Natural History Museum Library REVISTA DE DE LAS CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES. ^ /#// REVISTA DE LOS PROGRESOS DI LAS «CMS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES. TOMO XVI. MADRID: POIl AGUADO, IMPRESOR DE CAMARA DE S. M. Y DE SU REAL CASA, 1867. INDICE DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO. CIENCIAS EXACTAS. Página . Astronomía. Sobre la aceleración secular del movimiento de la Luna; por Mr. Ch. Dufour 65 Trabajos sobre la constitución física del Sol; por Mr. Cha- cornac • 69 Del efecto de las atracciones locales sobre las longitudes y los azimutes; aplicación de un nuevo teorema al estudio de la figura de la tierra; por Mr. Ivon Yillarceau 129 Sobre la manera de emplear las observaciones azimutales; por MM. Babinet y Liáis. . 193 Sobre una nueva estrella que ha aparecido en la constela- ción de la Corona Boreal. 257 Sobre el satélite de Sirio 263 Observaciones sobre las estrellas nuevas y las estrellas va- riables; por Mr. Faye 321 Del Sol considerado como estrella variable; por Mr. Faye. . , . 385 Geometría superior. Introducción á la Geometría superior; por el Sr. D. José Echegaray, individuo de la Beal Aca- demia de Ciencias. 449 y 513 Geometría. Sobre los sólidos de mayor volúmen en super- ficie igual y de más pequeña superficie en volúmen igual; por Mr. Babinet. ............. . 536 VI CIENCIAS FISICAS Química aplicada. Sobre las fermentaciones. Lección da- da en el Museo de historia natural; por Mr. Jorge Yille, extractada por Mr. Joulie y publicada en la Revista de Cursos públicos 1 Memoria sobre el piroxilo; por MM. Pelouze y Maurey «10 De la influencia del calor sobre los vinos tintos generosos. Carta dirijida por Mr. fí. Mares á Mr. L. Pasteur 287 Sobre la venturina de base de cromo ; por Mr. J. Pelouze.. 339 Química. Sobre dos nuevos piroxilos. Noticia dada por Mr. Ch. Blondeau y presentada por Mr. Pelouze 42 Sobre la composición de la sosa extraida de la sal marina por el procedimiento de Le Blanc ; por Mr. J. Pelouze.. . 80 Nueva sustancia albuminoidea contenida en la leche. To- mado de una noticia de MM. E. Millón y Commaille 198 De la nitro-glicerina en cuanto á su aplicación balística. . . . 407 Investigaciones químicas acerca de las ceras 410 Sobre la preparación del ozono y oxidación instantánea de las sustancias que se ponen en contacto con él; por Mr. Regnault 549 Acción del agua régia sobre la plata. Nueva pila. Noticia de Mr. Roullion. ...... 552 Química metalúrgica. Sobre la carburación del hierro por el óxido de carbono. Noticia de Mr. Fed. Margueritte.. . . 203 Otra nota sobre la teoría del acerado; por Mr. Margueritte.. 200 Química industrial. Sobre la piedra artificial; por Mr. Ran- some 291 Producción química de grabados mates sobre cristal y vi- drio. Noticia de MM. Tessié du Mothay y Ch. R. Maré- chal de Metz 341 Química fisiológica. Del papel que desempeña Ja creta en las fermentaciones butírica y láctica, y de los organismos actualmente vivos que contiene; por Mr. A. Béchamp. ... 40 í Análisis química . Descubrimiento de los dos nuevos meta- les rubidio y cesio en varias aguas minerales de Galicia; por D. Antonio Casares 74 Y1I Física aplicada . Nuevo método de ensayo de los aceites minerales; por Mr. Salieron, constructor de instrumentos de precisión, y Y. Urbain, ingeniero de artes y manu- facturas 79 Física . Sobre la radiación y absorción en sus relaciones con los colores de los cuerpos y su estado de agregación; por Mr. John-Tyndall. Resúmen de una lección dada en el Instituto Real 294 Sobre una propiedad óptica del vapor de agua 541 Sobre la propiedad disolvente de las superficies líquidas. . . 543 Sobre un desprendimiento de gas en una circunstancia no- table; por Mr. Babinel 547 Electro-Química. Modo de conservar el hierro y el palastro en agua dulce; por Mr. Becquerel 334 Meteorología. La meteorología en las altas regiones 99 Influencia de las nieblas sobre las líneas telegráficas; por Mr. L. Selmonna 266 Observaciones meteorológicas actuales en Suiza; por Mr. Al- fredo Gauthier 35 Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid durante el año 1865 136 Id. id. en el mes de enero de 1866 235 Id. id. en el mes de febrero. 266 Id. id. en el mes de marzo 279 Id. id. en el mes de abril. 344 Id. id. en el mes de mayo 353 Id. id. en el mes de junio. . . 413 Id. id. en el mes de julio 423 Id. id. en el mes de agosto 476 Id. id. en el mes de setiembre 485 Id. id. en el mes de octubre 554 Observaciones hechas en el Observatorio meteorológico de Manila 17 Id. id. en Oviedo durante el año 1865 28 VSII CIENCIAS NATURALES. Zoología . Catálogo melódico de las aves observadas en las Islas Baleares; por D. Francisco Barceló y Combis.. 45 y 103 Paleontología. Descripción de algunas cavernas de la Pe- nínsula, y conveniencia de continuar su estudio, princi- palmente bajo el aspecto paleontológico; por D. Antonio Machado, corresponsal de la Academia. - 178 Fisiología vegetal. Sobre la trasformacion de los granos de almidón en esporas dentro de las celdillas parenqui- matosas durante la putrefacción, y sobre la germinación de estas esporas. Nota leida por Mr. Trecul 243 Botánica. Enumeración de las Criptógamas de España y Portugal, por D. Miguel Colmeiro, Catedrático del Jardín botánico de Madrid . . . . . 247, 302, 361, 431 493 y 563 VARIEDADES. Real Academia de Ciencias. Programa para la adjudicación de premios en 1867 124 Fallecimiento del Excmo. Sr. Presidente. 125 Nombramientos de señores académicos 255 y 573 Programa de premios para 1868 444 Profundidad del mar.. . 63 Causa de la fosforescencia del mar id. Buques con coraza 125 Modo fácil de distinguir los vinos tintos naturales de los teñidos artificialmente 126 Sobre la gran tempestad magnética de agosto de 1865 id. Reproducción fotográfica de las preparaciones histológicas con sus colores naturales 127 Triangulación geodésica de España 190 Los peces fósiles más antiguos 254 La carne de buey y la de cerdo consideradas como origen de entozoarios id. IX Influencia de las alcantarillas sobre la salud de los peces de rio id. Modo de preservar á los fumadores de los funestos efectos de la nicotina . 255 Algodón -pólvora inalterable 317 Sobre la larva de un díptero que ha ocasionado accidentes mortales en algunos soldados de Méjico id. Modo digno de observarse con que la oruga de la Liparis chrysorrhcea dispone sus nidos en los árboles de hojas ca- ducas con peciolos largos.. 318 Combustible artificial 319 Los disolventes del oro. ... 380 Las fiebres intermitentes y los micrófitos id. Pila de torneaduras de hierro 381 Modo de conservar la carne id. Método para ensayar la pureza del arrow-root 382 Preparación y coloración de los cueros 383 El aceite de petróleo aplicado á los buques de vapor 38 i Fenómeno curioso 509 Nuevo reactivo del yodo 31 0 Aplicación del talio á la fabricación de vidrios muy refrin- gentes id. Modo de blanquear la lana id. Conservación de la manteca 311 Fabricación de papel con paja id. Papel impermeable para empaquetar 446 Lana vegetal id. Estragos qne hacen los insectos en las esculturas de ma- dera id. Observaciones sobre las flores femeninas de las coniferas y cicadeas 447 Peces de España y Portugal id. Barniz de seda 373 Naturaleza y usos de la ozokerita ó cera mineral id. Manera de utilizar las recortaduras de hojalata 574 Procedimiento para que los hongos sean inofensivos id- Noticias botánicas 575 N." 1.”— REVISTA DE CIENCIAS.— Enero de 1866. CIENCIAS FÍSICAS, QUIMICA APLICADA, Sobre las fermentaciones. — Lección dada en el Museo de historia natural; por Mr. Jorge Ville , extractada por Mr. Joulie y publicada en la Revista de Cursos públicos . Mr. Jorge Ville ha resumido muy bien el conjunto de las metamorfosis que experimentan las materias albuminoideas, asunto enteramente de actualidad, y su lección será leida con sumo interés. «En ninguna de las teorías propuestas hasta ahora para explicar los misteriosos efectos que hemos designado con el nombre de fermentaciones, nos parece que se ha tenido en cuenta suficientemente el conjunto de los hechos observados, y todas tienen particularmente el defecto de querer reducir á una explicación única, fenómenos cuya causa orijinal es por lo común muy diversa. Para justificar la explicación de tales fenómenos es nece- sario tomar las cosas desde alguna altura, subir á las diversas categorías de efectos que resultan de la acción recíproca de los cuerpos, para referir en seguida á cada una las fermenta- ciones que de ellos dependen. Este método, aunque en verdad algo largo, tendrá sin embargo la inapreciable ventaja de con- ducirnos á la teoría de los efectos que hoy queremos profun- dizar por la via de su clasificación racional. TOMO XVI. 1 2 . I. Todo lo que es materia, es decir, formado de parles tan- gibles y apreciables, es susceptible de movimiento y de com- binación. Los variados efectos que la acción recíproca de los cuerpos puede hacer producir, se manifiestan en la naturaleza por dos órdenes principales de fenómenos. A alguna distancia, los cuerpos propenden á dirijirse unos á otros, solicitados por una fuerza única, conocida con el nombre de atracción ó de gravedad, y que regula las revolu- ciones siderales. Los efectos de la gravedad son independientes de la natu- raleza específica de los cuerpos. Obedecen á una ley matemá- tica muy sencilla, formulada por la primera vez por Newlon, y en la cual únicamente intervienen la masa y la distancia. En el contado son más complejos los fenómenos. La masa no ejerce más que una influencia secundaria, y por el contra- rio, la naturaleza específica de los cuerpos se coloca en primer lugar. Las masas que obran ¿son de la misma naturaleza? Debe decirse que propenden á unirse, no formando más que una sola homogénea é idéntica con las primeras, por efecto de una atracción especial que se llama cohesión , y que retiene las partículas de un mismo cuerpo encadenadas unas con otras. La cohesión es la que hace conservar á una barra de azufre la forma que ha adquirido en el molde, y á una barra de hierro la que le da el martillo: también es la fuerza que hace que dos pedazos de azufre se reúnan en uno solo al fundirlos juntos, es decir, llevándolos al contacto, ó soldar dos barras de hierro una con otra, después de haberlas ca- lentado hasta que se ablanden cerca de la temperatura de fusión. Por el contrario, si las masas que se ponen una en pre- sencia de otra son de naturaleza diversa, como anteriormente, puede presentarse un segundo caso, aquel en que la atracción de los cuerpos desemejantes sea mayor que sus cohesiones respectivas. Dícese entonces que hay combinación, porque las 3 masas que obran se alraen y se funden, de manera que no forman más que una sola; los cuerpos primitivos pierden su estado inicial, su forma y sus propiedades, y el producto de la reacción ofrece caracteres por lo común muy distantes de los que tenían sus generadores. Esta nueva especie de atracción que se ejerce entre los cuerpos heterogéneos, ha recibido el nombre de afinidad ; y los productos que de él provienen» repito que son resultado de una combinación . Si se funde el azufre y se introduce en él una barra de hierro, este desaparecerá rápidamente, y la masa enfriada no presentará ninguno de los caracteres del hierro ni del azufre, sino los de un cuerpo nuevo, de una combinación de hierro y azufre, del sulfuro de hierro. La cohesión y la afinidad son dos fuerzas antagonistas, pues la primera condición que hay que llenar para permitir á la segunda ejercerse, es anular ó al ménos disminuir considerablemente los efectos de la pri- mera. Mientras que el azufre y el hierro permanecen en estado sólido no se combinan, cualquiera que sea por otra parte la tenuidad de las masas que se ponen en presencia; y es que la cohesión de cada uno de ellos es mayor que su afinidad recí- proca. Pero si por el calor se pone el azufre en estado líquido, lo cual hace que disminuya considerablemente su cohesión, entonces la combinación es inmediata, porque la afinidad se hace preponderante. Como todas las fuerzas de la naturaleza , la cohesión es susceptible de varios grados de intensidad, Acabamos de ver que el calor, al hacer pasar el azufre al estado líquido, habia disminuido su cohesión. Los líquidos, cuyas partículas son movibles unas sobre otras, y que no tienen por sí mismas nin- guna forma determinada, son en efecto mucho ménos coheren- tes que los sólidos. Los gases están absolutamente privados de cohesión, y al contrario, sus moléculas están dotadas de una fuerza de repulsión tal, que lejos de propender á la agregación, son susceptibles de una difusión indefinida. Por esto los esta- dos líquido y gaseoso se prestan muy particularmente á las combinaciones, es decir, al ejercicio de la afinidad. En ios mismos cuerpos sólidos son muy variados los gra- dos de cohesión. La mayor parle de estos cuerpos no se rom- i pen más que mediante cierto esfuerzo, y aun hay algunos, como el diamante, que ofrecen grandísima resistencia á las acciones mecánicas. Pero hay también algunos cuya cohesión es tan instable, que el más 1 ijero choque basta para producir prontamente su desagregación; y pueden citarse como ejemplos de estos últimos las lágrimas batávicas, que no son otra cosa que pequeñas masas de vidrio, que se obtienen dejando caer en agua fria una gota de vidrio fundido: de tal modo modifica el temple la agregación de las partículas, que rompiendo la punía de una de estas lágrimas se produce un pequeño chas- quido, y toda la masa se reduce á polvo. Lo mismo que la cohesión, la afinidad, que encadena las moléculas heterogéneas en las combinaciones, ofrece grados variables de intensidad. Hay cuerpos cuyos componentes están unidos por tan pequeña afinidad, que el menor roce basta para producir su separación: la descomposición es á veces tan re- pentina, que va acompañada de una detonación capaz de pro- ducir accidentes temibles: el cloruro, bromuro y yoduro de ázoe son ejemplos muy notables de ello. Cuando estalla la lá- grima balávica, hay simple desunión mecánica de la masa de vidrio, en una multitud de parles de la misma naturaleza; en la detonación del yoduro de ázoe hay separación de los dos elementos yodo y ázoe, cuya estabilidad es infinitamente más grande que la de su compuesto. Aquí, los productos de la des- composición no son de la misma naturaleza que el cuerpo descompuesto. Sigamos la consecuencia de estos hechos. Ií. El oxígeno é hidrógeno se unen en dos proporciones dife- rentes: la primera, 110, es el agua común, protóxido de hidró- geno de los químicos; la segunda, HO\ que contiene justamente el doble de oxígeno, es el bióxido de hidrógeno ó agua oxige- nada. Este último cuerpo ofrece particularidades dignas de observarse. En contado con el platino se descompone inmediatamente, perdiendo la mitad de su oxígeno, y sin que el platino expe- rímente la menor alteración. El osmio produce el mismo efec* to, pero con una energía mucho mayor; y es digno de obser- varse, que ni el platino ni el osmio son metales directamente oxidables. No es la afinidad de estos cuerpos para con el oxí- geno la que ha podido producir la descomposición del agua oxigenada. Lo que prueba por otra parte que es un fenómeno independiente de la afinidad, es que los metales mucho más afines con el oxígeno, como por ejemplo el hierro y el zinc, son impotentes para producirlo. Esta descomposición ofrece mucha analogía con la del yoduro de nitrógeno; sin embargo, se diferencia esencialmente en que, respecto al yoduro de nitrógeno, basta un simple cho- que, mientras que respecto del agua oxigenada es menester además que el choque se verifique con auxilio de un cuerpo determinado. Por sorprendente que pueda parecer este fenómeno, el agua oxigenada produce otros todavía más extraños: en con- tacto con el óxido de plata se descompone de una manera análoga: como con el platino y el osmio pierde 1 equiva- lente de oxígeno y vuelve á pasar al estado de agua común; pero es notable que el óxido de plata se descompone también perdiendo la totalidad de su oxígeno, y se reduce al estado de plata metálica: con el óxido de oro se producen los mismos efectos. El peróxido de plomo descompone también el agua oxigenada, reduciéndose el mismo al estado de prolóxido de plomo. También aquí la afinidad no puede explicar el fenómeno. ¿Cómo concebir en efecto, según lo que sabemos acerca de esta fuerza, que un cuerpo cuya descomposición produzca oxí- geno, verifique la reducción de un cuerpo oxigenado? O es preciso negar el experimento, ó admitir, al lado de las combinaciones y de las descomposiciones arregladas á las le- yes de la afinidad, la existencia de fenómenos déla misma naturaleza, que estas leyes no explican. Aunque desconozcamos la causa de estos fenómenos, no pudiendo ponerlos en duda, y obligados á admitirlos momentáneamente sin explicarlos, formaremos con ellos una categoría aparte; limitándonos a recordar en su enunciado las condiciones que los producen. 6 Además de las descomposiciones químicas producidas pol- las afinidades de los cuerpos desemejantes, nos vemos obliga- dos á admitir: 1. ° Descomposiciones por efecto de contacto , como la re- ducción del agua oxigenada por el platino. 2. ° Descomposiciones por comunicación de movimiento , como la reducción reciproca del óxido de plata y del agua oxigenada. Hemos llegado á fundar estos principios con hechos bien conocidos y perfectamente señalados , tomándolos todos de la química mineral. Vamos ahora á hallar otros semejantes en el mundo de los séres vivos. Si se echa en agua oxigenada, goma, azúcar, ácido tartárico, filamentos de cáñamo, albú- mina coagulada, no se produce ninguna descomposición. Pero sustituyendo á estos cuerpos la fibrina extraída de la sangre, el agua oxigenada se descompone exactamente como con el platino, sin que, lo mismo que este, sea atacada la fibrina por el oxígeno que se desprende. Pueden por consiguiente ciertos cuerpos orgánicos, pro- ducir efectos de contacto tan bien como los metales de que antes hemos hablado. Casi todos los frutos, cuando están maduros, contienen una sustancia viscosa soluble en agua, muy análoga á la goma, y que se designa con el nombre de pectina. Si con el zumo de peras maduras que contenga mucha pectina se mezcla un poco de zumo de zanahorias y se deja todo expuesto en un sitio fresco, desaparece al cabo de siete á ocho horas la tota» lidad de la pectina, hallándose en su lugar un cuerpo gelati- noso, insoluble en agua, que es el ácido péctico. ¿Qué ha pa- sado por consiguiente? Alguna cosa completamente análoga á la reducción del óxido de plata por la descomposición del agua oxigenada. Efectivamente, el zumo de zanahorias contiene una sus- tancia nitrogenada, la pectasa, que se altera con suma facilidad en contacto del aire, y cuya alteración lleva consigo la tras- formacion de la pectina en ácido péctico, que es isomérico con ella, y solo se diferencia por su estado físico. Habiéndose pro- ducido tal cambio por la influencia de la materia nitrogenada 7 en via de descomposición, le clasificaremos entre los efectos de comunicación de movimiento. Al mismo orden de fenómenos, del que todavía pueden citarse otros ejemplos, pertenece la trasformacion del almidón en azúcar por la influencia del gluten en descomposición. La esencia de mostaza negra, lo mismo que la de almen- dras amargas, no existen enteramente formadas con anteriori- dad en las semillas de las cuales se extraen, y se producen cuando se pone la harina de estas semillas en contacto con agua fria ó tibia. Su formación es también debida á comuni- caciones de movimiento, pues en efecto, en la mostaza negra hay una sal particular descubierta por Mr. Bussy, y conocida con el nombre de mironato de potasa; conteniendo también la misma semilla una materia nitrogenada que se ha llamado mirosina, la cual, experimentando cierta alteración en contacto del agua, produce la trasformacion del mironato de potasa en esencia de mostaza. Lo que prueba que realmente sucede así, es que puede extraerse el mironato de potasa de la mostaza negra, y que en contacto con una infusión de mostaza blanca que no contenga más que mirosina, se trasforma inmediata- mente en esencia de mostaza, la que no puede producir por sí misma la infusión de mostaza blanca. Fenómenos análogos se producen con las almendras amar- gas, pues contienen al mismo tiempo una sustancia cristaliza- ble, neutra é insípida, la amigdalina, y otra nitrogenada, alte- rable, la sinaptasa, la cual en contacto con el agua entra en descomposición y comunica su movimiento á la amigdalina, que por sí misma se descompone en esencia de almendras amargas y otros productos. Diferéncianse estos ejemplos de los anteriores, en que las esencias de mostaza negra y de almendras amargas tienen una composición mucho más sencilla que el mironato de po- tasa y la , amigdalina, sus generadores, mientras que la tras- formacion de la peclina en ácido péctico se limita á un cam- bio isomérico, y la del almidón en glucosa, á fijarse simple- mente el agua. Al lado de las fermentaciones por comunicación de movi- miento, ligadas por estrecha analogía á ciertos fenómenos de 8 la química mineral, hay otros esencialmente propios del mundo organizado, y de los que no pueden dar ninguna idea los he- chos que se acaban de exponer. El fenómeno conocido desde más antiguo con el nombre de fermentación, es la trasformacion del mosto de uvas en lí- quido alcohólico; pero aquí el alcohol no se produce más que á expensas del azúcar contenido en las uvas, y su formación va acompañada de una elevación de temperatura y de un desprendimiento tumultuoso de gas ácido carbónico. Hace mucho que esta reacción llamó la atención de los químicos, y Gay-Lussac, para darse cuenta de ella, hizo el experimento siguiente; puso . debajo de una campana llena de mercurio un racimo de uvas, después de haberle tenido por algunos momentos sumerjido en mercurio para privarle de la mayor parte del aire adherido á los granos, é hizo entrar des- pués ácido carbónico repetidas veces, á fin de quitar hasta el menor vestijio de aire atmosférico, estrujando en seguida las uvas, por medio de una varilla de vidrio. Resguardado del contacto del aire, el mosto de uvas se conserva indefinida- mente sin fermentar; pero dejando entrar algunas burbujas de aire en la campana, se manifiesta muy pronto un desprendi- miento de gas, y el azúcar fermenta. Por la influencia del aire se manifiesta el fenómeno; pero ¿cómo interviene, y cuál es su verdadera función? Más fácil es plantear que resolver esta cuestión: sin embargo, podemos decir que la fermentación del mosto de uvas ofrece dos efec- tos distintos, aunque simultáneos: el primero consiste en la formación de un depósito granujiento, que se reúne en el fondo del vaso, cuando la acción se aviva; el segundo es la descom- posición del azúcar, y la producción á sus expensas de cuatro cuerpos nuevos, alcohol y ácido carbónico en gran cantidad, glicerina y ácido sucínico en débil proporción. El estudio microscópico de la especie de hez que se forma durante la fermentación, ha hecho reconocer que se componía de corpúsculos independientes, constituidos por celdillas que se multiplicaban por yemas. Cada glóbulo da or ijen á una ó varias yemas, que bien pronto producen otras por sí mismas. Así se forma una especie de rosarios múltiples, que al rom- 9 perse dejan en libertad los granulos que los componían. Evi- dentemente este es el carácter de una verdadera vegetación criptogámica. Cada uno de los glóbulos que acabamos de des- cribir es por consiguiente un sér vivo, cuya existencia sigue un curso regular. ¿Pero qué puede haber de común entre la formación de este vegetal microscópico y la trasformacion química del azúcar que se verifica al mismo tiempo? ¿No será una simple coincidencia la producción simultánea de ambos fenómenos? Los hechos siguientes nos aclararán este asunto. Es sabido que la cerveza se obtiene por medio de una in- fusión de cebada germinada , á la cual se añade una infusión de lúpulo. Durante la germinación de la cebada, sabemos lo que sucede; el gluten se altera, y pasa en parte al estado de diastasa; suspendida la germinación poruña desecación rápida, y reducidos á harina los granos de cebada, si se pone en infu- # sion esta en agua á h0° ó 60°, la diastasa opera la sacarificación de la fécula, y se forma una disolución de azúcar, que contiene diastasa y gluten en via de alteración: basta añadir á este lí- quido la infusión de lúpulo, para obtener lo que los cervece- ros llaman mosto de cerveza. Abandonado á una temperatura de 25°, poco más ó ménos, no tarda el mosto en fermentar, y el azúcar que contiene se trasforma como el del mosto de uvas en alcohol, ácido carbónico, glicerina y ácido sucínico. Pero también aquí se produce una abundante espuma, que se de- posita al fin de la operación en forma de heces, y que es idén- tica á la que hemos descrito. Entre la fermentación de la cer- veza y la del mosto de uvas, no hay más que una diferencia; que en la primera, la formación de estas heces, llamadas levadura, es mucho más abundante. Cualesquiera que sean las circunstancias en que fermente el azúcar, se reconoce siempre la presencia de la levadura, como en los dos ejemplos que acabamos de citar; y esta ob servacion nos conduce forzosamente á admitir la existencia de una correlación cualquiera entre ambos fenómenos: pero un experimento va completamente á ilustrarnos sobre este punto. Si tomamos la levadura que se deposita durante la fer- mentación de la cerveza, después de lavarla rápidamente con 10 agua destilada, y la diluimos en agua azucarada, exponiendo en seguida el lodo á una temperatura de 25°, sucede que al cabo de algunas horas el azúcar experimenla la fermentación alcohólica, mientras que el agua azucarada se conserva sin alteración si no se le añade levadura. Es evidente por lo tanto que la levadura es la que goza de la propiedad de determinar la fermentación del azúcar, que desde luego se nos presenta como un fenómeno dependiente de la actividad vital. En conclusión, si convenimos en llamar fermentaciones a las descomposiciones de que no pueden darnos cuenta las afi- nidades químicas, nos veremos obligados, por la discusión de los hechos que preceden, á admitir tres órdenes diferentes de ellos. 1. ° Fermentación por efecto de contacto. Ejemplo: la des- composición del agua oxigenada por la fibrina. 2. ° Fermentaciones por comunicación de movimiento. Ejem- plos: reducción del óxido de plata por el agua oxigenada, acción de la pectasa sobre la pectina, de la diastasa sobre la fécula, de la mirosiña sobre el mironato de potasa, de la si- naptasa sobre la amigdalina, etc. 3. ° Fermentaciones por actividad orgánica. Ejemplo: tras- formacion del azúcar en alcohol, ácido carbónico, glicerina y ácido sucínico bajo la influencia de la levadura de cerveza. Esta última clase de fermentaciones, cuya existencia nos ha revelado el fermento de cerveza, no comprenden única- mente la fermentación alcohólica, sino también un gran nú- mero de fenómenos del mismo orden, entre los cuales única- mente se recordarán los más conocidos. Para producirla fermentación alcohólica del azúcar, no es necesario recurrir á los glóbulos de levadura de cerveza ente- ramente formada; basta solo mezclar con el líquido azucarado una infusión de la levadura, y bien pronto se producen los glóbulos que ya conocemos, empezando la fermentación. Si á la misma mezcla se añade creta (carbonato de cal), cambia completamente la naturaleza de los fenómenos, y en vez de trasformarse en alcohol, se convierte el azúcar en ácido láctico. De igual manera que antes, se produce un organismo inferior, pero no el mismo; los glóbulos son mucho más pe- 11 queños y se hallan caracterizados por la propiedad de conver- tir, con una rapidez extraordinaria, el azúcar en ácido láctico en presencia del carbonato de cal. A falla suya, la levadura láctica convierte el azúcar en un producto viscoso, análogo á las gomas, y en manila. Solo por la intervención del carbonato de cal, los mismos glóbulos hacen pasar la manila al estado de azúcar y de ácido láctico- Por último, los mismos glóbulos pueden cambiar el láclalo en butirato de cal, y el ácido láctico en ácido butírico. La consecuencia que de todo esto resulta, es que un gló- bulo casi imponderable puede producir descomposiciones poco ménos que ilimitadas, si se reúnen las condiciones que su reproducción exije. Añadiremos por último, que según la na- turaleza de los medios en que se reproduce, su organización modificada produce las descomposiciones de más diversos órdenes. Después de haber examinado como acabamos de hacerlo las distintas categorías de las fermentaciones, y de haberlas señalado sus verdaderos caracteres, nos falla examinar el tra- bajo que realizan, y reducirle, si es posible, á uua fórmula general. Cuatro casos son los que hay que considerar. 1. ° La modificación que experimenta el cuerpo que fer- menta se reduce á una simple trasformacion isomérica, sin alteración en su composición centesimal. Tales son los cam- bios del almidón en dextrina y de la pectina en ácido péclico. A veces también se fija el agua, como en la trasformacion del almidón ó del azúcar de caña en glucosa. 2. ° El cuerpo inicial se convierte en un producto nuevo de una composición más sencilla, sin que se modifiquen las proporciones de sus constituyentes. Tal es la metamorfosis del azúcar en ácido láctico ó acético. 3. ° Un cuerpo compuesto de carbono , de hidrógeno y de oxígeno se descompone en varios productos nuevos, cu- ya reunión representa la composición del cuerpo primitivo. El resultado de los fenómenos se expresa en este caso por una ley muy sencilla, y puede decirse que el oxígeno de la sustancia se divide entre el carbono y el resto de los ele- n mentos. Ejemplo muy patente de esto es la fermentación alcohólica. De propósito se omite la formación de la glicerina y del ácido sucínico, que se producen al mismo tiempo que el aleo- hol, porque su proporción es relativamente muy pequeña, y se desea sobre todo llamar la atención sobre el fenómeno dominante. La fermentación butírica nos ofrece un segundo caso de este género de descomposiciones. Por estos dos ejemplos se ve fácilmente, cuán sencilla es la relación que refiere la formación de los cuerpos derivados á sus generadores. 4.° Por último, el cuerpo que fermenta contiene ázoe. En- tonces, lo mismo que anteriormente, se separa el ácido carbó- nico formado por lodo ó parle del oxígeno y el carbono, el ázoe se fija sobre el hidrógeno para formar amoniaco, ó á la vez sobre el hidrógeno y el carbono restantes, para producir cuerpos variados. La fermentación de la úrea es uno de los ejemplos más sencillos de esta clase de trasformacion. Aquí el ázoe se combina únicamente con el hidrógeno; pero también sucede que á la vez se combina con el hidrógeno y con el carbono. La fermentación amigdálica nos ofrece un ejemplo muy marcado. En estos efectos de fermentación hay algo análogo á lo que sucede en la destilación seca de los cuerpos orgánicos, la cual produce también trasformaciones isoméricas y descomposicio- nes, eliminando ácido carbónico ó amoniaco , según sea la composición de las materias que se destilan. Todas las fermentaciones propiamente dichas pueden re- ferirse, en cuanto á la causa que las produce, á una de las tres grandes categorías cuya existencia hemos reconocido; y en cuanto á sus efectos, á uno de los casos que acabo de des- cribir. Existe sin embargo un fenómeno especial, que se clasifica entre las fermentaciones, y que ofreciéndonos un tipo nuevo de estas especies de efectos, que sale del cuadro que acabamos de trazar, va á presentarse como la confirmación de todo lo que se acaba de decir. Tal es la formación del ácido acético. A continuación de las fermentaciones por isomería, por i ;í hidralacion y por descomposición , deben por consiguienle admitirse fermentaciones por oxidación. Pero lo más digno de observarse en esta fermentación acética, es la variedad de los medios por los cuales es posible producirla. La esponja de platino tiene la propiedad de con- densar los gases hasta el punto de que suele producir su des- composición; así es que inflama una mezcla de oxígeno é hi- drógeno con tanta facilidad como podría hacerlo una ascua: pues bien, si se introduce bajo una campana de vidrio, colo- cada encima de una capa de alcohol, una cápsula que contenga esponja de platino, se tarda poco en verla calentarse hasta el punto de ponerse candente; al mismo tiempo cae por las paredes interiores de la campana un líquido particular, com- puesto de aldehida y de ácido acético, que representa el pri- mero y segundo grado de oxidación del alcohol. La esponja de platino hace que se fije directamente el oxígeno del aire, primero sobre el hidrógeno del vapor del alcohol, y después sobre la molécula de aldehida que resulta de esta primera acción: es por consiguiente esta una reacción puramente química , producida por el contacto del platino dividido. Si en vez de partir del alcohol se prefiere partir del azú- car, basta mantener por espacio de un mes á la temperatura de 20°, en un vaso herméticamente cerrado , una mezcla de 5 partes de azúcar, 2 de queso y 10 de agua, para que los 19/20 de azúcar se trasformen en ácido acético: bajo la influencia de la caseína en descomposición, la molécula del azúcar se sub- divide simplemente en tres moléculas de ácido acético. Por último, se puede producir vinagre por un tercer pro- cedimiento, que consiste en sembrar en la superficie del vino espórulas de un micodermo particular, el micoderma aceti, dejando que el aire penetre libremente: á medida que el ve- getal inferior se desarrolla, fija el oxígeno del aire sobre el alcohol del vino y le convierte en ácido acético, como recien- temente lo ha demostrado Mr. Pasteur. En efecto, ciertos mi- codermos gozan de la propiedad de producir oxidaciones más ó ménos profundas, por un efecto correspondiente, aunque no análogo, al de la esponja de platino. 14 El ácido acélico puede por consiguiente producirse por tres procedimientos diferentes, cada uno de los cuales se re- fiere á una de las categorías de las fermentaciones que al principio hemos establecido. 1. ° Por efecto de contacto: acción de la esponja de pla- tino sobre el alcohol. 2. ° Por comunicación de movimiento: acción de la caseína sobre el azúcar. 3. ° Por actividad orgánica: producción del vinagre bajo la influencia del micoderma aceli. En el seno de los séres vivos es donde especialmente se verifican estas tres clases de trasformaciones; y para conven- cerse de ello, bastará recordar las condiciones principales del ejercicio y sostenimiento de la vida animal. Una de las más esenciales es, sin contradicción, la dijestion de los alimentos, su difusión en el organismo, y su asimilación. Pero^si investi- gamos los medios que la naturaleza pone en juego para reali- zar estos notables fenómenos, hallaremos que la fermentación ocupa en cierto modo el primer lugar. Antes de penetrar en el estómago, los alimentos experi- mentan en el aparato bucal una especie de trituración, que les reduce al estado de una masa blanda que constituye el bolo alimenticio. Al mismo tiempo que se ejecuta esta operación, en apa- riencia enteramente mecánica, la saliva, líquido abundante- mente segregado por diversas glándulas, penetra la masa, y la hace experimentar una primera fermentación, cuyo resultado es trasformar en gran parle el almidón en azúcar y en dex- trina. En efecto, la saliva contiene una sustancia nitrogenada análoga á la diastasa, y que goza como ella de la propiedad de determinar la fermentación glucósica del almidón. Llegados al estómago los alimentos, experimentan una es- pecie de liquefacción bajo la influencia de un fermento segre- gado por las paredes de esta viscera, y que tiene la propiedad de disolver la carne y las sustancias animales como la diastasa disuelve el almidón. Después de la fermentación estomacal, la elaboración de tv o los alimentos es todavía incompleta; las materias grasas y una parte de las sustancias amiláceas no han revestido todavía la forma que debe hacer posible su asimilación; ni lo pueden conseguir más que á consecuencia de una tercera fermenta- ción, que se verificará en el duodeno, y bajo la influencia del jugo pancreático y de la bilis, que acabarán de disolver el almidón y emulsionar los cuerpos grasos. Por consiguiente, debemos decir que por medio de tres fer- mentaciones sucesivas se verifica el trabajo reparador de la digestión; y si llevásemos más adelante el estudio de los pro- cedimientos en los cuales se resuelve el mecanismo de la vida, nos veríamos obligados á deducir que cada molécula organi- zada es el asiento de dos funciones opuestas ; que toma de la sangre los materiales necesarios para su formación y para su continua renovación; y que al mismo tiempo la cede una parte de su sustancia, llegando así la sangre á ser el depósito común donde vienen á parar los productos de la digestión de los ali- mentos y los que ocasiona el agotamiento de los órganos. Bien pronto se encontraría embarazada con estos últimos, si no le fuesen quitados á tiempo por ciertos órganos de secreciones, que con su auxilio fabrican los fermentos, capaces de produ- cir las trasformaciones sucesivas de los alimentos, de que antes hablábamos. De modo que todo lo que ha vivido sirve para producir los agentes encargados de sostener la vida, cerrando así el círculo maravilloso del trabajo vital, cuyas fermenta- ciones son en cierto modo la clave de la bóveda. El trabajo de la vida vegetal se subdivide en dos clases de efectos inversos: por una parte reducción, deshidratacion y combinación ascendente, y por otra oxidación, hidratacion y destrucción de los compuestos elevados para reducirlos á mo- léculas más sencillas. Las formaciones ascendentes obtenidas por la condensación progresiva de un corlo número de cuer- pos, que por otra parle tienen una composición muy sencilla, necesitan para verificarse un consumo de fuerza viva, de que son la fuente las radiaciones solares, y de las cuales son las hojas sitio é instrumento. Pero estos órganos, tan esenciales para el ejercicio de la vida vegetal, exijeu para producirse que afluyan en sus tejidos nacientes, cuando no son todavía 16 más que yemas, productos solubles, cuyos órganos envejeci- dos hacen lodo el gasto, y cuyas fermentaciones especiales determinan por un trabajo inverso la solubilidad y el movi- miento. Pero no es solamente entre los fenómenos del período ac- tual entre los que las fermentaciones desempeñan un papel importante. Existen capas geológicas de una gran potencia, que deben su formación á efectos de la misma clase. La creta, que por ejemplo ocupa tan largo espacio en los terrenos de sedimento, se hallaba en su orijen en estado de disolución en las aguas de los lagos y de los mares. ¿Cómo ha podido de- positarse? Una de las observaciones microscópicas más senci- llas nos da la clave de este fenómeno. La creta no es un sim pie precipitado químico, sino que se halla constituida por la aglomeración de una multitud casi inconmensurable de des- pojos de infusorios, que pertenecen á las dos familias de Nau- tilitas y de Politalomias, sin cuya intervención cabe la duda de que hubieran podido producirse estos depósitos. Si se con- sideran como fermentación por actividad orgánica todos los fenómenos en que se halla invertido un organismo inferior para modificar la naturaleza química de los medios, el depó- sito de la creta entra evidentemente en esta clase de efectos, y ofrece uno de los ejemplos más notables de ello. De modo que si se confunde la idea de efecto con la de causa, y se atribuyen á las fermentaciones todos los efectos de trasformaciones que la materia puede experimentar, fuera de la afinidad química, se ve entrar en juego una fuerza nueva, cuya importancia no cede á ninguna otra en la naturaleza. Por la generalidad de estas manifestaciones, lo mismo que por la potencia de sus efectos, la fermentación no es inferior ni á la gravedad, ni al calor, ni á la electricidad. La naturaleza ani- mada es su dominio; allí aparece en la plenitud de su fuerza; y quizá hay que atribuir á fermentaciones las epidemias que acometen á los hombres, á los animales y aun á las plantas; estos azotes deben ser en cierto modo las tormentas de dicha fuerza, cuyo regular ejercicio es una condición esencial para sosiener la vida en la superficie del globo. 17 METEOROLOGIA. Observatorio meteorológico del Ateneo municipal de Ma- nila.— Observaciones sobre el temporal acaecido en los dias 9 y 10 de noviembre de 1865. El fuerte temporal que en los dias 9 y 10 ha descargado sobre nuestras costas, merece llamar nuestra atención por los singulares fenómenos atmosféricos que durante su presencia han tenido lugar. Ya queda dicho que cuatro dias antes de que se presentasen indicios claros, el estado de la atmósfera, muy semejante al en que se encontraba antes del pasado vá- guio, y particularmente la agitación del mar por el N. O. sin causa manifiesta que la produjese, eran señales casi seguras de alguna lejana tempestad; pero el barómetro, si bien algún tanto bajo, nada nos indicaba, hasta que el dia 7 al amanecer empezó á descender. El dia 8 se manifestó más claramente, pues el barómetro, que es indudablemente el nuncio seguro de la proximidad de un huracán, empezó á descender de una manera extraordinaria, bajando constantemente hasta las tres de la tarde del dia 9, en que llegó á su mínimum (293,6 pul- gadas, ósea 742,64 milímetros), observando entre hora y hora singular uniformidad, y con la misma ha verificado su movi- miento ascensional hasta el medio dia del 11. El viento desde el dia 8 por la mañana se fijó en el N. */* N. 0., sufriendo pequeñas oscilaciones con fuerza variable, pasando por la tar- de al N. O., donde se mantuvo por muchas horas. A las cuatro de la mañana del 9 roló al O. N. 0., y á las cinco, cobrando más energía, pasó al 0. Durante el dia y parte de la noche osciló entre el 0. S. O. y el O. l/A N. O., manteniéndose en cada rumbo por dos y tres horas, aunque con alguna variación, soplando siempre con gran fuerza; á las cuatro de la mañana TOMO XVI. 2 ✓ 18 saltó al O. S. O., arreciando, y desde aquí volvio a retroceder sin disminuir en lo más mínimo su velocidad, llegando hasta el N. N. O., donde se estacionó, quedando al fin á las altas horas de la noche en completa calma. De lo dicho puede in- ferirse, que el temporal sufrido en los últimos dias ha tenido los caractéres de un verdadero huracán ó váguio, que según todas las apariencias ha de haber sido muy fuerte al norte de Luzon. Esta aserción no tiene nada de extraña si se considera: l.°que hay huracanes rectos ó directos, ó de viento fijo, y giratorios , en los que el viento varía de dirección; circunstan- cia que generalmente caracteriza los huracanes que se verifi- can, así en el mar Indico como en el de China y Archipiélago Filipino (pero no deja de tener sus excepciones), girando en un espacio más ó ménos circular, ó más bien formando una curva parabólica, tomando en cada una de sus vueltas todos los rum- bos de la rosa náutica , aunque un observador, por causas in- herentes al mismo fenómeno, no experimente más que un nú- mero determinado de vientos, y á veces uno solo; 2.° que la velocidad ó fuerza del viento no constituye el carácter del meteoro, porque turbonadas hay que tienen tanta como él, y también verdaderos huracanes giratorios con velocidad ordi- naria en todas las partes de su circuito. Sábese además por experiencia, que á los huracanes, ciclones ó váguios, precede, acompaña y sigue una notable depresión barométrica, mucho mayor que la que ocasionan los temporales 'ordinarios, tal que hace imposible que se le confunda con otro de diferente espe- cie. Esta depresión, que es de media pulgada, según lo dice la experiencia, en la parle exterior del torbellino, se ha verifi- cado también en esta ocasión. Este descenso sigue aumen- tando progresivamente, hasta hacerse de 2 y aun de 3 pul- gadas dentro del vértice, que en el huracán de que se trata debía hallarse al N. de Luzon, pues se sabe que con vientos del cuarto cuadrante, el foco se halla en el primero. Su movi- miento de traslación debe haberse verificado próximamente hácia el O. N. O., si se considera como viento inicial el N */4 N. O., que reinaba el dia 8 con débil fuerza; y á este punto es donde por regía general marchan los huracanes del hemisferio N. en las regiones intertropicales: pero si se toma el O. que 19 empezó con gran energía al amanecer del día 9, coincidiendo con mayor descenso en la columna barométrica, entonces su rumbo sería hacia el S. S. 0., que es el punto á donde por excepción se dirijen, así en el Archipiélago Filipino como en el mar de China, algunos huracanes en los meses de noviembre y aun diciembre; pero es más probable que el torbellino se diri- jiese hácia el N. N. 0. próximamente, ya por ser esta la direc- ción que generalmente llevan, como queda dicho, ya porque es cosa bastante averiguada, que la dirección del viento corres- pondiente al máximo descenso del mercurio, que según todas las observaciones hechas es cuando el foco se halla más pró- ximo del observador, es precisamente la que lleve el hura- can que, como la mayor parle de estos meteoros durante el otoño, quedaría deshecho en altos paralelos. Hemos obser- vado de hora en hora los instrumentos meteorométricos, y sus variaciones han sido muy semejantes á las del váguio del mes pasado. Para mayor inteligencia de lo que se lleva dicho, presén- tase á continuación el siguiente cuadro. Cmdro que representa el estado en que se encontraba el barómetro , el viento y el mar al principio , medio y fin del temporal acaecido en los dias 9 y 10 de noviembre de 1865. OBSERVATORIO METEOROLOGICO DEL ATENEO MUNICIPAL DE MANILA.— Resumen de las observaciones recojidas durante el primer semestre de 1865. 21 r- r- ^©1 rj> a 05 ^ OJ — r" > ±z s3Sí5 C (Z3 r-> , co -Q «3 O C5 OJ * » tfi » C b b es ca a k ¡ - +_ü Ó so so oo tr*< 05 co oo <«— i ir*» 50 03 c co co co ©i ©í co" CO CO O CO 50 50 50 50 50 50 50 50 50 ET5 (M r» i> r> t" r* i> 050©í©í©í©i©ím©í^ e o CTWSÍOOfflOOOOO 05 «O c3 50 50~ 50 CO 50 *sjT oo oo o S050505050505050*^t-H o r< r* r» r' r' ©■1 T— ( 00050c0c0©le000 00 0 s —• rd C r“ OU^ r" 50 ©l 50 1" 05 03 C£Tc0 5o’'^'^50 50 00©150 *<¡ JO 50 50 50 50 50 50 50 50 50 50 L'" L" I"* F" 1- r- r- r—í OXrlnOOOI>,^0'?í S „J o ¡» £ cor-oco50©^‘=9i000 05 03 E"' 03 50 ©í 50 e^ CO o" ©i oo 50 50 50 50 50 50 50 5© 50 r-H O r^r-E^E-r^r-t^r^r- 05 05 co co *-h 5Í5 Termómetro centígrado , 22 CiCO^^^SííOOOr^r^ OOSOrTo'os'cs^I'^O ^©ÍCOCOfO^S^'WíSírH ^ S co co *¿ a O -^COsOI-CO©!^©!©©-^ CO co c3 OiO—i^^íOrHííi^O S fO fO CO fO CO rH o co co hJ S reí C0COCDO5Tfe*>^©lO5&©«!íl CO co ®«í ríffTeü Oi ©V4© Ga^COCOCOtMCOCO©!^ O T-H r— I - a ó SI «í ^H^rH^C^CO acoso co co t re -a# os r-T o" r-* oo co eío S ©i©i©icoco©i©ico©it^ CO ©I ©1 6 ^ s s_ O) so co co *a¡n o co co co r- co co t-< -=# os o© o ©V*ao®ii -p-T o* re fe ©i©i©icoco©i©ico©1t-i CO *S# ©1 rH - a ó co 05 CO CO co ~ a a a ^ a - o CJ r- os oo o ©i o© -o CO fe ©1 ©1 ©I co ©1 . ©» zn íh a co ©1 T-’ ©I fl a -CS • ^^COíOCt S »3 tn » w X S Cg 03 CO re R3 -ctí *cS ^ ^cS -eg ¿r -o -o -o -C5 T -fe O) w w W W W r; , w > t— i i— 1 1— ^ n— 1 1 >■— » r-1 1— I . «4—J Se as Higrómetro. — Humedad relativa. 23 ce ?: oo m co o ^ m o «o ^ .2 *-» ó COOOr^rHCCrHMOCOO eo a ©i eo c?í fo es oo o ot o ce ¡3 ooi^L^r'Or'i^ocoo .2©* r-t ce í> O 0©IOíOOOO<ÍL^OthOO eo eo cd ©í os r^«5«o^-oc¿t^©í s OOLS>OÓOI^ÓO>^50 CO *“H ©5 C5©r'C5Co©>©©THCi ro *?!«S©©l©l©l&©0©®e©*© eo W O sí f O <í O O h (?í r-oojowoeowo i a© ©^SOOO^rHrHOWrH s*¿ O SJ COíOOfO©JíO©©I>,©I ©> eo S-h cd C¿T o" so" SO ©í ©í 0© o" l ’' r- S t'L^OWXOOOg1I> T— 1 Oí so Oí t-H o 5©©1®*— a S-. 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VIENTOS. .W .63 :s¡3 ;m . O ;d : . ¿ 63 ¿ * C/5 63 c¿ I OÍ O ^ l ^¿¿63 63 63c/$tti <34 ^ ^ 0© «O ^ 00 ■r-i r—i <34 5© CO o ?►> OíOOO C5 SO OC 5© c¿ r-i ©1 ti S© S© T-l O O i ^ os eo <3 <34 r— i rHOOr^O o NJ ©4COr-r^ o *=* eo c© c5 OO 0© ©3 so S o s-, O» ^ <34 <-* 03 OO • • a> • • • • -o • en • * * O * 03 I • • • O) • • • • * en * * • # o . I • I o)C/ÍO^ • • • "O i i— • • • • M c: es ^ • • 6 :o *| w ó . • . <& 3 0®® j o'O'O'O < QJ D ® ozi¿ü £2SS Udómetro. — Estado de la atmósfera. !27 O O O o a °o O O oo r- Sao o **sH > 03 ©1 O 0© t- o 6 S o CM o iO • 3 O JT3 '57 sM 03 .3 *> 02 33 o Cft Q- 3 a O 3 3 cn O» -O — 02 33 3 3 'O 3 03 02 33 3 CZJ. g 03 73 *.3 02 3 . . J3 3 5 -o 33 33 3 33 Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en la Universidad de Oviedo en el año 1865 por D. León Salmean J Catedrático de Física de la misma Universidad. *28 •S0OO1OBIIOSO ©í «© ©1 g i© ©5 ©1 r-H ©1 sBraiui]^ ©? ©1 C© O g 05^ -J# ^ jo ©1 05 OO Od I> t'» t> •semixBj^ mm 758,46 753,74 754,59 ! ¡752,32 ¡ i SBipáJC OO C© C© o Qth ® ©1 ^ a ©f m s© ©f *5# r- r- r^> t" j Invierno. ........ | Primavera | Estio | Otoño sauoiOBipso ©i^íot^iroc© 05^05 oo c© S 00" os ®W'ooe©*'<— i os" ora ©i ® 9l©J|©ieílrtrtnrHfirH9Jffl SBqoaj ff© i© <50 05 F'' 05 *— 1 05 ©J © b© i© ^ r-i ^©qw^ei sBtmui{\[ ©IC©^H©l©l^-:©r-e©©5®00 C© 05^ r-' ® Ir- ^ OO S * • = p © «-o «2 53 ^o© a o Q fsi fe ^3 í=? •— si— * -<1 c/3 O £ B Presión media del año. 743,22 Presión extrema mínima, el 13 de diciembre 724,92 Id. extrema máxima, el 23 de febrero 758,46 Oscilación anual 33,54 29 TEMPERATURAS ESTREMAS. ¡ -SBUI í -3J1X9 seiouajajia ®q ?c> CM 05^ ©© *2 ¿ í® 5Y5 CO 'S9UOÍOBJIOSO SO *ssW «O °T oí- ©4 ©4 gq ©1 ©i c© •sBipani -C ffO co o o ? " rH 05 t" ^ T— j Invierno | Primavera | Estío | Otoño. 1 I *9qoou K Bip I 3J1U0 SBIOU0J0j;a i ^ oo ©q e© ©í ©q ©í ^ ©q 2«ar'4©4co<-H>c©o©©4e©oe*-i® ^síos&i^MOícoccaííOíO f -SBqoaj j Ci©^íOWH©-H«^© 8írt©lrt r- (M ÍO ÍO 91 ÍC r- ! •BqaaX bj U8 sBanuiffl j ao o^o so oo oo ^ ©hh©i j ^¡'oc©oe©aooo©4o4os«o r-T ■seqoaj ^©qr'-^Hr'-os— -*5Wco^c©^ ©q t-i ©q \ qos |b sBinix^i^ 9^00 ©1r-H^-©10C©*s#^H»— i " os i© so oo iP ©írMi'-V- — ¿^©qsqSq^C©^^*^^!?©©© TEMPERATURA DEL AIRE. ^ S0UOIOBUOSO , M r- © ^ x l> vi ©^ © ©í © ©1 ¿ t'*' o <54 so o ©4 o os" o 00" o4 SBq09J ©00?©OÍH©rt--I>r>i® ©IMHri <— ©i C© O© ©1 O© rH I 'sbcdiuij^ v-^OO^OO SO ©J C© *a# O n «^ H O ^ O ©|4©>?íffl©0 0^ CO ©4 1 ssqoaj ® SO 05 ín © • r-l -e¡-o o -ja Pe 2 í-h _ * * • * « ^ NS ®.2 o Í í> 3'" • ~ H ©=2-Q^2 33 O Temperatura media del año 13°, 1 Temperatura extrema mínima (el 13 de febrero) —2,8 Temperatura estrema máxima (el 14 de setiembre).. 34,6 Oscilación anual 37.4 ESTADO HIGROUETRICO DEL AIRE. 30 / -BA11B] / -ajpBpaíunjj I r^- OO a gT t— T ®f r-T " BP -ifooai BnSv | ío r-. -ph- so g ■!— ( Sí O© 91 a e©~ oc reí |í 1 “ r- c© ®í | ^ O© rre Sí •bia -nj[ ap sbj(| ® ® ^ re* SO £S> C© í j Invierno. j Primavera j Estio | Otoño 'BAIJBJ -ai pBpacang Ot— l®®tCt^9©^©C©OOS05S ^oioo^ooi^-ir^t^ooir'oooo IB101 UOIOBJOdBAa Ot©©^H©©t-.reHO©a©ai®SíSÍ ge© t" oo soc© qo ® «© l— SiO tOOO Sí SO oíoí ® sre reí SO reí í-H(N*J#0O©SíOS»?ÍCO •Bipaoi uoiOBiodeAg ®i**i>-reH®®&e5Sic©®r'"«e© a o© v# «© t*« ís®®®sí®^#o a O ® ®" O reí sí C©*' SÍ Sí CG reí reí •Bp -ifooaa BnSy ©©OO^HíSt-SOOt'-^CSOC© a ^G o O© tre Sí CO_íO oo^o© S sí «©W tí r-í oí ® tí t© oc f©SS re* re- < Sí re-i \ ’bia \ -nj] ap sbiq ®»^r• •r a ctí^¡ c© 53 &&■£ © o ® e© t" 050^ O — fG © re ^ , 03 © g .2 'os S3 fí © ■“ ce © .. « re G •O § 2*5.2 re Jn^a G O 111.3 2 2 ’G <© i— . © i w2 22 O© ^ «— O 0Wt^ *8# ® S *sdT reí SO O ¿O C© © . . 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P ?S'“r P •3A9IN 1 -P r- P C© o * P fe fe fe fe fe 1 OZIUBJ*) P ír-íOi-iHrH a P « SH o *-H •eiqaiN P O© P ©í s ©ÍÍO- <©* Vi ©1 1 \ eunn O^íO-^OO — COr^I>XXíC í-i 51 ©1 T-i rH r— 1 a© j- *— i NÚMERO DE LOS DIAS ! soiiaiqnQ >i— l «5H Or-OOOOOe^lüOSdff© í— 1 rH — ©? ^- *— ! 1— 1 T-l 138 ' 'sosoqnjtf WWX©M^t'©5C©W‘?S t-h r— 1 r— r—< ©i rH r- tH 149 •sopBfadsaQ V F'>S *a# OS ^ Bunn o o (eruginosas, Bonap. Cast. Arpella. Malí. Arpella. Co- mún y sedentario en las lagunas de esta isla. C. cyaneus , Bonap. Cast. Tagarote. Menos común que la especie anterior y en los mismos lugares. SUB-ORDEN II. — ACCIPITRES NOCTURNAS. Trib. única. Estrígidas.— Fam. Surninas. Gen. Alheñe , Boie. A. noctua, Bonap. Cast. Mochuelo, Malí. 3Jussol. Men. Xibeca. Común en los montes y olivares. Fam. Butoninas. Gen. Ephtaltes, Keys . E. Zorca , Keys. Cast. Coreya. Malí, y Men. Mussol. Co- mún y sedentario en terrenos arbolados. 04 Gen. Otus, Cnv. 0. vulgaris , Bonap. CasL Buaro. Malí. Mussol regal . Men. Miloca. Común en los bosques de Mallorca y de Menorca. O. brachjotus , Gmel. Casi. Cornejuela. Malí. Mussol regal. Men. Miloca . Común en los pinares inmediatos á las lagunas. Gen. Sirnium, Savig. S. aluco, Savig. Cast. Autillo. Men. Xuta. Ramis y Wey- ler, obras citadas; también según Oleo. Fam. Estriginas. Gen. Slrix , Lin. S . flammea, Lin . Cast. Lechuza, Bruja. Malí. Oliva. Men. Mare-miota , Oliva . Iviz. Olivassa. Común y sedentaria. ORDEN II. -TREPADORAS O ZIGOD ACULAS. Trib. Picideas.— Fam. Picinas. Gen. Picus , Lin. P. minor , Lin. Cast. Pico. Ramis y Weyler, catálogos mencionados. Fam. Yunginas. Gen. Yunx , Lin. Y. torquilla , Lin. Cast. Hormiguero. Malí, y Men. Lien - guerudy Formiguer. Común y sedentario en los bosques. Trib. Cueulideas. — Fam. Cuculinas, Gen. Cuculus, Lin . C. canorus , Lin. Cast. Cuco, Cuclillo. Malí, y Men. Cucug . Común y de paso desde abril á octubre. ORDEN 111. -PAJAROS. SUB-ORDEN I. — SINDACT1LOS. Trib. Coracideas.— Fam. Coracinas. Gen. Coradas , Lin. C. gárrula , Lin. Gast. Azulejo, Gálgulo. Poco común y de paso en Mallorca y Menorca: se presenta en abril. Trib. Meropideas. — Fam. Meropinas. Gen. Merops, Lin. M. apiaster , Lin. Cast. Abejaruco. Malí, y Men. Beyarol. Poco común: se presenta en abril, y anida en las playas de las ensenadas poco frecuentadas. Trib. Alcedinideas.— Fam. Alcedininas. Gen. Alcedo , Lin. A. hispida , Lin. Cast. Martin pescador. Malí. Arner , Dor- nissó. Men. Martinet. Iviz. Arner. Común y sedentario. SUB-ORDEN II. — DEODACTILOS . — DEODACTILOS FISIROSTRES. Trib. Caprimulgideas.— Fam. Caprimuiginas. Gen. Caprimulgus , Lin. C. europwus, Lin. Cast. Chotacabras, Engaña-pastores. Malí. Bocatxos. Malí, y Men. Engaña-pastors . Común y de paso en primavera y verano. Trib. Hirundinideas.— Pam, Cipeelinas. Gen. Cipcelus , Illig. C. apus , Illig. Cast. Vencejo. Malí, é Iviz. Falzia ó Valzia. Men. Vinjola. Muy común y de paso en primavera y verano. C. melba, Illig. Malí. Falzia ó Valzia reyaL Menos común que la especie anterior: se presenta en abril y desaparece en noviembre: habita en los montes de Mallorca. Accidental- mente se observan á veces algunos individuos en el interior de Palma: el dia 22 de abril de este año vi dos individuos coj idos en el campanario de la catedral. Pam. Hirundinidas. Gen. Hirundo , Lin. II. rustica, Lin. Cast. Golondrina. Balear. Oronella. Muy común y de paso en primavera y verano. Algunos individuos permanecen durante el invierno en Palma. Gen. Colile , Boie. C. riparia, Boie. Cast. Golondrina de ribera. Malí. Cabot, Men. Cul blanc. Común y de paso en primavera y verano: habita en las inmediaciones de la laguna de ambas islas. Gen. Chelidon, Boté. Ch. urbica, Boié. Casi. Avión. Malí. Oronella. Men. Vin~ jolita. Muy común y de paso en primavera y verano. DEODACTILOS TENUIROSTRES. — SUB-ORDEN III. — TENUIROS- TRES TREPADORES. Trib. Certideas.— Fam. Sitinas. Gen. Sitta , Lin. S. ccesia , Mey. Poco común en los bosques de Puxpug- ñent y de Esporlas. SUB-ORDEN Y. — TENUIROSTRES ANDADORES. Trib. Furnarideas.— Fam. TJpupinas. Gen. Upupa , Lin. U . epops , Lin. Cast. Abubilla. Balear. Puput. Común y de paso en primavera y verano. Trib. Alaudideas.— Fam. Alaudinas. Gen. Alauda, Lin. A. brachydactyla , Tem. Cast. Terreruela. Malí. Ter- rolot. Muy común y de paso en primavera y verano en Ma- llorca. A. arvensis , Lin. Cast. Alondra. Malí, é Ibiz. Terrola. Men. Turr ollera. Común y sedentaria. Gen. Galerida , Boie. G. cristata, Boie . Cast. Cogujada. Malí. Cucuyada. Men. Turr ollera caparutxada. Común y sedentaria. G. arbórea, Boie. Cast. Totovía. Malí, y Men. Alora. Mé- nos común que la anterior. Fam. Antinas. Gen. Anthus , Bechst. A. campestris, Bechst. Gast. Alondra campestre. Malí. Piula ó Tiula. Común y de paso en primavera y verano en Mallorca. A. pratensis, Bechst. Cast. Tordilla de rio. Malí, y Men. Titina sorda. Malí. Sorday, Titinoya , Burella. Muy común en otoño é invierno. A. arbóreas , Bechst. Cast. Bisbita. Común y de paso en primavera en Mallorca. Trib. Motacilideas.— Fam. Motaeilinas. Gen. Budites , Cuv . B. flava , Cuv. Cast. Nevatilla de primavera. Balear. Titina groga. Muy común y de paso en primavera y ve- rano. B. melanocephala, Bonap. Muy rara y de paso en pri- mavera en Mallorca. Gen. Mot acilla, Scop. M. alba , Lin. Cast. Nevatilla, Aguzanieves. Balear. Titina. Malí. Saix. Muy común y sedentaria. Trib. Turdideas. — Fam. Turdinas. Gen. Turdus. T. musicus, Lin. Cast. Zorzal. Balear. Tort. Muy común y de paso en otoño é invierno. T. viscivorus, Lin. Cast. Charla. Malí. Grivia . Poco co- mún y de paso como el anterior. T. iliacas, Lin. Cast. Malviz. Malí. Tort cegar d. Men. Tort calandrot. Común y de paso como el anterior. T. pilaris, Lin . Cast. Tordo. Malí. Tort reyal. Men. Tort borelL Poco común y de paso como el anterior. Gen. Merula, Leach. AI. vulgaris , Ray. Cast. Mirlo. Malí, é Ibiz. Afollara . Men. Merla. Común y sedenlario. AI. torquata , Gesn. Cast. Capiblanco. Malí. Mellara de collaret , Tort flassader. Poco común y de paso desde noviem- bre hasta abril en Mallorca. Fam. Saxicolinas, Gen . Petrocinela , Vig. P. saxatilis, Vig. Casi. Mirlo de roca. Malí. Tort veguer , Cotia rotja. Poco común y sedentario en los montes de Ma- llorca. P. cyanea , Vig. Cast. Mirlo solitario, Colmenero. Malí. Passera. Poco común y sedenlario en Mallorca y Menorca. Gen. Saxicola , Bechst . S. cenanthe , Bechst. Cast. Coliblanco. Malí. Cul-blanc , Primavera. Común y de paso en Mallorca: se presenta en abril y desaparece en octubre. S. aurita, Tem. Cast. Sacristán. Malí. Cul-blanc , Prima- vera. Ménos común que la especie anterior. Gen . Pr alineóla, Koch . P . rubetra, Koch . Cast. Sietearreldes, Taravilla grande. Malí. Barba rotja. Común y sedentario en Mallorca. P. rubicola, Koch. Cast. Collalba, Taravilla. Balear. Vi- trac. Malí. Traguet . Común y sedentario. Gen . Áccentor , Bechst. A. modularis , Cmü. Cast. Churruca. Men. Xelembri . Común en Mallorca y Menorca. 60 Gen. Rubecula, Brehm i. R. familiaris , Rlylh. Cast. Petirojo. Balear. Ropit. Muy común en otoño é invierno. Gen. Cy anéenla, Brehm. C. suecica , Brehm. Cast. Pezpita de garganta azul. Poco común y de paso en primavera y otoño en Mallorca. Gen. Ruticilla , Brehm. R. phwnicura, Brehm . Cast. Culirojo, Carbonero. Malí, y Men. Cotia rotja. Común y sedentario. B. tithijs, Brehm. Cast. Colirojo. Malí. Coua roí jiña . Co- mo la anterior SUB-ORDEN VI.—DENTIROSTRES SUSPENSORES. Trib. Trogloditideas.— Fam. Trogloditinas. Gen. Troglodytes, Vieill . T. europceus, Cuv. Cast. Troglodita. Malí. Petxeta . Men. Sauvatget. Común y sedentario. Trib. Farideas.— Fam. Fariñas. Gen. Par us, L. P. major , Lin. Cast. Carbonero. Malí. Ferrerico. Men. Ferrer. Común y sedentario. P. ater , Lin. Cast. Garrapinos. Malí, y Men.t los mismos nombres que la especie anterior; pero ménos común. P. cceruleus , Lin. Cast. Herrerillo, Chamariz. Malí. Fer- rer et. Raro en los montes de esta isla. 01 Trib. Silvideas.— Fam. Regulinas, Gen. Phillopneustes , Meyer. Ph. rufa , Bonap. Malí, y Men. Vy de bou. Ibiz. Caga fabas. Muy común en otoño é invierno. Es frecuente en los jardines de Palma. Ph. sibilatrix , Bonap. Rara y de paso en primavera en Mallorca. Ph. Bonelli, Bonap. Común en Mallorca desde abril hasta octubre: anida en la copa de los olivos. Gen. Begulus , Cuv. B. cristatus , Ray. Cast. Reyezuelo. Malí. Passaforadi, Reyetó. Men. Ropitet. R. ignicapillus , Lich. Los mismos nombres que el anterior. Ambas especies son comunes en los pinares de estas islas. Fam. Calamoherpinas. Gen. Calamoherpe, Bote, C. arundinacea , Boie. Cast. Picofino de cañar. Común en las inmediaciones de las lagunas de Mallorca y de Menorca. Gen. Cisticola , Less. C. schwnicola, Bonap. Cast. Picofino esquenícola. Malí. Butxac ó Butsac. Muy común y sedentario en las mismas localidades que la especie anterior. Gen. Cettia , Bonap . C. sericea , Bonap . Cast. Picofino sedoso. Común en Ma- llorca. Fam. Silvinas. Gen. Philomela , Brehm. Ph. Luscinia, Bonap. Casi. Ruiseñor. Balear. BossiñolL Común y de paso en primavera y verano. Gen. Sylvia, Lath. S. atricapilla, Lath . Cast. Curruca de cabeza negra. Malí, y Men. Cap negre. Común y sedentario. S. hortensis , Lath. Cast. Andahuertas. Rara en Mallorca. Gen. Curruca , Bris. C. gárrula , Bris. Cast. Parlanchín. Malí. Buscaret. Común y sedentario en Mallorca. C. orphea , Temm. Cast. Curruca común. Men. Ñeguere. Poco común en Mallorca y en Menorca. C. cinérea , Bris. Cast. Paslorcilla. Poco común en Ma- llorca. C. passerina, Gerb. Malí. Buscaret. Común en Mallorca. C. melanocephala, Lss. Malí, y Men. Cap-negre . Común en ambas islas. Gen. Melizophilus , Chenu . M. provincialis , Chenu. Cast. Picoíino provenzal. Común en Mallorca. M. sarda, Gerb . Común en Mallorca. (Se * continuará .) VARIEDADES Profundidad del mar. Las sondas que se han practicado al poner el nuevo cable trasatlántico, han permitido comparar las inves- tigaciones hechas para conocer la profundidad de los mares. Generalmente los mares son poco profundos á la inmediación de los continentes; así es que el Báltico, entre los costas de Alemania y Suecia, no tiene más que 120 pies ingleses de profundidad, y el Adriático entre Yenecia y Trieste, 130. La mayor profundidad del canal de la Mancha, entre Francia é Ingla- terra, no pasa de 300 pies, mientras que la parte Sudoeste de Irlanda mide más de 2.000 pies. Los mares del Sur de la Europa son más profundos que los mares interiores. En la parte más angosta del estrecho de Gibraltar la profun- didad solo es de 1.000 pies, mientras que un poco más al Este es de 3.000. En las costas de España se encuentran casi 6.000. A 250 millas del Sur de Nantucket, la sonda se pierde á 7.800 pies. Las mayores profun- didades se hallan en los mares del Sur. Al Oeste del Cabo de Buena- Esperanza se han medido 16.000 pies, y al Oeste del de Santa Helena 27.000. El Doctor Young calcula en 25.000 pies por término medio la profundidad del Atlántico, y en 20.000 la del Pacífico. Causa de la fosforescencia del mar. En una comunicación remitida por Mr. Emilio Duchemin al Cosmos, se lee lo siguiente. No conozco un espectáculo más admirable que el de la fosforescencia del mar; fenómeno que pudiendo solo apreciarse en la oscuridad, se observa en las noches cálidas y hermosas del verano. Todavía recuerdo con emoción la noche del 27 de agosto último, en que tuve ocasión de con- templar en la playa de Fecamp las olas agitadas, y que semejaban inmensas montañas de fuego. Los buques parecían deslizarse por un océano de llamas: los golpes de los remos ó el choque de una piedra aumentaban la intensidad de tan inofensiva hoguera, que solo engañaba á la vista, y que es una de las maravillas de la creación. Más ¿cuál es la causa de la fosforescencia del mar? Indudablemente es una causa ani- mada. Cuando el mar parece de fuego, contiene en su superficie millares de animalillos, que á la simple vista y sin áuxilio del microscopio tienen la forma y trasparencia de huevecillos de peces: si se agita el agua, parece que se irritan estos pequeños séres, y en su cólera se hacen fosforescen- 64 tes. En mi gabinete tengo una botella del agua de mar que contiene dichos animalillos, y agitándola, obtengo en París el fenómeno de la fosforescencia. La causa no es por consiguiente el resultado de un fenó- meno electro-magnético ó meteórico, sino que es una causa animada. Para convencerme de ello recurrí al microscopio; pero no parecién- dome suficiente verlo solo, he sacado dibujos detenidamente hechos. Lo que la vista no me permitía ver primero sino como un huevecillo de pez, ha adquirido, mirado con el microscopio, el aspecto bien caracterizado de un animalillo que nada en una gota de agua, y que esliende sin ce- sar su trompa como para buscar alguna presa, pues todo animal vive á expensas de los demás y sobre todo los que habitan en el mar. He observado una particularidad que debo indicar: puede conocerse de una manera casi segura por la mañana si la mar estará fosforescente por la tarde, pues por el dia se observa en el agua la presencia de los mismos animalillos; pero debo decir también que estos pequeños séres aparecen ó desaparecen repentinamente. Así es que si un dia se ven en el mar rayos de un fuego plateado, puede suceder que al dia siguiente no se descubra nada. ¿Qué sucede con el mundo luminoso é innumera- ble de estos séres infinitamente pequeños? Hecho es este muy intere- sante, que no he podido comprender. Editor responsable, Ricardo Rdiz. í : 2.° — REVISTA DE CIENCIAS. — Federo de 1866. CIENCIAS EXACTAS. ASTRONOMIA. Sobre la aceleración secular del movimiento de la Luna; por Mr Ch. Dufour. (Comptes rendus, 9 abril 1866.) De algunos años á esta parte se ha tratado mucho de la aceleración secular del movimiento de la luna; sobre todo á causa del desacuerdo que parece existir entre la teoría y la observación. En las cuestiones de mecánica celeste se ha adquirido ya tanto la costumbre de hallar una concordancia perfecta entre estos dos métodos de determinar la verdad , que indudable- mente es importante tratar de las pocas cuestiones que no se hallan en este caso, y de investigar, si es posible, la causa de estas diferencias. Esta cuestión sobre todo se ha suscitado de nuevo por los escelenles trabajos que acerca de este punto se han hecho, bien por Mr. Adams en Inglaterra, por Mr. Hansen en Gotha, y especialmente por la célebre discusión que ha ha- bido en marzo de 1860 entre MM. Delauuay y Le Verrier. Recuérdese que la teoría de Laplace daba una aceleración secular de seis segundos, y la observación una aceleración de doce segundos poco más ó ménos. Estoy dispuesto á admitir con Mr. Delaunay que la acción de las mareas debe añadir algo al valor hallado por Laplace; pero también hay otra causa que es preciso tener en cuenta. TOMO XVI. 5 66 ¿Es cierto que en todos tiempos la fuerza atractiva de la tierra haya sido la misma? Si esta fuerza aumenta, el mo- vimiento de la Luna debe inmediatamente hacerse más rápi- do. Pero hay una causa que propende á aumentar continua- mente la masa de nuestro globo, y es la caída de los aero- litos. A primera vista parece que estos cuerpos extraños, que vienen á agregarse á nuestro planeta, son tan poca cosa que no pueden ejercer ninguna acción apreciable sobre su fuerza atractiva; pero es de presumir que la cantidad de materia ponderable que cada año se agrega á la de nuestro globo por la caida de los aerolitos, sea superior á la que podría su- ponerse considerando únicamente el peso de los meteoros que se encuentran en la superficie de la tierra. En efecto, sin ha- blar de los aerolitos que realmente caen, pero que pasan de- sapercibidos para nuestras investigaciones, se admite gene- ralmente en la actualidad que varios de estos cuerpos se que- man más ó ménos completamente al atravesar la atmósfera, dejando en ella una parte de su sustancia. Tal es probable- mente el orijen de la ráfaga luminosa que sucede casi siem- pre al paso de las bólidas, y el humo que algunas veces se ve; cosa que nada debe de extrañar, teniendo en cuenta la velo- cidad de que se hallan animados dichos cuerpos cósmicos cuando penetran en nuestra atmósfera. Pero bajo el punto de vista que nos ocupa, es del todo indiferente que un meteoro caiga como un cuerpo sólido en la superficie de la tierra, ó que se reduzca á gas en nuestra atmósfera. También es indiferente qne permanezca en estado de gas ó que caiga poco á poco en la superficie de la tierra, como un polvo impalpable, bien naturalmente, bien con las aguas de las lluvias, que le arrastran quizá al fondo de los océanos. Es siempre una masa nueva que se agrega á la de nuestro globo, y cuya fuerza atractiva debe producir el resultado de acelerar el movimiento de la Luna. En este caso, no seria la duración del dia la que se prolongaría, sino que habría dismi- nuido la revolución de nuestro satélite. Soy el primero en reconocer que, sea como quiera, la 67 cantidad de materia añadida cada año por los aerolitos á la masa de nuestro globo es seguramente una fracción bastante pequeña respecto de la que ya posee; pero observemos que una aceleración de doce segundos por siglo es una cosa suma- mente pequeña, y que de estos doce segundos quedan que explicar seis, todo lo más. Durante un siglo, la Luna verifica poco más ó ménos 1337 1 revoluciones, y seis segundos representan —————de esta J 288.800.000 cantidad. Para aumentar la velocidad de la Luna esta cantidad, sería necesario que la masa de la tierra aumentase — - — : — - — 144.400.000 haciendo abstracción de la influencia que podría tener este aumento de masa sobre la forma de la órbita lunar. Pero en presencia de valores de este género, la cantidad de materia que en un siglo traen los aerolitos no es un infinitamente pe- queño. Suponiendo que su densidad sea los 2/3 de la del globo, se necesitaría para esto que cayesen 11.000 kilómetros cúbicos cada siglo, ó 110 cada año. La tierra tiene 500.000.000 de kilómetros cuadrados, y la Francia 500.000 poco más ó mé- nos; por consiguiente la Francia es la 1 1.000 parle de la su- perficie del globo, y se necesitaría por lo tanto que cayesen anualmente sobre la superficie de Francia 0,11 kilómetros cúbicos de sustancia, para producir la aceleración de seis se- gundos. No hay necesidad de todo esto, pues la acción de las mareas debe también producir algo, como seña demostrado muy bien en estos últimos tiempos: falta por consiguiente ex- plicar, no una acceleracion de seis segundos, sino únicamente la que no es debida á las causas indicadas por Laplace y por Mr. Delaunay; llegamos por consiguiente á cifras que no tie- nen nada de imposibles. Por otra parte, con frecuencia se ven meteoros que tienen grandes dimensiones. El 20 de abril de 1865 se observó uno, creo que en Melz, que tenia catorce minutos de longitud en el diámetro horizontal y ocho de ancho en el vertical. Su dis- 68 tancia ha quedado desconocida; pero en todos los casos no hay necesidad de muchos cuerpos parecidos que caigan ó se volatilicen sobre la tierra, para aumentar su masa en can- tidades análogas á las de que aquí se trata. Además, la aceleración del movimiento de la Luna nos es revelada por la comparación que puede hacerse entre el lugar y la hora de antiguos eclipses totales de sol, y la posi- ción actual de la luna. Pero es muy posible que la caída de los aerolitos no haya sido regular, y que en algunos años es- cepcionales hayan caído grandes cantidades de ellos, bien en pequeñas masas, ó en otras más considerables. La investigación de las causas que producen la aceleración secular del movimiento de la luna ofrece un gran interés, no solo en lo que respectará la mecánica celeste y á las leyes del movimiento de nuestro satélite, sino también por la gran im- portancia que tiene investigar qué parle de esta aceleración puede atribuirse á las fuerzas que obran sobre la luna, y cuál al aumento de la magnitud del dia; pues demostrando la inva- riabilidad de esta duración, se ha deducido, que desde los tiempos históricos no se había enfriado la tierra una pequeña fracción de grado; pero si se pone en duda la duración del dia, toda esta última demostración cae por su base (1). Del mismo modo, si el dia cambia, la segunda será diferente tam- bién, y podrán de aqui sacarse conclusiones falsas acerca de la variación de la longitud del péndulo que da los segundos, y de la variación de la intensidad de la gravedad. Y de este modo se suscitan muchos problemas, á los cuales á primera vista parecía extraño cuanto se refiere á la aceleración secular de la luna. (1) Mr. Fourier ha demostrado, por consideraciones que en nada se refieren á la Astronomía, que desde la época de la escuela de Alejandría, es decir, desde hace veinte siglos, el exceso de la temperatura de la superficie del globo sobre la del medio exte- rior (temperatura media) del aire, no ha disminuido 1 288 de grado centígrado. (Anuales de Chimie et de Physique , t. XIII, p. 435.) 69 Trabajos sobre la constitución física del Sol; por Mr. Cha-» cornac. (Cosmos, 18 abril 1866.) Aunque, siguiendo de cerca los trabajos de los astrónomos ingleses respecto á la constitución física del astro que nos da luz, no hemos perdido de vista los de los pocos observadores franceses que prosiguen laboriosamente en estas interesantes investigaciones. Los estudios de Mr. Chacornac son particular- mente conocidos por los lectores del Cosmos, y después de ha- ber seguido durante un gran número de años las observacio- nes personales, nos presenta hoy una teoría cuyos principales caracteres tenemos el deber de resumir. Poco importa declararse contra los sistemas, decía Bailly hablando de Descartes, porque por ellos adelantamos y se dan dobles pasos en la carrera de las ciencias; frecuentemente de ellos se originan guerras; pero en la historia de la humani- dad es este el único caso en que son útiles. Verdad es que podría objetarse que en nuestra época no son teorías las que faltan; pero no tiene esto aquí aplicación, y por otra parte, el antiguo astrónomo del observatorio de París no pretende establecer un sistema, sino únicamente una hipó- tesis, traduciendo el conjunto de los hechos que ha observado y formado por el estudio de los cambios que se verifican en la superficie del sol, en concurrencia con lo que revelan los eclip- ses totales de dicho astro. En esta hipótesis, que no es mas que un nuevo corolario de la de Wilson, se supone que el sol es una masa líquida, can- dente, rodeada de una atmósfera espesa, imperfectamente diá- fana, y cuyos últimos límites pueden extenderse á grandes dis- tancias del cuerpo central. Siguiendo las observaciones que concuerdan con la exten- sión de la corona solar y de las medidas fotométricas, con la variación del brillo y de las tintas de su borde extremo, el 70 grueso de esta atmósfera no debe ser menor que dos ó tres ve- ces el radio del astro, y á su facultad absorbente se debe la variación de color y de brillo de las regiones marginales del disco. Esta inmensa atmósfera debe tener un considerable au- mento de densidad en las capas inferiores, es decir, en las que se hallan mas inmediatas á la superficie de la masa líquida en ignición. El aumento de densidad debe ser tal, que entre el cuerpo central y la fotosfera nos encubra casi completamente el vivo brillo de la masa candente del sol; y por esto nos es velada gra- dualmente la luz de las porciones de la fotosfera que se sepul- tan oblicuamente bajo sus espesas capas absorbentes. En esta capa inferior deben adquirir los gases una inmen- sa temperatura, bien á causa de su contacto inmediato con la masa candente, ó de la enorme presión que soportan; y de su variación de temperatura debe nacer su perpéluo movimiento. En virtud de su contacto inmediato con una masa canden- te de desigual temperatura, las capas inferiores de esta atmós- fera deben calentarse desigual y mas rápidamente que las su- periores; de modo que de aquí deben resultar continuas cor- rientes ascendentes de una atmósfera violentamente calentada y dilatada, mientras que otras análogas, relativamente frías y condensadas, se precipitan en las capas inferiores. De esta perpétua agitación de la atmósfera absorbente debe resultar una evaporación general é incesante de la masa líqui- da del sol, elevada á una altísima temperatura; y esta evapora- ción efectuarse con tanta mas rapidez, cuanto que esta masa debe estar mas enrarecida, pues se saturaría con mayor velo ciclad del elemento que se evapora. No es probable que la masa candente se halle simultánea- mente en todos los puntos de su superficie á una igual tempe- ratura, bien á causa de la variación de la gravedad en las di- versas latitudes, ó también de una irradiación desigual, ó en fin, por la variación de presión de la masa vaporosa, de las afi- nidades químicas, de los fenómenos de sobrefusion, etc. En suma, por la variación de la temperatura en la superficie de la masa líquida, deben establecerse en la masa vaporosa y lí- 71 quida corrientes ascendentes y descendentes á causa del en- friamiento. Elevándose por consiguiente, en virtud de su alia tempera- tura, estos vapores, llegan con mucha rapidez á la región en la cual se efectúa una radiación tanto mas enérgica cuanto que, al enfriarse, se hacen repentinamente opacos, y encubren el foco de la masa central, formando una especie de pantalla. Llegados á esta región exterior, los vapores se hallan es- pontáneamente en presencia del frió de los espacios celestes, y bajo una presión mucho menos considerable que en las capas profundas que ocupaban anteriormente, y experimentan en- tonces una nueva y radical trasformacion. En consecuencia, bien haya asociación ó disociación, todo el calor latente de la masa vaporosa solar referida, sobre el elemento que cristaliza á esta presión y bajo la influencia de un enfriamiento rápido, arrastraria este fenómeno de viva reincandescencia, de sobrefusion, que produce en definitiva la luz y el calor de la fotosfera. Es en efecto cierto, que las porciones de la fotosfera que se hallan situadas en medio de un espacio vacio formado por la absorción de esta, loman un aspecto candente ó de sobrefusion en supremo grado, mientras se hallan en la región mas exte- rior; al paso que este carácter disminuye á medida que las mismas partes se aproximan al cuerpo central ó se sumerjen bajo el nivel déla fotosfera. El fenómeno de las manchas solares nos manifiesta también que estas lenguas fotosféricas penetran, dividiéndose, en la ca- vidad de las manchas, reabsorbiéndose ó fundiéndose parcial- mente como una materia destruida por una acción corrosiva; mientras que en otros casos se observa que estas lenguas de fuego terminan en masas gaseosas, que parecen aumentar de volumen á medida que se consideran en capas mas pro- fundas. El observador indica aquí, con objeto de facilitar el estudio de la cuestión, los siguientes hechos, que parece que la espe- riencia señala como ciertos. l.° Los gases que forman la atmósfera absorbente del sol extinguen rápidamente el brillo de la fotosfera en las capas 72 inferiores á esta, como lo confirma la disminución (lebrillo de la penumbra. 2. ° En el fenómeno que produce las manchas, los gases que parecen escaparse del cuerpo central disuelven las por- ciones de la fotosfera que se sumerjen en estas cavidades, como las materias cristalinas se disuelven en un fluido; pero en ciertos casos, en que las emanaciones gaseosas centrales ce- san de disponer la materia fotosférica y de ensanchar las aber- turas, se observa que estos fragmentos fotosféricos que se hallan sumerjidos de este modo, aumentan espontáneamente de volu- men, y que este fenómeno destruye el de la incandescencia, pues la sustancia fotosférica y los cristales luminosos parecen trasformarse en una masa de vapor nebuloso, que refleja úni- menle la luz de la fotosfera. 3. ° Cuando la fotosfera se reconstituye, los mismos apéndi- ces que se sumerjen en la cavidad de las manchas, parecen no ser mas que la cima de un cono vaporoso, que se termina en cristales fotosféricos pasando por todos los visos y los grados de iluminación, desde el estado nebuloso hasta el de los crista- les candentes. í.° Los gases de la atmósfera absorbente, situados sobre la zona candente, es decir, los que forman la aureola radiada de los eclipses solares, no son luminosos por si mismos, sino que reflejan una gran cantidad de luz polarizada. 5. ° La zona candente que limita la fotosfera se presenta como una acumulación de materias diáfanas en ignición, que termina por efluvios como los cuerpos terrestres en combustión en el aire. 6. ° El espectro de las penumbras y de los cuerpos folosfé- ricos que se descubren á todos los grados de luz ó de candes- cencía en las cavidades solares, es idéntico al de la fotosfera, mientras que la atmósfera absorbente y los vapores nebulosos no producen alguno. Si, por ejemplo, se presenta en el núcleo de una mancha un agujero ó un espacio que se manifiesta ne- gro, produce una sección completamente negra, que separa el espectro solar en dos partes, como lo haría un hilo metálico opaco colocado á través de la hendidura del espectróscopo. 7. ° El espectro del borde extremo del disco solar ofrece 73 fajas oscuras de una intensidad relativa á la de las fajas bri- llantes, que queda la misma en todos los puntos del disco. 8. ° Los puntos de sustancias fotosféricas que se aíslan, al atravesar las aberturas de la fotosfera, son siempre muy lumi- nosos, sin divisiones, y parecen constituir el fenómeno de la sobrefusion y de la reincandescencia en supremo grado, mien- tras que se hallan en las capas mas exteriores de la fotosfera; pero al penetrar en las capas profundas parecen primero ve- larse, fundirse y dividirse después, trasformándose finalmente en vapor oscuro. 9. ° Los cristales fotosféricos no se hallan constituidos por una sustancia sólida, sino mas bien por una pasta delicuescen- te viscosa, cuyas formas se modifican sin cesar. A medida que el estrado fotosférico se halla dividido en toda su estension por el fenómeno de cristalización, parece probable que en el momento en que hay producción de luz y de calor, los gases de la atmósfera, violentamente calentados en esta región, se lanzan en la que es todavía mas exterior, y allí abandonan una parte de su alta temperatura. De este hecho debe resultar una configuración muy ac- cidentada de esta atmósfera, violentamente agitada por corrien- tes de una velocidad de ascensión prodigiosa. Esto es tanto mas verosímil, cuanto que la capa folosférica ofrece intervalos desprovistos de cristales candentes, que presentan también in- numerables soluciones de continuidad. Los eclipses totales de sol nos enseñan en efecto, que la atmósfera de este astro se termina por zonas radiadas en forma de la gloria que adorna la cabeza de los santos, que descu- bren la mas violenta agitación en el seno de la atmósfera ab- sorbente. En todas las relaciones contemporáneas de este gran fenómeno de la naturaleza, este es el hecho mas constante de todos los que se observan. Mr. Chacornac se ha ocupado después de la periodicidad de las manchas y de su explicación en la hipótesis de que serian fenómenos eruptivos. Tendremos ocasión de volver á tratar de esto muy pronto, y de examinar las nuevas observaciones de Mr. Phillyps, de Oxford. CIENCIAS FISICAS ANALISIS QUIMICA. Descubrimiento de los dos nuevos metales rubidio y cesio en varias aguas minerales de Galicia; por D. Antonio Casa- res, Catedrático de química de la Universidad de Santiago y corresponsal de la Academia. El mélodo de análisis descubierto por los Sres. Bunsen y Kirchhoff, aplicado al examen de diferentes sustancias, ha puesto fuera de duda que los dos nuevos metales alcalinos, rubidio y cesio, se hallan bastante diseminados en la natura- leza, aunque siempre en pequeñas cantidades. En el agua mi- neral de Kreutznach , fué donde por primera vez encontró Bunsen el cesio, y después se demostró su existencia, y lo mismo la del rubidio, en otras varias aguas minerales de diversa composición. Habiéndome ocupado en diferentes oca- siones del análisis de las que hay en Galicia, quise también examinar algunas con el espectróscopo, y mis investigaciones me demostraron que también contienen muchas los dos nuevos metales, y una principalmente en cantidad notable. Mis prin- cipales observaciones recayeron sobre el agua de las Burgas de Orense, cuyo análisis emprendí este último verano: el de las de Sousa, muy parecidas en su composición á las de Vichy; y las de Loujo, que habia analizado en 1840, y cuyo análisis acabo de rectificar. 75 Las Burgas de Orense son muy notables por la grande can- tidad de agua que de ellas brota, y su elevada temperatura, que en una de las fuentes es de 68,5. Los reactivos que generalmente se emplean en el análisis no indican en ella más que la existencia de sílice, cloro, sosa, y ácido carbónico libre y combinado. Su composición es la siguiente: En 1 litro. Bi-carbonato sódido 0,278 Silicato sódico tribásico 0,210 Cloruro sódico 0,046 Acido carbónico libre * . 175cc Concentrando el agua hasta reducirla á la décima parle de su volumen, y examinándola con el espectróscopo, se percibe inmediatamente la raya roja brillante a, que caracteriza la litina, y que corresponde próximamente al grado 81 del espec- tróscopo que uso (1). La sílice que recojí en el análisis cuan- titativo, aun después de lavada cuidadosamente para separar las parles solubles, puesta en la llama que produce el espec- tro en el instrumento, presentaba la raya roja de la litina. Con objeto de averiguar si en estas aguas se encuentran también los dos nuevos metales rubidio y cesio, rogué al ca- tedrático de física del Instituto de Orense, que evaporase algunos litros del agua de la Burga y me remitiese el residuo, y tuvo la bondad de enviarme el de 30 litros. Separada la sílice por el método conocido, traté la disolución por el cloruro (1) El espectróscopo está construido por Dubosc; su micro- metro se halla dividido en 240 partes; el grado 100 corresponde á la raya D. del sodio. Los ensayos los ejecuté de la manera conocida, mojando y untando alambres de platino en los líquidos ó precipitados, é introduciéndolos en la llama del hidrógeno, por no tener gas del alumbrado. 76 platínico, que formó precipitado amarillo de cloroplatinato: su peso 0,088. Herví este precipitado en 1 grama de agua destilada, y se disolvió en gran parte. La pequeña porción no disuelta, ensayada en el espectróscopo, presentó muy visibles las rayas a p e del potasio, y las y a e del rubidio, aunque estas de ménos duración que las del potasio. Hay pues rubi- dio, aunque en muy corta cantidad, en el agua de las Burgas de Orense. No puedo decir lo mismo del cesio; tal vez tam- bién lo contengan, pero será preciso evaporar mayor cantidad de líquido para descubrirle. Aguas deVerin. Analicé estas aguas en 1854; su composi- ción es muy análoga á la de las de Vichy. En ellas encontré la lilina al lado de los bicarbonatos sódico y potásico; y como en las de Vichy se hallaron últimamente los dos nuevos metales antes mencionados, traté de saber si sucedía lo mismo en las de Sousa ó Verin. El médico director de ellas me proporcionó el residuo de 15 litros, y después de separadas las bases ter- rosas y la sílice, ensayé la disolución de las sales alcalinas con el espectróscopo, y al lado de la raya brillante del sodio apa- recía también la roja del litio, y mucho ménos perceptibles, pero fáciles de observar, las del potasio. Precipité la disolución con el cloruro platínico, el precipitado lo herví tres veces con pequeñas cantidades de agua destilada, y la parte que no se disolvió, ensayada en el espectróscopo, presentó claramente las rayas a (3 del potasio, las ¡3 a y e del rubidio, y las (3 a del cesio, aunque duraron poco tiempo las de los dos últimos metales; pero de todos modos, es segura su existencia en las aguas de Verin. Aguas del Loujo. Tenia grandes esperanzas de que en estas aguas se encontrarían el rubidio y el cesio en cantidad mucho mayor que en las anteriores, al ver que Mr. Grandeau calcula que hay 0,032 de cloruro de cesio y 0,019 de cloruro de rubidio en 1 litro de agua mineral de Bourbonne, que tiene alguna analogía en su composición, con la de que me ocupo. Analicé estas aguas en 1840; en aquel año y en otros pos- teriores se hicieron algunas obras en el punto principal por donde brotan, y deseaba comprobar si habían variado de composición, para lo que procuré proporcionármelas, y me las 77 facilitó el farmacéutico de Villagarcía Sr. Yarela. En efecto, varió bastante la composición de las aguas, no en la calidad de sus componentes, sino en la cantidad. Antes 1 litro de agua dejaba de residuo seco 228r,94, hoy 30er,6. Son pues muy ricas en compuestos salinos. He aquí su composición, obtenida por los métodos analíticos usuales. AGUA. Un litro. Cloruro sódico 23er,873 — potásico 0 ,627 — cálcico 2 ,010 — magnésico o o 0© Carbonato calíceo 0 ,190 — magnésico 0 ,015 — ferroso 1 ,250 Sulfato cálcico 1 ,523 Sílice 0 ,086 Oxido de manganeso ^ Alúmina j Acido fosfórico ( Yoduro Acido carbónico • Indicios. 290 centímets. cúbicos. Los ensayos espectroscópicos no pude hacerlos sino con 3 litros de agua, y sus resultados fueron los siguientes. El depósito de los carbonalos insolubles, obtenido por la expo- sición del agua en una cápsula á un suave calor, se disolvió en ácido clorhídrico, y se trató con el amoniaco la disolución para separar el hierro, y después con el oxalato amónico para separar la cal. El precipitado de oxalato cálcico se con- virtió en carbonato por el calor, y este carbonato lo ensayé en el espectróscopo, después de humedecerlo con unas gotas de ácido clorhídrico. Inmediatamente se presentaron, además del hermoso espectro del calcio, las rayas del estroncio a p y 8 muy brillantes. 78 Del agua separada de los carbonatos precipité con el car- bonato amónico puro las bases terrosas; evaporé el líquido, calciné el residuo para volatilizar las sales amoniacales, di- solví en un poco de agua las de sosa y potasa que quedaron, y las precipité con el cloruro platínico. El líquido filtrado en- sayado en el espectróscopo, presentó, además de la raya del sodio, la roja brillante de la litina. El cloroplalinato potásico lo herví cinco veces con peque- ñas cantidades de agua, y el residuo insoluble observado en el espectróscopo, me ofreció muy brillantes y duraderas las rayas del cesio; no tanto, pero bien caracterizadas, las del rubidio; y al mismo tiempo las del potasio ; todas bien dis- cernibles y marcadas. Pude repetir muchas veces el ensayo con el precipitado obtenido y lavado del modo que dejo dicho, y siempre con los mismos resultados. Teniendo en cuenta que solamente operé con 3 litros de líquido, deduzco que las aguas de Loujo son relativamente ricas en cesio y en rubidio, y que es fácil obtener con ellas y á poco coste cantidades regulares de sus compuestos, dejándolas evaporar espontá- neamente en tiempo de verano, y utilizando las aguas madres, para tratarlas después por el método aconsejado por Mr. Gran- deau al hablar de la obtención de estos metales. Mis experiencias confirman las deducciones que este sabio sacó de las suyas, á saber: que la litina es una sustancia muy esparcida en la naturaleza, y que existe en las aguas minera- les de diversa composición; y que en las aguas minerales, la presencia de los nuevos metales está constantemente acom- pañada de la litina. Santiago 16 de febrero de 1866. 79 FISICA APLICADA Nuevo método de ensayo de los aceites minerales; por MM. Sa- lleron, constructor de instrumentos de precisión , y V. Ur- bain, ingeniero de artes y manufacturas . (Les Mondes, 18 y 25 enero 1866.) Los inconvenientes que se encuentran en el aceite de pe- tróleo para el alumbrado son de dos clases: por una parle es peligroso emplearlo á causa de su gran inflamabilidad, y por otra esparce al arder un olor desagradable; pero estos defec- tos deben atribuirse, no á ciertas propiedades inherentes at aceite de petróleo, sino más bien á un vicio de fabricación, ó á una falsificación de dicho aceite. Sin entrar en los detalles de esta fabricación, diremos únicamente que da por resultado tres grupos de productos: el primero, que contiene todos los líquidos cuya densidad es in- ferior á 73o, constituye la esencia; el segundo, en el cual se cuentan todos los compuestos que destilan en seguida, y cuya densidad no pasa de 820, da el aceite de alumbrado; final- mente, pasan en último lugar por la destilación los aceites pe- sados. Ciertos fabricantes, con objeto de aumentar la propor- ción de aceite para el alumbrado que puede extraerse, añaden á este producto aceites pesados cuya densidad es superior á 820, y por otra parte esencias de densidad inferior á 735, en proporción conveniente para conservar á la mezcla la den- sidad ordinaria de unos 800. Otros fabricantes, sin recurrir al mismo artificio , introducen en el comercio aceites suma- mente malos, en razón del poco cuidado que tienen para el refinado y la separación de los diversos productos. Esta mez- cla de esencia y de aceite, resultado de una falsificación vo- luntaria ó de un vicio de fabricación, es la que hace que el 80 aceite para el alumbrado sea de un uso peligroso é incómodo. La esencia comunica a! aceite mineral su gran inflamabilidad; el aceite pesado, una llama fuliginosa y un olor muy desa- gradable. Para reconocer si un aceite dado puede utilizarse como aceite de arder, es preciso primero averiguar su densi- dad por medio de un densímetro. Esta densidad deberá ser siempre de unos 800; si no, es seguramente de mala calidad: además, falta examinar si no contiene esencia ni aceite pesado. Como ambos productos coexisten necesariamente, sin lo cual la densidad no seria la que hemos hallado, bastará comprobar la presencia de una ú otra de estas sustancias. Como la esen- cia es la más fácil de reconocér por su inflamabilidad y su facilidad de evaporarse, á ella es á la que se da la preferencia. Hace un año que el consejo de sanidad del departamento del Sena, prescribió ensayar los aceites minerales, metiendo en ellos un fósforo encendido, y cuando este se apagaba sin pren- der fuego al líquido, el aceite debía mirarse como bueno. Para comprobar, por este procedimiento muy sencillo, si tal aceite es ó no peligroso en su uso, se necesita evidentemente tener en cuenta la temperatura á la cual se halla el líquido, y operar de este modo: calentar agua en un vaso cualquiera hasta la temperatura de 85°, y en este momento introducir en el baño una capsulita que contenga el ejemplar del aceite que se ensaya, y presentar un fósforo encendido á corta distancia sobre el nivel del petróleo: si no hay inflamación, puede em- plearse el aceite sin temor. Este procedimiento tiene el incon- veniente de no poder medir exactamente la inflamabilidad ó el grado de pureza de un aceite mineral dado, y por consi- guiente de no poder determinar su valor. El instrumento que vamos á describir, y que es en el fondo una modificación del aparato propuesto por Mr. Pouillet para medir la tensión de los vapores, llena por el contrario este objeto, y además es susceptible de una sensibilidad tan grande como se puede desear. Fúndase en el hecho reconocido para los aceites de petróleo por experimentos directos, de que en los líquidos que emiten vapores inflamables, su grado de inflamabilidad á una temperatura dada es proporcional á la tensión de los vapores que emiten á esta misma temperatura. 81 Se compone el aparato de una pequeña caja de cobre, cerrada herméticamente por un disco que se apoya en sus bordes, y por el cual se hacen atravesar un tubo manométrico de vidrio de 30 á 35 centímetros de largo, dividido en milí- metros, y un pequeño termómetro. Además tiene una abertura circular, que puede cerrarse ó servir de comunicación entre la caja y una pequeña cámara cilindrica, construida en una pieza que hay sobre la caja , haciendo deslizar á derecha ó izquierda esta pieza que se halla sobre el disco. (Observaremos que el aparato se compone de piezas que pueden todas des- montarse con la mayor facilidad; condición que es necesaria para limpiarlas, pues para quitar el aceite de petróleo que se adhiere á sus paredes, el único medio es frotarlas con un lienzo seco.) Para hacer un experimento, se echan en la caja 50 centímetros cúbicos de agua, se pone la pieza superior en la posición que corresponde al cierre del orificio, y después se introducen en su cavidad superior algunos centímetros cúbi- cos del aceite que se quiere ensayar. Hecho esto, se cierra herméticamente la cavidad, y se sumerje todo el aparato en un vaso lleno de agua, á fin de hacerle adquirir una tempe- ratura bien uniforme, que deberá guardar mientras dura el experimento. Cuando se ha llegado á este resultado, se com- prime un poco el aire contenido en la caja soplando por un tubo lateral que tiene su llave, de modo que se reduzca el nivel del líquido en el tubo manométrico hasta el cero de su graduación; después se hace deslizar la pieza superior, hasta que su abertura inferior coincida con la del disco. En este momento, el aceite que está contenido en la cámara cae al interior de la caja, y se halla reemplazado en ella por un volúmen igual de aire. El hecho de la introducción del petró- leo no puede cambiar en nada la presión del aire contenido en la caja de cobre; pero á esta presión debe agregarse la tensión del vapor de aceite que se esparce en la superficie del agua, aumento de presión que es indicarlo por el manó- metro. Cuando la columna se queda estacionaria, se lee la altura á la cual se ha llegado, y al mismo tiempo su tempe- ratura indicada por el termómetro. Así tendremos en milí- metros de agua la tensión del vapor del aceite que se ensaya, TOMO XVI. 6 82 correspondiente á una lemperalura dada. Compréndese fácil- mente, que conociendo de antemano la tensión que da á esta temperatura el vapor de un buen aceite lomado por tipo, podrá, de la comparación de los números que expresan la tensión do ambos líquidos, deducirse inmediatamente el valor del ejem- plar sobre el cual se opera. Con objeto de facilitar esta com- paración, emprendimos con nuestro aparato una série de ex- perimentos, para determinar la tensión de vapor de un mismo aceite á diversas temperaturas, comprendidas entre 0o y 35°. El ejemplar le liemos lomado del resultado de la destilación de 2.500 litros de petróleo en bruto, destilación que hemos hecho con el mayor cuidado, á fin de obtener un aceite com- pletamente privado de lodos los productos de densidad inferior á 735, y de lodos los de densidad superior á 820. RT.lll O 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 83 Tensión del vapor en milímetros de agua. Temperatura. Tensión del vapor en milímetros de agua. 34,5 18 73 36 19 76 37,5 20 79 39 21 82,5 41 22 86 43 23 90 45 24 95 47 25 100 49 26 105 51 27 110 53 28 116 55 29 122 57 30 129 59 31 136 61,5 32 144 64 33 153 67 34 163 70 35 174 84 El número de 64 milímetros, que hemos obtenido para la tensión de vapor de este aceite á la temperatura de 15°, nos parece por lo tanto que puede aceptarse como límite de las tensiones de vapor que deberian poseer los aceites que se introducen en el comercio; y no nos parece imposible que el instrumento que acabamos de describir, ó al ménos el nuevo procedimiento de ensayo que proponemos, pueda adoptarse para la comprobación de los aceites que se expenden al pú- blico. QUIMICA. Producción química de grabados mates sobre cristal y sobre vidrio. Noticia de MM. Tessié dü Mothay y Ch. R. Maré- CHAL DE MeTZ. (Comptes rendus, 5 febrero 1866.) La disolución acuosa de ácido fluorhídrico produce sobre el cristal y el vidrio rayas brillantes, mientras que el ácido fluorhídrico gaseoso le quita el pulimento, y produce una se- ñal mate y adherente. Efectivamente, el ácido fluorhídrico dilatado forma con el silicio y el metal del cristal , ó bien con el silicio y el metal alcalino térreo del vidrio, fluosilicatos de plomo y de calcio, solubles en el líquido en que se originan, mientras que el ácido fluorhídrico gaseoso forma fluoruro de silicio volátil, y fluoruros de plomo y de calcio, insolubles en el medio en que se forman. El grabado mate resultante de la acción del ácido fluorhí- drico gaseoso sobre el cristal y sobre el vidrio, produce de todas maneras un deslustrado estriado y de grueso desigual, pues acidificándose el agua poco á poco en contacto del ácido fluorhídrico gaseoso, se acumula en gotitas desiguales, y re- disuelve parcial y desigualmente también los fluoruros de plomo y de calcio formados. 85 Siendo pues impracticable, bajo el punto de vista indus- trial, la formación de los grabados mates por los vapores del ácido fluorhídrico, hemos tratado de investigar, para llegar á producir prácticamente esta especie de grabado, si en un baño en que se desprendiese ácido fluorhídrico en estado na- ciente, en contacto del ácido silícico del cristal ó del vidrio podría haber formación de fluoruros de silicio, y por tanto de fluoruros de plomo y de calcio. Para obtener ácido fluorhídrico en estado naciente, recur- rimos á la reacción que ejercen las disoluciones acuosas de los ácidos hidroclórico y acético sobre los fluoruros y los flúor- hidratos de floruros de los metales alcalinos. Hecho el experimento hemos hallado: l.° que si á 1.000 gramos de agua se añaden 250 gramos de fluorhidrato de fluoruro de potasio bien cristalizado, y otros 250 de ácido hidroclórico del comercio, se obtiene un baño en que el cristal y el vidrio se deslustran rápidamente; pero que el deslustrado que de este modo se forma, no es ni bastante grueso ni bas- tante regular; 2.° que para hacer los fluoruros de plomo ó de calcio poco ó nada solubles en el baño anterior, y por tanto, para obtener deslustrados gruesos y uniformes , es preciso añadir á este baño sulfato de potasa hasta la casi saturación del líquido, es decir, cerca de 140 gramos; 3.° por último, que el sulfato de amoniaco, lo mismo que el oxalalo de potasa y algunos cloruros muy afines con el agua, como por ejemplo el cloruro de zinc, pueden reemplazar al sulfato de potasa para hacer insolubles en el baño grabador los fluoruros de plomo y de calcio. Hace más de un año que las fábricas de Baccaral, de San Luis y de Fortz, en Metz, reemplazan en gran parte los anti- guos métodos de deslustrar y de grabar el cristal y el vidrio, por las reacciones expresadas. En dichas fábricas van desa- pareciendo la rueda y el ácido fluorhídrico, ambos de un uso muy insalubre, y sustituyéndose con las sales, de un uso ino- fensivo, y sumamente fáciles de manejar. 86 Sobre la composición de la sosa extraida de la sal marina por el procedimiento de Le Blanc; por Mr. J. Pelouze. (Anuales de chimie et de physique, marzo 1866.) Hasta principios del siglo XIX se estrajeron casi exclu- sivamente los carbonalos de potasa y sosa, el primero de las cenizas de las plantas leñosas y el segundo de las plantas ma- rinas, y de las que crecen á orillas del mar; pero la revolu- ción completa que han traido los progresos de la química, ha cambiado un estado de cosas que no se hallaba en relación con las necesidades crecientes de la industria. En el dia, una gran parte de la potasa se extrae de las aguas madres de los pantanos salados y del salino de remolachas: el descubrimiento de bancos de sales dobles de potasa y de magnesia de Stassfurt, ha venido especialmente á formar la mayor concurrencia á los antiguos procedi- mientos. La industria de la sosa se ha aprovechado todavía más que la de la potasa de los descubrimientos modernos; un hombre cuyo nombre será inmortal, Le Blanc, ha realizado la resolu- ción de uno de los problemas más importantes que pueden proponerse á los químicos, el de extraer la sosa de su verda- dero minero, es decir, de la sal marina. No solamente Le Blanc ha conseguido este inmenso resultado, sino que su procedimiento se ha propagado sin modificación en todos los países. El procedimiento de Le Blanc es muy sencillo. Consiste en calentar hasta el rojo una mezcla de sulfato de sosa, de carbonato de cal y de carbón. La masa lavada suministra por una parle carbonato de sosa y sosa cáustica, y por otra un residuo conocido con el nombre de residuo de sosa ó cenizas J formado principalmente por sulfuro de calcio, carbonato de cal y cal. Las proporciones empleadas por Le Blanc han variado 87 poco; pero aquellas en que se había fijado, y que generalmente se han conservado, son las siguientes. Sulfato de sosa. 100 parles. Carbonato de cal 105 Hulla 40 á 50 El sulfato de sosa contiene algunas milésimas y algunas veces varias centésimas de sustancias extrañas, sobre todo cuando se ha hecho con sal gema; pero lo mismo sucede con el carbonato de cal, de modo que de aquí resulta con corta di- ferencia una compensación, que sostiene la relación de que se ha tratado entre estas sales. Esta relación corresponde casi exactamente á dos equivalentes de sulfato de sosa contra tres de carbonato de cal. En algunas fábricas se ha disminuido la proporción de caliza, que no representa más que 2Cfi,5 ó 2eu, 6 contra 2 de sulfato. Por mucho tiempo se ha considerado el sulfuro de calcio como soluble en agua; no es extraño que el residuo de sosa que no se disuelve en él, y que contiene cal, haya sido consi- derado como un sulfuro que se ha hecho inalterable é inso- luble por su combinación con esta base. Thenard fué el primero que tuvo la idea de un oxisulfuro de calcio. Bien pronto después, en 1830, Mr. Dumas admitió la misma hipótesis, y le dió un desarrollo tan completo que fué admitido sin contradicción. Fundándose en las proporciones de caliza y de sulfato de sosa indicadas por Le Blanc y empleadas por los fabricantes, calculó a priori la composición del oxisulfuro de calcio y le dió lo fórmula (2CaS, CaO). Mr. Dumas no ha publicado nunca análisis de sosas ni de cenizas. Debo anotar aquí este punto importante, pues la falta de conformidad entre nosotros no se referirá más que á apre- ciaciones exclusivamente teóricas, y no sobre experimentos. Los primeros químicos que han negado la existencia del oxisulfuro de calcio y combatido la teoría de que se trata, son MM. Gossage y Kynaston; pero seguramente á Mr. Dubrun- 88 faul (1), y sobre todo á Mr. Scheurer-Kestner (2), son debidos los trabajos más exactos y los más notables acerca de la composición y la teoría de la formación de la sosa artifi- cial (3). La sosa en bruto contiene cuatro sustancias que pueden considerarse como esenciales á su composición, y que por sí solas juegan un importante papel en sus reacciones, á saber: el carbonato de sosa, el sulfuro de calcio, el carbonato de cal y la cal, cuyas sustancias representan cerca de los 1 2 3 4/e del peso de la sosa. Pueden mirarse no como accidentales, supuesto que siem- pre se encuentrau, sino como sustancias extrañas ó impuras, las que son llevadas por las cenizas de la hulla, por la arcilla contenida én la sal gema y en las calizas, por los ladrillos de los hornos, los útiles de hierro, etc., que son los siguientes: carbón, alúmina, sílice, óxido de hierro, magnesia, ácido sul- fúrico, ácido clorhídrico, etc. El carbón se halla libre de toda combinación. Siempre se emplea en exceso, lo mismo que la creta, y por la misma ra- zón, es decir, á fin de asegurar la descomposición completa del sulfato de sosa. La proporción que en la sosa se halla varia en general de 1 á 4 por 100 y de 2 á 6 por 100 en la ceniza. La sílice es en su mayor parte soluble directamente en los ácidos. Se halla en combinación con la cal, la alúmina, la magnesia, y con una cantidad notable de sosa: la mayor parte de este álcali se halla retenida en el residuo, y perdida para la fabricación. Su peso varia en las cenizas desde 1 á 4 por 100; también $e encuentran en la sosa en bruto cantidades siem- (1) Les Mondes , 1864, p. 515. (2) Recherches théoriques sur la preparation de la sonde par le procede Le Blanc , par Mr. Scheurer-Kestner. ( Anuales de chimie et de physique, abril 1864.) (3) Mr. J. Kolb acaba de publicar una Memoria muy impor- tante acerca de este mismo asunto, en el número de enero de los Anuales de chimie et de physique. 89 pi e muy pequeñas de otras varias sustancias, como por ejem- plo el amoniaco, el cianógeno, el manganeso, ele. Convienen lodos en considerar que la sosa en brillo no con- tiene sosa cáustica, porque el alcohol no separa ningún vesti- gio de esta materia; pero podría objetarse que esta sosa existe allí en estado anhidro, y que bajo tal forma es insoluble en alcohol. El experimento siguiente hace desaparecer la obje- ción: si se moja sosa en bruto con agua, se puede ver que no cede ningún vestigio de álcali al alcohol aun después de un contacto prolongado: es evidente que si contuviera óxido de sodio anhidro, este se uniría al agua, que le haría directa- mente soluble en el alcohol. Los hechos siguientes vienen también en apoyo de las afir- maciones que preceden , y demuestran al mismo tiempo que existe una gran cantidad de cal cáustica en la sosa en bruto. Agitando esta materia bien pulverizada con agua fria, y prolongando el contacto de la mezcla por espacio de varios dias, el líquido contiene casi exclusivamente carbonato de sosa y sosa cáustica. Su grado alcalimétrico varia según las fábri- cas, y algunas veces en el mismo establecimiento, desde 36 á t2 grados. En este número la sosa cáustica entra en pro- porciones comprendidas entre 5 y 15 grados, y el sulfuro de sodio únicamente en algunas milésimas. Si en vez de agitar la sosa en bruto con agua se lava sobre un filtro, suministra, cualquiera que sea su procedencia, el mismo grado alcalimétrico que después de una larga agitación con agua; pero la sosa cáustica se halla en proporción dos ó tres veces ménos considerable que en el experimento anterior. En el primer caso se ha dejado á la cal el tiempo de obrar sobre el carbonato de sosa y hacerle cáustico; en el segundo, la rapidez de los lavados y el cuidado que se pone en no multiplicar los puntos de contacto de la cal con el carbo- nato de sosa, dificultan la reacción de que se trata, y una parte mucho más considerable del carbonato escapa á la cal. Estos experimentos suministran dos residuos muy dife- rentes: el primero aquel en que la cal ha sido carbonatada, porque se ha hecho cáustica una cantidad correspondiente de 90 carbonato de sosa, y no ejerce ninguna acción sobre una diso- lución de esta sal. Por el contrario, el segundo residuo le quita rápida- mente su ácido carbónico, y produce una nueva cantidad de sosa cáustica, que añadida á la primera es la misma que direc- tamente se hubiera obtenido por el contacto y agitación pro- longadas del agua con la sosa en bruto. Los fabricantes saben bien que esta última suministra más ó ménos cáustico, según la manera de lavarla; y no les admi- rarán los experimentos que acabo de referir, si es que no los han hecho por sí propios. Para ser justo debo añadir, que Mr. Scheurer-Kestner ha mostrado antes que yo, por experi- mentos hechos en condiciones algo diferentes, que la sosa cáustica solo se forma lentamente por la acción del agua, y á medida que va hidratándose el óxido de calcio. Insisto en estos experimentos, que son muy á propósito para dar la más viva luz acerca del estado de la cal en la sosa en bruto y el residuo de sosa. En la teoría que combato, que es la del oxisulfuro de cal- cio (2CaS, CaO), no estando la cal libre no debería tener nin- guna acción sobre el carbonato de sosa, especialmente á bajas temperaturas ; sin embargo, las lejías son siempre más ó ménos cáusticas, y esto por nadie se contradice. Los partidarios de esta teoría se ven por consiguiente obli- gados para explicar un hecho tan auténtico, á recurrir á una hipótesis poco plausible, que consiste en considerar la cal como existente bajo dos estados en la sosa en bruto; en estado de libertad, que es la parte que causliíica el carbonato de sosa, y en estado de combinación, que es la que queda en el residuo. Pero hay sosas que no conlienen más que B á 4 por 100 de cal, bajo una forma distinta de la del sulfuro y el carbo- nato. Esta pequeña cantidad de cal, ¿no se halla fuera de toda proporción atómica con el sulfuro de calcio? Verdad es que la análisis descubre en ciertas sosas hasta 10 por 100 de cal libre; pero su propiedad de hacer cáustica una cantidad equivalente de carbonato de sosa, manifiesta claramente que esta base no se halla en combinación con el sulfuro de calcio. Por otra parte, estas diversas cualidades de 91 sosa en brillo suministran residuos sin cal libre, ó solo con algunas milésimas de esta base. Las cenizas de fábricas contienen, según la manera con que se ha efectuado el lavado, de 1/2 á 4 por 100 de cal libre. Referiré uno de los experimentos hechos con la ceniza de Chauny, que servirá de ejemplo para el caso en que se trate de semejantes investigaciones. Se han puesto en ebullición 10 gramos de residuo seco y en polvo fino, por espacio de algunos minutos, con 10 de carbo- nato de sosa cristalizado y cerca de 200 centímetros cúbicos de agua, se ha filtrado y lavado. Esta disolución se ha preci- pitado con un exceso de cloruro de bario para privarle de\ carbonato alcalino: el líquido y las aguas de lavado se han mezclado, y dividido en dos partes iguales. La primera mitad ha exigido 3CC,2 de ácido sulfúrico nor- mal para neutralizarse, y contenia por consiguiente 6,4 gra- dos alcali métricos de sosa cáustica y de monosulfuro de sodio, ó bien para la totalidad 12°, 8. La otra mitad, puesta en un vaso de 1 litro, lleno de agua fria y sobresaturada por el ácido sulfúrico dilatado- bastó para quitar al hidrógeno sulfurado 15cc,8 de una diso- lución de sulfato de cobre, de los cuales 4 centímetros cúbi- 15 8 eos representan 1 grado alcalimétrico — 1 — ==3°,9: este tí- 4 lulo debe duplicarse para volver ai líquido primitivo, lo que da para los sulfuros 7o, 8. Los 12,8 grados alcalimétricos de- ben contarse de esta manera. Sulfuro 7°,8 Sosa cáustica. 5o Estos 5 grados de sosa cáustica, indican que el residuo contenía 1,425 por 100 de cal libre. Otro ejemplar de la misma ceniza, que da 1,425 de cal, indicada por 5 grados alcalimétricos de sosa cáustica, después de haber sido destruida en gran parle por una ebullición pro- longada con carbonato de sosa, ha producido la misma canti- 92 dad de sosa cáustica, á saber: 5 grados para 10 gramos de sustancia. Veamos las consecuencias de este sistema de descom- posición, aplicado á la investigación de la constitución de la sosa en bruto. Abandonada esta por espacio de algunas horas con agua tibia, le cede todas sus parles solubles. Supongamos que un ensayo alcalimétrico indique para 5 gramos de sustancia 40 grados, otro ensayo 8 grados de sosa cáustica, y un último experimento 0o, 5 de sulfuro; deducire- mos que esta sosa contiene: Carbonato de sosa 810,5 Sosa cáustica 8o Monosulfuro de sodio 0o, 5 Se mantiene una parte del mismo ejemplar de sosa, toda- vía con el peso de 5 gramos, por espacio de cuatro horas en ebullición con el agua. El carbonato de sosa se destruye en su mayor parte: en vez de 31 grados de carbonato no quedan más que 11°, 5, y en vez de 0Ü,5 de sulfuro, quedan 20. Estos se obtienen por la destrucción de un compuesto sulfurado, pero el grado de sosa cáustica permanece el mismo siempre; resultan 8 grados, y de aquí se deduce que la sosa en cuestión no debía contener cal en estado de oxisulfuro, pues si se hallase bajo esta forma sería á propósito para caustificar el carbonato de sosa, de un modo enteramente igual á aquel cuya proporción se halla representada por los 8 grados de que se trata. Este experimento, y aquel en que el ácido carbónico pasa de la sosa sobre la cal en el seno del agua fria, parece que demuestran de la manera más clara y segura que no existe sulfuro ni en la sosa en bruto ni en las cenizas. La análisis suministra otra prueba de esta afirmación. Así es que en la sosa en bruto se ha hallado un exceso de cal, correspondiente á la cantidad de sosa cáustica que produce por la acción suficientemente prolongada del agua. He demostrado por otra parte, que un residuo de sosa pro- 93 elucido en el laboratorio por la acción prolongada del agua sobre una sosa comercial, contiene bastantes ácido sulfíd rico y carbónico para neutralizar la totalidad de la cal. Sin em- bargo, algunas veces bav respecto á estos dos ácidos un exceso de cal de */2 á r/2 por 100, circunstancia que no tiene nin- guna importancia en cuanto á las teorías que se traía de comparar y de juzgar, y que sin duda se debe á que existen pequeñísimas cantidades de cal en combinación con la sílice y alúmina. He analizado el residuo que deja la sosa de Thann, de que Mr. Scheurer-Kestne me habia remitido un ejemplar, y he hallado como término medio de varios resultados que se en- cuentran conformes: Azufre 24,4 Calcio 41,0 Acido carbónico 11,0 que corresponden á Sulfuro de calcio 54,9 Carbonato de cal * 25,0 Una análisis de Mr. Scheurer-Keslner le habia dado en otro ejemplar de- sosa de la misma fábrica: Azufre 29,0 Calcio 49,1 Acido carbónico 13,7 hecha abstracción de las sustancias extrañas (carbón, sílice, alúmina). Esta valuación concuerda perfectamente con mis resultados. Para apreciar mejor la conformidad, veamos los números referidos á 100. Mi análisis. Análisis de Mr. Scheurer-Keslner. Azufre 31,9 31,4 Calcio 53,6 53,5 Acido carbónico... 14,3 • 15,0 94 Estas análisis se hallan conformes con las proporciones de sulfato de sosa y de carbonato de cal empleadas por Mr. Kestner para la fabricación de la sosa. (100 de sulfato y 90 de creta.) Trasformando para el cálculo el azufre (24,4) en sulfato de sosa y el calcio (41) en carbonato de cal, tendremos: Sulfato de sosa 108 Carbonato de cal 102,5 ó bien Sulfato 100 Carbonato ... 90,4 En Chauny, en que se emplea más caliza que en Thann, el término medio de varias análisis de residuo de sosa obtenido en el laboratorio, después de un contacto prolongado entre el agua y la sosa, me ha dado: Azufre 20,40 Calcio 38,10 Acido carbónico 15,00 que representan 45,9 de sulfuro de calcio y 34 de carbonato de cal, proporciones que corresponden á 100 de sulfato de sosa y á 105 de caliza que se emplean en Chauny. La composición de estas cenizas en conformidad con sus propiedades, demuestra que no contienen cal libre. Ambas se hallan formadas por sulfuro de calcio y por carbonato de cal, y solo se diferencian por las proporciones las dos sus- tancias. Si se emplease más caliza respecto del sulfato de sosa, se tendría sin duda alguna una sosa que dejaría un residuo todavía más cargado de carbonato de cal, pero que no deja- ría de estar formado de esta sal y de sulfuro de calcio, pues no hay excepción de la regla siguiente: Toda sosa en bruto for- mada en condiciones industriales, da por un contacto suficiente- mente prolongado con agua , un residuo en el cual es completa la saturación de la cal. 95 Como la ceniza retiene casi completamente el azufre y el calcio contenidos en la sosa en bruto, las análisis que preceden confirman la opinión general de los fabricantes, que la llama azul que sale de la sosa en fusión no contiene ácido sulfuroso. Si así no sucediese, se alteraría la relación primitiva; se en- contraría ménos azufre y más calcio; y se ha visto que en las fábricas de Thann, como en las de la compañía de Saint- Gobain, esta relación presenta exactamente la de las primeras sustancias. Poco importante es que el azufre se queme ó no durante la fabricación de la sosa, supuesto que no se saca ningún partido de las cenizas, pero no sucede lo mismo con el sodio. Es indudable que el sulfato de sosa no da ni con mucha diferencia el producto teórico. Ciertos fabricantes creen que la pérdida en la primera operación, en la de la sosa en bruto, es debida á una volatilización del sodio, lo cual debe examinarse y en ello me ocupo. Pero lo que hay de cierto es que el resi- duo de sosa contiene en general 3 á 4 por 100 de álcali, que es perdido para el fabricante. El sulfuro de sodio que se forma durante el lavado, cor- responde á su equivalente de carbonato de sosa, y representa otra pérdida. En una Memoria anterior sobre el sulfuro de calcio he hecho ver que este compuesto se altera por la acción del agua, aunque en débil proporción, y que de esta descomposi- ción resulta un sulfidrato de sulfuro, lo que por otra parte se halla conforme con las indicaciones de Mr. Bose. Como el bisulfidrato goza de la propiedad de saturar el ácido sulfúrico, resulta que los ensayos de sosa en bruto hechos lavando esta sustancia, son difíciles y hasta cierto punto inexactos (1). (1) Me propongo hacer un estudio más profundo acerca de esta sal, que en vano he tratado de obtener en estado de sodio- Su disolución se descompone por la concentración, y deja deposi- tar hermosos cristales de hidrato de cal, cuva fórmula es CaO, HO. 96 Puede resultar que venga á agregarse cierta cantidad de sulfidrato calizo y aun de cal á las sales alcalinas, de modo que se corra el peligro de elevar demasiado el grado alcalimélrico, y aun de equivocarse en varias centésimas sobre este grado. Aquí se tropieza con dos escollos, el de no lavar bastante ó el de lavar demasiado la sosa en bruto; inconvenientes que pueden obviarse de una manera, si no rigurosamente'exacla, al ménos muy satisfactoria, agitando por espacio de una hora 30 gra- mos de sosa pasada por el tamiz, con 300 centímetros cú- bicos de agua. 50 centímetros cúbicos de disolución repre- sentan lo que se loma en un ensayo común, ó sean 5 gramos: el resto sirve para los ensayos de cáustico y sulfuro. Hace muy poco que MM. E. Kopp y W. Hofmann, joven químico agregado á la fábrica de Dieuze, han dado á conocer experimentos que, si fueran exactos, vendrían en apoyo de la teoría del oxisulfuro de calcio. Mr. E. Kopp ha observado que un residuo de sosa anali- zado por Mr. W. Hofmann, no producía con el carbonato de sosa más que cantidades insignificantes de sosa cáustica, aun- que se ha hallado más que 12 por 100 de cal en esta ceniza. Se comprende que no puedo contradecir un resultado que no puedo comprobar: sin embargo, pido permiso para decir aquí que he examinado cenizas que proceden de oríge- nes diferentes, y no he hallado una sola que ofrezca una com- posición tan anormal como la de que se trata , pues indepen- dientemente de una proporción enorme de cal no combinada con los ácidos sulfídrico y carbónico, la ceniza analizada por Mr. Hofmann contenia 7 por 100 de sulfuro de sodio (1). Considero como excepción la ceniza de que habla Mr. Kopp, y estoy convencido de que este hábil químico se prestará á examinar de nuevo la composición y las reacciones. Seré más esplícito acerca de la noticia remitida hace al- gunos dias á la Academia por Mr. W. Hofmann acerca del oxisulfuro de calcio, pues indica experimentos que cada uno puede fácilmente repetir. (1) Journal de pharmacie et de chimie , enero 1866. 97 Mr. Hofmann produce oxisulfuro, calcinando con carbón una mezcla de 2 equivalentes de sulfato de cal y 1 de cal viva. Observando que el compuesto preparado de esta ma- nera es poco á propósito para caustificar el carbonato de sosa, deduce que es el oxisulfuro de calcio (2 CaS, CaO), cuya existencia hasta ahora se había puesto tanto en duda. En con- secuencia, se cree autorizado para considerar, con Mr. Kopp, el residuo de sosa como una combinación idéntica con la de que se trata. Si, como creo, los experimentos de Mr. Scheurer- Keslner y los míos son exactos, la existencia del oxisulfuro de calcio, perfectamente demostrada, no cambiaria en nada nues- tras conclusiones. Sea de esto lo que quiera, he querido comprobar los ex- perimentos de Mr. Hoffmann, y no he tardado en reconocer que el oxisulfuro de calcio no se forma en las condiciones que indica. Poniendo á una temperatura roja con un exceso de carbón una mezcla de 2 equivalentes de sulfato de cal y i de cal, el sulfato se reduce, y el ácido carbónico que resulta de esta descomposición se divide en dos partes, de las cuales una se desprende y otra se combina con la cal; de lo que resulta una mezcla de sulfuro de calcio y de carbonato de cal naturalmente impropia para la causlificacion del carbonato de sosa. Indudablemente esta es la materia que ha obtenido Mr. Hofmann y que ha tomado por oxisulfuro. Pero si se eleva más alta la temperatura de la mezcla se destruye el carbonato calizo, y de ello nos cercioraremos fácil- mente examinando el gas que el ácido clorhídrico desprende de la materia calcinada. Este gas no contiene ácido carbó- nico, sino que es hidrógeno sulfurado, enteramente absorbible por una sal de cobre ó de plomo. Después de una descomposición hecha de esta manera, el producto no solo causlifica con agua caliente sino también con agua fria el carbonato de sosa; es efectivamente una mezcla de cal y de sulfuro de calcio como la que se encuen- tra en la sosa en bruto: por lo cual se ha llegado más bien á contradecir que á confirmar la opinión de la teoría que admite la existencia de un oxisulfuro en la sosa. Mr. Hofmann ha dicho también que se obtiene su nuevo TOMO XVI. 7 98 compuesto por la calcinación directa del sulfuro de calcio con la cal. Esta segunda afirmación, sobre la cual por otra parte no se ha fijado, y que sin duda estaba fundada en una analogía teórica, no es exacta; es también una sencilla mezcla de sul- furo y de cal libre, que quila como el primero el ácido car- bónico al carbonato de sosa. En resumen, la análisis de las sustancias que constituyen la sosa en bruto y el estudio de sus reacciones, me han condu- cido á las conclusiones siguientes. 1. a La sosa en bruto es una mezcla de carbonato de sosa, de sulfuro de calcio, de carbonato de cal y de cal libre. 2. a Una sosa en bruto, tomada indistintamente en una fábri- ca, da por su contacto prolongado en el agua, bien en frió ó en caliente, una cantidad de sosa cáustica proporcional á la de la cal libre que contiene. En estas condiciones la sosa deja un residuo en el cual la totalidad de la cal se halla neutralizada por los ácidos sulfídrico y carbónico. La ceniza es impropia para caustificar el carbonato de sosa con el cual se pone en reacción, y puede destruirse con un carbonato alcalino sin que de su descomposición resulte la menor proporción de sosa cáustica, lo que infaliblemente sucedería si quedase en esta ceniza cal unida á sulfuro de calcio. Las sosas en bruto del comercio contienen de 6 á 20 grados de sosa cáustica, que representan 3,5 á 11,5 por 100 de cal libre. 3. a No obteniéndose el mineral de sosa, según le sumi- nistran las minas, en condiciones que aseguren de una manera completa la reacción de la cal sobre el carbonato de la sosa en bruto , contiene en general una pequeña cantidad de cal libre, cuya presencia y proporción se demuestran bien por la análisis, ó por la propiedad que ofrece de caustificar el car- bonato de sosa. Muchas veces he demostrado por estos medios que las cenizas no retenían más que fracciones de céntimo de cal li- bre; pero en general se han encontrado de 1 á 3, y aun algu- nas veces de 3 á 6 por 100. 4. a Dada una sosa en bruto se puede, según el modo de 99 lavarla, dejar ó no dejar cal libre en su parte insoluble; cuya circunstancia explica por qué ciertas cenizas son á propósito para causliíicar el carbonato de sosa, mientras que otras, en las cuales es completa la saturación de la cal por el ácido car- bónico, se hallan desprovistas de esta facultad. 5.a Nada demuestra hasta ahora la exislencia del oxisul- furo de calcio (2 CaS, SaO), ni de cualquiera otra combinación de cal y de sulfuro de calcio. La calcinación del sulfuro de calcio con la cal, como la de la cal viva y el carbón, ofrece, en cualquiera proporción que sea, los caracteres de una simple mezcla de sulfuro y de óxido de calcio. METEOROLOGIA. La meteorología de las altas regiones. (Cosmos, 21 marzo 1866.) Hemos tenido ocasión de mencionar ya, repetidas veces, las observaciones hechas por Mr. Glaisher, intrépido aereo- nauta, en la serie de sus excursiones aereonáuticas. Los dia- rios científicos de Inglaterra nos dicen que este sabio ha co- municado á la Asociación británica en su última reunión de Birmingham, algunos hechos de los cuales no podemos pres- cindir de hablar á nuestros lectores. No tenemos el volumen de las Transacciones de esta sábia sociedad, donde deben hallarse expuestas las investigaciones á que aludimos con toda la extensión que puede desearse. Sábese generalmente que un termómetro de bola ennegre- cida se eleva considerablemente cuando se le expone á los rayos directos del sol. Mr. Glaisher ha tenido la idea de estu- diar la temperatura de las diferentes estaciones de su aeróstato con un instrumento de esta naturaleza. Poco trabajo le ha costado comprobar un primer hecho físico de la mayor importancia, á saber: que el máximum ob- tenido por medio de este aparato es tanto ménos elevado , cuanto 100 más llegue la barquilla del aeróstato á capas á mayor distancia del nivel de los mares . Este experimento se halla en patente contradicción con la idea vulgar que asemeja el sol á un cuerpo candente ordi- nario, y el aire atmosférico á una pantalla que disminuye la enerjía de los efectos caloríficos producidos por el astro. Efectivamente, si el único oficio que el aire desempeñase, como tantos físicos creen aun en el dia, fuese disminuir la enerjía de la radiación solar, el máximum de temperatura ob- tenido con el termómetro de bola ennegrecida se elevaría á medida que la pantalla gaseosa disminuyera de espesor* ¿No sería muchísimo más elevada cuando se llegase á altitudes en las que la presión barométrica no fuera más que la mitad de su valor normal, y de la cual hubiera desaparecido por consi- guiente la mitad de la cubierta? Mr. Glaisher ha tenido la excelente precaución, que nunca falta á los astrónomos ingleses, de construir un trazado gráfico para representar la série de sus observaciones. Ha tomado dos ejes rectangulares, de los que uno era hori- zontal, para medir sus coordenadas. Las abscisas representa- ban las alturas á que habían tenido lugar las observaciones termométricas, y las ordenadas se habian tomado proporcio- nalmente á las temperaturas correspondientes. El resultado de las observaciones se presentó entonces por una curva parecida poco más ó ménos á una línea recta, sensiblemente inclinada sobre el eje de las x. De aquí ha podido deducir Mr. Glaisher, que las máxi- mas obtenidas por medio del termómetro de bola ennegrecida decrecen proporcionalmente á la altura. Este fenómeno está de acuerdo con lo que se sabe de la enorme temperatura que se desarrolla durante el verano en los países en que la pre- sión barométrica es muy elevada. En el número de febrero del Journal philosophique, vemos que estas observaciones han suscitado explicaciones intere- santes é ingeniosas. Mr. Warren de la Rué deduce de aquí, que la elevación de temperatura de los cuerpos sólidos es un resultado del caldeamiento del aire ambiente y que depende de la densidad 101 de este cuerpo tanto como de la intensidad de los rayos sola- res. Sería curioso comprobar estas ideas teóricas, encerrando termómetros de bola ennegrecida en recintos diáfanos, en los que se tendría el aire á una alta presión por medio de una bomba neumática. Esta observación parece hallarse conforme con el bello fenómeno observado por Mr. Babinet, acerca de la influencia del número de las cubiertas diáfanas que se hacen atravesar á los rayos solares antes de herir los objetos materiales que deben calentar. Así es que no se ha olvidado al medio eco- nómico que el sábio académico ha propuesto para cocer la carne en cubiertas de vidrio. Y este experimento ¿no parece demostrar que la sustancia diáfana obra como el gas de la atmósfera? ¿Y no puede deducirse que estos últimos ayudan al desarrollo del calor en virtud de una propiedad general de la materia, y no de una propiedad específica, como se imagina Mr. Warren de la Rué? Las observaciones de Mr. Glaisber conducen á otra igual- mente curiosa. Si se traza la línea de las temperaturas obser- vadas á la sombra para diferentes alturas, no se halla una recta sino una curva, que manifiesta también un decreci- miento. Ofrece esta línea además la notable propiedad de aproximarse á la línea de la temperatura de la bola ennegre- cida, como una hipérbola se aproxima á su asíntota. La consecuencia directa de este hecho realmente extraño, es que los dos termómetros de bola desnuda y de bola enne- grecida, llevados á los límites de nuestra atmósfera, darían indicaciones idénticas, una á la sombra y otra al sol. El negro de la bola no debería aumentar la temperatura ni la insola- ción. No podemos hoy disponer del tiempo suficiente para exa- minar las hipótesis que pueden emitirse para dar razón de un hecho tan imprevisto. Nos limitaremos á explicar cómo se le puede conciliar con las observaciones hechas por Mr. Dol- fuss Ausset en el collado de Saint Teodulo, á una altura de 3.800 metros sobre el nivel del mar. En efecto, este meteorologista, que ha habitado por espacio de 15 dias del mes de agosto de 1864 en una cabaña situada 1 02 en medio de las nieves, ha demostrado diferencias excesiva- mente grandes entre los resultados de la observación al sol y los de la observación á la sombra. Los números que citamos son lomados del segundo semestre de la Presse scientifique de 1864, en el cual los hicimos insertar. El agua contenida en un vaso cuadrado de cobre estañado, subió á 17°, 8 cen- tígrados sobre el nivel de la temperatura del aire ambiente. El esquisto reducido á polvo de color gris pardusco, expuesto en una labia al aire libre en una caja de cartón, dio resul- tados mucho más extraordinarios todavía. La temperatura de esta sustancia encerrada en la caja de cartón se elevó á 45°, 6 el 25 de agosto á medio dia, en una temperatura cons- tante y con un sol magnífico, mientras que al aire ambiente, que con dificultad se calentaba, no se elevaba todavía más que á 2o sobre cero. No nos aventuremos á decir que Mr. Glaisher ha obser- vado mal, ó que los termómetros de Mr. Dolfuss Ausset han dado indicaciones inexactas, pues estos dos observadores no se hallaban en circunstancias comparables. En efecto, el uno bogaba en medio de un aire seco, quizá próximo á la absoluta sequedad; y por el contrario, el decano de los que entre los franceses se han dedicado al estudio de las neveras, examinaba la altura de la columna de mercurio en medio de las nieves y de los hielos, que sostenían el aire ambiente en un estado próximo á la saturación. Aun cuando el cielo estuviese magnífico, como lo indica el diario de las observaciones en el 25 de agosto, el grado hi- gromélrico del aire no debía ser muy inferior á 40°; pero los excelentes experimentos de Tyndall han demostrado que el aire húmedo es un excelente conductor del calor, mientras que el aire seco es muy aislador. El estado higrométrico del aire ejerce una influencia demasiado decisiva sobre la natu- raleza de nuestras impresiones organolépticas de frió ó de calor, para que pueda causar admiración la alteración que ocasiona en las leyes que presiden al caldeo de los cuerpos inanimados. -"VAAA/j 'J 'lAT CIENCIAS NATURALES ZOOLOGIA. Catálogo metódico de las Aves observadas en las Islas Balea- res; por D. Francisco Parceló y Combis, Licenciado en Medicina y Cirujía, Catedrático de física del Instituto de segunda enseñanza de las Baleares, ex-catedrático de histo- ria natural del mismo establecimiento. (Conclusión.) SUB-ORDEN VII. — - DENTIROSTRES PERCHADORES. Trib. Muscieapideas.— Fam. Muscicapinas. Gen. Muscicapa , Lin. M. atricapilla , Lin. Cast. Cerrojillo. Papafigo. Malí. Becafgo , Pagofigo. Men. Xipret , Menja figas. Común y de paso en primavera y verano. M. collaris, Bech. Casi. Papamoscas de collar. Menos co- mún que la especie anterior, y lleva ios mismos nombres vulgares en Mallorca. M. grisola, Lin. Cast. Papamoscas. Malí, é Ibiz. Mala- moscas. Mal!. Xixera, Xiguera, Mellenga. Men. Capsoti. Muy común y de paso en primavera y verano. 104 Trib. Oriolideas.“*Fam. Orio linas. Gen. Oriolus , Lin. O. gálbula , Lin. Cast. Oropéndola. Malí, y Men. Oriol- Poco común y de paso en primavera y verano. Trib. Lanideas. — Fam. Laninas. Gen. Lanius , Lin. ' ( ; L. excubitor , Lin. Cast. Alcaudón real. Men. Rébora. (Oleo y Catálogo de Weyler.) L. rufus , Rriss. Cast. Alcaudón. Balear. Capxerigañy. Común y de paso en primavera y verano. SUB -ORDEN VIII. — CONIROSTRES. Trib. Corvideas.— Fam. Corvinas. Gen . Corvus , Lin. C. frugilegus , Lin. Cast. Grajo, Corneja calva. Malí. Gra- lla. Rara en Mallorca: el ejemplar del gabinete de este Insti- tuto, fué cojido en las inmediaciones de Muro. C. corone , Lin. Cast. Corbatil la , Corneja negra. Malí. Gralla. Men. Graba. Poco común y de paso en primavera y verano. C . corax , Lin. Cast. Cuervo. Balear. Corp. Común y sedentario. Gen. Pyrrhocorax , VieilL P. alpinas , VieilL Lin. Cast. Chova. Men. Graba de béc grog. Muy rara y de paso tal vez accidental en Menorca. (Oleo.) 105 Gen. Fregilul , Cuv. F. graculus , Cuv. Cast. Chova. Malí. Corp de béc vermey. Muy rara y tal vez accidental en invierno en los montes del norte de Mallorca. Trib. Esturnideas.— Fam. Esturninas. Gen. S tur ñus t Lin. S. vulgaris , Lin. Cast. Estornino. Balear. Estornell. Común y de paso en otoño é invierno. Trib. Ploceideas.— Pam. Ploeeinas. Gen . Passer, Bris. P. montanus, Aldrov. Cast. Gorrión serrano. Malí. Gorrió barraquer. Común y sedentario en los campos de Mallorca. P. domesticus, Bonap. Cast. Gorrión. Malí, é Ibiz. Gorrio teulader. Men. Pardal. Muy común y sedentario. P. ltalice, Bonap. Cast. Gorrión italiano. Malí. Gorrió. Común y sedentario. P. petronia , Degl. Cast. Gorrión de las peñas, Chilla. Malí, é Ibiz. Gorrió berberisco , Gorrió morisco. Men. Pardal sauvatje. Común y sedentario, Trib. Fringilideas.— Pam. Emberizinas. Gen. Cenchramus , Kaup. C. schceniclus , Kaup. Cast. Hortelano de cañar. Malí. Rana. Común en las inmediaciones del Prat y de la Albufera en Mallorca. Gen. Emberiza , Lin. E. miliaria, Lin . Cast. Triguero. Malí, y Men. Soliera. Muy común y sedentario. E. citrinella, Lin. Cast. Cerillo. (Ramis y Weyler, catá- logos citados.) 106 E. hortulana , Lin. Cast. Verdaula, Hortelano. Malí, y Men. Hortolá. Común y sedentaria. E. Cirlus, Lin. Cast. Limpia-campos. Malí. Hortolá. Co- mún y sedentaria en Mallorca. E. cia, Lin. Cast. Cip-cip. Men. Verderol pintad . (Oleo, Ramis y Weyler, obras citadas.) Fam. Cocotraustinas. Gen . Coccothraustes , Bris. C. vulgaris, Bris. Cast. Piñonero, Pinzón real. Malí. Dur- béc. Men. Béc-grós , Menja-piñols. Común y de paso en in- vierno. Fam. Fringilinas. Gen. Fringilla , Lin. E. ccelebs, Lin. Cast. Pinzón. Malí, y Men. Pinsá. Común y sedentario. F. monti fringilla , Lin. Cast. Pinzón juncal, Pinzón roncal. De paso en Mallorca en los inviernos rigurosos. En 1864 se cogieron muchos con las redes desde enero hasta últimos de marzo. Gen. Chlorospiza , Bonap. C. chloris , Bonap. Casi. Verderón. Balear. Verderol. Muy común lodo el año. Gen. Carduelis , Bris. C . elegans, Steph. Cast Gilguero. Balear. Cadarnera. Muy común en lodo el año. Gen. Chrysomitris , Boie. Ch. spinus, Boie. Cast. Lugano. Malí. Lluory Lluonet. Men. Lugrú. De paso en otoño. En ciertos años es raro y en otros 107 común. Vulgarmente se cree en Mallorca, que el último caso se verifica únicamente cada siete años. Gen. Linacanthis , Chenu. L. rufescens, Chenu. Cast. Volícelo, Pájaro linero. Raro y de paso accidental en Mallorca. Gen . Linota , Bonap. L. cannabina, Bonap. Cast. Pardillo, Balear. Passarell . Muy común todo el año. Gen. Citrinella , Bonap. C. alpina , Bonap. Muy rara y de paso en otoño, en Ma- llorca. El vulgo lo cree una variedad de la especie siguiente. Gen. Serinus, Boie. S . meridionalis , Bonap. Cast. Verdecillo. Malí, é Ibiz. Gafarró. Común en todo el año. Fam. Loxinas. Gen. Loxia , Bris. L. curvirostra, Lin. Cast. Piquituerto. Malí, é lbiz. Tren- ca-piñons. Común y de paso en primavera y verano: habita en los pinares. Esta especie presenta, como es sabido, muchas variedades. Según el Sr. Homeyer, la especie que se observa en estas islas es muy notable, y hasta propone elevarla al rango de especie nueva con el nombre de Loxia baleárica , (Véase al final la nota A.) 108 ORDEN IV.— PALOMAS. Trib. Columbideas.— Fam. Columbinas. Gen . Columba , Lin. C. palumbus , Zm. Cast. Paloma torcaz. Malí, y Men. Tudó. Común y sedentaria en los montes de ambas islas. C. cenas , Lin . Cast. Zura, Paloma brava, Paloma cam- pesina. Malí. Xixella. Men. Xexell. Común y de paso desde últimos de otoño hasta fines de invierno en ambas islas. C. livia , Lin. Cast. Paloma de peñas. Malí, y Men. Colom sauvalje. Común y sedentaria. Anida en las oquedades de las rocas marítimas. Algunos individuos se mezclan á veces en el campo con las domésticas, y se introducen con ellas en los palomares. Gen. Turlur , Gray. T. auritus, Ray. Cast. Tórtola, Balear. Tortera. Común y de paso en primavera y verano. ORDEN V.- GALLINACEAS. Trib. Tetraonideas.— Fam. Perdicinas. Gen . Caccaris , Kaup. C. rufa , Kaup. Cast. Perdiz. Balear. Perdiu , Camarotja. Muy común y sedentaria. C. petrosa , Kaup. Cast. Cambra ó perdiz de roca. Tem- mink ( Manual de Ornitología, parte 2.a, pág. 488) afirma que esta especie habita en los montes de Mallorca y de Me- norca. Ignoro de dónde obtuvo este célebre autor semejante dato, pues á pesar de mis activas diligencias, no me ha sido posible hasta el presente observar dicha especie en estas islas, 109 ni tampoco se hace mención de ella en ninguna de las obras que llevo mencionadas en el prólogo. Fam. Ortiginas. Gen. Ortix, Chenu . O. coturnix, Tem. Gast. Codorniz. Balear. Guállera. Muy común en estas islas. Permanecen muchas lodo el año en Ma- llorca, pues durante el otoño é invierno, casi todos los dias las hay de venta en la plaza de abastos de Palma. ORDEN VI.- ZANCUDAS. i Trib. Caradrideas.— Fam. Glareolinas. Gen. Glcireola , Bris. G. 'pratíncola , Lin. Cast. Perdiz de mar. Malí. Guallereta de mar. Men. Polleta de mar. Común y de paso en primavera y verano en las lagunas inmediatas al mar. Fam. Caradrinas. Gen. Charadrius , Lin. Ch. pluvialis , Lin. Cast. Pluvial dorado. Malí. Fuell. Men. Xillot. Muy común y de paso en invierno en ambas islas. Ch. hiaticula, Lin. Cast. Corre- playas. Malí. Tirurillos. Común en las playas inmediatas á las lagunas en Mallorca. Ch. curonicus, Lath. Cast. Pluvial de collar menor. Malí. Tirurillos. Como la especie anterior. Ch. cantianus, Lath. Cast. Pluvial de collar menor. Malí. Tirurillos. Como la especie anterior. Gen. OEdicnemus , Tem. O. crepitans, Tem. Cast. Alcaraban. Balear. Xabelli ó Xebelli. Común y sedentario en estas islas. 110 Gen. Vanellus, Un. Y. cristatus , Meyer. Cast. Avefría moñuda, Frailecillo. Balear. Fuya. Muy común y de paso en invierno. Trib. Escolopacideas.— Fam. Tringinas. Gen . Totanus , Bechs. T. glottis , Bechs. Cast. Caballero labrador. Poco común y de paso en invierno y primavera en Mallorca. T. fuscus, Leis. Cast. Caballero arlequín. Como la especie anterior. T. calidris, Bechs. Cast. Picuda, Caballero de pies rojos. Común en primavera y verano en Mallorca. T. hypoleucos, Tem. Cast. Caballero de vientre blanco. Como la especie anterior. Gen. Philomachus , Mcering. Ph. pugnax , Gray. Cast. Pavo marino. Frecuente en Ma- llorca en el Prat y en la Albufera. Desaparece en verano. Gen. Fringa , Un. T. subarcuata, Tem. Cast. Alondra de mar, Andarlos. Co- mún en los mismos lugares que la especie anterior. T. cinclus, Un. Cast. Andanos. Men. Begassineta. Común en Mallorca y Menorca. Gen. Arenaria , Bris. A. interpres , Viell. Cast. Revuelve- piedras. Ibiz. Pica platjas. Poco común en primavera en las playas de Mallorca é Ibiza. Fam. Hematopodinas. Gen. Hcematopus , Lin. H. oslralegus, Lin. Cast. Zampaoslras. Rara y de paso en primavera y verano. 111 Fam. Escolopacinas. Gen. Recurvir ostra. R. avocetta, Lin. Gast. Avócela. Rara y de paso en pri- mavera y otoño. Gen. Himantopus , Bris. H. candidas, Bris. Cast. Zancudo. Malí. Avisador. Men. Camas de Jone. Frecuente casi todo el año en las lagunas de ambas islas. Gen. Scolopax , Lin. S. rusticóla, Lin . Cast. Chocha perdiz. Balear. Cega. Común y de paso en invierno. Gen. Gallinago , Leach. G. major , Bonap. Cast. Gallina ciega. Malí. Cegay reyal. Rara y de paso en primavera en Mallorca. G. media , Steph. Cast. Agachadiza. Mal!. Cegay. Men. Becassina . Común y de paso en invierno en ambas islas. G. gallínula, Bonap. Cast. Rayuelo. Malí. Cegay tenasser. Men. Cegó. Ménos común que la especie anterior, y de paso en la misma época. Gen. Limosa, Bris. L. cegocephala, Gray. Cast. Limosa común. Malí. Cegay de Mosson , Guiem . Rara y de paso en verano, en el Prat y en la Albufera de Alcudia. Gen. Numenius , Mcehr. N • arquata , Lalh. Cast. Zarapito real. Men. Curlera. Poco común y de paso en invierno en Mallorca y Menorca. N. phocopus, Lath. Cast. Zarapito común. Malí. Cega re - 112 gal, Caniculás. Poco común y de paso en primavera y verano en Mallorca. N. tenuirosíris , Vicill. Cast. Zarapito de pico cenceño. Esta especie, originaria de Ejipto, cria en Mallorca, donde es más frecuente que las especies anteriores. Trib. Ardeideas.— Fam. Tantalinas. Gen . Iris, Mcehr. /. Falcinellus , Vieill. Cast. Falcinelo. Malí. Corpetassa. Común en primavera y verano en las lagunas de estas islas. Fam. Ciconinas. Gen . Ciconia , Lin. C. alba, Bris. Cast. Cigüeña. Malí, y Men. Cigoña . Rara y de paso en estas islas, en cuyas lagunas se detiene poco tiempo. Fam. Ardeinas. Gen . Ardea , Lin . A. cinérea , Lin . Cast. Garza cenicienta. Balear. Garsa. Malí. En Bernat de s'alga. Común en las lagunas de estas islas. A. purpurea , Lin . Cast. Garza purpúrea. Balear. ó Agro. Común y de paso en primavera y verano. A. alba , Lin. Cast. Garza blanca. Malí. Garsa blanca. Men. Agro blanc. Ménos común que la anterior. A. gar celia, Lin. Cast. Garceta ó Garzota. Como la espe- cie anterior. A. nidicorax , Lin. Cast. Garza de agua, Zumaya. Malí. Orval. Común y de paso en primavera en Mallorca. Gen. Botaurus , Bris. B. slellaris , Bris. Cast. Ave -toro. Malí. Caca, Selnet. Común en invierno y primavera en las lagunas de estas islas. 113 Gen. Buphus, Bote . B. comatus, Chenu. Casi. Cangrejero. Malí. Toret. Men- Garsa moñuda. Común todo el año en las lagunas de estas islas. B. minutas , Chenu. Casi. Ave-toro menor. Malí. Espluga bou. Men. Snis. Como la especie anterior. Gen. Platalea, Lin. P. leucorodia, Lin . Cast. Espátula. Muy rara y de paso accidental en otoño en Mallorca. Fam. Gruinas. Gen. Grus , Lin. G. cinérea , Bechs. Cast. Grulla. Balear. Grúa. Poco co- mún y de paso en invierno: apénas se detiene en estas islas. Gen. Ánthropoides, Vieill. Á. virgo, Yieill. Cast, Damisela de Numidia. No he tenido ocasión de observar esta hermosa especie africana, que se pre- senta accidentalmente en estas islas, y cuyo paso al parecer era más frecuente en otros tiempos. En el año 1780 D. Cris- tóbal Vilella mató una cazando en la Porrassa , pequeña la- guna inmediata á Santa Pousa, que remitió disecada al Real gabinete. El dia 2 de octubre de 1782 adquirió otro indivi- duo, cogido vivo el dia anterior en la Albufera de Alcudia, que remitió vivo todavía á Madrid el 15 de noviembre del mismo año, con destino á uno de los Infantes, Durante aquel intervalo mantuvo al ave con pan, salvado, etc. Según refiere D. Buenaventura Serra en el tomo que llevo mencionado, en la misma época conservaba otro individuo disecado, uno de sus amigos de Palma, el Dr. Ricondo. TOMO XVI. 8 114 Gen. Baleárica , Lesson. B. pavonina , Less. Cast. Grulla coronada, Ave real. Esla rara y bonita especie, africana también, es de paso acciden- tal en estas islas, como lo indica su nombre, y según afirman varios autores; por cuya circunstancia la incluyo en este ca- tálogo, á pesar de no haberme cabido la suerte de observarla. D. Buenaventura Serra dice en el referido lomo, haber oido referir que en 1780 fué cojido un individuo cerca de Santa Pousa, que pasó á manos de D. Cristóbal Vilella. Ramis la indica también en su referido Specimen , etc., dándole el nom- bre vulgar de Grúa ab caparutxo . Trib. ítalideas.— Fam. Ratinas. Gen. Ballus , Lin. B. aquaticus , Lin. Cast. Polla de agua. Balear. Beseló ó Biseló. Común y sedentario en las lagunas de estas islas. Gen. Ortigometra , Lin. O. crex, Gr. Cast. Rey ó Guión de codornices. Balear. Guallera maresa. Común en otoño é invierno en los mismos lugares que la anterior. O. porzana , Gr. Cast. Marneta. Común todo el año en las lagunas de estas islas. O. pijgmea, Naum. Cast. Polla de agua de Baillon. Malí. Polla d'aigo de ropit. Como la especie anterior. O. minuta , Pall. Cast. Pollita de agua. Como la especie .anterior. A las tres especies últimas las llaman en Mallorca Pollas d’aigo , Pollas foljeras, y en Menorca Pollas , Gállelo , Piletas de riu. Fam. G-alinulinas. Gen. Porphyrio, Bris. P . veterum , Gmel. Cast. Calamón. Malí, é Ibiz. Gall fabér, Cap fabér. Aunque poco común, pasa todo el año en las lagunas de estas islas. 115 Gen. Gallínula , Bris. G. chloropus , Lath. Casi. Gallina de agua. Balear. Polla d'aigo, Gallina d'aigo. Común en las lagunas todo el año. Gen. Fúlica , Lin. F. atra, Lin. Cast. Foja ó Pájaro diablo. Balear. Fotja. Como la especie anterior. F. cristala , Gmel. Cast. Foja cornuda. Malí. Fotja. Ménos común que la anterior en las lagunas de Mallorca, donde cria. ORDEN VII. -PALMIPEDAS! Trib. Colimbideas.— Fam. Podicipinas. Gen. Podiceps. P. cristatus, Lath. Cast. Somorgujo crislado. Malí. Ca~ hussó , Cabussell. Poco común lodo el año en la Albufera de Alcudia. P. auritus , Lath. Cast. Sanorgujo orejudo. Malí. Escura fiascos. Como la especie anterior. P. minor , Lath. Casi. Alabanco. Malí. Setmesó , Retjidor d' Alcudia. Muy común lodo el año en dicha Albufera. Trib. Pelecanideas.— Fam. Pelecaninas. Gen. Pelecanusi Lin. P. onocrotalus , Lin. Casi. Alcalrax, Pelícano. De paso accidental y muy raro en Mallorca. En el mes de mayo de 1773, dia de la Ascensión, fué cojido un individuo en la Albufera de Alcudia, en cuya bolsa se le encontró una Lija que pesó 5 tercias. Fué remitido disecado al ileal gabinete. (B. Serra, libro manuscrito citado, pág. 192.) 116 Gen. Grciculus, Lin. G. carbo, Gr. Cast. Cuervo marino. Balear. Corp man. Común en las lagunas de estas islas y en las aguas del mar inmediatas á las costas. Trib. Procelarideas.— Fam. Procelarinas. , Gen. Pufjinus , Bris. P. cinereus, Gmel. Cast. Pufino común. Balear. Baidritja. P. anglorum, Bonap. Cast. Pufino de Escocia. Malí, é Ibiz. Virot. Malí. Guay-Guay. Esta especie y la anterior son muy comunes todo el año en las islas Dragonera, Cabrera, Formenlera, Conejera y del Aire. Gen. Thalassidroma , Vig. T. pelágica , Vig. Cast. Ave de tempestad. Común en las islas Cabrera y Conejera, desde las cuales se extiende hasta las costas de Argel. Trib. Larideas. — Fam. Larinas. Gen. Stercorarius, Bris. S. catarrhacles , Vieill. Cast. Estercorario. En alta mar entre las Baleares y las costas de Barcelona. (A. Homeyer, Catálogo citado.) Gen. Lar us, Lin. L. marinus, Lin. Cast. Gaviota de manto negro. Poco co- mún en las costas de estas islas en la primera edad, inter- nándose á veces en las lagunas inmediatas. L. fuscus , Lin. Cast. Gaviota de pies amarillos. Común en estás islas en la primera edad. L. argenlatus, Briinn. Cast. Gaviota de manió azul. Muy común todo el año en las costas del mar, y sobre lodo en la bahía y puerto de Palma. 117 L. Andouini, Peyr. Ménos común que las especies ante- riores. L. canus, Lin. Cast. Gavióla cenicienta. Malí, y Men. Galina de mar. Común en otoño é invierno. L. tridactylus, Lin. Cast. Gaviota de tres dedos. (Veyler, Catálogo citado.) A las seis especies anteriores se las llama vulgarmente en Mallorca Gavinas. Gen. S terna, Lin. S. cautiaca, Gmel. Cast. Golondrina de mar, Cangek. Po- co común en Mallorca. S. hir cundo, Lin. Cast. Golondrina de mar. Malí. Llam- britja. Común y sedentaria en Mallorca. S. anglica , Mont. Casi. Golondrina de mar inglesa. Poco común en primavera y verano en Mallorca. S. leucoptera, Tem . Cast. Golondrina de mar leucoplera. Común en primavera y verano en Mallorca. S. minuta, Lin. Cast. Golondrina de mar pequeña. Ménos común que la anterior en primavera y verano en Mallorca. S. fissipes, Lin. Cast. Espantajo. Malí. Popero. Ibiz. Fu- marell. Común casi todo el año en ambas islas. Las seis especies anteriores se encuentran en las lagunas de Mallorca inmediatas al mar. También las llaman vulgar- mente Gavinas. Trib. Aleideas.— -Fam. Aleinas. Gen. Uria, Moerch. U. Troile , Lath. Cast. Guillemole. Muy raro y de paso accidental. El ejemplar del Gabinete de este Instituto fué cojido hace algunos años en las playas de la bahía de Palma. Gen. Alca, Lin. A. torda, Lin. Cast. Pingüino. Men. Pingday. Rara y de paso accidental en Mallorca. (Oleo.) 118 Gen. Fratercula , Bris. F. areticci, Viell. Cast. Frailecillo, Papagayo de mar. Malí. Cadafet. Men. Dominico. Esta especie, aunque rara, se presenta con más frecuencia en estas islas que las dos ante- riores. Trib. Anatideas.— Fam. Fenicopterinas. Gen. Phoenicopterus , Lin. Ph. antiquorum , Bonap. Cast. Flamenco. Balear. Flamenc. Frecuente casi todo el año en las lagunas de estas islas. Fam. Anatinas. Gen. Anser, Bar. A. ferus , Gess. Cast. Ganso bravo. Balear. Oca sauvatje. Común y de paso en invierno. A. sylvestris , Bris . Cast. Ganso silvestre. Balear. Oca sauvatje. De paso en otoño. Gen. Cygnus , Lin . C. ferus, Ray. Cast. Cisne. Balear. Cisne ó Signe. De paso accidental en Mallorca en invierno y á veces en primavera. En abril de 1864 se dejaron ver en bastante número en la Albufera de Alcudia. Gen. Anas, Lin. A. clipeata, Lin. Cast. Pato real. Malí, y Men. Cuyerot . Común en invierno en Mallorca y Menorca. A. boschas , Lin. Cast. Anade silvestre. Malí. Coll blau (el macho), Rossa (la hembra). Ibiz. Coll vert. Men. Anada sauvatje. Muy común en las tres islas. A. acuta , Lin. Cast. Palo de cola larga. Malí. Coúer. Men. Anada en coua. Común en invierno en Mallorca y Me- norca. 119 A. slrepera , Lin. Cast. Anade ridenle. Malí. Grise. Común en invierno en Mallorca. A. penelope , Lin. Cast, Anade silbador. Malí. Siulador, Siulet , Siurell. Común en invierno en Mallorca y Menorca. A . guerguedula , Lin. Cast. Zarceta. Malí, y Men. Anadó. Común en primavera en Mallorca y Menorca. A. crecca , Lin. Cast. Zarceta. Malí. Sel-la ó Sella . Común en invierno y primavera en Mallorca. Gen. Fuligula , Steph. F. clangula, Chem. Cast. Glaucion. Malí. Moretó. Poco común en invierno en Mallorca. F. ferina , Chem. Cast. Miluino. Malí. Cap vermey. Común en invierno en Mallorca y Menorca. F. cristata , Eonap . Cast. Pelucon, Morillon. Malí. Moretó depuput. Común en invierno en Mallorca. F. nyroca , Keys. Cast. Anade niroca. Malí. Parda. Común en invierno en Mallorca. F. rufina, Keys. Cast. Anade silbón. Malí. Béc vermey. Común todo el año en Mallorca, en cuyas lagunas cria. F. mersa , Chem. Muy rara y de paso accidental en Ma- llorca en invierno y primavera. Gen. Mergus , Lin. M. merganser , Lin. Cast. Mergo. Muy raro y de paso acci- dental en los inviernos rigurosos en Mallorca y Menorca. M. serrator , Lin. Cast. Mergo moñudo. Malí. Anada ó Amera pexetéra. Rara y de paso en invierno en Mallorca y Menorca. M. albellus , Lin. Casi. Mergo blanquillo. Malí. Cap-blanc . Rara y de paso en invierno en Mallorca y Menorca. 120 Lista de las Aves exóticas que se hallan doínesticadas y aclimatadas en las islas Baleares . Fringilla canaria , Lin. Vulgo Canarí. Turtur risorius , Gr. Vulgo Tortera blanca. Pavo cristatus, Lin . Vulgo Galt el $ , Galina la ? ; Poli, Pollasta el j ; Polla la $ ; Capó el ¿ castrado. Meleagris gallo-pavo, Lin. Vulgo Endiot ó Indiot. Gallo d'lndi el $ ; ZoZZa d9 Indi la 2 . Numida meleagris , Zm. Vulgo Galina de Faraó. Cygnus olor , Zm. Vulgo Cúrce ó Cigñe. Anas moschata , Zñ¿. Vulgo Anada ó Annera forastera. Nota (A.) Crucir ostra curvir ostra, var. baleárica (A. V. Horaeyer.) Plüt, plüt s plül , pZ/U. ¿Cómo es que se halla esta ave en las Baleares? ¡Apénas parece creíble! Quedé verdaderamente sorprendido al encontrar dicha ave tan hacia el Sur y tan co- mún al mismo tiempo. Entonces recordé la noticia del Dr. Er- harat sobre las islas Cycladas, en la que hablando del invierno de 1855, muy crudo en Alemania, anade que fué muy suave ó templado en las Cycladas. El Coccolhrausles vulgaris y el Pyrrhula sanguínea , dice, «fueron tan abundantes, que los llevaron al mercado á causa de su carne. Pero aún fué más sorprendente la aparición de la verdadera Loxia curvir ostra y del pityopsittacus, de los cuales he visto individuos jóve- nes en el mercado de Syra; y aunque es de suponer que la presencia de estas especies sea una excepción que solo se verifica en los inviernos muy crudos, creo oportuno mencio- narla aquí.» En Mallorca, y especialmente en la parte montuosa del Norte, es común la presencia de la Loxia curvirostra , como ave de verano. Pasan de un pinar á otro en bandadas de 5 á 15, y se hacen notables al momento por su grito plüt, plüt. 121 A primera vista no parece diferente de nuestra curvirostra , aunque siempre es más pequeña, ofreciendo las hembras y los jóvenes un color pardo particular. No obstante, presentan dos diferencias interesantes, por la forma del pico, que viene á ser como el del pityopsittacus, y por la extraña cortedad de sus alas. En su reclamo, en el canto y en su modo de vivir no he encontrado la menor diferencia. El macho tiene también un color rojo hermoso. He aquí por qué me parece justa la distinción de esta ave y de la L. curvirostra , es decir, no como especie, sino como una variedad local bajo el nombre arriba indicado. La parte superior del pico es muy larga, en forma de gancho; la parte inferior corta y abultada. Este carácter es para mí de mucha importancia, pues manifiesta claramente la grande influencia que con el tiempo ejerce el alimento en la formación del pico. Soy de opinión que esta figura del pico se formó temporal- mente por medio de las relaciones continuas de dicha ave con el Pinus halepensis, á causa de la especialidad de los frutos de este pino, y cuya figura es tan propia para abrir dichos frutos, como el pico de la curvirostra de Alemania para las relaciones con los frutos del Abies excelsa. No creo que coma al mismo tiempo los frutos algo más duros del Pinus pinea , pues solamente he visto este árbol una vez cerca de la Albufera de Menorca (1). Interesante sería ob- servar la curvirostra de Italia, pues sin duda habrá ejercido el fruto del Pinus pinea (árbol característico de aquella región) gran influencia en la forma de su pico. La circunstancia relativa á la cortedad de las alas, cons- tituye para mí una cierta seguridad de que esta curvirostra permanece desde la antigüedad en las Baleares; no digo con esto que se haya criado allí con las alas tan cortas, sino que creo que estas se han ido formando así poco á poco, porque el ave no tenia necesidad de emplearlas para emprender largos viajes por falta de alimentos. (1) El Pinus pinea, L.,se encuentra también en Mallorca, aun- que es poco común; pero abunda en Ibiza, (/. B. y C.) En Cataluña se presenta también una crucirostra de los Pirineos; pero no conozco la forma de su pico, que tal vez se haya modificado por las relaciones con el fruto del Pinus marítima. A. Y. Homeyer ( Journal für ornithologie , núm. 58, julio de 1862.) Loxia baleárica , sive Crucirostra curvirostra , var. baleá- rica. (A. V. Homeyer.) El inglés Mr. Tristan había encontrado cerca de Djelfa, en Argel, donde hay bosques de pinos en un terreno montuoso, muchísimas Crucirostras. Soy de parecer que pertenecen á la misma especie que he descubierto en las Baleares, pues abun- da también en Argel el Pinus halepensis. El Sr. Rodolfo Blasius ha tenido la amabilidad de medir mis Crucirostras de las Baleares, y compararlas con la raza de Ochozk y de remitirme las observaciones siguientes. «La C. c. var . baleárica es seguramente una forma de lo- calidad invariable, muy parecida á la Crucirostra de Ochozk, correspondiendo enteramente con ella en las medidas; presen- tando solamente el pico un poco más bajo. También falla al ejemplar de Ochozk el color pardo particular. Los dos carac- teres que V. designa, á saber, el pico parecido al del pi- thijopsittacus y el color pardo distinguen seguramente estas dos especies. Como V. mismo verá de las medidas antepuestas, hay muy poca diferencia en las dimensiones. Parece que la L. curvirostra , que tiene el centro de su extensión en el medio y en el E. de Europa, presenta sus formas más grandes; pero que se vuelve más pequeña en los límites de su extensión como en el E. de Asia, en América y en las Baleares.» Aunque no me parece inverosímil lo relativo á la exten- sión y á las formas de localidad, con todo, no convengo en que la forma de la L. curvirostra deba cambiarse de un modo tan notable hácia los límites; pero sí en que las formas de los límites tienen también una gran semejanza entre sí, lo que no deja de ser sorprendente tratándose de países separados por muchos centenares de leguas, y que ofrecen, además de un clima enteramente diferente, diversidad de alimentos á dichas aves. Creo que la igualdad de las medidas de los dos tipos 123 (Balear y Ochozk) es lo que especialmente da lugar á la idea de reunirlas; pero en cambio, existen otras diferencias que no lo permiten. ¿Cuál es, por ejemplo, la explicación de la forma muy característica del pico, parecido al del pithyopsitlacus en el tipo balear? ¿Pudiera ser orijinada por medio de las rela- ciones con los frutos de las diferentes especies de coniferas? Bien se puede creer así, pues encontramos cosas semejantes en otros géneros (el Emberiza por ejemplo); pero ¿cómo se ex- plica el color pardo tan particular del tipo Balear? Confieso que todo esto ejerce tal influencia sobre mi opinión primitiva admitiendo una forma de localidad, que la posibilidad de te- ner una especie independiente ya no me parece inverosímil, es decir, una especie unida por el alimento con el Pinas ha- lepensis , como la L. pithyopsittacus al P. silvestris y la L. cur- virostra al P. abies . Según las proporciones del cuerpo, se debe colocar la Loxia baleárica (nombre que propongo con esta ocasión) entre nuestras dos especies alemanas. Especial- mente observaré aquí, que yo mismo no miro la cuestión so- bre dicha especie como terminada; pero por consideraciones de prioridad tomé la resolución de darle este nombre, pues así me lo aconsejaron algunos ornitólogos célebres que habían visto mis aves. Espero recibir pronto de las Baleares una colección de dichas aves, para poder juzgar mejor en presencia de un material más rico. Al concluir, séame lícito invitar á los señores colegas de profesión, á que dirijan su atención sobre esta interesantísima ave, y á que emitan su opinión en este periódico, con respecto al derecho á ser elevada al título de nueva especie. (A. V. Homeyer, Journal fúr ornithologie, núm. 71, se- tiembre de 1864.) 124 VARIEDADES. Seal Academia de Ciencias. Programa para la adjudicación de premios en el año de 1867. Artículo l.° La Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales abre concurso público para adjudicar tres premios á los autores de las Memo- rias que desempeñen satisfactoriamente, á juicio de la misma Academia, los temas siguientes: I. « Describir detalladamente todos los métodos que pueden emplearse »para calentar y ventilar grandes edificios , ó habitaciones en que deban » reunirse muchas personas , y comparar los diferentes métodos, dando la » preferencia á uno de ellos en general ó en cada caso particular. Pre- sentar todos los cálculos necesarios, y -acompañar un estudio para la » aplicación de este adelanto en algunos edificios de España , con los » dibujos necesarios, y todo lo que se crea conveniente para gue el tra- »bajo pueda contribuir á generalizar en nuestro país una mejora tan » importante . II. » Determinación de los coeficientes de resistencia elástica y rotura de »las principales maderas de construcción en las diferentes provincias de » España ; teniendo en consideración el estado de mayor ó menor humedad, »la edad de los árboles de que se han sacado las piezas experimentadas, 4a parte del árbol á que pertenecen, y las demás circunstancias que pue- »dan influir en las citadas resistencias. III. » Describir las rocas de una provincia de España y la marcha pro- gresiva de su descomposición, determinando las causas que la producen, » presentando la análisis cuantitativa de la tierra vegetal formada de sus » detritus ; y cuando en todo ó en parte hubiere sedimentos cristalinos, se analizarán mecánicamente para conocer las diferentes especies minerales »de que se compone el suelo, asi como la naturaleza y circunstancias del » subsuelo ó segunda capa del terreno ; deduciendo de estos conocimientos »y demás circunstancias locales, las aplicaciones á la agricultura en gene- »ral, y con especialidad al cultivo de los árboles.» 12,0 Se esceptúan de esta descripción las provincias que forman los ter- ritorios de Asturias, Pontevedra, Vizcaya y Castellón de la Plana, por haber sido ya premiadas las Memorias respectivas en los años 1853, 1855, 1856 y 1857. Proponiéndose la Academia, por medio de este concurso, contribuir á que se forme una colección de descripciones científicas de todas 6 la ma- yor parte de las provincias de España, ha determinado repetir este tema en lo sucesivo todas cuantas veces le sea posible. 2. ° Se adjudicará también un accessit para cada uno de los objetos pro- puestos, al autor de la Memoria cuyo mérito se acerque más al de las premiadas. 3. ” El premio, que será igual para cada tema, consistirá en seis mil reales de vellón y una medalla de oro. 4. a El accessit consistirá en una medalla de oro enteramente igual á la del premio. 5. ° El concurso quedará abierto desde el dia de la publicación de este programa en la Gaceta de Madrid, y cerrado en l.° de mayo de 1867, hasta cuyo dia se recibirán en la Secretaría de la Academia todas las Memorias que se presenten. 6. ° Podrán optar á los premios y á los accessits todos los que presenten Memorias según las condiciones aqui establecidas, sean nacionales ó ex- tranjeros, excepto los individuos numerarios de esta Corporación. 7. ° Las Memorias habrán de estar escritas en castellano, latin ó francés. 8. ° Estas Memorias se presentarán en pliego cerrado, sin firma ni indi- cación del nombre del autor, llevando por encabezamiento el lema que juzgue conveniente adoptar; y á este pliego acompañará otro también cerrado, en cuyo sobre esté escrito el mismo lema de la Memoria, y dentro el nombre del autor y lugar de su residencia. í).° Ambos pliegos se pondrán en manos del Secretario de la Academia, quien dará recibo expresando el lema que los distingue. 10. Designadas las Memorias merecedoras de los premios y accessits, se abrirán acto continuo los pliegos que tengan los mismos lemas que ellas, para conocer el nombre de sus autores. El Presidente los proclamará, que- mándose en seguida los pliegos que encierren los demás nombres. 11. En sesión pública se leerá el acuerdo de la Academia por el cual se adjudiquen los premios y los accessits, que recibirán los agraciados de mano del Presidente. Si no se hallasen en Madrid, podrán delegar per- sona que los reciba en su nombre. 12. No se devolverán las Memorias .originales; sin embargo , podrán sacar una copia de ellas, en la Secretaría de la Academia, los que pre- senten el recibo dado por el Secretario. El Secretario perpétuo, Antonio Aguilar y Vela. Fallecimiento. La Real Academia de Ciencias ha tenido el senti- miento de perder á su digno presidente el Excmo. Sr. D. Antonio Remon Zarco del Valle, Teniente General del ejército, é individuo de esta Aca- demia en la sección de Ciencias físicas. Buques con coraza. Hoy, que se construyen tantos navios de hierro, ó bien que se cubren los buques de guerra con fuertes placas metálicas capaces de resistir á las balas y proyectiles de toda clase, es conveniente recordar que el hierro es un metal muy atacable por el 126 oxígeno y el agua del mar. Se lee en el Mechanic’s magazine del 5 de enero. «Un descubrimiento se ha hecho en Tolon, en donde se está repa- rando el navio blindado la Provence, descubrimiento que manifiesta el peli- gro que amenaza á la Hola blindada entera de la Francia. La Provence fue preparada para el mar hace únicamente 15 meses, y ya se hallan consumidas por el orin un gran número de sus placas. El director de la arquitectura naval es de opinión, que si no se descubre alguna com- posición quimica que pueda prevenir la acción del orin, la flota ferrada deberá renovarse cada 5 años.» Pero hace mucho tiempo que se ha he- cho el descubrimiento de que habla el director de la arquitectura na- val. Mr. Hay, químico del almirantazgo inglés en Porsmouth, ha pedido privilejio para ciertas composiciones que entre nosotros se conocen solo con el nombre de composiciones de Hay, contra la oxidación é incrustación de los navios de hierro , etc. En los concursos establecidos en Inglaterra hace algunos años, se dieron á conocer las composiciones de Mr. Hay, y se adoptaron por la marina de S. M. británica. Cerca de un centenar de navios han recibido la preparación necesaria, y resisten perfectamente á la oxidación é in- crustación en todos los mares. En este momento me faltan datos acerca de las composiciones de Hay, que no conozco más que por nombre, pero muy pronto las conoceré mejor y volveré á ocuparme de ellas. Mientras, Mr. Hay se felicitará de ver su procedimiento seguido en Francia con el mismo éxito que aquí. Modo fácil de distinguir los vinos tintos naturales de los teñidos artificialmente; por Mr. Blume. El autor, que hace varios años se ocupa con bastante éxito en la fabricación de los vinos artificia- les, ha hallado últimamente el siguiente método para reconocer los vi- nos cuya coloración no es natural. Este método se funda en la gran dife- rencia que existe entre la solubilidad en el agua de las sustancias rojas sacadas por ejemplo de las bayas de los frutos y la de la sustancia colo- rante de los vinos naturales , que no se disuelve bien más que en el alcohol diluido. Se sumerje en el vino que se ensaya una pequeña rebanada de pan ó una esponja seca, aunque bien lavada de antemano, y se deja empapar completamente. Se la coloca entonces en un plato de porcelana lleno de agua. Si el vino está teñido artificialmente, el agua recibe bien pronto un viso rojo violado, mientras que si es natural, este efecto no se produce más que después de un cuarto de hora ó media hora, y todavía el líquido adquiere antes un aspecto sensiblemente opalino. Según Mr. Blume, este método tan sencillo puede siempre emplearse con confianza, y da resul- tados mucho más seguros que los que ordinariamente se emplean. Sobre la gran tempestad magnética de agosto de 1865. Tal es el asunto de una interesantísima Memoria, escrita por Mr. Balfour Stewart de Kew, y M. J. B. Capello de Lisboa, leida á la Asociación bri- tánica. Mr. Stewart empieza por recordar que la aguja imantada no mira siempre al verdadero norte, que no siempre se halla fija en una dirección cualquiera, que los cambios en la dirección de la aguja son á veces muy violentos, y en este caso se llaman tempestades magnéticas. A veces acom- paña á estas tempestades la aparición de auroras boreales ó de corrientes eléctricas terrestres, que suelen coincidir también con la aparición de m varias manchas sobre el disco del sol. La tempestad magnética que comenzó en agosto último, mientras se colocó el cable trasatlántico, se asemejó bajo muchos puntos de vista á la que se observó en 1859. Los ins- trumentos de Kew, cerca de Londres, y los de Lisboa, registraron los efectos de estas tempestades, manifestando las variaciones experimenta- das por la aguja imantada, y estos efectos han sido sensibles á gran- dísimas distancias. La tempestad magnética del 3 de agosto de 1865 empezó repentina y espontáneamente por la mañana, y continuó hasta el dia siguiente, siendo muy rápidos durante todo este tiempo los movimientos de la aguja. Al cabo de un intérvalo de reposo la tempestad empezó de nuevo repentinamente, y duró todo el dia siguiente , observándose la iniluencia de las fuerzas horizontales, verticales y de declinación, y coin- cidiendo la tempestad magnética de 1859 bajo este punto de vista con la de este año.- además empezó de nuevo repentinamente después de un corto intérvalo de reposo. Ambas comenzaron por la noche, ó por la ma- ñana muy temprano, y en los dos casos hubo varias manchas sobre el disco del sol, las cuales cambiaron rápidamente de forma y de carácter, indicando así, que mientras duran las tempestades magnéticas se verifican cambios rápidos en la superficie del sol. Reproducción fotográfica de las preparaciones histoló- gicas con sus colores naturales. En una noticia que Mr. Gerlach (de Erlangen) ha presentado á la Academia de Ciencias de Berlín por conducto de Mr. du Bois-Reymond, se dice lo siguiente: Hace mucho tiempo que se busca en fotografía el medio de reemplazar las pruebas de cloruro de plata, por otras cuya fijeza ofrezca garantías absolutas. Un inglés, Mr. J. W. Swan ha llegado recientemente á conse- guirlo, perfeccionando el método frecuentemente ensayado de las sales crómicas, gelatina y carbón (1). Swan emplea como materia colorante el carbón, en forma de tinta de China, finamente pulverizado, y observa que para cambiar el tono de la prueba puede añadirse á la tinta de China cualquiera otra materia colo- rante, como por ejemplo el añil ó el carmín. Esta observación me sugirió la idea de aplicar á la fotografía las materias colorantes que sir- ven para la inyección é imbibición de las piezas que se preparan para las investigaciones microscópicas. Ensayé primero el amoniaco carminado, que es el color capaz de proporcionar las más hermosas preparaciones por los medios expresados. Desde el primer ensayo tuve el placer de reconocer que el procedimiento de Mr. Swan permite no solamente la aplicación de los colores en grano, como por ejemplo la tinta de China, sino también la délos colores difusos, como el amoniaco carminado. Bien (4) Véanse los Photogmphisches Archiv., vol. V, p. 255. El procedimiento de Mr. Swan parece idéntico al que Mr. Charavel aplica con éxito completo hace algunos años. Consiste en extender sobre un vidrio una capa de gelatina ó de colodion que contenga bicromato de amoniaco, con el cual se mezcla lo mejor posible polvo muy fino de carbón. Se somete todo á la acción de la luz, después se desprende del vidrio la película de colodion impresionada, y se lava en un baño conveniente, que quita el carbón en los claros y en las medias tintas; no queda más que trasportar la imagen indeleble sobre una hoja de papel. 128 pronto obtuve resultados tales que apenas puede el observador descubrir diferencia entre la preparación que se halla en el campo del microscopio y la reproducción fotográfica de ella. La fotografía garantiza la exacti- tud del dibujo, y el color de la prueba se halla formado por la misma materia colorante que da el color al objeto real. Traté después de aplicar también á la fotografía los demás colores que se emplean en -las preparaciones microscópicas, tales como el azul de Berlín y el añil-carmin ó la sal sulfopotásica de añil. Se emplea el azul de Berlín para la inyección de los vasos y ganglios linfáticos, á la cual se presta menos el amoniaco carminado, y el añil para las preparaciones por imbibición. El azul de Berlín da pruebas de un color azul oscuro sucio, y la solución de añil-carmin, pierde enteramente su color en presencia del cromato de amoniaco empleado en la manipulación fotográfica, mientras que el añil se decolora por el oxígeno de todos ios cromatos. Me fijé entonces en el azul de anilina, que me did excelentes resultados. La disolución alcohólica de este color, según se halla en el comercio, debe dilatarse en diez volúmenes de agua, é incorporarse á la disolu- ción de gelatina que contiene cromato de amoniaco. De esta manera se consiguen copias que ofrecen la mayor semejanza con las preparaciones microscópicas obtenidas, por medio de cualquiera de los azules mencionados. Después traté de aplicar las sustancias colorantes animales y particu- larmente la de la sangre. No puede servir para esto la sangre simple- mente batida, pues las sustancias proteicas son precipitadas por los cro- matos. Puse sangre batida á la temperatura de la ebullición, eliminé por la presión entre lienzos tupidos toda el agua que pudiera eliminarse, y trituré el coágulo con un poco de agua en un mortero: el liquido obtenido de esta manera se filtró y se empleó como antes. Los resultados fueron bastante regulares; pero indudablemente pueden obtenerse más satisfac- torios, empleando fdtros más finos que las telas usadas al efecto. Me propongo ensayar otras materias colorantes animales, por ejemplo la de la bilis, aplicada á la representación de las libras musculares teñidas por la misma sustancia. Editor responsable, Ricardo Ruz. N." 3.“— REVISTA DE CIENCIAS.— Mano de 1866. CIENCIAS EXACTAS. ASTRONOMIA, Del efecto de las atracciones locales sobre las longitudes y los azimutes ; aplicación de un nuevo teorema al estudio de la figura de la tierra; por Mr. Ivon Yillarceau. (Bulletin inlernational de l’Observaloire Impértale de París.) Sea cualquiera la figura del esferoide terrestre, por un punto M de su superficie, tiremos una paralela al eje del globo, y por esta paralela un plano de dirección todavía indetermi- nada, y sujeto únicamente á formar un pequeño ángulo con el meridiano astronómico del lugar: en este plano y por el pun- to M tiremos una recta de dirección indeterminada, solo con la condición de formar un pequeño ángulo con la dirección del zenit astronómico. Llamemos al plano definido de esta manera plano meridiano auxiliar, y a la recta zenit auxiliar. Sea B una señal geodésica observada desde el sitio M, Z su azimut con relación al meridiano auxiliar y contado desde Sur á Oeste. Si construimos una esfera que tenga su centro en el punto M , los tres planos lirados por el zenit auxiliar, por el 9 TOMO XVI. 130 punto B y la recta paralela al eje del globo (del que consi- deraremos únicamente la parle boreal), producirán un trián- gulo esférico. Sean A, B, C, los tres ángulos de este trián- gulo, que corresponden respectivamente á los tres puntos en que las rectas cortan la esfera; a, b, c , los tres lados opuestos; estos lados serán respectivamente iguales á la distancia polar de la señal B, á la colatitud del lugar, y á la distancia zenital de la señal (entendiéndose bien que las dos últimas se refie- ren al zenit auxiliar). Tendremos en el triángulo A, B, C, eos A sen C -f eos b eos C — - cot a sen b = 0. Consideremos actualmente la verdadera dirección del zenit, según la determinan las atracciones locales y otras, y forme- mos un nuevo triángulo esférico por medio de esta dirección, y las del polo y del punto B. Sean entonces, A\ B\ C, a, b\ c\ los ángulos y los lados de este nuevo triángulo. Los dos trián- gulos no tendrán de común más que el lado a = a . Para de- terminar las diferencias de las cantidades homologas en ambos triángulos, bastará diferenciar la ecuación precedente, supo- niendo a constante. Efectuando la diferenciación y recurriendo á relaciones conocidas, se halla o A (eos b — eos c sen A) o C + eos c sen A o b = 0. Pero hallándose el punto B por hipótesis en el horizonte del lugar M, tendremos C’ — 90 grados, y eos c' = 0; de donde despreciando las cantidades de segundo orden, (1) 8 A + eos b 8 C = 0. Para conformarnos con los usos geodésicos, reempla- zaremos los azimules por sus suplementos , lo que dará o A = A' — A = — (Z' — Z). Si contamos las longitudes L y L del meridiano auxiliar y del meridiano astronómico 131 en el sentido clel Este al Oeste, tendremos C-\-L — c-\-L\ de donde 8(7=6’' — 61— — (. L — L) ; por último , siendo b igual al complemento de la latitud del zenit auxiliar, po- dremos lomar eos b = sen cp = sen cp\ fijándonos en el mismo grado de aproximación. Mediante la sustitución de este valor, la ecuación (1) se convierte en (2) Z' — Z + sen cpr (L — Z) == 0, relación que necesariamente se verifica, cualesquiera que sean las atracciones locales y el plano meridiano auxiliar consi- derado, con tal que la separación angular entre este plano y el meridiano astronómico forme un pequeño ángulo. Aplicación á la demostración de un teorema de Laplace rela- tivo á los esferoides poco diferentes de la esfera . Sea una línea geodésica que salga de un lugar cuya lon- gitud y latitud son L0 y ) sen ¿i=nz. Debe observarse que el azimut Z’ está contado en sen- tido contrario, y que ^ es la latitud del punto de partida; pero en el grado de aproximación de este teorema puede escribirse en vez de <]>. El autor de la Mecánica celeste ha deducido su resultado de una análisis bastante complicada, y caracteriza su importancia en estos términos. «De este modo se puede por solo la observación, é inde- pendientemente del conocimiento de la figura de la Tierra, determinar la diferencia en longitud de los meridianos cor- respondientes á los extremos del arco medido, y si el valor de tt es tal que no puede atribuirse á los errores de observa- ción, podremos estar seguros de que la tierra no es un esfe- roide de revolución.» El teorema de Laplace no se refiere más que á los arcos meridianos, y su aplicación se halla limitada por la condición de que su amplitud sea poca. No sucede así con nuestra fór- mula (2), que vamos á aplicar al conjunto de los puntos prin- cipales de una red trigonométrica. Aplicación general al estudio de la ¡¡gura de la Tierra. Se suele comparar la superficie terrestre con un elipsoide de revolución, cuyo eje coincide con el de la figura, esceplo cuando se trata de comprobar en seguida si los resultados á que conduce esta asimilación, concuerdan bastante con las observaciones. Admitamos, conformándonos con este uso, que se disponga de datos astronómicos y geodésicos, relativos á un número conveniente de puntos suficientemente espaciados, y que después de haber resuelto las ecuaciones de condición propias para determinar los valores de las incógnitas, que es- tablecen la mayor analojía posible entre los datos, se toma por meridiano auxiliar, en vez de (L3 ^ o Sí 05 CO so 00^ 00 Sh H-S> •ajquiawoN oV co co co" co" C©" co" owo'' sí"co"o C5 CO so •Zf • ■ (N (N o o o o o o o> o r.C5(?l ZD IO I - l'' IT" t> l> 1" l '- CO ■ F" 05 oo rH rr *3^ Ir^ OO 05 00 s a 43# 05 SO 05 Sí «O CO so Sí 00 co l>íOL> •ajqnioo 43# 43# CO 4j#T - *ajT *3jT Sí rno" Sí" so" O ®í °? co l> • • E— ' 0 0 0 0 0-00 o r- 05 Sí 20 00 I - Fr 1 - I - i T ) - fr r- tH CO (N f SO I>- O O Sí rH *3j( ^3+1 oo o oo CO 50 0 g G t>(?l 50 vi CO rH so Sí 30^05 CO^ co so co ^£¡rNI> baquianas o" 4—" O 05 35 0 0 o" so" co" rH SÍ CO rH V rH co rH ) ''■ J - ) - i ^ 1- 1^ 1- 0 CO 05 CO CO 50 r«# rH OO oo 43# SO H rH OO 43# a *- w®t^(MOC5C5 oo l>OÍ3 43# 4jH 05 •oiso§v i>i>i>oooo CO Sí" o" Sí" Sí" co" 0 °í 50 © eo • • (?J 1 0 0 0 0 0-0-0 rH O- rH © © 1- i" t" L" F- Ir L- I " t- co CO ©5 CO *sH CO 05 CO t^> CO 05 *3# O 4— co s a ] (M^lOr-I>COr3 CO sí 43# r-^ Sí so 0; ' 'oqnf XOOXt^oV Ir 1-" sirio" sí" 43# 0" ® (N © w o o o o o o o o rr co rH lfj © i Ir I '' )r )r Ir I " Ir I " 1- I- O fM 43# «O O 43# O CO <3# oo so co OO 05 CO a a © © ^ OO 0^51>0*ÍÍO Sí Sí co 0 05 CO oiunf OO 05 00 F-" 1— oo oo" oo Sí" Sí" <=>" SÍCO 0" \ , 0 0 0 0-000 o rH O 4— 05 - CO OO Sí i F" Sí oo co co co co SO OO Sí a-r OO O SO t'' SO *3# CO CO Sí 1 43# oo^ Sí 05 rH 'Ojiéis COC^OWíOOO co Sí" o" rH Sí 45# rH O O — O1 'w o* ^ o TH o- rH 05 05 . 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Primavera. 705,68 705,99 706,25 706,30 705,89 705,82 705,23 704.94 705,45 704,94 705,81 705,81 705,74 705,88 705,72 705,67 716,90 714,32 684,07 693,36 32,83 20,96 3,14 2,60 13,84 7,07 0,78 0,56 Febr. 23 Abril 5 Dic. 14 Marz. 14 Dic. 13 Abril 4 Dic. 29 i Abril 28 O es o > O 708,09 707,25 708,38 707,80 707,92 707,28 707,04 706,53 706,79 706,67 707,58 707,19 707,78 707,23 707,65 707,14 712,74 716,25 700,05 691,84 12,71 24,41 2,23 2,54 6,48 6,86 0,66 0,78 Agos. 30 Nov. 16 ¡Agos. 10 Oct. 18 ¡Agos 26 Nov. 26 1 Junio 21 Oct. 7 © »s# O i- T-i ©1 t" 00 ^ ^-1 zo 9)t>h cooco ire ©i co arH ©1 ©0^ R CO^ t>^XO Oi O rtf-i rH t" o CO CO ©1 CO R ©1 R R ©1 R CO ©> 00 to ©? sa o o ©1 r- 00 CO CO rH R R R R R R ©írH hrt RCO rH Ci *—1 ZO o ® CO R CO R R R R R COCO RH t- «o | a a r— < ~ ~ R R R R R R rHrl G G ©1 w** <©1 ® r r a a a ^ „ Í5H G ~ ©5 zo o ©5 r * R R R S G G R R R T-H a S a zo 00 O R R R - R R ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ - a ^ o oo c© c© oo 1 ~ ^ R R R R R R R R R ^ R R R rH c© » • • © . * «, • • . • • * © © • ^ • . • • • • * • as ¡-H . . -a . o -a ©75 O <£> . • gó$3 Oí t- í- '© ©.a * • ° ‘ O N3.02 9 S- S_ . © •|.2 1 a '— a = -a © •2 3> s > o • *o re a 2 © c re »G *C.E re © O • = c © re ja re a "© feo © O O SE ©re» GWfe S S tnO& £ c-9-O -< TOMO XVI. 10 CUADRO IV. Dias en que las oscilaciones barométricas se hallaron comprendidas entre cada dos números de milímetros de la linea superior. 146 13-14 rH £ £ £ £ £ £ £ £ 55 55 55 H S ^ S I-' co tH *a* ¡O <— i r-H £ 5— 1 *— 1 £ CO £ t-HÍT-* ©1 CO CO ©i ■« ^WCO r-15© 00 ©3 CO 5© 05 OWO© a© có i r— i ©1 a© ÍO 50 05 05 Ohw co oo r- ©1 wsíí *H «?-H (¿1 ri «— < r-^ T— i ©1 ©1 CO CO corroo ©5COI> 8© ©»*=# 005 00 00 05 r-t^ 8© ^“1 T— 1 tH «— 1 <— 1 ©ICO^©l CO T-< r— i ■ O ©1 *-l 'O HHO f— ( ^ f— CH>5Í CO ©1 CO i© CO fH • • • • • • • • • • • : : : : : : : • z • co • • S-i • . •O • O So & . • • o • • • • • • • * * O i|1 so $ © © ! • a > © • *- ce a o © s- £, N.^P .2 o 22 © s-ír o fi ce te *3 ©.o •r S© S- *— >? CC O? 555 = •— < o g’a fe» > o © O •r » s~ © >■£ © ©s o Pwfe Fórmulas barométricas. 147 O ©J OO 50 ^ +++ +++ ¡*! ¡*! X Sí (M T « * x ©I ©l (N © © © *«# a© <=> ®, O © © © © — t O o o ©1 © © oo © »¡aí co © © ^ a© a© © ©* ©1 *ají OO © s© *5# a© ao Tmm T""í 7++ 7 + + 77++ + X M ©I ©l ©1 XXX ©i ©i ©< X x X X ©»©!©!©< X ©1 sen. sen. sen. a a a 43 O) « M M tfl sen, sen sen. c c c 43 43 O w a »1 © r-« v# ©^ ^ «sH r-« **# ^ © X ^ © ©í *s¡H 00 © 00 *ü# *5*1 © m © © © üi © © © + + + © © © i++ © © o o o © © o o |P fe S «• _ ©* ©« O O o © © oo a© a© o o o © OO © © © OO © © a© oo © ©1 rH © © ©1 OO © I>i rH t'~' © t> © ^ + + 4“ X,X_X^ + + + *1 X^ 7+7 X,*,X' "f I- "f X^X,X, ss á a a 43 4) 43 43 a a a a a 03 m © ©i © ©1 co co © © © © ©r © ±i¿¿ © i © ¡s r- a© r- © ^ w H ^ oo r- I- 777 + X X X X + X s a © <5 cc CO s e c © © © 03 Cfi cfi ©i ^ r- h m w CO vm rH © ¡© a© ©~ o o' ©’ O o a© a®* «o S^H «s* t" r~ ©i a© ■*> a© o o o a a a © © © * (fi !fl ©I *5# V# *>■ rH '— C C c c © © © © ir> zn vn m © OC © CM h- <«* © © o o' © © +++ +++ +++ +++ ++++ *3* © © © © © 1" l-t IT" © © ir^ oq 00 t" © © © © 1 '' t" r-« «5f r- ©i *^ © rH © © t- l> t" a© ;o t-" © © © © t> i> i> t' © J3 a © *© • a : £ as o s_ • o -Q tí © -g •« a ó a í-i 03 > ó © 03 o • i— s r^> a © *r r^ í> O B © S-. *G o c w Oí fe cd -Q -Sí as 2 "a © feD ■< © O o O S5 >* a ’C fe 03 O Año 706,53-1-0,39 148 CUADRO VI. Presión media de la atmósfera en el curso del dia. ( Números deducidos de las cinco últimas fórmulas del cuadro anterior.) Horas. Invierno. Primavera. Verano. Otoño. Año. 12 m. 705,90 705,80 707,93 707,31 706,74 1 t. 5,66 5,47 7,60 7,01 6,44 2 5,43 5,15 7,26 6,72 6,15 3 5,27 4,91 6,99 6,53 5,93 4 5,21 4,81 6,82 6,45 5,82 5 5,26 4,85 6,78 6,49 5,84 6 5,40 5,00 6,86 6,65 5,97 7 n. 5,58 5,25 7,04 6,86 6,17 8 5,75 5,52 7,28 7,08 6,39 9 5,87 5,76 7,50 7,24 6,58 10 5,89 5,90 7,69 7,32 6,69 11 5,83 5,95 7,80 7,31 6,71 12 5,70 5,92 7,83 7,21 6,66 1 5,54 5,83 7,82 7,07 6,56 2 5,41 5,73 7,78 6,96 6,47 3 5,35 5,67 7,79 6,91 6,43 4 m. 5,39 5,69 7,80 6,95 6,46 5 5,52 5,79 7,90 7,07 6,58 6 5,74 5,96 8,06 7,27 6,75 7 5,94 6,13 8,22 7,50 6,95 8 6,13 6,28 8,36 7,68 7,11 9 6,23 6,34 8,42 7,76 7,18 10 6,23 6,28 8.37 7,72 7,15 11 6,11 6,09 8,20 7,57 6,99 149 CUADRO VII. Presión media del aire seco en el curso del dia. ( Diferencias de la presión total y de la tensión del vapor de agua.) Horas. Invierno. Primavera. Verano. Otoño. Año. 12 m. 699,83 696,75 795,04 695,35 696,75 1 t. 699,47 696,32 694,62 694,89 696,34 • 2 699,19 696,03 694,29 694,66 696,05 3 699,07 695,93 694,13 694,73 695,96 4 699,13 696,04 694,15 695,04 696,08 5 699,34 696,35 694,39 695,54 696,39 6 699,66 696,76 694,81 696,14 696,83 7 n. 700,00 697,27 695,36 696,72 697,31 8 700,30 697,75 695,93 697,21 697,79 9 700,49 698,15 696,54 697,56 698,17 10 700,53 698,43 697,04 697,75 698,43 11 700,47 698,58 697,38 697,84 698,56 12 700,33 698,65 697,54 697,85 698,59 1 700,17 698,64 697,58 697,85 698,56 2 700,07 698,61 697,49 697,92 698,53 3 700,07 698,59 697,35 698,03 698,52 4 m. 700,17 698,60 697,17 698,18 698,54 5 700,36 698,63 699,99 698,28 698,57 6 700,58 698,64 696,85 698,30 698,59 7 700,76 698,57 696,68 698,18 698,55 8 700,84 698,41 696,48 697,85 698,39 9 700,77 698,13 696,22 697,32 698,11 10 700,57 697,73 695,88 696,67 697,71 11 700,23 697,24 695,48 695,98 697,24 CUADRO VIII. Termómetro centígrado. 150 OTOÑO. ‘ajqraauoN ©5 o o co o os ©í i> *-5*001©. ooso o© ooo oos©*^jí H-t rH | n rH « 1 eo •aiqmoo Wr- ;©**Ha®a» 1 l rH eo ■*■ «5 eo O I> ©I 05 0©* 1—05)^ 5© ® 50 rH ©1 ©1 ©1 ©1 ©1 ^H ©1 0© ©I rH ©1 CO — b- «o eo v!j}o>Híq« 05^ osoo rn ®e©oo rH 5© ® r-T ©T s© 0©* 50 ©í 0© *5# OO* V# r- Sd ©I r* tH r— l CO ©J rH rr O CO 00 CO CO C1 0!>Hn0050 rH 00^1©^ rH 50 O O OC* ©T 50 )'■>* *H* ©í O O© «sH O *aH *-H 05* 50* rH rr rH rH r- r-1 r“ ©l ©1 rr rr »> r- — <51 eo 500©©^ O rH* *aí 50 ff©* ©f rH ©í 50 I©-* CO í©** 50 ©í H |5I ri eo os eo b« Cl -r Tm á las. . . 6 ni Id 9 Id.. 12 Id 3 t Id 6 ... Id 9 n Id. .. .... 12 Tm mensual T. máxima (1) T. mínima (2) Oscilación extrema Om diurnas 0. máximas (3) 0. mínimas (4) (1) Dias de la observación (2) Idem (8) Idem (4) Idem 151 CUADRO IX. Termómetro centígrado. Tm á las 6 m. Id 9... Id 12... Id... - 3 t. . Id 6... Id 9 n.. Id 12... T T. máxima (1) T. mínima (2).. Oscilación extrema. . 0IB diurnas. .... O. máxima diaria (3) O. mínima diaria (4). (1) Fecha de la observación. (2) Id (3) Id (4) Id... Invierno. Primavera. j Verano. o »s o O © •Si < 2,1 7,3 17,2 11,1 9,4 3,6 11,7 22,8 14,0 13,0 7,0 15,6 27,1 18,0 16,9 8,3 16,7 28,7 19,0 18,2 6,0 14,2 26,5 15,9 15,6 4,6 1U 21,8 13,8 12,9 3,6 9,3 19,2 12,6 11,2 5,0 12,3 23,3 14,9 13,9 17,6 32,9 37,7 34,8 37,7 —7,7 — 5,5 7,3 -0,3 -7,7 25,3 38,4 30,4 35,1 45,4 8,6 12,9 15,8 10,9 12,1 17,0 20,0 20,8 20,0 20,8 2,3 4,8 6,5 2,7 2,3 Feb. 9-26 Mayo 30 Agto. 8 Set. 12-15 Agto. 8 Dic. 29 Marz. 16 Julio 1 Nov. 3-5 Dic. 29 Feb. 23 Marz. 31 Julio 13 Set. 2 Julio 13 Dic. 17 Mayo 6 Agto. 26 Oct. 8 Dic. 17 CUADRO X. Dias en <¡ue la temperatura media se halló comprendida entre cada dos números de grados de la linea superior. 152 o eo l oo ©1 a a a R S R R R « R R oo R oo OO ©l ~ ~ ~ £ £ £ «rH O ^ R R - a co ^ o C© ©1 ©J c© ©1 - - - 00 «©!©■ O Í 5 RHH© ©1 ■4< ©1 *-H eo ©J ©3 - - - r r eo C© !©■!©• r r r eo <©> t'- ©J ©i oo ©1 ©1 ©1 R R R R R *5# <-i eo R R R R ^ OO R rH ©1 ® ©I R R R R R »a# *a# ©1 eo R R ih OO «■* oo r ©ir- COHH •<ÍS© R R 05 00 OS c© S© ©J r C© R R R R t"« «5 rH ~ £ ©lí© R - ®1H|> o ©1 *-* ’r¡"1 R R R R í© V# R R R 55 C* ~ 00 r^ ©1 r— 1 r— rH r-* eo r-H ©I r-i R ©1 í© c© a© r-> R R R r eo oo i> s ^ O O r— i r— 1 co o R 1©^ eo r ©i R R R R ©lt- crea© r os eo 00 ©i oo í© 5© ^ <© R ^ ^ ~ ~ H «© r ^ c© *— eo c© 00 ©* o ^ S S R R ©I o ©1 R ©1 . rH f— 1 eo »— i i £0££5 e© ^ R R ^ ^ ^ ^ ^ OO ^ ~ ^ r- ©» rH ©i i «©^©1 » » ¡ R R R R R - 05 R R R 05 ® 1 o CO R R ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ eo R R R eo ,©', 1 (^1 1 eo R R R R R j j, j. ^ ^ ^ „ ~ ^ ^ eo 1^ ‘ ‘ OÍ © • • © * © • eré ; • -O ■ o . . £«•2 © © . . 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Año. 12 m. 7,03 15,84 27,41 18,11 17,10 1 t. 7,82 16,59 28,35 18,87 17,92 2 8,21 16,83 28,77 19,12 18,24 3 8,17 16,58 28,67 18,85 i 18,07 4 7,75 15,95 28,12 18,15 17,49 5 7,06 15,04 27,22 17,17 16,62 6 6,24 14,05 26,11 16,10 15,62 7 n. 5,46 13,05 24,85 15,11 14,61 8 4,81 12,13 23,58 14,30 13,70 9 4,35 11,31 22,33 13,70 12,92 10 4,08 10,57 21,13 13,28 12,27 11 3,91 9,85 19,98 12,98 11,68 12 3,77 9,12 18,89 12,69 11,12 1 3,56 8,41 17,95 12,33 10,56 2 3,25 7,73 17,17 11,90 10,02 3 2,85 7,18 16,67 11,45 9,53 4 ni. 2,41 6,87 16,52 11,07 9,21 5 2,08 6,96 16,82 10,89 9,18 1 > 1,96 7,47 17,59 11,06 9,52 7 2,16 8,43 18,85 11,65 10,27 8 2,73 9,79 20,58 12,64 11,40 9 3,63 11,41 22,33 13,96 12,84 10 4,76 13,09 24,23 15,46 14,39 11 5,95 14,63 25,98 16,92 15,88 156 CUADRO XIV. Temperatura de la tierra. MESES. Décadas. Temper. media del aire. TERMÓMETROS ENTERRADOS PROFUNDIDAD DE Á LA 0n\6 lm,2 lm,8 3m,0 3m,7 1.a 5#,1 5°, 3 8o, 4 10°, 5 12°, 9 13°, 6 Diciembre 2.a 4,0 4,9 7,7 9 ,6 12 ,1 13 ,0 3.* -0,3 2,5 7 ,0 9 ,6 12 ,8 13 ,9 í 1-3 4 ,6 3 ,0 5,3 7 ,4 10 ,6 11 ,7 Enero. . , 2.a 5,2 4 ,8 5 ,9 7 ,3 10 ,1 11 ,2 ( 3.a 7,6 6,3 6 ,7 7 ,2 9 ,8 10 ,8 r i.a 7,7 6 ,6 7 ,2 7 ,9 9,7 10 ,5 Febrero ...... J 2.a 4 ,2 3 ,9 6 ,3 7 ,6 9 ,4 10 ,1 ( 3." 7 ,5 4 ,6 5 ,6 6 ,9 9 ,0 10 ,0 i.a 8,1 6 ,5 6 ,6 7 ,2 8 ,9 9 ,8 Marzo 2.a 5 ,9 5 ,4 6 ,7 7 ,4 8 ,9 9 ,6 3.> 0 ,3 5,5 6,7 7,4 8 ,8 9 ,5 1/ 12 ,1 9 ,6 8 ,3 8 ,1 8 ,9 9 ,5 Abril < 2.a 13 ,6 12,1 10 ,5 9,8 9 ,5 9 ,9 1 . 3.a 13 ,6 12 ,7 11 ,7 11 ,0 10 ,1 10 ,3 ( 1.a 13 ,9 13 ,3 12 ,6 11 ,7 11 ,2 11 ,2 Mayo. \ 2.a 15 ,4 13 ,5 12 ,7 12 ,2 11 ,1 11 ,1 ( 3.a 20 ,9 17,7 15 ,0 13 ,4 11 ,7 11 ,6 j ' 1.a 21 ,7 19 ,2 17 ,0 15 ,0 12 ,5 12 ,2 Junio. . .. , < 2.a 19 ,6 19 ,2 18 ,2 16 ,4 13 ,4 12 ,8 \ . 3.a 21 ,9 19 ,1 17 ,7 16 ,5 13 ,9 13,3 ( 1.a 24 ,7 22,1 19 ,7 17 ,7 14 ,6 14 ,0 Julio 2.a 26 ,0 24 ,4 22 ,0 19 ,3 15 ,4 14 ,6 ( 3.a 24 ,6 22 ,6 21 .8 20 ,1 16 ,4 15 ,3 ( 1.a 24 ,9 23 ,2 22 ,1 20 ,5 16 ,9 16 ,0 Agosto. ... < 2.a 25 ,2 23 ,1 22 ,1 20 ,7 17 ,3 15 ,8 ( 3.a 21 ,7 21 ,9 22 ,1 21 ,1 17 ,7 16 ,8 ( 1.a 24 ,2 21 ,6 21 ,1 20 ,3 17 ,8 17 ,t Setiembre < 2.a 25 ,0 22 ,8 21 ,8 20 ,6 17 ,9 17 ,2 ( 3.a 17 ,9 18 ,9 20 ,6 20 ,2 18 ,1 17 ,3 c 1.a 15 ,4 15 ,9 18 ,1 18 ,8 17 ,8 17 ,2 Octubre < 2.a 12 ,9 12 ,9 15 ,7 16 ,9 17 ,1 16 .8 ( 3.a 12 ,9 12 ,8 14 ,3 14 ,6 16 ,2 16 ,3 ( 1.a 6 ,7 8 ,3 12 ,1 14 ,0 15 ,3 15,3 Noviembre. ......< 2.a 9 ,7 9 ,2 lü ,8 12 ,4 14 ,5 15 ,1 ( 3.a 9 ,7 9,7 11 ,1 12 ,6 13 ,9 14 ,5 Promedios generales 13 ,9 12 ,9 13 ,3 13 ,3 13 ,1 13 ,2 Diferencias extremas 26 ,3 21 ,9 16 ,8 14 ,2 9 ,3 7 ,8 Psicrómetro. — Humedad relativa . 157 CUADRO XVI. Psicrómetro— Humedad relativa. I Invierno. Primavera. Verano. Otoño. o < Hm á las 95 90 75 90 87 Id 9... 90 76 60 86 78 Id. 12... 82 65 48 77 68 Id. 76 61 46 73 64 Id 81 65 49 77 68 Id 9 n.. 85 73 57 83 74 Id . ..... 12... 88 80 63 85 79 85 73 57 82 74 Id. máxima.. — 100 100 100 100 100 Id. mínima 28 29 23 35 23 Fórmulas psicr ométricas.— Humedad relativa. ir, 9 t'* o ©I 1© X X X c© oo 1— I CO i Oi t- s© ©I ©1 ©I í© t" »— I CO © © E© v# *h OO OO OO ©I ©< CM ® c© ©i a© ©i , co p o © o w oo ^ ® ©í r- oo — ©J ©i ©i ©i -H~ + + + + + + + + + ~F + + + + X X X ©I ©I ©I ©1 ©I ©* XXX ©»©«©! XXX ©I ©I ©* x X X X ©* ©i ©i ©i CCS O Oí 03 en cc ce a a a 93 03 43 en en en G g g 03 03 03 en en en 1© O 05 **K CO ©1 ©l ©I ©1 ©1 ©I ©í ©« ©I a g g a? o» <13 en en en « « § o en en en en + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + i + + XXX XXX XXX XXX «s£ ® o OE ^ l> CO s©^ ©J «sí eo t- co ©i co" ©> ' i + + + «sH CO oo H co ©I ©I ©I © © o © 0© co ©* «O rH r— | ©1 ©* ©I ©I + + + + X X ¡*¡ x OO 00 2© ® ® ©I ©I ©i ©J g c a 4 4 4 en en en O «s* ©^ í© ^ co oo C. 30 |> G G G 43 43 03 en en en «s# O ©í tí ©T co G G G 43 43 43 en en en G G G 43 43 43 en en en O CO 00 0*0000 OO (N O H «5* c© *5+1 «O «íW t-* «sH s© t-* + + + + + + + + + + + + + + + + OO^ ©I O tí o tí O t-1 t- í© i© t'« O !fl !© t- ^ CO oo « jh o OO ct o <-h «o" «sí *T ©í 30 j© oo H 43 J-l G2 e .2 •2 G *, O W fe ’ — 1 O 4 4 o CS3 .O -í o CS JD CO a 5 s .2 © G -G5 G G fcC X! 03 S ¿ 4 rs C/} O Z co . S- O 4 g >* O oo G 2 2 G co »G .2 «-* O S ’C 03 £ O. í> O Año.... 75,5-4-11,0 sen. (x— 1-21 2°24')— h-2,3 sen. (2x— f- 252°21') 160 CUADRO XVIII. Humedad relativa media del aire en el curso del dia. ( Números deducidos de las cinco últimas fórmulas del cuadro precedente.) Horas. Invierno. Primavera. Verano. Otoño. Año. 12 m. 80,9 64,2 47,6 77,0 67,4 1 t. 78,6 62,0 45,5 74,7 65,2 2 77,1 61,1 44,8 73,3 64,1 3 77,0 61,4 45,2 73,1 64,1 4 77,7 62,4 46,4 73,8 65,0 5 79,1 64,0 48,1 75,3 66,5 6 80,8 65,9 49,8 77,4 68,4 7 n. 82,6 67,8 51,6 79,5 70,3 8 84,1 69,8 53,3 81,3 72,1 9 85,3 71,9 55,3 82,7 73,8 10 86,2 74,3 57,7 83,6 75,5 11 87,1 77,1 60,6 84,2 77,3 12 87,9 80,2 64,2 84,6 79,2 1 89,0 83,6 67,9 85,1 81,4 2 90,3 86,7 71,6 85,9 83,5 3 91,8 89,2 74,6 86,9 85,5 4 93,3 90,8 76,4 88,0 87,0 5 m. 94,3 90,8 76,5 88,9 87,5 6 94,8 89,3 74,8 89,4 87,0 7 94,2 86,2 71,4 89,1 85,1 8 92,7 82,0 66,7 87,9 82,3 9 90,3 77,1. 61,3 85,7 78,6 10 87,2 72,1 55,9 83,0 74,5 11 83,9 67,7 51,2 80,0 70,7 Psicrómetro.— Tensión del vapor J expresada en milímetros. 161 i MjqoidiAOju ©5 r- o r- a© so ícT iV oc oo r-" i" ©* 50 T— *!>! -H * •g «o / -aiqnpo cd a© r- ©a a© -- ooWocta — r— cT 05 «a* a© a© TH i *aiqui8H9S -h a© a© 50 »aí *3* a© <-T 5© acTa©" 5© ©f r-T T“ ! r»« ^ 'r-l r— I 13,3 ! r-^05 — 1" ©1 / -oisoSy OOO^»*# 00 50 r— T ©í OI 50 ©í O O OO r-T ©1 50 9-H L'' ©I <=> as: -9- £¿3 / *°!lnf 50^05 *-< O 50 a© 05 — ©í 50* W ©1 íh O t—i T“i I r— * ©f 50 50 oí ao ’ f *oiunf ©5_ a-! ©^ a© 00 Otoño. © IC < r á las ID 5,2 7,3 11,0 9,0 8,1 Id 9... 5,4 8,3 12,5 10,4 9,2 Id 12... 5,1 9,0 12,7 11,9 9,9 Id 3 t.. 6,2 9,0 12,9 11,9 10,0 Id 6... 5,7 8,2 12,1 10,4 9,1 Id 9 n.. 5,4 7,6 10,8 9,8 8,4 Id 12... 5,3 7,3 10,4 9,3 8,1 5,6 8,1 11,8 10,4 9,0 Id. máxima 10,4 20,2 21,2 21,1 21,2 Id. mínima 2,4 2,4 6,3 4,3 2/i Fórmulas psicrométricas. — Tensión del vapor. 103 ©i ©i ©i ÍO (H r- o o o O 05 W 20 so O o I© 0O 05 ^ c© c© '+ + + XXX S s © en en m OO ©5 — i :© ^ c© § S 5 5 en m en sn — O *Í# OO gm ©i o " o o o ■f + + + "I; rf + 4~ + + + + + + + + O© C© 0© OO ©1 ©1 O t" «O OO ¡¡O 20 l-H +++ XXX XXX ■f + + XXX + + + x x x x ÍO 50 ^ c© -0© ©I g — < — i S;0 «£> 20 a a a © © © 5/5 5/5 5/5 r-l t— C© ©1 0O O «© ©5 »a# C© r-« ©T r— ' + + + + + + + + + + + T + + + + oo «í5 «a* OO o 5© ©I <05 ) - ©I 05 «O 0© t-. SO OS W ©l oo j -T ^ o .«• 2 2 ’o — •jr ~ o W £t- 1 ■= £. ce ¿O ce ._ .© o "s o» 00 _q ai 03 s- S 3 52 © .2 1=3 ao o o en O ^ o c> « o- > O Año 8,84-4-1,08 sen. (x+62°58')-j-0,21 sen. (2x-4- 62°15') 164 CUADRO XXII. Presión media del vapor de agua atmosférico en el curso del dia. (Núme- ros deducidos de las cinco últimas fórmulas del cuadro precedente.) Horas. Invierno. Primavera. Verano. Otoño. i - Año. 12 m. 6,07 9,05 12,89 11,96 9,99 1 t. 6,19 9,15 12,98 12,12 10,10 2 6,24 9,12 12,97 12,06 10,10 3 6,20 8,98 12,86 11,80 9,97 4 6,08 8,77 12,67 11, H 9,74 5 5,92 8,50 12,39 10,95 9,45 6 5,74 8,24 12,05 10,51 9,14 7 n. 5,58 7,98 11,68 10,14 8,86 8 5,45 7,77 11,30 1 9,87 8,60 9 5,38 7,61 10,96 ! 9,68 8,41 10 5,36 7,47 10,65 9,57 8,26 11 5,36 7,37 10,42 9,47 8,15 12 5,37 7,27 10,29 9,36 8,07 1 5,37 7,19 10,24 9,22 8,00 2 5,34 7,12 10,29 9,04 7,94 3 5,28 7,08 10,42 8,88 7,91 4 m. 5,22 7,09 10,63 8,77 ; 7,92 3 5,16 7,16 10,91 8,79 1 8,01 6 5,14 7,32 11,21 8,97 8,16 7 5,18 7,56 11,54 9,32 8,40 8 5,29 7,87 11,88 9,83 8,72 9 5,46 8,21 12,20 10,44 9,07 10 5,66 8,55 12,49 11,05 9,44 11 5,88 8,85 12,72 11,59 ¡ 9,75 CUADRO XXIII. Evaporación.— Lluvia.— Estado de la atmósfera. 165 aiianj 0)1191 \ 9p ’PI ©© «— 1 *— ! COCMrt v?l a© O *-• <© a© í© SO w*. Hrt H «— 1 ( t"" •0)U9IA ap *pi os ^ ©i ©»i os rtrt HrHn ©1 ©1 O© O© ; •etnieoappi ©05© O O O ©HH ©H© ff© O ©1 r- ©1 ^ T-* ©i SO) -jaiqna *pi *s#©5*3# ©1©I©5 a©® SO ir'xroooo© c© <— l *— l ©1 ©1 ©1 00 •sosoqnu pi rH 05 *5# 05*5*0© D*» C© *5# *5# rH *5* C© rtrHH r“l <—i *^l a© *s# *5* OO sopB? -adsap sbiq OC©® ®*5**5* 00 00*5# ©I SO rH 05 OO O C© SO r-1 r-H rH r—i *5* r— i 05 •B|p oíos un ua-pi g®®® HrH©_ ©^XfO ^W© 00500 O 9 a© «© <© o© ©f *5* a© ** a© r-T a© SO —H 00 00 -H ©1 ¡ ’BIA -nn ap SBia ¡ i a© *?# *5# *5*® *5* ®©ie© oo o© os e©*s#a©® ©i HH Hrt >!— Í rln SO O *j# ©1 •BUHUIUI *pi g oor-^os a© *-^c© ©yo© o ®*-<©©® o 8®®® o o o ©i c© f— i t— too ot— wso©rH os ar-ísív# ® aor-^ oc" " ©T o" a© ©©“ *5# r*.*'^*'©©*' r-T rH rH t— 1 1 Bipoui uoiOBiodeAg l g*5#®©l *5* 00 <— i 05 05 a© 05 oo *— 1 ©1 <•£ C© ® S O vH ©í C© ©í *5# a©” 20 f* «5# rH r-í *-T ©©" 1> ©T SO Diciembre. ..... Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Setiembre Octubre Noviembre Invierno.. Primavera. Verano.. Otoño Año CUADRO XXIV. Anemómetro. —Vientos reinantes en el mes , espresados en horas. 166 OTOÑO. •diqni9TA0N X»í00501>»-'0 t" OO 50 ©i ©1 rH 5— i »— i ^ ^ H r- co rH 0 rH l *8jqnioo OC©X^X©®I> OO OO rH ©1 ©I «s* rH S© t" OO ©1 tH ^ T <=>00 CO rH o ^ iO in , -ajqaigiias !©■ ©i i® co «s* co s© so oo s© oo ^ as oo oo co co ©i co ®* ^ O* ©i «h oo CO co oo <3Ñ1 VERANO. •í© co 50 co •cH c— oiinr 05 50 O ^ OO ®5 ^ 70 50 o <0 ©incoas©! t-h ©i ^ <“< ©1 rn" O <== ©1 J2= 50 o ®* oo oo oianf 50 5© JO 50 O *sjl CO r— 50 rH OO 05 OO ®5 Oí 50 00 OO ©1 ~ ^ O rH &□ co CO 05 PRIMAVERA. •OjCbjí ® rH 0© CO ©I 50 ©I *s# rH !0®0?1>W ©i rH rH co ~ ~ ®> O co 70 o *** -C-I ©1 CO OO ©I ®5 rH S© O O 00 W»rHXO®WI> v# 70 ©1 5—1 ^ ^so co V# ©1 <3-3 OS] f ( -OZIBKI ©1 O í© CO ©3 05 so so «-» oo 05 oo ~ ©r o ■ £= 05 o ®* © co *sk rn s© oo rH s© ©i co r» co oo so ^ ^ ^ r-T o" ^3 ÍO ¿o co / '0J8ug í ©I OO CO 50 00 ©J rH rH oo OO CO ©1 5— i 70 !©■ rH ks* 05 rn ^ O o ^05 co I " o ®* iO oo djqaoiaiQ t^IT'í©®55005©105 05 05 ®!XHt>©J'rtCOW SO 00 «Hrt rH r ~ o O R<=> CO VIENTOS. ♦•••»• 5 • • • »•*•••»• ♦ • ••• ••*• • • • •#••**• • 9 • • • •••••* . . •w :w :o je : : ¿ZHi/ic/ic/iOZ as loa MIO Resaltante Intensidad (horas) 167 CUADRO XXY. Resúmen del cuadro anterior. N — N. E. E... . S. E. S.... s. o. o... N. O. N S *** O E” Resultante, Intensidad. Invierno. Primavera. Verano. Otoño. O »e < •265h 261h 250h iooh 876h 307 160 200 272 940 52 83 122 86 343 242 146 180 443 1011 209 400 219 351 1178 530 613 592 540 2275 218 242 281 224 965 337 300 363 162 1163 0,95 0,63 0,85 0,39 0,67 0,53 0,44 0,41 0,82 0,51 85° S.O. 69° S.O. 78° S.O. 11° S.O. 56° S.O, 393h 685h 577h 652h 2024h CUADKO XXVI. Anemómetro.— Giros parciales y completos del viento . 168 CSI^HSHOOOOOM WtMOfC O© es ^---OííNWOaíOOl^ílW S «5 00 55^ C© 9?^WH®WCiHW05(N«0 OOtClfJh C© (M ©1 « I- ri i— i ©I t-“ I r- a© c© J# «^aootoo^e^eoco^cot©»^ f— ( r-i^-«!r-!*—lT->!^-<©l©l ©1 v* O 5© *-4 i© ^ «o os c© ©i o© *5# *a# C© ©I L''' CX3 l^I>©©00®l©Xt>'l>«‘!#H i í© «*# ©I C© ©í ©1 ©1 f 06 1>©t>M©í©8í©5OW« ! *— I »— • t-h r— ( r“i rH i OS *s$l i© *5* i© *sH 5© ©l O© «— t ©© S© 4 !©©Jrt^ O© í© C© O© S©í© O OS T" i ^ r—í IÍ3ÍS! O t- 00 05 ©I r-^ ©I ^Í©?©®^-Í©0©1©Í^-E© 00*^t^3© ©»©©*J#©lí©®»*sÍ<*-lO©lí© 05 00 i© O© ©©SinCrtrlOOrtrtl^ ¡© ©1 ©5 r-* *H ©1 C© O C© O SO v# O O© ©I 3© «©COOO© ® hh«mo®Jh(N©hhi© a©r^c©t^« ^-©vj(>OI©H©©©Oe(N© 2©*-l©!í© OO ©1 «© 03 ©1 <-« fi o o o V z - ’5 ® D — O -Í-O _S 3? c© C O ¡z N¡ ©3 ® . 2 © ™ Q-> O • — ® a <© *© i», 8-. >-? (-i — O «— > **■ ’ C S t. © ü a ©*-a 5 3 «o. to ;S tS :í ¡^ < ^ -?í c/í> Q ¿5<£>Q *< 169 X H (O Oí so vsT i 'T t'-T a© «5 ©ícer^csoí^ce-^ ool'-oooocíoíoooc £ ©í ©1 C© w oc ® a©~ *«# acT a©~ C© c© ec_ ©i i» a© _a© i o o a© «o ce ©v W so «ajT ^ ce ®* «í ©i *** r-* ©i ce o o *— c ce ©a ce o ®o h- e rs s o i " a© oí* ©f *©í s© B — o o <© o o o ce I-- E- 1- I:^ I'' L^> I- Ir- w Esa O . O . w O CfJ C/2 z ©I — 0© ^ o© ao oí a© 170 o § ce á § CJ — O^ 05 CO os *4 rH 05 OO OOrHCSÍ^r-'C©^'*# a < a 0«!jl0591-4®|{iíh. tí coeocor^oot^t-eo ¡d B3 K O g*3# H 05 r-1 <1 WaT OO1 OO «í ^ W H 05 ce rH ^“1 r— i Oh S ce H Í5 a11® 05 so r-H I'' OS so 2 Sso so OO SO so co «ó C/} tí a so OC OO ir" CO «íjí OO ce o <05 o O o L" L" L" . Ei¡ . w . o . O z . w C/3 O z t/j czi Z 0©OSOOOOI.''<*H OOOÍtMCOW^bM 171 ©f a u Z O ce u ce a. gen as E'* ^ o© » jo » ^ O » ^ « 85 W ©í í© CC *-t ©J Oí i© 50 E- O *s# a© oo co r-T O ©f ©f ©5 ©í ©* 00 ©^ ©> v# ©o ©> o o co <© o O E" t" E" E- E'- E'- E'" W . Cs3 . O . O # W . en O . ¡5 en en 55 ! ce Ed z © 5 c > oooca©*5#i^.«^^H|^, ce rH r-1 Ed ce CQ O CÜADKO XXX. Correlación de las observaciones meteorológicas. 172 O *27 a» h oc oo ^ w oo co tn *ajT ío c© ^ co ^©l^OOOOCOG'J'C* l— csoor^r^oooot^ ¡ ÍÍ5 ^ r- 1 o O O L"' r~» E'» l" en © . ÜJ Cz9 . O . O Z 25 . W C/2 O . u > 25 C/2 CÁ 25 V# ©í « h 51 90 51 H h © a© a© ío CUADRO XXXI. Correlación de las observaciones meteorológicas. año 1865. ©* so ©i to v-T «r so oo a© o ¡O *5íT OSOa©OC©5*a#®©l «©í SO C© 05 a© OO 00 a© 3-j: '30 S© OO 05 05 oo r^ SO SO O 05 «a* i - l-« a© C©T oo" ©í »üjT sa so* 05 t" o© SO *!* a© so |*** *5* so oo ©^ e© 30 r-‘ oo" oo" so* *a# a© ^as- 'O o o o o ® o O !©• r- I" L'" t- i> . W . Caí . O . O 55 . Ctí e/2 O . 55 c/5 C/2 55 S£ U ■Ji 03 O o. 'Si l> *JÍ OO ©I *«K —< ©I ©I — • ©í r- i—i e© e© a© ® ©q ® so c© e© 174 CUACO Resúm BARÓ11ETR0. TERMÓMETRO. ,/ A máx. A mín. j lm T. máx. T. n . / mm mm mm ( 1.a 708,90 713,93 700,83 54 15°6 -2 'l Diciembre < 2.a 700,60 713,33 684,07 4,0 9,5 -1 1 i 1 ( 3.* 705,31 710,53 701,64 —0,3 7,0 -7] ( 1.“ 708,65 716,10 696,61 4,6 11,3 -0 Enero 2.a 702,85 708,40 695,55 5,2 12,1 -1 i 3.a 702,76 707,86 696,73 7,6 14,2 —2 i i." 705,08 710,96 697,91 7,7 17,6 — 0 Febrero. . . . . . < 2.a 705,29 713,01 698,39 4,2 11,5 -i 1 } 3.' 713,14 716,90 708,04 7,5 17,6 -% ( 1/ 706,89 713,23 695,77 8,1 19,7 -3.1 Marzo. .... . . . 2.a 701,14 706,64 693,36 5,9 16,7 —5 •; ( 3.a 704,26 711,62 696,28 6,3 18,5 -3, ( 1.a 708,45 714,32 701,31 12,1 22,3 0, Abril 2.a 705,24 710,38 701,79 13,6 23,8 6, ( 9/ 705,97 709,72 701,51 13,6 24,8 7, / 1.' 705,31 710,38 700,43 13,9 26,2 5, Mayo ¡ 2.a 706,24 712,26 703,42 15,4 26,5 4, ( 3.a 707,41 710,91 702,45 20,9 32,9 8, i ( Ia 709,47 712,28 702,25 21,7 33,7 8, . Jumo { 2.a 707,73 709,82 705,22 19,6 33,2 10, ( 3.' 708,04 711,19 702,43 21,9 32,8 10, ; ( 1.* 707,70 710,58 704,28 24,7 35,3 7,: ¡i Julio 2.a 706,38 708,98 701,49 26,0 37,6 14,: t 3.a 708,82 712,23 703,77 24,6 36,4 lo,; ! í 1*a 705,87 709,49 700,05 24,9 37,7 11/ Agosto 2.a 707,42 710,18 702,96 25,2 37,6 14, ( ( 3.a 707,30 712,74 702,07 21,7 36,4 9,1 : (1.a 710,32 714,28 706,59 24,2 54,7 1U Setiembre . < 2.a 711,29 715,58 708,13 25,0 34,8 15,1 ( 3.a 709,11 713,71 703,90 17,9 32,1 11,(1 i í 1*“ 702,64 708,30 696,08 15,4 24,7 9,f Octubre ! 2.a 704,08 708,32 691,84 12,9 21,3 4,3 ( 3.* 706,61 712,21 700,20 12,9 22,6 3,3 í 1-* 704,21 710,15 698,34 6,7 15,6 -0,9 Noviembre < 2.a 711,69 716,25 706,42 9,7 15,7 2,7 ( 3.a 704,07 707,76 • 695,95 9,7 16,4 íj 17$ k p ) XII. décadas. t ¡RÓBETRO. ATMÓBETRO. PLUV10BETR0. ANEBÓBETRO. , - — — VIENTOS. NUBES. > Tn 1 m Em Lluvia. Dirección. Intensidad. mm mm mm 5,8 0,4 12,9 32° S.E. 153 5,5 1.a) 5,7 0,6 20,1 24 s.o. 145 7,9 2.a ¡ Diciembre. 4,3 0,2 35,7 21 N.O. 138 6,2 3.a) ¡ 5,6 0,6 3,9 2 N.O. 161 4,1 1.a) ; 5,7 1,4 9,6 84 N.O. 143 6,2 2.a ¡Enero. 7,2 1,1 24,1 45 S.O. 185 7,8 3.a) ! 6,6 1,7 6,1 85 N.O. 116 5,6 1.a) ¡ i 4,7 1,7 3,8 52 N.E. 56 3,8 2.a ¡Febrero. | i 5,0 3,3 d 13 S.O. 83 2,8 3.a) i 5,2 3,3 3,1 47 N.O. 56 3,7 1.a) ) 4,9 2,9 4,0 71 N.O. 93 4,8 2.a ¡ Marzo. V 4,2 4,1 )) 25 N.O. 169 2,6 3.') 1 6,3 4,0 2,1 47 S.E. 16 5,4 1.*) ) 9,9 2,0 32,9 26 S.O. 98 7,6 2.a ¡Abril. > 9,8 2,5 42,8 25 S. 0. 143 7,1 3.a) !l 9,5 3,0 36,7 42 S. 0. 180 7,4 1.a) j) 9,8 4,2 4,5 59 S.O. 125 5,3 2.a Mavo. l 13,1 5,1 22,7 26 s.o. 160 4,0 3.a) h 11,2 6,4 )) 7 s. E. 62 3,0 1.a) i 12,2 5,0 41,4 67 S. E. 13 7,6 2.a Junio. !> 10,8 6,2 5,1 32 S. E. 36 3,1 3.a; 5 12,4 8,5 2,1 85 S.O. 130 1,9 1.a) ) 12,2 9,5 » 81 S.O. 129 1,9 2.a Julio. í 11,9 8,7 )) 2 N.O. 68 L8 3.a) 3 11,6 8,5 » 78 S.O. 93 2,5 1.a) 2 12,1 8,2 )) 81 S.O. 160 1,4 2.a ¡Agosto. 2 11,7 5,8 4,6 53 s.o. 121 5,1 3.a) 2 13,9 6,1 i, 9 16 S.E. 135 2,7 1.a) 7 13,3 5,9 )) 15 S. E. 114 0,8 2.a ¡Setiembre. i 12,8 2,7 49,1 59 S. E. 108 7,3 3.a) 9 11,6 2,0 49,6 28 S. O. 141 7,6 1.a) 4 9,3 1,7 9,6 74 S.O. 134 4,9 2.a ¡Octubre. 3 9,5 1,7 5,4 63 S.O. 166 5,2 3.a ) 7 6,4 1,2 39,8 31 N.E. 131 5,7 1.a) 4 8,4 0,6 12,2 65 S. E. 63 7,2 2.a ¡Noviembre. 3 8,3 1,4 52,6 20 S.O. 204 8,8 3.a) 176 i CUAD) fíesuin BARÓMETRO. ■ - TERMÓMETRO. v/ 1 i A máx. A mín. T 1 ID T máx. 1 T mi1 mm mm mm 0 I m Diciembre 705,02 713,93 684,07 2,8 15?6 i 5,. Enero 704,69 716,10 695,55 5,9 14,2 -2,6 1 (i Febrero 707,46 716,90 697,91 6,4 17,6 -4,7 ' i 5,5 Marzo 704,10 713,23 693,36 6,8 19,7 —5,5 i (jj Abril f. . 706,55 714,32 701,31 13,1 24,5 0,7 ; si Mayo.. 706,36 712,26 700,43 16,9 32,9 4,8 í 11,8 Junio 708,41 712,28 702,25 21,1 33,7 8,5 liü Julio 707,67 712,23 701,49 25,1 37,6 7,3 IL Agosto 706,88 712,74 700,05 23,9 37,7 mu Setiembre 710,24 715,58 703,90 22,4 34,8 11,0 lili Octubre 704,51 712,21 691,84 13,7 24,7 3,5 1 ti Noviembre... . 706,66 716,25 695,95 Jf 8,7 16,4 -0,3 I Invierno 705,72 716,90 684,07 5,0 17,6 -7,7 Primavera 705,67 714,32 693,36 12,3 32,9 -5,5 Yerano. ... 707,65 712,74 700,05 23,3 37,7 7,3 I i Otoño 707, Í4 716,25 691,84 14,9 34,8 -0,3 I I ». Ano 706,55 ! ' ' 1 716,90 684,07 | i 13,9 37,7 -w . PS1CRÓSETR0. ATilÓMETRO. 1 FLUVIÓMETRO. ANEMÓMETRO. 1 ! 1 — — NUBES, j U Tm Lluvia. Viento. ! 13 rom 5,2 rom 0,4 rom 68,7 11° S.O. 6,5 Diciembre. !8 6,2 1,0 37,6 85 s.o. 1 6,1 Enero. 5 5,5 2,2 9,9 35 N.O. 4,1 Febrero. 'l ¡5 4,8 3,4 7,1 42 N.O. 3,6 Marzo. ’7 8,6 2,8 77,8 22 S.O. 6,7 Abril. 6 10,9 ¡ 4,1 63,9 41 S.O. 5,5 Mayo. 3 11,4 5,9 46,5 49 S.E. 4,5 Junio. 3 12,1 8,9 2,1 82 N.O. 1,8 Julio. 5 11,8 7,5 4,6 71 S.O. 3,1 Agosto. 11)1 8 13,3 4,9 51,0 28 S.E. 3,6 Setiembre. 16 10,1 1,8 64,6 55 S.O. 5,9 Octubre. I 1 7,7 1,1 104,6 27 S.E. 7,2 Noviembre. ¡5 5,6 1,2 116,2 85 S.O. 5,6 Invierno. 1 3 8,1 3,4 148,8 69 s.o. 5,3 Primavera. ¡7 11,8 7,4 53,2 78 s.o. 3,1 Verano. 1 12 10,4 2,6 220,2 11 s.o. 5,6 O tono. 1 ,'4 9,0 1 3,6 1 538,4 56 s.o. 4,9 Año. tomo XVI. 12 CIENCIAS NATURALES. PALEONTOLOGIA. Descripción de algunas cavernas de la Península , y conve- niencia de continuar su estudio , principalmente bajo el aspecto paleontológico; por D. Antonio Machado, corres- ponsal de la Academia. Entre los grandes progresos que las ciencias naturales han hecho en el presente siglo, ocupan un lugar preferente los de la Geología. La historia de nuestro planeta, que en los pasa- dos tiempos entreveían algunos filósofos instintivamente, ha adquirido en la época actual dalos tan precisos y exactos, que no titubeamos en afirmar es hoy la más positiva de todas las cronologías. La naturaleza ofrece, en las capas sucesivas que forman los terrenos del globo, páginas tan claras y detalladas de los acontecimientos por que ha pasado, que en ella leemos una relación cronológica de su marcha, vicisitudes y trastornos. En los siglos anteriores era su historia un libro cerrado, cuyo sello no podían romper todos los esfuerzos humanos; hoy, los trabajos hechos por los hombres eminentes de la ciencia lo han abierto poniendo de manifiesto sus ignoradas verdades. En España empezamos, aunque con lentos pasos, á penetrar en la senda que guia á estos estudios; y algunos trabajos indivi- duales muestran que estamos en el camino de contribuir á sus progresos. Por desgracia no ofrecen las ciencias en nuestra pa- tria bastante aliciente; y las investigaciones que para adelan- 179 tarlas es necesario hacer, se abandonan faltas de estímulo é interés, ó ahogadas por la indiferencia de aquellos que más debían enaltecerlas. Concretándonos á la Geología vemos que los extraños aco- jen con aplauso y se aprovechan de las menores indicaciones que adquieren sobre nuestro territorio, para estudiarlas, y pu- blicar las noticias interesantes que los naturales debieran ser los primeros en dar á conocer. La razón por que se ven con frecuencia descripciones científicas de objetos de nuestro país dadas fuera de España, es que los otros pueblos del continente poseen asociaciones geológicas, establecidas en las glandes capitales y ciudades de segundo orden, que difunden la afi- ción á una ciencia que sintetiza y, resume las físicas y natu- rales, y en cuyo progreso están interesados los individuos que á ella pertenecen. En España, si exceptuamos la Real Aca- demia de Ciencias de Madrid , apénas se encuentran más So- ciedades que las literarias y políticas: nuestras circunstancias no son favorables para la formación de las científicas. La Geología es una ciencia que no se aprende en el gabinete, ni por medio de la meditación, sino que exije estudios prácticos, investigaciones difíciles, viajes costosos, y una constancia y laboriosidad á toda prueba; y es tanto más difícil de alcanzar este conjunto, para adelantar y ponernos al nivel de otras na- ciones, cuanlo que tropezamos con una grande escasez de hombres inteligentes con quienes consultar y debatir las dudas que con frecuencia se ofrecen. El literato, el historiador, el legisla hallan en las bibliotecas, archivos y academias los me- dios de aprender y perfeccionarse en la especialidad á que se dedican: las revistas, los periódicos, la discusión son oirás tan- tas lumbreras que esclarecen los hechos y promueven los des- cubrimientos. El geólogo español carece de todos estos me- dios, aunque tiene en verdad un libro más exacto, la natura leza; pero necesita estudiarla en sus leyes fundamentales, en su invariabilidad en lo variable, en su armonía en los tras- tornos, en sus eternos principios: tiene que proceder de lo conocido á lo ignorado, de los efectos á las causas, de lo sencillo á lo complexo, y hallar la síntesis admirable de sus variados fenómenos. Un hombre solo, por elevada que sea su 180 inteligencia, no puede ni se atreve á afirmar un hecho sin consulta; y fallándole este medio de estudio, desmaya en su propósito y lo abandona en su camino. Acontece también que encuentra alguna vez dificultades materiales que le cierran el paso á sus investigaciones: para vencerlas es indispensable reunir los esfuerzos colectivos de una Sociedad ó Academia, á los auxilios de otros hombres interesados igualmente en esta clase de estudios. Nos sugiere estas reflexiones la lectura de una interesante memoria publicada en París por Mr. L. Larlet, en la que se describen los objetos hallados en unas cuevas ó grutas de la provincia de Castilla la Vieja (1). Quisiéramos poder dar una traducción exacta de ella, pues sería superior á cuanto pode- mos decir sobre su importancia. Los escritores españoles mencionan muchas veces en sus obras esas cavidades subterráneas que existen en el territorio de algunas provincias, sin sospechar siquiera que pudieran ser en los primeros siglos la habitación del hombre. Los autores del Gil Blas y del Quijote interesan á sus lectores con la descripción de esos recintos tenebrosos que servían de refugio á los criminales de aquel tiempo, y cuyas proezas fabulosas alimentan aún la curiosidad de nuestro pueblo. Pero á pesar de los siglos trascurridos, y del interés que hoy inspiran á los geólogos los descubrimientos que en otros países se han hecho en cavidades análogas, las cavernas del territorio español, visitadas alguna vez por los naturales, han permanecido in- tactas, sin que ninguno haya tratado de explotarlas científica- mente. Estamos seguros que en ese inmenso concurso que en el próximo año va á abrirse en París para patentizar los pro- gresos de la inteligencia é industria de todos los pueblos del globo, presentando á la vista la magnitud del trabajo, fuente (i) ftevue archéologique (Extrait de la), publiee á París che/ Dídier et comp., quai des Augustins, 35, paraissant le 1er de chaqué mois (tirage ñ part). Poteries primitives, instruments en os et sílex taillés des cavernes de la Vieille Castillo. Par Mr. Louis Lartet, 181 de vida y de bienestar de los pueblos activos y honrados; estamos seguros, volvemos á repetir, que allí podrá seguirse el lento paso de la humanidad, desde que habitó las cavernas que con tanta indiferencia miramos en España, hasta los sun tuosos palacios de la Alhambra, y los famosos templos de San Ildefonso ó de San Pedro en Roma. El distinguido geólogo 1). Casiano de Prado incluye, en la excelente Memoria que publicó el pasado año sobre la pro- vincia de Madrid, una lista de las cavernas más conocidas de la Península. Podríamos agregar á aquel número muchas otras exislenles en los territorios de Málaga, Córdoba, Huelva, Cádiz y Sevilla. El sábio geólogo inglés Dr. Falconer, arreba- tado recientemente á la ciencia, que lo contaba en el número de sus más esclarecidos é infatigables adalides, habia explorado en 1864 las de Gibralíar, recojiendo preciosos datos, cuya publicación esperamos con impaciencia, de sus herederos. A este eminente naturalista debemos la fotografía de un cráneo humano fósil perteneciente á la raza aborígena de nuestro territorio, y algunos huesos y dientes de diferentes mamí teros, extraidos del mismo punto. De Cabra poseemos tam bien fragmentos curiosos de brechas huesosas mezcladas con las cenizas de los hogares, y los restos de las comidas de los individuos que habitaron aquellas ignoradas concavi- dades. El terreno cuaternario de la cuenca del Guadalqui vir ofrece igualmente datos y noticias interesantes de las primitivas generaciones; abierto está el libro para estudiar las páginas de aquellos tiempos anteriores á la historia y á la tradición; los arqueólogos se extasían ante la vista de un objeto acabado de la industria humana: de más valor debe ser para nosotros un hacha de silex, un cuchillo de piedra, un instrumento fabricado del asta de un cervideo ó del fémur de un rinoceronte, que los bellos collares y las hermosas estátuas que se descubren en Pompeya y Herculano ó en la derruida Itálica. Es de mayor interés para el geólogo seguir paso a paso el desarrollo de la inteligencia humana en los primeros instantes de su desenvolvimiento, que las proezas ejecutadas después con los medios adquiridos por tantas generaciones, y los 182 descubrimientos que le están reservados en su progreso futuro é indefinido. Esos vasos de arcilla legamosa endurecidos al fuego, y sin otros instrumentos de fabricación que las encalle- cidas manos de los primeros artífices; esos relieves confeccio- nados por la compresión de los dedos, para dar un sentimiento de belleza á los toscos objetos de la alfarería primitiva; las hachas y piedras afiladas con tanta dificultad para emplearlas en su defensa ó como útiles de industria, cuando ignoraban absolutamente el uso de los metales, nos causan más asombro é inspiran mayor curiosidad que la contemplación de los va- sos elruscos, bajos-relieves y otras maravillas del arte pro- cedenle de Italia y Ejiplo, que buscan con entusiasmo los amantes de la antigüedad. Sin duda los descubrimientos de Champollion sobre Nínive y Babilonia, denotan la alta civili- zación de aquellos pueblos antiquísimos; ¿pero qué largo pe- ríodo no habrá trascurrido entre la época en que se edificaban palacios suntuosos, necrópolis admirables, pirámides jigan- tescas, y aquella otra en que el hombre habitaba esas oscu- ras cavernas, engalanadas hoy por el trascurso de los siglos con revestimientos naturales semejantes á las góticas cate- drales, á quienes acaso hayan servido de modelos (1) por sus esbeltas y afiligranadas columnas, sus ojivas de encaje y arle- sonadas techumbres, construidas gota á gola, y formando un blanco sudario en aquellos subterráneos refugios, donde las primeras generaciones humanas adquirieron lentamente la primacía y el dominio exclusivo sobre los demás animales? ¡Qué contraste entre los suntuosos convites que los historia- dores refieren de las ciudades bíblicas, y las sobrias comidas del hombre de las cavernas, de que no hace mención la his- (1) Las estalactitas que revisten interiormente la caverna sub- terránea situada á tres kilómetros de Carratraca, en el camino de Ardales, figuran columnas, capiteles y todas las formas delica- das de la arquitectura gótica. También hay en Sierra-Blanca, término de Marbella, una gruta análoga titulada La Campana, que fue visitada y descrita en 1834 por los ingenieros de minas D. Ramón Pellico y D. Felipe Naranjo y Garza. (Nota de la Redacción.) 183 loria ni la tradición, pero cuyos vestigios, envueltos en las cenizas de sus hoy solitarios hogares, patentizan, mejor que pudiera hacerlo un libro, los manjares que usaban en sus comidas y festines! No sabemos encarecer bastante cuánta utilidad puede obtenerse del estudio y explotación de las cavernas: esas gran- des cavidades que con el nombre de grutas, cuevas, simas, antros ú otros análogos han llamado en todos los siglos la atención de los filósofos, historiadores y poetas, que han ser- vido de teatro misterioso á las religiones paganas, que han hecho un gran papel en las fábulas de la mitología greco-ro- mana y recibido nombres de espanto por la superstición é ignorancia, fueron en el principio de las sociedades humanas los humildes palacios subterráneos que dejan entre sí las rocas calizas, efecto de la salida de los gases interiores en las épo- cas geológicas, ó de los trastornos que ha esperimentado el suelo por levantamientos, resbalamientos ú otras causas; fue- ron el hogar desapacible de los primeros hombres, en lucha abierta con los demas animales, y escudados solo con la supe- rioridad de su inteligencia. Hay muchas cavernas que tienen una vasta extensión , capaz para alojar un pueblo nume- roso, como de ello tenemos ejemplo en una situada en la provincia de Cádiz en las inmediaciones de Grazalema; hay otras que servían de almacén ó de fábrica para sus imper- fectos utensilios; unas tienen varias aberturas naturales; y otras, con una sola entrada escarpada, presentan aún los fragmentos de las piedras que les servían de puertas; en muchas de las cuales, que eran solo al parecer guaridas de fieras, no se hallan vestigios humanos. Sería muy prolijo el referir las variadas circunstancias que pueden observarse en cada una de ellas. El número de cavernas reconocidas hasta hoy en los di- ferentes puntos del globo, es inmenso: están descritas y deta- lladas muchas de Francia, Alemania é Inglaterra; en el Brasil se ha explorado un número prodigioso de ellas; en la mayor parte se hallan diseminados los huesos y esqueletos de grandes mamíferos antidiluvianos, cuyas especies no viven en la actualidad en las mismas regiones. 184 En España no tenemos noticias de haberse explorado otras que las que sirven de objeto á este artículo: debemos á la buena amistad de Mr. L. Lartet, uno de los jóvenes natura- listas más distinguidos é ilustrados del vecino imperio, una nota impresa aparte y sacada de la Revista arqueológica, periódico mensual que se publica en París, y de que hemos hecho mención anteriormente. En este precioso é interesante opúsculo, nos dice el autor haber visitado veinte cavernas en el territorio de los pueblos de Torrecilla de Cameros, Nieva de Cameros y Ortigosa; habiendo hallado en tres de ellas datos y vestigios de algún valor sobre la fauna cuaternaria ó ante histórica de la región de Castilla la Vieja. Añade, que por una feliz coincidencia, los depósitos de huesos que encierran pa- recen referirse á tres edades distintas, que se corresponden bien con las mismas divisiones cronológicas generalmente adoptadas para las cavernas de Francia. Hace cuarenta años que reinaba en la ciencia una gran confusión y oscuridad sobre la época cuaternaria ; pero á medida que los hechos observados van aclarando los límites de este período, mientras más datos hallamos en el estudio de los diferentes depósitos que lo constituyen, se dibujan con más exactitud los linderos del terreno reciente ó histórico, sepa- rándolo del postplioceno diluvial ó ante-histórico, cuyos ca- racteres permiten ya subdividirlo en depósitos distintos, que indican periodos más ó menos largos de formación, en cada uno de los cuales, diferentes causas dominantes contribuyen á constituirlos distintivamente. De la misma manera que podemos hoy anunciar como comprendidas en el período reciente ó histórico la edad de piedra, de bronce y de hierro, por más que ni la historia ni la tradición nos enseñen nada relativo á la primera, cuya existencia ignorábamos hace algunos años, pero que sin em- bargo, al compararla con las otras puede sin dificultad conser- var aquel nombre; así también el terreno postplioceno, que algunos denominan diluvial, se formó en un largo período, influyendo en la acumulación de sus depósitos causas constan- tes, que los modificaron y les imprimieron idénticos caracte- res, de los que nos servimos para clasificarlos. 185 La ciencia eslá muy lejos hoy de la opinión de Cuvier y de los naturalistas contemporáneos de aquel hombre eminente relativa á la duración de la época moderna, porque entonces no se habían estudiado bien los terrenos de trasporte, ni se sospechaba la existencia de los fósiles humanos en las caver- nas subterráneas, y los restos de su primitiva industria mez- clados con los mamíferos diluvianos, y quizás contemporáneos con los del plioceno ó terciario superior. Acaso el hombre coexistiera con los primeros mastozoos cuando las condicio- nes atmosféricas permitieron la vida á los seres dotados de temperatura propia: los levantamientos y convulsiones que el globo ha sufrido en el primer período de la época cuaterna- ria, los cambios experimentados en lós climas por los hielos y ventisqueros, y las inundaciones consiguientes á la desapa- rición de estos fenómenos, lo mismo pudieron influir sobre la especie humana que en los cuadrumanos, rinocerontes, elefan- tes y otra multitud de géneros acumulados en los depósitos de aquellas formaciones , por más que fueran más numerosos que el hombre, y por consecuencia más abundantes sus huesos en los terrenos de trasporte. Para nosotros es posible la coe- xistencia del hombre con los primeros mamíferos. En la pro- vincia de Córdoba, entre Posadas y Hornachos, se han hallado, no lejos de los restos del Elephas armeniacus y debajo del Drift (quizás en el plioceno), instrumentos de sílex que rom- pieron en pedazos para hacer piedras de chispa los trabaja- dores del ferro-carril inmediato. En la brecha huesosa de Cabra , entre los fragmentos acumulados de paquidermos , cervideos y otros animales indeterminados aún, se han hallado algunos huesos humanos. Los primeros, ennegrecidos y chascados con instrumentos de piedra, según la opinión del Dr. Falconer, á quien hice dona- ción de algunos, habian sido tostados en aquel mismo lugar por el hombre de las cavernas para alimentarse con su mé- dula, fracturándolos al efecto. Conservo en mi poder otros varios, que serán conocidos oportunamente cuando las circuns- tancias permitan investigar con detención los lugares donde se hallaron. He aquí una délas circunstancias que ofrece más dudas 186 al estudiar los depósitos cuaternarios de la cuenca del Gua- dalquivir. No es posible, ai ménos para nosotros, establecer una línea divisoria entre la formación reciente y el diluvium. Mineralógicamente considerados los fragmentos de rocas acar- readas por inundaciones más ó ménos enérgicas, son iguales, y difíciles ó imposibles de separar en su primer aspecto: y sin la presencia de algunos huesos de grandes mamíferos en el diluvium de Sevilla, no hubiéramos podido dar esta deno- minación á los terrenos que lo forman: las causas han sido al parecer las mismas, y la posición respectiva de las capas no es bastante para determinar su edad; pero tal cuestión no queremos dilucidarla en este artículo. Mr. L. Lartet determina la edad relativa de las cavernas de Castilla la Vieja, por la presencia de los fósiles que en ellas se encuentran: así, nos dice, podemos referirlas á tres edades muy distintas. La primera y más antigua de ellas está representada, en una de las grutas superiores de la Peña de la Miel, por huesos de rinocerontes de una especie diferente del R. ticorhinus , que se halla habilualmente en las cavernas francesas, y por abundantes restos de un gran buey ¿Bos primigenius ?, del ciervo común y del gamo. Entre estos huesos de rumiantes, que se refieren algunas veces á séries articulares, hay algunos cuyas fracturas permiten sospechar la intervención del hom- bre; pero este es un indicio algo dudoso, por no haberse en- contrado en la misma capa, ni sílex tallado, ni algún otro objeto ó vestigio de habitación humana. La segunda caverna en su orden cronológico, ocupa una de las partes inferiores de la misma peña, 20 metros más baja que la anterior, y distante otros 30 del lecho actual del rio Iregua. Su proximidad á la ribera, la buena exposición y ca- pacidad de su primera habitación, han sido causa de que haya servido de abrigo recientemente á algunas personas; pero por debajo del piso se encuentra una capa de 20 centímetros á 30 de cenizas carbonosas, las que contienen un depósito de hue- sos fracturados, que serian muy difíciles de reconocer por su estado de división, á no estar interpolados con algunas estre- midades articulares intactas y varios dientes. La inspección 187 de aquellos indica que fueron magullados por el tilo de un instrumento basto de piedra, y aun se reconocen las señales y rayas hechas por el corte. En el limo que envuelve estos fragmentos se hallaron pedazos de silex tallados en forma de cuchillos, cuya procedencia debiera ser de un punto distante, por no verse en las inmediaciones los materiales con que están fabricados. Mr. Larlet cree que á pesar de las pocas noticias que exis- ten sobre la paleontología cuaternaria de España, esta gruta debe referirse á las cavernas pertenecientes en Francia á la edad del renjífero, por más que no se hayan encontrado los restos de este, del gran ciervo de Irlanda y del oso de las cavernas, ni ninguna de las grandes especies que caracterizan los depósitos antiguos de las grutas de aquel país. Las cavernas más modernas, que Mr. Larlet coloca en la tercera edad, son denominadas cuevas lóbregas ó grutas tene- brosas. Están situadas á 2 kilómetros al S. S.O. de Torrecilla, sobre los bordes del rio Iregua, en una latitud muy considera- ble por encima de su nivel (más de 80 metros). Estas cavernas son en número de dos, y para llegar á la más profunda, que es la que merece bien el nombre de lóbrega, hay que atra- vesar la otra, que tiene doble salida: una de ellas, por la cual se entra desde luego en esta primera gruta, está dirijida hácia el E. mientras que la otra se orienta al S. E. De cada una de estas dos aberturas parten dos galerías bastante espaciosas, de 20 metros de longitud, cuyas direcciones convergentes for- man un ángulo de casi 20 grados, y se reúnen después para formar un espacio elíptico de 8 metros de largo, separado de los precedentes por estrechuras producidas por pilares esta- lácticos. El suelo, generalmente horizontal en estas tres ha- bitaciones, dá un sonido sordo que denota una gran acumu- lación de materiales movedizos (1). (1) Este ruido, producido sin duda por la percusión, quizá se deba á que el piso lo constituya una formación tobácea, como sucede en otras localidades de España. (Nota de la Redacción, F. N. y G.) 188 Algunos pasos al S., y un poco más arriba del orificio de salida de esla primera gruía, se encuentra la entrada de la segunda, que da acceso á una vasta sala, orientada del S. E. al N. E., larga de casi 15 metros, y cuyo suelo baja lenta- mente. La cavidad se prolonga luego hacia el S. E. unos SO metros, volviendo después á su dirección primera para ter- minar bruscamente. El autor empezó sus investigaciones por estas grutas pró- ximas á Torrecilla, asegurándose en su primera visita que en ambas contenia el suelo restos de vasijerías de un tipo espe- cial, mezcladas con cenizas carbonosas y gran número de huesos fracturados. Sin embargo, los resultados de su explo- ración le condujeron á no hacer investigaciones regulares y completas sino en la gruta de doble salida, principalmente en una de las salas que terminaba en una de ellas y en las estre- chas indicadas anteriormente. Las excavaciones hechas le permitieron formarse una idea del suelo de las cavernas, y en la parle superior de sus depó- sitos movedizos halló lechos de cenizas diversamente coloca- das, que contienen fragmentos de vasos, huesos y varios útiles. En la habitación de salida, las cenizas contenían en sus capas superficiales, mezcladas con huesos y vasijería, dos mandíbulas humanas. De una pequeña cavidad natural próxi- ma á este sitio, extrajo un obrero un hermoso cráneo dolico - cephalo (1), cuyo grado de alteración era igual al de las man- díbulas mencionadas. Según el examen hecho por Mr. Pruner Rey, sabio antropólogo de grande autoridad en la materia, el cráneo y una de las mandíbulas, aunque parecían referirse á dos cabezas diferentes, pertenecían ambas al tipo céltico, mientras que la otra mandíbula representaba por sus carac- teres la de una joven de raza brachycephala (2). A alguna distancia de donde se habian extraido estos huesos, se halló un esqueleto de niño recien nacido; pero Mr. Lartet no se (!) Cabeza larga. (2) Cabeza corta. 189 atreve á decidir , respecto á la contemporaneidad posible de alguno de estos huesos con los restos de la industria antigua con quienes estaban mezclados. Continua el autor exponiendo algunas reflexiones sobre los huesos de otros animales contenidos en la misma caverna, y hace notar que la mayor parte de ellos parecían referirse á razas domésticas; siendo uno de los rasgos más curiosos de la fauna de esta gruta la presencia de numerosos restos de un animal del género Canis, perfectamente distinto del lobo, cha* cal y zorro, por caracteres dentarios que parecían denotar instintos mucho más carnívoros, pero sin poder decidir si este animal había sufrido la influencia del hombre. Los útiles fabricados con huesos, los objetos de piedra, y la vasijería ó tierras cocidas, formando vasos, jarros y otros instrumentos distintos de diversa índole, son descritos minu ciosamenle por el autor, y representados en planos biográficos con esquisifa exactitud. Dejamos á los arqueólogos la curiosidad de conocerlos en sus formas y detalles, pudiendo satisfacer su deseo con la ad quisicion de la Revista de donde hemos copiado estas des- cripciones, habiendo obtenido antes la venia de su ilustrado autor. Basta lo expuesto para excitar la atención de los hombres científicos sobre el estudio é investigación de las cavernas en las respectivas provincias: están encerrados en ellas inmensos tesoros arqueológicos y ante-históricos, y datos preciosos é in- teresantes sobre la fauna cuaternaria de la Península. — ■ ■ A; 190 VARIEDADES. Triangulación geodésica de España. En la sesión pública del 30 de abril último presentó á la Academia de Ciencias de París el sábio General Morin, una traducción francesa de la obra titulada Base central de la triangulación geodésica de España , por los Sres. Ibañez , Saavedra Meneses , Monety Quiroga% leyendo con tal motivo una nota sobre los trabajos ejecu- tados en nuestro territorio, primero por la Comisión del Mapa, y después bajo la dependencia de la Junta general de Estadística y Dirección de Operaciones geográficas. Ea nota, escrita por el traductor Sr. Laussedal, Catedrático de Geodesia en la Escuela politécnica, dice así: «Al ofrecer este volúmen á la Academia, en nombre de los autores y en el mió, me permitirá la recuerde que he tenido por dos veces la honra de llamar su atención sobre los trabajos geodésicos que desde hace algu- nos años se ejecutan en España. «Conocidos ya por las Adas de las sesiones académicas (1) los principales resultados que se consignan en esta nueva publicación, creo inútil exten- derme acerca de ellos. Me limitaré, pues, á hacer notar su grandísima exactitud, á la que, según puede comprobarse recorriendo en los diversos capítulos del libro el pormenor de las operaciones, se debe al acierto con que los Oficiales españoles han elejido los mejores instrumentos y los métodos más perfectos de observación y de cálculo; siendo justo añadir que su Gobierno les ha suministrado los recursos necesarios con una soli- citud digna de todo elogio. »El aparato que sirvió para medir la base central de Madridejos, y que es una verdadera obra maestra del constructor Brunner, se depositó al terminar la operación en los archivos de la Junta general de Estadística, donde sé conserva como módulo ó patrón fundamental. Los observadores españoles han medido también una pequeña base en la isla de Mallorca, y se preparan para medir las demás que deben comprobar su triangulación, no empleando ya en ellas el aparato principal, sino otro más sencillo, construido por Brunner hijo, y cuyo manejo es fácil y expedito; bas- tando su comparación con el módulo, antes y después de operar en el terreno, para obtener cuantas seguridades de exactitud pueden apetecerse. La medición hecha en las cercanías de la ciudad de Palma no deja acerca de esto la menor duda. (1) La traducción de otro tomo titulado Experiencias hechas con el aparato de medir bases perteneciente á la Comisión del Mapa de España , por los Sres. I bañes y Saavedra Meneses, ha sido también presentada á la Academia en 1860. 191 «La doble regla del principal aparato español no parece solo desti- nada á asegurar el éxito de las operaciones geodésicas que se ejecutan en la Península, sino que se ha comparado ya con ella en Madrid otra igual, encargada también á Brunner por el Gobierno egipcio. El Apén- dice núm. 9 de la obra que tengo la honra de presentar á la Academia contiene los resultados de este trabajo especial, expuestos en francés por uno de los autores españoles; y sobre el mismo asunto puede verse la publicación hecha por el astrónomo lsmail-Effendi-Mustafá. Se trata tam- bién de comparar las reglas prusianas de Bessel con la empleada en Madridejos, la cual fué primitivamente comparada con el módulo de Borda; pero tiene sobre este la ventaja de presentar la longitud tipo comprendida entre dos rayas grabadas, en vez de ser la total correspondiente á los extremos ó cantos de la regla, como sucede en las medidas ordinarias. «Entre los Apéndices del volumen sobre la Base de Madridejos , llamaré la atención hácia una extensa bibliografía de los trabajos geodésicos ejecuta- dos en distintos países , y una noticia del estado de la triangulación española en 30 de octubre último, acerca de la cual creo deber entrar en algunos pormenores que me parece interesarán á la Academia. Esta triangula- ción, representada en la última lámina del libro, se une con la de Portu- gal, y con los triángulos franceses del Pirineo y de la Meridiana de Dun- kerque. Las principales cadenas siguen la dirección de los meridianos de Salamanca, Madrid, Pamplona y Lérida, y la de los paralelos de Paten- cia, Madrid y Badajoz, extendiéndose también á lo largo de las costas. El territorio queda así dividido en grandes cuadriláteros, cubiertos á su vez de triángulos enlazados con los anteriores, formando iodos ellos la red de primer orden, de cuyos vértices, en número de 520, están ya elegidos y señalados 485. Se han hecho las observaciones definitivas en 224 estaciones; hallándose calculadas en gran parte, por el método de Baeyer, las correspondientes direcciones más probables. «Se prepara una nivelación geodésica especial que cruce el territorio de la Península desde el Océano al Mediterráneo; y no pudiendo reco- nocerse ya la situación exacta de la generalidad de los vértices de la célebre cadena de Biot y Arago, se ha encargado al Sr. Ibañez que una de nuevo geodésicamente las islas Baleares con la costa de Valencia. Pqr último, el Director del Observatorio de Madrid, con el personal del mismo establecimiento, debe hacer en distintos vértices de la red fun- damental las correspondientes observaciones astronómicas, habiendo efectuado ya las necesarias para conocer la longitud y latitud geográficas de 17 capitales de provincia, cuya posición se ha determinado también ligándolas con los lados de los grandes triángulos. Las operaciones geo- désicas de segundo y tercer orden y los pormenores topográficos, están muy adelantados en las provincias de Madrid y Toledo, así como en Guipúzcoa y Mallorca. «Todos los trabajos de medición y estudio del territorio español se pusieron en el año de 1859 bajo la dependencia de la Junta de Esta- dística, habiéndose establecido después dos Direcciones generales. La de Operaciones geográficas comprende un personal de 20 Oficiales y mayor número de auxiliares, especialmente destinados á la parte topográfico- catastral. Varios Ingenieros civiles se ocupan en los estudios geológicos, hidrológicos, forestales, etc. 192 »E1 impulso dado á tan vasta empresa permite esperar que llegue pronto á feliz término, y los dos tomos publicados hasta el dia sobre ope- raciones geodésicas, prueban que nada se ha omitido para hacerlas dig- nas de la ciencia moderna, á cuyo progreso están sin duda alguna des- tinadas á contribuir.» Con motivo de la lectura de la nota precedente, el célebre astrónomo Le Verrier manifestó á la Academia su sentimiento de que en tales tra- bajos otras naciones se antepusieran á Francia. «Los españoles, añadió, hacen más que nosotros, y esto debe lastimarnos.» El periódico francés Cosmos , refiriendo lo ocurrido en la sesión, dice.- «Las reglas de Borda no pueden dar la exactitud obtenida en la determinación de la Base de Madridejos. Seria, pues, de desear que se mandase construir en Francia un aparato como el de los españoles.» En la conferencia internacional geodésica á que acaban de asistir en Suiza comisionados de distintos Gobiernos de Europa, el español ha es- tado representado por el Coronel Ibañez, y los trabajos de nuestros Ofi- ciales han sido detenidamente examinados, dando ocasión á que el sábio Baeyer y otros ilustres geódetas alemanes hayan dirigido al Presidente del Consejo de Ministros de España, Jefe superior del personal encar- gado de las operaciones estadísticas y geográficas, una carta honrosísima para la nación. Rectificaciones. Deben hacerse algunas en el Catálogo de las aves observadas en las Baleares por el Sr. Barceló: es la principal poner en la página 120 Phasianus Gallus, L.y en lugar de Pavo cristalus , L., llamado Pago reyal en aquellas islas. Las demás' rectificaciones son relativas á unos cuantos nombres vulgares algo alterados, tales como Egavilá por Gavilá; Dornissó por Dormissó; Tort veguer por Tort roquer ; Traguet por Traquet; Ñeguere por Néguera; Tuya por Juya; Selnet por Seluet; Neseló ó Niseló por Nescló ó Niscló; Galleto por Gallets. Editor responsable, Ricardo Ruiz. rruLúrLetroj' . ;> rniiinxctrojí' . i 'lean? W • ¿¡¿metros . N.' 4.”— REVISTA DE CIENCIAS. — Abril de 1866. CIENCIAS EXACTAS. ASTRONOMIA. Sobre la manera de emplear las observaciones azimutales ; por MM, Babinet y Liáis. (Comptes rendas, 9 julio 1866.) Mr. Babinet ha presentado á la Academia, en su nombre y en el de Mr. Liáis, una extensa noticia acerca de la manera de emplear las observaciones azimutales, con un folleto publicado hace poco por el último sobre el mismo asunto. Mr. Babinet recordó que hacia mucho tiempo habia presentado con Mr. Brunner el plano de un gran instrumento azimutal. En el estado de adelantamiento á que ha llegado en el dia la ciencia astronómica, es importante, para que dé un nuevo paso, aumentar la exactitud de los métodos de observación. En vano es que se pretenda compensar, por medio de la multi- plicidad de operaciones poco exactas, la imperfección de los procedimientos. Las compensaciones con que en este caso se cuenta, si disminuyen la magnitud del error probable, no re- ducen, como es sabido, los límites del error posible; y es in- dudable que disminuyendo la extensión de este último por métodos más precisos, se obtendrán con más exactitud resulta- dos definitivos. En una palabra, lo que la ciencia reclama en el dia no es una acumulación de multitud de observaciones, sino un número limitado de posiciones de los astros, obtenidas TOMO XVI. 13 194 con el mayor cuidado por los métodos mas perfeccionados, y por último, por las observaciones que en inglés se llaman ob- servaciones diamantes . Penetrado de la importancia de la consideración que aca- bo de exponer, hace mucho tiempo que he pensado en ios mé- todos que podrían emplearse para llevar el grado de exactitud más adelante de lo que en el dia se hace en los observatorios; y mi atención se ha dirijido á las observaciones del azimut, que tienen sobre las de la altura, la ventaja de estar libres de la in- fluencia de la refracción, de la flexión de los instrumentos, de la deformación de los círculos, y del efecto de la dispersión y de la absorción atmosféricas sobre las visuales particulares. Ya he ocupado la atención de la Academia sobre este punto, especialmente en las sesiones del 26 de enero de 1856 y del 9 de febrero de 1857, y he manifestado entonces el par- tido que podría sacarse de la observación de las circumpolares en sus azimutes extremos, para la determinación de las lati- tudes. Desde esta época, ha continuado Mr. Liáis sus investiga- ciones, y los resultados á que ha llegado han superado á mis esperanzas. Después de un estudio muy cuidadoso acerca de los medios de corregir las observaciones azimutales de los errores que podrían introducir los ejes del instrumento; estudio acompañado de la descripción de los medios ópticos y de la demostración de las fórmulas de corrección que hay que em- plear para evitar el efecto de estos errores, demuestra cómo puede eliminarse la influencia de las anomalías del péndulo en la determinación de la diferencia de ascensión recta de dos astros. Esta parte de la Memoria es de suma importancia. Sábese en efecto que en el dia las diferencias de ascensión recta no son dadas más que por el mismo péndulo, cuyos procedi- mientos de compensación son muy imperfectos á causa de la diferencia de los tiempos que se emplean por los diversos me- tales para calentarse igualmente, y sobre todo á causa de la propiedad de estos metales de no dilatarse de una manera con tínua bajo la influencia de un incremento de temperalura, sino de alargarse por saltos bruscos y sucesivos. De esta pro- 193 piedad resulta que la marcha de un péndulo ofrece siempre anomalías, pues no se produce la compensación más que como resultado medio al cabo de cierto tiempo, aunque no se verifica de una manera incesante á cada momento. Además, en la marcha de los péndulos tiene influencia la variación del rozamiento con la temperatura, sobre todo á causa del cambio de fluidez de los aceites. Igualmente se halla modificada por las variaciones de la presión barométrica, y á pesar de todos los cuidados que se emplean en la construcción, por ciertas desigualdades de acción del mismo motor. Entre estas causas de variación de los péndulos, causas que no todas pueden eliminarse, aun colocando los instru- mentos en un recinto de temperatura invariable, hay algu- nas periódicas que tienen la duración de un dia por período. De aquí las anomalías también periódicas que se hacen refe- rir al cielo por el método actual de los instrumentos meri- dianos, y los errores constantes que la repetición de observa- ciones no puede eliminar, pues la extensión de los períodos varía con la estación. Al dar los medios de determinar las diferencias de ascen- sión recta sin hacer intervenir el péndulo en la medida de estas diferencias, Mr. Liáis ha ofrecido un descubrimiento admirable, que debe hacer dar á la astronomía de precisión un paso inmenso. Pero no se ha detenido en esto, sino que ha demostrado de qué manera pueden obtenerse las declinacio- nes, lo mismo que las diferencias de ascensión recta, por obser- vaciones azimutales solas, y para la determinación de las lon- gitudes terrestres por la electricidad; y también ha manifes- tado cómo el uso de las observaciones azimutales permite obtener las diferencias de longitud de dos puntos sin la in- tervención del péndulo, cuya marcha anormal en el dia altera la medida. Por último, también ha hecho muy interesantes investigaciones con las ecuaciones personales, y ha descubierto procedimientos para verificar punterías por medio de las cua- les, no teniendo el observador que hacer ninguna observación de tiempo sino para juzgar únicamente de una bisección azi- mutal, que dura un tiempo apreciable, no hay que temer los errores personales. 196 Los diversos trabajos que acabo de enumerar ios ha pu blicado en parte Mr. Liáis en un folleto titulado: Del modo de emplear las observaciones azimutales para la determinación de las ascensiones rectas y de las declinaciones de las estrellas . Tengo el honor de ofrecer á la Academia un ejemplar de él de parte de su autor. Debo añadir que desde la publicación de esla obra, publi cacion que se ha veriíicado durante su permanencia en el Brasil, no solo ha continuado Mr. Liáis sus investigaciones teóricas sobre este asunto, sino que ha entrado en el terreno práctico. El instrumento que ha mandado construir para sus investigaciones, se halla descrito en su gran obra El espacio celeste. Voy ahora al objeto principal déla presente comunicación. Habiendo demostrado Mr. Liáis todo el partido que po- dría sacarse de las observaciones azimutales, he tratado de ver si se podría hacer desaparecer una causa de error que afecta á todas las observaciones astronómicas sin excepción. Me refiero á la falta de posición horizontal de las capas de aire de la misma densidad en un paraje dado, la cual pro- viene de que la temperatura no es generalmente igual alre- dedor de una misma estación. Por lo común la curva de igual temperatura se eleva hacia el mediodía. Verdad es que en el término medio de una série de observaciones, deben des- truirse las anomalías accidentales; pero la parte debida á las desigualdades azimutales de la temperatura media alrededor del sitio de observación, no puede borrarse por completo por grande que sea el número de las observaciones. Puede por consiguiente considerarse en cadfe punto la atmósfera como formando en su estado medio un prisma de aire caliente, cuyo ángulo y azimut son desconocidos. Limitándose á las observa- ciones meridianas, es evidente que faltan completamente los medios de determinar el efecto de este prisma de aire. La refracción particular debida al prisma de aire se dis- tingue claramente de la refracción general atmosférica, en que modifica ligeramente los azimutes al mismo tiempo que las alturas; mientras que la refracción general no obra más que sobre estas últimas. Las observaciones azimutales se prestan 197 por consiguiente muy bien ai estudio de este género de re- fracción, del cual hasta ahora no se ha tratado suficiente- mente. Importa en el dia combinar las observaciones de cada observatorio, de modo que se haga desaparecer la influencia del prisma de aire. La cuestión, considerada bajo este aspecto la ha tratado principalmente Mr. Liáis, que además ha indicado que va- riando en cada lugar las presiones barométricas medias con la latitud y la longitud, intervienen igualmente en la formación del prisma de aire, sobre el cual obra también la curvatura de la vertical. Pero los términos medios de las anomalías azimutales ob- servadas, harán por medio de fórmulas fáciles conocer la ver- dadera dirección del prisma de aire y el valor de su ángulo medio, y de aqui resultará el conocimiento de las correcciones que hay que aplicar á las observaciones azimutales de un lugar dado para eliminar esta influencia en cada azimut. Di- chas influencias se han manifestado en las observaciones de Oxford; pero no entran ahora en el detalle de las fórmulas de Mr. Liáis para este asunto. Me limito por hoy á indicar esta causa de error, pues su eliminación, que es fácil en el caso de las observaciones azimutales combinadas con el procedi- miento de Mr. Liáis para la eliminación de las anomalías de los péndulos, permitirá llegar á un grado de precisión desco- nocido hasta ahora en las observaciones astronómicas. CIENCIAS FÍSICAS. QUIMICA. Nueva sustancia albwninoidea contenida en la leche. Tomado de una noticia de MM. E. Millón y Commaille. (Comptes rendus, t. 59, n.° 6.) Se echa una centésima de ácido acético á 10° en la leche de vacas dilatada en cuatro volúmenes de agua, y agitándolo se forma un coágulo de caseína, el cual se pone en un filtro. Se calienta el líquido filtrado, hasta la ebullición, en un matraz de vidrio que se tiene cuidado de agitar continuamente, y se forma un nuevo coágulo, dotado de las propiedades exteriores de la albúmina, en el cual hemos hallado también la misma cantidad de nitrógeno: 15,6 por 100. Este segundo coágulo se separa por la filtración cuando el líquido está todavía hirviendo, y corre un suero perfecta- mente claro y poco común, cuyo líquido contiene la nueva sustancia albuminoidea, que provisionalmente designaremos con el nombre de lactoproteina. Puede demostrarse inmediata- mente su existencia echando un poco del licor nitro-mercú- rico (1), indicado por uno de nosotros como el reactivo más (1) Y. Annuaire de Chimie, 1819, p. 538. 199 á propósito para descubrir la presencia de las sustancias albu- minoideas. Este reactivo produce en el suero que acabamos de indicar un precipitado blanquecino, que toma color rojizo cuando se calienta la mezcla de ambos líquidos en un matra- cito ó en un tubo de vidrio cerrado por un extremo. Lo que distingue la lactoproleina, es que no se coagula ni con el calor, ni con el ácido nítrico, ni con el bicloruro de mercurio, ni con la acción combinada del ácido acético y del calor. El alcohol concentrado, en gran exceso, no altera sino con mucha debilidad el suero anterior. Concentrando este último, la lactoproteina no se separa de modo alguno de los demás principios de la leche, sino que es arrastrada con ellos en la mayor parte de sus reacciones, y antes de conseguir aislarla hemos hecho muchos ensayos infructuosos. Para ello hemos utilizado la propiedad que tiene esta nueva sustancia de formar un compuesto insoluble, obrando sobre la disolución ácida de nitrato de bióxido de mercurio. Se echa el líquido ácido de nitrato mercúrico en el suero préviamenle obtenido, mientras se forme un precipitado, pero no se emplea nunca más que una pequeña cantidad de reac- tivo, porque la lactoproteina es poco abundante en la leche, y porque el precipitado que forma se vuelve á disolver en un exceso de reactivo. Este precipitado es blanco, amorfo, insoluble en agua, en alcohol y éter; amarillea y algunas veces se enrojece ligera- mente por la desecación. Para purificarle se recoje sobre un filtro, se lava primero con agua acidulada con una centésima de ácido nítrico y después con agua pura , mientras esta arrastre bastante mercurio para lomar color con el hidrógeno sulfurado. Se riega en seguida el precipitado con un poco de alcohol, y finalmente con éter. Haciendo suceder así el alcohol al agua y el éter al alcohol, se desprende el precipitado con mucha facilidad del filtro, y se seca en un momento. El método de preparación que describimos sirve también para valuar la lactoproteina: la leche de vaca contiene siempre un peso va- riable de 2&r,90 á Bur, 49 por litro. Hemos halladora misma sustancia en la leche de cabra, de oveja, de burra yPde mu- er; y nuestros experimentos, ménos numerosos sobre estas 200 leches que sobre la leche de vaca, nos han dado los números siguientes: Leche de cabra. lsp,52 por litro. Id. de oveja. 2 ,53 Id. de burra 3 ,28 Id. de mujer. ....... 2 ,77 El precipitado formado en el suero por el nitrato mercú- rico, es el resultado de una combinación de lactoproteina y de bióxido de mercurio, que retiene por via de interposición un poco de nitrato mercúrico. Por experimentos repetidos nos he- mos cerciorado de que una disolución de albúmina adicionada con azúcar de leche y ácido acético, y coagulada después por el calor, no da después de filtrada ningún precipitado con el nitrato mercúrico. Para referir los números suministrados por la análisis á una fórmula sencilla, hemos debido restar la cantidad de ni- trato mercúrico debida á la interposición, y hemos llegado de este modo á la fórmula siguiente: C 36 H31 Az8 O18, Hg O + (HgO, AzO8) Interpuesto. El grupo orgánico C36 H31 Az8 O18, que hemos supuesto aso- ciado al bióxido de mercurio, ofrece una relación interesante con la sustancia sacada de los glóbulos del fermento por el ácido acético, la cual tiene por fórmula: C36 H25 Az O4 O18, Se tiene en efecto: C36 H34 Az8 O18 = C36 H28Az4 O14 + Az H3 + 3 H O Sustancia proteica de los glóbulos. 201 Es preciso no olvidar que la proteina puede representarse por C36 H23 Az4 O10. Habría por consiguiente en la leche un producto de oxi- dación de la proteina, unido al amoniaco; y este compuesto nuevo, que llamamos lactoproteina, se combinaria con el bióxido de mercurio. La interposición del nitrato mercúrico se nos ha demos- trado disolviendo la lactoproteina mercúrica en la potasa pura, haciendo obrar el sulfato de añil sobre esta disolución, que se forma sin la menor precipitación de óxido mercúrico. La de- coloración ha sido muy enérgica. Otra comprobación de este hecho de interposición hemos tenido, empleando, para preci- pitar la lactoproteina, el sulfato mercúrico preparado con pre- cauciones análogas á las que hemos recomendado ya para el nitrato. El precipitado que forma el sulfato mercúrico se di- suelve también en la potasa, pero la disolución no decolora una gota de sulfato de añil. La valuación del nitrógeno y el mercurio contenidos en esta variedad de lactoproteina mercú- rica, se conciba muy bien con la fórmula que hemos admitido, siempre que se tenga en cuenta una interposición de sulfato mercúrico, cuya existencia se halla demostrada por la canti- dad de ácido sulfúrico que la análisis descubre en ella. No se consigue quitar el sulfato interpuesto, lavando el precipitado con ácido sulfúrico diluido; pero se disuelve poco á poco la lactoproteina mercúrica, y en la porción no disuelta se halla que la proporción de ácido sulfúrico aumenta: es decir, que el contacto prolongado basta para combinar la lactoproteina con el ácido sulfúrico, aun cuando este sea muy débil. Es presumible que el mismo hecho se produzca con el ácido nítrico. Hemos tratado de aislar la lactoproteina, descomponiendo por medio del hidrógeno sulfurado el precipitado que suminis- tra el sulfato mercúrico, cuyo precipitado, estando suspendido en el agua y después de haber agotado la acción del hidró- geno sulfurado, le hemos filtrado y después agitado por espacio m de mucho tiempo con carbonato de barita, filtrándole de nuevo. Evaporando moderadamente este último líquido se obtiene un producto de aspectoagomoso, en el cual no se halla la propiedad característica, según nosotros, de las sustancias albuminoideas, y la coloración roja por el líquido nitro-mer- cúrico. Esta es una de las particularidades que más llaman la atención en estas materias esencialmente protéicas; se puede apreciar bien el proteo que se pone en libertad, pero no se deja encadenar bajo la misma forma. Sin fijarnos demasiado acerca de la existencia de la laclo- proteina, debemos sin embargo indicar que nuestras investi- gaciones y comparaciones se han dirijido sobre varias sustan- cias albuminoideas: por procedimientos análogos á los que acaban de describirse, esperamos separarlos unos de otros, caracterizar más claramente cada especie ó variedad, y llegar á comprender mejor su sistema de afinidad y sus metamor- fosis. Desde ahora indicamos y recomendamos como un hecho general, muy propio para facilitar su estudio, el lavado suce- sivo con agua, alcohol y éter. De este modo, todas las sustan- cias albuminoideas se desprenden sin trabajo de los filtros y se secan rápidamente, sin ofrecer el menor indicio de altera- ción; modificación sencilla, que hace que su valuación sea más rápida y más segura que la de la mayor parte de las sustan- cias minerales. 203 QUIMICA METALÚRGICA. Sobre la carburación del hierro por el óxido de carbono . — Noticia de Mr. Fed. Margueritte. (Comptes rendus, 21 julio 1864.) La idea de producir la carburación por medio de un gas carburado, es debida á Clouet, que creía que el hierro tenia tal afinidad para con el carbono, que á una temperatura muy elevada era todavía mayor que la del oxígeno. Se fundaba en que habiendo calentado hierro dividido en pequeños pedazos con una mezcla de carbonato de cal y de arcilla, había obte- nido acero; y deducía de aquí que el ácido carbónico del car- bonato de cal se había descompuesto cediendo al hierro su carbono (1). Sin embargo, Mushet, repitiendo el experimento de Clouet, ha hecho la operación con cal privada de ácido carbónico, ó simplemente con arena, y obtuvo también acero; demostrando así que el carbono no era suministrado por el ácido carbónico de la mezcla, sino por los gases del hogar que penetraban á través de las paredes del crisol. Collet-Descolils y Mackensie demostraron que , en las mismas circunstancias, el hierro puede ser fundido perfecta- mente sin que se alteren sensiblemente sus propiedades. Siguiendo Mr. Boussingault rigurosamente las indicaciones de Mr. Clouet, obtuvo un producto que la análisis demostró que no era acero, sino siliciuro de hierro. Después, Mr. Leplay dió su ingeniosa teoría del trata- miento de los minerales en los altos hornos, que resumió del siguiente modo: (1) Anuales de Chimie , 1 .a serie, t. XXVIII, p. 19, 204 El óxido de carbono reduce lodos los compuestos, y car- bura todos los metales que pueden reducirse y carburarse por cementación (l). Pero en las investigaciones seguidas en común por MM. Laurent y Leplay, la acción del óxido de carbono se ha- lló que era enteramente nula , y sus experimentos dieron la con- clusión de que el hidrógeno carburado es la causa de la ace- ración, y el óxido de carbono de la desoxidación (2). No parece que hasta ahora se haya resuelto esta cues- tión; y el objeto de esta nota es poner en evidencia la ac- ción directamente carburatriz del óxido de carbono sobre el hierro. El experimento se ha hecho de la siguiente manera. Se procuró primero preservar al hierro que se trataba de acerar, de toda influencia estraña, poniéndole en un tubo de porcelana vidriado por su parte interior y exterior, con lo cual se hace absolutamente impenetrable por los gases del hogar. El óxido de carbono empleado procedía de la descomposi- ción del ácido oxálico puro por el ácido sulfúrico igualmente puro, cuyo gas se separa del ácido carbónico que le acom- paña, haciéndole pasar por varios frascos llenos de una legía de potasa, al fin de los cuales se pone una disolución de ba- rita, que no debe enturbiarse. No conservando el óxido de carbono vestigio de ácido car- bónico, pasaba por tubos que contenían potasa y después pie- dra pómez empapada en ácido sulfúrico, desde los cuales salia absolutamente puro y seco para entrar en el tubo de porcelana calentado al rojo vivo. El hierro sometido á la corriente del gas, estaba en alambre fino bien limpio. Al cabo de dos horas de calcinación, el acerado era com- pleto, y en todo el tiempo que duró el experimento se había desprendido ácido carbónico; por consiguiente el hierro había descompuesto el óxido de carbono. Adquiriendo todas las pres- tí) Anuales de Chimie, 2.a serie, t, LXII, p. 29, (2) id . id,., série, L LXY, p* 403, 205 piedades del acero, había fijado carbono aumentando de peso, y eliminado oxígeno que producía ácido carbónico. Sin embargo, Mr. Carou ha hecho una observación muy importante sobre la descomposición del óxido de carbono por el silicio contenido en el hierro. Ha demostrado que el sili- ciuro de hierro, por el cual se haga pasar una corriente de óxido de carbono á la temperatura de fusión de la fundición, descompone este gas, produciendo sílice que queda en la su- perficie, y carbono que se combina con el hierro; de modo que la aceración debe ser proporcional á la cantidad de silicio que contiene el hierro, y nula cuando el hierro es puro. He debido hacer con cuidado la análisis del silicio conte- nido en el hierro con el cual había hecho la operación. No se han obtenido en 10sr,29 de hierro sino 0er,009 de sílice, de la cual el silicio, descomponiendo el óxido de carbono, no habría podido hacer depositar más que 0sr, 00356, ó sean Os1 , 00085 de carbono; siendo así que el depósito de carbono se ha elevado hasta 0sr,0048, considerando solo el aumento de peso. Se ha analizado este acero, se han calentado 3&r,016 por espacio de cuatro horas en una corriente de hidrógeno húmedo, y han perdido 0^r,01 4; y después de un nuevo trata- miento de cuatro horas y media, 0sr,0015, ó sea para ocho ho- ras y media una pérdida total de 0sr,Q16, que representan 0sr,0053 de carbono, en vez de 0sr ,0048 que resultan por el aumento de peso. Se deduce de estos números, que la influencia del silicio sobre la cementación por el óxido de carbono, aunque sea muy real, no ha sido en el ejemplar de hierro tratado más que en una parte casi insignificante, y por consiguiente que es preciso admitir una reacción directa entre el óxido de car- bono y el hierro. Por lo demás, para desvanecer todas las dudas sobre este punto se ha operado sobre hierro puro , preparándole, según indica Mr. Peligot, por medio del oxalato de hierro calentado en una corriente de hidrógeno. Se han calcinado por espacio de tres horas, en presencia del óxido de carbono, lsr,318 de este hierro, que se habia aumentado de 0°r ,0035 ó sea 0órr, 00263, y se ha desprendido constantemente ácido carbó- 206 nico. Admitiendo lo que no sucede, que este hierro contuviera silicio ó metales extraños, los dos hechos simultáneos de la carburación y de la producción del ácido carbónico son im- posibles, supuesto que estos metales fijan el oxígeno en vez de eliminarle; y sería necesario, para explicar el depósito re- lativamente considerable de carbono ( 0sr ,00265), suponerlos en cantidades tales que no’podrian pasar desapercibidas en la análisis. Según estos resultados, no parece dudosa la cementación del hierro por el óxido de carbono; y las condiciones en que se ha hecho me han permitido investigar si el ázoe es indis- pensable para la producción del acero. He hecho pasar durante largo tiempo, á una temperatura conveniente, hidrógeno sobre hierro reducido á láminas ex- cesivamente delgadas, para privarle, como indica Mr. Fremy, del nitrógeno que pudiera contener; y habiendo calentado este hierro por espacio de tres horas en óxido de carbono, se ha desprendido ácido carbónico, y el hierro se ha convertido en acero. Como he operado preservándolo de la influencia del nitrógeno exterior, que no podía llevar el óxido de carbono empleado, creo que puede deducirse de esta cementación, como también de la que se verifica por el diamante, que el nitrógeno no es indispensable para la producción ni la cons- titución del acero. Otra nota sobre la teoría del acerado; por Mr. Margueritte. Las investigaciones acerca de la carburación del hierro, que he tenido el honor de comunicar á la Academia, confir- man la teoría actual del acerado, que no es en realidad más que la simple expresión de los hechos, y puede resumirse del siguiente modo. Siempre que se calcina hierro con carbón vegetal se le comunican propiedades particulares, constantes, y que son 207 características. El metal, tratado de esta manera, cuando se templa, se vuelve duro, quebradizo, elástico; y cuando se re- cuece se vuelve dulce, adquiere su maleabilidad primitiva y pierde su elasticidad. En una palabra, es el acero. El hierro, al trasformarse en acero, se combina con al- gunas milésimas de carbono, y siempre en proporciones muy inferiores á las que constituyen la fundición. La análisis del carbono combinado con el hierro, basta para establecer una distinción muy marcada entre la fundición y el aceró; y las propiedades de este último hacen que sea imposible toda con- fusión. Es natural que la fundición y el acero, siendo ambos carburos de hierro, tengan propiedades que les sean comunes; así es que la fundición puede como el acero endurecerse por el temple, pero no se estira ni se suelda, es siempre quebra- diza, no se vuelve nunca elástica, y no puede servir, por ejemplo, para fabricar una hoja de florete ó un resorte de reloj. El acero es por consiguiente, como se ha dicho, un pro- ducto intermedio entre el hierro y la fundición. Siendo el carbono hasta ahora el único que puede comuni- car al hierro las propiedades que se muestran en el temple y el recocido, ha sido considerado, con razón, como el agente indispensable del acerado, porque no se conoce todavía acero que no contenga carbono (1). Sin embargo, el acero (carburo de hierro) no es nunca quí- micamente puro, sino que contiene generalmente un cierto número de sustancias que se hallan originariamente en las fundiciones, y por consecuencia en los hierros del comercio. Cada uno de estos cuerpos, ó todos reunidos, ejercen sobre las cualidades del acero una grandísima influencia, y es por con- siguiente natural tenerla en cuenta en la práctica industrial: pero en la teoría del acerado no sería racional hacer de su presencia una objeción permanente para la especialidad de la acción del carbono, supuesto que no puede suprimirse esta (1) Exceptuando las experiencias de Faraday y Stodard, que es necesario repetir bajo el punto de vista del carbono. 208 sin destruir completamente el acero, y que no se ha demos- trado con experimentos que el concurso de los demás cuerpos sea absolutamente indispensable. Sin embargo, Mr. Chevreul ha admitido hace mucho tiempo tres clases de acero: 1. a Hierro y carbono. 2. a Hierro, carbono y un tercer cuerpo. 3. a Hierro y otro cuerpo que no es el carbono, ó acero sin carbono. Esta clasificación más general, en la que se comprenden los aceros ya obtenidos, y que deja lugar á los que puedan descu- brirse después, corresponde á todas las exijencias de la teoría y la práctica. No he referido estos hechos, conocidos de todos, más que para manifestar cuáles son las ideas actuales sobre los carac- téres y constitución del acero. En cuanto á la manera de producirse, es decir, al modo con que el carbono se combina con el acero, creo que los ex- perimentos que he publicado disipan las dudas que podrian quedar desde los trabajos de Guyton-Morveau y de Clouet sobre la carburación del hierro. El hierro se combina con el carbono, y se trasforma en acero por contacto ó cementación, y también por la descom- posición de un gas carburado; estas dos causas de carbura- ción se encuentran y obran simultáneamente en las cajas de cementación. Se ve que nada es más sencillo, más lógico y más confor- me con los hechos, que la teoría del acerado establecido según estos datos. Sin embargo, Mr. Saunderson ha manifestado sobre el acerado ideas muy diversas, tratando de establecer que el carbón, el óxido de carbono, el amoniaco, y los hidró- genos carbonados puros y aislados, son impropios para la ce- mentación; que se necesita el concurso mutuo del nitrógeno y el carbono para trasformar el hierro en acero, en el cual ha demostrado la presencia del nitrógeno, sin decidirse, no obs- tante, sobre si es indispensable. En otra série de experimentos, Mr. Fremy ha atribuido al nitrógeno un papel enteramente especial é indispensable para la cemeulacion, y adoptando la idea de Mr. Saunderson, ha m admitido que el carbón puro no acera, que la cementación no puede ser exclusivamente producida por un cuerpo carburado volátil, supuesto que el gas del alumbrado no forma más que fundición, mientras que la presencia prévia del nitrógeno en el metal da inmediatamente origen al acero; que la propor- ción de nitrógeno que un hierro contiene, es lo que en el momento de la carburación’ determina el grado de acerado; y que por último, el acero no es un simple carburo, sino más bien hierro nitro-carburado. Tal es la base de la nueva teoría que propone sustituir á la antigua. Las opiniones de Mr. Fremy *han suscitado diversas obje- ciones, y se halla en desacuerdo con experimentos que no pueden creerse sin significación y sin valor. Mr. Carón ha demostrado que puede acerarse el hierro con cuerpos carbonados sin nitrógeno (gas de los pantanos puro), siempre que no puedan ser descompuestos por el calor antes de verificarse la reacción. Por otra parte, creo haber fijado claramente que puede acerarse el hierro (préviamente purificado de su nitrógeno por una calcinación de 17 horas en el seno de una corriente de hidrógeno), por medio del carbono puro suministrado por el diamante y el óxido de carbono. Si, como lo ha indicado Mr. Fremy, el hidrógeno quita el nitrógeno al hierro, y si aquel es indispensable para la constitución del acero, será imposi- ble la formación úe este en una corriente de hidrógeno; pero la experiencia demuestra lo contrario; por consiguiente no es el nitrógeno parte esencial del acero: sin embargo, la mayor parte de los aceros contienen ázoe, pero se ha reconocido esta cantidad infinitesimal por experimentadores tan hábiles como MM. Marchand, Schaffhault, Carón, Bouis y Boussingault, y si ella fuera realmente la medida del acerado, resultaría que este último seria casi nulo. La verdad es que nadie hasta ahora puede demostrar que el acero sea exclusivamente un nitro-carburo más bien que un fosfo-carburo, un sílico-carburo, un mangano-carburo, un cromo -carburo, un titano-carburo, un tungsto-carburo de hierro, etc., etc. Pero en medio de estas clases de acero tan numerosas y de cualidades tan diversas, hay el acero tipo , el 14 tomo XVI. 210 aeero carburo de hierro , que nace y desaparece con el car- bono, y que produce los demás aceros; modificándose por la influencia de todos los metaloides ó metales que pueden com- binarse con él. QUIMICA APLICADA Memoria sobre el piroxilo; por MM. Pelouze y Maurey. (Comptes rendus, 22 agosto 1864.) Hace 20 años que se trata de sustituir el algodon-pólvora (piroxilo) á la pólvora común en las armas y en las minas, siendo esto el objeto de las más diversas apreciaciones. En Francia, después de numerosos experimentos, se ha renun- ciado á ello por consecuencia de la propiedad de hacer re- ventar las armas, y de los accidentes de descomposición y de explosión espontáneas que por la primera vez se han indicado en una Memoria presentada por uno de nosotros, en 1849, en el Instituto. En Austria, el General Mr. Lenk ha continuado ocupándose en la fabricación y el uso de esta materia explosiva. La pre- para por un procedimiento que se ha puesto en práctica en gran escala en Hirtenberg, y que ha permanecido por espacio de muchos años en un profundo secreto. Pero desde el año último se han publicado varios documentos acerca de este asunto, por químicos alemanes y por el mismo General Mr. Lenk. De estas publicaciones resulta que el piroxilo de Hirten- berg no se descompone espontáneamente, como el que se fa- bricaba en Francia en la fábrica de Bouchet; que se diferencia también por su composición; y que, por último, su propiedad de hacer reventar las armas puede corregirse por disposi- 211 ciones particulares. Vamos á examinar el valor de estas afir- maciones, indicando los resultados de los experimentos y de los análisis que hemos hecho con la cooperación de Mr. Fran- cher, comisario agregado de pólvoras, y de Mr. Chapoteaut, ayudante preparador de uno de nosotros. Procedimientos de fabricación seguidos en Hirtenberg y en Bouchet. El piroxilo que se fabrica en Hirtenberg según el proce- dimiento del General Lenk es, como el piroxilo de Bouchet, un producto de la inmersión del algodón en una mezcla de ácido nítrico monohidralado y de ácido sulfúrico á 66 grados. No obstante, ambos métodos de fabricación se diferencian en va- rios puntos. Así la relación entre los dos ácidos no es exactamente la misma: la mezcla Lenk se halla en efecto compuesta de 1 parle de ácido nítrico para 3 de ácido sulfúrico: la que se empleaba en Bouchet bajo el nombre de volúmenes desiguales, se preparaba con 1 volúmen del primero de estos ácidos y 2 volúmenes del segundo, lo que equivale en peso á 1 por 2,46. La Memoria precitada de 1849 menciona, como lo que ha producido mejor resultado, la mezcla de 3 volúmenes de ácido nítrico y de 7 volúmenes de ácido sulfúrico (en peso, 1 por 2,86), proporciones que se aproximan todavía más á aque- llas en que se ha fijado el General Lenk. En Hirtenberg se moja el algodón por cantidades de 100 gramos en 30 kilogramos de mezcla. Se saca del baño después de haberlo agitado un momento, y se reemplaza cada vez con mezcla nueva la parte del baño tomada por el algodón. Las operaciones continúan indefinidamente de esta manera, siendo siempre el peso de la mezcla 300 veces el del algodón. Cuando se tiene suficiente cantidad de algodón mojado, se pone en depósito en un recipiente, donde se deja por espacio de cuarenta y ocho horas con los ácidos que le impregnan. Al cabo de este tiempo se pone en un enjugador ( essoreuse ), cuya m rotación expulsa en algunos momentos la mayor parte de los ácidos no combinados. Se le priva del resto en agua corriente, donde se lava, y se deja sumergido por espacio de seis semanas. Se enjuga otra vez, y luego se hierve por espacio de dos ó tres minutos en una disolución de carbonato de potasa á 2 grados de Beaumé. Después de enjugarle por tercera y última vez se le seca al aire libre cuando el tiempo es favorable, ó en otro caso en una estufa cuya temperatura no pase de 20 grados. Por último, el General Mr. Lenk en estos últimos tiempos, ha hecho uso de una disolución de vidrio soluble á 12 grados Beaumé. Se empapa en ella el algodón después de haber hecho con él todas las manipulaciones anteriores, se seca, y se aban- dona al aire libre por un tiempo suficiente para que el ácido carbónico de la atmósfera se combine con la sosa del vidrio, lo cual produce la precipitación de un silicato insoluble, que según Mr. Lenk «cierra las fibras del algodón y retarda el desarrollo de los gases.» En Bouchet se sumerjía el algodón en vasos que no con- tenían más que 2 litros de mezcla para 200 gramos de al- godón, y se consideraba que era suficiente tiempo una hora para que estuviese impregnado por los ácidos. Se exprimía con una prensa cerca de 70 por 100 de los ácidos no combinados, se lavaba en seguida el algodón por espacio de una hora ó una y media en el rio, privándole de gran parte del agua de lavado por una fuerte presión, y se sumerjia por espacio de 24 horas en una lejía de cenizas, para neutralizar los últimos vestigios de ácidos. Después se sacaba de esta lejía, se lavaba otra vez en el rio, se volvía á prensar, y por último se secaba en una tela clara, al través de la cual se hacia que un ventila- dor hiciese pasar el aire frió. Nunca se ha empleado vidrio soluble para el piroxilo de Bouchet, pero manifestaremos que esta adición no parece tener la importancia que le atribuia el General Lenk. 213 Cantidad de piroxilo producido por un peso dado de celulosa. Un informe aleman firmado por MM. Redlenbacher, Schroiter y Schneider, atribuye al piroxilo Lenk la fórmula: C12H70% 3 AzO5 ó C12H7 (Az O4 )3 O10 lo cual equivale á la composición siguiente: Carbono 24,24 Hidrógeno 2,36 Oxígeno. 59,26 Nitrógeno. 14,14 Total 100,00 La reacción puede concebirse de dos maneras: 1 . ° Admitiendo que en contacto de la mezcla de ácido nítrico y de ácido sulfúrico el algodón pierde agua, que es remplazada por el primero de estos ácidos. Cl2H10010 + 3 AzOs = C12HO\ 3 AzOs + 3 HO. 2. ° Suponiendo que el hidrógeno de la celulosa se halla remplazado por un número igual de equivalentes de ácido hiponítrico: C12 H10 O10 + 3 Az Oy = C12 H ( Az O4 )3 O10 + 3 H 0. Según esto, 100 partes de algodón deberian producir 183 de piroxilo. Pero variando en más de cien experimentos las proporciones de los cuerpos, de los cuales da la reacción esta sustancia explosiva, no hemos jamás llegado á un producto superior á 178. 214 El informe aleman no dice nada acerca del rendimiento que según nosotros constituye la base más sólida de la com- posición del piroxilo. No queremos decir por esto que la deter- minación exacta del rendimiento del algodón en piroxilo haga inútil la análisis elemental de este último; pero es necesario que la análisis se halle en armonía con la cifra que repre- senta este producto. Nuestros experimentos acerca de los rendimientos se han hecho con algodón de buena calidad, lavado préviamente en una disolución hirviendo de carbonato de potasa ó de jabón, privado en lo posible de lodo cuerpo extraño y particular- mente de las semillas de algodonero. Antes de emplearle se secó con cuidado en una estufa de Gay-Lussac, á una tempe- ratura comprendida entre 100 y 115 grados. El ácido sulfúrico marcaba 66 grados en el areómetro de Beaumé; el ácido nítrico tenia una densidad de 1,500 á 9 gra- dos, y era ligeramente nitroso y de color amarillo. Las proporciones relativas de los ácidos sulfúrico y nítrico se han variado de manera que presentaran: l.° la composición de la mezcla Lenk; 2.° la de los volúmenes desiguales de Bou- chet; 3.a diversas composiciones intermedias entre 2 y 3 de ácido sulfúrico para 1 de ácido nítrico. Las proporciones de la mezcla ácida relativamente al peso del algodón se han variado también, de modo que ofrecieran las antiguamente empleadas por Bouchet, la indicada por el Ge- neral Mr. Lenk, y proporciones diversas que aumentaran hasta un caso límite en que el peso de los ácidos fuera igual á 500 veces el del algodón. Por último, el tiempo de la inmersión del algodón en los ácidos, varió desde una hasta sesenta y seis horas. En lodos estos casos, los rendimientos han oscilado dentro de pequeños límites, sin exceder de 178 por 100 de algodón. El rendimiento en fábrica, bien sea en Hirtenberg ó en la fábrica de pólvora de Bouchet, está lejos de llegar al que se obtiene en el laboratorio sobre pequeñas cantidades. Efectiva- mente, según el General Mr. Lenk, se necesitan 64k ,500 de algodón no desecado para tener 100 kilogramos de piroxilo, lo que corresponde á un rendimiento de 155. Suponiendo que el 215 algodón contenga 6 á 7 por 100 de humedad, el rendimienlo de algodón seco en Hirtenberg seria de i 65 á 167 por 100. El producto demostrado en Bouchet cuando la fabricación guardaba cierta regularidad, era de 165, 25 por 100. Sin que sea posible sacar de estos números conclusión alguna para la teoría de la formación del piroxilo, no podemos pasar en silencio una circunstancia tan importante como la del rendimiento, por decirlo así idéntico, obtenido en gran escala en los dos establecimientos de que se trata. Composición del piroxilo. Uno de nosotros había determinado en 1847 la composi- ción del piroxilo representándola por la fórmula: C24 H17 O17, 5 AzO5. Debíamos investigar primero si se había operado sobre un producto diferente del piroxilo Lenk, y en el caso en que el algodón de Bouchet fuese químicamente idéntico al de Lenk, cuál debería ser su verdadera fórmula. Hemos hecho estas investigaciones con el cuidado más minucioso, y creemos haber superado todas las dificultades que ofrece la combustión del piroxilo. Diremos desde luego que hemos reconocido la identidad bajo el punto de vista químico de los piroxilos del General Mr. Lenk y de Bouchet, y que nos fijamos en una fórmula que no se diferencia más que en 1 equivalente de agua de la adoptada en 1847. Esta fórmula es C24H18018, 5 AzO5. Es tan parecida á la antigua fórmula Ca4H17 O17, 5 AzO5 que la análisis sola no bastaría para justificar este cambio. Para hacer nuestra elección nos hemos fijado particularmente 216 en el rendimiento. Efectivamente, la nueva fórmula supone un rendimiento de 177, 78 de piroxilo por 100 de algodón, mientras que la antigua corresponderá uno de solo 175. Pero nuestros experimentos directos anteriormente referidos nos han conducido á la cifra de 178. Todos los piroxilos que hemos analizado se lavaron pre- viamente en una mezcla de alcohol y eter, que les quitaba algunas milésimas de sustancias grasas y de partes solubles, y después se secaron por espacio de varias horas en una estufa, á una temperatura comprendida entre 40 y 50 grados. Todos ofrecieron la composición antes indicada, que se traduce por los números siguientes: Carbono 25,00 Hidrógeno 3,13 Oxígeno. 59,72 Nitrógeno 12,15 Total 100,00 Acción del calor sobre los piroxilos . El General Mr. Lenk atribuye los malos resultados obte- nidos en Francia por la comisión de 1846, á que no se han ocupado del método de preparación del piroxilo, y que no se ha operado sobre un producto definido y suficientemente nitrado. Se coloca pues en las condiciones que parecen más favorables para la nitrificacion, y cree haber obtenido asi ün piroxilo que ofrece una mayor resistencia para la descom- posición. No discutiremos el valor teórico de esta afirmación; sin embargo, nos parece poco admisible. Por el contrario, es pro- bable que un algodon-pólvora se descomponga con tanta más facilidad cuanto más distante esté del tipo celulosa, y por consiguiente este más nitrado. Gomo quiera que sea, el Gene- 217 ral Mr. Lenk afirma que el piroxilo fabricado por su proce- dimiento hace explosión á la temperatura de 136°, y resiste á toda temperatura inferior. Es un punto que importa discutir, y que ha sido objeto de numerosos experimentos. Estos experimentos se han verificado con matraces de en- sayo, tapados ó no, que se sumergían en un baño de maría de agua hirviendo. Todos los ejemplares calentados á 100° se han descom- puesto en un tiempo más ó ménos largo , bastando algunos minutos para demostrar en todos los casos un desprendimiento de vapores nitrosos. La descomposición se verifica de diferentes modos, que no pueden reproducirse según se quiera. Pueden indicarse cuatro maneras de descomposición á la temperatura de 100 grados, que tienen por carácter común el desprendimiento de vapores nitrosos. 1. ° El piroxilo detona violentamente. 2. ° Se descompone sin- detonación, dejando un residuo blanco, pulverulento, ácido, incompletamente soluble en el agua, y que no contiene más que nitrógeno, residuo que forma cerca de la mitad del peso del piroxilo. 3. ° Deja un residuo amarillo, amorfo, inexplosible, par- cialmente soluble en agua, y que reduce, como la glucosa, el tartrato doble de cobre y de potasa. 4. ° * Da un corto residuo (8 á 10 por 100 únicamente de su peso) de una sustancia negra que tiene el aspecto del carbón. En este caso, el matraz queda enteramente tapizado de un polvo amarillo, que se disuelve en los álcalis produciendo un gran desprendimiento de amoniaco (sustancia que parece ser el ulmalo de amoniaco). Los ácidos precipitan de esta disolu- ción un cuerpo amarillo sucio, soluble á su vez en los álcalis. El mismo residuo carbonoso bajo la acción de la potasa, deja desprender amoniaco; y es digna de llamar la atención esta producción de amoniaco por la sola acción del calor, sobre una sustancia formada de ácido nítrico y de celulosa. Otros experimentos hechos sobre los diversos piroxilos á temperaturas de 90 y después de 80-grados, han dado idén- 218 ticamente los mismos resaltados; solo que los fenómenos de descomposición, en vez de aparecer al cabo de algunos minu- tos, no se han manifestado sino al cabo de algunas horas. A los 60 grados y aun á los 55 se descompone también el piroxilo, y al cabo de algunos dias se ve que el matraz se llena de espesos vapores rutilantes, obteniendo el mismo resultado pulverulento no nitrogenado de que hemos hablado ya. Nin- guna inflamación se ha observado en estos últimos experi- mentos. No obstante, debemos indicar un caso de detonación que se ha producido en el momento en que uno de nosotros po- nia cerca de 1 gramo de piroxilo en una estufa de cobre de Gay-Lussac que contenía aceite cuya temperatura era única- mente de unos 47°. El piroxilo que de esta manera se ha des- compuesto procedía de un ejemplar preparado impregnán- dolo por espacio de cuarenta y ocho horas, y lavándolo según el procedimiento Lenk. Los experimentos que preceden demuestran de una ma- nera irrecusable que, en contra de la afirmación del General Lenk, su piroxilo no resiste mejor que el de Bouchet á la ac- ción del calor. En todas condiciones, el piroxilo austríaco silicatizado se ha conducido de la misma manera que los demás. En vista de los hechos de descomposición á temperaturas próximas á 50°, pudiera preguntarse si el piroxilo no se des- compondrá aun á la temperatura ordinaria, y por consiguiente si es capaz de detonar espontáneamente cuando se conserva en masas considerables en los almacenes. Muchos químicos han citado ejemplos de descomposición del piroxilo á la temperatura ordinaria. En general han indi- cado como productos de esta descomposición vapores nitrosos, cuerpos muy oxidados, como el ácido fórmico, el ácido oxá- lico y el acético, y como residuos, sustancias gomosas ó azuca- radas. Se han tratado de explicar estos ejemplos de alteración del piroxilo á la temperatura común, suponiendo que se han lavado imperfectamente. Observemos en primer lugar que los lavados son fáciles con pequeñas cantidades de materias; después, como desde el 219 principio se sabe que el ácido sulfúrico ejerce una acción destructiva sobre el piroxilo, es evidente que siempre ha de- bido tratarse de quitar los menores vestigios, y por consi- guiente los lavados han debido hacerse con el mayor cuidado. Sin entrar en el detalle de los casos conocidos de descom- posición del piroxilo á la temperatura de los sitios en que se habia conservado, nos limitaremos á señalar las descomposi- ciones que hemos observado en ejemplares de la fabricación de 1847, que se habían lavado con un cuidado enteramente particular, bien con agua pura ó con agua alcalina. De veintiocho ejemplares colocados en frasquilos esmeri- lados, de un peso de algunos gramos, diez y seis han experi- mentado diversas alteraciones. Hemos tomado á la casualidad uno de los ejemplares alte- rados para hacer su examen, y este ejemplar se hallaba en su origen formado de 6 gramos de piroxilo que se habia lavado con agua de potasa y abandonado desde el 17 de marzo 1850 (ó sean 14 años), en un frasco esmerilado tapado imperfecta- mente. Dejó un residuo que representaba 79 por 100, de co- lor amarillo oscuro, notablemente ácido; pero sin ácido sulfú- rico. El residuo se disolvía completamente en el agua, y re- ducía, como la glucosa, el tartrato de cobre y de potasa. Su disolución hirviendo esparcía un olor marcado de vinagre, y lo que era más notable, desprendía amoniaco bajo la acción de la potasa. Hay por consiguiente, en las circunstancias atmosféricas comunes, ejemplos incontestables de alteración espontánea del piroxilo, y lo que es aún más, de un piroxilo lavado con agua alcalina. Pero hemos visto que en caliente el piroxilo se descom- pone de seguro; que en ciertos casos detona, y que en otros con aspecto idéntico se destruye sin inflamarse. ¿Por qué no ha de suceder lo mismo respecto del piroxilo mantenido á tempe- raturas bajas? ¿Por qué á los casos de descomposición simple á la temperatura ordinaria, no se han de poder añadir casos de detonación? La analogía es demasiado evidente para tener que recurrir á la suposición de malos lavados tratando de expli- car las inflamaciones del piroxilo. m El mismo piroxilo de Hirtenberg causó una explosión en la fábrica de Simmering, y el expediente que se formó en 31 de julio de 1862, no explica este accidente más que por una combustión espontánea. Se ha pretendido que podia atribuirse por completo á la pólvora común que se hallaba en el alma- cén; pero nos es imposible admitir esto, porque hace muchos siglos que no se han observado casos de inflamación espontá- nea, ni en los almacenes de pólvora, ni en las municiones de guerra, ni con las de los cazadores y mineros. En efecto, no deben confundirse, como se ha hecho en un documento aus- tríaco, las explosiones que son debidas á accidentes de fabri- cación, como por ejemplo un choque, una piedra, una impru- dencia de un obrero, un desarreglo del mecanismo, con las que se producen sin otra causa que reacciones entre los ele- mentos del compuesto. Comparación de los piroxilos de Lenk y de los de Bouchet respecto á sus propiedades balísticas y las de hacer reventar las armas . Nos falta dar á conocer los resultados de las pruebas eje- cutadas con el fusil péndulo , para comparar, bajo su aspecto balístico, estas dos clases de piroxilos. Se tiraron 2o tiros con los piroxilos de Lenk y 15 con los de Bouchet, con la carga de 3 gramos, con balas redondas del peso de 25er,50. Tomando para cada categoría el término medio de las ve- locidades de las balas, y después el tiro más fuerte y el más débil, hemos hallado: PIROXILOS. Lenk. De Bouchet. Velocidad media Tiro más fuerte. Tiro más débil, . 385m,36 441 ,53 357 ,63 394m ,32 445 ,94 357 ,63 221 En el liro de un mismo ejemplar de piroxilo pueden ha- llarse diferencias mayores que las que ofrecen las cifras refe- ridas. Por ejemplo, con el piroxilo traido de Austria por el General Mr. Lenk se tiró dos veces: El 17 de febrero, dió 374®, 40 Y el 8 de marzo 408 ,40 Creemos por lo tanto poder sacar de los resultados ante- riores, la conclusión de que los piroxilos de Lenk y de Bouchet tienen la misma fuerza balística. En estas pruebas, la carga del piroxilo ocupaba en el fusil una altura de 0m,05, por lo cual se trató de reducirla á 0m, 03 atacando más fuerte; pero al primer tiro con esta carga con 3 gramos de piroxilo hecho en las proporciones que indica el General Lenk, reventó el canon del fusil. Este hecho es análogo al que se ha observado varias veces con el liro del piroxilo de Bouchet, y en él encontramos una prueba de la semejanza que hay entre el piroxilo austríaco y el francés en cuanto á su propiedad explosiva. No recordaremos aquí todas las tentativas de la Comisión de 1846 para remediar este inconveniente de la combustión demasiado .rápida del piroxilo; pero debemos hablar de los que se han hecho con el mismo fin por el General Mr. Lenk. Primero se emplearon cartuchos comprimidos, que no pro- dujeron buen resultado, y después cartuchos que llama pro- longados, y que se hallan formados de cilindros de papel cu- bierto de piroxilo hilado. Por medio de estos últimos, una pieza de 12, en Austria, ha podido tirar sin alteración del ánima 1.000 tiros con la carga de cerca de 481 gramos de piroxilo, dándole al proyectil una velocidad de 427 metros. Pero esta velocidad, en la cual se han detenido los expe- rimentos en cuestión, es inferior á la que se obtiene en Francia en las piezas de 12 con la carga de 2 kilogramos de pólvora común, y que es cerca de 480 metros. Esta última velocidad es á la que la Comisión de 1846 queria llegar cuando em- pleaba 667 gramos de piroxilo. Pero no está demostrado que los cartuchos del sistema 222 Lenk fuesen inofensivos para las armas de fuego, si se au- mentase la cantidad de piroxilo para obtener la misma velo- cidad que en Francia. Por lo demas, el autor de uno de los informes austríacos reconoce que el fin no se ha conseguido todavía, y que los medios mecánicos empleados para impedir que el piroxilo de- sarrolle sus efectos para hacer reventar los cañones, neutra- lizan una parte de su fuerza propulsiva, y llega á la conclu- sión de que el problema no podrá resolverse hasta que se fabriquen cañones, con los cuales puedan despreciarse las fuerzas desarrolladas para hacerlos reventar. También este sería nuestro parecer; ¿pero es posible entrar en semejante via cuando se encuentra uno detenido por la objeción de las ex- plosiones espontáneas, que para nosotros dominan la cuestión? Resulta de nuestro trabajo, que si el piroxilo es mejor conocido bajo el punto de vista de su composición, de su sis- tema de producción y de sus propiedades químicas, el punto principal de su historia, el de su uso en las armas de fuego, queda poco más ó ménos en el mismo estado en que lo había dejado la Comisión francesa en 1846. Nada, en efecto, autoriza á creer que sea posible, en el estado actual de nuestros conocimientos, ya el impedir las explosiones espontáneas del piroxilo, ya el corregir de una manera práctica su propiedad de hacer reventar las armas, conservándolas en uso por la pólvora común. Observaciones de Mr. Seguier con motivo de la comunicación anterior. Con motivo de la lectura de Mr. Pelouze, Mr. Se- guier informa á la Academia que hace mucho tiempo ha emprendido una série de experimentos, para obtener con el algodon-pólvora buenos efectos balísticos en las armas por- tátiles. Para combatir el inconveniente de la deflagración dema- siado rápida de esta sustancia, y evitar la rotura de las armas por el mero hecho de la inercia del proyectil, emplea Mr. Se- guier cargas mistas, compuestas en parte de algodon-pólvora y de pólvora de mina de grano grueso, marcando el punto de inflamación, de manera que la pólvora ménos viva se encienda primero. El proyectil se halla así gradualmente solicitado en 223 su movimiento, y en su inercia no opone una resistencia ca- paz, teniendo en cuenta la detonación espontánea del algodón solo, de producir la rotura de las armas. La idea de emplear carga mezclada de pólvora lenta y de pólvora viva sucesivamente inflamadas , empezando por la pólvora lenta, es el resultado de la observación de lo que su- cede en las escopetas de viento bien construidas. En estas armas corresponde un efecto balístico superior á una aber- tura de la válvula del depósito de aire comprimido, lenta primero y rápida después; los cazadores de cerbatana, saben muy bien que el mayor impulso de la bolita de tierra gre- dosa ó del penacho que lleva un dardo, se obtiene con menor esfuerzo del pulmón cuando se da el soplo de impulso de un modo gradual y en aumento. Mr. Seguier ha podido con cargas mezcladas, hacer deto- nar sin inconveniente en armas portátiles ciertas pólvoras fulminantes, como por ejemplo las de muriato de mercurio, uniéndolas á otras composiciones de deflagración lenta, y rea- lizando considerables efectos balísticos, los que hará conocer á la Academia detalladamente cuando terminen sus expe- rimentos. Observaciones de Mr. Morin. El General Morin, por sí y á nombre de Mr. Maurey, hace observar que este trabajo confirma en todos sus puntos las conclusiones que la Comisión de 1846 habia sacado de sus experimentos, que se reprodu- jeron en un informe redactado por orden de la Comisión de artillería, y se presentaron á la Academia en 1852. Añade que la descomposición espontánea del piroxilo á temperaturas de 50 ó 60 grados se ha demostrado é indicado varias veces, y que no es raro ver que estas temperaturas se producen en cajones tapados con chapas de palastro, y aun en lo interior de algunos buques. Cita observaciones muy recientes que le han demostrado que, obrando la acción solar sobre cubiertas de vidrio, puede elevar la temperatura del aire que les toca á 40 y á 42 grados , cuando la del aire exterior no es más que de 24. Observaciones análogas practicadas en la iglesia de la Magdalena en agosto último, han hecho ver que cerca m de la bóveda de manipostería, la temperatura interior ha subido á 38 ó 40 grados, no siendo la del aire exterior más que de 24. Por consiguiente, las condiciones de temperatura suscep- tibles de producir la descomposición espontánea del piroxilo de algodón, pueden hallarse frecuentemente realizadas en el verano aun en Francia, y con mayor motivo en Argelia. Por último, el General Morin cree deber hacer observar, que el Gobierno austríaco no ha permitido al General Lenk venir á proponer á Francia sus procedimientos de fabricación del piroxilo más que cuando, después de numerosos y costosos ensayos, se ha decidido por completo á no emplearle para su propio servicio.’ Observaciones de Mr. Chevreul con motivo de las comunica- ciones anteriores. Después de la comunicación de MM. Pe- louze y Maurey, y de la observación de Mr. Morin sobre la temperatura á la cual puede elevarse un termómetro colo- cado cerca de un tejado de zinc, y expuesto á la acción directa de los rayos del sol, dice Mr. Chevreul que ha observado dos veces en su laboratorio la descomposición espontánea del piroxilo; descomposición más bien lenta que explosiva , pues no estaba alterada toda la materia. Sospecha, por la descomposi- ción del piroxilo alterado en un vaso de vidrio, que la luz ha podido tener influencia sobre él, y esto es lo que propone que aclaren por medio de experimentos MM. Pelouze y Maurey. Por lo demás, es bien fácil concebir como una combustión es- pontánea que empieza por ser lenta , puede convertirse en viva ó explosiva: basta que la combustión lenta desprenda gradual- mente bastante calor para que este, acumulándose en una gran masa, la lleve al grado de temperatura en que la com- bustión se hace viva. En la cuarta Memoria de sus investigaciones sobre tintes, tratando de los cambios que las telas teñidas experimentan en diferentes medios bajo la influencia de la luz, ha obser- vado Mr. Chevreul, que en la cámara de exposición en que él operaba, la temperatura se elevaba algunas veces hasta 50°. Posteriormente ha reconocido una elevación de temperatura de 60 grados y más. m Mr. Chevreul preguntó á Mr. Pelouze su opinión sobre la naturaleza del oxácido de nitrógeno fijado en el piroxilo, y habiéndole contestado que creia que el ácido era el nítrico, ha recordado Mr. Chevreul sobre este punto, que en tres Me- morias leídas en 1809 á la Academia (1), habia profesado esta opinión respecto á la composición del amargo al máxi- mum (amargo de Welter, ácido pícrico), del amargo al míni- mum (ácido indigólico), del óxido de carbón de Proust, etc., etc., después de haber demostrado la propiedad detonante de estos cuerpos como esencial á su naturaleza, y haber reconocido el primero de los compuestos nitrosos en su descomposición por el calor. Veinte años después dos químicos alemanes, maestro el uno y discípulo el otro, dedujeron en contra de las opiniones de Mr. Chevreul: Que los dos amargos no contenían ni agua, ni hidrógeno , ni ácido nítrico , y propusieron llamar al amargo de Welter , ácido carboazótico, y al amargo al mínimun ácido indigótico . No habían trascurrido diez años después, cuando MM. Berze- lius, Dumas y Laurenl, cada uno por su parte, admitieron la existencia del ácido nítrico ó del ácido hiponítrico en estos mismos cuerpos. Por último, uno de los alemanes anteriormente citados, en su tratado de química orgánica, admite esta opinión, olvidando sin duda que la habia combatido, lo mismo que su discípulo, doce ó quince años antes. Mr. Chevreul ha sido siempre poco aficionado á hacer re- clamaciones; sin embargo, cuando MM. Dumas y Balard die- ron un informe (2) sobre un trabajo que Mr. Schischkoff habia emprendido para investigar si el ácido fulmínico no contenia un oxácido de nitrógeno, resultado que los Comisarios han admitido, Mr. Chevreul pidió la palabra para hacer observar, (1) 17 de abril, 18 de julio y 21 de agosto de 1809: tres Me- morias sobre los taninos artificiales de Hatchett. (2) Sesión del 12 de enero de 1859. Comptés rendus, t. XLIV, p. 36. TOMO XVI. 15 que las consideraciones del sábio ruso para reconocer la exis- tencia de un oxácido de nitrógeno en el ácido fulmínico , eran enteramente análogas á las que se hallan expuestas en sus investigaciones sobre el amargo de Welter y el ácido indigó- tico , y anunció una Noticia histórica, que debia aparecer en los Comptcs rendas ; pero habiendo ido esta Nolicia acompa- ñada de desarrollos muy extensos, termina el XXXIV volumen de las Memorias de la Academia (1). Mr. Chevreul da cierta importancia á la historia de las investigaciones de que han sido objeto estos cuerpos, cuando se la considera bajo el punió de vista de la equidad y de la crítica aplicada á la ciencia y al sistema de nomenclatura que se califica de racional. Se complace en haber oido decir á Mr. Pelouze, que el ácido nítrico es muy probablemente el principio constituyente del piroxilo , como Mr. Chevreul había admitido en 1809 que el mismo ácido entraba en la composi- ción inmediata del amargo de Weller , del ácido indigótico t del óxido de carbón de Proust , etc. (1) XXXIV volumen de las Memorias de h Academia , de la pág. 40o á la 444 inclusive. 227 METEOROLOGIA. Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de diciembre de 1865. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1, 2 y 3. — Continúa el temporal nuboso, de frecuen*- les lluvias y vientos cálidos del S. al O., que dominó en el último tercio de noviembre. Dia 4. — Antes de amanecer sopló réciamente el vienlo del S., y cayó un abundante aguacero. Por la mañana pasó el viento al N.O., y las nubes se rasgaron y dispersaron en gran parle. Despejado por la noche. Dia 5. — Escarcha. Muy nebuloso y húmedo. Yiento N. O. Dia 6. —Parecido al anterior. Dias 7 á 13. — Nubosos y variables. Yiento débil del N. E., constante y fresco. Dia 14.— Despejado y frió. Dias 15 al 26. — Completamente despejados, tranquilos y fríos. Sucédense las escarchas sin interrupción, y los lugares sombríos ofrecen el aspecío de campos nevados. En las prime- ras horas de la mañana fórmase todos los dias una neblina ge- neral, baja y densa. El viento oscila con frecuencia del N. E. al E. y S. E., y viceversa. Dia 27.— Disminuye la escarcha. Comienza á entoldarse el cielo por el S E. Yariable y nuboso. Dia 28. — Muy nebuloso y húmedo. Dia 29. — Del N. E. pasa el viento, por el S., al S. O. Ne- buloso, como el anterior, y además lluvioso. Dia 30. — Cesa la lluvia antes de amanecer. Yiento varia- ble del N. por la mañana, fuerte y frió. Despejado por la tarde y por la noche. Dia 31 .—Nuboso, variable y fresco. OXJ A-IDRi) FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. — r Am A. máx. A. mín. Oscilación. T 1 m T. máx. T. mín. Oscilado) 1 704,30 703,78 703,04 2,74 9,4 11,4 7,6 3,8 2 700,09 701,34 698,90 2,44 6,4 9,6 2,4 7,2 3 098,95 701,69 693,69 8,00 3,3 7,5 -1,1 8,6 4 700,67 703,54 696,92 6,62 4,4 9,0 1,2 7,8 5 707,84 710,30 705,53 4,77 4,3 6,9 -0,6 7,5 • 6 711,36 711,83 710,58 1,25 7, 1 8,9 4,8 4,1 7 712,83 714,24 711,72 2,52 8,0 11,5 6,1 5,4 8 715,12 715,96 714,62 1,34 8,8 11,2 6,4 5,8 9 714,16 714,98 713,63 1,35 8,5 12,5 6,7 3,8 10 713,81 714,93 711,83 3,10 7,5 12,6 5,7 6,9 11 712,68 714,42 710,30 4,12 6,6 10,3 2,3 8,0 12 707,23 708,80 705,00 3,80 3,7 7,9 —0,1 8,0 13 708,45 709,44 707,74 1,70 4,4 8,5 0,4 8,1 14 709,95 711,17 708,95 2,22 1,9 6,3 -1,8 8,1 15 712,47 712,99 712,03 0,96 1,2 7,0 -3,1 10,1 10 714,47 714,90 713,50 1,40 1,3 7,2 —3,8 11,0 17 712,29 713,66 711,24 2,42 2,0 7,7 -3,8 11,5 18 710,81 711,72 710.10 1 ! 62 0,7 5,3 — 3 , o 8,8 19 712,80 714,11 711,29 2,82 0,2 6,1 —4,0 10,1 20 714,55 715,46 714,16 1,30 0.1 6,7 -4,3 11,0 21 713,97 714,65 713,48 1,17 0,1 6,1 —4,4 10,5 22 714,41 715,41 713,76 1,65 1,0 6,9 -3,7 10,6 23 713,94 714,72 713,55 1,17 1,2 7,1 —4,6 11,7 24 716,56 718,02 715,10 2,92 2,1 7,6 —2,0 9,6 25 717,49 718,71 716,65 2,06 1,9 8,9 —2,9 11,8 20 715,02 715,79 714,37 1,42 1,1 7,2 -3,7 10,9 27 714,84 715,89 714,37 1,52 2,5 8,0 —3,5 11,5 28 714,33 715,28 713,78 1,50 0,3 8,2 —2,5 4,7 29 710,66 713,12 706,95 6,17 2,8 6,4 —1,3 7,7 30 711,46 714,47 706,97 7,50 3,3 8,0 0,0 8,0 31 713,23 715,00 711,07 3,93 1,7 6,5 —2,4 8,9 1.a d.9 707,91 715,96 693,69 22,27 6,8 12,6 —1,1 13,7 2.a 711,57 715,46 705,00 10,46 2,2 10,3 -4,3 14,6 3.a 714,17 718,71 706,95 11,76 1,6 8,9 -4,6 13,5 Mes. 711,31 718,71 693,69 25,02 3,5 12,6 -4,6 17,2 3 RIMERO > I PSICROMETRO. k 1 t” AT.U0METR0. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. NUBES. FECHAS. Evaporación. Lluvia. Dias. Dirección, Durac. 8,1 2,1 6,8 » S.S.E. )) 10 1 $9 6,5 1,6 16,0 » S.O.(var.| )) 8 2 36 5,0 4,2 1,5 » S.O.(Var.) )) 8 3 n 4,5 0,8 13,7 » O.N.O. )) 4 4 JO 5,8 0,5 » » O.N.O. )) 9 5 )0 6,9 0,5 0,3 )) N.N.O. » 10 6 )0 7,3 0,4 » » N. )) 6 7 35 7,3 0,5 )) )) N.E. 10 8 $5 7,1 0,7 » » N.E.-S. )) 7 9 73 5,8 1,5 0,3 E.N.E. » 5 10 75 5,6 1,2 » » N.E. )) 5 11 ¡8 4,7 1,5 » )) N.E. )) 3 12 78 4,9 1,2 1,2 )) N.E. )) 4 13 56 3,4 1,7 „ j) N.N.E. )) 1 14 58 3,4 1,3 » » E.N.E. » 0 15 58 3,4 1,0 » )) N.N.E. » 1 16 ¡70 3,8 1,0 » )) N.E. » 0 17 76 3,7 0,7 » » E. » 0 18 *0 3,7 0,5 » )) S.E. » 0 19 78 3,5 0,5 » » E.S.E. » 0 20 79 3,6 0,4 » » E. » 0 21 74 3,7 0;6 » » E.N.E. » 0 22 70 3,5 0,8 » E.N.E. » 0 23 74 4,0 1,2 » » E.N.E. » 0 24 75 4,0 0,8 » » E. » 0 25 $0 4,0 0,7 » » E.S.E. » 0 26 77 4,3 0,7 » » E.N.E. » 7 27 ¡90 4,3 0,5 0,1 » N.E. » 10 28 190 5,2 1,1 1,9 i) N.E.-S-.O. » 7 29 168 3,8 1,0 5,4 » S.O. (varí): » 1 30 ¡78 4,1 0,6 » o S.E. » 5 31 85 6,4 1,3 38,6 6 26° N.O. 55h 8 1.a d.a 75 4,0 1,1 1,2 1 60° N.E. 189 1 2 a 78 4,0 0,8 7,4 3 83° N.E. 168 | 3 3.a 79 1 4’8 1,0 47,2 10 63° N.E. 356 1 4 Mes. CUADRO SECUNDO. Observaciones barométricas, FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » 705,00 705,78 705,20 704,33 703,62 703,62 703,04 2 701,34 700,94 699,80 698,90 699,31 700,51 700,35 3 » 700,89 701,69 701,16 700,20 698,97 696,53 693,69 4 » 696,92 698,82 699,85 700,81 702,12 703,14 703,54 5 ■ » 705,53 706,64 707,03 707,59 708,68 709,62 710,30 6 » 710,58 711,67 711,54 711,14 711,54 711,83 711,70 7 » 711,72 712,72 712,46 712,56 713,02 713,58 714.24 8 » 715,36 715,96 715,43 714,62 714,67 715,36 714,95 9 » 714,52 714,98 714,14 713,63 713,78 714,21 714,33 10 » 714,09 714,93 714,52 713,58 714,11 714,11 711,83 11 » 713,98 714,42 713,71 712,67 712,39 711,62 710,30 12 » 708,80 708,75 705,00 706,77 706,67 707,31 707,69 13 707,91 708,45 708,42 707,74 708,40 709,16 709,44 14 » 719,11 710,08 710,08 708,95 709,95 710,78 711,17 15 » 712,03 712,94 712,16 712,08 712,46 712,99 712,97 16 )) 713,50 714,90 714,77 714,72 714,77 714,82 714,19 17 )) 713,61 713,66 712,89 711,72 711,70 711,54 711,24 18 » 711,09 711,72 710,96 710,10 710,40 710,89 710,84 19 )) 711,29 712,89 712,34 712,60 712,94 713,80 714,11 20 » 714,90 715,46 715,08 714,26 714,19 714,16 714,16 21 » 713,88 714,14 713,88 713,48 713,91 714,65 714,57 22 » 714,88 715,41 714,83 714,01 714,22 714,47 713,76 23 » 713,63 714,72 713,96 713,55 713,63 714,22 714,54 24 » 715,10 716,30 716,27 715,92 717,11 717,89 718,02 25 » 717,90 718,71 718,12 717,38 717,18 717,18 716,65 26 » 715,43 715,79 715,16 714,37 714,72 715,26 715,13 27 » 714,93 715,89 715,26 714,52 714,37 714,78 714,85 28 » 714,59 715,28 715,00 714,03 713,98 714,34 713,78 29 » 712,82 713,12 712,21 710,76 710,28 709,18 706,95 30 706,97 710,15 710.53 711,39 713,05 714,37 714,47 31 » 714,90 715,00 714,21 713,19 712,89 712,03 711,07 1.a d.a 707,20 707,60 708,41 708,11 707,74 707,98 708,25 707,80 a a 711,23 711,62 712,33 711,54 711,16 711,39 711,71 711,61 3’a 713,48 714,09 714,96 714,49 713,87 714,12 714,40 713,98 Mes. 710,73 711,20 712,00 711,48 711,02 711,26 711,55 711,22 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 j 3 t 6 9 n 12 1 » 8,3 9,8 11,3 10,4 9,2 9,1 8,8 2 » 7,3 7,3 7,7 9,6 7,2 4,5 2,4 3 » —1,1 0,2 4,7 6,2 4,7 5,0 4,7 4 » 3,6 4,2 7,6 9,0 4,6 2,1 1,2 5 » 0,2 1,2 6,9 6,0 5,4 6,0 5,9 6 » 5,9 6,2 8,1 8,7 7,8 '7,4 7,2 7 » 6,3 7,4 10,1 10,3 7,5 7,3 8,2 8 » 8,4 8.7 10,1 10,1 9,6 7,7 8,4 9 » 7,8 8,2 11,4 11,7 8,4 6,9 6,7 10 » 6,1 7,4 9,3 10,2 7,8 6,9 6,5 11 » 6,7 7,2 9,4 10,3 6,6 4,9 2.3 12 » 0,3 1,4 7,0 7,9 3,9 2,9 3,8 13 3,8 4,2 8,5 7,8 4,6 2,8 0,4 14 » -0,5 0,7 5,3 5,7 2,8 1,2 —0,2 15 » -2,8 0,1 4,9 6,1 2,7 —0,3 -0,7 16 » -3,7 —0,3 4,8 7,2 2,7 0,4 -1,4 17 » —2,4 1,5 5,8 7,2 3,9 1,4 -1,3 18 » -3,2 —0,9 3,4 5,3 2,4 0,6 —0,9 19 » -4,0 —2,0 3,3. 5,7 1,7 0,2 -1,4 20 » —3,9 —2,0 2,8 6,7 1,8 -0,4 —2,5 21 » -4,4 -2,2 2,8 5,1 2,2 0,4 -1,3 22 » —2,8 -1,9 4,1 6,7 2,9 1,2 -1,1 23 » -4,0 —2,2 4,2 7,1 3,9 0,7 0,7 24 » -1,8 0,6 5,4 7,4 4,1 2,0 —0,6 25 » —2,7 —0,6 4,6 8,6 4,1 1,9 -0,7 26 » —2,9 -1,6 4,2 7,0 2,4 1,1 —0,6 27 » -1,2 0,8 5,6 6,8 3,5 1,9 2,1 28 » —1,5 —0,8 1,3 1,9 1,4 1,1 1,1 29 » -1,0 0,6 4,3 6,4 4,4 3,7 3,4 30 » 2,8 3,7 6,2 7,3 2,4 2,7 0,0 31 * —1,6 -1,1 3,0 6,3 3,3 2,0 1,8 1/ d.a 5,8 5,3 6,1 8,7 9,2 7,2 6,3 6,0 2.a —0,6 -1,0 1,0 5,5 7,0 3,3 1,4 -0,2 3.a —0,5 —1,9 —0,4 4,2 6,4 3,1 1,7 0,4 Mes. + 1,5 0,7 2,1 6,1 7,5 4,5 3,1 2,0 CUADRO CUARTO. Psicrómetro , — Humedad relativa. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » . 94 90 87 89 94 94 94 2 » 93 92 92 86 80 93 86 3 » 91 91 81 73 80 80 93 4 » 73 80 60 59 69 81 83 3 » 90 88 83 91 93 93 93 6 » 93 93 86 90 89 90 91 7 » 91 93 88 87 93 90 89 8 » 83 85 90 81 82 90 87 9 » 89 88 78 77 87 87 89 10 r> 85 86 66 59 72 76 77 11 » 76 78 70 68 79 76 81 12 » 90 88 59 68 81 86 84 13 » 83 83 70 70 77 81 82 14 ,, 81 80 48 51 57 69 76 15 » 80 74 47 58 62 80 75 16 » 71 83 55 53 62 73 81 17 » 85 80 59 51 66 71 80 18 » 86 88 66 60 71 78 82 19 » 87 80 75 71 76 87 83 20 » 90 85 66 52 75 86 90 21 » 90 87 80 64 68 76 86 22 » 80 87 66 57 70 76 80 23 » 83 84 74 50 51 75 76 24 ;) 87 82 67 60 70 71 83 25 » 77 80 69 61 74 77 86 26 )) 90 87 74 68 78 86 78 27 » 82 80 66 68 78 82 83 28 » 91 91 92 92 83 90 90 29 » 91 95 87 86 86 92 92 30 )) 77 73 52 64 70 61 76 31 » 78 86 77 64 81 81 79 1.a d.a 87 88 89 81 79 84 87 88 2.a 80 83 82 62 60 71 79 81 3.a 82 84 85 73 67 74 79 83 Mes. 83 85 85 72 69 76 82 84 CUADRO QUINTO. Psicrómetro Tensión del vapor . FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » 7,8 8,2 8,7 8,2 8,0* 8,0 7,9 2 » 7,1 7,1 7,2 7,7 6,0 5,9 4,7 3 » 3,9 4,2 5,3 5,2 5,1 5,2 6,1 4 » 4,3 4,8 4,8 5,0 4,5 4,3 4,1 5 » 4,1 4,3 6,1 6,4 6,4 6,5 6,5 6 6,5 6,6 6,7 7,6 7,0 6,8 6,9 7 6,4 7,2 8,1 8,1 7,0 6,8 7,3 8 » 6,8 7,1 8.4 7,5 7,3 7,1 7,2 9 » 6,8 7,1 7,7 7,8 7,2 6,5 6,4 10 » 6,0 6,7 5,8 5,4 5,6 5,6 5,5 11 )) 8.6 5,8 6,2 6,3 5,8 5,0 4,4 12 » 4,2 4,4 4,5 4,6. 5,0 4,8 5,1 13 )) 5,0 5,1 5,7 5,5 4,9 4,5 3,9 14 )) 3,6 3,9 3,2 3,5 3,1 3,5 3,3 15 » 2,9 3,4 3,0 4,1 3,4 3,7 3,2 16 » 2,4 3,7 3,5 4,1 3,5 3,4 3,2 17 » 3,2 4,2 4,1 4,0 3,9 3,6 3,3 18 >) 3,1 3,8 3,8 4,2 3,8 3,6 3,5 19 ,, 2,9 2,8 4,2 4,8 3,8 3,9 3,4 20 )) 3,0 3,3 3,6 3,9 3,8 3,8 3,4 21 » 2,9 3,3 4,5 4,2 3,5 3,5 3,6 22 » 3,0 3,5 4,0 4,2 3,9 3,7 3,3 23 )) 2,7 3,3 4,6 3,7 3,0 3,6 3,7 24 » 3,5 3,9 4,5 4,7 4,2 3,7 3,7 25 » 2,8 3,5 4,4 5,2 4,5 4,1 3,7 26 )) 3,3 3,5 4,5 5,0 4,2 4,2 3,4 27 » 3,4 3,9 4,5 5,0 4,6 L 3 4,3 28 » 3,8 3,9 4,6 4,8 4,2 4,4 4,4 29 » 3,9 4,2 5,5 6,2 5,4 5,5 5,5 30 )) 4,3 3,5 3,7 4,9 3,8 3,3 3,4 31 )) 3,1 3,6 4,3 4,6 4,7 4,3 4,1 l/cl.a 6,1 6,0 6,3 6,9 6,9 6,4 6,3 6,3 2.a 3,5 3,6 4,0 4,2 4,5 4,1 4,0 3,7 3.a 6,4 3,3 3,6 4,5 4,8 4,2 4,1 3,9 Mes. 3,4 4,3 4,6 5,2 5,1 4,9 4,7 4,6 CUADRO SEXTO. <5; :© va ca S¡ .O o «a va -O O va > 3 15 78 4,9 0,4 » » S.E. » 0 16 74 4,7 0,8 •) » E. » 0 17 75 5,1 0,8 » » N.E. » 0 18 80 4,9 0,4 » » N.E. » 0 19 82 5,2 0,4 » » N.E. » 4 20 81 5,8 0,5 » » N.E. » 10 21 81 5,9 0,6 » » NE.-S.S.E. » 1 22 75 5,4 1,3 0,2 » E. ,> 5 23 57 3,5 2,6 » N.E. » 0 24 64 4,3 1,2 » » E.N.E. » 1 25 70 4,7 1,0 » 0 E.N.E. » 4 26 72 5,4 1,4 » » E. » 3 27 73 5,5 0,8 » » S.E. » 8 28 77 5,9 0,8 » )) E.S.E. 3 29 72 5,9 0,7 » » E.S.E. » 7 30 89 7,2 0,3 1,7 » S.O. » 10 31 80 4,5 0,7 6,7 4 80° S.E. 91 h 6 i.a ú: 76 4,5 0,8 8,9 1 75° N.E. 117 2 2.* 74 5,4 1,0 1,9 2 E. 157 5 3.a 77 4,8 0,8 17,5 7 87° N.E. 360 4 Mes. CUADRO SEGUNDO Observaciones barométricas. FECHAS. HORAS. 3 ra 6 9 12 3 t 6 9 ii 12 1 » 708,78 709,49 709,41 710,10 711,54 712,28 712,97 2 )> 714,37 714,19 713,56 712,59 712,84 713,43 713,30 3 » 712,77 713,61 712,69 711,34 711,27 710,96 710,45 4 » 709,80 710,35 709,57 708,75 708,73 708,93 708,37 5 » 706,72 706,34 705,60 704,36 703,86 705,24 705,30 6 » 705,32 706,21 705,99 705,35 706,39 708,17 708,37 7 >, 710,25 711,98 711,85 711,34 712,28 712,92 712,92 8 » 712,97 713,40 712,69 711,52 711,17 710,99 709,95 9 » 707,96 708,12 707,71 706,26 707,81 708,40 708,32 10 « 709,03 708,98 707,66 705,32 703,08 701,18 699,30 11 » 695,47 695,67 695,49 695,77 694,50 698,34 699,61 12 » 703,72 705,78 706,64 707,15 707,10 711,37 712,49 13 » 713,96 715,21 715,03 714,62 714,95 715,58 715,76 14 » 715,38 715,49 714,98 714,11 714,39 714,44 713 98 15 »> 713,81 714,55 714,55 714,16 715,33 715,99 716,35 16 » 716,88 718,25 717,97 717,26 717,67 718,50 718,30 17 7I8.35i718,58 717,97 716,70 716,75 716,50 716,20 18 » 715,61 715,71 714,47 713,56 713,30 713,35 712,89 19 - » 712,61 713,17 711,88 710,84 710,63 710,46 710,30 20 » 709,67 709,62 708,48 707,51 707,78 708,27 708,70 21 » 710,10 710,99 711,32 711,77 712,74 713,68 713,93 22 » 714,95 716,15 715,51 715,05 715,96 716,17 716,25 23 » 716,42 716,90 715,97 713,98 713,83 714,08 714,44 24 » 713,91 713,78 712,84 711,04 712,54 714,19 714,70 25 » 715,41 717,10 716,75 71 6,07 716,85 717,21 717,03 26 » 716,40 716,88 716,15 714,59 714,72 715,18 715,56 27 » 715,31 716,15 715,46 713,98 714,29 714,72 714,93 28 » 714,65 715,61 714,80 713,55 713,76 714,03 714,24 29 » 713,56 714,06 713,25 711,98 711,70 712,06 711,80 30 » 710,74 711,12 710,02 708,95 708,98 708,42 708,17 31 » 707,38 708,30 708,14 707,96 708,91 709,95 710,20 1.a d.a 708,89 709,80 710,27 709,67 708,69 708,90 709,25 708,92 2.a 711,71 711,55 712,20 711,75 711,17 711 24 712,28 712,46 3.a 713,17 713,53 714,28 713,66 712,63 713,12 713,61 713,75 Mes. 711,32 711,69 712,31 711,75 710,89 711,15 711,77 711,78 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. FECHAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » -i.i 0,7 5,6 8,2 4,1 1,5 0,9 2 » —0,4 0,3 3,6 7,4 2,7 2,1 0,0 3 » — 1,2 0,3 4,4 7,3 5,1 3,0 1,6 4 » 0,3 1.8 3,0 4,9 2,5 2,3 2,8 5 » 2,5 3,6 5,6 5,8 5,3 4,9 3,0 6 » 1,3 3,1 5.4 7,2 5,2 3,9 2,8 7 » 1,1 3,6 6,7 9,2 5,5 3,4 1,5 8 » -1,6 —0,2 1,8 5,5 2,6 1,7 0,5 9 )> —2,4 0,7 6.4 10,2 6,7 3,9 3,8 10 » XA 2,7 4,2 5,9 3,9 2,1 1,5 11 » 2,6 3,0 5,9 5,7 3,6 2,6 0,4 12 » 1.4 2,4 4,5 4,9 1,8 0,2 —0,9 13 » -3,2 -1,7 3.8 10,2 3,9 2,0 -0,1 14 » —2,1 1,2 6,4 9,1 5,9 1,3 1,3 15 » —0,8 -0,2 5,1 8,7 4,5 3,0 1,1 16 0,4 2,2 6,9 10,2 6,3 4,1 1,8 17 » 0,2 0,6 8,9 11,9 7,2 5,1 2,2 18 » —0,2 3,3 9,8 12,8 7,8 4,8 2,3 19 » 0,1 1,4 7,7 10,8 6,7 3,9 0,9 20 » —1,3 1,2 6,6 10,1 6,6 4,4 5,0 21 » 4,1 4,6 7,6 8,7 6,8 6,6 6,1 22 » 2,9 4,7 10,1 12,5 8,7 6,4 3,8 23 » 0,6 3,0 7,8 13,7 9,7 6,9 3,9 24 » 1,0 3,8 8,4 11,8 5,7 3,0 2,2 25 » 2,1 4,3 9,3 10,0 7,3 5,5 2.9 26 » 1,1 3,4 8,9 11,3 7,8 5,0 4,4 27 » 3,9 6,1 9,9 12,4 7,8 5,2 4,4 28 » 2,7 4,5 10,0 12,8 9,6 7,3 5,5 29 » 1,8 4,3 11,2 13,0 10,5 7,5 5,8 30 » 3,3 6,2 12,7 12,3 9,4 9,1 6,4 31 » 6,2 6,3 10,1 10,1 8,4 8,3 9,4 1.a d.a 1,1 0,1 1,7 4,7 7,2 4,4 2.9 1,8 2.a 0,9 —0,3 1,4 6,6 9,4 5,4 3,1 1,4 3.a 4,0 2,7 4,6 9,6 11,7 8,3 6,4 5,0 , Mes. 2,0 0,9 2,7 7,0 9,5 6,1 4,2 2,8 CUADRO CUARTO. Psicrómetro. — Humedad relativa. FECHAS. HORAS. ^3 m 6’ 9 12 3 t 6 9 n ¡ 12 1 » 88 86 89 59 77 76 80 2 » 81 86 80 58 81 79 86 3 ,, 86 80 70 59 78 80 80 4 ,, 85 88 86 77 88 87 84 5 » 92 92 92 93 89 93 92 6 » 92 91 74 69 76 78 80 7 » 80 76 73 65 82 86 83 8 » 91 92 92 82 87 89 91 9 » 91 83 91 52 69 55 52 10 » 63 74 81 75 76 87 84 11 » 88 92 89 65 69 68 77 12 » 69 60 46 45 62 74 72 13 » 86 89 74 68 75 79 86 U » 80 74 60 53 57 83 77 15 » 85 90 78 66 81 81 82 16 » 88 81 68 68 79 81 84 17 » 83 86 65 58 65 75 84 18 » 85 75 73 57 71 81 84 19 ,, 85 88 71 66 75 87 88 20 » 91 79 85 64 76 88 90 21 » 86 86 80 66 85 82 84 22 » 89 87 74 64 77 84 90 23 » 88 92 86 62 85 49 61 24 » 77 66 52 29 53 62 62 25 » 59 62 54 55 67 76 74 26 » 79 77 63 54 66 77 77 27 » 80 76 67 64 70 76 72 28 » 81 82 65 61 65 76 83 29 » 90 88 75 61 68 75 80 30 » 81 ' 73 65 64 71 72 79 31 » 84 92 84 84 94 94 89 1.a d.a 79 85 85 83 69 80 81 81 2.a 81 84 81 71 61 71 80 82 3.a 76 81 80 70 60 73 75 77 Mes. 79 83 82 74 63 75 78 80 CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 i 6 9 n 12 1 n 3,7 3,9 6,0 4,7 4,7 3,8 3,9 2 » 3,9 4,0 4,7 4,4 4,5 4,1 4,6 3 3,6 3,7 4,3 4,5 5,1 4,5 * 4,1 4 » 3,9 4,3 4,8 • 5,1 4,6 4,7 4,7 5 » 3,0 5,4 6,2 6,3 5,9 6,0 5,2 6 » 4,5 5,2 4,9 5,2 5,0 4,7 4,4 7 4,2 4,5 5,2 5,6 5,5 5,0 4,3 8 » 3,7 4,1 4,7 5,5 4,7 4,5 4,3 9 3,4 4,0 6,4 4,7 5,0 3,2 3,1 10 3,2 4,0 5,0 5,1 4,6 4,6 4,3 11 4,9 5,2 6,1 4,4 4,0 3,6 3,7 12 » 3,4 3,1 2,9 2,9 3,2 3,4 3,1 13 » 3,0 3,6 4,4 5,2 4,5 4,2 3,9 14 » 3,8 3,6 4,4 4,5 4,0 4,2 3,9 15 » 3,6 4,1 5,1 5,5 5,1 4,5 4,1 16 4,2 4,3 5,2 6,4 5,6 5,0 4,3 17 i » 3,9 4,1 5,5 6,0 4,9 4,9 4,5 18 » 3,9 4,2 6,6 6,3 5,6 5,3 4,5 19 » 3,9 4,4 5,5 6,4 5,4 5,2 4,3 20 » 3,8 4,0 6,1 6,0 5,5 5,5 5,9 21 » 5,3 5,5 6,2 6,0 6,1 6,0 5,9 22 » 5,0 5,6 6,8 7,1 6,3 6,0 5,4 23 » 4,2 5,3 6,8 7,2 7,6 3,7 3,6 24 » 3,8 3,9 4,3 2,9 3,6 3,5 3,3 25 » 3,2 3,8 4,7 5,0 5,2 5,1 4,1 26 » 3,9 4,4 5,2 5,3 5,2 5,1 4,7 27 » 4,9 5,3 6,2 6,9 5,5 5,0 7,5 28 » 4,4 5,2 6,0 6,7 5,8 5,8 5,6 29 » 4‘7 5,5 7,5 6,9 0,5 5,7 5,5 30 » 4,7 5,2 7,1 7,0 6,2 6,2 5,6 31 » 5,9 0,7 7,7 7,7 7,7 7,6 7,8 1.a t\; 4,0 3,9 4,3 5,2 5,1 5,0 4,5 4,3 2.a 4,0 3,8 4,1 5,2 5,4 4,8 4,6 4,2 3.a 4,7 4,5 5,1 6,2 6,3 6,0 5,4 5,1 Mes. 4,2 4,1 4,5 5,6 5,6 5,3 4,9 4,6 TOMO XVI. 16 CUADRO SEXTO. tí a x ^ a r-i & Z tí < O ir-coc5ir'«*-oooot^ir- tí a s¿ o gOiCiXO^^^r' 5S a ce *5jT *8# se se" se te" ^ tí H ◄ tí £3 H x^orexe*^ a tí «pHse^^^^sese &< s tí H ¿ XMOMHXt^Sl O gco wxet^^rHe co a o* ei ei ©i o os" r-" «© tí tí tí i> i^ i> t^ r* r- c ó O H . Esj .cá o .O K rvi 25 .pa #qó 'O NM > ¿ c/i c/i !¿ ct> tí K O axetóoos^fM o •<5 í© ^ “=^ ©1 «ph «— < > tí tí t/3 tí O CIENCIAS NATURALES. FISIOLOGIA VEGETAL. Sobre la Ir as formación de los granos de almidón en esporas , dentro de las celdillas parenquimatosas durante la putrefac- ción, y sobre la germinación de estas esporas . Nota leida por Mr. Trecul. (L’Institut, l.° octubre 1865.). Los partidarios de la heterogenia han presumido frecuen- temente que las mucedineas pueden nacer de sustancias orgá- nicas en descomposición, y por esto han empleado frecuente- mente el engrudo de almidón en sus investigaciones. Mr. Pon chet, entre otros, hizo un interesante experimento: escribió en la superficie de engrudo reciente con un pincel mojado en una disolución de agallas las palabras generalio spontanea , y se desarrolló una sola mucedinea desconocida sobre las letras trazadas de esta manera. De aquí deduce el autor que se ha- bía producido un vegetal nuevo por la sustancia orgánica colocada en circunstancias extraordinarias, y lo llamó Asper - gillus primigenias. Puede hacerse la objeción de que esta planta haya nacido allí porque sus esporas, depositadas por el aire, hubiesen hallado un sitio favorable para su germinación; y sin embargo no me parece probable que así haya sucedido, aun- que nada terminante pueda replicarse. Uí Turpin por su parte presentó á la Academia en 1837 una comunicación, en la cual describió la producción del Penicillum glaucum por los glóbulos de la leche. Creyó que dichos gló- bulos pueden germinar, dando uno ó varios tallos ramosos, cuyas ramificaciones extremas terminan por los órganos de la reproducción; pero Turpin alribuia al glóbulo de la leche una estructura que los micrógrafos actuales no le reconocen, y apoyaba su opinión en ideas teóricas aventuradas, y en afir- maciones que no se han justificado por la observación. Ade- más, la objeción opuesta á todos los trabajos relativos á la heterogenia, á saber, la posibilidad de la introducción de es- poras procedentes de la atmósfera, subsiste en toda su fuerza, aun cuando el autor haya ensayado refutarla, diciendo que si tales esporas se mezclasen con los glóbulos de la leche, las hubiera fácilmente reconocido por el color negro que presen- tarían miradas con el microscopio. Es fácil, en efecto, demos- trar que existen tales esporas; pero en una cuestión de tal importancia es insuficiente esta garantía, y no ha sido acep- tada. ¿Ha de decirse por esto que el Penicillum glaucum ó cual- quier otro hongo filamentoso no pueda nacer de sustancias orgánicas durante la putrefacción, como las plantilas amilí- feras que he descrito y manifestado ya á varios miembros de la Academia y á diversos botánicos? Nadie en el dia estaría autorizado para negarlo, porque si los gérmenes de plantitas compuestas de una ó algunas celdillas, que contienen almi- dón, pueden resultar de una metamorfosis de la sustancia del látex, ó del contenido de las celdillas parenquimatosas y de fibras del líber cerradas por todas partes (1), es racional ad- mitir la posibilidad de semejante origen para esporas de plan- tas un poco más elevadas en organización. Precisamente esto es lo que intento demostrar en mi Ira- (1) A los ejemplos ya citados de fibras del líber que contienen plantitas amilíferas, puedo añadir otros cuatro suministrados por las fibras del liber de los Quamoclit globosa , Broussonetia papyrifera, Ficus Carica , Morus constantinopolilana. 245 bajo, teniendo efectivamente muchos ejemplos del fenómeno que brevemente voy á describir/y que principalmente consiste en la existencia de esporas bien constituidas en lo interior de un gran número de celdillas parenquimatosas, las cuales por lo común llenan enteramente. También el Ficus Carica me ha servido para observar este fenómeno, pues en la médula préviamente descubierta por el lado de los trozos de tallos que no se habían sumerjido ente- ramente durante la maceracion, existían, además de las cel- dillas llenas de plantitas amilíferas, otros utrículos más inme- diatos á la superficie de la médula, llenos de gruesas esporas elípticas, que contenían una sustancia granulosa. No puede ponerse en duda su naturaleza, pues en las pre- paraciones que pondré á la vista de los comisionados de la Academia, hay esporas que se prolongan y germinan aun en lo interior de las celdillas medulares, especialmente cuando aquellas son poco numerosas. Además se hallan esparcidas una multitud de esporas semejantes entre las celdillas disgre- gadas, y evidentemente provienen de celdillas cuya mem- brana se haya destruido. La mayor parte conservan su forma elíptica, y las restantes se hallan en via de germinación* Estas últimas presentan dos aspectos diferentes: unas ve- ces la espora produce un tallo ménos grueso que ella, y entonces forma como una especie de tubérculo en la base de la plantita; y otras veces se prolonga formando un pequeño cilindro, y produce lateralmente cerca de una ó de ambas ex- tremidades una ramificación. La plantita queda entonces arro- dillada, si se ha formado un solo ramo, y dos veces doblada á manera de codo si se ha ramificado por los dos extremos. Su cavidad celular queda llena, como la espora, de granulaciones finas, pero bien pronto se forma una série de espacios vacíos primero redondeados, después elípticos más ó ménos prolon- gados, que á veces existen ya en la espora al principio de su germinación en número de uno ó dos. Recto ó arrodillado el pequeño tallito, tiene la forma de un filamento de mucedinea, y cuando adquiere mayor longitud se ramifica, si ya no lo está, y sus ramas se extienden entre las celdillas de la médula de la higuera. Demuéstrase por lo M6 anterior, que pueden aparecer esporas susceptibles de germi nar en lo interior de las celdillas parenquiraalosas perfecta- mente cerradas; pero falta decir cuál es la sustancia que les ha dado origen. La médula de la higuera en esta ocasión se divide en dos partes, según el contenido de las celdillas. Las celdillas peri- féricas se hallan llenas de granos de almidón, mientras que las centrales, desprovistas de este principio, no contienen más que un líquido homogéneo, frecuentemente con una gran bur- buja de gas enmedio. En mi comunicación del 11 de setiem- bre he dicho que precisamente estas celdillas, privadas de almidón, son las que dan origen á las planlilas amilíferas ya descritas. Por el contrario, lo que es muy notable, los gra- nos de almidón de las celdillas periféricas son los que se trasforman en esporas no amiláceas, por lo cual pierden poco á poco la propiedad de lomar color azul con el iodo, y de globuloides se cambian en elípticos, mientras que su conte- nido pasa al estado finamente granuloso. En los pedazos del tallo que sobresalen un poco, como he dicho antes, he hallado, después de nueve dias de maceracion, en las partes de la médula próximas á la superficie del agua, todos los grados de desarrollo, que acabo de indicar, aun cuando los granos trasformados se tiñan también de color pardusco con el agua iodada. La misma observación tengo hecha en la corteza de la Euphorbia Charadas: había entre las celdillas disgregadas esporas semejantes á las anteriores, y la mayor parte de estas esporas tomaban un lijero color amarillo por la acción del iodo, pero algunas ofrecían un viso pardusco y algún tanto violáceo, sobre todo en su sustancia central, por la influencia del reactivo. Cerca de las esporas había celdillas llenas de granos de almidón, que tomaban el color azul característico de este principio inmediato; no obstante, en algunas otras celdillas, la coloración de los granos amiláceos era ménos marcada. Tenían color amarillo en la periferia, y solo eran violáceos en la región central, ofreciendo por lo tanto una gran semejanza con las esporas libres entre las celdillas, y presentando un volumen igual con el contenido granuloso. No 247 podía dudarse de su identidad, sobre lodo después de haber visto todas las fases que me había manifestado ya la médula de la higuera: además, las esporas libres observadas en la corteza de esta Euphorbia, ofrecían también ejemplos de ger- minación. Conclusión. En circunstancias especiales pueden originarse esporas durante la putrefacción en lo interior de las celdillas parenquimatosas cerradas, mediante la trasformacion de los granos de almidón contenidos en las mismas celdillas. BOTANICA, Enumeración de las Criptógamas de España y Portugal; por D. Miguel Colmeiro, Catedrático del Jar din Botánico de Madrid. I. HELECHOS, HIMENOFILEAS. Hy menophy llum . H, tunbridgense Sm. Engl. bot. t. 162. Adían - tum 111 Quer. Bocc. Mus. 2, t. 2, /’. 1. Trichomanes tun~ brigense L. Pluk. Phyl., t. 3, f. 5-6. Hab. España (Quer, Bory), en lugares sombríos y húme- dos de los Pirineos y otros montes de las provincias septen- trionales y centrales. Fr. Jun., Jul. (n. v.) Asturias (Bory). Castilla la Vieja (Quer): montes de Avila (Quer). Castilla la Nueva (Quer): Sierra Morena, Mancha en la Herradura de Pedro Trillo (Quer). 248 Trichomanes. T. radicans Sw. T. speciosum W. Hymenophyllum alatum Engl. bot. t. 1417. Hab. España, en Galicia (Nyman) y Portugal (Wk.) Fr (n. v.) POLIPODIACEAS. Gymnogramma, G. leptophylla Desv. Adiantum filicimm leptophyllon, elatius, hispanicum, Barr. ic. 431. Adiantum II Quer. Po~ lypodium leptophyllum L. Schk. Fil. t. 26. Grammitis lepto- phylla Siv. Hemionitis leptophylla Lag. Asplenium leptophyllum Pourr. non Lag. Garc . Clem. Hab. España (Barr., Salv., Loefíl., Falau) y Portugal (Salv., Vand., Palau., Pourr.), en lugares pedregosos y en las hendiduras de las rocas sombrías de los territorios bajos ó poco elevados, principalmente litorales de muchas provincias, y en las meridionales hasta la altura de 1.500' (Clem.). Fr. Marz., May. (v. s.) Asturias (Bory., Dur.): Cangas de Tineo (Dur. , Bourg.), Grado, Naviego. (Dur.) Galicia (Bory, Colm.): Ferrol, Coruña, Santiago, Lugo, Conslantin. (Lge.) León (Lge.) . Villafranca del Vierzo. (Lge.) Castilla la Vieja (Quer): montes de Avila, hácia Arenas, en el camino de Candelera (Quer). Andalucía (Lag., Clem., Bory): Córdoba (Lag., Lge.), San- lúcar de Barrameda, Gonil, Algeciras, la Contraviesa, Mar- bella (Clem.), Gibraltar (Clem., Lag., Boiss.), Constantina (Bory), Alcalá de los Gazules (Cabr.), Estepona (Boiss.) Eslremadura (Bory): Badajoz (Bory). Portugal (Salv., Yand., Palau, Pourr.): Coimbra (Brot.), Serra da Arrabida (Gomes, Beirao). m Ceteracli. C. hispanicum Mett. Hemionitis Pozoi Lag. Ggm- nogramma Pozoi De'sv. G. rutcefolia var. hispánica Hook . Ic. pl. t. 935. Ceterach Pozoi A. Br. Grammitis hispánica Coss. Hah . España (Pozo, Boiss., Reut.), en las rocas sombrías ele las montañas cantábricas y de las sierras meridionales á la altura de 3.000'. (Boiss. Wk.) Fr. Jun., Ag. (v. s.) Prov. Vascongadas (Pozo). Andalucía (Boiss., Reut., Bourg.): Sierra-Nevada, Ser- ranía de Ronda (Boiss., Reut.), Sierra-Nevada en el Cortijo de la Víbora, y Serranía de Ronda en el Puerto del Viento. (Bourg.) C. officinarnm C. Bauh. Asplcnium sive Scolo - pendria , Douradinha Grisl. Asplcnium I Quer, t. XXXVII. Asplenium Ceterach L. Grammitis Ceterach Sw. Scolopendrium Ceterach Sm . Engl. bot. t. 1244, Gymnogramma Ceterach Spr. Hab. España (Lagun., Salv.) y Portugal (Grisl., Vand.) en las rocas sombrías y en los muros de todas las provincias, llegando en las meridionales á la altura de 5000' (Wk.) y más arriba. (Clem.) Fr. Abr., May., Oct. (v. v.) Cataluña (Salv., Palau): Barcelona (Salv., Graells, Colm.) valle de Aran (Villers), Monserrat (E. Bout., Colm.), Caldas de Mombuy (Graells, Colm.), Monjuich (Arríete, Colm.), Ma- taré (Salvañá). Aragón (Asso, Palau): Moncavo, Tolochá, monte de Her- rera, Rodanas (Asso), Villarluengo (Xárne), montañas de Be- nasque y Castanesa (Villers), Panticosa (Gabanes, H. Ruiz), Tarazona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana (Loscos). Navarra (Née): Roncesvalles (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Borv): Irun (Wk.), San Sebas- tian (Lge., Fée), Bilbao. (Lge.) Santander (Salcedo, Lge.): Reinosa (G. Camal.), valle de Toranzo (S. Ruiz). 250 Asturias (Carreño , Salgado, Pastor): Avilés (Carroño), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (L. P. Minguez). Galicia (Sarm., Lag. etc., Colm.): su parte oriental (Lge.), Tuy (R. Bustillo). León (Nipho): Benavente (Nipho), Villafranca del Yierzo (Lge-) Castilla la Vieja (Quer, Nipho): montes de Avila, término de Santa Cruz (Quer), Burgos (Nipho, Larruga), Segovia, Avila (Larruga), Bioja, Sierra de Guadarrama (Lag. etc.), Escorial (Clem.), Encinillas (Lge.) Castilla la Nueva (Quer, G. Ort.): El Paular, Bustarviejo, contiguo á Miraflores, Sierra-Morena (Quer), Trillo (G. Ort.), Señorío de Molina (L. ’de Anaya)'. Mancha (Larruga), San Pablo de los Montes (Pourr.), Sierra de ¡Guadarrama (Lag., Garc., Clem., Cut.), Alcarria (Herb. Madr.) Valencia (Cav., Lag.): Elche, monte de Aitana, cercanías de lbi, montes de Murviedro, Játiva, Sueca, Valldigna, En- guera, altos de Albaida, Benasal (Cav., Lag., etc.), Noguera, Porlaceli, sierras de Turis, Sieleaguas, Chiva, Buñol, Morella (Gil), Titaguas (Clem.), Chodos , Cinctorres, Yallivana (J. Vilan). Murcia (Lag.) Andalucía (Quer, G. de la Leña): Aracena, Higuera (Quer), Málaga (G. de la Leña, Clem., Hsens., Prolong.), Baños de Graena en Guadix, Baños de Alhama, Baños de Ardales en Carratraca (Ayuda), Córdoba (H. de Greg., Colm.), Jaén (Lag., Clem., Blanco), Alcalá de los Gazules (Cabr.), Carratraca (Hsens.), Lanjaron (Clem., Medina), Castril, riberas del. Geni] . Corles, Sierra de Lujar, Sierra-Nevada, Sierra de María, La Sagra, Grazalema, cerro de San Cristóbal, Benaocaz, Ubrique, Jerez de la Frontera (Clem.)., Puerto de Santa María (Herb. Madr.), Gibraltar (Kel.) Extremadura (Lag., Garc., Clem.): Trujillo. (Lag., etc.) Portugal (Grisl., Vand., Brot.): Caldas da Rainha (S.Brand.), Coimbra (D. Bapt.) Baleares : Mallorca (Serra, Camb.), Menorca (Cursach, Ra mis, Oleo). Nombr . vulg. Cast. Doradilla (B. de Tud., Nebí ., Estev., 251 Lagun., Quer, Palau, Cav.), Escolopendria ó Doradilla (La- gun.), Pulmonaria dorada (Palau), Yerba dorada (Pardo), Ca- pilera dorada (Bassagaña), Pulipodio en Jerez (Clem.), Porl. Douradinba (A. Lus., S. Brand., Figueir.), Douradinha bastarda (Mont.), Doiradinha bastarda, Doiradinha, Ceteraque (Brot.) Gall. Douradiña, Herba de ouro (Sarm.), Fenta pequeniña, Fenlo pequenino (Sobreira). Calal. Herba daurada (Palm.), Dauradella (Costa). Val. Herba daurada» Melfera (Cav.) Ba lear. Dauradella (Serra.), Deuradella (Bamis), Tase, Charran- guilla, Ormabelarra (Larram.) Notochlaena. N. Marantse R. Br. Lonchitis altera Maranthce Clus. Hist. CCX11 , f. inf. Asplenium II Quer. 1 Acrostichum Ma- r antee L . Schk. Fil. t . 4, Acrostichum ferrugineum Pourr. Ceterach Mar antee DC. Hab. España (Sal v., Quer), y Portugal (Salv., Brot.) en las hendiduras de las rocas sombrías de las montañas, y princi- palmente en las provincias meridionales á la altura de 3.000r (Boiss.) Fr. Abr., Ag. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Castilla la Nueva (Quer): Sierra-Morena, Mancha, en la Herradura de Pedro Trillo (Quer). Valencia (Clem. ex Bory): Aljorfa (Pourr.) Murcia (Clem. ex Bory). Andalucía (Salv., Clem.): montes de Algeciras y Málaga (Clem., Lag.), Sierra Bermeja (Boiss.) Portugal { Salv., Brot.): Mertola en Alentejo (Link, Brot.) N. vellea Desv. Lonchitis mollior lanuginosa , Ceterach facie Barr. ic. 858. Lonchitis mollior lanuginosa, Ceterach facie , minor hispánica Barr . ic. 857. Acrostichum velleum Ait. A. lanuginosum Desf. Atl. t. 256. Asplenium hirsutum Née. Notochleena lanuginosa Kaulf. Hab. España (Barr., Née., Lag.) en las hendiduras de las rocas sombrías de territorios bajos ó poco elevados en las provincias orientales v meridionales. Fr. Nov., Marz. (v. v.) 252 Valencia (Lag., Duf.): Callosa de Orihuela, Baños de Bellos (Lag.), San Felipe, Murviedro. (Duf.) Murcia. (Guirao, Lge.) Andalucía (Née, Lag., Bory): Gibraltar (Née, Boiss., Kel.), Velez-Málaga (Lag., Clem.), Carmona, Alcalá de los Panaderos (Bory, Colm.), Huercal, Turón, Berja, Dalias, Sierra de Alma- gro, mina de cobre del rio Guadalmarza, Estepona, sierras de Marbeila, M ijas y Benahavis (Clem.), Cabo de Gata (Clem., Boiss.), Velilla, Yelez, Churriana, Marbeila (Boiss.), Almería, Málaga (Boiss., Wk., Lge.), Sierra de Córdoba (Colm.), Cons- lantina (E. B. Soldev.), Sierra-Morena, Sierra de Elvira. (Lge.) Var. p denticulata Colm. Acrostichum denticulatum Clem. Flor. bcet. ined. Frondibus bipinnatis, lanuginosis, pinnis al- ternis; pinnulis subtrilobis, rotundatis, utrinque hirsutis, dis- lantibus. Clem. loe. cit. Cerro minado de Huercal (Clem.) Nomb. vulg. Casi. Pie de león en Turón. (Clem.) Polypodium. P. rhaeticum L. J. Bauh. Hist . 3, p. 740, f. 1, Vill. Dauph. L 53. Filix V. Quer. P. alpestre Hoppe. P. molle All. P. pubescens Pourr. non L. Aspidium molle Lois. Phe- gopteris alpestris Metí . Hab. España (Salv., Quer): en las selvas sombrías de los Pirineos y de otros montes en las provincias septentrionales y centrales. Fr. Jul., Ag. (v. s.) Cataluña (Salv.): Ripoll (Salv., Pourr.), Set-Casas (Isern). Aragón (Jubera): Tarazona (Jubera), Puerto de Benasque. (Zelt.) ' Navarra (Née). Prov. Vascongadas (Pourr., Olazab.): Vizcaya. (Pourr., Olazab.) Asturias (Palau.) Galicia (Pourr.) Castilla la Vieja (Pálau): montes de Burgos (Palau). Castilla la Nueva (Pourr.): San Pablo de los Montes. (Pourr.) 253 Nombr. vulg. Cast. Culantrillo dorado. (Farmac.) P. Dryopteris L. EngL bot. t. 616. Dryopteris sive Filix quema Grisl. Phegopteris Dryopteris Metí. Hab. España (Lagun., Salv.): en las selvas sombrías de los Pirineos y de otros montes de las provincias septentrionales y centrales, ¿igualmente en algunas partes de Portugal. (Grisl.) Fr. Jun., Set. (v. s.) Cataluña (Salv., Pourr.): montes de Nuria (Salv., Pourr.), valle de Aran (Villers), Monserrat. (E. Bout.) Aragón (Villers): montañas de Benasque y Castanesa (Vi- llers). Navarra (Née): Burguete, Roncesvalles, bosque de Arieta (Née) . Santander (Salcedo). Castilla la Vieja (Borv): Avila, Segovia (Bory). Portugal. (Grisl.) Nombr. vulg. Cast. Helécho encinal (S. de Rib.) Port. Driopteria, Feto de carvalho. (Mont. S. de Rib.) P. Phegopteris L. Engl. bot. t. 2224. Hab. España (Salcedo, Zett.), en sitios húmedos y sombríos de los Pirineos y otros montes de las Provincias septentrio- nales. Fr. Jul., Ag. (v. s.) Aragón (Zett.): Puerto de Benasque al pié. (Zett.) Navarra? (Wk.) Prov. Vascongadas? (Wk.) Santander (Salcedo): monte de Cabuérniga (Salcedo). (Se continuará.) 254 VARIEDADES. Los peces fósiles más antiguos. Entre los más antiguos de los peces fósiles se hallan las curiosas especies, representadas en la Geolo- gía de Lyell) que se conocen con el nombre genérico de Cephalaspis en razón de la forma de su cabeza, que está como cubierta con un escudo. Tales especies,, que hemos hallado este año en la caliza siluriana de Dudley (paraje llamado el Wrens Nest , en que las capas levantadas por las rocas trapeanas son enteramente perpendiculares), han llegado á ser el objeto de un estudio muy cuidadoso por parte de Mr. Ray Lankaster, que en este momento se ocupa en formar una monografía de los expre- sados peces; y anticipándose á la publicación de este ensayo, el autor nos ha suministrado el resultado de sus investigaciones. Según el mis- mo, existen en los terrenos sedimentarios más antiguos de Inglaterra, solamente cuatro especies distintas de Cephalaspis , á saber: el c. Lyelli de Aganin, hallado exclusivamente hasta ahora en Escocia y quizá también en el Herefordshire (se ha llamado allí C. ornatus ); el C. Murchisonii, de Egerton; el c. asterolopis del doctor Harley; y el C. Salwegi de Mr. Egerton. Estas cuatro especies son distintas entre sí, y también se diferencian de la especie encontrada en Escocia y conocida con el nombre de Sierapsis Mitchelli, que es sin duda uno de los peces más feos que puedan verse, aunque los paleontólogos dicen que es una bella especie. La carne de buey y la de cerdo consideradas como orij en de entozoarios. El doctor Cobbold, autor de la excelente obra sobre los entozoarios, ha leido á la Asociación británica una noticia acerca de la carne de buey y la de cerdo, consideradas como orijen de la lombriz solitaria en el cuerpo humano. Resulta de las observaciones reunidas por el autor acerca de este asunto, que, en contra de la opi- nion generalmente sostenida, la carne de buey es la que produce con mayor frecuencia la Tecnia. En efecto, en los enfermos que padecen este triste mal es mucho más frecuente la Tecnia mediocanellata, procedente del buey, que la Tecnia Solium, ó lombriz solitaria propiamente dicha, produ- cida por la carne de cerdo. Influencia de las alcantarillas sobre la salud de los peces de rio. Un entusiasta piscicultor, Mr. Franck Rucldand, acaba de hacer algunas interesantes observaciones sobre la perjudicial influen- cia que para la piscicultura tienen las alcantarillas que dan á los rios, y mezclan con sus aguas productos químicos, gases nocivos, abonos, etc . El autor ha hecho sobre este punto los experimentos siguientes. 255 Un salmón nuevo, colocado en 2 y2 litros de agua que contenía en disolución 0,062 gramos de cloruro dé cal, murió al cabo de 13 minutos. Una cantidad de cloruro de cal que subía á 0,310 gramos, hizo morir en tres minutos un pez colocado en ella. Otro salmón nuevo puesto en nn globo lleno de agua, al que se hizo llegar gas del alumbrado por medio de un tubo de goma elástica, murió en seis minutos. El primero de estos experimentos demuestra que los peces son muy sensibles á las impuri- dades químicas, que entran abundantemente en los grandes rios y aun también en los pequeños. Nombramientos de señores Académicos. Para ocupar las vacantes ocurridas en la Real Academia de Ciencias, con motivo del fa- llecimiento de los Sres. D. Eduardo Novella y D. Juan María Pou y Camps, han sido nombrados respectivamente los Sres. D. José Morer, ingeniero gefe de primera clase de Caminos, Canales y Puertos, y Don Magín Bonet y Bonfill, doctor en farmacia, y catedrático de química apli- cada á las artes y á la industria en el Real Instituto industrial de esta Corte. Modo de preservar á los fumadores de los funestos efectos de la nicotina. El tabaco contiene en proporciones varia- bles un principio alcalino, oleaginoso, de sabor ardiente, muy deletéreo supuesto que una gota de menos de 5 miligramos basta para matar en algunos momentos á un perro de mediano tamaño. PROPORCIONES DE NICOTINA CONTENIDA EN LOS TABACOS- Uot 7,96 por 100 Lot-el-Garonne 7,34 Norte 6,58 Ile-et-Vilain 6,29 Pas-de-Calais 4,94 Alsacia 3,21 Virginia 6,87 Kentucky 6,09 Maryland 2,29 Habana, ménos de 2 Según Mr. Melsens, el humo de tabaco contiene una proporción con- siderable de nicotina, pues ha obtenido cerca de 30 gramos operando sobre 4 kilogramos y 500 gramos. Es indudable por lo tanto, que el fuma- dor absorbe una cantidad mayor ó menor de una sustancia eminentemente tóxica, que puede producir en la economía graves desórdenes. Creo, dice el Sr. conde de la Tour-du-Pin, que el procedimiento siguiente, deteniendo al pasar la mayor parte de este funesto veneno, puede prestar á los fumadores un eminente servicio. 256 Coloqúese en el tubo de la pipa ó del porta-cigarro una bolita de algodón, impregnada de ácido tánico y cítrico, y el humo, al atravesar el algodón, abandonará la nicotina en estado de tanato ycitrato. Así lo demuestran los experimentos siguientes. Tabaco empleado llamado caporal: 10 gramos. 1. ° Se hizo pasar el humo, con una bomba aspirante é inapetente, por una disolución de ácido sulfúrico graduado. Antes se necesitaban para saturar 10 cc. de ácido 82 cc. de potasa dilatada, después se necesitaron 75, por consiguiente hay 25 cc. de diferencia. El humo contiene amoníaco y nicotina, ¿en qué proporción se halla esta? Evaporado el líquido, al cual se había añadido potasa cáustica sobre ácido sulfúrico graduado, se necesitó para la saturación después de eva- porar 60 cc. la diferencia de 22 cc. Restada esta diferencia del total 25 cc. quedan para la nicotina solo 3 cc. 10 cc. ácido =0,547 ácido real = 1,808 de nicotina. De donde 82 cc.de potasa : 1,808 nicotina : : 3 cc. de nicotina : «=0,066. 2. ° Después del paso del humo sobre el algodón preparado, se han necesitado para la saturación 75 cc. de potasa; diferencia 7 cc., de donde 25 cc.: 0,066 de nicotina :: 7 cc.: « = 0,018 de nicotina, esta ha dismi- nuido, pues, en la relación de 7 á 2. Se podría por consiguiente, con el procedimiento que indico, reducir los tabacos más cargados de nicotina (que son los que generalmente se emplean) á las proporciones de los que por su excesivo precio no están al alcance de la mayor parte de los fumadores. Editor responsable, Ricardo Rdiz, N.‘ 5."— REVISTA DE CIENCIAS. — Mayo fíe .1866. CIENCIAS EXACTAS. ASTRONOMIA. Sobre una nueva estrella que ha aparecido en la constelación de la Corona Boreal . (Archiv. des scienc. phys., n. 103, t. 27.) Mr. John Birmingham, de Tuani, en Irlanda, parece que fué el primero que, en la noche de! 12 de mayo de 1860, re- conoció la aparición de una nueva esí relia brillante, un poco al sur de la s de la Corona Boreal, y la consideró entonces como de segunda magnitud, atendiendo á su brillo. El dia 13 la vie- ron Mr. Courbebaise en Rocheforl y Mr.'Schmidl en Atenas, atribuyéndola un brillo intermedio entre la segunda y tercera magnitud. Mr. Courbebaise cree poder asegurar que no se observaba el 9 de mayo; Mr. Chandler, discípulo y ayudante del Doctor Gould, la reconoció el dia 14 en América; y Mr. Baxendell la observó el 15 en Manchester, como una es- trella de tercera magnitud. El 16 de mayo pareció la misma estrella de quinta mag- nitud á MM. Huggins y Millar, que examinaron su espectro, y comunicaron el 17 sus observaciones á la Sociedad Real de Londres. El 16 observaron que alrededor de la estrella existía una nebulosidad muy débil, que parecía extenderse á pequeña distancia alrededor de la estrella y se debilitaba gradual- 17 TOMO XVI. 258 mente hacia su límite exterior; no pudiendo descubrirse marcados vestigios de ella en las noches siguientes. Véase la descripción del espectro de esta estrella, según la ha dado Mr. Huggins en el número de las Monthly Notices , corres- pondiente á la sesión de la Sociedad astronómica de Londres del 11 de mayo de 1866, que apareció el 6 de junio. La luz de esta estrella es compuesta, y proviene de dos orígenes diferentes. Cada luz forma su propio espectro, y el principal de ellos es análogo al del Sol. La porción de la luz de la estrella representada por este espectro la emite una fotosfera sólida ó líquida candente, y experimenta una absor- ción parcial , atravesando una atmósfera de vapores, cuya temperatura es más baja que la de la fotosfera. El espectro de absorción contiene dos fuertes rayas oscuras, algo más refrangibles que la línea C del espectro solar, un grupo oscuro de líneas que se extienden hácia D, otra línea débil que coin- cide con D, y muchísimas líneas delgadas hasta cerca de la letra b del espectro solar. Allí empieza una série de grupos de líneas gruesas que se extienden todo lo que puede seguirse la huella del espectro. El segundo espectro, que aparece en el instrumento sobre- puesto al anterior, consiste en 5 líneas brillantes , lo cual de- muestra que la luz de que emana proviene de una materia en estado de gas. Una de estas líneas existe en el color rojo de la letra C de Fraunhofer. La más brillante coincide con F , y un poco más allá se halla una línea más débil, cerca de la cual hay otra que es doble ó mal definida hácia sus bordes. Por último, también se ha descubierto una quinta línea bri- llante en la parte más refrangible del espectro, probablemente • poco distante de G. El 17 de marzo observé simultáneamente este espectro, y las rayas brillantes del hidrógeno producidas por la chispa de inducción. La más brillante línea del espectro de la estrella coincidía con el centro de la ancha raya verde del hidrógeno. La raya roja parecía coincidir también con la del hidrógeno, sin que hubiese certeza de ello, atendida la debilidad del es- pectro de la estrella. Estas rayas son mucho más brillantes que las refrangibili- 259 dades correspondientes del espectro continuo, sobre el cual caen. Debemos de aquí deducir, que la lemperatura del gas de que proviene la luz de estas cinco rayas es mucho más elevada que la de la fotosfera estelar, de la cual emana la principal parte de la luz de la estrella. En los dias 17, 19 y 21, en que también se examinó el espectro, no se presentó ningún cambio marcado. El 21 ,(q\i que la estrella no parecía ser más que de sexta magnitud) se podrían ver también los dos espectros. Algunos grupos adicio- nales de rayas de absorción existían probablemente en el espectro continuo, pero el espectro gaseoso no había cam- biado más que por la disminución de su luz. El brillo que al aparecer repentinamente esta estrella se observó en ella y la rápida disminución de su luz, hacen concebir la idea, un poco atrevida, de que á consecuencia de alguna gran convul- sión interior en la misma estrella, haya salido de ella un con- siderable volumen de hidrógeno y de otros gases. El hidró- geno por su combinación con los demás elementos, de los cuales parece no formar parle el oxígeno , ha producido la luz representada por las rayas brillantes, y ha elevado al mismo tiempo á la materia sólida de la fotosfera á tal grado de ca- lor que la ha puesto en estado candente. La série de rayas oscuras del espectro de absorción es pa- recida á la que caracteriza los espectros de a de Orion y de p de Pegaso, en cuya atmósfera no existe hidrógeno. Muchas de las estrellas de brillo sujeto á variaciones y de los más conside- rables, tienen un viso de color de naranja, y sus espectros son parecidos á los de la a de Orion. Por otra parle, todas las es- trellas blancas ó de color blanco azulado tienen espectros en los cuales son muy marcadas las líneas oscuras, debidas á una absorción por el hidrógeno, mientras que las demás son delicadas y débiles. Estas observaciones, agregadas á otras que hemos hecho, nos hacen presumir que el hidrógeno de- sempeña probablemente un papel importante en los cambios y las diferencias de constitución física, de las estrellas. Por el grupo de las rayas de absorción de la nueva estre- lla, se ve que su color seria anaranjado sin la luz azul ver- dosa de las rayas brillantes. Sin conocer todavía los resul- 260 lados del examen prismático, me escribía Mr. Baxendel! sobre esle punto: «El dia 18 he obtenido, después de varias tentati- vas, la impresión de una nebulosidad azulada, como si el nú- cleo de la estrella se viese á través de una nube de color azul.» Mr. Huggins añade acerca del mismo asunto, en una co- municación inserta en el núm. 1592 de las Astr. Nachrichten , pág. 125: «Aunque en el 17 de mayo y las noches siguientes, el espectro de la estrella fuese más débil que el 16, la raya roja parecía algo más brillante respecto de las rayas verde y azul. El 19 y el 21, las rayas oscuras de absorción próximas á C eran más fuertes que el 16. Desde el 16 el espectro con- tinuo ha disminuido más rápidamente de brillo que el espec- tro gaseoso, de modo que el 23, á través de la debilidad gene- ral del espectro, las rayas de color eran brillantes por com- paración con el espectro continuo. La posición de los grupos de las rayas oscuras hace ver que la luz de la fotosfera es amarilla después de haber pasado por la atmósfera absor- bente. Sin embargo, la luz de las rayas brillantes verdes V azules se adelanta algo sobre las rayas verdes y azules (otras refrangibilidades) que han sido interceptadas por los vapores absorbentes, y de aquí resulta que la estrella á simple vista parece casi blanca.» Mr. Ernesto Quetelet ha observado esla estrella desde el 19 de mayo al 2 de junio. Según una noticia que ha comuni- cado el 2 de junio á la Academia de Bruselas, su brillo ha disminuido gradualmente en este intervalo desde la quinta hasta la novena magnitud, y esta disminución sobre todo ha sido muy rápida desde el 20 al 21 de mayo, en que pasó del número de 5‘/2 al 7. Pero se ha hallado que cuando se cons- truyó en Bonn el gran catálogo del cielo boreal de Mr. Arge- lander, se observó precisamente una estrella de la novena á la décima magnitud en el cielo, el 18 de mayo de 1855 y el 31 de marzo de 1856, y se registró con el número 2765 de la zona 4- 26° de dicho catálogo. Parece resultar evidentemente de esto, que la estrella de 1866 no es propiamente una estre- lla nueva, según aparecen de vez en cuando en el cielo, sino una estrella de brillo variable. El 19 de mayo pareció á 2G1 Mr. Quetelet que centelleaba más que las estrellas inmediatas a y 8 e de la Corona: su brillo tenia variaciones repentinas; en unos momentos igualaba al de la 8, y después la estrella se' debilitaba sensiblemente. MM. Wolff y Rayer han observado en París el espectro de esta estrella, y han deducido, de las fajas brillantes que en ella se veian, que su brillo principal- mente se debía á vapores candentes. Mr. Stonne, primer astrónomo agregado del Observatorio real de Greenwich, ha publicado en el núm. 8 del t. 26 de las Monthly Nolices (que corresponde á la sesión del 8 de junio de la sociedad astronómica, y que ha aparecido el 9 de julio) un resumen de las observaciones de esta estrella, hechas en Greenwich á contar desde el 17 de mayo. Ninguno de los observadores ha visto en ella vestigios de nebulosidad. Su brillo aparente, apreciado, según el método adoptado por Mr. Argelander, ha disminuido desde el 17 de mayo, en que era 4,5, hasta el 7 de junio, en que no era más que 8,9. El 19 de mayo, el aparato espectral del astrónomo real Mr. Airy, por el cual los espectros de las estrellas se refieren directamente á las líneas fijas del espectro solar, se ha fijado sobre la grande ecuatorial del observatorio. Dirigiendo sobre la nueva estrella variable de la Corona el anteojo de este ins- trumento, se ha visto que el espectro común se hallaba atra- vesado por cuatro rayas brillantes. Tres de estas líneas esta- ban bastante señaladas para poder medir micrométricamente su posición, y solo la de la cuarta se ha calculado. Las medi- das se han tomado el 19, 20, 22, 23, 24 28, de mayo y 7 de junio por MM. Slone y Carpennter, y trasportadas minucio- samente por el primero de estos astrónomos con autorización de Mr. Airy, que ha visto también el 19 de mayo el espectro de la estrella. La opinión de los dos observadores es que la claridad de ambos espectros ha disminuido poco en la misma proporción. En el mismo número de las Monthly Notices , Mr. Cham- bees, cuyo observatorio particular se halla situado en Svden- ham, condado de Kent, dice que la nueva estrella le ha pare- cido que tenia un viso de color de naranja bajo, y no ha descubierto ninguna nebulosidad; mientras que según Mr. Tal- 262 mage, había tenido una el 18 de mayo, de treinta segundos de grado de extensión. Sir John Herschel refiere también, en un extracto de carta inserta en el mismo número, haber observado, en la noche del 9 de junio de 1842, una estrella cuya magnitud era de cerca de 6l/2°, y cuya posición es tan inmediata á la de la es- trella actual que no puede dudarse de que es la misma. Por último, Mr. Graham, astrónomo actualmente agregado al observatorio de Cambridge, ha hallado en el catálogo de Wollaston para 1790 una pequeña estrella, cuya posición con- cuerda también con la de la nueva. La exposición sucinta que acabamos de hacer de las ob- servaciones relativas á la curiosa aparición que se ha verifi- cado en el mes de mayo de este año, nos parece muy á pro- pósito para hacer resaltar á la vez, por una parte la gran variedad de los fenómenos celestes y lodo lo que suelen ofre- cer también de extraordinario é imprevisto, y los diversos y poderosos medios que se poseen ahora, á consecuencia de la conexión que existe entre diversos ramos de la ciencia, para deducir prontamente de sus observaciones resultados intere- santes. m Sobre el satélite de Sirio. (Archiv. des scienc. physiq. et nat., n.° 103, í. 27.) Mr. Olio Struve, que hace algunos años ha sucedido á su ilustre padre en la dirección del gran observatorio ruso de Poulkowa, cerca de Petersburgo, ha redactado, con fecha del 15 de abril de 1866, una interesante noticia, inserta en el número de mayo de las Monthly Nolices de la Sociedad astro- nómica de Londres, acerca del resultado de sus observaciones relativas á la pequeñísima estrella descubierta en América en 1862 por Mr. Álvan Clark, muy inmediata á la brillante estrella Sirio. Esta noticia es la continuación de otra comuni- cación sobre este asunto, dirijida en 1864 á la misma Socie- dad, y resultado de una primera série de observaciones, que todavía dejaban dudas sobre la cuestión de saber si la pe- queña estrella estaba ó no físicamente unida á la grande. Mr. Struve empieza por referir la série completa de sus observaciones, hechas en general con la gran ecuatorial de su observatorio, cuyo anteojo tiene, como es sabido, cerca de 15 pulgadas inglesas de diámetro, adaptando á él uno que au- menta 300 veces más los objetos, y excluyendo las observacio- nes que se han hecho en un estado de la atmósfera muy des- favorable. Estas observaciones, comprendidas entre los prime- ros meses de 1863 y 1866, son diez, y consisten en la deter- minación micromélrica de la distancia angular aparente de las dos estrellas, que es de diez á once segundos de grado, y del ángulo de posición de la estrella pequeña relativamente á la grande, á contar desde la dirección del polo. Según los ante- riores experimentos de Mr. Struve, hechos sobre estrellas do- bles artificiales, ha hallado que se necesitaban hacer pequeñas correcciones en los ángulos de posición observados. Las dos observaciones de la primavera de 1865 las han hecho en Roma con el excelente anteojo acromático de 9 pulgadas de 264 diámetro, y montado ecualorialmente, que liene el observa- torio del Colegio Romano, y el cual puso á su disposición el P. Secchi. Aplicando el método de los menores cuadrados al conjunto de estas observaciones, ha hallado Mr. Struve que de aquí resulta que, en el intervalo de estos tres años de observación, la distancia del satélite respecto á la estrella principal ha aumentado en 63 centésimas de segundo de grado, y que el ángulo de posición ha disminuido en 6o, 38. Pero si la proxi- midad de las estrellas fuese un efecto puramente óptico, la distancia relativa hubiera debido aumentar más de dos segun- dos y medio, y el ángulo de posición disminuir 15 ó 16 grados. De aquí resulta por consiguiente, que los dos astros forman un sistema binario particular ligado por via de atrac- ción mutua. Resulta por otra parte de las investigaciones teóricas que acerca del mismo asunto ha practicado el Doctor Auwers, Director actual del observatorio de Golha, investigaciones pu- blicadas en el núm. 1506 de las Ástron. Nachrichten, que para explicar las pequeñas variaciones de movimiento propio ob- servadas por Bessel y por otros astrónomos en las posiciones de Sirio, se necesita admitir un cuerpo perturbador, cuya distancia haya aumentado en 0rr,55 en el mismo intervalo de tiempo, y cuyo ángulo de posición haya disminuido 5o, 31. La grande proximidad de estos valores, y de los que se deducen de la observación por Mr. Struve, demuestran bien que el satélite descubierto por Mr. Clark, es realmente el cuerpo perturbador que Ressel había considerado como un cuerpo oscuro. Mr. Struve observa, que las variaciones que ha notado en la distancia angular de los dos astros concuerdan con la suposición de Mr. Auwers, de que su centro de gravedad se halla á cerca del tercio de la distancia de Sirio á su satélite. De aquí resultaría, admitiendo que su satélite fuese el cuerpo oscuro de Ressel, que su masa sería poco más ó mé- nos la mitad de la del mismo Sirio. Si los dos cuerpos tuvie- sen la misma constitución física, añade Mr. Struve, esta relación de las masas correspondería á un diámetro del salé- 26o lile solo una vez, y sería un cuarto más pequeña que la del cuerpo principal; y considerando el extraordinario brillo de la estrella mayor, habria que considerar al satélite como de primera magnitud, siendo así que no está calculado comun- mente por la observación más que como de novena ó décima magnitud. En la primavera de 1864 le he observado única- mente una vez como de octava magnitud, probablemente á causa de un estado de la atmósfera particularmente favorable. De aquí se deduce, que para sostener la identidad del satélite con el cuerpo perturbador, debemos admitir una gran dife- rencia de constitución física entre Sirio y su satélite. La comparación de mis observaciones de 1864 con las de 1863, me había hecho sospechar que la luz del satélite crecía gra- dualmente. Las observaciones recientes no parecen confirmar esta conjetura; pero en nuestras latitudes, la valuación del brillo de una estrella tan baja depende mucho de que el estado de la atmósfera permita apreciarlo con exactitud bajo este punto de vista. CIENCIAS FISICAS METEOROLOGIA. Influencia de las nieblas sobre las líneas telegráficas ; por L. Selmonna. (Cosmos, 4 abril 1866.) De lodos los fenómenos atmosféricos, el que ocasiona mayores perturbaciones sobre las líneas telegráficas es la niebla, por lo cual creemos que es una cuestión de actualidad el estudio de este meteoro bajo el punto de vista de su in- fluencia sobre la trasmisión de la electricidad en un alambre aéreo. Antes de empezar este estudio, recordemos brevemente cómo se forman las nieblas. Cuando un aire relativamente caliente y húmedo llega á una región fría y ya cargada de vapores, se enfria rápida- mente; y como la cantidad de vapor contenido en un espacio dado disminuye con la temperatura, el aire se halla bien pronto saturado, y el vapor se precipita en forma de niebla. Sucede también que los vapores acuosos se condensan en el sitio mismo en que se forman, y constituyen en este caso las nieblas locales. Se ve por consiguiente, que las nieblas no pueden produ- cirse más que en una atmósfera saturada de humedad. Estu- diando su constitución, se reconoce que se hallan compuestas de cuerpecillos opacos cuyo núcleo central está formado de 267 aire y la cubierta exterior de vapor de agua, lo cual consti- tuye el estado vesicular. El diámetro de las vesículas es gene- ralmente muy pequeño, pero aumenta con la cantidad de hu- medad libre. Las vesículas, una vez formadas, no quedan en suspensión en la atmósfera, como se ha creído por espacio de mucho tiempo, sino que caen como lodos los cuerpos; y si la causa generadora viene á desaparecer, no tardan las nieblas también en disiparse. Las nieblas van gastándose por su parle inferior, precipitándose sobre el suelo, lo mismo que las ve- sículas de las nubes más elevadas caen en la atmósfera hasta el momento en que se evaporan de nuevo en su caída, ó au- mentan en diámetro y se resuelven en lluvia según la hume- dad relativa de las capas de aire que atraviesan. Una diferen- cia fundamental entre el estado higromélrico del aire de las capas inferiores de la atmósfera durante la lluvia y durante la niebla, es que en este último caso el aire está siempre sa- turado, mientras que durante las lluvias, aun las más persis- tentes, no llegan nunca los higrómelros al punto culminante de su escala de graduación; cuya observación nos explica por qué las pérdidas de corriente que ocasionan las grandes llu- vias en las líneas telegráficas, son mucho ménos perjudiciales y sobre todo ménos persistentes que las que son producidas por las nieblas. Efectivamente, las lluvias suelen ir acompa- ñadas de vientos más ó ménos fuertes, y seguidas de una eva- poración que generalmente se verifica sobre objetos elevados, como por ejemplo los postes y soportes telegráficos. Así es que á poco de cesar la lluvia, evaporándose en parte la capa de humedad que establece derivaciones por los postes, se ha- lla la línea en estado de funcionar regularmente. Por el con- trario, durante las nieblas, hallándose el aire saturado en todas sus parles, se deposita la humedad aun dentro de los aisladores, lo que no sucede con la lluvia, que apénas moja más que la parte exterior de ellos. La derivación que ofrecen á la corriente de la línea los postes y soportes se hallará por consiguiente constituida, al cabo de cierto tiempo, por un verdadero conductor húmedo y continuo, cuya resistencia será tanto menor cuanto mayor sea su grueso. Las pérdidas de corriente por medio de los postes son una 268 de las manifestaciones más marcadas de la influencia de la humedad en las líneas telegráficas; pero como vamos á ver, hay también otros puntos de vista bajo los cuales pueden mi- rarse las nieblas como perjudiciales para la trasmisión eléc- trica. El aire seco es mal conductor de la electricidad, pero no sucede lo mismo con el que está húmedo; de modo que ha- llándose un alambre telegráfico en toda su longitud en con- tacto con la atmósfera, deben necesariamente producir las variaciones en el estado higromélrico del aire, otras sobre el aislamiento del hilo. Sin embargo, esta causa de pérdida de electricidad no se manifestará en forma de corriente; las ve- sículas de las nieblas vendrán sucesivamente á cargarse de electricidad al tocar con el hilo, y llevarán esta electricidad al suelo continuando en su caida. Siendo proporcional la can- tidad de electricidad lomada al hilo al número de puntos en que se verifica la descarga, se observa que cuando se trata de una línea larga, deben tomarse en consideración las pérdidas en contacto del aire. Las nieblas más persistentes, y que rara vez son nieblas locales, van acompañadas de viento húmedo; pero debe obser- varse que en el momento de la condensación de los vapores, las capas inferiores de la atmósfera se hallan siempre tranquilas, y las vesículas no están desde entonces animadas más que de la velocidad bastante pequeña debida á su caida; circunstan- cia favorable para la pérdida eléctrica, que es mucho más considerable en un aire tranquilo que en otro agitado. Así, por consiguiente, consideradas únicamente bajo el punto de vista higrométrico las nieblas, por su persistencia y circunstancias inherentes á la manera de formarse, son mucho más perjudiciales á las líneas eléctricas que las lluvias; pero su acción no se limita á este papel puramente pasivo. Sabido es que la atmósfera, en estado sereno, está siempre cargada de una cantidad de electricidad positiva que crece con la altura de la capa observada, mientras que, por el con- trario, el suelo está siempre cargado de electricidad nega- tiva. La humedad, que favorece la recomposición directa de la m electricidad terrestre y de la atmosférica, disminuye conside- rablemente la tensión eléctrica de una capa situada á una misma altura y observada en estados barométricos diversos. Las nieblas deberían por consiguiente disminuir también la electricidad atmosférica; pero la aumentan por el contrario en una gran proporción, pues van acompañadas, en el momento de la condensación de los vapores, de un desprendimiento eléctrico propio, muy intenso, indicado ya por Pellier y estu- diado en último lugar por Mr. Palmieri. Este desprendimiento eléctrico explica perfectamente por qué la humedad disminuye la electricidad atmosférica en verano y la aumenta en invier- no. En verano hay ménos vapores condensados cerca del suelo, y por tanto no es más que sobre la electricidad atmos- férica sobre la que obra la humedad, facilitando su paso al depósito común; mientras que en invierno predomina la in- fluencia de la electricidad de condensación, y son sensibles sus manifestaciones á los electrómetros. Según el estado higromé- trico de las localidades atravesadas por una línea telegráfica, debe haber entre las tensiones eléctricas de los diversos pun- tos del conductor grandes diferencias, debidas á la influencia de los fenómenos de que acabamos de tratar: estas diferencias de tensión producen á veces verdaderas corrientes, cuyas direcciones varían de un lugar á otro. Si en un momento dado, estas corrientes tienen una misma dirección, la cor- riente resultante será suficiente para entorpecer el servicio de la línea, como se ha observado algunas veces en Francia y con frecuencia en el extranjero. ¿Es posible prejuzgar poco más ó ménos en qué sentido debe propagarse la corriente resultante? Quizá contestaríamos afirmativamente si los resultados gene- rales no se hallasen modificados por una multitud de influen- cias climatéricas locales y variables, que deben siempre te- nerse en cuenta. Así en Francia, en donde los vientos del Sudoeste ó del Oeste, trasportan sobre todo las nieblas más densas, debe haber en el momento de la aparición de tales meteoros, sobre el lado Oeste de las líneas telegráficas, una corriente debida á la condensación de los vapores, mucho más sensible que en el lado Este, en donde las nieblas son más raras y ménos intensas. 270 Por fundadas que nos parezcan á primera vista estas con- clusiones, es menester procurar no generalizar demasiado, pues nuestros conocimientos en meteorología son muy limita- dos, y una multitud de anomalías vendrían á invalidar las leyes que hubiéramos creído poder establecer sobre observa- ciones bien seguidas, pero en las cuales hubiéramos descui- dado tener en cuenta la correlación de los diferentes fenóme- nos atmosféricos. Según se ve, ¡a acción de los meteoros acuosos en general, y de las nieblas en particular, se halla todavía envuelta en una grande oscuridad, que solo podrá desvanecerse por me- dio de numerosas observaciones simultáneas y concluyentes; así es que acojeremos con gratitud las comunicaciones que quieran dirigirnos nuestros lectores sobre las observaciones que hayan tenido ocasión de hacer. fíesúmen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de febrero de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1 y 2. — Muy parecidos ambos. Cubiertos, húmedos y ventosos. Dia 3.— Revuelto y como de transición. Desde el S. O. pasa el viento, por el O. y N., al N. E. Dias i á 9. — Despejados y apacibles. Rocío, escarcha y neblina baja en la madrugada de todos ellos. Dia 10. — Cubierto el cielo de celajes y con aspecto de nevar por la mañana. Tarde y noche nubosas y revueltas. Dias 11, 12 y 13. — Muy nubosos, húmedos y revueltos. Ráfagas violentas de viento S. O. Dia 14. — Parecido á los tres anteriores. Entre tres y cua- tro horas de la tarde descarga un fuerte aguacero. Inclínase por la noche el viento hácia el N. O. 271 |)¡a 15. — Nuboso y desapacible por la mañana. Cede el viento por la tardé. Dias 16 y 17.— Nebulosos y nubosos, pero apacibles. Dia 18. — Cubierto y lluvioso.— Víslense de flor los al- mendros. Dia 19.— Muy lluvioso y templado. De vez en cuando so- pla con violencia el viento del S. Dia 20. — Cesa la lluvia, cambia de rumbo el viento con frecuencia, y continúa anubarrado el cielo. Dia 21.— Viento muy fuerte y frió del N. E. Cielo enca- potado y triste. Dia 22. — El mismo viento que en el anterior. Despéjase un poco á ratos, y se descubre la sierra de Guadarrama cu- bierta de nieve. Dias 23, 24 y 25. — Despejados y de viento frió del N. E. Dia 26.— Encapotado y lluvioso. Viento S. O., no tan duro como en los dias anteriores. Dia 27. — Encapotado y lluvioso. Tarde de viento borras- coso del S. y S.O., y de lluvia, revuelta con granizo menudo. Dia 28.— Amanece nevando, con viento débil del E., y continúa sin variación hasta las diez de la mañana. El deshielo comienza en seguida, y á las 3 de la larde, la capa de nieve ha desaparecido. Tarde y noche encapotadas y lluviosas. oxj A.r>Ro FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. ^ m A. máx. A. mío. Oscilación. Tm T. máx. T. mín. Oscilación. 1 713,30 714,75 711,49 3,26 10°6 12,8 0 5,7 0 7,1 2 713,28 71 4,20 711,83 2,37 10,3 14,5 5,9 8,6 3 715,94 717,67 714,52 3,15 7,6 15,7 3,2 12,5 4 718,42 719,52 717,84 1,68 6,8 15,7 1,1 14,6 5 716,77 717,51 716,04 1,47 8,2 16,3 —0,4 16,7 6 716,06,717,18 715,03 2,15 10,0 17,6 0,7 16,9 7 714,61 715,89 713,86 2,03 9,5 18,0 2,4 15,6 8 7 1 3,63 1 7 1 4,88 712,92 1,96 8,7 16,4 2,2 14,2 9 710,18 712 21 708,61 3,60 8,1 15,7 0,5 15,2 10 709,00 709,49 708,47 1,02 5,3 8,9 3,0 5,9 11 707,77 709,14 706,73 2,39 5,6 7,3 1,4 5,9 12 706,16 707,03 705,38 1,68 10,3 13,5 3,8 9,7 13 707,08 707,81 706,67 1,14 10,6 14,5 4/4 10,1 14 706,63 707,26 705,81 1,45 9,2 11,7 4,7 7,0 15 708,59 709,29 706,90 2,39 7,7 12,2 3,9 8,3 16 707,28 709,19 705,94 3,25 6,3 13,2 -0,1 13,3 17 703,97 705,42 702,86 2,56 9,5 15,1 2,1 13,0 18 701,39 702,65 700,35 2,30 9,1 15,4 2,2 13,2 19 697,28 698,87 695,88 2,99 7,8 15,3 4,5 10,8 20 700,78 703,06 698,97 4,09 6,1 12,4 1,1 11,3 21 705,64 707,36 703,52 3,84 4,9 8,6 1,9 6,7 22 708,06 709,34 706,90 2,44 4.1 9,2 0,5 8,7 23 706,68 708,24 705,19 3,05 7,6 13,8 1,3 12,5 24 707,57 708,88 706,39 2,49 5,9 11,4 1,6 9,8 25 704,73 708,07 701,49 6,58 3,7 10,2 —2,7 12,9 26 695,42 698,98 692,68 6,30 2,8 6,6 0,3 6,3 27 688,87 691,61 686.17 5,44 2,1 6,2 —0,2 6,4 28 691,43 692,35 690,06 2,29 2,7 5,4 0,0 5,4 1.a d.a 714,12 719,52 708,47 11,05 8,5 18,0 —0,4 18,4 2.a 704,69 709,29 695,88 13,41 8,2 15,4 —0,1 15,1 3Ía 701,05 709,34 686,17 23,17 4,2 13,8 i —2,7 ¡ 16,6 Mes. 707,02 719,52 686,17 33,35 7,2 ; 18,0 ! 2,7 20,7 :FIFtI MERO, PSICROMETRO. ATMOHETRO. PLUVIOMETRO. ANEBOHGTHO. . — . — — . i \URES. FECHAS. Tm Evaporación. Lluvia. Dias. Dirección. Durac. 89 8.6 1,0 » » o.s.o. » 9 1 86 8.1 1,4 » » O.S 0. » 9 2 68 5,3 1,4 )) » O.N.O. » 1 3 69 5,1 1,2 » E.N.E S. » 1 4 64 5,8 1,4 » » E.NéE.S. » 0 5 68 6,2 1,4 1 » E.O. » 0 6 74 6,6 1,4 1 » 1 » 0. » 0 7 73 6,4 1,0 » » S. » 0 8 68 5.3 1,6 » » s. » 0 9 83 5,7 1,9 » » S.S 0. » 8 10 87 6,0 0,2 » » s.o. » 10 11 86 8,1 1,7 0,2 » s.o. » 10 1 2 86 8,2 1,3 » » o.s.o. » 9 13 87 7,6 0,7 4,1 » o.s.o. » 7 14 64 5,0 1,7 » » N.O. i) 3 15 83 6,0 1,2 » » N.O. (var.) » 3 16 69 6,0 1,6 » » N.N.E. » 7 17 84 7,3 0,7 1,5 » S. (var.) » 10 18 90 7,3 0,3 18,9 » S. » 10 19 76 5,3 2,7 0,2 » Variable. » 5 20 60 3,9 2,2 » » N.E. » 9 21 66 4,0 2,6 » » N.E. » 4 22 62 4,9 2,3 » » E.N.E. » 0 23 38 4,0 2,8 » » N.N.E. » 2 24 66 3,9 2,1 » » N.E.-O. » 0 25 82 4,6 0,3 3,2 » O.S.O. » 10 26 89 4,8 2,2 8,4 » s.s.o. » 10 27 90 5,1 1,0 5,4 » S.S.E. » 10 28 75 6,3 1,3 )) » 41° S.O. 89h 3 1.a d.a 81 6,7 1,2 24,9 0 72° S.O. 105 7 2.a 73 4,4 1,9 17,0 3 55° N.E. 50 6 3.a 77 5,9 1,4 41,9 8 59° S.O. 138 5 Mes. í TOMO XVI. 18 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 .a ( 2. 3. CUADRO SEGUNDO» Observaciones barométricas. HORAS, 6 711.49 714.20 714.52 718.53 716,88 716,91 715,48 714.06 712.21 708,60 708,98 705,68 706,90 706,82 706,90 708,88 704.87 702.50 698.87 698.97 703.52 706.90 708.07 706,39 708,07 698.98 689.53 690.90 714,29 704,94 701.54 707,31 9 712,08 714.20 716,04 719,52 717,51 717.18 715,89 714.88 712.21 709.41 709.14 706, 60 707,81 707,26 708.93 709.19 705.42 702,65 698.14 699.85 704.94 707,99 708,24 706,92 707,81 698,47 687.85 691.15 714.89 705,50 701,67 707,76 12 713,12 713.35 716,04 718,97 716,85 716,50 714,90 714,54 711,20 709,18 708,68 706,49 707,28 707,08 709.03 708,22 704,84 702.32 697.35 700,25 705,63 707.96 707,76 706.97 706.31 696.31 687,67 692.04 714,46 705,15 701.33 707,39 3 t 713,07 711,83 714.88 718.02 716.04 715.03 713.86 713,10 709,64 708,47 707.15 705.38 706.67 706.04 708.27 706,41 703,62 700,94 695.88 700.05 705.15 707.28 705.19 707,00 703.87 694.68 686,17 692,14 713.39 704.04 700.19 706.28 6 714.11 712.67 715,28 717.84 716.17 715,46 714,04 712,97 708.96 708.85 706,90 705,76 706.67 706.34 708.75 705.94 703.11 700,66 696.15 700.94 705.96 707,99 705,70 708.17 703.16 693,87 688,33 692.35 713,64 704.12 700,69 706,54 9 n 714,75 713.10 717.44 718,37 717.11 715,94 714,20 713.25 708,70 709.31 706,91 706.31 707.26 705,81 709.11 706,29 702,86 700,48 697,58 702.45 707.15 709,34 705,68 708,85 702,60 693.19 691.15 691,61 714,22 704,51 701.20 707,03 12 714.75 713,86 717.67 717,97 717,08 715,71 714.21 712,92 708.61 709.49 706.75 707,03 707,10 707,23 709,29 706,16 703.21 700.35 697.15 703.06 707.36 709.16 706,31 708,88 701.49 692.68 691.61 690.06 714,23 704,73 700,94 707,04 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas . FECHAS. 3 m 6 1 9 ! 12 3 t 6 9 n 12 1 » 1 9,5 10,6 12,1 12,6 11,3 10,8 9,9 2 » 10,0 10,4 11,8 13,6 10,0 10,0 9,6 3 » 4,4 5,7 11,9 15,0 9,0 5,8 3,4 4 » 1,1 4,2 10,7 13,2 9,2 6,5 5,2 5 » 2,2 3,2 10,9 16,2 13,1 8,1 6,2 6 » 2,6 7,4 15,1 17,6 12,9 10,1 6,9 7 » 4,1 5,4 13,4 18,0 12,8 9,4 6,2 8 » 3,4 5,8 12,1 15,9 12,5 7,8 6,5 9 » 2,1 4,8 12,1 15,2 11,4 9,1 4,8 10 » 3,9 8,7 7,9 8,6 7,2 3,8 3,0 11 » 2,1 4,1 5,5 7,3 7,2 7,1 7,8 12 » 8,9 9,4 11,8 13,0 10,8 10,6 9,9 13 » 8,6 9,6 12,4 14,5 10,8 10,2 10,3 14 » 8,2 9,4 11,7 10,6 9,4 9,7 7,8 15 » 6,6 7,8 9,9 10,9 9,6 6,7 4,2 16 » 0,4 8,2 8,5 12,3 9,8 7,0 4,7 17 i» 2,8 6,5 12,3 15,1 11,5 11,4 8,9 18 » 6,6 9,4 11,6 12,1 9,4 8,5 8,4 19 » 7,9 9,2 11,8 11,6 7 2 5,5 4,5 20 » 1,3 2,7 7,9 11,7 8,3 7,1 5,6 21 » 4,7 6,2 7,5 7,4 5,4 4,1 2,1 22 » 0,8 4,0 7,4 8,6 5,6 3,2 1,9 23 » 1,6 5,4 10,8 13,8 10,7 7,4 5,3 24 » 3,2 5,9 11,4 11,2 6,8 3,8 2,1 25 » =-2,6 0,2 7,4 10,1 6,7 4,3 2,4 26 » 1,3 3,1 6,4 4,2 2,8 2,3 2,4 27 » 1,7 2,8 3,7 5,2 2,8 1,7 —0,2 28 » 0,0 0,4 4,2 5,4 3,7 3,6 4,3 1.a d.a 8,4 4,3 6,3 11,8 14,6 10,9 8,1 6,2 2.a 6,1 5,3 7,1 10,3 11,9 9,4 8,4 7,2 3.a 1,6 1,3 3,5 7,4 8,2 5,6 3,8 2,5 Mes. 4,6 3,8 5,8 10,0 11,8 8,9 7,0 5,5 CUADRO CUARTO Psicrómetro. — Humedad relativa. CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. FECHAS. HOÍ IAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » 8,1 8,8 8,7 8,7 9,0 8,9 8,6 2 » 8,6 8,5 8,1 8,5 7,7 8,6 7,6 3 » 5,2 8,7 6,5 6,2 4,8 4,5 4,6 4 » 4,1 5,2 6,1 6,2 5,7 5,3 3,9 5 )) 3,9 4,6 8,7 7,2 9,2 5,5 5,0 6 » 4,5 6,1 7,0 7,3 7,3 6,9 5,3 7 » 5,2 5,9 8,0 8,2 7,3 6,8 5,7 8 » 5,3 5,8 7,2 8,1 7,2 6,5 5,3 9 » 4,3 5,6 7,3 4,4 5,7 5,0 5,7 10 » 5,3 5,8 5,9 6,5 6,1 5,6 5,2 11 » 4,8 5,2 6,0 6,1 6,8 6,7 7,3 12 » 7,7 8,2 8,1 8,3 8,2 8,3 8,4 13 » 7,6 8,1 8,3 8,8 8,5 8,6 8,5 14 » 7,5 7,9 8,2 8,9 8,0 8,4 5,3 15 » 3,7 5,1 8,4 5,3 5,6 5,6 5,1 16 » 4,2 5,3 7,3 7,5 6,7 6,1 5,5 17 » 4,9 5,8 6,3 6,5 6,8 6,2 6,2 18 » 6,0 7,0 7,4 8,0 8,1 7,8 7,4 19 » 7,5 7,9 8,7 9,0 7,2 6,0 5,6 20 » 4,6 5,0 8,3 6,9 6,1 5,1 4,9 21 » 3,8 4,5 4,1 4,1 3,8 4,0 3,6 22 » 3,8 3,8 3,8 4,7 4,5 4,1 3,8 23 » 3,7 4,6 8,0 6,1 5,4 5,5 4,6 24 » 4,2 5,1 4,7 4,6 3,8 3,4 3,0 25 » 2,9 3,5 4,3 5,0 4,3 4,0 4,0 26 » 4,2 3,1 8,7 5,3 4,7 4,9 4,9 27 » 4,7 5,2 8,8 5,7 4,4 4,6 4,1 28 » 4,2 4,2 8,1 6,1 5,3 5,5 5,8 1.a d.a 8,3 5,5 6,2 7,0 7,1 7,0 6,4 5,7 2.a 8,9 5,8 6,5 7,1 7,5 7,2 6,9 6,4 3.a 4,0 3,9 4,3 4,8 5,2 4,5 4,5 4,2 Mes. 8,1 5,2 5,8 6,4 6,7 6,4 6,0 5,5 o SH X m m O tí P g Q C Ss s o fe» © <50 SS O • Oi e ?5 S^ «O i-O O «o -3 s ,© o ■3 «ífil>}í5 1>MO S zo r-" r-" as se" o" OOOOOO-rHO . w sa ..o .O Z # Ed C/5 O S¿ c/i có ¡Z¡ rH C© © 2 25 70 7,0 2,3 » » N.E. -N.O. » 0 26 67 7,7 2,3 » » N.O.-S.O. » 4 27 62 6,3 3,1 » » N.E. » 0 28 56 5,9 4,3 » » N.E. » 2 29 57 6,8 5,1 » » N.E. » 2 30 60 7,1 0,0 » *) N.E.-O. » 0 31 77 5,0 1,5 31,3 7 50° S.O. 92h 7 1.a d.a 79 4,9 1,5 42,0 8 21° S.O. 83 8 2.a 65 6,2 3,1 » » 5o N.E. 83 3 3.a 73 5,4 2,1 73,3 15 64° S.O. 120 6 Mes. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 La 2. 3. Mn, CUADRO SEGUNDO Observaciones barométricas . HORAS. 698,05 695,34 709.07 701.08 6 9 "TT“ 6 9 n 12 690,03 691,10 691,76 690,73 690,89 690,85 690,95 691,00 691,79 690,82 689,81 690,20 691,74 692,96 695,32 696,69 697,53 696,44 695,62 695,19 695,34 694,30 694,43 695,70 695,85 696,77 697,48 697,60 697,20 698,03 698,24 697,48 697,86 698,67 699,28 700,25 701,49 701,71 701,79 702,96 703,98 703,92 703,64 704,59 703,62 702,63 702,63 703,47 702.73 699,93 700,00 698,67 696,69 698,08 700,25 700,61 700,30 700,99 701,56 701,89 702,58 703,95 703,90 703,7o 704,79 705,05 704,69 705,05 705,81 706,01 705,66 706,24 706,06 705,78 706,82 707,89 708,14 707,76 708,02 706,19 704,21 704,00 704,03 703,36 701,46 701,74 700,00 698,29 698,42 697,86 697,63 697,12 697,53 696,59 695,50 695,75 695,11 695,01 693,64 693,69 693,36 692,22 691,79 691,51 690,31 689,10 689,37 689,15 689,04 691,00 692,96 694,07 694.63 ¡693,97 690,47 690,21 691,81 694,07 694,56 693,76 694,38 694,20 693,16 692,19 689,96 686,91 689,86 691,58 690,83 690,04 690,06 690,85 690,82 689,55 689,60 688,99 688,23 689,53 691,61 692,70 694,25 696,13 697,15 697,50 698,34 699,90 700,30 700,86 702,02 702,50 702,58 703,67 705,22 705,83 707,10 707,94 707,59 706,87 707,23 707,91 707,91 707,71 708,09 707,84 707,74 708,50 709,16 709,64 710,53 711,65 711,90 711,55 711,90 712,46 712,49 713,00 713,50 713,20 712,34 712,39 713,20 713,30 713,30 714,14 713,73 712,87 712,79 713,17 713,78 713,28 713,73 713,35 712,44 712,69 713,40 714,27 714,09 714,52 713,33 712,13 712,16 712,44 712,84 712,08 712,02 712,28 711,09 711,72 712,49 712,51 711,78 711,44 709,85 707,84 706,75 706,61 705,71 697,57 698,39 698,47 697,80 698,26 699,14 699,33 696,25 696,61 695,58 694,67 695 14 695,58 695,35 708,91 709,56 709,34 708,63 708,92 709,63 709,87 701,17 701,78 701,39 700,63 701,04 |701,72( 701,78 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 1 3 í 6 9 n 12 1 » 3,9 6,1 8,6 9,0 5,6 5,6 5,3 2 » 4,4 6,6 9,7 8,2 7,2 5,4 4,9 3 » 2,9 5,3 7,6 7,5 5,8 6,1 2,9 4 » 3,6 6,9 7,4 8,1 5,6 4,4 3,7 5 » 2,5 4,2 4,2 5,7 4,7 4,1 3,2 6 » 0,8 3,5 8,1 8,9 7,3 5,8 4,0 7 » 2,8 5,7 9,1 10,1 8,0 6,8 5,9 8 » 5,1 6,5 7,5 7,4 5,2 2,4 2,1 9 » 14 3,4 2,8 6,5 4,3 3,6 — 0,8 10 0,6 3,7 5,8 5,3 3,4 1,6 1,2 11 » —0,5 0,7 2,9 5,1 1,4 0,7 0,1 12 » 0,4 2,8 9,1 8,4 6,2 5,2 3,5 13 » 2,3 4,8 9,7 8,7 6,6 4,9 3,6 14 » -1,3 2,9 8,7 9,8 7,9 4,4 2,4 15 » 1,4 5,6 5,7 7,3 6,0 5,7 5,0 16 » 4,3 7,7 4,3 6,8 3,2 0,7 1,7 17 » 0,7 3,7 3,1 5,0 4,4 2,6 2,7 18 » 2,3 5,4 8,1 7,1 5,3 5,0 4,0 19 » 2,2 4,6 9,2 7,1 6,1 5,4 4,8 20 » 2,9 5,8 8,4 8,9 6,0 4,6 4,1 21 » 4,4 6,4 9,1 10,3 7,4 5,9 4,1 22 » 1,7 5,6 9,5 10,7 8,4 5,6 2,6 23 » -0,4 5,3 11,1 11,8 10,0 8,9 7,1 24 » 6,6 9,2 12,6 11,9 12,1 10,2 8,7 25 » 7,2 13,2 16,6 18,4 15,6 12,2 8,4 26 » 6,1 10,8 14,9 18,1 15,5 11,8 10,2 27 » 6,1 12,7 18,4 19,2 17,8 12,9 10,6 28 » 7,5 12,1 17,6 19,0 15,7 11.2 8,3 29 » 5,1 10,1 19,0 20,9 16,8 14,3 11,7 30 » 11,3 16,5 20,3 20,8 17,5 12,3 11,7 31 » 8,2 13,1 18,7 21,8 18,4 14,7 13,1 1.a d.a 2,4 2,8 5,2 7,1 7,7 5,7 4,6 3,2 2.a 1,8 1,5 4,4 6,9 7,2 5,3 3,9 3,2 3.a 6,1 5,8 10,5 15,3 16,6 14,1 10,9 8,8 Mes. 3,5 3,4 6,8 9,9 10,7 8,6 6,6 5,2 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 1.a . 2. 3. 89 95 94 89 89 64 81 61 78 71 80 72 65 76 87 84 84 93 89 70 71 70 85 89 71 78 67 68 62 67 61 81 80 CUADRO CUARTO, Psicrómetro . — Humedad relativa . HORAS. 6 9 12 | 3 t 6 90 78 71 68 92 93 87 74 84 87 92 86 72 69 84 85 76 93 80 85 92 90 94 93 87 84 79 66 44 56 90 83 64 69 85 87 80 87 83 48 69 59 75 57 41 61 49 44 48 60 87 83 73 51 85 82 73 53 53 57 84 81 69 50 53 84 78 60 46 46 81 78 89 87 87 94 82 97 74 83 93 88 91 95 87 90 94 87 78 93 92 92 69 80 86 98 81 71 73 86 68 62 45 42 61 79 74 53 43 51 91 70 51 43 54 88 85 76 80 81 87 63 54 46 52 86 69 54 50 58 86 65 57 52 54 87 71 47 43 42 86 62 41 35 41 67 68 37 32 42 85 68 49 42 43 84 77 74 70 73 88 83 76 69 76 83 69 51 46 53 85 76 67 61 67 CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t ; 6 9 n 12^ 1 » 5,4 5,5 5,9 5.7 6,2 6,2 5,9 2 » 5,9 6,5 7,0 7,1 6,8 6,0 6,2 3 » 5,2 5,7 5,5 5,2 5,8 5,9 5,3 4 » 5,5 5,6 7,2 6,4 5,8 5,4 5,4 5 » 5,1 5,6 5,8 6,3 5,5 5,6 5,1 6 » 4,1 4,6 5,3 3,7 4,3 3,9 3,8 7 » 5,1 5,7 5,5 6,5 6,7 6,2 5,6 8 » 5,6 5,7 6,8 6,4 3,1 3,3 3,2 9 » 3,4 3,4 4,1 4,1 2,5 2,7 3,3 10 » 3,1 2,9 3,0 3,2 3,5 3,4 3,6 ii » 3,8 4,0 4,1 3,3 4,3 3,7 3,6 12 » 3,8 4,0 4,5 4,3 4,0 3,8 4,1 13 » 4,5 5,3 6,2 4,2 3,9 4,1 3,8 14 » 3,5 4,4 5,1 4,1 3,7 3,9 4,0 15 » 4,0 5,3 6,0 6,6 6,1 6,2 5,7 16 » 5,9 8,4 6,0 5,4 4,8 4,4 4,3 17 » 4,5 5,3 5,2 6,1 5,5 5,1 4,7 18 » 4,8 6,3 7,1 5,8 6,2 6,0 5,7 19 » 4,9 5,8 5,9 6,0 6,0 6,1 6,0 20 » 5,6 5,6 5,8 6,1 6,0 4,9 4,3 21 » 4,3 4,5 3,8 3,9 4,7 4,5 4,3 22 » 4,1 5,0 4,6 4,2 4,2 3,8 3,8 23 » 4,1 4,6 5,0 4,4 4,8 5,2 6,3 24 »» 6,3 7,3 8,3 8,4 8,6 8,2 7,5 25 » 6,6 7,1 7,5 7,2 6,8 5,9 5,8 26 » 6,0 6,7 6,8 7,7 7,6 7,7 7,2 27 » 6,0 7,3 9,0 9,7 8,1 7,8 6,4 28 » 6,7 7,5 7,0 7,0 5,5 5,5 5,5 29 » 5,6 5,8 6,8 6,4 5,8 5,4 6,3 30 » 6,5 9,5 6,6 5,9 6,4 6,9 6,9 31 » 6,9 7,6 7,8 8,0 6,8 6,3 6,8 1.a d.a 4.7 4,8 5,1 5,6 5,5 5,0 4,9 4,7 2.a 4,1 4,5 5,4 5,6 5,2 5,1 4,8 4,6 3.a 5,7 5,7 6,6 6,6 6,6 6,3 6,1 6,1 Mes. 4,9 5,1 5,8 6,0 5,8 5,5 5,3 5,2 CUADRO SEXTO «o <3 ■ s*. <55 <~o o «o .o o ""S s*. 5 O 'rt'MfOOtOOíO^ a OOr^OOOOF-lT-O S E3 a s¿ o gW^xÜOOON© 35 S vjjT ao 5£5 O C© 20 20 20 fcd H ◄ a a H <5*C0C0ZO&2Ot-42O -91 a a cu S a H r'-coooisjocoao*^ o gr-^r-OfOCiíMOí co 9 50 05 CIO 0© 20 OC IT-*1 co a <00005050505(0 a a r-r-t-oooor^ «3 O E-h .H .W .O .© 25 z . w _ c/5 ^ © a > ¿ c/5 en* ¿ «3 a ¡25 O r-«rHO0©lT-0©— <5©> O T-l ^ T— ( co JlO ©J ©J > a a C/3 a o 287 QUIMICA APLICADA. De la influencia del calor sobre los vinos tintos generosos . Carta dirigida por Mr. H. Mares á Mr. L. Pasteur. (Comptes rendus, 28 mayo 18fí6.) He tenido ocasión de someter por vuestro procedimiento, á la acción del calor, ejemplares de vino tinto de Grenaclia del año. Estos vinos han permanecido por espacio de más de quince dias en la cuba con las heces, y aunque se trasegaron á fines de octubre de 1865, conservan todavía un sabor decidida- mente azucarado, aunque dan una gran proporción de alco- hol (cerca de 13 por 100). Además toman color oscuro y suelen enturbiase siempre que se trasiegan ; perteneciendo más particularmente á la clase de vinos que necesitan enca- bezarse varias veces para asegurar su conservación. De las botellas que he hecho calentar, se enturbiaron unas después de la agitación ocasionada por el trasporte en car- ruaje, otras á consecuencia de variaciones atmosféricas, otras por último se habían tomado en un tonel cuyo vino había perdido su trasparencia después de trasegarlo. Sumergidas en un baño de agua calentada á 60° y mante- niendo su temperatura un fuego muy suave, vi que se clari- ficaban á medida que se equilibraban con la temperatura del medio. La operación dejé que durase por espacio de media hora. La clarificación, que se produce inmediatamente, queda estable, sin producirse ningún depósito. He repetido el expe- rimento muchas veces, y siempre he tenido el mismo resul- tado. Hace varios meses que tengo vinos graduados de este modo; su trasparencia ha permanecido la misma; su color no 288 ha experimentado alteración alguna; su sabor es excelente; y solo al cabo de un mes, poco más ó ménos, se produce en ellos un depósito insignificante, que forma en el fondo de la botella una línea negra que apenas es visible. No se formó depósito en los vinos que conservaron su tras- parencia en el momento en que se calentaron. En los mismos vinos no calentados y abandonados á sí propios, bien estuviesen turbios ó claros y en las botellas colocadas debajo, se produjo un depósito abundante de as- pecto enteramente diverso del de las botellas calentadas; y mientras que este se precipito por completo en el fondo, el otro permaneció ligero, movible y voluminoso. Examinado con el microscopio, se vió que lo formaba una mezcla de fer- mento alcohólico vivo, muy fácil de reconocer por su forma globulosa y casi trasparente y restos de glóbulos muertos; y además una materia colorante granujienta, de un color rojo pardo. El depósito de las botellas calentadas, sometido al mismo exámen, no deja ver más que restos de fermentos, que tienen la forma de materias redondas ó globulares y opacas. Estos restos se hallan teñidos por algo de materia roja, pero no he encontrado un solo glóbulo de fermento vivo. Decantados los dos depósitos y puestos en un frasco, su- cede que mientras que el que ha experimentado la acción del calor se vacia precipitadamente dejando ver clarificado el lí- quido en que sobrenada, el otro queda en suspensión en el mismo líquido, enturbiándolo; siendo probable que no se des- poje de él. He hecho los mismos experimentos con otros vinos muy cargados de color, de sabor lijeramenle azucarado ó generoso, y que están expuestos á enturbiarse agitándolos, y he obtenido siempre el mismo resultado, quedando el vino claro á la tem- peratura de 55 á 60 grados, y trasparente por completo. Estos vinos son particularmente los que necesitan enca- bezarse en proporciones más ó ménos considerables, bien para conservarlos, ó para trasportarlos y trasegarlos. Según hemos dicho, las botellas de vino que no se han calentado se ponen debajo, y las que están turbias no se cía- 289 rifican más que al cabo de 15 dias, produciendo un volumi- noso depósito de heces de color pardo, cuya naturaleza hemos indicado antes. Cuando se calientan en la botella con vino, este depósito no desaparece, y permanece en el fondo. El vino que se clarifica espontáneamente es ménos claro que el que se somete á la acción del calor. Decantándolo y agitándolo vivamente, está también expueslo á enturbiarse; pero en condiciones iguales no se enturbia el vino calentado. El mismo vino encabezado, es decir, añadiéndole alcohol de 86° á razón de 2 por 100 de su volumen, se despoja tam- bién de lodo ello en el espacio de 15 dias, produciendo un depósito voluminoso, casi semejante al del vino natural: el microscopio indica que este depósito se compone de fermento vivo y de restos de fermento, como el que se clarifica espontá- neamente. Al cabo de algunos meses ofrece el mismo aspecto observándolo con el microscopio, pero el depósito está ménos apretado y ménos voluminoso que en el vino sin encabezar. De un modo análogo he sometido á la acción del calor los mismos vinos turbios que tenian en suspensión un depósito nebuloso, y vinos blancos del año precedente ya secos y alte- rados por algo de depósito, deseando ver si quedarian claros en un tiempo más corlo que abandonándolos á sí mismos; pero nada de esto ha sucedido. Hace muchos meses que se verificó la operación, y el vino no ha quedado todavía enteramente clarificado. Me parece que es de interés hacer constar estos hechos, pues sirven para dejar establecido que en los vinos todavía dulces y generosos, dispuestos siempre á fermentar y que pecan generalmente por su falta de estabilidad, ha producido efectos favorables el calor de 55 á 60 grados. Inmediatamente les ha dado una estabilidad y fuerza de resistencia que no siempre se obtienen encabezándolos con una dosis de alcohol relativamente elevada; y el efecto del calor parece que debe ser definitivo, mientras que el del alcohol no lo es en reali- dad, de tal manera que no es preciso recurrir á él cuando se quiere de nuevo sacar el vino ó trasportarlo. Los vinos con los cuales he hecho estos ensayos, han ofrecido además un fenómeno que me parece digno de notarse, y es el de su clari- TOMO XVI. 19 290 ficacion inmediata cuando no tienen heces en suspensión. Efectivamente, los mismos vinos no calentados, no se clari- fican más que dando lugar á un depósito de materia organi- zada, insoluble en el vino cuando en seguida se eleva la tem- peratura, y esta materia ofrece en gran parte el aspecto del fermento alcohólico común. Ha habido por consiguiente tras- formacion, bien para convertirse en fermento, bien para des- componerse en productos de la fermentación de la materia orgánica que se halla en suspensión en el líquido en el tiempo que el fermento tarda en formarse. Mientras que el vino no estaba más que turbio y no ocasionaba ningún depósito, la materia en suspensión era susceptible de redisolverse. Por el contrario, á medida que caia en forma de depósito no la di- solvía la acción del calor, y se verificaba la trasformacion. Es este un hecho fisiológico particular, que se refiere á la ac- ción de trasformacion de los fermentos sobre las materias que entran en la composición del vino. Pudiera decirse que era el estado naciente de la trasformacion. Los experimentos de que se trata en esta noticia son de tal naturaleza, que me hacen creer ventajosa la aplicación de vuestro procedimiento. Al menos lo demuestran respecto de los vinos gruesos tintos y generosos cargados de color y de sustancias albuminoideas , que comprenden la mayor parle de los vinos del Mediodía, así como los vinos dulces de color. No se conocia para ellos otro medio de conservación que enca- bezarlos varias veces; pero en el dia podrá contarse además con la elevación de temperatura de 50 á 60°, según hemos indicado. A la vez se obtiene para el vino una clarificación inmediata y una estabilidad definitiva. Queda todavía sin resolver la cuestión de la manera de aplicar el calor á los vinos que no pueden embotellarse, pero la experiencia acabará por dar la razón de ello, si se demues- tran bien su utilidad y oportunidad. 291 QUIMICA INDUSTRIAL. Sobre la piedra artificial; por Mr. Ransome. (Les Mondes, 7 junio 1866.) El procedimiento consiste en mezclar primero con arena una corta cantidad de creta bien pulverizada. El silicato de cal que después se forma puede adquirir de este modo en su superficie la agregación necesaria para solidificarse espontá- neamente. La mezcla de arena y de cal se pone en una cubeta de las que se usan para moler colores, y sobre ella se echa sili- cato de sosa, de densidad de 1,700, en la proporción de 4‘/2 litros de silicato para 86 litros de arena y creta. En cuatro minutos queda la composición preparada para echarla en mol- des y hacerla lomar las formas que se quieran, las cuales conserva sin contraerse ni extenderse, ni experimentar nin- gún cambio. La arena se comprime con la mano en cajas de madera análogas á las que sirven para la fundición del hierro, y al salir el objeto del molde conserva su forma, y puede sufrir con precaución alguna manipulación. Se lleva en seguida al depósito que contiene una disolución concentrada de cloruro de calcio, que sirve para darle dureza: se pone en seguida en una rejilla encima del baño y se echa la disolución, que hace endurecer la piedra al cabo de algunos segundos. Por último, se la hace bajar al depósito, en el cual permanece por espacio de unas tres horas. La solidificación de toda la masa de piedra se verifica en seguida con mucha rapidez, penetrando la diso- lución hasta la parte interior, y el silicato de sosa produce en la masa una doble descomposición, que forma un cimento indestructible de silicato de cal. En la fábrica de Mr. Ransome, constituye la producción del silicato de sosa una parle no ménos principal de la fabri- cación de dicha piedra. Esta importante materia es una ver- m (ladera disolución de guijarros, que se prepara mejor por la via húmeda que por la via seca; pero no puede obtenerse el resultado apetecido haciendo hervir los pedernales á la pre- sión atmosférica, sino que Mr. Ransome ha descubierto hace algunos años, que hirviéndolos bajo una presión y por con- siguiente á una temperatura más elevada, cedían á la diso- lución sódica y se disolvían. Para ello se vale de un aparato que consiste en una caldera de alta presión, y una série de recipientes cilindricos horizontales ó digestores, construidos de modo que puedan experimentar la misma presión que la caldera. En el fondo de cada digestor se pone un serpentín de vapor, que se cubre con una placa agujereada ó una rejilla de hierro, sobre la cual se ponen apilados los pedernales. La caldera suministra el vapor á los concentradores, que están llenos ó casi llenos de una disolución de sosa cáustica en el agua, que tiene un peso específico de cerca de 1,200. Cuando la disolución ha terminado se separa el vidrio soluble, que se presenta en forma de una materia trasparente; pero imperfec- tamente líquida. Después se evapora hasta que adquiera la densidad de 1,700, con lo cual ya está en disposición de po- der servir, y en tal estado se ¿parece bastante á la melaza en todos conceptos, ménos en el sabor. Queda además algo de sal común, á saber, cerca de 3 por 100 de la masa total; siendo necesario privar á la piedra artificial de esta sal, por- que así no podría emplearse en la construcción. Esto se con- sigue fácilmente poniéndola en profundos fosos, en los cuales se la deja bajo la acción de un chorro de agua, después de lo cual está en disposición de poderse despachar. La rapidez con que esta piedra artificial puede fabricarse, forma un contraste chocante y singular con el tiempo que se requiere para pro- ducir los materiales comunes. En el primer caso bastan al- gunas horas para formar una masa enorme, y aun una peque- ña montaña, con un aparato conveniente; en el segundo se obtiene el resultado por medio del trabajo de los siglos. Efec- tivamente, con dificultad puede apreciarse el período inmenso que se ha necesitado para su formación. Mr. Ransome ha dado á su fabricación una extensión de tal naturaleza, que á cada momento puede satisfacer los mi- 293 llares de pedidos que se le hacen; tiene losas para las aceras y para las mesetas de las escaleras; piedras de afilar, y hojas . delgadas ó tejas para cubrir las casas. Así es que reciente- mente se ha obtenido un privilegio para la producción de los materiales en una forma conveniente, para la construcción de masas muy considerables, según lo exijen los puertos de mar, dragas, etc. También se ha empleado esta piedra para los tra- bajos del camino de hierro subterráneo ó Metropolitan rail- way, y los de Londres, Chatham y Dover. Una gran masa que figuraba en la exposición universal de 1862 y tenia 2m,44 por 100 de grueso, obtuvo una medalla de 1.a clase. En cuanto á la resistencia que ofrece esta piedra, puede formarse idea de ella sabiendo que puede servir, tanto para hacer manos de mortero como para piedras de un molino de aceite. Se ha comparado con la piedra de Portland, y los ex- perimentos han dado los resultados siguientes. Para la resis- tencia trasversal se tomó un pedazo de esta piedra de arga- masa, de 0m,457 de largo, 0m,0103 de sección, y se co- locó sobre dos apoyos á 0n\406 uno de otro. El peso que soportaba era de 2.625 kilogramos ó 9k, 281 por centímetro cuadrado, mientras que una barra semejante de la piedra de Porlland (oolita), sometida á la misma prueba, se rompió con una carga de 344 kil. , ó 2k,953 por centímetro cuadrado de la sección trasversal. La fuerza de cohesión de esta piedra arti- ficial es de 25k,3 por centímetro cuadrado, mientras que la de la piedra de Portland es 14k,l: las Balh y de Caen solo tienen la cohesión de 10k,5 por centímetro cuadrado. Una masa cúbica de 10 centímetros de lado ha resistido sin rom- perse una presión de 315 kilogramos. 294 FISICA . Sobre la radiación y absorción en sus relaciones con los colo- res de los cuerpos y su estado de agregación; por Mr. John Tyndall. Resumen de una lección dada en el Instituto Real. (Les Mondes, 12 abril 1866.) El hábil físico llama la atención en primer lugar sobre la conexión que existe entre los hechos sensibles de la natura- leza, y los procedimientos que son la causa inmediata de estos fenómenos, y los sentidos no pueden apreciar. Habla del pa- pel que juega la imaginación en la representación de los fe- nómenos que, aunque grandes en el conjunto de sus resulta- dos, más de lo que podría concebirse, son individualmente demasiado pequeños para que la observación pueda apreciar- los; y se fija en el éter luminoso que llena el espacio, como el ejemplo que más puede llamar la atención, entre los cono- cidos hasta el dia, del paso de los sentidos al dominio de la imaginación, conquistando todo un orden de ideas; declarando por último, que la existencia de este medio maravilloso se funda en pruebas por lo ménos tan fuertes como las que sir- ven de apoyo á la teoría de la gravitación. Deteniéndonos algunos momentos en las relaciones de este éter con los átomos y las moléculas que en él se hallan su- mergidas, explica, recurriendo á los fenómenos del sonido, la diferencia que existe entre los cuerpos buenos ó malos radia- dores del calórico. Un diapasón aislado que vibre absoluta- mente solo, comunica tan poco movimiento al aire circun- dante, que no puede oirse ya á una distancia poco considerable; y el mismo diapasón colocado dentro de una caja bien dis- puesta para que resuene, da un sonido que pueden oir á la vez millares de personas. El diapasón aislado es por consi- m guíenle un mal radiador, al paso que el que está combinado es buen radiador. La combinación del diapasón y de la caja respecto al sonido, es una representación sensible de la in- fluencia de la combinación química respecto al calor ra- diante. A consecuencia de la combinación, la fuerza de los átomos combinados como radiadores puede llegar á ser diez mil veces mayor. Tomando por ejemplo el vapor de agua, Mr. Tyndall asegura que 1 kilogramo de agua reducido á vapor en la cumbre de una alta montaña, calentado y en pre- sencia de un cielo despejado, emite por radiación nueve ó diez mil veces, y quizá veinte veces más calor hacia los espacios estelares, que enviarian aisladamente los gases consti luli vos del agua. Recuerda también la analogía muy conocida entre el tono de un sonido y el color de la luz. Proyectando un largo es- pectro sobre una pantalla blanca, descubre las relaciones existentes entre los diversos colores, y la velocidad de las vi- braciones etéreas. El espacio de color rojo al violeta com- prende un número infinito de períodos de vibraciones, que se hacen cada vez más cortas de una manera continua. Podría representárselas por un número infinito de diapasones que dieran sonidos cada vez más agudos, y se oyesen lodos á la vez. El espectro proyectado procedía de la luz eléctrica producida entre las puntas de carbón. Mr. Tyndall procura demostrar, que el espectro de las demás materias candentes no ofrece este carácter de continuidad absoluta. Proyecta sobre la pantalla la magnífica llama verde, producida por la volatilización de la plata en los polos de la lámpara eléctrica, y analizándola con el prisma, demuestra que su luz se compone de dos fajas verdes brillantes, que se diferencian poco una de otra por su refrangibilidad. Este nuevo caso se halla representado, no por un número infinito de diapasones, sino por dos diapasones de tonos muy poco diferentes. Y del mismo modo que en el caso del diapasón, el período de vibración es completamente deter- minado, también el período de vibración luminosa de los átomos del vapor de plata es un período fijo. No podemos hacer pa- sar este vapor á la condición de calor blanco, ni elevar su temperatura. Podemos aumentar el brillo de los rayos 296 particulares que emite, pero no hacerle emitir la variedad de rayos cuyo brillo deslumbrador produce la impresión del blanco. Semejante al vapor de la plata, el vapor de agua tiene también sus períodos definidos de vibraciones, y no son de las que pueden permitirnos hacer llegar este vapor, por elevada que sea la temperatura, hasta emitir rayos blancos. La llama del hidrógeno, por ejemplo, se halla formada de vapores acuosos calentados intensamente, y apénas es visible. Nos sería fácil poner el vapor de agua á una temperatura tan ele- vada, que un cuerpo sólido sumergido en este vapor adqui- riese un rojo brillante, mientras que el mismo vapor quedase enteramente oscuro. Añadamos que los dos poderes, de radia- ción y de absorción, caminan unidos, y que el cuerpo que no puede emitir ciertos rayos luminosos, tampoco puede absor- berlos. De esta manera, los rayos luminosos del sol atraviesan libremente el vapor acuoso de nuestra atmósfera, mientras que el mismo vapor es el obstáculo opuesto á la radiación de la tierra, que detiene el aflujo del calor terrestre, siempre dis- puesto á escaparse, y hace así que sea habitable nuestro pla- neta. Mr. Tyndall trata de hacer sensible esta fuerza de absor- ción electiva, por la acción mutua de dos diapasones que sue- nen del mismo modo. Montados ambos sobre dos sustentáculos resonantes, se hace vibrar uno de ellos: se aproxima entonces el diapasón silencioso al que resuena, y se deja cerca de él por algunos segundos. Las vibraciones del diapasón escitado se apagan en este caso, pero no deja de oirse el sonido, lo cual consiste en que el diapasón silencioso ha adquirido las vibraciones del que estaba próximo á él, y continúa vibrando cuando en aquel se ha apagado ya el sonido. Se hizo también el experimento dejando uno de los diapasones sobre su susten- táculo, desmontando el otro y haciéndolo vibrar fuertemente. Aislado de esta manera daba un sonido demasiado débil para que pudiesen percibirlo los circunstantes, pero aproximán- dole el diapasón montado, se oye un sonido suave que llena toda la habitación. Las vibraciones de uno de ios diapasones son trasmitidas por el aire y comunicadas al otro. Para que 297 se efectúe el trasporte, es necesario que ambos diapasones sean perfectamente unísonos: basta fijar á uno de ellos un pe- dazo de cera del tamaño de un guisante, para quitar á los diapasones la facultad de cambiar sus vibraciones. Así por consiguiente, un cuerpo resonante absorbe las vi- braciones de otro cuerpo resonante que también sea unísono, y por esto hallamos en acústica el equivalente del gran principio que en la óptica sirve de base para la análisis es- pectral, á saber: que los cuerpos absorben los rayos que son capaces de emitir por sí mismos. Así es que el vapor verde de la plata interpuesto en el trayecto de un rayo de luz blanca, absorberá los rayos verdes que puede emitir. Del mismo mo- do, el vapor candente del sodio, que por sí es amarillo, corta en cuadro la faja amarilla "del espectro, y lo mismo sucede con el vapor de agua. El período de sus vibraciones es sin- crónico con el de los rayos, ó mejor de las ondas emitidas por la tierra calentada, y de aquí el poder que tiene de intercep- tar sus ondas adquiriendo su movimiento. Pero el mismo período se halla en desacuerdo con las ondas luminosas emi- tidas por el Sol; y lié aquí por qué la luz atraviesa el vapor de agua en gran cantidad con una absorción que apénas se percibe. De esta incapacidad que los vapores acuosos tienen para absorber los rayos luminosos, participan todos los cuerpos que en realidad son trasparentes; y de hecho, los cuerpos son trasparentes en razón de su incapacidad para absorber los rayos luminosos. Además, los cuerpos trasparentes reducidos á polvo son siempre blancos, y los rayos luminosos no tienen acción sobre estos cuerpos. La luz del Sol, por ejemplo, no puede calentar al azúcar, ni la sal de cocina, ni la harina, ni un lienzo blanco, y tampoco puede derretir la nieve. Puede concentrarse el rayo luminoso más intenso sobre una super- ficie cubierta de gelatina blanca, sin fundirse una sola punta de estos cristales de yelo. Pero entonces, se preguntará ¿cómo un hermoso sol hace desaparecer la nieve de la cima de las montañas? Tres dias hermosos bastan para hacerla desapare- cer toda. ¿Pero cómo explicar esta desaparición si el claro de Sol no tiene fuerza para hacer fundir los cristales de nieve? m No son los rayos luminosos del sol los que hacen este oficio, sino un grupo de rayos que, aunque dolados de un poder ca- lorífico muy enérgico, no tienen ninguna luz. Por un proce- dimiento de trasmutación, estos rayos oscuros pueden con- vertirse en rayos luminosos; pero según vienen desde e! sol y llegan á la cima de las montañas, son completamente incapa- ces de producir la visión. Todo arroyo que surca los ventis- queros ó corre por el valle, es el producto directo de esta radiación invisible, y á ella deben aquellos su origen y su fusión, pues mientras que los rayos luminosos que caen sobre el Océano de los trópicos hacen penetrar sus aguas hasta gran- dísimas profundidades sin absorción considerable, los rayos oscuros absorbidos en grandísima parte cerca de la superficie, la calientan, y llegan á ser casi los únicos excitantes de la evaporación. Estos rayos invisibles del sol no dan única- mente origen á los rios de Suiza por la fusión del hielo, sino que son los que quitan al mar los materiales de estos rios, y los distribuyen en las cumbres heladas de las montañas. Reuniendo todos los rayos emitidos por una lampara eléc- trica poderosa, y concentrándolos en un pequeño foco de agua, alcohol ó éter colocados en este foco, hierven con mucha rapidez casi instantáneamente. Pero esta ebullición no es de- bida á los rayos luminosos, aunque su brillo sea muy deslum- brador y no pueda resistirlo la vista. Interponiendo entre el hacecillo concentrado una vasija de vidrio llena de agua des- tilada pura, apénas se disminuye su luz, pero llega á hacerse incapaz para hervir y aun para calentar el agua colocada en el foco. Si en el seno de este foco luminoso ponemos un pedazo de hielo, no se derretirá, aunque se encienda instantáneamente una madera ennegrecida puesta en su lugar; pero retirando la vasija con agua pura, el hielo se funde, porque los rayos oscuros anteriormente absorbidos por el agua de esta, lo son ahora por aquella. Hay líquidos cuyo punto de ebullición es muy bajo, por ejemplo, el bisulfuro de carbono, que colocados en el foco donde converje toda la radiación oscura y luminosa de la lámpara eléctrica no pueden hervir, y aun se calientan con dificultad. El agua exije para hervir una temperatura de 100°; el bisulfuro de carbono no exije más que 40; y sin em- 290 bargo, la primera hierve al cabo de un tiempo insuficiente para calentar el segundo. Proviene esto de que mientras el agua absorbe poderosamente los rayos caloríficos oscuros y deja pasar libremente los luminosos, el bisulfuro de car- bono es trasparente para estas dos clases de rayos, y no puede por consiguiente calentarse ni por unos ni por otros. Cuando decíamos antes que el azúcar no puede calentarse pol- la luz del sol, suponemos que se excluyan los rayos invisibles, pues si se hace convergir sobre el azúcar blanco la radiación completa del sol se inflama inmediatamente; no obstante que el agente de la combustión es la radiación oscura. Puede filtrarse la radiación total del sol, de modo que se separen casi completamente los rayos visibles de los invi- sibles. Hemos dicho que el bisulfuro de carbono es traspa- rente para las dos clases de rayos, y sucede, sin embargo, que el yodo, sustancia muy soluble en el bisulfuro de carbono, es muy trasparente para los únicos rayos invisibles. Una com- binación de estas dos sustancias, nos suministrará por consi- guiente un filtro ó tamiz de radiaciones, que dejará pasar li- bremente los rayos oscuros, mientras que detendrá en su paso á los luminosos. En el foco oscuro podremos hacer hervir el agua ó el alcohol, pero no calentar el bisulfuro ó bicloruro de carbono. También el bromo, á pesar de su volatilidad, queda expuesto á este mismo foco sin calentarse sensible- mente, y el azufre puede experimentar por mucho tiempo su acción sin entrar en ignición. El fósforo común, combustible tan vivo que se inflama solo con el contacto de los dedos, sufre por espacio de veinte ó treinta segundos la acción del calor radiante en el seno de un foco, en el que en una frac- ción de segundo se pone al calor blanco el platino platini- zado. Consiste en que el fósforo es trasparente en parte para el calor radiante ó los rayos oscuros. El yoduro rojo de mercurio esparcido sobre un papel y expuesto al foco, se decolora en el punto en que caen sobre él las imágenes invisibles de las puntas de carbón; pero á causa de la tras- parencia del yodo para el calor radiante, se necesita cierto tiempo de exposición para obtener una imagen termográfica de estas puntas. Esta sustancia roja absorbe mucho ménos 300 el calor radiante que el papel blanco, y por consecuencia es más fácil obtener por efecto de la combustión una imágen termogrática de las puntas de carbón, exponiendo á la radia- ción de la lámpara el dorso del papel en que se tiene esparcido el yoduro, que no la cara cubierta del mismo yo- duro. También con frecuencia es más fácil producir por com- bustión este termógrafo á través del papel, que decolorar el yoduro. Podría por consiguiente protegerse el papel blanco contra el calor radiante, cubriéndole con una sustancia pare- cida al yoduro de mercurio. Esto nos conduce naturalmente á los experimentos de Franklin, que consistían en colocar telas de diferentes colo- res encima de la nieve, y observar la profundidad á que se sumergían cuando estaban expuestos á los rayos directos del sol; de lo cual deducía, que cuanto más claro es el color de la tela, menor es su poder absorbente. Las generalizaciones que después se han fundado en estos experimentos, son falsas en su mayor parte. Los resultados obtenidos hace mucho tiempo respecto á la enorme influencia de la constitución química sobre el calor radiante, condujeron á Mr. Tyndall á comparar el yodo, ele» mentó simple, con el alumbre, que es combinación muy com- pleja: reduciendo para ello las dos sustancias á polvo, que re- sultó, uno de color oscuro y otro blanco. Expuesto á la radiación de diversos focos el polvo blanco, se manifiesta siempre como un poderoso absorbente. Compara también el polvo de color del fósforo amorfo con el polvo blanco del óxido de zinc hidratado, apareciendo este dolado de una gran fuerza absorbente. Comparados juntos de la mis- ma manera cuerpos del mismo color, manifestaron diferen- cias semejantes: por ejemplo, el óxido rojo de plomo contras- taba fuertemente con el yoduro rojo de mercurio por su gran fuerza de absorción. En la comparación entre el cloruro blanco de plata y el carbonato blanco de plomo, esta última sal fué el mejor absorbente. De esta manei*a se ha demostrado que, respecto á la absor- ción del calor radiante, el blanco le conduce algunas veces sobre el negro y el negro á veces sobre el blanco; que los 301 demás colores son igualmente caprichosos; y que tales capri- chos dependen evidentemente de la constitución química de las sustancias. Pero aquí, como siempre, la radiación y la absorción se dan la mano, y la sustancia que absorbe más, es al mismo tiempo la que radia con más abundancia este mismo calor. En el caso de la tela blanca de Franklin expuesta sobre la nieve á los rayos directos del sol, no hay razón alguna para que se sumerja en ella, sino, por el contrario, debe elevarse respecto de la nieve que le rodea, porque los rayos luminosos del sol son incapaces de calentarla hasta derretir la nieve, y cualquiera que sea el efeclo producido, será siempre de- bido á los rayos solares oscuros. En esta suposición, la nieve absorbe estos rayos con más facilidad que cualquiera otra sustancia; por consiguiente, la tela blanca que absorbe mé- nos que la nieve, resguarda de la acción del sol á la nieve que cubre, y á consecuencia de esta protección, debe quedar más elevada que la superficie que la rodea, como si fuera la meseta de una nevera. Pero aunque la tela no sea tan buen absorbente como la nieve, está sin embargo dotada de un gran poder de absorción, colocándose bajo este punto de vista después de la nieve. Y si, lo mismo que en el caso de valerse de una tela negra , añadimos á la absorción por ella de una gran parle de los rayos oscuros la absorción de la totalidad de los rayos luminosos por el color, la suma délas absorciones de ambas clases de rayos excederá á la absorción por la nieve de los únicos rayos oscuros. La tela negra deberá por consiguiente sumergirse en la nieve, y esta es la explicación del experimento de Franklin. CIENCIAS NATURALES. BOTANICA. Enumeración de las Criptógamas de España y Portugal; por D. Miguel Golmeiro, Catedrático del Jardin Botánico de Madrid. (Continuación.) P. vulgare L. EngL bot. 1149. Polypodium Lagun. p. 495, f. 1. Polypodium , Filipode Grisl. Polypodium 1 Quer. Polypodium polymorphum Villers , üab. España (Lagun., Salv.) y Portugal (Grisl., Vand.), en los muros y rocas sombrías de los terrilorios bajos y me- dianamente elevados de todas las provincias, llegando en las meridionales á la altura de 7000' (\Yk.) Fr. Marz., Ag. (V. V.) Cataluña (Salv., Palau): Cartuja de Montalegre (Salv.), Monserrat (Talbol, E. Bout., Colm.), valle de Aran (Villers), Monjuich (Arríete, Colm.), cercanías de Barcelona (Graells, Colm.) Aragón ( Asso, Palau): Rodanas, monte de Herrera, Mon- cayo, Sierra de Villarroya (Asso), Villarluengo (Xarne), mon tañas de Benasque y Caslanesa (Villers), Panticosa (H. Ruiz), Tarazona (Jubera). Navarra (Née, Wk.) 303 Prov. Vascongadas (Née, Lag., etc., Bory, Wk., Lge.): Bilbao (Lag., etc., Eguía, Olazab.), Orduña (Lag., etc.) Santander (Perojo, Salcedo): Bargas (Perojo), La Hermida (S. Fontecha), valle de Toranzo (S. Buiz) , Reinosa (Herb. Madr.) Asturias (Casal, Lag. Dur. Pastor): valle de Naviego so- bre Leilariegos, Cangas de Tineo (Dur.), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (Sarm. Quer, Pouit. Lag., etc., Bory, Lge.): Orense (Pourr.), Ferrol (L. Alonso) , Santiago, Pontevedra (Colín.), Tuy (R. Busl.) León (Lge.): Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Quer, Palau): Sierra de Hez en la Rioja (Pozo, Lag., etc.), San Ildefonso (Lag., etc.), Logroño (Exp. de Agr.) Castilla la Nueva (Quer, Palau): Pardo, Escorial (Quer, Cut.), El Paular (Quer, Lag., etc.), Alcarria (Palau), San Pa- blo de los Montes (Pouit.), Madrid (Colm.), Sierra de Gua- darrama (Cut.) Valencia (Cav., Lag.): altos de Albaida, cima del monte Ayora, Valldigna, Vailivana (Cav.), Morella, Bocairenle, Onle- nienle (Lag., etc.), Titaguas (Clem.), Chodos, Bejís, Yillanueva, Navajas (J. Vilan.) Murcia (Lag.) Andalucía (Talbot, G. de la Leña): Gibrallar (Talbol, Kel.), Málaga (G. de la Leña, Haens. Prolong.), Carratraca (Haens.), Alcalá de los Gazules (Clem., Cabr.), Lanjaron (Clem., Lag.), Sierra-Morena, Capileira, Cortes, Benaocaz, Cabo de Gata en el Mochuelo, Lubrin, Velez-Rubio, Puerto del Rejón, Algeciras, Puerto de Santa María (Clem.), Sierra- Nevada (Clem., Boiss., L. Seoane), Córdoba en la cuesta de Trasierra, riscos de Guadanuno (H. de Greg.), Sierra de Córdoba (Colm.) Extremadura (Colm.) Portugal (Grisl., Yand., Brot., Figueir.): Caldas da Rainha (S. Brand.), Coimbra (D. Bapt.) Baleares: Mallorca (Serra, Camb.), Menorca (Ramis). Var. p. serratum W. Barr . ic. 38. Polypodium cambricum Kze. Chl. non Desv. Sierra de Palma, Algeciras, San Roque, 304 Vejer (Wk.), San Sebastian en la Mota (Fée), Santiago de Galicia (Texid.) Var. y. grandifrons Lge. Barr. ic. 1110. Polypodium mar- gínale Lag.? Asturias (Lag.), Bilbao (Lge.) Nombr. vulg. Cast. Polipodio (R. de Tud., F. de Sepulv., Lagun., Quer, Palau), Filipodio (F. de Sepulv., A. Lus.), Perlepollo (S. de Rib.), Puli-puli (Haens.), Polipodio común (M. Jimen.), Helécho común (Gut.) Port. Filipode (Grisl., Brot.), Polipodio (Vand., Brot.), Polypodio (Mont., Brot.), Filipodio (Vand.), Felipodio (Brot.), Polypodio vulgar (Fi- gueir.) Gall. Fenteira, Candorca? Veitora? (Sarm.) fatal. Po- lipodi (Oliveres). Val. Polipodi comú, Polipodi (Cav.) Balear. Polipodi (Ramis), Polipoli (Trias). Vasc. Charranguea, Ga- roisca (Larram.) Woodsia. W. hyperborea R. Br. Polypodium hyperboreum Wahlbg. Engl. bot. t. 2023. P. ilvense, Vül. P. arvonicum Sm. Acrostichum ilvense Huds. Ceterach alpinum DC. Hab. España (Lap. , Duf.) en las rocas de los Altos Pirineos de Cataluña y Aragón, y acaso también en algunas de las montañas centrales (Lag.) Fr. Jul., Ag. (v. s.) Cataluña (Lap.): valle de Aran cerca de Viella (Lap.) Aragón (Duf.): Maladeta (Duf.) Castilla la Vieja? (Lag.): San Ildefonso? (Lag.) Cheilanthes. Ch. o dora Sw. Dryopteris secunda lusitana Grisl? Filicula ramosa lusitanica, pinnulis ad Ceterach accedentibus . Tournef. Inst. 542. Filicula VI Quer. Ch. suaveolens Sw. Polypodium fragrans Desf. Atl. t. 257. Pteris fragrans Lag. Garc. Clem. Acrostichum fragüe Pourr. Adianthum pusillum All. A. cethiopicum Cav. non L. Spr. A. odorum et A. fra- grans DC. Hab. España (Salv., Quer, Lag., etc., Bory) y Portugal (Grisl., Tournef., Salv,, Welw.) en las hendiduras de las rocas 305 sombrías de las montañas de varias provincias, llegando en las meridionales á la altura de 3500f (Clem., Boiss.) Fr. Abr., Jun. (v. v.) Galicia (Quer, Pourr., Bory): Orense (Pourr.) León (Lge.): Yillafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Nueva (Cul.): Builrago (Cut.) falencia (Cav., Lag., etc., Duf.): Fuente de Bel lús (Cav., Lag., etc ), San Felipe (Duf.) Murcia (Lge.): Fuensanta (Lge.) Andalucía (Lag., Clem., Bory): Sierra-Morena, Jaén (Lag., Clem., Lge.), Santa Olalla (Bory), Marbella (Clem., C.Bout.), Sierra de Lujar, Benahavis, Benalmadena, Benaocaz, monte Javalcol, Puerto de Jubiléis, Alpandeire, Cortes, Cabo de Gata en el monte del Fraile, La Contraviesa, Puerto del Re- jón, Sierra-Nevada (Clem.), Serranía de Ronda (Clem., Boiss., Wk.), Carralraca (Haens.), Sierra de Mijas sobre Albaurin, Sierra de Tejeda sobre Canillas (Boiss., Wk.), Guadalcanal (Wk.), Gibrallar (KeL), Sierra de Córdoba (Colm.), Sierra Elvira, Sierra de Alfacar, Guejar, Málaga (Lge.) Extremadura (Salv., Pourr., Bourg.): Medellin (Salv. Pourr.), Plasencia (Bourg.) Portugal (Grisl., Tournef. Salv., Welw.): Belém (Salv., Pourr.) Ch. hispánica Mett. Hab. España meridional (Schousboe). Fr (n. v.) Adianthum. A. Capillus-veneris L. Engl . bot. t . 1564. Ádian- thum álbum sive Capillas veneris , Avenga Grisl. Adianthum I Quer , t. XXII. Ilab. España (Eslev., Salv., Breyn., Casal, Sarm., Quer) y Portugal (Grisl., Yand.) en los sitios sombríos y húmedos de todas las provincias, llegando en las meridionales á la altura de 4000' (Wk.). Fr. May., Ag. (v. v.) Cataluña (Sal v.) : Monserrat (E. BouL), Monjuich (Arriele). Barcelona (Graells, Colm.), Mataró (Salvañá), Tarragona (Fée). TOMO XVI. 20 306 Aragón (Asso , Duf.): Zaragoza, Híjar (Asso), Tarazona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana (Loscos), Alhama (Bermud). Navarra (Née, Lag., etc.) Prov. Vascongadas (Bowles, Eguía, Lge., Wk.): Elizondo (Bowles), Bilbao (Eguía, Lge.), San Sebastian (Lge., Fée). Santander (Salcedo, Lge.): La Hermida (S. Fontecha), Valle de Toranzo (B. de Salazar, S. Buiz). Asturias (Casal, Lag., Dur. Pastor): Gijon (Dur.), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (Sarm., Lag,, etc., Colm.): Ferrol (L. Alonso), Coruña (Lge.) León (Exp. de Agr.) Castilla la Vieja (Nipho, Larruga): Burgos (Nipho, Lar- ruga), Avila (Larruga), Siones en Mena (Salcedo), Logroño (M. Jimen.) Castilla la Nueva (Larruga, G. Ort.): Mancha (Larruga), Trillo (G. Ort., C. Bout.), Sierra de Cuenca y Betela (For- ner), Bibas (Lag., etc.), Madrid (Colm.), Navalcarnero (Ne- gro). Valencia (Estev., Breyn, Cav., Lag., etc.): Altea (Breyn.) altos de Albaida, cima del monte de Ayora, Murviedro, Já- tiva, Sueca, Valldigna, Enguera (Cav.), Titaguas (Clem.), Castellón (J. Vilan.) Murcia (Lag. Lge.) Andalucía (Talbot, G. de la Leña, Ayuda): Gibraltar (Tal- bot, Kel.), Málaga (G. de la Leña, Clem., Prolong., Lge.), Baños de Graena y Baños de Alicun en Guadix, Fuente de Paterna en las Alpujarras, Baños de Casares en Málaga (Ayu- da), Sierra-Nevada (Thalack. Lge.) Jaén (Lag., Blanco), Granada (Lag., Clem., Bambur, L. Seoane), Córdoba (H. de Greg.), Sevilla (Santos, Colm., Lge.), Carratraca (Haens.), Antequera, Ubrique, los Puertos, Jerez de la Frontera, Conil, Castril, Cabo de Gata (Clem.), Lanjaron (Clem., Medina). Extremadura (Colm.) Portugal (Grisl., Vand., Brot.): Caldas da Bainha (S. Brand.), Coimbra (D. Bapt.) Baleares (Camb.)-' Menorca (Serra, Bamis, Oleo). 307 Nombr. vulg. Casi. Culantro de pozo (R. de Tud.), Culan- trillo de pozo (Nebí*., F. de Sepulv., Estev., Lagun., Mártras, Quer, Palau, Cav.), Yerba brenca (Villa), Brenca (S. de Rib.), Culantrillo (Clem., Hsens.), Culantrillo ó Arañuela (Boiss, Kel.) , Capilera (Bassagaña). Port. Avenca, Coentro de pozo (A. Lus. Mártras), Avenca (Grisl., Mont., Yand., Brot.), Cabellos de Venus (Mont.), Avenca ordinaria (Brot., Figueir.), Capiller, Capillaria, Adianto (Brot.) Gall. Coanlrillo, Cuan- trillo, Cuantrillo de pozo, Colandriño (Sobreira), Calal. Falsia (Lagun., Palm.) , Capillera (Bassagaña) , Capilera (Costa). Val. Falsia (Gil, Clem.), Falsia de pous (Cav.) Balear. Falzia (Ramis), Valsia vera (Trias), Valsia, herba (Weyl.), Fausia (Costa). Vasc. Charranguilla, Garoisca (Larram.) Allosurus. A. crispus Brnhd. Filias elegans 1 el 11 Grisl. Osmunda crispa L. Pteris crispa All. Engl. bol. t. 1160. Onoclea crispa Hoffm. Acrostichum crispum Vill. Hab. España (Barn. padr. Palau) y Portugal (Grisl. Welw.) en las hendiduras de las rocas sombrías de los Pirineos y de- más montañas, á la altura de 4000-6500' en las centrales, (Wk.) y en las meridionales á la de 7000-9500' (Boiss. Wk.) Fr. Jun., Ag. (v. v.) Cataluña (Barn. padr., Palau): Pirineos (Barn. padr., Pa- lau), valle de Aran (Villers), Clot del Infern y Puerto de Viella (Costa). Aragón (Villers) : montañas de Benasque y Castanesa (Villers), Puerto de Benasque, Peña-Blanca y Maladeta (Zelt., Costa), Moncayo (Calavia). Asturias (Dur .): Pico de Arvas (Dur., Bourg.), Pico de Canellas (Dur.) Castilla la Vieja (Cav., Lag., C. Bou t.): San Ildefonso (Cav., Lag.), alturas de la Sierra de Guadarrama (Lag., Colm., Wk., Lge.), Cebollera (C. Bout.), Pinar de Segovia, laguna de Peñalara (Wk.) Castilla la Nueva (Cav., Colm., Wk., Lge.): El Paular (Cav.), Puerto Reventón (Colm.), Puerto de la Marcuera, valle 308 de Lozoya (Wk.), cerro de las Aguilas sobre Navacerrada (Lge.) Andalucía (Bory, Boiss, Wk., Colm.): Sierra-Nevada sobre los Borreguiles (Bory, Boiss.), Picacho de Veleta, cascadas de Dilar (Bory, Clem.), Sierra-Nevada (Wk., Bourg.), escalerilla del Corral de Veleta, Cazalla (Colm.) Extremadura (Lag., etc.): Sierra próxima á Trujillo (Lag., etc.), Sierra de Majareina cerca de Plasencia [(Bourg.) Portugal (Gris!., Welw.) Pteris. P. aquilina L. Engl. bol. t. 1679. Filix fvemina, Feto Grisl. Filix II et IV. Quer. Hab. España (Lagun., Quer) y Portugal (Grisl., Vand.) en las montañas de casi todas las provincias, y abundante- mente en las septentrionales, hallándose en las meridiona- les á la altura de 3000-6000r (Boiss.) Fr. Jui., Set. (v. v.) Cataluña (Sal v. , E. Bout.): San Gerónimo cerca de Bar- celona (Salv.), Monserrat (E. Bout.), Mataró (Salvañá). Aragón (Asso): pinar de Losilla cerca de Albarracin (Asso), Tarazona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo). Navarra (Bowles): Burguete (Bowles). Prov. Vascongadas (Bowles, Eguía, Wk., Mieg., Lge.): montes de Añon (Bowles). Santander (Salcedo): Vega de Pas (Salcedo). Asturias (Salgado, Pastor): Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (Pastor, L. P. Ming.) Galicia (Sarrn., Pourr., Colm., Lge.): Orense (Pourr.), Santiago, Rubianes (Colm.), Tuy (R. Bustillo). León (Lge.): Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Loeffl., Nipho, Larruga, Lge.): Burgos (Nipho, Larruga), San Ildefonso (Cav.) Castilla la Nueva (F. Nav., Loeffl. Bowles): Guadarrama, Escorial (F. Nav., Bowles), cercanías de Madrid (Palau, P. de Escob.), El Paular (Cav.), Guadalajara (Larruga), Casa de Campo (Cut., Amo), Navalcarnero (Negro), Sierra-Morena. (Lge.) 309 Valencia (Cav., Lag.): Alchilet, cerros de Marchuquera, y Barig cerca de Yalldigna, La Murta (Cav.), Benasal, Villa* franca, Benifazá (J. Vilan.) Andalucía (Lag., Clem., Bory): Jerez de la Frontera (Clem., Lag.), Alcalá de los Gazules (Clem., Cabr.), Juscar, Granada, Sierra-Nevada, Trevelez, Portugos, Jerez del Marquesado, Dilar, Huetor, Berja, Dalias, Conil, Trafalgar, Tarifa, Alge- ciras, Cuesta de la Cabreda (Clem.)., Málaga (Prolong.), Serra- nía de Ronda sobre Igualeja, Sierra-Nevada en la Cartujuela (Boiss.), Jaén (Blanco), Cazalla (Colín.) Portugal (Grisl., Vand., Brot., Figueir.): Oporto (Loefíl.), Coimbra (D. Bapt.) Baleares (Serra, Camb.): Menorca (Ramis, Oleo). Var. p Pteris pandur i for mis Pourr. Orense (Pourr.) Var. y Pteris caudata Schk. non L. Nombr. vulg. Cast. Helécho hembra (Lagun., Jarav., Quer), Helécho, Jelecho (Clem.) Port . Feto (Vand.), Feto femea (Mont., Brot., Figueir.), Feito, Fento, Feto ordinario, Feto femea das boticas (Brot.) Gall. Fenta, Fento femia (Sarm.), Felechina en el Vierzo (Sarm.), Felga, Fento, Fieito (Sobreira). Catad. Falguera (Lagun.), Falguera femella (Oli- veres), Foguera, Fuguera (Costa). Val. Herba faíaguera (Cav., Lag.), Faíaguera aguilera (Cav.) Balear. Falguera (Serra, Ramis). Vasc. Garoá, íñastorra, Iratzea. (Larram.) P. Heredia Olera,, Flor. bsst. ined. Foliis sub- tripinnatis, foliolis subpinnatifidis, oblongis, stipite et petiolis canaliculalis, stipite basi tantum piloso paleaceo. Clem. loe. cit. Hab. España (Heredia) en Aznalcollar, territorio de la provincia de Sevilla (Heredia). Fr (n. v.) P. arguta Vahl. P. incompleta Cav. Hab. España en Galicia? (Wk.) y Portugal (Valorado, Welw.) en la Serra de Cintra (Welw.) Fr (n. v.) P. palustris Poir. Filix lusilanica non ramosa , pa- lustre, Lonchitidis folio Tournef. Inst. 537, t. 313. Filix Vil Quer. Hab. España (Quer) y Portugal (Tournef.) en terrenos arenosos y sombríos de las provincias occidentales. Fr (n. v.) 310 Galicia (Quer): Lugo, Tuv, fronteras de Portugal (Quer). Portugal (Tournef.) P. ensifolia Sw. Polypodium minus acutioribus foliis J cordubense Bocc. Mus. 2, t. 46. Polypodium majus acutioribus foliis cordubense Barr. ic. lili (quoad radicem falsa). Pteris lanceolata Desf. non L. P. longifolia Guss. Ten . et L.? P. vittata W. non L. P. crética Pourr. Prolong. et alior. non L. Hab. España (Barr., Née, Clem.) en los sitios húmedos, fuentes y acueductos de las provincias meridionales á la al- tura de 800-2000' (Boiss). Fr. Abr., Nov. (v. v.) Andalucía (Barr., Née, Clem.): Córdoba (Barr.), cercanías de Sevilla (Palau in Cav. herb.), Campo de Gibraltar, Sierra- Bermeja, Estepona (Née), Marbella, Motril (Clem., Lag.), Nerja, Velez-Málaga (Clem., Boiss.) Almuñecar, Velezillo, Yelez de Benaudalla, Benalmadena, Sierra de Tolox, Pinos, Sierra-Nevada, Dalias, Cabo de Gala, cuesta de la Cebada (Clem.), Málaga (Clem., Boiss., Prolong.), Churriana (Bory, Boiss.), Alhaurin, Yunquera (Boiss.) Sierra de Mijas cerca de Benalmadena (Wk.), Cazalla, Alcalá de Guadaira (Colm.), Sierra de Gador, cerca de Huesica (Bourg.) Nombr. vulg. Cast. Polipodio ó Filipodio cordobés (F. Nav.) Blechnum. B. Spicant Rth» Polypodium II Quer. Osmunda Spi- cant L. Onoclea Spicant Hoffm. Blechnum boreale Sw. Engl. bot. t. 1159. Lomaría borealis Sw. Acrostichum nemorale Larn. A. Spicant Brot. Asplenium Spicant Brnhd. Hab. España (Quer, Palau) y Portugal (Salv., Brot.) en los sitios húmedos y sombríos de las provincias septentrionales principalmente, y en las montañas centrales, como también en las meridionales á la altura de 500-1 ()00r (Wk.) Fr. Jun., Ag. (v. v.) Cataluña (Palau, E. Bout.): Pirineos (Palau), Monserrat (E. Bout.), valle de Aran (Isern), Peguera y Fuñana (Grau). Aragón (Zett.): Puerto de Benasque al pié (Zell.) 311 Navarra (Née): Espinal, Naval, Hurguete, Roncesvalles, Irati (Née). Prov. Vascongadas (Eguia, Wk.) Santander (Palau, G. Camal.): bosques deLiebana (Palau), Reinosa (G. Camal.), Santander (Salcedo, Lag., etc.) Asturias (Quer, Lag., Bory, Dur.): Grado y Sierras veci- nas, Cangas de Tineo (Dur.), Avilés (Carreño), Oviedo (L. P- Ming.) Galicia (Quer, Cav., Bory): Santiago (Cav., Lag., Colm., Lge.), Rubianes, Vigo (Colm.), Pontevedra, Lugo (Colm., Lge.) León (Lge.): villa de Palos en el Yierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Lag., etc.): San Ildefonso (Lag., etc.), Valsain (Cut.) Castilla la Nueva (Quer, Lag., etc.): Bustar viejo (Quer), El Paular (Quer, Lag., etc.), Lumbreras (C. Bout.), San Pa- blo de los Montes (Pourr.), Guadarrama (Colm., Lge.), Somo- sierra (Isern). Andalucía (Wk.): Sierra de Palma cerca de Algeciras (Wk.), Sierra de Andévalo (Colm.) Portugal (Salv., Pourr., Brot.): Serra de Cintra (Brot.), Bussaco (Gomes, Beirao). Baleares (Bar celó). Nombr. vulg. Cast. Lonchite ó Lonquite (Quer). Gall. Fenla (Lge.) Seolopendrium. S. officinale Sm. Engl. bot. t. lloO. Phyllitis vul- garis et Phyllitis laciniato folio Clus. Phyllitis sive Lingua cervina Grisl. et Phyllitis multifido folio Grisl. Lingua cervina I et II Cmultifido folioj Quer. Asplenium Seolopendrium L . Seolopendrium Lingua Cav. Seolopendrium Phyllitis Rth. Hab. España (Clus., Salv., Casal, Sarm.) y Portugal (Grisl., Yand.) en los muros, rocas, cuevas y otros sitios som- bríos y húmedos de las provincias septentrionales principal mente, y en las montañas de diversas provincias centrales y meridionales. Fr. May., Set. (v. y.) 312 Cataluña (Salv., Palau): Monserrat (Salv., E. Bout.), Pirineos (Quer), valle de Aran (Yillers), valle de Bolii (ísern), Mataré (Salvañá). Aragón (As'so, Palau): cercanías del monasterio de Piedra (Asso), montañas de Benasque y Castanesa (Yillers), Tarazona (Jubera), Chiprana (Loscos). Navarra (Née): Irati (Née), Espinal (Lag., etc.) Prov. Vascongadas (Glus. , Quer, Cav.): Bilbao (Lag. etc., Eguía, Olazab.), Irun, caverna del Pico de Sarantes, cerca de Bilbao (Wk.), San Sebastian (Fée). Santander (G. Camal, Perojo, Salcedo): Reinosa (G. Camal.), Bargas (Perojo), monte Carrales cerca de Reinosa (Salcedo), Liébana (Lag., etc.), valle de Toranzo (S. Ruiz). Asturias (Casal, Quer): Avilés (Carreño), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (Pastor, L. P. Ming.) Galicia (Sarm., Quer): cercanías de Gallegos (Quer), Con- vento de Osero y Santiago (Lag., etc.), Ferrol (L. Alonso, Lge.), Santiago, Rubianes (Colm.), Tuy (R. Bustillo), Seijo, Puentedeume, Doncos (Lge.) León (Lag., etc,): Buron (Lag., etc.) Castilla la Vieja (Nipho, Larruga): Burgos (Nipho, Lar- ruga). Castilla la Nueva (Quer, L. de Anaya): cercanías de Ma- drid en algunos pozos (Quer), Señorío de Molina (L. de Anaya), San Pablo de los Montes (Pourr.), Sierra-Morena (Bory). Valencia (Cav.): montes de Ailana, Benifazá (Cav.), Tila- guas (Clem.) Andalucía (Nipho, Talbot, G. de la Leña): Antequera (Nipho), Gibraltar (Talbot), Málaga (G. de la Leña), Constan- tina (Bory), inmediaciones del rio Mulahacen, montes del Pi- nar, cercanías del rio Castril, Sorbas, Yelez- Rubio, Portu- gos, Sierra de Castril, Puerto de Santa María (Clem.), Lan- jaron (Clem., Medina), Serranía de Ronda en Benamahoma (Haens.), Cazalla (Colm.) Extremadura (Lag. etc.): Vera de Plasencia hácia Torna- vaca (Lag., etc.) Portugal (Grisl,, Vand., Brot.): Cintra (Gomes, Beirao). 313 Baleares: Mallorca (Serra), Menorca (Ramis, Oleo). Nombr. vulg. Casi. Escolopendria (R. de Tud.), Lengua de ciervo (R. de Tud. Quer, G. de la Leña, Cav.), Lengua cerval (F. de Sepulv.), Lengua cervina (Estev., A.Lus., La- gun., F. Nav. Lag.), Culantrillo real de los Pirineos, Hierba del músico (F. Nav.), Lengua de ciervo recortada, la que lo está (Quer.), Lengua de ciervo vizcaína, la anterior (F. Nav.) Port . Lingua cervina (Vand., Mont. , Rrol.), Douradinha (Moni.), Doiradinha (Rrol.), Escolopendria vulgar (Figueir.). Gall. Cerviña, Cerveriña, Cerbúa, Cervúa, Lengua de cervo, Herba dos escaldados (Sarm.) Catal. Melsera (Lagun), Llengua de cervo ó cervina, Herba melsera (Oliveres), Llengua de ciervo (Bassagaña). Val. Llengua de cervo, Llengua cervina (Cav.) Balear. Melsera (Serra), Llengua de cerv (Ramis.) S. Hemionitis Lag. Garc. Clem. Anal t. 41, f. 2 et Sw. Ileqiionitis vera Clus . Hist. CCXIV , f. I. Hemionitis Grisl Hemionitis I Quer. Asplenium Hemionitis L. non Brot. Asplenium hastatum et A. peregrinum Pourr. Scolopendriwn Hemionitis Cav., S. sagittatum DC. Hab. España (Lagun., Salv., Quer.) y Portugal (Grisl. Vand., Salv.), en las hendiduras de las rocas sombrías, y en las cuevas de las provincias orientales y otras, inclusas las meridionales, escaseando en ellas. Fr. Abr. May. (v. s.) Cataluña (Salv., Quer.): cercanías de Barcelona (Salv., Quer ), Gerona (Salv., Pourr.), Pirineos, Monseny (Quer., Palau), Monserrat (E. Bout.), Prats de Rey en algunos pozos, (Piiigg.) Aragón (Quer, Asso)- montes de Jaca (Quer), Pirineos (Asso). Asturias (Quer, Palau). Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). Valencia (Clem.): Biar (Clem.) Andalucía (Palau, Cav., Lag., etc.): Gibraltar, en la cueva de San Miguel (Clem., Boiss., Kel.), Tarifa, Granada en algunos pozos (Clem.), Cazalla (Colm.) Extremadura (Palau): Monasterio deYuste (Palau). Portugal (Grisl., Vand., Salv.) Baleares : Mallorca (Serra) en Lluch y Esporlas (Camb.j, 314 Menorca (Salv., Ramis, Hern., Oleo) en Mahon (Salv., Pourr.) Nomb.vulg. Cast. Hemionite (Lagun.), Lengua de ciervo (Jarav.) Cuchilla de archero, Cuchilla del Pirineo (f. Nav.), Mularia (Quer, Palau), Port. Douradinha (Yand.) Hemioniles (S. de Rib.) CataL Melsera (Palm.) Asplenium. A. palmatum Lam. Pluk. Phyt . t. 287, f. 4. Schk. Fil. t. 66. Hemionitis lusitanica hederaceo, anguloso folio Mo- rís. Hemionilis lusitanica elegantior Tournef. lnst. 546. Asplenium lusitanicum Pourr. A. Hemionitis Brot. non L. Hab. España (Lam., Cav.) y Portugal (Brot., Pourr., Bory), en sitios pedregosos y sombríos de las provincias meridio- nales. Fr. Jun., Ag. (v. s.) Andalucía (Cav.í Lag., Clem., Bory, Boiss.) Portugal (Brot., Pourr., Bory): Cintra (Brot.) A. marinum L. Engl. bot. t. 392. Filicula V. Quer. Hab. España (Salv., Quer, Bory, Dur.) y Portugal (Valora- do, Welw.) en las rocas marítimas de las provincias septen- trionales. Fr. May. Set. (v. v.) Cataluña (Texid.): Cadaqués (Texid.) Provincias Vascongadas (Lge., Fée): San Sebastian (Lge., Fée). Asturias (Dur., L. P. Ming.): Gijon (Dur.) Galicia (Quer, Bory, Lge.): peñascos que dan al mar dé Bayona (Quer), Ferrol (Bory), Doñinos, Puentedeume, Coru- üa (Lge.) Portugal (Valorado, Welw.), Serra de Cintra (Valorado, Welw.) Baleares: Menorca en Mahon, sitio llamado Calapedrera (Salv., Pourr.) Var. p. minus Colm. Asplenium coriaceum Pourr. Vigo (Pourr.) A. Trichomanes L. Engl. bol. t. 576. Trichomanes Avengao Grisl. Trichomanes 1 Quer. Asplenium trichoma- noides Cav. 315 Hab. España (Lagun., F. Nav., Salv.) y Portugal (Grisl., Vand.) en las hendiduras de las rocas sombrías, y en los mu- ros de las montañas de casi todas las provincias, y con ménos frecuencia en las meridionales á la altura de 3000-7000' (Clem., Boiss., Wk.) Fr. Abr., Set. (v. v.) Cataluña (Salv., Palau, Colm.): monte de San Gerónimo del valle de Hebron (Salv.), Monserrat (Salv., Pourr., E. Bout.), Monjuich (Arríete, Graells), Caldas de Mombuy (Lag.), Cerdaña (Isern), Monserrat hacia San Juan (Bassagaña). Aragón (Asso, Quer, Palau): Moncayo, Tolocha, monte de Herrera, Rodarías (Asso, Quer), Villarluengo (Xarne), Tara- zona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana (Lós- eos). Navarra (Née): Burguete (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Bory, Wk.): Bilbao, Sopuerta, Orozco, Irun (Wk.) Santander (G. Camal., Salcedo): Reinosa (G. Camal.) va- lle de Toranzo (S. Ruiz), Santander (Lge.) Asturias (Lag., Dur., Carreño): Grado (Dur.), Avilés (Car- reño), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (Sarm., Colm., Lge.): Santiago, Rubianes (Colm.) León (Lag., J. Rodr., Lge.): Ponferrada (J. Rodr.), Villa- franca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (F. Nav., Nipho, Larruga): San Ildefonso (F. Nav., Alea), Burgos (Nipho, Larruga), Villarcavo (Sal- cedo), Rioja (Lag., etc.), Torme (Pereda), Encinillas (Lge.), Torrecilla de Cameros (Zubia). Castilla la Nueva (Quer, G. Ort.): convento de San Anto- nio de la Cabrera, terreno de Guadalix, El Paular, Vacia-Ma- drid (Quer), Trillo (G. Ort.), Miraflores de la Sierra (Palau), Escorial (Cav.), San Pablo de los Montes (Pourr.), Sierra de Guadarrama (Lge., etc., Cut.), Valdemorillo (Cut.) Valencia (Cav., Lag., etc.): Vistabella (Cav., Lag., etc.), Valldigna (Cav.), La Murta, Ayora (Lag., etc.), Tilaguas (Clem.) Murcia (Cánovas): Lorca (Cánovas). Andalucía (H. de Greg., Cabrera): Córdoba (H. de Greg.), Alcalá de los Gazules (Cabr., Clem.), Gibraltar (Pourr., Kel.), 316 Algeciras, Málaga, Talla de Pitres, riberas del Genil, Sierra de María, Castril, Lanjaron, Corles, Grazalema, cerro de San Cristóbal, Benaocaz, Ubrique (Clem.), Sierra de Mijas (Clem., Boiss.), Sierra-Bermeja (Boiss.), Cazalla y Sierra de Andevalo (Colm.), Sierra-Nevada (Lge.), Pinos de Genil (L. Seoane), Puerto del Viento en la Serranía de Ronda (Bourg.) Extremadura (Colm.) Portugal (Grisl. Vand.): Caldas da Rainha (S. Brand.), Coimbra (Brot., Figueir.) Baleares: Mallorca (Serra, Camb.) Var. p majus Wk. Monte Javalcol en Zujar (Clem.), Sierra de Mijas, Sierra de Yunquera á la altura de 1000-2500' (Wk.), Sierra de Chiva á la altura de 4000' (Wk.) Var. y incisum Colm. Asplenium teucrifolium Pourr . Tournef. Inst. t. 315, f. 1, c. Pluk. Phyt. t. 73, f . 6. Mallorca (Pourr.) Nombr . vulg. Cast . Politrico (A. Lus., Quer), Trichoma nes ó Tricomanes (Lagun., Jarav.) JPulilrice (D. de San José), Poly trique (F. de Sepulv., ex F. Nav.), Culantrillo menudo, Hoja mosaica (F. Nav.), Culantrillo bastardo (S. de llib.) Port. Avencáo (Grisl., Vand. Brot.), Avencaon (Vigier), Avencam (Mont.), Pol y trico bastardo (Brot.), Poly tricho das boticas (Brot., Figueir), Trichomane (Brot.) Cali Coandro (Sarm.) Catal. Falsía, abusivamente (Costa), Falsía roja (Bas- sagaña), Val. Falsía, abusivamente (Wk.) (Se continuará.) 317 VARIEDADES. Algodon-pólvora inalterable. En la Revista de química se citan algunas investigaciones de Mr. Blondeau acerca del algodon-pólvora al- terado, las cuales ha continuado este químico; habiendo llegado en el dia, al cabo de sus trabajos, á observar algunos hechos importantes. Se trata de utilizar esta sustancia de tan enérgicas propiedades ex- plosivas; pero su poca estabilidad hace temer su uso, pues siendo difícil de conservar, se producen reacciones durante su descomposición, que elevando la temperatura déla masa suelen producir la explosión. Combinando con el amoniaco el piroxilo común, que según las inves- tigaciones de Mr. Blondeau puede considerarse como un ácido anhidro, se obtiene un producto estable , es decir, inalterable, que no ofrece el peligro de inflamarse espontáneamente, que detona á la misma temperatura que los algodones-pólvora comunes, y que tiene una fuerza explosiva mayor. Mr. Blondeau prepara simplemente su algodon-pólvora amoniacal, hir- viendo por espacio de media hora algodon-pólvora en una disolución bastante fuerte de clorhidrato de amoniaco, lavándolo en seguida con mucha agua y secándolo al sol. Los productos después de la inflamación son óxido de carbono, vapor de agua, cianógeno, clorhidrato de amoniaco, nitrógeno, ácido clorhídrico é hidrógeno. Sobre la larva de un díptero que ha ocasionado acciden- tes mortales en algunos soldados de Méjico, por Mr. Monike. Un médico de marina, el Dr. Coquerel ha descrito una mosca, que en la Guayana y en Cayena se introduce con bastante frecuencia en las fosas nasales del hombre, y deposita en ellas sus huevecillos; sucediendo que las larvas allí desarrolladas invaden todas las cavidades y causan algu- nas veces la muerte. El citado doctor, ha dado al díptero de que se trata el nombre de Lucilia homini vorax. En vista de tales accidentes era natural que los médicos de ejército hiciesen todos los esfuerzos posibles para preservar á los soldados de tan incómodos y peligrosos huéspedes; pero Mr. Dauzats, farmacéutico, ayudante mayor del hospital de Córdoba, es á quien ha cabido la gloria de proponer un medio muy sencillo de destruir estos insectos radicalmente, valiéndose para ello del cloroformo. Todos los enfermos en quienes se ha empleado, han curado como por encanto: uno solo murió, indudablemente á causa de los espantosos estra- gos que ya se habían producido en las fosas nasales y la faringe. Por las inhalaciones del cloroformo, se desprenden las larvas de las fosas nasales en gran cantidad; pero incompletamente cuando están situadas á mayor profundidad. En este caso se recurre á las inyecciones del mismo líquido mezclado con la mitad de su volumen de agua, hechas con cuidado, las cuales destruyen las larvas casi instantáneamente. Tal es el medio que da mejores resultados, y conocido en el dia por todos los médicos milita- res en Méjico. Modo digno de observarse, con que la oruga de la Lipa- ris chrysorhoea, dispone sus nidos en los árboles de hojas caducas con peciolos largos. Si el peciolo es corto, ó la hoja sentada, el nido, que la cubre por completo, forma un solo cuerpo con la rama, y en tal caso es enteramente necesario cortar esta para sepa- rar los nidos. Se encuentran nidos que no parecen ser hechos por la misma especie de orugas: obsérvanse solamente en los árboles cuyas hojas tienen peciolos muy largos, y que , por esto mismo, están más expuestos á caer que las hojas de peciolos cortos. Tales nidos suspendidos de las ramas por medio de dos cordones, en el mismo sitio en que se hallan insertos los peciolos, merecen el nombre de bolsas, mientras que los otros se parecen más ó ménos á gruesos capullos alargados, cuyo eje mayor es la rama en que se han lijado. Los arces, que se hallan cerca de olmos infestados de orugas invernizas, como por ejemplo, los de la calle Militar, que se halla dentro de las fortificaciones de París, ofrecen con frecuencia esta especie de bolsas. Examinando las orugas jóvenes contenidas en unos y otros , me fué fácil reconocer que era la misma oruga , si no la misma especie al ménos el mismo género, bien la Liparis chrysorhcea con trasero blanco, ó la que le tiene dorado. Pero entonces ¿por qué hay tan grande diferencia en la construcción de la morada común, y en un caso están los nidos adheridos y en el otro flotantes? Manifiéstase en esto una de las admirables previsiones de la naturaleza, que nunca se observarán lo bastante, tratándose de séres tan débiles. Las orugas de la expresada especie que se hubiesen extraviado, teniendo que vivir en el arce, podían muy bien contentarse con hacer entrar en su nido, replegándolos sobre sí mismos, todos los lóbulos de la hoja largamente peciolada de este árbol; pero ¿qué hubiera sucedido en la época de la caída de las hojas, si á esto se limitasen? Necesariamente hubiesen sido arrastrados ios nidos y pere- cería toda la colonia. Para evitar este inconveniente, el previsor animal á pesar de su pequenez, estableciendo su nido en la hoja del arce, tiene cuidado de amarrarlo sólidamente á la rama, allí en donde se halla in- serta la hoja en que ha comenzado su nido, por medio de dos cordones muy sólidos, generalmente fijos en dos ramas diferentes, para que alguna de las dos pueda reemplazar á la otra, si se rompe. No obran con más prudencia los marinos cuando aferran un buque con dos anclas opuestas. Siempre se ven á la conclusión del invierno nidos de orugas colum- piándose entre las ramas del árbol; y se reconoce que el insecto ha hecho muy bien en temar las indicadas precauciones, pues el peciolo de todas las hojas se rompe en varios puntos, como se observa por uno de los extremos que sobresale fuera del nido. Hemos visto muchos capullos suspendidos en las ramas de esta manera; pero Mr. Guerin nos ha en- señado ejemplares muy curiosos, en los cuales parece haberse concertado una reunión de orugas muy jóvenes para tejer uno ó dos lazos perfec- 319 lamente dispuestos para que puedan resistir á las corrientes más fuertes de aire: esto es verdaderamente maravilloso. Si la inteligencia del hombre no se halla en toda su plenitud hasta que los órganos han recibido su completo desarrollo, preciso es confe- sar que el instinto en los séres ma's inferiores parece tanto más activo, cuanto ménos distan del estado embrionario. Combustible artificial. Las exigencias de la industria, y el inmenso consumo de combustible de todo género que de ella resulta, el gasto de extracción, y quizá también el temor de ver pronto agotarse estos tesoros, hace mucho tiempo que han llevado el genio inventor del hombre á tratar de evitar todas estas eventualidades. En Inglaterra existe una invención que permite utilizar los desper- dicios y desechos, y aun las sustancias vegetales en descomposición, sin inconveniente alguno y con resultados útiles muy notables. Consiste en componer un combustible sólido con polvo de carbón, turba, musgo, sustancias vegetales en estado mayor ó menor de descomposición, y mez- clarlo todo con una pasta glutinosa. La mezcla se comprime fuerte- mente, se echa en moldes, y se seca en disposición de que tome bastante dureza para conservar su solidez hasta la perfecta combustión. Con este objeto se procede de la manera siguiente. Se prepara una pasta de harina de centeno y de trigo, como comunmente se suele hacer, dejándola bastante blanda para que pueda fácilmente mezclarse con polvo de carbón. Pueden emplearse con este objeto las harinas averiadas, im- propias para la nutrición, y cualquiera otra sustancia glutinosa vegetal ó animal. Una pasta que contenga 10 kilogramos de harina, es suficiente para solidificar un tonel de polvo de antracita. Después de bien mez- clada la pasta con el polvo, se pone la composición en moldes semejantes á los que se emplean para hacer ladrillos, y se somete á una fuerte presión; advirtiendo que un pedazo del tamaño de un ladrillo común, exije una presión de 70 á 100 t. Por efecto de ella, la pequeña canti- dad de sustancia adhesiva que bajo la presión no podría unir las mo- léculas del carbón, se confunde y se une tan íntimamente con la materia, que el todo forma una sola masa sólida, la cual adquiere al secarse una dureza suficiente para poder ser trasportada intacta, quedando siempre bastante quebradiza para ceder á la acción del martillo. Es preciso tener cuidado de efectuar la desecación inmediatamente después de la presión, á fin de evitar la descomposición de la materia glutinosa. El calor ne- cesario para esta operación, debe exceder ó al ménos igualar al calor del verano (30 á 35°). Mientras se verifica la compresión, puede aguje- rearse la masa á fin de hacerla más homogénea, y evitar que se rompa mientras se está secando. Para los usos comunes, suele emplearse esta composición inmedia- tamente después de practicada la operación referida; pero si se tratase de largos viajes ó de una larga exposición á la acción del aire ó de la humedad, sería necesario cubrir los ladrillos con asfalto ó cualquiera otra sustancia combustible impermeable, á fin de impedir las absor- ciones. Haciendo la operación con turba en vez de polvo de carbón ó de antracita, debe ser la pasta un poco más espesa. La turba se seca , se reduce á granos, y después se mezcla con la pasta, comprimiéndola en 320 moldes y secándola del mismo modo que el carbón. En algunos casos, la turba puede mezclarse con la pasta á medida que se extrae, sin secarla previamente: las sustancias vegetales, y el musgo descompuestos ó no, pueden tratarse de la misma manera; y por último, cualquiera otra sus- tancia que tenga tan pocas cualidades combustibles. La superioridad de este sistema comprende dos señaladas ventajas. La primera es que la composición adhesiva empleada por Mr. Johnson, no tiene ninguna tendencia á arder con más rapidez que las sustancias con quienes se encuentra mezclada, mientras qué las que se emplean en los demás procedimientos , como por ejemplo la pez , la brea de gas, y la resina, se funden rápidamente, y dan al combustible sü pri- mera forma granulada, lo cual hace difícil la combustión. La segunda ventaja, que merece también tenerse en cuenta, es que la composición de que se trata no desprende ningún vapor desagradable ó perjudicial, y por consecuencia no obstruye las aberturas de las rejillas ó de los hornos; obstrucción real debida á los gases desprendidos por las demás sustancias, y de la cual quizá no se hace bastante caso. El sistema que acabamos de exponer se ha adoptado en grande por Mr. Johnson en su fábrica de Glasgow, y los productos se esparcen en Inglaterra en razón de su utilidad y de su cómodo precio.. Rectificación. Exije una la Memoria del Sr. Machado sobre al- gunas cavernas de la Península, en la pág. 183, linea 14, donde dice «los humildes palacios subterráneos,» debiendo decir «los humildes pa- lacios de nuestros antepasados: esos grandes subterráneos.» Editor responsable, Ricardo Ruiz. iV 6/— REVISTA DE CIENCIAS.— Junio de 1866. CIENCIAS EXACTAS. ASTRONOMIA. Observaciones sobre las estrellas nuevas y las estrellas varia- bles; por Mr. Faye. (Comptes rendus, 00 julio 1866.) PRIMERA PARTE. La aparición de una estrella nueva es un fenómeno bas- tante raro, anómalo y todavía no bien explicado, por lo cual creo que la Academia no dejará de acojer con interés algunas observaciones acerca de este asunto, con motivo de lo que nos ha indicado en Francia Mr. Courbebaise. No se trata aquí únicamente de conjeturas, sino que me propongo establecer cierta semejanza entre estos fenómenos y los de las estrellas periódicas, y referirlos lodos á la explicación que he dado acerca de la formación y conservación de la fotosfera de un sol cualquiera. Sábese que la estrella que apareció repentinamente tan brillante en el mes de mayo último, no era nueva en la acep- ción exlricta de la palabra, sino una estrella antigua de 9.a magnitud, invisible hasta entonces á la simple vista, designa- da con el n.° 2.765 del gran catálogo de Argelander, y que TOMO XV!. 21 322 ha presentado un repentino fenómeno de aumento de brillo. Nuestros dalos actuales acerca de esta notable aparición, nos permiten afirmar que dicha estrella ha llegado á su máximum casi repentinamente en la noche del 12 de mayo, época en que por primera vez la vio Mr. Birmingham en Irlanda; que á contar desde esta época, su brillo ha disminuido, pero compa- rativamente con lentitud, á razón de una semi-magnitud cada dia, hasta el 20 de mayo, y mucho mas lentamente todavía hasta fines de junio, época en la cual la estrella ha vuelto casi á su antiguo brillo, sin manifestar variaciones apre- ciables. Refiriendo este fenómeno á todo lo que sabemos acerca de las estrellas nuevas que anteriormente han aparecido, nos vemos inclinados á creer que todos estos hechos son del mis- mo género, y que no se trata aquí, como por espacio de mucho tiempo se ha creído, de astros recientemente formados, sino de estrellas que, después de haber permanecido por es- pacio de mucho tiempo invisibles á la simple vista, acaban de experimentar algún cataclismo. No es esta última palabra enteramente exacta: en el fondo, el fenómeno de las estrellas nuevas no es mas que la exajera- cion muy alterada del fenómeno tan común de las estrellas periódicas, pues hasta en esta exajeracion accidental se encuentran detalles propios de las últimas. Verdad es que en esta tesis se encuentra desde luego con una dificultad atendidas las ideas que se han formado sobre ambas clases de fenómenos; y lejos de buscar el lazo que les une entre sí, se ha insistido en separarlos radicalmente, y en referirlos á causas enteramente diversas. Examinemos por consiguiente por un momento cómo se han formado estas ideas, y qué es lo que valen. La primera estrella periódica que se ha conocido es la omicron de la ballena ( Mira Ceti), siendo indicada por Fabri- cáis, uno de los autores del descubrimiento de las manchas del sol. Bouillaud fué el primero que trató de explicar este fenómeno hasta entonces único, y tanto mas chocante cuanto que se conservaban todavía algunas ideas de la antigua creen- cia de la incorruptibilidad de los cielos. ¿Cómo conciliar m esla pretendida incorruplibilidad con las variaciones periódicas tan regulares de la Mira Ceti? Bouillaud imaginó que la estrella podia tener una cara oscura y otra brillante, y que al girar sobre sí misma como el Sol, nos mostraba alternativamente las dos caras con la regularidad que es propia de los movi- mientos de rotación en el cielo. Bastaba asignar una duración de 331 dias á esta rotación, para explicar las variaciones del brillo de Mira y la constancia de su periodo. Nada se opone por lo tanto á que las cosas duren así eternamente. Dicha conjetura separaba radicalmente, como antes hemos expuesto, á las estrellas variables de las nuevas, tales como las de Hiparco, de Tvcho y de Keplero. Según ella, estas se habian inflamado de repente, habían brillado por algún tiempo con un brillo muy vivo, y finalmente se habian apa- gado. En ellas evidentemente , nada podría explicarse por la rotación; así es que nadie ha pensado en ella. Tycho y Ke- plero conjeturaban que estos astros acababan de formarse re- pentinamente á expensas de una materia cósmica anteriormente esparcida en la via láctea ó en lodo el firmamento. Newlon lo atribuía á los cometas, que al caer sobre un Sol medio apa- gado reanimaban su combustión suministrándole nuevo ali- mento. En el dia podría presentarse de otro modo la idea de Newton, atribuyendo la explosión repentina de luz y de calor, no á una combustión sino á la destrucción instantánea de una parte de la fuerza viva de que ambos cuerpos estaban anima- dos antes del choque. Pero aquí también nos hallamos en presencia de una de las conjeturas ingeniosas que sugieren con tanta facilidad uno ó dos hechos incompletamente observados. Hoy, merced á los trabajos modernos, y sobre todo al im- pulso que ha dado á estos estudios Mr. Árgelander, se han multiplicado singularmente estos dos órdenes de hechos. En los dos últimos siglos desde 1596, época del descubri- miento de Mira Ceti , hasta 1866, no se habian encontrado en el cielo mas que doce ó trece variables. A contar desde 1846 se descubrieron en él mas de 166 de ellas solo en veinte años. Así es que su reducido número en los siglos anteriores proce- día de la falta de atención general, y este número, que ha ido aumentando cada año desde que se las estudia, y por consi- 324 guíenle nos venios obligados á creer que hay aquí algo mas que circunstancias accidentales ó excepciones. Lo mismo ha sucedido con las estrellas nuevas; apenas se contaba mas que una en cada siglo en los tiempos pasados, mientras que en el dia, en razón de un estudio mas detenido del cielo estrellado, hemos visto tres apariciones de este género desde 1848. También los hechos son mejor conocidos. Asi es que sin hablar mas que de la de la Mira, el período está muy lejos de ser tan regular como lo exigiría la conjetura de Bouillaud, y varía desde 100 hasta 377 dias. Además, la estrella no ad- quiere siempre el mismo brillo en la época de su máxima; algunas veces es de primera magnitud, otras de segunda y aun de tercera. Por último, ha permanecido una vez por espacio de cuatro años (desde el tiempo de Hevelio) sin que se la pu- diese ver. Podría quizá quererse salvar la dificultad, diciendo que la cara luminosa experimenta cambios con el tiempo; pero esta gratuita suposición trastornaría por completo la misma conjetura, pues si se admitieran variaciones reales, seria inútil la misma rotación. No ofreciendo por sí sola la rotación un medio bastante cómodo desde la primera estrella que se estudiaba, se recurrió á una conjetura más sutil y mas á propósito, imaginando alrededor de las estrellas, siempre fijas, siempre inalterables, como conviene á cuerpos celestes, á masas más ó ménos ojia- cas, como por ejemplo los satélites, los cometas ó planetas que giren alrededor de ellas, y que vengan á interponerse pe- riódicamente entre su astro central y nosotros. La conjetura se presta esta vez á tantas combinaciones variadas, que sería capaz de suministrar explicaciones para todos los fenómenos, por complicados que fuesen; pero en estos últimos tiempos ha venido un hecho nuevo á derribar este andamio: nos referimos á la periodicidad del Sol. El mismo Sol es una estrella varia- ble, cuyo período es de cerca de once años, y cuyas variacio- nes, que por otra parle son muy pequeñas, no provienen de ninguna de las causas que se han ideado, sino simplemente de las particularidades de su constitución física. Este excelente descubrimiento de Mr. Schwabe ha dado razón á las presunciones del único sabio que en otros tiempos 325 ha razonado científicamente sobre esla materia; queremos ha- blar de Pigoil, que hacia observar á los astrónomos las man- chas enteramente físicas del Sol, para manifestarles que las variaciones de las estrellas periódicas podrían consistir en simples fenómenos físicos, y no en una combinación de movi- mientos astronómicos. Nada valen pues las conjeturas relativas á las estrellas nuevas ante la realidad de los hechos. Antes no se conocían mas que las estrellas visibles á la simple vista; hoy, que se construyen inmensos catálogos de 30.000 estrellas, hay mu- chas probabilidades de poder designar le pequeña estrella invisible cuyo brillo ha aumentado de repente en un tiempo muy corlo, que es lo que ha sucedido con la última. No son por consiguiente formaciones repentinas. Otras estrellas nuevas han presentado lodos los caracteres de la publicidad antes de desaparecer para los débiles instrumentos de los siglos pasa- dos. La estrella nueva de Antelmo, que tan perfectamente observó en París el Dr. Cassini, se hallaba en este caso, y sus variaciones de brillo duraron por espacio de dos años. No es por consiguiente un cuerpo extraño el que por su choque ha producido la primera aparición de dicha estrella, á ménos de admitir que por espacio de dos años se hayan repelido los choques á intervalos regulares. La de Jausen, que apareció en 1600 con el brillo ele una estrella de tercera magnitud, y que desapareció en 1621 después de haber experimentado como la anterior diversas variaciones sucesivas, es todavía más digna de notarse. La volvió á ver en 1655 el Dr. Cassini, y apareció por tercera vez en 1665 (Hevelio), y ahora, que ha recobrado su débil brillo primitivo, figura definitivamente en el catálogo de las estrellas de pequeñas variaciones más ó menos periódi- cas que los astrónomos estudian en nuestros dias, y es la es- trella P. del Cisne, según lo notación de Argelander. Cuando se recorre el conjunto de los trabajos modernos, que tan singularmente han multiplicado y precisado nuestros conocimientos acerca de las estrellas periódicas, se hallan en él todas las variedades imaginables, desde las estrellas de pe- riodos casi constantes, como la Algol y 8 de Cefeo, hasta las estrellas más irregulares, como la R. del Escudo de Sobiesky, 326 y como el mismo Sol, cuyo período, según Mr. Wolf de Zu- rich, varía de ocho á quince años. Lo mismo sucede con el brillo: unas se reducen al parecer á la misma magnitud en cada una de sus excursiones exlremas: en oirás sucede, como en la R. de Acuario, que generalmente no pasa de la 8.a y 9.a magnitud, y llega á veces á la 6.a ó la 7.a: Mira Ceti oscila en sus máximas entre la 1.a y 3.a magnitud, etc. En cuanto á la duración, se halla que son de tres, doce, trescientos dias, cinco años, etc.; y respecto de la marcha de las variaciones, unas veces hay un máximum y un mínimum bien regulares, otras dos máximas y dos mínimas regulares, como en la ¡3 de la Lira, y otros fenómenos mucho más complejos, ó también irregularidades que no parecen sujetarse á ninguna ley. En medio de estas variedades tan múltiples, hay algunos caracteres comunes á casi todas estas estrellas (1), á saber: la rapidez con que su brillo aumenta, y la lentitud con que en seguida va disminuyendo desde que ha llegado á su máxi- mum; y también la larga duración del mínimum ó de la in vi- sibilidad, comparada con la corta duración del fenómeno de la exaltación luminosa. Pero estos mismos caracteres se hallan en todas las estrellas nuevas desde 1572. Así, las analogías entre estas dos categorías de estrellas son no ménos marcadas que las diferencias; se pasa de unas á otras por graduaciones casi insensibles, de modo que los nu- merosos hechos que tenemos en el dia, nos conducen á exami- nar si las estrellas variables y las estrellas nuevas no son más que los estados sucesivos de un mismo fenómeno, cuyas fases nos presenta el cielo: las estrellas de brillo constante y las de pequeñas variaciones periódicas ; las estrellas de periodos irregulares; las que se extinguen casi en su mínima; las que cesan de variar por espacio de un tiempo más ó ménos largo, pero que recobran el brillo y experimentan entonces variaciones considerables, para debilitarse de nuevo por espa- cio de un largo trascurso de tiempo; por último, las estrellas casi apagadas que se encienden convulsivamente, ofrecen in- (1) Entre rarísimas excepciones debe citarse la de Algol. 327 lermitencias más ó menos prolongadas, y vuelven muy pronlo á adquirir su primitiva debilidad, ó desaparecen de repente. ¿No podría decirse, repito, que estas son fases sucesivas y cada vez más degradadas de una sola y única estrella, fases que respecto de ella comprenderían millares de siglos, pero que el firmamento nos ofrece simultáneamente cuando se consideran á la vez lodos los astros que en él brillan? Así como en una ciudad, el espectáculo simultáneo de todos los indivi- duos nos hace comprender, de una simple ojeada, la sucesión de todas las fases que un individuo aislado debe atravesar hasta su muerte. En la última parte de esta noticia examinaré la natura- leza de las oscilaciones que deben producirse ála larga en los fenómenos que se reíieren á la conservación de la fotosfera de nuestro Sol, y compararé estas intermitencias con las varia- ciones de brillo de otras estrellas. SEGUNDA PARTE. En la primera parte de esta Noticia he procurado estable- cer el lazo y la analogía que existen entre las estrellas perió- dicas y las nuevas. Hablo de analogía y no de identidad, porque efectivamente hay una diferencia entre las estrellas de períodos casi constantes y las de períodos ménos regulares, y otra más profunda todavía entre estas últimas y las estrellas nuevas. Insisto en este punto, porque podría intentarse consi- derar estos fenómenos como susceptibles de reducirse todos á un tipo común de una periodicidad regular, por medio de una combinación de varios períodos sobrepuestos. Para las estrellas nuevas, bastaría admitir que el período principal comprende varios siglos. Así es que ya se ha tratado de averiguar si los datos de apariciones muy antiguas de estrellas nuevas, presen- tan ó no un carácter de periodicidad. Reconozco que en algunas estrellas variables se observan complicaciones que parecen indicar la sobreposicion de varios períodos. En el Sol mismo, Mr. Wolf de Zurich ha descubierto variaciones compatibles m con tres períodos sumul láñeos, uno de once años y un tercio, otro de cincuenta y seis, y el tercero de ciento sesenta y cinco años. Estoy lejos de contradecir el gran valor de eslas inves- tigaciones en ciertos casos particulares, pero creo que no sería permitido generalizar, aprovechando la facilidad que se ob- serva en representar todo numéricamente por una combinación más ó ménos complicada de períodos arbitrarios. Obsérvese que este procedimiento supone en realidad que las cosas se hayan hecho de manera que duren siempre. Pero si el triunfo de la ciencia moderna consiste en haber demostrado que cier- tos elementos de las órbitas planetarias de nuestro mundo os- cilan necesariamente dentro de determinados límites, de modo que pueden representarse de una manera indefinida por cierta combinación de términos periódicos, no debe olvidarse que no hay aquí ninguna falta de energía mecánica. No sucede así con la cuestión de que tratamos; la luz y el calor que una es- trella radia son irrevocablemente perdidos para ella; y á me- dida que se enfria, las fuerzas que rigen su constitución física, la fuerza de su emisión superficial, y por consiguiente su brillo van disminuyendo; de modo que si la estrella ofrece os- cilaciones é intermitencias, no deben estas reproducirse inde- finidamente, sino alterarse cada vez más, hasta que un cambio de brillo más radical dé origen á una nueva série de fenóme- nos enteramente diversos de los primeros. Desarrollemos ahora una série muy sencilla de ideas. Las estrellas son otros tantos soles, que se diferencian indudable- mente entre sí respecto de su constitución química, pero que presentan todas, aunque en fases diferentes, los mismos fenó- menos físicos de incandescencia, de enfriamiento, de formación y permanencia de una fotosfera. Pero nuestro Sol es una estrella periódica; por consiguiente, estudiemos cómo ha po- dido y debido establecerse la intermitencia á la larga en el juego de fuerzas que presiden á su constitución, y tendremos derecho para partir desde el Sol periódico á las estrellas va- riables, y desde este á las estrellas temporarias. En una memoria de 16 y 23 de enero de 1865, he inten- tado explicar la formación y duración de la fotosfera, refirien- do los hechos observados á las nociones más sencillas y más m generales de la ciencia actual. Una masa gaseosa que primi- tivamente adquiera una temperatura superior á todas las afinidades químicas, no puede ponerse candente, en razón de la poca luz que emiten los gases ó los vapores que se hallen á una alia temperatura. El enfriamiento camina, por consi- guiente, con lentitud; pero debe llegar un momento en que la temperatura de las capas superficiales disminuya hasta el punto en que empiezan á producirse las acciones químicas. Inmediatamente aparecen ciertas combinaciones: unas produ- cen gases ó vapores nuevos, tan poco luminosos como los vapores elementales; otras dan origen á nubes de partículas líquidas ó sólidas, cuya candescencia debe por el contrario ser muy viva. Estas partículas, después de haber radiado con profusión calor y luz, deben volver á caer, en virtud de su mayor densidad, en las capas inferiores, en las que concluirán por hallar una temperatura capaz de reducirlas de nuevo ásus elementos primitivos. Esta descomposición (1) absorbe una gran cantidad de calor, y propaga también el enfriamiento superfi- cial hasta las capas profundas. Los gases, transformados de este modo en lo interior de la masa, rompen el equilibrio de las capas, y producen á su vez la ascensión de una nueva cantidad de vapores elementales, que también suben á la su- perficie, donde experimentan de nuevo los fenómenos que acabo de describir. De este modo el enfriamiento interior no se opera única- mente, como en los sólidos ó en los líquidos pastosos, por via de conductibilidad de una capa á olía, lo que baria incom- prensibles la inmensa duración y el brillo persistente del Sol: la masa entera contribuye á la radiación superficial por un cambio permanente de corrientes ascendentes de vapores muy cálidos pero poco brillantes, y de corrientes descendentes cuyas partículas candentes han desprendido mucha luz y calor. El concurso de la masa entera en el acto de la emisión (1) Fijémonos también en el calor mucho menor, aunque no despreciable, que reduce las moléculas que caen á la temperatura de la capa en que se detienen. 330 superficial está por consiguiente demostrado, y esta es la parle mas importante de esla teoría. En efecto, lo que hay de más admirable en el Sol, no es el brillo prodigioso de su luz ac- tual, sino su persistencia desde hace millones de años. Consi- derando solo los recuerdos históricos más precisos en seme- jante materia, los que se fundan en la distribución geográfica de los vegetales, y sobre todo los límites extremos de las zo- nas que habitan, podrá fácilmente asegurarse que en un intervalo de dos, tres ó quizá de cuatro mil años, la radiación solar no ha debido hacer variar nuestros climas más de 2 ó 3 grados. Pero estos períodos no son casi nada en comparación de la inmensidad del período geológico, que data desde la pri- mera aparición de la vida en la superficie de la tierra. La escala termomélrica de la vida no pasa de 60°, y por consi- guiente, en este estrecho límite ha debido mantener el calor solar al de la tierra desde hace millones de años, y se llegaría á fijar por el cálculo la amplitud posible de la variación, si la atmósfera terrestre no hubiera debido experimentar modifica- ciones desde tan remotas edades. Claramente se ve, sin que vuelva á reproducir mis argumentos, que semejante duración de emisión abundante sería inexplicable en cualquiera otra hipótesis, porque es bien seguro que ninguna causa exterior viene á reparar este enorme gasto de calor, y que el Sol debe tomarlo incesantemente en su calor originario, como en un fondo proporcionado á la enormidad de su masa. Después de esta duración que se valúa por millones de años, hay la constancia y la uniformidad de la radiación, que podemos apreciar, como decía antes, por fenómenos terrestres sumamente sensibles. Pero es fácil ver que la atracción de las masas interiores á la superficie solo se determina por la caida de partículas candentes, engendradas en este gran laboratorio superficial de la fotosfera. Se halla por consiguiente esta atracción bajo la dependencia de la misma radiación. El en- friamiento superficial está moderado también por las con- densaciones químicas á que da origen esta atracción, y por el calor que se desprende. Hay por lo tanto elementos de regulación que es imposible desconocer, y cuyo juego será tanto mas eficaz, cuanto mas libre se halle la comunicación 331 entre lo interior de la masa entera y la superficie; es decir, que el estado gaseoso primitivo se alterará ménos. Este es el nudo de la cuestión que yo voy ahora á abordar, el del carácter oscilatorio que los fenómenos de la fotosfera pueden afectar, á contar desde cierta época. En una esfera gaseosa, propende á establecerse de una capa á otra una distribución de densidades y de temperatu- ras tal, que no puede verificarse ningún trasporte de mate- rias; en este caso, en cada capa la temperatura actual corres- ponde á la presión respectiva, y se halla que es por lo ménos igual á aquella en que una masa mas caliente, lomada desde la parte interior, cayese espontáneamente, si llegase á subir por el solo hecho de la dilatación que debería experimentar en una región de presión menor. Pero yo he demostrado que el enfriamiento de las capas extremas da origen á fenómenos de condensación química y de precipitación, que destruyen á cada momento esta clase de equilibrio, casi como el fenómeno de la lluvia ó de la nieve, que altera á cada paso el equilibrio de nuestra atmósfera en sentido vertical. Mientras que queda libre de la comunicación de lo interior á lo exterior; mientras que las corrientes ascendentes y descendentes se mueven con facilidad á través de capas enteramente gaseosas, se verifica con regularidad el gasto de la delgada capa fotosférica en que se producen las condensaciones químicas, y puede de esta manera permanecer constante el brillo por espacio de un pe- ríodo de larga duración. Pero si, en razón de los progresos que hace el enfriamiento, no puede verificarse bien el cambio entre las capas internas y la superficie, llega un momento en que las corrientes verticales no se producen libremente según cada vertical para terminar en cada uno de los puntos de la periferia; capas enteras adquieren poco á poco una densidad demasiado fuerte, y se verifica repentinamente la rotura del equilibrio, dilatada por espacio de mucho tiempo, produciendo por retroceso en la superficie un aflujo repentino de las sus- tancias interiores, cuya temperatura es demasiado enorme (1). (1) La palabra experimenta es exajerada. Acabamos de ver que la estrella del 12 de mayo se ha visto en el Canadá, por 332 De aquí proviene una recrudescencia de brillo muy rápida aunque pasajera, y evidentemente se necesitará mucho tiempo para que este excedente de brillo se extinga, supuesto que la extinción debe verificarse por vía de enfriamiento y de radia- ción á lo exterior. Entre estos dos estados, aquel en que las corrientes ascen- dentes y las descendentes obran libre y regularmente en toda la masa, y aquel en que su acción no se produce más que por intermitencias sacudidas, hay toda una fase intermedia en que los fenómenos adquieren un carácter de oscilaciones regula- res, primero poco sensible y después más pronunciado, á medida que la fotosfera se espesa, y que las capas más profun- das llegan á las corrientes descendentes. En esta fase de osci- laciones casi regulares, no hay razón para que la luz emitida por la fotosfera cambie esencialmente de naturaleza. Pero no sucederá lo mismo en el caso de intermitencias bruscas, dis- tantes, y que poco á poco cesen de conservar un carácter periódico. Entonces, á cada rotura repentina de equilibrio, á cada compresión de las capas incompletamente gaseosas que sostienen ó que forman la fotosfera espesada, corresponderá un aflujo enorme de sustancias gaseosas que provengan de lo interior con una temperatura muy elevada, y la fotosfera po- drá alterarse en gran parte en su marcha ordinaria. En cier- tas regiones la condensación química se suprimirá parcial- mente, y estas partes en que los gases ó los vapores conser- varán por algún tiempo una elevadísima temperatura, no emitirán más que una luz análoga á la de las nebulosas, luz caracterizada por rayas brillantes y no por rayas negras. La coexistencia de estas dos luces en el pequeño haz de rayos que la estrella envia á nuestra vista, dará al espectro de la estrella el aspecto semi-parlido de los dos espectros sobrepuestos, que efectivamente se han reconocido en la estrella nueva del 12 de mayo, y que han persistido por espacio de una gran parte de la fase de disminución de brillo. Resumiendo: las estrellas llamadas nuevas no merecen Mr. Barker, con el brillo de una estrella de 4.a magnitud. El 10 igualaba á la a de la Corona (2 */a). 333 este nombre; su aparición casi repentina no es más que una exajeracion del fenómeno común de las estrellas periódica- mente variables, lo cual corresponde á simples oscilaciones más ó ménos sensibles en el fenómeno de la producción y de las fotosferas de todas las estrellas. Estos fenómenos, conside- rados como sucesivos en la historia de una estrella tomada aparte, caracterizan los progresos de su enfriamiento y la dis- minución de la fase que voluntariamente llamaré solar ó folosferica. Cuando se producen también con el carácter de intermitencias regulares, cada vez más separadas por larguísi- mos intervalos de tiempo, son los precursores de la extinción definitiva, ó al ménos de la formación de una primera costra más ó menos considerable. Por esto, los fenómenos de este gé- nero no se producen más que en los astros de un brillo muy débil, y no llegan nunca á dotar al cielo de una nueva estrella. CIENCIAS FÍSICAS. ELECTRO - QUIMICA. Modo de conservar el hierro y el palastro en agua dulce; por Mr. Becquerel. (L’InstiUit, núm. 1609.) Mr. Becquerel ha leído á la Academia de Ciencias de Pa- rís una segunda Memoria sobre esle asunto, como continuación de la que primeramente habia publicado. En la Memoria anterior se propuso dar un método para la conservación de las parles metálicas de los buques acorazados, y demostró que cuando una placa de hierro ó de palaslro se halla en contacto por uno de sus extremos con una lámina de zinc que tenga ménos de l/i00 de la superficie de la otra, y que se halle sumerjida en agua del mar, la intensidad de las cor- rientes derivadas sobre la superficie del metal prolejido, y que resultan de la oxidación del zinc, van disminuyendo y apar- tándose de los puntos de contacto de ambos metales, siguiendo ciertas proporciones, mientras que la protección se verifica á distancias considerables de estos puntos Esta intensidad varía en general según la conductibilidad, la naturaleza del líquido y otras diversas causas. No volveremos aquí á reproducir el procedimiento por cuyo medio se determina el estado eléctrico de un punto cualquiera de una placa metálica preservada y sumerjida en un líquido. 335 atendiendo á que esle procedimiento se ha descrito con deta- lles bastante extensos en la Memoria anteriormente citada. Se han hallado, bien operando én el laboratorio con agua salada, ó bien en el puerto de Tolon con una placa de hierro de 10 me- tros de larga, armada por uno de sus extremos con otra de zinc que era yi20 de su superficie, los resultados siguientes: Fuerza electro -motriz del zinc. 100 — á 5 decímetros de los puntos de contacto. 86,8 — á 2 metros 78,8 — á 4 metros 76 — á 9 metros, 50 centímetros 74 Fuerza electro-motriz del hierro no preservado.. 60,3 Se ha reconocido además, que hasta 1 decímetro de distan- cia del zinc, la fuerza electro-motriz experimenta pocas va- riaciones; disminuye sensiblemente más allá, pero de tal suerte, que á 9m,5 es todavía 74, y la del hierro no protejido 60,3: pasando de estos límites es tan invisible, que la curva de las intensidades tiene carácter de una asíntota respecto de la línea recta que representa la fuerza electro-motriz del hierro, ad- mitiendo que la superficie de éste metal sea en todas sus par- tes homogénea. Cuando estas dos líneas no se encuentran, el hierro está preservado, pero ¿á qué distancia tiene lugar la intersección? Esto es lo que se ignora. En el agua dulce, los efectos producidos ofrecen diferen- cias que merecen indicarse. Haciendo el experimento primero con una hoja de platino, en uno de cuyos extremos se fije una placa de zinc cuyas dimensiones se hagan variar, y no cam- biando la superficie del par, se obtienen resultados que mani- fiestan, que cuando la superficie del zinc no es mas que yi0o próximamente de la del platino, la fuerza electro-motriz del primero es algo menor de la mitad de la que posee cuando no está asociada al platino; cuando su superficie es el tercio ó los dos tercios del último, la fuerza electro-motriz aumenta en la proporción de 1 : 1,76 y de 1 á 2,1. En el último caso, las corrientes derivadas sóbrela superficie del platino, que resul- 336 lan de la recomposición de ambas electricidades desprendidas en la oxidación del zinc, influyen poco en la fuerza electro- motriz de esle metal. Sustituyendo el platino con palastro que ofrezca una su- perficie 120 veces mayor que la del zinc, tendremos: Fuerza electro-motriz del zinc, sin mezcla. 100 — del palastro 62,03 — del zinc en contacto con palastro.. . 79,02 Comparando estos resultados con los anteriores, se ve que con el platino, la fuerza electro-motriz del zinc que le está asociado ha disminuido en la proporción de 100 : 44,82, mientras que con el palastro la disminución solo ha sido en la proporción de 100 : 79. ¿Por qué se halla tanta diferencia en las fuerzas electro- motrices operando con dos metales diferentes en contacto con el zinc, de los cuales uno no es atacado por el agua, mientras que el otro sí lo es cuando se halla preservado? Con el par de platino y zinc sumergido en agua, aumentando la superficie del último, y quedando la del par lo mismo, puede suponerse que siendo la superficie del platino menor, hay ménos cor- rientes derivadas sobre ella, es decir, una difusión menor de electricidad, y por consiguiente la corriente suministrada por el zinc y recojida sobre el platino tienen más intensidad. Este zinc asociado con la fundición, siempre en la mismas proporciones, descubre una fuerza electro-motriz mayor que cuando está asociado con el platino. Lo mismo sucede con las corrientes derivadas sobre el palastro. Apénas pueden expli- carse estos efectos, más que admitiendo una resistencia para el paso menor sobre el palastro que sobre el platino. Esta seria una propiedad que todavía no se habría observado. El hierro dulce se conduce en estas circunstancias como el palastro. Con agua salada los resultados son diferentes, puesto que el zinc, cuando se halla asociado ó no asociado con el hierro, tiene la misma fuerza electro-motriz. Para dar una idea de la disminución de la intensidad eléctrica, diremos que en una placa de hierro de 10 metros de larga y de 0m,25 de ancha, 337 armada por uno de sus extremos con una placa de zinc, en el otro extremo la intensidad de la corriente que representa el estado eléctrico del punto explorado es todavía de 74,7, siendo 60 la fuerza electro motriz del hierro. Pero como la disminución es en este caso muy débil, se concibe que la protección se extienda todavía mucho más. ¿A qué causa atribuir la diferencia observada entre los efectos producidos en el agua dulce y en el agua salada? Para explicarla no puede invocarse más que la diferencia en la con- ductibilidad de ambos líquidos, y el grado de acción química que cada uno de ellos ejerce sobre el zinc. La conductibilidad aumenta la intensidad de las corrientes derivadas, como tam- bién la acción química. Aunque las corrientes derivadas, que son la causa de la conservación del hierro, tengan más inten- sidad en el agua salada que en el agua dulce, y este metal pierda también su fuerza eléctrica, posee sin embargo bas- tante para preservar de la oxidación grandes superficies de hierro ó de palastro, formadas de partes sobrepuestas unas sobre otras ó juxla-puestas, y con armaduras de zinc ó de un metal conveniente. Los dos ejemplos siguientes darán la prueba de ello. Se dispuso en agua, sobre una placa de zinc de 20 centí- metros de superficie, una pila de 20 centímetros de altura, de cilindros de hierro dulce de 5 centímetros de diámetro y 1 centímetro de altura, cruzados dos á dos á ángulos rectos, y que ofrecían una superficie de 660 centímetros cuadrados. El peso de los cilindros era suficiente para asegurar el contado entre todas las partes. Explorando el estado eléctrico de la superficie se halló: Fuerza electro-motriz del zinc no asociado. 100 — del hierro dulce. 62, 2 — del zinc asociado 91, 6 — del hierro en lo alto de la pila 88,25 Dispuestos en seguida los mismos cilindros, de modo que se formase una cadena de lm,o0 de larga, se reunieron para TOMO XVI. 22 338 este efecto uno con otro, atándolos con una hilo de cáñamo. La cadena se puso en contacto con una placa de zinc de 6,6 centímetros cuadrados, siendo la proporción de las superficies de 110 á 1. Explorando la superficie de esta cadena se halló: Fuerza electro-motriz del zinc no asociado. 100 — del hierro dulce 63,58 — del zinc asociado y de una parte cualquiera de la cadena 86, 6 Se ve por consiguiente, que hay diferencias en la fuerza electro-motriz del zinc asociado y del zinc sin asociar; dife- rencias que no existen con el agua salada: no obstante, el hierro se conserva en agua dulce á una gran distancia del zinc, puesto que á 1ra, 50 se tiene la misma fuerza electro-motriz que en el zinc asociado. El palastro se conduce como el hierro. Con las indicaciones dadas en la Memoria es posible pre- servar casi indefinidamente de la oxidación proyectiles api- lados en fosos llenos de agua, manteniendo constante el nivel. Una pila compuesta de 9387 balas de 12 centímetros de diámetro, exije para su conservación fajas de zinc ó de una aleación conveniente, que tengan una superficie total de cerca de 2 metros, y que se la conserve siempre muy limpia; canti- dad evidentemente insignificante. Por singular que pueda parecer la idea de conservar en agua los proyectiles con pequeñísimas cantidades de zinc ó de una aleación conveniente, Mr. Becquerel hace observar, que la realización de esta idea es posible según los principios expuestos en su Memoria. También hace observar que seria posible otra aplicación, y que podría con buen éxito tratar de conservar de la misma manera los tubos de conducción, hechos de fundición, coloca- dos en tierras húmedas. Si las tierras fueran suficientemente conductoras, podrían preservarse en grande extensión, esta- bleciendo, donde la protección terminase, aberturas que per- 339 mitieran limpiar las placas de zinc de cuando en cuando, á fin de que no hubiese discontinuidad en la acción electro- química. aUIMICA APLICADA. Sóbrela venturina de base de cromo; por Mr. J. Pelouze. Sábese que el sesquióxido de cromo comunica un color verde á los fundentes, y particularmente al vidrio. El bicro- mato de potasa tiene la misma propiedad, lo cual debe suce- der supuesto que se descompone por el calor en óxido de cro- mo y en cromato neutro de potasa. Esta última sal se des- compone á su vez por la sílice, de la cual resultan el oxígeno, el silicato de potasa y el óxido de cromo. Así es que en presencia de la sílice, todo el ácido crómico del bicromato alcalino pasa al estado de óxido de cromo, que queda en el vidrio. Si la proporción de la sal es pequeña, el vidrio es traspa- rente, perfectamente homogéneo, y de un color verde ligera- mente amarillento. Si es mayor en cierta medida, se hallan en el vidrio escamitas de sesquióxido de cromo. Mis ensayos se han practicado con las cantidades siguientes, que siempre han sido las mismas, siendo solo variable la pro- porción de cromato. Arena. . . 250 partes. Carbonato de sosa 100 Espalo calizo. 50 Primer ensayo . Con 10 gramos de bicromato, el vidrio se funde, se afina y se recuece bien. Es homogéneo, trasparente, y de un color verde lijeraraente amarillento. 340 Segundo ensayo. Con 20 gramos de bicromato, el vidrio se trabaja y se recuece con la misma facilidad que el ante- rior; su color es verde muy oscuro, y se distinguen fácilmente escamitas de sesquióxido de cromo. Tercer ensayo. Con 40 gramos de bicromato, la fundición es sensiblemente más diticil. El vidrio está lleno de cristales sumamente brillantes. Todas las personas que han visto ejemplares de este vi- drio, le han comparado inmediatamente con la venlurina de Venecia, y llamado venturina de cobre, nombre que propongo que se conserve. Cuarto ensayo. Con 50 gramos de bicromato, la fusión es sumamente difícil. El vidrio se halla lleno de una masa con- fusa de escamitas, y no tiene ni el brillo ni la belleza del anterior. Resulta de lo que precede, que la mejor proporción para la preparación de la venlurina de cromo es la siguiente: Arena 250 parles. Carbonato de sosa 100 Carbonato de cal 50 Bicromato de potasa 40 El vidrio que de aquí resulta contiene 6 á 7 por 100 de óxido de cromo, cuya mitad poco más ó ménos se halla com- binada con el vidrio, y la otra mitad queda en estado de liber- tad, en forma de cristales ó escamitas brillantes. La venlurina verde se prepara con mucha más facilidad que la de Venecia, y existe durante la fusión del vidrio, mien- tras que esta última no se forma más que durante el recoci- do. Las personas á quienes interese esto, pueden ver el tra- bajo de MM. Fremy y Clemandot sobre la venlurina arti- ficial (1). La venlurina de cromo esparce vivos destellos de luz, ex- (l) Comples rcndus , pág. 341, año 1846. 341 puesta al sol, en los parajes fuertemente alumbrados y bajo este punto de vista solo la es superior el diamante. Es más dura que el cristal de vidrieras, al cual raya y corla con faci- lidad; y sobre todo mucho más dura que la venturina de Venecia, teniendo bajo este punto de vista mayor valor. En medio de las irregularidades que ofrecen en sus con- tornos las escandías diseminadas en la venturina de cromo, nuestro respetable colega Mr. Draubrée ha reconocido en ella con exactitud la forma del exágono regular , forma que perte- nece al sistema cristalino del sesquióxido de cromo. Estas escandías tienen por otra parte la mayor semejanza con ciertas variedades de hierro olijislo en escamas, según se hallan en algunos criaderos, y especialmente con el hierro oli- jisto llamado especular, pues se sabe que el hierro olijisto es isomorfo con el sesquióxido de cromo. El color de la venturina nueva es el del tercer amarillo verdoso, tono 13, del círculo cromático de Mr. Chevreul. Los lapidarios que han visto los primeros ejemplares de la nueva venturina y la han tallado, dicen lodos que constituye una importante adquisición para la industria. QUIMICA INDUSTRIAL. Producción química de grabados mates sobre cristal y vidrio. Noticia de MM. Tessié du Mothav y Ch. R. Maréchal de Metz. (Comples rendus, 5 febrero 1866.) La disolución acuosa de ácido fluorhídrico produce sobre el cristal y el vidrio rayas brillantes, mientras que el ácido fluorhídrico gaseoso, ocasiona un pulimento mate y adhe- renle. En efecto, el ácido fluorhídrico dilatado forma con el 342 silicio y el metal del cristal, ó bien con el silicio y el metal al- calino térreo del vidrio, fluosilicalos de plomo y de calcio, so- lubles en el líquido en que se originan; mienlras que el ácido fluorhídrico gaseoso forma fluoruro de silicio volátil y fluoru- ros de plomo y de calcio, insolubles en el medio en que se producen. El grabado mate que resulta de la reacción del ácido fluorhídrico gaseoso sobre el cristal y sobre el vidrio, forma, de cualquier modo que sea, un deslustrado con estrías y de grueso desigual, pues el agua producida por esta reacción, acidificándose poco á poco en contacto del ácido fluorhídrico gaseoso, se acumula en golitas desiguales, y redisuelve parcial y desigualmente también los fluoruros de plomo y de calcio que se han formado. Siendo pues de hecho impracticable para la industria la producción de los grabados mates por los vapores de ácido fluorhídrico, hemos tratado de averiguar, para llegar á pro- ducir prácticamente esta especie de grabado, si en un baño en que se desprenda ácido fluorhídrico en estado naciente en contacto del ácido silícico, del cristal y del vidrio, no podría haber formación de fluoruros de silicio, y por consiguiente de fluoruros de plomo y de calcio. Para obtener ácido fluorhídrico en estado naciente, hemos recurrido á la reacción que ejercen las disoluciones acuosas de los ácidos hidroclórico y acético sobre los fluoruros y flúor- hidratos de fluoruros de los metales alcalinos. Hecho el experimento hemos hallado: l.°que si á 1000 gramos de agua, por ejemplo, se añaden 250 de fluorhidrato de fluoruro de potasio bien cristalizado y 250 de ácido hidro- clórico del comercio, se obtiene un baño en el cual se deslus- tran rápidamente el cristal y el vidrio, pero en que el deslus- trado formado de esta manera no es ni bastante grueso ni re- gular; 2.° que para hacer los fluoruros de plomo ó de calcio poco ó nada solubles en el baño anterior, y por consiguiente para obtener deslustrados gruesos y uniformes, debe agregarse áeste baño sulfato de potasa hasta la casi completa saturación del líquido, es decir, unos 140 gramos poco más ó ménos; 3.° por último, que el sulfato de amoniaco, como también el oxa- 343 lato de potasa y algunos cloruros que tienen mucha afinidad con el agua, tales como, por ejemplo, el cloruro de zinc, pueden reemplazar al sulfato de potasa para hacer insolubles en el baño grabador los fluoruros de plomo y de calcio. Hace más de un año que las fábricas de Baccaral, de S. Luis y de Fort en Melz, reemplazan en gran parte los anti- guos métodos para deslustrar y grabar el cristal y el vidrio por las reacciones anteriores. En estas fábricas van desapare- ciendo la rueda y el ácido fluorhídrico, ambos de un uso in- salubre, dando lugar á sales inofensivas y sumamente fáciles de manejar. Por consiguiente, tenemos el honor de presentar á la Aca- demia de Ciencias algunos ejemplares de grabados mates ob- tenidos en Baccaral, en S. Luis, y en las fábricas de M. Maré- chal (de Melz) por las reacciones que acabamos de describir, y someter estos ejemplares, como los métodos que han servido para producirlos, á su ilustrado juicio. 344 METEOROLOGIA. Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de abril de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1 y 2.— Nubosos y desapacibles, con frecuentes ama- gos de lluvia y viento fuerte y frío del 0. y N. O. Dia 3. — Parecido á los dos anteriores. A las cuatro de la tarde cae una granizada muy nutrida, aunque de corla dura- ción. Viento frió del S. O. Dia 4. — Muy variable y extremado. Por la mañana lloviz- na, graniza y nieva; por la tarde se oyen truenos lejanos y ofrece el cielo aspecto tempeluoso; vuelve á lloviznar al oscu- recer, y por la noche se despeja la atmósfera y desciende la temperatura. Dia 5.— Variable también, desapacible y al final lluvioso. Dias 6 y 7. — Muy nubosos y lluviosos. Chubascos fre- cuentes, revueltos con granizo menudo. Temporal duro, é im- propio casi de la estación. Dia 8. — Cesa la lluvia, y el viento, generalmente débil, varía con frecuencia de rumbo. Nuboso y frió. Dias 9 y 10.— Despejados y apacibles. Dia 11.— Algo nuboso, pero tranquilo y templado. Buen dia de primavera. Dias 12 y 13. — Horizonte fosco ó nebuloso; relámpagos lejanos. Dias ambos tranquilos y de temple muy agradable. Dias 14, 15, 16 y 17.— Hermosos dias primaverales, un poco nubosos y de brisa débil 345 Dia 18.— Más nuboso y caluroso que los anteriores. Dia 19.— Muy nuboso, algo lluvioso y templado. Dia 20. — Nebuloso al amanecer, y muy húmedo por la mañana, despejado y tranquilo por tarde y noche. Relámpa- gos muy numerosos, sin nube alguna aparente por el S. E. Dias 21 y 22.— Despejados. Dia 23.— Nuboso, pero tranquilo y de agradable tempe- ratura. Dias 24 al 30. — Muy nubosos, lluviosos y tranquilos. Viento constante del S. ó S. O. Frecuentes amagos de tempes- tad en los dias 27 y 29. Graniza en el dia 30. OTT^IOIRO FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. ^ na A. máx. A. mín. Oscilación. T» T. máx. T. mín. Oscilación. 1 700,43 703,06 698,90 4,16 n!o 18°, 3 0 5,6 12°, 7 2 697,42 698,49 696,66 1,83 4,4 10,1 0,9 9,2 3 699,76 701,44 697,48 3,96 5,0 11,2 0,7 10,5 4 701,78 702,20 701,26 0,94 4,2 11,6 0,1 11,5 5 700,84 701,56 700,05 1,51 3,9 12,5 -1,0 13,5 6 701,30 703,34 700,08 3,26 3,9 9,6 3,0 6,6 7 704,69 703,71 704,13 1,58 4,7 9,4 1,2 8,2 8 705,24 706,11 704,64 1.47 5,7 12,3 0,3 12,0 9 706,10 706,84 705,30 1,54 8,2 15,4 1,0 14,4 10 705,46 706,69 704,33 2,36 10,7 19,7 3,3 16,4 11 706,64 708,25 705,38 2,87 11,1 15,7? 4,8 10,9 12 708,22 709,37 707,36 2,21 13,6 21,3 6,2 15,1 13 707,42 708,37 706,52 1,85 15,8 23,5 8,9 14,6 14 713,88 717,01 710,33 6,68 11,4 18,3 6,8? 11,5 15 715,37 717,61 713,30 4,31 13,2 22,5 4,4? 18,1 16 710,37 712,18 708,78 3,40 17,2 26,5 6,7 19,8 17 708,35 709,80 707,00 2,80 18,0 26,9 9,2 17,7 18 706,79 708,47 705,99 2,48 19,5 29,0 11,4 17,6 19 705,31 706,31 704,28 2,03 18,1 25,7 12,4 13,3 20 706,80 708,68 705,50 3,18 16,3 24,9 11,8 13,1 21 709,10 710,15 708,32 1,83 16,4 23,8 8,6 15,2 22 705,35 708,35 702,42 5,93 17,3 25,5 9,1 16,4 23 702,36 702,79 701,84 0,95 15,8 22,4 9,1 13,3 24 703,82 705,30 702,84 2,46 15,8 23,2 11,0 12,2 25 704,78 705,91 703,63 2,28 14,6 21,5 10,0 11,5 26 703,08 704,70 701.57 3,13 16,7 25,1 9,6 15,5 27 699,91 701,32 698.17 3,15 ! 16,3 24,2 12,4 11,8 28 699,97 701,16 698,67 2,49 1 14,2 21,5 9,6 11,9 29 698,15 699,61 696,91 2,70 11,1 18,5 8,8 9,7 30 694,54 695,83 693,51 2,32 ¡ 9 2 J, mi 13,0 7,4 5,6 1.a d.a 702,30 706,84 696,66 10,18 ! 6,4 19,7 —1,0 20,7 S) a 708,91 717,61 704,28 13,33 15,4 29,0 4,4 24,6 3Ía 702,11 710,15 693,51 16,64 14,7 25,5 7,4 18,0 Mes. 704,44 717,61 693,51 24,10 12,1 29,0 —1,0 30,0 IPIRIIMIEIFLO PSICROMETRO. ATMOHETRO. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. FECBAS. Hm T 1 ni Evaporación. Lluvia. Dias. Dirección. Durac. IHJDIjü. i 51 4,9 4,7 » » O.N.O. » 3 1 71 4,4 2,9 u » O.S.O. » 6 2 67 4,1 1,9 0,4 » O.S 0. » 4 3 83 5,1 1,7 1,5 » S.O. (var.) S. » 6 4 70 4,7 2,8 » » » 6 5 92 5,6 0,9 8,8 » S.S 0. » 9 6 83 5,4 1,0 3,6 » S.S.Q. » 8 7 76 5,1 2,5 » » O.N.O. » 5 8 67 5,3 3,0 » » (Variable.) » 0 9 61 5,6 2,5 » » (Variable.) » 2 10 77 7,7 2,5 » » s.s.o. » 6 11 76 9,0 3,1 » » O.S.O. » 3 12 70 9,4 2,9 » » 0. (var.) » 8 13 33 5,0 4,5 » » N.O. » 0 14 33 5,7 2,8 » » N. » 1 15 44 6,1 4,9 » » N.E. » 1 16 49 7,4 4,0 » » E.S.E. » 4 17 51 8,3 3,6 » » E.N.E. » 6 18 58 8,6 3,2 0,3 » (Variable.) » 9 19 64 8,7 3,9 0,4 » N.O. » 4 20 * 57 7,6 4,1 » » N.— S.E. » 1 21 58 8,5 4,5 )) » E. » 1 22 64 8,5 4,4 )) » S. 6 23 73 9,5 3,6 1,5 u S.O. » 8 24 78 9,6 4,8 0,9 » S.S.E. » 9 25 72 10,0 3,0 » » S.S.E. » 8 26 77 10,4 2,7 1,4 » S. » 9 27 70 8,2 3,1 0,3 » S. » 7 28 87 8,6 1,0 9,0 » S.S.O. » 9 88 7,6 1,3 . 8,2 » S.S.O. » 9 1.a d.a 72 5,0 2,4 15,4 V 0 53° S.O. 1 1 8h 5 2.a 60 7,6 3,5 0,7 2 25° N.O. 45 4 3.a 72 8,9 3,3 21,3 6 2o S.E. 142 7 Mes. 68 7,2 3,1 37,4 13 32° S.O. 203 5 CUADRO SEGUNDO. Observaciones barométricas. HORAS, FECHAS. 3 m 6 9 3 l 6 9 n 12 1 » 703,06 702,73 100,99 699,38 698,95 699,10 698,90 2 » 098,16 698,49 697,91 696,97 696,66 697,02 696,77 3 » 097,48 699,15 699,87 699,51 696,82 701,12 701,44 4 » 701,64 702,20 701,92 701,26 701,51 702,15 701,87 5 » 701,36 701,56 700,97 700,05 700,20 700,84 700,94 6 » 700,13 701,48 700,08 700,76 701,33 703,06 703,34 7 )) 704,15 704,89 704.49 704,13 704,36 705.71 705.15 8 » 704,04 704,92 705,05 705,00 705,17 706,11 705,88 9 » 706,26 706,84 706,41 705,43 705,30 706,24 706,29 10 )) 706,57 706,69 705,40 704,36 704,33 705,35 705,60 11 » 703,38 706,39 706,21 706,04 706,52 707,76 708,25 n y> 708,78 709,57 708,88 707,54 707,36 707,74 707,76 13 ,, 707,46 707,81 707,41 706,52 706,69 707,74 708,37 14 » 710,33 712,52 712,99 713,53 714,77 716,07 717,01 15 »> 717,33 717,61 716,68 714,90 714,01 713,86 713,30 16 » 712,34 712,18 710,84 709,26 708,78 709,52 709,74 17 » 709,52 709,80 708,83 707,61 707,00 708,09 707,66 18 » 707,36 708,47 707,13 705,99 705,99 706,54 706,14 19 » 706,01 706,31 705,45 704,54 704,28 705,32 705,51 20 » 706,17 706,72 706,57 705,50 705,99 707,97 708,68 21 » 709,39 710,15 709,64 708,58 708,32 708,83 708,70 22 » 708,35 707,84 706,34 704,77 703,64 704,03 702,42 23 » 702,19 702,54 702,45 701,89 701,84 702,74 702,79 24 » 703,03 704,36 703,29 702,84 703,29 704,53 705,30 25 » 705,56 705,91 705,01 703,75 703,63 704,64 704,86 20 ,, 704,70 704,69 703,70 702,29 701,57 702,28 702,28 27 » 701,32 700,94 699,46 698,34 698,17 700,20 700,86 28 » 700,65 701,16 700,21 698,85 698,67 700,01 700,15 29 » 699,61 698,91 698,23 698,16 697,53 697,60 696,91 30 » 695,83 695,23 695,00 694,03 692,51 694,18 694,03 1.a d.a 702,18 702,35 702,79 702,31 701,69 701,76 702,67 702,62 2.a 708,80 ¡709,07 709,74 709,10 708,14 708,14 709,06 709,24 3.a 702,23 703,06 703,17 702,33 701,35 701,02 701,90 701,83 Mes. j 704,41 704,83 705, 23j 704,58 703,73 703,64 704,54 704,56 CUADRO TERCERO. Observaciones termoméiricas . FECHAS. 3 m 6 1 » 10,9 2 » 1,6 3 » 0,9 4 » 0,5 5 » 0,8 6 » 3,9 7 » 2,2 8 » 2,1 9 » 1,3 10 » 4,0 11 » 6,5 12 » 6,7 13 » 10,1 14 » 9,6 n » 4,4 16 » 8,3 17 » 10,4 18 » 12,8 19 » 14,8 20 » 12,6 21 » 9,7 22 » 10,4 23 » 11,0 24 » 12,3 25 » 11,6 26 » 12,3 27 » 13,2 28 » 10,4 29 » 10,0 30 » 8,2 1.a (1.a 2,5 2,8 2.a 9,4 9,6 3.a 10,3 10,9 Mes. 7,3 7,8 HORAS. 9 i 12 3 t 13,7 17,4 13,7 4,8 7,8 8,3 3,9 9,1 9,7 6,7 7,1 7,7 3,6 9,7 11,1 4,4 8.0 5,4 6,0 7,8 5,8 5,8 9,6 9,9 6,7 12,9 13,8 9,6 14,8 18,1 10,8 14,7 15,7 12,2 17,7 20,5 16,8 21,7 20,1 12,4 15,5 17,4 11,1 17,1 21,1 16,6 22,2 25,9 17,3 22,7 25,7 19,9 23,2 26,8 19,4 24,4 25,0 17,3 21,8 21,4 16,3 21,0 22,5 16,7 22,9 24,2 15,1 20,2 20,6 15,3 19,1 22,8 13,3 18,4 20,4 15,3 20,7 22,6 16,4 24,0 22,3 15,4 19,3 18,8 14,6 17,6 9,8 12,0 8,6 11,2 6,5 10,4 10,4 15,4 20,1 22,0 15,0 19,2 19,5 12,3 16,6 17,3 6 9 n 12 11,9 7,8 6.1 7,3 2,4 2,7 7,4 4,5 2,9 6,4 3,3 1,8 9,0 6,9 4,8 4,6 2,3 2,6 6,9 4,9 3,2 8,9 4,2 3,6 11,8 8,5 6,4 13,7 10,6 8,5 14,2 12,1 9,3 18,1 14,0 11,5 18,3 15,6 13,5 14,3 9,6 6,8 18,9 13,8 11,4 21,5 18,4 12,9 21,7 19,2 14,7 23,7 19,8 15,7 16,9 16,8 14,9 19,1 15,2 12,5 20,0 16,3 12,9 21,7 16,2 13,2 18,9 15,7 13,1 19,3 13,9 1 2,2 17,9 13,4 11.4 20,6 15,4 14,1 16,6 13,4 12,6 16,7 12,2 10,8 11,6 9,3 9,2 11,1 9,0 8,4 8,8 5,5 4,2 18,7 15,5 12,3 17,4 13,5 14,8 15,0 11,5 9,4 CUADRO CUARTO. Psicrómetro . — Humedad relativa . FECHAS. HOE :AS. 3 m 6 9 12 3 i 6 9 n 12 1 » 66 44 46 40 35 56 57 2 » 87 72 58 54 52 84 75 3 » 88 66 51 43 58 66 81 4 » 93 83 75 66 75 87 87 5 » 71 86 55 47 53 72 89 (i » 95 97 91 82 82 92 90 7 » 96 78 76 89 76 86 83 8 » 96 82 66 54 58 82 83 9 » 90 74 55 52 51 61 73 10 » 82 58 36 43 57 65 71 11 » 81 77 70 59 68 79 89 12 » 97 86 66 58 63 70 80 13 » 88 66 58 59 60 70 78 14 » 81 52 35 28 35 55 68 15 » 82 61 43 40 38 44 48 16 » 68 45 31 31 34 41 43 17 » 62 50 40 39 40 46 51 18 » 61 50 39 37 41 47 65 19 » 64 51 35 35 68 63 75 20 » 93 78 51 43 43 61 67 21 » 87 59 45 42 40 49 64 22 » 72 62 53 53 38 54 62 23 » 70 65 49 45 54 71 82 24 >> 89 75 64 46 58 80 87 25 » 87 83 69 52 69 85 87 26 » 89 75 64 53 57 77 74 27 » 80 69 53 69 77 84 92 28 » 88 67 56 51 53 75 84 29 » 91 66 70 93 91 93 92 30 » 94 82 95 75 76 90 89 1.a d.a 85 86 74 61 57 60 75 79 2.a 77 78 62 47 43 49 58 66 3.a 89 85 70 62 58 61 76 81 Mes. 83 83 69 56 53 57 70 75 CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor . FECHAS. HOI 1AS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » 6,4 5,2 6,8 4,7 3,7 4,5 4,0 2 » 4,4 4,5 4,6 4,4 4,9 4,5 4,1 3 » 4,3 3,9 4,4 3,9 4,5 4,1 4,5 4 » 4,4 6,0 5,6 5,2 5,3 5,1 4,5 5 » 3,4 5,1 4,9 4^6 4,5 5,3 5,5 6 » 5,8 6,1 7,3 5,5 5,3 4,9 5,0 7 » 5.0 5,5 5,9 6,1 5,6 5,6 4,8 8 » 5,1 5,7 6,0 4,9 4,9 5,1 5,0 9 » 4,5 5,4 6,1 6,1 5,3 5,1 5,2 10 » 5,0 5,1 4,6 6,7 6,8 6,2 5,8 11 » 5,8 7,5 8,7 7,9 8,3 8,3 7,8 12 » 7,1 9,1 10,0 10,1 10,6 8,4 84 13 » 8,1 9,4 11,4 10,3 9,4 9,1 9,1 14 » 7,2 5,6 4,6 4,2 4,4 4,9 5,0 13 » 5,2 6,0 6,2 7,4 6,1 5,2 4,8 16 » 5,5 6,2 6,2 7,8 6,6 6,6 4,8 17 » 5,9 7,3 8,0 9,5 7,7 7,7 6,4 18 » 6,7 8,6 8,3 9,7 8,9 8,1 8,7 19 » 8,0 8,6 8,0 8,4 9,7 8,9 9,5 20 » 10,1 11,3 9,9 8,1 7,1 7,9 7,4 21 » 7,8 8,1 8,3 8,6 7,0 6,7 7,1 22 » 6,8 8,7 11,1 11,9 7,4 7,3 7,0 23 » 7,0 8,3 8,7 8,5 8,8 9,4 9,3 24 » 9,5 9,6 10,5 9,4 9,9 9,4 9,2 23 » 8,9 9,5 10,9 9,4 10,5 9,7 8,8 26 » 9,5 9.7 11,7 10,9 10,4 10,0 8,8 27 » 8,9 9,5 11,7 13,0 10,9 9,7 10,1 28 » 8,4 8,7 9,2 8,2 7,5 8,0 8,1 29 » 8,4 8,2 10,6 8,4 9,3 8,0 7,9 30 » 7,6 8,6 7,9 7,5 7,6 7,7 7,3 1.a d.a 4,6 4,8 5,2 5,6 5,2 5,1 5,0 4,8 2.a 6,8 7,0 8,0 8,1 8,3 7,9 7,5 7,2 3.a 8,2 8,3 8,9 10,1 9,6 8,9 8,6 8,4 Mes. 6,5 6,7 7,4 7,9 7,7 7,3 7,0 6,8 CUADRO SEXTO. es Sí o s. o *05 § ^es Sí 0 1 » o es %> , w r-oOfS^soT-iac^eo eq U3 r-1 vi co v# |^« o 50 *?f z o < ¡a ^ ©1 M CO rH ©1 Ed g íO SO >Í5 ÍO IT' O S a z o gT-i^-t^XviíOsOOS oo a «o 00 eo L"- QC 50 eo Z Ed H -J? ce a H OOOOcOCOF-t-hC* ■<5 ce es «o vi OO OS ©í ©1 Ed o. Cfi Ed co ea o Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Obser- vatorio de Madrid en el mes de mayo de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1 y 2. —Nubosos y húmedos. Viento del 0. S. 0. en ambos, y bastante fuerle en el segundo. Dia 3. — Continúa soplando el mismo viento. Aumenta la presión, disminuye la temperatura, y se rasgan y dispersan las nubes. Dia 4.— Vuelve á cubrirse el cielo, casi por completo. Viento débil y fresco del S. O. Dia 3. — Oscila el viento entre el S. O. y el S. E. Cubierto el cielo todo el dia. Aguacero considerable de seis y media á nueve de la noche. Dia 6. — Cubierto y lluvioso, con viento fijo del S. E. Dia 7. — Encapotado y muy lluvioso. Pasa el viento al N. E. y se despeja el cielo un poco por la noche. Dia 8.— Variable y nuboso. Frecuentes amagos de llúvia. Dias 9 y 10. — Poco nubosos y apacibles. Dia 11. — Despejado y tranquilo. Desde las cinco de la tarde á las diez de la noche .efectúa da veleta un giro completo y directo de N. 0. á N. O. Poco después se fija en el N. E. Dias 12, 13 y 14.— Despejados y de brisa ligera y fresca del N. E. Dia 15. — Parecido á los tres anteriores. Ondula el viento y pasa sucesivamente, desde las doce del dia á las doce de la noche, del N. E. al S. E., S. O. y N. O., hasta volver al rumbo primero. Dias 16 y 17. — Algo nubosos, calurosos y foscos. Relampaguea á lo lejos, por el S. E. y S., durante la noche del 16. Dia 18.— Aumentan las nubes. Aparato de tempestad por la tarde. De dos á cinco gira otra vez la veleta, en sentido directo, desde elS. al S. Dia 19. — Fosco y nuboso por la mañana. Tempestuso, con viento huracanado del S., al empezar la tarde. Nuboso y húmedo luego. Durante la tempestad gira también la veleta, en sentido directo, desde el S. al S. E. Dia 20.— Apacible y nuboso. Dia 21.— Lluvioso desde el principio, y cada vez más por tarde y noche. En el centro del dia pasa el viento desde el S. E. al S. O., dando una vuelta ó giro completo y directo á todo el horizonte. Dias 22 al 31.— En todo este período permaneció muy encapo- tado ó cubierto casi por completo el cielo; sopló el S. O. con fuerza i siempre, y en ocasiones con ímpetu considerable; y llovió sin Ínter- I rupcion, aunque no excesivamente, como al iniciarse la primavera ó j mediar el otoño. En los dias 22, 27 y 29 adquirieron las nubes as- pecto tempestuoso; en los demas fueron insignificantes ó nulas las manifestaciones eléctricas, y la llúvia descendió como en los tem- porales húmedos más ordinarios. TOMO XVI. 23 OTT-A-IDIRO FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. •^m A. máx. A. míu. Oscilación. Tm T. máx. T. mín. Oscilación. 1 695,48 697,56 694,42 3,14 10?4 16*4 0 6,8 0 9,6 2 700,76 703,02 698,62 4,34 10,0 16,1 6,8 9,3 3 704,61 705,31 703,62 1,69 9,6 15,2 3,5 11,7 4 705,01 705,63 704,37 1,26 11,9 17,0 4,8 12,2 5 704,98 706,57 703,51 3,06 13,5 23,4 8.5 14,9 6 705,54 706,53 704,61 1,92 12,8 17,1? 9,0 8,1 7 704,94 706,27 703,95 2,32 10,9 16,5 9,3 7,2 8 705,71 706,44 704,94 1,50 14,1 18,5 10,2 8,3 9 707,04 708,18 700,42 1,76 17,1 23,6 9,6 14,0 10 708,92 709,74 707,99 1,75 18,0 26,5 10,2 16,3 11 709,33 710,34 708,46 1,88 19,0 26,5 9,8 16,7 12 708.69 710,59 707,77 2,82 15,7 26,6 9,8? 16,8 13 709,60 710,33 708,44 1,89 12,8 22,8 6,1 16,7 14 709,53 710,99 708,44 2,55 13,6 21,3 4,5 16,8 15 707,86 709,38 706,55 2,83 17,1 25,3 7,8 17,5 16 706,63 707,52 705,82 1,70 18,3 27,9 8,6 19,3 17 706,26 707,60 704,99 2,61 19,8 28,1 10,6 17,5 18 704,78 705,91 703,90 2,01 18,3 28,2 10,0 18,2 19 704,97 706,42 703,51 2,91 15,4 28,5 12,4 16,1 20 706,22 707,12 705,32 1,80 17,2 25,5 10,5 15,0 21 703,10 705,48 700,98 4,50 16,4 22,4 10,6 11,8 22 701,04 701,75 699,92 1,83 12,9 20,7 9,6 11,1 23 700,70 701,84 699,84 2,00 14,2 21,5 9,2 12,3 24 698,38 699,14 697,68 1,46 14,0 21,5 10,5 11,0 25 700,00 702,02 697,86 4,16 12,6 > 17,3 10,4 6,9 26 703,92 704,72 703,37 1,35 13,4 20,5 9,2 11,3 27 705,06 705,65 704,21 1,44 14,7 21,0 10,1 10,9 28 704,67 705,10 704,36 0,74 14,2 20,0 10,2 9,8 29 705,18 707,05 703,99 3,06 11,7 18,5 8,0 10,5 30 705,66 707,33 701,06 3,27 15,0 21,6 6,5 15,1 31 701,62 703,26 700,01 3,25 11,7 14,6 9,0 5,6 1.a cla 704,30 709,74 694,42 15,32 12,8 26,5 3,5 23,0 2.a 707,41 710,99 703,51 7,48 16,7 28,5 4,5 24,0 3.a 702,66 707,33 697,68 9,65 13,7 22,4 6,5 15,9 Mes. 704,71 710,99 694,42 16,57 14,4 28,5 3,5 25,0 pRinvcBno PSICROMETRO. 'ÉH í ATMOHETRO. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. NUBES. FECHAS. Evaporación. Lluvia. Dias. Dirección. Durac. 81 7,6 3,4 3,6 )) o.s.o. » 8 1 70 6,3 3,6 0,5 » o.s.o. )) 6 2 64 5,5 4,5 » » o.s.o. )) 2 3 71 7,2 2,3 » » s.o. » 8 4 74 8,3 3,2 16,3 » E. (var.) )) 9 5 82 8,9 0,1 0,5 » S.E. » 9 6 90 8,9 1,0 27,7 » E.N.E. » 9 7 77 9,1 3,4 » E.N.E. 8 8 63 9,0 3,9 » E.S.E. » 4 9 66 10,0 4,6 » » N.E.-N. )) 2 10 59 9,4 6,0 » » S.O.-N.E. » 0 11 50 6,0 6,7 » » N. )) 0 12 55 5,8 6,1 )) » N.E. )) 0 13 51 5,5 5,8 » E.N.E. )) 0 14 51 7,3 5,4 » » N.E.-N. O. » 2 15 59 8,9 5,4 » » (Variable.) » 3 16 56 9,3 5,3 » » S.E. (var.) » j 2 17 63 9,7 4,4 0,2 » S.S.E. » 4 18 79 10,1 4,6 4,0 » E.S.E. » 8 19 62 8,9 4,4 » » E.S.E. » 7 20 65 8,8 2,6 7,3 » S.E. » 9 21 84 9,1 3,4 13,5 » S.O. » 9 22 78 9,3 2,2 5,3 » s.o. » 10 23 88 10,7 1,0 8,7 » s. » 10 24 81 8,8 2,1 8,0 » s.o. » 7 25 84 9,8 2,2 4,0 » s.o. » ; 8 26 75 9,3 2,5 2,9 » s.o. » ! 7 27 80 9,7 2,5 1,4 » 0. » 8 28 78 8,1 1,7 2,4 » o. » 7 29 69 8,8 4,8 » » o.s.o. » 6 30 83 8,7 1,5 Inapr. •> s.s.o. » 10 31 i 74 8,1 3,0 48,6 5 11° s.o. 46h 6 1 ,a d.a 58 8,1 5,4 4,2 2 E. 94 3 2.a ¡ 79 9,2 2,4 53,5 9 46° S.O. 182 8 3.a 71 8,5 3,6 106,3 16 10° S.O. 174 6 Mes. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 13 16 17 18 19 20 21 22 23 24 23 26 27 28 29 30 31 .a c 2.a 3.a Mes CUADRO SEGUNDO. Observaciones barométricas. HORAS. 6 9 12 3 t 6 9 n 12 " 694,42 694,88 694,66 694,55 695,09 697,21 697,56 698,68 699,75 700,15 700,08 701,07 702,58 703,02 703,62 704,84 704,83 704,10 704,27 705,27 705,31 705,19 705,63 705,52 704,73 704,37 704,86 704,74 704,72 705,03 703,97 703,51 704,79 706,27 706,57 706,48 706,53 705,97 704,78 704,86 705,55 704,61 704,77 704,37 703,95 704,40 704,90 705,91 706,27 705,84 706,04 705,49 704,96 704,94 706,23 706,44 706,54 706,96 706,90 706,42 706,47 707,81 708,18 708,67 709,31 709,31 708,11 707,99 709,28 709,74 710,12 710,34 709,91 708,80 708,46 709,16 708,60 708,12 708,56 708,33 707,77 708,26 709,27 710,59 709,88 710,09 709,81 708,70 708,44 710,00 710,33 710,66 710,99 709,91 708,83 708,44 708,88 709,04 709,24 709,38 708,43 707,17 706,55 707,29 707,02 707,13 707,52 706,92 706,02 705,82 706,38 706,70 707,26 707,60 706,66 705,57 704,99 705,64 706,19 705,91 705,88 705,07 704,13 703,90 704,41 704,22 704,32 704,80 703,75 703,51 706,42 705,91 706,17 707,00 707,12 706,62 705,82 705,32 705,93 705,80 705,48 704,86 703,69 702,16 700,98 702,34 702,28 701,75 701,41 700,82 699,92 700,81 701,34 701,20 701,23 701,84 701,06 700,27 699,84 700,51 700,21 699,28 699,14 698,69 697,84 697,85 698,24 697,68 697,86 699,13 699,59 699,47 700,13 702,02 701,79 703,37 703,70 703,94 703,47 703,62 704,72 704,69 705,23 705,42 705,65 704,32 704,21 705,60 705,05 704,73 705,10 704,67 704,67 704,42 704,82 704,36 703,99 704,15 704,31 704,69 705,36 706,80 707,05 707,33 707,25 706,42 705,22 704,69 704,69 704,06 703,26 702,96 702,38 701,34 700,59 700,90 700,01 703,89 704,33 704,07 703,56 703,88 705,10 705,24 707,96 708,23 707,54 706,63 706 66 707,29 707,47 703,05 703,18 702,84 702,12 702,05 702,91 702,58 704,91 705,18 704,75 704,04 704,12 1 705,03 705,02 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 » 8,3 12,3 13,2 14,3 11,1 9,8 8,3 2 » 8,0 10,1 13,9 15,4 11,3 8,8 6,8 3 » 4,4 10,3 13,3 14,2 12,8 9,0 7,2 4 » 6,1 12,4 14,3 15,5 15,1 12,6 11,2 5 » 10,1 15,2 21,4 19,4 12,9 9,7 9,8 6 » 10,0 14,0 17,1 16,1 13,8 12,0 10,7 7 » 9,8 11,5 12,3 11,9 11,5 11,6 12,2 8 » 11,3 14,1 18,3 17,4 17,4 11,9 12,4 9 » 12,2 17,5 20,7 21,6 20,8 17,1 13,9 10 » 12,5 17,5 23,4 24,1 21,4 17,4 12,9 11 )) 11,4 19,2 23,7 25,6 22,6 18,6 17,2 12 » 15,3 19,4 20,9 20,9 17,6 12,2 9,8 13 )) 7,3 13,4 18,4 20,5 15,8 11,8 8,4 14 » 6,6 12,8 17,2 20,0 19,3 14,8 10,9 15 )) 9,7 16,2 21,3 24,4 21,6 18,2 14,6 16 » 11,4 19,1 23,7 26,0 22,4 18,2 13,6 17 » 13,6 19,6 25,6 26,8 24, ’3 19,6 15,1 18 » 13,6 20,3 24,9 22,8 20,8 17,5 14,3 19 » 15,3 19,9 23,9 14,8 14,4 13,1 12,6 20 » 12,6 17,1 21,8 23,9 20,7 17,1 13,8 21 » 13,1 18,4 21,9 22,1 19,2 13,2 10,6 22 » 11,8 15,7 15,4 19,8 10,9 10,1 9,3 23 » 10,7 13,6 18,2 18,4 16,9 12,2 12,6 24 » 12,1 16,9 15,3 15,9 14,0 14,1 13,3 25 12,1 10,4 15,0 15,9 14,7 11,7 11,3 26 » 11,3 15,3 16,8 13,7 15,5 12,4 12,6 27 )) 11,6 14,4 18,0 20,1 18,1 12,2 11,8 28 » 12,4 15,9 16,8 17,7 15,6 12,8 11,5 29 » 10,1 13,3 14,2 14,0 13,3 10,5 9,5 30 » 8,2 15,3 20,7 19,3 16,1 14,8 13,2 31 9,7 10,8 13,6 14,6 13,6 11,9 11,3 1.a d.a 8,7 9,3 13,5 16,8 17,0 14,8 12,0 10,5 2.a 10,3 11,7 17,7 22,1 22,6 20,0 16,1 13,0 3.a ¡ 10,6 11,2 14,5 16,9 17,4 15,3 12,4 11,5 Mes. 9,9 10,7 15,2 18,6 18,9 16,6 13,4 11,7 ! I CUADRO CUARTO, Psicrómetro. — Humedad relativa. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 n 6 9 n 12 1 » 96 78 63 60 77 87 90 2 » 90 87 57 47 57 68 70 3 » 82 64 53 42 46 68 82 4 » 88 65 60 53 64 74 78 5 » 85 63 46 48 79 94 92 6 )) 88 78 59 65 83 90 96 7 » 96 93 89 84 88 83 85 8 » 96 83 66 57 63 84 79 9 » 76 66 46 45 54 66 77 10 » 89 77 62 49 53 57 62 11 » 83 58 54 41 52 55 51 12 » 61 44 36 36 38 52 60 13 » 71 58 42 45 i 38 51 59 14 » 71 49 32 35 43 50 54 15 » 63 50 48 34 42 44 56 16 » 76 61 48 49 33 56 68 17 » 71 57 46 41 45 52 61 18 » 78 61 52 40 54 64 72 19 » 72 60 56 79 88 89 88 20 » 78 68 54 48 50 53 62 21 » 76 64 43 42 45 86 93 22 » 95 78 76 52 84 99 94 23 » 95 76 56 ¡ 63 59 96 96 24 » 89 75 83 93 í 94 85 92 25 » 92 95 80 61 62 85 86 26 » 88 68 74 89 T 91 9 í 27 » 91 74 66 52 54 93 91 28 » 90 75 74 68 68 90 86 29 » 93 74 76 70 67 80 81 30 » 89 67 56 52 70 67 76 31 » 85 83 72 76 ¡ 74 92 93 1.a d.a 87 89 75 60 55 66 77 81 2.a 73 72 57 47 45 48 57 63 3.a 91 89 75 69 65 69 88 89 Mes. 84 84 69 59 55 1 61 74 78 CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t í 6 9 n 12 1 » 7,9 8,4 7,2 7,3 7,7 7,8 7,4 2 » 7,2 8,1 6,8 6,2 5,7 5,8 5,2 3 y). 5,2 6,1 6,0 5.0 ! 5,1 5,9 6,1 4 » 6,1 7,1 7,8 6,9 1 8,2 8,0 7,8 5 » 7,8 8,1 8,7 7,9 8,9 8,8 8,3 6 » 8,1 9,3 8,5 8,9 1 9,6 9,4 9,3 7 » 8,7 9,5 9,5 8,8 9,0 8,5 9,0 8 „ 9,6 9,9 10,4 8,4 9,1 8,8 j 8,5 9 » 8,1 9,7 8,6 8,7 9,9 9,7 9,1 10 » 9,6 11,4 13,3 10,7 10,1 8,4 6,9 11 » 8,4 9,8 11,9 10,0 10,6 8,7 7,5 12 » 7,8 6,3 6,6 6,6 5,5 5,5 5,4 13 » 5,4 6,7 6,7 8,1 5,1 5,2 4,8 14 5,2 5,4 4,6 6,0 7,1 6,3 5,2 15 » 5,7 7,9 9,2 7,6 8,0 6,9 6,9 16 » 7,7 10,1 10,4 12,3 6,9 8,8 7,8 17 1 » 8,2 9,8 11,1 10,6 10,2 8,8 7,9 18 » 9,0 10,8 12,2 8,3 10,0 10,2 8,7 19 » 9,4 10,4 12,3 10,0 10,6 9,9 9,6 20 » 8,5 10,3 10,6 10,6 9,1 7,7 7,2 21 8,6 10,2 8,4 8,4 7,4 9,7 8,9 22 » 9,8 10,4 9,9 9,0 8,2 8,2 8,2 23 9,2 8,9 8,8 9,9 8,6 9,8 10,1 24 » 9,3 10,9 10,8 12,4 11,2 10,2 ! 10,4 25 » 9,7 9,0 10,1 8,1 7,6 8,8 8,6 26 » 8,9 8,9 10,5 10,3 10,1 9,8 9,9 27 » 9,3 9,0 10,2 9,2 8,3 9,9 9,4 28 » 9,7 10,0 10,6 10,3 8,9 9,9 8,8 29 » 8,6 8,4 9,2 8,4 7,7 7,6 7,1 30 » 7,2 8,6 10,2 8,6 9,5 8,5 8,7 31 » 7,6 8,0 | ¡ 8,3 0,4 8,6 9,6 9,3 1.a d.a 7,2 7,8 8,8 8,6 7,9 8,3 8,1 7,8 2.a 6,8 7,5 8,7 9,6 9,0 8,3 7,8 ¡ 7,1 3.a 8,9 8,9 9,3 9,7 9,5 8,7 9,3 9,0 Mes. 7,7 8,1 1 8,9 9,3 8,8 8,5 8,4 8,0 CUADRO SEXTO. «o Í3 O * á5 o o «o S£ .o « s> V. SD «o i-C> O «o o w oar^co^oooo PQ O rH oo oo* «o r-<~ c© so ¡E a ◄ o IT^SOíOCOCO^íMtH a ^ a a a i> r' f » a ¿ o gOCi^CiOSO^íO gS i o" F-« OO oo" CS oo" es ir« w H ◄ a a H ©qcocosc^^o^ ■"*3 a to^sor^co-^so©^ a pn r^^rHnrlrHrHri a H ♦ ¡¿ (TOffOCS^r^-rHSe)^ o gi^ooor'fo^cia . 5 ^L^-r^co^coco^1^ a oooooooo a di t"* t"* t- IT- F'" t" F- t- 03 O £-4 o o a a 25 Sz¡ . W . cd ^ o a £ S¿ C/2 C/J* ¡¿ 03 a 25 O ©i oo ©i oc r- co o o -ílj ©o<©i ©* ©^ ce r-i ©j >■ a a 03 a o CIENCIAS NATURALES BOTANICA. Enumeración de las Criptógamas de España y Portugal; por D. Miguel Colmeiro, Catedrático del Jar din Botánico de Madrid. ( Continuación .) A. Petrarclise DC. Hook. Ic . /£/., t. 1 W.'A.glan- dulosum Lois. A. pilosum Gus. A. Trichomanes p pubescens Gren. Hab. España (Duf., Wk.) en las hendiduras de las rocas de terrenos montuosos más ó ménos elevados en las provincias meridionales y en algunas de las orientales. Fr. May., Jun. (n. v.) Valencia (Duf., Bourg.): San Felipe de Jáliva (Bourg.) Andalucía (Wk., Lge.): Sierra de las Alpujarras (Wk.), Jaén, Guejar en Sierra-Nevada, cerro de San Antón cerca de Málaga (Lge.) A. viride Huds. Engl . bot. t. 2257. Hab. España (Lap., Pourr., Clem.) en las hendiduras de las rocas húmedas de los Pirineos y sierras meridionales, á la altura de de 8000r (Clem., Boiss.) Fr. Jun., Set. (v. s.) Cataluña (Lap., Costa): Valle de Viella, Valle de Aran (Lap., Costa). Aragón (Zelt.) : Maladeta, Puerto de Benasque (Zett.) 362 Andalucía (Clero., Boiss.): Sierra-Nevada (Clem.), Sierra- Nevada en la vertiente austro-oriental sobre Trévelez en el barranco del Culo de Perro (Boiss.) A. fontanum Sm. Pluk. Phyt. t. 89, f. 2. Filíenla II Quer. Polypodium fontanum L. G. Orí. Var. p Halleri Mett. Asplenium Halleri R. Br. Aspidium Hallen W. Barr. ic. 432, f. 1, Engl. bot. t. 2024. Filicula Vil Quer. Filicula pyrenaica, mínima Tournef . Lap. Asple- nium cuneatum Clem. non W. üab. España (Quer, Sanponts) en las hendiduras de las rocas húmedas de los montes de muchas provincias. Fr. Abr., Ag. (v. v.) Cataluña (Sanponts, Villers): Gavá (Sanponts), valle de Aran (Villers), Ripoll (Fourr.), Monserrat (Pourr. , Wk., Costa), Cabrera, altos de Berga, Camprodon, Pirineos orientales (Costa). Aragón (Villers, Lag., etc..): montañas de Benasque y Castanesa (Villers), Sierra Ginebrosa (Pardo). Galicia (Quer, Colm.): Santiago, Pontevedra (Quer, Colm.), San Clemente de Cesar (Colm.) Castilla la Vieja (Lag.): Arnedillo, San Ildefonso (Lag.) Castilla la Nueva (Pozo): Torrecilla de Sigüenza (Pozo). Valencia (Cav., Lag., etc., Wk., Bourg.): Pego, Benasal, Bocairent, Sierra de Engarceran (Lag., etc.), Tilaguas (Clem.) Andalucía (Lag., Clem.): Jaén (Lag., Clem.) Nombr.'mlg. Cast. Culantrillo blanco menor (Quer). Catal. Falgueretas (Sanponts). A. leptophyllum Lag. Garc. Clem. Anal. t. 41, f. 3. Hab. España (Cav., Lag., Clem.) en sitios húmedos de Valencia (Cav., Lag.), como Titaguas (Clem.) y otras partes. Fr (n. v.) A. lanceolatum Huds. Engl. bot. t. 240. Hab. España (Lag., Dur.) y Portugal (Welw.) en las hñn diduras de las rocas sombrías de territorios bajos ó poco ele- vados en las provincias occidentales, y en algunas de las me- ridionales. Fr. Abr., Sel. (v. s.) Aragón (Pardo, Loscos). Asturias (Dur.): Peñaflor, Cangas de lineo (Dur.) 363 Galicia (Lgc.): Lugo (Lge.), Santiago (Texid.) León (Lge.): Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Nueva (Cut.): Escorial, El Paular (Cul.) Andalucía (Lag., Boiss.): Cabo de Gata (Lag.), Picacho de Alcalá de los Gazules (Boiss., Bourg.), Medina-Sidonia (Wk.) Extremadura (Wk.): Plasencia(Wk.), Navalmoral (Bourg.) Portugal (Welw.): Cintra (Welw.) Var. p obovatum Gren. Asplenium obovatum Viv. Guss. Pl. rar. t. 64. Sierra-Morena en Despeñaperros, Sierra de Jaén (Wk.) A. septentrionale Sw. Filicula íV Quer. Acrosti- chum septentrionale L . Engl. bot. t. 1017. Scolopendrium septentrionale Rth. ilab. España (Salv., Quer), en las hendiduras de las rocas sombrías de territorios montuosos á la altura de 4.000' (Wk.) en las provincias septentrionales, y en las meridionales á la de 9.000' (Boiss.) Fr. Jun., Ag. (v. v.) Cataluña (Salv., Quer, Villers): Monseny (Salv.), Piri- neos (Quer), valle de Aran (Yillers, Costa), Olot (Bolos), Cer- daña, valle de Ribas (Isern), rocas de San Segimont (Costa), San Juan las Fonts y Selcasas (Texid.) Aragón (Quer, Asso): Moncayo (Quer, Asso), monte de Herrera, Sierra de Villarroya, montes de Rodanas (Asso), montañas de Benasque y Castanesa (Yillers). Navarra (Née). Prov. Vascongadas (Wk.): Peña Gorveya (Wk.) Santander (Salcedo): Taruey (Salcedo). Asturias (Quer, Dur.): Pereda, Tineo, Arganza (Dur.) Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). León (Quer). Castilla la Vieja (Quer, Lag., etc.): Burgos, Avila, Arne- dillo (Quer), Rioja en Munilla, subiendo á Ruedas (Cav., Lag.), San Ildefonso, Peñalara (Lag., etc.) Castilla la Nueva (Lag., Clem.): Escorial (Lag., Clem., Cut.), Guadarrama (Lag., C. Bout. , Colm.) El Paular (Lag., etc., Cut.), Fuenfria, Rebollosa entre Atienza y Jad ra- que (Lag., etc.), Buitrago (Cut.) 364 Andalucía (Bory, Clem.): Picacho de Veleta (Bory), Sierra- Nevada sobre las Lagun illas (Bory, Clem.), Sierra-Nevada sobre los Borreguiles (Boiss.), Sierra-Nevada cerca de las La- gunillas bajas (Colm.) A. Breynii Retz Schk. Fil. t. 81. A. germanicum Weiss . Hab . España en los Pirineos de Aragón? (Wk.) Fr (“• v.) A. Ruta muraría L. Engl. bol. t. ISO. Ruta mu- raña 1 Quer. Hab . España (Villa, F. Nav., Salv.) y Portugal (Vand., S. Brand.) en las rocas y muros de los territorios bajos ó algo elevados en muchas provincias, principalmente en las septen- trionales desde su litoral, y en las meridionales á la altura de 5.000-6.000' (Boiss.) Fr. Abr., Oct. (v. v.) Cataluña (Salv., Palau): Monserrat (Salv., E. Bout., Pourr.), Monseny, Montalegre (Salv.), valle de Aran (Vi- llers). Aragón (F. Nav., Asso, Palau): Moncayo (F. Nav.), Zara- goza , Calcena (Asso) , Villarluengo (Xarne) , montañas de Benasque (Villers, Bada) , montañas de Castanesa (Villers), Tarazona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana (Loscos), Segura (Hergueta). Navarra (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Wk.): Bilbao (Eguía, Wk.), San Sebastian (Lge.) Santander (G. Camal., Salcedo, Lag., etc.): Reinosa (G. Camal.), Liébana (H. de Greg.), valle de Toranzo (S. Ruiz). Asturias (Lag., etc.. Dur.): valle de Naviego sobre Leita- riegos, pico de Arvas, Cangas de Tineo (Dur.), Oviedo, Grado (L. P. Ming.) Galicia (Sarm., Larruga): Pontevedra (Sarm.), Santiago (Colm.), El Castro en los límites de Galicia y León (Lge.)4, Lugo (Texid.) León (Lge.): Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Villa, Nipho, Larruga): Segovia (Villa, Larruga), Burgos (Nipho, Larruga), Avila (Larruga), Munilla 365 en la Rioja (Cav.), Villarcayo (Salcedo), Encinillas (Lge.), muros del Convento de las Huelgas en Burgos (Fée). Castilla la Nueva (F. Nav., Quer): cercanías de Madrid (F. Nav.), El Paular (Quer), Trillo (G. Ort., Lag., etc.), Al- carria (Palau), San Pablo de los Montes (Pourr.), San Anto- nio de la Cabrera (Cut.), Somosierra (Isern). Valencia (Cav., Clem.): Fuente la Higuera (Cav., Lag., etc.), Tilaguas (Clem.) Andalucía (Clem., Cabr.): Alcalá de los Gazules (Clem., Cabrera), Corles (Clem.), Sierra-Nevada en Trevelez yAguilo- nes de Dilar (Boiss.) Portugal (Vand., S. Brand.): Caldas da Rainha (S. Brand.), Beira meridional cerca del Tajo, Entre Duero y Miño, Tras- os-Monles (Brot.) Baleares : Mallorca (Serra), Menorca (Cursach.) Var. p microphyllum Wallr. Cataluña en Monserrat (Wk.) Nombr. vulg. Cast. Adianto blanco (Lagun.), Saxífraga (Jarav.), Culantrillo blanco (Palau, Larruga), Ruda de muro (Palau), Culantrillo real de Moncayo, Culantrillo del muro (F. Nav.), Culantrillo blanco mayor (Bassagaña), Salva-vida (Hergueta). Port. Arruda dos muros, Avenca branca, Ruta muraria, Paronychia de Mathiolo (Brot.) Calal. Falsía blanca (Costa), Ruda de rata (Bassagaña). A. Adianthum nigrum L. Engl. bol . t. 1950. Ádiantum nigrum Grisl. Filicida III Quer. Hab. España (Lagun., F. Nav., Mártras) y Portugal (Grisl., Vand.) en los muros y rocas sombrías de los territorios bajos ó algo elevados en muchas provincias, y principalmente en las septentrionales y centrales. Fr. May., Set. (v. v.) Cataluña (Salv., Palau): montes de San Gerónimo (Salv.), Gavá (Sanponts), valle de Aran (Villers), Monserrat y Piri- neos (E. Bout., Lag., Colm.), Monjuich (Arriele, Colm.), monte de San Ginés (Colm.), Mataró (Salvañá), cercanías de Barce- lona (Bassagaña). Aragón (F. Nav., Asso, Palau, E. Bout.): Moncayo (F. Nav., Asso), monte de Herrera, Sierra de Villarroya (Asso), Villarluengo (Xárne), montañas de Benasque y Castanesa 366 (Villers), Tarazona (Jabera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana (Loscos). Navarra (Née): Burguete (Née). Prov. Vascongadas (Bowles , Eguía , Mieg) : Elizondo (Bowles), Irun (Wk.), Bilbao (Wk., Mieg). Santander (Salcedo): Taruey (Salcedo). Asturias (Lag., Dur., L. P. Ming., Wk., Lge.): Yillamar (Lag.), Muniellos, Grado, Gangas de Tineo (Dur.), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (Quer, Colm., Lge.): Santiago, Rubianes, San Clemente de Cesar (Colm.) León (Lge.) Castilla la Vieja (Née, Lag., etc.): San Ildefonso (Née, Lag., etc.), Valladolid (Texid.) Castilla la Nueva (Palau , Lag., etc.): circuito de Madrid (Palau, Cut.), Alcarria, Miraflores de la Sierra (Palau), Escorial (Cav., Lag., etc., Colm., Cut.), San Pablo de los Montes (Pourr.), El Paular, Sierra de Guadarrama (Lag., etc.), Casa de Campo cerca de Madrid (Cut., Amo), San Martin de Valdeiglesias (Cut.), Navalcarnero (Negro). Valencia (Mártras): Carrascal de Alcoy, cima de Alfarara hacia Bocairent (Mártras). Andalucía (Borv, Colm.): Constantina (Bory), Cazaba (Bory, Colm.) Extremadura (Wk.): Plasencia (Wk.) Portugal (Grisl., Vand.): Coimbra y otras partes en Beira (Brot.) Baleares : Mallorca (Serra, Camb.), Menorca (Ramis, Hern.), en el Puerto de la Mesquita (Pourr.) Var. ¡3 Virgilii Heufl. Asplenium Virgilii Bory et Chaub. A. Adianthum nigrum Cav. non L. Cataluña (Costa): litoral del Mediterráneo (Costa). León (Lge.): Villafranca del Yierzo (Lge.) Valencia (Cav., Lge., etc.): Vallivana, monte de la Murta (Cav., Lge., etc.), Benifazá (Lag., etc.) Andalucía (Clern., Haens.): Portugos, Caslril, ribera del Genil, Benalmadena, Alcalá de los Gazules, Algeciras, Cabo de Gata (Clern.), Sierra-Bermeja (Hgens.), Nerja, Yunquera en 367 el desierto (Boiss.), Poyo, Segura (Blanco), Cazaila (Colm.), Sierra-Nevada en Trevelez y otras partes hasta la altura de 5.000' (\Vk.), Gibrallar (Lemann, Kel.) Nombr. vulg. Cast. Helécho que nace en el roble (Lagun.), Culantrillo negro (F. Nav., Palau), Adianto negro (Mártras), Filis de Moncayo (F. Nav.), Culantrillo mayor (Peig.), Capilar negra (Cut.) Port . Avenca negra (Brot). Calal. Falsía negra (Sanponts), Capilera negra (Bassagaña). Balear. Valsía negra (Serra). Athyrium. A. Filix femina ítth. Polypodium Filix femina L. Pluk. Phyt. t. 180, f. 4. Tectaria Filix femina Cav. As- pidium Filix femina Sw. Engl. bol. t. 1459. Aspleninm Filix femina Brnhd . Cystopteris Filix femina Coss. et Germ. Hab. España (Sal v. , Loeffl.) y Portugal (Vand., Brot.) en las montañas de todas las provincias, y en las meridionales á la altura de 5.000-7.500' (Ramb., Wk.) Fr. May., Sel. (v. V.) Cataluña (Salv., Palau): montes de San Gerónimo del valle de Hebron (Salv.), Monserrat (Salv., E. Bout.), Olot (Bolos), Gavá (Sanponts), valle de Aran? (Costa), Camprodon (Isern), Monserrat hácia San Juan (Bassagaña). Aragón (H. Ruiz, Pardo, Loscos): Panticosa (II. Ruiz). Navarra (Née): Roncesvalles (Née). Prov. Vascongadas (Lge., Eguía, Fée): San Sebastian en la Mola (Fée). Santander (Salcedo): vega de Pas, Toranzo, Carriedo, Lié- bana (Salcedo). Asturias (Lag., Dur., Salgado, Pastor): Candas (lag.), Grado, valle de Naviego, Cangas de lineo, Peñaflor (Dur.), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo, Luarca (L. P. Ming.) Galicia (Pourr., Colm., Lge.): Orense (Pourr.), Santiago (Colm., Lge.), inmediaciones del rio Lila (Lge.) León (Lge.): Villafranca del Yierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Née): San Ildefonso (Née, Cav., Colm.), valle de Ruedas, subiendo á la Sierra de Hez (Herb. Madr.), rio Pomar (Salcedo). 368 Castilla la Nueva (LoefL, Née): El Viso (Loeffl.), El Paular (Née, Cav., Cut.), San Pablo de los Montes (Pourr.), Escorial (Cut.) Valencia (Cav., Lag.): Vistabella (Lag.) Andalucía (Clem., Ramb.): Sierra-Nevada (Clem., Ramb.), Tajo del Corral de Veleta, cercanías de la Laguna Larga (Clem.), dehesa de San Gerónimo (Wk.) Portugal (Vand., Brot.): provincias septentrionales (Go- mes, Beiráo). Var. p trifidum Lge. Athyrium trifidum Rth. Coruña en las rocas marítimas (Lge.) Nombr. vulg. Cast. Helécho hembra, ó sea Helécho feme- nino (Palau, Sanponls), Helécho hembra (Cut.) Port. Feto lemea dos italianos (Brot.) Catal. Falsía femella (Sanponts), Falguera femella (Bassagaña). Cystopteris. C. fragilis Brhd. Filix ramosa, minor Polypodii facie 3 pyrenaica Tournef \ Inst. 536. Filicula pyrenaica, saxatilis foliorum summitate multifida Fagon. Filix pyrenaica Polypodii divisura Tournef. Lapeyr. Filix VI Quer et Filicula 1 Quer. Polypodiurri fragüe L. et P. regium L. Asso et P. aureum Asso Mant. Prcef. non L. Polypodium polymorphum Vil l. Tectaria fragilis et T. regia Cav . Lag. etc. Aspidium fragüe et A. regium Sw. DC. Cyathea fragilis Sm . Engl. bot.t. 1587. Pluk. Phyl., t. 180, f. 5, et C regia Sm. seu C. incisa Engl. bot. 163. Hab. España (Quer, Asso) y Portugal (Brot.) en las rocas sombrías y en los muros de los territorios bajos en las provincias septentrionales, y más ó ménos elevados en las centrales y meridionales, hallándose en estas á la altura de 6.000-10.000' (Boiss.) y más arriba (Clem.) Fr. Jun., Set. (v. v.) Cataluña (Quer, E. Bout.): Pirineos (Tournef., Quer), Viella (Lap.), Monserrat (Pourr., E. Bout.) Camprodon, Qlot (Isern), Monseny (Costa), montes de Gerona (Texid.) 369 Aragón (Quer, Asso, Palau): Pirineos de Jaca (Quer), Hinojés (Asso), Badenas, Peñacerrada de Fortanete, San Juan de la Peña (Asso, el P . regium ), Panlicosa (H. Buiz). Navarra (Née): Burguete (Née). Prov . Vascongadas (Olazabal). Santander (Salcedo): Taruey (Salcedo). Asturias (Quer, Lag., Dur.): Peñafurada (Lag.), Grado, Valle de Naviego, Cangas de Tineo (Dur.), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (Pastor). Galicia (Quer, Pourr., Lge.): Bivadavia (Pourr.), Santiago (Colín., Lge.), San Clemente de Cesar (Colm.), Lugo (Lge.) León (Quer, Lag., Lge.): Busdongo (Lag.), Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Quer, Née): San Ildefonso frente á la fuente del Príncipe (Quer, Née), bosques de San Ildefonso (Née, el P. regium ), montes de Avila, montañas de Burgos (Quer), valle de las Buedas, Puerto de Oncala en la Bioja (Pozo), Peña Mayor de Mena (Salcedo). Castilla la Nueva (Née, Lag., etc.): El Paular (Née, Lag., etc.), Sierra de Guadarrama (Lge.), Escorial, Miraflores (Cut., Alea). Valencia (Cav., Lag., etc.): Benasal, Sierra de Engarceran, Pego (Lag., etc.) Murcia (Cánovas): Lorca (Cánovas). Andalucía (Lag., Bory): Sierra-Nevada (Lag., Clem.,Bory, Boiss.), en los Borreguiles (Bory), Lanjaron, Talla de Pitres, La Sagra, Algeciras, Conil (Clem.), Sierra de Tejeda (Boiss.), Sierra-Nevada en los barrancos de San Juan y de Gualnon (Wk.), Sierra-Nevada en las Lagunillas Bajas (Colm.), Sierra- Nevada en Guejar (Lge.) y el Dornajo (L. Seoane), Sierra de las Nieves (Bourg.) Portugal (Brot.): Lousáa (Brot.), Serra de Cintra, Serra de Estrella (Gomes, Beirao). Nombr. vulg. Casi. Culantrillo blanco (Quer, Palau). C. montana Lk. Polypodium montamm Haenk. As- pidium montanum Siv. Pluk. Phyt . t. 89 ,f. 4, Schk. Fil. t , 63. Nephrodium montamm Bory. Cyathea montana Rlh. Hab. España (F. Nav., Bory) en las rocas sombrías de los TOMO XVI. 24 370 Pirineos y de los montes elevados de las provincias septen- trionales y centrales. Fr. Jul., Ag. (v. s.) Cataluña (Isern, Costa): valle de Aran (Isern), montaña de Arties (Costa). Asturias (Bory): alturas de Mezana (Bory). Castilla la Vieja (F. Nav.): San Ildefonso (F. Nav.) Castilla la Nueva (F. Nav.): El Paular (F. Nav.) Polystichum. P. Thelypteris Poth. Polypodium el Acrostichum Thelypleris L. Enyl. bot. t. 1018. Aspidium Thelypteris Siv. Nephrodium Thelypteris Coss. et Germ. Las tr cea Thelypteris Presl. Hab. España (Salv., Lag., etc.) y Portugal (Welw.) en sitios pantanosos de las provincias septentrionales y occiden- tales. Fr. Jun., Set. (v. s.) Cataluña (Salv.): San Gerónimo en el valle de Hebron? (Salv.) Prov. Vascongadas (Cav.) Santander (Salcedo): valle de Pas (Salcedo). Asturias (Dur.) Galicia (Lge.): Cobas (Lge.) Castilla la Nueva (Pourr.): San Pablo de los Montes (Pourr.) Portugal (Welw.), Bellas, Comporta (Welw.) P. Oreopteris DCL Polypodium Oreopteris Ehrh. Engl. bot. t. 1019. Polypodium pterioides Vill . Tectaria pte- rioides Lag. Garc. Clem. Aspidium Oreopteris Sw. Lastrcea Oreopteris Presl. Hab. España (Née, Lag., etc.) en sitios húmedos y som- bríos de las montañas en las provincias septentrionales. Fr. Jul., Ag. (v. s.) Aragón (Zett.): Puerto de Benasque al pié (Zett.) Navarra (Née): Roncesvalles (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Lge.): cuesta Descarga entre Vergara y Villareal (Lge.) 371 Santander (Salcedo): monte de Cires (Salcedo), Liébana (Lag., etc.) Asturias (Dur.): valle de Naviego, Cangas de lineo, Sier- ra del Peral, Pico de Tozaque (Dur.), Pico de Canillas cerca de Gillon (Bourg.) P. Eilix mas Bth. Filix mas , Feto Grisl. Filix I Quer Polypodium Filix mas L. Áspidium Filix mas Sw- EngL bot. t. 1458. Tectaria Filix mas Cav. Nephrodium Filix mas Coss . et Germ. Lastrcea Filix mas Presl. Ilab. España (Lagun., Loeffl.) y Portugal (Grisl., Yand.) en los sitios sombríos, selváticos y montuosos, bajos ó algo elevados en las provincias septentrionales, bastante elevados en las centrales, y en las meridionales á la altura de 6.000- 7.000r (Wk.). Fr. May., Set. (v. v.) Cataluña (Palau, Sanponts): Gavá (Sanponts), Monserrat (E.Bout.), Olot (Pourr.), Mataré (Salvañá), Senet (Isern), Pi- rineos (Costa). Aragón (Asso, Palau): Moncayo, Orihuela de Albarracin (Asso), Panticosa (H. Ruiz), Tarazona (Jubera). Navarra (Née): Roncesvalles, bosques de Irali (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Olazab., Lge.): Bilbao (Eguía, Lge.) Irun (Wk.) Santander (Salcedo, Dur.): valle de Pas '(Salcedo), Caslro- Urdiales (Dur.), La Hermida (S. Fontecha), valle de Toranzo (S. Ruiz), Santander (Lge.) Asturias (Lag., Dur., Pastor): Arvas, Yalgrande (Lag.), valle de Naviego, Peñaflor, Cangas de Tineo (Dur.), Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo, Lena (L. P. Ming.) Galicia (Cav., Pourr.): Orense (Pourr.), Ferrol (L. Alonso, L. Seoane), Santiago (Colín., Lge.), San Clemente de Cesar (Colm.), Tuy (R. Bastillo). León (Lag., Lge.): montañas de León (Lag.), Yillafranca del Yierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Quer, Nipho): San Ildefonso (Quer, Née, Lag.), lugar de los Molinos, montes de Avila (Quer), Burgos (Nipho, Larruga), valle de las Ruedas, subiendo á Sierra de la Hez en la Rioja(Pozo). Castilla la Nueva (Loeffl. Quer): El Yiso (Loeffl.), El Pau- 372 lar (Quer, Née, Lag., etc.), Escorial (Lag., etc., Cut.), San Pablo de los Montes (Pourr.), cerro de las Aguilas sobre Navacerrada (Lge.), Somosierra (Cut.), Navalcarnero (Negro). Valencia (Cav.): Peñagolosa? (Cav.) Andalucía (Quer, Clem.): Sierra-Nevada (Quer, Clem.), Lucena, Sierra de Segura (Lag.), Sierra de Gata (H. de Greg.), Sierra -Nevada en los Borreguiles (Clem., Bory), Sierra-Nevada en la Talla de Pitres, Lagunillas, Puerto de la Ragua, Ubrique , Alcalá de los Gazules, Algeciras (Clem.), Cuesta de Santa Elena en Sierra - Morena (Herb. Madr.), Sierra-Nevada en el término de San Juan (Boiss.) , Sierra- Nevada en la dehesa de San Gerónimo (Wk.) Extremadura (H. de Greg.): Vera de Plasencia (H. de Greg.) Portugal (Grisl., Vand., Brot.): Caldas da llainha (S. Brand.) Baleares : Mallorca (Serra). Var. p abbreviatum Dub. Polystichum abbreviatum DC. San Ildefonso (Lag.), Bilbao (Eguía). Nombr. vulg. Casi. Helécho macho (Lagun., Jarav., Quer), Dentabron (D. de San. José). Fort. Feito macho (A. Lus.), Feto (Grisl., Brot.) Feto macho (Mont., Brot., Figueir.), Feito, Fento macho (Brot.), Polypodio feto macho, Ribeirinho, Rebei- rinho (Velloso), ^ Feto macho ou Denlebrura (Brot., Gomes, Beiráo). Gall. Fento macho (Sarm.). Catal. Falguera (Palm.), Falguera másele (Oliveres), Falsía másele (Sanponts), Fou- guera másele (Costa). Val . Falaguera (Cav.) Balear . Falguera (Serra). P. cristatum Rth. Filix ¡II Quer Polypodium cris - tatum L. Aspidium cristatum Sw. Engl. bot. t. 2125. Schk. FiL t. 37. Tedaria cris tata Cav., Lag., etc. Polypodium balearicum Pourr.? Polystichum Callipteris DC. Nephrodium Callipteris Coss. et Germ. Lastrcea cristata Prest. Hab. España (Quer, Née) en sitios húmedos, selváticos y montuosos de algunas provincias septentrionales y orientales. Fr. Jul., Ag. (v. s.) Navarra (Née): Burguete (Née). Santander (Salcedo). 373 Castilla la Vieja (Pozo): Sierra de la Hez en la Rioja (Pozo). Valencia (Cav.): Sierra de Engarceran (Cav.) Baleares? (Pourr.): Mallorca? (Pourr.) P. spinulosum DC. Aspidium spinulosum Sw. Ne- phrodium spinulosum Desv. Polypodium cristatum Vill. non L. Hab. España (Lag., Dur.) y Portugal (Welw.) en sitios húmedos y sombríos de las provincias septentrionales y occi- dentales. Fr. May., Set. (v. s.) Var. ol vulgare Gren. et Godr. Polystichum spinulosum Rtli. P. dilatatum Bub. Aspidium dilatatum Lois. A. spinulo- sum W. Engl. bol. t. 1460. Piule. Phyt. t. 179, f. 5. Lastrcea spinulosa Presl. Santiago de Galicia y Seijo cerca del Ferrol (Lge.) Var. ¡3 dilatatum Gren. et Godr. Polystichum tanacelifo- lium DC. Polypodium tanacetifolium Hoffm. P. dilatatum Stc. P. aristatum Vill . P. pilidens Touillier Herb. Madr. P. thu- jm forme Pourr. Aspidium dilatatum W. Engl. bol. t, 1461. Pluk , Phyt. t. 181, f. 2. A. spinulosum Lois. Lastrcea dilatata Presl. Cataluña (Isern): valle de Camprodon (Isern). Aragón (Zett.): Maladeta en la falda (Zett.) Prov. Vascongadas (Lag.): Baños de Ebro (Lag.) totear (Salcedo, Dur.): Castro-Urdiales (Dur.), Liébana, Cabuérniga, Pas (Salcedo). Asturias (Dur.): valle de Naviego, Peñaflor (Dur., Bourg.), laguna de Arvas (Dur.) Galicia (Lag., Lge.): Santiago (Lge.) León (Lag.): montañas de León, Busdongo (Lag.) Castilla la Vieja (Lag.): San Ildefonso (Lag.) Portugal (Welw.) P. rigidum DC. Polypodium rigidum Hoffm. Aspi- dium rigidum Sw. Engl. bot. t. 2724. Schk. FU. t. 38. Ne- phrodium rigidum Desv. Lastrcea rigida Presl. Hab. España (Lapeyr.) en los huecos y hendiduras de las rocas del valle de Aran (Lapeyr.), en los Pirineos catalanes y en otras montañas elevadas, Fr. Jul., Ag. (v. s.) ‘ 374 Var. ¡3 australe Ten. Aspidium pallidum Lk. Nephrodium pallidum Bory. Aspidium nevadense Boiss. Sierra-Nevada á la altura de 5.000-7.000' en la dehesa de San Gerónimo (Boiss., Wk.) é inmediaciones del rio Monackil y en el Dor- najo (Wk.) Aspidium» A. aculeatum Koch. Lonchitis II Quer Polypodium aculeatum L. Tectaria aculeala Cav., Lag ., etc. Nephrodium aculeatum Coss. et Germ. Hab. España (Salv., Quer) y Portugal (Salv., Brot.) en las hendiduras de las rocas sombrías y en los matorrales de las montañas más ó ménos elevadas de muchas provincias, ha- llándose en las meridionales á la altura de 4.000-6.000' (Haens., Prol., Bourg.). Fr. Jun., Set. (v. v.) Var. a migare Gren. Aspidium aculeatum Gay. A. loba- tum Sw. Engl. bot. t. 1563. Pluk. Phyt. t . 180, f. 3. A. Plu- kenetii Lois. Polystichum Plukenetii DC. Cataluña (Salv., Quer): Berga (Salv.), monte de San Ge- rónimo (Salv., Golm.), Pirineos (Quer), Monserrat (Pourr., E. Bout.), valle de Aran (Villers), Olot (Bolos). Aragón (Villers, Zett.) : Puerto de Benasque al pie (Villers, Zett.), montaña de Castanesa (Villers), Puertos de Valderrobles y Beceite (Pardo, Loscos). Prov. Vascongadas (Lag., etc.) Bilbao (Lag., etc.) Santander (Salcedo, Lge.): cuesta del Escudo (Lge.) Asturias (Dur.): picos de Tozaque y Arvas (Dur.) Galicia (Quer, Pourr.): Orense (Pourr.) Castilla la Vieja (Lag.): San Ildefonso (Lag.) Murcia (Guirao): Sierra de España (Guirao). Andalucía (Quer, Haens., Prol.): Sierra-Nevada (Quer, Bourg.), Sierra de la Nieve (Haens., Prol.) Portugal (Salv., Brot.): Algarbe en Monchique (Salv., Pourr.), inmediaciones del rio Mondego cerca de Coimbra y otras partes (Brot., Gomes, Beiráo). Var. ¡3 anguiare Gren. Aspidium anguiare el aculeatum W. A. aculeatum Sw . Engl. bot. t. 1562. Pluk. Phyt . t. 180, 375 f. 1. A. hastulatam Ten. A. fuscatum W. A. lobatum Hook . Hypopeltis lobulata Bory. Navarra (Née): Burguete, Roncesvalles, bosques de la Tur é Irati, Espinal (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Lge.): Bilbao (Eguía, Lge.) Santander (Salcedo). Asturias (Dui\): Grado, Cangas de Tineo, valle de Naviego (Dur.) Galicia (Lge.): Ferrol, Seijo, Carral entre la Coruña y San- tiago, Yigo (Lge.) Baleares (Barceló). A. Lonchitis Sw. Engl. bot. t. 797. Lonchitis Ta- gua. Lonchitis I Quer. Polypodium Lonchitis L. Polystichum Lonchitis Bth. Nephrodium Lonchitis Bory. Hab. España (Salv., Quer) en las hendiduras de las rocas de los territorios montuosos y elevados en muchas provincias, hallándose en las meridionales á la altura de 7. 000-10. 000' (Clern., Boiss., Wk., Bourg.). Fr. Jul., Ag. (v. v.) Cataluña (Salv., Quer): Pirineos (Salv.) , Monserrat (E. Rout.), Nuria (Pourr.), valle de Aran (Villers, ísern), Puigmal en los Pirineos orientales, bosque de Segalés mas arriba de Berga (Grau). Aragón (Asso, Villers): Uruel, San Juan de la Peña(Asso), Puerto de Benasque (Villers, Zett. ), montañas de Casíanesa (Villers), Panticosa (R. Ruiz). Santander (Salcedo): Reinosa (G. Camal.) Asturias (Quer, Lag., Dur.): Peñafurada (Lag.), pico de Arvas (Dur.) Galicia (Quer). León (Quer): montañas de León (Quer). Castilla la Vieja (Herb. Madr.): San Ildefonso (Herb. Madr.) Andalucía (Quer, Clem.) : Sierra-Nevada, (Quer, Clem.), en los Borreguiles (Bory), picacho de Veleta (Clem., Boiss.), escalerilla del Corral de Veleta (Colm.), inmediaciones de la laguna de Dilar (Wk.) y de la Caldera (L. Seoane). Baleares : Mallorca (Serra), Menorca (Ramis, Oleo). 376 Woodwardia » W. radicans Cav* Schk. FU. t. 112. Blechnum ra- dicaos L. Hab. España (Dur., Mieg) y Portugal (Welw.) en las grietas profundas de las rocas en las provincias septentriona- les. Fr. May., Jun. (v. s.) Prov. Vascongadas (Mieg): inmediaciones de la ria de Mundaca (Mieg). Santander (Dur.) : Castro-Urdiales (Dur.) Asturias (Nyman, L. P. Ming.): Luarca (L. P. Ming.) Portugal (Welw.): Caldas de Gerez (Welw.) Davallia. D. canariensis Sw. Hook. Fil. t. 56. Adiantum nigrum radice prcelonga , arbores annotinas perreptante Grisl. Filicula lusitanica Polypodii radice Tournef. ínst. 542. Filix lusitanica Polypodii radice Magn. Filicula Vlll Quer. Tri- chomanes canariensis L. Pluk. Phyt. t. 291, f. 2. et Poly- podium lusitanicum L. Hab. España (F. Nav., Salv., Quer) y Portugal (Grisl., Raj., Salv., Loeffl.) en las rocas, muros y árboles de los ter- ritorios bajos ó poco elevados en las provincias occidentales, llegando á la altura de 2.000r (Wk.). Fr. Marz., Set. (v. v.) Galicia (Quer, Colm.): Pontevedra (Quer, Colm., Lge.), Yigo (Quer, Colm.), Rubianes (Colm.), Ferrol (L. Alonso), Coruña en las rocas marítimas (Lge.) Andalucía (F. Nav., Salv., Née): Cabo de Gata? (F. Nav.), Las Navas (Salv., Pourr.), Campo de Gibraltar (Née, Pourr., Kel.) , Algeciras (Rrouss. ex Cav., Clem.), Tarifa, Ronda, Grazalema, Ubrique (Clem.), San Roque (Hsens.), provincia de Cádiz (Roiss.), Sierra de Palma (Wk.) , Alcalá de los Gazules (Rourg.) Portugal (Grisl., Raj,, Salv., Loeffl., Vand., Palau, Pourr., Poir.): Serra de Cintra (Raj., Salv., Rrot., Welw.), Setubal 377 (Loeffl.) , Oporlo (Vand.), inmediaciones del Miño (Gomes, Beiráo). Nombr. vulg. Cast . Filis del mar, Filis portugués, Filis abierto (F. Nav.), Cochinita (Cav.), Pulipuli (Clem.) OSMUNDACEAS. Osmunda. O. regalis L. Engl. bot. t. 209. Filix florida Grisl. Osmunda hispánica , minor Juss. Filix florida , minor hispa- >nica Barr. ic. 37. Bocc. Mus. 2, t. 50. Osmunda I Quer. Osmunda cordubensis non visa á Bory. Áphyllacarpa regalis Lag. Garc. Clem. Anal. Hab. España (Barr., F. Nav., Salv.) y Portugal (Grisl., Loeffl., Vand.) en los sitios selvosos, húmedos ó pantanosos de los territorios bajos ó algo elevados y montuosos en todas las provincias, y principalmente en las septentrionales. Fr. May., Set. (v. v.) Cataluña (Salv., Quer): Monseny (Salv., Quer), Pirineos (Quer) , Montalegre (Pourr. ), montes de Pañí y Recasens (Texid.) Aragón (Quer, Jubera): Pirineos, Jaca (Quer), Tarazona (Jubera). Navarra (Née): valle de Bastan, montes de Orbaiceta é Irati, Elizondo, Zugarramurdi, los Alduides (Née). Prov. Vascongadas (Eguía, Wk., Mieg, Olazab., Lge.): Zornoza, Durango (Wk.) Santander (G. Camal., Perojo): Reinosa (G. Camal.), Bar- gas (Perojo), valle de Toranzo (R. de Salazar, S. Ruiz). Asturias (Casal, Palau, Cav., Lag.): Concha de Artedo (Lag.), sierras que circuyen el valle de Grado (Dur.), Oviedo (Pastor, L. P. Ming.), Riosa, Luarca, Nava (L. P. Ming.) Galicia (Sarm., L. Alonso): Ferrol (L. Alonso), Orense (Pourr.), Santiago (Lag., etc., Colm., Lge.), San Clemente de Cesar (Colm.), Coruña, inmediaciones del rio Ulla (Lge.), Tuy (R. Buslillo), Caldas de Reyes (L. Seoane). Castilla la Vieja (F. Nav., Quer, Nipho): montes de Avila, 378 Arenas (Quer), Burgos (Nipho, Larruga, Palau), San Ildefonso (M. Jimen.), Sierra de Guadarrama (Colm.) Castilla la Nueva (Née, Cut., Amo): Alcarria (Née). Valencia (Cav.) Andalucía (Barí*., Salv., Née): Córdoba (Barí*.), campo de Gibraltar (Salv., Née), Las Navas (Salv.), Algeciras, (Clem., Lag.), Alcalá de los Gazules (Clem., Cabr., Bourg.), Manilva, Ubrique (Clem.)^ Extremadura ( Lag., etc., H. de Greg.): Sierra de Guada- lupe (Cav.), Vaso, pueblo de la Vera de Plasencia (Lag., etc.), montes de Gata á las orillas de los arroyos que bajan á Ho- yos y al Acebo, Jarandilla, Villanueva y demás pueblos de la Vera de Plasencia (H. de Greg.), Gerte cerca de Plasencia (Bourg.) Portugal (Grisl., Loeffl., Vand.): Oporto (LoeffL), Beira (Brot.), Serra de Cintra y de Estrella (Gomes, Beiráo.) Baleares: Mallorca (Serra). Nomh. vulg. Cast. Osmunda real ó Helécho palustre (Cienf.), Osmunda real (Quer), Osmunda española (F. Nav.), Antojillo (G. Camal.), Antojil (R. de Salazar), Lentejil en As- turias (Casal), Lantochii en Asturias (Lag., etc.), Helécho real, Helécho acuático, Helécho florido (M. Jimen.). Port . Feto, Feito, Fento florido ou real (Brot.). Gall. Fenleira, Detengil ó Detenxil, Dentegil ó Dentexil, Lentejil, Detenfil, Denteabruño, Denteapruno, Dienteabrun, Dentabruño, Den- tagron, Dentabron, Denlabrun, Fenlabron, Faceia ó Faceva, Ventasil, Fieito, Fento real (Sarru.), Dentabruño, Denlebrú, Dentragon, Deutagron, Herba dos quebrados (Sobreira). OFIOGLOSEAS. Botrycliium. B. Lunaria Sw. Barr. ic. 252, f. 3. Osmunda II et III Quer. Osmunda Lunaria L. Engl. bot. t. 318. Hab. España (Cienf., F. Nav.) y Portugal (Mont.) en los prados secos de las montañas más ó ménos elevadas en mu- 379 chas provincias, y principalmente en las septentrionales, cen- trales y orientales. Fr. Abr., Jul. (v. s.) Cataluña (Sal v. , Quer, Palau): Monseny (Salv., Quer), montes de Nuria (Salv.), Pirineos (Quer), valle de Aran (Villers, Cav.), Olot (Bolos), Monserrat (Colm.), Set-Casas, valles de Bohí y Ribas (Isern), Collsacabra, Plá de Calma, Berga, Pobla de Lillet (Costa). Aragón (Cienf., Asso, Palau): Pirineos, Moncayo (Cienf.), monte Uruel, Tronchon, Beceite (Asso), Yillarluengo (Xarne), montañas de Benasque y Caslanesa (Villers). Santander (Cav., Lag., etc.): Liébana (Lag., etc.) Asturias (Palau, Lag., etc., Dur.): Peñasacra cerca de Santo Toribio (Cav., Lag., etc.), pico de Arvas, Leitariegos (Dur.) Galicia (Sarm.) León (Cav.): Puebla de Sanabria (Cav.) Castilla la Vieja (Quer, Palau): Sierra de Gredos cerca de la Laguna (Quer), montes de Burgos (Palau). Castilla la Nueva (Cienf., Cav.): Guadarrama (Cienf., Cav.» Lag., etc.), San Pablo de los Montes (Pourr.) Andalucía (F. Nav.): Sierra-Nevada (F. Nav.) Extremadura (Cav., Lag., etc.): montes de Guadalupe, Sierra próxima á Trujillo (Cav., Lag., etc.) Portugal (Mont.): Sierras de Cintra y Estrella, San Quin- tín, muros de Mazagáo (Moni.) Baleares: Mallorca (Serra). Nombr. vulg. Cast. Lunaria (Lagun.), Lunaria menor (Jarav., Quer, Palau), Lunaria menor ramosa, Lunaria menor llamada Botritis ó racemosa '(Cienf.) Port . Lunaria maior (Mont.), Lunaria bastarda (Brot.) Gall. Fenta , Beitora? (Sarm.) Catal. Llunaria (Costa). (Se continuará.) 380 VARIEDADES Los disolventes del oro. Mr. Nicklés nos participa un hecho bastante curioso de física molecular: la acción química no es en efecto Suficiente para producir la reacción. Recuérdese que el sábio físico químico ha manifestado que el yodo naciente ataca al oro; y actualmente añade que la acción disolvente de este metaloide se ejerce directamente en caliente bajo la presión ó influencia de los vapores solares. Poniendo en un frasco con tapón esmerilado yodo, panes de oro y agua ó éter, y exponiéndolo todo á la acción fuerte del sol, se disuelve el oro.- y aunque el calor produce el mismo efecto, se necesita reemplazar el frasco por un tubo cerrado á la lámpara. En vez del yodo es mejor emplear el sexquiyoduro de hierro Fe 2/3, que se reduce á Fe I. Mr. Nic- klés reconoció que el sesqui-bromuro Fe 2 Br 3, que puede reducirse tam- bién al estado de Fr Br, goza exactamente de las mismas propiedades. Estas reacciones de la luz merecen atenderse con todo el interés po- sible. Las fiebres intermitentes y los microfitos. Se ha escrito en otro tiempo sobre la influencia de los vegetales inferiores en la salud del hombre y de los animales; concluyendo por atribuirles la causa de varias de nuestras enfermedades. Ultimamente también el Dr. Salisbury, médico inglés, ha llamado la atención sobre la acción evi- dente que ejercen las algas inferiores en la producción de las fiebres intermitentes. Este asunto ha motivado una interesente carta dirigida por el Dr. Hannon, profesor de botánica en la Universidad de Bruselas, al periódico publicado por la Sociedad real de ciencias Médicas y Natu- rales de esta ciudad. El sábio profesor parece que está enteramente de acuerdo con la opinión del Dr. Salisbury, respecto á la influencia que ejercen las algas en la producción de las fiebres intermitentes; y asegura que los hechos afirmados por este distinguido químico, hace mucho tiempo que se conocen en Bélgica. En 1843, dice Mr. Hannon, estudiaba en la Universidad de Lieja: el sábio profesor Cárlos Morren me había entusiasmado hasta tal punto por el estudio fisiológico de las algas de- agua dulce, que habia llenado las ventanas de mi cuarto con platos que tenían pedazos de confervas, zignemas, oscilarías, etc. Acostumbraba á hablar con mi profesor acerca de las observaciones sobre estas algas, y siempre me decía: «tened cuidado en la época de su fructificación, las esporas de las algas ocasionan las fiebres intermitentes, y lo he experi- mentado siempre que las he estudiado demasiado cerca.» Como culti- vaba mis algas en agua pura y no en la de los pantanos en que las habia 381 recogido, no daba ninguna importancia á estas observaciones; pero me pesó, porque un mes después, en la época de la fructificación, tenia las fiebres y me duraron seis semanas. Cuando volví á ver al profesor Cárlos Morren le referí lo que me había sucedido. Ya lo veis, me dijo, ya os lo tenia dicho; no sois el único que he visto acometido de las calenturas por esta causa. Pila de torneaduras de hierro. En una nota remitida por Mr. Girardin y presentada por Mr. H. Sainte-Claire Deville á la Academia de Ciencias de París, se dice que necesitando para diversos experimentos de una pila de débil tensión dotada de una fuerza electromotriz consi- derable, y que pudiera dar con mucha economía grandes cantidades de electricidad, ha modificado la pila de Bunsen de la manera siguiente. Reemplaza la lámina de zinc por torneaduras de hierro ó de fundi- ción, y hace que sirva de reóforo una placa de hierro sumergida en las mismas. Las torneaduras de hierro se sumerjen en agua común, y en el vaso poroso se pone una. disolución de percloruro de hierro con agua régia. La electricidad de la disolución se recoje por medio de un carbón que sirve de polo positivo, y que se prepara con carbón de retorta pul- verizado y amasado con parafina, según el procedimiento de Mr. Carlier. Pueden darse á esta pila grandísimas dimensiones, y obtener de este modo mucha electricidad á un precio sumamente módico. Modo de conservar la carne. Mr. Levavasseur ha presentado á la Academia de Francia un ejemplar de carne conservada, cuya impor- tación en el mismo país podrá llevarse á cabo con la mayor facilidad en cantidades tan grandes como se quiera, y á precios sumamente redu- cidos. Esta carne es la de los innumerables rebaños de reses mayores que viven en libertad en los inmensos pastos que riega el rio de la Plata, el Uruguay y el Paraná. Hace muy poco tiempo que MM. Cybils y Jackson han llegado, después de largas y laboriosas tentativas, á resolver el pro- blema de fabricar un producto que goza de casi todas las cualidades de las carnes frescas, que es fácil de trasportar, y se conserva casi indefini- damente por un procedimiento muy sencillo, que consiste en una acer- tada modificación de la preparación ordinaria del tasajo. Conducido el animal al saladero, se degüella y se deja desangrar con el mayor cuidado, condición indispensable para la buena conservación de la carne en estos climas. Al momento se desuella simplemente, y sin seguir el método general empleado en Europa, y se descuartiza. La carne, todavía caliente, se corta con rapidez en mantas de unos 6 centímetros de grueso y lo mayores que sea posible. Se extiende sobre un tablero de pino de varios metros cuadrados de superficie una capa delgada de sal de Cádiz en pequeños cristales (cuya sal, casi tan pura como nuestras sales blancas refinadas, es indispensable para obtener buen resultado), y se van colocando las tajadas de carne unas al lado de otras sobre esta superficie, espolvoreadas con sal, y poniendo encima otras nuevas capas hasta cierta altura. Se deja la pila abandonada á sí misma por espacio de veinte horas y en seguida se deshace para reconstruirla de nuevo sobre otro tablero, de modo que la parte que estaba encima quede debajo. Al cabo de 12 á 15 dias se deshace la pila y vuelven á apilarse de nuevo las carnes en un rincón del matadero al aire libre, cubriéndolas 382 solo con telas embreadas para preservarlas de la lluvia, del sol y; del polvo; quedando en este estado por espacio de muchos meses hasta el momento de la venta. Esta es la preparación ordinaria del tasajo , en la cual únicamente se ha introducido mayor limpieza y acierto en la elec- ción de los pedazos. Solo cuando van á expenderse estas carnes es cuando se aplica la modificación debida á MM. Cybils y Jackson, y cuya modificación consiste simplemente en someter las carnes á la presión más fuqrte que sea posible; presión que, además de ofrecer la ventaja de disminuir el volúmen de las mismas carnes, contribuye también mu- cho á la buena conservación. Numerosos experimentos no dejan duda alguna sobre este punto. Por la acción de la prensa se forman masas de 60 centímetros de largo y 30 de ancho y grueso, que se envuelven en tela fuerte, formando paquetes cosidos y atados. Estas carnes son sanas y de una escelente calidad. El modo de hacer uso de ellas es muy sencillo. Basta dejarlas unas doce horas en agua fresca, para quitarles su esceso de sal, ablandarlas y darles casi el aspecto de la carne fresca. Cocidas en un puchero dan un escelente caldo, y una carne preferible á las de puerco y aun de vaca saladas que se usan en la marina. Guisadas, y especialmente con legumbres, producen un alimento muy bueno. Diversos ensayos que he hecho alimentándome yo mismo y otras personas, no me dejan duda alguna sobre este punto, y me hacen esperar que este producto podrá entrar con ventaja en el consumo general de Francia, en razón de la buena calidad y sobre todo del precio á que podría venderse, á saber: 70 céntimos el kilogramo, que representa, después de quitarla lqsal, cerca de 1 k. 500 en el puerto donde desembarque, á 80 céntimos en París. En Inglaterra se han hecho ya ensayos, y se han vendido muchos miles de paquetes con gran ventaja en Liverpool y Londres. Método para ensayar la pureza del arrow-root , por Mr. Albers. Los granos de las diversas féculas afectan, como es sabido, formas particulares, que permiten á una vista bien ejercitada reconocer, examinándolos con una lente de aumento, con bastante seguridad la planta de que proceden. Pero si se mezclan varias especies de féculas, lo que sucede frecuentemente en el comercio respecto de la de Maranta ( arrow-root ), la dificultad de hacer su distinción es mucho mayor. El autor ha tenido pues la satisfacción de hallar un medio seguro para descubrir la mezcla de la fécula de patatas ó del almidón con la del arrow-root. Se toma una parte de esta fécula pura, y se mezcla con tres partes de un licor de prueba, compuesto de dos partes de ácido clorhídrico á 1,120 de densidad, y de una parte de agua destilada. Se agita la mezcla á la temperatura ordinaria por espacio de unos tres minutos, no de- biendo experimentar alteración si el arrow-root no está falsificado. Por el contrario, el almidón de trigo sometido á este tratamiento se convierte primero en una masa gelatinosa, trasparente, que no tarda en hacerse más fluida, y que no es más que dextrina. La fécula de pa- tatas produce el mismo efecto; y además la disolución que se forma exhala un olor característico muy conocido. Este olor, como se ha creído, no es peculiar de la fécula de patatas añejas, sino que pertenece también á la más fresca y seca aun al aire libre. Los experimentos ulteriores 383 hechos con mezclas de cinco y aun de nueve partes de arrow-root y una de almidón ó de fécula de patatas, han dado resultados tan satis- factorios, que puede hacerse de esta manera una análisis cuantitativa aproximadamente exacta.. Agitando, en efecto, una parte de la mezcla que se ensaya con tres del licor de prueba mencionado, esta parte se convierte en una diso- lución tanto más gelatinosa, cuanto más almidón ó fécula contenga. Al cabo de dos ó tres horas de reposo, esta disolución deja depositar el arrow-root, que se recoje sobre un filtro, se seca al aire libre después de bien lavado, y se pesa por último para conocer su cantidad. La pro- piedad que tienen los granos de arrow-root de no ser atacados por el ácido clorhídrico dilatado, proviene muy probablemente de que sus pe- lículas son más fuertes que las de los granos de almidón ó de fécula de patatas, y no se hinchan, como lo ha observado antes Mr. Lipmand, sino á una temperatura más elevada. Preparación y coloración de los cueros. Mr. B. H. Lightfoot, de Filadelfia, pidió privilegio en Francia el 27 de febrero de 1864 para un nuevo tratamiento de los cueros curtidos por medio del petróleo ú otros hidrocarburos líquidos, bien solos, bien combinados con sebo, aceites comunes ú otras sustancias semejantes, á fin de dar á los cueros la delicadeza necesaria con mucha más rapidez y economía que hasta aquí se ha hecho- La invención comprende además la coloración del cuero por medio del negro de humo ú otras sustancias colorantes, mezcladas con petróleo ú otros hidrocarburos líquidos. Los medios empleados por el autor para tratar los cueros con su procedimiento son los siguientes. Cuando la piel está medio seca se halla en las condiciones más favorables para experimentar la acción del pe- tróleo mezclado con sebo ó sus equivalentes. Empleando este cuerpo, su proporción debe determinarse prácticamente por el obrero, pues ha de ser más considerable en los tiempos calientes que en los fríos. Esten- dida la piel sobre una mesa, se frota con un instrumento conveniente hasta que esté perfectamente plana, y se cubre la carne de una capa de la composición, teniendo cuidado de aplicarla uniformemente. Se deja colgada después la piel por espacio de cuarenta y ocho horas, según su grueso, en cuyo caso el cuero se halla completamente im- pregnado del petróleo, del hidro-carburo y de la parafina que tiene en disolución, y que, según el autor, le hace sumamente flexible. Cuando se ha quitado al cuero- el escedente de. la composición y se ha sometido á los procedimientos en uso, después que las pieles están pasadas de aceite, puede ennegrecerse é introducirse en el comercio. Mr. Lightfoot hace uso también del aceite de ballena, cuyo precio es poco elevado, pero que ofrece el inconveniente, á consecuencia de su naturaleza gomosa, de penetrar con dificultad en el cuero. Este incon- veniente le evita mezclando este aceite con el petróleo, cuya última sustancia tiene la propiedad de neutralizar ó disolver la materia go- mosa. Se colocan los aceites en un caldero y se agitan de tiempo en tiempo, y cuando han llegado á unos 150° se deja enfriar la composición, é inmediatamente se puede hacer uso de ella. En ciertos casos el autor emplea residuos que proceden de la des- tilación del aceite de brea, tratándolos de la manera siguiente. Después de 384 colocados en un vaso á propósito, hace llegar vapor hasta una tempera- tura de unos 38°, y en seguida, por medio de 2 por 100 de ácido sul- fúrico, hace precipitar las sustancias pesadas, mientras que las puras suben á la superficie, desde la cual pueden sacarse y mezclarse con 10 por 100 de carbonato de sosa y de cloruro de cal, y 3 por 100 de sosa cáustica. Esta mezcla neutraliza el ácido, y purifica la materia completa de un aceite graso que se emplea, bien pura, bien mezclada con sebo ó sus equivalentes, de modo que se forme el aceite destinado á engra- sar los cueros. Las pieles de carnero y de cabra, para la fabricación de los cueros llamados tafiletes, pueden prepararse con aceite sin sebo ú otras grasas. El aceite de petróleo aplicado á los buques de vapor. Ultimamente se ha "tratado en América de la aplicación del aceite de petróleo americano, como combustible en los buques de vapor, y la co- misión nombrada por el Gobierno del norte, acaba de dar un informe sobre la cuestión. Esta comisión se componia de tres ingenieros en gefe, cuyos nombres no hemos sabido, y duró cerca de cinco meses. Compa- rado peso por peso con el carbón de antracita, se ha visto que para producir la evaporación del agua, el aceite de petróleo tiene un poder de 103 grados mayor que el del carbón; mientras que el tiempo reque- rido para producir vapor de 20 libras de presión fué de veintiocho mi- nutos para el aceite y sesenta para el carbón. En consecuencia, los co- misionados recomiendan que se hagan los experimentos en un buque del Estado, pues sobre un navio como la Persia, por ejemplo, debe efec- tuarse una economía por el uso del aceite, lo menos de 2.400 libras ester- linas para cada viaje. También se asegura que un buque de vapor pro- visto de aceite de petróleo puede permanecer en el mar tres veces más tiempo de lo que lo verificaría el mismo buque cargado con un peso igual de carbón. Falta ver únicamente si es peligroso el uso del aceite de petróleo, y al efecto se cita que muchos accidentes que han ocurrido en estos últimos tiempos en los buques de los rios americanos, se atribuyen á emplear sin bastantes precauciones el aceite de trementina, sustancia menos explosiva que el de petróleo. Parece que últimamente se han des- cubierto grandes depósitos de aceite de petróleo en el sur de Rusia. Editor responsable, Ricardo Roiz. N.° 7.°— REVISTA DE CIENCIAS. — Octubre de 1866 ASTRONOMIA. Del Sol considerado como estrella variable; por Mr. Faye. (Les Mondes, 13 setiembre 1866.) Al prestar vuestra adhesión á las ideas que he emitido acerca de la constitución física del sol, lo habéis hecho sin embargo con algunas reservas, y teníais razón para ello, pues por mi parte también hago las mias; estando lejos de creer que el problema se halle completamente resuelto, y esperando únicamente haber indicado su resolución, siguiendo una mar- cha verdaderamente científica. Si hasta ahora no se ha conseguido, es quizá porque se ha dado demasiada importancia á un hecho enteramente particu- lar y secundario. Así es que hace mucho tiempo hemos ha- blado del núcleo sólido y frió del sol, porque los astrónomos no habían entonces fijado su atención en el núcleo negro de las manchas. Así también, según la hipótesis de Mr. Kirchhoff, la suposición de un globo líquido candente rodeado de una extensa atmósfera en que se formen nubes oscuras, no ha debido su origen más que á haberse fijado exclusivamente en las rayas del espectro solar. Por mi parte he procedido de la manera siguiente. Acabo de estudiar por medio de las excelentes medidas de Carring- 25 TOMO XVI . 386 ion, el movimiento de rotación del sol; rotación eníeramenle diversa de la de los planetas y demás globos sólidos ó líqui- dos. Estos fenómenos de orden mecánico, me suj i rieron la idea de una masa que, á pesar de la forma esférica y del eje fijo de rotación, no llegase de ninguna manera á un estado de equilibrio definitivo. Pero en vez de razonar esclusiva- menle acerca de estos fenómenos, he creído deber mirar el conjunto de los hechos conocidos, clasificándolos según su orden de generalidad y de importancia. En seguida he tra- tado de averiguar si la idea más sencilla, la de una masa primitivamente elevada á una temperatura enorme, some- tida á un enfriamiento progresivo y animada de un movi- miento de rotación, podría conducir á la explicación exigida, y he visto que así sucederia siempre que esta masa se hallase actualmente en estado de mobilidad gaseosa; que estuviese compuesta de elementos químicamente heterogéneos; y que la temperatura, en la mayor parte de ella, fuese en la actualidad superior á las afinidades químicas de sus elementos. El año pasado expuse estas ideas en nuestro periódico, pero quizá sus lectores las hayan olvidado va; y como tengo necesidad de ellas para tratar el asunto de las estrellas varia- bles y de las nuevas, deseo en primer lugar volver á hacer mención de esta teoría, y prescindir, si fuera posible, de una objeción de puro detalle, que los sábios ingleses han hecho acerca de ella. En primer lugar debe tenerse presente la siguiente clasifi- cación de los hechos principales, Hechos de orden superior. Enormidad de la radiación solar. Su invariabilidad, demostrada durante el período histó- rico. Su persistencia, demostrada también dentro de estrechos límites durante millones de años para el estudio geológico de nuestro globo. 387 Falta completa de todo medio exterior de alimentación. Imposibilidad de explicar este enorme calor de otro modo que por un calor primitivo que se gasta progresivamente. Hechos físicos. Fotosfera superficial brillante, que cubre una masa interna mucho ménos luminosa. Desniveles superficiales (manchas, fáculas) muy movibles; variaciones rápidas, y que no obstante pueden durar meses enteros. Falta de polarización en los bordes. Espectro continuo que ofrece rayas de absorción Hechos mecánicos. Rotación enteramente especial, que consiste en que los pa- ralelos tengan una velocidad angular tanto menor, cuanto más distantes se hallen del ecuador. Falta de todo movimiento progresivo de traslación en el sentido de los meridianos; reduciendo el movimiento de este género á pequeñísimas oscilaciones periódicas. Unanse á esto una multitud de detalles acerca de la figura de las manchas, de las fáculas, de la dependencia con las manchas vecinas, sus relaciones con las fáculas, la poca impor- tancia de una atmósfera exterior cuyos límites pueden fijarse hasta cierto punto, etc., detalles que deben tenerse presentes, y así se obtendrá el cuadro sucinto de los fenómenos solares. La admirable permanencia de esta enorme radiación du- rante millones de años, la falta de todo medio exterior de restitución para atender á este enorme gasto de luz y de ca- lor, me persuadieron de que la masa entera debia participar libremente de la emisión superficial. Por otra parte, el sin- gular método de rotación de la fotosfera, conducía á un re- sultado análogo, supuesto que es incompatible coñ la idea de una série de capas sobrepuestas en un equilibrio estable. 388 Estos dos órdenes de fenómenos concuerdan por consiguiente, á mi parecer, en rechazar toda idea de formación de costra: el sol debe estar por lo tanto en estado de movilidad gaseosa, á pesar de su densidad media y de las fuertes presiones inte- riores; y se necesita algo que reduzca incesantemente, y sobre lodo con regularidad, las sustancias interiores á la superficie por corrientes verticales y no de otro género. Pero este estado de movilidad gaseosa se aviene muy bien con lo enorme de la temperatura, que debe ir aumentando hacia lo interior. Y como lodos los trabajos de los químicos modernos propenden á hacernos considerar al calor como antagonista directo de las afinidades químicas, de tal suerte que puede imaginarse una temperatura bastante elevada para vencer todas las que conocemos, veamos lo que sucedería si entregásemos á sí misma, y á la radiación hacia el espacio celeste, una enorme masa gaseosa, compuesta de diversos ele- mentos químicos, animada de un movimiento de rotación, y que en la actualidad poseyese un calor superior á todas las afinidades moleculares. Se ha visto que esta idea sencilla, general, supuesto que es aplicable á todas las estrellas, que son otros tantos soles como el nuestro, sugerida por los hechos más importantes, ha conducido á consecuencias que concuerdan perfectamente con los hechos más especiales que deben servir de piedra de loque; siendo el primero de lodos la formación de una fotos- fera, y el segundo la producción incesante y regular de cor- rientes ascendentes y descendentes en una dirección esclu- sivamente vertical. El tercero era la formación de las man- chas y de las fáculas: el cuarto la falta de polarización en los bordes y la producción de un espectro continuo, etc. Gomo veis, os confio por completo el secreto de mi trabajo; no pretendo el mérito de haber adivinado la constitución del sol, si mi teoría es la espresion de la verdad tan buscada: me he limitado á clasificar los hechos y á interpretarlos; teniendo cuidado de atenerme más al conjunto de ellos, que sacrificarlos á un hecho favorito. Verdad es que para seguir esta marcha se necesita multiplicar los hechos. Por espacio de muchos años, á falla de otra cosa me he limitado á hacer la guerra 389 á las brillantes conjeturas que hasta ahora han dominado; y recuerdo haber contrariado viva, aunque involuntaria- mente á Mr. Arago, sosteniendo que las cubiertas compli- cadas de que en otro tiempo se componía un sol fantástico, y que se multiplicaban á cada fenómeno nuevo, se parecían en lodos sus caracteres á las esferas encajadas unas en otras de los antiguos, ó á los epiciclos de Ptolomeo, cuya combina- ción arbitraria por tanto tiempo ha entretenido á la astrono- mía, y á cada desigualdad mueva se había abandonado para idear un epiciclo más, hasta el momento en que el espíritu científico ha rechazado y desiruido todos estos artificios. Pero no sabia qué sustituir á las cubiertas de Herschel y Arago, ó á la fotosfera líquida, de la cual se habla de cuando en cuando desde que la indicó Mr. Kirchhoff, hasta el momento en que los fenómenos mecánicos de la rotación solar, y los trabajos recientes sobre la disociación química acabaron de ilustrarme acerca de este punto. Examinemos ahora la objeción de los sabios ingleses, que no se refiere más que á las manchas, pero que tiene su importancia en detalle; y debo confesar que si había error en mi teoría acerca de este punto, debo ser el primero en buscar otra. Mi explicación es la siguiente. Imaginemos, para fijar las ideas, una masa formada de una mezcla de vapores de mag- nesio y de oxígeno, y á una temperatura superior á aquella en que puede ejercerse la afinidad química de ambos cuerpos. Esta masa será débilmente luminosa; su espectro no tendrá más que las rayas brillantes de sus dos elementos, y aun pue- do decir que no emitirá más que radiaciones superficiales, pues esta mezcla gaseosa no será permeable para la luz que es capaz de emitir. Si ahora hacemos intervenir el enfria- miento, y suponemos que se opere sobre la superficie diri- jida hacia nosotros, la temperatura de la capa superficial acabará por llegar al grado de calor en que puede efectuarse la combinación química de sus dos elementos, y entonces se producirá repentinamente, en la superficie de esta masa ga- seosa, una delgada nube de partículas candentes de magnesio, una verdadera fotosfera, cuya radiación será sumamente su- perior á la de la masa interna. En esta suposición, si una 390 causa cualquiera viene á desgarrar esta fotosfera y á producir un claro en la superficie candente, no se verá más que la masa interna, cuyo brillo propio es tan débil que parecerá negra en comparación del blanco brillante de la cubierta. Sucederá en esto, como si se pusiese una llama de gas hidrógeno al lado de otra de magnesio. Trasportando este fenómeno sobre el sol , y considerando la fotosfera como una especie de laboratorio, en el cual las acciones químicas, imposibles en lo interior, empiezan á producirse por la in- fluencia del enfriamiento externo , puede idearse que en cierto parage las corrientes ascendentes disipen localmente las nubes candentes de la fotosfera, ó bien lleven á ella sus- tancias cuya combinación química no dé origen á partículas solidificadas, y podrá formarse una idea muy clara de las manchas. Veamos ahora la objeción. Si la masa del sol es gaseosa, debe ser también trasparente, y aun, en virtud de una nueva ley de física que los sábios ingleses creen haber establecido, cuanto más débil sea la radiación de esta masa gaseosa será mayor su trasparencia; siendo según ellos el poder de tras- misión complementario del de radiación. Desde entonces no podrá verse por el agujero formado en la fotosfera, únicamente la masa interna poco luminosa del sol, sino que al través de dicha masa se verá la región diametralmente opuesta de la fotosfera, con un brillo poco debilitado, y por consiguiente no habrá mancha. Hay algo enteramente cierto en este razonamiento mien- tras no se aplica al sol, sino á una masa gaseosa de poca ex- tensión. Si la masa de vapor de magnesio y oxígeno que con- sideramos ahora fuese esférica, recibiríamos efectivamente, á través de su cubierta luminosa, la luz de la región diametral - mente opuesta á esta cubierta, ménos los rayos particulares que se hubieren apagado por la absorción electiva de que está dotada la mezcla gaseosa á la temperatura que se consi- dera. Pero si se trata del sol, la cuestión es distinta: no es la absorción electiva ejercida por una delgada capa de gas so- bre tal ó cual rayo lo que hay que considerar, sino la extin- 391 cion general que produce sobre la luz una gigantesca capa de gas de 350/000 leguas de grueso, y de una densidad media igual á la del agua. Son estos dos órdenes de fenómenos muy diferentes, y que es preciso no confundir: el uno depende de la temperatura, y el otro no. El primero, ó sea la absorción electiva por rayos determinados, se manifiesta ya por masas gaseosas de algunos cenlímelros de grueso, bastando la interposición de una sim- ple llama de gas para que se produzcan las rayas en un es- pectro continuo. El segundo necesita de grandes gruesos, es simplemente relativo á la opacidad natural de las moléculas gaseosas, las cuales interceptan la luz enteramente como las sólidas, y la reflejan en todos sentidos. A mi parecer, la ley citada por los sabios ingleses se re- duce á la ley bien conocida de Iíirchhoff: un gas á una tem- peratura dada no es trasparente para los rayos de la especie de los que emite aun á esta misma temperatura. Si se eleva esta, el espectro se enriquece con nuevos rayos, y su traspa- rencia electiva disminuye, supuesto que los rayos susceptibles de ser electivamente absorbidos se hacen más numerosos. Y todavía estas fórmulas dejan algo que desear, supuesto que un gas frió, ó al rnénos que no emite con seguridad luz propia, goza sin embargo perfectamente de una absorción electiva; de lo cual son buenos testigos los excelentes experimentos acerca del vapor de agua, con los cuales ocupó Mr. Jansen hace poco la atención de la Academia. Por el contrario, la ley de extinción que invoco por via de opacidad, es perfectamente conocida, y puede someterse al cálculo. Así es que Laplace ha observado que la capa exterior que forma la débil atmósfera del sol, y que reduce á cerca de la mitad el brillo del disco solar hacia los bordes, es equiva- lente á una capa de aire de 50 000 metros de espesor (1), número que también he reducido á 12 ó 15.000. La opacidad de nuestra atmósfera es la que atenúa en una (1) Verdad es que en esta teoría se prescinde de la absorción electiva, que necesariamente obra al mismo tiempo que la exlin- 892 proporción tan considerable el brillo de los astros, y del mis- mo sol al salir y al ponerse, independientemente de la absor- ción especial que hace desaparecer las fajas enteras del espec- tro, y que Mr. Jansen atribuye á la .presencia accidental de una cantidad más ó menos considerable de vapor de agua en estado gaseoso. Si este vapor viene á condensarse, de modo que se produzca una bruma tijera de algunos centenares de metros de gruesa, extingue toda luz y encubre completamente al mismo sol. La cuestión reducida á sus verdaderos términos es la si- guiente. El diámetro del sol es de 350.000 leguas, y á través de tal grueso de una masa gaseosa, cuya densidad media es muy considerable, es evidentemente imposible ver la región opuesta de la fotosfera. Pero teniendo la región central, aunque muy densa, una temperatura mucho más elevada, según todas las probabilida- des, que la del resto de la masa solar, ¿no debe ser muy lu- minosa y llegar sus • rayos hasta nosotros? No lo creo así, y para demostrarlo me fundaré en la misma ley que acabo de discutir. Si es verdad que un gas no tiene trasparencia para los rayos que emite en virtud de su temperatura elevada, de modo que no brille más que por su superficie extrema, lo mismo debe suceder aun cuando su temperatura varié de hn punto á otro, siempre que lo haga de una manera continua y lenta, pues en este caso no se trata más que de la absorción electiva, la cual no exige, para ser completa, más que una capa considerable de sustancia en estado gaseoso. Además, no debe perderse de vista, que en realidad la masa solar no se halla en todas partes en estado gaseoso absoluto: las corrientes que recorren esta masa, las condensa- ciones, las descomposiciones químicas que en ella se efectúan incesantemente, producen en cierto grueso una bruma gene- ral rojiza, que se descubre muy bien en algunas manchas, cion por opacidad; pero como el espectro de los bordes es idén- tico, excepto la intensidad, al del centro del disco solar, no veo gran inconveniente en esta omisión. 393 bruma que debe interceptar una cantidad considerable de luz que proviene de lo interior. Estas brumas deben recíproca- mente reflejar hacia nosotros cierta cantidad de luz, que se va agregando á la propia de la masa gaseosa interna. De aquí resulta que el fondo de las manchas debe poseer un brillo sensible, y no estar oscuro más que por comparación con la fotosfera, como así se verifica. Según Herschel I, la luz emitida por el fondo oscuro de una mancha debe ser 143 veces menor que la de la fotos- fera: según las medidas fotométricas de MM. Fizeau y Fou- cault, la luz de Drummond obtenida calentando la cal á la llama del soplete de hidrógeno y oxígeno, es 146 veces menor que la luz solar. Esta analogía permite juzgar hasta cierto punto lo que debe entenderse por las palabras oscuro , negro , aplicadas á las manchas del sol. Hace mucho tiempo que que- ría ver analizar prismáticamente la luz de las manchas, ais- lada de la fotosfera y de la penumbra por medio de un sistema conveniente de pantallas: y estoy convencido de que se en- contrarían vestigios sensibles del doble espectro, uno con rayas negras y otro con rayas brillantes, que su luz debe ofrecer, supuesto que esta luz se compone, l.° de los rayos propios de la masa gaseosa del sol, 2.° de los rayos de la fotosfera, refle- jados por todas las masas gaseosas que se hallan en el trayecto de la primera. La primera debe por otra parte ser débil, á causa de la absorción electiva de estas mismas masas ga- seosas. Debemos también decir una palabra acerca de mi explica- ción de las manchas, que no comprende la penumbra. En la época en que se creia que el tinte ceniciento de la penumbra era igual y uniforme, se tenia una explicación fácil; bastaba para ello poner bajo la cubierta de la fotosfera otra cubierta nebulosa, privada de luz propia y dotada de una gran poten- cia de reflexión. En el dia no pueden satisfacer afirmaciones de este género; es mejor confesar francamente su actual im- potencia, y dedicarse al estudio de hechos todavía mal cono- cidos. Las observaciones tan profundas de Mr. Dawes, nos han revelado ya en la penumbra una estructura característica, que parece ser una modificación profunda, aunque regular, 394 de la estructura general de la misma fotosfera. Este primer resultado nos hace esperar que se llegará á apreciar entera- mente el lazo que une estos dos aspectos. Pasemos ahora al estudio de las modificaciones que la su- cesión del tiempo debe introducir en la marcha del fenó- meno. Mientras que el cambio continuo que se opera entre las capas internas y la superficie se efectúa libremente, es claro que se alimentará la fotosfera de una manera continua y uni- forme. Pero si por los progresos del enfriamiento, las corrien- tes descendentes y ascendentes experimentan una resistencia mucho mayor, podrá producirse poco á poco y á cierta pro- fundidad, una distribución de densidad y de temperatura anormales: de aqui una especie de equilibrio instable en las capas sucesivas; equilibrio que se romperá de repente en un momento dado, para volver las cosas á un estado regular; después las mismas causas continuarán obrando, los mismos fenómenos se reproducirán en el mismo orden, tomando por consiguiente un carácter oscilatorio. Es bastante difícil precisar claramente este carácter, y creo que basta demostrar su posibilidad. Considérese la capa de emisión de las corrientes ascendentes, capa en que se de- tienen y se disuelven enteramente las partículas candentes que constituyen las corrientes inversas. Por los progresos del enfriamiento en la série de los siglos, esta capa se separará lentamente de la fotosfera: considerada en un tiempo más reducido, se limita á oscilar alrededor en una especie de posi- ción de equilibrio, subiendo un poco cuando los movimientos verticales son fáciles, y descendiendo algo cuando el enfria- miento de las capas recorridas por estas corrientes ha hecho progresos. La temperatura propia de esta capa profunda de emisión, se mantiene siempre inferior por via de conducti- bilidad en la masa gaseosa interna, y se disminuye continua- mente por la caída de las partículas enfriadas que le llegan de la fotosfera; no siendo idénticas en su marcha estas dos acciones opuestas y continuas, no podrán equilibrarse de una manera permanente , y se establecerá entre ellas un juego alternativo, siendo momentáneamente atraídas por una ú otra. Y como estas acciones opuestas obran precisamente para ali- 395 mentar la fotosfera, se comprende que sus alternativas influi- rán sobre el brillo de ella, el cual deberá desde entonces seguir todas las fases, y manifestarse periódicamente variable como ellas. Estos períodos, que en primer lugar son poco marcados y regulares, acabarán por determinarse más á medida que las comunicaciones internas se hagan más difíciles. El orden de sobreposicion de las capas puede permanecer mucho tiempo sin alteración , aunque una parte de ellas aumente gra- dualmente de densidad ; pero llega un momento en que el equilibrio se rompe, y entonces se efectúa una distribución nueva de los materiales de estas capas, que continuando experimentando el mismo género de acciones lentas y con- tinuas, reproducirán al cabo de algún tiempo los mismos fenómenos. El carácter que más sobresale en estas oscilaciones, es que las fases ascendentes y descendentes no tienen la misma duración. La densidad y el enfriamiento de la capa de emi- sión crecen por grados, y repentinamente se verifica la rotura del equilibrio entre esta capa y las masas subyacentes. Lo mismo sucede con las variaciones correspondientes de brillo para la fotosfera. La disminución debe efectuarse con lentitud, el aumento rápidamente, y este carácter se reproducirá hasta las variaciones excesivas é irregulares del fin. Así es que la alimentación de la fotosfera debe seguir tarde ó temprano la marcha periódica; poco á poco estos pe- ríodos se harán irregulares; por último, con los progresos de! enfriamiento y en la época de extinción, á fines del período fotosférico, no se producirán más que por excepción, y pro- duciendo un verdadero cataclismo. Verdad es que el sol es una estrella periódica, cuya fotos- fera experimenta variaciones de brillo por la aparición de manchas más ó ménos numerosas. Contando dia por dia estas manchas por espacio de muchos años, ha llegado Mr. Schwabe á fijar este hecho importante, y desde la época en que publicó su descubrimiento, todas las investigaciones de los astróno- mos no han hecho más que confirmarle, fijando de una ma- nera algo más precisa la duración del período. Esta duración 396 es de cerca de 11 años y un tercio, con las variaciones que Mr. Wolf de Zurich ha llegado á representar por medio de dos períodos, uno de 56 y otro de 165 años, añadidos al pri- mero. Según esto, como las estrellas son soles que ofrecen como el sol el fenómeno de la combustión de su superficie, pue- de creerse que sus variaciones de brillo provienen de las mismas causas. Pero como se diferencian mucho entre sí por razón del brillo de la masa y de la constitución química, deben llegar en la actualidad á fases muy diversas del enfria- miento general. Podemos por consiguiente esperar que se hallen en su conjunto casi todas las fases por las cuales debe pasar sucesivamente cualquiera de ellas, desde el brillo inva- riable de la primera época, hasta las variaciones violentas del fin. Tal es el cuadro que nos ofrecen también los estudios re- cientes de los astrónomos acerca del cielo estrellado. En él se hallan reunidos todos los intermedios imaginables, desde los cambios periódicos, apénas perceptibles, de muchas estre- llas brillantes, hasta las diferencias tan considerables, además de las máximas y mínimas de Mira Ceti; desde los períodos de corta duración de la estrella p de Perseo, hasta los períodos de 5, de 18 y aun de 46 años; desde las variaciones tan re- gulares de la 8 de Cefeo, hasta las que ofrecen la misma regu- laridad en la estrella de Antelmo. Por último, no fallan los mismos cataclismos, que son las estrellas nuevas, de las cuales la descubierta en Francia por Mr. Courbebaise, nos ofrece un tipo bien estudiado. Sabido es que los astrónomos, en vez de averiguar el lazo que une á estos diversos fenómenos y referirlos á un mis- mo origen, á saber, la manera de alimentar la fotosfera y las fases sucesivas del enfriamiento, han tenido al principio ideas muy diversas. Las variaciones periódicas se han atribuido, bien á la desigualdad de brillo de las dos caras de una estrella, ani- mada de un movimiento de rotación y ofreciéndonos alter- nativamente el lado luminoso y el lado oscuro, bien al paso regular de ciertas masas opacas que giran alrededor de una 397 estrella, y que observamos como las fases de los eclipses tota- les ó parciales. Bien sé que se ha atribuido la aparición de las estrellas nuevas, ya á la reunión repentina de materiales cósmicos diseminados en el espacio, ya al calor luminoso desprendido por el choque de dos cuerpos celestes, ya á cualquier cata- clismo geológico, en el cual se sumergiera de repente la cos- tra superficial del astro, y fuese reemplazada por sustancias interiores en ignición. Pero me parece que independiente- mente de todas las dificultades inherentes á estas conjeturas, domina un gran hecho en la cuestión y no deja lugar á duda alguna, á saber; las variaciones de brillo de nuestro mismo sol. Pero en realidad no hay ni costra geológica, ni choque de cuerpos celestes, ni accesión de materias cósmicas, ni eclipses producidos por masas en circulación, sino simplemente una estrecha conexión entre estas variaciones de brillo, la fotos- fera, y su manera de producirse ó alimentarse. Para no prolongar demasiado este artículo, remito al lector á cualquier tratado algo extenso de astronomía, para que vea lo que en el dia se hace respecto de las estrellas periódicas, y comparar los hechos con lo que precede. Insistiré única- mente en hablar acerca de la estrella nueva del mes de mayo último, porque es el tipo mejor estudiado de esta categoría de variables. El 4 de mayo la vió por primera vez en el Canadá Mr. Barker; y era algo más brillante que la £ de la corona (4 — 5.a magnitud). El 10 había llegado á la 1 de la Corona (2—3 magnitud). El 12 fué vista en Europa por primera vez con el mismo brillo; después disminuyó, primero con bastante velocidad y luego con más lentitud; fué invisible á la simple vista el 22 de mayo, y reducida á la 8.a magnitud á mediados de junio. Determinando su posición exacta en el cielo, se han cerciorado los astrónomos de que esta pretendida estrella nue- va, era simplemente una estrella de 9.a magnitud del gran catálogo de Argelander, el núm. 2765 del Bouner Sternver - zeichniss. Es por consiguiente una antigua estrella muy débil, que ha llegado á una fase muy próxima á la de su extinción 398 definitiva, y que se ha reavivado de repente por algún tiempo. No se trata aquí de un hecho aislado: la estrella de Antelmo nos ofrece otro ejemplo de otra cuyo brillo, bastante débil, se exalta momentáneamente y recobra el que primitivamente tenia, después de algunas fluctuaciones irregulares y cada vez más debilitadas. Las demás estrellas nuevas son anteriores á la invención de los anteojos. La de Tvcho ha excedido en brillo á las más hermosas estrellas fijas: ha durado 2 años, y después ha desaparecido: en el lugar que ocupaba en el cielo, no se encuentran más que estrellas de la 10.a ó 12.a magnitud. La de Keplero ha durado un poco ménos (16 meses) y se ha hecho invisible. Ninguna de aquellas de las cuales hace mención la historia ha conservado su brillo momentáneo, sino que todas han desaparecido; lo cual induce á creer que primitivamente eran y después se han hecho invisibles á la simple vista, después de haber experimentado momentáneamente un repentino au- mento de brillo. Pero lo que hay de más curioso en la historia de nuestra estrella nueva del mes de mayo, es seguramente la naturaleza de su luz. Estudiada en Francia é Inglaterra, se ha demos- trado en ella la presencia de dos luces de origen diferente. La análisis prismática ‘ha dado dos espectros sobrepuestos, uno continuo con rayas de absorción, enteramente semejante al espectro del sol y de las demás estrellas (excepto la situación de las rayas de absorción, que varia de una estrella á otra), y otro discontinuo, semejante al espectro que dan las sustan- cias gaseosas en ignición. El primero, según Mr. Miller y H. Huggins, se hallaba caracterizado principalmente por dos rayas negras muy mar- cadas, la primera que coincidia casi con la raya C del sol, la segunda idéntica á la raya D. El segundo espectro con- sistía en cinco rayas luminosas, de las que la más brillante coincidia con la raya F, es decir, con el centro de la raya más luminosa del hidrógeno (en el verde). La segunda cor- respondía á la raya C (en el rojo), perteneciente al mismo gas. Las demás no correspondían á ninguna de las del hidró- geno. 099 Todas estas rayas eran más brillantes que las regiones correspondientes del primer espectro. De aquí es preciso de- ducir, dice Mr. Huggins , que emanaban de una materia gaseosa, cuya temperatura era mucho más elevada que la de la fotosfera de la cual procedía la mayor parte de la luz de esta estrella. Los dos espectros observados el 16 de mayo por Mr. Miller y Mr. Huggins, se volvieron á ver el 17, el 19 y el 21, pero todos debilitados á la vez. Véase por último la importante conclusión que Mr. Huggins deduce de sus obser- vaciones. El repentino aumento de brillo de esta estrella y su rápida disminución, sugieren la idea de que ha habido una gran convulsión, que ha producido el efecto de determinar en el seno de la masa interna un desprendimiento consi- derable de hidrógeno mezclado con otros gases (faltaba el oxígeno). Esta mezcla gaseosa, que tiene una temperatura muy elevada, ha dado la luz representada por las rayas bri- llantes del segundo espectro, y al mismo tiempo ha calentado las materias sólidas de la fotosfera, hasta inflamarlas comple- tamente. Nada tengo que variar en estas conclusiones para adap- tarlas á mi teoría: me limitaré á observar que el aflujo de materia gaseosa en una temperatura tan superior á la de la fotosfera común de esta estrella, proviene de lo interior, y que por consiguiente, la masa interna se halla en estado gaseoso. Digamos todavía algo para determinar bien la diferencia entre mi teoría y la de la existencia de una costra. Si al rom- perse una costra pastosa ó sólida puede caer en totalidad ó en parle hasta las profundidades de la masa interna, sus frag- mentos producirían por su caída la ascensión de una masa de vapores, que afluirían repentinamente á la superficie, causa- rían en ella una alta temperatura, y los efectos que Mr. Hug- gins describe. Por mi parle debo decir, que la costra es una fase puramente geológica y no estelar: cuando se produce ha pasado la época de los grandes movimientos internos, y se ha establecido un equilibrio permanente entre las capas: los fragmentos de la corteza pueden oscilar ligeramente, pero no caer al fondo, pues inmediatamente encontrarían capas más 400 densas que ellos, y dotadas ya de cierta consistencia. Estos ligeros movimientos dan origen á fenómenos geológicos y no estelares, que desaparecen cuando la masa cesa de tener una movilidad gaseosa, cuando la capa extrema empieza á em- pastarse; y á contar desde este momento, siguen el enfria- miento superficial y la extinción del brillo con gran rapidez, porque el calor interno no interviene en los fenómenos de la superficie más que por la via de la conductibilidad, que es sumamente lenta. CIENCIAS FISICAS QUIMICA FISIOLOGICA. Del papel que desempeña la creta en las fermentaciones butírica y láctica y en los organismos actualmente vivos que contiene; por Mr. A. Béchamp. (Comptes rendus, 10 setiembre 1866.) En el curso de mis estudios acerca de las fermentaciones, he tratado de averiguar si el único papel que la creta desem- peña en los fenómenos que he llamado de fermentación butí- rica ó láctica, es mantener la neutralidad del medio, es decir, obrar exclusivamente como carbonato de cal. La creta blanca, que pertenece á la parte superior del terreno cretáceo, parece hallarse formada en su mayor parle por los despojos minerales de un mundo microscópico que ya ha desaparecido. Según Mr. Ehrenberg, dichos restos fósiles pertenecen á los pequeños seres organizados de las dos fami- lias que ha llamado Polythalamias y Nautililas. Sábese que estos restos, que en otro tiempo fueron organizados, son tan pequeñísimos y numerosos que pueden existir másde 2.000.000 de ellos en un pedazo que pese 100 gramos. Pero además de los restos de estos séres que ya no existen, la creta blanca contiene hoy también toda una generación de 26 TOMO XVI. m organismos, mucho más pequeños que los que conocemos, y más pequeños que lodos los infusorios ó micrófitos que estu- diamos en las fermentaciones, y que no solo existen, sino que están vivos y adultos, aunque sin duda muy viejos. Obran con una rara energía como fermentos (empleo de intento esta frase vulgar), y en el estado actual de nuestros conocimientos son los fermentos más poderosos que he encontrado en el sen lido de que son capaces de alimentarse de las sustancias orgá- nicas más diversas, como intentaré demostrar en una noticia que pronto publicaré. Los hechos á que la presente se refiere tuve el honor de comunicarlos á Mr. Dumas en el mes de diciembre de 1864, y á ellos se alude en una carta que el ilustre sábio se dignó insertar en los Anuales de Chimie el de Physique (octubre 1865), cinos términos son los si- guientes. «La creta y la leche contienen séres vivos ya desarrolla- dos, hecho que, observado en sí mismo, se halla demostrado también por otra circunstancia , y es que la creosota em- pleada en dosis insuficiente para coagular, no impide que la leche se cuaje después, ni que trasforme la creta, sin auxilios extraños, el azúcar y la fécula en alcohol, ácido acético, ácido láctico y butírico. Tomando del centro de un pedazo de creta que acabe de salir de la cantera ó se haya extraído hace mucho tiempo, de cualquier tamaño que sea (para que no pueda admitirse que lo que se ve es debido á polvo atmosférico), un pedacito de la masa, pulverizándola, echándola en agua destilada pura y observándola con un microscopio que tenga el aumento de oc. 7, obj. 2, Nachet, se verán en su campo puntos brillantes, por lo común muy numerosos, agitados por un movimiento muy vivo de trepidación. Podría decirse en la actualidad que se hallan animados por un movimiento browniano. No lo he creído así, y he admitido que este movimiento era propio de las moléculas, á las cuales he considerado como organismos vivos, los más pequeños de todos los que he podido observar hasta ahora. Para resolver el problema planteado por esta hipótesis, he recurrido á dos géneros de pruebas. La primera consiste en demostrar que estas moléculas son fermentos, y 408 la segunda en aislarlos y analizarlos; esto es, en probar que contienen carbono, hidrógeno y nitrógeno en estado orgá- nico (1). 1. La creta (2), sin añadirla materia alguna albuminoidea, obra como fermento . a) Acción de la creta sobre la fécula . Se mezclaron ínti- mamente 420 gr. de engrudo, que contenia 20 gramos de fécula, 30 gramos de creta, tomada del centro de un pedazo, y 4 golas de creosota, íntimamente mezclada. En el mismo momento se hizo una mezcla parecida, para la cual en vez de creta se tomo carbonato de cal puro, recien preparado, y expuesto por espacio de cuarenta y ocho horas al contacto del aire. Al dia siguiente las dos mezclas parecía que se hallaban en el mismo estado; pero al otro, la que contenia la creta em- pezaba á liquidarle, y al siguiente lo estaba completamente; al paso que no habia cambiado nada la mezcla con carbonato de cal puro. Las porciones solubles del engrudo liquidado, con- tenían fécula soluble y vestigios de dexlrina. E! 14 de noviembre de 1864, se pusieron 100 gramos de fécula en estado de engrudo en 1.500 centímetros cúbicos de agua, 100 gr. de creta de Sens 'y 10 golas de creosota. Se observó como antes la liquidación del engrudo, y bien pronto un desprendimiento de ácido carbónico é hidrógeno. El 30 de marzo de 1866 se analizó el producto de la reacción, y se obtuvo: (1) La creta que he empleado me la ha proporcionado Mr. Michel, ingeniero de puentes y calzadas, que ha tenido la atención de hacer que la sacasen para mí. Procede de una de las canteras situadas al sur de la ciudad de Sens, entre el camino llamado Rú-de-chévre y la colina donde se halla la iglesia de San Martin du Tartre. El ejemplar pesaba 20 kilógr. Se tomó á 50 metros bajo la superficie, y á unos 20 metros poco más ó ménos de la entrada de la cantera (la cual se halla abierta en forma de galería á 10 metros de altura), y sobre los bancos de pedernal negro. (2) Para todos los experimentos se tomaba la creta en el cen- tro del pedazo. 404 4CC á + 15 grados. 8sr,0 5 ,2 Alcohol absoluto Acido butírico Acetato de sosa cristalizado.. En otro experimento se ha obtenido , al mismo tiempo que los productos anteriores, una gran cantidad de láclalo de cal. b) Acción de la creía sobre el azúcar de caña. El 25 de abril de 1805, 80 gramos de azúcar de caña muy blanco, 1.400 gramos de creta y 1.500 centímetros cúbicos de agua cargada de creosota, se pusieron en reacción. El 14 de junio se analizó el producto, y se vió que contenía: Alcohol absoluto 2cc,6á4-15 grados. Acido butírico 4sr,5 Acetato de sosa cristalizado. . 6 ,8 Lactato de cal cristalizado. . . 9 ,0 He comprobado estos resultados, y son constantes. Debe añadirse que en las mismas condiciones el carbonato de cal puro no tiene acción, cuando se han tomado todas las precau- ciones para impedir el contacto del aire; pero hay casos en que la creosota no impide que las mezclas fermenten, lo cual conduce á creer que existen en el aire organismos adultos, que pueden vivir en el medio lleno de creosota en que existe la cal. Añadiré dos observaciones; la primera es que para impe- dir que la creta obre, ya sea sobre el azúcar de caña ó ya sobre la fécula, es preciso ponerla húmeda á una temperatura próxima á’300°; la segunda es que si se han tomado las pre- cauciones suficientes, no se encuentra después de la fermen- tación ningún otro fermento más que los que se ven en la creta, aunque aumentados. 1L La creta contiene carbono, hidrógeno y nitrógeno en estado de sustancia orgánica . Si los experimenlos anteriores son verdaderamente demos- trativos, debe hallarse sustancia orgánica en la creta. Para demostrarlo he hecho el análisis orgánico de la parte insolu- 405 ble que deja la creía, cuando se la trata con ácidos dila- tados. Se disuelve con ácido clorhídrico débil un pedazo de creta sin pulverizar. Las partes no disueltas se recojen sobre un filtro en papel fuerte y bien unido, donde se lavan con agua acidulada, hasta que no se descubra cai en los líquidos. Se quita en seguida el precipitado húmedo con una carta, sin llegar al filtro, se estiende sobre un vidrio plano formando una capa delgada, y se seca resguardado del polvo. 100 gramos de creta dejan de este modo l&r,15 de partes insolubles secas á 100 grados. Desecándolas en seguida hasta 160 grados, y quemándolas, se halla que 100 partes de resi- duo seco á 100° se hallan formados de Agua (pérdida de 100 á 160° grados) 2sr,47 Sustancia orgánica (pérdida por incineración). 7 ,17 Sometido á la análisis orgánica para valuar el carbono, el hidrógeno y el nitrógeno, el residuo seco á 100° ha dado los resultados siguientes en centésimas. Carbono 1,053 Hidrógeno. 0,740 Nitrógeno 0,128 El nitrógeno se ha valuado por el procedimiento de MM. Will y Varrentrapp. Por medio de un experimento al blanco, nos hemos cerciorado de que la cal sodada y el azúcar que se han empleado no producían una cantidad apreciable de amoniaco. La creta blanca ¿es la única forma de carbonato de cal que contiene fermentos actualmente desarrollados? Para resol- ver la cuestión he recurrido también á Mr. Michel , el cual se ha prestado á proporcionarme un poco de caliza llamada de Pountil, que se ha tomado en un corte al sur de la aldea de Saint Pargoire , á la orilla izquierda del Herault, á unos 80 metros sobre el nivel del mar. Pertenece como formación geológica á la caliza de agua dulce de la época terciaria, 406 cuyo desarrollo es considerable en lodo el centro del departa- mento del Herault, lo mismo que en toda la región com- prendida entre las Cevenas y el Mediterráneo. La caliza de Pounlil ha producido lodos los efectos que la creta blanca. En resumen, con la creta sola, sin más materia albumi- noidea que la que contiene el granulo de fécula y los vestigios que pueden suponerse en el azúcar de caña, es posible hacer fermentar el azúcar de caña y la fécula, y producir además del alcohol, término característico de la fermentación alcohó- lica, los ácidos acético, láctico y butírico, términos caracte- rísticos de las fermentaciones láctica y butírica. Propongo que á los pequeños fermentos de la creta se les dé el nombre de Microzxjma crelce. Creo que son el primer ejemplo de una clase de organismos semejantes, de que ten- dré el honor de hablar á la Academia. Los Microzxjma se hallan en todas parles, acompañan varias veces á otros fer- mentos, existen en ciertas aguas minerales, en las tierras secundarias, en que sin duda su papel no es secundario; y creo que una multitud de moléculas que se consideran como minerales, y animadas del movimiento browniano, no son más que Microzxjma, como por ejemplo los depósitos de los vinos añejos, con los cuales ya he ocupado la atención de la Aca- demia, y el depósito en otro tiempo indicado por Cagniard Latour en el Tavel, y que después de reflexionado, consideró como materia inerte. 407 QUIMICA. De la nitro- glicerina en cuanto á su aplicación balística . (Presse scientiñque, 2 setiembre 1866.) La reciente explosión del navio inglés Europa en el puerto de San Francisco, ha llamado la atención acerca de una sus- tancia que hasta ahora apénas es conocida más que en los laboratorios de química. Trátase de la nitro-glicerina, pro- ducto que se obtiene echando glicerina gota á gota en una mezcla de ácido nítrico fumante v de ácido sulfúrico mono- hidratado. La nitro-glicerina, compuesta de carbono, de hidrógeno, nitrógeno y oxígeno, es un aceite amarillo ó pardusco, más pesado que el agua. Si se derrama en el suelo y se aproxima un cuerpo en . combustión, se inflamará con dificultad, y solo arderá en parte; y si se cae una botella llena de ella, solo se vierte un líquido que parece enteramente inofensivo. Su carácter no se revela por consiguiente en estas condicio- nes; pero con un choque violento, inmediatamente aparecen sus propiedades fulminantes, demostrando una fuerza explo- siva asombrosa. Al producir explosión este cuerpo, se dilata en la proporción de 1,100 de su volumen; pero en razón del calor desarrollado, llega esta dilatación hasta 10.400 veces su volumen. Esta fuerza es muy superior á la de la pólvora. Hace 20 años que descubrió la nitro-glicerina en Francia un químico italiano, llamado Sombrero, y fué aplicada á la industria por Nevel, ingeniero de Hamburgo. Hasta ahora, su principal aplicación era á las labores de minas; y como la catástrofe reciente de San Francisco ha hecho conocer los pe- ligros que su trasporte ofrecía, es mucho más prudente, siem- pre que sea posible, prepararla en los sitios mismos en que se vaya á emplear; esto es lo que se hace en la explotación de las grandes canteras de arenisca de los Yosgos, del valle 408 del Zorn (Bajo Rhin), pertenecientes áMM. Schmidt y Dietisch. El laboratorio puede consistir en una simple cabaña, y el método de fabricación en que se ha fijado Mr. Emilio Iíopp, es el siguiente. Se echa una mezcla, compuesta de una parle en peso de ácido nítrico fumante á 49 ó 50° Beaumé y dos parles de ácido sulfúrico muy concentrado, en un matraz que contenga glicerina de 30 ó 31°. Se emplean 3.300 gramos de mezcla ácida para 500 de glicerina: el matraz se rodea de agua fria, y después se hace mezclar con lentitud , agitándola constante- mente. Efectuada la mezcla se deja todo reposar por espacio de algunos minutos, se echa después en 5 ó 6 veces su volu- men de agua fria, habiendo tenido cuidado de agitar esta pré- viamente con un movimiento de rotación. La nitro-glicerina se precipita, se recoje por decantación, se lava, se decanta, y se guarda en botellas. Veamos ahora la manera de usarla. Se practica un agujero de mina de 5 á 6 centímetros de diámetro y de 2 á 3 metros de profundidad, á 2 metros 50 ó 3 de distancia del borde exterior de la roca que se trata de desprender. Se limpia bien, se echan en él de 150 á 200 gramos de nitro-glicerina, y en seguida se introduce, hasta tocar en la superficie del líquido, un pequeño cilindro de madera, de hoja-lata ó de cartón lleno de pólvora común, en el cual se fija una mecha bastante larga para que pueda pa- sar de la abertura del agujero, y se llena este en seguida con arena fina. La pólvora solo se pone para producir el choque violento que produce la inflamación de la nitro-glicerina. Ocho ó diez segundos’ después de haber puesto fuego á la mecha se inflama la pólvora, y el aceite detona al mismo tiempo con un ruido sordo; la masa de la roca se levanta y vuelve á sentarse tranquilamente, sin proyectar piedras ni arena; tan repentina es la explosión. Quedan de este modo hendidas en todos sentidos enormes masas de rocas, que pue- den en seguida cortarse según se necesiten. En el oeste de Inglaterra también se han hecho experi- mentos para demostrar la fuerza explosiva de la nitro-glice- rina. Son bastante numerosos, y por consiguiente solo citare- 409 mos dos, en los cuales los números obtenidos son los más elocuentes. Frente del corte se practicó un agujero de 0m,91 de pro- fundidad y 0m,033 de diámetro. Se cargó con 97 gramos de nitro-glicerina , operando por lo demás como antes hemos dicho. El efecto fué muy satisfactorio; las parles laterales fueron proyectadas, y la masa desagregada hasta lm, 82 de profundidad. Como los que hacian el experimento tenían la idea de que era inútil dar á los agujeros tan gran diámetro como se acostumbra, se horadó uno de ellos 0m, 01 2 únicamente, pero dándole la profundidad de 2m, 43, y situándole á 2m,73 del corle. Se cargó con 560 gramos de sustancia. La explosión produjo cerca de 100 toneladas de rocas completamente le- vantadas, y los mineros que estuvieron presentes, calculan que se hubieran necesitado 23 kilogramos de pólvora común para obtener el mismo resultado. Seguro es que en el estado actual, y en igualdad de peso, la nitro-glicerina es más cara que la pólvora de minas; pero siendo más considerables los efectos con la primera, y leñiendo ménos diámetro los agujeros que hay que hacer, y no exigiendo poner tacos, puede creerse que en la práctica será ménos dispendiosa que la segunda, y mucho más preferible para facilitar su uso. En una palabra, economía, simplificación, ninguna pérdida, facilidad para que se desprenda la piedra sin que se desmenuce; tales son las ventajas que ofrece la nitro-glicerina en la explotación de las minas, y que la experiencia ha puesto en claro. 410 Investigaciones químicas acerca de las ceras. (Presse scientifique, 12 agosto 1866.) Desde que vienen de América grandes cantidades de cera más ó ménos parafinadas, buscan los compradores un método exacto de valuación del hidrocarburo, CS4 H5\ contenido en estas ceras. He hallado el método fundándole en dos hechos químicos, la saponificación y la eterificacion. La análisis se practica de la manera siguiente. Diré en primer lugar para dejar sentado este punto, que no practico la operación más que en vasos de Bohemia, que sufran sin romperse variaciones repentinas de temperatura. Disuelvo 5 gramos de cera paraíinada en 50 centímetros cúbicos de alcohol amílictf; lo pongo á 100° en baño de maría, y por separado caliento, también á 100 grados, 100 centíme- tros cúbicos de ácido sulfúrico fumante, dilatado préviamenle en la mitad de su volúmen de agua, le echo en el alcohol, y le mantengo sobre el fuego hasta que haya cesado todo despren- dimiento de burbujas, dejándolo en seguida enfriar. Con facilidad se saca una torta cuyo peso es más del do- ble de la cera empleada, que consiste en una mezcla de para- tina, de alcohol melísico, de cerotato y de palmilato de amila; hallándose los tres últimos ya alterados por la acción del ácido sulfúrico en exceso. Esta torta se trata en baño de maría á 100°, con 50 centí- metros cúbicos de ácido sulfúrico monohidratado y 25 de Nordhausen; la acción, que es muy moderada, dura cerca de dos horas (en todo caso debe llevarse hasta que no se des- prenda la menor burbuja de gas aun durante la agitación con una varilla de vidrio: es importante que todo, menos la para- fína; se halle carbonado.) Después de fria obtengo una torta carbonada, que exprimo y disuelvo á 100° en 50 centímetros cúbicos de alcohol amí- lico, y dispongo un filtro sobre un embudo de vidrio, colocado 411 en otro de hoja-de-la la lleno de agua hirviendo (sin esta pre- caución no pasaría el líquido): lo lavo la primera vez con 50 centímetros cúbicos de alcohol y la segunda con la misma cantidad, lo cual constituye en todo 150 centímetros cúbicos. Caliento la disolución á 10°, y echo en ella 70 centímetros cú- bicos de ácido sulfúrico monohidratado, casi la cantidad nece- saria para trasformar el alcohol en ácido sulfamílico, que no disuelve la parafina (según lo ha observado Mr. Roharl), y se mantiene todavía diez minutos sobre el fuego. Se deja enfriar, y se obtiene una torta de parafina que to- davía no está pura, pero que se purifica por el procedimiento Rohort. Si la carbonización se hace bien, para lo cual bastan dos purificaciones, la última torta es la cantidad exacta de para- fina. De 5 gramos de una cera que contenga 29 por 100 de parañna, he vuelto á hallar 1 gr. 99. En esta operación no se loca á la parafma , como por el contrario sucedería si se emplease Nordhausen puro ; de modo que el método de Mr. Laudolt no es suficientemente exacto. Cuando se quieran tenerlos productos de la saponificación, no se opera de una manera tan brusca, sino del siguiente modo. Se disuelven á 100°, 20 gramos de cera pura en 50 centí- metros cúbicos de alcohol amílico, echando en él también 50 centímetros cúbicos de ácido sulfúrico igualmente á 100°, que ha servido para la primera saponificación. Después de haberlo agitado por algunos momentos, se aparta del fuego y se pone el vaso en agua fria. De este modo se obtiene una torta A y una espesa papilla B. De la misma manera se obtiene otros 20 gramos de cera, que dan también una torta A y una pa- pilla B. Se vuelven á disolver á 100° las tortas A en 50 centímetros cúbicos de alcohol amílico, y se echan como antes 50 centíme- tros cúbicos del mismo ácido sulfúrico. Esta tercera Operación da una torta A' y una papilla B\ Se trata la torta A' de la misma manera, y después de cinco operaciones, la última torta cambia enteramente de 412 aspecto: es blanca, sedosa, muy untuosa, y que se deja amasar con gran facilidad; constituyendo el alcohol melísico casi quí- micamente puro, manchado también con un poco de cerorato de amilo, y es fácil de separarlos: se calienta con alcohol co- mún, que después de hervido disuelve el alcohol melísico y deja sin disolver un aceite pardo, que por enfriamiento se cuaja en la forma oolítica (el tamaño de los huevos varia con la cantidad de materias; los he obtenido del volumen de una avellana, de un guisante y de huevos de peces): este cuerpo es seguramente el cerotato de amila, y se funde á 44°. Volvamos á la parte disuelta por el alcohol hirviendo. Por el enfriamiento del vehículo se cuaja del todo, formando una especie de engrudo de color blanco brillante, de brillo sedoso; se funde á 86°, y constituye el hermoso cuerpo obtenido y descrito por Mr. Brodie. Se reúnen las papillas B, B, B\ etc., y se echan en una gran cantidad de agua, que llamaré C. Sube una sustancia sólida á la superficie, y cuando se ha aclarado el líquido C , se pasa por un sifón, y se filtra para privarle de la presetfcia del ácido sulfúrico: se desprende la sustancia del filtro y se der- rite dentro del agua, y en seguida se trata con éter, que di- suelve el cerotato y el palmilalo de amila, y apénas lo verifica con el alcohol melísico. Cuando el éter se evapora, queda en el vidrio una mezcla de aceite y de un cuerpo que parece cristalizado: se echa so- bre el filtro, y se arregla todo de manera que se opere á una temperatura lo ménos de 20°, pasando el aceite únicamente. Este singular cuerpo puede en cierto modo servir de ter- mómetro (todas las mañanas cuando llego al laboratorio le encuentro cuajado, y en cuanto la estufa ha hecho subir la temperatura á más de 14°, se vuelve líquido),, constituyendo el palmitato de amilo de Mr. Duffy. Me propongo publicar recientemente una noticia más de- tallada acerca de los productos de la saponificación y de la eterificacion de la cera; si publico un trabajo incompleto, es con objeto de lomar acta de esto por decirlo así, pues es el punto de partida de interesantes trabajos que pueden hacerse sobre las ceras y los cuerpos grasos en general. Será muy 413 interesante verificar sobre estos cuerpos, en presencia de un medio eterificante, la saponificación sulfúrica, hallada por mi maestro Mr. Fremy. Con objeto de buscar el producto ácido que Mr. Lewy llama la ceroleina , he tratado de saber si esta sustancia podría hallarse en estado de ácido copulado en el líquido C. Para ello dividí el líquido en dos parles iguales, hirviendo una para descomponer el ácido sulfamílico; después la he saturado con el carbonato de barita, y he obtenido, reuniendo ambos líquidos , hermosas tablas trasparentes que polarizan muy bien la luz. Seguramente hay sulfomelisato de barita; ¿pero hay ade- más otra cosa? Esto es lo que diré en mi próximo trabajo. Inmediatamente he saturado la segunda parte del líquido C con carbonato de sosa, y no he tenido tiempo de llevar más adelante mis investigaciones. METEOROLOGÍA. Resúmen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de junio de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1, 2 y 3. — Encapotados, lluviosos y revueltos. Viento del S. O. al S. E. en los tres. Fresco y desapacible el segun- do. Algo tempestuoso el último. Dias 4 y 5. — Más despejados y tranquilos que los ante- riores. Dias 6, 7 y 8. — De viento débil del O. N. 0., despejados y parecidos entre sí. En las primeras horas de la tarde del 6 gira la veleta de N. 0. á N. 0., pasando por el N. y el E. 414 Dia 9. — Semejante á los anteriores por mañana y tarde. Tempestuoso por el S. E. al oscurecer. Dia 10.— Caluroso por la mañana; nuboso al empezar la tarde; tempestuoso por el N. O., desde las cinco. De doce á tres gira la veleta de N. 0. á N. O. por el N. Magnífica co- rona de rayos crepusculares al O., y mucho más débil tam- bién al E/S. E. Traspuesto el sol, la nube tempestuosa se cor- re hácia el O. y avanza hasta el zenit, despide un relámpago vivísimo y un trueno estrepitoso y de muy corla duración, y acto continuo, se ensancha y disuelve hácia el S. O., sin arrojar más que algunas gotas de lluvia, acompañadas de otras descargas eléctricas insignificantes comparadas con la an- terior. Dias 11 y 12.— Nubosos y algo revueltos. De las doce á las cinco de la tarde del 11 recorre la veleta tres cuadrantes en sentido directo, y pasa del N. al O. Dia 13. — Como los anteriores, por la mañana. Nube tem- pestuosa muy extensa y densa, que desde el N. 0. y S. O. se eleva hácia el zenit, y pasa al S. E. y E., arrojando en media hora, de dos y cuarto á tres ménos cuarto de la tarde, cerca de 21 milímetros de lluvia revuelta con granizo me- nudo. Durante la tempestad cambia súbitamente el viento, y pasa del E., contrario á la nube, por el S. al O. y N. O., com- pletándose mas tarde el giro. Dias 14 y 15. — Nubosos, variables y poco calurosos. Dias 16, 17, 18 y 19. — Despejados y apacibles, poco calu- rosos y de viento ondulante ó indeciso, próximamente del O. Dia 20. — Calinoso y algo nuboso. Turbio el horizonte por el S. E., al oscurecer. Nubes sueltas y desgarradas, como re- siduos de alguna otra tempestuosa, más adelantada la noche. Dias 21 y 22. — De viento largo del E. y S. E. Encapo- tados y como tempestuosos. Llueve al amanecer el primero, y al terminar la noche del último. Dias 23 y 24. — Muy encapotados, lluviosos y con frecuen- cia tempestuosos. Dia 25. — Más despejado y bonancible que los precedentes. Desde las diez de la noche relampaguea de continuo por el S. O. 415 Dia 26. — La nube, que al terminar el anterior apuntaba por el S. O-, avanza poco á poco hacia el zenit y por el 0. Aumentan en número é intensidad los relámpagos, y antes de las tres de la madrugada estalla la tempestad y arroja agua y granizo en abundancia, más que en los alrededores del Obser- vatorio, hácia el centro, O. y N. de la capital. Por mañana, larde y noche continúa siendo este dia húmedo, encapotado y tempestuoso. Nuevo giro de la veleta. Dia 27.— Húmedo y lluvioso, sin rayar apénas en tem- pestuoso. Dia 28. — Parecido á los anteriores. Al medio dia se des- cubre por el S. una nube tempestuosa densísima, que se corrió- por el 0. y fué á perderse hácia el N. 0., empujada por un viento de la primera región, de unos 20 metros de velocidad por segundo. Dias 29 y 30. — Variables y de viento fresco, sin amagos de tempestad. OTT-A-IDIRO FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. ^ m A. máx. A. mín . Oscilación. Tm T. máx. T. mín. Oscilación. 1 699,93 700,45 699,46 0,99 13°, 2 18°, 6 0 9,7 8,9 2 698,94 699,86 697,64 2,22 10,7 16,0 8,4 7,6 3 703,70 706,41 700,96 5,45 11,6 18,2 7,7 10,5 4 708,16 708,75 707,53 1,22 14,0 20,9 6,1 14,8 5 709,33 709,75 708,78 0,97 15,2 22,8 7,0 15,8 6 709,70 710,42 708,93 1,49 17,3 25,0 8,4 16,6 7 709,47 710,42 708,62 1,80 20,2 28,1 9,4 18,7 8 709,41 710,21 708,67 1,54 22,8 30,3 13,7 16,6 9 710,00 710,74 709,06 1,68 22,0 31,9 13,8 18,1 10 711,46 713,01 710,69 2,32 24,2 32,4 15,3 17,1 11 709,69 711,59 707,59 4,00 24,4 33,0 17,0 16,0 12 704,70 706,46 703,60 2,86 21,7 27,6 16,0 11,6 13 704,34 705,64 703,44 2,20 14,4 22,6 11,3 11,3 14 707,56 709,12 706,76 2,36 15,0 22,0 9,2 12,8 15 709,23 709,54 708,55 0,99 17,2 25,6 8,6 17,0 16 707,22 709,28 705,87 3,41 20,6 28,2 10,6 17,6 17 705,69 706,20 705,09 1,11 20,8 29,4 12,8 16,6 18 705,50 706,25 704,53 1,72 22,2 29,2 12,4 16,8 19 707,60 708,55 706,90 1,65 22,3 28,4 13,8 14,6 20 707,62 709,66 705,76 3,90 23,5 31,3 11,2 20,1 21 703,94 705,37 702,55 2,82 21,6 £9,1 15,6 13,5 22 703,90 705,39 702,43 2,96 19,1 24,9 13,6 11,3 23 705,11 706,34 704,08 2,26 17,2 26,2 13,2 13,0 24 706,04 706,96 705.30 1,66 18,3 24,7 12,6 12,1 25 704,61 705,77 703,75 2,02 19,7 25,2 14,4 10,8 26 703,43 704,03 702,28 1,75 18,6 25,0 12,0 13,0 27 704,42 705,14 703,88 1,26 16,8 22,1 12,5 9,6 28 705,52 706,62 704,86 1,76 17,8 24,6 13,0 11,6 29 708,30 709,55 707,29 2,26 19,1 25,5 12,4 13,1 30 711,53 712,07 710,73 1,34 19,8 25,5 13,0 12,5 1.a d.a 706,95 713,01 697,64 15,37 17,1 32,4 6,1 26,3 2 a 706,92 711,59 703,44 8,15 20,2 33,0 8,6 24,4 3.a 705,68 712,07 702,28 9,76 18,8 29,1 12,0 17,1 Mes. 706,51 713,01 697,64 15,37 18,7 33,0 6,1 26,9 i * PSICR ¡ hT OMETRO. T 1 m ATMOMETRO Evaporación. PLUVIO Lluvia. METRO. Rías. ANEMONE' Dirección. rRO. Durac, «IBES . FECHAS. i 60 7.3 5,6 2,4 » s.s.o. » 6 1 .93 9,2 0,3 8,4 » S.S.E. » 9 2 : 74 7,6 4,8 1,0 » o.s.o. » o 0 3 68 7,9 5,1 » » s.o. » 4 4 68 8,7 4,8 » » 0. » 3 5 61 8,7 5,1 » » O.N.O. » 2 6 63 u,i 6,4 » 0. » 1 7 i 69 11,9 6,1 » » O.N.O. » 2 8 I 57 11,6 6,8 )) » O.N.O. i s 1 9 !j si 11,1 4,7 » » N.N.O. )) 2 10 i 53 11,7 6,1 » » (Variable.) ,) 3 11 I SI 9,1 9,7 )) » O.S.O. » 2 12 1 79 9,9 4,5 20,7 » S.O.-N.E. » 8 13 ! 61 7,7 5,5 » » N.E. » 2 14 1 61 8,8 4,7 » » N.E.-S.S.E. ,) 3 15 58 10,2 5,2 » » S.-N.O. » 1 16 56 10,2 7,1 » » N.N.O. » 1 17 52 10,1 7,2 )> » N.E.-O.S.O. » 0 18 ! 51 9,7 7,5 » » o.s.o. » 0 19 52 10,7 6,7 » » 0. » 1 20 65 12,4 3,5 1,1 » S.E. » 9 21 69 11,5 4,2 1,6 » E. » 10 22 ! 79 11,8 3,5 14,5 » E. (var.) » 9 23 77 12,1 2,7 2,9 » S. (var.) » 9 24 71 12,1 1,9 » » S.O. » 6 25 i 74 11,9 2,2 4,6 » S.E. (var.) » 8 26 86 12,2 1,9 8,4 » E.S.E. » 9 27 ; 74 11,3 2,7 0,2 » S.E. -S.O. » 6 28 71 11,6 4,7 » » O.S.O. » 4 29 65 11,2 5,2 » » O.N.O. » 4 30 66 9,3 5,0 11,8 3 77° S.O. • 131Í1 4 - a H a 57 9,6 6,4 20,7 1 73° N.O. 58 2 ' i . , 2 a 73 11,6 3,3 33,3 7 12° S.E. 82 7 3.a 65 10,2 4,9 65,8 11 60° S.O. ; 189 4 Mes. TOMO XVI. 27 CUADRO SEGUNDO. Observaciones barométricas. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 i 6 9 n 12 1 )) 699,72 700,12 699,97 699,46 699,58 700,45 700,22 2 » 698,36 698,01 697,71 697,64 697,77 699,09 699,86 3 » 700,96 702,30 703,04 703,19 704,24 705,85 706,41 4 » 707,53 708,57 708,18 707,71 707,88 708,59 708,75 5 » 709,41 709,67 709,24 708,92 708,78 709,75 709,62 6 )) 709,91 710,42 710,00 709,26 708,93 709,66 709,72 7 » 710,26 710,42 709,75 708,72 708,62 709,29 709.29 8 „ 709,77 710,21 709,63 708,67 708,83 709,46 709,37 9 » 710,05 710,74 710,16 709,52 709,06 710,36 710,58 10 » 711,59 713,01 711,71 710,76 710,69 711,41 711,09 11 711,59 711,54 710,54 709,46 708,55 708,53 707,59 12 » 706,46 705,99 705,18 703,74 703,60 703,97 703,93 13 » 703,50 703,83 703,44 704,60 704,12 705,27 705,64 14 » 706,76 707,14 707,38 707,12 707,10 708,27 709,12 lo » 709,37 709,54 709,33 708,90 708,55 709,53 709,42 16 » 709,28 708,50 707,94 706,64 705,93 706,39 705,87 17 705,80 706,20 705,75 705,09 705,26 705,92 705,78 18 » 706,11 706,25 705,72 704,86 704,53 705,48 705,53 19 » 706,90 707,56 707,55 707,13 707,20 708,32 708,55 20 709,27 709,66 708,76 707,10 706,39 706,38 705,76 21 a 705,20 705,37 704,30 702,79 702,55 703,63 703,83 22 » 702,43 704,52 703,82 703,76 703,29 704,06 705,39 23 » 704,27 705,12 704,28 704,08 705,58 706,34 706,20 24 » 706,54 706,96 706,21 705,53 705,30 706,01 705,77 25 » 705,77 705,75 705,02 703,88 703,75 704,35 703,83 26 » 703,95 704,03 703,39 702,75 702,28 703,84 703,84 27 » 704,32 704,58 704,11 703,88 704,03 704,95 705,14 28 » 704,90 705,31 704,86 705,48 705,05 706,62 706,50 29 » 707,29 708,12 708,14 707,56 708,07 709,37 709,55 30 » 710,73 711,59 711,78 711,26 711,30 712,07 712,02 1.a (1.a 706,84 706,76 707,35 706,94 706,39 706,44 707,39 707,49 S} a 706,95 707,50 707,62 707,16 706,46 706,12 706,81 706,72 3’a 705,59 705,54 706,13 705,59 705,10 705,12 706,12 706,21 Mes. 706,46 706,60 707,03j 706,56 705,98 705,89 706,77 706,81 echa i 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 La ( 2. 3. Mo CUADRO TERCERO Observaciones termo métricas . HORAS. 6 9 12 3 t 6 9 n 12 10,9 13,6 16,4 17,4 16,9 12,5 1,00 11,7 13,5 13,6 13,2 11,3 8,9 8,4 8,9 12,7 16,2 14,7 15,1 10,3 8,9 8,8 15,2 19,1 19,6 17,8 12,8 10,1 9,4 16,6 18,8 19,8 18,9 15,2 12,5 12,0 17,6 20,9 22,6 21,1 17,2 15,0 13,4 20,3 23,5 27,2 25,1 20,3 17,3 18,3 23, S 27,2 30,3 27,4 20,4 18,0 17,2 23,6 20,0 30,2 29,3 22,8 16,3 18,4 25,1 29,3 29,5 28,0 24,5 20,6 19,2 25,6 30,1 30,2 26,4 24,1 20,9 18,5 23,8 26,5 26,8 24,2 19,8 17,7 15,9 20,9 18,8 11,3 14,7 12,9 12,1 11,7 15,8 18,9 20,4 18,3 14,3 11,2 10,9 16,7 22,1 23,8 21,8 16,6 15,1 14,8 20,8 25,7 26,5 24,6 20,9 16,5 16,7 22,5 26,7 27,3 24,3 18,7 15,6 15,4 21,9 26,8 28,8 27,2 22,3 18,9 16,9 24,1 26,7 28,4 26,1 20,9 18,4 16,2 24,1 28,0 29,7 29,0 22,8 20,2 16,6 22,0 26,5 28,4 25,1 18,5 17,8 14,4 20,3 23,6 21,4 21,8 18,2 18,4 15,6 17,7 23,6 24,1 14,8 15,2 13,9 14,4 19,0 22,3 23,9 20,1 16,7 15,7 15,6 20,7 23,1 25,1 22,7 17,7 16,2 14,4 16,4 21,1 24,8 23,7 18,7 15,1 14,5 14,8 20,5 21,5 19,8 15,4 14,6 15,8 19,5 20,3 21,4 20,7 16,7 14,4 14,8 19,2 21,9 25,1 22,5 18,2 15,9 14,8 19,7 22,8 24,2 23,2 18,9 19,3 12,9 18,2 20,5 22,4 21,1 16,5 13,7 15,6 21,6 25,0 25,3 23,7 19,3 16,7 15,1 18,9 22,6 24,0 21,4 17,4 16,1 14,5 19,6 22 ,7 23,9 22,1 17,7 15,5 CUADRO CUARTO* Psicrómetro . — Humedad relativa. FECHAS. HORAS. 9 n 12 3 m 6 9 12 3 t 6 1 » 92 66 46 34 52 69 81 2 » 91 84 86 91 92 95 89 3 » 91 67 49 64 56 86 87 4 )) 92 69 51 46 46 70 81 5 » 86 62 54 49 70 61 70 6 » 84 59 40 47 41 66 67 7 » 76 60 42 52 53 62 74 8 )) 63 55 47 38 47 67 74 9 » 71 56 47 42 35 50 75 10 » 63 50 35 40 45 44 58 11 » 65 45 34 35 51 56 67 12 )> 79 47 22 22 40 56 67 13 » 76 63 72 94 78 76 72 14 » 77 57 55 41 47 62 69 15 » 69 57 49 41 46 72 74 15 » 81 61 50 40 40 51 62 17 » 70 57 45 40 43 56 61 18 » 72 56 44 34 35 45 58 19 )) 73 51 37 33 38 50 55 20 » 75 51 40 33 35 52 57 21 )» 76 62 49 46 62 71 76 22 » 88 68 56 60 58 76 64 23 » 89 77 60 52 84 85 92 24 >> 90 78 64 50 72 86 88 25 )) 91 78 56 54 53 75 77 26 )> 91 79 60 53 62 76 84 27 » 92 90 70 75 74 91 88 28 )) 87 67 62 66 56 78 85 29 » 89 74 61 45 58 74 81 30 » 92 71 61 58 49 60 49 1.a d.a 85 81 63 50 50 54 67 76 2.a 75 74 55 45 41 45 58 64 3.a 85 88 74 60 56 63 77 78 Mes. 82 81 64 52 49 54 67 73 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 1.a ( 2. 3. Me CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. HORAS. 12 3 t 9 n 6 9.0 9,3 7,7 7.7 7,5 8.8 8,8 9.8 10.3 10,0 10,7 12,5 10,2 7.9 6,8 10,0 9.9 9,3 10. 4 10. 3 10.7 10.8 11,8 11,0 12,0 11,0 11,2 11,7 11,0 11.5 8.9 9,8 11.3 10.0 7.7 9.7 7,3 8.8 8,8 8,8 10.7 12,0 12,4 11.8 11,0 10.3 11,2 7,6 8,1 11,2 11,6 11,1 11.4 11,4 12.3 12,2 11.7 12,6 14.1 11.1 11,2 11.4 12,3 12,1 9,8 10.5 12,1 10.8 6.4 9,9 6,6 8.4 8,8 7.4 9,1 12,6 14.1 10.5 10.6 5.6 11,7 8,8 9.7 12.1 11.7 11,6 9.8 11,1 12.7 12,4 13.1 12,9 12.1 11.3 12.4 11,1 12,0 12,6 9.4 10.3 12.3 10,6 4,9 10,2 8,0 7.8 8.4 9.5 14.0 12 2 13*3 12.0 11,2 5.8 9,5 7.3 8.9 10,1 10,7 9,7 9.3 10,1 13.2 11.5 11.6 11,1 12,9 12,5 14.2 12.5 10,7 13.0 10.0 9,3 12.3 10.5 7,4 9.2 7.2 7.0 11.4 7.7 12.5 12,8 10,3 12.5 13,0 9.0 9,6 7.4 8.3 9.1 9*7 9.3 9,6 10.3 14.6 11.3 11.6 12.5 10,8 13.6 12.6 10,2 11,8 10,5 9.8 9.5 11,9 10.4 7.5 8,1 8,0 7.7 7.8 9.7 10.9 12,0 10,1 9.9 12,5 9.6 8.5 7.5 10,0 9,1 8.9 9.1 9,0 10,8 11,2 11,8 11,1 12,1 11.4 12,2 11.9 10.9 11.5 9.8 9.2 9,5 11,3 10,0 12 7,4 7.3 7.4 7.5 7.6 8.5 10,9 11,2 10.3 10.5 12.4 10,2 7.6 6.9 9.4 8,8 8,1 9.6 7.9 10,1 11.6 10,1 10,9 11,7 10.5 10.6 10,9 10,4 10,9 8,0 8.9 9,1 10,6 9.5 CUADRO SEXTO ■§* O § §£ .O cS « S> Ss. Ci eo -O O «o 'Si ^3 §3 •S £s -s «Si S*. S* <3 ce w ^oooccoei^o PQ » ©i C©" ©a" 00 S© *5dT CO ©í z « ◄ 0 Ed 50 O !>■ D" íO O SC C S C3 M 5¿ O g^oooeir-'O^s'J ce 3 0" 00" ~ 0" co 0" 0 S5 Ed H t— 1 t*" r-t t-í tH t—i ◄ efi O H O 50 W OO O 50 -««I e« ©1COCOOO Cí©OC5 w eu ©1 r—l r-^ rn «*--¡ i ©^1 r- < S Ed 6* COO®®t-H®©1® O a^vnMOir'O^o© ce 9 o" C© so co so «© CO CO Ed t-<0®00000 CS 0* ce O g_i q q a a ¡25 Z .W ^ . 0 Ed í> ¡¿ c/5 c ñ l¿ cé Ed ¡25 O ^h®*s*C0©3C©5OOE 3 ^-©q-r^©^©l50©ÍCO > es Ed ce es 0 * Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de julio de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1 al 7.— Compusieron eslos siete dias un período bás- tanle uniforme, ligeramente nuboso, algo revuelto y no muy caluroso. En los dos primeros dias sopló el viento "del N. O., y del O. y S. O. en los cinco restantes. Dia 8. — Del S. O. pasó el viento por el 0. y N. al N. E., arreció, y provocó un descenso en la temperatura. Dias 9 y 10.— En estos dos dias se inclinó el viento hacia el S. E., se nubló parcialmente el cielo, y se enturbió el horizonte. Dias 11 al 15. — Período de calina; nubes y frecuentes amagos de tempestad. En la noche del 11 se descubrieron por el S. E. relámpagos vivísimos y muy continuados, y una nube tempestuosa que se extendía del S. O. al S. E., y se fué disol- viendo poco á poco. En la del 13 se reprodujo el mismo fenó- meno, y la nube, sin tocar casi en el zenit, pasó por el E. y desapareció hacia el N., despidiendo muchos relámpagos y fuertes truenos, y algunas gotas de lluvia. En el dia 14 los amagos de tempestad se reprodujeron de nuevo por mañana, tarde y noche. Y en la del 15 se conservó encapotado el cielo, y los relámpagos y truenos lejanos se sucedían sin in- terrupción casi. En ninguno de estos dias, sin embargo, llovió en cantidad apreciable. El viento, muy variable en lodos ellos, efectuó un giro completo y directo en la madrugada del 12. Dia 16. — Distinto de los precedentes. Después de ondular mucho y de efectuar en el curso del dia un giro completo y directo, pasa el viento desde el S. E. al S. O. Los síntomas ó amagos continuos de tempestad se desvanecen. Disminuye la calina, y desciende un poco la temperatura. Dia 17. — Variable, algo nuboso y ménos caluroso que los anteriores. Dia 18. — Parecido al precedente, pero más nuboso y fresco. Dias 19 y 20. — Despejados y apacibles. Pasa el viento al N. O. Dias 21 y 22. — Variables, nubosos y calurosos. Dias 23 y 24. — Ligeramente nubosos y ventosos. Dias 25 al 28. —Despejados y calurosos. Viento muy ondu- lante del N. O. al N. E., y giros frecuentes de ¡a veleta, lo mismo en el sentido de rotación directa que en el inverso. Dias 29 al 31. — Despejados, y de viento fuerte y cons- tantedel O. CUADRO FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. A. máx. A. míu. Oscilación. T 1 m T. máx. T.mín . Oscilación. 1 710,30 711,69 708,59 3,10 0 19,7 26^ 9 13!o 13^9 2 706,07 707,46 704,74 2 72 20,6 27,5 12,0 15,5 3 706,56 707,15 705,89 1,26 20,9 28,6 14,5 14,1 4 705,80 706,79 704,80 1,99 21,2 28,4 11,4 17,0 5 705,63 705,83 705,32 0,51 19,4 26,7 12.1 14,6 6 705,78 706,65 704,98 1,67 19,5 25,5 12,4 13,1 7 708,88 711,35 707,87 3,48 18,5 26,7 12,2 14,5 8 712,57 713,08 71 i ,61 1,47 19,7 27,3 10,7 16,6 9 712,25 ¡713,59 710,84 2,75 22,6 29,4 13,0 16,4 10 710,66 712,18 709,23 2,95 26,0 34,7 14,9 19,8 11 710,00 710,70 708,73 1,97 26,8 35,8 18,8 17,0 12 709,95 ¡710,86 708,67 2,19 27,9 36.4 17,5 18,9 13 709.92 710,66 708,67 1,99 27,4 35,5 19,4 16,1 14 710,18 711,11 708,58 2,53 25,8 34,5 19,0 15,5 15 708,42 710,65 706,57 4,08 25,8 34,1 17,2 16,9 16 705,39 706,92 703,91 3,01 25,0 34,4 17,0 17,4 17 704,89 705,51 703,86 1,65 22,3 30,1 14,2 15,9 18 706,26 707,20 705,54 1,66 18,0 24,1 12,6 11,5 19 708, 58¡ 709,57 707,85 1,72 20,6 28,3 14,0 14,3 20 709,46.710,52 708,28 2,24 23,4 31,9 13,9 18,0 21 707,30 709,26 705,75 3,51 24,8 34,7 16,6 18,1 22 704,46, 705,71 703,24 2,47 25,2 33,1 19,6 13,5 23 704,45 705,00 703,66 1,34 20,8 27,0 16,2 10,8 24 705,75 707,26 704,49 2,77 21,7 29,7 14,0 15,7 25 708,50 709,12 707,78 1,34 23,4 32,1 15,4 16,7 26 707,85 709,61 706,43 3,18 24,9 34,3 15,8 18,5 27 705,57 706,71 704,44 2,27 26,4 35,2 16,7 18,5 28 705,00 705,93 703,94 1,99 28,1 37,1 17,2 19,9 29 704,62 705,48 703,53 1,95 28,0 38,4 16,6 21,8 30 704,22 705,27 703,23 2,04 27,8 35.8 15,8 20,0 31 703,77 704,46 702,66 1,80 25,2 34,1 17,9 16,2 1.a d.a 708,45 713,59 704,74 8,83 20,8 34,7 10,7 24,0 2.a 708,30 711,11 703,86 7,25 24,3 36,4 12,6 23,8 3.a 705,59 709,61 702,66 6,93 25,1 38,4 14,0 24,4 Mes. 707,39 713,59 702,66 10,93 23,4 38,4 10,7 27,7 ^PLXnVEIEIRO PSICROMETRO. ATMOHETRO. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. NUBES. FECHAS. 1 H Tn ID Evaporación. Lluvia. Dias. Dirección. Durac. 61 10,1 5,6 B )) O.N.O. » 1 1 í 62 10,9 6,6 )) » 0 N.O. » 1 2 52 9,1 6,3 »> » 0. » 1 3 53 9,4 7,0 » » O.S.O. » 0 4 ! 60 9,7 5,8 » )) o.s.o. » 1 5 55 8,8 6,5 » » O.S.O. » 1 6 60 9,4 6,2 » )) 0. » 2 7 ; so 8,1 7,0 » E.IN.E. » 0 8 ! 57 11,1 6,3 » » E.S.E. » 2 9 | 44 9,8 7,1 » » S.E. » 3 10 ! 44 11,3 7,0 » » E.S.E. » 8 11 ! 43 11,8 7,0 » » S.E.-O. » 1 12 44 11,9 7,1 » » S E.(var.) » 2 13 52 12,9 8,0 » ,) E.S.E. » 5 14 ! ¿7 11,2 5,9 » » E.S.E. (v.) » 4 15 1 54 12,7 6,6 » » (Variable.) » 2 16 „ 1 46 8,6 7,4 » » O.S.O. » 3 17 ! 57 8,9 4,0 » » O.S 0. » 6 18 51 8,9 7,0 ’ » » N.O. » 0 19 ! 47 10,1 8,7 » » N.N.O. » 0 20 41 9,1 7,4 '» » N.-S, » 4 21 46 10,6 7,5 » » s.s.o. » 8 22 ! 49 8,5 8,4 » » o.s.o. » 2 23 i 57 10,7 7,0 » » 0. » 3 24 52 10,5 6,7 » » N.O. » 2 25 45 10,2 8,4 » » N.O.-N.E. » 1 26 45 11,0 8,6 » i » N.E.-N.O. » 0 27 36 9,3 9,9 » » 0. » 0 28 40 11,4 11,9 » n 0. » 0 29 37 9,6 12,9 » » 0. » 1 30 44 9,8 9,8 » o o.s.o. » 0 31 55 9,6 6,4 » » 74° S.O. 71h 1 1.a d.a 49 10,8 6,9 » » 19° S.O. 34 3 2 a 45 10,2 9,0 » » 89° S.O. 126 2 3> 50 10,2 7,5 » » 75° S.O. 211 2 Mes. i 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 46 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 .a i 2: 3. Mes CUADRO SEGUNDO Observaciones barométricas. HORAS. 6 9 12 3 t 6 9 n 12 " 711,59 711,69 710,78 710,03 709,19 710,12 708,59 707,46 706,88 706,14 704,74 704,77 705,80 706,53 706,62 707,15 706,90 705,89 705,89 706,67 706,63 706,79 706,75 706,43 704,90 704,80 705,43 705,33 705,50 705,83 705,09 705,32 705,50 705,78 705,68 705,56 705,98 705,77 704,98 705,29 706,08 706,65 707,87 708,13 708,21 707,87 708,32 710,28 711.35 712,51 713,08 712,95 711,96 711,61 712,74 713,03 713,53 713,59 712,38 711,50 710,84 711,88 711,88 712,18 711,93 710,98 709,91 709,23 709,98 710,26 710,30 710,70 710,07 709,38 708,73 710,11 710,51 710,36 710,86 710,40 709,43 708,67 709,79 709,95 710,53 710,66 710,21 709,18 708,67 709,66 710,30 710,82 711,11 710,84 709,24 708,58 709,95 710,50 710,65 709,98 709,42 707,74 706,62 707,73 706,57 706,92 706, 85 705,82 704,09 703,91 704,85 705,21 705,51 ¡705,38 705,18 704,45 703,86 704,63 705,04 705,54 705,82 706,27 706,06 705,72 707,00 707,20 707,85 708,07 708,24 708,09 708,50 709,57 709,53 710,31 710,52 710,10 708,97 708,28 708,89 708,91 709,26 709,04 708,12 706,57 706,11 706,07 705,75 705,71 705,67 704,76 703,36 703,24 704,09 704,21 704,74 703,00 704,51 703,91 703,66 704,60 704,56 705,66 705,99 705,80 705,22 705,71 704,49 707,26 708,03 708,87 708,79 707,99 707,78 708,71 709,12 709,61 709,39 708,73 707,33 706,47 706,63 706,43 706,71 706,67 706,13 705,00 704,44 704,99 704,89 705,26 705,93 705,41 704,48 703,94 704,91 704,92 703,09 705,48 704,59 703,67 703,53 704,86 704,96 705,27 705,27 704,58 703,57 703,23t 703,59 703,87 704,01 704,46 704,02 702,95' 702,66 703,87 704,27 708,96 709,10 708,62 707,71 707,54! 708,48 708,59 708,88 708,99 708,66 707,66 707 15 708,22 708,36 706,301 706,54 705,95 704,91 704,62 705,16 705,48 707,99 708,16 707,68 706,70 706,38. 707,22 707,41 CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. MAS. HORAS. 3 m 6 9 12 | 3 l 6 9 n 12 1 , » 14,4 20,4 24,3 24,8 23,4 19,1 17,3 2 15,1 20,4 25,2 27,1 23,7 20,1 18,3 3 », 16,3 21,0 24,8 27,3 25,6 20,3 16,9 4 )h 14,0 22,0 26,5 27,2 25,4 20,7 18,2 5 14,7 20,7 23,8 24,1 22,5 19,2 16,4 6 » 14,2 19,5 22,7 24,3 23,4 18,6 19,3 7 »> 13,8 20,1 23,6 24,8 23,4 15,9 13,6 8 )), 12,6 19,1 23,5 26,6 25,3 20,0 16,5 9 »j 16,2 22,3 26,5 28,7 1 27,3 22,4 20,1 10 » 18,2 25,6 29,7 33,5 32,1 25,8 22,9 11 » 19,9 26,4 32,3 35,8 30,7 26,5 22,1 12 » 20,2 29,1 32,4 34,5 33,1 27,8 24,0 13 » 20,9 26,6 32,0 35,4 31,8 26,9 24,7 14 )); 20,6 24,7 30,7 33,2 30,3 25,8 21,5 15 » 20,5 26,2 32,1 32,1 32,0 22,8 20,8 16 » 18,7 25,8 28,6 33,6 29,5 24,1 20,8 17 » 17,6 23,4 27,4 29,8 25,3 21,0 17,9 18 )) 14,4 19,7 20,9 21,2 20,4 18,7 16,9 19 » 15,5 21,8 22,6 26,7 24,6 19,7 18,6 20 )) 15,7 23,4 27,7 30,6 29,1 23,1 20,6 21 » 17,7 25,9 30,1 31,8 28,9 24,4 22,8 22 20,8 27,4 31,8 31,4 28,7 23,3 20,9 23 ))i 17,5 21,1 24,6 26,4 25,0 20,2 18,5 24 » 15,8 23,3 26,8 27,7 26,2 20,9 18,8 25 )) 17,3 25,3 . 26,1 30,7 29,4 23,5 19,0 26 » 17,3 24,2 30,8 32,5 31,1 25,2 20,9 27 » 18,4 26,2 32,5 33,7 32,2 27,3 22,2 28 » 19,4 30,9 33,7 36,1 33,4 27.6 23,2 29 » 18,9 28,4 35,3 37,2 34,7 27,6 21,7 30 » 18,6 27,8 34,6 34,8 33,2 28,9 24,3 31 » 19,6 26,5 31,1 32,9 31,2 24,3 18,6 1.a d;a 14,8 15,0 21,1 25,1 26,8 25,2 20,2 18,0 2:.a 18,0 18,4 24,7 28,7 31,3 28,7 23,6 20,8 3.a 17,0 18,3 26,1 30,7 32,3 30,4 24,8 21,0 Mes. 16,6 17,3 24,0 28,2 30,2 28,2 23,0 19,9 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 .a ( 2. 3/ Mo( CUADRO CUARTO. Psicrómetro. — Humedad relativa . HORAS. 6 9 12 3 t 6 9 n 75 53 53 46 48 63 80 59 49 47 51 57 65 51 41 36 35 53 71 49 29 50 36 50 75 54 49 44 46 56 79 60 42 34 41 53 83 60 45 33 44 61 62 45 35 36 38 50 65 59 41 45 44 57 73 31 26 26 29 45 67 49 36 29 33 34 60 49 32 31 33 40 55 35 40 33 31 48 70 53 42 42 39 53 61 47 33 28 37 49 67 53 46 27 36 41 96 39 29 26 27 40 70 49 46 46 66 49 73 49 52 34 33 52 63 49 35 38 42 42 59 47 27 31 30 41 60 42 30 32 40 53 74 58 38 29 30 51 72 51 43 40 47 63 79 61 40 30 36 46 65 52 38 28 35 38 63 59 37 23 29 37 63 33 22 29 22 28 60 33 31 31 34 36 60 44 33 29 18 25 55 50 26 32 24 43 73 52 41 40 41 54 68 47 39 33 38 45 65 48 33 30 31 42 68 49 38 34 37 47 . CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor. FECHAS. HORAS. 3 ra 6 9 12 3 t i 6 9 n 12 1 » 9,2 9,5 11,9 10,5 10,2 10,4 9,3 2 » 10,2 10,6 11,5 12,7 11,0 10,0 10,1 3 » 9,0 9,4 9,6 9,7 8,4 9,5 8,3 4 » 8,5 9,8 7,5 13,4 8,5 9,0 9,2 5 » 9,4 9,9 10,6 9,9 9,3 9,2 9,8 6 » 9,6 10,2 8,6 7,6 8,8 8,4 8,1 7 » 9,7 10,7 9,6 7,7 9,4 8,1 10,8 8 » 6,8 7,5 7,6 9,3 9,1 8,6 8,0 9 » 8,9 11,9 10,5 13,1 11,9 11,5 10,2 10 » 11,4 7,6 8,1 10,0 10,4 11,0 10,1 11 » 11,6 12,6 12,8 12,9 10,8 8,7 9,7 12 >» 10,9 14,8 11,6 12,6 12,3 11,0 9,1 13 » 10,4 8,9 14,2 14,0 10,5 12,7 12,6 14 » 12,5 12,4 13,7 15,8 12,6 13,0 10,0 15 » 11,0 11,9 11,6 9,9 13,2 10,0 10,5 16 » 10,7 13,0 13,5 10,4 10,6 13,4 17,2? 17 » 14,4 8,4 7,8 7,9 6,5 7,5 7,4 18 » 8,7 8,4 8,4 8,6 11,9 7,8 8,3 19 » 9,3 9,6 10,6 8,7 7,6 8,9 7,7 20 » 8,6 10,5 9,6 12,2 12,6 8,8 8,4 21 » 8,9 11,6 8,6 10,5 9,1 9,2 8,2 22 » 11,0 11,3 10,4 10,9 11,4 11,4 10,1 23 » 10,9 10,8 8,7 7,4 6,9 8,9 8,2 24 » 9,5 11,0 11,0 10,9 11,9 11,7 11,1 25 » 11,7 14,7 10,0 9,5 10,8 9,8 9,4 26 » 9,6 11,6 12,7 10,2 11,8 8,9 8,6 27 » 10,0 15,0 13,6 8,8 10,5 9,9 11,0 28 » 10,6 11,0 8,5 13,1 8,2 7,6 8,0 29 » 9,8 9,6 15,4 14,8 14,0 10,0 8,6 30 » 9,6 12,1 13,7 11,9 6,9 7,3 7,7 31 » 9,1 12,9 8,6 12,0 7,9 9,7 10,7 1.a d.a 9.4 9,3 9,7 9,6 10,4 9,7 9,6 9,4 2.a 10,4 10,8 11,0 11,4 11,3 10,9 10,2 10,1 3.a 9,1 10,1 12,0 11,0 10,9 9,9 9,5 9,2 Mes. 9,6 10,0 | 10,9 10,7 10,9 10,2 9,7 9,6 ¡ CUADRO SEXTO. «c «S .O Sí O o s «o «t> s: o • «a O e $* %) «o «O. O eo « s: .o S "S <» s*. '-. o ¿ Cfí có ¿ !» Ed z O 3 t-i ri M ® ©O > es Ed en es o CIENCIAS NATURALES. BOTANICA, Enumeración de las Criptágamas de España y Portugal; por D. Miguel Colmeiro, Catedrático del Jar din Botánico de Madrid , ( Continuación .) Ophioglossum. O. vulgatum L. Engl. bot . t. 108. Barr. ic. 252, f. 1. Ophioglossum 1 Quert Hab. España (Cienf., F. Nav., Quer) en . los prados húme- dos de las montañas en muchas provincias, y principalmente en las septentrionales, centrales y orientales. Fi\ May., Jul. (V. s.) Cataluña (Palau, Salvañá): Mataró (Salvañá) , Berga (Grau). Aragón (Asso, Palau): Moncayo (Asso), Villarluengo (Xarne), Tarazona (Jubera). Navarra (Née, Cav.) : Burguete, Roncesvalles (Née, Cav.), Espinal (Née). Santander (Perojo, Née, Salcedo): Bargas (Ferojo), Liébana (Salcedo). 432 Castilla la Vieja (Quer, Palau) : San Ildefonso (Quer, Palau), Torrelobalon (Nipho)r El Selagar junio á Pazuengos (Née). Andalucía (F. Nav., Clem.): Sierra-Nevada (F. Nav.) Extremadura (Herb. Madr.) : montes de Trujillo , Sierra de Guadalupe (Herb. Madr.) Baleares: Mallorca (Serra). JSombr. vulg. Casi. Lengua de serpienfe (Jarav., Palau), Lunaria llamada lengua de serpiente (Cienf.), Lengua de ser- piente ó serpentina (Quer), Lengua de sierpe, Lanza de Cristo (F. Nav.) Porl. Lingua de cobra, Lingua de serpente ( Vigier), Lingua de serpente, ordinaria (Brot.) Catad. Llengua de serp, Llansa de Cristo (Bassagaña). O. lusitanicum L. Barr. ic. 252, f . 2, Lam. 11L t. 864. Ophioglossum pumilum , autumnale, lusitanicum Grisl. Hab. España (Née, Cav., C. Bout.) y Portugal (GrisL, Salv., Yand., Palau) en sitios secos y arenosos de algunas provincias, y principalmente de las meridionales. Fr. En., Marz. (v. s.) Andalucía (Née, Cav., C. Bout.): Acebuchal de Algeciras (Née, Cav., Lag., etc.), Puebla de Coria cerca de Sevilla (Lag., etc., C. Bout.), Puerto de Santa María (Clem.), Cór- doba en la Albaida (Lge.) Extremadura (Bory): Badajoz (Bory). Portugal (Grisl., Salv., Yand., Palau): Coimbra (Salv., Pourr.), Oporto (Vand.), Caparica (Brot.), Arrenlella, Coina (Welw.) Baleares: Menorca (Rodr. ex Texid.) N ombr. vulg. Port. Lingua de serpente (Mont.), Lingua de serpente do reyno, Lingua de cobra menor (Brot.) 433 II. EQUISETACEAS. Equisetum. E. arvense L. Vauch. Mon. t. 1, Engl. bot. t. 2020. Cauda equina R. de Tud. Equisetum II Matthioli, Cavalinha Grisl. Equisetum II Quer. Hab. España (Lagun., Quer) y Portugal (Grisl., Yand.) en los campos bajos, arcillosos y húmedos de todas las pro- vincias. Fr. Marz., May. (v. v.) Cataluña (Salv., E. Bout., Colm., Costa): Igualada (Herb. Madr.), Monjuich (Arríete), San Boy del Llobregat (Colm.), cercanías de Barcelona (Bassagaña). Aragón (Asso): Zaragoza, Tronchon (Asso), Villarluengo (Xarne), Tarazona (Jubera), Torrecilla de Alcañiz (Pardo), Chiprana y Castelserás (Loscos). Navarra (Née). Prov. Vascongadas (Eguía): Bilbao (Eguía, M. Jimen.) Santander (Salcedo): valle de Toranzo (S. Buiz). Asturias (Salgado, Pastor) : Caldas de Oviedo (Salgado), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (L. Alonso, Colm.): Ferrol (L. Alonso). León (Exp. de Agr.) Castilla la Vieja (Pourr., M. Jimen.): San Ildefonso (Pourr.), Bioja (M. Jimen.) Castilla la Nueva (Palau) : Madrid (Palau, P. de Escob., Colm.), Ribas (Lag.), Toledo (Pourr.), Navalcarnero (Negro), Sierra de Guadarrama, al pie (Cut.) Valencia (Cav.): Portaceli (Cav.), Titaguas (Clem.) Murcia (Lag.), Andalucía (Ayuda, Lag.): Baños de Graena en Guadix (Ayuda), Jaén (Lag.), Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Bar- rameda (Clem.), Málaga (Prol.) , Sevilla (Colm.), Lanjaron (Medina). TOMO XVI. 28 434 Extremadura (Colm.) Portugal (Grisl., Yand., Brol., Figueir.) : Caldas da Rainha (S. Brand.), Coimbra (D. Bapl.) Baleares: Menorca (Cursach, Bamis, Oleo). Nomb. vulg. Cast. Cola de caballo, Cola ó Babo de muía ó de asno (Lagun.), Cienüudillos (Jarav.), Cola de caballo larga (F. Nav.), Equiseto menor (Palair) ; Cola de caballo menor (Bassagaña), Pinillo (Clera.), Yunquillo (Lag.) Port. Cava- linha (Grisl.), Ca vallina. Cauda de cavallo (Vand.), Cauda de nuila (Moni.); Cavallinha (Moni., Brot.), Babo de cavallo S. Brand.), Equiseto, Equiseli (Brot.) Gall. Babo de cabalo (Sarm.?) Calal. Cua de caball (Oliver.) , Sanch nua (Costa), Sancnua, Sainua. Val. Cua de caball. Balear . Coua de caball (Bamis). — Aplicanse iguales nombres á las demás especies. E. Telmateya Ehrh. E. fluviatile Sm. Schk. non L. Vauch. Mon. t. 2. Engl. bof . t. 2022. Hab. España (Wk., Lge.) en los matorrales sombríos del norte y en las montañas meridionales á la altura de 3.000' (Wk.) Fr. Marz., Abr. (v. v.) Cataluña (Colm., Costa): Llano de Barcelona y del Llo- bregat (Colm., Costa) hasta los valles pirenaicos (Costa). Prov. Vascongadas (Lge.): Cuesta Descarga, Bilbao (Lge.) Santander (Salcedo, Lge.) Asturias (Lag., B. Pons): Pola de Lena, Oviedo (Lag.) Andalucía (Wk., Lge.): Sierra-Nevada en Guejar (Wk.), Isla gaditana (Colm.) Baleares (Barceló): Mallorca (Barceló). Var. p minor Lge . Granada (Lge.) Nombr. vulg. Balear. Coua de rossí (Barceló). E. sylvaticum L. Vauch. Mon. t. 3. Engl bol. t. 1874. Hab. España (Xarne, Salcedo) en las selvas húmedas de las provincias septentrionales principalmente. Fr. Abr., Jun. (v. s.) Aragón (Xarne): Villarluengo (Xarne). Santander (Salcedo): valle de Pas (Salcedo). Galicia (B. Pons): Orense (B. Pons). León (Lag.): Busdongo (Lag.) 435 Castilla la Vieja (Lag.): San Ildefonso (Lag.) Castilla la Nueva (Lag.): El Paular (Lag.) E. palustre L. Vauch. Mon. t. 5. Engl. bot. t. 2021. Equisetum I V Quer. Hab. España (Quer, G. Ort.) y Portugal (Vand., Brot., Figueir.) en los terrenos bajos, pantanosos ó bastante húme- dos de todas las provincias. Fr. Abr., Jul. (v. s.) Cataluña (Palau, E. Bout., Colín.): camino del Monserrat (E. Bout.), Conca de Tremp, Yillaler y Pirineos centrales, Olot, Cerdaña (Costa), inmediaciones del rio Llierca (Texid.) Aragón (Asso, Palau): Villarluengo (Xarne) , Zaragoza (Echeand.), Chiprana (Loscos). Navarra (Née). Prov. Vascongadas (Eguía): Bilbao (Eguía, Lge.) Santander (Salcedo, Lge.) Asturias (Dur., L. P. Ming.): Grado (Dur.), Oviedo (B. Pons). Galicia (Colm.) León (Chalanz.) Castilla la Vieja (Salcedo, Lge.): Villasuso en Mena (Sal- cedo), Encinil las (Lge.), Valladolid (Texid.) Castilla la Nueva (G. Ort.): Trillo (G. Ort.), Madrid (Palau, P. de Escob.) Valencia (Cav.) Murcia (Lag.) Andalucía (Ayuda): Fuente de la Aliseda en Sierra-Mo- rena, Baños de Graena en Guadix, Fuente de Portugos en las Alpujarras, Baños de Alhama, Fuente de Piedra en Ante- quera (Ayuda). Extremadura (Colm.) Portugal (Vand., Brot., Figueir.): Calhain (Gomes, Beiráo). Baleares : Mallorca (Serra). Nombr. vulg . Cast. Barbas cortas (F. Nav.) Port. Cava- líinha das alagoas (Figueir.) Catad. Trenca nua, Herba eslan- yera (Costa.) E. limosum L. Vauch . Mon. t. 7. Engl. bot. t. 929. Schk. Fil. t. 171. 436 Hab. España (Salv., Asso, Bory) y Portugal (Brot., Figueir.) en los pantanos y en las aguas de lento curso de muchas pro- vincias. Fr. Abr., Jun. (v. v.) Cataluña (Salv., Colm.): San Boy del Llobregat (Colm.) Aragón (Asso, Lag.): Zaragoza (Asso), Tarazona (Jubera), Castelserás (Loscos). Prov. Vascongadas (Eguía). Santander (Salcedo). Asturias (L. P. Ming.) Castilla la Nueva (Cut.) Andalucía (Colm.): Cazalla (Colm.) Portugal (Brot., Figueir.) Baleares : Mallorca (Barceló), Ibiza (Camb.) Var. p. ramosum Oren. E. fluvialile L . Equisetum 1 Matlhioli , Cavallinha Grisl. Equisetum I Quer. Cataluña (Salv., Palau, E. Bout., Colm.): camino del Mon- serrat (E. Bout.) Aragón (Ecbeandía): Zaragoza (Echeandía), Tarazona (Ju- bera). Prov. Vascongadas (Eguía). Santander (Salcedo). Asturias (Pastor). Galicia (Colm.) Castilla la Nueva (Quer, G. Orí.): Madrid (Quer, Palau, Colm.), en el Barranco de Canlarranas (Quer) y en las inme- diaciones del Manzanares (Cut., Amo), Trillo (G. Ort., C. Bout.) Andalucía (Clem., Bory): Puerto de Santa María (Clem.), Granada y Guadix (Bory), Carratraca (Haens.), Lanjaron (Medina), Cazada (Colm.) Portugal (Grisl., Vand., Brot., Figueir.): Bellas (Gomes, Beiráo). * Baleares: Mallorca (Serra). Nombr. vulg. Cast. Equiseto mayor, Cola de caballo (Quer), Cola de caballo, mayor (Bassagaña). Port. Cavallinha (Grisl., Brot.), Cua de muía (S. de Rib.), Cavallinha dos rios (Figueir.) E. ramosum Schl. Schk. FU. t. 172. E. elongatum 437 W. E. campanulatum Poir. E. ramosissimum Desf. E. are - narium Bory. E. giganleum Lag. non L. E. hiemale Ancl. non L. E. hiemale var. ramosum Boiss. Hab. España (Bory, Boiss.) y Portugal (Welw.) en sitios bajos, arenosos y húmedos de muchas provincias. Fr. Marz., May. (v. v.) Aragón (Lag., Pardo, Loscos). Prov. Vascongadas (Lge.): Bilbao (Lge.) Asturias (Dur.): Gijon (Dur.) Castilla la Vieja (Lge.): Encinillas (Lge.) Castilla la Nueva (Lge.): Madrid, Aranjuez (Lge.) Murcia (Lge., Guirao). Andalucía (Bory, Rodiv) : Sevilla é inmediaciones del Guadalquivir (Bory, Rodr., Colm.), Velez-Málaga (Boiss.), Gibraltar (Lemann., Kel.), Algeciras (Wk.), Sierra-Nevada en la falda (Colm.), Almería, Sevilla, Puerto de Santa María (Lge.) Portugal (Welw.) Var. p filiforme Milde. Equisetum variegatum Lge. Pug. el Wk. Prodr . Arenales marítimos de Santander (Lge.) E. hiemale L. Vauch. Mon. t. 9. Engl. bot. t. 915. Equisetum III Matthioli, Lobelii etc., Grisl. Equisetum V Quer. Hab. España (Cienf. , Quer) y Portugal (Grisl., Vand.) en terrenos pantanosos ó húmedos, bajos ó algo elevados. Fr. Marz., Jun. (v. v.) Cataluña (Palau): orillas del Tordera (Palau), Olol (Bolos). Aragón (Cienf., Asso): Tarazona (Cienf., Jubera), cerca- nías de Matirero en el valle de Sarrablo (Asso), Chiprana (Loscos). Prov. Vascongadas (Eguía). Santander (Salcedo). Asturias (L. P. Ming.): Oviedo (L. P. Ming.) Castilla la Vieja (Salcedo): Sopeñano de Mena (Salcedo). Castilla la Nueva (H. de Greg., Cut., Amo): El Paular (H. de Greg.), Madrid, inmediaciones del Manzanares (Cut., Amo). Andalucía (Talbot, Ayuda): Gibraltar (Talbol), Baños de 438 Graena en Guadix (Ayuda), Córdoba, Cazalla, Puerto de Santa María (Colm.) Extremadura (F. M. Villal.): Alconchel (F. M. Villa I .) Portugal (Gris!., Vand.) Var. p Schleicheri Milde. Equiselum trachyodon Lge. Pug. et Wk. Prodr , España occidental y Portugal en las riberas arenosas del Miño entre Tuy y Valenca (Lge.) Nombr. vulg. Cast . Yerba estañera (Cienf.), Rabo de la- garto (F. M. Villal.), Equiseto mecánico, Equiseto mayor (Farmac.) E. variegatum Schl. E. multiforme var. a Vauch. Mon. t. 12. Engl. bot. t. 1987. E. ramosum var. p Lois. Hab. España (Zett.,) en los Pirineos y en otros montes de las provincias septentrionales. Fr. verano (v. s.) Cataluña (Herb. Madr.): Igualada (Herb. Madr.) Aragón (Zett.): Pirineos (Zett.) Asturias (Lag.): Oviedo (Lag.) Castilla la Vieja (Salcedo): Yillasuso en Mena (Salcedo). III. RIZOCARPEAS. MARSILEACEAS. Marsilea. M. quadrifoliata L. M. quadrifolia L. Lam. lll. t. 803. Leus palustris quadrifolia C. Bauh. Lens palustris // Matthiol. Grisl. Hab. España (F. Nav., Cut., Amo) y Portugal (Grisl.) en las aguas estancadas. Fr. Jul., Set. (n. v.) Cataluña? (Colm.) Castilla la Nueva (F. Nav,, Cut., Amo): Escorial? (F. Nav.) 439 M. pubescens Ten. Fl, nap. t. 250. Hab. España? (Wk.) en los charcos. Fr. May., Jun, (o. v.) Pilularia. P. globulifera L. Lam. lll. t. 862. Engl. bot. t . 521. Hab. España? (Wk.) y Portugal (Welw.) en los terrenos inundados y en las orillas de los pantanos. Fr. Jun., Ag. (n. v.) SALVINIACEAS. Salvinia. S. natans Hoffm. Marsilea nalans L. Lam. III. t. 863. Hab. España? (Wk.) en las aguas estancadas, acaso en las provincias Vascongadas. Fr. Ag., Dic. (n. v.) IV. LICOPODIACEAS. ISOETEAS. Isoetes. I. velata A. Br. Var. ¡3 longissima Dur. Expl. Alger. I. 37. Galicia cerca de Lugo en el Miño (Lge.) Fr. Jul. (n. v.) I. Hystrix Dur. Expl. Alger. t. 36, f.í. 1. setacea Graells non Del. Hab. España (Graells, Bourg.) y Portugal (Bourg.) en las 440 praderas secas de los montes en las provincias centrales y meridionales. Fr. Jun. (n. v.) Castilla la Nueva (Graells, Lge.): Escorial (Graells), Gua- darrama (Lge.) Andalucía (Bourg,): Picacho de Alcalá de los Gazules (Bourg.) Portugal (Bourg.): Serra da Picola en los Algarbes (Bourg.) I. baetica Wk. /. setacea Kze, non Del. Hab. España (Wk.) en los charcos del monte Almoraima cerca de San Roque (Wk.) Fr. Abr. (n. v.) I. setacea Del. DC. Organ. t. 56 y 57. Hab. España? (Wk.) en las charcas secas de Cataluña ó Valencia? (Wk.) Fr. verano (n. v.) I. lacustris L. Lam. III. t. 862. Engl. bot. I. 1084. Hab. España? (Wk.) en las lagunas de los Pirineos (Lap.) Fr. Ag., Oct. (n. v.) LICOPODIEAS. Selaginella. S. denticnlata Spring. Muscus ter restris repens Clus. Hisp. Muscus terrestris lusitanicus Clus . Hist. C. Bauli. Muscus denticulatus et fceniculaceus Dalechampii Grisl. Lyco- podiurn denliculatum L. Bill. Muse. t. 66, f. 1 A. L. helve- ticum Lag. Garc . Clem. non L. Hab. España (Loeffl., Palau, E. Bout. Clem.) y Portugal (Clus., Loeffl., Vand., Brot.) en los sitios más ó ménos húme- dos y sombríos de los terrenos bajos ó algo elevados en varias provincias, y principalmente en las meridionales, hallándose á la altura de 1. 000-2.000' (Wk.) Fr. Febr., May. (v. v.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) , valle de Arán (Cav.) Aragón (Palau). Asturias (Cav., Lag.): Arvas (Lag.) 441 Valencia (Cav., Lag., ele.): La Murta (Cav., Lag., ele.), Valldigna (Cav.) Andalucía (Clem., Roclr., Bory): Conil (Clem.), San Juan de Aznalfarache, Constantina (Bory), Málaga (Hsens., Boiss, Lge.), Sierra de Mijas , Medina-Sidonia (Wk.) , Gibraltar (Kel.), Sierra de Córdoba (Colm., Lge.) Extremadura (Loefíl.) Portugal (Clus., LoeffL, Yand. , Brot.) : cercanías de Coimbra (Clus., Brot.) Montemor (Loefíl.), Montejunto hácia el Miño (Brot.), Serra da Arrabida en la falda (Gomes, Beiráo). Baleares : Mallorca (Camb.), Menorca (Oleo). S. spinulosa A. Br. Lycopodium selaginoides L. DHL Muse. t. 68, f. 1. Engl. bot. t. 1148. Hab. España (E. Bout., Zett.) en lo alto de los Pirineos y de otras montañas septentrionales. Fr. verano (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Aragón (Zett.): Puerto de Benasque, Maladeta, Castanesa (Zett.), cuenca de la Maladeta (Costa). Lycopodium. L. Selago L. DHL Muse. t. 56, f. 1. Engl. bot. t. 233. Muscus V Quer. Hab. España (Quer, Villers, Née) en las rocas húmedas de lo alto de los Pirineos y de otras montañas septentrionales. Fr. verano (v. s.) Cataluña (Quer, Villers): Set Casas (Quer), valle de Arán (Villers), Costabona (Bolos), Montagul (Pourr.), valle de An- dorra (Isern). Aragón (Villers): Puerto de Benasque (Villers , Zett.), montañas de Castanesa (Villers), Maladeta (Zett.), Tarazona (Jubera). Navarra (Née): alto del camino de Roncesvalles á Urdax y Zugarramurdi, peña de la Hachuela de Elizondo á Urdax (Née). Santander (Née): Liébana (Née). Asturias { Lag., Dur.): laguna de Arvas (Dui\) m Galicia (L. Alonso): Ferrol? (L. Alonso). Valencia (Pourr.) Nombr. vulg. Cast. Musgo derecho (M. Jimen.) Port. Se- lago abelina (Brot.) L. inunda tum L. Dill. Muse. t. 61, f. 7. Engl. bot. t. 239. Hab . España (Salv., Bory) en los matorrales inundados de las provincias septentrionales. Fr. Jul. (v. s.) Cataluña (Salv.): Olot, Figueras, orillas del Fluviá, Fonls de San Roch (Texidor). Galicia (Lge.) : Lugo (Lge.) L. alpinum L. Dill. Muse. t. 58, /'. 2, Engl. bot. t. 234. L. juniperifolium DC. Hab. España (Villers, Isern) en lo alto de los Pirineos. Fr. Ag., Set. (v. s.) Cataluña (Villers, Isern): valle de Aran (Villers, Isern), montaña de Arties (Costa). Aragón (Villers): montañas de Benasque y Gaslanesa (Vi- llers). L. complanatum L. Dill. Muse. t. 59, f. 3. Schk. Fil. t. 163. Hab. España (E. Bout.) en los Pirineos (Mutel). Fr. verano (n. v.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Baleares? (Ramis, Oleo). L. annotinum L. Dill Muse. t. 63, f. 9. Engl. bot. t. 1727. Hab. España en el Monserrat (E. Bout.) y en los Pirineos (Lapeyr.) Fr. verano (n. v.) L. clavatum L. Dill Muse . t. 58, f. 1. Engl. bot. t. 224. * Hab. España (Quer, Villers) y Portugal (Vand.) en las montañas de las provincias septentrionales, centrales, orien- tales y occidentales. Fr. Ag., Set. (v. s.) Cataluña (Quer, E. Bout.): Pirineos (Quer), Monserrat (E. Bout.), valle de Aran (Villers, Isern), Montagut (Pourr.) Aragón (Quer): Pirineos (Quer), montañas de Benasque y Gastanesa (Villers). 443 Navarra (Née): Roncesvalles, camino de Roncesvalles á Vajearlos (Née). Prov. Vascongadas (Quer). Santander (ti. de Greg.): Liébana (H. de Greg.), valle de Toranzo (S. Ruiz). Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). León (Quer). Castilla la Vieja (Quer): montes de Burgos y Avila (Quer). Portugal (Vand.), Baleares: Menorca (Ramis). Nomb. vulg. Cast. Licopodio (Palau), Pie de lobo (Wk.), Musgo de cabezuela (M. Jimen., S. Ruiz). Port. Lycopodio (Brot.) Gall. Pé de lobo (Sarm.) Catal. Licopodi, Peu de llop (Foix). ¿L. canariense Vand. Hab. Portugal en Oporto (Vand.) (Se continuará.) 444 VARIEDADES. Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales. Cumpliendo esta Academia con uno de los objetos de su instituto, ha pu- blicado el siguiente programa para la adjudicación de premios en el año de 1868. Artículo l.° La Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales abre concurso público para adjudicar tres premios á los autores de las Memo- rias que desempeñen satisfactoriamente, á juicio de la misma Academia, los temas siguientes: I. »Dar á conocer los medios mejores de obtener, purificar y emplear el »gas del alumbrado, y determinar sus condiciones para que pueda que- darse sin inconveniente en cualquier punto. Presentar un método exacto »para medir su potencia luminosa , describiendo todos los aparatos que »para ello sean necesarios y el modo de hacerlos funcionar, marcando » cuáles deben ser sus indicaciones para que el gas sea aceptable. II. » Descripción de las variedades de vid cultivadas en España dentro de »los limites de una ó varias provincias contiguas; exponiendo las particu- laridades, tanto agronómicas como económicas, que ofrezcan aquellas, y » acompañando dibujos de las mismas. Serán preferidas en igualdad de » circunstancias las Memorias relativas á las provincias menos conocidas > bajo este punto de vista. III. » Describir las rocas de una provincia de España y la marcha progre- »siva de su descomposición, determinando las causas que la producen, pre- sentando la análisis cuantitativa déla tierra vegetal formada de sus detri- 445 y cuando en todo ó en parte hubiere sedimentos cristalinos se analiza- »rán mecánicamente , para conocer las diferentes especies minerales de que »se compone el suelo , asi como la naturaleza y circunstancias del subsuelo »»ó segunda capa de terreno : deduciendo de estos conocimientos y demás » circunstancias locales, las aplicaciones á la agricultura en general, y con » especialidad al cultivo de los árboles .» Se esceplúan de esta descripción las provincias que forman los ter- ritorios de Asturias, Pontevedra, Vizcaya y Castellón de la Plana, por haber sido ya premiadas las Memorias respectivas en los años 1853, 1855, 1856 y 1857. Proponiéndose la Academia, por medio de este concurso, contribuir á que se forme uña colección de descripciones científicas de todas ó la mayor parte de las provincias de España, ha determinado repetir este tema en lo sucesivo todas cuantas veces le sea posible. 2. ° Se adjudicará también un accessit para cada uno de los objetos propuestos, al autor de la Memoria cuyo mérito se acerque mas al de las premiadas. 3. ° El premio, que será igual para cada tema, consistirá en seis mil reales de vellón y una medalla de oro. 4. ° El accessit consistirá en una medalla de oro enteramente igual á la del premio. 5. ° El concurso quedará abierto desde el dia de la publicación de este programa en la Gaceta de Madrid, y cerrado en l.° de mayo de 1868, hasta cuyo dia se recibirán en la Secretaría de la Academia todas las Memorias que se presenten. 6 o Podrán optar á los premios y á los accessits todos los que presenten Memorias según las condiciones aquí establecidas, sean nacionales ó es- tranjeros, excepto los individuos numerarios de esta Corporación. 7. ° Las Memorias habrán de estar escritas en castellano, latín ó francés. 8. ° Estas Memorias se presentarán en pliego cerrado, sin firma ni indi- cación del nombre del autor, llevando por encabezamiento el lema que juzgue conveniente adoptar; y á este pliego acompañará otro también cer- rado, en cuyo sobre esté escrito el mismo lema de la Memoria, y dentro el nombre del autor y lugar de su residencia. 9. ° Ambos pliegos se pondrán en manos del Secretario de la Acade- mia, quien dará recibo expresando el lema que los- distingue. 10. Designadas las Memorias merecedoras de los premios y accessits, se abrirán acto continuo los pliegos que tengan los mismos lemas que ellas, para conocer el nombre de sus autores. El Presidente los proclamará, quemándose en seguida los pliegos que encierren los demás nombres. 11 . En sesión pública se leerá el acuerdo de la Academia por el cual se adjudiquen los premios y los accessits , que recibirán los agraciados de mano del Presidente. Si no se hallasen en Madrid, podrán delegar per- sona que los reciba en su nombre. 12. No se devolverán las Memorias originales; sin embargo, podrán sacar una copia de ellas, en la Secretaría de la Academia, los que pre- senten el recibo dado por el Secretario. Madrid 10 de agosto de 1866.= El Secretario perpétuo, Antonio Aguilar y Vela. 446 Papel impermeable para empaquetar. En Alemania acaban de hacerse ensayos para la fabricación, por un procedimiento nuevo, de un papel impermeable para empaquetar. Se disuelven por una parte 680 gramos y 40 centigramos de jabón blanco en 1 litro de agua, y por otra en otro litro de agua 56 gramos 70 centigramos de goma arábiga con 170 de cola. Se mezclan ambas disoluciones, se calienta la mezcla, se sumerje en el líquido el papel, después se pasa por entre dos cilindros, y se deja secar. A falta de cilindros se cuelga el papel para escurrirle, ó bien se pone entre dos pliegos de papel seco, y después se seca á una temperatura suave. Lana vegetal. Varias veces se ha hablado de la manera de fabri- car tejidos groseros con las hojas aciculares del pino marítimo, y el Athendum da actualmente algunos detalles sobre este asunto. Desde 1860 hay en las cercanías de Breslau dos nuevas industrias: la una consiste en trasformar en una especie de lana las hojas aciculares del pino marítimo, y la otra en recoger para el uso de los enfermos las aguas empleadas en la fábrica de lana de pino; lana cuyo descubrimiento se debe á Mr. Pannewitz, y de la cual están hechos en el dia todos los cober- tores usados en los hospitales, cárceles y cuarteles de Viena y de Breslau. Una de las ventajas de esta nueva franela, es que preserva de toda clase de insectos. Sirve para rellenar como la crin de caballo, y cuesta dos terceras partes menos; su tejido, semejante al del cáñamo, es de gran duración, y da el conveniente calor. Dede añadirse que el gas que se usa en los dos establecimientos mencionados, se hace con el residuo de las primeras materias que se emplean. Estragos que hacen los insectos en las esculturas de madera. Se ha nombrado una comisión para estudiar los estragos de los insectos en la madera esculpida, y los medios de prevenirlos. La atención de las personas encargadas de examinar esta cuestión, de tanto interés para los museos y las galerías particulares, se ha lijado en cuatro puntos. 1. ° Los mejores medios para contener los estragos de los insectos. 2. ° Los medios de remediar el mal que se haya causado. 3. ° La oportunidad ó el peligro de cubrir los objetos con vidrios. 4. ° La manera de detener la degradación en su principio. Véanse, según la Opinión nacional, las conclusiones de la comisión. 1. ® Es posible detener la acción de los insectos, y aun destruirlos mediante la vaporización, y principalmente si el vapor es de bencina. 2. ° Puede restaurarse la madera esculpida y resguardarla de todo ataque futuro, saturándola de una fuerte disolución acuosa de sublimado corrosivo. Para hacerla recobrar su color, destruido por el mercurio, se emplea el amoniaco, y después una cantidad muy pequeña de ácido mu- riálico. En seguida se inyectan en la madera goma y gelatina, á fin de llenar los agujeros hechos por los insectos, y fortificar la teslura de las partes esculpidas, aplícase después á la superficie un barniz de resina disuelto en espíritu de vino. Las maderas en las cuales se ha ensayado este procedimiento hace siete años, se hallan en el dia en un estado muy satisfactorio. Respecto á la restauración de las esculturas, dorados, ó de los tableros con fondo dorado, atacados por los insectos, se presentan graves dificul- tades. No pueden sumergirse los objetos en agua, ni someterlos á la acción de la gelatina; pero los insectos pued?n destruirse por la evapo* rizacion, y á íin de preservar el dorado, será conveniente tratar la tabla por el revés. 3. ° Ninguna acción perjudicial ejerce sobre la madera esculpida el tenerla cubierta con vidrios. 4. ° Por último, se ha tratado de evitar que los insectos vuelvan á apo- derarse de la madera, y se ha buscado una sustancia que no la altere. Lógrase este resultado dando á las esculturas un baño de espíritu de vino, ó mejor todavía de cola, tal como la usan los doradores; y es conveniente mezclar con la cola, ó el espíritu de vino, una pequeña cantidad de sublimado corrosivo. Observaciones sobre las flores femeninas de las coniferas y cieadeas. Mr. Arturo Gris dice en una comunicación dirigida á la sociedad íilomática de París lo siguiente. Los cuerpos que en las inflorescencias femeninas de las coniferas y cieadeas llegan á convertirse en semillas, han sido y son todavía diversa- mente interpretados por los botánicos. Algunos de ellos, y son el mayor número, consideran estos cuerpos reproductores como óvulos desnudos, que consisten en un pezón celuloso ó nucleillo cubierto con un saco membranoso. Otros los miran como verdaderos pistilos, cuyo pezón celu- loso interno sería el verdadero óvulo reducido al nucleillo. Las investi- gaciones organogénicas hechas durante estos últimos años en Francia y Alemania con objeto de resolver la cuestión, han conducido á sus autores á conclusiones completamente opuestas. Pido á la sociedad permiso para someterla con este motivo una simple observación, que me parece á propósito para apoyar una de las dos opi- niones que se han espuesto; y lo hago con tanta mayor confianza, cuanto que Mr. Brongniart ha dado á esta observación todo el prestigio de su palabra en una de sus últimas lecciones en el Museo de historia natural. Si se examina la estructura del cuerpo reproductor de que aquí se trata, puede fácilmente reconocerse que su pezón celular interno, se halla por lo común soldado hasta la mitad de la altura con la cubierta te- gumentaria; pero semejante adherencia no se presenta entre el óvulo y la pared del ovario de las plantas angiospermas con ovario uniovulado, y ai contrario, puede hallarse entre el nucleillo y el tegumento que lo cubre inmediatamente en el óvulo de estas mismas plantas. En efecto, en mi trabajo acerca del desarrollo de la semilla del ricino, hice ver que la secundina y el nucleillo de esta semilla, antes de la fecundación, solo quedan libres hasta ca,si la mitad de su altura, es decir, que ambas partes no forman en su mitad inferior mas que una masa única. ¿La diferencia de estructura entre los ovarios uniovulados de las plantas angiospermas y los cuerpos reproductores de de las gimnospermas, ó sea de las coniferas y cieadeas, la identidad ó grande analogía de or- ganización de estos cuerpos reproductores con los óvulos de ciertas plantas angiospermas, no parecen constituir un argumento de algún valor en favor de la opinión de los que consideran estos cuerpos reproductores como simples óvulos desnudos? Peces de España y Portugal. Mr. Steindachner ha presentado una Memoria á la Academia de Ciencias de Viena, acerca de los peces de 448 agua dulce del mediodía de España y Portugal, en la cual enumera 18 especies: las nuevas son las siguientes. 1. ° Leuciscus Lemmingii. Forma del cuerpo prolongada; hendidura de la boca, pequeña, semi-circular; dientes faríngeos, 6—5 en una sola línea, ó raramente 5—5; lados del cuerpo sembrados de innumerables puntos negros y de pequeñas manchas mas ó menos numerosas; longitud de la cabeza á la longitud total como 1 á 5. 2. ° Chondrostoma Pf'illkommii. Dientes faríngeos, 6—6 ó 7—6; hocico puntiagudo en forma de cono; hendidura de la boca ancha, apenas ar- queada: 63—68 escamas á lo largo de la línea lateral. 3. ° Phoxinus hispanicus. j^ Cuerpo muy prolongado; hocico sin abovedar; hendidura de la boca muy oblicua; aleta caudal algo mas larga que la cabeza, profundamente escotada; escamas grandes, 62—65, entre el opérculo y la aleta caudal. Editor responsable, Ricardo Ruiz. N.* 8. —REVISTA DE CIENCIAS. — Noviembre de 1866. CIENCIAS EXACTAS. GEOMETRIA SUPERIOR, Introducción á la Geometría superior; por el Sr. D. José Echegaray, individuo de la Real Academia de Ciencias . Me propongo publicar en esta serie de artículos un breve resumen de las principales teorías que constituyen hoy la Geometría superior , y facilitar de este modo á la juventud el estudio de las obras clásicas, entre las que debo citar como principal la Geometría superior de Mr. Chasles, uno de los primeros matemáticos de nuestra época. En España desgraciadamente nunca se ha esplicado esta materia, ni jamás se ha contado con ella en nuestros progra- mas de enseñanza: verdad es que la misma suerte han corrido y corren otras muchas. Yo no puedo tener la aspiración de llenar ni aun en mí- nima parte tal vacío; pero si al menos estos artículos, imper- fectos como son, consiguen despertar el gusto por estudios tan importantes, daré por bien empleado mi trabajo. =José Eche - garay. 29 TOMO XVI. PRIMERA PARTE, 1.— Relaciones anarmónicas de cuatro 'puntos. NúmA. De/inicion. Fijemos sobre una Tecla indefinida XX ( /¡ff . 1.a) cuatro punios cualesquiera a, b, c, d; dividamos es- tos cuatro punios en dos grupos, por ejemplo, a, b el primero; (X c c, d el segundo; formemos la relación — de las distancias b c de los dos punios del primer grupo á uno c del segundo; for- memos igualmente la relación — — de las distancias de dichos b d dos primeros puntos al cuarto d; y dividamos, por último, una por otra las dos relaciones anteriores. Dicha relación compuesta — - : recibe el nombre de be b d relación anarmónica de los cuatro puntos dados. En ella las cua- tro distancias ac,b c, ad, b d, entran no solo con su valor nu- mérico, sino también con el signo que les corresponde, según el sentido en que se cuenten sobre el eje XX' las distancias positivas. Así pues, suponiendo que las distancias positivas se cuenten en el sentido XX, y en el sentido opuesto XX las ne- gativas, es evidente que las distancias ac, be, ad, bd serán positivas, y que la relación anarmónica : 4—r tendrá en b c b d este caso el signo -f- Por el contrario, si los cuatro puntos a, b, c , d estuvieran 451 distribuidos como indica la figura 2.a las longitudes a c, be, ad, bd serian respectivamente a c b c a d b d y la relación anarmónica : -^-r ser¡a Por 1° tanto ne~ be b d gativa. Núm , 2. Ahora bien, la relación anarmónica ¿es única para cuatro puntos dados, sea cual fuere la distribución de estos en dos grupos, ó depende por el contrario de dicha distribución y con ella varia, tomando en cada caso un valor distinto? Y si á estas varias agrupaciones ó á algunas de ellas corresponden relaciones anarmónicas diferentes, ¿serán estos diversos valo- res independientes entre sí, ó estarán enlazados de tal manera que, por ejemplo, determinado uno quedarán, en función de este, determinados los restantes? Para resolver la primera de estas dudas, es decir, para conocer si la relación anarmónica de cuatro puntos es única, hallemos las 24 agrupaciones que con cuatro letras pueden formarse, y determinemos para cada una de dichas agrupa- ciones la relación anarmónica que le corresponde. La tabla siguiente indica esta série de operaciones. negativa negativa positiva negativa Agrupaciones. a,b c,d b,a c,d a,b d,c b,a d,c a,c b,d c,a b,d a,c d,b c,a d,b a d be d a be a d cb d a cb Relaciones anarmónicas. Relaciones anarmónicas distintas. ac ad acXbd (ÍVÍ be bd b cX a d IU) be bd bexad 1 a c a d aexbd m a d a c a dx be 1 bd be bdXac m bd be bdXac : — — == m ad ac adxbc ab ad abXcd i cb cd cbXad n cb cd cbXad ab ’ ad abxcd u a d a b a dXcb cd cb cdXab ■ — m cd cb cdXab i ad ab adXcb n ab ac abxdc db de dbXac = P db de dbXac 1 ab * ac dcX a b ' p ac ab acXdb 1 de db dexab ” P de db dexab ac ab acXdb = V OBSERVACIONES. 1. a Nótese que en general ab es igual á — ba. 2. a Hemos re- presentado por m , n y p , las tres relaciones que generalmen- te consideran los autores como principales, pero es claro que hu- biéramos podido escoger otras va- rias: por ejemplo 1 — , que llama- ríamos m , 1 ~ = n> y p\ en cuyo caso m\ n y p serian las relaciones anar- mónicas princi- pales, y 1 1 1 — . y — m n p las inversas. 453 a d ba bd baXcd b c caXbd — V ca cd i n h a d ca cd caXbd 1 C 0 ba bd baXcd " P b c d a bd ba bdXca 1 — — . — cd ca cdXb a P c b d a cd ca cdXba Td ba bdXca = p bd ba be baXdc 1 a c da de — — daxbc n db da de da X be ac ■ — • — — baXdc — n ba be bd be ba bcXda c a de da dcXba — n db c a de da deXb a 1 be ba bcX da n c d a b ca cb caX db = m da :lb = daXcb d c a b da db daXcb 1 — - ca cb caX db m c d b a cb ca cbXda 1 ~db da dbXca m d c db da dbXca b a — ; — ^ cbx da — m cb ca 454 De aquí se deduce ya esta primera consecuencia: Entre las 24 relaciones anarmónicas de cuatro puntos, solo hay seis distintas, que son las designadas por m, n , p, 111 , — , y aun de estas, tres son inversas de las otras m n p tres. Se observa además fácilmente: 1. ° Que variando el orden de las letras en uno , y solo en uno, de los grupos binarios, la relación anarmónica se invierte. Por ejemplo, [b,c...a,d\ da el valor p, y [c,b-..a,d] ó 1 bien [b, c ... d, a] dan el valor inverso . 2. ° Que invirtiendo el orden en ambos grupos, la relación anarmónica queda invariable. Por ejemplo, [b,c,..a,d\ y \c, b ... d, a] corresponden al mismo valor p. 3. ° Que cambiando una letra del primer grupo binario por otra del segundo la relación anarmónica cambia radical- mente de valor. Así los tres valores m , n, p corresponden á las tres agrupaciones [a,b...c,d]} \c,a...b,d ] y [a, d ... b, c\, es decir á las agrupaciones que se obtienen combinando la letra a, en el primer grupo, con las otras tres b, c, d. Núm. 3. Para resolver la segunda duda veamos si las tres relaciones anarmónicas principales a c a d acXbd cb . c d cbX ad b c b d b c X « d a b a d abX c d ab a c abX de db d c dbxac ^ ’ correspondientes á las tres agrupaciones [a, b ... c, d J, [ c , a ... b,d], [a, d ... b, c], son independientes entre sí, ó si por el contrario, dada una de ellas se pueden espresar las otras dos en función de esta. A fin de reducir al menor número posible las cantidades que entran en las relaciones anarmónicas hagamos, {fig. 3.a) m a b = x ; ac = y ; a d = z ; y en efecto, pora fijar un sistema de cuatro puntos basta cono- cer las distancias de tres de ellos, que aquí son b, c y d, al primero o, tomado como origen, y además los signos de estas distancias. La primera relación a cXbd bcXad = m tomará la forma y ( z — x) = m (1) (y — x)z sustituyendo por las distancias ac, bd, be y a d sus valores ac = y ; b d — (z — x) ; be = y — x ; ad= z. Del mismo modo la segunda relación anarmónica cbxad — ¡ 7 — n abXcd se convertirá en (fl — ^/) *. x (z — y) n. &) Para que entre m y n exista una relación determinada, es decir, para que una de estas relaciones se exprese en función de la otra y dé cantidades conocidas, es necesario y suficiente que eliminando entre las ecuaciones (1) y (2) una de las can- tidades x, y, z, desaparezcan las otras dos. Despejando por ejemplo x de la (1) resulla: yz{m. — 1) x m z — y 456 y sustituyendo en la (2), /»»<”» -o v\ \ mz — y ) y z(m — 1 ) — i* — y) == n : m z — y ó simplificando» y finalmente» 1 m — 1 w; 1 — m * Así pues, la segunda relación anarmónica n es función de la primera, m , y dada esta, el valor de aquella se obtiene por la fórmula anterior. Trasformando por el mismo método la tercera relación anarmónica abxdc db xa c tendremos £í!Lz!) = ir (x — z) y 1 eliminando x entre esta y la (x — y) z 1 — r= n x(z — y) desaparecen y y z, y resulta por último 1 p= r=~«; ó si queremos espresar p en función de mt En resúmen, dados cuatro puntos a, b, c, d, sobre una recta resulta lo siguiente: l.° Queda completamente determinada la relación anar- mónica a c a d be b d = m. 2.° Quedan igualmente determinadas las relaciones c b c d ab ac ab ad ^ db d c en función de la primera, por las fórmulas 1 =1_1 ,l 1 — m ’ ^ • ni 3. ° Las tres restantes be bd ab ad db de ac ad ’ c b cd ’ ^ ab ’ ac’ son inversas de las precedentes, es decir, iguales á J_ I 1 m * n ’p 4. ° Y por último, las demás relaciones son iguales á estas seis. 1.a observación . Si designamos las tres relaciones 458 con los nombres de 1.a relación, 2.a relación y 3.a relación, la inversa de la ecuación 1 1 n = t , es decir, — — 1 — m3 1 — m n podrá escribirse de este modo: 1 1 m — 1 ; ó bien, 1.' relación — 1 — 7rr-~~1 — : — n 2. relación. Igualmente la inversa de la ecuación 1 —n se espresará diciendo, 1 > u- 1 1 p = - , o bien — — \ — n r “ p 1 1 nz=: 1 , ó, 2.a relación = 1 — — ; — - — : — p 6. relación. Por último, de las ecuaciones 1 n — z y n = 1 — - 1 m ” p se obtiene, eliminando n 1 — m p de donde se deduce 1 , P =1 , ó bien: 3.a relación = 1 -• r-s — í — : — m 1. relación. Se pasa pues de unas á otras por estas tres sustituciones circulares de los números 1, 2, 3, 459 1,2; 2,3; 3,1. Las tres expresiones m == 1 — — ; n=. 1 — — ; w — 1 n p 1 prueban que una de las cantidades m, n , p será siempre negativa, y las otras dos positivas. 1 En efecto: l.° si n es positiva v <1, — será > 1, v n 1 , 1 1 =m será negativa; pero siendo m negativa, 1 n m es decir, p, es positiva, luego n positiva m. . . negativa p positiva. 2.° Si w es positiva y > 1, — será < 1, y positiva; luego n 7n será asimismo positiva, y menor que la unidad, de donde 1 se deduce que 1 , es decir p, será negativa: por lo tanto n positiva m positiva p. . . negativa. 3.° Si n es negativa, m = l — —es positiva y > 1, luego Tí 1 — < 1, y por lo tanto p será positiva Resulta pues 460 negativa positiva positiva Nótese que esta conclusión solo se refiere á las relaciones m , n y p, cuya ley de formación está perfectamente definida, puesto que corresponden á los tres grupos [a, h... c, d ] [c, a... b, d\ [a, d ... b, c]. Niím. 4. De aquí se deduce, que para determinar un siste- ma de cuatro puntos bajo el concepto de sus relaciones anar- mónicas, basta una de ellas, y que todas las demás se deducen de la primera por las fórmulas halladas precedentemente. Asimismo, si sobre dos rectas XX, XXr (fig. 4), hay dis- tribuidos ocho puntos, cuatro n, b, c, d sobre la primera, y otros cuatro a , b’ , c , d sobre la segunda, y si además las dos relaciones anarmónicas a c ad de 7 — : 7Í = m y b c b d J f f F 11 a c a d son iguales, las cinco restantes lo serán también. En efecto: n y n se espresan en función de m y m res- pectivamente, por las mismas fórmulas 1 n — ; n 1 rn ’ pero rn — ni por hipótesis, luego n = n'. Otro tanto podríamos decir de Por esta razón, y para abreviar el razonamiento, al hablar en adelante de la relación anarmónica de cuatro puntos, solo 4<)1 mencionaremos una de ellas; y por igual razón diremos que las relaciones anarmónicas de cuatro puntos de un sistema son iguales á las de otro, cuando probemos que una del primero es igual á otra del segundo. Sean dos sistemas de cuatro puntos cuyas relaciones anar- mónicas son iguales. En general se dice que son puntos correspondientes ó con- jugados de los dos sistemas, aquellos cuyas letras entran del mismo modo en las relaciones anarmónicas. Por ejemplo, en los dos sistemas a, b, c, d, y a, b\ c, d' , cuyas relaciones anarmónicas son iguales; —es decir, que se tiene, ac ad a c a d' b c bd b' c' b' d! — son correspondientes los puntos a y a ; b y b’; cyc;d y d' ; pero si fuesen iguales las relaciones ac ad ca c b' b c ' bd' di a r * d’ b’ los puntos correspondientes serian a y c ; b y d! ; c y a; d y b\ Claro es que las relaciones anarmónicas iguales, derivadas de las principales, serán las que correspondan á iguales per- mutaciones de las letras que indican los puntos correspondien- tes de uno y otro sistema. Por ejemplo, si en los dos sistemas [a, b , c, d] y [m, n, p, q] se tiene ca cb p m pn da : ' db qm ’ qn’ se tendrá igualmente di .dé _qn.qp_ etc ab ac mn ' mp' Núm. 5. Para definir la relación anarmónica hemos divi- dido el sistema de cuatro puntos en dos grupos [a, ó... c, d |, 4(>2 por ejemplo, y hemos formado las relaciones ac b c y ~ de las J bd distancias de cada dos puntos del primer grupo á cada uno del segundo; pero también podríamos formar las relaciones -^y — de las distancias de un punto del primer grupo á los dos del segundo. n , . o c b c , , . , 1 - ca cb En efecto — , : — puede ponerse bajo la forma — : — cid bd ^ 1 J da db pueslo que a c = — ca; ad = — da; b c ~ — cb; bd = — db; y por lo tanto a c be — c a — cb c a cb ad ' bd — da ’ — db da * db ' Pero esta es la relación anarmónica de los cuatro puntos a, b, c , d divididos en los grupos c, d... a, b. Num. 6. Si los cuatro puntos a, b, c , d varían de posición sobre la recta XX' (fig. 1) sus distancias respectivas variarán también, y por lo tanto variará, en general, el valor de la relación anarmónica ~ : r~t , y el de todas las restantes que be bd J M dependen de esta. Pero se comprende que pueden variar los puntos y las distancias de tal modo, es decir, con arreglo á tal ley , que se compensen unas con otras, tanto las variaciones de las distancias como las de sus signos, y que el valor de la relación anarmónica quede invariable. Así pues, de la misma manera que sobre una recta XX {fi- gura 5), hay infinitos sistemas de tres puntos a, b, c , en los que siendo diferentes ab, ac, be, la relación sencilla a b a c es 463 constante é igual para todos, así también existen infinitos sis- temas de cuatro puntos, cuyas relaciones anarmónicas son iguales. Esta proposición, que casi es evidente, puede aún com- prenderse mejor observando que basta igualar á una constante m la espresion (1) y (a — a) {y -x)z para obtener la ley analítica según la cual han de variar las distancias de tres de los puntos dados al cuarto, para que la relación anarmónica no cambie. Tomando pues el punto a como origen (fig. 3), y haciendo variar x, y, z en la ecuación obtendremos sobre la recta XX infinitos sistemas, que tendrán la misma relación anarmónica. La ecuación anterior es de segundo grado en x ; y , 2, y puede representarse por una superficie de segundo orden, de- duciéndose de aquí las diversas combinaciones de signo de dichas variables, y las diferentes formas ó distribuciones de puntos que puede tener una misma relación anarmónica. Pero no insistiremos sobre ello, porque mas adelante hemos de hallar otro método mas sencillo para estudiar estas cues- tiones. Núrn. 7. Ocurre aquí naturalmente el siguiente Problema. Dados tres puntos a, b, c sobre una recta XX' ( fig . 3), hallar otro punto de tal modo que la relación anarmónica correspondiente á una agrupación dada [a, b... c, d] por ejemplo, tenga un valor m. Solución. Tomemos como incógnita la distancia del punto í/al a, ó sea a d=z, y es evidente que bastará para resolver el problema despejar z de la ecuación 164 (y—x) z en la cual todas las cantidades son conocidas menos z. Resultará pues ^ y x y — m y — m x Y como la ecuación en z es de primer grado, el problema siempre será posible siquiera sea necesario suponer el punto d en el infinito, cuando y — m y — m x = o. Núm. 8. Puesto que m puede tener un valor cualquiera en la ecuación anterior, resulta que las relaciones anarmónicas, como las relaciones sencillas, varían desde — oo á +<*>. Núm. 9. De la tabla del núm. 1 se deduce, que las cuatro agrupaciones siguientes 1.a agrupación .e, d 2.a... . d , c 3.a . a , b 4.a. .b. a tienen la misma relación anarmónica m; luego podemos consi- derar al sistema de los cuatro puntos o, b , c, d, como la su- perposición de cuatro sistemas distintos que tienen igual rela- ción anarmónica. Fijémonos, por ejemplo, en los dos primeros sistemas: a, b. . .c, d, b , a. . .d, cy y sustituyamos en el segundo á las letras b , a , d, c , corres- pondientes del primero, con un acento; es evidente que debe- mos poner por ó, ci ; por a , bf; por d, c ; y por c , d\ De este modo habremos formado ( fig . 6) el sistema a , b', c\ d\ cuya relación anarmónica m a 1 C a’ d' b’ c ’ b' d 1 es igual á La correspondiente a c a d H~c. : b d del a, b, c, d. De! mismo modo formaríamos los sistemas a \ b", c \ d"; a" , b'" , c” , d" . El sistema primitivo a,. by c, d , según hemos dicho, es ó puede considerarse, como la superposición de los cuatro siste- mas o, b, c, d; a\ br, c, d'; a ", b" , c \ d"; a", b’" , c’\ dn'; idénticos como formas geométricas, distintos como agrupacio- nes ordenadas de puntos, pero que aun siendo diferentes bajo este último aspecto, tienen la misma relación anarmónica. Es claro por lo demás, que todas las agrupaciones que se deduzcan de estos cuatro sistemas por iguales permutaciones de las letras, tendrán lá misma relación anarmónica, puesto que todas ellas se espresarán de la misma manera en función de las principales. Núm. 10. Supongamos dos sistemas, a, b, c, d, y m , n, p, q (fiy. 6), cuyas relaciones anarmónicas a c ad wp_ . b c ' b d “ n P n q son iguales, con lo cual queda dicho que a y m, b y r?, c y p. d y q son los puntos correspondientes de ambos sistemas. Ahora bien, el grupo ó, a, d , c, tiene la misma relación anarmónica que a , ó, c, d; luego tendrá la misma relación anar- mónica que m, n,p, q; advirtiendo no obstante, que en este, caso los puntos correspondientes serán b y m, a y n, d y p, c y q Igual consideración podríamos hacer respecto á los grupos c, d , a, b , y d, c , b, a del número anterior. En resúmen, cuando dos sistemas a , ó, c, d, y m, ??, p, q , 80 TOMO XVI. 46G tienen ia misma relación anarmónica, correspondiéndose los puntos a con m , b con n, c con pf d con q, puede aún establecerse la correspondencia de otras tres ma- neras: b con m; a con n; d con p; c con q: c con m; d con n; a con p: b con q: d con m; c con n; b con p; a con q: es decir, que el sistema m, ??, p , q puede igualarse bajo el punto de vista de la relación anarmónica á otros cuatro sis- temas: a, bt ct d, b , a, d, c, c, dy a, b , dy c, b, a, que son agrupaciones diversas de uno mismo. II.™ Relaciones anarmónicas de cuatro rectas que pasan por un punto. Núm. 11. Definición . Sean O A, O B, OC , O D ( fuj . 7) cuatro rectas concurrentes en un punto O: designaremos este sistema geométrico con el nombre de haz de cuatro rectas. Dividiendo el sistema en dos grupos O Ay O B .... O C, O Dy por ejemplo; formando las relaciones sencillas sen.AOC sen.AOD sen. BO 6” sen. BO D y después la relación compuesta sen. AOC sen. AOD sen. BOC' sen. BOD' liaremos á esta última el nombre de relación anarmónica del haz OABCD. Para designar un haz nombraremos primero la letra del vértice, y después las que corresponden á cada una de las rec- tas concurrentes, por ejemplo O A B CD. Nótese que hay una perfecta analogía entre la relación anarmónica de cuatro puntos y la de cuatro rectas: el sistema de formación es idéntico, y basta sustituir á los segmentos los senos de los ángulos para pasar de una á otra. Por ejemplo, donde en la relación anarmónica de cuatro puntos entra el segmento a b, en la de un haz entrará el seno del ángulo A O B. En la relación anarmónica de un haz, los ángulos y por lo tanto sus senos llevan el signo que les corresponde, según el sentido en que se cuentan los ángulos positivos. Asi, en la fi- gura 1, contando los ángulos positivos en el sentido que indi- ca la flecha f, se ve desde luego que la relación anarmónica sen. AOC sen. AOD sen. BOC sen. BOD es esencialmente positiva. Núm. 12. Por consideraciones análogas á las espueslas en el núm. 2, probaríamos que de las 24 relaciones que pueden formarse agrupando de distinto modo las cuatro rectas O A, O B, O C, O D, solo seis son distintas, y quede estas, tres son inversas de las oirás tres. Las relaciones que entre estas tres últimas existen, podrían ser halladas direclamen le; pero como no es aplicable aquí el método del núm. 3, puesto que no se trata de segmentos contados sobre un eje, sino de senos de ángulos , habría que acudir á un método de demostración mas complicado. Creemos preferible reducir desde luego toda la teoría de los haces á la de puntos situados en línea recta , según veremos inmediatamente. 468 Núm. 13. Teorema fundamental. Imaginemos un haz OABCD ( fig . 8), cortado por una secante ó transversal XX. Sean a, b, c , d, los puntos en que dicha transversal corta á las rectas O A, O B, O C, OD. Nos proponemos demostrar que la relación anarmónica a c (id be ’ b d de los cuatro puntos a , b c, d, es igual á la relación anarmónica sen. AOC sen. ÁOD sen. BOC' sen. B O D del haz, sea cual fuere la posición XX de la secante. Dem . Las áreas de los triángulos Oac, O be, Oad, Obd , pueden espresarse de dos maneras distintas. 1. a Por el producto de los lados concurrentes en O, por la mitad del seno del ángulo que formen cada dos de dichos lados. 2. a Por el producto de las bases por la mitad de la altura OP. Así pues tendremos: O aX O cX sen A O C = a cXO P Obx O cX sen BOC~bcXOP O aX O dxsen A O D = a dx O P ObX O dx sen BO D~b dX O P. Ecuaciones que se verificarán, no solo en cuanto á los va- lores numéricos sino en cuanto á los signos, si contamos en el mismo sentido los ángulos y los segmentos: por ejemplo sen A OC y ac, tendrán el mismo signo, y los dos miembros de la primera ecuación serán á la vez, ó ambos positivos ó ambos negativos. Dividiendo la primera ecuación por la segunda, la tercera por la cuarta, y las dos ecuaciones resultantes una por otra, tendremos: 4 09 O a X O c X sen AOC OaxOdX sen A O D _ O bXÜ c X sen tí O C' Obx O dx sen tí O D ac XOP adxOP b e X O tí bdxOF y simplificando: sen AOC sen A O C a c a d sen tí O C sen tí O l) be (l que es precisamenle lo que nos proponíamos demostrar. Núm. 14. Consecuencias. El teorema anterior permite re- ducir desde luego, según indicamos, la teoría de las relaciones anarmónicas de los haces á la teoría de las relaciones anar- mónicas de los segmentos. Tratemos, por ejemplo, de hallar las relaciones que exis- ten entre las tres relaciones anarmónicas de un haz OABCD (fig. 8), sen AOC sen A O D „ sen CO tí sen COD _ , sen tí OC sen tí O D 9 sen A O tí sen A O I) sen A O tí sen AOC ^ sen DO tí senDOC Cortemos á este fin el haz propuesto por una secante XX. y representando por m, n y p los valores de las tres relaciones anarmónicas a c ad c b c d a b a c be b d ’ a b a d ’ d b de ’ tendremos, en virtud del teorema precedente, m z=z M; n = N; p — P; pero entre m , n y p existen (núm. B) las relaciones 470 1 1 1 m = 1 — — ; n = 1 — — ■ , p = 1 — - — , n p m luego entre las relaciones anarmónicas del haz tendremos tam- bién las ecuaciones t ' j M = 1 - _L ; N= 1 - 4- ; P = 1 — -n- ; N. P M y por lo tanto, entre las tres relaciones anarmónicas y princi- pales de un haz, existen las mismas relaciones analíticas que entre las análogas de los segmentos. Núm. lo. Vemos, pues, que para demostrar cualquier proposición relativa á un haz OABCD basta, por regla ge- neral, cortar dicho haz por una secante X X, establecer entre las relaciones anarmónicas de los puntos a, b, c, d una relación analítica análoga á la que nos proponemos probar, y sustituir en esta última por m, n y p sus iguales M, N, P. Podremos, sin entrar en mas detalles, dar como demostra- das las siguientes proporciones. Núm. 16. Dadas cuatro rectas concurrentes, O A, OB, OC, OD, queda perfectamente determinada la relación anar- mónica sen A O C sen A O D _ M sen BOC '' sen BOD ~ ‘ ; quedan igualmente determinadas las relaciones sen C O B sen C O D __ sen A O B sen A OC sen A O B sen A O D " sen DO B sen DOC en función de la primera, por las fórmulas N = 1 T—m p=\ - 471 las tres relaciones restantes sen B OC sen BOD sen A O B sen A O D sen A O C sen AOD ; sen CO B sen C O D ^ sen DOB sen DOC sen AOB ‘ sen A OC son inversas de las precedentes é iguales á 1 1 1 M ’ N ’ P ; y por último, las demás relaciones anarmónicas son iguales á estas seis primeras. Núm. 17. Representando las relaciones anarmónicas M, N y P por los nombres de: 1.a relación; 2.a relación; 3.* rela- ción, tendremos: 1.a relación = 1 — — — T-. ; 2. relación relación = 1 1 3.a relación 3.a relación = \ — — J relación ’ las tres relaciones se sustituyen, pues, por permutaciones circulares. Núm. 18. Para determinar un haz de cuatro rectas, bajo el punto de vista de sus relaciones anarmónicas, basta una de ellas , y todas las demás se deducen de esta por las fórmulas halladas precedentemente. Núm. 19. De las tres relaciones anarmónicas M,N\ P, una será siempre negativa , y las otras dos positivas; pero nótese que esta conclusión solo se refiere á las relaciones anarmóni- 472 cas M, N, I\ cuya ley de formación está perfectamente defi- nida, puesto que corresponden á los tres grupos [OA,OB ... OC , OD] ; [ OC , O A ... OB , O Z> ] ; y [ O A, OD ... O Bt OC]. Núm. 20. Si alrededor de dos puntos O, O' hay dos haces de cuatro rectas O A BCD , O' A' B' C' D\ y si además las dos relaciones anarmónicas sen AO C senAOD sen A' O' C sen A’ O' D’ sír $ OC 50 w BO D ■ sen B} O C ' sen B\ O' D} son iguales, las cinco relaciones anarmónicas restantes también serán iguales. Por esta razón, y para abreviar el razonamiento, al ha- blar en adelante de la relación anarmónica de un haz, solo mencionaremos una de sus relaciones anarmónicas, que por otra parte es completamente arbitraria. Asimismo diremos, que son iguales las relaciones anarmó nicas de un haz á las de otro, cuando una del primero sea igual á otra del segundo. Núm. 21. Si en dos haces OABCD, O' A' B'C'D', se tiene sen A OC sen AOD sen A' O' Cf sen A' O’ D' sen BOC sen B O D sen B’ O C' sen B' O’ D' se dice que las rectas O A y O1 A', OB y O' B' , OC y O' C , OD y O' D' , son rectas correspondientes dos á dos. Es decir, que son rectas correspondientes de dos haces, cuya relación anarmónica es la misma, las rectas cuyas letras entran del mismo modo en las dos relaciones. Así, si en vez de la ecuación anterior tuviésemos sen A OC senAOD sen COA r sen Cr O’ B' sen BOC sen B O D sen D' O' A' sen D' O’ B' 473 las rectas correspondientes serian OA y O'C'; OB y O I)’; OC y O’ Af ; OD y O'if. Observación . Debe notarse que el valor de la relación anarmónica de cuatro rectas no varia porque se sustituyan una ó varias de estas por su prolongación, siempre que se midan los ángulos según la regla general establecida precedentemente. En efecto, sea la relación (fig. 7) sen AOC sen A O D sen B OC sen BO D sustituyendo á la recta OB la O B' , tendremos sen AOC sen A O D sen B’ O C sen B’ 00 pero sen BOC = — sen B' O C, y sen B 00 = — sen B’ O O; luego las dos relaciones precedentes son iguales. Núrn. 22. Podemos definir la relación anarmónica de un haz O ABC O formando las relaciones sencillas sen AOC sen BOC sen A 00 ‘ sen BOO 5 y la relación compuesta sen A O C sen BOC sen A 00 sen BOO ? porque esto equivale á formar los grupos [OC, 00. ..OA, O B]. Núm. 23. Si las cuatro rectas OA,OB , 0C,00, giran alrededor del punto O, los ángulos que forman entre sí varia- rán, y por lo tanto variará, en general, el valor de la relación anarmónica 474 sen A O C sen A O D sen BOC '' senBOD ’ y el de todas las restantes que dependen de esta. Pero se comprende que pueden variar los ángulos de tal modo, que las variaciones de magnitud y de signo se compensen, y el valor de la relación anarmónica quede invariable. En efecto, si trazamos la secante XX (fig. 9), y hacemos variar los puntos a, b , c, d , de suerte que las relaciones anarmó- nicas de los sistemas a,b,c,d; a\b\c9df ; a" ,b" ,c\d,r , etc., sean iguales, lo serán también las de los haces, OABCD, OA’B'C’D', O A” B” C" D" , e te., en virtud del teorema fundamental ( num . 13). Núm. 24. Problema. Dadas tres rectas concurrentes O A, OB, OC ( fig . 8), determinar otra OD, tal que la relación anarmónica del haz O A BCD correspondiente á la agrupación [O A, OB ... O C, O D] sea igual á una magnitud conocida M. Solución. Tracemos una secante XX (jig. 8), y determine- mos el punto d de modo que (núm. 7) a c a d ar T~ ; T7 = to- be b d Uniendo el punto d al O, O D será la recta buscada. En efecto: relación anar. (OABCD) — relación anar. (a,b,cyd)\ relación anar. (a, b , c, d) = M; luego relación anar. (OABCD) — M. Núm. 25. Puesto que M puede tener un valor arbitrario, dedúcese de aquí que la relación anarmónica de un haz puede variar en! re — oo y + oc. Núm. 26. Todo haz OABCD puede considerarse como el resultado de la superposición de cuatro haces que tienen la misma relación anarmónica, y que si bien como figuras geo- métricas son iguales, desde que se introduce la idea de orden ó agrupación ordenada son esencialmente distintos. 475 El siguiente cuadro indica las rectas correspondientes: l.er sistema .. 0 A OB OC OD 2.° sistema .. OB OA OD OC 3 er sistema. . . . , . . oc OD OA OB 4.° sistema .. OD OC OB OA Las rectas correspondientes se hallan colocadas en colum- ñas verticales. La figura 10 indica estos cuatro sistemas, pero hemos puesto las mismas letras á las rectas correspondientes. Núm. 27. Cuando las relaciones anarmónicas de dos haces OABCD , S M N P Q (fig. 10) son iguales, es decir, senAOC t senAOD senMOP sen MOQ sen B O C sen A O O sen NO P sen N O Q puede establecerse la igualdad de otras tres maneras distintas, correspondientes á las várias agrupaciones del haz OABCD que tienen la misma relación anarmónica. El sistema S MNP Q tendrá las mismas relaciones anar- mónicas que los sistemas 1. er sistema OABCD OABCD 2. ° OBADC , O'A’B’CD’ 3. ° OCDAB ° 0"A"B"C'D" 4. ° ODCBA 0,"A'"B,"C’nDn' Todos los haces OABCD, O'A'B’C'D', 0"A"B"C,TD", 0,‘,A,nBn'Cf,,D,n son superponibles é iguales como figuras geométricas, pero estableciendo en ellos agrupación ordenada, son esencialmente distintos, siquiera tengan igual relación anar- mónica. (Se continuará.) CIENCIAS FÍSICAS. METEOROLOGIA. I lesnmen de las observaciones meteorológicas hechas en el lleal Observatorio de Madrid en el mes de agosto de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dias 1 y 2. — Fueron estos dias ligeramente nubosos y va- riables. En el primero onduló el viento del N. E. al S., y del S. al N. O. en el segundo. Dias 3, 4 y 5. — Despejados y calurosos. Continúa variando de dirección el viento con frecuencia. Dia 6. — Fosco y algo nuboso; ventoso y fresco por la ma- ñana y caluroso por la tarde. Dias 7 y 8. — Ventosos y nubosos. De las diez á las doce de la mañana, en el segundo, gira la veleta de N. O. á N. O. por el E. y el S., ó sea en sentido directo. Dias 9 al 15. — Despejados y algo ventosos. En la mañana del 9 vuelve á girar la veleta de'la propia manera que en la del dia anterior. Al terminar el 10, pasa el viento desde el N. O. al N. E., y continúa soplando con bastante constancia de este rumbo hasta el dia 16. Dia 16. — Amanece despejado, pero desde las diez de la mañana comienzan á presentarse nubes por el N. O., que se elevan rápidamente hacia el zenit, adquieren al empezar la tarde aspecto tempestuoso, y se corren y acumulan hacia el N. E. ántes de oscurecer, después de lanzar una lluvia insig- nificante, y algunos truenos y relámpagos. En las primeras horas de la noche continúa tronando á lo lejos, y en la direc- ción que se acaba de mencionar. Dia 17. — De calma, calina y calor, por la mañana; y de viento muy fuerte, del S. O., por la tarde. Noche tranquila, fresca y nubosa. Dia 18.— Cubierto, fresco y lluvioso al amanecer; simple- mente nuboso y caluroso á medio dia; y tempestuoso por el O. á las dos de la tarde. De ¡as dos horas á las cuatro sopla viento furioso y arremolinado del S. y S. O., que trasporta las nubes por el zenit, entre relámpagos, truenos y una ligera lluvia, desde el O. a! E. y N. E. Noche fosca, húmeda y* fa- tigosa. Dias 19 y 20. — -Variables, nubosos y revueltos, sin acci- dente alguno extraordinario. Dias 21 y 22. — Despejados y apacibles. Dia 23. — Se nubló repentinamente poco después de ama- necido, y al empezar la tarde hubo aparato de llúvia y sopló viento muy impetuoso del S. y S. O. De las cuatro á seis horas de la tarde se amortiguó el viento, y se rasgaron y dispersaron las nubes; pero traspuesto el sol asomó por el ho- rizonte, por S. E., S. y S. O., una banda de nubes tempes- tuosas, que por el 0. y el zenit pasaron más tarde ai N. y N. E., despidiendo algunas golas de llúvia, escaso granizo, y muchos y deslumbradores relámpagos. Dias 24, 23 y 26. — Muy poco nubosos, apacibles, y no excesivamente calurosos. Dia 27. — Fosco, nuboso y revuelto á ratos. Dia 28. — Casi tan nuboso como el anterior. Desde las diez de la mañana hasta cerca del oscurecer sopló el S. O. cási sin cesar y con ímpetu muy considerable. Por la noche cedió el viento, y continuó el cielo fosco y nuboso. Dia 29. — -Poco nuboso y ventoso; fresco por la noche. Dias 30 y 31. — Variables y nubosos. CXJ-A3DE.O FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. m A. máx. A. mili. Oscilación. Tm 1 T. máx. T. mín. Oscilación. 1 705,91 707,16 704,07 3,09 22J 3U 0 15,7 0 15,6 2 706,72 707,53 705,30 2 23 24,5 33,5 14,9 18,6 3 709,05 709,68 708,20 1,48 24,5 32,3 16,3 16,0 4 708,03 709,86 706,45 3,41 27,4 36,2 17,1 19,1 5 704,96 706,00 703,62 2,98 26,2 34,9 16.7 18,2 6 705,07 706,37 703,82 2,85 25,0 35,1 13,8 21,3 7 704,37 704,84 703,62 1,22 24,8 33,3 18,2 15,1 8 705,29 706,53 704,70 1,83 24,5 33,2 16,0 17,2 9 707,16 707,97 706,12 1,85 24,8 34,6 15,3 19,3 10 706,46 707,89 705,28 2,61 24,2 33,5 16,1 17,4 11 710,46 711,34 709,67 1,67 19,1 27,0 11,9 15,1 12 709,69 711,43 708,29 3,14 23,5 33,5 13,5 20,0 13 707,44 708,36 706,36 2,00 24,8 34,8 13,5 21,3 14 707,63 708,53 706,62 1,91 24,9 33,3 15,3 18,0 15 707,21 708,48 705,98 2,50 25,8 35,1 14,2 20,9 16 705,85 707,47 704,86 2,61 25,8 38,4 13,3 15,1 17 704,15 705,16 703,17 1,99 28,2 36,2 18,2 18,0 18 703,55 705,34 701,51 3,83 24¡9 36,3 19,1? 17,2 19 705,57 707,18 704,92 2,26 20,8 28,3 13,6 14,7 20 706,52 707,71 705,52 2,19 21,1 29,4 16,4 13,0 21 707,05 708,52 706,07 2,45 21,8 31,0 13,3 17,7 22 706,16 708,27 704.94 3,33 24,0 33,5 13,1 20,4 23 707,05 708,23 702,65 5,58 21,0 27,4 16,8? 10,6 24 709,23 709,87 708,76 1,11 21,4 31,7 14,2 17,5 25 708,10 709,30 706,84 2,46 24,4 34,3 14,3 20,0 26 707,99 709,14 707,17 1,97 26,0 35,5 16,6 18,9 27 707,23 708,45 706,40 2,05 23,9 32,4 15,9 16,5 28 705,20 705,96 704,15 1,81 20,1 27,8 15,2 12,6 29 706,1 1 706,81 705,29 1,52 18,7 26,2 11,0 15,2 30 707,65 708,38 707,03 1,35 21,3 29.9 13,5 16,4 31 708,28 709,60 706,87 2,73 22,7 31,7 14,0 17,7 1.a d.a 706,30 709,86 703,62 6,24 24,8 36,2 13,8 22,4 2.a 706,81 711,43 701,51 9,92 23,9 38,4 11,9 26/5 3.a 707,28 709,87 702,65 7,22 22,3 35,5 11,0 24,5 Mes. 706,81 711,43 701,51 9,92 23,6 38,4 11,0 27,4 PSICRO ÍT~ METRO. Tn 1 IU ATHOUETRO. Evaporación. PLimOll Lluvia. ETRO. Dias. ANEMOHETU Dirección. 10. Durac. NURES. FECHAS. 52 10,0 6,2 )) }) N.E.-S. }) 4 1 48 10,6 8,1 ,> )) S.O. )) 3 2 41 9,1 9,2 » » N.O-E.N.E. )) 0 3 40 10,6 8,1 » » S.S.E. )) 0 4 42 10,2 9,8 » » N.N.O. » 0 5 51 12,3 7,1 ,, » N.E.-S. » 2 6 48 11,0 8,7 1 )) S.O.Ívar.) » 2 7 46 10,0 8,0 » N.O. » \ 8 41 9,3 8,0 „ » N.O. » 0 9 49 10,6 9,6 » » O.N.O. )) 0 10 41 6,3 9,3 » )> E.N.E. )) 0 11 47 10,0 6,1 )) » N.E.(var.) » 1 12 47 10,7 8,6 » » N.N.E. )) 1 13 54 12,3 8,1 >. 0 E.N.E. » 1 14 46 10,9 8,3 » » N.N.E. » 0 15 49 11,4 7,1 lna.ble )) N.N.E. » 3 16 45 12,2 10,6 » » E.S.E. -O.S.O. » 2 17 50 11,2 4,5 1,3 )) N.N.O. -S.S.E. )) 7 18 57 9,7 7,2 » » s.s.o. » 5 19 55 10,0 6,9 » )) o.s.o. 4 20 54 10,2 6,2 » » 0. )) 0 21 49 10,4 6,8 » )) S.O. )) 0 22 66 11,8 2,7 0,5 » S.S.E. )> 7 23 62 11,4 5,1 » )) N.E,-0. » 3 24 49 10,4 7,1 » » (Variable.) * 0 25 49 11,8 6,8 » » O.S.O. -E.S.E. 3 26 42 8,6 9,1 » » O.S.O, » 7 27 50 8,4 7,3 » » N.O. » 5 28 57 8,6 6,1 » 0 N.O. » ! i 29 60 11,1 5,4 » » N.N.O. » 2 30 58 11,2 7,5 » •> 0. » 1 4 31 46 ,10,4 8,3 » » 51° N.O. 49 h 1 1 .a d.a 49 10,5 7,7 1,5 2 27° N.E. 45 ! 2 5) a 54 10,4 6,4 0,5 1 0. 116 i 3 3.a 50 10,4 7,4 2,0 3 62° N.O. 151 ! 2 Mes. CUADRO SEGUNDO Observaciones barométricas. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 1 2 1 705,34 "OS, 98 705,84 704,07 705,89 707,07 707,16 2 » 707,53 707,51 707,03 705,64 705,30 706,88 707,12 3 » 708,20 709,44 709,31 708,71 708,50 1 709,48 709,68 4 » 709,58 709,86 709,17 707,49 706,79 706,88 706,45 5 » 706,60 705,76 704,88 703,69 703,62 704,74 705,14 6 » 705,94 706,37 705,57 704,69 703,82 704,42 704,70 7 » 704,37 704,78 704,51 703,73 703,62 ;704,73 704.84 8 » 705,16 705,75 705,22 704,70 •04,79 706,53 704,86 9 » 707,50 707,97 707,60 706,47 706,12 706,96 707,48 10 » 706,76 706,93 706,10 705,28 705,35,706,89 707,89 11 » 710,19 710,94 710,51 710,03 709.67 710,51 711,34 12 » 711,36 711,43 710,42 709,01 708,29 708,69 708,62 13 708,02 708,36 707,49 706,36 706,52 707,65 707,69 14 » 708,14 708,53 707,77 706,96 706,62 707,58 707,83 15 » 708,20 708,48 707,75 706,38 705,98 706,83 706,86 16 707,10 707,47 706,23 704,91 704,86 705,24 705.12 17 » 704,87 1 7 0 5 , 1 6 704,01 703,29 703,17 704,32 704,21 18 ,, 704,97 705,34 703,99 701,60 701,51 703,50 703,93 19 » 705,30 705,96 707,18 705,24 704,92 705,25 705,15 20 » 705,52 706,31 706,42 706,29 706,13 707,28 707,71 21 >> 707,86 708,52 707,59 706,47 706,07 706,30 706,44 22 »> 706,37 706,60 706,04 705,21 704,94 705,60 708,27 23 » 706,25 706,37 706,73 707,08 706,98 707,65 708,23 24 » 709,08 709,87 709,65 708,79 708,76 709,23 709,19 25 » 709,14 709,30 708,54 707,41 706,84 707,69 707,74 26 708,52 709,14 708,43 707,37 707,17 707,64 707,60 27 » 708,35 708,45 707,79 706,54 706,41 706,68 706,40 28 » 705,50 705,72 704,77 704,15 704,39 705,96 705,86 29 » 706,25 706,81 706,26 705,32 705,29 706,43 706,36 30 » 707,14 707,82 707,87 707,03 707,03 708,22 708,38 31 » 709,09 709,60 708,74 707,53 706,87 707,84 708,24 1.a rl.a 706,32 706,70 707,04 706,52 705.47 705,38 706,46 706,53 2.a 706,83 707,37 707,80 707,18 706,01 705,77 706,69 706,85 3> 707,38 707,60 708,02 707,49 706,63 706,43 707.20 707,52 Mes. 706,86 707,23 707,63 707,08 706.06 705,88 706,80 706,98 EClli 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 13 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 / ( 2: 3/ CUADRO TERCERO. Observaciones termomélricas. HORAS. 6 9 12 rrr 6 9 ii 12 16,9 23,0 27,3 30,4 23,6 21,2 19,1 16,8 24,4 29,3 31,8 30,9 24,4 21,7 18,8 25,6 29,6 31,5 27,3 23,8 21,8 lfl.ti 28,0 32,2 35,8 33,4 27,2 23,4 19,7 28,9 33,3 33,8 30,8 23,9 19,8 15,5 23,2 29,6 33,7 31,2 26,9 21,9 20,4 25,3 30,3 30,6 29,2 23,8 21,4 17,9 20,0 30,1 32,1 28,6 23,5 20,5 16,6 23,2 30,4 32,5 30,1 23,8 22,6 17,8 26,3 31,2 31,5 28,6 23,0 19,0 13,1 18,8 23,7 26,3 24,1 19,3 15,7 14.6 22,0 28,6 31,4 31,2 24,6 17,8 16,8 25,6 31,8 32,5 28,7 24,2 21,2 17,4 25,1 29,7 32,9 29,9 25,0 20,6 15,8 23,6 30,7 34,6 32,2 26,1 24,6 19,7 27,3 34,6 34,3 27,4 23,0 21,5 19,7 26,9 34,4 35,6 33,2 29,0 25,2 22,4 27,9 32,1 31,0 25,9 22,1 19,1 14,9 19,5 24,2 28,6 25,6 20,1 19,0 17,3 20,6 25^5 26,7 25,4 21,1 17,9 14,6 21,5 26,9 30,0 26,8 21,7 18,7 16,0 23,3 29,8 31,4 29,6 23,9 21,6 18,2 23,4 27,3 24,7 22,8 19,4 16,8 15,5 21,8 27,8 28,6 24,4 21,9 17,8 15,9 24,1 31,3 32.3 29,8 25,7 19,6 17,8 24,6 30,9 34,3 30,9 26,2 23,9 17,2 25,1 30,7 30,9 27,1 22,6 20,2 16,4 22,9 24,7 26,8 22,6 18,4 16,1 12,8 17,4 22,7 24,1 22,9 19,0 17,4 14,4 21,2 25,9 28,2 25,4 21,8 19,5 15,2 21,2 28,9 30,7 27,3 23,1 19,0 18,0 25,6 30,3 32,4 29,4 24,1 21,1 17,2 23,8 29,5 31,4 28,4 23,5 20,3 15,8 22,4 27,9 29,3 26,3 22,2 19,1 17,0 23,9 29,2 30,9 28,0 23,2 20,1 TOMO XVI. 31 CUADRO CUARTO Psicrómetro. — Humedad relativa. FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t !6 9 o 12 ” 1 » 62 22 43 38 51 68 64 2 » 79 56 39 31 29 43 48 3 » 68 22 30 34 40 38 44 í 52 44 31 27 34 37 44 5 55 41 30 27 28 45 56 6 » 57 49 45 37 37 52 72 7 » 76 63 38 36 28 36 48 8 » 65 50 30 26 33 50 51 9 » 60 46 29 25 29 42 45 10 » 70 51 33 31 35 49 58 11 » 58 44 25 27 35 38 45 12 » 53 62 42 32 37 34 54 13 » 53 42 35 35 42 50 58 14 » 74 56 43 36 47 51 58 15 » 76 51 42 36 38 37 31 16 » 50 40 31 30 43 65 70 17 » 67 54 34 34 26 48 40 18 » 57 43 39 28 55 54 68 19 » 89 63 46 37 40 50 57 20 » 70 57 44 44 40 52 65 21 » 75 54 44 42 41 47 52 22 » 60 56 45 31 31 49 47 23 » 65 60 47 46 64 73 87 24 » ¡ 91 78 43 43 43 52 . 66 25 » 72 53 38 30 34 36 57 26 » 57 55 37 32 41 48 55 27 » 60 44 37 29 28 29 45 28 » 68 53 35 34 40 44 58 29 » 68 60 41 46 39 55 66 30 » 73 57 49 42 51 60 70 31 » 80 68 45 34 35 52 72 1.a d.a 65 64 44 35 31 34 46 53 2.a 64 65 51 38 34 40 48 55 3.a 70 70 58 42 37 41 50 61 Mes. 67 66 51 38 34 1 39 48 56 CUADRO QUINTO Psicrómetro. Tensión del vapor . FECHAS. HORAS. 3 m 0 9 12 3 t, 0 9 n 12 ' 1 8,8 4,6 10,4 12,3 11,0 12,8 10,5 2 » 1 1,3 12,8 11,8 10,7 9,5 9,8 9,3 3 10,9 5,2 9,0 11.5 10,7 8,3 8,0 4 ,> 8,9 12,1 10,6 11,7 12,5 9,9 9,4 5 » 9,4 12,1 11,3 10,4 9,5 10,0 9,7 6 » 7,3 10,3 13,8 14,8 12,5 13,9 14,0 7 »' 13,5 15,0 12,2 11,7 8,5 7,9 9,2 8 10,0 12,5 9,4 9,1 9,5 10,7 9Í3 9 » 8,4 10,9 9,3 8,9 9,2 9,2 9,2 10 » ■ 10,0 12,9 11,0 10,7 10,2 10,3 9,5 11 0,0 7,1 5,5 0,9 7,8 6,3 6,1 12 » 0,5 13,0 12,2 10,8 13,0 8,0 8,1 13 » 7,4 10,3 12,1 12,7 12,1 11,4 10,9 14 » 10,9 13,4 13,2 13,2 14,7 12,1 11,0 15 » 10,2 11,0 13,0 13,7 13,0 9,0 7,1 16 1 f ' 8,5 10,5 12,7 12,2 11,5 13,5 13,2 17 11,5 14,0 13,0 15,0 9,8 14,4 9,5 18 » 11,0 11,7 13,0 9,2 13,0 10,7 10,2 19 » 11,1 10,7 10,2 10,0 9,0 8,7 9,4 20 »> 10,3 10,3 10,0 11,0 9,0 9,0 10,0 21 » 9,2 10,5 11,4 13,4 10,0 9,2 8,3 22 ,, 8,1 12,0 14,0 10,4 9,7 10,8 9,1 23 » 10,2 12,7 12,7 10,5 13,2 12,3 12,5 24 9 11,9 15,2 11,8 12,4 9,0 10,2 10,0 25 „ 9,7 12,0 12,8 10,8 10,4 8,0 9,8 20 » 8,7 12,7 12,3 12,5 13,4 12,1 12,2 27 » 8,8 10,2 12,4 9,5 7,0 0,0 7,8 28 » 9,4 11,2 8,1 8,8 8,2 0,9 7,8 29 )) 7,5 8,9 8,5 10,1 8,0 8,8 9,0 30 » 8,9’ 10,7 12,1 11,7 12,3 11,7 11,7 31 )) 10,3 12,9 13,1 11,1 9,0 10,9 11,8 1.a d.a 9,7 9,9 10,8 10,9 11,2 10,3 10,3 9,9 <•> a 8,7 9,5 11,2 11,7 11,0 11,5 10,4 9,5 3.a 9,1 9,3 11,7 11,7 11,0 10,2 9,8 10,1 Mes. 9,2 9,0 j 11,3 11,5 11,3 10,7 10,1 1 9,8 CUADRO SEXTO. «*> Sí o o S5 O o es S3> I». O «O 1*0 o «o -3 O "O S O * o V. s* <2 „ en 63 «5 U9 3^ ©1 ©í CO S5 Q a OC?C>'i©^t)t^T-^COI'* w S M ¿ O ce go ® o *-« <©3 oa?> z n r» tH r-i 63 H PS H MOOOOíOrHr-Ori CCS co © ce f(í oo so *jí H a . Oí ®a ©1 ©1 ©1 ©Í ■■m a 63 H ©1©I^X)>'<#0© O ar^T^COCO©íOO'rH'rH en S ir* o© o© ocT c© so t-* ® 63 oooooooo tí cu en - O o o a a E** Z Z .W .o . 63 £ ¿ C/2 C/> K en 63 Z o ^©OO^OÍ!©® 5 (H ©1 ©^ W W *«# 5 os 63 en ee Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de setiembre de 1866. OBSERVACIONES GENERALES. Dia Bastante nuboso, apacible y húmedo. Dias 2, 3 y 1.— Despejados y calurosos. El 2 un poco revuelto. En la mañana del 3 gira la veleta, en sentido directo, del O. al O. Lo pro- pio sucede en la del 4. Dia 5. -Cubierto de celajes por la mañana. Arrecia el viento y se despeja el cielo por la tarde. Continúa despejado durante la noche. Dias 6, 7 y 8. — Poco nubosos y variables, revueltos y calurosos há- da la mitad del dia. Dia 9.— Cubierto al amanecer, despejado y caluroso á medio dia, nuboso y como tempestuoso por la noche. Desde el N. O., O. y S. O., de donde sopló constantemente en los dias anteriores, pasa el viento, dando un giro completo y directo, pero muy lento, otra vez al primer rumbo. Dia 10.— Cubierto por la mañana, nuboso á medio dia y por la tarde, despejado por la noche, y á todas horas muy ventoso. Dia 11.— Despejado, apacible y poco caluroso. Brisa del N. E. por lo regular. Días 12, 13 y 14.— Despejados y calurosos, como dias de verano. Viento débil y muy variahle, ora del N. E., ora contrario, ó del S. O. Dias 15, 16 y 17.— Parecidos á los anteriores, aunque algo nubosos, y un poco frescos, después de oscurecido. Dias 18, 19 y 20.— Hermosos dias de otoño, despejados y apacibles. Continúa ondulando el viento, y tan pronto sopla del E. N. E., como del S. ó del N. O. Dia 21.— Parecido todavía á los anteriores, pero el viento se conserva fijo del O., y el barómetro desciende con rapidez. Dia 22.— Entóldase el cielo poco á poco; arrecia el viento y pasa al S. O.; y concluye por cubrirse y lloviznar durante la noche. Dia 23.— Cubierto, ventoso y lluvioso, desde el principio al fin. Dia 24. — De ménos llúvia que el anterior, aunque nuboso, húmedo y revuelto todavía. Dia 25.— Cesa por completo la llúvia; pero ni se despeja, ni cam- bia de aspecto el temporal. Dia 26.— Nebuloso por breve rato á las ocho de la mañana. Hú- medo, y variable luego. Dia 27.— Nebuloso también por la mañana, y muy nuboso y variable en el resto del dia. Del S. O. pasa el viento al S. y S. E. Dias 28, 29 y 30. — Vuelve á cubrirse y á llover, con amagos de tempestad unas veces, y tranquilamente otras. El viento, de escasa fuerza, oscila del S. E. al S. O. y N. O. En la tarde del 29 hubo algunos ratos de calma, durante los cuales se rasgaron las nubes, y calentó con intensidad el sol. En los 28 y 30, la llúvia fue más prolongada y abun- dante. CUADRO FECHAS. BAROMETRO. TERMOMETRO. A m A. máx. A. iuín . Oscilación. Tm T. máx. í T. mili. Oscilación. 1 707,62 708,26 706,90 1,36 21°, 3 28°, 3 15°, 6 12°, 7 2 707,14 707,77 706,31 1,46 21,9 30.4 13,4 17,0 3 708,63 709,28 707,86 1,42 22,0 31,3 13,8 17,5 4 707,91 709,85 706,53 3,32 24,0 33,1 13,2 19,9 5 705,78 706,19 704,91 1,28 23,6 31,9 17,0 14,9 6 707,53 707,95 707,10 0,85 21,9 28,8 15,4 13,4 7 706,65 708,04 705,20 2,34 21,2 29,2 10,7 18,5 8 707,58 708,35 707,29 1,06 20,6 28,9 15,7 13,2 9 705,72 707,71 703,79 3,92 20,2 27,2 10,7 16,5 10 706,46 709,44 703,96 5,48 16,6 23,1 12,5? 10,6 11 710,56 711,91 709,41 2,50 18,0 28,0 7,1 20,9 12 710,22 711,28 709,29 1,99 20,2 30,6 10,1 20,5 13 708,22 709,87 707,05 2,82 22,6 33, í 12,5 20,6 14 705,40 707,14 703,82 3,32 24,2 33,6 14,0 19,6 15 705,68 706,77 703,73 3,04 19*0 30,5 12,9 17,6 16 707,41 709,03 706,59 2,44 17,5 26,9 8,7 18,2 17 707,72 709,60 706,75 2,85 18,3 26,8 10,5 16,3 18 710,47 711,84 709,43 2,41 17,4 26,3 9,3 17,6 19 710,18 711,31 709,24 2,07 20,6 30,9 10,8 20,1 20 710,24 711,50 709,33 2,17 22,5 33,0 13,5 19,5 21 708,10 710,29 706,25 4,04 22,4 31,7 12,5 19,2 22 700,24 704,63 696,86 7,77 20,6 29,0 12,6 16,4 23 697,24 699,07 695,86 3,21 11,0 20,7 10,1? 10,6 24 705,50 709,31 700,68 8,63 11,0 16,2 7 2 9,0 25 710,28 710,86 709,84 1,02 14,0 19,9 6’, 5 13,4 26 708,32 710,53 706,42 4,11 17,0 25,5 10,4 15,1 27- 703,48 705,66 701,97 3,69 17,5 26,0 10,2 15,8 28 702,30 702,78 701,80 0,98 14,6 22,7 11,5 11,2 29 702,36 703,07 702,02 1,05 14,7 21,6 11,5 10,1 30 702,21 703,79 700,48 3,31 12,2 17,6 10,1 7,5 1.a d.a 707,10 709,85 703,79 6,06 21,3 33,1 10,7 22,4 2.a 708,51 711,91 703,73 8,18 20,0 33,6 7,1 26,5 , 3.a 704,00 710,86 695,86 15,00 15,5 31,7 6,5 25,2 Mes. 706,54 711,91 695,86 16,05 19,0 33,6 6,5 27,1 PRIMERO, PSICROMETRO. ATMO METRO. Evaporación. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. NUBES. FECHAS. Hm Tm Lluvia. Días. Dirección. Durac. 59 11.2 3,7 )) » o.s.o. )) 7 1 | 57 10,9 7,0 )) )> 0, » 1 2 56 10,7 6,2 ,, )) 0. » 0 3 so 10,8 5,6 » » 0. )) 0 4 ¡ 50 10,4 7,4 » ,> s. » 4 5 48 8,9 7,2 )) » o.s.o. » 2 6 52 9,3 8,3 » » s.o. » 2 7 52 9,2 6,6 » » 0. )) 3 8 43 6,9 8,1 )> . » 0. )) 3 9 49 6,7 6,6 » » O.N.O. » 3 10 49 7,0 5,0 » » N.E. (var.) » 0 11 45 8,0 5,9 » » N.N.E. » 0 12 50 9,9 5,7 » » N.E. -S.O. » 0 13 43 8,9 8,7 » • » 0. » 0 14 | 49 7,8 7,6 » » N.O. 1 15 47 6,7 5,6 » » O.-N.E. » 2 16 50 7,4 7,8 » » N.E. -N.O. » 3 17 52 7,6 7,5 E.N.E. » 0 18 46 8,5 5,3 » » E.-S.O- » 0 19 44 8,4 6,3 » » O.N.O. » 1 20 43 8,6 7,9 j, .» 0. » 1 21 45 7,9 10,1 » » S.O. » 4 22 89 8,9 1 2 12,6 » s.s.o. » 10 23 62 5,9 3^8 1,6 ,, O.N.O. » 4 24 61 7,2 4,4 » » 0. » 4 25 70 9,9 2,7 » » S.S.O. » 2 26 66 9,9 2,7 » » E.S.E. » 6 27 84 9,5 0,6 11,5 » E.-O. » 9 28 77 9,6 2,2 2,4 » 0. » 8 29 80 8,5 2,0 14,3 » 0. » 9 30 52 9,5 6,7 » » 71° S.O. 148h 2 1 a rl a 47 8,0 6,6 )) » 16° N.O. 75 1 i . u. 9 a 68 8,7 3,8 42,4 5 55° S.O. 137 6 3.a 56 8,7 5,7 42,4 5 79° S.O. i i 278 3 Mes. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 23 26 27 28 29 30 1.a ( 2. 3. Me; CUADRO SEGUNDO, Observaciones barométricas. HORAS. 708,26 707,07 708.34 709,30 706,02 707,14 708,04 707,29 707.66 703,96 710.89 711.67 709,87 706.89 703,94 707,83 707,07 711,18 710.67 710.70 709,91 704,63 695,86 700.68 710,09 709.70 705,66 702.34 702,34 700,48 707,00 707,31 708,42 709,01 703,58 704,17 12 708,17 707,97 706,34 706,83 707,53 709.28 709,85 706,16 707,82 707,82 707,74 707,71 705,36 711,91 711.28 709,80 707,14 704,44 709,03 707,53 711,84 711,31 711,50 710.29 703,99 696,631696,89 706,93 709.02 709,01 703,86 707,66 707,13 707.91 706,56 705,40 710,81 710,63 708,80 706,20 703,73 708.03 706.91 710,77 710,71 710,71 709,29 702,08 702,91 710.86 710,53 703,73 710,81 709,24 705,56 704,41 702,62 702,14 703,07 701,54 702,58 701,68 707,74 707,35 709,58 708,73 704,80, 704,28 707,37 706,79 a t 707,11 706.31 707,97 707,23 704.91 707,10 705.85 707,56 705,26 705,44 709,41 709,35 707,54 704,64 703,80 706.91 706,75 709.85 709,38 709,41 707,67 699,22 696,49 705,82 709,84 707,97 702.79 701.80 702,17 702.31 706,47 707,70 703,61 705,93 706,90 706,51 707.86 706,61 705,03 707,11 705.20 707,74 704,30 706.97 709.44 709,29 707.14 703,82 704.14 706.59 707.45 709,43 709.24 709,33 706.86 696.86 697,54 707.21 709.84 707.46 702.25 702,23 702.02 703.03 706,42 707.59 703,53 705.85 9 n 707,44 707,71 708.84 706.70 706,19 707,79 706,05 708,35 704,65 708,54 710.70 710.03 707,44 704.87 706.03 706.84 708,82 710,13 709.87 710.03 706,84 697,93 698,57 709,24 710,64 707.31 702,15 702.78 702,50 703.79 707,23 708,48 704,17 706,63 12 707.38 707.77 708.94 706,53 706.17 707.95 706.39 708.30 703,79 709,44 710,81 709.95 707,05 704,22 706.77 706,71 709,60 710.18 710,18 710.04 706.25 697,36 699,07 709.31 710,33 706,42 701,97 702.55 702.25 703.04 707,27 708.55 703,86 706.56 1 2 3 4 3 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 1.a i 2. .3. Me¡ CUADRO TERCERO. Observaciones termométricas. HORAS. 6 9 12 3 t 6 9 n 12 17,3 20,7 26,2 26,6 24,3 21,0 18,5 14,7 20,3 26,7 29;2 26,2 22,4 19,7 14,7 21,3 27,0 29,5 26,9 21,1 18,9 15,0 21,8 30,1 32,2 28,9 24,1 20,9 18,6 22,9 28,0 30,2 27,8 23,0 20,0 10,7 21,7 26,8 27,9 25,3 22,4 18,2 11,6 19,3 26,6 28,2 26.2 21,9 20,1 16,7 20,8 26,3 28,2 22,8 17,9 16,8 11,8 18,6 24,9 26,2 24,2 21,2 20,4 15,1 16,5 20,9 22,1 18,8 15,6 12,5 7,7 15,1 22,4 26,9 23,6 19,3 17,0 11,5 13,9 26,5 29,3 25,8 21,2 19,2 13,7 20,7 28,9 32,0 27,7 22,8 19,4 15,9 21,6 31,0 32,7 28,6 2M 21,3 15,1 19,5 26,4 27,3 21,4 16,5 13,8 9,6 15,1 23,5 25,6 21 9 18,9 14,3 12,1 18,9 25,6 25,8 20,5 17,3 14,4 10,1 16,1 21,8 24,8 21,9 18,2 15,8 12,5 17,7 26,8 29,7 25,0 21,3 17,6 14,5 21,1 29,9 31,9 26,1 21,3 19,1 14,1 21,0 29,7 31,3 26,2 20,9 17,6 13,4 19,4 27,2 27,9 24,0 20,4 16,7 12,9 12,5 12! 6 12,7 10,9 10,2 10,1 8,3 10,9 13,9 15,1 12,6 10.7 9,6 8,0 12,8 17,2 17,8 19,4 15,1 12,4 11,4 14,1 22,1 24,1 20,4 17,5 13,7 11,4 17,0 21,8 24,8 19,5 17,1 15,4 12,3 16,5 20,1 17,1 13,3 13,7 13,3 12,3 14,1 18,9 19,7 16,1 14,2 12,2 11,2 13,2 16,8 13,7 11,8 11,9 10,9 15,2 20,4 26,4 28,0 25,1 21,1 18,6 12,3 18,0 26,3 28,6 24,3 20,1 17,2 11,5 15,1 20,0 20,4 17,4 15 2 13,2 13,0 17,8 24,2 25,7 22,3 18,8 1 16,3 CUADRO CUARTO. Psicrómetro. — Humedad relativa. — ™~ L* *■ ■' FECHAS. 3 ni 6 9 12 3 t 1 6 9 n 12 1 )) 75 61 48 50 45 55 68 2 » 85 60 43 42 45 50 58 3 » 81 60 43 38 42 57 59 4 » 66 61 37 34 42 49 50 5 » 75 66 35 36 31 42 50 6 » 80 53 39 26 34 38 55 7 84 56 38 32 37 51 53 8 » 78 67 45 34 34 46 46 9 » 68 51 40 22 28 30 45 10 » 50 46 36 35 48 53 60 11 » 77 48 40 31 35 41 52 12 » 69 52 40 36 31 29 38 13 )) 67 54 42 33 35 47 52 14 » 61 52 35 25 24 37 45 15 » 55 47 39 37 34 47 60 16 » 73 52 37 30 43 32 44 17 » 62 61 30 30 45 45 54 18 » 71 55 40 46 43 42 46 19 » 58 60 32 38 23 45 47 20 » 63 48 29 - 27 38 40 45 21 i » 46 54 31 31 31 47 55 22 i » 60 50 25 32 36 46 61 23 » 91 73 88 87 93 92 89 24 o 83 74 54 42 48 59 63 25 » 77 61 48 50 36 67 84 26 » 78 84 58 50 66 64 81 27 » 78 78 67 47 58 62 65 28 » 93 77 56 80 91 96 91 29 » 93 87 78 55 65 66 85 30 » 94 80 55 69 83 82 89 1.a d.a 69 74 58 40 35 39 47 54 2.a 62 66 53 38 33 35 40 48 3.a 80 79 72 56 54 61 68 76 Mes. 70 73 i 61 45 41 45 52 60 CUADRO QUINTO. Psicrómetro. — Tensión del vapor . FECHAS. HORAS. 3 m 6 9 12 3 t 6 9 n 12 " 1 )) 10,9 11,2 12,9 13,0 10,0 10,4 10,7 2 » 10,5 10,7 11,4 12,7 11,5 10,1 10,0 3 » 9,9 11,5 11,2 11,7 10,9 10,7 í 9,7 4 » 8,3 12,0 11,6 12,1 12,3 10,9 9,1 5 » 11,9 13,7 10,2 11,3 8,5 8,8 8,8 6 » 11,3 10,3 10,2 7,2 8,1 7,6 8,5 7 » 8,6 9,4 10,0 9,1 9,5 9,9 9,5 8 » 11,0 12,1 12,0 9,5 7,0 7,0 6,5 9 » 7,1 8,1 9,4 5,5 6,4 5,7 7,0 10 » 6,3 6,5 6,5 6,9 7,7 6,9 6,5 11 » 6,0 6,0 8,2 8,0 7,6 6,8 7,4 12 » 7,0 8,7 10,3 10.9 7,6 5,5 6,4 13 7,9 9,9 12,3 11,9 9,7 9,7 8,8 14 » 8,3 10,0 11,7 9,4 6,9 8,5 8,3 lo » • 7,2 7,9 10,1 9,9 6,4 6,6 7,0 16 » 6,5 6,7 7,9 7,3 8,5 5,2 5,4 17 » 6,6 10,0 7,3 7,3 8,1 6,4 6,7 18 6,5 7,5 7,8 10,5 8,4 6,7 6,2 19 » 6,3 9,0 8,4 11,8 9.4 8.4 7,0 20 » 7,8 9,0 9,0 9,5 9,5 7,4 7,5 21 » 5,5 10,2 9,8 10,5 7,9 8,8 8,2 22 » 6,8 8,3 6,8 9,0 8,1 8,1 8,6 23 » 10,1 7,9 9,6 9,5 9,1 8,5 8,3 24 » 6,7 7,3 6,4 5,3 5,2 ■ 5,7 5,7 25 » 6,2 6,7 7,0 7,6 6,0 8,7 9,0 26 » 8,0 10,0 11,6 11,3 10,4 9,6 9,4 27 » 8,0 11,1 12,8 10,8 9,9 8,9 8,5 28 » 9,9 10,8 9,8 11,6 10,4 11,1 10,4 29 » 9,4 10,4 12,6 9,3 8,9 8,0 9,0 30 » 9,4 9,0 7,9 8,0 8,6 .8,6 8,8 1.a d.a 8,8 9,6 10,5 10,5 9,9 9,2 8,8 8,6 2.a 7,0 7,0 8,5 9,3 9,7 8,2 7,1 7,1 3> 8,0 8,0 9,2 9,4 9,3 8,4 8,6 8,6 Mes. 7,9 8,2 9,4 9,8 9,6 8,6 8,2 8,1 CUADRO SEXTO o te -O O © * ce w CO l> rH fO co TH l> Ti 20 Ti o oo" **# 00 CO Oí Z e •<5 a 20 ce r- o© ■*— os a a Ed 20 20^ir-'co^202C Ed a z o gt-COOOCCOÍCOCOO «3 a 30* I" t"" Oí o* CO 00 C© Z t-i rH Ed H ce a H r--2OOí0©Oí'«!Has0© ^3 a 05CCíT-o(Noor* Ed Oh T"1 r“T T“ OI 05 Oí T“1 T“1 y Ed H Z es? C v# rn CO 50 fO Ti O ai>^r-CT-C(MO ce ^ ce oo o" ce 20 20 ce" t-« Ed OOt^OOOOO a & ir- ir- t- r* l- ir- r- ir- ce ! O .ed .ed o .O z ¡z; .a ^ t/5 .o Ed ¿ ed c/i ¿ k- - ce Ed Z O t— 1 o© o© o o -(< ©í oí ir- oí 20 > Ed ce 20 O CIENCIAS NATURALES. BOTANICA. Enumeración de las Criptógamas de Esparta y Portugal ; por D. Miguel Colmeiro, Catedrático del Jar din Botánico de Madrid . ( Continuación .) Y. MUSGOS. ANDREACEAS. Andresea. A. alpina Hedw. Jungermannia alpina L. Bill. Muse., t . 73, f. 39. C. D. Hab. Portugal en la Serra de Gerez (Brot.) Mas bien la especie siguiente. A. Bothii Web. et Mohr. DHL Muse., t. 73, f . 40, B. Hab. España en los montes de Asturias, y particular- mente en el situado al oriente del Naviego (Dur.) Fr. pri- ma v„ (n. v.) BRÜQUIACEAS. Astomum. A. subulatum Hmp. Phascum subulatum . L. DHL Muse . i. 32, f. 10. Hab. España (Pourr.) y Portugal (Brot.) sobre tierras arcilloso-areniscas. Fr. Marz., Abr. (v. s.) Cataluña (Pourr.): Montagut (Pourr.) Andalucía (Lge.): cercanías de Córdoba (Lge.) Portugal (Brot.): cerros de Coimbra (Brot.) FASCACEAS. Acaulon. A. muticum C. Mull. Phascum muticum Sckreb. Ph., L 1. Dill. Muse . t. 32. f. 12. A. B. C. Hab. España en Aragón (Lag., Pardo, Loscos) sobre tier- ras arcillosas. Fr. oloñ., priraav. (v. s.) Phascum. Ph. cuspidatum Schrefo. Ph. acaulon L . DHL Muse. t. 32, f. 11. Hab. España (Asso, Lag., etc.) y Portugal (?) sobre tierras ligeras, algo arcillosas, en sitios húmedos y sobre los muros en muchas provincias. Fr. En., Abr. (v. v.) Aragón (Asso): monte Guara (Asso). Castilla la Nueva (Lag., etc.): Madrid, en la Casa de Cam- po, Retiro, Jardín botánico (Lag., etc., Colm.) Andalucía (Clem., Lge.): Sevilla en los juncares húmedos (Lge.) Var. o caulescens C. MülL Ph. piliferum Schreb. Ph. t. 1, f. 7. Valencia en Titáguas (Clem.) Fr. Dic., En. (n. v.) 495 Ph. cernuum Lag. Garc. Clem. Anal. Ph. cur - mcollum Hedw.? Bryol. eur. fase. 1, t. 4. Ilab. España cerca de Madrid, en la Casa de Campo, Retiro, Jardín botánico (Lag., etc.) sobre la tierra ligera. Fr. Febr., Marz. (v. v.) DISTIQUIACEAS. Distichium. D. capillaceum Br. et Sch. Briol, eur. fase. 30. Swartzia capillacea Hedw. Didymodon capillaceus Web . et Mohr. Hab. España (Clem., Roiss.) sobre las rocas en los montes elevados de algunas provincias, hallándose en las meridionales á la altura de 10.000r (Wk.) y mas arriba (Clem.) Fr. Jul. (l). V.) Andalucía (Clem., Boiss.): La Sagra (Clem.), Sierra-Nevada (Boiss.), Corral de Veleta (\Vk.) B. inclinatum Br. et Scíi. Bryum inclinatum Dicks. Swartzia inclinata Hedw. Muse. t. 27. Didymodon inclinatus Sw . Distichium capillaceum C. Müll Bol. Zeit. 1854. Hab. Pirineos centrales (Lge.) cerca de las nieves perpé- tuas. Fr..... (n. v.) FISIDENTEÁS. Fissidens. F. grandifrons Brid. Bryol . eur. fase. 17, t. 6. Hab. España en Galicia cerca de Doñinos (Lge.) en las fuentes. Fr (n. v.) F. taxifolius Hedw. Hypnum taxifolium L . DHL Muse. t. 34, f. 2. Dicranum taxifolium Sw. Hab . España (Asso, Clem.) y Portugal (Brot.) en tierras arcillosas, sombrías y húmedas de varias provincias. Fr. otoñ., inv. (v. s.) 496 Aragón (Asso): San Cosme de Guara (Asso). Asturias (Lag.): Avilés (Lag.) Valencia (Clem.): Titáguas (Clem.) Andalucía (Clem.): Sierra del Algibe (Clem.) Portugal (Brol.): Beira septentrional (Brot.) F. adianthoides Hedw. Hypnum adianthoides L. DHL Muse. t. 34, f. 3. Dicranum adianthoides Sw. ffab. España (Née, Lag.) en las cuevas, fuentes sombrías, muros y tierras aguanosas de diversas provincias. Fr. inv., primav. (v. s.) Aragón (Lag., Pardo, Loscos). Navarra (Née, Lag.) : Roncesvalles (Née). Asturias (Lag.): Peñafurada (Lag.) Andalucía (Clem.): Agua agrilla de Portugos, Sierra del Algibe, inmediaciones de Cádiz, Gibrallar, Algeciras (Clem.) P. bryoides Hedw. Hypnum bryoides L. Dill. Alusc. t. 34, f. 1. Dicranum viridulum Sw. Fissidens exilis Hedw., Muse. t. 38, planta ánnua ex parle. Hab. España (Lag., etc.) y Portugal (Brol.) principalmente sobre tierras arcillosas, en sitios sombríos y húmedos de muchas provincias. Fr. Febr. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat(E. Bout.) Aragón (Pardo, Loscos). Asturias (Pastor). Galicia (Camiña). Castilla la Nueva (Lag., etc.): Madrid en el Jardín botá- nico y Casa de Campo (Lag., etc.) Andalucía (Clem., Lag.): Sierra del Algibe (Clem.), San- lúcar de Barrameda (Clem., Lag.) Portugal (Brot.): Beira en Coimbra (Brot.) P. osmundioides Hedw. Muse. t. 40. Dicranum osmundioides Sw. Hab. España (?) en las praderas pantanosas. Fr. primav. (n. v.) LEUCOBRIACEAS. Leucobryum. L. vulgare Hmp. Brijum glaucum L. Bill. Muse . L 46, f. 20. Dicranum glaucum Fledw. Hab. España (Née, Clero.): en los montes de Irati y otros de Navarra (Née), y Portugal (Brot.) en las provincias septen- trionales. Fr. verán, (o, v.) ESFAGNACEAS. Sphagmim. S. cymbifolram Ehrli. S. obtusifolium Ehrh. S. pa- lustre L. DHL Muse. t. 32, f. I. S. latifolium Hedcc. Hab. España (Née, Lag.) en sitios montuosos y pantanosos de muchas provincias. Fr. Jul. , A g. (v. s.) Cataluña (Villers): valle de Aran (Villers). Navarra (Née): Ronces va lies (Née). Santander (Salcedo): Liébana (Salcedo). Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Castilla la Vieja (Rodr.): San Ildefonso (Rodr.) Extremadura (Lag., etc.)* Sierra próxima á Trujillo (Lag., etc.) Portugal (Brot.) S. compactara. Brid. Brgol. germ.i. 2, f. 5. Hab. España (?) en los matorrales húmedos. Fr. Jul., Ag.v (n. v.) FUNARIOIDEAS. Fuñaría. F. hygrometriea Hedw* Muscus VIII Quer. Mnium hygrometricum L. Bryum hygrometricum Neck. DHL Muse, t. 52, f. 75. TOMO XVI. 32 498 llab. España (Quer, Lag., etc.) y Portugal (Brot.) en los caminos sombríos y húmedos, los muros y piedras de todas las provincias. Fr. Febr., May. (v. v.) Cataluña (Colín., Texid.): Barcelona (Colm.) Aragón (Pardo, Foscos). Prov. Vascongadas (Wk.): Irun (Wk.) Asturias (L. P. Ming.) Galicia (Colm., Texid.): Santiago (Colm., Texid.) Castilla la Nueva (Quer): Madrid (Quer, Colm.) Valencia (Geni.): Titáguas (Clem.) Andalucía (Clem., Boiss.): Vega de Lanjaron, Sanlúcar de Barrameda, Conil (Clero.), Málaga (Prol .), Gibrallar (KeL), Cádiz, Sevilla, en los Caños de Carmona (Colm., Lge.) Portugal (Brot.): Coirobra (Brot.) Baleares: Mallorca (Camb.) F. convexa Spruce. F. serrata Bryol. eur. fase. 11, /. 3. Ilab. España (Lge.) en las provincias meridionales sobre la tierra húmeda. Fr. Febr., Abr. (n. v.) Andalucía (Lge.): Sierra-Morena en Valdehuertas, Granada, Sevilla, en los juncares húmedos. (Lge.) F. Fontanesii Scliw. Supp. t. 66. Iíab. España (?) y Portugal (Spreng.) Fr..... (n. v.) Phy scomit riurn . Pli. pyriforme Brid. Musc-us NI 11 Quer. Brijum pyriforme L . Bill. 31usc. t. 44, f. 6. L. Gymnostomum pyriforme Hedw . Hab. España (Quer, Asso) y Portugal (0. Bapt.) en los prados y campos húmedos de várias provincias. Fr. primav. (v.s.) Aragón (Asso, Xarne): San Cosme de Guara (Asso), Vi- llarluengo (Xarne). Castilla la Nueva (Quer): circuito de Madrid (Quer, P. de Escob.), Soto de Migas-Calientes, Escorial, El Paular (Quer). Portugal (D. Bapt.): Coimbra (D. Bapt.) Amblyodon. A. dealbatus P. Beanv. Bryol. eur. fase. 10, t. 1. 3/eesia dealbata Iledw. Muse. t. k\, Bryum dealbatum Dichs. Hab. España, en el Corral (le Velela de la Sierra-Nevada, á la altura dé -9.000' (Boiss). Fr. Juh (n. v.) MNIOIDEAS. Mnium. M. punotatnm Hedw. Muscus XV I Quer. Mnium serpyllifolium a L. DHL Muse. t. 53, f. 81. A. Bryum pune- tatum Schreb - Hab . España (Quer, Asso) y Portugal (Vand., D. Bapt.) en las praderas sombrías y húmedas de muchas provincias, ha- llándose en las meridionales á la altura de 7.000-8.000' (Boiss.) y mas arriba (Clem.) Fr. May. (v. v.) Cataluña (Yiilers, E. BouL): valle de Aran (Villers), Mon- serral (E. Bout., Lag.) Aragón (Asso): Zaragoza (Echeand.) Asturias (Lag.): Valgrande (Lag.) Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). Castilla la Vieja (Rodr.): San Ildefonso (Rodr., Alea). Castilla la Nueva (Quer, Clem.): Escorial, El Paular (Quer), inmediaciones del Manzanares (Clem.), Puerlo-Reven- lon (Colm.) Valencia (Clem.): Iiláguas (Clem.) Andalucía (Clem., Bory): Chórrelas de Portugos (Clem.) Sierra-Nevada (Clem., Boiss.), nacimiento del Dilar (Bourg.) Portugal (Vand., D. Bapt.): Goimbra (D. Bapt.), Beira y otras partes (Brol.) M. cuspidatum Hedw. Mnium serpyllifolium ¡3 L . Dill. Muse. t. 53, f 79. A.-L. Bryum cuspidatum Schreb. Hab. España en el valle de Aran (Villers) y Portugal (Brol.), en las selvas húmedas y sombrías de las provincias septentrionales. Fr. primav. (v. s.) 500 M undulatum Hedw. Mnium serpyllifolium o L. Dill. Muse. t. 52, A. L. f. 76. A.-E. Bryum ligulatum Schreb. Ilab. España (Clem., Yillers) y Portugal (Yand., Brot.) en sitios sombríos y húmedos de varias provincias. Fr. primav. (V. s.) Cataluña (Villers): Valle de Aran (Villers). Aragón (Pardo, Foscos). Valencia (Clem.): Tiláguas (Clem.) Andalucía (Clem.): Chorreras de Porlugos (Clem.) Portugal and., Brot.) M. hornum Hedw. Bryum hornum Sw. Dill . Muse, t. 51, /. 71. Hab. España (Yillers, E. Bout.), y Portugal (?) en las selvas húmedas de los montes elevados en las provincias sep- tentrionales y centrales. Fr. Abr., Jun. (v. s.) Cataluña (Yillers, E. Bout.): valle de Aran (Villers), Mon- serrat (E. Bout.) Castilla la Vieja (Rodr.): S. Ildefonso (Rodr., Alea). M. palustre Hedw. Bryum palustre Sw. Dill. Muse . t. 31, f. 8. Hab. España (Clem., Lag., Bory) en sitios pantanosos ó muy húmedos de muchas provincias. Fr. primav. (v. s.) Aragón (Lag.) Castilla laVieja (Rodr.): San Ildefonso (Rodr.) Andalucía (Clem., Bory): Sierra-Nevada (Clem., Bory), nacimiento del Dilar (Bory). Baleares (AYeyler). M. androgynum L. DHL Muse. /. 31, f. 1. Bryum androgynum Hedió . Hab. España en los bosques de San Ildefonso (Rodr.) Fr raramente, (n. v.) Georgia. G. Mnemosynum Elirh . Mnium pellucidum L. Dill . Muse. t. 31, f. 2. Tetraphis pellucida Hedió. Hab. España (Asso, P. de Escob.) y Portugal (D. Bapt.) en sitios pantanosos y sombríos mas ó menos elevados, par- 501 ticularmente en los bosques y matorrales sobre los troncos ó entre los céspedes, en varias provincias. Fr. primav. (▼. s.) Aragón (Asso): monte de Guara (Asso). Asturias (Lag.): Yalgrande (Lag.) Castilla la Nueva (P. de Escob.): contornos de Madrid (P. de Escob.) Andalucía (Clem.): Alpujarras en Porlugos (Clem.) Portugal (D. Bapt.): cercanías de Coimbra (D. Bapt.) Catharinea. C. Callibryon Ehrh. Bryum undulatum L. Dill. Muse . t. 46, f. 18. Pohjtrichum undulatum Hedió. ¡lab. España (Née, Lag., etc.) en las selvas de las provin- cias septentrionales y centrales, é igualmente en los montes elevados de las meridionales. Fr. Marz. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Navarra (Née): Ronces val les (Née). Santander (Salcedo): valle de Pas (Salcedo). Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Castilla la Nueva (Cav., Lag., etc.): Manzanares (Cav., Lag., etc.), El Paular (Née). Andalucía (Clem.): Agua agrilla de Portugos (Clem.) Polytrichum. P. aloides Hedw. Dill. Muse . t. 55, f. 7. P. aloefo- lium Scop. Iíab. España (Lag., Lge.) y Portugal (Brot.) cerca de las rocas húmedas y en sus grietas en los montes de las provin- cias septentrionales. Fr. primav., otoñ. (v. s.) Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Galicia (Lge.): Ferrol (Lge.) Portugal (Brot.): Coimbra y otras partes en Beira y pro- vincias septentrionales (Brot.) P nanunx Hedw. Mnium polytrichoides calyptra vil- losa a L. Dill. Muse, t . 55, f. 6. Polytrichum pumilum Sw. P . subrotundum Menz . 502 Hab. España (Née, Lag., etc.) en tierras arcilloso-are- nosas de las provincias seplentrionales y centrales, é igual- mente en los montes elevados de las meridionales. Fr. Maíz. (V. s.) Navarra (Née): Hurguete (Née). Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Castilla la Nueva (Lag., etc.): Becerril (Lag., etc.) Andalucía (Lag., etc.): Barranco de Trevelez (Cieña.) P. urnigerum L. DHL Muse. t. 55, f. 5. Hab. España (Lag. etc.) y Portugal (?) en sitios pedregosos y húmedos de los montes, é igualmente en los pinares y ma- torrales de varias provincias. Fr. Marz. (v. s.) Cataluña (Villers): valle de Aran (Villers). Asturias (Lag.): Valgrande (Lag.) Castilla la Nueva ( Lag., etc.): Colmenar Viejo (Lag., etc.) P. alpinum L. DHL Muse. t. 55, f. 4. P. norvegicum Hedw. Hab. España (?) y Portugal en las Serras de Estrella y Gerez (Brot.) Fr. verán, (n. v.) P. piliferum Schreb. Muscus XV. Quer. Polytri - chum commune y L. Dill. Muse. t. 54, f. 3. Hab. España (Quer, Clem.) y Portugal (Brot.) en los ma- torrales de las provincias septentrionales y en los montes ele- vados de las centrales y meridionales, hallándose en estas á la altura de 4.800-6.000' (Clem.) Fr. May. (v. v.) Navarra (Née): Ronces val les, Burguete (Née). Asturias (Dur.): monte situado al oriente del Naviego (Dur.) Galicia (Lge.): Lugo (Lge.) León (Lge.): , Villafranca del Yierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Quer): San Ildefonso (Quer), San Millan de la Cogulla (Lag., etc.), Rioja (Pozo). Castilla la Nueva (Lag., etc., Née): Colmenar Viejo (Lag., etc.). El Paular (Née), Sierra de Guadarrama (Colm., Lge.) Andalucía (Clem.): Sierra del Algibe (Clem.) Portugal (Brot.): Coimbra y otras parles en las provincias seplentrionales (Brot.) 503 P. juniperinum Hedw. Muse. t. 13, Bryol. eur. fase. 21-22, t. 15, 16. Hab. España (Clem., Salcedo) y Portugal (Brot.) en los matorrales y selvas húmedas de las provincias septentrionales y en los montes elevados de las demás, inclusas las meridio- nales. Fr. May. (v. s.) Navarra (Née): Boncesvalles, Hurguete (Née). Santander (Salcedo): peñas de Tríllemelo (Salcedo). Castilla la Vieja (Lag., etc.): San Millan de la Cogulla (Lag., etc.), Rioja (Pozo), San Ildefonso (Rodr.) Castilla la Nueva (Lag., etc.): Colmenar Viejo (Lag., etc.) El Paular (Née). Andalucía (Clem.): Sierra-Nevada (Clem.) Portugal (Brot.): Coimbra y otras partes en Beira y entre Duero y Miño (Brot.) Var (3. slrictum C. Midi. Polytriehum strictum Menz . Var. y alpestre C. Müll. Polytriehum alpestre Iloppe. Sierra-Nevada en los Borreguiles, á la altura de 7.000-9.000' (Boiss.) P. commune L. Bill. Muse. t. 54, f. i, Muscus XIV Quer. Hab. España (Quer, Asso) y Portugal (Vand., D. Bapt.) en los sitios aguanosos de los montes de casi todas las provin- cias. Fr. Marz., Jul. (v. v.) Cataluña (Quer, E. Bout.): Pirineos (Quer), Monserrat (E. Bout.), valle de Aran (Villers), Monseny (Pourr.) Aragón (Asso): pinar de Losilla, cerro de Albarracin (Asso). Navarra (Née): Roncesvalles, Hurguete (Née). Santander (Salcedo). Asturias (Lag., Pastor, L. P. Ming.): Arvas (Lag.) Galicia (L. Alonso, Colm., Lge.): Doncos (Lge.), Lugo, Santiago (Texid.) León (H. de Greg.): Puebla de Sanabria (II. de Greg.) Castilla la Vieja (Quer, Lag., etc.): montes de Avila, 11o- yoquesero (Quer), San Millan de la Cogulla (Lag., etc.), San Ildefonso (Née, Colm.), Sierra la Hez, subiendo á las Ruedas (Pozo). 504 Castilla la Nueva (Quer, Lag., etc.): El Paular (Quer, (Née, Lag., etc.), cercanías de Madrid (P. de Escob.), Colmenar Viejo (Lag., etc.), Escorial (Rodr.) Andalucía (Clem.): Alcalá de los Gazules, Grazalema, cerro de San Cristóbal (Clem.) Extremadura (H. de Greg.): Sierra próxima á Trujillo (H. de Greg.) Portugal (Vand., D Bapt., Brot.): Coimbra (D. Bapt.) Nombr. vulg. Casi. Pulitrique (R. de Tud.), Culantrillo de pozo que íraeApuleyo (Jarav.), Adianto áureo, Adianto dora- do, Mosco capilar (Mártras), Politrico común, Musgo capiláceo ó capilar (Palau). Mofo en Asturias (L. P. Ming.) Fort . Poly,- trico (Brot.), Avenca d’oiro, Polylricho d’oiro (Brot., Figueir.) CataL Molsa (Bassag.) Balear. Politrich (Serra). Vasc. Go~ roldioa , Oroldioa (Larra m.) P. septentrional e Sw. Muse. suec. t. 9. Ilah. España en el picacho de Veleta de la Sierra-Nevada á la altura de 10.000r (Boiss). Fr. Ag. (n. v.) P. formosum Hedw. Muse . t. 19, Bill. t. 54, f. 2. Eab. España (Wk., Lge.) en los montes de las provincias septentrionales á la altura de 1.000-1.500' (Wk.) Fr. Abr. (n. v.) Prov. Vascongadas (Wk.): Irun (Wk.) Galicia (Lge.): Pico Sagro (Lge.) liRIACEAS. Bryum. B. bimum Sclireb. Bryol. eur. fase . 0-9, t. 21. W en- tera a f finís Bruch . Eab . España (Lag., Clem.) en sitios pantanosos de las provincias septentrionales y cerca de las aguas en los montes elevados de las meridionales. Fr. primav., verán, (v. s.) Asturias (Lag.): Valgrande (Lag.) Andalucía (Clem.): Agua agrilla de Portugos, dehesa de Camarale (Clem.) 505 B. pseudotriquetrum Hedw. BnjoL eur. fase. 6-9, t. 24. B. ventricosam Dicks. Hab. España en la Sierra-Nevada, ala altura de 7.000- 9.000' (Boiss.) cerca de los arroyos. Fr. Ag. (n. v,) Var. a nevadense Hampe. Sierra-Nevada en el barranco de Dilar á la altura de 9.500' (Wk.) B. turbinatum Hedw. Bill. Muse. I. 51, f. 74. Var. y lalifolium C. Müll. Mnium latifolium Schleich. B. Schleicheri Schwagr. Asturias (Lag.), Puerto de Benas- que (Lge.), Sierra-Nevada en el descenso de Mulakacen sobre Vacares á la altura de 8.000-9.000' (Boiss.) B. inclinatum Br. et Sch. Bryol. eur . fase. 6-9, t. 3, non Dicks. Pohlia inclínala Sw. Hab. España en la Sierra-Nevada en el Dornajo y sobre San Gerónimo á la altura de 6.500' (Boiss.) Fr. Jun. (n. v.) B. pallescens Schwagr. Bryol. eur. fase. 6-9, t. 22, B. rupincolum Schleich. Hab . España en la Sierra-Nevada cerca de Vacares, á la altura de 7.000' (Boiss.) y en lo mas elevado del barranco de San Juan á la altura de 8.000' (Wk.), sobre las pizarras. Fr. Set. (n. v.) B. capillare Hedw. Mnium capillare L. Bill. Muse, t. 50, /: 67. Hab. España (Lag., E. Bout.) y Portugal (Brot.) en los se- tos y selvas húmedas de muchas provincias. Fr. Jun., Jul. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Aragón (Lag.) Santander (Salcedo): valle de Pas (Salcedo). Asturias (Lag.): Valgrande (Lag.) Galicia (Lge.): Lugo (Lge.) Portugal (Brot.): Coimbra y otras parles en Beira (Brot.) Baleares: Menorca (Hern., Camb., Oleo). B. obconicum Hsch. Bryol. eur. fase. 6-9, t. 27. Hab. España en Granada y Córdoba (Lge.), sobre la tierra, muros y rocas húmedas. Fr. Maíz., Abr. (n. v.) B. cespititium L. DHL Muse. t. 50, f. 66. Mnium cespilitium Brid. 506 Eab . España (Asso, E. BouL) y Portugal (Vand., Brol.) en los troncos, muros, tejados y tierras fuertes de muchas pro- vincias, hallándose en las meridionales á la altura de 10.000- 1 5.000' (Cíem.) Fr. Febr., Marz. (v. v.) Cataluña (E. BouL): Monserral (E. Boul.) Aragón (Asso, Echeand.): montes de Guara (Asso), Zara- goza (Echeand.) Santander (Salcedo). Asturias (Lag.): Valgrande (Lag.) Castilla la Nueva (Lag., etc.): Madrid en el Retiro (Lag., etc.) Valencia (Clem.): Titáguas (Clem.) Andalucía (Clem.): Conil , Sierra-Nevada, Sierra de Baza, dehesa de Camarate en lo alto, barranco de Bodurria (Clem.), Tajo de Veleta (L. Seoane.) Portugal (Vand., Brot.): Coimbra y otras parles (Brot.) B. alpinum L. Bill. Muse. t. 50, /. 64. ¡lab. España (Bory, Rodr.) en los sitios pedregosos y hú- medos de los montes elevados de varias provincias. Fr. Jun. (v. v.) Castilla la Vieja (Rodr.): San Ildefonso (Rodr.) Castilla la Nueva (Colm., Lge.): Escorial (Colm.), Guadar- rama (Lge.) Andalucía (Bory): Sierra-Nevada en los Borreguiles (Bory), Corral de Veleta (Colm.) B. Zierii Dicks. Bryol. eur. ¡ase. 6-9, t. 9. Eab . España en el Puerto de Benasque (Lge.) y en otras partes de los Pirineos. Fr. Ag. (n. v.) B. carneum L. PUL Muse. t. 50, f. 69. B. delicatulum Hedw. Eab. España (Xarne, Villers, Lag., etc.) y Portugal (?) sobre la tierra arcilloso-arenisca, y entre las piedras, en sitios sombríos y húmedos de muchas provincias. Fr. Marzo, (v. s.) Cataluña (Villers): Valle de Aran (Villers). Aragón (Xarne): Villarluengo (Xarne). Santander (Salcedo). Asturias (Pastor). Castilla la Nueva (Cav., Lag., etc.): Madrid (Cav.? (Lag., etc.) 507 Andalucía (Clem.): Sierra-Nevada (Clero.) B. erythrocarpon Schwagr. Bryol. eur. fase . 0-9, /. 36. B. sanguineum Brid. Hab. España en la Sierra-Nevada dentro del corral de Veleta á la altura, de 9.600r (Boiss). Fr. Jul. (v. s.) B. Tozzeri Grev. Bryol. eur. fase . 6-9, /. 16. Hab. España (Lge.) sobre tierras arcillosas y calizas en las inmediaciones de los rios. Fr. Marz. (n. v.) Andalucía (Lge.): cercanías de Córdoba (Lge.) B. atropurpnreum WaMenb. Bryol. eur. fase. 6-9, t. 37. B. erylhrocarpon ¡3 bicolor Brid. B. bicolor Turn. líab. España (Lge.) en los terrenos arenosos y sobre las rocas calizas en las provincias meridionales. Fr. primav. (u. V.) Andalucía (Lge.): Cádiz, Málaga y puntos intermedios (Lge.) B. argenteum L. Bill. Muse. t. 50, f. 62. Hab. España (E. Bout., Lag., etc.) y Portugal (Brot.) en los muros, tejados, rocas y tierras arenosas de muchas pro- vincias, llegando en las meridionales á la altura de 7.000- 8.000' (Boiss). Fr. En., Febr. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Aragón (Pardo, Loscos). Castilla la Nueva (Lag., etc.): Madrid (Lag., etc.) Valencia (Clem.): Titáguas (Clem.) Andalucía (Clem., Boiss.): Conil, Castril (Clem.), Sierra- Nevada en el Borreguil de San Gerónimo (Boiss.), Málaga (Lge.) Portugal (Brot.): Coimbra (Brot.) B. polymorplram Br. et Sch. Bryol. eur. fase. 6-9, t. 8. Jlab. España en el Puerto de Benasque (Lge.), y en otras partes de los Pirineos. Fr. Ag. (n. v.) B. pyriforme Hedw. non L. Mnium pyri forme L. Bill. Muse. t. 50 , f. 60. Web era pyri forráis Hedw . Hab. España (E. Bout., Clem.) y Portugal (Yand., Brot.) en sitios arenosos y húmedos, sobre la tierra, los muros y ro- cas en muchas provincias. Fr. Febr., Marz. (v. s.) 508 Cataluña (E. BouL): Monserral (E. Bout.), Monjuich (Arríete). Aragón (Pardo, Loscos). Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). Andalucía (Clem., Lag.): Sanlúcar de Barrameda (Clem., Lag.), Conil (Clem.) Portugal (Vand., Brot.) B. annotinnm Hedw. Mnium annotinum L. DHL Muse. t. 50, f. 68. [Lab. España (Lag., Yillers) y Portugal (Brot.) en tierras arcillosas y arenosas bastante húmedas. Fr. May. (v. s.) Cataluña (Yillers): valle de Aran (Villers). Aragón (Lag.) Portugal (Brot.) B. Ludwigii Spreng. Brijol. eur. fase. 6-9, t. 14. Hab. Pirineos centrales (Lge.), cerca de las nieves. Fr (n. v.) B. nutans Schreb. DHL Muse. t. 50, f. 61 .Webbera nutans Hedió. Muse ., t. 4. ¡Lab. España (Dur., Colm.) sobre la tierra seca ó húmeda y las rocas en los montes de las provincias septentrionales principalmente. Fr. Febr., Maíz. (v. s.) Asturias (Dur.): monte situado al oriente del Naviego (Dur.) Aragón (Pardo, Loscos). Castilla la Vieja (Colín.): San Ildefonso? (Colm.) (Se continuará.) VARIEDADES Fenómeno curioso. El dia 6 del corriente mes, á las once y algún minuto de la mañana, se observó desde diversos puntos de Asturias y de la provincia de Santander un bólido ó fenómeno meteórico de los más raros y curiosos que pueden presentarse. El dia, según de Llanes nos escriben, estaba completamente despejado, y el sol brillaba tan limpio y puro como en los meses de julio y agosto, señalando el termómetro 15° á la sombra, y hallándose agitado el aire por una suave brisa delN. E. A la hora mencionada se presentó en el espacio como una nube blanquecina, que despidió un rastro centellante de luz, cuyos colores no era posible distinguir bien por efecto de la hermosa claridad del dia. Al corto rato aquella nube reventó y se dividió en dos, con una explosión espantosa, que retumbó sin inlervalo alguno du- rante ocho segundos, y simultáneamente despi dió una ráfaga luminosa que también subsistió sin disiparse por completo cási al propio tiempo. El cúmulo denso y negro de humo ó vapores en que la nube se resolvió después, ó á consecuencia del estallido, tardó en disiparse ó desaparecer de la vista de los espectadores al rededor de un cuarto de hora. Mientras la nube permaneció sobre el horizonte de Llanes, ni en el momento de estallar, ni después de disipada, las agujas imantadas y demás aparatos electro-telegráficos de la estación de aquella villa, no experimentaron perturbación alguna sensible. El efecto de la explosión del bólido fué tal que varias casas temblaron, y las gentes que por el campo andaban desprevenidas, se asustaron, y creyeron por un momento que los montes inmediatos se derrumbaban ó chocaban unos con otros. El ruido de la explosión se oyó á más de 3 leguas de distancia. Los residuos de la nube se dirigieron hácia N., y en el dia 7 se suponía que habrían ido á sepultarse en el mar. Posteriormente, ó con fecha 10, la misma persona que nos anunció las anteriores noticias ha vuelto á escribirnos, diciendo que en Cangas de Onís, á 5 leguas de Llanes, cayeron en el mencionado dia 6 diferentes aerolitos ó piedras meteóricas, hasta de 40 libras de peso alguna, negras y escoriadas, compactas y muy densas. Uno de los aerolitos, de 10 libras de peso, parece marcado por una cifra ó número 6 que se destaca en relieye admirablemente. En un pozo del rio Sella se sospechaba había caido otro del tamaño de media pipa, y se hacían diligencias para en- contrarle y extraerle. Todos estos aerolitos se han mandado recojer y depositar en la casa ayuntamiento de Cangas, por orden de la autoridad civil. Así lo refiere con algunos otros detalles de menos importancia el gefe de la estación telegráfica de Llanes, Sr. I). Pedro Díaz de Rivera. Nuevo reactivo del yodo. Además del almidón, reactivo tan conocido del yodo, se ha encontrado otro que, según se dice, le aventaja en competencia con él. En la Cronique industrielle de Mr. Chevallier hijo, hemos visto, bajo el epígrafe de Aplicación en la química del aceite de petró- leo, que dicho acceite purificado es tan sensible como el almidón, para descubrir la presencia en un líquido de cantidades infinitamente peque- ñas de yodo. Queriendo ensayarlo Mr. Barral tomó 1 miligramo de yoduro potásico, que disolvió en 108 de agua, según aconseja Mr. Laronde, autor del procedimiento, y agitando fuertemente en un tubo de reac- tivos este líquido con 1 gramo de petróleo, después de añadirle 3 gotas de ácido nítrico, se ve sobrenadar el petróleo, que toma un color de rosa. El mismo color se obtiene empleando el sulfuro de carbono. Aunque Mr. Barral no ha empleado todavía este método de investigación para líquidos que contengan cantidades pequeñísimas de yodo, Mr. Laronde ha podido demostrar la presencia del yodo en orinas que contenían cantidades casi inapreciables de yoduro potásico. Aplicación del talio á la fabricación de vidrios muy refringentes. El talio, metal descubierto por medio del análisis espectral, merced á la hermosa raya verde que le caracteriza, parece que va á adquirir cierta importancia en las artes industriales. En efecto, en Inglaterra acaba de aplicarse para la fabricación de un vidrio dotado de una fuerza de refracción sumamente considerable. Hasta ahora los vidrios más densos se obtenian por medio de una mezcla de 300 partes de arena lina, 200 de minio y 100 de carbonato de potasa purificado. Aumentando la proporción de la base plúmbica, tendremos una refrin- gencia cada vez mayor, pero limitada por la coloración que el vidrio puede adquirir en virtud de, esta adición. El nuevo vidrio de que habla- mos se compone de las partes siguientes: Arena pura - 300 Peróxido de plomo 200 Carbonato de talio 333 Obtenido de este modo el vidrio tiene un ligero color amarillo: su peso específico es 4,233, y su índice de refracción para los rayos ama- rillos es 1,71, cifras que son mucho más elevadas que en ninguna otra clase de vidrio de base de plomo. Este resultado era fácil de preveer, por- que en efecto, solo la densidad del plomo es de 11,443, mientras qúe la del talio llega á 11,9. Sábese que este último metal le ha descubierto un químico inglés; pero al sábio francés Mr. Lemy se debe el haberle aislado en cantidad considerable, y haber determinado sus diversas pro- piedades. Modo de blanquear la lana. Procedimiento Bullo, de Berlín. Se sumerje la lana en bruto en una disolución de sulfato de magnesia, á la cual se haya añadido una cantidad conveniente de bicarbonato de sosa, y despucs se calienta suavemente hasta 40°. Bien pronto se desprendo ácido carbónico, y al mismo tiempo se forma un hidrocarbonato básico, que adhiriéndose á los filamentos de la lana, sin alterar en nada su finura y lijero peso, la vuelve blanca, del color blanco brillante que tienen las lanas procedentes de Inglaterra. Para 100 kilogramos de lana se emplean 5 de sulfato de magnesia disueltos en suficiente cantidad de agua, y 3*/2 do bicarbonato de sosa. Conservación de la manteca. Una parte de azúcar, otra do nitro y dos de sal, hecho todo polvo muy fino, forman una mezcla muy á propósito para la conservación de la manteca. Son suficientes 60 gramos de la mezcla para cada kilogramo de manteca fresca, la cual á los 15 dias después de la operación queda en muy buen estado, teniendo un sabor muy delicado y agradable, y pudiendo conservarse años enteros. En Inglaterra añaden á cada kilogramo de manteca fundida y purificada 60 gramos de miel, y mezclando con cuidado ambas sustancias, se logra, además de un sabor agradable, el que la manteca pueda conservarse mu- cho tiempo. Fabricación de papel con paja. La escasez de trapo para la fabricación del papel ha hecho que se fije la atención en este punto, y se hagan tentativas de todas clases para sustituirle, las cuales han dado hasta ahora más ó ménos resultados. En la actualidad parece haberse con- centrado más particularmente en los productos celulósicos que proceden de la disgregación de la paja por medio de los álcalis. Esto es al ménos lo que se deduce del hecho de haber aparecido á la vez tres procedi- mientos, aplicados el primero por Mr. Pary, el segundo por MM. Tait, Holbrook y Talón, y el tercero por la fábrica de Val-Vernier, fundados todos en la idea que acabamos de emitir. No conocemos los pormenores del primer procedimiento, y por consiguiente no podemos hacer más que mencionarlo; pero respecto de los otros dos haremos notar sus rasgos característicos, con el propósito decidido de volver más adelante á insistir sobre un asunto de tan grandes consecuencias, cuando los resultados hayan recibido una sanción definitiva del tiempo. En la actualidad se está experimentando diariamente el procedimiento de Val-Vernier con 4.000 kilogramos de paja de avena, que es la que se prefiere por ser ménos dura y tener ménos nudos que las demás pajas. La materia primera, cortada con un instrumento á propósito, se introduce en cantidad de 650 kilogramos en un líquido alcalino de 143 Beaumé, que contenga 250 kilogramos de sosa cáustica, en cada compartimiento de un aparato dividido en dos secciones por medio de un diafragma agujereado. Mediante la acción de la sosa, aumentada con la rotación del aparato y con una temperatura bastante elevada, debidá aun chorro de vapor que se hace pasar por espacio de seis horas, se disgrega la paja, dando una pasta blanda que se vuelve blanca lavándola con agua, y tratándola con cloruro de cal y ácido sulfúrico dilatado. En tal estado constituye una sustancia á propósito para recibir todas las preparaciones que se usan en la fabricación del papel. Puede regenerarse la sosa evaporando la diso- lución alcalina, y se hace servir para nuevas preparaciones. El tercer procedimiento, que obtuvo privilegio en Bélgica desde el mes de enero de 1864, y es debido á MM. Tait, Holbrook y Talón, con- siste en emplear toda clase de paja cortada á máquina, triturada con 512 piedra y pasada por tamiz. Quitando de esta manera las sustancias ter- reas y silíceas, ó que puedan ser atacadas con más facilidad, queda la paja privada de sus materias colorantes, que se disuelven dejándola sumerjida en agua caliente, é hirviéndola en seguida por espacio de cinco ó seis horas con una disolución de sosa cáustica á lo0 Beaumé, en la proporción de 315 litros de líquido para 46 kilogramos de paja seca; terminado el lavado con agua se vuelve á tratar la masa con ácido sulfúrico dilatado en cantidad de agua treinta veces mayor, se hierve por espacio de otras dos horas, y se echa sobre el residuo cloruro de cal líquido no lavado y que haya servido ya para blanquear una vez. Al cabo de veintiocho horas, durante las cuales se echa de cuando en cuando la disolución sulfúrica para desprender el cloro del cloruro, se lava con agua caliente, se recuece nuevamente la paja ya apurada en sosa cáustica, que marque Io, y se obtiene por último un producto blanco, que llena todas las condiciones que se exijen para la pasta del papel. Editor responsable, RicakIm) Rciz. N.* 9.°— REVISTA DE CIENCIAS. — Diciembre de 1866. CIENCIAS EXACTAS. GEOMETRIA SUPERIOR» Introducción á la Geometría superior; por el Sr. D. José Echegaray, individuo de la Real Academia de Ciencias . (■ Continuación .) III. — Propiedades proyectivas . Núm. 28. Teorema. Dados dos sistemas de cuatro pun~ tos (fig. 11 ), a* bs c, d el primero, a , b\ c\ d' el según- do, sobre dos rectas XX, X'X \ en los que se corresponden los puntos a , ar; 6, c, c ; dt d'; y tales que las rectas aa, bb\ cc\ dd\ que unen dichos puntos homólogos ó corres- pondientes, concurren en un punto O , la relación anarmónica del sistema abcd será igual á la del a' b' c' d' . [Es decir, que las sas relaciones anarmónicas del primer sistema serán iguales á las seis del segundo.] Demostración. En efecto, representando para abreviar por K la frase relación anarmónica, tendremos según el teorema fundamental: TOMO XVI. 33 514 R& [a, b , c, d] r- #a [/ms O i /i C D\ , y tfa [a', //, <¿, dr] = fía [te O A 5 C />] ; luego Ra [a, ó, c, d] = $a [ar, 6', c\ d'] ; ó bien a c ad a c a d' b e bd b’ c ' b’ d’ ‘ Observación . El teorema anterior puede también enun- ciarse de este otro modo: Teorema. Si corlamos un haz de cuatro rectas por dos se- cantes cualesquiera XX, X'X', las relaciones anarmónicas de los puntos de intersección serán iguales. Núm. 29. El teorema siguiente es en cierto modo el recí- proco del anterior. Teorema. Dados sobre dos rectas XX, X'X1 (fig. 12), dos sistemas de cuatro puntos cada uno, a , b, c, d el primero, a , b' , c\ d' el segundo, cuyas relaciones anarmónicas sean igua- les, siempre pueden colocarse dichos sistemas sobre un mismo haz. Es decir, de tal modo que las rectas a a, bb', ce, dd\ que unen los puntos correspondientes, concurran en un mismo punto O. Demostración . Coloquemos las rectas dadas XX, X'X en cualquier dirección, pero de manera que dos puntos corres- pondientes a y a\ por ejemplo, coincidan, y vamos á demos- trar que las rectas bb', ce', d d' concurrirán en un cierto punto O. En efecto, tracemos las rectas bb' , cc , que unen dos pares de puntos correspondientes, y sea O su punto de intersección: tracemos asimismo las rectas O a y O d\ y vemos desde luego que los puntos a, a' , b, b' , c, c se hallan sobre el haz de tres rectas O A B C : falta probar que la recta O d' pasa por el punto d. 1 515 Supongamos que no pase, y sea ch el punió en que corle á la secante XX. En virtud del teorema anterior tendremos ac a di a Y a'd’ b c b dt b' c * b’ d' pero por hipótesis ac ad de ad’ b c ' bd b’ c ’ b' d’ 9 a di ad , , . a d -j- ddi ad Vdt=b 7/ ’ 0 men bJ+Td , — bd ad Resultado absurdo, porque un quebrado ^ distinto de la unidad, varía cuando á numerador y denominador se agrega ó resta una misma cantidad ddi , y absurdo que solo desaparece suponiendo dd{ = o, es decir, cuando los puntos d y dt coinciden. Con lo cual queda probado que los ocho puntos a , b, c, d , a\ b\ c , d' pueden colocarse sobre un mismo haz O A B C I) Observación. No es absolutamente necesario, para colocar los ocho puntos a, b , c, d, a , b\ c\ d\ sobre un mismo haz, que coincidan dos de los puntos correspondientes; bien al con- trario, el problema admite otras infinitas soluciones. Tomemos en efecto sobre la recta XX ( fig . 13), un punto arbitrario f, y busquemos sobre la recta X’X ' un punto f' tal que los dos sistemas f,b,c>d y f\b\c\d\ tengan la misma relación anarmónica; es decir, que y-í : — = : (4 [ Núm. 7 .—Problema.] be bd be b d 510 Si hacemos coincidir dichos puntos /“, f \ es evidente, según el teorema que acabamos de demostrar, que los ocho puntos f, b,c , d, f \ b\ c\ A\ se hallarán sobre un haz OFB C D; pero uniendo los puntos O y a demostraríamos, siguiendo el método precedente, que la recta O a pasa por a ; con lo cual queda probado que los puntos a, b, c, d, a ,' b,' cj d,' se hallan sobre el haz OABCD. Núm. 30. Teorema. La relación anarmónica de la pers- pectiva (ó dicho de otro modo de la proyección cónica) de cuatro puntos situados sobre una recta, es igual á la relación anarmónica de dichos cuatro puntos. Demostración . Sea O el polo ó punto de vista, y PP’ el plano del cuadro [fig. 14). Las proyecciones ó perspectivas a,b’, c\ d\ de los puntos a , b , c, d , se hallarán: 1. ° Sobre las rectas O a, Ob, O c, O d. 2. ° Sobre la recta X'X', intersección del plano OXX con el plano de proyección PP'; luego el sistema O abe d a b' c d’ no es otra cosa que un haz cortado por dos trasversales, y por lo tanto (Núm. 28), tendremos Ba (a, ó, c, d) — Ba(a, b\ c\ d'). Observación. Como el teorema anterior subsiste sea cual fuere la posición del punto O , resulta que aún se verificará cuando se halle en el infinito, y por lo tanto, para la proyec- ción cilindrica (fig. 15). Núm. 31. Teorema. La proyección cónica M' A BCD (fi- gura 16), sobre un plano PP\ de un haz M ABC D, tiene la misma relación anarmónica que dicho haz: es decir, sen A M C sen A M D sen A M' C sen A 3f D sen BMC sen B 31 D sen BM 1 C sen B M' D ó abreviadamente K W = ÍM'] 517 Demostración . Sean: O el polo ó punto de vista; M' la proyección del vértice M; y A, B, C, D las trazas sobre el plano PF de las cuatro rectas M A, M B, MC, M D. Es evidente que los cuatro puntos A, B, C, D se hallarán sobre la recta XX , intersección del plano del haz M y del piano del cuadro PP'\ y es evidente asimismo, que uniendo los puntos A, B, C, D al punto Mr, las rectas M'A, 3B B, ABC \ M'D serán las proyecciones ó perspectivas de las cuatro rectas M A, M B, MC, M D, del haz M. Ahora bien Rá [haz M] = Bá [A, B, C, D]; ( Núm . 28.) y R, [ haz M'\ = Rá [A, R, (\ D\- iuego Ra [haz A/] — R.a Ihaz A/r] : que es precisamente lo que nos proponíamos demostrar. Observación. Subsistiendo el teorema para todas las posi- ciones del punto O , subsistirá también cuando dicho polo se aleje hasta el infinito en una dirección dada. Así pues, la pro- yección cilindrica J/r de un haz M tiene la misma relación anarmónica que dicho haz M (fig. 17). Núm. 32. Teorema . Si dos haces OABCD , O' A' B'CD' ( figura 18) tienen la misma relación anarmónica, y dos de sus lados homólogos ó correspondientes O D, O D' coincinden, los puntos de intersección a.b> c, de los tres pares de lados ho- mólogos restantes O A, O’ A'; 08, 0'Bf; O C, O' C' , están en línea recta. Dem . En efecto, unamos los puntos b,c por la recta XX, y vamos á demostrar que dicha recta pasa por el punto a. Supongamos que no pase, y sean ait 0/ los puntos en que corte á los lados O A, O' A': Tendremos, 518 Ra [O, A, B , C, D\ — Ra [ait b, c, d] núm. 28 Ra [0;A\Br,C,D'\ = Ra [a\,b,c, d ] núm. 28, luego Ra la i , b , c, ú] = /2a [a\ , 6, c, d]; ó bien ax c e ü\ d a \ C a xd b c b d bcbd de donde se deduce OiC a\c ax c-\~ a iüí axd a id aid-\-a\ai absurdo que solo desaparece suponiendo a x a{ = o, es decir, cuando la recta X X pase por el punto a. Observación . Este teorema es, en los haces, el equivalente del teorema del núm. 29 en los segmentos; y aun puede generalizarse suponiendo, no que coinciden dos lados homólo- gos OD, O’D'l sínodos rectas O F, O'F, tales que las rela- ciones anarmónicas de los haces O PARC, O' F’ A’ B' C sean iguales. Núm. 33. Definición. Guando una propiedad, ya de posi- ción geométrica, ya de relación métrica, subsiste en la proyec- ción de una figura, se dice que la relación de que se trata es proyectiva. Dedúcese de esta definición, y de lo demostrado en los números 30 y 31 , que la relación anarmónica de cuatro puntos en linea recta , y la de un haz , son relaciones proyec- tivas. Núm. 34. Consideraciones generales. Muchos de los mé- todos empleados en la moderna geometría se reducen á uno general , conocido con el nombre de transformación de figuras. Trasformar la figura propuesta en otra, en la que sea mas fácil (jue en aquella determinar ciertas relaciones, y pasar de esta segunda figura auxiliar á la primitiva, es la esencia, por decirlo así, de dicho método. Uno de los sistemas empleados con este fin es el de la proyección cónica: basta en efecto proyectar la figura dada de tal suerte que se simplifique, por decirlo así, su forma; y, estudiada su proyección, toda propiedad de esta última que sea proyectiva, será propiedad de la figura propuesta y aun de todas las secciones planas del cono proyectante. Y sin em- bargo, en una sola, y las mas sencilla, y la mas propia para el caso ha sido demostrada. Presentemos un ejemplo. Sabido es que todo cono de segundo grado admite dos sistemas de secciones circulares; pues bien, dada una cónica cualquiera C, en la que se desea estudiar tal ó cual clase de propiedades, considérese dicha cónica como base de un cono, determínese una de las secciones circulares c , eslúdiense en el círculo las relaciones equivalentes á las que deseamos estu- diar en la cónica, y es claro que todas aquellas que sean proveclivas serán aplicables á la cónica (7, como á todas las secciones planas del cono proyectante. Así habremos reducido el estudio de la elipse, de la pa- rábola y de la hipérbola al estudio del círculo. Queda sin embargo en pie una dificultad: ¿cuáles son las propiedades provectivas? Cuestión es esta que, planteada en toda su generalidad, no podemos resolver; pero dedúcese de lo espueslo, que las relaciones anarmónicas lo son; y hé aquí una de las razones en que se funda su gran importancia en la mo- derna geometría. Toda propiedad, en efecto, que se demuestre para una figura plana, y que analíticamente pueda espresarse en fun- ción de relaciones anarmónicas, será desde luego proyectiva y se aplicará, sin nueva demostración, á todas las transforma das cónicas ó cilindricas de la figura propuesta. 520 VI .—Planos concurrentes . JSúm. 35. Imaginemos cuatro planos Pa Pb PcPa que pa- sen por una misma recta r. Diremos, análogamente á lo espuesto en los números 1 y 11, que la relación compuesta sen Pa Pc m sen Pa Pá sen Pb Pa ’ sen Pb PA es la relación anarmónica de los cuatro planos. Designamos por Pc Pa, PbPc..... los ángulos for- mados por los planos Pa, Pc\ Pb> Pc , etc.; y consideraremos dichos ángulos como positivos ó negativos, según el sentido en que se cuenten. Núm. 36. Podemos reducir el estudio de las relaciones anarmónicas de cuatro planos, al de las relaciones anarmóni- cas de un haz ó de cuatro puntos en línea recta , por los si- guientes teoremas. Teorema . Sea r Pa Pb Pc PA el sistema de cuatro planos concurrentes según la recta rr(fig. 19); XX una recta cua- quiera; y a, b , c, d los puntos en que dicha recta corta á los planos />a Ph Pc Pd. Nos proponemos demostrar que ac . a d sen Pa Pc . sen Pa Pá be b d sen Ph P c * sen Pb P¿ ó bien, abreviadamente Ra [a, b, c, dl = RalPa Ph PCPA ] Dem. l.° Cortemos los cuatro planos Pa,Ph,Pc, Pá por otro Dr A perpendicular á la arista rr, y sean ri, r R, rC, r D las intersecciones de este plano con los del sistema propuesto. 521 2.° Hagamos pasar por XX un plano arbitrario O A D; y sean: A D la intersección de este plano con el Dr A; O el punto en que corta á la arista rr; Y OA,OB, O C, O D sus intersecciones con los cuatro planos propuestos Pa, Ph, Pc, Pd. Puesto que los ángulos planos situados en el ArD son las medidas de los ángulos diedros formados por los planos propuestos, tendremos, Ra [Pa,Ph,Pc,Pd] = Ra [hazrABCD\ = Ra[ A, B, C, D]; pero Ra [A, B , C, D] = Ra [a, b , c, d] puesto que AD y XX son dos transversales en el haz O ABC D; luego RalP*,P„ P„ Pd ] =R[a,b, c,d}. Que es precisamente lo que nos proponíamos demostrar. Núm. 37. Teorema. Si cortamos el sistema de cuatro planos concurrentes P&, Ph, Pc, Pd por un plano cualquiera A O D, la relación anarmónica de dicho sistema de cuatro planos es igual á la del haz O A B C D que el plano A O D determina. Dem. Trazando en el plano A O D una transversa! arbi- traria XX, tendremos por el teorema anterior, Ba [Pa,Pb,Pc,P¿ = Ra [ a,b,c,d ]; pero Ra [a, b, c, d] = Ra [ haz OABCD] luego Ra \Pa, Ph , Pc, Pd] = Ra i haz O A B CB\ 522 Núm . 38. Los dos teoremas anteriores permiten reducir toda la teoría de los sistemas de planos concurrentes á la de haces ó segmentos rectilíneos; y podríamos establecer teoremas análogos á los de los números 1, 11, 111, etc. Creemos inúlil insistir más sobre este punto V. — Sistemas homo gráficos. Núm. 39. Definiciones. Imaginemos dos rectas XX, XX' (fig. 20) indefinidas, y sobre cada una un sistema de puntos: a, b , c..... sobre la primera; a, b' , c..... sobre la segunda; y supongamos además que dichos puntos se corresponden dos á dos, es decir, a y a'; b y b' ; c y c Siempre que en dos sistemas de puntos unamos con el pensamiento, por decirlo así, cada punto de un sistema á otro determinado del segundo, diremos que dichos puntos son cor respondientes ó conjugados. Así a y a ; b y b'; c y c serán puntos correspondientes ó conjugados de los dos sistemas pro- puestos. El número de, puntos situados sobre las rectas XX, X X' puede ser finito ó infinito; pueden además variar dichos pun- tos de una manera discontinua, de suerte que entre cada dos medie un intérvalo finito ab, be, etc., ó pueden variar por la ley de continuidad. Por ejemplo: si se determina cada punto del primer sis- tema por su distancia positiva ó negativa á un origen O; y cada punto del segundo por su distancia, contada sobre la recta X' Xf, á un origen O’; y si, finalmente, ambas distancias x , x se expresan en función de una misma variable i por las ecuaciones x=f{l), x' = f{t), de tal suerte que á cada vaíor de t solo corresponda un valor de a? y otro de x' , las dos séries de puntos que resulten sobre 523 !as rectas XX , X' X' se hallaran comprendidas en el caso de que venimos ocupándonos, y los dos valores xu x\ correspon- dientes á un mismo valor t{ de t determinarán dos puntos conjugados. En resúmen, el carácter distintivo de los sistemas que va- mos á estudiar consiste en que á cada punto de! primer sis- tema, situado sobre la recta XX, corresponde, sin ambigüedad ni duda, otro punió del segundo sistema sobre X’ X\ y uno solo. Y recíprocamente, á cada punto del segundo sistema cor- responde uno, y solo uno del primero. Sistemas que cumplen con las condiciones fijadas basta aquí, hay infinitos, y así se comprende que debe ser mien- tras no precisemos cuál es la naturaleza de las funciones f y f ; pero entre lodos ellos solo estudiaremos los que cumplen con la siguiente condición, que los define y determina por completo. Se dice que dos sistemas de puntos a , b, c a , b' , c situados sobre dos rectas XX, X’ X' (/I g. 20) son homogró/i- cos, cuando tomando cuatro puntos arbitrarios del primer sis- tema — por ejemplo, b, d, f, a — y los conjugados — b\ d\ f , a — del segundo , la relación anarmónica de los cuatro primeros es siempre igual á la relación anarmónica de los cuatro últimos: — por ejemplo b f b a b' f b' a d f da df f d' a y esto, sean cuales fueren los puntos elegidos Núm. 40. Mas ocurre la duda siguiente: ¿Será tal condi cion posible? ¿No se espresan en esta definición más condicio- nes de las necesarias? Entre estas varias condiciones ¿no po- drá existir incompatibilidad? Y esta duda es fundada, porque en efecto, supongamos fijos y determinados sobre la recta XX todos los puntos a, b , c, d de la primera série, y sobre la recta XfXr solo tres de la segunda, por ejemplo a', br , c . Si expresamos la con- dición de que los cuatro puntos a, b, c, d, tengan la misma m relación anarmónica que los tres a, b\ c del segundo sistema, y otro más d\ desconocido hasta ahora y determinado por esta condición, es evidente {Núm. 7) que de la ecuación a c a d’ ac ad , a c ad1 77-7 : 77-77 = 7- • t-j o bien -7-7 : 7777 = ™ be b d b c b d be b d — representando por m la cantidad conocida ac ad be ’ bd se podrá deducir la posición del punto d\ y solo una posición para este punto. Análogamente podremos determinar los pun- tos e , f\ g del segundo sistema por las condiciones a c a! e ac ae a e a f ac a f V¿ : ¥7 = Ve : Ve ; ¥7 : /77' be 1 b~r a c m a g' ac . a g b' c b r g b c b g con lo cual queda el segundo sistema de puntos perfecta- mente determinado. Pero hasta aquí solo hemos expresado una parte de las condiciones de la definición, á saber: que las relaciones anarmónicas de tres puntos ¡¡jos del segundo sis- tema y de cada uno de los restantes, son iguales á las de los correspondientes del primer sistema; luego en efecto bastan parte de las condiciones comprendidas en la definición, para determinar uno de los sistemas dado el otro; y cabe la duda, según dijimos, de si el sistema de puntos así definido cum- plirá con las condiciones restantes, es decir: si las relaciones anarmónicas de agrupaciones e distintas de las empleadas, que son abed, abce , abef , abeg — por ejemplo e , f, g , h — serán iguales en ambos sistemas. Para desvanecer esta duda probaremos que el sistema de puntos a, b\ c\ d\ e\ f determinado por las ecua- ciones 525 Ra [a, h , c, d] = i2a [a, b\ c , d! J ; Ra [a, b , c, > V, *] = Ra V, Xr]; ,27 y como m, w, p , q son puntos cualesquiera, resulta que la relación anarmónica de cuatro puntos arbitrarios de la pro- yección del primer sistema, es igual á la de las proyecciones de los conjugados del segundo, con lo cual se demuestra la homografía de las dos proyecciones. Núm. 43. Continuando en la hipótesis de ios sistemas homográficos establecidos sobre una misma recta XX, es evi dente que si dichos sistemas son continuos (Núm. 39), es de- cir, si están formados por infinitos puntos distribuidos sobre la recta XX (fig. 22) por la ley de continuidad, todo punto [a, 6'] es doble; lo cual significa que se puede considerar ya como formando parte del primer sistema , ya como siendo uno de los puntos del segundo: pero adviértase que estos dos pun- tos superpuestos no serán en general conjugados; bien al con- trario, al punto a del primer sistema corresponderá otro cierto punto a del segundo, y al mismo punto a, ó mejor di- cho, al punto bf del segundo sistema, corresponderá otro, tal como el b, del primero. Hay casos en que los puntos conjugados de dos puntos a y b' que coinciden, coinciden también, es decir, en que a! y b se reúnen en uno solo (fig. 22 bis), y entonces se dice que los puntos conjugados son recíprocos. Si esto se verifica para todos los puntos de la recta XX, ó lo que es igual, si los dos sistemas de puntos están agrupados por pares de puntos recíprocos, el sistema , como veremos más adelante, se dice que está en involución. Núm . 44. Fácil es expresar analíticamente la ley que en- laza dos sistemas homográficos distribuidos sobre la misma recta XX (fig. 23). Sean : O el origen de la abscisa variable que fija la posición de cada punto sobre la recta XX; a, b, c tres puntos arbitrarios del primer sistema; Oa — a; Ob — b; Oc — c ..... las abscisas de di- chos tres puntos; por último a\ b’, c y O a = a} ; Ob' = bf ; Oc — c' ... .. los puntos del segundo sistema conjugados con los a, b , c, de! primero, y sus abscisas respectivas. 528 Supongamos que un punto x del primer sistema recorre la recta XX, y tratemos de expresar en función de su abscisa, que también la designaremos por la letra x, la x del punto conjugado del segundo sistema. En una palabra, tratamos de hallar una relación entre las abscisas x y x de dos puntos conjugados cualesquiera. Que esta relación debe existir es evidente, porque á cada punto x corresponde uno x' , y por lo tanto á cada abscisa x corresponderá otra x ; ó dicho de otro modo, deberemos tener X Resta pues únicamente determinar la naturaleza de esta unción. Puesto que los sistemas son homográficos, la relación anarmónica de a, b, c, x será la misma que la de sus puntos conjugados a, b', c, x : tendrémos pues: a b x b a b' x'b' a c x c a c' ' x c y sustituyendo, á fin de referir todas las distancias al ori- gen O, ab=:b — a; ac = c — a; xb = b — x ; xc~c — x; i ii ?» r r r r r (X o —■ o — a ; a c = c — a ..... resultará b ~ a b — x b' — d b' — x c — a c — x c — a c — x de donde se deduce ( b — d)c — [b — d)x _ (bf — d)c' — (óf— a')af \c-a)b — (c — a)x (cr ~d)V^{c—d) x' 9 y suponiendo para simplificar 529 (b — a) c = m ; (b — a) — n ; ( c — a)b = p ; c — a = q; ( b ' — a) c = m ; ele. m — n x m — n x p — q x pf — q x Por último, quitando denominadores y simplificando (m p — m p) + (mr q — n p) x ~\ - (ri p — m q) x + (n q — a q) x x — o ó sustituyendo tos coeficientes por las letras A, fí A + Bx + Cxl + Dxx == o. Tal es una de las expresiones más sencillas de la homo- grafía de dos sistemas de puntos determinados por sus abs- cisas x y x. De esta ecuación se deduce A 4* B x C+Dx ; ó bien A + Cx B + JJx ’ : expresiones que demuestran que á cada valor de x solo cor- responde otro de x\ y recíprocamente. Los puntos definidos por la ecuación anterior son, como debían ser, conjugados dos á dos. Núm. 45. Dos sistemas homográficos situados sobre una recta XX están definidos, según lo dicho, por la relación A 4“ C® + Dxx=o, y esto, ya sean los puntos en número finito, ya en número infi- nito, pero discontinuos, ya varíen por la ley de continuidad, sin más diferencias entre estos varios casos, que las siguien» tes: en el primero, x tomará un número finito de valores per U TOMO XVI. 530 reciamente determinados, en el segundo este número será infi- nito, y en el tercero, x podrá tomar cualquier valor. Pero la relación precedente no solo es propia para definir los sistemas homográficos, sino que lodos los sistemas deter- minados por relaciones de este género lo son necesariamente. De aquí se deduce esta Proposición reciproca . Dando valores á x, por ejemplo, en la ecuación A -j- Bx + Cx + Dxx = o, y determinando los correspondientes de x\ las dos séries de puntos a, b , c a , U , c determinados por estos diversos valores de x y x , constituyen dos sistemas homográficos. En efecto, puede demostrarse fácilmente, que fijando cua- tro puntos arbitrarios por cuatro valores de x, y hallando por la fórmula A -¡- Bx + Cx + Dxx = o, los correspondientes de x' y los puntos que determinan, las relaciones anarmónicas de ambos grupos son iguales; que es precisamente la definición que hemos dado de la homografía. Sean a, b , c , d los cuatro valores de x: los correspondien- tes de x serán A B a C+Da ’ A + Bb A + Be C+Bb ’ C + Bc ’ A + Bd C + B d y las relaciones anarmónicas de los grupos a, b, c, d y a, b\ c , d' lomarán la forma. c— a d — a c — b d — b A+ Be A + Ba A+Bd A+Ba C+Dc C+Da C+Dd C+Da m A + Bc é v i a i A + Bb ' A+Bd ■ r i . ñh r 1 /1J .“f" A + Bb ’ r t r\ l 531 pero esta ultima se reduce simplificando á (BC—AD)a + (AD— BQc (BC— AD)a+(AD — AC)d__ {BC— AD)b + (AD— BC)c ' {BC— AD)b + (AD — BC)d~~ c — a d — a c — b d — b que es precisamente la relación anarmónica de los puntos a, b , c, d; luego Ra [ a , b, c, d\ = Ba [a\ b\ c, d']. Núm. 46. Pudieran proponerse respecto á sistemas liomo- gráíicos, problemas análogos á los que en Analítica se resuel- ven respecto á la línea recta, etc. Dada en efecto la forma general de la relación homográ- fica A + Bx Cx + Dxx = o, en la que A, B, C y D son las constantes ó parámetros que caracterizan cada sistema particular , y x, x las variables, nada más fácil que determinar dichas constantes A, B, C, 1) con ciertas condiciones; por ejemplo /sujetando los sistemas homográficos buscados á comprender ciertos pares de puntos conjugados a, a ; b, b\ etc., ó dicho abreviadamente, á pasar por los pares de puntos a , a ; b , b' , etc. Supongamos, para fijar las ideas, que se trata de determi- nar un sistema homográfico, de modo que á los puntos a, b , c, cuyas abscisas representaremos por las mismas letras a , b , c, correspondan como conjugados los puntosa', b\ c, cuyas abs- cisas serán análogamente a , b\ c . Puesto que las abscisas aya', b y b\ c y c determinan pares de puntos conjugados, deberán simultáneamente satis- facer á la ecuación A -j- B x -j- C x -j- Dxx ■= o 532 y sustituidos que sean por x y x . Tendremos pues entre las constantes desconocidas A, B, C, D las ecuaciones de con- dición A + C a + Dad — o A + Bb + Cb’ + Dbb’ = o A -f" B c + C c -j“ D c c = o que darán los valores de A_ B C_ U : D y U ' Deberemos sustituir estos valores en la ecuación general A D , B C , ' , ^"~DX^rUX +XX = °' Fácil sería, aunque inútil por su sencillez, multiplicar estos ejemplos. Núm. 47. Continuando las analogías entre la Geometría Analítica y las relaciones homográficas , del mismo modo que allí se cambia de ejes, podríamos proponernos aquí cambiar de origen, lo cual introduciría una constante arbitraria, de cuya indeterminación nos serviríamos en algunos casos para simplificar la forma general, etc. Núm. 48. Despejando de la ecuación general A Bx + Cx Dxx =■ o I el valor de x tendremos A + Cx B-f-Dx' B x + D 533 Si en esta ecuación crece x positiva ó negativamente, es decir, si un punto del segundo sistema se aleja sin límites en una ú otra dirección de la recta XX , el valor de x tenderá constantemente á — : este valor, que representaremos por 1 [de modo que /= — j determina un punto i, que será el conjugado en el primer sis- tema del punto del segundo que se halla en el infinito. Análogamente, despejando x tendremos x =■ A + B x C 4- Dx - + B x + D y si hacemos crecer x hasta x — oc, x' tenderá constante- mente hácia el límite — ~ , que representaremos por /', B I [de modo que V = — --- I Este valor / de x determina un punto/ del segundo sis- tema, conjugado con el punto del primer sistema situado en el infinito. Finalmente, podríamos eliminar de la ecuación general A + B x + Cx -j- Bxx = o dos de las constantes — B y C, por ejemplo, — en función de los nuevos parámetros / y/. La ecuación tomaría la forma -JJ — J ' X — Ix + XX o ó representado por la letra A, A — T x — Ix + ocx ~ o. Núm. 49. Hemos dicho que los sistemas homográficos situados en una recta única XX, se componen de dos séries de puntos a, a; b, b' correspondientes ó conjugados dos á dos; y hemos dicho también que, en general, á un punto a de la recta XX, como punto del primer sistema, corresponde otro a' del segundo sistema. Ahora bien, ¿existirán puntos ta- les que al determinar sus conjugados resulten ser ellos mis- mos? O de otro modo: ¿habrá puntos conjugados que coincidan? Si existen tales puntos, que para abreviar llamaremos do- bles, los valores correspondientes de x , x serán iguales, y re- presentándolos por xQ tendremos la ecuación de condición A — J'x sea = O. < Núm. 50. En el caso particular en que se verifique B=o, C=o, la fórmula general se convierte en A-\-Dxx' =o, que, como veremos más adelante, expresa un sistema en involu- ción. Núm. 51. Observación importante . Siempre que sobre una recta XX se hallen distribuidos dos sistemas de puntos 535 a, b, c a , b\ c correspondiéndose sin ambigüedad ni duda dos á dos, es decir, aya, b y bf , c y c es claro que dado uno a por su abscisa x\ la abscisa x del conjugado a solo tendrá un valor, y reciprocamente; y si además la relación analítica entre ambas abscisas ha de ser algebráica, deberá ser de primer grado en x y x separadamente, y pol- lo tanto de la forma A.+ B x -{- Cx + Dxx — o; con lo cual queda probado directa, y por decirlo asi intuitiva- mente, que ambos grupos son homográficos. Ejemplo. .Sean S, S\ Sn una série de cónicas cir- cunscritas á un cuadrilátero ABC 1), y por el punto A trace- mos una trasversal arbitraria A L, que encontrará á las cónicas sucesivas en una série de puntos a, a , a " Cada uno de estos puntos con los cuatro vértices A, B, C, D del cuadri- látero, determina evidentemente la cónica á que corresponde. Tracemos una segunda trasversal AL', que cortará á dichas cónicas en los puntos b, b' b" Los puntos de esta segunda série corresponden uno á uno á los de la primera; luego estas dos séries son homográficas. (Se continuará.) m GEOMETRIA o Sobre los sólidos de mayor volúmen en superficie igual y de mas pequeña superficie en volumen igual; por Mr. Babinet. (Comptes rendas, 27 agosto 1866.) Dado el volúmen de un vaso cilindrico, como por ejem- plo una medida de áridos, una cuba, una medida para semi- llas y líquidos, se pregunta qué relación debe haber entre la altura y el diámetro, para que en superficie igual de las pare- des, el contenido del vaso sea un máximum. Sea r el radio de la base circular y h la altura: tendremos para el volúmen F, ó la capacidad del vaso, y— tt r2 h. La superficie del círculo de la base será sr r2, y la parte cilindrica 2 * r x h- La superficie S de las paredes, será por consiguiente: S = tí r 2 + 2 w h. Siendo V conocida y constante, tendremos dV=o, y para la condición del máximo ó del mínimo de S tendremos dS=o. Recíprocamente , siendo dada la superficie , tendremos d S — - o y la condición del máximum para V, da d V=o. Estas son por consiguiente las dos mismas ecuaciones que producen el máximo de capacidad para un sólido de superficie dada, y el mínimo de superficie para una capacidad constante» Diferenciando ir r 2 h y r 1 + 2 * r k. 537 se convierte eo r 2 dh -\-%rh dr =o , ó bien thdr =z — rdh; con %rdr + %hdr + 2 rdh = o, ó bien dr (Y -j- A) = • — re? A de donde A = r para el máximum de capacidad. Las medidas de cobre que sirven de patrón, y que remite la 1 administración, son de 25 litros ó — de hectolitro, y tienen 4 una altura igual á su diámetro. Las medidas de estaño para el vino, los líquidos y las semillas, tienen una altura doble de su diámetro. Las de madera no tienen regla fija para su diámetro y su profundidad; de lo cual se deduce, que para emplear la menor madera posible y tener una medida mas ligera con igual capacidad, es menester que la profundidad sea la mitad de su diámetro. Dado el volúmen de un vaso cónico ¿cuál debe ser la pro- porción entre el diámetro de la base del cono y su altura para que su capacidad sea un máximum? Tendremos V = r2 h siendo r, el radio de la base del cono y A su altura. Su superficie es Y 2 r 2 + le Tomando d V—o y dS = o, resulta A — r \/% Si el cono en vez de ser abierto se halla cerrado por una base 1 igual á wr a, el volúmen será siempre — 5rr2A, y su superfi- cie se convertirá en ¡ . w r 2 +— 2 5r rq/r 2 + A 2 , ñ * 538 entonces d V=o y dS — o dan h = 2 r y/ 2 . De modo que el mismo cono cerrado debe tener una altura doble. Si el cono, en vez de estar cerrado por una base plana, se halla terminado por una semi-esfera, se tendrá 2 1 V = -£-vra-\- — vr*h 1 S= - 2 5T ry/r 2 + h 2 + 2 ¡r r 2 . Diferenciando y eliminando d h y dr se llega á la ecuación siguiente: // 4 + 1 2 r /¿ 3 -j- 1 6 r 2 h 2 — 2 í r 3 /¿ — 12r4 = o. Haciendo — = z ,. resulta r s4 + 12 z 3 + 16s 2 -24s — 12 = o que poco más ó menos es satisfecha por s = 1,127. Tendre- mos por consiguiente h = rX 1,127 ó poco mas ó menos - ' 8 Haciendo *■= ~+x = i,m+x< y despreciando las potencias superiores de x, resulta x — 0,00116 de donde z =1,12606 por consiguiente 539 h=zr XI, 12606. En una pirámide recta de base cuadrada, que tenga a por \ lado de la base y li por altura, el volumen es V = — a2//, o y la superficie (sin comprender la base) es x^osj \ a* + h2> lo cual da para el caso del volumen máximo: h = JL a y/ 2. 2 Si la pirámide se halla cerrada por su base cuadrada (com prendida en este caso en su superficie), será S=íx-^ a \,/ ^-a2 + h*-\-a2 y V= —■ a2 h, de la cual resulta h = a\/%. Nota. El octaedro regular se halla formado por dos pirá- mides de base cuadrada, de las que cada una tiene por altura 1 — -g- « \/2 (siendo a la arista del sólido regular.) Su capacidad es por consiguiente un máximum y su superficie un mínimum entre todos los octaedros formados por dos pirámides rectas, unidas por una base cuadrada común. 540 Del mismo modo se halla que entre todas las pirámides rectas que tienen por base un triángulo equilátero , el te- traedro regular tiene un volumen máximo y una superficie mínima. Por último, esto es también cierto respecto del cubo, com- parado con todos los prismas rectos de base cuadrada. P. S. Una capacidad prismática de base rectangular, cuyos lados son a y ma con una altura h, es máxima respecto de CIENCIAS FISICAS FISICA, Sobre una propiedad óptica del vapor de agua . (Presse scientifique, 9 setiembre 1866.) Cuando se examina el espectro solar, se observa que se halla estriado de rayas y fajas oscuras, á las cuales atribuyen los físicos, orígenes muy diferentes. Mientras que Brewster las considera como debidas exclusivamente á la atmósfera ter- restre, Ivirchhoff, fundándose en sus admirables trabajos de análisis espectral, hace depender su existencia de la atmós- fera solar. Entre ambas teorías, demasiado absolutas, propone Mr. Janssen otra que parece dar á cada una de las dos atmós- feras la parte que le corresponde. Esta nueva teoría se halla fundada en la proposición siguiente: todo hacecillo luminoso, al atravesar una capa suficientemente gruesa de vapor de agua, ofrece en su espectro rayas y fajas oscuras. En la Memoria presentada á la Academia en la sesión de 13 de agosto último, empieza Mr. Janssen por fijar de una manera irrecusable la acción de la atmósfera terrestre sobre el espectro solar, y después investiga á qué elemento del aire debe referirse esta influencia característica. Por último, para ' dar á los experimentos que vamos á analizar una sanción notable, el autor ha comprobado directamente qué modifica- 542 eiones puede experimentar el espectro de una luz conocida, cuando se le obliga á atravesar una capa de vapor de agua. Habiendo demostrado las primeras observaciones que las fajas de Brewster se hallaban formadas por un gran número de rayas finas, que pueden compararse con las rayas solares propiamente dichas, variables en su intensidad según la altura del sol, ó bien, si se quiere, según el grueso de la capa de aire atmosférico, Mr. Janssen, con objeto de determinar las per- turbaciones de la atmósfera, hizo experimentos sobre una alta montaña y sobre el lago de Ginebra. En el Faulhorn las rayas del espectro disminuian en razón directa de' la altura y de la sequedad; al nivel del lago de Ginebra, á una corta distancia de la llama de una hoguera de leña de abeto, solo era visible la raya del sodio contenido en la madera; y cuanta más con- siderable era la distancia del foco de luz, tanto más aumenta- ban las rayas. La atmósfera terrestre tiene por consiguiente una influencia innegable sobre la producción de las rayas del espectro, y principalmente obra sobre los rayos de gran lon- gitud de onda, rojo, anaranjado, amarillo, mientras que la atmósfera solar afecta sobre lodo á los rayos de corta longi- tud de onda, como son el verde, al azul y el violado. Al vapor de agua deben atribuirse los fenómenos que aca- bamos de describir. El experimento siguiente hace desapare- cer todas las dudas que puedan existir acerca de este punto. La compañía parisiense del gas ha facilitado á Mr. Janssen un aparato, que consiste en un tubo de hierro de 37 metros, co- locado en una caja de madera de la misma longitud, lleno de serrín de madera bien seco que sirve para impedir que se desperdicie el calor: una fila de mecheros de gas colocados en el eje del tubo, cuya luz ofrece un espectro bien conocido, permiten descubrir la producción de las rayas oscuras más débiles. El tubo se halla lleno de vapor, producido por una loco- motora de la fuerza de 6 caballos. En mi experimento, dice Mr. Janssen, en que el tubo bien privado de aire estaba lleno de vapor á la presión de siete atmósferas, el espectro se pre- sentó con cinco fajas oscuras, de las cuales dos eran bien marcadas, y se hallaban repartidas de D á A Frauenhofer. 543 asemejándose al espectro solar visto con el mismo instrumento al ponerse el sol. Según las primeras comparaciones hechas entre el espectro del vapor de agua y el de la luz solar, el grupo A de Frauenhofer, B (en gran parte al menos), el grupo C y otros dos grupos entre C y D, son debidos á la acción del vapor acuoso de la atmósfera. Mr. Janssen deduce de estos experimentos, que el vapor de agua debe ser de color anaran- jado-rojo por trasmisión, y tanto más rojo cuanto mayor sea su densidad. Este hecho puede explicar fácilmente el aspecto tan brillante del sol cuando sale y cuando se pone. Sin embargo, el autor no se decide de una manera abso- luta, y quiere, antes de toda afirmación categórica, estudiar de nuevo la cuestión. Pero desde ahora puede conjeturarse todo el alcance de este descubrimiento. Los astros pueden respon- der por sí mismos á la cuestión tan debatida de la naturaleza de sus atmósferas. Dado el espectro de una estrella, podrá por él deducirse la presencia ó la falta del vapor de agua, según las rayas que se noten, y la astronomía deberá á la análisis espectral un progreso más. Sobre la propiedad disolvente de las superficies líquidas , (Presse scientifique, 19 agosto 1866.) A fines del siglo pasado publicó Venluri una Memoria, en la cual se hallan datos interesantes sobre la acción recíproca del alcanfor y del agua (1). Uno de ellos particularmente es muy digno de fijar la atención, y consiste en el hecho de que habiendo sumerjido verlicalmente en agua pequeños prismas de alcanfor, demostró el observador que al cabo de cierto tiempo se hallaban estos prismas cortados exactamente por el plano de intersección de sus caras con la superficie líquida. (1) Anuales de chimie , l.re serie, t. XXI, pág. 262, 544 Este experimento confirma lo que Benedicto Prevost ase- gura; á saber, que el alcanfor se evapora treinta ó cuarenta veces más rápidamente cuando se halla colocado en la super- ficie del agua, que cuando se deja espuesto al aire (1). Dulro- chet también admite la misma interpretación, y dice: «Este experimento (el de Venturi) demuestra evidentemente, que el contacto del agua y del alcanfor produce en el último una evaporación más rápida (2). A pesar de la autoridad de los sábios que la han admitido, creo que esta opinión no está libre de crítica. El hecho des- cubierto por Venturi me parece que consiste, no en una volati- lización rápida del alcanfor en contacto del agua, sino en una disolución más rápida de este cuerpo en la superficie del lí- quido que en lo interior de él. Me fundo para ello en que el fenómeno en cuestión, lejos de ser exclusivamente propio del alcanfor, se manifiesta igual- mente en un gran número de sustancias no volátiles. Basta para reconocerlo hacer el experimento siguiente. Se funde potasa en una cápsula de plata, y se deja enfriar después de haber puesto la cápsula en una posición inclinada. Cuando está fria se vuelve á poner la cápsula en su situación normal, y se echa en ella una cantidad de agua que no sea suficiente para cubrir toda la masa alcalina. El agua disuelve la potasa en todos los puntos de la parte sumerjida, pero la disolución es mucho más rápida en la línea de intersección de su super- ficie con el cuerpo sólido que en todo lo demás. Así es que al cabo de algún tiempo se observa un surco profundamente tra- zado, que indica la señal de la superficie líquida. En condicio- nes convenientes se llega á dejar la plata á descubierto en este surco, porque la pasta que forma la potasa queda verdadera- mente cortada en dos partes. También puede darse á este experimento la misma forma que al de Venturi. Se loma uno de los cilindros de potasa que (1) Anuales de chimie , l.re serie, t. XXI, pág. 254. (1) Recherches physiques sur la forcé epipolique , l.le partie, p. 8, 1842. 545 sirven para ios usos terapéuticos, y se sumerje en parte en agua poniendo su eje en sentido vertical. Bien pronto queda un surco en lo alto de la superficie líquida, y llega un mo- mento en que el cilindro se divide en dos partes, una de las cuales permanece suspensa encima del agua , mientras que la otra (naturalmente adelgazada por efecto de la disolución) cae al fondo del líquido, en donde no larda en desapa- recer. Los mismos hechos he observado con un cilindro de azúcar de cebada sumergido en agua; pero los efectos han sido ménos rápidos y ménos marcados. Al contrario sucede cuando el cilindro soluble es un agitador de vidrio y el disol- vente la potasa en fusión. Sin embargo, los resultados más marcados me han sido suministrados por los hilos metálicos sumerjidos en líquidos ácidos. Introduciendo un alambre de cobre rojo perfectamente . limpio en ácido nítrico muy dilatado, se forma poco á poco sobre el alambre, en la sección de la superficie líquida, un surco que va constantemente aumentando de profundidad. Este surco está tan claramente marcado por arriba y por abajo, que podría decirse que se ha formado con un instru- mento corlante. Dejando al ácido continuar su acción, llega un momento en que el alambre se corla en dos, no como podría verificarse con un corle de sierra, sino exactamente como se cortaría puesto en un torno de gran velocidad y con un buril. La rotura se efectúa antes de ser completa la sección, de modo que queda en la superficie de separación una pequeña punta exactamente colocada en el eje del alambre. Todos los metales en alambres que he empleado, han pre- sentado los mismos fenómenos en condiciones favorables. El hierro es uno de los que descubren efectos ménos marcados, al ménos cuando su textura es muy fibrosa, pues entonces se ataca de una manera enteramente irregular. Por el contrario, un alambre de magnesio colocado en ácido clorhídrico muy dilatado, me ha dado en algunos segundos un resultado de los más satisfactorios. TOMO XVÍ. 35 546 Evidentemente, los hechos que acaban de referirse no pue- den explicarse por una mayor ó menor volatilidad de los só- lidos en contado de los líquidos. Deben verse en ellos los efectos de una*actividad disolvente repartida con desigualdad en las diversas regiones de los líquidos, y admitir, corno de- cía al principio de esta noticia, que un disolvente es más enér- gico en su superficie que en lo interior de su masa. Este hecho me parece también hallarse conforme con las ideas generalmente admitidas respecto á la constitución de los líquidos. Es claro, en efecto, que uno de los resultados más directos de la presión molecular, que, como se sabe, no se hace sentir más que en la superficie de los líquidos, debe ser conducir las moléculas superficiales á una distancia de las mo- léculas subyacentes, más pequeña que la que separa dos ca- pas inmediatas de moléculas tomadas en la masa. Esta aproximación de unas á otras equivale á una especie de compresión experimentada por la porción superficial ; y como se sabe que la compresión desarrolla generalmente en los cuerpos un aumento de fuerza química, debe exislir en la superficie de los líquidos una capa muy delgada, dotada á la vez, primero de una densidad y segundo de una energía disol- vente mayores que las de la masa. Acabamos de demostrar esta última propiedad, y quizá po- drá llegar á demostrarse la primera. De aquí resulta que los líquidos deben estar como cubier- tos de una especie de membrana que tiene propiedades físicas especiales. Quizá estas observaciones permitan explicar la tenacidad que ofrecen las capas delgadas de ciertos líquidos; tenacidad que les hace capaces de adquirir las formas tan variadas que Mr. Plaleau ha estudiado en un trabajo que es muy conocido. Un experimento de los más sencillos permite demostrar la existencia de esta membrana en la superficie del agua. Cuando se calienta ligeramente el agua aireada, se observa que el aire se desprende en burbujas sumamente pequeñas, que se detie- nen bajo la superficie del líquido, retenidas evidentemente por un obstáculo. Para terminar, téngase presente que tomando en conside- 547 ración la membrana que acabo de indicar, podría facilitarse la teoría física de los fenómenos de forma globular que ofrecen los líquidos, y que varios físicos han estudiado. Sobre un desprendimiento de gas en una circunstancia notable; por Mr. Babinet. (Comptes rendus, 29 octubre 1866.) Echando agua fría sobre polvo de café tostado, tal como el que por lo común se emplea para preparar café por infu- sión con agua hirviendo, se desprende una cantidad conside- rable de gas. Probablemente este gas es aire, y su volumen equivale al del polvo que se emplea. Llenando hasta la mitad una botella ó una gran redoma con este polvo, y echando enci- ma agua fria hasta que el tapón no permita la salida del gas, se produce una viva explosión que echa lejos el tapón, y que aun puede romper la redoma si está tapada herméticamente, como ha tenido ocasión de observarlo Mr. H. Sainte-Claire- Deville al repetir mi experimento. Es sabido que el carbón, los cuerpos porosos, y especial- mente la esponja de platino, absorben por capilaridad mucho gas. Saussure ha obtenido con el carbón de boj las cifras si- guientes, que he elegido entre las que ha dado. Gas amoniacal. . Acido sulfuroso. Acido sulfídrico. Acido carbónico Oxígeno Nitrógeno. Hidrógeno. 548 A esta propiedad del carbón calentado hasta el rojo y des- pués enfriado sin contado con el aire, es debida su acción desinfectante. El café tostado y molido puede asemejarse á un carbón que haya absorbido aire; pero lo que ofrece de nuevo el ex- perimento actual es la acción del agua para penetrar el polvo y desalojar el gas contenido en él con una fuerza considera- ble. Saussure había visto ya que el carbón que ha absorbido un gas, si se sumerje en otro, admite la penetración de este nuevo, que echa fuera en parte al gas anteriormente absor- bido; pero no se habia observado que el agua ó cualquier otro líquido, introduciéndose por capilaridad en un cuerpo esponjoso lleno de aire, hiciese salir fuera á este. Debo decir que Mr. H. Sainte-Claire-Deville, á quien ha- bia comunicado el hecho del café explosivo, ha pensado des- pués en hacer un estudio profundo de las acciones molecula- res que se ejercen por la capilaridad, y le dejo sus ingeniosas ideas tanto en la teoría como en la experimentación. QUIMICA. Sobre la preparación del ozono y oxidación instantánea de las sustancias que se ponen en contacto con él; por Mr. Regnault (Presse scientifique, 11 noviembre 1866.) Hace algunos años que llama mucho la atención el ozono. Sin tener ideas bien fijas acerca de la naturaleza de este agente misterioso, es preciso, sin embargo, confesar su po- der y reconocer sus maravillosos efectos. No es únicamente el ozono propiamente dicho, que se produce por la influen- cia del fluido eléctrico, el que llama la atención, sino tam- bién el oxígeno en estado naciente, dotado de todas las pro- piedades del ozono, y que produce notables fenómenos de oxidación. Hace poco tiempo que hemos asistido en Passy en el la- boratorio de química de nuestro colega Sophonius, á expe- rimentos con los (jue creemos útil ocupar la atención de nues- tros lectores. No podremos asegurar que sean nuevos, pero afirmamos que son poco conocidos por lo menos, y que su autor los cree inéditos. Sábese que el ácido permangánico es poco estable; queá la temperatura ordinaria se descompone lentamente y abandona oxigeno fuertemente ozonizado; su disolución en ácido sulfú- rico produce los mismos efectos. Pero si se pone en contacto del ácido permangánico un cuerpo reductor, como por ejem- plo el oxígeno ozonizado, que queda libre repentinamente, se manifiesta una fuerza de afinidad verdaderamente extraordi- naria. Haremos mención, con este motivo, de los experimentos siguientes, que son fáciles de repetir. 550 Se mezcla en una cápsula de porcelana hipermanganalo de potasa cristalizado y finamente pulverizado, con ácido sul- fúrico puro y de 1,85 de densidad en la proporción de 2 á 3, ó sean 4 gramos de sal para 6 de ácido. Se agita todo muy bien, y después, tomando la cápsula, sefecha el contenido de ella en una copa común en la cual se hayan puesto antes al- gunos gramos de esencia de trementina rectificada. Inmedia- tamente se produce una fuerte explosión, que suele romper el vaso. Para evitar cualquier peligro se puede, como lo hace nuestro colega Sophonius , colocar la copa dentro de un cilindro de zinc, de los que se emplean como elementos de Bunsen. Haciendo el experimento con espíritu de madera (alcohol metílico) se produce un efecto idéntico, y una descarga como la que ocasionaría un arma de fuego. La misma mezcla esparcida sobre la esencia de clavo produce primero una especie de ebullición, y después se inflama. Se ven entonces elevarse en el espacio copos pardos de sesquióxido de manganeso, y después caer como los filamentos de óxido de zinc, formados cuando se calienta convenientemente este metal en presencia del aire. Hemos visto que el papel, el lienzo, el algodón y la ma- dera se inflaman rápidamente por el simple contacto con ¡a mezcla indicada antes; la pólvora arde en ella con deflagración, y basta empapar en ella cualquier mecha de las que se em- plean en fuegos artificiales, para que inmediatamente continué la combustión. Pero hay una sustancia orgánica, cuyo efecto es de una prodigiosa rapidez. El licopodio solo ó mezclado con azufre pulverizado, produce una llama viva y deslumbradora que no puede soportar la vista. En la oscuridad parece la apari- ción repentina de un relámpago. La cera en pequeños fragmentos decrepita, la naftalina arde rápidamente; las raspaduras de jabón se queman con una llama fuliginosa; las esencias, el agua de Colonia, el al- cohol, el sulfuro de carbono, etc., dan llamas de variados aspectos. Puede hacerse patente este resultado de un modo muy curioso. Después de haber preparado una série de copas del mismo tamaño, se echan en cada una, algunas gotas de esencia, y agitándolo en seguida con una varilla de vidrio, se sumerjo el extremo de esta en una mezcla de permanganalo y de ácido sulfúrico ; tocando sucesivamente el líquido de cada copa con la varilla, se obtienen en un momento tantas llamas diver- sas cuantas esencias se hayan empleado. Verdaderamente que todos estos hechos deben causar mu- cha sorpresa, y no hay duda de que con el tiempo se multipli- carán. Damos las mas expresivas gracias al autor por haber sido testigo de ellos. Cualquiera que sea la hipótesis definitiva- mente adoptada sobre la naturaleza del ozono, no se puede en lo sucesivo negar su fuerza de oxidación. El más escéptico debe convencerse ante la evidencia de los hechos. Por la pre- sencia de este agente en la atmósfera, se explican en el dia vários fenómenos cuya causa había permanecido desconocida. Y siempre sucederá así á medida que la ciencia haga nuevas conquistas, y se desgarre cada vez más el velo que oculta á la naturaleza. Acción del agua régia sobre la plata . — Nueva pila . — Noticia de Mr. Roullion. Después de haber hablado Thenard de todos los metales que disuelve el agua régia, dice al llegar á la plata: «Entre todos los metales sobre los cuales ejerce su acción, solo hay- uno que no puede disolver, que es la plata, y da lugar á un cloruro que se precipita en copos blancos.» Creo poder decir según experimentos hechos, que nada de -esto sucede; que no se precipitan copos blancos cuando se hace obrar el agua régia sobre la piala pura y sin aleación. Esto sucede todo lo más, y no sin alguna restricción, con la plata monetaria ó del comercio, mezclada con cobre. Una agua régia compuesta de 2/3 de ácido clorhídrico, */3 de ácido nítrico, ó 3/s de ácido clorhídrico y 2/5 de ácido nítrico, que disuelve muy bien el oro y el platino, no ataca á fondo la plata pura y sin aleación, y no hace más que formar cloruro en la superficie. El cloruro superficial , inmediatamente que se forma, se hace para el resto de la plata una cubierta pro- tectora, y como un barniz impermeable é inatacable por los ácidos del agua régia, tanto que la plata preservada de esta manera puede quedar indefinidamente sumerjida en el agua régia sin ser jamás atacada por ella; es decir, sin formar cloruro más que en la superficie. Para que el agua régia atacase la plata pura profunda- mente, se necesitaria que estuviese hecha con más ácido ní- trico que clorhídrico; al contrario de lo que sucede con las aguas régias que generalmente se emplean, en las que siem- pre está en exceso el ácido clorhídrico. Es decir, para hablar en términos precisos, que una agua régia que contenga 74 únicamente de ácido clohídrico contra 3/4 de ácido nítrico, no ataca todavía profundamente la plata pura; ó en otros térmi- nos: el ácido nítrico que ataca tan vivamente la plata, no la ataca profundamente cuando se halla mezclada con y4 de 553 ácido clorhídrico: en este caso no puede más que formar clo- ruro en la superficie. En cuanto á la plata con aleación de cobre, su resistencia á la acción del agua régia es necesariamente mucho menor, y proporcional á la cantidad de cobre aleada con ella. También me ha parecido que es bastante desigual y muy diferente á veces en varias piezas de moneda de plata que tienen sensi- blemente la misma liga. Por lo demás, aun respecto de la plata con aleación, la acción destructora del agua régia está lejos de ser continua, y el cloruro esparcido sobre la superficie, no en forma de barniz duro ahora, sino en la de una pasta blanda y requesonada, parece detener la destrucción: sería necesario limpiarla con frecuencia, y para clorurar la plata hasta el último extremo, sumergirla de cuando en cuando en el amoniaco ó en cualquier otro disolvente del cloruro. Debo decir que la plata parece que resiste mejor á la ac- ción del agua régia á la luz intensa que en la oscuridad. Para afirmar esta resistencia de la plata á la acción del agua régia, he ideado hacer un ensayo de pila, en que se reemplazase con plata pura sumergida en agua régia el pla- tino ó carbón puesto en ácido nítrico, como en la pila de Grove ó de Bunsén; y una pila (plata, agua régia, zinc, ácido sulfúrico dilatado en agua, á la temperatura común) ha fun- cionado muy bien por espacio de varios meses, y empleada en la galvanoplastia me ha dado medallas de cobre muy duro, muy coherente, y que parece de la mejor calidad. No se observa que la plata, aunque permanezca muchos meses en agua régia, disminuya de volúmen sensiblemente; y no he hallado vestigios de cloruro de plata en el vaso poroso que había contenido á esta y el agua régia. La pila me ha parecido ménos turbulenta que la de Bunsen, quizá es ménos fuerte, pero la creo más constante y merece quizá ensayarse como tantas otras. METEOROLOGIA. Resúmen de las observaciones meteorológicas hechas en el Real Observatorio de Madrid en el mes de octubre de 1866, OBSERVACIONES GENERALES. Dia 1. —Variablo y nuboso, de lluvia y viento débil del N. N. O. Dia 2.— Ménos nuboso y más templado que el anterior. Dia 3. — Encapotado por la mañana; de aspecto tempes- tuoso por O. N. O. y N., á medio dia y por la tarde; despejado por la noche. Del N. O. pasa el viento, por N. y E., al S. y S. O. Dias 4 y 5. — Variables y húmedos, como los anteriores; apacibles y templados. Brisa muy débil del S. E. Dia 6.— Cubierto por la mañana; nuboso y variable por la tarde; despejado al comenzar la noche. Por el S. y S. O. asoma luego una nube tempestuosa, que se difunde por lodo el cielo antes de las once, y concluye por despedir un abun- dante aguacero. Dias 7 y 8. — Trascurren sin llover, pero el temporal no cambia de aspecto. Barómetro elevado. Viento muy débil siempre. Dia 9.— De madrugada giró la veleta del S. E. al S. E., en sentido directo. Entre una y una y diez minutos de la tarde cayeron 8fflm de agua, con amagos de tempestad. Entre dos y dos y media asomó por el S. otra nube tempestuosa, densí- sima y rastrera, que se extendió con suma rapidez por todo el valle del Manzanares y á lo largo de la capital, sin llegar al Observatorio, ó remontarse hasta el zénit. Pero luego que el viento pasó del S. E. y S. al S. O. y O. la nube se propagó 555 por lodo el cielo, y desapareció por el N. E., después de arro- jar otros 4®m de lluvia, entre relámpagos y truenos. Dias 10 y 11. — Encapotados, tranquilos y lluviosos. Dias 12 y 13.— Muy lluviosos. Desde las once de la noche del primero, á las tres de la madrugada del segundo, cayeron unos 30“ni de agua. Inclínase poco á poco el viento desde el S. hácia el E., N., O. y S. O. Dia 14. — Cesa la llúvia y disuélvense en parte las nubes* Dias 15, 16 y 17. — Variables, húmedos y nubosos, como tantos oíros, anteriores y posteriores, en este mes. Dia 18. — Aumentan la humedad y las nubes, y vuelve á llover, aunque poco. Dia 19. — Parecido al anterior. Entre cuatro y cinco de la tarde fórmase al N. N. E. y muy cerca de la población un nimbus tempestuoso. Dias 20, 21 y 22.—' Variables. En la larde del último se despeja, por fin, la atmósfera. Dias 23, 24 y 25.— Rocío, en las madrugadas. Algo nebu- losos y nubosos. Viento variable y cada dia más fuerte. Nieve en Guadarrama. Dia 26.— Disminuye el rocío y aumentan las nubes. Viento indeciso y fuerte. En las primeras horas de la mañana gira la veleta desde el O. al O., en sentido directo. Dia 27.— Despejado. Violentas ráfagas de viento N. N. E. al principio de la tarde. Dia 28. — Revuelto, muchos ralos nuboso, y de continuo desapacible. Dia 29.— Completamente despejado, muy ventoso y fresco. Dias 30 y 31.— Rocío y principios de escarcha, al ama- necer; despejados y tranquilos en el resto del dia. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 n 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 .a c 2.a 3.a TERMOMETRO. BAROMETRO. A. máx. A. rain. Oscilación. T 1 m T. máx. T. mín. 703,16 704,19 702,47 1,72 0 13,4 18°, 5 0 9,4 704,51 705,27 703,63 1,64 16,5 22,9 9,8 706,92 707,78 706,05 1,73 17,2 24,2 10,0 708,81 709,57 708,17 1,40 17,0 25,0 11,9 710,20 710,94 709,38 1,56 18,3 27,6 11,8 711,61 712,98 710,86 2,12 17,2 22,9 13,6 712,83 713,56 712,15 1,41 17,2 23,5 12,8 711,45 713,17 709,51 3,66 17,4 24,0 12,2 705,75 707,82 704,63 3,19 ¡ 14,9 19,2 13,8 703,21 703,98 702,69 1,29 ¡ 14,1 19,9 12,1 701,95 702,71 701,31 1,40 15,2 20,6 11,0 700,96 701,90 700,20 1,70 14,5 21,3 11,3 702,78 704,66 700,81 3,85 13,6 16,3 10,8 707,831709,10 706,08 3,02 15,0 22,0 10,8 708,76 709,52 708,30 1,22 14,8 20,1 9,1 707,38 708,64 706,74 1,90 16,0 22,0 10,2 705,15'706,47 704,45 2,02 17,2 22,1 12,8 705,85 706,35 705,36 0,99 15,7 20,3 12,8 706,88 707,52 706,23 1,29 15,8 22,0 11,7 707,39,708,13 706,51 1,62 15,0 20,0 12,2 707,71 ¡708,33 706,89 1,44 ¡ 16,6 22,5 11,8 709,45,709,90 708,79 1,11 14,7 21,2 10,8 708,11 709,42 707,24 2,18 15,0 22,6 10,0 705,17 706,41 704,26 2,15 13,5 19,1 9,2 704,07 ; 705, 33 702,82 2,51 12,2 17,9 7,2 703,82 704,77 702,77 2,00 8,1 13,9 4,3 707,08 708,47 705,53 2,94 ! 8,9 14,2 4,4 709,96 711,10 708,72 2,38 11,2 17,5 2,5 712,06 713,42 711,31 2,11 10^9 16,6 8,0 712,62 713,82 710,76 3,06 ¡ 8,6 16,3 0,8 711,63 712,98 710,91 2,07 9,6 19,0 1,2 707,84 713,56 702,47 11,09 16,3 27,6 9,4 705,49 709,52 700,20 9,32 15,3 22,1 9,1 7 08,33 ;7 1 3,82 702,77 11,05 11,8 22,6 0,8 707, 26|7 13,82 700,20 13,62 14,32 27,6 0,8 PBIMERO PSICROMETRO. ATMOMETRO. PLUVIOMETRO. ANEMOMETRO. NUBES. PECHAS» H T>n AIU Evaporación. Lluvia. I)ias. Dirección. Durac. 76 9,3 0,8 3,3 » N.N.O. » 7 1 67 9,8 2,5 » » N.N.O. » 4 2 70 10,7 2,5 » » N.N.O. -S. » 3 3 67 10,1 2,6 » » S. » 4 4 '57 9,2 3,8 » » S.S.E. » 4 5 68 10,3 1,9 » ,> E.S.E. » 7 6 71 11,0 2,2 7,6 » S.E. » 3 7 77 11,2 1,5 » » S.E. » 9 8 84 11,1 0,9 13,7 » S.E.-O. » 10 9 81 10,2 1,5 1,3 » S.O. » 9 10 77 10,0 1,4 0,8 » s.s.o. » 8 11 85 10,7 1,3 23,5 » S.S.E. » 9 12 87 10,4 0,4 12,1 » N. » 10 13 76 9,8 1,9 0,4 ,) O. (var.) » 3 14 79 10,2 1,9 » » o.s.o. » 6 15 79 11,0 1,5 » » s.s.o. » 5 16 76 11,4 1,5 » » S.E. » 10 17 79 10,7 1,2 2,0 » S.S.E. » 10 18 80 11,0 0,5 » » S.S.E. » 9 19 79 10,2 1,6 » » E.S.E. (v.) » 4 20 75 10,7 1,5 » » S.S.E. (v.) » 7 21 80 10,2 1,1 1,1 » S. » 6 22 68 8,7 1,9 » » S.O.-N.E. » 1 23 82 9,7 1,1 » » S. (var.) » 8 24 62 6,6 2,8 » » O.N.O. » 3 25 58 4,8 2,2 » » (Variable.) » 5 26 62 5,3 2,7 » » E.N.E. » 1 27 68 6,8 2,5 » » N.N.E. » 6 28 53 5,1 3,7 » » N.N.E. » 0 29 58 4,8 1,8 » » N.N.O, » 1 30 62 5,4 1,5 i) »> N.O. » 0 31 75 10,3 2,0 25,9 4 24° S.E. 74h 6 1.a d.a 82 10,5 1,3 38,8 5 13° S.E. 100 7 2 a 68 7,1 2,1 1,1 1 10° N.O. 81 3 3.a 75 9,2 1,8 65,8 10 24° S.E. 94 6 Mes. CUADRO SEGUNDO. Observaciones barométricas. FECHAS. HORAS. 3 ra 6 9 12 3 t 6 9 n 12 1 702,47 702,72 703,13 702,68 703, S 1 703,90 704,19 2 » 704,10 704,78 704,40 703,63 704,33 705,08 705,27 3 706,05 707,04 706,72 706,50 706,91 707,51 707,78 4 » 708,44 709,09 708,75 708,17 708,30 709,41 709,57 5 » 709,95 710,42 709,97 7*09,38 709,90 710,88 710.94 6 » 711,20 711,92 711,78 710,88 710,86 711,73 712,98 7 » 712,59 713,56 713,13 712,15 712,16 713,14 713.17 8 » 713,17 713,14 712,41 710,96 1 0,54 710,47 709,51 9 () 707,82 707,1 6 705,82 704,81 704,90 705,19 704,63 10 » 703,98 703,3! 703,56 702,69 702,80 703,26 702,94 11 » 702,44 702,7! 702,11 701,31 ¡701,50 702,18 701,81 12 » 701,49 701,90 701,18 700,20 700,68 701,09 700,59 13 » 700,81 702,03 702,18 702,38 703,47 704,37 704,66 14 » 706,08 707,75 707,94 707,41 708,05 709,10 708,87 15 )) 709,14 709,52 709,08 708,30 708,47 708,79 708,45 16 » 708,21 708,64 707,55 706,74 706,90 707,06 706,95 17 » 706,01 706,47 705,55 704,49 704,45 704,63 704,88 18 » 705,61 706,03 705,92 705,36 705,90 706,35 706,22 19 » 706,63 707,52 707,04 706,23 706,81 707,18 707,18 20 » 707,10 708,13 707,98 706,51 707,26 707,63 707,54 21 w 707,85 708,33 707/62 706,89 707,34 708,13 708,09 22 » 708,79 709,45 709,56 709,15 709,49 ¡ 709, 83 709,90 23 » 709,38 709,42 708,53 707,43 707,47 707,55 ¡707,24 24 » 706,41 706,37 705,84 704,26 704,30 704,59 704,71 25 » 704,82 705,33 704,61 703,21 703,261702,82 704,71 26 » 702,77 703,94 703,41 703,38 704,00 704,74 704,77 27 » 705,53 706,80 706,46 706,65 707,64 708.47 ¡708,28 28 » 708,72 709,79 709,72 709,7! 710,11 71 0,83 711,10 29 » 711,31 712,07 711,54 711,43 712,39 712,52 713,42 30 » 710,76 713,82 713,16 712,27 712,59 712,99 713,01 31 » 712,60 712,98 712,05 711,14 711,02 711,04 710,91 1.a d.a 707,75 707,98 708,31 707,97 707,18 ¡707,38 708,06 708,10 2.a 705,04 705,35 706,07 705,65 704,89 705,35,705.84 705,71 3> 708,04 708,09 708,94 708,41 707,77 ¡708.15 708,50 708,74 Mes. 706,98 707,17 >707,81 707,38 706,65 707,00 707,50 707,56 CUADRO TERCERO Observaciones termomélricas . HORAS. FECHAS. 3 m 6 9 12 ¡ 3 l 6 9 n 12 1 » 11,2 15,2 14,2 16,9 15,4 13,4 í i ,5 2 » 11,6 17,0 19,8 22,3 18,4 16,0 13,9 3 í * 11,7 15,3 22,1 23,4 18,6 17,8 15,4 4 » 13,0 16,3 23,5 22,2 19,1 15,7 13,4 5 » 13,7 16,6 25,4 22,7 20,1 18,3 15,4 6 » 14,3 18,1 20,2 21,9 18,6 17,3 14,3 7 » 13,6 16,2 20,6 23,2 18,3 17,0 15,9 8 » 12,9 16,2 20,9 22,4 19,6 18,0 16,1 9 » 14,8 15,4 19,0 14,7 15,6 14,8 13,9 lo » 12,9 15,1 17,1 18,0 14,0 12,9 12,6 11 >, 12,3 14,3 17,1 19,1 19,9 14,0 12,3 12 » 12.4 14,9 19,1 19,1 13,6 12,9 12,5 13 ,, 12,2 14,2 14,7 16,1 14,1 13,6 13,4 14 )) 11,4 14,1 19,2 21,0 16,1 14,2 12,1 15 )) 10,4 14,4 18,2 19,6 16,6 14,7 12,6 16 )) 10,7 13,9 20,6 21,1 17,2 16,9 14,7 17 » 13,6 16,9 27,4 21,0 18,1 17,4 15,6 18 » 13,5 15,3 19,2 19,1 15,5 15,4 14,6 19 » 12,4 15,2 18,7 20,7 16,3 15,4 14,4 20 » 12,9 16,6 15,9 19,0 16,4 14,3 12,5 21 » 13,1 16,1 20,9 22,6 17,1 15,6 13,1 22 » 11,7 14,2 18,2 18,9 16,7 13,0 12,4 23 » 11,1 13,7 18,8 20,9 17,1 14,0 11,4 24 » 10,9 12,9 15,6 17,3 15,2 13,4 11,6 25 » 8,9 11,8 16,5 15,3 12,8 10,7 11,6 26 » 7,3 9,1 12,1 10,8 7,4 5,7 6,2 27 » 6,1 9,0 13,3 13,3 9,7 7,6 5,1 28 » 2,9 8,6 15,8 16,7 13,7 11,7 10,9 29 » 9,1 12,9 16,1 16,3 10,2 7,6 6,4 30 » 3,4 6,2 12,9 15,4 10,7 8,1 5,3 31 » 1,8 4,7 15,3 18,4 12,8 9,9 6,1 1.a d.a, 12,9 13,0 16,2 20,3 20,8 17,8 16,1 14,2 2.a 12,5 12,2 15,0 18,3 19,6 16,4 14,9 13,5 3.a 8,2 7,8 10,8 15,9 16,9 13,9 10,7 9,1 Mes. j 11,3 10,9 13,9 18,1 19,0 15,6 ¡ 1 13,8 12,2 CUADRO CUARTO. Psicrómetro. — Humedad relativa. FECBAS. 3 m HORAS. 6 9 12 J 3 t ¡ 6 9 n 12 1 » 84 78 80 1 78 68 77 83 2 » 85 70 59 52 62 73 81 3 » 89 80 59 55 71 71 81 4 » 89 77 57 48 61 70 80 5 » 74 74 42 48 54 53 67 6 » 75 71 59 53 64 70 95 7 » 88 78 62 57 71 75 77 8 » 85 79 64 63 70 76 79 9 » 86 87 73 91 82 90 92 10 » 91 80 74 64 86 97 91 11 w 91 90 71 68 48 85 90 12 » 90 86 73 68 97 96 94 13 » 96 92 93 83 86 86 81 14 » 93 86 60 57 1 74 85 82 15 )) 92 85 7! 65 | 76 83 88 16 » 97 88 69 67 77 78 83 17 » 86 78 67 73 82 75 79 18 » 89 82 69 67 84 83 86 19 » 92 78 74 67 79 91 90 20 » 92 84 72 65 74 84 87 21 » 89 79 69 46 75 83 91 22 » 92 87 74 68 í 69 92 85 23 » 82 76 57 52 ¡ 66 75 74 24 » 92 89 85 67 79 83 89 25 » 89 75 52 49 56 61 59 26 » 60 65 48 57 ! 58 64 63 27 » 71 59 46 47 ; 66 76 79 28 » 87 78 61 54 69 63 70 29 » 78 55 32 39 56 60 56 30 » 66 64 42 44 56 63 75 31 » 86 80 55 40 52 50 76 1.a d.a 87 85 77 63 61 69 75 83 2.a 88 92 85 72 68 78 85 86 3.a 77 81 73 56 51 64 70 74 Mes. 84 86 78 64 60 ! 70 1 76 81 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 20 27 28 29 30 31 / < 2; 3. Me< CUADRO QUINTO. Psicrómetro . — Tensión del vapor. HORAS. 6 9 1 2 3 t 6 9 n 12 8,4 10,0 9,0 11,2 8,9 8,9 8,5 8,7 10,7 10,5 10,4 9,8 9,9 9,6 9,1 10,3 11,7 11.9 11,5 10,7 10,6 9,9 10,0 12,4 9,7 10,1 9,2 9,2 8,8 9,7 10,1 9,9 9,5 8,3 8,7 9,1 11,0 10,5 10,5 10,2 10,3 11,5 10,2 10,8 11,2 12,1 11,2 10,8 10,4 9,4 10,9 11,8 12,7 11,8 11,6 10,9 10,9 1L3 12,0 11,4 10,9 11,2 10,9 10,1 10,2 10,8 9,9 10,3 10,6 9,9 9,7 11,0 10,4 11,2 8,3 10,1 9,7 9,7 10,8 12,1 11,1 11,2 10,6 10,2 10,1 11,2 11,5 11,4 10,3 9,9 9,2 9,4 10,4 10,0 10,5 10,1 10,2 8,7 8,8 10,4 11,1 11,0 10,7 10,3 9,5 9,3 10,4 12,5 12,5 11,2 11,1 10,3 10,0 11,2 12,0 13,5 12,6 11,1 10,4 10,2 10,0 11,5 11,0 10,9 10,8 10,7 9,9 10,0 11,9 12,3 10,9 11,9 11,0 10,1 11,8 9,7 10,7 10,3 10,2 9,4 10,1 10,9 12,7 9,5 11,0 11,0 10,2 9,5 10,5 11,5 11,1 9,8 10,3 9,1 8,1 9,0 9,2 9,5 9,7 8,9 7,5 9,0 9,8 11,2 9,8 10,1 9,5 9,1 7,0 7,7 7,3 6,4 6,1 5,8 6,0 4,7 5,6 5,0 5,5 4,5 4,6 4,5 5,0 5,0 5,3 5,4 6,0 5,9 5,2 4,9 6,5 8,0 7,6 8,2 6,5 6,9 0,8 6,1 4,5 5,4 5,2 4,7 4,0 3,8 4,0 4,6 5,7 5,3 5,0 5,0 4,4 5,1 7,0 6,2 5,8 4,6 5,3 9,5 ' 10,5 11,0 11,0 10,4 10,1 10,0 9,7 1 10,8 11,3 11,5 10,6 10,6 9,9 0,7 | 7,3 7,8 7,5 7,4 7,0 6,6 8,6 9,5 10,0 9,9 9,4 9,2 8,8 TOMO XVI. 36 CUADRO SEXTO a a ¡25 «ó co ^3 ss o 'O e » to -<3 o «o e <^> ^3 'o « <¡ a axooxoooar- a a i> r« a l^ i^> » a ¡¿ o 55 9 r" ir- fOfO a r~ , r— i r-i r-i r— t t— i a H ©i as o co so as r- t-h o aaomooo©«o co ^L^xr«ícaoL^ a ooooooaso a a r- r- r- i - i '' » " r- r- co o gH .cá .a .6 .o 2¡ z .a < m _ o a > £¿ c/j C/3 5¿ C/5 a ¡25 o a CO«rHr-SO©lC?ír-JOO t>- a a C/i a o CIENCIAS NATURALES BOTANICA. Enumeración de las Criplógamas de España y Portugal; por 1). Miguel Colmeiro, Catedrático del Jardín Botánico de Madrid. ( Continuación .) B. elongatum Dicks. Polilla elongala ííedw. Muse, t. 36. Ilab. España en los montes de Aragón (Pardo, Loscos) sobre la tierra húmeda. Fr. Febr. Marz. (n. v.) B. serrulatum Lag. Garc. Clem. Anal. Cau- libus ramosis, diffusis; foliis ovato-acuminalis, enerviis, ser- rulalis setis axillaribus, ramobrevioribus; capsulis subincurvis. Lag. Garc. Clem. loe. cit. Hab. España en Castilla la Vieja, cerca de Sanio Domingo de Silos (Saracha). Fr. May. (n. v.) DICRANACEAS. Blindia. B. crispula C. Mull. Weisia crispula íledw. BryoL eur fase. 33-36, U 7. Grimmia crispula Sm . 564 Hab. España en el Puerto de Benasque (Lge.) y en oirás partes de los Pirineos. Fr. Ag. (n. v.) B. cirrhata C. Mull. Mnium cirrlialum L. DHL Muse. t. 48, f. 42. Weisia cirrhata Hedw. Bryum cirrhatum Brot . Tortilla cirrhata Sic. Lag. Garc. Clem. Anal . Hab. España (Lag., etc., E. Bout.) y Portugal (Brot.) en los montes y selvas, al pie de los árboles, sobre las rocas y techos en muchas provincias. Fr. Abr., May. (v. s.) Cataluña (Villers, Lag.): valle de Aran (Villers), Monser rat (E. Bout. Lag.) Aragón (Lag.) Santander (Salcedo). Galicia (Lge.): cercanías de Lugo (Lge.) Castilla la Vieja (Salcedo): Valle de Mena (Salcedo). Valencia (Lag., etc.): camino de Biar á Bocairenl (Lag., etc.). Ti taguas (Clem.) Andalucía (Clem.): Conil (Clem.) Portugal (Brot.): Alentejo (Brot.) Baleares : Menorca (Oleo). Dieran nm. D. scoparium Hedw. Muscus XUQuer, Bryum seo- parium L. DHL Muse. t. 46, f. 16. A. B. C. Hab. España (Quer, Asso) y Portugal (Brot.) en los mon - tes y bosques sobre la tierra, los árboles y rocas en mu- chas provincias. Fr. Marz., Jul. (v. v.) Cataluña (Villers): valle de Aran (Villers), Monserrat (Pourr.) Aragón (Asso): monte de Guara (Asso). Santander (Salcedo). Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). León (Lge.): Villafranca del Vierzo (Lge.) Castilla la Vieja (Cav., Lag., etc.):‘San Ildefonso (Cav., Lag., etc.), valle de Mena (Salcedo). Castilla la Nuera (Cav., Lag., etc.): El Paular (Cav.), Be- cerril (Cav., Lag.), Manzanares (Lag., etc.), Sierra de Gua- darrama (Wk.) 565 Andalucía (Clem.) Portugal (Brot.) D. Bruntoni Bm Engl, hot. t. 2509, Cynodontium Bruntoni Bryol. eur. fase. 33-36, t. 1, Hab. España (Lge.) sobre las rocas en las provincias sep- tentrionales. Fr (n. v.) León (Lge.): Yillafranca del Yierzo(Lge.) Galicia (Lge.): Pico Sagro cerca de Santiago (Lge.) D. polycarpum Ehrh. DHL Muse . t. 48 , f. 41. 0/j- cophorus polycarpos Brid. Hab. España en Asturias, en el monte situado al oriente del Naviego (Dur.) sobre las rocas sombrías. Fr. verán, (n. v.) D. flexuosum Hedw. Campylopus flexuosus Brid . Bryol. eur. fase. 41 . Hab. España (Lag.) sobre la tierra, piedras y troncos. Fr. Dic. (n. v.) Castilla la Nueva (Lag.): Madrid, en el Retiro (Lag.) LEFTOTRÍCÁ CEAS . Angstroemia. A, heteromalla C. Mull. Dicramm heteromallum. Hedw. Bryum heteromallum DHL Muse. t. 47, f. 37. Hab. España (Asso, E. Bout.) sobre la tierra y las rocas areniscas de los montes y bosques en varias provincias. Fr. Marz. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Aragón (Asso): Orihuela de Albarracin (Asso). Castilla la Nueva (Clem.): Manzanares (Clem.) Yalencia (Clem.): Tiláguas (Clem.) Andalucía? (Clem.) A. varia C. Mull. Dicramm varium Hedw . Bryum simplex L. DHL Muse. t. 50, f. 59. Mnium simplex Brot. Hab . España (Echeand., Lag.) y Portugal (Brot.). sobre tierras arcilloso-areniscas en las selvas, cerros y caminos de 566 las provincias septentrionales principalmente. Fr. otoñ., pri- mav. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Aragón (Echeand., Lag.): Zaragoza (Echeand.) Santander (Salcedo). Castilla la Nueva (Cut. , Amo). Portugal (BroL): Lisboa, Coimbra y otras partes (Brot.) A. squarrosa C. Mull. Bryum pellucidum p L . DiU. Muse. t. 46, f. 24. Dicranum squarrosum Starcke . Hab. España en la Sierra de Guadarrama (Graells) en sitios aguanosos. Fr. verán, (n. v.) A. pellucida C. Mull. Bryum pellucidum L. DHL Muse. t. 46, f. 23. Dicranum pellucidum Hedw . D. aquati- cum Ehrh. Hab. España (Lag., Glem.) en sitios montuosos y aguano- sos de varias provincias. Fr. otoñ., primav. (v. s.) Asturias (Lag.): Arvas (Lag.) Valencia (Glem.): Titáguas (Glem.) Andalucía (Glem.): Agua agrilla y chorreras de Porlugos, Barranco de Trevelez (Clem.) A. virens C. Mull. Dicranum virens Hedw. Bryol. eur. fase. 37-40, t. 3 , a. Hab. España (Boiss., Wk.) en sitios sombríos y húmedos sobre las rocas y leños podridos en los Pirineos y otros montes, hallándose en los meridionales á la altura de 9.000-10.000' (Boiss.) Fr. Jul. (n. v.) Aragón (Pardo, Loscos). Andalucía (Boiss., AVk.): Sierra-Nevada, descenso del Mu- lahacen en el Collado de Vacares (Boiss.), Sierra-Nevada en el Corral de Veleta (Wk.) Leptotriclium. L, subulatum Hmp. Trichostomum subulatum Br. et Sch. Bryol. eur. fase. 18-20, t. 13. Didymodon subulatus Bruch . Camb. Hab. islas Baleares en Menorca (Hern., Camb.) Fr..... (n. v.) RARTRAMIOIDKAS. Meesea. M. tristieha Br, et Sch. Bryol. eur . fase . 10, t . 4. Mnium triquetrum L. ex Angstr. Ilab. España en Andalucía en el Agua agrilla de Porlugos, y en las de la dehesa de Camarate (Clem.) Fr. Jul. (n. v.) Faludella. P. squarro'sa Brid. Bryol. eur . fase. 10, t. 1. Bryum squarrosum L. Hab. España en Santander (Salcedo). Bartramia. B. fontana Sehw. Bryum fontanum Sw . Mnium fontanum L. Bill. Muse, t . 44, f. 2. Ilab. España (Clem., Lag.) y Portugal (Brol.) en los sitios húmedos ó inmediatos á los arroyos de las montañas de casi todas las provincias, llegando en las meridionales á la altura de 11.000r (Clem.) Fr. Abr., Jun. (v. v.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. BouL), valle de Aran (Yillers). . Aragón (Lag., Pardo, Loscos). Prov . Vascongadas (Wk.): trun (Wk.) León (Lag.) Castilla la Vieja (Rodr., Colm.): San Ildefonso (Rodr. Colín.) Castilla la Nueva (Rodr., Lge.): Sierra de Guadarrama (Rodr.), Escorial (Rodr., Lge.) Valencia (Clem.): Titáguas (Clem.) Andalucía (Clem., Bory), Sierra-Nevada (Clem., Bory Boiss.), Barranco de Trevelez (Clem.), nacimiento del Dilar (Bory). 568 Portugal (Brot.): Sierra de Gerez (BroL) E. ithypliylla Brid. BryoL eur . fase . 1 2, t. 2. B. pomi forráis Wahlenb. Hab. España (Clem., Lge.) sobre las rocas en las monta- ñas algo elevadas de varias provincias. Fr. May., Jun. (n. v.) Castilla la Nueva (Lge.): Sierra de Guadarrama sobre Na- vacerrada (Lge.) Andalucía (Clem.): Adra, Turón, Picacho de Alcalá de los Gazules (Clem.) B. Halleriana TXodw. BryoL eur . fase. 12, /. o. Hab. España en el valle de Aran (Villers) y en otras par- tes de los Pirineos entre la*s piedras. Fr. May., Jun. (v. s.) B. pomiformis HedW. B. vulyaris DC. Bryum po- mi forme Auct. Bill. Muse. t. 44, f. 1. Hab. España (Asso, Xarne) y Portugal (Vand., Brot.) sobre las rocas en los montes de casi todas las provincias, hallándose en las centrales á la altura de 5.000-6.000r (Wk.) y llegando en las meridionales á la de 12.000' (Clem.) Fr. Febr., May. (V. V.) Cataluña (Colm.) Aragón (Asso, Xarne): Villarluengo (Xarne). Navarra (Née): Palomeras de Hurguete hácia Roncesvalles (Née). Santander (Salcedo): valle de Pas (Salcedo). Asturias (Lag., Pastor): Yalgrande (Lag.), Oviedo (L. P. Ming.) Galicia (Colm.) Castilla la Vieja (Rodr., Colm.): San Ildefonso (Rodr., Colm.) Castilla la Nueva (Lag., etc.): Becerril (Lag., etc.), Esco- rial (Colm.) Andalucía (Clem.): Cerro de las Minas de Turón, La Sagra, Sierra-Nevada (Clem.) Portugal (Vand., Brot.): Coimbra (Brot.) B. crispa Sw. B. incurva Hoppe. BryoL eur. fase. 12. Hab. España (Wk., Lge.) sobre los muros y rocas en los montes de las provincias septentrionales y centrales, hallán- dose en estas á la altura de 5.000-6.000' (Wk.), y llegando 569 raas arriba en algunas montañas de las provincias meridiona- les. Fr. Abr., Jul. (v. s.) — Es mera variedad de la B. pomi- formis Hedw. Aragón (Pardo, Loscos). León (Lge.): Villafranca del Yierzo (Lge.) Castilla laViej a (Wk.): pinar de Segovia (Wk.) Castilla la Nueva (Graells): Guadarrama (Graells). Andalucía (Lge.): Sierra de Alfacar (Lge.) POTÍOÍDEAS. Encalypta. E. vulgar is Hedw. Muscus X Quer. Brtjuni exlinc- torium L. Bill. Muse. t. 45, f. 8. Eucalipto exlinctoria Sw. Hab. España (Quer, Asso), sobre la tierra húmeda, los muros y rocas en muchas provincias, hallándose en las orien- tales á la altura de 5.500r? (Wk.) y en las meridionales á la de 9.000' (Clem.) Fr. Febr., Abr. (v. v.) Cataluña (Lag.) : Monserrat (Lag.) Aragón (Asso, Xarne): San Cosme de Guara (Asso), Villar- luengo (Xarne), Zaragoza (Echeand.) Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). Castilla la Nueva (Quer, Lag., etc.): cercanías de Madrid (Quer, Lag., etc.): Casa de Campo é inmediaciones del Man- zanares, Colmenar Viejo, Guadarrama (Lag., etc.), paseo de la Florida (Colm.) Valencia (Lag., etc.): Ontenient, Bocairent (Lag., etc.), Titáguas (Clem ) Andalucía (Clem.): Sierra de María, Sierra-Nevada abajo del Puerto del Rejón, Grazalema, Cerro de San Cristóbal (Clem.) E. ciliata Hedw. Bryum extinclorium p L. DHL Muse. t. 45, f. 9. Hab. España (Clem.) en los montes. Fr. prima v. (n. v.) Andalucía? (Clem.) 570 E. spathulata C. Mull. E. rhabdocarpa ¡3 pilifera Schwágr. Hab. España en Valencia en el monte de Sania María de la Sierra de Chiva, á la altura de 5.500' (Wk.) Fr. Jun. (n. v.) Pottia. P. Starckeana C. Mull. Weisia Slarckeana Hedw . Anacalypta Starckeana Bryol. germ. t. 36, f. 2. Bryol. eur. fase. 18-20. t. I. Hab . España (Wk., Lge.) en sitios arenosos y arcilloso- calizos de las provincias meridionales principalmente. Fr. Febr. (n. v.) Andalucía (Wk., Lge.): cercanías de Cádiz (Wk.), Puerto de Santa María (Lge.) P. cavifolia Ehrh. Gymnostomum ovatum Hedw. Bryol . eur. fase. 18-20, t. 2. Hab . España (Lag.), en los campos y sobre los muros en muchas provincias. Fr. primav. (v. s.) Cataluña (Lag.): Monserrat (Lag.) Aragón (Pardo, Loscos). Castilla la Nueva (Cut., Amo). P. en st orna Ehrh. Muscus IX Quer. Bryum truncatu- lum L. DHL Muse. t. 45, f. 7. F.-K. Bryum truncatum Brot. Gymnostomum truncatulum Hedw. Pottia truncata Bryol. eur. fase. 18-20, t. 4, 5. Hab. España (Quer, E. Bout.) y Portugal (Brot.), en las praderas y campos húmedos, sobre los muros, rocas y tron- cos de los árboles en las provincias septentrionales y centra- les. Fr. Febr., Marz. (v. s.) Cataluña (E. Bout.): Monserrat (E. Bout.) Galicia (L. Alonso): Ferrol (L. Alonso). Castilla la Nueva (Quer, Clem., Lag.): circuito de Madrid (Quer), Becerril (Clem., Lag.) Portugal (Brot.): Coimbra (Brot.) Nombr. vulg. Porl. Hysopo de Salomáo, Hysopo das pa- redes (Brot.) 571 P. pallida Lindberg. Yar. 8 auripes C. Midi Cercanías de la Cortadura de Cádiz (Lge.) P. minútala Hmp. Bryol. eur. fase . 18-20, t. 3. Gymnostomum minululum Schw. Hab. España (Lge.) en los montes y sitios arenosos de las provincias meridionales. Fr. Febr,, Marz. (n. y.) Andalucía (Lge.): cerros de Córdoba, Puerto de Santa Ma- ría, Chiclana (Lge.) Trichostomum. T. rubellum Rabenli. Grimmia rubella Roth . Bryurn palustre Brid. B. setaceum ¡3 Huds. DHL Muse, t . 48, f. 45. Bryum rubellum Hoffm. Anacalypla rubella Hüb . Hab. España en la Sierra-Nevada (Boiss.) y en el Puerto de Benasque (Lge.), é igualmente en otras partes de los Piri- neos, sobre los muros y rocas. Fr. Ag. (n. v.) T. Barbilla Schwagr. Bryol. eur. fase. 18-20, t. 2. Tortula lusitaniea Brid. Hab. España (Wk.) y Portugal (Brid.) sobre la tierra y las piedras húmedas en las provincias meridionales. Fr. Marz. (n. v.) Andalucía (Wk.): Sierra de Palma (Wk.), Sierra-Morena en las Ermitas cerca de Córdoba (Lge.) Portugal (Brid.) T. latifolium Schwagr. Dicranum latifolium Ilediv. Desmatodon latifolius Brid. Bryol. eur. fase. 18-20, t . 1. Yar. p muticum C. Müll. Desmatodon glacialis Fk. Piri- neos centrales en los límites de España (Lge.), Sierra-Nevada en el Corral de Veleta y en el Borreguil de San Gerónimo, á la altura de 9.000' (Boiss.) Fr. Ag. (n. v.) T. convolutum Brid. Desmatodon nervosas Bryol. eur. fase. 18-20, t. 3. Grimmia atrovirens Sm . Engl. bot . t. 2015. Hab. España (Arnott, Lge.) sobre los muros y rocas en los Pirineos y otros montes. Fr. En., Febr. (n. v.) Cataluña (Arnott): La Seo de Urgel (Arnott). 572 Andalucía (Lge, (Lge.) cercanías de Málaga, en San Anión Barbilla. B. ambigua Br. et Seh. \Bryol. eur . fase. 13-15, t. 2. B. rígida Hedw. Muse. t. 25, f. 3-5. Bryum rigidum Brot. Hab. España (Lge.) y Portugal (Brot.) sobre tierras arci- llosas, los montes y rocas en algunas provincias. Fr. Jun. (n. v.) Valencia (Wk.): barranco de Tabernes (Wk.) Andalucía (Wk., Lge.): inmediaciones de Cádiz (Wk.), cercanías de Málaga en el Cerro Coronado, é inmediaciones de Sevilla en San Juan de Aznalfarache (Lge.) Portugal (Brot.): Lisboa y Coimbra (Brot.) B. aloides Br. et Sch. Bryol. eur. fase . 13-15, t. 2. Trichoslomum aloides Koch. Tortula rígida Hook. et Tayl. ílab. España (Lge., Pardo) sobre tierras arcillosas, los muros y rocas areniscas en varias provincias y principal- mente en las septentrionales. Fr. Oct. (n. v.) Santander (Lge.): cercanías ele Santander en la Peña del Castillo (Lge.) Aragón (Pardo, Loscos). (Se continuará.) VARIEDADES Nombramiento de Sres. Académicos. En sesión de 3 del actual ha sido nombrado Académico numerario de la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales, en la sección de ciencias naturales, el Sr. D. Laureano Perez Arcas, Catedrático de zoología en la Univer- sidad Central; y corresponsales de la misma corporación Mr. H. Milne Edwards, Mr. d’Avezac y D. Alvaro Reinoso. Igualmente en sesión del dia 6, han sido elegidos Académicos nume- rarios en la sección de ciencias exactas el Sr. D. Miguel Merino, primer astrónomo del Observatorio de Madrid, y el Sr. D. Esteban Boutelou, individuo de la Junta consultiva de ingenieros de montes. Barniz de seda. Cuando los gusanos de seda han llegado á la época de su mayor desarrollo y no encuentran inmediatamente ramas dispuestas para asegurar sus hebras, se agota su fuerza vital, se esparce por lo interior del cuerpo la sustancia que constituye la seda, se encor- van y mueren sin formar capullos, y en este estado se les denomina vulgar- mente gusanos cocidos: los chinos los emplean en tal caso en una industria especial. Echan en agua caliente la parte del cuerpo que da por secre- ción la seda, extrayendo por este medio con más facilidad la materia que contienen los órganos. Terminada la operación evaporan el agua, y por este medio obtienen un excelente barniz, que sirve para las estam- pas más delicadas, y que es tan trasparente como el vidrio, preservando al papel de la humedad y de las picaduras de los insectos. Se emplea esta materia sedosa cuando todavía está líquida y conte- nida en los órganos, en los cuales se produce, para obtener hilos mucho más groseros que los que hila el gusano, pero sumamente resistentes é impermeables ó indisolubles por la acción del agua. Con dicha sustancia se forma también una especie de hebra muy gruesa que sirve á los pes- cadores de caña para echar los anzuelos. Naturaleza y usos de la ozokerita ó cera mineral, por Mr. Fuchs. Los distritos de la Galitzia que suministran los aceites de nafta ó de petróleo, hace algún tiempo qüe introducen también en el comercio un producto análogo á la cera, muy rico en parafina, y que se conoce con el nombre de ozokerita ó cera mineral. Esta materia, de un color verde negro muy intenso, se funde á los 50 ó 60 grados centígra- dos, y puede en muchos casos reemplazar á la cera ó á otras sustancias del mismo género. Como apénas es atacada por los ácidos ó los álcalis sin concentrar, merece con frecuencia ser preferida á las demás sustan- cias grasas, y especialmente se ha visto que es muy conveniente para la preparación de telas y papeles barnizados con cera. El palastro, calentado préviamente, barnizado con cera mineral y puesto después al fuego hasta la combustión de la cera, queda también cubierto de una especie de barniz muy sólido, que proteje de un modo duradero y muy eficaz la superficie contra la influencia del aire húmedo y aun de los vapores ácidos, lo cual puede suministrar un medio muy fácil y económico de preservar el hierro del orin. Por medio de experi- mentos especiales llega á conocerse hasta qué punto puede convenir la cera mineral para hacer pinturas aisladoras, para preservar de la hu- medad las paredes, y preparar papeles que pueden comparse á los papeles embreados, etc. Manera de utilizar las recortaduras de hojalata. En el Dinglin polytheenisches Journal , hallamos una noticia interesante sobre el modo de aprovechar los recortes de hojalata, que propone Mr. Fuchs. Sábese que en las hojalaterías, fábricas de botones y de otros varios objetos, se han mirado hasta ahora como cosa de ningún valor los desperdicios de hojalata, pues todos los procedimientos que se han pro- puesto para sacar el estaño y el hierro que contienen, se ha visto que eran inaplicables. Sin embargo, el método que propone Mr. Fuchs, parece que reúne todas las condiciones que pueden desearse. Fúndase en la propiedad que tiene el hierro en contacto con el estaño, de no ser ata- cado por el ácido clorhídrico sino hasta la completa disolución del estaño. El procedimiento que hay que emplear es el siguiente. Se ponen los reta- les de hojalata en vasos de barro, como los que se emplean para pro- bar los ácidos, y se bañan con una mezcla de partes iguales de ácido clorhídrico del comercio y de agua común, añadiéndola 6 por 100 de ácido nítrico, para favorecer la disolución del estaño. Al cabo de doce horas de contacto se ve si los retales están completamente privados de estaño, sacando uno de ellos, y observando el color que ha tomado por la acción del recocido. Si tiene estaño, el color característico del hierro se halla modificado por manchas blancas. Cuando se ha disuelto el metal, se abre una llave de barro que debe haber en el fondo del vaso, y se da salida al líquido, que vuelve á caer á otro vaso lleno de recortaduras. Las que ya están privadas de estaño, que quedan en el primer vaso, deben lavarse hasta que no ofrezcan ninguna reacción ácida, y después secarse rápidamente y calentarse; quedando ya en disposición de poderse ven- der como desperdicios de palastro. Cuando el líquido ácido del segundo vaso ha agotado ya su acción disolvente, se echan en él pedazos de zinc, que precipitan en ménos de veinticuatro horas todo el estaño en forma de una masa negra y esponjosa, que se lava repetidas veces y se escurre en un lienzo. En seguida se mezcla con un poco de aceite ó de grasa, y se funde en un vaso de hierro. Procedimiento para que los hongos sean inofensivos. Consiste el procedimiento, debido á Mr. Federico Gerard, en poner á re- mojo en agua acidulada los hongos venenosos, y prensarlos después, con cuyas dos operaciones se pueden comer impunemente, según afirma; pero séame permitido, dice Mr. Morpain de Burdeos, disentir de su pare- cer acerca de este punto, y m inifestar mi opinión sobre un procedimiento que quizá se indica con demasiada seguridad (1). Hace mucho tiempo que se agita esta cuestión, y preciso es confesar que nunca se han obte- nido felices resudados. Una observación que hace algunos años expuso el doctor Desmartis, demuestra que es preciso no confiar demasiado en esta manera de tra- tar los hongos venenosos. Después de haberlos lavado con agua acidu- lada, y habiéndolos dejado en maceracion por espacio de diez horas, hirviéndolos y prensándolos fuertemente, el Doctor Desmartis los coció, y trató de hacer el experimento eu animales; pero un labrador muy conocido en Burdeos, Mr. Laffeuillade , que juzgaba el procedimiento infalible, y por consiguiente tenia completa seguridad en él, quiso comer los hongos así preparados. Los temores del prudente doctor no pudie- ron hacer desistir á Mr. Laffeuillade de su idea, y habiendo comido al- gunos, se vió acometido de dolores cólicos intolerables por la tarde, después de una suntuosa comida, permaneciendo enfermo durante un mes por haber persistido tanto en sus opiniones. El Doctor Desmartis hizo después ensayos en- dos perros y un gato, y los tres animales murieron. El mismo Mr. Laffeuillade hubiera quizá muerto, á pesar de la pequeña cantidad que habia comido, sin el exceso de los licores espirituosos que bebió durante el dia. Experimentos más recientes que se hicieron en otros animales, nos dieron iguales resul- tados. Diré también que hay ciertas especies de hongos, entre ellos el Aga- ricus bulbosus, que resisten á todos los disolventes posibles y que conservan siempre su principio venenoso. Los numerosos experimentos que el Doctor Desmartis no ha cesado de hacer sobre este punto, y su práctica, le autorizan á dar como re- medio específico , por decirlo así , el uso en altas dosis de los licores espirituosos, como por ejemplo el aguardiente anisado , el ponche? rom, etc. Noticias botánicas. Mr. Lewis Foote ha descubierto el Escolopendrio oficinal , llamado Lengua de Ciervo, en muchísima abundancia, cerca de la ciudad de Wilt, á cinco millas de Siracusa, en los Estados-Unidos. MM. Sullivant y Lesquireux, hábiles botánicos dedicados al estudio de las criptógamas en los Estados-Unidos, acaban de publicar una segunda edición sumamente aumentada de sus Musci boreales americani, seu specimina exsiccata muscorum in Americce república fcederata deteclorum. El profesor Brewer ha demostrado que las plantas inferiores vegetan muy bien en las aguas calientes salinas ó geysers de California, siendo más abundantes en aquellas cuya temperatura es de 52 á 60 grados. La temperatura más elevada á que se .encuentran es la de 95° centígrados. Son monocelulares en los manantiales más calientes, y filamentosas en los más frios. Como ejemplo notable de la tenacidad de la vida en las plantas supe- riores, puede citarse la Lewisia rediviva, portulácea carnosa, con grandes ñores, que crece en la Colombia británica, el Oregon y la California. Aunque seca y colocada hace dos ó tres años en los herbarios, no cesa (1) Después de escrito esto ha fallecido Mr. Gerard. o76 do crecer, y desarrolla sus yemas en medio del papel. El Doctor Lyall, de la marina real de Inglaterra, sumergió una de ellas en agua hirviendo, para destruir antes de secarla su propensión á crecer; pero año y me- dio después daba todavía señales de vitalidad, y en mayo de 18GB pre- sentaba hermosísimas flores en el jardín real de Kew. El profesor Hunger ha descubierto en un ladrillo encontrado en el Nilo y perteneciente á la pirámide egipcia de Dashour, construida 3300 ó 3400 años antes de Jesucristo, restos animales y vegetales tan bien conservados, que ha sido posible clasificarlos. Ha hallado, además de dos especies de trigo, muchas plantas comunes, y entre ellas las siguientes-' Visura arvense, Linum usilatissimum , Raphanus Raphanistrum, Chrijsanthemum segetum , Euphorbia helioscopio,, Chenopodium múrale, Bupleurum aristatum. Vicia saliva . El ladrillo contenia paja cortada, lo cual confirma plenamente lo que el Exodo dice respecto á la fabricación de ladrillos en Judea. Los restos de los objetos trabajados, son pedazos de tejas cocidas, vasijas de barro, hilo torcido, cáñamo y lana de carnero, objetos que demuestran una civilización muy adelantada hace más de 5000 años. El herbario del Museo británico se ha enriquecido en un solo año con 13027 especies. Mr. Hildebrand ha demostrado respecto á la fecundación de la Cory- dalis rara: l.° que las flores de las plantas preservadas de la influencia de los insectos y reducidas á fecundarse por su propio polen, no fructi- fican; 2.° que el fruto rara vez está formado cuando las flores de un mismo ramo se cruzan con las del otro; 3.° que la fecundación per- fecta exije el cruzamiento de flores tomadas en plantas diferentes. 1 JUM 1885 Editor responsable, Ricardo Ruiz. JTi®. Fi£17.