JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS E INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS TRABAJOS DEL MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES SERIE ZOOLÓGICA, NÚM. 24. .PATESTROCTUBA DEL TESTÍCULO APP LETRODELES WALTEIL Mich: POR MARIO GARCÍA BANÚS (Se ha publicado este Trabajo en 15 de Febrero) MADRID 1016 e A PEN m $ ás Ur > e , a e hp == . SU “ul q S ue Lo " A : % eS yl : ve Me pe ñ as . Ñ E jo - á E E 5 E a 5 Ú ES = y da ' Ñ AS t> » 1d 1 — en , | O] % M A 3 ] a y | F Mi MN A CI » ¿ p > ] . 3 an «e i % ELE EADAA a Imp. Clásica Española, Cardenal Cisneros, 10. Teléfono 4430 SUMA RIO PÁGINAS INTRODUCCCIÓN LA Eres OS A A.—EL TESTÍCULO DE OTROS URODELOS...... osas ita A B.— MATERIAL Y MÉTODOS....... di a abi EAT e 1 TETESTÍCULO DEL GALLIPARO Ne A 5 Primera parte.—La evolución anual del testículo...... O TA BOrmMa Y aspecto externo er dead EIA To 2. Resultado de la observación microscópica...... 3. Resumen y comparación con otros urodelos... Segunda parte.—Anatomía de las distintas regiones y los elementos accesorios... OOO OOOO O OO Tacna pulmonar da a datar oral rela po primera résión del testículo 0 ca mare e uns Se ase sunda resión del testiculos jeta ica ae a ias are sión clado bad oo e Ns Sia a ar OLSeEny 1OLMACIóN ate lija dae Se o 6. Anatomía e histología....... o oral fado 3 coresrestónide larelándulac olive aiearania : o 5. Lacinia caudal y cordones de unión ........ E ARES umen y dis CUSION epees slaaeriar: A a (CONCLUSIONES Mn a oa ea it e NRABAJO CUADO A OTRO OO SSPRICACIÓN (DE PASPRIGURAS qa a oa lo ire ala en -] AA ¡ o ALA PY F INTRODUCCIÓN El Pleurodeles Waltl: Mich., conocido vulgarmente con el nombre de gallipato, es una especie de la fauna española casi ex- clusivamente. Se encuentra solamente en el NO., O. y S. de España, en Portugal y N. de Marruecos (BoscA, 1877 60 y 08, y LórEz SEOA- NE, 1877); su área de dispersión está limitada al N. y E. por una línea que, según SCHREIBER (1913), penetra en la península por Galicia (Ferrol), se dirige hacia el SE., y, pasando un poco al N. de Madrid, viene a salir por Cartagena. Debido tal vez a esta distribución limitada, es esta una espe- cie casi desconocida científicamente. Fuera de los trabajos de descriptiva, apenas si se encuentran autores que se hayan ocu- pado de ella (1). Creo es deber nuestro ocuparnos, ante todo, del conocimien- to más completo de las especies características de nuestra fauna. Esto fué lo que me movió a emprender el estudio de la esper- matogénesis del Pleurodeles; pero al empezar dicho trabajo en- contré algunas particularidades en la anatomía microscópica del testículo, completamente desconocida en esta especie, que lo ha- (1) No conozco acerca de esta especie más que los siguientes traba- jos: la monografía de Frarsse (1880), uno de WiEDERSHEIM acerca del es- queleto; una nota de BoscÁ (1877 a) sobre su cópula, y los trabajos de Go- GORZA (1909 y 1910) acerca de la piel y sus glándulas. Acerca de órganos sexuales sólo existe la descripción del espermatozoide por Retz1us (1906). Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid,—Serie Zool. núm. 24.—1916. 8 M. GARCÍA BANÚS cían diferir algo de las descripciones dadas por los autores, para el testículo de otros Urodelos; el estudio de dicha anatomía es lo que constituye el presente trabajo, que es casi exclusivamente descriptivo, y del que, por tanto, han de ser pocas las conse- cuencias importantes que resulten, por carecer, además, de auto- ridad suficiente para formularlas. He procurado resolver en el Pleurodeles algunos de los pro- blemas pendientes de discusión del testículo de otros Urode- los; entre ellos, la constitución macroscópica del testículo, for- mado de partes distintas, y la variación de dichas partes según la época del año; esto, con el estudio de la manera de regenera- ción de nuevas porciones, constituye la primera mitad del trabajo. En la segunda parte me ocupo del estudio de los elementos accesorios, con objeto de poder llegar a dar cuenta exacta del origen de una región del testículo de los Urodelos, poco estudia- da hasta ahora, y que en esta especie tiene una gran importan- cia: la región glandular, cuya estructura he estudiado en detalle; también he dado cabida al estudio de la distribución del tejido conjuntivo. He dejado el estudio de las células sexuales para un trabajo ulterior, pudiendo considerarse el presente, como una introduc- ción al estudio de la espermatogénesis. He colocado un resumen después de cada una de las partes, y al final un resumen general con los resultados más salientes. No quiero dejar de hacer constar mi agradecimiento a cuantas personas me han ayudado dealgún modo en la realización de este trabajo. Entre ellas, no puedo menos de citar a los doctores SIMARRO y CajaL, por los consejos con que en distintas ocasiones me han favorecido; al Dr. Acmúcarro, a quien debo la idea de emplear su hermoso método del tanino y plata amoniacal, y la práctica de dicho método, y especialmente, al Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Dr. Iexacio BoLívar, por las muchas facilidades y abundante material que me ha procurado para llevar a termino este trabajo. A=—EL, TESTÍCULO- DE. OTROS URODELOS Casi todos los autores que se han ocupado en el estudio de la espermatogénesis, o de la anatomía del testículo de los Urode- los, han hecho notar que está formado de partes distintas, y que estas partes varían con la época del año en que se estudiase. Ya LeyoiG (1850) reconoce dichas partes en el testículo de Salamandra, y las distingue por su color y contenido diciendo: «El color de las distintas partes varía entre blanco, gris y ama- rillo de azufre, lo que depende del contenido de los tubos del testículo. En los cortos tubos del testículo, contenidos en los /0- bulos grises, y cuyos extremos redondeados miden de 0,034 a 0,05 mm. de ancho, no se encuentran espermatozoides, sino que están llenos de grandes células de 0,012 mm. de diámetro. El contenido de las células es turbio, finamente granuloso, y su núcleo tiene numerosos nucleolos. En las células de la parte de color amarillo de azufre hay depositadas gruesas gotas de grasa, y solamente en la parte blanca, se encuentran los hermosos es- permatozoides ya conocidos, provistos de su membrana ondu- lante» (1). Vemos que habla de tubos del testículo, aunque, como pos- (1) Citado por NussBaum (1906). Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 10 M. GARCÍA BANÚS teriormente otros autores han demostrado, no existen tales tu- bos en los Urodelos. Describe también un filamento que, diri- giéndose hacia adelante, se une en la línea media, a la altura del estómago, con el que sale del testículo del otro lado; correspon- de esto con lo que se ha llamado después cordón anterior, o la- cinia pulmonar, si bien no hay unión alguna entre las de ambos testículos. FLeMMING (1888) y HERMANN (1889) también distinguen va- rias partes que llaman lóbulos; uno anterior, donde no hay es- permatozoides, zona de regeneración, y Otras partes blancas que contienen espermatozoides maduros, o casi maduros. Hablan también de canales o tubos seminíferos; suponen, con BELLONCI (1886), que se forman en la zona anterior, a expensas de una de las células grandes con núcleo lobado que allí se encuentran, ele- mentos indiferentes que, por división, producen un cordón macizo de espermatogonias, envueltas cada una por su cubierta de célu- las foliculares; posteriormente se produce en el centro del cor- dón macizo un espacio, quedando transformado en un tubo; cada espermatogonia produce un espermatocisto, o grupo de células procedentes por división de aquélla, y envueltas por células fo- liculares, en el interior de cuyo protoplasma se transforman en espermatozoides; las células foliculares son iguales, según Hrer- MANN, a los espermatoblastos, o células de SeErTOLI1 del ratón. NicoLAs (1892), estudiando las espermatogonias de Sala- mandra, describe el testículo, en los meses de enero a abril, como formado generalmente por dos lóbulos a cada lado, piri- formes y unidos por un cordón que llama cordón intermediario. Cada lóbulo consta de dos segmentos, uno más voluminoso, si- tuado en el lado cefálico de cada /óbulo; el del lóbulo anterior se adelgaza, y termina por lo que él llama cordón proximal; el del /o- bulo posterior se continúa anteriormente con el cordón interme- diario. La coloración de este segmento es blanca mate; el otro segmento está situado posteriormente al ya descrito, y separado de él por una estrangulación; en el lóbulo anterior se continúa LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 11 hacia la cola por el cordón intermediario, mientras el del lóbulo posterior se adelgaza y termina por el cordón distal. Este seg- mento posterior de cada lóbulo es gris claro, ligeramente ama- rillento, y encierra espermatocistos en distintos estados, mientras que el anterior, blanco, de cada lóbulo encierra espermatozoides maduros, o casi maduros. Solamente en los cordones distal, pro- ximal e intermediario se encuentran las espermatogonias con sus células foliculares. FLemmING, HERMANN y NicoLas no parecen conocer la parte amarilla descrita por LkeybiG, probablemente por no existir en la época en que hicieron el estudio; aplica NicoLas la palabra lóbulo a partes del testículo de distinta categoría de aquellas designadas por LeybiG, FLEMMING y HERMANN con dicho nombre, llamando a éstas segmentos, mientras llama lóbulos a partes del testículo formadas de segmentos de distinta composición y repe- tidos análogamente de unos a otros. En cambio, parece haberse equivocado en el orden de colocación de los segmentos, pues veremos que todos los demás autores están conformes en una distribución inversa, describiendo los segmentos anteriores como conteniendo células en evolución, y los posteriores espermato- zoides formados. Vom RarH (1894) describe también el testículo de Salaman- dra, como formado de varios lóbulos unidos por cordones de tej- do conjuntivo y constituidos por segmentos distintos; en los an- teriores se encuentran las células grandes de núcleo polimorfo, separadas por células foliculares (Xardzellen) y en los segmentos posteriores, de color blanco o blanco amarillento, se encuentran tubos seminiferos, formados por tejido conjuntivo y conteniendo Randzellen y espermatozoides. | Meves (1897) emplea la palabra lóbulos (Lappen) en el mismo sentido que LeybiG, designando con ello partes del testículo, de distinta naturaleza. Describe un testículo de Salamandra, de ju- lio-agosto (1897, fig. 1.%), que consta de un lóbulo grande gris y uno o dos blanquecinos posteriormente; de su extremo anterior Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016. 12 M. GARCÍA BANÚS sale, dirigiéndose hacia la cabeza una lacinia (%1pfel) grisácea, y del posterior otra análoga, marcadamente distinta del último ló- bulo. Los lóbulos blancos encierran espermatozoos, en el ante- rior gris están contenidas las células que los forman, que en esta época están en activa multiplicación. En la lacinia anterior se encuentran grandes células rodeadas de conjuntivo, mientras que en la lacinia posterior se encuentran las mismas células con un conjuntivo más abundante. Describe las células sexuales como envueltas por células foli- culares y dispuestas en idos (Nestern), rodeados de tejido con- juntivo, y posteriormente en cistos con pared conjuntiva y una cavidad en el centro. Niega la existencia de tubos seminíferos. Tampoco describe la parte amarilla de Leyb1G. JawsseNs (1901), al estudiar la espermatogénesis en el género Triton, no se ocupa de la disposición de las distintas partes del testículo. NussBaum (1905-06) estudia la variación de las distintas par- tes del testículo, según las épocas del año, en Triton alpestris y cristatus y Salamandra. Emplea la palabra /0bul/o como Nico- LÁs, haciendo notar la diferencia entre /óbulo y segmento o re- gión. Según él, el testículo de Triton alpestris no posee general- mente más que un lóbulo único, en el que se distinguen, antes de marzo, dos partes, una blanca amarillenta, conteniendo gran- des ampollas con espermatozoides formados, y un pequeño es- cudo o espejo, gris transparente, que se prolonga en una /lacznza pulmonar y contiene vesículas pequeñas con espermatogonias y espermatocitos;en la lacinia se encuentran espermatogonias gran- des con núcleo polimorfo. De abril a mayo empiezan a vaciarse las vesículas de esper- matozoides, contenidas en la parte blanca, quedando formado el testículo por tres partes: el espejo con su lacinia, la parte blanca disminuída y una parte formada por las vesículas que se han va- ciado. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 13 A fin de mayo ya no existe la región blanca; entonces se destacan vesículas de la parte gris hacia la zona de vesículas vacías, que desaparece completamente por reabsorción antes del mes de junio. Posteriormente sólo consta de lacinia, espejo y las vesículas nuevas, que encierran espermatozoides en formación, siendo todo ello translúcido, no apareciendo vesículas con esper- matozoides maduros (parte blanca) hasta poco antes del celo. En Triton cristatus puede haber 2 ó 3 lóbulos unidos en ro- sario, a veces dos en un lado y tres en el otro. En marzo, cada lóbulo tiene dos partes: una gris translúcida y una blanca bri- llante, y lacinias pulmonar y caudal. La parte gris translúcida aumenta de tamaño, mientras la parte blanca disminuye, por va- ciarse las vesículas de espermatozoides que contiene; entonces consta de tres partes: la gris translúcida, la blanca, mientras no se ha vaciado por completo, y la formada por las vesículas vacías, que ya en mayo empieza a acumular grasa, tomando color ama- rillo. Esta zona amarilla se transforma en un cordón ancho y desaparece completamente a fin de julio. A últimos de agosto empieza la zona gris a tomar color blanco por el borde posterior, por contener ya espermatozoides maduros en sus vesículas. Cita el caso de un testículo con zona de espermatozoides en ambos extremos, cefálico y caudal. En Salamandra puede haber uno, dos o tres lóbulos. Posee lacinias pulmonar y caudal, una zona gris y una o dos blancas; esta duplicación de la zona blanca, que fué va notada por FLem- MING, hace una excepción de la Salamandra entre los demás Urodelos. En septiembre, la segunda parte blanca se había trans- formado en una zona de ampollas vacías, con color amarillo. En la primavera siguiente, los testículos de algunos ejemplares de Salamandra, que habían permanecido durante el invierno en un acuario en el laboratorio, estaban formados de tres partes: la parte gris translúcida, la parte blanca brillante y la amarilla; cree Nusssaum que esta conservación de la zona amarilla de vesículas vacías durante el invierno no es normal, sino debida a las malas Trab. del Mus, Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 14 M. GARCÍA BANÚS condiciones de vida, a una cautividad prolongada, y que en la na- turaleza debe de ocurrir de modo diferente. Según Camry (1913), el testículo de los Urodelos puede es- tar formado de varios lóbulos (emplea esta palabra en el mismo sentido que Nusssaum y NicoLÁs), cuyo número varía con la es- pecie. En Salamandra hay uno (1), en los Triton hasta cuatro y en axolote hasta seis. Cada lóbulo está formado, durante e invierno, por dos partes, una zona de gonias y otra constituída por cistos con espermatozoides maduros. En Triton, los cistos con espermatogonias pueden estar mezclados con los de esper- matozoides o existir una zona de espermatogonias con una de es- permatozoides a cada lado. En el momento de la cópula, los cistos de espermatozoides maduros que se han vaciado sufren una modificación, formando las células de sus paredes un tejido glandular análogo al tejido glandular intersticial de los anuros; no hay nada que pueda com- pararse con tejido intersticial antes de la cópula, y este tejido des- aparece muy pronto, siendo sólo transitorio. Por último, Snook y Lon (1914), en Aneides lugubris, que es un urodelo norteamericano, indican también que el testículo, en invierno está formado de varios lóbulos y que en cada uno hay una parte anterior con espermatogonias en distintas fases de evolución, y otra posterior con espermatozoides maduros. En lo que se refiere a la anatomía microscópica, todos los autores están conformes, en contra a lo dicho por Leyb1c, FLemM- minG y HermanN, en negar la existencia de tubos seminíferos. Según Meves, en la lacinia pulmonar se encuentran esperma- togonias envueltas en las células foliculares de von La VaLeTTE SarnT-GEORGE (1875), que vom Rath llamó Kandzellen, y rodea- (1) No está conforme esto, como vemos, con las descripciones de NussBaum (2 ó 3), ni de NicoLás (generalmente dos), ni con mi observa- ción personal, pues el único ejemplar de Salamandra que he estudiado peosía dos lóbulos en el testículo de cada lado. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI I5 das de abundante conjuntivo; por división se producen durante un cierto tiempo células, cada una de ellas envuelta por una cu- bierta formada de células foliculares; por divisiones repetidas empiezan a formarse grupos de células en la base de la lacinia, agrupadas en 22dos separados unos de otros por fuertes cubiertas conjuntivas; pronto se forma una cavidad en el centro del nido. Posteriormente cada célula se divide un cierto número de veces en el interior de su folículo propio, sin que las células hijas ad- quieran cubierta particular, quedando todas rodeadas por la cu- bierta de la célula madre; así se forman los espermatocistos; un cierto número de estos espermatocistos se encuentran reunidos en un cisto de fuertes paredes conjuntivas y con una cavidad en el centro; el conjunto de estas vesículas forma la parte inferior del gran lóbulo (segmento) gris; el lóbulo (segmento) blanco con- tiene espermatozoides dispuestos también en vesículas. No se puede hablar, pues, de tubos seminíferos. NussBaum sustituye la palabra cistos, de Meves, por la de ampollas, pues no son cerradas completamente, como parece deducirse de la descripción de éste, sino que cada una está en comunicación con un canalículo deferente, siendo realmente como una ampolla producida en el extremo de un tubo; contie- nen las espermatogonias, envueltas cada una en un folículo, y después un grupo de células en el mismo folículo, conforme a la descripción de Mkves; en cada ampolla quedan algunas esperma- togonias que no evolucionan, al lado de la entrada de canalículo seminífero y dentro de la ampolla, a las que llama Restspermato- gomen (espermatogonias residuales). Al vaciarse la ampolla con espermatozoides maduros, quedan las espermatogonias residuales en el interior de aquéllas; entonces las celulas foliculares se car- gan de grasa y forman lo que él llama tejido de degeneración, que compara con los cuerpos amarillos del ovario (1905-1906), el cual es transitorio y pronto desaparece, quedando entonces las espermatogonias residuales, que pueden regenerar un nuevo lóbulo del testículo; hay, pues, según Nusssaum, dos zonas de re- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid. —Serie Zool. núm. 24.—1916. 16 M. GARCÍA BANÚS generación en el testículo de los Urodelos: una en la lacinia pul- monar, comparable al repliegue germinativo de los Selacios; y otra, representada por las Kestspermatogonien, capaces de produ- cir nuevos lóbulos. Champy vuelve a la idea de Meves, suponiendo cistos comple- tamente cerrados formados por tejido conjuntivo; al principio cada célula está envuelta en una cubierta propia; por división se forman grupos de varias células envuelto cada uno en la cubier- ta, cisto, de la célula madre; posteriormente, al aumentar el nú- mero de células sexuales, se introducen las que forman el cisto entre ellas y las separan, formando un cierto número de cistos secundarios, envueltos todos en el cisto grande de primer orden; no se debe hablar de células foliculares, pues todas las células que forman los cistos, tanto los primarios como los secundarios, como las que se encuentran entre ellos, son 2guales, y todas de tejido conjuntivo; si hay alguna diferencia en las que envuelven jas células sexuales, es debida al contacto inmediato de éstas. Al producirse los espermatozoides, desaparecen los cistos de segundo orden, quedando entonces sólo los de primer orden, y las células que los formaban se disponen sobre su pared forman- do a modo de un epitelio que la reviste interiormente; entonces toman el papel de las células de SerTOL1 del testículo de los ma- míferos, sirviendo de sostén y alimento a los espermatozoides, cuyas cabezas quedan insertas en su protoplasma. Los espermatozoides que se forman a fines de verano, pasan el invierno en esta disposición hasta la primavera siguiente, eu que son empleados. Poco antes de su expu'sión, se ponen en re- lación los canalículos deferentes con los cistos de espermatozoi- des por un mecanismo desconocido para el autor: probablemente por una especie de gemación de aquéllos. Cuando son expulsados los espermatozoides, el tejido sertolzano, que los había alimenta- do, se encarga de fagocitar a los que quedan aún en el cisto. En- tonces las células que forman los cistos, y las que se encuentran entre ellos, sufren una modificación, cargándose de grasa y for- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 7 mando un tejido que llama glandular, y compara con el tejido intersticial del testículo de los anuros y con los cuerpos amari- llos del ovario de los mamíferos, (considerado también moder- namente como glándula intersticial), teniendo el carácter de una glándula de secreción interna, que serviría para acumular ali- mento para las células sexuales, al mismo tiempo que produce una secreción que ejerce influencia sobre los caracteres sexuales externos. Este tejido, que supone CHampy no fué visto antes que por él más que por Pérez (1904), aunque ya hemos dicho que lo conocía LeypiG (1850) y que NussBaum (1905-1906) le da la mis- ma significación que él, es tan sólo transitorio, desapareciendo completamente al formarse los nuevos espermatozoides. Los cistos de primer orden de Champy, deben de ser homólogos de las ve- sículas o cistos de Meves y de las ampollas de Nusssaum; y los cistos de segundo orden, al parecer, aunque describe su origen de un modo muy distinto, serían los folículos de dichos autores. Respecto a la regeneración, niega la segunda manera de pro- ducirse ésta, descrita por Nussgaum en Salamandra y Triton, a expensas de las Restspermatogonien; éstas, cuando existen, no se encuentran en el interior de los cistos, sino entre éstos, y no sir- ven para la regeneración; sólo se produce ésta, según Champy, a expensas de la zona generativa anterior, que da origen a la laci- nia pulmonar. Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid,—Serie Zool,, núm. 24.—1916. 2 B.—MATERIAL Y MÉTODOS El Pleurodeles es muy abundante en los alrededores de Ma- drid, en charcas y estanques, por lo que he podido disponer de gran cantidad de ejemplares. Los gallipatos han sido muertos inmediatamente a su cap- tura, para evitar en lo posible las causas de degeneración que pudieran desvirtuar los resultados. Para la parte de la evolución del testículo he trabajado con gallipatos capturados en casi todos los meses y en distintos años. Todos los ejemplares con que he trabajado eran adultos, de mayor o menor tamaño; muchos con los callos braquiales negros. Para la fijación se separaban los testículos con los cuerpos amarillos, que hacen que floten en el fijador, siendo más eficaz la acción de éste; solamente cuando se emplea licor de FLem- MING, es conveniente separar la grasa, por reducir ésta gran can- tidad de ácido Ósmico, que disminuye la fuerza del fijador. Los dibujos esquemáticos de las figuras intercaladas en la primera parte del texto, fueron hechos con la cámara clara sobre los testículos en fresco o ya fijados; solamente algunos, como se indica en su descripción, fueron dibujados cuando se encontra- ban en xilol para la inclusión. He empleado diversos fijadores, con distintos resultados; los LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 19 que mejor lo han dado han sido: el licor de FLemmIxG, solución fuerte, y el de Zenker, este último disminuyendo algo la cantidad de sublimado que se añade al líquido de MúrLer para formarlo; aun así, y a pesar de pasar las piezas por alcohol de 95 por 100 iodado, teniéndolas en él más de un día, no se puede evitar que se formen cristales de sublimado entre las células de la región glandular. Esta parte, que parece tener una especial afinidad por el sublimado, impide que se puedan obtener preparaciones ele- gantes, fijando con líquidos en los que intervenga dicho reactivo en mayor o menor cantidad, pues siempre aparece precipitado, a pesar, como digo, de mantener las piezas durante varios días en alcohol iodado. He empleado varios fijadores a base de sublimado, entre ellos el de LexnossEk, en frío, que contrae mucho los tejidos, y con el cual la formación de cristales, indicada más arriba, tiene lugar con mucha intensidad. Mejor resultado me ha dado la mezcla siguiente: Solución saturada de sublimado ...... 85 Cc. Cc. Eormoalklal 4 Par LO ela es IO >» eidoraceticololacialas. slot ou a SUS modificación de la recomendada por Bómm und OrrEL, como muy buena, para la coloración con anilinas. El fijador de GiLsox, a base de ácido nítrico y sublimado, no me ha dado buenos resultados, pues destroza por completo las células periféricas, por su acción demasiado enérgica. El licor de Bouix me ha dado muy buenos resultados en lo que se refiere a la fijación de la cromatina; pero el protoplasma, en muchos casos, dejaba bastante que desear. Para el método de Acuúcarro he fijado numerosas piezas en formol, en soluciones concentradas, al 20-25 por 100, obtenien- do bien conservado el protoplasma, aunque el núcleo no presenta aspecto elegante. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 20 M. GARCÍA BANÚS He empleado diversos métodos de coloración, de acorde con el fijador y las estructuras que deseaba estudiar. En los testículos fijados en líquidos de FLemmING y de ZENKER he empleado, con buen resultado, la hematoxilina ferruginosa de HeEIDENHAIN, bien sola o acompañada como coloración de fondo por naranja G. Da muy buenos resultados en las piezas fijadas . por estos fijadores el método de la Safranina Lichterin, emplea- do por WiLsoN (1909) para el estudio de los cromosomas. Lo he empleado de la siguiente manera: Safranina, fórmula ZwAARDEMARKER (1). ......... 12-24 horas. Solución de £Lichterin 1 por 100 en alcohol OAPOL MOON e 1-3 minutos. Lavado en alcohol de 95 por 100, absoluto, xilol y bálsamo. En las preparaciones de testículos fijados por mezclas a base de sublimado he empleado la hematoxilina de HrEImDENHAIN, sola o seguida de naranja G., eosina o fuchsina, o precedida de L2cht- grin. Me ha dado muy buen resultado la mezcla triácida EnmrticH - BroND1I- HEIDENHAIN (Encyclopedie der Mikroskopischen Techmik), empleada de la siguiente manera: Se colorean los cor- tes durante veinticuatro horas en la mezcla Solución acuosa de fuchsina ácida 1 por 100.. Ó.c.c. » >» de verde metilo IAPOrI00- 4 OA » » de naranja GT iporttO0.. 2 SA ena destilada a de et AI JO » Lavado ligero en agua y diferenciación en alcohol de 95 por 100, al que se añade 1/, c. c. de ácido acético por 100; al- cohol limpio, absoluto, etc. (1) La fórmula de la safranina ZwAARDEMARER €s la siguiente: Safranina, solución alcohólica saturada...... ONCE: Asus canilla da as 50 » LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 21 Los testículos fijados en licor de Bouix los he coloreado por la hematoxilina de hierro y por el método de PrExANT. Para el estudio del tejido conjuntivo me he servido de las pre- paraciones coloreadas por el método de PreNaNr, o en otras sustituyendo el Lichterin por el azul de Lyon, que lo colorea intensamente; pero, especialmente, da el conectivo con gran se- lección el método de Acmúcarro (1911), empleado por el autor para el estudio de la neuroglia, y que da brillantes preparaciones de fibrillas conjuntivas. Lo he empleado en piezas fijadas en for- mol, cortadas por congelación o incluídas en parafina; en ambos casos con buen resultado. En todos los casos he cortado los testículos longitudinalmen- te, para poder tener idea del conjunto; y para todos los métodos, menos el de Acumúcarro, he empleado los cortes fijados al porta por la albúmina glicerinada. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. nim. 24. —I016. C+A=EL TESTICULO DEL. GAELIEADO Se encuentran situados, conforme con los de todos los anfi- bios, en la cavidad general del cuerpo, a la altura de los riñones, uno a cada lado de la columna vertebral, y pendiendo del techo de aquélla por un repliegue del peritoneo, el mesorchium, forma- do por dos hojas entre las que penetran venas y arterias y salen los conductos deferentes; hay unido a cada uno de los testículos un cuerpo adiposo, amarillo, grande, que lo -recubre casi por completo. El testículo de cada lado está formado, en general, por partes, o lóbulos de igual naturaleza, formados a su vez, cada uno, de segmentos o reg20nes, desemejantes, y que se repiten de un modo análogo de uno a otro lóbulo. Los lóbulos están unidos, cuando hay varios, a modo de ro- sario, por cordones finos, cordones de unión; la forma de cada lóbulo es fusiforme irregular; el más anterior, o el único, si no hay más que uno, se prolonga generalmente hacia la cabeza por un cordón fino que se apoya sobre el pulmón, del cual es a ve- ces difícil separarlo; es la llamada por los autores /acimia pulmo- nar; el último puede ir provisto de una lacinia caudal o cloacal. La forma, tamaño, composición y aspecto de las distintas partes del testículo, varía considerablemente, según las épocas del año; estudiamos a continuación dichas variaciones con sus causas. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 23 PRIMERA PARTE Evolución anual del testículo 1.2 —ForMA Y ASPECTO EXTERNO Testículos de invierno Testículo de 25 de noviembre (fig. A).-— Consta de dos ló- bulos unidos por un cordón intermedio (1); la lacinia poste- rior es muy corta; la anterior ha debido ser cortada al separar el testículo, habiendo señales del arranque de ella. El lóbulo ante- rior consta de las siguientes partes: una translúcida (5) de forma có- nica, redondeada inferiormente; una segunda parte blanca (c), br2llante, opaca, grande, casi esférica, con re- ticulación muy marcada en la su- perficie, y los espacios que deja el retículo, salientes, abultados; está separada de la parte anterior por una depresión transversa, muy marcada, que en la parte dorsal es más ancha. En esta segunda región abundan los vasos sanguíneos su” perficiales formando una red de va- sos mayores, dispuestos longitudi- nalmente, y un sistema de otros menores que forman mallas polié- Fig. A. Testículo de 25 de noviembre; aspecto externo, dibujado por el lado ventral. < 3. dricas; en la depresión de separación con la región anterior, se (1) El ejemplar representado en la figura ha sido dibujado cuando es- taba en xilol, dispuesto para ser incluído; debe haber sufrido, por tanto, algo de contracción. El aumento de estas figuras es solamente aproximado. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016. 24 M. GARCÍA BANÚS encuentran los vasos sanguíneos en mayor número, destacándose esta parte como una banda de tono rojizo. Sigue a la región blanca una intermedia (c”) de color amarillo blanquecino, cuya,superficie conserva la reticulación todavía bien marcada. Sólo se distingue de la anterior por el color, pues la separación entre ambas no es clara, habiendo tránsito insensible de una a otra, penetrando la coloración amarillenta por entre las mallas del retículo de la región blanca. La región 3.* (d) es de color amarillo de azufre y su su- perficie es lisa. El diámetro del lóbulo que en la región (c) de tránsito ha sufrido ya alguna disminución, se reduce en esta par- te considerablemente; desaparecen en ella los vasos superficia- les; está separada de la región segunda por una hendidura trans- versa, y dividida, a su vez, en dos partes (4) y (d”), distinguién- dose la segunda (d'), por ser más pequeña, de menor diámetro y más translúcida. Está unida esta última parte al lóbulo siguiente por un cordón intermedio o de unión (+), corto y ancho, translú- cido, que al principio tiene los caracteres de la última parte del lóbulo a que está unido, y que pierde progresivamente el color amarillo y gana en transparencia, a medida que se aproxima a la región caudal. El segundo lóbulo consta de la primera región translúcida (b,), muy pequeña y a modo de casquete, de la región segunda blanca (c,), algo mayor que ésta, aunque menor que su corres- pondiente del lóbulo anterior, siendo análoga de aspecto a aqué- lla; termina, posteriormente, en forma de bisel, con bordes re- dondeados. Hay una pequeña región de tránsito terminando el testículo por un pequeño apéndice cónico, transparente. Todo el lóbulo segundo es menor que el primero. En el lado dorsal, está recorrido el testículo longitudinalmen- te por una gran hendidura que casi lo separa en dos mitades la- terales; esta hendidura llega a ser visible en algunas partes hasta en el lado ventral. Esto ocurre débilmente en la región (6), y, sobre todo, muy marcadamente, en la región (4) y en el cordón LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 25 de unión. En esta hendidura se insertan las hojas del peritoneo (mesorchium), de las cuales pende el testículo. Testiculo de 29 de enero (fig. B). —Consta también de dos ló- bulos de muy desigual tamaño; el anterior, mucho mayor y formado de varias regiones, y el posterior, pequeño y menos complicado; están unidos por un cor- dón intermedio delgado. Posee laci- nia pulmonar (a) grande (en la figura no está representada entera); carece totalmente de lacinia posterior. La región primera (6) es pequeña todavía, y se prolonga anteriormente en la lacinia pulmonar, no habiendo separación marcada entre ambas; ter- mina esta región por una hendidura de bordes redondeados. La región se- gunda, blanca (c), es muy grande y posee los mismos caracteres que su correspondiente del testículo ante- riormente descrito; la región tercera, Fig. B. Testículo de 29 de enero, vis- amarilla (d), es pequena y no bien li- to por el lado ventral. < 5. mitada de la anterior. Hay una pe- queña región (4) más clara y casi transparente, que se continúa con el cordón intermediario (e), delgado y translúcido. El lóbulo posterior, mucho más pequeño, sólo consta de la primera región (0,), pequeña. Testiculo de $ de febrero (fig. C).—Presenta un solo lóbulo, con las lacinias pulmonar y caudal bien desarrolladas; la pulmo- nar está claramente dividida en dos por la hendidura longitudinal, así como casi todo el resto del testículo. La lacinia anterior (a) es más ancha en su porción posterior, continuándose con la prime- ra región (0), que es pequeña y de forma cónica y está separada posteriormente de la segunda región por una ancha depresión. La segunda región (c) es muy grande y abultada, casi esférica; Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 26 M. GARCÍA BANÚS ocupa, como en los testículos anteriormente descritos, más de la Fig. C. Testículo de 8 de febrero; vis- to desde el lado dorsal. < 3. mitad del volumen total del lóbulo. Hay región amarilla-clara de tránsito (c”) cu- yos límites con la segunda región están poco determinados, y una región de color amarillo intenso (4) muy pequeña y separada de la anterior por una hen- didura transversal muy marcada. Sigue una pequeña porción (4) más translúci- da, que se continúa con una lacinía cau- dal (f) muy larga y casi transparente. Testículos de primavera El testículo de un gallipato muerto en 23 de abril (fig. CH) presenta dos lóbulos grandes, el ante- rior mayor que el posterior, unidos por un delgado cordón intermedio; tanto uno como el otro tienen tres re- giones de distinta coloración, la terce- ra amarilla, subdividida en varias. El lóbulo anterior está provisto de una lacinia pulmonar corta, y el lóbulo posterior posee una lacinia caudal que en el otro testículo está un poco abul- tada en la extremidad. La lacinia pulmonar (4) es muy pe- queña, y está dividida en dos por la hendidura longitudinal, que la atravie- sa por completo. Sigue la primera re- gión (0), que presenta la forma de un casquete esférico, y alcanza casi a la cuarta parte de la longitud del lóbulo; se ve en ella, cerca del borde poste- Fig. CH. Testículo de 23 de abril; visto . : .z . del lado ventral; el lóbulo supe- rior, alguna reticulación superficial. oualbo delia LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 27 La región segunda (c), de superficie reticulada y color blanco, tiene una extensión igual a la mitad del lóbulo. La región si- guiente (7), parece en este lóbulo alcanzar un tamaño casi igual al de aquélla. Esto es debido a que, por algo de deformación en el testículo al fijarlo, ha quedado casi toda esta región del lado ventral, que es el dibujado, mientras que por el lado dorsal apenas si se ve una pequeña porción de ella. En el lóbulo pos- terior están mejor conservadas la forma y proporciones de las distintas partes. Esta tercera región amarilla está subdividida, como en los casos anteriores, en una región de tránsito (c') más clara, con superficie reticulada, y vasos sanguíneos superficiales numerosos (esta parte ocupa en este testículo bastante extensión), y otra más pequeña, amarilla, de superficie lisa (4), en la cual se ve en la figura la hendidura longitudinal, que llega, al través de ella, a hacerse visible desde el lado ventral; está seguida de una pe- queña porción amarillenta translúcida (4), que se continúa con un cordón intermediario (+2). En el lóbulo segundo, la región translúcida (%,) presenta un aspecto análogo al de su correspondiente del lóbulo primero; la región segunda blanca (c,), es relativamente algo menor, y la amarilla consta de tres partes: una (c',) separada de la región blanca por una simple depresión, con la superficie muy reticula- da y con numerosos vasos; otra (4,) amarillo intenso y sin vasos superficiales, y una tercera lisa y algo translúcida (4”,), termi- nando el testículo con la lacinia caudal (f), como antes dijimos. En un testículo de un gallipato sacrificado en 22 de mayo (figura D) hay dos lóbulos de muy desigual tamaño: uno anterior, erande, normal; y otro posterior, muy pequeño y formado de una sola parte, unidos ambos por un cordón transparente bas- tante largo. Tiene una lacinia pulmonar (a) grande, bien desarrollada, y carece totalmente de lacinia caudal. La región primera, translú- cida (4), alcanza una extensión como de la mitad del lóbulo pri- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 28 . GARCÍA BANÚS mero, y, como en todos los demás casos, está bien limitada de la región siguiente. En los casos hasta ahora estudiados, el diá- metro máximo del lóbulo estaba situado en la región segunda; Fig. D. Testiculo de mayo; aspecto del lado dorsal. < 5. en este caso, la porción más ancha es ya la primera. La región segunda, blanca (c), ocupa sólo una pequeña extensión, a modo de un grueso dis- co, y su superficie presenta la reticu- lación bien marcada. El espacio que ocupaba ha sido invadido por la terce- ra región (4), que ya es mayor que ella, aunque siempre de menor diámetro. Sigue a la tercera región, amarilla, una porción (4') translúcida muy pe- queña y bastante estrechada, que se continúa por el cordón intermedio transparente (e), el cual la une al segundo lóbulo, formado solamen- te de una región primera (0?) pequeña y casi transparente. Todas las regiones del lóbulo anterior aparecen dividi- das en dos por la hendidura longitudinal. Testículo de 25 de mayo (fig. E.).— Posee dos lóbulos, el anterior mayor, laci- nia pulmonar, cordón de unión corto, y carece en absoluto de lacinia caudal. La lacinia pulmonar (a) es muy larga, delgada, algo más ancha en la base; no se continúa con la primera región del lóbu- lo anterior, sino que parece destacar de ella. Esta última (5) es casi tan grande como la mitad del lóbulo, de forma esféri- ca, abultada, con la hendidura longitudinal que se marca en ambos lados. La región segunda, blanca (c), es muy Ca Nd, Fig. E. Testículo de 23 de mayo. < 3. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 29 pequeña, represerita aproximadamente un quinto de la longitud del lóbulo y está unida a la tercera región (4), amarilla, que es indudablemente mayor que ella. Sigue una pequeña parte trans- lúcida, amarillenta y el cordón de unión (e). El segundo lóbulo es más pequeño que el anterior, tanto en longitud como en diámetro, y está como incompleto, careciendo de las últimas partes. Su región primera (0,) es más pequeña que su correspondiente en el otro lóbulo; pero en relación con el ta- maño del lóbulo, tiene volumen equivalente. La segunda región (C,), termina de un modo análogo a su correspondiente en el tes- tículo de 25 de noviembre (figura A); aunque como es natural, es mucho menor que allí, y lleva una pequeña zona amarillenta (4,), que apenas se distingue de ella, si no es por el color, y que repre- senta la tercera región, que no está bien formada. En el testículo derechoterminala segunda región en una especie de punta que, por su color amarillento, indica ser la región tercera. Carecen ambos testículos de lacinia caudal. Testículos de verano. En 19 de junio, el testículo estaba formado también de dos ló- bulos desiguales (fig. F), uno gran- de, constituído por tres partes, y uno pequeño, formado por una sola, unidos por un largo cordón. La lacinia pulmonar (4) es cor- ta, pero ancha, se continúa en la primera región (0), que es muy grande, fusiforme, alcanzando a más de la mitad del volumen del lóbulo, y conteniendo el diámetro máximo. Posteriormente envuelve, en parte, las restantes regiones. Fig. F, La a Testículo de 19 de junio; visto del segunda región (c), blanca, ... ,,¿esticulo de RDA Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—IQIÓ. 30 M. GARCÍA BANÚS está ya muy reducida, y la región amarilla (4), aunque mayor que ella, está algo reducida con relación a los testículos anteriores. Se prolonga en un largo cordón de unión (e), que consta de dos par- tes: una anterior, más ancha y opaca (4'), con caracteres de región tercera, y otra más delgada y transparente, que se continúa por el segundo lóbulo, formado sólo por la región primera (»,). Ca- rece de lacinia caudal. En 26 de julio maté dos gallipatos, cuyos testículos (figs. G y H) eran de gran volumen y estaban extraordinariamente inyec- tados en sangre. Uno de ellos (fig. G) presenta dos lóbulos; en el dibujado que es el testículo del lado derecho, el lóbulo anterior es mayor que el posterior. En el testículo del otro lado ocurría todo lo contrario, siendo el lóbulo anterior mucho más peque- ño que el posterior. Carecen en absoluto de lacinia pul- monar; la lacinia caudal es muy pequeña, y el cordón de unión, delgado, pero muy largo. El gran volumen del tes- tículo es debido, casi exclu- sivamente, al extraordinario desarrollo que ha adquirido la región primera, que cons- Fig. G. Testículo de 26 de julio. < 4. tituye la mayor parte de él. La región segunda, blanca, ha desaparecido totalmente en los lóbulos anteriores. En los poste- riores, sólo hay una pequeña parte (c,) de ella, pero ya con color amarillento, y que recuerda a las regiones de tránsito (c') de los testículos de invierno. Las regiones amarillas (d y d') están muy LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 31 reducidas con relación al tamaño que poseen en otros testículos. La región primera ya no es homogénea; presenta zonas de aspecto distinto, que no están bien limitadas, pues se pasa in- sensiblemente de unas a otras; anteriormente presenta un cas- quete (9) mucho más translúcido y de superficie más lisa; va siendo más opaco, según se considera más posteriormente; en la parte (0') aparece en su superficie una reticulación que cada vez es más marcada y de mallas mayores y más abultadas; el borde posterior es más opaco y tiene ya un aspecto blanquecino lecho- so. En esta parte del testículo, la abundancia de capilares san- guíneos es extraordinaria. La parte amarilla se continúa con el cordón de unión (+), translúcido, en su arranque amarillento, y que va perdiendo gra- dualmente este color para hacerse perfectamente transparente. En el lóbulo posterior hay una pe- queña región casi transparente, que forma como un casquete. La región grande (0,) presenta la misma varia- ción de aspecto que su correspon- diente del lóbulo anterior. Hay, como hemos dicho, una pequeña re- gión blanca amarillenta (c”,);la región amarilla (4,)es muy pequeña y termi- na el testículo con una lacinia muy reducida, aunque mayor que la del dibujo, en el testículo del lado iz- quierdo. El testículo del otro gallipato, muerto en 26 de julio (fig. H), pre- sentaba un solo lóbulo muy grande a cada lado, con gran cantidad de ca- pilares sanguíneos, inyectados de sangre, que le daban un tono rojizo Fig. H, en fresco. Presenta lacinia pulmo- Tesiculo de 26 de julio >< de Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 32 M. GARCÍA BANÚS nar (a) bien desarrollada, que se continúa insensiblemente con la primera región, muy grande, piriforme, y que constituye ella sola casi todo el testículo. Presenta, como en el testículo anterior, tres zonas de aspecto distinto, pero de límites indecisos; la más anterior, gris, casi transparente (6); sigue una zona (0”) que, por la gran cantidad de sangre inyectada en sus numerosos capi- lares, tiene color rojizo; estos capilares describen en la super- ficie un retículo de mallas poligonales pequeñas; la zona ésta sigue siendo translúcida, pero va haciéndose cada vez más opaca, apareciendo en la parte (4””) el retículo marcado, por abultamiento, y el color blanquecino, característico en los tes- tículos de invierno, de la región segunda. Las otras partes del testículo están tan reducidas, que sólo forman como un apéndice unido a la anterior. Hay un región (c”) blanca amarillenta y una región amarilla (4) que se prolonga en forma de lacinia. Análogo aspecto, disposición y relación de tamaño de las dis- tintas partes, presentan los tes- tículos de otro gallipato sacrifi- cado en 27 de julio. Testículos de septiembre.—Los testículos de varios gallipatos sa- A ze crificados en 15 de septiembre, Testículo de e aspecto presentaban dos aspectos distin- tos. Uno de ellos es el represen- tado en la fig. I, y lo poseían tres de los gallipatos. Consta de un solo lóbulo muy grande, con lacinia pulmonar larga, bien desarrollada, transparente. En la región primera del lóbulo, que lo forma casi por completo, se distinguen las mismas LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 33 partes que observábamos en los testículos del mes de julio; la última de ellas (0”) es muy extensa, forma casi la mitad de la región, y su color es más blanquecino, como allí ya indicábamos; estas partes no tienen límites claros, distintos, sino que se pasa insensiblemente de unas a otras. Sigue a esta región una parte (c') que recuerda a la parte (c”) de los testículos de invierno y primavera (figs. A, B y C), y ter- mina el testículo con un apéndice análogo al del testículo de ju- lio (Ag. H) y formado de partes análogas, aunque mucho más ro- busto que era allí. De modo que la única b diferencia entre este testículo y el de la fig. H, son el mayor desarrollo de la parte (0”) y la existencia, detrás de ésta, de la parte (c'). El otro tipo de testículo presentado por un solo gallipato de gran tamaño (fig. J), consta de tres lóbulos unidos en rosario. El primero carecía en absoluto de la- cinia pulmonar; recuerda en esto al otro testículo de julio (fig. G); es el mayor de los tres lóbulos; su primera Zona consta de una parte (5) muy pequeña y las otras muy extensas, sobre todo la (0”). Sigue a la primera región una parte Fig. J: (c”) análoga a la del testículo anterior, Mi OA de un amarillo rojizo, intenso, y la parte (1) también de color muy fuerte. Está unido el lóbulo primero con el segundo, que es algo más pequeño, por una ancha cinta transparente (e) (cordón de unión). El segundo lóbulo consta exactamente de las mismas partes que el primero, distinguiéndose sólo por su tamaño, que es algo menor. Se une al tercer lóbulo por un segundo cordón interme- dio (e,), que es mucho más delgado que (e). Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 3 34 M. GARCÍA BANÚS El tercer lóbulo, que es muy pequeño, relativamente, sólo consta de una primera región (),). No existe lacinia caudal. Todos los ejemplares de este mes presentaban signos indu- dables de estar en época de celo; callos de las extremidades an- teriores muy desarrollados y extensos (llegan a cubrir la parte interna de la mano), y de un intenso color negro; labios de la cloaca gruesos, salientes; canales deferentes conteniendo esper- matozoides. 2.—RESULTADO DE LA OBSERVACIÓN MICROSCÓPICA En las páginas anteriores hemos visto que el testículo está for- mado de varias partes distintas, y hemos conocido los cambios que éstas experimentaban. Vamos a estudiar ahora el contenido de cada una de estas partes y el porqué de estas variaciones. En la figura 1.* presentamos la fotografía de un corte dado en el testículo de 25 de noviembre (fig. A), coloreado por hema- toxilina y naranja G. Se ve en la figura el corte de los dos lóbu- los; el cordón de unión (c. 4.) no es completo por las condicio- nes del corte; falta la parte más anterior del primer lóbulo, su unión con la lacinia y ésta misma; ya vimos que esta parte había sido arrancada; describiremos, pues, el contenido de la lacinia en otro testículo que esté más completo. Cada lóbulo consta de tres zonas distintas: una anterior, for- mada de vesículas conteniendo células sexuales (z. sp.); la segun- da (2. 5pz.), más ancha, con vesículas mayores, conteniendo es- permatozoides, dispuestos en paquetes arrollados en espiral; y una tercera (27.), formada por células de aspecto “glandular en- tremezcladas de conectivo. La primera zona corresponde a la primera región gris trans- lúcida, que distinguíamos por observación exterior. Las vesícu- las están ocupadas por espermatogonias; en las más anteriores, son espermatogonias primarias que están dispuestas en una capa sobre la pared conjuntiva de la vesícula, dejando una cavidad en Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—I916. es e Es ETA M, García Banús, fot. ) ' "y Ñ a A Y $. Ml ' LD EC ATA Ad AR il E A A A Eat 6 j ; Y - ¿ ñ > JN y LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 35 el centro; están rodeadas por una cubierta de células más peque- ñas y de distinto aspecto (células foliculares de von La VaLeTTE SarnT-GEORGE); las vesículas siguientes, hacia la parte más caudal, van siendo mayores y están ocupadas por espermatogonias más pequeñas, dispuestas en pequeños acúmulos o montoncitos en- vueltos por las células foliculares. En esta parte abundan poco los vasos sanguíneos y los canalículos deferentes, siendo el conectivo muy poco abun- dante. En el límite de esta región con la siguiente, y correspon- diendo a la hendidura transversa o estrangulación que se obser- va exteriormente, hay una zona de tejido conectivo (z. 7.) muy abundante que rodea a gran cantidad de vasos y canalículos deferentes, y que se caracteriza por la existencia de vesículas conteniendo células degeneradas. La zona con vesículas grandes, llenas de espermatozoides, co- rresponde a la región blanca, y, como ya dijimos, ocupa mucha más extensión que las otras dos; el reticulado que observábamos en su superficie, es debido a marcarse exteriormente a bulto sus vesículas, que son muy voluminosas. Las vesículas más anterio- res están ocupadas por espermatozoides pequeños, como imper- fectamente formados y dispuestos sin orden; las demás vesículas contienen espermatozoides bien formados y dispuestos en pa- quetes arrollados en espiral. Se encuentran vasos sanguíneos y canalículos deferentes abundantes (c. d.), viéndose sus cortes por entre las vesículas; algunos se ven salir de la zona intermedia y ramificarse por la región. El conectivo entre las vesículas es más abundante en la parte más posterior. La zona de células glandulares corresponde con la tercera región amarilla del testículo; el color amarillo es debido a conte- ner las células gran número de gotas de grasa. Hay primero una zona (gl. ¿xt.), en la que las células están dispuestas formando ve- sículas, que todavía contienen algunos espermatozoides; según se va más posteriormente, las células son mayores, están dispuestas Trab. del Mus, Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1I916. 36 M. GARCÍA BANÚS radialmente alrededor de la cavidad de la vesícula, que va dis- minuyendo hasta desaparecer por completo, tomando entonces las células formas poliédricas, sin dejar espacio ninguno. La zona en que se conservan todavía las vesículas corresponde a la región de tránsito (c', fig. A), menos amarilla y con retículo en la su- perficie; mientras que la otra parte (7/.) corresponde a la región francamente amarilla. Se ven algunas vesículas que se conservan todavía llenas de espermatozoides. Entre las células glandulares se observan algunas de otro as- pecto, con núcleo polimorfo y protoplasma granuloso, envueltas en una cubierta de células análogas a las foliculares de la primera región, y en relación casi siempre con uno de los muchos cana- lículos deferentes que recorren esta parte. Estas células son es- permatogonias, y se encuentran con mucha más abundancia en el final de esta zona (g/. sp.), que corresponde con la región 4% (figura A), y, sobre todo, y casi exclusivamente, acompañadas sólo por tejido conjuntivo en el cordón de unión (c. 1472.). Iguales zonas, e igualmente dispuestas, se encuentran en el lóbulo segundo más pequeño, que termina en la zona g/. El testículo de 21 de enero (fig. B) está representado en corte longitudinal en la figura 2. Consta de las tres partes ya cono- cidas. La primera se prolonga anteriormente en la lacinia pulmo- nar; como el corte pasa por la parte interesada por la hendidura longitudinal, todo el primer lóbulo, incluso la lacinia pulmonar, está separado en dos partes laterales. La primera zona (z. sp.) es muy pequeña; está separada de la zona con espermatozoides maduros, por una región con vasos, canales deferentes y conjuntivo abundante (2. c7.), que es muy extensa en este testículo. La parte de espermatozoides (z. spz.), muy extensa, ocupa casi la mitad del lóbulo. Falta en el corte que se fotografió el final de la zona glandular y parte del cordón de unión, viéndose sólo el arranque de éste en el lóbulo segundo (c. 47.). Este últi- mo (Zo. 2.”), consta solamente de la primera región. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI ¡95 —]I En la lacinia pulmonar se encuentran espermatogonias gran- des con núcleo polimorfo, dispuestas en 22dos separados, y cu- biertos por tejido conjuntivo, estando acompañadas por células foliculares; el tamaño de los nidos va aumentando según están más cerca de la base de la lacinia, debido este aumento a conte- ner mayor número de células; los de la base son realmente ya vesículas, pues poseen una cavidad en el centro. Las vesículas de la región primera del testículo son cada vez mayores cuanto más posteriores, y contienen espermatogonias de segundo orden, sin llegar las células a estados más avanzados; en ellas son raros los casos de mitosis. La zona de espermatozoides presenta el aspecto ya indicado anteriormente. En la parte más posterior de esta zona se ven en- tre las vesículas, abundantes células de aspecto glandular, análo- gas a las de la tercera región. Algunas vesículas, todavía con es- permatozoides, quedan aisladas entre la zona glandular. Como en el caso anterior, se observa en otros cortes, que pasan por la unión de la zona glandular con el cordón intermedio, que en dicha parte la abundancia de espermatogonias y reducción del tejido glandular es continua y progresiva, hasta estar dicho cordón formado exclusivamente por las espermatogonias, con sus células foliculares, dispuestas en pequeños nidos, dentro de un conectivo muy abundante. Por una evolución análoga a la que forma la primera zona, a expensas de la lacinia pulmonar en el lóbulo anterior, se forman, a expensas del cordón de unión, unas cuantas vesículas con es- permatogonias en el lóbulo segundo. Este está formado exclusi- vamente por dichas vesículas, y la evolución de las células que contienen alcanza el mismo grado que en el lóbulo anterior. La figura 3 representa el corte del testículo de 8 de febrero (figura C). Se observan las mismas partes que en los anteriores; se ve el arranque de la lacinia caudal (/c.); falta la pulmonar, por no pasar por ella el corte que se ha fotografiado. En la zona de células sexuales (z. sp.), la evolución no pasa de las espermato- T rab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I016. 38 M. GARCÍA BANÚS gonias; están dispuestas en vesículas, con una gran cavidad cen- tral; estas vesículas son mayores cuanto más posteriores. Son poco frecuentes las carioquinesis. La zona de separación de las dos primeras regiones (z. c7.) es muy extensa, abundando las vesículas vacías con células degene- radas, y el conectivo es abundante. La zona de espermatozoides (z. s/p.) es mucho mayor que las otras dos, y sus vesículas que son muy grandes, están repletas de espermatozoides agrupados en paquetes curvos. El conectivo es más abundante entre las vesículas más posteriores. Se ven atrave- sando toda la región algunos canalículos deferentes y sus ramifi- caciones. También son frecuentes los cortes de vasos sanguíneos. La zona glandular consta de dos zonas, que corresponden con las regiones (c') y (4) (fig. C); en la primera (1), las células están dispuestas en forma de vesículas, y dejan una cavidad en el centro como si fueran las mismas vesículas de espermatozoos con las paredes muy engrosadas. Esta disposición va desapareciendo por aumentar el tamaño de las células, y en la parte (z. 2/7.) las células de forma poliédrica muy irregular están dispuestas sin orden y sin dejar ningún espacio. Se nota la misma modificación ya indicada en los casos anteriores, para dar origen al cordón de unión; aquí se origina la lacinia caudal (/c.) que, como aquél, está formada por espermatogonias, con sus células foliculares rodea- das de un conectivo muy abundante. | Todo el testículo está separado en dos, por pasar el corte por la parte interesada por la hendidura longitudinal. Testículos de primavera Del mes de abril he estudiado varios testículos; algunos de ellos no han sido descritos en la parte anterior por no poseer datos de su aspecto externo, pero su anatomía microscópica da bien idea de su constitución. (1) No está marcada con una letra especial en la figura. Trab. de Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—I916. *S “SI *9IH OT M. García Banús, fot, LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 39 Uno de ellos es del 6. Presenta dos lóbulos: el primero, algo mayor, con tres zonas, provisto de una corta lacinia pulmonar, - contiene vesículas con espermatogonias; la evolución de las cé- lulas no alcanza hasta el período de crecimiento; se encuentran algunas mitosis goniales; las últimas vesículas de la primera zona son notables por la abundancia de células degeneradas. La parte de separación entre las dos primeras regiones es muy extensa, abundando en ella el tejido conectivo. La parte de vesículas con espermatozoides maduros se encuentra muy reducida. La zona elandular presenta el aspecto ya descrito en otros testículos. El cordón de unión conserva en su parte anterior la estructura glandular; sólo en su parte más posterior tiene la estructura ca- racterística. El segundo lóbulo es muy pequeño, y no consta sino de la primera zona, formada por algunas vesículas de esper- matogonias; sigue a éstas una zona de vesículas con células de- generadas y rodeadas de abundante conectivo. Del testículo de 23 de abril damos sólo las fotografías del se- gundo lóbulo y del final de la lacinia caudal (figs. 4.* y 5.*). El lóbulo anterior, que es más grande que el fotografiado, no presenta grandes diferencias con los anteriormente descritos; po- see, en efecto, la lacinia pulmonar con espermatogonias grandes, que se continúa con la primera zona; ésta es algo mayor, presen- tando gran número de vesículas de espermatogonias de segundo orden. Se encuentran en sus límites posteriores algunas vesícu- las con espermatocitos al principio del período de crecimiento. La parte de separación entre las regiones primera y segunda es bastante extensa y con abundante conectivo. La zona de esper- matozoides maduros es todavía relativamente importante, según vemos en el corte del lóbulo segundo que representamos, notán- dose en él la abundancia de canalículos deferentes (c7.) entre las vesículas de espermatozoos. La zona glandular tiene mucho más desarrollo que en los testículos anteriores. Tiene, como en ellos, dos partes distintas; pero la primera (£/. 272.), en la que las células conservan la dispo- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid. —Serie Zool. núm. 24.—1016. 40 M. GARCÍA BANÚS sición en vesículas, es mucho más extensa que en todos los ca- sos hasta ahora estudiados; en el interior de alguna de las ve- sículas se conservan todavía espermatozoides. Viene luego la parte en que las células están dispuestas irregularmente (2/.), y en esta última abundan mucho las espermatogonias, que van siendo cada vez más numerosas, hasta formarse una lacinia cau- dal; pero ésta no termina el testículo, como en los casos anterio- res; en su extremidad (fig. 5), algunas de las espermatogonias que en ella se encuentran (sfp.) evolucionan formando unas cuan- tas vesículas de espermatogonias de segundo orden, análogas a la que forman la región primera. Entre estas vesículas el conec- tivo (cx.) es todavía muy abundante, y se encuentran numerosas células glandulares (2/.), características de la región tercera del testículo. La formación esta es pues un lóbulo pequeño, y la la- cinia caudal es más bien un cordón de unión. Otro testículo del mismo mes es el representado en la figu- ra 6.% es de 19 de abril de 1913 (1). Los cortes son algo oblicuos, de modo que aparecen con una figura irregular; la hendidura longitudinal (4%. /.) aparece interrumpida en dos puntos del corte. Poseía este testículo lacinia pulmonar (no ha aparecido en el corte que he fotografiado por la oblicuidad de la serie), que, como siempre, contiene las espermatogonias grandes de núcleo polimorfo. La lacinia caudal aparece irregularmente en su arranque. La primera zona (2. sp.) es pequeña; posee vesículas de esper- matogonias de primero y segundo orden, y algunas con esper- matocitos en el período de crecimiento. La región (s. cr.), con vesículas vacías y conectivo, que suele separar la primera y segun- da zonas, es muy pequeña, pero la distinción es muy clara. La segunda zona (2. spz.) es todavía muy extensa; posee nu- (1) No ha sido descrito anteriormente por no poseer datos ni dibu- jos de su aspecto externo. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI AL merosas vesículas con espermatozoos maduros; las más anterio- res contienen menos espermatozoides, siendo éstos más peque- ños y como degenerados. Las últimas vesículas poseen paredes muy engrosadas con las células de mayor tamaño, cuanto más posteriores. Estas células, que pronto toman el carácter de las células glandulares de la ter- cera región, parece como si empujaran a los espermatozoides, que en estas vesículas pierden su disposición en paquetes y se encuentran revueltos y apelotonados, entremezclados con las cé- lulas foliculares. Los numerosos canalículos (cd.) que recorren esta parte, y cuya comunicación con las vesículas puede verse, están llenos de espermatozoos. El tránsito de esta parte a la zona glandular se hace insensi- blemente; por espesamiento de las paredes de las vesículas, adop- tan las células disposición radial alrededor de la cavidad, donde ya no hay espermatozoos; por último, desaparece la cavidad, adoptando la glándula el aspecto ordinario. Termina el testículo con espermatogonias de núcleo polimorfo. Dentro de la parte glandular puede verse en la fotogratía una célula con aspecto de ovocito (07.). Por último, otro testículo de abril es el representado en la figura 7. No se ha descrito exteriormente, por ser también de 1913, y carezco de los datos precisos. En él ha desaparecido casi por completo la parte blanca (z. spz.), siendo escasas las vesículas que se conservan con espermatozoides; en cambio, son numerosas las vesículas vacías que van siendo poco a poco inva- didas por conectivo y tejido glandular (cx. y £. 222.). Posee una lacinia pulmonar (/. p.) muy larga, con numerosos nidos de espermatogonias de núcleo polimorfo, rodeados de teji- do conjuntivo abundante; sigue la primera zona (z. sf/.), que es mucho más importante que en los testículos anteriores, tanto por la cantidad de vesículas como por el grado de evolución que alcanzan, pues hay ya bastantes con espermatocitos, llegando éstos hasta la fase de contracción nuclear; en esta parte son Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.— 1016. 42 M. GARCÍA BANÚS más abundantes los vasos sanguíneos; se encuentran mitosis go- niales, aunque no frecuentes. Entre esta zona y las pocas vesículas que conservan esper- matozoos se encuentran numerosas vesículas vacías, con las pa- redes aumentadas por el conectivo. La zona glandular (£. 22. y g/.) ocupa en este testículo el má- ximo de extensión; llega a ser más de la mitad del tamaño total del testículo; se puede decir que empieza en las mismas vesículas con espermatozoides, pues las células de las paredes de éstas presentan ya los caracteres de las células glandulares. Siguen vesículas vacías y con las células de las paredes mayores, y, por último, la región glandular con las células dispuestas irregular- mente; esta parte (£/.) es muy extensa, y es notable por la gran cantidad de vasos (v.) que en ella se encuentran. La parte glan- dular se va estrechando gradualmente, y termina por una laci- nia, en la cual existen todavía muchas células glandulares entre los nidos de las espermatogonias. Aunque, como hemos visto en este último testículo del mes de abril, las vesículas con espermatozoos estaban casi vacías, en el de 22 de mayo de I9I5 todavía se conservaban bastantes ve- sículas con espermatozoos. Sin embargo, su número y el espacio que ocupan en el testículo es mucho menor que en los testículos de abril del mismo año. La primera zona es muy extensa, la mi- tad del lóbulo o más; las células sexuales llegan en su evolución hasta espermatocitos en la fase de contracción nuclear. Las ca- rioquinesis de espermatogonias son muy frecuentes. La zona glandular está reducida en relación con testícu- los anteriores; tiene una parte en la que se conserva la dispo- sición en vesículas. Posteriormente se adelgaza, formando un cordón de unión, cuya parte anterior conserva todavía nume- rosas Células glandulares entre los nidos de espermatogonias, estando al final exclusivamente formado por éstas con el co- nectivo. El lóbulo posterior, muy pequeño, sólo consta de la zona de 4.—I9QI1Ó6. 2 Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm, Trab. del Mus. 0) IT úl M. García Bamús, fot. px: MAA pe ES ' o A Vigo O SIR Y dd 2 Ue 5 e e E A Ñ ES 0 - ' LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 43 células en evolución, alcanzando ésta hasta la misma fase que en el lóbulo grande. En un testículo de 25 de mayo tampoco se han vaciado to- das las vesículas de espermatozoides, si bien son pocas las que aun se conservan llenas. Está representado el testículo en la fo- tografía fig. 8; falta la lacinia pulmonar, que no ha entrado en el corte. La fotografía (fig. 12) está tomada de otro corte de ella en el mismo testículo. La región primera (sp. y sp,.) es muy extensa en ambos ló- bulos; en el segundo, como la zona glandular es muy pequeña, forma más de la mitad del lóbulo. Son más abundantes que en ningún otro testículo las carioquinesis de espermatogonias; es, pues, importante la zona de multiplicación; también lo es la de crecimiento, pues hay numerosas vesículas con espermatocitos en distintos estados de su larga profase, que alcanza un grado más avanzado que en testículos anteriores. La región de esper- matozoides (spz.) existe todavía, como hemos dicho, aunque pe- queña, siendo el conectivo entre las vesículas, relativamente abundante. Son muy numerosas las vesículas vacías (£/. 272.), con las célu- las de sus paredes en transformación hacia células glandulares; la zona de éstas (27.) es extensa; su parte final (£/. sp.) y el cordón de unión (c. 47.) presentan el aspecto de costumbre. El lóbulo segundo es más pequeño; sus regiones primera y segunda son como las del anterior; pero la zona glandular (£/. 212.) ocupa muy poca extensión. No está constituída más que por unas cuantas vesículas de paredes formadas por las células glandu- lares; falta por completo la parte en la cual la glándula está com- pletamente constituída. Del testículo de 19 de junio no tengo fotografía de un corte de conjunto; como puede verse en la fig. EF, estaba formado de dos lóbulos unidos por un cordón largo formado de dos partes. En la lacinia pulmonar, que es corta, y la primera región, muy extensa, se encuentra toda la evolución de las células sexua- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.— 19160. 44 M. GARCÍA BANÚS les, desde las espermatogonias de primer orden de núcleo poli- morfo hasta las espermátidas. Se encuentran, pues, las siguientes zonas: de germinación y multiplicación, que son poco extensas; la de crecimiento (profase de los espermatocitos), muy extensa; zona de divisiones madurativas, que son muy abundantes, y una zona de espermátidas, formada por gran número de vesículas; los núcleos de las espermátidas no han empezado todavía a alar- garse. Todavía existe una zona de espermatozoides, aunque es muy reducida. La zona glandular es muy pequeña; se estrecha brus- camente, dando origen al cordón de unión. Este conserva en su primera mitad la estructura glandular, de modo que no es más que una parte de la tercera región, con el diámetro muy reduci- do. La segunda mitad del cordón de unión está formado por los nidos de espermatogonias; esta parte, realmente, es la única que puede llamarse cordón de unión. El cambio de una a otra parte es gradual y continuo, por desaparición de las células glandula- res y aumento del número de espermatogonias y de tejido con- juntivo. El lóbulo posterior es muy pequeño; no consta sino de la primera zona, formada por un limitado número de vesículas; la evolución de las células sexuales alcanza el mismo grado que en el lóbulo grande; es decir, hasta las espermátidas. Testículos de verano Testículo de 26 de julio.—El testículo de uno de los gallipa- tos muertos en esta fecha poseía dos lóbulos a cada lado; en el lado derecho, que es el dibujado en la fig. G, el anterior es mu- cho mayor que el posterior. En el del lado izquierdo ocurría lo contrario, siendo el lóbulo primero muy pequeño; en ambos ca- rece de lacinia pulmonar. Es característico de este testículo la desaparición de la zona de espermatozoides maduros. Sólo quedan algunas vesículas, cu- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 43 yas paredes están ya formadas por células glandulares, pero que contienen restos de espermatozoides, no expulsados todavía. Casi todo el lóbulo grande está constituído por la primera zona, con numerosas vesículas de células sexuales. Estas alcanzan en su evolución hasta la formación de espermatozoides, aunque incompletamente maduros, notándose esto por la débil afinidad de su cabeza para los colorantes cromatínicos (safranina, verde de metilo, etc.). Se encuentran en este testículo todas las fases de la evolución de las células sexuales; falta, sin embargo, casi por completo, la zona de multiplicación, pues no se encuentran sino muy escasas mitosis goniales; en cambio, son abundantes las di- visiones madurativas. Se nota en esta parte gran abundancia de gotas de grasa, que se ennegrecen por el ácido Ósmico; están en las vesículas con espermatocitos en el final de la profase, zona de divisiones madurativas y de espermátidas en involución. Son muy abundantes los vasos sanguíneos. La zona glandular, en el testículo del lado derecho, está muy reducida. Está solamente constituída por unas cuantas vesículas, con las paredes formadas de células glandulares, y conteniendo restos de espermatozoides, a los que sigue una zona pequeña de células glandulares, entremezcladas con abundante conectivo y numerosas espermatogonias y vasos sanguíneos. Las células glandulares van haciéndose cada vez más escasas, cuanto más posteriores, terminando el testículo por una lacinia corta, forma- da por espermatogonias, con abundante conectivo. El lóbulo anterior carece en absoluto de lacinia pulmonar; falta también toda la zona de espermatogonias de segundo orden y de espermatocitos. Empieza el testículo por vesículas con es- permátidas ya en involución; siguen vesículas con espermatozoi- des en período de maduración; la zona glandular es más extensa que en el lóbulo posterior; hay vesículas con restos de esperma- tozoides. Se continúa el lóbulo por un cordón de unión muy largo. El otro testículo de 26 de julio(fig. 9.*) presenta interiormente Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1I916. 46 M. GARCÍA BANÚS un aspecto análogo. Han desaparecido completamente los esper- matozoides del año anterior. La lacinia pulmonar (/p.) es muy larga y contiene numerosos nidos de espermatogonias. En la zona primera, que constituye por sí sola casi todo el testículo, hay pocas vesículas con espermatogonias secundarias (sf.), sien- do escasas las mitosis; en cambio, la zona de crecimiento es muy extensa. Son todavía frecuentes las mitosis madurativas; hay nu- merosas espermátidas (spf.); pero, sobre todo, la parte más impor- tante es la zona de evolución y maduración (sp?'.) de los esper- matozoides. Se notan en ella numerosos vasos sanguíneos y abundantes gotas de grasa. En la fotografía se nota el arranque de la lacinia (g/.) que observábamos exteriormente; no es realmente una lacinia, sino una zona glandular, cuyo diámetro es muy reducido; sin embar- go, el aspecto y disposición de las células es completamente normal. Está separada de la primera zona por unas cuantas ve- sículas vacías pero cuyas paredes están ya formadas por células glandulares; abundan en ella los vasos sanguíneos, de los cuales se ven los cortes claramente. Al final de esta zona, las células se reducen de tamaño, vuel- ven a alargarse y adoptan de nuevo, poco a poco, el carácter de células conectivas. Testículos de septiembre.—El testículo de la figura 1.* está re- presentado en corte en la figura 10; la fotografía no muestra más que la mitad más posterior. La lacinia: contiene, como de cos- tumbre, los nidos de espermatogonias de primer orden. Son es- casas las vesículas de espermatogonias de segundo orden; al final de la zona que las contiene, son numerosas las vesículas con cé- lulas degeneradas; corresponden a espermatocitos en período de crecimiento. Son más escasas las divisiones de reducción que en los testículos anteriores. La zona de espermatozoides en formación es todavía muy ex- tensa; se continúa con una parte de espermatozoides maduros (spz.), que destacan por la mayor intensidad con que se colorean. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 47 Sigue a esta parte una zona muy extensa (£/. 272.), que correspon- dea la parte c” que observábamos exteriormente, constituída por vesículas vacías, O mgdio vacías, y con las paredes, cada vez más engrosadas, y formadas por células con carácter glan- dular, que se van cargando de gotas de grasa. Se ven gruesos canales deferentes, completamente ocupados por espermato- zoides. Después de un estrechamiento en que abundan los vasos y canales deferentes, viene el apéndice (2/.), que describimos ex- teriormente (4., fig. l), y que está formado por numerosas células glandulares y canalículos deferentes. Es notable en este testículo la gran cantidad de células que presentan la degeneración oviforme; en un solo corte he llegado a contar hasta doce. El otro tipo de testículos de septiembre (fig. J) no ha sido fotografiado por no presentar particularidad notable. El primero de los tres lóbulos que posee, carece de lacinia pulmonar, y, como en el caso del lóbulo anterior del testículo de 26 de julio, fig. G, faltan en él las zonas de espermatogonias de primero y segundo orden, y la de espermatocitos. Empieza el testículo por vesículas con espermátidas en involución, y con- tinúa por otras de espermatozoides en estados diversos, hasta la completa madurez. La parte c” está formada, como en el tes- tículo anterior, por vesículas con las paredes de células glandu- lares, y cuya cavidad se cierra progresivamente. La parte d está formada por tejido glandular, espermatogo- . nias de núcleo polimorfo y tejido conectivo abundante. Se conti- núa, como de costumbre, por un cordón intermediario, que aquí es muy largo. El segundo lóbulo sólo se distingue del primero por la exis- tencia de las zonas de espermatogonias y espermatocitos que en aquél faltaban. Está unido por un segundo cordón intermediario al tercer lóbulo, muy pequeño, que consta solamente de la pri- mera región, formada por unas cuantas vesículas cuyas células Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool, núm. 24.—IQI106. 48 M. GARCÍA BANÚS alcanzan en su evolución hasta la formación de espermato- zoides. Se distinguen los testículos del mes de septiembre de los del mes de julio (figs. G—, H y 9.*), por la existencia de la parte g/. 21. de formación nueva de tejido glandular, que en aquéllos se ini- ciaba. Conservan, además, la parte d, que en aquéllos existía to- davía, aunque muy limitada ya. Testículo de 10 de octubre.—Es el último de la serie, que no fué descrito anteriormente en su aspecto externo por carecer de datos precisos para ello. Está representado en la figura 11 y consta de un solo lóbulo, grande todavía, pero ya menor que los últimos descritos. Poseía lacinia pulmonar, cuyo arranque se ve en la figura. Se presenta todavía en plena espermiogénesis; la zona de espermato- gonias (s/.) es poco extensa; hay también pocas vesículas con es- permatocitos; son escasas las divisiones de maduración, aunque to- davía se encuentran, y pequeño el número de espermátidas (spf.). Es más extensa la zona de espermatozoides en formación (spz".), y, sobre todo, los ya formados en distintos grados de ma- duración (spz.), habiéndo numerosos completamente maduros. Es notable en este testículo el gran número de células dege- neradas, a pesar de haber sido muerto el gallipato inmediatamen- te a su captura. En el anterior vimos que ya eran frecuentes las células degeneradas en las vesículas con espermatocitos en prin- cipio de su profase; en este testículo abundan, entre las últimas generaciones de espermatogonias, y más aún en las vesículas con espermatocitos; son frecuentes también las divisiones madurati-. vas anormales y degeneradas, así como las espermátidas; y, por último, los espermatozoides de las vesículas más anteriores pre- sentan numerosos casos de deformaciones y raquitismo. Existe también muy extensa la zona de vesículas vacías con paredes formadas de células glandulares (27. 22.), y una zona glan- dular con numerosas espermatogonias (2/.), terminando el tes- tículo por un principio de lacinia caudal. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—1916. M. Garcia Banús, fot. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEI PLEURODELES WALTLI 49 3.—RESUMEN Y COMPARACIÓN CON OTROS URODELOS El testículo del gallipato no difiere, por lo que hemos visto hasta ahora, esencialmente de los testículos de otros Urodelos. Puede constar, como el de éstos, de varios lóbulos, formado cada uno de varias partes, de constitución diferente, que se refleja ex- teriormente por aspecto y color distintos; estas partes se repi- ten de un modo análogo de uno a otro lóbulo cuando hay varios. El número ordinario de lóbulos es un término medio entre los otros urodelos, pues frecuentemente es de dos, algunas veces uno solo y rara vez tres (testículos de 15 de septiembre, fig. l, y de 23 de abril, fig. CH; en este último es muy pequeño el tercero, fig. 5); los lóbulos, cuando son más de uno, están unidos, en for- ma de rosario, por cordones transparentes. Existe casi siempre un cordón o lacinia pulmonar gris trans- parente (falta en los testículos de 26 de julio, fig. H, y de 15 de septiembre, fig. 1). En esta lacinia, y en los cordones de unión, están contenidas espermatogonias grandes de núcleo polimorfo, que están dispuestas, en unión de células foliculares, en nidos rodeados de tejido conectivo. Los lóbulos están formados de partes de distinto aspecto y color. En los testículos de otoño e invierno, estas partes son constantemente tres: una anterior, unida a la lacinia pulmonar o al cordón de unión (según sea o no parte de un primer lóbulo), gris translúcida; una segunda, blanca, opaca, de superficie con abultamientos, y, por último, otra amarilla, lisa. Esta última puede estar subdividida en dos, siendo entonces la anterior me- nos amarilla. La zona primera gris está siempre marcadamente separada de la segunda blanca, por una hendidura o depresión transversa. En cambio, entre la zona amarilla y la anterior no hay límites bien determinados, pasándose siempre de la una a la otra por tránsito insensible, sobre todo cuando en la parte amarilla se Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 4 50 M. GARCÍA BANÚS diferencia en su parte anterior una menos coloreada, y que con- serva todavía los abultamientos que se marcan en la zona anterior. Cuando el testículo está formado por más de un lóbulo, el último de ellos puede ser incompleto, no conteniendo sino algu- nas de las regiones características; las que existen son siempre las más anteriores. Así, en los testículos de 209 de marzo, 22 de mayo y 19 de junio, el segundo lóbulo no está formado sino de la primera región, ocurriendo lo mismo con el tercer lóbulo del testículo de 15 de septiembre (fig. J); y en el testículo de 25 de mayo, tiene las dos primeras regiones completas, faltando la re- gión amarilla casi por completo. Puede existir en muchos casos una lacinia caudal, cloacal o terminal; pero esto no ocurre sino cuando el lóbulo terminal está completo, constando de la parte amarilla, que es donde siempre arranca la lacinia cloacal; en los otros casos arriba citados no existe ésta. En la zona anterior gris, están contenidas las células sexua- les, dispuestas en vesículas y acompañadas de las células folicu- lares. No existen, por tanto, tampoco en este testículo, tubos se- miníferos. La zona segunda, blanca, está formada por vesículas mayores, llenas de espermatozoides. En la zona tercera, amarilla, se encuentran unas células de aspecto glandular que están car- gadas de grasa; en los cordones de unión y lacinia caudal, cuan- do existen, están contenidas espermatogonias en un todo análo- gas a las de la lacinia pulmonar; sólo se distinguen de ésta por la mayor abundancia de tejido conectivo. Al llegar la primavera, la primera región, gris, del testículo crece rápidamente; este crecimiento es debido a dos causas: de un lado, al aumento en el número de vesículas por división de las espermatogonias contenidas en la lacinia pulmonar; de otro, el aumento considerable del volumen de estas mismas vesículas, producido por multiplicarse rápidamente las espermatogonias de segundo orden que contienen, produciéndose gran número de ellas. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 5I En los testículos de abril se nota ya que muchas espermato- gonias dejan de dividirse y, creciendo de volumen, dan origen a los espermatocitos; este aumento de volumen de las espermato- gonias hace crecer visiblemente la primera región del testículo que las contiene; la formación de espermatocitos dura hasta últi- mos de verano; terminan algunos por primera vez su profase en el mes de junio, donde se ven las primeras divisiones madurati- vas, que continúan todo el verano produciéndose gran número de espermátidas. Con todo esto alcanza la primera región duran- te el verano un tamaño considerable, formando casi exclusiva- mente el volumen del testículo. La transformación de las espermátidas en espermatozoides empieza en julio y dura hasta octubre; a últimos de julio se ob- servan ya algunos espermatozoides formados, aunque no comple- tamente maduros. Durante la época de formación de las espermátidas y de su evolución, la parte del testículo que las contiene toma un color rojizo amarillento, debido a la gran cantidad de sangre inyectada en sus numerosos vasos capilares y a las gotas de grasa que abun- dantemente se encuentran en sus vesículas. Los espermatozoides formados dan a la parte del testículo que los contiene un color blanco brillante. Este color empieza a aparecer a mediados de agosto por el borde posterior de la pri- mera región del testículo, y avanza en dirección a la cabeza al aumentar el número de vesículas en que los espermatozoides han terminado su evolución. En los testículos de verano, en los que todavía hay espermatocitos en el período de crecimiento, existen ya muchos espermatozoides formados, y al mismo tiempo nume- rosas espermátidas; así se explica las tres zonas que observábamos en la primera región de los testículos de esta época (figs. G-J). Al llegar el otoño, todas las espermátidas qúe se habían pro- ducido están transformadas en espermatozoides, y toda la parte que los contiene queda transformada en la región segunda del testículo; en la parte anterior quedan algunas vesículas de esper- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid,—Serie Zool. núm. 24.—I916. 52 M. GARCÍA BANÚS matogonias, que no han evolucionado, unidas a la lacinia pulmo- nar, las cuales han de constituir la primera región durante el in- vierno siguiente, para recomenzar a la primavera la evolución que acabamos de indicar. En la parte segunda del testículo, permanecen los esper- matozoides largo tiempo, hasta el momento de ser empleados. Entonces son expulsados por los canalículos deferentes, que se observan abundantemente en esta región, recorriendo entre las vesículas, estando en relación cada una de ellas, con una de sus ramificaciones; en el punto de entrada del canalículo en la vesí- cula, se encuentra un grupo de espermatogonias de núcleo po- limorfo, análogas a las descritas por Nusssaum en Salamandra y Triton con el nombre de espermatogonias residuales (Restsper- matogonten). La época de celo no está en el gallipato limitada a un corto período, como en 7Zriton y Salamandra (Cuamey, 1913). Según SCHREIBER (1913), se encuentra en celo durante casi todo el año; BoscA (1877) lo ha visto en cópula en el mes de marzo, y yo mis- mo he observado ejemplares con aspecto de estar en época de celo, en primavera, en julio y en septiembre. Las cópulas de primavera se realizan a expensas de los es- permatozoides que se hallaban durante el invierno en la región segunda; así vemos que, a partir del mes de marzo, empieza ésta a disminuir de extensión, llegando en algún caso (testículo de la figura 7) a estar completamente agotada en el mes de abril; pero, en general, se conservan todavía algunas vesículas con es- permatozoides hasta el mes de junio. A partir de esta época, en general, el agotamiento es com- pleto, no encontrándose ya espermatozoides del año anterior. Solamente en un caso, en un testículo de un gallipato muerto en 3 de julio de 1913, se encontraban, al lado de vesículas de esper- matozoides en formación, numerosas vesículas con espermatozoi- des del año anterior; estaban separadas unas de otras por la zona de vesículas degeneradas con conectivo abundante, que en todos LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 53 los casos separa la primera de la segunda región del testículo; se distinguían perfectamente de los espermatozoides nuevos por la gran intensidad con que su cabeza se coloreaba por los colores cromatínicos. Las cópulas de fin de verano se realizan, pues, a expensas de los espermatozoides que se han formado nuevamente, de los cuales se emplea solamente una parte, quedando la mayoría para constituir la segunda región del testículo durante el invier- no siguiente. Al vaciarse las vesículas de espermatozoides, se forma, a ex- pensas de ellas, la tercera región amarilla, indicada ya por Ley- DIG y por Nusssaum como un tejido de degeneración, comparada por el último y por CHamey con el cuerpo amarillo del ovario de los mamíferos. Tanto unos como los otros, la describen en 77?7- ton y Salamandra como una formación pasajera, que se origina al ser expulsados los espermatozoides, para ser reabsorbida poco tiempo después. Solamente en el caso que cita Nusssaum de sa- lamandras que habían pasado el invierno en un acuario del labo- ratorio, y que él cree completamente anormal, debido a las ma- las condiciones de la vida en cautividad, se conserva esta parte hasta el invierno. Fuera de esto, en ningún caso se encuentran, según Cuampy, señales de esta formación en Triton ni en Sala: mandra antes de la época de la expulsión de los espermatozoides. Ya hemos visto que, en el gallipato, es una formación cons- tante en condiciones normales. En todos los ejemplares muertos inmediatamente a su captura se encuentra esta parte más o me- nos desarrollada, según la época del año. Esta es la diferencia más grande del testículo del gallipato con relación al de los otros urodelos. Se forma aquí, análogamente a lo indicado por CHameY en Triton y Salamandra, a expensas de las células que forman las paredes de las vesículas, que aumentan de tamaño, y tomando aspecto de células glandulares, llegan a llenar completamente la cavidad de aquéllas, aprisionando a las espermatogonias residua- Trab. del Mus. Nac. de Cienc, Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I016. 54 M. GARCÍA BANÚS les con sus folículos. Quedan éstas, como hemos visto, entremez- cladas con las células glandulares en grupos de dos o tres, en relación con el canalículo deferente, que desembocaba en la ve- sícula donde se encontraron primeramente. La característica de las células de la parte glandular es la acumulación de gran cantidad de gotas de grasa. A esto es debi- do el color amarillo que posee esta parte, análogo al de los cuer- pos adiposos de todos los anfibios. Entre las células se encuen- tran numerosas fibras de tejido conectivo, formando una red muy complicada. Tiene lugar la formación de esta parte del testículo principalmente en dos épocas: una de ellas en prima- vera, cuando se vacían las vesículas de la segunda región; en esta época la formación es muy importante, siendo sustituída toda la región blanca, que, como sabemos, en invierno es la mayor del testículo, por la región glandular. En el testículo de la figura Ó se ha sorprendido la formación en plena actividad. La otra época de formación de tejido glandular es a fines de verano, cuando se emplean algunos de los espermatozoides nue- vamente formados; así se ha originado la parte (c') de los tes- tículos de las figuras I y J. En la figura 11 puede verse la gran extensión que la zona intermedia de formación adquiere en es- tos testículos. La parte glandular sufre una importante regresión, disminu- yendo considerablemente su volumen, en los meses de junio a agosto, cuando la espermatogénesis, o, mejor dicho, la esperme- miogénesis, se encuentra en el máximo de actividad. Coincide la desaparición de la glándula, cuyas células hemos dicho contenían eran cantidad de grasa, con la aparición de ésta, en forma de numerosas gotas, en las vesículas que contienen espermátidas y espermatozoides en formación, y alcanza el máximo la reducción cuando también lo alcanza la formación de éstos. Se verifica la desaparición de la parte glandular, por reduc- ción de las células, aumento del tejido conectivo, y, exterior- mente, por una disminución grande del diámetro del testículo, y LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 55 una pérdida del color amarillo, con aumento de la transparencia, en la parte del testículo en que se verifica. Al desaparecer las células glandulares, quedan sólo las es- permatogonias residuales, que entre ellas se encontraban, pre- sentándose en mayor número y con mayor tamaño, rodeadas por abundante tejido conjuntivo, formando la parte que hemos deno- minado lacinia caudal o cloacal, o cordón de unión, cuando hay un lóbulo posterior. Esta regresión de la glándula y formación del cordón de unión, o de la lacinia posterior, tiene lugar durante casi todo el año, pero especialmente, con mayor importancia, en julio y agos- to, desapareciendo aquélla casi por completo, para dar origen a largas lacinias caudales o a cordones intermedios del tipo del de la figura F, largo y formado de dos partes, una anterior, que con- serva numerosas Células glandulares, y otra posterior, formada ya exclusivamente de espermatogonias con abundante conectivo- La lacinia caudal, con sus espermatogonias de núcleo poli- morfo, es una segunda zona de generación, análoga a la lacinia pulmonar. Dichas espermatogonias pueden evolucionar lo mis- mo que las de ésta, dando origen a vesículas de espermatogo- nias secundarias. Ejemplo de esto lo tenemos en la lacinia cau. dal del testículo de 23 de abril, fig. CH, que tenemos representa- da en la fig. 4, y con más aumento en la fig. 5. En ellas vemos algunas vesículas con espermatogonias, dispuestas en una sola fila, alrededor de una cavidad; entre estas vesículas, el conecti- vo (cr.) (coloreado en la preparación de la fig. 5 por el azul de Lyon) es muy abundante, como entre los nidos de la lacinia, y existen todavía algunas células glandulares (27/.), que no han des- aparecido por completo. Estas vesículas darán origen a un tercer lóbulo, análogo al del testículo de la figura J. Si fuera en un testículo de un solo lóbulo (6g. C), daría lugar a un segundo, como en los testículos de las figuras B, D y F; estos lóbulos, al principio, no poseen más que la primera zona, pero que luego dan origen a las demás. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016, 56 M. GARCÍA BANÚS Es digno de notar que esta formación del nuevo lóbulo tie- ne lugar en la misma época (principios de primavera) en que se verifica la producción de nuevas vesículas, a expensas de las es- permatogonias de la lacinia pulmonar, y que las células del nue- vo lóbulo, en cualquier época del año en que se le considere, y por muy pequeño que sea y escaso número de vesículas que contenga, siempre se encuentran en la misma fase de la evolu- ción que las del lóbulo grande. Vemos, pues, que en el gallipato se verifica la regeneración del testículo de las dos maneras descritas por NussBaum (1905 y 06) en Salamandra y Triton; una por una zona generativa que da origen a la lacinia pulmonar, y otra por espermatogonias que quedan sin evolucionar (Restspermatogonien), y que, forman- do la lacinia caudal, dan origen a nuevos lóbulos. Esta última manera ha sido negada por CHamPY (1913) para dichas especies; pero en el gallipato es indudable. En algunos casos (testículos de 26 de julio y 25 de septiem- bre, figuras H y J), la primera zona de generación parece que se agota; ambos casos eran gallipatos de gran tamaño; NussBaum (1906) cita algún caso del mismo género en ejemplares de 772tom viejos. Entonces, cuando todas las espermatogonias de la lacinia pulmonar hayan evolucionado, desaparecerá ésta, y aun la pri- mera región, como ocurre en dichos testículos, y mucho más acentuado en el lóbulo anterior del testículo del lado izquierdo del gallipato muerto en 26 de julio. Más adelante, cuando los escasos espermatozoides formados por las últimas espermátidas hayan sido expulsados, sólo queda- rá la parte glandular, la cual, transformada en cordón de unión, desaparecerá con el lóbulo anterior del testículo, quedando como única zona de generación dicho cordón de unión, transformado en una falsa lacinia pulmonar. En los testículos de fin de invierno se notan en las vesículas del borde posterior de la primera zona numerosas células con marcados caracteres de degeneración; este hecho, señalado tam- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI ua -1 bién por Champy en 7r2ton y Salamandra, y que ocurre aun en ejemplares que han sido sacrificados inmediatamente a su captura, es debido a una precipitación en el principio de la evolución, de modo que, no estando todavía en condiciones el testículo, causa la muerte de las células, y su degeneración consiguiente. Este fenómeno es llamado por Chamey preespermatogénesis dándolo como común a todos los anfibios; vemos, pues, que el gallipato está de acorde con ello. Observamos también que, en los testículos de principio de otoño, los últimos espermatozoides formados ofrecían aspectos de raquitismo o de formación anormal; además, casi todas las espermátidas y espermatocitos estaban completamente degene- rados. De modo que así como las espermatogonias que evolu- cionan prematuramente degeneran, aquéllas que lo hacen tardía- mente, cuando las buenas condiciones del verano han pasado, producen espermatozoides anormales primero, y, por último, de- generan, antes de formarlos, en la fase de espermátidas o esper- matocitos; ejemplo de esto tenemos en los testículos de 15 de septiembre y de 16 de octubre (figs. 1O y 11), y sólo de es- permatozoides mal conformados en el testículo de 25 de noviem- bre (fig. 1.*). Las vesículas que contienen estas células degeneradas se re- ducen de tamaño, y son invadidas por el tejido conectivo, for- mándose de este modo la zona de separación entre las regiones primera y segunda de los testículos de invierno, que dura hasta la expulsión total de los espermatozoides. Dicha zona es aumen- tada por las vesículas que degeneran a causa de la preespermato- génesis, a principios de primavera. La evolución del testículo del gallipato se verifica, por lo an- teriormente dicho, de la siguiente manera: Las espermatogonias que hay en la zona de generación origi- nan por su división la primera región, que está formada por ve- sículas con espermatogonias de segundo orden, las cuales, al llegar la primavera evolucionan, dando origen a los espermato- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.-—I916. 58 M. GARCÍA BANÚS citos, y éstos a las espermátidas. Durante el verano las esper- mátidas se transforman en espermatozoides. Parte de ellos son empleados en el mismo año; los que no lo son, constituyen du- rante el invierno la segunda región, que dura hasta la primavera siguiente, desapareciendo por ser expulsados los espermatozoides en las cópulas. A expensas de las vesículas se origina una parte de aspecto glandular, cuyas células contienen numerosas gotas de grasa. Dicha parte, que se Origina por tanto en primavera, se reduce grandemente durante la época de actividad espermioge- nésica, y vuelve a aumentar en septiembre; de ella se origina la lacinia cloacal, que contiene de nuevo espermatogonias, las cuales, evolucionando de un modo análogo a las de la región generativa, dan origen a un nuevo lóbulo del testículo, repitiendo el proceso que acabamos de indicar. No he observado nunca en el gallipato casos, análogos a los descritos por CHampY (1913) en 771ton, de existir dos zonas de es- permatozoides, una anterior y otra posterior a la de células en evolución, o de estar entremezcladas las vesículas conteniendo espermatogonias con las que contienen espermatozoides. En los numerosos casos por mí estudiados, el orden y la disposición de las distintas partes está conforme con lo descrito. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 59 SEGUNDA PARTE Anatomía de las distintas regiones del testículo y evolución de los elementos accesorios En la parte anterior del presente trabajo hemos tenido ocasión de ver cómo en el gallipato, en contra a lo indicado por distintos autores para los restantes urodelos, existe constantemente el tejido glandular, que se forma durante gran parte del año, y que llega a adquirir una gran importancia, con relación a las otras partes del testículo, en algunas épocas. Es, pues, el gallipato un material excelente para estudiar su formación y estructura. Según CHameY (1913), que es el único que hasta ahora lo ha descrito con algún detalle, si bien en Salamandra y Triton, se for- ma en dichas especies, a expensas de las células que forman los por él llamados cistos de primer orden, y de las células de las pa- redes de dichos cistos. Estas células, o por lo menos las prime- ras, son las que otros autores, siguiendo a von La VaLeTTE SAINT-GEORGE, llaman células foliculares. Las que se encuentran entre los cistos serían los elementos conjuntivos que, según la mayoría de los autores (LeybicG, HermaNN, Meves y NussBAum), se encuentran entre los cistos o vesículas, rodeándolas y sepa- rándolas unas de otras. Según NussBaum (1906), está en cambio formado este tejido, que él llama de degeneración, a expensas de las células foliculares. Su formación depende, según esto, de los elementos acceso- rios del testículo, es decir, de aquellas células que, además de las sexuales, se encuentran constituyendo el testículo, o de algu- na de estas células, si es que hay varios tipos de ellas. Uno de los problemas más discutidos, aun modernamente, no sólo en el testículo de los anfibios, sino también en el de los Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016. 60 M. GARCÍA BANÚS mamíferos, es la cuestión del origen de dichos elementos acceso- rios del testículo, y, entre ellos, de las células llamadas de Ser- TOoLI en los mamíferos, y células foliculares en los anfibios y pe- ces, y, en todos los casos, células vegetativas o células nutriti- vas del testículo. Son elementos celulares que constantemente acompañan a las células sexuales, y que parece llegan a tener con ellas gran relación, no sólo de contacto, sino también de cambio de substancias, sirviendo según se ha demostrado en muchos casos, para alimentar al elemento reproductor en for- mación. Respecto a las células de Serror1 de los mamíferos, se las supone generalmente de igual origen que las células sexuales; proceden del epitelio germinativo, que produce dos clases de células: unas pequeñas, que dan origen a las células sexuales, y otras mayores, que lo son de las células de SERTOLI. En los anfibios, según Bouin (1900) y DustIN (1907), proce- den ambas clases de células del epitelio peritoneal; en el esbozo de la glándula genital se encuentran, al lado de las células sexua- les grandes, otras pequeñas, enteramente análogas a las restan- tes de dicho epitelio, y que posteriormente se disponen, en for- ma de folículos, alrededor de las células sexuales, pudiendo estar aisladas, dentro de cada folículo, o en grupos formados por varias. Bourx (1900) supone que las células peritoneales pequeñas, pueden transformarse en células sexuales. En estados más avan- zados penetran en el esbozo de glándula genital, cordones de células llamados cordones medulares, que, procediendo del me- senquima subperitoneal, según Bou, o del cuerpo de Worrr, según HorrmanN, dan origen al tejido conjuntivo y a las vías de- ferentes del testículo. CmHampy (1913), habiendo visto algún caso en la Rana, en que faltaban las pequeñas células peritoneales, entre las células sexuales, supone que las células de folículo se originan a expen- sas de las que penetran con los cordones medulares, siendo siem- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 61 pre de origen mesenquimatoso. Además, describe en el testículo adulto de los anfibios las células foliculares como iguales a las de tejido conjuntivo intersticial, siendo muy difícil, según él, distin- guir unas de otras, y confundiéndose en muchos casos. Para CuamprY no hay, pues, en el testículo de los Urodelos, aparte de las células sexuales, más que una sola clase de elemen- tos, de origen siempre mesenquimatoso, que dan origen a cistos primarios y secundarios, modificándose los que están más próxi- mos a las células sexuales por razón de contacto, y quedando los restantes con carácter conjuntivo, sin que se encuentre ningu- na diferencia esencial entre ambas. Estas células, sin distinción alguna, son las que forman, según ChHamey, la glándula. En el gallipato no he podido estudiar la formación embrioló- gica del testículo por falta de material; de modo que desconozco el origen exacto de los distintos elementos del testículo. Pero he estudiado en el testículo del adulto las células accesorias, para ver si realmente había una o dos clases de ellas, y en este últi- mo caso, cuáles son las que forman la glándula. Para ello he es- tudiado las distintas regiones del testículo que hemos reconocido en la parte anterior del trabajo, fijindome en ellas especialmen- te en la disposición anatómica y estructura histológica de los ele- mentos accesorios. I.—|LACINIA PULMONAR En la lacinia anterior se encuentran grandes células de nú- cleo polimorfo, que son las espermatogonias primitivas, y otras pequeñas que las rodean, que son las células foliculares de von la VALETTE SalNT-GEORGE, O Kandzellen, de von RaTH. Se encuen- tran en unión de abundante tejido conjuntivo. Las figuras 12 a 14 dan idea del aspecto de conjunto de esta parte del testículo, coloreada con distintos métodos. Se ve en ellas, sobre todo en las 12 y 14, por estar impregnado el conjun- tivo por la plata reducida (método de AcHúcarro), cómo en me- Trab. del Mus. Nas. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.— 1916. 62 M. GARCÍA BANÚS dio de un tejido conjuntivo abundante (c7.), que aparece en ne- gro en las figuras, se destacan espacios claros irregulares (72.), que no son otra cosa sino los x2dos (Vesternm, de Meves) donde se en- cuentran las espermatogonias, en unión de las células folicu- lares. Uno de estos nidos está representado con más aumento en la figura 15; en ella se ven dos espermatogonias (sfp.) grandes, con núcleo polimorfo; existía otra en el mismo nido, en el espa- cio marcado |), la cual, por no entrar en foco, está oculta por numerosas células foliculares (fo/.). Estas células foliculares en- vuelven por completo a las espermatogonias por todos lados, y a cada una individualmente, aislándolas por completo unas de otras. Alrededor del conjunto formade por las espermatogonias y células foliculares, se puede ver el abundante tejido conjuntivo (cr..) que rodea al nido, formando como una especie de cubierta que le aisla y separa de los otros que se encuentran próximos. Estos nidos son macizos, ocupando las células que los forman todo el hueco que deja el conectivo. Conforme a lo indicado por Nussgaum (1906) en Salamandra y Triton, y en contra a CHampY (1913), para las mismas espe- cies, los nidos de espermatogonias del gallipato se encuentran en comunicación con un canalículo deferente. Estos canalículos pueden verse claramente en las figuras 13 y 14 (c. d.) en comu- nicación con distintos nidos, y están formados por células epite- liales, con una fuerte cubierta de tejido conectivo, que se con- tinúa con el que envuelve al nido (fig. 14); éste aparece como una ampolla formada en la extremidad del canalículo. Estos canalículos deferentes se reúnen en otros de mayor diámetro (fig. 14, C. d.); estos últimos están situados y se diri- gen todos al mismo lado de la lacinia, en la parte por donde se une ésta con las hojas de peritoneo que forman el 2m2es07c/h2um, continuándose con los conductos que corren por éstas, termi- nando en el riñón. 1910, núm. 24. — de Madrid.—Serie Zool., de Cienc. Nat. Nac. del Mus. Trab. M. Garcia Banús, fot. - 5 eN a ! dy En y. ; Í an EW Matt y ÓN 3 É Pa $ E di ; Ni ñ e ] : Ñ EE F As $ ' JA . ;db ¡ í » o "mu z y y E ¿ MS E ; ' e ÓN : , Ml e NN > A] e - A A Ñ El ón a e ñ o HA | : $ NS , y e E : . o ES Ls PITA g 1 ¿ Dee ] - ON , s ii p á ari . Ñ El y me” Se w Alo , Pa li 4 y "Us E > o . Eee. de ] o . Ñ de A a LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 63 Cuando la hendidura en que se inserta el mesorc/hium intere- sa a la lacinia, los canalículos deferentes se encuentran a ambos lados de aquélla. El conjunto de los nidos, dispuestos unos a continuación de otros, forma una especie de cordón irregular, situado en el eje de la lacinia, el cual está envuelto por varias capas de tejido con- juntivo; toda la lacinia está cubierta, a su vez, por un epitelio de células, casi cúbicas en su extremidad más anterior, más alarga- das cuanto más posteriores; no es otra cosa sino una parte de epitelio peritoneal que recubre todo el testículo y que se continúa con el que forma las hojas del mesorchium. Entre el conectivo que se encuentra separando unos nidos de otros, he observado en algunos casos, sobre todo en testículos de primavera, algunas células pigmentarias. Son análogas a las que se encuentran abundantemente en otros Órganos de los an- fibios (en el hígado especialmente); al contrario de lo que ocu- rre en el testículo de otras especies (Rana temporaria, Peloba- tes, etc.), donde son tan abundantes que dan exteriormente al testículo una coloración verdosa o negruzca; en el testículo del gallipato son muy escasas, encontrándose sólo en contados casos, y en pequeño número y aisladas. Estructura de los nidos.—Como hemos dicho, se encuentran en ellos espermatogonias de primer orden, grandes y con núcleo polimorfo o multilobulado. Cada una de ellas (fig. 15, sp.) está ) / completamente rodeada por células foliculares (fo/.); poseen, pues, un folículo propio cerrado. Sin embargo, en muchos casos los núcleos de las células foliculares están colocados, preferente- mente, hacia la periferia del nido, de modo que se forma alrede- dor del grupo de espermatogonias que lo constituyen, como una cubierta de núcleos (fig. 13); en estos casos, en el centro del nido no hay más que el protoplasma de las células foliculares, que envuelve y separa unas de otras a las espermatogonias; pero en la mayoría de los casos existen también núcleos foliculares en la parte de contacto de unos folículos con otros. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 64 M. GARCÍA BANÚS Alrededor del conjunto formado por las espermatogonias con sus folículos, se encuentra una capa de tejido conjuntivo que envuelve al nido y lo aisla de los otros que están pró- ximos. Células foliculares. — Al estar estas células rodeando a las espermatogonias, y comprimidas por las que envuelven a esper- matogonias próximas, claro es que han de poseer poco volumen; en efecto: presentan formas laminares, alargadas; mucho más gruesas en el punto donde se halla el núcleo; no forman más que una capa sencilla alrededor de cada espermatogonia; los límites celulares son muy difíciles de ver: aparecen como fusionadas; sin embargo, no puedo asegurar, pues no lo he comprobado sufi- cientemente, que no sean independientes. El protoplasma es muy escaso; forma una lámina delgada al- rededor de la espermatogonia que recubre; es algo más abun- dante alrededor de los núcleos; presenta un retículo fino, donde se ven, sobre todo en las proximidades del núcleo, abundantes eranulaciones (tal vez mitocondrias). Los núcleos presentan formas variables, por tenerse que adaptar al sitio que les dejan las espermatogonias; frecuente- mente son ovales irregulares, ensanchados (fig. 15); muy a menu- do, vistos de perfil, tienen un contorno triangular o de media luna rodeando a la espermatogonia; están en contacto íntimo con la membrana de ésta, siendo escaso el protoplasma de célula fo- licular que los separa. De su estructura nos da idea la figura K (2. fo/.), dibujada con mayor aumento, de una preparación coloreada por el méto- do de PrexaNr, de un testículo fijado por licor de Bouix. Pre- senta un fino retículo de linina, coloreado de rosa, en el que está dispuesta la cromatina en pequeños gránulos; de vez en cuando, estos gránulos se acumulan en grumos cromáticos mayores, pero siempre diferenciables en granos; la figura 15 está tomada de una preparación coloreada por la mezcla verde metilo-fuchsina- naranja G., tras de fijación con sublimado, y dibujada la croma- 24.—I910, núm, Nat. de Madrid.—Serie Zoo!., Nac. de Cienc. Trab. del Mus. LO FiG. M. García Banús, del. - NA % LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 65 tina de los núcleos empleando el vidrio rojo de la serie de filtros para luz monocromática de KóHLER (SHEFFER, 1912); se ve clara- mente la disposición en gránulos de la cromatina, que destaca por estar coloreada en verde. Poseen estos núcleos formaciones análogas a nucleolos, aun- que no son muy claros. No he observado esferas atractivas ni centrosomas, tal vez por quedar ocultos fácilmente, dada la es- casez de protoplasma. Se encuentran las células foliculares frecuentemente en cario- quinesis, siendo entonces mucho más aparentes los límites celu- lares y los centrosomas. Tejido conjuntivo.—Es muy abundante en esta parte del tes- tículo, entre los nidos de espermatogonias; destaca claramente de las demás estructuras por colorearse intensamente en verde por el método de PreNaNr; en azul fuerte (muy selectivo), por el azul de Lyon; pero, sobre todo, con el método de AcHÚúcarro, para la neuroglia, es como más limpiamente destacan las abun- dantes fibrillas que en él se en- dl ¿e EN Ñ e cuentran, en un color negro, ERAN A (IRA o pardo castaño muy obscuro, y BA a j ¿ y completamente opaco, sobre «AE ETA un fondo amarillo claro, trans- RÁ dy + «E q) a, parente. VE BF E e * 8 p .. ñ : o, e Los núcleos de las células de Ss ] N.Fol. este tejido son algo menores que los de las células folicu- lares, y se distinguen clara- Fig. K. Núcleos de célula folicular /V. Fol. y de tejido conjuntivo 4V. cx. Fijación Bouiy. Método de PRENANT. y aspecto, como puede verse Obj. 2 mm., 1.30; OC. 18.: < 1700. mente de éstos por su forma en las figuras 15 y K. Presentan formas alargadas, estrechas, a veces acordonadas, sinuosas. Su cromatina, como puede verse en la figura K, está en un retículo de linina de mallas gruesas, dispuesta en grandes Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 5 66 M. GARCÍA BANÚS cariosomas, que se prolongan por las mallas del retículo, unién- dose unos con otros; hay también algunas masas o granos grue- sos aislados. Se distinguen claramente de los núcleos de las células folicu- lares en las preparaciones teñidas por la mezcla triácida, pues mientras éstos aparecen, vistos con poco aumento, como teñidos casi uniformemente de verde, siempre se ve en los núcleos de tejido conjuntivo cómo están formados por masas indepen- dientes. Alrededor del núcleo puede observarse, en casi todos los ca- sos, la existencia de una pequeña cantidad de protoplasma, don- de no hay fibras diferenciadas; presenta un fino retículo, no ha- biendo sido posible ver en ningún caso ni esfera ni centrosoma. La característica de este tejido es la existencia en él de nu- merosas fibrillas que se impregnan selectivamente con la plata; son las fibras colágenas y de conectivo reticulado. Se observa constantemente un sistema de fibras gruesas co- lágenas, que entrelazándose, originan alrededor del nido, en contacto con las células foliculares más externas, una lámina conjuntiva, la pared propia del nido. Se ve en la figura 14 desta- carse esta parte en algunos puntos; esta lámina rodea todo el nido y se continúa con la que rodea el canalículo deferente que de él sale; no es una lámina continua, sino más bien una red de fibras gruesas y apretadas. Cuando la separación entre dos nidos es escasa, no existen entre las membranas propias de ambos sino algunas pocas fibras, que circulan entre ellas, paralelamente entre sí y a las secciones de las mismas, ramificándose apenas; este espacio estrecho se ensancha algo más cuando se encuentra un núcleo en el trayec- to; entonces las fibras se separan para rodear al núcleo y al pro- toplasma que le envuelve. En espacios donde hay más cantidad de conectivo, que pue- de ser cuando los nidos están más separados, o en los puntos de reunión de varios nidos, se ve cómo las fibras que son mucho LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 67 más abundantes, pierden la dirección rectilínea, haciéndose si- nuosas, y ramificándose frecuentemente, recorriendo el espacio dejado entre los numerosos núcleos que allí se encuentran. Pueden distinguirse fácilmente varios tipos de fibras. Unas son muy gruesas y visibles aun con poco aumento, y que pare- cen formadas, vistas con más aumento, por haces de fibras más finas; son las mismas que forman la membrana propia y se se- paran de ella en los puntos en que el espacio entre dos nidos es más ancho, recorriéndolo con trayecto sinuoso y dando ori- gen a otras fibras más finas, que van de unas a otras; este sis- tema de fibras gruesas debe de ser de naturaleza colágena, mien- tras que se encuentran numerosas fibrillas de otro aspecto, que forman, ramificándose y anastomosándose, una red complicada, en la que quedan aprisionadas las células conjuntivas; esta últi- ma clase de fibrillas pertenece, indudablemente, al tipo de con- juntivo reticulado. Por ninguno de los métodos que hemos empleado para es- tudiarlas, ni aun con el de Achúcarro que tan selectivamente las colorea, hemos observado la existencia de fibrillas conjuntivas en el interior de los nidos, ni en el protoplasma de las células de folículo, ni tampoco entre éstas; quedan limitadas por la pared propia del nido, encontrándose sólo exteriormente a ésta. Como hemos dicho, la túnica propia del nido, formada por fibras gruesas, es continua con la del canalículo deferente que en él desemboca; sin embargo, en este último las paredes son más gruesas, estando formadas por varias capas de conjuntivo, una de ellas con gruesas fibras anulares. Envolviendo al conjunto de nidos que ocupan el eje de la la- cinia, hay una capa de conjuntivo muy apretado, y con multitud de núcleos alargados en dirección al eje de la misma. Las fibras de esta parte de conjuntivo están también dispuestas longitudi- nalmente y se continúan con las que hay entre los nidos; es más abundante el conectivo en el lado de la lacinia, por donde pene- tran los canalículos deferentes, y también tanto más cuanto se Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1I016. 68 M. GARCÍA BANÚS considera una parte más anterior de lacinia, de modo que en su extremidad anterior sólo se encuentran algunos nidos pequeños, sumergidos en un abundante conjuntivo (fig. 12). El epitelio peritoneal que envuelve el testículo está formado, en la extremidad de la lacinia, por una fila de células casi cúbi- cas, con núcleos grandes, que se encuentran muy próximos unos de otros; hacia la base, al aumentar el diámetro de aquélla, se hacen las células más alargadas y más planas, estando los nú- cleos, que también se alargan, muy distanciados unos de otros. 2.—-PRIMERA REGIÓN DEL TESTÍCULO Está formada esta parte, como indicamos anteriormente, por vesículas que contienen células sexuales en distintos grados de su evolución. Se forman estas vesículas de la siguiente manera. Vesiculas de espermatogontas de primer orden. — Las esper- matogonias de la lacinia pulmonar se dividen repetidas veces, aumentando el número de las contenidas en un nido; pero dis- minuye su tamaño y haciéndose su núcleo cada vez menos po- limorfo, más redondeado. Esta división tiene lugar, principal- mente, a últimos de invierno y principios de primavera; a causa de este aumento del número de espermatogonias, se verifica un crecimiento muy marcado del volumen del nido. En los nidos situados en el punto de unión de la lacinia pul- monar con la primera región del testículo, los núcleos de las cé- lulas foliculares, que anteriormente estaban situados de preferen- cia hacia la periferia del nido, cambian su posición, e introdu- ciéndose entre las espermatogonias, se colocan algunos en el centro de aquél, formando un grupo de ellos donde antes no había sino protoplasma. A pesar de este cambio, las esperma- togonias, que son ya algo menores y tienen núcleo redondea- do, no polimorfo, siguen estando completamente envueltas por dichas células foliculares, y cada una con independencia de las demás. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTL1 69 Una vez dispuestas las células como acabamos de indicar, em- pieza a formarse un espacio vacío entre los núcleos foliculares que ocupan el centro del nido, espacio que cada vez se hace ma- yor, separándolos unos de otros; al mismo tiempo, las esperma- togonias se disponen con los folículos hacia la envoltura conjun- tiva del nido, que se transforma de este modo en una vesícula, cuyas paredes están formadas por el conjuntivo, y que contiene una capa de espermatogonias, envueltas cada una en su folículo propio; el centro de la vesícula está ocupado por un gran espa- cio vacío (fig. 17). Esta vesícula sigue en relación con el mismo canalículo de- ferente que estaba unido al nido de donde procede; los cana- lículos deferentes pueden verse circulando .por entre las vesícu- las de esta parte del testículo. En el punto en que una de ellas se une con su canalículo correspondiente, se observan siempre una o dos espermatogonias mayores, con núcleo polimorfo, aná- logas a las de la lacinia pulmonar; no son sino alguna de aque- llas espermatogonias contenidas en el nido de donde procede la vesícula, cuya evolución ha quedado paralizada mientras se efec- túa la de sus compañeras; son las llamadas por Nussgaum (1906) Restspermatogonien, espermatogontas residuales. Al aumentar el número de espermatogonias, y, sobre todo, al formarse y crecer el espacio central, el volumen de la vesícu- la se hace mucho mayor; el conectivo que envolvía anteriormen- te al nido, al tener que rodear un volumen mayor, aumentando en superficie, disminuye en espesor, y el espacio por él ocupado entre vesícula y vesícula, se hace cada vez más pequeño, hasta el punto de llegar las vesículas a estar casi en contacto, separadas tan sólo por una estrecha lámina de conjuntivo formada por la reunión de las paredes de ambas. Por la presión de unas vesícu- las contra las otras, adoptan formas poliédricas, en vez de las redondeadas que poseían los nidos. En los puntos donde se reúnen varias vesículas, se forman islotes donde el conectivo es más abundante; lo mismo ocurre Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—10916. 70 M. GARCÍA BANÚS en los sitios por donde pasan capilares sanguíneos o canalícu- los deferentes, que siguen envueltos en gruesas cubiertas de con- juntivo. Estas vesículas que hemos descrito, son las llamadas czstos, por Mueves (1897) en la Salamandra, palabra "que rechaza NussBaum (1906), pues parece hace suponer que sean cerradas, siendo así que están desde un principio en comunicación con un canalículo excretor, empleando para nombrarlas la palabra ampo- llas; CHamey (1913) las llama czstos primarios en la Salamandra y Triton, suponiéndolas completamente cerradas y sin comunica- ción alguna con los canalículos deferentes. | Vesiículas de espermatogonias de segundo orden,— Durante todo el período anteriormente indicado, hemos visto que las es- permatogonias poseían cada una un folículo propio que las en- volvía completamente, aislándolas de las demás. Cuando alguna espermatogonia de esta clase se divide por carioquinesis (MeEves, 1897), ocurre, que las células que forman su folículo se insi- núan entre las espermatogonias hijas, separándolas y formando un folículo nuevo, independiente para cada una de ellas. Esto ocurre durante repetidas divisiones, formándose un gran núme- ro de espermatogonias de este tipo; pero llega un momento en que, al dividirse una espermatogonia, las dos células hijas que resultan no son separadas por las células foliculares, quedando ambas encerradas en el folículo que envolvía a la madre. Este proceso se repite una porción de veces, formándose después de varias generaciones un gran número de células, todas iguales, procedentes de una sola y encerradas en el folículo de la esper- matogonia madre. A este grupo de células que proceden todas de una misma, le llama von la VaLeTTE SalNT-GEORGE espermogenne, mientras que FuiemminG (1888) y HermawN (1889) lo llaman espermatocisto, describiéndolos envueltos en un folículo y colocados sobre la pared de los por ellos supuestos tubos. Nusssaum (1906) llama a este tipo de células espermatocitos, fundando la diferencia de és- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—1916. 19. FiG. M. Garcia Banús, fot. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI q tos con las espermatogonias, en los anfibios, en la existencia de una o varias células dentro de un folículo, llamándolas, en el caso en que hay una sola, espermatogonia, y desde el momento en que hay varias, espermatocitos; da preferencia a este carácter sobre el de haber sufrido el período de crecimiento, fundándola en que por la misma razón que se conserva el nombre de esperma- togonias para las sucesivas generaciones, aunque disminuyen progresivamente de tamaño, no se debe dar tampoco importan- cia al carácter de aumentar de volumen, y no se debe cambiar de nombre a una clase de células porque sufra el período de cre- cimiento. Esto sería valedero si la transformación conocida por período de crecimiento, se limitara a un aumento de volumen; pero esto no es así, sino que dicho período de crecimiento es en realidad una larga profase nuclear que sirve de preparación a la célula, para verificar la reducción cromática en las mitosis que por su carácter especial llamó ya FLemmING mitosis heterotípicas; creo, pues, que se debe reservar el nombre de espermatocitos, en los anfibios como en los demás animales, a las células que han sufrido el período de crecimiento, y que al dividirse, lo hacen por medio de las mitosis de reducción. La diferencia de haber una o varias células en un mismo folículo, que realmente es muy importante, como indica Nuss- BAUM, se señala ordinariamente, denominando a las célu- las espermatogonias de primero y segundo orden respectiva- mente. En la figura 18 está representada una vesícula con esperma- togonias de segundo orden; están dispuestas en varios grupos, los espermogennes, envuelto cada uno en un folículo particular; hay tantos grupos de éstos en una vesícula, como espermatogo- nias de primer orden había primitivamente en ella; los folículos han aumentado extraordinariamente, y comprimiéndose unos con otros toman formas casi de tronco de pirámide; sin embargo, persiste todavía la cavidad, ocasionando el aumento de los fo- lículos solamente un aumento correspondiente en el volumen de Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—19106. =I to M. GARCÍA BANÚS la vesícula. Estas siguen en comunicación con los canalículos, existiendo en el punto en que éstos desembocan, las espermato- gonias que no han evolucionado (espermatogonias residuales) una de las cuales (X'sp.) puede verse en la figura. También puede no- tarse cómo todas las células de uno de los folículos se encuentran al mismo tiempo en carioquinesis, debido esto a llevar una evo- lución paralela las células que proceden de la misma célula madre. | Vesiculas de espermatocitos.—Queda, pues, el testículo en la zona de últimas generaciones de espermatogonias, constituído por grandes vesículas de tejido conjuntivo, que contienen célu- las dispuestas en pequeños grupos, colocados sobre las pare- des, dejando un espacio vacío, y envueltos cada uno indepen- dientemente en una cubierta de células foliculares. Las vesícu- las están en comunicación con un canalículo deferente, a cuya entrada se encuentran una O varias espermatogonias resi- duales. Al sufrir las espermatogonias el período de crecimiento, transformándose en espermatocitos, aumentan bastante de ta- maño, y otro tanto hacen los folículos que los contienen, los cua- les acaban por llenar completamente la cavidad de la vesícula, que no crece en proporción, llegando a ponerse en contacto los folículos, produciéndose vesículas del tipo de las de la figura 19, en las que queda en el centro, en vez del espacio vacío de antes, un islote de protoplasma, formado por la reunión del de las cé- lulas que formaban los folículos del lado de la cavidad central, que han llegado a ponerse en contacto, aunque sin fusionarse, notándose perfectamente los límites de cada folículo. Como po- demos ver por la fotografía, siguen las vesículas en relación con un canalículo deferente (cd.); puede asimismo verse una esper- matogonia de regeneración (X'sf.) a su entrada. Los espermatoci- tos de una de las vesículas se presentan en la fase de máxima contracción nuclear, que es tan intensa en esta especie, que la cromatina aparece en una masa compacta. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 73 Vesiculas de espermátidas.—Al final de la profase de los es- permatocitos, se nota una variación en la disposición de las cé- lulas en el interior de los folículos, variación que se hace mucho más intensa cuando, después de las dos divisiones de madura- == =z Fig. L. Vesícula con espermátidas en transformación (semiesquemática): Cd. cana- lículo deferente; Cx. pared conjuntiva de la vesícula; ol. células foliculares periféricas; Fol. c. idern centrales con gotas de grasa; Pr. granos de protagón entre las colas de las espermátidas; XXsp. espermatogonias residuales envueltas en sus folículos propios. ción, se Originan las espermátidas. Durante toda la evolución, hasta este momento, los folículos han sido completamente maci- zos, ocupando las células todo el contenido de ellos, sin dejar ningún espacio, estando más bien comprimidas unas contra otras. Pero, a partir de la fase de núcleos leptoténicos, los esper- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 74 M. GARCÍA BANÚS matocitos empiezan a separarse, aproximándose los que ocupan el centro del grupo hacia las células foliculares que lo envuel- ven; este movimiento, que en las espermátidas es más marcado, da origen a la formación de un espacio en el interior del folículo, vacío de células y situado excéntricamente, pues las células se acumulan en la proximidad de las del folículo, que recubriéndole primitivamente del lado de la cavidad central de la vesícula, han quedado ahora en el centro de ella (células foliculares cen- trales); el espacio vacío de células queda en la parte más perifé- rica del folículo, separado tan sólo de la pared de la vesícula por las células foliculares periféricas. De esta disposición puede dar idea la fig. L, que representa algo esquematizada una vesícula de este tipo. Está ocupado este espacio del interior del folículo por las co- las de las espermátidas que ya empiezan a formarse, sumergidas en un líquido, probablemente albuminoideo, que al coagularse por los reactivos da origen a un retículo grosero, en el que que- dan aprisionadas aquéllas acompañadas de unas gotas de substan- cia muy refringente (a que se colorea intensamente por la hematoxilina de hierro y otros colorantes cromatínicos, proba- blemente un protagón; esta disposición es igual a la descrita por FLemmING (1888) en los llamados por él espermatocistos, al for- marse los espermatozoides, correspondiendo el protagón a la lla- mada por él substancia cromatófila. Vesiculas de espermatozoides en formación.— Una vez dis- puestas las células como indicábamos más arriba, principia la espermiógenesis o transformación de las espermátidas en esper- matozoides. El núcleo de aquéllas se coloca hacia la parte de la célula más próxima a las células foliculares centrales (£o/. c., fig. L), mientras el protoplasma, y con él el centrosoma, del cual arranca el filamento de la cola, se dirige hacia el lado del espacio que quedó en el interior del folículo. La célula se alarga entonces, transformándose en espermato- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 75 zoide (spz. fig. 16), que queda con su extremo anterior, donde está el acrosoma que ha de formar el perforatorium, sumergido en parte, en el protoplasma de las células foliculares centrales que, durante este período, hacen el papel de las células de SERTOLI en el testículo de los mamíferos; la extremidad del espermatozoi- de donde arranca la cola, se dirige hacia el espacio ocupado por ésta (c. spz.); fórmándose tantos grupos de espermatozoides como células del folículo han tomado la función de células de SERTOLI, que suelen ser dos o tres de las más centrales. A causa de ésto y de la disposición de los espermatozoides, dentro del folículo, quedan éstos dispuestos en una figura radia- da, a partir del centro de la vesícula ocupada por las células fo- liculares, con las colas dirigidas hacia las paredes, como puede observarse en la figura 20, donde están representadas dos vesí- culas de este período, una de ellas más avanzada, la otra con es- permátidas de núcleo alargado; puede observarse la gran canti- dad de protoplasma que poseen las células foliculares centrales (Fol. cen.) que ocupan una gran extensión del centro de la vesícu- la, alrededor del cual irradian los espermatozoides; también pue- den verse numerosas gotas de la substancia cromatófila, que se encuentran entre las colas de las espermátidas y espermatozoides. Ambas vesículas comunican por c. d. con un canalículo de- ferente, encontrándose a su entrada, como de costumbre, y siem- pre dentro de la vesícula, las espermatogonias residuales (A'5fp.). Al avanzar la formación de los espermatozoides, aumentan considerablemente en longitud, y para adaptarse al tamaño del folículo, se arrolla todo el grupo de los contenidos en uno de ellos, formando un paquete dispuesto en espiral, aunque sin perder relación con las células foliculares centrales. Esto ocurre al final del verano, cuando los espermatozoides llegan a la ma- durez, dando entonces a la parte del testículo que ocupan, el color blanco y aspecto característicos de lo que hemos descrito como segunda región del testículo. Las celulas foliculares sufren, durante todo el período que Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I0916. 16 M. GARCÍA BANÚS acabamos de reseñar, importantes cambios, para adaptarse a la función de células nutritivas de los espermatozoides y mientras desempeñan dicha función, de cuyos cambios, así como de los ) y ) que sufren las células conjuntivas hemos de ocuparnos ahora. Células foliculares.—Durante todo el período de multiplica- Fig. LI. Porción de dos vesículas de espermatogonias de primer orden (sfp.). Células foliculares Fol. Núcleo de conjuntivo intervesicular ¿V. cx. Sublimado - formol - acético; verde Luz-Hematoxilina Heidenhain. Obj. 2 mm., Oc. 18.: < 1700. ción de las espermatogonias, las células foliculares sufren, relati- vamente, pocos cambios. Al formarse las vesículas de esperma- togonias de núcleo redondo (fig. 17) con cavidad central, los núcleos de las células foliculares experimentan una marcada re- ducción de tamaño, y, sobre todo, un cambio de forma, hacién- dose más delgados y aplastados para adaptarse a los intersticios LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 77 que dejan las espermatogonias entre sí. La reducción de tamaño se hace mucho más marcada en los folículos de espermatogonias secundarias, donde alcanzan solamente un tercio del tamaño pri- mitivo; va acompañada esta reducción por un aumento, o por lo menos, una condensación de la cromatina, haciéndose los núcleos más coloreables. No pierden por esto su estructura característica (figura Ll), presentando el mismo retículo de linina con gránulos de cromatina; sin embargo, éstos son más gruesos, y presentan una tendencia más marcada a disponerse en grumos mayores. El protoplasma de estas células, muy poco abundante, forma una tina Capa que envuelve al grupo de espermatogonias; es algo más visible en la vecindad del núcleo, en donde suelen encon- trarse granulaciones, más o menos dispuestas en cadenetas (qui- zás mitocondrias). No me ha sido posible ver centrosomas ni esfe- ras en las células en reposo, siendo, sin embargo, visibles cuando se dividen por carioquinesis, si bien éstas son más escasas que en las células foliculares de la lacinia pulmonar. Durante el período de crecimiento de los espermatocitos, los cambios sufridos por las células foliculares que los envuelven, son mucho más importantes que los hasta ahora señalados. En los núcleos se reducen a un aumento de tamaño muy ligero, y en la cantidad de cromatina, sobre todo, dando lugar a los núcleos de los tipos representados en las figuras M y N, donde es muy abundante y está dispuesta en granos gruesos, en un retículo grosero, con unos cuantos grumos mayores dispues- tos irregularmente. En el protoplasma se nota, no sólo un aumento muy consi- derable en la cantidad que de él se encuentra, sino también la aparición de gran número de diferenciaciones e inclusiones, que hacen cambiar por completo su aspecto. Por lo que se refiere al aumento en cantidad, alcanza mayores proporciones en las célu- las que forman el folículo del lado de la cavidad central (fig. L. Fol. c.), que en aquéllas que envuelven al grupo de células sexua- les lateral o periféricamente, en contacto con la pared de la ve- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016. 78 M. GARCÍA BANÚS sícula. Es mucho más considerable cuando por crecimiento de los folículos, llega a desaparecer la cavi- dad central, y aque- llas células entonces se reúnen con las de otros folículos en el centro de la vesícula (fig: 20, 4H0L. CERA) formándose un grupo de células con pro- toplasma muy abun- dante y numerosas inclusiones, que pa- Fig. M. Célula folicular central de un vesícula con espermatocitos. recen tener un poder spc., de núcleo leptoténico. Gr., gotas de grasa con volumen po algo disminuido por los reativos. 42£., mitocondrias. FLEm- de atracción para las MING-Hematoxilina HEIDENHAIN, Obj. 2 mM., OC. 18.: < 1700. células sexuales. Entre las inclusiones de dicho protoplasma, lo que más llama la atención al primer golpe de vista, es la grasa, que se encuen- tra en gran cantidad en estas células. Aparece, por prime- ra vez, en el proto- plasma de las que envuelven las últi- mas generaciones de espermatogonias, en EN A Porción de dos vesículas de espermatocitos. /V. cx. forma de pequenas núcleos de tejido conjuntivo. /VV. fol., núcleo de célula folicular. ¿£r., gotas de grasa. Spc., espermatocitos. gotitas, que Van ere; Bou1x, Método de PRENANT. Obj. 2 mm., OC. 18.: < 1700. ciendo y aumentan- do en número hasta formarse en cantidad considerable. Al principio, sólo tiene lugar en las células foliculares que ii LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 79 hemos llamado centrales (fig. M); pero más tarde aparece tam- bién, aunque en menor proporción, en las células periféricas (fig. N), y, por último, hasta en el protoplasma que las células fo- liculares envían entre las sexuales. Alcanza el máximo la acumulación de grasa, desde el final de la profase de los espermatocitos hasta las divisiones madurati- vas; dicho máximo lo es tanto por el número de gotas de grasa que se encuentran entonces en todas las células foliculares, como por el tamaño considerable que alcanzan, llegando a poseer S a IO y. de diámetro. A partir de las divisiones madurativas, se nota una desapari- ción progresiva de la grasa acumulada en las células foliculares; en la fase de espermátidas alargadas, todavía se encuentran gotas en bastante cantidad, sobre todo en las células centrales, pero al fin de la espermiogénesis han sido reabsorbidas por completo. Parece coincidir la reabsorción de la grasa, con la aparición, entre las células sexuales y en el espacio que dejan luego éstas dentro del folículo, de una substancia que se colorea intensamen- te por la hematoxilina de HEIDENHAIN y otros colorantes nucleí- nNiCOs, y que se presenta como gruesos gránulos o gotas muy refringentes, los gránulos cromatófilos de FLemMMING. Se encuentra esta formación, por primera vez, entre los es- permatocitos, al final de la profase, cuando empiezan a separarse para formar el espacio que luego ocupan las colas de las esper- mátidas, coincidiendo con el máximo de la acumulación de la erasa. Se presentan, entonces, como pequeños gránulos, situados entre los espermatocitos, y adosados a la pared de éstos; con la hematoxilina de HeIDENHaIN se colorean intensamente de negro, pero con el método de WirsoN (safranina—verde Luz), se tiñen en este momento claramente en verde. Cuando avanza la evolución, formándose las espermátidas, aumentan en número y en tamaño, situándose en gran cantidad entre las colas de las espermátidas, presentándose como gruesas gotas, que pronto, en las prepara- ciones teñidas por el WiLsowx, presentan en el centro el color Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1I916, So M. GARCÍA BANÚS rojo, debido a la safranina, coloración que va haciéndose más fuerte, hasta quedar toda la gota de un color rojo intenso, con una delicada cubierta verdosa; esto ocurre en folículos con esper- matozoides ya casi formados, donde ha desaparecido la grasa por completo. Con la hematoxilina de HreIDENHAIN, se tiñen siempre intensamente de negro. En el protoplasma de estas mismas células, en preparaciones coloreadas por la hematoxilina HeIDENHaIN, en material fijado por el FLemmING, se observa la existencia de numerosas granu- laciones, ya aisladas o reunidas en grupos; es probable sean mi- tocondrias, siendo notable (fig. M) su disposición alrededor de las gotas de grasa; sobre todo de las pequeñas, a las que rodean completamente, formando a modo de una corona de gránulos que al crecer la gota se disocia. En los folículos de espermátidas, los núcleos de las células pre- sentan pocas diferencias con los ya descritos; la es- tructura (fig. O) es igual; tie- nen un tamaño algo mayor, y presentan en los cortes dos tipos, unos aplastados (LV. fol.) y otros grandes, ovalados; son, indudable- mente, los mismos núcleos que, teniendo una forma aplastada de disco, presen- tan el primer aspecto, vis- tos de perfil; esta forma es debida a la gran extensión que han tomado las células, teniendo que recubrir al o rmátidas Vesícula de espermátidas. Punto de contacto de g:upo de eSps > 5 de dos folículos. V. fol., núcleos de las células de fo- lículo. Spd., espermátidas. Pv., pared conjuntiva de la vesícula. Bovin—método de PRENANT. Ob). o e E 1- grupo anterior de esperma- volumen mayor que el del LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI S1 tocitos. En el protoplasma vemos mayor abundancia en las células centrales, en cuya vecindad se acumulan las espermátidas para su transformación en espermatozoides; la grasa es muy escasa, es- tando pronto limitada a las centrales; en cambio son numerosas las granulaciones coloreables por hematoxilina de hierro, en ma- terial fijado con FLemMING (mitocondrias?). A partir de este momento en que principia la transformación de las espermátidas, las células foliculares toman el papel de cé- lulas nutridoras de los espermatozoides en formación, sufriendo para ello cambios muy intensos. En los núcleos se observa que el retículo se ha hecho más cla- ro, siendo en él mucho menos abundantes los gránulos de cro- matina; en las preparaciones coloreadas por la mezcla triácida, se apercibe la gran abundancia de gránulos teñidos en rojo por la fuchsina, mientras que los eránulos cromáticos, coloreados en verde, son más escasos; la coloración de los núcleos es, pues, más clara y rojiza que la de los de folículos anteriores. El protoplasma de las células foliculares centrales (fig. 16, fol”.), que son las que desempeñan la función de células nutri- doras, se: distingue más 'aún del de las demás células, que en los casos hasta ahora estudiados, por su abundancia, y, sobre todo, por la gran cantidad de diferenciaciones e inclusiones que contiene. Se extiende el protoplasma de dichas células por entre la ex- tremidad anterior de la cabeza de los espermatozoides, que que- dan de este modo, en parte, envueltas por él (figs. 16 y P); cuan- do se forma el perforatorium queda éste sumergido en el proto- plasma y en la proximidad del núcleo (fig. Q, Per.). Las diferenciaciones que se observan en el protoplasma son de dos tipos: uno de ellos lo forman granulaciones incluídas en el retículo protoplásmico, y por tanto, partes vivas (fig. P, M/7£.), que se colorean por el HEIDENHAIN en el material de FLemMING, y se presentan solas o agrupadas en cadenetas cortas; hay ade- más granos mayores, coloreados por el verde luz, no habiendo Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 6 82 M. GARCÍA BANÚS podido determinar si se encuentran en el retículo o son ajenos a él; frecuentemente aparecen reunidos en gran número en un punto de la célula con las granulaciones coloreadas por la hema- toxilina, formando una especie de Vebenkern (fig. 16 NV. K.). El segundo tipo de diferenciaciones tiene más bien el carác- ter de inclusiones, o de productos del protoplasma, pues no se Fig. P. Fig. Q. Célula folicular central de una vesícula de es- Célula folicular central de una vesi- permatozoides en formación. Sfz., extremidad cula con espermatozoides recién forma- de la cabeza de los espermatozoides. Miz., mito- dos. Sublimado-formol-acético; mezcla condrias. Pr., granos de protagón. FLEMMING, tricrómica. Per., perforatoríum de los verde luz, hematoxilina de hierro. Obj. 2 :nm.; espermatozoides. Obj. 2 mm.+; OC. 18.: < OC. 18.: < 1700. 1700. encuentran en el retículo, sino en vacuolas. Entre ellas obsér- vase la grasa ya citada, que aún existe, aunque ya muy escasa, y pronto desaparece por completo, y las bolas o gotas de la subs- tancia cromatófila (figs. 16 y P, P».), que se encuentra en el pro- toplasma de todas las células foliculares, tanto en las centrales como en las periféricas, en la proximidad de los espermatozoides especialmente, y con más abundancia entre las colas de éstos. Una vez formados los espermatozoides, en el período de su maduración y posteriormente, los cambios que experimentan las células foliculares, tienen los caracteres de una evolución re- gresiva. Los núcleos pierden sus contornos regulares, apareciendo en ellos arrugas (fig.-Q) las cuales, haciéndose más grandes, se trans- forman pronto en hendiduras o grietas (fig. R); otros se hinchan LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 83 extraordinariamente, tornándose su contenido más claro. La cromatina es cada vez más escasa, presentándose tan sólo raros gránulos, débilmente coloreables, siendo en cambio muy abun- dantes las granulaciones teñidas por la fuchsina. Presenta varios nucleolos grandes, pálidos. El protoplasma aparece como hinchado, con grandes vacuo- las y con un retículo más grosero, con mallas grandes; han des- aparecido las granulaciones del retículo, coloreables por el Hzr- DENHAIN, persisten sin embargo, las que lo son por tinturas plas- máticas; lo que más abundan son bolas, más o menos grandes, cón carácter marcado de inclusiones y coloreables también por tinturas plasmáticas; la grasa ha desaparecido por completo; el aspecto del protoplasma, como de hinchado y vacuolado, es co- mún a todas las células foliculares de esta región; pero las cen- trales se caracterizan por la mayor abundancia de inclusiones, y sobre todo, por contener gran cantidad de espermatozoides fa- gocitados y en vías de ser digeridos. Siguen encontrándose entre las colas de los espermatozoides numerosas bolas de protagón, que ya no se encuentran en el protoplasma de las células foliculares; son más pequeñas y re- tienen más débilmente a los colorantes. En este estado, siguen los espermatozoides en relación con las células foliculares centrales, teniendo su extremidad anterior, perforatorium, sumergida en su protoplasma. Durante toda la evolución, a partir de los folículos de las úl- timas generaciones de espermatogonias, no se encuentra ningún caso de carioquinesis en las células que los forman; el aumento de tamaño de los folículos tiene lugar haciéndose las células más grandes y aplastadas, y separándose, por tanto, los núcleos, unos de otros. : Tejido conjuntivo.—El tejido conjuntivo de esta región del testículo es mucho menos abundante, con relación a las células sexuales y foliculares, de lo que era en la lacinia caudal. Podemos formarnos idea clara de ello, comparando las distintas partes de Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.— 1916. 84 M. GARCÍA BANÚS la fotografía fig. 12, así como las figs. 13 y 14 con las 17 a 20. Sigue formando el conjuntivo las paredes de las vesículas, y llenando el espacio que dejan entre sí; pero como estas se hacen muy grandes, relativamente a su tamaño primitivo, al tener que cubrir un volumen mayor, disminuye el conjunto en espesor; al mismo tiempo, el espacio entre dos vesículas decrece conside- rablemente, quedando reducido a una delgada lámina, en la que no se distinguen las dos cubiertas en contacto. Solamente es algo más abundante el conjuntivo en los pun- tos de reunión de varias vesículas, donde se acumulan algunas Fig. R. Fig. S. Célula folicular (fig. R) y núcleos de tejido conjuntivo (fig. S),”de una vesícula con esperma- tozoides completamente formados. Bovix; método de PRENANT. Obj. 2 mm.; Oc. 18,: < 1700. células, y sobre todo, alrededor de los canalículos deferentes. Las células conjuntivas no sufren, sin embargo, grandes mo- dificaciones, como les ocurre, durante el mismo tiempo, a las fo- liculares; quedan aplastadas entre las fibras conjuntivas, siendo apenas visibles (figs. 16 y N), con muy escaso protoplasma al- rededor de los núcleos. Los núcleos conservan el mismo aspecto y estructura que los descritos en la lacinia pulmonar; en las vesículas con esper- matogonias de primer orden (fig. 11), donde el conectivo que las separa es aún relativamente abundante, son enteramente iguales a aquéllos, con figuras alargadas, acordonados, y la cromatina dispuesta en fragmentos irregulares situados sobre la membrana y que se reúnen unos a otros por prolongaciones; cuando el co- nectivo entre las vesículas se hace muy escaso y las células se LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 83 aplastan, los núcleos quedan también comprimidos, presentando vistos de frente, figura elíptica, casi circular, y vistos de perfil, el aspecto presentado en las figs. 16 y N; pero la disposición de la cromatina es la misma que anteriormente. Al final de la evolución de los espermatozoides, los núcleos de las células con- juntivas sufren una ligera modificación en la disposición de la cromatina; vistos de perfil presentan análogo aspecto al de los de la fig. N; vistos de frente se presentan como los de la figu- ra S, que están tomados de un corte tangencial de la pared de separación de dos vesículas con espermatozoides ya formados; se distinguen por la forma redondeada y disposición más regu- lar de los grumos cromáticos, que siguen sin embargo, unidos por prolongaciones; poseen, además, numerosos gránulos co- loreados por la fuchsina. Es curioso comparar estos núcleos con el de la fig. R, to- mado de una vesícula al lado de aquellos, del mismo período y en el mismo corte. No se encuentran carioquinesis entre las células de esta clase. Siguen siendo muy abundantes las fibras conjuntivas entre las vesículas; forman a cada una una verdadera pared propia, de fibras gruesas, sobre las que se apoyan los folículos en el inte- rior; en la separación de dos vesículas no hay apenas espacio entre las paredes propias de ambas, estando recorridas por fibri- llas paralelas, que se separan cuando encuentran alguna célula (fig. N), a la que rodean; pierden también el curso paralelo, cuando llegan a los puntos de reunión de varias vesículas, don- de se distribuyen entre las células que allí se encuentran. Cuando, por las condiciones del corte, puede observarse la pared propia de una vesícula vista de frente (que es cuando se ven los núcleos conjuntivos con figura elíptica o circular), se pue- de notar que está formada por un sistema de gruesas fibras, que van casi paralelas y se ramifican poco, cruzándose con otro sis- tema análogo, formando a modo de un enrejado o celosía; de una a otra fibra van otras más finas y ramificadas y de curso Trab. del Mus, Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1016. 86 M. GARCÍA BANÚS sinuoso. También van fibras de una a otra pared propia de dos vesículas vecinas. La pared propia de la vesícula, se continúa, como ya hemos dicho anteriormente, con la túnica conjuntiva que envuelve al ca- nalículo deferente que de ella sale. No se encuentran en ningún caso fibras conjuntivas en el in- terior de las vesículas, ni en las células foliculares, ni entre ellas; quedan siempre limitadas al exterior de la pared propia. 3.—LaA SEGUNDA REGIÓN DEL TESTÍCULO Esta región, que hemos distinguido exteriormente por su co- lor brillante, contiene los espermatozoides ya completamente formados, que permanecen en ella durante todo el invierno para ser empleados a la primavera siguiente. En ella alcanza el testículo su mayor diámetro, que ha ido aumentando progresivamente desde la lacinia pulmonar y dismi- nuye bruscamente en la región siguiente. Se origina en el final del verano y principio del otoño, al ter- minar la evolución de los espermatozoides, que se estaban for- mando durante la estación anterior, en la primera región del testículo; queda aislada de ésta por una zona de vesículas cuyo contenido ha degenerado, y en las que se desarrolla el tejido conjuntivo abundantemente. Está constituída, como la parte más posterior de la región anterior, por grandes vesículas de paredes delgadas formadas por conjuntivo, conteniendo varios folículos que las ocupan por com- pleto; cada folículo contiene un paquete de espermatozoides, que está arrollado sobre sí mismo por su gran longitud. El tamaño de las vesículas es el mismo que el de aquellas de la región an- terior que contenían espermatozoides en formación, y es el má- ximo que alcanzan en su evolución. Las vesículas siguen estando en relación con los canalículos deferentes, que circulan en gran número por entre ellas; a su en- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTI1 87 trada se ven siempre, dentro de la vesícula, las espermatogonias residuales. También se encuentran numerosos vasos entre las ve- sículas. Se nota en los testículos de fin de invierno, que las paredes de las vesículas más posteriores son mucho más gruesas y con conjuntivo más abundante; además, en alguna de éstas, la dispo- sición en folículos ha desaparecido, estando revueltos todos los espermatozoides de la vesícula con los restos de las células que los formaban. Células foliculares.—Se nota en las que se encuentran en esta región los mismos caracteres de degeneración que marcábamos para las de las últimas vesícu- las de la región anterior, pero mucho más acentuados. Si- guen formando folículos ce- rrados, que ocupan por com- pletolel contenido «delas vesículas, y envuelven cada uno a un paquete de esper- matozoides. Los núcleos se presentan arrugados, con grandes grie- tas o hendiduras que casi los fragmentan; en las prepara- ciones de material fijado por formol, tienen análogo aspec- to al representado por CHampY para los de Salamandra y Fig. T. Triton ( MOSS figuras NN Célula folicular y células conjuntivas.(C. com.), de una vesícula de la región segunda en un tes- L] y XENV TI De La cantidad de tículo de invierno. /V. fol., múcleo de la célula folicular. /x., inclusiones en el protoplasma de cromatina ha disminuído visi- la misma. Sp. espermatozoide fagocitado; Ao. com., fibras conjuntivas. Sublimado - formol- acético, verde luz., hematoxilina de hierro. blemente, «encontrándose (ES= 1 Obj tamil; oc: 1801 591900. casos gránulos coloreados; en cambio, son muy abundantes los gránulos tenidos por la fuchsina, Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm, 24.—1916. 88 M. GARCÍA BANÚS empleando la mezcla triácida. Este aspecto es común a los nú- cleos de las células foliculares centrales y a los de las periféricas que están en contacto con la pared de la vesícula (fig. T, W. fo/.). En el protoplasma son también características las señales de degeneración; se presenta hinchado y con gran cantidad de va- cuolas, que forman un retículo grosero, de mallas grandes y muy marcadas; han desaparecido por completo los gránulos conteni- dos en el retículo (mitocondrias, etc.); se encuentra, en cambio, eran cantidad de inclusiones (/7.) que enturbian el protoplasma; es notable la gran cantidad de espermatozoides fagocitados (Sp.) que se hallan contenidos en una vacuola protoplásmica, rodeada de numerosas inclusiones. Entre éstas hay multitud de granos de variado aspecto, teñi- dos por los colores plasmáticos, y, sobre todo, es más notable la existencia de numerosas bolas, erandes, contenidas en vacuo- las, con estructura granulosa y que se tiñen intensamente por los colores protoplásmicos. Forman, a veces, grandes acumula- ciones en las células foliculares centrales; se encuentran formacio- nes análogas entre las colas de los espermatozoides. Tejido conjuntivo.—Sigue formando las paredes de las vesí- culas, que son aquí más gruesas que lo eran anteriormente; de- pende esto de un aumento en el tamaño de las células conjunti- vas (C. con.); éstas, que anteriormente apenas si se distinguían por ser muy aplastadas y estar comprimidas entre las fibras, se destacan ahora claramente; en el corte transversal de la separa- ción de dos vesículas (fig. T) se encuentran siempre, por lo me- nos, dos células. El grosor de las paredes de las vesículas es más acentuado en las más posteriores, y sobre todo, en aquellas en que los espermatozoides están revueltos en su interior. Los núcleos de las células conjuntivas presentan el mismo aspecto y forma que los descritos para las vesículas de esperma- tozoides en formación; en algunos se nota una tendencia a per- der la forma de discos, haciéndose más elípticos. El protoplasma de estas células, que ya es más visible, especialmente alrededor LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 89 del núcleo, presenta un fino retículo con numerosas granula- ciones. Son mucho más abundantes las fibras (/2b. con.) de lo que ha- bían sido hasta ahora; en las secciones transversas, en la separación de dos vesículas se notan, además de las membranas propias de ambas, cuya estructura es análoga a la descrita anteriormente, numerosas fibras que se encuentran entre ellas y que circulan entre las células, a las que rodean. Como siempre, es más abun- dante el conjuntivo alrededor de los canalículos deferentes, cuya pared propia se continúa con la de la vesícula. Al final del invierno, y durante la primavera, se vacían de espermatozoides las vesículas de esta región, sufriendo una serie de cambios que la transforman en tejido glandular, y de los cuales nos ocuparemos en el capítulo siguiente al estudiar el origen de la tercera región del testículo. 4.—LaA REGIÓN GLANDULAR a.—Origen y formación La tercera región que hemos distinguido en el testículo del gallipato está caracterizada, como ya dijimos, exteriormente por un color amarillo muy intenso, análogo al de los cuerpos adiposos de los anfibios, e interiormente por estar formada de células que contienen gran cantidad de gotas de grasa, a las que debe dicho- color. Se origina en el gallipato, análogamente a lo descrito por CHamey en Salamandra y Triton, a expensas de las vesículas de espermatozoides, cuando éstas son expulsadas. Pero, como vimos en la parte primera del trabajo, no tiene una existencia temporal y corta como en aquellas especies, sino que es una for- mación permanente, encontrándose, con mayor o menor des- arrollo, en todas las épocas del año, Además, coincidiendo con el carácter indicado por SCHREI- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.— 1916. 90 M. GARCÍA BANÚS BER (1913) que posee el gallipato, de estar en celo durante gran parte del año, en contraposición a los demás urodelos, que sólo lo están un corto tiempo, la formación de la glándula no está li- mitada, como en éstos, a una determinada estación, sino que tie- ne lugar casi continuamente durante un largo período; sin embar- go, existen dos épocas en que se verifica la producción de tejido glandular con más intensidad. Una de ellas es la primavera, cuando se vacían las vesículas de espermatozoides que han permanecido en reposo durante todo el invierno, formando la segunda región del testículo. Ejem- plo de ello lo tenemos en los testículos de abril (figs. 6 y 7); el primero, con una gran cantidad de vesículas vacías de esperma- tozoides (g/. 22.) y con las paredes formadas por células con carácter glandular, y el segundo, en el que apenas quedan vesícu- las con espermatozoides. La segunda época de formación intensa de tejido glandular, se verifica a fines de verano, a expensas de algunas vesículas de espermatozoides recientemente formados; de esta segunda época son ejemplos los testículos de septiembre y octubre (figs. IO y 11), en los que vemos que la zona con vesículas vacías de pare- des engrosadas (£/. 222.) es muy extensa. La figura 21 procede de la parte glandular intermedia de uno de estos testículos de septiembre; en ella vemos el tránsito de las vesículas con espermatozoides a aquellas que ya no los tienen, y cuyas paredes están formadas por células glandulares. Tenemos, pues, que estudiar para conocer el mecanismo de esta formación: 1.*, la expulsión de los espermatozoides; 2.” las modificaciones que sufren las células foliculares, y 3.”, las que experimenten las células conjuntivas que forman la pared de la vesícula. Expulsión de los espermatozoides. —En la segunda región del testículo continúan los espermatozoides encerrados en los folícu- los hasta el momento de ser expulsados, deshaciéndose entonces éstos y quedando revueltos con las células que los formaban Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—1916. IATA M. Garcia Banús, fot. A e] Fic. mn e A dE LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 9I (figs. 23 y 24); en las vesículas de este tipo puede notarse ya una modificación muy marcada en las células que forman su pa- red, que se ha hecho notablemente más gruesa. Estas vesículas continúan en comunicación con canalículos deferentes (fig. 23, cd.), los cuales, así como los otros mayores en que desembocan (fig. 6, C. d.), se encuentran llenos por los es- permatozoides procedentes de las vesículas que se vacían; en éstas se nota (fig. 23) cómo las paredes de aquellas que se han vaciado, son más gruesas, siendo mayores las células que las forman que en las que aun contienen espermatozoides; se obser- va, a la entrada de los canalículos deferentes en algunas vesícu- las, las espermatogonias residuales o de regeneración. Después de la expulsión total de los espermatozoides, que- dan en el interior de la vesícula algunas de las células que for- maban los folículos (la mayoría son expulsadas al mismo tiempo que aquéllos, figs. 24 y 25, fol.); pero, al avanzar más la forma- ción de la glándula, haciendo las cavidades de las vesículas más pequeñas, van siendo cada vez menos numerosas y acaban por desaparecer por completo (fig. 25). En los testículos de septiembre (fig. 21), se conserva la dis- posición en folículos, aun después de la expulsión de los esper- matozoides, quedando entonces vacíos, y deshaciéndose comple- tamente más tarde; también se conservan más tiempo las células foliculares en el interior de las vesículas, pero finalmente desapa- recen por completo en todos los casos. Células foliculares.—La regresión iniciada en las células de los folículos de espermatozoides formados, y que anterior- mente hemos estudiado, se completa y termina por una total degeneración al ser expulsados los espermatozoides que en- volvían. En las vesículas de la segunda región del testículo, las células foliculares formaban todavía una cubierta continua y cerrada al- rededor del paquete de espermatozoides; antes de ser expulsa- dos éstos, en la mayoría de los casos, las células foliculares re- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 92 M. GARCÍA BANÚS traen su protoplasma, dejan de estar reunidas unas con otras, se individualizan, y desorganizándose de este modo la cubierta, que- dan mezclados los espermatozoides de los distintos folículos de una misma vesícula, entre sí y con las células que los formaban. Estas últimas pierden la relación que hasta ahora habían tenido con los perforatorium de los espermatozoides, que quedan libres por completo. Se disponen adheridas a la pared de la vesícula (figs. 21 y 24), formando un epitelio muy irregular, que pron- to desaparece por desprenderse en masa (fig. 23), o quedando algunas células aisladas (fig. 25). En todos los casos se notan perfectamente las membranas de las células, que tienen forma globosa, estando perfectamente limitadas, lo que no ocurría cuan- do formaban folículos, en los que no se distinguen las separa- ciones de las células. Los núcleos preséntanse con formas muy irregulares, arruga- dos, con grietas y hendiduras que casi los fragmentan; otros son mucho mayores, globosos y como hinchados; se encuentran ma- sas de protoplasma sin núcleos, solamente con gotas de croma- tina sin estructura y muy refringentes, o con núcleos en fases de degeneración; aun en los casos en que los núcleos conservan la estructura de tales, es notable en ellos la escasez de cromatina. En otros casos están reducidos a la membrana nuclear muy mar- cada, y conteniendo únicamente algunas gotas de cromatina; frecuentemente aparece una degeneración grasosa de la subs- tancia nuclear, pues se ven núcleos con grandes gotas de grasa que, en parte, se colorean todavía por los colorantes de la cro- matina. En el protoplasma, las señales de degeneración son también muy marcadas; se presenta hinchado, con grandes vacuolas, que le dan un aspecto esponjoso (fig. 25, fo/.); contiene gran cantidad de inclusiones de todas clases; entre ellas, son notables los es- permatozoides fagocitados, que en gran número y en distintos grados de digestión se encuentran en estas células (Salamandra, Cuampr); también se encuentran gotas de cromatina muy refrin- 1910. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—-Serie Zool., núm. 24. M. García Banús, fot. LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 93 gente, procedentes al parecer, de las cabezas de los espermato- zoides fagocitados, o aun de los propios núcleos de las células; en muchas de estas gotas se nota una transformación en grasa; ésta, que como vimos había desaparecido completamente de las células foliculares al formarse los espermatozoides, es ahora muy abundante en ellas, y parece proceder, por lo menos en gran parte, de la digestión de los espermatozoides fagocitados; son también muy abundantes las inclusiones que se colorean por coloraciones plasmáticas, en forma de granos, bolas y masas irre- gulares. El protoplasma va haciéndose más escaso según avanza la formación de la glándula, si bien aumenta el volumen de la célula, haciéndose los contornos más marcados y el contenido más transparente, parece como disolverse; por último, desapare- cen la mayoría de las células; solamente quedan algunas con el núcleo de escasa cromatina y el protoplasma irregular y como desgarrado en jirones. Algunas de estas células pueden conser- varse, como por excepción, aun después de constituída la glán- dula por completo. Transformación de las paredes de las vesículas. —Una vez ex- pulsados los espermatozoides contenidos en la vesícula (testículos de septiembre, fig. 21), o poco tiempo antes, cuando ya han desaparecido los folículos (testículos de abril, figs. 23-25), se nota un aumento en el grosor de sus paredes y una modificación muy profunda en las células que las forman. Estas, según vimos anteriormente, no eran sino células con- juntivas aplastadas, casi laminares, con protoplasma apenas visi- ble, comprimido entre numerosas fibras conjuntivas. Constituían entre dos vesículas, en las regiones primera y segunda del tes- tículo, una delgada lámina, en la que estaban unidas, y sin ser posible distinguir, las cubiertas propias de ambas. Ya en las vesículas más posteriores de la región segunda de testículos de fin de invierno (fig. T), se nota un aumento en la cantidad de protoplasma que rodea al núcleo de las células con- juntivas, las cuales son más visibles, y se destacan en preparacio- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I0I6. 94 M. GARCÍA BANÚS nes coloreadas por el método de PrexANT, por estar teñidas por la eosina en rojo, mientras las fibras conjuntivas que las rodean lo están en verde. Esto no ocurre en los testículos de septiembre (fig. 21) has- ta después de expulsados los espermatozoides. Pero en todo ca- , so se nota en seguida como empiezan las células conjuntivas a aumentar de tamaño, constituyéndose un sistema de células in- dependiente para cada vesícula (figs. 21-25), separado del de dos contiguas por fibras conjuntivas; siendo mucho más marca- da esta diferenciación, cuando, como en el caso de la figura 23 (testículo fig. 6), hay abundante conjuntivo entre las vesículas. Quedan las células dispuestas en la pared de la vesícula, for- mando a modo de un epitelio, siendo casi cúbicas y colocadas en una sola capa (fig. 24, cg/.); en, este estado es cuando se vacían las vesículas en los testículos de abril. Están limitadas la células, interiormente, por una fuerte lámi- na de tejido conjuntivo, que destaca en todas la figuras (P. p.), especialmente en aquellas impregnadas por el método de Acnú- CARRO (figs. 30 y 31); no es otra cosa sino la pared propia con- juntiva de las antiguas vesículas, que al separarse por el aumento de volumen de las células y disminuir de extensión por reducir- se la cavidad de la vesícula, se hace más gruesa, y, por tanto, más aparente. Separa claramente, en todo caso, las células glan- dulares del contenido de las vesículas (células foliculares que aun no han sido expulsadas) y se continúa, como en todos los casos, con la cubierta conjuntiva del canalículo deferente, que se abre en la vesícula (fig. 23). Las células de la pared de la vesícula, que ya han perdido el carácter de células conjuntivas, adoptando más bien el de células elandulares, continúan creciendo, y no pudiendo hacerlo lateral- mente, por estar comprimidas unas con otras, ni hacia el exte- rior, por impedirlo las vesículas vecinas, lo hacen hacia el inte- rior, empujando la lámina interna de conjuntivo, que se hace más gruesa (fig. 25), y reduciendo la cavidad de la vesícula, apri- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 95 sionando las pocas células foliculares que se conservan siempre separadas de ellas por la lámina de dicho tejido conjuntivo. Adoptan las células en este momento, formas alargadas, casi paralepipédicas o de tronco de pirámide, que pierden, hacién- dose irregulares al disponerse en varias capas en el espesor de la pared de la vesícula, cuando ésta ya es más considerable (figu- ra 22). El aumento considerable de las células, produce una reduc- ción, cada vez mayor, de la cavidad interior de la vesícula, que acaba por desaparecer completamente, quedando en el lugar que que ocupaba un pelotón de fibras conjuntivas, procedentes de las que formaban la lámina interna, alrededor del cual se dispo- nen radialmente las células glandulares. Cuando la vesícula contiene alguna espermatogonia de rege- neración (fig. 22, KR. sfp.), al cerrarse la cavidad por invasión de las células glandulares, quedan aprisionadas aquéllas, envueltas en la lámina de tejido conjuntivo, que no puede cerrarse com- pletamente en este caso; el grupo de espermatogonias permane- ce invariablemente en relación con un canalículo deferente (figu- ra 22) En muchos casos, alguna de las espermatogonias de regene- ración ha sufrido una evolución oviforme encontrándose uno o varios de estos óvulos en el centro de la vesícula; este caso es muy frecuente en el testículo de 15 de septiembre (fig. 10). Posteriormente se pierde la disposición más arriba descri- ta, en vesículas o radialmente alrededor del pelotón conjuntivo (o grupo de espermatogonias), aislando el conjuntivo y los vasos capilares pequeños grupos de células (fig. 26), que tienen aho- ra formas redondeadas o irregulares; en este momento es cuan- do la acumulación de grasa ha llegado a su grado máximo, y cuando es más estable la grasa formada, pues tarda más tiempo en disolverse en las preparaciones montadas. Queda terminada con esto la formación de la glándula, que más tarde sufre una regresión que hace desaparecer las células Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 96 M. GARCÍA BANÚS glandulares, quedando sólo el tejido conjuntivo y las espermato- gonias de regeneración. ¿.—Anatomía microscópica de la glándula. Debido a la manera de originarse la glándula, está ésta for- mada, en casi todos los casos, de dos partes de estructura mar- cadamente distinta. Una de ellas, la más anterior, que hemos llamado zona glan- dular intermedia, está constituída por vesículas en comunicación con un canalículo deferente, y cuyas paredes están formadas de células glandulares, dispuestas en una O varias capas y limitadas interiormente por una lámina conjuntiva; en las vesículas más posteriores la cavidad ha desaparecido, quedando las células elandulares dispuestas radialmente alrededor de un pelotón de fibras conjuntivas o un grupo de espermatogonias de regene- ración. La parte más posterior de la glándula, está formada por grupos de células, de forma redondeada, y aislados por fibras de tejido conjuntivo, sin tener relación con ninguna cavidad ni con los canalículos deferentes. En cambio, es notable en esta parte la gran abundancia de capilares sanguíneos. Se encuentran entre los grupos de células de la glándula, pequeños nidos de espermatogonias de regeneración, que están envueltos por una fuerte cápsula de tejido conjuntivo, y en comunicación con un canalículo deferente. La primera parte es más bien una zona de formación de la glándula; cada vesícula o cada grupo radial de células alrededor de un pelotón conjuntivo, está aislado de los demás por numerosas fibras y algunas células conjuntivas no modificadas, en algunos casos (fig. 23) muy abundantes; por entre este conjuntivo, y ro- deando al grupo de células, circulan los capilares sanguíneos: figuras 24 y 25, marcados con una cruz, "Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool., núm. 24.—I916. Ne LO PY PTA L mA Y AT 0 o a A o A SS DU Hic 206: e, - Ns Pd f - 29. FiG. Fic. 28. fot. ) M. García Banús LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 97 De esta disposición de los vasos resulta que las células están, de un lado, en contacto con un capilar, y del otro, en relación con la cavidad de la vesícula, que comunica todavía con los ca nalículos deferentes. En la segunda parte, como ya ha desaparecido la disposición en vesículas, los capilares sanguíneos y el conjuntivo ya no pue- den estar dispuestos regularmente, como antes. El conjuntivo rodea a pequeños grupos de células (fig. 26). Los capilares sanguíneos son muy abundantes y de curso sinuoso irregular (ág. 27), formando una red complicadísima y muy apretada; las células rellenan los espacios dejados por los capilares, de tal modo, que no hay célula que no esté en contac- to con uno de ellos, por lo menos; a veces esta misma célula está en relación con dos de ellos; quedan dispuestas las células alrededor de los capilares, como indica la figura U. El tránsito entre ambas zonas se verifica (fig. 22) penetrando los capilares, marcados (+) como anteriormente en el espesor de la pared de las vesículas, cuando éstas ya están formadas por varias capas de células, aislando el conjuntivo las células que ro- dean a dichos capilares. Estudiaremos sucesivamente los distintos elementos que for- man la glándula: 1.*, células glandulares; 2.”, tejido conjuntivo, células y fibras, y 3.”, las espermatogonias residuales con los ca- nalículos a ellas unidos. Células glandulares.—La forma, tamaño y contenido de es- tas células varía mucho, según la parte de la glándula en la que se las considere, dependiendo, como es natural, del proceso que hemos estudiado, de la formación de la glándula, y después, de su regresión. Procediendo, como hemos visto, de las células conjuntivas que forman la pared de las vesículas, o se encuentran entre ellas, son al principio delgadas, largas, aplastadas; en las vesículas del tipo de la figura 24, tienen una forma casi cúbica (fig. V); posteriormente, cuando se produce el engruesamiento de las pa- Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 7 98 M. GARCÍA BANÚS redes de las vesículas, toman formas paralepipédicas (figs. W y X), y, por último, al final de la evolución, tienen forma re- dondeada (fig. Y). Varía también mucho el tamaño, como puede juzgarse por las figuras, debido solamente al aumento del protoplasma, que adquiere un tamaño considerable, con relación al del núcleo. En efecto, alcanza la célula un tamaño de 30 a 35 p. proximamente, en su mayor longitud, mientras el núcleo sólo cambia de forma, pasando de la discoidal aplastada a elipsoidea, y por último, a esférica casi perfecta, de 11-12 1. de diámetro. Fig. U, Células glandulares, dispuestas rodeando a los capilares sanguíneos, en los que se ven algunos glóbulos rojos. El protoplasma no está represen- tado. Sublimado.—Hematoxilina de hierro. Obj. 2 mm.; 07. 12.: < 800. Los límites celulares son siempre claramente visibles, aun- que a veces tengan las células formas irregulares, con ángulos bruscos entrantes, encajando unas en otras. El núcleo sufre además variación en lo que se refiere a la dis- posición de la cromatina; en los núcleos planos discoideos, he- mos visto cómo la cromatina está dispuesta en masas grandes re- dondeadas (figs. S y T), situadas en contacto de la membrana, LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 99 en las caras del núcleo, y unidas por trabéculas; en aquéllas, de forma ovalada, que corresponden a la zona glandular intermedia, está dispuesta en grumos laminares irregulares, y unidos por trabéculas, siendo más visibles los nucleolos, en número de uno ovarios, rodeados por cromatina (figs. V, y W), y por último, en los núcleos de las células glandulares, ya completamente for- madas, que tienen forma esférica, está dispuesta en grumos re- dondeados, aislados en el centro, y adosados a la membrana nu- clear; abundan en estos núcleos las granulaciones acidófilas; se encuentran también varios nucleolos. En el protoplasma los cambios son mucho más intensos, de- pendiendo, sobre todo, de la acumulación en él de una gran cantidad de grasa, que es lo que caracteriza a este tejido. Aparece la grasa al ini- ciarse la evolución de las cé- lulas (fig. V), cuando éstas empiezan a ser visibles entre las fibras conjuntivas que las envuelven; puede estudiarse la formación en las prepara ciones fijadas en líquido de FrLemmING, debiendo hacerse inmediatamente a su monta- je, pues desaparece pronta- mente, por disolverse con eran facilidad en el bálsamo de Canadá. Pig. Y. Se .-presenta entonces Región glandular intermedia; células de la pared de una vesícula; formación de como pequeños gránulos als- la grasa (Gr.) P. f., pared propia de la anti- gua vesícula. Cr. conjuntivo. FLEMMING, o étodo de WiLsow. Obj. 2 OGG. LO. lados o reunidos en cadeneta, IS O A O 7 < 1700. en bastoncitos o en forma de bizcocho, situados siempre en el retículo del protoplasma; pronto Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 100 M. GARCÍA BANÚS aumenta su número, y sobre todo, el tamaño, tomando entonces el aspecto de gotas grandes, que llenan toda la célula (fig. W), dejando tan sólo entre ellas delgadas trabéculas de protoplasma, visibles cuando se disuelve la grasa (fig. X); al final de la evolu- ción, las gotas son mucho mayores y dan al protoplasma un as- pecto esponjoso (fig. Y); dejan siempre al lado del núcleo un pequeño espacio de protoplasma sin grasa, donde se encuentra la esfera y el centrosoma; este espacio no es claramente visible, sino después de disuelta la grasa; entonces puede estudiarse fá- cilmente la estructura del protoplasma. Fig. W. Región glandular intermedia; células completamente desarrolladas, cargadas de grasa (Gr.). FLEmMMING-metodo de WILSON. Ob]. 2 mMmM.; OC. 18: < 1700. Es notable la afinidad de las trabéculas de protoplasma, de- jadas entre las gotas de grasa, por la hematoxilina de hierro. En preparaciones de material fijado con sublimado o ZENKER, y coloreadas por dicho reactivo, aparecen dichas trabéculas in- tensamente teñidas en negro; con otros fijadores y distintos co- lorantes, no se presenta el fenómeno con tanta claridad; pero puede, sin embargo, distinguirse algo análogo; así, en prepara- ciones fijadas con FLemmIxG, y coloreadas por el método de Wir- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 1IOI son, donde el protoplasma ordinario se colorea de verde, apare- ce el de las células glandulares con un color rojizo, debido a la safranina, con solamente un pequeño campo verde, cerca del nú- cleo, donde se encuentran los centriolos fuertemente teñidos de rojo. Pero donde se puede estudiar mejor esta estructura, por pre- INTI Fig. Y. Células glandulares en dos grados diferentes de evolución, mostrando la substancia cromatóñila (Cr.); Va., vacuolas dejadas por la grasa al di- solverse. Sublimado-formol-acético; hematoxilina de hierro-naranja G. Obj. 2 mm.; oc. 18.: < 1700. sentarse más clara, es en preparaciones fijadas con sublimado y coloreadas por hematoxilina de hierro. Se presenta ya muchas veces al principio de la evolución de las células glandulares, cuando empieza a organizarse el pro- toplasma alrededor del núcleo; pero, ordinariamente, es más tar- de cuando aparece en las células del tipo de las figs. 24 y 25, en forma de gránulos pequeños, aislados, situados en las trabéculas protoplásmicas, frecuentemente en los nudos; aumentan pronto en número, y confluyendo unos con otros, dan un color negro Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 102 M. GARCÍA BANÚS a todo el protoplasma, entre las gotas de grasa (fig. X, Cr.); en algunas células, todo el protoplasma sufre esta modificación; en otras, en cambio, sólo alguna parte de él, frecuentemente aque- lla que está más próxima a los capilares sanguíneos; siempre queda libre de esta formación, la parte del protoplasma que con- tiene los centriolos. ] En las células de la parte más posterior de la glándula, que tienen forma redondeada, y la grasa deja al disolverse, solamen- te finas trabéculas de protoplasma, la estructura de que nos ocupamos se disocia, presentándose entonces solamente en for- ma de granos gruesos, aislados, en las trabéculas protoplásmicas o en los nudos de la red (fig. Y, C7.), que van haciéndose cada vez más pálidos y acaban por desaparecer completamente. En las preparaciones impregnadas por el método de Acmú- CcArro, en las cuales se colorean perfectamente las mitocondrias (CajaL, 1914), aparecen, en el lugar de la formación antes in- dicada, mumerosos gránulos, solos o reunidos en diplococos o bastoncitos. Se encuentran algunos casos de células glandulares en divi- sión, siendo ésta por carioquinesis completamente normal; son, sin embargo, muy escasas. Ya dijimos que, en ciertos casos, podía quedar alguna de las células foliculares. sin ser expulsada; al deshacerse la disposición en vesículas, quedan entre las células sexuales, distinguiéndose, sin embargo de aquéllas por su núcleo irregular y arrugado, con poca cromatina; su protoplasma contiene también grasa, pero des- de un principio, en grandes gotas, que dejan al disolverse un res- to esponjoso, en el que nunca sé distingue la estructura ávida de hematoxilina de hierro. Sin embargo, este caso es sólo propio de algunos testículos y muy raro, siendo en la mayoría todas las células del tipo arriba descrito, y desapareciendo todas las células foliculares antes de terminarse la formación de la glán- dula. Tejido conjuntivo.—Es muy abundante en esta parte del tes- LA ESTRUCTURA DEL rebríciLo DEL PLEURODELES WALTLI 103 tículo, sirviendo para completar la unión de las células glandu- lares. Su disposición varía mucho, estando siempre en relación con la distribución, tamaño y forma de aquéllas. Se encuentran formando este tejido distintas clases de ele- mentos, cuales son: células conectivas, fibras colágenas y fibri- llas de conectivo reticulado intercelular. Las células conjuntivas son de un tipo enteramente igual al de las que formaban las paredes de las vesículas, o se encontra- ban entre ellas; no son sino algunas de aquellas que han con- servado el carácter de células conjuntivas, mientras el resto de ellas se transforma en células glandulares, y que se encuentran entre estas últimas, sirviéndoles de lazo de unión. Son todavía muy abundantes entre las vesículas de la región glandular intermedia, donde rellenan los espacios que aquéllas dejan; es notable, por este aspecto, el testículo de abril (fig. Ó), donde hemos visto (fig. 23) que las vesículas de esta parte es- tán separadas por una gran cantidad de conjuntivo; pero, en general (figs. 21, 24 y 25), el conectivo sólo forma estrechas láminas entre las vesículas. Cuando la glándula está formada por completo y ha desapa- recido la disposición en vesículas, las células conjuntivas son más escasas, limitándose a envolver, en parte, los grupos de cé- lulas glandulares que se forman alrededor de los vasos capilares (fig. 26). Son, en todo caso, más abundantes las células conjuntivas, alrededor de los canalículos deferentes, a los que forman una gruesa cubierta. Estas células conjuntivas tienen el aspecto normal de tales, presentando formas alargadas, con prolongaciones ramificadas; los núcleos son delgados, sinuosos a veces, y con la cromatina análogamente dispuesta que en los representados en las figuras K, Ll y N, en gruesos grumos alargados, periféricos y reunidos por prolongaciones. Fibras conjuntivas.—Son muy abundantes, pudiendo distin- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.— Serie Zool. núm. 24.—1916. 104 M. GARCÍA BANÚS guirse, en general, dos clases: unas gruesas, coloreables por el verde luz y azul Lyon, las fibras colágenas; y otras finas, ramifica- das, que aparecen más claramente con el método de AcHúcarro. En las vesículas de la segunda región, por la delgadez de las paredes, que impide, como hemos dicho ya, distinguir las de dos próximas, no es tampoco posible distinguir una de otra cla- se de fibras. Una vez que se han diferenciado las células de la pared de cada vesícula, se organizan dos sistemas de fibras gruesas, colá- genas probablemente; uno de ellos, interior a las células glandu- lares, forma la lámina conjuntiva, que hemos descrito separán- dolas de las células foliculares, y que procede de la pared propia de las vesículas primitivas (figs. 30 y 31, FP. f.). El otro siste- ma de fibras se encuentra entre las vesículas (c7. 272.), por entre las células conjuntivas que allí se encuentran, y que sirven para separar dos vesículas; este segundo sistema no forma una lámina, como el anterior, sino más bien una red complicada de fibras. En este momento están, pues, constituídas las paredes de las vesículas por los siguientes elementos, considerados de dentro a fuera: la lámina conjuntiva interna; las células glandulares, pri- mero en una sola fila, posteriormente en varias, y el sistema ex- terno de fibras conjuntivas; este último es, al principio, común para dos vesículas en contacto; pero pronto se organiza uno propio para cada una, separados en muchos puntos, por los capilares sanguíneos que, según hemos visto, circulan entre las vesículas. Entre las células glandulares, se encuentran numerosas fibri- llas finas, perteneciendo al parecer al tipo de conjuntivo reticu- lado, pues se colorean intensamente en negro por el método de ACHÚCARRO; van de la lámina interna al sistema externo de fibras colágenas, encontrando a ambos en ángulo recto. Como las célu- las glandulares tienen todavía poco tamaño, y ambos sistemas de fibras están muy próximos, el trayecto de las fibrillas es muy corto, siendo en general, completamente rectas y sin ramificar- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 105 se (fig. 30); algunas tienen un curso más sinuoso entre las célu- las o en tirabuzón, y otras que arrancan perpendicularmente de la lámina conjuntiva interna, se ramifican próximas al sistema ex- terno, y dan lugar a un manojito de fibrillas que, incurvándose, rodean a las células conjuntivas por su extremo exterior, reunién- dose, porfin, a la red que forma el sistemaexterno de gruesasfibras. Cuando crecen las células glandulares, la lámina conjuntiva interna es empujada por éstas hacia el interior, donde, como ya dijimos, pueden encontrarse algunas células foliculares en dege- neración. Disminuyendo la cavidad, la lámina conjuntiva es cada vez menos extensa y más gruesa, desorganizándose en gruesas fibras muy apretadas (fig. 31, 2. f.); esta invasión de la cavidad no se hace por todos los puntos con igual velocidad, perdiendo la lámina la figura circular o elíptica continua en los cortes, ha- ciéndose irregular con ángulos entrantes. En el sistema externo de fibras colágenas, se nota también un aumento considerable en el número de fibras, lo que hace más complicada la red que forman; las fibras de la red envol- vente de una vesícula, se continúan con las de otra vecina, de la cual está separada, en la mayoría del contorno, por los capilares sanguíneos. Por el crecimiento de las células, quedan más separadas la lámina conjuntiva interna y la red de fibras exterior o intervesi- cular, y, por tanto, las fibrillas intercelulares que van de una a otra, son mucho más largas y, al mismo tiempo, más finas, ra- mificándose más frecuentemente que antes, y siemnre hacia el exterior, de modo que salen menor número de fibras de la lámi- na interna del que llega al sistema externo; adoptan una dispo- sición radiada (fig. 31), que corresponde con la de las células elandulares, en esta parte. Su curso sigue siendo casi rectilíneo, ramificándose, ya cerca del sistema externo, en una pequeña arborización de fibrillas curvas, que rodea a las células por su extremo exterior y se unen después a la red intervesicular; no se observan extremos libres de fibrillas. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid. —Serie Zool. núm. 24.—1916. 106 M. GARCÍA BANÚS Durante este período, cuando la cavidad de la vesícula donde todavía pueden encontrarse células foliculares, se hace cada vez "más reducida, se observa un fenómeno curioso de invasión del espacio ocupado por aquéllas, por el tejido conjuntivo fibrilar. Empieza la invasión por unas fibrillas finas, procedentes del sistema de fibras que forma la lámina interna, y que, saliendo de dicha lámina, terminan en su extremidad libre, por una punta fina dirigida hacia el interior de la vesícula; estas fibrillas crecen rápidamente, sin perder su relación con la lámina conjuntiva, ramificándose e introduciéndose por entre las células foliculares que quedaron en la cavidad; pronto son muy numerosas, y uniéndose y entremezclándose las que salen de distintos puntos, acaban por invadir, por completo, el lugar ocupado por las célu- las foliculares. Es la primera ocasión en que se ven fibras conjuntivas en la cavidad de la vesícula, interiormente a la lámina conjuntiva que formaba la pared propia; pero, en este caso, proceden evidente- mente de esta última, y responden al hecho conocido y general, sobre todo en patología, que cuando un grupo de células dege- nera, es prontamente absorbido por una invasión del tejido con- juntivo vecino. Siguiendo las células su crecimiento, acaba por cerrarse la cavidad de la vesícula, y entonces queda en su lugar un pelotón conjuntivo (fig. 31), formado por las fibras que constituían la lá- mina interna, la cual ha desaparecido como tal, más aquéllas que se han producido durante la invasión. Este pelotón tiene una figu- ra irregular, con numerosas puntas, de las que arrancan las fibri- llas intercelulares. En el caso, muy frecuente según veremos, en que exista un grupo de espermatogonias de regeneración en el interior de la vesícula, no puede llegar a formarse el pelotón conjuntivo, y las fibras de la lámina interna se limitan a formar una cubierta re- sistente alrededor del grupo. Como hemos visto, la disposición radiada de las células des- Trab, del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid,—Serie Zool., núm, 24.—1916. IGSS HIG+ 33: M. Garcia Banús, fot. ql ES | El Es > A ra : hd ] ÓN A AS Y ia ñ y ñ LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 107 aparece pronto, formándose pequeños grupos de células alrede- dor de los numerosos capilares; la disposición del conjuntivo va- ría de acorde con la de las células. Forma gruesas cubiertas de fibras colágenas, alrededor de los canalículos deferentes (fig. 33, cd.) y de los grupos de es- permatogonias de regeneración (fig. 32, A'sp.); han desaparecido por completo el pelotón conjuntivo central de las vesículas y el sistema de fibras situado entre ellas; las fibras que los cons- tituían forman ahora haces curvos (fig. 33), que ponen en re- lación los sistemas que envuelven los canalículos deferentes, unos con otros, y, al mismo tiempo, envuelven a los grupos redondeados de células, que se forman alrededor de los capi- lares. El conectivo fibrilar ya no está formado por fibrillas rectas, siendo en este momento curvas y muy ramificadas, respondien- do esto al cambio de forma de las células glandulares, a las que envuelven, formándoles como una ésta de fibrillas; también ro- dean a los capilares sanguíneos. De la abundancia y disposición del conjuntivo, puede darnos idea la fotografía (fig. 32), donde todavía se observan restos de los pelotones centrales, deshacién- dose en fibrillas. : A partir de este momento, el conjuntivo se hace cada vez más abundante, sobre todo durante la regresión de la glándula, para dar lugar a la estructura característica de la lacinia caudal, que estudiaremos más adelante. Espermatogonias residuales o de regeneración.—Entre las células de la glándula se encuentran numerosas células grandes, con núcleo polimorfo, multilobado o en anillo, análogas a las espermatogonias primitivas de la lacinia pulmonar. Al estudiar la formación de la glándula, hemos visto que procedían de las espermatogonias que quedan sin evolucionar en el interior de las vesículas de la región primera, en el punto en que comunican con el canalículo deferente (figs. 19 y 20); es decir, de las células llamadas por Nussgaum (1906), Restsperma- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 108 M. GARCÍA BANÚS togonien, que al ser expulsados los espermatozoides, permane- cen en el interior de la vesícula (figs. 22 y 23), quedando apri- _sionadas por las células glandulares, cuando éstas se desarrollan, permaneciendo sin embargo, en relación con el canalículo defe- rente primitivo de la vesícula. En las vesículas con espermatozoides son muy pequeñas, quedan aplastadas contra la pared; tienen un diámetro máximo de 20 y. próximamente; se encuentran en grupos de dos O'tres, envuelta cada una en una cubierta propia de células foliculares (fig. 28); está situado el grupo siempre dentro de la vesícula, in- teriormente a la pared propia de la misma, y en el punto de en- trada del canalículo deferente, en contacto muchas veces, con las células epiteliales que revisten a éste. Al formarse la glándula, queda encerrado el grupo de esper- matogonias de regeneración en el interior de una cubierta con- juntiva, resto de la antigua pared propia de la vesícula, forman- do como un pequeño nido (fig. 32, /'sf.); su tamaño ha aumen- tado y se encuentran fre- cuentes casos de división por carioquinesis, de modo que pueden formar grupos de 4, 5, y aun más, esper- matogonias. Sigue cada una envuel- ta en su folículo propio, y el pequeño nido que cons- tituye el grupo, con su Ccu- bierta conjuntiva, está en comunicación siempre con un canalículo deferente; en la figura Z tenemos uno de Fig. Z. Nido de espermatogonias de regeneración, estos nidos en una prepara- en la región glandular. ¿d., canaliculo defe- rente unido al nido. o/., células foliculares; E Zo Sf., espermatogonias; Mit. mitocondrias; cx., oz impregnada pas el mé conjuntivo. Método de ACHÚCARRO. Obj. 3 MID.5 OC. 18. : >< 1150. todo de ACHÚCARRO; comu- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 109 nica por la parte inferior con el canalículo deferente (cd.); pue- den verse en las espermatogonias (Sfp.), el núcleo polimorfo (en la de arriba aparece segmentado por verse en corte Óptico) con numerosos nucleolos—la cromatina no es visible por el método empleado—, y en el protoplasma, numerosas mitocondrias (/z£.), que forman lo que Nussgaum llama un Vebenkern diseminado. Alcanzan dichas espermatogonias, en la parte de la glándula ya formada, 35-40 p. de diámetro, y al final de la evolución, más de 40 y. Poseen siempre un núcleo polimorto con escasa cromatina, dispuesta en gránulos pequeños y numerosos nucleolos, y pro- toplasma abundante, en el que es fácil observar una esfera atrac- tiva grande, con uno, dos, y alguna vez tres centriolos, y nume- rosas mitocondrias diseminadas. En todos los testículos he encontrado espermatogonias de esta clase; en algunos son más escasas las vesículas que las con- tienen; pero, en general, la mayoría de las vesículas encierra un grupo de ella. En muchos casos, alguna o algunas de estas espermatogo- nias han sufrido la degeneración oviforme (fig. 30, Ov.), tenien- do entonces tamaño mucho mayor, hasta 150-170 ; un núcleo grande con la cromatina dispuesta, según las distintas fases de la formación de la vesícula germinativa de los anfibios, descritas por CarNoY y LEBRUN (1897), y el protoplasma cargado con nu- merosas granulaciones. A veces es una sola entre las espermatogonias de un grupo, la que sufre la transformación citada, quedando las restantes aplastadas por el extraordinario volumen del óvulo, contra la pa- red del nido; pero otras veces son todas las espermatogonias de un nido las que sufren dicha degeneración, encontrándose gru- pos de tres o cuatro óvulos, oprimidos unos contra otros. No he encontrado otras clases de degeneración entre las es- permatogonias de este tipo. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I1016. 110 M. GARCÍA BANÚS c.—Regresión de la glándula. La parte más posterior de la región glandular experimenta una regresión, transformándose en lacinia caudal, o si hay un lóbulo más posterior, en cordón de unión. Esta regresión tiene lugar en casi todas las épocas; pero especialmente, con mayor intensidad, a principios de verano; se nota exteriormente por una disminución brusca del diámetro del testículo, con pérdida al mismo tiempo, del color amarillo y de la opacidad, haciéndo- se incoloro y casi transparente; interiormente se nota la desapa- rición de las células glandulares, que son substituídas por tejido conjuntivo, y un aumento del número de espermatogonias de re- generación. La desaparición de las células glandulares se verifica, en par- te, por una degeneración y reabsorción consiguiente, encontrán- dose en esta parte numerosas células con el núcleo degenerado y sin estructura, conteniendo tan sólo la cromatina, en forma de gruesas gotas refringentes. En general, las células glandulares no desaparecen, sino que sufren una evolución contraria a la que experimentaron durante la formación de la glándula, y vuelven a transformarse en células conjuntivas; para esto disminuyen de tamaño, quedando de nue- vo aprisionadas entre las fibras conjuntivas, cada vez más nume- rosas; pierden la grasa poco a poco, haciéndose el protoplasma más homogéneo; el núcleo vuelve a adoptar formas aplastadas o alargadas, y una disposición en la cromatina, análoga a la ya descrita al principio de la evolución. Queda esta parte formada por abundantísimo conjuntivo, en el que se encuentran algunas células, todavía con gotas de gra- sa, y sumergidas en él los pequeños nidos de espermatogonias de regeneración (fig. 20), cada vez mayores y más numerosos, y los canalículos deferentes, a ellos unidos. Se ve en la figura LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI ¡A cómo aumenta el conjuntivo, a partir de la parte más anterior donde todavía hay numerosas células glandulares, hasta la laci- nia caudal donde sólo quedan los nidos de espermatogonias su- mergidos en el conjuntivo. Coincidiendo con la desaparición de la grasa de las células elandulares, se nota la existencia de ella en elementos que hasta ahora no la poseían, como son las células que forman los cana- lículos deferentes, donde puede ser muy abundante, y aun en algunas espermatogonias; toda esta grasa desaparece por com- pleto, más tarde, al acabar de formarse la lacinia caudal. 5—La LACINIA CAUDAL Y CORDONES DE UNIÓN Análogamente a la lacinia pulmonar están constituídos por nidos de espermatogonias grandes con núcleo polimorfo, en- cerrada cada una en un folículo particular y reunidos todos por una cubierta conjuntiva; los nidos comunican con una ramifica- ción de un canalículo deferente. Entre los nidos de la lacinia caudal, el conjuntivo, como ya lo hizo notar Meves (1897) en la salamandra, es muy abundan- te; pero, al crecer los nidos, se hace más escaso, quedando en la misma disposición ya descrita para la lacinia pulmonar. Se origina la lacinia caudal a expensas de la última porción de la región glandular, cuando ésta degenera, desapareciendo las células glandulares y quedando sólo el tejido conjuntivo y las espermatogonias de regeneración. Estas, que son enteramente iguales a las que se encontraban en la lacinia pulmonar, pueden originar, por una evolución aná- loga a la ya conocida para ésta, un segundo lóbulo, compuesto de las mismas partes, e igualmente dispuestas. Entonces la lacinia caudal es más bien un cordón de unión, que se origina por la parte más anterior, a expensas de la región Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—IgI6. 112 M. GARCÍA BANÚS glandular del lóbulo primero, y da lugar, por su extremo poste- rior, al lóbulo segundo. Cuando la lacinia caudal procede de un segundo lóbulo, pue- de dar origen, aunque esto es muy raro a un tercer lóbulo, por el mismo proceso. 6.— RESUMEN Y DISCUSIÓN La disposición del testículo del gallipato, en la parte que contiene células sexuales, responde a un plan único, durante toda la evolución de éstas, tanto en la lacinia pulmonar como en las regiones primera y segunda. . B Está constitaído por vesículas de paredes formadas por teji- do conjuntivo (células y fibras), unidas cada una a un canalículo deferente, formado por células epiteliales, y una cubierta de teji- do conjuntivo, la cual se continúa con la que forma la vesícula; son pues, realmente, como ampollas formadas en la extremidad de un canalículo deferente. Estas vesículas contienen un cierto número de folículos, que envuelven a las células sexuales. Al principio de la evolución, las ampollas son muy peque- ñas, pues contienen solamente dos o tres células sexuales, en- vueltas cada una completamente por una cubierta propia de célu- las foliculares, en un folículo particular; el conjunto de los dos o tres folículos forma un grupo macizo, sumergido en el conjunti- vo, muy abundante, lo que le ha merecido el nombre de z2dos, dado por Mkves. Cuando se dividen las células, las dos células hijas que resul- tan quedan envueltas en un folículo particular, y así aumenta el número de éstos dentro del nido, conteniendo cada uno de ellos una sola célula sexual, y el nido aumenta de volumen; cuando el número de folículos es ya muy grande, se disponen sobre las LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 113 paredes de la ampolla, dejando una cavidad en el centro, y en- tonces la ampolla es ya una verdadera vesícula en comunicación con su canalículo deferente. A partir de este momento, las células sexuales que resultan de la división de una de ellas ya no se rodean de un folículo par- ticular, sino que quedan encerradas en el de la célula madre, conteniendo las vesículas, que han aumentado de volumen, unos cuantos folículos, que encierran cada uno un gran número de células sexuales, las espermatogonias de segundo orden; es decir, que las vesículas contienen cada una un cierto número de esper- mogennes de v. La VALETTE SAINT-GEORGE, O de espermatocistos de FLEMMING. Dentro de los folículos sufren las espermatogonias el período de crecimiento que las transforma en espermatocitos, aumentan- do el volumen de los folículos, que llenan por completo la ve- sícula; tienen lugar las divisiones madurativas y la transforma- ción de espermátidas en espermatozoides, sin que se destruyan los folículos; los espermatozoides, durante su formación, adquie- ren relación con las células foliculares centrales, que toman el papel de células nutridoras, análogo al papel de las células de SErTOLI en el testículo de los mamíferos, aves, etc. Una vez formados los espermatozoides, quedan encerrados dentro de los folículos, que no se destruyen hasta el momento de ser expulsados aquéllos. Durante toda la evolución de las células sexuales, hay en el testículo del gallipato dos clases de células, además de aquellas: las células foliculares, y las células de tejido conjuntivo, que se diferencian perfectamente unas de otras por los siguientes carac- teres: 1. Por la disposición anatómica. Las células foliculares forman una cubierta completamente cerrada, el folículo, que contiene una sola espermatogonia de pri- mer orden, varias de segundo orden, o un número grande de es- permatocitos, espermátidas o espermatozoides. Trabajos del Museo Nacional de Cienc. Nat. de Madrid,—Serie Zool., núm. 24.—10916. 8 114 M. GARCÍA BANÚS Las células conjuntivas no rodean directamente a las sexua- les; forman vesículas, ampollas, en comunicación con un cana- lículo deferente, las cuales contienen un cierto número de fo- lículos; también se encuentran entre las vesículas, rellenando los espacios que dejan, y rodeando a los capilares sanguíneos y canalículos deferentes. 2.” Por la estructura histológica. Hemos visto que, durante toda la evolución, se distinguen ambas clases de células por el tamaño, forma y por disposición de la cromatina del núcleo; por la estructura y contenido del protoplasma, y sobre todo, porque las células conjuntivas van constantemente acompañadas de fibras que faltan siempre entre las células foliculares. 3." Por su evolución y relaciones con las células sexuales. Las células foliculares experimentan un ciclo funcional para- lelo a la evolución de las células sexuales; cuando rodean a es- permatogonias, se limitan a recubrirlas, conteniendo su proto- plasma tan sólo granulaciones análogas a mitocondrias; durante la profase de los espermatocitos, aumenta considerablemente el protoplasma, cargándose de gotas de grasa, y siendo en él más visibles las mitocondrias, especialmente alrededor de las gotas de grasa; cuando los espermatozoides empiezan a formarse, que- da su extremidad anterior sumergida en el protoplasma de las células foliculares centrales, que parece obran entonces como nutridoras de aquéllos; en efecto, hay en las células foliculares, durante este período, una gran actividad, que se manifiesta por la existencia de gran cantidad de granulaciones, mitocondrias y otras, que se reúnen al lado del núcleo, formando a modo de un Nebenkern; indudablemente, hay un paso de substancias nutriti- vas desde las células foliculares a los espermatozoides, pues dis- minuye la grasa en aquéllas, mientras que aparecen entre éstos gran cantidad de gotas de la substancia cromatófila de Fiem- MING (1888) (protagón)?. Esta substancia se emplea durante la evolución de los espermatozoides, desapareciendo al final de 5 4 Y o = 2 LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 115 ésta; una vez terminada la evolución de los espermatozoides, em- pieza una regresión, o degeneración, que termina con la destruc- ción de las células foliculares cuando se disocian los folículos y son expulsados los espermatozoides; entonces, como función final, parecen tener la de fagocitar los espermatozoides que que- dan rezagados, o que han degenerado. De modo que el ciclo evolutivo de las células foliculares consta de tres períodos muy marcados: uno de acumulación de fuerzas, que dura hasta las divisiones madurativas, caracterizado por aumento en la cantidad de cromatina del núcleo, aumento de las mitocondrias y almacenamiento de grasa; un segundo período de gran actividad funcional, durante la formación de los esper- matozoides, caracterizado por la relación que con éstos adquiere su protoplasma, por la formación del Vebenkern y el empleo de la grasa, y un tercer período degenerativo hasta la destrucción total, después de la expulsión de los espermatozoides, caracteri- zado por arrugarse el núcleo, pérdida de la cromatina, formación en el protoplasma de grandes vacuolas y bolas degenerativas, y, por último, la degeneración cromatolítica y grasosa del núcleo. Durante toda esta evolución, las células conjuntivas no varían apenas, limitándose. a quedar más aplastadas al aumentar consi- derablemente el volumen de las vesículas. La diferencia entre ambas clases de células es aún más mar- cada una vez expulsados los espermatozoides, cuando las células foliculares degeneran y desaparecen, mientras que las células conjuntivas empiezan una evolución que las conduce a formar el tejido glandular, o tercera región del testículo. De modo que, contrariamente a lo indicado por CHamey para los testículos de Salamandra y Triton, hay en el testículo de ga- llipato dos clases de elementos accesorios, las células foliculares y las células conjuntivas; aunque su origen fuera el mismo, como quiere demostrar CHampy para los otros anfibios, lo cual no pue- do confirmar ni rebatir, pues no lo he estudiado, en el testículo adulto son perfectamente distintos, y con una diferencia de ca- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1I016, 116 M. GARCÍA BANÚS rácter tan marcada, que parece más conforme con la manera de pensar de Boulx (1900) y Dusrix (1907), suponiendo que sean de origen distinto. Las vesículas de conjuntivo que constituyen el testículo, no son en el gallipato cistos cerrados, como describe CHampY en Sa- lamandra y Triton, sino que están desde el primer momento en comunicación con un canalículo deferente, estando esto más con- forme con la descripción que NussBaum (1906) da para aquellas especies. Los folículos no se destruyen, como dice CHamPY que ocurre en Salamandra y Triton, con lo que él llama cistos secundarios, formando las células de los primarios, a modo de un epztelzo ser- tolzano, que está en contacto con la pared del cisto, y en el que se forman algunos salientes, donde se implantan los espermato- zoides. En el gallipato las células que toman la función de células de SErTOLI son las células foliculares centrales, las más alejadas de la pared de la vesícula, y cuando los folículos están todavía perfectamente formados, envolviendo el grupo de espermatozoi- des en formación. Concuerda esto con la descripción que da FLemMING de. este estado de la formación de los espermatozoides de Salamandra, según la cual las células foliculares toman el papel de espermato- blastos, estando situadas hacia la luz del /ubo semintfero, de modo que quedan los espermatozoides con la cabeza hacia el interior, y las colas hacia las paredes de los supuestos tubos. No se disocian los folículos sino poco antes de la expulsión de los espermatozoides, y, por tanto, en general, algunos meses después de su formación; las células foliculares que quedan en el interior de la vesícula, cuando han sido expulsados los esperma- tozoides, pueden disponerse, a veces, en una especie de epitelio sobre las paredes de la vesícula; pero esta formación desaparece pronto por destrucción de las células. Existen en todos los testículos espermatogonias residuales análogas a las descritas por Nussgaum en Salamandra y Triton, y v IR ESA A LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 1 Es proceden, como en éstas, de espermatogonias de primer orden, que no evolucionan, quedando dentro de la vesícula, al lado de la entrada del canalículo deferente; producen nuevos lóbulos del testículo, como vimos en la primera parte. Al ser expulsados los espermatozoides, mientras las células foliculares terminan la evolución regresiva, las células conjunti- vas de la pared de las vesículas sufren un cambio muy importan- te, dando origen al tejido glandular. Este tejido no se forma en el gallipato a expensas de las cé- lulas foliculares, como supone NussBaum (1905 y 1906), ni a ex- pensas de las células de los cistos, las de sus paredes y las que entre ellos se encuentran, según describe CHamry, ambos en Sa- lanandra y Triton; aquí se forma exclusivamente a expensas de las células conjuntivas que forman las paredes de las vesícu- las y que se encuentran entre ellas; ya hemos visto que mientras éstas forman el tejido glandular, las células foliculares desapare- cen por degeneración. Se forma este tejido por aumento de tamaño de las células conjuntivas, que se cargan de gotas de grasa o de otro lipoide, van invadiendo la antigua cavidad de la vesícula, alrededor de la cual o de un pelotón de tejido conjuntivo, cuando aquélla des- aparece por completo, quedan dispuestas de una manera radia- da; finalmente se aislan pequeños grupos de células o lobulillos, separados por tejido conjuntivo, no modificado, y que rodean a un capilar que pasa por el centro del lobulillo. Los capilares en esta parte son muy abundantes; se ramifican formando una red muy complicada, en cuyos huecos están situa- das las células glandulares; de modo que no hay célula que no tenga una porción de su superficie en contacto con un capilar. Por la parte posterior sufre una regresión este tejido, volvien- do sus células a tomar el carácter de células conjuntivas o dege- nerando muchas, desapareciendo la grasa que contienen y for- mándose la lacinia caudal con las espermatogonias residuales que pueden regenerar un nuevo lóbulo del testículo. A pesar de esta Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 118 M. GARCÍA BANÚS regresión, que tiene lugar en grandes proporciones en la época de máxima actividad de espermatogénesis, no por eso llega a des- aparecer el tejido glandular, encontrándose en todas las épocas formando una parte del testículo. No parece ser este tejido una formación de carácter degene- rativo, como supone NussBaum, sino que aparece más bien con el carácter glandular que le atribuye Champy; de no ser así, no sería fácil explicar el porqué de la distribución de las células en forma de pequeños grupos alrededor de los capilares, pose- yendo en todos casos, esta disposición, la mayor parte de la elándula; la gran abundancia de capilares hace pensar en un gran acceso de sangre necesario, para una mayor actividad en las células, actividad que parece confirmada por el cambio de es- tructura en el núcleo, por la existencia de la esfera y centroso- mas siempre muy visibles, por la abundancia de granulaciones, mitocondrias, etc., y sobre todo, por la propiedad que tienen ciertas partes del protoplasma de estas células, de colorearse in- tensamente por la hematoxilina de hierro de HEIDENHAIN; esta estructura, que sufre un ciclo evolutivo apareciendo en gránulos sueltos, extendiéndose después a casi todo el protoplasma y ter- minando en forma de masas aisladas, desapareciendo por últi- mo, antes de la regresión de la célula, se encuentra siempre en el retículo protoplásmico, y podría compararse tal vez con el ergastoplasma o protoplasma superior de PreNANT O con los grá- nulos de secreción característicos de las glándulas, y que en mu- chos casos se colorean también con la hematoxilina de hierro. Una de las formas de esta actividad parece ser la formación de grasa que se acumula en grandes cantidades; pero indudable- mente, no es esta la única forma de actividad de estas células; pues cuando se disponen alrededor de los vasos capilares, que es cuando la actividad parece debe ser mayor, la grasa está ya completamente formada en las células, encontrándose éstas car- gadas de ella. CmHampY supone (1913) que este tejido produce, además de la ds Y LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI TI9 grasa, una secreción interna, que tendría influencia sobre los ca- racteres sexuales externos y para activar la espermatogénesis. Esta opinión de la secreción interna parece apoyada por la disposición de las células alrededor de los capilares sanguíneos y de la abundancia de éstos. Pero esta disposición sólo tiene lugar en la parte de la glán- dula ya formada; cuando todavía persisten las vesículas, los capi- lares se disponen entre ellas, rodeándolas (figs. 24 y 25), y las células, ya con caracteres glandulares, se encuentran entre dichos capilares y la cavidad de la vesícula que todavía existe y con. tinúa en comunicación con el exterior por el canalículo deferen- te; de modo, que si en este período hay alguna secreción, ésta podría muy bien ser expulsada; pero posteriormente, las células pierden toda relación con los canalículos deferentes, que circulan por entre ellas envueltos en fuertes cubiertas conjuntivas forma- das por células y fibras, y que sólo se relacionan con los grupos de espermatogonias residuales, protegidos a su vez, por cápsulas resistentes de conjuntivo; esta es, sin embargo, la parte más im- portante y más extensa de la glándula, siendo la otra tan sólo una parte de tránsito, que sólo ofrece grandes dificultades en las épocas de formación activa de tejido glandular. Es comparable este tejido con la glándula intersticial descrita por numerosos autores en el testículo de aquellos vertebrados, en los que está formado por tubos seminíferos. En efecto, según los autores más modernos que se han ocu- pado de dicha glándula intersticial, ésta se produce a expensas de las células conjuntivas que se encuentran entre dichos tubos (BonL, 1869; HanseMANN, 1895 y 1896; PLaTO, 1896 y 97; FriED- MANN, 1898; REGAUD, SENAT, 1900; Bouin Er ÁNCEL, 1903-1005). Estas células se encuentran también en relación íntima con los capilares, no formando tubos glandulares cuya luz sería el capilar, como describía BonL, sino formando grupos alrededor de ellos. Se atribuye a dicha glándula intersticial dos funciones: una de ellas la de produción de alimentos grasos que pasarían al in- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 120 M. GARCÍA BANÚS terior de los tubos seminíferos, a través de la membrana, bien en estado libre por conductos preformados en ella, como descri- bía PLaro (1896-97) o disuelta, como han demostrado poste- riormente BEIssNER (1898), FRIEDMANN (1898), REGAUD, SENAT y Bouin et ÁNCEL. La otra función que le dan los autores modernos, a partir de Bourn, es la de producir una secreción interna que, vertiéndose en la sangre, influiría sobre los caracteres sexuales secundarios y sobre el celo; Bou1x (1904 5) demuestra que es la única parte del testículo que pueda producir una secreción de esta clase. La primera función, de las atribuídas a las glándulas intersti- ciales, parece indudable que la posee el tejido glandular de que nos ocupamos. En efecto, almacena una gran cantidad de mate- rias lipoides o grasas; ya hemos hecho notar la coincidencia de la época de mayor regresión del tejido glandular, durante la cual, un gran número de células pierden su grasa, volviendo a tomar el ca- rácter de células conjuntivas ordinarias, con el período de esper- miogénesis, durante el cual aparece gran cantidad de grasa en las células foliculares que sirven de alimentadoras de los esperma- tozoides en formación. Esto parece indicar un tránsito de la grasa del tejido glandular a las células foliculares, análogo al descrito por los autores para las glándulas intersticiales; pero en este tes- tículo no puede hacerse directamente a través de las paredes de los tubos, como en aquellos en los que el tejido glandular es in- tertubular; aquí el tejido glandular está separado del punto don- de se verifica la espermiogénesis, en otra parte del testículo, y el paso de la grasa sólo podría hacerse vertiéndose primeramen- te en la sangre por los numerosos capilares y de allí a las célu- las foliculares. Esto no puede asegurarse sin demostrarlo; sólo es posible suponerlo, en vista de la coincidencia de la desapa- rición de la grasa del tejido glandular y aparición de la misma poco después, en las células foliculares. De ser esto verdad, entraría el testículo del gallipato dentro del segundo grupo de la clasificación de las glándulas genitales LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 121 hecha por Paro (1897), siendo un testículo de alimentación con- juntiva en el que el alimento, substancia lipoide, se produce en un tejido glandular conjuntivo, siendo después cedido a las cé- lulas foliculares. Difiere de lo indicado por FrIEDMANN (1898), en Rana y Bufo según lo cual, la primera grasa se produciría en las células foli- culares antes de que existiera en las intersticiales, y que una vez agotada la provisión de aquéllas, es cuando empieza a ser utiliza- da la que posteriormente se ha producido en la glándula inters- ticial. En el gallipato, mucho antes de que aparezca grasa en las células foliculares, se encuentran las células glandulares comple- tamente cargadas de ella. Respecto a la segunda función, atribuída a las glándulas in- tersticiales, la de producción de una secreción interna es más di- fícil probar su existencia en este tejido glandular del gallipato; sólo puede fundarse tal suposición, por ahora, en consideraciones de carácter anatómico e histológico; en la existencia de protoplas- ma diferenciado que hace suponer una secreción en las células y en la abundancia extraordinaria de capilares sanguíneos y dis- posición de las células alrededor de ellos, lo que indicaría que dicha secreción sería vertida a la sangre; pero no es posible ase- gurar su existencia, ni sus efectos posibles en el organismo sin una demostración experimental. ChampY supone la existencia de una secreción interna en el tejido glandular de los urodelos por él descritos, pues no pudien- do servir para producir alimento para las células sexuales por es- tar separadas, no podría servir dicho tejido para otra cosa. Pero ya hemos dicho que, en el gallipato por lo menos, parece induda- ble que la grasa producida en las células glandulares pasa a las células foliculares. Indica CHamPY como muy probable la producción de una se- creción que sirviera como excitante para que se realice la esper- matogénesis. En efecto, en el testículo de los urodelos por él estudiados, no existen sino espermatogonias, hasta un cierto * Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—IQ10. 122 M. GARCÍA BANÚS momento en el cual estas células sufren el período de cereci- miento, transformándose en espermatocitos; este es el momento inicial del proceso espermatogenésico anual, que coincide con la única época en que, en dichos urodelos, existe el tejido glandu- lar. Pero en el testículo del gallipato, dicho tejido existe siempre, si bien es verdad que es más abundante en la primavera, que es cuando se inicia el proceso espermatogenésico anual; pero esa mayor abundancia es debida a haberse vaciado poco antes las vesículas de espermatozoides de la segunda región del testículo y haberse producido una nueva formación de dicho tejido. El excitante que determina el principio de actividad esper- matogenésica, parece más bien de causa externa, probablemente la temperatura, como indican los ensayos que muchas esperma- togonias hacen para proseguir su evolución, la cual fracasa por degeneración de dichas células cuando las condiciones no son favorables (vesículas con céludas degeneradas, muy abundantes en los testículos de últimos de invierno y principio de otoño). Nusspaum (1905 y 06) y CHampY (1913) comparan esta for- mación con los cuerpos amarillos del ovario de los mamíferos; el primero suponiéndolo un tejido de degeneración, y el segun- do dando a los cuerpos amarillos la significación de glándula in- tersticial del ovario. Esta comparación no es sostenible en el ga- llipato, pues los cuerpos amarillos están formados, según la opi- nión general, por las células foliculares, mientras que el tejido glandular del gallipato lo está exclusivamente por las células conjuntivas. La formación con la cual la semejanza es indudable, es el ver- dadero tejido intersticial del ovario, descrito por primera vez, de un modo detallado, por Limox (1902) en el ovario de varios ma- míferos, y que se origina, exclusivamente, a expensas de las célu- las conjuntivas que forman la teca interna de los folículos atréti- cos, produciéndose en éstos los falsos cuerpos amarillos de ori- gen conjuntivo, cuyas células se disponen posteriormente en grupos o islotes, separados por conjuntivo, alrededor de los ca- LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 123 pilares sanguíneos. Esta formación ha sido confirmada poste- riormente por Cesa-BIANcHI (1907 y 08) en mamíferos invernan- tes, y por KixcsBuRrY (1914) en el gato, si bien éste no cree tenga el carácter de glándula de secreción interna que le atribuyen los demás autores. Es notable la coincidencia de la disposición de las células en este tejido con la que describe Cesa-BraxcHrI como pue- de tenerse idea comparando mis figuras con las de sus trabajos. Con relación a la existencia de un tejido glandular, ocupan los urodelos un lugar intermedio entre los vertebrados más inferio- res (peces, selacios, ciclostomos) donde no se ha descrito ningu- na formación de esta clase, y los vertebrados de testículo con tubos seminíferos, en los que existe un tejido glandular intersti- cial. El gallipato se separa por este respecto de todos los demás urodelos, cuyo testículo ha sido descrito por CHampY y NussBAUM, por su tejido glandular permanente, ocupando un lugar interme- dio entre dichos urodelos, de testículos con tejido glandular tem- poral, y los vertebrados más superiores, con tejido glandular in- tersticial permanente. Resumiendo lo indicado acerca de la distribución del tejido conjuntivo fibrilar y reticulado, debo hacer constar el hecho de no haber sido observado nunca dentro de las vesículas; sólo se encuentra entre las células conjuntivas, a las que rodea cuando aumentan de volumen para formar el tejido glandular, y cuando éste está formado, constituye el conjuntivo reticulado unas forma- ciones alrededor de las células a modo de cestas protectoras. Es digno de ser notado el caso de invasión por el conjunti- vo fibrilar, del espacio ocupado por la células foliculares en de- generación, al formarse el tejido glandular. Parece confirmar la teoría de CajaL (1913 y 14) de individualidad de las fibrillas con- juntivas para el crecimiento. No he observado en ningún caso el symczfum descrito por Rawke (1913), donde se diferenciarían las fibras conjuntivas, estando por tanto, conforme esto con lo indicado posterior- mente por ACHÚcarRO (1913) y AcHúcaRRO y CALANDRE (1913). Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. CONCLUSIONES 1.2 El testículo del gallipato está formado de partes distin- tas de análoga naturaleza, lóbulos, formado cada uno de segmen- tos O regiones de naturaleza distinta que se repiten de un modo semejante de uno a otro lóbulo. El número de estos es en mu- chos casos uno, en el testículo de cada lado, frecuentemente dos y rara vez tres. El número de regiones de cada lóbulo y la natu- raleza de dichas regiones, varía con la época del año en que se estudie el testículo. El lóbulo más anterior se prolonga hacia la cabeza por la llamada lacinia pulmonar. Cuando hay más de un lóbulo, están éstos reunidos a modo de rosario por cor- dones delgados transparentes, cordones de unión o intermedia- rios. El último lóbulo puede o no llevar una lacinia caudal o cloacal. 2. En los testículos de invierno constan los lóbulos de tres regiones distintas, además de la lacinia pulmonar que contiene siempre espermatogonias primitivas con núcleo polimorfo; una región de color gris, translúcida, conteniendo espermatogonias; otra blanca opaca, conteniendo espermatozoides maduros, y una tercera región amarilla, formada por células con carácter glandu- lar y cargadas de gran cantidad de grasa. Cuando hay más de un lóbulo, en cada uno se repiten las mismas partes con el mismo LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 125 orden; en el último de ellos puede faltar alguna de estas regio- nes, existiendo solamente la primera, o la primera y la segunda; no existe nunca lacinia caudal si no poseen el último lóbulo las tres regiones enunciadas. En los cordones de unión, cuando hay más de un lóbulo, y en la lacinia caudal si existe, vuelve a haber espermatogonias con núcleo polimorfo. 3." No existen en el testículo de gallipato tubos seminíferos; está formado por vesículas o ampollas de tejido conjuntivo en co- municación constantemente con canalículos deferentes, y conte- niendo las células sexuales envueltas en cubiertas cerradas, los folículos, formadas por células foliculares. En cada vesícula hay contenidos varios folículos con células sexuales. 4. matozoides las vesículas que contiene la región segunda del tes- * Alllegar la primavera, época de celo, se vacían de esper- tículo; a expensas de dichas vesículas vacías se aumenta la región tercera amarilla, quedando durante el verano el testículo, forma- do de dos regiones, además de la lacinia pulmonar: la anterior muy aumentada, que contiene vesículas con células sexuales en distintos estados de la formación de espermatozoides y la región amarilla, formada por células glandulares; esta última sufre una disminución de extensión al empezar el verano, originándose a sus expensas la lacinia caudal, si se trata de un lóbulo terminal, o prolongándose el cordón de unión si hay un lóbulo más poste- rior. Durante el verano y otoño se forma en la primera región un gran número de espermatozoides, algunos de los cuales son em- pleados inmediatamente, aumentando la región tercera a expen- sas de las vesículas que los contenían; pero la mayoría de los es- permatozoides formados durante el verano, permanecen encerra- dos en los folículos durante el otoño e invierno, para ser emplea- dos a la primavera siguiente, formando las vesículas que los con- tienen, la segunda región del lóbulo que vuelve a constar de tres, la primera formada por unas cuantas vesículas con esper- matogonias que no han llegado a evolucionar unidas a la lacinia pulmonar. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I016. 126 M. GARCÍA BANÚS 5." Existen en el testículo del gallipato dos clases de células claramente distintas, además de las células sexuales; 1.” las célu- las foliculares que forman folículos cerrados, envolviendo direc- tamente a las células sexuales, adquiriendo con los espermatozoi- des en formación, una relación íntima de cambio de substancias alimenticias, haciendo el papel de las células de Sertot1, de los mamíferos, envolviendo a los espermatozoides formados hasta el momento de su expulsión, y degenerando, una vez expulsados éstos, y 2.”: las células de tejido conjuntivo, que forman vesículas en comunicación con un canalículo deferente cada una, y que contienen varios folículos; esta segunda clase de células se dis- tingue claramente de las primeras, no adquiere relación con las células sexuales, y cuando los espermatozoides son expulsados, quedando vacías las vesículas y degenerando las células folicu- lares, sufren una transformación: toman el carácter de células elandulares, se carga su protoplasma de gotas de grasa y dan origen al tejido glandular que constituye la región amarilla del testículo. 6.* Se separa el testículo del gallipato de las descripciones dadas para el de los otros urodelos, por la existencia constante en todas las épocas del año, del tejido glandular. Este se origina exclusivamente a expensas de las células conjuntivas que forman las paredes de las vesículas cuando éstas quedan vacías. Tiene dos épocas de máxima formación subsiguientes a las épocas de celo, una de ellas en primavera y otra a principios de otoño, y una época de intensa reducción, aunque sin llegar a desaparecer, a principios de verano, cuando tiene lugar en la primera región del testículo el máximo de actividad esperma- togenésica. Sa .z % Za 7.7 Consta la región glandular, en general, de una parte de formación en la que conservan las células la disposición en vesí- culas, quedando las cavidades de éstas en comunicación todavía con los canalículos deferentes, y circulando los capilares entre las vesículas; otra parte, la más extensa, en la cual las células están LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI r2 1 dispuestas en grupos rodeados de tejido conjuntivo, alrededor de numerosos capilares, que forman una red tan complicada que no hay célula que no tenga una gran superficie en contacto con un capilar; hay también una parte muy extensa en los testículos de principios de verano, en la cual las células pierden su carácter glandular, volviendo a tomar el de simples células conjuntivas, O degenerando. 8.? Es comparable este tejido glandular con la glándula in- tersticial del testículo de los vertebrados más superiores que po- seen tubos seminíferos; siendo análoga a esta última por ser sus células glandulares procedentes de células conjuntivas, y poseer la función de producir alimentos grasos que pasan a las células foliculares que alimentan a los espermatozoides. No se puede asegurar que produzca una secreción interna, como la glándula intersticial, pero es muy probable por el carácter glandular de las células, por la disposición de éstas alrededor de numerosos capilares, en las mejores condiciones para recoger dicha secre- ción si existiese, en cuyo caso no se puede asegurar los efectos que produzca sobre el organismo, sin una demostración fisiológi- ca análoga a las llevadas a cabo con las glándulas intersticiales de otros testículos. 9. Es también comparable al tejido intersticial del ovario de los mamíferos, no a los cuerpos amarillos, formados por cé- lulas epiteliales, sino al producido a expensas de los falsos cuer- pos amarillos, originados en los folículos atréticos por las células conjuntivas de la teca interna; a este tejido que existe en el ova- rio de todos los mamíferos, le atribuyen muchos autores la pro- ducción de una secreción interna. 10.* Hay en el testículo el gallipato dos modos de regene- ración; uno de ellos, primitivo, a expensas de las espermatogo- nias existentes en la lacinia pulmonar, y otro, a expensas de las espermatogonias residuales que, por un mecanismo análogo al descrito por Nussgaum, dan origen a nuevos lobulos del testículo. El primer medio puede faltar por agotamiento de las espermato- Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 128 M. GARCÍA BANÚS gonias contenidas en la lacinia pulmonar en testículos de indi- viduos viejos, desapareciendo aquella y aun todo el lóbulo an- terior. 11.7 El tejido conjuntivo fibrilar y reticulado, acompaña constantemente a las células conjuntivas, formando con ellas las paredes de las vesículas y constituyendo alrededor de las células glandulares unas cestas de tejido reticular. Este, parece tener la individualidad en el crecimiento y formación que le atribuye CajaL, no formándose a expensas de un syx2citim, como supone RaAnkKE. Laboratorios del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid, noviembre de 1915. TRABAJOS CITADOS ACHÚCARRO (N.) 1911.—Darstellung von neugebildeten Fasern des Geráss- bindegewebes in der Hirnrinde eines Falles von pro. gressiver Paralyse, durch eine neue Tannin-Silberme- thode. Zeitsch. f: die gesamt. Neufol. und Psych. Ba: WIL 1913. — Histologisches úber Gefáissverórdung und úber Erweichung in der Hirnrinde. 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WIDERSHEIM. * Das Skelett von Pleurodeles Waltl:. Morphologische Studien. Heft I. EXPLICACIÓN DE LAS FIGURAS NO INTERCALADAS ENEE P+TEXTO Todas estas figuras, menos las 15 y 16, proceden de microfotografías obtenidas directamente de preparaciones originales; para las figuras 1-4, y 6-11, se ha empleado el objetivo Summar Leitz, de 100 mm., 1:4.5, adap- tado al pie microfotográfico de Zeiss; en las demás figuras se han em- pleado distintas combinaciones de apocromáticos de Zeiss, que se indican en cada caso particular. Todas ellas han sido obtenidas mediante el em- pleo de los filtros para luz monocromática de Zeiss (SCHEFFER, 1912), Va- riando el filtro según la coloración de la preparación. La diferencia de aumentos depende solamente, muchas veces, de la longitud de cámara empleada o de la reducción sufrida posteriormente por las fotografías para adaptarlas al tamaño de la publicación. Las figuras 15 y 16, proce- den de dibujos a la cámara clara. Fic. 1.—Testículo de 25 de noviembre; corte longitudinal. Hematoxi- lina-naranja G.: >< 10. Z. sp., zona de vesículas con células sexuales (espermatogonias de 1.? y 2.” orden); z.cx., zonas de separación con vesículas conteniendo células degeneradas, separadas por abundante tejido conjuntivo; 2. 5p2., zona de vesículas con espermatozoides maduros; z. 5P3.9, ídem en el lóbulo segun- do; g7. ¿z., región glandular intermedia, con las células dispuestas todavía en vesículas; g/., región de la glándula completamente desarrollada; g/. sf., zona de regresión de la glándula, en la cual son muy abundantes las es- permatogonias residuales, c. 47., cordón intermediario o de unión; /c. lacinia caudal o cloacal; v., vasos; cd., canalículos deferentes; g7., Cuerpo adiposo. Fic. 2.—Testículo de 29 de enero; corte longitudinal; hematoxili- na. : < 10. L£Lf., lacinia pulmonar; 4/., hendidura longitudinal; ves. sf., vesícula de Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—1916. 136 M. GARCÍA BANÚS espermatozoides aislada entre las células glandulares; Zo. 2.?, lóbulo se- gundo, que consta solamente de la región de células sexuales; las demás letras como en la figura anterior. Fic. 3.—Testículo de 8 de febrero; hematoxilina de hierro-naran- ¡UCSI Fic. 4.— Lóbulo segundo del testículo de 23 de abril; hematoxilina- COSA >< M5 Las letras llevan la indicación y, por referirse al lóbulo segundo; »o., mesorchium; 3. spg, principio de la formación de un tercer lóbulo. Fic. 5.—Terminación de la lacinia caudal del testículo anterior (c. í2o, figura 4). Safranina-azul de Lyon. Obj. 16 mm.; Oc. 4.:< 85. Sp. vesículas de espermatogonias de primer orden; sf., espermatogo- nias de regeneración; cz,, tejido conjuntivo; g/., células glandulares que se han conservado entre las vesículas con espermatogonias. Fic. 6.—Testículo de 19 de abril; corte longitudinal algo oblicuo; he- matoxilina de hierro-naranja G. Las letras tienen igual significación que Ema e IO O: Fic. 7. —Testiculo de abril (sin fecha del día). Hematoxilina de hierro- verde luz ><. La región segunda (z. spz.) ha desaparecido casi por completo; la re- gión glandular (9/.) es muy extensa. Fic. 8.—Testículo de 25 de mayo. Hematoxilina de hierro. : < 15. Fic. 9. —Testículo de 26 de julio. Corte longitudinal algo oblicuo; mé- todo de PRENANT. : < 10. £Lf., lacinia pulmonar; sf., vesículas con espermatogonias; sp7., zona de vesículas con espermátidas; sp7'., zona de evolución de las espermá- tidas; spz., zona de formación de espermatozoides, g/., región glandular, de la cual no se ve más que el principio. Fic. 10.—Parte posterior de un testículo de 15 de septiembre. Método de Prexawr. Nótese la extensión de la parte glandular intermedia (g2. 22.), pudiendo compararse con la región análoga en la fig. 6.: < 10. Fic. 11.—Testículo de 16 de octubre; hematoxilina-eosina. : < 10. Sp. zona de vesículas con espermatogonias; sp?., zona de espermáti- das; 5/2". zona de espermatozoides en formación; spz., espermatozoides completamente formados; gZ. ¿z., zona glandular intermedia, por la exis- tencia de la cual se diferencia este testiculo del de la fig. 9. Fic. 12.—Lacinia pulmonar de un testículo de primavera; corte longi- tudinal; método de AcHúcarro. Obj. Planar Zeiss, 20 mm.: < 50. Fic. 13.—Lacinia pulmonar; método de Wisox. Obj. apocr. 8 mm,; 3 dto 5 OO: LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 137 Níi., nido de espermatogonias primitivas (Sp.); fol., células foliculares; c. d., canalículos deferentes unidos a los nidos. Fic. 14. —Porción de lacinia pulmonar; método de Acmúcarro. Ob). apocr. 16 mm.; OC. 4. : >< 160. Wi., midos de espermatogonias primitivas, aisladas por el tejido conjuntivo cx. (en negro); cd., canalículo deferente unido a un nido; c. d., canalículo de mayor diámetro que emite ramificaciones a varios nidos. Fic. 15.-—-Nido de espermatogonias primitivas, de la lacinia pulmo- nar. Fijación en sublimado-formol-acético; mezcla tricrómica. Obj. 2 mm.; OC. 12. : >< 1.600. Sf., espermatogonias; fol., células foliculares; /V. cx., núcleos de tejido conjuntivo. Fic. 16.—Folículos con espermatozoides en formación. ZeNkER, méto- do de Prexawnr. Obj. 2 mm.; oc. 8. :< 1.060. Spz., espermatozoides; c. spz., colas de los mismos entre las cuales se ¿encuentran numerosos granos de protagón (en negro); fo/., núcleos de las células foliculares; cox., tejido conjuntivo formando la pared de la vesí- cula (2. 7.) con sus núcleos, (VW. cx.); V. K., Vebenkern en las células foli- culares centrales. j Fic. 17.—Primera región de un testículo de invierno; vesículas con espermatogonias de primer orden. Hematoxilina de hierro-naranja G. Obj. 8 mm.; oc. 4.:< 200. Fic. 18. —Primera región de un testículo de primavera; vesícula con espermatogonias de segundo orden. Verde luz-hematoxilina de hierro. Obj. 8 mm.; OC. 4.: < 300. Rsfp., espermatogonia residual de una vesícula vecina. Todas las es- permatogonias de uno de los folículos se encuentran en carioquinesis. Fic. 19.—Primera región de un testículo de principio de verano; ve- sículas con espermatocitos (las de una de ellas se encuentran en la fase de máxima contracción nuclear, apareciendo los núcleos como ma- sas sin estructura); hematoxilina de hierro-azul de Lyon. Obj. 16 mm,; OCA: >< 140: cd., calículo deferente; Xsf., espermatogonias residuales. Fic. 20.—Vesículas de espermátidas transformándose en espermato- zoides, en la parte posterior de la primera región de un testículo de ve- rano; método de PrexawrT. Obj. 16 mm.; OC. 4.: >< 140. Fol. cen., células foliculares centrales con el protoplasma muy abun- dante; sf. espermatogonias residuales; cd., canalículos deferentes que comunican con las vesículas. Trab. del Mus. Nac. de Cienc. Nat. de Madrid.—Serie Zool. núm. 24.—I916. 138 M. GARCÍA BANÚS Fic. 21.—Zona glandular intermedia de un testículo del mes de sep- tiembre. Formación progresiva del tejido glandular. Método de PrENANT. Obj. 16 mm.; oc. 4.: < 853. Fic. 22 (1).—Zona glandular intermedia. Vesículas con las paredes for- madas por varias capas de células; en una de ellas se ve la comunicación con el canalículo deferente, que todavía se conserva, y un par de esper- matogonias residuales (X'sf.). Los capilares (marcados +), penetran en la pared de las vesículas, desorganizándola. Hematoxilina de hierro-naran- ja; Obj. 8 mm.; oc. 4.: < 300. Fic. 23.--Zona glandular intermedia de un testículo de abril. Expul- sión de los espermatozoides y principio de la formación de la glándula. Hematoxilina de hierro-naranja. Obj. 16 mm.; OC. 4.: < 110. Spz., espermatozoides revueltos en el interior de las vesículas; fol.; células foliculares que se conservan aun después de expulsados aquéllos, cd., canalículo deferente; c. g/., células de la pared de la vesícula pose- yendo ya el carácter de células glandulares; X'sfp., espermatogonias resi- duales; cz., tejido conjuntivo entre las vesículas. Fic. 24.—Zona glandular intermedia; vesícula conteniendo todavía es- permatozoides, pero con las paredes engrosadas. Han desaparecido los folículos. Hematoxilina de hierro-naranja. Obj. 8 mm.; OC. 4.: < 300. S/pz., espermatozoides revueltos; c. g7., células glandulares separadas de las foliculares, por la antigua pared propia de la vesícula (P. f.); c. fol., células foliculares dispuestas sobre la pared de la vesícula. Fic. 25.—Estado más avanzado que la figura anterior. Las vesículas, con las paredes más engrosadas, ya sólo contienen algunas células folicu- lares muy degeneradas. Fic. 26.—-Región de la glándula ya completamente formada. Disposi- ción de las células en lobulillos aislados por conjuntivo. Método de PrE- NANT. Obj. 8 mm.; OC. 4.: >< 200. Fic. 27.—Región de la glándula completamente formada. Distribución de los capilares sanguíneos, que destacan en negro por estar los glóbulos rojos de que están repletos, intensamente coloreados. Verde luz-hema- toxilina de hierro. Obj. 8 mm.; Oc. 4.: < 200. Fic. 28.—Región posterior de la glándula. Nidos de espermatogonias residuales muy abundantes entre las células glandulares. Hematoxilina de hierro-naranja G. Obj. 8 mm.; Oc. 4.: >< 200. Víi., nidos de espermatogonias (Sfp.); cg7., células glandulares. Fic. 29.—Lacinia caudal. Tejido conjuntivo en negro; los nidos de es- (1) La fase representada en esta figura es posterior a la de las figuras 23, 24 y 25+ | | LA ESTRUCTURA DEL TESTÍCULO DEL PLEURODELES WALTLI 139 permatogonias residuales destacan en blanco. Método de AcHúcarro, Obj. Planar; 20 mm. : < 30. FG. 30.—Región glandular intermedia. Distribución del tejido conjun- tivo fibrilar. Método de Acuúcarro. Obj. 16 mm.,; oc. 4.: < 80. P. f., sistema interno de fibras conjuntivas (antigua pared propia); ca. ín., sistema interno o intervesicular; 07., célula que ha sufrido la dege- neración oviforme. Fic. 3:.—Región glandular intermedia; fase un poco más avanzada que en la figura anterior. Método de Acmúcarro. Obj.8 mm.; 0C. 4.:< 175. Nótese la distribución de las fibrillas intercelulares que van del siste- ma interno (P. f.) al sistema intervesicular (cr. ¿n.) de fibras colágenas. Fic. 32.—Glándula completamente formada. Método de AcHúcarRro. Ob]. 81M; 0C::4. >< 170: cd., canalículo deferente con cubierta de fibras gruesas; /'sfp., esper- matogonia residual o de regeneración. Fic. 33.—Glándula completamente formada. Tejido conjuntivo. Méto- do de AcHúcarRo. Obj. 8 mm.; OC. 4.: < 170. Nótese la distribución de las fibras alrededor de los lobulillos de cé- lulas y de los canalículos deferentes (cd.). 12*] PAS Eta y dE y a