y ES ELA Y A A y ER ON a TN 0 El PY EIA A E O y TW / ' > eN y Y 4 EA ' Ñ de A * 0 e VILA f y AN Y W IN A ANNA VARIOS Y AROS á Fi SON PEA pol IA de ME IA IA IA VA A ANTE WS . g JA j eN A ' ñ le AN ARAS O MÓ A , MAS f ñ y 14 VEN we ) y MN ye ; . d) ' j UA ' UA ” R y y y yá M/ " Y EAU A , e ATAN AN MI OI ' DIA PO MAY JD N ' a , Ñ Ni A "Ni ATINCIES LN AN E A A y l ' h 4 ANN JE ) UN ) e A MA y d a ANA > : Y Ñ DAYA ¡ ñ ' Ad MOFARLEN ' Py ( y Ñ ' ! ll pais ESO ñ W ' A Y AN f Í i h f p Ñ ! 1) ' y ¡ ) A ) GEI y en pe AT dy MAN . Ú Y n 4 Y '/ A 1 Ñ 4 " ] Ñ y 1 de Op di Ñ FIN) var he Í h 1 ' y í ¡ 0 yA y ' A DANA " Ú SAN UN Á ANO 4 ' A f y Y l y ) Ñ RU! AN NON ' 0 ANA / lh] ! 0 ' AN í A / ( |] | MU 0 MN JN ANOTA JE] Y) «k AN RA E RA NATA NIE dl Y 0 LN) yy Ñ ] 0 IN A IA ROA ON DIN ODIN IN y AN DN Y 0 V ' MAA NAS AN ni ii A ON AA ' DIANA AN ' AAN TO AA l NON Ñl AN . n j % JN we Ae / í 0 Ñ Ñ ( DEI A CADA ANN) e Biología (1 curso) AO AUS CARLA 1 j A A A Le A AR OR A o an POS AROS Y A e 0 AO A A AO Al ' O as pacbor Rodriguez. ELO mMolocTa: (1 CULO) Midis dopo alero de ) Antropología general (1 curso) ................ ] Antropología Jurídica (1 curso, para los alumnos ; pS Dr. Arístides Mestre. de Derecho) ...... ALE de EAN E j Conferencias. OS IOTA Ta COTAPALA CA e iaa lanar o aclara a 0 Ne 20d i Profesor Dr. Víctor J. Rodríguez. are pre] NU A Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Ricardo de la Torre (Auxiliar interino) de Biolo- gía, Zoología, ete. y Conservador del Museo Antropológico y de Zoología; Dr. Juan M. Lagomasino (Je- fe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fer- nández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química; Dr. Francisco Muñoz (auxiliar interino para Química) y Dr. Manuel Mencía (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. El '*Museo Antropológico Montané'” y el Laboratorio de Antropología tienen por Director al Profesor titular de la asignatura; lo mismo que los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 curso) ............... ] Historia de la Pedagogía (1 curso) ............ F Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. Higiene Escolar (1 curso) ........ DAA ARAN) Metodología Pedagógica (2 cursos) ............ MA Dr, Luciano R. Martínez. Dibujo lineal (1 curso) ...... A e 00 11), ) j al Dibujo nautral (Ll COTBO) Lio ao j » Sr. Pedro Córdova. Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Pedagógico es el Profesor titular de Me- todología, El Profesor Auxiliar es el Dr. Rafael Fernández. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico 7 O ces EI A NL RAMA + Profesor Sr. Eugenio Rayneri. IRTE OTAN (E CUISO oacl dlUaabaa aa lalo patos o Deco] DE Aejuntco Mai Úne Materiales de Construcción (1 curso) .......... ] Resistencia de Materiales. Estática Gráfica |! y a (1 curso) ' AS Sr. Aurelio Sandoval. ' Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso) .. ] Earamecanica: (1 CUTSO) eo o e ! z Maquinaria (1 curso) Aa Ni SV j 2 Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de caminos (3 cursos: puentes, ferro- ) carriles, calles y carreteras)... .ooi ise ] 09 Sr. A. Fernández de Castro, Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) my Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura e Higiene de los Edificios (1 toy Historia de la Arquitectura (1 curso) ........ , Contratos, Presupuestos y Legislación especial a e Dr. José R. García Font. la Ingeniería y Arquitectura (UU re Esta Escuele comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Sr. Luis Falcón (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctricos); Dr. José KR. Martínez, con sus correspondientes ayudantes. En a, ip se estudia la carrera de Maestro de Obras exigiéndose asignaturas que corresponden a otras Escuelas 5. ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS. Física y utiles Aprmebla. (1iCUIBO). Lia Fabricación de azúcar e industrias derivadas + Profesor Dr. Francisgo Henares, rea IÓN A UNLOAD ds E A AA NT AOS | Fitotecnia (1 curso) ..... e Aina SAO Ls Sr. José Cadenas. O AN A Economía Rural (1 curso) . O SN de da ] | eres rural y formación de proyectos ' . Sr. José Comallonga. Legislación rural (1 curso) . A A J Industrias rurales (1 curso) . QA les MAI ) : Maquinaria agrícola (1 Curso) . O AOSS A NON EN AUS L y Dr. Buenaventura Rueda. Construcciones rurales (1 curso) .............. ) Microbiología agrícola (1 000) A la al ) Patología vegetal (1 curso) ................. DA 2 Dt. Jorge, Navarro. 'A Son profesores auxiliares los Sres, Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos). Para los grados de Ingeniero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Perito químico y azu- carero se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 3 de la tarde, se dan informes respecto a los detalles de la organizaczión de sus diferentes Escuelas, distribución de los eur- de sos en las carreras que se estudian, títulos, grados, disposiciones reglamentarias, incorporación de títu- ADS ne extranjeros, ete. AVISO pe Die La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias es trimestral. l Se solicita de las publicaciones literarias o científicas que reciban la Revista, el canje db: rrespondiente; y de los Centros de instrucción o Corporaciones a quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, ete., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nues- tra sección bibliográfica. O Para todo lo concerniente a la Revista (administración, canje, remisión de obras, ete.) dirigirse al Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la Revista no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. NOTICE The Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, will be issued quarterly. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them, A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, ete., to the Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AVIS La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias parait tous les trois mois. On demande léchange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans “notre partie bibliographique. Pour tous ee qui concerne la Revue au point de vue de 1*administration, échanges, envoi % d'ouvrages, ete., on est prié de s'adresser au Director de la Revista de la Facultad de Le- tras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. EY Les auteurs sont seul responsables de leurs articles, et la Revue n'est engagée par opi nion personelle d*aucun d'eux. PL o Vol XXXI UNIVERSIDAD DE LA HABANA Náme. 37 4 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. JUAN M, DIHIGO Profesor de Lingiiíística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental "REDAOTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor de Antropología Director del Museo Antropológico Montané Dr. SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD -JULIO-DICIEMBRE 1922 SUMARIO: —Discurso inaugural del Curso Académico .............. Dr. Francisco Carrera Jústiz. —El Museo de arqueología griega de la Universidad de y IRA EAN AA NA NI EN AN O Dr. Luis de Soto. —Enseñanza de la topografía y la agrimensura ......... Dr. A, Ruiz Cadalso. —oOrigen y desarrollo de las Escuelas Normales de Cuba . Srta. Caridad González. | —Solemnes AGDOS UNIVELSILA RIOS: UA a ad La Dirección. —Discurso de presentación del Dr. Carpena en la Socie- a AS IA A A EOS US. AN SRA NU O AE: Dr. Arístides Mestre. —Señor Eugenio Raymeri y Sorremtino ...........00.... La Dirección. - —Canje. HABANA : Imprenta ''La Propagandista””, g Monte 87 y 89, 1922 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Adolfo de Aragón. Secretario: Dr. Salvador Salazar. 1. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos) ....... - Profesor Dr. Adolfo de Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos) ....... 4 Dr. Juan Maza y Artola. A E AD IN E A ] ó O OLO RÍA (E GUIBO) Me dd e e Did ae ) y A AA Historia de la Literatura Española (1 curso) ... ] , Historia de las literaturas modernas extranjeras + 29 Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. A A O AGO ) Historia de América (1 CUTSO0) .....-.......... ] / p Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) Y Dr. Evelio Rodríguez Lendián, | AA UA AN > ADELA Moral CUICUTBD): este a Os ciel la 0/0 e blo $ dl Dr. Sergio Cuevas Zequeira. COIE IA NL CUISO) dp da o Erie eee de J Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Salvador Salazar para el grupo de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clásicas y Dr. Eligio de la Puente (aux. int%.) para el grupo de Literaturas; los cuales dan conferencias sobre sus respectivas materias. El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Lingiística. 2. ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) (1 curso) | Análisis matemático (Cálculo diferencial e inte- + Profesor Dr. Pablo Miquel. gral) (1 0UrBO) coco. oo cco0roco nora rc ) Geometría superior y analítica (1 curso) ....... ] Geometría descriptiva (1 curso) .............. ' pe Dr. Claudio Mimó. Trigonometría (1 I8ureD) o. iodo eros ) Física Superior (ler. curso) .................. ] ES ; RÍSICA SUDErior (2 CUPOS)... 2 e ula a ea ) ey O Química general (L'CUESO)..... 2. cede. .e»/. X> Sr. Carlos Theye. a io ca Ulea q De Vistor (Bages DIboJo bmncal (LALUTBO) a dto alo 0d ile leas pta ) , DIDOJO INGLural ¡(CEGUTRO) O ad do is loja J 0) Doo loz: OSMA ENCGULSO:) Mica aleta led loja lolo lalo) 0d elle 1 Moeeánica Racional (1 curso) ................-. » pe Dr. Victorino Trelles. ASEO EOS) avila elaerda ales also va e ) o a le TD AA A A po Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía MEFCUTED) tora abs po Dr. Santiago de la Huerta. Botánica ¡poneral ((LRCUTBO) o ep. arre alo + abro pe Dr. Felipe García Cañizares. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1eurso) Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 curso) . ] a y Trigonomettía (plana y esférica) (1 curso) ..... yl Dr, ¡Olsudio Mimo, Fisica Soperior (Ler. (QUESO) v0.0 00 000 e e láceih a ? AE A IWNÍSICA::DUPOrior 3 CUERO) unreal la Pete J a O Química Inorgánica y Analítica (1 curso) ..... ] Química Orgánica (1 Curso) ......¿0.......... j » Sr. Carlos ¡Theye. DEbuUJO. aneal (ESCUEBO) adas oo Mia ] - Dibujo ¿Natural (UOUTSO ra ias SUR a Iso fa ad j dd Dr, d086/Me-Boler. Mineralogía y Cristalografía (1 curso) ........ A Dr. Santiago de la Huerta. BOLOS IL CUESO) 2h. Demis de lao Gola O Ue bie alga lo ] z 4 Eoblosla. (IUEUTBO) Voto. oa eje al0 bla he e elije o J » DN Botánica general (1 curso) ...........o.o....... ÉS Dr. Felipe García Cañizares. Cosmología (1 curso) .............. ile y Dr. Victorino Trelles, (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático (Algebra Superior) (1curso) Profesor Dr. Pablo Miquel. Geometría Superior (sin la Analítica) (1 curso) . | 4 o Trigonometría (plana y esférica) (1 curso) ..... p? E A Qúaímica Soneralk (Li CURSO) rela ando ala cio aerea 0 Sr. Carlos Theye. DPAO Mane curBo). llas A elur aptas sua all bl gl ] » IO Natural Md OLEO) ct vale lero Reale la JA ) >? A AE MICA oneral(LIGUBSO): «enoja pio plo lesadols Paleo Paja SS Dr. Plácido Biosca. ay Dralogrest (2 emos) CUA] o Des Bailo o e Botánica general (1 curso) .............. ea Dr. Felipe García Cañizares. Fitografía y Herborización (1 curso) ..... IA] E e. Vol. XXXII JULIO-DICIEMBRE 1922 Núms. 3 y 4 LISA 4 RY Mo yy YORK BSTANICAS:. CARDEN REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y ÑIENCIAS PRELIMINARES DE CIENCIA MUNICIPAL 0) URBANISMO POR EL DR. F. CARRERA JUSTIZ Profesor Titular de Gobierno Municipal e Historia de las Instituciones Locales de Cuba El objeto de este trabajo, es documentar en Cuba la existencia de una nueva disciplina científica, que tiene ya carta de natura- leza donde quiera que hay una avanzada cultura, y es, la Ciencia Municipal o Ciencia del Urbanismo. En todos los países que llevan la iniciativa en los progresos del mundo, este movimiento de ideas científicas, ha pasado ya del campo meramente doctrinal o académico, al docente oficial y al legislativo. Acontece, por éso, que en número cada vez más creciente, se encuentran ya, en muchas partes, urbanistas titula- dos—si no con ese nombre con otro análoso—ceomo carrera espe- cial de múltiples aplicaciones técnicas y prácticas, en la gober- nación del Estado, en la del Municipio y en las grandes corpora- ciones y empresas; títulos otorgados por Facultades de Urbanis- mo en las Universidades de Londres, Liverpool, Berlín, Harvard, “% New York, o por las Universidades exclusivamente municipales 3 de Dusseldorf, Frankfort, Cincinnati, Toledo, Akron o sus aná- =,logas recientes de París y Bruselas. Y es preciso que en Cuba a (1) Discurso inaugural del curso académico de 1922 a 1923, na ad 200 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. estemos apercibidos, para que no nos sorprenda, como nuevo, ese movimiento y podamos incorporarnos a él dignamente. Cierto es que ha sido para nosotros un paso progresista la ley de 12 de Junio de 1906, ereando en la Universidad de la Habana una Cátedra de Gobierno Municipal y de Historia de las Institu- ciones Locales de Cuba, como enseñanza requerida, entre otras, para poder ser doctor en Derecho Público. Y ese fué uno de los motivos alegados en el preámbulo del real decreto español de 1" de Abril de 1910, estableciendo en la Universidad Central de Ma- drid, una Cátedra de Derecho Municipal comparado (1). Pero desde entonces ha sido tan extenso el desenvolvimiento de la Cien- cia Municipal, que tomar nota del mismo, para proceder en con- secuencia, es tema muy adecuado para un discurso académico, en este acto solemne, en que nuestra Universidad se dirige a las autoridades, a la nación, y se compenetra con las altas institu- ciones docentes de otros países, en un esfuerzo, por modesto que sea, de cooperación científica. Cuando para alguien tal vez pueda resultar, todavía, una re- velación, la referencia de que existe una Ciencia Municipal, acon- tece, sin embargo, que, apenas esbozada en el último tercio del siglo XIX, dentro del cuadro del Derecho Público, esa nueva cien- cia se ha agigantado traspasando las fronteras ideológicas del Derecho, para ascender al campo más alto de la Sociología, y resultando, ya, estrecho su viejo nombre originario, para com- prender la grandeza de su presente contenido, comienza a deno- minársela Ciencia del Urbanismo. Analizaremos brevemente este proceso, a través de los principales países. El Urbanismo contemporáneo en los Estados Unidos. Hace sobre treinta años que, entre los trabajos publicados por la Academia de Ciencias de Filadelfia, se presentó uno que pro- dujo, entonces, cierta impresión de novedad, por su título “The Study of the Science of Municipal Government*”—El estudio de (1) Hoy a eargo del sabio publicista Dr. Adolfo Posada. También exis- te en Barcelona una ““Escuela de Funcionarios de Administración Local??, que es una forma de Universidad Municipal. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 201 la ciencia del Gobierno Municipal—. Y su autor, el ilustre aca- démico Frank P. Prichard, tuvo la gloriosa iniciativa de lanzar el nuevo concepto que, andando el tiempo, había de quedar con- sagrado, cuando en el año de 1,909, el eminente sabio Frank J. Goodnow, al publicar su conocida obra “Municipal Govern- ment”” (1), prefirió poner bajo su gran nombre de autor, entre los muchos títulos de que podía hacer uso, el de **Profesor de Ciencia Municipal en la Universidad de Columbia””. Posteriormente, el reputado Dr. Howard Lee MeBain, en 1,916 y 1918, publicaba sus dos muy conocidos libros, “The Law and the Practice of Municipal Home Rule''”—La Ley y la Práctica de la Autonomía municipal—y “American City Progress and the Law” —El progreso municipal americano y la ley—ponien- do, también, bajo su nombre de autor, el título de **Profesor de Ciencia Municipal en la Universidad de Columbia?”. Las distintas ediciones de esos libros, que vienen teniendo am- plia circulación, por Europa y América, el eran prestigio de sus autores, y la publicación que había hecho en New York, desde 1901, el profesor Robert C. Brooks, de una “Bibliografía de asuntos municipales”? evidenciando que en los últimos 25 años se habían dado a la imprenta hasta 12,000 libros y folletos sobre los múltiples aspectos, científico y práctico, del gobierno municl- pal, fueron sobrada base, a manera de salvo conducto, para la nueva Ciencia Municipa!, que, con ese estupendo respaldo de obras y de autores, tomaba tan brillantemente su puesto dentro de la clasificación científica. Cediendo a requerimientos fundamentales sobre la necesaria eficacia del Gobierno Municipal, por su intensa trascendencia en la vida de todos los ciudadanos, y reconociéndose que debía ser asunto esencialmente científico el “obierno de las ciudades, por su complejidad técnica y porque de ellas depende, sustancial- mente, que la sociedad nacional progrese o degenere—dada la concentración creciente de habitantes en las ciudades, como fe- nómeno alarmante de la vida social contemporánea—comenzó a especializarse en los Estados Unidos la enseñanza del Gobierno Municipal, no sólo en Cátedras que han establecido casi todas sus erandes Universidades, sino en los colegios de alta educación. Y además, ha cristalizado allí el nuevo tipo docente de la Uni- (1) New York. The Century Co. 1909. 202 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. versidad Municipal, con sus más altas expresiones en la de Cin- cinnati, fundada en 1871; la de Toledo, en 1884 y la de Akron en 1903, siendo, en su esencia, una Universidad dedicada al Muni- cipio, y recíprocamente, un Municipio que organiza y mantiene por sí propio una Universidad. En una asamblea celebrada en Washington los días 15 al 17 de Noviembre de 1915, por la “Asociación de Universidades Mu- nicipales de los Estados Unidos””, conjuntamente con la ““Aso- ciación de Universidades Urbanas”” del mismo país, decía el pre- sidente de la Universidad de Boston, L. Herbert Murlin, que ““la Universidad municipal es algo natural e inevitable, marcando una era en el desenvolvimiento de la educación americana, de tanto alcance, como lo fué allí, en el siglo XVIII, la organización de las escuelas públicas, y en el XIX, el establecimiento de las 5) Universidades del Estado”' No es sólo que las Universidades municipales preparen en sus cátedras especializadas, ciudadanos que realicen, con éxito, en cuanto es lógico esperar, los asuntos incontables de la vida real, que resuelve el gobierno de la ciudad, en íntimas relaciones con la salud, el decoro y el bienestar de los ciudadanos; sino que ofre- cen gratuitamente su cooperación, realizando en su capacidad orgánica científica, un nuevo tipo de servicio educacional, con nuevos métodos de instrucción, resultantes de hacer concurrir, en múltiples sentidos, para el bien de los intereses públicos, a la Universidad y al Municipio. Y es ésta una dádiva tan hermosa de la presente generación a las venideras, que solamente en el porvenir podrá apreciarse toda su grandeza. En la evolución universitatria se observa que—salvo excepcio- nes y sin desconocer, respectivamente, su glorioso registro—cea- da vieja Universidad era una clásica institución recluída en una altura. Después, con las demandas de los tiempos, comenzaron a acercarse al pueblo, y hace unos treinta años se inició el mo- vimiento conocido por “extensión universitaria””, que implicaba la necesidad de ofrecer al pueblo todo, un servicio más liberal. Se impusieron entonces, las especialidades de enseñanza, para educar en un mayor número de profesiones, y pasada ya la épo- ca en que sólo cinco de ellas eran las corrientes, hoy pasan de cincuenta los títulos o diplomas que en muchas Universidades de Europa y América se otorgan, siendo cada vez más creciente, W F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 203 para el progreso y la cultura en general, la demanda de especia- listas. Hace un cuarto de siglo eran muy pocas las instituciones en que se enseñara ciencia aplicada, que las llamábamos Colegios de Tecnología o Escuelas Politécnicas, y ahora están en esta vía casi todas las Universidades del mundo, satisfaciendo así las ne- cesidades de los Gobiernos, de las Corporaciones y del país, bajo múltiples aspectos. En el mismo sentido, la Corporación por ex- celencia, es decir, el Gobierno de la ciudad, y de los aglomerados humanos en general, necesitó tam!¡ién especialistas, y surgieron, en casi todas partes, las Cátedras de Gobierno Municipal. Un pa- so más en este camino, y el enorme crecimiento de las ciudades, su tremenda influencia sobre la cultura nacional y sobre el vigor del Estado, impusieron las Universidades Municipales, que se las considera, ya, ante la ciencia y ante la experiencia, como un im- pulso inexcusable en el proceso universitario general. Sentado así, acontece que en los Estados Unidos, recogiendo esa tendencia, por altos motivos de interés nacional, están, al presente, actuan- do paralelamente, en sesiones periódicas anuales, dos grandes or- ganizaciones, una, la '“National Association of Municipal Uni- versities””, y otra la “Association of Urban Universities””, para procurar con un atento estudio metódico, el mejor desenvolvi- miento posible de esas instituciones, entrañando, todo ello, la solemne afirmación de un hecho, o sea, que se ha impuesto ya la Universidad Municipal en los Estados Unidos. Simultáneamente, como expresión del avance municipal cien- tífico y práctico en aquel país, la Universidad de Harvard, Mas- sachusetts, creó una “Escuela de Arquitectura del Paisaje Ur- bano*””—““Sehool of Landscape Architecture””—para enseñanzas especializadas de las ciencias urbanas, desde un punto de vista estético, con cursos que duran entre dos y tres años, y a más de enseñar los principios generales sobre el mejoramiento de la ciuú- dad, se acentúan las clases sobre trazado de jardines, y parques públicos; sobre horticultura, estudios de árboles, arbustos y plan- tas herbáceas, al efecto de saber presentarlas en conjunto artísti- co. Se enseñan, también, allí, las ciencias físicas y naturales que tienen relación con la estética urbana, y sus estudiantes distin- guidos son enviados, con pensión, a Roma y otras partes de Eu- ropa, para perfeccionar sus conocimientos, con el examen de los jardines clásicos, después de ofrecerles durante el curso, paseos 204 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. científicos en Boston, cuyo sistema de parques y jardines, es ver- daderamente grandioso y a la primera altura en el mundo (1). En New York fué organizada expresamente para la formación intelectual y profesional de alcaldes técnicos—City managers— la “Trainine School for Public Service””, donde los estudiantes aprenden técnica y prácticamente, participando con los profeso- res en investigaciones y discusiones sobre problemas municipales de gobierno y de administración, para identificarlos más estre- chamente con el manejo, la organización y mejoramiento de la ciudad. Su amplio programa de estudios contiene, entre otras enseñanzas, organización de la administración municipal, cartas municipales, relaciones entre la ciudad y el Estado, autonomía municipal, estadística, repartición de impuestos, manejo de fon- dos públicos, formación de presupuesto, contabilidad, obras pú- blicas municipales, limpieza de calle, disposición de basuras, ad- ministración de parques, de terrenos de juego y de la policía, me- joramiento de los servicios contra incendios, etc. Según estadística de 15 de Noviembre de 1920, había ya, en- tonces, en los Estados Unidos, 148 de esos centros especiales de información, de investigación y de enseñanza sobre asuntos muni- cipales—aparte de las Universidades y Colegios de alta educa- ción—para promover en todos sentidos el mejoramiento y em- bellecimiento de los centros urbanos. Sobre éso se ha creado, a través de aquellos Estados, una co- piosa legislación, que autoriza o compele a las ciudades, a crear organismos oficiales para estudiar y resolver los problemas sobre ensanche y embellecimiento de la ciudad, con la iniciativa más característica en el Estado de Massachusetts, que desde 1913 hizo obligatoria, en cada gobierno municipal, una comisión de esa ela- se—Town Planning Commission—tratándose de los centros ur- banos de más de 10,000 habitantes, con prevenciones especiales para casas de pobres sanas y confortables, a más de lo que se re- fiere, generalmente, a ensanche y embellecimiento de la ciudad. En cierto modo, se había anticipado en ese progreso, el Estado de Maryland, después del eran incendio de Baltimore, en 1904, siguiendo, luego, la asamblea legislativa del Estado de Connee- ticutt, en 1907; la de Pennsylvannia, 1911; Ohio, New York y (1) Official Register of Harvard University—Junio 28 de 1922—Cam- bridge—Massachusetts. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 205 California, en 1916 y posteriormente Illinois, Missouri, Nebraska, Rhode Island, Minnesota, etc. La capital federal, Washington, tiene, para estos fines, una famosa Comisión—““The Committee on the District of Columbia''—que actúa bajo otra comisión es- pecial del Senado de los Estados Unidos y de la cual forman par- te o han pertenecido a ella, hombres eminentes. Esta Comisión de Washington ha desenvuelto y perfeccionado el plan originario de su fundación, hecho por el famoso ingeniero militar francés—que estuvo en la guerra de independencia contra Inglaterra—Pierre Charles L'Enfant, asociado al ilustre Andrew Ellicott, que le sustituyó después, y gracias a una obra científica y artística de solidaridad, mantenida a través de varias genera- ciones, hay allí una de las ciudades más bellas del mundo. Otro orden de aetividad científica municipal de los Estados Unidos, es el desenvuelto por iniciativa particular, en muchas ciu- dades, generalmente mediante comisiones que, para preparar el ensanche, mejoramiento y embellecimiento, presentan un estu- dio profundo y detallado de todo lo que afecta al desenvolvi- miento cívico de la localidad, tanto en lo que se refiere a su geo- erafía, como a su arqueología, conservación de monumentos, va- lor de terrenos y edificios, problemas de habitación, comercio e industria de la ciudad, circulación por tierra, por agua, por el alre y por el subsuelo, recreo público en espacios libres, parques y bulevares, calles y avenidas, higiene, instrueción, gobierno y administración de la ciudad, organizaciones filantrópicas, ete. En resumen, un cuadro de conjunto sobre el total desenvolvi- miento cívico de la aglomeración humana. Ese sistema de trabajo preparatorio—verdadero inventario ge- neral de la vida urbana en todos sus aspectos—que los ingleses llaman “Civic Development Survey””, los franceses ““Dosier des Cités”” y los norteamericanos sencillamente “Civic Survey?”, tie- ne en los Estados Unidos un altísimo exponente, a tal punto, que un notable profesor de Sociología de la Universidad de Missouri, Carl C. Taylor, acaba de publicar un libro, “The Social Survey, its History and Methods (1), sobre la naturaleza, origen, tecno- logía y posibilidades de tales investigaciones, como conducentes a la elevación moral de la aglomeración humana, ya que una vez conocida detalladamente, por eserupuloso análisis, hay base cier- (1) Social Science Series—Columbia, Missouri—Oectubre, 1919. 206 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ta para encaminarla a grandes fines materiales, intelectuales y morales, reparando daños o iniciando progresos. Y el profesor de la Universidad de Kansas M. C. Elmer, publicó sobre igual asunto su libro “Technique of Social Survey ””. Frecuentemente, en los Estados Unidos, esos ámplios trabajos, allí denominados “City Planning Reports””, contienen una admi- rable investigación científica y gran número de ellos que se es- tán realizando anuncian un espléndido porvenir para muchas ciu- dades de la vecina gran República, mereciendo citarse, por su mérito extraordinario, el ““City Planning Report””, sobre la ciu- dad de Portland, Estado de Oregon, publicado en 1919. Para ese trabajo se organizó, en 1912, la “Greater Portland Plan Association””, encomendando al eminente municipalista, Edward H. Bennett, redactar un plan de mejoramiento y extensión de la ciudad, que hoy tiene sobre 159,000 habitantes, pero debien- do hacer sus cáleulos y planes, sobre una población futura de dos millones de habitantes. El trabajo fué hecho con un admi- rable informe preliminar, publicándose una eran tirada, que se repartió gratuitamente, para preparar la opinión pública, ilustra- da, además, en ésto, por numerosas conferencias de expertos mu- nicipalistas y por artículos frecuentes en los periódicos. Y por último, fué sometido el plan de reformas de la ciudad, a un refe- réndum del pueblo, que lo aprobó, con ciertas modificaciones de la “Portland Plan Commission””, como organismo oficial respon- sable de la idea iniciada por la “Greater Portiand Plan Asso- elation””. No es necesario decir que en ese plan general resultan estudia- dos y resueltos todos los problemas de mejoramiento y extensión del sistema de calles; establecimiento de avenidas circulares y ar- terias radiales, sobre la base de un magnífico centro cívico, esta- ciones centrales de ferrocarriles, de desembarque y de tranvías, centros de recreo, baños públicos, gimnasios, ete.; pero muy prin- cipalmente se plantea y resuelve el punto fundamental de casas para pobres, a cuyo fin de adopta la división de la ciudad en zo- nas, localizando separadamente las industrias, los establecimien- tos de comercio, los barrios residenciales de casas lujosas, todo en coordinación con espacios abiertos y parques para cada zona; prohibición, excepto en ciertos barrios, de establecer garages, trenes de lavado, etc., que rebajan el valor de las propiedades inmediatas; se regula la altura de los edificios, según el caráe- F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 207 ter de cada barrio y el ancho de las calles y avenidas, con pres- eripeiones determinadas para evitar la congestión de habitantes en los suburbios. Hay, pues, una segura perspectiva de que con el desarrollo de ese programa, que está en marcha, Portland será, a trav;s de al- gunas generaciones, una ciudad maravillosa, que habrá eleva- do a gran altura la dignidad colectiva, y consiguientemente, el bienestar y la felicidad de sus habitantes. Aun más trascendental, todavía, es el plan de reformas de Chicago, iniciado en 1909, por “The Commercial Club””, en un famoso banquete, donde fueron los principales oradores, los dos candidatos, en ese momento, a la presidencia de los Estados Uni- dos, Taft y Bryant, y también habló Charles D. Norton, que fué Secretario del Tesoro. Se creó, después, la ““Chicago Plan Com- mission””, siendo su presidente, Charles H. Wacker y su diree- tor general, Walter D. Moody, que ha dedicado a esos trabajos un famoso libro (1); siendo el alma y la inspiración científica de todo ese inmenso proyecto, un hombre genial, Daniel Hudson Burnham, no menos glorioso, en ese orden, para los Estados Uni- dos, que Hippodamus de Mileto o Dinócrates, en la Grecia clá- sica, o el barón de Haussman y Colbert, en la Francia contem- poránea. Entre otros detalles, ese plan contiene el engrandeci- miento, la extensión y la apertura de calles, por más de 320 kiló- metros; la creación de un sistema exterior de avenidas radiales y tres grandes paseos circulares; la desecación de 520 hectáreas de terrenos para construir parques en las riberas del lago Miehi- gan; extender 8 kilómetros hacia el sur, un parque antiguo de la ciudad, y también extender 8 kilómetros hacia el norte, otro viejo parque, conectando ambos por una cadena de parques alrededor de Chicago; erear terrenos para juegos de niños, en todas las secciones de la ciudad y relacionar éstas, entre sí, por un sistema general de bulevares; la reorganización completa de los medios de transporte por tierra y por agua, comprendiendo estaciones de viajeros y de mercancías de todos los ferrocarriles; la creación de un nuevo puerto con 14 kilómetros y medio de muelles y al- macenes y el emplazamiento necesario para la construcción de un centro cívico con todos los edificios públicos del eobierno de (1) ““What of the City?””, por Walter D. Moody. Chicago. A. C, Mc. Clurg € Co. 1919. 208 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la ciudad. Se comprenderá toda la importancia de ese progra- ma, recordando que la población de Chicago se acerca a cuatro millones de habitantes, creciendo cada año en más de setenta mil personas y siendo el centro ferrocarrilero mayor de América y tal vez del mundo. Allí tuvieron los Estados Unidos la exposición universal de 1903, inspirada técnicamente por Daniel Hudson Burnham, y la visión encantadora de “la ciudad blanca””, fué una sugestión pa- ra que todo éso se construyera con carácter de permanencia. Desde entonces muchos espíritus progresistas concurrían para darle realidad a esa idea, pero muy especialmente Burnham, que comenzó a hacer por lo alto los estudios del asunto, sustentando que así como ningún plan pequeño tiene el poder mágico de ex- citar la imaginación de los hombres, y por éso no se realiza sino rara vez, en cambio, los planes grandiosos, con aspiraciones muy altas en esperanzas y en trabajos, luego que se bosquejan conve- nientemente, nunca mueren, y a través del tiempo, algún día son una realidad, afirmándose ellos mismos con creciente insistencia. Ese programa de Chicago, que se está realizando, no tiene pre- cedente de mayor grandeza entre las concepciones humanas de ese género, en toda la historia del mundo. Más o menos paralelamente con esos planes de Portland y de Chicago, hay muchas ciudades americanas desarrollando progra- mas generales de ensanche y embellecimiento, algunos verdade- ramente extraordinarios, entre ellos los de San Francisco, Fila- delfia, Baltimore, Cleveland, Kansas, Detroit y Denver, cuyo cen- tro cívico monumental, contiene—como sugestión muy hábil— una Corte de Honor, en forma de altísima columnata semi- circular, para inscribir en cada columna, como legado a la pos- teridad, el nombre del ciudadano que quiera inmortalizarse con sus dádivas para el engrandecimiento de Denver. La ilustre escritora Theodora Kimball, bibliotecaria de la an- tes referida Escuela de Arquitectura del Paisaje Urbano, en la Universidad de Harvard, publica un excelente trabajo (1) sobre los grandes progresos de las ciudades norte-americanas, comple- mentando una publicación del año 1917, sobre ese mismo asunto, del eminente ingeniero municipalista y presidente del **Ameri- (1) ““ Municipal Accomplishment in City Planning and Published City Plan Reports in the United States”?. Boston. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 209 can Institute of Architects””, George B. Ford. El sabio publi- cista, Dr. William Bennett Munro, profesor de Gobierno Muni- cipal actualmente, en la Universidad de Harvard, publica, en 1915, la segunda edición de una nueva bibliografía sobre asun- tos de esa materia, en los Estados Unidos (1), que forma un vo- luminoso libro de 416 páginas, revelador del tremendo impulso científico y práctico que allí se observa sobre asuntos muni- cipales. II El Urbanismo contemporáneo en Inglaterra. En Inglaterra—desde que en el siglo XVII, tras el incendio que destruyó gran parte de Londres el año 1666, fracasó, por el egoísmo y la influencia de los terratenientes, aun luego de apro- bado por el Consejo municipal, el admirable plan de reconstrue- ción de la ciudad presentado por el famoso constructor de la ma- ravillosa catedral de San Pablo, Christoper Wren, asociado con John Evelyn—la acción privada monopolizaba y explotaba con perjuicio de los intereses generales, el trazado de calles, para construir manzanas de casas, sin más fin que darle valor a los terrenos y cobrar muy altos alquileres; pero a mediados del si- glo XIX el espíritu inglés reaccionó contra ese orden de ideas, y comenzaron a surgir entre esos individualistas enriquecidos, erandes reformadores de mucha altura moral. George Cadbury, cerca de Birmingham, inició, por el año 1879, en su gran industria de chocolates, dedicar un millón de libras esterlinas y 212 hectáreas de terrenos suyos, para ofrecerle a sus obreros casas higiénicas y confortables, con jardines y huertas, proporcionándoles el sano ambiente de la vida rural, a un tipo de alquiler tan bajo, que sólo cubría un cortísimo interés del di- nero invertido, más los impuestos locales, cediendo cada casa en arrendamiento con plazo de 99 años. El plan ha tenido un ex- traordinario desarrollo de inmenso provecho para la misma in- dustria, y concentrándose allí más de 5,000 habitantes desde el año 1895, se ha creado la ciudad de Bournville, como un intere- sante ensayo de urbanización, con base de democracia industrial. (1) “A Bibliography of Municipal Government in the United States??. Harvard University Press, Cambridge. 1915. 210 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Análogamente, los hermanos Lever, propietarios de una colo- sal fábrica de jabones, crearon en Port Sunlight otra ciudad in- dustrial, que comenzó en 1877, teniendo más de 3,500 obreros, con el sistema de que, en el alquiler de las casas, se cobran sólo los gastos de conservación y reparación, más los impuestos; pe- ro nada de interés por el capital invertido, sino que, lo que ésto produciría, se aplica a progreso cívico, pavimentación, parques, estatuas, fuentes, ete., constituyendo una bellísima ciudad. Con esos precedentes, un hombre de talento extraordinario, fer- viente propagandista, modesto empleado que había sido, en una casa industrial de Australia, Ebenezer Howard, publicó en Lon- dres, el año 1912, un pequeño libro, ““Garden-eities of Tomorow””, que produjo una revolución de ideas, en tanto que perfeccionaba el plan ya iniciado de ciudades industriales, afrontando el gran problema económico-social de la propiedad de las tierras en que se fabricaran las casas confortables para gente pobre. Y surgió así la mágica idea de “la ciudad-jardín””, que es un centro ur- bano de fines industriales, planeado para una vida saludable; con un tamaño que haga posible una plena medida de existencia social, pero no más grande; rodeado por una permanente cintura de campo, y el total de la tierra siendo propiedad pública de la ciudad, en condiciones más o menos variables. Este último aspecto de la socialización de la tierra, apoyada en el consentimiento individual—que Howard aconseja aplicarlo, no sólo al Municipio, sino también al Estado—y la organización de la ciudad-Jjardín sobre la base económica de que en la renta mí- nima va comprendido el interés cortísimo del capital invertido, su amortización y el pago del impuesto para las necesidades co- munes, encontraron apoyo en grandes capitalistas ineleses, prin- cipalmente Cadbury y Lever, que asociados con Howard, cons- tituyeron “The Garden-city Association”? y fundaron el año 1903, con esas condiciones, entre Londres y Cambridge, la ciudad-Jardín de Letehworth, con las bases esenciales de que allí no se cobra impuesto y que la tierra, toda, pertenece, en conjunto, a la eo- munidad social. Los éxitos de Letchworth, estimularon el año 1919, a construir también en la región de Hertfordshire y aún más cerca de Lon- dres, una segunda ciudad-jardín denominada Welwyn, por ini- ciativa de una compañía—“*Welwyn Garden-city Limited*””—. Y F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 211 el tipo de la ciudad-jardín está ya repetido cientos de veces más en Inglaterra, aunque con varias modalidades. Con ésto el genio inglés había llevado estas materias al plano de las ideas sociales, atacando y resolviendo, en principio, el gran fenómeno moderno del inmenso valor de las tierras en los cen- tros urbanos, lo que eleva consiguientemente los alquileres, ha- ciendo angustiosa la subsistencia de la inmensa mayoría de la gente pobre a quien la carestía de la vida en las grandes eiuda- des le impone vivir en suburbios infecciosos, con perjuicio de la sanidad y la moral. Actuando estas ideas en la conciencia pública, el Poder Legis- lativo se dispuso. a recogerlas, y con la iniciativa del gran Mi- nistro obrero, John Burns, se votó en el Parlamento británico, en 3 de Diciembre de 1909, una famosa ley de urbanización, — Town Planning Act—complementada por otras leyes del año 1919—Housing and Town Plannins Act—y de 192i1—:¿ousine Act—previniendo que en tiempo y condiciones determinadas, las autoridades gobernantes de cada centro de población, presenta- ran necesariamente al Ministerio de asuntos Municipal de In- glaterra—Local Government Board—un plan completo de en- sanche y embellecimiento de la población, teniendo en cuenta las condiciones sanitarias y artísticas y llenando cuanto se requiere en los aspectos económicos y social. Como natural consecuencia de la primera ley citada, por ese tiempo se verificó en Londres, el año 1910, un Congreso Interna- cional de “Town Planning”” que atrajo especialistas de todo el mundo en el cuadro de las ciencias urbanas y esa reunión de sa- bios dió gran relieve al movimiento científico municipal de Ín- glaterra. Necesariamente a esa actividad de las ideas sociales y políticas traducidas ya en derecho positivo obligatorio, según las leyes antes citadas, tenía que seguir en Inglaterra la orsanización de la respectiva enseñanza científica y práctica, y sobre ser, de he- cho, municipales las Universidades de Leeds, Sheffield, Bristol y Dublin, en la de Londres fué creado un Departamento de “Town Planning””, respondiendo principalmente a las oblizaciones de ensanche y embellecimiento de los centros urbanos impuestas a los Gobiernos locales por las leyes antes repetidas, siendo su pro- erama de enseñanza en el año de 1920, el que sigue: Primer curso. Mejoramiento de las ciudades, su desenvolvi- a a 4 AE 212 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. miento y las influencias sociales, constitucionales y económicas que lo determinn—su desenvolvimiento histórico—ciudades de la edad antigua, de la edad media, del renacimiento y de los tiem- pos modernos—su organización—influencias de los factores eco- nómicos y de las facilidades del transporte sobre el crecimiento de la ciudad. Segundo curso. Arquitectura de las ciudades y del paisaje urbano, especialmente en parques y bulevares. Tercer curso. Obras públicas municipales—la concepción y el emplazamiento de monumentos, estatuas, fuentes, aparatos de iluminación, etc. Cuarto curso. El arte del ingeniero municipal—construcción y engrandecimiento de caminos—alcantarillas y canalización pa- ra aguas—preveneión contra incendios—higiene municipal. Todos esos cursos se complementan con trabajos de taller, de- biendo los alumnos hacer proyectos sobre planos de ciudades, y al concluir los estudios, se les expide un “Certificado de Town Planning””, al que se añade, después de ciertos exámenes, un **Di- ploma de Town Planning y Arquitectura Civil””, o bien ““Diplo- ma de Town Planning e Ingeniatura Civil?”. La Universidad de Liverpool instituyó su “Department of Ci- vic Design””, especialmente consagrado al estudio del mejora- miento de la ciudad, con un programa más extenso que el de Londres, y en el mismo año 1920, contenía las enseñanzas si- cuientes: Primer eurso. Ideas generales sobre el mejoramiento de la eludad—su desenvolvimiento histórico y social—los diversos fae- tores que influyen en su erecimiento, razas, clima, estado social, político, comercial, militar, medios de transporte, ete. Segundo eurso. Ingeniatura civil e higiene—vías públicas, aprovisionamiento de agua, luz—reglamentación del tráfico, en- erandecimiento de calles, según las necesidades de las vivien- das—iluminación artificial, vas y electricidad—, higiene y sani- dad, distribución de la población, reforma del alojamiento—aire y luz—hospitales. Tercer curso. Derecho civil con referencia a las leyes de ur- banización, alineamiento, ete.—la adquisición de la propiedad en vía de expropiación forzosa—leyes sobre el trazado y extensión de las ciudades en el continente europeo y en América. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 213 Cuarto curso. Arquitectura civil, estudiando la ciudad desde el punto de vista estético. Quinto curso. Decoración civil, sobre la concepción y dispo- sición de estatuas, monumentos, árboles, puentes, refugios, kios- cos, etc. Sexto curso. Arquitectura del paisaje urbano con especial re- ferencia al mejoramiento de parques y bulevares. Los estudiantes que aprueben esos cursos, obtienen un certifi- cado, después de sufrir exámenes eseritos y orales y presentar trabajos originales. También pueden recibir un diploma, si ade- más presentan a lo menos dos proyectos de urbanización, con una memoria escrita o un estudio sobre la reconstrucción de al- eún barrio o distrito. También en Londres, el año 1914, fué creado el “Instituto de Town Planning””, del que forman parte municipalistas altamen- te conceptuados, siendo su fin estimular el progreso de las cien- cias urbanas, y para el efecto, tiene un “Comité de Educación””, que organiza la enseñanza de esas ciencias y establece los exá- menes que han de sufrir quienes deseen ser miembros del Insti- tuto. Estos exámenes se refieren a un conocimiento teórico muy completo de las cuestiones urbanas, la historia y el mejoramiento de la ciudad, las características de éstas en las edades antigua, media, del renacimiento y del siglo XIX, particularmente en In- elaterra y en América. El Instituto se ocupa también de un segundo orden de conoci- mientos prácticos, en varios cursos, a saber: Primer curso. Datos necesarios para el establecimiento de un plan de ciudad—ceondiciones regionales y del medio físico—vías de comunicaciones—evolución de las ciudades, crecimiento, ab- sorción de otras ciudades, etc.—topoerafía de la ciudad, estadís- tica, tráfico, densidad de población, alojamiento—parques—bu- levares. Segundo curso. El mejoramiento de la ciudad propiamente dicha—distribución de terreno—trazado de calles—construecio- nes—espacios libres. Tercer curso. Planos de mejoramiento—reconstruecciones—ali- neamiento, puentes, engrandecimiento de calles—poder de las Municipalidades sobre construcción de bibliotecas públicas, mu- seos, teatros, escuelas, establecimientos de baños, mercados—cons- 214 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. trueción de casas baratas—estaciones de policías y bomberos— mataderos de reses. Cuarto curso. El mejoramiento de las ciudades según las leyes inglesas de 1909 y 1919 y procedimientos allí indicados—mejo- ramientos de las ciudades desde el punto de vista estético, monu- mentos, unidad de estilo arquitectural, parques y jardines—el arte del ingeniero y del topógrafo, según la legislación urbana. Esie “Town Planning Institute”? de Londres, centraliza una eran parte de la producción municipal científica inglesa y sub- veneiona enseñanzas análosas en escuelas y colegios de segun- da enseñanza. La obra docente de los problemas urbanos, la complementan, en orden de divulgación científica, entre otras, dos notables revistas técnicas, una se publica en Londres, titu- lada “Garden-cities and Town Planning””, y otra en Liverpool, “The Town Plannins Review”, órgano oficial del **Departa- mento de Estudios Urbanos”? en aquella Universidad. Por último, la actividad municipal en Inglaterra, sobre el es- tudio científico y preparatorio del ensanche y embellecimiento de la ciudad—Civic Survey—tiene espléndidas manifestaciones, pudiendo citarse, entre otros, el libro de Booth, “Life and Labor of the People of London””, publicado en 1891; otro en 1914 del profesor H. B. Lanchester, titulado “The Civic Development Survey ””, utilizado muy principalmente en Bélgica para la re- eonstrueción de las ciudades destruídas en la guerra con Alema- nia; el trabajo “The Civic Survey in General Education”” del profesor de la Universidad de Liverpool, P. Abercrombie; otro “The Practical Utility of Civic Survey”? por el profesor de Town Planninse en la Universidad de Londres, S. D. Adshead, estos dos últimos publicados el año 1821, y un folleto maravillo- samente escrito del profesor P. Geddes, ““The Civic Survey of Edimburgh””. TI El Urbanismo contemporáneo en Alemania. En Alemania, país dominantemente agrícola hasta principios del siglo XIX, sus ciudades que, por entonces, rara vez pasaban de 25,000 habitantes, no tuvieron serios problemas de urbaniza- ción, sino cuando, después de su guerra triunfante contra Fran- F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 215 cia, en 1870, se inició en éllas un vigoroso movimiento industrial que, a través sólo de dos décadas, trajo a los centros urbanos más de la mitad de los sesenta y cinco millones, próximamente, de habitantes, que antes, en su mayoría, eran campesinos alemanes. Y entonces, bajo la presión de ese rápido crecimiento, enfren- tado el pueblo germano con los tremendos problemas de la vida pública moderna, llena de complejidades técnicas, exhibió ante el mundo, como brillante iniciativa, la gobernación municipal científica, con éxitos maravillosos, que han hecho de sus ciuda- des modelos dignos de imitar por el alto concepto de sus gober- nantes y por la obra admirable que realizan. En efecto, impul- san la vida municipal alemana de cada ciudad los más sabios y los más virtuosos, cooperando siempre a fines de interés general y reconociendo, sobre todo, lo indispensable de una operatoria científica en el gobierno de las localidades. La necesidad de una organización docente a tales fines, se pro- dujo en la conciencia nacional alemana antes que en ningún otro país del mundo. Ya Goethe, desde el año 1832, y Suckemberg, algo después, habían recomendado la idea de la Universidad mu- nicipal, exclusivamente para preparar funcionarios competentes en el gobierno de la ciudad. En respecto a este precedente, la Universidad municipal de Frankfort del Mein, inaugurada en Octubre de 1914—cuando estaba ya comenzada esta última gue- rra universal—se denominó oficialmente *““Goethiana-suckember- giana'”. Desde el año 1911, en Dusseldorf existe una famosa Universidad exclusivamente para enseñar todas las ramas de la gobernación municipal. Y;¡la Universidad de Berlín tiene una nutrida Facultad de Enseñanza Urbanas— “Seminar fur Stad- tebau'”—o sea, para estudiar el desenvolvimiento en general de las ciudades. Podrían referirse otras muchas organizaciones análogas en Alemania. Todo éso explica que el alcalde teutón—burgomaestre—a más de ser siempre ura alta personalidad social y moral, es un téc- nico profesional en la ardua misión pública que se le encomien- da, y se pueden citar muchos casos de burgomaestres eminentes, tales como el Dr. Adickes, de Frankfort; Herr Zeller y Martín Kirshner, de Berlín; Wagner de Ulm; el Dr. George I. Bender, de Breslau; el Dr. Wilhelm Marx, de Dusseldorf; Carl Lueger, de Viena, etc. El cuerpo de Magistrados que auxilia al burgomaestre alemán 216 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. en sus funciones ejecutivas, contiene siempre un número de téc- nicos especialistas, que dirigen los respectivos Departamentos de la Administración Municipal, constituyendo, al mismo tiempo, una verdadera Cámara Alta o Senado de la ciudad, con facultad de veto sobre los acuerdos de Concejo Municipal electivo. Y és- te, a su vez, se nutre de lo más selecto en las manifestaciones de la capacidad, de la riqueza y del trabajo, siendo obligatorios esos cargos y al mismo tiempo ansiados como un alto honor. No hay en ninguna ciudad alemana persona eminente—en ciencias, en artes, en negocios, en invenciones, en prestigio social, etc.—que no forme parte del Concejo Municipal. El famoso Dr. Wirchow, universalmente conocido, fué mucho tiempo concejal. Y concu- rren gratuita y obligatoriamente, de varios modos, a esa obra de excelente gobierno, llamados por su competencia o por su carác- ter, los *“Adjuntos””, que en Berlín han llegado en un tiempo a ser diez mil personas (1) y otra vez hubo diecisiete mil (2) ad- juntos. Se consigue así que casi todos los ciudadanos tomen parte en la vida municipal y que les afecten, en un doble sentido, sus éxitos y sus responsabilidades. En la invitación cursada a fines del año 1912, por la Comisión Organizadora del Congreso Internacional de Gante, sobre pro- greso cívico, celebrado en Julio de 1913, se reconoce que los pri- meros impulsos del movimiento moderno en la Ciencia del Urba- nismo, tuvieron su primera alta expresión en Alemania, con la Exposición General sobre las ciudades, celebrada el año 1903, en Dresde; otra el año 1910, en Berlín, donde concurrieron notabi- lidades del mundo en esta especialidad, tales como el Dr. Stub- ben, Otto March, F. R. Krause, H. Hamsen, Gotheimer y los profesores Goecke y Eberstad; así como la celebrada en 1912, en Dusseldorf, para discutir y resolver sobre el engrandecimiento de esa ciudad en el medio siglo próximo venidero. Frank Koester dice que la primera manifestación del Urbanis- mo Científico Moderno surgió en 1874, con los trabajos de la So- ciedad Unida de Ingenieros y Arquitectos alemanes (3). (1) ““City Government?”, por el Profesor John R. Commons. Pág. 32. Universidad del Estado de New York, Sillabus 73. (2) Conferencia del Sr. Segismundo Moret y Prendergast en la “*Aso- ciación de la Prensa””. Madrid, 2 de Diciembre de 1907. (3) “*Modern City Pianning and Maintenance”. Mec. Bride Nast Co. New York, 1914, F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 217 Para dar una idea de la altura de pensamiento y del profundo sentido científico con que se tratan los asuntos municipales en Alemania, es oportuno recordar como se ha verificado el engran- decimiento de la ciudad de Stuttgart, capital de Wurtemberg. Primeramente, una comisión de técnicos, compuesta de ingenie- ros, arquitectos, juristas, sanitarios, artistas, etc., especialmente designada por el gobierno local, dedicó algo más de cinco años al estudio de un proyecto para extender y embellecer la ciudad, y esa obra, donde no se tenían en cuenta más que los intereses generales a través de las generaciones futuras, fué sometida al burgomaestre de la ciudad, para su primer examen técnico, por- que se trataba también de un experto municipalista, el cual es- eribió sus opiniones, como una introducción del proyecto. En- tonces se acordó solicitar la consulta de dos autoridades cientí- ficas en la materia, el sabio profesor Reinhard Baumeister y Teóphil Frey, famoso arquitecto. Estos hicieron su trabajo me- diante una crítica científica, de que se dió traslado a la comisión originaria, la cual expuso razonadamente su contra-réplica. Fué sometido, después, el asunto al Dr. Rettich, notable publicista y profesor, para que emitiese su opinión desde el punto de vista económico-social, que así lo hizo, siguiendo la consiguiente ré- plica de los autores del proyecto. Más tarde fué pedida consul- ta a dos famosos sanitarios, el Dr. Knauss y el profesor Nuss- baum de Hanover. El Dr. Erck, de Munieh, hizo un informe que caía dentro de su especialidad, sobre las corrientes que predomi- nan en el valle de Stuttgart, los cáleulos de temperatura, las pro- yecciones del sol y otros factores que debían tenerse en cuenta para la salud pública. Y por último, el punto de vista estético se consultó a otra comisión especial de artistas. (1) Casos análogos podrían citarse en otras muchas ciudades ale- manas, como Berlín, Colonia, Frankfort, Dusseldorf, Munich,— que tiene disecurridos ensanches estableciendo dieciocho centros cívicos, o sea, otras tantas ciudades y se le juzga la capital más exquisita del mundo, teniendo una maravilla arquitectónica como palacio municipal. El hecho de que en Alemania preponderase tanto el factor es- tético, en los problemas urbanos, no ha impedido que allí, el rá- (1) “The German Way of Making better cities”. Silvester Baxter. New York. 218 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. pido ensanche de las ciudades condujera, como en todas partes, a tremendas especulaciones. En efecto, cerca de Berlín existen sobre 40 aldeanos millonarios, porque, siendo propietarios de mo- destas granjas de campo, sobre ellas avanzó la poderosa civiliza- ción de la capital de Alemania, convirtiendo su tierra en oro. Ese enorme incremento de valor social no trabajado por el terra- teniente, dió base a que, en 1898, cuando Alemania estableció en China su colonia de Kiao-Chau, el gobierno se aprovechara de una parte de los beneficios implícitos en el mayor valor de la tierra, con la fundación y crecimiento de la nueva ciudad, crean- do un impuesto que se cobra cada vez que una propiedad es ven- dida, y sube, en proporción, hasta un 25 por 100 del aumento del valor en venta, con relación al precio de la venta última. Este impuesto sobre el valor social, lo establecieron después las ciu- dades de Sajonia, el año 1902, y pronto se extendió a 652 ciu- dades alemanas, inclusive Berlín; hasta que, en Febrero de 1911, una Ley del Reiehstadt lo estableció como impuesto nacional, para _ el gobierno del imperio, dejando a las ciudades percibir tan sólo una proporción del mismo. En los centros urbanos de rápido erecimiento y especialmente en las grandes ciudades, ese impues- to produce inmensos ingresos; pero son más grandes todavía las razones económicas y sociales que existen para que la comunidad concurra, en una justa proporción, a participar del provecho por ella ofrecido a determinados individuos, que no hicieron, para merecerlo, ningún trabajo especial. La aplicación de esos prin- cipios científicos, a la gobernación de las ciudades alemanas, per- mitió a éstas obtener legalmente muchos millones de pesos, apli- cados, luego, al provecho en general de los habitantes. A pesar de la crisis tremenda producida por la última guerra, como ésta no produjo invasión del territorio alemán, quedaron intactas las ciudades y vigente su organización y su espíritu co- lectivo de progreso. La honda perturbación de sus industrias, necesariamente imprime cierta lentitud en el desarrollo cívico presente, pero el alto refinamiento de la vida pública local, sigue siendo una característica teutónica. Compréndese así, que entre germanos surgieran los primeros maestros de la nueva ciencia de las ciudades, tales como el pro- fesor Reinhard Baumeister, de Karlsruhe; el Dr. Joseph Stubben, T. Goecke, el insigne Camille Sitte, de Viena; Teodor Fischer, Henrici, Curlitt y muchos más. Baumeister es, sin duda, el pri- F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 219 mero que escribió científicamente en la época contemporánea so- bre el desenvolvimiento de las ciudades, siendo su libro sobre ur- banización, publicado en 1876, el tratado más completo hasta en- tonces conocido, una obra maestra que dió base a trabajos de enerandecimiento de muchas ciudades europeas (1). El Dr. Stub- ben ha sido creador de planes grandiosos, no sólo en Alemania, sino que también fué llamado, entre otros casos, a proyectar el ensanche y embellecimiento de la ciudad de Gante, en Bélgica. Camille Sitte, en su admirable libro *““Derstadtebau””, publicado en 1889, fué el definidor de los principios estéticos en la cons- trucción de las ciudades modernas, iniciando una nueva era en ese orden de la actividad humana. En general, la estética cívica, ha sido una preocupación domi- nante en el proceso científico municipal de Alemania. El pro- fesor Gurlitt, ponderando el respeto a los monumentos antiguos, afirma que, cualquier cosa nueva, puede hacerse en pocos días, pero que se requieren cientos de años para producir algo viejo, y aunque el pueblo, durante siglos, tenga el buen sentido de res- petar las estructuras antiguas, en cambio, para destruirlas, bas- ta la necedad de un momento. Theodor Fischer, criticando la tendencia moderna de aislar las viejas catedrales que no tenían erandes plazas a su frente, dice que basta con que se vea la to- rre y brille sobre las casas un poco de la cúpula, porque, así, la iglesia, con sus cimientos invisibles, recuerda la Eterna Provi- dencia, cuyas bases nadie ha podido conocerlas. Pero el genio máximo de la concepción estética germana sobre las ciudades, fué Camille Sitte, y aun que a su obra monumental se le ha criticado por alguien, como extremadamente clásica, sus principios sentaron época y revolucionaron en Alemania y en otros países, las ideas predominantes que él con tanta elevación de sentimiento combatía. Sitte es un adorador del arte antiguo y de las ciudades medio- evales, saturadas de unción y de poesía. Hace una amarga crí- tica de la simetría vulear, que suprime las desigualdades del te- rreno, de los caminos existentes, de los eursos de agua, etc., en la moderna extensión de la ciudad y alega que la geometría grue- sa, la escuadra y el compás, son incompatibles con las delicade- zas del arte. Dice que los planos modernos, son sólo un sistema (1) Stad Erweiternungen, Carlsrube. 220 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de cuadros o de calles radiales, y que toda obra de esa clase, es técnica, pero no es obra de arte. Truena contra el engrandeci- miento geométrico con cubos de casas, de que juzga nota avan- zada algunas ciudades norte-americanas, y califica duramente lo que llama el “genius loci”? del nuevo mundo. El sugirió el nue- vo sistema de avenidas circulares y calles sinuosas, que es ya orientación universalizada. Considera que las alamedas rectas con líneas interminables de árboles a derecha e izquierda, ofrecen el más completo divorcio de la gran naturaleza, que en sus creaciones espontáneas, jamás nos muestra árboles alineados, sino bosques frondosos de sobe- rano desorden aparente, pero con un grandioso conjunto de be- lleza. Llama la atención sobre que los monumentos artísticos no deben estar nunca en medio de las plazas, sino en sus costados, por exigencias claras de sentido estético. La estatua gigantesca de David, hecha en mármol, por Miguel Angel, que la emplazó en una esquina del Palacio Viejo de Florencia, fué trasladada a una inmensa sala del Museo de la Academia, bajo una eran cú- pula de cristal, sirviendo de modelo para historiadores y críticos. Pero se necesita ahora—dice Sitte—una preparación especial del espíritu, para resistir las influencias mórbidas de esa prisión del arte que llaman museo y para poder gozar de la obra imponente, achicada, así, en sus proporciones, que en cambio resultaban erandiosas cuando podía destacar sus formas tras un respaldo artísticamente diseurrido por su genial autor. Los egipcios po- nían sus obeliscos y sus estatuas siempre al costado de sus tem- plos, y lo mismo se observa en el emplazamiento de las más so- berbias iglesias medio-evales. Vitrubio, tratando del ““forum”” romano, dice que alí los monumentos se ponían siempre en los costados, pero nunca en medio de las plazas, que estaban reser- vadas a la circulación. Y lo mismo en la ““agora”” eriega. Recomendando Camille Sitte el noble ejemplo del arte clásico, dice que las antiguas ciudades italianas y helénicas, tienen un don del cielo, porque están hechas a la imagen de la bella natu- raleza, aumentando con ésto su influencia dulce e irresistible, so- bre el alma de los hombres. ““Quien desee convencerse de esta verdad—dice Sitte—que pasee por las ruinas de Pompeya, y di- rigiendo sus pasos a través del foro desnudo, subirá por una es- calinata monumental, hacia la terraza del templo de Júpiter. Allí, dominando la plaza entera, sentirá que suben fluidos de ar- F. Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 221 monía, como los sones puros y plenos de una música sublime. Bajo esta impresión, se comprende bien a Aristóteles, cuando, para sintetizar los principios sobre las construcciones urbanas, dijo que, “una ciudad debe ser establecida de manera que ofrez- ea a sus habitantes seguridad y felicidad. (1) IV El Urbanismo contemporáneo en Francia. En Francia el movimiento científico sobre el engrandecimien- to y el embellecimiento parcial de la ciudad, fué notable en el siglo XVI!, con los conjuntos insuperablemente artísticos de París, de Versailles y de Naney, y allí se vinculaba la especia- lidad más alta en el progreso cívico, viniendo, luego, de 1853 a 1870, la empresa colosal suntuaria y autocrática, del gran pre- feecto de Napoleón III, el barón George Eugene de Haussmann, cuya transformación de París—el famoso “plan colorié””—fué una revelación de lo que significa para la dignidad y el bienestar y aun para el desarrollo de la riqueza pública y privada, una ciudad saneada y embellecida, dentro de una concepción alta- mente científica y artística. Una vez más el genio francés influía al mundo, y siguiendo esa iniciativa renovadora, se abordaron grandes obras de trans- formación en otras ciudades capitales, especialmente, en Viena y en Berlín. Pero desde entonces, por la depresión general subsi- guiente a su fracaso en la guerra con Alemania de 1870, y por otros motivos posteriores de diversa índole, dejó de ser prepon- derante en Francia la actividad científica en el estudio de los pro- blemas municipales; si bien se había realizado allí, con el barón de Haussmann, a importante evolución de evidenciar y reconocer que la tremenda complejidad implícita en el mejoramiento y em- bellecimiento de un centro urbano, demanda el concurso de mu- chas ciencias, a más de las del ingeniero y del arquitecto, tales como la del higienista, la del sanitario, la del economista, la del historiador, la del jurista, la del geógrafo, y, en general, la del sociólogo práctico. (1) ““L'Art de Batir les Villes*?, por Camille Sitte. Traducción fran- cesa por Camille Martín. Pág. 10. Ginebra. Edición Atar. 1918. 222 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Cierto es que Eugéne Henard exhibía con éxito en el Congreso Internacional de “Town Planring””, celebrado en Londres ei año 1910, sus famosos trabajos sobre ““La circulación, los espacios li- bres y las transformaciones de París”? y otro muy notable titu- lado ““Villes de l'avenir””, fundando en 1913 la “Société Fran- caise des Urbanistes””, con la presidencia del eminente George Risler; y que triunfaban también los franceses en el concurso internacional de 1904, para el engrandecimiento de Barcelona, cuyo primer premio se adjudicó unánimemente a León Jaussely: en otro coneurso internacional para el engrandecimiento de Nue- vo Guayaquil, con A. Bérard; en el coneurso sobre extensión de Amberes, con H. Prost y M. Auburtín; en el concurso sobre en- egrandecimiento de Dunkerque y hasta en el de la nueva capital de Australia, Yias-Camberra, con M. Agache; en el mismo orden fueron notables los trabajos sobre engrandecimiento de Niza, por M. de Souza, y fué interesantísima la “Exposición de la Ciudad””, celebrada en 1913, en Naney, como otra “Exposición Urbana”” en Lyon, por iniciativa de M. Herriot. Pero, sin duda, compa- rativamente con el magnífico impuiso municipal científico y práe- tico de los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, se encontraba Francia retrasada. Ahora bien, en Inglaterra y en los Estados Unidos se tenía por inspiración y por objeto, más que el avance científico puro, una tendencia dominantemente práctica de crear profesionales que construyan y administren las ciudades, que las atiendan en su aspecto material, independientemente de los fines económicos, sociales, morales, filantrópicos, jurídicos, ete. En resumen, la orientación allí ha sido, principalmente, crear una verdadera ca- rrera profesional otorgando, al efecto, títulos o diplomas; lo cual responde al incesante crecimiento o reconstrucción, total o par- cial, de las ciudades; a las leyes que hacen obligatoria esa recons- trueción o extensión, bajo condiciones técnicas especiales, y a las fundamentales exigencias del gobierno municipal científico en el progreso contemporáneo; teniendo esos profesionales grandes horizontes, mo sólo para hacer fortuna—como consultores, di- rectores o empresarios en magnas obras y empresas de desenvol- vimiento cívico—sino como amplio escenario a talentos escla- recidos. Dentro de esa característica de estudios prácticos, el ““Town Planning Department” de la Universidad de Londres, depende F. Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 223 de la “Escuela de Arquitectura””, sucediendo igual con el *““De- partment of Civic Design”” que existe en la Universidad de Li- vepool. Y la ““Sehool of Landscape Architecture”” de la Univer- sidad de Harvard, en los Estados Unidos, originariamente estaba también anexa a la “Facultad de Arquitectura””, aunque ya en el año 1912 quedó como una Escuela separada para esas ense- ñanzas de las materias urbanas y dentro de la Facultad de Cien- cias aplicadas. Esto obedece a que, en sus inicios, la urbanización tenía un simple carácter administrativo de alineación de calles, o poco más, para lc que bastaba la preparación técnica de un ingeniero o de un arquitecto. Cuando los asuntos de urbanización se en- erandecieron, hasta requerirse su enseñanza en las Universida- des, fueron atribuídos, por razón de atingencia aparente, a las Facultades de Arquitectura. Pero agigantado, después, el pro- grama de esas disciplinas sobre la ciencia de las ciudades, resul- ta un error de clasificación por parte de los ingleses, mantenerlas en la “Escuela de Arquitectura””, pues ese título no corresponde a la superior unidad científica de las materias que son su con- tenido. Walter D. Moody dice, y razona, que “* el arquitecto y el in- geniero son factores peligrosos en materia de urbanización, si no tienen, para el efecto, más conocimientos que los de sus respec- tivas profesiones (1). El eminente profesor y publicista fran- cés Louis Bonnier—Inspector general de servicios técnicos de Arquitectura y de Estética, en la Prefectura del Sena, París— afirma que ““es un error muy frecuente y peligroso, creer que un arquitecto de talento, es necesariamente un urbanista compe- tente; porque la arquitectura, en el sentido sustancial de esa palabra, es sólo una parte interesante, pero nada más que rela- tiva, en la inmensa orquesta de la urbanización de una ciu- dad”” (2). Esto explica por qué, cediendo a la realidad de las cosas, los grandes arquitectos ingleses y norte-americanos, se han hecho sociólogos para ser urbanistas, según se observa, en In- elaterra, con los admirables libros, algunos de ellos monumen- £l (1) “What of the City?””, página 20. Chicago. A. C. Me Clug é Co: 1919. (2) La Estética y la Arquitectura en el coneurso para el plan de me- joramiento y de extensión de París”. La Vie Urbaine, pág. 30. París, 1920. 224 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tales, de H. Iñigo Trigges,— “Town Planning Past Present and Possible””; del profesor C. R. Ashbee—“ Where the Great City Stands'””—; del profesor Patrick Geddes—**City Development””; de Thomas H. Mawson—““Civic Art”” y “Studies in Town Plan- ning””; de Raymond Unwin—“* Town Planning in praectice”*—y lo mismo puede decirse de Ewart Abercrombie, Waterhouse, A. C. Holiday, C. H. Reilly, H. B. Lanchester, etc. Ocurre igual respecto de los norteamericanos, como el profesor de Harvard, Henry V. Hubbard, con su espléndido libro, '“An introduction to i¡he Study of Landscape Design”” (1); Frank Koester, con su notable obra “Modern City Plannine and Maintenance””; John Nolen, con ““New Ídeals in the Planning of Cities, Town and Vi- llages””; F. L. Olmsted, con “The Town-planning movement in America””; G. B. Ford, con “The City Scientific””; Nelson P. Lewis, con “The Planning of the Modern City””, y otros más. Desde luego, Alemania no había ineurrido en ese error de cela- sificación, con su Facultad de Ciencias Urbanas en la Universi- dad de Berlín, y mucho menos con sus grandes Universidades muncipales de Dusseldorf o de Frankfort, y sus enseñanzas, am- plias y completas en la materia, predominantemente de carácter histórico y estético, resultaban, por éso, en un plano positiva- mente más avanzado, en general, que la ciencia municipal fran- cesa. Pero el espíritu de Francia reaccionó, cuando, terminada vie- toriosamente la guerra con Alemania, fué necesario pensar en la reconstrucción de un gran número de ciudades devastadas; tre- mendo problema que análogamente, y por el mismo motivo, re- sultaba planteado en Bélgica. Y los sabios y los gobernantes belgas y franceses, exaltados en un mismo genio latino, senta- ron el principio de que la reconstrucción de las ciudades des- truídas, no sólo debía marcar un progreso en el orden material, sino expresar, también, “la noción moderna de la vida asocia- da””, que consiste en “obtener, por la estructura misma de la ciudad, el orden y la cohesión sociales, que permitan a la colec- tividad, exigir del individuo el máximum de esfuerzo útil, y al individuo, recibir del grupo humano de que forma parte, los (1) Publicado con la cooperación de la notable escritora Thedora Kim- ball. The Mac Millan Co. New York. 1917. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 225 medios de desenvolverse plenamente en la libertad y en el bienestar””. (1) Esas ambiciosas tendencias, a manera de grandes síntesis, no refiriéndose sólo al cortinente material, estructural o físico en que desenvuelven su existencia los agregados humanos, es decir, no limitándose, sólo, a considerar casas, calles, plazas, avenidas, ete., en los lugares—sean aldeas o sean grandes ciudades—donde vive la sociedad humana, sino elevando las ideas a una aspira- ción superior de vida libre, feliz y culta, llevaron el asunto al campo amplísimo de la Sociología, planteando, implícitamente, como base mecesaria para el gobierno de la ciudad, el conoci- miento científico—Hfísico, moral, social, ete.—de la cosa gober- nada. No basta ya procurar que las ciudades sean sanas y atractivas, sino que es preciso hacerlas, hasta donde sea posible, instrumentos perfectos de vida social, abordando, para ello, los necesarios estudios del agregado humano, en su triple relación: primero, con la tierra, a la cual tiene adaptada su propia vida, en el transcurso de los tiempos; después, con las vicisitudes an- teriores de toda su existencia colectiva, como necesariamente solidarias de su presente y de su porvenir, y por último, con la indispensable función de las múltiples actividades orgánicas im- plícitas en la vida de toda comunidad sujeta a normas ineludi- bles económicas y Jurídicas. En resumen, dentro de estas nuevas concepciones, el estudio de los agregados humanos comprende su geografía, su historia, su economía y su derecho. Pero conocido todo éso, en una sola ciudad, obsérvese que hay otras muchas ciudades más que exis- ten, y otras muchas que han dejado de existir. El estudio com- parativo de tods ellas ,es indispensable para, apreciando dife- rencias, derivar principios. Y esa es la ciencia de las ciudades, que entraña una superior unidad sociológica, dentro de la nueva orientación científica francesa. Concordante con esa manera de discurrir, Bélgica—con Louis Van der Swaelmen—-lanzó, ahora, después de la guerra, el postulado de que la ciudad es una no- ción biológica, órganos, y funciones, considerándola como un organismo viviente, colectivo, en continua transformación, que erea, en cada momento de su evolución, su forma específica de (1) Convocatoria al ““Conecurso de Ideas”? celebrado por la asociación francesa, '“Renaissanee des Cités””. París, 1918. 226 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. asimilación funcional. Y en ésto se inspira, igualmente, la es- cuela francesa. Aunque se trata, en general, de los agregados humanos que hacen vida común en puntos localizados de la tierra, sean pe- queños o grandes, desde luego la ciudad viene a ser el hecho cen- tral de todas estas especulaciones. Y como su etimología latina, ““Urbs””, es universalmente conocida, y para concebir estos es- tudios dentro de tan amplios horizontes mentales, era estrecho el nombre de Ciencia Municipal, utilizado por los norte-america- nos, así como el viejo “Trace des Villes””, que antes usaban los franceses, y aún son menos comprensivos los de “Town Plan- nine”? y “Civie Design””, inventados por los ingleses, se ha pre- ferido aplicar a esta nueva Ciencia de las Ciudades, el nombre de “Ciencia del Urbauismo””. No es precisamente de ahora la aplicación de esa palabra a este orden de conocimientos o, por lo menos, a un cuadro análo- go de ellos. Hace años, un profesor de la Escuela de Comercio de Lyon, Pierre Clerget, publicó un libro titulado ““L”Urbanis- me””, con el subtítulo “Etude historique, géographique et eco- nomique””, que evidenciaba el contenido sustancial de la nueva ciencia. Y antes, el año 1867, el ingeniero español Cerdá, había publicado un “Tratado de Urbanización””, siendo uno de los ini- ciadores de la ciudad-jardín y autor de un proyecto de la exten- sión y embellecimiento de Barcelona. También en la Cámara muncipal de Roma, recientemente, se venía usando la palabra ““urbanismo?””, con referencia al fenómeno moderno del ereci- miento rápido de la ciudad (1). Y sobre esta nomenclatura se ha creado en París, por el Consejo General del Sena, en 9 de Ju- lio de 1919, la “Escuela de Altos Estudios Urbanos'””—Ecole des Hautes Etudes Urbaines—verdadera y grandiosa Universidad Municipal, con un amplísimo programa de enseñanzas geográfi- cas, históricas, económicas, jurídicas, sociales, administrativas, artísticas, ete., todas para estudiar la ciudad de modo profundo y exclusivo. He aquí como en una evolución científica relativamente de corto tiempo, la nueva Ciencia Municipal, viene a llamarse Cien- cia del Urbanismo. Sustancialmente, la materia es la misma. Pe- (1) León Jaussely. “La Vie Urbaine”?. Nos. 1 y 2, página 187. Pa- rís, 1919. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 227 ro ante la trascendental ampliación de su contenido, se imponía lógicamente la aceptación de la técnica francesa. Y, por lo me- nos, corren ahora como sinónimos, Ciencia Municipal y Ciencia del Urbanismo. V a Escuele de Altos Estudios Urbanos de París. Esa magnífica '“Wscuela de Altos Estudios Urbanos”” de Fran- cia, es, hoy, la institución docente donde están organizadas de manera más completa las enseñanzas todas que se refieren a la nueva Ciencia del Urbanismo. Su sabio iniciador, Henry Sellier, Consejero General del Departamento del Sena, decía lo siguien- te: ““La nueva enseñanza se refiere al conjunto de materias re- feridas al estudio de las ciudades, su mejoramiento, su embelle- cimiento y su extensión, su organización administrativa, econó- mica y social; ella no ve en la ciudad los datos materiales con separación de los datos sociales que los determinan, sino que tra- ta la ciudad como un ser colectivo, cuyas funciones económicas y sociales, demandan órganos. Ella tiene un triple carácter, científico, utilitario y vulearizador. Hay que hacer la ciencia, para entonces derivar las aplicaciones que ella produce en la vi- da corriente, y hay que divulgarla mucho, para que pueda ejer- cer más pronto y de la manera más completa, su acción benefae- tora sobre la existencia humana. Esta enseñanza se dirige, pues, bajo la forma científica, a los que se interesan por hacer progre- sar una “ciencia nueva””, que deriva una particular importancia del papel considerable que juega la ciudad en la civilización con- temporánea. Se dirige, bajo la forma utilitaria, a todos los que se preparan para las carreras que se ocupan de funciones admi- nistrativas o técnicas, necesitando conocer aplicaciones prácticas de esta ciencia. Se dirige, en fin, bajo la forma vulgarizadora, al conjunto del público que tiene necesidad de familiarizarse con nociones que ocupan un lugar cada vez más grande en la vida diaria ””. El programa general de las enseñanzas urbanas, está allí di- 228 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vidido en cuatro grandes ramas fundamentales, que son (1) “Evolución de las ciudades””, “Organización social de las ciu- dades””, “Organización administrativa de las ciudades”? y “Arte urbano”. En cada una de ellas, los cursos son amplios, siendo complementados mediante conferencias especiales, para profun- dizar aleún problema determinado, a más de una serie de con- ferencias sobre el examen comparado de las cuestiones urbanas en el extranjero, actuando, al efecto, personas de especial com- petencia. Está encargado de los cursos sobre “Evolución de las ciudades””, Marcel Poete, que es direetor de la ““Escuela Práe- tica de Altos Estudios”? de la Sorbonne. Los cursos sobre **Or- ganización social de la ciudad””, están a cargo del antiguo pro- fesor del Colegio de Francia, Edouard Fuster; los cursos sobre ““Organización administrativa de la ciudad””, los explica el pro- fesor de la Facultad de Derecho de París, Gastón Jéze, y los eur- sos de ““Arte urbano””, están a cargo del profesor de la escuela de Bellas Artes y Arquitecto Jefe del Gobierno, León Jaussely. El Director de la Prefectura del Sena, M. G. Bechmann, está en- cargado de conferencias sobre “El Arte del Ingeniero Munici- pal””, y el profesor de la Sorbonne, D. Pasquet, tiene a su cargo las conferencias sobre “La Administración Urbana en el Extran- jero””. Hay un curso especial, destinado al personal de la **Di- rección de la Extensión de París””, en la Prefectura del Sena, del cual está encargado, Louis Bonnier, cuyo programa de enseñan- za vale la pena conocerlo, como expresivo de su alcance verda- deramente extraordinario, pues contiene las siguientes partes: principios generales sobre el urbanismo en París—el movimien- to en la población de París durante el siglo XIX—el movimiento de la población en los alrededores de París, en el siglo XIX—la circulación de París—los espacios libres de París—la caja ar- queológica de París—la alineación y el trazado de calles de Pa- rís—los reglamentos de construcción de París—la higiene de Pa- rís—la Ley de 14 de Marzo de 1919 sobre prescripciones generales del urbanismo en Francia. Además, la ciudad de París ha creado en la Sorbonne, otra en- (1) Tomado de la excelente Revista *““La Vie Urbaine””, órgano ofi- cial del “Institut d”Histoire, de Geographie et d'*Economie Urbaines de la Ville de Paris””, al que está anexa dicha Escuela. Números 1-2. Edi- ción Ernesto Leroux. 1919. París. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 229 señanza especial en el orden de la investigación científica pura, cuyo objeto es la geografía urbana. También existe, eomple- tando todo ese cuadro de ciencias urbanas, una “Asociación para el Estudio del Mejoramiento de la Extensión de las ciu- dades?””, constituída como un organismo federal, al que están ad- heridos el “Instituto de Historia, de Geografía y de Economía Urbana”' de la ciudad de París; la Escuela de Altos Estudios Urbanos, la Oficina Municipal de Habitaciones Baratas de la Ciudad de París, la Oficina Departamental de Habitaciones Ba- ratas del Sena, la *“Asociación de la Ciudad-jardín de Francia””, la “Sociedad Francesa de Habitaciones Baratas?” y la “Socie- dad de Renacimiento de la Ciudad””. Y el fin de esa asociación es, también, la aplicación de la Ley de 14 de Marzo de 1919, so- bre extensión y mejoramiento de la ciudad; el estudo de las con- diciones teóricas y prácticas para crear en todas partes de Fran- cia la ciudad-jardín y el suburbio-jardín, y la propaganda en favor del mejoramiento racional de los centros urbanos y sub- urbanos; perfeccionar las condiciones de las casas de pobres, promoviendo nueva legislación sobre esa materia y la educación, al efecto, de la opinión pública. En la *“Escuela de Altos Estudios Urbanos?””, la enseñanza es gratuita, los cursos tienen lugar una vez por semana, y el año académico se extiende de Noviembre a Julio. Para inscribirse, se requiere la justificación, ante un Comité especial, de haber hecho ciertos estudios preparatorios y conocer, además del idio- ma francés, lo suficiente del inglés y del alemán, en cuyos tres idiomas están redactadas, generalmente, las obras de ciencia so- bre urbanismo. Los alumnos sufren un examen al fin del primer curso, y para ser aprobados en el segundo, necesitan presentar un trabajo per- sonal escrito, a elección del candidato, pero con acuerdo de los profesores, y estos exámenes viene a presidirlos el Prefecto del Departamento del Sena. Dichos exámenes pueden ser realizados con separación o conjuntamente, según quiere el alumno, y cada uno de ellos conduce a la obtención de un eertificado. La pose- sión de certificados concernientes a las ramas de “Evolución de las Ciudades”? y de ““Arte Urbano””, da derecho a un diploma- brevet—sobre “Mejoramiento de la Ciudad””. La posesión de los certificados concernientes a las ramas de “Organización so- cial de las ciudades”? y ““Organización administrativa de las ciu- 230 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dades””, da derecho al diploma de ** Adminisiración Municipal ”. Cuando el alumno ha obtenido ya esos diplomas, entonces tiene derecho a su título de ““Urbanista””, que le capacita para los cargos administrativos o técnicos de la gigantesca administra- ción municipal de París, en cualquiera de sus dos ramas ejecuti- vas, que son, la Prefectura del Departamento del Sena y la Pre- fectura de Policía de París; pudiendo, además, aspirar a cargos públicos en cualquiera de los 40,000 Municipios de Francia, don- de existen las carreras de Secretario Municipal, Arquitecto o Ingeniero del Municipio, funcionarios en servicios de aguas, al- cantarillado, higiene y otras profesiones especiales, como las re- ferentes al paisaje urbano; con más las diversas funciones rela- cionadas con asuntos sociales o económicos, dentro del cuadro de la ciudad, como oficinas públicas de habitaciones baratas, per- sonal técnico de las Cámaras de Comercio, y en fin, la multitud de expertos requeridos por la reciente ley de 14 de Marzo de 1919, que obliga a todos los Municipios franceses de más de 10,000 habitantes a establecer su plan de mejoramiento, de ex- tensión y de embellecimiento, que son trabajos de grandes ho- rizontes para esa mueva carrera, llena de porvenir y esencial- mente relacionada con la vida, el bienestar y la dignidad colee- tiva de las grandes masas humanas. Para la formación de esos especialistas, se ha creado la ““Escuela de Altos Estudios Urba- nos”? en Francia, que ocupa, por ésto, ahora, el primer puesto en el desenvolvimiento general del mundo en la Ciencia del urba- nismo. vI El Urbanismo contemporáneo en Bélgica. En Bélgica, por el mismo motivo que en Francia, de recons- truir las ciudades devastadas por la última guerra, apenas con- eluída ésta, se dietó un decreto-ley de 25 de Agosto de 1915— análogo a la ley inglesa que le precedió, de 3 de Diciembre de 1909, y a la francesa posterior de 14 de Marzo de 1919—tendien- do a que la reconstrucción se realizara, en cada caso, bajo los principios del urbanismo científico, sobre la base de un plan ge- neral de mejoramiento, teniendo en cuenta, no sólo los factores técnicos de ingeniatura y arquitectura, sino, además, los aspectos F. Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 231 higiénico y social, que influyen tan hondamente la vida de las aglomeraciones humanas y considerando, no solamente el trazado de calles, sino la habitación del obrero, como punto central del urbanismo moderno; la plus-valía de las tierras en la ciudad; los medios de transporte; la vecindad agradable; el aire puro, como reparación del ambiente nocivo de las factorías; las necesidades de la industria y del comercio; la importancia moderna de los sports; las nuevas aspiraciones de la vida social. Los belgas se encontraban muy bien preparados para este mo- vimiento del urbanismo científico, porque, desde antes de la gue- rra, el año 1913, en Gante, habían celebrado con gran éxito el primer Congreso Internacional sobre construcción de las ciuda- des y organización de la vida urbana, dejando constituída en Bruselas la “Unión de ciudades y comunas belgas””, representa- da por el eminente urbanista, senador Emile Vinek, director también de la notable Revista “Le Mouvement Communal””. Y complementando la divulgación científica del urbanismo, se fun- dó allí, en Julio de 1919, una admirable Revista, “La Cité””, don- de publican profundos estudios sobre las distintas fases de las ciencias urbanas, sabios como Raymond Moenaert, Raph. Ver- wilghen, André De Ridder, Jean De Ligne, A. Dervaux, Jacques Mesnil, Víctor Bourgeois, etc. Lógicamente, para atender a la alta función docente del ur- banismo—cuyo desarrollo supone erandes actuaciones de peda- gogía superior—ha sido organizado en Bruselas, en Abril de 1921, un “Instituto de Altos Estudios de Bélgica?”, siendo, su director el eminente Louis Van del Swaelmen, que tiene también a su cargo una Cátedra de Urbanismo general, siendo los demás profesores, entre otros, Laurent Dechesne, en la Cátedra de So- ciología Urbana; F. Bodson, en la de Habitaciones; Huib Hoste, en un curso de normalización de servicios municipales. Y desde luego se otorgan allí los correspondientes títulos o diplomas. Pero la nota saliente en la actividad científica de Bélgica sobre estas materias, consiste en la obra monumental de Van der Swael- men, ““Preliminaires D'Art Civique””—Amsterdam, 1915—de tan- ta trascendencia, como lo fué, en 1889, la obra del austriaco Camile Sitte; pudiendo afirmarse que, con ella, Bélgica ha hecho la afirmación más alta del Urbanismo científico, considerándolo, no en el sentido dominantemente utilitario de los ingleses y los norteamericanos, ni en el predominantemente histórico-narrati- 232 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vo y estético de los alemanes, sino aplicando, por primera vez, al estudio del urbanismo, el método de las ciencias biológicas. Juzgando ese libro, dice Andrés de Ridder, que Van der Swael- men ha querido “plantear el problema de la ciudad, en su esfera filosófica, biológica y estética, en plena vida, por encima de pre- juicios unilaterales, por los cuales se dejaban guiar casi todos los constructores de ciudades””, y añade que “esa es la primera obra de conjunto y en lengua francesa, sobre urbanismo, que hay hasta el presente; que todo lo que se ha publicado después, son estudios fragmentarios, y que, gracias a ella, ya no es pre- ciso recurrir a autores ingleses o americanos, y sobre todo, a autores alemanes, para saber aleuna cosa de “Stadtebau”” y de “Town Planning””. (1) El libro de Van der Swaelmen, contiene una introducción so- bre “El Arte Cívico y la Belleza Arquitectural o Urbana””. Des- pués, una primera parte, donde trata ““La noción de la ciudad””, “La ciudad de mañana”. La segunda parte, se refiere al urba- nismo bajo los puntos de vista rural y nacional. Sigue una re- capitulación, en conclusiones generales, ytermina con dos apén- dices, uno conteniendo la adaptación a Bélgica, del “Civic Deve- lopment Survey?””, del profesor inglés H. V. Lanchester, y otro, una tabla encieclopédica de asuntos urbanos y de arte cívico. Es en ese libro donde se desenvuelve por primera vez la noción biológica de la ciudad moderna, con base de órganos y funciones. En ese sentido, otro arquitecto sociólogo, A. Duchene, publicó, después, en París, el año 1919, un interesantísimo libro, como tra- bajo presentado en el concurso para la reconstrueción de la ciu- dad de Albert, que es un profundo estudio económico-social (2), con un admirable prólogo de M. P. Otlet, juzgando la obra como un tratado de Sociología Municipal, debido a las preocupaciones de un maestro en el arte de edificar, que confiesa la insuficiencia de la Arquitectura, para resolver, sola, los problemas del urba- nismo científico contemporáneo. Con estas grandes inspiracio- nes han seguido laborando eminentes especialistas franceses, y el genio latino ocupa, desde luego, el primer lugar en la ciencia (1) “Un Urbaniste belge: Louis van der Swaelmen. Preliminaires d'Art Civique””, por André de Ridder. ““La Cité””. Marzo de 1920, Bruselas. (2) ““Pour la reconstruetion des Cités Industrielles”?. París. Rue Louis-le-Grand, 23. F. Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 233 moderna del Urbanismo, bajo el doble aspecto de la construc- ción científica y de la plena organzación docente para el estudio y la divulgación de estos conocimientos. VII Doctrina del Urbanismo. Hay, pues, una ciencia sociológica, que comprende el fenóme- no general de las aglomeraciones humanas, y las estudia, no sólo desde el punto de vista de su geografía, su historia, su economía, su gobierno, su administración, su derecho, sino también respec- to de su continente material, o sea, su creación, sus construecio- nes, su tráfico, su ensanche, su embellecimiento, sus servicios, su evolución constante. Esta es la Ciencia del Urbanismo. Y pa- ralelamente hay que estudiar en cada aglomeración social, per- sonas y cosas, espíritu y materia, necesidades físicas, intelectua- les y morales. Los poderes públicos del Gobierno Municipal son los órganos para satisfacer esos fines. Para que la vida cívica se mantenga y progrese, llenando sus requerimientos materiales, morales, jurídicos, estéticos, sanita- rios, económicos, etc., hay que aplicar distintas ciencias, y de la necesaria coordinación de éstas, resulta, como gran síntesis, una ciencia urbana, única y total, la Ciencia del Urbanismo, que Noulan Cauchon la denomina una sociología aplicada. El término ““urbanismo””, comprende la corriente de ideas científicas que tiende a agrupar en un cuerpo de doctrina, la so- cio-biología de las ciudades; la técnica que interviene en su me- joramiento y las nociones que a este fin rigen. ¡Su etimología está en la palabra latina ““urbs””, ciudad. (1) La ciudad es el objeto de la ciencia del Urbanismo. Hay que definir, pues, la ciudad, para fijar el alcance de esa ciencia. Se- gún Aristóteles, la ciudad debe ser un lugar donde los hombres se reunen para la vida común con nobles fines. Majorana—ilus- tre sociólogo italiano—opina que la ciudad es un caso de alta psicología colectiva. Gueddes dice que la ciudad es un punto en el espacio; pero que es también un drama en el tiempo. La ciudad es una universalización de causas y efectos, así de (1) Louis van des Swaelmen. “La Cité”, Bruselas. Agosto de 1919, 234 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la vida individual, como de la colectiva, actuando en el tiempo y en el espacio, como un ser orgánico, en incesante evolución. La ciudad es la síntesis suprema de la civilización. | La ciudad es una obra de conjunto, contentiva y productora de un progreso humano incesante, que demanda la cooperación de todos los conocimientos implícitos en la civilización contem- poránea. La persona humana, es una síntesis de órganos en funciones— el respiratorio, el digestivo, el pensante, el circulatorio, ete.—los cuales caracterizan la imagen del hombre. Análogamente, la ciudad tiene sus órganos y es una síntesis funcional—las calles son el circulatorio, las plazas y parques son el respiratorio, cier- tos lugares públicos son el órgano pensante—. La persona tiene su semblante, que revela la naturaleza de sus órganos en función. La ciudad también tiene su semblante, en armonía con sus órga- nos y su ambiente. El Urbanismo entraña un plan generador y regulador del pai- saje urbano, o sea, de la imagen de la ciudad. Esta imagen de la ciudad es la expresión gráfica de una síntesis orgánica de ele- mentos funcionales. (1) Hay una íntima correspondencia entre la naturaleza, los seres y las cosas. En éso se descubren los grandes ritmos que impri- men carácter a la ciudad desde su origen. Eso es la esencia del paisaje urbano, y se desarrolla dentro de una superior armonía estética, que envuelve el complejo organismo de la ciudad. La imagen de la ciudad es incesantemente renovada. No es sólo decoración—construcciones, siluetas, masas, color—sino que es, también, vida—movimienio de la escena, circulación, tráfico, luz, iluminación natural yartificial del cuadro—. Y además, la ciudad tiene tipo moral. El Urbanismo, según Verwilghen, viene a ser una ciencia apli- cada, que aspira a crear el cuadro material de un orden social nuevo, más noble y más elevado que el presente. Para eso, me- jora la ciudad, la enmeinda, la amplía, la perfecciona incesante- mente. Entre sus medios para esos fines, está el gobierno, la ad- ministración de la ciudad, que son parte esencial de la Sociolo- gía política. (1) Manifiesto de la “Société des Urbanistes belges””. Bruselas. Sep- tiembre de 1919, F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 235 El Urbanismo se propone sistematizar la teoría y la práctica, la ciencia y su aplicación, el conocimiento científico-integral de la ciudad, con su manejo presente y con la orientación de su me- jor porvenir, como base de una alta civilización y de bienestar para todos. El Urbanismo tiende a la alta perfección política y social del conglomerado orgánico y funcional que se llama la ciudad. Es una ciencia y también es un arte integral contemporáneo, pre- parador de una mejor democracia. La construcción de la ciu- dad—su mejoramento, su embellecimiento—es una actividad so- cial de alta cultura. Es ciencia sociológica, porque su materia es la sociedad local: cómo se vive en la ciudad; cómo debe ser el continente—mate- rial, físico—para que corresponda al contenido humano—intelee- tual y moral—produciendo, uno y otro, el más alto grado posible de civilzación y de bienestar para todos, ricos y pobres, igual- mente atendidos en facilidades y oportunidades de vivir feliz y noblemente. La Ciencia del Urbanismo, renueva la técnica y la estética en la expansión y mejoramiento de las ciudades. Ss ocupa no sólo de la estética estructural de la ciudad, sino de la coordinación de sus servicios, la efectividad de su gobierno y el levantamien- to total del plano social, intelectual y moral en que se vive. La moral del Urbanismo consiste en concebir el tipo ideal del hombre y poner los medios para conseguirlo. La ciudad refleja su contenido social. La Ciencia del Urbanismo es Sociología aplicada y entre sus medios necesarios de acción, estudia el Gobierno municipal —que es el Poder público—su autonomía, sus relaciones con los poderes del Estado nacional. El Urbanismo se inspira en que lo físico crea lo psíquico— mens sana in corpore sano—. Que el continente material de la ciudad, eleve el contenido humano, estimulándolo a grandes cosas. En el estudio de los problemas urbanos, intervienen el arqui- tecto, el ingeniero, el sociólogo, el jurista, el psicólogo y vienen a ser urbanistas todos. La Ciencia del Urbanismo es la cristalización última del pro- egreso en el engrandecimiento municipal y comprende la ciudad, sus fenómenos, sus problemas, su gobierno, ete. 236 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El Urbanismo—que es sociología local, porque crea un nuevo orden social, dentro de un cuadro material adecuado—tiende fundamentalmente a la socialización de la tierra, pues la ciudad- jardín—que es la forma más alta del Urbanismo moderno, de- bida al genio inglés—entraña que cada Municipio posea su tie- rra y la arriende a los vecinos, por 30, o por 90 años, siempre prorrogables, a tipo nominal de costo, sin ningún margen de ex- plotación, y comprendiendo en el alquiler, el impuesto municipal. Ese eran aspecto del urbanismo, corresponde al sociólogo; es una sabia fórmula de Economía social y de Derecho público; es una socialización del dominio territorial, en campo propio del economista y del jurista. Es la municipalización de la tierra. Enfocado así, tan alto, el urbanismo, resulta que, si bien sea siempre esencial el concurso que le pide al ingeniero que cons- truye y al arquitecto que embellece las construcciones, sin em- bargo, todo éso es secundario, porque no se trata de la casa, sino del hogar, donde la familia, a más del abrigo sanitario y es- tético, concurre a disfrutar la posesión colectiva, y con ésta, el ambiente moral de vivir en solar propio, sintiendo las influencias potentísimas de ese noble arraigo, mediante el cual, al través del tiempo, los sentimientos se compenetran con las cosas, creando la tradición de la familia, que es una inmensa fuerza generadora del más sólido orden social. Además, el Urbanismo comprende—en la ciudad-jardín—la factoría saneada, atractiva, poetizada, en relación próxima con el hogar idealizado, que depende, primero, del trabajo sin fatiga, hecho compatible con el vigor físico que ofrece el “rus in urbe?” —el campo en la ciudad—el gimnasio público, las duchas, la na- tación, la “cintura verde?” de los bulevares, etc., y después, del vigor mental, ereado y difundido por la biblioteca pública, el mu- seo, las exposiciones diversas, las conferencias instruetivas, los cursos especializados de ciencias aplicadas, etcétera, que se ofre- cen gratuitamente por el gobierno local. El Urbanismo, así concebido, es una ciencia de alta Sociología, dorile su aspecto material—town planning, o civic design, o tra- cé des villes—es algo necesariamente secundario, es medio para un fin. El Urbanismo de que tratamos, principalmente es obra y concepción del sociólogo, del economista, del jurista, que tien- den a crear el cuadro material y moral de un orden social nuevo, F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 237 donde sea posible al agregado humano una más alta y más noble vida privada y pública, una más ideal civilización. Para eso concurren, en funciones necesarias, aunque materia- les, como cooperantes a la idea, el arquitecto, el ingeniero, el sani- tario, el arquitecto paisajista. Pero concurren más a fondo el historiador, el geógrafo, el economista, el estadístico, el Jurista, el filántropo, y consiguientemente el gobernante de la ciudad, el administrador de los servicios públicos, la administración, en general, con fines sociales. Hay que fijar, pues, el cuadro de esta nueva ciencia; pero no como la denominan, en aleuna parte, los ingleses y los norte- americanos—town planning, city building, civic design, ete.— sino que hay que elevarla a su alto plano sociológico, llamándola Ciencia de las Ciudades, Ciencia del Urbanismo, que es nombre provisional, de una ciencia en formación, mientras se encuentra otro nombre más preciso. Y hay que reivindicar para el soció- logo-jurista, lo que pretenden monopolizar los ingenieros y ar- quitectos paisajistas de algunos países. El arquitecto proyecta un teatro. El ingeniero lo construye, según el proyecto. Se representa allí, después, un gran drama, que se hace famoso. Esta fama no alcanza ni al ingeniero ni al arquitecto, sino hasta cierto punto. El drama es la ciudad, obra del sociólogo, del economista, del jurista, del filántropo, del sa- nitario, del estadista, del moralista. Estos son los que operan la ciudad y los que le dan vida civilizada al agregado humano. En la Ciencia de las Ciudades, o sea, Ciencia del Urbanismo, predomina el faetor sociológico-económico-jurídico. El ingeniero ereador de la fuerza y de la resistencia; el arquitecto que le da poesía a la construcción del ingeniero, hacen el continente de la ciudad. Pero lo esencial es el contenido. El continente es la obra material. El contenido es la obra moral, la social, la eco- nómica, la jurídica, la adminstrativa. La casa es para el hogar, y este último es lo dominante. El arquitecto y el ingeniero planean, construyen, remodelan, ensanchan. El sociólogo, el economista, el jurista, el filántropo, el sanitario, el gobernante local, actúan la ciudad viviente, den- tro de su continente de piedra, mármol, césped, arbolado, aguas, desagiies, etc. De todo éso—continente y contenido—se ocupa la Ciencia del Urbanismo. El Municipio tiene su ciencia. Parte es Historia, parte es Geo- 238 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. grafía, Economía, Sociología, Filantropía, Higiene o Sanidad, Derecho Político o sea, organización del Gobierno municipal, De- recho administrativo o funciones del Gobierno municipal. Parte es creación, ensanche, embellecimiento de la ciudad. Todo es la Ciencia Municipal, Ciencia del Urbanismo. Hay una concepción máxima del Urbanismo, que alcanza al continente y al contenido de la ciudad. Hay otra concepción mínima, que se refiere al continente. Pero lo que aquí tratamos, es la concepción máxima, que es esencialmente sociológica. El Municipio es el centro urbano políticamente organizado. Ese centro no existiría con efectividad, si no tuviera organiza- ción política, porque le faltaría la vida del Derecho—policía, servicios públicos, ete.—y no habría la actividad sustancial del centro urbano; luego, centro urbano y Municipio, son consustan- ciales, como lo son el Centro nacional y el Estado nacional. Por éso, Ciencia Municipal y Ciencia del Urbanismo, son sinónimos. Municipio es ciudad. También es campo. La ciudad-jardín, es la expresión más avanzada del urbanismo científico, y se inspira en el lema “rus in urbe””. Hay ciudades extendidas sobre el campo inmediato, hasta comprender toda una Provincia, un De- partamento o un Condado, como Londres, París, ete. El lema para el ensanche de Chicago, es ““Urbs in horto*”—La ciudad es un huerto. El urbanista es el ingeniero-arquitecto, no de una casa para crearla, repararla, ampliarla, ete., para una familia o para una institución, sino de 20, 30 ó 50,000 edificios, para 50,000 familias o más, que son medio millón de personas, en vida pública eor- porativa—gobierno, cultura, higiene, sports, tráfico, orden públi- eco, servicios públicos, etc.—a más de la vida interna de cada hogar. He ahí la Ingeniatura, la Arquitceetura, la Sociología, el Derecho Público, la Economía Política, la Economía Social, ae- tuando a un solo fin y en el plano más alto posible. La ciencia del Urbanismo. Anteriormente, en las urbanizaciones, se atendía sólo a la circulación, al tráfico y al comercio. Hoy, además de éso, se con- sidera que la ciudad es un centro cívico y necesita conjuntos ur- banos, donde sus habitantes sientan la conciencia de su solida- ridad, se inicien en las grandezas de la obra común y reconcen- tren su amor cívico. Eso es Ciencia del Urbanismo. Ya consideremos cualquiera aglomeración humana, pequeña o F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 239 grande, en su más lejano pasado, ya en nuestros propios días, es siempre el mismo ser moral y físico, aunque presentando formas sucesivas a través de los tiempos. Si la historia nos revela los estados previos de su evolución, la geografía nos descubre las continuadas relaciones de ese sér con la tierra, y la ciencia eco- nómica nos permite analizar sus órganos y sus funciones, así como la ciencia jurídica nos da el secreto de su ordenamiento in- terno y de su necesaria coordinación con otras aglomeraciones humanas coexistentes, en sus estados respectivos de inter-depen- dencia. (1) Tenemos el hecho fundamental de que el aglomerado humano se forma y evoluciona sobre su tierra natal, a la manera de un ser vivo. Y aún con más efectividad relativa, puesto que el cen- tro urbano—salvo excepciones—nace y crece invariablemente en un mismo sitio de la tierra, de la cual deriva su existencia años y siglos. Se ha dicho, por éso, que el Urbanismo estudia la bio- logía de las aglomeraciones humanas. La Ciencia del Urbanismo entraña una suprema unidad socio- lógica, que tiene un aspecto doctrinal o de principios; otro his- tórico, por el desenvolvimiento de la ciudad en años o en siglos; otro jurídico, porque la aglomeración humana tiene su organi- zación indispensable para su existencia; otro económico, porque realiza trascendentales funciones como medio de cumplir sus des- tinos colectivos de conservación y de progreso; otro legislativo, en tanto que esas necesidades comunes y esas doctrinas sobre ellas elaboradas, han pasado a ser normas obligatorias de con- ducta, en la mayoría de los pueblos eivilizados; otro estético, pues en las colectividades, lo mismo que en los individuos, la vida del espíritu demanda satisfacciones morales, y haciendo, en cuanto sea posible, bello, lo útil, y pagándole tributo arqui- tectural a la belleza, se ennoblece al pueblo; otro sanitario, da- do que la sanidad es la moral del cuerpo, así como la moral es la sanidad del espíritu; otro filantrópico, porque en la vida de relación, el contagio material y moral de ricos y pobres, de fe- lices y desgraciados, de sanos y enfermos, obliga a que se orga- nicen y actúen instituciones de piedad que, en definitiva, son de- fensivas de la sociedad humana entera. 1) A. Autrand, prefecto del Sena. ““La Vie Urbaine?””, 1-2, p. 215. , Pp , , yy París, 1919. 240 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El eminente sociólogo, profesor de la Universidad de Edim- burgo, Patrick Geddes, ha dicho, con razón, que ““el progreso y la decadencia de las sociedades humanas, es el problema central de todas las ciencias y de todas las artes y del cual dependen todos los problemas del individuo””. Y la Ciencia del Urbanis- mo, con fines sustanciales de Sociología local, para crear un nue- vo orden social más perfecto, mejora incesantemente el conte- nido material donde vive la aglomeración humana, utilizando como medio, el gobierno, la administración de los intereses gene- rales. Por éso el urbanismo, en la práctica, tiene como expo- nente el más alto plano de la vida colectiva, de que son ejemplos, entre otros, París, Berlín, Londres, Glasgow, Edimburgo, Bos- ton, Washineton, New York, Buenos Aires, Río Janeiro, Madrid, Roma, Frankfort, ete. 2 Según Walter D. Moody, el problema del urbanismo entraña un proceso de alta visión, investigación, educación y exhortación, más la propaganda científica, que es el motor enérgico de sus éxitos, y tanto es su fin la ciudad hermosa, como la ciudad útil. En ningún plan de organización bien discurrido, hay derroche, sino ahorro del inmenso perjuicio que sufre una ciudad, cuando se fabrica sin previsión, o con planes equivocados. El presiden- te de la Universdad de Harvard, C. W. Elliot, yendo al fondo de esas ideas, ha dicho que, el urbanismo, es más asunto de eco- nomía, que de estética. Charles G. Hareker, uno de los grandes reformadores de Chicago, afirma que el Urbanismo estimula el comercio y los ne- gocios; eleva el valor de la propiedad; ahorra tiempo y dinero, haciendo fáciles los traslados, y prepara una mejor ciudadanía futura, en lo físico, en lo moral y en lo intelectual. Es, en re- sumen, intensificar la civilización. Al comprar algún inmueble en una gran ciudad, lo que se compra y lo que se paga, es un poco de civilización, ya sea el frente a una espléndida avenida, las vistas a un parque, a una plaza pública artística, la proximi- dad a las vías de transporte, la iluminación eléctrica. Actuando en general sobre esas circunstancias, la *““Metropo- litan Water Commission””, del condado de Londres, que estudia la extensión y embellecimiento de la gran capital inglesa, hace ahora sus cáleulos de lo que será esa ciudad el año 1960, sobre la hipótesis de que tendrá, entonces, diez y seis millones y dos- cientos cincuenta mil habitantes, abarcando una multitud de F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 241 centros urbanos que la rodean, y por éso se está planteando ae- tualmente un “Londres Regional” —Regional London—ceom- prendiendo varios condados ingleses. También se estudian en Francia, hoy, los planes de ensanche de lo que ha de ser el ““Plus Grand París””, de aquí a 50 años, extendiéndose a mucho más que el Departamento entero del Sena, en cuyo río origina- riamente sólo ocupaba la pequeña isla de Lutecia. Los alema- nes tienen discurridos los planos de su ““Gross Berlín””, para el año 2,000, porque ya la ciudad presente se ha fundido con más de setenta y cuatro Municipios circundantes, entre ellos siete grandes ciudades y cuarenta y siete distritos rurales, según ley de 27 de Abril de 1920. En New York, una comisión técnica designada por la “Russell Sage Foundation””, está calculando para el año 2,000, una metrópoli con treinta y siete millones de habitantes, que se saldrá del Estado de New York, para invadir los de New Jersey y Conneticutt. Explícase, pues, que ante ese avance portentoso, siendo el ere- cimiento de los centros urbanos un fenómeno moderno universa- lizado, la Ciencia del Urbanismo plantea problemas extraordina- rios, que preocupan, en todas partes—aunque en distinto grado— a sociólogos, políticos, gobernantes, juristas, sanitarios, econo- mistas, ingenieros, arquitectos, moralistas, etc. Y se comprende que la acción práctica del Urbanismo, traspasando los límites de las ciudades irradie, también, sobre los campos, con impulsos tan avanzados, que los expertos, los iéecnicos, los grandes sabios que llevan la iniciativa de esta nueva ciencia, hablan ya del ““Urba- nismo rural'”—a cuya materia dedica un importante libro el famoso municipalista inglés Thomas Adams (1) publicado por la “Commission of Conservation”? del Canadá, que es el Minis- terio Municipal de ese Dominio Inelés—y todavía se avanza en ese orden de ideas, sentando para el Urbanismo, las bases de un desenvolvimiento nacional, sobre cuyo asunto, como parte de los magníficos trabajos de la “American Civie Association””, acaba de publicar Cyrus Kehr, en Washington, el año 1920, una obra titulada “A Nation Plan””, a la cual, no obstante, se había anti- cipado brillantemente, desde Bruselas, el genial urbanista Van der Swaelmen, publicando en 1915, su admirable libro ““Prelimi- naires D'Art Civique”” antes citado, en cuya segunda parte se (1) “Rural Planning and Development”. Ottawa, 1917. 242 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. trata, ya, el problema de la Ciencia del Urbanismo, bajo sus as- pectos rural y nacional. VIII Característica democrática del Urbanismo. Un aspecto fundamental de la Ciencia del Urbanismo es su orientación democrática y socialista. El Urbanismo, que origi- nariamente se limitaba a la creación de un parque y cuando más, de un grupo de casas, amplió su acción al pavimento, las aceras, la ornamentación, y después se extendió a un barrio, con- eluyendo por abordar el tratamiento íntegro de una ciudad, de una región y hasta de un país entero (1). Pero es que además de extender su campo de acción, ha engrandecido inmensamente sus finalidades, estudiando los problemas económicos, jurídicos y sociales, que se relacionan con la ciudad, para obtener más larga vida y más felicidad para todos, marcando, con ésto, una etapa nueva de progreso social. En la edad antgua, el embellecimiento de la ciudad, se limita- ba al palacio del déspota, con las naturales derivaciones inme- diatas; pero ignorando por completo la existencia del pueblo, que servía sólo para el trabajo, si había paz, y para el ejército, si había guerra. A éso se deben las soberbias construcciones de Memphis, Babilonia, Roma, etc. Aún en las espléndidas ciuda- des de la Grecia clásica, en la misma Atenas, que era una sinfo- nía de belleza, Aristóteles aconsejaba que en la plaza pública— la agora—donde la ciudad tenía sus templos, sus dioses y sus monumentos, debía prohibírsele entrar a los esclavos y a los tra- bajadores. Todavía en los tiempos más recientes, Luis XIV, por un decreto de 1769, reservó para su real disfrute el famoso Bois de Boulogne, junto a París, y no fué hasta 1855, que la Munici- palidad lo hizo suyo, no obteniendo sino en 1828 y en 1855 los Campos Eliseos y el bosque de Vincennes. En Londres, aún a principios del siglo XIX, se requería permiso del Estado para visitar los bosques de Westminster. Y los de St. James y de Hayde Park, pertenecientes a la corona, sólo recientemente han (1) RBaph. Werwilghen. “a Cité”. Bruselas, Diciembre de 1919. F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 243 sido sitios públicos. Por excepción, en Bruselas era pública, des- de hace siglos, la bella foresta de Soignes. La Ciencia del Urbanismo plantea la franca evolución de que, así como antes la ciudad era para el rey o para el tirano, sea hoy completamente para el pueblo. Y los poderes públicos, con el Gobierno de la ciudad, en una sabia orientación social, tienden a resolver el problema de la vivienda, sobre la base de que lo que se necesita es, precisamente, no muchas casas lujosas para gente rica, sino muchas casas decentes para gente pobre—que es la in- mensa mayoría—haciendo que la ciudad sea sana, limpia y her- mosa para todos sus habitantes. Dentro de la Ciencia del Urbanismo, el parque público es el jardín del pueblo. Se consagra el principio de que, así como los clásicos decían ““mens sana in corpore sano””, de la misma ma- nera, a una mejor ciudad, responde una mejor ciudadanía de sus habitantes. La democracia del Urbanismo, estriba en que sus fi- nes principales consisten en que haya, dentro de la ciudad, feli- cidad, salud y dienidad para todos. El urbanismo tiende a que no haya pobreza degradante, porque la considera como un pro- ducto del privilegio y de la desorganización, y para combatirla tiene al gobierno de la ciudad, que es la mejor agencia en el mo- vimiento social que agita al mundo y puede mejorar las condi- ciones de vida existentes, en lo físico, en lo moral, en lo intelee- tual y en lo estético, levantando a toda la colectividad en su plano de existencia. Y por ésto, el Urbanismo supone y procura una democracia consciente de todos sus poderes, que sepa utili- zar el gobierno organizado y la acción política, para el bienestar de todo el pueblo, en un ambiente general de dignidad econó- mica. Dentro de estos principios, la ciudad está, cada día, más socializada, y su gobierno tiende a ser una agencia intensa y permanente, para fines de humanidad y de bienestar general. (1) El Urbanismo moderno tiene como cuestión central las vivien- das de las clases pobres, supliéndolas total o parcialmente los poderes públicos, en franca acción social, frecuentemente coor- dinada, del Estado con el Municipio. En Prusia se produjo la iniciativa de ese movimiento y poco antes de la última guerra se construyeron así veinte y ocho mil viviendas para empleados (1) Frederick C. Howe. “The Modern City and his problems. Scroner's Sons. New York. 244 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de poco sueldo y obreros de los ferrocarrilles del Estado. En aleunos casos las Municipalidades construyen directamente las casas; otras veces se estimula ese fin por diversos medios, como préstamos; también se dan facilidades a compañías constructo- ras. Los Municipios compran tierras baratas de los suburbios y las arriendan en larguísimos plazos—a veces 999 años—por anualidades insignificantes, manteniendo así el dominio de la tierra para evitar las explotaciones. En Dusseldorf, el Munici- pio levanta un fondo de cinco millones de pesos para hacer prés- tamos a constructores de casas baratas que se arrienden a poco precio. Toda esa función de múltiples aspectos se vigila por inspectores municipales de alta moralidad. En Sajonia, los re- olamentos establecen que para ser inspector, es necesario “tener habilidad, espíritu público y sentir el noble deseo de merecer la confianza oficial ””. En Inglaterra estos fines democráticos del Urbanismo se pro- mueven construyendo los Municipios casas modelos para vivien- das de pobres y suburbios-jardines. Los grandes éxitos del ilus- tre Chamberlain, como Mayor de Birmingham, construyendo ba- rrios de pobres por cuenta del Municipio, bajaron tan noto- riamente el promedio de la mortalidad, que desde entonces se manifestó un tremendo contraste de ese Urbanismo social ca- racterísticamente democrático, que salvaba vidas, frente al otro Urbanismo de que fué tipo avanzado la obra del Barón de Hauss- mann en París, inspirado en soberbias alineaciones, conjuntos majestuosos, sin que en un gasto de tantos miles de millones de pesos, hubiera sido factor apreciable el pueblo pobre y las vi- viendas infecciosas, que si acaso se destruían, era sólo para ha- cer bulevares. En resumen, la Ciudad-jardín inglesa—que es la manifestación más avanzada del moderno Urbanismo científico—se basa en la tierra socializada, poseída por la comunidad en general, sin do- minio privado de nadie. Y éso es dogma de las doctrinas socia- listas. El Urbanismo tiende, pues, de esa manera, a satisfacer los requerimientos sustanciales de la democracia social. F., Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 245 IX Impulso artístico del Urbanismo. El actual movimiento científico y práctico del Urbanismo, se manifiesta como una gran fuerza vitalizante, en tanto que eón- tiene un dominante impulso estético. El notable urbanista in- glés C. R. Ashbee, considera que muchos de los males de nuestra eivilización occidental—la europea y la americana—tienen su origen en la debilitación general del sentimiento artístico. Y en un notable libro, recientemente publicado (1), contrastando la mayor felicidad que ofrece hoy, a su entender, la civilización más sentimental del Oriente, comparativamente con la nuestra, cita el caso de que, en una factoría americana de Seattel—Esta- do de Washineton—todos los operarios eran asiáticos, con un ca- rácter más refinado y un sentido de la belleza más exquisito, que su jefe americano, el cual, distinguía especialmente a un mucha- cho japonés, por su excelente conducta y su gran habilidad. Con ese motivo, el jefe recibió, desde Tokío, una carta en la que el padre del obrero le agradecía esos favores, y a manera de correspondencia, le enviaba su más preciosa posesión, un cuadro del famoso pintor japonés Utamaro, para que pudiera contemplarlo, y después que hubiera tenido esa satisfacción, le devolviera el cuadro. Eso es saber apreciar el valor de la emo- ción estética. Nos importa ser menos materialistas, menos inte- resados, para tener una más sutil y más noble visión sobre los altos fines de la vida humana. Esto se obtiene educando el gus- to artístico del pueblo. Y hay en el fondo del urbanismo, una fundamental inspiración estética, para que la ciudad resulte be- lla y atractiva. Frank Koester (2) dice que la ciudad no debe ser sólo un lu- gar de residencia, donde sencillamente transcurra la vida; sino que ha de ser, tanto una inspiración para su habitantes, como un motivo de orgullo cívico, y afirma que el urbanismo exalta el arte público, utilizando, para ello, principalmente, la arquitee- tura, que es la suprema y perdurable expresión estética del es- píritu cívico. (1) ““Where the Great City Stands”?. Pág. 48. Londres, 1917. (2) Obra antes citada. 246 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El urbanismo científico, para embellecer la vida colectiva, aborda fines artísticos, utilizando la pintura, que es la distribu- ción estética de los colores; la escultura, como distribución es- tética de las formas; la arquitectura, como distribución estética del espacio. Y realiza la belleza por todos esos medios, creando, así, el arte cívico, que es la síntesis suprema de todas las artes, y que—según Van der Swaelmen—tiene por objeto ““la presen- tación estética o, a lo menos, satisfactoria, de todos los elemen- tos funcionales que constituyen la ciudad, comprendiendo la de- fensa del patrimonio colectivo de belleza artística, pintoresca o natural de cada país””. Actuando sobre esos principios y según leyes y reglamentos que se cumplen estrictamente, en cada casa que se construye, de- be verse una parte armonizada con un conjunto ordenado total de belleza cívica; un detalle de la imagen de la ciudad. La ar- quitectura que contempla el pueblo en plazas, avenidas, calles, ete., deja de ser asunto privado, y pasa a ser arquitectura social, debiendo ajustarse a las conveniencias estéticas de la comunidad en general. Por eso se impone y actúa vigorosamente en las ciu- dades de alta cultura, una censura oficial técnica, para impedir las osadías absurdas de los ricos ienorantes y vulgares, que bus- can notoriedad con extravagantes construcciones, torres ridícu- las o planes disparatados, y desorientan, con una deplorable anarquía estética, el gusto, sin preparación, del pueblo. Además, en la aglomeración urbana cristaliza la vida de los tiempos que se van, y éso constituye una inapreciable patrimo- nio estético, cuya conservación es signo de cultura cívica y na- cional. Desde el año 1887, se promulgó en Francia una Ley para que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, lleve un inventario de toda construcción o ruina que deba ser conservada por interés artístico nacional. Después se constituyó, en 1897, la “Commission du Vieux Paris””, que tiene la superintendencia de todo vestigio clásico; atiende al examen y conservación de cuanto tenga valor artístico para la ciudad, y se ocupa hasta de las vidrieras de las antiguas iglesias. Ese organismo lo compo- nen altas personalidades, académicos, ex-ministros, artistas emi- nentes, historiadores, etc. En Bélgica hay la “Comisión Real de Monumentos””. En Inglaterra existe la “London Society for the Protection of Ancient Buildings”?. Y análogamente en Ita- lia, en España y en Alemania. En los Estados Unidos pueden F. Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 247 citarse la “Maryland Historical Society?””, y principalmente la ““Fine Arts Federation”? en New York, que desarrolla una gran actividad. En las bellas construcciones del pasado—dice Eugene Fromen- tin—su aspecto taciturno, su fisonomía de otras edades, evocan recuerdos, a veces trágicos; hay en ellas un no sé qué, propio de los lugares donde habita la historia; un perfecto silencio, un profundo reposo, un olvido total de cosas presentes. Parece que, reflejos sin color, vagan allí, en somnolencia, econ esa inmovili- dad moribunda de reminiscencias conservadas en una memoria casi extinta. En las grandes civilizaciones antiguas, la belleza cívica no so- lamente era exponente de alta cultura nacional, sino base fe- cunda de riqueza pública. En Grecia, la Acrópolis de Atenas, en lo alto de la ciudad, exhibiendo a los viajeros que se acerca- sen por mar, sus esplendorosos templos, con inmensas columnas de mármol y de jaspe, sus maravillosos monumentos de alabastro y de bronce, abrillantados por un sol refuleente, no sólo produ- cía un más elevado tipo de dignidad y de orgullo cívico, sino, que intensificando la atracción de la ciudad, se multiplicaba in- mensamente su comercio, traduciéndose, así, el arte, en riqueza nacional. Era negocio como fin, y belleza como medio, lo que hacían los venecianos, pagándole altamente a Donatello una co- losal estatua de San Jorge, patrono de sus gremios, porque la admiración que producía era un tremendo anuncio, ante todo el mundo, de Venecia, y de sus posibilidades, adelantando su ceo- mercio y su industria. Pericles decía: ““hagamos una hermosa Atenas, porque la belieza es siempre el poder victorioso en el mundo”?. El sabio publicista E. Stassé, tratando sobre estas materias en el primer Congreso Internacional de Gante, demostraba que ya en los países civilizados se le ha reconocido, oficialmente, al sen- timiento, un derecho de intervención en todas las construcciones de la ciudad; anunciando la posibilidad ideal de una época próxi- ma, en que las exigencias estéticas, atenuarán mucho la prepo- tencia de los intereses económicos. El notable ingeniero y so- ciólogo Paul Waterhouse, dice que pronto llegará el tiempo en que, el concepto estrecho de “Town Planning?” será sustituído por el más expresivo de “Town Architecture””. En la Universidad de Columbia, para inmortalizar el recuerdo 248 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. del Coronel Waring, se ha creado una cátedra de Arte Cívico. En Denver $ Colorado—una “Sociedad de Progreso Cívico”? or- ganiza metódicamente conferencias sobre esas materias, y lo mis- mo en Massachussetts el *“*Club de Mujeres”? del Estado. El culto “Twentieth Century Club””, hace una activa propaganda con el lema de ““un Boston más hermoso”? En Inglaterra la primera organización de esta índole fué la *“Municipal School of Art””, en Birmingham, que tiene hoy más de 4,000 delegacio- nes y ofrece cursos para difusión del arte cívico. Es aún más importante otra institución análoga en Manchester. El urbanismo científico estimula cierto exquisitismo estético, para cuidar de las bellezas que ofrece la naturaleza libre, y hace que las ciudades conserven para sus habitantes, los aspectos ori- ginales del paisaje, no sólo en los próximos alrededores, sino también a largas distancias. La ciudad de Dresde ha comprado unas canteras de la Suiza sajona, para hacer allí ciertas modifi- caciones, por entender que afeaban de manera chocante, un pal- saje alemán de extraordinaria belleza. La ciudad de Colonia, sobre el Rhin, ha gastado tres millones de marcos para crear un bosque, en 102 hectáreas de extensión que posee allí el Muni- cipio, estimulando así las bellezas naturales. Algunas ciudades alemanas se distinguen por su delicada tendencia en proteger los pájaros. Hirschberg, en Silesia, reserva para ésto un bosque que posee el Municipio. Lubeck destina la islita de Priwall, y Hamburgo la de Trischer, para conservar allí forestas, como santuario de pájaros. Con todo éso se ennoblece el carácter y se educa el pueblo en el amor a lo bello y a lo búeno, porque en la belleza siempre hay bondad. En ese plano alto de cultura cívica estimulada por el urbanis- mo científico, no sólo se respetan las flores de un jardín, sino los árboles y las plantas de los bosques; porque las creaciones del jardinero pueden siempre ser restauradas con más o menos dificultad y gastos, pero las grandes obras originales de la na- turaleza, una vez destruídas, se pierden definitivamente. Res- pondiendo a estas tendencias, hay en Berlín el “Instituto Im- perial para la Protección de Monumentos Naturales””, con mu- chas más instituciones análogas en Alemania. En la Universidad de Bruselas, hay un “*Comitté pour la Protection de la Nature””. Análogamente en Holanda, Francia, Inglaterra, Dinamarca, Sue- cia, etc. En Viena, en Munich, en Nuremberg, está prohibido F, Carrera Jústiz: Preliminares de Ciencia Municipal. 249 vender en los mercados, plantas arrancadas con la raíces. En Suiza hay una ley para que los muros laterales de las carreteras, no impidan la vista libre de las montañas. He ahí como el ur- banismo científico, cumple fines estéticos, levantando, en gene- ral, la cultura del pueblo, para su mayor bienestar. El Urbanismo tiende a la realización de los más grandes idea- les de la humanidad, así en lo físico, como en lo moral y en lo intelectual. Y supone una elevada concepción sintética, consi- derando la ciudad como instrumento económico, establecimiento higiénico y monumento estético. (1) La Biblia nos habla de la **Ciudad Celestial””, y para que man- tengamos esa brillante inspiración, tenemos siempre a la vista la armonía de los grandes conjuntos, con la maravilla de orden y de equilibrio que nos encanta en el grandioso espectáculo del firmamento. También tiene su poesía la Ciencia. Xx Plan de un tratado sobre Urbanismo. Bosquejado ya, a muy grandes rasgos, el cuadro de la Ciencia del Urbanismo, procede ahora exponer la razón del método que juzgamos adecuado para tratarla, a cuyo efectos hemos tomado por normas las generalizaciones del primer Congreso Internacio- nal de Gante—que ya referimos—celebrado en Julio de 1913 ba- jo la presidencia del Ministro de Estado de Bélgica. Allí con- currieron los representantes de veintiuna de las nacionalidades principales de Europa y América y 505 miembros del Congreso, a más de los delegados de cincuenta asociaciones científicas pro- cedentes de todas partes del mundo. Y en discusión de sabios se sentaron las bases adecuadas para un profundo estudio científico del fenómeno ciudad, bajo todos sus aspectos, desde su origen y su construcción, hasta su vida, su crecimiento, su evolución, sus servicios, comprendiendo tanto la sociología municipal como la administración de los pueblos. Partiendo de tales precedentes, un tratado de la nueva ciencia que nos ocupa, parece que, lógicamente, debe dividirse en tres (1) ““Las Modernas Ciudades y sus Problemas?”, por Cipriano Monto- liú. Barcelona, 1907. 250 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. partes. Una que se refiera al “Concepto del Urbanismo””, deri- vándolo de su doctrina y de su historia. Otra, dedicada al ““Go- bierno Municipal””, ya que éste, en sí propio, no puede ser un fin, sino que, por cuanto ordena, protege, administra, interviene, es el medio necesario para realizar los fines del Urbanismo. Y la tercera parte comprende el Urbanismo práctico, o sea, entre otras materias, calles y plazas, transportes, zonas, frentes al agua, extinción de incendios, mercados, mataderos, estaciones termina- les, centros cívicos, puertos, parques, cementerios. Y aún que- dan, dentro de ese contenido, y a realizar siempre por medio del gobierno municipal, la ciudad-jardín, el servicio aéreo de la ciu- dad, etc. Desde luego es implícito que en la exposición del Gobierno municipal, hay que tratar, primeramente, la autonomía, que es el supuesto filosófico del Municipio, así como la soberanía lo es del Estado. Y después, la organización, o sea, la máquina del Go- bierno; las funciones, o sea la manera con que esa maquinaria actúa. Requiere también preferente atención la Hacienda mu- nicipal, el dinero, a cientos de miles y a millones de pesos que se le piden al pueblo para el Gobierno municipal. La municipali- zación de servicios públicos es, asimismo, materia de alta signi- ficación, como parte de los fines sociales del Municipio, que es necesario también tratarlos. El Gobierno por comisión es asun- to de gran novedad y mucha trascendencia, pues si bien hasta el presente sólo es una orientación municipal que comienza en los Estados Unidos y en el Canadá, es probable que hasa sentir su influencia en otros países de América. Y, debe estudiarse porque actualmente reviste alto interés, el gobierno especial de las grandes capitales, que hacen depender de su industria, de su comercio y de su actividad social, toda la región en que se en- cuentran, creando, de hecho, una más amplia unidad real y es- piritual, que demanda un respectivo distrito metropolitano, eo- mo medio necesario para satisfacer en el conjunto, bajo una misma dirección, ciertos fines o servicios políticos y administra- tivos, que sólo así pueden quedar bien atendidos. EL MUSEO DE ARQUEOLOGIA GRIEGA DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA () POR EL DR. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar de la Escuela de Letras y Filosofía En un rincón del vetusto edificio central de la Universidad, confinado en un ángulo del mismo, hay un departamento de mo- desta apariencia cuya existencia pasa inadvertida para muchos, siendo para otros templo de una religión rara cuyo rito les es desconocido. Una pequeña lápida de mármol colocada sobre el dintel de la puerta reza sencillamente: “Laboratorio Dihigo—Fo- nética Experimental—1908””. Un nombre ilustre en la Universi- dad y en Cuba, una Ciencia novísima y una fecha reciente, eso es todo. Y es más que suficiente. Esa lápida indica que hay en nuestra República un lugar donde se conoce ytrabaja en una de las ramas de mayor novedad e importancia en las ciencias mo- dernas y que a su frente hay un hombre cuyos méritos han hecho dar a ese Laboratorio un nombre que es orgullo de esta Casa y de la Ciencia cubana, como merecido homenaje a su labor. La fecha dice el momento feliz en que eristalizó en hermosa realidad el proyecto del sabio que hoy ocupa la cátedra de Cien- cia del Lenguaje en esta Universidad. Al fin, había conseguido el Dr. Dihigo realizar su acariciado sueño de dotar a la enseñan- za universitaria de un laboratorio de fonética donde los estudian- tes pudieran conocer experimentalmente los últimos avances de la Ciencia del Lenguaje cuya cátedra profesa, contando para ello con material completo y adecuado. Y no contento con esto el Profesor Dihigo pensó en fundar el Museo de Arqueología, pues si grande es su entusiasmo por las cuestiones lingiúísticas, no es menor su devoción por esa otra ciencia matriz que se llama Filo- (1) Conferencia pronunciada por el Dr. Luis de Soto en la Serie de Conferencias organizadas por la Facultad de Letras y Ciencias correspon- diente al Curso de 1921-1922, el día 3 de Diciembre de 1921. 252 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. logía, a cuya enseñanza, conjuntamente con la de la Ciencia del Lenguaje, este incansable maestro ha consagrado la vida. Hom- bre de acción no tardó en acometer la empresa. No contaba pa- ra su obra con otros recursos que la exigua consignación anual de $1,000 de que disponían sus cátedras, ni más local que las tres salas, ocupadas ya casi totalmente por el instrumental de Fo- nética. Mas nada le arredró y como el otro sabio, que cantaba el poeta: ““marchaba sin cesar, siempre adelante, siempre en pos de la > us En 20 de Octubre de 1919 hizo los primeros pedidos a la casa de Caproni, de Boston adquiriendo la primera serie de reprodue- ciones en yeso de las obras maestras de la estatuaria griega. Un año después, el 30 de Abril de 1920, una segunda serie ve- nía a engrosar la primera. Mas tropezó enseguida el maestro en- tusiasta con la dificultad insuperable de instalar de manera ade- cuada el material adquirido. Imposible pensar en la construeción de un edificio ad hoe donde exponer las obras: el erario en erisis, y el activo de la Universidad destinado a otros edificios no de- jaban concebir la menor esperanza de lograr un local adecuado. Y no hubo más remedio que reducirse al espacio que ofrecían las salas de Fonética. En modestas vitrinas se fueron colocando las estatuas pequeñas, las mayores hacinadas en los huecos que que- daban entre los Aparatos del Laboratorio, y así han estado hasta hoy estas estatuas como han podido verlas los alumnos que lo han visitado. Aún no hace un año, comisionados (1) por nuestro Go- bierno, visitamos, aprovechando nuestro viaje a Europa, los prin- cipales centros de producción del material necesario para seguir montando nuestro incipiente Museo. En informe rendido a la Facultad dimós cuenta de nuestra mi- sión al Gobierno y a la misma, informes que no resultaron esté- riles, toda vez que pudimos examinar de cerca la colección de objetos de arte prehistórico reproducida por Gillieron para el Museo de Atenas y recoger los datos que sirvieron de base para el último pedido hecho a la capital de Grecia. Deseosos de contribuir en la medida de nuestras escasas fuer- zas al auge de la obra iniciada por nuestro maestro, tragimos una colección de fotografías referentes a ejemplares artísticos (1) Me acompañaba en este viaje el Dr. Ernesto Dihigo. Luis de Soto: El Museo de Arqueología Griega. 253 cuyos originales se conservan en los Museos por nosotros visita- dos y algunos originales adquiridos en Atenas y que donados al Dr. Dihigo como amistoso recuerdo ha prestado al Museo para aumentar el material del mismo. Hace muy pocos días se recibieron de Grecia cuatro cajas con- tentivas de los ejemplares prehistóricos que podemos ver en esa vitrina y que en unión de las estatuas adquiridas anteriormente y los objetos traídos por nosotros constituyen el material con que hoy cuenta el Museo cuya breve historia he trazado. Un rápido bosquejo del contenido de la Arqueología, una enu- meración de los aspectos que abarca y un cotejo con los ejempla- res de que disponemos pondrán de manifiesto ante vosotros la verdadera condición en que nuestro Museo se encuentra. Proyeec- taremos en la pantalla las fotografías de aquellos ejemplares con que cuenta el Museo y cuyas dimensiones hicieron imposible su traslado a este salón para el acto de hoy. La Arqueología, que muchos conceptúan una ciencia nacida la pasada centuria, tuvo en realidad sus orígenes en el Renacimien- to. Fué entonces cuando Europa y sobre todo Italia vibró de en- tusiasmo ante el encanto de aquel mundo pagano que emergía elorioso de su tumba cubierta por el polvo de más de doce siglos. Desde entonces acá legiones de estudiosos, misioneros de esa cien- cia ““que aún dormía el sueño de su infancia misteriosa””, ar- gonautas de un ideal artístico, laboraron sin tregua por arran- car a la tierra los tesoros ocultos en su seno, por interrogar a las piedras los misterios de aquella civilización siempre triunfan- te, por volver a la luz aquellas estatuas, ornamento de una época sin rival en la historia del Arte, por desescombrar aquellos tem- plos, últimos restos de la Arquitectura por excelencia, canon eter- no de la belleza expresada por medio de la línea. Y todas las naciones eivilizadas del orbe mandaron a sus hijos predilectos a realizar esa labor magnífica, erigieron soberbios edificios don- de conservar las joyas por ellos conquistadas y la prensa, la cá- tedra y el libro fueron heraldos de su éxito en una competencia fecunda en que rivalizaron América y Europa. Y así con el co- rrer de los años Atenas, Roma, París, Miinich, Londres, New York, pudieron añadir a sus grandezas, a su interés histórico, un timbre más hermoso, el de centros del arte, mecas gloriosas para los artistas de todo el mundo. La Arqueología griega definida por mi ilustre Profesor de Co- 254 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. lumbia, James Wheeler como **el estudio científico de las artes de construcción y dibujo tales como se desenvolvieron por los eriegos”” se desarrolla dentro de vastos límites. Su estudio abar- ca los múltiples aspectos en que el arte se manifestara en el pue- blo más artista que jamás ha existido. En síntesis comprende: la Arquitectura, Escultura, Numismática, Glíptica, Cerámica, Tra- bajos en metal y Pintura. En dos grandes períodos suele dividirse el estudio de materias tan variadas y extensas. El llamado pre-helénico, miceniano, pre- histórico o greco-pelásgico y el propiamente helénico o histórico. Se estudia en el primero el origen de las Artes en Grecia, las influencias de los pueblos de Oriente, todo el período anterior al autor de la lliada; Santorin, Hisarlik, Micenas, Tirinto, Creta y aún Atenas son el campo donde hay que ir a buscar esas prime- ras manifestaciones artísticas. Y a esecrutar esas épocas remo- tas, a irradiar el esplendor de su ciencia sobre esas viejas ciuda- des lejanas y olvidadas se consagró una eloriosa legión en la que brillan Fouqué, Sechliemann, Lenormant, Evans y Halbherr. La Arquitectura de la época se manifiesta en obras de defensa como la ciudadela de Tirinto, los Palacios de Cnossos y Micenas y el Tesoro de Atreo. Su escultura, muy pobre, no está represen- tada sino por obras tan rudas como los leones que ornaban la puerta de su nombre en Micenas, y aleún que otro relieve, orna- mento de estelas. Hay sin embargo algunos ejemplares de pe- queñas estatuas, tal vez la más notable de las cuales es la hallada en Candia, trabajada en marfil, y de la cual tenemos una réplica exacta en nuestro Museo. La Cerámica nos ofrece una serie de vasos de una decoración rudimentaria en la que no obstante se advierten junto a sencillos motivos florales otros inspirados en la fauna que representan indudablemente un progreso pictórico. Contamos con algunos ejemplares notables de esta clase: los va- sos de Gournia, los del Palacio de Cnossos, el de Kakobatos y el de Wíicenas, que guarda esa vitrina, dan una idea exacta de este aspecto del Arte en esa época. Para ilustrar la pintura del período estudiado tenemos el co- nocido estuco de la Mujer de Cnossos y en relación con los tra- bajos en terracotta, en que abunda el arte de Micenas y Creta, tenemos el relieve de Cnossos, la Cabeza de Toro, las diosas de las Serpientes, y la serie de pequeños objetos entre las cuales se destacan los dos relieves pintados copia de animales en que se Tuis de Soto: El Museo de Arqueología Griega. 255 revela una técnica bastante adelantada. Un ryton de alabastro representando una cabeza de león y una copia del célebre vaso de piedra negra completan nuestra serie de objetos del período pre-helénico. Como muestra de la orfebrería de la época hemos traído de Atenas una reproducción electrotípica de los Vasos de Vaphio la obra maestra del arte de esos tiempos. Todo esto, que podéis apreciar por vuestros ojos en la vitrina que tenéis a la vista, constituye nuestra colección de arte primitivo, de la que podemos estar legítimamente orgullosos. Su autor es el artista que ha preparado las mejores colecciones de estos objetos para los Grandes Museos. Los originales se guardan en Atenas, sólo reproducciones pueden presentar los Museos en este aspecto, lo decimos con satisfacción honda, podemos resistir el parangón con instituciones del prestigio del Metropolitan Museum de New York. Y pasemos a ocuparnos del período histórico, de mayor inte- rés general, pues para admirar sus productos no es necesario ya ser un arqueólogo, basta tener buen gusto. En materia arquitectónica estamos paupérrimos. Sólo foto- orafías tenemos para poder apreciar esos templos magníficos, la primera y la última palabra en cuanto a órdenes. Nuestra serie es completa, es lo mejor que se puede adquirir en materia de fo- tografía conseguida en Grecia, en talleres de artistas que las han copiado del propio original. Mas ello no es bastante. Por muy bueno que sea un retrato no puede dar la idea de relieve y pers- pectiva de una reproducción plástica, por eso aspiramos a po- der adquirir las '“maquettes”? de los templos más significativos de la Arquitectura, ya que sólo haciendo un viaje a Grecia pue- den admirarse de cerca las originales. En cambio, de escultura tenemos una serie casi completa en que puede seguirse paso a paso el desarrollo de la estatuaria griega. Suelen considerarse en ésta cuatro etapas llamadas: arcaica, de transición, de apogeo y decadencia, más propiamente helenís- tica, como la han denominado los alemanes puesto que a ella pertenecen algunas de las obras más universalmente conocidas y admiradas. La verdadera escultura se manifiesta en Grecia por la prime- ra vez en el período arcaico que abarca tres centurias, de la VIH ala VL A los primitivos xoanos de madera suceden las estatuas de piedra y aparecen dos tipos escultóricos que hemos de ver cul- 256 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tivados a través de toda la Historia de la estatuaria helénica. El tipo del Apolo, que comenzando por las rudas figuras del de Tera y de Tenea ha de darnos más tarde el de Orcomene, el Onphalos, el Choiseul Gouffier, los Apolos Áticos del gran siglo terminando su evolución en esa maravilla de todos conocida: el Apolo del Belvedere. Y paralelamente se desarrolla el tipo femenino en la estatua- ria: comienza por figuras tan toscas, que son casi pilares apenas desbastados como la Hera de Samos y la Mujer de Delos. Poco después la estatua de Antenor y la serie llamada de las Koré o muchachas, marca un definitivo avance que llena a su apogeo en las Cariátides que hemos de señalar en el gran Siglo. Es la ten- dencia a presentar la figura femenina velada por ropaje. La Anatomía aún no dominada no podía ofrecerse en esía etapa in- cipiente, es más tarde, cuando evolucionando la escultura los artistas dominaron el estudio del cuerpo y han de surgir los glo- riosos desnudos de la Afrodita de Cnido y la Venus de Milo. Nace también en el período arcaico la primera tentativa de ex- presar el movimiento, rompiendo la rigidez de sabor oriental de los Apcios citados. Es al cincel de Ackermos al que debemos la primer Victoria Alada. La técnica rudimentaria de su autor no halló otro modo de indicar que la figura volaba que representar- la de rodillas para que su túnica le sirviera de apoyo. Es una estatua grotesca, con ese peculiar rictus contrayendo los labios que se ha llamado la ““sonrisa esinética””, que es el primer esbozo del movimiento de los músculos faciales. Pero ese ejemplar tos- eco, perfeccionándose paulatinamente ha de dar siglos después al Arte Griego las gráciles figuras de la Niké de Peonios y de la celebérrima Niké de Samotracia. Sólo tres ejemplares cuenta nuestro Museo de este período Ar- caico. La estela de Aristión para el estudio del tipo masculino, la Hera de Samos, en que puede apreciarse la primera tentativa de escultura femenina y una placa adquirida por nosotros en Grecia donde puede observarse el tipo ya citado de las Koré, la sonrisa arcaica y la disposición del tocado. Como nexo de unión entre esta época, en que se esbozan las tendencias variadas de la escultura eriega y el siglo posterior, llamado de oro, en que todas alcanzan su máximo esplendor estú- diase el período llamado de transición que ilustran los nombres de Kánacos, Kalamis y Mirón, condiscípulo el último de Policle- vis de Soto: El Museo de Arqueología Gricga. 257 to y Fidias y por tanto al que marca realmente la frontera entre las dos etapas. El Auriga de Delfos, magnífico ejemplar del taller de Pitá- goras, nos muestra los progresos de la escultura en bronce. Ob- servad esos rasgos fisiognómicos y mirad esa túnica, cuyos plie- gues correctos anuncian las vestiduras espléndidas de las figuras que ornaron el Partenón de Atenas. Con Mirón salva el arte uno de los obstáculos mayores que en- torpecían el total desarrollo de la estatuaria antigua. La llama- da Ley de Frontalidad, señalada por Lange, mantenía las figuras rígidas, como momias, recordando las obras de la escultura egip- cia. Y fué Mirón el primero que al fundir su Discóbolo desató para siempre los miembros sujetos en convencional actitud, dió soltura a la imagen, vida a la expresión, naturalidad al gesto. ¿Quién no conoce esa célebre estatua que por doquier se ofrece a nuestra admiración? Pero observemos que no obstante el pro- greso que ella representa, su atrevida actitud, lleva aún en su cabeza el sello del areaismo, su cuerpo libertado de las trabas que ataban a los Apolos antiguos ha adquirido flexibilidad y vida, mas su rostro es un trasunto de la inexpresiva faz del Auriga de Delfos. En el Discóbolo se marca, pues, claramente la orienta- ción del arte de su época, es un verdadero y elocuente tipo de la transición que experimenta con él la estatuaria. A Mirón se atribuye también el conocido grupo de los lucha- dores, vulgarmente llamados ““Los Paneracios”? uno de los más bellos ejemplares del Museo de Florencia y otro bronce famoso de la colección Rotschild reproducido multitud de veces: el Espi- nario en cuya actitud mostró una vez más el célebre escultor su maestría en la toréutica, esa estatuaria en metal cuyo cultivador más famoso fué el hijo de Karmides. Policleto de Argos, puede considerarse como el último escul- tor arcaista o el primero de la centuria áurea. Dió muestras de su genio por igual en el cultivo de tipos viriles y femeninos. Co- mo ejemplares de las primeras nos dejó su Doríforo que se conoce como el Canon u obra maestra cuyas proporciones servían de regla o norma a los artistas. Es el tipo juvenil en la plenitud de sus fuerzas sin llegar a ser un atleta del estilo posterior del Hércules Farnesio o el Gladiador en reposo. El Diadúmenos nos muestra el tipo varonil de los efebos que concurrían a los juegos atléticos de los gimnasios griegos. El 258 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. escultor sorprendió su actitud en el momento de atar sobre sus sienes la cinta que al objeto de contener la sangre usaban los co- rredores del Estadío. Y en su tendencia a reproducir figuras vigorosas, nos legó jun- to a estos tipos viriles sus estatuas de Amazonas, en que al igual de Cresilas y de Fidias cinceló la semi-desnudez de las vírgenes de Esparta, prototipo de la fuerte belleza de aquella raza de jó- venes que exhibían en los concursos atléticos sus cuerpos en que se aunaba el femenil encanto de sus formas la fortaleza adquirida en los ejercicios gimnásticos al aire libre. Y por estas jornadas evolutivas llegamos al momento glorioso en que el arte de Grecia y más que ningún otro el ateniense al- canza su apogeo: Praxiteles y Fidias, Scopas y Lisipo son las cuatro columnas que sostienen el palio soberano de la belleza plástica. El más grande de todos, el discípulo predilecto de Ageladas, el intérprete de la belleza olímpica, el escultor idealista que buscó siempre su inspiración en la severa majestad de los dioses ha- ciendo para siempre inmortal su nombre ilustre, fué Fidias. Bajo su dirección cubriéronse de estatuas las paredes del Tem- plo más famoso que ha existido: el Partenón. Una metopa, la cabeza de uno de los corceies de Selene que perteneció a uno de los frontones, el Torso de Teseo, y el celebrado grupo de las Parcas es todo lo que tenemos para apreciar la decoración par- tenoniana cuyos mármoles se han repartido el Museo de Londres y el de Atenas. Ese grupo de las diosas que tejen y que cortan el hilo de la vida mortal, de cuyos débiles dedos de mujer pendía la existen- cia de los hombres según el mito griego, es elocuente prueba de la perfección aleanzada por la escultura griega. Mirad esas fi- guras que adornaron el frontón oriental. Bajo la fina túnica de magistrales pliegues, se adivina la perfección serena de sus cuer- pos de diosas. La insuperable técnica del escultor supo vestir de tal modo sus cuerpos, que pudiese admirarse tras el velo su- til de su ropaje la perfección soberana de sus formas. La obra maestra del Maestro por excelencia, se ha perdido: su estatua colosal de oro y marfil en que reprodujo la majestuosa belleza de Palas Atenea para presentarla al culto de los Griegos en la cella suntuosa del Partenón. Sólo a través de copias pode- mos comprender lo que su obra sería. Las copias Lenormant, Luis de Soto: El Museo de Arqueología Griega. 259 Varvakeion y Giustiniani, en su pequeñez y rudeza dejan vislum- brar sin embargo el original perdido. De Fidias es también la Arena Lemniana donde pueden apreciarse los rasgos del ático escultor. Y poniendo un freno al Pegaso de nuestro entusiasmo y admiración por el famoso artista citaremos su Júpiter, una co- pia del cual es la cabeza encontrada en Otrícoli que podeis admi- rar en la reproducción presente. La huella poderosa del artista citado se manifiesta espléndida en la decoración de dos templos que frente al Partenón se elevan coronando la Acrópolis. Uno es el de Erecteo, la maravilla del estilo jónico, en cuyo célebre pórtico se admiran las Cariátides cuya severa majestad recuerdan las diosas cinceladas por Fidias. El otro templo es el de Niké Apteros, el más pequeño, el más be- llo quizá dentro de su elegante sencillez de los santuarios griegos, en cuya balaustrada estaba ese relieve conocido con el nombre de Nixé de la Sandalia, uno de los más bellos ejemplares del Mu- seo ateniense de la Acrópolis. Praxiteles, el otro gran maestro del período áureo, se nos mues- tra en su magnificencia soberana en el célebre Hermes tal vez la figura viril más perfecta de toda la estatuaria griega, el Sá- tiro, modelo de su género y otras no menos célebres pero que no citamos por carecer de copias de las mismas. El elegante Ámor de Centocelle copia del Amor célebre de Praxiteles y la Diana de Gabies también imitación del gran maestro son testimonios valiosos del arte de la época. De Lisipo, el representante del naturalismo en el arte y el más célebre retratista escultórico, tenemos una copia del Apoxiome- nos o joven corredor. El estilo de Seopas, el torturado artista del dolor, podemos apreciarlo en las figuras del erupo de las Nióbides joya preciosa de la galería Pitti, al cual pertenece también la bellísima estatua que orna el Louvre. La Venus de Alcamenes, discípulo de Fidias, el busto de Peri- cles y el delicado relieve conocido por la Atena doliente comple- tan nuestra serie de esculturas de esta etapa del arte escultó- rico griego. Y por último para apreciar la significación del período helenís- tico y de la época greco-romana, contamos con las copias de es- tatuas tan famosas cual la Venus de Milo, cuya belleza serena de líneas fidaicas es universalmente conocida; la no menos admi- 260 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rada Niké de Samotracia, cuya ejecución revela el dominio abso- luto de la túnica al tratar el ropaje; la estatua varonil más po- pular, gala del Cortile famoso del Museo Vaticano: el Apolo del Belvedere y su hermana gemela la Diana Cazadora o de Versalles del Museo del Louvre. El Galo moribundo nos muestra los ca- racteres de la escuela de Pérgamo; el niño de la Oca y el Orante obras de Boetas discípulo de Lisipo dan idea de la escultura de género que surge en esa época, lo mismo que la afición a los re- tratos de la que tenemos una gallarda muestra en nuestra copia del Sófocles Laterano. Y citemos finalmente la escultura bellísima de la galería dei Uffizi, que en la serie brillante de estatuas venusinas de sabor praxitélico que forman las de Munich, el Louvre, el Ermitage y el Capitolio se destaca por su perfección técnica el indefinible encanto de su cuerpo perfecto: la Venus de Medici, que puede sufrir sin desdoro el parangón con la de Cnido del cincel prodi- gioso del Maestro ateniense amante de Friné. Otro importante aspecto de la Arqueología griega es el e rente a los trabajos de terracotta. Hemos podido ver como des- de los orígenes el arte griego se manifiesta en el frágil material desde los tiempos remotos del arte miceniano. La arcilla emplea- da no sólo en la elaboración de los vasos sino también en el mo- delado de estatuas se nos ha conservado a través de los siglos como una prueba más del espírtiu artístico de aquel pueblo ma- nifestado en todos los materiales desde el marfil y el oro a la tie- rra modesta, imprimiendo en todos el sello de su genio. Son Tanagra y Mirrina los lugares donde se han encontrado esas figuras delicadas llamadas figulinas, pequeñas estatuas des- tinadas al adorno doméstico único espécimen con que contamos para el estudio de esta rama del arte. Una de ellas es original, adquirida en Atenas por nosotros para nuestro Maestro, las otras son reproducciones en yeso bastante exactas de los originales del Museo Nacional de la capital griega. Nuestra riqueza no es mayor en cuanto a la Cerámica. Este importante capítulo de la Arqueología, uno de los pocos elemen- tos que quedan para apreciar el desenvolvimiento de la pintura griega está aún por ilustrar en nuestro Museo incipiente. Seis vasos solamente poseemos si bien son originales traídos como un recuerdo de nuestro viaje a Atenas. Tres son pequeños pomos -silbato de tocador, usados como vasos de perfumes. Uno per- Luis de Soto: El Museo de Arqueología Griega. 261 teneciente al estilo de figuras negras sobre fondo rojo, otro de monocromo barniz negro y un lekito en que es difícil apreciar por su deterioro la belleza de esa clase de vasos de pintura poli- eromada sobre fondo blanco, última manifestación de la Cerá- mica griega. En cuanto a Numismática hoy nada poseemos. Está encar- gada a londres una colección selecta de monedas que servirán para completar el conocimiento de la civilización griega, ilus- trando detalles de carácter político, artístico, religioso y geográ- fico, pues nadie ignora el valor de esta rama de la Arqueología como Auxiliar de la Historia. Tal es, trazado a erandes raseos el inventario de nuestro ma- terial. Salta a la vista su insuficiencia. Como hemos indicado sólo fotografías tenemos de la Arquitectura; en la Escultura nos faltan ejemplares de tal importancia como la serie de Apolos y Koré arcaicas, las obras de Scopas, la Venus de Cnido y el gru- po de Laocoonte por no citar más que las más importantes; el es- tudio de la Cerámica no puede ser completo sin una colección de vasos que muestre los caracteres y evolución de los mismos; la Pintura, la Glíptica y la Orfebrería no tienen en nuestro activo la más modesta representación. Cuando tengamos un local ade- cuado para exhibir el material adquirido, cuando éste se com- plete en la forma que acabo de indicar tendrá nuestra Universi- dad un Museo de reproducciones que ha de honrarla a los ojos de propios y extraños y que ofrecerá a los estudiantes de Arqueo- logía los elementos indispensables para que su estudio sea sólido y completo. Ese día será a no dudarlo el más feliz de la vida universitaria, de ese hombre modesto, sabio y laborioso que ha fomentado en las aulas de esta Universidad el amor al arte celá- sico, que ha tenido la iniciativa de fundar un Museo, despertando el entusiasmo de sus alumnos que le denominan con un nombre expresivo en su misma sencillez: el Maestro. Pero quizá alguien se pregunte en su fuero interno sin exterio- rizar tal vez su pensamiento por temor de aparecer ignorante ¿en realidad hace falta un Museo de Arqueología en la Univer- sidad de la Habana? ¿No es malgastar dinero el emplearlo en la adquisición de muñecos inútiles, copias de piedras rotas, Ca- charros mutilados y adornados de primitivas y toscas pinturas? Pues bien, a los que tal cosa piensen o alberguen tales dudas en su espíritu, podemos y debemos contestarles: la creación de un 262 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Museo de tal índole responde a una necesidad de carácter social y es una noble empresa de índole patriótica. Cuba por su situa- ción geográfica y sus condiciones es lugar obligado del turismo y no hay turista que visite un lugar sin indagar al punto por los Museos. Hay quizá aleún cubano que pase por París sin vi- sitar el Louvre, que estando en Londres ignore el British Mu- seum, que al viajar por Italia deje de ir a admirar el Vaticano y la Galería dei Uffizi o el Museo de Nápoles? Podemos decoro- samente contestar a los viajeros al arribar a nuestras playas: ““Oh no, aquí no sentimos interés por el arte, aquí hay Casinos e Hipódromo, Garden Plays y Teatros, pero en punto a Museos creemos que es bastante con el Museo Nacional que muchos ni conocen”. ¿Qué concepto formaría de nosotros el huésped ex-. tranjero? Un país latino, de habla española, que repudia las más hermosas manifestaciones de la civilización greco-romana, que considera inútil la difusión del Arte de su raza, que olvida sus tradiciones culturales y desdeña formar el gusto de las genera- ciones nuevas brindándole los modelos eternos del arte clásico! Y pasando a otro aspecto del problema, no ya por el criterio que de nosotros formarían los extraños, sino por nuestro bien mismo. ¿Puede alguno negar la influencia educativa de estas exhibicio- nes? Aquí, en una República nueva, todo está aún por hacer en cuestiones artísticas. Esta perla del Golfo está sin adornar, es una mujer hermosa sin más galas que las que Natura le diera, sin un adorno obra de sus hijos, una reina desnuda sin corona ni manto. Hay que elevar casi todos los edificios públicos, hay que poblar de estatuas los jardines, hay que inmortalizar en bronce y mármol las figuras de nuestros héroes para ofrecerlas a propios y extraños como tributo a su gloria y modelo que imitar. ¿Y cómo lograr ésto? ¿Cómo formar los artistas que ejecuten las obras y cómo preparar a los Jurados que han de adjudicarlas ? La cultura estética no se improvisa ni es congénita. Del mismo modo que se forma un carácter hay que fomentar y pulir el gus- to artístico y así como no hay sabios sin libros, artesanos sin ta- ller, agricultor sin campo, comerciante sin mercancías, industrial sin fábrica, no puede haber artistas ni eríticos sin Museos donde estudiar su arte, conocer los modelos, formar en una palabra su temperamento artístico. Y ahora decidme ¿es pensamiento utó- pico, es una idea romántica la de fundar una institución de esta clase? Y laborar por ella es obra de un iluso, de fanático di- Luis de Soto: El Museo de Argueología Griega. 263 lettantismo, o anhelo justo y noble de ser que ama a su patria y se esfuerza en servirla y hacerla grande, admirable y bella? Así han pensado ya dos entidades dienas del mayor respeto y acree- dores a la gratitud eterna de los buenos cubanos. La ““Asocia- ción de Pintores y Escultores'” y la ““Sociedad Pro-Arte Musi- cal”? son un hermoso ejemplo. Ambas tienden al fin que perse- guimos; en sus filas militan soldados que cual nosotros laboran en esta Cruzada del Ideal. Desde aquí les tributo mi más rendido homenaje y saludo a sus miembros como hermanos predilectos de esta gran fraternidad cuyo lema glorioso, cuya divisa santa es “Arte y Patria””. Se trata, pues, de una obra cultural, de patriótico alcance que a todos interesa y por eso a todos llamo y a todos me dirijo: me dirijo al Gobierno para que nos preste su auxilio económico y su protección oficial; me dirijo al nuevo Rector de la Universi- dad, que ha de tomar posesión en breve del alto cargo para el que ha sido electo. Esperamos que él, hombre de fecundas ini- elativas, dotes reconocidas y amor a la Universidad, que sube al Rectorado con el aplauso general, animado de los mejores propó- sitos, dispuesto a hacer de esta Alma Mater lo que debe de ser, no olvidará nuestro Museo, concediéndole ante todo el local que necesita y que ofreció el Consejo no hace mucho; me dirijo a mis compañeros de Claustro para que con nosotros laboren en esta empresa que tanto enaltece a esta querida casa que es de todos y para todos, impartiéndonos su aprobación y apoyo; me dirijo a los estudiantes, que han de recoger antes que nadie el fruto de nuestra obra, para que nos presten el concurso de su entusiasmo, el calor de su alma juvenil, siempre dispuesta para todo noble empeño; me dirijo a todos mis conciudadanos en general y es- pecialmente a la prensa para que coadyuven con nosotros; me dirijo por último, a las mujeres de mi patria que honran este acto, para que con el encanto de su presencia sigan como hoy realzando todos nuestros trabajos y sean al visitar las salas del Museo la nota de color y alegría que anime la frialdad de los mármoles, haciendo florecer su triunfal belleza donde late la vi- da, junto a la albura inerte de la estatuaria clásica. ENSEÑANZA DE LA TOPOGRAFIA Y LA AGRIMENSURA (0) POR EL DR. ALEJANDRO RUIZ Y CADALSO Catedrático de Geodesia, Topografía y Agrimensura El método decide del éxito de la ense- ñanza, porque es el guía en el estudio. Los maestros hábiles se forman y dis- tinguen por la elección del método y por la manera de emplearle. (De Gérando, Preceptos de educación física, moral e intelectual). Al tomar posesión de la Cátedra que ocupo en la Universidad, y tratar de designar textos para el estudio de la Topografía y la Agrimensura, me hallé en gran perplejidad, dados los defectos didácticos que a las numerosas obras publicadas encontraba y que las hacían inadmisibles en mi concepto como libros de texto para principiantes, no obstante reconocer en muchas de ellas excelentes cualidades como obras de consulta. Existen, desde luego, bastan- tes libros apropiados al estudio elemental de estas materias, tal como quizás puede bastar, por ejemplo, para la carrera de agri- mensor, pero el más somero examen de los destinados a servir de texto en las universidades y escuelas especiales a los estudian- tes de Ingeniería civil y otras carreras que en ellas se cursan revela, desde luego, deficiencias de tal índole que constituyen un verdadero obstáculo a su empleo. Esta censura a las obras de nuestros predecesores, tan acos- tumbrada en casos análogos y que siempre puede parecer des- considerada y hasta presuntuosa, es sin embargo muy fácil de (1) El presente trabajo constituye el Prólogo de las ““Lecciones de To- pografía y Agrimensura?” recientemente publicadas; aunque se refiere es- pecialmente a dichas materias, contiene muchas apreciaciones de carácter general sobre cuestiones de enseñanza. A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 265 justificar en el presente caso, pues no obstante el carácter en eran parte matemático de la Topografía y la Agrimensura, po- cas materias habrá en cuyos textos se advierta tanta falta de métodos acertados y adecuados a la enseñanza. (1) Y es muy digno de notarse que esa flaqueza en tan importante medio de instrucción se traduce, en la esfera de la práctica pro- fesional, por una serie de deficiencias correspondientes en los conocimientos adquiridos por los jóvenes graduados, las cuales a su vez se manifiestan por multitud de hechos curiosos, varia- dos y repetidos. Eso es lógico: toda enseñanza produce siempre la clase de frutos que le corresponde, y ésta es la mejor y más verdadera prueba a que puede ser sometida. Así, por ejemplo, autores justamente afamados por muchos conceptos, comienzan por el estudio detenido del método de trian- eulación, que es precisamente la parte más elevada de la Topogra- fía, la que emplea instrumentos más delicados y más difíciles de manejar, verificar y corregir, la que aplica procedimientos de observación más refinados, requiere mayores comprobaciones y más largos cáleulos y demanda mayores conocimientos matemá- ticos y la que sobre todo exige, en buena lógica, que el estudian- te haya llegado ya a comprender por qué se necesita en ciertos casos un método de tan grande precisión, de lo cual no puede darse cuenta mientras no conozca y haya practicado los métodos e instrumentos usuales, palpando, estudiando y discutiendo los numerosos errores de que éstos adolecen; y tales autores, después de invertir quizá centenares de páginas en describir detallada- mente los teodolitos repetidores y aun reiteradores, las esecrupu- losas operaciones de la medida de bases, los complicados métodos de orientación y laboriosos cómputos, pasan tranquilamente a explicar los rudimentarios levantamientos con la cadena de agri- mensor, a describir la sencilla escuadra de pínulas, ete. Esto es didácticamente absurdo; es una violación patente del más sen- cillo principio del arte de enseñar, que establece que se debe ir de lo fácil a lo difícil, partir de lo elemental para llegar a lo su- perior, apoyarse en lo ya conocido para poder entender mejor lo (1) Habiéndole dicho a un inteligente graduado en los Estados Unidos que en la universidad de que procedía usaban uno de los mejores libros es- eritos en aquel país, me contestó: ““Sí, pero a pesar de ello no se podía se- guir en clase esa obra, dado el sistema de exposición que adopta; sólo nos servía para consulta??. 266 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que sigue; del hecho de que en un levantamiento de gran exten- sión, las operaciones de carácter relativamente sencillo de obten- ción de los detalles se fundan en el conocimiento de la posición de los vértices dado por la triangulación, no se deduce que deban escribirse en ese orden los textos de Topografía. Hay también bastantes obras—principalmente europeas—que entran en largas teorías físicas o matemáticas verdaderamente innecesarias para el estudio de la Topografía, que dedican gran espacio a describir instrumentos ya en completo desuso o que nunca han tenido verdadera aplicación y a exponer procedimien- tos excesivamente complicados, o inútiles variantes de los méto- dos aceptados, etc., omitiendo en cambio muchísimas cuestiones de real importancia y dejando sin explicar casi todos los detalles prácticos de diversas clases que son imprescindibles para que el estudiante pueda ir con confianza a trabajar sobre el terreno sin verse cohibido por su ignorancia de hechos a veces muy sencillos, pero que no pueden suplirse con disertaciones puramente cien- tíficas. He podido ver, en efecto, algunos ingenieros educados por este sistema cuya incompetencia práctica en el manejo de los instrumentos y en los trabajos de campo era tan notoria que la percibían claramente y la comentaban a espaldas de ellos los simples peones empleados en el levantamiento. Y así como aquellos autores entran tan festinadamente a expli- car los aparatos y métodos de precisión, igual es la prisa que tie- nen otros—en los Estados Unidos especialmente—por llegar a los instrumentos de empleo más frecuente en la práctica del inge- niero, como el tránsito y el nivel, dedicando tan sólo breves pá- ginas a los principios generales de la materia, a las nociones de carácter preliminar y a los instrumentos y métodos más elemen- tales, cuyo conocimiento es siempre conveniente y muchas veces indispensable para la perfecta comprensión de lo que ha de se- guir. Y no son pocos los que continúan aplicando este procedi- miento a través de toda la materia, limitando el tratamiento de cada cosa a lo que tenga más inmediata y común aplicación, y saltando cuanto antes a otro asunto sin ocuparse de ver si se ha dado la preparación necesaria para éste. Parecen creer perdido el tiempo que se dedique a estas cosas, sin darse cuenta de que al proceder así, a más de incurrir en la misma falta de los anterior- mente mencionados, prescinden de otro de los principios didáe- ticos fundamentales, cual es el de consagrar a cada materia A, Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 267 tiempo y espacio suficientes para que el alumno pueda, no sólo ingerirla, sino digerirla, y no pasar a otra hasta que la anterior se halle suficientemente asimilada (1). Llaman a esto ser ““prácticos””, porque así pueden en pocas semanas enseñar a los alumnos a “correr líneas de tránsito?” (o “*de nivel””), como ellos dicen, cosa fácil de hacer, y con lo que muchos dan ya por acabada la enseñanza; pero no ven que por este camino sólo se obtienen profesionales rutinarios cuyos en- casos conocimientos carecen de base sólida, meros empíricos que con un poco de vanidad que tengan descienden pronto a la ca- tegoría de charlatanes, gentes que en cuanto se les pone en las manos un instrumento que no sea del único tipo que les han en- señado no saben qué hacer con él, y si se necesita que realicen un trabajo algo diferente de lo poco que ya han hecho se ven perdidos, y no se hable de pretender que acometan debidamente levantamientos extensos, ni que determinen la precisión con que han hecho o deben hacer una operación cualquiera. De este modo se rebaja la materia de estudio hasta que a ve- ces queda reducida a las reglas prácticas de un simple arte ma- nual, despojándola del carácter científico que posee y que debe revestir a los ojos del estudiante; no en vano éste llega a tener un concepto tan pobre de estas cuestiones, que se hace patente en cuanto dice algo sobre ellas. Tal parece que pretenden—y ciertamente lo consiguen muchas veces—que el facultativo que- de reducido a un simple “medidor”? como los que se acostumbra- ban en otras épocas, aunque con frecuencia sea un medidor con pretensiones, por el hecho de haber estudiado en un estableciento docente de más o menos reputación. Recuerdo entre otros mu- chos casos, que al preguntar a un ingeniero civil, durante los ejercicios de reválida de su título, cómo levantaría el plano to. pográfico de un territorio como la provincia de la Habana, con- (1) ““Consistiendo la corrupción de la inteligencia en el hábito de mirar incompletamente las cosas, nada predispone tanto a los niños a contraer esta enfermedad intelectual, como la precipitación; porque no puede verse sino superficialmente lo que se mira muy de prisa. Moderemos la impaciencia de los alumnos, y enseñémosles a esperar, y fijarse en las cosas. Moderemos también nuestro propio anhelo, al instruirlos, desconfiando de los adelanta- mientos precoces en demasía, y no pasando a un nuevo orden de ideas hasta que estén muy arraigados los que deben precederle y servirle de fundamen- to”?, (De Gérando, op. cit.). 268 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. testó muy ufano: “Pues saldría con mi tránsito y mi nivel y empezaría a correr líneas!””; y costó trabajo darle alguna idea de que en esa materia no se podía ““correr”” con tanta velocidad. Un libro didáctico no debe ciertamente tener los vuelos de una obra de consulta, pero tampoco debe reducirse a un mero formu- lario, pues esto tiene que producir inevitablemente profesionales cuya incapacidad salta a los ojos, y en quienes lo peor es que ya casi nunca tienen enmienda. Cuando yo era alumno, el docto Catedrático Ine. Juan Orús me decía, refiriéndose a cierta clase de graduados: ““Son ingenieros de pocket-book””. Entonces yo no creía en la exactitud de esta definición tan gráfica; después he podido aquilatarla (1). Por otra parte, es interesante observar que muchas de esas obras que lo atropellan todo para entrar en “lo práctico””, exa- minadas detenidamente se encuentra que contienen una cantidad increíble de materia realmente inútil, viéndose muy claro que la falta de discernimiento produce efectos deplorables en ambos sentidos a la vez. Y es aún más curioso todavía el hecho de que los alumnos que han recibido esa clase de enseñanza tan “prác- tica”? son con frecuencia los que menos conocimientos verdade- ramente prácticos demuestran poseer. He visto bastantes de ellos que hacían lecturas de rumbos groseramente equivocadas; que confesaban que nunca habían hecho un levantamiento con la brújula, y en efecto ignoraban cosas esenciales en todo trabajo hecho por orientación magnética; que no podían manejar instru- mentos usadísimos en el país donde habían estudiado; que ape- nas conocían más que un tipo de nivel; que estaban completa- mente en ayunas acerca de todo lo que eonstituyera un perfee- (1) Hablando de los diccionarios, manuales, compendios, etc., decía J. F. Bérard, Catedrático de Higiene en Montpelier: ““Las obras de esta clase ejer- cen el más pernicioso influjo en los estudios médicos; favorecen la pereza, con la cual nunca se será médico; dispensan harto a menudo de leer las obras originales de toda especie, las monografías médicas, y de estudiar los autores que profundizan las cuestiones; bastardean el espíritu, dándole una idea so- brado sencilla, y casi necia, del arte más extenso y dificultoso. Porque, se- ñores, desconfiad de los que suponen o hacen la Medicina fácil: ellos quieren hablar sin duda de la Medicina rebajada al nivel de la pequeñez de su espí- ritu; pero no es tal la verdadera Medicina; la verdadera Medicina no merece ese elogio o esa censura?””, (Citado por Monlau, Higiene Pública). A, Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 269 cionamiento de los instrumentos usuales, y no podían decir, por ejemplo, los medios de evitar o disminuir los errores corrientes en la medida de ángulos verticales; que no sabían nivelar (mu- cho menos verificar y corregir) un tránsito de precisión; e innu- merables cosas por el estilo. La experiencia me ha demostrado que la enseñanza que con frecuencia se denomina *““eminente- mente práctica?” y se gloría de serlo, produce casi siempre hom- bres “eminentemente nulos”” para todo, ineluso para la práctica. Adviértase, además, que eso de pasar por alto cosas verdade- ramente esenciales es más frecuente entre los autores de lo que pudiera creerse; basta fijarse, por ejemplo, en que apenas se en- cuentra quien le dedique más de unas cuantas líneas a asunto tan fundamental como el de las unidades de medida de las di- versas Clases de magnitudes que se emplean en Topografía y Agrimensura. Esto produce resultados dignos de atención: he visto ingenieros graduados en los Estados Unidos que afirmaban que el sistema centesimal de unidades angulares (que no se em- plea allí) era una invención que nunca había sido usada en la práctica y, desde luego, eso era lo único que sabían de tal siste- ma; otros lo habían oído mencionar solamente. Uno de los me- jores autores de dicha nación dice escuetamente que *““en algunos países, Francia, por ejemplo, el metro es la unidad de longitud””, y esta mezquina idea será la única que consigan tener los alum- nos acerca de cosa tan importante, tan usada y tan extendida en el mundo como el sistema métrico decimal. Los autores europeos, sin llegar a tales extremos, acostumbran ser también muy defi- cientes en estas materias. En cuanto a Cuba, se ha hecho a veces algo peor, que es publicar datos erróneos; verdad es que estas cuestiones son mucho más intrincadas de lo que parecen, y se necesita un verdadero estudio para llegar a conocerlas bien. En mi concepto, tales daños son debidos en gran parte a la estrechez de miras y poca cultura general de muchos autores y profesores, pues, como se ha observado tantas veces, éstos son defectos que restringen no sólo el horizonte general del indivi- duo, sino también el particular de la especialidad misma; quien no puede ver más allá de sus linderos, tampoco ve bien su propio campo. En efecto, muchos de los que incurren en tales desacier- tos son de aquellos que tienen la tendencia que podemos llamar ““profesional””, o sea la que trata de hacer del estudiante univer- nt nn 270 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sitario un mero técnico u “hombre del oficio””, sin amplitud de visión ni alteza de miras (1). Algunos han llegado hasta a sostener que quien es un buen profesional debe hacer también un buen profesor, cuando son en realidad cosas tan distintas; claro es que el profesor debe ser un téenico y poseer la práctica, como que es una de las cosas que es- tá llamado a enseñar; pero necesita además otras condiciones igualmente indispensables y de que carece la generalidad de los profesionales, por la sencilla razón de que carece de ellas la ge- neralidad de los hombres. La capacidad y los hábitos mentales del verdadero profesor deben estar dirigidos a las arduas tareas de la trasmisión de conocimientos a los alumnos y del cultivo de las aptitudes de éstos; al profesional le basta resolver sus proble- mas, aunque nadie entienda cómo los ha resuelto, ni él sea capaz de explicarlo claro, mientras que es esencial que el profesor haga comprender esas soluciones a sus alumnos, que les demuestre cuáles son las mejores y hasta, si es posible, que las haga surgir espontáneamente en la inteligencia de ellos (1). Y no basta con eso, ni con otras muchas cosas que sería fácil agregar, sino que debe poseer el don de interesar a los alumnos en la materia que estudian, porque sin interés decae la atención y fracasa la ense- ñanza; no ya buenos profesionales, sino verdaderos genios para la investigación, han resultado con frecuencia malos profesores; el caso de Newton es clásico. De aquí la importancia de que al profesor se le haga probar, antes de designarlo, su capacidad di- dáctica, que es lo más esencial. Hay otros autores que tratan de empezar por lo más fácil, pero lo hacen con poca suerte, pues entienden equivocadamente que el instrumento más sencillo es la brújula, o el nivel, y explican esto primero. Efectivamente, tales instrumentos son los de más sencillo empleo, porque su manejo inmediato se aprende muy fá- cilmente; pero su acertada aplicación a las operaciones para que se destinan exige una buena dosis de conocimientos previos, y su sencillez es más aparente que real, pues el mismo empleo de la (1) ““To attempt to turn education into a merely mechanical process, with a purely gainful end, is nothing short of treason to the highest, most uplifting and most enduring human interests”? (Dr. N. M. Butler, Presi- dente de la Universidad de Columbia, Nueva York). (1) “The work of the instructor is higher in character than that of the engineer in practice, for he builds men, not struetures””, (J, L, Harrington). A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 271 brújula, debidamente hecho, demanda el conocimiento de las gra- duaciones, los nonios y otras muchas cuestiones propias del estu- dio de los goniómetros, el cual debe, por lo tanto, preceder al de aquélla; y en cuanto al ::ivel, es precisamente el instrumento que cuenta con mayor número de tipos, tan distintos en el fondo, aunque semejantes en aspecto, que exigen diferentes verificacio- nes y correcciones, lo cual hace su estudio más delicado de lo que a primera vista parece. En la práctica de la enseñanza he podido comprobar los inconvenientes de seguir el orden mencionado, y debo declarar que me costó mucho tiempo y trabajo encontrar la eradación o escalonamiento de materias que hoy considero acer- tada, pues ello no es tan fácil—en ciertas asignaturas—como se figuran los que no son profesores... y los titulados profesores que en realidad no lo son (1). Existen asimismo libros—de mucho mérito aleunos—que ceo- mienzan por deseribir todos los instrumentos, con su empleo, ve- rificaciones y correcciones, uno tras otro y así los sencillos como los complicados, sin detenerse a explicar cómo es que con ellos puede levantarse un plano o hacerse una nivelación, ete., lo que tiene que crear confusión y obscuridad en la mente del alumno mientras se encuentra descifrando ésta que para él resulta así enredada, aridísima e interminable parte de la asignatura; y lue- go se le describen, también juntos y casi mezclados, y a veces con excesiva rapidez, los diversos métodos de levantamiento o de ni- velación, con lo que se viene a completar el desorden de ideas en la mente del estudiante. Este plan de exposición, que podría aceptarse para un tratado extenso destinado a obra de consulta, es del todo improcedente para una obra de texto dedicada a principiantes. Entre las materias en que fallan lamentablemente gran núme- ro de autores, está la importantísima cuestión de las verificacio- nes y correcciones de los instrumentos. Es increíble el número de deficiencias, obscuridades, errores y hasta verdaderos dispa- rates que se encuentran por dondequiera en cuanto se analiza (1) “Ninguna de las ciencias, que de las físico-matemáticas puras se derivan y son de inmediata aplicación, ofrece en su enseñanza y en su reali- zación práctica tantas dificultades como la Topografía; en ninguna hay tantos y tan distintos pareceres sobre sus teorías, ni prejuicios y malas costumbres en su práctica...??. (H. Ruiz Amado, Tratado de Topografía Moderna, In- troducción). 272 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. detenidamente lo que se ha publicado sobre esto; podría escri- birse una obra dedicada solamente a la crítica razonada de tales pasajes. Como en tantas otras cosas, hay autores y profesores que se empeñan en hacer aparecer breves y sencillas cuestiones que en realidad no lo son, y el resultado no puede ser otro que un falseamiento completo del asunto; otras veces, la rapidez y el descuido en la exposición de una materia delicada y que exige detalles numerosos y suma claridad, producen las mayores con- fusiones y graves errores en las ideas del estudiante. Falta tam- bién con frecuencia la precisión del lenguaje, que aquí es indis- pensable, no adoptándose una nomenclatura definida y constante para los órganos de los instrumentos, o atribuyéndoles funciones que no tienen, etc.; por ejemplo, dicen muchos que al corregir las burbujas de la alidada “se corrige la mitad del desplaza- miento con los tornillos de corrección de la burbuja y la otra mitad con los tornillos de la plataforma de nivelación””, lo que es un doble desatino, pues estos últimos tornillos son de nivela- ción y no de corrección y no pueden corregir error aleuno, y ade- más lo que hay que corregir es la mitad del desplazamiento y no todo, y lo que se hace con los tornillos de nivelación es realmente centrar de nuevo la burbuja para recomenzar la verificación; otro caso es la confusión que reina entre los autores con respecto al empleo y definición de los términos “eje óptico””, “eje de co- limación””, “línea de colimación””, “línea de visual”? (line of sight), ete.; y si esto pasa en puntos fundamentales y en las co- rrecciones más sencillas de los instrumentos más usuales, caleú- lese lo que sucederá en cosas más difíciles; sería tarea intermi- nable la de formar una lista de ““descorrecciones”” de los autores en materia de correcciones de instrumentos. A veces la explica- ción está bien en el fondo, pero la redacción es tan oscura que hasta el profesor que conoce a fondo la materia tiene que traba- jar para descifrarla, o aun se queda sin poder asegurar qué es lo que el autor ha querido decir. También debe observarse la forma tan insuficiente en que ex- plican la generalidad de los libros la práctica de las operaciones, tanto generales como particulares, y la ninguna atención que acostumbran prestar a los elementos y detalles materiales de los trabajos de campo, siendo así que es tan útil y necesario para el profesional y sobre todo para el estudiante el tener una guía pa- ra la práctica en forma de ““técnica”” detallada, pues de cosas que A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 273 parecen minucias insignificantes dependen la rapidez, la facili- dad, la economía, la seguridad y a veces el éxito de las opera- ciones. En este sentido merecen especial encomio los manuales de campo para Topografía y Agrimensura publicados por algu- nos profesores norteamericanos, que han llenado con gran acierto este sensible vacío. Otra deficiencia mucho más grave aún y que es común a casi todos los autores, es la siguiente: los libros europeos rara vez se ocupan de los instrumentos y métodos especialmente adoptados en los Estados Unidos; y recíprocamente, los autores de este úl- timo país apenas tratan de los instrumentos y métodos particu- lares de los europeos; de donde resulta que quien no haga el es- fuerzo de estudiar la materia simultáneamente por libros de am- bas clases quedará en la más lamentable ignorancia de cosas importantísimas. En efecto, en los Estados Unidos se han ori- einado algunos aparatos de verdadero mérito y se emplean varios procedimientos, tanto en Topografía como en Agrimensura, dig- nos de ser adoptados en multitud de casos, siendo, por lo tanto, sumamente conveniente conocerlos; y al propio tiempo, es un orave error el que prevalece en dicho país de creer que les basta estudiar lo que allí está en uso corriente, cuando hay en Europa tantas cosas mejores por todos conceptos, cuando ha sido en Eu- ropa donde se idearon muchas que hoy hasta pasan a veces por norteamericanas (como el erróneamente titulado “cálculo de Pennsylvania ””, el nivel llamado de ““wye””, ete.), y cuando es en Europa donde más constantemente se han estado y se están in- troduciendo en Topografía perfeccionamientos y métodos nuevos —por ejemplo, la moderna Topografía fotográfica—, aleunos de los cuales sólo con gran retraso han llegado a adoptarse en los Estados Unidos, como pasó con la Taquimetría, y otros no se han adoptado aún, cual sucede con el anteojo analático, el taquímetro propiamente dicho, el teodolito declinado, ciertos niveles perfee- cionados, y otras muchas cosas. Aunque sea muy cómodo no ocuparse de lo que se publica y practica en otros países, está muy equivocado quien crea que así se puede dar por establecido que lo del suyo es superior a todo lo demás, como hacen aleunos que constantemente preconizan lo que llaman con énfasis “American methods””, cuya única ventaja con frecuencia es sólo la rapidez, obtenida hartas veces a expensas de otras cosas más impor- tantes. 274 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. La mencionada deficiencia en las obras de Topografía y Agri- mensura es doblemente perjudicial para el que va a practicar en Cuba, donde siempre se ha usado—y entiendo que, por las razo- nes antedichas, debe seguirse usando—mucho de lo acostumbra- do en los Estados Unidos a la vez que de lo europeo, pues ella le hace muy difícil llegar a reunir los conocimientos que necesita; para subsanarla en lo posible, apelé desde el principio a recomen- dar a los alumnos el empleo simultáneo de un texto español y otro norteamericano, e ineluí por igual en mis programas los instru- mentos y métodos de ambas procedencias. Para el estudiante de nuestro país, existe además la necesidad de conocer la “Agrimensura cubana?””, cuyos principios se en- cuentran dispersos en distintas obras antiguas y modernas, ago- tadas en su mayoría. Y prescindiendo de otras dificultades que presenta la elección de textos, terminaré con dos que no son exclusivas de estas asig- naturas, sino que se manifiestan aun con mayor fuerza en otras. Es la primera que, para designar libros en francés, hay el obs- táculo de que la gran mayoría de nuestros estudiantes, y espe- cialmente los de Ingeniería, sólo han estudiado el inglés. Y es- triba la segunda en que las obras algo antiguas no reflejan sufi- cientemente, desde luego, la teoría ni la práctica actuales; pero al propio tiempo es observación muy curiosa, que tengo hecha muchas veces en toda clase de materias, la de que sólo en las obras antiguas se encuentran expuestas con claridad y sencillez muchas cuestiones fundamentales que los autores modernos pre- sentan con inútiles complicaciones, cuando no enteramente em- brolladas, o no las explican en absoluto; no parece sino que, se- gún se desarrollan la ciencia y la técnica, van obscureciéndose y confundiéndose las ideas de sus adeptos, van éstos perdiendo el “poder de exponer las cosas lúcida y ordenadamente y van de- jando lo sustancial para entretenerse en lo accesorio y enredarse en un cúmulo de novedades que frecuentemente resultan luego efímeras. Con razón se ha dicho que los hombres de ciencia se ocupan más de agregar nuevas piedras al templo de los conoci- mientos que de facilitar su entrada; si bien hay que reconocer que esto último, de lo cual forma parte principal el escribir bue- nas obras de texto para los principiantes, es tarea mucho más ardua de lo que puede imaginarse quien no la acometa—porque es, en el fondo, la “difícil facilidad”? que alcanzan tan pocos li- A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 275 teratos—, y también es una de las más ingratas, pues casi nadie la reconoce ni la estima, ni mucho menos la recompensa. * » Por todo lo antedicho, llegué pronto a convencerme de que no podía seguir por entero para mis cursos ninguna de las numero- sas obras que en varios idiomas conocía, tanto por la cantidad como por la clase de materias de estudio, y sobre todo por la cuestión de método, que siempre he considerado esencial en la enseñanza; y comprendí que a lo sumo llegaría a encontrar algu- nos que pudieran llamarse “textos auxiliares”, esto es, que fue- ran convenientes para ayudar al estudio de ciertas partes de cada asignatura, con arreglo a un programa de ésta que yo mis- mo tendría que formar (1). Nunca había yo dudado, por otra parte, de la necesidad de un programa, ya presentado categóricamente como tal, ya en forma de un libro de texto que se siguiera más o menos fielmente. Y con respecto a este punto me voy a permitir algunas aclaraciones, necesarias quizás para desvanecer ciertas críticas infundadas que pudieran surgir al publicar los programas de mis asignaturas. No comprendo que se explique una materia cualquiera sin te- ner un programa, esto es, un elenco, un plan, una guía, un cues- tionario, una tabla de materias, un índice previo, —llámese como se quiera—, de lo que se va a explicar de esa materia, abarcando todos sus detalles y formando un conjunto ordenado, coherente, lógico y sistemático. Si las explicaciones, a pesar de no ajustar- se a un texto, cumplen con esos requisitos, es porque el profesor ha tenido de hecho un programa, aunque no haya querido darle ese nombre; si ha seguido estrictamente en sus clases un libro de texto, el índice de éste ha servido de programa; si no lo ha se- guido más que en parte, volvemos al primer caso, combinado en cierta medida con el segundo. Sólo podría decirse en rigor que no había programa, cuando se tratara de una enseñanza sin mé- todo ni plan, desordenada en detalle y en conjunto, incoherente (1) Las obras elegidas como textos auxiliares han cambiado de tiempo en tiempo, según he ido encontrando otras que me han parecido más útiles a este efecto, por contener mayor cantidad de lo exigido en mis programas; las empleadas en la actualidad se indican en la “*Reseña”” de cada asigna- tura, que se verá más adelante. 276 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y esencialmente variable al capricho del profesor, como en efecto lo hacen algunos que, desde luego, de profesores sólo tienen el nombre, y que quizás tratan de ocultar con semejante desbara- juste las deficiencias básicas de la enseñanza que simulan dar; bien sé que hay ciertas excepciones—profesores competentes y hasta de talento, pero desordenados—, mas ello no obsta a la ver- dad de cuanto acabo de consignar. Y el programa es todavía más necesario al alumno que al pro- fesor, puesto que éste puede salir del paso, según se acaba de de- cir, aunque sea en una forma caótica, mientras que el alumno necesita verdaderamente saber qué materias son las que debe aprender y retener, tanto a los fines académicos del examen, ceo- mo a los del ejercicio de la profesión que trata de seguir; negarle este recurso es quitarle la brújula que mejor puede orientarle en el dédalo de hechos, razonamientos y procedimientos que consti- tuyen la para él nueva asignatura. Por otra parte, el programa que forme un profesor es una de las mejores muestras que él puede dar, no sólo de sus conocimien- tos científicos y téenicos, sino más todavía de su capacidad, ha- bilidad y práctica didácticas, en otros términos, de su competen- cia como maestro; con muchísimo juicio exigía nuestra antigua legislación (la española) que el opositor a una Cátedra presen- tara previamente un programa de la asignatura, con una memoria explicativa del mismo, el cual era luego durante los ejercicios sometido a la crítica razonada de los demás opositores y defen- dido por su autor; porque, en efecto, si es muy fácil para el que conoce algo ura materia formar apresuradamente un mal pro- grama de ella, es todavía más fácil para el que la conoce mejor demostrar los vacíos, las cosas inútiles y las incongruencias de ese programa, y si el crítico tiene además experiencia y condi- ciones como profesor, pronto hará ver también los defectos di- dácticos del mismo (1). (1) “*El tercer ejercicio consistirá en un discurso oral acerca del pro- grama presentado por el actuante, en el cual defenderá las ventajas que a su juicio tenga sobre los «llemás con respecto al orden, plan de enseñanza que recomiende para el estudio de la asignatura. Terminado este discurso que no excederá de una hera, cada contrincante podrá disponer de media para hacer las observaciones que crea oportunas, y el actuante podrá emplear igual tiempo en contestarlas”?. (Art. 29 del Reglamento para el ingreso en el Profesorado Público, aprobado en 7 de Diciembre de 1880). A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 277 Se ha dicho con frecuencia que nuestra nueva legislación ha- bía suprimido los programas: esto es un error eraso; lo que se hizo fué establecer que “los Catedráticos no están obligados a ajustar sus enseñanzas a textos y programas determinados””, con lo cual, además de dejar reconocida la libertad de enseñanza, quedaron abolidos los titulados “programas oficiales”? que nece- sitaban la previa aprobación del Gobierno y no podían ser alte- rados ni por el mismo Catedrático sino para el año académico siguiente y mediante nueva aprobación del Gobierno, cosa ab- surda y cuyos inconvenientes hube de sufrir siendo Catedrático auxiliar de la Escuela Profesional, al hacerme cargo de asigna- turas que tenía que explicar con arreglo a su “programa oficial?” respectivo, aunque yo no estuviera conforme con él; pero nunca se ha podido pretender quitar a los Catedráticos la potestad de regirse, para mayor facilidad suya y beneficio de sus alumnos, por un programa de su propia confección y sujeto en todo tiem- po a las reformas que la experiencia vaya aconsejando o que sean sugeridas por nuevos estudios o progresos técnicos o científicos. Tuve pues, como iba diciendo, que formar un programa de cada asignatura, y éste ha sido uno de los trabajos a que he de- dicado más tiempo y atención desde que profeso estas materias; pero inconforme con mi propio método de enseñanza, como ya lo estaba con el de otros, lo he modificado constantemente, año tras año, hasta obtener que me fuera pareciendo más aceptable; y es sólo a fuerza de incesantes enmiendas y correcciones que he lle- eado a constituir los programas que ahora comienzo a publicar, aunque plenamente convencido de que son imperfectos y dis- puesto a seguir modificándolos. Docendo discitur, y sobre todo, se aprende a enseñar. Estos programas han sido siempre expues- tos, en cada curso académico, lección por lección, en el cuadro de avisos de la Cátedra, para que los alumnos los copien y se guien por ellos en el estudio y repaso de cada asignatura. (1) (1) Aunque mi programa de Agrimensura está hecho para satisfacer las necesidades de carreras universitarias, puede también servir para otros fines. Mi distinguido alumno Dr. Gonzalo López Trigo, hoy Catedrático de Agri- mensura en el Instituto de Camagúey, me ha mostrado recientemente el pro- grama que desarrolla en sus clases; está basado en el mío, con diversas mo- dificaciones destinadas a adaptarlo a las conveniencias de un curso para agrimensores (incluyendo, por ejemplo, los fundamentos de la Agrimensura legal); y si bien resulta algo extenso, ya veremos las ventajas de eso en la sección siguiente de este Prólogo. 278 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Claro está que al realizar tal labor he procurado evitar las de- ficiencias arriba señaladas, y ante todo he tratado de alcanzar el encadenamiento lógico y la gradación didáctica de las materias, pues son cosas que me parecen de interés primordial y que, como ya indiqué anteriormente, no son nada fáciles, llegando algunos a considerarlas como inasequibles. Así, muchas obras inglesas son notables por el desorden de la exposición, pues presentan sucesivamente las materias más diversas sin plan ni método al- guno; y el profesor norteamericano Tracy, en el prefacio de su libro Plane Surveying-—excelente desde ciertos puntos de vista— dice que ha seguido en dicha obra el plan de agrupar los asuntos y capítulos que guardan más estrechas relaciones entre sí, ““por ser impracticable un orden de distribución (arrangement) pura- mente progresivo”?. En efecto, la obtención de un plan de en- señanza progresivo presenta en esta materia gravísimas dificul- tades, pero nunea me parecieron insuperables, y creo haberlas vencido en los programas que he conseguido llegar a formar. En el programa de Agrimensura, he puesto primeramente una breve introdueción a dicha asignatura, sentando las definiciones generales, concretando las materias que ella comprende y dando algunas nociones históricas. A continuación, he reunido en una ““Tntroducción general a la Topografía y la Agrimensura”” todas las materias necesarias como preliminares al estudio de ambas ramas, y que forman la base común de muchas otras cuestiones que luego han de aparecer separadas al estudiarlas en detalle. Pasando entonces a la Planimetría general, he comenzado por los insirumentos y operaciones más fáciles, para ascender sucesiva- mente a los más complicados, en una rigurosa y muy estudiada eradación, dejando para lo último tratar de la orientación de los levantamientos y demás cuestiones relacionadas con ésta la más difícil parte de la Planimetría. Y basado ya en tales conocimien- tos abordo consecutivamente el estudio de la Agrimensura pro- piamente dicha, la Agrodesia y la Agrimensura cubana. En la asignatura de Topografía, tras una breve introducción sobre el concepto de la Topografía, su división, etc., se pasa a la Altimetría general, estudiando sus principios fundamentales, los métodos generales de nivelación, la representación del relieve, y los levantamientos altimétricos y batimétricos; se continúa con la Taquimetría y la Topografía irregular y se entra en la Topo- orafía superior, estudiando la precisión y perfeccionamientos A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 279 de los instrumentos y métodos usuales, la teoría general de la triangulación y de los levantamientos de gran extensión, tanto planimétricos como altimétricos, las formas del terreno y la for- mación de mapas topográficos; viene luego la Topografía urba- na, planos de población y de edificios; y se termina con la To- pografía fotocráfica. Tanto en Agrimensura como en Topografía, después de la des- cipción de los instrumentos de cada clase y de explicar su empleo, verificaciones y correcciones, se exponen sus aplicaciones directas o inmediatas, luego los métodos de levantamiento, o de nivela- ción, etc., que pueden adoptarse con ellos, y por último la cons- trucción de los planos respectivos, quedando así terminado el estudio de todo lo concerniente a cada clase de instrumentos an- tes de pasar a otra. Me he ocupado tanto de lo europeo como de lo norteameri- cano, en cuanto de bueno me ha parecido encontrar en ambos géneros de instrumental y de procedimientos (1). Ke dedicado también todo el espacio posible a las cuestiones más necesarias, los instrumentos más empleados y los métodos más convenientes en Cuba, así como a todo aquello que, anti- cuado ya, conserva sin embargo importancia para el debido co- nocimiento de lo actual y de sus orígenes y para la práctica de la Agrimensura en nuestra patria. Por último, he dado siempre a la enseñanza un carácter real. mente práctico, evitando las cuestiones especulativas que no ha- yan sido de verdadera aplicación e insistiendo especialmente en la técnica de los diversos instrumentos (que se verá muchas veces comprendida bajo el epígrafe: ““empleo”” de los mismos) y de las principales operaciones, materia muy olvidada por la gene- ralidad de los autores. Pero, al propio tiempo, he entrado re- (1) Siempre fué este mi criterio, y con arreglo a él formé desde el prin- cipio mis programas, organicé los trabajos prácticos y fuí adquiriendo ma- terial científico para el Gabinete de Geodesia, Topografía y Agrimensura, por lo cual, al hacer en la **Memoria-Anuario*” de la Universidad la reseña correspondiente a la asignatura de Agrimensura, he dicho: **“Conviene ob- servar que en ésta como en las otras asignaturas de la Cátedra se estudian y practican por igual los aparatos y métodos europeos y los americanos. Al efecto se cuenta con una colección de instrumentos de los mejores fabricantes de Europa y los Estados Unidos?”, etc. Mis estudios posteriores y mis viajes y observaciones en esos países me han confirmado completamente la justicia y la conveniencia de tal procedimiento. 280 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias sueltamente en todos aquellos desarrollos teóricos que deben servir de fundamento al estudio y de base para la práctica, penetrado de que, sin sólidos conocimientos científicos y sin buenas y com- prensivas doctrinas generales que ilustren el juicio y alumbren el camino del facultativo, éste marchará en sus trabajos hacia un fracaso seguro, percibido clara e infaliblemente por los inte- ligentes en la materia, aunque pase inadvertido para el vulgo ig- norante... y para otros insipientes que no deberían serlo. (1) * * * Mas no basta tampoco cumplir las leyes más obvias del mé- todo, sino que hay que entender que él implica igualmente la necesidad de estudiar suficiente cantidad de materia, sobre todo en cuanto a los principios y procedimientos fundamentales, para no caer en la superficialidad y empirismo acusados más arriba, que proceden tanto de la escasez de materia cursada en su tota- lidad como de la insuficiente preparación en lo fundamental y de la rapidez con que se han visto las cosas y pasado a otras, to- do lo cual produce luego el olvido de lo estudiado. Ya hice an- tes aleunas indicaciones sobre este punto, pero creo que debo insistir en él, dada su importancia. Todo el que ha hecho repetidos y variados esfuerzos por la (1) “Pur tenendo sempre presente 1'indole eminentemente professionale e pratica della Topografia, ho anche dato luogo, in aleuni punti, a concetti ed a metodi teorici, ritenendoli necessarii ad ogni pratica razionale, e ritenendo non essere possibile senza essi aleuna idealitá di studio e di perfezionamento in nessun genere di lavoro”?. (Del Fabro, Manuale di Topografia, Prefacio). —Mr. F. C. Pratt, Vicepresidente de la General Electrie Company, en un ex- celente artículo sobre enseñanza de la Ingeniería (General Electric Review, Enero 1922), ataca lo que llama “*too early specialization of the student??, que produce hombres “of mediocre ability and narrowly specialized edu- cation””, pidiendo que se dé ““most thorough instruction in the fundamen- tals”” así de ciencias como de ingeniería y todo lo demás y que se limite la especialización; bajo este nombre incluye evidentemente, en gran parte, lo que yo he llamado en párrafos anteriores precipitación por llegar a ““lo práctico”?, tan frecuente en los Estados Unidos. Por cierto que agrega: ““Tt is, I think, significant that in the organization with which I am in daily contact, a noticeable number of our most accomplished theoretical engineers and research laboratorians have either pursued postgraduate stu- dies at European universities, or else have had all of their scholastic trai- ning abroad??. A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 281 adquisición de conocimientos, sabe por experiencia que sólo que- da y perdura aquello que se ha tratado detenidamente y que se ha podido considerar con suficiente extensión en sus diversos aspectos, aquello que, como se dice con razón, se ha estudiado a fondo y sólidamente, y hay que comprender además que sien- do inevitable por la flaqueza de nuestra memoria la pérdida de gran parte de lo adquirido, se necesita adquirir mucho para con- seguir que algo se conserve permanentemente. El que se limita a estudiar u» cortísimo número de lecciones de una materia que en realidad es extensa y difícil, se queda al fin sin saber ni si- quiera lo poco que se ha pretendido enseñarle con semejante pro- grama. Numerosísimos casos he presenciado de graduados que no recordaban puntos esenciales de asignaturas que habían es- tudiado hacía muy poco tiempo—meses a veces—, llegando a convencerme de que esto se debía a la índole de la enseñanza que habían recibido, tan rápida y superficial que no había con- seguido dejar huellas en su inteligencia, pues sólo así puede ex- plicarse que tan pronto olvidaran hasta las nociones más rudi- mentarias. Podrían resumirse estos prineipios en la siguiente fórmula : “El que estudia mucho, puede llegar a saber algo; pero el que estudia poco, se quedará sin saber nada””. (1) (1) El eminente ingeniero y profesor Dr. Waddell, en una alocución a los estudiantes de Ingeniería de la Universidad de Missouri, les decía que tomaran su consejo y aprendieran todo lo que pudieran respecto a instrumen- tos antes de dejar su alma mater, porque—entre otras razones—estaban ex- puestos con el tiempo a olvidar mucho de lo aprendido, y pasa a relatar los apuros en que se vieron él y otro ingeniero antiguo amigo suyo, para corre- gir ““uno de esos malditos”? niveles dumpy, de lo que ya no se acordaban. El editor de las obras de Waddell, Mr. Harrington, en otro trabajo, dice que la instrucción recibida en la escuela, debería ser tan acabada o completa (tkorough) que nunca se olvidara. Luego dice: “*Es cosa corriente encon- trar graduados de nuestras mejores escuelas de ingenieros que manifiestan una ignorancia erasa de cosas fundamentales, demostrando claramente que ni aún en lo que han cursado han recibido una instrucción tan sólida como de- biera ser”?; procede entonces a citar dos casos prácticos, entre los numerosos que ha visto, y agrega que la divisa del profesor debiera ser thoroughness, y que ““es infinitamente mejor omitir algunas asignaturas y enseñar las otras de un modo completo, que dar muchas superficialmente, porque un hombre laborioso procurará subsanar la falta de amplitud en el plan de estudios, pero el que tiene una mala base generalmente sigue siendo un ignorante”. (Pro- fessional Papers of Dr. J. A. L. Waddell, edited by J. L. Harrington, New York, 1905, pp. 174, 176, 858). Dice además que *““la falta de solidez, tanto 282 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. He visto, por ejemplo, uno que trataba de dar una explicación del nonio sobre la base de que las divisiones de éste eran de igual tamaño que las del limbo, pero se hallaban subdivididas **conve- nientemente””; cuando nadie que ha estudiado estas cosas como se debe puede olvidar más nunca que las divisiones del nonio tienen que ser mayores o menores que las del limbo, aunque no recuerde otra cosa. Otro, graduado en una de las escuelas de más reputación, excusaba su ignorancia en Geodesia diciendo que allí sólo daban quince lecciones de esta materia, lo que era cier- to; pero como resultó que desconocía también principios elemen- tales, insistí en que explicara qué puntos se tocaban en esas lec- ciones, pues aunque eran pocas, con ellas bastaba para enseñar ciertas cosas fundamentales que ya no debían olvidarse, y con- testó que sólo daban ““generalidades””, sin que se pudiera con- seguir más de él; como se veía, al examinarle en otras materias, que había sido buen estudiante, ello me hizo reflexionar sobre las causas de este hecho, y llegué a darle la siguiente explicación: es un grave error el que se comete en muchas instituciones, de consagrar sólo algunas semanas, o dos o tres meses, a las mate- rias que han resuelto limitar a un breve programa, dándolas en- tonces por terminadas para pasar a otras; por corto que sea el número de lecciones que se les dedique, es mucho mejor espar- cirlas lo necesario para que su enseñanza ocupe toda la duración del año académico, porque la inteligencia necesita tiempo abun- dante para digerir y asimilar, para darse cuenta clara del signi- ficado e importancia de las cosas y para que se verifique en la subconciencia ese trabajo que consiste en inscribir definitiva- mente en la memoria las ideas y conocimientos adquiridos, nada de lo cual se consigue cuando las materias de estudio se ingieren en rápida sucesión y se abandonan en seguida; se obtiene muy superior resultado dando dos clases a la semana durante seis me- en conocimientos como en métodos, es regla tan general que mientras no se conozca por experiencia la calidad del trabajo de un individuo, hay que mirar con desconfianza lo que haga”'”. Y no cabe duda de que esta es la actitud general de los norteamericanos con respecto a los jóvenes graduados, a quienes no acostumbran conceder al principio más que puestos ínfimos— a veces el de portamira, o delineante, según se puede ver en las biografías de muchos de ellos—, hasta que demuestren merecer más, Tales deficien- cias no ocurren, desde luego, solamente allí, sino que también existen en otros países. A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 283 ses, que dando seis clases a la semana durante dos meses, porque entre una y otra clase el cerebro trabaja en el asunto, aunque no nos demos cuenta de ello; de esto se convence fácilmente el que ha estudiado muchas ramas del saber, fijándose en la facilidad con que ha olvidado aquellas a que consagró breve tiempo, por intenso que fuera el esfuerzo que les dedicó; tal es también el caso de los malos alumnos que sólo estudian a fines de curso, lle- vando al examen las asignaturas ““prendidas con alfileres””, se- eún gráfica frase. (Para que no se crea que exagero, me veo precisado a observar que hay universidad donde el estudio de cada una de estas materias (Topografía, Agrimensura, Geode- sia) se reduce a cuatro semanas, y no es raro en tales estableci- mientos que se pretenda realizar la enseñanza práctica, ejecución de levantamientos, etc., sobre el terreno, sin que la haya precedi- do casi ninguna preparación teórica). Otro de los graves inconvenientes de la superficialidad en los estudios, es la incoherencia de los conocimientos adquiridos, que hace formar a veces las ideas más extravagantes. Esto se ob- serva sobre todo en las cuestiones referentes a la precisión de los instrumentos y operaciones, que como más delicadas ponen ver- daderamente a prueba la solidez de las adquisiciones mentales del individuo. Sé de un ingeniero que pretendía que él podía hacer levantamientos taquimétricos de extraordinaria precisión, porque determinaba el coeficiente diastimométrico por mínimos cuadrados (!); y basado en esto, levantaba la poligonal prinei- pal con la estadía y tomaba los detalles con la cinta de acero, precisámente al revés de lo que debe ser. Los fabricantes Heller € Brightly refieren en su catálogo que un joven ingeniero se pre- sentó solicitando un buen tránsito; habiéndosele ofrecido uno de ciudad que apreciaba treinta segundos, dijo que necesitaba un insírumento capaz de leer diez segundos, y al preguntarle para qué necesitaba tan alto grado de apreciación, contestó que esa de treinta segundos del que le habían mostrado podía ser sufi- ciente para levantar perpendiculares y otras cosas “sencillas””, pero no para el trazado de líneas de ferrocarril; y costó trabajo hacerle entender que trazar una perpendicular con precisión no era tan fácil como él suponía. Mencionan también a otro inge- niero que estimaba excesivo un error de un décimo de pie en un circuito de nivelación de cien millas, y se había hecho construir una mira que leía por vernier nada menos que un diezmilésimo 284 Revista de la Paculitad de Letras y Ciencias. de pie, pero al comprobar su nivel—que él declaraba perfecta- mente corregido—resultó con un error de tres décimos para una distancia de trescientos pies; y debo añadir que se ve, por otra parte, que él no tenía la menor idea de que la precisión de las lecturas sobre la mira debe estar en relación con la precisión del nivel empleado, ni de que la mejor manera de obtener preci- sión en las lecturas no era el consabido vernier. Bausch € Lomb citan igualmente un caso en que fueron gastados inútilmente $16,500 pretendiendo hacer nivelaciones de precisión (1,462 mi- llas) con instrumertos ordinarios. Relatar los hechos semejan- tes que con el transcurso del tiempo van llegando a conocimien- to de uno, sería tarea interminable. A algunas de estas cosas pueden haber contribuido también ciertos autores que aseguran gravemente que es posible obtener precisiones inverosímiles con los instrumentos y métodos ordi- narios, nada más que econ poner aleún cuidado, de tal modo que quien les lee puede llegar a imaginarse que los delicados instru- mentos y los laboviosos métodos llamados “de precisión”? son cosa inventada por puro capricho y sin necesidad alguna, y los alumnos que no tengan un profesor capaz de infundirles descon- fianza de aquellas aserciones tienen que formarse un concepto muy falso de tales asuntos; pero la principal causa reside, como antes he indicado, en que la festinación con que se han hecho los estudios no ha permitido digerirlos, a lo que se agrega el hecho tan conocido de que una instrueción insuficiente conduce fácil- mente a la presunción. Así se ven luego individuos que se jae- tan de haber tenido por profesores a hombres eminentes que han eserito obras notables, y parecen dar por supuesto—y mucha gen- te así lo cree—que por ese mero hecho ellos también son unos pozos de ciencia, pero en seguida que comienza uno a hablar con ellos encuentra que desconocen hasta cosas elementales que se hallan en las primeras páginas de los mismos textos que se su- pone han estudiado. Por otra parte, debe decirse claramente que con frecuencia, más aun que los libros y que los planes de estudios, tienen la culpa de todo eso los profesores y los alumnos, pues buen nú- mero de los primeros y la gran mayoría de los segundos van simplemente a salir del paso, sin preocuparse de lo que resulte. Por esto es que—como demuestra la experiencia—de todas las universidades, bajo todos los planes de estudios y aun con todos a A, Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 28 los métodos de enseñanza, salen con títulos académicos muchí- simas nulidades; mal que quizá no tenga remedio, pero contra el cual debemos luchar en vez de contribuir a su aumento y pro- pagación. (1) Así se explica, igualmente, que muchas veces la escasez de en- señanza práctica, a pesar de ciertas apariencias, corra parejas con la penuria de instrucción teórica. No hay que dejarse sedu- cir, en efecto, por la abundancia de elementos materiales que ostente una institución, la magnitud y riqueza de sus laborato- rios, talleres, etc.; falta saber si esa riqueza se aprovecha verdade- ramente (1). Recuerdo un ingeniero que había estudiado en una universidad donde existe un grande y acreditado observatorio astronómico, habiendo aprobado allí un curso de Astronomía, como es la regla; esto no obstante, de los instrumentos astronó- micos no conocía ni el ecuatorial, cuyo nombre al menos se halla tan vulgarizado, y cuyo principio fundamental es el mismo de los aparatos solares que se usan en Agrimensura. Habiendo mos- trado a un ingeniero civil—acabado de graduar en una de las más afamadas escuelas de los Estados Unidos—un teodolito rei- terador, y preguntado si conocía la disposición y empleo de los microscopios micrométricos que veía en el instrumento y que se usan en esta clase de aparatos, me contestó que no, pero que le recordaban aleo semejante que él había usado en el laboratorio de Física estudiando la polarización de la luz. Un reputado fa- bricante de instrumentos topográficos, a quien yo había pedido un catálogo, me decía en su contestación: “Hacemos una espe- cialidad de suministrar instrumentos para la enseñanza a las uni- versidades y escuelas (en el catálogo encontrará Vd. una lista de escuelas a las que hemos suministrado recientemente colec- ciones de instrumentos). Sabemos que los instrumentos de la es- (1) En mi conferencia sobre Mercedes y centros de las haciendas circu- lares cubanas (Habana, 1916), he hecho ver los resultados funestos que ha producido en Cuba, en materia tan grave como el deslinde de la propiedad territorial, esa tendencia a hacer las cosas deficientemente, de modo que re- sulten vanos simulacros de lo que deben y necesitan ser; y tenemos aquí también muy buenos ejemplos de los efectos desastrosos que tal procedimien- to ha producido con frecuencia en la enseñanza. (1) Escribiendo hace poco sobre las necesidades de la instrucción públi- ca en Francia, decía el ilustre Maurice Barrés: ““No bastaría dotar bien los laboratorios. Se podrían citar países que son ricos en laboratorios prodi- giosos y donde, sin embargo, la ciencia no adelanta mucho??. 286 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 1 cuelas son en cierto modo “instrumentos para exhibición”” (show instruments) y siempre les damos un acabado más perfecto (an extra finish) ””. Todo esto nos demuestra, con claridad meridiana, una cosa que muchos 10 ven, porque no conocen la materia o no piensan en ello, y que oiros no quieren ver, porque no les conviene, a saber: que la capacidad y mérito de un graduado son cosas bien distintas e in- dependientes de los recursos y fama que posea el establecimiento donde se eraduó, y que toda presunción basada en esto último es completamente injustificada. Así es que de una misma institu- ción, sea cual fuere, se ven salir graduados que son polos opues- tos; y en los ejercicios de reválida de títulos extranjeros hemos visto con frecuencia graduados procedentes de escuelas casi des- conocidas que demostraban una superioridad enorme con respec- to a otros que habían estudiado en instituciones reputadas como de primer orden. Y no puede ser de otra manera; las universi- dades, las escuelas, son meras abstracciones, entidades cuya exis- tencia es en cierto modo nominal, cuestión de forma o apariencia; las entidades reales, vivientes, son los profesores y los alumnos; en todas partes, aunque se afecte creer otra cosa, hay buenos y malos profesores, buenos y malos alumnos; los resultados, que son inevitables, están a la vista de todo el que no quiera ser eie- go. Cuando al examinar un graduado en el extranjero ha resul- tado que en una cierta asignatura demostraba verdaderos cono- cimientos, mientras que en otra patentizaba la mayor ignorancia, he deducido simplemente que en la primera él había tenido un buen profesor, y en la segunda uno malo; y cuando se ha tratado de otro que no estaba bien en nada, a pesar de la fama de su alma mater, he recordado el antiguo refrán castellano: *“Lo que Natura no da, Salamanea no presta (aludiendo a la tan renom- brada en un tiempo Universidad de Salamanca). Con razón dice Schopenhauer que hay viajeros que adquieren reputación por lo que han visto y no por lo que han pensado, y que con frecuencia, al conocerles personalmente, se recuerda la observación que hizo ya Horacio: Coelum, non animum, mutant, qui trans mare cu- rrunt (los que atraviesan el mar cambian de cielo, pero no de mentalidad). Sólo aprovechan los viajes en realidad aquellos— alumnos, profesores o lo que fueren—que poseen inteligencia su- ficiente, una preparación adecuada y verdaderos deseos de ad- quirir conocimientos y de mejorar sus ideas, pues sólo ellos tienen 90) 1 A. Ruiz y Cada:so: La Topografía y la Agrimensura. la capacidad y la voluntad necesarias para obtener ópimos frutos de tanta cosa buena como se puede observar y estudiar en el ex- tranjero. (1) En la enseñanza, como en la guerra—y es lógico, porque la enseñanza es una guerra contra la ignorancia—la calidad de lo que en ésta se ha llamado *“el material humano”” es cosa esencial, tanto por lo que toca a los jefes, o profesores, como a los solda- dos, o alumnos; lo más importavte después es la organización, que en el orden didáctico se traduce por “método de enseñanza ””; y luego vienen el plan estratégico y los principios tácticos, que corresponder respectivamente al *“plan de estudios”? de la carre- ra y a los “programas”? de las asignaturas. E insisto nueva- mente en la importancia de estas últimas cosas: la mera laborio- sidad no basta; al visitar determinadas instituciones del extran- jero, he podido convencerme de que ciertos profesores realizaban una tarea considerable y obligaban a sus alumnos a hacer tam- bién bastante trabajo; los resultados obtenidos no siempre corres- pondían, sin embargo, a tan meritorios esfuerzos, a causa de la organización de los estudios, la forma y marcha de la enseñanza, la deficiencia de preparación, los métodos adoptados, y muchas veces por cosas de carácter general, que dichos profesores no podían modificar (una de ellas es la duración de la carrera, pun- to en que ha insistido mucho el Dr. Waddell, sosteniendo la ne- cesidad de cinco años para la Ingeniería civil). “El fruto del trabajo—dijo Balmes—se halla en proporción, no sólo con el es- tudio, sino también con el modo de estudiar””. En conelusión, numerosas observaciones realizadas durante lar- go tiempo me han hecho ver que para que los prineipios funda- mentales de una materia de estudio arraiguen en el cerebro del estudiante y queden allí en condiciones de servirle de guía en sus trabajos posteriores, es indispensable que estudie de verdad esa materia, metódicamente, durante largo tiempo y no por algunas semanas, con una extensión y una profundidad que a primera vis- ta parecen ciertamente innecesarias, pero que si no se aleanzan, tampoco los resultados de la enseñanza pasarán de ser una enga- (1) Tal es el sentido de la máxima inscrita sobre la fachada principal de la gran estación de ferrocarril en Washington: '*He that would bring home the wealth of the Indies must carry the wealth of the Indies with him. So it is in travelling. A man must carry knowledge with him if he would bring home knowledge”?. 288 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ñosa capa de barniz sobre la persistente ignorancia de un nuevo ““erudito a la violeta””, como les llamó mi ilustre antepasado Don José Cadalso en su famosa crítica. (1) Y aun cuando esto no fuera cierto en otras materias, lo sería siempre en Topografía y Agrimensura, por la multiplicidad y va- riedad de instrumentos, métodos, cálculos, ete., que se pueden y se deben emplear, no ya para problemas diferentes, sino para casos distintos de un mismo problema, según los fines que se persigan, la naturaleza del terreno, la precisión requerida, el tiempo o el di- nero y hasta el personal de que se disponga, y muchísimas otras cireunstancias variables de tal modo que aun para un caso dado hay a veces que cambiar de método y hasta de instrumentos, si es posible, de un momento a otro. Además es frecuente que una mis- (1) ““Los eruditos a la violeta, o curso completo de todas las ciencias, dividido en siete lecciones para los siete días de la semana. Publícase en obsequio de los que pretenden saber mucho, estudiando poco”?. Por José Vázquez (pseudónimo). Madrid, 1772. (Hay otras ediciones posteriores, como la que figura en ““Obras escogidas de D. José Cadalso””, de la Biblio- teca Clásica Española de Daniel Cortezo y Ca, Barcelona, 1885). He aquí el pasaje que nos concierne (*“Sábado.—Sexta Lección.—Matemática?””): ““De la Geometría aprenderéis lo que son definiciones, axiomas, postulados, escolios y corolarios. Aprended bien los nombres, y nada más, de las figuras, como círculo, triángulo, isósceles, escaleno, rectángulo, cuadrado, pentágono, hexágono y todos los acabados en gono, que son voces campanudas, así como las siguientes: paralelipípedo, paralelógramo, diámetro, periferia, ete. Di- réis lo que es medir distancias accesibles, e inaccesibles, levantar planos, reducirlos de mayor a menor. Explicad como podáis la plancheta, cuadrante, transportador y otros instrumentos, de lo que hay un tratadito tan bonito, y tan chiquito, que se puede llevar colgado como dije de reloj. No os metáis en explicar igualmente la pantómetra (palabra compuesta de otras dos grie- gas que significan universal medida); no os metáis en eso, digo una y otras mil veces, porque el demonio del instrumentico ese tiene un tratado sólo para sí, y quiera Dios que baste. Alabad a la Geometría, no por conoci- miento propio, sino por lo que habéis oído a otros; y jurad in fide parentum, que ella es la basa de toda la Matemática. Citad a Euclides, Tacquet, Tos- ca, la Caille, Ozanam y otros que os vendrán a pedir de boca geométrica. Pasad a la artillería con la obra del Caballero San Remy; pero no en la ma- no, que es muy pesada, sino en extracto, esto es, con la lista de sus tratados y capítulos, y una ligera tintura de cada uno??. Luego dice, hablando de fortificación: ““pero bien me guardaré de caer en tan eraso error, y de induciros en el de tomar unas obras voluminosas. Por ningún caso consultéis más obras que algún libretillo francés que no tenga arriba de cien hojas, con márgenes de alto bordo: en ella encontraréis cuanto os importe saber??, ete. A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 289 ma operación, anotación, o cálculo, ete., se acostumbre hacer por varios procedimientos diferentes, que a una misma cosa se apli- quen diversos nombres, y es necesario conocer todo esto aunque no sea más que para entender y utilizar los trabajos realizados por otros facultativos que han adoptado técnicas distintas. Con fre- cuencia hay que ejecutar operaciones difíciles y delicadas con un instrumental reducido y ordinario, y otras veces hay que emplear aparatos de uso poeo común; ambas cosas requieren poseer cono- cimientos sólidos y extensos. Por otra parte, me parece evidente que es una gran ventaja para el profesional saber hacer las cosas del modo más perfecto, con la mayor precisión, por los métodos más variados y con los instrumentos más distintos, pues siempre estará en su poder acomodarse a las circunstancias, omitir perfee- cionamientos, tolerar mayores errores, conformarse con un mate- rial inadecuado, buscar la rapidez y la economía, etc., mientras que el que no ha aprendido más que la rutina de los instrumentos y métodos más corrientes resulta luego incapaz de salir de lo tri- llado, de ejecutar operaciones de cierta dificultad y, lo que es peor, de darse cuenta de cuándo es indispensable aleanzar mayor preci- sión o perfección en un trabajo, pues eree que todo es igual, que lo mismo da una cosa que otra y que lo poco que sabe debe servir para todo. Fundado en estas sólidas doctrinas, no he vacilado nunca en dar toda la cantidad de materia que la experiencia me ha demostrado ser posible en el tiempo de que se dispone, y eso es lo que he in- eluído en mis programas, desatendiendo la opinión de los que ereen perdido el tiempo que se invierta en aprender todo lo que no sea de uso diario y vulgar, teoría ésta ciertamente cómoda y que si sigue difundiéndose simplificará portentosamente la ense- ñanza universitaria, hasta el punto de que para encontrar aleuien que sepa verdaderamente, habrá que buscarlo entre los que ha- yan estudiado por su propia cuenta, prescindiendo de la supues- ta ayuda de tales centros docentes. (1) (1) “Reconozco que no es buena la exageración de los antiguos métodos que recargaban de trabajo las fuerzas intelectuales del niño. Pero es mil veces peor la exageración de algunos métodos modernos que siembran en el espíritu del niño la impresión de que con mínimos esfuerzos pueden lograrse grandes conquistas en los campos del saber””... ““Hoy ya no se vuela. A saltitos, menudos, tímidos, como de mujer coqueta, las inteligencias juveni- les en los métodos de ogaño, pretenden recorrer los horizontes infinitos de la 290 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Se encontrarán en mis programas algunas repeticiones: en su mayoría son sólo aparentes, refiriéndose a puntos que se tratan primero de un modo general y luego se profundizan, o se consi- deran especialmente en relación con otro instrumento o método, o que son puntos de gran importancia sobre los cuales conviene insistir en distintas ocasiones; de todos modos, he preferido re- petir a omitir, o a correr el peligro de que el estudiante pase por alto cuestiones esenciales, por no haber llamado suficientemente la atención sobre ellas. Además, he entendido que el programa debía ser suficientemente detaliado para dar clara idea del cam- po que se abarca y los puntos que se tocan en cada lección, y no estar, como es corriente, compuesto de generalidades cuyo alcan- ee queda sin precisar. Se verá igualmente, tanto en los programas como en la redac- ción de las lecciones, que a veces he detallado y concedido consi- derable espacio a cosas que pueden parecer demasiado elementa- les para merecer tanta atención; pero es que la práctica de la enseñanza me ha demostrado que esas materias sencillas a la par que muy necesarias, son con frecuencia las más descuidadas por los alumnos si el profesor no insiste expresamente en ellas, lle- eando a suceder que conocen mucho mejor otras cosas más difí- ciles y menos fundamentales. Por ejemplo, me he esmerado es- pecialmente en la cuestión de definiciones—muy mal atendida por los autores—, procurando sean exactas, claras y completas, pues como dijo el gran geodesta y topógrafo italiano Porro, “es necesario definir bien el sentido de las palabras empleadas si se Ciencia, Triste error. La carrera del sabio—erisol de perseverancia—se inicia desde los bancos de la escuela con la adquisición del hábito y el mé- todo del estudio, tanto o más quizás que con el de las nociones elementales que ella suministra. Y si estos hábitos y métodos no persiguen eficiente- mente el desarrollo intenso y ordenado de la aptitud para fijar la atención, de pensar con seriedad, y adquirir la mayor dosis de conocimientos y pa- sarlos a los dominios de lo subconciente, a objeto de aligerar los esfuerzos futuros de la mente, la preparación del alumno de estudios superiores estará falseada en sus mismos cimientos. Y es de vital interés para el Estado, fianza de su existencia y bienestar futuros, que estos cimientos sean sólidos y amplios...?”?, (Dr. Alejandro Rivas Vázquez, *“Tópicos de educación”?, conferencia pronunciada en Costa Rica). Obsérvese que todos estos concep- tos son completamente aplicables a la enseñanza superior, que no es a su vez sino una preparación profesional y—para las inteligencias elevadas—el cimiento de estudios ulteriores mucho más difíciles, A, Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 291 quiere ser comprendido””, y sobre todo, para evitar que el estu- diante se forme ideas falsas o del todo insuficientes. Para las cuestiones de especial importancia, he incluído varios métodos de resolución, en vez de limitarme a uno que me pare- ciera mejor. Lo mismo hacen, desde luego, muchos autores; pero conviene saber que no todos los profesores aplican este principio. Así, por ejemplo, varios graduados en los Estados Unidos me han asegurado que no se les había enseñado el manejo del aparato solar—invención precisamente norteamericana y que puede pres- tar verdaderos servicios—, por alegar los profesores respectivos que, a su juicio, era preferible aleuno de los otros métodos de orientación. Esto es ciertamente erróneo; en tales asuntos, el alumno debe conocer los principales métodos, para que pueda aplicarlos y elegir entre ellos (1). Algunos de mis buenos alum- nos, después de años de práctica, me han declarado que preferían ciertos métodos que yo les había enseñado, pero que no les había recomendado como los más ventajosos, y considero esto muy na- tural; tiene que haber preferencias individuales, basadas en el mayor o menor gusto por los cáleulos, o por la observación ins- trumental, etc., aparte de las exigencias tan variables de la pre- eisión requerida, medios de que se disponga, oportunidad y tan- tas otras cosas. Limitarse a enseñar un solo modo de hacer las eosas, es, por lo tanto, ecohibir eonsiderablemente al alumno en su futura práctica profesional, y estrechar su horizonte en forma que para muchos será definitiva. Y hay que fijarse en que pre- (1) André Beaunier ha dicho recientemente que la tarea del profesor consiste, no sólo en dar ideas a sus discípulos, sino sobre todo en capacitar- les para la elección (*“les former au choix””) de las ideas; ahora bien— observo yo—, para elegir hay que comparar y para comparar hay que cono- «er bien las cosas que se comparan. En otro pasaje dice el mismo escritor: “Vous jugez une idée par ses conséquences? Mas oui, trés volontiers. Et les amateurs d'idées, jugeons-les sur les conséquences des idées qu'ils ont préconisées sans prudence. Ils nous raméneraient á la barbarie; ou ils nous méneraient á une barbarie nouvelle. Car, désordre et barbarie c'est tout un: nul désordre n”est pire que désordre des idées, vraies et fausses, contra- dictoires. Et le long effort de 1"humanité, son meilleur effort ou la civi- lisation, comme on dit, consiste á séparer les idées vraies et fausses, consiste á choisir les idées”?. Es lo que siempre ereí al juzgar los métodos de ense- ñanza por sus resultados, al buscar constantemente el máximo ordenamiento posible en el estudio de cada materia, y tratar de poner a los alumnos en «ondiciones de escoger entre los diversos instrumentos, métodos, etc. 292 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cisamente la dificultad capital en la práctica de la Topografía estriba en que cada caso particular se debe resolver por un mé- todo particular, o con más frecuencia aún, por una combinación particular de métodos que es la única que puede alcanzar el máxi- mo de economía a la vez que la obtención de los detalles suficien- tes y la precisión debida. A la sección que trata de la brújula le he concedido bastante extensión, no sólo por la importancia que ha tenido este instru- mento en Agrimensura y la que aún conserva para muchos fines, ya en ésta o ya en Topografía, sino porque—desde el punto de vista didáctico—se presta admirablemente a desarrollar con cela- ridad métodos y procedimientos, tanto para los trabajos de cam- po como para los de gabinete, que son en realidad fundamentales y forman la base de los que más se aplican con los instrumentos modernos (teodolitos deelinados, tránsitos, ete.), quedando así preparada y simplificada la explicación y comprensión de estos últimos. También la plancheta, aunque desusada ya en Agri- mensura, tiene para la enseñanza la eran ventaja de que permite al estudiante darse cuenta, con esa claridad propia de las solucio- nes gráficas, de los principios fundamentales de todo levanta- miento topográfico; por eso he dedicado a este instrumento cier- ta atención en el programa de Agrimensura, a los comienzos de la Planimetría, dejando para el curso de Topografía el tratarle con el detenimiento a que se ha hecho acreedor en esta última materia. Las verificaciones y correcciones vienen explicadas en todos los casos a continuación del empleo de los instrumentos, en vez de ponerlas inmediatamente después de la descripción de éstos como hacen muchos autores, pues desde que comencé a dar clases de estas materias pensé que el conocimiento del manejo y técnica de un instrumento facilita la comprensión de las condiciones que debe éste cumplir y la manera de realizarlas, y luego he visto que ésta es la misma opinión del profesor austriaco Hartner (1). Obsérvese, finalmente, que ese empeño de obtener una instrue- ción sólida en todo lo fundamental, que mencioné desde el prin- (1) “Was ferner die Rektifikation der Instrumente betrifft, so ist der- selben im vorliegenden Buche immer der Gebrauch (die Gebrauchsanweisung) vorausgeschickt, weil hieraus am besten hervorgeht, welchen Anforderungen ein Instrument genúgen miisse, damit es richtige Resultate gebe. Auf diese Weise sieht der Lernende den Gang der Priifung und Rektifikation besser A, Ruiz y Cadaiso: La Topografía y la Agrimensura. 293 cipio de esta sección y del que acabo de hablar con respecto a la brújula y la plancheta, es especialmente necesario en Topografía y Agrimensura, pues son materias cuyo nervio está formado por ciertos '“métodos fundamentales”? de los que se derivan otros tantos '“srupos de métodos””, que si no se poseen bien no se pue- de en realidad dominar estas cuestiones ni usar con verdadero conocimiento de muchas cosas que a primera vista parecen no tener relación con aquellos fundamentos; así, todos los instru- mentos y todos los métodos que en el fondo se basan en el prin- cipio de la orientación magnética, aunque parezcan tan diferentes como la brújula de agrimensor respecto al teodolito declinado, o tan poco relacionados como la lectura directa de rumbos res- pecto a la orientación numérica del limbo goniométrico, son sin embargo en realidad la misma cosa en lo sustancial, y más aún que los detalles de cada uno lo que hay que eonocer perfectamen- te son los principios básicos de este erupo de instrumentos y procedimientos, que provienen de uno solo “*“fundamental””. Es- to explica, muchas veces, el detenimiento con que he tratado cier- tas materias en los programas de ambas asignaturas. * * * El complemento natural de este trabajo de formar y perfeccio- nar los programas era escribir las lecciones correspondientes, y en efecto, comencé a hacerlo desde fecha ya lejana, habiendo pu- blicado en la Revista Ge Construcciones y Agrimensura aleunas lecciones enteras y fragmentos o extractos de otras, que después se han reimpreso. Pero multitud de ocupaciones, la ejecución de otros trabajos técnicos y académicos, así como estudios de muy diversa índole, y sobre todo mi mal estado de salud, me han ve- nido impidiendo adelantar en esa labor, que no era tan indispen- sable, desde luego, como la primera y cardinal referente a los programas y como la atención diaria a las clases y otras muchas obligaciones universitarias. (1) ein, ja er findet ihn zum Teile selbst, was immerhin von groesserem Nutzen sein diirfte, als wenn dieser Gang fast rezeptenartig vorgeschrieben und daenn erst der Gebrauch des Instrumentes erklaert wird”. (*“Hand,—und Lehrbuch der niederen Geodaesie??.—Vorwort). (1) Hay que advertir a este respecto que durante 16 años desempeñé to- dos los trabajos de mi Cátedra sin contar con Catedrático auxiliar, Ayudante facultativo, ni Conservador del material, plazas de que se hallan provistas 294 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Trato ahora de continuar metódicamente dicha tarea con la presente publicación, apelando a hacer ésta por cuadernos para no demorarla más y que se pueda ir utilizando lo ya ejecutado tan pronto como se termine. La necesidad de iniciar el estudio de la Aerimensura con una serie de lecciones que constituyen una introducción a la vez a la Topografía y a la Agrimensura, así como de estudiar la Plani- metría general—rama primera de la Topografía—antes que la Agrimensura propiamente dicha y las ramas que la completan, toda vez que puede decirse que la Agrimensura es una aplicación inmediata de la Planimetría; la precedencia que, sin embargo, debe tener la asignatura de Agrimensura con respecto a la de Topografía, puesto que realmente hoy se considera la Topografía, tomada en toda su extensión y en sus especializaciones, como ciencia superior a la Agrimensura, de mayores dificultades, más numerosas aplicaciones y más vastos horizontes, que la vienen a poner en contacto por último con la Geodesia por un lado y con la Geografía y la Geología por otro; y en fin, las estrechas y com- plejas relaciones que como se ve guardan entre sí las dos asigna- turas mencionadas, me han hecho desistir de agrupar en obras distintas las lecciones propias de cada una de ellas, prefiriendo queden en un solo cuerpo de doetrina bajo el rubro común de LECCIONES DE TOPOGRAFTIA Y AGRIMENSURA. No obs- tante, para mejor orden y mayor conveniencia de los alumnos y lectores, aeruparé en cuadernos distintos el programa y las lec- ciones correspondientes a cada asignatura, comprendiendo en la “Primera serie”? de dichos cuadernos el “Curso de Agrimensu- casi todas las Cátedras de carácter práctico; después he tenido un Ayudante. Por otra parte, no era procedente emprender la redacción de muchas leccio- nes sin tener todavía suficientemente perfeccionados los programas que les. habían de servir de base, lo cual se hacía imposible, porque durante el lar- go período antes mencionado el Plan de Estudios mantuvo reunidas en un curso la Geodesia y la Topografía, lo que obligaba a realizar un esfuerzo extraordinario al Profesor y a los alumnos e impedía desarrollar en la for- ma debida no sólo dichas materias sino también la Agrimensura, por razo- nes que se verán en la Lección 13, y no conseguí eliminar esta dificultad hasta después de muchos años de gestiones y trabajos, aprovechando la reor- ganización de la Escuela de Agronomía en 1916. Además, el desarrollo de ciertas cuestiones interesantes y la obtención de muchos datos valiosos que el lector no encontrará en las obras corrientes, han requerido largas y pe- nosas investigaciones personales en Cuba y en el extranjero. A, Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 295 ra*”, y en la “Segunda serie”? el “Curso de Topografía””, que así podrán llegar a formar volúmenes separados. En la Agrimensura, he seeregado la Agrodesia de la Agrimen- sura propiamente dicha, y omito la Agrimensura legal, que co- rresponde estudiar en las asignaturas de Legislación que se cursan en varias carreras. He hecho una distribución verdaderamente sistemática de las materias de la Topografía, dividiéndola en Topografía general, especial y aplicada y subdividiendo cada una de ellas en diver- sas ramas. He formado una rama (que denomino “Topografía superior”?”) con el estudio de la precisión y perfeccionamientos de los instrumentos y métodos, y todo lo concerniente a los le- vantamientos de gran extensión, principalmente la teoría general de la triangulación, con lo cual se prepara y facilita el estudio ulterior de la Geodesia, y se enseña esas nociones a los alumnos que no cursan esta última. La Topografía de precisión y la To- pografía catastral se dejan para estudiarlas con la Geodesia, y omito la Topografía aplicada, que corresponde a las asignaturas de Ferrocarriles, ete. Se verá que concedo una gran importancia—nada acostumbra- da en los autores—al elemento histórico, no sólo bosquejando expresamente la historia de estas ciencias, sino considerando este aspecto cada vez que se presenta la oportunidad. Los que estu- dian sin ocuparse de cómo se han realizado los progresos nece- sariós para llegar al estado actual, sólo pueden compararse al que viaja dormido, sin darse cuenta del camino que recorre ni ver las cosas importantes o de interés que hay en el país; esa es una de las razones que tengo para explicar ciertos instrumentos o métodos ya anticuados, pero que siempre merecerán atención por este concepto. Ninguna persona capaz de llegar a adquirir ver- dadera cultura podrá pensar que no le importa saber la marcha que han seguido los conocimientos y la técnica; y es grosera in- gratitud relegar al olvido los nombres y los triunfos de aquellos que inventaron todo lo que hoy nos está sirviendo, directa o in- directamente. Conveneido de que la sencillez unida a la precisión son cosas esenciales en el lenguaje didáctico, he adoptado diversas palabras de fuente respetable, pero que aún no están en uso corriente, al menos en nuestro idioma, como ““Agrodesia””, ““agrimétrico””, “longímetro”” y sus derivados, ““poligonación””, ““poligonal”” (en 296 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sentido topográfico), “nivelación diferencial””, **nivelación por radiación””, ete., y también otras que no se acostumbra aplicar en estas materias, como “técnica”; he tomado a la Geodesia las expresiones “ángulo de dirección ””, ““paralela””; y aun he ideado varias denominaciones que me han parecido necesarias o más correctas que las ya en uso, como ““recorrido”” (poligonación to- mando detalles), “transversal?” (poligonal apoyada en puntos conocidos de un rodeo), “sistema radial, o lineal”? (de unidades angulares), ““nonio fraecionado””, ““nonio superpuesto””, “ángulo absoluto”?”, “ángulo de inflexión”? (en vez de “deflexión””), ““orientación magnética””, “orientación numérica'? y ““orienta- ción mecánica”? (de un instrumento), “método de narración o deseripción””, ““meridiana arbitraria”, Topografía “general”, ““especial””, ““aplicada””, ““superior””, ““urbana””, etc. Y en ge- neral, he dedicado gran atención a la corrección de los términos empleados, tratando de evitar que los alumnos incurran luego en ciertos barbarismos que se van introduciendo entre nosotros, como ““traversa””, ““chequear””, ““plato”*” (por **placa*” o ““plan- cha””), y otras locuciones que no son las más adecuadas en buen castellano, como “experto”? en vez de ““perito””. Acepto, sin em- bargo, la palabra ““control””, que va naturalizándose en español y cuya primordial acepción francesa, que implica la idea de com- probación o confronta, la hace excelente para emplearla en To- posrafía en el sentido de eficaz inspección y regulación de las operaciones y especialmente de la exactitud y precisión de éstas; en inglés tiene además dicha palabra una acepción de *“dominio””, relacionada con la anterior, que también puede convenirnos en ciertos casos. Con el deseo de que queden incorporadas a esta obra algunas investigaciones que he hecho, así como de que pueda servir al- gunas veces de obra de consulta a los profesionales y no mera- mente de libro de texto a los estudiantes, he incluído ciertas ma- terias que no son indispensables para estos últimos, procurando en ocasiones diferenciarlas de las de mayor importancia por el empleo de un tipo de letra más pequeño, o colocándolas en for- ma de apéndices a las lecciones (1); pero cuando la materia no (1) Los apéndices de mucha extensión se imprimirán en “cuadernos complementarios”? distintos de los que contienen las lecciones, para que formen cuerpo aparte de ellas. A, Ruiz y Cadaiso: La Topografía y la Agrimensura. 297 se ha prestado a ello, he prescindido de tales distinciones, seguro de que el buen estudiante muy pronto se da cuenta de la impor- tancia relativa de cada cosa, así como el malo da a todas las eo- sas la misma importancia, esto es, tan poca como le sea posible. Debe tenerse presente, por otra parte, que existen aleunos alumnos sobresalientes, ansiosos de profundizar y que tienen ver- dadera sed de conocimientos, a quienes se les debe conceder algo superior a lo que basta para el vulgum pecus, pues éstos, aunque pocos, son los que realmente merecen y justifican los esfuerzos y desvelos de un buen profesor; a ellos dedico, en efecto, mucho de lo que he puesto en estas lecciones. (2) Para facilitar, además, a tales alumnos la ampliación de sus estudios en los puntos que no procedía desarrollar aquí, así como para indicar a todos la conveniercia de estudiar por su cuenta otros puntos que se hallan en el mismo caso, he puesto al final de ciertas lecciones algunos '*Temas de estudio””, destinados a lla- mar la atención sobre tales cuestiones y a formularlas de un mo- do elaro y concreto. A dichos temas se agregan *““Preguntas””, ““Problemas”” y “Ejercicios prácticos”? de diversas clases, en eu- ya utilidad no es necesario insistir. No he olvidado, sin embargo, que escribía principalmente para los alumnos de la Universidad, y, por lo tanto, me he ceñido ge- neralmente al desarrollo de mis programas, que como antes dije, contienen sólo lo que realmente puede tocarse en un eurso acadé- mico, y he tratado a la vez de dar a cada lección una extensión tal que la sustancia de ella pueda efectivamente explicarse en una hora de clase. Por esto he omitido numerosos asuntos que podrán consultarse en obras más extensas o especializadas. He procurado tratar el mayor número posible de cuestiones con suficiente detenimiento y amplitud para que resulten expli- cadas con toda claridad y quede consignada mayor cantidad de (2) M. Herriot decía hace poco en la Cámara de Diputados francesa, con gran aprobación de sus oyentes: **El presupuesto de instrucción pública de- be tener por objeto asegurar la formación de élites??, Este acertado criterio de lo que debe ser la más elevada función de la enseñanza difiere radical- mente del que impera en otros países donde se procde como si ella hiciera lo suficiente con producir una gran cantidad de profesionales mediocres, o francamente ineptos. Y con igual razón pudiera decirse que un buen libro es aquel que es capaz de formar ““elegidos””, gente escogida, de verdadera competencia y capacidad. 298 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. datos, hechos, reglas y observaciones de la que a primera vista puede parecer necesaria; ya sé que esto resulta enojoso para mu- chos, pero aquellos pocos a quienes antes me he referido lo agra- decerán; sobre todo, la experiencia me ha demostrado que la excesiva concisión resulta muy perjudicial, pues he visto infini- dad de dudas, dificultades y errores originados por la brevedad —que casi siempre trae consigo ambigiedad—de muchos autores (antigua es la máxima ““brevis esse laboro, obscurus fio””, tra- tando de ser conciso me hago oscuro), y el no consignar ciertas cosas produce a la larga la pérdida completa de su conocimiento. ¡Cuánto daríamos hoy, por ejemplo, los que nos dedicamos a es- tas materias, porque nuestros antiguos autores hubieran sido mucho más explícitos y extensos sobre tantas cuestiones impor- tantes de Metrología y Agrimensura cubanas, que hoy tratamos de descifrar como jeroglíficos! Y las preguntas y consultas que a cada paso hacen no sólo los alumnos, sino los ya graduados hace años, se refieren con suma frecuencia a cosas sencillísimas y que siempre se explican en clase, pero que por lo visto no se ha insistido en ellas tanto como lo necesitaba un buen número de individuos. Hay muchos que creen—especialmente en los Estados Unidos y en Cuba—que el desideratum es la “simplificación””, enten- diendo por esto el dar a todo el carácter más somero posible, y hasta llegan a figurarse que eso constituye un envidiable progreso y una superior civilización. Pero están muy equivocados. Por sensible que sea, “civilización”? no es sinónimo de ““simplifica- ción””, sino muy al contrario, de ““complicación””, y el progreso no ha consistido nunca en reducciones, sino en aumentos; si el palacio es superior a la choza, es precisamente porque es más grande, más intrincado y más costoso. * * * Claro está que, en la enseñanza, toda esa teoría ha de ir acom- pañada de los trabajos prácticos correspondientes. Como puede verse en las *“Reglas del curso?” para estas asignaturas y en la ““Reseña”” de cada una de ellas, las clases en el aula se comple- mentan y alternan con prácticas de campo y de gabinete cuida- dosamente reglamentadas y que se ajustan a su vez a un progra- ma detenidamente estudiado en general y en sus detalles, el cual se modifica de tiempo en tiempo según la experiencia aconseja A. Ruiz y Cadalso: La Topografía y la Agrimensura. 299 o las cireunstancias permiten. A estas “prácticas de clase””, realizadas por todos los alumnos colectivamente bajo la direc- ción inmediata del Profesor y su Ayudante facultativo, se agre- gan tan pronto como aquéllos tienen la preparación suficiente, *““prácticas de grupo”” distintas, que verifican pequeños grupos de dos o tres alumnos separadamente y con aleuna independen- cia, a fin de que se acostumbren a trabajar solos y resolver sus problemas sin esperar instrucciones especiales para cada caso ni una continua dirección superior, habiéndose buscado al propio tiempo el modo de ejercer completo control sobre la exactitud de tales trabajos aislados. Además, en la asignatura de Topo- erafía se aprovechan los principios del eurso, mientras los alum- nos no tienen la práctica suficiente para trabajar por su cuenta en esa materia, para que amplíen, por grupos, las prácticas de Agrimensura, ejercitándose sobre todo en el empleo de los mejo- res instrumentos y métodos de levantamiento planimétrico, orien- tación, etc. Análogamente se aprovechan los principios del curso de Geodesia para completar las prácticas de Topografía supe- rior, y entre ellas determinar la precisión de ciertas operaciones de Agrimensura y de Topografía, lo cual sirve a la vez para prae- ticar la Teoría de los errores y el Método de mínimos cuadrados con que comienza el estudio de la Geodesia. Por último, los tra- zados de carreteras y de ferrocarriles que en las respectivas asig- naturas hacen los alumnos de quinto año, son asimismo prácticas adicionales de levantamiento planimétrico, de nivelación y de le- vantamiento altimétrico. * * Y econ esto termino, pidiendo se execusen al presente prólogo ciertos desarrollos doctrinales y menciones de ejemplos prácticos en que he entrado para dar una idea de las deficiencias de que adolece con harta frecuencia esta rama de la enseñanza, y para dejar claramente explicados el espíritu que ha presidido y los principios en que se han basado tanto mi labor en la Cátedra co- mo el plan de la presente obra. Bien sé, en efecto, que algunos estimarán superfluos tales detalles, pero quienes esto piensen per- tenecerán probablemente a la categoría de los que en el fondo creen que, en materias de enseñanza, todo sobra. Habana, 1922, ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS ESCUELAS NORMALES DE CUBA (1) POR LA SRTA. CARIDAD GONZALEZ Y VENEGAS Graduada de la Escuela de Pedagogía ““TIl ny a pas d'enseignement public sans les écoles normales??. Jules Ferry. Origen e importancia de las Escuelas Normales. Antes de abordar el estudio de las Escuelas Normales en Cu- ba, ereo pertinente exponer, aún cuando sea de un modo somero y rápido, el origen de tales instituciones. Aunque la denominación de normal aplicada a un instituto, es- cuela o establecimiento dedicado a la preparación de maestros de instrueción primaria, no comenzó a usarse hasta 1795, en que se fundó en París, bajo la dirección de los más ilustres hombres de ciencia de Francia, una escuela normal, no era ésta cierta- mente la primera institución dedicada a dicho objeto que apa- rece registrada en la historia de la pedagogía. Ya a fines del siglo XVII, en la misma Francia, en Reims, el religioso Juan Bau- tista La Salle, fundador del Instituto de los Hermanos de la Doc- trina Cristiana, creó igualmente, como un anexo a dicha insti- tución religiosa, el Seminario de los Maestros de Escuela, que podemos considerar como el primer ensayo de una escuela pre- paratoria de maestros. Esta fundación de La Salle primeramente estaba destinada a instruir a los maestros rurales. Al Seminario fundado en Reims siguió el creado en París con el mismo objeto por La Salle, al que se unió una escuela para niños pobres. (1) Tesis para el grado de Doctor en Pedagogía. Se publica por reco- mendación del Tribunal, Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 301 A la fundación de La Salle siguieron cronológicamente las de su contemporáneo Augusto Hermann Francke, el gran innova- dor alemán, creador del Pedagogium y otras instituciones cono- cidas en Alemania aún en la actualidad con el nombre colectivo de Franckesche Stiftungen. Entre ellas hallamos el Seminarium praeccepterum que fundó en Halle, en 1696, y que ya es una ver- dadera escuela normal en el sentido moderno, pues su objeto, como su título lo indica, era la preparación de los maestros pa- ra la enseñanza. Las Franckesche Stiftungen existen todavía en Alemania, habiéndose transformado, si no en el espíritu, en los métodos, conforme a los adelantos pedagógicos de dos siglos. Anteriormente he hecho mención de la Escuela Normal creada en París en 1795, por decreto de la Convención de 9 brumario (30 de Octubre) por el que se decidía la fundación en dicha ciu- dad de una Escuela Normal en la que, según las palabras del de- ereto, “serían convocadas de todas las partes de la República los ciudadanos ya instruídos en las ciencias útiles, para apren- der bajo la dirección de los profesores más notables en todos los ramos, el arte de enseñar””. La denominación de normal era de creación nueva. El con- vencional Lakanal, expresó el sentido de la palabra en su infor- me a la Convención : “Normales, del Latín norma, regla. Estas Escuelas deben, en efecto, ser el tipo y la regla de todas las otras”. El objeto de estas escuelas es por lo tanto, preparar científicamente a los que han de instruir a la niñez por medio de los mejores métodos de enseñanza. Refiriéndose a tales ins- tituciones, decía Jules Ferry: “No hay enseñanza pública sin Escuelas Normales””, y por esta frase del eran Ministro francés puede comprenderse la inmensa importancia que para el des- arrollo de la educación nacional tienen los establecimiento des- tinados a la instrucción de los maestros. La Escuela Normal, como ha dicho acertadamente el Dr. Al- fredo Aguayo, “no es un instituto de segunda enseñanza para los maestros; no es un centro de cultura general consagrado a formar personas instruídas; es un instituto profesional, organi- zado para formar técnicos, hábiles en el oficio de educar””. En nuestro país siempre fué aspiración de los cubanos más eminentes por su talento o por su saber, la creación de institutos de esta clase, y la historia de las vicisitudes por las que han pa- 302 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sado tan nobles proyectos hasta la fundación de nuestras actua- les Escuelas Normales, es el asunto de esta disertación. 10 La instrucción pública en Cuba a fines del siglo XVIII y principios del XIX. La instrucción pública en Cuba no comenzó verdaderamente a organizarse hasta la época del gobierno de Las Casas, al ser fundada en 1793 la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Un historiador de nuestra enseñanza (1) llama al período que finaliza con la fundación de la benemérita sociedad, la época primitiva. Aún cuando la instrucción superior no se hallaba a eran altura, sin embargo, no estaba en el estado de abandono completo en que se encontraba la primaria. Ya desde 1728 con- taba la Habana con la Universidad Pontificia y en el Colegio Se- minario Real de San Ambrosio y San Carlos, lo mismo que en los conventos de La Merced, San Agustín y San Francisco se ense- ñaba gramática latina, filosofía y teología, disciplinas que tam- bién se profesaban en algunas otras instituciones de la misma clase en Santiago de Cuba, Saneti Spíritus y Puerto Príncipe. La Habana tan sólo contaba con una escuela pública para va- rones fundada por Juan Francisco Carvallo, fallecido en 1718 y que dejó un legado para su sostenimiento y para un hospital de convalecientes. Fué establecida en el convento de los Padres Belemitas y el Gobierno más adelante la costeaba, quedando su- primida en 1853 al pasar a poder de la Compañía de Jesús el re- ferido convento. Las escuelas privadas eran siete. Por Real Decreto de 8 de Enero de 1794 se dispuso la creación en la Habana de dos escuelas públicas gratuítas, una para niñas y otra para varones, para el sostenimiento de las cuales la Real Sociedad Económica hizo grandes esfuerzos proponiendo la erea- ción de nuevos impuestos y ocupándose en la formación de un reglamento para la misma. El reglamento vió la luz el 24 de (1) Pelayo González de los Ríos. Véase en las Memorias de la Real So- ciedad Económica y Anales de Fomento, serie 523, tomo IX, Habana, 1864, su ““Ensayo histórico-estadístico de la Instrucción Pública en la Isla de Guba?”; Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 303 septiembre de 1794 y en él se consignaba que “convencida de que sus desvelos y afanes sobre la institución de escuelas gra- tuítas de primeras letras serían infruetuosos y malogrados si se dejase al arbitrio de los maestros que han de ser en tiempo el método de enseñanza, había resuelto que las escuelas a manera de las llamadas normales tuviesen constantemente un arreglo in- variable, a menos que la misma sociedad, para darle mayor per- fección acordase alterarlo””. Por este reglamento se señalaba a cada maestro un sueldo de $600.00 anuales, pero dos años más tarde, la misma Comisión que lo había redactado opinaba que era un sueldo excesivo. A leer, escribir y contar estaba reducida toda la enseñanza en las escuelas primarias, aún en las mejor organizadas. La gramática castellana y especialmente la ortografía, la en- señaba únicamente un maestro llamado Lorenzo Meléndez, de color, que tenía una escuela en la calle Habana, con 120 alumnos y era la más concurrida de todas las de su clase. Esta deficiencia se debía a la ignorancia de los que ejercían la profesión del Magisterio: eran personas completamente incapa- citadas para la enseñanza, de dudosa moralidad en su mayoría, casi todos de color, siendo muchos de ellos individuos que no ha- bían tenido éxito en ninguna empresa ni ocupación y que espe- raban así encontrar un medio de ganarse la subsistencia. No se les exigía títulos ni certificado aleuno de sus conocimientos, bas- tándoles una licencia que les expedía el ordinario eclesiástico para enseñar religión, licencia que pocos se ocupaban en obtener. En 1795 se creyó oportuno trasladar a la Habana a los religio- sos de San Sulpicio que tenían en Nueva Orleans, que era pose- sión española, un colegio acreditado. Ese proyecto no llegó a realizarse, pero desde entonces empezó la fama de los colegios norteamericanos y todas las familias acomodadas enviaban sus hijos a dichos colegios, siendo tal la emigración de la juventud que el gobierno hubo de tomar medidas para prohibirlas. Las Escuelas que tenían mejor organización eran las privadas, no dejando por esto de ser muy deficientes a causa de la inca- pacidad de sus directores y maestros. El problema de la instrucción pública no parecía preocupar mucho. Sin embargo el 11 de Diciembre de 1801 fué presentado a la Real Sociedad Económica un informe firmado por Fray Ma- nuel Quesada en el cual pedía, entre otras mejoras, que los aspi- 304 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. £ rantes a Maestros, además de hacer plena información de “vita et moribus””, fuesen examinados *“en las reglas de su arte””, pi- diendo que ese examen se hiciera extensivo a la gramática cas- tellana por ser esa materia desconocida de la mayoría de los pro- fesores. Agregaba que debía señalarse a cada maestro el número de niños que debía enseñar gratuítamente y también el número de aquellos que debían pagar por su instrucción. Según el referido informe, había ya en la Habana 71 escuelas a las que acudían más de 2,000 niños de ambos sexos. En el in- forme se hace alusión a algunos maestros cuya ignorancia era tanta que desconocían hasta el número de alumnos que tenían. Este informe tuvo favorable acogida en la Sociedad y con mo- tivo de las razones que en él aparecen se formó una Junta de Go- bierno de las escuelas, Junta que fué el principio de la Sección de Educación. Era necesario también mejorar la condición de las niñas, sobre todo las pertenecientes a la clase pobre: en el convento de re- ligiosas Franciscanas Observantes se educaban niñas desde los 7 años, pero estas eran pensionistas. Por los años de 1799 a 1803 llegaron a la Habana las monjas Ursulas, de Nueva Orleans y establecieron una escuela para ni- ñas en la Casa de Beneficencia. Más adelante, en 1816, en que nació del seno de la Sociedad Económica la Sección de Educa- ción, una comisión nombrada para visitar las escuelas de niñas informaba que las únicas dignas de elogios eran las de las monjas Ursulinas y de San Francisco de Sales. Por aquella época vinieron a la Habana varias señoras extran- jeras dedicadas al Magisterio y comenzaron a enseñar historia, lenguas vivas, mitología, dibujo, baile y música, despertando el entusiasmo y la emulación en los maestros y los padres al some- ter sus alumnas a exámenes públicos, verificándose los primeros en Agosto de 1819. La Sección de Educación no se cireunseribió solamente a las escuelas de la Habana sino extendió sus influencias hasta las es- cuelas del interior. Con el objeto de conocer el estado de las escuelas de la Isla, el Capitán General Don José de Cienfuegos dirigió circulares a todas las autoridades para que remitiesen en un plazo dado todas las notas relativas a las escuelas de sus ju- risdicciones. No se cumplieron las órdenes y no se logró el resul- tado apetecido y la Comisión encargada de recibir los datos no Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 305 pudo ofrecer su trabajo hasta el 20 de Marzo de 1817, y esto de un modo incompleto. Puede decirse que aproximadamente ha- bía entonces unas 120 escuelas en toda la Isla, (1816 a 1817). Pe- ro no todas eran públicas: la Habana, Sancti-Spíritus y Grines eran las únicas poblaciones que tenían escuelas gratuítas. En medio de aquella postración en que yacía la instrucción pri- maria aparecen algunos destellos que anunciaban aleún próximo mejoramiento. El 18 de Octubre de 1817, Don Nicolás Ruiz en un discurso expone a la Sección de Educación grandes reformas en la enseñanza, en los métodos, en la disciplina y en todos los problemas escolares; y propone que cada maestro remita men- sualmente un estado dando cuenta del orden interior, de los pro- eresos de sus alumnos, ete. Además indica, que debe nombrarse una comisión cuya única función sea visitar las escuelas 4 veces al mes por lo menos; pide que en cada población del campo que tenga de 200 a 1000 almas se establezca una escuela pública or- ganizada bajo el mismo plan que las de la ciudad, siendo a cargo del Ayuntamiento más cercano su sostenimiento a menos que los vecinos tomen el acuerdo de costearlas. Propone igualmente que en los pueblos de 1000 a 6000 almas haya 4 escuelas siendo una eratuíta y convencido de que es necesario el estímulo, cree debe haber premios para los maestros; pero aún pide más: propone que se organice una escuela central que sea como un foco donde se reunan y se esparzan los buenos maestros. Deberán cursar en ella algunos meses—dice—los individuos que se dediquen a la enseñanza en el campo y por este medio al paso que adquirirán el grado de perfección “que debe ser el blanco de nuestras tareas, lograrán otros conocimientos relativos al sis- tema adoptado que contribuirán a hacerlo uniforme y a dar un impulso general y simultáneo al espíritu público””. Para establecer esa escuela central recomienda que se escoja la más sobresaliente de las que existan y '“en caso de introducir alguna mejora, deberá empezar por ella”?. A los individuos que cursan sus estudios en esa escuela central se les expedirá un Cer- tificado que será suficiente en cualquier época para dedicarse libremente al magisterio. Acercándonos al año 1830 encontramos que en la Habana ha- bía ya 6 escuelas gratuítas para varones y 8 para niñas; además 65 privadas, de las cuales 38 eran academias para niñas y 17 de las llamadas amigas, contando por todo unos 4,884 alumnos de 306 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ambos sexos. Entre las escuelas gratuítas que en aquella época figuraban como mejor organizadas, merecen citarse, las de los P. Belemitas, Franciscanos, Dominicos y Mercenarios, las de las R.R. M.M. Claras, Catalinas, Teresas, Ursulinas, San Francisco de Sales; la de niños y niñas de la Beneficencia y la que en Regla sostenía el Real Consulado. También debe hacerse constar aquí que la Real Sociedad Patriótica, costeaba la educación a 125 ni- ños pobres en 5 escuelas privadas. La Sección de Educación, incansable en su empeño de mejorar la enseñanza, quería por todos los medios a su alcance, difundir la instrucción y elevar la condición del maestro. Procurando extender su influencia a los campos, estableció juntas rurales pa- ra la inspección de dichas escuelas. En 1836 se nombraron ins- pectores para las escuelas tanto públicas, gratuítas, como priva- das, fijándose las atribuciones de esos funcionarios mediante los estatutos que ya habían sido aprobados por la Real Orden del 12 de Septiembre de 1831. Todos los individuos que contaba la Real Sociedad Patriótica en su Sección de Educación y en las dipu- taciones del interior de la Isla, serían inspectores escolares, así como también otras personas de ilustración e influencia. En realidad notábase ya algún adelanto en nuestras institu- ciones de enseñanza primaria y no era escaso el número de los que recomendaban la adaptación en nuestras escuelas de sistemas y métodos ya implantados en otros países. El sistema lancas- teriano, desde 1820 se estaba dando a conocer en nuestras escue- las más acreditadas. También eran muchos los que pedían re- formas en la disciplina hasta entonces y hasta muchos años des- pués, extremadamente dura y humillante. Ya a los que habían de dedicarse a la enseñanza se les exigía un título, que era más bien una licencia dada por el Capitán Ge- neral, previo examen que sufrían los aspirantes. El examen se reducía a ser interrogado por tres profesores públicos ante el Presidente y Secretario de la Sección de Educación de la Socie- dad Económica, sobre las materias siguientes: lectura, escritura y gramática castellana, teniendo antes que acreditar mediante un Diploma expedido por el Diocesano que conocía la doctrina cristiana. Además habían de escribir sobre un tema de moral, religión o cosa análoga, tema que les era entregado por el Secre- tario tres días antes del examen. Las que solicitaban establecer escuelas de amigas, sólo habían Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 307 de hacer constar su honorabilidad sin necesidad de someterse a examen. También existía otra clase de maestros llamados doctrineros o profesores ambulantes que se ganaban la subsistencia dando lee- ciones en las fincas y caseríos. A estos tampoco se les exigía muchas condiciones. TI Proyecto de Fundación de una Escuela Normal Lancasteriana.— Célebre informe de Don José de la Luz y Caballero sobre el Instituto Cubano.—Nuevos proyectos para la fundación de una Escuela Normal. A pesar de los esfuerzos realizados por aleunos, las escuelas mejoraban muy lentamente. Los maestros seguían siendo casi tan deficientes como en años anteriores. Ya desde 1797 comenzó a conocerse en Europa el llamado sis- tema mutuo o lancasteriano, ideado por el eclesiástico inglés An- drés Bell y por su compatriota José Lancaster, sin que ninguno de los dos tuviera conocimiento de los trabajos que en este sen- tido realizaba el otro. (1) Bell obtuvo el apoyo de casi toda la nobleza de su país y des- pués de haber creado numerosas escuelas con arreglo a su siste- ma, murió dejando una gran fortuna que legó a diferentes ins- tituciones de enseñanza. Lancaster vióse más tarde abandonado de todos, teniendo que emigrar a América en 1820. En Colombia obtuvo la protección de Bolívar y allí fundó gran número de escuelas, pasando después a los Estados Unidos donde murió en la mayor miseria. Tal innovación en el campo de la pedagogía había de tener alguna resonancia en nuestro país, y con satisfacción podemos decir que el sistema mutuo se aplicó en Cuba en el mismo año en que Lancaster llegaba a las costas del continente americano. (1) El viajero Della Valle afirma haber encontrado ya este sistema es- tablecido en la India en 1623. En el ““Hospicio de la Misericordia”? y en otras instituciones de Francia, se aplicó el sistema mutuo desde 1747 hasta la Revolución. Pestalozzi organizó escuelas aplicando este sistema en Alemania. 308 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. En 19 de Abril de 1817 aparece un Dictamen firmado por los señores Justo Vélez y Vicente María Rodrigo a nombre de la Co- misión nombrada por la Sección de Educación de la Sociedad Económica, con el fin de estudiar si debía o no adoptarse el sis- tema mutuo en las escuelas de la Habana. En ese Dictamen se- ñalan con gran entusiasmo las ventajas del nuevo sistema, el que fué aplicado más adelante cuando Don Francisco de Arango y Parreño estableció en Giúines una escuela primaria para niños pobres, haciendo venir de España a Don Esteban Navea para que la dirigiera y organizara. Fué la primera de su clase fundada en Cuba. Seguía sintiéndose hondamente la necesidad de tener buenos maestros y el problema de la fundación de una escuela normal seguía preocupando a muchos. En el mismo año ya citado de 1820 esta idea renace con mayores bríos y surge un proyecto de fundar en la Habana una escuela lancasteriana con carácter de normal. Si las palabras de Don Nicolás Ruiz, en su discurso de 1817, de que hemos hecho mención anteriormente sobre creación de una Escuela Central, no encontraron eco en su tiempo, esta vez parecían mejor preparados los ánimos para acoger tal idea con agrado. Fué cedida con ese objeto a la Real Sociedad Patriótica la capilla de la tercera Orden de San Agustín, pero a pesar de los gastos realizados y del deseo con que se esperaba su instala- ción, el proyecto fracasó debido a la devolución de los conventos a sus Ordenes respectivas. El 12 de Febrero de 1832 el gobierno de Madrid dispuso que en las capitales de España se estableciera la enseñanza de la arit- mética, geometría, química y mecánica aplicadas a la agricultura y a las artes. En Cuba, la Junta de Fomento, presidida por el Conde de Villanueva, quiso también establecer esas enseñanzas, y de aquí la idea de fundación del “*Instituto Cubano””. Con ese motivo el insigne Don José de la Luz y Caballero presentó en 11 de Diciembre de 1833 a la Real Junta de Fomento, de Agricul- tura y Comercio, su proyecto para la fundación de dicho centro de enseñanza. Proponía Don José de la Luz que la Escuela de Náutica que funcionaba en Regla fuera trasladada a la Habana y junto con ella se estableciera la escuela de artes prácticas que se deseaba, y al fundirlas quedaría formado el ““Instiuto Cubano””, señalan- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 309 do para su instalación la casa de la antigua Factoría de Tabacos, es decir, la misma casa donde actualmente se hallan las Escuelas Normales. En su luminoso proyecto pide Don José de la Luz, por iniciativa suya, que se establezca en el ““Instiuto”” una ““see- ción normal”” destinada a formar maestros. Es necesario—di- ce—“fertilizar el vasto campo de la educación ofreciéndole más idóneos cultivadores”” y agrega más adelante: *“Valiera más no establecer escuelas en absoluto que poner la niñez a cargo de en- tes inmorales e inexpertos””. Es preciso, continúa diciendo, “que los maestros sean unos dechados de imitación y capaces de po- ner en planta los métodos más aprobados”?. En otro de sus pá- rrafos dice: ““La Sección de Educación ha tratado de llenar el vacío de una escuela normal entablando pesquisas sobre la con- ducta de los candidatos antes de admitirlos al examen que se les hace sufrir. Pero este sistema no puede evitar los abusos más que hasta cierto punto””. No es posible “comparar un candida- to de los actuales con el que haya pasado años enteros tratando y practicando el arte de enseñar y lo que es más, dando mues- tras de su aprovechamiento y su conducta”?. En cuanto a la fi- nalidad que había de perseguir esa seeción para maestros, dice: habrá “que instruirlos en los principios y práctica de su profe- sión para ponerlos a cabo de desempeñar sus deberes con no me- nos celo que inteligencia”. Para lograr todo esto, según el gran cubano, se necesita “dar a los alumnos de maesiro nociones de la filosofía de la enseñanza, del modo de dirigir la mente de los niños, del de trasmitir los conocimientos, del arreglo del material, de todo lo relativo a la escuela, de los avíos y utensilios de los medios y hasta de los ardides a que es necesario recurrir para fi- jar la atención y aprovechar el tiempo; en una palabra, es for- zoso amaestrarlos en cuanto pertenece a la teoría y práctica de la educación moral, a la dirección del entendimiento y a la ense- ñanza del método””. Concediendo gran importancia a la aplica- ción de los conocimientos adquiridos, recomienda “destinar una parte del curso a la práctica de las doctrinas explicadas”? Y añade: “Con este fin se cursará formalmente la práctica del ra- mo para lo cual servirá de teatro tel mismo Instituto en la parte que le toque, las escuelas primarias fundadas por la Sociedad Económica y las particulares que quieran prestarse a ensayar los planes que se sometan a su observación”?”. Y lleno de esperanzas para el porvenir, no vacila en creer que ““la escuela normal, ver- 310 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dadero foco de donde saldrán las luces que han de repartirse, verdaderos centros de unión para todos los institutores, será el medio más eficaz de alcanzar una educación realmente nacional””. Desgraciadamente tan grandes aspiraciones no habían de rea- lizarse aún: el “Instituto Cubano”” no llegó a ser más que un ideal inalcanzable en aquella época y el proyecto de fundación de una escuela especial para la preparación de maestros hubo de quedar en espera de mejores días. Mas no por ésto desmayaban en su empresa los que compren- dían la necesidad de tener en Cuba una escuela normal. A la iniciativa de Don José de la Luz sucedió la del profesor Juan Claudio Díaz, quien solicitó y obtuvo el apoyo de la Real Sociedad Económica para conseguir del Gobierno un permiso pa- ra abrir en esta Capital una escuela de esa índole, permiso que le fué otorgado por los años de 1839 a 1840. Publicóse entonces con ese motivo un extracto del ““Informe de Cousin sobre la ins- trucción pública en Prusia””, en lo relativo a escuelas normales, traducido por Luz Caballero, a fin de dar una idea de lo que eran y debían ser estos planteles de enseñanza. Pero el proyecto del profesor Díaz tampoco pudo realizarse. La Sociedad Económica propuso entonces al Gobierno que fueran enviados a Madrid dos jóvenes a estudiar en la Escuela Normal de aquella corte para que una vez terminados sus estudios pudieran hacerse cargo en Cuba de la dirección de una escuela análoga. Poco tiempo después, el 29 de Diciembre de 1841, el Regente del Reino aprobaba las siguientes bases para el plan de instrue- ción pública que se proyectaba aplicar en Cuba: Las escuelas de uno y otro sexo “serán regenteadas por Maestros y Maestras aprcbados, con título de tales, expedido por la dirección general de estudios, la que dictará las reglas con que habrán de verificar su examen y acreditar los demás requisitos que se consideren necesarios ””. ... “Se ereará a su tiempo, en cada una de las tres provincias de la Isla de Cuba, una escuela normal, seminario de maestros, para lo cual la misma Junta inspectora propondrá los medios que estime más prontos y acertados””. En 1849, a impulso del Capitán General Don Federico Roncali, Conde Alcoy, se instaló una escuela lancasteriana que a pesar de ser sencillamente primaria y no una institución para formar maestros, se llamó pomposamente “Escuela Normal de San Fe- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 311 derico””, en honor de su fundador. Se estableció en la casa Dra- gones 62, adquirida en $31.000.00, empleándose además $9.000.00 en gastos de instalación y con un costo anual de $6.000.00. Era para ambos sexos, nombrándose Directora de la Sección de niñas a la esposa del Director de la de varones. A imitación de ésta fueron organizadas, con arreglo al mismo sistema, la escuela de Belén y las dos de Regla. Era tanta la satisfacción que despertaba el funcionamiento de la Normal de San Federico que se suprimieron las escuelas que funcionaban en los barrios de San Lázaro, Peñalver, Dragones, Guadalupe, Marte, Tacón, Pueblo Nuevo y La Punta, obligando a los niños de esas escuelas a acudir a la Normal lancasteriana, de modo que vino a ser una especie de centralización de la ense- ñanza primaria, centralización que no duró más que hasta la lle- gada del General Concha, el cual cerró la Normal de San Fede- rico, abriendo en su lugar siete escuelas gratuítas, que aunque siguieron llamándose lancasteriana no lo eran en absoluto, apli- cando algunas el sistema lancasteriano y el simultáneo unidos. A pesar de que no se trata de una escuela normal en el sentido de institución para instruir maestros, debo mencionar aquí la Escuela Normal de gimástica que fundó en 1838 Don Rafael de Castro, aplicando el sistema de Don Francisco Amorós. Este ha- bía establecido en España un gimnasio al que asistía una juven- tud escogida. Más tarde Amorós tuvo que emigrar a París fun- dando allí nuevamente su gimnasio. Castro dirigió una solicitud a la Sección de Educación de la Sociedad Económica y en el año 1838 abrió su gimnasio en los extramuros de la ciudad, denomi- nándole ““Escuela Normal Gimnástica””. Tuvo la satisfacción no sólo de contar con un gran número de alumnos sino de que sus ejercicios fueron estableciéndose en los colegios más acreditados de la Habana y de otras poblaciones de la Isla. Pero estos ejer- cicios fueron aplicándose más adelante de un modo perjudicial a la salud de los jóvenes, al extremo de que pocos años después (1840-1846) parecía perseguirse como finalidad la preparación de equilibristas y acróbatas. La influencia de esta escuela dejóse sentir notablemente, vién- dose a jóvenes y niños adiestrarse a porfía en toda clase de jue- gos atléticos, formar grupos acrobáticos y dar ““exposiciones gim- násticas”? con la aprobación de sus directores. 312 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. IV Decreto del General Concha, de 27 de Febrero de 1852, creando una Escuela Normal en la Habana.—Examen del Reglamento de la misma.—El relevo de este gobernante hace fracasar el proyecto. El General Concha, advirtiendo la falta de preparación del magisterio, consideró indispensable la creación de un seminario para los profesores de enseñanza primaria y el 2 de Marzo de 1852 fué publicado en la Gaceta de la Habana, el decreto y regla- mento de la proyectada institución. Por este decreto de fecha 27 de Febrero del mismo año, el go- bernador general disponía que se publicara y que circulara el Reglamento aprobado; que empezara a funcionar la Escuela Nor- mal de la Habana el 27 de Abril de 1852; que los gastos de ins- talación y ordinarios del primer año se tomaran del fondo de emancipados y que se convocara a oposiciones para el primero de Abril para los cargos del profesorado. El Reglamento en su Artículo 1” estatuía que a reserva de aumentar más adelante el número de Escuelas Normales, se plan- teara una en la Habana, sin perjuicio de abrir otra en Santiago de Cuba, cuando se juzgara oportuno. Con respecto a los fines que habría de llenar la Escuela, el Reglamento (Art. 2) enumera los siguientes: 1%: Formar preceptores capaces y competente- mente instruídos para la dirección de las demás escuelas comu- nes que existen en la Isla. 2%: Dar en la escuela práctica que debe agregársela, un tipo que sirva de modelo a las demás, sean públicas o privadas ya establecidas, o que se establecieran en adelante, y 3%: Servir de instituto práctico a los aspirantes a maestros para el estudio y aplicación de los sistemas de ense- ñanza. En sus artículos 3 a 7 el Reglamento trata de la organización de la Escuela, expresando que estará dividida en la Dirección que se encargará de todo lo concerniente a la parte pedagógica ; los métodos, sistemas, régimen, disciplina y organización de la enseñanza, y en la Escuela Práctica, que servirá al mismo tiempo de escuela pública. Los cursos serían de dos años. Los exámenes se verificarían ante el Consejo de disciplina, compuesto del Director, Regente Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 313 de la Escuela Práctica y del eclesiástico encargado de la ense- ñanza moral y religiosa. Los libros de texto los señalaría el go- bierno teniendo en cuenta el parecer de la Inspección de Es- tudios. En su artículo 8 enumera las materias que han de ser objeto de la enseñanza. Estas serán: doctrina eristiana y moral, lectu- ra, escritura y gramática castellana, aritmética, nociones de geo- metría, dibujo lineal, principios de geografía con una reseña de la historia de España y de Cuba, nociones de agricultura y mé- todos de enseñanza. El artículo que trata de la escuela práctica señala que ésta habrá de dividirse en dos secciones: en la pri- mera se enseñará el catecismo de la doctrina cristiana, la historia sagrada, lectura, ortografía, gramática (parte de etimología y sintaxis), aritmética, nociones de geometría, geografía y reseña histórica de España y Cuba. En la segunda sección se darán “más amplias nociones del catecismo y moral práctica, mayor perfección de la lectura en manuscritos y letras difíciles; escri- tura y ortografía más esmerada; complemento de gramática, extendiéndose sobre sintaxis figurada y comprendiendo la pro- sodia; mayor ampliación de la aritmética hasta razones y propor- ciones, con resolución de los problemas que en ellos se fundan, conocimiento del sistema legal de monedas, pesos y medidas, ha- ciendo aplicación del cáleulo por números denominados, medi- ción de línea, superficies y cuerpos sólidos; más lato conocimien- to de geografía e historia ?”. El capítulo II del Reglamento, que comprende los artículos 13 a 18, trata del personal de las Escuelas Normales y por ellos se dispone que dicho personal comprenda un Director con $2.000.00 de sueldo, un Regente de la Escuela Práctica, con $1.500.00, un Pasante con $800.00, un eclesiástico para la enseñanza religiosa con $1.000.00 y un conserje o portero. Dispone igualmente que el ingreso en el profesorado de la Escuela Práctica se hará por oposición, y en lo sucesivo el regente de ella ascenderá a Diree- tor de la Escuela Normal a menos que se presente otro Maestro de Escuela Normal Superior que aspire al puesto. En el caso que se presentaran muchos de esta clase se sacará la plaza a opo- sición. Los tres último artículos del capítulo III (15 a 18) tra- tan del modo de cómo han de efectuarse las oposiciones. Sobre los alumnos y su admisión en la Escuela, el Reglamento que extractamos se ocupa en los artículos 19 a 30, exponiendo 314 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que los habrá de tres clases: 1%, aspirantes a maestros de instruc- ción primaria; 2%, niños concurrentes a la Escuela Práctica; y 3%, maestros establecidos y con escuela abierta que intenten per- feeccionar su instrucción. El alumno aspirante a maestro paga- rá $34.00, entregando la mitad al hacer la inseripción y la otra mitad al finalizar el curso. Su ingreso será precedido de un exa- men. Los ayuntamientos que con sus fondos sostienen la Escue- la pueden remitir a la misma uno o más alumnos para ser ense- ñados gratuitamente. Los niños concurrentes a la Escuela Prác- tica, si pertenecen a la primera sección, no serán menores de seis años, ni de siete los que concurran a la segunda, contribu- yendo con $13.00 al año los que no sean absolutamente pobres. Los maestros que tengan escuela abierta y acudan a la Normal para su perfeccionamiento, serán admitidos gratuitamente, pero cuando no la tengan abierta pagarán la mitad de la matrícula. El capítulo V del Reglamento (art. 31 a 35) trata del gobier- no, régimen y dirección de las escuelas, disponiéndose en él que el Gobernador General ejercerá en ellas la autoridad y protección que tiene sobre todos los establecimientos de enseñanza por el Plan General de estudios. También se señala en esos artículos que las Escuelas Normales dependerán de la Comisión Provincial y de la Inspección de Estudios, y que el gobierno interior del establecimiento estará a cargo del Director, oyendo previamente al Regente de la Escuela Práctica y al eclesiástico encargado de la doctrina cristiana y moral. Estos tres funcionarios formarán el consejo de disciplina y se reunirán una vez al mes para tratar de los asuntos de la Escuela. El capítulo VI, último del Reglamento, (art. 36 a 39), trata de los fondos para el sostenimiento de las escuelas. Por el ar- tículo 36 se consideran fondos para tal destino, 1%, las cuotas con que concurran cada uno de los Ayuntamientos respectivos; 2", las matrículas que han de abonar por curso los alumnos aspi- rantes a maestros; 3% la de los pensionados por otras corpora- ciones; 4”, la cuota anual de los niños concurrentes a la Escuela Práctica; 5%, la media matrícula de los preceptores que conecu- rran como alumnos; y 6”, el producto de los títulos que se expi- dan en adelante para Maestros de Instrucción Primaria. El artículo 37 especifica que después de dos años de establecida la Escuela Normal nadie podrá ser admitido para optar al título Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 315 de maestro público sin poseer el Certificado de haber ganado dos cursos en ella. El Decreto de 27 de Febrero de 1852 no había de dar resulta- dos, pues aunque se publicó la convocatoria para las oposiciones que habían de celebrarse el día 1? de Abril siguiente, la escuela no llegó a abrirse, debiendo atribuirse ésto al relevo del General Concha. Su sucesor, el General Cañedo, ordenó la supensión de los trabajos comenzados, quedando en abandono tan útil y bene- ficioso proyecto. y La Escuela Normal de Guanabacoa. (1857-1868).— Su historia y examen crítico. Después de tantos afanes y de tantos esfuerzos, al fin, bajo el segundo gobierno del General Concha se fundó en Cuba la pri- mera Escuela Normal para Maestros. HEstablecióse en la villa de Guanabacoa, inaugurándose el 19 de Noviembre de 1857, fe- cha del natalicio de la Reina Isabel Il, siendo los P. Escolapios los encargados de establecerla. Con ese objeto vinieron a la Ha- bana y después de recorrer varios de los conventos abandonados de la ciudad, se decidieron por el edificio que habían ocupado los franciscanos en Guanabacoa, ampliando y mejorando el antiguo convento hasta dejarlo casi en las condiciones en que se halla actualmente y en que aún están instaladas las Escuelas Pías. Al inaugurarse la Normal fué encargado de su dirección el P. Bernardo Collazo, hijo de Cuba, educado en Barcelona, sien- do Rector hasta 1866, sucediéndole el P. José Joffre, español, hombre eminente de la congregación, bajo cuyo rectorado dejó de funcionar el instituto. La Escuela Normal comprendía : la Escuela Normal Elemental y la Escuela Normal Superior, teniendo adjunta una Escuela Práctica, dividida en Escuela Práctica Elemental y Escuela Práe- tica Superior. El personal conforme lo prescrito en el capítulo 2% (art. 3%) del Reglamento, se componía del P. Rector con un sueldo anual de $1,200.00; el P. Vice-Rector con $1,000.00; siete profesores por lo menos, con un sueldo de $900.00 anuales cada uno; un 316 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Ayudante de física, química e historia natural con $600.00; un Conserje con $400.00 y de otros empleados indispensables, todos pagados por el Gobierno. En cuanto a las materias que se explicaban eran las siguientes: PRIMER AÑO Catecismo, religión y moral. Gramática castellana y nociones de la latina. Aritmética. Geografía de España, geografía e historia de la Isla. Agricultura. Pedagogía teórica. Dibujo lineal y escritura. SEGUNDO AÑO Gramática castellana y latina. Aritmética y teneduría de libros; cálculo. Pedagogía práctica. Geografía universal y cosmografía. Historia natural y de España. Dibujo lineal y escritura. TERCER AÑO Literatura, retórica y poética. Historia universal. Física. Química. Bistoria natural. Algebra. Lógica. Dibujo y eseritura. La enseñanza en la Escuela Práctica Elemental no tenía tiem- po limitado; los niños pasarían a la Superior mediante un exa- men en el que demostrarían estar suficientemente capacitados para emprender los estudios que en esta última se cursaban y que estaban distribuídos en la siguiente forma: Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 7 PRIMER AÑO Religión y moral. Lectura explicada y caligrafía. Gramática castellana. Aritmética. Agricultura. Dibujo lineal y urbanidad. SEGUNDO AÑO Religión y moral. Gramática. Aritmética y cáleulo mercantil. Geografía y cosmografía. Historia natural. Dibujo lineal y urbanidad. TERCER AÑO Religión y moral. Nociones generales de retórica. Cálculo mercantil y teneduría de libros. Física. Historia natural. Dibujo lineal. Como hemos podido observar, la instrucción era muy amplia, facilitando variados y bastante sólidos conocimientos a los que en su día alcanzarían un título profesional. Reconocido ésto, si observamos la lista de materias, tanto de la Escuela Normal eo- mo de la Práctica, vemos el predominio de la enseñanza religio- sa. Nótase también la carencia casi absoluta, de estudios de ea- rácter pedagógico en la Escuela Normal. En una sola ciencia llamada Pedagogía no era posible presentar los múltiples aspee- tos que comprende el arte y ciencia de la educación. Al estudio de los métodos conocidos en la Península, ideas sobre la organi- zación de escuelas, y deberes de los maestros, estaban reducidos los conocimientos que de su carrera habían de suministrarse a los futuros profesores. 318 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. La preferente atención a la enseñanza de la religión, cuyo pre- dominio hemos notado, no es de extrañar en un establecimiento dirigido por una congregación religiosa, domiciliada en un país sometido al dominio de una nación eminentemente católica y en la que existía y existe aún, religión de Estado. Agréguese a esto que el plan de la enseñanza era una imitación del vigente en Es- paña en las instituciones de la misma clase. Pero aún teniendo en cuenta estas cireunstancias nos parece excesivo que en todos los cursos figure la religión y la moral católica como materia pre- ponderante, cuando la Pedagogía, verdadero objeto de la Escuela, tan sólo se encuentra de un modo general, con las denominaciones vagas de Pedagogía teórica y Pedagogía práctica. Esta falta de espíritu científico en la distribución de las mate- rias, objeto de la enseñanza, no la notamos juzgándola de un mo- do parcial y sin tener en cuenta la diferencia de épocas: nuestra erítica, aún cuando la hubiéramos expuesto en los tiempos de la ereación de la Escuela, hubiera sido la misma. En el año de su fundación, si la ciencia pedagógica no estaba adelantada en me- todología, psicología experimental y otras materias como en los tiempos actuales, no dejaba por eso de ser posible, si un espíritu científico alentara una obra de educación, dar mayor amplitud a la Pedagogía, es decir al arte y a la ciencia de enseñar. Para convencerse de esto no hay más que comparar los planes de estudios de las Escuelas Normales de cualquiera otra nación culta en la época de la fundación de la Escuela de Guanabacoa, con el de ésta. Además nuestra crítica ya la había hecho un con- temporáneo. González de los Ríos al estudian en su Ensayo his- tórico-estadístico de la Instrucción Pública en la Isla de Cuba el funcionamiento de esta Escuela, hace observar la deficiencia de la misma en la parte pedagógica, expresando que algo más debía exigirse, pues el objeto de la Escuela es formar profesores, es de- cir, pedagogos, “hombres que deben estudiar y conocer por prin- cipios la ciencia de educar””. Con muy buen criterio agrega: ““Si en un instiuto que no tiene otro fin que el indicado (educar) no se dijera y explicara qué cosa es educación, cuál su objeto, la posibilidad de ella, la época en que debe darse, sus límites, la necesidad de ser el hombre educado, el derecho que tiene a serlo; en una palabra, la ciencia y sus aplicaciones ¿sería dable obte- ner los resultados apetecidos? El maestro que carezca de los conocimientos antropológicos y de los más generales de la Peda- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 319 gogía, no puede decirse normal, y para que su instrucción pro- fesional sea provechosa no debe darse en las Escuelas Normales por medio de lecciones de memoria...??. Sin embargo, con su deficiencia, representa un gran paso de avance el que se contase con una Escuela Práctica que por su organización podía servir de modelo a las demás de su género que funcionaban en esa época. Los niños eran admitidos en ella gratuitamente en calidad de externos y habiendo comenzado con 30 alumnos llegó a contar con 200 en la elemental y 40 en la su- perior, siendo necesario cerrar la matrícula por ser imposible atender a la educación de mayor número. La Escuela Normal era un internado, lo que significa una gran ventaja desde el punto de vista pedagógico. En el internado se fomentan hábitos de orden, disciplina, de amor al estudio y puede llegar a hacerse más firme y decisiva la vocación. Es de lamen- tar que en la actualidad no podamos contar con normales de ese Sénero. Conforme señala el horario anexo al Reglamento, dedicaban a la lectura las primeras horas del trabajo escolar, pero no es po- sible que sirviera como ejercicio de entrenamiento sino que por el contrario, fuese el primer germen de fatiga, ya que consagra- ban a ella toda la labor de la mañana. Exceptuando la agricul- tura y la pedagogía, a las que sólo dedicaban una hora (tal vez colocándolas en un plano inferior) para todas las demás se exigía hora y media de esfuerzo continuado, lo que hace suponer un estado máximo de fatiga mental. Los alumnos eran pensionados por los Ayuntamientos, admi- tiéndose también pensionados por particulares o por corporacio- nes. Los Ayuntamientos habían de abonar como pensión $20.00 mensuales por cada estudiante y las corporaciones y particulares abonarían $25.00. Como se ve, era fácil a los Ayuntamientos, por una módica retribución, costear los estudios al número de alumnos que les correspondía según el Decreto firmado por el General Dulce el 1* de Agosto de 1863 y que eran como se expresa a continuación : 320 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. DEPARTAMENTO OCCIDENTAL Alumnos que de- AYUNTAMIENTOS: ben pensionar [en] TADA A A O AS a MAS a ia E ANA E A A O AS a o A ol LR RA ia o A ld a METI A A oO o de PISE MOV oia aro E na ia q TA AS, IT e ES LT it a EM A Sagua la Grande ........ E A A NN UNO TA E o A 1 ES A NE A O ES a AS A AT NA Santiago y Santa María del Rosario ....... Ue e A O o a Ae ROS A a da de Ts E o o pc sam Cristobal y Bahía. Honda il 0 GUARADACoa a ERE N NDNDDN Co A a pl pl pl pl pl pl pl pl o E A A O O 2 Euerko PEnape rd aaa E 2 A 1 MEAHzZAndO rt ao aa e a Ls e A a lo ed 1 Tunas; Jiguant y Nuevitas 0. o e d Baracoa: y GuUanlanamo ue. oe ana 1 A 40 Los alumnos pensionados, según el artículo 7% del citado De- ereto, contraían la obligación de servir durante 3 años por lo menos en la escuela a que fueran propuestos por el Ayuntamien- to que los pensionó. Medida es esta justa y acertada, ya que de Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 321 ese modo queda asegurada la adquisición de un personal debida- mente preparado, en cada uno de los términos del territorio. Esta Escuela Normal fué clausurada en 1868, en que comienza la guerra de los diez años. De ella salieron 112 graduados, de lo cuales 7 obtuvieron el título de Maestro Normal Superior y los 105 restantes sólo el correspondiente a la enseñanza elemental. Después de una labor de diez años, siendo el único Centro adonde habían de concurrir de todas las regiones de la Isla los inclinados al Magisterio, hay que reconocer el escaso número de maestros que produjo. Sin embargo, su clausura fué de lamentar, ya que la instrue- ción, volvía a entregarse en manos de individuos que carecían por completo de toda preparación profesional. vI La Escuela Preparatoria de Maestros fundada por la Sociedad Económica (1878).—Proyecto de dos Escuelas Normales (de Maestros y Maestras) de la Diputación Provincial de la Ha- bana (1883). Al cesar la Escuela Normal de Guanabacoa vuelve a hallarse el país ante el problema angustioso de la preparación de los maes- tros para desempeñar con eficacia e idoneidad sus cargos en la enseñanza primaria, implantándose nuevamente el lamentable sistema de los exámenes precipitados, sin método y sin las ga- rantías necesarias. Habiendo existido ya una Escuela Normal no era posible acep- tar con resignación este estado de cosas, sobre todo cuando las aspiraciones e ideales de los cubanos estaban siempre muy por encima de la realidad a que forzosamente tenían que someterse. La Sección de Educación de la Sociedad Económica, querien- do suplir la falta de una Normal, pidió autorización al Gobierno para crear un Establecimiento donde pudieran obtener gratuita- mente los que cursaran en él sus estudios, el título de Maestro Elemental. Con ese objeto seleccionó entre sus asociados un grupo de pro- fesores y en Enero de 1878 abrió sus puertas la Escuela Prepa- ratoria de Maestro bajo la dirección del Dr. Francisco Morales 322 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. López, el cual dos años más tarde (1880) presentó su renuncia, siendo sustituído por el Dr. Juan Vilaró. ESCUELA PREPARATORIA DE MAESTROS 1880-1881 Gramaticalcastolana ie seta asis Ldo. Francisco Rodríguez Ecay. Suplente: Francisco Verges. o A José Manuel Alvarez. Suplente: Francisco Morales López. GOO a tO Francisco Paradela. Suplente: Antonio Saro. Teoría de la Escritura y Pedagogía . Luis Biosca. Suplente: Gabriel Carranza. Relay Moral. ra o ita Pbro. José Rosado. Suplente: José R. Ovando. A SO Ll OOOO Or Ldo. Antonio Meza y Domínguez. Suplente: Juan Vilaró. IN ooo o olaaa Dr. Cayetano Aguilera. Suplente: Dr. Manuel Aguilera. Las materias que allí se ecursaban aparecen en-el cuadro ad- junto, así como los nombres de los profesores que las enseñaban durante el curso 1880-1881 en que se introdujo en los cursos la agricultura elemental. La Escuela quedó establecida en el edificio de la institución Zapata, costeando los mismos profesores los gastos de instala- ción, material, etc. A los dos años de labor contaba con 45 alum- nos, de los cuales se presentaron a examen 19, recibiendo título profesional 17. De los graduados en esta institución fueron apro- bados todos los que se presentaron a los exámenes ordinarios que se verificaban en esta capital. La obra de la Escuela Preparatoria de Maestros fué digna de aplauso, poniendo de manifiesto el altruísmo de los que desinte- resadamente ofrecían sus servicios en bien del país. Sin embargo, distaba mucho de llenar el vacío de una Escuela Normal. ¡Sus cursos de estudios eran en extremo reducidos y Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 323 cada materia se explicaba una vez a la semana. Un escritor de la época, Sebastián Benítez y Galán, después de elogiar la obra de dicha institución, dice que no era más que ““una sombra de Escuela Normal””. Los amantes de la enseñanza, comprendiendo que no era su- ficiente la obra que realizaba la institución que sostenía la So- ciedad Económica, no desmayaban en su empeño de fundar una Escuela Normal y aparece entonces el proyecto de la Diputación Provincial de la Habana de crear una Escuela de esta índole. La idea fué acogida con grandes muestras de entusiasmo. Des- de las columnas de ““El Profesorado de Cuba””, el ya citado Be- nítez y Galán, se hacía eco del elamor general, batallando sin descanso por lograr la próxima apertura de la institución. Pe- día, refiriéndose a dicho proyecto, que se instalara una Escuela que fuera una verdadera Normal Central para Maestros y otra igual para Maestras, ambas en la Habana y cuya vlidez se exten- diera, no sólo a las seis provincias, sino también a Puerto Rico, así como la de Madrid lo era para España y para sus islas ad- yacentes. Además de esas dos Escuelas Normales Centrales, pe- día que en cada una de las demás provincias se fundara una Escuela Normal Superior para Maestros y otra para Maestras. La Diputación Provincial de la Habana acordó inaugurar en 1883 sus dos Escuelas Normales, una para cada sexo. Contaría cada una con tres profesores, uno con el sueldo de $1,500.00, que sería el Director, y con $1,250.00 los dos restantes, destinando al que desempeñara el cargo de Secretario la cantidad de $100.00 más para gastos de escritorio. Las materias objeto de estudio en la Escuela de Maestros serían : Para los aspirantes al título de Maestros de Primera Enseñan- za Elemental: Doctrina cristiana e historia sagrada. Teoría y práctica de la lectura y escritura. Gramática castellana con ejercicios de composición. Aritmética. Nociones de geometría, dibujo lineal y agrimensura. Elementos de geografía e historia de España y Cuba. Nociones de agricultura. Principios de educación y métodos de enseñanza. Constitución del Estado. 324 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Para los que aspirasen al título de Maestro de Primera Ense- ñanza Superior: Pedagogía en cuanto concierne a la primera enseñanza, con aplicación a los sordos, mudos y ciegos. Derecho administrativo concerniente a la primera ense- ñanza. Para los aspirantes al título de Maestro de Escuela Normal : Retórica y poética. En la de Maestras los estudios eran: Para alcanzar el título de Maestra de Primera Enseñanza Ele- mental: Doctrina eristiana e historia sagrada. Teoría y práctica de la lectura y escritura. Gramática castellana. Aritmética de los números enteros y decimales y sistemas de pesos, medidas y monedas. Labores propias del sexo. Principios de educación y métodos de enseñanza. Prácti- ca de la enseñanza. Constitución del Estado. Para el título de Maestra de Primera Enseñanza Superior es- tudiarán además: Ampliación de la aritmética hasta proporciones. Rudimentos de historia y geografía de España y Cuba. Elementos de dibujo lineal aplicado a las labores propias del sexo. Nociones de higiene doméstica. Práctica de la enseñanza. Para el de Maestra Normal : Gramática castellana. Pedagogía. Noticias de las disposiciones sobre primera enseñanza. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 325 Publicóse la convocatoria para oposiciones a las cátedras con fecha 18 de Junio de 1883. Para presentarse a ellas sólo se exi- gía, además de la certificación de buena conducta del aspirante, ser español, no menor de 23 años y tener título de Maestro Nor- mal, o aprobados los estudios que para ello eran necesarios, ad- mitiéndose también a los que sin ser normalistas, presentaran su título de Maestro de Primera Enseñanza Superior, expedido por el Tribunal de exámenes de Maestros de esta capital. En ese mismo año el Ministro de Ultramar dispuso que se sus- pendiera todo lo actuado sobre la creación de dichas Escuelas, repitiéndose entonces lo ocurrido en 1857 cuando el relevo del General Concha. En realidad este proyecto que acabamos de ver no ofrecía gran- des promesas en el campo de la Pedagogía. Hubieran sido unas Escuelas Normales muy atrasadas en relación a su época. Pocos estudios pedagógicos hallamos en sus cursos, pues a pesar de que en la de Maestros aparece una ligera tentativa de estudios de anormales, es de notar que los aspirantes al título de Maestro de Escuela Normal (el más elevado de todos los que allí podían ob- tenerse) sólo tenían que estudiar una materia más: la retórica y poética, lo que acusa también falta de graduación de materias correspondientes a cada título. Si deficiente era la Escuela de Maestros, la de Maestras lo era más todavía. Sus estudios eran en su mayor parte casi rudimen- tarios como puede verse por los siguientes epígrafes: Principios de educación, Elementos de dibujo lineal, Nociones de higiene doméstica, Noticias de las disposiciones sobre primera enseñanza. De todos modos era de lamentar el fracaso de este proyecto y más aún que hubiera sido preciso una espera de varios años para que en la historia de la instrucción pública de nuestro país pu- diera figurar nuevamente una Escuela Normal. vI Las Escuelas Normales de 1892.—Examen y crítica de dichas instituciones. La preparación de los maestros seguía siendo deficiente. Con- tinuaban verificándose los exámenes a título de suficiencia, pu- diendo graduarse los aspirantes de tres modos distintos: 1”, ante 326 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. una Junta Local de Primera Enseñanza, obteniendo un Certifi- cado que habilitaba solamente para ocupar plazas del Municipio donde radicaba la Junta y con sueldo de $25.00 mensuales; 2, ante la Junta Provincial de Primera Enseñanza, alcanzando un Certificado que habilitaba para ejercer dentro de la Provincia en que se obtuviera y en plazas no mayores de $25.00; y 3%, ante un Tribunal que se reunía en la Habana, en el que podían gra- duarse de Maestro Elemental o Maestro Superior, quedando ha- bilitados para ocupar plazas en cualquier lugar de la Isla y con sueldos mayores de $25.00. Casi todos aspiraban a este último Certificado. Encontrándose la enseñanza en las condiciones que es fácil suponer al estar en manos de un profesorado tan incompetente y tan poco al aleance de los ideales de cultura del país en gene- ral, ya que su formación adolecía de tantos defectos, acogióse con eran satisfacción el Real Decreto de 19 de Junio de 1890, auto- rizando la creación de ““dos Escuelas Normales Superiores de Maestros y otras dos de Maestras del mismo erado, una de cada sexo, en las respectivas capitales de Cuba y Puerto Rico””. Consignáronse con ese objeto $10,000.00 para personal de la Normal de Maestros; $5,000.00 para la de Maestras y $5,000.00 para material de una y otra de las de Cuba. Para la difusión de las enseñanzas se estatuía que la Escuela Normal de Maestros contaría con 5 profesores numerarios, con el sueldo anual de $600.00 y el sobresueldo de $900.00 cada uno; el careo de Director sería desempeñado por uno de estos nume- rarios, asignándosele al que lo ejerciere, una gratificación de $200; dos profesores auxiliares, uno para la Sección de Ciencias , y otro para la de Letras, con el haber anual de $500 cada uno; un sacerdote para la enseñanza de Moral y Religión, con el suel- do de $200.00; un profesor de Gimnástica y otro de Música, tam- bién cada uno con un haber de $200.00 anuales. La Escuela de Maestras contaría con una Directora con un sueldo anual de $600.00, el sobresueldo de $900.00 y la gratifica- ción de $200.00; cuatro profesores auxiliares cuyos nombramien- tos habían de recaer en los numerarios de la Normal da Maes- tros a los que se les asignaba una gratificación de $250.00; una profesora de Labores propias del sexo econ $400.00 de sueldo y $600.00 de sobresueldo; un profesor de Religión y Moral, uno de Música y otro de Gimnástica, que habían de ser los mismos que Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 327 desempeñaban esos cargos en la de Maestros, señalando $200.00 anuales a cada uno. Además todos los profesores auxiliares o numerarios de ambas Escuelas, así como la Directora de la de Maestras, disfrutarían de un aumento de $200.00 cada 5 años, hasta completar el corres- pondiente a tres quinquenios. También todo lo que se recaudaba por concepto de derechos de examen de reválida, había de dis- tribuirse por partes iguales entre los profesores numerarios, asig- nando doble parte al Director. Por fin abriéronse ambas Escuelas: la de Maestras bajo la di- rección de la señora María del Buen Suceso Luengo y de Figue- roa y la de Maestros teniendo como Director al señor Agapito Gómez y Gómez. (1) Estas Escuelas quedaban autorizadas para expedir dos claseg de títulos: el de Maestro Normal Elemental y el de Maestro Nor- mal Superior, azrupándose los estudios en tres cursos para el pri- mero y un curso más para el segundo, distribuídas las materias del modo siguiente: GRADO ELEMENTAL PRIMER CURSO Doctrina cristiana e historia sagrada. Principios de educación y métodos de enseñanza. Ortografía y caligrafía. Gramática castellana. Aritmética. Elementos de geografía y nociones de historia de España. Práctica de la enseñanza en los tres cursos. Música y canto en los tres Cursos. SEGUNDO CURSO Ampliación de ortografía y caligrafía. Ampliación de los conocimientos de la gramática española y redacción de toda clase de documentos. (1) La de Maestras fué establecida en la calle Aguiar, frente al parque de San Juan de Dios y la de Maestros establecióse primero en la Calzada de Galiano, casi frente a la iglesia de Monserrate, trasladándose después a Zu- lueta 28. 328 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Geometría, dibujo lineal y agrimensura en sus aplicaciones a los usos comunes de la vida. Elementos de geografía e historia universal. Agricultura teórico-práctica. TERCER CURSO Explicación de los principales dogmas y misterios de la reli- sión católica, y moral cristiana. Complemento de la gramática española con ejercicios de com- posición. Ligeras nociones de filosofía. Conocimientos comunes de ciencias físicas y naturales. Industria y comercio. Gimnástica. GRADO SUPERIOR CUARTO CURSO Ampliación de la pedagogía. Retórica y poética. Legislación de primera enseñanza. Complemento de la aritmética y nociones de álgebra. Teneduría de libros por partida doble. Práctica de la enseñanza. Música y canto. En la Escuela Normal de Maestras, la distribución era como sigue: GRADO ELEMENTAL PRIMER CURSO Doctrina cristiana e historia sagrada. Principios de educación y métodos de enseñanza. Ortología y caligrafía. Gramática española. Nociones de geografía y elementos de historia de España. Aritmética hasta las proporciones. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 329 Labores de mayor utilidad y aplicación y preparación de las mismas. Práctica de la enseñanza en los tres cursos. SEGUNDO CURSO Ortología y calicrafía. Ampliación de los conocimientos de la gramática y redacción de toda elase de documentos. Nociones de geometría y dibujo aplicado a las labores. Economía doméstica e higiene. Gimnástica de salón. Labores de utilidad y aplicación; corte y preparación de las mismas. TERCER CURSO Sencilla explicación de los principales dogmas y misterios de la religión católica, y moral cristiana. Mayor ampliación de la gramática con ejercicios de composi- ción. Ligeras nociones de conocimientos comunes de las ciencias fí- sicas y naturales. Ligeras nociones de filosofía. Industria y comercio. Seneillas labores de adorno, su dibujo y preparación. GRADO SUPERIOR CUARTO CURSO Ampliación de la pedagogía. Nociones de retórica y poética. Legislación de primera enseñanza. Teneduría de libros por partida doble. Labores de adorno de todas clases, su dibujo y preparación. Práctica de la enseñanza. Música y canto. El único título que concedía aptitud legal para optar al pro- fesorado de estos Centros, era el de Maestro Normal. Para eu- brir las plazas de profesores numerarios, en cumplimiento del 330 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. artículo 10 del Decreto de 19 de Junio de 1890, se abrió un con- curso al que podían acudir los profesores propietarios de las Normales de España. En caso de que no se presentase número suficiente de profesores propietarios—señalaba el artículo 11 del Decreto aludido—que “deseando premiar los servicios prestados por los profesores interinos en las Normales de la Península, se concede el derecho de acudir al citado concurso a todos los que hayan desempeñado sus plazas por espacio de ocho años y a los que la hayan desempeñado menos de este tiempo, siempre que acrediten haber ejercido ocho años la enseñanza en escuela pú- blica. También podrán presentarse al mismo concurso los que no sean ni hayan sido profesores propietarios, ni interinos de las Normales de la Península, siempre que reunan las siguientes con- diciones : “*19: Tener el título de Maestro Normal. “2%: Haber ingresado en el profesorado por oposición, habien- do obtenido la Escuela Superior. “39: Acreditar ocho años de práctica en la enseñanza, sin no- ta desfavorable””. Y agregaba el artículo 13: ““A las plazas de Directora y Profe- sora de las Normales de Maestras, podrán aspirar, solicitándolas en el mencionado concurso, todas las profesoras de las Escuelas Normales de la Península ””. Estas Escuelas serían externados, habiendo en ellas tres clases de alumnos: los de enseñanza oficial, los de enseñanza doméstica y los libres. Se consideraban alumnos oficiales, aquellos que ma- triculados en Septiembre asistían regularmente a clases; eran de enseñanza doméstica los que, no obstante estar matriculados bajo las mismas condiciones que los oficiales, no asistían al Estableci- miento, y alumnos libres eran los que en los meses de Mayo y Agosto solicitaban inscribirse en una matrícula especial a fin de ser examinados en las materias que se cursaban en la Escuela. Los estudios no eran gratuitos: para ser admitido como alum- no era preciso abonar la cantidad de $10 al inscribirse los de en- señanza oficial y doméstica, y el doble de dicha cantidad los alum- nos libres, debiendo agregar estos últimos $1.00 por derecho de inscripción y formación de expediente. El artículo 70 del Reglamento señalaba que ““como derechos de examen de reválida, los alumnos de las enseñanzas oficial y ( Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 331 doméstica, abonarán en metálico la cantidad de $6.00 y los de la libre la de $12””. El artículo 71 agrega: *'“Por derechos del título de Maestro o Maestra de Primera Enseñanza Superior satisfarán los interesa- dos, en papel de pagos al Estado, la cantidad de $40.00, además de presentar el correspondiente sello que ha de adherirse a di- cho título y de abonar en metálico $2.00 por gastos de expedi- ción. La cantidad meneionada de $40.00 se reducirá a $35.00 tratándose del título de Maestro o Maestra de Primera Enseñan- za Elementa! y a 17 y medio por el cambio de título de Maestro Elemental por el de Superior””. Cada una de estas instituciones contaba con una Escuela pri- maria en la cual debían verificarse los ejercicios prácticos de pedagogía, estando estos ejercicios a cargo del Regente de dicha escuela anexa, bajo la inspección del profesor de la mencionada asignatura. En estas Escuelas, cumpliendo lo prescrito en el artículo 6” de su Reglamento, cada lección había de durar hora y media, ex- cepto la de labores en la de Maestras, a la que se concedían dos horas. Con la terminación de la soberanía española en Cuba, dejaron de existir estas Normales de las que tantos beneficios se espera- ban y que sin embargo no pueden ofrecernos en su historia nin- guna enseñanza provechosa, ningún ejemplo que pueda servirnos de guía, no sólo como instituciones de carácter pedagógico sino como centros de cultura general. No fueron lo que pudieron ha- ber sido; no respondieron al ideal cuando podían haberlo encar- nado; el país las aguardó con entusiasmo y después las vió des- aparecer con indiferencia. La inaueuración de esas Escuelas contaba con las simpatías de todo el Magisterio, en especial con el perteneciente al elemento femenino, porque si bien es cierto que ya anteriormente había existido la Escuela Normal de Guanabacoa, había sido solamente para Maestros: era por tanto la primera vez en que la mujer cu- bana, contando con el apoyo de los poderes gubernamentales, iba a prepararse para hacer su entrada en la carrera en la que más tarde había de obtener grandes éxitos. Grande era el número de señoritas que aguardaban la apertura de la institución para matricularse en ella, aunque es necesario confesar que en su ma- yor parte lo hacían sólo con el objeto de alcanzar una instrucción 332 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. bastante amplia, muy difícil de lograr entonces; pero muy con- tadas lo hacían con el propósito de consagrarse al Magisterio. Esas Normales, desde el punto de vista general representaron un paso de avance, ya que ponían término a la obra tan poco efi- caz de habilitar maestros mediante los exámenes de que ya he- mos tratado. A pesar de que en estas Escuelas, como en la de fGrunabacoa, figura la religión en primer término, no es posible hacer reparos en ese sentido, ya que no habían transcurrido más que 10 años (1882) desde que en Francia la instrucción pública fué decla- rada laica. Si ese conocimiento forzoso de una secta religiosa y el res- tringido círculo en que permitían desenvolverse a la Moral, están en desacuerdo con nuestras ideas, por el contrario la enseñanza de la música y del canto, señalaba un grado de progreso en di- chas instituciones, muy de acuerdo con las ideas pedagógicas de todos los tiempos. También la gimnástica, figurando en los pro- egramas de estas Escuelas, nos predispone en favor de dichas ins- tituciones. Mas cuando llegamos a la parte pedagógica, encontramos que las Normales de 1892 fueron unas instituciones que no estaban a la altura de la época. Los que aspiraban al título de Maestro o Maestra Normal Elemental sólo, en el primer curso, estudiaban Principios de Educación y Métodos de Enseñanza; estudios que serían más amplios para los que aspiraban al de Maestro o Maes- tra Normal Superior, agregando Legislación de Primera Ense- ñanza. Es decir, ofrecían a los alumnos una instrucción más o menos vasta, pero el fin principal, que era prepararlos para ser buenos educadores de la niñez, quedaba desatendido. Además en ellas se abusó del verbalismo, concediéndose muy poca impor- tancia a la práctica, siguiendo el modelo de las españolas, de las que resultaban un verdadero calco. Las clases, como en la de Guanabacoa, eran de excesiva du- ración. Estas Escuelas, que como hemos dicho, habían sido tan ansio- samente esperadas, pronto fueron encontrando un gran vacío a su alrededor. Al cubrirse las plazas por concurso, quedando así en poder de profesores peninsulares, el país pudo comprender la finalidad política que se perseguía. Oeupadas las cátedras por españoles, era natural que desde allí tratarían de desarraigar las Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 333 ideas separatistas de los cubanos. Abiertas en 1892, ya en 1895, año en que estalló la guerra de independencia, comenzó para ellas una vida lánguida, contando la de Maestros con escaso número de alumnos. A pesar de todo, la influencia política de ellas fué casi nula porque los alumnos en su mayoría, eran pertenecientes a la enseñanza doméstica y libre, para los cuales poco significaba la opinión de sus maestros. En su profesorado no se destaca ninguna figura de reconocidos méritos, siendo los de mayor competencia, la Directora de la de Maestras, señora María del Buen Suceso Luengo y de Figueroa, citada anteriormente, y el Director de la de Maestros, el ya tam- bién mencionado señor Agapito Gómez y Gómez. Al evacuar las tropas españolas, los profesores de las Norma- les, dejando sus cátedras desiertas, embarcaron también con rum- bo a la antigua Metrópoli, quedando el único que era hijo de Cuba : el profesor de educación física, señor Luis de Agiera. VIII Triunfo de la Revolución Cubana: Intervención de los Estados Unidos.—La Orden Militar número 226 sustituye al Plan de Enseñanza vigente en Cuba.—Exámenes de Maestros.—La Aso- ciación de Maestros, aMestras y Amantes de la niñez cubana. —Escuelas Normales de verano.—Excursión de los Maestros a la Universidad de Harvard (1900-1901).—Creación de la Es- cuela de Pedagogía.—El Instituto para Maestros. —Excursión a la Escuela Normal de New Paltz. Con el triunfo de la Revolución y la Intervención americana que la siguió, entraba Cuba en una nueva era. El 6 de Diciem- bre de 1899 se dictó la Orden Militar número 226 que sustituyó al plan de enseñanza establecido desde 1843 por el gobierno es- pañol basado en el que regía en España desde 1838. Creada la Junta de Superintendentes, ésta establece los exá- menes para aspirantes al Certificado de Maestros de primer gra- do, Certificado indispensable para obtener cargos en las escuelas públicas. Los Certificados de esta categoría, válidos tan sólo por un año, obligaban a los maestros a presentarse a nuevo examen en el siguiente curso, si no querían ser destituídos. En el curso 334 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de 1900-1901 llegó a 6,031 el número de estos Certificados expe- didos a Maestros, bastando esta cifra para dar idea del desarrollo que iba alcanzando la primera enseñanza. Más tarde se expidieron los de segundo grado, estableciéndose poco después los de primero, segundo y tercero cuya validez se- ría de uno, dos y tres años respectivamente. Teniendo los Maes- tros que someterse a examen al vencer la validez de sus Certifi- cados, se les obligaba a instruirse cada vez más y a perfeccionarse en todo lo concerniente a su profesión. Como casi no había es- cuelas ni maestros, se trataba de facilitar la entrada en el pro- fesorado al mayor número de aspirantes, para después de pro- porcionarles todos los medios posibles para su perfeccionamiento, llevar a la práctica, como consecuencia de esta serie de exámenes, un procedimiento de selección. Grande era el número de los que anualmente ingresaban en el Magisterio, así como el de aulas que se abrían, tanto em las po- blaciones como en los campos. «Jóvenes de ambos sexos, perte- necientes a honorables familias, iban a ocupar aulas hasta en las fincas más apartadas, elevando de este modo la categoría del institutor. Este magisterio improvisado se agrupaba formando círculos y asociaciones de carácter instructivo, daba conferencias con el fin de contribuir a su propio mejoramiento y con entu- siasmo desempeñaba escrupulosamente los deberes profesionales. Ellos eran los que habían de concluir en Cuba con el analfabe- tismo y los que habían de sembrar el germen del progreso en un pueblo atrasado en su cultura pública y consumido en las luchas por su independencia. La “Asociación de Maestros, Maestras y Amantes de la niñez cubana””, en la que figuraban personas de gran prestigio, no sólo pertenecientes al Magisterio, sino también a otras esferas, fué una de las sociedades que más se distinguió en la empresa de dar orientaciones pedagógicas al profesorado. Esta Asociación acor- dó: 1”. Establecer delegaciones en la Isla; 2% Publicar una re- vista pedagógica; 3”. Organizar un círculo pedagógico que gra- tuitamente supliera la falta de una Escuela Normal; 4”. Dar fies- tas y conferencias mensuales; 5% Abrir una biblioteca pública pedagógica; 6”. Celebrar certámenes; y 7”. Convocar a todos los maestros de Cuba a un certamen pedagógico que se celebraría en la Habana. Esta “Asociación”? inauguró su “Círculo”? el 9 de Abril de Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 335 1900. Las clases eran nocturnas, contando para las conferencias con un personal competente para explicar las siguientes mate- rias: Metodología, psicolceía pedagógica, historia de la pedago- gía, historia de América, historia de Cuba, gramática, ciencias naturales, escritura, dibujo natural, dibujo lineal, fisiología, ins- trucción cívica, aritmética y música. A pesar de que el “*“Círeculo Pedagógico?” sólo funcionó duran- te unos cuantos meses, merece recordarse como una de las pri- meras tentativas de Escuelas Normales después de la dominación española. Es la primera vez que en los planes de estudios de una institución dedicada a los maestros en Cuba, figura la histo- ria de la pedagogía y la psicología pedagógica. El Gobierno Interventor, comprendiendo también la necesidad apremiante de dirigir y mejorar aquel profesorado inexperto, promulgó en Mayo del citado año 1900 la Orden por la cual se establecían las Escuelas Normales de Verano. Cumpliendo lo preserito en dicha Orden, se estableció una en cada capital de provincia, comenzando a funcionar en el mes de Julio siguiente. La enseñanza en ellas era gratuita, siendo in- dispensable la asistencia de los maestros a dichas Escuelas para poder pereibir sus sueldos durante las vacaciones. El plan de organización era muy sencillo e igual para todas. Funcionaron durante seis semanas, trabajando durante 4 horas diarias; las lecciones se daban en forma de conferencias, dedicando 40 mi- nutos al desarrollo del tema y 20 minutos a su discusión entre los concurrentes. Considerando que el programa de esas instituciones no era completo, la Secretaría de Instrucción Pública recomendaba en una circular a los Directores de las mismas, el establecimiento de 12 conferencias nocturnas a fin de ampliar o reforzar el estudio de algún tema importante. La misma Secretaría señalaba que se instalaran Escuelas Pe- dagógicas locales en aquellos lugares donde, por eiertas excepcio- nes, los maestros no estuvieran obligados a concurrir a la Escue- la de Verano establecida en la capital de la provincia donde residían. Las Juntas de Educación eran las encargadas de elegir el profesorado de esas Escuelas Pedagógicas locales, exigiendo que los cursos fueran los mismos que los de las Normales de Ve- rano, siendo necesario además remitir a la Secretaría la lista de los maestros que asistieron a ellas. 336 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. El principal defecto de que se acusó a estas Escuelas Normales de Verano, fué el de no ser suficientemente prácticas. Más tar- de, tomando en consideración algunas de las críticas que se hi- cieron, se reformó en parte el sistema establecido. En vista de que en ellas cada conferencista había de explicar no sólo la parte académica de la materia que tenía a su cargo, sino también ex- poner los métodos de enseñanza de la misma, por una nueva Orden se estipuló que cada profesor explicaría solamente la parte teórica, fijando 20 conferencias más para el estudio de los mé- todos. En 1901 estas Escuelas se organizaron, no sólo en las capitales de provincias, sino también en otras poblaciones adonde se consideraron indispensables. También más tarde, a pesar de ser la asistencia obligatoria, se exigía una cuota a los maestros, como derecho de inscripción. Se establecía que todo maestro que gozara de un sueldo mayor de $50.00 mensuales, abonaría $6.00, siendo de $3.00 la cuota de los que ganaran menos de $50.00. El resultado de estas Escuelas fué muy variado; algunas obtuvieron éxitos bastante lisonjeros y otras en cambio, fué preciso clausu- rarlas. Las Escuelas de Verano siguieron funcionando hasta 1907. En el verano de 1900, aceptando la invitación hecha por la Universidad de Harvard a los maestros de Cuba, salieron con rumbo a dicha Universidad 1,450 profesores de toda la isla, con el objeto de recibir las lecciones que allí les ofrecían gratuita- mente durante seis semanas. El curso que se les preparó com- prendía: historia de Cuba, de América latina y de los Estados Unidos, geografía, organización y dirección de escuelas, inglés y algunas conferencias sobre moral e instrucción cívica. En el siguiente verano de 1901 fueron enviados a Harvard 200 maes- tros más. Todos estos recursos empleados en el perfecciona- miento del Magisterio, producían resultados bastante eficaces, pero aún se estaba lejos del ideal. Había necesidad urgente de establecer Escuelas Normales en el país, pero para que éstas pudieran dar el resultado deseable, era necesario contar con un profesorado competente. Para re- mediar esa falta se creó en 1900, formando parte de la gran refor- ma de la Instrucción Superior, la Escuela de Pedagogía adscrita a la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad Nacional. Para el ingreso en esta Escuela se exige, como sabemos, el tí- tulo de Bachiller en Letras y Ciencias, el de Maestro o Maestra de Primera Enseñanza Superior, el de Maestro o Maestra Nor- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 337 mal, o el de Maestro o Maestra de Primera Enseñanza Elemental, teniendo el aspirante que presente este último, someterse a un examen ante Tribunal compuesto de Catedráticos de la misma Escuela, sobre las siguientes materias: Lectura explicada, gramática castellana, literatura preceptiva, aritmética, nociones de geometría y dibujo lineal, geografía uni- versal, nociones de historia universal, lógica, nociones de psico- logía y ética, nociones de física, química e historia natural, fisio- logía e higiene y nociones de pedagogía. Los estudios duran tres años, repartido en esta forma: PRIMER AÑO A O AI diaria. Historias de AMÉTICA: ¿00 cn osasand ao alterna. Historia de la literatura española ....... diaria. A A alterna. A A O OA diaria. SEGUNDO AÑO Metodología pedagógica (primer curso) . diaria. Historia moderna (primer curso) ........ alterna. Pricología pedagosica cocos dia diaria. OO o ata alterna. Historia, dela pedagogía a... o.azmacodess alterna. TERCER AÑO Metodología pedagógica (segundo curso) . diaria. A A alterna. Historia moderna (segundo curso) ...... alterna. E alterna. O A alterna. La Escuela de Pedagogía dispone de una primaria anexa, cuya organización es la misma de las otras escuelas públicas, contan- do además con un aula de niños anormales. En esa escuela anexa se verifican diariamente prácticas de metodología, ensayando y (1) Esta última es potestativa para los alumnos. 338 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aplicando los últimos métodos y procedimientos recomendados, bajo la dirección del catedrático de la asignatura. Dispone ade- más la Escuela de un Laboratorio de Paidología, donde constan- temente se realizan investigaciones, estudiando allí los alumnos de un modo eficaz todo lo concerniente a la psicología infantil. El título que se expide en esta Escuela es el de Doctor en Pe- dagogía, observándose un aumento, sobre todo en estos últimos años, de aspirantes a ese título. Otra de las instituciones tendientes a suplir la falta de una Es- cuela Normal y que debemos recordar aquí, fué el “Instituto para Maestros””, establecido en esta capital, en el año 1901, a iniciativa del Dr. Alfredo M. Aguayo. Este Instituto compren- día tres escuelas: una de ambos sexos para los aspirantes al Ma- gisterio, que funcionaba de 7 a 10 a. m., estando en ella la ense- ñanza repartida en tres cursos, de un año cada uno; una escuela nocturna para los maestros en ejercicio, que funcionaba de 7 a 10 p. m. y además una escuela primaria con niños de ambos sexos, que contaba con cuatro aulas: una para varones, dos para niñas y una mixta, para analfabetos. Esta escuela primaria trabajaba de 12 a 4 y en ella podían practicar los alumnos del Instituto. Allí se explicaban, además de las materias señaladas en los pro- gramas de exámenes para maestros, música, dibujo natural e inglés. Este Instituto careció de una buena dirección pedagógica, cons- tituyendo un fracaso, no obstante las buenas bases de su proyecto. Funcionando ya la Escuela de Pedagogía, era posible pensar en el establecimiento de Escuelas Normales dentro de un plazo relativamente breve; pero entre tanto había que continuar la obra de perfeccionamiento de los maestros. Con ese objeto, el Comisionado de Escuelas Públicas, Mathew Hanna, recomendaba a la Junta de Superintendentes que enviara a educar todos los años un número de maestros a una o más Escuelas Normales de los Estados Unidos. Esta recomendación púsose en práctica en- viando en 1901, 60 jóvenes cubanas a la Escuela Normal de New Paltz, estado de New York. De estas 60 jóvenes, 13 se escogie- ron en Santiago de Cuba, 1 en Camagiiey, 4 en Santa Clara, 10 en Matanzas, 30 en la Habana y 2 en Pinar del Río. Celebróse un convenio con el Director de aquella Escuela Nor- mal, por el cual se estipulaba que las alumnas asistirían durante un año al Establecimiento, o durante dos, si el Comisionado de Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 339 Escuelas Públicas juzgara conveniente dar esa duración al curso, abonando por cada alumna $1.75 por enseñanza y $4.25 por gas- tos personales, semanalmente. Las alumnas fueron seleccionadas mediante un examen y por contrato firmado quedaban comprometidas a prestar sus servicios en las Escuelas Públicas de Cuba, tan pronto se graduaran, por un período no menor de dos años y con un sueldo que no bajaría de $75.00. A su vez el Gobierno se comprometía a abonarles $20.00 mensuales a partir de la fecha de embarque, además de costearles los gastos de viaje, de enseñanza y de alojamiento. Expresaba el señor Hanna, que enviando con regularidad un nú- mero de alumnos a los Estados Unidos, Cuba podía contar anúal- mente con un grupo de maestros que habían recibido una pre- paración mejor que la que entonces podía ofrecérseles en el país. Pero el contrato, que se acordó fuera de dos años, no se cumplió, y regresaron las alumnas antes del vencimiento, influyendo en esto tal vez el cambio político realizado: era el año 1902, en que se proclamaba la República. IX Introducción del Kindergarten en Cuba.—Creación de la Escuela Normal de Kindergarten. Otra de las grandes innovaciones introducidas durante la In- tervención Americana fué el Kindergarten, desconocido hasta en- tonces en Cuba. La “Sociedad de Huérfanos Cubanos””, organizada en New York inmediatamente después de terminada la guerra, implantó las primeras clases de esa índole, estableciéndolas además para la preparación de sus maestras. Las doctrinas del gran Federico Froebel, extendidas por todo el mundo civilizado, llegaban a nosotros en los momentos en que era mayor el número de niños faltos de cuidados y protección. La Sociedad estableció dos Kindergarten en la ciudad de Ma- tanzas, uno en Santiago de Cuba y otro en Sagua la Grande. Más tarde el Comisionado de Escuelas Públicas propuso hacerse car- go de dichos establecimientos, proposición que fué aceptada, que- dando esta enseñanza a cargo del Gobierno desde el año escolar 340 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. 1901-1902. En Febrero de este último año el Gobernador Militar autorizaba la creación de una Escuela Normal de Kindergarten, inaugurándola en esta capital en Septiembre del mismo año, ba- jo la dirección de la señorita Marie E. Keil, que anteriormente prestaba sus servicios en Matanzas y a quien se encomendó des- pués la obra de organizar la nueva enseñanza en el país. Según la Circular número 11, del Comisionado de Escuelas Públicas, de 8 de Febrero de 1902, la Escuela estaría dividida en dos departamentos: uno para la enseñanza teórica y otro para la enseñanza práctica, estableciéndose en este último un Kinder- garten modelo. Se enseñarían las siguientes materias: Psicología en general, con aplicación especial a la inteli- gencia del niño. Teoría de los regalos y de las ocupaciones. Estudio de los colores. El Kindergarten. «Juegos y cantos. Ciencias naturales. Historia de la educación. Pedagogía de Froebel y su “Educación del hombre””. Ejercicios físicos. El estudio del Mother Play. Teoría de la música. Idioma inglés. Los estudios durarían dos años. Sin embargo—dice el artículo 7% de la mencionada Circular—““Una alumna podrá graduarse antes de terminar los dos cursos prescritos si así lo acordase la Junta de Superintendentes, a propuesta de la Directora de la Es- cuela Normal; pero en todo caso tendrá que someterse a los exá- menes necesarios y resultar en ellos aprobada””. Según el artículo 9? podrían escogerse anualmente 20 alumnas procedentes de las distintas provincias en la siguiente forma: Pinar del Río 2, Habana 5, Matanzas 3, Santa Clara 5, Camagiey 2, y Santiago de Cuba 3. Esa selección sería hecha mediante exámenes que tendrían lugar en las capitales de cada provincia. A las alumnos residentes en la Habana se les abonarían $10.00 y $20.00 a las demás, comprometiéndose cada una a ejercer su profesión durante tres años en las escuelas públicas, con un suel- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 341 do no menor de $50.00 al mes, quedando obligada a reembolsar al Tesoro de la Isla la cantidad empleada en ella si no cumpliera con lo estipulado. El examen mediante el cual serían seleccionadas, versaría so- bre: aritmética, geografía, gramática, composición, ortografía, historia de Cuba y de América, fisiología e higiene y escritura, exigiéndose además algunos conocimientos de piano y canto. Las alumnas al ingresar no serían menores de 17 años ni ma- yores de 28. El 4 de Marzo de 1914 la Junta de Superintendentes, refor- mando la Circular número 11, aprobó un Reglamento para esta Escuela, presentando los estudios en la siguiente forma: PRIMER CURSO Estudio y psicología del niño. Estudio de los colores (con ejercicios de dibujo y pintu- ra). Primer curso. Ciencias naturales (nociones de zoología y mineralogía). Primer curso. Teoría de los dones y de las ocupaciones (con ejercicios teórico-prácticos). Primer curso. Juegos y cantos del Kindergarten. Primer curso. Juegos de madre (Mother play). Cuentos, plática y pro- egramas. Primer curso. Inglés. Primer curso. Música. Primer curso. Educación física. Primer curso. SEGUNDO CURSO Historia de la educación. (Teorías pedagógicas de los gran- des educadores, en relación con el Kindergarten y espe- cialmente de Froebel). : Estudio de los colores (con ejercicios de dibujo y pintura). Segundo curso. Ciencias naturales. Segundo curso. (Botánica y ligeras nociones de física). Teorías de los dones y de las ocupaciones (con ejercicios teórico-prácticos). Segundo curso. 342 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Juegos y cantos del Kindergarten. Juegos de Madre (Mother play). Cuentos, plática y pro- grama. Segundo curso. Inglés. Segundo curso. Música. Segundo curso. Educación física. Segundo curso. Según este Reglamento el número de alumnas se fijó en 24, (12 en cada curso), correspondiendo 2 a cada provincia, y la edad de ingreso se bajó como mínimum a 16 años, quedando suprimi- da la mensualidad que se les asigenaba, no estando comprometidas a prestar forzosamente sus servicios en las escuelas públicas. En 1915 la Junta de Superintendentes hizo algunas reformas al Reglamento en lo concerniente a la enseñanza de la música, estableciendo que a su ingreso las alumnas habían de tener cono- cimientos prácticos de piano hasta tercer año inclusive y haber cursado los estudios de Le Couppey (op. 20) de Czerny (op. 636) u otros análogos del mismo grado de dificultad. La “Escuela Normal para Maestras de Jardines de la Infan- cia”?, se rige en la actualidad por un Reglamento aprobado en 1921. Por él vemos que las materias que se estudian, distribuí- das por cursos, son: PRIMER CURSO Elementos de pedagogía. Historia de la pedagogía, especialmente la de los grandes educadores, en relación con los Jardines de la Infancia. Mother play. Primer año. Dones. (Ejercicios teórico-prácticos). Primer año. Teoría de las ocupaciones. Primer año. Trabajo manual. Primer año. Dibujo y pintura. Modelado. Nociones de ciencias naturales. Fisiología e higiene. Educación física. Primer año. Música : teoría, solfeo, cantos y piano. Primer año. Inglés. Primer año. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 343 SEGUNDO CURSO Psicología del niño. Dones (ejercicios teórico-prácticos). Segundo año. Teoría de las ocupaciones. Segundo año. Trabajo manual. Segundo año. Metodología de los cantos, juegos, pláticas y demás ejer- ciecios correspondientes al departamento de enseñanza práctica. Dibujo y pintura. Segundo año. Jardinería (lecciones teórico-prácticas). Educación física. Segundo año. Música. Segundo año. Inglés. Segundo año. Cada año podrán ingresar 30 alumnas, en la siguiente propor- ción: de Pinar del Río 3, de la Habana 9, de Matanzas 4, de San- ta Clara 6, de Camagiiey 3 y de Oriente 5. La edad de ingreso se fija de 16 a 30 años. El personal docente de esta Escuela, de acuerdo con el artículo 39 del Reglamento, se compone de seis profesoras y de las auxi- liares necesarias. Las aspirantes a ocupar las plazas de Profesora de Música o de Inglés, sólo necesitan acreditar sus conocimientos en una u otra materia, además de llenar los requisitos indispensables de salud y moralidad. Para las demás plazas se exige el título de Maestra de Kindergarten o de Jardines de la Infancia y haber desempeñado un aula oficial de esta enseñanza durante 4 años por lo menos. Al Kindergarten se le cambió oficialmente el nombre por el de Jardines de la Infancia siendo Secretario de Instrucción Pública el Dr. Francisco Domínguez Roldán, al entrar Cuba en la guerra europea, como protesta antigermánica, pero el público y todos los que hacen referencia a esta enseñanza especial, siguen designán- dola con el nombre inmortalizado por su genial fundador. Por nuestra parte creemos que el nombre primitivo no debió nunca ser substituído por otro que no encierra la concisión de la palabra alemana, ni su sonoridad, siendo además la denominación que Froebel dió a su sistema. Algunas críticas han sido expuestas por personas peritas acer- 344 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ca del plan de enseñanza de esta Escuela Normal, tanto en la parte que se relaciona con la duración de los estudios, como en la que se contrae al modo como la enseñanza se practica, y hay que convenir que gran número de esas críticas no están despro- vistas de fundamento. Indudablemente, dos años no es tiempo suficiente para obtener un título que capacite para desempeñar con la idoneidad requerida, una enseñanza de índole tan espe- cial y delicada como lo es la del Kindergarten. Si a esto se agrega lo incompleto de los estudios, se verá que la institución no ha podido dar los resultados que se esperaban. El remedio, por lo tanto, creemos pudiera hallarse aumentando en un año los estudios y que a las profesoras encargadas de la enseñanza se les exija mayor capacidad académica para el ejercicio de sus cargos. Además esta Escuela, en lugar de funcionar independiente- mente, nos parece que debiera constituir una dependencia espe- cializada de la Escuela Normal para Maestras. Xx Las Escuelas Normales de la República.—Ley de 16 de Marzo de 1915, creando estas instituciones.—Examen de la Ley y del funcionamiento de dichas escuelas.—La Escuela Normal Supe- rior es innecesaria existiendo la Escuela de Pedagogía. El 16 de Marzo de 1915 el Presidente de la República sancionó la ley sobre creación de Escuelas Normales votada por el Con- greso. Según dicha ley habían de crearse en esta capital dos Escuelas Normales; una para Maestros y otra para Maestras, y en término de dos años, a partir de la fecha de la promulgación, se establecería una Escuela Normal para Maestros y Maestras en cada una de las capitales de provincias. El 11 de Diciembre de 1833 presentaba Don José de la Luz el proyecto de creación del Instituto Cubano de que hemos tratado anteriormente, y el 11 de Diciembre de 1915, en el mismo edificio donde él soñara establecerlo, se inauguraban las dos Escuelas Normales de esta capital. La joven República, inspirándose en las doctrinas del gran educador, podía ya comenzar la noble y provechosa tarea de formar un Magisterio realmente nacional. Examinemos la organización de estas Escuelas, que son exter- nas y gratuitas. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 345 Para ser alumno de ellas es necesario haber cumplido 14 años y sufrir una examen de ingreso sobre las materias señaladas en los cursos de estudios de las escuelas primarias, quedando libres de esta prueba los que presenten un Certificado de Maestro o el título de Bachiller. Ascrita a cada Normal existe una escuela primaria regida por las mismas leyes que las escuelas públicas y que se utiliza para los ejercicios prácticos de los alumnos normalistas. Los estudios en estas Escuelas Normales duran 4 años y el tí- tulo que se expide es el de Maestro Normal. Los cursos dan eo- mienzo el día 1” de Octubre y terminan el 15 de Mayo siguiente. Los exámenes finales se celebran anualmente en el mes de Junio, habiendo además exámenes extraordinarios en Septiembre para los alumnos que no hubieren sido aprobados en los anteriores o no hubieren concurrido a los mismos. El artículo IX de la ley de creación de estas instituciones, es- tablece que en ellas se enseñará: 1”. Gramática y composición, elocución, literatura española y cubana. 22. Aritmética, nociones de álgebra, geometría. 3%, Física, química, historia natural y agricultura. 4%, Historia, geografía, instrucción moral y cívica. 5%, Estudios pedagógicos: lógica, psicología, psicología in- fantil, metodología, higiene escolar y práctica escolar. 6%. Idiomas francés o alemán. (A elección del alumno). 7%. Idioma inglés. (Obligatorio). 8% Dibujo lineal y natural, caligrafía, elementos de modelado. 9% Anatomía, fisiología e higiene, educación física, juegos y deportes. 10% Música. (Teoría, solfeo y coros para todos los alumnos y piano para las alumnas de Kindergarten). 11%. Trabajos manuales. 12% Estudios especiales de Kindergarten. El artículo XVI de la misma ley estipula que para ocupar una cátedra se requiere: Jo, Haber cumplido 21 años de edad. “20. Tener el título de Doctor en Pedagogía, expedido por la 346 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Universidad, o el de Maestro Superior expedido por las extin- guidas Escuelas Normales de Guanabacoa y la Habana, o el de alguna de las Normales españolas, si el título hubiese sido expe- dido antes de 1899 y cuando el interesado fuese de nacionalidad cubana; o poseer otro título o diploma análogo por el cual se acredite haber realizado en alguna Universidad extranjera de reconocido erédito, estudios iguales o similares a los que se cur- san en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de la Habana y siempre que los interesados cumplan las prescripciones vigen- tes en cuanto a reválida de títulos extranjeros. Ásí mismo se considerarán con igual derecho a los maestros que justificaren haber obtenido sus certificados a título de suficiencia con ante- rioridad al establecimiento de las extinguidas Escuelas Normales > de Guanabacoa y la Habana antes aludidas””. A la cátedra que comprende la enseñanza de gramática y com- posición, elocución y literatura, así como a la de historia, geo- grafía e instrucción moral y cívica, podrán optar también los Doctores en Filosofía y Letras; a la que comprende aritmética, nociones de álgebra y geometría, y a la de física, química e his- toria natural y agricultura, podrán optar los Doctores en Cien- cias y los Ingenieros Agrónomos; y a la de anatomía, fisiología e higiene, educación física, juegos y deportes, pueden optar los Doctores en Medicina. Los profesores de idiomas, música, trabajos manuales y de kindergarten, disfrutarán de un sueldo de $1,500.00 anuales ca- da uno; $2,000.00 para todos los demás y los profesores auxilia- res percibirán $1,080.00. El Director o la Directora será nom- brado por el Presidente de la República a propuesta del Claustro de profesores, cargo que sólo será desempeñado por dos años, sin que pueda ser reelegido para el período siguiente, gozando de una gratificación anual de $600.00, así como el que ejerza fun- ciones de Secretario percibirá una de $500, también anuales. Ambos habrán de ser elegidos entre los profesores titulares de la Escuela. Según el artículo 28 de la citada Ley de 1915 ““el claustro de cada Escuela Normal designará, en cada año, a uno de sus pro- fesores para que se traslade al extranjero y realice, durante un año, estudios especiales sobre las materias que le están encomen- dadas””. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 347 Además la misma Ley prescribe que al final de cada curso se concedan en cada Escuela Normal, dos becas de viaje a dos alum- nos graduados en ese año, becas que se sacarán a oposición entre los que hayan tenido mejores calificaciones. Estudiando el artículo 16 a que ya hicimos alusión, en el que se prescriben las condiciones exigidas para optar a las cátedras de estas Escuelas, nos parece que tratándose de instituciones cuyo fin es enseñar a enseñar, debe ser absolutamente indispen- sable la presentación del título de Doctor en Pedagogía. En todo caso, para optar a las cátedras que según el referido artículo pueden desempeñar los Doctores en Filosofía y Letras, en Cien- cias, en Medicina y los Ingenieros Agrónomos, nos parece que debiera exigirse también a los mismos, certificación legal de ha- ber aprobado los estudios especiales de la Escuela de Pedagogía. En cuanto a los cursos de estudios, nos parecen en general muy recargados de materias. La enseñanza nos parecería mejor ha- cerla más intensiva y no tan extensiva como aparece. A nuestro juicio, debe suprimirse la enseñanza de un idioma y hacer más profundo el conocimiento del inglés. Los estudios pedagógicos nos parecen aceptables tal como han sido fijados por la Ley, pe- ro no estamos conformes con las subdivisiones establecidas en el Reglamento, en el cual figuran disciplina, organización peda- gógica, administración y legislación escolares, como materias ais- ladas, cuando pueden quedar incluídas en la metodología. Estas Escuelas han funcionado con toda regularidad desde el 10 de Enero de 1916, fecha de su apertura. A fin de que puedan conocerse fácilmente sus resultados, insertamos aquí la relación, por cursos académicos, del número de alumnas de la Escuela Nor- mal para Maestras: Curso Académico de 1915 a 1916... ler. Curso ... 49 Curso Académico de 1916 a 1917... ler. Curso ... 47 2. Gurso ... 38 348 Curso Académico de 1917 a 1918 ... Curso Académico de 1918 a 1919 ... Curso Académico de 1919 a 1920 ... Curso Académico de 1920 a 1921... Curso Académico de 1921 a 1922... Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. De estas fueron Graduadas en el Año Escolar de 1918 a 1919 ....... A e 1d a) PA Lo 0 E Nal INR DI ” ” ler. Curso ... DIRA 3er. Curso . do e a e 5 ee fea da do 0 o da O Sa Hao qe etia jaa e aa OO COSTOS O NOA AORO O A OOO AS Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 349 En la Escuela Normal para Maestros el número de matriculados actualmente es de 75. El número de graduados es como sigue: Año Escolar de 1918 a 1919........ 21 o AS e ITA ZO cer 18 > 7 at a DEN do 1 24 E A A 63 Observando estos datos nótase el aumento progresivo de Maes- tras; en cambio, en la Escuela Normal para Maestros el número de alumnos permanece casi estacionario. La misma ley antes citada, como ya hicimos notar, dice que ““en el término de dos años””, a partir del día de su promulga- ción, se establecerá en la capital de cada provincia una Escuela Normal para Maestros y Maestras. El 10 de Octubre de 1916 se creó la de Oriente, el 17 de Diciembre del mismo año se creó la de Santa Clara. La de Pinar del Río fué creada en 1917 y el 15 de Noviembre de 1918 lo fué la de Matanzas. Aún la Escuela de Camagúey no se ha establecido, produciendo esto un desequili- brio en el sistema de Escuelas Normales del país, ya que, según dicho sistema, cada provincia está llamada a preparar a sus maestros. No hemos creído oportuno hacer aquí una relación detallada de cada una de las demás Escuelas Normales de la República, bastando presentar como tipo las dos establecidas en esta ciudad. Todas, organizadas por la misma ley y con igual reglamento, lle- nan sus funciones con acierto notable, dejándose ya sentir sus beneficios. Las Escuelas Normales, además del Diploma de Maestro o Maestra Normal expiden también el título de Maestra Normal de Kindergarten (Inciso 2” del artículo XII del Reglamento), pe- ro para obtener este último se requiere haber aprobado, en adi- ción a todas las materias que se enseñan para ganar el título de Maestra, los estudios especiales del Kindergarten. Hasta la fe- cha no se ha otorgado ningún título de esta última clase. Volviendo a detenernos en la ley de 16 de Marzo de 1915, en- contramos la disposición de establecer una Escuela Normal Su- perior, cuyo objeto será preparar profesores para las Escuelas 350 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Normales elementales, es decir, perseguirá el mismo fin que per- sigue actualmente la Escuela de Pedagogía. Refiriéndose a la creación de esa Escuela Normal Superior, di- ce el artículo XXIX de dicha ley: ““Seis meses después de establecidas las Escuelas Normales de la Habana, la Normal de varones convocará a un concurso de méritos para designar 13 plazas de pensionados entre graduados de la Universidad de la Habana, debiendo preferir, en igualdad de méritos académicos y pedagógicos, a los más jóvenes. Dichos pensionados se trasladarán a aquellos centros de cultura más acreditados de Europa y realizarán por espacio de dos años pro- rrogables, todos los estudios que los capaciten para fundar al regreso una Escuela Normal Superior”?. Agregando más adelan- te el mismo artículo, que esta Escuela deberá ser “establecida, organizada y dirigida”” por un especialista o notable educador traido del extranjero. El tipo más notable de Escuelas de esta clase es la establecida en Saint-Cloud, para Maestros y otra en Fontenay-aux-Roses pa- ra Maestras. Estas Escuelas son internados; los estudios duran tres años, las materias son las mismas que se enseñan en las Nor- males elementales, estudiándolas de un modo más profundo, ex- tendiendo notablemente los conocimientos por series de conferen- cias sobre temas libres dados por hombres de grandes méritos científicos. Existiendo en nuestra Universidad la Escuela de Pedagogía, nos parece innecesario el establecimiento de la Escuela Normal Superior, puesto que ambas tienen la misma finalidad. Lo que sí juzeamos indispensable es reformarla, elevar su nivel cientí- fico hasta lograr que el título que en ella se expida pueda com- petir dignamente, o rivalizar si fuere posible, con el de Maestro Normal Superior de las Escuelas de Francia. En nuestra Escuela de Pedagogía no se estudian todas las ma- terias que han de explicarse en las Escuelas Normales, acusando esto una notable deficiencia nuestra al compararnos con los gra- duados de la Escuela Normal Superior de Fontenay-aux-Roses o la de Saint-Cloud. Este es, a nuestro juicio, uno de los puntos que debe tomarse en consideración al reformar la Escuela de Pedagogía. De paso aquí haremos constar nuestra inconformidad con lo estatuído en el artículo XXIX de que hemos tratado, en lo refe- Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 351 rente a que la Escuela Normal Superior (que volvemos a repetir juzgamos innecesaria) sea “establecida, organizada y dirigida”” por un especialista traído del extranjero, puesto que existe en Cuba elemento suficientemente preparado para que, después de extender sus conocimientos y ponerse en contacto con los últimos adelantos científicos de las naciones más cultas, pueda establecer, organizar y dirigir cualquiera institución de la índole de aquella en que se hubiere especializado. Además, tratándose de pedago- gía, nos parece expuesto el procedimiento de la implantación absoluta de un sistema de educación. Es necesario conocer pri- mero los ideales, tendencias, aptitudes, en una palabra, el ca- rácter de un pueblo, para entonces adaptar el sistema de que se trate, o implantarlo en caso de que sea conveniente. EXXON Conclusión. Cuando retrospectivamente consideramos la historia de nues- tra enseñanza y comparamos su estado actual, aún con sus defi- ciencias, con el de la época colonial, no podemos menos de con- siderar que la obra pedagógica emprendida por la Intervención Americana en el último año del siglo pasado y primeros del actual, y continuada por nuestra República, es digna de loa y encarecimiento. El poder interventor implantó un sistema de escuelas públicas que extendió por todo el país los beneficios de la enseñanza y reformó la Instrucción Superior, en cuya reforma estaba incluída la Escuela de Pedagogía, y el gobierno de la Re- pública ha creado las Escuelas Normales. Al decir que esta obra es digna de celebración, no se nos oculta lo distante que ciertamente está de ser perfecta; pero ninguna obra en el mundo nace en completo estado de desarrollo y a nuestro cuidado y vigilancia se ha de deber el mejoramiento que indudablemente ha de presentar en lo futuro. Con censurar y lamentarse no se aleanza nada. Oigamos las palabras que el ilus- tre Varona escribió al defender sus reformas en la Instrucción Superior: ““Por deficiente que sean, lo cuerdo y patriótico consiste en ver si puede mejorarse hoy o mañana; pero no tratar 52 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Qu de demolerlas para quedarnos estancados. No se puede vivir despacio, cuando los otros viven de prisa. Hay quien aguija y avanza mientras nosotros queremos empezar a discutir si debemos echar a andar. Estamos en medio de un mundo que se transforma. Fervet opus. Ay! de los que se obstinan en no cambiar o quieren cambiar a su guisa, esperando la oportunidad, que para los lentos llega siempre tarde?”. Inspirándonos en estas palabras, debemos dedicar todos nues- tros afanes, todas nuestras fuerzas, al mejoramiento de nuestras Escuelas Normales, cuyas deficiencias, que no debemos ocultar, pero tampoco exagerar, han de ir desapareciendo progresiva- mente si todos ponemos la voluntad en tan patriótico empeño. Los pesimismos extremados ante las injustificadas censuras de instituciones tan necesarias, tan indispensables para la cultura del país, sólo producen el estancamiento a que se refiere el emi- nente pensador cubano, y ciega las fuentes del entusiasmo y del estímulo sin los cuales no puede haber obra meritoria, ni du- radera. BIBLIOGRAFIA —Nouveau dictionnaire de pédagogie et d*instruetion primaire, publié sous la direction de F. Buisson. París, 1911. —Memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana. Años de 1817 y 1818. —Memorias de la Real Sociedad Patriótica de la Habana. Año 1838. —Memorias de la Real Sociedad Económica y Anales de Fomento. Años 1864 y 1865. —José de la Luz y Caballero.—Informe presentado a la Real Junta de Fomento, de Agricultura y Comercio de esta Isla... en el expediente sobre traslación, reforma y ampliación de la escuela náutica establecida en el pueblo de Regla... Habana, 1834. (Reproducido en extracto en las Me- morias de la Real Sociedad Económica de la Habana, de 1836, con el título de ““Instituto Cubano?”, y en los Apuntes... de Bachiller y Morales, t. Il. p. 104-106). —La Cartera Cubana, t. III, año 1839, —Ensayo histórico-estadístico de la instrucción pública en la Isla de Cu- ba, por Don Pelayo González de los Ríos, (Memorias de la Real Sociedad Económica y Anales de Fomento, año 1865). —Reglamento para la Escuela Normal bajo la dirección de los P.P. Es- colapios. Habana, 1863. Caridad González y Venegas: Las Escuelas Normales. 353 —La escuela normal, por Sebastián Benítez Galán, (El Profesorado de Cuba, Años 1 y 2. 1882-83). —La Idea. Revista de Instrucción Pública, publicada por Teodoro Gue- rrero y José María de Céspedes, Habana, 1866. —Manual de primera enseñanza... Por D. Joaquín Estapé. Cienfue- gos, 1892. —Enrique José Varona.—Las reformas en la enseñanza superior. Ha- bana, 1900. —First annual report of the Commissioner of Public Schools, together with the annual reports of the provincial Superintendents and others. 1900-01. Habana, 1902. —Circular número 11 de 8 de Febrero de 1902, del Comisionado de Es- cuelas Públicas creando la Escuela Normal de Kindergarten. —Alfredo M. Aguayo.—Las Escuelas Normales y su organización en Cuba. Habana, 1909. —Reglamento de la Escuela Normal de Kindergarten. Años 1914 y 1915. —Cuba Pedagógica. Números de Octubre 31 y Diciembre 25 de 1919, —Ramiro Guerra.—El General Leonard Wood y la Instrueción Pública en Cuba.—Cuba Contemporánea. Julio 1920, —Arturo Montori.—El problema de la educación nacional. Habana, 1920. —Reglamento de la Escuela Normal para Maestras de Jardines de la Infancia, 1921. SOLEMNES ACTOS UNIVERSITARIOS EL DR. ARCE EN LA UNIVERSIDAD La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias deseosa siem- pre de recoger en sus páginas todo cuanto contribuya al mayor auge de nuestra Universidad se complace en ofrecer a sus lee- tores el bien escrito discurso leído por el Dr. José Arce, Rector de la Universidad de Buenos Aires, en la hermosa fiesta de con- memoración del 27 de Noviembre próximo pasado, aniversario del fusilamiento de nuestros estudiantes, así como la descripción del solemne acto en el cual fué investido de la jerarquía de Ree- tor honorario de esta Universidad el propio Dr. Arce, por espe- cial acuerdo del Claustro de la Universidad, y del cual da deta- llada cuenta el Diario de la Marina de este modo: DISCURSO DEL DOCTOR ARCE “Señoras, señores: ““Queda una vez más abierto ante vosotros, el libro de la his- toria. “Un hombre sabio, justo y venerable, con mano temblorosa— ¡oh! santa emoción—lo ha abierto en esta página. ““Manchada está y con sangre, que aún parece fresca. Medio siglo transcurrido, porque el viejo e inmutable Cronos, al acer- carse año tras año, con su lima igualitaria, retrocede espantado y al retornar al camino, deja caer una lágrima, que revive el eo- lorido primitivo. ““La piedra del desierto era también vieja e inmutable y sin em- bargo brotó agua de su seno al mágico conjuro de la vara bíblica! ““Fuerzas distintas, pero concordantes, visibles unas, no aparen- tes otras, han inspirado su conducta. La de su propia concien- cia de hombre libre, donde tan sólo anidan sentimientos genero- sos. La de millares de almas juveniles que lo rodean y nos rodean Solerznmes actos universitarios. 355 hoy, en esta casa en que Minerva, cede su puesto complacida, para transformarla transitoriamente en templo del dolor—milla- res de almas juveniles que forman la conciencia colectiva del alma mater habanera y señalan con entusiasmo el sesuro derro- tero de una estirpe de intelectuales, gloria de América, que for- mada al calor de este regazo, y con el ejemplo de los eximios maestros que eruzan estos claustros y ocupan estas tribunas y partida para el mundo, desde este mismo severo paraninfo, al- canzan como él, como su ilustre Rector, al término de la larga y penosa jornada, los umbrales de una antesala, desde donde se divisa cuajado de flores, resplandeciente de luz y lleno de paz, el misterioso valle de la inmortalidad! La de vuestro afecto, tier- no, dulce y siempre armonioso, señoras, madres, esposas e hijas, como que en ese mismo libro de la historia, consta que en todo altar donde se rindió culto al Amor y al Dolor—sentimientos los más excelsos de que es capaz la naturaleza humana—allí estuvo presente y desde la primera hora, la mujer y su plegaria! La de todo el pueblo de Cuba libre, reunido esta mañana en torno de un templete que guarda y guardará por los siglos de los sielos, unos cuantos ladrillos, santificados con sangre de inocentes, y cuyo solemne recogimiento, en la imponente ceremonia, habla de cultura al espíritu y de grandeza de alma al corazón! ““Señor Rector: ““Permitidnos agregar a ese cúmulo de fuerzas, la de nuestra veneración y nuestro respeto, que si no somos suficientemente osados para acicatear vuestra conciencia, ni para turbar el es- pontáneo fervor con que la familia universitaria y el pueblo de Cuba, se detienen y descubren hoy, ante el recuerdo del luetuo- so suceso, como hijos de América, como hermanos vuestros, re- eclamamos respetuosamente un lugar en el templo, para besar eo- mo a nuestra propia madre, los colores de vuestra bandera, mien- tras deshojamos una flor en las gradas del santuario donde se guardan vuestras libertades. ““Y ahora me dirijo especialmente a vosotros, jóvenes estudian- tes: Habéis nacido bajo el mismo cielo que vuestros padres, pero con la dicha inefable de que ellos no gozaron, de disfrutar de luz y serenidad sin preocupaciones; hace más de veinte años que una estrella, os marca la ruta por donde vuestra patria marchará, sin detenerse en la trayectoria que le marquen vuestra sabiduría y 356 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. vuestro esfuerzo; empezáis a ser parte del presente y solos o casi solos constituiréis el porvenir; el recuerdo del 27 de Noviembre de 1871 no se borrará jamás de vuestras mentes; constituye el atardecer más lúgubre y sombrío de una larga jornada de opre- sión y sacrificio, pero al día siguiente, las primeras luces de la aurora brillaron con más fuerza todavía y en el horizonte sin fin de este mar que os rodea, la simpatía de muchos pueblos, com- pitió con el fuego candente del astro-rey para iluminar en la pu- pila de vuestros libertadores y de vuestros héroes, la esperanza definitiva del triunfo y de la libertad que hoy disfrutais; un ré- gimen político equivocado y absurdo, la debilidad de un funcio- nario que desenvolvía su acción a muchas leguas de su amo y rey y las pasiones desenfrenadas de una turba con más estómago que corazón, son los únicos responsables del inícuo atentado! ““La Madre patria, no! Hace 35 años, en este mismo día, lo pro- elamó con elocuencia inimitable uno de vuestros grandes patri- cios, Manuel Sanguily; ella no estuvo representada por los vie- timarios, sino por el valiente defensor de las víctimas, español y militar por añadidura, cuya voz de hidalgo, verdadero hijo de España, fué ahogada por la pasión de quienes en ese momento imponían la ley! “Desvinculemos, pues, a España de tan triste y doloroso recuer- do, para pensar tan solo en el amor a la patria nueva y soberana de Cuba libre y consagrada al trabajo; y si una lágrima de dolor vela vuestros ojos, como los nuestros, enjugadla luego, para mirar hacia adelante y hacia arriba, aguzado el ingenio, ejercitado el brazo, fuerte el corazón, pensando en el porvenir de vuestro pue- blo, huyendo de las tinieblas y marchando hacia la eterna luz, desde donde nos llaman los que se fueron antes que nosotros; des- de donde os llaman, esos mismos inocentes mártires que con vos- otros veneramos, eligiendoos como homenaje a su martirio, que hagáis de este rico pedazo de tierra americana, una sociedad cul- ta, con instituciones sabias, ejemplo de otros pueblos, gloria vues- tra y también nuestra, donde se habrá de venerar por los si- elos de los siglos, lo que ellos tanto amaron y no tuvieron: la libertad ””. INVESTIDURA DE RECTOR HONORARIO “Ayer a las diez de la mañana se reunió el Claustro Universi- Solez:znes actos universitarios. 30 tario econ asistencia de la casi totalidad de sus miembros y des- pués de un ligero cambio de impresiones, fué acordado por una- nimidad, la siguiente moción de los doctores Enrique Hernández Cartaya y Fernando Sánchez de Fuentes, pertenecientes a la facultad de Derecho. ““El Claustro general de la Universidad de la Habana en aten- ción a que con motivo de la celebración del VI Congreso Médico latino americano se encuentran en esta capital distinguidos fa- cultativos de las Repúblicas hermanas, entre quienes figuran el señor Rector de la Universidad de Buenos Aires y otros señores Profesores, algunos de los que han prestado su concurso, difun- diendo la enseñanza al lado de Catedráticos de esta Universidad, Acuerda: ““Primero: Nombrar Rector honorario de esta Universidad al doctor José Arce, actual Rectos de la Universidad de Buenos Aires. “Segundo: Recibir el Claustro y saludar con entusiasta espíritu de fraternidad a los señores Delegados a dicho Congreso que son a la vez profesores de centros docentes superiores latino ameri- canos, con expresión de la mayor simpatía para los Claustros de que forman parte y, especialmente, dar las gracias a los señores David Speroni y Nascimento Gurgel de Amaral por los donativos y trabajos que han hecho en pro de nuestra enseñanza. “Tercero: Convocar al Claustro de esta Universidad a sesión solemne para el día de hoy, econ objeto de dar publicidad a los acuerdos anteriores. “*Cuarto: Invitar a los demás señores Delegados a dicho Con- greso para la sesión expresada, como deseo del Claustro de con- tar con su valioso concurso en el acto solemne de honrar a los ilustres miembros de Centros docentes superiores latino america- nos pertenecientes al citado Congreso. Habana, 4 de diciembre de 1922””. ““Y de acuerdo con la citada moción ayer tarde a las 5 p. m. el Claustro en pleno recibió a los doctores Arce, Speroni y Gurgel, estando el Aula Magna de nuestro primer centro docente lleno 358 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de una distinguida concurrencia, donde predominaba el elemento femenino. ““Pocos momentos antes de llegar el Claustro, hizo su entrada en el salón el doctor Evelio Rodríguez Lendián, recibiendo tan culto como querido profesor de todos los estudiantes una verdadera ovación. “Al hacer su entrada el doctor Arce acompañado de los docto- res La Torre, Hernández Cartaya, Sánchez de Fuentes, Tamayo y Aragón prorrumpió en una estruendosa salva de aplausos la concurrencia y a continuación, los estudiantes entonaron sus vl- brantes ““cheers””, dando vivas al doctor Arce y a la Argentina. ““El Secretario de la Universidad dió lectura al acta de la se- sión del Claustro, el que fué recibida con muestras de verdadero júbilo por la concurrencia, tomando seguidamente la palabra el Rector Dr. Carlos de la Torre en estos términos: ““Por primera vez, en los anales de nuestra Historia, el Alma, Mater en lo más alto de la colina universitaria, sale del estrecho ciíreulo de los viejos paredones de la antigua Universidad, y asomándose, en un gesto de confraternidad que ha de llenar de fervor el corazón de toda la raza, a sus balcones del Atlántico, abre sus brazos para recibir, con el himno triunfal que se reser- va a los vencedores, a la brillante representación del profesorado universitario de la América Latina, que vino a compartir con ella, por breve plazo, tareas profesionales y a encender, en el calor de una colaboración científica y de un sentimiento de alta solidaridad internacional, un afecto entrañable que han de re- cordar, al través de los años, las actuales generaciones, con la visión suprema de un gran abrazo de pueblos, que fundiera en una sola y gran aspiración hacia el mejoramiento de la especie humana, a todas las naciones que comparten con los Estados Uni- dos, en el eran continente que limitan los dos Oceanos, la misión suprema de salvar la Civilización. “La Universidad de la Habana, el claustro pleno que acaba de celebrarse, ha tomado el acuerdo, que tanto la enaltece, de eon- ferir al ilustrísimo señor doctor José Arce, Rector de la Univer- sidad de Buenos Aires, el título de Rector Honorario de nuestra Universidad, condensando en su alta personalidad todos los ho- nores que quisiéramos conferir a la representación de todas nues- tras hermanas latinas; y para testimoniar, así nuestro agradeci- miento a todos los que, directa o indirectamente, han demostrado solemnes actos universitarios. 359 su amor por nuestra casa: recibir, en claustro pleno, con toda solemnidad académica y en una sesión, a la vez de cortesía y de homenaje, a los profesores universitarios de las repúblicas latinas de América, y expresar, del modo más cordial y fervoroso, a los doctores Nascimento Gurzel do Amaral y David Speroni, nuestro más intenso agradecimiento, por sus diversos actos profesionales en el seno de nuestra colectividad y por sus donativos a la Uni- versidad de la Habana. ““Ligado al doctor Arce, en cuanto nos pusimos en contacto, por lazos entrañables de afecto, cireunstancias diversas de nuestras vidas, lo han ido intensificando, al calor de semejanzas marcadas y felices coincidencias: casi al mismo tiempo, en las postrime- rías del año anterior, obtuvimos él y yo, de nuestros compañeros respectivos, la más alta distinción a que, dentro de la Casa, pue- de aspirar un profesor universitario, y ambos hemos consagrado nuestros desvelos y nuestros más grandes empeños a remover los viejos cimientos de nuestras vetustas universidades para encau- zarlas por las nuevas sendas que exigen, en los actuales tiempos los progresos de las Ciencias y el desenvolvimiento, cada día más creciente, de las relaciones entre todos los pueblos de la tierra. ““Los que habéis tenido ocasión de conocer, con motivo de sus operaciones quirúrgicas su alta pericia profesional: los que ha- béis oido las palabras admirables de sus discursos elocuentes, que le dan una merecida ejecutoria de orador académico en su más excelsa acepción, y los que, finalmente, habéis podido apreciar, con motivo del triste aniversario del 27 de Noviembre, la gran- deza de su corazón y el alto sentido político de acercamiento la- tino que demostrara, asociándose a uno de nuestros más grandes dolores históricos, no podréis extrañar que al compartir con él, por el mandato de mis compañeros, el título de Rector de la Uni- versidad de la Habana, sienta mi corazón estremecido de júbilo, y con un abrazo, que quiere abarcar toda la América, funda con él, el ansia que llevo yo también dentro del pecho, de hacer de las tierras que libertaron Bolívar y San Martín y Martí, Gómez y Maceo, dos hermanas entrañables que recorran unidas el sendero del progreso por una eternidad de eternidades...?”. ““Dirigióse luego el señor Rector a los Delegados del Congreso Médico en una cariñosa salutación de bienvenida. “Y cuando iban extinguiéndose los clamorosos aplausos que co- ronaron la lectura del doctor la Torre, tomó de nuevo la palabra 360 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y vuelto a su esclarecido compañero de investidura académica, dijo econ voz clara y sonora: “* ...Quedáis investido, Dr. José Arce de la jerarquía que os ha otorgado este claustro, de Rector Honorario de la Universidad de la Habana””. ““Sucedió entonces que aquellos dos próceres de la intelectuali- dad cubana y argentina se dieron las manos, en señal de pura amistad y a seguido, como si quien mandase ya fuese solo el sen- timiento, se abrieron los brazos y aquellos dos pechos se oprimie- ron, como para fundir, sin duda, el noble afecto de confraterni- dad que dicha investidura simboliza. ““Calmada la tempestad de aplausos que aquella tierna y her- mosa escena provocara, el doctor La Torre anunció que uno de los iniciadores de la suplicada conferencia del doctor Arce iba a explicar el origen de la misma y para ello subió a la tribuna el doctor Gustavo Aldereguia, que fué saludado con cariñosas pal- madas. ““El doctor Gustavo A. Aldereguia, dió lectura a una bien docu- mentada conferencia sobre la marcha de las Universidades latino- americanas, diciendo que **el acto solemne de esta tarde es un homenaje de la juventud Cubana Universitaria a los universi- tarios argentinos, terminando entre una salva de aplausos, di- ciendo que nuestras organizaciones universitarias debían seguir la marcha de adelanto y engrandecimiento de las Universidades argentinas. “Y ocupó, acto seguido la tribuna la noble y recia figura del ya dos veces Rector. ““Entonces, toda la concurrencia, incluso el estrado presidencial, de pie tributó una gran ovación al ilustre Profesor argentino. ““Rehecha la calma, el doctor Arce, que es dueño de una dócil y elegante palabra, habituada—se observa incontinenti—a dome- ñar el éxito, dedicó sus primeros párrafos a testimoniar al Claus- tro de la Universidad de la Habana su especial gratitud y reco- nocimiento por la tan alta distinción que se le había otorgado, declarando en un feliz rasgo de modestia que la investidura era para la Argentina aunque fuese hecha en su persona. ““Entró seguidamente y con la hábil pericia de quien sabe de antemano elegir cuanto ha de producir la congratulación de su auditorio, a explicar—en una prodigiosa síntesis—la historia del Solemnes actos universitarios. 361 establecimiento de las cinco Universidades de la Argentina, de- teniéndose, especialmente, en lo concerniente a las de Córdova y Buenos Aires. ““Fué el aspecto más interesante de su conferencia aquella en que el docior Arce explicó el caso singularísimo de la ”"docta y culta Córdoba””, en cuya Universidad se habían iniciado las ver- daderas reformas que han presidido u orientado la franca y pro- vechosa evolución de las Universidades argentinas, hasta llegar al grado de esplendor y adelanto a que han llegado en estos úl- timos tiempos. ““En donde más admirable resultó el talento oratorio del nuevo Rector Honorario de la Universidad habanera, fué al explicar la intervención que ahora tienen los estudiantes en la administra- ción y régimen académico de las Universidades argentinas, en cuya marcha actúan conjuntamente con Profesores y Titulares y libres o auxiliares. “Terminó su aplaudidísima peroración el doctor Arce con una cariñosa ovación para el futuro de Cuba, encomendando a los estudiantes universitarios cubanos la amplia tarea que en el or- den nacionalista tienen aun por hacer, para contraer así derecho a una nueva reforma que haga de su amada Universidad un cen- tro de los más prestigiosos y adelantados, al modo que lo procura y anhela el actual señor Rector, para el que tuvo los más altos y cálidos encomios. ““Al terminar el doctor Arce, dió lectura el doctor La Torre, al siguiente cable que acababa de recibir: **Dr. Carlos de la Torre, Rector de la Universidad de la Habana. ““*Agradezco generosas manifestaciones. Salude Profesores, Alumnos y Delegados. Dr. Carracido, Rector de la Universidad Central de Madrid””. ““Terminada la lectura y calmados los aplausos de los alegres estudiantes, ocupó la tribuna, el alumno de primer año de Medi- cina Rogelio Sopo Barresto quien dió leetura a una Oda Clásica compuesta por él en honor de los doctores Arce y Speroni, can- tando a la Argentina y que publicaremos en la próxima edición. ““Poco después de las siete y entre vivas y aplausos terminó tan solemne como brillante acto””. DISCURSO DE PRESENTACION DEL DOCTOR CARPENA EN LA SOCIEDAD POEY (1) POR EL DR. ARISTIDES MESTRE Profesor titular de Antropología Director de la Sección de Antropología de la Sociedad Poey Sr. Rector de la Universidad, Presidente de la Sociedad Poey : Sr. Secretario de Justicia: Señoras y Señores: El Dr. Carpena no es un desconocido para nosotros: acaba de visitar diversos lugares de la República cubana, difundiendo con fé y entusiasmo los principios científicos en que descansan los problemas prácticos de la delincuencia, refiriéndose ya a la cri- minalidad en los niños, ya sus manifestaciones en la mujer, en- tre otros asuntos; y de regreso de esa sana y elevada propagan- da, ahora, en el Aula Magna de la Universidad, ocupará su aten- ción el tema de La investigación científica en la lucha con el de- lito, exponiendo ideas que a todos nos ha de interesar. Recientemente la Sociedad Poey lo nombró por unanimidad. Socio Corresponsal, a propuesta de la Sección de Antropología ; Sección que va adquiriendo una vida autónoma dentro de la ae- tividad de la misma corporación de Historia Natural y con el pro- pósito de continuar los esfuerzos realizados en otros tiempos no muy lejanos por la Sección de Antropología de la Academia de Ciencias de la Habana, fundada en 1861, y de la extinguida So- ciedad Antropológica de Cuba, que trabajó de 1877 a 1889. De las dos divisiones en que pueda considerarse la dedicación de nuestra Sección de Antropología, la de estudios de ciencia pura (1) Sesión pública extraordinaria del 15 de Noviembre de 1922, en la que el Dr. Fructuoso Carpena, distinguiao antropólogo-eriminalista, pronun- ció su conferencia sobre Los Institutos criminológicos en la lucha contra el delito, después de organizar la Sección cubana de la Cruz Roja Penitenciaria. A. Mestre: El doctor Carpena en la Sociedad Poey. 363 ya ha reanudado los antiguos estudios en materia de investiga- ciones precolombinas; y este acto de hoy, será el inicio segura- mente de lo que respecta a la Antropología aplicada al Derecho en su acepción más amplia, pensándose desarrollar en la cátedra de Antropología Jurídica, el espíritu de una verdadera exter sión universitaria. Al Dr. Carpena le hemos otorgado el mencionado título, con- siderando los meritorios antecedentes que posee, algunos de los cuales mencionaremos. En 1909 publicó su obra de Antropología Criminal, de la que ahora ha visto la luz otra edición: en ella revela notable erudición y profundo dominio de los problemas, estando bien patente el valioso esfuerzo personal del autor; y donde se destacan claramente los puntos de vistas de las ciencias experimentales y de observación, así como las orientaciones más recientes en ese campo de estudios en que están siempre delante de la magna cuestión de la defensa social contra el delincuente y las bellas y hermosas adquisiciones de la Eugénica, que va en pos del mejoramiento físico, intelectual y moral del hombre. Dlustres Profesores como Lacassagne, para no citar otros, han aplaudido la mencionada obra; diciendo ese sabio maestro—en cuyo pensamiento doctrinal se enlazan, dándose las manos, las escuelas antropológica de Lombroso y sociológica de Tarde—que el Dr. Carpena, “ha sistematizado los conocimientos actuales, lle- gando a formular el principio de una dinámica total e inseparable en la producción del delito””, efecto bien complejo de condiciones biológicas, de medio ambiente físico y de medio social. Y le pro- digó también justos plácemes el Dr. Tovo al dar cuenta del libro en nota bibliográfica escrita en los '“Arehivos di Antropología Criminale””, de Lombroso y Carrara, (Volumen XXX, 1909). Con- signemos únicamente esos hechos, no siendo posible examinarlo detenidamente; pero sí expresar que en aquel libro se anotan da- tos relativos a la delincuencia en Cuba, y que así mismo tienen punto de contacto con nuestra Etnología, (Hampa Afro-cubana, por el Dr. F. Ortíz). El Dr. Carpena—y este otro aspecto de su vida científica—es un profesor de acción: en 1914 fué a la América del Sur y allí ha dado cursos libres y pronunciado aplaudidas conferencias so- bre aquellas sus predilectas dedicaciones, que explicó en las ciu- dades La Plata, Santiago de Chile, La Paz, ete. A sus gestiones, si no estoy mal enterado, se debió la creación del Laboratorio de 364 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Criminología de la Facultad de Derecho en la Universidad de La Plata, formulando así mismo el plan de organización de un Mu- seo Jurídico, para la Facultad de Derecho y de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en la Argentina, dejando en esta República sudamericana gratos recuerdos de una laboriosa actividad durante varios años. ¡A cuántas consideraciones ese esfuerzo se presta, si dispusiéramos de tiempo y fuera oportuno tratarlo en estos momentos! Nuestro amigo, así sinceramente lo debemos llamar, es respec- to de la reformabilidad en los delincuentes—y también por qué no decir en lo de temibilidad, psicológicamente considerada—un franeo optimista: determinismo para el no es fatalismo : *“excep- tuando los casos patológicos, en los que no se trata de incorregi- bles, sino de incurables, yo creo, dice, que todo eriminal es co- rregible””. Confía en los resultados de los medios que hoy se dispone para evitar la criminalidad siendo *“el más fecundo de todos la educación, en el más alto y científico sentido de la pala- bra””. Esto es, la educación bien dirigida que domina los actos reflejos del comienzo de nuestra vida y que reinaron soberana- mente en las edades primitivas de la humanidad; la educación que modifica favorablemente a los centros nerviosos superiores, dando carácter a la individualidad del espíritu; en una palabra, la educación positiva, eficaz por su manera de practicarse inten- samente y que no es aquella a que pudiera referirse el célebre autógrafo de Alejandro Dumas, hijo, en el Museo Carnavalet de París, que vale,—se ha dicho con razón—, un tratado complejo de filosofía: ““¿Cómo sucede que siendo los niños tan inteligen- tes, los hombres sean tan bestias?””. Y el espiritual escritor agre- gó: “Debe ser por la educación”?”. ¡Ah! ¡pero la real y científica dá sin duda, frutos espléndidos y a veces verdaderamente mara- villosos ! El Dr. Carpena también se manifiesta como un hombre de sen- timientos en la difusión de sus ideas sobre criminalidad y en las indicaciones prácticas sobre la misma; ni para el feroz parricida predicaría el odio en ese problema tan complejo de la organiza- ción de la defensa esta verdad expresada por el ilustre Enrico- Ferri ante el monumento levantado a Lombroso en Verona, en Septiembre de 1921: ““L*odio non dá frutti vitali alla gente uma- na; 1” amore con tolleranza fraterna fra gli uomini nella difesa A, Mestre: El doctor Carpena en la Sociedad Poey. 365 dei propi ideali, é condizione di vita ed é la grande lesge feconda di bene, di civiltá, di giustizia””. ¡ Hermosa idea! Dentro de pocos días nos deja el Dr. Carpena, rumbo a su tie- rra natal. ¡Qué lo acompañen nuestros mejores votos por su pros- peridad y futuros éxitos científicos en la noble senda por él em- prendida hace años! Y ya que su permanencia en Cuba ha coin- cidido con momentos de preocupaciones y de reorganización en la vida económica y política de este país, de nuevos anhelos en la misma vida de la Universidad y, concretando más aún, en el desenvolvimiento del Museo y Laboratorio de Antropología, por muchas que sean las decepciones en el proceso de la existencia nacional, donde actúa el duro peso de la energía ancestral, de- bemos manifestarle al distinguido huésped, que a pesar de eso nos sentimos esperanzados en un satisfactorio porvenir, halaga- dor y sonriente, contraste de los sinsabores actuales, a la manera que ““el alpino solitario, según escribe un egregio sociólogo, cuan- do los primeros rayos rosados del sol naciente saltan de cumbre en cumbre, sacando las cosas y la vida de las tinieblas noctur- nas, entrevé desde el alba el espectáculo vario e inmenso con que en el mediodía luminoso será magnífica su comarca”. Así lo vis- lumbraba ante sus ojos cuando apenas era posible distinguir por falta de luz la fisonomía indefinida y vaga que a esa hora del erespúsculo presentaban sus montañas tan queridas. He dicho. A SEÑOR EUGENIO RAYNERI Y SORRENTINO Profesor de Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico. Abrese de nuevo la madre tierra para dar albergue definitivo a otro hombre bueno que en el laborar de su vida universitaria supo ser un ejemplo para la juventud a él encomendada. Logró la estimación de los que fuímos sus compañeros y el respeto de los que se llamaron sus discípulos al admirar en él sus conoci- mientos y al ver como por encima de las preocupaciones de un estado físico que desde hace tiempo había empezado a declinar hallábase siempre su querida Universidad y dentro de ella su Escuela de Ingenieros a la que tanto lustre diera con su saber. Y como cuando se siente santo amor por el Alma Mater se la sir- ve con devoción admirable hasta el postrer momento de la vida, de ahí el que le viéramos atravesar el patio central en pos de su aula cuando las fuerzas físicas le flaqueaban pareciendo que la vida de su espíritu se esfumaba también. Su cátedra de Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico que obtuviera por opo- sición al ponerse en vigor la Orden número 266 de 30 de Junio de 1900, y desde la cual con competencia que todos siempre han reconocido y asiduidad en sus funciones que tanto lo hicieran re- saltar de la generalidad, logró orientar, por excelente vía, a una juventud inteligente que aprovechando sus indicaciones y asimi- lando su excelente buen gusto ha contribuído, más que ningún otro factor al mejoramiento estético de las construcciones en es- ta capital. Como su íntimo amigo y compañero el Dr. Antonio Espinal, subió la cuesta de nuestra Acrópolis tras grandes difi- eultades hasta casi la víspera de morir, pero como aquél supo también no flaquear en su conducta universitaria, manteniendo bien enhiesta la bandera del deber, de la justicia y del honor. Otras plumas más expertas trazarán oportunamente la silueta de su vida científica, mientras tanto caigan sobre su tumba todas las flores del afecto y del respeto que devotamente, y con el cora- zón entristecido, depositan sobre su tumba sus compañeros de Facultad. La Dirección. CANJE Los Comejenes de Puerto Rico, por G. N. Wolcott.—Una enfermedad del cocotero que no queremos en Puerto Rico, por L. A. Catoni.—La Piropias- mosis o fiebre de Tejas, por Jaime Bagué.—La Diarrea Blanca, por Jaime Bagué.—Dos plagas de algodón que no queremos en Puerto Rico, por L. A. Catoni.—El Muermo, por Jaime Bagué; circulares del Departamento de Agricultura y Trabajo de la Estación Experimental Insular, Río Pie- dras.—Revista de Medicina y Cirugía, Habana.—L”Opinión, París.—Indus- tria e Invenciones; Barcelona.—Razón y Fé; Madrid.—Anales de Instruc- ción Primaria; Montevideo.—Sanidad y Beneficencia, Boletín Oficial, Ha- bana.—Memorias y Revistas de la Sociedad Científica *““Antonio Alzate?”, Méjico.—Boletín Municipal, Méjico.—Letras Giiineras, Giiines.—La Inge- niería, Buenos Aires.—Thirtyfifth Annual Report of the Bureau oí American Ethrology, 2 vol., Washington.—Mármoles y Bronces, por Alfonso Espino; San Salvador.—Pegaso; Montevideo.—Sanidad Militar; Habana.—Fénix; Buenos Aires.—Ilustración del Clero, Madrid.—Estudios Franciscanos, Barcelona.— Journal of the Elisha Mitchell, Scientific Society.—Liga de Sociedades de la Cruz Roja, Ginebra.—The Theosophical Path; California.—El Guatemal- teco; Guatemala.—El Apóstol; Pinar del Río.—Revista de la Asociación Politécnica del Uruguay; Montevideo.—Nosotros; Buenos Aires.—Boletín del Ejército; Habana.—Repertorio Americano; San José de Costa Rica.— Cuba Pedagógica; Habana.—Aóyos; San Salvador.—Boletín del Centro de Estudios Americanistas de Sevilla; Sevilla.—Bulletín of the New York Pu- blic Library; New York.—Nuestra América; Buenos Aires.—Arquitecíura; Montevideo.—Monografía del Arbol de Santa María del Tule, por C. Con- zatti.—Revista de la Universidad Nacional de Córdoba.—Boletín de la Bi- blioteca Nacional; San José de Costa Rica.—Boletín Oficial de la Secreta- ría de Sanidad; Habana.—Anales del Instituto de Ingenieros de Chile; FSan- tiago.—Sul Principio di Proporzionalitá fra Pressioni d* Urto ed Energie di Moto e Sulle conseguenze, Ing. Prof. Gaet. Ivaldi.—Revista de Archivos, Biblioteca y Museos; Madrid.—El Maestro; Méjico.—La Segunda Enseñan- za; Madrid.—University of California Chronicle; California.—La Ciencia Tomista; Madrid.—Boletín histórico de Puerto Rico; San Juan.—La Revis- ta Agrícola, Méjico.—Por la Salud; Ginebra,—Cuba Intelectual; Habana. —The Ohio Journal of Science.—Revista de Matemáticas; Buenos Aires.— La Ciencia Tomista; Madrid.—La influencia hispánica en los yacimientos arqueológicos de Caspinchango, por Salvador Debenedetti; Buenos Aires.— Bulletin du Muséum National d'*Histoire Naturelle; París.—L” Université Internationale; Bruxelles.—Las Modificaciones al Tratado entre Colombia 368 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y los Estados Unidos, por Antonio J. Uribe; Bogotá.—Reglamento del Sex- to Congreso Médico Latino Americano; Habana.—La Biblioteca de Maes- tros del Consejo N. de Enseñanza Primaria y Normal, por Antero Urioste; Montevideo.—Biografías de Matemáticos Arabes que florecieron en Espa- ña, por D. José A, Sánchez Pérez; Madrid.—Studium; Guatemala.—Ate- neo de Honduras; Tegucigalpa.—Sull*Errore Fondamentale Della Teoria Della Relativitá del Tempo e Dello Spazio Di Alberto Linstein, Ing. Prof. Gaetano Ivaldi.—Anales de la Sociedad Científica Argentina; Buenos Aires. —Annaes Da Escola de Minas de Ouro Preto; Ouro Preto.—La Reforesta- ción de los Medanos en la Zona Litoral del Estado de Veracruz, Luis G. Torres; Méjico.—Breve Monografía del Megasona Elefhasgemm, Moisés Herrera; Méjico.—La Biología en Méjico Durante un Siglo, Alfonso L. He- rrera; Méjico.—Memoria, por el Sr, Ministro Dr. D. Juan Francisco Pare- des; San Salvador.—Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores; San Salvador.—Boletín Municipal; Méjico.—El Universitario; Buenos Aires.— Boletín Da Sociedade de Geografía De Lisboa; Lisboa.—José Ingenieros y el Porvenir de la Filosofía, por Julio Endara; Buenos Aires.—Memoria de los actos del Poder Ejecutivo en los Departamentos de Relaciones Exterio- res, Instrucción Pública y Justicia, por D. Juan Francisco Paredes; San Salvador, 1922.—Ideal; Buenos Aires.—Anuario del Colegio de Belén; Ha- bana.—La Antigúedad del Hombre en el Plata, por Florentino Ameghino, (Obras completas. Vol. III). La Plata.—University of Wyoming Bu- Metin.—Los Tiempos; Uruguay.—The Ohio State University Bulletin.— Ohio Biological Survey.—Un gran americano. García Moreno, por J. L. R.; Quito, 1921.—Estudios de Derecho; Medellin.—La legge del calore secondo il metodo sperimentale e la sua incompatibilitá col secondo principio della termodinamica, Ing. Gaetano Ivaldi; Milano, 1922.—Me- talografía, por Emilio Jimeno Gil; Calatazud.—Revista do Instituto His- torico e Geographico do Río Grande do Sul; Porto Alegre.—XI Congrés International de Géographie et d*Ethnologie, Circulaire núm. 1.—La Gace- ta; San José de Costa Rica.—Importancia de algunos círvidos en la alimen- tación, por Carlos López; Méjico, 1922.—Echinides Fossiles de la Province de Santander, por J. Lambert.—Cátedra Universitaria, Córdoba.—La Oruga Rosada de la Cápsula de Algodón en Puerto Rico, por G. N. Wolcott, J. D. More y F. Sein, Jr.; San Juan, 1922.—Los Cálculos Cornudos, por G. N. Wolcott y F. Sein Jr.; San Juan, 1922.—Requisitos legales que deben lle- nar las frutas cítricas para su admisión al mercado de los Estados Unidos, por F, A. López Domínguez; San Juan, 1922.—El minador de las hojas del café, por G. N. Wolcott; San Juan, 1922.—Datos químicos sobre las hierbas ““Guinea”” y **Malojillo”? como alimento para el ganado, por F. A. López Domínguez; San Juan, 1922.—Enfermedades de la piel en el ganado, por Alfonso Rivera; San Juan, 1922.—The Journal of the Department of Agri- culture and Labor of Porto Rico.—Boletín de la Real Academia Española; Madrid.—Discurso leído en la Solemne Apertura del Curso Académico de 1922 a 1923 en la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Manila, por el Sr. D. Santiago Artiaga; Manila, 1922.—The Chronology of Lope of Vegas plays, by Milton A. Buchanam.—Bulletin de la Société Archéologi- Canje. 369 que d*Alexandrie; Alexandrie.—El Progreso de la Democracia en el Conti- nente Americano, por el Dr, L, S. Rowe.—Revista de Literatura, Arte y Va- riedades; Tuluá.—Mi campaña hispanoamericana, por Manuel Ugarte; Bar- celona.—Sui Moti di Rotazione e Sulle Leggi che li Governano; Bari, 1922.— El Pabellón Rojo; Mérida.—El Platonismo di Plotino. Sant'Agostino. Car- tesio. Leibniz. Ing. Gaetano Ivaldi; Nápoli, 1922.—Técnica; Barcelona.— Erroneitá Del Principio Delle Quantitá Di Moto, Ing. Ivaldi Gaetano; Cittá di Catello, 1922,—Nueva Revista; Buenos Aires.—Proteo; Revista de la Fa- cultad de Humanidades y C. de la Educación de la Universidad de la Pla- ta.—Revista de Literatura, Arte y Variedades; Tuluá.—Informe del Minis- tro de Relaciones Exteriores al Congreso de 1922; Colombia.— Memoria que presenta el Secretario de actas Sr. Miguel Ramírez, de los trabajos y ges- tiones de la junta directiva de los Caballeros de Colón (Consejo de San Agustín 1390) durante el año oficial 1921-1922; Habana, 1922.—Revista del Istmo, San Salvador.—Censo de la República de Cuba, año de 1919, Haba- na.—Anales del Instituto General y Técnico de Valencia; Valencia.—Sulla teoría della relativitá del tempo e dello spazio, di Alberto Einstein, nei rapporti dei fenomeni luminosi ed elettrici, Ing. Gaetano Ivaldi; Roma.— Conferencia sobre limitación de armamentos. Discursos, Tratados y Reso- luciones; New York, 1922.—Organo de la Universidad Mayor de San Mar- cos; Lima.—The Orchestra-Terrace of the Aeschylean Theater by James T. Allen; California, 1922.—The Si-clause in substantive use by Herbert C. Nutting; California, 1922.—La población del valle de Teotihuacan, por la dirección de Antropología; Méjico. MCMXXII. qe OS E 10 as rta A ad sottaai IA AS NE y Abt eS ¡e ES - EPM q ho NA: iO pd 2 PA Ho, sf Also neo es Ml A ON) Se: A A A pd eS Ñ le obl ÍA va. INP di NA es A 0 a 02 ] Ei de Y RR VE ip 1 Sd MA E CIEN Ml A RE A TO, | e ¡EL A do NO let AI MENORCA O E TL AO tt AA ME CEA ES AN . e Í y MOR YE ' ne 7 , y AN % ; 0 Y Aa ep ada O a A Aaa o NI e A AO dea a E A Y CIA O A A A lod AA A J Antropología general (1 Curso) ......o..ooo.o... Ce a, Antropología Jurídica (1 curso, para los alumnos + pu Dr. Arístides Mestre. deDerecho ado brete A ra Ida laca dns e J Conferencias. LE Profesor Dr. Víctor Rodríguez, Anatomía comparada .......... CO eto A ETNNOSa AN a Profesor Dr. Víctor J, Rodríguez, Paleontología animal ............ A A O j gu Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Ricardo de la Torre (Auxiliar interino) de Biolo- gía, Zoología, ete. y Conservador del Museo Antropológico y de Zoología; Dr. Juan M. Lagomasino (Je- fe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fer- nández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química; Dr. Francisco Muñoz ('Auxiliar interino para Química) y Dr. Manuel Mencía (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. El '*Museo Antropológico Montané'” y el Laboratorio de Antropología tienen por Director - al Profesor titular de la asignatura; lo mismo que los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 curso) .............. 200 Historia de la Pedagogía (1 curso) ............ + Profesor Dr. Alfredo M. Aguayo. Mino Escolar (LCUTEO) od aloe in a ) > Metodología Pedagógica (2 Cursos) ............ 5 Dr, Luciano R. Martínez, Dibujo lineal (1 curso) ........ E ne ] Ó p 1 A TO AS AA 2 DE. Jo86M.. Soler. 'Aprupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Pedagógico es el Profesor titular de Me- todología. El Profesor Auxiliar es el Dr. Rafael Fernández, 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico ? (2 AUTO e SAO A o O A RAR P Vacante. Estereotomía (1 curso) ..... RA De RI Aereas (Lares) ai iodo.) Profesor Dr, Alejandro Buiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 curso) ENS Resistencia de Materiales. Estática Gráfica A eN EAN ada Pd ” Sr. Aurelio Sandoval, Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso) .. ) Hidromecánica (1 curso) ................. E mes Ñ Maquinaria (1 curso) ...... O yaa: SS J » Sr, Eduardo Giberga. Ingeniería de caminos (3 cursos: puentes, ferro- ) carriles, calles y carreteras) ......... ERA j » Sr. A. Fernández de Castro. Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) EOS Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura e Higiene de los Edificios (1 eurso) ) Historia de la Arquitectura (1 curso) ...... ea Contratos, Presupuestos y Legislación especial a » Dr. José R. García Font, la Ingeniería y Arquitectura (1 curso) ...... Esta Escuele comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Sr. Luis Falcón (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctricos); Dr. José R. Martínez, con sus correspondientes ayudantes. En mai ec ma se estudia la carrera de Maestro de Obras exigiéndose asignaturas que corresponden a otras Escuelas. ; 5, ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS. % Física y Química Agrícola (1 eurso) ..... ¿AU Fabricación de azúcar e industrias derivadas + Profesor Dr. Francisco Henares. A lA ER ) Agrología (1 curso) ........i.. AA Y Me UE ? y Fitotecnia (1 curso) ........ OO Js P de Sr. José Cadenas. ZODUBCDIS y (Í CUEBO) o oo rca ta 00 Economía Rural (1 curso) ..... AA pei do Sd mini ión f ión | ; ao TN formación de pesgestal 1 se. 7006 CO IOPISIación: FUTAl. (L'CUESO) ¿uc ) Industrias rurales (1 curso) .................. ] Maquinaria agrícola (1 curso) ................ b po Dr. Buenaventura Rueda. Construcciones rurales (1 curso) .............. J Microbiología agrícola (1 curso) .............. Patología pat ARIS os AO ] 44 Day dargo: NAyario, Son profesores auxiliares los Sres. Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos). Para les grados de Ingeniero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Perito químico y azu- carero se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. . En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 3 de la tarde, se dan informes respecto a los detalles de la organizaczión de sus diferentes Escuelas, distribución de los cur- sos en las carreras que se estudian, títulos, grados, disposiciones reglamentarias, incorporación de títu- - los extranjeros, etc, AVISO La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias es trimestral. Se solicita de las publicaciones literarias o científicas que reciban la Revista, el canje eo- rrespondiente; y de los Centros de instrucción o Corporaciones a quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nues- tra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente a la Revista (administración, canje, remisión de obras, eb) dirigirse al Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la Revista no se hace solidaria de las ideas sustentadas en los mismos. NOTICE The Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, will be issued quarterly. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them, A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Director de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AVIS La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias parait tous les trois mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1”administration, échanges, envoi 3 d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser au Director de la Revista de la Facultad de Le- tras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seul responsables de leurs articles, et la Revue n'est engagée par 1*opi- nion personnelle d*aucun d'eux. Ñ A A E Aia NA a - e ri A ' A As p INDIE 00280 3490 cc cer pa : n ! papadetsl A e ts e MOURMIap MRON HI red bbdd mdd PDA A rd aio AAA el ! » MIMI iii cie AA dei dan E agarrar pride rota! IRA é AAA IIA AA IN ” + A NAAA