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Abril

NUM. 15

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Samalitanc d i

huno

Samaritano Divino,

Enfermero de las almas,

¡qué bien entiendes de heridas, y cuán bien sabes curarlas. . .!

Tu ovejuela más querida se te perdió en las quebradas, y los tigres y lobeznos la arañaron con sus garras

Mil heridas sangradoras desgarraron sus entrañas y se le fuera la vida si no las restañaras.

Sobre el peñascal bravio de las agrestes montañas, con la venda de tus manos fuiste curando sus llagas.

¡Ah, Dulce Samaritano de los cuerpos y las almas, pon sobre nuestros pecados el bálsamo de tus gracias. . .!

Secundino A" Movilla. C. M. F.

Caracas, 19W.

390

VENEZUELA MISIONERA

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Hablemos hoy, amigos lectores, de La Gran Sabana, ese pedazo de tierra patria, distanciada enormemente del conglo- merado nacional, y que, por otra parle, ofrece un porvenir halagüeño a las más grandes empresas por razón de las cir- cunstancias favorables en que se encuentra.

La Gran Sabana ya ha comenzado a despertar para Cristo ; también ha dado los primeros pasos en las vías de la civili- zación y del progreso, debido todo ello a la obra del Misio- nero Capuchino, que, acortando las distancias, trepando por los montes, vadeando caudalosos ríos y escalando empina- dos cerros, pudo llegar hasta aquellas alturas y ponerse en comunicación directa con los indios taurepanes y arekunas, para hablarles con lenguaje sencillo, pero elocuente y per- suasivo, de las verdades sobrenaturales y de los destinos que han de llenar para con Dios y con la Patria.

Y con el Misionero Católico, de tosco sayal y pie descal- zo, llegaron a La Gran Sabana los principios de la civiliza- ción y el amor a la Patria, cuyo emblema sagrado ondea ufa- no en las soledades de aquellos campos y pueblos en ciernes.

Los valores positivos y las energías latentes que allí exis- ten hacen abrigar las más risueñas esperanzas para el por- venir de la nación.

La impresión agradable y sobre manera optimista que recibimos al ver desfilar por la pantalla del cine los paisajes, las múltiples cas- cadas, los campos propicios al cultivo, que están esperando una mano cariñosa para rendir opimos frutos, y más que todo, los datos gráficos y los escritos de nuestros hermanos los Misioneros, todo ello habla muy en favor de aquel pedazo de tierra venezolana; tierra virgen que está reclamando el cultivo del hombre.

Pero de estos valores latentes y de todas las energías aprovecha- bles hace ya centenares de siglos, no se puede tomar pie para lanzar- se a cantar grandezas positivas que aun no existen ni organizaciones que no funcionan. Como tampoco es posible proyecto alguno real en gran escala, sin antes poner como base los fundamentos robustos del progreso en aquellas regiones, prácticamente separadas del mun-

VENEZUELA MISIONERA

391

do civilizado y muy distanciadas en todos los sentidos del movimiento progresista nacional.

Uno de los Misioneros que más ha trabajado en aquellas regiones, ha escrito en esta misma revista, en el número correspondiente al mes de noviembre del año pasado: “Mucho se ha hablado y escrito, y tal

vez excesivamente, de las riquezas de esta región... Sobre este asun- to, debemos decir que en La Gran Sabana existe una riqueza potencial grandísima, pero actual muy escasa. Todas estas riquezas y otras por el estilo que pudiéramos escogitar, no pasan de una POTENCIALIDAD PARA UN FUTURO BASTANTE REMOTO

Al consignar estas ideas, no es porque pretendamos cortar las alas al vuelo de ciudadanos que quieren lanzarse entusiasmados a ini- ciativas progresistas. Nada menos. Si deseamos hacer comprender la realidad de las cosas a cuantos, sin haber visto ni oído de La Gran Sabana sino la proyección del cine, quieren hacer de ella de la noche a la mañana un paraíso lleno de delicias, donde surgen las ciudades por arte de encantamiento, como tocadas por la varita má- gica de algún sabio encantador ; ciudades con grandes avenidas, sun- tuosos edificios artísticos, parques de recreo, boulevares y plazas de expansión para el espíritu y de solaz para el cuerpo fatigado; ciuda- des con sus grandes edificios, palacios y comercios, templos y salones; en fin, todo un París con los adelantos modernos.

La realidad actualmente es muy otra y lo será por largo tiempo , pues faltan todos los medios necesarios para realizar empresas de

Íesta índole. Y decimos que faltan todos los medios; ya que por muy rico que sea el terreno y pródiga la naturaleza; por grandes que sean las cascadas y la fuerza acumulada en esos saltos sea enorme, ¿cómo y en qué aprovechar esas corrientes y esas energías?

Faltan vías de comunicación y no hay brazos para trabajar; dos factores necesarios, imprescindibles en el caso que nos ocupa de La Sabana. Sin vías de comunicación ordinaria, imposible llegar a ese paraíso, imposible trasladar a él los adelantos de la civilización. Sin brazos. La Gran Sabana será lo que ha sido hasta el presente, tierra virgen, propicia al laboreo, dispuesta a rendir el ciento por uno, cuan- do sea trabajada.

Es cierto que el Misionero Capuchino allí trabaja abnegada y de- sinteresadamente en todos los sentidos y más que nada por el bien del indio, para reducirlo a la vida cristiana, y una vez que comprenda su noble dignidad de hijo de Dios y los destinos que tiene sobre la tierra.

?92

VENEZUELA MISIONERA

se lanzará también el trabajo honrado y santificador, para hacer de aquella patria chica un galón de oro de la Patria de Bolívar. . . .

:

Estamos en la idea de que los naturales de La Gran Sabana han de ser los primeros y principales pobladores de los pueblos que se irán formando alrededor de la Iglesia y de la Casa-Misión; que los niños formados en nuestros Colegios constituirán las familias cristianas jun lo al templo y que ellos transformarán la tierra en campos amenos de exuberante vegetación. Este ha sido siempre y lo es en la actualidad el sistema del Misionero y el natural desenvolvimiento de su obra. Lo hemos visto en Misiones que cuentan con más de cuarenta años de fundación.

1" ya que se trata de una obra eminentemente religiosa y positi- vamente patriótica, trabajemos con los

Misioneros de. La Gran Sabana para hacer de ella un nuevo Estado con todos los adelantos de la moderna ci- vilización.

ri, Antbtoih.0. M. de ífladudaftós

O. F. M. Cap.

Un aspecto de la Cascada de Chiné, río Apanhuan, en la Gran Sabana.

EL ALMA DE LOS INDIOS

II

NTES DE PASAR ADE- LANTE.— ...me encuen- tro con este pequeño tro- piezo en el camino : “Por lo que se ve es el Padre un gran defensor y admi- rador entusiasta de los indios al estilo de Las Casas, y antes de seguir en sus raciocinios, debería Ud. explicarnos por qué siendo los indios tan inteligen- tes y de tan buenas cualidades como asegura, sinembargo se hallan en un estado de tanto atraso e incultura”.

Con mil amores lo liaré, y procuraré apartar este tropiezo, antes de continuar el camino comenzado.

Y sea mi primera respuesta, que tal vez me engañe el cariño que profeso a estos naturales, lo que no creo, pues si dicen que el amor es ciego, también es un gran investigador. De todos modos, quiero más bien pecar por elogiador y admirador, (pie por detractor de los aborí- genes, como lo enseña la caridad cristiana; pero nunca al estilo del P. Las Casas, rebajando a unos para vestir- a otro.

En segundo lugar, y respondiendo directamente al asunto, diré que soy el primero en conocer y palpar con mis propias manos la incultu- ra y atraso de estas tribus, sin que eso pruebe que no hay ingenio y otras buenas cualidades en los indios.

La tierra más feraz necesita del arado y la semilla traídos de fuera para que pueda fructificar; un país riquísimo se empobrece sin vías de exportación, es decir, sin puertas hacia el exterior; y la Historia de todos los pueblos antiguos y modernos nos dice, que la civilización no es autóctona, sino exotérica, o cuando más, mixta. Del choque y mezcla de razas e ideas saltan los genios, los inventores, los conduc- tores, las civilizaciones, a la manera que el fuego salta al choque del pedernal y el hierro.

394

VENEZUELA MISIONERA

Por otra parte, además de las causas, productoras de efectos, exis- te el estímulo, el acicate, el aguijón, sin los cuales imposible llevar a cabo empresa alguna por los seres vivientes, que también tienen su punto muerto.

Todas esas comparaciones y semejanzas, creo que APLICACIONES explicarán más (fue suficientemente la incultura de PRACTICAS. los nativos de estas comarcas, sin vías de comunica- ción, sin exogamia, sin estímulos materiales y espi- rituales. Por eso se ha escrito: “No son propiamente los indios dé-

biles, flojos para el trabajo, sino faltos de iniciativas”.

I)e ahí la necesidad de una misión, un envío, iniciativa, estímu- los, fermentos a toda región estancada, inerte, empobrecida y atra- sada; de un camino por donde esa misión marche, llevando las semi- llas, los reproductores, el arado, las máquinas, los libros y demás ade- lantos de la vida moderna civilizada, y por donde los indígenas ex- porten sus productos; en una palabra, medio para establecer el in- tercambio, el comercio de productos agrícolas, ganaderos y minera- les, de cultura y religión, y lentamente también de sangre. Se ha es- crito muy acertadrmcnte en una Revista de ingeniería: “El camino

es el primer auxilio para la redención de una nación; el éxodo del estancamiento en cualquiera sociedad, el llamamiento en cualquiera tribu para apartarse del salvajismo”.

A este respecto es nuestro deber, manifestar que MIRANDO A LA los primeros elementos de religión y cultura de GRAN SARANA. estos indios taurepanes y arekunas, fueron traídos por los brasileros de Río Braneo, y que esta región <ie Santa Elena de Uairén ha sido por espacio de ocho años, y conti- núa siéndolo, la nodriza de La Gran Sabana.

En estas amenas soledades, respecto de Venezuela, vivimos 'co- mo en un nido de águilas, visitados mensualmente por el kurún-kanuá, <¡ue dicen los indios, el avión

Esperamos que la carretera que ha de ponernos en comunicación con el resto de la nación venezolana sea pronto una realidad, para que La Gran Sabana se convierta en un paraíso de delicias.

FR. CESAREO DE ARMELLADA

MIS. APOST. CAPUCHINO

I

VENEZUELA MISIONERA

395

m

I

GENIO Y FIGURA I I

OMO los indios cuando lle- gan a la Misión no traen apellido, hubo que buscarle uno a Juan. Tres éramos a votar, y na- turalmente había diversidad de parece- res. Fray Abundio opinaba que debía apellidarse Bimba Juan Bimba pre-

cisamente por lo popular que se había he- cho con sus hazañas. Fray Marino dijo que Bravo le vendría cortado a la me- dida de su temperamento belicoso. El P. Superior, más ponderado, optó por un término medio. Bimba es propio de gen- te vulgar, y Juan nada tiene de vulgar, aunque si mucho de popular. Bravo le caería como anillo al dedo; pero compro- metería un poco su buena (ama. Gue- rrero será más apropósito; porque, aun- que esa palabra no designe precisamente la mansedumbre del cordero que se deja trasquilar, no todos los guerreros son de suyo iracundos. Por la fuerza de la ra- zón, y porque donde manda capitán, no manda marinero, esa opinión fuó acepta» da por unanimidad.

Desde ese día nuestro héroe se llama

JUAN GUERRERO.

Acaso sepáis lo lunáticos que son estos indios. No hay veleta más voluble.

Ahora bien. En una de esas manías, tan peculiares en ellos, les dió a todos

los muchachos la venada de querer mo- rirse. Y para no olvidar la vieja maña de sus antepasados, recurrieron al veneno. Lectores; os supongo enterados de lo vio- lentísimo que es el veneno que contiene el “Yare’’ o jugo de yuca amarga.

Pues bien; un día que bajaron solos al conuco, se fueron derechitos al yucal y se dieron un banquete de aquella plan- ta venenosa. No puedo explicarme có- mo no se murieron todos. que todos comieron, y que comían con inten- ción de morirse. Es verdad que se enfer- maron todos; pero sólo uno se murió; Pedrito, un encanto de indiecito. Y Juan se escapó de la muerte para que fuera una manifestación del poder y miseri- cordia de la Virgen, Madre nuestra, y particularmente Madre de los indios de nuestras Misiones.

Empezó a temblar, a temblar, y lo man- damos al chinchorro. Minutos después se cae del chinchorro sin sentido, casta- ñeteando los dientes, haciendo visajes con los ojos, dando sacudidas violentas con los brazos, y arrojando espuma por la bo- ca. En estas convulsiones pasó algunas horas. Después ya perdió por completo el movimiento y quedó como muerto, sin dar la menor señal de vida. No res- piraba ni se le apreciaban las pulsacio- nes. El único indicio que teníamos pa- ra asegurarnos que vivía, era el calor natura], que no perdió en todo el tiem- po que le duró el ataque: que fueron tres días con sus noches. Por lo demás, ya le hubiéramos enterrado. Yo mismo

396

VENEZUELA MISIONERA

le había hecho la mortaja, que meses des- pués, aprovechábamos para otro mucha- cho.

En ese estado de muerte aparente, transcurrió el tiempo, y el indiecito ni respiraba ni se moría. Se repetían las oraciones por él; se empezó la novena de las Tres Ave Marías; y, después las Her- manas, llenas de fe, prometieron a la Vir- gen Santísima que, si el enfermito sanaba, lo publicarían como un milagro de la Di- vina Pastora de las almas.

Y. . . ¿casualidad? . . .

...al día siguiente despertamos con la pesadilla de tener una defunción en casa; pero muy otros eran los designios de Dios.

Al salir de la capilla de celebrar la Misa, me sorprende un grito agudo, co- rno de un niño que habla en sueños, o que se despierta asustado.

"Oh, Fray Camiiiilo . . .

Eso fué lo primero que habló. Y des- pués siguió más bajito:

"Jesús, Jesús, Jesús”...

Y de pronto entonó con una voz de -ángel aquella estrofa tan tierna;

¿Por qué te olvido. Virgen María, siendo mi madre, siendo tan buena?

Lectores: aquel fué un día de resu- rrección. Hasta las campanas repicaron

a gloria. Las indiecitas que estaban arri- ba, al oír hablar a Juan, bajaron dispa- radas las escaleras y le llenaron el chin- chorro de juguetes.

Noboto guabanaja, noboto guabana-

ja. Juan ya no se muere, ya no se muere.

Desde ese día comenzó a mejorar. Pero estaba completamente aniquilado y tardó varias semanas en tenerse en pie. Dormía a mi lado en la sala y me vol- vía loco. De noche se caía del chincho- rro, y a gatas, como una ranita, andaba i recorriendo todos los rincones de la ha- bitación, dándose de cabezadas contra las paredes, hasta que, si tardaba en "hacer- 1 me el entendido”, empezaba a gritar des- consolado :

Ma naocotu. Venid acá. . . donde yo. I

¿Qué haces, Juan? Vete al chincho- rro.

Monida ine. Ma iji yaburuteama. Yo I

no puedo. Súbeme tú.

Lo subía; a los dos minutos ya estaba otra vez en el suelo la ranita. Y dale con el “manaocotu, ma yaburute; ine moni- da’ . Y así toda la noche.

Más tarde ya se tenía en pie. Se levan- taba él solito y todo lo demás. Pero siem- pre que se levantaba, se apagaba la luz.

¿Por qué apagas la luz, Juan?

La Cascada de Chiné, río Apanhuan, en la Gran Sabana de enormes energías que aun no se han podido aprovechar.

VENEZUELA MISIONERA

Yo no sabe, contestaba sin abrir los ojos.

Lo observé entonces y di con la in- cógnita. Y era que el bendito Juan, en vez de ir a un lugar secreto, se iba a la luz, como los pajaritos a la claridad. Por "fuerza la luz tenía que apagarse.

Y termino estas semblanzas de nuestro Guerrero con otro episodio.

Estaba convaleciente de otra enferme- dad, y tan débil, que no podía sostenerse sobre sus pies. En aquellos tiempos, cuando hacíamos los preparativos para la molienda de la caña de azúcar, el ca- ballo dió a Fray Abundio una patada tan formidable, que lo lanzó a varios me- tros, dejándolo como muerto, sin sentido y arrojando espuma por la boca. Des- pués de cuatro horas volvió en sí; pero el conocimiento no pudo recobrarlo has- ta varias semanas después.

Todo el mundo lo daba por muerto. Y los indiecitos, que lo querían mucho, lloraban sin consuelo. Pero entre todos, Juancito era el que manifestaba un senti- miento más profundo. Había que ver a aquel muchachito, cuando llevábamos al pobre Hermano, como un cadáver, para la casa. El indiecito quería levantarse para verlo; pero no podía. Y dando sal- tos, y extendiendo los bracitos para ade- lante, repetía con un sentimiento desga- rrador:

|Ay, Fray; ay, Fray. Ya no hay Fray... Ya no hay Fray.

Este es mi Juan.

Ahora lleva cinco añitos en la Misión. Sabe leer correctamente y escribir bastan- te bien. Ha hecho su Primera Comunión y ayuda a Misa, aunque le pesa bastante todavía el misal. Tiene genio vivo; pero sabe reconocerse, que no es poco. Tam- bién el cielo es para los que se levantan, aunque caigan muchas veces.

¿Por qué te pones bravo, Juan?

Yo no sabe, Padre. El diablo tienta.

Otro día le pregunté, qué era lo mejor- cito que habría en el cielo.

Pan de trigo, me contestó.

397

|Pobrecito!. . . Hay que dispensarle; es Guarao, y el estómago no se lo han qui- tado aún.

Las Hermanas Misioneras dicen que vi- ve por milagro de la Divina Pastora. O- tros pensarán otra cosa.

Yo no digo nada. Como el padre del patriarca José, observo y callo. Solo que a veces me pregunto a mismo:

¿No podría ser que Dios lo tuviera destinado para algo?... Los pesimistas se reirán desdeñosamente; pero nadie po- drá negarme, que de menos nos hizo Dios a todos.

También en el fondo de las selvas se encuentran flores de valor inapreciable, que sólo precisan del trasplante y de una mano cariñosa que las cultive para Dios.

Fray Marino.

Mis. Apost. Capuchino.

Amacuro, junio de 1939.

Trabajos textiles de los indios taurepanes de La Gran Sabana.

398 VENEZUELA MISIONERA

R. P. Santos de Abelgas.

Otra Excursión a Mariusa.

A mis lectores conocen la te- mida isla de Mariusa, en donde el P. Santos estuvo de excursión en 1925. Cua- tro años más tarde hizo a ella otro viaje, acompañado del P. An- tolín de Antoñán, también misionero del Caroní.

Salieron el 29 de enero de 1929, gas- tando dos días en llegar a la primera ranchería llamada Guapoa. Unos cua- renta indios encontraron solamente, pues los restantes hallábanse dispersos. La ranchería se compondrá de unos cien.

Allí encontraron una india, la más an- ciana que el P. Santos recordaba haber visto, a la cual se le había muerto el único hijo que le quedaba. El hombre, en cuyo barco había estado empleado el muchacho difunto, quiso que el P. San- tos entregara a la madre un retrato de su hijo; mas ella no quiso siquiera fijar en él la vista, y mucho menos recibirlo, por el miedo que le causaba.

Al verse nuestro misionero rodeado de los indios, no pudo menos de dirigirles cuatro palabras en su propio idioma, es- tando ellos muy atentos oyendo cuanto les decía; y observó que los mayores en

autoridad iban repitiendo la materia de la plática a los menores.

Deseando el P. Antolín probar el vino de moriche, internáronse en el bosque, y los indios cortaron dos palmas de mo- íiche, altas y bastante corpulentas; les hicieron en el tronco las incisiones co- rrespondientes, invitando luego a los Pa- dres a beber de aquel delicado y sabroso licor salido de las incisiones hechas. Igualmente les invitaron a comer de la yuruma que ellos estaban saboreando; lo hicieron los misioneros muy gustosos aparentemente, pero en realidad violen- tando su paladar, ya que tenían en cuen- ta la carencia absoluta de aseo que acom- paña a su elaboración.

El primero de febrero salieron los dos excursionistas a visitar los campos ve- cinos habitados por indígenas para co- nocerlos, y también para ver si conse- guían algo de caza. Después de mucho bogar, divisaron, aunque muy confusa- mente, unos como ranchos a orillas del caño por donde navegaban; pero todavía tuvieron que dar duro al canalete antes de cerciorarse de si en realidad era lo que se habían imaginado. Llegaron al fin y vieron que no había indio alguno, aunque observaron vestigios de que los indígenas habían estado allí. En un rancho enteramente desmantelado halla-

VENEZUELA MISIONERA

ron varios objetos en el más completo desorden, y les sorprendió sobremanera ver en ui a pieza del rancho una por- ción de mapires o canastos grandes, to- dos llenos de huesos y cráneos humanos. Comprendió entonces el P. Santos que eran indios de Mariusa los que por allí habían recalado, los cuales de tiempo en tiempo van y vienen por aquellos lugares.

Tienen estos naturales la costumbre de que, cuando muere alguno de ellos, lo dejan durante varios años, hasta que los huesos quedan lisos y pelados; en- tonces los llevan consigo. No todos los indígenas tienen esta costumbre, sino sólo ordinariamente los de aquella re- gión.

Los guáraos, al revés de otros indios, como los de la Goajira, jamás venden sus hijos por nada de este mundo. Es verdad que cuando alguno se queda huér- fano, los demás no muestran mucho in- terés por él; con todo, si piden que se lo den, aparece al momento una gran parentela tíos o parientes muy cerca- nos se llaman para no entregarlos.

Aunque el pescar es cosa bien común entre casi todos los indígenas; sin em- bargo, los mariuseros son tan perezosos y abandonados, que ni a la pescan se dedican, ni se les ve buscar el cotidiano sustento; con miel, yuruma y gusanos se contentan.

Mas todos los indios del Delta tienen que ir de cuando en cuando al morichal, donde se da la rica y fecunda palma de moriche que viene a ser para ellos la tienda, el almacén y la plaza de abastos, ft'a que los provee de todo para sus ne- cesidades.

En efecto, del cogollo hacen sus chin- chori’os, que son las camas que usan; del pie del mismo cogollo extraen una sustancia muy sabrosa, como sabrosa es también la fruta que produce, de la cual se saca una bebida muy apreciada. De la médula se extrae igualmente una es- pecie de harina que, exprimida con agua y colada, queda completamente limpia y purificada. Extendida luego sobre una paila o budare (plancha cóncava de hierro o barro), el calor parece que la

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transforma en una pasta viscosa, en la cual quieren ver algunos hasta sustan- cias parecidas al trigo; aunque de éste nada tenga, no deja de ser muy delicio- sa, sobre todo acabada de hacer. Se sa- ca también de la prodigiosa palma un líquido parecido al almíbar, muy deli- cado, llamado vino de moriche, el cual se obtiene sometiendo el líquido a fer- mentación que lo convierte en una be- bida alcohólica. La raíz sirve para fa- bricar una especie de herramienta simi- lar al pico de un azadón, con el que sa- can del corazón de la palma la yuruma. Finalmente para que nada se desper- dicie— las ramas pueden ser empleadas para techar los ranchos, cuya cubierta resulta muy duradera. Al cortar la pal- ma, después de cierto tiempo, viene a engendrarse o reproducirse en su tronco un gusano que les sirve de manteca, el que comen de varias maneras: cocido, crudo y tostado, si bien su olor y sabor no son agradables.

Y no solamente utilizan los indios las múltiples producciones del moriche, si- no también los criollos que, de las semi- llas de su fruto, hacen botones, y expri- miéndolas y sometiéndolas a grandes presiones, extraen de ellas un aceite que tiene muchas aplicaciones. En fin, esta palma es una bendición de Dios.

Con el nombre de moriche se conoce en él Bajo Orinoco un ave muy aprecia- da por su bello canto, la cual abunda en los morichales. Cuando aparecen los indios en los puertos con sus moriches, salen a porfía los criollos a comprárse- los con preferencia a otra cualquier ave.

Entre los indígenas del Orinoco exis- ten muy diversas apreciaciones: Los

que se dedican algo a la agricultura tie- nen una opinión poco favorable para los que no siguen su ejemplo; los que se consagran a la pesca y pueden conse- guir alguna vez para sus mujeres un pe- dazo de zaraza con que hacerse un ca- misón, desprecian a los que esto no prac- tican; y, finalmente, los que viven en la selva sin comunicarse con nadie, son te- nidos por los demás en la más baja opi- nión y desprecio.

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VENEZUELA MISIONERA

Detalle de la Palma de Moriche tan útil para los indios del Orinoco.

De los indios de Mariusa existen ai- gamos de quienes se tienen noticias, aun- que no muy precisas, por las cuales nos damos cuenta de su degradación y aban- dono; pero hay otros llamados “Baca- raos”, que viven incomunicados, siendo por esta causa, como dejamos anotado, muy despreciables para los demás.

Hemos hecho una larga digresión en el relato de la excursión de nuestros mi- sioneros; pero ha sido con el objeto de

dar a los lectores de VENEZUELA MI- SIONERA algunas noticias interesantes sobre los indígenas del Bajo Orinoco, to- madas de una de las relaciones que nos dejó el P. Santos de Abelgas.

Otro día seguiremos a los misioneros excursionistas a quienes dejamos hoy en la mencionada ranchería de “Guapoa”.

Fr. Cayetano de Carrocera.

O. F. M. Cap.

Crema de afeitar “GILLETTE”:

Comience bien cada día con la afeitada "GILLETTE” perfecta:

VENEZUELA MISIONERA

401L

Rdo. P. Director de Venezuela Misionera.

Caracas.

STIMADO Padre: Con sumo placer en nombre de la So- ciedad de Pétalos de Rosa de Santa Teresita del Niño Jesús de esta Parroquia, me dirijo a Ud. en los comienzos de este Año nuevo para enviar ia los indiecitos del Caroní el regalo de año nuevo.

Es una pequeña muestra del celo que por las misiones se ha co- menzado a desplegar en esta parroquia. Muy poco conocen el pro- blema misional; pero a fuerza de conferencias y veladas misionales, el pueblo se va dando cuenta del significado que tiene la palabra Misión.

La Sociedad de Santa Teresita, organizada en este primer año de mi apostolado parroquial, está trabajando con verdadero entusiasmo por las misiones, y como obras son amores y no buenas razones, ellas envían a los indiecitos del Caroní una caja con vestidos y Bs. 50 para ayudar a las necesidades de los Misioneros que con tanto sacrificio tratan de evangelizar esas tribus salvajes, por donde corre sangre ve- nezolana.

Pronto enviaremos retratos de la misma Sociedad para que la conozcan los PP. Misioneros. Sírvase enviarnos la dirección de los

San Carlos del Zulia, 15 de enero de 1940.

Pbro. Gonzalo Sarcos Díaz, Párroco de San Carlos del Zulia.

UNA

C

A

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VENEZUELA MISIONERA

PP. del Caroní para incorporarlos en la tabla del correo misional es- tablecido hace pocos días; sírvase enviarnos cinco suscripciones de la Revista Misional que Uds. publican.

Pídale al Señor colme de bendiciones mi Parroquia para que cada dia aumente el entusiasmo por las Misiones.

Affmo. hermano en Cristo N. S.

Pbro. Gonzalo Sarcos Díaz.

Después de leer esta carta nos hemos dicho: “He aquí un sacer-

dote compenetrado del verdadero sentido misional; he aquí un sacer- dote amante de las Misiones”. Lo sabemos; recién salido del Semi- nario Interdiocesano de Caracas, lleva en su alma el fuego sagrado de un apóstol, y en llegando la oportunidad, ha comenzado a prender la llama. Sus actividades están dando resultado positivamente prác- tico. Ya lo váis, lectores, no se conoce o se conoce muy poco el pro- blema misional en los pueblos; pero basta que el sacerdote lance la idea, se ponga al frente de las organizaciones misioneras, explique el sentido real de las Misiones, para que el pueblo, comprendiendo la «í-andeza de la obra, corresponda con generosidad.

Y ¿cómo no ha de corresponder viendo esos millones y millones de almas que viven sin conocer a Cristo? ¿Cómo no lia de correspon- der, tratándose de una empresa divina? Sería necesario tener cora- zón de hierro y alma insensible, para no moverse a compasión ante tanta y tan gran miseria moral, ante la apremiante necesidad en que se encuentran los gentiles y los recursos de que han de echar mano los Misioneros católicos que por su bien trabajan.

Lo hemos dicho y lo repetimos de nuevo: Sacerdotes misioneros, sa- cerdotes apóstoles necesitamos y los pueblos despertarán a la realidad de las Misiones católicas, y esas parroquias, llenas de celo por el bien de las almas, tendrán vida pujante y prácticamente cristiana.

La prueba en favor de nuestras aseveraciones, nos la da el P. Sar- cos en la carta que transcribimos. Y lo que un sacerdote lleno de amor y de celo ha hecho y conseguido, ¿no podrán conseguirlo los demás? Hagan la experiencia y verán los resultados.

¡Adelante, P. Sarcos! Quedamos muy agradecidos a su genero- sidad, edificados de su entusiasmo misional. Que el Pastor Divino y la Virgen Santísima, Pastora amorosa de las almas protejan esa grey que Dios le ha confiado, y Santa Teresita, la Misionera de nuestros días, derrame desde el cielo copiosas bendiciones sobre esta entusiasta Sociedad v su digno Director.

* , J P. MADRID ANOS.

O. F. M. Cap.

/VENEZUELA MISIONERA

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El día 4 de marzo arribaron felizmente al puerto de La Guaira, llenos de en- tusiasmo, estos tres Misioneros, herma- nos nuestros, quienes vienen a compartir los trabajos de apos- tolado con los Capu-

chinos y a continuar la historia francis- cana en tierras Ve- nezolanas.

Venezuela Misionera los saluda cariñosa- ménte, deseándoles mucho éxito en sus ministerios apostó- licos.

R. P. Ricardo de Begoña.

R. P. Sebastián de Villares.

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VENEZUELA MISIONERA

JABIJOROIDA

lando; ahora que estoy muerto ya no puedo bailar”.

Los dos herma- nos empezaron a temblar de miedo y oyeron que ese espíritu venía ha- cia la casa don- de ellos estaban. Una vez entrado en ella dijo: “Cuando yo vivía estuve aquí sen- tado muchas ve-

Cóvio fueron al monte dos hermanos, y a uno lo ces con los gua- mató un tigre grandísimo de dos cabezas, y de raos que eran güi- dónde vienen los perros bravos que llevan a bordo sidatus”. (Gua- algunos barcos. r o asidatutuma

jaja jebu dibuya- ja cayuca inejatanaetecore) . Dichas es- tas palabras sentóse allí mismo en el suelo.

Cuando estaba sentado se le ocurrió al hermano mayor escupir desde arriba y la saliva fué a caer encima de la ca- beza de ese espíritu. Este al sentirla dijo: ¡Ay!, me ha caído encima sucie-

dad de “senesene”. (Llaman senesene a una especie de lagartija que anda por los techos de la ranchería).

Después de estar unos momentos ca- llado rompió el silencio y dijo: “Ahora

voy a quebrantar una pr una las jun- turas de los dedos haciéndolas crujir”. (Ma mojo nacarita).

Empezó por el dedo meñique y al ha- cerlo crujir, sintió el hermano mayor en su dedo correspondiente un dolor muy agudo.

Pasó un corto espacio de tiempo y vol- vió a decir el espíritu: Voy a “quebrar”

el pulgar. Al hacerlo crujir, sintió el hermano mayor en el suyo unos dolores muy fuertes. Así fué doblando uno por uno todos los dedos y al sentirlos crujir, el hermano mayor experimentaba en sus

Dos hermanos guraunos, que vi- vían en la misma ranchería, fueron juntos una vez a buscar gusanos de moriche. Como les quedaba muy lejos el morichal, llevaron consigo los chinchorros, por si acaso los cogía la noche fuera de casa y tenían que dormir en el campo.

El mayor de los hermanos tenía u n perro muy grande y muy

hermoso, y antes de salir lo amarró y lo dejó atado en un rancho.

Caminaron como dos leguas y llegaron al morichal. Después que comieron y descansaron un poco, pusiéronse a tum- bar moriche y a sacar gusano. Como llegaron muy tarde, en esta ocupación los sorprendió la noche.

Allí cerca había unos ranchos viejos, donde ellos habían vivido otras veces las temporadas que pasaban en el morichal haciendo provisión de yuruma y en las épocas de baile. Algo separada de los otros ranchos, estaba la casa del jebu. Como tenía paredes de palma, la juzgaron más segura que las otras y en ella se metieron a dormir los dos hermanos. Por temor de que alguno viniera de noche, colgaron los chinchorros muy altos cerca del techo.

Al poco rato de haberse acostado, oye- ron ruido y una voz lejana que se acer- caba, como si fuera algún guarao.

Pasado otro espacio de tiempo oyeron tocar en la casa inmediata un pito, y al terminar, una voz que decía: “Cuan-

do yo estaba vivo anduve por aquí bai-

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dedos correspondientes dolores muy vi- vos; de tal manera que cuando tocó el turno al último dedo ya el indio estaba muy mal.

Trascurrido otro espacio de tiempo sin hablar volvió a decir el espíritu: Voy a “quebrar” el brazo derecho. Al hacer- lo crujir, sintió el indio en el suyo dolores más vivos que los de antes. Cuando acabó el espíritu de “doblar” el otro brazo y las dos piernas, el indio es- taba ya de muerte por los dolores.

Después de algunos instantes de silen- cio dijo nuevamente el espíritu: Ahora

voy a “quebrar” lo último que me falta, pero ¡ay! ¿Moriré acaso esta vez? (¿Ine guabate tai dijana?) Dichas esas pala- bras dobló su cuello y lo hizo crujir. En ese mismo instante sintió el hermano ma- yor, como si le retorcieran el cuello y entró en agonía.

El espíritu, pasados algunos segundos, se levantó y dijo: Ya estoy muerto me

voy.

Apenas salió de la casa, el hermano mayor se murió.

Al poco rato de haberse muerto, el hermano menor, que de todo se había dado cuenta, oyó los aullidos de un ti- gre de dos cabezas, el cual venía de- rribando las otras casas vecinas. Cuan- do llegó a donde él estaba, comenzó a derribar la casa del jebu por la parte donde estaba colgado el chinchorro del muerto. Cuando se vino abajo aquel tramo de la casa y el tigre vió el cadá- ver en el suelo, se avalanzó sobre él y con una cabeza comió la mitad y el res- to con la otra cabeza. (Acua araisa aca- ri najoroae, avaisa acari najoroae, arai- sa acarijese najoroae).

Cebado el tigre con esta comida, de- sistió de tumbar las casas y anduvo dan- do vueltas por allí yendo y viniendo va- rias veces.

El hermano menor, permaneció escon- dido en su chinchorro, hasta que se cer- cioró de que el tigre se había marcha- do definitivamente. Entonces se bajó con mucho cuidado del techo que que- daba en pié, y aprovechando la luna, que era muy clara aquella noche, se dirigió

a su casa corriendo a todo correr. Des- pués de caminar casi dos leguas, se de- tuvo a escuchar si alguno venía detrás de él, y oyó que el tigre venía algo le- jos persiguiéndolo. Apuró más la ca- rrera y de cuando en cuando se dete- nía nuevamente para observar.

Como sintiese cada vez el tigre más cerca hizo un esfuerzo y llegó a la vis- ta de la casa. Cuando estaba ya para- entrar en ella, sintió un desmayo y se cayó. Los otros indios de la ranchería que lo vieron caer, salieron a recogerlo y lo acostaron en un chinchorro; le echa- ron agua fría en la cabeza y así le pasó el desmayo.

Cuando volvió en sí, le preguntaron por qué venía solo y de aquella manera tan sofocado. El pobre indio, lleno de tristeza, les contó lo que había ocurrido en el monte, y cómo su hermano había muerto lentamente, con muchos dolores, por “voluntad” de un espíritu que fué por allí de noche.

Entre aquellos indios que escuchaban, habia un hombre-pájaro, llamado “Ima- oto” (Un pájaro nocturno convertido en hombre). Este después que oyó contar al indio toda la historia de lo acaecido en el monte, fué a donde estaba amarra- do aquel grande, que había dejado en casa el hermano mayor, y le contó minu- ciosamente la muerte de su amo y cómo un tigre de dos cabezas lo había comido.

El perro, que entendía el lenguaje gua- rauno, lloró muchísimo al oír aquella noticia y quería marcharse al monte a pelear con los tigres. Pero Imaoto lo disuadió diciendo: No te vayas todavía;

vamos a prepararnos muy bien durante estos tres días y después saldremos jun- tos.

Amolaron con mucho esmero las mue- las y los colmillos del perro. Imaoto afi- ló un machetico muy fino que tenía siempre consigo.

Pasados los tres días salieron en bus- ca del tigre, y antes de llegar a las casas empezaron a oírse los aullidos.

Imaoto llevaba un niño pequeño, sen- tado en el cuello a horcajadas. Antes de arremeter con el tigre, lo puso sobre

Bajo la inteligente dirección de la Sra. Amelia de González funciona muy silencioso, sin ruido ni aparatosa ostentación, un Ropero Misional en Caracas. He aquí todas las Colaboradoras de la obra. Nuestras felici- taciones, Sra. González.

un árbol en lugar seguro. El perro es- taba ya impaciente y quería pelear, pe- ro Inmoto le dijo: Aguarda un poco,

voy a limpiar al tigre por debajo era muy peludo y así lo puedes morder me- jor. Como era pájaro de buen pico lo pudo limpiar pronto sin peligro ningu- no. Después que lo limpió, para enar- decer al perro le dijo: Ya que eres

un perro bravo y corpulento y vo un hombre, vamos a ver si matas una ca- beza antes que yo la otra. Dicho esto se lanzaron al mismo tiempo sobre el tigre como a porfía, mordiendo el perro una cabeza y clavando la otra Inmoto con su fino machetico. A los pocos ins- tantes era cadáver el tigre.

Después que lo mataron, le abrieron el vientre y encontraron dentro como bo- las de carne cruda sin masticar (Cobo- coboy tañe).

Al ver esos trozos de carne el perro lloraba de ansia, pero Imaoto le dijo: No llores por eso, ya comerás hasta har- tarte. Depués que descuartizaron al ti- gre por completo, Imaoto aconsejó al perro que comiera todo aquello sin de- jar ni un bocado siquiera, a lo que el perro asintió gustoso.

¿Cuántos días vas a estar aquí co- miendo y en qué día irás a casa?

En tres días, dijo el perro, termi- naré de comer todo esto, y entonces iré a la casa.

Cuando vayas, le dijo Imaoto, no te pongas bravo con los indios, pues yo te conozco bien y lo qué te va a pasar. Dicho esto Imaoto se fué a la ranchería, y dijo a los otros indios: Cuelguen los

chinchorros muy altos durante la noche, para que no les muerda el perro cuando venga; pues yo que llegará muy ra- bioso.

Efectivamente. A los tres días lle- gó a casa el perro ladrando desespera- damente, en medio de una gran agita- ción. (Beroro aobonona dubujidatane yaronae). Los indios colgaron los chin- chorros a una altura considerable y no les causó daño alguno; pero a un mu- chachil que tuvo necesidad de bajarse, por estar ligeramente indispuesto, se lo tragó.

Imaoto lavó muy bien al perro, que ha- bía llegado sucio y con mal olor, y lo encerró en su casa; pero como no lo po- día mantener y era peligroso para los indios, se lo vendió al capitán de una goleta que pasó por aquel caño. Los barqueros, después que obtuvieron cría de él, lo ahogaron en el río y se quedaron con los hijos de raza.

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Por eso desde entonces los barcos lle- van a bordo perros grandes y bravos, porque son de aquella raza.

NOTAS EXPLICATIVAS:

Las casitas a que se refiere el cuento, son ranchos provisionales que hacen los indios en el monte, en los que pasan tem- poradas, hasta de tres meses, cuando la yuruma es fresca y abundante en los morichales. Esos ranchos son abiertos completamente por todas partes; en cambio, la casa del jebu, donde los güi- sidatus meten los enfermos para curar- los mediante el canto de “joas” y el to- que de maracas, está cerrada por las cuatro partes, con paredes de palmas. Los indios no se acercan a esa casa cuando hay dentro “caréeos”, o sea las

maracas propias de los piaches o cuando está en “servicio”.

Es de notar en esta narración la ma- nera tan rara y original que tuvo aquel espíritu para dar muerte al pobre indio. Los barcos veleros que cruzan estos ca- ños, llevan a bordo perros muy fieros, para dar la voz de alerta, cuando algún extraño se les acerca. Esa fiereza, que tanto impresiona a los indios, la expli- can ellos del modo que ha podido obser- var el lector: Porque es una raza que

comió carne de tigres.

Dicen los guáraos que para infundir bravura en los perros, es suficiente me- terles dentro de la comida un colmillo de tigre. Al tropezar con él, se pondrán tan fieros que parecerán verdaderos ti- gres. Sin duda que tiene fundamento esta creencia en la misma narración.

(Prohibido la reproducción).

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CHECOESLOVAQUIA

No reina tanto entusiasmo en esta na- ción, pero tampoco falta en absoluto. El año 1921 se inició un curso misional para seminaristas en Mariaschein, Norte de Bo- hemia, al que concurrieron también mu- chos intelectuales universitarios. En el 1924 se erigió una Cátedra de Misionolo- gía en Praga. En el 1926 se celebró en Leitmeriz el III Congreso Internacional de Académicos en favor de las misiones, de positivos resultados para el progreso de la ciencia misional. En Velehrad se han tenido ya cuatro Congresos para la unión de las Iglesias disidentes.

POLONIA

Antes del 1919 las misiones polacas estaban repartidas entre Alemania y Aus- tria; Rusia cismática no las tenía. A par- tir de esa fecha empezó a existir de nue- vo como nación independiente, y en los años de la postguerra se ocupa más en su reconstrucción político nacional que de las misiones extranjeras. Merece, sin embargo, recordarse el gran Congreso ce- lebrado en Poznan en 1927 en el que es- tuvieron representadas 24 naciones y en cuyas sesiones se trataron algunos temas científicos. En el mes de diciembre de 1930 los Círculos Misionales de estudian- tes de Cracovia organizaron un Congre- so en el que tomaron parte representan- tes de todos los demás Círculos existentes en toda Polonia, cuyos acuerdos y con- clusiones han contribuido no poco al des- arrollo del espíritu misional en la nueva República que en pocos años se ha ele- vado considerablemente. Las Universida- des de Poznan y Lublin han incluido en sus programas un curso de Misionología.

SUIZA

Se ha despertado en estos últimos años ferviehte entusiasmo misional y mi- sionero. Desde 1921 se vienen celebran- do regularmente Asambleas y Congresos en favor de las misiones católicas, ocu- pándose también de algunos problemas mi- sionológicos. En el Instituto de Misiones Extranjeras de Inmensee y en la Univer- sidad de Friburgo se dan algunas clases de medicina aplicada a las misiones. En la misma capital se celebró el 1932 el VIII Congreso Internacional de Académi- cos pro missionibus, el cual es de esperar que aumente la corriente científico-misio- nal en este pacífico país regado con la sangre del Protomártir de Propaganda Fide, S. Fidel de Sigmarínga, O. M. Cap. .

HOLANDA

Esta pacífica y próspera nación es una de las que marchan a la cabeza del movi- miento misional. La acción misionera y misional en las parroquias, escuelas, co- legios, Universidades, Congregaciones marianas, Ordenes Terceras, Seminarios, etc., es muy intensa. En 1919 se empezó a publicar la revista Het Missiewerk, en la actualidad muy difundida por todos los Países Bajos. En agosto de 1920 tuvo lu- gar un Cursillo de Misionología en Til- bu rg ; en el mismo año se establece otro en Steyl; en el 1921 se celebra con ex- traordinaria concurrencia el primer Con- greso Misional; en 1922 una Semana de Misiones en Utrecbt con brillantísimo éxi- to. Con ocasión de la tercera Semana de Etnología en Tilburg se organizó una grandiosa manifestación de fe, de unidad católica y celo por las misiones extran- jeras. Se dan cursos de Misionología en Hilversum, Steyl, Nimega y Valkenburg. Se trabaja también por fundar un Instituto

VENEZUELA MISIONERA

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médico-misionero. Todos los años en Ro- tterdam la Nederlandsch mediscH missio- comitee tiene un curso práctico de medi- cina. Después del examen se concede un diploma especial a los misioneros estu- diantes. Mensualmente se publica tam- bién MediscH Missiemaandbland. Es de admirar cómo esta pequeña nación, domi- nada en gran parte por los Protestantes, coopera material e intelectualmente a la propaganda del Evangelio.

BELGICA

De extraordinaria se puede calificar la actividad misionera y misional de esta pe- queña y culta nación como se patentizó en la Exposición Colonial de Amberes 1930. La Unión Misional del Clero en 1921 fundó dos revistas Bulletin de L’Union Missionnaire y Kerken Missie, las cuales promueven el espíritu misiona: entre los eclesiásticos, tratando, de cuan- do en cuando, problemas científico-misio- nales. En el Bulletin de Missions, publi- cado por los PP. Benedictinos de S. An- drés desde el I 899, aparecen también ar- tículos de elevación científica como por ejemplo la serie del P. DUFONTENY sobre el método de apostolado entre los no-civilizados.

Los opúsculos Xaveriana, Les Dossiers de l’Action Missionnaire están llenos de vida y animación. Presentan los proble- mas misionales con brevedad y claridad meridiana al alcance de todas las inteli- gencias. Son memorables las Semanas de Misionología que se vienen teniendo anual- mente desde el 1923. La iniciativa par-

tió del jesuíta P. LALLEMAND, misio- nero de Calcuta. A ellas concurren misio- neros y misionólogos de todos los países particularmente de Europa. Desde 1925 se Han publicado los trabajos de las Se- manas. Los temas desarrollados revisten importancia práctica; pero carecen del a- parato científico, y, excepto alguno que otro, no tratan de la Misionología doc- trinal.

L’Aucam (Asociación Universitaria Ca- tólica de Ayuda de las Misiones) es una organización poderosa que llama la aten- ción de los intelectuales y estimula a co- laborar en las obras misionales y estudios misionológicos. En el 1930 celebró el primer Congreso con la asistencia de 500 universitarios, numerosos profesores y nu- tridas representaciones de las naciones europeas y Repúblicas americanas. El alma, tanto de las Semanas como de L’Aucam, es el autorizado misionólogo P. CHARLES, S. J. sembrador de nuevas ideas y un leader de la Misionología mo- derna.

Con las obras mencionadas y la Cáte- dra de Misionología en la Universidad de Lovaina, Bélgica es una de las naciones que marchan al frente del movimiento misionológico. No disminuyendo ninguno de sus méritos prácticos, opinamos, sin embargo, con el esclarecido SCHMIDLIN, que se nota alguna deficiencia en la parte científica, crítica y doctrinal. Sin destruir la parte práctica se podría añadir la teo- ría debidamente armonizada.

Fr. Pío M. de Mondreganes,

O. F. M. Cap.

5 CRISTO PACIENTE i

Serie de lecturas sobre la Pasión de N. S. Jesucristo, por el R. P. Fr.

Antonino M. de Madridanos.

Religioso Capuchino.

Se consigue en esta Administración.

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P. Nicolás de Odena.

De ios Antiguas

Misiones

La Antigua Chamariapa, hoy Cantaura

ELEBRA este año Can- taura el Segundo Cen- tenario de su funda- ción; y esos doscientos años de vida que cuenta la colonial Cha- mariapa, bien merecen un histórico re- cuerdo en las páginas de VENEZUELA MISIONERA, ya que como es sabido ella fué fundada por los Misioneros Franciscanos.

“El Universal” de Caracas, en su nú- mero de 28 de enero próximo pasado, dedicó a Cantaura con motivo de su cen- tenario, un suelto interesante, en el que además de expresar sus votos más sin- ceros por la creciente prosperidad de la simpática población llanera, y porque se celebre del modo más digno la clásica fecha centenaria, se tributa un mereci- do elogio a los misioneros sus fundadores.

Fué fundada Cantaura dice el aludi- do suelto en 1740 por “un misionero de los muchos que dejaron la huella de su sandalia por las veredas indias de la Venezuela de entonces, y quienes lo mis- mo que conquistaban almas para la fe, sabían poner el brazo a la construcción

de la iglesia alrededor de la cual se iban agrupando casas hasta formar pueblos”.

Efectivamente, el pueblo-misión de Nuestra Señora de Chamariapa comen- zóse a fundar afirma el P. Caulín el ' año 1740 por el P. Fray Fernando Ji- ménez, valiéndose para ello de algunas familias que salieron del pueblo de San Joaquín, “a causa de una muerte que el uno de ellos haoía dado a uno de los Re- gidores de este pueblo, ambos ya cristia- nos, por lo que desde entonces quedaron amotinados; y recelosos de que los pa- rientes tomasen vanganza de aquella muerte, que acaso la haría en una de sus solemnes embriagueces, se retiraron a I las cabeceras del río Aragua, al sitio de Camariapa, a quien los Españoles añadiendo una h, llaman Chamariapa; y trae la etimología de una especie de árbol que se da en aquel paraje, a quien los Españoles llaman Murebe, y los in- I dios Caribes Camariapa. En este sitio, distante tres leguas de San Joaquín, 1 ofrecieron los indios fundar el de su na- ción, trayendo para su aumento gente de las orillas del Orinoco”.

Propusieron su proyecto al P. Jiménez, el cual considerando que de no condes- cender a su pretensión, sería inevitable

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Ila fuga de los indígenas a la Gentilidad, asintió gustoso a su propuesta; y juntas algunas familias que ya tenían levan- tadas allí sus casas, dió principio con ellas a la fábrica de una mediana igle- sia y casa para el religioso misionero.

Fué designado para primer Ministro del nuevo pueblo el P. Fr. Jerónimo Mar- tín Ruano, quien a su llegada estableció la enseñanza de la doctrina cristiana, eligió Oficiales de Justicia, y con su bue- na aplicación al estudio del idioma ca- ribe y algunas entradas que hizo a los montes, adelantó el pueblo hasta poner- le al pie de 250 personas de que cons- taba el año 1752.

Para esa misma fecha se habían bau- tizado ya 150 almas, y las restantes se preparaban para recibir el Santo Bau- tismo por medio de las enseñanzas de la Doctrina Cristiana.

“La situación de este pueblo concluye Caulín es de las más sanas y alegres que hay en aquellas Misiones; goza de buenas y delgadas aguas, abundantes tierras de campiña, en que pastean sus ganados muchos vecinos de la Nueva Barcelona, quienes con el beneficio de este pueblo han fundado sus hatos en las cercanías de aquel sitio a quien lla- man La Candelaria hasta entrar en los llanos de la cercana Mesa de Guanipa”.

Al hablar de Cantaura, no podemos menos de dedicar un recuerdo al vene- rable apóstol franciscano que durante más de media centuria trabajó incan- sable por el progreso moral y material de esta población para él tan querida, dejando en pos de la estela luminosa de sus grandes virtudes y ejemplos ad- mirables. Ya mis lectores habrán adi- vinado el nombre de ese apóstol : Fray Nicolás de Odena, Cura y Misionero de Chamariapa y San Joaquín, de 1842 a 1894.

Habiendo tomado posesión de esas pa- rroquias el 18 de setiembre de 1842, al día siguiente comenzó a elaborar la her- mosa cadena que debía unirlo para siem- pre a Venezuela, su segunda patria, y a los hijos de una población que le debe

su mérito moral. A su llegada, no omi- tió esfuerzo alguno por el bien de la grey que se le había confiado, e inmediata- mente con todo el brío de los primeros años contaba entonces 29 de edad emprende la catequización de la tribu caribe, cuyos miembros vemos hoy es- cribía el P. Guevara Carrera en 1899 a pesar de ser refractarios por natura- leza, arrodillarse ante su tumba, regar- la con sus lágrimas, y postrados, como queriendo revivirlo al calor de los besos respetuosos que imprimen sobre la fría losa que cubre despojos tan queridos; ellos también llevan en su corazón eter- no luto por aquel cuyos restos reposan allí y no saben expresarlo de otro mo- do sino con estas sencillísimas palabras, resumen de su respeto y de su amor:

¡Cómo se murió, ¡padre viejo, padre de nosotros ! !

El recuerdo del P. Nicolás, a quien Cantaura debe, entre otras muchas obras, la construcción de su templo, se ha con- servado, como preciada reliquia, en to- do el Oriente de Venezuela, donde es ve- nerada su memoria como la de un san- to; y las anécdotas de su interesante vida corren de boca en boca entre los que tuvieron la dicha de conocerlo o han oído hablar de tan eximio y virtuoso varón.

Que el recuerdo del P. Nicolás de Ode- na y de tantos otros misioneros francis- canos que dejaron bien marcada la hue- lla de su seráfica sandalia en las evo- cadoras tierras del Llano, sirva de es- tímulo y acicate a los habitantes de

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VENEZUELA MISIONERA

Cantaura con ocasión del segundo cente- nario, para reafirmar su espíritu em- prendedor y entusiasta y llevar a cabo obras beneficiosas, en el orden moral y material, en pro de su patria nativa.

Estos son nuestros vivos y ardientes deseos.

Fr. Cayetano de Carrocera.

O. F. M. Cap.

NOTA DE LA REDACCION.— Escrito el presente artículo hemos recibido del Pá- rroco de Cantaura, Pbro. J. M. Guevara Carrera, entusiasta admirador del P. Odena, una nota-invitación que dice así:

BUSTO DEL PADRE NICOLAS

Está abierta en la Casa Parroquial la suscripción para erigir un Busto del Padre Nicolás.

A las personas que tengan gusto en contribuir a esta obra de justicia, se les exige que lo hagan sin demora, para pro- ceder luego a su realización.

Será este el mejor recuerdo de la ce- lebración del segundo Centenario de la fundación de esta ciudad.

Cantaura: 2 de Febrero de 1940.

Pbro. J. M. Guevara Carrera.

Bien merece el abnegado P. Odena es- te testimonio de gratitud, ya que con tánto celo sirvió esta Parroquia durante tántos años.

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Caracas, 19 le febrero de 1940.— Rdo. P. Antonino. He leído las interesantes revistas por Ud. publicadas, he oído a nuestros amados maestros hablarnos de esa lejana Misión y el bien que Vds. hacen a nuestros compatriotas, los indie- citos del Caroní. También nos han dicho lo mucho que tinen que sufrir. Todo esto me ha movido a venir en ayu- da de los Misioneros y de los pobres indios, con mi modesta ofrenda. Acéptala y le ruego que, al bautizar a un «niñito le den el nombre de Germán. Me contento mucho al saber que dentro de poco tendré un tocayito que amará al Niño N Jesús, del cual soy yo Congregante. Suplicóle me enco- ,] m*ende, tanto a mí, como a mis papás, hermanitos, maestros ' de clase en sus oraciones. Reciba, Rdo. P., el más respetuoso saludo de este niño leí Colegio De La Salle.

Germán A. Mancini Toledo.

Estupendo , encantador , emocionante, me he dicho , al leer tu carta, Germán. Bien por el Lasallista. y Que seas el Capitán de esa legión de Misioneros Que va a salir de ese Colegio. Tendrás un tocayo y un ahijado en el Caroni.

Maracaibo, 12 de noviembre de 1940. Misiones del Ca- roní.— Para mi futura ahijadita. Solo me mueve el ardien- te deseo de que pertenezcas a la Santa Iglesia Católica y por esto envío la suma de Bs. 5 para que te bauticen con mi nombre y el de mi hermanita, que son : Ne’ly y Virtud Silva. Adjunto nuestra fotografía para que nos conozcas. Pediré mucho para que junto con las aguas bautismales, nuestro Sr. adorne tu alma con las más hermosas virtudes y con ellas seas buena cristiana. Espero que cuando tengas ocasión mandes tu fotografía, pues me gustaría conocerte y cuando sepas escribir, me hagas una cartica, que me ale- graré mucho al saber de tí. No olvides le pedir alguna vez por tu madrina, que pide al Sma. Virgen te conserve pura y buena.

Nelly Silva González.

Encantados con tu cartita y tu foto se han de poner los indiecitos. ¡Y qué contenta ha de estar ’a indiecita que bauticen! Por de pronto y ya que tienes tan grandes y buenos deseos para ella, échale la bendición.

Caracas, 29 de enero de 1940. R. P. Antonino le Madridanos. R. Padre. Lo saludamos con mu- cho respeto y cariño. Como queremos mucho a los indios de la Gran Sabana, por eso el día de nuestra primera Comunión pedimos mucho a Jesús por ellos para que sean buenos. Le mandamos Bs. 5 para bautizo de un indiecito, con el nombre de Juan Antonio López. Bendigamos y ruegue mucho por .sus hijos espirituales.

Juan y Carmencita López.

Alumnos del Colegio San Antonio.

¿Qué dicen nuestros lectores a esta carta? ¿Qué dicen los indiecitos de la Misión? Lo que yo digo es que estos niños profesan mucho, muchísimo amor a las Misiones. ¿La prueba? Hela ahí. Que Dios os bendiga y os haga muy buenos.

América Josefina Marcano y su hermanita Trinidad Angélica Marcano, pequeñas Misioneras caraqueñas.

Caracas, 20 de ene- ro de 1940. Rdo. P. Antoniao.—Rogué mu- cho en mi Primera Comunión por Ud. y por los indiecitos, que todavía no han en- trado en la gracia de Dios. Le envío esos 5 Bs. para bautizar uno de ellos, con el nombre de Jesús, que es el de mi papaíto querido. Bendígame.

América Josefina Marcano.

Juan y Carmencita López, Alum- nos del Colegio “San Antonio” de Caracas, amantes, muy aman- tes de las Misiones,

Rdo. P. Antoni-o. El cía de mi Primera Comunión en mia oraciones pedí por Ud. y por los paganitcs, que no han tenido la dicha de nacer bajo el amparo de nuestra Santa Religión. Envióle esos Bs. 5 para el bautizo de uno de ellos con el nombre de Antonino. Bendígame.

Trinidad Angélica Marcano.

Estas dos cartas de dos hermanitas están inspiradas en los sentimientos de la caridod cristiana . ¿No te parece así, lector? Vuestro encargo se cumplirá , América y Trina. Los nombres escogidas. . .( maravillosos. Me contento; voy a tener un tocayo en la Misión. Que Dios os bendiga copiosamente.

CORRESPONDENCIA DE LA MISION

Misión San José de Amacuro 14 de enero 1940. R. P. Director de la Revista Venezuela Misionera. Caracas. Muy apreciable Padre: Yo te escribo esta cartita en el Niño Jesús. Primeramente te saluda. ¿Cómo está, PacTe ?

Yo vi en la Revista las cartas de las niñas mayores que escribieron ; yo también aun que chiquita escribo y quiero que ponga carta en revista. Creo que habréis pasado bien las Pascuas de Navidad.

Ahora te voy a contar las tristes que hemos pasados Navidades. A las 12 no tuvimos misa de callo

cjí besar el piecito del Niño Jesús. El P. Basilio estaba muy mal ; no podía decir misa. La M.

Marcelina estaba con Madre, so ita, cuatro niñas sólitas. También se casó Tomasa con Eduardo. El

P. Conrado los llevó de viaje a Morajuana, para enseñar Morajuana. Cuando iban en lancha esa cosa

que rueda cogió el pelo a Tomasa y le arrancó tolo, piel y carne y se las venas. El P. la llevó al

Hospital y vino a las doce; fué otra vez la lancha con la M. Bernardina. El P. Conrado se rompió su

nariz del golpe que dió cuando pasó la desgracia, se cayó. La M. Bernardina fué a Morajuana a ha- blar con Hermanas inglesas, porque aquellas enfermeras negritas no quiere a las indiecitas ; por eso

habló con las Hermanas inglesas ; las Hermanas habló con el Doctor, para que la cuidar bien. En- tonces las enfermeras negritas que son protestante la cuidaron bien.

Ya hemos pasado la fiesta de los Santos Reyes Magos. A media noche llegaron los tres Reyes. Los perros ladraban ; los patos tenía miedo y dantito, un animalito que se llama Rosendo chillaba de miedo Nos trajo cosas, librito, medalla, ansuelo ; cada una tenía una plata dentro del zapato. Nosotras pu- simos un zapatos en la ventana de la casa de las Hermanas y el otro llevamos a la casa de los Padres y pusimos cada una su nombre. Al amanecer el P. Basilio nos entregó un paquete de cosas, las que les Reyes Magos habían dejado para nosotra y a los niños un paquete de caramelos también en casa de las Hermanas. El paquete que entregó el P. había librito, medalla, anzuelo y aada un dinero de Bolívar. Las Hermanas también dejaros burato plata . Los Padres una caja de caramelos y noso- tras también.

¿Y estas maracuchitas?.... Las hermanas Nelly y Virtud Silva, que quieren ser madrinas de una indiecita del Caroní.

Helo ahí tan simpático. . . Es Germán A. Mancini, el Lasallista-Misionero.

No trajeron caballo porque había mucho barro y las patas se metían dentro del barro y no podían Andar ; por eso trajeron los Reyes burro, porque tiene patas más sÍQuitas. Cuando lleguen a Barranoas cojerán sus caba’los blancos. Ellos da vuelta por todo el mundo ; por eso yo quiero que su Reverendo ponga esta carta en su revista, para que los Santos Reyes lean y vean que el P. Basilio es verdad que entregó todas las cosas.

El Rey Baltasar es negro como Daniel ; Pero Daniel tiene las piernas más largas y es hablador mu- cho. El cofrecito que lleva el rey no se acaba nunca la plata ; aunque de mucho, siempre está lleno.

Nosotras cuando viene gente grande, como Monseñor y el Sr. Gobernador, nos levantamos a las

cuatro y media, como las Hermanas, para ayudar a hacer la comida, y cuando hay que amasar también, nos levantamos aunque tenemos mucho sueño. Cuando contestes, escribe a la Misión nueva, porque vamos a ir todas. ¿Tú sabes dónde es? Pues es en Orinoco: La Paz y Bien. Estamos espe- rando para marchar ya ligero. El P. Basilio dice que va ir a Caracas y cuando llegue allá dice que va hablar desde radio a las indiecitas del Orinoco de luna, y diceque va hablar también de las es- trellas en guarao puro; pero no aquí radio hay; así nosotras no va oír; si no hay para nosotras.

Ahora para despedirme de su Reverendo, te voy a contar una cosa que nos pasó. Silvina cuando

tra cocinera fuá a cojer el cajón que estaba arrimado a la pared para pelar sentada ocii ">o, vio una

culebra grande y gritando decía e«n guarao: Juba, juba, juba, que quiere decir: Culebra. Llamó a Rosario cogió el hacha de partir leña y le machacó la cabelza y luego la sacaron de la cocina y la en- señamos a las Hermanas, cuando estaba muriendo vino el P. Basilio vio también culebra grande 7 dijo : Rosario valiente.

Más nada, Padre. Que nuestro Señor te llene de gracia. Nosotras te queremos mucho y cuantdo comulgamos pediremos por tí, para que seas bueno. La bendición. Padre, para todas mis compañeritaj v te quiero para el cielo.

Teresa Avila .

Con gusto hemos copiado esta interesante carta de la indiecita de nuestra Mdsión de Amacuro. Está bien. Las noticias interesantes. Los episodios amenos. Es decir, que a su modo nos describe 'a vida de la Misión. Que Dios le pague a Tóresito. este reportaje. Para ella y para sus compañeritas «n« bendición muy grande, y mil gracias por sus oraciones .

FR. A. MARIA. Capuchino.

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VENEZUELA MISIONERA

MUNDO MISIONAL

VICTIMAS DE LA CARI- DAD MISIONERA EN CHINA

STRAGOS y ruinas son el fruto de la guerra chino- japonesa en el extremo Oriente. Con todo, los Mi- sioneros Católicos perma- necen firmes en su puesto de honor, dando ejemplos de verdadera calidad cristiana entre las muchedum- bres de prófugos, famélicos, huérfanos y heridos. Son del Vicario Apostólico de Hengchow Hunan Mons. Palazzi, Franciscano, estas declaraciones: “Nos

hemos acostumbrado ya a los crueles bombauleos, que, periódicamente, llue- ven sobre nuestra ciudad sin defensa. Misioneros y religiosas y hasta los alum- nos de mi seminario menor, apenas cesa el fuego, salen de sus refugios en busca de las víctimas con objeto de asegurar- les, sepultura, cuidados y consuelos. El pueblo nos adnn.a por nuestra caridad cristiana y cuando campanas y sirenas dan la señal de alarma, anunciando la proximidad de los aviones nipónicos, acu- den en masa a nuestras iglesias y resi- dencias pai a ponerse bajo la protección de la Santa Cruz.

Esta vida de abnegación ha consuma- do muchos sacrificios. La primera víc- tima caía el 27 de julio de 1937; los co- munistas chinos la consumaron : era el P. Gracián Leonardelli, franciscano ita- liano de la misión de Kichow, Hupeh. Poco después los japoneses daban muer- te al lazarista chino P. Juan Bautista Tehang, y así sigue una lista gloriosa de mártires misioneros, que han ido ca- yendo unos en pos de otros, llegando en- tre todos a 39, entre los que se cuenta un Obispo, 27 sacerdotes, 4 Hermanos y 7 religiosas. A esta lista de mártires misioneros conviene agregar otro nom- bre, es el de José Lo Pa-hong, Presidente de la Acción Católica China, muerto vil- mente el 30 de diciembre de 1937. Des-

pués de una vida de extraordinaria ac- tividad, ayudando a la obra de los Mi- sioneros, conquistóse con ellos la palma del martirio.

Que esta sangre de mártires tan ge- nerosamente derramada en las regiones del lejano Oriente sea la semilla de nue- vas cristiandades.

UN MISIONERO CONDECORADO

Lovaina. Bélgica. El gobierno chino hace poco concedió la encomienda de la Orden Nacional de la Jade al Rdo. Bo- land, Superior de la Sociedad de Sacer- dotes Auxiliares de las Misiones.

DEL CARONI

A principios del pasado mes de febre- ro llegaba a La Gran Sabana Mons. Constantino Gómez Villa, Vicario Apos- tólico del Caroní, acompañado del R. P. Félix de Vegamián. Era la primera Visita Apostólica que hacía aquellas re- giones, él que fué el primer Misionero que penetró en La Gran Sabana. Sabe- mos de la cariñosa acogida que los in- dios de Luepa y Santa Elena le han tri- butado y lo grata que han procurado hacer su estancia entre ellos. Quiera el cielo que esta Visita y las bendiciones de Mons. Villa sean para aumentar el progreso en aquellos puntos. También hemos sido informados que el viaje de regreso lo hacen por tierra para poder ver personalmente los trabajos del ca- mino nuevo que se está abriendo y que pondrá en comunicación por vía ordina- ria la Gran Sabana con los pueblos del interior del Estado Bolívar.

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