y- UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA MUSEO (FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES) REVISTA DEL DE LA PLATA DIRECTOR SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO, M. A. (Cantab.) Doctor honorU causa la Facultad de filosofía y letras (Universidad de Buenos Aires), etc., etc. TOMO XXIII SEGUNDA PARTE (segunda seri e* tomo X ) k / v 1920 - \ .. v-£?0flian Déte*3' r ^¡sBftiahV APR 9 1920 ai BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684, perú, 684 1916 PUBLICACIONES DEL MUSEO DE LA PLATA SEGUNDA SERIE La segunda serie de las publicaciones del Museo de La Plata, com- prende los siguientes grupos : ANALES En entregas en 4o mayor, y en las cuales se publican las memorias ori- ginales del personal científico del Museo, que á causa de las planchas de gran formato que las acompañan, no pueden incluirse en la Revista. REVISTA Volúmenes en S° mayor de 25 pliegos por lo menos, y en los cuales se publican, también, las memorias originales del personal científico del Museo y las de los colaboradores tanto del país como del extranjero. BIBLIOTECA Volúmenes en S° menor de 25 pliegos por lo menos, que contienen tra- ducciones de obras y estudios publicados en el extranjero, relacionados con asuntos que sean tema de investigaciones en el Museo ; lo mismo que series de artículos de vulgarización científica. CATÁLOGOS En volúmenes en 8o menor, en los que se incluyen los inventarios ra- zonados ó simplemente enumerativos délas diversas colecciones del esta- blecimiento. UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA II K VISTA MUSEO DE LA PLATA MUSEO DE LA PLATA CONSEJO ACADÉMICO Presidente : doctor Samuel A. Lafone Quevedo, M. A. (Cantab.). Consejero titular : doctor Miguel Fernández. — doctor Juan Carlos Delfino. — doctor Enrique llenero Ducloux. — doctor Luis M. 'rorros. — doctor Santiago llotli. — doctor Guillermo F. Schaefer. Consejero suplente : doctor Carlos Bruch. — doctor Enrique J. Poussart. Secretario : doctor Carlor E. Heredia. ACADÉMICOS HONOR AllIOS Y CORRESPONDIENTES NACIONALES ESCUELAS 1)E CIENCIAS NATURALES ACADÉMICOS HONOKAUIOS Doctor Angel Gallardo (Buenos Aires), 1907. Doctor Carlos Spegazzini (La Plata), 1912. ACADÉMICOS COIlltESPON DI ENTES Doctor Juan B. Ambrosetti (Buenos Aires), 1907. Doctor Francisco Latzina (Buenos Aires), 1907. Doctor Miguel Lillo (Tueumán), 1907. Ingeniero Francisco Seguí (Buenos Aires), 1907. ESCUELA DE CIENCIAS QUÍMICAS ACADÉMICO IIONOUAKIO Doctor Juan J. J. Kyle (Buenos Aires), 1907. MUSEO DE E A PLATA ACADÉMICOS HONORARIOS Y CORRESPONDIENTES EXTRANJEROS ESCUELAS DE CIENCIAS NATURALES ACADÉMICOS HONORARIOS S. A. S. Albert I de Monaco, 1910. Doctor Eligen Biilow Wanning (Dinamarca), 1907. Doctor Ernest Haeckel (Alemania), 1907. Profesor William H. Holines (Estados Unidos), 1907. Doctor Otto Nordenskj oíd (Suecia), 1907. Doctor Santiago Ramón y Caja! (España), 1907. Doctor Johannes Ranke (Alemania), 1910. Profesor Eduard Suess (Austria-Hungría), 1907. Profesor Fredcric Ward Putnam (Estados Unidos), 1909. f Doctor William J. Hollaud (Estados Unidos), 1912. ACADÉMICOS CORRRSRONDI UNTES Doctor Ilenry Fairfield Osborn (Estados Unidos), 1907. Doctov Ilermann von Uicring (Brasil), 1907. Doctor Yoshikiyo Koganei (Japón), 1907. Doctor Richard Lydekker (Inglaterra), 1907. f Doctor Rudolf Martin (Suiza), 1910. Doctor Stanislas Meunier (Francia), 1910. Doctor Giuseppe Sergi (Italia), 1907. Doctor Gusta v Steinmann (Alemania), 1907. Doctor Paul Vidal de la Blaclie (Francia), 1907. Profesor J. Wardlaav Iíedway (Estados Unidos), 1907. Doctor Ricardo J. Hunt (Inglaterra), 1914. ESCUELA DE CIENCIAS QUÍMICAS ACADÉMICO HONORARIO Profesor Willielm Ostwald (Alemania), 1907. ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES Profesor Armand Gautier (Francia), 1907. Profesor José Rodríguez Carracido (España), 1908. Profesor Harvey W. Willey (Estados Unidos), 1907. MUSEO DE LA PLATA PERSONA L miílíOTIVO Y OI líNTÍ PICO DOCTO lv SAMUHI, A.. I, AFONO QUEVEDO, M. A. (Cantal..) Director DOCTOR ENRIQUE HERRERO DUCUOUX DOCTOR CARLOS E. HEREDIA Secretario, bibliotecario y direclor «Id publicaciones SEÑOR MAXIMINO DE BARRIO l'i osecrelario ESCUELAS DE CIENCIAS NATURALES DOCTOR SANTIAGO ROTII Jefe «le sección y profesor de Paleontología DOCTOR GUALTERIO SCUILLElí Jefe de sección y profesor de Mineralogía SEÑOR AUGUSTO O. SO A LA Jefe de sección y profesor de llolunica DOCTOR EDUARDO CARETTE DOCTOR CARLOS BRUCIl Jefe do Micción y profesor «lo /.onlugiu DOCTOR MIGUEL FERNÁNDEZ SEÑOR HORACIO ARD1T1 DOCTOR SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO Profesor de l.iugtiislica DOCTOR ROI JE UTO LEU M ANN-NITSCHE Jefe «le sección y profesor «le Antropología DOCTOR SALVADOR DEBEN EDETTI l'rofoaor a.lj.iiiui .lo ,\i',|nci>li.K.a DOCTOR RABI.O MURIAN l'rofuMir .tu IVicii DOCTOR LUIS MARÍA TORRES .1»» fu do micción y profesor de El ungí ulm INGENIERO MOISÉS 1CANTOR Jefe de sección y profesor de Geología DOCTOR ENRIQUE HERRERO DÜCLOUX Director y profesor de Química analítica DOCTOR FEDERICO LANDOLPH Profesor de Química orgánica DOCTOR ENRIQUE J. POUSSART Profesor de Química general SEÑOR LEOROLDO HERRERO DUCLOUX SEÑOR EDELMIUO CALVO Profesor adjunto de Química farmacéutica INGENIERO ALEJANDRO BOTTO Profesor de Química analítica cualitativa geneial DOCTOR ALEJANDRO OYUELA Profesor «le Terapéutica DOCTOR ALEJANDRO COGLIATI Profesor «le Farmacia práctica DOCTOR JUAN C. DELFINO Profesor de Higiene ESCUELA DE CIENCIAS QUÍMICAS DOCTOR MANUEL V. CARBONELL ni. DOCTOR GUILLERMO F. SCITAEFER l'rníosor «lo Química analítica c-jicc i.l DOCTOR PEDRO T. Y ION ALT Profesor «le Análisis Mineral SEÑOR JUAN E. MACHADO Profesor hi. píenle «le Farmacia práctica DOCTOR I’. ABEL SÁNCHEZ DÍAZ Profesor sóplente «le Química general DOCTOR ATILIO BADO DOCTOR SEGUNDO J. TIEGHI Profesor suplente «le Química orgánica DOCTOR M. LEGUIZA MÓN l’ONDAL DOCTOR CARLOS E. HEREDIA 1'i.ifcsoc .le medícame. lo. Miilólion» ESCUELA ANEXA DE DI 1UIJO SEÑOR E. COUTARET Profesor do Dibujo geométrico y do pompoeliva SEÑOR A. BOUCHONV1ELE Profosor do Dibujo ouilogriiütio y do relieve SEÑOR JOSÉ FONRÜUGE (h.) Profesor do Dibujo natoiaí SEÑOR ANTONIO ALICK Profesor de Dibujo do arte y pintura SEÑOR II. BERGHMAN S Profesor de Caligrafía DOCTOR ROBERTO LEUM ANN-NITSCHE Profesor do Analoiiiin artística SEÑOR JOSÉ M. DE LA TORRE Auxiliar do dibujo SEÑOR JUAN E. JORGENSEN Pi o fe sor auxiliar de Acoareh DOCTOR CARLOS BRUCIl 1‘üifa.ui anadiar da Fotografía SEÑOR JOSÉ M. REY Profesor auxiliar de Cartografía SEÑOR ANTONIO PAGNEUX ileute do Dibujo de arle y pintura UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA MUSEO (FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES) REVISTA DEL MUSEO DE LA PLATA DIRECTOR SAMUEL A. LA FUÑE QUE VEDO, M. A. (Cautab.) Doctor /innon'.i cansa en la Fnculfnil «lo filosofía y letras (Universidad do Dueños Aires), ele., ote. TOMO XXII I SEGUNDA PARTE (SEGUNDA SERIE, TOMO X ) BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684, PERÚ, 684 1916 I) A T O S boiikk LAS SALES DE ALÚMINA EN LA VEGETACIÓN Poií MARÍA LUISA COBANERA INTRODUCCIÓN El conocimiento exacto de los elementos qne entran en la composición de los organismos vegetales, tiene doble interés : teórico, estableciendo las relaciones qne existen entre los fenómenos de orden químico y los fenómenos biológicos de la planta; práctico, en la aplicación de esos fenómenos á la agricultura y alas industrias que con ellas se relacionan. Pocas cuestiones, sin embargo, han permanecido tanto tiempo en la obs- curidad á pesar de muchas décadas do experiencias y discusiones. La química analítica penetra poco á poco el misterio de esa sombra y hoy puede contar entre sus sometidos, próximamente la mitad do los cuerpos simples. En primer término los elementos plásticos de Bertrand, gigan- tes por su acción, no podemos calificar de otro modo la función por llenar del hidrógeno y del oxígeno al combinarse y constituir la savia que con- tagia vida á su paso, provocando la actividad celular ; el carbono, que unido á los anteriores, forma la enorme falange de los compuestos terna- rios ; el nitrógeno, esencial de los principios inmediatos que concurren á la generación de las plantas, así como á la reproducción incensante de sus tejidos y desenvolvimiento de sus energías vitales. No podemos dejar de citar, al lado de estos, otra serie de cuerpos, que al incinerar la materia vegetal, saltan á nuestra vista en cantidad nota- ble, sugiriéndonos la idea de que su presencia en la planta llena un importante papel. Los análisis de esas cenizas nos hablan del azufre, del fósforo, del calcio, del magnesio, del hierro, del potasio. RKV. MUSEO LA PLATA. — T. XXIII 2 s Todas las experiencias dirigidas en el sentido de investigarla compo- sición elemental délos vegetales, lian estado acordes en atribuir á estos elementos un papel principal, desde que la falta de cualquiera de ellos torna míseras las cosechas, y la cuestión abonos estuvo reducida, hasta hace pocos años, á mantener la> riqueza del terreno, en lo que se reliere á aquellos de tales cuerpos que pudieran estar en delecto ; dirigiéndose siempre las preocupaciones hacia el ácido fosfórico, la potasa y el ázoe ; preocupaciones que se hubieran colmado, especialmente las relaciona- das con el ázoe, si su porvenir hubiera estado reducido sólo á los yaci- mientos chilenos de nitro, cuyo lili filé previsto para épocas muy cerca- nas, pero los abonos sintéticos azoados han, revolucionando, tornado los horizontes. Mas el campo se ha ampliado. No se habla ya sólo de estos grandes componentes; un mundo de infinitamente pequeños, que hasta ayer se consideró su presencia accidental en los vegetales, reivindican hoy sus derechos, como elementos fisiológicos, creando numerosas dificultades y planteando gran número de problemas en el reino de las plantas. Son estos los elementos que Bertrand llamó catalíticos, serie que se enriquece día á día con cuerpos cuya naturaleza y función no han sido aún determinadas, que pertenecen quizá á compuestos intermediarios, útiles al desenvolvimiento del sér, cuerpos que probablemente tienen actividad en las reacciones químicas del medio vital, actividad supuesta de presencia, papel catalítico, dado lo exiguo de sus proporciones. El estudio de estos elementos nos ofrece nuevas fuentes para penetrar en el mecanismo interno de los fenómenos fisiológicos, amplio campo que presenta aún al observador mucha mies que cosechar. Los estudios interesantes de Bertrand, de Nagaoka y Sawa, de Loew, citados entre los muchos que se lian hecho, descubren la función que desempeña el manganeso en la vida de los vegetales ; un papel fisiológico bien definido : vehículo de oxígeno, que cede á la laccasa; acción de catá- lisis, pues sin ser arrastrado á la reacción, su presencia en cantidades ínfimas produce efectos considerables. ltaulin y Javillier nos dieron á conocer la inlluencia que el cinc ejer- ce sobre algunos hongos y levaduras, y numerosos trabajos de Eorsliaun- ner, de Demargay, etc., nos hablan de él en especies ya terrestres, ya marinas. La industria debe á los varechs gran parte del bromo y yodo que se produce, y (huitín, y sobre todo Bourcet, han hallado trazas en las demás ; y ¿ por qué no aceptar que los vegetales deben contener vestigios de todos los elementos, aun délos más raros, si Meissner, Grandeau, Duclaux, etc., han encontrado cobre, Bunsen y Kirclioff litio en la vid y el tabaco, Agulhon, boro en variadas especies, el arsénico reconocido por Tasilly y Lervide en algunas algas, el vanadio y cerio señalado ha poco por Demaryay ; Malaguti, Durocher y Sarzeau lian constatado trazas de piala. (>ii algunas especies de algas, y el bario, liara no citar más, puesto en evidencia por Sebéelo en numerosos árboles ? Pláceme consignar aquí el desarrollo siempre creciente que en nues- tro país ha alcanzado esta clase de investigaciones, proporcionando los experimentadores datos interesantes, quizá factores eficientes para la resolución de múltiples incógnitas. Gándara, investigando la acción de la plata coloidal de Bredig y haciendo ensayos con el manganeso; E. Herrero Ducloux, estudiando la influencia de las sales de cobalto y vana- dio; Damianovich, con soluciones coloidales de materias colorantes, han abierto nuevas sendas en la biología aplicada, que siguen siendo explo- radas con numerosos trabajos en gestación. El aluminio, que con toda propiedad podemos agregar á la lista ya extensa dé los componentes vegetales, ha sido tratado en su relación con las plantas por algunos autores; Bertheloty Andró lo han estudiado sobre un número limitado de especies 1 ; C. F. Longworth y Potor Alisten de New York y casi simultáneamente Pellety Fribourg 2, publicaron memo- rias más amplias; pero, posteriores á ellas, so abre camino nuestro tema, provisto de todo el interés que la conquista de nuevos palmos puede ofrecer, y encontramos en el extremo oriente á esos laboriosos hijos de Nipón, á Stocklasa en Bohemia y á Bertrand y Agulhon en París, luchan- do con ideas modernas, colocando el tema (pie me decidí á tratar, por la recomendación que de él hacía United States Department of Agricul- ture, en su prospecto de enero 31 de 1911, como altamente intere- sante. Al encararlo he tratado de eslabonar los hechos, hechos observados en condiciones precisas, bien determinadas, con medidas numéricas y términos de comparación, convencida do (pie un trabajo efectuado en otras condiciones no ofrecería sino un interés mediocre á los efectos de una conclusión general. El tema comprende varios capítulos : I. De los métodos en la química vegetal ; II. Métodos de investigación de las sales de alúmina ; III. Evaluación do la alúmina en los vegetales ; I Y. Influencia de la alúmina sobre los vegetales superiores ; V. Acción de la alúmina sobre las licopodiáceas ; YI. Conclusiones. En el primer capítulo hago una exposición somera de ¡os métodos analítico, sintético y mixto, aplicados á la química vegetal y que en las distintas partes de mi trabajo son puestos en práctica. 1 M. Bkktiiiíi.OT, Ghimic végólale ct agricolc, VIH, píígina, 00. s Gkandkau, y límales tic la scicncc agronomique, etc., Vil, 1!)07. 10 101 capítulo segundo está dedicado á una recopilación de los métodos principales, especialmente los que se refieren á tres tan íntimos aliados : hierro, aluminio y ácido fosfórico. Ofrezco de los más corrientes algunos datos y observaciones personales, efectuados con el fin de controlar resultados y que la elección del método que en todas mis operaciones había de acompañarme, no fuera elegido al acaso, sino guiada por la con- vicción de que los datos á obtener estarían, en lo posible, próximos á la exactitud. El tercer capítulo trata de la presencia de la alúmina en gran número de plantas, agregando á mis datos personales, con ánimo de hacer más extensa la comparación, aquellos que han sido indicados por los análisis de los diferentes autores. Los capítulos cuarto y quinto consignan los resultados de una serie de experiencias realizadas con sales de alúmina sobre algunas especies fanerógamas y el caso especial de las licopodiáceas. Las conclusiones comprenden : a) De la presencia normal y constante de la alúmina en las plantas ; b) Utilidad de este elemento en las especies. I 1)13 LOS MÉTODOS 13N LA QUÍMIOA V1CCIETAL Cuando al efectuar el análisis de las cenizas de un vegetal, nos encon- tramos en presencia de cuerpos como el manganeso ó el aluminio, el hie- rro ó el litio, nada podríamos afirmar, ni ningún dato concluyente dedu- cir, á no ser el muy simple, deque esos cuerpos existen en el organismo vegetal. Ante ese hecho muchas incógnitas se presentan, muchas pre- guntas sin contestación se formularían, si nuestros medios no estuvie- ran reducidos más que á ese paso ; pero no sucede así ; en contraposición al análisis tenemos la síntesis, mediante la cual se reconstruyen medios, se modelan según las necesidades, se suprimen elementos, se agregan otros y se llega así por atinadas manipulaciones á demostrar la utilidad ó el perjuicio que el cuerpo por ensayar reporta á la planta. Hablando, pues, de los métodos por seguir en la química fisiológica, citaré el método analítico, el sintético y el mixto, obteniendo, por la combinación de los tres, un medio eficaz para la consecución de datos interesantes. 11 Método analítico 131 análisis recurre á la planta para su cometido, tal como nos la ofrece la naturaleza, teniendo en cuenta los importantes factores que lian con- currido á su desenvolvimiento: la atmósfera, el suelo, el agua; desdo- blando tanto al organismo como medio en el cual vegetó, en sus compo- nentes. En efecto, es tan íntima la relación entre la planta y su medio, que no podemos tratar de la una, sin tener muy en consideración el ambiente (pie propendió á su crecimiento. Del punto de vista fisiológico, no pode- mos despreciar ni aun aquellos elementos de los cuales existan sólo trazas en el medio ambiente, tan así trazas, que las reacciones de la química mineral sólo con mucho esfuerzo consigan delatarlos, pues debido á la extensión ilimitada del medio, ala movilidad de sus partes, á la, duración de la vida de los vegetales, las cantidades más insensibles de un elemento del suelo ó del aire pueden, acumulándose, producir en las plantas efectos apreciables. Por otra parte, si bien es cierto que los vegetales deben asimilar aunque sean vestigios de todos los elementos del suelo, hay un factor importante que pone valla á la, uniformidad en la absorción y ese factor es la especie vegetal. Berthier 1 reconoció que las cenizas de maderas de una misma, especie son químicamente semejantes, vegetando en terrenos iguales, pero el tenor y la composición de las especies quími- cas varía de una planta á otra y en la misma especie vegetal, según los suelos y las condiciones de vegetación. Con todo, está fuera de duda la influencia de la especie natural de la, planta sobre la, composición de las materias minórales que encierra. Y á este fenómeno está íntimamente ligado el hecho de que floras espe- ciales obedezcan á terrenos de determinada composición, constituyendo verdaderas etiquetas de ciertos elementos particulares contenidos en el suelo : tal la violeta y la genciana de las minas francesas de cinc en las fronteras belgas; tales algunas algas y otras plantas yodófllas propias de los litorales, y para los botánicos no escapa á primera vista si está en presencia de terrenos calcáreos ó silicosos por sus lloras caldcólas ó silícolas. Pero el trabajo se torna arduo cuando penetramos en la región de los silicatos múltiples ; allí sería aventurado asegurar que la influen- cia se debí1, á elementos especiales, dada la complejidad del medio, pues bien podría ofrecer circunstancias que pasaran al observador desaper- cibidas. Junalen do ehimir el de pln/siqitc, tomo XXXII, 182f» 12 Si la ilora natural de una región cambia cuando el terreno de calcáreo ¡se torna en yesoso ó arcilloso, puede atribuirse este lieclio á la predilec- ción de ciertas especies por el calcio, el azufre, el silicio ó el aluminio. Sin embargo esta preferencia no se traduce siempre en una abundante absorción; por ello es que lia habido hasta hoy elementos que lian sido desechados del análisis, porque, cuerpos (pie se encontraban en muy débiles proporciones, era de suponerse no desempeñaran ningún papel importante en el acto de la vegetación. Encontrada la acción fisiológica, del manganeso, éste, como todos los demás elementos que forman parte de la serie catalítica, ha concurrido á ensanchar los horizontes del campo analítico, ofreciendo minucioso estudio en esa pequeña fracción que resta para tornar completo el por- centaje de las cenizas. No pasarán desapercibidas las múltiples deficiencias de que adolece este método, que se limita á considerar el organismo tal cual lo ofrece la naturaleza. Sus conclusiones carecen de solidez, y es de esperarse, tenien- do en sus fundamentos factores tan inseguros como son :1a composición del medio ambiente, la extensión ilimitada de ese medio, la movilidad de sus elementos y las múltiples, incesantes y complicadas reaccionesde tan vasto laboratorio. Hechos de sumo interés se han revelado acerca de la constitución de los vegetales mediante este método, pero no lia alcanzado su valor á fundar una teoría química vegetal. Método sintético La reconstrucción de un medio formado de compuestos químicos deíi nidos, apropiado á las necesidades del vegetal (pie en él debe desenvol- verse, tal es el íin por llenar del método sintético. No podría enumerarse la cantidad de experiencias realizadas en este sentido, pero con toda propiedad podríamos decir (píela, mayor liarte de los ensayos, en el campo de la química vegetal aplicada, responden á este lin. Es ardua la tarea y con ser (pie los experimentadores no desfallecen, aún la incógnita permanece enhiesta. En efecto, para llegar á su resolu- ción, no es suficiente conocer los elementos del medio exterior que con- tribuyen al desarrollo de las plantas, es necesario saber precisamente las transformaciones químicas á lin de determinar el papel de cada uno de ellos y es ese proceso de composiciones y recomposiciones cuyo cono- cimiento está vedado en gran parte. Hechos tan vulgares como la germinación délas semillas expuestas á 13 — ¡a humedad, la conservación de las flores en agua, condujeron á plantear un problema : ¿pueden ser el aire y el agua .suficientes para el desenvol- vimiento de las plantas ? Experiencias de Duliomel !, Ingenlionsz 2, Tillet 3 4 y experiencias mucho más concluyentes de Hassenfratz 5 y Saussure s demostraron que la materia organizada de los vegetales puede producirse con la ayuda de compuestos del aire y del agua, y este es el punto inicial sobre que reposa el método sintético. Poro ¿son los elementos del aire y do! agua suficientes para formar la materia organizada, capaces de dar al vegetal todo el desarrollo que puede adquirir en las condiciones más favorables1? Todos los ensayos realizados al respecto, sea valiéndose únicamente del aire y del agua, sea usando medios inertes, no han proporcionado sino plantas raquíticas, que si bien hicieron concebir esperanzas en un principio, indicaron luego que los progresos retrogradan y el organismo perece al fin víctima del medio. Los resultados se modifican favorablemente, cuando á aquellos facto- res se les agregan ciertos elementos minerales; el peso délas recoleccio- nes es muy superior. Sería extenso y saldría de los límites de mi trabajo hacer historia- de los muchos ensayos de Boussingault y Ville, efectuados con variedad de compuestos químicos, y que los condujeron á la conclusión do que una- mezcla de elementos minerales, en presencia de un compuesto definido del ázoe y de los elementos del aire y del agua, ejercían una influencia favorable en el desarrollo del vegetal. Pero, con todo, si se comparan las plantas obtenidas basta aquí en los medios artificiales, aun los más com- pletos, con las recolecciones que proporcionan las tierras arables, nos encontramos que, á pesar de los esfuerzos gastados, fáltale al experi- mentador mucho aún para igualar á la naturaleza. Pedir á la química agrícola la reconstrucción del agregado terroso en toda su perfección, corpúsculo alrededor del cual gira toda esa ciencia, es por hoy una quimera; sería pedir á la química biológica la recons- trucción de la célula viva. Queda fuera del dominio de los compuestos químicos definidos toda esa serle, de cuerpos que constituyen!, casi en su mayor parte, los seres vivientes: los coloides cuya química adquiere en la biología una impor- 1 Mómoires de l’Académie des Sciences, 1748, página 272. s Ingenhousz, Expéricnccs sur les v égétaux, página- 387. a Mómoires de V Académic des Sciences, 1772, página 99. 4 Anuales de chúme, página 179, tomo 13. 5 Saussure, Recherches chimiqucs sur la régétation, páginas 39 y 225. u tanda que estuvo lejos de atribuírseles. Ellos parecen ser la base funda- mental de las ñinciones químicas del suelo, gobernando el poder absor- bente de las tierras arables. Suprimir de los medios sintéticos esos cuerpos, más que químicos, dinámicos, es colocarnos en situación muy inferior á la naturaleza. La tierra arable debe á su tenor de hiilrógelos, representados por los hidratos de aluminio, de hierro y de silicio, el almacenamiento de las subs- tancias nutritivas, pues, debido á fenómenos de « adsorción », impiden su arrastre mecánico por las aguas. La especificidad que mantienen para la adsorción esos coloides es un fenómeno inexplicable aún hoy, pero constituye la base principal de la selección de ciertos elementos en la nutrición de la planta. Los coloides y sobre todo los coloides húmicos adsorben entre los ácidos con predilección el ácido fosfórico y no los ácidos clorhídrico, nítrico y sulfúrico. Igualmente en las bases hay una selección. El sodio, el calcio y el magnesio, en el orden enumerados, son más difícilmente adsorbidos que el potasio. Es por esto (pie, tra- tado un suelo por la potasa, se produce una substitución en detrimento de la soda y de la cal, revelándose en ese hecho un fenómeno altamente interesante: almacena el coloide un cuerpo indispensable al crecimiento de las plantas y que es fijado en proporciones más considerables que las otras bases, menos importantes y parcialmente superfinas. Y si por encontrar en los medios naturales cuerpos como el sodio ó el calcio, los hacemos figurar en iguales proporciones al reconstruirlos sin- téticos, i podemos asegurar, por ello, que sometemos la planta á condi- ciones idénticas? Lejos de ello se está, desde que eludimos la presencia de cuerpos dinamogénicos (pie impiden ó dificultan la absorción de cier- tos principios para facilitar la de otros. De suerte que el método sinté- tico habrá dado un paso decisivo, cuando, conociendo á fondo la química coloidal, pueda usar de sus elementos á modo de los medios naturales. Incurriríamos, pues, en error si elimináramos en este método una can- tidad de causas secundarias, que corroboran á la acción de los agentes primordiales, tales son: las propiedades físicas del suelo y del subsuelo, la descomposición de las materias orgánicas, el grado de acidez ó alca- linidad del medio, la naturaleza de las combinaciones de los elementos, etc., etc., fenómenos casi todos ellos presididos por la acción de los coloides. Inmensas son las ventajas que el método sintético ha reportado al estudio de los abonos, primero indicando que sus efectos generales se deben en especial al elemento azoado, luego al ácido fosfórico y por fin á la potasa, y últimamente incluyendo en la bondad de esos mismos abonos, los elementos catalíticos. Así como los hemos encontrado enriqueciendo el método analítico, mucha más fecunda se revela su incorporación á la síntesis, y tenemos ya hoy la industria del sulfato de manganeso, después 15 — •le los últimos descubrimientos, tomando un incremento colosal, que es de esperarse contagiará, á nuevos y variados elementos. El método sintético ha servido también de fundamento á la teoría de las rotaciones culturales, que se explica por la influencia predominante •pie ejercen á su vez los distintos elementos sobre diversas especies. Tenemos un ejemplo en las ventajas que encuentra el agricultor en hacer alternar los cereales y las praderas artificiales. Reposa esto sobre el hecho demostrado por el método sintético que los cereales toman del suelo todo el ázoe, mientras que el trébol, la alfalfa, que extraen esto elemento principalmente del aire, exigen con predilección al suelo mate- rias minerales 1. Cultivar una tierra implica empobrecerla de determinados elementos, según sea tal ó cual especie la que se cultive ; de modo que si ese elemento no se proporcionara artificialmente por un medio cualquiera, el terreno concluiría por tornarse estéril. Es este un problema que le está reser- vado al método sintético, pero su resolución será posible, ofreciendo entonces una base segura á la práctica agrícola, el día que la consecución de un medio artificial, capaz de asegurar el desenvolvimiento máximo de los vegetales, sea un hecho ; ese día que Liebig ya en 1841 presintie- ra: « Y entonces, decía, podrá el agricultor, como en una factura bien organizada, llevar libros, para anotar, según las recolecciones, la natu- raleza y la cantidad exacta de las substancias que debo proporcionar á cada una de sus tierras para mantener la fertilidad » 2 * * 5. Método mixto Un intermediario de los precedentes timemos en el método mixto. Se dispone para su uso de un suido químicamente igual á los terrenos naturales ; esa es la parte que debe al método analítico y dispone al mismo tiempo arbitrariamente de factores accesorios : tales son la atmós- fera, extensión del terreno, las substancias químicas que al medio se pueden agregar, etc. ; he ahí la participación del método sintético. La expresión sintética del método mixto es, pues: un suelo natural y 1 Los agrónomos americanos tratan do rojnvonocor las antiguas teorías do Do Caudolle. Han, en efecto, probado que la infertilidad de la tierra podría ser debida á la prosencia de venenos segregados por las raíces. Según esto, cada especio produ- ciría una substancia tóxica particular comparable ála orina, á los gases de la respi- ración humana y cualquier otro producto de excreción, constituyendo en un tiempo unís ó menos largo un ambiente nocivo. Esta substancia, no tóxica para otras especies, desaparecería ya por oxidación, ya por cualquiera otra acción química, en el inter- valo de una rotación. 5 Líame;, Chimie appliquér <) l’agricnlturc, página 208. 1(> disposición arbitraria de uno cualquiera de los factores que influyen en la vegetación. Encuadradas en sus límites es que se lian sucedido infinidad de expe- riencias y uno á uno lia desfilado la gran mayoría de los elementos químicos ante la observación de los experimentadores, siguiendo las sendas frazadas por Kulilmnnu l, lian tratado siempre de ponerse al abrigo de las múltiples causas de error inherentes al procedimiento mismo, eligiendo terrenos de igual naturaleza y reservando distintas zonas sin abono, destinadas á servir de términos de comparación ; pesan- do las substancias agregadas y el producto de las culturas y multipli- cando y haciendo variedad de ensayos. Es de este modo como se lia llegado á la conclusión de que ciertas sales minerales ejercen una influen- cia apreciable sobre las culturas agrícolas. El método mixto se encamina á fundar sobre una base segura la teo- ría química de la práctica agrícola, ensayando sobre culturas determina- das la acción de cada compuesto, definido como partes constitutivas de los abonos ó mejoradores, apreciando con precisión la influencia de cada uno de ellos. Es el eslabón (pie une el análisis, que no considera, única- mente á la naturaleza, con la síntesis que trata sino productos obtenidos artificialmente. Asimismo no nos separamos de los dominios del método mixto, al investigar cuáles son los principios délos abonos, que tornan un terreno, agotado por una especie vegetal, fértil para esa misma especie, indican- do así las causas de la esterilidad y el modo de combatirla. Cuáles son los elementos físicos y químicos del medio en (pie vive el vegetal y cuál es la influencia de cada uno de ellos sobre el desenvolvi- miento de la planta ; cuáles son las transformaciones sucesivas de los elementos de ese medio y qué relaciones existen entre esas transforma- ciones y el vegetal; tales son los dos principales problemas por resolver de la química de las plantas. Hemos revistado tres caminos por seguir para la consecución de resul- tados : el método analítico, sintético y mixto. Ninguno de ellos nos pro- porciona recursos suficientes para hacer un estudio completo, para llegar á resultados definidos, todos resuelven con grado de perfección muy diverso los problemas que se refieren á esas proposiciones, pero de tal modo se enlazan y se completan, que allanan muchas deficiencias que sin su ayuda mutua ofrecerían. Hemos revistado el método analítico, proporcionándonos hechos ais- lados, entre los cuales nos hace concebir vagamente relaciones lejanas. En especial el capítulo tercero de mi trabajo está trazado bajo las exi Comptca-rcndim, 1848, pagina 1118, tomo XVII. 17 gen chis siempre limitadas del método analítico, estudiando la presencia de las sales de alúmina en algunas especies argentinas y generalizando el concepto con numerosos datos suministrados por autores, ya naciona- les, ya extranjeros. El método sintético proporcionándonos medios perfectamente limita- dos, menos complejos que los naturales por el número y por la natura- leza de las substancias que lo componen y conocidos a prior i, lia sido el que me lia guiado á realizar una serie de experiencias en medio líquido y medio sólido inerte consignadas en el capítulo cuarto do mi trabajo, tendientes á investigar el valor de las sales de alúmina en algunas espe- cies, determinando á raíz de ellas si se trata de un elemento indispen- sable ó por lo menos útil á la vida vegetal. Las experiencias del método mixto, de resultados más positivos, desde que al efectuarlas ya hemos pisado los peldaños que nos brindaran los anteriores métodos, nos colocan en el terreno de la práctica, agrícola, agregando las sales de alúmina á medios naturales como abonos. Van en ese sentido mis experiencias sobre tierra arable, pero siempre en medios limitados, siendo de lamentar la ausencia de conclusiones más generales por medio de culturas extensivas, que sin embargo las ofrezco extraídas del interesante trabajo de Stocklasa. II MÉTODO ANALÍTICO. INVESTIGACIÓN DEL ALUMINIO Justado del aluminio en la naturaleza. — El aluminio no se encuentra en estado libre en la naturaleza; pero sus compuestos y sobre todo sus compuestos oxigenados (y esto es una consecuencia, de la gran energía do combinación que tal elemento manifiesta hacia el oxígeno) son abundan- tísimos. En apoyo de esta aserción, encontramos al aluminio ocupando el primer lugar entre los metales y tercero entre los elementos, en segui- da del oxígeno y del silicio, como constituyente principal de la corteza terrestre, contribuyendo próximamente con un ocho por ciento en su composición. Su óxido, unido á la sílice, es la base de la generalidad de las rocas. Los silicatos do alúmina se encuentran ya en las rocas platónicas, ya en terrenos sedimentarios, producto de la disgregación de aquéllas, como términos extremos del eterno ciclo por recorrer. Los feldespatos que ostentan en primera línea la ortoclasa (KA1Sí3Or) y su numerosa corte: hialofana (BaAl.,Si microclina (monoelino 18 — inimétieo), albita (Na AlSi3Os), oligoclasa (ti ((Ja, Na,, K,)02A1,03, fiSiO,), labradorita (Na,, Ca) O . Al,033SiO,), anortita (0aAl,Si„O8). La andalu- cita (Al2Si05) ó (Al,()3, íáiO,) y sus aliñes: el topacio (F,Al,Si04) y la distena (Al,SiO. triclino). El granate (0a3 Al, ¡ái30,,) con su intere- sante grupo : el berilo (Gl3Al,Si6018) la turmalina cuya fórmula (/rosno modo (Al4Btí0lt. con silicatos) se complica notablemente cuando se mezcla con las micas ya potásicas, ya magnésicas, la cordierita (Mg,Al4SL018) y continuaría con la serie interminable de los silicatos de aluminio, si citara aquí los numerosos componentes del grupo de la epidota, los sili- catos hidratados del grupo de los zeolitas, algunas eloritas (amesita), las w eméritas y los piroxeno-anlibol tales: la augita (MgAl,SiO(i), la espodumena (LiAlSiaOü), la hornblciula (OaMgAl,¡ái ,(.),,) entre los prin- cipales. Rivalizando en importancia con la larga serie ya citada, encontramos las micas, sea moscovita (KH,Al3Si30,,), sea biotita (HK,Al3Si30,,, oMgSiOJ y si á los individuos citados se agregan las múltiples y muy variadas combinaciones que son susceptibles de producir y que se cono- cen con los nombres de granito, gneiss, sienita, pórfido, entre tantas y tantas otras, podremos apreciar la extrema importancia (pie estas sales de aluminio alcanzan como componentes de la costra terrestre. Pero no se detienen ahí los silicatos dobles : no sólo se mezclan para constituir las grandes moles que erizan la superficie del globo, sino que se disgregan hasta convertirse en el polvo impalpable que constituye la arcilla y demás sedimentos que forman en gran parte los terrenos de aluvión. Entre estos sedimentos citaré el kaolín ó tierra de poycelana (Al, Si, Ü7, 211,0) y el loess componente de esos enormes depósitos eólieos y que tan importante papel desempeñan en nuestra formación pampeana, y para concluir con los silicatos de aluminio, citaré la agru- pación de las pizarras, que aunque metamorfosis de las arcillas y eshe bón que cierra el enorme ciclo que los elementos del suelo han de reco- rrer, no por eso dejan de ofrecernos importante depósito de nuestro ele- mento. Pero no he citado hasta aquí sino una clase de sales, silicatos múlti- ples de aluminio, en grado mayor ó menor de basicidail, en grado mayor ó menor de hidratación. Si bien es cierto que ellos constituyen la falange principal de los compuestos de aluminio, no podemos pasar en silencio aquí otros cuerpos importantes, entre los que se citan : el corindón, con sus variedades azul (zafiro), roja, amarilla, violada y verde (rubí, topacio, amatista y esmeralda oriental de los joyeros respectivamente) y el esme- ril, todos ellos óxidos de aluminio más ó menos puros y anhidros, en- contrándose la hidralgilita [A1(01I)3], el diaspro [AIO(OII)] y la bauxita [Al, 0(0H)J entre los hidratados; y continúan los compuestos con la espinela [M" Al ,04), M" =Mg,Zu,Be], la criolita (Na3AlFlü); la serie de 19 los fosfatos : la variseita (A1P04 + 2HsO), la gibsita (AlPOj+a'/j llsO), la wawclita (2A1PO*, AÍOsM3, 41/., 1I80) y la cvansita (A1PO,, 2A10nlI3, ClljO); y los sulfatas, cutre ellos la aluminita (Al2S040s, 9H,0) y los sulfates dobles con su individuo principal la alunita ó piedra alum- bre (Al, K(Sü4).[OJrB|). Diseminación del aluminio en la naturaleza. — El mineral de aluminio ocupa por lo común los estratos superficiales del suelo, respondiendo á lo sentado por la teoría cosmogénita más comúnmente aceptada, según la cual el primer material que debo solidificarse para formar la costra terrestre, está constituido por el elemento mús liviano y más oxidable *. La misma profusión de tales compuestos, que llevan al aluminio á ocupar uno de los primeros lugares, hace que sea poco menos que impo- sible darles ubicación, pues al citar unas regiones, incurriríamos en error al omitir otras, pues donde no bay granito, gneiss, sienita, traquita con su contingente de feldespatos, hay yacimientos clásticos : arenas y are- niscas, tierra arable ó loess, arcillas ó pizarras. Sin embargo no pasaré por alto algunos compuestos de aluminio, que aunque menos esparcidos que los anteriores, merecen especial mención, pues constituyen en gran parte la fuente de explotación de este metal. Me refiero á la alunita ó piedra alumbre, cuyas minas más célebres se encuentran en la Tolla, corea, de Oivitavooeliia, revistiendo cavidades do rocas cavernosas como producto do descomposición de las tra quitas ; y los yacimientos análogos de Mont-Doré. La presencia de compuestos de aluminio en los productos volcánicos, así como en las aguas minerales ( Vichy), aunque siempre en pequeña cantidad, vienen á completar la importancia en el reino mineral. Tal profusión se trueca al pasar á los vegetales. No es el aluminio en este reino un elemento de primer orden, muy al contrario, las cenizas vegetales nos lo revelan entre los pequeños. Son contadas las especies, sin embargo, que lo acusan en cantidad apreciable, ellas, entre otras, miembros de la familia Licopodiácea (22-57 °/0), en especial el Licopo- dium chamaecyparissns, no alcanzando en las demás familias sino porcen- taje muy bajo, con raras excepciones conocidas boy como la Orites ex- celsea, árbol de Australia (50 °/0). La difusión del aluminio sufre mayor descenso aún cuando de los vege- tales se pasa, á los animales. El organismo animal no cuenta al aluminio entro sus constituyentes normales 2 (Guarcschi, Enciclopedia química, tomo VIII, página 875. Lo encontramos, pues, en verdadera escala decreciente, estando su 1 .1. Guaiuíscih, Enciclopedia química, página 874, tomo VIH. s Permítaseme dudar de tal aseveración y pensar para el aluminio en los animales un cambio radical de ideas, como el que ha suscitado cu el reino do las plantas. máximum cu la materia mineral y su mínimum cu los organismos más complicados. Historia del aluminio y de sus sales. — El alumbre potásico es cono- cido de tiempo inmemorial. De los yacimientos que la isla.de Lipari posee, era. transportado en (¡00 (a. de <1. 0.) á Palenuo y aplicado en la industria, tintórea de los fenicios, (¡riegos y romanos lo conocieron también. En el siglo vm de nuestra era se explotaba en la Mesopotamia la aluminita y era introducida en Italia, Francia y otros países europeos, con el nombre de «alumbre delioccha», con que algunos lo conocen aún boy. Es este producto el que D eber en aquella época describiera y enseña- ra á purificarlo y á calcinarlo. Paracelso diferenció el alumbre del vitrio- lo é hizo notar (pie la base de éste era un óxido metálico, mientras la del primero una tierra calcárea. En el siglo xil la explotación de la aluminita se hace en los alrede- dores de Ñapóles, en donde existo, lo mismo (pie en las otras regiones volcánicas, por la acción del gas sulfuroso y del oxígeno atmosférico sobre las traquitas y sobre la lava l. Maggraf demostró en 1754 el error en que Paracelso incurriera al afirmar la presencia de cal en el alumbre, estableciendo por primera vez la diferencia que existe entre cal y alúmina, y Lavoisier y más tarde Ohaptal y Vauquclin en 1797 llegaron á la feliz conclusión de que el alumbre era una sal doble : sulfato de aluminio y de potasio. En cuanto al aluminio metálico, varios ensayos realizaron Davy (1807) y (Ersted (1821) entre otros, para aislarlo, no podiendo desplazarlo ni por el potasio ni por electrólisis. Pero fué recién en 1827 que Wohler consiguió obtenerlo bajo la forma de un polvo gris obscuro por la acción del potasio sobre el cloruro de aluminio de (Ersted, que recién en 1815 transformó en un bastoncito metálico. Pero es Saint-Olaire Deville (1815-1857) quien da un paso decisivo hacia la obtención del aluminio metálico, tratando de hacer industrial su preparación, descomponiendo el cloruro de aluminio de (Ersted (proc. Wohler), mediante el sodio metálico, que substituyó al potasio, cambio que hizo menos onerosa la preparación, fijando las bases del procedimento industrial que ha pri- mado hasta pocos años ha. Deville pudo así aislar el aluminio en cantidad bastante considerable,, como para demostrar sus propiedades industriales, que encontraron muy especial acogida en la exposición de 1855. Percy, por esa época, usó la criolita como fuente de producción del 1 Müi.i.un, Journal f. praktischo chimie, página 257, tomo LLX, citado por Guáres- elo, Enciclopedia química. 21 aluminio, punto inicial de la industria química de este elemento, indus- tria que alcanzó notable perfeccionamiento en 1885 en que se introdu- jeron los métodos electrolíticos que perfeccionaron Héroult, Kiliani, Hall, Biicherer, Minefc, entre tantos otros, métodos (pie han sido adopta- dos hoy en casi todos los países de producción. No terminaré esta breve reseña, sin citar los ni truros de aluminio, (pie se presentan con muy especial interés para los temas agrícolas. Sales muy modernas son, pues aunque ofreciendo grandes promesas para el ful uro, no las lia consagrado la. industria aún en sus dominios, los métodos de obtención no han salido hasta hoy del campo del laboratorio. Sin embargo hace unos 30 anos Mallet publicaba por primera vez la obtención de cantidades notables de nitruros de aluminio, cuerpo que, en presencia del agua y sobre todo al contacto de los álcalis, cede parcial- mente su ázoe para formar amoníaco, dato que lo hace figurar al lado de los otros nitruros y nuevos abonos azoados, como fuente inestimable de producción de ázoe. Métodos de evolución de la alúmina No haré aquí historia do los métodos analíticos de un cuerpo. El alu- minio no tiene una personalidad química tan definida, que nos permita hablar sólo de él ; más que métodos exclusivos, son los que expondremos hablando con los distintos autores, métodos de separación de una serio de aliados, que parecen complotarse para proceder en forma, análoga, ante los reactivos principales, diferenciándose sólo en el detalle, diferencias que los químicos han aprovechado para combinar de mil modos y conse- guir de nuestro elemento la expresión exacta en sus combinaciones. Nos limitaremos aquí á considerar el aluminio, sólo como componente de cenizas vegetales, y por lo tanto los ensayos que se han hecho para separarlo de los fosfatos y de las sales de hierro en primer término y secundariamente de la cal, de la magnesia, etc., que en aquellos produc- tos son sus más constantes compañeros. Á pesar de las múltiples combinaciones ideadas, á pesar de la infinidad do reactivos puestos enjuego, giramos aún hoy en torno del que podríamos llamar método clásico ; el que usara Bertlielot y Andró en sus ensayos, el que usan ácada paso los analistas, convencidos de que para desterrar- lo, sería sólo ante aquel que ofreciera mayores ventajas, punto al cual es difícil llegar. Nos lo demuestra el hecho de que ninguno de los tantos métodos ideados haya alcanzado la aceptación que en todo tiempo ha Ion ido aquel cuya base es la precipitación por el amoníaco y cuyo tér- mino final, la obtención de la alúmina por diferencia. Método clásico he dicho y en realidad no habría autor á quien poder 22 atribuirlo ni señalar la época (. La separación se puede operar calcinando con soda y sílice (Treadwell), tomando la masa fundida con agua y dosificando en el filtrado el áeido fosfórico. El residuo insoluble es tratado con ácido clorhídrico y en se- guida con ácido sulfúrico en caliente. Se opera la reducción de las sales férricas con cinc y se dosifica volumétricamente el hierro, determinando la alúmina por diferencia. Andrlick 1 y Tollens 2 operan la precipitación con amoníaco y débil acidificación con ácido acético y diré con el último autor : el precipitado puede ser considerado como fosfato neutro de hierro, pues se encuentra raramente el fosfato de alúmina en las cenizas de las plantas en canti- dades apreciables. Si ella estuviera presente, se dosificaría el fósforo con el reactivo molíbdico, el hierro volumétricamente y la alúmina por dife- rencia. So debe evitar la ebullición del líquido débilmente acético como se hace á veces 3, porque el precipitado de fosfato de hierro y alúmina puede contener con facilidad pequeñas cantidades de cal, siendo que aun en la precipitación en frío algunas veces se observa (J. y B. Ste- fanow). Separación por medio de los álcalis. — El hecho de que el hidrato de aluminio obre como ácido débil ante las bases enérgicas y forme sales solubles, en las que el aluminio figura como factor del anión, tal los alu- minaos, ha sido la causa de que se aplique esta propiedad en la separa- ción de los cuerpos que nos ocupan. ' Grandkau, Anuales de la scicncc agronomique, 3a serie, tomo II, página 393. ’ Expcrimcnt station record, V, XIII, números 3 y 4. 3 GltANDKAU, Anuales de la Science agronomique, 3a serio, tomo II, página 402. Pero una objeción hay que hacer: los álcalis que constituyen la base de estos métodos, aun en su estado de pureza, pueden contener, según se ha demostrado, cantidades sensibles de alúmina (Pellet y Eribourgj '. Para obtener resultados exactos será necesario efectuar ensayos en blanco con los reactivos por usar y poder así descontar las cantidades de alúmina agregadas, extrañas á la muestra. Por otra parte, cuando se opera la precipitación en esta forma, es im- posible quitar totalmente el álcali al hidrato de hierro, aun mediante lavaje prolongado con agua hirviendo, por tratarse, más que de un sim- ple arrastre mecánico, de un fenómeno químico (V. J. Hall) Este hecho de por sí transforma en penosos los procedimientos, para darnos resul- tados poco precisos; es por esto (pie el hierro no debe ser pesado, des- pués de precipitación con potasa; es necesario disolverlo en ácido clor- hídrico y operar la precipitación con amoníaco (Treadwell). Knop para anular este inconveniente precipita los dos cuerpos con sulfhidrato de amonio, tal lo han indicado Malaguti y Durocher, lava con agua adicionada de pequeña cantidad de sulfhidrato y efectúa la separación de los dos óxidos por medio de la potasa, á la cual ha agre- gado también algunas gotas de sulfhidrato. Encontramos, pues, una serie de métodos que, definidos á grandes rasgos, se reducen á una precipitación de hidratos de hierro y alúmina y transformación del último en aluminato, previo tratamiento con exceso de álcali. Si la mezcla hubiera sido calcinada, el tratamiento con la potasa sería infructuoso; la alúmina anhidra no se transforma por ese medio en aluminato. El reactivo tendría que usarse entonces en forma de fundente y, tomando el producto con agua, podríamos separar el sex- quióxido insoluble del aluminato alcalino en solución. Rose 1 * 3 procede partiendo del hierro al estado de sexquióxido en pre- sencia de la alúmina : evaporando la solución hasta pequeño volumen en cápsula de plata ó de platino, se la mezcla con solución de hidrato de potasa y se la somete á ligera ebullición. Si la potasa está en exceso la alúmina so redisuelve 4. Se filtra y lava el hidrato de hierro y en el líquido se precipita la alúmina, sobresaturando con ácido clorhídrico y adicionando luego de carbonato de amonio ó mejor de sulfuro de amonio, previa saturación con amoníaco. 1 Gkandicau, Anuales do la soienoc agrunomiqac, 3a serio, tomo II, página 102. a Am. che ni. Journal, tomo XIX, páginas 512-525. 3 lióse, Traité d’analyse, página 148, edición francesa. 1862. 1 Si la solución de aluminio contuviese magnesio precipitaría el aluminato de mag- nesio iusolublo en exceso do álcali, pero por ebullición, con gran cantidad de cloruro de amonio, se descompone en cloruromagnésicoamónico soluble <5 hidrato de alumi- nio iusolublo. 31 La separación completa depende de las cantidades que existan de los cuerpos en el líquido. Si la muestra fuera poíno en hierro (hasta 1 °/0 do la masa empleada en la experiencia), un solo tratamiento alcalino sería suficiente para operar la separación de los óxidos; no así si el hierro se encontrara en exceso, porque entonces el abundante precipitado retiene cantidades de alúmina. Se hace necesario entonces someter el precipi- tado á subsiguientes tratamientos alcalinos (Treadwell) *, «pie pueden alcanzar á tres ó cuatro, según la cantidad de hierro presente. Más radi- cal y rápido es una fusión con potasa de la mezcla aun en presencia do mucho hierro. Experiencias repetidas han demostrado (Rose, Lowe) que aun para cantidades considerables de hierro se puede separar la totalidad de la alúmina invirtiendo la adición de reactivos, esto es, agregando gota á gota la solución clorhídrica de las dos bases en solución hirviendo de hidrato de potasa no muy extendida y teniendo cuidado de agitar la mezcla. Como el sexquióxido así obtenido contiene pequeñas cantida- des de potasa, se debe disolver en ácido clorhídrico y precipitar con amoníaco. Si la. cantidad de alúmina combinada al hierro es muy débil, este mé- todo no es preciso (Rose). Partiendo del protóxido de hierro, no se mejoran los resultados, máxi- me si se ha operado la reducción de las sales con exceso de ácido sulfu- roso en caliente, pues precipita la alúmina en pequeña cantidad al esta- do de sulfato. Barff 1 2 rechaza la fusión de los óxidos con nitro y soda y propone en cambio la marcha de ácido nítrico y clorato. Los óxidos lavados, dese- cados, mas no calcinados, los somete á la acción del álcali. Campredon 3 y Joung 4 precipitan los óxidos con amoníaco, funden con soda cáustica y en el líquido separado por filtración dosifican la alú- mina al estado de fosfato. No nos queda sino agregar, después de todo lo expuesto, que estamos en presencia de métodos que dan siempre porcentajes elevados de alú- mina, si no se procede á una doble precipitación, que complica notable- mente los procedimientos. Precipitación por medio del hipo sulfilo sódico. — Si abandonando los álcalis, pasamos al hiposulllto, encontramos que el modo diferente do reaccionar sobre las sales de hierro y aluminio constituye otro medio de operación, base de distintos métodos, ya como reactivo principal (Clian- 1 Treadwf.ll, Trattato de chimica analítica, tomo II, página 91, edición italiana. 5 Bidlctin de la Sociclé chimique, VIII, página 339. 1867. * ( luido da chimistc métallurgistc, páginas 499-500. 1898. 1 Anahjsl, página 13, 1888. cel) y;i como medio accesorio (Garnot, Stock). En efecto, la insistencia de un único ion del aluminio hace que la acción reduetora del hiposul- lito no se traduzca sino en desprendimiento de anhídrido sulfuroso y actúe sobro las sales para producir la alúmina hidratada insoluble. En cambio, en presencia del hierro, transforma el ion férrico en ferroso, pro- ductos solubles que so prestan ú toda operación analítica. lievistado ya el método Ghancel en los procedimientos exclusivos de la alúmina, lo tocaremos aquí, en lo que concierne á la separación de las sales de hierro, fin para el cual lo propuso su autor (1850). El cambio de coloración del líquido en presencia del hiposulüto es el proceso de reducción délas sales férricas, pero la descoloración del licor no ofrecerá al analista la seguridad plena de la ausencia de un cuerpo, como se lo podría ofrecer una precipitación y filtración. Después de ha- ber dejado actuar el hiposulfito y durante el lavaje del precipitado, una pequeña cantidad de sales ferrosas se liidrolizan, impregnan el papel y en la calcinación el precipitado aparece rojizo (Levine) l. Pero el más grave inconveniente del procedimiento Chancel en mez- clas complejas es que hace abstracción del ácido fosfórico preexistente en las soluciones. El precipitado calcinado no es constituido por alúmi- na pura, sino por una mezcla del óxido y de su fosfato 2. No haré aquí sino citar el procedimiento Stock, ya descrito (pág. 2G) y que sin otras modificaciones se puede aplicar á la separación, método que emplea el hiposulfito, no como precipitante, sino para introducir modificaciones ventajosas en el medio. Por esta misma circunstancia corresponde colocar aquí el método (Garnot, 1882) 3 que no es sino una modificación feliz del procedimiento Gliancel y más aún del método Fischer 4 5 (dosificación de la alúmina al es- tado de fosfato en medio acético, sin intervención del hiposulfito). Se fun- da en la solubilidad é insolubilidad en el ácido acético respectivamente del fosfato ferroso y del fosfato de aluminio, cuerpo éste al cual se llega, compuesto perfectamente definido con 41,85 por ciento de alúmina. El método, tal como lo consigna Garnot 3 en su obra, es el siguiente : Se satura incompletamente el ácido libre por el amoníaco, se agrega el fosfato alcalino en exceso, con relación á la cantidad que se presume de alúmina : luego se vierte hiposulfito. Se debe tener cuidado de dejar obrar en frío, si hay sal férrica hasta descoloración completa del licor. 1 llulletin do l’ Aosooiation dos (incidió (¡ludíanlo el deo 6 ludíanlo de l’ Instituí Mcurice, número 17, página 31. 1913. - Loe. cit. 3 C'omptes-rcndus, 18 de julio de 1881, 7 de abril de 1884. 1 Zeitschrift fiir anal. Chemie. 1865. 5 Ai>. Caknot, Traité d’analyse des subotanceo minórales. — 33 — Habiendo sido totalmente la sal llevada al mínimum, se agrega poco á poco el acetato de sodio y se mantiene á ebullición durante 20 ó 30 mi- nutos. Se deja reposar, se lava por decantación y luego sobre el filtro con agua caliente; se seca, calcina y pasa el fosfato de alúmina. De la mayor ó menor cantidad de hierro en la solución depende la bondad de los resultados ; si la porción es mínima, su aplicación es ex- celente ; en cambio, en caso contrario, proporciona datos excesivos. En tales circunstancias es necesario operar la reducción de las sales en so- 1 ueión clorhídrica por medio del ácido sulfuroso y eliminar el exceso de reactivo por ebullición. En frío neutralizar la mayor parte del ácido, agregar el liiposulfito y el fosfato y consumar su acción en caliente (Oarnot). Aún con estas precauciones, es muy difícil obtener un fosfato de alú- mina perfectamente blanco, por el arrastre de mínimas cantidades de hierro (la sobrecarga hace variar el tenor de alúmina de 0,20 á 0.30 °/0), impureza que es tanto mayor, cuanto que la reducción se opera en ca- liente, debido á que la alúmina, en presencia del liiposulfito en tales con- diciones, empieza á precipitar antes que todo el hierro sea llevado al mínimum, y de ahí los precipitados rojizos (Devine). Numerosos autores han realizado prolijos estudios sobre el método Oarnot. De entre ellos Camprcdon ’, aplicándolo á los minerales de hie- rro, ha efectuado ensayos de control, con cantidades conocidas de hie- rro y alúmina, obteniendo para ésta resultados exactos. Pellet y Fribourg 2 (1907) hacen un prolijo estudio, aplicando el méto- do al caso especial de las cenizas. En experiencias realizadas sobre lí- quidos de título conocido, llegan á determinar para el procedimiento un error medio de 0,0004, y ensayos realizados (1903) con cenizas sintéti- cas revelan al método Oarnot. capaz de apreciar cantidades do alúmina correspondiente al 2 por ciento y aun al 0,20 por ciento de cenizas. Ensayando el método en presencia de sales de manganeso en propor- ción variable, han demostrado que ellas no tienen acción sobre los re- sultados 3 4. Levine 1 ha ensayado el procedimiento, encarándolo desde distintos puntos de vista, llegando á las siguientes conclusiones basadas en datos precisos : Ia La acidez del líquido no debe ser ni muy débil ni excesiva. En el primer caso, cuando la solución se hace hervir, después de la 1 Campredon, Traite ñ’analyse métallurgique, 1898. 5 («haniuíau, Anuales de la Science agronomiqne. * Loe. oit. 4 lhdletin de l’Associalion des anvicns ¿ludianls, número 17, piíginns 37 y siguientes». 1913. - 8-1 — adición del fosfato, se produce en el fondo del vaso un precipitado adhe- rente, cuya redisolución en ácido clorhídrico, aun en exceso notable, es difícil, obteniendo por esto resultados pobres. Siendo fuerte la acidez, la precipitación por intermedio del hiposulii- to es incompleta y hasta nula. 2a Que en soluciones puras de alúmina la precipitación es completa, se utilice ó no un acetato alcalino. 3a El fosfato alumínico arrastra de un modo continuo mínimas canti- dades de hierro, en presencia ó en ausencia de un acetato, arrastre que se evita sólo por una doble precipitación, proceder (pie debe adoptarse igualmente en presencia de sales de cal, magnesia y manganeso. 4a Los acetatos no parecen desempeñar papel alguno en la exactitud del método. Datos personales. — Dos series de ensayos efectué con el método Carnot : Io Sobre soluciones puras de alumbre; 2o Sobre líquidos conteniendo á la vez alumbre y sales de hierro. Realizado un ensayo en blanco, obtuve un residuo apreciado en 0"r0()()8, residuo «pie siempre tuve en cuenta en las operaciones subsi- guientes : ia serie : soluciones de alumbre puro I Solución equivalente it (ÜsrU2l¡9 A1203) 11 Solución equivalente á (Us'0538 Al,Os) 111 Solución equivalente ¡í (üí'lüTG A1203) Precipitado de A1PO* pesado. 0.0650 0.1288 0.2569 A1203 teniendo en cuenta el ensayo blanco 0.0261 0.0529 0.1067 Diferencia entre Al,Oa agre- gado y Al2<)3 pesada 0.0005 0.0007 0 . 0009 Se puede comprobar una pequeña diferencia en defecto, que según los datos es tanto mayor cuanto mayor es el precipitado de fosfato alu- mínico. Esta solubilidad es señalada por Carnot, y Lasne la ha calculado en GROOOS operando con 250 centímetros cúbicos de solución *. Anuales de chimie analylique, noviembre 9. 1890. 35 ?" unir : dosificación de la alúmina rn presencia de sales de hiena I Soluciones de alumbre (0?'02gd Apon y sulfato ferroso (0P5750 l'e.,08) II Soluciones do alumbro (0?r0538 AlvO„) y sulfato ferroso (0iu0.r>7r> FovO„) III Soluciones de alumbro (Oc'1076 A1,0¡,) y sulfato ferroso (0s'0287 FesO,) Precipitado do A1P04 pesado. 0 . 0(189 0.1333 0.2610 A1,0, calculado, teniendo en cuenta el ensayo Planeo. . . 0.0280 0.0558 0.1084 Diferencia de A1,03 en exceso. 0.0011 0.0012 0.0008 La presencia de hierro aun en pequeñas cantidades enriquece los re- sultados, por un arrastro en la precipitación, evitable sólo por una re- precipitación, que complica el método. Acción del sulfato de amonio sobre el nitrato de alúmina y nitrato bási- co de hierro. — Beilstein 1 propone un método de separación basado en la solubilidad del nitrato de alúmina y la insolubilidad del nitrato bási- co de hierro en el sulfato de amonio. Los resultados no son satisfacto- rios, si no se opera una reprecipitaeión, pues siempre pequeñas cantida- des de alúmina son arrastradas con el nitrato de hierro. Métodos de separación usando altas temperaturas. — Hay una serie de procedimientos que sólo describiré someramente, pues su complicada manipulación hace que se desechen en los trabajos corrientes. El llamado método de los nitratos (Sainte-Claire Deville) 2 consiste en evaporar en seco en una, cápsula, de porcelana la solución nítrica do am- bos óxidos y calentar progresivamente hasta 200°, manteniendo á esta temperatura hasta tanto no se desprendan vapores rutilantes. Losnitra- tos do hierro y alúmina son descompuestos en su totalidad; en cambio los de calcio y magnesio, si los hubiera, resisten bien (el nitrato de mag- nesio puede sufrir un comienzo de descomposición, pero será, llevado al estado soluble por tratamiento con nitrato amoniacal. Se moja la mate- ria con solución concentrada de nitrato de amonio y so calienta á 100° hasta que todo el olor amoniacal haya desaparecido; se diluye y deja algún tiempo en caliente). La alúmina y el peróxido de hierro quedan netamente insolubles, mientras que las tierras alcalinas se disuelven por completo al estado de nitratos. 1 7 teme de chimie analytique, página. 81. 1893. s Anuales de chimie el de pli psique, 3a serie, volumen XXXVIII, página 15. 1853. — 3(¡ — Rivot y Sainte-Olaire Deville 1 proceden sometiendo al rojo la mezcla de ambos óxidos, reduciendo el sexqnióxido por medio de una corriente de hidrógeno y arrastrando luego el hierro al estado de percloruro, me- diante una corriente de ácido clorhídrico al rojo. Queda como residuo la alúmina, y el hierro se puede determinar ya por diferencia ó recibiendo el percloruro y dosificándolo directamente. Este método es recomendable sobre todo cuando hay poco hierro y mucha alúmina (Fresenius). LMIÓte preconiza un medio de separación combinando el procedimien- to citado con el método Sonnenseheind. En efecto, separando el ácido fosfórico por el nitromolibdalo de amonio, precipitan luego los óxidos de hierro y alúmina por exceso de sulfhidrato que mantiene en disolución el molibdeno. Separados el hierro y la alúmina, se someten al procedi- miento Rivot-Sainte-Claire Deville y se obtiene la alúmina pura. L’IIóte considera éste, el método por excelencia 2. El método Sonnenscheind es cómodo sólo cuando hay poco fosfórico en presencia «le mucho peróxido de hierro y alúmina; por otra parte, siendo tan molesto separar las bases despojadas del ácido fosfórico del exceso considerable de ácido molíbdico, es preferible pesar la totalidad P2Ob, Fe.,03 y A1.,03 y dosificar el primero por el molibdato, el hierro volumé- trico y la alúmina por diferencia (Fresenius). De las opiniones expresadas se deduce que estos métodos están con- traindicados para el caso especial de las cenizas : Io Por la abundancia de fosfatos con relación á las dos bases; 2o Por las pequeñas proporciones que la alúmina alcanza en esos pro- ductos. Pellet y Fribourg 3 ensayando el método en cenizas ya sintéticas, ya reales, no quedan satisfechos, siendo el procedimiento muy largo y re- quiere dispositivos especiales. Además, la pequeña cantidad de alúmina en las cenizas exige muestras considerables, la abundancia de fosfórico, exceso de reactivo molíbdico y, por fin, la separación del molibdeno me- diante el sulfhidrato no es completa, de modo que el precipitado de hie- rro y alúmina proporciona cifras elevadas. Separación por intermedio del éter. — El distinto modo de comportarse el cloruro férrico y el cloruro de aluminio en presencia del éter ha hecho (pie se aplique como medio de separación. Una solución de cloruro férrico, adicionada de su volumen de ácido clorhídrico .'S.'i por ciento, tratada por el éter, le cede á éste el hierro, 1 Grandkau, Analyse des matiéres ayricolés, volumen 1, página 116. 4 Comptes-rendus, 21 de marzo do 1887. 3 Grandkau, Anuales de la scicncc ayronomique, 3a serie, volumen II, página 116. 37 mientras que el aluminio queda en el líquido clorhídrico. En las condi- ciones ordinarias tres tratamientos con éter son suficientes, para que la solución acuosa, neutralizada casi completamente, no responda á las reacciones más sensibles del hierro. La presencia de ácido nítrico ó de ácido sulfúrico no dificulta la dosificación (Hanriot) l. K.otlie 2 ha ideado un dispositivo, modificado después por Oarnot, para la separación del líquido clorhídricoetéreo conteniendo hierro, no sólo de la solución clorhídrica de sal de aluminio, sino de las de otros meta- les, como ser: cobro, manganeso, cobalto, níquel, cromo, titano y vana- dio, en caso de estar presentes. Gooeh y Ilavens 3 modifican el método anterior, completándolo en el sentido de obtener la precipitación del cloruro de aluminio hidratado (Aln Cl0 . 1211,0) por una saturación con ácido clorhídrico gaseoso, des- pués del tratamiento etéreo. Operan así : se hace una mezcla con partes iguales de ácido clorhí- drico concentrado y éter anhidro. Al líquido límpido y homogéneo que se debe obtener, se agrega la mezcla de los dos cloruros disueltos en la menor cantidad posible de agua y se opera la saturación con ácido clor- hídrico gaseoso á baja temperatura. El cloruro de aluminio se precipita y recoge en un crisol de Gooeh. Se lava con mezcla éteroclorhídrica sa- turada de ácido clorhídrico gaseoso; se seca á 150° durante inedia, hora, so mezcla con un gramo de óxido de mercurio, se calienta gradualmente para, volatilizar el mercurio y se calcina, hasta peso constante el residuo de alúmina pura. Influencia de los ácidos orgánicos en la separación. — Un recurso de separación de la alúmina y el hierro es el basado en el diferente modo de comportarse dichas bases hacia los ácidos orgánicos ó sus sales (ácido acético, succínico, tartárico, fórmico, oleico, etc.). No es el método del acetato (Gibbs) 4 un modo de separación del hierro y del aluminio, sino de la eliminación de ambos de las combinaciones con los demás metales. En efecto, una de las características de las sales que nos ocupan, es su fácil hidrolización, y tanto más acentuada., cuanto menos enérgico es el anión que la constituye. Debido á este fenómeno es que el acetato de hierro y el de alúmina por simple ebullición de su solución acuosa dan origen á acetatos básicos insolubles, que por hidrólisis completa so transforma en el hidrato correspondiente. Se excusa decir que tal hidró- lisis no tiene lugar en presencia de ácido libre, por lo tanto es necosa- 1 Bulletin de la Société clúmique, volumen Vil, página 161. 1892. 5 llcvuc de clúmic analytiqne, página 119. 1897. a Frkscnius, Analj/se chimiquc quantitalive, 8a edición francesa, volumen II, pá- gina 276. 4 Journal fiir praktische Chemie, XCV, página 356. 1865. l io, si liay acidez excesiva, un tratamiento con carbonato de sodio ó carbonato de amonio hasta casi neutralización. Se está en condiciones entonces de agregar una solución concentrada de acetato de sodio ó de amonio en relación con la cantidad de óxido por precipitar; se somete á la ebullición, pero no muy prolongada, porque (ornaría el precipitado mucilaginoso (Fresen i us). Si por la presencia del acetato alcalino trans- mitiera esta reacción al medio, una neutralización con ácido acético se impone. El precipitado es lavado por decantación y filtración con agua hirviendo adicionada de pequeña cantidad de acetato desodio ó de amo- nio. Para análisis rigurosos es necesario una reprecipitación (Fresenius, Gibbs), puesto que es el medio de evitar el arrastre de otros metales. El precipitado de alúmina y óxido de hierro es á menudo difícil de lavar, como todo coloide. La filtración es tan lenta, que el agua de lavaje se enfría, y entonces, si el líquido es ácido, redisuelve en parte el óxido de hierro. Para evitar este inconveniente es necesario neutralizar tanto como sea posible, mientras no aparezca precipitado, antes de agregar el ace- tato alcalino y agregar al líquido mucho acetato de sodio (1 y medio á á dos gramos por 0gll de hierro y alúmina). El lavaje es entonces fácil (Jungck). El ácido fórmico y sus sales se comportan de modo análogo al ácido acético y es con frecuencia reemplazado en el análisis, obteniendo por hidrólisis formiatos básicos que por calcinación dan alúmina (Leclére) '. Se opera en solución bastante extendida, conteniendo ligero exceso de ácido sulfúrico. El ion férrico debe ser transformado en ferroso á los fines de la separación, y para ésto es preferible emplear el hiposuliito de sodio de amonio, que no deja residuo' en los precipitados como el liipo- sulftto de sodio. La presencia de ácido sulfúrico haría que á la ebullición el hiposul- íito se descompusiera rápidamente, faltándole tiempo para arrastrar toda la alúmina; á fin de reemplazarlo se agrega gran exceso de formiato de amonio. El ácido fórmico, libre en solución extendida, desplaza muy débilmente al ácido liiposulfuroso. Si después déla adición del formiato amónico se lleva a la ebullición con exceso de liiposulfito, el hierro se mantiene al estado de protosal, mientras la alúmina precipita progresi- vamente como formiato básico, mezclada con pequeñas cantidades de azufre. Desecado el residuo, es necesario embeberlo de ácido nítrico, para eli- minar el ácido fórmico y evitar así la presencia de un residuo de carbón en la alúmina calcinada (Leclére) a. 1 Comptcs-rcndiis, tomo CXXXVIII, página 1 16. 1905. * Loa. cit. — 39 — L;t acción «leí Acido tartárico de mantener la alúmina en disolución en licor amoniacal, ha sido usada de largo tiempo para separar el hierro de la alúmina (Rose l, Carnot) 2 3. Á la solución de los dos óxidos, débilmente nítrica ó clorhídrica, se agrega exceso de ácido tartárico (más ó menos diez veces el peso de la alúmina) y amoníaco en cantidad suficiente para que el licor se torne límpido. Se vierte entonces ligero exceso de sulfhidrato de amonio en el líqui- do llevado hacia 80°, se agita luego y calienta duranto dos horas en vaso cubierto, se deja depositar el sulfuro de hierro «pie so recibe y lava so- . bre íilf ro; la alúmina pasa en disolución. La separación es perfectamente neta en soluciones pobres en hierro y ricas en alúmina. En caso contra- rio se tiene un precipitado voluminoso de sulfuro, que retiene por adhe- rencia proporciones apreciables de alúmina. Para la separación del hierro de otros metales como el cinc, manga- neso, cobalto y níquel, pudiéndose aplicar también para arrastrar con el hierro la alúmina (Mitscherlich, Pagels) en caso de que esté presente, Rose ? aplica la acción del ácido succínico sobre ambas bases. Á la solución que no debe encerrar exceso de ácido sulfúrico, se le agrega amoníaco hasta «pie el líquido tome un color rojo obscuro, y luego acetato de sodio ó de amonio hasta que el tinte sea rojo pronunciado; se precipita con un succinato alcalino, calentado ligeramente; después de enfriamiento se separa por filtración el succinato de hierro del líqui- do que contiene todos los otros metales. Se lava el precipitado con agua fría, después con agua amoniacal caliente, lo que le hace perder gran parte de su ácido. Después de desecación se calienta al rojo, se oxida con ácido nítrico y se calcina nuevamente. Y para concluir con los ácidos orgánicos, haremos una descripción del método de los oleatos (Rorntrager) \ Pesados ambos óxidos de hierro y alúmina, se les redisuelve en ácido clorhídrico (es de notarse, á pesar de la elección del disolvente por el autor, que ambos óxidos no se disuel- ven sino difícilmente en el ácido clorhídrico) ; la solución es llevada á casi neutralidad por la potasa y se precipitan ambos óxidos con un jabón potásico neutro y líquido (este jabón es preparado por Keysser, de Hanó- ver, y Onde, de Leipzig) en caliente y tratando de evitar un exceso, por- que se disolverían los oleatos precipitados. Se filtra por papel antes mo- jado con agua caliente y con agua caliente se efectúa el lavaje hasta 1 Itosic, Traite d’anaiyscs qnantiiatives, edición frnncosa, piígiwi 150. 1802. 4 Journal de pliannaeir el de. ehimie, 5a serio, tome IV, p. 2(5G. 3 Fkksknius, Analyee oliimiquo qnantitalirr, volumen I, piíghm GOL 1 Reme de ehimie annhjtique, pfígina 100, 1800. KI!V. MUSICO I.A I’I.ATA. T. XXIII 4 — 10 la desaparición del cloruro potásico. Para separar ambas bases, se trata el precipitado gelatinoso con petróleo en caliente, basta que el líquido filtrado sea incoloro, lo que indicará la disolución completa del oleato de hierro. Se calcina el residuo constituido por alúmina pura. Además de presentar la desventaja de no ser completamente insolu- ble el oleato de alúmina en el petróleo, el solo hecho de citar como re- activo jabones y por consecuencia álcalis (potasa ó soda) y líquidos como el petróleo, que deben actuar sobre precipitados coloides, nos hace concebir el método como de lo más penoso y con resultados nada satis- factorios. Separación lasada en la influencia de compuestos orgánicos. — Como último término de los métodos de precipitación, citaré varios procedi- mientos basados en la influencia de ciertos compuestos orgánicos sobre las sales de alúmina y sus fines, especialmente las sales de hierro. En 1885 Hinski y von Knorre 1 hicieron pública la existencia de un ferrinitroso (3 2 naftol de fórmula (C1QIIU(), .NO)., Fe que se presenta en forma de precipitado voluminoso pardo obscuro, poniendo en presencia de una solución neutra ó débilmente ácida de una sal férrica, una solu- ción de nitroso ¡i naftol en ácido acético al 50 por ciento más ó menos. Las sales ferrosas producen el precipitado correspondiente, muy soluble en los ácidos minerales, pero siendo imposible obtenerlo puro exento de sales férricas, pues se oxida lentamente en frío, con rapidez en calien- te, razón esta por qué el dosaje debe hacerse sólo con sales al máximum. La ausencia de análoga reacción con las sales de alúmina, fué la base sobre que fundaron los autores el método siguiente : Partiendo del sul- fato ó cloruro férrico y de aluminio, se lleva su solución á pequeño vo- lumen, se neutraliza con amoníaco hasta comienzo del precipitado y se redisuelve en algunas gotas de ácido clorhídrico. Se agrega entonces al licor frío su propio volumen de ácido acético á 50 por ciento y un lige- ro exceso de nitroso $ naftol, disuelto en el ácido acético á 50 por ciento, agitando. Después de seis ó siete horas se filtra el ferrinitroso [3 naftol, se lava con ácido acético 50 por ciento y al fin con agua fría, hasta que una gota del filtrado no deje residuo apreciable sobre una lámina de platino. Un gran exceso de nitroso ¡3 naftol colorearía el agua de lavaje en ama- rillo débil, pero no tendría influencia sobre el resultado. En crisol de porcelana se efectúa la calcinación en presencia de cantidad igual al precipitado de ácido oxálico puro, elevando la temperatura gradualmen- te. Se pesa el sexquióxido. 1 Berichte der Deutsch-Chimischeii fíesellschaft, XVIII, página 1795. 1885. 5 El nitro /2 naftol os un reactivo extremadamente sensible del hierro ; el agua de Charlottenbourg, que encierra solamente 3 miligramos de hierro por litro, so colora netamente de verde bajo su acción (Berlín, Techuischo Hochselmle). — 41 Para (losar la alúmina en la solución se evapora á fin de sacar la ma- yor parto del ¡icido acético; se opera, entóneos la precipitación con amo- níaco. La alúmina obtenida es obscura por su mezcla con las combina- ciones orgánicas; se lava con agua caliente, se deseca, se calcina y pasa la alúmina perfectamente blanca. Según los autores, un exceso más ó menos grande de precipitante no ejerce influencia alguna sobre la separación integral de la alúmina, pero á pesar de lo ventajoso que suponen al método, llegan á la conclusión de que es preferible dosar en una parte alícuota el hierro por el proce- dimiento indicado y en otra fracción la totalidad do ambas bases por los métodos ordinarios, determinando alúmina por diferencia. Estando presente el ácido fosfórico, este procedimiento no tiene apli- cación, pues el precipitado de sales férricas encierra este ácido en canti- dades apreciables. Vignon ‘, basándose en la acción diferente de la trimetilamina sobre las sales de hierro y aluminio, propone un método consistente en agregar á los compuestos férricos y de alúmina gran exceso de trimetilamina concentrada; se deja reposar durante 24 horas, se filtra y lava con tri- metilamina, se seca y calcina. Otro reactivo que obra, á la vez que como precipitante de las sales de alúmina, como reductor de las sales férricas, es la fenilhidracina, que fué empleada parala separación de ambas bases por Hess y Campbell 1 2. La solución clorhídrica de esas sales, llevada más ó menos á 250 centíme- tros cúbicos, es calentada, después de adición de amoníaco diluido, á ebullición ; se agrega en seguida gota á gota hasta decoloración una so- lución neutra y saturada de bisulfito de amonio, obtenido haciendo pasar una corriente de gas sulfuroso en el amoníaco diluido al medio. El hierro es completamente reducido y la solución caliento es adicio- nada do 1 ó 2 centi metros cúbicos de fenilhidracina. que precipita la alúmina, pero el precipitado no es puro, arrastra una cantidad de ácido fosfórico que concurre á formar un fosfato do alúmina. El precipitado es recogido en un filtro, lavado con agua caliente, conteniendo una peque- ña cantidad de bisulfito de fenilhidracina, hasta que las aguas no den reacción sensible con el sulfuro de amonio. Se deseca, se calcina y en el residuo debemos tener en cuenta la presencia del anhídrido fosfo- roso. Debe evitársela presencia del cromo, pues precipita cuantitativamen- te por la fenilhidracina. He ensayado este método y puedo declarar que, debido á la naturale- 1 Comptes-rendus , página. 638. 1885. 5 Anuales de chimic analytiquc, página 230. 1900. 42 za de los reactivos, se Lace penoso el operar ; los lavajes deben efectuar- se con insistencia, pues parece ser que los fenómenos de adsorción, tra- tándose de estos cuerpos orgánicos, son más tenaces que usando otros precipitantes y por lo tanto es de esperarse que la separación sea me- nos rigurosa. Métodos electrolíticos. — Son numerosos los procedimientos de separa- ción que se lian ideado, de las sales de alúmina y de hierro por vía elec- troquímica, diferenciándose sólo en los disolventes que ponen en presen- cia durante la operación ; ya oxalato de potasio y amonio (Parodi, Mas- cazzini, Olassen, lieiss), ya licor citroalcalino (Smitli), ya licores tartro- amoniacales (Smitli y Miiluj y que contribuyen ó á mantener la alúmina en disolución y favorecer sólo el depósito de hierro, ó a provocar una precipitación de la alúmina en el seno del líquido, después de operar la corriente transformaciones en la constitución química de los reactivos en presencia, al mismo tiempo’ que se produce el depósito de hierro en el cátodo. De ellos daré los más importantes, considerando á los demás sólo con modificaciones en el detalle. Según Olassen *, si se somete en frío á la electrólisis una solución de sales de hierro y aluminio, á la cual se ha agregado gran exceso de oxa- lato de amonio, el hierro se deposita sobre el cátodo casi en su totali- dad, antes de que la alúmina se separe, lo que no sucede hasta tanto la cantidad de oxalato de amonio, aún no convertida en carbonato por la co- rriente, sea preponderante. Como término de la operación se obtiene la se- paración total del hierro en el electrodo y transformación completa de la alúmina en hidrato. Para conocer el <1 nal de la electrólisis, se investiga en algunas gotas del licor el hierro por medio de sus reacciones sensibles. En la práctica se agrega á la solución de los sulfatos neutralizados con amoníaco (los cloruros no convienen) un exceso de oxalato de amonio, suficiente para redisolver el precipitado, se extiende hasta 150-175 cen- tímetros cúbicos y se agrega aún calentando, 2 ó o gramos de oxalato de amonio, para 0°*1 de metales. Se electroliza á la temperatura que ordina- riamente se produce la operación, esto es 49°, pero el líquido se enfría ulteriormente poco á poco. Con corriente de 1,0-1,95 amperes y 4, 3-4, 4 volts, en tres horas la electrólisis es completa. Es útil no prolongar la acción de la corriente mayor tiempo de lo necesario para la separación completa del hierro, porque entonces una gran parte de la alúmina forma- da puede adherirse al cátodo, de donde es muy difícil eliminarla, efecto que igualmente lo producen corrientes más fuertes, elevando la tempe- ratura del electrolito. Cuando el depósito de alúmina se produce, se agre- ga al líquido, sin interrumpir la corriente, ácido oxálico, (pie se vierte Iíiban, Analyse chimiqac quantitativc par éledrohjse, página 227. 1 891) . — 43 — poco ¡i poco en el vaso basta redisolución completa de la alúmina, y se continúa la electrólisis, para, depositar las últimas porciones do li ierro disueltas, ó se lava el electrodo con solución latente diluida de potasa, que disuelve la alúmina sin atacar el hierro. Si esta base se encuentra en exceso con relación á la alúmina, el mé- todo da sin dificultad buenos resultados ; en caso contrario se está ex- puesto á. provocar el depósito de alúmina deque hablábamos, aplicando entonces el procedimiento indicado. Con electrodos rodantes se opera así : para (F'2 de hierro y respecti- vamente de aluminio, como sulfates, se emplearán 7 gramos de oxalato de amonio, diluyendo todo en 125 centímetros cúbicos de agua. Se elec- troliza á 70 °, con 000 vueltas por minuto, ND100=7 amperes, G-7 voltios. La operación dura 55 minutos (Fisclier). Error analítico : 0"r0002-0,0003. Para la determinación de la alúmina, que la tenemos totalmente pre- cipitada en el licor por la influencia del carbonato de amonio, prove- niente de la acción de la corriente, en medio amoniacal, so evapora para iluminar el exceso de amoníaco, se filtra el precipitado, se seca, calcina y pesa la alúmina. Según Olassen, determinaciones efectuadas en solución conteniendo (F'l de hierro y 0Rr00 de alúmina, empleando más ó menos 8 gramos de oxalato amónico para 120 gramos de vehículo, han dado resultados muy satisfactorios. Si se prefiere no obtener la precipitación do la alúmina, que siempre es una desventaja para el depósito de hierro, es suficiente agregar á la solución, conteniendo sales de hierro y aluminio, un gramo de tartrato de potasa y electrolizar á temperatura de 50 á 00°, con corriente de un atnpere más ó menos y una diferencia de potencial de 4 á 5 voltios. Se deposita, así completamente (F1 de hierro en 5 ó 0 horas, permaneciendo el líquido límpido hasta el fin» En licor alcalino adicionado de sal de Seignettey aun en presencia de una gran cantidad de ácido fosfórico, el hierro es rigurosamente sepa- rado del aluminio, compacto y exento de fósforo (Engels) b Es necesario á veces tener cuidado de no agregar sino la cantidad de sal de Seignette necesaria, para impedir la separación del hierro bajo la forma de sal básica, pues en presencia de mucho tartrato quedaría un poco de hierro en solución. La intensidad de la corriente podrá ser llevada hasta 1,6 ampere; el depósito se efectúa rápidamente. Hollard y Bertiaux 2 han descrito un método electrolítico que per- mite la separación del hierro, del manganeso y del aluminio. > Rujan, Anal yse chimiquc qnantilafive par ¿tcctrolysc. 5 lIoi.r.AUD ofc IJkktiaux, Analysc des métaiix par ¿ Icclrohjsc , páginas 17 y 167. 1906. — 44 El líquido que mantiene las tres bases es tratado eon 7 centímetros cúbicos de ácido sulfúrico puro á 00“ B., evaporando suavemente abaño de arena para eliminar todo el ácido clorhídrico existente. Se toma eon agua, se agregan 5 gramos de ácido cítrico puro y 50 centímetros cúbicos de solución concentrada de ácido sulfuroso. Se neutraliza con amoníaco á 22° (son necesarios 20 á 30 centímetros cúbicos) y se agrega aún un exceso de 25 centímetros cúbicos de amoníaco, diluyendo con agua des- tilada de 250 á 300 centímetros cúbicos. La electrólisis del hierro se efectúa de la manera siguiente : estando las sales al máximo, con la temperatura do 40° que produce la corriente, sin ir más allá, con peligro que se forme por los efectos reductores, sul- furo de hierro, y eon corriente de un ampero por decímetro cúbico, el depósito se produce completo en 0 á 8 horas para 0gr050, en 12 horas para 0b'r250 á 0S1500 y en 14 horas para un gramo de hierro metálico. El fin de la operación se confirma, ensayando las reacciones sensibles del hierro. El electrodo se lava primero con agua citratada, luego con agua destilada y por fin con alcohol. Los resultados son un tanto excesivos, debido al arrastre junto con el hierro de pequeñas cantidades de carbono, provenientes del ácido cítrico y trazas de azufre, proveniente de la reducción de los sulfates, sobre- carga estimada en 0gI0018 para cada Üs‘100 de depósito obtenido (Ho- llard, Fribourgj. El líquido que contiene el manganeso y la alúmina, al cual se deben agregar las aguas de lavaje, se acidula con ácido sulfúrico (4 á 5 centí- metros cúbicos de ácido (i(i° B.)y so sumerge en ól el electrodo positivo, para redisolver la cantidad de óxido de manganeso (pie se haya deposi- tado. Se agregan 25 centímetros cúbicos de solución concentrada de ácido sulfuroso y amoníaco hasta neutralización y luego aún un exceso de amoníaco de 30 á 35 centímetros cúbicos. Se electroliza el manganeso como sigue: se diluye el líquido de 250 á 300 centímetros cúbicos con agua destilada, y se dispone el electrodo en que se desea efectuar el depósito como polo positivo (es mejor tomar cilindros despulidos ó el electrodo de Hollard de platino iridado). Se opera con corriente de 0,4 á 0,5 ampere, calentando de modo de llegar gradualmente de 80 á 90° al fin de la primera media hora, temperatura esta última que es necesario mantener en el curso de la operación. La electrólisis dura 10 horas y es retardada por la presencia del súbito de amonio. Se debe tener la precaución de mantener el baño ligeramente alcalino hasta el fin. Se lava el electrodo con dos baños de agua hirviendo ligeramente alcalina, y una vez secóse lleva al rojo, transformándose en peróxido (Mn304) los superóxidos ó bióxido de manganeso depositado. Si una parte de óxido se hubiera destacado del electrodo, será necesario separarlo por filtración del baño, calcinarlo y agregar su peso al anterior. — 45 En fui, Hollaril para dosificar la alúmina evapora los líquidos restantes con ácido sulfúrico en exceso. Evapora á seco, toma el residuo con par- tes iguales de ácido sulfúrico y ácido nítrico, para destruir la materia orgánica; evapora nuevamente á seco y toma con ácido clorhídrico para precipitar la alúmina con amoníaco y cloruro de amonio. En las experiencias que consignan los autores acerca de este método, así como nuevos ensayos de Pellet y Fribourg demuestran la exacti- tud del método Hollard y Bertiaux, pero por su extensión aconsejan aquéllos desecharlo y dosificar directamente la alúmina en la solución conteniendo hierro, manganeso y alúmina por el procedimiento Carnot. El problema del calcio Los resultados muy variables en los análisis délos abonos fosfatados, según los laboratorios, filó la causa, de que la Asociación belga de quí- micos llevara á cabo en 1890 una encuesta acerca délos procedimientos á seguir, y Glasser, Pellet, Stutzer, Crispo y Olaus sometieron sus mé- todos á la discusión; pero son ellos algunos solamente de los tantos que existen. Después de haber detallado los procedimientos para separar el hierro, la alúmina y el ácido fosfórico, parece (pie la. elección pudiera ser hecha, pero se presenta un temible cuarto en discordia: el calcio; que así como ha suscitado problema, tratándose de los fosfatos naturales, lo plantea igualmente para las cenizas, cuya presencia torna semejantes los casos y análogos por lo tanto los procedimientos por seguir. Me limitaré sólo á esbozar los métodos, eliminando los detalles que no creo sean al caso y expondré algunas críticas y ventajas que podrán servir de guía, tratándose de una elección. Pellet y Fribourg precipitan previamente la cal con oxalato de amo- nio, para obtener en seguida, el hierro, la alúmina y el ácido fosfórico en conjunto y libre el precipitado de la cal. Á los mismos autores se debe el método que propone precipitar pre- viamente el ácido fosfórico por el nitromolibdato de amonio y dosificar luego la alúmina y el hierro en el líquido, liste procedimiento da bue- nos resultados, siempre que so verifique ensayo en blanco con el reactivo molíbdico, porque podría por sí aportar materias precipitables por el amoníaco, sobre todo cuando la substancia contiene mucho ácido fosfó- rico y relativamente poca alúmina, habiendo sido propuesto por nume- rosos autores, entre ellos Stutzer Beyet1 2. 1 Ghandkau, Anuales de la scicncc agronomique, 3a serie, tomo II, página 421. ! Bullclin de l’Assodation belge des cli imistes, número 5. Febrero 20 do 1890. Claus 1 preconiza un método basado en la precipitación previa del calcio por medio del ácido sulfúrico en presencia de alcohol. En el líqui- do, eliminando el exceso de alcohol, se precipitan luego con amoníaco los fosfatos de hierro y alúmina. Un método análogo propuso Glasser, poro en 1800 el doctor Th. Meyer lo combatió, porque no tenía en cuenta la magnesia, base que, como la cal, podía ir á enriquecer el precipitado de fosfatos. Engelbreclit hizo conocer la falta de fundamento de esta refutación, si se tiene el cuidado de eliminar el exceso de amoníaco, pues sólo en presencia de éste, el precipitado de fosfato de hierro retiene la magnesia. R. Jones introdujo algunas modificaciones en este procedimiento, pero no son fundamentales; se refieren á pequeños detalles del modas operau- di y además que no tiene en cuenta la presencia posible del manganeso. De esta deficiencia partió una segunda modificación de Jones, Tesclie- macher y Smitli en esta forma : La solución alcohólica es alcalinizada por el amoníaco, destilando luego el alcohol amoniacal. Se opera la precipitación por el amoníaco y se elimina el exceso. El precipitado filtrado y lavado incompletamente es redisuelto en ácido nítrico, adicionado de fosfato de amonio y repre- cipitado con ligero exceso de amoníaco. Se lava cuatro veces. Se calcina y pesa el precipitado de fosfato doble de alúmina y de hierro. En 1S!)3 Glasser introduce una tercera modificación en su método, debido á que, precipitando por el amoníaco, los fosfatos no tienen una composición constante. Neutraliza, pues, la solución con amoníaco, pero debe quedar ligeramente ácida. Se agrega acetato de amonio; se calienta á 70°, se filtra y lava con agua á 70°. Se redisuelve el fosfato en ácido clorhídrico y se le precipita en las mismas condiciones con adición de fosfato de soda. Si se quiere separar el fosfato de hierro, se funden los fosfatos después de pesados con el carbonato de sodio. Se trata con agua caliente que disuelve el aluminato de soda; el fosfato de hierro es redi- suelto en ácido clorhídrico y precipitado. Esta modificación viene á coincidir con un procedimiento que Crispo había propuesto en 1890 2, con base del empleo del acetato de amonio como precipitante sin llevar á ebullición, procedimiento que Crispo modificara en 1903 por la participación que el flúor pudiera tener en los datos, debido á la formación de un fluoruro doble soluble, preconizando un método, que adoptaron las estaciones agronómicas belgas, holande- sas y luxemburguesas. lie aquí el método : pesar en cápsula de platino 5 gramos de la niate- 1 Bulletin de V Associution behje des chimisles. Junio Io do 1890. ! Bulletin de V Associution behje des cliimistes. Marzo 31 do 1890. 47 ria, hacer una masa semifluida con ácido sulfúrico, calentar dos horas, removiendo á menudo para sacar el flúor, disolver en agua regia, llevar á 500 centímetros cúbicos. Extraer 50 centímetros cúbicos, neutralizar con algunas gotas de amoníaco, agregar 50 centímetros cúbicos de clo- ruro de amonio semisaturado, llevar á ebullición; si el líquido se enturbiara, redisolver en ácido nítrico gota á gota. Agregar 10 centíme- tros cúbicos de acetato de amonio saturado, hacer hervir algunos ins- tantes, dejar enfriar completamente para redisolver el manganeso, filtrar, lavar dos ó tres veces con cloruro de amonio al décimo en frío. Eedisol- ver el precipitado en 2 centímetros cúbicos do ácido nítrico y eliminar el ácido fosfórico con licor nitromolíbdico. Filtrar y lavar con ácido nítrico 1 por ciento. Al filtrado agregar 50 centímetros cúbicos de clo- ruro de amonio semisaturado, precipitar el hierro y la alúmina por el amoníaco, disolver y reprecipitar en las mismas condiciones. Ferdinan Jean 1 procede eliminando previamente el ácido fosfórico por el método eitromagnesiano y eliminando luego el compuesto orgá- nico por una larga manipulación con tratamientos sucesivos de ácido nítrico, ácido sulfúrico 0(5° B. y mezcla de nitrato y cloruro de potasio completado con la acción del calor. Precipita luego en el líquido libre de ácido cítrico el hierro y la alúmina mediante amoníaco y cloruro de amonio. (xraiuleau 2 precipita en block por el amoníaco los fosfatos de hierro, de alúmina y de cal; con un tratamiento acético disuelve el último fos- fato. So verifica si en el filtrado hay hierro y alúmina, precipitando en ese caso nuevamente por el amoníaco y retomando por el ácido acético; agregando el precipitado si lo hay al anterior. El líquido que contiene los fosfatos de hierro y aluminio en solución nítrica, se somete al trata- miento molíbdieo para eliminar el ácido fosfórico y en la solución resi- dual se precipitan con el amoníaco el hierro y la alúmina. Lindet 3 sigue un método cuya base ha sido más de una vez encon- trada en los anteriores : eliminación del ácido fosfórico por medio de la mezcla magnesiana y separación subsiguiente de las bases por los pro- cedimientos ordinarios. La característica del método estriba en la mani- pulación por seguir paro oxidar la materia orgánica, ya preconizada por Yillier, consistente en un tratamiento nítrico en presencia de una sal do manganeso. lie aquí algunos detalles: el líquido amoniacal, proveniente de la separación del ácido fosfórico por el procedimiento citromagne- siano, se satura con ácido nítrico y se adiciona de (P5 de sulfato ó ni- 1 .-fu unías da c/ihnia nnafi/tiqiia, página 1)7. 181)5. s Grandkau, I, página 328. 3 líente de chimic analyUqttc, página 291. 1897. 48 trato de manganeso. La mezcla colocada en un balón es calentada sua- vemente y el ataque se produce durante la evaporación del líquido, agregando ácido nítrico cada vez que el ataque se torne lento. Cuando una adición de ácido no determine más desprendimiento gaseoso, el áci- do cítrico habrá sido eliminado, y, por lo tanto, su presencia no consti- tuirá un obstáculo para la precipitación del hierro y la alúmina por el amoníaco. El precipitado separado es redisuelto y dosado por los me- dios ordinarios, el hierro, ei aluminio y el manganeso. El cloruro de va- nadio puede ser substituido con ventaja á las sales de manganeso, pues su acción es mucho más enérgica; 0s*'l es suficiente para oxidar rápida- mente 20 gramos de ácido cítrico. Henri Lasne ha realizado un extenso estudio sobre la investigación de la alúmina en los fosfatos, estudio que ha dado lugar á controver- sias por parte de Gladding y von Grueber, cuyos resultados no dejaré de citar, puesto que ellos contribuirán á enriquecer el criterio en cues- tión tan discutida. Según Lasne los métodos que reposan en la pesada de los sexquióxidos al estado de fosfatos pecan perla base, debido áque la composición exacta del precipitado no se conoce que, por ot ra parlo, es muy variable. Para comprobar ésto, es que realizó prolijos estudios, ten- dientes á dos fines : examinar la solubilidad y la composición del preci- pitado 1. «En licor acético el fosfato de alúmina es bastante soluble para arras- trar pérdidas considerables que hacen desechar este modo de precipita- ción ó de separación. La solubilidad disminuye en la ebullición. En licor ligeramente amoniacal en presencia de cloruro de amonio, la solubilidad es nula y la precipitación integral. « En la ebullición durante media hora con hiposulfito de amonio se ob- tiene también una precipitación completa y el precipitado de una con- textura igual á la alúmina obtenida por el procedimiento Chaneel. La solubilidad es tan débil, que sólo con mucho esfuerzo se podría consta- tarla. «La composición del precipitado varía con el método, el grado de aci- dez del licor y el exceso de ácido fosfórico en presencia. « La cantidad de ácido fosfórico, unido á una misma cantidad de alú- mina, es mínima en licor débilmente amoniacal, donde el fosfato neutro es en parte disociado, aun cuando el líquido contenga quince veces más ácido fosfórico que el que es necesario. En licor acético en cambio, y, ' Aúnales de chimie analylique, I, páginas 405 y 425 ; II, págijias 81 y 103. Comptes-rendus de l’ Académie des Sciences. París, junio 1895. Guandkau, Anuales de la Science agronomique, 3a serie, II, páginas 442 y siguien- tes. 1907. 49 — sobre todo en la. ebullición, la composición del fosfato neutro es sobrepa- sada aun en presencia de dóbil exceso de ácido fosfórico. « Examinando la precipitación con hiposulfito de amonio, la propor- ción de ácido fosfórico en el precipitado no está en relación con el ex- ceso contenido en el licor en que se forma. Si partimos de un líquido que contiene los elementos del fosfato de alúmina neutro y agregamos dosis crecientes de fosfato de amonio, la proporción de ácido fosfórico en el precipitado, desde luego inferior ála que corresponde al fosfato neutro, va creciendo muy rápidamente, basta que el licor representa un exceso do 0sr5 de ácido fosfórico por litro, entre 0"rG y 1 gramo. La composición queda estacionaria y corresponde exactamente al fosfato neutro, más allá de ella crece de nuevo. Se obtendrá, pues, exactamente el fosfato neutro, si se opera la precipitación en un licor conteniendo por litro 0gr8 de ácido fosfórico al estado de fosfato de amonio, pero esta condi- ción presenta bastante elasticidad para ser fácilmento realizada. « Cuando el líquido contiene álcalis el fosfato do alúmina arrastra al estado de fosfato una cierta proporción de esos cuerpos, formando una especie de laca. « El precipitado debe ser calcinado quince minutos para perder ente- ramente su agua de combinación.» Es después de esta serie de conclusiones que Lasne propone un méto- do para la separación de la alúmina, cuya base es : la. soda disuelve la alúmina en presencia de un exceso de ácido fosfórico y de un exceso, porque en caso contrario se formaría un aluminato de cal indescomponi- ble por la soda. Disuelta la alúmina, todas las demás bases que liabi- tualmente la acompañan, son totalmente precipitadas, sea al estado de fosfatos, sea al de sexquióxidos. De este modo, sogán el autor, no quedan ni vestigios de alúmina en el precipitado, y para asegurarse de ello es necesario durante el lavaje tomar algunas precauciones para evitar la carbonataeión de la soda. Obtenida la solución de albúmina, una doble precipitación se impone pues sólo así se llega á un compuesto definido. En resumen, el procedimiento es éste : Para lgr25 de substancia privada de sílice y débilmente ácida se pro- cederá con 5 gramos de soda cáustica pura y 1 gramo de fosfato de soda; cantidad (pie será insuficiente cuando baya gran cantidad de carbonato do cal, cuerpo que bay que tenerlo muy en cuenta. So vierte la solución de fosfato agitando y se mantendrá una bora bacía 100°, se completará á 250 centímetros cúbicos y se corregirá para tener en cuenta el volu- men del precipitado, agregando 5 centímetros cúbicos de agua. Se ex- traerán 200 centímetros cúbicos sobre el licor filtrado, continuando la. operación sobre 1 gramo. Con esta manipulación se evita el inconve- niente debido á la carbonataeión durante el lavaje. 50 — Se opera entonces la precipitación con amoníaco y cloruro de amo- níaco; se redisuelve en ácido clorhídrico extendido al vigésimo y en ca- liente. La segunda precipitación al estado de fosfato y en presencia de hiposulíito no se aparta sino en detalles del método Carnot. Para el autor, este método numerosas veces verificado sintéticamente es riguroso y evita todas las complicaciones que produce el empleo del ácido cítrico y molíbdico. El hecho de (pie Gladding en un método análogo empleara potasa en lugar de soda y el acetato de amonio en lugar del hiposulíito de amonio, dió lugar por parte de Lasne á una refutación. La elección de la soda, según Lasne, tiene doble ventaja : es más fácil de obtener pura que la potasa y su equivalente es menor. Gladding, en cambio, no da ninguna razón en apoyo de su preferencia, además omite la adición de fosfato de soda, detalle que para Lasne es de suma importancia, porque evita posibles intromisiones de la cal. De su estudio crítico llega á las siguientes conclusiones : Ia Cualquiera que sea el modo de precipitación empleado, si el licor contiene soda ó potasa, cJ fosfato de alúmina arrast ra esos álcalis al es- tado de fosfatos alcalinos y ésto en proporción considerable que no se puede eliminar por lavaje, debido á fenómenos de adsorción. Determinada esa sobrecarga por el autor, la estima en un 9 por ciento en licores conteniendo 6 gramos de sales alcalinas en 250 centímetros cúbicos; de ahí que sea necesaria una reprecipitación; 2a Toda vez que se precipita el fosfato de alúmina en licor ácido, por ligero que sea, y aun por el ácido acético, la precipitación es incompleta. Queda en solución una cantidad de alúmina que crece con la acidez y constituye una fracción importante del cuerpo por (losar. Operando en ca- liente, los resultados son menos erróneos sin ser exactos. Así en el pro- cedimiento Crispo, quedan sobre 250 centímetros cúbicos de líquido más ó menos 2 miligramos de alúmina en solución ; 3a En licor muy ligeramente amoniacal la precipitación de la alúmina es integral, aun en gran presencia de fosfato de amonio; 4a El precipitado producido por el hiposulíito de amonio es granular, fácil de lavar, al contrario de lo que sucede con los precipitados gelati- nosos que proporcionan los otros métodos. La precipitación por este me- dio es completa después de media hora de ebullición, tiempo mucho más corto que el necesario para precipitar con el mismo reactivo la alú- mina pura (Ohaneel). Sin embargo, el licor, quedando aún débilmente ácido, retiene en solución una traza de alúmina, pero tan débil que apenas puede reconocerse ; 5a La composición del precipitado es variable según el tenor del líqui- do en fosfato de amonio y según la acidez, ó mejor según el método de precipitación; á cada método corresponde, pues, en realidad, un solo 51 tenor en fosfato de amonio que lo conduzca al fosfato neutro. Cuanto más ácido es el líquido, tanto más rico en ácido fosfórico es el preci- pitado. 101 estudio realizado se profundiza teniendo en cuenta la precipitación por medio del hiposulíito. Las condiciones según las cuales se debe ope- rar para obtener un fosfato de composición definida son las siguientes : La disolución del primer precipitado (hay que tener en cuenta que en el procedimiento Lasnc la primera precipitación se lia operado integral por medio del amoníaco y es sólo en la segunda que usa el biposulfito) en el ácido clorhídrico, que se hace muy rápidamente en frío, da un licor donde están reunidos más ó menos los elementos del fosfato neutro de alúmina, acompañados de una cantidad débil de soda, sin iníluencia en razón de la dilución. Una serie de experiencias conducen á Lasne á sentar que : basta 0gr2 de fosfato de amonio en exceso (sobre 250 centímetros cúbicos) el peso del precipitado y su tenor en ácido fosfórico crece rápidamente; entre (Fr3 y 05r5 esas cantidades quedan sensiblemente constantes para reto- mar en seguida un camino creciente. Una curva representativa ostenta- ría entre sus dos ramas ascendentes un intervalo entre 0sr25 y 0?r5, en el cual la composición del precipitado es exactamente la del fosfato neutro. Á pesar de todos estos estudios para conseguir el método riguroso, Lasne indica una ligera pérdida por solubilidad, pérdida que es cons- tante si se opera siempre en igualdad de condiciones, por lo que respecta al volumen, á la composición y á la acidez del líquido. Esa pérdida es de (U'0008 de alúmina y deberá agregarse al peso final con el mismo dere- cho que se descuentan las cenizas de un filtro en un precipitado. Insiste en una calcinación enérgica, puesto que aún después de una hora, de calcinación la sobrecarga se estima en 2 por ciento, más ó menos. Método usado en el presente trabajo No podré indicar con el nombre del autor el procedimiento que fué de mi elección, pues tiene de varios y no se limitadla marcha exclusiva de ninguno. Los distintos métodos que, combinados, forman el medio de separación seguido, harto probados están para que una vez más ofrezca aquí datos comprobando su bondad. De cada muestra se hicieron dos porciones: una destinada á la valora- ción del ácido fosfórico en particular; otra parala determinación total de ácido fosfórico, hierro y aluminio, y que sometida luego á las manipula- ciones, más de una vez citadas en el curso de la exposición de métodos, 52 nos lleva á determinar por volumetría el hierro y deducir la alúmina por diferencia. Primera muestra : Evaluación del ácido fosfórico. Método Grafteau Las bases de este procedimiento son : Ia En una solución fosfatada encerrando : a) Cantidad conveniente de ácido nítrico; b) Cantidad conveniente de nitrato de amonio (solución saturada); d) Exceso de nitromolibdato amónico. El ácido fosfórico se precipita al estado de fosfomolibdato de amonio; 2a La precipitación es completa á temperaturas próximas de 70 gra- dos centígrados; 3a El precipitado formado en presencia de citrato es puro (Pellet); 4a La desecación se hace sin descomposición de 105 á 110 grados cen- tígrados. lie aquí el modo de operar: la solución exenta de sílice (no digo de ácidos orgánicos, puesto que tratándose de cenizas están ausentes), eli- minada por los procedimientos ordinarios de insolubilización, esto es, repetidos tratamientos ácidos, es neutralizada con amoníaco, hasta prin- cipio de precipitado, precipitado que se redisuelve con algunas gotas de ácido nítrico. Se concentra más ó menos á 15 centímetros cúbicos, se adiciona de 10 á 15 centímetros cúbicos de citrato de amonio, 3 á 3 cen- tímetros cúbicos de ácido nítrico concentrado, 10 á 15 centímetros cúbi- cos de solución saturada de nitrato de amonio y alrededor de 30 centíme- tros cúbicos, según la riqueza en fosfatos, de nitromolibdato de amonio preparado en el momento 1 2. Se coloca el líquido á temperatura más ó menos de 70 grados centígrados 3 y se deja expuesta á ella algo más de media hora, pues no siendo ésta una reacción de iones reclama un tiempo apreciable para su consumación. Al cabo de este tiempo se ha deposi- tado un precipitado amarillo de fosfomolibdato de amonio (si se tornara 1 El procedimiento Grafteau no es sino una modificación del que Finkener propuso en 1878. Fuó el mismo que Pellet propuso en 1887, sobre todo la adopción del citrato amónico para regularizar la composición del fosfomolibdato. (Allí VIa Coiujr. iutoru. (tu oliim. (tpp., 1, pag. tío . ) * El nitromolibdato se prepara agregando siempre sobre una cantidad de líenlo nítrieo, igual cantidad de solución saturada do molibdato do amonio (17 á 20 °/u). La mezcla debe hacerse en esta forma y no íí la inversa, porque el ácido nítrico, siempre en exceso con relación al molibdato agregado, disuelve el ácido molíbdico que se origina. 3 Es muy conveniente la disposición del vaso en un bañomaría, de modo que am- bos niveles permanezcan á la misma altura. 53 — blanco habría que desecharlo por formación de ácido molíbdico), que se separa á través de filtros pareados, lo más pequeño posible ó más conve- niente en crisol de Gooeh con pasta de papel Los lavajes se efectúan con agua nítrica al 1 por ciento ó nitrato de amonio en la misma proporción. Se debe lavar el menor número de veces y con la menor cantidad posible de líquido, seguir con un lavaje de agua pura y terminar con uno muy ligero de alcohol 1 2. Desecado convenientemente de 105 á 110 grados centígrados, se pesa como fosfomolibdato y, multiplicado por el factor 0,0375, se reduce á anhídrido fosfórico. Han sido propuestos también los factores 0,0373 y 0,0367. Segunda muestra : Efectuado la dosificación anterior y calculado el ácido fosfórico de las cenizas, se está en condiciones de deducir la canti- dad equivalente de hierro para formar el fosfato. Insolubilizada la sílice y llevadas las sales al máximum, se adiciona la solución de un exceso conocido de percloruro de hierro. Se neutraliza con amoníaco hasta principio de precipitado, que se redisuelve con algu- nas gotas de ácido nítrico. Se agrega acetato de amonio y se deja reposar en frío, hasta depósito completo del precipitado, se filtra y lava con agua fría, pues el fosfato do calcio, recientemente precipitado, es soluble en el ácido acético, pero en caliente puede ser reprecipitado. Todo el ácido fosfórico so encuentra, separado así bajo la forma do fosfato de hierro ; sin embargo una pequeña cantidad de hierro puede haber sido di suelta, puesto que, en general, la precipitación del acetato básico no es integral sino en caliente. Se calienta, pues, el líquido á ebullición, lo que se puede hacer impunemente, desde que todo el ácido fosfórico ha sido separado; no hay que temer ya que el calcio sea arras- trado como fosfato. Si hubiera hierro se lava con agua caliente, después de filtración. Obtenida así la separación total del hierro, alúmina y fosfórico, se hace de ellos una solución nítrica y se opera la precipitación con clo- ruro de amonio y amoníaco en caliente, con todas las precauciones que al describir el método se han enumerado. Pesada la totalidad del anhídrido y ambos óxidos, so efectúa la diso- lución con ácido sulfúrico diluido 1:5 en caliento; so roduce con cinc en presencia de dicho ácido; se dosa volumétricamente el hierro con per- 1 La pasta do papel so prepara desliendo un gramo do papel de filtro en agua ealienle y completando ií un litro. So debo agitar antes do usarla. * Este lavajo tiene como contralor do su bondad el heclio do la invariabilidad do color; si la operación ha sido deficiente el precipitado se torna verde y hay que desecharlo por descomposición del fosfomolibdato. 54 manganato, y, teniendo en cuenta la cantidad de alúmina agregada, se deduce la alúmina por diferencia. Í¡1 EVALUACIÓN DE LA ALÚMINA EN LOS VEGETALES Historia. — Las primeras notas referentes al aluminio en el reino ve- getal fueron consignadas á principios del siglo xix por Saussure, arro- jando una serie de datos, análisis casi todos ellos de cenizas de especies arborescentes, en las cuales pudo acusar cantidades ínfimas de alúmina, no alcanzando en ninguna de ellas el 1 por ciento de sus cenizas. Estos análisis vienen á corroborar la opinión que Thénard 1 * expone en 1815, de que la alúmina figura entre el residuo incombustible de las plantas. Si ella existe, opina, corresponde á menos del centesimo de las cenizas. Esta misma escasa proporción fué el motivo por qué Boussingault y Berthier eliminaran la alúmina, como elemento sin interés, de una serie de análisis, efectuados personalmente ó en colaboración con otros quími- cos distinguidos. Sus declaraciones son testimonio de ello. Después de señalar Boussingault los grandes componentes minerales de las plantas agrega: « Hay otras substancias, pero en cantidades suficientemente mi- nimas para ser despreciadas» 3, incluyendo entre ellas la alúmina, pues refiriéndose á los vestigios de este cuerpo encontrados en gran número de cenizas, atribúyeles una presencia accidental. Sin embargo, menciona el Lycopodium complanatum, que contiene tartrato de alúmina, cuerpo que hace á tal vegetal apto para ser utilizado en la industria tintórea. Berthier atribuye la ausencia de la alúmina á la insolubilidad de sus sales en aguas y á su débil afinidad con los ácidos orgánicos, así como á que sus sales solubles en los ácidos minerales son desfavorables á la vegetación. Malaguti y Durocher, en sus numerosos trabajos de análisis vegetal 3, llegan á sentar que la alúmina, entre otros cuerpos que ordinariamente se encuentran en muy débil proporción, no parecen jugar un papel tan importante en la vida de las plantas, como aquellos señalados por sus 1 Thénard, Traitó de chimie élémentaire théorique el pratiquc, volumen III, pági- na 29. 1 Boussingault, Économie míale, tomo I, página 86. 3 Anuales de chimie el de physiqae, tomo XLIV, página 257. 1858. 55 — grandes proporciones ; pero no le atribuyen ya una presencia acciden- tal ; los datos de sus análisis la revelan de modo tan constante, que no quedan dudas de la presencia de éste, como de otros apreciados en vestigios en el tejido vegetal. Atribuyen á la mayor parte de las es- pecies 2 á 4 por ciento de alúmina en sus cenizas ; otras alcanzan á un <> y 8 por ciento ; la Euphorbia helioscopa y el Junius conglomeratus su- ben á 9 por ciento, y la Calluma vulgar is llega á 13 por ciento. Á estas opiniones, siempre desfavorables en lo que se refiere á, la in- Huencia de las sales de aluminio en la vida de las plantas, suceden las de Gasparin (1872) formuladas en el mismo sentido, y repetiré con él : «Si el hierro entra evidentemente en la nutrición de las plantas, no su- cede lo mismo con la alúmina, la cual no puedo ser considerada, como un alimento para los vegetales >■» l II. Delierain en su artículo Cenizas 2, si bien concede al hierro y al man- ganeso una presencia evidente en las plantas, en cambio la encuentra dudosa en el caso de la alúmina; y tratando más tarde do la asimilación délas substancias minerales por el organismo vegetal, no hace alusión alguna á la fijación de la alúmina. Miintz y Girard 3 en su libro Les engrais dicen : « Se encuentra ordi- nariamente pequeña proporción de alúmina en las cenizas vegetales, pero ella parece accidental y no indispensable. » Gon el título Sur la préscnce de V alumine dans les plantes et sur sa ré- partition 4, Berthelot y Andró han publicado una serie de experiencias efectuadas con determinadas especies, llegando á la conclusión de que la alúmina existe en proporciones sensibles en las cenizas de las plantas anuales provistas de raíces profundas y abundantes. Pero es detenida casi totalmente después de su absorción ó de su fijación por las raíces. Llega á las hojas en dosis mínima y aun en el caso de un árbol tal como el tilo en dosis infinitamente pequeña. Thénard dice : « Del punto de vista agrícola, la alúmina no tiene sino un papel físico en los terrenos, á los cuales torna más ó menos compactos {arcillas), pero en cuanto se refiere á la nutrición de las plantas, encon- trándose en pequeña cantidad, cuando no ausente en el organismo, hace suponer que no se trata de un elemento muy útil. » « Desde luego, las plantas en que he encontrado vestigios de alúmina, dice, lejos de tener •el aspecto de aquellas á cuya familia pertenecen, so alejan de él. Si la I Gasparin, Traite de la détermination des ferros arables dans le laboratoire, página 105. París, 1872. ’ Dictionnairc Wnrtz, tomo II, página 785. II MU NT/. Y Guíahd, Les enijrais, volumen I, página 38. 1 lIURTUKt.oT, Chimie n'ijétale et agrieole, volumen III, página 60, 1890, y Anuales de . chindo et de pliarmacie, tomo 1', página <129, 1895. 11EV. Ml'SKO I,A l’I.ATA. T. XXIII 5 alúmina desempeñara un papel importante, debería suceder lo contra- rio » \ Fresenius en un capítulo dedicado á las cenizas vegetales lia modifi- cado un tanto su exposición de unos años á esta liarte, en lo que se re- fiere á la alúmina. En la sexta edición francesa de su obra - no cita el aluminio entre los componentes de los vegetales; y tratando d»*. los méto- dos, no se preocupa de su presencia; sin embargo, para los casos en que por excepción se pueda encontrar, indica la marcha por seguir. En la octava edición francesa de la citada obra 1 2 3 dice, después de citar los principales componentes: «Además se encuentra frecuentemente litio, rubidio, estroncio, bario, cobre, liuor, á veces alúmina (en cantidad bas- tante considerable en las cenizas de los licopodios) >>, y cita también aquí un procedimiento por seguir en caso de que la alúmina esté presente. Á partir de 1880 se puede citar una serie de autores, que si bien no estudian en especial las sales de aluminio en lás plantas, se ocupan de ellas accidentalmente, cuando no las omiten por completo, en trabajos que por su índole bien podrían considerarlas. . Encuentro de interés exponerlas aquí, valiéndome de los datos (pie han acumulado Pellet y Fribourg en su trabajo L’ alumine llana lea plan- tes 4, para hacer más palpable la evolución que lia sufrido el concepto de las sales de alúmina, relacionadas con la fisiología vegetal. Lugini 5 6 opina que son elementos accidentales en las plantas, no ne- cesarios á su vegetación. Dumington 3 atribuye á la alúmina, entre otros óxidos, un papel también accidental, desde que los supone presentes por sólo la adherencia del polvo al organismo. Lestini 7 8 encuentra que mu- chas substancias contenidas en las cenizas de las plantas no son consi- deradas como útiles para su desenvolvimiento, sobre todo el aluminio, el flúor y el litio. Según él, ningún elemento cuyo peso atómico no alcance á 50, no- puede entrar en la composición délas materias minerales del organismo (el magnesio es excepción). Ricciardi H, basándose en sus análisis, afirma que la alúmina en las 1 Guandeau, Anuales (le la Science ayronumique, 3a serie, tomo II, página 330. 2 Fuesicnius, Traité d’analyse ohimique quautitative, 6a edición francesa, página 1113. 3 Fiíesenius, Analyse ohimique quautitative, 8a edición francesa, volumen 11, pági- na 456. 4 Guandeau, Anuales de la seicnoe ayronomique, 3a serie, volumen Vil, página 331. 1907. 5 Jahrcsberieht Ch., página 940, 1878. 6 J. An. Ch. S., página 24, 1886. 7 Gaz. ohim. ital., página 107, 1885. 8 Gaz. ohim. ital. página 151, 1889. plantas no depende de la cantidad de este elemento en el terreno y que generalmente es más abundante en las cenizas de los troncos y ramas, menor en las envolturas de las semillas y menor aún en las hojas. En este mismo sentido, es decir, atribuyéndolo escaso ó ningún va- lor, presencia accidental ó constante, pero ínfima, á las sales de alumi- nio en la vida de las plantas, es que se manifiestan W arden, Thomas Masón, Maiden y Smitli, Lawall, Pero i val, Ooupin, Snyder y tantos otros. Iguales conclusiones alcanzan una serie de trabajos realizados por muchos autores en las plantas azucareras (remolacha, caña de azúcar) ; la alúmina no abandona aún el papel que le han hecho desempeñar para las demás especies los antiguos. Pero, después de un siglo de continua investigación, los conceptos cambian. Bertrán»! ha izado la bandera, proclamando el triunfo de los pequeños ; y al lado del manganeso, del boro, del cinc, ensaya el alumi- nio .lamano en el Japón, inducido á ello por la riqueza en alúmina de ciertos vegetales exóticos, sobre todo la Grites cxeelsea (más ■> Griseb.). ..." 5.019 0 . 962 0.0187 Cedro (Gedrela flssilis Volt.) 2.761 0.081 0 . 0022 Lapacho blanco (Tecoma lapacho K. Sch.V .......... 1.424 4.190 0 . 0686 Quina (Myroxylon. loluifcrnm L.). . 4.105 0.084 0.0034 Palo blanco (Calycopliyllmn, sprnecamum Benth.) 1.267 1.200 0.0153 Mato (Eugenia pungen s Berg.). 0.852 0.034 0.0004 Duraznillo (Ruprcchlia fagifolia Meissn.) 4 . 065 2.138 0.1010 Tala (Cellis Tala Gilí.) 6 . 526 0.097 0 . 0063 Coronilla (Sculia buxi. folia Roissck.) 4.677 3 . 904 0.1873 Ccbil colorado (Fiptodcmia macroearpa Bth.) 1.937 0 . 039 0.0008 Quillay (Sapindus saponaria L.). . . . 15.424 0.520 0.0802 Quebracho colorado (Schinopsis Lorentzii Griseb.). . . 1.178 1.679 0.0203 Palo amarillo (Tcrminalia triflora Griseb.) 5.634 0.292 0.0166 Mora (Chlorophora lindaría L.). 1 . 577 2.054 0.0329 Eucaliptos (Eucaliptos glóbulos) 0.296 0 . 853 0.0066 Nognl (Jnqlans regia L.) 5 . 320 0.496 0.0270 Ciruelo (Prunos doméstica) 1.375 1.032 0 0144 Vid (Filis vinifera). . 4.564 0.994 0.0553 ESTUDIO lilIlLIOGnÁEICO DE SALES DE ALÚMINA — 62 — Nombre «lo la planta Publicación Abedul Jahresb. Chcm., 1853, p. 562. » blanco (nuulcm soca á 100°) Arch. 1‘liurm., 2“ serie, 111, p. 14, 1862. » blanco (hojas) Arch. rimrm., 2a serie, 111, j>. 14, 1862. Arco (hojas, cultura on sucio) Lnndw. Vors.-Stuf., XXIX, 1883, ¡i. 211. » (hojas, cultura en agua) Landw. Vers.-Stat., XXIX, 1883, p. 241. Acebo. Jahresb. Chem., 1855, p. 724. Arzolla Journ. Amer. Chem. Soc., 1880, p. 24. » (Kanthium spinosum) Arch. Pharm., 3a serio, X, 1887, p. 207. Altramuz Gaz. Chim. 1 1. , XIX, 1880, p. 151. » Compt.-rend. Acad. Se., 1805, p. 289. Alfalfa (vegetación anormal) Compt.-rond. Acad. Se., 1895, CXX, p. 288. Acedera Journ. Amer. Chem. Soc., 1886, p. 24. Adormidera (hojas) Chem. News, XXXIX, 1870, p. 27. Alamo — Arroz (.1 aitón) Traitó do Ko’nig, p. 563. Achiote (Bijca Orellana), semillas secas al aire Vierteljahresb. prakt. Chem., XVII, 1868, p. 438. » Food. Adulteration, p. 617. Azafrán (S. officinale) Journ. Amer. Chem. Soc., II, 1880, p. 24. Azúcar de caña Compt.-rend. Acad. Se., Paris, XXVIII, 1849, p. 613. » » de Demorara Analyst, 111, 1878, p. 213. Ajenjo (Artemisia absinthiuni) Anorganisho Chemic, II, p. 608. (Atjroslis alba) Jahresb. Ch., 1857, p. 530. Alga Anorgauiselie Ghcmie, II, p. 608. » (Posidonia oceánica) Gaz. Chim. 1 1. , IV, 1874, p. 182. » eoimiu Jahresb. Chem., 1862, p. 561. 1 » marina Berlín Acad. Ber., 1847. » de los vidrieros (Zostcra marina) Anorganischo Chemie, II, p. 608. Almendras dulces (Amygdalus commuuis) . . . Traité de Konig. Huesos de » » .... Gaz. Chim. It., XIX, 1880, p. 150. Semilla de » » .... Gaz. Chim. It., XIX, 1889, p. 150. Arándano (bayas) Repert. Aualyt. Chim., 1883, p. 182. Anis estrellado Amer. Journ. Pharm., LVII, 1885, p. 426. Aralia (rizomas) Amer. Journ. Pharm., 1808. «53 — KN I, AS HSI’KCIKS VEGBTAI.KS KN «ENKUAI. Autor Cenizas ”/o Al, O, •/. Observaciones j. w«ur 1.20 3.14 Wittsteing G. C. 0 . 864 0.663 » 3.958 0.287 Couucler 2.23 El autor indica quo hay 35.98 de sílice y carbón en las cenizas. Habiendo arena, ella ha podido llevar alú- mina y aumentar igualmente el porcentaje de sílice en las cenizas del individuo desarrollado en el suelo. » — 0.00 Roithner 4 . 30 0.66 Dunningto ti — — Presencia de alúmina venida del suelo. Godeifroy R. — Trazas Ricciardi L. — 0.042 Berthelot y Andró — 0 . 037 » 11.40-12.10 4.19 Tan grande absorción de alúmina y así igualmente la han observado en la sílico en esto ensayó, la expli- can por sor la tierra que so usó para el cultivo pobre en potasa y ou cal. Dunningt.on — — Presencia do alúmina proveniente del suelo. Warden C. J. 11. — 0 . 970 Demarpay — Trazas Kellner y Wagooka — — Indica el óxido do hierro, mas no la alúmina. Ebert A. E. 51.476 0.808 Hassall J. 4.80 0.20 En el dato de alúmina están englobadas trazas do hierro . Dnnnington 1.41 1.26 Alúmina debida á la tierra adhorento. Payen 0.16 — Indica presencia do alúmina sin dato y además 0.12 de cenizas insolubles, siendo las indicadas solubles. Wallace 0 . 65 La alúmina y el hierro pueden provenir únicamente sea de la cal empleada para la depuración de los jugos, sea de los aparatos. Gmelin — 1 .50 — 2.60 1.17 Gmelin — 0.37 No indica la especio. — — Trazas K. Pc.tter 23.15 0.225 M itschcrlieh 1.23 0.12 Gmelin — 0.27 Colby — 0.78 Indicados sin separación el óxido de hierro y la alú- L. Ricciardi — 0.695 mina. » — 0.138 R. Kaysor — 0.005 Calculada sobre la materia seca. Scehlegcl C. E. — — Presencia de alúmina sin dosificación indicada. Munroc W. R. 2.22 — Indica la exist. do fosfato de alúmina sin expresar dato. Publicación — (4 — Nombre «le la planta Árbol ilol pan (fícraloitia Sil ¡(¡mi v. do llnri), pulpa Arlad did pan (Ceratonia Siliqtia v. do Ituri), semillas Arbol del pan (Ceratonia Siliqua v. de Cata- nia), pulpa Arbol del pan (Ceratonia Siliqua v. de Cata- nia), semillas Avena Banana Bananero (savia) Baobab (libras) Barba do viejo (Ueuea buriata) Belladona Boletas edulis Botón de oro Brezo » » Bryone blanca » Berro (de tierra) Cafó (raíces de planta joven) » (raíces de planta antigua) » (hojas) » (pulpa) » (semillas) Campeche Canela Cáñamo Caz. Chim. 1 1 a 1 . , XIX, 1 880. » » » » » » Jmmi. Boy. Agr. Soc. Fngland, XI, p. 93. 'frailó de Kiinig, p. 851. Uull. Soc. Cliim., 1896, p. 927. Jahresb. Cliem., 1890, p. 2877. Arcli. Pilarín., 2a serie, 111, p. 11, 1862. Chem. Centralbl., 1856, p. 846. Areli. Phaim., 3a serie, XXVII, 1889, p. 193. dahresb. Agr. Chem., 1891, p. 244. Anorganischo Chemio, II, p. 608. Jahresb. Chem., 1855, p. 722. Asclien Analysen, II, p. 128. Pelouze et Fremy. Amor. Journ. Pliarm., IjIX, 1887, p. 68. Chem. News, LXXIX, 1889, p. 122. Areh. Pliarm., 3a serie, 1872, p. 482. » » » » » » » » » » » » Pelouze et Fremy. Jahresh. Chem., 1862, p. 511. Journ. Agrie., 1876. » Cardo Carpe Cerezas , Cicuta j » Coloideo » (Golchieum antumnale F.), ilor.... » (Colchioum autimnalo L.), anteras. » » Corydale bulbosa Cornezuelo (Secale oornutum del B. secalinua) » (Secale oornutum del Secale cércale) » (Secale oornutum del Socale cereale) » (Sécalo oornutum del Socale cércalo) Correhuela Castaño de India (madera) Pelouze et Fremy. Journ. Amer. Chem. Soc., 1880, p. 24. Traite de Konig. Amer. Journ. Pliarm., 1897, p. 90-97. Amer. Journ. Pliarm., 1891, p. 328. Pliarm. Centralbl., 1855, p. 834. lincicl. di Cliim. Cuareschi, X, p. 477. Finid, di Chim. Cuareschi, X, p. 177. » » Anorganischo Chinde, 11, p. 608. Chem. Centralbl., 1857, p. 705. Chem. Centralbl., 1857, p. 705. Jahresh. Chem. Will, 1869, p. 796. Pliarm. Centralbl., 1855, p. 811. Compt. rend, Acad. Se., 1895, i>. 288. 65 Autor CclimiN l'/n Al, 0.i "/o Observaciones Rieciardi — 0.503 » — 0 . 062 » — 0.007 » 0 . 064 1 1 i-ii'ii }>:i ( 1 1 3 . o(i 0.07 Marelmnd y Juritz, analizando avena, no citan Al, O,. Coromvindor — — No hay alúmina, poro oxprosan ct dato 0.36 de Fe, O,. A. Hóbert 17.47 0.14 W. Herzberg — — No hay alúmina. G. C. Witfcstcin 1 . 426 1 . 653 Muele 12.50 0.01 K. Frifcsch 0.20 0.02 Hay un dato 7.20 de cenizas puras. G. Ruge 14.35 0 . 33 Gmeliu — 2.30 Witfcstcin 2.876-3.324 0.844-0.513 Wolff E. 2.08 0 . 33 La alúmina puede variar entre 0 ú 2.3 °/0. Brandes y Fernhabu — 0.50 Esta altun. está al estado de fosfato de alúm.y magnesia. C. F. Ucllcr — — Indica presencia de alúmina, poro sin dosificación. Vardlo.y 11. 1!. 4.10 1 . 53 Lndwig II. — 7 . 85 » — 1 . 50 » — 0.11 » — Trazas » — — Para las semillas está entre trazas y 2,78, según suelos. Chevreul — — Indica solamente la presencia, de alúmina. Schiizler M. 5.12 0 . 55 Itobierre — 0.35 Las cenizas son determinadas en el cáñamo después de enfriamiento. Kaner — — Dumington — 0.37 Dcinaryay — — Presencia de alúmina proveniente del suelo. W. Koim — Trazas Bastin y Trimblt*, — 0.81 ■ R. Glenh. 1.42 — Alúmina constatada, pero no dosificada. Reit.hner 6 20 » 4 . 05 0.27 » 4 . 05 0.3 » 4 . 1 5» Trazas Ginelin — 3.88 Raindohr 3,62 1.00 » 2.01 0.33 1 lunmuin .1. (!. — 0 . 585 Thiolau 3.33 0.20 Berthelofc y Andró — 3.88 — — 0.23 66 — Nombre do ln ¡danta Castaño de ludia (corteza) » » (hojas de primavera). . . . » » (hojas de otoño) » (Fagus o astanea L., Castanca vulgu- ris Lam., Caz tunea vesca Wild., Castane a sativa Mili.) Clavel ( Dianthus caryophyllus), raíces » » tallos » » hojas » » ñores Cebada » (paja) Cola de caballo ( Equisetum máximum ) » (Equisetum telmuteja de Pisa) Ciruelo (Prunus vemsus), 21 do mayo » 28 do mayo » 11) junio, lrido inad. (Prunas domestica) Centeno » (semillas y paja) Publicación Compt.-rond. Atad. 8c., 181)5, p. 288. Gnareschi-Enc. di Chim., X, p. 511). Journ. prakt. Cliem., XVIII, 1878, I, p. 204-207. » » » » » » Jouru. Cliem. Soc. London, LI, 1887, p. 718-750. Pelouze et Frémy. Chem. News, XXX, 1874, p. 137. Staz. Sper. Agr. Ital., XIV, 1888, p. 355. Ztsclir. Au. Chem., XXX, 1891, p. 401. » » » » 1‘harm. Ccntralhl., 1851, p. 452. Jahrcsb. Chem., 1850, p. 666. Dictionnaire de Wiirtz, II, p. 791. Cannabis sativa L Guareschi-Enc. di Chim., X, p. 499. Cardamomo (Elettaria cardamomum Mat.) Cardamomum amo mam (semilla é involucro) Guareschi-Enc. di Cliim., X, p. 485 — Chem. News, 1899, LXX1X, p. 122 — Z. fiir lint. d. Nahr., 1899, 11, p. 919. Calafate (llerberis buxifolia, 1!. mycropbylla Eorst) Gaya (Acaya o Iba melara, Spondias venulosa Mart., > 0.955 0.198 » 0;539 0 . 294 » 1.145 0.165 » 0.832 0 . 832 D. Parodi 5.98 — Cita entre los componentes el fosfato de alúmina, sin dar dato. . Herrero Dncloux 8.596-8417 vestigios Los datos obtenidos íí partir do las hojas frescas. Pecckolt. 8 . 457 38.576 Consigna un dato 1.239 que corresponde á cenizas cal- culadas sobre la materia fresca ; la alúmina corres- ponde tí. mil do conizas ; se ha operado sobre un ejemplar hembra. BuilgO (G. von.) — 0.0046 Dato obtenido sobro la miel fresca. Koblor I.. F. — 0 . 43 El dato está expresado en fosfato do alúmina y corres- ponde á conizas impuras de morfina. A. II. Church 11.60 0.54 G. Itiipp. — — Presencia de úxido de hierro, pero no de alúmina. Sprongel — 2.06 Joshida H. 1.68 0.272 » 0.94 0.185 Hollandt H. — 1.203 Church A. II. 2.70 0.20 » 4.76 2.82 S. de Lúea 6.00 Trazas Strohecker R. 22.60 9.272 » 9.88 1.616 Wittstein G. C. 1.18 1 . 805 » l . 325 1 .694 » 0.905 1.948 » 0.800 4.348 » 2.014 2 . 834 England I. \V. 4.84 — Alúmina presente, poro sin dosificación. » 8.40 — Alúmina presente, poro sin dosificación. Staflel E. 3.38 0.23 » 6.57 0.18 » 7.69-7.52 0.41-0.51 » 6.60 0.29 » 7.72-7.00 0.18-0.06 C. Rodé — 0.15 Boussingault — 1 .20 Englobados el óxido de hierro y la alúmina. Raer W. 6.98 0.56 » 5.97 1 .02 » 5 . 93 0.60 - 7(¡ — Nombre (lo la planta Publicación Nabina (paja) » (paja) » (P¡'ja) Nuez dulce (carne) » (cáscara) Nuez Naranjas (piel) » mandarinas (Unjas) » » (ramas, piel y somil.). » » otra var. piel y soinil.) » » (Gitrus nobilis) Lam., zumos Naranjas mandarinas (Gitrus nobilis) Lam., corteza Naranjas mandarinas ( Gitrus nobilis) Lam., parénquima del fruto sin jugo Naranjas mandarinas (Gitrus nobilis) Lam., semillas Onobrychis sativa Ophelia chirota, tallos » hojas Opio do Bollar (Indias) Versea Linyue, Nees al) Es 1‘ireum (Vliytolaooa drástico Poopl' y Elidí Anisomoria drástica Moq.), raíz Pimpinela (grande). Paletada (Capsella bursa pastoría). . . . Paja (Gallmm mollugo) planta entera . Paja serrucho (Soirpus asper) hojas . . » » raíces. . » » tallos . . Pharm. Centralbl., 1851, p. 826. » » Staz. Sper. Agr. Ital., XXXIV, 1 1101 , p. 388. dahresb. Cliem. Will . , 1886, p. 706. » » Jahresb. (Jliem. Will., 1868, p. 81-1. (taz. Chim. Ital., XIX, 1880, p. 150. » » » » Staz. agr. Ital., 1805, XXVIII, p. 287. Vanicum monostaeliyum Vanicum cappillarc Papayo (Carica papaya var. Marnao íeinea) . Paso de asno (Tnssilago /arfara) hojas Paulina sorbilis, cáscaras do semillas. . . . . . » semillas mondadas » pasta Vetalostigma quadriloculare Phylotacca Decandra, raíces Pie de alondra Pinos, tallos, hojas y frutos » » » Guareschi, Ene. di Cliim., Supl., 1800-1000, p. 382. Ardí. Pilarín., 2a serio, CXXXIX, 1860, p. 218. » » Chem. News, XXXVIII, 1878, p. 146. An. Soc. Cient. Arg., X, p. 107. Pharm. Centralbl., 1836, p. 681. Encyclop. Pelouze et Frémy. Pelouze et Erémy. Pharm. Centralbl., 1854, p. 731. Cliem. Centralbl., 1856, p. 423. Kev. del Museo I,. 1\, XV., 2a serie, II, p. 183. » » » » Jahresb. Agr. Chem., 1804, p. 223-225. » » Ztsclir. Oesterr. Apot. Verein, 1870, p. 361-373. Amor. Jouru. Pharm., LIX, 1887, p. 340-342. Jahresb. Chem. Will., 1866, p. 708. » » » » Chem. Centralbl., 1867, p. 142. Amor. Jouru. Pharm., LXIX, 1807, p. 134. Pelouze et Frémy. Bot. Centralbl., XL, 1880, p. 07-120. Compt.-rond. Acad. Se., París, CXXX, 1000, p. 01, — 77 Autor Conizas "/„ AljOg •/. Observaciones Baer W. 4 . 47 0.63 » 4.41 0.22 Guerriori F. 6.058 0.2778 Dictorich E. 3.02 0.090 » 1 . 845 5.793 Colfoy — 3 . 23 Hierro y alúmina juntos. Huschku C. 1.21 0 . 069 Riccinrdi L. 0.022 » 0.093 » — 0.121 01 ¡vori y Guerriori 0.37 3.34 » 0.61 4.58 » 0.47 2.84 » 0.84 1.89 A. de G. DJ Ancolia 6.388 0.402 Oxido de hierro alnraínico en lacenizapura, secada al aire ííclm H. 3.24 1.47 » 6.61 4.35 W arden G. 1. 11. — Trazan P. N. A rata 1 . 793 Incluido el óxido entro las pérdidas, pero no cita la alúmina. Reicliel — 8.33 Dato expresado como fosfato de alúmina y sobre rail partes. Sprengel — 0.52 Y consigna el dato 0.09 para la plagia pequeña. » — 0.21 Danbrawa 12.22 0.14 Las cenizas contienen 25.80 do carbón. Violgutli 7.60 0.30 E. Herrero Ducloux 4.340 vestigios » 1.414 3.480 E! autor supone que esta cantidad do alúmina, más que & absorción, se debe á adherencias ó inclusiones en los tejidos superficiales. » 1.360 vestigios Dafert F. W, 20.14 0.57 » 8 . 52 2.23 l’ockolt T. 8.457 3 . 857 Análisis efectuado sobro el fruto desocado. líondurnnt G. S. 17.10 — Alúmina, constatada, poro no dosificada. i’oclcoHi T. 10.19 — » 1.704 1.06 » 2.600 0.82 Falco G. 8.30 0.047 Franck tortor G. B. 13.38 1.62 Sprengel — 2.53 Coimeler — — No hay «Minina, no indica la especie. Domargay E. — Trazas No indica, la especie. Nombro de la jjlnnta PíllOls (hojas frescas) » (tallos) » (cortezas) » (frutos) » (mousse) ? Pinas syloestvis (poleu del pino de Escocia). » larix » sylveatris Abrís excelsa Pinas sylveatris (Pino de Escocia), corteza do 220 años corteza de 172 corteza de 125 tronco de 220 tronco de 172 tronco de 135 Pinas pumilio madera (bosq nos de llaviera). » corteza Pino blanco Pinos Piper methystioum, Kava Root Plátano Polysacoum pisocarpium Pimienta de agua (Pulyyonnm hydrapiper) » roja (Capsioum) fruto entero. . . » » , » vaina frut. maduro » » (Paprika) P atata Quinas, cortezas. C. officinalia G. succirubra Quina de Puerto Cabello, corteza Quinas diversas Remolachas, roja de Munich, raíces . . »' roja do Munich, hojas. . . » do Weyenstophen, raíces » de Weyenstophen, hojas. Remolacha » (en 1885) (en 1886) » Retama Rododendrón (lthudodendnm ferruginctim) . Publicación Tharauder forsl.l. Jahrosh., 1851), p. 88. » » » » Arch. Pliarm., 3“ serie, CCXX1X, 1891, p. 389. Jahrcsb. Agr. Chem., 1861, p. 98. » » » » Jahresb. Cliem., 1853, j). 579 ; 1862, p. 509. » » » » » » » » Aseheu-analysen, llerlin, 1880, pars. 11, p. 87, 100, 130, 131. » » Chem. Coutralbl., 1860, p. 587. 11er. l)out. Chem. Gesoll., XXXI 1, 1899, p. 2575. Arch. Pliarm., 3a serie, XXVII, 1899, p. 193. Amor. Journ. Pliarm., LVI1, 1885, 21. íamdw. Vers. Stat., XEll, 1893, p. 369; X EV 1 , 1895, p. 327. » » » » » » liot. Centralbl., XE, 1889, p. 97-129. Traité de Chinde, 111, 1815, p. 383. Amor. Journ. Pliarm., EIX, 1887, p. 86. Jahresb. Chem. Will., 1868, p. 811. Pliarm. Centralbl., 1855, p. 631. Chem. Centralbl., 1862, p. 151. » » » » » » 'frailé do Ronig, p. 751 . Traité de Künig, p. 765. 1905. Kecli. de Cliim. et de pliys. appl. a la agr., 11, 1886. p. 5 » » Pelouze et Eréniy. Recherehes cliimiques sur la végétation, París, 1801. 7!) — Autor Cenizas »/o Al, O., ObscrvitciouoH Krutzsch II. 1 .001 4.20 No indica la especio. » 1.043 8.33 » 1 . 275 7.80 » 0.477 9.20 » 2.884 20.50 Kresling lí. 5.51 1.80 El dato os de cenizas brutas, correspondiendo á 3 °/0 K.armrodt. (I. 0.204 de cenizas puma. » — 0.125 » — 1 .427 Witfcstoiu G. C. » 1.13 10.12 » 1.88 4.49 » 2.92 3.08 » 0.45 0.92 » 0.58 0.72 » 0.42 0.20 » 0.284 0.124 » 1 . 375 0.240 Wplier, tbennajtr, WollT 1 . 99-5 . 27 1.44-7.02 » 1 .07-2 1.09-9.98 Entro esos datos están comprendidos once análisis Gobley efectuados sobro diferentes partes. Presencia de alúmina en las raíces. Tuclcor y Tollous — — - Presencia de óxido de hierro y alúmina en las hojas. Fritscli K. 5 . 28 1.35 Trimblo y Sclmchard 7.40 — Las cenizas contienen fosfato de alúmina. Bitto (15. von.) 0.70 Trazas » 5 . 00 0.22 >> — Trazas Oounelor — — No hay alúmina. Thónard — — Hay una nota que indica Einholl encontró alúmina. Iloopor 1). 3.42 — Tal cantidad de cenizas es una media de 300 muestras » 2.70 de Indias. » — 4.24 Lindemnnyer G. 3.58 0.4 88 Keicliardt E. — 0.771-1.324 Eylorts G. 13.40 0.28 » 20.80 0.12 » 11.27 0 . 25 » 15.57 1 . 99 Fitzbogen y Schiller — 5-6 Alúmina y óxido de hierro reunidos. E. Licht — — Oxido do hierro señalado, poro no la alúmina. Pellet y Fribourg 0 — 0.03-0.05 Análisis sobre remolachas perfectamente lavadas. Pofcornmnn — 0.97-1.15 » — 0.53-1 .01 Spi’OUgel — 2.10 Saussurc T. 3 0.12 Análisis efectuado sobre las hojas. — 80 — Nombro do la planta Rododoudrón (Ilhododendron fcrrugincum ) . . Ruibarbo Jlhun toxicodcndron, hojas al oslado soco. . . Rosas, (raíz) » (tallos) » (hojas) » (flores) Sangre de Drago (Croton crythraema Mart.), corteza Sparlium scoparium L. (Cytisus scoparius Link. ; Genis ta acoparla Lam.; Parotham- mw vulgaris Wiinm.) Sanco (‘Salir, vitellina), otofio, hojas » otono, corteza y innd. » priinav. hojas » primav. corte, y mad. Sauce de 5 años, corteza antigua » corteza joven Sensitiva (Panicum cepillare) Seringa (Syringa vulgaris) » flores » hojas Soja híspida » » planta entera cotiledones envoltura ‘Stervovaulou Fesuvianum Sanco (Acor Ncgundo) hojas : cultura en agua cultura en suelo Samb ricas nigra, raíces Siconioro (Acer pscudvplatanus) Trigo » » (semillas) » » (salvado 18,50 °/0 del trigo) » (moyuelo 8,50 °/0 del trigo) » (harina 26 °/0 del trigo) » (harina 45 °/0 del trigo) » do invierno Publicación Recherches chimiques sur la vógétation, l’aris, 1801. Pharm. Centralbl., 1853, p. 739. Jahrcsb. Chcm., 1858, p. 530. Journ. Prakt. Clieni., XVIII, 1878, p. 204-207. » » » » » » An. Dep. Nac. llig. (B. A.), I, p. 194. Guáreselo, Ene. di Chiui., X, p. 555. .íahresl). Oliom., 1853, ji. 851-854. » » » » » » » » » » Jahresb Agr. Clieni., 1894, p. 223-225. Bot. Centralbl., XL, 1889, p. 97-129. Jahresb. Clicm., 1867, p. 769. » » Revue des industries chimiques ct agricoles, 1882. Journ. Chem. Soe. London, XLIII, 1883, p. 472 » » » » Gaz. Chim. Ital., X, 1880, p. 9. Landw. Vers. Stat., XXIX, 1883, p. 241. » » Jahresb. Agr. Chem., 1875-1876, p. 136. Bot. Centralbl., XL, 1889, p. 97-129. Journ. Royal Agr. Soc. England, II, p. 93. Journ. Chem. Soc. London, LI, 1887, p. 748-750. Journ. Iituulw, L, 1902, p. 231. Analyst, IV, 1879, p. 126-133. v » » » » » » » Bot. Centralbl., 1889, p. 97-129. 81 Autor (¡calzas "/i. Al, O, "/, Observaciones Saussurc T. 2 . 50 0.12 Brandes R. 18.2-5.54 0.008-0.060 Límites en los cuales están comprendidos los análisis de 4 muestras. ICIiifcfcol 7.91 0.49 Amlreasch R. 2.04 Trazas » 2.31 » » 9 . 43 » » G . 27 » Peckol t 35.330 • 0.449 Este análisis se encuentra consignado en un trabajo de P. N. Arat.a. Las conizas están determinadas so- bro 500 gramos de corteza. Sprengel 0.015 13.00 Roichardt E. — 0.05 Calculada sobre mil de materia normal. » — 0.03 Calculada sobre mil de materia normal. » — 0.03 Calculada sobro mil de materia normal. » — 0.06 Calculada sobre mil de materia normal. » — 0 . 39 Calculada sobre mil de materia normal al estado de fos- fat.o . » — 0.46 Cnlculada sobre mil de materia normal al estado de fos- fato. Dafert F. W. 8.52 2.23 Councler — — No hay alúmina. Wit.tstein G. C. 4 . 28-5 . 76 0.24-0.13 » 4.39-4.92 0.19-0.19 Pollct y Scliiiu — — No hay alúmina. Zulkowsky — 0.75 Alúmina y óxido de hierro, pero menciona 5.41 °/0 de aren a. .Joshida 11. — 0.053 Cenizas determinadas sobro la materia seca, al ñire. » 4.22 0 . 053 Conizas determinadas sobro la materia seca al aire. » 4.31 0.268 Cenizas determinadas sobro la. materia seca al aire. Coppola M. 11.16 11.13 Councler G. 21.29 — 1 » 13.29 4.00 Huber L. 11.72 0 . 250 Councler G. — — Las hojas no contienen alúmina. Horapath 2.30 Trazas Joshida 11. 2 . 62 0.106 Tollens — — El autor indica que hay siempre muy pequeñas canti- dados de alúmina. Bell J. Cárter 1.72 0.013 Alúmina expresada al estado de fosfato. » 5 . 64 0.016 Alúmina expresada al estado de fosfato. » 2.00 0.017 Alúmina expresada al estado de fosfato. » 0.50 0 . 007 Alúmina expresada al estado de fosfato. » 0.368 0 . 006 Alúmina expresada al estado de fosfato. Councler — — No hay alúmina. Nomine de lu planta Trigo » productos de molienda (harina osp.). » ( » n° 2). . » ( » iiii'or.), » ( » polvo ) » (salvado). . . » Tayuya (Trianosperma flaifolia) Tapsia Garyanica ct Sylphium) Tilo Turlia Trillas » do los Apeninos (blancas) » » (negras) Té del Labrador (Lendum palustre; 1‘ubliención Clieni. News, XXXIX, 1879, p. 80. Arkansas Slatinn, Bull. n° 12, p. 75-77. Journ. Cliem. Soc. London, XXXVII, 1880, p. 721. Journ. Pliarm. ct Cliiiu., XXV, 1877, p. 588. Coinpt. í'oml. Acad. tíc. París, CXX, 1895. Anorganiscbe Cliomio, 2a parto, I, p. 008. Coinpt. -reiul. Acad. Se., Paria, CX, 1890, p. 870. Staz. Sper. Agr. Ital., XVi, 1888, p. 737. » » Ber. Dent. Bot. Gesell., III, 1885, p, 57. » do New Jersey (Ceunolluts amcricunua). . » del Paraguay » » » do Java, (hojas) » » (madera) Trébol encarnado (Trifolium inoanuilum). . . Tabaco do la Habana Amor. Journ. Pliarm. LVI, 1884, p. 131. Arcli. Pliarm., 1873, p. 375. » » Giiarosclii, Ene. do Cliim., tíupl., 1899-1900, p. 382. Cita de .1. Coniiii, Tesis, B. A., p. 21. » cultivado cu las islas del Paraná Tabaco do la Habana » do la Habana, cultivado cu La Plata » Marylaud, cultivado en Pila, 1893. » do la Habana (pulverizado) » de la Habana (sin pulverizar) » iilipiuo » Kontuclcy » Marylaml » Mozambique » Virginia » cbileno, colorado » chileno, negro » chileno, pito » chileno, lariro-cstroclm Cita de .1. Comin, Tesis, B. A., p. 51. » » » » » » » » » » Tesis B. A., p. 03 y siguientes. » » » » » » » » » » » » » » » » 83 A lltrOl' ConlziiR "/« M. O, •/• Olmorvnnlont'H M. 1). Fernoy — 0.001-0.031 1, imites en quo so onouontrnn ios dalos de 32 muestras, calculados sobro 100 gramos do trigo. El autor indica quo ol trigo do Egipto contieno 0.167 de alúmina antes del lavajo y sólo 0.014 dospués. Tollor G. li. 0.31 0.41 El autor dice quo ha examinado trigos aun lavados, cuyas cenizas encerraban alúmina y aun cinc. Sin embargo indica quo en ol trigo do un suelo arenoso (Michigan) no había alúmina en las conizas. » 0.40 0.15 » 0.70 0.12 » 2 . 50 0.04 » 5.25 0.07 » 1.62 0.11 D. Parodi — 1.23 Englobado el óxido de hierro y la alúmina. Ivon M. 7.52-5.75 0.30-0.43 Cenizas calculadas sobre la materia normal. Bertlielot y Andró — 0 . 0025 Calculada sobre 100 de hojas socas. Gmelin — 3-8 A. Chatim 5.62-9.88 Trazas Pizzi A. 1.80 6.90 » 2.09 5.30 Athonstuod W. 2.77 1 .67 El análisis se ha efectuado sobre una mezcla de hojas, llores y frutos, según los mótodos do Grandean y Fresonius, y consignan, además, los datos 3.95 de conizas brutas quo contienen 1.17 do alúmina. Cliuch I. H. M. 5.31 — Presencia do alúmina, pero sin dato. Alexander Katz — 1.09 Englobado el óxido de hierro y la alúmina. Poleuski y Bu ase — 3-4 Englobado el óxido de hierro y la alúmina. Scliriddl P. — 0.81-2.226 » — 4.09-283 A. do U. D’Ancona 5.402-5.724 0.304-0410 Oxido do hierro y aluminio. Parcy Sinitli 1.452 Dato que indica la alúmina, ol carbonato de litio y residuos. Spegazzini 20.87 9.00 Fosfato de hierro y alúmina. » 19.31 17.30 » » » 21.60 14.50 » » » 20.38 12.47 » » » 22.31 14.70 » » » 24 . 05 18.29 » » Comin ,1. 16.050 0.536 Fosfato do hierro, más alú. y 0.536 °/0 do parto soluble. » 13.750 3 . 600 » » 3.835 » » 14.500 1.600 » » 1.724 » » 13.150 3.066 » » 3.782 » » 13.250 3.133 » » 3.166 » » 14.100 4.000 » » 4.416 » » 14.734 3.066 » » 3.382 » » 19.388 5.666 » » 8.877 » » 16.600 3.333 » » 3.563 » 84 Nombre de la planta Tabaco lanceta, variedad chilena. misionero, pito misionero, colorado criollo, Cambá criollo, mejorado salteño tncumano corrontino correntino, Para correntiuo, pito paraguayo habano del Chaco Nicoziaua glauco, Palau-palau (hojas) desperdicios de fábricas divorsos do Grecia de Habana y Ilanóvor de Virginia (hojas) do la Habana do Hungría. . diversos diversos. Verdolaga Vulneraria (AuthylUs vulneraria) . . . Vid (jugo do uvas) » (tallos) » (jugo do uvas). » (uvas var. iáylvancr) » (uvas) » de Asti, var. Pinot, Galletría d’Asti. . » do Asti, var. Hurlara, Costigliolod'Ast » (uvas y hojas) Vinos, más d monos fermentados Publicación Tesis, B. A., ]>. 153 y siguientes. Vinos Vino blanco de Erfurt Vinos Vino do Borgoña (no enyesado). » de Cher (no enyesado). . . . Jahresb. Agr. Cliem., 1865, p 108. Amer. Chem. Jouru., II, 1889, p. 37. Oesterr. Chem. Ztg., 1898, p. 479. Dict. do Chovallior et Baudrimont, 1878, p. 1132. Chem. News, 1874, p. 117. Traité de Konig, p. 1051. Gaz. Chim. Ital., XIX, 1889, p. 150. Jahresb. Chem., 1873, p. 851.- Dict. do Clievallier et Baudrimont, 1878, p. 1131. l,e Tabao, 1868. Jouru. Amer. Chem. Soc., 1880, p. 24. Guareschi, Ene. di Cliim., Supl., 1899-1900, p. 382. Analyst, VI, 1881, p. 197-201. Compt.-rend. Acad. Se., Paris, CXXX, 1900, p. 91. Staz. Spcr. Agr. Ital., XXXIV, 1901, p. 338 Ztschr. Untors. Nahr. u. Genos., IV, 1901, p. 204. Just’s Bot. Jahresb., 1874, 11, p. 855. Gaz. Cliim. Ital., XIX, 1889, p. 150. Reí. lav. eseg. Lab. Chim. R. Staz. Euol. Asti, 1878, p. 111 » » Jahresb. Chem., 1847-1848, p. 1083. Analyst, VI, 1881, p. 197,-20!. Trattato di Analysa chiiuica, vol. 11, p. 514. Chem. Centralbl., 1881, p.394. Repert. Analyt. Chem., 1882, p. 242. Compt. rend. Acad. Se., Paris, CIV, 1887, p. 853. » » 85 Autor C'oniznH °/o Al/), Observaciones Cornil) .1 . 15.400 2 . 000 Fosfato de hierro, intís alú. y 2.066 °/0 de parte soluble. » 13.200 4.433 » » 5.173 » » 16.250 3.443 » » 3.570 » » 13.050 2.800 » » 2.964 » » 15.450 2.800 » » 2.934 » » 19.366-10.344 2.000-4.400 » » 2.121-4.996 » » 19.005-19.446 3.000-3.800 » » 3.484-4.349 » j » 26.172 2.365 » » 3.042 » » 21.970 1 . 800 » » 2.462 » » 24.414 2.533 » » 4.373 » » 18.25 1.500 » » 1.649 » » 20.867 2 . 400 » » 2.824 » » 20.600 3.000 » » 3.468 » » 18.133 1.500 » » 1.765 » Brandt 20.24 0.216 Brown L. P. 43.40 0.47 Datnbergis A. K. 12.65-24.69 0.076-0.253 En esos límites se encuentran análisis de 30 muestras. Hertwig — — Fosfato de alúmina en las cenizas, sin dato. j Irby y Cabell — — Presencia de úxido de hierro y alúmina. R. Kuasling — — Presencia de úxido de hierro y no alúmina. L. Ricciardi — 2.151 Smith y Porey — 1.459 Alúmina y carbonato do litio (por diforoncia). Will y Frúsónius — — Presencia de alúmina en las cenizas. I. Belihosing — — Cuatro análisis no han denotado ni soda ni alúmina, á posar do la arena. » — — En seis análisis no ha habido alúmina, poro sí cuntida- des elevadas de arena. Dunuiugton — — Presencia de alúmina proveniente del suelo. A. do G.'D’Ancona 5.834-5.796 0.208-0.189 Óxido do hierro alumínico. Boíl .1. Cárter 0.252-0.395 0.051-3.850 Sobro 18 muestras de diversos países. \ Demarfay — Trazas Gucrrieri F. 2 . 905 0.065 Minas M. — 0 . 004 Prúximameuto para 100 c. c. ó 100 gramos de materia normal. Esto producto analizado procedo de Rusia y es pasteurizado para uso múdico. Moritz J. — 0.14 Ricciardi L. — 0.81-1.14 Procedentes de diversos terrenos. Retundí E. 2.91 0.13 » 3.37 0.02 Walz 6.00-7.74 0.91-1.15 Boíl J. Cárter 0.030-0.368 0.492-3.956 Sobro catorce muestras do diversos países. Conizas en 100 c. c. de vino. Gabba L. — 0.01 Los vinos no alcanzan mayor porcentaje de alúmina. Hadelicli W. 0.281 Trazas Knynor — 0.021-0.025 Por litro do vino, y ol autor considera quo puede pro- venir del kaolín empleado áveces paralaclarificación. L’Hrtte — 0.020 Para un litro de vino. » — 0 . 036 » » » Nombro ilo la planta Vino do Touraino, lio enyesado » do Koussillon, enyesado » do España, enyesado » ilo Sicilia, enyesado » de Amlo, enyesado » preparado en laboratorio con uvas de Huesca, no enyesado Vino Vinos diversos : Peccioli, 1884 » Gliczzano, 1884 » Calci, 1884 » Collesalvetti, 1883 » Collesalvetti, 1884 » San Giuliauo, 1884 » San Giuliauo, 1885 Vinagro do sidra Winter vordailora (Drymits ll'inlori Forstor). Publicación Compt. rond. Acad. So., París, CIV, 1887, p. 853. » » » » » » » » » » Gaz. Chini. Ital., XIX, 1889, p. 150. Stmli e Ricordi Ist. Lab. Chim. Agr , Pisa, VI, p. 87. » » » » » » » » » » » » Journ. Amor. Ghem. Soc., XXII, 1900, p. 218. An. Soc. Oiontíf. Arg., XX Yl, p. 112. Zanahoria Zumaque (Rhus (¡labra). . . » (Ilhu8 aromática), Zarzaparrilla » de Caracas. Uol. Central 1)1., XL, 1889, p. 97-129. Journ. Amer. Cliem. Soc., II, 1880, p. 24. Awer. Journ. Pharm., Lili, 1881, p. 209. Compt.-rend. Acad. Se., Paris, CXXXI, 1900, p. 422. Jabresb. Chem., 1847-1848, p. 1095. 87 Autor Onizns n/0 A 1,0, »/„ OliHorvncInncH L’HAto 0 . 036 » — 0.032 Para un litro de vino. » — 0 016 » » » » — 0.012 » » » » — 0.016 » » » » 0.012 » » » Riceiardi L. — 0.022 » » » Sos tino E. — 0.017 » » » » — 0.034 » » » » — 0.038 » » » » — 0.006 » » » » — 0.002 E! autor concluye que el vino natural no debe conte- » — 0.005 ñor mita do 0.030 do alúmina por litro, 6 sea 0.2 °/0 » — 0.009 do conizas puras. DoolittleR. E. y Hess 0.25 Trazas Arata y Canzoncri 3.338 — Hierro dosado, alúmina sin referencia ; análisis sobre la corteza. * Counclcr — — No hay alúmina. Dminiiigton 1.48 1.15 Alúmina debida ú la tierra adhorente. Harper II. W. 13.85 — Presencia do alúmina en las cenizas, sin dato. j Griíliths A. 13. — 0. 1 Lmlwig H. 2.36 5.11 TIEV. MUSEO LA PLATA, T. XXII! 7 88 Después ile efectuada esta vasta recopilación, lie creído interesante reproducir gráficamente la presencia de la alúmina en las especies, por vía ilustrativa, pues ninguna conclusión radical puede obtenerse de una heterogeneidad como la que se observa en los datos consignados. La selección de las familias ha sido dificultosa, siendo preferidas : Io aquellas que ofrecían mayor número de ejemplares analizados; 2° que sus datos fueran puramente de alúmina y libres por lo tanto de óxido de hierro y otras impurezas; 3o que los análisis se refirieran á las distin- tas partes del vegetal y no á una en particular. Al observar la gráfica podemos asegurar que en el seno del reino vegetal, como en la naturaleza en general, la alúmina y roano modo se revela el índice del grado de perfeccionamiento del ser. Al estudiar la difusión del aluminio, lo hemos encontrado ocupando uno de los primeros lugares entre la materia mineral, decrecer en las plantas con la complejidad del sór y alcanzar límites intangibles, para los medios actuales, en la materia organizada por excelencia: el organis- mo animal. Así entre los vegetales el aluminio alcanza porcentajes elevados en los hongos, en los liqúenes, en los heléchos, como exponentos rudimen- tarios de las plantas, y especialmente en los licopodios, para bajar y mantenerse siempre á niveles escasos en las especies superiores. Un estudio más profundo y extenso y datos proporcionados siempre 89 — <>n igualdad de condiciones hablarían con más eficacia al respecto, pero ya en este ligero esbozo se nota la predilección de! aluminio por las especies inferiores. IV MÉTODO SINTÉTICO. INFLUENCIA DE LA ALÚMINA SOBRE LOS VEGETALES SUPERIORES Constatada la presencia del aluminio en las diferentes especies vege- tales, nos proponemos aquí investigar la influencia que dichas sales ejercen en el desenvolvimiento de la planta. El camino realizado en nuestra investigación, poco ó nada nos dice, desde que se supone que las raíces son capaces de absorber indiferente- mente todas las substancias solubles, contenidas en el medio donde se desarrollan, á pesar do las necesidades específicas del organismo, según las cuales unos cuerpos son arrastrados en gran cantidad en los cambios de materias, mientras otros apenas lo son. La presencia de la alúmina en pequeña cantidad en las plantas, salvo raras excepciones, nos harían llegar fácilmente á la conclusión que alcanzaron numerosos experimentadores, para éste como para otros ele- mentos de porcentajes ínfimos : que se trata de cuerpos extraños, intro- ducidos por un simple fenómeno de osmosis á través de las raíces. Está en este fenómeno de absorción el hecho explicable de por qué siendo los compuestos de aluminio tan extremadamente repartidos, sean arrastrados al torrente vegetal en muy escasa cantidad. El hecho prin- cipal está en la poca basieidad del hidrato i. Todas las sales que el alu- minio forma con ácidos débiles son fácilmente hidrolizables, dando ori- gen al hidrato de aluminio coloidal, incapaz por lo tanto de atravesar las membranas vivas. No podemos contar, pues, en el caso de nuestro elemento, con la ayuda, como disolvente, del ácido carbónico; tal se nota en el caso del hierro y del manganeso. Además las sales de aluminio más difundidas son los silicatos, compuestos muy estables, especialmente en presencia de los ácidos vegetales. El alumbre, una de las sales solu- bles del aluminio, encontrándose naturalmente en la corteza terrestre, es absorbido por las plantas. Fluri piído comprobar asimismo que el aluminio es arrastrado al torrente vegetal por diversas plantas acuáti- cas, cuando se presenta di suelto bajo la forma de ion 2. Pero, con todo, ' Eoi.kk, fínmdlgcn tmd erpebnisse dc.r PJIanzcnchcmic, II, píígiim 155. 1908. 5 Loe. cit. 90 — no se lia podido comprobar cuál es el papel que desempeña en los inter- cambios, qué modificaciones sufre desde su entrada al torrente, cuál es su acción precisa ante la célula vegetal. El caso muy especial de las concreciones de aluminio en el parénquima de empalizada en las hojas del Symplocos nos está revelando la formación de un cuerpo insoluble á fuerza de acumulación de materia; pero este hecho, propio de una especie, no se puede generalizar, y para las demás se ignora si el elemento es retenido en la planta ya como elemento constitutivo, ya como cuerpo puesto en reserva ó si es abandonado al medio, bajo una. forma ú otra, al estado de producto inutilizablo ó como producto que, siendo la base do fenómenos catalíticos, llegue al medio para evolucio- nar nuevamente y constituir una cadena completamente cerrada. Pero la presencia de un elemento en un ser no es una prueba de su contribución y utilidad, en lo que concierne al funcionamiento vital. La extremada difusión de los compuestos de aluminio hace que este elemento se halle, sin excepción, presente en los medios culturales; y estando así en contacto con el vegetal sometido al análisis, ha sido la causa de que su existencia en las cenizas se haya atribuido en muchos casos á mero accidente. No son raras, pues, las notas de los autores al hojear los datos acumulados en este sentido : « Alúmina proveniente del suelo », « alúmina proveniente del polvo adherente á las plantas », etc. Nos encontramos, pues, en una posición ambigua, muchas dudas se suscitan; no podemos atribuir á nuestro elemento sino un valor nega- tivo, un papel indiferente. Está allí presente porque la plántalo absorbe, encontrándolo en forma soluble en el medio; pasa al torrente, y á juzgar por las observaciones que Eluri hizo del poder especial que estas sales tienen en presencia de substancias plasmolizables, paralizando la im- permeabilidad de la membrana del plasma, es de esperarse que rompan el equilibrio en los fenómenos osmóticos de las células y produzcan una honda perturbación en el organismo que se traduce en manifestaciones de vegetación raquítica. La fase de las investigaciones realizadas por el análisis cambia cuando el método sintético viene á comprobar si aquellos datos tienen razón de ser, dándoles el valor que antes no se les pudo atribuir sino de un modo condicional; el método sintético, que nos permite experiencias directas, manejando medios ya privados por completo del elemento por ensayar (ensayos testigos), ya con cantidades variables y perfectamente cono- cidas. Algunos datos históricos El estudio de la. influencia de las sales de aluminio en la vegetación data de nuestros días. Las experiencias son realizadas en terreno plena- !)1 mente conocido y estudian, no ya la presencia, sino la influencia de las sales de aluminio sobre determinadas culturas. J amano *, en 1907, con experiencias realizadas en Tokio, comprobó «pie el alumbre ordinario en dosis de 0gr2 por ciento mata rápidamente pequeñas plantas de centeno en tres semanas, efectuando los cultivos en agua. Esa acción nociva fue aminorada, efectuando ensayos semejan- tes, pero cambiando de medio : valióse del suelo. Disminuyendo las dosis entre 0,02 y 0,002 por ciento de alumbre amo- niacal y experimentando sobre centeno y lino, teniendo cuidado de eli- minar del resultado la acción fertilizante del amoníaco, permitiéronle constatar una acción netamente propicia, que se tradujo en aumento de peso en la recolección. En 1911 ensaya Stocklasa 1 2, en Bohemia, la influencia del aluminio sobre cultivos de remolacha, obteniendo los resultados siguientes : Superficie de cada parcela 5000, abonos agregados por hectárea : Io A cada parcela 50 kilogramos P al estado de superfosfato : 00 kilogramos de K2Q al estado KOI ; 2o Además de lo indicado á las parcelas por experimentar : 9 kilo- gramos de Al al estado de sulfato. Primera experiencia Peso do Al ni estado do sulfato o Peso do las raíces, por hectárea ........ 35.800 kgr. Aumento, por hectárea — Peso do las hojas, por hectárea. . 27.400 kgr. Azúcar por ciento do raíces 17.3 °/0 Azúcar total, por hectárea 6.193 kgr. Aumento do azúcar, por hectárea Aumento do azúcar, por ciento do testigo. 9 kgr. 36.100 kgr. 300 kgr. 27.500 kgr. 17.5 "/„ 6.317 kgr. 121 kgr. 2.0 «/, Segunda experiencia Peso de Al introducido, por hectárea. . . . Peso de raíces, por hectárea Aumento do raíces, por hectárea. Peso do hojas, por hectárea Azúcar por ciento do raíces Azúcar total, por hectárea Aumento de azúcar, por hectárea Aumento do azúcar, por ciento de testigo. 36 . 200 kgr. 18. .400 kgr. 16.5 o/0 5.973 kgr. 9 kgr. 38.000 kgr, 1.800 kgr. 20.800 kgr, 16.7 «/o 6.346 kgr. 373 kgr. 6.2 o/0 1 linll. of . 4gr . Collcgc of Tokio. 1907. 4 Experiencia citada por Bertrand en el VIII Congreso de química aplicada. New- York, septiembre do 1912. — 92 Bertrand y Agullion 1 (París, 1912), inducidos por los interesantes resultados que dio á publicidad en 1911 Stocklasa sobre el empleo del sulfato de aluminio como abono catalizador, encontraron confirmados los datos de aquél, efectuando experiencias en macetas sobre cebada y rabanillo. Con la pequeñísima dosis de 2 miligramos por 1 kilogramo de tierra, el rendimiento de la cebada aumentó en un 18 por ciento calculado sobre el fruto fresco y en un 1 7 por ciento calculado al estado seco. En el rabanillo el aumento fue de G á 10 por ciento. La dosis de -1 mi- ligramos resultó casi sin iniluencia sobre el fruto seco, aunque estando fresco se notara un pequeño rendimiento. Esto hecho lo atribuyen á una acumulación en la planta de agua junto con el elemento, al utilizar can- tidades mayores del abono catalizador. Diez miligramos por kilo de tie- rra resultaron ser dosis demasiado elevada, si bien en la cebada se pudo constatar un aumento en el peso del cereal fresco. De las experiencias realizadas llegan á la conclusión de que el alumi- nio es un elemento propicio para los fines agrícolas. Trabajos de índole semejante han realizado Loew, Aso, Nagaoka, Sawa y Katayama en el Japón, que tan fecundo se ha mostrado en ensa- yos acerca de abonos catalíticos 2. Una experiencia previa Acción del aluminio sobre la germinación. — Antes de entrar de lleno á mis experiencias sobre el vegetal, he tratado, siguiendo las experien- cias de Morel con la modificación de Agulhon 3 de determinar la acción del aluminio en el acto de la germinación, valiéndome para ello de gar- banzos (semillas de Gicer aretinium) y de soluciones de sulfato de alu- minio. He creído interesante realizar estos ensayos, desde que en ese primer fenómeno del funcionamiento vital la planta realiza su desarrollo á expensas de las reservas que la semilla contiene, vida muy distinta á la subsiguiente, en que, extrayendo el vegetal, del medio en que se desarro- lla, los elementos necesarios ásu desenvolvimiento, realiza en su seno la síntesis de las materias que irán á constituir sus órganos. 1 Memoria presentada al VIH Congreso do química aplicada. New York, septiem- bre do 1912 y publicada por Chemiker Zeitung, número 131, página 1272. s No lian estado á mi alcance los trabajos do estos autores, pero recojo la citación que Bertrand liaco de su obra en el artículo Sur le rule (lee infiniment petita chimiqucts en agrieullure. Ballet in de soicncea pharmaeologm, XX, página 41. “ Agui.iion, Tesis, página 80. París, 1910. 93 — Primera experiencia . — Constó de cinco ensayos, uno de ellos testigo, cuyo riego se efectuó con agua destilada; en los cuatro restantes se usa- ron en cambio líquidos conteniendo cantidades crecientes de sulfato de aluminio en la siguiente forma : 0sr01, 0grl, 1 y 10 por litro. El medio usa- do fue arena al ácido clorhídrico. Se sembraron 10 semillas en cada vaso y á diario se regaban con 100 centímetros cúbicos de líquido respectivo. « 2 Á los 10 días Á los 15 días Naturaleza dol liquido de riego Gramos por litro ! A los 3 días : Número de semill; germinación sobre Número de semillas , germinación sobre 10 j í ; Longitud media j en centímetros j de la raicilla Número de semillas germinación sobre 10 j Longitud media | en centímetros de las plantas Observaciones Agua destilada. . . 8 8 7.46 8 11.34 Desarrollo normal. Sulf. aiumin. 0.01 8 8 7.25 8 10.95 El aspecto general do las plántulas es el mismo. » 0.1. 3 6 2.15 6 5.49 Plantas desteñidas de aspecto pobre. » 1... — So insinúa !a germinación — 3 0.98 Muy raquíticas. » 10. . Las semillas so pre- sentan contraí- das. Segunda experiencia. — El resultado obtenido en el ensayo anterior me indujo á insistir con soluciones mucho más diluidas. Las proporciones de la sal de aluminio fueron 0sr001, 0gr005, 0gr01 y 0gr05, efectuando tam- bién un ensayo testigo con agua destilada. En los cuatro vasos las semi- llas se comportaron sin variantes con el caso normal ; parece que no no- taran la presencia de un cuerpo extraño en su medio. Be estas observaciones se deduce que las sales de aluminio, aun en dosis infinitesimales, no ejercen acción favorable alguna en el acto de la germinación, y que soluciones concentradas de las mismas sales retar- dan el acto y atrofian al individuo, tanto más cuanto más concentra- da sea. Experiencias sobre vegetales superiores Medios sintéticos. — lie realizado mis experiencias que caen bajo el dominio del método sintético, unas en medio líquido, otras en medio só- üt — I ¡do inerte, agregándole en líquidos nutritivos las substancias minera- les necesarias al desenvolvimiento; experiencias que, aunque no me pro- porcionaran los vegetales con la frondosidad que un medio natural po- dría darles, me llevaban, por medio de la comparación con un ensayo tipo y con el manejo de medios preparados al efecto y, por lo tanto, perfecta- mente conocidos, á poder valorar la influencia de las sales que se ensa- yaban. He elegido para mis experiencias especies comunes, tales el gar- banzo (Gicer aretinium) y la lenteja (Ervum-lens). Culturas en medios líquidos. — El dispositivo usado fue en extremo sencillo, según se puede apreciaren las fotografías, desde que, dadas las especies que me proponía ensayar, no podía usar con ellas de la riguro- sidad que los ensayos de esta índole requieren para evitar acciones bacterianas, consecuencia de la falta de asepsia en los medios y en las semillas. El garbanzo no se puede cultivar en esas condiciones : la germinación es normal, el tallo crece, pero las hojas no alcanzan á desarrollarse y la planta muere y se deseca en algunos días. Igual fenómeno be observado en las lentejas y será quizás común á todas las leguminosas, las cuales parecen necesitar de la simbiosis bac- teriana, á pesar de los nitratos presentes en las soluciones nutritivas. Proceder sin la asepsia necesaria, por otra parte, nos conduciría á erro- res lamentables, en caso de que, al experimentar, no tuviéramos un en- sayo tipo; de modo que todas las circunstancias que podrían actuar, mo- dificando nuestros resultados en los individuos sometidos á la experien- cia, serían comunes con los de aquél. Los vasos destinados á los cultivos tenían una capacidad de 750 centímetros cúbicos, cerrados en su parte superior por un dispositivo de cristal, (pie sostenía á las semillas mediante un diafragma de tela blanca perfectamente desengomada, con tantas perforaciones cuantas raíces tuvieran que atravesarlo. I)e este modo se mantenía la semilla en una atmósfera húmeda, sin estar sumergida en el agua. Mediante un vástago lateral de vidrio, se insuflaba aire cada veinti- cuatro horas y la renovación de los líquidos se efectuaba semanalmente. Para no herir el fototropismo negativo de la raíz, usé de ligeras cajas hechas de papel obscuro, dentro de las cuales disponía los vasos. Por lo que se refiere á luz, sol y aire, todos los vasos han recibido su influen- cia por igual. El líquido nutritivo usado tenía la fórmula siguiente : 95 — .Solución norma! do Knop Gramos Ca (NO,), 1.00 K,HP04 ............... ............ 0.25 KNO, . . . ........ ................... 0.25 MgSO,. 0.25 FeSO, 0.05 MnSQ1 0.05 Agua destilada hasta 1000 centímetros cúbicos. Este líquido rae ha servido invariablemente para los ensayos, al cual se le ha agregado cantidades conocidas de sales de aluminio, en propor- ción distinta según los casos. En una operación previa se colocaban las semillas por germinar en are- na pura y húmeda, hasta alcanzar las radículas 2 centímetros más ó me- nos ; eran transportadas entonces á los vasos, teniendo cuidado de no elegir ni las más exuberantes, ni las más pobres, sino un justo término medio. Á partir de la siembra en los líquidos, semanalmente se anotaba la longitud media de las raíces y de los tallos, con cuyos datos .se han obtenido gráficas que corresponden á cada experiencia, dándonos una idea de cómo se efectuaba el crecimiento, y que no represento aquí, por- que no ofrecen otra particularidad que un desarrollo regular y propor- cionado á la riqueza en aluminio de cada solución. Terminada cada experiencia, se procedió á determinar la cantidad de materia fresca y la misma al estado seco, medíante la acción de la. es- tufa de 100 á 105° ib, hasta constancia de peso. Estas determinaciones como fundamentales, por ser ellas las que arro- jarían luces sobre los rendimientos de las pequeñas cosechas; y luego, por vía ilustrativa, con carácter puramente secundario, la determinación de la cantidad de alúmina, asimilada tanto por las raíces como por los tallos. El análisis se ha encargado de revelar que este dato es de muy difícil determinación, pues si bien la presencia del aluminio indica una acción marcada sobre el crecimiento de los vegetales, como más adelante se verá en sus detalles macroscópicos, la determinación de las cantida- des de sal, que operan tales fenómenos, son tan pequeñas, que muchas veces escapan á la sensibilidad de los reactivos, máxime en nuestro caso, cuando los métodos pecan de poco rigurosos. Primera experiencia en líquidos . — Fue realizada con garbanzos, utili- zando para su cultivo el medio líquido á que ya he hecho referencia. La siembra se efectuó el 27 de «agosto y el cultivo se prolongó por es- pacio de cuarenta días, época en que se tomó la fotografía correspon- diente (pág. 97) h 1 Debo hacer constar aquí mi más íntimo reconocimiento al profesor don (Jarlos Broeli, á cuya gentileza debo la mayor parte do las fotografías que ilustran el presente trabajo. — í)(¡ — PUSO M 101)10 l)li U X A PLANTA Aluminio por litro do liquido nutritivo | en uiglr. l«'n sea Se en Kníz Hojas Semillas Total lia)/. Tallos Semillas Total 0 2.3412 3.3188 0.5480 6.1080 0.1314 0.2300 0.1240 0.4854 5 3.0526 3.4222 0.1986 6.6734 0.1486 0.2540 0.1329 0.5355 25 1.1818 2.8268 0.4107 4.7193 0. 1594 0.1752 0.1288 0.4634 50 0 . 6356 1.3082 1 . 0554 2.9992 0.0872 0.1580 0.0781 0.3233 Por ciento Aumento con relación al ensayo tipo : Araso n° 2 con 5 miligramos sulfato de aluminio, materia verde 9 Vaso n° 2 con 5 miligramos sulfato de aluminio, materia seca 10 El cuadro adjunto ofrece los datos obtenidos, por lo (pie se refiere á los pesos de las plantas en estado fresco y secas, así como las concentra- ciones respectivas del sulfato de aluminio, sal en la cual recayó mi elec- ción. Cada vaso contenía seis plantas, excepto el número 2 en donde se malogró un ejemplar. Observada la semilla para explicar la falta de des- arrollo, encontré que le raicilla había sido herida al disponerla, y ésto, cuando por el tiempo transcurrido ya no era oportuno reemplazarla. La ausencia de un pie en ese vaso hace que á primera vista no manifiesten mayor exuberancia los ejemplares que contiene; sin embargo, calculado el promedio para cada individuo, acusa un rendimiento apreciado en un !) por ciento, tratándose de la planta verde, y en un 10 por ciento en la materia seca. No sucede con las raíces lo que con las hojas, pues, á pesar de estar en menor número que los demás vasos, el conjunto manifiesta su mayor turgencia y abundancia. En los vasos 3 y 4 se manifiesta claramente la acción tóxica del alu- minio, no sólo con el descenso del peso, sino hasta en el aspecto mismo de las plantas; su vegetación se torna elorótica y la atrofia se observa con predileción en la raíz. El estudio histológico 1 efectuado en las raíces del ensayo testigo y las del vaso 4, que eran las más atrofiadas, nos demuestra claramente que la miseria de la planta, bajo la influencia de una cantidad excesiva de aluminio, es debida en gran parte al poder astringente de sus sales, pues 1 Mi gratitud al profesor A. O. Scala, (í cuya pericia y gentil dedicación debo los estudios histológicos que ofrezco. Cultura ilo garbanzos en medio líquid - 98 — 99 — los cortes ilustrativos nos revelan una atrofia por contracción especial- mente «le los linces leñosos. Muy bien caracterizados (corte .1), apenas se destacan diferencias entre antiguos y nuevos en el corte 2. Nada «litó en cuanto á las células de la zona cortical, donde la. contracción mayor se nota en la región externa, quizás por el contacto más inmediato con los líquidos nocivos, influencia puramente exterior. Debo observar que los cortes se lian hecho tratando en lo posible de mantener igualdad de condiciones. Han sido efectuados sobre una raíz secundaria en cada individuo. Las histología de los tallos no ha ofrecido mayores particularidades, siendo las diferencias entre un ensayo y otro apenas sensibles. Cumplida así la misión del primer paso, entré á investigar la cantidad de alúmina asimilada, tarea ardua que me obligó á caminar con pies de plomo, dada la pequeña cantidad de muestra adquirida para cada ensayo y dadas las cantidades tan ínfimas de alúmina por analizar. Como para seguir los métodos usados, me hubiera visto en la necesi- dad de fraccionar aún esas pequeñas muestras, allané el nuevo inconve- niente con el proceder siguiente : Desde que el único elemento que había variado en las experiencias era. la sal de aluminio, consideré que estando los vegetales en análogas condiciones para los demás factores del medio, ellos debían haber sido asimilados por igual; por lo tanto, fraccioné las muestras sólo en el en- sayo tipo que me proporcionaba un material relativamente abundante, para determinar por una parte ácido fosfórico y por la otra la totalidad de los tres : hierro, alúmina y fosfórico, y, deduciendo el hierro, obtener la alúmina por diferencia. En los demás casos, en una única muestra hice la última determina- ción; el ácido fosfórico lo consideré como en el ensayo testigo, pero siem- pre proporcional á la materia incinerada. Así obtuve datos que consigno en el cuadro siguiente : O Si o fc nautas Cenizas Materia orgánica P,05 FujOj Al,Oa Observaciones j lúdeos 0.0918 0. 1 161 0.00157 0.10019 _ Hay una diíeron- Semillas. .... 0.03Ü2 0.1180/ cía entre el dato total i 0.00326 0 . 00068 i Hojas 0.0824 0.2163 y la suma de i,'ci()a Planta compla 0.2104 0.4504 y Pg05 pero no atri- Raíces 0.1096 0.1267 0.00188 0.00052 0.00081 buible á Ala03 por no Semillas 0 . 0344 0.1261 haber sido positivas 2 0.00331 0.00048 0.00046 1 Hojas 0.0862 0 . 2368 las reacciones de este Planta compla 0.2302 0.4895 cuerpo. Raíces 0.1010 0.1426 0.00172 — 0.0005 Semillas 0.0374 0.1226 3 0.00348 0.00015 j Hojas 0.0894 0.1604 ■ Planta cpmpta 0.2256“ 0.4258 Raíces 0.0250 0.0831 0.00042 — vestig. i Semillas 0.0618 0.0678 4 0.00281 vestig. — 1 Hojas 0.0374 0.4518 ^ Planta compta 0.1242 0.3026 De estos datos se desprende que hay mayor abundancia de alúmina en las raíces, circunstancia que vendría á corroborar las aserciones de Bertlielot y André, cuando dicen que la alúmina es detenida por las nu- ces casi en su totalidad, después de su absorción ó su fijación a, si no fuera porque expongo aquí mis más vehementes dudas acerca de los da- tos en cuestión, pues fácilmente podría ir á enriquecer los resultados el hecho de haber las raíces estado en contacto con los líquidos aluminosos, durante un tiempo más ó menos largo, que ha tornado profunda una sim- ple adherencia y que un lavaje, aunque prolijo, no haya conseguido ex- tirpar. Sin embargo, hay algo en contra de esta duda y es el hecho no- torio de la atrofia de la raíz, la cual no se nota en los tallos. La planta decrece en su vegetación, pero no hay mayor atrofia. Así lo revelaron estudios histológicos, hechos lo mismo aun para las raíces y que no ofrezco aquí porque la similitud de uno y otro corte les quita toda importancia. Se ve, pues, que las anomalías observadas en la raíz y ausentes en los tallos nos inclinan á suponer como verídicas las conclusiones de los ci- tados experimentadores. Segunda experiencia. — En líquidos nutritivos. 1 A pesar (le aparecer las plantas 1 0 !>K TINA ri.ANTA Al en miligramo Fresen Seca OniznH ]><>r litro «lo líquido nutritivo Tiaíz Hojas Total Itaíz Hojas Total Iialz Hojas Total 1 0 0 . 0538 0.6678 0.716 0.01 64 0.1214 0.1678 0.0048 0.0156 0.020) II 5 0 . 0628 0.5810 0.6438 0.0548 0.1012 0.1560 0.0092 0.0134 0.0226 III 25 0 . 0262 0.3662 0.392) 0.0208 0.0700 0.0908 0.9036 0.0096 0.0132 IV 50 0.0234 0.2704 0.2938 0.0194 0.0566 0.0760 0.0008 0.0070 0.0078 Cultura sobre arena Es muy penosa la adquisición de este medio en las condiciones que las culturas lo exigen, pues la presencia de sales en exceso, perjudicia- les a las plantas, hace que se tenga que luchar con su eliminación, si no completa, por lo menos en dosis tal que permita, al individuo desenvol- verse y poder apreciar los resultados de la experiencia realizada. Tratamientos repetidos con ácido clorhídrico concentrado y lavajes con agua destilada, sucedidos de una apropiada calcinación, no fueron suficientes en este caso para extraer por completo las sales, pues se trataba de una arena común y por lo tanto muy impura. Ensayada la solubilidad en el agua, no encontré de ella, residuo apre- ciable, no así sometiéndola á la acción del ácido clorhídrico concentrado y en caliente por espacio de seis horas. Dejó un residuo escaso de sales de hierro y pequeñísimas cantidades de alúmina que, aunque no resul- taba una condición desventajosa, no desistí de ensayar en él. Otro inconveniente, proporcionaron las macetas, pues debido á la ma- teria de que están fabricadas, contribuían fácilmente á alterar el medio, ofreciendo á la planta un contingente más ó menos grande de sales. Evité en lo posible esto, revistiéndolas interiormente de una ligera capa de para fin a, precaución que, si bien era un obstáculo á, la aereación y exudación del medio, es desventaja esta siempre más aceptable que la anterior. Elegí para, este ensayo el garbanzo, sembrando en cada maceta', que contenía 2 kilos de arena, semillas en número de 5, con fecha 5 de octu- bre. El líquido de riego fué el mismo usado como medio en las culturas anteriores y la, serie se compuso de un ensayo tipo y 3 con cantidades «le alúmina, creciente hacia el número más alto. MI riego se efectuó en la siguiente forma,: diariamente se suministra, - 11HV. MUP150 T,A J’T.ATA. — T. XXIII 8 - ]()+ - Fig. 4. — Cultura (le garbanzos cu arena han 100 centímetros cúbicos ú cada maceta, de modo que las cantidades de aluminio agregadas por día eran : Miligramos Ensayo tipo 0 » 2 0.01 » 3 0.02 » 4 0.03 Á los diez días so pudieron observar en las macetas 1 y 2 plantitns normales do una altura, media, do 7 centímetros. El crecimiento fuó mu- elle más lento en los vasos siguientes, notándose la pérdida de 2 pies en el número 3 y 1 en el 4. Pasando de las anteriores á estas últimas se notaba una gradación en el color, siendo las plantas de la maceta 4 no- tablemente cloróticas. Vivieron por espacio do 25 días, á partir de los cuales se empezaron á manifestar como irresistibles al medio, lie aquí los datos de esta experiencia : PESO MEDIO DE UNA PLANTA Al cada 2 ('ii ngvo.gnd o kilos atona miligramos Fresca Seca Uní/, Hoja a l’lnnla Intuí Itniü Hojas Pínula totnl i . . 0 0.9312 3.1076 4.0388 0.0984 0.3124 0.4108 ii . 0.25 0 . 6432 2.9200 3 . 5632 0.0862 0 . 3000 0.3862 iii. 0.50 0.0984 1.2998 1.3982 0.0528 0.1302 0.1830 IV. 0.75 0.0532 0 . 9460 0.9992 0.0256 0.0846 0.1302 Como se puede comprobar por los resultados expuestos en el cuadro adjunto, esta experiencia ba sido de resultados puramente negativos, pero ha indicado una modificación por realizar en las subsiguientes experiencias. En efecto, la adición de la sal de aluminio en la forma realizada ha sido un error, porque, si bien es cierto que se agregaba en dosis muy pequeñas, pero sumadas ellas al cabo de 25 días, resulta en números redondos : Miligramos Ensayo 1 0 » 2. ....... ........ 25 » 3 50 » i 75 cantidad, por sí sola, descontando las adiciones, que podrá haber pro- porcionado el medio suficiente para matar la planta, sobre todo las dos últimas. Método mixto. — Experiencias en tierra arable. Llegamos en nuestras experiencias al medio (pie la planta exige y cuyas nostalgias se lian observado en los ensayos anteriores, donde, si bien el organismo so encontraba en presencia de materias capaces de coadyuvar á su desarrollo, faltábale los agregados terrosos, esos órga- nos fundamentales del suelo vegetal, verdaderos reser vori os de las es- pecies minerales y de sus elementos derivados por acciones químicas y bioquímicas que constituyen en el suelo el mundo de los coloides. La planta recupera aquí sus dominios, y es en ese medio que, aun con por- ciones apreciables del elemento por ensayar, se comporta para nuevas y especiales ediciones de modo muy interesante. Analizada la tierra con que se operó, respondió al tipo de limoareno- sa, poco calcárea, rica en humus. He aquí los datos principales : Koacción A runa gruesa. . Arena lina. .... Arena muy lina Arcillas. ...... Humus. ....... Cal asimilable. Azoe total Acido fosfórico. ligeramente íícida 1 11.708 <’/» 25.012 » 19.025 » 20.466 » 20.000 «loo 4.076 » 3.789 » 0.983 » Los ensayos anteriores, y muy especialmente la experiencia de resul- tado negativo efectuada en arena, me indujeron á extremar las dosis, que si pecaron en todos los anteriores de excesivas, fue porque se reali- zaron casi simultáneamente. Primera experiencia : Maíz (.'5, 111, 1918). — Se dispusieron las semillas en número 5 en cada maceta, con capacidad para 1 kilos de tierra. El riego con los líquidos conteniendo sulfato de aluminio se efectuó una sola vez y al principio de la experiencia, agregando las dosis de 0,1, 5 y 20 miligramos de aluminio á los vasos 1, 2, 3 y 4 respectivamente. Después de la germinación reduje al número de tres los ejemplares de cada maceta y el crecimiento se produjo con regularidad, efectuando riegos diarios con igual cantidad de agua para cada vaso. Á los 40 días se sacó la fotografía, donde se observa son los ejem- plares del número 2 y 3 los más hermosos, correspondientes á 0,1 y 0,5 miligramos de aluminio. En la misma relación estaban las raíces, indicando el desarrollo en las de las macetas citadas que no hubieran podido seguir por mucho tiempo aún, por estrechez de la vasija. 107 Main eu tierra arable 108 He aquí los (latos : PUSO MlfiDIO DE UNA PLANTA A\ por cu miligramo kilo ilo liona Fresca líomliimcnlo Soca licmiimicnlo i. . 0 7.5833 _ 0.8008 n . 1 8.9333 17 °/0 0.8983 19 o / 1 - yo m 5 8.8733 10 °/o 0.8338 4 «/o IV. 20 5.40GG — 0 . 5503 Segunda experiencia : Habas (3, III, 1913). — Una modificación liay en este ensayo, en la forma de suministrar el elemento que nos ocupa. Tami- zada la tierra, fué homogéneamente mezclada con el sulfato de aluminio reducido á polvo muy fino y en las siguientes proporciones : 0, 1,2, 5, 10 y 20 miligramos respectivamente á los vasos 1, 2, 3, 4, 5 y 0 por kilo do tierra, teniendo las macetas capacidad para tres kilos. Los riegos se efectuaron á diario con cantidades iguales para cada ensayo de agua des- tilada. La fotografía fué tomada á los treinta días y los datos dicen lo siguiente : PESO MEDIO DE UNA PLANTA Sulfato do aluminio !>or kilo do tierra cu miligramo Fresca Hendimiento Seca Rendimiento Conizas I 0 10.0500 0.8G28 0.1628 II 1 11.9500 l8°/0 0.9926 15 o/o 0.1960 III 2 10.9540 8 °/0 0 . 950 l 10 °/u 0.1864 IV 5 1 1 . 5030 14 «/„ 0.8812 - % 0.1952 V 10 9.5166 — 0.8206 — 0.1420 VI 20 8 . 3G6G — 0.6890 — 0 . 0964 Como se puede ver, los rendimientos son apreciables en los vasos 2, 3 y 4 2.1221 Ó "/o o . 2008 — IV 10 1.8250 — 0. 1051 — 1 El empleo prolongado do cloruros ó sulfates lia parecido peligroso á ciertos au- tores (Aso) (pie temen la polución del suelo por la liberación de iones ácidos. 1 1 1 Avenas en tierra arable 112 Conclusiones (lo la parte IV Después de haber efectuado la serie de experiencias descritas se llega á las conclusiones siguientes, tratándose de la acción de las sales de aluminio sobre las plantas fanerógamas: Ia Las sales de aluminio no tienen ninguna acción favorable en el acto de la germinación y sí tóxica elevando dosis; 2a El aluminio agregado en muy pequeñas dosis tiene acción neta- mente favorable sobre las culturas, puesto de manifiesto en el rendi- miento tanto de la materia fresca como seca; 3U Esa acción tiene un óptimum, pasado el cual la vegetación se hace cada vez más pobre, hasta llegar á las dosis tóxicas; 4a Los fenómenos de intoxicación se manifiestan : en las hojas por una clorosis marcada, decrecimiento y muerte ; y en las raíces, por una nota- ble contracción de los tejidos; 5a El óptimum varía con la especie vegetal, siendo unas plantas más sensibles que otras á las mismas dosis; Üa Á pesar de la marcada influencia de las sales de aluminio sobre las plantas, su acción no se puede explicar, sino como de presencia, dado que las pequeñas cantidades que los análisis revelan en las cenizas, no son para pensarlo como parte constituyente de órganos ; 7a Pasando la dosis óptima y antes de entrar á la dosis tóxica se nota un exceso de peso en el vegetal fresco sobre el ensayo tipo, relación que se torna inversa en la materia seca unas veces, otras quizás por un ale- jamiento algo mayor de ese límite se observa sólo un descenso muy grande en el porcentaje de rendimiento entre la materia fresca y la de- secada. Bertrand y Agullum ', (pie observaron este hecho en experiencias rea- lizadas con sulfato de aluminio en la cebada y el rabanillo, lo explican poruña acumulación de agua en la planta, junto con el elemento al utili- zar cantidades mayores de abono catalizador. V INFLUENCIA I)E LAS SALES DE ALÚMINA SOBlíE LAS LlOOl’ODlÁCEAS De entre los vegetales se destacan los licopodios por las cantidades variables de alúmina (pie les atribuyen los analistas, pero siempre ele- 1 Ghemikcr Zciliuuj, número Eli, página 1272. 1912. ii3 varias con relación á las pequeñas dosis que. nos revelan las cenizas de las demás especies. Al consignar l’ellel y Krihourg 1 el siguiente cuadro: VnrinlmlcH A u toros A Sí os Cenizas % ile materia seca i « ’3 o s Í ■§ Lpcopodinm Cliamaeepparissns II. Ritthausen 1851 39.07 Chmnaccgpavissus Aderliolfc 1852 6.60 51.85 Chamaeeqparisstis Aderlioll. 1852 4.50 57 . 36 Cía val uní II. Ritthausen 1851 — 20.69 j Clavatum Aderholt 1852 4.70 26 . 65 Clavatnm A. 11. Church 1874 2.80 15.24 Clavatum A. Langer 1889 1.15 10.20 Polvo del comercio, 96.70 de pureza . . . A. hangar 1889 1.15 15.30 Lpeopodinm Alphniin A. 11. Church 1871 3.68 33.50 llillavdieri — 1874 5.40 0 Billardieri ■ — 1888 5.46 trazas Cermum — 1888 — 16.69 Complanatnm 11. Ritthausen 1851 — 36.25 i Phegmaria A. II. Church 1888 4.08 0.45 Selago — 1874 3.20 7.29 analizan un licopodio que no especifican y para el cual encuentran ÍP'90 de Al,Oa por ciento de cenizas y concluyen pidiendo se insista so- bre aquellas variedades muy aluminosas, para constatar si el dato co- rrespondiente es normal ó exagerado, debido á una cantidad más ó me- nos elevada de tierra. Esta absorción fuma, de lo comán en las oirás familias ha sido expli- cada por Knop, deludo á que las raíces de licopodios segregan, además de ácido carbónico, ácidos orgánicos fuertes, que disuelven la alúmina del suelo y la colocan en condiciones de ser absorbidas por las raíces. El estado en que se encuentra nuestro elemento en estos vegetales ha sido igualmente objeto de estudio, aunque no se haya podido llegar á una conclusión definitiva. En 1SS8 Church en una memoria 2 expone las opiniones de distintos autores á este respecto : John opina que la alúmina se encuentra al esta- do de acetato; Ritthausen, al estado demalato; Arosenius, como tartrato. Mayer 3, hablando déla alúmina encontrada en el Lycopodium compla- 1 Grandkau, Anuales de la Science agronomique, 3a serie, píígina 462. 1907. 2 Church, A. II., Proc. Popal Soc. London, XLIV, página 121. 1838. 3 Lehvh. Agr. Chcm., 3a edición, página, 280. 1886. m 115 natum, dice que se halla al estado de acetato y en cantidades tales, que puede utilizarse directamente como mordiente. 1’ fe (Ver, W. ', en fin, refuta la opinión de Arosenius, diciendo que es inexacto se encuentre la alúmina en el licopodio al estado de tartrato. Haya ó no especies que alcancen un porcentaje elevado, en general los licopodios son especies ricas en aluminio, y este dato me llevó á ha- cer ensayos con algunas variedades de estas plantas, sometiéndolas á. la acción de las sales de alúmina, no ya en dosis infinitesimales, sino en cantidad a preciable. Cada experiencia, constaba sólo dedos ejemplares: el número 1 re- gado diariamente con agua destilada; el número 2 con cantidad igual de una solución (F'l por mil de sulfato de aluminio, usando para los cul- tivos tierra arable. El punto de partida no fueron los esporos, como hubiera sido de de- sear; las dificultades que el caso ofrecía, hicieron que partiera de peque- ñas plañí il as, elegidas con todo cuidado entro las miís semejantes. Primera experiencia : Licopodium capen sis (12, IX, 1912). — El ensa- yo se hizo en un lugar apropiado para el desarrollo de la planta, con techo cubierto, sin corriente de aire y con bastante humedad. El crecimiento se notó bien pronto, mayor en el individuo 2, y la experiencia se hubiera continuado, á no ser porque á los treinta y dos días sorprendí al licopo- dio 1 con parte de sus hojas mustias, momento propicio para sacarla fotografía que ofrezco página 1 14. Prolijamente lavados, procedí ú determinar el peso de la materia fresca, luego desecada á 100-105°, Jas cenizas, y en ellas, por los métodos indi- cados, la alúmina, obteniendo los datos siguientes: hivopnd'nim eapensis Planta fresca 12.(5530 1.0330 0 . 0408 0.0022 15.1634 1.9400 0.0852 1.8548 » seca. Cenizas Materia, orgánica, Cenizas 7.0160 2.0542 6.4850 7.6520 0.9864 10.5086 ' l'/lamcn rhysUdogic, I, {trigina 132. 1897. ’ Los datos ostrin dados por cíenlo do conizas. i i n¡ o 117 So puede notar que, habiendo tenido normalmente la planta un (5 poi ciento de alúmina en sus cenizas, lia habido una notable asimilación por parte del ejemplar sometido á la acción del alumbre. Una explicación de cómo se opera tan abundante absorción del alu- minio por el licopodio no ha sido posible encontrarla hasta hoy *. Scf/unda experiencia. Lycopodium capensis (var. azurea). — En igual forma que anteriormente, procedí en este caso, iludiendo constatar que la influencia de la sal de aluminio era más marcada, ayudada por la. ven- taja! de haber podido prolongar por más tiempo el ensayo. Empezando la experiencia, el 22 do septiembre, se tomó la. primer fotografía, á los 30 días (pág. 1 1(5), donde ya la ventaja en el desarrollo del licopodio 2 está bien manifiesta. Se continuó el cultivo aún por espa- cio de 20 días y al cabo de ellos se tomó Ja segunda fotografía (pág. 118) en donde se observa que el licopodio 2, por su frondosidad, parece tener un medio más propicio que el ejemplar 1. Inmediatamente se procedió á determinar los datos que reúno en el cuadro siguiente : Lycopodium capcnsis (var. asurca) I II ria,nt.¡i fresca 3.9854 7.5200 » soca 0.3931 0.5752 Cenizas 0.0216 0.0448 Materia orgánica 0.3718 0.5304 Cenizas 'y>6 4.578 5.087 i'Vb 1.785 0.957 Al A 10.136 13.579 Tercera experiencia. — Debo hacer constar aquí, aunque no ofrezca la fotografía, y los datos que deseché por no considerar de interés, que, efectuada una experiencia, con tres ejemplares de Selaginella, no ha habido en ninguno de ellos una acción manifiesta de las sales de alumi- nio ni en sentido favorable ni desfavorable. Las plantas permanecieron indiferentes; y, de ofrecer la fotografía, no hubiera sido sino para que so observaran tres ejemplares de un mismo aspecto físico, después de DO días de estar sometidas al tratamiento; y por lo que se refiere á los datos resultaría, más ó menos lo mismo, «latos concordantes en los tres ejem- plares. Eui.mt, Grundlagcn und crgebnisse der Pjlanzcnchcmic, IT, páginas 156-198. 118 — Sin embargo, lia resultado provechoso este ensayo, en el sentido de demostrar (pie Sola Sy ni ¡llocos enriabais JMnst., Rndyea viyrsinifolia Benth., Rubiáceas, liudgea major (Chain.) Müller, Rapanea lactcvircns Mez, Myrsináeeas Rapanea maicnsis Mez, Rapanea guganensis Aubl., Lomatia obliqua (R. y P.) [47] en mayor ó menor proporción y en un estado de división ó desmenuza- miento variable y á veces extremo, fácilmente se comprenderá que la tarea del micrógrafo experto se complica sin medida, transformando una operación de contralor (pie debe ser por su propio carácter y objeto, rá- pida, fácil y concluyente, sin réplica, en una investigación de gabinete sin plazo y sin límites. Si la. inicrografía. vegetal no ha alcanzado á resolver el problema, sino cuando se trata de hojas en fragmentos de cierto tamaño, con operado- 1 24 nes laboriosas y en manos muy experimentadas, la química analítica lia quedado todavía más atrás en la cuestión, porque no poseemos el cono- cimiento exacto de la composición de las hojas antes citadas, ni siquiera de las pertenecientes al género llex, dentro de las especies consideradas como probables impurezas ó falsificaciones : lle.v (lamosa Ileiss. var. : ’montevidensis Loes., Ilex amara (Well.) Loes., llex a (finís Garda., Ilex theezans Mart., llex euyabensis Ileiss., Ilex diurética Mari., Ilex eonoearpa lieiss., llex pseudothea lieiss., llex glazioviana Loes., llex congonhinha Loes., llex vitis idaea Loes., llex paltorioides lieiss., llex chamaedry folia lieiss., Ilex symploeiformis lieiss., llex cognata lieiss. [42], [47] más ó menos frecuentes, algunas con propiedades bien marcadas y per- judiciales y otras tan vecinas del i. paraguariensis que más merecen el nombre de variedades y muchas muy estimadas [41bU]. MI eminente químico brasilero Ecckolt 1 11 1 emprendió la tarea hace muchos años, pero no logró su lili ante las dificultades insalvables de obtener las muestras de estudio que se le prometieron y que después de 17 años de espera no llegaron al laboratorio, tropezando en las piedras que los yerbateros de mala fe iban colocando en su camino. Como Thé- venard hacía notar, las propiedades de los llex son demasiado poco cono- cidas; y algunos concesionarios de las selvas de mate son muy felices, al poder entregar al comercio mezclas más ó menos complejas y se oponen al estudio serio que pondría en evidente peligro sus especulaciones [31 1. El establecimiento del patrón de cafeína sería la solución más simple del problema, si la riqueza en principio activo de las hojas del J. para- guariensis fuese constante ú obedeciese en sus variaciones á leyes cono- cidas; pero ¿cómo podemos fundar una opinión seria á este respecto, cuando la edad de las hojas, su mayor ó menor insolación, el suelo don- de el árbol crece, el procedimiento de testación y la heterogeneidad do la yerba manufacturada aunque pura (proporción de fibras, raicitas, etc.) influyen tan extraordinariamente en aquel dato1! Además, ¿qué cifra adoptaríamos éntrelas conocidas y debidas en gran número á analizadores eminentes í Observemos cronológicamente los datos admitidos hasta hoy : 125 Annltandoi* Stonhouse [27] [29] Stcnhouso Stahlseltmitlt Straucli Wli rUíHcr . Bialet [4] Hofí'mann [13] Byaason Gay [37] . . Peekolt [11], I )smliov Maoquaire [1.8] ........... Katao [17] Siedler (en ramas) [21]. Cerrado [34]. ............. Karsten y Olbinaims [38]. . . A. Schiniper. ............. Kletzlnsky [4 lllis] ......... IJcrtrand y Devuyst. [40], . . Alossamlri [50] . Salmtiní 1 Año Cnfeinn por ciento 1843 0.13 1851 1.20 3 801 0.45 1 8(17 0.45 1873 0.80 » 1.30 » 0.30 1870 1.85 » 4.00 1 883 1 . 675 1886 3.4 1896 0.88 1896 1.2-1. 3 1898 0.52 1908 0.821 1909 0.90 0.388 0.770 1910 2.02 1915 1-2 1915 0.90 y convengamos en que, aún dejando de lado las cifras de Gay y Dauber por exageradas, las restantes son suficientemente divergentes para per- mitir falsificar, iones groseras si sólo á la riqueza en cafeína nos atuvié- ramos. La, opinión del público no nos ofrece tampoco asidero ni nos señala rumbo en nuestra empresa. El gusto del consumidor es algo tan capricho- so y variable, tan arbitrario y sujeto á influencias extrañas, que legislar al respecto, fijando normas, sería tan eficaz como dictar leyes respecto de modas en el vestir, imponer platos en el menú de nuestro pueblo ó reglamentar los canta, ros que han de tararearse en nuestras callos. Los fabricantes de yerba imite lo saben y al formar un tipo determinado, han asegurado su triunfo consultando esos mil factores ocultos, desprecia- bles en detalle, que el comerciante inteligente maneja como los hilos in- visibles de un gigantesco teatro de títeres : y desde la forma del envase, el nombre de la marca, los detalles del rótulo, el sistema del cierre, hasta el color y el aroma de! producto, su estado de división y su sabor, han sido discutidos y calculados, ensayados y lentamente modificados, antes de pensar en la pureza de la substancia. En un molino nos han señalado un caso elocuente del escaso valor de la opinión del consumidor : una, fábrica, acreditó una, marca, formando su yerba con productos del Para- 1 Carta particular «le 7 de julio de 1915. Se trata de ensayos practicados sobre siete muestras comerciales de distintos orígenes y preparadas según distintos proce- dimientos; la, cafeína, se determinó por el método de Grandval. gn ay y del Brasil mezclados, aunque se declaraba toda como paraguaya, ; sobrevino una época de escasez de yerba paraguaya y la fabrica comen- zó á aumentar la proporción de brasilera basta excluir la primera; cesó aquel estado de cosas y la empresa reanudó la práctica de las mezclas acercándose á la paraguaya; pero el público protestó creyéndose enga- ñado, cuando en realidad no lo era, y la rúbrica dio la razón al consumi- dor, tanto más que así consultaba sus propios intereses... Es tan sugestionable el público, que actualmente la impresión do- minante en el mercado es de recelo y desconfianza. Y la menor variante en el color ó el aroma, el menor dejo de amargura que se note en el pro- ducto basta boy familiar, bastan para que se, crea que la yerba es falsa y que la yerba de anta , arovira, eauna, sapupenta, voadcira , mico , pimcn- ta, congéna, etc., están actuando sobre el estómago, sino por sus compo- nentes (ignorados ó pocos conocidos) al menos por lo exótico de sus nom- bres. «Tefe de línea en el Chaco ba liabido que lia hecho fumar á sus oficiales yerba mate, primero en mezcla con tabaco picado y luego pura, sin despertar sospechas, aunque se trataba de fumadores entendidos, y nosotros liemos experimentado con algunos colegas ese poder de suges- tión, desecando adulterantes puros de yerba, cuya aroma era elogiado en el laboratorio como proveniente de excelentes muestras de yerba mate. Al discutir los resultados de nuestro trabajo y establecer conclusio- nes, hemos de insistir sobre este punto, mas convengamos desde ahora en que el investigador no puede alcanzar por ese lado para sus fines, normas de conducta. Con pleno conocimiento de las dificultades, emprendimos pues nues- tra labor, en busca de una constante física ó química que permitiese clasificar una yerba como pura ó adulterada y los capítulos siguientes mostrarán el camino recorrido, los elementos de estudio á nuestra dis- posición, el criterio que nos lia guiado y los resultados alcanzados. Incluimos en seguida la bibliografía química sobre yerba mate que lie- mos utilizado, por creer útil este resumen á otros investigadores, que deseamos numerosos, esperamos impacientes y auguramos más felices que nosotros. mnLIOGKAFÍA QUÍMICA SOBRE YERBA ]\I ATM V SUS UALSli-'lUAClONMS 1 1 j. Bonpland (Ahilé). Manuscritos inéditos existentes en el Museo de farmacología de la Facultad de ciencias médicas de Buenos Aires, que lian comen- zado á publicarse en 1914, bajóla dirección del profesor Juan A. Domínguez. [Contienen datos numerosos sobre yerba mate.] 127 [l',lRJ. Paroim (Domingo). 185!). (N’otsi. sobre la composición de la yerba mate. Buenos Aires, Revista Farmacéutica, 1, 281-282. 1 2 1. Mantegazza (Pao lo). 1800. Sulla America meridionale. Lettere mediclie. Milano, 1 vol. 333 p. + 6 planclias. [Contiene capítulos dedica- dos á estudiar plantas indígenas medicinales, citando análisis quí- micos de diversos autores y observaciones propias.] |3|. I’eokokt (Til.). 1808. Analyses de materia medica brasil eirá. Pío de Janeiro, (bibliografía del profesor Juan A. Domínguez.) |4|. Bialet y Massé (Juan). 1875. El mate. Buenos Aires, Revista Farmacéutica, XIII, 208-275. [Contiene da- tos químicos del doctor Pedro X. Arafca.] [5J. Leguizamón (Honorio). 1877. Yerba mate. Observaciones sobre su cultivo y usos [y so- bre sus componentes]. Buenos Aires, 1 vol. in 4o. [0]. Akata (Pedro X.). 1877. Apuntes sobre la cera contenida en las hojas déla yerba mate. Buenos Aires, A. 8. G. A., III, 132-130. 1 7 1. Akata (Pedro X.). 1877. Contribución al estudio del tanino contenido en la yerba mate. 1 Buenos Aires, A. 8.- G. A., III, 257. 1 8|. Kylh (Juan J. J.). 1877. La yerba mate de Caá-Guazú. Buenos Aires, A. 8. G. A., III, 42-45. [!)]. Lenoble (Onésimo). 1878. La yerba mate. Buenos Aires, A. 8. R. A, XII, 501-502. [Estudio que se publicó (in Montevideo y contiene curiosos datos químicos que no han sido después confirmados.] [10]. Con i. (Emilio K.). 1879. Apuntes sobre la yerba mate. Buenos Aires, 1 folleto in 16°, 32 p. [Recopilación y resumen de los trabajos conocidos hasta la fecha y nuevas investigaciones did doctor 1 )omingo l’nrodi.| |ll¡. Peokoi.t (Th). 1882. VVien, Zcitschrift ñ. Allgcm. Apothekcr- Vercins, n° 19. 128 [12]. Epery (R. P.). 1883. Essai sur le maté. París, 1 vol. in 4o. |Tesis del doctorado en medicina. | | 1 8 1. IlANAITSSRlv (T. F.). 1881. Dio Nalirungs und Genussmittel. Oassel. 1 vol. [14] . Doublet (R. N. A.). 1885. Le maté. París, 1 vol. in 8o. [Tesis del doctorado en Medicina.] [15] . Oáitvet (D.). 1887. Nouveaux éléments de matiére medícale. París, 2 vol., xii p 084 p. p 800 iig.j 104 1 p, p 701 íig. [16] . Kuntz-Krause (IL). 1894. Beitriige zur Kenntniss von llex yarcujuayensis (Mate) und ilirer chemisclien Bestandteile. Uuenos Aires, A. *S'. ('. A., XXX VI II, 279. 1 1 7 1. K atz (B. Alexander). 1896. Berlín, Gentralbl. fiir N’ahrungsmittel-Chemie, II, 261. Chem. Gen tralbl., II, 671. [18] . Macquaire (P.). 1896. Le maté, sa constitution, su composition cliimique et ses propriétés pliysiologiques. París, 1 vol. [19] . Planchón (G.) et (Jollín (E.). 1896. Les drogues simples d’origine végétale. París, 2 vol. : ll p 805 p. p 626 íig. ; 988 p. p 758 Iig. [20] . Loesenkr (TIl). 1896. Beitr. z. lvenntnis d. 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[En las páginas 1018 y 1019 conf ine cuadros do análisis de diversas muestras de yerba, de llild- wein, Byasson, Katz y otros. | [28] . Neger (F. W.) und Vanino (L.). 1903. Der Paraguay-Toe. St uttga rt, I vol. [29] . Künig (I)’- J.). 1904. Die menschliclien Nalirungs und Genussmittel. Berlín, 1 vol., xxv + 1557 p. [Contiene datos de composición de diversas muestras y las cifras medias correspondientes á análi- sis modernos.] [30] . More a u de Tours (A.). 1904. Le Maté, étude liistorique, eliimique et pliysiologique. París, 1 vol. |3 1 J. TiiévenAim) (Maurice). 1900. Beclierches histologiques sur les Ilicacées. París, Travaux de Laboratoire de m atiere médicale de PÉcole supérieure de pliarmacie, IV, I -f- 149 -+- VI pl. [Dedica suma atención á la yerba mate con gran acopio de datos histológicos, químicos y comerciales.] [32]. Planchón (Louis). 1900. Pi’écis de malicie médicale. París, 2 vol. : 780 p. -j* 170 fig. : 858 p. -f- 314 fig. [33 1. POUCHET (G.). 1907. Précis de pliarmacologie et de m atiere médicale. París, 1 vol. 1 1 1 -f 879 p. [8 1 ]. (Jorrado (Alberto). 1908. Contribución al esf lidio de la yerba mate. Buenos Aires, 1 folleto, 09 p. [Estudio de verdadero mérito, so- bre muestras definidas y con buena bibliografía. | [35]. Vogl (A.). 15)08. I)ie wichtigstcu vegetabilisolien Nalmmgs und Genuss- mittel. Berlín, 1 vol. [;>(>]. Seegazzini (l)1' Oarlos). 1909. Al través de Misiones. La Blata, Revista de la Facultad de ay roño mía y veterinaria, V, 5) -J- 93. [Contiene los datos recogidos por el autor en su viaje de estudio á través de los yerbales misioneros, del punto de vista bo- tánico é industrial. j [37]. Villiers (A.), Collin (Eug.) et Fayolle (M.). 1909. Aliments sucres, aliments stimulants. Baris, 1 vol. 395 p. ( Estudia el mate del punto de vista anató- mico y químico, 304-309. | |3S|. Kaiístkn (l)1' ( íeorgj, Ootmanns (l)1' Fricdrieli). 1909. Lehrbucli der Bharmakognosie. lena, 1 vol., vi + 358 p. + 513 fig. [39J. F RANCHE (Olí). 1909. Compte-rendu des travaux du deuxiéme Congres interna- tional pour la répression des fraudes. París, 1 vol. in 8o, 1490 pp. [En las páginas 718 y 749 figura el de- bate (pie promovió la definición que se adoptó después, página 1300.] 1 10). Berteanh ((L). et Devuyst (T.). 1910. La composition cliimique du IMaté du Brésil et de l’infu- sion de Maté. Baris, Bullctiu des Sciences pharmaeoloyiques, XVII, 349-353. 1 4 1 1 . Goitis (A.) et Fluteahx ((!.). 1910. Etat actuel de nos connaissances sur les plantes renl'er- inant de la calcine. Baris, Bulletin de Sciences pharmacoloyiques, XVII, 595) 01 5. [41bisJ. 1P itt ti A (Gustavo R. P.). 15)10. Infor macees geráes sobre a exploracáo e cultura do Mate on Congonheira. San Pablo, 1 folleto, 83 p. [Bibliografía del doctor Luis Guglial- meli]. [ 4 3 J . Hartwioii (l)1' C.). 15)11. Die mensclilichen Genussmittel, ilire Ilerkunft, Yerbrei- tung, Gescliiclite, Anwendung, Bestand teile und Wirkung. Leipzig, 1 vol., yiv + 878 p. + 34 tafeln. 131 [43]. Lendner (A.). 191 I. Conl ribui ion á l¡i étude des Ihlsiílcations du Mató. Bern, Mitteil. ans ) Yerbas adulteradas, con declaración expresa de falsificación : N° 7F. Yerba, viciada con caima (?) vassoura (?) y pimenteira (?), de I p i ranga (Brasil). N° SF. Yerba, viciada con caluma, de Ipiranga (Brasil). N° 9F. Yerba viciada con congonba, de Ipiranga (Brasil). B. Yerba barbacuá, con mucha congonilla, de Río Grande del Sud (Brasil). c) Adulterantes puros, con designación vulgar: N° 1 F. Anta [ Villarezia macrophylla ] de Kío Grande (Brasil). N° 2F. Aroeira, de Río Grande (Brasil). N° 3F. Mico, de Río Grande (Brasil). N° 4F. Pimenta, de Río Grande (Brasil). N° 5F. Yoadeira, de Río Grande (Brasil). N° OF. Sapupema, de Río Grande (Brasil). N° Ga. Caona, caverá, congoinha, congonilla, etc., molida, de Río Grande (Brasil) de don Domingo Barthe. S/N. Congonilla pura f Villarezia congonlia]. Las cauna corresponden según Spegazzini, comúnmente, al Symplo- cos uniflora y con menor frecuencia al Prunuft brasiUcnsis, llamado también pcscguciro bravo. Las muestras (pie se emplearon en reacciones especiales y de com- probación fueron además las siguientes: a) Congonba (Villarezia congonha), de Río Grande (Brasil). b) Yerba canchada, de Paraná (Brasil). c ) Yerba de San Francisco, residuo de yerba chilena. d) Sasafrás de Río Grande (Brasil). c) Mateína en hoja (Ilcx paraguariemis) de Enrique P. Ortega. f) Yerba Mitre, elaborada en mayo de 1915 (Brasil). y) Yerba, Mitre, elaborada en agosto 1913 (Brasil). li) Yerba, Nato, elaborada en mayo 1915 (Brasil). i) Yerba Negrita, elaborada en mayo 1915 (Brasil). j) Yerba especial, elaborada en mayo 1915 (Brasil). /,) Yerba, cultivada, do Bonpland en Misiones (Rep. Argentina). MÉTODOS ANALÍTICOS En la elección de los métodos de análisis se lia tenido en cuenta que no se trataba de hacer el estudio de la composición química elemen- tal, ni siquiera el análisis inmediato do las hojas de un vegetal, sino de 134 determinar la existencia de constantes y variables en los principios inmediatos orgánicos y en los elementos minerales constitutivos de mezclas heterogéneas provenientes del desmenuzamiento ó pulveriza- ción grosera de hojas, peciolos, pedúnculos llórales y rundios jóvenes de una ó varias espeeies vegetales, más ó nimios alteradas por la acción del calor. Nos preocupaba más obtener resultados comparables que datos riguro- sos y por eso liemos elegido en muchos casos, métodos convencionales que pueden ser substituidos ventajosamente por otros, en trabajos de la- boratorio de carácter netamente científico. En primer lugar, se lia hecho el fraccionamiento de las muestras por medio de un tamiz de mallas de un milímetro, separando la parte que pasaba á través del cedazo para todas las determinaciones y dejando de lado el resto. Se ha querido con ésto colocar las muestras comerciales en un mismo punto de partida, acercándonos á su homogeneidad más perfecta, aumentando la proporción de materia noble, valga la palabra, más pulverizable que las fibras, nervaduras, tallos, etc., y facilitando la demostración de adulterantes que deben dominar en los demonios más finos, como escapando al examen visual y rápido en ese estado. No se considera como adulteración la presencia de palos, verdaderas impurezas que la observación superficial revela y que indicarán en yer- bas genuinas una calidad mejor ó peor. Humedad. — Nos servíamos de una estufa bailo domaría, cuya camisa de agua se conservaba á nivel constante mediante un refrigerante de reflujo y cuya salinidad se había graduado, de modo que el termómetro señalaba 100 °0. en el centro de la cámara. Las muestras en cantidades muy vecinas de 5 gramos se mantenían en esta estufa, durante doce ho- ras y se observaba la pérdida de peso alcanzada. Ensayos preliminares indicaron que después de diez horas de calefac- ción los pesos eran sensiblemente constantes. Tjas cifras obtenidas en las demás determinaciones no se han calcula- do en materia seca, por lo concordantes que son los datos de humedad de todas las muestras estudiadas, aún entre las de más distinta proce- dencia. (lenizas. — Se obtuvieron en horno de mufla, á la temperatura del ro- jo sombra, en cápsulas chafas de platino sobre diez gramos de substan- cia, no siendo necesaria manipulación alguna ni adición de materias auxiliares para que las cenizas alcanzasen la pureza exigida, sin que en ningún caso se notasen principios de fusión ó adherencias á los reci- pientes. La característica de las cenizas ha sido la heterogeneidad en el color, presentando partículas policromas, mezcladas con otras verdes, amari- llas, grises, rojizas y blancas, por lo cual el dato de color anotado co- — 135 — rresponde el producto do la pulverización ulterior de las muestras que se somol ieron á análisis. Las cifras consignadas en los cuadros corresponden á 100 gramos de cenizas libres de carbón que se determinaba como se indicará oportuna- mente. Fraccionamientos iior disolventes neutros. — El carácter de este traba- jo nos indujo á apartarnos de los métodos que comúnmente se siguen en análisis inmediato de vegetales eligiendo cuatro disolventes (pie em- pleados sucesivamente sobre una. misma porción de las muestras nos proporcionase extractos complejos en cuanto á constitución, poro fáci- les de obtener con peso constante. Se operaba con tetracloruro de carbono, cloroformo, alcohol de 90° y agua destilada, sobre cinco gramos de substancia desecada previamen- te á 100° O. Para los tres primeros disolventes se procedía en extracto- res de Soxblet hasta completo agotamiento comprobado, llevando el úl- timo residuo á un frasco de Erlenmeyer, donde en contacto con 200 cen- tímetros cúbicos de agua destilada, después de haber desalojado el alco- hol por evaporación, permanecía durante cinco días á la temperatura ambiente y con agitación frecuente. El extracto primero (CCIJ presentaba un color verde profundo y opa- co, un aspecto homogéneo, con un olor fuerte y variable según las mues- tras, conteniendo cera, materias grasas y colorantes y algunas resinas, así como gran parte del principio activo, no podiendo decirse que la le- talidad por la desecación previa, que las muestras sufrían. El extracto segundo (001,11) poseía una coloración verde intensa, al- go transparente, un aspecto homogéneo y un aroma agradable, excepto en algunos de los adulterantes, exagerándose en la pimenta y en una. muestra, de yerba con caima : contenía, como el anterior pigmentos, resi- nas y algo del principio activo. El extracto tercero (CáHsOH) estaba teñido en ver de claro, perfectamen- te transparente, brillante, separándose en escamas parcialmente y con olor muy suave y no desagradable. Además de las substancias colorantes arra s- tradas, contenía resinas, substancias albuminoideas, toninos y azúcares. El extracto cuarto (11,0) coloreado de amarillo verdoso que se inten- sificaba por el calor, era. homogéneo, difícil de secar, transparente y con- tenía colorantes, hidratos de carbono, una. parte del tanino, materias albuminoideas y sales minerales y orgánicas. 1 Pudro N. Aiiata, Análisis inmediato de los vegetales. Buenos Aires, 1879 ; Ai.- j-’K kdo N. Ai.t.kn, Comercial Organie Analysis , I. 429 y siguientes. Londres, 1898; I Ui a<¡ kn hoiti.'i.' v Scui.audkn'u aukkn, .1 nalyso des vdgólmi.r (líneyolopi'dlo Préniy) ; L. Uosi’.ntiiai.kr, (InnahUgr der rlinnisohcn I'jlanzcnnntcrsuclnntg, Berlín, 1901; 1'’,. II Kit imito Puci.otix. Contribución al estudio do lo i\tioromrria nigniioides (llierony- nuis), (mi liceísta del Masco do La ¡'lata, XVII!, 34 y siguientes. Buenos Aires, 1911. HF.V. Ml'StíO I.A 1*1. ATA. T. XXIII 10 Todos los extractos so evaporaron á 100°ü. excepto los acuosos que se secaron entre 105° y 110°C'., usando siempre matraeitos de cuello ancho ó cápsulas de vidrio lí. bJxtracto acuoso directo. — El estado de división de la substancia fa- vorecía la obtención de este extracto á la temperatura ambiente, actuan- do con dos gramos de cada muestra y 200 centímetros cúbicos de agua destilada, prolongando el ataque durante cinco días con agitaciones fre- cuentes, filtrando después sobre filtros puros y despreciando la primera fracción del líquido filtrado. Sobre este líquido se practicaron las determinaciones siguientes: a) índice de refracción, á 20° C. , utilizando un refractómetro universal de Féry, regulado de modo que trabajando con luz monocromática diese para el vidrio del aparato 1 * 3TB = 1.51 11 b) Poder rotatorio, observando con tubos de cien milímetros y luz mo- nocromática en un polarímetro de Lippich. o) Resistividad eléctrica, utilizando un puente de Koldrauschy usando como vaso uno de Arrhenius con electrodos de platino platinado y ter- mómetro. Las medidas se hicieron á 18°C. con variaciones no mayores de medio grado, habiendo determinado las constantes del aparato, á fin de facilitar comprobaciones y hacer comparables nuestras cifras, siguien- do el modo operativo conocido d) Cenizas que se determinaron sobre el extracto obtenido en cápsulas de platino, desecando entre 105 y 110°C. una fracción del líquido para obtener por pesada la cifra correspondiente á extracto acuoso directo y llevando después á la mufla hasta incineración completa al rojo sombra. El punto de fusión de estas cenizas era bajo y la coloración verde ma- nifiesta de muchas, demostraba ya la presencia de cantidades notables de manganeso bajo forma soluble. c) Alcalinidad de las cenizas del extracto, que se calculó en 11,80, y se determinó agregando un ligero exceso de 11,S04 en presencia de n heliantina y evaluando el ácido no combinado con K(OII) — , pero sin llegar á neutralidad completa y haciendo con un ensayo blanco la correc- ción necesaria 3. 1 (JiiAiti.KS Fí:uv, Un nuuvcau refravtoinblre en Les nuuveaulós clt ¡liliquea, l'aría, 1003. 8 W. Ostwald y lí. LüTUifiK, Manuel peal ¡que des mesures pliysico-chimiques, París, 1001. (Traducción de Ad. Jouve sobre la 2a edición alemana). •3 Max Klostuismann, Die wivhtiijsten Methoden zur Untcrsuchung dev Nahrungs- und Uenussmittvl, en ¡landbucli d. Uiuvh. Arbcitsmclhoden\ll, 100-dñl. Borlín-Yiona, 1013. 137 f) Tanino del extracto determinado cuantitativamente por el método de Lowcnthal ' eon preferencia. al procedimiento adoptado por la Aso- ciación internacional de la industria del cuero, por las razones anotadas al comienzo de este capítulo. Además, se realizaron experiencias para caracterizar cualitativamente el tanino de las yerbas genuinas y de los adulterantes, de las cuales sólo figuran en los cuadros las correspondientes al alumbre férrico, el agua de bromo, ácido sulfúrico y formación de tanoformos ó reacción de Stiasny. Extracto alcohólico directo. — Se obtuvo en la misma forma, (pie el ex- tracto acuoso y solo se utilizó para llegar á la cifra correspondiente á materias solubles en alcohol de 90°, en frío y directamente y para deter- minar el índice de refracción como en el caso anterior, teniendo en cuen- ta que el alcohol empleado poseía un índice = 1.302(1 á la. temperatura de 29°» ¡icris- ta de, la Facultad de agronomía i/ veterinaria Y, Píi-IOG. La Plata, 1000. 142 y las variaciones de clima en los distintos puntos de procedencia de las yerbas, así como la inllucncia de la edad de las hojas, de la época de su recolección y de la mayor ó menor proporción de elementos extraños (libras, pedúnculos, peciolos, etc.) inlluirían en los dalos por obtenerse y Inician inútil en principio la investigación de niélales raros que acci- dental ó incidentalmente podrían encontrarse. La alcalinidad en (11, SO,) se determinó como queda dicho al tratar de las cenizas del extracto acuoso y esto nos evita repeticiones. De las ci- fras obtenidas sobre un gramo de cenizas, dedujimos por cálculo el anhídrido carbónico (CO„) que como se comprenderá no es el contenido realmente por las cenizas, sino el que se considera necesario para, sa- turar las bases alcalinas y aloalinoterrosas no unidas á ot ros ácidos. El ácido clorhídrico (en 01) se valoró volumétricamente en una solu- ción acuosa de un gramo de cenizas por id método de Volhard modifica- do por ltofhmund y Jbirgstlialler l. Los demás elementos que figuran en los cuadros se hallaron siguiendo la siguiente martilla sistemática : Oiiat ro gramos de cenizas fueron at acados por ácido clorídrico diluido (I : ñ) y adicionado de unas golas de ácido nítrico; se llevó ó sequedad en baño de loaría y se repitió el ataque con una pequeña cantidad de ácido clorhídrico puro y unas gotas de ácido nítrico, se evaporó en baño de muría y se llevó luego á la est ufa, manteniendo el residuo por dos ho- ras á 120°0. Se dejó enfriar, se atacó con ácido clorhídrico concentra- do, en frío, durante media hora, removiendo bien la masa salina y se agregaron 200 centímetros cúbicos de agua destilada; se calentó en ba- ño de maría, agitando, y se filtró á través de filtro tarado seco, lavado con agua caliente é intercalando algunos lavados con ácido clorhídrico al 20 por ciento. Se secó el filtro con el residuo, entre 105 y 1 y se pesó; se llevó á la mufla, se mantuvo allí al rojo vivo y después sobre un mechero de Meker y se pesó de nuevo : este último peso se consideró como anhídrido silícico (Si ()„). Por diferencia entre las dos pesadas se obtuvo el carbón de las cenizas. El líquido se llevó á 500 centímetros cúbicos y se hicieron tres frac- ciones, así : a) 250 centímetros cúbicos fueron neutralizados con amoníaco y luego acidulados con ácido clorhídrico en la proporción de 1 por ciento, lleva- dos á ebullición y precipitados con cloruro bórico, siguiendo el modo operatorio aconsejado por 1 1 illebrand 2 hasta pesar el sulfato bórico que se calculó en anhídrido sulfúrico (SO.,). 1 F. P. Treadwiíli., Chimie aiiuli/tique, II, 6 (i -i. París, 1912. • W. F. Iln.LisiíKAXD, The analysis of silicato and carbonate rocha, l!)ti-l!)7. Wash- ington, 1910. — 143 b) 1.25 centímetros cúbicos fueron adicionados con ácido nítrico, di- luidos con a f;Ha. á. .'500 centímetros cúbicos y llevados á la I empeiatura. de ebullición ; se alealinizó con amoníaco, agregándolo poco á poco de modo que la. ebullición persistiese sin sobresaltos, y se mantuvo así hasta que el olor de amoníaco casi desapareció. Se filtró en caliente y rá- pidamente, lavando con agua hirviendo y reservando el líquido filtrado, se redisolvió el precipitado obtenido con ácido clorhídrico y se repitió la operación mi todos sus detalles dos veces más. 101 precipitado obteni- do en la. tareera, libración, se secó, se. calcinó libre del filtro y so pesó como suma de anhídrido fosfórico , óxido férrico y alúmina -f- Ke.,0.,-1- Al. A los ensayos que en la primera, precipitación daban un precipitado blanco ó amarillento se agregaba un volumen conocido de una. solución valorada de cloruro férrico. 101 precipitado complejo (P20..-j-Fe20.,-j-Al, O.,) se utilizaba para de- terminar volumétricamente el óxido férrico (Fe, O.,), reducido á sal ferro- sa. mi solución sulfúrica por el método clásico de Margueritte. Los líquidos obtenidos en las tres precipitaciones y lavados, se eva- poraban á sequedad, se calcinaban ligeramente y se redisolvía el residuo en ácido clorhídrico con una pequeña cantidad de ácido nítrico. El líqui- do así obtenido se neutralizaba, imperfectamente con amoníaco, se agre- gaba. un exceso de agua de bromo y más amoníaco, y se llevaba á ebu- llición, siendo el volumen no menor de 800 centímetros cúbicos. El precipitado obtenido se redisolvía y se repetía la operación, secando y calcinando el segundo precipitado para pesar el manganeso como óxido salino y calcularlo en óxido mayan oso (MnO). Cuando el ensayo cualitativo acusaba pequeñas proporciones de man- ganeso, recurríamos al método colorimétrico de Walters 1 y utilizando para las medidas un colorímetro de Dubosq perfeccionado, de grandes columnas. El líquido resultante do la separación del manganeso y de la segunda, precipitación, se empleaba, para determinar la cal, precipitándola por el procedimiento clásico como o x al ato y calcinando y transformando el pre- cipitado en sulfato eálcico que pesado se calculaba, en óxido calcico (Ca.O). En el líquido libre de cal se precipitó la magnesia, siguiendo el modo operatorio de Jarvinen 2, pesándose al estado de pirofosfato magnésico y calculando como óxido magnésico (MgO). c) 125 centímetros cúbicos eran tratados como en el caso anterior, es decir, precipitando el conjunto (Pi,0;.-j-Ee.,03 + AUO.,), pero en una sola operación, puesto que la purificación del precipitado no nos interesaba. Se disolvía el precipitado en ácido nítrico y se determinaba el ácido fosfó- 1 II. I'.. Wai.tuiss, Chemical Neint, LXXX1V, 230. Londres, 1001. v K. K. .JXitviNKN, Zt'¡lnchr, f. toad, l'lirmir, XLIV, 335. llerlín, 1005. rico al estado de fosfomolibdato amónico según Finkener, pero haciendo la precipitación por el nitromolibdato amónico, en presencia de citrato amónico y á la temperatura del baño de muría durante una hora. Se cal- culaba luego como anhídrido fosfórico (P.,()..) y por diferencia se obtenía el ó.vido 1 nun (M8 — j— 0 ” 18 c) Resistividad eléctrica á 18“ C 2580 2181 ti) Cenizas del extracto 3 . 381 3.455 t) Alcalinidad de las cenizas en 11. ,80, 0.752 l . 003 1') Tanino del extracto 7.4-17 8.312 ^ Eos(S04).,(N 1 1 4LSO, ,21 11,0 1 lililí (irado do lineza : ( <1 mui llimiedad íí 100° C Cenizas Íu) Mat. sol. olí CC14 b) Mat. sol. olí CCl.,11 c) Mat. sol. en CaH6011 d) Mat. sol. on HSÜ Extracto acuoso directo n) Indico do refracción á 20° b) Poder rotatorio c) Resistividad eléctrica á 18° C d) Cenizas del extracto e) Alcalinidad de las conizas on lís804 f) Tanino del extracto /Pos(S01)3(NlI4)iS04,21H20 y) Reacciones del tanino 5 HsO,Iir (lI,S04 Extracto alcohólico directo a) Indice de refracción b) Tanino del extracto N total Materia proteica S total Calcina Oxalatos solubles en KJCs01 Oxalatos insolubles en Ca C.,04 Reacción de fluorescencia Reacción do albiiniinoides solubles Calor do combustión rerba barbacuá (Misiones) A llex paiayuay ensis (Paraguay) 7,2 80.li 10.0 10.1 00.0 10 . 855 10.091 0.275 7.231 8 . 07 0 4.190 1 . 000 2.000 10.528 1 1 . 048 13.440 10.110 20.050 30 . 405 1 . 3320 1 . 333 1 +0°18 + ü°19 2592 2100 3 . 150 3.940 0.047 2.255 4.010 10.592 precipitado azul verdoso precipitado azul verdoso opalescencia ligero precipitado amarillo anillo amarillento anillo blanquecino 30 . 330 31.000 1 . 3028 1 . 3030 4.480 — 2.352 2.100 14.700 13.125 0.120 0.109 — 0 . 3505 0.017 — 0 . 033 1.342 notable débil — anillo bien visible 1882 — 149 — TIl’OS Dl'l, COMKKCIO (Continuación) Extra especial (Cnrit.il mi- Paraná) m Especial (Ouritiba-l’araiui) tí ü Superior (Curitiba-l’araiuV) :ut Tercios (Curitiba-l’ara nrt) 40 2(5.0 33 . I 45.8 45.2 74.0 66 . (5 54 . 2 54.8 1 10.823 11.020 11.100 10 . 775 6.067 7 . 544 7 . 242 7.120 ; 7.770 6.880 8.166 5.422 2.734 2.726 2.404 2.844 8 . 892 9 . 168 8.692 10.380 14.930 15.334 15.225 12.060 | 31 .230 29.512 29.350 23.256 1.3327 1.3327 1.3327 1.3329 +0°18 +0° 18 — i — 2481 2484 2484 2700 3 . 690 3 . 685 3 . 800 3 . 000 ¡ 1.440 1.465 1.415 1 . 125 9 . 600 9 . 692 9 . 200 7.200 precipitado verde azulado precipitado verde azulado precipitado verde azulado precipitado verde azulado 0 0 0 0 1 lig anillo, inerte preoip. blanco lig. anillo, precipitado blanco lig. anillo, tuerto procip. blanco lig. anillo, fuerte precip. blanco 26.440 25.110 — 21.600 1 . 3636 1.3628 1 . 3629 1.3628 3.816 3 . 628 3 . 655 3 . 534 2.317 2 . 086 2.036 1 . 855 i 1 4.48 1 13.037 12.725 11 .593 0.106 0.110 0.103 — 0.2050 0 . 2035 0.1485 0.0915 0.019 — 0.021 0.017 ¡ 0.617 0.182 0.550 0.521 notable nota ble notable notable anillo bien visible — anillo bien visible — — — — — — 150 — CUADRO S. — YKiuiAS Dato» analítico» Inferior (( luiiliba-l'aiaiuí) 51! Guimaraes especial (Puerto don Pedro II, Para nagua) 011 \ >1 mía 43.7 30 . 1 (¿nulo de nueza ( 1 ana 50.3 00.0 Humedad á 100° C. . 11.500 11.011 Cenizas 7.466 6 . 475 a) Mat. sol. en C014 5.746 8.440 \ b) Mat. sol. en CC'l.H 2.234 1 .800 1* i'aeeionannento , i c) Mat. sid. en (Ja 1 1401 1 10.810 18.320 | \ d) Mat. sid. en llsO 1 3 . 3 1 0 15.810 Extracte acnosu directo 24.332 35 . 830 a) índice de refracción á 20“ 1 . 3327 1 . 3328 b) Poder rotatorio +0“17 -j- 0 “ 1 8 o) Resistividad eléctrica á 18’ C 2720 2320 d) Cenizas del extracto. 3.240 3.032 e) Alcalinidad de las cenizas en H4S04 . 1.200 1.344 f) Tauino del extracto. 4 . 224 5 . 593 /l''e2(S04)4(lIN4)3S01,211íi0 precipitado verde azulado precipitado azul verdoso (j) Reacciones del tanino 'lI00,Hr. . ligero precipitado amarillo ligero precipitado amarillo (ll^SO, l'uerte anillo blanquecino anillo amai illnntn Extracto alcohólico directo 24.000 30.880 a) Indice de refracción á 20° 1.3028 1.3028 b) Tanino del extracto 5.209 5 . 990 N total 1 . 005 2.070 Materia proteica 12. 408 12.903 S total . — — Cafeína 0.0875 0 . 5325 Oxalatos solubles en K3C80, 0.010 0 . 007 Oxalatos disolubles en CaC.,01 — 0.017 Reacción de fluorescencia muy fuerte muy fuerte Reacción de álbum inoides solubles anillo muy débil anillo bien visible Calor de combustión. . — — 151 TIPOS nicr, COM MUGIO (Conclusión) Nácar (Puerto don Podro ÍS, l’nranagiul) 7B Gust-oza y Quoquem (Parann^uá) 81? Sultana (Ctirtí.ilm-Pnrnná) OH Extra especial (CurH.ilm-Ptttnnú) ion Cifras medias 24 . 1 32.4 38.2 28.0 41.3 | 75.9 67 . 6 61 e 8 72.0 58.7 12.388 11.810 12.000 12.500 10.754 6.280 7.000 6.133 5.888 7.093 7.996 7 . 656 7 . 026 7.477 7.504 j 2.318 1 . 936 2.898 2.138 2.517 17.711 1 4 . 380 15.540 14.988 13.986 15.180 15 . 19(5 13.404 15.000 14.748 36.720 29.480 28.884 32 . 330 29.576 1 . 3327 1.3326 1.3328 1.3327 1.3329 — f-0 ° 1 8 -fQ°16 +0*16 +0°18 4-0° 178 1 2180 2484 2480 24 81 2486 4.691 3.544 3.840 3.555 3.605 1.344 0.922 1.440 1.462 1.232 5 . 580 5.478 4.710 5 . 602 7.032 precipitado azul precipitado azul verdoso precipitado azul verdoso precipitado azul verdoso — opalescencia opalescencia muy lig. precip. amurillo opalescencia — anillo amarillo pardo anillo amarillo pardo anillo blanquecino anillo blanquecino — 32.400 26.100 — 31.400 27.571 1.3630 1 . 3630 1 . 3630 1.3628 1.3629,8 5 . 964 5 . 683 5.798 6.033 5.529 2. 133 2.016 2.080 1.883 2.139 | 13.331 12.600 1 3 . 000 1 1 .768 13.368 0.107 0.111 — — 0.113 0.5035 0.2350 0.2930 0.7150 0.2964 0 . 020 0.018 0.021 0.014 0.016 0.603 — 0.591 0.523 0.623 muy fuerte muy fuerte muy fuerte muy fuerte — ¡millo bien visible — anillo bien visible anillo débil — " — UIÍV. MUSICO Í,A I'I.AI A. T. XXIII 11 CIJ A DI? O 11. 1 >u tos analíticos Anta (Uío Gruíale) 1 / A roeira (Kío Grande) 2 / Mico (Kío Grande) 3/ i 1 nun (Irado de Itneza •! 9.7 11.6 14.0 f ^1 nun 90 . 9 88.4 86 . 0 Humedad á 100° C 10.332 10.932 9.540 Cenizas 7.907 4.550 4.432 ' a) Mat. sol. en CC14 3 . 390 5 . 558 2.348 \ b) Mat. sol. en CCLH fraccionamiento , 1.704 1 . 904 0.590 1 c) Mat. sol. en CjH^OH 20.248 29 . 832 43.672 1 (l) Mat. sol. en 11„0 11.310 10.488 — Extracto acuoso directo 27 . 722 25.830 41.699 a) Indico do refracción á 20° 1.3327 1.3331 1 . 3331 b) Poder rotatorio +0a21 -HP33 +0°26 c) Resistividad eléctrica á 18° C 2484 2970 2667 d) Cenizas del extracto 2 . 900 1.500 2 . 799 e ) Alcalinidad de las cenizas en 1I4S04 1 . 606 0.147 1.274 f) Tauino del extracto 4.401 7.140 15.388 ^ Fo4(S04)3(11N4)sS04,24HsO. . g) l?eac. del tauino ■ IIuO, lir precipitado verde precipitado azul precip. ver. azulado 0 0 precipitado débil ' 11,80, lio-, anillo amarillo im-rtc anillo pardo i’to. nn. y proe. blanco Extracto alcohólico directo 29.400 48.920 01.800 a ) Indice de refracción á 20° 1 . 3626 1 . 3631 1 . 3639 b) Taniuo del extracto 4.132 15.792 13.731 N total 1.421 1.561 1.274 Materia proteica 8.881 9.756 7 . 962 S total 0.210 0.198 0 . 1 33 Cafeína 0 . 0225 — 0.0300 Oxalatos solubles en K^CjO, 0.031 0.018 0.009 Oxalatos insolubles cu Ca C.,(), 3.4848 1.117 0 . 894 Reacción de fluorescencia muy incite débil muy inerte Reacción de albuininoides solubles no i'orniu anillo no iorma anillo anillo muy débil Calor de combustión — Nota. — Las cifras que ligaran en la linea ile cafeína (mateína) de este cuadro no deben conside adoptado, cuya interpretación se hace en el capítulo : Discusión (le los resultados. 153 TBKANTHS !>B Y BUBA Pinten ta (l!(o Grande) Voadeira (Río Grande) Sapupema (Río Grande) Caona, enveríi, con- goinlia, eongonilln, etc. (Ufo Grande) Cougonilla pura 4 f ■) / 0 f « « S/N 8.7 9 . 2 11.1 33. 3V 91.3 90.8 88.9 66.7 — 9 . 254 10.617 9.619 11.380 11.077 5 . (349 3 . 928 4.668 7.692 5 . 080 5 . 292 ZO O o 2.396 4.532 4.103 2.652 3 . 204 1.414 4.472 3.975 23 . 068 42.360 12.200 12.824 22.851 15.307 — 10.480 12.759 13.111 24 . 900 40.571 23.100 22.132 29.644 1 . 3334 1.3334 1 . 3334 1 . 3336 1 . 3335 +0’30 +0°19 -f0"34 +0°20 +0°24 2397 2613 1 1 58 2916 2754 2.700 2.373 1 . 500 2.545 3.820 0 . 392 0.637 0.190 0.735 0.262 3 . 326 9.273 7 . 980 4 . 320 4 . 899 precip. amarillo verdoso precipitado verde precipitado azul precip. verde azulado precip. azul verdoso 0 0 0 0 opalescencia ligero anillo pardo ligero anillo pardo fuerte anillo pardo lig. au. ftc. precip. blanco anillo blanquecino 22.950 67.850 25.020 40.331 35.225 1 .3626 1.3634 1.3626 l . 3630 1 .3632 2.088 14.817 9 . 576 2 . 668 3 . 330 1 . 323 1.596 1 .421 1.743 1 .449 8.268 9.975 8.881 10.893 9.056 0.234 — 0.137 0.119 0.138 0 . 3550 0.0135 0.0025 0.0485 0.0265 — 0.021 0.017 0.011 0.007 i — 0.007 1 .229 1.0168 0.882 notable muy fuerte débil muy fuerte muy fuerte no ftiriiin nnlllii no fnrmn imilln lio l'orillll anillo no tormn anillo no forma milito — — — 4912 rn.rsc como correspondientes :í dielio principio activo, sino como los residuos hallados con el método CUADRO III. — YERRAS ADULTERADAS 154 CUADRO IV. — CENIZAS DE YEIiUAS TIPOS DEL COMEKCIO 155 su (iniw.i um gris amarilleo. 62.305 38.420 1.675 1.443 27.947 2.052 1.328 0.770 2.690 8.875 7.530 O (A'imoiMi?,]) V'iA'inif) pardo gris 66.339 25 .235 2.090 1.946 29.757 3 . 330 7.152 0.772 4.735 12.935 10 . 675 (XimSiu»!,]) si'j ■>;> .íojq pardo amar. 65.221 28 . 850 2.140 1.648 29.524 3 . 024 1.302 0.911 3.870 9.480 10.910 (s.»!m|S|j^) .tapinioo^ pardo 64.297 33.925 1 . 785 1.603 28.841 3 . 456 7.328 0.648 2.800 9.160 8.940 I (Rauoi«i|\T) opioini.iug ¡ pardo 61.430 26 . 650 1.970 1.865 27.555 3.240 8.880 0.793 3 . 455 9.340 11 .550 n D y i ^ s — .2» 3 ’y i¡ » “J a 2 á • « « • . . e e • S L ¿ O a ü qH ^ • 4® % .7¡ ■- r' 3-1 i *' 3 § a S "■ ■« - q w ® ® ® 0 v 2a“s=l3‘53'£23-~ _ — S? E T 3 0 ¡2 © v© 2 h ,á »rj A ri .2 wO .2 í p-í rj v2 ^ *2 "2 *■« *■« c5 3 o bC » í = 5 ? 5 2 .5 « 3 a 5 - 'n -r. *** zj %> ^ 2 y s ^ ^ 0 O o ^ ^ o-2a****x**** O -ij 'li 0 ; 3 & A a o o a O ~0 o D o rí 2 D o n Q Sh Sh O a O c3 c3 o 3 O V o V '© bíD 55 -JJ 25 o Ü 35 9^ a 3 c3 O n m 25 i§ § O Q O c3 3 3 a o o -2 3 © 00 35 3 © a o 70 25 O O 35 3 ■£> 5* 3 35 2 3 1-3 C O o 3 O 2 3 O ,2 U c3 25 O 35 v3 w (M sas uo unidas á otros ácidos,, según la alcalinidad. CUADRO IV. — CENIZAS DE VERBAS TIPOS DEL COMERCIO (Conclusión) 15 (i Mol (luili.lli.i-iiiiiii.ui;)) [UI.MiIh») U.l ) \ CD CD CD CM v? co •r— i CM C' CO 00 00 CD í> O DI K> xF 9— « xP CD o 00 TH CO O CM £> D** DI co 05 CQ 00 CO O CO O 05 CD DI CM O CD co O CD »o 05 O CD o CO DI O 05 CD O o O CO DI 1 CD DI oo> 05 lO 00 O co Cl rH 1 CO rH DI O co 05 O co co DI rH l" o CO CD O 0 lO ID O O 1- 00 co O l'» l- DI o ID CD CD l> 00 O 00 l'- o H DI -H rH CO o O 05 !>> DI * * r"1 O O 05 O DI O 05 O co l" l'* DI O 00 IO CD oo 05 DI t — ( »o 05 O 1 t O i- 00 CO r* 05 00 DI DI T— 1 "H o co o O " 1 r— t l— o 00 CD DI 0 05 CD i— t O lO L'- L'» 00 CD 00 05 DI -t 00 DI CD 00 DI 00 00 co rH DI o rH CO O 05 00 cd DI CO »o O CO l- O O o CD co o -v IQ l- 00 CD CD 05 oj noli H¡100(1«9 S0U.UÍUU11Q U‘J yuu.mjuniiun;)) -KII.IOJ II [ MI (iuiu.iu,x-ini!|uii,i) ÜOllUOJ. (yuBJUj-iiqui-iuQ) .loi.iodng Uó (liiiu-iuj-uqijuii, )) [uioatls;,! (2) El ácido carbónico no corresponde al que. se bailaba combinado con las bases, sino al calculado para saturarlas alcalinas y alc-alinoterro sas no unidas á otros ácidos, según la alcalinidad. 157 — CUADRO V. — C IONIZAS DIO TIORBAS adulteradas Datos nnnlí tiros por ('Junio § i Ü 5 a 6 ! 1 § * 1 >' 0) o N % C3 > Yerba con Caluma (Ypiranga) 3/ Yerba con Congotma (Ypiranga) 0/ Yerba Barbacuá con macha congonilla (Misiones) B Color de las cenizas (1). .... . rojizo verdoso amarillo gris gris verdoso Alcalinidad en HsS04 . 45.757 — 68.780 — Ácido silícico en SiO.,. ....... 40.935 42.071 36.760 27.844 » sulfúrico en SO,. ...... 2.867 3.776 5 . 692 2.988 » fosfórico en Ps05 ...... 1 .967 2.133 1.905 2.233 » carbónico (2) en 00,.. . 28.190 — 30.880 — » clorhídrico en Cl. . . . . . 0 . 752 1.533 1 . 348 2.592 Oxido férrico en FosOa ...... 5.460 2.290 2.875 3 . 400 » de aluminio en A1„0,.. . 0 . 663 0 . 894 0 . 875 0.917 i » inanganoso en MnU. . . . 2.180 4.645 5.940 2.300 » cálcioo en CaO 5.815 11.448 13.780 12.311 | » magnésico en MgO. .... 7.142 8.990 » . 900 10.719 (1) Las conizas presentan un aspecto heterogéneo, con partículas diversamente teñidas, correspondiendo el color anotado al producto de su pulverización. (2) El íícido carbónico no corresponde ni que se hallaba combinado con las bases, si n o al calculado para, saturar las alcalinas y alcalinotcrrosas no unidas á otros ácidos, según la, alcalinidad. CUADRO VI. — CENIZAS DE ADULTERANTES DE YERBAS - 158 - o o 4-3 (2) El ácido carbónico no corresponde al que se hallaba combinado con las bases, sino al calculado para saturar las alcalinas y alcalino térro sas no unidas á otros ácidos, según la alcalinidad. 15!) — DISCUSIÓN DK J.OK IMOSUJjTADOM Tócanos ahora, la tarea de discutir los resultados que liemos obtenido con las muestras á, nuestra disposición, para poder después establecer nuestra, s conclusiones. La variedad de los datos y la multitud de cifras que forman los cuadros de resultados hacen muy difícil un examen comparativo, sino clasifica, mos previamente las determinaciones en gru- pos para, apreciar su valor como soluciones del problema, que perse- guíamos. En este sentido, pueden formarse cuatro grupos bien delinidos á, sa- ber : a) Determinaciones cuyas cifras presentan una uniformidad perfecta ya se trate de yerbas tipos ó falsificadas ó de adulterantes puros; b) Determinaciones cuyas cifras presentan divergencias notables aún tratándose de muestras pertenecientes al mismo grupo ó contradiccio- nes visibles en los distintos grupos considerados; c) Determinaciones cuyas cifras presentan diferencias en los diferen- tes grupos de muestras, con uniformidad en cada uno de ellos, salvo raras excepciones ; y en fin, d) Determinaciones cuyas cifras presentan uniformidad dentro de ca- da grupo de muestras y variaciones visibles ya se trate de yerbas tipos, yerbas adulteradas ó adulterantes aislados. Fácilmente se comprenderá, que el valor de las determinaciones, cons- tituyendo las dos primeras secciones, es nulo en nuestro caso, no al- canzando los de la agrupación tercera sino á insinuar una solución rela- tiva, y dudosa, pues que exigiría mayor número de ensayos de compro- bación sobre muestras do toda procedencia. Quedan solamente las de la cuarta, división como base, de criterio do pureza, y no exageraremos su valor, pues aunque nos merezcan confianza nuestras manipulaciones y los métodos elegidos, comprenderemos Ja necesidad de más elementos de juicio para fundar opiniones categóricas. Corresponden a la primera, agrupación los datos de humedad, índices de refracción y poder rotatorio, así como la riqueza en óxido magnésico de las cenizas. Entran en el segundo grupo los datos de cenizas totales, extractos de fraccionamiento con cloroformo y agua, extractos directos con alcohol y agua, resistividades eléctricas, alcalinidad de cenizas del extracto acuo- so, tan i nos solubles en agua, y en alcohol, oxalatos solubles é insolubles, así como la, riqueza en silice, cloro, ácido fosfórico y óxidos de manga- neso y calcio de las cenizas. Pertenecen á la tercera, división los datos de extractos de fracciona- Hit) miento en tetra cloruro de carbono y alcohol, cenizas de extracto acuoso y albuminoides solubles, así como el porcentaje en óxido férrico de las cenizas. Y en lili, forman la cuarta categoría y primera en realidad por su va- lor, los datos de ázoe total y proteína, cafeína y anhídrido sulfúrico de las cenizas. Dejando de lado los dos primeros agrupa mi en tos, observaremos que los datos del tercero pueden juzgarse de cierto valor para caracterizar las yerbas tipos comerciales, porque el extracto obtenido en el fraccio- namiento con tetracloruro de carbono es muy superior al que nos pro- porcionaron los adulterantes, excepción hecha de la muestra 7,3; el ex- tracto alcohólico del mismo fraccionamiento es mucho mayor cu los adulterantes, salvo las muestras 0/ y (i a que igualan á las yerbas tipos ; las cenizas del extracto acuoso directo disminuyen mucho en los adulte- rantes, aunque en la muestra S/Isr la diferencia es nula; la reacción de albuminoides solubles tan notable en las yerbas tipos, desaparece en casi todos los adulterantes, pero aparece en las yerbas falsificadas con la intensidad propia de las primeras; y en fui, el óxido férrico ian bajo en las sofistilicaciones y tan fuerte en las yerbas comerciales, aunque elevado también en las yerbas falsificadas. Admitiendo que se trate de un caso excepcional en lo que se refiere á la muestra 7 ,3, el dato del extracto con tetracloruro de carbono no sería despreciable, así como también el del extracto alcohólico, atribuyendo á causas fortuitas los resultados obtenidos con las muestras 0 f y 6 a; la reacción de albuminoides solubles transformada en reacción cuantitati- va y las cenizas del extracto acuoso quizá pudiesen sumarse á las dos determinaciones anteriores y el dato del óxido férrico quedaría en últi- mo término, por lo contradictorio de las cifras que las yerbas adultera- das proporcionan. Quedan solamente los datos de la cuarta, agrupación. 101 ázoe lolal y la materia proteica de él deducida, nos parecen caracterizar las yerbas de calidad á medida que aumentan sus proporciones, ya adoptemos nuestras cifras ó el porcentaje fijado por Bertrand y Devuyst para sus ensayos [40], 2,13 en término medio; el anhídrido sulfúrico de las ceni- zas totales es también á nuestro juicio dato importante, pero en sentido inverso, pues escaso en las yerbas tipos, aumenta en las adulteradas y se exagera en las sofistilicaciones puras; y la cafeína (mateina1?), aunque variable en las yerbas tipos entre límites bastantes alejados, falta en los adulterantes y disminuye en las yerbas inferiores ó falsificadas. En los cuadros figuran porcentajes de cafeína (materna í) para los adul- terantes ; pero creemos suficiente para explicar esta aparente eontradic edén hacer notar, que esas cifras sólo representan el residuo obtenido, aplicando á esas muestras el método adoptado para todas las demás, es 161 decir, la sobrecarga que representarían en el dato de cafeína por su pre- nuncia en mezclas con yerbas genuinas; en genera!, se trataba- de residuos amorfos, pardos, que no daban las reacciones específicas de la calcina. No somos do opinión de (pie este dato por sí sólo, sea la norma para juzgar de la pureza de las yerbas y basta llegamos á afirmar que tampo- co sus proporciones están en relación directa y estrecha siempre con la calidad del producto. Tais observaciones apuntadas en la introducción de este trabajo aclaran este concepto y, además, no debe olvidarse que una yerba no sólo vale por su principio activo, como no se estima un vino únicamente por su alcohol, ó un chocolate por su teobromina ó un café y un té por su cafeína. El papel de la mateína en la infusión sería muy discutible y no consideramos en último término que sea indispen- sable, como no se ha considerado en Europa el alcaloide en el café, que se consume en cantidades enormes, desprovisto de cafeína, eso sí, con declaración expresa de su extracción. Se trata en general de un pasa- tiempo, de una forma, grata, de ingerir agua, caliento azucarada, ó no, aromatizada, de un sabor propio y con resultados variables nat uralmen- te según las personas y las circunstancias, antes que de un elemento que la terapéutica deba reglamentar; la cafeína y sus preparados ó la misma yerba mate, pero ya dosificada, serán las armas que el médico utilice para obtener un determinado efecto, en tanto que el higienista, sólo buscará evitar una acción nociva producida por principios extraños y propender al consumo moderado de los principios activos conocidos y que como la cafeína, sus isómeros y afines, se consideran como excita- dores del sistema nervioso, ya que las opiniones tan contradictorias res- pecto de su acción sobre la. nutrición, obligan á dejar ésta de lado sin duda alguna. No dudamos en admitir teóricamente que puedan expenderse yerbas no constituidas tan sólo por llex paraguaricnsis II. II il., con tal que no contengan substancias nocivas y se exprese claramente su composición, como se admite la miel de glucosa, el queso de leche descremada y adicionado de féculas, el aceite de oliva mezclado con maní, algodón, etc., el café con achicoria y bellotas, la manteca con margarina ó manteca de coco, etc., etc;., indicando siempre la presencia de las materias extrañas y dando así al consumidor de escasos recursos el medio do procurarse placeres inocentes ó alimentos sanos. Pueden las reparticiones públicas y las casas importadoras, en sus contratos, establecer un cierto número de condiciones por llenar que ase- guren la pureza, del producto, su calidad correspondiente al precio, ó su valor cuando se busque un efecto determinado; pero el gran público se- guirá arrastrado por los vaivenes de la opinión que el comerciante hábil forme y cimente, y el papel de las autoridades se limitará, á velar por la salud pública, por medio de sus oficinas técnicas. Nosotros proponemos que el ministerio de Agricultura de la Nación, por medio de una comisión de botánicos y químicos — de la cual nos eliminamos desde ahora — estudie el problema de las yerbas y sus adul- terantes en toda su amplitud, como debía hacerlo para el té, donde más de una sorpresa nos aguarda, sin citar otros estudios que en Norte Amé- rica han costado muchos años y muchos millones y que entre nosotros destruirían muchos negocios de mala fe en las materias alimenticias y seudomedicamentosas de importación, para los tontos de América... liONOl.lJSIOiNKS Las estableceremos como consecuencia de nuestra labor y de los razo- namientos que preceden, mas no pretendiendo para ellas sino el valor (pie el pedestal de las experiencias hechas pueden prestarles. lié aquí nuestras conclusiones: a) La definición de yerba, mate sancionada por el congreso internacio- nal para la represión de los fraudes, en su sesión de París, no puede acep- tarse ; b) La definición modificada por adoptarse podría ser: Yerba mate es el producto formado por las hojas desecadas y ligera- mente tostadas, rotas ó groseramente pulverizadas, á veces mezcladas con fragmentos do ramas jóvenes, de peciolos y pedúnculos llórales, del llc.v paragiuu'ien.siíi St. 1 1 ¡1. y de ot ras especies del mismo género, con tal tpie no tengan ninguna substancia nociva; c) Convendría establecer en los contratos ó pliegos de condiciones de grandes empresas ó reparticiones públicas comodato adicional á esta definición un tanto por ciento mínimo de principio activo (mateína), sin perjuicio de especificar proporción de tallos, grado de fineza y otras con- diciones de composición que se adopten; d) Los datos obtenidos en nuestras investigaciones no permiten con- siderar resuelto el problema, de las falsificaciones, sino en los casos en (pie éstas fueran groseras ó exageradas; e) La riqueza en ázoe total y en anhídrido sulfúrico de las cenizas to- tales son los datos «pie mejor distinguen, en las muestras examinadas y por los métodos adoptados, las yerbas genuinas de sus adulterantes ; f) No vemos inconveniente, del punto de vista téorico, en (pie se per- mita el expendio (le yerbas adicionadas con otros vegetales, á condición de que se exprese la composición de la mezcla y de que el producto no contenga principios nocivos; ¡i) Una inspección severa á los molinos y la prohibición bajo fuertes penas de importar adulterantes, como ahora se importan, serían los me- 163 — dios de disminuir las adulteraciones, si no se adopta la conclusión an- terior; h) Las manipulaciones (pie la yerba sufre (sa.peca.do y tostación) lineen muy difícil el empleo eficaz de los métodos bioquímicos para descubrir falsificaciones; i) El análisis micrográñco es teóricamente el único medio de resolver el problema de las adulteraciones, pero prácticamente no es aplicable á productos heterogéneos y pulverizados para distinguir impurezas ó fal- sificaciones, exigiendo además especial preparación y largas investiga- ciones ; j) Se impone una investigación metódica hecha por botánicos y quí- micos en colaboración, en los puntos de origen y después en el gabinete y el laboratorio. Y antes de terminar estas páginas, repetimos lo que decíamos en la introducción: que vengan nuevos investigadores que deseamos numero- sos, esperamos impacientes y auguramos más felices que nosotros. Musco 15. UONTItlliUClÓN AL CONOCIMIENTO OK DE LA PROVINCIA 1»E SAN LUIS Poli M. K A NT Olí Profesor ilu Geología en la Universidad de I,n Piala BIBLIOGRAFÍA 1. L. BraCkebusch, informe sobre el viaje geológico, hecho en el verano del año 1875 por las sierras de Córdoba y San Luis, lloletín de la Academia Nacio- nal de Ciencias Exactas, tomo 11, página 190. Córdoba, 1875. 2. G. AvÉ Lallemant, Apantes sobre la geognosia de la sierra de San Luis. Actas de la Academia Nacional de Ciencias Exactas existente en la Universi- dad de Córdoba, tomo 1. Buenos Aires, 1875. 8. G. AvÉ Lallemant, Memoria descriptiva de la provincia de San Luis. Han Luis, 1888. 4. J. Valentín, Informe sobre ana excursión efectuada en la provincia de San Luis. Eevista del Museo de La Víala, 1895. 5. G. Bodenbender, Comunicaciones mineras y mineralógicas 111. La mica de la sierra de Córdoba, lloletín de la Academia Nacional de Ciencias en Cór- doba, tomo XVI, página 27o, 1899. (i. F. Tannhaüsek, Petrographische Untersuchungcn argentinischer Gestcine. Sepurat-Abdruck aus dem Nenen Jahrbuch fiir Mineralogie, Geologie nuil Va- liiontologie. Beilage Batid XX. Stultgart, 190(1. 7. Gastón Barrié, Informe sobre el estado de la minería en la provincia de San Luis. Anales del Ministerio de Agricultura (¡áeeeión Geología), lomo IV, número 4. Buenos Aires, 1910. 8. K. Stappenbeuk, IJebersicht tieber die nulsbareu Lagcrsliittcn Argenli- uiens und der Magelhaenslander. Zvitschrift fiir praktische Geologie, lleít 2. 1910. 9. II. Beber, Las velas con magnetita (Martita) y las de Wolframita de la pendiente occidental del cerro de Morro (prov. de San Luis). Ministerio de Agri- 165 cultura. Dirección general de Minas, Geología ó Hidrología. Boletín número 3. Serio B (Geología). Buenos Aires, 11)13. 10. II. Gbutii, Die pam pinen Sierren Zcntralargcntiniens. Gcologischc Rund- schau, Heft 8, 1013. 11. 11. Gerth, Constitución geológica, hidrología y minerales de aplicación do la provincia de San .Luis. Anales del Ministerio de Agricultura. (Sección Geo- logía, Mineralogía y Minería), tomo X, número 2. Buenos Aires, 1014. REFERENCIAS L. Braekebuseh (I) lité el primer geólogo que, en un viaje por las sie- rras de San Luis y Córdoba, pasó por los cerros de Eosario pero sus datos, por lo general muy justos, no son exactos en sus referencias á los cerros mencionados, puesto que dice que estos cerros se componen de I raqui ta, mientras «pie en realidad las rocas délos cerros de Eosario son andesita y micacita. G. Ave Lallemant (2) repite el error de Brackebuscli en el mismo año, y más tarde en el año 1888 (3) 1 2. .1 . Valentín (4) y Gastón Barrió (7) no nombran en sus informes el yacimiento de mica existente en los cerros de Eosario; tampoco en E. Stappenbeck (8) encontramos indicación alguna referente á la mina de mica. En el importante trabajo de Tannbauser (0), uno de los de la serie de investigaciones petrográficas, hechas en Alemania con material y datos proporcionados por Braekebusch, y que en alto grado han contribuido al conocimiento de las rocas argentinas, encontramos también datos sobre algunas rocas de los cerros de Eosario. G. Bodohbender (5) estudia los yacimientos de mica en la Provincia de Córdoba, descubiertos anteriormente á los de Han Luis. E. Beder (9) estudia una región vecina á la nuestra. Y H. G erth, en un trabajo general sobre las sierras pampeanas (10) y sobre la provincia de San Luis (11), se refiere también á. nuestra región. 1 « ... continuó nú viaje por Tapias y el Bajo de la Cuesta, á los Cerros de 1! osa- rio, que jamás han sido descritos por naturalista alguno. Encontré que ellos eran com- p lientos también de troquilo (pág. 160). 5 Según Avé Lallemant, los Cerros de Rosario llevaron en los antiguos títulos ele la conquista el nombre de «Cerros de los Apóstoles». El cerro más alto es el Agu- jeteado en latitud 32°57'23", longitud 65°42'17“ O. Grcenwich, altura 1402 metros. Los otros conos escarpadísimos que rodean al más alto son del lado del oeste, el cerro de Portezuelo y déla Huerta; al sur, el Desbarrancado; al norte, el de la Aguada, y Coro y al este el cerro Sal, Hinojo, Largo y del Valle (3, página 22). SITUACIÓN 1)10 LA MINA 1)10 MICA La mina de mica llamada « La Realidad » está situada á una distan- cia de unos 15 kilómetros déla estación «La Toma», del Ferrocarril líuenos Aires al Pacífico en dirección noroeste, casi al pie del cerro, á Kifí. I una altura de 1040 metros. Desde la estación, que está á 800 metros sobre el nivel del mar, hasta la mina, la pampa aumenta, constantemente en altura. En la estación del ferrocarril «Villa Mercedes », al sur de « La. Toma », se cruzan tres líneas férreas: Buenos Aires Pacífico, Nocional Andino y Noroeste Argentino (las tres pertenecen ahora al F. ('. B. A. P.). 167 Además de la mica, se conocen en la provincia de San Luis varios minerales úliles, como: oro en (lamida. Honda, wolframila mi los (Viado- res, mármol llamado ónix, en Santa Isabel. CONSTITUCIÓN GEOLÓGICA Como la tarea que se nos había impuesto era el estudio directo del yacimiento de mica, nuestras investigaciones geológicas no lian podido extenderse más allá de las inmediaciones de la mina. A El portador de la mica es una veta pegmatítica, cuyas cajas (Neben- gestein) son de micacita. La micacita tiene un rumbo noroeste-sudeste y una inclinación al nordeste, de un ángulo diferente de 20-40°. La inclinación puede variar aun en poca, distancia vertical, como demuestra, el croquis número 2. Los cerros, compuestos do micacita, se levantan á poca, altura sobre 1 Gerfch (11, pág. 60) incurro en un error, quo nos pareco necesario salvar, cuando dice quo el mármol de San Luis os aragonita ; se refiere al trabajo de Bodenbender : Comunicaciones mineras y mineralógicas. Onix-mármol de las provincias de San Luis y Men- doza publicado en el tomo XVII del Boletín de la Academia Nacional de Córdoba , el año 1012. (« Bodonbondor nos ha mostrado quo el mármol do San Lilis, como muchos otros depósitos do fuentes termales, se compone do aragonita, la modificación róm- bica déla calcita»); mientras que Bodenbender en el trabajo aludido, después de discutir ol problema, llega á la conclusión que reproducimos textualmente : « Esto concuerda con el concepto más aceptado de que el ónix sea siempre calcita. » (pág. 361.) Esta misma conclusión nos la confirma el doctor Bodenbender en una carta particular. El polvo do ónix, tratado por una solución do nitrato do cobalto, según el método do Moigon, dió al doctor E. Herrero Ducloux también la reacción de calcita, y no de aragonita. ltF.V. MUSCO I.A PI.AIA. T. XXIII 12 el nivel del valle (hasta 120 m.), sus lados tienen inclinaciones suaves, y están cubiertos de escombros de reducido tamaño. Al lado oeste, en el mismo límite con las rocas micacíticas, se levan- tan los cerros andesíticos, que ya por su aspecto exterior se diferencian de los formados por la micacita; son más altos (300-350 m. sobre el nivel del valle), sus faldas tienen inclinaciones bruscas, en algunas partes se ven cortes hasta verticales, tienen numerosas hendeduras y cavidades; abundan los grandes bloques de andesita. lín la andesita se observan á veces separaciones en forma de columnas. En la parte sudeste se observa cómo la andesita cubre directamente la micacita. En el valle, en dirección nordeste, se ven varias lomas, compuestas algunas de cuarzo y otras de cuarzo y feldespato, (pie son indudable- mente la afloración de vetas de pegmatita. En el cerro micacítico hemos encontrado los siguientes minerales : 1. Moscovita (de color blanco, pardo, amarillento, etc.). 2. Biotita. 3. Feldespato (ortoclasa y microclina). 4. Cuarzo (lechoso, transparente, rosado). 5. Turmalina negra (en grandes cristales). 0. Granate (raro). 7. Berilo (raro). 8. Apatita (incrustada en los feldespatos). 1). OI orita. 10. Talco. 11. Magnetita (muy rara). 12. Columbita (un solo ejemplar). El estudio microscópico de las rocas ha sido hecho por el doctor W. Scliiller, cuyos resultados son los siguientes : Augita- a n des í tica Bajo un solo nicol se ven : a) Muchas pequeñas augitas, de color verde pálido, en parte listones angostos, algunos cristales hechos pedazos; listones aisladamente algo más grandes; varios individuos presentaban estructura zonar; b) Mineral negro (hierro titánico í), en abundancia, Unamente distri- buido; c) Hornblenda, rara, de color verde amarillento, hasta pardo moreno; pleocroítica; en parte forma listones más grandes que los mayores cris- tales de augita; varios individuos están transformados en los bordes ó por completo en óxido de metal de color negro; 169 d) Biotita, también rara, de color moreno obscuro, hasta amarillento verdoso, está representada por placas algo más grandes que la mayoría délas augitas, que en ciertos lugares están encerradas por aquélla. Posi- blemente, la augita tal vez sea en parte un producto de alteración de la biotita. Bajo los dos nicoles cruzados se ven : a) Muchos listones, generalmente pequeños, de plagioelasa finamente estriada (amaclada), á veces con estructura zonar; h) Ortoelasa no constatada ; c) La masa fundamental no es reeonoscible. Micacita a) Mucha, biotita moreno-amarilla; h) Moscovita en abundancia; c) Mucho cuarzo; d) Feldespatos raros y muy descompuestos. Tannhauser (0) hizo un estudio microscópico de andesitas procedentes del e,erro de Rosario, determinándolas como andesitas de piroxeno con hornblenda y andesitn de hornblenda con piroxeno. EL YACIMIENTO DE MICA 131 portador de la moscovita, es una veta, pogmatítica. La moscovita es blanca, rubí, amarilla ó verde; el cuarzo es lechoso ó transparente; el feldespato, blanco ó rosado. Muchas veces la pegmatita representa la estructura de piedra jeroglífica. La turmalina, en grandes y lindos cristales, es muy frecuente en la pegmatita y parece tener una cierta influencia sobre la cualidad de la mica: donde hay una concentración de turmalina, la mica es de una cua- lidad inferior, quebradiza y de reducido tamaño. En algunas partes del yacimiento se observa una separación do los componentes, de tal manera, que el cuarzo forma como una veta aparte y después sigue el feldespato con la mica. (Croquis n" 3.) La concentración de la mica en grandes hojas se produce con mayor frecuencia al contacto entre la pegmatita y las cajas de micacita. El mismo fenómeno se observa en los yacimientos de mica déla sierra. Alta y la sierra Chica de Córdoba. (U. Bodenbender (5, pág. 270.) Se trata principalmente de «mi' sola veta pegmatítica que tiene un 170 rumbo noroeste-sudeste 1 y una inclinación variable al sudoeste; tiene, por lo tanto, una inclinación contraria á la de la micacita. El espesor de la veta, es variable (de pocos ctins. hasta 3 ms.); en tér- mino medio, l,u5. La longitud de la veta, reconocida es de unos 300 metros, pero, según toda probabilidad, debe ser aun mucho mayor; según la inclinación, la veta está reconocida en unos 48 metros. Sin duda alguna, ocurrieron en el cerro micaeítico presiones tectóni cas, lo que se demuestra por una ondulación de las capas en algunas partes. De sumo interés nos parece el hallazgo que hemos hecho, en la. nnitiimninuiii ¡un ' * <111- i « *‘intiiiiiniuiiiiiiiin nnn. 4 + 4 4* 4 4 4'4 +,i!i:i,¡IH¡!i;ii,llllll i ¡ ,! lili, h i f 4 4 4 +///, •//,//////// y/////,, el t\+ +uiiiiiiiiiiiiiiiiiiin i- T i i-4(/ • \* 4 + + + Ai .. + + ai > iiiiiinnuiiiii n iiinti , ■/ i 4 ^uiiiiiiiiiiliiiiiiiiiiiiiiiiiinii 1 + 4v iiiiiniiiiiiiiiui ■iiiiiiiihi.il i- 4 ^^i'iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiUiiiiii 4 4'4 '^'Illlllllllllllllll // /////////✓/ /// •*■ + + +. t niiiniilii m i n/m ii t nt i n i A e\+ 4 +iinniti¡uiiiiii inuiiiiiiiiiii ] +• + 4 ’tii/iHumi/i t // iiii/iiiiitiiin 1 1. - 4 4 f 4 *iiiiiiiiii/niiiiiiiiiiiiiltiilin V 4 4 ..LJ \ituiiillliiiiliiiiiniiuiillili)i '\t i * 4 's'iiiiiiinii:iiiiiii'¡" 3 veta, de unos listones de mica que están plegados, como lo demuestra la fotografía (fig. 5): nos indica que estos movimientos tectónicos intluye- ron también en la veta pegmatítica. el producto La mica para la. venta se, corta en huma rectangular y no debe tener fallas, ni rayas, id quebraduras de ninguna, especie. La mica manchada 2 tiene su valor, pero, naturalmente, menor que la mica blanca. 1 Nos referimos siempre al norte magnético. * Esta mica puede considerarse do una cualidad excelente. 171 La menor medida, de! corte es de 1 '/, X 2 pulgadas inglesas y la ma- yor que se lia podido conseguir di*. 1 2 X 115 pulgadas inglesas. La clasificación y distribución en cajones .se lineen según la medida. Únicamente el 5 por ciento más ó menos de la mica extraída resulta con valor mercantil *, y es un grave problema poder aprovechar el resto que se encuentra naturalmente en enormes cantidades, aplicando algún mé- todo mecánico para la fabricación de planchas grandes de mica. Como soldadura, se han aplicado en algunos casos los boratos y el silicato de boro. Hl) Al) U1SOLÓCUOA / M. Zoés r^bbl ■T nfr®nsr^-r^ Para la determinación de la edad geológica de las rocas en cuestión, sería, conveniente agregar las observaciones b celias sobre un pozo de 93 metros de profundidad á una distancia de cinco kilómetros de La Toma en di- rección á, la mina (en el campo del señor Monte- negro). Los primeros 23 metros eran loes de color ama- rillo, con granos bastante grandes de cuarzo, y ho- juelas de moscovita; el loes contiene CaCO.,. Más adelante, basta los 82 metros, el loes es pardo amarillento, contiene muy pocos granos de cuarzo y no reacciona, con 11(31. En el intervalo de metros 23 hasta metros 50, se encontraron cuatro capas delgadas (de un metro de espesor) de una toba andesítica. Desde los 82 metros empieza la micacita. Si las capas de tobas andesíticas encontradas en el loes, procedieran de erupciones que dieron ori- gen á los cerros andesíticos, la edad geológica de los últimos no podría ser muy antigua, pues una parte del loes debería considerarse de una forma- ción anterior á la de, las tobas volcánicas. Valen!, i n ( I) atribuye poca edad á las rocas ande- sil, ¡cas. Según Gerth (11), las erupciones andesíticas de- ben haber ocurrido al fin de la, época terciaria. Más difícil es la determinación de la edad geológica de los esquistos cristalinos. ■ o es ' ¡ / / / / / / / ' ‘ 1 / ' ¡MicáciÜai / ' i i i ' ' , '/,/ Exenta t : IOO 0 Fig. 4 1 Según Roso las manchas negras, rojas y pardas en las Moscovitas provienen de a Spccularita, y la diferencia en el color es debida únicamente al espesor más ó me- .172 La sierra (le San Luis, que en su mayor parte está compuesta ele esquistos cristalinos (micacita y gneis), pertenece a la serie de las sie- rras pampeanas, cuya edad está todavía en discusión. Stelzner las consideraba como arcaicas. Lodenbender sostiene la misma opinión '. Iveidel y Gerth atribuyen ¡i las sierras pampeanas una edad precám- brica, pero en lo referente á la sierra de San Luis no quedan otras demostraciones que la analogía con otras sierras pampeanas que son de esta edad. En nuestro caso debemos limitarnos á la demostración de la edad re- lativa de las rocas en cuestión. Fig. f>. — M’ioa do la vota pegm «a tilica plegada por la presión lateral 1. vista dr fronte; 2, vista uis done présenter que tres peu de chose au leeteur : ce peu eontribuant á la connaissance des indigenes de FAinérique du Sud, ne peut, a nion avis, etre refusé. Le ])lan d’étude et les ínétliodes étant les ineines «pie je su i vis pour un groupe d’indiens Takshik amones du Chaco ¡\ Buenos Aires, je prie le leeteur de s’infornier dans ce travail 1 des íuéthodes (observations, mesures, photographies), eraployées. 1 Lkiimann-Nitscuic, Eluden anlhropologiquen nur leu ¡u dio un Takshik (groupe Ouai- eitvií) du Chaco anjenUn. ¡Invista del Manco de Jai ¡‘loto, XI, \i. Ü ti l - ti 11 . I!UI. Voir 175 — ÉT U J > ES A N T III lOrOLOG 1Q U ES MATÉRIEL Les individus examines sont au nombre de sept et. correspondent a deux iamilles. L’liomme numéro 1 (Tclioskúíi) est insirió sivcc Kossancli (n° 4) Isiqnelle accouelia a Pexposition nicme, le 11 novembre 1898, d’ime fillette (n° 7). Le chef de la deuxieme famille, Kiótemen (n° 2), est avec sa femme Altcliek (n° 5), et leur onfant (la petite filie numero (>): líelo, enfin (n° 3), gargon de sept ans, est frere de Kiótemen. Oes indiens provenaient des environs de Ilarberton dans la región australe de la grande ile de la Terre de Feu. J’ai constató plus tard qu’ils s’appellent eux-memes Shilk’nani ; que le nom Ona n’est qu’une corruption du mot tsli’on qui veut dire liomme dans leur langue; que cetto corruption se doit aux indiens Yagans Yámana), et est devenue apres le tenue general pour désigner les Shilk’nam et les Mánckcnltn, tribu aujourd’bui éteinte du sud-est de Pile en ineme temps. J’ai reuní la langue Ona avec les langues de la Pata- gonia (Tii’u iiahn et Trini elche), proposant le groupe linguistique Taitón'. OBSKRVATIONS Jeunes gens et gargon I. Tchmkiái (planche III). Jeune liomme de 22 ans plus ou moins. Bien portant, de bel aspectet imposant. Avec son mantean, fait de la peaíi du guanaco, sur les épau- les, et les clieveux ceints par le k’ochel (fait du cuir frontal du raéme animal), Tchoskiái se montre á nous comme un vrai prince du désert. diez lui, ou pour mieux dire, dans la tente qui lui sert d’abri, c’est aussi : Ducci, A proposito degli. indiani Taksliik, sin di a ti, dal dottorc Roberto Lchmann- Nilsche. Revista geográfica, italiana, XII, p. 5. 1905. 1 Lkiimann-Nitsciik, El grupo Tshon de los países magallánicos. Sumarios de las eonforoncias y memorias presentadas al XVIIo Congreso internacional de los ameri- canistas, sesión de llnenos Aires, 10 al 21 do mayo do 1910. Resumen número 47. Buenos Aires, 1910. Reimpreso en : Idem, Actas del XVIIo Congreso internacional de americanistas, sesión do Buenos Aires, 17-23 do mayo de 1910, p. 220-227. Bue- nos Aires, 1912. Idem, El grupo lingüístico Tshon de los territorios magallánicos. Re- vista del Museo de La Plata, XXII (=2, IX), p. 217-270. 1914. — 1 7(i — un bourgeois, pére (■(>!• ¡mlit'ii bit. ('nqiloyt't' jioiu- lo nunióni 21 «li's IVnmllafpIn J'ür (/<’» Unlm'irhl hi .1 nl/iro/wtof/ir, lilhnogni)>h¡c innl (Icoiiraphir, Editóos |inr lo pro- foascmr lí. Martin i\ Zuricli on 1U02. 178 La poitriue bien développée. Le con court. Ventre et región glutéale ne pvésentent lien de remarquable. Les mollets faibles, longs. Les mains maigres, larges, étroites, tiñes avec les doigts ediles. Membrane natatoire nórmale (27 millimetres). A dimite, le quatrieme doigt est plus long que le deuxiéme; gauche, on observe le contra iré (sur le vivant). Les (in- gles longues, étroites, bombees. Les pieds sont longs, larges, leurs doigts déformés par le cuir qui sert de ehaussure. La plante bien cambrée; le dos de bauteur moyenne; c’est le deuxiéme doigt, de chaqué cóté, qui est le plus long. Pouls par minute 00; respiration 18; températele sous l’aisselle 37 “ 1 . Le systeme de tatouage et de cicatrices décrit choz le numero 1, ne se trouve diez Kiótemen que sur l’avant-bras gauche. 3. Kelo (planche 111). C’est un garcon de sept ans plus on moins, bien portant, gros, un vrai Kartoffelbuuch. 11 témoigne avec moi, une certaine timidité qui ne dis- para! t pas pendant les quehpies jours que je me suis occupédes indiens; avec sos compatriot.es, il est gai, éveillé, ruso. (Jouleur de la pean : tres obsecre, plus lbneée (pie llroca 22, ce qui correspoml au type protoniorplie de l’individu. Yeux bruns ou brun foncé, le bord intérieur de Pil is ne d ¡lloran t pas de la périphérie ; fente palpébrale oblique, potito, fendue, pli mongol fort. Expression sotte, débonnaire. Oheveux noirs, presquc droits, durs; chevelure tres forte, descendant irréguliérement en bas du front et se rapprochant aux sourcils. Les cils et soureils noirs; les derniers sont tres lares, maisse réunissent au milieu. La tete est grosse, plus ou moins ronde, de proportions moyennes, largo, liante; l’occiput un peu proéminent, les lmsses parietales pon marquées; le visage est rond, de peu de relief, la physionomie ressemble un peu au type africain. Les jones rondes. Le front est bas el. presque perpendiculaire, ctroit, aigu ; vu d’en baúl, i! se rétrécif en avant, ce qui est remarquable, la t ete étant largo et les ares zy gomal ¡(pies saillants. Le nez petit : sa racine tres largo, presque aplatie; le dos ne s’est pas développé: il est largo et aplati et va s’aplatissant de ¡ilus en plus veis la pointe; celle-ci est largo et ne s’éléve que d’une maniere insigniflante. Les narines sont visibles en avant, fendues; les ailesquel- que peu bombóes. Les lévres de la boliche pleines, peu arqueos; la. lévre infórieure est [ilus grosse (pie la supérieure, ilont la muqueuse n’est pas retroussée. brognathisme de tonto la región maxillaire. Mentón arrondi, peu saillant, peu marqué, sans fossette. Les incisives grandes, droites, massives, tacliées; denturetrés bonne. Oreillo de grandeur moyenne, longue, se rétrécissant vers le bas; le lolmle petit, sessile; l’hélix partnut recourbé se redresse en arrien' a la 17!) balitear de la bifuroation de Pantihólix, tundís (¡no eelui-ci est assez saillent. Ancua nodulo de Danvin. La poitrine largo, bombee; le con de longueur moyenne. Le ventee bombé, Kelo mangeant ton jones : c’estun vrai paddy. A la place de l’om- bilic, une liernie de grandeur moyenne, La región glutéale assez plei- ne; les mollets ra oyens, longs. Les mains relativement coartes et lar- gos, assez fines; membrane natatoire de 20 millimétres. Les doigt.s eflilés, l’index jilas long (pie l’annulaire (chaqué ma.in observée sur le vivan!.). Les ungios eourts, de largeur moyenne, bombóes. Kelo se les mango (onychoplingie). LÍ 1590 82. Oí 92.4 \ 1 I80f 1190 — 82.2 1 86.6 — 1560 1160 1020 86.7 84 . 9 83.6 1510 1415 990 83.9 82.3 81 . 1 1110 1 160 765 — — — 920 945 605 — — — 710 71)5 175 — — 1075 . 1 085 660 59 . 7 63 . 1 51 . 1 915 930 560 50 . 8 51 . 1 15.9 830 855 530 46.1 19.7 13.1 530 180 360 29. 1 27.9 29 . 5 65 58 55 3 . 6 3.1 1 . 5 830 882 660 46.1 51.3 51.1 1850 1790 1185 102.8 1 04 . 1 97.1 420 430 235 23.3 25.0 19.3 770 650 515 12.8 43.6 12.2 370 255 225 20.6 14.8 18.1 220 215 160 12.2 12.5 13.1 180 180 130 10.0 10.5 10.7 85 83 65 4.7 4.8 5.3 117 116 74 — — — 87 89 54 — — — (¡2 5 1 43 — — 261 261 187 11.7 15.2 1 5 . 3 99 103 78 5 . 5 6.0 6.1 1010-1050 980-1020 710 57 . 2 58. 1 60.7 370 370 260 20.6 21 .5 21.3 Mr SU les rrlalivrs n lu luíllr 100 Groupo d’Indiens Ona aux onvirons de Harberfcon, Torro de Feu (Sud) Rev. Museo de La Plata, tome xx (ser. n, t. x). Planche II Groupe d’Indions Ona dans l’Exposifcion iSTationale de Buenos Aires 1898 Rev. Museo de La Plata, tome xx (ser. ii, t. x). Planche III Tclioskiái » Rev. Museo de La Plata, tome xx (ser. ix, t. x). l'íiótemen » Rey. Museo de La Plata, tome xx (seií. ii, > 5SWS31 MSsifl r. • ..ví-.v * >»y ' gV* ) t :íi >•?>, Groupe cVIndiens Ona aux environs de Harberton, Terre de Feu (Sud) La Plata, tome xx (shk. ii, t. x). Planche VI Bev. Museo de Groupe d’Indieus Oua aux euviroiis de Harberton, Taire de Feii (Sud) Rev. Músico i>¡¿ La Plata, tome xx (ser. ii, t. x). Planche VII Group© d’Indieus Oua aux euvirous de Useless Bay, Torre de Feu (Nord) Tíev. Museo dk La Picata, tome xx (ser. it. W > s o 2: J x Groupe d’IntlieiiB Onn> aux eiivirons de Useless Bay, Torre de Fea (Xord PVB Peni mes Oua au.x envirous de TJseless Bay, Teñe de Feu (Nord) Kev. Mdseo de La Plata, tome xx (ser. ii, t. x). Planche IX 183 — TAIU.KAI! A N I II ItOI’OM l'M'Itl <{l I K Mesures nbsolucs Mesures relntives en millimótres h la, tnille = 100 — . — ^ Tele *3 a *3 a i 1 ■§ 1 1 2 ■§ o W Ja s N H 9 H w 1 2 :i i 2 3 / Diambtre an tero- pos térieur máximum 195 193 186 10.8 11.2 15.2 Diámetro tranvorse máximum 161 164 146 8.9 9.5 11.9 l Hauteur auriculaire en projeetion verticale <® < (plus ou moins) 138 134 125 7.7 7.8 10.2 I Diambtre frontal minimum 115 121 106 6.4 7.0 8.7 Distanco de la raeino du noz, au tragas 130 130 111 7.2 7.6 9.1 \ Cireonfdrcnco horizontal» 580 575 530 32 . 2 33 . 4 43.4 / Ilautour : do la naissanco dea clmvoux au moa- 1 ton 190 187 163 10.6 10.9 13.4 \ — de la racine du nez au mentón. . . 126 132 102 7.0 7.7 8.4 § < — de la raeino du noz il la fente bu- ^ ¡ calo 80 88 69 4.4 5.1 5.7 [ Largcur : diambtre bizygomatique 148 148 125 8.2 8.6 10.2 — dinmbtro bigouiaque 117 118 90 6.5 6.9 7.4 Yeux : largour bioculaire externo 103 104 94 5.7 6.0 7.7 — largour interorbitaire 34 34 36 1.9 ,2.0 2.9 Nez : hauteur 56 66 43 3.1 3.8 3.5 — largour 42 38 36 2.3 2.2 2.9 — élévation 17 19 15 0.9 1.1 1.2 Bouche : hauteur (muqueuse bilabiale) 22 22 — 1.2 1.3 — — largour 57 53 43 3.2 3.1 3.5 Oroillo : hauteur 63 69 58 3.5 4.0 4.8 — largour 29 32 — 1.6 1.9 : Indico : cdplialique 82.6 84.9 78.5 — vertical 70.8 69.4 67.2 — — — RÉSUMÉ Les indiens Olía, exhibes á Buenos Aires, sont des gens bien faits, forts et bien développés. La taille diez les deux lioimnes est de 3, SO et 1,72 metros, chez les denx femines 1,675 et 1,51 métres. La couleur de la pean est, en general, d’un brun-jaunc sale; le garyon, est de teinte bcau- eonp i>lns oliscare. Les yeux brun-foncé, la, fente palpélirale potito, lendne ; le pli mongol a, vrai dire no se trouve f. I. Pl.ATA, T. XXIII (SKI!. II, T. X) Lámina XI Lámina XII Rev. Museo de La Plata, t. nxiii (seu. ii, t. x) R. í„ Tí. fot. [i. L. N. fot. Indias Alacnluf VALOIMvS OlITlíNinnS Cuerpo 1 ein. cm. Cabeza 1 inni. 2 nuil. Parte cerebral . 1 lluras Vértice 1 39 . 4 153.5 Largura, máxima 178 180 Anchura, máxima 142 143 Baso (le le nariz 1 20 . 2 M3 . 7 Mentón 1 1 1; . 2 132.5 Anchura, frontal mí- Bordo .superior del es- íiinm 101 104 tero ón 112.3 124.1 Altura, auricular ..... 105 120 Hombro *111.8 124.0 Circunferencia, hor . . . 520 525 Articulación del codo. 87.3 100.0 Proceso cstiloidc 67 . 5 78.8 Parte facial Punta del tercer dedo. 18.8 61.4 Altura, fisiognómica . . . 158 164 Trocánter 67.8 85.5 1 H/Í 1 no Articulación de la ro- Altura cara media .... 61 JL \J U 62 (lilla 37.8 41.8 Anchura bizigomática. 129 129 Maléolo interno 6.0 6.0 Anchura bigoníaca . . . 95 96 Lardaran y anchuras Nariz de mano 1/ pie Altura 44 44 Mano, largura 16.1 16.7 Anchura, liase 32 30 Mano, anchura 6.7 7.1 Anchura, alas 33 33 Pie. largura 20 . 4 21.7 Pie, anchura 8,r. 8.4 Poca Altura 24 20 Anchura s Anchura, 45 48 Envergadura 145.0 151 .5 Hombros 33.0 35.0 Oreja Caderas — — Cargara 58 57 Anchura 28 30 Circunferencias Indices Tórax 79.0 85 . i» Abdomen 73.0 75.0 7<) 7 8 79 44 Pantorrilla 27.0 29.5 Indice facial. 80.62 84.50 RELEV AM IENT1 > A NTROEOLOGIOt ) di: TRES INDIOS TEJI II ELCHE Pok 101. l)u. R. L El i M ANN-N ITSC 1 1 E Un el mes de febrero de 11)05, se detuvieron en La Plata, algún tiem- po, unos indios Teliuelclie que á la vuelta de la Exposición internacional de San Luis, regresaban á su patria, las comarcas del Río Santa Cruz en Patagonia. Componían la troupe un matrimonio anciano y tres hombres jóvenes, Casimiro, Bonifacio y Colojo. Todos vestían á la gaucho-europea y los diarios relataron sus proezas de domadores y enlazadores, demos- tradas en un gran torneo pan-indio-americano que fue preparado para aquella exhibición universal. De todo modo, la reunión de tantos repre- sentantes de diferentes razas fue aprovechada para un examen compa- rativo de sus capacidades acústicas y en el minucioso estudio nuestros Tehuelehe han alcanzado altas clasificaciones Aquí en La Plata, me tuvieron que demostrar sus talentos musicales : una monografía sobre sus primitivos cantos, lijados por el fonógrafo, como también sobre el arco musical usado por ellos, es el resultados de una paciente investiga- ción i. Servíanme al fin como profesores de su idioma; apunté un copioso vocabulario y grabé textos tehuelehe en los tubos del fonógrafo. De estos estudios me he servido al preparar un trabajo sobre el idioma patagón 1 Archives vf psycholvijy, edited l»y li. ¡á. Woodworst, uu 11, july 1908. New York. — Esta publicación lalta en las bibliotecas dol país ; no mo es posible dar una cita exacta. L u II M ann-N ITSC UK, Patayonische Gesünye and Musikbuyeu. Anthropus 111, p. 930. 1908. — El amigo Casimiro, tocando el arco musical, se presenta en la página 930, según una fotografía hecha por nosotros; esta fotografía filó reproducida también cu la siguiente obra : Outjos y Bkucii, Las viejas razas argentinas [seis grandes cua- dros murales], cuadro V, número 18. Buenos Aires, 1910. I í)8 con sus variaciones y sus relaciones con una de las lenguas fueguinas, llegando á la conclusión de que puedan abarcarse en el grupo lingüístico Tshon En lo que hace á releva mien tos antropológicos, tuve menos suerte: el bueno de Casimiro, representante típico de la tribu Teliuelche y ejem- plar hermoso de su raza, casi se abalanzó hacia mí como toro apenas ha- bía determinado la altura total, la altura del borde superior del esternón y la del ombligo, medida que me parecía, de importancia ; Bonifacio y Colojo, á duras penas, podían calmarlo. Aunque ellos permitían tomarla mayoría de las medidas, la buena oportunidad había desaparecido, y no creía conveniente seguir molestando ó. los indios con apuntes y observa- ciones. Me limitaré pues «ó breves indicaciones descriptivas. N° 1. Bonifacio? mozo robusto, alto, al parecer de musculatura entre- nada; de carácter franco, abierto; por su fisonomía parece tener sangro de las tribus indígenas, vecinas de los Teliuelche, e. d. Puelche ó Arau- canos; su talla elevada corresponde al clásico crecimiento gigantesco de los Patagones. K" 2. Colojo , mozo también robusto, distinto de los otros por su peque- fía talla y su fisonomía que más bien parece araucana; no tan inteligente como el anterior, pero dócil en su trato; trabajando en una cuadrilla de p’eones, difícilmente podría, ser separado, tanto representa el tipo del gaucho. N° 3. Casimiro, joven, gordo, alto, el modelo del tipo Teliuelche, según nuestras ideas; la cabeza grande, maciza, leonina; pliegue mongólico persistente é influenciando el carácter de la fisonomía; de temperamen- to inconstante y colérico. Talla = i"’7S8. üe los detalles morfológicos, trataremos los siguientes en globo : Cutis; es de color gris amarillento; Colojo (n° 2) es el más obscuro y presenta un tipo pardo obscuro. Cabello; es como los conocemos do tantos indígenas americanos : lacio y pardo obscurísimo que parece negro; rígido y bastante grueso. ’ Lbumann-Nitsciie, El grupo Tshon de los países magallánicos. Sumarios de las con- ferencias y memorias presentadas al XVIIo Congreso internacional de los americanistas, sesión de Buenos Aires, 16 :il 21 de mayo de 1910. Resumen número 47. Buenos Ai- res, 1910. Reimpreso en : Actas del XVIIo Congreso internacional de Americanistas, se- sión do Buenos Aires, 17-23 de mayo do 1910, p. 226-227. Buenos Aires, 1912. Ídem, El grupo lingüístico Tshon de los territorios magalldnicos. Revista del Museo de La Plata, XXII 2, IX), p. 217-276. 1914. VALORES OBTENIDOS Cuerpo 1 cin. C1U. Cabeza 1 lililí. mui. Garle cerebral . 1 llura » Vértice 179.5 174.3 Largura máxima 182 188 Anchura máxima 161 103 liase de la nariz — — Anchura frontal mí- Mentón — — llorde superior del es- nima 111 117 Allura auricular 1 35 tomón 118.2 144.1 1 lomillo 148.2 143.2 Circunferencia lmr. . . 560 580 Articulación del codo. 115. Ü 107 . 3 Proceso estiloide ..... 90.0 82.8 Parte facial Punta del tercer dedo. 08. 0 61.8 Altura fisioguómica. . . 185 202 Trocánter Articulación de la ro- Altura cara media. . . . 73 81 dilla 51.4 51.0 Anchura bizigomática. 149 152 Maléolo interno — — Anchura bigoníaca . . . 112 117 Largura» y anchura» .Variz (le mano y pie Altura 53 62 M ano, lar»» ura 22.0 21 .0 Anchura, base 40 Mano, anchura 8.7 8.7 Anchura, alas 35 37 Pie, largura 27.0 27.0 Pie, anchura i) . O 9.3 Poca Altura 18 17 Anchura» Anchura 48 44 Envergadura 182.2 184.5 Hombros 42.0 10.2 Oreja Caderas — — Largura 59 57 Anchura 29 34 Giren ufe renda» Indice» Tórax 104.0 99 . 0 Abdomen Indice cefálico 88.46 86.70 Pantorrilla — - índice facial 85 . 23 91.45 Iíkv. MuüKü di¿ La Plata , t. xxiii (skk. n, t. x) Lámina XIII lí. L. N. fot. Buni fació Colojo ludios Tchuelche Kiív. Museo be La Plata, t. xniii (sek. ii, t. x) Lámina XIV Casimiro R. L. N. fot. Sincliel (no fué uiodido) Indios Teliuelclio 195 VAMHMC8 CAMWíiADOH Cuerpo 1 cni. 2 om. [Talla] 179.5 174.3 Cabeza, altura total — — Cabeza, altura superior — — Cabeza, altura inferior — — Cuello, largura. — — Tronco, largura — — Extremidad superior, largura total 80.2 81.4 Extremidad superior, largura del brazo 33.2 35 . 9 Extremidad superior, largura del antebrazo 25.0 24.5 Extremidad inferior, largura total — — i Extremidad inferior, largura del muslo — — Extremidad inferior, largura do la piorna — — NOTICIA SOBRE UNA URNA ANTROPOMÓRFICA DEL VAL L E DE Y O C A V 1 L (l'HOVINCIA uk catamaiica) Entre las colecciones adquiridas al señor don ¡Segundo Salvatierra pol- los Museos de historia natural de La Plata y etnográfico déla Facultad de filosofía y letras, de Buenos Aires, se encuentra el ejemplar que mo- tiva esta sucinta nota. En la repartición de las series, la pieza que nos ocupa tocó en suerte al museo de La Plata, donde se encuentra actual- mente, catalogada bajo el número 0100. La única noticia que podemos consignar sobre este ejemplar es que fuó hallado en el valle de Yocavil, provincia de Catamarea. La procedencia resulta un tanto vaga : mayo- res indicaciones sobre las características del hallazgo ó particularidades sobre el yacimiento del cual fue exhumada no se conocen, á pesar de nuestros esfuerzos en tal sentido. Sin embargo, como se trata de un ejemplar de forma insólita en nues- tras regiones arqueológicas del noroeste, hemos creído oportuno su pu- blicación. Por su forma general pertenece á la serie de alfarerías antropomórfi- cas, modeladas y decoradas. Su carácter funerario es indiscutible. Gomo se puede ver, por la figura 1, el cuerpo propiamente dicho de la urna es ovoide. En los extremos del eje máximo están colocadas las asas y guardando la. misma orientación (pie ellas se levanta, en una parte, el gollete, amplio, alargado y de forma, subcónica; en la correspondiente á la otra asa, encima de ella, ha sido modelada una cabeza de mujer. Es, en conjunto, de forma esbelta ; la pasta homogénea y bien cocida y, como sucede generalmente, la decoración ha sido trazada con anteriori- dad á la cocción, de donde resulta la firmeza y persistencia de los colo- res. El modelado ha sido ejecutado con bastante grosería ; los relieves 197 son prominentes, y los rasgos fisonómicos y demás accesorios duros y toscos. La plasticidad que se observa muy frecuentemente en otros mode- lados conocidos de la región, sobrepasa en mucho al de este curioso ejemplar. La altura total de esta pieza es de 330 milímetros y el ancho de la boca 190. Atendiendo á su forma, este ejemplar resulta raro en la región ; puede. Fig. i sin embargo, soportar una comparación con otros procedentes de comar- cas más ó menos vecinas, donde la idea de obtener vasos con estos ca- racteres generales parece no ser nueva. En Galingasta 1 se ha encontra- do un vaso blanco, antropomórfico y decorado (pie presenta peculiarida- des de formas análogas al que nos ocupa. El vaso de referencia está actualmente en poder de la señora viuda de Aguiar. Además, en el museo de La Plata, se encuentra, procedente deCopia- 1 Desiderio S. Aguiar, H naipes en Segundo censu general de la provincia de San Juan, tomo I, página 221. Buenos Aires, 1915. — 1 i)«S pó (Chile), un ejemplar análogo, en su forma general, al de Aguiar y al que motiva esta descripción. Otro vaso con iguales caracteres que los mencionados, se conoce : procede de Tongoi (Chile) y fué publicado por José T. Medina 1 quien, erróneamente, afirma que la representación mo- delada que ostenta el ejemplar es la de un «gato montés ». El carácter francamente antropomórfico del vaso s también una aplicación de la que se encuentra en los tejidos, cnten- Cnlclinqni (Col. Lafono Quovedo) Santa María (Outes) Tolombón (Col. I. áfono Quevodo) Y non vil (Col. Salvatierra) Cerro de. los Mojarras (Col. Brucli) Loma Itiea (Outes) Fig. :¡. _ Fases distintas do la estilización do un figura zoomórfica pintadas en urnas funerarias do la región diaguito-calchaquí diéndose que lia sido ampliada, por obligarlo así la extensión de la su- perficie que tenía que decorarse. Sobre estas lígulas, distribuidas independientemente y eu posición simétrica, lian sido trazadas dos figuras con caracteres zoomórfieos : la cabeza. afecta la forma de un triángulo deformado, lleno; el cuerpo rom- 13* URV. Ml'SK.O LA PLATA. T. XXI II 200 boide, está ocupado por dos triángulos llenos, opuestos, y las patas lar- gas y recogidas terminan en tres ó cuatro dedos. Tampoco es ésta una decoración original : se la encuentra con distin- tas modalidades en mucha alfarería de la región y especialmente en las urnas (veleros) de tipo Belén. En algunas de tipo Santa María ocupa la porción ventral y el cuerpo del animal representado — posiblemente un batracio — se presenta jaquelado. Tal decoración zoomórfica se encuentra con cierta rareza en la parte interior de ciertos pucos 1 : en uno procedente del Cerro Pintado de las Mojarras, descrito por Bruch 2, aparece esta misma decoración zoo- mórlica, pero estilizada de tal manera que el batracio representado ha perdido la cabeza, y las patas se han separado del cuerpo del animal. El conjunto de la decoración ha perdido su carácter zoomórfieo origina- rio para adquirir otro, por estilización gradual, al extremo que, á prime- ra vista, parece ser geométrico puro, como puede verse en los dibujos semiesquemáticos de la figura 3. Hemos representado en ellos las dis- tintas fases que ha atravesado este símbolo en la cerámica de la región. La estilización de esta figura real ha llegado en ciertos casos á perder casi todos sus caracteres originarios, convirtiendo la primitiva decora- ción realística en figuras con tendencia á geometrizarse 3 y en las cuales apenas se conservan rastros de los elementos que la constituyeron. El decorado de una urna de Santa María 4 es la mejor prueba que aduzco en apoyo de esta tesis, como puede verse en la figura 4. Son, por otra parte, muy frecuentes estas disociaciones de órganos, como también lo contrario, en las representaciones más ó menos reales «pie se observan en el decorado de las alfarerías del noroeste argenti- no. Posiblemente responden en muchos casos á fantasías del artista pero, en general, cabe afirmar que obedecen al proceso natural que ha seguido la decoración en su desarrollo. 1 Véase : Carlos Bucen, Exploraciones arqueológicas en las provincias de Tvcumán y Catamarca en Revista del Museo de La Plata, tomo XIX (2a serie, t. VI), páginas G0 y G9. Buenos Aires, 1913. Samuel A. La CON H Quuvc.no, en Tipos de alfarerías en la región diaguito-calchaquí en Revisla del Museo de La Plata, tomo XV (2a serie, t. III), página 391, Buenos Aires, 1908, reproduce otro ejemplar que ya había sido pu- blicado por FÉI.IX OUTHS en Alfarerías del Noroeste argentino en Anales del Museo de La Plata, tomo 1 (2a serie) página 18. Buenos Aires, 1907. “ Buucii, Exploraciones, etc., página 108. 3 Sobre esta interesante cuestión se lia extendido acertadamente el doctor Luis Ma- kía Torres, en lo que se refiere á la cerámica prehistórica ríoplatense, en su obra : Los primitivos habitantes del Delta del Paraná, páginas 570 y 571. Buenos Aires, 1911. ' Véase : Samuel A. Laconk Qukvedo, Catálogo descriptivo ó ilustrado de las hue- cas de Chañar- Iaco (provincia de Catamarca), en Revista del Museo de La Plata, tomo III, página 59. La Plata, 1892. 201 El zoomorfismo que nos ocupa, con pocas variantes en sus caracteres, se encuentra en alfarerías procedentes, entro otras partes, y no muy fre- cuentemente, en La Paya, (Valle Caleliaquí) ', en Pampa Grande 2, en (lasabindo y Quebrada de Humahuaca (provincia de Jujuy) 3, grabada sobre un disco pectoral de bronce; en Tolombón, Oafayate. San Carlos y Puearilla (provincia de Salta) 4 ; en Vipos y Quilines (provincia de Tucu- mán y en Andahuala, Santa María y San José (provincia de Catamarca). En resumen, puede decirse, que las representaciones del batracio que nos ocupa, lian sido generalmente pintadas en urnas funerarias; raras ve- ces apa recen modeladas y sólo una, vez grabada sobre un objeto de bronce. Las circunstancias antes apuntadas hicieron sospechar á, Ambrosetti (pie estas representaciones eran verdaderos símbolos de valor, diríamos, religioso y propios de una cultura típica, traída por gentes que, largas migraciones y arrinconamientos sucesivos obligaron á quedar confinadas en las yermas é ingratas regiones interandinas del noroeste argentino s. Igual opinión fue compartida, posteriormente, por Quiroga y Lafone Qucvedo 7 . Tanto Ambrosetti como Quiroga, en apoyo de dicha conjetu- ra, traen datos abundantes recogidos del Folk-lore local y de las tradi- ciones vivientes, de comarcas apartadas. Por otra parte, ambos fundan dichas conclusiones en la correlación de los símbolos, es decir en la cons- tante representación de esa figura zoomórfiea, asociada á, otras — cru- ces, serpientes y avestruces — cuyo valor meteorológico nadie ha pues- to en duda. He ve, pues, que este motivo ornamental zoomórfieo es de carácter muy local. Su área de dispersión no se extendió, en territorio argentino y. en sentido norte, hasta más allá de La Paya, en el corazón del valle ' .1. B. Ambrosetti, Exploraciones arqueológicas en la ciudad prehistórica de La Vaya. Facultad de filosofía y letras, publicaciones do la, sección antropológica, número 3, páginas 243 y 397. Buenos Aires, 1907. 5 J. B. Ambrosetti, Exploraciones arqueológicas en la Pampa Grande (provincia de Salta), Facultad de filosofía y letras, publicaciones de la sección antropológica, núme- ro 1, páginas 81, 109 y 118. Buenos Aires, 1906. ’’ J. B. Ambrosetti, Antigüedades calchaqníes en Anales de la Sociedad científica ar- gentina, torno LII, página 176. Buenos Aires; y Notas de arqueología calchaqní, pá- gina, 235. Buenos Aires, 1899. I .J. B. Ambrosetti, Notas de arqueología calchaqní, páginas 250 á 259. Muchas de las figuras utilizadas por esto autor fueron reimpresas en la obra de Quiroga : La Unís en America. Buenos Aires, MCMI. En general, como lo hace notar á su vez el doctor Ambrosetti, esta representación zoomórfiea se encuentra asociada á otras del mismo carácter que, por lo común, son serpentiformes. II .1. I!. Ambrosetti, Ñolas de arqueología, ote., página 235. " AoAn Quirooa, La Cruz en América, páginas 221 á 238. 7 Samuei. A. L apone Queveihi, Tipos de alfarería, ote., página 330. Oalchaquí y hacia el sur, parece haber alcanzado sólo hasta las vecin- dades de Londres, en el valle de Quinmivil, provincia de Catamarón '. Su centro, á estar á los datos que hemos reunido, debe radicar en la región de Santa María y valle de Yocavil, en la provincia citada. De es- ta región es de donde procede la mayor cantidad de ejemplares conoci- dos, caracterizados por la decoración tic referencia. No deja de llamar la atención que en los petroglifos de la región del noroeste argentino, en los cuales, parece haberse sintetizado los ele- mentos decorativos que se encuentran en la alfarería, este ornamento zoomórfieo no se encuentra ni una sola vez. Difícil es dar una solución terminante á este problema dado los escasos datos que poseemos sobre este asunto. Posiblemente habrá en ello una cuestión de cronología, co- rrespondiendo, en ese caso, la introducción de este ornamento ó un pe- ríodo posterior ó más avanzado de la cultura regional en su lento des- arrollo. Por lili, sobre el gollete lia sido trazada unasepiente que describe casi tres vueltas á su alrededor. La cabeza está constituida por dos triángu- los unidos y el cuerpo cubierto por líneas paralelas que, al entrecruzar- se, forman un reticulado continuo (lig. 5). En la parte interior del gollete presenta una decoración simple, constituida por líneas paralelas descen- dentes. La figura así representada es, una vez más, un motivo ornamen- tal de frecuencia abrumadora en la cerámica del noroeste argentino, razón por la cual no insistiremos en detalles mayores. Tendríamos, pues, un ejemplar que, aunque antropomórfico por sus líneas y su modelado, es, por su decoración netamente zoomórfico. La cara humana modelada con relieves fuertes (fig. (i) es de aspecto tosco pero demuestra firmeza : las arcadas superciliares, describiendo un amplio círculo, se cierran junto á los extremos de los labios que, como están abiertos, dejan ver la doble hilera de dientes 1 ; de los ojos, coloca- 1 En ol Poní, y especialmente en la región tic Mocho, ¡ilmmhui estas representacio- nes zoomórfieas en vasos elegantemente modelados. En el museo tic La Plata, exis- ten varios y entre ellos uno, de color negro, que sobre los lomos del sapo ostenta dos elegantes serpientes en relieve. 1 Esta técnica es la misma usada para obtener la representación do caras humanas que se observa en muchas urnas de tipo Belén y que ocupan su parte media ventral. Véanse : Oijtics, Bnucu, Lakonic Quicvicdo y AMimosicm, en sus ya citados trabajos. dos en posición oblicua, bajan i res líneas y á su alrededor corre un círculo pintado, como toda la decoración, de negro; las orejas han sido también modeladas en relieve y al costado de la que está ubicada á la izquierda presenta un moño prominente que es, sin duda, la representación de la atadura del cabello. El peinado de esta figura está hecho con cierta pro- lijidad : partido sobre la frente cae á ambos lados de la cabeza y queda recogido y atado con el moño ó que nos hemos referido. Posiblemente sobre el lado derecho existió el cabedlo recogido como hemos dicho, pero el moño se extravió. Conserva rastros que nos permiten hacer esta afir- mación. En la región correspondiente al cuello ha sido trazada una decoración que bien pudiera equivaler á la representación de un collar : consiste ésta en una serie de puntos distribuidos entre dos líneas que se unen bajo las orejas y se continúan luego, como línea sola, alrededor del cuello. El carácter antropomórfico de la urna que nos ocupa es análogo, aun- que no por los motivos ornamentales que la adornan, al de la llamada «Urna Quiroga», procedente de Amaincha ó Amaiclia, provincia de Tucumán. La urna de Amaicha filó publicada por primera vez por Quiroga fue descripta por Ambrosetti 2 y publicada de nuevo por Quiroga 3 *. La reim- primid una vez más Lafoue Quevedo 1 y últinuimente la utilizo l’osnan- •sky para basar en el estudio de su simbolismo una posible correlación entre las culturas de Tiahuanaco y lasque se desarrollaron en el noroes- te argentino 5 *. Demás está decir que las conclusiones á que arriba este autor, no son boy poy boy aceptables por cuanto las pruebas que aduce pecan de in- suficiencia y muchas veces caen en lo antojadizo, cuando no en lo senci- llamente fantástico. t Lafone Quevedo después de establecer analogías entre la decoración de la « Urna Quiroga » y otras conocidas 0 determina el área de dispersión — el valle Calebaquí propiamente dicho — de las urnas de tipo Santa María, consideradas tanto por su forma como por su decorado y llega á la conclusión probable de que tales manifestaciones de la industria alfare- ra « responden á una cultura anterior ála de los lucas (|ue allí fuá arrin- conada cuando se vino abajo aquel primer imperio del Perú del cual nos habla Montesinos en sus memorias » 7 8. Oreemos oportuno agregar que Max Ulile, al intentar fijar los jalones de nuestra cronología prehispánica y los probables períodos de nuestras extinguidas culturas, sostiene que, efectivamente, las urnas de que trata- mos son típicas y presentan todos los caracteres de una evolución local Como se habrá podido notar en el curso de esta memoria, se trata de 1 Adán Quikoua, L'olk-lorc Calchaquí, en llolclíu del Instituto geográfico argentino, tomo XVIII, página 560. Unenos Aires, 1807. Este autor interpretó la urna como una representación de Puellay. 2 Joan B. Amkkosistti, Notas de arqueología, etc., página 150. :l Adán Quikooa, La Cruz cu América, página 160. 1 Samuel A. Lakone Quevedo, Tipos de alfarería, ele., plancha I. 5 Autuko Posnansky, TI signo escalonado cu las ideografías americanas con especial referencia á Tiluianaeu, ligara -10. Berlín, 1013. llago notar que, equivocadamente, esto autor, afirma que esta urna existe en el museo de La Plata. Nunca ligará en- tre las colecciones que so guardan en dicho musco : perteneció á la colección priva- da del doctor Quiroga y á su muerte, por venta, pasó á ser propiedad del museo de Bellas Artes do Buenos Aires, donde actualmente se encuentra. “ Matilda Stevensgn, Tlie Sia en Elcvcnth annual of the 1¡ urca a of eihnoloyy, 1880-1890, página 146 y siguiente. Washington, 1894. 1 Samuel A. L alone Quevedo, Tipos de alfarería, etc., plancha I. 8 Max Uhlk : Las relaciones prehistóricas entre el Perú y la Argentina en Actas del XVIIo Congreso internacional de americanistas, sesión do Buenos Aires, 17-23 de mayo «le 1910, páginass 514 y 515. Buenos Aires. 1912. 205 mi ejemplar cuyos caracteres esenciales radican en su forma. Los ele- mentos decorativos que cubren su superficie no son nuevos en absoluto pero sí presentan la novedad de su distribución. En general, en la cerá- mica de la región, que indudablemente es contemporánea de esta urna, estos mismos motivos ornamentales se encuentran vinculados entre, sí, dentro de una rigurosa unidad. En el caso actual guardan perfecta independencia y cada uno juega papel propio. Por otra parte, es frecuente encontrar en los distintos tipos de cerá- mica, combinaciones de estos elementos decorativos, serpientes y sapos, notándose ello en especia! en las urnas de carácter antropomórfico, que ostentan figuras modeladas ó simplemente pintadas. Resulta difícil establecer con precisión los fines á que fué destinada esta preciosa urna. Dada su pequenez y el angostamiento que presenta el cuello del gollete en su unión con el cuerpo de la pieza, debemos de- sechar la suposición de que haya servido para los fines funerarios de inhumaciones directas é inmediatas. Además, no conocemos las condi- ciones especiales en que se efectuó su hallazgo pues, de conocerlas, tal vez, pudiéramos inducir alguna consecuencia formal. El hecho de su perfecta armonía, en lo que á decoración y técnica se refiere, con las urnas funerarias del tipo de Santa María y Belén, y la com- probación muchas veces establecidas de sucesivas inhumaciones de un mismo resto humano podría hacernos sospechar que sirvió esta urna para guardar restos humanos esqueletizados : en este caso lo sería de una cria- tura 1. (Jomo hemos dicho, esta suposición se hubiera podido probar sólo en el caso de que el hallazgo estuviera prolijamente documentado. De no ser así se trataría, sin duda, de una urna votiva de muy poco uso á juzgar por su aspecto : por otra parte, muy generalizada estuvo en toda la región del noroeste argentino la práctica de fabricar cerámica cuyo carácter no puede corresponder á otro fin. En la imposibilidad momentánea de establecer esta conclusión, nos hemos limitado á describir este ejemplar como una contribución al co- nocimiento de las formas exóticas de cerámica en la región diaguito-cal- ehaquí. Salvador Debenedetti. Musco do La Plata, julio do 1!)I5. 1 Hallazgos comprobatorios de esta tesis serían los efectuados y publicados por Amuuosktti en Exploración cu arqueológicas rn Pampa Grande, páginas H2 y 83 y por Tun Katic en Anlhropologie, des ancirns ha hit anís de la rótjion oalohaqitic, Anales del Museo de La Piala, sección antropológica, tomo 1, páginas 11 y siguientes. La Plata, MDCCCXCVI. NOTA SOliltIC 10 L AGUA HEDIONDA DE LA ÜUEBRADA DE RUACO (PROVINCIA DIO SAN .11 AN) Poli Ki. DOCTOR ENRHpJE HERRERO DIJCLOIJX INTEOD l) ÜO 1 ( )JS Al proponer la clasiticaeión de las aguas minerales de la República Argentina (pie fné adoptada por el doctor del Arca en su precioso libro sobre la materia *, no dudé en colocar la fuente de la Quebrada de Huaco, conocida por el nombre de Agua Hedionda, entre las fuentes sulfurosas verdaderas, no sólo porque así resultaba de los análisis rea- lizados por Max Siewert % aceptados sin discusión por todos los que después se lian ocupado del asunto — como oportunamente veremos — sino también porque mis ensayos del afio 1900 me convencieron de (pu- esta agua podía compararse con las de más fama en su género del viejo mundo, despertando en mí el deseo de estudiar más completamente su composición. lista nota comprende los resultados alcanzados por mí en los ensayos preliminares ya citados, el análisis practicado bajo mi dirección por mis distinguidos ex alumnos doctores Juan E. Lava y Víctor L. Meau- rio en 11)11, en la Facultad de ciencias de Buenos Aires, y en fin, los estudios que en las vacaciones de 1914 inicié con muestras especiales 1 E. Hkkukko Duclocx, Hidrología agrícola e industrial, en Censo agropecuario de la república, Rueños Aires, 1908. - EnhiQUC diíi. Auca, Aguas minerales especialmente de la República Argentina. Ráenos Aires, 1910. 3 Max Siiowkkt, Uebcr einige Mineruluasser and Ueilquellcn der Argentiniselicn Republik, en La Cinta Monatssch rij't, tomo 11, páginas 101-1 67 . Rueños Aires, 1874. 207 y proseguí en el corriente año, repitiendo y comprobando los datos del anterior, ante la sorpresa de las cifras obtenidas (pie rectifican, sin duda alguna, el concepto original y obligan á modificar la clasificación adoptada desde 1874. Son las aguas sulfurosas, entre las aguas llamadas minerales o medi- cinales, las que más difícilmente pueden estudiarse en el laboratorio, sin correr el peligro de que su composición se haya modificado por el transporte, comprendiendo en tal causa de variación la influencia del envase, del aire, de la luz, de la temperatura,, del tiempo transcurrido y de las reacciones secundarias que la materia orgánica disuelta ó sus- pendida puede engendrar. Y esta circunstancia es de un valor extraor- dinario en nuestro país, donde las distancias y los medios de comuni- cación no se corresponden, disminuyendo éstos cuando aquellas crecen, y mientras no se emprenda un trabajo de investigación en las fuentes mismas, como lo ha realizado mi aventajado ex alumno doctor Héctor Bolognini, con los manantiales de La Laja en la provincia de San Juan Además, las aplicaciones de las aguas sulfurosas en terapéutica exigen casi sin excepción su empleo en los manantiales, por lo cual es doblemente necesario observarlas y estudiarlas al surgir y no á la dis- tancia tras las contingencias del transporte, como conviene hacerlo en el caso de las aguas llamadas de mesa, pues que su destino es ser con- sumidas en condiciones completamente distintas. Los trabajos realizados hasta la fecha de la, publicación de mi estudio sobre las fuentes do la provincia de Catmnarca ’, donde se establecen los tipos de aguas sulfurosas argentinas más importantes, corresponden á investigaciones dignas de mucho aprecio, pero utilizando muestras en general transportadas y en muchos casos recogidas en condiciones des- favorables. Así se explica la distribución sujeta á correcciones que allí adopto y (pie podría substituirse con ventaja, aunque sin carácter defi- nitivo por el cuadro siguiente: AGITAS SULFUROSAS a) Sulfurosas verdaderas : La Laja (SJ); Poronga! (S)-, Copaliues (N) ; Quebrada del Luingo, 80 °c (S); b) Sulfhídricas simples: La Cieneguita (M); Copaliues (N); Volcán (J); c) Sulfhídricas clorosulf atadas : Rosario de la Frontera (S) ; Pera ' Héctor Bolognini, Los métodos de análisis en las aguas minerales y estudio de los manantiales de La Laja (San Juan). Buenos Aires, 1912. 1 15. y L. IliciutRito Duci.oox, Las aguas minerales de los valles de Hualjln y otros de la provincia de Catamarón, en liceísta del ]\tnsro de La Plata, tomo XVI, páginas f» 1 - 120. Buenos Aires, 1909. ItRV. MUSICO LA PLATA. — T. XXIII 14 — 2im lito (M) ; Cerro Caclieuta, minas de petróleo (M); Sosneao (M); Los Me- lles (Mj; Cajón grande Campanario (M) ; Hedionda de Jaelial (SJ); Río de los papagayos (SJ); Salados del Albardón (SJ); La Puntilla (SJ); A) Sulfatadas ó accidentales : Aguas Amarillas (M); Azufre de Río Hondo (SE) ; Sierra de Zonda (SJ); Pismanta (SJ); Tal a casto (SJ). Adopto el nombre de sulfurosas verdaderas para aquellas aguas que contienen sulfures alcalinos ó alcalinoterrosos como substancia minera- lizante característica y de acuerdo con lo establecido por el sabio pro- fesor Armand Gautier ; reservo la designación de sulfhídricas simples para aquellas de mineralizaeión escasa y (pie contienen ácido sulfhídrico en mayor o menor proporción, casi siempre débil ; coloco entre las sulfhídricas do r osulfatad as las que no poseyendo sulfures en su compo- sición, al surgir en el manantial, tienen cloruros y sulfates como sales dominantes, pediendo éstos últimos engendrar por descomposición hidrógeno sulfurado ó sulfuro», hiposulñtos y sulfitos; y en fin, señalo con el título de sulfatados ó accidentales los que contienen ácido sulfhí- drico en presencia de sulfates con muy pocos cloruros y cuya sulfura- ción puede ser variable y atribuidle á causas accidentales. Ha de llamar la atención que pasen del primero al tercer grujió varias aguas que Max Sieivert clasificó como sulfurosas verdaderas, pero la jiresencia de bicarbonatos alcalinos en ellas, que el mismo analizador establece, obliga a esta corrección (pie alcanza también al Agua He- dionda y que plenamente se justifica como veremos en su lugar. Las aguas sulfurosas de Mendoza estudiadas por Isola 1 confirman resul- tados en gran parte inéditos obtenidos por mí antes de 1905, y por eso las clasifico de acuerdo con el mismo criterio, aun contradiciendo opi- niones ya aceptadas. Respecto de las otras provincias que en el cuadro figuran, sólo he utilizado datos obtenidos sobre muestras transportadas, y esa circunstancia me induce á no dar carácter definitivo á mi clasifi- cación. DATOS GENKUAI.ES La fuente sulfurosa de la Quebrada de 11 naco es una de las primeras de este grujió que se han estudiado en el país, contribuyendo á su co- nocimiento principalmente las jiublicaciones de Stelzner 2 y de Max Siewert :l que otros viajeros y especialistas han comentado y comple- 1 Ui.isus Isoi.a, Estudios de las aguas minerales y potables de la provincia de Men- doza. Buenos Aires, 1905. a A. Sticlznkk, Hcilrügu zar Gcologie und Palaconlologic der Argcntinischen llcpubVüc. (Jassel y Berlín, 1885. :l Max Sikwkkt, loe. e.U. 20!» tiulo después, admitiéndose, sin embargo, en cuanto á su composición química los datos del segundo, aún en trabajos recientes y de carácter oficial. Situación. — La fuente se halla en la Quebrada de 11 naco, al nordes- lirthlcUt . L& K ' A/diructfi arriba L a frmirufa ’f* { Y Lev €&ing1xdf/*r • V Kl jy^ieTtA a B urna EfpO'ciMut AngualctTti mMm i.'ÓJ'íCíoí ti Colorado ^Anmjvn ‘Oununo {teioreulo Horran \ Tilla H r unco , i m v-vW, [ijfcrtal i • fx nutrir» * wW 1 fío L. C* .*BiCT >rP# \\ . A.1 ! C rui i'ig. 1 . — M ;i p; de la región y vías de acceso te de Jaelial y en el departamento del mismo nombre de la provincia de San Juan. Sus aguas se vierten en el arroyo Cauquenes ó de Huaeo que corre á lo largo de la Quebrada con caudal variable. La figura 1 da una idea de la situación del manantial con relación á la villa de Jaelial y poblados vecinos, así como también de los accidentes principales del terreno: corresponde á un bosquejo depositado en la mapoteca del 210 Museo de La Plata y perteneciente á estudios de carácter geográfico, realizados bajo la sabia dirección del doctor Francisco P. Moreno. Altitud. — Se puede admitir como más probable la cifra de í)00 me- tros sobre el nivel del mar para la altitud de la fuente. Vías de acceso. — Para llegar al manantial partiendo de Jacha! hay que recorrer aproximadamente ocho leguas á través de camino carre- tero y arenoso en su mayor parte, pues sólo en la quebrada es de herra- dura y pedregoso, podiendo volverse intransitable en épocas de grandes crecientes del arroyo. El coronel Moscarda ', en su valioso libro de carácter militar, calcula Fig. 2. — El valle do la Ciénaga en la quebrada de Huaro en seis horas diez y siete minutos el trayecto de la villa de Jachal al distrito de Huaco, pasando por el caserío de Pampa Vieja que se con- cluye de atravesar á las dos horas y media de la salida de el achal, y en- trando después en la quebrada, donde debe vadearse el arroyo Cau- quenes cinco veces para llegar á una esplanada que se llama Cieneguita constituida por varias fincas de carácter agrícola. Abandonando las casas de Cieneguita, y después de una hora y diez minutos de marcha, se encuentra la fuente Hedionda en la mitad de la quebrada. Como se ve, no puede considerarse fácil ó cómodo el trayecto, pero el proyecto de ferrocarril entre San .luán y Jaclial en vías de pronta realización, permite asegurar que el acceso á la fuente se simplificará 1 Juan F. Moscarda, Guía geográfica militar de la provincia de San Juan, página 241. Buenos Aires, 1902. 21 1 en gran parte por los elementos de que dispondrá entonces la villa de Jaclial y los poblados de Pampa Vieja y Cieneguita, permitiendo á los viajeros hacer estaciones en esos puntos, y favoreciendo además ciertas obras de defensa y mejoramiento en la parte de camino comprendido en la Quebrada de Huaco. Descripción. — Se considera esta región de Jaclial como la más pin- toresca de la provincia de San Juan y algo desús bellezas naturales puede apreciarse por las fotografías que adornan esta nota y que debo á la extrema amabilidad de mi ilustrado amigo don Garlos Correa Luna, director de la revista Fray Mocho de Buenos Aires. Fi«-. ¿i. — La quebrada de Huaco cu la proximidad de la fuente En medio (le las montañas, después de atravesar el valle de la Ciéna- ga (Cieneguita) entregado hoy al cultivo y transformado ya en un em- porio por el riego, el viajero penetra en la quebrada, en cuyo fondo corre el arroyo, estrecha más y más á medida que llega al manantial, con pa- redes desiguales y de considerable altura, donde las rocas calizas con- servan su estratificación perfecta presentando los efectos de erosión de las aguas y de los vientos, apenas cubiertas de vegetación. En la proximidad de la fuente los bancos de roca caliza pierden su horizontalidad, la vegetación desaparece casi por completo y las barran- cas adquieren por su altura verdadera grandiosidad. El agua surge con violencia, templada y límpida, buscando una pileta natural entre las ro- cas, saturando el aire con ácido sulfhídrico y recubriendo todo á su paso 212 con una capa sin cesar engrosada, de color variable, y naturaleza hete- rogénea, rica en azufre, carbonato calcico y sílice, con proporciones va- riables de substancia, orgánica. En la base de la barranca se abren varias cavernas practicadas como abrigos ó viviendas para el viajero, representando ellas la futura esta- ción balnearia, cuya instalación plantearía el problema, del transporte del agua para batios, pues el ancho de la quebrada no permite pensar (ui construcciones adecuadas sobre el mismo manantial. Después de visitarlo Max Siewert, el manantial lia sufrido algunos cambios en su aspecto y sobre todo con motivo del terremoto de 1894 — que también parece haber modificado las fuentes de La Laja y Pis- Fig. 4. — La quebrada de Hunco en el manantial : ú la izquierda lns cuevas de abrigo manta — no creyendo sin embargo que haya llegado á variar su compo- sición química. hatos (teológicos. — Ib mapa que acompaña á esta nota y (pie debo á la esquisita gentileza de mi sabio amigo ingeniero Enrique Hermitte, me evita largos comentarios y explicaciones : es un fragmento de la car- ra que el doctor Ricardo Stappenbeck 1 trazó para, su estudio sobre la precordillera de San Juan y Mendoza y con su clave de colores, sirve para, identificar la naturaleza geológica, de la región de la fuente y de las sierras del sur y del oeste de Huaco. Desgraciadamente, la escala del mapa no permite apreciar en el punto correspondiente al manantial, ' Kiciiahd Stapimínhkck, El agua subterránea al pie de la cordillera mendocina y savjuaiiina en . tríales del Ministerio de Agricultura (Sección Geología, Mineralogía y Minería), tomo VIII, número 5. Buenos Aires, 1913. — 2 1 3 — la presencia ) l'ber (lie llerhinijl den A oltlcn- xrtiirc in den tiefen Qitellm. NotkhlaU des V netas JHr Iñdhinide tnid d. drossh. i/eol. Ltnidesmist. su DavmsUtdl. MIOS. ir. Itl.'.V. MCHK.O t.A II, A'! A. — T. XXIII •laderas, por la confianza plena que el estadio del doctor Bolognini ya citado me merece, en tanto qne el manantial de Agua Hedionda se halla Fig. 7. — Cueva practicada en la barranca como vivienda ó abrigo entre las sulfurosas sulfhídricas clorosulfatadas por las razones (pie ex- presaré en el capítulo dedicado á métodos analíticos. Temperatura. — Varios son los datos de temperatura que de esta fuen- te se conocen y no concordantes siempre. Así, por ejemplo, Igarzá- 217 bal ' al hablar del Agua Hedionda, le atribuye 80 °F., es decir, 26° OTO., mientras que Max Siewert le da 24° 50. y el doctor Stappcnbeck ’ le señala 21° 5 á, 25 °0. en una publicación reciente. El dato no carece de importancia, por las relaciones que se tiende á establecer éntrelos manantiales sulfurosos de San Juan atribuyéndoles un origen común, explicando su termalidad por causas ajenas al volca- nismo y justificando sus diferencias notables de composición por la na- turaleza y estado de las rocas que han encontrado en su camino hasta la, superficie del suelo, partiendo de la capa, profunda cuya temperatura revelarían. Recursos. — Los datos que anteceden son suficientes para demostrar que se trata de una estación balnearia primitiva, tan hermosa como po- bre, tan útil como desamparada, fuente de riqueza inexplotada hasta aho- ra en dependencia directa de las vías de comunicación por construirse. Todo lo que se dijese hoy, sería falso al llegar los rieles hasta Jachal ; tan profundo es el cambio que se produce en esos núcleos de población formados con esfuerzos increíbles y con sus propios elementos, miando quedan ligados ú las capitales de provincia, y por ende ú Buenos Aires por la vía férrea. Los fuertes comerciantes y agricultores de Jachal se preocuparían de proporcionar el capital necesario para que los viajeros y enfermos tuviesen las comodidades que exige un establecimiento mo- derno, como los que en Europa atraen millares do enfermos, entre los «pie nuestros compatriotas figuran con fuertes contribuciones en dinero que podría quedar cu el país con el mismo ó mejor resultado. Es prudente entonces esperar la terminación del ramal férreo hasta Jáchal para poder exactamente apreciar los recursos de que la fuente dispondría. Aplicaciones. — La terapéutica acepta hoy como agentes valiosos las aguas minerales sulfurosas, reconociéndoles una actividad en sus efec- tos superior (x cualquier otro tipo y justo es decir que el vulgo se lia adelantado ó, esa observación, con su propia experiencia, frecuentando este manantial á pesar de todas las dificultades que su empleo traía aparejadas. En forma de baños y como bebida, de hace muchísimos años, el Agua Hedionda lia sido buscada por numerosos enfermos de la piel y dé las vías respiratorias, habiéndose empleado con resultados positivos en afec- ciones venéreas, cambatiendo úlceras de origen diverso y en dolencias ilo carácter reumático. ' Rakakí, S. Igakzáhal, La provincia de San .luán en la Exposición de Córdoba. página 73. B non os Aires, 1873. ! Riciiaiu) St a i’pkn n bcií , loe. cit. MÉTODOS ANALÍTICOS Los resultados que Usuran en los cuadros correspondientes a mis aná- lisis de 11)14 y 11)15 lian sido obtenidos siguiendo, en general, los méto- dos que se detallan en mi estudio sobre las aguas minerales de los valles de Hualfín y otros de la provincia de Oatamarca, citado anteriormente, por lo cual no los indicaré aquí, limitándome á la exposición de los pro- cedimientos especiales que la naturaleza de la fuente exigía. Los datos del análisis de mis ex alumnos Lara y Meaurio correspon- den á métodos semejantes y en gran parte idénticos á los por mí segui- dos, pues que fueron obtenidos bajo mi dirección, habiéndose modificado en detalle el modo operatorio por las condiciones especiales del trabajo en la Facultad de Ciencias. Y en fin, las cifras que forman el cuadrito de los ensayos de 11)00, proceden de la práctica de los métodos adoptados en esa fecha al ini- ciarse en el ministerio de Agricultura los trabajos preparatorios del Congreso hidrológico que debió celebrarse en dicho año, como puede verse en el tomo XIV de esta. Revista '. Muestras. — Las muestras fueron recogidas de acuerdo con mis indi- caciones por el jefe de correos de Jachal señor Galaburri, en 1914 y 1915, utilizando una serie de envases de cierre hermético preparados de antemano de 500 y 1000 cin3 de capacidad, dejando una. cámara, gaseosa inferior á. 1 cin3 de modo que la cantidad de oxígeno aprisionado fuera despreciable con relación al volumen, máxime teniendo en (menta que los frascos se llenaron en una atmósfera rica en ácido sulfhídrico. For otra parte la limpidez perfecta de las muestras servía de comprobación de la ausencia de oxígeno atmosférico, pues una característica del Agua Hedionda — común á. casi todas las de su género en mayor ó menor gra- do — es la exagerada sensibilidad respecto del aire, en cuyo contacto al cabo de pocos minutos adquiere una opalescencia visible que se con- vierte en turbidez, produciéndose más tarde un depósito de azufre en cristales microscópicos. Color. — El color fué observado á través de espesores de 20 y 50 cni. y por el procedimiento Ohamberlain, resultando incolora mientras no había azufre libre ; y dando luego coloraciones variables azules ó ver- dosas débiles, cuya explicación os obvia y (pie han preocupado á ana- lizadores europeos en otras aguas sulfurosas i * cuando se producen sin 1 E. lililí lo: lio Duci.oux, Aguas minerales alcalinas de la República Argentina, en Revista del Alusco de La Piula, tomo XIV, páginas 9-52. Buenos Aires, 1907. - José Gasa ríos Gil, Análisis químico de las aguas minero medicinales de Alcedo (Santander). Santander, 1908. precipitación de azufre, es decir, cuando corresponden al sigua no alte- rada y en la que cabe suponer combinaciones desconocidas sulfuradas de un poder tintorial extraordinario. índices de refracción y dispersión. — Fue determinado con el refractó- metro universal de Féry el primero y después con el refractóinetro de Pulfrích se ratificó y corrigió el índice de refracción medido, haciendo una serie de observaciones para llegar al índice de dispersión. El refractómetro de Pulfrich empleado pertenecía á la Escuela supe- rior -h- ciencias físicas de la Universidad y la. amable colaboración del profesor ingeniero Adrián l’ereyra Mígitez Cutí pañi mí sumamente efi- caz, no sólo porque mis medidas fueron contraloreadas cuidadosamente, sino también porque me sugirió la idea de aprovechar el fenómeno de la dispersión, para construir curvas que en caso de dispersión anormal podrían ser más características que los índices simples de refracción ó dispersión y que como un espectro de absorción obedecerían á la natu- raleza y á la concentración de los cuerpos disueltos. So incluyo las cur- vas que el profesor Pereyra Míguez trazó con los valores de n =/(X) y »■' — n =/(>„) para agua pura y agua sulfurosa, pero creo pertinente ha- cer constar aquí su opinión de que, aún cuando el trabajo hecho con los inseguros decimales de cuarto y quinto orden hacen prever una gran in- fluencia. de los errores de observación, parece que el agua Hedionda, presenta un fenómeno semejante á la dispersión anormal, sin ser exac- tamente lo mismo, podiendo atribuirse al cuerpo en solución ó quizá al azufre que se separa en contacto del aire, pues presentando el líquido opalino absorción se produciría dispersión anormal. Los cuadros de cálculos que sintetizan nuestras observaciones tienen como base en el caso del agua pura., los datos establecidos en las tablas de Lnndnlt y Olnvolson : ÍNDICE DE REFRACCIÓN Y DISPERSIÓN CON EL REFRACTÓMETPO DE PULFKICH ayo Valores de Chwol- li/na de la Fuente Hedionda — 22] — 222 (Jonductibilidad eléctrico. — Km* determinada con mi puente, de Kolil- rausch, modelo perfeccionado de Ilartmann & Brauu utilizando vasos «le distinta forma porque «pieria observar la influencia del tiempo en recipientes herméticamente cerrados y la del aire en vasos abiertos. Las medidas se hicieron con intervalos de seis días durante tres meses, mi el primer caso y durante doce días en el segundo llevando «il siste- ma a temperatura constante para las lecturas, no habiéndose notado variación alguna en el recipiente cerrado y no podiendo tenerse en cuenta los cambios observados en el segundo caso por ser despre- ciables. Itadiootividad. — • ICn la imposibilidad de hacer observaciones «limetas en el manantial, actué con muestras cuya fecha de obtención conocía exactamente, para poder calcular en caso de resultado positivo en las medidas, la radiactividad del agua en la fuente, utilizando las experien- cias del doctor Fr. Hammer y délos profesores Moureu y Bardet vulga- rizadas entre nosotros por el doctor Del Arca ' para introducir un poco de seriedad en la propaganda comercial de aguas europeas radiac- tivas. Las observaciones primeras se hicieron con un fontaktoscopio de lílster y Geitel cuya capacidad era conocida y que había visto funcionar con extrema sensibilidad para determinar la radiactividad de los manan- tiales de sierra de la Ventana, en manos del doctor Pritz Baile. Los ensayos repetidos con el agua y con el sedimento «le. la fuente «pie en recipiente metálico se me remitió dieron resultado completamente negativo. Recurrí entonces a un aparato «le medida más perfecto «le Giinther y Tegetmeyer de Braunsxveig que el profesor ingeniero Adrián Pereyra Míguez puso a mi disposición, haciendo con él tres ensayos sin pérdida de tiempo, con igual resultado, lo «pie me autoriza para establecer como nula la radiactividad del Agua Hedionda y de su sedimento, ó cuando menos tan débil que á distancia de siete días en recipiente de vidrio grueso y cierre hermético desaparece totalmente. Y estimo más conveniente abandonar desde ahora ilusiones engañosas á este respecto, sin quitar por eso mérito alguno al agua, «pie explotar la credulidad ó la ignorancia, sosteniendo una falsedad. Por otra parte, mis resultados negativos adquieren un extraordinario valor para la tesis substentada por el doctor Stappenbeck, por la circunstancia de «pie i‘l doctor Bolognini, actuando en los manantiales de La Laja ha constatado en los tres una radiactividad no a preciable . Datos químicos. — Por las razones ya expuestas sólo me ocuparé del 1 Kn'iuqijh Di: i. Auca, Agua» mine, rule» especialmente (le tu HoptíbUuu .In/cnliiia, OH y 101. Hílenos Aires, 1910. •22:-! flúor y del azufre en sus distintos estados en lo que se retí ere á métodos de det erminación. El flúor mereció mi atención especial por tratarse de un agua sulfu- rosa y por la circunstancia de haber observado Stelzner, en su viaje por Hunco, la presencia de fluoruro de calcio sobre el espato calizo deposi- tado por el agua, observación que repite Max Siewert después al des- cribir la fuente. Además, las publicaciones de Gautier y Claussinann demostrando la difusión de este elemento en la naturaleza y su relativa abundancia, en aguas minerales, me, indujeron a obtener un aparato apro- piado para practicar el método ideado por estos dos sabios ' lo que no pude conseguir por no haberse entregado al comercio, antes de estallar la guerra europea, viéndome obligado á trabajar con el dispositivo acon- sejado por Casares 1 2 3 con resultado negativo en el agua y dudoso en el sedimento, obteniendo con éste último un resultado positivo mediante el empleo del aparato de Eosset en dos ensayos distintos. El azufre en sus distintas formas era el problema que más interesante aparecía después de mis primeros ensayos de 1900. Las reacciones cua- litativas practicadas sobre agua libre de la acción del aire, demostraron en seguida en las muestras por mí examinadas en 1914 y 1915 que los sul furos alcalinos no existían y los hiposulfttos tampoco, cuando menos en propon*, iones suficientes para poder ser descubiertos por los reactivos conocidos. La reacción del ¡ni roprusiafo sódico practicada sobre agua que fuera del contacto del aire había sufrido la acción de una corriente de hidró- geno puro, hasta perderse todo el ácido sulfhídrico libre, fue negativa aún después de agregar algunas gotas de hidrato potásico. Y aunque al practicar la reacción directamente sobre el agua, tuve en cuenta, las con- clusiones del profesor Fages-Virgili :l me inclinaron a asegurar (pie solo ácido sulfhídrico libre contenían las muestras al llegar al labora- torio. Las reacciones con la plata metálica en limaduras finas desengrasa- das, con sulfato cádmico, con sales de plomo, con soluciones de iodo 11 de concentraciones correspondientes á — y antes y después de ex- 1 A. (¡AUTir.ii y 1’. (Ji.ai’smann, Rcchercho ct desoye des plus pe lites qnanlitós de, flúor dans les minéranx, les cnux ct les tissus vivante cu Journal de phnrmaeie el de ehimie, VI, 5-232. París, 1912; Le flúor dans les canx minórales, on Hall. Soc. Chirn. Francr. XV, 707-717. París, 1914. 3 José Casarhs Gil., tibor das Yorkommen betrachtlicher Mcnyen von Fluor in vicien Mincralwasscrn der PyrenaenkcUe. and in Geyser des Yelloivstonc Parles en Zeilsehr. fiir anal. Chemic, 1905, XLIV, 729-735. 3 Juan F agios Virgit.i, Dio Einwirkuny der Suljidc anf die Xilroprnssiale en Zcils- ehrift fiir analytische Chemic, XLV, 109-439 (1900). 224 pulsar el ácido sulfhídrico por el hidrógeno puro, me continuaron en mi creencia, permitiéndome el último reactivo la valoración del hidrógeno sulfurado contenido por el agua en solución, siguiendo el procedimiento aconsejado por Treadwell en su tratado clásico. Los resultados de mis ensayos de 190.0 tenían su explicación, aceptando una descomposición parcial de los mil lutos por la acción de la materia orgánica y organizada contenida en aquellas muestras (pie habían sufrido un largo transporte, en contacto del aire, podiendo interpretarse las cifras de Max Siewert en este punto como error de procedimiento ó alteración de la muestra. Admitir para las últimas muestras que he examinado en 1914 y 1915 una descomposición de los sulfures, abandonando azufre y quedando solo ácido sulfhídrico en solución no es posible, porque ninguna de las dos reacciones : ÜJ a d + CXL O = U aX'C );| + tí Na, tí -f- tíiO, -j- ( )=NaiSi();, + tí pudo realizarse en ausencia de oxígeno ; y porque de haberse producido, el azufre libre no hubiese podido pasar desapercibido, ya engendrando opalescencia ó turbidez, ó depositándose en las paredes y fondo de las botellas en cristales microscópicos, como sucedía en cuanto nuestra agua se hallaba en contacto del aire, según queda dicho : 2IIsS + Oi=2líaO + Si. Por otra parte, la presencia de anhídrido carbónico libre y semieom- binado, constatada por otros ensayos, aleja la posibilidad de que exis- tan sulfures alcalinos ó alcalinoterrosos en solución, sin descomponerse como ya lo establece Gautier al clasificar las aguas sulfurosas y lo confir- ma Treadwell en la ecuación : Na,S-|-CO.,, HaO=NaiCO;1 -f- H,tí aunque bueno es recordar «pie analizadores eminentes parecen no acep- tar esta teoría y presentan en sus cuadros analíticos ácido carbónico libre y semicombinado, en presencia de sulfures alcalinos y alcalino- terrosos. tíe admite generalmente que en las soluciones de anhídrido carbóni- co la forma de disociación del ácido engendrado se puede represen- tar así : ll2CC);, = ll+ütX); «leí mismo modo que en las soluciones de .sulfures alcalinos, potásico por ejemplo, la disociación se liaría según la ecuación : lCaS=2K- + S 225 y más todavía, así : K3S + H30==H8' + OH'-|-2K- fundándonos en que la presencia de iones 8" en el agua produce : a* +h3o— HS+oir. Ahora bien los iones S” 6 H* así como los HS ' é II. • tienden á unir- se dando 11,8 extremadamente poco disociado como lo muestra, su con- ductibilidad eléctrica con lo cual tendríamos una tendencia del sistema 1I3G -}- KsS á formar IlaS que se exagerará enormemente en presencia de H3CO, disociado, dominando en masa el ácido carbónico sobre los compuestos sulfurados. Y si á esto agregamos la diferencia considerable de los calores de formación de las sales del H3C03 y del II sS, con ventaja para el primero, lógico es admitir que en último resultado el sistema tiende á la forma- ción de carbonados y bicarbonatos alcalinos, quedando ácido sulfhídrico libre disuelto. Cualquiera que sea la teoría que se acepte, creo que tratándose de las muestras por mí examinadas, hay que descartar la presencia de todo compuesto do azufre (pie no sea ácido sulfhídrico libre y ácido sulfúrico combinado por las razones expuestas. OUADROS 1)15 RESULTADOS En orden cronológico corresponde insertar en primer lugar el análisis de Max Siewert que hasta hoy se ha repetido en todas las publicaciones científicas y de vulgarización : Agua de la Quebrada de IJuaco (Año ilo. 1874) Temperatura 24° 5 C Densidad 1.00308 Por mil SiO, 0.0150 A1SÓ. - K,HO. 0.1582 Na., SO, _ L'aSO, 0.7207 ' W. Ostwai.o, Trailé de ehimic inorganique. Por mil 220 — MgiáO, üilCO., 0.0700 M Mg,0, SCO,) 0.3035) KoCO., 0.0080 Na,CO, 0.0700 Na, ¡3 0.11.13 NaCl 1.7082 Residuo soco 8.2088 (JO, libre 0.4551 La salinidad del agua aparece muy superior á la que lie constatado en mis últimos análisis y la riqueza en anhídrido earbónico libre supera en mucho á la que he encontrado, no insistiendo en cuanto al sulfuro sódico admitido aquí por las razones expuestas anteriormente. Agrego enseguida mis datos del año 1900 sin mayores comentarios y solo como prueba de las transformaciones que un agua sulfurosa puede sufrir en condiciones ordinarias, sino so observan especiales precaucio- nes : ICnsayo del A ¡Jim Hedionda Datos generales : Color Olor (12 do juicio cío 11)00) 1 I Sabor Aspecto Sedimento Reacción en frío con tornasol — después de hervir, con tornasol — con (Cy .FeNO)Na,, directa . . — con (Cy:il'\iNO)Na,-f-K(01I) . . blanquecino penetrante y complejo, dominando el I1,S nauseabundo muy turbio abundante, pesado, Illanco sucio y caseoso acida ligeramente alcalina rojo violáceo rojo violáceo Materia, mineral en suspensión l'»r mil 0.0432 Acidos y bases : Acido silícico en SiO, — sulfúrico en SO;( — clorhídrico en Cl.... — sulfhídrico en II, S. . . — nítrico en N,0:. — nitroso en NaO., Oxido férrico en l''e,0, — de aluminio en A1,0;1 — cáleico en CaO — magnésico en MgO. . . Amoníaco en NIl, 0.0172 0.1405) 0.7101 0.00750—0.00504 0.0003 0.0007 0.0432 0.3419 0.0385 0.00173 227 ('ompucstos do azufro : Azu (Yo total — de XSO, — de XSO., y XS.,0., — de XS — de II, S 0. I 1051—0. 10028 o.or>(>3(> 0.00378 0.04158—0.04536 0.00756—0.00504 Presento ahora los resultados analíticos délos doctores Laray Meaurio. sí. que ya lio licclio referencia. Respecto de la forma de combinación del azufre no insisten por las condiciones en que recibieron las muestras, contentándose en expresarlo en ácido sulfhídrico : Análisis del Agua de Hedionda ' Datos físicos : (Octubre do 1011) Color Aspecto Reacción al tornasol en trío — al tornasol en caliente — ■ con fenol ftaloína en frío — con fenolftaleína en caliente. — con heliantina en frío — con heliantina en caliente. . . . Densidad íí 15° C Punto crioscópico Presión osmótica, cu atmósferas Resistividad eléctrica íí, 20° C (ohm-cm.) Materia, en suspensión li^cram. blanquecino opalino ligeramente alcalina alcalina neutra alcalina alcalina fuertemente alcalina 1.0026 —0o 135 1 .634 185.5 escasa (azufre coloidal) Datos químicos : Alcalinidad total en ll^HO, Alcalinidad verdadera en 1 1 Residuo ¡í 1 1 0° C — fí 180° O — al rojo Pérdida al rojo Ácido silícico en SiO — sulfúrico en SO., — clorhídrico en 01 . — sulfhídrico en H.,S — carbónico en CO., (comlj.) — nítrico en N.,0., — nitroso en N„0. Oxido de hierro en Fe40., f — de aluminio cu Al, O., 1 — do calcio en CaO 1*01' mi) 0.4211 0.1274 2.871 I 2.7022 2 . 6050 0.1872 0.0175 0.6800 0 . 5600 0.0340 0.1885 0 0 0 . 0030 0.2260 Juan 15. Lara, carta particular de 4 de enero de 1014. 228 l’or mil Oxido ile magnesio eu MgO 0.0643 — de sodio eu Na40 0.8760 — do potasio en KiO 0.0631 — de litio en Li^Q contiene Amoníaco libre en Nlla 0.0014 Amoníaco albuminoide en NII3 0.00017 Acido carbón, semicomb. y libro en CO., 0.1079 Observación microscópica. — En el sedimento se lian notado algas como Orenotrix, Begiatoa y variadísimas diatomáceas; gránalos de azuíre y algunos protozoarios. Y como conclusión, presento los resultados de mis análisis últimos, agregando un ensayo del sedimento de la fuente : Análisis del Agua Hedionda (Muestras ilo 1914 y 191!>) Datos generales : Color incolora Olor sulfhídrico Sabor salino Aspecto límpido Reacción eu frío alcalina Reacción después de hervir fuertemente alcalina Materia en suspensión vestigios Densidad ¡í 15° C 1.00277 Indico do refracción á 20° C (u„) 1 .3335 Resistividad eléctrica ú 18° C (ohm-cm.) 286.6 Punto crioscópico —0o 163 Presión osmótica 1.960 atm. Radiactividad 0 l’or litro Alcalinidad total en 1LSO, 0.4508 Alcalinidad verdadera en H2SO, 0.0710 Residuo á 100-105° C 2.8770 — á 180° C 2.8684 — al rojo 2.6228 — al rojo +HaSO, 3.2125 Amoníaco salino 0.00371 Amoníaco albuminoide 0.00021 Acidos y bases : Ácido silícico en Si04 0.0192 — sulfúrico en S03 0.5844 — carbónico en COt 0.2024 — fosfórico en PtO. 0.00072 — bórico en l$s03 v. 229 Acido clorhídrico en Cl 0.8260 — nítrico en N„0, .0.0003 — nitroso en N,0:1 0 — sulfhídrico en IlaS. 0.00090—0.00145 Oxido de aluminio en A1,0, 0.0046 de hierro en Fo.,0, 0.0019 — de manganeso en MnO 0.00021 — do calcio en CaO 0.2074 — de magnesio en MgO 0.0538 — do potasio en KsO ............. 0.0521 — de sodio en NaaO 1.1032 do litio en Li„0 0.00094 Amoníaco en NI!, 0.00371 Acido carbón, libre y semieomb. en COs. 0.3316 < rases : 1 Sll„ Cin1 por litro 0.953 112.483 r_rar- L 1 0 ( N 47 . 335 Combinaciones hipotéticas : Ácido silícico on SiO Óxido do aluminio on A140, Sulfato cálcico en CaSO, — magnésico cu MgSO, — potásico en K2SO, — sódico en NasSO, Carbonato ferroso en FeCO, — manganoso en MnCO, — sódico en Na^CO, — Utico en LiaCO., Cloruro sódico en NaCl Cloruro amónico en (NH,)C1 Fosfato sódico en Na,PO, Ilicarbonatos : Bicarbonato ferroso en FeC505 — manganoso en MnCsO„ . . . — sódico en Na^CjO,, — Utico en LijCjOj. Por litro 0.0192 0.0046 0.5035 0.1614 0.0964 0.2421 0.0014 0.00034 0.4825 0.0023 1.3476 0.0116 0.00163 0.0019 0.00046 0.6827 0.0036 Cálculo en iones iniones : O aliones : SiO, 0.0243 Al 0.0024 so, 0.7012 Fe 0.0013 CO, 0 . 2758 Mn 0.00016 m ci. NO 0.00006 l) . 8260 <0.00081 280 (Ja 0. 1480 Mg 0.0322 K 0.0431 Na 0.8171 lii 0.0004 N 1 1 , 0 . 0031) ¡¡eluciones iiiiinciicu * : Cationes (K . Na . Li) Cationes (Ca . Mg) Anión (80,) Anión (01) Anión (CO;l) Aniones (8< >, . Cl) Sal i iii cu lo ilc lu ¡lilclu lili lun gramos materia seca Azufre 10.010 Anhídrido silícico 34.675 — carbónico 1.030 — fosfórico 0.013 — sulfúrico 0.850 Cloro, Fluor y lloro vestigios Oxidos de hierro y aluminio. . . . 0.200 — de calcio 7 . 350 — de magnesio 1 .530 1‘crdida al rojo 25.176 Alcalis y no evaluado 0.266 Kadiacti vidad nula Musco de La 1‘lala, 1015. ,C° Guachi Salto -:-S .. ; ' uerta Villa, j\ferce( [moco- r;. ■ v - (fr / ucun ü a! i tan ’uerta Villa ffrcedíes Huaco [moco- ■Cu al ¡tari l/npt. . Dirección G-"í de Minas. Geología t l/ii/ro/oyia C? Guachi Salto Amarillo y ksv 1 U^--. l0r\ 1 ' i it Cv ' i V / H 2 del Fuerte h 'fa* déla RE GIÓN DE JACHAL Fragmento del Mapa de la Pre cor dillera de S an Juan. y Mendoz a del D- RICARDO STAPPENBECK de la Dirección General de Minas, Geologia e Hidrología Escala = 1 : 500 000 Referencias Dacita Diorita, Diabas Siluriano (inferior) _ Estratos de Paganzo Estratos calchcLc/ aeños Devoniano Eoes Andesita Por finita Rodados ( Schotter) Depósitos mas recientes Rrcilla del agua dulce m NUEVO CONGOJO DEL « PIlOSOPANCllE» (OXYCOHYNUS PARVULUS Punen) Pon CARLOS BRUCIl .lefo de la Sección Zoológica del Museo stolo|»s innsilalns n. sp. Suboblongus, postice aeuminatus, paulo magis ter longior quam in maxima latitud ine latior , modicissime convexas , nit ¿dulas, glaber, testaceas. Antennae subbreves. Caput transversum, antice trunca- tum, fronte convcxiusculum, subdense punctulatum, ínter anteunu- rum bases bipunctatum et Ínter púnela subimpressum ; epistomo convexo, antiee injlexo, tenuissime punctulato; oculis mugáis antea- narum basin attingentibus. Prothorax antice quam postice vix angus- tio)-, lateribus rotundatus, circitorin maxima latitudine duplo latior (guam longior, subdense punctatus ; margine antico trúncalo atrinque vix si nuato ; angulis anticis rotundatis tenuissime marginatis ; angulis posticis breviter rotundatis; basi arcuata, extra médium 237 tenuissime margínala. Seutellum subpcntagonale , parce tcnucqne punctulatum. JUlytra humcris rotundata , tune qnam prothorax latiera, lateribus modicissime arcuada, subparallcla , angulis posti- cis rotundata , ápice obligue retrorsum trúncala, circiter / '/5 lon- giora quam simul latiora, punctato-striata ; striis paulo ante api- cem evaneseentibus ; striarum intervallis convexis unilineatis, tenue punctulatis ; margine apicali breviter inflexa, subtiliter margínala ; marginibus lateralibus valde inflexis, tenuiter marginatis. Abdomi- nis segmenta parce punctata. — Long. : 8,5-4 mm. Suboblong, acuminé vors lo sonnnet do 1’ abdomen, un pon plus do trois Cois plus long que largo dans sa plus grande largeur, trós modérémont oonvexe, un peu brillant, glabro, testacó légérement fauve. Antennes presquo eourtes, massue oblongue, moins d’une fois et demie plus lon- gue que large, symétrique; premier article moins long que les deux sui- vants reunís ; longueur de la massue subégale au cinquiéme déla lon- gueur totale de l’antenue. Tete presque deux fois plus large au niveau des yeux que longue, tronquée au bord antérieur ; cótés paralléles con- tre ce bord, sinués presqu’en quart de circonférence en avant des bases des antennes, sinués et divergents vers barriere entre Ies yeux apres ces bases, enfin obliquement convergents a partir de la base de Forbite de l’oeil ; front médiocrement convexe, presque densement pointillé, séparé mm. Snboblong, briévement arrondi a l’extrémité de l’abdornen, environ einq fois plus long que large dans sa plus grande largeur, á peine con- vexo, brillant, glabre, roux-fauve un peu foncé, légerement enfuiué vers l’extrémité des élytres. An tenues coartes; massue oblongne, á peine plus longue que large, symétrique, subégale au quart de la longueur to- tale de l’antenne. Tete moins «le deux fois plus large au niveau des yeux que longue, subsinuée aubord antérieur; cotes subparalléles cou- tre le bord antérieur, profondément sinués en avant de l’insertion de l’antenne, briévement sinués aprés celle-ci, faiblement sinués, divergents vers l’arriére entre les yeux, tres briévement subparalléles aprés ceux-ci et enlin convergents vers l’arriére; front á peine convexo, densement ponctué, separé de l’épistome par une vague impression, accentuée de chaqué cote prés de la base de l’antenne; épistome subdéprimé, briéve- ment infléchi en avant et sur les cotes, trés íinement pointillé sur sa marge basilaire; yeux moyens, peu saillants. Prothorax un peu plus étroit en avant qu’á la base, plus large en avant que la tete avee les yeux, arqué sur les cótés, modérément élargi, présentant saplus grande largeur vers le milieu de la longueur, environ une fois et demie plus long que large dans sa plus grande largeur; ponctuation formée sur le disque depoints espacés, trés lilis géminés et sur les cótés de points plus forts et serrés; bord antérieur subtronqué; angles antérieurs obtus, lé- gérement émoussés; cótés íinement rebordés; angles postérieurs modé- rément obtus, émoussés; base subtronquée, largement et Iinement rebor- «lée de chaqué cóté; marges des angles antérieurs assez longuement et — 241 — briévement infléchies. Ecusson subtriangulaire, plus (le cleux Ibis plus largo la baso que long, Iros flnomont pointilló sur los eótós. Elytros tronques la baso, bribvoinont arrondis aux ópaules, subparal 161 es, s\ pon pros do la ínfimo largeur que le prothorax dans sa plus grande lar- geur, arrondis aux anglcs apicaux externes, obliquement tronqués au somraet, formant des angles suturaux obtus, un peu plus longs que lar- gos ensemble, finement striés-ponctués; stries ponctuées effaeées un peu avant le sommet; intervalles larges, plans tres finement pointillés en ligue; mar ge apicale finement rebordée comine les marges laterales, cou- verte d’une ponctuation extrfimement fine peu serrée, confuse, marges laterales fortement et brusqueraent inflécbies surtout au-dessous des ealus luunéraux. Tergites assez densement pointillés, premier et deu- xieme tergites apparents fortement impressionnés de chaqué cote contre le bord interne de la marge lateral e. — Eépublique Argentóle. Gob. Misiones. Un exemplaire. Colleetion (3. Brucli. C'ampsopyga alricolor n. sp. Suboblonga, postice acuminada, circitcr quinquics longior quam in máximo l dtitudinc latior, subconvexa , glabro , nítida , otra ; corporc subtus píceo ; bucea , antennis tarsisque , dilutioribus. Antennac bre- ves. Capul depressum , antice subsinuatum, fronte dense punctatum , Ínter antennarum bases atrinque punctatum ; epistomo antice laevi, breve inflexo ; oculis antennarum basin haud attingentibus , modice prominulis. Prothorax antice quam postice paulo angustiar, lateri- bus antice arcuatus, postice subrectus, rctrorsum aliquid, circitcr duplo in máximo, latitudinc latior quam longior, dense punctatus ; margine antico truncato ; angulis anticis obtus is , hebetatis ; lateri - bus stricte marginatis ; angulis posticis obtusis, tenuiter margina - tis ; basi extra médium trúncala, tenuiter margínala. Scutellum extra in longitudinem lineam strictam dense punctulatum. Elytra depressa, basi arcuata, humeris obtuse-hebetato-angulosa, tune quam prothorax sublatiora, latcribus subrccta, aliquid amplióla , angulis posticis rotundata, ápice separatim latissime arcuata, subprofunde striato-punctata ; striis apicem f ere attingentibus ; intervallis, stric- tis, depressis, unilineato-punctulatis ; marginibus lateralibus, prae- cipue basin versus, valdc injlexis, strictissime marginatis. Abdominis segmenta ápice tenuiter fulvo marginata, subdense punctu- iulata. — Long. : 0 mm. Suboblong, acuminó vers le sommet de l’abdomen, euviron quatre fois plus long que large (lúas sil plus grande largeur, t'aiblement, convexo,, déprimé sur les élytres, noir; dessous du corps brun de poix; bouclie, antennes efc tarses plus clairs. Antennes coartes; massue oblongue, nettenient moins d’une ibis et demie plus longue (pie large, légérement plus dilatée en dedans qu’en deliors, un peu plus euurte que le quart de la longueur totale de l’antenne. Tete moins de deux Ibis plus large au niveau des yeux que longue, tronquee au bord antérieur; eótés tres briévement paralléles en avant, sinués eontre l’insertion de l’antenne, a peine sinués entre celle-ci et l’udl, subtronqués, divergents veis l’arriére entre les yeux, enlin urques, íbrtement eonvergents a pros les bases des orbites des yeux; front a peine convexo, densement ponctué biponetué impressionné entre les bases des antennes: épistomo faiblement eon- vexe, briévement iníiéchi eontre le bord antérieur, densement et line- ment ponctué surtout veis ce dernier. Yeux nioyens, un i>eu saillants. Protliorax un jieu plus ótroit en avant qn’á la base, arrondi sur les cotes, surtout dans la partie antérieure, présentant sa plus grande largeur un peu en avant du niilien, alors tres nettement plus large que la tete, en- viron deux fois plus large dans sa plus grande largeur que long; dense- ment ponctué; bord antérieur subtronqué; angies antérieurs largement arronilis; eótés íinement rebordés; angies postérieurs obtus a peine émoussés: base subtronquée et íinement rebordée, sauf dans le milieu; marges des angies antérieurs et partió antérieure des eótés íbrtement et assoz brusquement inllécliies. Éeussou environ deux Ibis aussi large a la base (pie long, densement pointilléde chaqué eóté. Élytres subtron- quós á la base, briévement arrondis aux épaulcs, alors un peu plus lar- gos (pie le protliorax dans sa plus grande largeur, tres íaiblement ar- qués et élargis sur les eótés, arrondis aux angies apicaux externes, tres largement et séparément arrondis au sommet, un peu plus longs que Un- ges ensenible dans leur plus grande largeur, ponetués-striés : stries cn- íoncées, atteignant presque le sommet, intervalles á peu pies aussi Un- ges que les stries, cliacun avec une ligue de tres petits points; marges latérales íbrtement inllécliies, surtout vers la base, íinement reborilées; calas liuméraux marqués. Tergites Íinement alutacés, presque dense- nient pointillós, trés étroitement bordés de roux au sommet; troisiéme et quatriéme sternites impressionnés de chaqué cóté. — Paraguay, Puerto Bertoni, Haut Paraná (Bertoni legit). b individus. Oollections O. Brucli et A. Grouvelle. Luliiopa Ilriiclii íi. sp. Oblonga , circitcr duplo longior quam latior , modice convexa , lux níti- da, dense tenueqm Jlavo-cinereo pubescens, setis erectis, albidis et — 243 nigris, in elytris lincato-disposiiis intermitáis ; nigro br turnea ochra- cco-tcstaceo variegata. Antennae gráciles; Io articulo valde angu- loso-dilatato. Caput atrinque ante-oculos sat valde lobatum , his parce brevissimeque setosis. Prothorax antice profunde emarginatus, disco ante basin, transversim quadri-subimprcssus ; basi tenuiter marginata. Elytra humeris obtuse angulosa, vix perspicuo dentata, ápice separatim breviter rotundata ; lateribus sat late cxplanato- reflexis ; disco ochracco-tcstacco variegato , praecipuc post médium macula transversa ornato. Corpus subías nigro brunneum. — .Long. : df-4 mm. Oblong, environ deux fois plus long que large, moclérément convexe, íaiblement brillan t, couvert d’une vestiture double, comprenant une pubescence flave-cendrée, fine, coucliée, serrée et des soies noires ou blancliátres, dressées, un peu inelinées en arriere; peu espacées, confu- ses, sur la tete et le prothorax, disposées en lignes sur les élytres. Cou- leur brun noirátre, varice de taches jaunes, testacées, tres légérement rembrunies ; massue enfumée; premier article fortement saillant, angu- leux au bord interne, troisieme presque quatre fois plus long que large. Tete tres transversale, déprimée sur le front, assez fortement lobée de ehaque ebté, par suite nettement et assez profondément sinudo entre les lobos antéoeulaires et le bord antdrieur de l’épistome; ,yeux présentant sur le mi lien de leur eonvexité, quelques potitos soies dressées. JL’rotho- rax rétréci en avant, h peine i\ la base, arqué sur les cótés, tres nette- ment, plus de deux fois plus large dans sa plus grande largeur que long dans sa plus grande longueur, fortement échancré au bord antérieur, rembruni sur le disque, jaunatre et largement réfléchi-explané sur les eotés; soies foncées groupées sur le disque, soies elaires sur les marges latérales; disque marqué transversalement, sur la moitió basilaire, de (piatre impressions peu aceentuées et sur la moitié antérieure de deux impressions encore plus faibl es ; base tres étroitement rebordée. Écus- son tres transversal, arrondi au sommet, glabre, densement et tres fine- ment ponctué. Elytres enangle obtus, ít peine denté aux épaules, arqués sur les cótés, séparément et tres briévement arrondis au sommet, assez largement réfléchis explanés sur les cótés, brun-noiratres, variés de peti- tes taches linéaires, un peu plus foncées, portant les soies sombres et de taches elaires comprenant principalement au déla du milieu, une assez grande tache transversale; de chaqué cóté de l’écusson contre la base, une petite tache claire. Dessous du corps brun noirátre, densement et finement potictué, tres briévement et densement ¡tubesccnt. — Province de Buenos Aires (C. Bruch legit). Plusieurs exemplaires. Oollections du Musée de La Plata, C. Bruch et A. Grouvelle. 244 INx-adius glalier u. si>. Brevitor oblongas, convexas, nítidas, glaber, ater; antcunis fulvo-tes- tacéis; prothoraois basi atrinque stricte et cUjtrorum basi late ful- vo-rufis. Caput subdepressum, subdense punclulatum. Brolhora.v transversas, antice angustatus, disco punctulatus ; margine antico late et baud profunde emarginato stricte margínalo ; angulis anticis late rotundatis ; lateribus antice valde rotundatis, postieis rectis, antrorsúm sat convergentibus ; angulis postieis hebetatis ; basi arcuata, ah atroque parte scutelli breve subsinuata. Scutellum sub- triangulare, basin versus magis valde punclulatum. Elytra lateri- bus arcuata subampliata, ápice separatim latissime subrotundatu, tam elongata quam simúl in maxima latitudine lata, tenuiter puncta- to-substriata ; linearum intervallis latís, dense tenuiter punctulatis ; striis suturalibus ad apicem indicatis. Corpus sabias dilate piceum. — Long. : 3-4 mm. Oblong-, environ une ibis et deux tiers plus long que largo dans sa plus grande largeur, convexe, brillant, glabre, noir; antennes fauve-testacé ; base du prothorax étroitemeut bordée de roux aux extrémités; moitié basilaire des élytres de la méme couleur; dessous du corps brun de poix ; tres pea foncó; pattes et épipleures des ólytres plus elairs. Antennes courtes; sixieme «a liuitióme articles tres transversaux, lmitiéme amor- qant presque la niassue; celle-ci oblongue, compacte, deuxieine article plus court que les deux nutres, dernier un peu plus long que le premier. Tete tres transversale, légerement convexe sur le front, déprimóe sur l’épistome, un peu relevée de chaqué cote vers la base de l’antenne, densement pointillée sur le front, sinuée au bord antérieur, sinuóe de chaqué cote jusqu’aux yeux, ceux-ci óchancrant les marges latérales du front. Mandibules fortement recourbées; labre nettement visible, ]>ro- fondément sinué. Prothorax rétréci en avant, environ deux fois et demie plus largeála base que long, moins fortement ponctué sur le disque que la tete, ponctué á peu pies comme celle-ci vers les cotes; bord antérieur largement et peu profondément échancré, íinement rebordé; angles anté- rieurs largement arrondis; cótés fortement arques dans la partió anté- rieure, prestpie droits, asse/, convergents en avant dans la partió basi- laire; angles postérieurs émoussés; base arquée, briévement sinuée de chaqué cótó de l’écusson, bordee aux extrémités par une étroite marge lisse; bords latéraux étroitement rebordés, région des angles postérieurs légerement réílécliie. Écusson subtriangulaire, environ deux fois plus large á la base que long, á peine visiblement alutaeó, couvert d’une ponc- tuation fine á la base, s’atténuant et s’espagant vers le somrnet. Élytres 245 — subtronques á la base, de la largeur de la base du protliorax, en angles modérémenfc obfcus aux épaules, arrondis sur les efités, s\ peine élargis, tres largement et séparément arrondis au sommet; environ aussi lougs que largos dans leur plus grande largeur, finement ponctués; stries un peu irréguliéres vers le sommet; intervalles des stries finement et den- sement pointillés; bords latéraux étroitement rebordes, sommet encore plus étroitement; stries suturales légérement m arquees au sommet. Py- gidium tres densement pointillé. Poitrine et abdomen présentant une pubeseeneo dorée, éparse; extrémités internes des hanclies postéricures et de leurs troeliantcrs décorées eliaeuno d’un petit faiseeau pubeseent. Angles apicaux externes des tibias saillants en angle aigu. — Bópublique Argentine. Province de San Luis, Alto Pencoso (C. Brucli). Province de Santiago del Estero. Plusieurs exemplaires. Collections du Musée de La Plata, O. Brucli et A. Grouvelle. Aiii|thiei'ossus vicinns n. s¡>. Oblongas, paulo ma.gis duplo longior quam latior, modice convexas , nitidus , piceus , antennis, clava infúscala excepta, pedibusque dilu- tior, dense flavo pubcsccns; pubcsccntia in elytrorum disco subtenui pilis longioribus snbincrasmtis, retrorsum valde incurvato-deflexis, ad latera magis multis intermixta. Antennae subg vaciles. Capul dense punctatum . Prothorax angulis posticis rotundatus, in máxi- ma latitudine paulo duplo latior quam longior, alutaceus, subdense punctatus ; marginibus lateralibus subíate concavo-reflexis, breve ciliatis ; basi medio truncata, vix producto. Elytra longiora quam simulin maxima latitudine latior a, ápice separatim latissimc rotun- data, vix perspicuo áluta cea , subparce punctata ; punctis ab basin ferc tenuibus, apicem versus attenuatis; marginibus lateralibus longe ciliatis. Apud marem abdominis ultimum segmentum subtrun- catum medio lobo mínimo, nítido et producto instructum ; elytro- rum fasciculi ante médium et haud juxta suturam positi. — Long. r 4, 5 -4, 7 mm. Gblong, un peu plus de deux Ibis plus long que large dans sa plus- grande largeur, modérémenfc convexo, brillanfc, brun de poix; úntennos efc pattes brun rongeatre clair, massue des antennes enfumée; pubes- cence llave, plutót serrée, plus fine sur le disque des élytres, entremélée sur celles-ci de poils plus longs, plus épais, arqués vers Barriere, forte- menfc coueliés, plus nombreux sur les marges latérales. Antennes iires- que gréles; massue environ une fois et dernie plus longue cliez le male que cliez la femelle, nettement plus courte que les articles trois á huit pris ensemble. Tete convexe sur le front, densement ponctuée, flnement alutacée; yeux presque saillauts en demi-cercle. Prothorax moins de deux fois plus large á la base que long dans sa plus grande longueur; 1 argén r maximavers le premier quart de la longueur a partir déla base; tégument alutacé; ponetuation moins forte et plus éparse que celle de la tete; angles antérieurs obtus; marges laterales assez largement réllé- cliies, subconcaves, briévement eibées; angles postérieurs arrondis; base tres légerement sabíante en uniere dans le milieu, bordee par une trésétroite marge, arquée, inlléebie. Écusson petit, subtriangulaire, tres transversal. Tí ly tres anguleux aux épaules, un peu plus longsque largos ensemble a la base, tres largement et séparément arrondis au sonunet, tres flnement et á peine visiblement alutaeés, plus flnement ponctués que le prothorax, longuement ciliés sur les cotes. Male : dernier sternite subtronqué, présentqnt au milieu un petit lobo saillant, subcarré, bril- lant. Fascicules des élytres places avant le milieu par rapport á la base, relativement éloignés de la suture. Provineo de Buenos-Aires ((1. Brueh legit). Un mfile et une femello. üobeetion 0. Brucli. Crvptarelia easlanoseens n. sj>. Ovata, convexa, nítida, pubcflavo-ochracea vestita, sulf úreo castanca; capite antice, prothoracis marginibus, antennis pedibusque dilutio- ribus. Antcnnac subg vaciles ; clava ovata apican versus subangus- taia. Gaput transversissimum, subdepressum, subdense punctatum , punctis apican versus paulatim attenuatis ; margine antico subar- cuato, medio breviter vix sinuato. Prothorax transversas subparal lelus, subdense punctatus ; angulis anticis, antrorsum posticis brevi- ter retrorsum modice productis ; basi late subtruncata, ab atraque parte scutclli breviter subsinuata. Seutellum trausversum, subtrian- gulare laeve. Llytra circiter 1 ‘/4 longiora quam simal latiora, hu- meris breviter obligue trúncala, ápice separatim obtuso acuminata, dense lineatopunctata et lineato pubescentia ; lineis alteráis vix va- lidioribus; punctis apicem versus attenuatis. — Long. : 3,8 vim. Ovale, environ deux fois et demi plus long que large dans sa plus grande largeur; convexe, brillant, marrón un peu enfumé; marge anté- rieure de la tete, bords marginaux du prothorax, antennes et pattes rou- geátres; pubescence flave-dorée, peu serrée, coucliée, plus longuesurles cotes du prothorax et sur la partie antérieure des marges laterales des élytres. Antennes coartes légerement épaissres; premier article épais, plus de deux fois plus long que large; deuxiéme moins épais, environ 247 — une ibis et. demie plus long que largo; troisiéme encore un peu épais, presque deux fois plus long que largo; quatriéme a liuitieme progressi- vement un peu épaissis, quatrieiue t\ sixiéme subcarrés, cinquiéme un peu plus long que le quatrieiue et le sixiéme, septiéme et liuitieme sub- transversaux, neuviémc á onziéme formant une inassue ovale, un peu atténuée vers l’avant, presque deux fois plus longue que large, dont le premier article est en forme de troné de cóne renversé; le deuxiéme un peu pl ns transversal que le premier, est sinué au sommet et le troisiéme trés nettemeutmoins long que large, est terminé par uno partió coniquo, trés surbaissée. Tete subtriangulaire, arrondie en avant, plus de deux fois plus largo au niveau des yeux que longue, subdéprimée, couverte d’une ponctuation presque dense, atténuée vers l’avaut; marge anté- rieure briévement inflécbie, impressionnée au milieu; labre caché, yeux un peu saillants, a convexité plus accentuée vers l’arriére. Protliorax rétréci en avant, arrondi dans la partió antérieure des cótés, subparal- léle dans la. partió basilaire, nettement plus de deux fois plus large í\ la base que long, sensiblement ponctué comme la tete, plus fortement vers la région des angles antérieurs; bord antérieur vu de dessus peu pro- fondément écliancré, arqué en avant ; angles antérieurs vus de dessus trés largement aigus. vus de face presqu’arrondis, ünement rebordés comme les cótés, ceux-ci bordés par une trés étroite margo concave; angles postérieurs un peu saillants en arriére, vus de dessus aigus, vus de face un peu obtus; base largement subtronquée, briévement sinuée de chaqué cóté de l’écusson. Écusson petit, subtriangulaire, trés trans- versal, lisse. Élytres subtronqués la base, briévement et obliquement tronqués aux épaules, arqités sur les cótés, í\ peine élargis, subacuminés séparément au sommet, densement ponctués en ligues; lignes alternes trés légéroment aeoontuécs, substriécs, points atténués contro lo sommet; ponctuation confuso sur les régions humérnles; ]nibescence formant, sur les lignes de points, des lignes alternativement, á peine aceentuées. Stries suturales á peine marquées au sommet. Marges latérales étroite- ment rebordées. — ltépublique Argentine. Province de Buenos-Aires. Un exemplaire male. Collection A. Grouvelle. Je rapporte a cette espéce un exemplaire femelle provenant déla pro- vince de Tucumán, conservé dans la collection O. Bruch. Cet insecte a une forme plus trapue et une tete plus large; les anten- nes plus greles et plus allongées sont terminées par une massue assom- brie et les élytres sont arrondis .séparément au sommet. HKV. MUSICO LA rí/ATA. T. XXIII 17 — 218 — OSTOMIDAE Aneyrona argentina u. qi, Oblonga, eirciter 2 l/¡ longior quam in maxima latitudine latior, mo- dice convexa , nitidula, Jiavo-pubescens, fulvo-ferruginea. Antennae breves ; clava elongata, intus subvalde dilatata. Caput fronte conve- xiusculum, dense punctatum, antice late subsinuatum. Prothorax transversissimus , antice modice, postice vix angnstatus, in disco plus minusve parce, ad latera densius punctatus ; margine antico late profundeque emarginato ; angulis anticis antrorsum productis , he- betatis ; lateribus ar cuatis, substricte cóncavo -mar ginatis , basi me- dio breve et atrinque late subsinuata ; pilis pubescentiae elongatis, stratis, ad latera magis densatis. Elytra disco depressa , subparalle- la, ápice conjunctim rotundata, eirciter 1 */a longiora quam simal latió ra, punclato-lincata, vix striata ; intervallis alternis paulo la- tioribus, vix elevatis ; setis pubescentiae ar cuatis, valde injlexis. — Long. : 3,5 mm. Oblong, environ denx fois et (lemie plus long que large dans sa plus grande largeur, modérénient convexe, déprimé sur le disque des élytres, un peu brillant, fauve ferrugineux; pubescenee flave longue et coueliée sur la tete et le prothorax, plus courte, sétifonne arquée en arriero et disposée en ligues sur les élytres. Antennes eourtes; niassue nettement plus longue que le tiers de la longueur totale de Pantenne, assez forte- ment dilatée en dedans, premier et deuxiéme articles tres transversaux, dernier plus long que les prócédents, subacuminé dans la partió apieale. Teto un peu plus de deux fois plus large que longue, convexe sur le front, tronquee et sinuée de chaqué cote au bord antérieur, densement ponetuée; points plutot gros, modérément profonds. Bord antérieur bor- dé par une étroite marge déprimée, lisse, limitée en arriero par une fine strie arquée, présentant en avant une ligue de petits points; labre sai 1 - lant, subrectangulaire, relevé en bourrelet au bord antérieur. Yeux a peine saillants, coiqiés transversalement au bord postérieur. Prothorax rétréci en avant a peine á la base, arqué sur les cótés, nettement plus de deux fois plus large, dans sa plus grande largeur (pie long, a peine visiblement chagriné, couvert d’une ponctuaction plus forte que cello de la tete, espacée sur le disque, surtout vers la base, plus serrée vers les cotés. Bord antérieur profondément écliancré, étroitement rebordé, sauf au milieu; angles antérieurs saillants en avant, émoussés; marges latérales lbrtement inlléchies bordees par une margo rélléchie densement — 249 — ponctuée, étroite et concave en avant, plus large verslabase; angles postérieurs obtus; base briévement subsinuée au niiliou, largemont E T.A PLATA, T. XXIII (Slü!. II. T. X) LAM. I 2. Río de Andalgalá visto desde “La Aguada ". üev. Museo re I7\ Pjata, t. xxrn (ser. ir. t. x) LAm. II 2. Defensa construida en D — D de la figura 1 Bev. Museo de la Plata, t. xxiií (ser. ii, t. x) lAm. iii La erosión del río durante la inundación. Bev. Museo de La Pi.ata, t. xxnr, (sek. ir, t. x) LAm. IV Material depositado por el río durante la inundación. Lugar de la catástrofe Obras de irrigación destruidas por la inundación — 2(37 Años 1895-1900 Mriximuni Mínimum Mili mol ros M ilí metros Enero.. 138.3 36.1 Febrero 114.0 29.9 Marzo 161.5 9.0 ’ Las crecientes se producen año por ano durante los últimos tres me- ses, pero no es imposible que haya una cierta periodicidad en las crecien- tes extraordinarias, que se repiten cada cierto número de anos. Sin embargo, en el caso referido (del río Andalgalá) se nota más bien una tendencia progresiva en la fuerza de las crecientes. La del año 1913 sobrepasó en mucho, según Külin, las crecientes an- teriores y la del año 1915, como liemos visto, era de efecto terrible, in- mensamente mayor á la del año 1913. Y es de temer que en el futuro las crecientes se repetirán con más ím- petu todavía. Es que el río cerca del pueblo deposita cada año más y más material sobre su lecho. Su fuerza acumuladora en ciertas partes es mayor que la de erosión. En este caso es forzoso que el río busque nuevos cauces, lo que ya pasó durante la última inundación. La primera desviación del río la hemos visto en La Toma á una altura de 1400 metros, y á una distancia de Andalgalá de unos 12 kilómetros. La segunda desviación del río pasó á distancia de unos 2 ’/2 kiló- metros al norte del pueblo y es aquí donde ocurrió la catástrofe. Én esta parte la barranca baja del lado derecho del río, formada de conglo- merados cementados por arena, no pudo oponer la resistencia necesaria á la fuerza del río y este con gran ímpetu destruyó la barranca, cargán- dose con los rodados y arena y formó un cauce nuevo á una distancia de unos 50 á 200 metros del antiguo. LA DEFENSA A una distancia de pocos metros del lugar de la catástrofe ha sido construida una defensa que representa una pirca de 87 metros de largo con cimiento bajo tierra de 2m70 y 4 metros de ancho; su altura sobre la tierra es de unos tres metros, su coronamiento tiene un ancho de 3"Y0. Supongo que se trata de una defensa previa. Pero aún en este caso había que tomar en consideración que no es al desvío de uno de los bra- ' Da vis, Clima de la Jleptíblica Argentina, 112. 2 68 zos del río al que se debe la inundación ', sino como liemos visto, fue la inundación la que produjo el desvío y que va á obrar del mismo modo pol- las razones expuestas, en lo futuro, llegando tal vez á destruir la defensa hecha, ó en el caso que la fuerza no alcanzara para este efecto, forman- do nuevos brazos al norteó al sur de la defensa, sobre todo al sur. CONCLUSIONES Ia La última creciente en Andalgalá del 18 de diciembre de 1915, no era un caso excepcional y se repetirá con la misma ó mayor fuerza en lo futuro; 2a Las obras de irrigación construidas quedan en la zona de peligro. Para idearlas de nuevo, no solamente hay que contar con inundaciones de la magnitud de la última, sino aun mayores; 3a Debería quedar absolutamente prohibido á los habitantes y obre- ros de irrigación tener las viviendas en el lecho del río; 4a Debería idearse una defensa sólida, la que á nuestro juicio sería el desvío del río á una quebrada, unos siete kilómetros al norte, llamada la Cañada, que no pasa por ninguna población 1 2. Con esto se conseguiría : a) El pueblo de Andalgalá quedaría completamente fuera de peligro en las crecientes futuras; b) El riego sería beneficiado por la menor cantidad de arena que en las épocas de crecientes llevaría el río; la parte principal de cantos ro- dados, grava y arena, el río la transportaría ála quebrada de la Cañada ; c) Una parte de las obras de irrigación podría quedar en el mismo lugar. No es necesario añadir que el cultivo de viñas, alfalfares, etc., es de una importancia eficaz, sirviendo para las crecientes como barrera natu- ral, y el amparo de aquella parte déla población que ha perdido sus pro- piedades, no sería sólo de un efecto inmediato, sino tendría también una influencia benéfica para el porvenir. 1 ... a uno do los brazos do! río se debe gran parte de la inundación (correspon- dencia. a La Nación, 21 diciembre, pág. 9). - Sobro la posibilidad de comunicar el río Andalgalá con la quebrada de la Ca- ñada, hemos recibido una impresión durante nuestro viaje. Para realizar esta co- municación sería necesario un previo estudio detallado hecho por un ingeniero ex- perto. 26!) — EXPLICACIÓN DE LAS LÁMINAS Lámina I. Fig. 1. — Fuerte de Atulalgalá, calle San Martín. Fig. 2. — Río de Andalgalá visto desde «La Aguada». — II. Fig. 1. — Río do Andalgalíí durante la creciente del 18 do diciembre de 1915. A, cauce antiguo del río ensanchado; I?, cauce nuevo, formado por la inundación ; D-D, lugar donde lia sido construida la defensa. — 11. Fig. 2. — Defensa construida on D-D (véase lámina II, fig. 1) ; largo 87 metros, altura 3 metros, ancho 3 metros ; cimientos bajo tierra 2 me- tros 70 centímetros. — III. Erosión del río durante la. inundación. Escavación do lin50, producida en la callo Vicente López. — IV. Material depositado por el río durante la inundación ; el río llegó en las casas hasta una altura do lm50, y dejó allí depositada arena hasta un espesor do 50 centímetros. — V. Lugar do la catástrofe ; cu se encontraban las carpas de los obreros de la irrigación; la línea negra indica una obra de irrigación destruida. — VI. Obras do irrigación destruidas por la inundación ; las líneas negras in- dican la dirección de los canales . Nota. — Las fotografías lian sillo tomadas por el lnüiil fotógrafo do Andalgalíí, señor Francisco J. Avellaneda. Las indicaciones en las fotografías lian sido lieclins do acuerdo con mis observacio- nes en el mismo logar de los sucesos. Otua. — Llamo hujar ác la catástrofe el sitio donde perecieron los obreros de irrigación, no obstan- te que la onfrtstrofo abarcó un dren mucho mayor, que Incluyó también el l’uoblo de Andalgalíí, por considerar la pérdida do vidas de estos obreros como lo nuis lamentable del desastre producido por la inundación del Id de diciembre de 1015. AGUAS TERMALES I)E CAIMAN CITO (PROVINCIA DE JUJUY) Pon el 1J* ENRIQUE HERRERO DUCLOUX INTRODUCCIÓN Este trabajo no se debe á la iniciativa de un laboratorio oficial, ni es el complemento de una exploración científica, ni corresponde á una em- presa comercial : es una contribución al estudio de las aguas minerales de la provincia de Jujuy que be podido realizar gracias al apoyo de don Antonio Ereixas, con cuya amistad me honro, quien ha costeado todos los gastos necesarios para el reconocimiento del lugar y la toma y trans- porte de muestras, siendo para mí un deber aportar mi colaboración des- interesada á este estudio, que añade un capítulo más a la serie de los que en el terreno de la hidrología argentina vengo realizando desde 1900. El problema de la explotación industrial de las aguas minerales argen- tinas, substituyendo á sus similares extranjeras, en terapéutica y aún como bebida higiénica, ha preocupado hondamente al señor Antonio Ereixas en su carácter de hombre de empresa, coincidiendo con el pensar del eminente economista doctor Eleodoro Lobos, al juzgar como hombre de gobierno mi estudio sobre las aguas minerales de los valles de Hualfín y otros de la provincia de Oatamarca. Y aunque el entusiasmo y la fe ciega en las riquezas naturales de nuestro suelo que el señor Ereixas po- see no siempre son los factores del triunfo, cuando se debe luchar con la dejadez, la indiferencia y la apatía de los gobiernos y particulares del interior, queda al menos el consuelo de haber alcanzado un conocimiento que servirá de base á esfuerzos futuros más fructíferos que los nuestros. Después de una investigación preliminar que hice sobre aguas recibi- das desde Caimancito, á pedido del citado señor, se trasladó en marzo de 1915 á las fuentes el joven Alberto Ereixas, provisto del material 271 necesario y con indicaciones concretas de mi parte, para recoger las muestras y hacer algunas observaciones sobre el terreno, desempeñando su misión con especial acierto, pues sus apuntes de cartera y sus foto- grafías me han proporcionado un complemento precioso de los resul- tados de laboratorio. LA. REGIÓN DE RAS FUENTES Las aguas estudiadas surgen en la provincia de Jujuy, en la región poco poblada del gran valle comprendido entre las sierras de Calilegua al NO. y los últimos cerros de la sierra de Santa Bárbara al SE., dentro de la cuenca del río San Francisco, afluente del Bermejo. Distan de Ju- juy, siguiendo la vía férrea, 13í) kilómetros y de Tucumán 432 kilóme- tros, no podiendo considerarse difícil su acceso desde la estación Cai- mancito (307 metros de altitud) situada á una legua y media más ó menos de ellas. Siendo Caimancito como queda dicho, la estación del ferrocarril pró- xima á las fuentes, he dado este nombre al grupo de las aguas termales que motivan estas páginas. En realidad, se hallan todas á lo largo del curso de un pequeño afluente de la margen derecha del río San Fran- cisco, sobre una eminencia (pie alcanza más de 70 metros de elevación sobre el nivel del agua y que se encuentra cubierta por un bosque espeso. En esta altura el río San Francisco tiene un ancho que varía entre 200 y 300 metros, corriendo sobre un lecho arenoso y en parte fangoso, entre orillas desiguales formando barrancas de 2 á 4 metros de altura y playas dilatadas cubiertas las primeras de lujuriosa vegetación. Abunda en sus aguas la pesca, no explotada actualmente, y en sus orillas se ven yacarés no escasos y patos salvajes, garzas y flamencos en gran número. La selva comienza exuberante en las riberas barrancosas y á distan- cia de cien metros en las playas, poseyendo los árboles una corpulencia menor á medida que se alejan del río, pero manteniéndose en toda la extensión del bosque el tejido enmarañado de enredaderas y matorrales que hacen á aquél completamente impenetrable. Dominan como esencias forestales los algarrobos (Prosapia), espiadlos (Acacia), quebracho blan- co (Aspidospcntia) , quebracho colorado (Loxopterygium), palo blanco (My rsine), palo amarillo (Gliuncoa), pacará (Enterolobium timbón), cedro (Gedrela), y quina-quina (Eugenia sp.) ; siendo huéspedes de esta mara- villosa decoración los tigres (Felis onga), hurones (Galictis barbara) y antas (Tapiñes americanus), los loros (Conurus, Ara) y las águilas (Gera- noetus), sin que deban olvidarse las serpientes más variadas, los enjam- bres de tábanos (Tabanas), mosquitos (Gulex, Anoplides) y jejenes (Ni- REY. MUSEO LA PLATA. — T. XXIII 19 — 272 mulia) y las hormigas, piques ( Sarcophylla pcnctrans) y arañas que for- man una imponente legión. Las aguas de todas las fuentes termales de Caimancito reunidas for- man un arroyo, aunque no pueden considerarse como sus únicos tributa- rios estos manantiales, porque nace tres kilómetros más arriba de la fuente número 4, la más lejana de las estudiadas, y según manifiestan conocedores del lugar, debe su origen a una surgente fría. El lecho del arroyo está formado por una arena amarillo rojiza, con abundancia de cantos rodados, poseyendo en sus orillas una vegetación extraordinaria. Se ba bautizado á las fuentes más importantes de la región con núme- ros que son verdaderos números de orden de sucesión, á partir de la des- embocadura del arroyo. El plano esquemático de la figura 2 da una idea de la situación de los diversos manantiales y de sus relaciones con el arroyo, pero no debe darse á sus indicaciones sino un valor relativo, sobre todo en lo que á distancias se refiere y advirtiendo que el curso del arroyo no es recto como en el dibujo aparece sino sinuoso desigualmente. CLASIFICACIÓN Sería aventurado buscar en el extranjero tipos de comparación para las aguas de Caimancito, máxime cuando en este género de fuentes la mine- ralización y la termal idail tienen una importancia tan distinta según sea la aplicación á qué se las destine. Sin dificultad se ve que las fuentes 1 y 4 pertenecen al grupo de las aguas termales de débil mineralizaeión, dominando en ésta los sulfates y cloruros alcalinos con cantidades no despreciables de bicarbonato só- dico, en tanto que las fuentes 2 y 3 más mineralizadas, merecerían ser clasificadas como termales-clorosulfatadas-al cal inas débiles. La gama de las temperaturas da á estas aguas un valor especial por estar repartidas las extremas entre las de distinta mineralizaeión, como puede verse : Fuentes Residuo ;l 180° Temperatura E 0.3792 56° C. E, 1 . 0661 59 F, 1.7012 41 E 0.4980 48 No se conocen experiencias realizadas con estas aguas in situ , por ra- zones obvias, entre las que no pueden despreciarse lo salvaje de la esta- ción, privada de recursos y no desprovista de peligros hoy. En cuanto a. sus aplicaciones, no dudo en afirmar que podrían ser lasque se exigen a . museo de la Plata t. xxiii (ser. n, t. x LAm. vil .5* u- Mapa parcial de la Provincia de Jujuy, comprendiendo la región de las fuentes 273 — las termas de Bains (Yosgos), Evans (Orense), Sail-les-Bains (Loire), Saint-Laurent (Ardedle) y Wildbad Gastein (Salzbnrgo), sirviendo como excelentes aguas de mesa las F, y F.,, convenienteinentes captadas de modo lám. VIH Fig. 3.— Apunte ilustrativo de la zona de las fuentes Plano esquemático de la región de las fuentes adyacente — 275 Ion potásico K — sódico Na — amonio NI!, Relaciones numéricas : Cationes (K . Na) Cationes (Ca . Mg) Anión (SO,) Anión (Cl) Anión (Cün) Aniones (SO, . Cl) F, 0 . 0023 0.1011 0 f, 0.0130 0 . 3333 0.0001 F, 0.0072 0.5401 0 F. 0 . 0025 0.1271 0.0001 11.01 24 . 30 20.88 30.68 2.10 1 .48 1.74 1.33 0.77 0.00 0.10 0 . 53 FUENTE NÚMERO 1 Esto es cl manantial mtis corcuno á lo desembocadura del ¡moyo, no teniendo en cuenta unas pequeñas vertientes que surgen 200 metros más abajo. Como lo muestra la fotografía, se halla esta fuente en el mismo lecho del arroyo, formando parte de éste, sobre la margen derecha ; brota en un pequeño hoyo con depósitos rojizos y se vierte en dos piletas desiguales que presentan sedimentos del mismo color y abundantes algas. Su altitud sobre el nivel del mar es de 500 metros. Su caudal es escaso y no excede de 150 litros por hora. Al surgir presenta una coloración ligeramente amarilla, y un aspecto turbio que desaparece por sedimentación; no se nota desprendimiento alguno de gases y el termómetro sumergido en ella acusa 56° C. En el momento do tomar las muestras, el agua en las piletas tenía un ligero olor sulfuroso, pero el 1I,S no se constató por los reactivos ordi- narios, perdiéndose completamente tal olor al llegar al laboratorio. La materia en suspensión evaluada en las muestras, contenía 0.00305 de Fe.O:, por litro de agua. KICSULTADOS ANALÍTICOS Dalos físicos : Color incolora Aspecto en reposo transparente Reacción alcalina Densidad á 4o C 1.00041 Temperatura 56° C. Punto crioscópico — 0°0¡10 Presión osmótica 0.3600 Resistencia, eléctrica específica á 18° . . 15(55.1 Radiactividad no aprociablo Datos químicos ; Pül litro Materia mineral en suspensión 0 0816 Alcalinidad en II, SO, 0 1181 Materia orgánica en 0 (sol. alcalina).. 0 0007 Materia orgánica en 0 (sol. acida) . . . 0 001 1 Residuo á 100-105° 0. 0 3900 — ’ á 180° . 0 3792 — al rojo 0 3722 Ácido silícico en SiO 0 0372 — sulfúrico en SO.,.. 0 JO 00 00 o — clorhídrico en 01 0 0317 — nítrico en N.O, 0 0003 — nitroso en NaO 0 0002 — carbónico en Ü03. ............. 0 0520 — sulfhídrico en H,S . . 0 — fosfórico en P20 Óxido férrico en Fe,03 0. 0018 — do aluminio en Al.O.,. ......... 0. 0036 — manganeso en MnO ........... 0 — calcico en GaO 0 0123 — magnésico en MgO ............ 0 0079 — potásico en KtO . ' 0 0029 — sódico en Na., O Ü 1108 Amoníaco salino 0 Amoníaco álbum inoide 0 Gases : Centímetros etilo ( «<>, ••••• 23 690 O o ! -a E E 4 960 \ N 19 430 Combinaciones hipotéticas : Anhídrido silícico en SiO 0 0372 Óxido férrico en Fe/).,. 0 0018 Alúmina en Al .O., 0 0036 Sulfato cálcico en CaSO, 0 0298 — magnésico en MgSO, 0 0237 — potásico en K,SO,. 0 0053 — - sódico en Na, SO, 0 .1248 Carbonato sódico en Na, CO, . . 0 0936 Cloruro sódico en NaCl 0 . 0522 Cloruro amónico cu (NII,)G1. ........ 0 Nitrato sódico en NaNO., . 0 0004 Nitrito sódico en NaNO, 0 .0003 Fosfato cálcico en Ca3P ,08 — Las vertientes á que Idee referencia, situándolas más cerca de la des- embocadura. del arroyo, son dos y se hallan sobre la mareen izquierda de Rkv. Museo de La Plata, t. xxiii (seii. xt, t. xx LAm. IX El rio San Francisco Fig. 5. F.l arroyo de los manantiales 277 éste: una de ollas brota de una pared y la otra del suelo, formando en realidad un solo manantial. (Jomplement.ando los datos analíticos de la fuente número i, me pa- rece rtf.il indicar los resultados obtenidos con estas dos vertientes, aun- que incompletos por la escasez de las muestras. Pared Suelo Color . . lucidora incolora Aspecto . límpido límpido Reacción alcalina alcalina Temperatura. 46° 48° Resistencia eléctrica específica sí. 22° 00 rH 1.072,9 Alcalinidad en 1I.SO,. . 0.1372 0.1151 Acido sulfúrico en SO.,. . . . . . 0.0940 0.1225 — • clorhídrico en Cl. . . 0 . 0670 0.0706 — carbónico en CO. 0.0616 0.0517 — sulfhídrico cu TÍ,S .. . ............. 0 0 nítrico cu N4<) 0 . 0002 0.0002 — nitroso on N„0., . . . . 0 0 FUENTE NÚMERO 2 Este manantial es el más importante del grupo por su rendimiento. Como puede apreciarse en el plano esquemático de la región (fig. 2) yen el apunte ilustrativo de detalle (fig. 3), esta fuente no está situada como las demás sobre el lecho mismo del arroyo, sino sobre su margen izquier- da, liada el interior de una pequeña eminencia y á más de treinta metros de la orilla. En este punto son varias bis fuentes (pie surgen, aunque no del cauda! de la. número 2, contribuyendo sin embargo á formar con ella, un pequeño arroyo que se vierte en el principal, constituyendo el conjunto un rincón por demás pintoresco, entre dos cerros de unos cien metros do altura, cubiertos de bosques impenetrables. La fuente número 2 brota del suelo arenoso, al pie de los árboles, for- mando una. pequeña piscina que deforman las ramas caídas y que lian agrandado en varias ocasiones los que visitaron el lugar. El rendimiento es considerable y lo creo suficiente para prestarse á un aprovechamiento en grande escala. Su temperatura, es también la más elevada, pues el termómetro sumergido en las grietas por donde surge, dentro de una extensión de un metro de radio, acusa 59° C. y en algunos puntos 5S°5. HS1 aguaos incolora e inodora, ligeramente turbia, por materiales que arrastra, pero (pie deposita, en corto tiempo; el hierro contenido en la materia mineral en suspensión es 0.00 195 por litro. Hay desprendimiento intermitente de gases, sin olor a preciable y en bastante cantidad; la muestra que se trajo al laboratorio dio el resultado siguiente : l Vatímetros cábieus GOj 1.20 O 10.00 N residual S7.00 100.00 Coincidiendo con la salida del gas, aumenta el caudal del agua cu el manantial, alrededor del cual Ilota una especie de valió muy húmedo y caliente que parece brotar del suelo. KKMM.TADOS ANAI i I ICOS Dalos físicos : Color incolora Aspecto on reposo transparente Reacción alcalina Densidad á 1° C 1.00171 Temperatura 59° C. Punto crioscópico — 0°003 Presión osmótica 1.1187 Resistencia. eléctrica específica, ¡i 18° . . 000.7 Radiactividad no aprecialde Dalos químicos ; Materia mineral en suspensión Alcalinidad en 11 ,80, Materia orgánica en O (sol. alcalina) . . Materia orgánica en O (sol. ácida) Residuo á 100-105° C — á 180° — al rojo Acido silícico en SiO — sulfúrico en SO., — clorhídrico en C1 — nítrico en N.,0., — nitroso en N.,0;, — carbónico en OtP sil I fli id rico en 1 1 ,S — fosfórico en P..O, Oxido férrico en Fe.jO. — do aluminio en ARO., — manganeso en MnO — calcico en (Ja() — magnésico en MgO 1'oe litro 0.0175 0.0700 0 . 0005 0.0010 1 . 0930 1 .0001 1 . 0500 0.0510 0.3170 0.2118 <0.0002 0 0.0311 0 0.00057 0 . 002-1 0.0018 v . 0.01 95 0.0 100 2 Tí» Por litro Oxido potásico en K„0 0.0163 — sódico en Na„0 0.4505 Amoníaco salino 0.000155 Amoníaco allmminoide 0.000066 Cases : í co2 0o — 760"'"’ ’ O. . . f N.. , (Jen tí metros cúbicos 11.640 5 . 630 17.870 Combinaciones hipotéticas : Anhídrido silícico en SiO„ 0.0540 Oxido férrico en F e20:1 0.0024 Alúmina en A130. 0.0018 Sulfato cáleico en CaSO, 0.0473 — - magnésico en MgSO, 0.0318 — potásico ('ti K„SO, 0.0301 — sódico en Na.,SO, 0.5041 Carbonato sódico Na3C03 0.0750 Cloruro sódico en NaCl 0.3590 Cloruro amónico en (Nllt) C1 0.00048 Nitrato sódico (Mi NaNO. <0.0003 Nitrito sódico (Mi NaNO, 0 Fosfato calcico en Ca:,l’.,()( 0.00119 lista fuente posee un manantial adyacente de muy escasa, importan- cia.. Se halla, situado ú unos dos metros de distancia de la principal y consiste en un hilo de agua continuo, pero que no alcanza sino á mojar la tierra y unirse al arroyito formado por la fuente número 2. Merece citarse también cueste capítulo el manantial que en el plano llévala, designación de fuente número 5, que nace en lo profundó del bos- que cerca de la fuente número 2. 1’ara llegar hasta ella basta colocarse de cara á la corriente del arroyito que forman los manantiales anteriores y subir hacia la izquierda, sobre un terreno barrancoso, en plena marafia salvaje. Su rendimiento no es de importancia.. (lomo la muest ra, obtenida era escasa, me limité á aquellas determina- ciones que habían de permitir establecer su parentesco con la. sargento vecina y los resultados confirman esta suposición, como puede verse: ce i: Nic, xiSmktio 5 Color incolora Aspecto por reposo límpida Reacción alcalina. Resistencia eléctrica específica á 22° . . 481 .2 Materia mineral en suspensión 0.0335 Alcalinidad en II, SO, 0.0031 Acido silícico en ¡Si O, 0.056(1 — sulfúrico en ¡SO., 0.3800 — clorhídrico en (Jl 0.2082 — nítrico en N ,(),, <[0.0002 — nitroso en N.,03 0 — sulfhídrico en H„S 0 — • carbónico en CO. 0.0118 Con la letra INI se señalan en el plano general y en el apunte ilustra- tivo unas fuentes (pie forman con sn caudal el otro brazo del arroyo tri- butario. El joven Alberto Ercixas manifiesta (pie remontando el curso de ese brazo basta más de 500 metros, no lia encontrado la fuente principal, aunque sí varios ojos de agua insignificantes. El caudal de este arroyito es tan importante como el del brazo formado por las demás surgentes del grupo de la fuente número 2, y su temperatura al desembocar en el arroyo tributario es todavía de 40° O. La muestra, traída al laboratorio sólo permitió hacer las determinacio- nes que á continuación detallo, pero suficientes para considerar del mis- mo tipo á las fuentes números 2, 5 y M : Color incolora Aspecto límpido Reacción alcalina Resistencia eléctrica específica á 22° . . 464 .5 Materia mineral en suspensión 0.0260 Alcalinidad cu II, SO, 0.1029 Acido sulfúrico en SO., 0.3885 — clorhídrico en C1 0.2576 — nítrico en N..O. 0.0002 — nitroso en N,0;, 0 — sulfhídrico cu IIJ8 0 — carbónico en OO 0.0462 FUENTE NÚMERO 3 Ltemontando el curso del arroyo de los Manantiales, en busca di* la fuente número 1, se encuentra, á 400 metros de ésta, sobre un recodo muy pronunciado, la. fuente número 3. Brota de una inmensa pared, constituida por materiales heterogéneos de aluvión y coronada de árboles, arbustos y matorrales en toda su extensión, alcanzando una altura de diez metros y una extensión de se- senta metros en el punto donde se tomaron las muestras. El agua se une directamente al arroyo que se estanca parcialmente al pie de la pared Um. X ]ÍKV. MUSEO DE tiA PLATA, T. XXIII (SER. II. T. X , Fig. 6. Otro aspecto del arroyo de los manantiales Fig. 7. Barranca sobre el arroyo 281 (sitada, formando un pequeño lago de aguas verdosas y calientes, con una profundidad máxima de un metro. L’ara llegar á los ojos de agua, os me- nester vadear el estanque y aprovechar unos escalones cavados sóbrela pared misma, con alguna, dificultad. Los guías que acompañaron al joven Freixas hicieron notar que en muchas ocasiones, creciendo el caudal del arroyo sin coincidir con gran- des lluvias en el punto mismo, la fuente adquiere grandes proporciones, surgiendo el agua en forma de pequeñas cascadas y no lamiendo las rocas como de ordinario. El rendimiento del manantial os de apreciación difícil, pero puede ase- gurarse que es de importancia. El agua brota á 41° O., incolora, inodora y límpida. En la materia mi- neral en suspensión determinada en el laboratorio había 0.0015 de FesO, por litro. KKSUr/rATHKS ANACÍ ricos Dalos físicos : Color incolora Aspecto en reposo transparente Reacción alcalina Densidad íí 'Io C 1.00103 Temperatura, 41° C. Punto crioscópico — 0°130 Presión osmótica 1.6721 Resistencia, eléctrica específica á 18° . . 350.0 Radiactividad no aprocialdo Dalos químicos : Materia mineral en suspensión Alcalinidad en IlaSO, Materia, orgánica en O (sol. alcalina). . Materia orgánica en O (sol. ácida) Residuo á 100-105° C. . — á 180° — al rojo Acido silícico en SiO„ — sulfúrico en SO., — clorhídrico en 01 — nítrico en No0„ . — nitroso en N„<)., — carbónico en (JO„ — sulfhídrico en H„S fosfórico en P„On Oxido férrico en Ke,() — de aluminio en Al^Cq — manga, noso en MnO — cálcico en CaO Por litro 0.0012 0. 1.106 0. 0003 0.0010 1.7078 1.7012 1 . 6908 0.0312 0 . 6050 0.3071 0.0003 <0.0002 0.0536 0 0 . 00059 0.0016 v. v. 0.0315 282 l*or litro Óxido magnésico en MgO U.021Ü — potásico en K.O 0.0091 — sódico en NaaO 0.7299 Amoníaco salino 0 Amoníaco allmminoide () C’entíinelios cúbicos 29.300 l . 350 17.100 CombiiHU'.ioiiCK h ¡jioltUicuH ; Anhídrido silícico en ¡áiO 0.0312 Óxido férrico en Fea03 0.0016 Alúmina en A1..0. v. Sulfato calcico en GiiSO, 0.0837 — magnésico en MgSO, 0.0630 — potásico en K.SO, 0.0168 — sódico en Na.SO, 0.8972 Carbonato sódico en Naa003 0.1286 Cloruro sódico en NaCl 0.5061 Cloruro amónico en (NHpOl 0 Nitrato sódico en NuNO, 0.0004 Nitrito sódico en NaNO <0.0003 Fosfato calcico en Ca^P,/)^ 0.00123 (¡uves ( 00- 0o— 760,nm ' O.. ( N.. KUKNTK NÚMIOKO I Esta es la más alejada de la desembocadura del arroyo en el río San Francisco y se halla situada dentro del lecho mismo de aquél, sobre la orilla izquierda. Brota tranquilamente del suelo arenoso, entre los cantos rodados, sin intermitencias y sin burbujeo apreciable, pudiéndose decir con mayor propiedad que filtra, á la sombra de los árboles que cubren la orilla del arroyo. Surge en varios puntos dentro de una extensión no mayor de un metro cuadrado, pero si se hacen pequeñas excavaciones alrededor, se ve brotar el agua sin dificultad. Su altura sobre el nivel del mar es de 590 metros. Su rendimiento es bastante difícil de apreciar porque el agua no se acumula en pileta alguna y se pierdo en seguida en el arroyo; pero se puede calcular aproximadamente en 50 litros por minuto. Jai temperatura del agua es de 18° O., habiendo advertido el que tomó las primeras muestras que había diminución en la cifra, obtenida. Su aspecto es perfectamente límpido, sin materias en suspensión, pol- lo cual he creído oportuno determinar el hierro contenido en lasubsfan- Rey. Museo de La Plata., t. xxnt (seii. ir, t. x.) Lím. XI Fig. 8. -Fuente núin. 1, en el lecho del arroyo (56° C.) Fig. 9. — Fuente núm. 2, la de mayor rendimiento (59° C.) — 283 — ciíi separada por filtración en el laboratorio, obteniendo 0.00185 de Ee.O, por litro y atribuyendo el resto ¡i arena arrastrada. En la fuente es incolora y en el momento de tomar la muestra el olor recordaba el IES, sin obtener reacción de dicho «as por los reactivos ordinarios. HRSUI.TADOS A N At.ÍTICOS Dalos físicos : Color incoloro. Aspecto cu reposo transparente Reacción alcalina Densidad á, 4° C 1.00056 Temperatura 48° C. Punto crioscópico — 0°035 Presión osmótica 0.1210 Resistencia eléctrica específica á 18° . . 1.330,2 Radiactividad no apreciable Datos químicos : Materia mineral en suspensión Alcalinidad en H2SO, Materia, orgánica en O (sol. alcalina). . Materia, orgiiniea. en O (sol. árida) . . . . Residuo a 100-105° C — ít. 180° — al rojo Acido silícico en SiO. — sulfúrico cu SO., — clorhídrico cu C1 — nítrico en NaO,, — nitroso en N30. — carbónico cu (JO,, — sulfhídrico en I13S — fosfórico en P3On Oxido férrico en — de aluminio en Al2Oa — manganeso en MnO — cálcico cu CaO — magnésico en MgO — potásico en KaO — sódico en Na., O Amoníaco salino Amoníaco álbum inoide l*o r litro 0.0148 0.1029 0 . 0004 0.0009 0.5076 0.4980 0.4626 0.0380 0.0900 0.0600 <0.0002 0 . 0002 0.0102 0 0.0018 0.0002 0 0.0053 0.0038 0 . 0032 0.1718 0.000107 0.000049 Cases : ( co: 0°— 760"’"' \ O.. (n.. Con 1 i mot roa cúbicos 24.700 5.000 18.800 281 Combinaciones hipotéticas : Centímetros ruíneos Anhídrido silícico en SiCL 0.0380 Óxido férrico en Fe., O., 0.0018 Alúmina en Al^O. 0.0002 Sulfato ciíleieo en CnSCq. 0.0128 — magnésico en MgSO, 0.01 M — potásico en Is^SO, 0.0059 — sódico en NíqSC), 0.1280 Carbonato sódico on Na4C03 0.1108 Cloruro sódico en NaCl 0.0988 Cloruro amónico en (N1I,)C1 0.00033 Nitrato sódico en NaNO., <0.0003 Nitrito sódico en NaNO., 0.0003 Fosfato calcico en Cajl>o08 Este manantial posee unti fuente adyacente que brota á corta distan- cia, en medio de la selva; pero sn vecindad y el escaso rendimiento, me indujeron á no realizar en ella investigación alguna, citando tan solo su existencia, como dato ilustrativo. Museo de La Plata, mayo 25 do 1910. Iíev. Museo de I.a Plata, t. xsm (ser. ir, t. x.) LAm. XII Fig. 10. — Fuente núm. 3, brotando de la pared a (41° C.) Fig. 11. — Fuente núm. 4, en el lecho de! arroyo (48u C.) TROCE DENTES DE LA REGIÓN NORTE DE LA DESEM TOCADURA DEL RÍO NEGRO (l'ATAGONIA SEPTENTRIONAL) Por ROBERT LEHM ANN-NITSCHE Al profesor doctor Otto Stoll, ¡titrich, el autor agradecido. Cuando, en 1900, estudiábamos en varios museos etnológicos de Europa, las colecciones americanas, llamó mucho nuestra, atención una pieza conservada en el museo de la sociedad geográfica y etnográfica de Zuricb. Era un disco de piedra, blanquizco, tirando al verdoso gris una de cuyas caras tiene un borde bastante saliente (fig. 8). No tan curio- sísimo es la destinación enigmática y el tamaño notable de la pieza, cu- yo diámetro mayor es de G,9 centímetros, como ante todo su proceden- cia : Valle del Río Negro , Patagonia, donde el objeto en cuestión fue hallado, en diciembre do 1884, por el señor Jorge Claraz, colono suizo que buenos años do su vida había pasado en la República Argentina y especialmente en Patagonia, y que en colaboración con el señor Heusser, escribió una monografía sobre la constitución geológica de la provincia de Buenos Aires. Al parecer, la aludida pieza era un adorno primitivo de los indígenas, destinada á ser llevado en el perforado labio inferior (tembetá, botoque) ó en el perforado lóbulo auricular. Opúsose á esta in- terpretación la. falta, absoluta de otras piezas análogas en la indicada, re- gión, y la presencia, de uno (pie otro ejemplar de tembetá en Ohile ’, no nos parecía suficiente para, afirmar que también en el norte de la Patago- nia, sobre la costa atlántica, haya existido antaño tal costumbre bizarra. Resolvimos, pues, pedir datos sobre aquel objeto hallado por don Jorge Claraz, y esperar otros hallazgos, comprobantes de tal novedad etno- gráfica de Patagonia. El conocido americanista doctor Otto Stoll. cate- Mudina, Los ahoríjen es de Chile, figuras 75-77. Santiago do Chile, 1882. «Irático de la universidad de Zuricli, tuvo la gentileza de remitirnos una descripción detallada de la interesante pieza susodicha y permitirnos su publicación. En lo que hace al segundo punto de vista, hemos esperado años, pero se cumplió nuestra expectativa : al efectuar, al principio de 1910, un viaje de estudio al valle del Río Negro, subvencionado por el Museo de La Plata, parábamos algunos días en Carmen de Patagones y en Viednm, al sud de este pueblo: conocíamos allá varias personas colec- cionistas de objetos prehistóricos y etnográficos que por nada quisieron separarse de sus pasatiempos, pero que con el mayor gusto nos permitie- ron el estudio de todo lo que parecía importante. Al inspeccionar aquellas colecciones cuya cantidad es muy diferente, hallé, con gran sorpresa mía, la solución del problema referente á la pieza enigmática, de Zurieh ; ¡ había, en realidad una época, en la cual los antiguos mora- dores de la costa atlántica, al norte de la desembocadura del Río Negro, usaban botones labiales y discos auriculares! carácter ergológico que re- laciona a aquellos Patagones con ciertos indígenas de Chile, Bolivia y del Brasil. Á continuación va una breve descripción de las piezas estudiadas por nosotros; empezamos con las más chicas, tomando en consideración tam- bién las dimensiones de ambas caras que sólo en los objetos más volu- minosos, son iguales. Xo 1. Tiene la forma de un corcho usado para botellas medicinales. Ambas caras son planas, una do ellas de bordes salientes. Altura lcm8, diámetro de la x« i X» 2 X» 3 cara, grande 2cm3, idem del cuerpo lcm4. Material : calcárea blanda rojiza ama- rillenta, la superficie con finísimos puntatos negros en forma de estrellas. Pro- cedencia : Bahía de San Blas. X ’ 2. En forma de tapón ó corcho chato. Ambas caras son planas, una de bordes salientes. Altura lcm2; diámetro de lacara grande 2cm6, idem del cuerpo 2'"’2. Material : especie de esquiste negro verde, de variada consistencia, pues en la superficie muy gastada por las influencias atmosféricas, se destaca como relieve un sistema de ramificaciones como las venas en el dorso de la, mano. Procedencia : Alrededores de. Carmen de Patagones. X ’ 3. Tiene la forma de un tapón con que se cierra un frasco de mostaza. Una cara de borde saliente : la cara chica es plana, la saliente abovedada. Al- lura lcm4, diámetro déla cara grande 3cm2, idem del cuerpo 2cm7. Material : es- quisto (?) verdezco pardo. Procedencia: Alrededores del faro de Río Negro. 2S7 N° 4. Tiene la forma «le un disco. Ambas caras planas, levemente irregula- res, ambas salientes y una más que la otra. Altura (espesor) lcm6, diámetro de la cara grande 4cm0, ídem de la cara chica 3cm7, ídem del cuerpo 3cm3. Material : calcárea blanca amarillenta y brillante, cubierta con pequeñas dendritas. Pro- cedencia : Bahía de San Blas. N° 5. Disco con el borde algo excavado, así «pie se asemeja á una roldana : ambas caras de igual diámetro : el centro presenta una perforación con bordes N» 4 x° 5 perpendiculares y de un diámetro de 5 milímetros. Altura (espesor) lcm3, diá- metro de la cara 4cm0, ídem del cuerpo 3cm(h Material : calcárea blanquizca. Procedencia : Bahía de San Blas. N° 6. Disco con el borde muy cóncavo, que se parece á una bobina de las que se venden en las tiendas. Ambas caras de igual diámetro, una casi plana, la otra un poco cóncava. Altura (espesor) lcm6, diámetro déla cara 5cm4, idem x» i; del cuerpo (en el fondo del surco) 4cm0. Material : arenisca de un rojo muy marcado, parecidísimo al de ladrillo artificialmente quemado, así «pie el pro- pietario de la pieza, el farmacéutico señor don Joaquín Otero, cree «pie haya sido fabricada de ladrillo, opinión inadmisible. Procedencia : Bahía de San Blas. N° 7. Disco con ambas caras salientes, una algo más «pie la, otra ; á corta distancia del centro hay una perforación bicóncava «pie iguala al diámetro de N° 7 una ampolleta. Altura (espesor) lcm4, diámetro de la cara mayor 6cm0, ídem de la cara menor 5cm6, ídem del cuerpo (en el fondo del surco) 5cm0. Material : cal- cárea blanquizca amarillenta. Procedencia : Bahía de San Blas. N° 8. La pieza de Zurich es la más grande que conozco : va pues en el últi- mo lugar. Según los datos del profesor Stoll, es un disco chato, de caras un poco cóncavas, una algo más saliente «pie la otra : el surco, producido por la excavación del borde, es de diámetro asimétrico, así que los bordes «le la cara ma- REV. MUSEO LA PLATA. — T. XXIII 20 288 — yor, son delgados, mientras que la cara menor, es continuación del cuerpo (véa- se el dibujo, hecho por el profesor Stoll). Altura (espesor) en la parte unís gruesa l0,n5, ídem en la más delgada lcm2, diámetro de La cara mayor 6cm9, ídem de la cara menor 6cm3, ídem del cuerpo (en el fondo del surco) 6cml. Ma- terial (determinación del profesor Ulricli Grubenmann de la universidad de Zuricli) : Piedra natural ; no es, como podría creerse, una composición artificial de arenas endurecidas por el fuego ; la piedra está fuertemente eflorescida y presenta sobre un fondo gris verdoso, una cantidad de granitos negros incrus- tados de grandor muy distinto, (pie sin embargo no sobrepasa medio á un mi- X» 8 milímetro : la mayoría de ellos son más pequeños aun : están distribuidos de- manera irregular : en algunas partes, y ante todos á los lados de la pieza, es- tán muy aglomerados y sobresalen algo por no haber sido atacados tan fuerte- mente por la delitescencia. A causa de esto, la superficie es áspera. Proceden- cia : valle del Río Negro, sin más detalles (véase la introducción). Por datos recogidos in situ sobre el señor Claraz, supongo que el hallazgo fue hecho entre Patagones y la costa. Los números : 1 a 3 son propiedad del doctor Carlos M. Hildemann, médi- co : 4 y (i, del señor Francisco Otero, farmacéutico ; 5 y 7, del señor Federico Schlamp, talabartero, todos de Patagones ; el número 8 se conserva en las co- lecciones de la Sociedad geográfico etnográfica de Zurich. ¡ Cual lia sido la destinación de las curiosas piezas recién descritas i - 289 — Los fres primeros números se caracterizan inmediatamente como boto- es para, el labio inferior, también llamados botoques ó tembetás ; tales •zas que yo mismo be sacado de los labios de Chiriguanos, se llevan 1 perforación del labio inferior de tal modo que la cara mayor mira tro é impide caiga el botón para afuera : poco á poco, dilatán- la perforación, el botoque tiene que ser reemplazado por otro más g. Las otras ,-;ezas admiten, además de la recién indicada, otra explica- ción ; recordándonos que algunos de los pueblos que usan el botoque la- bial, también se perforan el lóbulo auricular para llevar un disco cuyo diámetro aumenta con la dilatación progresiva de la perforación lobular (los Botocudos del Brasil, por ejemplo), encontramos una solución satis- factoria; en el caso de un disco auricular, su borde tiene que ser excava- do y presentar un surco, limitado por dos caras salientes para que la X» !> pieza quede bien fijada dentro del agujero artificial del lóbulo. Con- sideramos, pues, los números 5 á 7 como discos auriculares. La forma délas piezas números 4 y 8, admite ambas explicaciones. En lo que hace al ejemplar de Zuricli, el señor Stoll, en su carta, observa que el peso (110 gramos) de la pieza, tal vez no admitía su empleo como tembetá; puede entonces que haya sido disco auricular. Las perforaciones de las dos piezas números 5 y 7, pueden haber servido para fijar un col- gaje de plumas, siempre que no fueran hechas posteriormente por otra clase de indígenas que no usaron ni botoques labiales ni discos auricu- lares y querían servirse de esas piezas, halladas por ellos en el sitio de antiguos paraderos, para completar su collar. Piedras en forma de dis- cos, de un diámetro de 2cm5 á 3 y de una altura de lcm5, perforados en el medio, procedentes de San Blas y de los alrededores de Patagones, también se hallan en las colecciones particulares estudiadas por nosotros, pero por el momento es imposible saber si han de ser atribuidos á aque- lla antiquísima población que usara el botoque labial y auricular; es, sin 290 — embargo, probable. Casi segura nos parece que una boleadora de un tipo bizarro, con surco ecuatorial y grabados (altura 4om2, diámetro 4cm7), hallado en San Blas y conservado por el doctor C. M. Hildemann (figu- ra 9), era de aquella gente ; su material es del mismo estado de conser- vación é idéntico al del tembetá número 1, y procede de la misma Bahía de San Blas, como queda comprobado por el examen de cántaros roda- dos hallados allá mismo. Yernos, pues, que antiguamente, en el ángulo formado por la orilla norte del Río Negro y el Atlántico, se usaba el botoque labial y el disco auricular, probablemente en combinación; como estas piezas fue- ron fabricadas allá mismo, se trata de una población autóctona, y no de algunos pocos individuos, llevados allá, por otros indios, como pri- sioneros, etc. o o o CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO l)K LAS HORMIGAS DE LA PROVINCIA DE SAN LUIS Por CARLOS BRUCII Jefe de la Sección Zoológica y profesor en el Museo de la Universidad do La Plata A principios de 1914, y por encargo del Museo de La. Plata, hice en compartía del doctor Eduardo Oarette, un viaje á la provincia de San Luis, con el objeto de realizar allí estudios zoológicos y botánicos. Como programa nos habíamos propuesto explorar principalmente la región del Alto Pancoso, habiendo obtenido resultados satisfactorios,- en cuanto á las colecciones y observaciones que alcanzamos á reunir y que serán motivos de futuras comunicaciones. Para comenzar con ellas, dedicará este trabajo a las hormigas que oportunamente pudimos estudiar, Iniciándolo con el deseo de adelantar algo más nuestros conocimientos sobre estos himenópteros. Como se verá, la provincia de San Luis es rica en formícidos; hemos tenido la suerte de descubrir buen número de nuevas formas, cuya cla- sificación se debe al profesor Eorel, á quien agradecemos sinceramente los servicios prestados. CARÁCTER DE LA REGIÓN La región explorada es muy seca y asoleada, por consiguiente la tem- peratura en verano es bastante «'levada. El terreno se presenta, ligera- mente ondulado, con lomas bajas y tendidas : emistituye el Alto Pen- cóse una. anchísima, lonja, de tierras, cuyo nivel sobre la «menea de la Laguna Bebedero, punto más bajo de toda la provincia, es de unos 280 metros (üGO m. elevación total). Al norte, esta elevación corre hacia la Sierra del Gigante y hacia las pampas en sus costados este, oeste y sud- oeste desciende en pendiente muy suave, casi imperceptible. El terreno del Alto Pencoso es árido, muy arenoso, con pocas piedras; en lugares asoman á veces capas de areniscas y margas coloradas yesífe- ras, sobre todo bien visible en la sección que cruza la vía férrea, antes de llegar á la misma población, y que vino á ser lugar preferido para nues- tras observaciones. La vegetación es la xerófila, tan característica de todas las provin- cias del noroeste argentino ; formada aquí por montes de arbustos y árboles bajos, pero bastante tupidos. Los principales representantes de esta flora son: la jarilla (Larrea divar icata), los algarrobos (Prosopis alba y P. nigra), el chañar (Gour- liea decorticans) , la brea ( Gaesalpinia praecox), el peje (Jodina rhomb-i fo- lia), el piquillín (Condalia micropliylla), el quebracho blanco (Aspido.s- pcrma quebracho) y la retama (Bulnesia retama). Estas plantas se en- cuentran ya mezcladas entre el monte, ya alternadas con grupos de de- terminadas especies, ocupando entonces trechos de extensión variable, según las condiciones más ó menos propicias del terreno. Existen tam- bién lugares que carecen de pastos ii otras plantas bajas, substituidas éstas por las cactáceas ó «pencas» (Cereus lamproclilorus y 0. coeru- lescens, Opuntia sulpliurca y O. diademata , etc.), tan abundantes que die- ron origen precisamente al nombre de la localidad. En otros lugares, como en el Desaguadero y por la Laguna Seca, al norte del Alto Pencoso, el suelo es salitroso y la vegetación típica se compone entonces de plantas halófilas, como la zampa (Atriplex Gricse- bachi y A. lampa), el jume (Spirostachys patagónica y tí. vaginata) y otras afines, etc. Por la Laguna Seca encontramos otra vez sedimentos yesífe- ros y capas de caliza muy descompuesta, en forma de lajas, aprovecha- das de vez en cuando por las hormigas para formar sus nidos. COMPONENTES DE LA EAUNA MIRMECOLÓGICA Son los sitios áridos y arenosos que mejor se prestan á la nulificación y el desarrollo de ciertas hormigas, cuya abundancia es allí verdadera- mente sorprendente. Casi todas las especies encontradas, pertenecen á las subfamilias de las mirmicinas y dolicoderinas. De las ponerinas , amantes de regiones algo húmedas, no hemos visto ni un solo representante; sin embargo ha de haber de ellas una «pie otra especie de los géneros Leplogeitys, Lela- — 293 tomma y Hol coponer a, ya conocidas de regiones vecinas (provincias de Córdoba y Mendoza). De la misma provincia. TJotaiomna (F.) quadridcna (F,)} fin; recogida por Strobel en 18(55, y últimamente por el señor (Jar- los Lizer en la Sierra de San Luis. De dorilinas hemos encontrado solamente los individuos masculinos y las obreras de Eciton (Acamatus) Strobeli Mayr, especie muy difundida por toda la. república. Es asimismo notoria la escasez relativa en cam- ponotinas, sólo representadas por los géneros Brachymyrmcx y Campo- notm , con las especies (pie oportunamente citaremos. Predominan, pues, en toda la. región las dolicodcrinas de los géneros Bonymynnex y Forelius. Del último, las especies F. nigriventris For. y F. chalybaeus Em., abundan extraordinariamente, á tal punto, que raros son los sitios en campos pelados y arenosos, que no muestren los cráte- res típicos de sus nidos, a cuyo alrededor se reúnen siempre grandes aglomeraciones de sus ágiles obreras. De las minnicinas, no falta en la región la dañina Atta ó Acromyrmex; al contrario, este género es abundantísimo, si bien representado por po- cas especies, siendo la. hormiga colorada (Acromyrmcx (Moellerius) Silvcs- trii Em.) muy común en toda la provincia. Del género Pogonomyrmex liemos encontrado seis formas distintas, cuatro de ellas eran aún desconocidas. El número de representantes del género Plieidole es superior al de Solcnopsis ; las primeras anidan con frecuencia, entre terreno duro, á veces entre la misma tosca ; de las últi- mas, Solcnopsis Pylades For. es menos abundante como en otras regio- nes. Por último, mencionaremos todavía los géneros Grcmastogaster y Gryptocerus, cuyas especies son casi todas arborícolas. Este conjunto de géneros y especies ya. citadas, con otras más, encon- tradas también durante nuestro viaje, permiten formar un concepto bas- tante edaro de la fauna mirmecológica de esta región de San Luis. AI enumerar todas las especies que hemos recogido, reproduzco de cada una su correspondiente descripción, limitándome muchas veces solamente á las características principales ó más fáciles de distinguir. Además agre- garé también todas nuestras observaciones sobre nulificación y otros detalles biológicos, completando estas descripciones con fotografías y dibujos originales, que servirán para mejor interpretación. Pam. FORMICIDAE Suiiüuii. DoiiVi iwi: Eicilon (.Vcamalus) Slrohcli Mayr (Ialin. VIH, lig. 1, (j*. y liy:. 1¡ <¡>) La biihta Btrubcli Mayr, .humar. Sao. íXat., Modona, 111, 1888, p. 1 lili (p. 8, t„ sep.) q*. = Ecilon n i te un Mayr, 1. c., 1888, página 188, (p. i), t. sep.) <£. Esta especie se extiende seguramente por todas nuestras provincias y territorios, desde Jujuy y Misiones al norte, hasta Iiío Negro y Oliu- but al sur : ha sido señalada hasta ahora de Buenos Aires, Santa Ee, Córdoba, San Luis, Mendoza, Entre Ríos, Misiones, Salta, Tucumán, Catamarca, Jujuy, Río Negro y Ohubut. En Alto Peneoso, algunos individuos masculinos (E. (A.) Strobeli), atraídos por la luz de la lámpara, vinieron, como suelen hacerlo, á veces en enormes cantidades durante las noches de verano. En cambio, las obre- ras (E. (A.) nitens) las hemos hallado debajo de estiércol seco de vacu- nos, en algunas galerías terrestres muy superficiales, que debían servirles de refugio y no como verdaderos nidos, los cuales aun no conocemos. En cuanto se refiere á dichas obreras, mis observaciones recientes' confirmaron plenamente su identidad con la forma masculina, descripta por Mayr como especie distinta (L. Strobeli), lo (pie Berg ya suponía al 1 Durante mi estadía en la estancia do Tornquist (Sierra de la Ventana), pude pre- senciar, por primera vez, nna irrupción do estas hormigas guerreras, que anidaban debajo de los cimientos do la cochera. El ataque lo llevaron simultáneamente contra dos nidos : uno de Pheidole Beryi Mayr, y otro de Solenopnin Pyladen var. tricuspis For., situados ambos sobro el camino del parque, á unos treinta metros del ediñeio, y separados uno de otro por una distancia de ocho metros. Las obreras de licitan salían por una simple grieta entre dos ladrillos, y dada la solidez de aquella cons- trucción, no filé posible explorar el nido. A las 8 de la tarde (15, II, 1918), millares de obreras formando una densa colum- na de dos á tres centímetros do anchura, habían ya invadido el primer nido y cargadas con regular cantidad do ninfas, se encaminaron céntralos Solcnopniti. Mien- tras que una parte de las guerreras penetraban en el nido de éstas, otras volvían hacia la cochería, escoltando á las que cargaron con la presa. En ningún momento he observado lucha entre invasores y agredidos ; una sola vez vi tí una Pheidole, que l'uó decapitada por llevarse una ninfa, de la cual se apo- deró inmediatamente una de las agresoras. Las obreras y soldados del primer nido, parecían alborotadas y huyentes; por el — 295 — ocuparse de nuestros formícidos *, y á esta opinión se remitió también últimamente el doctor Gallardo 2. Nuestras figuras (lám. VII, 1-2 y 2 a) representan macho y obrera de E. (A.) Strohdi Mayr, cuyas características son : Obrera. — Tiene 2,5 á 0,5 milímetros de largo; es de color rufo cas- taño con las mandíbulas y el borde anterior de la cabeza más obscuros ; es brillante, fina y dispersamente punteada y pubescente. Los ojos fal- tan ó son solamente indicados por un punto pigmentado amarillo. La ca- beza subcuadrada, es mucho más finamente punteada que el tórax, casi glabra, con su vértice inerme, atrás fuertemente escotada en arco. Los costados del tórax y mefcanoto son inermes, muy densamente puntea.- dos, opacos, subcoriáceos. Pecíolo, abdomen y patas son dispersamente pilosas. Macho. — Largo del cuerpo 10 milímetros, del ala 17 milímetros. Su color es el mismo de la. obrera, salvo el tórax, que en parte es más ó menos pardusco. Todo el cltcrpo es bastante fino y densamente pun- teado, cubierto de una pilosidad amarilla leonada, muy tenue, adherente y en ciertas partes algo más larga y destacada. El tórax es opaco y más pubescente sobre el dorso que en los costados. Las alas son bastante amarillentas, con sus nervaduras más obscuras. Subían.. I*OI\iClSIFVAI2 Eetatomma (lüda(omma) qtiatf ridcns (F.) Fórmica quadridcns F. Entoin. Syst., II, 1793, página 362, Eetatomma bvunnea Smith, Catal. Hym. Brit. Mus., VI, 1858, página 103, íj>, Q> . Recibimos últimamente obreras de esta especie de Córdoba (Birabén leg.) y de San Luis (Lizer leg.); además esta hormiga ha sido señalada del Paraguay, Brasil, de la Guayan a y de Colombia. contrario, los Solcnopsis quedaron tranquilamente por los alrededores y aun en las propias galerías del nido, donde se hallaban muchos Eolton dedicados al saqueo en el momento que hice una, sección con la pala. A las 8 de la noche, la. correría había terminado; volviendo más tarde if. la cochera, observó con mucha satisfacción cómo salían do las mismas grietas algunos individuos masculinos, que en efecto correspon- dían al Eciton (A.) Strobeli y que volaron durante varias noches alrededor de la luz de acetileno. 1 11 luto C., Enumeración sistemática f) sinonímica de los formícidos argentinos, chilenos ! I uruguayos. Anales de la Sociedad científica argentina, tomo XXIX, 1890, página 16. Gallardo A., Observaciones sobre algunas hormigas de la República Argentina. Anales Musco Nacional, tomo XXVII, página 6. Buenos Aires, 1915. Obrera. — Mide 10-11 milímetros ; es de un rojo moreno muy obs- curo, subopaco, de aspecto sedoso; las estrías densas y muy linas son longitudinales sobre la cabeza, las mandíbulas, el dorso del protórax y metatórax, y transversales en la parte anterior del protórax, el metató- rax y nudo del pecíolo; sobre el abdomen son aún más tenues y subcir- culares. 101 pronoto giboso presentados espinas ó tubérculos; el epinoto dos espinas cortas, bastante agudas. Todo el insecto lleva pelillos cortos pálidos, muy esparcidos y destacados. Hembra. — De 15-1 G milímetros, se asemeja á la obrera en cuanto á coloración y estructura. Sus alas son llavo hialinos, las nervaduras de un testáceo pálido. Siilifiim. UVIlMICIWi; l’ogotiomy rme x «-uineiilui'iiis M¡iyr, subsp. peiieosen^is Por. (Lám. VIII, lig. 3, íj>, y íig. 4, (j?) l’orel, liull. Suc. raud. Su. Mui., ;")0, 184, 1914, página 2!i5, íj, (j*. lista hormiga es muy abundante en las proximidades de Alto Pen- coso, y considerada por Forel como raza de P. cunicularius Mayr, con la cual tiene mucha semejanza. Obrera. — Ordinariamente más pequeña y más esbelta que la espe- cie típica, mide 0,4-!), 4 milímetros. Su color es de un rojo ferrugineo; todo el cuerpo está cubierto por una pubescencia blanquecina, erguida y corta. La cabeza es subopaca, longitudinalmente arrugada, apenas más estrecha que en P. cunicularius. Las espinas inferiores del epinoto son largas y agudas, mientras que la especie típica tiene solamente la- minillas redondas. Macho. — Mide de 8 á í),5 milímetros, es negro, con el abdomen y los tarsos de color castaño; las mandíbulas, tibias y la extremidad del abdomen son moreno obscuros; las alas son ligeramente parduscas. La cabeza y el tórax son subopacos, bastante rugulosos, longitudinalmente arrugados : la cabeza es casi tan ancha como larga, convexa atrás y es- trechada delante de los ojos. El tórax es algo más ancho que la cabeza ; el epinoto lleva dos espinas en punta, algo más largas que anchas en la baso. El abdomen es liso y lustroso. La pubescencia es erguida, amari- llenta, más densa, más larga y mucho más fina sobre el cuerpo y miem- bros que en la obrera. Hembra. — Es aún desconocida. Por su apariencia y manera de caminar se distingue fácilmente esta 297 — hormiga ele las otras especies congéneres, encontradas en los mismos lugares. La forma más esbelta y el desarrollo de sus miembros le dan mayor agilidad; las obreras corren rápidamente, llevando el cuerpo bien desta- cado del suelo y el abdomen casi doblado por debajo, dirigido hacia adelante. Durante el día hemos visto varias veces obreras acarreando semillas de gramíneas recogidas del suelo. Nidos. — Como los otros representantes del género, esta especie ha- bita los sitios áridos y anida con frecuencia en e! terreno duro. 101 nido es completamente subterráneo, desprovisto de cráter alguno, solamente indicado en la superficie del suelo por un pequeño orificio de tres hasta cinco milímetros de diámetro, que da acceso al interior. El examen de una decena de estos nidos excavados en distintos lugares, mostró carac- teres más ó menos constantes. Ordinariamente tiene 30 ó 40 centíme- tros de profundidad y está compuesto por escaso número de cámaras ó cavidades subovalares de dos á cuatro centímetros de diámetro. Así, el nido es bastante sencillo, constituido solamente por una galería central más ó menos perpendicular, con pocas ramificaciones que conducen á las cámaras mencionadas. Casi siempre las ramas superiores que se des- prenden de la galería principal, se dirigen hacia los costados y vuelven hada, arriba para terminar en las cámaras; otras veces, éstas se comu- nican entre sí por est rechos canalículos Un nido se compone generalmente de una colonia, poco numerosa, co- mo do algún centenar de obreras con escasa cría, representada en aquella estación (febrero) por ninfas ya coloreadas. Una sola vez, el nido tenía 1 Mucho extraño que la descripción dada por Berg del nido do Pogonomyrmcx cn- nicnlarius Ma,yr (Berg. Anales Son. Cient. Argén t., p. 9, 1890. Id. Gallardo, Anales Mus. Nací., Bs. Aires , p. 12, 1915), difiere tan fundamentalmente do las observacio- nes nuestras sobre la raza de esta especio y sobro otras especies congéneres. Estas observaciones coinciden también con los datos suministrados por mi diligente cola- borador Mac Donagb, quien acaba de examinar algunos nidos do aquella especie en Entre Ríos. El doctor Berg dice por ejemplo : « Hace grandes nidos en forma de caracol en suelo arenisco, del cual extrae tierra y granos gruesos de arena, para obtener la forma caracte- rística. En otros casos el nido está construido por granos de arena aglomerados, ofreciendo siempre In forma de caracol. A reces mide ISO centímetros de didnictro y puede sacarse entero, siendo el sucio compacto, ote. » Ri ii negai' la meticulosidad que en Indos sus trabajos caracterizó if. mi inolvidable maestro y amigo, me inclino sí, creer que confundió sus observaciones, atribuyendo sí la especie en cuestión las propias, hechas sobre nidos de Phcidole Bergi, de la cual agrega : « haciendo agujeros en el sudo, que comunican con canales ramificados ». Las construcciones en forma de caracol, si la comparación vale, son típicos para, esta última especie ; por otra parto, son precisamente las obreras do la misma, las que llevan íí su nido otras hormigas mutiladas ó muertas (véase pííg. 306), costum- bres que menciona también Berg, como del Pogonomyrmcx. 208 — mayores proporciones : quince á veinte cámaras albergaban unas cuatro- cientas ó más obreras, entre las cuales liemos bailado una docena de in- dividuos masculinos, los que obtuvimos también de algunos otros nidos. Los machos son bastantes ligeros, por su hábito y vuelo recuerdan á ciertas avispas pompílidas. Varias veces entre las cámaras superiores de los nidos encontramos almacenadas semillas de vegetales, principalmente gramíneas. Pog onoinyrincx ciiniciilarius» May r, suOsp. peiieosensi.s Fov. var. «luliia Foi\ Forel, Hall. Soc. Vatul. So. Nat., 1914, página 207, ¡Se trata de una dudosa variedad de la raza precedente, establecida por Forel sobre tres individuos encontrados aisladamente. Según ese autor, se distingue dicha variedad del tipo de la raza, por los detalles del epinoto, cuyo plano declive tiene dos aristas, de las cuales la exte- rior, saliendo de las espinas superiores, termina lmcia afuera de la arista de la espina inferior. El borde posterior de la cabeza sería también me- nos neto y más convexo. Pogonomyrincx i-aslratus Mayr Mayr, Animar. Soo. Nat., Modena, 1868, página 13, t. sep. i£. lbid., Ferli. zool. bot. (¡ce., Wion, 1887, página 011, (j* . lista hormiga se conoce hasta la fecha de Mendoza, San Luis, Río Negro, Ohubut y Santa Cruz. l)e Alto Pencoso hemos traído como una veintena de obreras, recogidas aisladamente. La especie se caracteriza por el lindo color rojo de la cabeza y del abdo- men; este último es mate, muy lina y longitudinalmente estriado. La va- riedad negra (var. carbonarius Mayr) parece no existir en las provincias del norte. Obrera. — De (i-7 milímetros, tiene tórax, patas, mandíbulas y esca- lios completamente negros, mientras que la cabeza y abdomen son ro- jos. La pubescencia es cana, corta y bastante esparcida, los pelos de las amoquetas son rubios. La cabeza longitudinalmente estriada es tam- bién finamente reticulada. La parte posterior del pronoto y el mesonoto son á lo largo arrugados, subvenniculados ; las arrugas del metanoto corren en sentido transversal ; las dos espinas epinotales son bastante largas y agudas. Macho. — Mide 7 milímetros; es de un moreno negro: las mandíbu- — 29!) — las, antenas, pecíolo y patas son de color moreno castaño, el abdomen rojo ferrngineo. La cabeza subestriada, es muy finamente retícula da ; el tórax estriado, arrugado y punteado; el epinoto tiene dos espinas agudas. I’ogonomyrmex inermis For. (L¡ím. VIH, fig. 5, £) Fori'l, Itull. Roe. Fauil. Re. . A 'al., 1911, piíginn. 2(>7, De esta especie, fácil de distinguir por la carencia do espinas epinota- les, liemos encontrado dos pequeños nidos, solamente con formas obreras. Obrera. — De 5-6,5 milímetros, es de color rojo bastante subido, el abdomen negro con el pigidio flavo castaño. La pubescencia es erguida, blanquecina, obtusa y bastante abundante; los pelos déla barba son rubios. La cabeza es cuadrada, semiopaca, groseramente arrugada á lo largo, finamente reticulado punteada. El tórax es muy convexo, tosca- mente arrugado, subreticulado : las arrugas son longitudinales sobre el dorso y transversales en la parte anterior del pronoto. El epinoto es inerme. Nidos. — Los dos que liemos examinado, se encontraban en suelo po- co duro, algo pedregoso; tenían 3 y 5 cámaras respectivamente y á es- casa profundidad. Se diferencian de los nidos do P. cnnic. var . pcncoscnsis, por sus cá- maras más pequeñas, separadas por canalículos muchos más cortos. En ninguno de ellos vimos cría, tampoco individuos sexuales. INtgonoiti'V’riiicx ItruHii For. Kiilisp. mirmis For. (Lililí. VIII, fig. 0, ; lig. 7, (jb * Foro!, Bell. Soc. Faitd. Sv. Kat., 1 9 1 <1 , piígina 268, <£, Qb Según criterio del autor (Forel), esta hormiga vendría á representar una. estirpe de P. Bruclii, dando á ésta un valor específico. Ambas for- mas tienen mucha semejanza con Pogonomyrmex cocirctatus Maye, dis- tinguiéndose la raza micans á primera vista por su coloración. Obrera. — Mide 0,5-8 milímetros; la cabeza es de un rojo bastante vivo, su borde anterior, mandíbulas, funículos y tórax son obscuro par- dirrojos, el pecíolo, abdomen y las patas completamente negros. La pubes- cencia. es erguida, amarillenta pálida, brillante y bastante abundante. La. cabeza, es semiopaca, de superficie sedosa, densa, y muy finamente, estriada á lo largo y lleva gruesos puntos, poco impresos. El tórax es 300 muy toscamente estriado: transversalmente en la parte anterior del pre- noto y metanoto, longitudinalmente en la parte posterior del pronota y en el mesonoto; las espinas epinotales son bastante largas. Macho. — De 9-10 milímetros, es negro, con antenas y tarsos pardo obscuros, lo mismo que el abdomen, de color castaño en su parte ante- rior. La cabeza es algo más ancha (pie larga, bien convexa, subglobosa, semimate, con la escultura más irregular y más grosera que en la obrera. El tórax es algo más estrecho que la cabeza, sus estrías dorsales son más tinas; lleva también puntos esparcidos. El epinoto tiene dos dientes anchos, muy obtusos, más cortos que su anchura. El abdomen es casi Fig. 1. — Corte vertical por un nido de Pogoñomynnex Jlruchi For. subsp. micans Ford. */2 del natural liso, muy débil y finamente retícula do. Toda la pilosidad grisácea es mucho más larga, más tina y más densa que en la correspondiente obrera. Esta hormiga es tan abundante como P. cunicuJarius subsp. penco- sensis For., pero por su hábito se asemeja más á P. c-oarctatus Mayr; quizá convendría mantener á ésta como tipo de especie, considerando como variedades á las formas Jlruchi For. y micans For. Esta última camina, como las otras especies, con el abdomen siempre estirado y no recogido como lo hace P. cunicularius. Nidos. — Los nidos, desprovistos de cráteres, tienen el orificio de entrada pequeño y se encuentran en terreno firme ó duro yá escasa pro- fundidad. Se diferencian, sin embargo, de los que Construye P. cunicula- rius, por sus cámaras más aglomeradas, en comunicación con cortos pasa- jes (fig. 1 ). Cuando el suelo es menos duro, estos pasajes ó canalículos son 301 — más largos, mucho más ensanchados y de sección perfectamente circu- lar, dispuestos más órnenos en sentido horizontal, distribuidos en distin- tos niveles. Las cavidades délas cámaras son variables; en nn nido hubo algunas de mayor capacidad, ocupadas por abundante cría y uno que otro individuo alado. De estos últimos hemos visto solamente formas mascu- linas, y la cría, ya en estado de ninfas, correspondía siempre á obreras. Varias veces hemos encontrado cámaras con semillas de vegetales, mezcladas con los pequeños frutos rojos del piquillín (Condalia micro- pln/lla). Los seis nidos (pie pudimos examinar se componían de colonias poco numerosas, que en ningún caso pasaría mucho de unas trescientas obreras. Pogonoinyi'inex (Ephcbomyrmex) IXaegelii For. (Lím. IX, fig. I, Forol, C. llcnd. Soc. lint, liclg., 1880, página xu, Mayr, Vcrh. sool. bol. Ges., Wien, 1887, página 012, Q f <3*. Los ejemplares típicos de esta especie proceden del Brasil; de la Ar- gentina es conocida de las provincias de Buenos Aires. Santa Fe, Cór- doba, San Luis y Salta. Al examinar un nido do l\ inennia For., encontramos en una cavidad adyacente tres obreras mucho más pequeñas, identificadas por Ford como P. (E.) Nacgclii. Por sus a moquetas o barba muy corta, y las cua- tro espinas epinotales, esta especie corresponde al subgénero Ephcbo- myrmex Wlieeler. Obrera. — Mide poco más de 4 milímetros; es de color rojo ferrugi- neo bastante vivo, el abdomen es castaño; su escultura es groseramente eseabroso-reticulada. La, cabeza es longitudinalmente arrugada, subreti* culada, el tórax fuertemente reticulado. El metanoto está provisto de cuatro espinas, de las cuales las dos superiores son más largas. El pri- mer nudo del pecíolo es bastante largamente pedunculado, adelante ver- ticalmente truncado, tiene un diminuto diente debajo de su pedúnculo; el segundo nudo presenta, también debajo una protuberancia, gruesa, y obtusa. El abdomen es liso y lustroso, muy dispersamente punteado. Todo el cuerpo, incluso antenas y patas, está cubierto de pelos cortos, gruesos y obtusos, perpendicularmente erguidos. Hembra. — Según la descripción de Mayr, tiene 5 milímetros de largo y se asemeja mucho á la obrera. El metanoto y escutelo son grose- ramente reticulados, longitudinalmente arrugados; los planos basal y declive del metanoto gruesa y transversalmente arrugados; las espinas epinotales inferiores son mayores y más agudas. Las alas son ligera- mente parduscas, tienen dos células cubitales. Macho. — Es apenas más largo que la hembra; negro, las antenas, pecíolo, aneas y fémures son de color pardo obscuro, tibias y tarsos más amarillentos. Las mandíbulas son cuadridentadas. La cabeza es rugosa- mente reticulada, las estrías frontales convergentes hacia atrás. El me- tanoto es ruguloso, provisto de dos dientes muy obtusos. El abdomen es liso y muy lustroso. Oemaslogusler quatlriformis liog. sul>si>. ISovereloi For. (I-itin. X, lig. 2 , Forol, liuU. Soo. I'ititd. He. Mal., lililí, página H2, Por omisión involuntaria no figura esta subespecie en el trabajo de Eorel con procedencia de Alto Pencoso, donde la hemos recogido varias veces sobre jume (Spirostachys). Ha sido señalada también de Tucumán, y en La Plata la encontré en las ramas delgadas y secas del sanco (Sam- bncus). Una variedad más pequeña procede de líosario. Se conoce solamente la forma obrera, descripta por Eorel como sigue : Obrera. — De 3,1 á 3,4 milímetros, es casi negra (bastante más obscu- ra que el tipo de la especie); las espinas son rojizas, lo mismo que las mandíbulas: patas, antenas y primer nudo son pardas. Es más pequeña, que el tipo de especie, apenas más grande que la variedad gracüior Forel, pero bastante más robusta (pie ella. Difiere sobre todo de las dos, como también déla subespecie nidis Emery, por su escultura mucho más débil y por su segundo nudo un poco más corto, á lo menos una y media vez más ancho que largo y débilmente, pero bastante netamente escotado atrás, en el medio. La frente y el occipucio son muy lustrosos y muy débilmente reticulados, lo mismo que el epistoma; la frente es casi lisa. El dorso del promesonoto y el segundo nudo son también muy lustrosos y débilmente reticulados. Los escapes son algo más largos, pasando el borde posterior por más que el doble de su espesor. Lo demás como el tipo de la especie. Creniaslogaster ltriichi For. (Liim. ix, tig. a, Forol, Mótil. Sou. lint, llehj., XIX, 1ÍI12, págum 21!), Los primeros ejemplares de esta especie coleccioné en Huasán (Cata- marca) sobre los frutos del Quimil ( Opuntia) ; después recibí también algunos de Salta y de Tucumán. En Alto Pencoso los encontramos sobre «zampa» (Atriplex), y una vez sobre un lienzo empapado con' sangre de 303 apereá (Cavia), que momentos antes colocábamos á la sombra de un arbusto. Buen número de obreras, que ú pocos metros tenían sn nido en el suelo, saboreaban con avidez la substancia sanguínea, no obstante su régimen vegetal. Obrera. — De 3,2-4 milímetros, es negra; clipeo, antenas y miembros son obscuro castaños, las mandíbulas y espinas epinotales rufo castaños. Es densamente reticulado punteada, opaca, menos en el medio del epis- toma, de la frente y del vértice, las espinas y los miembros que son lisos, lustrosos. El abdomen es lustroso, muy tenue, monte subrotieulado. Las mejillas, costados de la cabeza y do la frente, lo mismo (pie el tórax son longitudinalmente arrugados. Está cubierta de una pilosidad pálida, bastante larga y abundante, destacada y algo menos oblicua sobre los escupos y las tibias. Las espinas son muy divergentes y muy largas. El abdomen es bastante piriforme, truncado y ancho adelante, muy estre- chado y punteagudo atrás. La descripción original menciona aún más detalles; los que preceden bastarán para distinguir la especie, de la cual se conoce hasta ahora solamente las obreras. Nidos. — El único que excavamos, estaba en tierra arenosa; tenía un pequeño orificio de entrada sin cráter. Las pocas cámaras ó galerías eran más ó menos horizontales, superpuestas y muy irregulares; no pa- saban do 20 centímetros de profundidad, y contenían regular número de obreras, pero ninguna cría ó individuos sexuales. Era el único nido te- rrestre que encontramos de osle género. Cremaslogastci* hrevíspinosa Mayr, subsp. cruols For. var. carminis For. (Lrtin. IX, flg. 4, £) F orcl , Bull. Soc. Vaud. Se. Xat., 1914, página 270, c£. J)e paso por la Itepresa del Carmen, al norte de Alto Pencóse, reco- gimos una veintena de obreras de esta nueva variedad, sobre un alga- rrobo (Prosopis), en cuyas ramas debían guarecerse; ella, con la forma subsiguiente, aumenta la ya larga serie do variedades conocidas de C. brev isp i n os a J\ I ay r . Obrera. — Mide 2, 9-3, 5 milímetros; es de color moreno, con el abdo- men negruzco : su tamaño es mayor, su color más obscuro que en el tipo de la raza, procedente de Colombia; también las espinas son más largas. La, superficie es lustrosa,, cubierta de diminutos puntos pilí foros, bas- tante esparcidos; la pilosidad muy tenue y apretada. La cabeza es sub- cuadrada, muy convexa. Los costados del tórax son reticulados, subgra- nrcv. museo la tlata. — t. xxiii 21 — 804 nulados, con algunas arrugas longitudinales. Las espinas epinotales, en forma de diente triangular, son algo más largas que anchas en la base. tlrcmaslogasler hrcvispinosu Mnyr, mibsp. .Uocllcii For. vais lueiimaneiisií) For. (l.lllll. IX, lig. 5, ; llg. U, (^ ) Forel, Bull. Soc. Yaud. So. Nat., 1914, página 271, Q . En Alto Peneoso esta hormiga no es rara sobre los algarrobos y anida entre las galerías taladradas por larvas de cerambícidos; la he recibido también de Tucumán (Shipton) y de Salta. Es mayor (pie la variedad precedente. Obrera. — i)e 2,5 á 4,5 milímetros, es de color, escultura y pilosi- dad muy parecida al tipo de la raza, las espinas son también más largas. La cabeza es menos convexa, más alargada que en aquél, relativamente más pequeña en las grandes obreras. El abdomen lleva, algunas series de pelos erectos, semiobtusos. Hembra. — Mide 7, 5-8, 8 milímetros; es muy semejante á la obrera, de color más claro, castaño, con el abdomen casi negro. La pilosidad es algo más esparcida, mezclada con pelos más largos erguidos, más abun- dantes sobre el abdomen. Los costados del tórax son lisos, solamente en la parte posterior de las mesopleuras y en el epinoto lleva débiles arru- gas. Las espinas epinotales son muy obtusas; las alas apenas amarillen- tas, sus nervaduras testáceas pálidas. En varias ocasiones hemos encontrado colonias numerosas, siempre en las ramas perforadas por larvas de cerambícidos, sin que pudiéramos notar mucha construcción propia. Entre las galerías centrales hubo hembras en abundancia, pero nunca vimos individuos masculinos. La cría, en estado de larvas adultas y de ninfas, correspondientes todas á obreras, que estaban aglomeradas entre las cavidades debajo de la corteza. lMicidolc líergi Mayr (l.ilin. IX, íig. 7, Mayr, Valí. zool. lot. (los., Wicn, 1887, página 593, ')£, página 1)05, Esta especie abunda en Alto Peneoso y está difundida probablemente por todas las provincias, pues la tenemos en Buenos Aires, Santa Ee, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Salta y Catamarca; parece que no se extiende mucho al sur del Río Negro, donde es substituida por la — 305 variedad mbparallela Em. Se conoce todas sus formas, pero nos fijare- mos preferentemente á los soldados, puesto que en el género Phcidole son ellos que presentan los caracteres específicos más marcados. Soldado. — De 5, 5-6, 5 milímetros, es de color rufo castaño, con las mandíbulas más obscuras y el abdomen moreno; es lustroso y dispersa- mente piloso. La cabeza es convexa, en los costados redondeada; su mi- tad anterolateral longitudinalmente arrugada, subreticulada, la frente estriada; la mitad posterior lleva puntos pilíferos esparcidos. El escapo KIr. 2. — OiUhmim do l'hddolc. A , y tío Vh. njrfninotllti Mnyrj 11, y do 3’h. upininoiHn vnr. pcn- co.icnm Forol | C, y do l’li. (K.) aberran,! Mnyr, do nrtiliiv y O do costado; .1), y do ]'h. ller- ;/i Mnyr ¡ 35, ^ do l’h. Vcrgi, con mayor mnnmito; F, con amnonto proporcional n las donáis (15 voces). es Linchado y acodado en la base; las fosetas antenales son subcircula- res. El protórax es muy fina y dispersamente estriado; las mesopleuras y el metanoto son reticulado punteados, subgranulados, el último sobre el dorso también estriado; las espinas epinotales son erectas, algo diver- gentes. El pecíolo es opaco, subgranulado; el segundo nudo es el doble más ancho que el primero (fig. 2, D). Obrera. — De 3, 2-4, 5 milímetros, esbelta y ágil, es de color rojo ferru- gineo con el abdomen moreno negro; e.s algo más lustrosa que el sol- dado. Tiene el pronoto liso y brillante, el mesonoto y metanoto opacos, granulados (reticulado punteados); las espinas epinotales son peque- ñas. El segundo nudo del pecíolo es subglobular (fig. 2, E y F). — :¡0(> — Estas hormigas son exclusivamente insectívoras; acarrean siempre otros insectos á sus nidos, á veces tan desproporciona! mente grandes, (jue sólo con esfuerzos de muchas obreras unidas consiguen arrastrarlos. Su presa la llevan con suma agilidad, salvando hábilmente á los obstá- culos que ofrece el terreno. Casi siempre cargan con el insecto ya muerto, y entre sus presas hemos anotado pequeñas arañas, larvas, ortópteros, hemípteros y coleópteros de todas clases. Una vez les arrebaté un hermoso crisomélido ( Lhimolpus ¡sur ¿numen si*) aun medio vivo; otra vez, unas treinta obreras arrastraban á un escara- bajo (Diloboderns Abderus) que poco antes había sido pisado, y otro grupo, empeñadísimo, trabajaba por introducir á su nido una gran lan- gosta (ISehistocerca paranensis), en cuya, tarea cooperaron también varios soldados. En distintas ocasiones he comprobado su agresividad contra otras hormigas, y aun contra sus propios congéneres : se apoderan entonces de los individuos sexuales. Estas costumbres las he observado varias veces después de alguna erupción ó de un vuelo nupcial de las hormi- gas negras; las obreras de la Pheidole recogen luego los machos que en- cuentran ya moribundos en el suelo. Durante una excursión que hicimos á Martín García, en compañía de mi distinguido amigo doctor Neiva, pudimos presenciar la repetición de estos hechos. El 9 de diciembre del año pasado, al otro día de un recio aguacero, hubo en la isla numerosos enjambres de la hormiga colorada Acromy nnex (M.) striata. Á la mañana siguiente, encontramos muchas hembras fe- cundadas y desaladas, ocupadas en fundar nuevas colonias, mientras que los machos eran ávidamente recogidos por obreras de Pheidole Ber- (ji, y transportados á sus nidos. Otros dos casos presenciados en Alto Pencoso eran aun más intere- santes, pues se trataba de verdaderos ataques, en el momento de produ- cirse las erupciones do individuos sexuales : una de Pheidole spininodis var. y otra de Pli. aberrans. Los dos nidos de éstas estaban á corta dis- tancia de otros, ocupados por las agresoras, y, era curioso observar la actitud de los soldados de ambas partes. Mientras unos estaban preo- cupados en defender é introducir de nuevo al nido á los pares alados, los otros se abalanzaron sobre estos últimos, tan pronto que se aleja- ban, y buscándolos cuando caían al suelo, después de un vuelo breve y recto. En cada caso, la mayor parte de la colonia y de nuestra Pheidole se encontraba afuera, corriendo en todas direcciones; el espectáculo fué interrumpido con la entrada del crepúsculo. Por lo común, los soldados no se alejan mucho; algunos vigilan casi siempre la entrada al nido, y penetran en él tan pronto que advierten 307 peligro; al excavar varios nidos, los liemos encontrado refugiados en las cámaras inferiores. Unos cuantos experimentos, para comprobar la admisibilidad de otras hormigas é insectos, ti- rados simplemente entre el ni- do, nos dieron los siguientes resultados : varias obreras de Acromyrmex (M.) Silvestrü y de Solenopsis Pylades, lo mismo que algunos carábidos (Platysma y Helenopliorus) , escaparon poco después, al parecer sin ser mo- lestados. Un pequeño coccinéli- do (Goccinella aneo-ralis), fue lan- zado desde el interior á varios centímetros de altura, probable- mente por algún soldado. Otra especie de esta familia (Peda sanguínea) lo fue también recha- zada, llevándola las obreras para afuera. Varios insectos, depositados cerca del nido y previamente muertos, fueron re- cogidos poco después por las obreras. Nidos. — Además de varios nidos, excavados en las proximi- dades de Alto Pencoso, he pod i- do examinar otros de la misma especie en La Plata y en la Sie- rra de la Ventana. Todos corres- ponden á un tipo bien caracte- rizado y casi idéntico para las demás especies que citaremos • leí género. Me refiero aquí sola- mente á nidos construidos en terreno firme, á veces muy duro y libre de obstáculos; otros, he- mos contrado también sobre los cerros, debajo y entre las piedras : éstos son menos regulares, y sus cámaras están adaptadas á las condiciones especiales del terreno. El nido normal de Pheidole Bergi (fig. 3) tiene siempre el orificio ó Fig. 3. — Corte vertical por un nido típico de Pheidole Beryi !Mayr. s del natural 308 — la boca de entrada ancha, circular, de 2 á 3 centímetros de diámetro. El cráter, si existe, es extendido, formando una valla circular, baja, á me- nudo solamente un semicírculo, de diminutos fragmentos de la tierra extraída. El camino ó canal que conduce á las cámaras superiores, es una exca- vación amplia; desciende verticalmente, casi siempre en especie de espiral ó forma de caracol irregular, á veces con numerosos recodos laterales. Las cámaras son pequeñas, de 4 á 5 centímetros de fondo y de poca altura; arriba son abovedadas; están superpuestas más ó menos en un mismo eje vertical y en comunicación por canalículos rectos, estrechos, de unos 3 á 4 milímetros de diámetro. El número de cámaras, en los nidos estudiados varía de 5 á 10, y la profundidad total de éstos entre 40 y 60 centímetros. En los recodos de la parte superior del nido, muchas veces hallamos almacenados insectos muertos ó restos de ellos para el alimento. La cría nunca es muy abundante y yaco en el fondo de las cámaras. La proporción de soldados en una colonia siempre es mayor en relación á las otras especies congéneres, que hemos encontrado; en ningún nido hubo individuos alados. Nuestra lámina I, representa un nido visto de arriba y en sección verti- cal, tomado por la Laguna Seca, al norte de Alto Peneoso, construido en terreno arenoso bastante duro. Al lado del orificio del nido se nota otra entrada, que no tenía comunicación con las cámaras. El cráter es bajo, extendido, formado por una valla circular perfecta, de unos 25 centíme- tros de diámetro. Como se ve por la sección, la entrada es recta, verti- cal, y el nido se compone aquí solamente de tres cámaras amplias, pero bajas y superpuestas que apenas llegaron á 25 centímetros de profundi- dad. El pilar ó la rama central ha sido desprendida, para hacer más visi- ble la disposición de las cavidades en la fotografía. IMicidolc spiuinotlis Mayr Mayr, Yerli. zool. bot. fíes., Wien, 1887, página 591, If, página 605, <£. La especie típica procede del Tandil ; fue coleccionada también en Tapalquén, Olavarría, ltío Colorado, Pergamino é Isla Verde (Córdoba), y personalmente la encontré en La Plata y en la Sierra de la Ventana ; durante nuestra excursión la hallamos raras veces. Soldado. — De 5,5 0 milímetros, es de color rufo castaño ó castaño amarillento, con mandíbulas, borde anterior de la cabeza y abdomen más obscuros, el último más pardusco. El cuerpo es liso y muy lustroso; dis- — 309 — persamente piloso, con los pelos leonados y erguidos. La cabeza es gran- de, rectangular, más larga (pie ancha. Las mandíbulas muy robustas tie- nen su borde masticador no dentado, solamente en algunos ejemplares un diente apical poco marcado. La frente entre las láminas frontales, como las mejillas son longitudinalmente estriadas; las estrías en las fosetas antenales son oblicuas. El resto de la cabeza es liso, muy brillan- te, con puntos Anos, pilíferos y muy esparcidos. Las espinas epinotales son fuertes, triangulares. El segundo nudo del pecíolo es tres veces más ancho que largo, formando de cada, lado una, espina, aguda, ligeramente dirigida hacia atrás (íig. 2, A). Obrera. — De 3, 2-3, 5 milímetros, es lisa y lustrosa, do color moreno ó castalio obscuro, con mandíbulas, funículos, articulaciones cielos miem- bros y los tarsos más amarillos. La, pubescencia es más fina y más pálida que en el soldado. La cabeza es convexa, las mejillas son longitudinal- mente estriadas; las estrías en las fosetas antenales curvadas. El pronoto es liso, el metanoto presenta algunas estrías transversales; los dientes epinotales son pequeños. El segundo nudo del pecíolo es redondeado lateralmente, una y media vez más ancho que el primero. IMioídoIe spiiiinoilis Mnyr, vnr. penposeiisis For. (Uní. IX, llp. 8, %) Ford, Bnll. Soo. I'inid. Se. 1 Val., 19.14, página 271, Q, (jh Esta variedad local es mucho más abundante en la región que la especie típica. Soldado. — De 0,2-0, 8 milímetros, so caracteriza por las espinas del segundo nudo del pecíolo, que son más cortas y tienen más bien forma cónica (ftg. 4). La cabeza es también más larga, más de una quinta parte más larga que ancha (Forel). El esca- po es distintamente hinchado en su tercio posterior (ñg. 2, B). El color de nuestros ejemplares es también más claro, amarillo castaño. Obrera. — Algunos ejemplares son más obscuros que el tipo de la especie, pero ordinariamente son más claros; el escapo es algo más largo y la cabeza apenas más ancha atrás. Hembra. — De 8,2 milímetros, es de un amarillo rojo, con las man- díbulas y parle anterior déla cabeza pardas; el cuerpo todo luciente. Las estrías son longitudinales sobre la frente y las mejillas, oblicuas en las fosetas antenales. Todo el resto es liso con puntos esparcidos; la Flg. 4. — T'odnln, a, ilc ^ rheidole tpinino- din tipien ; b, do la vnr. pencoaensin Forol ;il() pilosidad es como en el y. La anchura de la cabeza atrás es mayor que su longitud, también mayor «pie adelante. El borde posterior es débilmente escotado y tiene una carena occipital visible. Los ojos están en el tercio anterior. La cabeza es más bien algo más ancha que el tórax. Éste es corto, con dos fuertes dientes triangulares agudos. El segundo nudo es «los veces más ancho «pie largo, sincontar sus conos la torales agudos. Macho. — De 5 milímetros, es más claro que el tipo «le la especie; «le un amarillo sucio pardusco. La cabeza y dos fajas longitudinales sobre el mesonoto son pardas. Las alas son subhia- linas ligeramente ama- rillentas. La cabeza es tan larga como an- cha, con los lados muy estrechados y «lere- clios detrás «le los ojos; su borde posterior no es distinto del articu- lar (en la especie típica la cabeza es más ancha que larga, y sus bordes detrás de los ojos son convexos). Entre la ca- ra declive y la cara ba- Fig. 5. — A, cabeza (le la hembra; B, del macho de Ph. spinino- dis var. pencoscnsis Forel. ; (J, dyl macho de Ph. spininodis tí- pica. sal del epinoto el ángulo es dentiforme y no redondeado como en el tipo de la especie. Nidos. — De seis nidos «pie hemos examinado de esta hormiga, tres de ellos los hallamos en suelo margoso, extremamente duro; otros «los, al contrario, en tierra arenosa, bastante blanda, y uno debajo de estiércol seco. Este último, formado de galerías y cuatro pequeiías cámaras, era habitado por una colonia poco numerosa, compuesta de obreras, de unas cuantas larvas grandes y solamente recogimos á dos soldados. Como manifestamos ya más adelante, hay mucho parecido entre estos nidos y aquellos construidos por Pheidole Bergi. El orificio de entrada es siempre ancho, perfectamente circular; el material extraído está dis- puesto en semiarco, concéntricamente, algo distante del agujero. La excavación en la parte superior es amplia ; en l«>s nidos en terreno blando observamos mejor estas vueltas y recodos características. Los niilos entre terreno «luro, á menudo con incrustaciones «le tosca, presentan una disposición más ó menos irregular, como lo demuestra la sección representada en la lámina II. Aquí el suelo era tan duro, «pie nos costó trabajo de cavar con la pequeña pala «le acero. Expresamente 311 se lian dejado las ramas ó pilares centrales, para hacer más visibles los canales verticales que comunican con las cámaras. Este nido tenía unos 30 centímetros de profundidad ; albergaba mu- chas obreras, pero pocos soldados, algunos individuos alados (c? y 9), y escasa cría en estado de larvas. Pheidole (Elasmopheitlole) aberrans Mayr Mayr, Animar. Soe. Nat., Modena, 1868, páginas 11-15, t. sep. r¡f, 5. Ibid., Verh. zoul. bol. Gen., Wien, 1887, página 583, página 602, cy Forel, Bull. Soe. Vaud. Se. Nal., tí), 1918, página 30, q". A o es rara en los alrededores de Alto Pencoso y Sierra del Gigante. Podemos citarla de Buenos Aires, Martín García, Sierra de la Ventana, Santa Fe, Mendoza, Tucumán y J ujuy; es conocida también del Uru- guay y Brasil. Soldado. — Be -1,5-5 milímetros, es fácil de distinguir de los prece- dentes, por tener toda la superficie de la cabeza densa y muy tenuemente estriada, y por la conformación de las losetas antenales, muy alargadas, mucho más largas que el escapo (fig. 2, C y G). De color rufo testáceo ó castaño rojizo, las mandíbulas y la parte ante- rior déla cabeza son más obscuras, el abdomen más pardo. Está cubierto por itelos bastante largos y pálidos. La cabeza es rectangular, con los 312 costados algo arqueados; la frente cóncava, las láminas frontales son muy dilatadas, divergentes hacia los ángulos posteriores de la cabeza; por consiguiente las fóselas antenales son muy alargadas, ocultando el escapo, (pie es corto. Las estrías de la cabeza son longitudinales, en la región posterior curvadas; el borde postero-superior es fuertemente carenado. Las mejillas son estriadas; los ojos pequeños; las mandíbulas Fiiio|»sIh l\vln«l«*s Por. 1 (Muí. IX, fl ji. I), Solenopsis gciiiinntn F., sulisp. I*yl;nles For. Forel, Bull. Soc. Ent. Bclg., 1904, página 172, Q. Ib'id., Deutsche Entomolog. ZeUschrift, 1909, página 268, Solenopsis Pylades es una de nuestras hormigas más conocidas, difun- dida casi por toda la región neotrópica y señalada también de Méjico, Colombia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Se encuentra seguramente en todas las provincias argentinas; es abundantísima en la provincia de * l’ov comunicaciones recibidas á último momento del doctor Santschi, advierto que esta especio es considerada ahora como variedad de S. Snevissimn Sm. Buenos Aires, Santa Be y sur de Córdoba; ]a tenemos ahora de Entre llíos, Misiones, Mendoza, San Luis, Tueiumín, Salta, Catamarea, del llío Negro y norte del Oliubut. No es tan común en los lugares estériles que liemos recorrido; existe, sin embargo, desde el Alto Belicoso hasta la Sierra del Gigante, pero nunca en colonias muy numerosas, y algo distinta en su nidiíicación, como veremos después. En cuanto ú la posición sistemática, esta especie filé tomada siempre por la 8. geminata F., á la cual se asemeja mucho; Forel la consideró al principio como estirpe del tipo mencionado, dándole más tarde también un valor específico. De las variedades de 8. Pylades, segurament e se ha de encontrar en San Luis también las variedades Kivkteri, tricuspis Forel, quinquecuspis Forel é incrassata Forel, que recibí de lugares con- fines, coleccionados por el señor Weiser. Obrera. — Mide de 2,1) á 5,5 milímetros; en los individuos de San Luis y de Mendoza su color es de un lindo castaño, bastante llave; se cambia en castaño más ó menos pardusco, en otros «pie proceden de Buenos Aires y regiones más húmedas. Las mandíbulas son algo más rojas; el abdomen es pardo ó moreno negro, con la mitad anterior de un color flavo ó rufo castaño. La pequeña obrera es castaña, en el dorso y los nudos es más obscura, con el abdomen moreno negruzco. Las man- díbulas tienen los dientes todos en el mismo borde masticador. El clipeo presenta dos carenas y dos dientes agudos (algo más cortos que en 8. geminata), además un diente mediano y dos dentículos á los lados exter- nos de los grandes. La cabeza es mucho menos cuadrada que en 8. gemi- nata, como en 8. Gayi (de Chile), con los ángulos anteriores redondeados; en las pequeñas obreras es mucho más larga que ancha, en las grandes lo es menos y redondeada en sus costados. Está cubierta en todas partes por una pilosidad rojiza, erecta y algo dispersa. Además, en las obreras 315 mayores, la, cabeza no es excesivamente grande y las mandíbulas son solamente poco encorvadas, lo que comprueba perfectamente el dimor- fismo específico entre 8. Fyladcs y 8. geminata. El pedúnculo del primer nudo es más grueso en la base, estrechado en el ápice, siendo en gemina- ta casi de igual espesor. Hembra. — Tiene como 6 milímetros de largo; es de color castaño flavo como la obrera; sobre el tórax tiene tres fajas pardas longitudina- les: una mediana anterior y dos laterales situadas más atrás; el resto del dorso es más obscuro, lo mismo que los nudos. El abdomen es casi negro, con la parte anterior, como la obrera, flavo castaña, y los segmen- tos ribeteados del mismo color, pero más subido. Las alas son subliiali- nas, sus nervaduras muy pálidas amarillas. La pilosidad es como en la, obrera. La cabeza es cuadrada, no alargada atrás. Los ojos son muy gruesos y muy convexos. Los dientes del epistoma son muy cortos y muy obt u- sos. La cabeza es lisa y lus- trosa, con la, puntuación dé- bil y esparcida (abundante y fuerte en geminata). Macho. — Es completa- mente negro, muy liso y muy brillante; los funícu- los y tarsos son de un amarillo pardusco, las tibias y articulaciones obscuro morenas. El epinoto es algo opaco, finamente reticulado y en parte estriado, los nudos son en los costados también reticulados. La cabeza es muy pequeña, subglobular. El tórax es mucho más ancho que cu la hembra, y más convexo. El primor nudo es mucho más ancho en el ápice que en la base, termina en una, arista horizontal y no en lóbulo redondeado, como en la obrera y hembra; el segundo nudo es subglobu- lar, en la parte antero-lateral anguloso. Fig. 0. — Pecíolo tío Solcnopsis l'ijlades Forol A, do la obrera : 1?, del niaclio Nidos. — Esta Solenopsis se encuentra en todas partes, ya solitaria, ya asociada debajo de algún tronco ó de una piedra, ó muchas veces de- bajo de excrementos secos de vacunos. Abunda sobre todo en los campos do tierra vegetal y arcillosa, á las orillas de bañados y hasta en terre- nos anegadizos, lugares que prefiere á los demasiado secos. Hace sus nidos en la tierra, con túmulos ó montículos cupuliformes, que se destacan sobre el suelo. Estas construcciones son las más fre- cuentes y podemos considerarlas cornos típicas, si bien no corresponden á la, región de que nos ocupamos, donde precisamente están desprovis- tas de cúpulas. La cúpula de un nido normal es de tamaño variable, de 10 á 30 ccntí- metros de altura, y mide unos 20 a 40 centímetros y aun más en su base. Está formada de tierra aglutinada, y tiene relativamente poca resis- tencia, hundiéndose fácilmente al pisarla ó ejerciendo presión sobre ella. Su superficie forma una costra uniforme, de poco espesor, que cubre totalmente el nido, cuya porción saliente ó parte superior está acribi- llada de agujeros, de sección perfectamente circular, y con unos 4 á 5 milímetros de diámetro : corresponden estos agujeros á un sistema de canalículos irregulares, entrecruzados y laberínticos. Una cúpula des- mantelada de su costra externa, tiene todo el aspecto de una esponja. Fig. 10. — Cújrala ile un nklo . mcixluzciiüis For. (Lililí. IX, Iig. 12, c£) S. uuguluta *Em. suliap. Ciu-vUui For. var. nieiiilozuiiüiü For. Forel, lililí. Soc. Vaud. Se. Nat.} 11), 181, 1913, página 21, t. sep. lliid., Ihill. Sao. Vaud. So. Nal., 50, 181, 1911, página 277. Los ejemplares típicos son de la misma procedencia que los anteriores; en San Luis los encontramos por el Hincón Grande, al norte de Alto Pencoso; tengo también algunos de Concepción de Tucumán (Sliipton). Obrera. — Es del tamaño de la estirpe Carettei (3,8 mm.), pero más esbelta, más estrecha, y su color es mucho más claro, de un flavo cas- taño; el occipucio algo más obscuro y la cabeza sobre todo es angosta, 1 ‘/j más larga que ancha, con los costados apenas convexos. Los ojos no tienen sino ocho á nueve facetas, pero ellos son todavía más grandes que en el tipo de ti. a ngu la tu. Esta hormiga fué descripta por Forel como variedad de la subespecie Carettei; después la consideró como raza o subespecie de angulata, te- niendo en cuenta el nudo del pecíolo (pie es mucho más espeso y dis- tintamente conformado; es casi cúbico, arriba tan espeso como abajo y casi plano, mientras que en Carettei es cónico, con el ápice débilmente obtuvo (fig. 12, c y/). Solcnopsis tennis Muyr subsp. IVciscri For. (Lilm. IX, lig. 13, ¡^) Ford, liull. Soc. Vaud. So. Nat., 50, 181, 1911, páginas 278-280 Q, (j'. Estirpe hallada en Canals (Córdoba), de donde me trajo el ingeniero Weiser todas las formas. Seguramente existen también en San Luis la especie típica y la otra subespecie Delfinoi Forel, pues éstas abundan en regiones muy fronterizas, de donde las recibí por intermedio del se- 321 — ñor Weiser. Tratándose de diminutas hormigas, como las anteriores son difíciles de reconocer; Ford da las descripciones siguientes : Obrera. — De 1, 2-1,0 milímetros, es de color moreno, con la cabeza más obscura y el abdomen casi negro, todo algo más claro que el tipo de tennis. Las mandíbulas son armadas de cuatro dientes, el último so- bre el borde interno. Los ojos son mayores que en el tipo de la especie, tienen 10 á 12 facetas : su diámetro es tan grande como el espacio entre ellos y el borde anterior de la cabeza. La escotadura mesoepinotal es también un poco menos fuerte (pecíolo, fig. 12, g y h). Hembra. — De 5-0 milímetros, es más clara que la obrera, de color castaño, con el dorso del tórax y la mitad del occipucio pardos; el abdo- men es casi negro, con el borde distal de los segmentos amarillento. La cabeza es subcuadrada'(costados y borde posterior marcadamente conve- xos), mucho más ancha que el tórax, más estrecha adelante que atrás. Las mandíbulas son estriadas lo mismo que la parte anterior de las mejillas. La cabeza lleva gruesos puntos esparcidos ; la distancia del borde poste- rior al escapo es mayor que el espesor de éste. La cara declive del epi- noto es tan larga como la basa! y es separada de ésta por un ángulo ob- tuso. El nudo del pecíolo es alto, largo como su pedúnculo anterior; hay un diente debajo el pecíolo. El postpecíolo es casi dos veces más ancho que largo, cóncavo adelante, con los lados algo dilatados y algo prolon- gados hacia abajo. Su cara superior es muy larga y convexa, más larga que la inferior. Las alas son bastantes hialinas. Los costados del tórax y de los nudos son finamente reticulados y subopacos; la cara basal del epinoto es fina y transversal mente arrugada. Macho. — De 2, 3-2, 7 milímetros, es negro, con los miembros y las mandíbulas de un amarillo pardusco sucio; luciente y poco esculpido. Las mandíbulas son estrechas, tienen un solo diente visible. El escapo es tan largo como esposo. La cabeza trapezoidal, es estrechada atrás, tan larga como su anchura anterior, con un borde posterior marcado. El postpecíolo es ancho, estrechado adelante y ensanchado atrás. Cryptoeerus pellalus Em. subsp. Ellenriederi For. (Lililí. IX, fig. 14, í|>) Forel, Sitzungsbcrichtc K. B. Akad. Wissensch., Miinchen, 1911, II, p. 258, <£, Q. El único representante del género Cryptoeerus, del cual hemos reco- gido solamente obreras, sobro ramas do algarrobo, al lado déla Represa del Carmen. Tenemos también algunas de Buenos Aires (Llavallol), Ro- sario y do Tucumán ; de ella subespecie describió Forel las formas de soldado, obrera y hembra, (pie procedían do Santa Fe. Soldado. — Según descripción de Forel, mide 5 milímetros; se di- ferencia del tipo de la especie, por el borde posterior del escudo cefálico convexo, con los ángulos posteriores no truncados : estos ángulos son redondeados (no angulosos). El surco transversal del pronoto es obsoleto casi imperceptible. El margen lateral del epinoto es convexo, formando apenas un ángulo obtuso, detrás de su mitad; los ángulos posteriores son también obtusos, en forma de dientes encorvados hacia adelante. Los dos artículos del pecíolo tienen prolongaciones laterales, bastante obtusas y encorvadas hacia atrás. El abdomen es solamente en los án- gulos anteriores fuertemente ribeteado. El cuerpo presenta pelos setiformes linos y muy esparcidos. El resto, color y escultura, como el tipo de la especie. Obrera. — De unos 1 milímetros, es negra, opaca, con el escapo, artículo basal y ápice del funículo, lo mismo de las espinas (incluso de los nudos), tibias, tarsos y extremidad de los fémures rojo castaños. Los ángulos ántero-la- terales del escudo cefálico son de un amarillo castaño, de aspecto membranoso. Toda la su- perficie, también de las patas, es densa y muy finamente reticulado punteada; la cabeza, tó- rax y los nudos llevan también un reticulado grueso, de mallas destacadas, que forman losetas poco profundas, con pelos plateados, cortos y escain iformes. La cabeza es bastante más larga que ancha, más ancha atrás que ade- lante, el escudo es bastante convexo. El borde posterior de la cabeza es anchamente escotado, con los ángulos posteriores anchos, oblicuamente truncados, no membra- noso transparentes. El pronoto es convexo, tiene los ángulos anteriores dentellados, el borde lateral convexo inerme. El mesonoto presenta un ángulo lateral obtuso. El epinoto es muy enangostado atrás, tiene dos pe- queños dientes obtusos, el anterior más pequeño. Todo el tórax es muy estrechado hacia atrás. El pecíolo y abdomen son como en el el abdo- men es algo más ribeteado hacia atrás, más de 1 '/, más largo (pie ancho. Hembra. — Larga de (5,8 milímetros, tiene el abdomen completa- mente negro, sin las manchas amarillas alargadas como el tipo de la es- pecie; las alas son ahumadas, parduscas con algunos lugares más claros. El escudo cefálico es más alargado (pie en el y, pero atrás más estre- chado y casi desvaneciendo por el aplanamiento del borde. Sobre el borde de la foseta antenal no existe el ángulo sobresaliente. La meso- pleura tiene abajo un diente. Fig. 13. — J Vryptocerus peltalus Em. subsp. Ellenriederi Forel, 15 veces aumentado. — 323 — CJrypl.overus qnndrnfus Mnyr Mayr, shuntar. Soc. Xa t . , jModena, 18(i8, píígina 17, t. scp. Of. Fancry, Zoolog. .Jahrh., f.. IX, 18!)(!, pííginn. (531, <£¡ lig. I. Menciomunos esta especie recogida por Strobel cerca de San Luis «mi el año 1805; parece que no lia sido coleccionada después en el país. Emery, describiendo obrera y hembra de la misma dice que es muy co- mún en el Paraguay. La descripción típica de Mayr corresponde al sol- dado o sea La obrera mayor. Soldado. — Según la descripción de Mayr (obrera mayor), tiene 5,8 milímetros de largo; es negra, lustrosa, con la cabeza adelante algo roji- za, las antenas y patas rufo testáceas. El primer segmento del abdomen presenta cuatro pequeñas manchas amarillas (2 adelante y 2 atrás). Está cubierto do puntos pilíferos, con diminutos pelos blanquecinos y adhe- ridos. Cabeza y tórax son groseramente punteados. El pronoto tiene un diente lateral pequeño; el mesonoto de cada lado un tubérculo sub- triangular obtuso; los dientes del metanoto son breves, obtusos y grue- sos. Los nudos del pecíolo en los lados con un diente agudo y recurvo; el nudo posteriores más anchoque el anterior. Cyphoniyrmex rimosus Spiii. v¡iv. peneosensis For. (Liim. X, fig. 1, ) Ford, 7)t(72. Soc. Vaud. So. Xat., 1914, píígiua 281, De esta pequeña y bonita hormiga recogimos sobre el sue- lo arenoso como una docena de obreras, que sirvieron á Eorel para fundar una nueva variedad muy afín, por cierto, a la var. fusca Emery. Obrera. — Nuestros ejem- plares miden dos milímetros y difieren de la variedad fusca Em., por los tubérculos del me- sonoto, que son más planos, con- trariamente á, los del epinoto, «pie son más fuertes. Su color es moreno rojizo, muy obscuro, Fig. 14. — ^ Cyphomyrmex rimosvs vnr. pencosénsis Forel, 15 veces nuinentnilo con las mandíbulas y patas más claras, los funículos y tarsos testáceos; toda la superficie es opaca; su forma característica la dan perfectamen- te nuestras figuras. Acromyrmc.v lohíeoenis Km. var. peneoscnsis Km-, (Uní, X, llg. 2, <£) Forel, Bull. Soc. Vaud. So. JS'at , 1914, página Ü82, <£. Los individuos que capturamos por los alrededores de Alto Pancoso, representan al parecer una variedad definida de la especie Jobicornis lüm. En efecto, las obreras mayores son todas algo más pequefias que aque- llas de la especie típica. Tienen los escupos más largos, la cabeza atrás más estrecha, no más ancha que á la altura de los ojos, y las espinas epinotales (aun las del pronoto) son sin duda más largas, más delgadas y algo más encorvadas. Por lo demás es como el tipo de la especie, opa- ca, de un negro rojizo, erizada de espinas y sobre todo muy fácil de re- conocer por el lóbulo basal del escapo. Esta especie llamada vulgarmente «hormiga negra», lo mismo que Acromyrmex Lundi Guér., tiene como ella una vasta dispersión geográfi- ca, pues, se encuentra desde el Brasil en casi todas nuestras provincias y territorios. Sin embargo, la primera substituye en las regiones áridas y secas á A. Lundi , que prefiere lugares más húmedos y tierra vegetal, para la construcción de sus nidos. La variedad 2>u>icosensix se encuentra también en la provincia de Buenos Aires, Ilío ‘Negro, Santa Fe y Cór- doba. Nidos. — Los que hemos visto en Alto Pencoso, son exactamente idénticos á los que construye la especie lobicornis, los cuales había ob- servado anteriormente en la provincia de Catamarca. Esta hormiga anida con preferencia al pie de alguna cactácea ó de algún arbusto, formando su nido á veces hasta los dos metros de pro- fundidad, si las condiciones del terreno lo requieren. En la parte infe- rior, se encuentra la bonguera, que ordinariamente es única para cada colonia, establecida sobre el piso de una espaciosa cavidad, (pie comu- nica con el exterior por medio de canales más ó menos ramificados. Los nidos viejos, con colonia muy numerosa, están formados en la misma cavidad, sucesivamente agrandada, ó en varias, más ó menos con- tiguas, al parecer con entradas independientes. Las bongueras, tal vez porque semiagotadas, siempre las vi pobre en micelio. Exteriorícente, el nido se caracteriza por una especie de túmulo ó cúpula de grandes dimensiones, que proviene de la tierra y de los resi- duos de la bonguera, acumulados sobre el suelo. Nuestra lámina III, representa el túmulo de un gran nido de la va- 325 — riodad poncosensis Fot'., que hallamos en los fondos de la escuela del pueblo. El túmulo medía, más de tres metros de diámetro en su base, y casi un metro do altura; á su costado hubo un pequeño algarrobo (Pro- sapia) y algunas matas de Lycium; por encima había crecido un grupo de bromelias. Todo el túmulo formaba una masa homogénea, mezcla de tierra arenosa y residuos vegetales, de color pardusco y aspecto de café molido. En la parte superior contamos unos quince agujeros, dispuestos en dos grupos, como si correspondiesen á dos bongueras.. Por ellos sa- lían las obreras, llevando granos de tierra, que depositaban sobre el suelo, formando los montículos que aparecen en el primer plano de nues- tra fotografía. Acronijrmex (liloell^ritts) fraotioornis For. rar. Joergenscni For. (Líim. X, fig. 3, J¡>) Ford, Jtiill. Soc. T'aiid. Re. Xat., 49, 181, 1913, página 34, 5¡>, (j) . El tipo de la especie procede del Paraguay; la variedad fué descu- bierta por primera vez en Mendoza por el señor Pedro Joergensen ; nos- otros la encontramos en una sola ocasión durante nuestro viaje. Am- bas se caracterizan por el escapo acodado y sublobulado en la base. Obrera. — De 7 milímetros, tiene un color mate rufo ferrugineo uni- forme., excepto las mandíbulas y el bordo anterior de la cabeza, que son obscuro castaños, brillantes. Está cubierta de pelillos rufos, muy espar- cidos y de tubérculos pilíferos, diminutos sobre el vértice y bien des- arrollados sobre el abdomen. La frente es longitudinalmente estriada; las grandes espinas del tórax son gruesas, las otras cortas y espesas; las del epinoto son largas y agudas. Hembra. — De 9-10 milímetros, es muy parecida á la obrera, del mismo color, con las alas ferrugineas, bastante obscuras. En ella, la ca- beza es más ancha que el tórax; el pronoto lleva dos dientes laterales fuertes y en punta ; el mesonoto y escutelo son groseramente arrugados á lo largo, el último escotado en el ápice. Macho (aún no descripto). — Más pequeño que la hembra (8 milíme- tros), del mismo color, exceptuando la cabeza que es moreno obscuro lo mismo que ol escapo y el tórax en la región del mesonoto; las mandíbu- las son ferrugineas. La cabeza es bastante más ancha que larga, la frente vertical rugosa, subestriada, el vértice groseramente arrugado á lo largo. El tórax es apenas más ancho que la cabeza, bastante giboso, más fina- mente estriado que la. hembra ; las espinas son menos pronunciadas. El abdomen es semilustroso, débilmente tuberculado, el primer segmento sobre el dorso ancho y longitudinalmente impreso. Para la descripción de la forma masculina me lie servido del ejemplar (pie recibí de mi amigo Pedro Joergensen de Mendoza. Nidos. — El único (pie pudimos explorar si bien muy superficialmente, nos dió alguna idea de las costumbres de esta hormiga. Lo hallamos en terreno pobre en pastos; desde afuera no se distinguía más que el orifi- cio de entrada, de un centímetro de diámetro, por él desfilaban (ó de la tarde) numerosas obreras acarreando vegetales. Un canal conducía, casi verticalmente á la primera cámara, situada á medio metro de profundi- dad. Dispuestas más ó menos vertical mente, descubrimos dos cámaras más, con residuos y aun con restos de bonguera, que pendían en este caso de la cúpula de la cavidad. La bonguera la alimentaban con gramíneas; los residuos ó fragmen- tos de paja eran todos excepcionalmente largos. El nido debió tener ma- yores proporciones á juzgar por el gran número de obreras que escapa- ron por el conducto de las galerías inferiores. La ausencia de cráter ó túmulo indica que estas hormigas acostumbran probablemente á despa- rramar los residuos como suele hacerlo la especio siguiente. Aci'omyrmex . — Cámara con bonguera pendiente «le Acromyrmex (2[.) Silvestrii Era. vav. liruchi Forel. (Sierra de la Ventana). Tamaño natural obstáculos como piedras ó raíces de plantas. La aglomeración de nidos en estos sitios es á veces muy grande. Los nidos carecen de túmulos ó cráteres propiamente dichos; no siem- pre las obreras depositan los residuos alrededor, concéntricamente con la boca del nido, pues, por lo general, acostumbran á desparramarlos á mayor distancia. En un nido que pude observar durante cuatro mañanas consecutivas, las obreras, ocupadas en agrandar sus galerías, deposita- ban la tierra cada día en un sitio diferente. El material expedido, lo transportan siempre en forma de diminutas pelotitas de arena ó tierra, que se deshacen fácilmente al secarse. Los nidos de una colonia numerosa (lám. T.V), se componen ordina- riamente de unas veinte y más bongueras, establecidas en cámaras su- perpuestas y en comunicación por canales verticales. La entrada tienen por una boca, á veces por varias, como de dos centímetros de diámetro, 329 — que conduce á las primeras cámaras del nido, casi siempre de cavidades más pequeñas y muy irregularmente dispuestas. Éstas carecen de bon- gueras, pero las obreras suelen aprovecharlas para acumular sus provi- siones acarreadas y para depositar en ellas los residuos que luego trans- portan al exterior. Las cámaras inferiores, destinadas á las bongueras y á la cría, son ca- vidades de mayor capacidad, más ó menos elípticas de paredes bien ali- sadas y fondo plano. Se desprenden del canal de acceso, que es vertical, casi siempre ramificado; muchas veces son perfectamente orientadas, de manera que con una sección se descubre más ó menos la totalidad del nido. La bonguera (fig. .10) cuelga siempre desde la pared superior en forma de delicadas laminillas blanquecinas; es alimentada con los vege- tales previamente reducidos á pequeños fragmentos, los cuales, en aque- lla estación (febrero), procedían délos pétalos de una acantácea (Justicia Echcgarayi Ilier.), muy abundante en la región. Casi todos los nidos que liemos examinado eran muy ricos en bon- gueras. En varias ocasiones las cámaras llegaron basta un metro y me- dio de profundidad. Larvas hubo pocas, y en un estado bien desarrollado, la mayor parte ya transformadas en ninfas; ninguna vez hemos encontrado individuos sexuales, á pesar de haber visto varias veces hembras fecundadas ente- rrándose en el suelo, sin duda para fundar nuevas colonias. Además de los nidos, que liemos observado en San Luis, be podido excavar algunos de la misma especie en Cata marca, y de la variedad Bruchi Forel, últimamente en la Sierra de la Ventana. El doctor Ca- rette pudo hacer lo mismo por su parte, durante su reciente viaje en Monte Hermoso. Todos estos nidos corresponden á un mismo tipo de construcción, á excepción de un «miso en JTunsán (Catamarón), donde una colonia, habitaba el tronco de un viejo nogal en la propiedad de los so- ñores Lafone y Mamey. La bonguera debió estar en la parte inferior del árbol, en la superior, un gran boyo estaba ocupado con los residuos. Mirmecófllos. — Examinando el contenido de algunas bongueras, liemos encontrado dos especies de pequeños ácaros, una de ellas bastan- te abundante; varios ejemplares del ortóptero Attaphila Bergi Bolívar, que tal vez representarían una variedad de la misma ; además algunos diminutos coleópteros, pertenecientes á los Trichoptcrygidae, de cuyo es- tudio me ocuparé oportunamente. En cuanto á las Attaphila, éstas son idénticas con las que encontré en Huasán en los nidos de Acromyrmcx lobicornis. Comparándolas á su vez con los ejemplares típicos de A. Ungí, recogidos por centenares en los nidos de Acromyrmcx hundí, se distinguen de estos por su pequeño ta- maño y su coloración de un amarillo sumamente pálido (no rojizo), mucho más claro aún que las mismas formas juveniles de la especie típica. Si resultan en efecto ser adultos, como supongo, representarían una varie- dad «pie llamaremos var. minoi*. Cotejando nuestro esquema (íig-. 17 a) con los dibujos (pie acompa- ñan la descripción ori- ginal notamos ligeras diferencias en la forma general y en los dos úl- timos segmentos abdo- minales, que son redon- deados y no escotados y t niñeados respectiva- mente. Tampoco pode- mos atribuir nuestros ejemplares á individuos masculinos, por carecer de alas y otras caracte- rísticas radicadas en los últimos segmentos. Las antenas de A. Ber (j i son variables en cuanto ála cantidad de artejos y en su forma. Normalmente tienen 1 1 artículos, pero á menu- do se componen de 9 á 10, y entre nuestros ejemplares de San Luis contamos basta 12 ar- l'ig. 17. — Attaphila licrgi Boliv. var. viinor. A, hembra ,5/, au- tí CU 1 OS (íig*. 17? (I)» 1£1 mcntiula; B, cabeza do liento ; palpo maxilar; D, antena 12 articulada; K, ídem 10 articulada de A. ltergi típica; l'\ pala «HHUClltO li.SUiul CIllOU- posterior. Las figuras B-K con mayor aumento. (;eS pOl* bl Subdivisión del 3o y 4o artículo. En casos de diminución del número de éstos, las antenas son más robus- tas, sus artículos netamente obcónicos, como los presenta la figura 17 e. La cabeza de los ejemplares de San Luis es más convexa que en el dibu- jo de Bolívar. Las mandíbulas son tridentadas, el diente apical es más largo y agudo; detrás de los otros y sobre el mismo borde internóse nota dos débiles y diminutos dentículos. El lóbulo interno de las maxi- las es curvo y termina en espina córnea, aguda, con una serie de setas 1 lkiMVAK, .J . , IJu nuevo ortóptero tnirmevójilo Attaphila Ucnji, en Coiuuuieaciouee del Muevo nacional de Hucuoe Airee, número 10, páginas 331-330, lámina li, 1901. — 331 del lado interno ; los palpos maxilares corno en la. descripción original. Los palpos labiales tienen el artículo terminal oblongo, ligeramente ar- queado. Las patas presentan en todos los ejemplares siempre la misma configuración. Attaphila Bergi se encuentra por centenares en cada nido do Aero- myrmex Lundi (La Plata), donde viven entre los residuos vegetales del propio nido, es decir, con los que las hormigas cubren su bonguera. Cuando enjambran los individuos sexuales, se fijan generalmente sobre el dorso del tórax ó del abdomen, y salen con ellos fuera del nido. Haré notar, que los machos son sumamente raros, siendo curioso el porcentaje mínimo que obtuve hasta la fecha, en relación con el enorme número de hembras. Subfam. IMH.ÍCIIOIM ISIX/VI, II emos dicho ya desde el principio, que son precisamente las dolicode- riiias con los géneros .Dorymyrmex y Forclius, los representantes más característicos de aquella fauna mirmecológica ; muchas de ellas están difundidas también por las demás provincias del noroeste, y otras re- aparecen en las regiones pa tagónicas que ofrecen más ó menos parecidas condiciones del suelo. Casi todas las especies de los géneros mencionados son arenícolas ; se asemejan á primera vrista, por la esbeltez de su cuerpo y el gran desarrollo de sus miembros, que favorece su marcha tan rápida. Algunas, sobre todo Dorymyrmex planidem , ensifer, exsanguis y Forelius chalybaeus y nigri- ventris, al verse perseguidas, corren tan velozmente, que no es fácil atraparlas. Generalmente los Dorymyrmex se ven solitarios; raras veces se en- . euontran muchos dé ellos reunidos fuera de sus nidos, mientras que con los Forclius sucede todo lo contrario. De estos últimos podemos ver casi siempre grandes aglomeraciones de obreras alrededor de los nidos y, es curioso observar á F. nigriventris, que muestra su máxima agilidad du- rante las horas de mayor calor. Entonces salen en masa, y se mueven siempre vertiginosamente, dando la ilusión de que fuesen llevadas por una fuerte ráfaga de viento. Sobre el régimen de alimentación pudimos tomar algunas notas res- pecto a las especies 1). planidens, F. chalybaeus y F. nigriventris, las que citaremos al ocuparnos de las mismas. En cuanto á la nulificación de nuestras dolicoderinas, observamos, que ordinariamente prefieren el suelo arenoso, no demasiado duro ; la pre- sencia de los nidos se revela siempre por los hermosos cráteres, que son piramidales y bastante altos en el género Dorymyrmex, más bajos y — 332 — extendidos en él de Forelius. Sin embargo, los nidos que vimos de 1). planidens estaban casi desprovistos de cráteres y se encontraban en suelo bastante desigual y pedregoso. Otros detalles sobre algunos nidos de dolicoderinas, examinados en Alto Pencoso, daremos á continuación, á la vez que una descripción breve 1 de las especies y variedades que he- ñios recogido. Doryiuyrinc* (l*»aiiiinoiiiyrma) planiticns» Muyr (l.álll. X, lig. ó, <£) Mayr, Annuar. Soc. Nal., Modena, 1868, página 166 (p. 7, t. sep.), Bréthes, An. Museo Nací., Buenos Aires, XXVI, 1914, página 231, figura 1, (j) , pá- gina 232, figura 2, qI*. Gallardo, An. Museo Nací., Buenos Aires, XXVIII, 1916, páginas 28-33, figuras 10, 11, 12,13,5,9,(3». lista especie, como las cuatro subsiguientes, corresponden al subgé- nero Psammomynna, establecido por Porel para los Jbryinynne a' con lar- gas amoquetas ó barbas, y por tener el pecíolo nodiforme. Las demás especies que mencionaremos, tienen el nudo del pecíolo en forma de cuña, llevan ó no amoquetas, y se colocarían en el subgénero Oonomyrma Porel. />. planidens os la mayor y más hermosa de nuestras especies de este género. Hasta la fecha ha sido señalada solamente de las provincias an- dinas (Mendoza, San Luis, La ltioja, Salta y Oatamarca), propagándose hasta la vecina República de Chile. Se conoce las tres formas. Obrera. — De tí-(i,5 milímetros, es de un bello amarillo ocráceo ó ana- ranjado y muy brillante. El epinoto y mesonoto son coriaceo-rugosos ; el primero es fuertemente abovedado y lleva un diente dorsal pequeño, erecto y comprimido. El quinto artículo del palpo maxilar está insertado poco antes del ápice del cuarto. Hembra. — De 11 milímetros y del mismo color de la. obrera, pero el mesonoto presenta una banda mediana anterior (ocasionalmente des- doblada), y dos laterales más ó menos obscuras, á veces poco notables, lís también lisa y lustrosa ; mesonoto y abdomen son iinamente punteado 1 Estando por entregar esta parto do mi comunicación, apareció ol trabajo del doctor Gallardo sobre las dolicoderinas (Las hormigas de la República Argentina. Subfamilia Dolicoderinas. Anales del Museo Nacional de Historia Natural de Jiuenos Aires, t. XXVIII, 1916, pág. 1-130). En él, el autor so ocupa minuciosamente de todas las especies ar- gentinas, describiendo algunas formas nuevas y reproduciendo sus descripciones originales. Por esto creo innecesario repetirlas en su integridad y me limito á citar aquellos caracteres diferenciales más fáciles de reconocer. 333 reticulados, el epinoto lo es más fuertemente. El mulo del pecíolo tiene forma, de cono elevado, con punta, obtusa y es más alto que ancho en su base. Las alas son hialinas con las nervaduras flavo parduscas. Macho. — De 5 milímetros ; es negro lustroso ; las mandíbulas, boca y borde anterior del clipeo son de un amarillo pardusco, las ante- nas, tibias, tarsos y órganos genitales son pardirrojos. La pilosidad es corta, grisácea y bastante esparcida. Las alas como en la hembra, en el pterostigma obscurecidas. listas hormigas son insectívoras. La. primera vez que las encontramos cerca de la Laguna Seca, sorprendimos muchas obreras, (pie recorrían con actividad las ramas de un algarrobo, sin duda, en busca de alguna presa; pero, volvieron al nido, que estaba á distancia de unos cincuenta pasos del pie del árbol, aparentemente, sin haber logrado el objeto de su incursión. Nidos. — -Examinando después aquel nido, descubrimos en algunas cavidades superiores abundantes restos de insectos, como langostas, chinches y coleópteros, de ellos varios bupréstidos (Chrysobothris y Gu- ris), que viven precisamente sobre algarrobos ; más tarde, los hemos vuelto á encontrar en otros nidos. Los pocos nidos (pus pudimos excavar, estaban en suelo salitroso, en- tre calizas yesíferas, muy descompuestas, formando un piso desigual, duro, pero poco compacto. Las cámaras, ajusfándose á estas condiciones del suelo, tenían una disposición de la más irregular. El orificio de en- trada. era siempre relativamente grande, cerca de un centímetro de diá- metro; las galerías tortuosas: cualquier recodo ó hueco entre las piedras servía de cámara. Por fuera no vimos cráteres, propiamente dichos, y solamente poco material desparramado, no obstante de ser la colonia de cada nido bas- tante numerosa. Hubo siempre regular cantidad de larvas, pero no he- mos dado con ningún individuo sexual. Es muy posible, que con distintas condiciones del terreno, los nidos presentan otro tipo de construcción, más característico para esta espe- cie; lo revelarán las futuras investigaciones, que deben hacerse sóbrelos nidos de nuestros Dorymyrmex en general. I)oi-vinyrin«‘x (1*.) Ilavcsccns Mnyr Mnyr, Silzhcr. Alead, intuí., AVien, Lili, 18(’>(>, ptígina <195, Q , qL (hdlnnlo, An. Mu neo jXavl., Hítenos Aires, .19.1(5, jnígina 28, Q, . Dorvinv i hicv (1*.) mucronntiis Uní. (Mui. X, lifí. ti, $) Eniery, Boíl. Suo. lint. Uní., 37, lí)05, página 171, ligara 34, Gallardo, .la. Manco Aniel., Ilaonos Airos, 11(1(5, páginas 31-37, ligara 14-15, (j*. Es muy probable, que los dos nombres precitados correspondan á una misma especie, para la cual, en caso de confirmarse esta suposición, de- bería prevalecer el primero. El doctor Gallardo (loe. oit., 1 1) 1 (i, pág. Id- 14), se ocupó ya del asunto y dió las razones de su sospecha que las obreras descriptas por Emcry, co- mo I). mucronatas (ó tal vez las de 1K ensifer Forel), correspondían á las for- mas sexuales de i), flavcscens Mayr, publicadas casi 40 años antes. La de- ficiente descripción que dió Mayr del macho d ejlavescens, no permite con- frontarla con la que Gallardo presenta del macho de i), mucronatas (pág. 30-37), y la cuestión, sin el estudio de aquel tipo, no se puede resolver. Durante nuestro viaje hemos encontrando solamente á iKensiJ'er Eor., una especie muy vecina, tal vez raza de mucronatas, pero el señor Gar- los Lizer trajo de esta última muchas obreras típicas, recogidas por la Sierra de San Luis. La especie existe también en Mendoza, Catamarca, en el Río Negro y Chubut ; de Puerto Madryn procede el tipo. Obrera. — De 4,5-5 milímetros de largo; es de un amarillo rojizo su- cio, con las antenas y patas más claras y el abdomen algo más obscuro, castaño. El (plinto artículo del palpo maxilar está insertado mucho antes del ápice del cuarto. La espina dorsal del epinoto es fuerte y aguda, di- rigida hacia atrás. El pecíolo es alargado, lleva un nudo redondeado y bajo. La cara anterior del abdomen es plana, vertical. Debajo de la cabeza y sobre el clipeo lleva una franja de largas amoquetas ó barbas. El epi- noto, meso y metanoto son subopacos, fuertemente reticulado puntea- dos; el resto es lutroso muy débilmente reticulado. El doctor Gallardo describe también el macho (loe. oit., pág. 35-37, fig. 15), ofrece de la obrera una descripción más extensa de lo que pre- cede, extraída de la misma. Doryinyrmcx (I*.) ensilVr Eor. (Mili. X, llg. 7, <£) Ford, Moni. Suo. lint. Bdg., XX, 11)12, página 40, <£. Gallardo, An. Manco Aracl., Buenos Aires, lülü, página 37, ligara 1G, ^5. Esta especie es muy parecida á J). mucronatas Ein. y tal vez sería una estirpe de ésta, como lo manifestó ya el doctor Gallardo, á cuya opinión — 335 adhiero. Los ejemplares típicos lie recogido en Muasán, como en Alto Peneoso mezclados con I). exmnguin Ford, cuyo color y hábitos imitan perfectamente. En una ocasión me parece haberlas sacado hasta del mismo nido. El doctor Lehraann-Nitsehe trajo varios ejemplares de Aguada Cecilio (Río Negro). Hasta ahora se conoce solamente las formas obreras, cuya descripción reproduce el doctor Gallardo. Obrera. — Ésta mide de 3,8 á 4,8 milímetros; es de un amarillo su- mamente pálido, y casi incolora, pero algo obscurecida, pardusca sobre el vórtice, tórax y el abdomen. Además de la coloración, difiere de D. mucronatus por su mesotórax más estrecho, cilindrico; el ep inoto, tam- bién abovedado, tiene la espina dorsal algo más larga y más aguda. El pecíolo es muy alargado, su nudo casi en forma, de cuña baja, menos re- dondo que en la especie mencionada. El único nido, al parecer propio de los individuos recogidos, no difiere visiblemente con aquellos de D. exsanguis. Dorjmyrmex (I*.) Bruehi For. var. ehenina For. (Lám. X, fig. 8, Ford, Bull. Soc. Vaud. Se. Nat., 1914, página 282, Gallardo, Jn. Museo Nací., Buenos Aires, 1910, página 41, figura 17, Esta es una variedad negra, muy semejante al tipo de la especie que encontré en Huasáp (Oatamarca), y que se distingue fácilmente de las demás especies del género, por la espina dorsal del epinoto, muy fina, larga y algo encorvada. El pecíolo es también largo, presenta el nudo «asi en forma do bufia ó escama triangular y baja, que puede considerarse como una transición entro los géneros Vmimumyrma y Conomyrma. liemos juntado una veintena de individuos en el lugar llamado Malu- co, al norte de Alto Peneoso. El doctor Lchimlnn-Nitschc trajo dos ejemplares de Aguada Cecilio (Río Negro). Obrera. — Mide 2-2,6 milímetros; es lustrosa, de un negro ébano, con las mandíbulas y patas pardo obscuras. (El tipo de la especie, algo más pequeño, es pardírrojo, las mandíbulas, mejillas, tarsos y articulacio- nes son «le un amarillo un poco rojizo; el abdomen es castaño negruzco.) El epinoto, metanoto y los lados del mesonoto son subopacos, y (también la espina) fuertemente retieulado punteados. HIÍV. MUSICO T< A PLATA» — T. XXIII — ;{;h¡ — Dorymyrmcx alltonigcr For. (Láin. XI, fig. 1, Q ) Forel, Bull. Soo. Vaud. So. Nat., 1914, página 283, Q. Gallardo, An. Museo Nací., Buenos Aires, 1916, página 42, Q . Con el nombre de alboniger describió el profesor Forel una hembra de Borymyrmex, de la cual recogimos sólo tres ejemplares refugiados deba- jo de estiércol seco; la única vez que hemos hallado á un representante de este género en estas condiciones. Sobre la posición sistemática do esta hormiga, Forel duda, si realmente se trata de una especie nueva, ó «le la hembra de 1). Bruchi var. ebenina ó de 1). ensifer ; tampoco no está se- guro si corresponde al subgénero Psammomyrma ó al de Gonomyrma. Por mi parte sospecho que I). alboniger pudiera ser hembra de la men- cionada variedad ebenina , sin que para ello tenga mayor argumentación. Hembra. — Mide 5 milímetros de largo, es enteramente lisa y muy luciente, salvo el epinoto, «pie es, a lo menos en parte, muy lulamen- te arrugado transversalmente. La cabeza, tórax, escama (salvo en la ba- se) y dorso de los segmentos abdominales, excepto un ancho margen de cada borde distal, son de un negro ligeramente pardusco. Lo demás, miembros, parte inferior y lados del abdomen son de un amarillo pálido, casi blanquecino. Las alas son subhialinas. La pilosidad es erecta, corta, amarillenta y muy rala; es muy corta en la cabeza y el tórax, más abun- dante y oblicua sobre los miembros. Lleva también largas ninnquctus debajo, detrás y en los lados de la cabeza, y otras más ralas sobre el epis- toma. Dorymyrmex (tlonomy rmn) Carel tei For. Forel, Bull. Soc. Vaud. So. Nat., 1913, página 244 (p. 42, t. aep.), <£. Gallardo, An. Museo Nací., Buenos Aires, 1916, página 67, figura 33, í¡>. Esta pequeña hormiga fué recogida la primera vez por el doctor Ca- rette en Mendoza (Potrerillos); en Alto Pencoso hemos encontrado sola- mente obreras solitarias. Esta especio es muy parecida á ./). breviscapis Forel, pero difiere de ella por su tamaño más pequeño, los eseapos aun más cortos, y por diferencias que se manifiestan en la cabeza, el tórax y en la escama. Obrera. — De 2 milímetros, es de un castaño negruzco, con los miem- bros castaños y las mandíbulas amarillentas. Ella es lisa, lustrosa y casi sin pilosidad erecta, con pubescencia acostada, diluida, pero bien visible, sobre todo sobre la cabeza y los miembros. Los ojos son muy grandes. 337 Los escupos no alcanzan el borde occipital. El epinoto es muy estrecho, su cono es muy alio (como en 1). Wolfl'hüfjcU) y so eleva dircetamonto desde el borde anterior. Doryiiiyrmex (C.) breviscapis For. var. Caretteoides For. (Lám. X, fig. 9, <£) Ford, JhtU. Soc. Batid. Se. Nal., 1914, página 284, Gallardo, An. Pitisco Nací., Buenos Aires, 191(5, página 69, figura 34, <£. Ha establecido el profesor Eorel esta variedad sobre obreras que re- cogimos de paso por el Rincón Grande, al norte de Alto Pencoso. El doctor Gallardo la cita de Alta Gracia (Córdoba) y de La Rioja. Obrera. — Mide 1,7-2 milímetros; tiene la forma de breviscapis y la talla do Carcttei , do manera que podría ser una forma intermediaria entre estas dos especies, de las cuales la última, tal vez es una raza de breviscapis. Nuestros ejemplares son de un color pardo rojizo con el abdomen par- do obscuro. Ilorymyrmox (<',.) WoliTluigHl For. Ford, Dentsch. Ent. Zeiischr., 1911, página 307, c£. Ibid., Bull. Soc. Vaud. Se. Nal., 1914, página 284, Q. Gallardo, An. Manco Nací., Buenos Aires, 1916, páginas 64-65, c£, Q , figura 31, Nosotros no hemos coleccionado esta especie, pero el señor Lizer me obsequió con algunos ejemplares recogidos por él en la Sierra de San Luis. La conocemos también de Catamarca, La Rioja, Córdoba, Buenos Aires (La Plata y Miramar) y el doctor Lehmann-Nitsclie nos trajo ejem- plares del Río Negro. El tipo procede de Mendoza. El macho no ha sido aún descubierto; tampoco los nidos están estu- diados. Obrera. — Tiene algo más de 3 milímetros; es negra, con antenas y patas de color castaño; las mandíbulas, lados del clipeo, tarsos, articula- ciones y bordo posterior de los segmentos abdominales son más amari- llentos. Es lustrosa, muy fina y débilmente retieulada y apenas pubescen- te. Las barbas debajo de la cabeza son más cortas que los sobre el clipeo. El epinoto termina en cono agudo, subespinoso, más largo, más delgado y más agudo que en 1). pyramicus. Algunas otras características contie- ne la descripción original, reproducida por el doctor Gallardo. Hembra. — De 5,5 milímetros, es semejante á la obrera ; de un pardo negruzco, con una pubescencia bastante densa que le da un tinte grisáceo. Los miembros, las mejillas y mandíbulas son de un amarillo pardusco, las coxas son pardas. Las alas son subhialinas con las nervaduras pardas. Iloryniyrincx {('..) cxsaiiguis Fm\ (1-iUii. xi, ti” . 'j, ¡i, O, i, o?) Forel, Mem. Soc. Ent. Belg., XX, 1912, página 38, Ibiil., liull. Suo. Faud. Se. Nal., 1913, pagina 212 (p. 40, 1. sep.) Q, página 213 (p. •11, t. sop.) (¿¡diablo, Ja. Musco Nací., buenos Aires, 191tí, páginas 13-15, c£, Q, Esta hormiga es muy común en las provincias de Catamarca, Mendo- za y La ltioja; en nuestro viaje la hemos encontrado con frecuencia en suelo arenoso, muy liviano, y alguna vez también en suelo pedregoso, pero siempre mezclado con mucha arena. Conocemos todas las formas de esta especie; ya hemos dicho, que con ella hemos hallado á menudo las obreras de J). ensifer. Obrera. — De 3,5 milímetros de largo; de un color amarillento muy pálido, ligeramente pardusco en el vértice, costados y cara declive del tórax ; algo más obscuro en el abdomen. El epinoto termina en un cono dorsal pequeño y obtuso. Ella es densa y finamente punteada y pubescen- te; el tórax es más bien ret ¡ciliado, mediocremente lustroso, la cabeza algo más lustrosa. Los miembros están desprovistos de pelos erectos y sobre el cuerpo se nota solamente uno (pie otro pelo; tiene también lar- gas barbas debajo de la cabeza y sobre el epistoma. Hembra. — De 8,6-í) milímetros; de un amarillo pálido, ligeramente rojizo, á veces con una mancha parda entre los ojos y que abarca tam- bién los ocelos; el dorso del tórax y del abdomen son también pardos, pero cada segmento del abdomen lleva el borde distal más ó menos an- cho amarillo. Las alas son hialinas con sus nervaduras amarillentas y el pterostigma pálido. El epinoto no lleva traza de cono. La escama es afi- lada en el ápice. Existen largas amoquetas debajo de la cabeza y sobre el epistoma. Macho. — De 3,5-4 milímetros; es más ó menos del color de la hem- bra, con las mandíbulas y los miembros más pálidos; en algunos de mis ejemplares, el dorso del tórax y del abdomen son ligeramente parduscos. Las alas como en la hembra, con el pterostigma aun más pálido. Nidos (lám. Y.). — Los nidos de esta hormiga fácilmente se distinguen por sus cráteres altos, piramidales y perfectamente regulares, levantados con granos de arena. Por la, mañana son lo más hermosos; durante el día, los vientos y el trajín de las mismas hormigas desmoronan los cráteres, — 339 rodando la avena por las galerías, qne por consiguiente requieren un continuo retoque, trabajo que ejecutan las obreras casi siempre por la noche y en las primeras horas del día. Muchas veces, hemos visto á la mañana numerosos cráteres que por la tarde habían desaparecido casi totalmente. Las dimensiones de los cráteres son variables; su diámetro general- mente tiene cerca de 10 centímetros, pero los hemos visto también ape- nas de 5 y aun mayores de 15 centímetros, siendo su altura más ó menos la tercera, parte de su diámetro total. En ninguno de los nidos examinados, nos fuá posible observar con exactitud la disposición de las galerías ó cámaras, debido á «pie éstas se derrumbaron con suma facilidad al efectuar las excavaciones. Por lo visto, podemos afirmar, que las cámaras ó cavidades son bastante amplias, irregular mente dispuestas, comunicando hacia el exterior por un canal relativamente ancho ; las paredes de las cámaras parecen ser ligera- mente endurecidas. El orificio de entrada es de pocos milímetros, la pro- fundidad de los nidos de 20 á 30 centímetros. Una colonia de esta hor- miga. no es nunca muy numerosa en individuos. Dorj'inyi'inex (C5.) «‘xsnnguis Fnr. vivr. cnrltonaria For. Foro!, Ihtll. Soc. Fand. So. Nat., 1913, página. 2-13 (II, t. sop.), página 244, (jb Gallardo, An. Musco Noel., Buenos Aires, 191(5, páginas 45-47, (jb figuras 18 y 19. Una variedad bastante más pequeña y de color pardusco ; es relativa- mente más abundante que la especie típica. Se encuentra en Alto Pencoso hasta la Sierra del Gigante ; además ha sido señalada de Mendoza, Córdoba y del Clmbut. Obrera. — De 2, 5-3, 4 milímetros ; es más pequeña que el tipo de la especie, de color pardo, más ó menos obscuro (ó pardo rojizo), con las patas y antenas algo más claras ; las mandíbulas y el borde anterior de la cabeza son más pálidas. Las patas y antenas son algo más cortas y el borde posterior de la cabeza es apenas menos convexo que en D. exsan- guis típica. Macho. — De color enteramente pardo, con los miembros más claros y las mandíbulas amarillo pálido. Estas últimas tienen tres pequeños dien- tes detrás del apical. El escapo alcanza el borde posterior de la cabeza. El doctor Gallardo da una descripción más detallada, basada sobre tres individuos masculinos, hallados por él mismo en Alta. Gracia (Cór- doba), los (pie presentan ligeras diferencias. Los nidos de esta variedad son completamente, idénticos á los que construye la especie, típica. 34:0 llorymjTmcx (3, página lli(), , figura 22. Esta hormiga, d escripia por Santschi como variedad do la raza brun- neus, la considera el doctor Gallardo, como especie propia, separándola de J). pyramicus. Ella es muy abundante en Alto Pencoso (procedencia omi- tida en el trabajo de Forel), y mencionada de Santa Fe, Córdoba, Tucu- ra án y Jujuy. Según Gallardo, tiene un hábito algo distinto a esta úl- tima, de la cual difiero principalmente por el surco mcsoepinotal en forma de canaleta profunda, como también por la forma del cono dorsal. Obrera. — Larga de 3,2 á 3,5 milímetros, tiene la parte anterior de la cabeza, el tórax y los tarsos de color rojo amarillento ó de amarillo ocre ; el resto de la cabeza (á veces toda) y el abdomen negruzcos ; las antenas y patas son castañas. La liarte anterior de la cabeza y el abdo- men son lustrosos, el resto algo más mate. La cara declive del epinoto presenta un pequeño escalón. Forelius elialyhaeus Era. Emery, Bull. Soc. Ent. Ital., XXXVII, 1905, página 176, <£, (j) , qC Gallardo, An, Musco Nctol., Buenos Aires, 1916, página 84, , Q , qL Do los representantes del género es ésta una do nuestras especies más conocidas, dispersada por todas las regiones áridas, tanto en el sur co- mo en el norte. Además de una nueva variedad F. rubriceps For., hemos encontrado también las otras, que años antes había traído de Catamarca y que fueron descriptas por el profesor Forel. El tipo de chalybaeus procede de Puerto Madryn (Clrabut); tenemos también ejemplares de este lugar, como otros de la provincia de Buenos Aires, de Córdoba, Mendoza, Catamarca y de La Rioja. Obrera. — - Mide 2 á 2,0 milímetros de largo, es de color negruzco ó castaño con un pronunciado reflejo azul de acero, ligeramente verdoso ; las mandíbulas y patas son pardas, más ó menos castañas. Su aspecto es Rubopiteo, debido á la puntuación muy fina; la pubescencia es pruinosa. 101 epinoto es bastante convexo. Fn su forma y escultura se parece á F. Mac Cooki, del cual di (tere en varios puntos. Hembra. — Más ó menos de 4 milímetros; ella es más pálida que la obrera, castaño pardusca, con retajo metálico débilísimo, que á veces ni existe. El tórax es robusto; el pecíolo mucho más alto que en la obre- ra. Las alas palidísimas tienen dos celdas cubitales cerradas y carecen de celda discoidal. Macho. — Tiene algo más de 3 milímetros y el color de la hembra, poco más claro, con reflejo metálico que tira al violáceo. El escapo es tan largo como los tres primeros artículos del funículo juntos; el tórax es ancho, el epinoto convexo. Las alas tienen las nervaduras de las celdas cubitales desvanecidas. Las ágiles obreras de esta hormiga las encontramos á todas horas del día sobre los cráteres y los alrededores de sus nidos ; se alejan de ellos en todas direcciones, pero marchan al parecer más bien aisladas, y ni van ni vienen nunca por un camino único trazado. Recorren los cráteres muy agitadas, describiendo espirales cerrados y penetran rápidamente en el nido, tan pronto que se ven atacadas. Tanto ellas, como los demás representantes del género que citamos, despiden un fuerte olor á manteca rancia, lo que es peculiar también pa- ra otras especies extranjeras. Muy á menudo hemos visto obreras saboreando los frutos bien sazo- nados de cactáceas (Cereus lamprochlorus), presentando entonces el abdo- men bastante distendido. No obstante, deben ser también insectívoras, pues en más de una ocasión, hemos encontrado restos de coleópteros en las cavidades superiores de sus nidos, sin (pie nos fuera dado observar una sola vez, á obreras llevando semejante presa. En cambio, luimos tes- tigos del instinto agresivo y de la creofagia de F. nigriventris. Nidos. — F. chalybaeus y sus variedades construyen sus nidos casi siempre en suelo arenoso, más ó menos duro, libre de obstáculos y de ve- getación. Los cráteres son bajos pero regulares, perfectamente circulares, más ó menos de 10ál2 centímetros de diámetro; su orificio de entrada es pequeño, de algunos milímetros. De él, un corto pasaje, casi vertical, con- duce á las cámaras ó cavidades irregulares, más ó menos alargadas, gene- ralmente mucho más largas que altas, dispuestas con la misma irregula- ridad y en comunicación con estrechísimos y cortos canalículos, que ape- nas dan paso á una sola hormiga á la vez. En un nido con una colonia numerosa, se cuenta centenares de estas cámaras, que llegan á unos 20 centímetros de profundidad y ocupan muchas veces otros tantos de ex- tensión. Muy curioso nos resultaron varios nidos excavados en terreno de are- na suelta, en los cuales encontramos las paredes de sus cámaras fuerte- mente guarnecidas por una. costra bastante resistente. Este detalle per- fectamente visible en nuestra fotografía (lám. VI), revela el grado de — 343 precaución que las hormigas tienen, para evitar el desmoronamiento de sus construcciones. En todos los nidos que liemos examinado, encontramos millares de obreras con abundante cria, entre ella muchas ninfas ; el tipo de cons- trucción era siempre el mismo. Forelius ehalyhaeiis Km. v;ir. niinor Por. Ford, lililí. Soc. Viuul. Se. Nat., 1913, página 241 (39, t. sép.), Gallardo, An. Musco 1 Yací., Buenos Aires, 1916, página 86, Esta variedad, hallada por el doctor C’arette por primera vez en Mendo- za, la recogimos también en Alto Pencoso; ella se encuentra también en Río Negro, y abun- da en la región occiden- tal de la Sierra de la Ventana, donde la ob- servé personalmente. Obrera. — Mide po- co menos de 2 milíme- tros de largo y según la descripción de Forel, se distingue déla espe- cie típica por su peque- ño tamaño. El tórax un es poco más corto que la cabeza, y esta última mucho menos ancha. Las patas y las antenas son también más cortas, los escapos no sobrepasan la cabe- za más que por su espe- sor. El perfil del tórax es absolutamente recti- líneo. Nidos. — Los ni- dos de esta especie se encuentran á menudo agrupados sóbrelos ca- minos, á veces al lado de las mismas bocas de los nidos de la hormiga colorada (Acromyrmex Silvestrii Em. (Sierra de la Ventana). Tanto los cráteres, como las cons- tracciones terrestres, son la mitad del tamaño de los de la especie típica. Las cámaras son también irregulares, pero más separadas y recuerdan en algo á galerías laberínticas, sobre todo en nidos construidos en terre- no firme; entonces las paredes de estas cámaras son ligeramente alisa- das, en suelo arenoso son solamente algo endurecidas. Forclius clialyhacus Km. subsp. alhi vculris Fui-. (L¡lm. XI, lig. 7, cj>) Ford, Alóm. Soc. Ent. Bchj., 1012, página 15, Gallardo, An. Museo Nucí., 1! nonos Aires, 1916, página 80, <£. El profesor Forel, á esta raza pigmea la llama, no sin razón, encanta- dora, esta misma impresión tuve de ella, al descubrirla por primera vez en Huasán, donde es mucho más abundante que en el Alto Pencoso. Aunque coincide casi en el tamaño con la. variedad minor, tiene un há- bito completamente distinto y diflorcá primera vista de ella por su vien- tre blanquisco, casi siempre algo distendido; del tipo de la especie, no sólo por su pequeño talle, sino también por su escama cortante y el color. Obrera. — Del tamaño de la variedad minor, de un azul obscuro ver- doso metálico; los tarsos y las mandíbulas son amarillentas, las antenas y patas son rojizas y parduscas respectivamente. El abdomen es blan- quizco, con la extremidad más ó menos pardo, ligeramente metálico. Ella es bastante lustrosa, densamente punteada, mediocremente pu- bescente. La pilosidad erecta es muy esparcida sobre el cuerpo, pero fal- ta en las tibias y los tarsos. Entre otros caracteres, la escama es muy diminuta, muy baja y fuertemente inclinada, delgada y cortante en el vértice; tanto ella como el pecíolo quedan recubiertas por el abdomen, dirigido hacia adelante. Nidos. — Los nidos de esta raza difieren ligeramente de aquellos de la var. minor, por algunos detalles de sus cámaras, las que más bien tienen el carácter de la especie típica. Los nidos se encuentran con mayor fre- cuencia en terreno duro sobre los caminos, en arena mezclada con polvo. Sus cráteres son casi siempre muy pequeños y extendidos ; las cámaras alcanzan á poca profundidad (+ (í-8 centímetros), ofrecen la misma irre- gularidad en su disposición, que en chalybaeus, pero las cavidades son sumamente bajas, relativamente más espaciosas y menos numerosas. 345 Forclius elisilyhaeiis Em. subsp. gramil» For. (Lililí. XI, fig. 8, £ : lám. XII, flg. 2, Q) Forel, Alé m. Soc. Ent. Bclg., XX, 1912, página 46, <£. Ibid., Bull. Soc. Vaud. Se. Nat., 1914, página 285, Q } qL Gallardo, An. Museo Nací., Buenos Aires, 1916, páginas 87-88, , (f , figura 89 De esta forma teníanlos ja obreras que había- encontrado en Iluasán so- bro un higo podrido; al examinar en Alto Pancoso un nido, ludíamos tam- bién los individuos sexuales. Dice o i profesor Forel, quo ol !>. chali/bacns forma en cierto modo transición entre las razas albiventris y granáis y que sin él, se debería considerar estas últimas como especies distintas. Esta subespecie se reconoce fácilmente por su talla bastante más grande. Obrera. — De 3,5-4 milímetros; de un azul metálico obscuro; las mandíbulas de amarillo rojizo; las antenas, tarsos y articulaciones roji- zas y las tibias pardas con visos metálicos. La escama es inclinada y muy espesa, obtusa en el vértice. Hembra. — Mide 5,5-6 milímetros, ella es más grande y más obscura que la especie típica; la cabeza y el tórax son de un castaño negruzco, la primera es a veces rojo pardusco. Los reflejos azulados son bastante «lábiles. Los bordes distales de los segmentos abdominales son blanque- cinos. Las alas son débilmente teñidas de amarillento, con las nervadu- ras pardo amarillento. Macho. — De 3-3,3 milímetros, de color pardo con las mandíbulas y miembros algo más pálidas. FoitIIiih clinlyhiH'iis Km. var. riihricops (For.) Forclíus chalybacus Em. subsp. gramlis For var. rubríceos For. Forel, Bull. Soc. Vaud. Se. Nal., 1914, página 286, q*. Gallardo, An. Museo Nací., Buenos Aires, 1916, páginas 85-86, *5 ; C? » figura 38, Q . De esta variedad liemos encontrado las tres formas, pero por olvido el ejemplar femenino no filé remitido al profesor Forel, y esta omisión influyó posiblemente su apreciación, habiendo el autor considerado a- rubrico ¡ps como variedad de la raza granáis. El doctor Gallardo al descri- bir la hembra, refiere la variedad al tipo clialybaeus, teniendo en cuenta el tamaño de ambas formas : vendría á establecer una transición entre chalybacns y F. rufas Gallardo, Además «le San Luis, es conocida también do la Sierra de Cór- doba. Obrera. — De 2, 4-3, 5 milímetros (le largo; se distingue del tipo de la especie, por el tamaño mayor de ciertos individuos y por tener la ca- beza, antenas, tibias y tarsos rojizos, tórax y abdomen son obscuros con reflejo metálico. Hembra. — De 4,2 milímetros, es más ó menos del mismo color ge- neral que el tipo de la especie, con la cabeza castaña rojiza, las antenas, patas, mandíbulas y escudete castaño amarillento, el abdomen negruzco con los bordes distales blanquecinos. Macho. — De 3-3,5 milímetros, es un poco más claro que el de la raza granáis, de un amarillento sucio, con la cabeza pardo claro. En in- dividuos bien maduros, la cabeza es parda, el tórax, abdomen y los ru- ínenlos de un amarillento pardusco, escupos y miembros amarillentos claros. Nidos. — Los dos nidos que hemos examinado eran idénticos á los de F. chalybaeus, solamente uno era de dimensiones extraordinarias, tanto su cráter como las construcciones en la tierra ; la colonia era tam- bién muy próspera. Forcliu.s nigriventris For. (Láni. XI, tíg. 9, <£) Ford, Mein. Soc. Ent. lichj., XX, 1912, página 44, i£. Brfetlies, An. Alusco JYac l., Buenos Aires, 1914, página 233, Q . Gallardo, Jn. Museo Nací., Buenos Aires, 1916, páginas 81-84, Q , figuras 36- 9, 9- Este Forelius se distingue de los precedentes de inmediato por su co- loración. Es abundatísimo en Alto Pencoso y señalado hasta ahora de Córdoba, Mendoza, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Santiago del Este- ro; no lo conocemos aún del sur. Obrera. — Mide de 2,0 á 3,5 milímetros; es de un lindo amarillo ro- jizo o anaranjado, con el abdomen negro brillante, ligeramente verde metálico. Como dice Forel, esta especie es bien caracterizada por la for- ma de su escama, extremadamente baja, soldada al pecíolo más ó menos como en el género Tapinoma, subhorizontal, formando adelante solamen- te un pequeño escalón acuminado. Hembra. — De 5 milímetros, tiene el color de la obrera con el borde distal de los tres primeros segmentos abdominales blanquecinos y una mancha en forma de Y en el mesonoto. Forelius nigr i contris es una hormiga arenícola; prefiere los sitios ári- dos y despoblados de vegetación para, anidar; es aún mucho más ágil 347 que la especie chah/baeus, creófaga, agresiva y muy voraz. En sus nidos no liemos hallado nunca vestigios di», alimentos, en cambio, pudimos ob- servar varias veces obreras transportando insectos, y los dos casos (pie relataremos liarán apreciar sus costumbres. Examinamos una vez á un viejo tronco de «peje» (Jodina rhombifo- lia), cuya, parte superior era habitada por termitos, mientras que en la inferior, algo húmeda, hubo muchos otros insectos, principalmente larvas é ¡magos de un pequeño coleóptero (Acanthocerus) , que tratábamos de recoger. Habíamos despedazado el tronco, y al parecer agotado el mate- ria! entomológico; volviendo ratos después al mismo sitio, gran número de obreras de nuestro Forclius , habían invadido aquellos fragmentos, que unas escudriñaban prolijamente, mientras que otros ya se alejaban con larvas y aun con i magos del coleóptero, que nosotros, sin sospechar- lo, habíamos dejado. Su presa la llevaron entre pocos individuos; lo ha- cían con suma rapidez, salvando la distancia de muchísimos metros, hasta su nido. Otro hecho que muestra la voracidad de esta hormiga, lo observamos en un ataque á dos pequeñísimos roedores, ratas arborí colas, muy co- munes allí. Las habíamos bajado de su nido, sobre un chañar y como eran de muy corta edad, las depositamos al pie del árbol, confia- dos en que la madre, que había logrado escaparse, se encargaría nue- vamente de ellas. Ni habría pasado media hora, cuando nos acercamos a los animalitos que cubiertos de hormigas chillaban desesperada- mente : no eran sino Forclius nigriventris. Estos atacaron con tanta ferocidad, que ya les habían resecado los párpados y partes del labio, mientras que los mortificaron también conmordizcos en otras partes del cuerpo. Este último caso, si bien el único que hemos observado, pinta perfec- ta,mentó el inst into sanguinario do esta hormiga, que no recordamos ha- ber visto señalado. Nidos. — Del gran número de nidos que hemos visto, la mayor par- te, pudiéramos decir casi todos, se encontraron en suelo arenoso, más bien blando que duro. Ellos están siempre provistos de un cráter bajo, muy extendido y regular, con un pequeño agujero de entrada en el cen- tro (Iám. Vil). Muchas veces, en nidos de una gran colonia, el cráter es extendido, de unos 30 centímetros de diámetro, pero en pequeños nidos no alcanza á medir los .1.0 centímetros; las construcciones en tierra, abarcan más ó menos las mismas medidas en toda su extensión. Las galerías y cámaras son tan irregulares y semejantes como en F. chah/baens, con la diferen- cia,, que ordinariamente estas cámaras son mucho más separadas entre sí, y en comunicación por canalículos un poco más anchos. Las paredes — :M8 — de todas son ligeramente endurecidas, pero no tan perfectamente guar- necidas como en los nidos de la otra especie mencionada. Entre las cámaras liemos hallado siempre' pequeños grupos de larvas, alguna vez también ninfas. Subfaui. « : A UI>0.\0TI\A 12 Kracliymyrmex Iongicoriiis Por. (Uní. XII, lig. 3, <£) Ford, Milleil. Nalurhist. Mam: uní, llamlmrg, 1900, Ilcih. Julirb. Ilumb. wisn. Anal., XXIV, 1907, página 9, <¡>. Esta es la única especie del género que liemos recogido en Alto Pen- coso, pero estoy seguro que debe de haber ahí también alguna otra, co- mo B. breviooniis Em. y /». patagonieus Mayr, por haber recibido éstas de lugares muy vecinos de las provincias de Córdoba y Mendoza. B. longicornis, fácil de reconocer por sus antenas largas, tenemos ahora de Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y Salta, lie aquí sus ca- racteres específicos. Obrera. — De 1, 5-1,0 milímetros, de un pardo amarillento, con las mandíbulas, antenas y patas pálidas de amarillo sucio. Lustrosa, confu- sa y débilmente reticulada, todo el cuerpo con pilosidad amarillenta, rabí y erecta, y muy dispersamente pubescente. Las tibias y los es- capes llevan solamente pubescencia adherente. La cabeza es tan ancha como larga, en el extremo posterior cóncava ; el borde posterior casi rec- to y los lados son fuertemente convexos. El escapo sobresale al borde occipital por un buen tercio de su largura; el 2o y 3o artículo de los funí- culos son algo más largos que anchos, todos los demás mucho más largos que anchos. Las suturas del tórax son muy pronunciadas ; los segmentos todos más anchos que largos, el pronoto lo es mucho más. La esca- ma es muy baja y fuertemente inclinada, tapada por el primer segmento del abdomen, que es arriba también muy inclinada hacia adelante. Los miembros son bastantes largos. Nidos. — Varias veces hemos recogido obreras solitarias sobre plan- tas y en el suelo. En otra ocasión (Sierra del (ligante), al entrar á su ni- do, que estaba en la pared vertical de un gran bloque ó brecha de con- glomerados. Allí penetraban por una grieta insignificante, que conducía á otras más interiores, abiertas entre las piedras de rodados del mismo conglomerado. Todos los pequeños recodos y espacios entre las piedras eran al parecer ensanchados, por la extracción de algún material térro- 349 so; estaban ocupados por centenares de obreras que cuidaban buen nú- mero de larvas. ()niH|>onof tis (ill yrniof urlin) puncí nial us Mayr s. str. ' (Lilm. XII, fig. 4, minor ) Mayr, Animar. Sac. Nal., Modona, 18G8, jingiim- 3, t. sep., Q . Esta especie se extiende basta el Brasil ; nuestros ejemplares proce- den de Buenos Aires, Córboba, Mendoza, Salta y Alto Pencoso. En esta localidad liemos observado varias veces sus obreras sobre las ma- tas de Lycium, infectadas con coccídeos, de cuyas secreciones sorbían ávidamente. De la serie de razas y variedades, que se conoce d e punctu- latus sen. strict., liemos encontrado solamente dos, que citaremos des- pués. Obrera. — De 4-7,5 milímetros, es negra con las antenas, mandíbu- las y patas rojas. La cabeza y tórax son subopacos, muy densa y fina- mente reticulado punteados ; el abdomen es lustroso, cubierto de estrías transversales, densas y finísimas, casi imperceptibles. El epistoma es carenado, mi el ápice recto. La cabeza es débilmente y muy dispersamente punteada.; los puntos son más abundantes sobre las mejillas y más grue- sos en el occipucio ; los escupos sobrepasan apenas al borde posterior. La pilosidad es bastante fuerte ; la pubescencia fina, corta y esparcida, muy tenue, densa y apretada sobre las coxas (fig. 19, A-C). Hembra. — Una hembra desalada que encontramos entre obreras debajo de una piedra, mide 10 milímetros ; tiene el color de la pero es más lustrosa y con la escultura mucho más fina. El epinoto es más opaco, debido á la pubescencia densa muy tenue y apretada, que cubro también al pronoto, los episternos, á la escama y las coxas. Del resto, la pilosidad y pubescencia son algo más finas y ralas que en la obrera. Nidos. — Esta hormiga, como las dos variedades subsiguientes ani- dan casi siempre en suelo debajo de piedras. Do tros nidos que hemos examinado, dos de ellos se encontraban en esta forma, el otro, en suelo arenisco, completamente libre de todo obstáculo. Este último tenía mu- cho parecido con el nido (pie describimos al final de una variedad de C. 1 El enorme número do especies, razas y variedades del género Camponotus, que so eleva a un millar, comprendidas do todo el mundo, motivó al profesor Forel do clasificarlas entro los 24 subgéneros, creados, salvo algunos, todos por el mismo. (Le ge n re Camponotus Mayr ct les garres voisins. Revire suisse fie Zoologic, vol. 22, n° 9, 1911, pííg. 257-276.) blundus , el cual excavábamos el mismo día. lil orilicio y canal de acceso, Fig. 1 í). — Cabezas do Camponotus : A, ^ mayor; li, ^ miuor; (', ^ do G. puuciulatus Mayi* s. «Ir. ; 1), ^ mayor do G. •punetulaius var. andiejena Km. ; may. do G. piuictulatua subsp. minutior F011,; F, mny.; (¡, ^ min. ; 11, Q ; I, do O. macúlatela F. subsp. bonariensis Mayr. ; K, may.; L, ^ min.; M, Q ; N, (j* do G. mua liog. ; O, may. y P, min. do G. blandus Sm. subsp. rosariensis For. var. mendozenaia For. (aumen- tadas todas 10 veces). como también los canalículos y cámaras eran más amplias ; los canalí- culos de comunicación cortos, por consiguiente algunas cámaras bas- 351 tante contiguas ; varias de ellas estaban separadas entre sí, por un corto pasaje, solamente de uno ó dos centímetros. Las cámaras en tierra, de los otros dos nidos estaban más irregular- mente dispuestas, siendo el terreno pedregoso. En la superficie de éstos se advierte siempre una serie de canales y cavidades irregulares, cerra- das por el contacto de la piedra (pie cubre al nido. Casi siempre se encuentra en las cavidades superiores á las obreras con sus larvas ó los capullos de ninfas, que transportan hacia las cámaras inferiores, tan pronto que se ven molestadas. (!lel natural nproxiuiiulamoiito. color enteramente negro, con las antenas y extremidad de los tarsos ro- jos y las mandíbulas pardirrojas. (La cabeza en algunos de nuestros ejemplares es sin embargo más ó menos rojiza.) Está cubierta por una pubescencia densa y dorada (algo más fuerte que el tipo de la raza), y con una pilosidad larga, erecta y bastante densa. La cabeza es trapeci- forme, bastante ensanchada atrás. Las patas son negras con la pilosidad Iíev. Museo ue La Plata, tomo xxiii (ser. n, t. x) Lámina I Nido do Pheklole Hcrgi Hayr (’/„) Rev. Museo de La Plata, tomo xxiii (sek. ii, t. x) Lámina II X i < I o do Phcidolc sjtiiiinod.is Míiyr vnr. pencóse nsi s Ford f 1 /;l) Kev. Museo de La Plata, tomo xxiii (sek. ii, t. x) Nido Rev. Museo de La Plata, tomo xxiii (ser. ii, t. x) Lámina IV Rielo de Acromyrmcx (Ifocllcrius) Silvestrii Bm. Sección vertical y esquema Kkv. Müseo de La 1'i.ata, tomo xxm (sKit. u, r. x) Lámina V Cráteres (le nidos de Dorymynnex exsctiiguis Ford (1/3) Lev. Museo de La Plata, tomo xxiii (seis, ir, t. x) Lámina \'I Nido de Foreliiis chalybacus F o reí (*/.,) Kev. Museo de La Plata, tomo xxiii (sek. ii, t. x) Lámina VII Nido de Forelms nigriventris Forel (*/3) Iíev. Museo de La Plata, tomo xxiii (se ti. ti, t. x) Lámina Y III Figuras: 1, Eciton (A .) Slrobcli Mayr (j* ; 2, ídem : 3, Pogonomynnex cunicula rius Mayr pencoscnsis For. 4 , ídem 0* 5, Pog. inermis Por. ^ : G, Pog. Jlruchi For. var. viicans For. ^ ; 7, ídem 0* Khv. Museo dio La 1’i.ata, tomo xxiii (ser. ii, t. x) Lámina IX Figuras : 1, Pogonomyrmex (E.) Naegelii Por. 2, Cremastogaster quadrifonnis lioveretoi For. ; 3, C. Bruehi Por. ; 4, C. brevisjjinosa crucis carininis For. $ ; 5, C. brevispin. itoelUri tueumanensis For. £ ; 6, ídem Q; 7, Pheidole Bergi % ; 8, Ph. spininoclis pencosensis For. '}£ ; 0, Solenopsis Pylades For. 10, ,S\ angulata huasanenais For. $; 11, 13. Ca- reltei For. 12, S. ang. mendozensis For. ; 13, S. tennis Weiseri For. <£ ; 14, S. Cryptocents peltalus Ellenrwderi For , . Iíiív. Museo de Í.a 1'lata, tomo xxm (sei:. u, T. x) Lámina X ÍVni-as: 1, Oyphomyrméx rimoius peneosensis Por. 2, Aa-omyrmex íobiconiis pcncosensi* Por. $; (MO «eómi» Joergenseni Star. $; 4, ¿«rom. PD Slowtrii Em. $; 5, Dorymyrm** (V.) planidens Mnyr $¡ 0, »• W «•«- iíayr $, 7, D. (V.) entifer Star. $, 8, »■ (P.) BrucéclañnaY or. $; o, i>. W Cor^o,,^ I-»v. $. Ituv. Mi-seo de La Plata, tomo xxiii (seis, ii, t. x) Lámina XI Figuras : 1, VorgmyrtgM albaniger For. ^ ; 2, D. (G.) exsanguis Por. 3, ídem Q > 4’ W«>» Cf : r>» Morajféttg Santschi 0, I). (C.) pyramicus brunneux For. ?¡>; 7, Forelius chalybaeus albiventris For. ; S, F. ehulybaeux gran- dis For. ^ : i), F. nigrivcntris For. ^ . ]¡t'.v. Moseo de La Plata, tomo xxiii (ser. ii, t. x) Lámina XII Figuras: 1, Forelius chalybaeus Era. Q* ; 2, F. ehalybaens granáis For. Q ; 3, Braclij¡¡myrmex longieamis For. O; 4, Cam- ponotus (3t.) punctulatus Mayr minar ; 5, ídem v. andit/ena Em. tymcxy.; (i, O. (M.) pxxmt. minutior mediorufa For. $ min. 7, ídem may. ; S, O. (M.) blandus st. romríensis v. méndozcnsis For. J min. ; 9, ídem mayor. PUBLICACIONES DEL MUSEO DE LA PLATA PRIMERA SERIE Las diversas publicaciones correspondientes á la primera serie, se ha- llan de venta en el Museo á los precios siguientes : SECCIÓN ZOOLÓGICA ANALES SECCIÓN DE HISTORIA AMERICANA Primera parte. Segunda parte . Tercera parte. . Pesos 3.00 8.00 6.00 SECCIÓN DE HISTORIA GENERAL Primera parte ............. 8.00 SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA Primera parte. . Segunda y tercera parte. . . . 3.00 3.50 SECCIÓN GEOLÓGICA Y MINERALÓGICA Primera parte 7.00 Segunda parte 28.00 Tercera parte ............ 21.00 Pesos Primera parte 4.00 Segunda parte. ........... 18.00 Tercera parte 82.00 SECCIÓN DE PALEONTOLOGÍA Primera parte . .... 20.00 Segunda parte agotada. Tercera parte agotada Cuarta parte ........ . .... 8.00 Quinta parte ........ 10.00 SECCIÓN DE ANTROPOLOGÍA Primera parte . Segunda parte. 16.00 10.00 SECCIÓN BOTÁNICA Primera parte. ........... 16.00 REVISTA {precio de cada tomo)' Tomo I agotado Tomos II á V ........... , 13.00 Tomo VI. 15.00 Tomo VII 20.00 Tomos VIII y IX. ....... . 30.00 Tomos X á XII ........... 13.00 Tomo XIII.. ............ . 5.50 ATLAS GEOGRÁFICO DE LA REPÜBLICA ARGENTINA Entrega primera, mapa de la provincia, de Catamarca, en cuatro hojas, agotado PUBLICACIONES DEL MUSEO DE LA PLATA SEGUNDA SERIE Las diversas publicaciones correspondientes á la segunda serie, se bailan de venta en el Museo á los precios siguientes : ANALES Pesos m/n Tomo I, entrega I ........ 8.00 Tomo I, entrega II 35.00 BIBLIOTECA Tomo I . . . 4.00 Tomo II 8.00 Tomo III . 4.00 REVISTA Tomo XIV (segunda serie, tomo I) . agotado Tomo XV (segunda serie, tomo II) 18.00 Tomo XVI (segunda serie, tomo III) . 15.00 Tomo XVII (segunda serie, tomo IV) 12.00 Tomos XVIII á. XX (segunda serie, tomo V á VII) 10.00 Tomo XXII (segunda serie, tomo IX) 10.00 Tomo XXIII (Ia parte) (segunda serie, tomo X) 10.00 355 muy corta, fina y rala. Esta variedad tiene la misma gran talla y forma, un poco menos convexa del tórax que el tipo de la raza (lig. 1 !), 0-1’). Nidos. — Fue una mañana de atmósfera, muy pesada, con amenaza de lluvia, cuando vimos las obreras de esta linda hormiga, cuidando los capullos de sus ninfas, los que habían desparramado por el suelo, varios iludios alrededor del nido. Por fuera de éste, hubo solamente obreras pequeñas, y recién al introducir una sonda en el agujero, se asomaron también los soldados u obreras mayores. Dicho nido estaba en suelo arenisco, compacto y libre de vegeta- ción. No tenía ni cráter, ni residuos por fuera; el orificio era tan estre- cho que apenas permitía el paso de una hormiga á la vez. Un conducto único bajaba casi verticalmente, del cual se desprendían otros canalícu- los ó ramas extendidas en todas las direcciones. Estos canalículos, bas- tante largos, terminaban por lo general en una cámara subovalar, de 2 á3 centímetros de diámetro máximo, pero alguna vez comunicaban a va- rias de estas cámaras, quedando entro ellos un espacio corto. La direc- ción de los eanículos era más ó menos horizontal; en su terminación dis- tal, se dirigían muchas veces hacia arriba. Nuestro esquema (fig. 20), he- cho á medida que hicimos la excavación, dará una idea de este tipo de nulificación. EXPLICACIÓN DE LAS FIGURAS DE LAS LÁMINAS Lámina I. — Nido do Phciñolc, licrgi Mayr, visto do arriba y por sección vertical, dol natural aproximadamente. — II. — Nido do rimidolc spininodia Mayr, vnr. pcncoscnsis Ford, visto do arri- ba y por sección vertical. dol natural. — III. — Túmulo ó cúpula do un nido do Acromyrmcx lobicorni s Ein., var. pen- cosctisis Forel. */lr del natural. — IV. — Sección vertical por un nido do Acromyrmcx (Mollerius) Silvestrii Emery. El esquema al lado completa las cámaras en primer término ; en la mitad inferior las cámaras con las bongueras ; las dos cámaras inme- diatas (medianas) con los vegetales frescos acarreados ; en las supe- riores los residuos y tierra para expedir al exterior. '/„ del natural. — V. — Cráteres de los nidos do Dorymyrmex cxsangnis Forel. '/, del natural. — VI. — Cráter de un nido de ForcUiiz cltalybacus Emery y sección vertical por el mismo nido. */g del natural aproximadamente. — VII. — Cráter de un gran nido de Forclins ni gr ivenir i 8 Forel, y sección ver- tical por el mismo nido, construido en suelo arenoso blando. del natural aproximadamente. — VIII. Fig. 1. — Kciion (Arómalas) Sirobcli Mayr, cf, aumentado cuatro veces (a la izquierda arriba la ^ con aumento proporcional). Fig. 2. — Eciton (Aclimatas) Strobeli Mayr, mayor = (E. nilens Mayr), aumentada seis veees. Fig. 3. — Pogonomynnex cnnicularius Mayr, snbsp. pencoscnsis Forel, $ mayor, aumentada seis veees. Fig. 4. — Pogonomyrmex o unioularius Mayr, snbsp. pencoscnsis Forel, (j* aumentado seis veees. Fig. 5. — Pogonomyrmex inennis Forel, <¡>, aumentada seis veces. Fig. ti. — Pogonomynnex Brnchi For., snbsp. micans Forel, aumentada seis veees. Fig. 7. — Pogonomynnex Bruehi For., snbsp. micans Forel. cf, aumen- tado seis veees. jÁ.mi.na IX. Fig. 1. — Pogonomynnex (Epliebomyrmcx) Xaegelii Forel, , aumentada oolio veces. Fig. 2. — Cranastogasler quadriformis Kog., snbsp. Hovercloi Forel, aumentada ocho veees. Fig. 3. — Cremastogaster Brnchi Forel, <£, aumentada ocho veees. Fig. 4. — Cremastogaster brevispinosa Mayr, subsp. crucis For., var. car- minis Forel, <£, aumentada ocho veees. Fig. 5. — Cremastogaster brevispinosa Mayr, subsp. Moelleri For., var. tucumanensis Forel, aumentada ocho veces. Fig. ti. — Cremastogaster brevispinosa Mayr, subsp. Moelleri For., var. tncnmancnsis Forel, Q , aumentada ocho veees. Fig. 7. — Pheidolc Bergi Mayr, aumentado seis veces. Fig. 8. — Pheidole spininodis Mayr, var. pencoscnsis Forel, rif, aumentado seis veces. Fig. 9. — Solenopsis Pylddes Forel = S. saevissima Sni., var. Pyladcs Forel, ?¡> mayor, aumentada ocho veces. Fig. 10. — Solenopsis angulatu Em., subsp. huasanensis Forel, <£, aumen- tada diez veees. Fig. 11. — Solenopsis angnlala Fin., snbsp. Carel tei Forel, aumentada diez veees. Fig. 12. — Solenopsis angnlata Em., subsp. mendosensis Forel, aumen- tada diez veees. Fig. 13. — Solenopsis tennis Mayr, subsp. ll'eiseri Forel, § mayor, aumen- tada diez veees. Fig. 14. — Cryptocerus pcltatus Km., subsp. EUcnriederi Forel, ?j>, aumen- tada ocho veces. — X. Fig. 1. — Cyphomynncx limosas Spiu., var. pencoscnsis Forel, aumen- tada diez veces. Fig. 2. — Acromynnex lobicornis Em., var. pencoscnsis Forel, <£, aumen- tada ocho veees. Fig. 3. — Acromynnex (Moellerins) fracticornis For., var. Jocrgenseni Forel, mayor, aumentada seis veces. Fig. 4. — Acromynnex (Moellerins) Silvestrii Emery, ?¡> mayor, aumentada seis veees. Fig. 5. — Dorymyrmex (Psammomynna) planidens Mayr, aumentada seis veees. Fig. (i. — Dorymyrmex (P.) mucronatas Emery, <£, aumentada ocho veees. Fig. 7. — Dorymyrmex (P.) ensifer Forel, aumentada ocho veees. Fig. 8. — Dorymyrmex ( P.) Brnchi For., var. ebeniua Forel, <¡?, aumentada diez veees. 357 Fig. 9. — Dorymyrmcx (Conomyrma) brcviscapis For., var. Carettcoiács Forol, ?¡>, aumentada dio/, voces. jÁmina XI. Fig. 1. — Dorymyrmcx allwnigcr Forol, 9> aumentada ocho vw.cn. Fig. 2. — Dorymyrmcx (V.) cxsangnis Ford, aumentada ocho voces (en alcohol). Fig. 3. — Dorymyrmcx (C.) exsanguis Forel, Q , aumentada seis veces. Fig. 4. — ■Dorymyrmcx (C.) cxsanguis Forel, (f, aumentado ocho veces. Fig. 5. — Dorymyrmcx (C.) thoracicus Sant.schi, <£, aumentada ocho veces. Fig. 6. — Dorymyrmcx (C.) pyramicns (Rog.), subsp. brunneus Forel, aumentada ocho veces. Fig. 7. — Forelins chalybacus Em., subsp. albivcnlris Forel, aumentada diez veces (en alcohol). Fig. 8, — Forelins chalybacus Em., subsp. graváis Forol, <£, aumentada ocho veces. Fig. 9. — Forelins nigriventris Forel, aumentada ocho veces. — XII. Fig. 1. — Forelins chalybacus Emery, Q?, aumentado diez veces. Fig. 2. — Forelins chalybacus Em., subsp. granáis Forel, 9 > aumentada ocho veces. Fig. 8. — Brachymyrmcx longicornis Forol, aumentada diez veces (en alcohol). Fig. 4. — Camponotus (Myrmoturba) punctulatus Mayr, ?¡>, minor, aumen- tada seis veces. Fig. 5. — Camponotus (Myrmoturba) punctulatus Mayr var. anáigena Emery, mayor, aumentada seis veces. Fig. G. — Camponotus (Myrmoturba) punctulatus Mayr, subsp. minutior For., var. meáiorufa Forel, ^ minor, aumentada seis veces. Fig. 7. — Camponotus ( Myrmoturba ) punctulatus Mayr, subsp. minutior For., var. meáiorufa Forel, mayor, aumentada seis veces. Fig. 8. — Camponotus (Myrmocamclus) blanáus Sin., subsp. rosariensis For., var. menánzensis Forol, ^ minor, aumentada seis veces. Fig. 9. — Camponotus (Myrmocamclus) blanáus Sm., subsp. rosariensis For., var. menáozensis Forel, mayor, aumentada sois veces. ÍNDICE Datos sobro las sales do alúmina en la vegetación, por María Luisa Coba- nera 7 Datos analíticos do la yerba mato y sus falsificaciones, por el doctor Enri- que Herrero Ducloux y el sofior Leopoldo Herrero Ducloux 121 Contribución al conocimiento do los «Corros do Rosario» con sus yacimientos do mica do la provincia do San Luis, por M. Kantor. 164 jStudes anthropologiques sur les indiens Ona (groupe Tshon) do la Torre de Feu, par lo docteur R. Lehmann -Nitsche 174 Kc.lovamicuto antropológico de una india Yagan, por el doctor R. Lehmann- Nitsche 185 Relevamionto antropológico de dos indias Al acal uf, por el doctor R. Leh- mann Nitsche 188 Relevamieuto antropológico de tres indios Tchuelche, por ol doctor R. Leh- mann-Nitsche 192 Noticia sobre una urna antropomórlica del vallo do Yocavil (provincia do Ca- tamarca), por Salvador Debenedetti 196 Nota sobro ol agua hedionda do la Quebrada do Hunco (provincia do San Juan), por Enrique Herrero Ducloux 206 Un nuevo gorgojo del Prosopanche (Oxycorynus parvulus Bruch), por Carlos Bruch 231 Doscrlption dos oluvloornos nouvonnx di' la, Rópublli|uo Argentino, par A. Grouvolle 234 El problema, do las inundaciones en Andalgalá (provincia do Catamarca), por M. Kantor 257 Aguas termales do Cnimnncito (provincia de Jujuy), por el doctor Enrique Herrero Ducloux 270 Botones labiales y discos auriculares do piedra procedentes do la región norte de la desembocadura del Río Negro (Patagonia septentrional), por Robei t Lehmann-Nitsche 285 Contribución al estudio do las hormigas do la provincia do San Luis, por Carlos Bruch 291 This preservation photocopy was made at BookLab, Inc. in compliance with copyright law. 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